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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 519, de 18/06/2002
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


COMISIONES


Año 2002 VII Legislatura Núm. 519

ECONOMÍA Y HACIENDA

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. SANTIAGO LANZUELA MARINA

Sesión núm. 53

celebrada el martes, 18 de junio de 2002



ORDEN DEL DÍA:


Comparecencia del señor vicepresidente segundo del Gobierno para Asuntos Económicos y ministro de Economía (De Rato y Figaredo) para informar sobre:


- La propuesta de nombramiento de cuatro vocales de la Comisión Nacional de la Energía en la forma prevista en la disposición adicional undécima primero cuatro de la ley 34/1998, de 7 de octubre. A petición propia.
(Número de expediente
214/000115.) ... (Página 16746)


- Las perspectivas de la economía española en el presente ejercicio. A solicitud del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso. (Número de expediente 213/000831.) ... (Página 16746)


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Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.



El señor PRESIDENTE: Buenos días. Se abre la sesión.



Señorías, como ustedes conocen, en el orden del día figura la celebración de las siguientes comparecencias: En primer lugar, y a petición propia, la del vicepresidente segundo del Gobierno para Asuntos Económicos y ministro de Economía,
ante la Comisión de Economía y Hacienda, para realizar la propuesta de nombramiento de cuatro vocales de la Comisión Nacional de la Energía en la forma prevista en la disposición adicional undécima primero cuatro de la Ley 34/1998, de 7 de octubre.
Y en segundo lugar, tendrá lugar la comparecencia del vicepresidente para informar acerca de las perspectivas de la economía española en el presente ejercicio, de la que es autor el Grupo Parlamentario Popular en el Congreso.



Señor vicepresidente, sea usted bienvenido a la Comisión de Economía y Hacienda. Tiene la palabra.



El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO PARA ASUNTOS ECONÓMICOS Y MINISTRO DE ECONOMÍA (De Rato y Figaredo): Señorías, buenos días a todos.



Una vez más quiero mostrar mi satisfacción por comparecer en la Comisión de Economía del Congreso, prácticamente al final de este período de sesiones.



Respecto al orden del día que han establecido la presidencia y la Junta de Portavoces, comienzo por el primer punto. Según la disposición adicional undécima de la Ley de 1998, de 7 de octubre, del sector de hidrocarburos, el presidente y
los vocales de la Comisión Nacional de la Energía serán nombrados entre personas de reconocida competencia técnica y profesional mediante real decreto, a propuesta del ministerio competente, previa comparecencia del mismo y debate en la Comisión
competente del Congreso de los Diputados. Dicha disposición prevé la renovación parcial de sus miembros cada tres años. A su vez, la disposición adicional segunda del Real Decreto de 1999, de 31 de julio, por el que se aprueba el propio reglamento
de la Comisión Nacional de la Energía, establece el mandato de cuatro de los miembros designados para la primera constitución de la comisión, que durará tres años. Los cuatro miembros que hayan de cesar, transcurridos esos tres años, se
determinarán mediante sorteo, que se efectuará en la primera reunión que celebre el consejo.



En cumplimiento de dicho mandato, el 9 de septiembre de 1999, el consejo de la propia comisión procedió a efectuar el sorteo, del que resultó que los miembros que cesarían a los tres años serían: don José Sierra López, don Fernando Martí
Scharfhausen, doña María del Carmen Fernández Rozado y don Juan Ignacio Unda Urzáiz. El nombramiento de dichos vocales se efectuó por los correspondientes reales decretos de 16 de abril de 1999.
Su mandato expiró el pasado 16 de abril, si bien,
tal y como prevé la ley, se han mantenido en sus puestos hasta el nombramiento de los nuevos vocales, que propondré en la próxima reunión del Consejo de Ministros, después de mi comparecencia en esta Comisión. Por lo tanto, voy a proponer al
Consejo de Ministros, y así lo informo a la Comisión, la renovación como vocales de los señores don José Sierra López, don Fernando Martí Scharfhausen y doña María del Carmen Fernández Rozado, y el nombramiento de don Francisco Javier Peón Torre.
Sobre los tres primeros ya informó en su día el ministro de Industria y Energía, cuando la Comisión se encontraba adscrita a ese ministerio, en la comparecencia ante la Cámara, el 13 de abril de 1999, con carácter previo a sus nombramientos, como
expone la ley. En todo caso, quisiera reiterar, brevemente, la idoneidad profesional de los candidatos. El señor Sierra López es doctor ingeniero de minas, ha sido director general de minas y de combustibles sólidos y fósiles los años 1986 a 1999.
A su experiencia administrativa une un brillante ejercicio profesional en algunas empresas como Hispanoil, de cuyo consejo de administración formó parte entre 1983 y 1986. El señor Martí Scharfhausen es ingeniero de minas y máster de economía y
dirección de empresas del IESE, ha hecho toda su carrera profesional en el sector energético y ha desempeñado varios cargos en la empresa Repsol. La señora Fernández Rozado es doctora en sociología, licenciada en ciencias económicas y
empresariales, inspectora financiera y tributaria del Estado y auditora de cuentas y jefe de varias delegaciones de Hacienda. En cuanto al señor Peón Torre, que se va a incorporar al consejo de la comisión, es licenciado en derecho por la
universidad de Deusto y ha sido, como ustedes recordarán, diputado del Congreso en las dos últimas legislaturas. En el ámbito de la empresa ha desempeñado diversos cargos ejecutivos en la empresa Endesa Internacional, ha sido delegado en varios
países iberoamericanos y miembro del consejo de administración de Electricidad de Caracas, Corporación Venezuela y de Enersis de energía y de luz de Bogotá, en Colombia. Es socio consultor de la compañía Idex Bussines, especializada en consultoría
estratégica internacional del sector de la energía.
Entiendo que su experiencia profesional le hace idóneo para desempeñar el puesto de vocal de la Comisión Nacional de la Energía, por lo que le propondré en la próxima reunión del Consejo de
Ministros. También quisiera reconocer los servicios que ha prestado a la Comisión Nacional de la Energía don Ignacio Unda Urzáiz, que cesa en sus funciones a partir del nombramiento del Consejo de Ministros.



Señor presidente, paso al segundo punto del orden del día, que son las perspectivas de la economía española en el presente ejercicio. Creo que todos somos conscientes, y ya he tenido ocasión de comparecer en


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esta Comisión con anterioridad para exponerlo, que desde 1999, especialmente en el año 2001, se ha producido una situación económica internacional especialmente compleja. Durante el año 2001, como he expuesto en esta Comisión en varias
ocasiones, se ha producido, como todos sabemos, una profunda y sincronizada desaceleración de la actividad en todas las grandes áreas económicas del mundo, liderada - si se puede decir así- por la desaceleración de Estados Unidos. En ese sentido,
frente a un crecimiento de la economía mundial del 4,4 por ciento en el año 2000, el crecimiento de la actividad se redujo hasta el 2,5 en el año 2001, al tiempo que el comercio mundial experimentó una caída muy significativa, teniendo el menor
crecimiento de la década, con un descenso del 1 por ciento en volumen frente a un crecimiento de un 12 por ciento en el ejercicio del año 2000. A ello hay que añadir la pérdida de confianza de empresarios y consumidores en los mercados de valores y
en las economías emergentes, una importante paralización de la actividad productiva y la caída en torno al 30 por ciento de la inversión mundial en un año caracterizado, además, por los ataques terroristas del 11 de septiembre. En concreto, el
producto interior bruto de Estados Unidos en el año 2001 creció el 1,2 por ciento, casi 3 puntos menos que en los dos años anteriores, y de esta forma Estados Unidos cerraba un período de crecimiento económico de casi una década en la que había
mantenido tasas de crecimiento superiores al 3 por ciento. Hubo claramente un contagio de la ralentización de los Estados Unidos a Europa y este fue sin duda más intenso de lo que, en principio, esperaban los institutos de análisis y las
instituciones públicas. Más allá de las vías comerciales que han afectado a las grandes economías exportadoras de la Unión Europea, la desaceleración norteamericana generó un empeoramiento en las expectativas generales de crecimiento que se
trasmitió a Europa a través de los mercados financieros. En concreto, el producto interior bruto de la zona euro creció en el año 2001 en torno al 1,7, aproximadamente la mitad que en el año 2000, como todos sabemos.



Sin embargo, desde el cuarto trimestre del año pasado, el año 2001, han empezado a apreciarse síntomas de que la desaceleración en Estados Unidos había tocado fondo, donde en el primer trimestre de este año 2002 el crecimiento interanual
asciende al 1,5, un punto por encima de los dos últimos trimestres del año 2001, y como todos sabemos la tasa intertrimestral anualizada se ha elevado al 5,6 por ciento, lo cual avalaría una fortaleza de la recuperación norteamericana que, sin
embargo, está siendo matizada por datos más recientes. En ese sentido las instituciones financieras internacionales estiman que la economía norteamericana va a crecer en el año 2002 en el entorno del 2,5 y que se elevará ese crecimiento al 3,5 en
el año 2003. Es también significativo comprobar que estas estimaciones se realizan al alza de las que se hicieron hace exactamente seis meses. En la economía norteamericana la recuperación en los primeros meses del año se ha puesto de manifiesto
claramente en el lado de la demanda, por las mejoras en las series de venta al por menor, sin embargo, quiero subrayar que en mayo ha tenido una bajada de un 3 por ciento, es el tercer mes consecutivo de bajadas, lo cual indicaría que la fortaleza
de la recuperación norteamericana en el segundo trimestre no va a ser tan significativa como en el primero.
Entre los elementos que están impulsando la economía norteamericana, quisiera subrayar la confianza de los consumidores y el comportamiento
del mercado laboral, que también se ha visto dificultado en las últimas semanas.



Por el lado de la oferta, en la economía norteamericana la reactivación se refleja en el comportamiento del índice de producción industrial, con crecimientos en el primer trimestre de los sectores de manufacturas, tecnología de la
información y servicios, aunque, una vez más, en el mes de abril se ha producido una caída interanual. Por lo tanto, en muchísimos componentes de la economía norteamericana podemos apreciar una fuerte recuperación en el primer trimestre que está
siendo ligeramente más suave en el segundo. En ese sentido no debemos dejar de analizar que en la economía norteamericana existen algunas incertidumbres que están centradas en lo que se han llamado los dobles déficit, es decir, el déficit público y
el déficit exterior, que unido al bajo nivel de ahorro de las familias y la propia evolución de los mercados financieros constituirían las incertidumbres más agudas de la economía norteamericana.



Con respecto a otra zona muy importante de la economía mundial, la zona Asia-Pacífico, las previsiones de crecimiento en el año 2002 son positivas, a pesar de que Japón continúa en una situación de recesión y deflación. Parece, según las
propias autoridades japonesas y el Fondo Monetario Internacional, cuya última reunión tuvo lugar en Canadá el pasado fin de semana, que la economía japonesa tendría un crecimiento prácticamente nulo en el año 2002, para comenzar con tasas de
crecimiento positivas en el año 2003, después de una década de recesión. Los países más dinámicos de la zona Asia-Pacífico continúan siendo China y la India, para los que se esperan crecimientos superiores al 5 por ciento.



En el caso de Iberoamérica las previsiones son más pesimistas; son unas previsiones de estancamiento para el año 2002, que estarían centradas en las difíciles situaciones económicas de Argentina y Venezuela, a las que hay que sumar las
recientes incertidumbres aparecidas en Brasil, donde debemos subrayar la reacción importante -creída por los mercados en estos días- del propio Gobierno brasileño, que ha anunciado un paquete de medidas financieras y económicas en los últimos días.



Paso, señor presidente, señorías, a referirme a nuestra zona, la zona euro, en la que también se empieza a apreciar en los últimos meses signos de recuperación.



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Según Eurostat, el crecimiento interanual del producto interior bruto en el primer trimestre en la zona euro estaría en el 0,1 por ciento, es decir, prácticamente plano; el intertrimestral anualizado estaría en el 0,9, tasa que se compara
positivamente con la tasa de menos 1,2 por ciento en el último trimestre del año 2001. Por lo tanto, estaríamos en una recuperación que en tasas intertrimestrales es más expresiva y que en tasas anuales continúa siendo extraordinariamente débil.
Se producen mejoras en los indicadores de confianza en la industria y los servicios, y el índice de producción industrial apunta hacia un paulatina recuperación de la actividad al haberse producido en el primer trimestre del año un menor descenso
que en el cuarto trimestre del año anterior.



Desde el punto de vista de la recuperación del comercio internacional, respecto al área euro, el comercio exterior está mejorando en los primeros meses del año 2002, habiéndose situado el superávit del conjunto de la zona euro en 16.200
millones de euros, lo que contrasta con el déficit que se produjo en el primer trimestre del año 2001, un año antes.
Aunque la recuperación en Europa es sin duda más moderada que la norteamericana, incluso con las desaceleraciones norteamericanas
de las últimas semanas, el crecimiento estimado por las instituciones internacionales para la zona euro en el año 2002 se sitúa en el entorno del 1,5, con un perfil que irá mejorando a lo largo del año hasta situarse al final del año en el potencial
de crecimiento de la Unión Europea, es decir, en el entorno del 2,5 y las previsiones en este momento de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo apuntan a un crecimiento del 3 por ciento o una tasa cercana a esta cifra en el año 2003. Estos
datos indicarían que Europa ha superado claramente la parte más baja del ciclo, una desaceleración que ha sido extraordinariamente intensa en algunas rúbricas, como el comercio internacional, y que ha sido muy extensa en términos geográficos,
probablemente la crisis más extensa de los últimos 30 años, pero también ha sido una crisis de una relativa brevedad en el tiempo, ya que ha durado escasamente tres trimestres.



Desde el punto de vista europeo, la introducción del euro, cuyos beneficios potenciales claramente van a irse produciendo a lo largo de los próximos años, ha dado ya sus primeros frutos desde el punto de vista de la estabilidad
macroeconómica alcanzada en la zona euro, que ya pudimos comprobar antes incluso del nacimiento físico del euro en la crisis de Tailandia del año 1998 y en la crisis rusa, pero que se ha manifestado con toda claridad en el año 2001. En este
contexto internacional que acabo de describir y con respecto a la economía española, se ha producido un comportamiento claramente diferencial y, en opinión del Gobierno, razonablemente positivo. Durante el año 2001 nuestra economía mantuvo un
crecimiento cercano al 3 por ciento, el 2,8 por ciento, claramente superior al crecimiento de la economía mundial y dos veces superior al crecimiento de la zona euro. Las exportaciones españolas, que pueden ser de interés para la Comisión para
comprobar nuestra capacidad de competencia en el mundo, crecieron en términos reales un 2 por ciento, mientras el comercio mundial, quiero recordar a la Comisión, decrecía un 1 por ciento. Por lo tanto, la cuota de mercado española en el conjunto
del comercio mundial ha mejorado, otra vez más, en el año 2001. Además, España ha seguido manteniendo una pujante actividad como inversor internacional, manteniendo el puesto de sexto inversor internacional en un contexto de desaceleración de la
inversiones mundiales y de una caída de las inversiones directas de aproximadamente el 30 por ciento.



Respecto al empleo, la economía española ha creado, según los últimos datos de la EPA, en los últimos doce meses, 350.000 puestos de trabajo.
Respecto al año en curso, el año 2002, se han hecho públicos recientemente, como sabe la Comisión,
los datos de contabilidad nacional correspondientes al primer trimestre. El crecimiento internanual del producto interior bruto se ha situado en el 2 por ciento, tasa que es ligeramente inferior a la del último trimestre del año 2001, que era del
2,3, pero amplía muy significativamente nuestro diferencial de crecimiento con la Unión Europea que, quiero volver a recordar a SS.SS., ha sido del 0,1. Por lo tanto, en el primer trimestre del año 2002 la economía española habría tenido un
diferencial de crecimiento de casi dos puntos, de 1,9, con la Unión Europea, probablemente uno de los más intensos de los últimos años, que supone, quiero recordar a la Comisión, más del doble del diferencial de crecimiento que teníamos en el primer
trimestre del año 2001.



Los crecimientos que se han producido en el primer trimestre en los países de nuestro entorno son los siguientes: Francia, 0,3 por ciento; Gran Bretaña, 1 por ciento; Estados Unidos, como ya he dicho, 1,5 por ciento; Japón, menos 1,6;
Italia, 0,1; Alemania, menos 0,2. En ese sentido, tengo que decir que España ha mantenido las tasas de crecimiento más altas de los países industrializados de tamaño medio y grande en el primer trimestre del año 2002.



Si la Comisión quiere analizar datos intertrimestrales de la economía española, diré que estos reflejan, en opinión del Gobierno, una flexión al alza en el primer trimestre del año 2002, al aumentar la tasa intertrimestral anualizada desde
el 0,6 del último trimestre del año 2001 al 2,1 en los tres primeros meses del año 2002. Esto indicaría que se ha superado el punto de inflexión más bajo y que en los próximos meses el crecimiento se irá recuperando hasta situarse en tasas cercanas
al 3 por ciento al final del año 2002. Esta previsión se ve reforzada por los síntomas de recuperación que ofrecen algunos indicadores recientes de la economía española. En ese sentido, se observa que las variables relacionadas con las decisiones
empresariales, por ejemplo las


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variables relacionadas con la actividad industrial y con la inversión en equipos, parecen haber tocado fondo en su ralentización de todo el año 2001. La producción y la utilización de la capacidad productiva en la industria ha interrumpido
su tendencia descendente. Respecto al índice de producción industrial se produce una práctica estabilización en el primer trimestre, con un crecimiento negativo del 0,1, después de retrocesos muy intensos en trimestres anteriores, como el 3,2 del
último trimestre del año 2001. En opinión del Gobierno, esta recuperación de la industria es mucho más evidente si se consideran las tasas intertrimestrales anualizadas, que pasan del menos 5,7 en el último trimestre del año 2001 al 4,2 en el
primer trimestre del año 2002.



En este sentido, parece probable un aumento de la utilización de la capacidad productiva industrial y de la cartera de pedidos, que impulsarán una recuperación de las existencias y que puede reflejarse en un aumento de la inversión
empresarial. Abundando en la misma dirección, diré que el índice de clima industrial, que alcanzó su mínimo cíclico en marzo de este año, mejoró en casi dos puntos en abril. Otros datos más concretos y sectoriales, como el consumo de cemento,
mantienen un elevado crecimiento -del 8,2 hasta abril-, el consumo de energía eléctrica sigue aumentando por encima de la producción, es decir, en el entorno del 5 por ciento en el primer cuatrimestre, lo que supone un crecimiento del 1,2 por encima
del mismo período del año anterior, aunque quiero aclarar que en el consumo de energía eléctrica podía haber habido un debilitamiento en mayo, según los primeros datos que tenemos. Por último, las disponibilidades de bienes de equipo también se
orientan al alza.



Si pasamos a analizar la evolución de los componentes del producto interior bruto, se observa que la desaceleración del primer trimestre se ha debido exclusivamente al menor ritmo del aumento de la demanda interna, ya que la contribución del
sector exterior al crecimiento se ha corregido favorablemente en el primer trimestre, en línea con la mejora del comercio internacional. Se ha reducido la aportación negativa de la demanda externa al crecimiento desde las seis décimas del último
trimestre de 2001 a sólo una décima en el primer trimestre del año 2002.
Desde el punto de vista de los agregados de la demanda interna, observamos, respecto al consumo, un fuerte incremento de las ventas de las grandes superficies en el mes de
mayo, que habrían crecido ya en el entorno del 8 por ciento; que las ventas declaradas por empresas crecieron en abril cerca del 6 por ciento -el 5,6 por ciento- y que la recaudación bruta por el impuesto sobre el valor añadido se elevó en abril a
una cifra cercana al 8 por ciento, el 7,8. Como es natural, todos estos datos son respecto al mismo período del año anterior. También existen datos que no son tan concluyentes. Tenemos un crecimiento negativo de la matriculación de vehículos del
6,2, que es una cifra mejor que la de meses anteriores, pero en cualquier caso negativa.



En conjunto, comparativamente con otros países y teniendo en cuenta que estamos comenzando el sexto año consecutivo de crecimiento económico, la evolución de la economía española demuestra, por otros datos microeconómicos, una fortaleza
creciente. Por ejemplo, la evolución de la morosidad, según los datos de Crédito y Caución, está evolucionando de la siguiente manera. Frente a la subida de la morosidad del primer trimestre del año 2001 -el comienzo de la desaceleración- en la
que esta alcanzó la cifra del 0,7 por ciento, en mayo del año 2002 ésta ha descendido hasta el 0,59. Respecto al año pasado, la morosidad desciende en España en cuatro centésimas, mientras que en Italia, Francia, Estados Unidos, Reino Unido,
Bélgica, Holanda y Canadá se producen incrementos en este mismo índice, que indudablemente tiene que ver con la actividad empresarial.



Paso ahora a la evolución de la inversión, que ha sido la variable más débil de nuestra economía y de las economías de la OCDE en el año 2001.
Los datos de contabilidad nacional referidos a este primer trimestre muestran un crecimiento
cercano al punto -el 0,9 interanual- frente al 1,1 del trimestre anterior. Por tanto, continuaría una ligera desaceleración. Sigue habiendo una situación dual: hay una situación expansiva de la construcción, con un crecimiento positivo del 4,4,
principalmente impulsada por la obra pública, ya que el subsector residencial ha moderado el fuerte crecimiento de los últimos años, y, sin embargo, se produce una caída en la inversión en bienes de equipo. Con respecto a esta caída de la inversión
en bienes de equipo, que es del 4,9, el Gobierno opina que está tocando fondo, en paralelo, por un lado, con la mejora del contexto exterior, como indican las exportaciones, y, por otro lado, con las expectativas de recuperación de la demanda, tanto
interna como externa, a lo largo de este año. Nos parece que el favorable contraste que ofrece la tasa de crecimiento intertrimestral de esta inversión en bienes de equipo en el primer trimestre del 2002, con una caída muy ligera, del menos 0,5,
frente a una caída del 5,3 en el último trimestre de 2001, vendría a avalar que estamos en el comienzo de un cambio de signo.



