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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 338, de 28/06/2005
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


COMISIONES


Año 2005 VIII Legislatura Núm. 338

EDUCACIÓN Y CIENCIA

PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª MERCEDES CABRERA CALVO-SOTELO

Sesión núm. 20

celebrada el martes, 28 de junio de 2005



ORDEN DEL DÍA:


Comparecencia de los presidentes de las cuatro subcomisiones del Consejo de Coordinación encargadas de la adaptación de los títulos universitarios al 'proceso Bolonia', para informar de los trabajos llevados a cabo para la adaptación de
dichos títulos. A solicitud del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso. (Número de expediente 212/000646.) ... (Página 2)


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Se abre la sesión a las nueve y cuarenta minutos de la mañana.



La señora PRESIDENTA: Comienza la sesión de hoy de la Comisión de Educación, Ciencia y Deporte con un único punto en el orden del día, comparecencia de los presidentes de las cuatro subcomisiones del Consejo de coordinación encargadas de la
adaptación de los títulos universitarios al 'proceso de Bolonia' para informar de los trabajos llevados a cabo para la adaptación de dichos títulos. La comparecencia se realiza a petición del Grupo Parlamentario Popular. Según acuerdo de Mesa y
portavoces, y los comparecientes están de acuerdo, van a intervenir los cuatro en orden sucesivo; luego procederemos a la intervención de los grupos, a la contestación por parte de los comparecientes y, si ha lugar, a un segundo turno de
intervenciones.



Doy la bienvenida a los cuatro presidentes de las subcomisiones del Consejo de Coordinación Universitaria a esta Comisión. Estamos encantados de tenerles aquí y esperando a ver qué nos cuentan. Voy a dar el turno de intervenciones a los
cuatro por el orden que me han solicitado. En primer lugar tiene la palabra la profesora Araceli Maciá, rectora de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y presidenta de la subcomisión de ciencias sociales.



La señora RECTORA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA, UNED (Maciá Antón): Señora presidenta, señorías, ante todo gracias por la invitación a comparecer ante esta Comisión para informar de los trabajos relativos a la
modificación de los planes de estudio, derivados de la implantación del espacio europeo de educación superior, que estamos llevando a cabo desde las diferentes subcomisiones nombradas al efecto.
Entiendo que en la comparecencia del secretario de
Estado de Universidades e Investigación habrán sido informados de las cuestiones de carácter general en relación con el tema que hoy tratamos. Simplemente quiero decir que la oportunidad que la adaptación al espacio europeo de educación superior
supone para el conjunto de las universidades españolas es única. El espacio europeo de educación superior implicará no solo una reforma sobre los contenidos de las enseñanzas, los métodos didácticos y la formas de evaluar; el espacio europeo de
educación superior va a suponer indudablemente una modernización y actualización de la Universidad en su conjunto. A nadie se le escapa la fuerte influencia que sobre los métodos de gestión, además de -como ya he dicho- sobre los diferentes
aspectos del hecho educativo, va a tener la convergencia.
Calidad, competitividad y capacidad de adaptación al cambio van a ser los tres ejes estratégicos sobre los que deberemos hacer la política interna en nuestras universidades. Estamos ante
una oportunidad única para mejorar y actualizar la enseñanza universitaria; estamos ante una oportunidad única para hacer de la Universidad un elemento clave en el contexto de la sociedad del conocimiento que fundamentará el desarrollo económico y
social del siglo XXI. Sus señorías son conscientes de la situación y no me corresponde a mí entrar en la definición de las líneas generales de esta reforma, sino tan solo informar de las labores desarrolladas desde la subcomisión que presido y que
corresponden a la definición del catálogo de enseñanzas correspondientes al ámbito de las ciencias sociales y jurídicas. Expondré de forma breve cuál ha sido la forma de proceder de la subcomisión que presido y la propuesta que hemos definido y
que, entiendo, pasará ahora por los diferentes filtros que implican tanto a los agentes sociales como económicos y, obviamente, por este Parlamento.



Los trabajos se han llevado a cabo desde tres niveles de actuación: reuniones entre la Secretaría de Estado y los presidentes de las comisiones, reuniones de los distintos grupos de trabajo y reuniones de la subcomisión. En relación con
las reuniones entre la Secretaría de Estado y los presidentes de los subcomisiones -la primera de ellas celebrada el 12 de enero-, he de destacar que en ellas se nos hizo llegar una amplia documentación que incluía, entre otros documentos, la
relación de títulos del catálogo vigente, la relación de los denominados libros blancos de Aneca, un informe comparado de títulos de grado con otros países de la Unión Europea, la composición de los diferentes grupos de trabajo, coordinadores,
etcétera. En esta primera reunión se intercambiaron diversas informaciones con el objeto de aclarar algunos aspectos especialmente relevantes a la hora de analizar la documentación que nos fue entregada, así como algunas pautas a tener presentes a
la hora de analizar y redefinir los catálogos. Al respecto, y para mayor información a sus señorías, se nos dijo que teníamos que tener en cuenta que la reestructuración debería contemplar la articulación o vertebración de las titulaciones y que
los nuevos títulos debían tener claros referentes europeos. Se destacó también la importancia que debe tener el hecho de que las titulaciones de grado cuya duración oscila entre los 180 y los 240 créditos deben dar lugar a títulos con relevancia
social en el mercado, ya que deben facultar para el trabajo; en otros términos, títulos con una adecuada inserción laboral. Asimismo se nos dijo que había que detectar titulaciones con fronteras difusas, es decir, analizar aquellos títulos que por
sus características comparten ámbitos de conocimientos correspondientes a más de una subcomisión; vigilar que los nuevos títulos no entren en conflicto con las enseñanzas correspondientes a los ciclos superiores de formación profesional y la
comparabilidad de los títulos, así como las garantías en relación con la movilidad de los estudiantes y las garantías sobre la libre circulación en el mercado de trabajo. Todos ellos son aspectos intrínsecamente relacionados con la finalidad del
espacio europeo de educación superior.



En relación con el tercer nivel, es decir, las reuniones de los distintos grupos de trabajo, me referiré a los que


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componen la subcomisión de ciencias sociales y jurídicas que presido. Son tres grupos de trabajo. Es decir que para poder trabajar mejor la comisión de ciencias sociales se dividió en tres grupos: el primero de economía y empresa, el
segundo de ciencias sociales y el tercero de ciencias jurídicas. El coordinador del grupo de economía y empresa fue el profesor Joan Tugores, rector de la Universidad de Barcelona, en colaboración con el profesor Carlos Berzosa, rector de la
Universidad Complutense de Madrid. Este grupo de trabajo tenía que analizar los títulos de administración y dirección de empresas, economía, ciencias empresariales, ciencias actuariales y financieras, investigación y técnicas de mercado y turismo.
El grupo segundo, ciencias sociales, coordinado por el consejero Jesús Gil Roales, tenía que analizar las titulaciones de antropología social y cultural, ciencias de la comunicación, ciencias pedagógicas, ciencias políticas y de la administración,
educación social, logopedia, psicología y psicopedagogía, sociología y trabajo social. Por último, el grupo tercero, de ciencias jurídicas, coordinado por el profesor José Martínez de Pisón, rector de la Universidad de La Rioja, tenía las
titulaciones de ciencias del trabajo, criminología, derecho, gestión y administración pública y relaciones laborales.



Los tres grupos de trabajo estuvieron trabajando -valga la redundancia- independientemente, con reuniones múltiples y, por fin, el día 31 de marzo, los tres grupos conjuntamente en una reunión de la subcomisión se aprobó un documento que se
refleja en el acta de la subcomisión del 6 de junio en la que se aprobó el acta anterior. Lo que se hizo fue conjuntar lo que habían hecho los tres grupos de trabajo y llegar a unos acuerdos comunes en cuanto a la propuesta del catálogo de títulos
de grado, que se eleva al Ministerio de Educación y Ciencia, puesto que en esta primera fase -como ustedes saben- lo que tenía que hacer la subcomisión era simplemente un catálogo de títulos de grado. En ese sentido, se votaron las propuestas que
elevaba cada uno de los grupos de trabajo y se llegó al catálogo definitivo que presenta esta subcomisión -que supongo que ustedes conocen- y en el que el grupo de economía propone la titulación de grado de economía y el grado de administración y
dirección de empresa, así como el grado de turismo. El grupo de ciencias jurídicas propone la titulación de grado de derecho, de gestión y administración, ciencias del trabajo, criminología y seguridad; se decidió que gestión y administración
pasase a integrar la titulación junto con el de administración y dirección de empresa. El grupo de trabajo de sociales, que actuó en tres áreas distintas en cuanto a los títulos propiamente de educación -los títulos de psicología, títulos de
políticas y administración y títulos de publicidad, periodismo y relaciones públicas-, presentó una propuesta. Se trabajó en colaboración con el Ministerio de Educación y Ciencia, con el área de la Secretaría General de Educación, para coordinar
los títulos de magisterio y los que tenían que ver con la LOE, y se propuso un título de maestro en educación primaria y un título de maestro en educación infantil, considerando que se quería de algún modo reforzar la figura del maestro, reforzar la
figura inicial de los maestros de educación primaria como personas que están en contacto con los niños en la primera fase de su formación, y que tantas titulaciones de maestros no parecían lo más oportuno en cuanto a los cambios que los niños
sufrían continuamente en sus clases. También se propuso un grado de pedagogía, de educación social, trabajo social, psicología, logopedia -con la recomendación de que pasase al área de ciencias experimentales y de la salud-, sociología,
antropología, ciencias políticas y de la administración, periodismo, comunicación audiovisual, publicidad y relaciones públicas.



Tras este catálogo de títulos de grado, la segunda fase -como ustedes conocen- es que una comisión estudie las propuestas que provienen de todas las subcomisiones para hacer un mapa más o menos coherente, aunando un poco el cómo se han
realizado todos ellos, puesto que las subcomisiones no todas han trabajado con los mismos criterios, de forma que en la segunda fase se puedan establecer las directrices. También se nos dijo que este catálogo de títulos de grado no era definitivo y
que en la segunda fase, cuando se estableciesen las directrices, podrían refundirse títulos cuando se viese que las directrices eran parecidas o podrían desdoblarse títulos si se veía que daba para más de una titulación. Repito que estamos en esta
primera fase. Creo que por mi parte no tengo más que decir.



La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra a continuación don Ángel Gabilondo, rector de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de la subcomisión de humanidades.



El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID (Gabilondo): Muchas gracias, señorías, también por esta invitación a la Comisión de Educación, Ciencia y Deporte. Lo primero que quiero decir es que es un placer estar aquí y que
nosotros hemos trabajado siempre con un único objetivo. Yo no quiero insistir en lo que ya se ha dicho, más bien me inscribo en lo señalado con carácter general. Lo que hemos buscado es reorganizar los estudios y hacer una mención expresa a su
denominación, que es lo que se nos ha pedido, y lo hemos hecho desde razones académicas y profesionales, que es lo que también se nos ha pedido, pero comprendemos que hay otras razones que han de considerarse y que habrá que considerar en otros
ámbitos. Por eso quiero empezar por decir que nuestra propuesta está hecha desde la modestia de sentirnos dentro de un proceso y desde la convicción y el respeto a otras decisiones que han de adoptarse en otros ámbitos y que han de incorporarse por
razones hasta económicas o políticas, o razones que tienen que ver también con el porvenir de ciertos estudios, pero repito que nosotros solo hemos buscado razones académicas y profesionales y hemos buscado potenciar los estudios. Nuestro objetivo


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era potenciarlos para propiciar la homologación, la movilidad, el desarrollo de la actividad profesional, la adecuada inserción laboral, también la respuesta a las demandas sociales, lo cual no implica -aunque ahora hay un debate social
sobre ello- mercantilizar los estudios ni entregarlos al puro interés del mercado, pero sí es indispensable responder a las demandas sociales. Así que hemos tenido la voluntad de responder a una posición y a un proyecto global, el de la
construcción o constitución de un espacio europeo de educación superior. A nuestro juicio ello representaba asimismo una ocasión para el impulso a nuestros estudios. Como ustedes saben, yo presido la subcomisión de humanidades.
Era y es una
oportunidad para reorganizarlos de otro modo, al margen de la necesaria modificación en todo caso de los hábitos y procedimientos más convencionales de la actividad docente; pero al margen de ello, esta es una ocasión extraordinaria, una
oportunidad para reorganizar nuestros estudios.



Yo no considero que sea necesario hacer una declaración previa a favor de las humanidades porque no he oído a nadie hacerla en contra; por tanto, va de suyo. Sé que este es un sentido general compartido. Ni siquiera creo que es necesario
insistir en la importancia ni en el alcance de las humanidades -todos estamos de acuerdo en eso-, pero aquí empiezan las cuestiones fundamentales: ¿Cómo se potencian más? ¿Cómo hacerlo? ¿Se trata de dejarlo todo como está y continuar con un
discurso de exigencias y de lamentaciones? Nosotros creemos que no es potenciar las humanidades dejarlas como están; pensamos que más bien se trataba de afrontar el desafío y de responder a la ocasión. De aquí no se deduce el acierto o no de lo
que se propone inicialmente para su consideración -no hay tanta arrogancia- y para que se prosiga en el proceso establecido. Por supuesto, en la medida en que formaré parte de una posterior comisión, no hace falta insistir -todos lo suponen- en que
la propuesta de trabajo busca ser abierta y la posición por tanto dialogante; o sea que no hay nada cerrado ni le corresponde a la subcomisión cerrarla. Es bien consciente de sus competencias y no se quiere atribuir ni una más. En ese sentido
colaboraremos para proseguir mejorando lo que es simplemente una propuesta de trabajo.



Más que hacer un catálogo clausurado, un mero listado. Hemos buscado otra cosa, hemos buscado hacer un mapa que señalara por qué caminos cabría llegar a determinados estudios. Nos hemos guiado por los criterios de flexibilidad,
versatilidad y transversalidad de los estudios, por la capacidad de evitar la rigidez que a veces tienen, o el aislamiento o la incomunicación de algunos de ellos. Se ha hablado de la enseñanza profesional pero también hemos tenido en cuenta lo que
tiene que ver con la formación de profesores, hemos tenido en cuenta la enseñanza de secundaria. A veces se dice que la Universidad vive de espaldas a la enseñanza secundaria. Pues la hemos tenido en cuenta también, aunque sabemos que habrá un
posgrado probablemente para la formación de profesores. Hemos tenido en cuenta esto también a la hora de elaborar o de hacer una -repito- propuesta para trabajar.



El proceso de armonización de los estudios ni está al margen -esto es una consideración que espero que no sea lateral- ni puede considerarse aisladamente del proceso de constitución de Europa y sus dificultades.
Estos procesos van unidos y
pueden vincularse incluso con la denominación. Así que a mí me gusta hablar de la constitución europea del espacio de educación superior o, si se quiere, de la constitución del espacio europeo de educación superior. Vamos a correr los avatares de
la mano y ya vemos que las dificultades son grandes y también lo serán para construir un espacio europeo de educación, pero estamos en ello.



Quiero también mencionarles, para que se hagan un poco cargo, cuál es la composición de la subcomisión de humanidades. No hace falta que diga que yo me siento totalmente vinculado y corresponsable y responsable de esa decisión, con
independencia de que comparta o no algunas de las propuestas realizadas; aquí lo interesante no soy yo, lo interesante es qué ha propuesto la subcomisión. En esta subcomisión se encontraban don Alfonso Bullón de Mendoza, que es el rector de la
Universidad Cardenal Herrera-CEU; don Antonio Ramírez de Verger, rector de la Universidad de Huelva; don Francisco Fernández Buey, como consejero, y don José Antonio Samper Padilla, también como consejero; don José Manuel Sánchez Caro, rector de
la Universidad Católica Santa Teresa de Jesús de Ávila; don José Ramón Busto Sainz, rector de la Universidad Pontificia de Comillas; don Manuel Lobo, rector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria; don Marcelino Arranz, rector de la
Universidad Pontificia de Salamanca y don José Eduardo López Pereira. Han podido comprobar que en la relación que vengo mencionando hay tantas universidades privadas como públicas y hay también universidades de la iglesia tanto privadas como
públicas.
Este es un asunto que ha de considerarse, aunque supongo que las decisiones van más allá de las personas que las adoptan. Hay también cuatro miembros en la comisión que eran directores generales y también quiero que se sepa de qué
comunidades autónomas: el director general de Universidades de la Xunta de Galicia, don José Eduardo López Pereira; el director general de Universidades e Innovación Tecnológica del Principado de Asturias, don José Adolfo Rodríguez Asensio; el
director general de Ordenación Educativa y Universidades de La Rioja, don Juan Antonio Gómez Trinidad, y el director general de Universidades y Política Lingüística de Navarra, don Pedro Pegenaute Garde.



Nosotros hemos tratado de concebir de otro modo los estudios, como he dicho, para buscar esta flexibilidad y esta transversalidad, y desde luego con ninguna voluntad de empezar a suprimir o no títulos concretos -este no era el objetivo-, más
bien se trata de ver cómo se puede acceder a los actuales estudios desde diversas posibilidades. Queríamos proponer un mapa para ver cómo


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puede llegarse a determinados estudios y para organizarlos y rearticularlos de modo, repito, flexible. No hemos buscado hacer -aunque, como es lógico y razonable, también la opinión pública está inquieta en este sentido y es absolutamente
respetable, ¡solo faltaba!-, no hemos buscado hacer o no unos listados de titulaciones sino caminos para llegar a las enseñanzas. En todo caso, la orden de desarrollo -una orden que merece mucha atención-, la orden de desarrollo o denominación para
el formato de los títulos podrá permitir distintas posibilidades para que sean las universidades las que puedan perfilar posteriormente los títulos. También hemos trabajado en esta dirección, en la dirección de facilitar desde una determinada
troncalidad la autonomía, que cada universidad pueda marcar sus señas de identidad. El objetivo es que las universidades puedan organizar los estudios a partir de unos troncos comunes y así procurar diversos accesos a las enseñanzas. Hemos tratado
de buscar -luego veremos si hemos sido capaces de ello, no somos tan ingenuos-, de abrir un proceso de análisis para procurar grados que permitan lo que se dice que deben permitir los grados, que es la formación básica, la formación integral, la
homologación y la movilidad y la capacitación profesional, y a partir de ello configurar estudios. En cualquier caso, insisto en este lugar de tanta importancia que es un proceso abierto, el debate también, y es al Gobierno, al Parlamento
finalmente a quien le corresponde la decisión.



El grupo de trabajo de humanidades tiene una propuesta de títulos de grado que es fruto de un debate de ocho reuniones. Se ha tenido en cuenta la documentación presentada en el Consejo de Coordinación Universitaria y la dispuesta ante los
miembros de dicho grupo, quienes han escuchado las propuestas y las argumentaciones. Hemos tenido alguna dificultad porque los libros blancos de la Aneca en algunos casos se estaban haciendo a la vez que la comisión se reunía, y esto nos llevaba a
la necesidad de buscar algunas fórmulas de articulación. No quiero ocultar que esto también ha incidido en las decisiones que hayamos podido adoptar y si con posterioridad hay más información de otro tipo que enriquece o modifica la propuesta
inicial -insisto una y otra vez- la posición ni es cerrada ni busca serlo. La propuesta representa la posición de la mayoría del grupo, sin perjuicio de que con algunos títulos ha habido posiciones particulares. En lo que hay una posición
prácticamente unánime es en los siguientes aspectos: procesos abiertos flexibles y organizar los estudios por parte de la Universidad sobre una base común de diversas posibilidades. La carga lectiva en todos los títulos -esto también es polémico-
el grupo ha señalado que sea de 240 créditos ECTS. El grupo comprende que lo razonable en el proceso en el que estamos sería 180, pero en la situación o coyuntura social, educativa y política de nuestro país -y esto también tiene que ver con el
bachiller-, para garantizar la formación que se pide, que ha de ser integral, de conocimientos básicos, y también para el ejercicio de la actividad profesional, la consideración del grupo es que se requerirían estos 240 créditos. También hay que
darles un contenido transversal a los estudios y los títulos que hacen referencia a la lengua y a la literatura deben incluir -y esta es la propuesta- dos lenguas y sus correspondientes literaturas, entendiendo éstas una maior y otra minor, y a
estos efectos las dos lenguas se configurarán a partir de la posibilidad de cada universidad y la opción del estudiante.



