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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 608, de 30/10/2002
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


COMISIONES


Año 2002 VII Legislatura Núm. 608

ASUNTOS EXTERIORES

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JESÚS POSADA MORENO

Sesión núm. 37

celebrada el miércoles, 30 de octubre de 2002



ORDEN DEL DÍA:


Comparecencia del señor secretario de Estado de Asuntos Exteriores (Gil-Casares Satrústegui) para informar sobre: - El 58.º período de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos. A petición del Gobierno.
(Número de expediente
212/000956.) ... (Página 19852)


- La sesión anual de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. A solicitud del Grupo Parlamentario Socialista. (Número de expediente 213/000731.) ... (Página 19852)


Página 19852



- Presentar y someter a debate el informe anual de la Unión Europea en materia de derechos humanos, en cumplimiento de las resoluciones aprobadas por el Pleno del Congreso de los Diputados, en su sesión del día 1 de julio de 1999, en
relación con el informe de la subcomisión relativa al cincuenta aniversario de la Declaración universal de los derechos humanos. A solicitud del Grupo Parlamentario Socialista. (Número de expediente 213/000732.) ... href='#(Página19852)'>(Página 19852)


- El desarrollo y los acuerdos logrados en la reciente Asamblea especial de las Naciones Unidas sobre la infancia (8-10 de mayo, Nueva York) y posición del Gobierno español al respecto. A solicitud del Grupo Parlamentario Mixto. (Número de
expediente 213/000799.) ... (Página 19852)


Dictamen sobre: - Convenio entre el reino de España y la República de Turquía, para evitar la doble imposición y prevenir la evasión fiscal en materia de impuestos sobre la renta, hecho en Madrid el 5 de julio de 2002. (Número de
expediente 110/000201.) ... (Página 19873)


- Convenio de Seguridad Social entre el Reino de España y la República de Bulgaria, hecho en Valencia el 13 de mayo de 2002. (Número de expediente 110/000202.) ... (Página 19873)


- Convenio de Seguridad Social entre el Reino de España y la República Checa, hecho en Valencia el 13 de mayo de 2002. (Número de expediente 110/000203.) ... (Página 19873)


- Acuerdo en materia de comercio, desarrollo y cooperación entre la Comunidad Europea y sus estados miembros, por una parte, y la República de Sudáfrica, por otra, hecho en Pretoria el 11 de octubre de 1999.
(Número de expediente
110/000204.) ... (Página 19874)


Se abre la sesión a las once y cinco minutos de la mañana.



COMPARECENCIA DEL SEÑOR SECRETARIO DE ESTADO DE ASUNTOS EXTERIORES (GIL-CASARES SATRÚSTEGUI) PARA INFORMAR SOBRE:


- EL 58.º PERÍODO DE SESIONES DE LA COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS. A PETICIÓN DEL GOBIERNO. (Número de expediente 212/000956.)


- LA SESIÓN ANUAL DE LA COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS DE LAS NACIONES UNIDAS. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA. (Número de expediente 213/000731.)


- PRESENTAR Y SOMETER A DEBATE EL INFORME ANUAL DE LA UNIÓN EUROPEA EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS, EN CUMPLIMIENTO DE LAS RESOLUCIONES APROBADAS POR EL PLENO DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS, EN SU SESIÓN DEL DÍA 1 DE JULIO DE 1999, EN
RELACIÓN CON EL INFORME DE LA SUBCOMISIÓN RELATIVA AL CINCUENTA ANIVERSARIO DE LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA. (Número de expediente 213/000732.)


- EL DESARROLLO Y LOS ACUERDOS LOGRADOS EN LA RECIENTE ASAMBLEA ESPECIAL DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE LA INFANCIA (8-10 MAYO, NUEVA YORK), Y POSICIÓN DEL GOBIERNO ESPAÑOL AL RESPECTO. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO MIXTO. (Número de
expediente 213/000799.)


El señor PRESIDENTE: Buenos días.



Vamos a comenzar esta reunión de la Comisión de Asuntos Exteriores, en la que los primeros cuatro puntos del orden del día, que ahora leeré, versan sobre la celebración conjunta de las siguientes comparecencias: Del secretario de Estado de
Asuntos Exteriores para informar sobre el 58.º período de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos, a petición del propio Gobierno. De la ministra de Asuntos Exteriores para informar sobre la sesión anual de la Comisión de Derechos Humanos de
las Naciones Unidas, a petición del Grupo Parlamentario Socialista. De la ministra de Asuntos Exteriores para presentar y someter a debate el informe anual de la Unión Europea en materia de derechos humanos, en cumplimiento de las resoluciones
aprobadas por el Pleno del Congreso de los Diputados en su sesión del día 1 de julio de 1999, en relación con el informe de la subcomisión relativa al cincuenta aniversario


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de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, presentada por el Grupo Parlamentario Socialista y que, por acuerdo de la Mesa, sustanciará el secretario de Estado de Asuntos Exteriores. De la ministra de Asuntos Exteriores para
informar del desarrollo y los acuerdos logrados en la reciente Asamblea especial de las Naciones Unidas sobre la infancia (8-10 de mayo, en Nueva York), y posición del Gobierno español al respecto, a petición del Grupo Parlamentario Mixto y que,
también por acuerdo de la Mesa, sustanciará el secretario de Estado de Asuntos Exteriores.



Está con nosotros el secretario de Estado, don Ramón Gil-Casares, al que damos la bienvenida a la Comisión. Estamos seguros que, a lo largo de los próximos meses, habrá muchas ocasiones de tener contacto con él.



Dicho esto y para exponer estas comparecencias, tiene la palabra el secretario de Estado.



El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ASUNTOS EXTERIORES (Gil-Casares Satrústegui): Señorías, antes de empezar, quiero señalar que es un honor para mí celebrar esta primera comparecencia mía desde que tomé posesión como secretario de Estado de
Asuntos Exteriores. Aprovecho la ocasión para reiterarles el ofrecimiento que hizo la señora ministra en esta Comisión para venir a informar cuantas veces sea preciso, tanto a petición de la propia Comisión como a petición de este ministerio.



Como ha dicho el señor presidente, comparezco hoy para agrupar cuatro comparecencias, tres solicitadas por los grupos de la Cámara y una a petición del Gobierno, básicamente referidas a ámbitos de especial relevancia en temas de derechos
humanos, como son la sesión anual de la Comisión de Derechos Humanos, la sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas para la infancia, que se celebró en Nueva York el pasado mes de mayo, y los informes anuales de los derechos
humanos de la Unión Europea, el que se aprobó a finales de 2001 y el que recientemente se ha aprobado en el Consejo de Asuntos Generales y Relaciones Exteriores el pasado día 21 de octubre.



Me es especialmente grato que esta comparecencia verse sobre temas relativos a los derechos humanos. En próximas comparecencias espero poder hablar con más detalle sobre las líneas generales de la política exterior española, en vez de
hacerlo sobre tres temas concretos, pero como estas son las comparecencias que tenemos agrupadas a ellas me voy a referir.



Sí quiero señalarles que el año pasado, con motivo de la presidencia de la Unión Europea, la dedicación del Gobierno, especialmente del Ministerio de Asuntos Exteriores, a estos temas fue, si se quiere, mayor que en años anteriores y que en
el ámbito de los derechos humanos, como saben SS.SS., la labor de la Unión Europea se ha desarrollado en diversas direcciones y tiene múltiples realizaciones. Recientemente la Carta Europea de los Derechos Humanos, las últimas comunicaciones de la
Comisión sobre la labor de la Unión en el fomento de los derechos humanos en terceros países, la importante labor que está llevando a cabo el Parlamento Europeo o las conclusiones del Consejo de Asuntos Generales del pasado 21 de junio muestran los
esfuerzos que está haciendo la Unión en los últimos tiempos.



Me voy a referir al primero de los temas, que es la última sesión de la Comisión de los Derechos Humanos del quincuagésimo octavo período de sesiones que coincidió con la presidencia española de la Unión Europea.
Desde la fase de
preparación España enfocó sus trabajos en el empeño de lograr posiciones comunes, tanto entre los socios de la Unión Europea como con el resto de los grupos regionales, para lograr que las resoluciones pudiesen pasar con el mayor consenso posible.
La tarea no ha sido fácil. España parte de la intervención que hizo en nombre de la Unión Europea. Intervino en numerosas ocasiones para defender las propuestas, pero como les decía no ha sido fácil por una serie de elementos que quiero destacar.
En primer lugar, la composición de este año de la Comisión, con un número de países africanos y asiáticos a los que las distintas resoluciones les afectaban de manera directa, hizo que la labor de control que hace la Unión Europea normalmente fuese
algo más difícil. Por otro lado, en la Unión Europea tuvimos el afán de abarcar el mayor número de frentes posibles, lo cual ha resultado una dificultad para tocar todos los temas y la oposición de estos grupos, básicamente como decía el africano y
el asiático, se hizo más fácil por alianzas entre ellos. En realidad durante todo el período de sesiones la Unión Europea contó con el apoyo de los miembros del grupo occidental, de un par de miembros de los países de Europa central y oriental y de
algunos países iberoamericanos. Como digo, entre los africanos y los asiáticos hicieron un bloque y por ser más numerosos resultó difícil sacar algunas de las resoluciones que nos hubiese gustado llevar adelante. Hubo, como saben SS. SS., una
ausencia importante en este período de sesiones, que fue la de Estados Unidos que no fue miembro de la Comisión. Estados Unidos tradicionalmente ha sido un aliado de la Unión Europea por defender los mismos valores. En esta ocasión es verdad que
fuera de la Comisión estuvo ayudando a poder sacar adelante algunas de las resoluciones presentadas, pero no estuvo en el momento de votar y algunas se perdieron por uno o dos votos. Coincidía en el tiempo la celebración de la Comisión con los
momentos más difíciles de la situación en Oriente Medio. Eso también tuvo influencia en la voluntad y en la manera de votar de algunos países, especialmente africanos. De hecho, con relación a la situación en Oriente Medio, se presentaron seis
resoluciones, lo cual es inusual. El nivel de apasionamiento de las discusiones fue más grande que en anteriores ocasiones, ocupó mucho tiempo de la agenda y no dio


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ocasión a que se pudiesen resolver muchos de los temas pendientes.



Aparte de la situación en Oriente Medio, la Unión Europea presentó como es tradicional una serie de proyectos de resolución sobre distintos países que les quiero señalar. Fueron: Colombia, Chechenia, Europa sudoriental, Irak, Irán,
Myanmar, la República Democrática del Congo, Sudán, Timor Oriental y por primera vez en este año Zimbabwe, que fue una resolución que finalmente no salió y provocó grandes enfrentamientos entre el grupo europeo y el grupo africano. Después de
negociaciones con los distintos grupos geográficos pudieron ser aprobadas por consenso las resoluciones de Colombia, Europa sudoriental, Myanmar, Congo y Timor. En otros casos hubo de recurrirse a votación y en casi todos se ganaron o se perdieron,
como decía antes, por una mínima diferencia, lo que mostró este enfrentamiento que se mantuvo durante todo el desarrollo de la Comisión.
Prosperaron con diferencia de uno o dos votos Irak y Sudán. Se perdieron los de Chechenia, Irán y Zimbabwe y
este último nos enemistó desde el principio con el grupo africano y nos puso a un número grande de países en contra, lo que afectó a muchos otros temas.



Permítanme decirles que, en el tema de Chechenia e Irán, España, en su calidad de presidente de la Unión, intentó negociar a fondo un texto consensuado tanto con Rusia como con Irán. Se hicieron dos propuestas de resoluciones y en el texto
se tuvieron en cuenta los elementos que suscitaban preocupación a la Unión Europea, así como aquellos que denotaban una evolución positiva tanto en Irán como en Chechenia. Por desgracia, nos encontramos con una posición poco dialogante tanto por
parte de Rusia como de Irán, y finalmente los textos nuestros fueron sometidos a votación y reitero que se perdieron. Una prueba adicional del enfrentamiento que se produjo entre el grupo básicamente africano, con el apoyo de los asiáticos, y el
grupo occidental fue el caso de Guinea Ecuatorial. Como saben SS. SS. en la Comisión de Derechos Humanos hubo una resolución tradicional en la que España siempre ha tenido un papel importante que jugar. En esta ocasión el grupo africano propuso
un proyecto de resolución en la Unión Europea a través de España y de la representación sueca en Ginebra. Trató de introducir una serie de modificaciones a la resolución, básicamente una enmienda, para que se preservara la labor del relator
especial de los derechos humanos.
Finalmente, esta enmienda no pudo ser aprobada. Se sometió a votación la resolución sin esta enmienda y se aprobó tal como había sido presentada por el grupo africano.



Un caso de especial interés para España es siempre el de Cuba. Uruguay y una serie de países iberoamericanos presentaron una propuesta que fue patrocinada por España y por algunos otros miembros de la Unión Europea.
Nosotros entendíamos
que el texto recogía un lenguaje moderado y constructivo y reflejaba un poco la filosofía de las cumbres iberoamericanas. El texto se aprobó finalmente. Como saben SS. SS., la reacción de la delegación cubana no fue muy favorable a este texto y
motivó una serie de malos entendidos entre Cuba y algún país iberoamericano. Además de las discusiones de proyectos por países, que es lo más llamativo y en lo que más centran la atención las delegaciones y la opinión pública en la Comisión de los
Derechos Humanos, en el orden del día se trataron otra serie de asuntos de gran importancia, desde el respeto a los derechos económicos, sociales y culturales hasta la intolerancia religiosa, pasando por cuestiones que considerábamos y que
consideramos tan apremiantes como las ejecuciones arbitrarias, los defensores de los derechos humanos o la impunidad. Sería excesivamente prolijo pasar revista a cada una de ellas, pero quiero señalar que de las muchas resoluciones que finalmente
fueron aprobadas por la Comisión, unas 70, contando todos los proyectos de decisión, la mayoría de ellas fueron adoptadas por consenso, lo cual refleja la labor que realizó la delegación española en su calidad de presidenta de la Unión Europea.



Una de las cuestiones en las que la Unión Europea desempeñó un papel más catalizador e impulsor este año ha sido el tema de la pena de muerte y su abolición, en cuyo proyecto de resolución logramos un alto número de copatrocinios. Dentro
del ámbito no estrictamente europeo, de iniciativa europea, quiero señalar un tema de especial importancia, que fue la propuesta de Costa Rica de un texto de protocolo facultativo a la convención contra la tortura. Como saben SS. SS., tras diez
años de negociaciones se incorporaba con vistas a su consideración final por la Asamblea General y su adopción con una coalición bastante heterogénea, pero también bastante sólida en su contra. A pesar de ello, gracias en esta ocasión al voto de
los países iberoamericanos y con el apoyo de los europeos, pasó esta propuesta y constituye, a mi manera de ver, uno de los grandes éxitos de esta Comisión. Después de su aprobación en la Comisión, fue aprobado por el ECOSOC y en este momento está
pendiente de su definitiva aprobación por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas.