Hemos de tener en cuenta que desde 1996 la tasa de crecimiento de la formación bruta de capital fijo en España ha experimentado una diferencia a nuestro favor respecto a la media de la Unión Europea de 2,2 puntos porcentuales en precios
constantes y, en términos de porcentaje sobre el producto interior bruto, la inversión fija en España ha pasado del 21,6 en el año 1996 al 26,5 en el primer trimestre de 2002. Hemos mantenido tasas superiores a la media comunitaria, con un
diferencial positivo de 3,5 puntos como media en el período 1996-2001. Desde el punto de vista de la formación bruta de capital fijo, este importante y positivo diferencial al Gobierno le parece fundamental para la


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modernización de nuestra economía y para que nuestra competitividad se base en elementos cada vez más sólidos. Además, la financiación de ese fuerte proceso inversor se está realizando de una forma equilibrada, puesto que el ahorro interno
financia casi el 90 por ciento de la formación bruta de capital, por lo que nuestra necesidad de financiación apenas ha alcanzado el 2 por ciento del producto interior bruto en el primer trimestre del año 2002.



Paso a referirme al sector exterior, que, como he dicho, ha tenido una aportación prácticamente nula al crecimiento en el primer trimestre, cuando había tenido una aportación intensamente negativa, del menos 0,6 por ciento, en el último
trimestre del año 2001. En los últimos meses se observa un cambio claro de tendencia en las exportaciones, cuya caída se ralentiza a un 2,2 por ciento en marzo frente al 5,3 en diciembre, y también una ralentización de la caída de las
importaciones, que pasarían de menos 4,5 en diciembre a menos 3,2 en el conjunto del primer trimestre de este año. En ese sentido, el comercio exterior de España se está comportando de forma más dinámica que el conjunto de la Unión Europea.

Nuestras exportaciones no sólo han ganado cuota a nivel mundial sino que en la Unión Europea, la OCDE, Italia y el Reino Unido nuestras ganancias de cuota han sido significativas: el 2,8 en la Unión Europea, el 5 por ciento en la OCDE, el 2,4 por
ciento en Italia y el 11 por ciento en el Reino Unido.



Dentro del sector exterior, el sector turístico manifiesta un comportamiento favorable. En el mes de mayo entraron en España 4.500.000 de turistas extranjeros, un 1 por ciento más que en el mismo período del año anterior. Hemos de ser
conscientes de que en el sector turístico estamos ya en tasas muy importantes y por tanto los crecimientos son significativos aunque sean muy moderados. Y las entradas de turistas internacionales durante los primeros cinco meses del año se han
elevado a casi 17 millones de turistas (16,73 millones), con un crecimiento positivo del 0,2 por ciento respecto a las cifras del año anterior, lo cual indicaría que la crisis turística mundial, que todavía continúa en varios mercados, no está
presente en la industria turística española, que mantiene tasas moderadas pero positivas sobre bases, vuelvo a repetir, extraordinariamente fuertes de los últimos años. Desde el punto de vista turístico, dada su importancia para la economía
española, destacaría el descenso del turismo en Baleares, que ha caído en unos 307.000 turistas en los cinco primeros meses del año, lo cual representa un 11 por ciento menos, un descenso más moderado en Canarias, de aproximadamente el 5 por ciento,
y en cambio crecimientos importantes en Andalucía (el 3,4 por ciento), Comunidad Valenciana (4,4 por ciento) y Cataluña (casi el 20 por ciento), continuando una tendencia muy importante del último año en dicha comunidad.



Desde el punto de vista de los mercados, el descenso está muy centrado en el mercado alemán, probablemente en relación con la situación económica de ese país, con una caída de casi el 10 por ciento (9,6 por ciento) en los cinco primeros
meses del año y crecimientos positivos en el Reino Unido, del 1,2 por ciento. Recuerdo a la Comisión que entre Alemania y el Reino Unido representan casi el 50 por ciento de las llegadas internacionales en este período (el 48 por ciento). Otros
destinos importantes para nosotros como Francia y los Países Bajos tienen crecimientos del 30 y del 27 por ciento en los primeros cinco meses. En sentido contrario nos encontramos, como consecuencia de los efectos del 11 de septiembre, con que
continúa una clara atonía del mercado norteamericano, que tiene hasta mayo una caída del 13,6 por ciento; pero se han ido moderando las tasas negativas de Estados Unidos, que han pasado de una caída del 15 por ciento en enero a una caída del 7 por
ciento en mayo.



Desde el punto de vista turístico, me gustaría apuntar, con el permiso del presidente de la Comisión, dos cuestiones más. Las llegadas de turistas a través de aeropuertos han registrado en este período una caída del 2 por ciento, que se ha
más que compensado por el fuerte crecimiento de las entradas por carretera, de más del 17 por ciento. Desde el punto de vista del turismo internacional, estas evoluciones afectan de manera distinta a los segmentos del sector alojativo: disminuye
casi el 3 por ciento (el 2,8 por ciento) el número de turistas extranjeros que se alojan en hoteles, pero crece el 7,5 por ciento el que utiliza otros alojamientos.
En algunos destinos, como Baleares, el número de turistas alojados en hoteles en
los cinco primeros meses del año desciende el 16 por ciento frente a un crecimiento de casi el 14 por ciento (el 13,5 por ciento) en otros alojamientos, lo cual tiene que ver sin duda con decisiones de las autoridades de la comunidad balear. Estos
datos ponen de manifiesto, en opinión del Gobierno, que en un ejercicio muy complejo del turismo mundial, muy afectado por la desaceleración pero también por la crisis del 11 de septiembre, nuestro sector mantiene una muy clara estabilidad y solidez
y tenemos unas expectativas moderadamente optimistas para la evolución del conjunto del año, vuelvo a repetir, sobre bases ya muy potentes de los años anteriores.



Desde el punto de vista de la creación de empleo, nuestra economía sigue manteniendo un crecimiento intenso en creación de empleo y el Gobierno entiende que los datos indicarían una mejora de la calidad del empleo y de la estructura del
mercado laboral. Los datos de contabilidad nacional arrojan en el primer trimestre una creación de 210.300 empleos en los últimos 12 meses (estamos por tanto en ritmos del 1,4 por ciento de aumento) y de 68.900 en el trimestre, representando esta
última cifra el mayor aumento intertrimestral que se produce en el empleo en los últimos 12 meses. Como saben SS.SS., y esto creo que es significativo tenerlo en cuenta, según los datos de la encuesta de población activa, desde 1996 la economía
española ha


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creado 3.500.000 de empleos, de los que aproximadamente la mitad corresponden a mujeres, y la tasa de desempleo se ha reducido desde el 23 por ciento en el primer trimestre de 1996 hasta el 11,47 por ciento en el primer trimestre de 2002.
En ese sentido, también los datos de cotizantes a la Seguridad Social, que han alcanzado la cifra de 16.100 cotizantes en el mes de mayo, indicaría dos cosas en opinión del Gobierno: primero, que ha sido muy positiva la creación de empleo en los
últimos cinco años, y segundo, que los datos del primer trimestre de contabilidad nacional indicarían que no hay un agotamiento del proceso de creación de empleo en la economía española, lo cual avalaría que las políticas de reforma del mercado
laboral planteadas por el Gobierno y aprobadas por esta Cámara en febrero del año 2001, más las que acaban de ser aprobadas la semana pasada, continúan contribuyendo a un dinámico mercado laboral en nuestro país en mejora del número de empleados.



En cuanto al debate sobre la calidad del empleo, subrayaré que los asalariados con contrato indefinido han aumentado desde el año 1996 en 2.659.500, es decir, un 42,7 por ciento, hasta alcanzar la cifra de 8.883.400, y que la tasa de
temporalidad se ha reducido en casi tres puntos, del 34 por ciento al 31 por ciento. Desde marzo de 2001, fecha en que entró en funcionamiento la última reforma laboral del Gobierno, se han registrado 1.242.000 contratos indefinidos, que se han
beneficiado de las medidas prevista en la misma. De ellos, 656.000 contratos son conversiones de anteriores contratos temporales. Creo que esto puede ser de interés para la Cámara: aproximadamente la mitad de los contratos indefinidos, que son
una cifra muy importante, casi 1.250.000, son conversiones de anteriores contratos temporales y 586.000 son nuevos contratos indefinidos. En cuanto a la duración de la jornada, estamos hablando de que de 1.250 000, 826.000 contratos son de tiempo
completo y 416.000 son a tiempo parcial.



También me gustaría destacar, dentro de la evolución del mercado laboral, el descenso de la tasa de paro de jóvenes en casi 18 puntos y que el porcentaje de parados de larga duración también se ha reducido en 11 puntos. La cifra de paro
registrado en el mes de mayo se ha reducido por debajo de 1.600.000 y la tasa de paro registrado en este momento en relación a la población activa se sitúa por debajo del 9 por ciento (8,76 por ciento). En ese sentido, viendo cuáles han sido las
previsiones del Gobierno en la elaboración de su política económica para el año 2002, que fueron objeto de debate en esta Comisión en varias ocasiones y en el Pleno, subrayaré que tanto desde el punto de vista del crecimiento económico como del
empleo cree el Gobierno que las previsiones planteadas en el cuadro macroeconómico se van a mantener este año. Es decir, que la economía española va a crecer en el entorno del 2,4 por ciento y además que tendremos un crecimiento claramente superior
a la media europea en el año, y eso supondría que si se mantienen nuestras previsiones -y en estos primeros cinco meses del año todo indica que va a ser así- la economía española habría superado con una relativa solidez la peor crisis internacional
de los últimos 30 años, y lo haría además en un contexto de crecimiento sostenido y estable que auguraría un crecimiento positivo, incluso más intenso, en el año 2003, que sería el séptimo año de crecimiento de la economía española.



En este análisis de previsiones, los principales organismos internacionales (Fondo Monetario, OCDE y la Comisión Europea) han revisado al alza las previsiones de crecimiento para todas las zonas, en menor medida para el conjunto de la Unión
Europea, pero también lo han hecho claramente en el caso español, en el que en este momento las organizaciones internacionales sitúan las previsiones de crecimiento para este año entre el 2,1 y el 2,3 por ciento, cifras muy próximas a las que el
Gobierno español planteó el otoño pasado. El mayor crecimiento diferencial de la economía española frente al conjunto de la zona euro produce un efecto que la Comisión valora, como es el aumento de la convergencia real, tanto desde el punto de
vista de la renta como del empleo. El Gobierno entiende que el objetivo de conseguir una superación del 90 por ciento de la renta europea en el caso español es plenamente posible en esta década, como lo es también el del pleno empleo. Hemos de
tener en cuenta que desde 1995 el producto interior bruto per cápita español ha pasado del 78 por ciento a casi el 84 por ciento el año pasado y que estaremos ya en el 84 por ciento en el año 2002. El Gobierno puede afirmar que el comportamiento de
la economía española en los últimos 6 años ha sido el habitual en las fases altas del ciclo que se había producido en otros momentos, pero ha sido positivamente diferente en fases bajas del ciclo económico mundial puesto que nuestro crecimiento en
el año 2001 no sólo no habría caído por debajo de la media europea sino que probablemente ha mantenido uno de los diferenciales más fuertes con la media europea a nuestro favor, con un diferencial de 1,2 puntos en el año 2001, que se eleva a 1,9
puntos en el primer trimestre del año 2002.



Si hacemos comparaciones con situaciones anteriores de nuestra economía, nos encontramos que en la crisis de 1992/1993 nuestra caída fue por desgracia mucho más intensa que la de la Unión Europea; perdimos en esa crisis una gran parte del
crecimiento diferencial del producto y del empleo que habíamos sido capaces de obtener en el quinquenio anterior.
Por tanto, lo novedoso de la situación que va de 1996 a 2001 es que el crecimiento diferencial respecto a Europa, y por tanto el
proceso de convergencia real, se mantiene independientemente de la fase del ciclo en la que nos encontremos.



Me gustaría hacer algunas reflexiones sobre las causas de la diferencia de comportamiento de nuestra economía entre los años 1992/1993 y 2001/2002.
Por un


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lado, la incorporación al euro es un elemento muy importante, se ha producido una eliminación de la prima de riesgo. Como saben SS. SS., ayer nuestro diferencial de deuda a 10 años con Alemania era de 16 puntos básicos, de 7 puntos básicos
con Francia y una tasa positiva a favor de España con Italia. Economías que se consideraban periféricas de la Unión Europea han tenido en los últimos años, en términos de renta y empleo, un comportamiento menos brillante que el español, como podía
ser el caso, por ejemplo, de Italia y Portugal. Por tanto, no sólo el efecto euro ha tenido beneficios para nosotros sino que han sido mucho más intensos que para otros países periféricos que, sin duda, también se han beneficiado del euro.
Independientemente de la importancia que el euro ha tenido para la economía española y que el Gobierno considera esencial (quiero recordar que fue el objetivo político de la pasada legislatura), hay otros hechos que la Comisión debe valorar, al
menos en la opinión del Gobierno; el primero es el ajuste presupuestario, que en nuestro país ha sido claramente mucho más intenso que en otros países. En el año 2001, como sabe la Comisión, alcanzamos el equilibrio presupuestario y como hoy va a
hacer público el Ministerio de Hacienda en una comparecencia parlamentaria, los datos que tenemos disponibles al mes de mayo indicarían que en el año 2002 se cumplirán los objetivos presupuestarios del Gobierno. Esos objetivos se han producido con
una importante reducción del impuesto sobre la renta de las personas físicas en el año 1999, que, sin embargo, no ha reducido nuestro ritmo de reducción del déficit público. También quisiera subrayar que ha habido elementos muy importantes de
reforma económica que han jugado un papel importante en la liberalización de sectores y en el aumento de la política de oferta en nuestro país.



En opinión del Gobierno, el efecto combinado de privatización, liberalización e introducción de nuevos competidores en sectores trascendentales de la actividad ha producido claras ganancias derivadas del proceso tecnológico que pueden
extenderse y beneficiar al conjunto de la economía a través de una mejora de la relación calidad precio de los productos ofertados y de un incremento de la inversión y del empleo que sin un proceso de privatización y liberalización, no se hubiera
producido. Las transferencias de rentas a los usuarios vía reducción de tarifas se pueden cuantificar entre los años 1998 y 2000 en cerca de 5.000 millones de euros para usuarios domésticos y unos 3.000 millones de euros para los consumidores
empresariales, lo cual vendría a ser aproximadamente una transferencia de rentas de las empresas a los consumidores equivalente a 1,3 puntos del producto interior bruto. En concreto, según nuestros datos, en telefonía fija por consumidor se ha
producido un ahorro entre 1998 y 2000 de 133 euros; en telefonía móvil, de 117 euros y en electricidad de 25 euros, lo cual llevaría a los consumidores que utilicen estos tres productos (telefonía fija, telefonía móvil y electricidad) a un ahorro
de 276 euros en el conjunto del período. Desde el punto de vista de las industrias, el ahorro por abonado en telefonía fija habría sido de 471 euros y en telefonía móvil de 438 euros, lo cual llevaría en el conjunto del período a un ahorro para la
industria de 910 euros, es decir, de unas 150.000 pesetas. Esta transferencia de renta de las empresas a los consumidores, ya sean industriales o domésticos, junto con el crecimiento del empleo, la reducción de los tipos de interés y la reducción
de impuestos, ha supuesto una evolución positiva del consumo privado, mucho menos negativa incluso en el año 2001 que la de los países de nuestro entorno. Estas transferencias de rentas a las que han coadyuvado las reformas fiscales han facilitado
una capacidad en las negociaciones salariales de moderación. En el marco de la Unión Europea y del euro, la opinión del Gobierno es que debemos facilitar cada vez más los procesos de liberalización de mercados y productos, junto con el esfuerzo en
la mejora de los mercados de factores. Entiende el Gobierno que es en interés de los españoles continuar con esfuerzos constantes -moderados pero constantes- de reforma económica, que se habrán completado antes de la finalización de este período de
sesiones por las reformas que el Gobierno ha introducido y las mejoras en la protección de desempleo, que va a facilitar y promover la incorporación de colectivos más necesitados al mercado de trabajo, que va a tener efectos positivos en la
movilidad laboral y que va a permitir una mejor relación entre la oferta y la demanda de empleo.



Quisiera pasar, señorías, al tema de la inflación. La evolución del índice de precios al consumo en los primeros cinco meses del año ha sido claramente peor de la que esperaba el Gobierno puesto que del 2,7 por ciento de inflación de
diciembre, hemos pasado a un 3,1 en el primer trimestre y a un 3,6 en los meses de abril y mayo. Hemos conocido el pasado jueves, en la fecha prevista por el Instituto Nacional de Estadística, el índice de precios al consumo de mayo, con un
crecimiento de los precios del 0,4 por ciento, que ha mantenido la tasa interanual en 3,6 y que el Gobierno ha calificado como un dato negativo. Quiero subrayar, desde el punto de vista negativo, la evolución de la inflación subyacente, que se ha
elevado dos décimas respecto al mes de abril y que ha pasado al 4,1 por ciento. ¿Cuál es el análisis del comportamiento de los diversos elementos del IPC? Pues bien, las aportaciones a este crecimiento de los precios estarían, por un lado, en el
comportamiento de los alimentos, cuyas tasas interanuales permanecen prácticamente estables, y, por otro, en una subida considerable en los precios de los servicios, que han más que compensado la evolución de los precios a la baja en la energía.



Desde el punto de vista de los alimentos, las subidas de rúbricas como la carne de ave, pescado, frutas frescas y aceite han compensado la bajada de otros alimentos


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y las tasas interanuales de alimentos tanto elaborados como no elaborados se mantienen estables. Sin embargo, en el sector de servicios vemos cómo desde hace prácticamente dos años se mantiene un incremento de la tasa de inflación, que en
el caso del mes de mayo ha sido de tres décimas, y que está muy relacionado con el apartado de ocio y cultura. La energía se ha comportado mejor que el año pasado, como corresponde a los precios internacionales, y también quiero subrayar que se ha
producido una importante alza en la rúbrica de vestido y calzado y una menor reducción que en meses anteriores en el sector de telecomunicaciones.



Hasta mayo los precios han subido en España 2,5 puntos y la principal aportación la ha realizado, por un lado, el transporte personal, en el que tienen especial peso las gasolinas, con una repercusión de casi cuatro décimas, de las cuales
hay una parte que está relacionada con los acuerdos de financiación de la sanidad y autonómicos en el mes de diciembre. Dentro de estos 2,5 puntos de estos cinco meses, turismo y hostelería han aportado cinco décimas; algunos productos
alimenticios, como legumbres y hortalizas frescas han tenido una aportación de una décima y media. Estos serían los dos productos que más han aportado en la rúbrica de alimentos no elaborados. El tabaco ha tenido una aportación de 1,3 décimas,
también muy relacionada con el aumento de impuestos. Como el Gobierno anunció, los acuerdos de financiación autonómica, que tienen sin duda otras repercusiones positivas, desde el punto de vista de los precios han tenido, como ya dijimos al
principio de año, una influencia de cinco décimas en nuestro índico de precios al consumo. Sin embargo, como he dicho, son los servicios, junto con algunas rúbricas de alimentos que he mencionado no elaborados y elaborados en el caso del aceite, lo
que explica el crecimiento de los precios. Estamos -y el Gobierno no quiere dejar de subrayarlo- ante una fuerte subida de los precios en los primeros cinco meses del año, relacionada, sobre todo la primera parte aunque ahora está en un proceso de
moderación, con las gasolinas, que también tienen un componente impositivo; algunos servicios, como es en especial los turísticos y médicos; alimentos no elaborados, como ya he mencionado frutas y verduras, y alimentos elaborados, como el tabaco,
cuya explicación está prácticamente relacionada con la tributación, y el aceite. A lo que hay que añadir algunas evoluciones muy fuertes de precios en vestido y calzado. Como ha puesto de relieve el secretario de Estado de Economía, la evolución
del índice de precios al consumo es en este momento el elemento de mayor análisis del Gobierno. Desde el punto de vista de las políticas del Gobierno, me gustaría subrayar primero el contexto europeo.



