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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 232, de 10/05/2001
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 2001 VII Legislatura Núm. 232



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NOTA INFORMATIVA: En la edición impresa de este Diario, sus páginas
aparecieron, por error, numeradas desde la 3365 a la 3386. Tal error
ha sido corregido en la presente edición electrónica.

(Vease 'DS. Congreso de los Diputados' Comisiones, núm. 285)
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ECONOMÍA Y HACIENDA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. SANTIAGO LANZUELA MARINA



Sesión núm. 20



celebrada el jueves, 10 de mayo de 2001



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia cuatrimestral del señor secretario de Estado de
Economía, de la Energía y de la Pequeña y Mediana Empresa (Folgado
Blanco) para informar sobre la coyuntura de la economía española,
previa remisión del informe correspondiente. Por acuerdo de la
Comisión. (Número de expediente 212/000480). . . . (Página 6966)



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Se abre la sesión a las cinco y cinco minutos de la tarde.




El señor PRESIDENTE: Buenas tardes. Se abre la sesión.

En el orden del día, como punto único, figura la celebración de la
comparecencia cuatrimestral del secretario de Estado de Economía, de
la Energía y de la Pequeña y Mediana Empresa para informar sobre la
coyuntura de la economía española, previa remisión del informe
correspondiente.

Bienvenido, señor secretario de Estado y tiene usted la palabra.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMÍA, DE LA ENERGÍA Y DE LA
PEQUEÑA Y MEDIANA EMPRESA (Folgado Blanco): Señorías, comparezco ante
esta Comisión para informarles, como acaba de decir el señor
presidente, sobre la evolución reciente de la coyuntura económica y
presentarles a SS.SS. la revisión del escenario macroeconómico para
el presente año. Mi exposición, por tanto, se va a centrar en estos
dos apartados.

La economía española, como saben SS.SS., concluyó el año 2000 con un
incremento del PIB del 4,1 por ciento, tres décimas superior al
inicialmente previsto. De esta manera se han conseguido por cuarto
año consecutivo tasas de crecimiento en torno al 4 por ciento,
alcanzándose un máximo en el último trimestre de 1999, con un aumento
interanual del 4,2 por ciento, que se mantuvo en los dos primeros
trimestres del año 2000. Después, como saben SS.SS., se produjo una
moderación en el ritmo de crecimiento hasta una tasa del 3,8 por
ciento en el último trimestre del pasado año.

Dentro del escenario actual de crecimiento más moderado, los
indicadores disponibles en el primer trimestre apuntan hacia una
ligera desaceleración, situándose el aumento del PIB, según las
estimaciones preliminares del Banco de España -el INE todavía no ha
hecho público las suyas-, en el entorno del 3,5 por ciento, es decir,
tres décimas menos que en el trimestre anterior.

El comportamiento de la economía española, por supuesto, no está
siendo ajeno al actual contexto económico internacional. Se aprecian
desde la segunda mitad del año 2000 claros síntomas de ralentización,
ligados fundamentalmente a la desaceleración de la economía
americana. Es cierto que los últimos datos conocidos para este país
sobre el primer trimestre, que señalan un aumento del 2 por ciento en
tasa de variación trimestral anualizada, han resultado mejores que
los previstos, puesto que esta cifra supone duplicar tanto las
previsiones para este trimestre como la cifra registrada en el
trimestre anterior, en torno al uno por ciento. Sin embargo, todavía
existen numerosas incertidumbres respecto a la evolución económica
norteamericana.

Los desequilibrios financieros, los agentes económicos son
evidentes y no son sostenibles a medio plazo.

Se mantienen las pérdidas en los mercados de renta variable, con el
negativo efecto riqueza que ello supone para las familias; se ha
registrado la caída del empleo más fuerte desde enero de 1991; y,
finalmente, se ha producido un descenso en la inversión en equipos y
programas informáticos, al tiempo que la productividad ha disminuido
por primera vez desde hace seis años y han aumentado los costes
laborales unitarios. Estos datos arrojan dudas razonables sobre la
intensidad y la duración del debilitamiento económico americano y,
por consiguiente, sobre los efectos directos e indirectos respecto
del resto de las economías.

Las previsiones de los organismos internacionales sitúan el
crecimiento de Estados Unidos para el año 2001 claramente por debajo
del 2 por ciento, el 1,5 por ciento según el Fondo Monetario
Internacional, y muy similar, el 1,6 por ciento, según la Comisión
Europea, frente al 5 por ciento alcanzado en 2000, como ya saben SS.

SS.

Otros problemas, como la situación de la economía japonesa, y la de
los países emergentes, en los que también se aprecian evidentes
síntomas de debilitamiento, han llevado al Fondo Monetario
Internacional a estimar una previsión de crecimiento del PIB mundial
del 3,2, frente al 4,8 por ciento registrado en el año anterior, y
como consecuencia un menor pulso del comercio mundial que, frente a
una tasa en torno al 13 por ciento en 2000, difícilmente llegará este
año al 8 por ciento. De hecho, el Fondo Monetario Internacional la
sitúa en el 6,7 por ciento, o sea, la mitad que el año anterior, y la
Comisión Europea en el 7,6 por ciento.

Para Iberoamérica el Fondo Monetario Internacional prevé un
crecimiento del 3,7 por ciento para este año, siendo destacable las
peores perspectivas para México por su mayor relación con la economía
americana y la situación que está viviendo Argentina. Por el
contrario, parece que Brasil va a servir de contrapeso con un
crecimiento previsto para este año en el entorno del 4 por ciento.

En cuanto a la zona euro, los análisis de los principales organismos
internacionales recogen un efecto limitado de la desaceleración
americana. Tal y como apunta la Comisión Europea, una rebaja de tres
puntos en el crecimiento de Estados Unidos sólo restaría tres décimas
al aumento del PIB en la Unión Europea. Por ello, las previsiones de
crecimiento para este año señalan un descenso desde el 3,4 por ciento
de aumento en 2000 hasta el 2,6 que estima la OCDE, o el 2,8 por
ciento previsto por la Comisión Europea para el presente. Esta última
espera que la demanda interna mantenga su fortaleza, apoyada por el
vigor del consumo privado, derivado tanto de las reformas impositivas
como de losmenores costes energéticos, así como la creación de



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empleo, si bien éste crece un 1,3 por ciento, seis décimas menos que
el correspondiente al año 2000.

Dentro de este contexto de menor crecimiento mundial, cabría esperar
para el presente año una menor presión sobre los precios ligada a la
desaceleración económica. La ralentización de la actividad en los
últimos meses ha sido un elemento determinante de la menor demanda de
crudo, que se ha traducido en una caída del precio del brent desde
los más de 37 dólares a comienzos de septiembre de 2000 hasta cerca
de los 27 dólares actuales. Sin embargo, como saben SS.SS., esta
cotización viene manifestando una cierta resistencia a la baja, lo
que, unido al mantenimiento de la debilidad del euro, oscurece y, en
todo caso, limita los efectos positivos sobre los precios en la zona
euro.

En este contexto internacional la economía española sigue mostrando
en los primeros meses un notable dinamismo tanto en actividad, quizá
algo superior al 3 por ciento como acaba de publicar el Banco de
España, como en empleo, como se pone de manifiesto por el aumento del
número de afiliados a la Seguridad Social. Acaban de hacerse públicos
hoy los datos correspondientes al mes de abril, lo que representa una
tasa anual del 4,12 por ciento, tasa inferior a la que había en
marzo, que era del 4,6 por ciento. Es un indicador más de que estamos
en este proceso de desaceleración económica dentro de esa fortaleza
relativa en relación con otros países, dentro de cierto dinamismo que
se mantiene sin duda en la economía española.

La tendencia a la ralentización de la actividad muestra señales más
patentes en la actividad industrial, como se puede apreciar en
indicadores como el índice de producción industrial, que ha
registrado un descenso en el primer trimestre del 0,8 por ciento
-acaban también de salir los datos de marzo- en series corregidas de
efectos de calendario, debido fundamentalmente a la disminución del
1,4 por ciento en el grupo de bienes de consumo, a la vez que también
desciende la producción de bienes intermedios en un 0,7 por ciento,
mientras que los bienes de equipo registran una variación nula hasta
marzo.

