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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 113, de 29/11/2000
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 2000 VII Legislatura Núm. 113



NO PERMANENTE PARA LA VALORACIÓN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS POR EL
PACTO DE TOLEDO



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FERNANDO FERNÁNDEZ DE TROCÓNIZ MARCOS



Sesión núm. 7



celebrada el miércoles, 29 de noviembre de 2000



ORDEN DEL DÍA:



- Comparecencia del señor director del Servicio de Estudios del BBVA
(Sebastián Gascón) para informar sobre temas relacionados con el
objeto de la Comisión. A solicitud del Grupo Parlamentario
Socialista. (Número de expediente 219/000007) . . . (Página 3290)



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Se abre la sesión a las once y cincuenta minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Buenos días, señoras y señores diputados. Vamos
abrir esta sesión de la Comisión para la valoración de los resultados
obtenidos por el Pacto de Toledo con la comparecencia del Servicio de
Estudios del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria. Digo del Servicio de
Estudios porque era así como estaba en principio previsto, pero
lógicamente se personifica en las personas de su director y
subdirector, que han tenido la amabilidad de atender nuestro
requerimiento, para que nos informen sobre su perspectiva en relación
con el futuro del sistema público español de pensiones. (Rumores.)
Señora López i Chamosa, le ruego guarde silencio. (Risas.)
Sin más preámbulos, cedo la palabra a los señores comparecientes que
hoy nos acompañan, don Miguel Sebastián Gascón, director del Servicio
de Estudios del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, y don David Taguas
Coejo, subdirector de este mismo Servicio de Estudios. Como es
habitual, en primer lugar intervendrán los comparecientes, que nos
expondrán aquello que tengan por conveniente, después intervendrán
los diferentes grupos parlamentarios que lo deseen, en el orden mayor
a menor, concluyendo con la intervención del grupo parlamentario que
apoya al Gobierno. A continuación, los señores comparecientes
contestarán las preguntas que les hayan sido formuladas y, si fuera
necesario, abriríamos un segundo turno de intervenciones.

Tiene la palabra don Miguel Sebastián Gascón.




El señor DIRECTOR DEL SERVICIO DE ESTUDIOS DEL BBVA (Sebastián
Gascón): Buenos días. Es la primera vez que comparezco en una
Comisión parlamentaria, por tanto desconozco las formas y pido
disculpas por adelantado en caso de que no cumpla con las mismas.

Quisiera aclarar de entrada que comparezco como responsable del
Servicio de Estudios, pero nuestras opiniones no involucran a la
institución a la que pertenecemos. Es un servicio de estudios
independiente y, por tanto, nuestras opiniones no tienen por qué ser
compartidas necesariamente por el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria.

Hemos preparado una presentación breve, porque SS.SS. han recibido ya
la visión tanto demográfica como del Fedea sobre el tema de las
pensiones, y lo que vamos a hacer es un repaso de cómo vemos la
problemática de las pensiones.

Es bastante evidente -y ustedes ya lo han escuchado por parte de los
expertos demógrafos- que en España tenemos un problema demográfico.

El problema demográfico lo hemos caracterizado de la forma más
sencilla en tres variables: la esperanza de vida al nacer, la tasa de
fertilidad -número de hijos por mujer- y los flujos migratorios.

Según la transparencia número 2 que se les ha repartido, la esperanza
de
vida al nacer ha aumentado considerablemente tanto para los hombres
como para las mujeres desde principios de siglo, que estaba en 34
años para los hombres y 36 para las mujeres; a mitad de siglo pasó a
60 y 64 respectivamente, y ahora tenemos una esperanza de vida de 75
años para los hombres y 83 para las mujeres. Por tanto, ha habido un
cambio sustancial en la esperanza de vida al nacer. Por el contrario,
en lo referente a la tasa de fertilidad, se ha reducido notablemente
y ahora tenemos una tasa de 1,2 niños por mujer. La tasa de reemplazo
que mantiene la población constante, como saben ustedes, está en
2,02, por tanto el 1,2 implica una tasa inferior a la necesaria para
mantener la población constante. Finalmente, en cuanto a los flujos
migratorios, hemos pasado de ser un país exportador, por decirlo así,
de capital humano a principio de siglo y a mitad de siglo a ser un
país importador de mano de obra a finales de siglo, con unos flujos
de 40.000 inmigrantes netos por año en el año 1999.

Si juntamos estas tres variables demográficas, la conclusión es lo
que se conoce como la pirámide de población, que es el porcentaje de
personas en cada grupo de edad, tanto para hombres como para mujeres.

Como pueden ver, en el año 1971 teníamos una pirámide de población
muy ancha por la base y muy estrecha por arriba; típico de un país
con un fuerte crecimiento, de un país joven. En el año 1999 tenemos
una pirámide demográfica que empieza a estrecharse por la base y la
parte ancha va subiendo hacia arriba; ahora la parte ancha
corresponde al grupo de edad más o menos en los 30 ó 40 años, y en el
año 2020 tendremos una pirámide de población que será especialmente
ancha en el tramo en torno a los 50 ó 60 años. Lo importante de esta
pirámide de población es que está prácticamente dada, de aquí al 2020
no hay nada que hacer; la posibilidad de incidir sobre esta pirámide
de población en los próximos veinte años es prácticamente nula.

Aunque es verdad que los problemas derivados de la composición
demográfica van a ser más acuciantes en torno al año 2050, es
importante resaltar que antes de esa fecha ya van a empezar a aflorar
algunos problemas relacionados con este cambio demográfico tan
importante que está teniendo lugar en la economía española, y que
nosotros resumimos en tres. En primer lugar, va a haber cambios
notables en el mercado de trabajo. Estamos hablando de una economía
que desde el año 1975 es una economía de paro, de desempleo y, de
hecho, como saben ustedes, en buena parte de las encuestas de opinión
el paro se contemplaba como la principal preocupación de los
españoles. Sin embargo, con una cierta rapidez nos vamos a convertir
en una economía no solamente sin paro, sino con un problema de
escasez de mano de obra. Por tanto, tendrá que cambiar no solamente
la forma de afrontar la situación económica por parte de los poderes
públicos, sino también la propia percepción social, que hoy por hoy
sigue contemplando la economía española como una economía



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con elevado paro. Sin embargo, sabemos -porque esto no va a ocurrir
en 2050, esto va a ocurrir antes, en 2020 desde luego y probablemente
en 2010- que la economía española va a experimentar problemas de
escasez de mano de obra, mano de obra que en algunos sectores y en
algunas zonas geográficas ya estamos viviendo, pero que será mucho
más patente en los próximos años en toda la geografía nacional y en
todos los sectores. Como entiendo que el objetivo de esta
comparecencia no es este punto, no voy a hablar más sobre el tema del
mercado de trabajo, aunque creo que es importante mencionarlo como
una de las consecuencias del cambio demográfico que está
experimentando España, porque muchas veces solamente hablamos del
tema de las pensiones, pero el tema del mercado de trabajo es tan
importante o más, porque es más inmediato, que el propio tema de las
pensiones.