El Banco Central Europeo acaba de revisar al alza sus previsiones inflacionistas para el conjunto de la zona euro, que ha situado entre el 2,1 y el 2,5 frente a la anterior previsión realizada en diciembre que estableció una horquilla entre
el 1,1 y el 2,2. El Banco Central indica que es particularmente importante que la política monetaria permanezca vigilante respecto a los factores claves que determinan los precios. En la evolución de los precios incide una serie de elementos. Por
un lado, un crecimiento de la demanda más intenso que el de la oferta. En el caso español la demanda crece deprisa en varios factores. Por un lado, las condiciones monetarias. Como he tenido ocasión de mencionar varias veces en la Cámara, aparte
de las consecuencias positivas para consumidores y empresas, desde el punto de vista del precio del dinero, las condiciones monetarias en España son claramente mucho más laxas y relajadas que en la media de la Unión Europea. Se ha producido una
reducción de la prima de riesgo que ha supuesto para la economía española nuestra entrada en el euro, acompañada de una muy intensa reducción de tipos de interés. Esta reducción de tipos de interés ha supuesto desde el año 1999 un mayor crecimiento
del crédito en España, que crece aproximadamente el doble de la media de la zona euro y que ha tenido efectos sobre varias rúbricas de precios, principalmente en el caso de vivienda. Desde el punto de vista monetario -y quiero subrayar que una gran
parte de la explicación de la inflación tiene que ver con los agregados monetarios-, los activos líquidos crecieron en marzo al 10 por ciento en España y en abril al 8,2, mientras que el M 3 en la zona euro -que es la variable más comparable a estos
activos líquidos- está creciendo en el entorno del 7,5 en ambos meses. En enero, ambas magnitudes crecían al 8 por ciento, tanto en España como en la zona euro. Como tuve ocasión de decir entonces, estábamos en un proceso de convergencia de los
agregados monetarios con la zona euro que ha cambiado desde el punto de vista expansivo en España en los últimos meses y mientras que en la zona euro se ha producido una reducción de los agregados monetarios, en España ha habido un incremento.
Eso
indicaría una mayor actividad económica en nuestro país, pero también, como es natural, mayores tensiones inflacionistas.



Dentro de la política financiera, la actividad crediticia en España en el mes de abril creció por encima del 14 por ciento respecto al mismo período del año 2001. Quiero recordar a SS.SS. que tanto el 2001 como el 2000 como el 1999 fueron
años de intensos crecimientos en la actividad crediticia. Eso se compara con un crecimiento de la actividad crediticia en la zona euro del 5,6. En España estaría creciendo la actividad crediticia por encima del 14 por ciento, mientras que en
Europa estaría haciéndolo por debajo del 6 por ciento.



Una cuestión que también puede influir en el repunte de los precios en nuestro país -ha sido discutido no sólo en España, sino también en otros países- es la introducción del euro. Me gustaría hacer alguna mención sobre ello. Según el
eurobarómetro de primavera, que se obtiene encuestando a más de 12.000 habitantes de los 12 países de la zona euro, el 68,5 por ciento de los encuestados manifestó que tenía la sensación personal


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de que los precios habían sido generalmente redondeados al alza en todos los sectores. En el caso de España estaríamos hablando de una impresión que se elevaría al 80 por ciento. Además, el 15 por ciento de los encuestados en Europa y el
8,3 en España -en este caso, significativamente menos- considera que los precios han subido en algunos sectores.



Como sabe muy bien la Cámara, el estudio elaborado por Eurostat a finales de febrero indica -y esto ha sido ratificado por el Banco Central Europeo en la reunión de principios del mes de junio, a la que tuve el honor de asistir- que el
impacto de la introducción del euro en el índice de precios al consumo ha sido limitado y se mueve entre el cero y el 0,16 por ciento. En nuestro país, la Sociedad Estatal de Transición al Euro llevó a cabo una investigación sobre la evolución del
grado de adaptación del euro alcanzado por el público en general y el comercio y la hostelería en particular; hicimos una investigación entre diciembre de 2001 y marzo de 2002 que se centró en los siguientes ámbitos: variación de los precios,
aplicación correcta de la conversión y porcentaje de productos que tenían doble etiquetado. Durante las 13 semanas, el número de referencias auditadas fue de 7.562 todas las semanas entre productos de gran consumo. Entre diciembre y marzo, los
resultados indican que la mayoría de los productos tenían doble etiquetado: el 75 por ciento en diciembre y el 89 por ciento en marzo; el índice de errores en la conversión a finales de diciembre era del 6,6, al final del período del 3,9 y el
porcentaje de productos que sólo tenían etiquetas en pesetas o sólo etiquetas en euros descendió del 25 por ciento en diciembre al 11 por ciento a finales de marzo. Respecto a variaciones de precios, según ese mismo análisis, se observó que a lo
largo del período la variación de precios acumulada ha sido de casi un 1 por ciento y que este incremento no se distribuye en absoluto por igual entre las 13 semanas estudiadas, siendo especialmente destacados los incrementos producidos al
principio, en la primera semana de enero. Para intentar una aproximación al efecto euro en los precios, se analizaron las subidas de precios en los meses de enero de 1998, 1999, 2000 y 2001 y se llegó a la conclusión de que en el 2001 la subida
fuera aproximadamente 25 centésimas menos que el incremento obtenido por la investigación en el 2002. Así pues, esas 25 centésimas serían las que en ese período estarían relacionadas con el efecto euro. Del estudio se desprende que durante el
período de transición al euro, es decir, hasta marzo, el doble etiquetado, el impacto de la introducción de la nueva moneda, fue poco significativo, si bien en los sectores que no utilizaron el doble etiquetado, como es el caso del sector de
hostelería y restauración, se produjeron variaciones más significativas. Una vez finalizado el período del doble etiquetado, pueden haberse producido otras soluciones más intensas de precios y es nuestra intención hacer públicos los análisis de las
7.500 y pico referencias desde principios de abril hasta finales de mayo.



En cuanto a la evolución del IPC en los próximos meses, entendemos que hay elementos positivos que van a actuar a nuestro favor, como es la evolución de la moneda europea frente al dólar y por lo tanto la incidencia sobre el coste de las
materias primas, ya que estamos asistiendo a una clara recuperación del precio del euro respecto al dólar, que ha aumentado, como todos sabemos, desde principios de año. Si comparamos la depreciación entre el 20 de septiembre y el 31 de enero entre
el euro y el dólar, de 7,4, encontramos por otro lado una apreciación en los cuatro meses y medio últimos del 9 por ciento, moviéndose ya en suelos entre 0,94 y 0,95 euros por dólar.



Existe, además de un componente monetario y de los efectos de la introducción del euro en la evolución de los precios en nuestro país, un componente de demanda que me gustaría también subrayar. La fuerte reducción de la tasa de ahorro de
las familias, relacionada sin duda con una mayor confianza de los consumidores y de los empleados, la reducción de los tipos de interés y el aumento del endeudamiento indicarían una mayor propensión al consumo y a la inversión, por ejemplo en
vivienda, y por lo tanto un mayor endeudamiento, que tendría que ver con un cambio de apreciación de los niveles de riesgo respecto al empleo por parte de los españoles. El nivel de endeudamiento de las familias españolas, como ha puesto de relieve
recientemente el Banco de España, está acercándose ya a la media europea y eso también indicaría un cambio de apreciación de los riesgos familiares de los ciudadanos. Asimismo se ha producido un importante incremento de la renta disponible en
nuestro país como consecuencia del aumento del empleo y de las reducciones de impuestos.



Además de las condiciones monetarias, el Gobierno entiende que existe una clara relación entre el crecimiento económico y el índice de precios al consumo. No es casualidad que los países con más baja inflación de la zona euro, Alemania y
Francia, también presenten importantes diferenciales de crecimiento respecto a otros países, como es el caso de España. Así, mientras entre 1997 y el 2002 la economía española creció una media del 3,8, en Francia lo hizo un punto menos y en
Alemania dos puntos menos. Por el contrario, los países de la OCDE, que han tenido crecimientos similares a los españoles entre el 1997 y el 2000, como es el caso de Estados Unidos, han tenido inflaciones medias parecidas a las nuestras. La
relación entre crecimiento e inflación es todavía más estrecha si vemos la relación entre demanda interna e inflación. Mientras en España la demanda interna crecía una media del 4,3 por ciento entre 1997 y el 2002, cifras muy similares a las del
Reino Unido y Estados Unidos, la demanda interna sólo creció un 2,4 por ciento en la zona euro, un 2,7 por ciento en Francia y un 1,2 por ciento en Alemania. Estos datos indican claramente que el nivel de demanda


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interna está ligado al crecimiento económico y también que ambas variables influyen en las medias de inflación. El objetivo del Gobierno, como hemos puesto de relieve en varias ocasiones, desde el punto de vista de la competitividad de la
economía española, debe ser mantener tasas de crecimiento superiores a la media europea que no lleven al diferencial de precios a estar más de un punto por encima de la media europea, situación en la que no nos encontramos en este momento. Hay que
recordar que los precios, medidos a través del IPC armonizado, mantienen en España un diferencial en torno a un punto con la Unión Europea en los últimos cuatro años, con momentos claramente por debajo, como han podido ser los últimos meses, hasta
abril, y con momentos por encima que el Gobierno no considera positivos, como han sido los meses de abril y mayo. Incluso en la segunda mitad del año pasado y en los tres primeros meses de este año, nos hemos encontrado con crecimientos del IPC
armonizado por debajo del punto.



¿Cuáles son las políticas que puede llevar a cabo un gobierno en una zona monetaria integrada respecto a la evolución de la inflación? Sin duda, la más importante es la política presupuestaria. Quiero subrayar, una vez más, la coherencia
de la política presupuestaria española en un proceso más intenso de consolidación fiscal que el de nuestros competidores, que ha permitido el equilibrio presupuestario, la eliminación del déficit público en nuestro país en el año 2001, desde un
nivel de un déficit público del 6,6 por ciento del PIB en el año 1995. Este saneamiento presupuestario se ha llevado a cabo con una política fiscal que ha aumentado claramente su margen de capacidad de actuación, y la estabilidad presupuestaria,
que ha sido garantizada en nuestro país por una ley aprobada por esta Cámara en esta misma legislatura. Ello permite seguir concentrando los esfuerzos de las políticas presupuestarias en España en una política antiinflacionista que compense
nuestros diferenciales de inflación y de demanda interna y las presiones de los mismos sobre los precios. Quiero subrayar que hemos mantenido esta política presupuestaria manteniendo al mismo tiempo un volumen de inversión pública sensiblemente por
encima de la media de la Unión Europea y, por otra parte, que la mejor garantía para nuestra estabilidad, nuestro sistema de Seguridad Social, tanto desde el punto de vista de los presentes como de los futuros beneficiarios, se deriva claramente del
esfuerzo de creación de un fondo de reserva equivalente a un 1 por ciento del producto interior bruto, es decir, 6.000 millones de euros, que será alcanzado este año, el 2002, adelantando dos años la consecución de ese objetivo, que inicialmente
habíamos fijado para el 2004.



Respecto a las políticas de evolución del gasto, que nos han permitido llegar al equilibrio presupuestario, han coincidido -vuelvo a repetir- con reformas estructurales importantes, como la reforma del impuesto sobre la renta de las personas
físicas y la nueva reforma que hemos planteado para el año 2003, que ya está en la Cámara y que va a suponer un ahorro de 3.600 millones de euros para el conjunto de los ciudadanos.
Con esta segunda reforma del IRPF que ha acometido el Gobierno del
Partido Popular, esto supondría una bajada de más del 20 por ciento en el impuesto sobre la renta desde el año 1996. La reforma contribuirá, en opinión del Gobierno, a un crecimiento económico en más de medio punto del producto interior bruto y
tendrá una repercusión en creación de empleo en el entorno de los 65.000 empleos. Quiero subrayar una vez más que la reducción del déficit público es una condición indispensable para la evolución a la baja de los impuestos, que tiene claramente
consecuencias muy positivas en la iniciativa privada y en la creación de empleo.



Desde el punto de vista de la competitividad, cuestión que la Cámara me ha planteado en varias ocasiones, cuál es la relación de la competitividad con el diferencial de precios al consumo, quisiera hacer alguna referencia a este tema. Desde
el punto de vista de cuotas de mercado, como una medida objetiva de las tasas de penetración de los bienes y servicios de un país o de una empresa en otros mercados, me gustaría comentar ante la Cámara algunos datos. La cuota española de mercado en
el período 1993-2001 ha crecido a un ritmo medio del 1 por ciento anual, mientras que la de nuestros principales competidores, países muy importantes en términos exportadores, como Francia, el Reino Unido, Italia, Estados Unidos y Alemania, se ha
reducido en un 0,7 por ciento anual-medio en el caso de Estados Unidos y en casi el 2 por ciento anual-medio en el de Italia. Si hacemos un análisis de menos tiempo, desde 1996, se observa que mientras España ha mantenido su cuota de mercado a
nivel mundial, países como Alemania, Francia, Reino Unido e Italia han perdido; en el caso de Alemania, un 8,9 por ciento; en el caso de Francia, un 8,8 por ciento; en el caso del Reino Unido, un 8,3 por ciento y en el caso de Italia, un 17 por
ciento.



Otro indicador relevante es la participación de las exportaciones de un país sobre la importación total de cada país. En el año 2001 ha mejorado el peso de nuestras exportaciones, no sólo a nivel mundial sino también dentro de la Unión
Europea y de la OCDE. Dentro de la Unión Europea destaca la mejora del peso de las exportaciones españolas en países importantes para nosotros, como es el caso de Francia, Italia y el Reino Unido, pero no en el caso alemán. Desde el año 1993,
España ha ganado cuota de mercado, especialmente en la Unión Europea, al que va más del 70 por ciento de nuestras exportaciones. Esa ganancia de cuota de mercado desde 1993 estaría en el entorno del 23 por ciento y en el conjunto de la OCDE,
habríamos ganado cuota de mercado por encima del 16 por ciento. Las exportaciones españolas han crecido, de media, en el período 1993-2001, cuatro puntos por encima del crecimiento


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del comercio mundial, frente al diferencial medio negativo obtenido en el mismo período por nuestros principales competidores. En el año 2001, en concreto, el diferencial se situó en tres puntos y sólo fue superado por Alemania. Por
sectores, España ha ganado cuota de mercado en prácticamente todos los sectores, además de zonas geográficas y mercados, como he mencionado, si exceptuamos los sectores de cuero y sus manufacturas, bisutería y material de transportes.



En cuanto a la evolución del IPC respecto al poder adquisitivo, tema que también preocupa a la Cámara, me gustaría hacer algunas referencias. Los datos disponibles sobre la evolución salarial en los últimos años, de acuerdo con las cifras
de contabilidad nacional, apuntan a que se ha producido una ganancia neta en términos reales como consecuencia de que el incremento de los salarios ha sido igual o superior a la inflación real. En el año 2001, la remuneración por asalariado se
incrementó en un 4,3, muy por encima del 2,7 del índice de precios al consumo. En el caso de los empleados públicos, que dependen de la decisión del Parlamento y que suponen un colectivo de más de dos millones de personas en el conjunto de las
administraciones públicas, tampoco han perdido poder adquisitivo. En el año 2000, el incremento del salario medio casi llegó al 5 por ciento y en el año 2001 se situó por encima del 3 por ciento, en ambos casos claramente por encima de la evolución
de precios al consumo.
A esto hay que sumar las bajadas de impuestos y las reducciones de tipos de interés que ya conocen SS.SS., por lo que no voy a entrar ahora en detalle sobre las mismas.



Sí quisiera, brevemente -no quisiera extenderme más, señor presidente-, hacer algunas referencias a los mercados financieros, que están teniendo una evolución extraordinariamente negativa en las últimas semanas -aunque ha habido una
recuperación ayer-, que indicarían una apreciación del riesgo y de las incertidumbres muy intensa que no se corresponde con los datos reales de las principales economías de la OCDE, pero que indudablemente tienen su importancia desde el punto de
vista de la percepción de los ciudadanos. Como SS.SS. conocen, en el Congreso y en el Senado se está debatiendo la ley de medidas de reforma del sistema financiero. Desde el punto de vista de medidas internacionales europeas, quiero subrayar la
aprobación del Parlamento Europeo y del Consejo de la aplicación de normas internacionales de contabilidad, además de las decisiones de los países europeos de presentar a la cumbre de Sevilla unas reglas de buen gobierno de las empresas, que se
debatirán y que después tendrán un informe definitivo durante la presidencia danesa.



Respecto a España, quisiera subrayar que, anticipándose a la aprobación de ese reglamento de normas internacionales de contabilidad, el Gobierno creó una comisión de expertos pertenecientes a los sectores implicados para elaborar un
documento de carácter técnico, que sería un libro blanco de la contabilidad española en el que se recogerían los criterios que deben inspirar la reforma de nuestro sistema contable para homogeneizarlo al conjunto de las normas internacionales de
contabilidad. Dicho documento, que representa el resultado de más de un año de trabajo, va a ser tomado como base, por parte del Gobierno, para promover las reformas necesarias que respondan a la creciente internacionalización de las empresas
españolas, que faciliten a las pequeñas y medianas empresas un modelo contable apropiado a sus necesidades de información y a sus capacidades de cumplimiento, y que tengan como objetivos una más transparente y eficiente información económica y
financiera, que las empresas deben transmitir a los mercados y que se han convertido, sin duda, en cuestiones de interés para todos los ciudadanos presentes en los mercados de capitales. Es indudable que debemos tener unas normas internas de
contabilidad que nos permitan competir en igualdad de condiciones, pero también que garanticen la mayor transparencia y defensa del pequeño inversor. El Gobierno (que ya ha anunciado que cumplirá el mandato de esta Cámara de nombrar una nueva
Comisión Olivencia para analizar el buen gobierno de las empresas) entiende que algunas de las decisiones que se han producido en los mercados de capitales en las últimas semanas han producido un debate sobre la protección de los pequeños
inversores, y me gustaría hacer algunas consideraciones.



En primer lugar, desde el punto de vista del régimen jurídico de las OPA y la protección que la misma otorga a los pequeños inversores, independientemente de las reflexiones que hagan los grupos parlamentarios, me gustaría subrayar dos
cuestiones. Hay dos sistemas de OPA en los países de nuestro entorno: aquellos en los que no existe obligación de formular una OPA, como es el caso de Alemania y Estados Unidos, y otros en los que la OPA es el mecanismo obligatorio para adquirir
el control de una sociedad, como es el caso de España, Francia, Bélgica, Italia o el Reino Unido. Las reglas establecidas en la legislación española respecto a las OPA son más estrictas que las de la media de otros países porque exigen porcentajes
menores de capital para la obligación de tener que lanzar una OPA, que en el caso español es del 25 por ciento, frente a niveles del 30 y el 33 por ciento en otros países. Hay que tener en cuenta que la evolución de los mercados y la presencia de
familias en el mercado de capitales es cada vez más intensa.
Hemos de ser conscientes de que en el año 1994 el valor de las acciones en manos de las familias estaba en el entorno de los 98.000 millones de euros y representaba aproximadamente un
17,5 por ciento de los activos totales, frente a un 40 por ciento que estaban en depósitos de ahorro y a plazo. Si comparamos esas cifras del año 1994 con las de finales del segundo trimestre de 2001, nos encontramos con que las tenencias de
acciones de las economías domésticas en España


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están en los 353.000 millones de euros, frente a los 98.000 millones de euros del año 1994, y eso supone ya casi el 31 por ciento de los activos financieros, que sin embargo han reducido considerablemente su peso en el caso de los depósitos
de ahorro y de plazo. Estoy convencido de que los grupos parlamentarios son conscientes de la repercusión que este tema tiene no sólo en los mercados de capitales, sino en el interés de los ciudadanos.



Quisiera hacer algunas reflexiones que el Gobierno está analizando en este momento, independientemente de que los grupos parlamentarios, como es natural, lleven a cabo las iniciativas que les parezcan convenientes. Por un lado, la
definición de control efectivo de una sociedad cotizada, si hemos de modificar los porcentajes de capital a partir del cual debe formularse una OPA, el precio de la oferta y otros índices objetivos que permitan apreciar la existencia de control,
independientemente de los porcentajes de acciones involucrados. Quiero subrayar que en estos momentos la Comisión Nacional del Mercado de Valores está analizando cuestiones que nos parecen significativas para el buen gobierno de las empresas, como
son las calidades de la capacidad de los minoritarios en ejercer sus derechos, el procedimiento de delegación de voto y a quién va dirigida esa delegación de voto. Estas reflexiones por parte del regulador, junto con las que acabo de hacer del
Gobierno sobre cómo definir el control efectivo de una sociedad, además de en porcentajes de acciones, como las que puedan llevar a cabo los grupos parlamentarios, pueden responder a una modernización de nuestro sistema de seguridad mercantil que
puede coincidir en el tiempo, pero que puede ser incluso más rápida que la que se produzca en el conjunto de la Unión Europea.



Señor presidente, con esto he hecho referencia a la situación económica nacional e internacional, a algunas preocupaciones inmediatas relacionadas con los mercados financieros y al nombramiento de los vocales de la Comisión Nacional de la
Energía respondiendo al orden del día previsto. Pido excusas a la Comisión por la extensión de mi intervención.



El señor PRESIDENTE: Iniciamos el turno de portavoces. En primer lugar tiene la palabra el portavoz del Grupo Socialista, señor Sevilla.



El señor SEVILLA SEGURA: Muchas gracias, señor Rato, por su comparecencia y por su explicación. Por si acaso fuera esta su última comparecencia en esta Comisión, le deseo suerte en lo personal. (Rumores.) No me diga que no sabe que hoy
las quinielas sobre el cambio de Gobierno le sitúan a usted fuera del mismo. No comparto ese criterio. No creo que le hagan ese favor. Creo que lo merecería, pero no por soberbio, como dijo el señor Suárez, sino porque ha sido un mal ministro de
Economía, por intervencionista a favor de las grandes empresas presididas por sus amigos, por mal gestor en asuntos clave como la inflación y el I+D, por aplicar políticas económicas equivocadas, por no saber aprovechar la fase alcista del ciclo y
por no saber abordar la fase de desaceleración en la que vivimos. Usted ha estado mucho más pendiente del pasado que del futuro de este país. No ha entendido los cambios que se han producido, no ha sido capaz de percibir las nuevas demandas
económicas y sociales de este país y, por tanto, no ha apoyado las líneas de futuro que pasan por la competitividad, por la productividad, por la reducción de las desigualdades. Está yendo por detrás de los acontecimientos cuando decide ir y no
cuando decide quedarse quieto.



