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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 254, de 27/06/1994
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1994 V Legislatura Núm. 254
INDUSTRIA, ENERGIA Y TURISMO
PRESIDENTE: DON JOAQUIM MOLINS I AMAT
Sesión núm. 21
celebrada el lunes, 27 de junio de 1994



ORDEN DEL DIA:
--Comparecencia del señor Ministro de Industria y Energía (Eguiagaray
Ucelay), para informar sobre la estrategia de la empresa pública
industrial en los diferentes sectores productivos. A petición propia.

(Número de expediente 214/000051) (Página 7668)
--Proposición no de ley por la que se insta al Gobierno remitir a las
Cortes Generales un plan orientado a racionalizar el sector público
empresarial. Presentada por el Grupo Parlamentario Catalán-Convergència i
Unió. (BOCG, serie D, número 61, de 25-2-94. Número de expediente
161/000133) (Página 7697)



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Se abre la sesión a las cinco y quince minutos de la tarde.




--COMPARECENCIA, A PETICION PROPIA, DEL SEÑOR MINISTRO DE INDUSTRIA Y
ENERGIA (EGUIAGARAY UCELAY), PARA INFORMAR SOBRE LA ESTRATEGIA DE LA
EMPRESA PUBLICA INDUSTRIAL EN LOS DIFERENTES SECTORES PRODUCTIVOS.

(Número de expediente 214/000051.)



El señor PRESIDENTE: Buenas tardes, señoras y señores Diputados. Vamos a
dar inicio a esta sesión, número 21 de la Comisión de Industria, Energía
y Turismo, con el primer punto del orden del día: comparecencia, a
petición propia, del Ministro de Industria y Energía ante la Comisión de
Industria, Energía y Turismo, para informar sobre la estrategia de la
empresa pública industrial en los diferentes sectores productivos.

Al tiempo que, en nombre de la comisión, doy la bienvenida y expreso
nuestro agradecimiento al señor ministro, le cedo la palabra.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Muchas
gracias, señor Presidente.

Quería iniciar mis palabras, en esta comparecencia a petición propia,
recordando a SS. SS. que son varias las sesiones que hemos mantenido en
esta Comisión de Industria, del Congreso de los Diputados, para analizar,
bien sea situaciones particulares de algunas empresas, algunas
operaciones especialmente significativas, desde el punto de vista
industrial, o bien algunos otros aspectos que rozaban con consideraciones
generales sobre la estrategia de la empresa pública. Fue, como saben
ustedes, en el último debate de la Comisión de Industria --creo
recordar-- en la que tuve la fortuna de estar presente, cuando planteé la
conveniencia de que pudiera comparecer para darles cuenta, en términos
suficientemente detallados, tan detallados como es posible hacerlo sin
agotar la paciencia infinita de SS. SS., de lo que puede ser una
estrategia mínimamente razonable en materia de empresa pública.

Por tanto, quiero señalar, al comienzo de mi intervención, que no es
fácil sintetizar la estrategia de la empresa pública en dos o tres
grandes ideas, sobre todo si tenemos en cuenta que las estrategias de la
empresa pública, tal y como en repetidas ocasiones he tenido oportunidad
de decir, no forman parte solamente de un planteamiento ideológico, sino
que, fundamentalmente, están al servicio de una política industrial, que
se quiere; una política industrial al servicio de la competitividad, del
fortalecimiento de nuestro tejido industrial.

Por ello, ninguna receta de carácter general sirve para resolver los
problemas específicos de una u otra empresa, de uno u otro sector. Tengan
en cuenta que vamos a hablar de los grupos públicos que tienen que ver
fundamentalmente con las competencias del Ministerio de Industria y
Energía y, por tanto, de los dos grandes «holdings», el Instituto
Nacional de Industria y el Instituto Nacional de Hidrocarburos, y piensen
que hablar de la estrategia de la empresa pública, referida solamente al
Instituto Nacional de Industria, que, en una simplificación de su
significación, abarca nada menos que 153 empresas, en las cuales hay
participación mayoritaria, para hablar con propiedad y para hablar del
horizonte estratégico de cada una de ellas, obligaría a una disertación
detallada de su mercado, de sus posibilidades tecnológicas, de
competitividad, etcétera, y de su propia situación financiera. En
consecuencia, no es fácil sintetizar la estrategia de la empresa pública
referida a un complejo tan variado, tan variopinto, en ocasiones, como el
que en este momento tiene la cobertura bajo los dos «holdings» INI e
Instituto Nacional de Hidrocarburos.

No obstante, sí dije en varias de mis intervenciones que el debate en
torno a la dicotomía público o privado, y la tendencia a referir con
exclusividad el debate sobre el sector público empresarial a la
existencia o no de un plan de privatizaciones, o a la pregunta de cuántas
empresas públicas y con qué calendarios se van a sacar a Bolsa, me parece
una orientación, no solamente equivocada, sino falta de contenido y
escasamente sensible a las complejidades enormes de un planteamiento de
política industrial serio; con independencia de que tengo todo el respeto
que saben siempre he tenido por las propuestas que desde planteamientos
ideológicos pueden hacer otros grupos parlamentarios, en todo caso,
quiero dejar claro que ése no es el nuestro y no va a ser el nuestro.

La alternativa que planteé entonces, y que hoy voy a desarrollar,
pretende, por tanto, centrar el debate en lo que estamos tratando de
hacer desde la perspectiva de la política industrial con el sector
público empresarial. Se trata de identificar el entorno en que se mueven
nuestras empresas, valorar la posición de las empresas públicas, sus
retos y sus posibilidades, valorar la oportunidad de alianzas crecientes
con el sector privado, para configurar una estrategia de fortalecimiento,
no de la empresa pública en tanto que empresa pública, sino del tejido
industrial de España o de la industria española, que es la prioridad de
la política industrial activa que estamos desarrollando.

Entrando, pues, en el tema que nos ocupa, y por lo que se refiere en
primer lugar al INI (dividiré mi intervención en dos partes: INI, por un
lado, INH, por otro), nos podemos preguntar cuál es el planteamiento
estratégico que el Gobierno, a través del Instituto, está aplicando a su
cartera de negocios, una cartera, como les digo, de más de 153 empresas,
mayoritariamente participadas por el instituto, según las últimas cifras
de 1992-1993.

El objetivo que se pretende alcanzar (permitirán que se lo recuerde) con
el proyecto empresarial emprendido en los últimos años, es triple: en
primer lugar, mediante la constitución de Teneo, que incorpora, como
saben SS. SS., todas las empresas del INI, estén en pérdidas o estén en
beneficios, pero que deben asegurar su viabilidad compitiendo de acuerdo
con las condiciones normales de los mercados de sus respectivos negocios,
se pretende impulsar un grupo empresarial dinámico y rentable, con
capacidad de competir en los mercados internacionales. Esta es la primera
finalidad. Este objetivo tiene como alcance su contribución al desarrollo
del tejido empresarial español,



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derivado de las ventajas que, para una economía, supone contar con
centros de decisión empresarial de rango internacional y que se
manifiestan en capacidad de interlocución, por un lado, y en efecto de
arrastre para la pequeña y mediana empresa, por otro.

Tengan en cuenta, como órdenes de magnitud de la significación de lo que
hoy es Teneo en la economía española, que en el año 1993 sus empresas
generaron un valor añadido de 910.000 millones de pesetas, su
participación en el PIB fue del 1,6 por ciento, su participación en la
formación bruta de capital fijo fue de este mismo porcentaje, pero
participada en el 4,3 por ciento de las exportaciones totales de la
economía y en el 5,2 por ciento de los gastos de investigación y
desarrollo. Por otro lado, Teneo es uno de los 80 grupos industriales más
importantes del mundo y uno de los 35 grupos más importantes de Europa.

Como requisito de su proyecto empresarial, y unido a esta finalidad de
dimensión de competitividad internacional, debo añadir que Teneo ha
adoptado un criterio que es un criterio de salud y, al mismo tiempo, de
ortodoxia financiera; criterio que, en la terminología del ministerio y
del INI, se define como criterio de autonomía financiera, esto es, de no
financiar activos de riesgo con deuda, y supone acotar el riesgo del
proyecto, de forma que si la generación de recursos es insuficiente para
financiar la estabilización de los negocios será necesario proceder a la
captación de fondos, no por aportación de nuevos recursos públicos
presupuestarios, sino por desinversión de activos rentables, reduciéndose
así, en consecuencia, la capacidad del proyecto. Eso implica un límite a
su propio comportamiento; sin embargo, en la medida en que se logren los
objetivos tendríamos un grupo saneado y rentable de rango internacional.

Si me hago entender, si el riesgo está acotado, en los términos que acabo
de decir, siendo el extremo inferior la desinversión de todos sus activos
por separado (que, por cierto, es la petición de algunas voces), y la
oportunidad es la consolidación de un grupo empresarial español, de los
que tan escasos estamos, creo que podemos convenir en que la apuesta vale
la pena y deberíamos coordinar esfuerzos para que salga adelante,
incluso, si los resultados de los años 1992 y 1993 no son, ni mucho
menos, los que ni ustedes, ni yo, desearíamos. Esta es una primera
finalidad y una finalidad con una restricción de comportamiento en
términos presupuestarios y financieros que se está cumpliendo.

En segundo lugar, el instituto, no Teneo, sigue asumiendo, como hasta
ahora, la gestión de procesos de reestructuración incompleta o no
consolidada en sectores como la defensa, la minería estructuralmente
deficitaria, la siderurgia o la construcción naval que tienen un régimen
especial, aceptado a nivel comunitario, que admite ayudas de Estado o,
por lo menos, ciertas ayudas de Estado.

En tercer lugar, el INI sigue también gestionando el déficit financiero
generado por la evolución histórica de las empresas que ha ido asumiendo,
por circunstancias que hoy no son objeto de esta comparecencia, a las que
en algún momento me he referido, ninguna de las cuales tiene que ver con
decisiones del Gobierno del que formo parte y cuyo peso se refleja en el
endeudamiento del instituto.

Partiendo de este triple objetivo los criterios básicos para los
distintos negocios de la cartera del grupo son los siguientes y
perdonarán que tenga que ser relativamente prolijo para darles una mínima
cuenta de la estrategia, al menos sectorializada, que se está siguiendo
en los diferentes ámbitos. En primer lugar, respecto a las empresas de
Teneo, después me referiré a las empresas que siguen dependiendo del INI,
finalmente pasaré revista a los principales grupos sectoriales.

Respecto de las empresas de Teneo, el primer criterio básico es
proporcionar estabilidad como accionista a los distintos negocios por
parte de Teneo, con base en una exigencia de rentabilidad individual,
acorde con el mercado, y de su afianzamiento en posiciones competitivas
sólidas, contemplando para ello la apertura a otros socios o aliados.

En segundo lugar, concentrar los esfuerzos de gestión a través de la
agrupación de negocios afines, disminuyendo la todavía demasiado
importante dispersión sectorial, que está dando lugar a la salida del
grupo de algunos negocios.

En tercer lugar, aplicar el criterio de autofinanciación ya señalado,
hasta la consolidación del proyecto que necesitará aún varios años y un
ciclo económico más expansivo, del conocido en los dos últimos.

Respecto de las empresas que siguen dependiendo directamente del INI, los
criterios son, en primer lugar, la culminación de los procesos de
reestructuración o desinversión, puestos ya en marcha, modulando esos
procesos de acuerdo con las disponibilidades presupuestarias, y también
con la valoración de su impacto social. Está en la mente de todos alguno
de los esfuerzos puestos en marcha para esta reestructuración,
desinversión, compatible con el impacto social a que hemos asistido,
incluso en las últimas semanas. La prioridad de la gestión en este caso
consiste en la generación de nuevas oportunidades y posibilidades para
alcanzar la competitividad a través de esa reestructuración. En segundo
lugar, como criterio también en el caso de las empresas no Teneo del INI,
reducción progresiva de las aportaciones, en este caso por vía de las
contribuciones públicas, minimizando en un plazo razonable la dependencia
presupuestaria. Son criterios, sin duda alguna, muy generales, pero
criterios que establecen, mediante su cumplimiento, una línea clara,
estratégica, industrial y financiera a la cual tienen que ir orientados
los esfuerzos en el ámbito de la empresa pública, lejos de otras
simplificaciones al uso con las cuales, como saben, no coincido, y será
difícil que coincida en el futuro.

Partiendo de estos criterios de actuación nos podemos preguntar cómo se
concreta, para las distintas áreas de negocio la estrategia de futuro.

Permítanme empezar comentando las características de la cartera de
negocios del grupo. En Teneo los componentes más relevantes de su cartera
de negocios son dos sectores: el de energía eléctrica y el del transporte
aéreo, que representan el 74 por ciento del activo neto del grupo, el 68
por ciento de los ingresos, el 62 por ciento de la plantilla y el 77 por
ciento de su valor patrimonial. Por tanto, con independencia de la enorme
diversificación en diferentes sectores y actividades, tengan en cuenta
que la importancia del grupo Teneo está centrada fundamentalmente, en



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cuanto a su tamaño, dimensión y significación, básicamente en estos dos
sectores, por lo menos en términos relativos. Son los dos negocios que
dan dimensión al grupo, uno de ellos con rentabilidad suficiente, y
además estable, el eléctrico, y otro con rentabilidad, como saben SS.

SS., hoy por hoy claramente insuficiente.

La producción de energía eléctrica de las empresas participadas por Teneo
representa el 51 por ciento del total nacional, caracterizándose el grupo
eléctrico, además de por su dimensión, tanto en el ámbito nacional como
en el internacional, por lo que representan, desde la propia estructura y
cartera de Teneo, ventajas para la realización de sinergias, tanto a
través de su demanda a los otros negocios del grupo, como de la
complementariedad en productos y de la potenciación de negocios con
presencia internacional. La posición competitiva de este negocio es
fuerte, el entorno sectorial estructuralmente favorable y el negocio
sigue siendo naturalmente atractivo.

No es esta la misma situación en el negocio del transporte aéreo. Este
tiene una dimensión no grande, sino media en el ámbito internacional,
aunque también permite sinergias por su presencia internacional y su
demanda al grupo. Por señalar un indicador de actividad puede apuntarse
que el número de pasajeros transportados por las empresas aéreas de Teneo
equivale al 34 por ciento de los pasajeros contabilizados por los
aeropuertos españoles en el año 1993. El entorno sectorial es muy
competitivo; el atractivo de la actividad puede situarse en un nivel
medio y existe ciertamente un potencial significativo de mejora respecto
a la posición competitiva actual, potencial que hay no solamente toda la
intención, sino que está en marcha y han estado en marcha en los meses
pasados las acciones necesarias para aprovecharlo.

La posición de partida del grupo presenta la necesidad de una disminución
significativa en los costes unitarios que requerirá un notable esfuerzo
de gestión, junto a la necesidad también de una adecuación financiera tal
y como, en reciente comparecencia, expresaba el Presidente de Iberia, y
al mismo tiempo Presidente del INI, señor Salas, no en esta Cámara sino
en el Senado.

El segundo conjunto de negocios después de describir muy brevemente los
principales y las líneas estratégicas de actuación en ellos, son los
siguientes: En primer lugar, el aeroespacial. La dimensión de este
sector, con una facturación equivalente al 75 por ciento de la
facturación nacional en dicho sector es, sin embargo, de media
importancia en el nivel internacional. Es verdad que permite también la
realización de sinergias con el grupo por su presencia internacional y,
en cierta medida por la complementariedad en producto y por la demanda al
grupo. Es también de destacar, y quiero hacerlo, la posibilidad del
negocio para aglutinar capacidad tecnológica, lo que añade interés y le
convierte en un sector claramente estratégico para cualquier economía y
ciertamente para el propio grupo público; de ahí su interés en la
pertenencia a Teneo.

Se trata, en todo caso, de un negocio atractivo. El entorno sectorial,
teniendo en cuenta la posición competitiva actual y el potencial de
mejora, resulta asumible, y dado el proceso de reconfiguración de la
industria aeronáutica europea, la captación de negocio para fortalecer su
posición y el progreso en la consecución de la máxima cualificación como
fabricante son las dos vertientes prioritarias de actuación. Tiene
felizmente una estructura, una situación financiera saneada; ha entrado
ya en rentabilidad en el año 1993, con expectativas razonables de
rentabilidad en 1994, condicionadas al nivel de contratación y al
lanzamiento de productos propios.

La siguiente área a la que me quiero referir es la del aluminio. La
significación en el grupo de este negocio es alta. Su producción cubre el
100 por ciento del aluminio electrolítico español, si bien adolece de
falta de dimensión internacional. Eso es un «handicap» serio en un área
como ésta sometida a la presencia de tres o cuatro grandes grupos
multinacionales que tienen una posición notablemente superior a la del
aluminio español, lo cual ciertamente aconseja ser extraordinariamente
prudentes en el planteamiento del futuro de la industria del aluminio en
España, tal y como está hoy configurada en su pertenencia al grupo
público.

Su rentabilidad es insuficiente, es un sector muy vulnerable al ciclo
económico, habiendo sido este negocio muy negativamente afectado en su
cuenta de resultados por la evolución de los precios, derivada de muchas
cosas y, entre otras, de la apertura de los países del este y de las
exportaciones de estos países hacia Europa.

Su nivel de endeudamiento, por otro lado, lo saben SS. SS., es elevado.

La estrategia en este sentido va por la generación de sinergias derivadas
de su demanda al grupo y su potencial mejora de la posición competitiva
se centra, por el lado de los costes, en la reducción del coste unitario
de la energía eléctrica, hasta donde esto sea posible y, por el lado del
mercado, en el proceso ya iniciado de redimensionamiento hacia productos
de mayor valor añadido y consolidación comercial a nivel europeo. Seré
más explícito. Me parece que el futuro del sector del aluminio dentro del
grupo público pasa necesariamente por una alianza internacional.

En el campo de la electrónica la constitución del grupo Indra, mediante
la integración de Inisel y Ceselsa y la participación de Sainco ha
posibilitado crear un grupo electrónico español con un importante
componente informático, que no obstante, seamos sensatos, tiene una
dimensión pequeña en el ámbito internacional. Permite, en todo caso, la
concreción de sinergias en Teneo por la complementariedad en productos y
en menor medida por la demanda al grupo. La contracción de la demanda
militar y el fuerte componente tecnológico que requiere este negocio
definen hoy un entorno sectorial desfavorable en el que la mejora de la
posición competitiva va ligada fundamentalmente a la materialización de
alianzas, como las que están en curso, y a las oportunidades en mercados
exteriores, consolidando a su vez su posición en el mercado español.

La estructura financiera es todavía débil, requiere apoyo financiero, si
bien el negocio ofrece atractivo y, haciendo frente a los condicionantes
señalados, las expectativas de rentabilidad son positivas. Espero que mis
palabras no las lleve el viento y que las expectativas que hoy



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tenemos puedan efectivamente confirmarse al final del ejercicio 1994 con
resultados positivos por parte del grupo.

En materia de bienes de equipo, ingeniería, construcción y medio
ambiente, que es otra de las agrupaciones sectoriales de las múltiples
empresas que integran el grupo, los negocios de Teneo en estos sectores,
que configuran una única división organizativa recientemente constituida,
tienen una dimensión significativa en el ámbito nacional, siendo media en
el caso de la construcción y emergente solamente en materia
medioambiental. Esta dimensión es también media en el ámbito
internacional para algunos negocios, como es el caso del equipamiento
nuclear. En este sector las sinergias para el grupo se deben,
fundamentalmente, a la complementariedad en producto y también a la
presencia internacional en el caso de los bienes de equipo. El atractivo
del negocio se sitúa en niveles de rentabilidad media, siendo el
principal factor de mejora interna respecto del entorno sectorial la
disponibilidad tecnológica.

El nivel de endeudamiento de las empresas del grupo es elevado, aunque
controlable, y el potencial de avance en la posición competitiva se basa
en la complementariedad de oferta entre estos negocios y también con
otras empresas del grupo, así como en eventuales alianzas que se están
explorando. Paralelamente se necesita un redimensionamiento de la
actividad de algunas empresas que requerirá el esfuerzo financiero
correspondiente por parte del grupo, dentro de la lógica de autonomía y
ortodoxia y financiera a la que me he referido.

Finalmente, en el caso del medio ambiente existen oportunidades derivadas
de su condición de mercado en fase emergente o de desarrollo, aunque ya
les he dicho que ésta es una actividad que todavía necesita un proceso de
maduración y de crecimiento importante para acabar de conocer sus
posibilidades.

La otra agrupación que quería comentar es, desde el punto de vista
estrictamente industrial, la químico-minera. La situación de los negocios
del grupo en estos sectores es dispar coincidiendo en el caso de las
potasas y la pasta de papel, su alta significación en el ámbito nacional
y la consecución de sinergias a través de la demanda al grupo.

La producción de potasas atribuible a Teneo equivale al 88 por ciento de
la producción nacional y en pasta de eucalipto la proporción es del 65
por ciento, siendo también significativa la posición internacional en
este segmento del negocio de pastas de papel.

La evolución de los precios, como sin duda conocen, ha sido muy negativa
en los últimos años. La industria de pasta de papel es una industria
especialmente cíclica provocando un incremento sensible del endeudamiento
en los años pasados, si bien ya se están materializando las expectativas
de recuperación de precios y también de rentabilidad, especialmente en el
caso, insisto de nuevo, de pastas de papel y también en el caso de las
potasas, dos grupos de empresas dentro de esta agrupación que están
conociendo en este momento notorias mejoras en sus resultados de
explotación como consecuencia de los cambios experimentados, los
reajustes realizados, las reestructuraciones llevadas a cabo y, al mismo
tiempo, la recuperación del ciclo económico.

En el negocio de la potasa las importantes mejoras internas realizadas y
en curso tanto en el área productiva como en la implantación comercial,
unido a una previsible evolución favorable de los precios, permiten
vislumbrar ya un horizonte de rentabilidad en 1994.

En pastas de papel, mercado en el que se detectan tendencias hacia la
especialización, movimientos de formación de grandes grupos y fuertes
procesos de reestructuración y saneamiento, la posición competitiva es
favorable en cuanto a productos, sobre todo en una materia en la que la
Empresa Nacional de Celulosa es una especialista mundial, las pastas
ecológicas y existe un potencial de mejora tanto vía costes como a través
de una mayor integración productiva. Estoy pensando, por tanto, como he
tenido oportunidad en múltiples ocasiones de decir en público, en un
proceso de integración entre el negocio de cabecera, la pasta, y la
transformación en papel, posición que se viene analizando tratando de
configurar elementos o posibles alianzas sectoriales para dar solidez e
integrar ese sector.

Finalmente, en cuanto al transporte marítimo, la escasa dimensión del
negocio actual, si me lo permiten, me hace no entrar en la composición
actual de este sector para el grupo público.

Como saben son pocas ya las empresas; hay participaciones
fundamentalmente en Elcano, se han producido desinversiones en la
Compañía Transatlántica y, por tanto, la escasa dimensión del negocio lo
hace altamente sensible al entorno ofreciendo en la actualidad una
rentabilidad insuficiente, si bien permite todavía alguna sinergia al
conjunto de las empresas del INI vía demanda.

Por lo que hace referencia a Teneo, me queda por darles cuenta de la
posición de base y las estrategias de futuro, únicamente mencionar las
empresas estrictamente financieras que dependen de Teneo, que tienen una
dimensión media en el ámbito nacional. Son fundamentalmente empresas de
carácter instrumental para el cumplimiento de otras finalidades y
compiten en sus mercados específicos a la vez que atienden a las
necesidades y aseguran los intereses tanto del grupo Teneo como del
conjunto de las empresas del INI.