Este año cobró especial relevancia asimismo otro tema de interés para España, que fue la resolución sobre derechos humanos y terrorismo. Hubo grandes discusiones sobre este tema. Se presentaron dos propuestas de resolución, una argelina,
que es la tradicional, y otra mexicana. A España y a la Unión Europea les gustaba más la mexicana y tratamos de impulsarla. Finalmente, los argelinos, temiendo que saliera la resolución mexicana, hicieron una propuesta de reforma que
definitivamente eliminó las posibilidades de la propuesta mexicana. No se sometió a votación y sí se sometió la argelina que, una vez más, por el juego de la aritmética, acabó saliendo sin el voto de la Unión Europea,


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puesto que no se recogía en toda su extensión el respeto a los derechos humanos en el tema de la lucha contra el terrorismo y de centrar el tema de las resoluciones en la crítica a los Estados.



De la manera en que se desarrolló este período de sesiones, como les he venido señalando en estos últimos minutos, la Unión Europea ha sacado un par de conclusiones. En primer lugar, una en la que se está debatiendo y que a algunos no nos
gusta, pero que creemos que por razones prácticas debemos estudiar, que es la necesidad de no abarcar demasiadas resoluciones, dada la composición de la Comisión de Derechos Humanos. Si en el último período nos hubiésemos concentrado en cinco o
seis verdaderamente importantes, abandonando algunas especialmente llamativas y con pocas posibilidades de salir, o se hubiesen planteado de una manera que el grupo africano entendiese algo menos virulentas, no habríamos tenido la oposición de todos
los grupos. El caso de Zimbabwe es paradigmático. Las discusiones de la Comisión nos han confirmado una cosa y es que hay que negociar desde un primer momento para lograr un consenso, pensando siempre en una posible votación. Reitero que el
número de la aritmética y el respeto de los derechos humanos en grupos importantes de Naciones Unidas pueden empezar a jugar sistemáticamente en contra de la Unión Europea y habrá que negociar. Repito que ante una oposición y con una votación que
probablemente se pierda, hay que tratar de negociar e ir avanzando poco a poco en las materias que nos interesan.



Quiero señalar, porque cuando se celebra la Comisión de Derechos Humanos yo no estoy en el puesto que ahora mismo ocupo, que la labor de la delegación española fue de gran profesionalidad y que se ganó el aprecio unánime de nuestros socios y
de la propia Comisión de Derechos Humanos.
Durante la preparación de esta comisión, la delegación española mantuvo contactos con diversas ONG, tanto españolas como extranjeras, y con algunos grupos de oposición a regímenes no democráticos o
dictatoriales que se encontraban en Ginebra. Estos contactos, sobre todo con las ONG españolas, serán una pauta habitual que seguirá haciendo el ministerio en las futuras comisiones. España no estará el próximo año en la Comisión de Derechos
Humanos. Como saben SS.SS., ante la ausencia por votación de Estados Unidos de esta última Comisión, el grupo occidental se reunió para establecer una serie de turnos. No se ha llegado a una resolución definitiva sobre un sistema de turnos
permanentes. Con este motivo, España y algún otro país decidieron no presentarse en el 2003 ni en el 2004, para poder dar posibilidad a la rotación en el seno del grupo occidental. De todos modos, desde fuera de la misma, y sin las
responsabilidades de la presidencia, participaremos con el mismo empeño con que lo hemos hecho cuando hemos sido miembros.



A continuación, permítanme referirme al segundo de los temas, que es la Asamblea especial de las Naciones Unidas sobre la infancia. Poco más de diez años después de la Cumbre Mundial de la Infancia, que significó el punto de partida para
situar el tema de los derechos del niño en la agenda política mundial, los días 8 y 10 del pasado mes de mayo, tuvo lugar en la sede de Nueva York de Naciones Unidas la sesión especial de la Asamblea General sobre la Infancia. La reunión de Nueva
York tenía un doble objetivo: hacer un balance de las metas alcanzadas y de los proyectos fallidos de estos últimos años en el área de la infancia, y aprobar, a ser posible de forma consensuada, una declaración final y un plan de acción con
propuestas para los próximos años, con el límite de acción en el 2015. Se pretendía, no sólo examinar los viejos problemas como la pobreza, la salud, la educación, sino también otros nuevos referidos al mundo de la infancia y que han cobrado una
dimensión preocupante, incluso alarmante, en los últimos años, tales como el trabajo infantil, la explotación sexual, el sida o el terrible tema de la presencia de niños en los conflictos armados. Como novedad, y para dar énfasis al carácter global
de esta problemática infantil, se quiso dar participación a los propios niños y adolescentes en los debates e intervenciones de esta sesión especial, lo que hizo que la sesión tuviese una mayor repercusión en la opinión pública. El proceso
negociador fue largo y complejo y España, en su calidad de presidente de la Unión, tuvo una labor delicada que hacer, básicamente porque el tema de la infancia y los derechos de los niños no son vistos de igual manera en todas las culturas, ni
siquiera en todas las religiones, y dependiendo del nivel de desarrollo de unos países sobre otros temas, como el trabajo infantil, son vistos de manera muy diferente. La sesión final contó con la asistencia de más de 60 jefes de Estado y de
Gobierno y personalidades diversas que asistieron a los foros paralelos que se organizan tradicionalmente en las cumbres de Naciones Unidas. Permítame destacar también el protagonismo de la UNICEF, con cuya directora general tuve ocasión de
reunirme al poco tiempo de acceder a la Secretaría de Estado, el pasado mes de septiembre, y a lo que me referiré un poco más adelante.



De esta sesión quiero destacar, en primer lugar, que se ha reforzado el ámbito universal de la protección de la infancia, sumándose a los tradicionales campos de salud y de educación en los que se habían hecho ya progresos y otros que
presentan nuevos desafíos, resultado de los avances tecnológicos y de los conflictos regionales, como he señalado anteriormente. En segundo lugar, el documento aprobado en esta sesión especial, que contiene una declaración y un plan de acción, ha
reforzado notablemente la Convención de los Derechos del Niño de 1990 y, además, se ha aceptado el lenguaje en la mayoría de los casos a los que aspiraban las delegaciones europeas. Quiero señalar que se han recogido en


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los textos temas como la definición de la familia, comunidad básica de la sociedad que tiene derecho a la protección por el Estado, cosa que no había sido recogida en anteriores documentos.



Dos de los puntos más conflictivos y delicados que se trataron durante esta sesión especial fueron la referencia a la pena de muerte para menores, donde hay un lenguaje recogido de la Comisión de Derechos Humanos, a la que me acabo de
referir, y la incorporación del espíritu de los textos procedentes de la OIT sobre el tema del trabajo infantil. Las demás conclusiones del documento que, como digo, fue aprobado por consenso, se centran en cuatro sectores prioritarios: los apoyos
y estímulos para conseguir para la infancia una vida sana, la mejora del acceso a una educación de calidad, la protección de niñas y niños frente a las amenazas de maltrato, explotación y violencia y, por último, la lucha renovada contra el sida.
Como les decía antes, la directora ejecutiva de la UNICEF, señora Bellamy, estuvo en Madrid el mes de septiembre y me reiteró unas declaraciones que hizo ella al final de la sesión, y es que se producirían grandes cambios positivos en todo el mundo
en menos de una generación, lo cual abre unas expectativas muy grandes. No hay que olvidar tampoco que el documento final tiene un apartado sobre la necesaria asignación de recursos. Las delegaciones adoptaron una serie de compromisos para
actualizar principios aprobados ya en otros foros, como la cumbre de Monterrey sobre financiación para el desarrollo.



Por su impacto en los medios de comunicación, permítanme que destaque que hubo una declaración a los dirigentes del mundo, firmada por los 400 jóvenes delegados que participaban en el encuentro de Nueva York, en la que se habían recogido
firmas con el título decir sí por los niños y por las niñas. Esta declaración recibió el apoyo de más de 95 millones de personas comprometidas con el respeto a los derechos de los niños y a la infancia. España, en su calidad de presidenta de la
Unión y con objeto de conseguir que se aceptasen el plan de acción y la declaración o se decidiesen por consenso, hubo de sortear las diferencias de concepción que había entre los socios de la Unión, otros grupos regionales y Estados Unidos, que se
mostraba renuente ante una asamblea especial de esta naturaleza. El ministro Cabanillas, que intervino por el Gobierno español, señaló en la sesión las prioridades españolas en esta materia, que eran: que saliese adelante la Convención de los
Derechos del Niño y sus dos protocolos adicionales, el trabajo en favor de la abolición de la pena capital -haciendo un llamamiento al fin de esta práctica y de la cadena perpetua para menores de 18 años-, la atención al área de salud reproductiva y
sexual de los jóvenes (que fue uno de los temas más controvertidos de esta cumbre), el cumplimiento del objetivo de la Declaración del Milenio de reducir en dos tercios la mortalidad infantil para el año 2015, la supresión del trabajo infantil y el
acceso a la educación primaria gratuita y de calidad para todos los niños y niñas de manera igualitaria, incluidos aquellos con discapacidades físicas o mentales.



Llego, señorías, al tercer punto de esta comparecencia, que es suficientemente ilustrativo por sí mismo de la importancia que la Unión Europea otorga a la defensa y protección de los derechos humanos. Se trata del informe de la Unión
Europea sobre derechos humanos y del contenido de los dos últimos informes, correspondientes respectivamente a los períodos comprendidos entre julio de 2000 y 30 de junio de 2001, y desde entonces hasta el 30 de junio de 2002; este último,
recientemente aprobado en el Consejo de Asuntos Generales y Relaciones Exteriores del pasado 21 de octubre, como señalaba anteriormente.



Como saben SS.SS., en 1998, los ministros de Asuntos Exteriores, reunidos en Viena con motivo del 50 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, decidieron adoptar una serie de medidas dirigidas a fortalecer la capacidad de
la Unión Europea para actuar en el campo de los derechos humanos, entre los cuales se encuentra la elaboración de un informe anual de derechos humanos que pretende mostrar la política de la Unión Europea en esta materia. El informe se concentra,
por un lado, en la política exterior de la Unión y su papel en el ámbito internacional, al mismo tiempo que recoge los avances logrados y los retos existentes en el territorio de Los Quince.



El informe en sí es el resultado del trabajo de expertos de los Estados miembros, con el apoyo de la Comisión y de la Secretaría General del Consejo, y bajo la coordinación de la presidencia, en estrecho contacto con el país al que le toque
asumir la siguiente presidencia. Así, durante el primer semestre, España comenzó a coordinar, junto con la actual presidencia danesa, la elaboración del cuarto informe de los derechos humanos, correspondiente a este año 2002. Su estructura es
básicamente la misma que la del informe de 2001: un primer capítulo introductorio, explicando las razones por las que se hace el informe; un segundo capítulo sobre los derechos humanos en el seno de la Unión Europea, en el que no se hace una
crítica sobre los derechos humanos, sino que se establece cuáles son los principales protagonistas en la defensa de los mismos en el seno de la Unión; el tercer capítulo se refiere a la actuación llevada a cabo en el ámbito internacional por la
Unión; finalmente, hay unas conclusiones de carácter general, que van seguidas por un conjunto de anejos que recogen los documentos esenciales en materia de derechos humanos que las dos presidencias consideran como los más importantes para la
elaboración del capítulo.



Como saben SS.SS., el artículo 6 del Tratado de la Unión recoge los principios fundamentales sobre los que se sustenta la Unión Europea: la libertad, la democracia, el respeto a los derechos humanos, a las libertades


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fundamentales y el Estado de derecho, y la obligación de respetar los derechos fundamentales en los términos establecidos por la Convención del Consejo de Europa para la Protección de los Derechos Humanos. La Unión Europea reafirma su
compromiso de integrar el respeto a los derechos humanos y la democratización en todos los aspectos de su política interior y exterior, fundamentalmente en la política de cooperación al desarrollo y en la política comercial y de promoción de la paz
y la seguridad. Ambos informes señalan la importancia de la Comisión y del Consejo Europeo en la dirección política, en la toma de decisiones y en su puesta en marcha, al tiempo que prestan especial atención al papel desempeñado por el Tribunal
Europeo de Justicia, el ombudsman y el Parlamento Europeo, que han visto reforzadas sus funciones con los tratados de Maastrich y Amsterdam. Otro aspecto de vital importancia que se debe mencionar es la transparencia y el diálogo con la sociedad
civil, que se presentan como elementos clave de la política de la Unión.



El segundo capítulo del informe se refiere a los derechos humanos en el seno de la Unión Europea. En este apartado, el informe pretende ofrecer un panorama completo de retos, actividades y novedades acontecidas en la Unión en materia de
derechos humanos. Hay que señalar que la intención del informe, como dije anteriormente, no es la de abordar las cuestiones de los derechos humanos en los distintos países miembros, puesto que es el Parlamento Europeo quien elabora el informe sobre
la situación de los derechos fundamentales en la Unión. Los dos informes a que me refiero subrayan la importancia de la Carta de Derechos Fundamentales, de la lucha contra el racismo y la xenofobia, y del asilo y la inmigración, como temas de más
reciente preocupación en el seno de la Unión Europea.
En el informe de 2001 se añadieron a esta sección dos nuevos apartados que se han consolidado este año: el tráfico de seres humanos, y los derechos humanos en relación con los negocios y el
comercio. A la hora de informar sobre estos temas, se concedió especial importancia a la introducción de la perspectiva de género y a la exposición específica de la situación de los niños y de las niñas.



El tercer capítulo del informe alude, como señalaba antes, a la actuación de la Unión Europea en materia de derechos humanos en el ámbito internacional. Hace especial referencia a los instrumentos e iniciativas en relación con terceros
países, a las actividades subvencionadas por iniciativa europea para la democracia y los derechos humanos, a la acción de la Unión Europea en los foros internacionales y a los asuntos temáticos prioritarios para la Unión. Uno de los aspectos
destacados es el seguimiento de la comunicación de la Comisión sobre el papel de la Unión Europeo en la promoción de los derechos humanos en terceros países, documento que fue adoptado en junio de 2001. A este respecto, el informe de 2001 sólo se
hacía eco de este objetivo, mientras que el de 2002 realiza un desarrollo más detallado del seguimiento de la comunicación de la Comisión. Esta comunicación responde a la necesidad de dotar de mayor coherencia a la política de la Unión en materia
de derechos humanos y democratización, introduciendo esta dimensión en todos los diálogos políticos con terceros países, así como en los programas de asistencia de la Unión. Por último, esta sección ofrece un resumen de la estructura y contenido
del informe anual de los derechos humanos del Parlamento Europeo y de los foros de derechos humanos organizados por las respectivas presidencias y la Comisión, en los que se reúnen instituciones comunitarias, Estados miembros, organizaciones no
gubernamentales, academias y organizaciones internacionales, para profundizar en temas de derechos humanos.



En relación con la acción de la Unión Europea en los foros internacionales, en los dos informes se señala la importancia que tiene para la Unión Europea que los Estados miembros y la Comisión coordinen sus actividades en las organizaciones y
conferencias internacionales, y que defiendan en ellas su posición común. Así, se destaca la activa participación de la Unión Europea en los debates y eventos organizados por las Naciones Unidas, y se refleja el apoyo que la Unión Europea brinda al
Consejo de Europa en su tarea de promoción y defensa de los derechos humanos y la democracia en el ámbito paneuropeo, y el apoyo a la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europea en todas sus actividades en el marco de su dimensión
humana. Permítanme subrayar que el tema del terrorismo y de los derechos humanos ha constituido una novedad del informe de 2002, incluyendo un análisis individualizado de esta cuestión.