En cuanto a las denominaciones relativas a los títulos de grados en lenguas y literaturas -ahora haré la mención a ellos expresamente-, si bien es cierto que en alguna de las propuestas no parecía satisfactoria a los miembros del grupo, la
ventaja es que permitían incluir todas las lenguas que en un momento se estudian en las universidades. En concreto -ahora seré más explícito, pero no he querido empezar por un listado- en España hay 17 filologías en este momento. Nosotros hemos
creído que era conveniente articular cuatro posibilidades a partir de las cuales podrían reunirse estos estudios, buscando siempre que no se estudie una única lengua y buscando siempre que esta vinculación de la lengua potencie las lenguas. El
aislamiento no fortalece las lenguas; lo que fortalece a las lenguas es su vinculación con otras, y lo que buscamos es que los estudiantes puedan al menos cursar dos lenguas en cada caso. Así que los títulos de grado en relación con las filologías
serían: título de grado en lengua española y sus literaturas (insisto en que se refiere expresamente a la literatura hispanoamericana, no hace falta hablar de los 500 millones de hablantes al respecto), título de grado en lenguas y literaturas
modernas; título de grado en lenguas y literaturas orientales y título de grado en filología clásica. La idea es aglutinar en torno a estas cuatro vértebras las 17 filologías. No nos gusta la denominación, que nosotros sin embargo proponemos, de
lengua y literaturas orientales.
Sabemos lo polémica que es, pero no hemos sido capaces de encontrar otra mejor, así que esperamos que en posteriores ámbitos personas de más formación o más lucidez sean capaces de encontrar una denominación más
adecuada. También quiero insistir en que cuando se habla de lengua española y su literatura -repito- está incluida además de la literatura española la literatura de Hispanoamérica. Se considera que los estudios en lengua inglesa (había una demanda
social también o un requerimiento, al menos una organización, para que hubiera una filología de lengua inglesa que en algunos lugares se presenta como lengua franca) se pueden vertebrar a partir de la propuesta como lengua maior o minor moderna, y
otro tanto cabe decir de los estudios árabes o islámicos, estudios orientales o los estudios de Asia oriental, cuya formación podría articularse a partir del grado en lenguas orientales y sus literaturas con un posgrado específico. Hay otro título
de grado en filosofía.



En relación con el título de grado en historia -que se propone-, en geografía -que se propone-, en bellas artes -que se propone-, había posiciones distintas en el grupo. Algunos eran partidarios de hacer un


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único grado de geografía e historia pensando en las oposiciones de profesores de instituto, en las que la mayoría de los temas están específicamente vinculados con la historia del arte, y -como digo- había una voluntad de hacer un único
título de historia, geografía e historia del arte. Hubo un debate muy intenso y muy serio que también ha tenido alcance en la opinión pública. Se vio que el título de grado de geografía hoy por hoy merece un grado aparte; no se puede incluir sin
más en otro ámbito. La expresión que añadía, que era 'ordenación del territorio', 'geografía y ordenación del territorio', se entendió que no era imprescindible y entraba en conflicto con otras denominaciones, pero la propuesta del libro blanco sí
es así y nosotros lo hemos dejado como título de grado en geografía.



El debate de la historia del arte ha llegado también a la opinión pública y esto no hay que obviarlo. Yo entiendo -y en el grupo así se hizo saber por algunos de los presentes- que en un país como el nuestro, con el patrimonio histórico
cultural que hay, las posibilidades profesionales, el avance de la investigación en la historia del arte, el hecho de que en el sentido más sano de la expresión se trata de una industria con mucho sentido, parecía que llevaba a muy buenas razones
para no obviar los estudios de historia del arte. La comisión no ha querido eludir los estudios de historia del arte. Lo que la comisión propone es, con independencia de lo que piense yo individualmente, que se hagan a partir del grado de
historia. Como se sabe, la troncalidad es en torno al 50 por ciento y esto no impide que las universidades puedan hacer una formación específica en historia del arte que se oriente a partir del grado de historia. Esto es muy polémico porque
algunos señalan que la historia del arte no es una rama de la historia, sino que la historia del arte es una troncalidad que tiene otras ramas. Por eso yo señalo lo que ha propuesto la comisión, pero soy muy consciente de que este es un aspecto
polémico y estamos todos abiertos a que se siga insistiendo en la dirección que sea necesario insistir.



En lo que tiene que ver con el tema de las filologías, tampoco quiero eludir el hecho de que es un asunto también de mucha sensibilidad, un asunto de mucha importancia, y que lo último que quiere es herir la sensibilidad o faltar al respeto
a las identidades que constituyen España, en modo alguno. Lo que se pensaba es que se potencia mejor relacionando por ejemplo -no eludo la cuestión- el catalán con el inglés o el gallego con el japonés. Si alguien puede estudiar este tipo de cosas
creemos que se potencia más, que se puede aumentar incluso el número de estudiantes que cursen estos estudios, comprendemos que además de las razones profesionales y académicas hay otras razones y nuevamente estamos abiertos a que se hagan valer en
los ámbitos en que sea necesario. Lo que se ha buscado es potenciar lenguas, lo que se ha buscado es abrirlas, lo que se ha buscado es el bien de la formación de los estudiantes, su movilidad y la homologación de los estudios que han realizado.



Perdón si me estoy extendiendo más de lo debido pero acabo enseguida.
Finalmente se propuso el título de grado de traducción e interpretación, el título de grado en documentación y el título de grado en bellas artes.
Respecto a otros
títulos de lingüística, en teoría de la literatura comparada o en historia de ciencias de la música, entendemos que pueden estructurarse en estudios de posgrado.



Y ya para acabar y no eludir las cuestiones está el título de humanidades.
Nosotros no hemos propuesto un título de humanidades. Esto ha llevado a una cierta confusión social porque en algunos ámbitos se ha dicho: Quitan las humanidades.
Bueno, quitan el título de humanidades como grado. Pero ¿por qué? Porque se ha pensado que la formación que se adquiere en ese título, si se hacen unos estudios versátiles, flexibles y transversales, se puede lograr a partir de cualquiera de los
grados propuestos, dado que el 50 por ciento podría ser la base del grado, y se puede completar hasta el ciento por ciento con una formación que dé esa vertiente. Ejemplo: a partir del grado de historia, con el 50 por ciento de estudios de
filosofía, de antropología, se puede hacer una formación que es equivalente a lo que se llama título de humanidades; es más, podría haber una formación de humanidades a partir de cada uno de los grados propuestos, pero nuevamente sabemos que es un
asunto polémico. Así que menciono -y acabo con esto- la relación de los nueve títulos, que es notablemente una reducción de los grados respecto de la propuesta inicial, pero entiéndase que se ha hecho en el esfuerzo arriesgado, polémico y desde
luego respetuoso con otras decisiones de reorganizar los estudios: título de grado en filosofía, historia, geografía, bellas artes, documentación, lengua española y sus literaturas, lengua y literaturas modernas, lengua y literaturas orientales,
filología clásica, traducción e interpretación.



La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra a continuación don Luis Parras, rector de la Universidad de Jaén y presidente de la subcomisión de ciencias experimentales.



El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE JAÉN (Parras Guijosa): En primer lugar, igual que mis compañeros, estoy encantado de estar aquí, de que sus señorías demuestren interés por el sistema universitario y por saber exactamente cómo han
funcionado las subcomisiones. Como habrán visto por los dos compañeros, cada subcomisión tiene una problemática particular y no es distinta tampoco la que subsiste en ciencias experimentales y de la salud.



En nuestro caso tenemos al día de hoy un total de 23 titulaciones de las 141 que tiene el sistema; es posiblemente la subcomisión con menor número de titulaciones, lo que ha llevado a que al final, como luego veremos, prácticamente se han
quedado la totalidad en la propuesta que se hará al ministerio. Nosotros hemos abordado el problema en una reunión previa de toda la subcomisión


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para ver qué idea teníamos sobre la evolución futura del mapa de titulaciones, como decía el profesor Gabilondo del mapa de carreteras, porque habría que buscar la transversalidad y que haya comparabilidad con los sistemas europeos. No hay
que olvidar que esto de la convergencia europea, o tú sabes dónde vas a llegar, con lo cual converges, o simplemente lo haces por aproximaciones sucesivas, y en ello estamos, aproximándonos sucesivamente; también el resto de los países se están
aproximando sucesivamente. No tienen por qué coincidir exactamente los nombres de las titulaciones, pero procuramos que coincidan en gran parte los contenidos para que los alumnos puedan circular con cierta libertad por todo el sistema europeo de
los 43 países que han suscrito los tratados hasta ahora.



Nosotros estamos ligados por dos decretos, el decreto de grado y el decreto de posgrado, fundamentalmente en este caso por el decreto de grado. La polémica que se suscitó en nuestra subcomisión en su conjunto fueron dos puntos del decreto
de grado que en principio, cuando se informó en el consejo, todos veíamos positivo pero a la hora de la práctica nos ha creado algún dolor de cabeza, y ahora lo entenderán ustedes. En un artículo se dice que el título de grado debe ser generalista,
transversal, de fácil comprensión y que tienda a la incorporación rápida de los egresados al mundo laboral, y por otro lado puede coincidir con títulos altamente profesionalizantes, con lo cual tenemos una dificultad: títulos generales que puedan
conducir al mercado laboral, por ejemplo matemáticas y el CAP para enseñanza, o un título más especialista como puede ser bioquímica, que crea una disfunción por lo que se da en biología de bioquímica, o se puede impartir como un máster, podría ser
un máster en bioquímica pongo por caso, o un título de los altamente profesionalizantes como nutrición y dietética, que puede coincidir con formación profesional superior no universitaria. Tuvimos un primer debate bastante intenso, durante una
mañana y una tarde, analizando los decretos de grado a la luz de las titulaciones que teníamos y sin perder de vista, aunque no fuera competencia de la subcomisión en su conjunto, abordar la posible duración de los títulos, lo que iría en una
segunda etapa cuando se confeccionasen las directrices generales propias de cada uno de ellos. Y claro la dificultad estaba en si eran 180 ó 240. En esta primera etapa mayoritariamente se pensó en 180 créditos para las titulaciones de grado.
Dividimos la subcomisión en tres subgrupos: ciencias de la vida, que tenía poco trabajo -dicho sea de paso- porque la mayoría son títulos que vienen con directiva europea y por tanto está muy tasado que se reunieron dos veces y luego tuvieron una
reunión con los colegios profesionales de médicos, coordinada por Joan Viñas, que es rector de la Universidad de Lleida. Un segundo subgrupo lo coordina Enric Canela, que es un representante del Parlamento y que lleva todo el grupo de ciencias de
la vida, biología y aledaños. Y yo coordino el grupo del resto de las ciencias: química, biología, geología, matemáticas, estadística. Cada subgrupo ha funcionado de manera independiente, como así se decía desde el principio, aunque los
coordinadores nos mandábamos la información de cada una de las reuniones que teníamos para estar todos de acuerdo o por lo menos conocer cómo iba evolucionando cada una de las reuniones, y tras un par de ellas tuvimos una reunión general para ver
cómo andábamos. Nos contamos los problemas que habíamos tenido, tratamos de coordinarnos como una sola subcomisión, que en realidad es lo que somos, independientemente de las otras, y luego el ministerio nos reunía para ver cómo iba el proceso. En
una última reunión, hace ya un mes aproximadamente, finalizamos el proceso con un solo tema pendiente, ciencias de mar, que queremos llevar a una última reunión por su especificidad y el número de titulaciones que hay, que tampoco es muy grande. Se
hizo una votación, como diríamos en la universidad, tentativa para ver más o menos la posición general del sistema, pero no quedó excesivamente claro porque no hubo una diferencia significativa, un voto exactamente, por decir la verdad. Me gustaría
que se reconsiderara porque es la única titulación que desparecería, y ahora mismo es una titulación de grado con bastante importancia en las cinco universidades en que se imparte.



En nuestro caso desaparece únicamente un título, que es el de ciencia y técnica estadística, que se integraría con estadística como titulación, que es la diplomatura, en un solo título de grado. Ciencias del mar, como les digo, queda
pendiente para una reunión próxima que tengamos antes de entregar la documentación al ministerio.



Después en el debate, si les parece, hablamos de lo que ustedes quieran.



La señora PRESIDENTA: Por último, tiene la palabra el profesor Domingo Docampo, rector de la Universidad de Vigo y presidente de la subcomisión de enseñanzas técnicas y ciencias de la salud.



El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE VIGO (Docampo Amoedo): Muchísimas gracias también por el interés que están manifestando por los trabajos de estos grupos a los que las cuatro personas aquí presentes hemos dedicado una parte importante
de nuestros esfuerzos en los últimos meses y yo algunas horas de vuelo, pues me toca viajar a Madrid cada vez que tengo presidir esta comisión.



Les voy a contar un poco cómo nos organizamos en la parte de ingeniería porque entiendo que las cuestiones generales ya han sido expuestas. En la comisión de enseñanzas técnicas tenemos 25 miembros, por tanto está bien nutrida y hay una
representación amplia de todas las ingenierías. No obstante, para estos trabajos hicimos una comisión ampliada porque no teníamos representantes de arquitectura, y en una comisión que tiene las ingenierías y la arquitectura nos parecería que había
que cubrir algunos puestos de áreas de conocimiento que no estaban presentes. Nos organizamos


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después en cuatro grupos de trabajo: uno, ingeniería agroforestal, que actualmente tiene todo lo que tiene que ver con agrícolas y montes; otro, edificación y construcción, que tiene que ver con la ingeniería de caminos, con la
arquitectura, arquitectura técnica, etcétera; un tercer grupo de tecnologías de la información y las comunicaciones, básicamente telecomunicaciones e informática; y un cuarto grupo en el cual estaba la industria, el transporte y la energía, que la
pueden asociar a navales, aeronáuticos, industriales y minas. A lo largo de los últimos meses, desde enero en que recibimos el encargo del Consejo de Coordinación Universitaria, hemos celebrado no menos de 25 a 30 reuniones de estos grupos de
trabajo en las cuales se recibió a una representación bien nutrida de todos los directores de las escuelas universitarias de España y de las escuelas técnicas superiores; obviamente no hemos podido recibir a todos pero sí recibido a una
representación de todos los colectivos implicados. Hemos hablado con la práctica totalidad de los representantes de los colegios profesionales de la ingeniería, de la arquitectura y de la arquitectura técnica con el Instituto de Ingeniería, con la
Academia de Ingeniería, con todas las asociaciones de ingenieros, que tienen un trabajo diferente a los colegios profesionales, y hemos recibido a una parte importante de los empleadores de cierta relevancia, es decir, no a las pymes pero sí a los
empleadores de cierto nivel, porque entendíamos que era muy importante en el debate sobre ingenierías y arquitecturas contar con la voz de las profesiones. A nadie se le oculta que el debate sobre los títulos de ingeniería es algo más que un debate
académico, puesto que los títulos de ingeniería en España tienen asociadas unas atribuciones profesionales que influyen tremendamente en el debate académico.



Antes de comenzar nuestros trabajos hicimos dos informes, uno sobre el estado de la ingeniería en el mundo profesional, no académico, cómo está el mundo de la ingeniería, distinguiendo entre el ámbito anglosajón y el ámbito europeo, teniendo
después Singapur, Hong Kong, Japón, etcétera, que se pueden asociar más al modelo anglosajón. Las diferencias claras son que en ese modelo una persona termina sus estudios académicos e inicia una vida profesional en la cual progresivamente las
propias asociaciones van acreditando su condición de ingeniero junior, senior, etcétera, pero no es la cualificación académica la clave sino el reconocimiento profesional. Hay otra tradición que es la europea, la continental, no la británica, en la
que el título tiene ya un marchamo profesional inmediato y faculta prácticamente para todo. En España en el momento en que una persona tiene un título académico puede firmar una central nuclear, puede firmar un trasatlántico de gran tonelaje, puede
firmar un puente gigantesco o hacer un rascacielos. Las diferencias son claras, incluso dentro de Europa, porque el norte y las islas son más de la tradición de que es la profesión la que acredita y, en cambio, la tradición alemana, francesa,
italiana, española, portuguesa, griega es mucho más que la academia faculta directamente para el ejercicio profesional para siempre. Después de hacer estos trabajos de resumen, hicimos un informe sobre cómo estaba yendo la convergencia en los
diversos países europeos. El grupo de trabajo partió con unos materiales para hacer no solamente un debate a la española sino un debate conectado con lo que está ocurriendo en los títulos europeos. Certificamos que hay dos tendencias de lo que
está ocurriendo en Europa. Una de ellas está ejemplificada en la opinión pública como el tres más dos, los países que han optado por una estructuración de los estudios de grado y posgrado en los cuales el grado dura tres años y el posgrado dura
dos. En particular en el caso de la ingeniería hemos observado que en los países nórdicos, junto con Suiza, se ha optado por este modelo del tres más dos. Quiero decir con esto que no hay tres, es un tres más dos. No hay ninguna previsión. Las
propias autoridades educativas, reconocen directamente que un estudiante deje la universidad a los tres años. Se trata de que a los tres años decida en qué se va a especializar, no tanto de que se vaya con un título. Especialmente en Finlandia y
en Suiza lo dejan claro incluso en la documentación anexa a las decisiones ministeriales o gubernamentales sobre los títulos. En las conversaciones que hemos tenido en particular con suecos, noruegos, daneses, incluso holandeses y belgas, en
general, la previsión con este esquema en ingeniería es que uno no se hace ingeniero hasta que no termina con el tres más dos. No es así en el Reino Unido, donde la tradición es muy acendrada de que el título de bachelor sí que da una entrada al
mundo profesional y un porcentaje importante, casi un 50 por ciento de los estudiantes va con ese título de bachelor a la profesión. En Escocia e Irlanda también es así, pero el título es de cuatro años, a diferencia de Gales e Inglaterra, que es
de tres.



Con estos datos de partida nosotros lo que hicimos fue tratar de madurar unos criterios que nos permitieran al final tomar decisiones acerca de los títulos. Preferimos no empezar hablando de títulos sino de criterios que nos diesen alguna
pauta sobre cómo proceder. Y les voy a leer casi literalmente algunas de las cuestiones que hemos acordado porque creo que es más ilustrativo que el que yo intentara glosarlos de otra forma. En primer lugar, dada esta asociación de la cuestión
profesional con la académica, nosotros tenemos muy claro que las atribuciones profesionales deben resolverse mediante ley distinta de lo que es el tema de los títulos, por lo que su discusión la hemos separado completamente de la que realizamos con
el catálogo de títulos, aunque entendemos que esa discusión debe realizarse en otro foro, no en el foro del debate académico. En segundo lugar, acordamos que sería bueno disponer de un catálogo de títulos en ingeniería y arquitectura al que
llamamos un catálogo simplificado con respecto a la oferta actual, en la que hay casi 60 titulaciones dentro del grado. Verán ustedes después que no es que hayamos tenido un gran éxito, pero los hemos reducido a más de la mitad, lo que da una idea
de que sí se ha simplificado, que era de lo que se trataba, no era tanto reducir como simplificar y


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clarificar la oferta, pues en particular en muchas ingenierías técnicas había una redundancia excesiva en el número de títulos que luego se veía la troncalidad de los mismos y era prácticamente común hasta un 70 por ciento en algunos casos.



Estuvimos intentando buscar la mayor convergencia posible entre las estructuras de los títulos de ingeniería y de arquitectura, aunque para esto hay una dificultad adicional, que es que la arquitectura sí tiene una directiva europea con unas
estipulaciones bien marcadas para la duración de los estudios, lo que no ocurre con ninguna de la ingenierías, con lo cual ciertamente hemos convergido en alguna cuestión pero no en la duración de los estudios porque en el caso de arquitectura, como
ocurre con medicina, veterinaria y farmacia, está impuesta por una directiva europea. Entendíamos claramente que había que desacoplar los títulos de grado y posgrado, de modo que al posgrado se pueda llegar de una manera muy transversal y que la
formación de ingeniería no esté, como actualmente, en una línea vertical en la que uno empieza y no tiene más remedio que seguir por una sola vía del conocimiento. Se trataba de que los títulos de grado tengan un poco más de amplitud y que al
posgrado se pueda acceder no solo desde las ingenierías sino también desde otras formaciones, en la mejor tradición a la que nos queremos sumar con esta reforma.



En cuanto a la duración, nos pareció que si a los títulos de ingeniería se les pide relevancia social y adecuada inserción laboral era difícil escaparse en la tradición española de un esquema que no tuviese 240 créditos, pero al menos hemos
hecho un esfuerzo para que en esos créditos se sea honesto con el estudiante y el proyecto fin de carrera, que es una pieza clave de la formación de ingeniería, tenga en el plan de estudios el reconocimiento real, como corresponde a la valoración
ECTS, del trabajo del estudiante, 30 créditos. Ustedes saben que actualmente el proyecto fin de carrera figura con seis o nueve créditos en los planes de estudio y los trabajos reales de los estudiantes no son inferiores a seis meses y en muchos
casos no inferiores a un año. Por tanto, al menos con esto entendemos que será una salvaguarda para el estudiante, que verá reconocido su trabajo.



Hemos hablado de títulos de grado y también de másteres. Nosotros entendemos que los másteres no deben tener directrices generales propias y que debe ser un ámbito donde haya mucha flexibilidad institucional, mucha diversidad y mucha
capacidad de ofrecer estudios distintos en las universidades en cooperación competitiva o en competencia cooperativa; en fin, que ese es un ámbito claro de definición de oferta propia de cada universidad. Al mismo tiempo, dadas las
especificaciones profesionales de la ingeniería, como no tenemos todavía muy claro cómo va a ser el acceso a las profesiones reguladas -ya dijimos al principio que no es nuestra misión atribuir cualificaciones profesionales a los títulos- por lo
menos teníamos que hacer una propuesta de títulos de másteres con directrices generales propias que pudieran cubrir el actual mundo profesional de la ingeniería, y aquí influye también un poco la tradición europea continental. En Francia, Alemania
e Italia, aunque nominalmente han escogido modelos de grado y posgrado para todos los títulos en el ámbito de la ingeniería, ustedes saben que los viejos títulos siguen vigentes.
En Francia les grandes ècoles no han cambiado todavía su forma de
educar y en Alemania se mantienen los dos modelos y hay una tradición continental muy grande de cinco años de estudio seguidos a los cuales quieren atribuirle la cualificación de máster. Nosotros hemos procurado hacer una propuesta que juega un
poco con las dos barajas. Es posible que los títulos de grado tengan una alta cualificación profesional. Hacemos una propuesta de títulos de máster con directrices generales propias por si en el debate sobre la asignación de atribuciones
profesionales se viese necesario preservar en algunos ámbitos de profesiones reguladas la condición de máster para el acceso a ellas. No es que lo impongamos; entendemos que nuestra obligación era sugerirlo y así irá en la propuesta.