El segundo punto es el gasto sanitario. Como todos sabemos, el gasto
sanitario de los individuos tiene una representación de una curva en
forma de U, empieza a ser muy alto en los primeros años de vida,
alcanza un mínimo a partir de la adolescencia y a partir de los 45 ó
50 años empiezan los achaques y el gasto sanitario por persona
empieza a subir.




El señor PRESIDENTE: Más tarde. (Risas.)



El señor DIRECTOR DEL SERVICIO DE ESTUDIOS DEL BBVA (Sebastián
Gascón): El presidente me corrige diciendo que más tarde, en
cualquier caso, a partir de los 60 años empieza ese gasto sanitario a
subir, aunque sea en forma de chequeos, que ya son costosos. Por
tanto, en la medida en que un porcentaje importante de la población
se empiece a desplazar a esos tramos de la curva donde el gasto
sanitario por persona es más elevado, pues tendremos también un
problema de explosión de gasto sanitario, sin necesidad de que mejore
la cobertura por persona y sin necesidad de que se declare ningún
tipo de epidemia ni de efecto externo pernicioso. Si todo va bien y
la cobertura sanitaria no mejora, habrá una explosión de gasto
sanitario por el tema demográfico. Por supuesto, si no todo va bien y
encima queremos mejorar la cobertura sanitaria, esta explosión del
gasto será todavía mayor. Pero como también entiendo que éste no es
el objeto de mi comparecencia, no vamos a hablar más del gasto
sanitario, aunque no queríamos dejar de mencionarlo porque, como
decía, está estrechamente vinculado al tema demográfico.

Dejando a un lado el tema del mercado de trabajo y el tema sanitario,
me voy a centrar a continuación en el gasto en pensiones, que es el
objeto de la comparecencia. Como tienen en la transparencia número 6,
el déficit del sistema de la Seguridad Social se puede definir como
la diferencia, lógicamente, entre los ingresos y los gastos. El
mensaje que les queríamos transmitir en esta comparecencia es que los
ingresos no resuelven el
problema de las cuentas de la Seguridad Social; es decir, no hay
capacidad de actuación por el lado de los ingresos. No se dejen -no
sé si son las palabras correctas- engatusar o ilusionar por otros
políticos o por otros expertos; no hay forma de resolver el tema de
los ingresos. Ahora vamos a intentar explicar por qué no hay nada que
hacer por el lado de los ingresos. Por tanto, la clave para hacer
frente al problema del posible déficit de la Seguridad Social está en
los gastos; es en el único apartado donde hay margen de maniobra.

Para entender el tema de los ingresos, en la transparencia número 7
-entiendo que esto puede resultar un poco técnico, pero creemos que
es ilustrativo para comprender el punto que queremos desarrollar-
tenemos los ingresos partidos por PIB. Hemos descompuesto la parte de
abajo del PIB en el producto del empleo por la productividad, esta es
una identidad, porque por definición la productividad es el PIB
partido por el empleo y por tanto ahí tendríamos una identidad; está
expresado en términos reales y por eso arriba también el numerador
está en términos reales. Y los ingresos por cotizaciones sociales los
hemos descompuesto como el producto de tres variables: el empleo, el
número de ocupados por el salario real medio por el tipo impositivo
de las cotizaciones sociales; por tanto, aquí estamos hablando de una
identidad. Lo interesante de esta identidad es que el empleo que
tienen arriba y abajo se cancela en esta condición de ingreso sobre
PIB. La otra parte interesante es que como economistas sabemos que el
salario real y la productividad se deben comportar de forma similar,
idéntica incluso en el largo plazo, por tanto también se cancela. Lo
que uno debería esperar, por lo menos desde el punto de vista
económico y empíricamente también se comprueba, es que los ingresos
sobre PIB sea una variable que no aumente, debemos esperar que se
mantenga constante y que dependa exclusivamente del tipo impositivo
de las cotizaciones sociales. Es decir, que cuando en la opinión
pública, y yo creo que incluso por parte de algunos representantes
políticos, se dice que una evolución favorable del empleo ayuda al
tema de las pensiones se está diciendo una falsedad económica, una
falsedad matemática y una falsedad analítica, porque matemáticamente
el empleo no puede resolver el tema de las pensiones. Cuando se dice
que el tema de la productividad puede ayudar a los ingresos por
cotizaciones, tampoco se está diciendo una verdad porque, en la
medida en que haya aumentos de productividad, lógicamente llevarán
consigo un aumento del salario real. Por tanto, la única variable
susceptible de modificar los ingresos sobre el PIB son los tipos de
las cotizaciones sociales.

El debate que hay ahora es sobre si se deben reducir estos tipos o no
-tampoco es el motivo de esta comparecencia y lo podríamos discutir
al final, si ustedes lo desean-. Nuestra opinión es que no se deben
reducir -aunque sabemos que es la propuesta de la CEOE- porque sus
implicaciones económicas no están tan claras



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en términos de si se trasladaría parte de esa reducción o no a
salarios, cuánto empleo se generaría, etcétera. En cualquier caso,
ese es el debate, si se debe reducir o no. Creo que no hay nadie
ahora mismo en la OCDE, ningún experto de ningún país, que esté
proponiendo aumentar la imposición sobre el trabajo. Por eso creo que
esto queda fuera del debate económico y político y con esto
concluiría que los ingresos sobre PIB no los podemos alterar. En
consecuencia, no intentemos buscar una solución al tema de las
pensiones por la parte de los ingresos, tendremos que buscarla
irremediablemente por el lado de los gastos.

En la siguiente transparencia, en la número 8, intentamos analizar
cómo puede evolucionar el gasto en pensiones sobre PIB. Vamos a
intentar analizar cómo puede evolucionar ese gasto si no se hace
nada. Para analizar esta previsible evolución del gasto hemos
descompuesto esta ratio de gasto sobre PIB, numerador y denominador,
en un conjunto de variables. El denominador lo hemos dejado como
antes, es decir, el PIB es el producto del empleo por la
productividad -es una identidad, una definición si se quiere-, y el
gasto lo hemos descompuesto en el número de pensiones multiplicado
por la pensión media real, que también es una identidad. Sin embargo,
cuando agrupamos los diferentes factores que componen esta
definición, el cociente entre el número de pensiones partido por el
empleo lo hemos asociado a factores demográficos o del mercado de
trabajo; a la productividad le llamamos factor macroeconómico y a la
pensión media real la llamamos factor normativo. Lo queremos aislar
de esta forma para intentar presentarles cuál es el margen de
maniobra que tienen precisamente ustedes, que son los que controlan
el factor normativo, porque, como decía antes, no en un horizonte de
uno o dos años, ni siquiera en un horizonte de 20 años hay mucho
margen de actuación por el lado de los factores demográficos y de
mercado de trabajo, y todos sabemos que el factor macroeconómico, la
productividad, tampoco va a depender de cuestiones normativas, por lo
menos en el corto y medio plazo.