Dentro de la sección de los asuntos temáticos prioritarios, se analiza, al igual que en años anteriores, el área de los derechos civiles y políticos, así como de los derechos económicos, sociales y culturales. En el primer caso, los
informes destacan los siguientes: la abolición universal de la pena de muerte, la tortura y otros tratos o castigos crueles, inhumanos o degradantes y la asistencia y observación electoral.
En cuanto a los derechos económicos, sociales y
culturales, se concede una especial atención al derecho al desarrollo, al derecho de los niños, niñas y mujeres, a la lucha contra el racismo y la xenofobia, a la discriminación y al respeto a la diversidad, así como a los miembros de minorías y a
los defensores de los derechos humanos, temas en relación con los cuales se ofrece una visión general de las novedades acontecidas y las acciones y posiciones de la Unión Europea sobre los mismos. La presente sección del informe concluye con la
situación de los derechos humanos en el mundo, exponiéndose el contenido de los discursos de la Unión Europea presentados ante la III Comisión de las Naciones Unidas y ante la Comisión de los Derechos Humanos a la que me he referido antes.



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Señorías, acabo con esto la presentación de los tres informes incluidos en la petición de las comparecencias. Permítanme insistir en que para el Gobierno y para el Ministerio de Asuntos Exteriores la protección de los derechos humanos y las
libertades fundamentales constituye una prioridad absoluta. Confío por ello en poder venir a esta Cámara a tratar con más detenimiento este tema, así como cualquier otro que competa a la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores.



El señor PRESIDENTE: De las cuatro comparecencias que figuran en el orden del día, dos han sido promovidas por el Grupo Parlamentario Socialista.
Por tanto, tiene la palabra su portavoz, la señora García Manzanares.



La señora GARCÍA MANZANARES: En primer lugar, señor presidente, quiero unirme a sus palabras y en nombre del Grupo Parlamentario Socialista dar la bienvenida a esta Comisión al señor Gil Casares, secretario de Estado de Asuntos Exteriores,
y desearle éxito en su nuevo trabajo. Estamos seguros de que vamos a contar con su colaboración y también le puedo trasladar la nuestra en aquellos temas que, como este y otros de la Comisión de Asuntos Exteriores, son materia de Estado y, como le
gusta decir a nuestro portavoz, el señor Marín, territorio consenso. Sin embargo, no puedo recibirle en esta comparecencia sobre la sesión anual de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas como recibí el año pasado a su antecesor.
Felicitábamos entonces al Gobierno por la diligencia con la que compareció para informarnos de los trabajos de la anterior reunión de la Comisión, la 57.ª, ya que finalizó el 27 de abril de 2001 y apenas 20 días después, en mayo, comparecía en esta
Cámara para informarnos del tema. Ahora lamentamos que el Gobierno acuda a informarnos seis meses después de haber tenido lugar la sesión anual de Ginebra, siendo aún más lamentable que no lo haya hecho con anterioridad para presentarnos las líneas
generales, las propuestas y la posición española teniendo en cuenta que España era miembro -lo iba a ser por último año- de pleno derecho de la Comisión de Derechos Humanos y, lo que es más importante, que participábamos presidiendo la Unión
Europea. Nada hemos sabido de este tema en este Parlamento tras la anunciada relevancia de la presidencia española, tras el anunciado protagonismo de nuestro país y tras la anunciada declaración especial del Gobierno.
Evidentemente, hemos leído la
prensa y hemos mantenido reuniones con las ONG, pero espero que comprenda, señor secretario de Estado, que como diputados reprochemos al Gobierno una vez más la escasa relevancia que le da a este Parlamento y a los grupos que aquí representamos a
los ciudadanos. Hemos mantenido reuniones con otros grupos parlamentarios y quiero desear que esto sea un capítulo pasado y que el nuevo equipo del Ministerio de Asuntos Exteriores cumpla con esas buenas declaraciones que tanto la ministra como
usted han hecho aquí. De todas formas, aunque tarde, agradezco su información.



Coincidimos con la información que usted nos ha facilitado. Sabemos que la 58.ª reunión de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha sido muy difícil, habiendo confluido además en este período de sesiones del 2002 algunos
factores que han contribuido a esa dificultad: se celebraba después de la Conferencia Mundial contra el Racismo, que había tenido lugar en Durban, tras los atentados del 11 de septiembre, y qué duda cabe que el tema de las sospechas o de las
reticencias de la protección de derechos humanos ligadas al terrorismo estaban presentes en todos los debates. Asimismo, sabemos que esta Comisión ha tenido cortes drásticos tanto presupuestarios como en el número y duración de las sesiones con
respecto a años anteriores y ello se ha producido en medio de la dramática escalada de la violencia en el Oriente Próximo, por citar algunas de las dificultades añadidas a las que ya nos ha relatado el señor secretario de Estado.



Ya el año pasado, al igual que ha ocurrido otros años con motivo de otras comparecencias, en las que se leían informes de años anteriores, se nos informaba que los precedentes períodos de sesiones estuvieron marcados por la polarización
norte-sur o por lo menos por las tendencias que apuntaban a dicha polarización; tendencias preocupantes, como la relación entre Estados, con alianzas entre ellos, priorizando la relación entre el Estado y los derechos individuales de sus
ciudadanos, el cuestionamiento de la labor de la Comisión en la denuncia de los derechos humanos en determinados países y la crítica destructiva del sistema de procedimientos especiales efectuada por algunas delegaciones. En definitiva, ya se venía
cuestionando la aceptación pacífica de lo que tiene que hacer la Comisión, que es la fiscalización por la comunidad internacional del respeto a los derechos humanos. Y hoy lo único que podemos hacer es lamentarnos, puesto que, efectivamente,
constatamos cómo en el período de sesiones actual las votaciones se han polarizado en torno a esa división norte-sur, especialmente en el examen de países individuales, regionales, pero también en asuntos temáticos y es preocupante que se haya
abusado del voto para impedir que una cuestión relacionada con graves violaciones de derechos humanos formara parte del programa de trabajo de la Comisión. Lo que esto hace es contribuir a perpetuar las situaciones de impunidad, algo que nos
preocupa a todos.



La tortura continúa siendo una de las violaciones más generalizadas y en gran parte no abordada, cometiéndose en más de 150 países. En este sentido, nos felicitamos y felicitamos a la Comisión por haber conseguido algunos resultados
positivos, de los que tenemos noticias, como son la recomendación de elaboración de un protocolo de la convención contra la tortura, que se ha conseguido, la solicitud a un grupo de trabajo de


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composición abierta que prepare el borrador de un nuevo instrumento vinculante sobre las desapariciones forzadas, la reiteración de que se suspendan las ejecuciones y el nombramiento de un nuevo relator especial sobre el derecho a la salud.
Sin duda, son pequeños avances, aunque importantes, y en este sentido quiero resaltar y felicitar el esfuerzo y la profesionalidad de la delegación española. Sin embargo, es verdad que tiene que haber quedado un fuerte sentimiento si no de fracaso,
sí de frustración en la Comisión tras este período de sesiones, puesto que ya en la primera resolución aprobada se encargó a la Alta Comisionada de Derechos Humanos, a la señora Robinson, que encabezara una misión a los territorios ocupados y que
presentara sus conclusiones a lo largo del período de tiempo que duraran los trabajos de la Comisión. Sin embargo, el Gobierno de Israel se negó a autorizar esta visita y la Comisión no pudo hacer otra cosa que deplorar esta negativa.



El secretario general de la ONU, el señor Koffi Annan, y la alta comisionada, señora Robinson, habían pedido a la Comisión que asegurase que no se usarían las medidas antiterroristas como pretexto para la represión, y la resolución de
México, de la cual usted nos ha hablado, efectivamente tenía una respaldo mayoritario y no pudo salir.



Podíamos seguir hablando de otros temas recurrentes y crónicos ya en los debates de la Comisión, como el de Chechenia, Rusia, Colombia, China, Guinea Ecuatorial. Lamentamos, a pesar de todo, el flaco balance que se ha podido conseguir,
sobre todo teniendo en cuenta las expectativas que había despertado en la sesión del año anterior, donde en su comparecencia su antecesor nos decía que para España el año 2001 había sido muy importante porque serviría de pórtico para el año 2002, en
el que participaríamos presidiendo la Unión, y que iba a ser singular. No tenemos más remedio que constatar el flaco balance, precisamente por los datos que tenemos, y que usted nos ha dado, de esa polarización, de esa división y por la debilidad
en la que ha quedado la Unión Europea frente a la unión de los países africanos o asiáticos. Se constata esta debilidad de la Unión Europea frente a agrupaciones de otros países, y esto es preocupante. Es más necesario que nunca el fortalecimiento
de la Unión Europea en el mantenimiento de principios y de acuerdos unívocos, en la firmeza de sus posiciones, porque, si no, la más alta institución de derechos humanos se quedará inservible, y es lo más grave que puede ocurrir en la defensa y en
el trabajo de los derechos humanos. A pesar de todo, felicitamos sinceramente el esfuerzo y la dedicación de la delegación española, no así al Gobierno, que nos ha tratado como a los últimos de la fila a la hora de informarnos sobre las
conclusiones y sobre este tema.



Con respecto al segundo informe anual de la Unión Europea solicitado por el Grupo Socialista, con motivo del cincuentenario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, este Parlamento, a través de una proposición no de ley, aprobó la
constitución de una subcomisión sobre derechos humanos, cuyas conclusiones y recomendaciones fueron aprobadas por unanimidad en el Pleno de la Cámara en sesión extraordinaria de 1 de julio de 1999.



El capítulo cuarto, en su primer punto, dice textualmente: El Gobierno comparecerá ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados para presentar y someter a debate el informe anual de la Unión Europea en materia de
derechos humanos. Este debate servirá para configurar la posición española en la redacción del informe anual de la Unión Europea.



Mi grupo mantuvo hasta el final que el Gobierno presentara un plan de acción nacional en el que se determinaran las medidas necesarias para que el Estado mejore la promoción y protección de derechos humanos, tal como recoge la recomendación
de la conferencia mundial de derechos humanos y el plan de acción de Viena de 1993. Esta propuesta no fue aprobada pero sí se enfatizó en que, puesto que España es miembro de la Unión Europea, la posición, los temas, las preocupaciones, las
propuestas españolas serían aportadas para la confección anual de este informe de la Unión Europea. Señor secretario de Estado, créame que no es nada personal, pero todavía el Gobierno no ha traído a esta Comisión informe alguno para ser debatido
ni leído, ninguna información ni ninguna propuesta en esta legislatura. El informe de 2002 acaba de ser aprobado hace muy pocos días y esperamos poder tenerlo esta vez, porque tenemos Internet y la prensa.
Tenemos el informe de 2001, pero es
lamentable la postura del Gobierno.



Deseamos enmendar fervientemente esta situación. La situación de derechos humanos hoy en el mundo pasa por una situación bien crítica y delicada, usted lo sabe. Bajo la amenaza terrorista, cierta, detestable y condenable, se están violando
derechos humanos. Con el pretexto del apoyo en la lucha antiterrorista de determinados países se está mirando para otro lado en la exigencia a ellos mismos de cumplimiento de resoluciones de la Comisión de Derechos Humanos. Están apareciendo
importantes brotes de racismo y xenofobia en nuestro país. También en nuestro país la situación en la que tienen que estar los inmigrantes ilegales, apresados tras su desembarco en tanto se les repatría, ha merecido la denuncia de las ONG de
derechos humanos y del Defensor del Pueblo. Estos temas no son sólo preocupación de nuestro país, sin duda afectan también al conjunto de la Unión Europea. Deseamos conocer si España va a incorporar algunas medidas para evitar estas situaciones en
el informe de la Unión Europea.



Quisiéramos saber si es efectiva, en los programas de cooperación española, la teoría impulsada desde la Unión Europea de vincular la ayuda al desarrollo en el respeto a los derechos humanos y que esto se cumpla, así como las cláusulas
democráticas contenidas en los


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acuerdos de asociación y en los acuerdos comerciales de la Unión. Cuando se hacen acuerdos y asociación con otros países en programas de cooperación no se puede quedar en resoluciones que digan: lamentamos la situación por la que está
atravesando tal o cual país, como ha ocurrido con una declaración del Parlamento Europeo con la situación de Israel.
Nosotros tenemos unas cláusulas y la cláusula democrática se tiene que cumplir en los acuerdos comerciales de la Unión.



El Parlamento Europeo, en su resolución sobre los derechos humanos en el mundo de 2002, tras el informe de dicho año, que es el único que conocemos, y a la vista del informe anual de la Unión Europea, subraya su utilidad y pide que los
siguientes informes contengan un análisis de las repercusiones de la intervención de la Unión Europea en las situaciones que afectan a los derechos humanos, así como un seguimiento del cumplimiento de las disposiciones contenidas en estos acuerdos
de cooperación. El informe del Parlamento Europeo igualmente señala la ausencia de indicadores sobre el seguimiento, la ausencia de información sobre las actividades de los derechos humanos llevadas a cabo por los Estados miembros.



Señor presidente, señorías, hay abundante documentación del Parlamento Europeo, del Consejo Europeo, de Naciones Unidas, y deseamos poder debatir el informe anual de la Unión Europea con las propuestas que pueda incorporar España. Deseamos
conocer, señor secretario de Estado, la posición de España en algunos temas que hoy nos preocupan extraordinariamente sobre la Corte Penal Internacional, qué pasa con la firma de acuerdos bilaterales con los Estados Unidos. El Consejo Europeo y el
Parlamento Europeo lamentan -una vez más vamos de lamentos- la Resolución 1422 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y nos pide a todos los Estados miembros que lo ratifiquemos. El Parlamento Europeo y el Consejo Europeo pide a todos los
Estados miembros que ratifiquemos la Corte Penal Internacional, que se debe actuar como un bloque a fin de preservar la independencia, imparcialidad e integridad. Cada resolución del Parlamento Europeo es más dura en este sentido, en contra de los
acuerdos bilaterales que está propiciando los Estados Unidos.



En cuanto al Parlamento Europeo y la pretensión de que queden excluidos no sólo los funcionarios militares de los Estados Unidos, sino también los ciudadanos civiles norteamericanos, España no debe hacer esto al margen de la Unión Europea;
debe mantenerse en un bloque con esa posición unánime, unívoca de los miembros de la Unión Europea.