Le agradezco que en esta comparecencia, por fin, haya reconocido que ha habido otras fases alcistas de la economía española, otros ciclos también importantes en crecimiento y en creación de empleo, y que diga por lo menos que el
comportamiento de la economía española en esta fase en relación con esas otras anteriores ha sido similar. Yo creo que no ha sido tan similar. Ha sido similar en cuanto a nivel de crecimiento del PIB. En todos los casos nos hemos situado por
encima del crecimiento de la Unión Europea, pero entre 1986 y 1990 nuestra aproximación en renta per cápita a la media de la Unión Europea fue superior a cinco puntos porcentuales mientras que no ha llegado a cinco en esta última fase alcista. Por
ejemplo, en la anterior fase, de 1986 a 1990, la participación de la inversión de la formación bruta de capital fijo en el PIB creció cinco puntos porcentuales y en esta fase alcista ha crecido un punto porcentual, y sobre todo en la anterior fase
alcista se repartieron mejor esos crecimientos y las prestaciones sociales subieron más de dos puntos porcentuales en relación con el PIB, mientras que en esta fase alcista entre 1996 y el 2000 han bajado tres puntos porcentuales, y eso a pesar de
que ha subido la presión fiscal. Luego el crecimiento no fue similar, hubo más avances en las anteriores fases del ciclo expansivo entre 1986 y 1990 y, además, ese crecimiento se repartió mejor de lo que se ha repartido en esta fase alcista. Por
tanto, han desaprovechado en buena medida lo que han sido años buenos de la economía española. Y la han desaprovechado porque a partir de 1997 en que se cumplen las condiciones de Maastricht, nosotros y todos menos Grecia, tienen equivocadas las
prioridades de política económica. En una zona monetaria única, el objetivo debería ser diferencial cero de inflación y saber aprovechar las ventajas que tiene el euro, que entre otras significa que nos financiamos al mismo tipo de interés de
Alemania, más o menos, y las ventajas que ofrecía el Pacto de Estabilidad concebido precisamente para que los países más atrasados de la Unión Europea pudieran hacer uso de sus presupuestos para hacer el esfuerzo adicional en inversiones en
tecnología, en productividad, en capital humano, en capital físico y en bienestar social para que se produjera la


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convergencia real con la media de la Unión Europea. En cambio sus prioridades han sido las contrarias: déficit cero a toda costa, aunque ese a toda costa sea investigadores que no cobran sus salarios o cifras de investigación y desarrollo
bastante por debajo de la media de la Unión Europea o infraestructuras que se anuncian en presupuestos tras presupuestos pero que nadie observa que se hayan puesto en práctica o políticas muy restrictivas en aspectos esenciales como la formación del
capital humano. Sin embargo, en inflación lo que salga. El mes que sale bien, pues bien y el mes que sale mal, pues mal. Qué le vamos a hacer. Y así se va generando un diferencial de inflación que, año tras año, de manera acumulada va haciendo
que la competitividad de la economía española vaya perdiendo, y eso se refleja también en los datos del sector exterior. Por cierto, no los que se ha visto obligado a estimar el INE, sino los que salen luego cuando ustedes hacen público los datos
de comercio exterior, que nadie entiende por qué los sacan con tanto retraso. Esas prioridades equivocadas en la política económica las estamos pagando.



Hemos tocado fondo en la desaceleración, pero eso no garantiza que después de tocar fondo uno suba. Se puede estar andando por el fondo durante algún tiempo. Como ciudadano de este país me encanta que las cosas vayan bien para el resto de
los españoles y además soy de los que cree que cuando la economía va bien la gente está más predispuesta al cambio, incluido el cambio político. Por tanto, no tengo ningún interés ni personal ni político en que las cosas vayan mal, pero ojo con
transmitir un excesivo optimismo respecto a lo que va a ocurrir en los próximos meses, aun aceptando -insisto- que posiblemente hayamos tocado fondo. No obstante, ¿cómo vamos a abordar cuando venga la nueva fase alcista? Estamos esperando la
recuperación de Estados Unidos, estamos esperando la recuperación de Europa. Cuando nos toca actuar siempre estamos esperando.
Este Gobierno ya nos está acostumbrando a que nos tiren de fuera para que haya crecimiento. La vamos a afrontar con una
inflación (por lo menos ha dicho aquí hoy que le preocupa; me gustaría que esa preocupación se tradujera en actuaciones) con una inflación que supera al crecimiento del PIB. Es decir, los precios en España hoy suben más que la producción, y es una
situación muy preocupante. Y no ya sólo el IPC normal, el 3,6, sino la subyacente, la inflación sin excusas, la que no depende de fluctuaciones erráticas de precios erráticos, que está en el 4,1 casi duplicando el crecimiento de la producción.



Ha introducido hoy un elemento nuevo, casi de soslayo -siempre hay un responsable ajeno al Gobierno para todas las cosas que no tienen más remedio que reconocer que no van bien-, que reconozco que no lo había oído, y es que poco menos que el
responsable de la inflación es el modelo de financiación autonómica. No. Los únicos que han puesto en marcha el nuevo impuesto de hidrocarburos son ustedes; ninguna comunidad autónoma lo ha puesto en marcha todavía. Por tanto, no es el modelo de
financiación autonómica, sino la subida de impuestos que han decidido aplicar en los presupuestos de este año, a pesar de la desaceleración de la economía. Casualmente es el único año en que no hay elecciones y las rebajas se prometen para el año
que viene, vaya como vaya la economía, cuando casualmente también habrá elecciones municipales y autonómicas. Es decir, ustedes priorizan el ciclo político sobre el ciclo económico; dicho de otra manera, sus intereses partidistas sobre los
intereses generales del país.



Nos pilla con una productividad baja. Es llamativo el clamoroso silencio que usted ha mantenido sobre un asunto clave que le vengo trayendo a esta Comisión en todo lo que llevamos de legislatura, que ha sido señalado con preocupación por la
Unión Europea y también en el último informe del Banco de España: nuestra economía tiene un crecimiento muy bajo de la productividad. Ya sé que hay problemas de medición, como en otros países, pero ya que usted ha introducido las comparaciones con
ciclos anteriores, entre 1986 y 1990 se creó empleo y la productividad subió más de lo que está subiendo ahora. Y si la productividad es, como parece, el termómetro de cómo se está incorporando y adaptando una economía y una sociedad a las nuevas
tecnologías, a la revolución del conocimiento, tendremos que concluir que el hecho de que la productividad de la economía española y sus crecimientos sean tan bajos no sólo puede poner en riesgo la calidad de nuestro crecimiento futuro, sino que es
la mejor prueba de cómo ustedes no han hecho los deberes en asuntos claves vinculados a las nuevas tecnologías, a la investigación y al desarrollo, a todo lo que significa el desafío de la sociedad del conocimiento que está marcando ya, no digo para
el futuro, la posición competitiva de los distintos países. Nos pillará la recuperación con una capitalización de la economía española, medida como la participación de la formación bruta del capital fijo con relación al PIB, más o menos, décima
arriba, décima abajo, igual que en el año 1990 -en diez años no hemos mejorado-, con un stock de capital público que claramente ha empeorado, con un mercado laboral con unos niveles de precariedad, de temporalidad y de abaratamiento de los costes
mediante la proliferación de contratos con salarios muy bajos que dificultan incluso a las empresas que tengan incentivos a destinar recursos a la formación de sus trabajadores. Nos va a encontrar con unos monopolios públicos que se han convertido
en oligopolios privados. Usted no cree en la competencia (lo ha dejado bastante claro no sólo con sus actuaciones sino con algunas declaraciones en esta Comisión) y de esa falta de convencimiento en la competencia vamos a resentirnos mucho durante
los próximos años. Nos va a encontrar como uno los países europeos más atrasados en todo lo relacionado con la sociedad del conocimiento. Son vergonzosos los datos


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que se publican periódicamente sobre la incapacidad de gestión de este Gobierno en asuntos claves vinculados con las nuevas tecnologías, con la formación, con la sociedad del conocimiento, y nos va pillar con una sociedad más dualizada en la
cual se han repartido de manera más injusta los frutos del crecimiento, dicho de manera más sencilla, con unos ricos más ricos y unos pobres más pobres. Ese es el balance de su gestión, ese es el estado de situación con el que nos vamos a encontrar
en los próximos meses cuando venga la recuperación internacional en ayuda nuestra, ya que por parte del Gobierno poca ayuda podemos pedir.



Usted ha hecho una mención al conjunto de transferencias de rentas que se han producido a las familias desde distintas empresas. Por cierto, le pido formalmente que ese estudio lo entregue a esta Cámara porque, si no, va a pasar como con
los análisis que ustedes hacen de los efectos del IRPF, y es que como no dan los datos nos encontramos con propaganda que tiene la credibilidad que tenga el que la emite, nada más. Además, es cuanto menos llamativo que esa transferencia de rentas a
las familias no aparezca ni en un crecimiento del consumo privado ni en un crecimiento del ahorro privado. El consumo privado ha ido bajando, el ahorro ha ido bajando, el nivel de endeudamiento de las familias ha ido creciendo (eso llama la
atención), ¿dónde han ido a parar esas transferencias de rentas, si es que se han producido? Le ruego, por tanto, que nos haga llegar el informe que le ha permitido hacer, sabiendo que no había posibilidad de contrastación, el cálculo de esas
transferencias a las familias. Le pediría que incluyera también el análisis de cuál ha sido la transferencia a las empresas, bien en forma directa (y no quiero hablar de los costes de transición a la competencia), bien en forma normativa,
respetando disposiciones que siguen concediendo importantes zonas de monopolio a empresas destacadas de este país.



Creo que nos estamos jugando el modelo de competitividad de la economía española y cuál es y cuál va a ser la posición de España en el mundo globalizado. Hay dos grandes posibilidades que quizás coexistan durante mucho tiempo en el país,
pero es importante saber si el Gobierno favorece una u otra. Está la posibilidad de competir en productividad, en calidad y en I+D, y eso exige unos mercados laborales estables, con elevadísima tasa de contratación indefinida y con unos buenos
mecanismos de protección social y de formación. Ese es un modelo y hay empresas en este país que lo tienen. Hay otro modelo que es empeñarse en seguir compitiendo en precio, y ese modelo requiere mercados laborales precarios y salarios bajos.
Insisto en que es muy posible que ambos modelos coexistan en el país durante bastante tiempo, pero lo importante es ver cuál de los dos modelos apoya el Gobierno con visión de futuro para el país. Yo creo que pocos españoles tienen dudas de que
ustedes están apoyando el segundo modelo, el modelo de que España compita en los mercados globalizados en base a precios bajos, salarios bajos y precariedad laboral, porque si no no se entiende que no estén haciendo nada en relación con la
productividad, en investigación y desarrollo y en formación, y sí estén adoptando de manera muy activa, desde hace algunos meses, medidas que van a debilitar la posición negociadora de los trabajadores, dando mayores instrumentos y ventajas a los
empresarios que quieran optar por el modelo de precio bajo, salario bajo, mercado laboral precario. Esa es la apuesta que ustedes han hecho y creo que es una apuesta equivocada para el futuro de este país y que no fue la que se hizo en la anterior
fase expansiva del ciclo, como he tenido ocasión de mencionar.



Sin duda a todos nos preocupa conseguir los objetivos que se establecieron en Lisboa y se ratificaron en la cumbre de Barcelona en torno al empleo.
Según algunos datos que recuerdo en Lisboa se fijó el objetivo del 70 por ciento de tasa de
empleo y España está hoy en el 56, y del 60 por ciento para mujeres donde hoy estamos en el 41. Eso quiere decir, haciendo un cálculo relativamente simple, que para cumplir los objetivos de Lisboa de aquí al 2010, incluso aceptando la relación
entre tasa de crecimiento del producto y tasa de crecimiento del empleo que se ha dado en estos últimos años y que es distinta de otros períodos, quiere decir que de aquí a 2010 España necesitaría crear 3.600.000 puestos de trabajo netos, de los
cuales más de 2.500.000 para mujeres. Si fiáramos esa creación de empleo al crecimiento económico sólo, tendría que crecer todos y cada uno de los años de aquí a 2010 por encima del cuatro por ciento, lo cual, desgraciadamente, ni los funcionarios
más optimistas de su ministerio ni los militantes más optimistas de su partido pueden proponer como creíble.
Por tanto, algo más habrá que hacer si queremos cumplir ese objetivo.



Cuando uno repasa la situación de nuestro mercado laboral (y le estoy hablando en términos cuantitativos, incluso dejando al margen el grave problema de la calidad del trabajo que se está creando) de nuestras instituciones laborales, de la
política laboral del Gobierno, se encuentra con un INEM que ha sido parcialmente transferido a las comunidades autónomas y que en este momento está ausente de cualquier modelo nacional de servicio de empleo, que es una de las carencias que
reiteradamente se ha ido señalando desde la Unión Europea y desde organismos como la OCDE; un INEM que no sólo no es capaz de mediar en más de un 17 por ciento del total de las contrataciones, sino que tiene serias dificultades para, por ejemplo,
que un parado de León que vaya a la oficina del INEM a preguntar cuáles son las ofertas de trabajo que hay en provincias como Castellón se las den, porque los sistemas informáticos no están conectados y no siempre esa información se le puede hacer
llegar al parado. Tenemos un INEM con una relación entre número de desempleados y número de funcionarios que triplica a la media de la


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Unión Europea. Para ponernos al nivel de la media de la Unión Europea, no digo ya de los países más avanzados, necesitaríamos 16.000 funcionarios más del INEM para que puedan mejorar y desarrollar su trabajo de conocimiento del desempleado,
de conocimiento del mercado laboral y de las demandas que allí se producen, y puedan hacer la labor de intermediación que se les tiene asignada. Nada de esto parece que forme parte de sus preocupaciones, nada de esto parece que vayan a hacer
ustedes. Estamos en una situación en la que el INEM va a tener serias dificultades para hacer las famosas tres ofertas de trabajo a todos y cada uno de los parados, teniendo en cuenta que más de la mitad de los parados, según la EPA, no están dados
de alta en el INEM. ¿Qué pasaría si todos los parados que figuran en la EPA se apuntaran a las oficinas del INEM? El colapso estaba garantizado, sin que parezca preocuparle lo más mínimo al Gobierno. Tenemos un sistema de formación profesional,
que todo el mundo dice que es clave para buscar esto que se llama la empleabilidad, que no funciona. No sé si a usted le llega o no, pero defensores del FORCEM, defensores de nuestro modelo de formación profesional tengo que decir que me he
encontrado muy pocos por toda la geografía española, y en uno de los aspectos claves para mejorar la empleabilidad de nuestros parados, y por tanto para la creación de empleo, ustedes también están mirando para otro lado.



Ha señalado el problema de la movilidad geográfica. Es verdad y sería tonto negar que en España hay asimetrías en las tasas de desempleo de unas provincias y otras, pero esas asimetrías no se producen en distancias de 30 kilómetros, se
suelen producir en distancias muy superiores. Quiere decir que las políticas de incentivo a la movilidad geográfica, que están bastante claras para todo el mundo, están vinculadas a un empleo estable y no precario, a un buen salario y no a salarios
muy cercanos al mínimo, a la accesibilidad a la vivienda, que hoy no es fácil (en su período de gestión ha subido mucho el precio de la vivienda, y eso que han cambiado ya varias veces la Ley del Suelo), y al acceso a otros servicios como los
colegios en el caso de que se tengan hijos. Ustedes lanzan la piedra, esconden la mano y no hay ningún plan que intente abordar en serio la movilidad geográfica como incentivo, no como palo. Incentivar la movilidad geográfica a base de recortar
subsidios, a base de recortar prestaciones por desempleo, para que sea el hambre el que mueva a la gente, supliendo la incompetencia del Gobierno y de la Administración, como creo que ustedes están haciendo con el decretazo, es un mal modelo de
política laboral, un mal modelo de política social, en todo caso es un modelo de los años sesenta, pero del siglo pasado, no del siglo XXI.



En políticas activas, que es otro de los elementos esenciales para mejorar la empleabilidad de los trabajadores desempleados, nosotros como país nos gastamos en torno al 80 por ciento del total de las políticas activas -por cierto que
incumpliendo el Pacto de Toledo se financian con cargo a cotizaciones sociales y no con cargo a impuestos generales del Estado- en una única política activa: la subvención de la conversión de los contratos temporales en nuevos contratos indefinidos
con despido más barato. Desde 1997, que se empezó a aplicar esa política, hasta hoy nos hemos gastado algo más de un billón de pesetas y la reducción en la temporalidad es de dos puntos. Convendría hacer un análisis de la eficiencia de esa medida
para ver si con menos dinero podríamos conseguir resultados similares, si haría falta un poco más de dinero para que los resultados fueran más espectaculares y mejores, o si tendríamos que dedicar esos recursos a otro tipo de políticas activas que
dieran unos resultados más visibles sobre la empleabilidad. Sin abordar todo esto, empezar por recortes en la prestación por desempleo y en los subsidios es empezar la casa por el tejado, es no saber qué hacer, es apostar por una modelo de
relaciones laborales, por un modelo de competitividad, por un modelo de país que, insisto, está más anclado en el pasado que en el futuro, por lo menos en el futuro al que algunos aspiramos para España en el siglo XXI.



No quiero entrar en las formas, pero no creo que hayan contribuido nada a reducir incertidumbres, a generar un clima de confianza, a recuperar un contexto de diálogo social, no ya sólo con el Gobierno sino con los empresarios, que tan
decisivo va a ser para superar la fase de recesión en la que estamos y para poder abordar mejor la próxima fase expansiva del ciclo. Honestamente lo digo: quiero creer que se han equivocado, lo que pasa es que les cuesta mucho reconocerlo. Y no
me refiero sólo al decretazo, se han equivocado en la manera en la que han gestionado la política económica durante estos años y de esos polvos vienen estos lodos. Pero no me preocupa tanto el resultado del día 20, sino el de los días 21, 22 y 23,
el del próximo año y el del siguiente, hasta que acabe la legislatura y espero, confío y deseo que también su ciclo político en el Gobierno.



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el portavoz del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) , señor Sánchez i Llibre.



El señor SÁNCHEZ I LLIBRE: Señoras y señores diputados, en primer lugar quisiera agradecer la comparecencia ante esta Comisión del señor vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía para informarnos de la evolución de la coyuntura
económica durante este primer semestre del año 2002, así como de las perspectivas de futuro.



Del análisis de sus manifestaciones y del que hemos podido realizar a través de los diferentes medios especializados en economía, así como también de las informaciones de los diferentes foros internacionales, es


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evidente que -partiendo del análisis de la evolución de las principales variables económicas y de la coyuntura internacional, así como también de la coyuntura europea- uno puede llegar fácilmente a la conclusión de que no gozamos de una
coyuntura económica tan buena como para tirar cohetes, aunque también es cierto que tampoco estamos atravesando una situación económica mala o crítica. Realmente estamos ante una situación de impasse de efectos positivos -a nuestro entender-,
producto de la desaceleración que venimos padeciendo en nuestra economía desde hace prácticamente un año y medio y, aunque estamos creciendo por encima de la media europea, estamos también -tal como ha manifestado en su intervención el
vicepresidente económico del Gobierno- a la expectativa de la posible recuperación de la economía norteamericana, que produciría un efecto muy positivo en las economías europeas y por descontado en la economía española también; con efectos
positivos, en particular, a partir de este segundo semestre y también con efectos positivos de cara al crecimiento de la economía española y europea a partir de principios del año 2003.
Quisiera añadir en este capítulo de observaciones respecto a
la evolución de la economía norteamericana que existen en ese país señales contradictorias de los indicadores de dicha economía. Por una parte es cierto que hay unos indicadores en los que las cifras macroeconómicas siguen anticipando una
recuperación muy fuerte, pero también es cierto que en contraposición a esta evolución positiva de las cifras macroeconómicas norteamericanas existen unos resultados de las grandes compañías que reflejan una imagen menos optimista. Cabe añadir que
en ese país existe ese debate respecto a la evolución positiva de dichas cifras en contraposición con los indicadores de las grandes compañías, que no son tan optimistas como reflejan las cifras macroeconómicas.