Mientras, vamos a ver cuál es la previsible evolución de estos tres
factores. El número de pensiones partido por empleo, que hemos
llamado factor demográfico y de mercado de trabajo, a su vez lo vamos
a descomponer en el producto de cuatro variables: la tasa de
cobertura del sistema, la tasa de dependencia, la inversa de la tasa
de actividad y la inversa de 1 menos la tasa de paro. Entiendo que
esto puede ser un poco aburrido y tedioso y voy a pasar rápido sobre
ello. En muchas publicaciones está hecha esta descomposición, si
estuvieran interesados se la podemos explicar con más detalle. La
tasa de cobertura es el número de pensiones partido por la población
de más de 65 años; la tasa de dependencia es la población de más de
65 años partido por la población en edad de trabajar; la inversa de
la tasa de actividad es la población en edad de trabajar
partido por la población activa y la inversa de 1 menos la tasa
de paro es la población activa partido por el empleo. Como ven
ustedes, ahí podríamos ir cancelando todos los términos y llegaríamos
al número de pensiones partido por el empleo, que es el factor
demográfico al que me refería al principio. Fíjense que hacemos esto
porque es posible hacer previsiones por separado de cada una de estas
variables. La tasa de cobertura del sistema, que es lo que tienen en
la transparencia número 10, está estable en el 1,16 y no hay razones
para pensar que vaya a disminuir, tampoco que vaya a aumentar el
número de pensiones relativo a la población susceptible de recibir
pensiones. Por el hecho de que hay personas que reciben más de una
pensión este número es superior a 1, es 1,16, pero no vemos ningún
motivo por el cual este número vaya a cambiar, de hecho no ha
cambiado prácticamente en los últimos años y no vemos motivos para
que cambie. En el segundo factor, la tasa de dependencia, es donde
está el núcleo del problema, porque es el que se ve directamente
afectado por la evolución demográfica, es la población de más de 65
años que va a ir aumentando partido por la población en edad de
trabajar, que va a ir disminuyendo. Por tanto, esta es la ratio, el
cociente problemático asociado a la pirámide de población a la que me
refería al principio.

Nuestras estimaciones son relativamente optimistas; nos hemos ido al
rango más optimista de todas estas variables para que en el resultado
final nunca se nos tache de pesimistas o alarmistas. Todas las
críticas que recibiremos de este informe siempre tendrán que venir
por el lado de que es excesivamente optimista. Ese es siempre el
objetivo que hemos tomado en nuestro servicio de estudios, ponernos
en el mejor de los casos, para que todas las críticas que podamos
recibir sean que somos demasiado optimistas.

Esta tasa de dependencia, que es estrictamente un factor demográfico,
estaba en el 24 por ciento el año pasado, en el año 2020 estará en el
29 por ciento -es un aumento de 5 puntos, que ya es importante, pero
no dramático- y el problema llega en el año 2050, en el que la tasa
de dependencia aumenta 20 puntos o más y superará, nos tememos, el 50
por ciento.

La tasa de actividad es baja en España comparada con la de los países
europeos y no digamos con Estados Unidos. Por tanto, nuestro
escenario es que esa tasa de actividad -y fundamentalmente la
discrepancia viene dada por la participación de la mujer- se va a
acercar a los estándares europeos, incluso los va a superar, y se va
a ir a los estándares americanos. Por eso es un supuesto optimista.

El problema es que esta tasa de actividad, una vez alcanza esos
estándares, no puede aumentar, es una tasa que está acotada. Como el
techo es el 77 por ciento, no podemos hablar de una tasa de
participación superior porque no lo ha habido nunca en ningún país
del mundo y será muy difícil que la podamossuperar. En cualquier caso
está acotada. Por



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supuesto, por definición está acotada en el cien por ciento, pero
estará acotada, lógicamente, en un nivel anterior, y con la tasa de
paro ocurre lo mismo. Fíjense que hemos supuesto que la tasa de paro
se va al 5 por ciento en el año 2020 y que se mantendrá ahí hasta el
año 2050, pero es difícil imaginarse una tasa de paro por debajo del
5 por ciento. En cualquier caso, está acotada por el cero. O sea que
tenemos dos tasas que es verdad que ayudan, porque van a mejorar,
porque va a aumentar la participación y esto va a ayudar al gasto
relativo en pensiones y porque se va a reducir el paro; va a ayudar
pero no va a compensar el problema que en la transparencia aparece en
amarillo -sus hojas no están en color-, que es lo que hemos llamado
la tasa de dependencia, que va a aumentar de forma explosiva, como
decía antes, posiblemente cerca de 30 puntos en los próximos 50 años.

Cuando juntamos todas las variables vemos que el factor demográfico y
de mercado de trabajo del año 1999-2000 al año 2020 va a mejorar; va
a pasar de 0,55 por ciento a 0,53 por ciento, y va a mejorar porque
el deterioro de la tasa de dependencia va a ser más que compensado
por el aumento de la tasa de actividad, de la tasa de participación
femenina y por la reducción del paro. A corto plazo vamos a mejorar
en este factor demográfico, sin embargo, a largo plazo, hacia el
2050, el efecto beneficioso de la mejoría de la actividad y la
reducción del desempleo se agota y aflora en toda su dimensión el
problema de la tasa de dependencia. El ratio número de pensiones
partido por empleo se hace realmente insostenible, alcanzando el 0,83
por ciento. Esto en cuanto al factor demográfico y de mercado de
trabajo en el que, como decía antes, creo que hay muy poca capacidad
de incidencia por el lado de los poderes públicos.

El factor normativo. Antes hemos analizado el primer factor, el
factor demográfico y de mercado de trabajo, y nos queda por revisar
-lo vamos a hacer muy rápidamente- la pensión media real, que es el
factor normativo sobre el que, insisto, ustedes tienen capacidad de
incidencia, y el tema macroeconómico de la productividad. Hemos
repasado el bloque que aparece en las transparencias en azul, el
número de pensiones partido por el empleo, y sabemos que va a mejorar
en los próximos 20 años, aunque sea modestamente, pero va a empeorar
de forma dramática de 2020 a 2050. Ahora vamos a repasar el factor
normativo y vamos a ver por qué este factor va a empeorar en los
próximos años y, finalmente, la productividad.

Nuestro supuesto sobre el factor normativo es que la pensión media
real ha aumentado en 1,6 ó 1,8 por ciento en los últimos años y lo va
a hacer a este ritmo o a un ritmo superior. ¿Por qué? Porque las
carreras laborales son ahora más completas y además porque los
salarios reales son mayores; es decir que parte de la pensión media
real, por el llamado efecto sustitución, se ve afectada al alza por
el crecimiento de la productividad.

Cuando muchas veces se dice que congelar en términos reales
las pensiones implica que los pensionistas o jubilados no se
benefician del crecimiento de la productividad de la economía se está
cometiendo un error, porque eso sería verdad si no hubiera efecto
sustitución, pero este efecto, que lo que dice básicamente es que las
pensiones de los que desaparecen del sistema son más bajas que las
pensiones de los que se incorporan, está recogiendo ya lógicamente el
aumento de la productividad que está incorporado a la vida laboral
del individuo. Es difícil ver cómo puede aumentar este efecto
sustitución en función de las vidas laborales porque desconocemos
esta información. Quizás ustedes tengan la oportunidad de obtener
esta información por parte de la Seguridad Social sobre las vidas
laborales de los individuos. Nosotros estaríamos dispuestos a hacer
un estudio si tuviéramos esta información. La hemos pedido desde hace
años y nunca hemos tenido la suerte de recibirla. Si ustedes tuvieran
la suerte de recibirla, nos sacarían mucha ventaja.