La complementariedad en este caso del producto es alta para el grupo, lo
que redunda en la generación de sinergias. La situación, entorno
sectorial, posición competitividad y expectativas pueden definirse como
asumibles. En el caso de la principal empresa de este sector, que no
tiene una característica esencialmente instrumental, como es la empresa
de seguros Musini, se verifica que es una empresa muy importante,
rentable, con resultados positivos y una especialista fundamentalmente en
seguros industriales. Se verifica también una contribución al
fortalecimiento del sector en España, derivada de la pertenencia de su
negocio a un grupo industrial, siendo destacables las actuaciones en
riesgos industriales, configuración de «pools» y reaseguros. Es una
empresa que tiene interés para el grupo hoy y una empresa no realmente de
las que causan problemas, sino de las que pueden fortalecer la posición
en general del conjunto del sector seguros en nuestro país.

A partir de estas características de la cartera de negocios del grupo,
nos podemos preguntar cómo inciden en



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cada uno de ellos los criterios señalados en la aplicación de la
estrategia en marcha.

Comprenderán que la respuesta a esta pregunta debe ser prudente puesto
que una gestión profesionalizada debe procurar aprovechar las
oportunidades y sacar el máximo provecho de los recursos, lo que se
compagina mal con la publicidad de los procesos de toma de decisión.

Comprendo, señorías, que cuando el Ministro de Industria comparece, y
especialmente en una cuestión como ésta, tengan todo el interés del mundo
y todo el derecho también a conocer lo esencial de la estrategia
corporativa de un grupo, que es público y, por tanto, tiene una
dependencia y un mecanismo de control que depende, en última instancia,
de esta Cámara. Comprenderán simultáneamente que algunas de las
curiosidades que se expresan respecto de las empresas públicas se
manifiestan respecto de muchas de las empresas del sector privado sobre
todo cuando se hacen algunos planteamientos estratégicos o se expresan
algunas intenciones en la búsqueda de alianzas es absolutamente imposible
en términos de lógica economía industrial y profesional o anunciar
procesos hasta el momento en que se producen las mejores condiciones como
para que éstos se produzcan. Les pediré, por tanto, que, dentro de estos
criterios, a pesar de que he tratado de avanzarles las líneas de por
dónde van las orientaciones en cada uno de los sectores, entiendan que
existe cierta dificultad hasta no tener términos de acuerdos concretos
para expresarlo con mayor precisión. Sin embargo, espero que les sirva
para explicitar, primero, que la contribución de la empresa pública es
necesaria para el fortalecimiento de nuestro tejido industrial y también
útil para los objetivos de la política industrial; y, segundo, que la
estrategia de nuestro principal grupo empresarial, que tiene titularidad
pública, es coherente con los objetivos de un grupo empresarial con rango
internacional, entre otras cosas, porque internacional es el ámbito en el
que compiten ya sus empresas y, por tanto, en el que deben demostrar su
viabilidad en el futuro. Ello exige una lectura de rentabilidad de los
distintos negocios y, por otro lado, favorece el objetivo de mejorar la
competitividad de nuestra economía, que, en último término, reside en la
competitividad de las empresas. Por ello, sin menoscabo de la posición
decisoria de Teneo, creo que puedo delimitar las tres líneas básicas de
actuación respecto a su cartera de negocios en correspondencia con los
criterios que he señalado en su estrategia.

La primera línea, orientada hacia el fortalecimiento del grupo, se basa
en el mantenimiento de una posición importante en aquellos negocios a los
que me he referido con el calificativo de negocios con mayor atractivo y
mayores aportaciones al grupo en términos de sinergias. Entre éstos se
encuentran la energía eléctrica, las empresas que responden a necesidades
corporativas, las negociaciones industriales con mayor complementariedad
y con más capacidad de desarrollo tecnológico y los proyectos que están
en fase de puesta en valor como la potasa, tras un proceso de mejora
significativa en su posición competitiva. El mantenimiento de una
posición importante en la cartera de Teneo de estos grupos es coherente,
por otro lado, con el objetivo de fortalecimiento del negocio,
aprovechando las oportunidades del mercado y la posición competitiva
favorable.

La segunda línea es el reforzamiento de los negocios a través de alianzas
estratégicas con otros socios. Estos procesos de alianzas se han iniciado
ya y me he referido a ellos en algún momento en esta comisión, por
ejemplo, en el transporte aéreo. También se tienen experiencias y me he
referido, recuerden, quizás, a algunos posicionamientos de alianzas
estratégicas, de toma de participaciones en parte y de alianzas
estratégicas, por ejemplo, en el caso del transporte aéreo, con algunas
de las compañías más importantes como pueden ser United, de los Estados
Unidos, y el proceso de culminación de una alianza estratégica con
Lufthansa, también en el ámbito europeo.

Se tienen experiencias igualmente en el negocio aeroespacial. Como saben,
nuestras principales empresas aeroespaciales, y fundamentalmente CASA,
participa con otras empresas europeas, tanto en el consorcio Airbus como
en otros proyectos europeos en esta materia, en el electrónico, al que
acabo de referirme, o en bienes de equipo e ingeniería, y podrían
realizarse en los otros negocios por razones de dimensión o de superación
de debilidades. En ocasiones podemos tener una dimensión adecuada en el
mercado nacional y, sin embargo, ser débiles en el mercado internacional;
en ocasiones podemos necesitar socios con capacidad de aportación
tecnológica como es, en buena medida, el caso, por ejemplo, de la
industria de bienes de equipo o de las empresas de bienes de equipo.

La concreción de los acuerdos, si bien puede afectar a la composición del
accionariado de esos negocios --lo digo para que entiendan lo que estoy
hablando-- con pérdida de soberanía e incluso de control, también puede
manifestarse, como de hecho se ha producido en ocasiones, en acuerdos
comerciales o en proyectos conjuntos a través de filiales.

La tercera línea es la segregación de negocios, con escaso atractivo de
rentabilidad para el grupo, aunque con posible interés para otros
gestores, a través de su desinversión. En este punto puedo referir lo que
se ha hecho. El último caso ha sido el de Transatlántica pero, por las
razones que acabo de señalar antes, me excusarán de decir lo que se
pretende hacer en algunos, en los cuales, sin embargo, los anuncios,
obviamente cuando se tengan que producir, se harán sobre todo, aunque no
sea más que por respetar que para el gestor empresarial el acuerdo no
firmado no existe y naturalmente lo peor que uno puede hacer en una
estrategia de desinversión justificada por esta estrategia industrial es
simplemente expresar intenciones antes de poder cumplirlas si el
resultado de esas intenciones tiene que ser el menos oneroso también para
las propias arcas públicas.

Si pasamos ahora a las empresas directamente dependientes del INI que
operan en sectores para los que existe un régimen especial que permite
ayudas del Estado, como señalé al principio, la gestión está orientada a
culminar los procesos en marcha, y en lo posible, procurar la continuidad
de empresas viables. En minería subterránea del carbón se ha llegado en
Hunosa a un acuerdo entre la empresa y los sindicatos para el Plan
1994-97, que sigue las directrices comunitarias de reducción de
capacidad.




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Paralelamente se están desarrollando las vías para un proceso de
reindustrialización en la zona, en el que también colabora la propia
empresa. En siderurgia se sigue el proceso de constitución de sociedades
viables, tanto en integral como en aceros especiales, y se contempla por
los actuales accionistas, que están dando el apoyo financiero que
requiere el proyecto --permítanme subrayarlo--, la realización de
alianzas y búsqueda de socios que aseguren su continuidad, tanto en estos
negocios como en la de productos tubulares. En defensa, por lo que se
refiere a Santa Bárbara, el objetivo es la adecuación de su tamaño a los
niveles reales de contratación para dar respuesta a las necesidades de
los ejércitos dentro de un planteamiento que conocen SS. SS.; y en Bazán,
el mantenimiento también de un diseño empresarial viable en función del
mercado accesible.

También en este sector hay un esfuerzo por la diversificación de
actividades en el que las empresas colaboran pero que requiere, además,
de otros apoyos para atraer a los potenciales inversores interesados en
los nuevos negocios.

Finalmente, en construcción naval se está procediendo a una concentración
de los recursos, buscando la viabilidad en razón de la adecuación
dimensión-demanda y a través del posicionamiento competitivo en productos
de mayor valor añadido.

Hasta aquí una aproximación en términos de política industrial,
estrategia industrial, quizás exenta de morbo pero, en todo caso, a mi
juicio, con el rigor que requiere un planteamiento sectorializado tan
diverso como el que integra la empresa pública que está bajo el rótulo
del Instituto Nacional de Industria.

Quiero referirme también a la misma estrategia o a la estrategia
industrial en relación con el otro «holding» público, el constituido por
el Instituto Nacional de Hidrocarburos, que lidera la empresa Repsol.

El presente y el futuro que ofrece la compañía es la consecución de una
estrategia que se ha mantenido sin cambios sustanciales desde hace varios
años y que seguirá aplicándose. Las líneas esenciales de esta política
estratégica pueden resumirse en la reducción de costes, la política de
equilibrio de la base de generación de negocios, la mejora de las
actividades tradicionales de la compañía y la aplicación estricta de unos
objetivos de rentabilidad a todos los planes inversores.

La razón de instrumentar esta política estratégica radica en la
superación de las debilidades que tenía Repsol en el momento de su
constitución: una producción pequeña y decreciente, una falta absoluta de
red comercial (realmente el grupo no vendía sino que distribuía las
toneladas que vendía el monopolio, y existía un alto riesgo de pérdida de
estos márgenes cuando se produjese la liberalización anunciada), una
prácticamente nula presencia exterior y una volatilidad de los
resultados, que procedían en su mayor parte de dos actividades tan
cíclicas como el refino y la química.

Como consecuencia de las políticas seguidas de compra de reservas,
construcción y abanderamiento de estaciones de servicio, entrada en el
negocio de gas natural, expansión comercial exterior, modernización y
flexibilización del refino y fuerte reducción de costes en todas las
actividades, la compañía tiene ahora una producción creciente, que
seguirá creciendo en los próximos años, un control por vínculo mercantil
del 60 por ciento de las estaciones de servicio españolas, el 45,6 por
ciento de la compañía que distribuye la práctica totalidad de gas en
España, la logística y el negocio de gas licuado de petróleo más
competitivos de Europa y un refino más flexible y eficiente, todo lo cual
ha redundado en un mayor equilibrio de las actividades y en un
crecimiento sostenido de los resultados.

Las empresas integradas en Repsol tenían una plantilla de 22.000
personas, que se han reducido, por cierto, a alrededor de 14.000, al
término de 1993, aunque la plantilla del grupo, sin incluir a Gas
Natural, asciende a 17.000 como consecuencia de la creación de nuevas
actividades, gestión de estaciones de servicio, expansión internacional,
etcétera. Esta reducción de más de 8.000 personas se ha centrado
especialmente en CLH --la antigua Campsa--, Butano y refinerías,
destacando el caso de la primera de estas compañías, que pasó de 8.350
empleados, en 1985, a pocos más de 3.000 en la actualidad. Lo digo sin la
menor satisfacción desde el punto de vista de un objetivo que
naturalmente es parte de la política industrial como es el empleo, pero
lo digo también desde el rigor que necesita un planteamiento de política
industrial y de competitividad en los diferentes sectores. Este esfuerzo
en reducción de costes de personal se ha traducido en un estancamiento de
los gastos recurrentes por este concepto, que se han situado en los
últimos cuatro años a un nivel poco superior a 110.000 millones de
pesetas, a pesar del constante aumento de actividades, pudiendo estimarse
en una cifra próxima a 40.000 millones de pesetas/año los ahorros
derivados de esta política, a cambio de un coste total de unos 80.000
millones de pesetas.

Otro aspecto importante de la reducción de costes ha sido la actuación
seguida en la implantación de instalaciones de cogeneración en las
refinerías del grupo, entre los años 1991 y 1994, hasta totalizar una
cifra de 222 megavatios. El efecto más notable de esta política ha sido
la reducción de la factura eléctrica, desde los 20.000 millones, de 1990,
a menos de 10.000, en 1994, prácticamente compensados con unas ventas de
7.000 millones de pesetas a la red eléctrica. Las posibilidades de
cogeneración del grupo, sin embargo, son mucho más amplias. Hasta ahora
sólo se han acometido los proyectos más claros, con la limitación de no
producir más energía eléctrica que la consumida, tesis que ciertamente es
deseable que sea cumplida por todas aquellas empresas que tienen
proyectos de cogeneración. Sin embargo, existen posibilidades adicionales
muy importantes para instalar una cogeneración también de alta
rentabilidad aprovechando el vapor que consumen las refinerías,
utilizando gas natural y vertiendo a la red la casi totalidad de la
producción, aunque esta segunda fase se abordará con prudencia, desde
luego no en solitario y, en todo caso, limitada por la nueva ordenación
que, a través del decreto de autoproducción, se va a hacer en los
próximos días. También se ha actuado en los últimos años en la reducción
de costes de transporte aumentando el número de oleoductos y
racionalizando la contratación de medios ajenos. El resultado conjunto de
la actuación ha sido una



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reducción de la factura de transportes de 11.000 millones de pesetas, en
términos nominales, a pesar del aumento de actividad. El mayor esfuerzo
en esta reducción lo ha efectuado en el pasado CLH, que ha duplicado sus
kilómetros de oleoducto en el período 1985-94 y que ha pasado de 55
factorías de almacenamiento a 35, todas unidas por buques o por
oleoductos. El esquema logístico a fines de 1993 implica 35 factorías
automatizadas, 3.400 kilómetros de oleoductos en servicio, siendo
destacable que los 11.000 millones de pesetas de reducción en costes de
transporte se han conseguido a pesar de la disminución de ese número de
factorías.

La estrategia de esta compañía hacia el futuro está ya trazada y
realmente casi se puede decir que basta ir mejorando su eficiencia con
unas inversiones no muy grandes, inferiores en todo caso a sus
amortizaciones. Con vistas al futuro, el mayor ahorro se producirá
probablemente en Repsol-butano. En la actualidad la empresa cuenta con 36
instalaciones de almacenamiento y ninguna tubería de transporte en
servicio. En el año 1998 la empresa sólo tendrá 20 centros de
almacenamiento, todos automatizados y conectados por tuberías. De esta
actuación se espera conseguir reducciones en costes de transporte y en
otras operaciones, que permitirán, en consecuencia, seguir aumentando la
eficiencia dentro del sector. De todas formas, me parece importante
explicarles (y en este caso puedo ser algo más detallado que en otras
áreas de actividad, porque es quizá una de las pocas ocasiones que tengo
de decirles elementos básicos de la estrategia del grupo petrolero
gasístico público) la política de ampliación de negocios como parte de la
estrategia del grupo. La excesiva dependencia que tenía Repsol del refino
y de la situación económica española se ha tratado de compensar con la
expansión en tres áreas: exploración y producción, gas, y desarrollo
internacional, donde se ha hecho mucho y, además, habrá que seguir
haciendo todavía bastante más en el futuro. El refuerzo de la actividad
de exploración y de producción ha sido una constante de la política de la
compañía en los últimos años, y sus dos referentes más claros han sido, y
continuarán siendo, la compra de reservas y la concentración de la
actividad en un número reducido de países. En el período 1987-94, por
ejemplo, se han adquirido 286 millones de barriles de reservas a cambio
de la inversión de unos 111.000 millones de pesetas, y se quiere
continuar adquiriendo siempre que surjan oportunidades favorables.

Actualmente está en avanzado estudio una importante adquisición en Libia
y se está atento a todas las posibilidades que puedan aparecer en este
sentido. La otra estrategia seguida ha sido la concentración de la
actividad en pocas áreas geográficas. La compañía hoy desarrolla sus
actividades en tres grandes bloques: en el norte de Africa, Latinoamérica
y el Mar del Norte. Aparte de ello, sólo tiene los campos de Dubai y de
Indonesia y unas participaciones en Africa occidental, una de ellas en
Angola, recientemente vendida y otra en Gabón, que se vendería si se
consigue el precio adecuado. Con vistas al futuro se seguirá trabajando
sustancialmente en estas mismas áreas.

El resultado más notable de la política exploratoria seguida es que la
compañía cuenta ahora con una base productiva y con unos descubrimientos,
en fase de evaluación o desarrollo, que aseguran el mantenimiento del
nivel actual de producción fuera del Golfo, aunque no hubiese nuevos
descubrimientos ni adquisiciones. En el período 1985-93 se destinó más
dinero a exploración que a desarrollo, mientras que en el período 1994-98
se dedicarán a exploración menos de 60.000 millones de pesetas y a
desarrollo más de 200.000 millones, lo que significa que el grueso del
esfuerzo inversor en la actividad se aplicará a proyectos de riesgo
reducido y altamente rentables.

En materia de gas, para Repsol y para el INH, fundamentalmente como
«holding» o como accionista de Repsol, era importante participar en el
negocio gasista por varias razones. En primer lugar, por la compensación
de las pérdidas de ventas que la penetración del gas origina en su
mercado tradicional, aproximadamente, cuatro millones de toneladas de
petróleo desde 1985 y otros ocho millones de toneladas estimadas entre
1994 y el año 2004. En segundo lugar, por razones de integración
vertical, ya que Repsol trabaja además en exploración de gas y gestiona
los almacenamientos subterráneos que usa Enagás. Y en tercer lugar, por
la búsqueda de reducción de la volatilidad de su negocio, ya que el gas
es mucho más estable y, en cualquier caso, sus ciclos son absolutamente
distintos a los del refino y a los de la química. Esta misma estrategia
de Repsol la están siguiendo ahora otras muchas compañías petroleras,
pero Repsol les lleva alguna ventaja, ya que empezó, desde 1985, con la
creación por parte de Repsol-butano de varias pequeñas sociedades
distribuidoras. El siguiente hito importante, como saben SS. SS., fue la
adquisición de Gas Madrid, por parte del INH y Repsol, en el año 1990. En
1991 se decidió fusionar Gas Madrid y las distribuidoras de Butano con
Catalana de gas, creando una nueva empresa denominada Gas Natural, que
realizaba ya más del 90 por ciento de las ventas domésticas y
residenciales en España. Durante los años 1992 y 1993 Repsol fue
aumentando su participación en Gas Natural, hasta superar el 45 por
ciento. Finalmente, en junio de 1994, Gas Natural ha adquirido el 91 por
ciento de Enagás, con lo que Repsol pasará a tener el 45 por ciento de la
práctica totalidad del transporte, distribución y comercialización de Gas
Natural en España, uno de los negocios, sin duda alguna, con mayor futuro
y tasa de crecimiento del país, lo que unido al mantenimiento de la
participación del INH sitúa la participación por ahora pública en el
entorno del 49 y pico por ciento.

Las inversiones realizadas por Repsol en el área del gas se han elevado a
76.500 millones de pesetas. A partir de ahora participará, como tal
Repsol, con el 45 por ciento en un grupo gasista que es la tercera
empresa europea y que invertirá cerca de un billón de pesetas en los
próximos 10 años. Sin duda alguna, las ventas del conjunto Enagas-Gas
Natural se multiplicarán por más de dos antes del año 2000 y gracias a
este crecimiento el gas continuará aumentando su peso en la generación de
recursos de la compañía, aparte de otras finalidades en términos de
política industrial, energética, medioambiental, etcétera, establecidas
en el propio PEN.




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Quería hacer alguna otra referencia, aunque sea breve, ya que estamos en
el ámbito del petróleo y del gas, a las actividades de diversificación.

La política exploratoria de gas natural ha llevado recientemente a la
adquisición de la distribución del norte de Buenos Aires. Tanto los
nuevos yacimientos como la distribución del norte de Buenos Aires son dos
hitos en la estrategia de aumentar la base de negocio de Repsol fuera de
las fronteras españolas.

Aparte de esto, se está realizando una política firme de penetración en
el negocio petrolero de Francia y Portugal; se mantiene una sólida base
de fabricación y de estaciones de servicio en el Reino Unido; se está
trabajando en el desarrollo de los mercados de Méjico, de Italia y de
Marruecos, y se siguen con atención los procesos de privatización que se
están acometiendo en algunos países latinoamericanos.

Las inversiones totales que hasta ahora ha efectuado Repsol fuera de las
fronteras españolas se han elevado a 210.000 millones de pesetas en el
período 1989-1994, pero en este campo destacan por su importancia
estratégica los cerca de 30.000 millones que se han invertido en el
desarrollo comercial de Portugal, Reino Unido y Francia, como mercados
más próximos y de carácter europeo.

En los próximos años deberá acelerarse la penetración comercial en el
exterior, subsanándose una de las limitaciones que han impedido ir más
rápido en el pasado, que era la capacidad de gestionar negocios fuera de
España. Hoy, felizmente, se cuenta con una sólida base gerencial que
puede asumirlas y se impulsará el proceso sin más límite que el
mantenimiento de las exigencias de la necesaria rentabilidad. Uno de los
objetivos que se quiere cubrir en los próximos años es situar a Repsol
con una presencia significativa en todas las líneas del negocio petrolero
en Portugal y en el sur de Francia.

En materia de refino, logística y química, Repsol no sólo tiene menor
exploración y producción que la generalidad de las compañías petroleras,
sino que, proporcionalmente, también tiene más refino que el marketing.

Consecuentemente, la estrategia en marketing ha sido y continuará siendo
de crecimiento y consolidación, mientras que la estrategia en refino es
de mejora de eficiencia y de flexibilidad. En el año 1985 Repsol contaba
con 500 puntos de ventas y sólo con 30 de ellos tenía un vínculo fuerte
de propiedad; en la actualidad tiene más de 3.000 puntos de venta, un 60
por ciento en propiedad, que explota a través de tres marcas, con un gran
número de nuevos servicios en torno a la red. En el futuro continuará el
aumento del número de puntos de venta, ya que Repsol está construyendo un
40 por ciento de las nuevas estaciones que se abren en el país y,
paralelamente, aumentará el número de estaciones en las que, además de la
propiedad, se desarrollará directamente el negocio de su gestión. El
objetivo trazado es aumentar año tras año las ventas en territorio
español, lo que puede ser compatible con un pequeño deslizamiento a la
baja de la cuota, dado el potencial de crecimiento que encierra el país,
que ya está empezando a manifestarse de nuevo tras la crisis vivida en
1993.

El refino concentrará su esfuerzo en las tres refinerías principales del
grupo: Puertollano, próxima al mercado de Madrid, segundo en importancia;
Tarragona, dentro de Cataluña, primer mercado español, y Bilbao, dentro
del País Vasco, tercer mercado español. Estas tres refinerías estarán
unidas por tuberías, lo que aumentará su flexibilidad operativa y los
costes de abastecimiento a los mercados. El plan de inversiones de refino
para el período 1994-1998 se eleva a 209.000 millones de pesetas, con
cuatro proyectos de gran importancia: un «craker» en Bilbao, un
«hidrocraker» en Tarragona, un oleoducto que unirá Cartagena con
Puertollano y una completa desulfuración de todas las refinerías. En el
año 1998, el grupo producirá más destilados medios con la calidad exigida
por las normativas europeas, cubriendo las necesidades de los mercados
internos y manteniendo, además, una capacidad exportadora en las
refinerías de La Coruña y Cartagena.

En química se está procediendo a una concentración de la actividad
aprovechando la ventaja en costes que supone la perfecta integración con
el refino de las plantas de poliolefinas y se está buscando una alianza
estratégica con otro productor de plásticos, ya que el tamaño es también
un factor importante para competir en los mercados. El conjunto de las
políticas seguidas para equilibrar la base productiva de Repsol está,
como les decía antes, determinando una vulnerabilidad cada día menor a
los todavía fuertes ciclos que sufren la química y el refino. El año 1988
Repsol tuvo un beneficio operativo --quizá lo recuerden-- de 99.000
millones de pesetas y bastante más de la mitad tuvo su origen en la
química. Por el contrario, en el año 1993 la química tuvo resultados
negativos, pero ello no impidió a Repsol, merced a esta estrategia de
fortalecimiento de sus debilidades y debilitación de sus flaquezas,
aumentar gracias a las demás actividades y obtener un resultado operativo
hasta los 156.000 millones de pesetas positivos.