Si analizamos algunos de los aspectos más relevantes de las variantes de la coyuntura económica española, vemos que avalan la tesis que hemos dicho al principio de nuestra intervención de que estamos ante una situación positiva con unas
buenas perspectivas de futuro de cara al crecimiento de nuestra economía en el próximo semestre y en los próximos años. Por una parte observamos que la economía española ha crecido a un ritmo del 2 por ciento durante el primer trimestre del año,
cuestión positiva si la comparamos con la evolución de la economía de la Unión Europea en la que, tal como se ha reflejado en los datos que nos ha dado el señor vicepresidente, ha existido un diferencial muy importante a nuestro favor. También es
importante que la posición relativa a España en términos de paridad del poder adquisitivo ha mejorado levemente respecto a los porcentajes del incremento del producto interior bruto y, a pesar de que nos situamos en el 82,3 por ciento en el año 2001
en relación con el conjunto de la Unión Europea, también es cierto que sólo estamos por encima de Grecia y de Portugal. Es de destacar también que se ha producido una desaceleración importante del consumo final de los hogares españoles. La
disminución de confianza de los consumidores ha atenuado las ventas comerciales al por menor y, en consecuencia, aunque crece el consumo final de los hogares lo hace a un ritmo bastante menor al pasar de un crecimiento del 2,7 por ciento en el
último trimestre del año 2001 a un 2,1 por ciento en el primer trimestre del año 2002. También es relevante -lo ha manifestado en su intervención el señor vicepresidente del Gobierno- que ha existido un importante descenso de inversión en los
bienes de equipo. La inversión en bienes de equipo sigue mostrando un crecimiento negativo y se convierte, desgraciadamente, en el componente menos dinámico de la inversión. Sin embargo, cabe resaltar como positivo que la inversión en construcción
-a pesar de una disminución del ritmo de crecimiento- crece a un ritmo del 4,4 por ciento gracias a las obras en infraestructuras, principalmente en inversiones ferroviarias, carreteras y regadíos. Es de señalar que a pesar de que durante el año
2002 se han generado, a través de la evolución de la economía española, un total de 342.500 puestos de trabajo, también es cierto que el paro ha aumentado al ritmo más elevado de los últimos nueve años y que la ocupación baja por primera vez en
siete años, fruto básicamente de esa desaceleración de la economía española; pero también como efectos positivos hay que contemplar la creación de estos 342.500 puestos de trabajo. Además, mejora el déficit comercial durante el primer trimestre
del año 2002 debido a la caída de las exportaciones y de las importaciones y, como consecuencia de esto, se ha incrementado el déficit de la balanza por cuenta corriente.
Debido a las convulsiones de las economías internacionales, básicamente las
latinoamericanas, se ha producido una caída del 34 por ciento de la inversión española en el extranjero; concretamente, a causa de la reciente crisis de países como Argentina y Bolivia, la economía española ha trasladado dicha inversión -que antes
era de alrededor de un 78,26 por ciento en estos países latinoamericanos- a los países de la Unión Europea. Como efecto positivo también desde este contexto económico cabe destacar que el Banco Central Europeo todavía mantiene los tipos de interés
-creo que es una cuestión positiva- desde el pasado mes de noviembre y que no deja de ser un aliciente económico para el consumo interno de la economía española. Una expectativa al alza del incremento de los tipos de interés por parte del Banco
Central Europeo, sin ningún tipo de dudas, crearía unas expectativas negativas no sólo para la economía española sino para la del resto de los países de la Unión Europea. Quisiera destacar también como efecto relevante la apreciación que se ha
producido en los últimos meses del año 2002 del euro respecto al dólar. Hay una apreciación de 0,94 dólares, cuando hace un año se acercaba al mínimo histórico de 0,82 dólares como valor con referencia al euro.



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Quizás merezca un capítulo aparte el dato negativo de la inflación que es, desde nuestro punto de vista -lo hemos venido repitiendo desde el inicio de esta legislatura en las comparecencias del ministro de Economía y también el de Hacienda-,
el aspecto más negativo de nuestra economía, la variable macroeconómica en la que se tendrán que concentrar todos los esfuerzos del Gobierno en cuanto a medidas correctoras para controlarla y evitar que se produzcan estas desviaciones que son muy
negativas para nuestra economía. La situación actual es preocupante -así lo ha manifestado también en su intervención el vicepresidente económico del Gobierno- ya que estamos en 1,7 puntos por encima de la media de la Unión Europea y la inflación
subyacente se ha situado alrededor del 4,1 por ciento. Es en este aspecto en el que no valen excusas sobre el incremento del diferencial de nuestro país respecto al resto de la Unión Europea pues ya han finalizado las rebajas, el efecto euro ya se
ha descontado y los cambios de metodología se han implementado en el sentido de que no han variado estos diferenciales que venimos manteniendo desde hace algunos años. La cruda realidad es que supone, de entrada, una pérdida de competitividad de
nuestro tejido industrial respecto al resto de economías de la Unión Europea y lógicamente esto va en perjuicio de nuestras exportaciones al resto de países de la Unión Europea. También es preocupante que los intereses de las hipotecas hayan ido
incrementando el precio de los tipos por sexto mes consecutivo. También aquí habría que achacar a dichos incrementos la evolución negativa de la inflación en España.



Por último, dentro de los aspectos negativos que comporta este incremento de inflación en nuestro país, existe un riesgo de incremento de tipos de interés por el Banco Central Europeo. Es evidente que esta cuestión no depende del Gobierno
español, pero si el entorno no es favorable y no logramos detener la inflación y que vaya reduciéndose hasta alcanzar los tipos previstos en el cuadro macroeconómico, también contemplados en los presupuestos, corremos el riesgo de este incremento de
tipos de interés por el Banco Central Europeo. Esto produciría efectos muy negativos para la economía española y también para muchísimas familias, que se han ido endeudando por adquisiciones de viviendas.



¿Cuáles son las propuestas que podemos plantear para paliar dicha situación y para controlar definitivamente el incremento de precios al consumo? Nosotros, desde siempre, hemos venido manteniendo que habría que incorporar más liberalización
en los mercados. Es evidente que el Gobierno, en el año 2002, a través de un decreto-ley, inició una serie de liberalizaciones en diferentes mercados -transportes, energéticos, gasísticos, gasolinas- que quizás no hayan dado los resultados
apetecidos. Nosotros apoyamos la mayoría de estos decretos, excepto uno, como usted sabe, señor presidente, que era el de los horarios comerciales, pues pensábamos que dichas medidas podrían evitar el no control del índice de precios al consumo.
También habríamos de pensar en introducir más competencia en los mercados liberalizados, pues éste es un aspecto que podría paliar este incremento de la inflación. También pensamos que es difícil actuar en este flujo de inflación que ha existido en
estos últimos meses en el sector de los servicios y en el de la hostelería.



Una cuestión que el Gobierno se tendrá que tomar muy en serio es acabar el año 2002 con una inflación que no llegue a superar, como máximo las 2,5 puntos, a pesar de que las perspectivas contempladas en el plan macroeconómico y en los
Presupuestos Generales del Estado, era que alcanzaríamos una inflación no superior al 2 por ciento. La realidad es que estamos al 3,6 por ciento y hay que poner toda una serie de medidas liberalizadoras, introducir más competencias, actuar sobre la
inflación de servicios, así como también controlar los precios de hostelería para evitar que dañe la economía española.



Globalmente, y analizando todos los puntos fuertes y débiles de la economía española, gozamos de una buena salud y solvencia económica y también gozamos de los recursos suficientes para poder afrontar con buenos resultados la segunda parte
del presente año, tanto desde la perspectiva de crecimiento económico, como de la creación de empleo.



Desde Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) -y vale la pena decirlo en este momento procesal de su comparecencia ante esta Comisión de Economía y Hacienda-, siempre hemos apoyado al Gobierno en todos los planteamientos económicos
que ha propuesto a lo largo de esta legislatura, así como también en legislaturas anteriores. También es momento oportuno para decir en esta Comisión, que el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) cree que usted ha sido un buen ministro
de Economía; me atrevería a decir que ha sido el mejor ministro de Economía desde que iniciamos la transición, y los resultados económicos, en los cuales no voy a profundizar, están a la vista. Nos gustaría, a pesar de que esto no depende de
nosotros, que usted acabara esta legislatura como ministro de Economía, como vicepresidente segundo del Gobierno para asuntos económicos. Ya no me atrevo a decir lo que pensamos desde Convergència i Unió respecto a futuras legislaturas, pero
nosotros vamos a centrarnos en ésta. Los resultados están a la vista; los resultados de la economía española en referencia a la economía europea también están a la vista y, por ello, hacemos una valoración muy positiva de su labor al frente del
departamento de Economía del Gobierno español.



Asimismo, nos gustaría aprovechar esta comparecencia para que nos detallara con más profundidad los aspectos más relevantes de la mala coyuntura económica brasileña. Estos días hemos podido leer con atención y preocupación algunas
manifestaciones sobre


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inversiones de importantes compañías españolas en Brasil en el sentido de desinvertir en los próximos meses, dada la mala coyuntura económica que existe en Brasil. Nos gustaría saber su opinión al respecto.



También usted, en su manifestación, ha dejado entrever que el Gobierno está analizando la posibilidad de cambiar la legislación actual sobre las OPA en un futuro inmediato. Con la legislación actual, y a través de las diferentes operaciones
económicas que hemos podido observar en los últimos meses, uno puede apreciar que, en las compras que no lleguen al 25 por ciento del capital social de las compañías sometidas a una OPA, se han producido operaciones que han beneficiado a una parte
minoritaria del capital de estas compañías, en detrimento de la mayoría del capital, que no ha sido premiado por estas primas de compra. Estas compañías, a pesar de haber comprado valores accionariales del 24 ó 23 por ciento, del 24,9 por ciento
-es decir, menos del 25 por ciento- claramente se hacen con el control de la compañía en perjuicio de los pequeños inversores que están apostando por estas compañías en la Bolsa. Desde esta perspectiva política, sería importante conocer los
planteamientos del Gobierno de cara a una futura legislación de las OPA, básicamente pensando en todos aquellos ahorradores que han invertido en determinadas compañías relevantes de nuestro sistema financiero y que al cambiar la propiedad de las
mismas no se puedan beneficiar de unas primas de compra, de las cuales solamente se beneficia una minoría del capital.



Aprovechando también esta comparecencia querríamos exponer una preocupación que existe en muchos sectores de la economía productiva española. Me estoy refiriendo a sectores del ramo metalúrgico, del textil, de la construcción, de la
distribución, respecto a la futura entrada en vigor de los famosos premios de jubilación. En el mes de noviembre, a través de una modificación de la Ley de seguros, va a entrar en vigor la famosa externalización de los premios de jubilación a
través de los pagos de seguros privados. Nosotros ya hemos presentado una proposición de ley en la dirección de cambiar la legislación. También sabemos que dichos sectores afectados están en contacto permanente con su ministerio y con el
secretario de Estado de Economía en el sentido de que, si se consideran los premios de jubilación como pensiones y no como salarios, se va a producir un grave quebranto económico para las cuentas de explotación de las pequeñas y medianas compañías
de los sectores que antes he mencionado. Quisiéramos que se abriera el diálogo y la comunicación entre el Gobierno y dichos sectores para resolver esta situación. Hasta la fecha, quedando configurados estos premios como masa salarial, no han
supuesto ningún problema para la economía española, tanto desde el punto de vista social como desde el punto de vista económico.



El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV), tiene la palabra el señor Azpiazu.



El señor AZPIAZU URIARTE: Antes de nada, quisiera agradecer al vicepresidente segundo y ministro de Economía su presencia y sus explicaciones hoy en esta Comisión, a pesar de que lamento no haber estado durante toda su intervención; como
suele ocurrir bastante a menudo a los que vivimos en la periferia, tenemos problemas con los vuelos, y en este caso Iberia otra vez nos ha jugado una mala pasada con los retrasos.
A pesar de todo, me gustaría señalar una serie de cuestiones.



Tal y como estaba en el orden del día, habrá tratado el vicepresidente el relevo de Juan Ignacio Unda, que estaba hasta ahora en la Comisión Nacional de la Energía. Ha sido un relevo forzado por el Gobierno, un relevo que se produce
sistemáticamente cuando la persona que está en cualquier institución está avalada por el Partido Nacionalista Vasco; esta es una estrategia común del Partido Popular, lo cual no nos sorprende. En primer lugar, quisiera agradecer el trabajo que ha
realizado esta persona, que creo que ha sido profesionalmente correcto, y también quisiera trasladarle a usted, y a través de usted a su Gobierno, mi profundo desacuerdo, el de mi grupo parlamentario y el del propio Partido Nacionalista Vasco con
esta decisión del Gobierno.



Me va a permitir -y es un tanto arriesgado sin haberle escuchado todo lo que ha dicho en referencia al tema económico- que haga una breve reflexión en torno al momento económico, una breve reflexión sobre cómo ve mi grupo la situación
económica en este momento, que no es exactamente igual que como la ve el Gobierno, creo que se diferencia bastante. En este sentido, con toda la humildad del mundo, la reflexión puede servirle también al Gobierno.



Estamos ante el final de un período y el comienzo de otro de características bien diferentes. Estoy seguro de que la interpretación más común de una afirmación así será la de que, después de haber tocado fondo la desaceleración económica en
el cuarto trimestre del año pasado, nos adentramos en una recuperación en la segunda mitad del presente. Esa es sin duda la opinión más extendida y debo reconocer que, en una primera aproximación, viene reforzada por alguno de los últimos datos de
coyuntura que hemos conocido. La producción industrial y el clima de confianza empresarial se han recuperado en los dos últimos meses y, de acuerdo con el último refinamiento de considerar las variaciones intertrimestrales de la serie
desestacionalizada del PIB, se nos asegura que la Unión Europea ha tocado fondo en el cuarto trimestre -menos 0,4 intertrimestral- para repuntar algo en el primer trimestre de 2002, con un 0,2 por ciento. Por ello, todo el mundo se prepara incluso
para una subida de tipos de interés que inexorablemente tendrá lugar dentro del corriente año.



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Pues bien, siento disentir profundamente con esta forma de ver las cosas.
Si uno examina una serie larga de tasas intertrimestrales de variación del PIB, verá que incorpora mucho ruido y que dada su gran variabilidad informa de bien poca
cosa, también que muchas de las lecturas de los últimos datos relativos al mercado de trabajo han sido bastante forzadas y han conducido a ignorar de forma precipitada el susto que todavía hace pocas fechas nos dio la encuesta de población activa.
Tengo que recordarles que la EPA del primer trimestre dio una pérdida de 65.500 empleos respecto al cuarto trimestre de 2001 y que, en contra de una opinión algo superficial, los datos de paro registrado no invitan precisamente al optimismo. La
tasa interanual de variación del paro registrado de mayo es del 7,5 por ciento, la más elevada desde que, desgraciadamente, en noviembre pasado cambiásemos el signo negativo por el positivo.



Otros datos de la coyuntura son también muy elocuentes. Las exportaciones han caído un 4,6 por ciento en términos reales en el primer trimestre, el consumo se ha desacelerado claramente desde el 2,7 al 2,1 y la formación bruta de capital
fijo del 2,5 de 2001 hasta el 0,9 por ciento del primer trimestre de 2002. El IPC -como usted bien ha señalado- está en el 3,6 por ciento en tasa interanual y, si consideramos la inflación subyacente, en un 4,1 por ciento. En estas condiciones
parece que el panorama interno es de gran debilidad y no invita al optimismo. La coyuntura española va con cierto retraso respecto a la europea y eso puede estar trasmitiendo ahora algunas señales confusas, precisamente cuando en la zona euro se
destaca un nuevo aumento del paro, hasta el 8,6 por ciento en el mes de abril. Ya me imagino que cuando al Gobierno se le pinta un cuadro como el presente y se le dice que baje de la nube responde, como el otro día el señor Montoro, diciendo que
quiero perjudicar o que siempre planteo panoramas sombríos de la economía española, cuando de lo que se trata es de no permanecer en el autoengaño y de reconocer que nos encontramos en un momento extremadamente delicado. Si los datos anteriores no
fueran suficiente motivo de preocupación, el gobernador del Banco de España nos ha alertado recientemente de que el endeudamiento de las familias y empresas ha alcanzado niveles muy altos y debe pasar a un período de ajuste. En estas condiciones
haría bien el Gobierno en preguntarse de dónde va a venir el estímulo de la demanda que precisa la economía española para no adentrarse en el terreno de la destrucción sostenida de empleo.



Como ocurre a menudo, la respuesta es aquella que Keynes caracterizó como permanecer en la espera de lo inesperado y que cuando pase la tormenta habrá vuelto la calma. La solución debe venir del exterior, pero lo cierto es que, con el euro
que sigue, y va a seguir, una tendencia a la apreciación, unos programas de ajuste fiscal creciente para el próximo bienio y unos tipos de interés que de moverse -todos vaticinan que lo hará- al alza, se comprende que no aparezcan por ningún lado
las fuerzas endógenas que puedan hacer de Europa un motor de crecimiento. De hecho, lo que ocurre es que, dentro de la gran sincronización del ciclo económico reciente de las grandes áreas, Europa presenta un cierto retardo sobre el ciclo americano
y que, a la postre, todo se confía a que la recuperación americana vuelva a ser el motor de la economía mundial.
El problema es que el panorama americano es todavía mucho más complicado que el europeo, que su gigantesco déficit exterior y su
problema crónico de sobreendeudamiento lastran las perspectivas de un crecimiento estable y únicamente puede contar como principal activo con una fuerte depreciación del euro. Los indicadores adelantados de la economía americana e incluso la propia
tendencia ciclo del índice de confianza empresarial, apuntan a que la economía estadounidense ha tocado techo y que, a lo largo del segundo semestre, se adentra en una fase descendente.
Dentro de este cuadro es donde se ha de insertar la afirmación
con la que abría mi intervención. Estamos ante el final de un período y el comienzo de otro de características bien distintas, que va a suponer el desplome de los dogmas de política económica que ha venido sosteniendo el Gobierno durante años.



Yo he hablado aquí alguna vez del mal japonés. Estados Unidos no es como Japón, ni Europa es como Estados Unidos, son todos diferentes por muchos motivos. Por eso no debemos olvidar las coincidencias inevitables de su funcionamiento como
economías de mercado. Por ejemplo, aquí -al igual que ocurriera en Estados Unidos-, el crecimiento y la consolidación fiscal han sido posibles sobre la base del endeudamiento privado y ahora veremos que, cuando este toque techo, no habrá otra
alternativa al estancamiento que no pase por una relajación fiscal. Primero Japón, luego Estados Unidos, ahora las economías centrales de Europa; sería ingenuo pensar que España va a escapar a los efectos del enfriamiento económico y que puede
persistir en esa idea equivocada de que es el equilibrio lo que conduce al crecimiento económico, cuando el desequilibrio es inherente al funcionamiento de las economías de mercado.



Señor vicepresidente, permítame una última reflexión porque siempre que hablamos de ley de estabilidad y déficit cero me cuesta mucho no decir nada. Se ha planteado el déficit cero como un objetivo básico de política económica, un objetivo
central sobre el que pivota el resto de las medidas, objetivo que va a constituir la única estrategia en materia de política presupuestaria del Gobierno. La estrategia en este sentido es clara. Primero, plantean el déficit cero y, después,
plantean una rebaja permanente de impuestos, rebaja que, a mi juicio, es más electoral que real y que ya tendremos oportunidad de hablar de ella a lo largo de los meses en


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que se va a discutir el proyecto del IRPF. Después de esta rebaja, se exige déficit cero, con lo cual se está siguiendo una determinada estrategia en materia del sector público, una política de reducción del sector público de la que se nos
habla expresamente.



Yo quisiera que usted, como vicepresidente y responsable de la política económica y presupuestaria, nos dijera qué es lo que piensa en relación al futuro de la política de infraestructuras, del I+D y cuál es la política social que defiende
el Partido Popular. Yo le invitaría a que se estableciera un debate sobre las políticas públicas y sobre el modelo del sector público. Todos sospechamos cuál es su modelo, pero nos gustaría que lo explicitara. Este debate es importante, porque
afecta directamente a los ciudadanos y a ellos también les gustaría conocer las ideas que ustedes tienen en esta materia.



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el portavoz del Grupo Parlamentario Popular, señor Martínez Pujalte.



El señor MARTÍNEZ PUJALTE: En primer lugar, quisiera agradecer la comparecencia del señor vicepresidente y ministro de Economía, y -ya que no puedo mejorarla- unirme a la valoración positiva que ha hecho el señor Sánchez i Llibre sobre la
gestión realizada.



Quiero comenzar diciendo que en la anterior comparecencia, hace seis meses, el señor vicepresidente acudió a la Comisión para presentarnos la propuesta de nombramiento de un miembro para la Comisión Nacional de Energía, que en aquel entonces
era Jaime González; hoy se trata del nombramiento de cuatro miembros y mi grupo -como entonces dijo el señor Sevilla- comparte la opinión respecto a su competencia. Además, tres de ellos repiten en el cargo y han demostrado su responsabilidad y un
trabajo positivo en la Comisión Nacional de la Energía.



En segundo lugar quiero hacer una valoración del crecimiento económico. Si uno oye alguna de las valoraciones que han hecho el señor Sevilla o el señor Azpiazu, puede pensar que la economía española está dando peor respuesta a la situación
económica internacional que el resto de países de nuestro entorno. En el último trimestre del que tenemos datos, la economía española ha crecido el 2 por ciento, cuando la media de la Unión Europea se sitúa en un diferencial de una décima, 1,9
puntos. En la comparecencia de hace seis meses, el señor Sevilla decía que hacer unas previsiones de crecimiento como las que se hacían -que en aquel momento era del 2,4 en la franja central, con dos escenarios alternativos, uno un poco inferior y
otro un poco superior- indicaba no tener ni idea de por dónde iban a ir las cosas. También decía que, desgraciadamente, preveía un impacto negativísimo sobre el empleo. El señor Azpiazu también se unió en aquel momento a aquellos vaticinios sobre
la realidad y decía que situar el escenario central en lo que fijaba el Gobierno era situarse en una parte muy alta de la banda y que no se iba a cumplir.
Afortunadamente, España está creciendo este año de acuerdo con las previsiones del Gobierno.
Por lo tanto, parece que sí se van a cumplir las previsiones y que los vaticinios negativos a los que estamos acostumbrados en esta Comisión de Economía no se están cumpliendo. Desde 1996 estoy acostumbrado a la previsión que se hace desde los
grupos de la oposición avecinando grandes nubarrones que traerán graves calamidades, pero parece que no se está cumpliendo. España lleva seis años creciendo por encima de la media europea; con este período tan largo, ya no se puede alegar que
vamos a remolque de una situación económica internacional positiva. Seis años ya es un tiempo suficientemente dilatado como para poder decir que España ha dado una respuesta positiva al ciclo económico, tanto con buen viento como con mal viento.