Nos parecían claros tres acuerdos. El primero, solicitar al ministerio en este caso, que es el que en su momento va a tener que tomar decisiones, que si se van a poner en marcha másteres con directrices generales propias, tal como la
subcomisión sugiere, se haga al mismo tiempo el trabajo de directrices generales propias de estos másteres y directrices generales propias de los títulos de grado, que no se deje para más adelante porque si no perdería coherencia la propuesta que
hemos hecho.
En segundo lugar, nos parecía muy interesante para mejorar la visibilidad de los títulos que se pudieran hacer menciones dentro de los títulos a aquello que en tiempo se conocía como las especialidades y que en el decreto digamos que
están específicamente prohibidas. El decreto dice que no podrá haber especialidades. No es que nosotros pidamos que haya especialidades pero lo que sí entendemos es que debería recogerse, a lo mejor mediante una modificación de ese real decreto de
estudios de grado, que al menos en los planes de estudio puedan abrirse orientaciones o intensificaciones, de manera que un estudiante pueda ser ingeniero en A pero con una mención específica en B, y esto podría ayudar a recoger la gran variedad de
oferta que hay en estos momentos en el mundo de la ingeniería.



Finalmente, y en esto coincido creo que con todos los que me han precedido, entendemos que lo que vamos a proponer nosotros ahora no es más que una lista provisional, un primer borrador; hemos aceptado este papel de comisión que filtra la
opinión generalizada de toda la ingeniería, de la arquitectura, de dentro y fuera de la institución académica, pero entendemos que esta es una primera propuesta sujeta, por supuesto, a un debate ahora en la Comisión en la que corresponde debatir y
después más adelante, de nuevo, en lo que el Gobierno considere que debe ser discutido. Tengo una lista, yo no sé si procede, de títulos pero creo que les voy a aburrir porque son 28 títulos de ingeniería. Yo, si la presidenta me lo


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indica, se lo leo, y si no después si hay preguntas las contestaré.



La señora PRESIDENTA: Yo creo que no nos vamos a aburrir, lo puede leer.



El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE VIGO (Docampo): Los títulos que ha propuesto esta comisión como borrador inicial son los siguientes: Arquitectura, ingeniería aeronáutica de vehículos aeroespaciales, ingeniería aeronáutica de sistemas
y operaciones aeroespaciales. Me explico, este es el título actual de ingeniero aeronáutico dividido como en dos formas de educar, una para los ingenieros de AENA y otra para los ingenieros que hacen aviones. Ingeniería agroalimentaria, ingeniería
en automática, que recoge una tradición; aquí es un título de segundo ciclo pero internacional, se conoce más bien como control en el mundo de la ingeniería internacional pero en España tiene mucha más salida o más conocimiento el título de
automática. Luego tenemos dos títulos que se llaman ingeniería civil e ingeniería de la construcción civil. Aquí es una cuestión entre los ingenieros de caminos y los ingenieros de obras públicas; se ha buscado un punto intermedio y hay dos
títulos. Es un proceso que tendrá que depurarse, pero de entrada sale esta propuesta.
Junto con estos dos títulos hay también una propuesta de ingeniería en edificación, que no es otra cosa que la conversión del título actual de arquitecto técnico
en ingeniero en edificación. Lo que se entiende es que el ingeniero en edificación básicamente tendrá todas las competencias que actualmente tiene el arquitecto técnico y grosso modo su troncalidad y sus estudios. Ingeniería en diseño industrial,
que recoge un título actual. Ingeniería eléctrica, electrónica. Ingeniería en energía, quizá esta es una titulación nueva pero de futuro clarísimo porque es una de las preocupaciones de la humanidad. Ingeniería forestal y del medio natural.
Ingeniería geológica, sabemos que aquí tropezamos con una ciencia bien acendrada, como la geología, y por lo tanto habrá su debate pero ya existe el título y era difícil eliminarlo de la lista. Ingeniería de geomática y topografía, ingeniería
informática, ingeniería marítima, ingeniería de materiales, ingeniería mecánica, ingeniería del medio rural, ingeniería de minas, ingeniería naval. Ingeniería de navegación y transporte marítimo, que no es del título de navales. Ustedes saben que
hay unas escuelas de náutica y que hay unos títulos asociados con estas escuelas que están dentro del mundo de la ingeniería pero son distintos de la ingeniería naval; esto se ha recogido de esta manera. Ingeniería en organización industrial,
ingeniería química, ingeniería de recursos y sistemas marinos, ingeniería en tecnologías industriales e ingeniería en telecomunicación. Son 28 títulos partiendo de una lista de aproximadamente 60, por lo que se ha simplificado. Luego hay una
propuesta de másteres con directrices generales propias que fundamentalmente recoge los títulos actuales de la ingeniería -aeronáuticos, agrónomos, caminos, industriales, informáticos, naval, minas, montes y telecomunicación- y a mayores tres o
cuatro títulos de ingeniería en máster que se entiende que recogen segundos ciclos actuales que tienen específicas competencias profesionales, como es la ingeniería ambiental, geodesia y cartografía, química, radioelectrónica naval y textil, que no
veíamos como títulos de grado y que sí les dimos salida como títulos de máster.



La señora PRESIDENTA: Muchas gracias a los cuatro comparecientes. Pasamos al turno de intervención, empezando por el grupo parlamentario que ha solicitado esta comparecencia, el Grupo Parlamentario Popular. Tiene la palabra el señor
Gámir.



El señor GÁMIR CASARES: Presidenta, señorías, esta intervención va a constar de 15 puntos muy breves y de una frase final con tres comentarios a la misma. De los 15 puntos los dos primeros van a ser afirmaciones y los 13 restantes
preguntas. En algún momento reiteraré algo de lo que se dijo en la Comisión del 8 de junio, pero son puntos en los que hay que hacer hincapié, y además tenemos especial interés, con esta oportunidad, de conocer la idea sobre los mismos de las
personas que comparecen.



El primer punto, que es una primera afirmación, es el agradecimiento de nuestro grupo por vuestra comparecencia aquí, por vuestras intervenciones, y una felicitación por todo el trabajo que habéis realizado, que estáis realizando y que vais
a realizar. Por tanto, afirmación, sin duda no hace falta preguntar nada al respecto. Segundo punto, que también es afirmación, es que en la dirección del proceso de Bolonia ya se dieron en 2003 pasos importantes, como los decretos de aquel año,
que establecieron el sistema europeo de créditos y el suplemento a los títulos, y se daba el paso de adaptar las titulaciones al proceso de Bolonia. He de destacar el carácter poco conflictivo de aquellos cambios de 2003.



Tercer punto y primera pregunta. La forma en que se ha reiniciado el proceso actualmente está siendo bastante conflictiva. ¿Qué piensan ustedes al respecto? ¿Qué piensan, por ejemplo, del informe del Consejo de Estado? ¿Qué piensan sobre
que no se siguen 7 de las 11 observaciones, algunas de ellas de fondo, de gran calado, que el Gobierno no las sigue y, sin embargo, utiliza la fórmula de, entre comillas, de acuerdo con el Consejo de Estado, en vez de la fórmula de oído el Consejo
de Estado? ¿Les parece razonable esta reacción? Cuarto. Aparte del problema anterior, que es de forma, aunque es una forma que afecta al fondo, ¿qué piensan del contenido de dichas observaciones del Consejo de Estado? Quinto. ¿Creen ustedes que
con la excusa de Bolonia el Gobierno puede hacer lo que Bolonia no exige? Sexto. ¿Les ha parecido a ustedes que el Gobierno tiene ideas claras sobre lo que quiere o no las tiene y está introduciendo una cierta confusión, inquietud en la
universidad, contradicciones, escritos múltiples críticos desde las universidades y los sindicatos? Dicho de otra forma y


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como lo expresaba el diputado señor Esteban en la sesión del 25 de mayo, parece que, aparte de contradicciones, el Gobierno lanza globos sonda para ver cómo reacciona la universidad y la sociedad. Séptimo. ¿Cómo creen ustedes que se deben
mantener las diferencias entre los estudios de diplomaturas de ingenieros técnicos, de gran aceptación social, y los de más amplia generalización? ¿Puede repercutir en la diferencia entre funcionarios tipo B diferentes de tipo A? Octavo. El
camino, si es que existe un camino, que está llevando el Gobierno español, no precisamente estas comisiones, ¿puede afectar negativamente a la comparabilidad y a la competitividad de los estudios? Noveno. ¿Están ustedes de acuerdo en que existan
grados sin especialidades?, ¿la existencia de grados con especialidades no ayudaría a encajar mejor problemas como el de la historia del arte o el de las filologías, o el de las ingenierías? No es lo mismo el problema de majors y minors que el
problema de las especialidades, y aquellos que tenemos alguna formación anglosajona entendemos claramente la diferencia. Décimo. ¿Les parece lógico que en ciertas ocasiones, en ciertas ocasiones solo, se pueda pasar del grado al posgrado sin haber
terminado todos los requisitos del grado? Perdóneme por una alusión de tipo personal. Mi formación universitaria es en gran parte anglosajona, en la Universidad de Oxford hay que terminar el BA y sería absurdo poder empezar el Blitt, que es el
nombre del máster más clásico que existe en dicha universidad. Undécimo. ¿Les parece lógico que se apruebe el sistema de grados sin que esté claro el componente de los posgrado? Con la ley en la mano debería estar mucho más claro: Salvo cuando
existan consecuencias profesionales directas, cada universidad creará sus títulos de posgrado. Como catedrático universitario defiendo personalmente e intensamente la autonomía de las universidades, ¿pero se puede aprobar fácilmente la lista de
grados sin conocer el complemento de los posgrados? ¿Serían convenientes directrices generales propias sobre los másteres en la ingeniería y en otras especialidades y aparte los másteres precisamente en los títulos de posgrado? Duodécimo. ¿No
podrían existir grados con cursos comunes? ¿No existe un derroche actual, por ejemplo, en magisterio, y podría existir en otras titulaciones, por la carencia de este enfoque? Decimotercero. Este punto es un poco con una nota de broma, ¿cuáles son
las directrices del Gobierno? Si escuchamos a Rodríguez Zapatero depende de dónde hable; siguiendo literalmente sus expresiones se ve que va a incrementarse fortísimamente la importancia de la filosofía, parece que su importancia va a ser similar
a la actual, va a ser un grado. Decimocuarto. ¿Sabe lo que nos dijeron los estudiantes de arquitectura en una reunión, que estaba también el portavoz de nuestra Comisión, sobre Bolonia? Pues su respuesta, y abro comillas, es: Nos hemos librado
de Bolonia, cierro comillas. Es mal asunto cuando estiman una buena noticia haberse librado; de paso no es tan claro que se hayan librado. Y decimoquinto y último punto antes de la frase final con la que concluyo. Nada dice Bolonia sobre la poda
de títulos, lo cual no quiere decir que se puedan ofrecer todas las titulaciones en todas las universidades. La, entre comillas, poda podría ser cuidadosa, si hay que hacerla. Con toda sinceridad, no parece lógica una única titulación
independiente de lengua castellana y que las demás se incorporen en lenguas modernas; las lenguas constitucionales en España deberían tener grado propio catalana, gallega y vasca, como lo deberían tener las principales lenguas internacionales
inglés, francés, etcétera, lingua franca se ha mencionado aquí al hablar de otras, y recordemos la Constitución española. Luego cada universidad, por razones de lógica interna, ofrecerá unos u otros grados, esto es normal, es decir, que decidan ya
entre ellos los grados que ofrecen. A este punto sé que ya me referí en la Comisión del 8 de junio; sé que otra serie de portavoces se han referido precisamente a este punto pero creo que éste es uno de los puntos que está en la sensibilidad de
toda la sociedad, de esta Comisión, como un punto realmente importante.



Y acabo con una nota. Hay una declaración de la ministra según la cual este proceso iba a acabar el 1 de mayo. No ha sido así, y permítanme tres comentarios sobre esta frase. Desde un enfoque clásico romano habría que recordar aquello de
pacta sunt servanda, los pactos no han sido del todo servidos. Recuerdo una frase que estuvo muy de moda en la transición, época que me tocó vivir, y era el lenguaje a las palabras y el lenguaje a los hechos. Y debemos diferenciar sobre todo en la
ida hacia la democracia cuando se hacían grandes declaraciones hacia la democracia y cuando se iba en el lenguaje a los hechos. Aquí el lenguaje a las palabras y el lenguaje a los hechos no han coincidido. Y déjenme que termine con una pequeña
broma final: si todo el cumplimiento de Bolonia se lleva tan bien como el cumplimiento de la promesa del 1 de mayo habría que recordar la segunda ley de Murphy según la cual no hay situación por mal que esté que no pueda empeorar. La universidad
está mal, pero si todo se ejecuta como esta afirmación sobre el 1 de mayo sin duda podría empeorar.



La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra por el Grupo Parlamentario Mixto el señor Rodríguez.



El señor RODRÍGUEZ SÁNCHEZ: En nombre del Bloque Nacionalista Galego empezaremos por hacer algunas alusiones de carácter analítico que pienso que pueden explicar algunas de las contradicciones, algunos de los problemas, sin duda, y algunos
de los debates inevitables.



Lo primero que nos gustaría afirmar es que, al margen del proceso de la Unión Europea, nadie duda de que el sistema universitario del Estado español necesita, necesitaba una reforma urgente, otra cosa es que esta reforma se esté haciendo con
el pretexto del proceso de la Unión Europea a partir de algunas casuísticas muy características del Estado español.
Una de ellas es que la voluntad política del Estado español, desgraciadamente, a comienzos del siglo XXI, sigue siendo una voluntad


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política de sesgo claramente centralista, lo que en algunos aspectos condiciona el proceso de reforma, especialmente en aquellas materias que tienen que ver con las ciencias sociales y lo que se conoce tradicionalmente como humanidades. Por
otra parte, hay una estructura académica que sin duda reproduce un poder de carácter social que también condiciona el proceso de reforma. Esto es evidente sobre todo en el aspecto que tiene que ver con las materias de carácter técnico. Nos parece
que es muy loable que se intente ir a un sistema que sea comprensible en el espacio de la Unión Europea, que sea comparable y que efectivamente sea flexible; lo grave es cuando a partir de estos tres criterios de la comprensividad, el carácter
comparativo de los estudios y la flexibilidad, se intenta hacer no una homologación de títulos sino una cierta homogeneización que realmente no contribuye, especialmente en las materias de carácter humanístico, a ponernos a la altura de los tiempos
y a la altura de las mayorías sociales. Igual que sin duda es grave que, con el pretexto de hacer títulos de carácter efectivamente más simplificado, más genérico, sobre todo en lo que tiene que ver con el título de grado, se esté reincidiendo en
una visión de la troncalidad que creemos que perjudica gravemente a lo que serían los aspectos que muchas veces en la ideología oficial se consideran localistas o de carácter parcial que sin duda, como intentaré demostrar, en absoluto es así. En
todo caso, desde nuestro punto de vista no acabamos de ver clara una cuestión que es puramente de método, o más que de método, de estructura, que nos parece que va, por lo menos en el mercado del Estado español, y seguramente en el de toda la Unión
Europea con los procesos de aplicación de políticas neoliberales, a establecer mayores jerarquías, a crear mayor precarización en el mercado laboral y sin duda a hacer algunos títulos totalmente obsoletos o inservibles.



No acabamos de entender muy bien esta diferencia entre grado y posgrado, que va a provocar muchísimas disfuncionalidades en el mercado laboral, y creo que algo se intuye ya en las palabras del rector de Vigo, señor Docampo, cuando se intenta
casar ahí 50 cosas, que no pueden casar al mismo tiempo, entre grado que no es grado porque ha de ser posgrado, al mismo tiempo el máster, porque hay que colocar ahí algunos no sé si privilegios o simplemente necesidades de cualificación
específicas. Un sistema con grado, posgrado, másteres y doctorados, en muchas materias de aprendizaje va a ser francamente excesivo y al final los títulos más cualificados serán los que se abran algo en el mercado laboral si el mercado laboral no
va cada vez más a un modelo de carácter anglosajón.
Igual que nos parecen preocupantes estas distorsiones tan grandes en la forma del aprendizaje, que en unos casos se traduce en 240 créditos de este tipo y en otros en 180 créditos. Nosotros vemos
que este sistema de estudio tiene aspectos positivos y aspectos negativos. Uno de los aspectos negativos que puede haber es que en determinadas materias se convierta esto en una cuestión puramente burocrática, que la enseñanza presencial disminuya
sensiblemente y el aprendizaje en métodos, en la capacidad analítica, en la capacidad crítica, al final se convierta en trabajos burocráticos que van a depender de la capacidad, de si se mantienen muchos profesores atendiendo a pocos alumnos, porque
si es pocos profesores atendiendo a muchos alumnos realmente el resultado va a ser puramente formal, y entonces estaremos todos muy satisfechos porque no hay clases magistrales pero realmente, como pasa ya en muchos casos en bachillerato, los
trabajos serán penosos y no habrá un seguimiento de ellos a conciencia. Creo que, efectivamente, esta forma de trabajar, que es mucho más experimental, tiene ventajas increíbles, pero tiene ventajas increíbles si el que trabaja, el que está
aprendiendo, va muy acompañado y puede ser objeto de discusión diaria y cotidiana, si no, esto no va a valer; que quede claro nuestro punto de vista en estas cuestiones. Y ahora ya más en particular voy a las preguntas para cada uno de los
representantes de las distintas subcomisiones. Empezaré por doña Araceli Maciá. De su subcomisión nos preocupan algunas cuestiones fundamentales.
Primero, en el aspecto de la economía es indicativo que se está reincidiendo cada vez más en una
formación puramente empresarial; creo que la economía como una ciencia social merecería alguna titulación o por lo menos garantizar que en las enseñanzas troncales los estudios de la economía como teoría económica están muy presentes. La economía
como análisis de estructuras económicas y sociales ha de estar muy presente, y creo que se está optando más bien por unos títulos de carácter tecnificado que sirvan nada más que a las empresas en el sentido de la gestión de las mismas. Esto, que ya
está muy agudizado en las carreras de ciencias económicas en el Estado español hoy en día, con el modelo que ustedes están siguiendo se va a agudizar mucho más. Y hay también un vacío que no acabamos de ver -usted no habló de las titulaciones en
concreto- en especial de las materias que tienen que ver con la sociología y la psicología social, no sé eso si realmente está solamente en su subcomisión o está compartido con otras. En la referencia a los títulos de magisterio, sería muy
importante que las titulaciones de magisterio de grado fueran homologables en cuanto a su importancia en número de créditos con las carreras que pertenecen a humanidades; lo digo porque después va a haber solapamientos en la función de ciertos
desempeños, por ejemplo del profesorado, y para la unificación del profesorado, por lo menos de primaria y secundaria, con una titulación homologable; sería muy importante que fueran equivalentes. Y sin negar la necesidad de esa peculiaridad o
especificidad de los maestros de infantil y de primaria, sería interesante colocar alguna posibilidad de que esos grados fueran claramente transversales con algunos grados de todas las carreras que forman parte de las humanidades; por lo tanto, que
se tuviese esto muy presente.



En relación con las ciencias de carácter experimental y de la salud, vemos que efectivamente es curioso,


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cuando las materias se mantienen en un término más teórico, más de carácter científico, que la presión del poder institucionalizado es muchísimo menor, y eso en gran parte es una ventaja, pero también a lo mejor impide ver la incardinación
en el mercado de esas carreras, como por ejemplo los grados de física, o todo lo que tiene que ver con las filologías -lo que usted hablaba de las ciencias del mar-. Todas estas cuestiones habría que compartirlas algo más y no de una forma
competitiva, y en ese caso a favor de toda su especialización con todo lo que son las carreras de carácter técnico, que siguen estando excesivamente desvinculadas unas de otras, con todas las desventajas que esto conlleva.