Deseamos saber cuándo España va a ratificar el Protocolo adicional, los puntos números IV y VII del Convenio para la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Sabemos que existen algunas dificultades por aspectos
que resultan incompatibles con nuestro derecho interno. Hagamos las declaraciones de reserva que se consideren oportunas, lo que sea necesario, pero España no puede continuar en esta situación porque recientemente se ha pedido dicha ratificación
como estándares a los diez países candidatos a la ampliación de la Unión Europea y todos lo han firmado. Todos han ratificado el protocolo adicional IV menos Turquía, y el VII, menos Malta, Polonia y Turquía, y en España seguimos sin hacerlo.
Hagamos la reservas necesarias para evitar esas contradicciones con nuestro derecho interno. No es de recibo que, dentro de la Unión Europea, España - que ha sido uno de los grandes impulsores tanto de la Corte Penal Internacional como del
desarrollo de los tratados, pues ha sido uno de los países que más tratados ha promovido y ratificado- todavía mantenga sin ratificar estos protocolos adicionales IV y VII.



Nos gustaría saber cuál es la postura respecto a Irán en los datos que va a aportar España al informe anual de la Unión Europea. En el informe del año 2001 hay una resolución del Parlamento Europeo en la que se dice que la Comisión ha
decidido no presentar una resolución sobre la situación de Irán en la próxima reunión; se ha llegado a ese acuerdo. ¿Puede explicarnos qué motivos hay para excluir a Irán de esta situación? ¿Acaso es consecuencia del aperturismo del que está
haciendo gala este país en estos momentos? En Irán, según los informes de las organizaciones de derechos humanos, se ha producido un incremento sin precedentes del número de sentencias de muerte, con más de 250 ejecuciones frente a 139 del pasado
año y 75 en el año 2000. Es decir, ha habido un incremento de estas sentencias y, sin embargo, el Consejo decidió no presentar una resolución sobre Irán para la próxima Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Esto es lo que realmente nos
preocupa. Por eso me gustaría saber cuál va a ser la posición española. ¿Va a apoyar esta decisión o va a poner alguna reserva?


También nos preocupa la situación en Guinea y la postura de España ante el próximo informe de la Comisión Europea. Usted mejor que nadie conoce la situación en Guinea Ecuatorial, por lo que prácticamente no tengo que aportarle datos, y sabe
la situación en la que se encuentran los líderes de la oposición condenados que, a pesar de los últimos gestos del presidente Obiang, no han sido amnistiados. ¿Pide el Parlamento Europeo al presidente Obiang que cumpla sus compromisos con la
comunidad internacional y con la Unión Europea? ¿Pide el Parlamento Europeo al Consejo y a la Comisión la máxima firmeza en sus relaciones con el Gobierno de Guinea Ecuatorial? Nosotros sabemos que España y el Partido Popular plantean en su
programa electoral que nuestra política exterior y de cooperación tiene que estar firmemente ligada al cumplimiento de los derechos humanos. Que nosotros sepamos no hay ninguna excepción hecha con Guinea. ¿Podría decirnos cuál va a ser la postura
de España con respecto


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a Guinea en el próximo informe de la Unión Europea?


Respecto a Rusia, de la última reunión de la presidencia en Bruselas tengo una declaración del Consejo, que conseguí ayer en Internet, que dice que el Consejo Europeo está dispuesto a seguir desarrollando su asociación estratégica con la
Federación Rusa en la lucha contra el terrorismo.
Estamos absolutamente de acuerdo en que España apoye a todos los países que sea necesario en la lucha contra el terrorismo, pero tendremos que decir algo más, señor secretario de Estado. La lucha
contra el terrorismo nos ha presentado recientemente unas imágenes terribles en el escenario del teatro de Moscú, con todas las reservas, prudencia y cautelas que merece en este momento el desconocimiento del contenido del gas, de si primero fueron
los fusilamientos y después el gas o si fue al contrario.
Alguna opinión tendrá que dar el Gobierno español que diga algo más que la culpa la tienen los terroristas. Es evidente que la culpa la tienen los terroristas pero me gustaría que de cara
al próximo informe del año 2003 el Gobierno español presentara previamente en esta Comisión sus aportaciones a los capítulos II y III para que pudiéramos debatirlo aquí y que recogiera algunas aportaciones y posteriormente nos informara de su
desarrollo.



Termino, señor presidente, haciéndole una pregunta al señor secretario de Estado. La primera sorpresa que habrá tenido es el presupuesto que le adjudican a la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores, la suya, para la defensa y protección
de los derechos humanos: 150.000 euros, 25 millones de pesetas, congelados desde el año 2002. Es verdad que nosotros hemos presentado enmiendas y que este no es el debate, pero quiero preguntarle si le parece suficiente este presupuesto, congelado
desde el año 2002, repito, a pesar de haber sido miembro de pleno derecho de la Comisión de Derechos Humanos, para asumir las funciones que le corresponden. ¿Se puede impulsar el funcionamiento de la oficina de Asuntos Exteriores de derechos
humanos con este presupuesto?


Señor secretario de Estado, gracias por su comparecencia y hago votos porque nuestras relaciones de hecho y de derecho sean más fructíferas, más prósperas y más participativas en los próximos meses o, al menos, de aquí al final de la
legislatura. Espero que en sus respuestas pueda contestarme a las cuestiones y preocupaciones que le he planteado.
Insisto y reitero nuestros votos por su mayor éxito.



El señor PRESIDENTE: Como autor de una de las peticiones de comparecencia, tiene la palabra el señor Aymerich, del Grupo Parlamentario Mixto.



El señor AYMERICH CANO: Bienvenido a esta Comisión y a esta Cámara, señor secretario de Estado.



La petición de comparecencia del Bloque Nacionalista Galego versa sobre la actuación de la delegación española y la posición del Gobierno español respecto a los temas tratados en la Asamblea especial de las Naciones Unidas sobre la infancia,
celebrada en el mes de mayo en Nueva York, lamentando que se haya realizado casi seis meses después de la celebración de la sesión extraordinaria de la Asamblea General.
Lógicamente tengo que hacer también algunas consideraciones sobre los demás
temas que ha tratado en su comparencia: la política española en materia de derechos humanos y la participación del Gobierno español en foros internacionales y foros europeos en donde se discuten estos temas.
Yo creo que la posición española y su
alineamiento incondicional con Estados Unidos está teniendo consecuencias muy negativas sobre el balance del Estado español en materia de derechos humanos. En el plano externo hablaré después de una de esas consecuencias negativas en concreto lo
que se refiere a los derechos de los niños. También hablaré sobre el Tribunal Penal Internacional y el papel de promotor en el seno de la Unión Europea de esa posición, si bien es cierto que los gobiernos de Alemania y Reino Unido se apresuraron a
firmar lo que hubiese que firmar para dar inmunidad a los ciudadanos estadounidenses frente a dicho tribunal. En materia de derechos humanos en la Federación Rusa, los telegramas de este fin de semana tengo que calificarlos de vergonzosos y dejan
el compromiso del Estado español -representado por su Gobierno- con los derechos humanos a una altura nada brillante al apoyar incondicionalmente una acción como la desarrollada en el teatro Dubrovka de Moscú por las fuerzas de seguridad rusas. Nos
parece poco digno y se compadece muy mal con una política exterior guiada por el respeto a los derechos humanos.
Condenamos el terrorismo, como no podía ser de otra manera, pero no todo vale contra él porque si no esos mismos Estados se convierten
a su vez en terroristas. La actuación en Chechenia de la Federación Rusa desde el año 1994, en concreto la utilización política que el señor Putin hace del problema checheno para llegar a la presidencia primero y ahora para mantenerse en ella,
demuestra que convierte a esos Estados en terroristas, señor secretario de Estado, porque también hay terrorismo de Estado. En el plano interno no sólo las organizaciones no gubernamentales sino Naciones Unidas han sacado los colores al Gobierno
español en cuanto al tratamiento a los menores inmigrantes. No estamos hablando de informes de ninguna ONG -que también los hay- sino de informes provenientes de Naciones Unidas donde se denuncia la violación de los derechos fundamentales de
menores inmigrantes por parte del Gobierno español; y hay otro informe de Naciones Unidas sobre los malos tratos a personas detenidas y presas en comisarías y cárceles españolas. El balance por tanto no es nada positivo y afirmaciones como las que
usted ha realizado sobre la Comisión de


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Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre que la Unión Europea defiende los mismos valores que Estados Unidos nos llevan a estas cosas.
En este momento la Unión Europea debería defender valores muy distintos de los que está defendiendo
Estados Unidos, lo que pasa es que ya sabemos qué postura tiene en estos asuntos el Gobierno español. Habla usted de Cuba y desde luego estamos de acuerdo en que hay que avanzar bastante en el reconocimiento y efectividad de determinados derechos
allí, pero echo de menos, por ejemplo, una referencia a la situación del Sahara, a la que usted no se ha referido ni parece ser tampoco una cuestión que le interese. Hablando de la pena de muerte usted se limitó a decir que la posición española
sobre esta cuestión logró un alto número de copatrocinios pero no dijo nada más: ni qué está sucediendo ni si se va a promover por las autoridades españolas algún tipo de pronunciamiento sobre la pena de muerte en Estados Unidos o en Arabia
Saudita. Sería interesante y un ejemplo de política exterior de estos derechos humanos comprometida con efectividad en todos los países, más allá de la lógica amigo o enemigo o incluso más allá de ese derecho penal del enemigo, como lo empiezan a
denominar algunos autores y que tiene un vergonzoso ejemplo en Guantánamo.



En relación con la cumbre de la infancia de Nueva York, los objetivos de esa sesión extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas eran revisar los avances registrados, en su caso, desde la cumbre mundial del año 1990, ver en
qué medida cada uno de los Estados signatarios había avanzado en el cumplimiento de los objetivos comprometidos en 1990 y en el cumplimiento también de la Convención de Derechos del Niño, por cierto aún no ratificada por los Estados Unidos. Lo
primero que tenemos que ver es qué balance presentó el Gobierno español. Los diferentes Estados presentaron un informe y el presentado por el Gobierno español es cuando menos irreal. Se habla de grandes avances en materia de promoción de los
derechos del niño y de la reforma del IRPF, diciendo que ésta contribuyó a mejorar la situación de las familias y por tanto la situación de los niños españoles; se habla también de las reformas educativas -habría que haber escuchado a los
manifestantes de ayer- y cómo promueven y mejoran la situación de los menores, y en el colmo de la falta de veracidad -lo digo porque después hubo informes como el de Naciones Unidas que vinieron a desmentir estas afirmaciones- se puso al Estado
español como ejemplo en el trato sanitario, educativo, etcétera, a los menores inmigrantes. Como digo, después las Naciones Unidas le enmendaron la plana al Gobierno denunciando la situación en la que se hallan estos menores -se hallaban y se
hallan aún hoy- y el trato que las autoridades españolas, el Partido Popular, les brinda. Era una sesión extraordinaria de especial relevancia. ¿Por qué? Porque era la primera vez que una sesión de este tipo era convocada por el máximo órgano de
las Naciones Unidas, su Asamblea General, por lo extraña el bajísimo rango de la delegación española. El compromiso español con estos temas vino manifestado por el hecho de que el ministro que se envió fue el señor Cabanillas, cesado menos de dos
meses después. Respecto de la participación de los niños en el foro de menores que se desarrolló, se trataba de poner de manifiesto que ese derecho de participación que se les reconoce en el artículo 12 de la Convención de Derechos del Niño es
real, que tienen voz, que deben participar y que deben decir lo que piensan a los gobiernos, pero le agradecería que nos dijese de qué manera fueron seleccionados los niños que integraron la delegación española porque parece que el procedimiento de
selección fue cualquier cosa menos transparente. Yo estuve en Nueva York en esos días -no formando parte de la delegación española sino por mi cuenta-, participé en los trabajos y no fui capaz de enterarme de qué manera fueron seleccionados los
menores que integraban la delegación española. Por cierto, delegación española que habría que modificar o mejorar de cara a conferencias y cumbres internacionales futuras sobre este u otros temas en las que en contraste con otras delegaciones no
había ningún parlamentario, y no hablo de la Unión Europea, que por supuesto los había, sino incluso de países en vías de desarrollo; no había ningún parlamentario y prácticamente ninguna organización no gubernamental, era una delegación pura y
estrictamente gubernamental y de bajísimo rango. No estamos hablando sólo de la delegación del Estado español, sino de que era la que ostentaba la presidencia de la Unión Europea y la que representaba a ésta en las negociaciones de las que ahora
hablaremos.



Se ha referido usted a los temas que se trataron y efectivamente se habló del derecho de participación de los menores, de la educación, del derecho a la vida frente a los riesgos derivados de una mala atención sanitaria; también de los
riesgos derivados de la pena de muerte que se aplica a los menores, de la no discriminación por razón de géneros y de la eliminación del trabajo infantil. La posición de la delegación española fue sorprendente. Como usted sabe, esta sesión
extraordinaria se debía haber celebrado el 19 de septiembre de 2001 pero por razones conocidas por todos se pospuso hasta el mes de mayo, y en ese tiempo -otro de los efectos colaterales del 11 de septiembre- los Estados Unidos comenzaron a revisar
la que había sido su posición, habiendo acordado junto con las demás delegaciones el texto que ya estaba preparado en septiembre; como digo, entre ese mes y el de mayo empezaron a revisar su posición en cuestiones como el reconocimiento de los
derechos a la salud sexual y reproductiva también de los menores, de acuerdo con esa política de Ciudad de México de promoción de la abstinencia y no financiación de cualquier organización internacional o no gubernamental que desde su punto de vista
promueva


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el aborto o formas no naturales de contraconcepción. También revisaron su posición sobre la aplicación de la pena de muerte y de la cadena perpetua a los menores, sobre el trabajo infantil, sobre la influencia del medio ambiente en el
desarrollo de los menores y sobre la existencia en el documento de compromisos concretos de financiación de estos objetivos.
Los Estados Unidos trataban únicamente de establecer objetivos genéricos que no les comprometiesen a nada. Esta actitud
revisionista de Estados Unidos dio alas a otros Estados, como el Vaticano, y creo que es el momento de que el Estado español se empiece a cuestionar qué hace el Vaticano -como una religión formalizada estatalmente- en este tipo de negociaciones.
Desde luego, los extremos hacen curiosas alianzas porque había países africanos e islámicos que estaban aliados en este caso con Estados Unidos. Era curioso ver como, en el seno de esas negociaciones, los Estados Unidos, defendiendo determinadas
posiciones no precisamente progresistas, coincidían con Estados que desde punto de vista son terroristas, como Somalia o Irán. ¿Qué hizo la delegación española? En un principio, la delegación española representaba a la Unión Europea en esas
negociaciones informales que se desarrollaron en Nueva York. La posición de la Unión Europea era mantener los acuerdos iniciales, mantener el texto de septiembre de 2001 y mantener la vigencia de los acuerdos logrados en el Cairo, en la Cumbre
sobre población, y en Pekín, en la Conferencia sobre Derechos de las Mujeres, y en ello coincidían con otros grupos de países, como el Grupo de Río, en el que había determinados países latinoamericanos, o con países como Noruega, Canadá o Nueva
Zelanda. Sin embargo, el jueves por la mañana -justamente el día en que amablemente se me invitó a abandonar las negociaciones-, la delegación española hizo un extraño regate y, para sorpresa del resto de los países europeos, las delegadas
españolas se mostraron dispuestas a aceptar las demandas de los Estados Unidos, demandas que suponían eliminar cualquier referencia a los derechos de los menores, al servicio de salud sexual y reproductiva o a compromisos financieros concretos y
abandonar el caballo de batalla de la Unión Europea y de la delegación española -en el que se estaban amparando precisamente para no abordar otras cuestiones-, que era la pena de muerte, porque ya se sabía que Estados Unidos no iba a aceptarlo de
ninguna forma. Este extraño regate del jueves por la mañana provocó no sólo el enfado de los países latinoamericanos del Grupo de Río y de Noruega, Nueva Zelanda, etcétera, sino también de países miembros de la Unión Europea, que recriminaron a la
delegación española que esa no era la posición común acordada en el seno de las delegaciones comunitarias. Quizá por eso la delegación española dijo esa misma tarde que lo de la mañana había sido un error, pero ese error -entre muchas comillas-
llevó a una posición final desde mi punto de vista totalmente insatisfactoria y que supuso un paso atrás respecto de lo acordado en el Cairo o en Pekín en el año 1995. De allí salió un documento descafeinado que satisfacía plenamente las
aspiraciones de Estados Unidos, que no deben ser ni las aspiraciones españolas ni las de la Unión Europea. Quizá no sea ajeno a esta extraña -o no tan extraña- actitud de la delegación española el hecho de que el fin de semana anterior el
matrimonio Aznar estuviese departiendo con el matrimonio Bush en Camp David, donde supongo que hablarían también de estos temas, o que en la delegación española hubiese una más que significativa presencia de corrientes católicas ultraconservadoras.
Se decía que una de las negociadoras era miembro de esa prelatura personal que cuenta con un santo desde hace poco menos de un mes. Ya sabe usted a qué prelatura personal me refiero porque el Ministerio de Asuntos Exteriores envió una nutrida
delegación a Roma a la canonización de este ejemplar personaje. En todo caso, la posición que se mantuvo quizás no fuera extraña pero fue curiosa.