Decía el señor Sevilla, y tiene razón, que ha habido otras épocas de la economía española en que se ha crecido con intensidad. Entre 1986 y 1990, se creció con intensidad en España y nadie lo ha dudado ni lo ha negado, porque, como decía
Lenin, sólo los tontos discuten las cifras. Entre 1986 y 1990, la economía española creció un 3,8, un 4,8, un 3,6, cuando la media europea estaba situada en el 2,7, el 2,9, el 3,5, es decir, siempre por encima. ¿ Cuál es el hecho diferencial que
permite hacer una valoración muy negativa de la política económica de esos años? Que no se hicieron las reformas aprovechando esos años y entre 1992 y 1993, cuando vinieron mal dadas, si se puede hablar así, en España se destruyó un millón de
empleos netos. Un millón de empleos netos. Según la encuesta de población activa, en los doce años y pico, casi trece, de gobiernos socialistas, el paro creció en más de un millón y medio de personas; en doce años, que es una época dilatada, para
no coger una fase u otra del ciclo económico. En seis años de Gobierno del Partido Popular ese crecimiento económico, siempre por encima de la media europea, tanto con buen viento como con mal viento, se ha trasladado al empleo en forma de 3,5
millones de ocupados más, 1,7 millones de parados menos o casi cuatro millones de nuevos afiliados a la Seguridad Social.



¿Qué ha cambiado? Analizando épocas largas -y eso hay que hacerlo si uno quiere ser honesto, no vale comparar sólo un ejercicio con otro-, ha cambiado que España ha mejorado su capacidad de respuesta a los ciclos económicos, de tal manera
que nos va bien cuando el viento es favorable pero la estructura económica española, la economía española, tiene recursos para enfrentarse a situaciones de desaceleración económica con mejores instrumentos y mejores armas que los años anteriores y
desde luego mucho mejores que los países de nuestro entorno. Por eso nosotros, en 2001, un año


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de intensísima desaceleración económica internacional, hemos aumentado nuestro diferencial de crecimiento respecto a la media europea; lo hemos aumentado. No sólo hemos mantenido el diferencial sino que hemos aumentado el diferencial
económico. Uno puede decir que eso es fruto de la casualidad. Porque desde 1996 nos llevan diciendo: Es que ustedes sólo saben cabalgar con el viento a favor; ustedes sólo saben andar porque han tenido la suerte de que el viento les vaya a
favor. Pues nos ha ido el viento el contra -por cierto ya fue en contra; con menos intensidad pero hubo una cierta desaceleración a finales de 1998 y nosotros también dimos mejor respuesta que el resto de países- y también hemos sabido dar mejor
respuesta en épocas difíciles. ¿Es magia? Yo no sé si es magia, yo me inclino más a pensar, desde luego después de leer los informes de los organismos internacionales y de los analistas, que es que se han puesto buenos fundamentos para que la
economía española dé mejor respuesta en esta situación. ¿Es más fácil pilotar la nave con el viento a favor o pilotarla con el viento en contra? Con viento a favor, crecimiento positivo, diferencial de crecimiento. Con viento en contra -más
difícil pilotar la nave, según dicen mis paisanos que les gusta el mar-, aumento del diferencial de crecimiento. Y mientras otros países europeos están destruyendo empleo, a nosotros nos está sucediendo que España en 2002 va a seguir creando empleo
y cada mes es un récord nuevo de afiliados a la Seguridad Social. Ahora no se puede decir honestamente que sólo la economía española cabalga bien con el viento a favor, hemos tenido viento en contra muy importante. El año 2001 ha sido el peor año
en muchas décadas en la economía internacional, muchos países europeos han tenido crecimientos muy limitados y ha habido países con trimestres en recesión, mientras que España ha vivido un año en el que hemos crecido, efectivamente menos que en el
año 2000 pero más que el resto de los países y aumentando nuestro diferencial. El dato del último trimestre indica que España en 2002 va a seguir en la línea de un diferencial de crecimiento positivo. Por cierto, el diferencial de crecimiento
positivo es lo único que nos puede ir acercando en términos de renta per cápita a los países más ricos y lo único que nos puede ir acercando en la creación de empleo.



Decía el señor Sevilla que cuándo íbamos a alcanzar el objetivo de empleo que se fijó en Lisboa y cuyas políticas se han reiterado en la cumbre de Barcelona. Desde luego ese objetivo se alcanza yendo en esta dirección, porque, si lo que
queremos es llegar al pleno empleo, lo que tenemos que hacer es seguir creando empleo neto y lo que necesitamos para el pleno empleo es seguir incorporando personas al mundo laboral. En estos años ha habido tres millones y medio de nuevos empleos,
de ellos, 1.600.000 de mujeres. Precariedad laboral. ¡Qué quiere que le diga!: 367.000 contratos indefinidos en 1995 -buen año, según ustedes; dicen que entonces empezó la recuperación-, y 1.300.000 en 2001; el 400 por ciento más
aproximadamente. ¿Qué es lo que ha cambiado? En mi opinión, en opinión del Grupo Parlamentario Popular lo que ha cambiado son los fundamentos de la economía española. Esos fundamentos tienen un primer pilar en la estabilidad presupuestaria.
Efectivamente es más fácil para un Gobierno hacer políticas expansivas de gasto. Por supuesto que es más fácil y a veces, aunque un ministro -de eso el señor Sevilla sabe mucho, porque fue jefe de gabinete del señor Solbes- diga que quiere
controlar el déficit público, si los otros compañeros de gabinete no se comportan en la dirección adecuada, al final se acaba con déficit muy próximos al 7 por ciento y además -yo no me quiero referir a eso, porque sería abrir nuevos melones- con
facturas en los cajones.



La estabilidad presupuestaria es un bien de la economía. Ustedes me podrán decir que no es un fin. No, es un fundamento del edificio. Decía el señor Sevilla en una comparecencia anterior que estábamos obsesionados por el déficit cero y el
Partido Socialista abogó por que no había que ser tan maniáticos con ser los primeros de la clase. Nosotros lo que decimos es que es el camino para crear empleo y para mejorar el bienestar. La curva es clarísima: déficit del 7 al cero; afiliados
a la Seguridad Social, de 12 millones para mantener prestaciones sociales para una población de 40 millones a 16 millones para el mismo número de habitantes. ¡Es clarísima la curva! Alguna relación tendrá. Países que no están controlando el
déficit como lo está haciendo España están teniendo un peor comportamiento en su crecimiento económico y desde luego todos los países están apostando por las políticas de control del déficit público y haciéndolo en el momento decisivo de un país,
cuando se echa el voto en las urnas. En ese momento decisivo en el que los ciudadanos de un país apuestan democráticamente por un modelo o por otro, en Europa están apostando por el modelo del control presupuestario, por el modelo del control de
las cuentas públicas, de la estabilidad presupuestaria. ¿Acaso el Partido Socialista quiere volver ahora a la política de que el control presupuestario no es necesario y tampoco tener como objetivo prioritario el déficit público cero o las cuentas
equilibradas? Desde luego, el Grupo Parlamentario Popular va a seguir trabajando para conseguir unas cuentas públicas equilibradas. Hace unos meses -creo que dos- se celebró un debate en el Parlamento, por primera vez en la historia de la
democracia, un debate en el que se fijó el objetivo del déficit para que el Gobierno confeccionara el presupuesto del año 2003. El Gobierno volvió a fijar un objetivo con déficit cero y el Grupo Parlamentario Popular lo apoyó, con los votos por
cierto de algún otro grupo parlamentario, porque afortunadamente en esta legislatura el Grupo Parlamentario Popular ha buscado apoyos en políticas de bienestar y de empleo. Y el Grupo Socialista volvió a votar en contra del objetivo presupuestario
con equilibrio para el 2003.



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Nosotros creemos que otro pilar básico son las reformas estructurales. Es más fácil no hacer reforma, es más fácil hacer una política expansiva de gastos. Si no, hay que hablar con los ministros o con los consejeros de Hacienda de las
comunidades. Es más fácil, repito, hacer una política sin reformas estructurales. Desde luego, cuando se plantean reformas, alguien se puede sentir molesto, aunque yo creo que a medio plazo son buenas para todos, puesto que son buenas para el
crecimiento y para el empleo. Desde el año 1996 se están llevando a cabo reformas pero en el 2000 se hizo otro plan para intensificarlas, con los decretos del 2000 y luego con medidas que se han ido adoptando en los últimos tiempos. Decía el señor
Sevilla que hay que hacer algo para mejorar la formación profesional y yo estoy absolutamente de acuerdo. No puedo estar más de acuerdo con él en ese objetivo. Por eso el Gobierno ha traído un proyecto de ley de formación profesional que mejore la
empleabilidad. Estamos preocupados por ese tema, al que por cierto el Grupo Socialista, siempre fiel a su votación, votó que no. Nosotros hemos hablado ese proyecto de ley con los agentes sociales y en buena medida estuvieron de acuerdo. De
hecho, si no se reflejaría en el panfletillo que estos días nos ha repartido la señora Chamosa, a mí en concreto. No se refleja porque fue hablando con los agentes sociales.



Se ha traído un proyecto de ley de calidad educativa, ya que creemos que la educación es esencial. Se ha traído un proyecto de ley del sistema financiero que es una reforma estructural que mejora los mercados financieros. Se ha traído un
proyecto de ley, el cual ya está en esta Cámara, para hacer más fácil la creación de nuevas empresas, para dar más cauce a los emprendedores y para tratar mejor a los autónomos. Se han aprobado y se han traído a esta Cámara proyectos que avanzan en
reformas estructurales. Y nosotros creemos que es el camino a seguir. La sociedad española cada día entiende más que reformas no son recortes. Después de 12 años de Gobiernos socialistas, donde, cuando se hablaba de reformas, los ciudadanos se
echaban la mano a la cartera porque lo que escondía la palabra reforma era un recorte, desde 1996 los ciudadanos saben que reformas son modernización, son adaptación a las normativas europeas y son adaptación de nuestra estructura económica para
afrontar otros retos que nos permitan competir más. Y a esta Cámara se ha traído un real decreto-ley -por cierto, todas las reformas laborales han sido por decretos-leyes- que no recorta ninguna prestación ni limita ningún derecho. Lo que hace la
reforma es mejorar la capacidad de empleo de la sociedad española y yo estoy seguro de que el Partido Socialista al final estará de acuerdo con este decreto-ley. Igual que dijeron que no al IRPF e hicieron una movilización general en contra, con
folletos y una manifestación, y luego han estado de acuerdo con él, igual que hicieron una movilización por la inmigración y ahora han virado el discurso de manera radical, igual, cuando se cree empleo, el Partido Socialista también estará de
acuerdo con esta reforma.



Nosotros creemos que es necesario seguir con la modernización del sistema tributario, pensamos que la reforma del IRPF es absolutamente necesaria y se va a realizar en el momento procesal oportuno, que es la entrada en vigor el 1 de enero de
2003. Algunos analistas han valorado muy positivamente no sólo la reforma en sí, sino el momento de realizarla, un momento que puede ayudar a que la reforma fiscal sea eficaz para los objetivos de política económica, sea eficaz al crecimiento y a
la creación de empleo. Un informe del Banco de España sobre la nueva reforma del IRPF, el cual fue enviado a la Comisión, hablaba de que la misma podía suponer un crecimiento de cinco décimas del producto interior bruto, pero es que además la
reforma fiscal va a ayudar a distribuir mejor la carga tributaria y se va a hacer respetando una recaudación que permita el equilibrio. Y hay que seguir con una política por el lado de la oferta, una política que nos haga más competitivos. Decía
el señor Sevilla que estamos perdiendo competencia de una manera brutal. No sé en qué datos se fija, pero, si nos fijamos en los datos de incremento de la exportación o en los de incremento de la participación de la economía española en el comercio
internacional, parece que las empresas españolas están compitiendo mucho mejor y están ganando cuotas de mercado.



Es verdad que estamos ante nuevos retos que hay que afrontar. Un reto desde luego es el pleno empleo. Recuerdo que, cuando llegué a esta Cámara en 1994, se celebró en esta Comisión un debate sobre el reparto del trabajo. Los portavoces
del grupo que entonces apoyaba al Gobierno dijeron que el paro iba a ser estructural, que estábamos en una economía con un paro estructural muy alto y que lo que teníamos que hacer era vera cómo repartíamos el trabajo. Hoy el debate es radicalmente
distinto, hoy el debate es el pleno empleo. Hoy el debate es que cada ciudadano que quiera trabajar tenga un lugar donde hacerlo. Por tanto estamos en una situación radicalmente distinta. Mientras que antes se hablaba de jubilar con menor edad
para que se incorporasen los jóvenes, ya que no había trabajo para ambos, ahora estamos hablando de que puedan trabajar personas mayores y puedan trabajar los jóvenes. Entonces decíamos que la tasa de ocupación en España era muy limitada, pero que
íbamos a hacer algo para que no creciese mucho y no aumentase el paro y hoy estamos hablando de que aumente la tasa de ocupación y la tasa de actividad.
Entonces se hablaba de reducir la jornada, pero no para mejorar el bienestar de los ciudadanos
sino para repartir el trabajo y hoy estamos hablando de pleno empleo. Ese es el reto que tenemos. Y, para crear pleno empleo y hacer llegar el crecimiento económico a todos los ciudadanos, mejorando el bienestar y nuestra convergencia real, hay
que seguir adoptando medidas y haciendo frente a los problemas que tenemos.



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Tenemos un problema -lo ha dicho el vicepresidente-, que es la inflación.
El último dato no es un dato positivo, aunque también es verdad, y este discurso hay que hacerlo -por supuesto que la inflación es un mal dato, por supuesto que no
estamos hablando de inflaciones del 10 por ciento, sino de inflaciones más contenidas-, que habrá que introducir una reflexión y es que España tiene un diferencial de crecimiento con Alemania, con Italia y con los países centrales de la Unión
Europea muy importante, con un crecimiento mucho más intenso y eso desde luego se va a trasladar de alguna manera a la inflación y habrá que tenerlo en cuenta. Igual que habrá que tener en cuenta que si vamos avanzando en nuestra convergencia real,
en términos de renta per cápita, también avanzaremos en la corrección del diferencial de precio y por supuesto del diferencial de salarios.



Hay datos positivos. Existen indicadores que muestran que estamos en un proceso donde puede haber una recuperación económica a partir del próximo semestre. Nosotros creemos que, para aprovechar bien la recuperación económica, España tiene
que seguir con las reformas estructurales. Antes decía que ya se han planteado algunas que tendremos que debatir en la Cámara. Desde nuestro grupo parlamentario estamos estudiando también plantear una iniciativa para mejorar el marco de las OPA.
La Ley de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y su desarrollo en el decreto de 1991 ha cumplido una época donde el marco ha sido positivo, las empresas y los inversores se han movido dentro de un marco con libertad, pero algunos datos
últimos ponen de manifiesto que quizá convenga hacer una reflexión sobre ese marco. El porcentaje que se fijó en el decreto de 1991 es un porcentaje ya bajo y no tendría sentido decir que, en vez del 25, vamos a poner el 20. Simplemente esa
reflexión es demasiado sencilla y habría que analizar otros componentes de lo que significa control efectivo en una empresa. Habría que analizar qué significa o si se está pagando una prima, entre comillas, de control que no llegan al conjunto de
los accionistas. Habrá que estudiar, analizar e incluso determinar el número de componentes que fija el que compra esa participación en el consejo de administración. Desde luego, nosotros creemos que hay que dar alguna vuelta al marco de las OPA y
desde el grupo parlamentario estamos estudiando plantear una iniciativa en ese sentido, que mejore a los pequeños ahorradores que afortunadamente en España se están extendiendo cada vez más, como ha dicho el vicepresidente, en los mercados de
valores.



Desde el Grupo Parlamentario Popular vamos a seguir defendiendo las reformas estructurales. A veces las reformas son costosas de defender, pero creemos que son lo que a medio plazo hace que España siga teniendo diferenciales de crecimiento
positivo. Mi grupo cree que lo que se ha hecho en los últimos tiempos es positivo y que -hoy estamos en la Comisión de Economía- nada justifica una movilización dentro de un par de días. La situación socioeconómica y las medidas que se han
adoptado desde luego no justifican la movilización, ya que son medidas positivas para el mercado de trabajo y medidas positivas para el conjunto de los trabajadores españoles.



El señor PRESIDENTE: En primer lugar, antes de que el señor vicepresidente pueda contestar a los portavoces, quisiera comunicar que mañana las votaciones que habrá en la Comisión de Economía serán a partir de las 12 horas, no antes de las
12 horas.



Ahora pasemos a la contestación del señor vicepresidente, que tiene la palabra.



El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO PARA ASUNTOS ECONÓMICOS Y MINISTRO DE ECONOMÍA (De Rato y Figaredo): Gracias señorías, por el tono y el contenido de las intervenciones. Siguiendo la tradición, trataré de contestarlas una tras
otra, aunque algunas veces, como no puede ser de otra manera, los portavoces de los grupos han tenido argumentaciones sobre los mismos temas, algunas veces coincidentes y otras, no. Por tanto, puede que en alguna de las primeras intervenciones
aborde ya cuestiones de otros portavoces.



Comienzo con el señor Sevilla. Quiero agradecerle su intervención, su tono y su sinceridad. Su sinceridad, primero, en cuanto a la manifestación una vez más de su grupo parlamentario de su deseo sobre mi futuro político.
Tengo que decirle
que estoy encantado de que el señor Sevilla sea portavoz del Grupo Parlamentario Socialista y que le deseo los mayores éxitos al igual que a todo el grupo económico del Partido Socialista.
Independientemente de las sinceridades personales, que son
muy valiosas y que yo agradezco, me ha interesado mucho más su sinceridad programática, porque eso nos permite ir avanzando en un debate interesante, desde el punto de vista de los modelos económicos que plantean unos grupos y otros. Al fin y al
cabo yo pertenezco desde hace más de 20 años a un partido político, S.S. a otro, y creo que es interesante que vayamos viendo los planteamientos de unos y de otros.



En primer lugar, y antes de entrar en lo que S.S. ha definido, entiendo que de manera muy concreta, como las prioridades de política económica que representa el Grupo Socialista, quisiera decir que sobre el recorte de prestaciones sociales
hay un modelo distinto que tuve ocasión de debatir con algunos de los compañeros del señor Bel en el Senado.
Efectivamente, ustedes, en su política social, durante los años de Gobierno primaron lo que podía llamarse la política de subsidios y
subvenciones. No equivoquemos que el volumen de subsidios en su caso era muy alto como consecuencia del volumen del desempleo. Su señoría ha presentado los números pero tendría que restar. Es distinto las ayudas que demos a las familias por hijos
o las ayudas que


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demos a la educación que si tenemos una política social como consecuencia de que tenemos un 24 por ciento de paro. Eso para el Grupo Socialista era política social, para nosotros, no. El hecho de que nosotros, desde el principio hayamos
insistido en que la mejor política social es el empleo es una diferencia sustancial con la política de SS.SS., que, por otra parte, es conocida y que produce los efectos que produce y los electores votan en función de esos efectos. Es indudable que
S.S. y su grupo parlamentario nunca tuvieron una clara política de empleo. El señor Martínez-Pujalte nos ha llevado por el túnel de tiempo y todos hemos recordado que su grupo parlamentario fijó su estrategia en el reparto del empleo y las
consecuencias fueron las conocidas.