Por último, la productividad. ¿Cuánto puede crecer la productividad
en España? Es un tema muy difícil. Nosotros consideramos optimista el
supuesto de que va a crecer permanentemente un 1,5 por ciento anual,
sin embargo, hemos querido utilizarlo suponiendo que va a haber algún
tipo de efecto de nueva economía, etcétera. Hoy por hoy, el
crecimiento de la productividad que se estima como razonable para los
países de la OCDE está en torno al 1 ó 1,2 por ciento, y no hace
falta que les diga cuál ha sido el crecimiento de la productividad en
España en los últimos años. Quizás han sido años especiales, pero ha
sido un crecimiento muy exiguo, muy por debajo del 1 por ciento. Por
tanto, entendemos que este supuesto es relativamente optimista, pero,
como decía antes, queremos que se nos critique siempre por ser
optimistas, nunca por ser alarmistas.

Cuando juntamos las tres variables -el factor demográfico, el factor
normativo y la productividad-, si dejamos quieto el factor
demográfico con los supuestos que hemos hecho hasta ahora y la
productividad con este supuesto que acabo de comentar, lo que
queremos presentarles en la transparencia número 14 es la importancia
que tiene el factor normativo en el gasto sobre el PIB y, por tanto,
la enorme capacidad que tienen ustedes de controlar el gasto con esta
variable, siendo la única que pueden controlar. Por tanto, es un
mensaje relativamente positivo: hay muy pocas cosas que se puedan
hacer, pero estas pocas cosas tienen una enorme incidencia. Para
ilustrarlo hemos puesto estos posibles escenarios de crecimiento de
la pensión media real: que crezca el 1,7 por ciento, que es más o
menos lo que ha crecido en los últimos años y sabemos que es una cota
inferior que no se va a dar por el tema de las vidas laborales al que
antes me refería, a no ser que haya cambios legislativos importantes;
que crezca un 2,5 por ciento o que crezca el 3 por ciento. Si creceun
1,7 por ciento estaremos hablando de un gasto sobre



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el PIB que se irá al 15 por ciento en números redondos en el año
2050; si crece un 3 por ciento -en el otro extremo de la tabla-
estamos hablando de un gasto sobre PIB que se irá al doble, al 28,5
por ciento del PIB en el año 2050. Por tanto, aquí está la clave para
evitar una explosión del gasto en pensiones sobre PIB, en el factor
normativo, que es tremendamente sensible y que tiene una enorme
incidencia sobre este gasto. ¿Qué propuestas hay en términos
normativos? Hemos hecho una lista de posibles medidas que no son
excluyentes entre sí. Una de ellas es considerar el conjunto de la
vida laboral y no solamente los últimos años en el cómputo de la
pensión. En el Pacto de Toledo se empezó a ir en esta dirección, pero
entendemos por los resultados que fue un cambio relativamente modesto
y que se podría haber avanzado más. Otra es retrasar la edad de
jubilación, la edad legal está en 65 años, pero la edad efectiva está
en 62, con una esperanza de vida que, según los expertos en biología,
puede fácilmente superar los 120 años; esperanza de vida al nacer en
los próximos 20 ó 30 años. Estamos hablando de algo que hace poco
parecía ciencia-ficción y ahora es más ciencia que ficción. Fíjense
ustedes lo que ha aumentado la esperanza de vida del año 1950 al año
2000, y todavía no nos podemos imaginar lo que puede aumentar la
esperanza de vida del año 2000 al año 2050, que es cuando vamos a
tener el problema gordo. Respecto a homogeneizar los regímenes de la
Seguridad Social, ahora mismo los regímenes especiales tienen un
trato más favorable que el general y, por supuesto, homogeneizar
implica llevarlos todos al régimen general, lo cual perjudicaría a
los sectores que se ven relativamente favorecidos por estos regímenes
especiales. Nosotros no encontramos justificación alguna económica
para que existan regímenes especiales y, por tanto, una
discriminación en este sentido. Una revalorización por debajo del
IPC, lo que se conoce popularmente como el IPC menos equis, tampoco
está justificada económicamente (ahora tenemos un caso claro con el
tema del petróleo), ya que los pensionistas se ven cubiertos al cien
por cien por el aumento del precio del petróleo. El petróleo es una
fuente de energía importada y, por tanto, cuando sube su precio se
empobrece todo el país, todos nos empobrecemos. No hay ninguna
política, absolutamente ninguna, que pueda impedirlo. Lo que puede
hacer la política es empeorar las cosas, porque el conjunto del país
se puede empobrecer todavía más; si acabamos teniendo una inflación
superior a la de nuestros países competidores, nos podemos hacer más
pobres todavía, pero nadie nos puede evitar la primera pérdida de
riqueza. Lo que no está justificado económicamente es por qué en este
reparto que tiene que haber de esta pérdida de riqueza, como
consecuencia de la subida del precio del petróleo, a los pensionistas
se les cubre al cien por cien y ellos no pueden, en parte, apechugar
con esta pérdida de riqueza que ha sufrido el conjunto del país.

Tampoco está justificado económicamente
y, por eso, un IPC menos equis, es decir un IPC descontando
la energía importada, por ejemplo, podría ser una medida a
contemplar. En cuanto a cambios normativos en la determinación de la
pensión inicial, que es un poco a lo que me he referido al principio,
se podría fomentar la transición a un sistema mixto, a un sistema en
el que el peso de la capitalización sea creciente; es algo que
estudiamos poco, aunque nos interesa el tema, porque no queremos que
se nos acuse -aunque somos un servicio de estudios independiente
pertenecemos a un grupo financiero- de que estamos barriendo para
casa en este tema. Sin embargo, como economistas no se nos escapa que
esta es una vía para la política económica que es muy interesante
y que puede compensar, en parte, el problema que el sistema de reparto
va a presentar en el futuro. No he tocado el tema de la inmigración,
porque tampoco es el objeto de esta comparecencia, pero la
inmigración puede ayudar a mitigar, en parte, el problema. Por
supuesto, aquí habrá una disyuntiva que también se le puede plantear
a la población, en términos de que el sistema de la Seguridad Social
tendrá que reducir su generosidad, y que esta reducción de la
generosidad tendrá que ser mayor cuanta menos tolerancia tengamos con
la inmigración. Es decir, habrá una cierta capacidad de elegir entre
más inmigración o más reducción de la generosidad del sistema de la
Seguridad Social, porque este sistema no es sostenible en el futuro.