Exhortaría al Gobierno español a que no permitiese que se repitieran hechos como estos y a que en la política internacional y en la negociación de tratados que afecten a los derechos de la infancia mantuviera una posición bastante más
exigente y más coherente con los documentos ratificados por el Estado español. Respecto a los temas concretos tratados en esta sesión extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la Infancia, me gustaría que se apoyasen
aquellas políticas y aquellas medidas que, según dicen algunos textos internacionales ratificados por el Estado español, pueden contribuir de una manera cierta y concreta a mejorar el estado de los niños y de sus familias en todo el mundo, por
ejemplo en materia de salud sexual y reproductiva. El informe de la OCDE sobre la ayuda al desarrollo del año pasado no deja en muy buen lugar a la ayuda oficial al desarrollo española en estas materias. Es cierto que el secretario de Estado de
Cooperación, don Miguel Ángel Cortés, dijo en Madrid, en el seno de una conferencia, que esta ayuda a la promoción de la salud sexual y reproductiva no era prioritaria para España -usted conoce estas declaraciones-, pero hay textos ratificados que
obligan al Estado español. La propia Ley de cooperación de 1998 establece entre sus objetivos la necesidad de facilitar servicios sociales básicos, entre ellos servicios relativos a la población y a la salud reproductiva. Y ya que en esta Cámara
estamos en plena tramitación de los Presupuestos Generales del Estado para el año que viene, sería interesante que el Estado español contribuyese al Fondo de población de las Naciones Unidas en mayor medida que países como Pakistán o países con
mucha menos población como Irlanda. Antes se dijo que el presupuesto de su departamento era de 25 millones de pesetas, algo más de lo que el Estado español da al Fondo de población de Naciones Unidas, en un momento en que otros países europeos
están incrementando su contribución financiera a dicho fondo, porque


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la política que está llevando a cabo la Administración Bush -que unos llaman de Ciudad de México y otros llaman la política Britney Spears-, que consiste en promover la abstinencia como la solución a todo tipo de males, supone cortar
cualquier contribución financiera al Fondo de población. Yo creo que un Estado como el español, que forma parte de la Unión Europea y que debe estar comprometido con objetivos con los que los Estados Unidos no lo están en absoluto, debería
concretar ese compromiso aumentando su contribución al Fondo de población de Naciones Unidas.



El señor PRESIDENTE: Señor Aymerich, le ruego que vaya terminando porque ha excedido su tiempo.



El señor AYMERICH CANO: Ya sé que he excedido mi tiempo, pero hago uso de la generosidad que la presidencia mostró con otros grupos. De todas maneras ya estoy terminando.



Por tanto, le agradecería que nos contestase a estas preguntas y que nos diese algún rayo de esperanza, es decir, que nos dijese que estas cuestiones van a ser una prioridad para su departamento y que están trabajando para que el compromiso
español en estos temas sea mayor del que ha venido siendo hasta ahora. Si no es así tendríamos que pensar que, aparte del déficit cero, hay otro tipo de razones religiosas o de otra clase que nos llevan a ponernos no sólo al lado de países como
Estados Unidos sino también al lado de países como Somalia o Irán a la hora de debatir en foros internacionales temas como los que hoy nos ocupan.



El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra el señor Guardans.



El señor GUARDANS I CAMBÓ: Muchas gracias, señor Gil-Casares por sus explicaciones. Le doy mi bienvenida más sincera y calurosa a esta Comisión, con la esperanza de que tengamos la ocasión de verle por aquí con frecuencia. No voy a
reiterar algunas de las cosas que ha comentado alguno de los portavoces que me han precedido, y no porque no las comparta, respecto a las no comparecencias del equipo anterior porque sería algo así como ese clásico chiste cuando el cura sermonea por
no ir a misa a aquellos que tiene delante. No corresponde hacer eso porque usted está aquí. La colaboración del equipo anterior con el Parlamento no ha sido todo lo oportuna que nosotros creemos que debía ser, pero en lugar de hacer lamentos del
pasado vamos a subrayar que esperamos que en lo queda de legislatura mejore sustancialmente. Siempre se podía alegar la coartada de la presidencia española -ustedes no la van a tener- y en algunos casos se nos decía que como estaban en la
presidencia española no podrían asistir. En su agenda la prioridad de este Parlamento recupera el lugar que le corresponde y vamos a mirar hacia delante. Por tanto, bienvenido a esta Comisión y espero que tengamos ocasión de seguir hablando sobre
muchos temas.



Me parece muy oportuno y muy positivo que su primera comparecencia sea sobre derechos humanos. En este sentido agradezco la iniciativa del Partido Socialista de solicitar en su momento esta comparecencia, cosa que nosotros no hicimos pero
nos sumamos a su contenido. Voy a intentar ser breve porque algunas cuestiones ya han sido planteadas y no tengo especial interés en dedicarme hoy a hacer discursos retóricos sino que pretendo alguna aclaración.



En relación con la reunión en Ginebra de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, le agradezco sinceramente la explicación que nos ha dado y sobre todo la sinceridad, a pesar del lenguaje diplomático y los eufemismos inevitables
que ha utilizado, con la que ha descrito la situación un poco caótica en la que se encuentra, lo cual nos tiene que preocupar a todos. La Comisión de los Derechos Humanos de la ONU nunca ha sido uno de los mejores instrumentos de protección de
derechos humanos, porque la autocrítica siempre es difícil y porque toda resolución que perjudique a aquellos que la votan siempre es una cosa complicada, pero había tenido en el pasado un punto de legitimidad que está perdiendo y que empezó a
perder desgraciadamente al expulsarse -usemos esa expresión- de su seno a los Estados Unidos. Ciertamente no fue una decisión inteligente ni siquiera por parte de los enemigos más acérrimos de los Estados Unidos. No tiene ningún sentido que
Estados Unidos salga de una comisión en la que esté Sudán, por ejemplo, y se pretenda decir que tiene más legitimidad para hablar de derechos humanos Sudán que los Estados Unidos. Fue un mal momento pero el cambio en su composición, al haber una
mayor presencia de países africanos y la necesidad de denunciar determinadas situaciones en África, hace que haya costado mucho llevar hacia delante ninguna decisión concreta y que el papel de la Unión Europea esté muy debilitado porque, como usted
ha expuesto con toda sinceridad, no se ha conseguido aprobar ni una enmienda ni una resolución ni nada que tuviera la paternidad de la Unión Europea. Usted ha dicho (simplemente lo voy a ir reproduciendo para dejarle claro que lo hemos entendido
bien y que apoyamos a la Unión Europea en este punto) que existe la necesidad de replantear un poco la actitud de la Unión Europea ante esa comisión en cuanto a que hay que trabajar antes esas reuniones e ir con un poco más de acuerdo previo, y si
el acuerdo precisa determinada presión diplomática ante algunos Estados, bienvenida sea esa presión, así habrá que hacer las cosas y perder un punto de candor, que quizá es lo que ocurrió en esa reunión, más allá de que en efecto la situación
objetivamente no fuera buena. Por tanto sobre esto poco más tengo que añadir.



Más generalmente sí quiero compartir, y ha estado en boca de los portavoces que me han precedido, la


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preocupación que tenemos todos -y que tiene clarísimamente mi grupo- sobre los derechos humanos después del 11 de septiembre; la sensación de que el 11 de septiembre ha supuesto una especie de narcotización colectiva en materia de derechos
humanos, la sensación de que nos hemos quedado un poco como los gaseados de Moscú y ya no podemos quejarnos de nada. Todos estamos diciendo como los propios gaseados: A mí me han matado, voy a estar enfermo, pero es que no había más remedio. Ese
tipo de planteamiento -Moscú no es más que un ejemplo pero vale para todo- es absolutamente dramático. La historia nos pasará factura cuando se examine este periodo y se vea que estamos entrando en una especie de macarthismo colectivo -ya no está
sólo Estados Unidos, ni siquiera la Cámara de Representantes del Senado ni los parlamentos, sino todos los gobiernos del mundo occidental- entrando en una fase en la que hay retórica de derechos humanos pero cuando se pasa de las musas al teatro es
imposible hacer ningún tipo de denuncia concreta no vaya a ser que se debilite la lucha contra el mal, con mayúscula, la lucha antiterrorista. Ese es el gran argumento que han usado las dictaduras en el pasado. Cuando las dictaduras violaban los
derechos humanos, salvo alguna africana o tercermundistas, nunca lo han hecho justificando que les apetecía torturar por torturar o que les parecía conveniente detener sin derechos porque aquello les parecía más correcto. Ni siquiera Pinochet en
los peores momentos de la DINA justificaba las cosas así, sino que decía que la única manera que tenía de proteger el orden público era suprimir los derechos de defensa o detener a gente sin hacer público quienes estaban detenidos. Estas cosas
-detenciones colectivas, suspensión del habeas corpus, etcétera- están ocurriendo hoy en Estados Unidos a varios cientos de personas y todos miramos hacia otro lado. El listado es tremendo y no afecta sólo a Rusia, como decía ayer Amnistía
Internacional, sino que afecta muy concretamente a Estados Unidos y poco a poco también a Reino Unido, por ir más cerca y no se me acuse de antiamericano. Lo que está ocurriendo en Reino Unido en el ámbito antiterrorista es casi tan abusivo como lo
que está ocurriendo en Estados Unidos y todos miramos hacia otro lado. Si alguna de las medidas adoptadas las hubiera aprobado Lukasenko estaríamos todos poniendo el grito en el cielo, pero como están aprobadas por la Cámara de los Comunes, con el
gran chantaje moral que supone la lucha antiterrorista, todos tenemos que callar no vaya a ser que nos debilitemos. Me parece tremendamente peligroso y muy dañino, y aunque el Gobierno español quisiera -que desgraciadamente no quiere- encabezar esa
lucha tampoco podría hacer mucho por sí solo. Yo lo acepto pero por lo menos querría un poco más de contundencia por parte del Gobierno español y un poco menos de complacencia en ese discurso -que a algunos nos pone muy nervioso- de por un lado el
mal, con mayúscula, y por otro el bien que viene del otro lado del Atlántico y en medio no hay nada. Es como decir que o se está con los chechenos o se está con Putin. No. Se puede estar con Putin pero matizar la actuación. O se está con Sadam
Husein o se está con Bush. No hace falta estar con Sadam Husein para criticar determinadas actuaciones de la Administración americana. El reino del matiz ha saltado por los aires y es uno de los primeros éxitos de Mohamed Ata y sus compañeros a
partir del 11 de septiembre. Esa preocupación de fondo la tenemos y hoy es un buen día para ponerla sobre la mesa.



Le agradezco la información que nos ha dado sobre la reunión de Naciones Unidas en la Asamblea extraordinaria sobre la protección de la infancia, aunque soy un poco escéptico sobre la eficacia de este tipo de reuniones.
Comparto la opinión
de que el Gobierno tampoco puso toda la carne en el asador, porque mandar a esa asamblea a uno de los ministros más desprestigiados y con menos poder político era casi como mandar a un secretario de Estado, pero ya pasó. No voy a decir que en
general el Gobierno español no esté luchando por los derechos de la infancia, por tanto la crítica se ceñiría a cómo se llevó esa asamblea y el papel que en ese momento tuvo España, que en general está con la media. Podría seguir haciendo hincapié
en el trabajo infantil, por ejemplo -me parece importante exigir el cumplimiento de los convenios de la OIT-, porque es uno de los temas más graves que existen en protección de la infancia.
También en estas cuestiones todos miramos demasiado hacia
otro lado. El otro gran frente donde España sí está actuando claramente con contundencia, y nos felicitamos de ello, es la explotación sexual de menores y el tráfico de menores con fines sexuales tanto en general como el ámbito de Internet. Creo
que estamos cumpliendo con las obligaciones, aunque también en función de la responsabilidad porque, como usted sabe, en España básicamente están en este momento muchos de los sitios pederastas que se están consumiendo por todas partes. Se han
hecho muchas cosas, la Guardia Civil ha actuado muy bien, pero queda mucho por hacer.