Por componente de la demanda interna -y muy brevemente-, la
desaceleración está afectando tanto al consumo como a la inversión,
aunque la contribución del primero es mayor, en correspondencia
también con su mayor peso en el PIB. La evolución del consumo de los
hogares ha seguido en el año 2000 una trayectoria descendente desde
el 5 por ciento del primer trimestre hasta el 2,8 por ciento del
último. Esta tendencia de acusada desaceleración parece haberse
contenido en los primeros meses de este año, a juzgar por la
evolución reciente de los indicadores más relevantes, pero la
intensidad de la desaceleración parece que se ha contenido. En
cualquier caso, el repunte observado en el consumo en los primeros
meses puede estar ligado a las revisiones de rentas, pensiones y
salarios (pensiones, por la diferencia de inflación del pasado año; y
salarios, por aplicación bastante generalizada de la cláusula de
revisión salarial), de forma que se podría considerar transitorio ese
repunte habida cuenta de la posición financiera de las familias y
especialmente la necesidad de recomponer su tasa de ahorro, hecho,
por otra parte, lógico, habida cuenta del fuerte aumento de la
inversión en vivienda en los últimos años.

En cuanto a la inversión, la formación bruta de capital fijo también
mostró un perfil de desaceleración en el transcurso del año 2000,
pasando, como saben SS.SS., de un aumento del 7,3 por ciento en el
primer trimestre a un 4,4 por ciento en el último. No obstante, la
inversión sigue siendo el componente más dinámico de la demanda
interna, tanto la inversión en equipo como en construcción. No existe
un indicador directo para la inversión en equipo, y su análisis, al
revés de las disponibilidades de manufacturas de bienes de equipo,
calculadas, como saben SS.SS., como la suma de producción más
importaciones menos exportaciones de este tipo de bienes, indica que
está registrando un debilitamiento evidente. Sin embargo, los
fundamentos que explican y condicionan el comportamiento de las
inversiones en equipamiento empresarial son claramente positivos.

Así, las empresas se encuentran en una situación financiera muy
saneada, conforme se refleja en los datos de apalancamiento
financiero -3,8 por ciento en los dos últimos años- que nos ofrece la
central de balance del Banco de España. En segundo lugar, la
utilización de la capacidad productiva se mantiene en niveles
elevados, esto es, en el 80,3 por ciento en el último trimestre de
2000 e incluso algo más alto, 81,9 por ciento, para bienes de equipo.

La inversión en construcción continúa manteniendo tasas ciertamente
elevadas, de manera que no parece que en estos primeros meses se
estén confirmando los pronósticos de ralentización basados en los
elevados niveles ya alcanzados y en el ascenso de los tipos de
interés. Los indicadores disponibles del actual ejercicio para este
sector ponen de manifiesto que mantiene sus tasas de actividad,
aunque cambiando su composición, de manera que la recuperación de la
obra civil toma el relevo de cierto debilitamiento de la obra
residencial, que ha estado creciendo significativamente en años
anteriores.

Por lo que se refiere al sector exterior, los datos referidos a los
dos primeros meses de 2001 muestran la continuidad en el dinamismo
exportador, con un aumento del 12,3 por ciento en términos reales,
siendo de resaltar la intensificación de las exportaciones a la zona
euro, que han pasado del 9,5 por ciento del último trimestre de 2000
al 10,5 por ciento hasta febrero de este año, lo que ha ampliado su
contribución al crecimiento total de las mismas. En los próximos días
se harán públicos los datos correspondientes al mes de marzo. A su
vez, las exportaciones no comunitarias también se han acelerado en
los dos primeros meses del año. Al mismo tiempo, se aprecia un
repunte de las



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importaciones hasta el 11,1 por ciento, lo que supone una fuerte
aceleración respecto al último trimestre de 2000, del 4,3 por ciento.

Con estos datos, el déficit comercial ralentizó su crecimiento
interanual hasta el 7,1 por ciento, tasa muy inferior a la registrada
en el cuarto trimestre de 2000, que había sido del 20,7 por ciento.

En el contexto actual de desaceleración de los intercambios
comerciales, también ha mejorado la tasa de cobertura al situarse en
el 76,9 por ciento en enero y febrero, más de un punto por encima de
la correspondiente al mismo período del año anterior, que había sido
del 75,2 por ciento.

Uno de los aspectos más destacables de la evolución reciente de
nuestra economía es que, a pesar del contexto de relativa
desaceleración económica, continúa siendo favorable el proceso de
creación de empleo. Todavía no tenemos los datos de la encuesta de
población activa, pero sí la de afiliados a la Seguridad Social,
y este comportamiento favorable de la creación de empleo se ha
reflejado en el aumento del número de afiliados a la Seguridad
Social, que, aunque de menor intensidad que en el primer trimestre
del año 2000, que había sido del 5,4 por ciento, sigue manteniendo un
dinamismo elevado, que ascendía en los tres primeros meses al 4,6 por
ciento, cifra igual a la del último trimestre del año 2000, y que se
ha desacelerado en el mes de abril al 4,12 por ciento. De esta
manera, los afiliados alcanzan al terminar marzo -estamos hablando ya
de cifras importantes- la cifra de 15,5 millones de personas, a la
que habría que aumentar los 41.000 del mes de abril.

Un elemento de preocupación dentro de la economía española es la
evolución de la inflación. Tanto el pasado año como en los primeros
meses de 2001 no ha tenido una evolución positiva, sin duda ninguna
como consecuencia tanto de los elementos volátiles como de los
efectos de segunda ronda derivados de la subida del precio del
petróleo, que la elevaron a un 4 por ciento en diciembre del pasado
año y se ha situado en marzo en el 3,9 por ciento. Los alimentos no
elaborados registraron una trayectoria claramente alcista, el 10 por
ciento en tasa interanual en marzo, debido a la crisis ya conocida
del sector cárnico, mientras que los productos energéticos, por el
contrario, trasladaron al IPC el descenso de sus precios, si bien el
crecimiento que se observa en otros componentes del IPC recoge en
buena medida los efectos de segunda ronda de los productos
energéticos, que tiene su expresión más clara en la evolución de la
tasa subyacente, que recoge la traslación desfasada a los precios
finales, tanto del incremento de los precios del petróleo como de la
depreciación efectiva del euro. Estas tensiones inflacionistas
también se han producido en otros países de la Unión Europea, que
registran desde diciembre una tasa del 2,6 por ciento, por lo que
nuestro diferencial de inflación con esa área se ha mantenido estable
en 1,4 puntos por cuarto mes consecutivo, desde el pasado mes de
diciembre.

En un contexto de tipo de cambio irrevocable como el de la unión
monetaria europea, resulta vital tener en consideración que la
evolución de nuestra competitividad vendrá determinada por el
crecimiento de nuestros costes unitarios en comparación con nuestros
competidores. Es por ello que resulta imprescindible la colaboración
de los agentes sociales, empresarios y trabajadores, en el sentido de
que fijen sus políticas de precios y rentas con la referencia de la
propia unión monetaria y la evolución doméstica de la productividad.

Cualquier desbordamiento de nuestros costes unitarios de producción
se traducirá en una pérdida de competitividad, desacelerando tanto el
proceso de inversión como las exportaciones y afectando en última
instancia al crecimiento económico y a la creación de empleo.

En este sentido, los datos sobre la evolución de los convenios en el
primer trimestre ofrecen señales de preocupación. Durante este
período, el incremento salarial pactado se ha situado en el 3,5 por
ciento, con un perfil que se ha mostrado ascendente, hasta el 4 por
ciento, en los convenios de nueva firma, todavía de pequeña cuantía
en cuanto al número de trabajadores afectados. Estos datos confirman
la tendencia de alejamiento de la senda de moderación salarial, con
los negativos efectos que ello puede tener sobre nuestra
competitividad. No cabe duda de que esa evolución de los salarios,
ajena a incrementos de la productividad y que se sitúa en torno a un
punto, puede generar a medio plazo efectos negativos sobre los
precios y, en definitiva, sobre la creación de empleo. Finalizado el
ejercicio 2000 con una necesidad de financiación de las
administraciones públicas del 0,3 por ciento, pasando al ámbito del
sector público, la ejecución presupuestaria en el primer trimestre
arroja una capacidad de financiación de 107.000 millones de pesetas,
cifra que contrasta, como ya saben SS.SS., con el déficit de los
53.500 millones existente en el mismo período del año anterior. Este
dato sitúa las finanzas públicas en el camino del equilibrio
presupuestario previsto para este año, objetivo que se mantiene a
pesar de la reciente revisión del escenario macroeconómico.