Finalmente, ¿qué es lo que se ha hecho? Desde nuestro punto de vista,
el Pacto de Toledo era claramente insuficiente para afrontar este
problema del largo plazo, pero era un buen paso. Era un buen paso
porque, primero, planteaba la existencia de un problema que hasta
entonces no se contemplaba y porque se empezaban a poner en práctica
algunas medidas. Sin embargo, como decía antes, el Pacto de Toledo no
es suficiente y, además, en los últimos cuatro años ha habido una
violación sistemática del Pacto de Toledo, por dos motivos. En primer
lugar, porque cuando la inflación queda por debajo de la inflación
prevista no se produce la devolución por parte de los pensionistas
del ingreso extra que han recibido en términos reales, de esa
ganancia de poder adquisitivo, y, en segundo lugar, porque en la
cercanía de las elecciones ha habido un aumento de las pensiones, no
sólo de las no contributivas, que no están tratadas en este estudio,
sino también de las contributivas. Hemos intentado estimar cuál ha
sido la desviación con respecto a un cumplimiento estricto del Pacto
de Toledo y hemos llegado a la conclusión, que también puede ser
objeto de debate, de que estamos en cerca de medio billón de pesetas
del año 2000 de desviación en cinco años del cumplimiento del Pacto
de Toledo. Pero lo importante es que esta desviación ya es
permanente, no es una desviación de la que podamos echar marcha
atrás, se convierte en una desviación con la que tendremos que cargar
para el resto del horizonte temporal del que estamos hablando.

Muchas gracias por su atención.




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El señor PRESIDENTE: A continuación, por parte del grupo proponente,
el Socialista, tiene la palabra el señor Griñán.




El señor GRIÑÁN MARTÍNEZ: Cuando pedí su comparecencia lo hacía
consciente de que, efectivamente, no se involucraba a la institución,
tan sólo al Servicio de Estudios del BBVA, que es un servicio que
tiene el prestigio que le confiere su propia personalidad, la de la
persona, valga la redundancia, de la que he pedido la convocatoria.

Por tanto, le agradezco todas las observaciones y todos los análisis
que nos ha explicado. A la recíproca le diré que los diputados no nos
solemos dejar engatusar, que solemos escuchar y saber cómo estamos en
esta Comisión, simplemente oyendo a los expertos, para tomar
decisiones políticas que no es posible tomar cuando se adoptan sobre
lo imposible. Por tanto, con estas comparecencias lo que queremos es
no solamente fortalecer nuestra voluntad sino que ésta sea posible en
función de los conocimientos que podamos encontrar. Lo que sí quiero
decirle, señor Sebastián, es que cuando hacemos proyecciones, en
general -ustedes, nosotros, todos los que las hagamos-, sobre el
futuro, y más en esta época, debemos partir de una premisa, la de que
nosotros mismos estamos inventando el futuro porque trabajamos con
hipótesis. Y no me refiero a la demografía, que también funciona
sobre hipótesis, sino, incluso a la propia composición de las
poblaciones, de los equilibrios políticos, de los sistemas
financieros. Todo eso, por supuesto, muchas veces fue imprevisible,
pero en esta época quizá lo sea mucho más por los cambios tan
abruptos que se producen día a día, y porque es muy complicado
conocer cómo va a evolucionar todo.

Para terminar, usted nos hablaba de que la esperanza de vida puede
llegar a 120 ó 130 años, no sé si a la inmortalidad, pero es algo que
nos cuesta mucho trabajo poder adivinar. (Risas.) Y nos resulta muy
difícil porque los avances de la ciencia son notables, pero también
podríamos ponernos en otra tesitura. Esta es una época en la que los
últimos 50 años de este siglo que termina han sido felices, porque
han estado ajenos a conflictos bélicos, pero podría pasar lo
contrario; incluso una crisis alimentaria podría diezmar a la
población. No sabemos exactamente esa hipótesis del futuro y, por
eso, como es complicado conocerla, siempre tenemos ahí una elemento
de incertidumbre que nos impide, cuando menos, ser apolíticos en los
juicios. Por ejemplo, usted decía que el empleo y la productividad -y
ahí creo que hablaba de engatusamiento- no solucionan los problemas,
pero reconocerá conmigo que ayudan mucho, por lo menos a mantener una
cierta estabilidad. Que el empleo financie el sistema de pensiones no
es una falsedad económica, ni matemática, ni analítica, aunque sí es
cierto que en el futuro el empleo
como única base de sostenimiento del sistema de pensiones puede dar
lugar a serios problemas. Pero el empleo nos puede permitir hoy, por
ejemplo, aumentar los fondos de reserva y capitalizarlos, llegando a
una cierta estabilidad y sostenimiento que pueda prever en el futuro
unos colchones para la evolución posible de la población y, por
tanto, para la evolución financiera del sistema de pensiones.

Con la productividad ocurre exactamente lo mismo, porque convendrá
conmigo, señor Sebastián, que desde los ingresos, la productividad
genera más producto, más riqueza por unidad de trabajo y, por
consiguiente, teóricamente, una mayor capacidad de financiación de
cualquier cosa. Pero además, desde el gasto, una mayor productividad
produce un incremento del divisor, y si esto es así, se produce
también una disminución del cociente, que es el gasto en relación con
el PIB. Por tanto, reconozcamos que la productividad también es una
variable que se puede utilizar como ajuste del sistema, que es muy
importante y que condiciona mucho la evolución del futuro. Por eso,
le digo que es verdad que no podemos fiarlo todo a la evolución del
empleo y a la evolución de la productividad, pero añado que es
absolutamente imprescindible luchar por un incremento del empleo y
por un incremento de la productividad, porque son dos variables que
desde luego no van a jugar nunca en contra, sino siempre a favor de
la evolución positiva del sistema. Hay otro problema, que es
trasladar miméticamente el semblante del presente al futuro, cuando
verdaderamente hemos de saber que muchas cosas pueden cambiar. Antes
de empezar esta sesión, hablaba con el presidente de la Comisión
sobre si en el futuro van a existir o no pensiones de viudedad. Es
decir, si dentro de veinte o treinta años esa necesidad histórica que
se creó en los albores de los sistemas de previsión, va a ser, dentro
del ideal de cobertura de un sistema de protección social, una
necesidad que se ha de mantener o no. Dicho de otra forma, la
incorporación de la mujer al mercado de trabajo en igualdad de
condiciones con el hombre hace que los derechos que históricamente
eran derivados se conviertan hoy en derechos propios. Eso tiene
también una influencia. Es decir, hay una serie de variables que van
a modificarse profundamente en el futuro, y cuya evolución sería
conveniente conocer en profundidad. Se dice que la Seguridad Social
no proporciona los datos sobre la vida laboral del individuo; no los
proporciona no por nada, sino porque está prohibido. La Agencia de
Protección de Datos no lo permitiría en ningún caso, porque ahí hay
datos muy sensibles para que sean conocidos. Pero tienen ustedes unas
memorias económicas y financieras que acompañan a los Presupuestos
Generales del Estado, que son espléndidas para hacer hipótesis de
futuro y que están a disposición de todos los ciudadanos. El
conocimiento de esos datos nos puede permitir un avance en la línea
de investigación que estemos llevando en cada momento.