En relación con el informe anual de la Unión Europea, en la legislatura pasada en esta Comisión se dio un gran avance al plantear que el Gobierno se vinculara más al Parlamento a la hora de presentar sus propuestas para la elaboración del
mismo. Yo creo que es muy bueno recordar aquí el papel que tuvo el entonces presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores, don Javier Rupérez, nada sospechoso de ser un revolucionario izquierdista o un activista fuera de control, que fue quien
desde la presidencia impulsó la resolución que aprobamos todos por unanimidad implicando al Gobierno en la elaboración del informe anual de derechos humanos de la Unión Europea, que viniera a informar aquí y que después tuviéramos conocimiento de su
desarrollo. No ha sido así y lo lamentamos, pero


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por lo menos hoy estamos aquí con una cierta información que sinceramente agradecemos. Me centraré sólo en un punto que preocupa y que es que por un lado la Unión Europea empieza a tener un papel en el ámbito de derechos humanos y, por
otro, da la sensación de que estamos debilitando aquellos instrumentos de protección de derechos humanos que ya existían; me refiero fundamentalmente al Consejo de Europa. Es la percepción que tiene este diputado, que a su vez forma parte de la
Comisión de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos del Consejo de Europa y, por tanto, alguna información tengo porque participo habitualmente en las sesiones de trabajo de la Asamblea Parlamentaria en materia de derechos humanos; como digo, tengo la
sensación de que estamos vistiendo a un santo a costa de desvestir a otro. Si eso es así sería tristísimo, porque si Europa ha tenido un instrumento bueno en el ámbito de protección de derechos humanos ha sido el Consejo de Europa desde mucho antes
de que existiera la propia Unión Europea. Me parece muy positivo que con Maastricht y posteriormente con Amsterdam se reforzara el papel en este ámbito, que el Parlamento Europeo tenga más competencias y que la Comisión Europea, en el contexto del
tercer pilar, tenga más competencias de seguimiento de derechos humanos. Eso está bien, pero lo que no tiene sentido es que se esté haciendo a base de ignorar lo que hacen otros y lo que los propios europeos hacen en la puerta de al lado que es el
Consejo de Europa.
Empezamos a hablar, por ejemplo, de la lucha contra la tortura como si no existiera el Comité de prevención de la tortura, que es un instrumento que funciona aunque tiene muy poca publicidad, y precisamente la gracia de ese
instrumento es su escasa publicidad porque así no hay presión mediática, puede trabajar y cuando detecta cosas que no funcionan las transmite al Comité de Ministros y se hace un seguimiento. En cambio, uno tiene la sensación de que está siendo
ignorado por lo que se realiza en la Unión Europea, y hablamos de la tortura despreciando ese trabajo y reduciendo su presupuesto, según se oye aquí y allá, congelándolo de hecho. Como ese ejemplo podría poner más, otros más sutiles, más a medio
plazo, como la Comisión de Venecia en materia de democratización, etcétera, y toda una serie de instrumentos que tienen un know how adquirido, una experiencia sólida, un poso detrás con un ámbito más amplio que la Unión Europea. Cuando oigo hablar
de lo que va a hacer Europa a partir de ahora da una sensación de tábula rasa, de -si me permite- celotipias entre funcionarios; algún funcionario brillante en Bruselas que considera que ha descubierto el Mediterráneo. No. El Mediterráneo está
ahí desde hace mucho tiempo, y ha habido muchas y muchas horas dedicadas a la protección de derechos humanos en Europa y desde Europa hacia fuera. Por tanto que la Comisión Europa trabaje sobre lo que hay, que perfeccione lo que hay, que apoye lo
que hay y que se coordine mucho mejor en el seno del Consejo de Europa de lo que lo está haciendo hasta ahora.



Es un tema de fondo, al que tampoco quiero hacer críticas puntuales, pero me ha chocado mucho esa referencia que ha hecho usted al final, después de hablar del informe anual, diciendo: Y además presentamos nuestro apoyo a la OSCE y al
Consejo de Europa. Es algo así como una cláusula de estilo, pero éste no es un problema de cláusulas de estilo. La OSCE es otra cosa. Tiene su papel de national building, de consolidación de la democracia, de mandar observadores, pero es otra
cosa. La OSCE es un organismo intergubernamental que tiene su papel en otros ámbitos y aquí un cierto papel educativo de preparación, etcétera. El Consejo de Europa ha funcionado bien y ha hecho muchas cosas, con sus lagunas, y sería tremendo que
lo debilitáramos por esta vía. Además, acabaría ocurriendo otra cosa (se lo planteo como reflexión política y supongo que tendremos ocasión de seguir hablando sobre ello), y es ese punto de arrogancia que se percibe a veces en Europa por parte de
todos, donde nosotros nos ocupamos de los derechos humanos en tierra ajena pero no permitimos que se ocupen de ellos en nuestro territorio, como si de repente nosotros ya hubiéramos perdido el pecado original y no hubiera ni una sola comisaría en
Europa en la que se pueda torturar, la libertad de expresión esté garantizada en los quince, ahora veinticinco Estados miembros, no haya ningún problema electoral en ningún sitio desde Suecia hasta Grecia, la libertad religiosa esté perfectamente
garantizada al día a día. Y eso no es así. Si no hay colaboración entre las dos instituciones acabaremos llegando -y eso sí será un conflicto serio- a que la Comisión Europea se dedique a hablar de derechos humanos y a dar lecciones de moral hacia
fuera, y mientras tanto los rusos, azerbaiyanos, georgianos, etcétera, con los instrumentos del Consejo de Europa se dediquen a ver lo que ocurre en Estocolmo, en una comisaría española en un momento dado, la libertad religiosa en Francia o en
Grecia, por poner ejemplos de Estados miembros. Sería dramático porque nosotros también tenemos en nuestros propios Estados miembros algunos rincones que barrer, lo cual es absolutamente normal y generalmente no es el Estado como tal el que está
implicado sino tal funcionario público, tal servicio público que se le ha ido la mano. Eso hay que poderlo sancionar. Por tanto, mirar más hacia adentro, que el informe anual de derechos humanos de la Unión Europea se preocupe más de los derechos
humanos dentro de la Unión Europea, y que se coordine mucho mejor con el Consejo de Europa sin que el mismo perciba que lo único que recibe son lecciones sobre lo que ocurre en Bielorrusia, en Rusia, en Chechenia o con los presos políticos en
Azerbaiyán, que es absolutamente real, como si en el resto todo funcionara perfectamente. Es un tema de fondo en el que, insisto, no hablo con gran precisión pero que creo que a medio plazo tiene enorme importancia, y sobre todo


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mucho más con la ampliación de la Unión Europea, no porque denuncie nada respecto de los trece Estados miembros que se van a integrar en esta primera oleada, sino porque donde hay más gente hay más posibilidades de violación de derechos
humanos. No denuncio a nadie en ningún sitio.



Termino, señor presidente, con una pregunta concreta, que no es el objeto de la comparecencia pero que de rebote sí lo toca, que es el Tribunal Penal Internacional, que encaja de lleno en la problemática de derechos humanos. Ya conoce la
posición de mi grupo sobre las firmas de convenios de inmunidad. Nos oponemos radicalmente a ese tipo de textos porque no tienen cobertura siquiera en el artículo 98 del Estatuto de Roma; ese tipo de argumentación no se fundamenta. La pregunta
que le quiero hacer -estoy recordando que me he dejado antes otra pregunta- es una muy precisa, y es si España piensa proponer un candidato a juez del Tribunal Penal Internacional porque el plazo vence el 30 de noviembre. Hasta ahora no tenemos
noticia, por lo que querríamos saber si se va a proponer un candidato, lo cual no significa que salga. En segundo lugar, yendo hacia atrás, dado que parece obvio que a partir de la Conferencia Intergubernamental del 2004 la Unión Europea va a tener
por fin personalidad jurídica internacional, y dado que ese ha sido siempre el gran argumento que se ha utilizado contra la adhesión de la Unión Europea como tal al Convenio europeo de derechos humanos, le pregunto si considera que ya empieza a ser
hora de que, con independencia de que la Carta de Derechos Fundamentales se incorpore a la nueva Constitución, la Unión Europea como tal entre dentro del sistema europeo de derechos humanos.



Me dejo cosas en el tintero, pero sólo por aquello de que conste en el 'Diario de Sesiones' quiero dejarlas mencionadas, aunque algún día intentaré plantear una iniciativa concreta sobre Kosovo y derechos humanos. Se lo digo en pocas
palabras porque ya lo veremos con más calma, espero dedicarle una sesión monográfica. Kosovo es un espacio territorial en Europa que controlamos nosotros, o sea que usted tiene una cuota parte de responsabilidad como Estado, en la medida en que es
parte de la comunidad internacional, y en Kosovo no hay derechos humanos porque no hay ni un solo instrumento que les proteja. No hay protección internacional. De hecho, en las propias bases americanas en Kosovo, concretamente en una, según la
información de que dispone este diputado, hay instalado algún Guantánamo en pequeñito con gente detenida sin ningún tipo de asistencia legal. No digo que se estén violando a diario los derechos, digo que es un limbo jurídico, lo cual es una
contradicción flagrante, porque por un lado lo hemos protegido y políticamente se empieza a consolidar, pero por otro hay situaciones concretas que están absolutamente fuera de control. Como digo, sobre esto espero que tengamos ocasión de hablar en
otro momento con más calma.



El señor PRESIDENTE: El Grupo Popular me ha comunicado que van a intervenir dos portavoces. Quiero recordarles que dividen su tiempo, no que tienen el doble. Tiene la palabra el señor Ricomá.



El señor RICOMÁ DE CASTELLARNAU: Señor presidente, he dado por sentado la apreciación que ha hecho en cuanto a la asignación que tiene este grupo del tiempo para discutir la cuestión que ahora nos ocupa.



En primer lugar, quería sumarme a las palabras de los otros portavoces de bienvenida a la Comisión al nuevo secretario de Estado de Asuntos Exteriores y desearle en esta su primera aparición todos los éxitos posibles en sus
responsabilidades, porque la trascendencia de sus éxitos va a ir en beneficio del conjunto del país. También quería agradecerle y felicitarle por la exposición que ha hecho de los cuatro temas que han ocupado esta su primera comparecencia,
señalándole que me voy a hacer cargo de los tres primeros y que mi compañera de grupo, la señora Becerril, lo hará del vinculado a las cuestiones de la infancia. Quiero añadir que tiene la comprensión del Grupo Parlamentario Popular por el retraso
de su comparecencia porque somos conscientes de que además de tomar posesión tuvo también que tomar posición, con lo cual hay un período de margen que desde nuestro punto de vista es totalmente lógico.
Lo importante es que se mantiene y se realiza
el compromiso adquirido en su día de poner a discusión en esta Comisión los asuntos tratados en las sesiones anuales de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas.



Indiscutiblemente, la sesión que cierra el período de sesiones de esta Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas es, aparte de un mirador objetivo de las múltiples realidades que marcan y condicionan la vida en los diferentes países
del planeta, un ejercicio de compromiso de la comunidad internacional para intentar conseguir que lo justo sea lo normal, que lo primario sea lo prioritario y que la humanidad haga gala de la racionalidad que tiene adjudicada para que las relaciones
entre los humanos puedan desarrollarse en condiciones de respeto, de igualdad y de libertad. Se ha comentado ya en esta edición que el decorado resultaba francamente complejo. El señor secretario de Estado ha aportado ya toda una serie de datos y
otros portavoces los han remarcado y han incorporado hasta alguna cuestión más: la composición de la Comisión, con las repercusiones a efectos aritméticos, que en definitiva es lo que acaba contando; el hecho de lidiar en varios y complejos
frentes a la vez; la ausencia de Estados Unidos, con el que no nos une quizá un estilo de vida parecido pero sí suscribimos aquello que avala los principios de respeto a los derechos humanos, como son la democracia y el pluralismo político; el
conflicto de Oriente Medio, que estaba y lamentablemente sigue estando en su punto más cruento, y los atentados del 11


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de septiembre, como novedad, con las complicaciones derivadas de las nuevas interpretaciones sobre los conceptos de seguridad, de terrorismo, de fundamentalismo religioso y demás surgidos a raíz de los lamentables sucesos de Washington y de
Nueva York. Estas circunstancias forzaban, sin ningún tipo de dudas, a un esfuerzo superior de negociación y de diálogo, y más teniendo en cuenta que nuestra delegación acudía con una doble condición: la de representante de España y también la de
ser el país que presidía la Unión Europea. Por tanto, hay que valorar este esfuerzo de negociación y de diálogo que desarrolló a lo largo de la sesión a fin de conciliar voluntades entre los países miembros, para trasladar en todo momento una
imagen de homogeneidad y coherencia que aportase mayores dosis de credibilidad y peso de la Unión Europea en el conjunto internacional en un aspecto, como el de los derechos humanos, que constituye uno de los pilares básicos del sentir europeo, tal
como quedó perfectamente recogido en la Carta Europea de Derechos Fundamentales adoptada en Niza. En este sentido constatamos con satisfacción, por lo expuesto por el secretario de Estado, que en el desarrollo de dicha sesión anual España ha sabido
ejercer el papel de liderazgo que le correspondía y desarrollar sus responsabilidades con aquellos criterios de equilibrio que permitiesen avanzar hacia los niveles deseables de cumplimiento y de respeto de los derechos humanos en los distintos
países que actualmente siguen sin ofrecer garantías. Y lo hizo por un lado negociando, como debe ser, directamente con los Estados afectados y, por otro, centrando su argumentación en base al reconocimiento de los avances, de los logros conseguidos
en cada uno de ellos, de forma simultánea, en la insistencia y en la exigencia de aquellos aspectos sustancialmente mejorables. Es aquí donde puede haber críticas, es aquí donde se puede discrepar si el camino elegido para establecer estas
negociaciones y conseguir un mayor número de objetivos es el correcto o no. En ningún caso se puede criticar el fondo, el tesón, la insistencia y la fuerza con la que trabajó la delegación española. Este aspecto de crítica puede conllevar a que
sea cual sea el resultado conseguido, siempre puede haber algún punto susceptible a esta crítica; sea cual sea la forma en que se resuelve un conflicto, hay materia para interpretarlo en sentido positivo o en sentido negativo. Lo que no puede
estar nunca en cuestión y lo que debe llevarse siempre como símbolo y como bandera son las cuestiones de fondo, que es en definitiva la necesidad de instalar y de caminar hacia unos regímenes, hacia unas concepciones de libertad, de justicia y de
paz. Por ello queremos ser optimistas y hacer un balance satisfactorio del resultado final de la sesión de la Comisión de Derechos Humanos. Sí que se presentaron proyectos copatrocinados por Europa. Si no tengo mal los datos, y creo que el señor
secretario de Estado lo ha dicho, fueron once proyectos de resolución relacionados con otros tantos territorios presentados directamente con patrocinio europeo. El balance, como decía, no fue negativo. Ocho fueron aprobados, seis de los cuales no
requirieron tan siquiera votación por el grado de consenso que suscitaron y tres no pudieron prosperar, como ha dicho el señor secretario de Estado: el referente a Zimbabwe que era una aportación novedosa a los trabajos de esta Comisión de Derechos
Humanos por el bloque que se formó entre los países africanos, por las cuestiones aritméticas de las que hemos hablado, y los referentes a Irán y Chechenia. También podríamos incluir la enmienda que no prosperó en relación con Guinea. Las
votaciones se perdieron con muy poco margen, pero más que al aspecto cuantitativo entiendo que hay que agarrarse al aspecto cualitativo, y en este sentido hay que seguir incidiendo en la estrategia diseñada porque tenemos la convicción de que la
única forma, el único camino que podemos utilizar para intentar conseguir algún avance pasa precisamente por no hacer lo que hicieron los países con los que se intentó negociar, es decir, pasa por evitar las posturas monolíticas y aquellas actitudes
que cierren puertas al catalizador universal de la diplomacia, al diálogo.