Antes de acabar con lo que para mí es más importante en este momento, las carreras técnicas, quiero pedir alguna aclaración al señor Docampo.
Efectivamente se simplificaron mucho las titulaciones que había, pero creo que siguen siendo
víctimas de querer solucionar con una excesiva componenda lo que es la estructura de poder de las ingenierías, las arquitecturas, en relación con las ingenierías técnicas y las arquitecturas técnicas. En primer lugar, me gustaría saber, con este
modelo que ustedes plantean, si obligatoriamente hay que ir a cinco años, ¿realmente cuál es el resultado para los ingenieros técnicos y los arquitectos técnicos en este modelo? El hecho de querer ir a másteres cuando los demás planteamientos no lo
tocan, ¿por qué esos másteres? ¿Es para que realmente los actuales ingenieros se puedan sentir como más preservados en sus funciones, en las funciones de carácter profesional que hoy desempeñan? Me gustaría que explicase un poco más esto en
función de la realidad actual, es decir, cómo van a quedar los que están ahora, ingenieros técnicos, ingenieros y doctores, en relación con todo este nuevo esquema.



Y por último respecto a las humanidades, le pregunto al señor Gabilondo.
Yo no tengo nada en contra de que ustedes hayan intentado hacer una cuestión de carácter profesional y académica, aunque realmente pienso que el resultado no es nada
profesional ni nada académico, está muy determinado por una concepción de carácter ideológico, en este caso no por una presión de carácter social de poder, porque ya sabemos que los que estamos trabajando en el campo de las humanidades no tenemos
fuera campo alguno y prácticamente el destino final es la docencia, en el estatus mejor que podemos alcanzar, porque otro estatus bueno o positivo sería el de traductor, que es cierto que hay mucho trabajo pero es verdad también que es un trabajo
muy intenso para poder sacar una rentabilidad económica grande. El esquema que ustedes presentan, que es una reducción brutal, tiene en primer lugar como gran defecto una terminología que es muy poco académica, porque, lenguas modernas son todas,
todas, las orientales, las occidentales, las del norte, las del sur, las germánicas, las eslavas, las románicas, las semíticas, es una terminología que francamente no creemos que se deba utilizar. Pero es que después dan ustedes un salto más grave,
al dejar la especificidad de la lengua y las literaturas españolas, y se da una visión jerárquicamente superior o específica con un estatus propio nada menos que para la lengua oficial del Estado, que sin duda es una lengua muy importante pero que
en un contexto de pluralismo lingüístico, como el que vivimos en el Estado español, que habría que mantener una actitud más ecuánime, o se va a un criterio de lenguas peninsulares con una lengua major y una lengua minor y se mezclan las lenguas
peninsulares, o bien se va a un criterio de lenguas románicas y se mezclan las lenguas románicas, o bien se hace un estatus por una cuestión de carácter de proximidad y de importancia política y cultural, un estatus específico para cada una de las
lenguas oficiales del Estado español y sus literaturas. Pero alguna opción de ese tipo hay que tomar, no la que se tomó, porque entonces sí que se hace una clasificación en función de criterios políticos y de criterios de mercado que pueden ser
aceptables pero que en el contexto del Estado español tienen el contraste poderosísimo que nos coloca a las demás lenguas peninsulares prácticamente como lenguas extranjeras y sin un estatus específico para las necesidades internas del mercado
español y yo creo que también en algún caso externas. Hay un dato que prueba que no se actúa con criterios científicos. Yo comparto su creencia y su tesis de que efectivamente hay que intentar mezclar, no aislar una lengua solo, estamos de
acuerdo, ¿pero no le llama a usted la atención poderosamente que a las instituciones científicas se carguen sin embargo la proximidad del gallego y del portugués? Sí que es para nota, ¿eh? Eso en la España de hace 50 años era imposible porque
había una teoría menéndez pidaliana que todo el mundo compartía: el gallego y el portugués era el mismo idioma, y no había ningún académico formado en la escuela tradicional más españolista que dudase de eso. Hoy, por motivos políticos, 50 años
más tarde, los propios poderes académicos se encargan, en función de criterios políticos, de no obligar -por ejemplo, ahí sí sería interesante que las autoridades científicas impusieran su criterio- a un estatus compartido del gallego y portugués en
títulos académicos que después van a tener algo de valor en función del mercado, en función del criterio de la proximidad lingüística y en función del criterio de que vamos a aislar tanto, tanto, que después los títulos no valdrán para nada porque
una licenciatura en gallego se agota, desde el punto de vista del mercado, rápidamente.



Esto sí que les debería llevar a una cierta reflexión, y es más, había un proyecto, que se llamaba proyecto del plenario Aneca, que era más ecuánime porque reconocía la existencia de la lengua en español y su literatura, de la lengua y la
literatura catalana, de la lengua y la literatura gallega, de la lengua y la literatura vasca, después hablaba de lenguas modernas y sus literaturas, de lenguas y literaturas clásicas, de lenguas y culturas de Asia y África, de lingüística en
lenguas aplicadas y de estudios literarios y escritura creativa.



Acabo ya, señora presidenta, no doy más la lata. En cuanto a que la lingüística en las lenguas aplicadas o los


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estudios literarios tengan un estatus propio, estoy de acuerdo con usted en que a lo mejor eso hay que dejarlo para un posgrado, pero es muy importante que esto figure porque justo es lo que le da un carácter filosófico, científico,
expansivo y extensivo, a las filologías, porque si las filologías solamente consisten en aprendizaje de lenguas para las traducciones en el sentido más mecanicista del término esto va a palidecer, pues va a ser difícil que la literatura se estudie
con una cierta corrección si no hay un sustrato mínimo de esto. Por lo tanto, creo que en el terreno de las humanidades sí que habría que pensar más la cuestión, estando de acuerdo con usted en una cosa: la licenciatura de humanidades no tiene
mucho sentido porque es una especie de saco roto donde cabe todo y al final no cabe nada. Eso sí que tiene unas dificultades en el mercado, ya las tienen todas pero en el mercado ésta es horrible, porque, claro, una titulación que coligue con
filologías, con historias, con todo, es terrible.



Ustedes debían hacer ver al ministerio que no sobrepasase para nada el 50 por ciento de materias troncales para dejar una versatilidad que es muy importante, y que incluso en las troncales se dejase a las universidades la adaptación, porque
creo que se puede hacer historia universal o historia de Europa cambiando los contenidos sin embargo de las distintas naciones, y es historia de Europa igual; yo puedo hacer historia de Europa a través de una enseñanza troncalizada a lo mejor en el
reino de Galicia en la Edad Media, no hay peligro de que no se haga una historia de Europa a partir de ahí, y creo que, sin embargo, en los ambientes científicos y académicos del Estado Español hay un prejuicio terrible con eso y siempre se utilizan
estas cuestiones para hacer una homogeneización a través de visiones que son tan políticas como las de los que defendemos lo contrario; por lo tanto creo que ahí habría que ser más ponderados.



Les deseo en todo caso éxito y creo también que no debemos estar obsesionados con el mimetismo respecto de Europa sino en todo caso nada más con la posibilidad de que podamos circular, pero no ser excesivamente miméticos porque el modelo
europeo es una abstracción. Como dice alguien por ahí: nos vamos aproximando. ¿A qué? ¿Al Espíritu Santo o a una concreción que hacen poderes políticos y poderes humanos igual que nosotros? Participemos como poderes humanos y políticos y
poderes científicos con plena igualdad de posibilidades y no con una subordinación absurda a un criterio racional abstracto, y ya saben que cuando se hacen criterios racionales abstractos casi siempre son criterios imperiales, no otra cosa.



La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Catalán, la señora Pigem.



La señora PIGEM I PALMÉS: En primer lugar, quiero dar la bienvenida a todos los comparecientes y agradecerles las explicaciones que nos han dado cada uno de la subcomisión que presiden, así como de los trabajos que se están haciendo.



Para mí misma, y perdón por ponerme la primera, y para mi grupo parlamentario, el proceso de Bolonia es muy importante, tremendamente importante, porque compartimos las afirmaciones que aquí se han hecho tanto por la ministra como por el
secretario de Estado, y creo que hoy lo ha recogido magníficamente el profesor Gabilondo cuando ha dicho que este proceso es una pieza clave en la construcción de la ciudadanía europea.
Creemos que esto es muy importante y que esta es una gran
oportunidad para que esa piedra angular que ha de ser para todos, esa construcción de la nueva Europa, se base sobre todo en una buena formación, en dar unas magníficas oportunidades para que nuestros ciudadanos puedan estar a un nivel de igualdad
de oportunidades con el resto de ciudadanos europeos.
Desde este punto de vista, como les digo, hemos seguido con gran atención cuanto aquí se ha dicho inicialmente por la señora ministra, después por el secretario de Estado y hoy por las
explicaciones que nos han dado ustedes y que ciertamente nos han servido para profundizar, para llegar casi hasta el detalle de todos estos trabajos que se están haciendo en esta arquitectura de implementación del proceso de Bolonia.



Como los diarios de sesiones aquí quedan, me he permitido un poco hacer una lectura de cuanto se ha dicho, como digo, por la ministra, por el secretario de Estado, y hoy he escuchado atentamente lo que me han dicho.
Cotejando todas estas
afirmaciones, a mí me gustaría trasladarles unas preguntas de carácter general. La primera de ellas, y se ha aludido ya aquí por parte del portavoz del Grupo Popular, se refiere al tema del calendario. A mí me gustaría saber dónde estamos, ¿se ha
acabado la primera parte del proceso? ¿No se ha acabado la primera parte del proceso? ¿Por qué lo digo? La ministra anunció que el 1 de mayo esta primera parte del proceso, que todos sabemos que luego va a seguir porque la propuesta que se haga
va a ir a una comisión donde van a estar también ustedes, donde va a estar el ministerio, donde van a estar los expertos, allí se seguirá este proceso en lo que puede ser una segunda fase, pero en la primera parte del proceso, ¿las subcomisiones,
han acabado el trabajo, o no? Porque las noticias que tenemos son que se había terminado el trabajo, por lo menos en algunas de las subcomisiones, y que ustedes tenían el trabajo preparado para que el 1 de mayo se pudieran anunciar las conclusiones
de esta primera etapa, sometidas desde luego a cualquier tipo de consideración que pudiera hacerse en las etapas siguientes. ¿Por qué digo esto? El secretario de Estado nos dijo el pasado 25 de mayo que ustedes seguían trabajando; hoy, por
ejemplo, la señora Maciá nos ha dicho: propuesta que hemos definido -he intentado tomarlo literalmente, a lo mejor me equivoco-. A mí me gustaría saber cómo están los trabajos, si se han acabado, perfecto, si no se han acabado, no pasa nada, pero
sí nos gustaría conocerlo, porque ustedes saben que se ha generado en la opinión pública una cierta alarma de que su propuesta sea definitiva; por otra parte no se sabe si hay propuesta, no se sabe si es definitiva,


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y yo creo que la claridad es el mejor mensaje; o hemos terminado, o no hemos terminado, si no hemos terminado, no pasa nada, esto no es más que el primer eslabón de una cadena; creo que convendría salir de esta Comisión con un primer
mensaje clarificador de dónde estamos. Por lo tanto, primer punto, calendario.



Segundo punto, número de créditos. Aquí se ha hablado, no de manera principal, entiendo yo, sobre si este grado ha de tener básicamente 180 ó 240 créditos. Yo creo que el profesor Docampo nos ha dado una explicación a mi juicio magnífica,
en el sentido de que nos ha explicado claramente la razón por la cual en las titulaciones de su ámbito hay una tradición en nuestro sistema de que es el título lo que capacita y no tanto unos conocimientos teóricos más una práctica profesional; no
es así en otras partes de Europa, y por lo tanto, se va a tener que armonizar para llegar todos al mismo sitio, porque vamos a trabajar todos en un único mercado.
Hay otro tipo de titulaciones en donde no se nos ha explicado aunque a lo mejor hay
la misma configuración no tengo constancia de que esto sea así. Lo que sí me parece es que, tanto en estudios de filosofía como en estudios de temas sociales, administración de empresas, económicas, incluso ciencias experimentales, etcétera, en
todo lo que no viene regulado específicamente por directiva, parece que se están inclinando, por lo menos un buen número de países europeos, hacia los 180 créditos. A mí me gustaría saber si han tomado una decisión en sus respectivas subcomisiones
sobre si se va a ir a 180 créditos, si se va a ir a 240 créditos, y por qué, si es un problema de nuestra tradición, si es un problema con los distintos sectores, y ahí expongo otra pregunta. Me imagino que ustedes se han entrevistado con los
correspondientes representantes de las distintas materias y titulaciones, y quisiera saber si realmente todos y cada uno de ellos abogan por la necesidad de que sean 240 créditos, quizá porque esto se puede traducir como una mayor relevancia de la
materia que se trate, o cuál es la razón por la que en este caso se va a 240 créditos.



El profesor Gabilondo ha dado un dato que a lo mejor lo he entendido mal, me gustaría haberlo entendido mal, pero en todo caso se lo pregunto para que me haga la aclaración. Me ha parecido entender que desde su punto de vista hay muchas
titulaciones en las que lo razonable sería 180 créditos, lo he anotado así, no quisiera equivocarme, pero que, no obstante, se va a ir a 240 créditos, y me ha parecido entender que era para garantizar la formación y que además lo relacionaba con la
preparación con la que se recibía a la gente que venía del bachillerato. Me gustaría haberme equivocado porque, si lo he entendido como lo he entendido, parece que estamos concluyendo que tenemos una mala formación de base y que, por lo tanto, es
necesario una mayor duración de los estudios superiores para reforzar lo que no se sabe después de un proceso en el que se debería saber; me gustaría una aclaración en este sentido.



Otro tema relacionado con los 240 créditos creo que se ha mencionado ya por alguno de los portavoces que me han precedido en el uso de la palabra, y es la ratio estudiantes/profesor. Bolonia parece que implicará necesariamente una
disminución de esta ratio si realmente en el sistema de enseñanza se quiere ir a abandonar las lecciones magistrales y a una mayor proactividad en el sistema de enseñanza. Si realmente se disminuye la ratio estudiantes/profesor, ¿creen que las
universidades podrían hacer la transformación al nuevo modelo con las plantillas de profesorado actuales? Si esto no es así y realmente hay que ampliar estas plantillas o modificarlas, ¿cuál sería a su juicio la manera de financiar esta
transformación? Estas son preguntas sobre las que me gustaría tener la opinión de todos ustedes.



Quisiera hacer alguna alusión al tema polémico de las filologías. El señor secretario de Estado dijo, y alguno de ustedes también lo han mencionado, que cuando se encargó el trabajo se les dieron unos criterios, unas recomendaciones, que
los nuevos títulos tuvieran relevancia social, adecuada inserción laboral, etcétera. Por parte del profesor Gabilondo se ha dicho que intentaban romper el aislamiento que en realidad perjudicaría a las lenguas más que beneficiarlas y que este era
un criterio que había servido para hacer esta propuesta que usted nos ha señalado. Pero yo me pregunto, si éste es el criterio, ¿por qué la lengua española va sola y las otras van en las lenguas y literaturas modernas? ¿Dónde está el criterio? Me
gustaría saber cuál es el criterio científico, porque puede haber otros criterios, pero me gustaría saber si esto obedece a un criterio científico, porque efectivamente del catálogo que se desprende, catálogo, mapa, como lo quieran llamar, el
problema no es estrictamente la palabra, aunque sí que, como ha señalado el portavoz del Bloque Nacionalista Galego, aparece una cierta jerarquización de las lenguas peninsulares, y esto, en un foro que es más político que científico como usted se
puede imaginar. Desde un grupo nacionalista como Convergència i Unió hemos de conocer la razón, porque la que usted nos da de no aislamiento y de favorecer en todo momento que no se estudie una única lengua me parece que es un criterio que quiebra
en la primera de las titulaciones que usted nos propone. Si usted cree que la relevancia, que no dudamos que tenga, aconseja hacerlo así, ¿por qué no se puede hacer de otra manera con el resto de lenguas peninsulares que no queden diluidas
absolutamente en un título tan genérico como lenguas y literaturas modernas?


Por otra parte, nos parece que estos criterios tienen que haber sido comunes para todas las subcomisiones y el profesor Docampo nos ha dado un listado de enseñanzas técnicas que realmente llega casi al matiz por el número de titulaciones;
nos parece muy bien pero entonces no entendemos cómo se compadece un mismo criterio para la poda al menos nominal que se ha hecho en humanidades y el catálogo exhaustivo y bien aquilatado y con matices que se sigue manteniendo en la


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subcomisión de enseñanzas técnicas. Me gustaría, a la vista de estas dos situaciones que nos parecen un tanto contradictorias, que se nos aclarara la situación.



La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Socialista tiene la palabra la señora Palma.



La señora PALMA MUÑOZ: En primer lugar, quiero darles la bienvenida, como han hecho los anteriores portavoces, a esta Comisión a los rectores, decirles que para los miembros de esta Comisión es un lujo y una gran oportunidad disponer de sus
explicaciones respecto a un tema del que yo creo que todos hemos aprendido mucho más en las últimas semanas que seguramente en años, puesto que éste, hemos recordado hoy aquí, no es un tema nuevo, la construcción del espacio europeo de educación
superior viene desde finales de los noventa, y la polémica y el debate que se han suscitado en los últimos meses bienvenidos sean, porque este es un proceso de gran calado, es un tema de fondo para nuestro sistema de educación superior, y por lo
tanto, la presencia de los rectores en su calidad de presidentes de las subcomisiones que se han formado en el seno del Consejo de Coordinación Universitaria es hoy aquí una gran oportunidad para conocer el resultado de las reflexiones que estas
subcomisiones han llevado a cabo en los últimos meses.



Me gustaría insistir en que ustedes están aquí en calidad de miembros del Consejo de Coordinación Universitaria, un consejo que viene siendo el órgano de coordinación y de articulación del sistema universitario español, viene siéndolo no
desde ahora sino que ya en la ley de reforma universitaria se establecían cuáles eran las funciones de este consejo, pero un consejo que también a lo largo de los últimos años ha ido cambiando su composición en cantidad y en calidad, en los perfiles
de sus miembros; empezó siendo un consejo básicamente formado por rectores y representantes de la Administración General del Estado, del Ministerio de Educación, pero en estos momentos incorpora también a las administraciones educativas competentes
en materia de política universitaria, que son las comunidades autónomas, y que además ha incrementado de forma considerable el número de universidades tanto públicas como privadas representadas. Yo quiero recordar aquí que son 51 las universidades
públicas, si no me equivoco, 21 las privadas, y que entre unas y otras forman las tres cuartas partes de los miembros del Consejo de Coordinación Universitaria. Por lo tanto, este debate sobre la reforma de las enseñanzas universitarias en nuestro
país se está produciendo donde tiene que producirse, que es en el Consejo de Coordinación Universitaria, pero además ustedes, como presidentes de subcomisiones, son claramente los representantes del ámbito académico, pero no es solo un debate
académico sino que, como han dicho, han contado en sus grupos de trabajo con representantes de las administraciones autonómicas y con expertos del ámbito académico, más allá de las responsabilidades de gestión en las propias universidades. Dijo el
secretario de Estado en su última comparecencia que había que esperar a que los que han hecho la propuesta se expliquen; hoy en sede parlamentaria hemos tenido esta oportunidad y ustedes han dejado muy claro en sus explicaciones que la suya no es
una posición cerrada, es decir, las subcomisiones han cumplido con la primera fase de todo un proceso que está, evidentemente, como tiene que estar, dirigido y liderado por la Administración educativa.



Han abierto ustedes un debate muy interesante que se ha producido de forma acelerada en los últimos meses; recibieron el encargo de impulsar todos estos trabajos a finales del año pasado y yo diría que el pistoletazo de salida lo dieron
precisamente la aprobación de los reales decretos de grado y de posgrado. Las propuestas que han surgido de las subcomisiones que ustedes presiden han generado un debate con toda certeza interesante e indispensable, especialmente en lo referido a
la formación de nuestros jóvenes, puesto que yo quiero pensar que este debate que hemos abierto entre todos va más allá de la simple necesidad de establecer un listado o un catálogo de títulos; este es un debate social profundo sobre el futuro de
la formación de nuestros jóvenes y es un debate que evidentemente ha generado una alarma innecesaria en ciertos momentos, producto de sentencias precipitadas, de afirmaciones prematuras, y por qué no decirlo, también del interés de determinados
sectores políticos por enredar y alterar la buena marcha de las cosas.



Creo que el sentido profundo está en algunos de los comentarios y de las reflexiones que nos han trasladado aquí los rectores; la rectora Maciá y el rector Gabilondo nos han expuesto cómo en sus deliberaciones han relacionado el futuro de
las titulaciones universitarias con todo el futuro del sistema educativo en general. La doctora Maciá nos explicaba cómo habían establecido contactos y se habían coordinado con el Ministerio de Educación y con profesionales y responsables del
ámbito de la educación no universitaria para deliberar sobre el futuro de las profesiones de maestro. El rector Gabilondo nos hablaba de la necesidad de plantear la reforma de los planes de estudio en relación con la educación secundaria, con los
bachilleres, con la duración, con la tipología, con los perfiles de nuestros bachilleres. Por lo tanto, quiero agradecerles que en este debate vayan más allá del reduccionismo que podría significar centrarlo única y exclusivamente en establecer un
listado, porque el proceso en el que nos encontramos tiene elementos comunes con el proceso que están realizando también los países de nuestro entorno europeo, con gran ventaja en algunos casos, puesto que una echa un vistazo a la situación en otros
países de nuestro entorno y la mayoría de ellos tienen implantadas recientemente las nuevas estructuras sobre los estudios superiores, desde hace un par de años; es el caso de Francia, de Italia, de Bélgica, de Holanda, y países que estén todavía
pendientes de acometer de una forma clara y contundente esta reforma somos poquitos y cuando uno ve qué países son la verdad


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es que no es muy alentador, estamos en el furgón de cola con Portugal, con Eslovenia, con Rumania, con Hungría, con Grecia y con Bulgaria, estamos en el proceso de definir cómo vamos a reformar esta estructura.
Evidentemente estas reformas
debemos plantearlas para converger en Europa, pero yo dije en la comparecencia del secretario de Estado que nos equivocaríamos si pensáramos que somos tan diferentes como para caer en algunas veleidades autárquicas felizmente superadas desde hace
tiempo o que somos tan iguales como para caer en el mimetismo más absoluto y copiar todo lo que veamos a nuestro alrededor, y entre otras razones nos equivocaríamos en el segundo de los casos, si quisiéramos copiar, porque tendríamos problemas para
copiar, puesto que la diversidad en el entorno europeo es bastante considerable.