Esta estrategia ha implicado que Repsol esté invirtiendo desde el año
1988 por encima del «cash flow» neto después de los dividendos que
genera. El aumento del endeudamiento ha sido particularmente importante
en los años 1992 y 1993, en que se han invertido cantidades próximas a
200.000 millones de pesetas en cada uno de ellos. Esta evolución de las
inversiones ha traído consigo que la empresa haya pasado de tener una
liquidez neta cercana a 180.000 millones de pesetas en 1989 a un
endeudamiento superior a 200.000 millones al acabar el año 1993. Sin
embargo, la aplicación de fondos llevada a cabo por la compañía ha
permitido el mantenimiento de sus ratios de rentabilidad, que, por
cierto, como en algún momento he dicho en el Pleno de la Cámara, son los
más altos del sector petrolero internacional. En los próximos cinco años
Repsol piensa invertir un cantidad ligeramente superior a un billón de
pesetas, sin incluir las compras de reserva, de cálculo siempre difícil
por depender de oportunidades no anticipables.

Dentro de este programa inversor que les he venido adelantando, el grueso
se concentra en cuatro grandes áreas: exploración y producción, 262.000
millones, aunque la mayor parte corresponde a desarrollo; gas, 274.000
millones de pesetas, un 70 por ciento en gas natural; comercial, 170.000
millones de pesetas, casi todo en



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estaciones de servicio, y refino, 200.000 millones de pesetas, con el
desglose ya explicado. Se trata de un esfuerzo importante que es
compatible --a ello me he referido también en alguna otra comparecencia--
con una participación como la actualmente existente del sector público y
también con un escenario de reducción de la presencia accionarial
pública, que, no obstante, no irá en detrimento de la necesidad de
mantener determinados factores estratégicos de control por parte de las
instancias públicas, asunto que espero pueda ser debatido por esta Cámara
porque tengo la intención, con el concurso del Gobierno, de que se
presente ante esta Cámara un proyecto de ley en el que se contemplen los
factores estratégicos en las empresas públicas que sea necesario
preservar en aquellas que obedezcan precisamente a esta orientación
estratégica y necesidad de la defensa de los intereses del país.

Al asumir la estrategia de nuestro grupo público empresarial creo que es
importante insistir en su aportación al fortalecimiento del tejido
empresarial, que es la finalidad última de la política industrial, a
través de la configuración de centros de decisión empresarial con
capacidad de presencia en los mercados internacionales.

La atomización relativa de nuestro mapa empresarial, la escasez de
grandes grupos, nos exige --creo que a todos-- una política de fomento y
ayuda a las pyme. Pero las acciones encaminadas a este propósito tendrán,
sin duda alguna, más eficacia si, paralelamente, somos capaces de
aprovechar las ventajas de la existencia y del fortalecimiento de algunos
grandes grupos empresariales, de los que estamos tan poco dotados en
nuestro país, en términos comparativos con otros países europeos o de
fuera de Europa.

Por tanto, parece razonable, y sin duda alguna conveniente, propiciar las
oportunidades que podemos tener, a partir de esta notoria peor posición
de partida de nuestro país, en relación con otros países, en este mundo
de competencia oligopolística internacional creciente, en donde la
dimensión, la capacidad de interlocución de negociación, las sinergias
empresariales, la complementariedad de distintos negocios siguen siendo
un factor enormemente importante en la determinación de la posición
competitiva en el escenario internacional de cada uno de los países.

Este comentario, que sería obvio si estuviéramos haciendo referencia a
una gran corporación industrial de carácter privado, me parece que es
exactamente igual --y en parecidos términos-- aplicable a una o varias
grandes corporaciones públicas. Y no quisiera que una estrategia dirigida
al fortalecimiento del tejido industrial y a la competitividad de la
industria española tuviera sustanciales diversos elementos de juicio, en
términos de la idoneidad de la política industrial, por el hecho de
referirse a grupos públicos o por el hecho de referirse a grupos
privados.

Sin duda alguna, son otros, además de éstos, los determinantes de la
estrategia pública en materia industrial, como consecuencia de que las
empresas públicas tienen otras características y, sin duda alguna, a
veces, tienen otras limitaciones en sus actuaciones --más que ventajas
limitaciones--, desde el punto de vista de alcanzar posiciones de
competitividad o de rentabilidad, fundamentalmente por el hecho de que la
política industrial, por muy dirigida hacia la eficiencia que tiene
necesariamente que estar, no puede ser dirigida por un gobierno, como
aquel del que yo formo parte, insensible a las consecuencias sociales del
proceso de ajuste, de adaptación a los impactos regionales, a los
impactos en el empleo o a otras consideraciones de política global. Sin
embargo, ciertamente es en este marco en el que me parece que algunos
criterios que son relevantes desde el punto de vista de la política
industrial, deben ser, tanto por el sector privado como por el público,
también aplicables.

Quiero unir a esto la exigencia a los gestores de las empresas públicas,
que se manifestará ciertamente en una independencia garantizada para la
labor profesional en la consecución de los objetivos, pero acompañada del
correspondiente rigor en la evaluación de los resultados merced a los
instrumentos ya establecidos en el ámbito de los propios grupos
empresariales.

Señorías, sin duda alguna no pretendo con esto ni acallar todas sus
inquietudes ni dilucidar o dar respuesta a todas y cada uno, no diré de
sus curiosidades, sino de sus legítimos deseos de saber, pero sí les
quiero decir que hay una estrategia a seguir y que están delimitadas las
responsabilidades de cada cual. Los objetivos a conseguir por la política
industrial, que se traduce en la mayor competitividad de nuestras
empresas a través de la permanente mejora de eficiencia, requieren, desde
luego, la voluntad de éxito; una voluntad que no se expresa solamente en
un año o en dos, ni siquiera en un único período del ciclo económico,
sino que requiere un esfuerzo renovado y, desde luego, perseverante. Y
esto es lo que sigo pidiendo a nuestros gestores públicos, incluso cuando
en un año como el de 1993 obtienen los peores resultados económicos de la
historia del INI, convencido, como estoy, de que muchos de los resultados
no hubieran sido mejores si la gestión se hubiera producido en el ámbito
del sector privado, teniendo en cuenta la naturaleza de los negocios, de
las empresas y del ciclo económico en que se han movido. Sin embargo,
esto me parece que es un acicate, de nuevo, para seguir trazando un
horizonte dirigido a estas finalidades que les he señalado, en el que, a
mi juicio, deberá haber una reducción --como ya he señalado en algún
momento y me he referido a algunos de los eventuales candidatos a esta
reducción-- en el tamaño público del sector industrial. Ciertamente,
tendrá que haber una mayor complementariedad con el sector privado,
porque a veces uno lamenta --y no saben ustedes con qué énfasis lo
lamenta-- la escasa existencia de empresarios privados que quieran asumir
una parte de las funciones que, quizá por ellos, está asumiendo el sector
público en algunas áreas industriales, así como un proceso de alianzas
que tiene, a mi juicio, que producirse prioritariamente con empresarios
españoles, si queremos seguir manteniendo una parte de nuestro tejido
industrial --fundamentalmente aquella, al menos, que sea posible
preservar, en la mayor medida de lo posible-- en manos nacionales.

En esta orientación me parece que se inscribe la política que estamos
haciendo desde los grupos públicos, desde el INH y desde el Instituto
Nacional de Industria. Una



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política que no tiene, como verán, ningún empacho en afirmar que hay una
serie de prioridades que son nacionales, en las que el énfasis está mucho
menos puesto en la naturaleza pública que en la solidez del proyecto
industrial, pero en las que, ciertamente, difícilmente se puede tener
--por lo menos así lo veo yo y así se lo he reiteradamente afirmado-- un
único patrón de análisis, un solo patrón de valoración, esto es, el
patrón de la pertenencia al sector público o al sector privado. Creo que
lo que hay que hacer es, allí donde es posible --y en algunas áreas lo
es--, el avanzar hacia esquemas de alianzas, de participación también del
sector privado en algunas de esas empresas, dirigidas precisamente a
darle más naturaleza, más amplitud, más dimensión, más capacidad de
sinergia a todo el grupo empresarial público existente, aprovechando
algunas de las fortalezas que tiene y también tratando de reducir algunas
de las debilidades.

En esta orientación, señor Presidente, me parece que era útil --así lo
entendía yo-- darles cuenta de la complejidad de abordar el problema de
la estrategia de la empresa pública y, por lo menos, contribuir a que
este debate no sea solamente el debate de la lista de privatizaciones,
sino el debate de cuán compleja puede ser, en los distintos tipos de
negocios, las posiciones y la situación de cada una de las empresas, lo
que es posible hacer, lo que es deseable y, sin embargo a veces no se
alcanza, etcétera, como única forma de aproximarnos a una estrategia
industrial realista que está muy lejos de las recetas y casi siempre
mucho más próxima a una gestión constante y tenaz.




El señor PRESIDENTE: Corresponde ahora intervenir a los distintos grupos
que quieran hacerlo, como siempre por orden de mayor a menor, finalizando
por el Grupo socialista.

¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.)
Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra don Luis Gamir.




El señor GAMIR CASARES: Ante todo, mi agradecimiento al señor Ministro
por su comparecencia y por su exposición.

Esta pequeña broma entre el señor Ministro y yo, esta vez vuelve a tomar
razón de ser, que es la broma sobre «Alicia en el país de las
maravillas», en el sentido de que --como ha destacado alguna vez un
prominente miembro en esta Comisión del Partido Socialista-- el Partido
Socialista sólo acierta cuando rectifica. Y aquella vez, señor Ministro,
al rectificar sobre dicho libro, no acertó, pero veremos que el lapsus
quizá era freudiano, porque la idea en la que falló el señor Ministro es
importante en esta exposición. Pero utilizando ahora de manera distinta
lo de «Alicia en el país de las maravillas», de una forma más vulgar, a
veces se utiliza esa expresión cuando en una exposición nos parece que se
está hablando de un mundo lejano, de un mundo que poco tiene que ver con
el mundo presente que del que lo palpa. Ello es así --y me es imposible
por la extensión de la exposición del señor Ministro referirme a todos
sus puntos--, en algunos puntos que voy a seleccionar, pero podría ser
ampliable a otros.

En primer lugar, en ese mundo maravilloso del que nos hablaba en su
exposición el señor Ministro y como consta en el «Diario de Sesiones», se
ha puesto énfasis en que la estrategia de la empresa pública está al
servicio de la competitividad del sector industrial --han sido casi las
mismas palabras--, de la alianza del sector público con el sector
privado, de la necesidad del fortalecimiento mutuo, de lo básica que es
la competitividad de las empresas públicas y privadas y de cómo deben ser
simultáneamente impulsadas por la política de la empresa pública.

También es curioso destacar que cuando el señor Ministro ha hablado de
las sinergias del sector público, prácticamente en todas las ocasiones se
ha referido --como sinergias, a veces a alguna cosa más-- especialmente,
en una expresión que ha utilizado, a su demanda al grupo. Su demanda al
grupo que, en otras palabras, quiere decir las compras intragrupo.

Me parece --estoy bastante convencido-- de que aquí hay una clara
incompatibilidad entre esa «Alicia en el País de las Maravillas» y este
mundo endogámico cuasi autárquico de las compra intragrupo que realizan
las empresas que, en último grado, usted acaba dirigiendo.

Mire usted, señor Ministro, nosotros hemos hecho un estudio de las obras
adjudicadas a Endesa y su grupo, por poner una empresa pública
importante, durante 1993 y 1994, cogiendo fechas en que usted ya ocupaba
la cartera ministerial, y se ve una concentración en las obras
adjudicadas a adjudicatarios públicos con una concreción realmente
impresionante; hablo de 45.900 millones de pesetas. Sé que es difícil que
estas dos hojas (que muestra a la Comisión) consten como tales en el
«Diario de Sesiones», pero, en todo caso, yo se las voy a entregar a la
Presidencia para que consten en acta y, si la Presidencia lo estima
oportuno, rogaría que fueran repartidas a los diferentes Grupos
Parlamentarios. Como es lógico, es posible que alguna obra adjudicada al
Grupo Endesa o alguna de sus empresas relacionadas se haya olvidado, pero
si se ha olvidado ha sido simplemente porque, como se verá, las que se
han olvidado también se han adjudicado a una empresa pública; no hay
ningún sesgo en el posible olvido que se haya realizado en este trabajo.

Este carácter endogámico, este carácter cuasi autárquico escala micro se
ve reforzado y se ha visto reforzado hace tiempo. Por ejemplo, es curioso
recordar que el INI, en una decisión del año 1984 --habiendo ya gobierno
socialista--, da instrucciones a sus empresas para que incrementen en un
50 por ciento las compras intra-INI y, además, establece una
clasificación muy clara: primero, que compren a empresas del INI;
segundo, a empresas públicas que no sean del INI, y, en tercer lugar, a
otras empresas.

El Ministro en su día explicó --no sé a qué nivel-- política económica y
economía y él conoce muy bien el problema de la incompatibilidad entre
objetivos. Es imposible, hay una incompatibilidad entre objetivos para
respetar auténticamente el mercado, respetar la libre competencia, la
mejor oferta en precio y calidad con libertad real entre todas las
opciones e incrementar un 50 por ciento las compras de un determinado
grupo, a no ser que hasta entonces se hubiera estado comprando
rematadamente mal en



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términos de ineficacia, cosa que no es de suponer. Es decir, hay una
contradicción entre objetivos y un objetivo ha primado sobre el otro en
este caso y lo encontramos en otro ejemplos curiosos. Por ejemplo, en los
criterios para la selección de proyectos de I + D que tiene el INI y que
rige en la actualidad, uno de los elementos más importantes es el grado
de desarrollo inter-INI, y además queda multiplicado por dos y, según el
peso del grado de desarrollo inter-INI, se valora al final con una
valoración mayor o menor cada vez más elementos endogámicos, elementos de
comprarme a mí mismo incluso en lo que es investigación y desarrollo.

Secofisa, en su día y por instrucción del Consejo Superior de Cámaras,
hizo un trabajo al respecto que venía a mostrar que el 82 por ciento de
las compras de las empresas del INI en aquel momento se realizaban a
empresas del INI. Yo me pregunto: ¿esto es coherente con las ideas de
competitividad y eficiencia para toda la economía en general? ¿Esto es
coherente con que las empresas públicas o privadas quieran ser
suministradoras del INI? ¿Esta es una estrategia adecuada para hacerlas
competitivas?
Mire, señor Ministro, el Gobierno muchas veces nos habla del objetivo de
la competitividad, sobre todo en la España que entra en la Unión Europea,
pero el lenguaje de las palabras y el lenguaje de los hechos tienen una
gran contradicción, una contradicción --dicho sea sin acritud-- que no es
la más conveniente para este país.

Es indudable que la empresa privada quiere hacer un esfuerzo para ser
competitiva, para intentar luchar y ser suministradora de otra empresa
que ocurre que es pública. Usted dice que no distingamos tanto unas de
otras y ahora soy yo quien les pido que no distingan tanto unas de otras.

Esa empresa privada que hace su esfuerzo luego ve que todo ese esfuerzo
no es válido porque quien compra es público y quiere comprar a público y
sesga, discrimina de hecho contra la empresa privada; pero tampoco es
bueno para la competitividad de la propia empresa pública, porque como
tiene el colchón de salvaguardia de que la mayoría de las empresas
públicas van a comprar a empresas públicas, ¿para qué ser más
competitivas si tienen la demanda asegurada?
Señor Ministro, en el sector hay un terror a hablar de ese tema y la
palabra «terror» no es excesiva. Yo le pediría información de muchas de
estas obras, sobre todo de aquellas en las que parecer ser que el INI se
lo adjudica a una empresa que no tiene la cualificación técnica --no me
refiero a la legal, como es lógico-- para realizar esta obra, según
fuentes del sector conocidas al respecto, y luego subcontrata a una
privada que se la haga, como es lógico con un porcentaje mientras tanto.

¿Es ésta la forma de incrementar la eficiencia, la competitividad del
sistema empresario español como uno de los objetivos de la empresa
pública que usted ha proclamado?
Parece ser que el INI se configura como un Estado dentro del Estado,
porque esto es dinero público; esto es dinero público, con lo cual se
compra no de la manera más eficaz, sino que digamos que es un experimento
micro cuasi autárquico, porque esta teoría de las sinergias así aplicada,
llevado lo micro a lo macro, nos llevaría a defender otras autarquías,
con el éxito que han tenido en España. Es decir, el comprar de forma no
competitiva porque es de uno, realmente no es la mejor forma de
desarrollar un sistema de este tipo, que además dificulta mucho la
transparencia --y utilizo esta palabra porque quiero cuidar el lenguaje y
no utilizar otra expresión que sea excesivamente dura-- de lo que está
ocurriendo en las empresas del sector público.

Le pongo un ejemplo. Supongamos que la empresa A pública compra la
empresa B pública por un precio y unas condiciones superiores a las del
mercado. Hay una subvención implícita. En los Presupuestos Generales del
Estado a lo mejor hay subvención para la empresa B, pero esa subvención
para la empresa B no está contenida en la subvención implícita que la
empresa A está dando a la empresa B. Como eso es muy difícil de calcular,
ocurre que los ciudadanos españoles al final no conocemos cuánto nos está
costando la empresa B en ese sistema. A lo mejor puede resultar que no
son rentables empresas que aparezcan como rentables, etcétera; sobre
todo, no es transparente. Si quieren ustedes, subvencionen claramente a
la empresa B, pero no por este sistema.

Ahora está muy de moda hablar de ética de los negocios. ¿Usted qué
piensa? ¿Usted piensa que, según la ética de los negocios, llamar a
concurrir a una serie de empresas, por ejemplo, privadas, que hacen un
gran esfuerzo de competitividad, etcétera, y que luego se le dé a una
empresa pública, entra dentro de la ética de los negocios? E incluso, el
no desarrollar el impulso de competitividad de esa empresa pública, ¿es
realmente lo adecuado en la economía en la que estamos viviendo?
Esto encaja muy mal con las ideas que tantas veces le hemos escuchado a
usted, señor Ministro, de cooperación y coordinación y que tantas veces y
con distintas fórmulas ha reiterado usted en la exposición de hoy.

Para la réplica dejaremos una serie de ejemplos de las que podemos llamar
sinergias por demanda del grupo.

Cambio de tema. Usted ha hablado del Plan INH. No puedo, como es lógico,
responder a todo lo que usted ha dicho al respecto. Y escojo un tema
especialmente espinoso, especialmente difícil y que además ya ha sido
tratado en esta Comisión no hace mucho tiempo, pero que creo que puede
volver a ella a la vista de su resolución final.

Esa --no quiero llamarla cicatería-- discriminación en las compras de una
empresa pública, al parecer contrasta con una cierta generosidad --¿me
permite que le llame así?-- en un determinado acuerdo entre una empresa
conocida (Gas Natural) y el sector público central, por llamarlo de
alguna manera (Enagás, etcétera), de forma que una empresa como la Caixa,
que va a tener el 25 por ciento del capital, resulta que tiene el 50 por
ciento de los puestos del Consejo de Administración y la presidencia.

Señor Ministro, en declaraciones de usted, que recoge un periódico, «El
País», normalmente no sospechoso hacia el partido en el que está usted,
el 26 de septiembre de 1993, se dice que el precio al que se vendería
sería el doble del precio al que se ha vendido; son declaraciones que
pone en su boca. El periódico está aquí. Es «El País» de 26 de septiembre
de 1993. Usted va a tener el récord en el Guiness



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del ministro peor citado que ha existido en la última época en este país,
porque cada vez que aparece una cita suya en un periódico, incluso con
comillas, diciendo que usted ha dicho tal cosa, resulta que usted dice
que no fue así. (El señor Ministro de Industria y Energía, Eguiagaray
Ucelay: Lo he dicho ya.) Yo comprendo que tiene otras cualidades
excepcionales, pero yo le rogaría que, para que no desoriente tanto, no
envíe tantos falsos mensajes a la sociedad, consiga que lo que declara en
periódicos normalmente bien informados y que transmiten buena
información, como sin duda es el periódico «El País», sobre declaraciones
de usted, coincidan con la realidad. (El señor Ministro de Industria y
Energía, Eguiagaray Ucelay: Es la tercera que sobre este tema me oye
decir lo que he dicho. Cree más a «El País» que a mí.) Probablemente no
será la tercera, sino la sexta, la séptima, la novena, la décima. Lo que
yo quería decir... (El señor Ministro de Industria y Energía, Eguiagaray
Ucelay, pronuncia palabras que no se perciben.)
Señor Presidente, me parece que estaba en el uso de la palabra. Luego, el
señor Ministro puede contestar en su turno, me parece. Pero, en fin, dado
que ha hecho esa cita, le diré que es cierto, que no es la tercera, es
muchos más; es continuamente frecuente este hecho que usted reproduce y
alguna vez tuve que definirle, con pequeña ironía (Rumores.) y sin
ninguna acritud, por las declaraciones que de usted salían en prensa,
como el Ministro que está con una margarita, porque cada declaración era
contradictoria sobre un determinado asunto.

Pues bien, esa generosidad en una operación que, incluso, parece ser, que
antes de que el Gobierno obtuviera unas mayorías determinadas, planteó
incluso al revés, ha hecho, y no voy a decir más que esto, que algún
medio de comunicación la califique como que tiene algo que ver con el
apoyo del partido que tiene una cierta relación con el Gobierno, que, a
su vez, influye en esta empresa financiera, con la operación en su
totalidad. El tema es delicado, el tema es importante y el tema
plantearía que no hay política conocida cuando no se conoce el rumbo, la
generosidad tan marcada en este campo con la discriminación, cicatería en
el otro terreno. Porque también es cierto --yo comprendo perfectamente la
postura de Convergència i Unió, y nunca es una crítica al respecto, y lo
vemos sin más, que no lo es, en absoluto-- que en sus declaraciones al
Parlamento, y en este caso me refiero a una declaración al Senado, usted
contesta de manera extraordinariamente dura a la empresa industrial a un
Senador de Convergència i Unió, señor Cambra, al que usted, en este
tercer y último turno que usted utiliza muy a menudo, no es la primera
vez que se lo digo, en el que ya no hay respuesta posible por problemas
reglamentarios, usted, con gran dureza, dice que su intervención es,
cuando habla de problemas de privatización y empresas públicas,
anticompetitiva --son sus palabras al señor Cambra, de Convergència i
Unió--, contradictoria, defiende la ineficacia, es inadecuado, y en
sentido peyorativo dice que será, si acaso, por razones ideológicas.

Aparte de que podríamos discutir mucho el hecho de que usted considere
siempre peyorativo, porque siempre lo hace, la palabra ideología, yo no
quiero compararle con algunos otros libros famosos sobre el final de las
ideologías, en absoluto voy a hacer nada al respecto; pero es curioso y
acepto que por razones no solamente ideológicas se puedan hacer
determinadas políticas de empresa pública, pero después de haber
utilizado todas esas calificaciones, dice: Será, quizás, por razones
ideológicas, en este caso, sin duda, de forma peyorativa, cuando lo que
defiende el señor Cambra es una política de que un Estado y un sector
público tan endeudado como el actual plantee una cierta venta de
determinados activos que quizá no son los más útiles para algunas de las
misiones más eficaces que puede tener la empresa pública y que, de esta
forma, enderece mejor su situación financiera, hablando de
privatizaciones parciales en Argentaria, Repsol, Telefónica y Endesa. Yo
puedo estar o no de acuerdo con lo que dice el señor Cambra, pero me
extrañó la radicalidad de su respuesta y me extraña más cuando, como es
lógico, la revista «Argentaria y Economía» es una revista sobre
«Argentaria y Economía», pero en ella se viene a defender unas
privatizaciones de 0,8 billones de pesetas que, como primera fase,
estaría en la línea, por ejemplo, de esa propuesta. O como, por ejemplo
--y no le he escuchado su conclusión al respecto; puede que sea más a
través de la prensa--, el anuncio de que Argentaria y Repsol declaren que
el Estado reducirá su participación al 20 por ciento antes de 1995, ¿es
cierto? Porque si es cierto con lo ocurrido con Endesa, vamos en la línea
de lo defendido hoy por el señor Cambra: vamos en la línea de hacer, con
prudencia, una privatización de estas grandes empresas si contamos
también lo ocurrido con Endesa.