Tampoco podemos olvidar la buena impresión que nos produce la aprobación de los proyectos que tienen una especial significación, bien para España o bien para la Unión Europea, y que, a pesar de no tratarse de proyectos propios, patrocinados
directamente por nosotros, han sido activamente soportados y tratados por España con activa militancia. Vamos a poner dos ejemplos, uno de interés especial para España y otro de interés más general para la Unión Europea. En el primer caso, quiero
manifestar mi satisfacción por la resolución sobre Cuba, auspiciada por países de la región, con la premisa -como decía anteriormente- de que el mejor aval para el respeto de los derechos humanos es siempre la democracia y el pluralismo político.
En el segundo caso hay que destacar, con todas las matizaciones sobre la operatividad o sobre la incompatibilidad entre diferentes organismos e instituciones que tratan esta cuestión en el seno de la Unión Europea, que, después de muchos años de
negociaciones previas, se incorpora finalmente el texto del protocolo facultativo a la convención contra la tortura, a expensas del debate y consideración final de la Asamblea General. Todo ello, junto con los factores de responsabilidad por el
hecho de ostentar la presidencia europea en aquel momento, y la dificultad añadida por los criterios que se han señalado y que incidían en esa sesión -la 58- de la Comisión de Derechos Humanos, sitúan los trabajos de la delegación española en una
posición francamente meritoria.



Ya me he expresado en términos cuantitativos, he hablado del número de propuestas copatrocinadas y del resultado que tuvieron en las distintas votaciones, y no puedo evitar referirme ahora a los contenidos, a los pilares que sustentan las
bases de desarrollo de las sociedades


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libres; es decir, a los aspectos cualitativos, que son cuestión de principios para Europea y lo son también para España, lógicamente. Para no extenderme, me centraré en dos ejemplos: primero, la pena de muerte.
Valoramos muy
positivamente todas las actuaciones que se llevaron a cabo para conseguir elevar a resoluciones los patrocinios sobre esta cuestión, intentando que vaya ganando cada vez más peso; es decir, que la fuerza de la razón y del sentido común, que aquí sí
que están perfectamente definidos, vaya ejerciendo más presión hasta conseguir doblegar el criterio de los países cuya normativa mantiene todavía la pena de muerte.
Ciertamente, se trata de un viejo y reiterado asunto, pero, puesto que es básico,
consideramos imprescindible que siga siendo tema de portada en todos los foros de derechos humanos mientras permanezca vigente en algún país de la comunidad internacional.



El segundo ejemplo que quería poner dentro de los aspectos conceptuales o cualitativos es mucho más nuevo, surgido tras los atentados de septiembre del año pasado. Precisamente por ello, debe estar impregnado de pedagogía y tener un marco
perfectamente definido en que encuadrarse. Me refiero a la lucha contra el terrorismo, al respeto de los derechos humanos y al Estado de derecho, como lados perimetrales de dicho marco. Es importante no olvidar que los derechos humanos son una
actitud vital en cada uno de los países de la Unión Europea. Eso significa que, sin su defensa, de oficio, poco sentido tendría la política comunitaria a cualquier nivel.
Otra cuestión bien diferente, como ya señalaba con anterioridad, son los
caminos que se puedan escoger para hacer pedagogía sobre estos aspectos en el contexto internacional, que pueden gustar o convencer más o menos.
En cualquier caso, no hay duda de que el mejor método pedagógico es el ejemplo propio. Evidentemente,
puede haber casos aislados, pero tengo la satisfacción de decir que, tanto a nivel europeo como español, es incuestionable el respeto escrupuloso a los derechos humanos en todos los ámbitos.



Es más, quizá habría que recordar a algún portavoz que ha intervenido con anterioridad, que España está exportando ejemplo en cuanto a derechos humanos, y que España es precisamente ejemplo en cuanto a la compatibilización de la lucha contra
el terrorismo y el respeto a los derechos humanos. La lucha contra el terrorismo no es una novedad para España, desgraciadamente. Muchos otros países acaban de descubrir la parte negativa y la desestabilización que supone, pero España llevaba
mucho tiempo predicando en el desierto, y predicaba además con el ejemplo, tratando de combatirlo siempre desde la óptica del respeto al más alto nivel. Entendemos que la opinión y la postura de España sobre sucesos de esta índole en el contexto
internacional y en otros ámbitos territoriales, tienen la solvencia -y esto es mucho decir- de su propio modelo.



Comprendo perfectamente...



El señor PRESIDENTE: Señor Ricomá, como le decía al principio, suele ocurrir que siempre nos alargamos más de lo que creemos; le advierto que está usted compartiendo su tiempo.



El señor RICOMÁ DE CASTELLARNAU: Sí, señor presidente, me ha pillado por un minuto; ya acabo.



Decía que comprendo perfectamente el ansia de todos los grupos, en la que nos incluimos, por contemplar un panorama de justicia y de libertad en todo el mundo. A partir de ahí, podría entender algunas críticas al Gobierno español -en su
parte alícuota- porque no se disfrute en la actualidad de esa situación -no sé si idílica- a la que a todos nos gustaría llegar. Ahora bien, cuando en las argumentaciones aparecen como elementos importantes la relación de Estados Unidos con España,
los fines de semana del matrimonio Aznar en Camp David, la canonización de Escrivá de Balaguer y la equiparación del factor religioso islámico con la realidad laica española, no puedo sino reafirmar la buena línea de trabajo que sobre los derechos
humanos está desarrollando nuestro Gobierno.



Acabo, como prometí. Esta nueva sesión anual de la Comisión de Derechos Humanos es un paso más hacia adelante, es una nueva aportación española y europea -entendemos que positiva- en este camino que tiene que llevarnos a un mundo más justo
y más libre, en el que el respeto a los derechos humanos no sea un objetivo sino una cuestión incorporada de oficio a la gestión de cualquier conflicto y al gobierno de cualquier país.



A partir de aquí, sólo nos queda desearle al señor secretario de Estado que el año que viene sea sólo diferente a este en lo que ya sabemos: que España no estará presente en la Comisión; pero que el interés, el esfuerzo y el trabajo desde
fuera para intentar trazar un futuro mejor para todo el mundo, estén presentes como realidad en su actuación.



Quiero agradecerle una vez más su comparecencia y reiterarle nuestros buenos deseos de futuro, y agradecer también al señor presidente su paciencia.



El señor PRESIDENTE: Señora Becerril, tiene la palabra por el tiempo que le queda.



La señora BECERRIL BUSTAMENTE: Gracias, señor presidente, por su generosidad, que doy por sentada con esta diputada teniendo en cuenta el poco tiempo que me debe quedar. Por otra parte, quiero unirme a la bienvenida que otras personas han
dado al señor secretario de Estado, el cual espero que venga mucho por esta Comisión, y también deseo que se llegue a acuerdos en las materias que proponga o sobre las que informe.



Le agradezco la información que nos ha dado, relativa a los acuerdos logrados en la Asamblea especial de las Naciones Unidas sobre la infancia. Tengo que manifestar


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que me ha parecido interesante que dicha información se una a otras informaciones dadas y a otras exposiciones hechas en relación con los derechos humanos, ya que en unos países los gravísimos problemas de la infancia, como ha dicho el
secretario de Estado en este momento se infravaloran y en otros -esto lo añado yo- son tratados con carácter compasivo, de forma caritativa. Da mucha pena ver imágenes de niños maltratados, explotados y mal nutridos, la situación en la que se
encuentran, y la sociedad es compasiva, pero estamos hablando de un tema que por encima de todo es un problema de derechos humanos y así creo yo que hay que tratar las cuestiones relativas a la situación de la infancia a nivel mundial desde los
países democráticos, con seriedad, con rigor, con presión y con impulso.



Los informes presentados ante la Asamblea extraordinaria de la que estamos hablando aquí nos muestran logros modestos, como dice el propio informe, de la última década, a partir de la cumbre mundial del año 1990 (son logros que no voy a
contar a SS.SS., ya que los conocen de sobra, pero la verdad es que el adjetivo modesto que se utiliza es adecuado), quedándonos por delante una serie de problemas gravísimos relacionados con los derechos humanos. ¿A qué tipo de sociedad nos van a
conducir esos problemas? ¿A qué tipo de situación mundial, desde el punto de vista social y político, nos van a conducir los mismos? Para ilustrar estas preguntas que me acabo de hacer en voz alta voy a dar algunos datos que por supuesto ustedes
conocen. ¿Hacia qué tipo de sociedad vamos cuando en este momento hay más de 100 millones de niños que no reciben educación, cuando unos 150 millones de niños sufren desnutrición, cuando de los 35 millones de personas desplazadas por cuestiones
bélicas y crisis en distintas regiones y Estados, personas que se consideran refugiados, un 80 por ciento está constituido por mujeres y niños, cuando, según la OIT, unos 250 millones de niños entre cinco y 14 años trabajan y 50 ó 60 millones lo
hacen en condiciones intolerables de explotación, cuando la epidemia del sida está causando verdaderos estragos en toda la población, especialmente entre las mujeres y los niños? El sida ha dejado huérfanos a más de 13 millones de niños y para este
decenio dicho número puede elevarse a 30 millones. Estos datos son un pequeño ejemplo de la situación existente y del tipo de sociedad a la que la misma nos va a conducir, del tipo de sociedad con la que dentro de 15 años se van a encontrar otras
generaciones y qué conflictos bélicos, sociales y políticos se van a generar con esta situación. Por eso, señor secretario de Estado, yo apoyo la posición de España en esta Asamblea especial de las Naciones Unidas sobre la infancia.



El hecho de que el ministro portavoz del Gobierno se haya expresado no en nombre del Gobierno español, sino en nombre de la Unión Europea en unos términos claros y contundentes en materia educativa, en materia de información sexual y en
materia de información sobre la reproducción deja muy clara la posición española. Un ministro portavoz debe ir -el de nuestro Gobierno seguramente fue así- con una visión general de cuál es el planteamiento de su Gobierno y el de la Unión Europea
en relación con estos temas y a mí me parece que nuestra posición es clarísima, debiendo continuar atentos, estar vigilantes y ser muy exigentes con los compromisos que allí se adquirieron; compromisos importantísimos en materia educativa y de
salud para ir lográndolos por etapas, en el año 2003, en el 2005, en el 2015, para reducir la mortalidad o, como antes he dicho, para que disminuya la cifra de los 100 millones de niños que no están escolarizados. Los compromisos son muy
importantes y muy claros para conseguir que en el año 2015 desaparezca esta situación. La lucha contra el trabajo de los niños, contra la explotación de los niños, contra la explotación sexual y contra el sida debe hacer que estos problemas se
reduzcan un 25 por ciento para el año 2005, procurando su desaparición casi para el año 2010. Sería una meta extraordinaria, aunque no sé si es alcanzable. Los recursos que se exigen o se demandan a los países hay que conseguirlos, hay que
movilizarlos y debemos estar vigilantes y mostrarnos exigentes en esta materia.



Le agradezco la información y los compromisos que España ha adquirido y lo único que le pido en este momento, señor secretario de Estado, es que a través de las organizaciones que representan a España, a través del propio ministerio, de
nuestras vías diplomáticas y de todas estas instancias e instituciones seamos muy exigentes con los compromisos adquiridos y demos a esta materia la importancia que tiene, que la consideremos una cuestión prioritaria en materia de derechos humanos,
que seamos muy exigentes con nosotros mismos y con otros países y que dentro de la Unión Europea sigamos la misma muy de cerca.



No me quiero alargar más, puesto que la sesión ya está durando bastante.
Tan sólo quiero agradecer al señor presidente y al secretario de Estado su atención y paciencia.



El señor PRESIDENTE: Para contestar a las cuestiones planteadas por los grupos, tiene la palabra el secretario de Estado.



El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ASUNTOS EXTERIORES (Gil-Casares Satrústegui): Quiero agradecer a todos los portavoces de los grupos parlamentarios sus palabras, habiendo tomado nota de todas sus iniciativas e inquietudes.



Me van a permitir que nada más empezar mi intervención me refiera a una cuestión que ha sido mencionada por la mayoría de los grupos: la tardanza en comparecer. Quiero hacer constar que es interés de la ministra que comparezcamos lo antes
posible para informar sobre cualquier tema, pero también me parece de justicia decir que el ministro Piqué presentó un


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balance tras la Comisión de los Derechos Humanos el 30 de abril de 2002 ante el Senado, que en febrero de 2002 ante el Pleno del Senado, en una sesión de control al Gobierno, explicó la posición de España ante la Comisión de Derechos Humanos
en Naciones Unidas y que el 8 de julio de 2002 hizo ante la Comisión Mixta Congreso-Senado para la Unión Europea un balance de la presidencia española de la Unión, el cual recogía estos temas. No les tengo que recordar que el propio presidente del
Gobierno intervino, no recuerdo si tres o cuatro veces, durante la presidencia española de la Unión Europea para explicar los objetivos de los consejos europeos y de las grandes reuniones, en las que siempre estuvo presente el tema de los derechos
humanos. En todo caso, reitero, porque son instrucciones de la propia ministra de Asuntos Exteriores, que nos mantendremos en contacto con esta Comisión para todos los temas.



Entrando en algunas de las cuestiones que han mencionado SS.SS., quiero agradecer las palabras de apoyo que han tenido todos ustedes para la delegación española que asistió a la reunión de la Comisión de Derechos Humanos. Han señalado
ustedes el tema de la polarización. Como les decía en mi intervención, tenemos que pensar, de cara al futuro, cómo evitar esa polarización. Decía el señor Ricomá que habría que ver el resultado final, pensando en que si hay votación a lo mejor se
pierde, pero nos preocupa rebajar las expectativas que teníamos en esta Comisión. Decía el señor Guardans que la Comisión quizá ya no sea el instrumento más importante del derecho internacional para la defensa de los derechos humanos, pero es uno
de los que tenemos y de los más visibles. Por mor de llegar a consensos no debemos rebajar mucho el contenido de las resoluciones ni enfrentarnos si no hay resolución. En ese difícil camino tendrán que jugar las próximas presidencias y ahí estará
España para poner su esfuerzo.



En el tema de Irán, no es que haya desaparecido la posición común de la Unión Europea cara a la próxima Comisión de Derechos Humanos, incluso la que va a haber en la Asamblea General. Como saben ustedes, durante la presidencia española de
la Unión se dio el mandato para empezar a negociar un acuerdo de cooperación con Irán que incluye el diálogo político. En el diálogo político se ha establecido que la Comisión llevará todos los temas económicos y la presidencia los de derechos
humanos, los de diálogo contra el terrorismo y contra las armas de destrucción masiva. Como está recién puesto en marcha este diálogo político crítico con Irán, en el último Consejo de Asuntos Generales y Relaciones Exteriores se acordó que en
principio la Unión Europea no iba a copatrocinar una resolución de derechos humanos sobre Irán en la Asamblea General, que es la próxima que se está estudiando. No se han tomado decisiones ni en un sentido ni en otro sobre lo que ocurrirá en la
Comisión de Derechos Humanos, pero hay tiempo porque faltan cuatro o cinco meses. En principio nuestra idea es ver cómo marcha el diálogo crítico con Irán y cómo funciona este instrumento de control de derechos humanos.



Respecto a lo que manifestaba la señora García Manzanares de Guinea Ecuatorial, efectivamente la situación no está bien. En este sentido el otro día tuvo un buen gesto el presidente Obiang. Fui a las celebraciones del día 12 de octubre,
que es fiesta nacional como la nuestra, y le pedimos la liberación de una serie de presos acusados de actuar en un golpe de Estado. El presidente Obiang liberó a muchos más de los que le pedimos, porque básicamente eran dos y liberó a 120, aunque
uno a uno de los dos que le pedimos. Sé que es miembro de la Internacional Socialista, ex becario nuestro y conocido mío. Esperamos que no se haya acabado la interpretación de ese indulto total y general -que no ha sido total y general- que hizo
el presidente Obiang y seguimos insistiendo en los temas de derechos humanos en Guinea Ecuatorial.