En cualquier caso, el objetivo para nosotros y para todos los países europeos es, como ha dicho la rectora Maciá, establecer una reforma de los planes de estudios. El objetivo final es modificar los planes de estudios de acuerdo con los
criterios de construcción del espacio europeo de educación superior, que no voy a repetir aquí porque es de sobra conocido, que van más allá de la pura movilidad, y cuando hablamos de la movilidad no es sólo una movilidad física, es transversalidad
en el conocimiento, es acceso a la formación generalizada en condiciones de equidad y de igualdad, es adaptar nuestro sistema de formación superior a las nuevas necesidades de la sociedad del conocimiento. Pero resulta que para modificar planes de
estudios hay que establecer algo similar a unas directrices comunes y directrices propias y hay que establecer evidentemente unas nomenclaturas, unos nombres oficiales. En los países de nuestro entorno esto se hace a través de diferentes
procedimientos, pero en cualquier caso la tónica general es de bastante flexibilidad, en la que las directrices comunes existen; este es el contenido de nuestro decreto de grado, que establece que las directrices propias a fijar por las propias
universidades estarán entre el 25 y el 50 por ciento. Tal como se ha dicho aquí, el decreto de grado y su posterior desarrollo a través de la orden correspondiente puede dar mucho juego y puede compensar algunas de las dificultades que se han
producido en esta primera parte del proceso.



Estamos en un momento que es el de mapa, catálogo preliminar para la elaboración de las nuevas titulaciones de grado. Esto durará todavía, y aquí quiero recordar, ya que los comparecientes son todos ellos rectores, que ya en 2003, en una
asamblea de la CRUE, en la que me imagino que los aquí presentes estaban, la CRUE entendía que la tramitación de los reales decretos -en aquel momento eran sólo borradores y recuerdo que no han aparecido hasta casi dos años más tarde- es un proceso,
decía exactamente, emprendido por el ministerio que no cierra sino que abre un proceso de enorme trascendencia para el sistema universitario; decía que había que preparar y desarrollar experiencias piloto para que de manera paulatina y cuidadosa y
hasta el año 2010 pudiéramos ir poniendo en marcha todos los elementos necesarios para conseguir converger en el espacio europeo de educación superior. Y decían también: Las universidades españolas necesitarán tiempo para adecuar sus estructuras,
diseñar sus estrategias y evaluar sus necesidades humanas, materiales y financieras para garantizar el éxito de esta trascendental reforma y habrán de graduar a lo largo de los próximos años la toma de decisiones, que precisará de los oportunos
debates y el adecuado acopio de experiencias e informaciones. Desde mi grupo entendemos que el trabajo que han realizado en las subcomisiones en los últimos seis meses es una parte muy importante de todo este proceso, pero una parte. En particular
-decían los rectores en su asamblea- el análisis de los aspectos académicos de los títulos y de sus perfiles profesionales asociados facilitarán la toma de decisiones sobre directrices generales, troncalidad de los títulos y denominación y duración
de los mismos, entre otras cuestiones. Y aquí entro en el segundo punto que me parece importante, como las dos cuestiones fundamentales del tema que estamos debatiendo. El profesor Docampo ha insistido, supongo que por la naturaleza de los
estudios de la subcomisión que le corresponde presidir, especialmente en este tema, en las competencias y en las atribuciones profesionales. Seguramente en nuestro país existe una tradición reducida a pocas profesiones respecto a la regulación en
el ejercicio de la profesión y en el mercado laboral, que son tradicionalmente las enseñanzas técnicas y las del ámbito sanitario. Aquí se ha dicho que como algunas de ellas vienen reguladas por directiva europea algunos han querido interpretar
esto de: nos hemos librado de Bolonia. Creo que esta es una expresión en cierta manera utilizada por aquellos que no creen o no quieren creer en los postulados, entre comillas, de Bolonia, pero desde mi grupo pensamos que incluso en profesiones
reguladas, en profesiones con directivas europeas, la reforma respecto a los métodos de enseñanza y aprendizaje tiene el mismo sentido que en cualquiera de las otras profesiones, y además seguramente deberemos entrar en un proceso en el que la
regulación de las atribuciones profesionales y una buena definición de competencias profesionales es válida tanto para un perfil técnico como para un perfil que no lo es. Pienso aquí en profesiones emergentes del ámbito social, como serían las que
están alrededor de los campos de conocimiento de la psicología, del trabajo social, de la educación, todos los perfiles docentes, tanto para los maestros de educación primaria como para los de educación secundaria; son profesiones que necesitan que
sean bien definidas sus competencias y sus atribuciones profesionales. Por lo tanto, son dos grandes retos, uno en el ámbito académico, otro en el ámbito profesional, que deberemos ser capaces de abordar en condiciones de equilibrio.



Respecto a la mal llamada poda, yo sí quiero preguntar a los rectores presidentes de las subcomisiones si en algún momento se han sentido avocados a realizarla.



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Desde el Grupo Parlamentario Socialista creemos el proceso de Bolonia es de reorganización, de reestructuración profunda. De los fundamentos que inspiran el proceso de Bolonia se podría desprender que aquí tengamos que quitar y que poner
cosas; simplemente introducimos unos elementos de flexibilidad -creo que están muy bien reflejados en el decreto de grado- que lejos de suprimir permitirá muchas más posibilidades porque aumenta más la flexibilidad. Ya que se ha utilizado esta
expresión de una forma yo diría que abusiva, sí que quiero preguntarles si consideran que se han sentido avocados a realizar una poda. Y en cualquier caso, si consideran que la reducción objetiva del número de titulaciones que está en sus
propuestas supone algún tipo de poda.



En segundo lugar, respecto a las cuestiones, sí que me gustaría plantearles si creen que se ha o entendido bien o mal -es aquello de no me he explicado bien, no me han entendido-, qué son las directrices comunes y las propias, cuál es el
nombre oficial, cómo se va a aplicar el decreto de grado y en qué dirección creen que deberíamos realizar los esfuerzos desde todas las partes implicadas en este proceso para que estas cuestiones queden claras.



En último lugar me gustaría preguntarles también cómo ven el encaje -al hilo de lo que decía antes- entre el debate académico y el debate profesional. En esta primera fase -es lo que nos correspondía hacer- ha sido un debate claramente
situado en el ámbito académico. En algunas titulaciones, en algunos campos de conocimiento, como ha dicho el doctor Docampo, se ha acudido evidentemente al ámbito profesional por cuestiones obvias, de la misma forma que me imagino que en el ámbito
sanitario también ha sido indispensable y necesario, pero tenemos pendiente un debate sobre el tema de atribuciones profesionales y competencias profesionales en general en todos los ámbitos. No es menos cierto que en este momento tenemos un
catálogo de 140 titulaciones, de las cuales solamente 40 son profesiones reguladas. ¿Esto indica alguna cosa? ¿Indica que nos encontramos en un momento determinado de esta evolución de la relación entre el ámbito académico y el profesional?


Estamos en los preliminares de un proceso; desafortunadamente estamos en los preliminares, ya que es un debate que debería haberse iniciado antes, pero hay que hacerlo y bien. Desde el Grupo Parlamentario Socialista pensamos que es bueno
que se debata a nivel de opinión pública y de las instituciones académicas e institucionales implicadas. Hay que hacerlo contando con todos los implicados, con los estudiantes, con los profesores, con los agentes sociales, con las administraciones
educativas, con las asociaciones profesionales, científicas, académicas y culturales, y esta es la intención del ministerio, del Gobierno, para entrar en la segunda fase del proceso que ustedes están en estos momentos terminando, y la tercera será
la aprobación de las titulaciones por parte de quien corresponda.



Desde mi grupo consideramos que la educación universitaria es un potencial para Europa, como se ha dicho aquí; es un elemento importantísimo en la construcción de la ciudadanía europea, pero lo es sobre todo para salvar la equidad y la
cohesión social en Europa, en un momento en que a veces se duda del proceso de Bolonia por su supuesta vinculación a unos devaneos con el neoliberalismo también en la educación superior. Pensamos que este es un elemento de cohesión, que hay que
potenciar y reforzar la consideración de la educación superior como bien público, como servicio público, y que por ello deberemos superar todos los escollos que se puedan plantear para acceder a una enseñanza de primera calidad.



Este proceso es la gran oportunidad para convertir nuestra educación superior en una enseñanza de calidad, diríamos que accesible, para todos aquellos que demuestren capacidad y mérito, pero que en ningún caso nadie se vea, si reúne estos
requisitos, privado de la posibilidad de acceder a ello. Hay que hacerlo buscando una mejor relación con el mundo empresarial y productivo pero, a la vez, preservando los valores del saber clásico y fundamental como integrantes de la propia esencia
de la construcción europea.



Quiero felicitarles una vez más por el trabajo que han hecho, agradecerles su comparecencia y sus explicaciones hoy aquí, y esperar que de todo esto hagamos un uso constructivo, con la perspectiva y el horizonte de que nos queda todavía
camino por recorrer en este es un proceso y que lejos de podar, de quitar y de reducir nada, lo que vamos a hacer es ampliar las posibilidades de formación de nuestros ciudadanos y ciudadanas.



La señora PRESIDENTA: Vamos a entrar en el turno de contestación de los cuatro comparecientes, si les parece bien, en el mismo orden de intervención y por el tiempo que consideren necesario. Señora Maciá.



La señora RECTORA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA.
UNED. (Maciá): Voy a intentar responder lo mejor que pueda a todas las cuestiones planteadas, aunque algunas no me ha dado tiempo a reflejarlas exactamente.



Creo que ordenando un poco las respuestas, y a pesar de que no sea a grupos parlamentarios concretos, quizá la primera pregunta es dónde estamos y el calendario. Estamos en la primera fase. La primera fase era establecer el catálogo y la
segunda fase las directrices, pero para establecer el catálogo estaba el trabajo de las subcomisiones y el trabajo de una comisión de expertos más los presidentes de las subcomisiones. Esa segunda fase de la primera fase no se ha realizado todavía;
es decir, lo que han terminado algunas subcomisiones es el trabajo.



Concretamente en la última reunión de la subcomisión de ciencias sociales y jurídicas, se cerró el tema el 31 de marzo, contando la aprobación del acta de ese día el 6 de junio. ¿Cuál ha sido el problema de nuestra subcomisión? Que
malentendimos algunas de las instrucciones


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que se nos dieron y consideramos que con la reunión que habíamos tenido en el Consejo de Coordinación Universitaria teníamos cerrado el trabajo.
Efectivamente, nos faltaba la remisión oficial. Hasta el 6 de junio en que se aprobó el acta
no se procedió a la remisión oficial y lo que acordó la subcomisión fue remitir ese acta que acababamos de aprobar.



En cuanto al vacío que parece verse en magisterio, masters, psicología social, la culpa es mía porque no he leído exactamente todos los títulos.
Pensaba que no hacía falta, pero vamos a ver exactamente todos los títulos, yo creo que el
vacío no es tal.



Respecto al grupo de economía y empresa, efectivamente hay una titulación en economía, es la que existe ahora, y hay una titulación en administración y dirección de empresas, que es también la que existe ahora, y además está el grado de
turismo. Por lo tanto, creo que lo único que desaparece de algún modo, en cuanto al panorama de grados, podrían ser las ciencias actuariales o la investigación y técnicas de mercado, pero el grupo de trabajo considera que esto podría aplazarse a
unos masters. Al ser grados no los he leído antes por eso.



En cuanto al grupo de jurídicas propiamente dicho, las titulaciones de grado serían: derecho; ciencias del trabajo, que unificaría la diplomatura de relaciones laborales y el segundo ciclo de ciencias del trabajo actual; y criminología y
seguridad, serían los tres títulos que se proponían desde este grupo de trabajo.



Efectivamente, en el grupo de sociales tendríamos, y esto también en cuanto a lo de existir grados con cursos comunes, maestro en educación primaria, y maestro en educación infantil, y la recomendación es que al menos 60 créditos fuesen
compartidos. Lo mismo ocurre con pedagogía, educación social, sociología, antropología y ciencias políticas y de la administración, donde se sugiere que también al menos 60 créditos sean compartidos, así como periodismo, comunicación audiovisual y
publicidad y relaciones públicas.



También nuestro grupo de trabajo ha propuesto masters, algunos con directrices propias, como sería el máster en educación secundaria y el máster en educación especial. No sería lo que se nos está pidiendo ahora, ya que se nos solicita un
catálogo de grados, pero en esta propuesta que hacemos se sugiere que además debe haber -esto es fruto también del trabajo en colaboración con la parte del ministerio de la Secretaría General de Educación- un máster en educación secundaria al que se
accediese desde cualquier grado de cualquier titulación y consistiría es en una formación en enseñar a enseñar, o sea, la formación pedagógica que necesita cualquier titulado para la educación secundaria, y lo mismo el máster en educación especial,
que también consideramos que sería una titulación propia de un máster.



Otros masters que se proponen son el de psicología clínica y de la salud, el de psicología del trabajo y de las organizaciones, y el máster en psicología de la educación/psicopedagogía. Ello no quiere decir que desaparezca psicopedagogía ni
psicología de la educación. La idea que tiene el grupo de trabajo es que ambas titulaciones son muy semejantes y lo que habría que hacer es refundirlas. No tiene demasiado sentido que exista una especialidad de psicología de la educación y una
especialidad de psicopedagogía.



Número de créditos. Nuestro grupo de trabajo consideró que, a pesar de que había unas propuestas tentativas de créditos que podría tener cada una de estas titulaciones, lo que se iba a plantear era únicamente el catálogo de títulos y que
los créditos vendrían a posteriori cuando se estableciesen las directrices; es decir, cuando se viese exactamente cuál era el contenido de cada titulación, se vería si esa titulación debería ser de 180 ó de 240, pero inicialmente se prefería no dar
número de créditos.



Poda. Concretamente, en la primera reunión que tuvimos el día 12 de enero, como he dicho, se preguntó expresamente qué había que hacer, si se pretendia reducir o ampliar, y la instrucción fue reestructuración y racionalización de los
contenidos: Si eso supone reducir, será reducir; si supone ampliar, será ampliar. Repito, además yo lo apunté textualmente, reestructuración y racionalización de los estudios.



Alarma social innecesaria. Yo creo que ha habido una alarma social no atribuible a nadie. En 2003 empezamos los trabajos. Cuando en enero nos reunimos, concretamente mi subcomisión ya tenía creados los grupos de trabajo porque habíamos
empezado en el 2003. Lo único que hicimos fue cambiar a algún coordinador de grupo de trabajo, porque ya no eran rectores. En el grupo uno el coordinador era el rector de la UIMP y ya no estaba y por eso pasó Joan Tugores y Carlos Berzosa, o en el
grupo de ciencias jurídicas, que la coordinadora era la rectora de La Rioja y ya no estaba, por lo que pasó el rector de La Rioja también, y empezamos repasando un poco lo que habíamos hecho ya desde el año 2003.



¿Qué sucedió? Que los documentos de algún modo empezaron a trascender y a filtrarse. Cada vez que teníamos una reunión los documentos aparecían con retraso. De hecho cuando yo empecé a recibir bastantes cartas de colectivos afectados
respondían a papeles que habíamos hecho en el 2003, no a papeles del 2005. Yo no era consciente de que tuviese que informar de lo que estaba haciendo, pero recibía preguntas sobre cosas que ya habíamos abandonado. Creo que ha habido un poco de
desinformación, de filtraciones, no sé cómo llamarlo, que ha producido este malestar o esta alarma social cuando realmente creo que no debería de haberse producido porque no hay nada terminado, no hay nada fijo y todo es flexible. Esta es la idea
con la que estamos trabajando. De hecho incluso en mi grupo de trabajo dejamos de hacer documentos y los pasábamos por correo electrónico porque a muchos de nosotros nos venían a ver colectivos y tenían el acta de lo que acabábamos de hacer el día
antes y cosas por el estilo.



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En cuanto a si valen o no las plantillas actuales, datos de profesores, cómo financiarlo, etcétera se ha creado, además de forma paralela a estas actuaciones que tenemos las subcomisiones, una comisión por parte del ministerio sobre
metodología que puede ayudar a redefinir cuáles son las ratios profesor/alumno, cómo debe ser la metodología de trabajo. El programa de trabajo que tiene esta comisión es acabar como a finales de año. Por lo tanto, más o menos a la vez se puede ir
trabajando en los dos sentidos, además de la comisión de financiación de las universidades creada en el seno del Consejo de Coordinación Universitaria. Yo creo que las tres piezas racionalmente encajadas pueden darnos alguna idea de por dónde ir,
pero los trabajos están sin finalizar.



Espero no haber dejado nada importante y quedo a su disposición por si alguien desea preguntar alguna cosa más.



La señora PRESIDENTA: Rector Gabilondo.



El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID (Gabilondo): Muchísimas gracias por sus consideraciones, presidenta. Yo voy a abordar las indicaciones que se me han hecho y las agradezco enormemente, por supuesto, tiene que ver
también con la atención que se ha considerado a lo presentado.



Quiero retomar el hecho de que los reales decretos de grado y posgrado contaron con el consenso de todos los presentes de la Comisión académica y de coordinación en Jerez de la Frontera el 25 de octubre de 2004. La razón es que fue una
razón que tenía que ver con que los miembros del Consejo de Coordinación Universitaria valoramos el trabajo que se había realizado hasta entonces por el Partido Popular y entendimos que la propuesta que se hacía desde el Gobierno era inscribirse en
esa dinámica, fecundándola en la dirección en que legítimamente el grupo así lo sentía.
Fue un gran alivio para quienes estrictamente no nos ocupamos de la política, para quienes trabajamos en el ámbito universitario, sentir que había un pacto de
fondo en las líneas generales. Lo que nosotros requerimos también como universitarios es este gran acuerdo de fondo en las cuestiones fundamentales, aun reconociendo las legítimas diferencias que puede haber. Si nos preguntan dónde nos sentimos
nosotros cómodos en educación tengo que contestar que cuando hay un pacto de fondo. Ahí es donde nosotros estamos cómodos y es lo que en el fondo buscamos. Por tanto, en ese espíritu es en el que trabajamos.



Una vez señalado esto, lo que quiero decir es que ello no significa que no haya pactos de fondo sobre diferencias legítimas, que también respetamos.
No nos gusta la sopa boba, ni nos gusta también la discriminación, la diferencia. En este
contexto es en el que yo voy a intervenir brevemente.
En esta primera etapa se nos decía que había que dejar constancia también de las razones académicas y profesionales que justificaban la creación del título, así como la relación de las
titulaciones.



En lo que tiene que ver con la pregunta sobre calendario, con el trabajo realizado, nosotros ya habíamos llegado a los consensos suficientes como para hacer una propuesta. Sin embargo, técnicamente no conocíamos bien cuál era el mejor modo
de presentación de la documentación para dar cuenta de las razones académicas y profesionales. Incluso a veces requeríamos si había algún formato para la presentación de esa documentación, y creo que ha pasado un efecto que es algo parecido al
juego del pañuelo, algo así como que mientras el Gobierno parecía estar esperando a que nosotros dijéramos, nosotros parecía que estábamos esperando a que ellos dijeran, y esto podría haber producido alguna sensación de que unos nos mirábamos a los
otros esperando la señal para entregarnos la documentación. Esto puede haber generado alguna confusión.
Aunque hay un acta de las reuniones y está en el Consejo de Coordinación Universitaria, sé que ha habido declaraciones en el sentido de que no
han recibido todavía toda la documentación, pero sí hay una información directa y clara y una presentación de cuáles son las decisiones. Esto puede haber generado algún problema.



Luego también es cierto que hay un calendario de fondo. Yo no tengo que hablar en nombre del Gobierno ni soy quién para hacerlo, pero nosotros sí hemos trabajado en un horizonte, que es el 2007-2010. No queremos perder tiempo, pero no
tenemos las mismas urgencias. Creo que a veces las fechas tienen también que ver con otras oportunidades y pediría que se tuviera cuidado con ellas.