Es cierto que brindando, es decir, con todo tipo, según parece por estas
declaraciones, que el núcleo duro sea público y no privado --la técnica
del núcleo duro puede ser muy distinta--, de acciones doradas sin dejar
claras sus funciones, etcétera, aquí vuelve a la mente aquel pequeño
error freudiano de su corrección sobre «Alicia en el país de las
maravillas», cuando usted me corregía y me decía que yo había dicho que
lo importante era el dueño, y usted me corregía y me decía: Perdóneme, lo
importante es el poder. Comprendo su error freudiano: no le importa el
dueño, le importa el poder. Con el 20 por ciento como núcleo duro y
acciones doradas, indudablemente, el poder seguirá siendo el poder que
ustedes mantengan, que es lo que se discute, al final, cuando se habla de
la «despublificación» de estas empresas, quién tiene al final el poder, y
son por criterios de mercado o por criterios políticos como se llevan
estas empresas al respecto.

Señor Ministro, a nosotros no nos parece que lo mejor para Teneo sea que,
aparte de estas ventas inter-empresas, parta de precios que no son
compatibles en objetivos que al final son contradictorios con los mejores
de la libre competencia en precios y calidad; no es lo mejor que se tenga
que vender un trozo de Teneo para que Teneo siga, para los gastos de
funcionamiento. Preferiríamos mucha mayor transparencia y claridad al
respecto en la política.




El señor PRESIDENTE: Señor Gámir, le ruego que vaya concluyendo.




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El señor GAMIR CASARES: Señor Presidente, voy concluyendo.

Para terminar, quiero decir que, indudablemente, no cree usted el
maniqueo, señor Ministro; nosotros defendemos, como es lógico, la empresa
pública, por ejemplo, en esta iniciativa del Grupo parlamentario Popular
en el Congreso, en la Comisión de Economía, rechazada por su Grupo, en la
que dábamos una serie de criterios para la empresa pública (sectores,
actividades, zonas geográficas en las que está justificada la empresa
pública); pero resulta que para la empresa pública lo que sí pedimos son
criterios de eficiencia, de ética y eficacia en su gestión, que no están
existiendo.

Por razones de la diferencia de tiempo entre la exposición del señor
Ministro y la exposición de la posible réplica, en este caso, me tengo
que remitir, y lamento remitirme, porque sería interesante que constara
también en el Congreso y no solamente en el Senado, a la lista de cifras
de gestión ineficaz, incremento del endeudamiento y situación de la
empresa pública que el señor Utrera planteó al señor Ministro, con fecha
12 de octubre de 1994, en el Senado, a la que el señor Ministro, dicho
sea de paso, después de hablar de una coincidencia vaga, no contestó en
absoluto al fondo de la crítica realmente dura que había en esta gestión
de la empresa pública y en la falta de credibilidad de los planes de
sucesivos Ministros y de sucesivos Presidentes del INI sobre rectificar y
mejorar esa gestión de la empresa pública, aunque lamento no poder
detallar más, porque, a veces, unas pocas cifras nos ahorran centenares
de palabras; las cifras son tozudas, no solamente los hechos.

Acabo diciendo, por las razones aludidas de tiempo, que nos enfrentamos
con una política errática de empresa pública, una política endogámica y
anticompetitiva en las compras, marcando criterios de que se incrementen
las compras entre grupos, difícilmente compatibles con que sean de la
forma más competitiva siendo con el dinero público. Generosa en ciertas
ventas. Incoherente, entre el lenguaje de las palabras y el lenguaje de
los hechos, en las privatizaciones, si nos hemos de creer las últimas
declaraciones o las declaraciones subsiguientes; incoherente, quizá, con
una toma de decisiones inconexas, porque la pregunta es si hay realmente
una política. Y, por último, nos encontramos con que sí hace falta un
sector público, pero hace falta un sector público auténticamente eficaz
por razones sociales, por razones sectoriales, por razones de
actividades, por razones geográficas. Pero las cifras son tozudas y no
muestran la eficacia de la gestión del Gobierno socialista y tampoco ya,
en este caso, señor Ministro --y lamento decirlo--, en la fase en que
lleva usted al frente de la cartera ministerial, de la cual, al final, es
de la que depende la empresa pública.




El señor PRESIDENTE: Señor Gámir, me ha parecido entender una fecha que,
para que conste en el «Diario de Sesiones» correctamente, la tendrá que
rectificar. El «Diario de Sesiones» del Senado, en la intervención del
señor Utrera, me ha parecido oír octubre de 1994. Como eso no sería
posible, quizá, para aclararla...




El señor GAMIR CASARES: El «Diario de Sesiones» es del 12 de abril de
1994. Entrego al Presidente el «Diario» del Senado.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Gámir.

Constará en acta el 12 de abril de 1994, tal como usted solicitaba.

En representación del Grupo parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, tiene la palabra don Manuel García Fonseca.




El señor GARCIA FONSECA: Señor Presidente, también, como es de rigor,
quiero agradecer por mi parte la comparecencia y la información que nos
ha suministrado el señor Ministro de Industria y Energía.

Obviamente, no voy y no puedo, no me es posible, referirme a todos y cada
uno de los sectores o a todos y cada una de las partes de la información
o de la exposición del señor Ministro, por razones de tiempo y, quizás,
incluso, por razones de oportunidad.

En todo caso, me parece que puede ser un documento de trabajo recurrente
y yo espero --desde luego mi Grupo lo va a hacer así-- que en sucesivas
ocasiones vayamos abordando los temas a nivel más sectorial y pudiendo
hacer análisis un poco más concretos, pero en esta intervención tengo
obligadamente que ceñirme a cosas un poco más genéricas, y luego a
algunas otras cosas que me parece que por su actualidad son ineludibles.

Yo le dije en más de una ocasión, señor Ministro, que me sonaba bastante
a nuevo en relación a sus antecesores, de manera que yo valoraba
positivamente desde la perspectiva de mi Grupo su tipo de discurso.

Efectivamente, usted habla de política industrial activa; usted ha
hablado en varias ocasiones --hoy mismo-- de la necesidad de consolidar
un grupo político empresarial fuerte, por una serie de razones, entre
otras porque es lo único de una dimensión relativamente importante que
tenemos. Además, usted hoy ha añadido otras razones. Por ejemplo, que en
relación a una política de pymes --con la cual, por supuesto que mi Grupo
está de acuerdo-- juegan un papel importante las sinergias que se pueden
establecer de todo tipo: tecnológicas, comerciales, etcétera, con un
sector industrial de dimensión importante, con un sector industrial que,
además, si es público, me parece que estas sinergias en relación a las
pymes se pueden hacer con criterios bastante más de interés común.

Es decir, usted, efectivamente, hoy mismo afirmaba que el sector público
industrial es necesario y útil para nuestro tejido industrial. Son dos
calificativos que cito literalmente. Sin embargo, señor Ministro, de este
discurso (que en buena medida incluso puedo compartir y, repito, me
sentía bastante más próximo al mismo que al que habían sostenido hasta
ahora otros Ministros de Industria del Grupo al que usted pertenece)
tengo que manifestar claramente que me parece que por una parte va su
discurso y por otra parte van los hechos, además de manera que a nosotros
nos resulta realmente preocupante e incluso brusco,



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por no decir brutal, que sería una expresión quizá un poco desaforada.

Es cierto que esta comparecencia usted la ha pedido hace tiempo, pero
también es cierto que no se puede desligar una comparecencia sobre el
tema de la estrategia a seguir por la empresa pública industrial con los
acontecimientos que se están dando, y que ustedes son además los
artífices del mismo. Me refiero concretamente a temas de tal relieve, de
tal calado o de tal calibre como lo que se está anunciando estos días en
cuanto a la privatización de empresas públicas tan importante como
REPSOl, o Endesa, o Enagás, por no citar más que las industriales, porque
también se habla de otras, como Argentaria, etcétera.

Señor Ministro, a nosotros nos parece que éste es un tema de tal calibre
que hubiera sido justo y necesario que usted hubiera hecho algún tipo de
referencia y nos hubiera dado algún tipo de explicación, porque fíjese
usted que además aquí hay una especie de escalera, de degradación, a
nuestro entender. Estamos en una situación en donde por ley resulta que
en estas empresas --por cierto, las rentables, obviamente; de las otras
no se habla de privatizar-- el sector público debiera mantener el 50 más
1 por ciento, como mínimo: luego se pasó a un segundo peldaño, en el cual
se planteaba --por ejemplo, en la Ley de Industria-- el mantener una
mayoría accionarial. Pues ahora --y yo me entero por los periódicos-- ya
se habla de empresas del calado como REPSOL, de la cual usted además ha
dado cifras, a mi modo de ver, enormemente significativas, de que puede
llegar a reducirse la participación pública al 20 por ciento; o Enagás,
en la cual la participación pública entra en un galimatías que ya es
difícil de calcular, porque a su vez, si bien es cierto que REPSOL o el
INH siguen manteniendo una mayoría accionarial importante, pero en la
medida en que a su vez REPSOL y el INH sean cada vez más privatizadas, la
operación nos parece que, por más que se quiera disfrazar, resulta de una
clara privatización de la misma. Además, en términos que a nuestro juicio
nos parecen realmente preocupantes.

Usted, en alguna ocasión --me parece que fue incluso en la ocasión
anterior--, rechazó aquí una propuesta del Grupo Popular en la cual se
planteaba un plan de privatizaciones. Mi Grupo también, pero, señor
Ministro, si se rechaza un plan de privatizaciones para luego, en la
práctica, ir haciendo una privatización sistemática y sin que ni siquiera
--como al menos planteaba el Grupo Poular-- eso pase por este Parlamento
de alguna manera, entonces, señor Ministro, tengo que confesarle que mi
Grupo está absolutamente en discrepancias con ustedes.

Además, si cogemos alguna de las privatizaciones --y ya ha sido aludido
por el interviniente anterior-- que están en curso, como el tema de
Enagás, realmente son cosas de difícil entendimiento, ya no digo desde
una perspectiva de izquierda, sino desde una perspectiva de pura
sensatez. Es decir, ¿cómo lo pueden ustedes explicar? Ahora, por fin, por
un comunicado del Ministerio de la Presidencia, tengo la información
sobre el valor resultante por el cual se vende el 91 por ciento de
Enagás, que son 51.233 millones. Aproximadamente la mitad de lo que en
una estimación auditada y por usted reconocida hace no más de un año se
planteaba.

Además, resulta que esto se hace, señor Ministro, a una empresa, Gas
Natural, donde, efectivamente, hay también participación de grupos
públicos, como el INH y REPSOL, pero donde parece que el accionista que
va a tener ahí un papel decisivo es precisamente una banca privada.

Una pregunta elemental que se hace mi Grupo: ¿es que realmente se puede,
en pura lógica, en pura racionalidad, defender que la gestión de una
empresa industrial se hace mejor desde un banca privada que desde un
grupo, un «holding» público empresarial? ¿Es que la gestión de Ensidesa,
por ejemplo --y estoy hablando de posibilidades futuras--, se hacía peor
desde el Instituto Nacional de Industria que se hacía la de Altos Hornos
de Vizcaya, por ejemplo, desde también otro grupo bancario privado?
¿Dónde están ahí los criterios de racionalidad empresarial?
Usted hablaba --y vuelvo a las buenas palabras--, por ejemplo, cuando se
refería a las tres líneas básicas de actuación, de que la primera era
fortalecimiento del grupo, en este caso se refería al INI-TENEO; y la
segunda, alianzas estratégicas con otros socios. Claro que usted ya se
curaba en salud y decía: Si bien puede manifestarse en pérdidas de
accionariado o incluso de soberanía. ¿Pero será por alguna razón, señor
Ministro? Es decir, cuando se vende patrimonio público en empresas
rentables, en empresas que están además aportando el erario público
cantidades muy importantes, y si no lo hace, señor Ministro, es porque de
nuevo les hacen ustedes cargar con la más fea y quizá la más necesaria.

Una cosa que me llamó la atención, no sé si por la ingenuidad, digamos,
es, en uno de los periódicos donde estos días se relataba el tema de
Enagás, que se decía: «curiosamente» (lo de curiosamente es lo que me
llamaba la atención, porque lo otro no es que me llame la atención, sino
que me escandaliza) «en proporción inversa a la de Enagás». Se refiere a
la proporción de capital por parte pública y por parte privada de Enagás
y Sagan. Es decir, en Enagás, 91 por ciento gas natural, 9 por ciento
INH. En Sagan --que es la empresa que va a tener que cargar con unas
inversiones fortísimas-- se establece la proporción contraria, es decir,
91 por ciento el INH y el 9 por ciento este Enagás privatizado, gas
natural. Además, resulta que va a ser el INH el que va a tener que cargar
con las inversiones (que ya no se sabe ni siquiera su cifra, porque si
bien es cierto que el Plan Energético Nacional hablaba de 150.000
millones, ahora se habla de 200.000 ó de 500.000 millones, no se sabe de
cuántos) para, a continuación, y también son palabras que le atribuyen a
usted, una vez concluido el gasoducto, Gas Natural tendrá una opción de
compra de Sagan. Esto, repito, llevando la voz cantante una banca privada
que tiene el 25 por ciento y que, sin embargo, como ya se ha dicho aquí
--yo lo había dicho en otras comparecencias--, va a disponer de igual
número de consejeros y de la presidencia.

Yo no sé, porque usted no ha dicho nada de ello, y yo creo que merecía la
pena una comparecencia específica de usted sobre este tema, qué va pasar
con REPSOL. Ya se sabe un poco por dónde van los tiros. Ustedes ya han



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renunciado a tener mayoría accionarial y la van a limitar al 20 por
ciento. Si además se hace en condiciones similares a estas a las que me
estoy refiriendo, señor Ministro, comprenderá que mi Grupo esté realmente
preocupado, por no decir que alarmado y escandalizado.

Señor Ministro, en este sentido tengo que decirle que ustedes, a pesar de
lo que les digan desde la derecha, están haciendo una política que
consiste en privatizar lo rentable y lo no rentable sostenerlo o
cerrarlo. Resulta que, efectivamente, en las empresas dependientes del
INI, pero no pertenecientes al grupo Teneo, esa política industrial
activa a la que usted hace referencia mi Grupo desde luego encuentra que
brilla por su ausencia. Tanto el tema siderúrgico como el tema naval,
ustedes lo consideran, «a priori», sectores maduros, cuando fuentes de
toda solvencia empresarial a nivel europeo dicen, por ejemplo, del acero
que es tan inmaduro como la tecnología que se le quiere meter; o el
naval, que resulta que los países que compiten con nosotros no son
precisamente tercermundistas ni trabajan con salarios bajos o de hambre,
están precisamente entre los países más desarrollados, como Japón,
Noruega, Holanda, etcétera. Hay que hacer una política industrial activa
que realmente apostase por estos sectores y que implicaría una serie de
actuaciones compaginadas, que por supuesto, implicaría una reforma de la
empresa pública, otro tema que ha estado prácticamente ausente en su
exposición de hoy; únicamente ha aludido, cosa que me parece bien, a que
los gestores tendrían una mayor independencia.

Creo que quizá una asignatura pendiente de su Gobierno o de los gobiernos
del Grupo Socialista es precisamente una reforma en profundidad de la
gestión de la empresa pública. sobre eso mi Grupo viene insistiendo una y
otra vez y estamos todavía esperando saber cuál es su opinión. Nosotros
hemos apuntado algunas líneas de reforma de la gestión en una moción,
consecuencia de una interpelación, que, por cierto, es retrasada, incluso
en esos aspectos por el Grupo Socialista.

No se ve que haya políticas integradas entre los Ministerios inversores y
la industria nacional, pública y privada. No acabo de descubrir dónde
están los sectores prioritarios para ustedes. Por ejemplo, cuando hoy nos
volvía a hablar de las tres líneas básicas de actuación, y la primera era
el fortalecimiento del grupo, habló de algunos criterios, como el nivel
tecnológico o industrias que tienen valor en alza, pero a nosotros nos
parece que hacer una política sectorial que incluya también políticas
verticales, como las quiera llamar, u oblicuas, como dice usted,
supondría realmente detectar cuáles son esos nichos industriales donde
nuestra empresa pública y nuestra empresa nacional --pero ahora estamos
hablando de la pública-- pueden tener opciones de futuro.

¿Con qué criterios escogemos esas prioridades? Por ejemplo, el tema de la
creación de empleo. Uste ni se refirió a él como uno de los criterios
para guiar la reestructuración de un sector público; teóricamente el
criterio más importante, porque eso es lo que todos definimos como el
objetivo número uno de nuestra política económica, ustedes y nosotros, y
parece que todo el mundo. Sin embargo, ni la eficiencia energética, ni el
tema del medio ambiente, ni el tema del empleo han aparecido para nada
entre los criterios que para usted debiera tener una priorización de los
sectores industriales a potenciar en nuestro país.

En cuanto a las políticas horizontales, en las que hasta ahora se han
refugiado, simplemente decirle que, según lo que ustedes mismos reconocen
en el Libro Blanco, en el tema de I+D o en el de formación profesional,
estamos en un gasto, en relación al producto interior bruto, por debajo
de la media comunitaria y quizá en el último lugar en algunos aspectos,
de Europa.




El señor PRESIDENTE: Señor García Fonseca, le ruego que concluya.




El señor GARCIA FONSECA: Voy concluyendo, señor Ministro, simplemente
planteando algunas cuestiones, y concluyo de verdad.

Nosotros, señor Ministro, consideramos que sería importante que nos
planteáramos, que incluso estudiáramos en común, una serie de
interrogantes, de cuestiones, que serían incluso previos o colaterales,
en todo caso, al diseño de cualquier política industrial activa. Por
ejemplo (y voy a hacer referencia a algunas cuestiones que tienen que ver
con las privatizaciones, porque a eso me he referido hoy de manera
particular), sería importante que conociéramos y tuviéramos datos
contrastados entre todos nosotros de empresas públicas rentables
privatizadas que han fracasado después de privatizadas, que «haberlas
haylas»; sería importante conocer datos sobre empresas privadas saneadas
con erario público, de nuevo privatizadas y en qué situación están, sería
importante tener datos estadísticos lo más exhaustivos posible; sería
importante conocer empresas públicas rentables en sectores donde las
privadas en muchos casos no lo son y que son precisamente las que se
privatizan; sería importante conocer por qué razones, porque todavía no
las acabo de entender, si es que me las ha dicho; también empresas
públicas participadas, qué operaciones se han hecho en este sentido, que
es una de las líneas que usted ha planteado al hablar de fusiones o de
alianzas estratégicas con otras empresas, pero sería interesante también
estudiar los resultados que hemos tenido hasta ahora en esa línea, que a
mi grupo le parece una línea interesante. No basta con lo que sea
teóricamente o en un sentido abstracto, hay que verlo empíricamente y qué
mecanismos se han seguido, los que han fallado y los que se deben
corregir. Es decir, realmente, en las operaciones realizadas en este
sentido, ¿ha habido resultados positivos en incorporación tecnológica,
etcétera? Todo esto, en base a estudios.

Por último, señor Ministro, repito que para mi Grupo sería muy importante
estudiar líneas de reforma de la gestión de la empresa pública, porque,
al final, señor Ministro, para nosotros la cuestión --y hago cita de un
ilustre economista-- está en si realmente apostamos por tener grupos
públicos que puedan competir, y apostamos por la competitividad de la
empresa pública, o simplemente pensamos que privatizar por sistema es la
línea a seguir para mejorar nuestra situación.




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El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i
Unió), tiene la palabra el señor Sánchez i Llibre.




El señor SANCHEZ I LLIBRE: Quiero agradecer también la presencia del
señor Ministro en su comparecencia hoy ante la Comisión de Industria para
que nos informe sobre la empresa pública del Estado español.

Entrando directamente en las consideraciones respecto a su intervención,
el señor Ministro ha hecho una exposición exhaustiva y enriquecedora de
todas las posiciones industriales de que dispone hoy su Ministerio, tanto
desde el Instituto Nacional de Industria como desde el Grupo Teneo, como
también desde el Instituto Nacional de Hidrocarburos.

Nos ha detallado exhaustivamente cuáles eran los sectores donde pensaban
actuar con unas estrategias determinadas de cara a consolidar un grupo
industrial español. De su intervención he deducido asimismo que su
ministerio no tenía previsto, a corto ni a medio plazo porque en ningún
momento nos lo ha dicho el señor Ministro, un plan de privatizaciones de
las empresas públicas del sector privado. Sí que en algún momento de su
intervención me ha parecido entender que no existiría ninguna pega por
parte de su Ministerio en el caso de que en un momento determinado se
hubiera de reducir el sector público español. Por último, he deducido que
su Ministerio tiene interés en la política de alianzas de empresas
públicas con dificultades o con necesidad de reforzar temas de
investigación y desarrollo en determinadas orientaciones de diferentes
mercados. Sí que existe esta política de alianza por parte del Ministerio
y seguramente hay conversaciones interesantes con el sector privado para
conseguir estas joint-ventures interesantes que puedan rentabilizar en
algún momento el sector público industrial español.

He recogido de su exposición una cuestión muy positiva desde mi punto de
vista: que su Gobierno tiene previsto incorporar en muy breve plazo un
proyecto de ley por el cual se van a establecer cuáles son los criterios
que definirán los factores estratégicos en los que será necesaria una
presencia mínima pública del Estado en empresas de interés nacional. Este
es uno de los retos importantes que tiene su Gobierno y el sistema
económico empresarial público español en cuanto a uno de los objetivos
necesarios para dinamizar la eficiencia productiva del tejido
empresarial.

El Grupo Catalán ya anunció en su última comparecencia ante esta Comisión
que tenemos presentada una proposición no de ley orientada básicamente a
racionalizar el sector público español, proposición no de ley que, si el
tiempo lo permite, vamos a ver después de su comparecencia y espero que
pueda contar con el mayor apoyo por parte de todos los grupos presentes
en la Comisión.

Nos hemos decidido a presentar esta proposición no de ley orientada a
racionalizar el sector público español en base a la fijación de criterios
que justifiquen la presencia de empresas públicas en determinados
sectores del Estado, ateniéndonos a razones estratégicas, sociales y
económicas, porque entendemos que ésta es una de las asignaturas
pendientes que existe en estos momentos dentro del sistema económico
español.

Si nos atenemos a los resultados del año 1993, del Instituto Nacional de
Industria, resultados que no son achacables a su gestión ni a la de su
Ministerio en cuanto a que muchas empresas que están incorporadas al INI
lo están por motivos determinados, en base a unas economías concretas, en
función de unas coyunturas económicas que existieron en nuestro país
desde hace bastantes años, es verdad que finalmente los resultados
arrojaron unas pérdidas de 250.000 millones de pesetas, cantidad que
nosotros consideramos que afecta negativamente a la eficiencia económica
del tejido industrial español y al déficit del Estado español.

Es verdad que desde el punto de vista de las empresas que están
incorporadas al Grupo Teneo, hay una serie de compañías que son rentables
--muy pocas por cierto, desgraciadamente-- y que de unos resultados
favorables de la compañía Endesa de 115.000 millones de pesetas,
finalmente sólo se han registrado unos beneficios en Teneo de 3.000
millones de pesetas, lo cual quiere decir que el conjunto de compañías
del Grupo Teneo han inducido a unas pérdidas de 112.000 millones de
pesetas. Este es uno de los motivos por el que la economía y el tejido
empresarial español necesitan una rápida y urgente racionalización del
sector público.