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Sobre las cotizaciones sociales, estoy de acuerdo con usted en que no
es conveniente bajarlas, ni ahora, cuando puede haber excedentes,
porque todos los excedentes deberían ir al fondo de reserva, ni
tampoco en el futuro, si bien es cierto que recuerdo que en los
últimos diecisiete o dieciocho años el tipo de cotización a la
Seguridad Social ha bajado en cinco puntos, es decir, hemos pasado
del 33 y pico al 28 y pico. Se ha producido una reducción, que no
debe volver a darse en el futuro, pero también es verdad que
cualquier reducción podría ser positiva respecto a la creación de
empleo, como dice la CEOE, pero sería mucho más negativa desde el
punto de vista de la sostenibilidad del sistema de Seguridad Social.

Como es lógico, la tasa de sustitución dependerá de multitud de
factores: de la productividad, de la edad de jubilación, del salario
medio y de muchas otras circunstancias, pero insisto en el valor de
la productividad. En Estados Unidos la productividad ha crecido en
los últimos años mucho más que en Europa, lo que parece indicar que
hay algunos elementos en la realidad económica que pueden determinar
el crecimiento de la productividad. Incluso no conocemos con tanta
certidumbre cuál puede ser la evolución de esa variable, porque nadie
acertó a prever estos incrementos notables y potentes de la
productividad de Estados Unidos. Lo que sí es verdad es que, si
trabajamos a favor de la productividad, habrá márgenes para que pueda
haber esa implementación de un sistema de capitalización
complementario del sistema contributivo, porque el sistema será capaz
de que haya excedentes de rentas para dedicarlos a esos objetivos, si
no, no. Si la productividad no crece, la tendencia de los salarios es
a crecer lo que crezca la inflación, y no habrá margen más que para
pagar las nóminas y para pagar el sistema de reparto, y habrá muchos
menos márgenes para obtener rentas que se puedan destinar a la
creación de sistemas complementarios de capitalización. Por tanto,
también para eso es importante el aumento de la productividad.




En cuanto a los cambios normativos, estoy bastante de acuerdo en casi
todos ellos, computar la vida laboral, lo que pasa es que no sé
cuáles son los efectos que pueden tener. Por ejemplo, estoy
convencido de que computar toda la vida laboral incrementaría la
pensión media. Ahora mismo estoy seguro de que ese sería el efecto,
porque como hay infinidad de personas que se jubilan antes de los
sesenta y cinco años, y como en los últimos años de la vida, ahora
mismo se está ganando menos, probablemente aumentaría la pensión
media. Retrasar la edad de jubilación en términos generales es
positivo, aunque en unos casos es más posible que en otros. Por
ejemplo, hoy por hoy, no veo a una persona de sesenta y cinco años
encima de un andamio. Homogeneizar los regímenes probablemente
produciría también incremento de gastos. No comparto la
revalorización por debajo del IPC, pero sí comparto no revalorizar
por encima del IPC. En cuanto a los cambios
normativos en la determinación de la pensión inicial, no sé cuáles
podrían ser, pero también pueden producirse. Yo no hablaría tanto de
fomentar la transición a un sistema mixto, como de fomentar desde
ahora ese sistema complementario, que podría ser por capitalización.

De todos modos, a mí nadie me ha explicado todavía -espero que lo
pueda hacer usted hoy- cuál es el factor diferencial que permite
hacer viables los sistemas de capitalización con esos escenarios
demográficos; cuál es ese factor diferencial que nos puede asegurar
que la rentabilidad de las inversiones se va a mantener en unas tasas
determinadas, por ejemplo por encima de la productividad, de la
evolución del empleo, en épocas en las que las tasas de sustitución o
de reemplazo van a ser las que se han visto, y cuál es ese elemento
mágico que también nos permite decir que esos sistemas, y no los de
reparto, van a ser estables. Es posible que existan, pero todavía no
los he visto, y me da la impresión de que a esos sistemas también les
afecta, sin duda, la evolución demográfica. Por eso prefiero hablar
siempre de sistemas complementarios. Es verdad que recientemente se
ha abordado la prórroga en la externalización de los planes de
pensiones de las empresas, y por ese dato hemos podido saber que hay
bastantes trabajadores que tienen planes complementarios de
pensiones. Una extensión generalizada de este sistema, unido al
sistema de reparto, puede permitir desalojar tensión del sistema de
reparto y favorecer la viabilidad futura del sistema de pensiones.

No le voy a decir mucho más. Le agradezco toda la información que nos
ha dado, y le pido que, si no le importa, esté a disposición de la
Comisión no permanente por si necesitáramos alguna ampliación de
datos.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la
palabra el señor Merino.




El señor MERINO DELGADO: Muchas gracias, señor Sebastián, por su
comparecencia y por la exposición que nos ha hecho y las ideas que
nos ha transmitido.




Hay dos cuestiones a las que quería hacer mención. Usted ha citado
que los ingresos no resuelven el problema, ni con más empleo ni con
más productividad. Efectivamente, puede ser así, pero como ha dicho
el señor Griñán, si no estuvieran esos dos factores, seguramente
sería mucho peor. Por tanto, en nuestra opinión, el hecho de que el
empleo vaya aumentando los próximos años y que la productividad
aumente bastante más que el empleo pueden resolver en alguna medida
el incremento de los gastos. Usted ha dicho una cosa importante: el
gasto es la clave. Efectivamente el gasto es la clave, pero, ¿cómo
reducimos el gasto? La reducción del gasto, sin embargo, en mi
opinión, tiene una contradicción en lo que respecta a las fichas que
usted nos ha entregado, y es que por un lado se dice, como un factor
negativo, que la pensión media ha aumentado, y



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efectivamente es así, y que lo va a hacer más en el futuro, también
es así, porque las carreras laborales serán más largas. Sin embargo,
en las propuestas que usted hace para reducir el gasto introduce
precisamente retrasar la edad de jubilación. Ahí veo yo una cierta
contradicción, porque si por un lado hay que tratar de que la pensión
media no suba mucho porque así se reduce el gasto, sin embargo, usted
expone como una de esas causas que la carrera laboral es más larga y
que, por tanto, eso ha supuesto un incremento de la pensión media.

Sin embargo, hace una propuesta para reducir el gasto que es retrasar
la edad de jubilación, es decir, hacer la carrera más larga, y esa es
una cuestión que quería que me aclarase en la contestación que nos
dé. En general podemos estar de acuerdo con las propuestas que usted
nos hace, prácticamente con todas, con alguna matización, porque es
verdad que la homogeneización de regímenes nos puede llevar a un
mayor gasto, sobre todo cara al futuro. En cuanto a la revalorización
por debajo del IPC, al final son cuestiones que, como usted ha dicho,
dependen en gran parte de decisiones políticas que se adoptan en un
determinado momento. Lo que está claro es que si después el IPC sube
menos de lo que se ha revalorizado, es muy difícil, por no decir
imposible, desde el punto de vista social y político, devolver a los
pensionistas con unas pensiones medias como las que existen en este
momento las mil pesetas que haya podido excederse ese IPC mensual.