Respecto al número de créditos, se me ha preguntado expresamente si esto tenía que ver con la preparación, ya que se defendían 240 créditos. Tiene que ver con unas razones de coyuntura. Nuestra comisión no debe caer en el error de culpar a
la formación anterior en el sentido de que así ya sabemos hasta dónde podemos llegar, pero sí tenemos algunos datos.
Mientras que somos el noveno país del mundo en investigación, el informe PISA en lo que tiene que ver con la enseñanza de las
matemáticas, por poner un ejemplo, en la educación secundaria no nos deja en un lugar equiparable, y ahí asumimos la responsabilidad universitaria. La universidad tiene que hacer el papel de vincular estos dos ámbitos, el de la enseñanza secundaria
y la alta investigación. Ahí tenemos que hacer un esfuerzo mayor y más serio. Por tanto, si se nos pide, como así es, que la formación ha de ser en el grado integral, básica, y además ha de capacitar profesionalmente, yo lo que indico es que en la
coyuntura actual necesitamos 240 créditos para hacer eso en algunas disciplinas, cuando se está diciendo en el bachiller, se está diciendo en el informe PISA las habilidades o competencias en la capacidad de expresión, en la capacidad de análisis o
en la capacidad conceptual de las ciencias. Ahí tenemos que hacer un esfuerzo. Creo que hay que ir, esta es nuestra posición, hacia 180, pero la coyuntura pide 240. No se entienda como una desconsideración


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hacia las etapas anteriores. No somos, espero yo, tan insolidarios con el esfuerzo que se hace en la enseñanza secundaria.



Sé que he empezado por un lugar un poco lateral. En España la relación entre el número de profesores y de estudiantes no está mal. No sé el número exacto, creo que es 17-19 aproximadamente. No está mal, siempre y cuando esté muy claro a
qué se dedica un profesor. Por tanto, en el nuevo sistema hay que aclarar que el decreto de régimen jurídico del profesorado sea también un desarrollo de la modificación de la LOU al respecto, así como cuáles son las competencias de la actividad de
ese profesor, porque si no es exactamente la docencia, entendida como la clase, sino una actividad docente vinculada a una actividad investigadora y a otros ámbitos de gestión, yo creo que con un número de profesores no muy superior al actual se
puede hacer una verdadera transformación si se realizan trabajos en seminarios, si se hace tutorización, si se hace un sistema donde la actividad del profesor no sea exactamente el puro dictado de clases.



Alguno dirá: ¡Qué torpeza!, era la ocasión para haber pedido más presupuesto, para haber dicho que hacen falta miles de profesores más. Me parece una frivolidad. Creo que lo primero que tenemos que hacer antes de pedir nada es
reorganizarnos mejor, hacer un decreto de régimen jurídico y ver luego hasta dónde llegan esas necesidades. Como muy bien ha dicho la rectora Maciá, se está haciendo un estudio metodológico para ver cuáles son las consecuencias de esto. Primero
vamos a ver si con los que estamos podemos hacer las cosas mejor.



Debo decir que no recibimos ninguna instrucción de podar nada. Por cierto, la palabra podar no está mal; desde luego, no es talar. A veces también se puede hablar de podar, si se hace con cuidado; si se hace bien, potencia y posibilita e
impulsa el crecimiento. Sin embargo, ya estamos perdidos si se habla de talar. A nosotros lo que se nos pidió fue reestructurar, reorganizar, potenciar. Esto es lo que se nos pidió, nunca se nos dijo reducir. En el Consejo de Coordinación
Universitaria hemos luchado todos los rectores para evitar la palabra reducir. No hemos aceptado esa palabra en ningún caso, porque una vez hecha la racionalización no sabíamos si de ahí se deducía que había que poner 50 grados más.



Al respecto debo indicar que no es que los grados necesariamente hayan de tener posgrados, pero sí es una obligación del grado que no acabe ahí la formación, sino que cabe la posibilidad de proseguir en otro ámbito. Una de las cosas que
caracteriza a un grado es, además de la formación básica, integral y capacitar profesionalmente, que tiene que posibilitar no ser el fin de la formación, sino estar abierto a otros ámbitos, y esto sí es importante. Con el grado y el posgrado
ocurría lo mismo que con las subcomisiones y el Gobierno, y es que había algunos que pensaban que era mejor tener primero los grados para hacer los posgrados y otros decían lo contrario. Por ello hemos tenido que ir avanzando casi mirándonos de
reojo unos respecto de los otros. Si el sistema lógico era hacer los grados, era difícil, como muy bien decía el rector Docampo, hacer los grados sin tener en cuenta qué iba a pasar con los posgrados. Ahí hemos tenido que trabajar en una lógica,
que es la complicación, la complejidad y la incertidumbre; pero esas lógicas también existen en la realidad, y por tanto, que se sepa que esto puede tener que ver con algunas decisiones que se hayan tomado.



Se ha hablado del informe del Consejo de Estado. Nosotros no lo conocemos bien, al menos hasta donde yo sé, y me parece que es frívolo opinar al respecto.



Es cierto que se ha hablado de conflictividad o alguna cierta alarma, alguna inquietud. Todos tenemos que trabajar más en las políticas de información y de comunicación; lo tenemos que hacer, porque si a los estudiantes se les transmite
que el título que tienen ya no va a valer, o que los que están estudiando una carrera la tienen que dejar, o que cuando se quita la licenciatura de humanidades es que se quitan todas las humanidades, yo sería el primero que sentiría una enorme
alarma. Si hay alarma, y debe haberla, no hay ningún problema en que, por favor, sea vinculada a hechos reales. Ahí es donde yo creo que tenemos que hacer un esfuerzo todos, primero los rectores, por supuesto los que estamos aquí, para lograr que
este sea un debate de argumentos y de razones y un debate de eslóganes y de titulares, porque si acabamos haciendo de este asunto un debate de eslóganes y de titulares sinceramente sería defraudar una gran ocasión.



Estudiemos los debates, estudiemos los argumentos y las razones. Sé que los medios de comunicación hacen un enorme esfuerzo en esa dirección, pero tendrá que ser mayor para generar confianza, porque se pregunta: ¿cuál es el objetivo? ¿Qué
podemos hacer? Pues generar confianza y tranquilizar, que a nadie se le van a quitar los estudios, por una razón fundamental, porque hay que distinguir, y ahora voy a las filologías, entre las lenguas, las filologías y los grados universitarios.
El día que todo esto parezca lo mismo ya estamos perdidos. ¿Por qué? Porque como muy bien ha dicho el representante del Grupo Mixto, señor Rodríguez, una cosa es la lengua y otra cosa es la filología, la literatura y la cultura que eso comporta.
Por eso la lingüística, la literatura comparada tienen que estar garantizadas porque la filología no es solo el estudio de una lengua; es más, no es una cadena de idiomas, la filología es otra cosa.
La filología son estudios. Ahora voy a decir
una cosa que espero que no sea insolente, son estudios. Esos estudios duran y durarán siempre como el mar es el mar, sea grado o no sea grado, porque algunos se creen que el mar si no es grado ya no hay mar, pues si no hay grado de mar, el mar es
el mar, y por tanto yo quiero decir que habrá siempre filología catalana, siempre filología vasca, siempre filología gallega. Son estudios estructurados y vertebrados socialmente que responden también a una identidad, a un sentir y a una forma
también de cultura. Eso no es lo que está en cuestión. Lo que está en cuestión es si debe o no haber un grado de eso, esto ya es una cuestión distinta. Por tanto, lo que está en cuestión es por qué


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caminos se pueden llegar a esos estudios, que son estudios que no están puestos en cuestión. Respeto los otros razonamientos. Pero sí quiero decir que la comisión, por unanimidad -debo recordar que hay directores generales de Galicia, de
Asturias, de Baleares, de Navarra-, entendió que esto no ponía en peligro esos estudios ni ponía en peligro esas lenguas.
Esto es discutible. Si se busca otra opción no habrá tampoco ningún problema.



Entonces viene la pregunta muy llena de coherencia que se hace desde distintos ángulos: ¿y por qué la lengua española y sus literaturas entonces? Si el criterio es no aislar, ¿por qué la lengua española y sus literaturas? El criterio de
no aislar es fundamental, no es el único.
Cuando se habla de lenguas maior o minor, según lo decimos en latín, o major y minor, es decir, si tenemos que emplear otra terminología, se está diciendo también para la lengua española y su literatura.
Nos parece también importante que quien estudiara ese grado estudiara también otra lengua, que podría ser el latín u otra, pero esto se aplica a todas las lenguas. ¿Por qué la lengua española y sus literaturas? Es un tema apasionante.



La comisión no cree en un espacio europeo de educación superior plegado sobre sí, que sea un sistema de cerrar el espacio europeo a cualquier otro ámbito. Nos parecería un error del espacio europeo de educación superior. Creemos más en un
espacio de educación superior europeo abierto a otras instancias. Quiero decir que en todas las reuniones celebradas para la creación del consejo iberoamericano, como todos los esfuerzos que ha habido recientemente en Sevilla donde han estado
presentes más de 800 universidades, han ido en la dirección de crear también un espacio iberoamericano de educación superior, y por tanto, un esfuerzo de vincular el sistema europeo a esos ámbitos. Esto tiene algo que ver con la lengua española y
sus literaturas, en un espacio también de competencia con el inglés, que es legítima, y demás.



En el debate ideológico la comisión no ha entendido que Madrid sea el centralismo, sino que una comunidad debe ser el espacio central, que es la comunidad hablante de 500 millones de habitantes. Eso sería el centro y no Madrid. Ese centro
debe ser impulsado y potenciado, entre otras cosas porque no son razones solo académicas, también son razones profesionales porque la lengua en España es, en el mejor sentido de las palabras, también una gran industria cultural, social, política.



La comisión ha entendido que al hacer esto no se estaba lesionando otras lenguas que por supuesto son constitucionales. También en este país está la lengua oficial y las cooficiales. Aquí tendría que entrar en un discurso político que no
me corresponde hacer. Yo solo digo que la comisión entendió que impulsando esta lengua se estaba abriendo a un espacio iberoamericano con sus literaturas y que no se estaba hurtando otras posibilidades.



Repito, aquí tengo un problema, y es que he sido citado con mis apellidos, Gabilondo Pujol. Yo solo estoy aquí coyunturalmente como presidente de una subcomisión. Mi único apellido es la subcomisión y yo no hablo aquí, por tanto, de qué es
lo que pienso sino de lo que la subcomisión ha pensado. Y la subcomisión ha pensado que con esta propuesta no se desautorizaba a esas lenguas.



También quiero decir que las lenguas modernas, como muy bien señalaba el señor Rodríguez, son una panoplia excesivamente abierta, pero eso no nos parecía un defecto. ¿Por qué? Porque he insistido en la necesidad de que se publique la orden
de denominación de los títulos. Esta orden puede tener mucha importancia en este proceso porque esto significaría la posibilidad, en virtud de la autonomía universitaria, de que en aquellos ámbitos donde unas lenguas modernas específicamente
señaladas tuvieran, en virtud del 50 por ciento (yo agradezco que se haya defendido como un factor determinante de la autonomía), una orientación determinada, cabría la posibilidad -esto es al Gobierno a quien corresponde decidirlo- de que en una
universidad pudiera ponerse: grado en lenguas modernas, y entre paréntesis inglés y catalán, etcétera. En el modelo que hay podría ponerse: grado en historia, y entre paréntesis historia del arte, lo cual no quiere decir que eso es lo que yo
piense o no piense. Por tanto, damos mucha importancia a la orden de denominación de los títulos. Espero que con esa denominación de los títulos, que se ha señalado desde el Grupo Popular como una cierta vertiente de opcionalidad, a través de esa
orden pueda seguirse ese camino. En nuestro grupo no se veía mal que hubiera alguna posibilidad de compartir dentro de un mismo grado ciertas materias. Esto no entendemos que pueda finalmente acabar siendo un problema.



Nosotros creemos que este espacio no era una reducción, ha resultado así, de estudios sino de grados. Esta distinción es también muy importante, porque no se puede transmitir a la sociedad que en España no se va a poder estudiar
determinadas cosas. Lo que hay que ver es por qué grados se pueden llegar a determinados resultados.



En este espacio de competencia las razones académicas también nos han llevado a razones profesionales. Solo quería agradecer las indicaciones que en líneas generales se han hecho y decir que nuestra posición es abierta. Espero que estas
indicaciones sirvan para que el debate sea más fecundo. Desde luego no ha habido ningún componente ideológico para primar algo así en una suerte de gran reducción que ha sido calificada de brutal, lo último que hubiera querido yo hacer, pero no se
ha buscado reducir.



No sé si la terminología lenguas modernas y sus literaturas es poco académica. Nos parecía menos académica lo de lenguas orientales, porque donde esté oriente depende tanto de donde uno se pone que finalmente nos lleva a la necesidad, así
se está reclamando desde los estudios árabes e islámicos y estudios orientales, de que revisemos esa denominación. En nuestra propuesta, que está llena de complejidad y de defectos, hay uno que al


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menos lo reconocemos explícitamente, y es que ese título no es un buen título y puede confundir.



La señora PRESIDENTA: Señor Parras.



El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE JAÉN (Parras Guijosa): A estas alturas ya casi mis compañeros han respondido a todo. En el caso de la subcomisión de ciencias experimentales y de la salud, igual que en el caso de la que preside la
rectora de la Uned, nosotros hicimos los subgrupos en el año 2003. Lo recuerdo perfectamente porque las competencias en este tema de las titulaciones las tiene el Consejo de Coordinación Universitaria y el ministerio, evidentemente, y a nosotros
nos llamó la atención que la Aneca comenzara a trabajar en lo que se llaman los libros blancos de las titulaciones, cosa que no entendíamos en el Consejo de Universidades. Por ello adoptamos la decisión de trabajar nosotros gratis per amore, como
lo hemos hecho hasta ahora, formando unos subgrupos, puesto que iban a trabajar nuestros decanos en los libros blancos de la Aneca, con autorización nuestra, evidentemente. Por lo menos el subgrupo que yo coordinaba celebró dos reuniones en Jaén.
Yo llamaba a mi decano de ciencias, que participaba en las reuniones del libro blanco. Después otro decano y hemos estado relativamente coordinados. Yo al menos he estado informado por los representantes de la universidad en cada caso de lo que se
cocía en cada uno de los distintos libros blancos que había de la Aneca.



Es cierto que hay algunas titulaciones -no lo he dicho- que sí tienen alguna conexión, química con ingeniería química, geología con ingeniería geológica, incluso una especialidad de ingeniero técnico agrícola con ciencia y tecnología de los
alimentos. Es cierto que queda pendiente y que lo teníamos que haber abordado en esta primera fase. Realmente no he entregado ningún documento a primeros de mayo. A mí me queda pendiente solo una cuestión, que es lo de ciencias del mar, que ya lo
he dicho, que se podía resolver directamente por correo electrónico; no es necesario reunir la subcomisión, aunque en una reunión posterior tendremos que aprobar el acta. Pensaba también que con el acta era suficiente, pero viendo que no es así,
lo que he hecho ha sido leerme el documento. En la primera etapa de la primera etapa estoy terminando de confeccionar un conjunto de las 23 titulaciones, 22 exactamente. Quedan 21 más ciencias del mar y se lo he remitido a los dos coordinadores de
los otros dos subgrupos para que me informen y en esta fecha lo remitiré a la totalidad de la subcomisión. Una vez que haya acuerdo respecto a que aquello fue un acta lo remitiré al ministerio.



En esta primera etapa no se hablaba de máster ni tampoco del número de créditos. No obstante, las dos cosas estaban encima de la mesa. No se puede hablar de títulos de grado sin saber qué másters pueden ser, aunque a ellos se pueda acudir
desde distintas titulaciones de grado. Tampoco puedes dejar de pensar en créditos ECTS, 180 créditos no son tres años, es algo más de tres años, o 240. Eso corresponde a una segunda etapa cuando se desarrollen los estudios, y así está previsto en
el documento que nos entregó el ministerio en Valencia. Quitando las titulaciones que tienen directiva europea que marca años -en farmacia, por ejemplo, no marca años-, al menos pueden ser cuatro años y medio, no necesariamente cinco años, en
general las titulaciones vienen con 180 créditos.



Hubo un debate fuerte en ciencias de la vida porque lo que ahora son titulaciones de segundo ciclo, que podrían equivaler a máster, bioquímica, biotecnología, se plantean como titulaciones de grado al tener parte de los contenidos
coincidencia con biología. En el propio decreto de grado se dice que no debe haber excesiva coincidencia en la troncalidad en titulaciones de grado. Eso provocó un debate en el propio subgrupo, en la propia subcomisión, que lo elevamos a la
totalidad de la comisión. Tuvimos una reunión en Madrid mañana y tarde bastante intensa, y al final quedó la opinión general de 180 créditos, excepto las personas más vinculadas específicamente a biología en general, que plantearon que fueran 240
créditos, y también quisieron esa propuesta para las clásicas de ciencias, pero no fue una posición mayoritaria.



Respecto a la relación alumno/profesor, ahora mismo no es mala la ratio.
Está descompensada porque hay titulaciones donde hay más alumnos por profesor que otras. Se hace una media y eso es lo que sale. Todos confiamos en que esta
situación se alivie en este decreto de profesorado.



Yo pertenezco a la comisión de financiación y la verdad es que allí se está trabajando sobre unos criterios generales y no hay nada todavía con relación a esta temática. Me imagino que sí habrá cierto incremento de plantilla,
independientemente de que sea 180 ó 240, pero no cabe olvidar que el decreto próximo de profesorado y la incorporación necesaria de investigadores al sistema universitario, si queremos llegar a los niveles de PIB que anunció el Gobierno, va a paliar
en gran parte esta necesidad, si es que la hay, que yo estimo que sí aunque no haya datos todavía.



Con relación a la conflictividad -he puesto antes un ejemplo-, esto es como si fuera un embarazo. Estamos en el primer mes, y resulta que de pronto ha habido que recomendar reposo y ninguno hemos querido sacar las cosas de quicio. Creo que
esto ha surgido porque en una reunión como esta, desgraciadamente, todos los rectores queríamos saber qué ocurría en todas las subcomisiones. Me parece normal que se quiera conocer todo lo que ocurre en todos los sitios desde arriba. Sin embargo,
algún académico de este grupo de compañeros, sin querer meter un poco la pata, dio una información un poco sesgada y habló de quitar: se quita tal cosa. Mire usted, no se quita nada, como bien ha dicho el profesor Gabilondo, se reorganizan los
estudios.



Yo soy estadístico, pero usted verá que en mi título pone: licenciado en ciencias, entre paréntesis, sección


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matemáticas, y otro paréntesis, especialidad estadística e investigación operativa. Todos confiamos en que la orden de expedición de títulos permita una cierta amplitud.



Quiero recordar a SS.SS. que en Inglaterra hay cinco grandes campos de estudios: bachelor en arte, en educación, en leyes, en ingeniería y en ciencia, y luego habrá todo lo que se quiera poner debajo, pero esta es la realidad. El sistema
de España es excesivamente rígido. En el sistema inglés el mercado pone cada cosa en su sitio, aquí no; aquí desgraciadamente venimos de una universidad napoleónica de hace mucho tiempo y esto tiene sus dificultades de adaptación. También a mí me
cuesta la adaptación a lo que se llama el crédito europeo y una exposición excesivamente academicista desde un atril en una clase a pasar a una dedicación mucho más personalizada al alumno, mucho más comprensiva, que creo que es positiva y podría
funcionar mejor esa relación entre el sistema no universitario, el bachillerato y la universidad si flexibilizáramos nosotros también nuestra posición, creo que no es malo.



Yo pertenezco a otra comisión en la que se trata de ver la relación. La unidad entre el sistema educativo y el alumno sufre excesivos pasos traumáticos a lo largo de su recorrido hasta llegar a la universidad. En la enseñanza secundaria lo
sufre tres veces. El segundo de bachillerato cambia totalmente la forma de enseñanza y únicamente va dirigido a qué es lo que le preguntan en selectividad (no tiene nada que ver con lo que le han enseñado antes sobre cómo se hacen las cosas) y en
la universidad lo tenemos que cambiar a como se hace en bachillerato. Eso nos va a costar.
A mí seguro que me va a costar. Tendremos que hacer un esfuerzo todos. Es lo que les quería decir a ustedes.



Para mí han sido muy enriquecedoras las reuniones que hemos tenido, las parciales y las generales. Nosotros hemos recibido a todos los colectivos, a todos los colegios oficiales que tienen que ver con ciencias sin ningún problema. Nos han
dado su opinión, que ha sido en algunas partes recogida y en otras partes no completamente. Lo que ellos han aportado ha sido incorporado por lo menos al documento en el que yo estoy trabajando.



Solo ha tenido una dificultad y es que, al haber salido prematuramente una información en prensa, se dice que no se contempla como titulación de grado y ahora son cuatro años o cinco. Antes tenían la duda de ser o no ser y ahora dicen que
son más. Pues espérense, porque nadie habla de años ni de nada más que de existencia de título de grado, que es la primera parte de la primera fase, quedando una segunda fase y luego una tercera, en la que se hablará únicamente con los agentes
sociales y con los representantes del pueblo, que son ustedes, para cerrar el Gobierno definitivamente una propuesta que elevará a la Comisión del Consejo de Universidades. Por tanto, estamos muy al principio y lo que desgraciadamente ha pasado es
que ha salido a luz pública prematuramente una situación que no tiene mayor importancia, siendo recomendable y razonable un ligero respiro para que las cosas vuelvan a su cauce.