Con independencia de que en el INI y en el Grupo Teneo se están
consolidando empresas que por razones estratégicas están dando un gran
servicio a la economía española, también es verdad que hay muchas
iniciativas privadas de diferentes sectores, como es el sector de la
electrónica, el sector siderometalúrgico, el sector comercial, el sector
textil, de los que en este momento el Estado es competidor a través de
sus compañías participadas tanto en el INI como en el Grupo Teneo y con
otros grupos de empresas públicas que tampoco dependen de su Ministerio.

Esta urgente racionalización del sector público español empresarial
también es necesaria porque en algunos sectores está efectuando
competencia desleal con respecto al sector privado. Desde nuestra
perspectiva, entendemos que el sector privado está demostrando, salvo
honrosas excepciones, que el nivel de productividad, el nivel de
rentabilidad, es bastante más elevado que en el sector público. Es cierto
--y vuelvo a repetir que salvo honrosas excepciones-- que el nivel de
costes de productos es también algo más alto en el sector público que en
el privado.

Ustedes tendrían que tener presente lo que está pasando en los países
vecinos de la Unión Europea. No me voy a referir a Gran Bretaña, del que
todos es conocido el plan de privatizaciones, quizá «salvaje» --entre
comillas-- que en algunos momentos un determinado gobierno conservador
puso en práctica, pero también es verdad que hay ejemplos como el de
Francia, donde últimamente desde el año 1993 se está racionalizando el
sector público en base a privatizar determinados sectores y segmentos de
la banca y del grupo químico y petrolífero, lo que les está dando grandes
resultados y proporcionando pingües ingresos a las arcas del Estado
francés.




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En Italia --por citar otro ejemplo y sin mencionar las últimas
privatizaciones que quiere poner en marcha el Gobierno Berlusconi--,
desde el año 1993, el Gobierno italiano inició una serie de
privatizaciones en los sectores bancario y químico, que les proporcionó
rentables beneficios de cara a obtener ingresos sustanciales a las arcas
públicas del Estado italiano. Me gustaría aquí dejar constancia de que en
Alemania, que tiene un sistema público muy configurado y muy esquemático,
en estos momentos están debatiendo la privatización de una compañía tan
emblemática como es Lufthansa.

Por todos estos motivos, nosotros estamos de acuerdo con el señor
Ministro en que no es necesario, ni pretendemos, una lista de
privatizaciones, una lista de empresas a privatizar de inmediato.

Pensamos que éste es un camino difícil y lento, a pesar de que, desde un
punto de vista teórico, es muy fácil decirlo, pero muy difícil de ponerlo
en la práctica, y entendemos que, para este plan de racionalización del
sector público sería necesario elaborar estos criterios inicialmente, con
los cuales se manifestara la presencia pública de determinadas empresas
en los diferentes sectores, salvando los criterios económicos, las
exigencias sociales o las razones estratégicas. En base a estos criterios
de racionalización y a esta fijación de criterios sería interesante
elaborar este plan de privatización de empresas que por estos motivos no
han de estar presentes dentro del sector público.

En esta proposición no de ley nosotros hemos incorporado otro punto que,
desde nuestro punto de vista, es muy interesante y es que se inste al
Gobierno a presentar en el Parlamento el establecimiento de un plan de
competitividad del sector público que afecte tanto a los servicios como a
las actividades de las empresas públicas, que posibilite su
modernización, así como la mejora de su eficacia y productividad.

Nosotros vamos a plantear nuestras consideraciones pertinentes a la vista
de los resultados y del plan que presente el Gobierno dentro de este
breve plazo posible que nosotros estimamos que debería ser de seis meses.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la
palabra el señor Sáenz Lorenzo.




El señor SAENZ LORENZO: En primer lugar, quiero dar las gracias al señor
Ministro por su presencia entre nosotros y por la abundante información
que nos ha suministrado respecto a la situación de la empresa pública en
nuestro país.

Quisiera decir que quizá fuera bueno que en estos debates clarificáramos
los conceptos que manejamos y dijéramos en qué sentido lo hacemos, porque
alguna empresa --en particular en la tarde de hoy-- ha sido calificada
por un grupo como empresa pública en la que había demasiada generosidad
para señalar quién era su presidente y, por otro grupo, ha sido
calificada de empresa privada a la que se favorecía económicamente.

Habría que decir qué es lo que determina que una empresa sea pública o
privada, si es el porcentaje del capital, si es la gestión, cuáles son
los elementos, etcétera. Porque hay situaciones muy distintas dentro de
la empresa privada y se ha acusado esta tarde al Gobierno de privatizar
demasiado y de no privatizar nada.

La posición que defiende nuestro Grupo, y que coincide con la posición
del Gobierno, lógicamente, es una posición pragmática, realista, de
sentido común, que no tiene juicios previos respecto de la ventaja o
desventaja de la gestión pública o privada de una empresa y que se
plantea como objetivo fundamental la defensa de los intereses
industriales de nuestro país, en particular en las empresas industriales.

En este momento para definir el futuro de un país en el sector de
producción industrial es muy importante que este país tenga empresas
grandes que puedan competir y que puedan tener una cierta significación a
nivel internacional. Ese debe ser uno de los objetivos que debe tener un
gobierno que se preocupe de nuestros intereses, así como de que haya
grupos industriales que puedan tener una presencia internacional y en los
que pueda haber algunas sinergias, sin que esto nos pueda escandalizar.

Yo creo que la empresa pública no tiene que tener ventajas respecto de la
empresa privada, pero si queremos que sea realmente competitiva tampoco
debe tener desventajas. Las sinergias empresariales se producen en las
empresas privadas, en las multinacionales y en todos los sectores. Siendo
cuidadosos de que no se produzcan ventajas, tampoco la empresa pública se
debe desenvolver en un ámbito de desventaja.

Es muy importante que la empresa pública se desenvuelva en un ámbito de
competitividad, de mayor autonomía en su gestión, donde los criterios de
gestión sean similares a los de la empresa privada, sin ventajas ni
desventajas, porque el tema de la sinergia empresarial no tiene nada que
ver con la autarquía.

Nosotros abordamos el tema desde un punto de vista bastante pragmático y,
sin embargo, vemos que hay posiciones que yo denominaría claramente
ideológicas a favor de una privatización que sería etérea, porque en este
momento hay muy pocas empresas públicas que son apetitosas para el sector
privado; después entraremos en su detalle. Entre las que son poco
apetitosas --de las que estamos tratando hoy-- para el sector privado
están Endesa y Repsol, que están saliendo a financiarse al mercado,
parece mal y se critica desde algunos grupos. Pero cuando se emprenden
proyectos en los que participan el sector público y el sector privado,
como ocurre con el Gas Natural, también parece mal y, además, se critica
la generosidad. Yo no sé si también se critica que haya algunas empresas
eléctricas en las que hay control público y no se han modificado los
presidentes o la gestión; se hacen acusaciones de exceso de generosidad.

Da la impresión de que se habla de una privatización etérea, donde no hay
empresario, una privatización teórica, pero cuando hay empresario no
parece bien que se monte una empresa en la que participe el sector
público y el privado y salga adelante un determinado proyecto, como, por
ejemplo, en el sector del gas con el fin de decir que tenemos una empresa
de tamaño suficiente, capaz de competir y de estar presente en ese sector
en el futuro.

Desde mi punto de vista, en el INI hay sectores en crisis. Algún Diputado
ha dicho que hay sectores que se están



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considerando prematuros. En el sector siderúrgico difícilmente sin ayudas
públicas ningún empresario privado podría hacer grandes inversiones, creo
que en Europa ningún empresario privado podría hacerlo. Por tanto, hay
sectores que están en crisis, en los que tiene que seguir estando
presente el sector público y que juegan y van a seguir jugando un papel
indudable en nuestro país. Hay otros sectores en los que tiene que estar
presente. ¿Qué pasa con Iberia? Parece lógico que España tenga una
empresa de transporte aéreo y que, además, esa empresa pueda participar
en un futuro proyecto de empresa de transporte aéreo europeo o en uno de
los grupos de empresa de transporte aéreo europeo que se conforme y que
se establezcan determinadas alianzas. ¿Puede Iberia pasar al sector
privado? Parece difícil planteárselo con los pies en el suelo y siendo
realista de la situación de la propia empresa. Sin embargo, a nuestro
país le interesa que haya una empresa de transporte aéreo y que pueda
participar en un proyecto europeo de futuro en el que se puedan conformar
uno o dos grupos de transporte aéreo europeo y realizar las alianzas
adecuadas que se están iniciando y que están en proceso de maduración.

Además, parece interesante que España tenga una presencia del sector
aeronáutico, que participe en los proyectos aeronáuticos europeos y no
hay empresarios privados en el sector. CASA es una empresa. ¿Es
interesante que CASA siga jugando el papel? ¿Sería interesante que
hubiera presencia privada? Seguramente sí, pero es importante que España
pueda participar en el proyecto Airbus y que pueda participar también en
el proyecto de avión de combate europeo. Parecería malo que nuestro país
se quedara fuera de esos proyectos industriales típicamente industriales
y de futuro, porque, además, tienen elementos tecnológicos importantes.

Lo mismo podemos decir del sector electrónico en el que nuestra posición
es más débil.

Yo creo que tenemos una serie de intereses industriales y que el Gobierno
con los pies en el suelo, con una tremenda dosis de sentido común, está
buscando que esos sectores industriales, con capital público y en
colaboración con el sector privado o con capital privado en otros casos,
tengan una presencia en los proyectos de futuro con contenido industrial.

Parece natural y necesario que en nuestro país haya una empresa petrolera
de cierta dimensión y con cierta presencia en el exterior. El proyecto
Repsol se ha venido desarrollando en los últimos años y yo creo que con
un buen resultado, ello lo demuestra su salida al mercado porque los
inversores privados acuden periódicamente.

Se está conformando la empresa del gas y hemos tenido ocasión de debatir
este tema. Yo sigo los debates de esta Comisión y he oído decir al señor
Ministro que los activos de Enagás iban desde cero hasta cincuenta mil o
cien mil millones en tres posibles valoraciones. Da la impresión de que
la valoración final está en la zona intermedia entre esas posibles
valoraciones que en esta Comisión fueron planteadas por el señor Ministro
y que yo creo que oímos todos los Diputados, no sé si con la misma
atención o no. Es importante que se valore lo público --como dije el otro
día--, pero también es importante que un proyecto como la empresa Gas
Natural, que unos consideran pública y otros privada, no salga al estrado
con un excesivo endeudamiento, sino que salga como una empresa de futuro,
con posibilidades de estar presente a nivel nacional e internacional y
con una fuerte presencia pública que no debemos olvidar.

En nuestro país hay una experiencia de privatización muy negativa: cuando
hemos apostado por un empresario equivocado. Me estoy refiriendo al
sector de fertilizantes. Es duro recordarlo, pero, ¡cuidado con la
privatización con el empresario!, cuidado con la privatización escrita
sobre un libro y no puesta en la realidad sobre la práctica! Son las
privatizaciones que se están emprendiendo, es la participación
accionarial en las empresas que tienen salida al mercado y la asociación
con otros proyectos --y algunos de ellos los ha señalado el señor
Ministro como posibles alianzas-- cuando pueden ayudar a los intereses
nacionales esas asociaciones y esas presencias.

Nuestro Grupo, finalmente, quiere decir que está de acuerdo en que se
mantenga el sector público en los sectores en reconversión; en que se
sanee, se reestructure y se vaya hacia criterios cada vez de mayor
competitividad y de mayor eficiencia; y en que el Gobierno mande un texto
legal que regule lo que se ha dado en llamar acciones doradas o, en
definitiva, mantener la capacidad de decisión en empresas estratégicas al
mismo tiempo que esas empresas estratégicas puedan salir al mercado.




El señor PRESIDENTE: Para réplica, tiene la palabra el señor Ministro de
Industria y Energía.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Me van a
permitir que empiece por expresar algo que quizás es inevitable en una
comparecencia como ésta, una comparecencia en la que, forzosamente, uno
tiene que llegar a algún nivel de detalle, lo que significa dar cuenta de
la complejidad y, en consecuencia, no quedarse con recetas muy de
carácter general. Si me lo permiten, con todo afecto, sí tengo la
sensación de que a veces no conseguimos ponernos de acuerdo sobre lo que
vamos a discutir. No es la primera vez que tengo este sentimiento que tal
vez sea compartido. En todo caso lo digo sin ninguna malquerencia o
malevolencia.

Entenderán que hablar de la estrategia de empresa pública, de esta
realidad tan compleja, es, valga la redundancia, complejo y que no se
puede resumir en un debate --así lo decía al principio-- sobre
privatizaciones o no, sino que obliga a entrar en la complejidad de la
situación de los diferentes sectores sobre si lo que se está haciendo es
correcto o incorrecto. Tampoco puede concretarse en un debate exclusivo
sobre lo que, en los dos o tres últimos días, ha sido puesto de
manifiesto como tema de actualidad política por los medios de
comunicación.

Evidentemente, esta solicitud de comparecencia no estaba formulada en
función de lo que apareciera en los medios de comunicación la semana
pasada sino para iniciar un debate que, en todo caso, ha sido un debate
rico por las apreciaciones de unos y otros sobre las suficiencias o las
insuficiencias en la estrategia que, desde el Gobierno, se está llevando
a cabo en materia de empresa pública. Lo



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que sí quería decirles es que no sé si tenemos la fórmula para contribuir
a ponernos más de acuerdo sobre lo que vamos a hablar. Yo tengo la
sensación de que, en muchos de los temas en los que para mí era
importante conocer los puntos de vista de los distintos grupos
parlamentarios, me quedo prácticamente con el mismo nivel de conocimiento
que anteriormente tenía, como quiera que pocas cosas que no se hubieran
formulado antes sobre los diferentes aspectos sectoriales de la
estrategia en el campo de la empresa pública --lo digo de nuevo sin
ningún tipo de malquerencia-- he podido escuchar, aunque tal vez esto sea
inevitable. En todo caso, vuelvo a pedirles disculpas por el hecho de
utilizar eso que el señor Gámir llama los privilegios del Gobierno y que
ciertamente forma parte de las normas existentes de las relaciones entre
el Gobierno y todos los grupos de la Cámara, fruto de nuestro propio
Reglamento. Supongo que tienen interés en conocer la posición del
Gobierno y que la exprese con la mayor brevedad pero, al mismo tiempo,
con el mayor detalle. Ello obliga al Ministro a hacer un esfuerzo
demasiado largo de exposición y no sé si los grupos parlamentarios se
sienten a veces por esa razón, aunque yo creo que no es causa suficiente,
en inferioridad de condiciones, salvo que haya otras razones que avalen
esta última aseveración.

El señor Gámir ha tenido una intervención con la que yo tendría que estar
en desacuerdo prácticamente en casi todo, así se lo quiero decir también
sin ninguna acritud. Por cierto, ni siquiera estoy de acuerdo en su
permanente cita sobre «Alicia en el país de las maravillas» puesto que en
el libro que tengo en mi casa sigue apareciendo exactamente la cita que
yo le hice, pero eso es algo que ya lo discutiremos en algún momento
tomándonos un café.

En cuanto a lo que yo he dicho sobre las sinergias, permítame que le diga
que me ha entendido mal, y, naturalmente, como me ha entendido mal, toda
la secuencia de argumentaciones y de silogismos que ha pretendido
encadenar caen por su base. Cuando yo he hablado de la demanda al grupo
no estaba hablando de las compras interempresas, sino de la posibilidad
de suscitar, por el hecho de la existencia de un consorcio empresarial o
un holding de empresas, nuevas demandas al grupo, lo que no quiere decir
que esas demandas provengan de las propias empresas. Usted ha hecho
referencia a los problemas de compras dentro del grupo y yo me pregunto,
señor Gámir --esto es lo que tendríamos quue discutir--, si en cualquier
grupo de empresas --hagamos abstracción por un momento de si son públicas
o privadas-- no existe una tendencia al fortalecimiento del grupo,
incluso utilizando condiciones competitivas. Quiero decir con ello que se
puede perfectamente establecer la restricción de que ninguna compra de
dentro del grupo puede producirse en condiciones no competitivas y sin
embargo establecerse simultáneamente, en igualdad de condiciones, la
preferencia respecto del grupo, en el supuesto de que exista un objetivo
que es propio de cualquier grupo industrial de mantener una dimensión e
incluso de crecer en su volumen de negocios. Cuando usted establece, no
por vía de ejemplos sino por vía de supuesto --así lo ha dicho usted,
porque no ha utilizado ningún dato relevante sino exclusivamente la
hipótesis--, imaginemos que se está comprando en condiciones no
competitivas, entonces está cayendo en una contradicción de objetivos
respecto del objetivo fundamental establecido de competitividad. Pero si
la hipótesis no fuera ésta sino que en condiciones igualmente
competitivas pudiera establecerse un beneficio a las sinergias dentro del
grupo, ciertamente no estaríamos hablando de lo mismo. Le puedo poner
algunos ejemplos --supongo que como en el pasado usted fue ministro
conocerá otros similares-- de empresas privadas que me han solicitado
que, no obstante el hecho de haber hecho ofertas menos competitivas de
las empresas públicas, hiciera renunciar a los presidentes de las
compañías públicas a esas ofertas hechas al sector público por el hecho
de que eran públicas. Le podría dar otros ejemplos que haría muy mal en
poner porque iría en detrimento de la concepción de plena competitividad
del sector privado, pero no caeré en esa tentación.

Tendría usted razón, señor Gámir, si pudiera demostrar que, en tal o en
cual pedido, una empresa pública, sea Endesa u otra, ha accedido a una
compra, pongamos que de Babcock & Wilcox, en condiciones menos
competitivas respecto de otras empresas del sector privado. En ese caso
tiene usted toda la razón en su argumentación, lo que pasa es que esa
argumentación que usted ha utilizado --se lo digo con toda amabilidad--
es muy de pizarra, muy de clase teórica, muy poco relevante desde el
punto de vista de la práctica económica en este país, en todos los países
industriales y en todos los grupos industriales. Sin embargo, le acepto
el argumento porque, en los términos en los que usted lo ha planteado
teóricamente, tiene razón. Cuando eso ocurra, tendrá usted razón para
denunciar una política contra la competitividad en perjuicio de la
iniciativa privada y en beneficio de las empresas públicas. Pero créame,
señor Gámir, cuando le digo que este Ministro no está fomentando ni dando
instrucciones en esta dirección. Pero si la hipótesis es la que yo he
señalado: que eso es un acicate para que las empresas públicas, incluso
en las compras dentro del grupo público, tengan que funcionar en
condiciones de competitividad, resultará que la presencia del sector
privado es, en ocasiones también, un acicate para que las propias
empresas del grupo público no utilicen sus relaciones dentro del grupo en
beneficio propio y en contra de lo que todos tendríamos que conseguir.

Por cierto, sobre esta cuestión, como sabe usted, hay también normas de
publicidad que derivan tanto de nuestra legislación interna como de las
propias directivas comunitarias.

A continuación, señor Gámir, establece un contraste entre la generosidad,
que por tanto usted significa, y califica la actuación del sector público
como una actuación --supongo que si uno es generoso y no justo en
términos económicos y en la defensa de los intereses públicos no está
precisamente cumpliendo con sus obligaciones-- que contrasta con la
cicatería que, en otras cuestiones, se utiliza por parte de la empresa
pública. No sé si quiere usted desmentir a quien fue portavoz de su Grupo
en la última comparecencia pública de este Ministro, porque yo le emplacé
directamente a que me lo dijera --y le pido a usted, señor Gámir, que lo
haga también-- y le sigo emplazando a que me diga como portavoz del Grupo
Popular si usted cree



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que la operación Enagas-Gas Natural es una operación atentatoria contra
los intereses industriales, contra los intereses públicos o contra los
intereses de España; le pido, por favor, que lo diga. Pero la utilización
de frases de doble sentido que simplemente arrojan la sospecha a la vez
que no asumen el riesgo de malquistarse con nadie es la peor de las
actitudes que en política y en una cuestión como ésta se puede y se debe
tener.

Usted, señor Gámir, tiene la información porque yo he ordenado que se la
den de una manera específica en consideración al hecho de que usted es el
representante del principal Grupo de la oposición. He ordenado que le den
todos los detalles relacionados con esta operación, y me consta que se
los han dado.

Difícilmente puedo aceptar, señor Gámir, que algunas de las cosas que
usted ha dicho las siga manteniendo teniendo como tiene información, no
solamente la que yo le he ofrecido en distintas comparecencias, sino la
que le han dado desde el propio INH.

El que me moleste que me cite permanentemente por lo que le llevo
desmintiendo tres veces entenderá usted que es una cuestión de estilo. Me
anima usted a que no tenga el menor interés en conversar mucho con usted,
porque si le da igual todo lo que le digo, aunque le diga hoy una cosa,
mañana la misma cosa y pasado la misma cosa y sigue usted citando lo que
alguien me ha atribuido en algún momento, me otorga usted tan poca
credibilidad, señor Gámir, que me siento animado a corresponderle con la
misma moneda. Jamás dije yo que la valoración de Enagas era ésta o alguna
determinada, sino que algunos decían que podría ser ésa. Eso es lo que
dije. Lo he dicho tres veces en comparecencia en la Comisión de
Industria, y la última vez en mi anterior comparecencia, como le podrán
relatar los miembros de su Grupo si no estaba presente en ese momento, o
podrá tener el placer de leer los «Diarios de Sesiones» con mi
intervención o con mis palabras en aquel momento.

De ninguna manera he comprometido yo ninguna valoración. Sobre todo,
cuando se hacen las valoraciones, señor representante de Izquierda Unida
--me referiré posteriormente a esta cuestión--, conviene no comparar
peras con manzanas, porque una cosa vale dependiendo no solamente de qué
es lo que se venda --a veces las comparaciones en el tiempo dan lugar a
que no se haya vendido lo mismo que se decía hace unos meses que se iba a
vender--, a que el contenido de la operación sea completamente distinto o
a que los mecanismos de valoración por haber incorporado nuevos elementos
en la valoración den lugar simplemente a valoraciones distintas. Por
consiguiente, es una polémica que me parece bastante inútil.

En todo caso, no sé si le puedo pedir, señor Gámir, la elegancia de
atenerse al menos a algo que honestamente sabe usted que se lo he dicho,
se lo he comentado, ha tenido usted información específica de la empresa
y, además, toda la información sobre esta cuestión la dí en la última
comparecencia y es pública después del acto de la firma del protocolo de
intenciones de compra por parte de Gas Natural respecto del 91 por ciento
de Enagas. Aprovecho para decirle que los detalles adicionales sobre los
mecanismos de valoración los tendrán todos los portavoces de la Comisión,
tal y como he instruido a los servicios del Ministerio que lleguen a esta
Cámara. Quizás eso les permita, entre otras cosas, darse cuenta de que no
es que una empresa privada haya adquirido el 50 por ciento de los puestos
en el consejo de administración, sino que, de acuerdo con el segundo
principal accionista de Enagas en este momento --que, por cierto, no sé
si se puede llamar privada a la Caixa, en todo caso es una institución
parapública, aunque ciertamente con una importante participación de otros
accionistas pequeños, privados--, esta institución tenía ya en Gas
Natural una participación del 50 por ciento de los miembros del consejo
de administración. Esa participación no solamente no ha disminuido
teniendo en cuenta que ha adquirido esa empresa el 91 por ciento de
Enagas, sino que se ha producido un acuerdo que modifica los acuerdos
anteriores para la elección de los órganos de dirección, y no
precisamente en el sentido de aumentar las posibilidades de los
accionistas anteriores --llamémosles privados para entendernos, según su
terminología que no la mía--, sino, por el contrario, para modificar la
elección y la designación de los órganos de dirección del conjunto
Enagas-Gas Natural, de tal modo que la participación de los intereses
representados por el INH y Repsol, a la vista de la mayor dimensión,
queden más asegurados que lo que estaban anteriormente, y mediante la
renuncia muy importante, señorías, a una opción de venta que, como ya les
expliqué en mi anterior comparecencia, tenía la Caixa y a la cual ha
renunciado en una operación que tiene un sentido industrial, económico,
gasístico y nacional, a mi juicio, de una gran entidad.