Para finalizar este apartado sobre la evolución de la coyuntura
económica, es necesario hablar de la situación de los mercados
financieros. El hecho más significativo en este período ha sido la
relajación de las condiciones monetarias en Estados Unidos, ligada al
empeoramiento de las previsiones macroeconómicas de este país. Por su
parte, el Banco Central Europeo ha mantenido hasta hoy los tipos en
el 4,75 por ciento revisado en octubre de 2000, como medida de
precaución ante la persistencia de presiones inflacionistas y la
evolución de los agregados monetarios. En la reducción de los 25
puntos básicos que se ha decidido hoy han debido de pesar algunas de
los recientes indicadores, que reflejan un claro debilitamiento en
economías importantes de la unión monetaria, cabiendo por tanto
pensar, tal como lo ha dicho además el propio presidente



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del Banco Central Europeo, que este debilitamiento de la actividad
económica va a contribuir positivamente, aunque con lógicos
decalajes, a una reconducción de la inflación en períodos siguientes,
a lo largo del presente año, en los últimos meses del mismo y en el
2002, tal como lo ha reconocido el presidente del Banco Central
Europeo.

Los mercados de renta variable han mostrado desde finales de marzo
una mejora que no ha sido lo suficientemente amplia y duradera como
para compensar las pérdidas registradas con anterioridad. De esta
forma, los principales índices bursátiles internacionales presentaban
pérdidas desde comienzos de año, situación diferente a la del Ibex
35, que recoge una ganancia superior al 2,5 por ciento.

Por último, la moneda europea consiguió recuperar en los primeros
meses del año algo del terreno perdido en 2000. Nos obstante, la
mayoría de los analistas consideran que el euro se encuentra
claramente depreciado a pesar de la convergencia en tipos de interés
entre Europa y Estados Unidos y del diferencial de crecimiento
positivo a favor de la Unión Europea.

Una vez comentados los principales datos de la coyuntura económica,
pasaré a explicar a SS.SS. los datos del nuevo cuadro macroeconómico
publicado por el Gobierno recientemente, estando a su disposición el
informe remitido a esta Comisión. El Gobierno, como han podido
observar, ha revisado el crecimiento del PIB desde el 3,6 al 3,2 por
ciento para el presente año. Este dato coincide con el publicado
recientemente por la Comisión Europea, siendo superior en tres
décimas al que estiman tanto la OCDE como el Fondo Monetario
Internacional: 2,9 por ciento. La revisión del escenario
macroeconómico se circunscribe, por un lado, como era lógico, a la
rebaja generalizada de la actividad económica y el comercio mundiales
y, por otro, a la moderación en el crecimiento que presentan las
variables de la demanda interna española. Así, el PIB mundial se ha
revisado a la baja en un punto, hasta el 3,2 por ciento, en tanto que
el comercio mundial va a pasar, como ya mencioné anteriormente, del
13 por ciento -o de algo superior al 13 por ciento- en el 2000 al 7,5
previsto para el presente año.

Antes de analizar los componentes del cuadro macroeconómico, me
gustaría exponer brevemente a SS.SS. algunas consideraciones de
carácter general sobre el escenario previsto para este año. En primer
lugar, el crecimiento del PIB del 3,2 por ciento supone seguir
avanzando sobre una tasa de crecimiento intensa y claramente por
encima de la media comunitaria, por lo que continúa el proceso de
convergencia real con la Unión Europea. Con ello se rompe una
constante histórica, con arreglo a la cual la economía española se ha
debilitado con mayor intensidad en las fases de debilitamiento del
ciclo, perdiendo los avances que se habían logrado en las fases de
expansión.

En segundo lugar, es importante resaltar que el crecimiento español
presenta una composición más equilibrada y, por tanto, más sostenible
en cuanto a las aportaciones de la demanda interna y externa al
crecimiento del PIB. Esta última, en concreto, abandona prácticamente
el signo negativo, que en 1999 se situaba en 1,5 puntos. Además, una
menor presión de la demanda interna que en ejercicios anteriores
facilitará la reconducción de las tensiones inflacionistas, al mismo
tiempo que la consiguiente recuperación del ahorro familiar
propiciará la reducción de la necesaria financiación de la economía.

En tercer lugar, el crecimiento económico de España continúa siendo
intensivo en empleo. De hecho, las previsiones de la Comisión Europea
de aumento del 2,2 por ciento en el presente año superan ligeramente
a las del Gobierno y resultan también superiores a la media
comunitaria, que se hallan situadas en el 1,3 por ciento.

En el conjunto del año, estima el Gobierno que se crearán 325.000
nuevos empleos, que se añaden a los 2,5 millones ya creados desde
1996, reduciéndose la tasa de paro hasta el 12,7 por ciento.

En el nuevo cuadro macroeconómico del Gobierno se pone de manifiesto
que la moderación de la demanda interna, del 3,9 por ciento previsto
en septiembre al 3,3 por ciento en la actualidad, afecta tanto a la
inversión como a la demanda de consumo. Esta variable mostró una
clara desaceleración en el último semestre de 2000, pasando su tasa
intertrimestral anualizada desde el 4,1 en el primer trimestre al 1,8
por ciento en el último. Este año, el consumo de las familias se va a
ver afectado por un crecimiento del empleo algo menos intenso y la
probable búsqueda de cierta recomposición del ahorro, factores que
llevan a revisar su previsión desde el 2,9 al 2,6. Para consumo
público, se espera un aumento del 2 por ciento, en línea con la
limitación del gasto público que determinan los presupuestos para
este año. Hay que señalar que esta variable creció el 2,6 por ciento
en 2000, por lo que la estimación del 2 por ciento para este
ejercicio supone continuar la tendencia a reducir su peso en el PIB.

En la demanda de inversión también se aprecian síntomas de
debilitamiento. Así, la inversión en bienes de equipo, que alcanzó un
máximo cíclico en 1998, experimenta desde ese año una continua
reducción en su tasa de crecimiento. Para este año no cabe esperar
que se invierta esa tendencia, por lo que se ha estimado un aumento
del 4,8 por ciento. Esta tasa de crecimiento se sustenta
fundamentalmente en las favorables condiciones financieras de las
empresas y la elevada utilización de la capacidad productiva que ya
comentamos anteriormente.




En el caso de la construcción, que es el componente dominante de la
inversión, la desaceleración será más suave que en los bienes de
equipo, hasta alcanzar un crecimiento del 5,7 por ciento, 6,5 por
ciento previsto en septiembre. Este año se espera una suave desacele
ración



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de la construcción residencial, que se verá parcialmente compensada,
como mencioné anteriormente, con el repunte de la obra pública ligada
a los proyectos de infraestructuras en curso.

En cuanto a la evolución del sector exterior, se ha revisado al alza
su contribución al crecimiento del PIB desde 0,4 puntos a 0,1, igual
que en 2000. El comportamiento de la demanda externa está dominado
por la desaceleración en más de un 40 por ciento del comercio
mundial. No obstante, la concentración de las exportaciones españolas
a los países de la UE, en los que se espera un crecimiento de su
demanda interna más sostenido, puede limitar el efecto de la
disminución del comercio internacional. Así, se espera que las
exportaciones crezcan el 8,1 por ciento y las importaciones el 7,9
por ciento, en línea con la desaceleración de la demanda interna.

Finalmente, la desaceleración del crecimiento del déficit comercial y
la estabilización de los precios energéticos, junto con el aumento
del ahorro de las familias y las mayores transferencias de capital
procedentes de la Unión Europea, hace prever una mejora de la
necesidad de financiación de la economía desde un menos 2,7 por
ciento del PIB previsto en septiembre hasta el menos 2 por ciento,
dos décimas menos que en 2000.