Por tanto, esa es una cuestión que se asume por la sociedad y que
difícilmente es explicable. Aunque desde el punto de vista económico
y contable pueda resultar en los fríos datos que debería ser así, sin
embargo, después se ve en la práctica que eso no se puede llevar a
cabo tan fácilmente.

A mí me parece que los cambios normativos en la determinación de la
pensión inicial son aceptables, y de hecho los estamos viendo en
otros países europeos. Estamos considerando toda una serie de
estudios diferenciados de tipo distintos de aplicar esta pensión
inicial. La consideración de toda la vida laboral en el cómputo de la
pensión es una forma que también se ha visto y que se está utilizando
en algún país de la Unión Europea; no nos parece mal. Desde el punto
de vista práctico, de hecho, ya se está haciendo, se está tendiendo
hacia ese camino, puesto que ya se está alargando el período de años
que se está considerando para la pensión. Por tanto, ya se está
empezando a tener en cuenta. Con el fomento de los sistemas mixtos
nos parece que ya se está haciendo un gran esfuerzo desde el punto de
vista fiscal, que es parcial y que irá profundizándose en el futuro;
prueba de ello es que en este momento existen varios millones de
trabajadores que tienen ya unos fondos de pensiones que se están
dotando anualmente por aportaciones de los trabajadores o de las
propias empresas y que tienen una repercusión fiscal adecuada y, por
tanto, nos parece el sistema ideal, si queremos estar dentro de
veinte años con unas pensiones que,
como es lógico, van a ir reduciéndose proporcionalmente a lo que
vayan aumentando otros sistemas privados que para nosotros son
absolutamente prioritarios. Desde nuestro punto de vista hay alguna
cuestión que yo le he planteado y que me gustaría que aclarase. En
cuanto a las propuestas para reducir el gasto, en general estamos
sustancialmente de acuerdo. Es cierto que hay otros autores u otros
expertos que nos han planteado algunas opiniones diferentes, incluso
los propios informes del Consejo Económico y Social sobre algunas de
las cuestiones que usted ha planteado, pero a nosotros nos enriquece
el hecho de que un servicio de estudios de prestigio como el del BBVA
nos diga unas cosas y que otros expertos nos puedan dar otra opinión
contrapuesta. Eso es lo bueno y de eso se trata en esta Comisión, de
contrastar opiniones diferentes de los expertos, que los hay y muchos
en este caso.




El señor PRESIDENTE: A continuación, para contestar a las preguntas
formuladas, tiene la palabra el señor Sebastián.




El señor DIRECTOR DEL SERVICIO DE ESTUDIOS DEL BBVA (Sebastián
Gascón): Muchas gracias por los comentarios. Como me he disculpado
por adelantado por el tema de las formas, no tengo que hacerlo, ahora
si a lo mejor la palabra engatusar no era la correcta, pero yo creo
que sí. Yo mismo me dejo engatusar muchas veces por las músicas que
se oyen incluso de los propios mercados, de la opinión pública o de
los ministerios, sobre todo de los ministerios de Economía y de
Hacienda, que son los grandes engatusadores de la sociedad, y uno se
deja arrastrar por la idea de que el empleo o la productividad pueden
aumentar los ingresos sobre el PIB. Nuestra insistencia, que yo creo
que no ha sido suficiente, es que no es que sea discutible, es que es
imposible. No estamos hablando de algo susceptible de ser discutido,
estamos hablando de algo que es analítica, matemática y
económicamente imposible. No estamos hablando de algo debatible, de
opinión de unos expertos sobre otros, es algo que por definición es
imposible. También lo es en la práctica. Me van a permitir que les
ponga un gráfico que no les hemos entregado porque, como es una
comparecencia pública, finalmente, no queremos que trascienda el
gráfico per se, pero sí se lo enseño para que lo vean. Es el gráfico
de cuál es nuestra proyección de los ingresos sobre PIB y del gasto
sobre PIB, tanto de pensiones como del conjunto de prestaciones desde
ahora hasta el año 2050, aunque son unos cálculos relativamente
provisionales a partir del año 2020, razón por la cual no queríamos
difundirlo, porque los gráficos acaban siendo muy poderosos. Ahí
tienen los ingresos sobre PIB, y es una línea recta, constante, como
no puede ser de otra forma, porque, como acabo de manifestar antes,
señorías, créanme, no hay forma de que eso aumente. Fíjense en que,
como he dicho antes, ahí



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está implícita una reducción de la tasa de paro de hasta el 5 por
ciento en el año 2020, y se queda en el 5 por ciento del año 2020 al
año 2050, para siempre. ¿Se pueden ustedes imaginar algún crecimiento
del empleo mayor que ése? ¿Hay alguien que pueda hablar de una
expansión del empleo, de la economía española, superior a lo que
estoy planteando? ¿Hay algo más optimista para la creación del empleo
que lo que estoy planteando? Con esa expansión del empleo, ¿qué pasa
con el ratio de ingresos por cotizaciones sobre PIB? Que se queda
constante, como no puede ser de otra forma, porque, como hemos
intentado demostrar matemáticamente, ese ratio no depende del empleo,
simplemente porque se cancela el numerador con el denominador, y la
productividad tampoco afecta a ese ratio, lógicamente, porque el
salario real tiene que crecer como la productividad. Pero es que no
solamente esto es un efecto tendencial, sino que incluso ocurre a lo
largo del ciclo, que esa es la gran sorpresa. Les ruego que miren
ustedes -si no, les facilitaremos los datos- lo que ha ocurrido con
ese ratio de ingresos sobre PIB en la actual expansión. Todos nos
hemos dejado llevar por la idea de que están creciendo mucho porque
la economía va muy bien. Es falso, miren el ratio: está clavado en el
13,1 desde el año 1995, no ha aumentado ni en el segundo decimal, y
estamos en plena expansión económica y todos nos hemos dejado llevar
por esa idea, porque todo el mundo se deja llevar por las ideas y muy
poca gente ve los números. Esos ingresos sobre el PIB no han
aumentado y no van a aumentar, y no insistamos en algo sobre lo cual
no hay capacidad de maniobra. Este era nuestro objetivo fundamental
en esta comparecencia, y seguir insistiendo por esa vía es hacerse
trampas en el solitario.