Como uno sabe que las cosas provienen no precisamente de la falta de
idoneidad de esa operación política, sino de los deseos de que algunas
relaciones políticas puedan sufrir por el hecho de que algunas
operaciones industriales no se lleven a cabo, les diré, señorías, que,
sin embargo, ésa es una operación planteada hace mucho tiempo, incluso
mucho antes de las últimas elecciones generales, mucho antes de que el
Partido Socialista dejara de tener mayoría absoluta. Es una operación que
entonces estaba concebida y que, por cierto, se ha llevado a término en
las mejores condiciones posibles, tanto de valoración como de diseño, y
después de haber sufrido un proceso de análisis y de depuración
extraordinariamente exigente. No se ha vendido lo que se decía que se iba
a vender, no se ha vendido en la forma en que se decía que se iba a
vender, no se ha valorado en la forma que se decía que se iba a valorar.

Nada de lo que se ha hecho al final es equiparable ni comparable a lo que
se decía anteriormente. Habrán oído ustedes que la operación se iba a
hacer mediante una ampliación de capital por parte de Gas Natural, que no
se va a hacer. Habrán oído ustedes que lo que se iba a hacer es comprar
toda la compañía, todo Enagas con todos sus compromisos, y no se ha
hecho. En consecuencia, ni siquiera se ha comprado todo lo que era Enagas
y sus proyectos sino tan sólo una parte, y ésta es una primera etapa de
otra etapa que tendrá lugar tan pronto como el gaseoducto del Magreb esté
culminado y tan pronto como la nueva sociedad ejercite sus opciones de
compra, en este caso a partir de



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1996-97. Si no se toman en cuenta todos estos elementos que estoy
explicando en este momento y que, por cierto, clarifiqué en mi última
comparecencia, es muy difícil hacerse una opinión cabal y, sobre todo,
establecer un juicio riguroso.

Añadiré a esto alguna consideración más. Alguien ha dicho --aunque esto
no lo ha afirmado usted, señor Gámir, pero lo quiero señalar-- que ésta
es una operación en virtud de la cual una empresa rentable se cede a un
llamado grupo privado. Ni es privado ni se trata de una empresa
especialmente rentable. Enagas es un proyecto empresarial que durante
muchos años tendrá una menor capacidad de generación de «cash flow» que
las obligaciones de inversión que ha de tener. Si ustedes hubieran hecho
una operación distinta, tal como la operación que consiste en mantener
los dos grupos separados, resultaría que el sector público, el INH,
hubiera tenido que hacer la aportación consiguiente de recursos para que
Enagas pudiera llevar a cabo simplemente, sin endeudamiento o con
endeudamiento público en este caso, las operaciones de gasificación que
están previstas. Por el contrario, Gas Natural es una empresa que tiene
mucha más generación de «cash flow» que obligaciones y necesidades de
inversión.

Por tanto, la operación es una operación con sinergias desde el punto de
vista financiero muy importantes que significan, entre otras cosas, sin
contar en este momento el gaseoducto del Magreb, que aproximadamente
300.000 millones de pesetas, que en los próximos años van a necesitar ser
invertidos en la península en operaciones de gasificación, puedan hacerse
sin un recurso adicional al sector público, ni al INH, ni a los
Presupuestos.

Hay bastantes razones en esta dirección como para que ni los términos de
las comparaciones sean adecuados, ni las valoraciones sobre lo público y
lo privado sean las idóneas y, sobre todo --y cierro el paréntesis, señor
Gámir, porque algunas de estas cosas no eran las que usted ha dicho--,
para que no se arrojen sospechas, salvo si se tiene el arrojo --valga la
expresión-- de decir que ésta es una operación mal concebida, mal
planteada, contra los intereses industriales, económicos o estatales. Si
usted está dispuesto a sostener esto yo le ruego que lo diga. Pero si
usted me está acusando de una generosidad, esto es, de haber entregado a
intereses que no son los del Estado una parte del valor de una empresa
pública, le ruego también que me lo diga, porque me estaría acusando en
ese caso de algo muy grave que, ciertamente, no se lo puedo tolerar ni a
usted ni a nadie en esta Cámara.

Anteriormente también, señor Gámir, ha recordado una dura referencia que
hice a un representante ilustre, por cierto de Convergència i Unió,
cuando no planteó los términos de la estrategia en materia de política de
empresa pública en los que hoy lo ha hecho su representante en esta
Comisión. Ciertamente, al señor Cambra le acusé en algún momento de
mantener un discurso solamente en términos dicotómicos de
privatización-no privatización como elementos de una estrategia
industrial que me pareció anticompetitiva, basada en un planteamiento
ideológico y asentado exclusivamente en la idea de las privatizaciones.

Es una posición que, afortunadamente para todos, va encontrando menos
adeptos. Hoy incluso he querido apreciar, señor Gámir, que usted ya no
está planteando tanto aquellas cuentas del Gran Capitán que usted hizo un
día diciendo que si se privatizase Endesa, más Repsol, más Argentaria se
obtendrían no sé cuántos recursos públicos, se eliminarían los problemas
del déficit y después se negó a dar la contestación a qué es lo que
ocurriría entonces con el resto de empresas públicas que no se podrían
privatizar. Yo me alegro de que, sin embargo, ésta sea hoy también una
posición matizada por su parte. Eso le aproxima a la posición de
responsabilidad que, como candidato a ser miembro del Gobierno, tiene
usted, aunque espero que todavía tarde bastante en alcanzar esta
posición.

Me preguntaba si yo estoy dispuesto a afirmar que se va a hacer una
privatización del 20 por ciento de Repsol. No estoy dispuesto a hacer esa
afirmación ni la contraria. De hecho, todas las hipótesis, las que he
establecido yo mismo en público en alguna comparecencia en esta Cámara y
las que ha realizado recientemente el Presidente de Repsol, no son más
que hipótesis. Le puedo garantizar, señor Gámir, que ni yo como Ministro
ni el Gobierno español hemos tomado todavía ninguna decisión sobre el
porcentaje, aunque es verdad que sí existe la decisión de que un tramo de
la participación pública en Repsol salga, a poder ser, dentro de este
año, aunque, dependiendo de las condiciones de mercado, podría posponerse
todavía la emisión. No hemos fijado la cantidad, aunque debo decir --lo
he señalado en otro momento-- que a mi juicio --naturalmente hay otros
criterios distintos dentro de esta Comisión--, la defensa de los
intereses estratégicos del sector petróleo, del sector gas, no exigen
necesariamente una participación del cuarenta y tantos por ciento, como
en este momento existe en el sector público. Podría darse en este
momento. Como saben, el sector público es minoritario en Repsol, es
decir, tiene menos del 50 por ciento ya y, sin embargo, eso no impide,
naturalmente, la defensa de los intereses estratégicos de España. Con una
norma que permita garantizar el que con una menor posición accionarial
puedan seguir defendiéndose determinadas decisiones, me parece que es
perfectamente posible, como, por cierto, se ha hecho en muchos otros
países, una reducción, si ésta es la decisión del Gobierno finalmente, de
la participación del sector público en Repsol.

Señor Gámir, con la simpatía que, como sabe usted personalmente le
profeso (aunque no por eso pueda ser a veces menos duro en mis juicios
sobre lo que usted dice), no le he podido escuchar --seguramente por
falta de tiempo, aunque en otras ocasiones sí ha tenido oportunidad de
referirse a otros momentos-- ninguna estrategia alternativa industrial en
materia de empresa pública, salvo el énfasis en la necesidad de algunas
privatizaciones y, ciertamente, el que es una contribución importante la
necesidad de vigilancia de la política de compras dentro del grupo como
forma de no alterar las reglas de la competencia, posición en la que, en
abstracto, estoy de acuerdo, aunque tendría que citar casos concretos
para ver si yo tengo ocasión de corregir algunos comportamientos que se
desvíen de esa norma.




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Señor García Fonseca, le agradezco el que le pareciese a usted adecuado
el que hoy entráramos en algunos análisis de carácter sectorial. Usted ha
empezado por decirme que antes se sentía próximo al discurso que yo venía
introduciendo en materia de estrategia industrial y de empresa pública,
el énfasis en una política industrial activa, y después se refería usted
a lo que, a su juicio, es una contradicción entre el discurso y los
hechos. Quizás esperaba usted que en esta comparecencia yo me hubiera
referido a lo que a usted le parece que hoy tendríamos que haber hablado,
que son las privatizaciones de Endesa, de Argentaria, de Repsol o de
Enagas. No era éste el objetivo de la comparecencia. Naturalmente,
compareceré con muchísimo gusto para volver a explicar otra vez más
cuáles son mis criterios. Yo creo que hoy teníamos que hacer otra cosa. A
esto me había comprometido: a hacer otra cosa y, por lo tanto, no me
parece que ésa sea la mejor crítica.

Ya me he referido al hecho de si Repsol puede bajar o no al 20 por
ciento. No hay ninguna decisión tomada, pero no siento ninguna
repugnancia a una reducción de la participación siempre y cuando estemos
de acuerdo. Me gustaría, créame, señor García Fonseca, el que nos
pusiéramos de acuerdo, sobre qué es lo que pretendemos con las empresas
públicas. ¿Pretendemos solamente, en los términos un poco irónicos que me
dirigía antes el señor Gámir, mantener el poder o, por el contrario, lo
que pretendemos es contribuir desde las empresas industriales públicas o
en aquellas en las que hay participación pública a que haya una industria
relevante, competitiva y en la que se pueda defender aquello que llamemos
intereses estratégicos, intereses que en un momento determinado son
relevantes?
Yo creo que ésta es la clave. En ese sentido usted tiene una posición
que, a mí me parece, con todos los respetos, en algún momento yo mismo
haya podido defender pero que, ciertamente, no me parece que sea la
posición relevante desde el punto de vista del futuro. Se pueden defender
los intereses de España, los intereses de la industria española con
menores participaciones, y no creo que los recursos públicos deban
depender fundamentalmente --subrayo lo de fundamentalmente-- del conjunto
de ingresos patrimoniales que deriven de la participación accionarial.

Las empresas públicas son entes instrumentales, no son objetivos en sí
mismos, al servicio de una determinada política que se quiere hacer.

Dice usted que se rechaza un plan de privatizaciones y luego se hace.

Estoy siendo --por lo menos a mi juicio, usted tal vez puede pensar lo
contrario-- muy coherente con lo que les anuncié desde el principio. No
habrá un plan de privatizaciones, entendido como una lista de empresas
anunciadas «ex ante» que van a ser objeto de venta al sector privado o de
reducción, pero esto no impedirá el que haya decisiones «ad hoc» (así lo
dije en mi primera comparecencia), como las ha habido en el pasado, en
determinados sectores, algunas de ellas, en el ámbito de mi competencia,
se han producido ya. Les anuncié en su momento en esta Comisión la salida
a Bolsa por parte de Endesa. Les expliqué en qué terminos se producía,
más, en este caso, como una decisión relativamente forzada para cumplir
la restricción financiera que nos hemos dado en el grupo público, en
Teneo, que como un proceso directamente dirigido a la participación
creciente del sector privado, pero permitiendo mantener no solamente la
mayoría sino el conjunto de las decisiones dentro de Endesa y, a la vez,
contribuir a que los procesos de saneamiento, que han de hacerse en el
conjunto de las empresas de Teneo, no repercutan negativamente sobre los
Presupuestos o hagan levantar esa restricción financiera, que me parece
que es fundamental para el proyecto Teneo, si este proyecto ha de ser
viable. Les anuncié también --y hoy lo he vuelto a hacer, pero ya lo
había hecho anteriormente-- el proceso de salida a Bolsa adicional de
otro tramo de Repsol y les he dado cuenta de otros procesos de venta,
como el caso de Trasatlántica, etcétera, cuando se han producido.

Tampoco me he negado, aunque en ocasiones no lo puedo anunciar de
antemano, a contemplar otros procesos en esa dirección. En cambio, sí he
establecido, señor García Fonseca, una claridad --entiendo que
suficiente-- sobre mi creencia en que hoy en este país, no por pública
sino por grupo industrial, la empresa pública tiene una función que
cumplir, la de contribuir a fortalecer el tejido industrial, y que la
alternativa de la privatización indiscriminada y generalizada es no
solamente una ruina financiera sino una mala apuesta desde el punto de
vista industrial. En esa medida, tratamos de compaginar un objetivo de
saneamiento financiero que es indispensable, una reducción de la carga
sobre el presupuesto de esas empresas públicas, un objetivo, en
consecuencia, de rigor y, por tanto, de racionalización y de mejora en la
gestión --admito que, naturalmente, no todo es perfecto--, pero con el
mantenimiento de empresas públicas en aquellos sectores en los que nos
parece que difícilmente es posible sustituir la presencia pública, hoy
por hoy, por lo menos, por empresas de carácter privado y, en ocasiones,
porque, incluso siendo esto posible, puede no ser deseable.

He establecido en mi intervención anterior aquellas gamas de sectores de
actividad en los cuales estamos contemplando el mantenimiento y aquellos
otros en los que estamos contemplando un proceso de alianzas crecientes
con el sector privado.

Sobre la privatización de Enagas, a la que usted se refería, déjeme
todavía añadir algunos comentarios que he hecho anteriormente y que no se
referían tanto al señor Gámir, sino a usted. Su señoría se ha enterado
--me decía-- por un comunicado de la Presidencia. Creo que todos los
elementos de la operación se los di en mi anterior comparecencia; el
único dato que no le pude dar es el de la valoración, que estaba sin
concluir. Recordará usted que en aquella comparecencia hizo referencia a
una valoración de 40.000 millones de pesetas; recordará eso, citando
algunas fuentes y algunas lecturas, quizás de medios de comunicación; y
recordará que también puso eso en contraste con valoraciones de 100.000 o
de 80.000 millones de pesetas.

La valoración final no es de 51.000 y pico, como usted ha dicho. Enagas,
en los términos de la valoración hecha por cuatro empresas
independientes, dos y dos --por así decirlo--, que han asesorado a las
distintas partes de la transacción, partiendo de una tasa de descuento
entre el 12 y 12,5 por ciento, con un sistema de evaluación basado en



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la renta perpetua y con un sistema de actualización de los flujos de caja
esperados en los próximos años al momento presente, más con el plan
estratégico establecido en términos de gasificación, más subvenciones
implícitas, sean de la Comunidad, sean de las comunidades autónomas, sean
del Presupuesto del Estado, han dado lugar a una valoración coincidente
de las cuatro empresas en este entorno. Por tanto, no es el Ministerio de
Industria y Energía el que, ni generosamente ni con falta de generosidad,
ha hecho una valoración, sino que esto ha sido contrastado rigurosamente
y son cuatro empresas las que han dado su aval a una valoración que,
naturalmente, nunca puede ser al céntimo, pero que está en ese entorno, y
que significan 56.300 millones de pesetas por Enagas; naturalmente, el 91
por ciento, que es lo que se ha adquirido, vale los 51.000 millones y
pico, a los que usted hacía referencia. No es, por tanto, la mitad de lo
dicho. Yo me he referido a que las comparaciones de cosas heterogéneas
simplemente no tienen sentido.

No se trata, como usted decía, señor García Fonseca, de si la gestión se
hace mejor desde una Banca que desde el sector público empresarial. Si
usted analiza los protocolos de órganos de gestión, los acuerdos de
intenciones que se firmaron en el otoño pasado, y los que se han firmado
ahora, se dará cuenta de que no es que una Banca --en este caso
catalana-- como La Caixa, vaya a gestionar, sino que van a gestionar unos
órganos; que el Presidente, de común acuerdo entre los dos accionistas
mayoritarios, a propuesta de uno de ellos, es uno, y que el consejero
delegado, también de común acuerdo entre los dos principales accionistas,
a propuesta, en este caso, del público en su terminología, es otro. Pues
bien, la gestión se produce, naturalmente, con los criterios
profesionales, no desde La Caixa, de Cataluña --si eso es lo que a usted
le preocupa; por cierto, a mí me preocupa bastante menos que a usted--, y
ni siquiera si eso se gestiona desde el INH, porque no se gestiona ni
desde el INH ni desde La Caixa: se gestiona desde el propio grupo de
empresas y los accionistas actúan como accionistas.

En consecuencia, yo no creo que es legítimo, señor García Fonseca,
establecer ni las dudas ni, sobre todo, verter algunas sospechas en este
sentido que me vuelven a obligar a hacerle a usted la misma solicitud que
le hacía al señor Gámir: si usted no está de acuerdo, desde el punto de
vista industrial, desde el punto de vista empresarial, desde el punto de
vista gasístico, desde el punto de vista de la valoración, con la solidez
del proyecto, dígamelo, por favor. Pero si usted no está de acuerdo por
otras razones, ya sean políticas o de cualquier otro tipo, su posición
será muy legítima, no lo voy a discutir, pero, por favor, hágalo
explícito. Lo que sí me parece importante, señor García Fonseca, es que
(en la última comparecencia usted se marchó cuando le contesté a su
intervención, lo mismo que el portavoz del Grupo Popular) contesten si
efectivamente es por razones industriales, por la falta de fiabilidad del
proyecto, por la valoración o por otras razones por las que quieren
oponerse a un proyecto en el que a mí --lo diré una vez más-- la
integración de intereses --espero que me entiendan la ironía-- incluso
catalanes en la política española me parece que no es ni más ni menos
deseable que la integración de otros intereses económicos, industriales
de entidades de otras regiones de España. En todo caso, señor García
Fonseca, estaré muy a gusto en hacer una comparecencia específica, si le
parece a usted, sobre el problema de Repsol y sobre otra cuestiones.

Finalmente, usted se ha referido a la necesidad de conocer una serie de
datos sobre privatizaciones, saneamientos, resultados, etcétera. Yo le
ruego que pida una información específica, pero no me pida que le haga
los análisis que usted quiere y que se los entregue hechos. Haga usted
los análisis sobre los resultados de la política y yo estaré encantado de
proporcionarle la información que obra en mi poder sobre éstos u otros
extremos.

En cuanto a la definición de prioridades sectoriales, ya he establecido
algunas. Supongo que éste es un tema, señor García Fonseca, en el que, a
veces, más allá de mis deseos, no consigo hacerme entender. Permítame que
intente, en todo caso, decirle lo que pienso. En la actual situación del
grupo público no estamos patrocinando la entrada indiscriminada en nuevos
sectores de actividad industrial. ¿Qué quiere esto decir? Yo podría estar
seguramente de acuerdo con lo que intuyo que es su deseo, que es el que
puede haber una participación más activa en nuevos sectores de futuro del
sector público industrial. Podría estar de acuerdo. A veces, si no es
posible en este momento hacer una política más activa en algunos nuevos
sectores eso se debe a otra restricción que usted entenderá. El sector
público está hoy demasiado diversificado, a mi juicio, tiene demasiada
presencia sectorial en campos que no siempre están debidamente trabados y
ya he dicho que la prioridad es reducir algo la diversificación
sectorial.

Una segunda restricción es el hecho de que en este momento la prioridad
del sector público tiene que ser su saneamiento económico y financiero.

No será sostenible --creo que es lo que a usted le importa, señor García
Fonseca-- un sector público industrial a medio plazo si sigue manteniendo
los resultados que en este momento mantiene, si sigue todavía necesitando
los apoyos públicos que todavía necesita. Hay una prioridad que es no
asumir riesgos en áreas todavía difíciles de evaluar, mientras,
simultáneamente, no se obtengan nuevos recursos por una tarea de
racionalización, de saneamiento, de algunas de las áreas de actividad que
están ya dentro del sector público.

A eso, señor García Fonseca, estamos dedicando mucho tiempo y mucha
atención a veces, no sé si con suficiente comprensión, porque el
mantenimiento de actividades viables exige esfuerzos muy dolorosos que no
siempre --es lógico, o por lo menos es muy comprensible que así ocurra--
tienen el aval social en la medida en que son dolorosos desde el punto de
vista social.

Señor Sánchez Libre, le quiero agradecer muy de veras su posición de hoy.

Se lo quiero agradecer porque conociendo que su posición en muchas de
estas cuestiones a veces ha entrado en cierta contradicción con las
posiciones que hoy he mantenido, sé que usted ha hecho un esfuerzo por no
entrar en algunas contradicciones. Quiero señalar que la información que
le he dado es la que se puede dar para hacer una valoración global de la
estrategia industrial



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y he encontrado puntos de coincidencia, que, hoy más netamente que nunca,
han aparecido cuando hemos hablado de un campo que nos divide en nuestras
posiciones o al menos en nuestros énfasis en una y otra posición. Me
parece que es muy legítimo el que usted mantenga posiciones no siempre
coincidentes con las mías, como algunas a las que he hecho referencia en
relación con un compañero de su Grupo en otra ocasión. Hoy ha estado
usted, a muy juicio, muy matizado. Le agradezco, sobre todo, algo que
usted ha dicho y es que no es partidario de un plan en este sentido, de
un listado de empresas a privatizar. Me parece que hay un esfuerzo de
comprensión de las posiciones que el Gobierno está manteniendo, que no
negando, la posibilidad de enajenaciones de empresas públicas, ni de
participación del sector privado. Sin embargo, no sólo se niega a
establecer la estrategia por adelantado y de anunciarla en público, sino,
a la vez, no cree en que un proceso generalizado en esta dirección sea ni
una buena apuesta, desde el punto de vista de la reducción del déficit
público, ni una buena apuesta desde el punto de vista industrial.

Ha calificado lo que yo he dicho de positivo. Ha afirmado que le parece
adecuado que establezcamos un debate y una eventual norma jurídica sobre
cuáles son los intereses estratégicos a defender, a través de una norma
jurídica como la de la acción de oro, o como le queramos llamar. Me
parece que es una buena posición, en la que espero que nos sigamos
aproximando y entendiendo. Y ojalá que no sea solamente con ustedes, sino
también con otros grupos de esta Cámara, que quizás, en el pasado, cuando
en algún momento anuncié que el Gobierno estaba considerando esta
iniciativa, no la bendijeron precisamente, aunque después creo que han
matizado sus posiciones, dependiendo del contenido que el proyecto haya
de tener.

Sobre los resultados de 1993, coincido con usted, en relación con el
grupo público. Se ha referido a ellos, al hablar de la proposición no de
ley, que se va a discutir después. Es verdad, son planteamientos
negativos. Usted ha puesto también el dedo en la llaga. No todos son
problemas de gestión. Hay algunos. Muchos de ellos provienen de las
empresas de la historia misma del INI, de los sectores en los que actúa.

El año 1993, también para muchas empresas privadas que, a veces, pueden
ser más eficientes y que tal vez tengan en ese sentido un mayor interés
en obtener resultados, o que podría sospecharse que pueden tener un mayor
interés en obtener resultados, no ha sido precisamente un año
especialmente pletórico. Hay otros problemas, que son los que estamos
tratando de resolver a través de lo que usted llamaba criterios de
racionalización, de efectividad, etcétera, que espero que se puedan
discutir en la Cámara.

Me pedía que echáramos un vistazo sobre lo que está ocurriendo en Europa
(en Francia, Reino Unido, Italia) sobre la política de privatizaciones,
que, a su juicio, en algún caso, puede producir pingües ingresos al
Estado. No lo pongo en duda. Si privatizásemos en su totalidad Endesa,
Repsol, Argentaria, seguramente, y éste ha sido siempre mi argumento,
obtendríamos una buena dosis de recursos en el año de la privatización.

Lo que haríamos es perder la fuente de esos recursos para los próximos
años. Y, sobre todo, señor Sánchez i Llibre, le pido que este argumento
me lo vaya aceptando cada vez más. Desde el punto de vista financiero,
significaría que las demás empresas que no podrían ser privatizadas,
aparecerían, todas, inevitablemente enchufadas al presupuesto público.