La señora PRESIDENTA: Señor Docampo.



El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE VIGO (Docampo): Si antes les agradecí que nos hayan invitado a participar en esta sesión, ahora les agradezco sus intervenciones, los comentarios y la profundidad con la que han entrado en nuestras
exposiciones. Me da la impresión de que los temas calientes han salido y quedan algunos fríos, pero tengo que entrar en ellos porque son de ingenierías -voy a procurar ser breve- y también quiero referirme a algunas cuestiones que no han sido
tocadas en las exposiciones y que han sido preguntadas.



Con respecto al calendario, tengo que ser sincero. Nuestra comisión entregará su informe mañana, día 29 de junio, o sea que, si hay dos meses de retraso, impútese a la comisión de técnicas porque hasta mañana no va a entregar el informe.
Probablemente puede que sea por mi excesiva prudencia como presidente, pero es lo que yo entendí cuando recibimos el encargo del Consejo de Coordinación Universitaria en diciembre y cuando vi la sesión del consejo a la que antes hizo referencia el
rector Gabilondo, en la que hubo un gran consenso con respecto a los decretos de grado y posgrado, y permítanme que vuelva sobre ese tema. Los decretos de grado y posgrado no son ni del Partido Socialista ni del Partido Popular, sino que son dos
decretos en los que prácticamente el trabajo del año 2003 pasa por el Parlamento en el año 2004 con muy pocos cambios. A nosotros nos pareció que esto había que ponerlo de manifiesto en la sesión que celebramos en Andalucía, en Jerez de la
Frontera, cuyo resultado fue la práctica unanimidad de todos los consejeros, donde, además del Partido Popular y del Partido Socialista, hay consejeros nombrados por otras agrupaciones políticas. Entendimos que por prudencia un encargo recibido de
la categoría de hablar sobre el futuro de los títulos y con el nivel de consenso que tenía por parte de los grupos políticos requería estar a la altura. Probablemente nos hemos pasado de prudentes y hemos querido entrevistar a demasiadas
asociaciones, a los empleadores, como he dicho antes. Nos hemos tomado en serio lo de que hay que consultar a todas las voces profesionales y hasta mañana no vamos a entregarlo, así que yo pido, por favor, que se le impute a la comisión de técnicas
los dos meses de retraso y a partir de ahora impútese al Gobierno porque nosotros mañana cumplimos.



Con respecto a las atribuciones, yo creo que lo de Bolonia no era malo hacerlo para las atribuciones y para los colegios profesionales. Con esta convergencia europea alrededor de una declaración, que no deja de ser una declaración de
intenciones, pues ahí no hay nada de directiva europea, es posible conseguir una cierta armonización de los estudios universitarios en Europa. Vamos caminando cara a ella poco a poco. Lo que bajo ningún


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concepto veo que se esté encarando es una armonización de las estructuras profesionales en Europa.



Permítanme un minuto nada más para rescatar parte del informe que hicimos para el grupo sobre cómo está la ingeniería en el mundo. Hay tres grandes acuerdos de ingeniería: Dublín, Sidney y Washington, casualmente en países de ámbito
anglosajón. Son tres grandes acuerdos en el mundo y a ellos se han sumado, obviamente, Estados Unidos de Norteamérica, Reino Unido, Irlanda, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, el mundo anglosajón directamente. Y también se han sumado Japón y
Singapur y se quiere adherir Francia, que está como observadora, y no hay ni un solo país europeo más dentro. Nosotros tenemos una asociación que se llama Feani, una federación de todas las asociaciones de ingenieros europeos que aún no ha
conseguido tener ningún estándar de nada, ni de formación profesional ni de cuántos años deben transcurrir para que una persona progrese ni de poner un sello de calidad. Absolutamente nada. Nos movemos en una maraña de colegios profesionales por
toda Europa anquilosados en privilegios del pasado y ahí es donde va a haber que entrar. Esta armonización va a pagar la factura de no tener al lado una armonización profesional que nos permita estar un poco más liberados de las ataduras que
comportan los títulos en España con respecto a sus atribuciones profesionales. Ahí se ve que ha habido algunas injerencias y por qué no decirlas. El debate de nuestra comisión no es angelical, sino un debate en el que hemos tenido los
condicionantes de la academia, los condicionantes del contexto europeo de la ingeniería y también, por qué no decirlo, las presiones que hemos recibido de muchísimos colectivos, que quieren influir en el proceso y saber cómo quedarán el día de
mañana.
No hemos sido ajenos a eso. Quiero decir al diputado Rodríguez que no creo que el trabajo que hemos hecho se pueda calificar como una componenda. Otra cosa es que no haya una fórmula simple para entrar en un tema tan complejo como el de
las titulaciones de la ingeniería dentro de un ámbito de grado y posgrado y con las atribuciones profesionales predicadas en España de títulos que antes no estaban en el posgrado, sino dentro del grado, porque, a efectos internacionales, ingeniero e
ingeniero técnico son dos títulos de grado. Y grado y posgrado, a mi juicio, es la revolución más importante que trae la declaración de Bolonia junto con la cuestión de que la universidad se abra un poco más a ser la casa del estudiante y se
favorezca mucho más la capacidad personal de aprendizaje. La distinción entre grado y posgrado a mí me parece clave y posgrado, obviamente, es el título de master y el título de doctor que corona el edificio educativo. Nos hemos encontrado con que
tenemos que hablar de los títulos de ingeniería del futuro, partiendo de las condiciones iniciales de que hay dos títulos actualmente, ingeniero técnico e ingeniero, arquitecto técnico y arquitecto, con competencias profesionales muy delimitadas,
con una influencia que antes salió -el diputado Gámir al principio habló de A y B- en la asignación de puestos profesionales que no se compadece con la necesidad objetiva de que de la titulación deba sucederse cuál es la cualificación del puesto,
porque podría ser el debate sobre la cualificación del puesto independiente de la titulación -el puesto lo es por las responsabilidades que conlleva-, pero no, históricamente a algunos puestos, dado que a ellos accedían personas con una titulación
de grado medio, inmediatamente y sin más debate se les ha adjudicado una cierta letra del alfabeto que lleva aparejadas determinadas competencias profesionales y salariales. Con la reforma de grado y posgrado, en Europa el grado es funcionario A.
No sé lo que será aquí, porque habrá un Ministerio de Administraciones Públicas que tendrá que hacer un gran debate sobre los puestos, por qué los califica como A, como B, como C o como D, en función, entiendo yo, de las responsabilidades que
conlleva el puesto, pero en Europa todos los grados tienen que conllevar la máxima categoría dentro de lo que es la cualificación académica. Insisto, académica. Profesionalmente no lo sé, porque un licenciado puede ocupar un puesto administrativo
y tendrá la cualificación C o D que, lógicamente, conlleve el puesto. Ese es un debate que va un poco más allá del debate académico; un debate para asignar a las funciones y responsabilidades de un puesto una categoría profesional, salarial,
complementos, etcétera.



Con respecto a si nos parecía oportuno o no que se pueda acceder al posgrado sin haber terminado un grado, esta fue una cuestión que no suscitó unanimidad. Yo fui una de las personas que manifestó que no le parecía conveniente que uno no
tenga que terminar un grado para acceder al posgrado. La argumentación fue, primero, que dentro del posgrado no es imprescindible que uno termine el master para acceder al título de doctor. Esta es la tradición de los países que tienen organizado
el posgrado históricamente con master y doctorado. Uno entra en el programa de posgrado y puede escoger la vía en la que sale con el master y se va, la vía en la que sale con el master y continúa con el doctorado o la vía en la que no necesita
completar el master y sigue con el doctorado. Esto es muy frecuente en el mundo anglosajón, habiendo introducido en los países nórdicos la variante -viene de la educación tutorial- de que uno puede comenzar a cursar créditos y, sin que haga falta
que lo titulen, cuando llega a 300 créditos está en disposición de aspirar a un título de master y, si llega a algunos más y hace una tesis, está en disposición de aspirar a un título de doctor. Es una vía excepcional y para personas que se educan
dentro de una formación tutorial. Se ha introducido en el decreto y creo que aporta más confusión por las flexibilidades que introduce, y yo fui de las personas que no sostuvieron esa opinión.



Para terminar me gustaría comentar algo respecto a la metodología y al ratio profesor-alumnado, para dar una opinión personal, pues no es de la presidencia de la Comisión de técnicas. España tiene un número de profesores permanentes que no
es el más alto de Europa pero que está entre los más altos de Europa respecto al


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número de estudiantes; está por encima de la media europea y muy cerca de los países que tienen más alto ese ratio. Luego, a mi juicio, es precisa una mayor atención a los estudiantes en un clima tutorial, que, como apuntaba el diputado
Rodríguez, no es lo mismo. No es que haya que abandonar las clases magistrales, que siguen siendo imprescindibles dado que hay una parte de transmisión de la información, que ojalá fuera también de conocimiento, que es necesario que un profesor
vuelque a cuantos más alumnos mejor para sacar partido a los profesores y no tener que repetir diez veces lo mismo. Esa parte no hay que eliminarla, pero evidentemente nos falta completar esa parte con un poco más de apoyo individualizado a
trabajos personales para que no se convierta en una tarea burocrática que luego ni se controla ni se revisa y simplemente sirve para cumplir el expediente de que se han presentado los cuatro trabajos en power point o en microsoft world no sé qué.
Lo interesante sería ser capaces de ayudar a un estudiante en su proceso de aprendizaje, y para eso no creo que hagan falta más profesores permanentes. Sí que hace falta muchísima más gente en los equipos universitarios con capacidad de ayudar a
esos estudiantes, y eso se resuelve por la vía por la que se ha hecho históricamente en las universidades investigadoras en el mundo, que es que a la plantilla de profesores permanentes hay que añadir un factor importante de ayudantes de
investigación, de docencia, que no son profesores permanentes ni tienen por qué convertirse en tales profesores, por lo que no hay que darles tampoco expectativas de que porque un día figuran en una primera plaza en la que tienen una beca el día de
mañana van a ser profesores. Es muy importante que exista una plantilla grande de doctores y de candidatos a doctor en las universidades, que van a ser justamente los que pueden echar una mano en ese proceso de atención tutorial. Por cierto, esto
no es ningún invento, sino que está funcionando perfectamente en aquellas universidades de las que de vez en cuando nos hacemos lenguas de los premios Nobel que tienen, de la capacidad que tienen para conseguir influencia y contratos en el exterior,
así como de la investigación tan grande que hacen. Se trata de tener un buen número de personas ligadas a los equipos investigadores.
Por lo tanto, a mi juicio, y dado que parece que actualmente hay un objetivo claro de perseguir que la cifra de
gasto en I+D pase a ser homologable con el promedio europeo y esperemos que algún día con el objetivo de Lisboa del 3 por ciento, esa es la ruta clarísima para mejorar la atención a los estudiantes, no tanto la de inflar las plantillas con más
profesores permanentes. Esta es una opinión personal de la que eximo a todos mis compañeros de la Comisión de técnicas.



La señora PRESIDENTA: Vamos a abrir un segundo turno de intervenciones.
Rogaría a los grupos que las mismas fueran lo más concretas posible, porque los cuatro comparecientes han contestado ya muchas de las preguntas planteadas.



En el mismo orden en que se ha intervenido en el primer turno, en primer lugar, por el Grupo Parlamentario Popular, el señor Gámir tiene la palabra.



El señor GÁMIR CASARES: Quiero empezar por agradecer y felicitar a las personas que han comparecido por la calidad de las exposiciones y la claridad de las ideas. Es obvio que son cuatro grandes catedráticos universitarios, además de
rectores, o sea que mi más efusiva felicitación por vuestra intervención. Dos de vosotros, Gabilondo y Docampo, habéis hecho alusión a la posibilidad de un pacto sobre el modelo universitario.
Personalmente, me parecería un gran paso adelante,
desde mi doble condición en este caso también como universitario. En este país, cuando empezó UCD aprobó una ley universitaria, luego el PSOE otra, después el PP otra, ahora puede que otra. En una democracia occidental no es normal que cuando
cambia el partido en el Gobierno cambie todo el sistema universitario, y la estabilidad me parece algo muy positivo en este campo.



En cuanto a no pasar sin el grado, nos encontramos con una discusión en segunda enseñanza. Se dice que se pase al curso siguiente, pero ¿con cuántas asignaturas? Nuestra postura ha sido relativamente restrictiva: que se pase pero con muy
pocas pendientes. Del máster al doctorado es sabido que en el mundo anglosajón se puede pasar sin hacer el máster.
Permitir que sin hacer el grado se pueda hacer el posgrado puede llevarnos a establecer un sistema muy complejo al respecto, por lo
que sería mejor acabar el grado antes de iniciar el posgrado. Hay otra serie de preguntas en las que no voy a entrar, muchas han sido contestadas, otras es lógico que no, están en el 'Diario de Sesiones' y en algún momento habrá que reiterarlas a
vosotros o al ministerio para tener respuestas sobre ellas.



Habéis planteado el número de profesores por alumno y creo que lo habéis planteado bien. Han indicado que puede que sean 15, con las anotaciones que hacéis. Yo recuerdo que en alguna universidad extranjera se decía: Usted viene a esta
universidad a aprender, no a ser enseñado. Eso plantea un sistema muy distinto del concepto de lo que es una buena universidad; requiere no solamente más profesores sino también una mentalidad muy distinta de los profesores, perdón por la
expresión en inglés: to learn, not to be taught, es a lo que uno iba a esa universidad.



Señor Docampo, le he oído a usted hablar en su primera intervención de tres más dos como una especie en bloque que algunos países europeos tienen. ¿Piensa usted que algo de ese tipo puede ser útil en el campo español? Las grandes escuelas
de ingeniería de países europeos no se acomodan. Si la escuela de ingeniería tiene un gran prestigio, procura mantenerlo con fórmulas diversas. ¿Cuál es su opinión al respecto? Sigue sin estar claro el problema del grado-posgrado. Realmente, con
la ley en la mano debería estar más claro de lo que ha resultado, salvo cuando haya consecuencias profesionales en que


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sí está muy claro. ¿Cómo se monta el sistema de grados? Cada universidad debe decidir cómo lo monta. La verdad es que esto nos va a plantear un sistema muy complejo. Será una labor de todos intentar aclarar todo esto antes de que entre
en la práctica. Yo creo que habéis trabajado mucho y muy bien. Lo que pasa es que quizás a todo esto le hace falta un hervor -y perdón por la expresión- para que el producto sea de más calidad.
Habéis trabajado fenomenalmente bien, pero quizás
hace falta darle un hervor más para la calidad del producto. Por ejemplo, temas como el de filología aún están en discusión, pero podíamos citar muchos otros.



Quiero felicitar a la portavoz del PSOE, y comprendo que estas felicitaciones no son normales, porque muchas veces me encuentro con que, como yo intervengo antes del portavoz del PSOE, se me responde a mí más que preguntar a las personas que
comparecen. En este caso no lo ha hecho así, por lo que expreso mi más cordial felicitación. Pero permítame también un pequeñísimo punto de crítica muy amable, porque algún elemento de disonancia tendríamos que tener, y es que usted ha llamado
enredadores a personas que han discutido este tema, y hay un manifiesto de cerca de 2.000 profesores, catedráticos, etcétera. La universidad es el templo del diálogo y del debate, y no creo que los firmantes de eso sean enredadores.



Yo no estoy tan seguro de que los grandes países tengan todos sus deberes hechos, a no ser que juzguemos con asimetría lo que es tener los deberes hechos. Creo que a muchos grandes países les quedan deberes por hacer. Y todo esto me lleva
a plantear que con esto del hervor no pasa nada. Como pequeña broma, el 1 de mayo era el Día del Trabajo y no estaba el trabajo hecho, y no pasa nada porque continúe un poco más el trabajo sin terminar. Perdón, la crítica no se la hacía al
Gobierno, se la hacía a una frase de la ministra que decía que para ese día estaba hecho. No era una crítica a su trabajo, es más, reitero mi felicitación por cómo habéis trabajado, sin duda.



Acabaría ya con lo relativo a la filología porque -seamos sinceros- es el tema que más discusión ha causado en esta Comisión. Dicen que no se debe solo a criterios científicos, y se acepta. Aquí se ha hablado de podar, talar, quitar. El
diccionario es rico -recuerdo el famoso libro de Stevenson sobre el poder del lenguaje en la polémica- y podemos utilizar la expresión que queramos. Unos pueden decir que ha habido una poda excesiva, otros que se ha talado y otros que se ha
quitado, pero lo cierto es que la oferta de ese producto ha disminuido de manera muy clara, eso es lo que podríamos decir para no entrar en más calificativos sobre los estudios relacionados con la filología. Nuestro grupo, al igual que otros,
plantea que debería existir un grado en gallego, en catalán, en vasco, aparte del inglés, francés, etcétera. A lo mejor no es lógico que en Almería -perdón por la alusión- exista un grado en gallego, que quizá deba existir -perdón por los ejemplos
concretos, que siempre se le vuelven a uno en contra-, pero parecería lógico que existieran grados en las universidades que lo requiriesen y que tuvieran demanda suficiente.
La flexibilidad debe ser doble. Estoy de acuerdo con lo que ha dicho el
señor Gabilondo sobre el major-minor, yo estudié en un sistema de major-minor, pero además deberían existir las especialidades, que curiosamente el decreto parece cerrar, porque contar con ambos proporcionaría mayor flexibilidad y nos permitiría
resolver parcialmente los problemas que tenemos planteados o tener otras vías de solución para ellos.



Con mi reiterada felicitación por la calidad de lo aquí escuchado, termino esta intervención.



La señora PRESIDENTA: Señor Rodríguez.



El señor RODRÍGUEZ SÁNCHEZ: Solamente quiero aclarar tres cuestiones. En primer lugar, cuando me refería a la componenda, no lo dije -ya que soy consciente de la complejidad del tema- en relación con que se haya hecho un acuerdo en función
solamente de los intereses profesionales y el statu quo actual de las ingenierías sino a que es curioso que la intervención del rector Docampo haya sido la única en la que se ha barajado todo el abanico de posgrados y másters para acoplarlos a la
situación actual. Esa es una evidencia de que va a seguir habiendo sus problemas.



En segundo lugar, y esto sí que es más importante, quiero referirme a la intervención del rector Pujol. Con todo el respeto, no ya a usted, que como es lógico se lo tengo, sino a los gobiernos de las comunidades autónomas, usted sabe que,
aunque el resultado de ese debate hubiera sido el mismo formalmente, el proceso para llegar a él hubiera sido distinto si, en vez de estar los directores generales de las universidades que estaban, hubiera estado por ejemplo un director general de
Convergència o de Esquerra Republicana, y no puedo hablar del caso de Galicia porque no teníamos un Gobierno con nacionalistas presentes. Si hubiera sido así, se hubieran planteado varios temas, al menos desde mi punto de vista. Es importante
tener presente que una cosa es el estatus social o internacional de una lengua o de una cultura y otra es que eso haya que trasladarlo al ámbito académico desde el punto de vista simbólico. El problema está en que la propuesta que ustedes hacen
deja claro que hay un estatus simbólicamente superior de la lengua española y sus literaturas y las otras desaparecen en una especie de nomenclatura genérica. En un Estado como el nuestro, plurilingüe y pluricultural, en el que esas lenguas y
culturas están reconocidas, por el propio derecho de ciudadanía dentro del Estado español y dado que sus territorios inicialmente, desde el punto de vista legal, son españoles, habría que darles un estatus simbólico igual, porque del resto ya se
encargará el mercado. En cuanto al mercado, seguramente hoy hay más estudiantes de lengua inglesa que de lengua hispánica, lo cual no quiere decir que el español no sea la lengua oficial del Estado; incluso, desde el punto de vista de la industria
cultural del Estado español, es más importante


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la lengua española que la lengua inglesa, y, por supuesto, nuestra política en Latinoamérica no es expansionar el inglés sino que, al contrario, lo que hacen los gobiernos españoles, este y el anterior, es expansionar el español. Pero esto
tiene otro problema añadido, que no es solo del Estado sino nuestro en particular. Usted ha hablado de influencia en Iberoamérica, y está claro que una organización académica debería velar por que la expansión internacional de las lenguas oficiales
que se hablan en el Estado español fuera considerada también, en el sentido de abogar por que no se consideren mundos totalmente ajenos el gallego y el portugués, que por cierto tienen una gran presencia en Latinoamérica y en África, aunque esto no
sirva de consuelo para el estatus interno y social de la lengua gallega, que es muy deplorable.
Digo todo esto porque pienso que este tema no se puede solventar tan fácilmente, como usted ha querido hacerlo, en función de la importancia, que nadie
duda, de la lengua española. Repito que eso no lo dirime solamente el mercado sino también el número de hablantes. Habría que mantener la concepción académica de que todas las lenguas son iguales, que todas las culturas son iguales, y cada uno
tiene que hacerlo en el espacio político en el que está amparado o en el que se mueve. Sin duda, para un esloveno el inglés o el francés son muy importantes, pero estoy por asegurar que ni en Eslovenia ni en Polonia dudan de que primero hay que
considerar lo suyo. La mentalidad debería ser: primero, la lengua castellana y sus literaturas, la lengua catalana y sus literaturas, la lengua gallega y sus literaturas y la lengua vasca. Repito que esto debería repensarse. Lo que no podemos
hacer es lo que hizo una autoridad política gallega, que dijo: Si los catalanes lo piden, yo también; pero mientras no abre la boca para pedir lo suyo. Creo que este es un mal método, muy mal método.