En cualquier caso sí es bueno recordar que, en términos presupuestarios, el gasto social, en la etapa en que nosotros gobernamos, se ha incrementado en un 180 por ciento, de 1.763 millones de euros a 4.817 millones de euros. Como es
natural, eso ha coincidido con una sustancial reducción de la partida de desempleo como consecuencia de la reducción en el número de parados, que, como es natural, contabiliza en la política social de su señoría. Todavía más importante me ha
parecido que S.S. haya definido lo que considera que es la mezcla de políticas económicas que S.S. y su grupo parlamentario plantearía, que es un diferencial cero en inflación con la media europea y una política presupuestaria que se moviera en
los límites del 3 por ciento del déficit público del Pacto de Estabilidad. Señoría, tengo que decirle que esa es una variedad de la política que vivimos en las épocas en que su grupo parlamentario gobernaba de política monetaria restrictiva y
política presupuestaria expansiva, pero en un mundo imposible. Si S.S, realmente quiere tener un diferencial cero de inflación con los países como Alemania, Francia, Italia o el Reino Unido, tendrá que explicarnos si va a mantener también un
diferencial cero de crecimiento. Si S.S. pretende decir a la opinión pública española en general que va a tener un diferencial cero de inflación manteniendo diferenciales de crecimiento sustanciales, es difícil que le crea nadie, señor Sevilla.
Como todavía tenemos tiempo, es bueno que vayamos dándonos cuenta de que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Igual que no se conoce ningún modelo de impuesto sobre la renta de tipo único, tampoco se conoce ningún país que
crezca por encima de sus competidores y tenga cero de diferencial de precios. Eso no es que sea la utopía socialista, es que no existe. Es bueno que S.S., como tenemos tiempo hasta el año 2004, medite sobre ello.
Eso no quiere decir que las
críticas al Partido Popular o al Gobierno del Partido Popular por el diferencial de precios no deban producirse, pero no deben llevar a S.S. a plantear una promesa de mezcla de políticas económicas que nos llevaría a un riesgo de inconsistencia muy
grave. Lo malo de las inconsistencias en política económica es que producen desconfianza de los mercados y de los consumidores; lo cual querría decir que si en el hipotético caso de que alguien pudiera pensar que ustedes van a llegar al Gobierno
en un plazo razonable, muchas personas empezarían a pensar que la economía española entraría en una situación dramática. La realidad nos llevaría a que si tenemos una política, sin tener política monetaria, de cero diferencial de inflación, y una
política expansiva presupuestaria, probablemente acabaremos con una sustancial diferencia en inflación, pero con una reducción del crecimiento real. Como eso es lo que van a pensar los mercados (según se acerquen las posibilidades de éxito del
grupo de S.S., que por suerte en este momento están lejanas y por tanto el debate hoy en esta Comisión es más bien académico) hay que pensárselo seriamente. El diferencial cero de inflación es un objetivo que no nos lo pide nadie para una economía
que está en un proceso de convergencia real. (El señor Sevilla Segura: Tampoco el déficit cero.) El déficit cero sí. Nos lo piden precisamente porque saben que vamos a tener un diferencial de inflación. Si su señoría tiene que saber que a
nosotros nos exigen una política presupuestaria más restrictiva que la que pueda tener Alemania porque tenemos un diferencial de crecimiento que nos lleva a un diferencial de inflación.
Si su señoría coge, por ejemplo, los crecimientos desde el año
1997 al año 2001 de países como Alemania, Francia, Italia, la media euro, España, Reino Unido, Estados Unidos y la OCDE en su conjunto, comprobará que nuestro crecimiento promedio se acerca sobre todo al crecimiento promedio de Estados Unidos (3,5
para Estados Unidos y 3,8 para nosotros), al del Reino Unido y OCDE en menos nivel (2,8 para el Reino Unido, 2,9 para la OCDE y 3,8 para nosotros) y se sitúa sustancialmente a gran diferencia de la zona euro (2,5 y 3,8 para nosotros), del caso
alemán (1,7 y 3,8 para nosotros), del caso francés (2,8 y 3,8 para nosotros) e igual en el caso italiano. No es casualidad que nuestro diferencial de precios sea mucho mayor con Alemania que con Estados Unidos, y eso es porque Alemania ha tenido
una demanda interna promedio del 1,2, España ha tenido una demanda interna del 4,3 en ese mismo período y Estado Unidos del 4,1.



Señoría, la verdad es que me ha parecido muy sincera su propuesta de mezcla de políticas económicas porque nos permite un debate que, con todo el respeto, partiendo de la base de que le deseo los mayores éxitos como responsable económico del
Partido Socialista, tengo que llevar porque me parece un desatino de primera magnitud.



Dice S.S. que hemos tocado fondo pero que vamos a estar como el capitán del cuento del Nautilus de Julio Verne yendo por el fondo. No vamos por ahí en este momento. Su señoría puede decirnos que le parece que la economía española debería
de crecer más de lo que crece. Esa es una afirmación que yo no le podría discutir,


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pero que la economía española no está tocando fondo y que se está produciendo en este momento una recuperación que podrá ser menos intensa que lo que el Gobierno prevé es posible, pero en materia de previsiones en los últimos seis años vamos
seis a cero. Es verdad que las previsiones antes o después uno las pierde, pero de momento vamos seis a cero y este va a ser el sexto año de seis a cero. Previsiones por previsiones, tengo que mantener las mías y parece que los datos de la
economía real siguen dándonos la razón, como lo indican las previsiones revisadas de otros organismos internacionales.



Dice que estamos esperando la próxima fase alcista. Nosotros no estamos esperando la próxima fase alcista. Estamos teniendo un potencial de crecimiento de la economía española que en este momento está claramente por encima del 3 por ciento
y se está acercando al 3,5 por ciento. Al final en esta cuestión de la política económica -y si S.S. tiene oportunidad lo comprobará- la clave es el potencial de crecimiento y todo lo demás son disquisiciones filosóficas. Si no aumentemos la
oferta la economía no mantendrá potenciales de crecimiento. Creo sinceramente que para una economía que lleva seis años creciendo y que hoy todo apunta a que el séptimo año lo seguirá haciendo, crecerá más que el sexto y se acercará a niveles
parecidos al quinto, puesto que el señor Pujalte ya ha reconocido que nosotros no creemos en los milagros, esta es una cuestión que tiene que ver con el potencial de crecimiento. La cumbre de Barcelona ha indicado claramente que es una teoría
compartida por todos los Gobiernos europeos, incluidos los que han cambiado desde entonces a ahora, y es que el problema que tiene Europa es de potencial de crecimiento, teniendo otras ventajas.



Su señoría insiste en el tema de la productividad nominal, al que le da una gran importancia. Es verdad que se la da desde el principio de la legislatura, es verdad que yo no se la doy, y estamos los dos en esa situación. Refiriéndome
también a algunas cuestiones que han planteado otros portavoces, principalmente el señor Sánchez i Llibre, he insistido desde hace varios meses en que desde el punto de vista de nuestra competitividad el índice adecuado es el de precios
industriales. El índice de precios al consumo cada vez va a tener menos relevancia desde el punto de vista de la competitividad, salvo -que no es un pequeño salvo- que como consecuencia de las indexaciones que existen en la economía el índice de
precios al consumo se traslade a los costes, que no es un pequeño salvo y que desde luego es el que más preocupa al Gobierno en este momento. El índice de precios industriales, como SS.SS. conocen muy bien, se está comportando en niveles
perfectamente comparables con los de nuestros competidores, durante mucho tiempo por debajo y ahora ligeramente por encima. Nos estamos moviendo en unas variaciones anuales que permiten considerar perfectamente que no debemos tener problemas en los
próximos meses desde el punto de vista de nuestra competitividad.
Como es natural esta es una cuestión discutible, como todas en macroeconomía. También creo que los argumentos que ha dado el señor Pujalte -y que yo he reiterado en mi discurso-
sobre nuestras cuotas de participación en mercados y el incremento de nuestras exportaciones indican que al menos una parte de nuestra argumentación es seria. La economía española, como consecuencia de la catástrofe de empleo que se produjo en los
años setenta, en los ochenta y la primera parte de los noventa, va a tener un largo proceso de crecimiento del empleo por encima de la media europea, y que así sea, porque si no entraremos en una catástrofe todavía peor. Eso va a hacer que nuestras
cuotas de productividad nominal estén sustancialmente variadas, como consecuencia de que nosotros, en contra de lo que cree S.S. y su grupo parlamentario, creemos que la mejor política social es el empleo, no el reparto del trabajo existente sino
la creación de nuevas ofertas de trabajo. En ese sentido creo que hemos avanzado notablemente en los últimos años, como indica que la economía española esté creando un promedio de seiscientos mil empleos al año. Ese es un dato que yo creo que es
positivo y que indica que las reformas llevadas a cabo, unas con más consenso que otras, han producido efectos muy positivos; la última, la de febrero del año 2001, ha producido 1.300.000 contratos indefinidos en un año, que son una revolución en
la vida social española, independientemente de otras consideraciones, y el señor Pujalte le ha recordado cuáles eran nuestras medias de contratos indefinidos en otros momentos.



Su señoría dice que en la formación bruta de capital fijo estamos en los niveles de los años noventa, y es cierto, en el momento más alto de nuestro ciclo entonces y ahora también; cifras del 26/27 por ciento del producto interior bruto en
formación bruta de capital son muy considerables y no son fáciles de aumentar, pero es una ambición que lo podamos hacer.



Los salarios, según todos los indicadores, se están moviendo por encima de la inflación, no lo que se cierra en un convenio sino los deslizamientos y otro tipo de ganancias que tienen los trabajadores. Por tanto, no se está produciendo una
pérdida de poder adquisitivo. Y no estamos en un modelo de economía de salarios bajos; no lo diga S.S. porque no es así.
No tendrían explicación los datos de crecimiento de los salarios si S.S.
tuviera razón.



Me dice que estamos en una sociedad dualizada. Señoría, estamos en el momento de nuestra historia económica en que más crecimiento se traslada al empleo. Si cree que la dualización social se produce cuando más gente tiene contratos, y
contratos indefinidos, tengo que decir que el modelo social que defiende S.S. es claramente distinto del que defendemos nosotros. La sociedad de reparto del trabajo y de subsidios es radicalmente distinta de la sociedad del empleo estable y del
aumento de la oferta y de la demanda de


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empleo. Estoy de acuerdo en que hablamos de modelos distintos, y seguramente por eso hemos ganado las elecciones; no tengo ninguna duda sobre esa cuestión.



Estaré encantado de enviar a la Cámara los datos pormenorizados que le he transmitido sobre las mejoras de renta de los consumidores y de las empresas durante el período 1997-2000 en cuanto a los servicios de telecomunicaciones y energía,
que he utilizado otras veces; los remitiré con mucho gusto a todos los grupos parlamentarios.



No estamos ante mercados laborales en los que está aumentando la precariedad. No es así. Los datos no indican eso. Es real que la temporalidad en España es todavía superior a la media europea, pero no lo es menos que se está reduciendo y
que aumenta el número de contratos estables. Tengo que decir una vez más que el último recorte social que se produjo en España es del año 1993; tuve ocasión de comentarlo el otro día y lo vuelvo a comentar ahora encantado. Ustedes dejaron sin
protección a 657.000 parados. (El señor Sevilla Segura: Con tu voto a favor.) No, no.
Se equivoca usted y tengo que decir que no. (La señora López i Chamosa: Déjanos como estábamos.) Ustedes lo dejaron bastante peor de lo que lo encontraron.
Además, y por primera vez en la historia laboral española desde que hay derecho laboral, se puso en marcha un contrato llamado de aprendizaje que no tenía protección social. Recuerdo perfectamente al entonces presidente del Gobierno justificando
que era mejor que un joven encontrara empleo, aunque no tuviera protección social, que darle un subsidio. Ese es el último recorte social que ha habido en España, en 1993. Por suerte no ha habido más recortes sociales y, desde luego, mientras
gobernemos nosotros no los va a haber, puesto que el aumento del empleo y de los cotizantes a la Seguridad Social y un crecimiento sostenido en el tiempo son la mejor garantía de la política social.



Me ha sorprendido -y creo que he debido de entenderle mal, señor Sevilla- que interprete que los 30 kilómetros para aceptar una oferta de empleo son movilidad geográfica. No lo he entendido bien. No sé si el Grupo Socialista sostiene que a
cualquier persona que no acepte ningún empleo a cualquier distancia hay que quitarle la prestación. No sería sorprendente. No olvidemos que el acuerdo con los sindicatos que firmaron en 1994 decía que se quitaba la prestación por una sola no
aceptación de empleo; no por tres sino por una. Sin embargo, hasta ahora nadie había dicho que el cambio de domicilio se incluyera en los requisitos de aceptación de oferta de empleo adecuado. Yo le he entendido eso pero me parece muy fuerte.
Nosotros proponemos que un señor, sin cambiar de domicilio, a una distancia de 30 kilómetros tenga que aceptar un empleo, por tres veces. Ahora, si lo que S.S. plantea es que en las enmiendas que presentarán a nuestro proyecto dirán que el cambio
de domicilio se incluya entre los requisitos de la oferta adecuada, quizás deberían decírselo ustedes pronto a los sindicatos para que se lo recuerden en las movilizaciones conjuntas. ¡Es una medida, eh! Desde luego, la más dura que yo he oído
sobre los trabajadores en los últimos -no sé que decirle- 10 años; por eso estoy convencido de que le he entendido fatal y es culpa mía. (El señor Sevilla Segura: También en esto.)


Señoría, me ha parecido muy interesante su sinceridad en cuanto al modelo de política económica y de mezcla de políticas económicas que va a aplicar. El Grupo Parlamentario Popular tiene que hacer un esfuerzo claro para que lo vayan
conociendo los mercados: diferencial cero de inflación y aumento del déficit público. Como le he dicho, no comparto sus apreciaciones sobre lo que es una sociedad dual. Para nosotros es aquella en la que hay personas que no tienen empleo y otras
que sí lo tienen; para S.S. es aquella en la que lo importante no es el número de personas que tienen empleo sino otro tipo de políticas sociales, que sin duda son importantes y que se han incrementado con nosotros en un 180 por ciento.



Paso ahora a comentar la intervención del señor Sánchez i Llibre, al que también agradezco su sinceridad con respecto a mi futuro; también le deseo su mejor futuro. Ahora que estamos a punto de llegar al verano le deseo muchísimos éxitos y
le agradezco mucho sus valoraciones sobre mi gestión y sus deseos respecto a mi futuro.



El señor Sánchez i Llibre, que ha coincidido en muchas de mis apreciaciones, muestra una preocupación por la evolución de los tipos de interés en Europa. Independientemente de las decisiones del Banco Central Europeo, los tipos de interés
en Europa se van a mover en oscilaciones mucho más moderadas que en otros sitios. No me parece que vayamos a estar en oscilaciones considerables de los tipos de interés. Por otra parte, los tipos de interés que a S.S. le preocupan -y a mí
también-, como son los que pagan los consumidores por sus hipotecas o los empresarios, no están tanto determinados por los tipos de interés que fija el Banco Central como por los que fijan los mercados. Fíjese que el Banco Central Europeo tiene un
tipo de intervención del 3,25 y la Reserva Federal del 1,25 y sin embargo el endeudarse a diez años en Estados Unidos cuesta lo mismo que endeudarse a diez años en España. Por tanto, una cosa es el tipo de intervención que hacen los bancos
centrales, que tiene incidencia en la parte más corta de la curva, y otra cosa es a cuánto le dan a usted el dinero, a mí, a otro señor o a una empresa, que tiene que ver con la apreciación de los mercados. En estos momentos la situación de Estados
Unidos y de Europa es muy parecida, con oscilaciones de muy pocos puntos básicos entre el diferencial a diez años en Estados Unidos y el diferencial a diez años en Alemania.



En cuanto al euribor y al mibor a doce meses, en España estamos moviéndonos prácticamente en una situación de estabilidad en los últimos doce meses,


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estamos moviéndonos en 3,80, en 3,90, en algunos momentos en el 4, vuelve a bajar, etcétera. Estamos ante una situación de estabilidad que indicaría que los mercados -con esto también contesto a algunos comentarios hechos por el señor
Azpiazu- valoran bastante el déficit público. En este momento lo están valorando bastante más que el diferencial de inflación, con toda claridad. Desde luego, puedo asegurar al señor Azpiazu y a toda la Comisión que los mercados no son ni pro ni
antigubernamentales, pero en la zona euro están valorando los diferenciales de intereses mucho más en función de los déficit públicos que en función de los diferenciales de índice de precios al consumo. Por tanto, eso no viene a avalar que haya
cosas que no tienen importancia, sin duda la tienen, las he manifestado y reconozco las críticas que hacen SS.SS. al Gobierno, pero también tengo que decir que no me parecen consecuentes aquellos que consideran muy importante el diferencial de
índice de precios al consumo y no consideran importante la política de déficit cero, en un entorno de política monetaria unida y ante una necesidad histórica de que España crezca por encima de la media. En ese sentido hay una contradicción en las
argumentaciones tanto del señor Sevilla como del señor Azpiazu -si me permiten que lo diga- al no reconocer que el único instrumento que nosotros tenemos, si queremos crecer por encima de la media, para mantener un mínimo de credibilidad y de
estabilidad es la política presupuestaria. Por tanto, cualquier Gobierno español que empiece a apostar por otro tipo de medidas va a tener una respuesta en los tipos de interés, sin ninguna duda, porque en el proceso de convergencia real los
mercados descuentan que va a haber un proceso de mayor demanda interna, una mejora de las rentas de los ciudadanos y, por tanto, un incremento de la presión sobre los precios al consumo.



Volviendo al señor Sánchez i Llibre, apunta a la pérdida de competitividad industrial. El índice de precios industriales, al que ya ha hecho referencia, no indica una pérdida de competitividad industrial. Estamos ante una situación dual de
la economía española que hace mucho tiempo que viene y que ahora es menos dramática que en otros momentos y sigue existiendo, y es que tenemos un sector servicios que ha duplicado su inflación entre el año 2000 y el año 2002, mientras que tenemos un
sector industrial que prácticamente la mantiene similar a la de la media europea. Su señoría puede criticar la labor del Gobierno, y yo le pediría que la ampliase al concepto de administraciones públicas, porque algunas restricciones a la
competencia en las leyes de comercio, en la apertura de grandes superficies y en las leyes de ordenación del territorio ya existen. Una de las grandes ventajas del autogobierno, del que S.S. es tan partidario, es la responsabilidad sobre las
políticas del territorio y sobre las políticas comerciales. Por tanto, ese debate que sin duda no me corresponde a mí hacer sobre los parlamentos autonómicos tendremos que irlo teniendo en cuenta, dadas las responsabilidades que tiene cada quien.
Lo que indican claramente las cifras es que independientemente de la evolución de los alimentos, en los últimos doce meses, con ciertas tensiones que deberían irse corrigiendo y que en España se han corregido con menos intensidad que en otros
países, nuestro núcleo inflacionista está en el sector servicios, que tuvo su momento más bajo en marzo, me parece, del año 2000 y que después ha ido en una creciente tendencia que tiene que ver probablemente no sólo con restricciones de la oferta,
que en muchos casos son inexistentes (en los sectores de bares y restaurantes no me parece que estemos ante problemas de oferta, o en los sectores de productos de calzado y del vestido), sino también con una demanda muy poderosa, como lo señalan los
indicadores monetarios que en el primer trimestre de este año y sobre todo desde la última parte del pasado año convergían entre los países euro y España, y que desde finales de marzo estamos en un proceso de expansión de los agregados monetarios en
España mucho más acelerado y en algunos casos acelerándose frente a reducciones que se están produciendo en la Unión Europea y que indicaría que estamos ante una aceleración de nuestra demanda que tiene una traslación al crédito que, como he
recordado antes, está creciendo al doble del de la Unión Europea y que no indicaría, por tanto, lo que S.S. aprecia respecto a que los consumidores vean en este momento grandes riesgos desde el punto de vista de la financiación ajena. La
rentabilidad neta de los activos sobre el coste del pasivo sigue siendo extraordinariamente buena en España, lo cual avalaría que los datos de recuperación de la inversión industrial se van a manifestar a lo largo del segundo semestre.



Me ha hecho S.S. una pregunta concreta con respecto a la situación brasileña. La economía brasileña está teniendo en estos momentos un crecimiento moderado, pero tiene una situación de estabilidad presupuestaria muy intensa. No olvidemos
que el Gobierno brasileño acaba de anunciar un superávit primario equivalente al 3,75 por ciento del producto interior bruto. Tiene un volumen de deuda considerable. Estamos hablando de un país que tiene 200 y pico mil millones de dólares de
deuda, de los cuales el 40 por ciento es deuda externa, pero también estamos hablando de una país con un alto potencial de crecimiento y con una política presupuestaria y monetaria, como acabo de indicar, muy ortodoxa. Es indudable que Brasil es un
país que tiene en estos momentos un atractivo considerable desde el punto de vista de la inversión internacional, como se demuestra en años anteriores y en el actual, y que no parece que haya riesgo alguno desde el punto de vista de su fiabilidad.
Todos somos conscientes de que está en un proceso electoral y, como es natural, hay especulaciones en los mercados sobre las victorias electorales, pero también es cierto que, como hemos visto todos en los últimos días, los candidatos de uno y otro
espectro


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han hecho declaraciones sobre política económica yo creo que muy centradas.



Me planteaba también el tema de las OPA. Si lo ampliamos al buen gobierno de las empresas, hay una proposición no de ley que aprobó esta Cámara y que indica que el Gobierno debería de llevar a cabo, y lo hará, antes del mes de julio un
acuerdo para crear una comisión especial para el estudio de los criterios y de las pautas a que deben someterse consultores, analistas financieros y otras entidades que asisten o prestan sus servicios profesionales a las sociedades cotizadas, con la
finalidad de aumentar la transparencia y seguridad en los mercados financieros, a la luz de lo que está sucediendo, desde el punto de vista de la globalización de los mercados y de la intensa integración de los mercados financieros europeos, y en
esa comisión también se hará una revisión del llamado código Olivencia, que el Gobierno impulsó en la pasada legislatura. Acerca de las reflexiones sobre las OPA, quisiera reiterar una vez más que nuestra legislación no es sólo homologable sino
incluso más estricta que la de varios países de la importancia, por ejemplo, de Alemania y Estados Unidos. No quiere decir que no debamos hacer una reflexión sobre el funcionamiento de nuestros mercados al hilo de reflexiones europeas o, si no
fuera así, de reflexiones exclusivamente españolas. Hay dos cuestiones que el nuevo Gobierno está estudiando en estos momentos y que han sido mencionadas por el señor Martínez-Pujalte: una, las mediciones de control, pero hay que ir a fórmulas
objetivas indudablemente, y otra, mejorar las capacidades que tengan los minoritarios de ejercer sus derechos de voto, sobre las que no sólo el Gobierno sino la Comisión Nacional del Mercado de Valores están haciendo un análisis en estos momentos.