Este es el problema del equilibrio entre unas decisiones de
racionalización, no incompatibles con una participación, que, en
ocasiones, puede ser creciente en ciertas partes del sector privado y, al
mismo tiempo, no optar por una vía unidireccional.

De todas formas, le añadiré, en relación con los criterios de
racionalización, a usted, señor Sánchez i Llibre, y a todos los demás,
que ese plan de competitividad, o como quieran que se llame, formulado de
una manera o de otra, es, y supongo que todo es mejorable, el que se está
haciendo, por ejemplo, en la siderurgia, el que se está gestando en este
momento en el transporte aéreo, el que se ha venido poniendo en marcha, y
habrá de tener su prórroga, en el sector naval, o el que ha permitido
que, por ejemplo, Potasas Uriacá entrara en rentabilidad ya, después de
un complicado proceso de inversiones y de algunas decisiones en el
pasado, o el que la pasta de papel, después de un importante proceso de
inversiones esté, en este momento, saliendo del ciclo y empezando a tener
resultados de explotación positivos, o el que la electrónica, el grupo
Indra, también después de un proceso complicado de tomas de
participaciones, etcétera, esté mejorando en este momento su posición, o
el que debe hacer posible encontrar soluciones, en este caso, de mayor
rango, a la situación del aluminio está siendo evaluado y considerado; o
el que está permitiendo reducir las pérdidas de explotación del sector
minero, como Hunosa, después de algunos de los últimos acuerdos y
negociaciones. Sin duda alguna, con esto no va a terminar todo lo que hay
que hacer, pero le cito algunos de los casos en los que estamos en este
momento trabajando. Ciertamente, necesitará continuidad, tesón y, a
veces, lamentablemente para usted y para mí --quizá, si me permite, en
este caso para mí un poquito más-- paciencia y, sobre todo, exigencia.

Señor Sáenz Lorenzo, su nivel de coincidencia con mis apreciaciones será
muy importante. Yo también pienso que debería enfatizarse que el problema
no es que las empresas públicas tengan ventajas; las empresas públicas
deben funcionar en condiciones de competencia, y, en ese sentido, usted,
como el señor Gámir, como yo, coincidimos, deben funcionar en condiciones
de mercado; donde no funcionen, sería necesario introducir los elementos
de competencia adecuados, pero nadie negará que, si optamos por la
existencia de un grupo empresarial, ese grupo empresarial debe también
aprovechar sus sinergias, las externas hacia él, dentro del grupo, y,
eventualmente, las que procedan del propio grupo, siempre y cuando eso no
signifique discriminación hacia otras empresas del sector privado.

Es verdad, coincido, pero no quiero incidir más en ello, que se han visto
algunas contradicciones; me felicito de que usted las haya visto también.

Supongo que algunas de estas contradicciones son inevitables en algunas
posiciones, pero lo que más le agradezco, señor Sáenz Lorenzo, es que
piense que, aunque hagamos todos una afirmación



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ideológica, y usted y yo la venimos haciendo hace muchos años, tengamos
el suficiente sentido común para darnos cuenta de que la tarea de la
empresa pública es, sobre todo, no una posición de llegada, sino una
posición de partida, desde el punto de vista instrumental, en beneficio
de otros objetivos más amplios de política industrial y, eventualmente,
de empleo, a los que también se refería el señor García Fonseca antes,
pero que no se pueden analizar sólo por el número de puestos de trabajo
creados en cada uno de los procesos de racionalización de empresas, sino
en la medida en que la existencia de una industria competitiva puede ser
capaz de inducir precisamente en el tejido industrial o económico de
nuestro país.

Finalmente, tendremos, espero --y contaré, señor Sáenz Lorenzo,
naturalmente, con el Grupo que principalmente sostiene a este Gobierno--,
el debate sobre el anteproyecto de ley de las «golden share», que me
parece que puede ser una buena ocasión también para clarificar o acabar
de clarificar y tal vez establecer más coincidencias entre todos sobre
cuáles son los intereses de España y los intereses industriales de España
que el Grupo Socialista, el Grupo Popular, el Grupo de Convergència i
Unió, el Grupo de Izquierda Unida debieran y pudieran defender. Ojalá que
en esta materia podamos llegar a un alto nivel de acuerdo.




El señor PRESIDENTE: ¿Desean intervenir los grupos? (Pausa.)
Les ruego que lo hagan con la mayor brevedad posible.

En representación del Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra don
Luis Gámir.




El señor GAMIR CASARES: Señor Presidente, con la mayor brevedad posible
quiero manifestar mi desacuerdo radical, en el fondo y en la forma, en
cómo, en esta ocasión, se ha expresado el señor Ministro.

Yendo a los temas básicos, diré que sobre el problema de las compras
intragrupos, resulta incompatible, desde un punto de vista de lógica --y
supongo que la lógica seguirá siendo uno de los elementos que maneje el
señor Ministro-- algo tan contradictorio como decir que se incrementen el
50 por ciento las compras y que, además, se haga una lista de
prioridades, que primero hay que comprar a las empresas del INI y luego a
otras empresas públicas y que, al mismo tiempo, se consiga mantener las
reglas de la libre competencia del mejor precio y la mejor calidad.

Señor Ministro, a otro miembro de su Partido, al señor González, le gusta
decir que no se puede hacer todo simultáneamente; y no se puede hacer
todo simultáneamente en este caso. Usted cita que hay grupos privados
que, a veces, compran intragrupo. Cuando esos grupos privados lo hacen de
la forma en que lo está haciendo el INI, saldrían normalmente al mercado.

Antes de estar en la Cámara pertenecí --y he dimitido precisamente por
incompatibilidad-- a uno de esos grupos y comprábamos, normalmente, fuera
del grupo precisamente para ser competitivos, porque si no ese principio
neoautárquico, a escala micro, saca del mercado a la empresa.

Usted me puede decir que Endesa es un caso especial, que no pertenece a
un mercado competitivo, pero eso es grave porque afecta al precio, afecta
a la competitividad de la industria que recibe de ese producto...

(Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Perdone un momento, señor Gámir.

Señores Diputados, les rogaría que disminuyeran el volumen de sus
conversaciones, porque si no, es imposible que el portavoz pueda
expresarse y siquiera el señor Ministro pueda oírle con tranquilidad.

Adelante, señoría.




El señor GAMIR CASARES: Decía que en el caso de un sector privado
acabaría fuera del mercado y es cierto que ocurre en la situación
especial del sector eléctrico y en el ejemplo que le he puesto, en el
cual no hay mercado competitivo y, sin duda, es una situación especial,
la del sector eléctrico y de Endesa.

Ahora bien, aquí hay un problema de filosofía. Para luchar con la
filosofía de competitividad, de eficiencia, y transmitir ese mensaje en
el lenguaje de los hechos, no se puede hacer esa política porque es
totalmente contradictorio. Y ya que usted me lo pregunta, yo se lo
transmito: le formularé por escrito, y se lo anuncio, que quisiera, una a
una, la lista de las empresas que se presentaron a todos los concursos
citados en las dos hojas que ha entregado a la presidencia, los precios y
calidades de las mismas y un análisis de cada uno de los casos. Hay una
duda estadística y la duda estadística es un instrumento lógico de
razonamiento. Si normalmente en el mercado se reparten, digamos, los
suministradores de forma muy diferente, y los suministradores en el caso
de esta empresa, el INI, se reparten de una determinada manera que no
tiene nada que ver con el resto de lo que ocurre en el mercado, hay una
duda estadística de si realmente se ha podido hacer en las mejores
condiciones de precio y calidad. ¿Qué me quiere decir al final, que era
un derecho de tanteo? Dígalo, si es así. En el fondo, en el último caso,
sería también una preferencia, pero me temo que vamos por encima y más
profundamente que el derecho de tanteo.

Señor Ministro, cuando al señor Subsecretario le preguntamos en la última
sesión que vino aquí sobre si esa norma del incremento del 50 por ciento
en las compras intra INI y esa regla de prioridades de primero comprar a
las empresas del INI, después a las empresas públicas y solamente
después, y como tal ese criterio era más importante que lo de
competitividad, a otras empresas privadas, se seguía en la práctica, nos
dijo, literalmente que desconocía que se hubiera derogado ese criterio,
como está en el «Diario de Sesiones». Este tema es grave, señor Ministro.

Segundo punto: Gas natural. Señor Ministro, usted no puede ir contra mi
libertad de expresión. Yo puedo decir en algún caso que se sospecha que y
en otro caso puedo decir afirmo que; como es lógico, puedo hacerlo. Puedo
medir las expresiones en el grado en que, parlamentariamente, estime
oportuno. Yo no tengo por qué decir lo que dice el editorial de un
periódico, que dice y afirma: Pujol intercambia votos por gas. Yo no
tengo que decir eso. Sí puedo



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decir que hay una sospecha en el ambiente de que ha podido influir la
relación entre Convergència y el Partido Socialista con esta negociación
en concreto. Puedo decir que existe la sospecha en alguna parte de la
sociedad y limitarme a decir eso. Pueda que en su momento decida dar un
paso más o un paso menos. Que existe la sospecha en algún ámbito de la
sociedad es decir una obviedad, porque algún ámbito de la sociedad es un
medio periodístico que ha puesto este titular. Hasta ahí, en mi libertad
de expresión, es lo que he decido decir, y usted tiene que respetar mi
libertad de expresión de si decir esto o más.

Usted ha aludido, perdone, con alguna falta de elegancia, a que el señor
Fanjul habló conmigo. Con el señor Fanjul, a quien conozco desde hace
muchos años, desde 1970, creo, hablé e indudablemente uno de los puntos
para los que yo le volví a llamar, para dejar muy claro lo que me decía,
era si era cierto que con el 25 por ciento del capital se ocupaba el 50
por ciento de los puestos de administración. Me dijo: «Bueno, es que
luego en Junta General se puede podría cambiar.» «¿Pero eso ahora?» Dijo
que sí. «¿El tema de la Presidencia?» Me dijo que sí e incluso otra serie
de temas y no entraremos ahora, por elegancia, en aquella conversación,
que, indudablemente, tuve con el señor Fanjul, a quien conozco, como ya
he dicho, y a quien técnicamente valoro.

Señor Ministro, como es lógico, es preocupante el hecho de que las cosas
que publica la prensa sobre lo que usted dice no coinciden con lo que
usted dice. Usted, me figuro que seguirá estudiando economía, aunque
ahora se dedica a la política más activa, y conocerá la importancia que
se da a los costes de información en el mercado. Sabrá la búsqueda de la
disminución de los mismos y todo lo que se justifica en la política
económica... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Perdón, señor Gámir, disculpe. Insisto, señores
Diputados. Por favor, les ruego que mantengan silencio, porque si no es
imposible continuar con el buen orden de la sesión.




El señor GAMIR CASARES: Yo pediría que constara en acta... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Discúlpeme, señor Gámir. Pueden por favor... Es que
si no, es imposible continuar.

Perdone, señor Gámir. Adelante.




El señor GAMIR CASARES: Esta situación en la que la prensa recoge lo que
usted declara sin contradicción por su parte está ocurriendo
continuamente desde que es usted Ministro incrementa de manera grave, por
lo menos, los costes de información del mercado y, en algún grado, su
credibilidad, señor Ministro. Cito literalmente y rogaría que la cita se
recogiera: Lo más importante ahora es concretar la valoración correcta de
Enagás, sobre la que ya se anunció un abanico inicial entre 80.000 y
120.000 millones de pesetas por parte del Ministro de Industria. Yo no
digo que usted haya dicho eso. Digo que continuamente aparecen
afirmaciones parecidas, que luego usted niega en Comisión.

Usted dice que no hay política sobre el 20 por ciento de Argentaria y
Repsol. Es muy posible y yo se lo acepto, pero una vez más nos
encontramos con que uno de los grandes disminuidores de los gastos de
información y que consigue que la economía del mercado funcione mejor es
una información adecuada por parte del sector público. Resulta también
que se publica que los presidentes de Repsol y Argentaria anuncian que el
Estado reducirá su participación al 20 por ciento a finales de 1995.

Usted me dirá que el Gobierno no ha decidido. De acuerdo, pero de lo que
no hay duda es de que si lo han dicho esos presidentes es extraño que lo
hayan dicho sin contar con el Gobierno, lo cual crearía problemas
realmente graves de comunicación entre los mismos y el mal citado siempre
señor Eguiagaray.

Por último, hay otros temas de fondo en los que no he entrado, porque el
señor Presidente me ha recordado el tiempo de que disponía, pero me he
remitido, entre otros, por ejemplo, a lo que dijo el señor Utrera con
fecha 12 de abril del 94, sobre la crítica a la gestión de la empresa
pública, precisamente a por qué hace falta la empresa pública, en qué
sectores, actividades y a la política socialista de empresa pública a la
que usted, entonces, no realizó ninguna respuesta, ni ahora tampoco.




El señor PRESIDENTE: El señor García Fonseca, en representación del Grupo
parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, tiene la
palabra.




El señor GARCIA FONSECA: Muy esquemáticamente en aras del tiempo.

Simplemente quería recordar al Ministro lo que al principio de mi primera
intervención dije, que yo entendía que esta intervención, que agradecía,
era una información interesante, muy amplia y que no podíamos entrar a
valorar ahora sector por sector, pero que esto podía ser objeto de
discusiones posteriores. Me limité a algunos aspectos concretos y luego a
algunos temas de actualidad, pero sí que entré en las medidas, etcétera.

Dicho esto, simplemente como explicación de la metodología seguida en
este caso por mí en la primera intervención, en cuanto al tema de las
privatizaciones y de Repsol en concreto, quiero decirle que me alegro de
oírle que es una cosa todavía no decidida. Yo quiero subrayar algo que se
acaba de decir. A mí me parece sorprendente, aunque no es la primera vez,
cómo los directores de empresas públicas, en este caso los del INH o de
Argentaria, se manifiestan una y otra vez firmemente partidarios de
privatizar y, además, no ocultan las razones. Dan razones tan nítidas, no
digo tan razonables, como que desde el sector privado se gestiona mejor,
dicho así en términos literales una y otra vez.

A mí me parece que no será nada malo, sino bastante congruente con lo que
es el funcionamiento en cualquier empresa, pública o privada, que ustedes
moderen un poco este entusiasmo privatizador de los directores de
empresas públicas, entre otras cosas porque no son los dueños. Sería
bastante inentendible que al director de una empresa privada se le
ocurriera decir que hay que vender, y



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públicamente y una y otra vez sin que el Consejo de Administración, en su
conjunto, dijera nada. Me parece bastante insólito y un pequeño toque de
atención, como usted lo sabe hacer, sería bastante oportuno. Es,
obviamente, una valoración muy personal.

Usted me responde: sí pero no, y todo lo contrario. Es difícil, al mismo
tiempo, estar de acuerdo y en desacuerdo con usted. Me dice: es que la
empresa pública desde mi concepción tiene que ser algo instrumental. Por
supuesto, señor Ministro. Yo ya le he dicho muchas veces que yo de la
empresa pública no hago una cuestión ideológica, en principio. Intento en
mis intervenciones atenerme a ello, a los datos, a la situación,
etcétera. Por supuesto, desde esa concepción instrumental de la empresa
pública, nosotros creemos que hoy en España y en esta situación de
desprotección industrial, nuestro sector público tiene que jugar un papel
importante; si no lo juega es un desastre, no sólo para el sector
público, sino para el tejido industrial, en su conjunto. Más instrumental
no puedo ser. Lo digo ante una situación tal y como entendemos que se da.

Es un instrumento de política industrial activa muy importante por
muchísimas razones, pero, entre otras, porque difícilmente tienen ustedes
otra vía de información sobre la situación de la economía industrial que
la que les facilita la empresa pública que forma parte de ella, de
gestores que realmente lo sean y que desde lo espeso de lo real, les
transmitan a ustedes la información adecuada para poder incluso diseñar
una política que se corresponda con esta situación. No insisto más.

Mi pregunta es muy simple. ¿Por qué se privatizan precisamente las
empresas públicas rentables, bien gestionadas y que tienen buenos
resultados? Esta es la cuestión. Porque no me vale --usted no lo ha dicho
nunca explícitamente, al menos que yo recuerde, a lo mejor recuerdo mal,
pero otras personas de su entorno sí lo han dicho-- que digan que es para
hacer frente al déficit público. Indirectamente usted, por algún
recoveco, alude a ello, a nuestro entender y al de muchas personas más
cualificadas que yo en estos aspectos. Le voy a leer una cita: El diseño
de una operación de privatización con objetivos estrictamente financieros
es esperar que genere efectos nocivos sobre la propia eficiencia y
efectos redistributivos de difícil justificación que incluyen pérdida de
riqueza nacional neta. El señor Segura; publicado en «Papeles de
Economía», la revista de la Confederación de la Caja de Ahorros.

En cuanto al tema concreto de Enagás, señor Ministro, permítame decirle
una cosa suave antes de decirle una cosa un poco más fuerte. La cosa
suave, señor Ministro, es que yo no sé cómo me tengo que explicar. Yo
creo que está bastante claro que mi Grupo está en contra, por razones
financieras, por razones industriales y por razones de interés público.

No está en contra de que se haga una integración en el sector gasístico,
eso ya lo he dicho en más de una ocasión. Y que entenderíamos --y tengo
que simplificar, debido al tiempo que me concede el señor Presidente,
incluso benévolamente-- que, en este caso --y así se ha dicho en otras
ocasiones-- fuera el pez grande el que se comiera al chico y que se
dejaran de dar esos tratamientos asimétricos --y empleo un calificativo
utilizado por usted-- en relación a las empresas privadas, o
semiprivadas, o como las quiera llamar, y en relación a las empresas
públicas. Está claro que Enagás ha tenido desde hace tiempo un
tratamiento asimétrico, ha tenido que cargar con el suministro a sectores
que dejan menos valor, etcétera. Pero no me quiero extender porque usted
lo sabe mejor que yo y, además, este calificativo es suyo, usted
reconocía esta asimetría en el tratamiento de las empresas del sector
gasístico.

Y la cosa más dura, señor Ministro. Tengo que decirle que una parte de su
intervención me ha dolido y la considero absolutamente inadmisible. Me
parece que hay razones suficientes por parte de mi Grupo --y creo que han
sido suficientemente expresadas por este portavoz, mejor o peor, eso es
otra cosa-- para explicar nuestra posición en contra de esta
privatización en la empresa Enagás, sin recurrir a no sé qué recovecos de
baja ralea política. Nosotros no tenemos ninguna necesidad de recurrir a
las argumentaciones a las que usted ha aludido para criticar su política
de alianzas con Convergència i Unió; tenemos razones políticas
suficientes para decirlo explícita y claramente y se lo he dicho: llevan
ustedes malos compañeros de viaje, por lo menos para algunas de las cosas
que usted dice. No necesitamos recurrir a este tipo de zafiedades; por
favor, no haga usted en este caso juicio de intenciones, porque yo no lo
he hecho.

Por último, usted lo dice todo y es difícil discrepar o responder a todo
a la vez. Cuando hace referencia a introducirse en nuevos sectores con
futuro, no lo descarta pero dice que antes es necesario un saneamiento de
las empresas públicas, cosa que yo niego. Ya insistí en que una de las
asignaturas pendientes es lo relativo a gestionar bien la empresa pública
y cambiar radicalmente su tipo de gestión. Claro está que para nuestro
Grupo, y usted en este aspecto puede coincidir en todo o en parte, el
saneamiento no es sólo reducir a la baja y basarlo exclusivamente en
reducción de capacidades y de empleo, sino otras muchas cosas que no voy
a enumerar, pero de las que ya hemos hablado en más de una ocasión.

Matizado así, a lo mejor hasta estamos de acuerdo, pero ése no es un
argumento que usted pueda utilizar en contra de mi Grupo.

Nada más, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i
Unió), tiene la palabra el señor Sánchez i Llibre.




El señor SANCHEZ I LLIBRE: Voy a ser muy breve, señor Presidente.

Solamente quiero reclamar del Gobierno, en este caso del Ministro de
Industria, la sensibilidad necesaria y suficiente, ya que dentro del INI,
y quizá también dentro del Grupo Teneo, coexisten una serie de empresas
que, por razones estratégicas, razones económicas, razones sociales,
pasaron a formar parte, en un momento determinado, del grupo industrial
del Estado; es verdad que algunas de estas empresas, que no son
estratégicas, ni obedecen a razones estratégicas desde el punto de vista
social, hoy están coexistiendo con empresas privadas en diferentes
sectores: electrónico, siderometalúrgico, comercial, textil, etcétera, y
entiendo que en estos casos es



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donde quizá debiera existir por parte del Gobierno la sensibilidad
suficiente para que esta competencia, desleal en muchos casos, no fuera
en detrimento de la iniciativa privada. Pienso que, quizá, estos
problemas, que a nuestro juicio son muy importantes, los podremos
resolver a través de la proposición no de ley sobre racionalización del
sector público, que deseo que podamos aprobar después de esta
comparecencia.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Voy a ser
muy breve, señor Presidente.

Señor Gámir, con todo respeto le diré que es usted muy libre de pensar lo
que quiera. Siempre empiezo diciendo, a veces creo que es por cuestión de
estilo, cuando voy a expresar mi profundo desacuerdo --antes se lo he
expresado en la forma y en el fondo, como usted hacía conmigo--, mi
respeto a su libertad de expresión, que espero que, en justa
reciprocidad, tendrá usted también conmigo; el respeto a mi libertad de
expresión para decirle parlamentariamente, con la misma dureza que usted
ha empleado, lo que pienso de lo que usted ha dicho.

Usted indica que, en función de su libertad de expresión, puede utilizar
una determinada expresión y no dar mayores pasos. Se ha limitado a decir
que hay una sospecha sobre la operación de gas natural. De acuerdo,
permítame nada más, y no creo que esto sea un ejercicio abusivo ya que
tengo el último turno, constatar que no ha contestado a lo que yo antes
le he sugerido. Usted, aparentemente, se hace eco de la existencia de una
sospecha. Algunos editorialistas --no sé si tienen relación con usted,
espero que no-- han configurado esa sospecha esos últimos días y usted no
ha desmentido aquello que yo le he dicho, que ésta es una buena operación
industrial, una buena operación económica, una buena operación gasística
y una buena operación para los intereses de España, sino que se ha
limitado a hacerse eco de algunas de las cosas que se dicen.

Sobre Repsol, señor Gámir, le diré que no busque usted contradicciones.

He dicho lo que he dicho: que ni este Ministro ni el Gobierno como tal
han tomado una decisión sobre el porcentaje en el cual se vaya a producir
la salida a Bolsa. Por cierto, que el anuncio de la salida a Bolsa lo
hice yo mucho antes de que se hiciera desde el INH o desde Repsol y lo
hice en esta Cámara parlamentaria, como me parece que debo hacerlo. Otra
cosa es que, después, esas cifras, que naturalmente no son cifras
lanzadas al albur, puedan recibir distinto tratamiento. Como usted es
partidario de echar mano de la hemeroteca, le aconsejo que haga un repaso
sobre los periódicos de estos días y encontrará distintas versiones sobre
el porcentaje que va a salir a Bolsa: en unos, el 20; en otros, el 30; en
otros, el 20 y el 30, y en otros simplemente no hay cifra, sino que se
hacen eco de lo mismo que dijo, y que acabo de repetir yo, el Presidente
de Repsol: que el Gobierno todavía no había tomado una decisión. Por
tanto, no digo más que algo que usted ya sabe. No busquemos, señor Gámir,
más contradicciones de las que inevitablemente existen.