Las perspectivas económicas que acabo de describir para este
ejercicio no significan que la economía permanezca exenta de
incertidumbres. Una de ellas, como mencioné anteriormente, es la
relativa a las tensiones inflacionistas que se vienen registrando
durante el último año. Esta incertidumbre se relaciona en parte con
determinados elementos coyunturales, que han afectado a todos los
países europeos, como son los problemas surgidos en el ámbito
alimentario, la subida de los precios energéticos y la inflación
importada, derivada de la debilidad del euro. Por otra parte, dada la
diferencia en el nivel general de precios de España en relación con
la media de los países euro, resulta lógico asumir que, como
tendencia, se produzca cierto diferencial adverso de precios con esa
área, en la medida en que se avance en convergencia real. Pero
resulta también bastante evidente que cualquiera que sea la cifra
diferencial que todos nosotros consideremos como razonable, se
encuentra sobrepasada por el actual diferencial de 1,4 puntos, que
aunque no se ha elevado en los últimos meses, como dije
anteriormente, no deja de ser un problema serio que debe preocuparnos
a todos.

El objetivo de relativa estabilidad de precios es responsabilidad
-como saben SS.SS. perfectamente- de la autoridad monetaria, en
nuestro caso del Banco Central Europeo, quien adecua los instrumentos
monetarios a ese fin para el conjunto de la zona euro. En ese
contexto el Gobierno español está haciendo lo que considera correcto
y necesario para lograr el máximo crecimiento sostenible a medio y
largo plazo. En primer lugar, mantener para este año el objetivo de
equilibrio presupuestario en el nuevo escenario corregido, lo que
supone un esfuerzo adicional en la política presupuestaria. En
segundo lugar, impulsar un mercado de trabajo más flexible, en el que
la formación de los salarios se acomode mejor a las circunstancias de
productividad y competitividad de cada unidad de producción. En
tercer lugar, continuar con el proceso de liberalización de mercados
y culminar los desarrollos de los reales decretos-ley del pasado mes
de junio de 2000.

Quiero afirmar a este respecto que los sectores liberalizados
mantienen un comportamiento razonable y positivo en precios en
relación con otros países, como se pone de manifiesto en el informe
Cardiff, de la Comisión Europea, en el que se recoge una reducción
más intensa de precios en España que en la zona euro, tanto en el
sector de telecomunicaciones como en el energético, entre 1996 y
2000. Los reales decretos, que supusieron un avance enorme en
liberalización, se han cumplido en un grado elevadísimo y están
cumpliendo su cometido para la competencia y la modernidad del
sistema económico: libros de texto, medicamentos, suelo, los
mencionados de telecomunicaciones y energía. En concreto, por su
influencia me gustaría detenerme en las disposiciones en materia
energética.

En este pilar de la política económica del Gobierno me gustaría hacer
algunas precisiones. Las modificaciones que se ponen en marcha con el
Real Decreto-ley 6/2000 y cuyo desarrollo se deriva a la aprobación
de una norma reglamentaria, tanto en el ámbito del sector eléctrico
como el del gas natural, suponen la introducción de nuevos esquemas
de funcionamiento en estos sectores que deben atravesar una
transformación de gran importancia y que sin duda afecta al
funcionamiento de sectores básicos de nuestro sector productivo.

A la hora de afrontar la concreción de la previsión del real decreto-
ley y en concreto de cometidos, funciones, derechos y obligaciones de
los distintos sujetos implicados, algunos de nueva aparición como el
gestor técnico del sistema del gas y sus interrelaciones, se entendió
que debía proporcionarse un esquema meditado y, por tanto, con
vocación de estabilidad en el tiempo. Era de primordial importancia
contar con la opinión y las aportaciones de todos los sujetos que de
una u otra forma se verían afectados por estas modificaciones. Se
decidió que cumpliría mejor estos objetivos de calidad y de voluntad
de acierto en la elaboración de los proyectos normativos un
planteamiento que implicase a todos los sectores afectados. Se
constituyeron grupos de trabajo, tanto en el sector eléctrico como en
el del gas natural, con la presencia además de representantes del
Ministerio de Economía y de la Comisión Nacional de la Energía, de
los distintos sujetos que operan en los respectivos mercados,
incluyendo naturalmente a los de nueva aparición, como los nuevos
comercializadores, y los consumidores. Si bien este es un método que
por permitir e impulsar la discusión y las aportaciones de los
distintos sujetos participantes consume necesariamente más tiempo que
la mera elaboración



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unilateral por la Administración de un texto, también entendemos que
responde a los objetivos de participación, de voluntad de acierto y
de calidad en el resultado.

La importancia de los objetivos perseguidos lo merecía: el
establecimiento de las reglas de juego de un mercado que en algún
caso funciona en régimen de monopolio tradicionalmente y que en un
plazo breve de tiempo -1 de enero de 2003- debe atender en régimen de
competencia abierta al conjunto del mercado español. En la
tramitación de las normas, una vez que los borradores estuvieran
ultimados, se podía haber planteado, con objeto de ajustarse a los
plazos previstos en el real decreto-ley, una tramitación por la vía
de urgencia solicitando con plazos reducidos la emisión de informes y
dictámenes de órganos que preceptivamente deben informar, como la
propia Comisión Nacional de la Energía.

No obstante, se entendió que las modificaciones, que se están
llevando a cabo con las normas en tramitación, tienen gran
transcendencia y que por ello mismo el objetivo primordial es
asegurar la participación y la posibilidad de aportación de todos los
que puedan verse afectados por las mismas. Por ello era importante
que todos estos órganos contasen con los plazos ordinarios que las
normas les otorgan para el ejercicio de sus competencias y, en
concreto, para la emisión de opinión sobre estos transcendentales
proyectos normativos.

La opción de poner en un primer plano la calidad y coherencia del
trabajo por delante de un ajustado cumplimiento de plazos, de los
cuales el desvío temporal no es de calado, viene confirmada con la
decisión tomada en relación con la elaboración, discusión y
tramitación de los compromisos normativos en materia de gas natural.

En efecto, el real decreto-ley encarga al Ministerio de Economía la
aprobación de la gestión técnica del sistema de gas, sin establecer
un plazo al efecto y, al mismo tiempo, encarga al Gobierno la
aprobación de un sistema económico integrado del gas natural, para el
que sí establece un plazo. Dada la estrecha interrelación entre ambos
aspectos, se optó por el estudio de ambos temas en conjunto. En
efecto, las normas técnicas de un sector que debe atravesar una
radical transformación para abrirse a la competencia y que deben
regular pormenorizadamente las relaciones entre los distintos sujetos
que van a operar en el mismo deben ser plenamente coherentes con los
aspectos económicos de su funcionamiento. De nuevo debo decir que
quizá ésta es una opción que consuma más tiempo, pero sin duda es una
opción de coherencia, de estabilidad y de calidad de la normativa,
que se encuentra ya en su última fase de tramitación, por lo que, en
todo caso, su aprobación se producirá en breve. La mayor parte de las
medidas están en funcionamiento, únicamente se trata de regular
algunas, en concreto las que han exigido unos grupos de trabajo, de
trabajo intenso
con sectores y organismos implicados, y esto es lo que hace que
cuando próximamente se cumpla un año prácticamente todas estén en
fase de tramitación. Respecto a muchas de ellas ya se ha emitido el
informe preceptivo la Comisión Nacional de la Energía y están ahora
mismo en el proceso de obtener el preceptivo dictamen del Consejo de
Estado.

Para terminar, señorías, destacaré una serie de conclusiones que cabe
extraer de lo expuesto a lo largo de esta comparecencia. La economía
española se enfrenta a un entorno internacional más complejo que el
que se daba hace unos meses, dada la ya mencionada ralentización de
la economía estadounidense, que tendrá indudables efectos sobre las
economías europeas y, por tanto, sobre el entorno en el que se moverá
nuestra economía. Además, es preciso que tengamos en cuenta que tanto
entre los analistas privados como en las instituciones
internacionales hay dudas sobre la intensidad de la desaceleración de
la economía norteamericana, así como respecto al momento en que se
producirá el inicio de su recuperación. Ambas circunstancias,
intensidad y duración de la desaceleración, influirán en la evolución
económica futura de la economía mundial.