En cuanto a los problemas de externalización, lo miraré con toda atención, ¡no faltaría más! pero quiero recordar a S.S. que la ley fue objeto de una larguísima negociación con los sectores y, por tanto, parece lógico que los compromisos
que entonces se acordaron por una parte y por otra ahora se cumplan por ambas partes. Desde luego, la externalización de los fondos de pensiones es un requisito imprescindible de seguridad para los trabajadores; por tanto el Gobierno lo estudiará
con toda atención pero teniendo en cuenta que hay un acuerdo que supuso un esfuerzo considerable y en el que, si no me falla la memoria, participaron todos los interlocutores sociales junto con el Gobierno. No estoy en condiciones ahora de ver si
hay motivos para revisar ese acuerdo, pero no me parece que se pueda hacer si no hay razones muy fundadas que yo en este momento no conozco.



El señor Azpiazu me ha hecho una larga argumentación que en parte responde a algunas de las que yo había hecho en su ausencia. En primer lugar parte de la base de que estamos en un momento peor de lo que nos creemos. El nos incluye Fondo
Monetario Internacional, Comisión Europea, Banco Central Europeo, Reserva Federal, Gobierno norteamericano, OCDE, Gobierno español, Banco de España y, al parecer, no el Partido Nacionalista Vasco, que está en otra posición. (Asentimiento.) No
quiere decir que no se equivoque todo el mundo y no acierte S.S., no trato de decir lo contrario. El riesgo japonés que S.S. ha apuntado no parece que tenga las características de lo que está sucediendo en Estados Unidos ni en Alemania ni en
Francia ni en Italia, que serían los países con mayores dificultades, aunque distintas, en los últimos meses, ni el sistema financiero está, ni mucho menos, en esos países en una situación dramática, al contrario, son países con sistemas financieros
muy sanos y las burbujas especulativas del sector inmobiliario, ni muchísimo menos, son comparables con las que vivió Japón a principios de la era de los noventa. Por tanto yo no creo que estemos ante una situación que pueda equipararse. En
segundo lugar, no sólo las tasas intertrimestrales (que S.S. dice que tienen mucho ruido y tiene razón, pero también indican cosas), sino los datos económicos adelantados del conjunto de todos los países de la OCDE indican una recuperación. Yo he
tenido el honor de participar en nombre de la Unión Europea en Canadá, el pasado fin de semana, en una reunión del G-7 y la posición del Fondo Monetario Internacional es que estamos claramente en fase de recuperación en la OCDE y en Asia. Puedo
coincidir con S.S. en que nuestros datos a nivel nacional tampoco indican que estemos en una fase de desaceleración, más bien indicarían que la desaceleración ha tocado fondo, como decía el señor Sevilla, entre el último trimestre y el primer
trimestre de este año, y lo que es discutible y es claro en esta comparecencia es el grado de recuperación que se está manifestando. En estos momentos existen muchos elementos en la economía española, como son la creación de empleo en los últimos
meses, el consumo de las grandes superficies, el consumo de energía, el aumento de la publicidad, la situación de insolvencias empresariales, el índice de morosidad de la banca, el crecimiento del crédito, la recaudación de las principales figuras
impositivas, que como S.S. dice, dentro de unos meses o de unas semanas podemos ver que se aplanan, pero en ningún caso están indicando una desaceleración, sino todo lo contrario. La propia evolución de la moneda, que tanto preocupa a S.S. y
también al señor Sánchez i Llibre por la competitividad de las exportaciones, introduce sin embargo elementos muy positivos desde el punto de vista de los precios en Europa. En ese sentido, nos estamos moviendo en una situación con mejores
expectativas que la del año pasado.



Quizás en este momento lo más sorprendente es la valoración de las circunstancias que hacen los mercados de valores, desde el punto de vista de valorar las incertidumbres políticas, y en Estados Unidos, con la influencia que tiene sobre
todos los demás, la credibilidad de las cuentas empresariales, que vienen a no reconocer datos reales. Es cierto -lo he dicho en mi primera


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comparecencia y S.S. lo ha dicho también- que los datos de Estados Unidos del primer trimestre probablemente no se repitan en el segundo, pero eso no quiere decir que vayamos a ir a una situación como la del año pasado, sino probablemente a
una moderación en la recuperación económica norteamericana. En ese sentido no comparto las predicciones de S.S. Ahí volvemos al tema que antes planteaba el señor Sevilla. Su señoría cree que el error de la política económica española es
precisamente lo que nosotros creemos que es el acierto. A partir de ahí estamos en posiciones que no son coincidentes. Nosotros creemos que la estabilidad presupuestaria es nuestra mejor garantía en este momento para aumentar el grado de confianza
de la economía española, de los consumidores e inversores internos y de los mercados. Nuestros diferenciales de tipos de interés vendrían a ratificar que hasta ahora esa visión del Gobierno es coincidente con la realidad.



¿Que un déficit cero es una propuesta que exige un funcionamiento distinto del sector público? Sin ninguna duda, no tanto una reducción de políticas concretas. Es más, le diría a S.S. que el margen de maniobra de un gobierno con superávit
es mucho mejor que el de un gobierno con déficit crecientes, porque el peso de la deuda acaba convirtiéndose en un problema muy serio desde el punto de vista presupuestario. ¿Que vivimos en un momento en el que hay una redefinición del papel del
sector público en la economía? No me cabe ninguna duda. ¿Que vivimos en un momento en el que los ciudadanos piden a los gobiernos que rebajen impuestos y, al mismo tiempo, aumenten prestaciones? Tampoco me cabe ninguna duda. Eso va a exigir a
todas las administraciones cambios en su funcionamiento, porque si pedimos a los sectores privados que aumenten su competitividad y su flexibilidad y que utilicen las nuevas tecnologías, no veo cuál es el motivo por el que las administraciones
públicas no tienen que hacer lo propio. Ese es uno de los debates en los que vivimos en estos momentos.
Creo sinceramente que el hecho de que estemos en una fase de reducción de peso del sector público no va en detrimento de la economía española y
que la contribución del ahorro público ha sido un elemento muy positivo para la estabilidad macroeconómica española en los últimos años. Desde luego, nosotros estamos convencidos del papel de la política presupuestaria en ese sentido.



Paso ya a referirme a algunos comentarios del señor Martínez-Pujalte.
Quisiera subrayar que para nosotros lo más importante es que tengamos una capacidad de crecimiento sostenida y estable. El hecho de que en estos momentos, en junio del
año 2002, la economía española tenga muchísimas posibilidades de crecer por séptimo año consecutivo en el año 2003 y de hacerlo todavía con más intensidad que en el año 2002, es una clara prueba de que las políticas de estabilidad macroeconómica y
de reforma han producido efectos. Esto no quiere decir que no haya que criticar aspectos concretos de esas políticas, que serán perfectamente criticables y mejorables, pero lo cierto es que han producido efectos y es voluntad del Gobierno y de su
grupo parlamentario, como ha dicho el señor Martínez-Pujalte, continuar en esa misma dirección a lo largo de los años que dure esta legislatura. Sin ninguna duda hemos mejorado nuestra capacidad de adaptación a los ciclos económicos; ya lo
habíamos visto en el año 1998 y 1999, y lo hemos visto con toda claridad en el año 2001.
Por lo tanto, creo que tenemos que continuar en esa dirección.



Desde el punto de vista de la política social, nosotros vamos a continuar basando el eje de nuestra política en la creación de empleo, sin que eso quiera decir que no mantengamos el incremento de gastos sociales en un 180 por ciento, con un
proceso de reducción de los gastos en desempleo que hay que tener en cuenta. Una vez más, como ha dicho el señor Martínez-Pujalte, subrayo que la estabilidad presupuestaria no es un fin pero, sin duda, es una de las bases del edificio que necesita
la economía española. En este sentido, los recordatorios que ustedes han hecho en esta Comisión de lo que suponían los debates sobre el reparto del empleo me han sido muy esclarecedores para saber de dónde venimos y dónde estamos. Por lo tanto,
creo que debemos seguir buscando nuevas fórmulas que aumenten la demanda de empleo en nuestra sociedad.



Coincido con él en que el índice de precios al consumo no es un dato positivo. Ya he dicho, y reitero, que alejarnos en menos de un punto del diferencial de la Unión Europea es algo que debe corregirse y que el Gobierno tomará las medidas a
su alcance para hacerlo, sobre todo a través de la política presupuestaria.



En cuanto a los comentarios sobre la ley del marco de las OPA coincido con el señor Martínez-Pujalte. (El señor Sevilla Segura pide la palabra.)


El señor PRESIDENTE: Señor Sevilla, le ruego que intervenga sólo en el caso de que tenga que hacer alguna aclaración sobre las antítesis que, indudablemente, se han puesto de manifiesto a lo largo de la mañana o con la intención de hacer
alguna aclaración puntual; le pido no vaya más allá de tres minutos.



El señor SEVILLA SEGURA: Señor vicepresidente, se lo digo con cariño, hágase mirar lo de sus entendederas, porque no entiende ni nuestras preguntas parlamentarias ni nuestras intervenciones. Casualmente, los demás sí que les entendemos muy
bien, por eso se quedan solos en la convalidación del decretazo y por eso una mayoría de españoles considera que sí hay razones para la huelga. Les entendemos perfectamente.



Yo le invito a que difunda por ahí que usted considera que un diferencial de inflación - hoy se ha hecho público el dato Eurostat- del 1,9 por ciento, en relación con la media de la Unión Europea, es el precio que tenemos que pagar por
crecer al 2 por ciento. Difúndalo


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por ahí todo lo que pueda y diga también que el Partido Socialista intenta revertir eso, por favor, hágalo. Yo siempre que lo he hecho me han aplaudido, fundamentalmente, los empresarios. Cuanto más se han aproximado ustedes al déficit
cero más ha subido la inflación en España.
Luego revisen el argumento de que la política presupuestaria es el único instrumento político de lucha contra la inflación, porque no hace tanto tiempo, en un programa de estabilidad de los que usted
presentó a esta Cámara y después a Bruselas, ustedes señalaban que habían descubierto un modelo de crecimiento sin inflación. Obviamente, ahora ya han cambiado de pensamiento económico. La inflación se produce porque la demanda agregada es
superior a la oferta agregada. Y hay dos posibilidades: reducir la demanda agregada, con medidas restrictivas como las presupuestarias, o incrementar la oferta agregada, que es lo que nosotros proponemos y que es lo que queremos hacer con el
margen presupuestario y las ventajas que representa estar en el euro. Incrementar el potencial de crecimiento de la economía española es una medida antinflacionista. Por lo tanto, no sólo es perfectamente coherente marcarse como objetivo un
diferencial cero de inflación -que año tras año hace perder competitividad y repercute negativamente sobre el propio crecimiento del PIB-, sino que debemos aprovechar simultáneamente los márgenes presupuestarios a través de lo que antiguamente se
llamaban políticas de oferta que aumentan el potencial de crecimiento. Yo sé que no me va a entender, porque es todo lo contrario de lo que ustedes están haciendo, pero en otra ocasión se lo explicaré más despacito para ver si es capaz de
entenderlo. Y, por favor, difunda también que a usted no le preocupan las cifras de la productividad de la economía española, cosa que preocupa al Grupo Socialista, a la Unión Europea, al Banco de España, a los empresarios y a casi todo el mundo;
diga, cuantas más veces pueda, que al vicepresidente económico no le preocupa.



Yo creo que ustedes, sobre un modelo en el que existía una dualización en los contratos del mercado de trabajo, han añadido una dualización en las condiciones de despido y en la percepción de los salarios. Hable con los jóvenes, que le
cuenten en qué situación están trabajando y son muchos miles en este país los que lo están haciendo. Creo que ustedes han incrementado la dualización de este país y que, cada vez más, en lugar de hacia el pleno empleo vamos hacia el pleno
subempleo.



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Sánchez i Llibre, también brevísimamente, por favor.



El señor SÁNCHEZ I LLIBRE: En primer lugar, agradezco las respuestas que ha dado el señor vicepresidente económico del Gobierno respecto a la posición y los planteamientos que ha hecho Convergéncia i Unió. Considero positiva la posibilidad
que ha dejado entrever el señor vicepresidente en el sentido de poder volver a entablar negociaciones con los sectores afectados. En relación con la externalización de los planes de pensiones y planes de jubilación, he entendido que también queda
la posibilidad de mirar con cierto cariño la proposición que hemos presentado al respecto, así como una posible negociación con los sectores afectados en el sentido de que a veces se pueden promulgar leyes con un grado de entendimiento entre las
partes, pero también es cierto que cuando se aplaza la entrada en vigor de una ley es posible que, una vez analizados los comportamientos y cómo pueden afectar a sus respectivas cuentas de explotación, la ley puede ser modificada, siempre que no
vaya en perjuicio de los trabajadores, de los sindicatos ni de los agentes económicos. A raíz de sus manifestaciones y respuestas, tomamos nota en el sentido de buscar un acuerdo, puesto que este tema, como digo, preocupa a muchísimos sectores, de
la distribución, textil, construcción, metalúrgico, y sería bueno llegar a un acuerdo, siempre y cuando, repito, no se vean perjudicadas la parte social ni la parte económica.



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Azpiazu.



El señor AZPIAZU URIARTE: Agradezco las respuestas del vicepresidente y simplemente quisiera hacer un comentario. Se nos achaca que siempre planteamos escenario económicos un tanto oscuros. Nosotros no hemos hablado nunca de recesión ni
de catástrofes, lo que decimos es que hay problemas económicos que, en el futuro, pueden incidir negativamente.
Cuando lo decíamos en el año 2000, la economía crecía un 4 por ciento; en el año 2001, creció un 2,8 y este año veremos si crece un 2.
Es verdad que algunos indicadores pueden inducir al optimismo y cantidad de observadores y analistas económicos -por cierto, señor Rato, usted sabe que se desvían muy poco unos de otros; aquí desviarse puede ser peligroso, aunque luego se
equivoquen en bloque- que así lo creen, pero también hay una serie de indicadores preocupantes, como he citado. El consumo, dadas las perspectivas y la situación actual de la Bolsa y la preocupación que esto genera en la visión de futuro de las
familias, que han ido ahorrando en Bolsa y ven que cada vez tienen menos capacidad, se va a ver influido. También preocupan la evolución de la formación bruta de capital, las inversiones en bienes de equipo, la pérdida del empleo en la industria,
pero no vamos a adentrarnos en esto. Nosotros no estamos por un sector público despilfarrador; queremos un sector público eficiente, que funcione. Estamos en contra de la obsesión porque creemos que la manera de hacer los deberes es otra; hay
que ver cuáles son las políticas necesarias y, en función de esas políticas y de lo que el Gobierno pretende, esto


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encaja en el escenario relativo de estabilidad, pero sin obsesiones por el déficit. Puede haber un año de déficit y uno de superávit, pero en función de lo que se quiere hacer, no fijar primero el déficit y luego meter con calzador las
políticas, quepan o no, tengan efectos negativos o no.



Una cuestión para terminar, referida al señor Pujalte, porque el señor Rato no ha hecho ninguna referencia a los miembros de la Comisión Nacional de la Energía. Usted ha dicho, señor Pujalte, que repiten tres y que han hecho un buen
trabajo. No creo que al cuarto lo hayan quitado por ser incompetente sino por una cuestión política, salvo que se diga lo contrario. Yo pienso que, desde el punto de vista de la competencia personal y profesional, puesto que le conozco, no debe de
haber sido ese el problema.



El señor PRESIDENTE: Señor vicepresidente.



El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO PARA ASUNTOS ECONÓMICOS Y MINISTRO DE ECONOMÍA (De Rato y Figaredo): Muy brevemente.



Señor Sevilla, haré todos los esfuerzos por entender sus preguntas y sus razones pero si S.S. aduce que la reducción del déficit público no tiene consecuencias sobre la inflación S.S. está en una teoría económica nueva que será muy
interesante discutir, pero en la mezcla de políticas económicas sostener que las políticas presupuestarias no tienen efecto sobre la demanda agregada y que ésta no tiene relación en la inflación es sorprendente. Es verdad que después me dice que va
a aumentar la oferta agregada a través del gasto público. Entiendo que eso quiere decir que es a través de la inversión pública. Si lo hace con incrementos sustanciales del déficit público lo que va a producir es un efecto indudable sobre los
tipos de interés mucho más rápido de lo que va a producir sobre la oferta y va a producir además una expulsión del sector privado de la financiación, como ya vivimos durante varios años. Ya sé que S.S. no lo comparte. La diferencia es que
nosotros llevamos seis años de crecimiento económico y vamos camino del séptimo. Es verdad que no hemos hecho nunca caso de ninguna de las recomendaciones de S.S. y en estos momentos que, según S.S., las va perfilando más, todavía le vamos a hacer
menos caso.
Seguramente nos estaremos equivocando, pero es bueno que el debate sea así.



Sobre la productividad nominal, yo he dicho a lo largo de toda la legislatura que nosotros, como país, salvo que renunciemos a la creación de empleo, vamos a tener cifras de productividad nominal que no van a ser positivas, pero eso es
porque tenemos que absorber un número de parados muy importante. A partir de ahí, S.S. cree que el hecho de que nuestra formación bruta de capital esté casi en el 27 por ciento del PIB, que nuestras cuotas de mercados internacionales no sólo no
disminuyen sino que aumentan y que nuestro ritmo de exportaciones sea igual o mayor que el de nuestros competidores no tiene que ver con la productividad; es una teoría que S.S. puede sostener, pero tengo que decir en nombre de los trabajadores
españoles que si lo que a S.S. le preocupa es la productividad nominal, S.S. estaría feliz el año 1993 porque como la reducción del crecimiento fue menos intensa que la del empleo aumentó nuestra productividad. Es un ejemplo que he puesto muchas
veces pero es muy ilustrativo, y además se aplica muy bien al Grupo Socialista.



En cuanto a la globalidad de las condiciones de despido, señoría, tengo que recordarle que en España, cuando nosotros llegamos al Gobierno, había trabajadores con derecho a despido y trabajadores crecientes de temporalidad que no tenían
derecho a despido, que continúa existiendo sin duda, pero que se está reduciendo. En ese sentido, me parece muy positivo -por cierto, con el acuerdo de los interlocutores sociales del año 1997- que hayamos puesto en marcha un nuevo sistema de
contratación fija que ha producido nada más y nada menos que 2.600.000 empleos fijos que, como ha recordado el señor Martínez-Pujalte, supone que en estos momentos la economía española pueda producir 1.300.000 contratos fijos frente a una cifra
inferior a 600.000 contratos fijos cuando legislaban ustedes. A partir de ahí, como es natural, la sociedad española tiene que sacar sus conclusiones.



Yo estoy encantado de que el señor Sánchez i Llibre sea optimista. Ya se lo he dicho con toda rotundidad. No conozco ningún dato que me lleve a tener que plantearme la revisión de un acuerdo en el que estaban los interlocutores sociales,
empresarios y sindicatos, y el Gobierno. Como no lo conozco, no puedo afirmar en este momento que voy a considerar como Gobierno un cambio en la externalización, que no es una cosa baladí, señoría, porque son los derechos de los trabajadores y de
su jubilación para que estén garantizados financieramente. (El señor Sánchez i Llibre pronuncia palabras que no se perciben.) Sí, sí, de eso se trata. Yo sé que todos los intereses son legítimos y el Gobierno hará todos los esfuerzos por atender a
todos los intereses pero en principio hay un acuerdo que ya extendió sustancialmente la fecha inicialmente prevista.
Estudiaré los argumentos, si es que existen, porque todas las cosas, como es natural, pueden ser reconsideradas, siempre que haya
argumentos solventes que yo en este momento no conozco.



Ya sé que el señor Azpiazu no ha hablado de una recesión, pero ha dicho ahora que no sabe si la economía española crecerá en el año 2002 al 2 por ciento. Pues bien, de momento es lo que está haciendo y no parece que los datos indiquen que
estemos yendo sustancialmente a menos. Las incógnitas que existen en la economía española y mundial son conocidas. Las de la economía española son menores que las de otras, pero, como es natural, las situaciones económicas pueden


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variar. Lo que yo vuelvo a reiterar, señoría, es que en este momento los datos, no sólo los que obtiene el Gobierno a través de los servicios de estudio de la Administración, índices adelantados, opiniones empresariales, datos reales de
evolución de la macroeconomía, sino datos muy concretos de sectores muy amplios de la economía española, indican que la primavera está teniendo una clara recuperación en el funcionamiento de nuestra economía, tanto en el consumo como en otras
variables, y la recuperación del comercio exterior nos está beneficiando desde el punto de vista de las exportaciones. A partir de ahí, como es natural, puede haber un cambio radical en la economía mundial, pero en este momento no hay ningún
elemento que lo augure en esa dirección ni muchísimo menos. Y si bien los datos de la economía norteamericana de la última semana indican algunas consideraciones, como la evolución del comercio minorista, que no han sido tan positivas como se
esperaban, lo que sí estamos viendo es una clara recuperación con respecto al año anterior. Por tanto, en estos momentos no tengo elementos de juicio que pueda trasladar a la Comisión sobre el escenario central que hoy mantienen todas las
autoridades económicas de la OCDE y es que estamos viviendo una recuperación económica que con mayor o menor intensidad se irá plasmando a lo largo del segundo trimestre y siguientes del año 2002 y que claramente asentará la economía de la OCDE en
un crecimiento más intenso en el año 2003. En mi opinión, no existen datos para revisar ese escenario. Y, por lo que respecta a la economía española, dicho escenario parece que se está consolidando. A partir de ahí, como es natural, se verá cómo
evolucionan las cuestiones. No obstante, creo que se trata de un escenario razonable, en el que España se está comportando sensiblemente mejor que la media de los países industrializados.



Muchas gracias, señor presidente.



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor vicepresidente


Se levanta la sesión.



Era la una y cincuenta y cinco minutos de la tarde.