La señora PRESIDENTA: Señora Pigem.



La señora PIGEM I PALMÉS: En primer lugar quiero agradecer todas las respuestas que se nos han dado y su grado de precisión. Todas las preguntas que he formulado han sido prácticamente contestadas. Además quiero felicitarles no solo por
el rigor con el que lo han expuesto sino también por lograr el ambiente que ha reinado en esta Comisión, que no se crean que es usual. Este fair play entre el grupo que sustenta al Gobierno y el grupo de la oposición no es lo acostumbrado, y si no,
les invito a leer algún 'Diario de Sesiones'. Considero que esta ha sido una sesión importante, una sesión rigurosa y que esto debiera repetirse en más ocasiones porque nos permite avanzar más allá de la pura discusión política.



Yo me doy por satisfecha con las respuestas que han dado a casi todas mis preguntas. Únicamente quiero incidir en dos temas, uno de ellos el de las filologías. Es evidente que aquí hay una cuestión política -ya lo he dicho en mi primera
intervención- que no debe entenderse de forma peyorativa. Es lícito que cada uno, desde su posición, pueda exponer y hacer valer sus argumentos con la palabra -para eso estamos en una Cámara parlamentaria-, para que el pensamiento que defiende
tenga una traducción en las políticas que se adoptan. En este sentido va mi reflexión. Me sumo a las palabras del portavoz que me ha precedido. Los criterios que se han aplicado a la lengua castellana son absolutamente respetables, criterios como
abrir espacios a Iberoamérica, criterios de industria cultural, etcétera, pero quiero hacer dos reflexiones. Estos no son criterios meramente científicos sobre la lengua sino que son criterios sumados, y a ellos se pueden sumar otros como los que
ha expuesto el portavoz que me ha precedido. También me sumo a otra cuestión: ¿Por qué al hacer esta apertura a Iberoamérica no incluimos todas las lenguas de la Península? De esta manera, las gentes que vienen a vivir a territorios en los que la
lengua propia, por ejemplo, es la catalana podrían tener una base de conocimiento para hablar también la lengua del país que les acoge, que en este caso sería Cataluña; hablo de este ejemplo por citar a la formación política del país al que yo
represento.



Finalmente, quisiera saber su opinión sobre algo a lo que el rector Docampo ha aludido en su primera intervención y que también ha mencionado el portavoz Gámir, que es el tema del artículo 10.5 del real decreto, es decir, especialidad, mayor
flexibilidad. Podríamos estar de acuerdo en que muchos de los grados podrían tener ese paréntesis, pero, a su juicio, ¿no es esto un poco contradictorio con la prohibición de especialidades en el grado?, ¿se tendría que suavizar de alguna manera
esta aparente prohibición, o creen que una interpretación más flexible de lo que pone el articulado del real decreto sería suficiente?


La señora PRESIDENTA: Señora Palma.



La señora PALMA MUÑOZ: En primer lugar me permitirán los rectores que acepte gustosamente la felicitación del portavoz del Grupo Parlamentario Popular. Como ha dicho la señora Pigem, son pocas las ocasiones que tenemos en este foro de
estar en un clima distendido, y ustedes nos han permitido disfrutar de esta sesión hoy aquí, pero creo que los portavoces también teníamos muy claro que la sesión de hoy tenía que mantener la continuidad del respeto a la autonomía universitaria, de
la que creo que también han gozado ustedes durante estos meses de trabajo en las subcomisiones, como no podía ser de otra manera, y la prueba fundamental de ello son algunas de las cosas que nos han expuesto ustedes hoy aquí: la diferencia entre
fechas para entregar las actas o los documentos de las distintas subcomisiones, en unas se han reducido las titulaciones, en otras se han aumentado. En cualquier caso, creo que queda meridianamente claro que las subcomisiones han trabajado con la
máxima independencia y con el máximo respeto.



Dicho esto, me gustaría insistir en tres cuestiones. Aunque estoy de acuerdo en que no tenemos que hacer este debate a golpe de eslóganes ni de titulares -como


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decía el rector Gabilondo, no hay nada peor para el rigor científico, académico e intelectual que entrar en esta dinámica perversa del eslogan y del titular-, permítanme que utilice uno y diga que: deberíamos insistir en cambiar de chip,
para que nos entendamos todos. Cuando hablamos de cuáles son las coordenadas o los elementos fundamentales que rigen este debate, hay que hablar de objetivos de enseñanza y aprendizaje; hay que entender que cuando hablamos de créditos no hablamos
del crédito antiguo sino que estamos hablando del crédito europeo, que tiene un valor y unas consecuencias muy distintas, incluso cuando hablamos de itinerarios, de catálogos y de mapas. Tengo que agradecerle también al rector Gabilondo que hoy me
he reconciliado un poco con la palabra mapa. La cuestión de los nombres no es inocua y muchas veces tiene consecuencias. El debate sobre el concepto de catálogo creo que tiene mucho que ver con esto -y aquí los especialistas en el ámbito del
lenguaje seguramente nos dirían muchas más cosas-, pero en el imaginario colectivo parece que se ha instalado una idea de propuesta cerrada e inamovible, y nada más lejos de la realidad. Hablamos de catálogo de títulos porque así lo establece el
marco legislativo vigente, hay un artículo de la LOU que dice que habrá un catálogo de títulos. Seguramente nos podríamos haber ahorrado esto, pero, sin ánimo de ninguna polémica política y al margen de cuestiones técnicas, profesionales y
académicas, aquí a veces la política también cuenta, y quiero recordar que el Grupo Parlamentario Socialista presentó a la Ley Orgánica de Universidades una enmienda a la totalidad con texto alternativo, y en ese texto no se mencionaba para nada la
expresión catálogo de títulos. Creo que debemos hacer un esfuerzo por entender que este denominado catálogo es una relación abierta y flexible, en absoluto cerrada; ni cuando esté completada será cerrada sino que continuará estando abierta y a
ella se irán incorporando nuevas titulaciones, como ha pasado siempre, porque en los últimos años el Consejo de coordinación universitaria ha recibido periódicamente peticiones para incorporar nuevas titulaciones. Por lo tanto, no estamos hablando
de un catálogo cerrado sino de una relación abierta, flexible y sobre todo coherente con las necesidades del sistema educativo, y también del ejercicio profesional.



Es evidente que la orden de denominación de títulos tiene que aportarnos mucha luz en este sentido. ¿Por qué? Porque hay muchas posibilidades con la normativa que ya tenemos. El real decreto de grado nos permite salvar muchos de los
obstáculos que ahora parecen insalvables. ¿O es que existe algún impedimento para que se incorpore algo parecido a la mención utilizada en Francia por la universidad para manejar este abanico, este margen entre un 25 y un 50 por ciento para
establecer contenidos propios, además de las directrices del título en cuestión? No tenemos ningún impedimento, aunque seguramente en una clave distinta a la que muchos de los que estamos aquí tenemos en nuestros títulos universitarios a través de
los paréntesis, como se ha dicho, porque en mi título también pone licenciada en Filosofía y Letras, paréntesis, sección Psicología, y hay cantidad de títulos de épocas pasadas en los que figura así. Yo no sé si aquí se trata de reivindicar los
paréntesis; más bien pienso que se trata de aplicar la flexibilidad con otros criterios, como es el del itinerario, el del camino que nos conduce a llegar a una titulación determinada. Por eso decía que me he reconciliado con la palabra mapa a
través de la explicación del profesor Gabilondo con esta descripción. A veces parece que mapa tiene que ver también con la planificación y significa que vamos a colocar físicamente en algún sitio dónde se va a impartir cada una de las titulaciones.
No, nada más lejos de la realidad que queremos implementar con este proceso que obligar a nadie ni condicionar nada. Hay que hacer una interpretación bastante más abierta, flexible y generosa de la normativa, y el desarrollo de esta normativa tiene
que aportar muchas más condiciones y posibilidades para que esto sea posible. Incluso pensamos que nada impediría que en este proceso las comunidades autónomas, los gobiernos autonómicos, responsables en materia de planificación y programación de
los estudios universitarios en su ámbito de competencias, incorporen al primer diseño de mapa o catálogo algunos títulos que puedan considerar de especial relevancia por cuestiones de ámbito cultural, social, económico o del tipo que sean.
Nuestras
universidades han sido, son y serán elementos fundamentales de desarrollo económico, social y regional también, porque muchas de ellas han permitido que en algunos territorios se instalaran, se desarrollaran y se impulsaran líneas muy interesantes
para los ciudadanos de aquellos territorios.



Finalmente, señora presidenta, quiero decir que el acceso a las profesiones es un tema complicado en este país. Hasta el día de hoy no lo hemos abordado, tiene mucho que ver con todas las cuestiones de reforma académica, evidentemente, y
debemos ser valientes, aunque también prudentes, puesto que la tradición en nuestro país no está, diríamos, a la altura de la que puede haber en otros países de nuestro entorno europeo, y por lo tanto es todo más complicado. En el ámbito académico,
en los países como el nuestro, en los que se regula todo, cuando se abre la mano y se dan posibilidades a la flexibilidad, a los itinerarios, a la transversalidad y a transferir de un lugar a otro, esto a veces provoca muchas resistencias y
enquistamientos corporativos que seguramente defienden intereses legítimos, pero es necesario superarlos y tratarlos tantas veces como haga falta para conseguir el objetivo común. Han trabajado ustedes con el máximo respeto a la autonomía
universitaria. Los miembros de esta Comisión tenemos hoy motivos para confiar todavía más en el papel de las universidades en este proceso. Desde el Grupo Parlamentario Socialista nos parece fundamental que todo este debate lo hagamos con
serenidad, con tranquilidad, sin prisa pero sin pausa, confiando sobre todo en las universidades que al fin y al cabo van a ser los principales motores de la reforma.



La señora PRESIDENTA: Vamos a cerrar esta sesión de la Comisión con la intervención de los cuatro comparecientes,


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si les parece, en el mismo orden en que han intervenido. Si por cualquier causa alguno de ellos no quiere intervenir no pasa nada. En primer lugar, la señora Maciá.



La señora RECTORA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA, UNED (Maciá Antón): Únicamente quiero agradecer sus palabras, sus observaciones y sus comentarios porque de las cuatro intervenciones no siento que haya habido ninguna
pregunta directa a mí. Estoy a su disposición para todo lo que deseen en cualquier otro momento.



La señora PRESIDENTA: Profesor Gabilondo.



El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID (Gabilondo): Si nosotros teníamos la obligación de generar confianza, al menos se ha generado confianza para nosotros. Yo mismo me voy más confiando que cuando entré aquí. El efecto
debía haber sido otro, pero yo sí estoy más confiando por algunas buenas razones. Les agradezco el tono de las indicaciones a los diputados aquí presentes. Al señor Gamir, a la señora Pigem, al señor Rodríguez y a la señora Palma, les agradezco
expresamente el tono, haciendo valer buenas razones, sabiendo que son asuntos complejos donde están a veces vinculados afectos y convicciones. Quiero señalar que hemos trabajado con una serie de razones que no querían agotar el campo de razones.
Aquí se ha aludido a razones simbólicas, a razones de ámbito político, razones sociales, razones culturales, recordando la nobleza de las mismas razones. Estas razones las acojo como verdaderamente competentes para las decisiones. También quiero
decir que nosotros somos una subcomisión y que esto va a una comisión, la comisión va al Consejo de Coordinación Universitaria, luego están el ministerio, el Gobierno y el Parlamento. Nosotros sabemos perfectamente quienes somos, por lo que
asumimos nuestro modesto papel y respetamos las decisiones que se tomen en otro ámbito, que no son competencia nuestra, donde han de tenerse en cuenta otras buenas razones que aquí se han esgrimido. Pero también quiero decir que el debate sobre la
diversidad de las lenguas no es el que nos ocupa. Esa es la percepción que teníamos.
Yo, que pertenezco a una asociación sobre la diversidad de las lenguas y creo en las lenguas como formas de vida, no como otra cosa, pienso -y creíamos nosotros-
que no hay que identificar el problema de las lenguas con el problema de los grados. Si el problema de las lenguas se identifica con el problema de los grados, yo soy partidario de que pongan grado en todas la lenguas existentes en el mundo, porque
creo que las lenguas son formas de vida. Pero ese no es el debate. El debate no es si cada vez que hay una lengua de gran peso ha de haber un grado de esa lengua. De todas maneras entiendo las razones que se han dado y las agradezco. Desde ese
punto de vista, lo único que puedo decir es que hago mías esas razones, si entramos en el ámbito de lo simbólico, si entramos en el ámbito de lo político, si entramos en el ámbito de lo cultural.
Nosotros no estábamos en ese ámbito y respetamos las
decisiones que se tomen en cualquier dirección, desde la modestia de nuestro lugar. También quiero decir otra cosa. Razones académicas no son razones universitarias.
Universitario es mucho más amplio que académico. Nosotros solo hemos utilizado
razones fundamentalmente académicas, profesionales, pero podemos utilizar también razones universitarias, y probablemente coincidiría mucho más con las razones políticas, que tienen otro alcance.
Así que comprendidas las razones que se han dado,
también esta voluntad internacional de expansión de la lengua, lo comprendo perfectamente, pero en un momento determinado hay que tomar una decisión que está vinculada a una opción, y es una opción que tiene que ver también con la voluntad de
generar un espacio que tiene que ver con la lengua y cultura española y sus literaturas. ¿Qué esto es discutible y han de tenerse en cuenta las otras? Hay ámbitos y lugares donde puede hacerse y donde respetaremos que se haga. Lo único que pido
es que no se tome como una desconsideración hacia esas lenguas la propuesta que se hace; que se tome como que hay razones de otro tipo pero no así. Respecto a las especialidades, es cierto que no se pueden hacer itinerarios, no hay que hacer
trampa y poner itinerarios. No hagamos trampa. Es cierto, como se ha dicho aquí, que se pueden hacer interpretaciones flexibles. La diputada Pigem lo señalaba para poder identificar si se hace una interpretación más abierta. Me ha parecido muy
sugerente y muy atrevida la indicación de que las comunidades autónomas podrían pensar en algunas incorporaciones. Me parecería estupendo. No hemos jugado con esa posibilidad ni nos corresponde hacerlo, pero quisiera que en este lugar, que me
merece tanto respeto, al menos la propuesta que hemos hecho no se considere como una desatención a ninguna de las lenguas del Estado español -que se entienda que es mejorable, perfeccionable- y menos aún a ninguna de las legítimas identidades o
respeto a la diversidad de esas identidades. ¿Que luego la propuesta es mejorable? Si así fuera, menos mal que estamos a tiempo de hacerlo. Pero entiéndase que hemos jugado con las razones que yo he esgrimido.



Muchísimas gracias. Yo creía que el tono de hoy era el tono de siempre.
(Risas.) Nunca pensé que en el Parlamento pudiera existir un tono distinto. Si otro día tienen otro, tendré que venir a verlo.



La señora PRESIDENTA: A Dios gracias, en esta Comisión el tono suele ser éste. En el día de hoy ha sido especialmente agradecido.



Profesor Parras.



El señor RECTOR DE LA UNIVESIDAD DE JAÉN (Parras Guijosa): Yo que soy de provincia, venía con cierta preocupación. Vivo casi en Madrid; la verdad es que últimamente vengo demasiado a Madrid, pero nunca había estado en esta casa, que
siempre la he mirado con un especial respeto, como dice el profesor Gabilondo. He


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tomado nota de las preguntas que han hecho. Algunas las he respondido y de otras no conozco las respuestas. Lo que sí les puedo decir es que hoy he aprendido también. Como el proceso continúa en la siguiente subcomisión y todavía estamos
los que estamos aquí, haré valer los argumentos que se han dado y procuraremos incorporar en lo posible algunas de las aportaciones que se han hecho. Les agradezco personalmente el cariño que nos han demostrado, sus aportaciones, el sentido que
ustedes tienen como representantes del pueblo - y a mí me enorgullece- del mundo universitario y el mundo educativo. Espero que nosotros también seamos dignos de trasladar las ideas que nos han aportado.



La señora PRESIDENTA: Señor Docampo.



El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE VIGO (Docampo Amoedo): Me parece que me quedan un par de cabos por atar de la intervención del diputado Gámir.
Respecto a las especialidades me gustaría comentar una cosa. Fui consultado en los
primeros momentos en los que se redactaba el primer borrador de decreto en el año 2003, y ya el decreto de 2003 decía que no se contemplaran especialidades. La razón que yo defendí es que el uso de la especialidad dentro de la denominación del
título ha llevado a algunas perversiones. Hay ingeniero técnico en, y después 17 especialidades. Son títulos diferentes, con lo que comporta después un gasto enorme porque cada título hay que implantarlo de manera distinta. El motivo era evitar
que hubiese títulos diferentes, cada uno con su estructura, con su troncalidad, con toda su parafernalia, y se buscó la vía de decir que no hubiera especialidades, pero de rebote nos hemos encontrado con que esto nos ha limitado. Por eso nuestra
comisión pide que se busque alguna fórmula por la cual se pueda introducir la idea de que en los planes de estudio al menos de cada universidad se pueda indicar un perfil para la titulación, de manera que se pueda recoger la gran variedad de la
oferta actual, sin que esto implique que tengan que ser títulos diferenciados con troncalidades, directrices generales, etcétera. Por tanto, siendo buena la motivación, creo que es preferible ahora revisar si se puede dar una mejor formulación a
esa solución.



Con respecto a las preguntas sobre el tres más dos y las grandes escuelas, como podrá imaginar el diputado señor Gámir nos hemos pasado cuatro meses dándole vueltas a esto porque no es fácil encajarlo; y también agradezco al señor Rodríguez
sus palabras. Hemos intentado casar una serie de objetivos en algunos casos contrapuestos. Por ejemplo, grado y posgrado tienen mucho sentido si el grado es una formación amplia y por tanto faculta después para que uno pueda iniciar diversas
formaciones de posgrado. Cuanto más se cierre la formación de grado peor va la estructura grado y posgrado porque uno se limita. Pero conjuntamente con esto si queremos que los títulos de primer nivel de grado sean profesionalizantes, también
queremos que además de estudiar muchas cosas para poder seguir estudien alguna cosa que les permita salir a trabajar.
Todo esto no es fácil de encajar y a ello súmenle la tradición española en la cual hay dos títulos muy bien aceptados por el
mercado, muy bien aceptados por el mercado. Esta no es una frase vacía. El mercado español distingue a los dos tipos de titulados y además no hay ningún clasismo con las titulaciones, sino que agradece que la universidad sea capaz de tener dos
títulos diferentes con formaciones distintas. ¿Qué pasa en los países que han optado por el tres más dos en el norte de Europa? Que se están preguntando quién va a crear oportunidades de empleo para los estudiantes que salen con tres años, porque
nadie las ha creado, y por tanto los estudiantes se ven en la necesidad imperiosa de continuar hacia los dos años siguientes para poder salir con un título que la sociedad reconozca. Ellos se están planteando ahora como problema, como ejercicio,
cómo abrir oportunidades de empleo para un titulado con tres años, empezando por el Estado, que les tiene que favorecer el que con tres años puedan participar en concursos, en oposiciones, en puestos profesionales a los que ahora no pueden optar.
Digamos que nos produjo cierta inquietud apostar por un modelo tres más dos como ese porque no teníamos muy claro que respondiera a las expectativas de lo que ahora se está planteando en la reforma universitaria, no iba a dar mucha sensación de
cambio seguir aparentemente como estamos, que es un tres más dos, pero dentro de una estructura de grado y posgrado.



Con respecto a la otra cuestión de algunas grandes escuelas europeas que tienen muy claro que con independencia de la Declaración de Bolonia ellas están en otra liga, diré que en algunas ingenierías en España se ha querido mantener la
posibilidad de seguir optando a jugar en esa división y que haya algunas formaciones que puedan decir que un estudiante entra a un recorrido que va claramente hacia un master. Esto se ha previsto en nuestra formulación, porque aunque los títulos
son de tres años y medio más proyecto y luego dos años, en aquellos master con directrices generales propias que responden a las titulaciones clásicas de la ingeniería expresamente se ha salvaguardado un recorrido curricular que permite que con 300
créditos FTS, es decir, con cinco años, una persona pueda obtener ese master en igualdad de condiciones con estas escuelas francesas o alemanas. Hemos tratado de conciliarlo todo y quizá al final no sale una solución simple, pero tampoco creo que
se nos pidiera una solución simple porque el problema era bien complejo.



Solo quiero decirles que ha sido un placer estar aquí. La señora Pigem decía que se repita. Yo también pido, por favor, que se repita.



La señora PRESIDENTA: Repito el agradecimiento en nombre de esta Comisión a los cuatro comparecientes.



Se levanta la sesión.



Era la una y quince minutos de la tarde.