No obstante y a pesar de las incertidumbres internacionales, no
debemos olvidar que la economía española se encuentra mejor preparada
para afrontar estas situaciones de lo que lo estaba en el pasado. Los
esfuerzos realizados en términos de consolidación presupuestaria,
liberalización de los mercados de bienes y servicios y modernización
del mercado de trabajo han permitido que nuestra economía disponga de
un mayor margen de maniobra ante un empeoramiento del entorno
internacional que la rodea. Este contexto de desaceleración tendrá
algunos aspectos positivos, como sus efectos sobre la demanda
internacional de petróleo, lo que facilitará la reducción de las
cotizaciones del crudo. A su vez, la menor actividad económica, al
aproximar nuestro aumento del PIB al crecimiento potencial de la
economía española, posibilitará una desaceleración de la inflación,
aunque es preciso tener en cuenta que estos efectos suelen producirse
con un cierto retraso. Por tanto, cabe esperar una evolución más
moderada de los precios en nuestro país, a partir del verano, tal
como señala el propio Banco de España en su último informe de
coyuntura, una vez que se hayan internalizado totalmente los efectos
de segunda ronda que he mencionado a lo largo de esta comparecencia.

Respecto a las actuaciones a adoptar en este contexto, el Gobierno,
como se ha puesto de manifiesto a lo largo de los últimos años, está
firmemente comprometido con el proceso de consolidación
presupuestaria. Por tanto, tal como recogía la actualización del
programa de estabilidad presentado a principios de este año, se
respetarán los objetivos presupuestarios fijados, incluso con un
entorno de crecimiento más moderado de lo que se previó cuando se
realizaron los Presupuestos Generales del Estado para el año 2001. De
este



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modo, la política presupuestaria española estará coadyuvando a la
instrumentación de una política monetaria adecuada por parte del
Banco Central Europeo y tendente a eliminar tensiones inflacionistas.

Asimismo, se avanzará en la modernización de los sistemas de
negociación colectiva de manera que se permita que los salarios
registren una evolución coherente con los incrementos de
productividad, evitando así peligrosas espirales salarios-precios.

Una negociación colectiva más moderna posibilitará que no se ponga en
riesgo la competitividad de las empresas españolas y, con ello,
contribuirá a garantizar la prolongación del proceso de crecimiento y
creación de empleo.

Por último, aunque no menos importante, el Gobierno continuará
desarrollando las medidas de liberalización de los mercados de bienes
y servicios, como he puesto de manifiesto en mi referencia al
cumplimiento de las medidas adoptadas en junio del pasado año. En
coherencia también con dichas medidas, se seguirá otorgando un papel
fundamental a la política de defensa de la competencia, dado que es
un elemento esencial para garantizar el buen funcionamiento de dichos
mercados como complemento de las actuaciones de privatización y de
regulación realizadas por el Gobierno español.




El señor PRESIDENTE: Para la intervención de los distintos grupos
parlamentarios, por deferencia del Grupo Parlamentario Socialista,
tiene la palabra el portavoz del Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió), señor Sánchez i Llibre.




El señor SÁNCHEZ I LLIBRE: En primer lugar, quiero agradecer la
cortesía del Grupo Parlamentario Socialista por dejarme intervenir el
primero, ya que razones de tipo personal me obligarán a abandonar la
sala de la Comisión antes de que finalice la misma. También quiero
agradecer la comparecencia del secretario de Estado de Economía en
esta Comisión para explicarnos el cuadro macroeconómico y la
modificación de las cifras del Plan de estabilidad.

Respecto a la revisión de las previsiones del cuadro macroeconómico,
Convergència i Unió considera que las modificaciones obedecen a
decisiones lógicas y realistas, ya que también lo han hecho otros
organismos institucionales como el Fondo Monetario Internacional, la
OCDE y la Unión Europea. Consideramos que una lectura real de los
indicadores económicos obligaban a esta modificación que hoy nos ha
explicado el secretario de Estado de Economía.

En nombre del Grupo Parlamentario de Convergència i Unió, querría
hacer unas cuantas consideraciones respecto a su intervención y a las
modificaciones que nos ha explicado en su comparecencia, a fin y
efecto de que puedan ser recogidas por el Gobierno, si es posible,
para que las cifras previstas a lo largo del año 2001 se puedan
cumplir con satisfacción, no mermen la competitividad
de nuestro tejido empresarial y no puedan modificar unas
previsiones de empleo que ya han sido modificadas a la baja en este
cuadro que nos acaba de explicar.

La primera consideración que querríamos hacer al señor secretario de
Estado es que las modificaciones que nos han planteado continúan
partiendo de la base de que el precio del barril del petróleo estará
en una media de 25 dólares el barril durante este año. Observamos con
cierta preocupación que quizás estas previsiones no se puedan cumplir
porque hoy ya está previsto que la media del precio del barril estará
en torno a 26 dólares. Algunos países productores de la OPEP y
algunos que no tienen tanta incidencia en la producción han decidido
hacer rebajas de producción de barriles de petróleo. Como ejemplo, le
diría que algunos países productores de petróleo que no están
adscritos a la OPEP ya han anunciado rebajas de producción entre
300.000 y 500.000 barriles. Por otra parte, hay centros de prestigio
internacional, como el Centro Global de la Energía de Londres y el
Centro de Estudios para la Energía de Oxford que tienen previsto que
el precio del barril del petróleo a finales del año 2001 esté en
torno a los 30 dólares. Por tanto, querríamos saber qué medidas tiene
previstas el Gobierno en caso de que estas previsiones de dichos
organismos internacionales puedan repuntar al alza el precio del
barril del petróleo.

Desde la perspectiva de la inflación, consideramos que el punto negro
de la economía española continúa siendo el descontrol de la
inflación, el no cumplimiento de las previsiones de inflación.

Nosotros ya hemos venido manifestando a lo largo de estas
comparecencias, tanto del vicepresidente segundo y ministro de
Economía, señor Rodrigo Rato, como en su anterior comparecencia, que
nos preocupa que dicha escalada de precios -o sea, el descontrol de
la inflación- pueda frenar la recuperación incipiente de nuestra
economía, pueda perjudicar nuestro crecimiento económico, pueda
mermar la competitividad de nuestro tejido empresarial, pueda
perjudicar la creación de empleo (cuyo objetivo ya está modificado en
estas previsiones que usted nos acaba de explicar) y, finalmente,
amenace la anunciada rebaja de impuestos, con la cual nuestro Grupo
Parlamentario de Convergència i Unió está de acuerdo porque
entendemos que, desde todo punto de vista, dicha rebaja impositiva es
necesaria para poder homologar la fiscalidad de la economía española
con la del resto de los países de la Unión Europea.

Es cierto (y en eso estamos de acuerdo con el señor secretario de
Estado) que la inflación prevista no se puede modificar al alza
porque esta cuestión es competencia del Banco Central Europeo, pero
también es cierto que ustedes han modificado de alguna manera al alza
ciertas magnitudes económicas, como puede ser el deflactor del gasto
en el consumo final, que lo han pasado del 2,7 por ciento al 2,8 por
ciento, y el deflactordel PIB, que lo han pasado del 2,3 por ciento
al 3,4



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por ciento. Aquí me gustaría hacer una pequeña consideración y es que
el deflactor del PIB, que ustedes estiman que a finales del año 2001
va a llegar al 3,4 por ciento, por primera vez estará por encima del
crecimiento del PIB de la economía española, que es del 3,2 por
ciento. Pensamos que vale la pena estar atentos a esta magnitud
porque, también en este caso, podría llegar a perjudicar la
competitividad de nuestro tejido empresarial. A finales del mes de
marzo, los índices de inflación interanual estaban en el 3,9 por
ciento, bastante por encima de lo que representa la media de la
inflación del resto de los países de la Unión Europea, que está en el
1,4 por ciento. Nos continúa preocupando la evolución de la inflación
a lo largo del año 2000 y en lo que va del año 2001, y pensamos que
hay que tomar todas las medidas oportunas para poder controlarla
a finales del año en curso.