En tercer lugar, sobre la compras internas, le vuelvo a remitir a mi
argumentación anterior; no se trata de discutir en abstracto. Si usted
quiere pedir una información, cumpliremos con las obligaciones que,
naturalmente, corresponden con S. S., como con los demás grupos de esta
Cámara o con los demás Diputados de esta Cámara, enviando la información
que sea procedente y que se pueda suministrar en este terreno, y creo
que, en abstracto, el argumento es bastante relevante, estamos todos de
acuerdo; el problema es si, en concreto, hay eso que usted llama el
principio neutárquico, que ciertamente es algo bastante absurdo y que
ciertamente, si existiera, debiera ser corregido por razones de
eficiencia, con lo cual le vuelvo a decir que estoy de acuerdo con usted
en abstracto. El problema está en si, en concreto, se producen
situaciones en las cuales hay un tratamiento privilegiado que iría en
contra del principio de eficiencia. Este es el problema, señor Gámir.

Señor García Fonseca, sobre Repsol me parece que acabo de contestar una
vez más, por no hacer tirabuzones ya argumentales en esta cuestión, que
no se ha decidido. El Presidente del INH se ha hecho eco, naturalmente,
de conversaciones que mantengo con él desde hace meses de los anuncios
que yo mismo hice y de que es perfectamente posible el mantener no
solamente la defensa de los intereses estratégicos de España, a pesar de
una reducción de la participación pública, sino que esa participación hay
que discutirla, y, naturalmente, lo haremos en el momento en que sea
oportuno. Se está en este momento tanteando cuál es el momento más
adecuado, teniendo en cuenta la evolución de los mercados de capitales
para hacer la operación. En algún momento, yo dije que sería conveniente
que esta operación se hiciera en el segundo semestre del año; sabe usted
que éste es un momento en que se han producido algunas alteraciones en
los mercados de capitales; no renunciamos todavía dentro de este año,
quizás en la última parte del año, a hacer la operación, pero ciertamente
hay que evaluarlo y el porcentaje finalmente lo acordaremos.

Estoy muy de acuerdo con usted de todas formas, señor García Fonseca, en
algo que ha dicho: los gestores de las empresas públicas, aunque sean
presidentes de un grupo público, no son los dueños, lo mismo que el
Gobierno tampoco es el dueño; el dueño son todos los ciudadanos
españoles, aunque algunos tengan unas responsabilidades asignadas, pero
es verdad que no son ni van a ser permanentemente los gestores quienes
decidan. No lo pueden hacer; son decisiones que tienen un carácter
político, sin duda alguna, en última instancia, y tienen que pasar por
las instancias políticas correspondientes, como es razonable.

Se quejaba usted de si yo le decía que sí, pero no, sino todo lo
contrario. No lo sé; me parece que hemos hecho en su última intervención
una mayor aproximación de posiciones, señor García Fonseca. Yo me alegro
de que coincida usted en que la empresa pública no es un fin, sino un
instrumento, y estoy, a mi vez, de acuerdo con usted en que hoy --lo he
dicho antes también-- es un instrumento importante. No sé si dentro de
veinte años lo será, no lo sé. Sé que en las circunstancias de hoy,
España es --lo vengo



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enfatizando en todas mis intervenciones-- una de las pocas realidades
industriales de tamaño internacional que tenemos, y tiene muchísimos
defectos; lo sé. Por eso tenemos que hacer ese esfuerzo de aprovechar
aquello que es válido. Por eso hay ahí un nivel de coincidencias, señor
García Fonseca, y no me duelen prendas en reconocerlo, porque siempre
hemos coincidido en eso. Tal vez un poquito menos cuando después se
establece por su parte, o yo, por lo menos, siempre creo encontrar por su
parte, que es mejor una empresa pública cuanto más participación
accionarial hay por parte del sector público.

Sobre eso, señor García Fonseca, tengo muchas más dudas, porque si eso es
instrumental y si realmente los objetivos que pretendemos alcanzar se
pueden adquirir incluso desde un argumento exclusivamente de relación
entre medios y fines con distinto nivel de participación, o con menor
nivel, para garantizar los mismos objetivos, tal vez sea en un país con
recursos incluso públicos e insuficientes, una no eficiente asignación de
recursos, el dedicar tantos o tanta participación accionarial a
determinados grupos, cuando con menos participación podrían obtenerse o
utilizarse esos recursos en otras finalidades sin renunciar a los
objetivos que en determinadas empresas públicas es necesario seguir
alcanzando. Por lo tanto, es una discusión, si quiere usted, más de
matiz, pero una discusión que a veces me parece importante. A veces, creo
encontrar en usted --y perdóneme si no le hago justicia a su
pensamiento--, creo encontrar en usted una visión en que la empresa
pública sería más pública siempre y cuando el porcentaje fuera de más del
50 por ciento, con independencia de las funciones que tuviera realmente
que perseguir o que alcanzar.

¿Por qué se va a privatizar --se pregunta usted-- o por qué se privatizan
las rentables? Sabe usted que hay una especie de dificultad casi
metafísica, diría yo. Privatizar las que no son rentables, señor García
Fonseca, es algo que este Ministro todavía no ha conseguido. Créame, yo
no sé si alguno de mis sucesores conseguirá privatizar las empresas que
no son rentables. Yo bien que lo intento y bien que lo quisiera, y para
algunas de las menos rentables de este país me encantaría encontrar
empresarios privados dispuestos a garantizarme que ellos son capaces de
sacarlas adelante. Hay algunas empresas que tienen posibilidades de
rentabilidad y a veces, quizá, la puesta en rentabilidad puede estar
asociada también a la alianza con el sector privado. Por tanto, esto son
vías que tenemos que explorar, señor García Fonseca.

Es verdad que hoy no me he referido explícitamente a la financiación del
déficit, es verdad que ésa puede ser una de las finalidades de la
reducción de la participación, puede ser; no lo está siendo en la
estrategia que estamos llevando a cabo en la empresa pública dependiente
del Ministerio de Industria, no lo está siendo, no es ésa la finalidad
primordial; ya he dicho cuál es la argumentación fundamental para eso,
porque eso nos llevaría a otro horizonte en el que sin duda alguna
ganaríamos inicialmente y después tendríamos problemas mucho más
difíciles de vencer. Pero fíjese, por ejemplo, cuando se anunció la
privatización o eso que usted ha llamado privatización, que yo creo que
no es privatización en absoluto, es otra cosa distinta, es la creación de
un gran grupo industrial de gas, se anunció incluso --y también se
refirieron a esto los medios de comunicación, aunque uno no está
desmintiendo todos los días lo que dicen los medios de comunicación-- que
eso iba a significar unos recursos para el Estado o una aportación de
recursos para el Estado en el entorno de 80 ó 100.000 millones de
pesetas, y yo les dije a algunos medios de comunicación: No es eso de lo
que estamos hablando, de ninguna manera, y, entre otras cosas, ésos no
van a ser recursos que vayan al Tesoro. ¿Por qué? Porque ésa no es una
operación de rentabilización en términos de transferencia al Tesoro
público, sino una operación de reducción, entre otras muchas cosas bien
entendido, de las necesidades financieras para el conjunto de inversiones
que en el sector de gas van a ser necesarias. Se hablaba entonces de un
análisis muy sencillo --antes me he referido a él--, ampliación de
capital; esto se hace en dos patadas y significa que el Tesoro público se
embolsa 100.000 millones de pesetas. Y, lamentablemente, incluso algunos
que forman parte de la operación en algún momento hasta trataron en algún
ambiente de venderlo así. No era posible, no era posible con los
compromisos de Enagás, no era posible con la realidad de Enagás, no era
posible con todo lo que tenemos todavía por delante. No era posible
atender a todos los compromisos de inversión, etcétera, a todo lo que es
el planteamiento de gasificación y, al mismo tiempo, hacer un «gran
negocio», entre comillas, para el Tesoro público en forma de aportación
de recursos. Por tanto, ahora hay un valor de unas acciones que
naturalmente quedan en manos del INH y que, ciertamente, tendrán que
seguir sirviendo para hacer frente a las necesidades financieras de todo
el conjunto del grupo y en este caso del sector del gas, porque el INH y
Repsol van a seguir teniendo una participación muy importante en el
grupo. No olvide usted que en conjunto tienen el 49 por ciento
aproximadamente de lo que es la empresa resultante.

Finalmente, hay una cuestión que yo le respeto, señor García Fonseca: me
alegro --y créame, se lo digo honestamente-- de que en su planteamiento
de desacuerdo con lo que yo he defendido sobre la operación del gas no
haya ningún trasfondo de lo que usted ha caracterizado como juicios de
intenciones, zafiedades o caracterizaciones políticas. Me alegro
honestamente, se lo digo sin ningún tipo de doblez. Por tanto, debo
entender --y ésta era la afirmación suave que usted hacía-- que ustedes
se oponen por razones financieras --creo haber tomado nota bien--, por
razones industriales y por razones de interés público. Lamentablemente,
permitirá que en esto le replique: no me ha dado ni una sola razón para
decirme por qué se opone por razones financieras, no me ha dado ni una
sola razón para decir por qué se opone por razones industriales ni
tampoco me ha dado ni una sola razón que yo haya podido entender para
justificar o argumentar su oposición por razones de interés público.

Por tanto, yo acepto, créame, señor García Fonseca --me alegro de que lo
diga así, ojalá lo diga en público no solamente en esta sala--, que usted
no se opone por ningún tipo de razones políticas, sino solamente por las



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financieras, por las industriales o por las del interés público, aunque,
créame, también lo digo honestamente, no he visto ni un solo atisbo de
razonamiento que justifique estas tres afirmaciones.

Por último, en cuanto a la racionalización, también estamos de acuerdo,
señor García Fonseca. La racionalización no puede ser solamente un ajuste
a la baja, lamentablemente a veces lo es, pero otras veces debe ser un
ajuste que permita también la expansión. Yo estoy de acuerdo con eso y
creo que es siempre una cuestión de grado en relación con los planes, con
los proyectos, con los procesos de reestructuración, etcétera, en cada
uno de los sectores o en cada una de las empresas.

Señor Sánchez i Llibre, tomo muy buena nota de lo que usted ha dicho.

Sabe que éste es un tema que a mí me preocupa también. Me preocupa el que
en los sectores en los que hay empresa pública pudiera haber atisbos de
un privilegio en la relación de competencia con el sector privado. Y, en
honor a la verdad, también me preocupa el que algunas empresas privadas
piensen que por el hecho de que hay empresas públicas tendrían que
desaparecer las empresas públicas para dejarles el mercado libre, porque
eso no es la competencia, eso es otra cosa distinta; eso es la aspiración
legítima, quizá, pero, en todo caso, no defendible, al monopolio que
tienen todas las empresas que en el mundo han sido.

Por lo tanto, yo creo que tenemos que trabajar en que la competencia sea
leal y creo que hay muchos sectores de actividad en los cuales hay
presencia pública industrial, en los que es conveniente, es necesario --a
algunos me he referido-- una mayor conjunción de intereses públicos y
privados, sobre todo para configurar un tejido más sólido.

Podría hablar de los temas siderúrgicos, podría hablar de los temas de
pasta de papel, podría hablar de otros muchos a los que me he referido y
en los cuales ciertamente estamos trabajando.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Señores portavoces, por el buen orden de la sesión vamos a suspenderla
por tres minutos y la reanudaremos para hacer frente al segundo punto del
orden del día. (Pausa.)
Reanudamos la sesión, aunque ya en este momento la temperatura sólo es de
30 grados, contra los 40 ó 45 a que hemos llegado a lo largo de la tarde.

Ruego a los señores Diputados que, a la vista de la hora, intenten ser lo
más concisos posible en los turnos a los que reglamentariamente tienen
derecho.




--PROPOSICION NO DE LEY POR LA QUE SE INSTA AL GOBIERNO A REMITIR A LAS
CORTES GENERALES UN PLAN ORIENTADO A RACIONALIZAR EL SECTOR PUBLICO
EMPRESARIAL. PRESENTADA POR EL GRUPO PARLAMENTARIO CATALAN (CONVERGENCIA
I UNIO). (Número de expediente 161/000133.)



El señor PRESIDENTE: Vamos a pasar al punto segundo del orden del día:
proposición no de ley por la que se insta al Gobierno a remitir a las
Cortes Generales un plan orientado a racionalizar el sector público
empresarial.

Para su defensa, tiene la palabra don Josep Sánchez i Llibre, en
representación del Grupo Parlamentario Catalán (Convergencia i Unió),
autor de la proposición no de ley.




El señor SANCHEZ I LLIBRE: Señoras y señores Diputados, en aras a la
brevedad del tiempo y en vista de que una parte importante... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Señor Sánchez i Llibre, discúlpeme. Por favor,
señores Diputados y señora Diputada, ¿tendrían la bondad de tomar
asiento?



El señor GAMIR CASARES: Señor Presidente, hemos tenido conocimiento de un
texto en este momento, quizá por falta de cuidado de conocerlo, y eso nos
ha llevado a esta pequeña toma de decisión.




El señor PRESIDENTE: ¿Le parece que podemos reanudar o desean que
interrumpamos en algún momento? Si quieren interrumpir después, si lo
necesitan, el señor portavoz me lo dice y con mucho gusto suspenderemos
la sesión unos minutos.

En cualquier caso, continuamos. El señor Sánchez i Llibre tiene la
palabra.




El señor SANCHEZ I LLIBRE: Tal como le decía, una parte importante de la
exposición de motivos que yo pensaba hacer en esta intervención para
defender la proposición no de ley sobre la racionalización del sector
público básicamente la he hecho ya en la comparecencia del señor
Ministro, y solamente me gustaría, para poderla defender con la máxima
brevedad posible, indicar los tres puntos fundamentales que incorporamos
en esta proposición no de ley sobre la racionalización del sector público
español.

Ya he dicho en mi anterior intervención que desde Convergència i Unió
estimábamos que uno de los retos fundamentales y una de las asignaturas
pendientes importantes desde la perspectiva económica que tenían este
Gobierno y el sistema económico español era la racionalización del sector
público español. Nosotros entendemos que una parte importante de la
función que están experimentando en estos momentos unas industrias
importantes del Instituto Nacional de Industria, otras incorporadas al
Grupo Teneo, otras incorporadas al Instituto Nacional de Hidrocarburos y
otras empresas públicas incorporadas en los diferentes Ministerios cabe
la posibilidad de que, si se racionaliza y se optimiza el sector público
español, pueda pasar progresiva y paulatinamente al sector privado en
aras no sólo de buscar una ventaja para cubrir ingresos para paliar el
déficit público, sino otra cuestión muy importante, que es el incremento
de la eficiencia económica que supondrían las privatizaciones progresivas
al incrementar una serie de competencias importantes que concurrirían en
el sector privado español, rebajando los costes



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correspondientes e implicando una competitividad importante dentro del
tejido industrial y empresarial español.

Básicamente, nuestra proposición no de ley incorpora tres puntos. El
primero de ellos consiste única y exclusivamente en que por parte del
Gobierno, en el plazo de seis meses, se remita a la Cámara de los
Diputados cuáles son los criterios por los que hay una implicación
interesante para que la empresa pública esté presente en el sector
productivo español, ateniéndonos básicamente a razones estratégicas,
sociales y económicas. Una vez elaborados estos criterios en los cuales
se fijen los de participación o presencia pública de empresas en el
sector público español, ir elaborando progresivamente las privatizaciones
correspondientes de las empresas que no estén incorporadas en este
sector.

Otro segundo punto importante es que el Gobierno ha de remitir a la
Cámara las bases que deberían definir una nueva normativa general sobre
el Estatuto de las empresas públicas, que permitiera una reordenación del
Instituto Nacional de Industria y de todo el sector empresarial público,
así como la fijación de los criterios de representación en los Consejos
de Administración de las empresas públicas en las proporciones adecuadas
de las comunidades autónomas donde se ubique su actividad principal.

Otro tercer punto importante de nuestra proposición no de ley es el
establecimiento de un plan de competitividad en el sector público que
afecte tanto a los servicios como a las actividades de las empresas
públicas y que posibilite su modernización, así como la mejora de su
eficiencia y productividad.

Nosotros entendemos que si conseguimos en esta sesión de hoy aprobar esta
proposición no de ley sobre racionalización del sector público español,
mejoraríamos la eficiencia económica y productiva del tejido empresarial.




El señor PRESIDENTE: A esta proposición no de ley dos grupos de la Cámara
han presentado enmiendas.

En primer lugar, para la defensa de la enmienda presentada por el Grupo
Parlamentario Socialista, tiene la palabra don José Félix Sáenz Lorenzo.




El señor SAENZ LORENZO: Brevemente, puesto que ya hemos expuesto nuestras
opiniones de fondo respecto al tema de la empresa pública.

Nuestro grupo, coincidiendo, en cierta medida, con la solicitud del Grupo
Parlamentario de Convergència i Unió de que se envíe un informe respecto
a las posiciones del Gobierno en cuanto a la empresa pública, discrepando
en algunas de las manifestaciones que ha hecho el representante de
Convergència, porque, evidentemente, los criterios que las informan no
van a ser coincidentes, el planteamiento es que estamos de acuerdo en que
se plantee un informe en el cual el primer tema que se ha de establecer
es la competitividad y la mejora de la eficiencia y productividad de la
empresa pública.

El segundo tema que nos parece importante son los principios estratégicos
que aconsejen el mantenimiento o privatización de las empresas, cuáles
son los criterios que el Gobierno tiene a este respecto.

Y el tercer tema, el de la presencia en la gestión de las empresas
públicas de comunidades autónomas.

Coincidiendo, por tanto, en que estos temas conviene que se traten con
seriedad, hemos presentado esta enmienda que coincide en el fondo y que
modifica o matiza la forma en que estaban planteados dos de los temas por
parte del Grupo proponente.

Nosotros plantearíamos simplemente que en el punto 2, en vez de «su
posible paso al sector privado», se dijera: «su posible privatización».




El señor PRESIDENTE: Para defender la enmienda presentada por el Grupo
Popular, tiene la palabra don Luis Gámir.




El señor GAMIR CASARES: Señor Presidente, nos encontramos con una
enmienda transaccional diferente del texto original que nos llevó a
plantear una enmienda de sustitución.

Nosotros no estamos en desacuerdo con el texto transaccional. Nos parece,
con toda sinceridad, débil, porque el único compromiso es presentar un
informe en un plazo de seis meses. El texto que nosotros planteábamos no
era un informe, sino que se tomaran una serie de medidas (la elaboración
de un Estatuto de la empresa pública, etcétera) en el plazo de seis
meses. Era tomar medidas activas, no presentar un informe.

Ahora bien, en aras a la --si se me permite utilizar la expresión--
convergencia y a la unión de posturas dentro de esta Comisión y
acercamientos evidentemente, nosotros podemos votar este texto
transaccional, dejando, sin embargo, claro, en esta especie de
explicación de voto, que nos parece débil, y hubiéramos preferido que, en
vez de pedir un informe, se pidiera una serie de medidas, que son las que
hemos planteado, como las que responden a nuestra política, que aparecen
en el texto alternativo.

Dejando esto claro, que nuestra postura como grupo político es la que
aparece en la enmienda de texto alternativo a la proposición no de ley, a
efectos de votación no tendríamos inconveniente en votar la enmienda
transaccional.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún otro Grupo desea fijar su posición? (Pausa.)
Por el Grupo Parlamentario Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, el
señor García Fonseca tiene la palabra.




El señor GARCIA FONSECA: La fijo muy brevemente en relación con la
proposición no de ley presentada por el Grupo Popular, perdón, por
Convergència i Unió --no es un lapsus intencionado--. A mi vez tomaré
posición luego en relación con las enmiendas presentadas por otros
grupos, si fueran aceptadas.

Brevísimamente, porque no sé por dónde cogerlo. Esto me parece una joya
de irracionalidad. Es difícil superar la exposición de motivos de la
proposición no de ley realmente en cuanto a discurso ideológico en el
peor sentido de discurso encubridor de lo real, porque se recoge desde
cosas que son o pretenden ser afirmaciones empíricas de datos, que son
absolutamente falsas, a juicios de valor que



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son absolutamente ideológicos. Cuando se dice: «Durante la última década
la intervención directa o indirecta del sector público en el Estado
español ha experimentado un fuerte incremento», no sé en base a qué datos
se dice esto, porque los datos que tengo dicen exactamente lo contrario.

Si lo hacemos en relación a Europa estamos bastante por debajo y si lo
hacemos en relación al pasado resulta que hemos ido decreciendo con
cualquiera de los parámetros que se cojan, no voy a entrar en ellos, pero
los tengo aquí delante. Por tanto, son afirmaciones que realmente
producen perplejidad, porque además son empíricas.

En cuanto a las ideológicas, como se dice aquí, la evidencia es lo
primero que hay que superar para entrar en el terreno de la ciencia, y se
empieza diciendo que «... la evidencia de que muchas de las actividades
económicas que realiza directamente el sector público podrían ser
realizadas, con mejor rentabilidad y competitividad, por parte del sector
privado». Es una de esas evidencias, que desde luego es lo primero a
superar, repito, para tener una postura mínimamente rigurosa.

Termino diciendo que supongo que después de todo el señor Ministro de
Industria no tiene mucho que buscar cuando quería alguien que le
reemplazara o que en todo caso le indicara qué hacer con las empresas
públicas en pérdidas, cómo privatizarlas, porque supongo que es a ésas
precisamente a las que se refieren, puesto que las que dan beneficio y
están bien gestionadas parece que no caben dentro de esta argumentación.

Dicho esto, termino manifestando que mi Grupo desde luego va a votar que
no a esta proposición no de ley sin más explicaciones.




El señor PRESIDENTE: Señor García Fonseca, me ha parecido entender que
deseaba también tomar posición respecto a las enmiendas. Le ruego que lo
haga ahora porque no va a tener otra oportunidad en todo caso.




El señor GARCIA FONSECA: En relación a la enmienda presentada por el
Grupo Socialista, mi Grupo no tendría ningún inconveniente en votarlas
favorablemente (El señor Sáenz Lorenzo: Muchas gracias.) en lo que consta
literalmente: como luego su realización tiene múltiples derivadas, en lo
que consta literalmente podría aceptarla, y en conjunto, aunque alguno de
los puntos podría asumirlos, la del PP la rechazaría, por razones
parecidas en el contenido que no en la forma, a las expresadas sobre la
del Grupo catalán.




El señor PRESIDENTE: Para aceptar o rechazar las enmiendas presentadas,
en representación del Grupo proponente, tiene la palabra el señor Sánchez
i Llibre.




El señor SANCHEZ I LLIBRE: En primer lugar, para manifestar que nosotros
vamos a aceptar la enmienda que nos ha presentado el Grupo Socialista y,
por descontado, por una cuestión de técnica parlamentaria, al aceptar
esta enmienda, no podemos aceptar la enmienda del Grupo Popular,
entendiendo que hay algunos apartados importantes que quedan subsumidos
al aceptar la enmienda socialista, y agradeciendo de antemano también la
disposición a votar favorablemente del Grupo Popular tras nuestra
aceptación de la enmienda socialista.




El señor PRESIDENTE: Para que todos los señores Diputados conozcan
exactamente qué se está votando, me ha parecido entender que había una
enmienda in voce que corregía algún punto de la enmienda socialista. (El
señor Sáenz Lorenzo pide la palabra.)
Señor Sáenz Lorenzo, tiene la palabra.




El señor SAENZ LORENZO: Señor Presidente, en el punto 2, la última frase
es «su posible paso al sector privado» y tiene que quedar: «su posible
privatización», aunque yo creo que es exactamente lo mismo.




El señor PRESIDENTE: Por tanto, es cambiar «paso al sector privado» por
«privatización».

Señoras y señores Diputados, para saber exactamente la votación a la que
vamos a proceder, como es conocido, la exposición de motivos no se vota;
se votan estrictamente los tres puntos, y siendo la enmienda presentada
por el Grupo Socialista de sustitución, es, por tanto, el texto de la
enmienda presentada por el Grupo Socialista el que se somete a votación.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Por unanimidad queda aprobada la proposición no de
ley en la forma en que ha resultado del debate producido.

Muchas gracias, señoras y señores Diputados. Se levanta la sesión.




Eran las nueve y diez de la noche.