Hijo de familia humilde, su padre era artesano constructor de carruajes. Realizó estudios de Latín y Filosofía, pero en 1809 ingresó como soldado en el regimiento de infantería de Ciudad Real y un año después en la Academia Militar de la Isla de León. En 1814 se alistó en la expedición de Morillo que partió de Cádiz, en 1815, con destino a América, donde hizo una importante carrera militar y donde permanecería hasta 1825; no llegó a España hasta 1826, después de haber residido en Burdeos. Comenzada la guerra carlista fue ascendido a comandante general en 1834; destacó por su disciplina y dureza en el tratamiento de sus propias tropas; sus éxitos militares le valieron ser general en jefe del ejército de operaciones del norte; su carrera militar se afianza al tiempo que comienza a adquirir un gran protagonismo político que tiene su punto culminante cuando, con motivo de la Ley de Ayuntamientos, Espartero ocupa la Regencia. Fue elegido regente por las Cortes el 10 de mayo de 1841 y juró el cargo ante Argüelles, presidente del Congreso y tutor de Isabel II.

Su férrea disciplina militar se traduce también en su faceta política, no sólo contra los opositores sino también en las relaciones con sus propios partidarios, como lo puso de manifiesto la decisión de bombardear Barcelona a finales de 1842 y disolver las Cortes. Las sublevaciones habían empezado a estallar por diversos puntos de la península y el rigor de la represión aumentaba el odio hacia Espartero. La impopularidad, sobre todo entre sus propias filas y entre el progresismo liberal, le obliga a exiliarse a Inglaterra. No regresó a España hasta enero de 1848, ya bajo el Gobierno de Narváez.

Volvió a la palestra con la revolución de 1854 que abrió el periodo llamado "Bienio Progresista" (1854-1856), jalonado por los enfrentamientos entre Espartero y O'Donnell, ministro de Guerra, de los cuales Espartero saldrá vencido. En 1856 se retira a Logroño; aún se volvió a pensar en él cuando, con motivo de la Revolución de 1868, "la Gloriosa", Prim lo tuvo en mente para que ocupara el trono de España, trono que finalmente recaería en Amadeo de Saboya, quien le otorgó el título de príncipe de Vergara.

En las Cortes de 1836 es elegido diputado por Logroño; nuevamente lo será en 1840, por Barcelona y en las de 1841 por Logroño y Valencia; volvió a ser elegido para formar parte de las Cortes en 1854 y, finalmente, en 1869 en representación de Logroño y Zaragoza. No destacó por su oratoria ni por intervenir frecuentemente en las discusiones y debates de las Cortes en las cuales fue diputado, pero sí fue elegido como presidente de la Cámara entre los meses de noviembre y diciembre de 1854, sustituyendo al interino duque de San Miguel.

No obstante, tiene especial singularidad su intervención en el debate sobre la jurisdicción militar: "... Se dice que se quiere sostener el fuero militar. Señores, si eso es fuero, ¡es buen fuero por cierto! ¡Cuando, por ejemplo, salgo yo á la calle, un soldado me falta de cualquier manera y lo llevan al patíbulo. ¡Buen fuero por cierto! repito. No, señores; lo que hay es una necesidad de poner esas leyes fuertes, terribles, para los hombres que tienen las armas en la mano, para los hombres que están en el fuego de su juventud; ... Los militares, pues, no pueden ni deben quedar sujetos á los Códigos, pues de lo contrario, yo aseguro que á los dos meses veriamos á muchos indivíduos del ejército en presidio. He dicho, señores" (Sesión de 7 de noviembre de 1855).

Nombrado senador vitalicio por Real Decreto de 3 de septiembre de 1847 en la legislatura de 1847-1848, renuncia a dicho cargo en la legislatura de 1858. De nuevo, en la legislatura de 1871-1872, es elegido senador por las provincias de Logroño y de Madrid optando por la primera; y en la legislatura de 1872 por Madrid y Logroño, en la que también renuncia al cargo. Finaliza su etapa de senador por derecho propio durante la legislatura de 1877.

Un sobrino del senador notificó su fallecimiento a la Cámara Alta, ocurrido en Logroño el 8 de enero de 1879.

La biografía procede de la publicación "Los presidentes del Congreso de los Diputados, 1810-2010" (2010), coordinada por Sofía Gandarias Alonso de Celis y Mateo Maciá Gómez, y editada por el Departamento de Publicaciones del Congreso de los Diputados. Los textos fueron realizados por ambos coordinadores, con la colaboración de Esperanza Prieto Hernández.