La inflación subyacente (de la cual, como usted sabe perfectamente y
SS.SS. también, están excluidos los precios energéticos y todas
aquellas consideraciones económicas como pueden ser las vacas locas y
la fiebre aftosa, que en un cierto momento han podido incorporar un
repunte negativo al crecimiento de la inflación) alcanzada en el mes
de marzo del año 2001 está alrededor del 3,3 por ciento y nos
preocupa que esta inflación subyacente haya sido impulsada, en cierta
manera, por el incremento de los precios de los servicios, cuya
variación interanual hasta el mes de marzo del año 2001 ha llegado al
4,6 por ciento. A nuestro entender, es una inflación considerable, ya
que nos tendríamos que remontar al año 1995 para poder contemplar
índices de variación tan negativos en nuestra economía, concretamente
en el sector de los servicios.

Nosotros entendemos (y así lo hemos manifestado en nuestras
intervenciones en el Congreso de los Diputados a través de diferentes
interpelaciones que hemos planteado al Gobierno; concretamente, la
próxima semana vamos a ver una moción que va ese sentido) que vale la
pena tomar todas las medidas necesarias, como reformas estructurales
que incorporen más liberalización a los sectores de la economía
española y más capacidad para poder desarrollar con más plenitud la
competitividad de nuestro tejido empresarial.

También nos gustaría recalcar algunas modificaciones de ciertas
magnitudes económicas previstas en el cuadro macroeconómico que
afectan al comercio internacional. Desde la óptica internacional, hay
una modificación a la baja en aspectos como la exportación de bienes
y servicios, en la que ha pasado del 8,8 al 8,1 por ciento para
finales de año, y en las importaciones de bienes y servicios, que va
del 9,5 por ciento al 7,9 por ciento. En este sentido, reclamamos
todas aquellas medidas que vayan orientadas a introducir más
competitividad, para que nuestro tejido empresarial sea más
competitivo en la zona euro. Sabemos perfectamente que desde la
óptica de la internacionalización han existido inversiones
importantes en todos aquellos países
que están fuera de la zona euro, pero también hay que reconocer que
quizás en la zona euro es donde nosotros tenemos un margen de
maniobra más estrecho para poder afrontar con éxito los retos de la
competitividad dentro de dicha zona.

Desde la óptica de la inflación, hay otros aspectos negativos para
los que reclamamos una mayor atención por parte del Gobierno, como
pueden ser todas aquellas acciones relacionadas con la puesta en
marcha del euro. Es cierto que hay indicaciones del Banco Central
Europeo en el sentido de controlar al máximo los precios cuando se
ponga en marcha la moneda única en toda la zona euro. Es posible que
en este aspecto puedan existir tendencias inflacionarias y todos los
gobiernos tendrán que incorporar una serie de controles
microeconómicos para poder estar atentos a que esta puesta en marcha
de la moneda única en toda la zona euro no repercuta negativamente
desde el punto de vista de la inflación.

Continuamos preocupados, y así lo manifestamos en su anterior
comparecencia, por todos aquellos aspectos relacionados con los
precios energéticos, y concretamente con la competencia de la
distribución de los mismos. En este aspecto volvemos a manifestar
nuestra preocupación, porque a pesar de que se ha producido una
liberalización importante en el sector energético, en la cual
nosotros hemos colaborado positivamente, lo cierto es que el sector
de la distribución de los hidrocarburos continúa monopolizado por
diferentes compañías, como pueden ser Repsol, Campsa, Cepsa, BP y
Shell, que concentran el 79,2 por ciento de la distribución de
carburantes, mientras el 1,4 por ciento está en manos de las grandes
superficies. Si hacemos una análisis de la situación del mercado en
1994, veremos que la situación de monopolio en dichas compañías era
del 81 por ciento, y ahora, a pesar de que se han introducido medidas
liberalizadoras positivas, la competencia al respecto solamente se ha
rebajado en 1,8 puntos.

Desde la óptica de la modificación de algunas variables que ustedes
nos han presentado en la modificación de los cuadros macroeconómicos,
vemos con preocupación todos aquellos datos que hacen referencia a
las inversiones. La inversión es una de las variables que ha sufrido
mayor cambio en el nuevo escenario macroeconómico elaborado por el
Gobierno, cambio que ha consistido fundamentalmente en que en una
parte del consumo del gasto final de los hogares, la formación bruta
del capital fijo, especialmente la dirigida a bienes de equipo, hay
una previsión de no crecimiento; ha pasado del 8 por ciento previsto
para el año 2001 a un 4,8 por ciento, un poco por debajo de lo que
representa el crecimiento de bienes de equipo en el resto de países
de la Unión Europea, que está cifrado en un 5,4 por ciento. En este
sentido, entendemos que sería interesante que cuando el Gobierno
llevara a la Cámara la modificación del impuesto de sociedades,
incorporase una serie de medidas que tuvieron un gran éxito fiscal y
productivo



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en su momento, que son todas aquéllas que comportan modificaciones
fiscales importantes para la inversión en activos nuevos. Esta sería
una medida que, en caso de que se modificara el impuesto de
sociedades, nosotros reclamaríamos, entre otras que también creemos
que son importantes. Pensamos que una modificación del impuesto de
sociedades, en el sentido de incorporar en la inversión en activos
fijos nuevos una bonificación fiscal como se había mantenido en años
anteriores, podría repercutir positivamente y favorecer todas
aquellas inversiones de capital fijo y en activos nuevos para el año
2001 que pudieran llegar a una tasa de crecimiento superior al 4,8
por ciento prevista por el Gobierno; quizás pudiera alcanzar, no el 8
por ciento previsto inicialmente, pero sí un porcentaje similar al
del resto de países de la Unión Europea que, repito, está cifrado en
un 5,4 por ciento.

Finalmente, señor secretario de Estado, mi Grupo Parlamentario de
Convergència i Unió tiene una duda importante, y es cómo van ustedes
a cuadrar el círculo. Desde nuestra óptica, creemos que no va a ser
fácil. Pueden contar con nuestra colaboración para poder aportar,
cumplimentar e implementar todas aquellas medidas que sean necesarias
para poder cuadrar el círculo que, a nuestro entender, sería el
siguiente. Ustedes tienen prevista una reducción impositiva a lo
largo del año 2001-2002. También es cierto que existió una
modificación en el cuadro macroeconómico que ustedes nos presentaron
hace aproximadamente dos o tres meses, ya que había un incremento de
inversión pública del 1,2 por ciento al 2 por ciento, lo cual
representaba un incremento de 500.000 millones de pesetas.

Compatibilizar más inversión pública y reducción impositiva con un
crecimiento más suave de la economía -del 2,2 por ciento, como
ustedes han previsto en este cuadro macroeconómico-, si no es con
grandes reformas estructurales, con más liberalización de la
economía, con la introducción de más competencia en nuestro tejido
productivo y con la incorporación de medidas que vayan orientadas al
fomento de la economía productiva y a mejorar la competitividad de
nuestro tejido industrial, va a ser difícil poder cuadrar el círculo.

Nosotros no perdemos la esperanza, sino todo lo contrario, estamos
dispuestos a colaborar para que estas previsiones sean una realidad
y, finalmente, las tasas de empleo previstas en este cuadro
macroeconómico no solamente no se cumplan, sino que se puedan mejorar
y llegar al límite inicial previsto a finales del año pasado, cuando
ustedes presentaron el cuadro macroeconómico para este año.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la
palabra su portavoz, señor Sevilla.




El señor SEVILLA SEGURA: Muchas gracias, señor Folgado, por su
comparecencia, en la que he
creído entender un esfuerzo especial porque fuera lo más técnica y
aséptica posible, como si pretendiera que nos olvidáramos que forma
parte del Gobierno, quizá porque yo creo que lo que se está poniendo
en cuestión es precisamente su capacidad -no la suya personal- para
gobernar cuando hay dificultades. Ustedes no sólo no resuelven
problemas como la inflación o la pérdida de competitividad de la
economía española, sino que para muchos, y cada vez más, son el
principal factor de riesgo e incertidumbre con su intervencionismo y
arbitrismo regulador.