En el tema de las medidas sobre el gasto, dado que no hay forma de
actuar sobre el ingreso -ninguno de los presentes vemos razonable
subir la imposición sobre el trabajo, cuando lo que se está
discutiendo en Europa y en el mundo es bajarlo-, el señor Griñán ha
planteado un tema muy interesante y que también está estudiado con un
modelo teórico, y es que incluir toda la vida laboral en el cálculo
de las pensiones puede hacer aumentar el gasto inicialmente. Esto se
ha analizado, ha habido estudios en la Universidad Carlos III que han
recogido este efecto, que es interesante, pero es de corto plazo. Por
supuesto, cómo podríamos analizarlo dependería de si dispusiéramos de
las estadísticas de vidas laborales. Yo no quiero entrar en un debate
sobre si estas estadísticas debemos tenerlas o no. En la práctica no
solamente de los países desarrollados, sino me atrevería a decir que
también de los países democráticos, hay formas para hacer disponible
a los estudiosos información confidencial personal. ¿Cómo? Con el
anonimato. Cuando los dos estábamos en el Ministerio de Economía,
allá a finales de los viejos años ochenta, nos costó varios años de
pelea en el Ministerio conseguir tener acceso para trabajos internos
a datos individuales de declaraciones del IRPF. ¿Hay algo más
confidencial o más sensible que eso? Finalmente, se convencieron, lo
hicimos, y no pasó nada, lógicamente, porque los datos eran
personales pero anónimos. Luego hay muchas formas de facilitar esa
información manteniendo la confidencialidad, e insisto en que es la
práctica habitual de países desarrollados e incluso de no
desarrollados. Es un tema suficientemente importante y delicado para
que esos datos puedan estar disponibles, porque estamos hablando del
posible impacto de las medidas que ustedes tienen que tomar para
evitar la explosión del gasto de las pensiones.




Respecto al efecto sustitución, podemos hacer ejercicios más o menos
teóricos sobre qué puede pasar con dicho efecto con las diferentes
medidas que tomen ustedes, pero sin tener esos datos, los ejercicios
que se van a hacer van a ser necesariamente muy pobres en términos de
rigor académico. En cualquier caso, no quiero meterme en un debate
sobre los datos porque no era ese el objetivo de la comparecencia,
pero aprovecho que paso por aquí para comentarlo, como tantos datos
de la economía española que echamos de menos y que ojalá pudiéramos
tener para estudiar mejor lo que está pasando. En cuanto a la
productividad, el señor Griñán ha planteado algo que es evidente: la
productividad influye en el denominador del gasto en pensiones sobre
el PIB, por supuesto, y nosotros lo hemos considerado y hemos
ofrecido un escenario, el más optimista posible, de crecimiento de la
productividad al 1,5 por ciento anual. Insisto en que si hay alguien
que piensa que va a crecer más, que lo diga, pero nuestro punto de
partida es tremendamente optimista, pienso yo, y está incorporado
ahí. Cuando se hace la explosión del gasto, está incorporado que la
productividad va a crecer al 1,5. Lo que no está incorporado es cómo
puede afectar la productividad al numerador, que es a lo que me he
referido anteriormente, porque está claro que la productividad hace
aumentar el denominador y, por tanto, disminuye el ratio, pero
también hace aumentar el numerador, porque, como he dicho antes, el
efecto sustitución depende crucialmente de la productividad, porque
la productividad queda incorporada en la vida laboral y, por tanto,
queda incorporada en la nueva pensión o en la pensión de la persona
que accede al sistema, que tendrá una pensión superior a la de la
persona que sale porque recoge el aumento de la productividad. Pero,
insisto, cómo afecta la productividad al numerador, que es
importante, no lo podremos saber sin tener los datos a los que
anteriormente me refería. Respecto a que puede cambiar el futuro, hay
que decir que el futuro es desconocido, por supuesto. Del año 2000 al
año 2020, lamentablemente, es bastante conocido, más o menos, quién
va a estar aquí no solamente recibiendo pensiones; sino también
aportando pensiones; quién va a estar en el mercado de trabajo en el
2020 ya lo sabemos,ya están aquí, sabemos dónde viven, de qué equipo



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de fútbol son. Lo sabemos todo sobre las personas que van a estar
recibiendo y contribuyendo al sistema de pensiones en el año 2020. El
único margen de incertidumbre hasta el año 2020 sobre esta cuestión
está en la inmigración, pero, quitando eso, lo sabemos todo. Hay un
margen de incertidumbre, es verdad, del año 2020 al año 2050, pero es
un margen pequeño, y en cualquier caso todas las innovaciones que
podamos tener van a jugar en nuestra contra, porque es verdad que la
esperanza de vida con el genoma puede pasar a 120 ó 130 años; esa es
una magnífica noticia para la humanidad y una pésima noticia para el
sistema de reparto de las pensiones. Yo rechazo la probabilidad de
que haya innovaciones o novedades científicas que nos vayan a
resolver el problema, porque, lógicamente, el avance de la medicina y
de la biología va a favor de todo excepto en este punto, va en contra
de este punto, y lo único que podemos esperar de ese futuro
desconocido es que nos lo haga más complicado; no podemos esperar
nunca que nos lo resuelva.

En cuanto a la generosidad del sistema, usted ha planteado la pensión
de viudedad, que quizá no haya que mantener. Bien, estamos hablando
aquí ya de cambios en la generosidad del sistema y estamos totalmente
de acuerdo en que cualquier medida que implique una reducción de la
generosidad del sistema va a ayudar, por lo que les animamos a que
vayan en esa dirección. Es verdad, en relación con el comentario del
señor Merino, que hay un coste en retrasar la edad de jubilación; hay
una ganancia y hay un coste. La ganancia es que el número de años en
los que se percibe la pensión es menor, si se retrasa la edad de
jubilación, hay otra ganancia para el sistema, y es que se contribuye
durante más años y el problema demográfico al menos se retrasa. Pero
hay un coste, y es que la vida es más larga y, por tanto, el efecto
sustitución puede ser mayor, aunque esto dependerá del perfil de los
ingresos a lo largo de la vida laboral. No sabemos si el perfil de
los ingresos va a ser creciente a partir de los 65 años, pero yo
tengo mis dudas. En cualquier caso, ese coste, si lo hubiera, no va a
ser superior a la ganancia sobre el sistema de retrasar la edad de
jubilación, pero si ustedes desean, estaremos encantados de presentar
algún estudio un poco más concreto sobre este punto, que me parece
muy interesante. Yo sé que revalorizar por debajo del IPC es
políticamente difícil y quizá se debería plantear para el conjunto de
rentas que están indiciadas con algún acuerdo social o político de
que todas las rentas (becas, subsidio de paro, pensión, salario
mínimo, salario de los funcionarios, etcétera) se indicien a un IPC
no energético. Esto es fácilmente justificable y además no tiene por
qué suponer una pérdida de poder adquisitivo para nadie, porque los
años en que baje el precio del petróleo o que suba el euro seremos
más ricos, como lo somos; se trata de que seamos más ricos cuando de
verdad lo seamos. Y cuando suba el euro o cuando baje el petróleo,
como España va a ser más rica, seamos todos más ricos. Pero cuando
baje el euro o suba el precio del petróleo, España será más pobre;
por tanto, aceptemos que somos más pobres todos. Se puede vender
políticamente una indiciación o un IPC no energético que recogerá con
más exactitud cómo las fluctuaciones del entorno internacional nos
empobrecen o enriquecen como nación, sin necesidad de que en un
horizonte promedio perdamos ni ganemos poder adquisitivo por el hecho
de indiciar. Es políticamente planteable, siempre que se haga para
todas las rentas indiciadas, no para unos sí y otros no.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Sebastián Gascón.

Como no hay ninguna pregunta de los señores portavoces, agradeciendo
nuevamente su presencia y su compostura, se levanta la sesión.




Era la una de la tarde.