Sobre Rusia, que han tratado varios portavoces, no quiero entrar en el tema del teatro. El fracaso que haya habido en la operación del teatro es más un fracaso operativo que de violación de derechos humanos. Es como el caso del secuestro
de avión donde la policía no es lo profesional que debe ser. El tema de derechos humanos se refiere a la violación que ejercen los Estados contra una serie de personas por motivos políticos.
No creo que nadie entienda que ha sido voluntad del
Gobierno ruso que haya habido muertos y heridos en el teatro por esta operación. Estoy seguro de que si hubiesen tenido medios y capacidad para hacerlo sin producirse muertos y heridos lo hubieran hecho.



Otro tema distinto es el de Chechenia. En la resolución que no conseguimos sacar adelante en la reunión de Ginebra hicimos hincapié no sólo en la lucha contra el terrorismo, como han hecho SS.SS., sino también en el tema de defensa de
derechos humanos y que dicha lucha debe hacerse en ese marco. En el ámbito de la OSCE se ha hablado con los rusos de la posibilidad de gestos políticos. Por desgracia no ha podido ser así.
Durante la cumbre UE y Rusia, que se celebró en Moscú, y
a la que asistió el presidente del Gobierno, se trató el tema de derechos humanos y el de Chechenia. Este tema se toca en la Unión Europea y en España cuando hay diálogo con Rusia.



El señor Ricomá se alegraba de que hubiera salido el tema de Cuba; yo también me alegro, por supuesto, y además de que haya salido con la cooperación entre el grupo latinoamericano y el grupo europeo y que se haya empleado un lenguaje muy
de la cumbre iberoamericana. Naturalmente, a las autoridades cubanas no les gustó, pero a ningún país le gusta que se toquen estas cuestiones.



Hay algunos portavoces, especialmente el señor Aymerich y el señor Guardans, que han hablado de los propios derechos internos de la Unión.
El informe no se centra en concreto en la situación interna de los derechos


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humanos en los países de la Unión, básicamente porque se entiende que en la Unión Europea se respetan los derechos humanos. Puede haber casos de violación de derechos humanos, pero para eso están los recursos internos, para solucionarlos y
ver que están castigados los violadores de los derechos humanos, sean policías o autoridades de otro tipo. Cuando hay un país que viola sistemáticamente los derechos humanos se le llama la atención y es expulsado, como saben sus señorías.



Es cierto, y lo decía el señor Aymerich, que en el seno de Naciones Unidas alguno de los relatores especiales, sobre todo en el tema de la tortura, ha hecho acusaciones en el tratamiento de menores y de algunos detenidos en comisarías
españolas. Se ha contestado una por una a todas las acusaciones, pero hay una serie de ONG con contactos -que no tengo que decir a SS.SS cuáles son- que sistemáticamente se encargan de mandar información probada o no y, por desgracia, algunos
relatores especiales de Naciones Unidas las aceptan inmediatamente. Hemos tenido el caso de una protesta en español que llegó un jueves, fue traducida un viernes y llegó a Madrid el propio viernes sin que el relator especial hubiera hecho ningún
tipo de screaning previo sobre la veracidad o no de la misma. En alguno de los informes de estos relatores (quiero decirlo porque en estos sistemas de Naciones Unidas se exageran un poco las posiciones) se han recogido veinte o treinta páginas de
críticas a España, mientras Gran Bretaña no tenía ninguna o Guinea Ecuatorial tenía tres. Si hay algún relator de derechos humanos, sea de la materia que sea, que piense que en España se violan diez veces más los derechos humanos que en Guinea
Ecuatorial es que no está bien informado.



Señor Aymerich, no hemos hablado del tema del Sahara occidental porque no se trató en ninguna de las resoluciones de derechos humanos. Es un tema en el que estamos muy interesados y cuando llegue el momento hablaremos de él.



Sobre la pena de muerte, España consiguió una resolución buscando un consenso más amplio de lo normal. Se ha hablado, y se habla frecuentemente, con Estados Unidos sobre la pena de muerte. Se han hecho gestiones a todos los niveles,
incluso, como dijo el otro día la señora ministra, tenemos un pequeño récord porque somos el único país que ha logrado que se conmutase la pena de muerte a dos ciudadanos españoles que estaban condenados.



En cuanto a la cumbre de la infancia, agradezco los comentarios que se han hecho. Señora Becerril, seguiremos tratando de que se cumpla el plan de trabajo que se ha puesto en marcha. Es cierto que no tenemos un presupuesto muy elevado,
como tampoco lo tenemos en la oficina de derechos humanos, por lo que lo supliremos, como hacían los militares, con celo y con algunas contribuciones de organismos internacionales, intentando conseguir el reequilibrio de alguna de ellas, para que
lograr que se ocupen más de los derechos humanos y así conseguir mayores objetivos.



En el tema de la infancia quería referirme a los comentarios que ha hecho el señor Aymerich. Yo discrepo con S.S. y con otros portavoces en que la representación española no era de alto nivel. Yo creo que el ministro Cabanillas fue un
magnífico representante y, además, conocía perfectamente el tema. En esos momentos, por si había alguna duda, el presidente del Gobierno estaba en la cumbre de la Unión Europea en Canadá y no podía abandonar sus obligaciones. No sé -y trataré de
buscar la información- como fueron seleccionados los niños.



Respecto al tema de los servicios de salud y reproductivos, no recuerdo si fue el lunes o el jueves cuando cambiamos de posición, lo que sí recuerdo es que hubo un delegado o una delegada canadiense y una finlandesa que dijeron muy
claramente en una reunión que, cuando se hablaba de los servicios de salud reproductiva se estaban refiriendo -utilizando un lenguaje de la conferencia de Pekín- a la autorización para abortar de menores sin consentimiento paterno. Este es un tema
que está prohibido en la legislación española y cuando supimos que esta era la interpretación que se estaba dando, la delegación española preguntó al resto de las delegaciones si nosotros podíamos firmar, entendiendo que no se estaba haciendo
referencia a la autorización para abortar a menores sin consentimiento paterno. Nos dijeron que no podía ser así, por lo que el ministro Cabanillas, como jefe de la delegación española y representante de la Unión Europea, dijo que él estaría de
acuerdo con eso siempre que no implicara una autorización para abortar a los menores sin consentimiento paterno. Otros países de la Unión Europea con el mismo problema, como Irlanda e Italia, también tomaron la posición española. Es decir, no hubo
un escándalo como ha señalado S.S., y se llegó a un consenso con otros países de la Unión y con Estados Unidos, que recelaba a la hora de utilizar para los menores el mismo lenguaje empleado para los mayores en la Conferencia de la mujer en Pekín,
con las consecuencias que ello podría tener.



Me va a permitir S.S. que le diga que sería una violación de los derechos humanos si no dejásemos ser diplomáticos o miembros de las delegaciones, opinando como ellos quieren, a personas que sean miembros del Opus Dei.



Por lo que se refiere a la contribución a los programas SWAP, lo que nos da miedo son las interpretaciones que se hicieron sobre estos programas.
En este momento, tenemos las contribuciones voluntarias que se hacen y hemos pensado
reformarlas para el año que viene. No le puedo asegurar a S.S. en qué cantidad se van a dar, pero lo que sí queremos saber es qué es lo que se está haciendo con esas contribuciones voluntarias y a qué van destinadas, porque, en algunas ocasiones,


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hacen programas que van en contra de nuestra propia legislación.



El señor Guardans ha mostrado su preocupación por los derechos humanos después del 11 de septiembre. Quiero que sepa que España, que ha incluido la lucha contra el terrorismo en todas las políticas de la Unión durante su presidencia,
siempre ha dicho que debe ser con el estricto respeto a los derechos humanos. De ahí que no pudiésemos apoyar una resolución que desde el punto de vista de la lucha contra el terrorismo era absolutamente buena para nuestros intereses, como era la
presentada por Argelia.



No creo que se pueda entender que el Gobierno ponga a la opinión pública entre Putin o Chechenia o entre Bush y Sadam Hussein. Alguna vez, se nos ha puesto a nosotros en esa posición de elegir a uno o a otro y, naturalmente, sabíamos a
quién íbamos a elegir. Yo discrepo de algunos grupos parlamentarios que han dicho que hacemos seguidismo a Estados Unidos. No, hacemos seguidismo a unos valores que defendemos conjuntamente Estados Unidos y nosotros; y lo mismo haríamos si los
que lo defendiesen fueran los malteses, los eslovacos o los noruegos. Es decir, que no es por el poderío que puedan tener los Estados Unidos.



El señor Guardans me ha preguntado por la presencia de la Unión Europea en el Convenio europeo de derechos humanos. En ese tema tenemos un problema de duplicidad de jurisdicciones. La Unión Europea debe tener una única unidad
jurisdiccional y someternos al Tribunal de Estrasburgo o de Luxemburgo nos supone un problema. No sé si, celebrada la convención y la nueva SIG se volverá a pensar en todas estas cuestiones, pero, en este momento, no lo veo posible.



En relación a la pregunta sobre el posible candidato para el Tribunal Penal Internacional, sé que la ministra está pensándolo y que tiene un par de candidatos. Por lo tanto, S.S. me va a permitir que no diga aquí ningún nombre, pues le
corresponde decirlo a ella.



Finalmente, quiero volver a expresar la voluntad del Ministerio de Asuntos Exteriores de venir a esta Comisión para reiterar que los derechos humanos seguirán siendo pieza esencial en el diseño de la política exterior de este ministerio, y
vamos a tratar que lo sea también en el seno de la Unión Europea. Agradezco su paciencia y sus sugerencias.



El señor PRESIDENTE: Como usted ha dicho, y así ha sido recogido por los grupos, tendremos ocasión de verle con frecuencia en esta Comisión.



Suspendemos un instante la Comisión para despedir al secretario de Estado e, inmediatamente, la reanudamos con el punto número 5. (Pausa.)


Vamos a pasar a los siguientes puntos del orden del día. ¿Van a querer intervenir los portavoces de los grupos en alguno de estos puntos?


Señor Mardones.



El señor MARDONES SEVILLA: Quisiéramos intervenir para fijar nuestra posición en el punto 8, referente al acuerdo en materia comercio, desarrollo y cooperación entre la Comunidad Europea y sus Estados miembros por una parte, y la República
de Sudáfrica por otro, hecho en Pretoria el 11 de octubre de 1999.



Señor PRESIDENTE: Conforme.



DICTAMEN SOBRE:


- CONVENIO ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y LA REPÚBLICA DE TURQUÍA, PARA EVITAR LA DOBLE IMPOSICIÓN Y PREVENIR LA EVASIÓN FISCAL EN MATERIA DE IMPUESTOS SOBRE LA RENTA, HECHO EN MADRID EL 5 DE JULIO DE 2002. (Número de expediente 110/000201.)


El señor PRESIDENTE: Punto número 5. Convenio entre el Reino de España y la República de Turquía para evitar la doble imposición y prevenir la evasión fiscal en materia de impuestos sobre la renta, hecho en Madrid el 5 de julio de 2002.



¿Se aprueba? (Asentimiento.)


Queda aprobado.



- CONVENIO DE SEGURIDAD SOCIAL ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y LA REPÚBLICA DE BULGARIA, HECHO EN VALENCIA EL 13 DE MAYO DE 2002. (Número de expediente 110/000202.)


El señor PRESIDENTE: Punto número 6. Convenio de Seguridad Social entre el Reino de España y la República de Bulgaria, hecho en Valencia el 13 de mayo de 2002.



¿Se aprueba? (Asentimiento.)


Queda aprobado.



- CONVENIO DE SEGURIDAD SOCIAL ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y LA REPÚBLICA CHECA, HECHO EN VALENCIA EL 13 DE MAYO DE 2002. (Número de expediente 110/000203.)


El señor PRESIDENTE: Punto número 7. Convenio de Seguridad Social entre el Reino de España y la


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República Checa, hecho en Valencia el 13 de mayo de 2002.



¿Se aprueba? (Asentimiento.)


Queda aprobado.



- ACUERDO EN MATERIA DE COMERCIO, DESARROLLO Y COOPERACIÓN ENTRE LA COMUNIDAD EUROPEA Y SUS ESTADOS MIEMBROS, POR UNA PARTE Y LA REPÚBLICA DE SUDÁFRICA, POR OTRA, HECHO EN PRETORIA EL 11 DE OCTUBRE DE 1999. (Número de expediente
110/000204.)


El señor PRESIDENTE: Punto número 8. Acuerdo en materia de comercio, desarrollo y cooperación entre la Comunidad Europea y sus Estados miembros, por una parte, y la República de Sudáfrica, por otra, hecho en Pretoria el 11 de octubre de
1999.



Tiene la palabra el portavoz del Grupo Parlamentario de Coalición Canaria, señor Mardones.



El señor MARDONES SEVILLA: Señor presidente, intervendré con gran brevedad. Se trata de un acuerdo de amplia importancia y trascendencia y queremos desde Coalición Canaria mostrar nuestro apoyo y votarlo favorablemente con la observación
de que la Unión Europea ha asumido una serie de acuerdos bilaterales y también la República de Sudáfrica, entre ellos con España, una vez que hubo el cambio de régimen político, la supresión del apartheid y la entrada de la República de Sudáfrica en
un régimen plenamente homologado con todas las democracias. Este régimen democrático ha permitido una liberalización de los sistemas comerciales.



Canarias había hecho a través del Ministerio de Asuntos Exteriores la observación de que estos acuerdos respetaran los hechos de fiscalidad y de comercio propios del acervo comunitario que tiene Canarias dentro de la Unión Europea y que
pudieran servir como plataforma de entendimiento económico y comercial, pronunciándose así también las Cámaras de Comercio de Canarias, tanto la de Las Palmas como la de Santa Cruz de Tenerife.
Ahora se trata de globalizar y la única peculiaridad
que habíamos hecho observar era que aquellos productos de comercio de procedencia agrícola normalmente no tuvieran ninguna situación lesiva para los intereses de las regiones ultraperiféricas, sobre todo determinados productos hortofrutícolas que
competirían con los de la República de Sudáfrica. Por lo demás nos parece que está dentro del molde de acuerdos que viene haciendo la Unión Europea con terceros Estados, acuerdos muy parecidos a los del Magreb, que son acuerdos preferenciales de
tipo de comercio, desarrollo y cooperación. España mantiene también unas líneas de desarrollo y cooperación bilaterales con la República de Sudáfrica. Por tanto, sin ninguna objeción mayor que hacer, votaremos favorablemente la ratificación de
este acuerdo.



El señor PRESIDENTE: ¿Algún otro grupo desea hacer uso de la palabra?


Sometemos a votación el acuerdo. ¿Se aprueba? (Asentimiento.)


Queda aprobado.



Muchas gracias.



Se levanta la sesión.



Era la una y cuarenta y cinco minutos de la tarde.