Voy a leer una frase de un autor, no sé si prestigioso pero desde
luego afamado, que cito textualmente: No podemos descargar en otros
las consecuencias de nuestras insuficiencias o falta de ambición, ni
pretender que otros compensen con sus acciones lo que nosotros no
hemos sido capaces de hacer, en definitiva, no podemos declinar
nuestra propia responsabilidad. Cierro comillas. Presidente Aznar.

Eso es exactamente lo que ustedes están pretendiendo hacer, declinar
su responsabilidad en algunos asuntos que, por ejemplo, tienen que
ver con la inflación. ¿Sabe que en este momento España está por
encima de la tasa mundial de inflación? está por encima de la tasa
mundial, no digo de la Unión Europea, cosa que sin duda, con la
obsesión por los guinness que ustedes tienen, les puede envanecer,
pero creo que es malo para la economía española y, por supuesto y ha
sido ya mencionado, volvemos a una situación en la cual el
crecimiento de la inflación supera al crecimiento del producto
interior bruto, lo cual antiguamente se llamaba una situación de
estanflación. El problema es que esa evolución negativa de la
inflación no sólo depende de factores coyunturales. La inflación sin
excusas, la inflación subyacente ha subido una décima al mes en lo
que llevamos de año y veremos qué ocurre cuando salgan los resultados
de abril. Habla usted de la segunda ronda como consecuencia de las
subidas del petróleo. Estas cosas son discutibles, como casi todo en
economía, afortunadamente, aunque a algunos no les guste la
discusión.

Usted ha mencionado una evolución de los salarios del 3,5 por ciento
en el primer trimestre -es lo que figura, efectivamente- a comparar
con una evolución del 3,3 por ciento el año pasado, teniendo en
cuenta las cláusulas de salvaguardia. No parece que sea una cosa
especialmente preocupante. Da un poco la sensación que en un momento
en el cual por primera vez en la historia de la democracia española
nadie puede, hasta la fecha, acusar a los salarios de nuestra
excesiva inflación en términos comparativos ustedes están buscando
desesperadamente que así sea; ustedes parece que están buscando
desesperadamente, también aquí, un culpable. Por cierto, menudo
bofetón nos acaba de dar el Banco Central Europeo. Llevan ustedes
unas cuantas semanas pidiendo desesperadamente que, ya que no son
capaces de controlar la inflación española, lo haga el Banco Central
Europeo no bajando los tipos de interés.




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En coherencia con su razonamiento, deberían de haber pedido que los
subiera, con independencia de las peores perspectivas económicas,.

Hoy los acaba de bajar un cuartillo, luego bofetón al Gobierno
español como en el acuerdo de pesca, como en el plan de reconversión
del sector pesquero, como en el debate sobre los fondos estructurales
y de cohesión. Creo que todo eso debería llevarles a reflexionar
sobre cómo lo están haciendo porque a mí, desde luego, aunque esté en
la oposición, no me gusta ver al Gobierno de España convertido en el
pimpampum de la Comisión y del resto de los gobiernos de la Unión
Europea.

Estábamos en la inflación. Ustedes han hecho una revisión del cuadro
macro y es curiosa la explicación que dan, es decir, el comercio
mundial, el resto de países, la desaceleración de Estados Unidos y de
la Unión Europea hace que nosotros tengamos que bajar nuestras
previsiones de crecimiento, pero cuando uno mira la revisión que
ustedes hacen, lo único que mejora es el saldo exterior, la
contribución del sector exterior. Luego al menos llama la atención
que la desaceleración externa, que se supone que es la causa de
nuestra desaceleración interna, tenga un reflejo positivo en cuanto a
lo que significa la contribución del sector exterior. Cuando uno mira
con un poquito de detalle, sin necesidad de entrar en grandes
profundidades, dónde centran ustedes los cambios en el escenario
macro, ve una reducción importante del gasto en el consumo de las
familias y una reducción importante en la inversión. Y yo digo ¿no
tendrá nada que ver nuestro diferencial de inflación, no tendrá nada
que ver ese 4,1 por ciento con el que terminamos el año pasado, ese
3,9 por ciento con el que estabamos en marzo y veremos qué ocurre en
abril? ¿No se habrá generado de verdad, como ocurre lógicamente en
todo proceso de inflación, una pérdida de poder adquisitivo que se
traduce en menor capacidad de consumo de las familias y en una
pérdida de competitividad? Por cierto, el Banco de España dice que
desde que entramos en el euro ha caído en España 2,1 puntos como
consecuencia de ese diferencial de inflación? ¿No tendrá nada que ver
eso con la caída de las inversiones? Es decir, ¿no hay razones
endógenas suficientes para explicar esta desaceleración sin recurrir
a la excusa de la desaceleración internacional y esas razones
endógenas no tendrán que ver con la incapacidad del Gobierno de
controlar la inflación en unos términos que, por una parte, permitan
no perder poder adquisitivo y, por otra, que nuestras empresas no
pierdan competitividad?
Ustedes, a nivel de teoría económica, según les funciona, aprovechan
unas u otras teorías, y ahora son monetaristas. La inflación es un
problema exclusivamente monetario, que depende sólo del Banco Central
Europeo y allá se las apañe él; nosotros no podemos hacer nada, somos
meros espectadores de la gestión de la política monetaria que haga el
Banco Central Europeo y somos, por tanto, agentes pasivos respecto a
lo
que eso signifique para nuestra inflación. Ustedes seguramente hasta
se lo creen; pero creo que nadie más se lo cree, nadie más se cree
que buena parte de la explicación del diferencial positivo de
inflación que tiene la economía española, sobre todo en ese 3,3 por
ciento en que estaba situada en marzo la inflación subyacente,
insisto, subiendo una décima al mes en lo que llevamos de año, no
responda a la incapacidad del Gobierno español de llevar adelante
políticas de reformas estructurales, de competencia y de mejora del
funcionamiento de los mercados en determinados sectores especialmente
inflacionistas. Eso no lo resuelve el Banco Central Europeo, eso no
lo resuelve la política monetaria; eso lo tiene que resolver el
Gobierno español. Pero si su teoría es que ustedes no son
responsables de la inflación, lógicamente no tienen por qué tomar
ninguna medida para combatir la inflación española, y eso me preocupa
tanto o más que el dato en sí de una inflación que claramente se nos
está yendo de las manos y que, insisto, creo que está en la raíz de
la explicación de la revisión del cuadro macro que ustedes han hecho,
no tanto la desaceleración del comercio internacional, de lo que
ocurre en otros países, que puede tener repercusión, y lo veremos a
final de año según cómo haya evolucionado la aportación del sector
exterior, pero que en sus propios términos, en su propia explicación
de la revisión del cuadro macro creo que esa incapacidad del Gobierno
para controlar la inflación explica suficientemente bien esa caída en
el consumo privado de las familias, esa caída en la inversión. Por
tanto, no hace falta recurrir a factores exógenos.

Ustedes además se han situado en el 3,2, que es la nueva previsión,
yo diría que en estos momentos es la banda alta del abanico de
previsiones; hay quien está situando la previsión de crecimiento de
la economía española en el 2,9, usted lo ha dicho; hoy he tenido
ocasión de ver el pool de expertos que tiene en cuenta The Economist,
que la sitúa en el 2,8; ustedes se han situado en la zona alta y yo
no voy a entrar a valorar ahora si eso es más optimista o menos
optimista. Creo que estamos en un momento en el que todavía hay
suficientes incertidumbres como para tener claro cuál va a ser el
resultado final, aparte de que no voy a caer en la discusión de la
décima cuando viene el INE y nos revisa los años de atrás y modifica
cuatro o cinco décimas, y parece que eso no forma parte del debate.

Por tanto, yo no voy a entrar en la discusión de si es el 3,2, el 3,3
o el 3,1, lo que sí que es evidente es que nos vamos a situar en
torno a un punto menos que el año pasado, y que en la interpretación
que se deduce de su propia revisión del cuadro macro la
responsabilidad fundamental de que la economía española crezca un
punto menos este año y genere aproximadamente 60.000 puestos de
trabajo menos la tiene el Gobierno por su incapacidad y su dejación
en la lucha contra la inflación.




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Ha hablado usted de la preocupación por lo que esto signifique en la
moderación salarial. Yo comparto esa preocupación. He dicho muchas
veces, incluso en esta Comisión, que si tuviéramos que reducir a una
y sólo una las explicaciones del buen comportamiento de la economía
española estos últimos años sería la moderación salarial, sin lugar a
dudas, es el cambio paradigmático más importante que se ha producido
desde el año 1975. Mantener eso es especialmente importante en el
contexto del euro, pero ¿qué hace el Gobierno para ello más allá de
amenazar, más allá de hacer recomendaciones morales, más allá de
decir a los sindicatos que sean buenos y a los empresarios que sean
benéficos? ¿Qué hace el Gobierno para mimar esa moderación salarial?
¿Aprobar una previsión de IPC que nadie se cree y que nadie toma en
cuenta en las negociaciones salariales? ¿Amenazar con modificaciones
unilaterales del sistema de negociación colectiva? ¿Aprobar por
decreto ley una reforma regresiva del mercado laboral? ¿Así es como
se mima desde el Gobierno una de las variables estratégicas
fundamentales que tenemos que cuidar en este país, como es la de la
moderación salarial? ¿O es diciendo a los empresarios que, en contra
de los principios liberales de la maximización del beneficio, si
pueden ganar 100, se limiten a ganar 80 porque el Gobierno se lo pide
o porque si no son buenos, el Gobierno les castiga no bajándoles los
impuestos? Yo creo que los empresarios deben maximizar los beneficios
en las condiciones dadas, y es responsabilidad del Gobierno
establecer unas condiciones en las cuales esa maximización de
beneficios sea compatible con el interés general. Y si no, el que
está fallando es el Gobierno, no los empresarios.




Manifiesta alguna preocupación por la evolución, que también figura
en el informe de coyuntura, de los costes laborales unitarios. Todos
sabemos que esto tiene que ver con la evolución salarial y con la
evolución de la productividad, y, se ponga usted como se ponga,
seguimos teniendo una evolución de la productividad muy por debajo de
la media europea, por no hablar de la de Estados Unidos, excepto en
el último trimestre, respecto al que hay dudas sobre si ha caído o
no. Hace falta echarle valor para hacer recomendaciones de moderación
salarial en función de la evolución de la productividad cuando la
evolución de la productividad, en el mejor de los casos, está en
torno al 1. ¿Y qué es lo que a mí me preocupa de la evolución de la
productividad? Que está reflejando las cosas que no estamos haciendo,
las cosas que no está haciendo el Gobierno en los otros aspectos de
la política económica, que tienen que ver con la evolución de la
productividad de la economía en su conjunto.

Ustedes están fallando, por tanto, en convergencia nominal -es ya un
dicho muy conocido que hoy no cumpliríamos el criterio de
convergencia en lo que se refiere a la inflación-, pero es que
también están
fallando en convergencia real. Aquí hemos discutido muchas veces qué
se entiende por convergencia real. Ustedes tienen una visión muy
sesgada de la convergencia real, medida exclusivamente en términos de
renta per cápita; son ustedes los únicos que la defienden. En las
últimas semanas se han publicado estudios desde la fundación de las
cajas de ahorros, la Academia de Ciencias Morales y Políticas -en un
trabajo sobre la convergencia real-, asesorías internacionales como
Lehman Brothers, y todo el mundo entiende que la convergencia real no
se puede medir sólo en términos de renta per cápita, sino también en
términos de bienestar social, y eso incluye no sólo la renta per
cápita, sino también los criterios de distribución de esa renta per
cápita e incluye también los criterios que influyen sobre la
productividad de la economía, criterios que son muy conocidos y
sabidos por la teoría económica: capital humano, capital físico,
capital tecnológico, investigación y desarrollo. Y ustedes están
fallando en todos y cada uno de esos capítulos. No sólo es que
seguimos manteniendo una brecha importante de convergencia real con
la media de la Unión Europea, sino que las políticas que ustedes han
llevado a cabo en estos años y las que prevén para los próximos
mantienen o agudizan esa brecha de convergencia real. Por hablar de
una que tiene mucho que ver con esto, en la cumbre de Lisboa se
estableció un objetivo de creación de empleo, aunque el ministro
Trabajo tuvo ocasión de decir en el Pleno que no nos lo tomábamos
como compromiso porque ese objetivo del 70 por ciento de empleo era
un promedio -parece ser que el 2 por ciento de inflación del Banco
Central Europeo no es un promedio, pero este objetivo de empleo
fijado en la cumbre de Lisboa sí es un promedio- y por lo tanto
anunció que España no va a cumplirlo. Si tuviéramos que cumplirlo, lo
que creo que deberíamos aspirar a hacer, de aquí al 2005 necesitamos
crear 3 millones de puestos de trabajo, de los cuales 2 serían para
mujeres. ¿Qué están haciendo ustedes para que eso sea posible? Eso es
contribuir a la convergencia real.

Además de estar fallando en convergencia nominal; además de estar
fallando en convergencia real, se están convirtiendo en uno de los
principales factores de riesgo y de incertidumbre de la economía
española. Hasta ahora esto lo decía la oposición y qué le vamos a
hacer, se suele pensar que forma parte de las tareas de la oposición
criticar todo lo que hace el Gobierno. Parece que la Comisión Europea
piensa lo mismo y parece que sus antiguos patronos de la CEOE,
también. Ustedes están convirtiéndose en el principal factor de
incertidumbre de la economía española por su intervencionismo
discrecional y por la inseguridad jurídica que están creando en
sectores importantes de la economía española.

Ha hablado usted del decreto de junio. Yo no sé de dónde le procede
la satisfacción respecto a cómo está yendo la evolución de su
desarrollo. No dudo que usted esté dedicando a ello muchas horas,
pero ha pasado



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prácticamente un año y grandísimos aspectos de ese decreto siguen
estando pendientes. ¿O es que en el sector eléctrico ya está todo
dicho? Planteamos desde el Grupo Socialista al vicepresidente Rato,
en el Pleno, la necesidad de abordar una reordenación del marco
normativo del sector eléctrico, le ofrecimos nuestra colaboración en
esa regulación necesaria, porque creemos que su actual política
energética es insostenible. Se nos contestó con el habitual
triunfalismo del Gobierno, que lo hace todo bien y todo perfecto. A
los 15 días, los cuatro presidentes de las empresas eléctricas le
habían obligado a sentarse para hacer aquello que desde el Grupo
Socialista se le estaba pidiendo: modificar el marco normativo del
sector eléctrico, porque, con el mantenimiento de su actual política,
que no sé si es liberalizadora pero todo el mundo coincide en que no
introduce competencia ni desde luego parece que haya incentivado una
sola inversión, podemos encontrarnos con graves problemas y graves
dificultades a medio plazo. Por no hablar del manido caso de
Hidrocantábrico: hoy, sí, mañana, no; a éste, sí, al otro, no.

Vulnerando a veces incluso lo que su propio partido dice en Asturias
respecto a Hidrocantábrico y sin que haya sido claro ni visible más
que su deseo de controlar desde el Gobierno la evolución de una
empresa, aunque sea enfrentándose, como sucede en este caso, a
Bruselas. Si eso no es introducir incertidumbre, podemos mirar lo que
ha pasado en telecomunicaciones, donde parece que hoy hay tasa,
mañana la quito, convoco nuevas licencias, luego no las convoco,
hacer el concurso versus la subasta se justificaba porque tendríamos
inversiones en las nuevas tecnologías UMTS antes que en ningún otro
país. Ahora ya parece que se reconoce que se atrasan un año. ¿Cree
usted que eso realmente corresponde a lo que debería ser la actuación
de un Gobierno serio?
Estas son cosas que deberíamos tratar en este contexto porque,
insisto, ya no son sólo apreciaciones del principal grupo de la
oposición, que cada uno puede valorar como quiera, sino que empieza
ya a saberse. La Comisión les acaba de, no sé cómo decirlo,
reconvenir, sugerir; no sé muy bien cuál es la expresión, pero el
sentido era muy claro: ustedes no están defendiendo una política de
defensa de la competencia; ustedes no están haciendo lo que deberían
hacer para garantizar la independencia de los órganos reguladores y
para garantizar la independencia del Tribunal de Defensa de la
Competencia. Antes bien, han dado pasos en el sentido contrario. Han
dado pasos para que el Gobierno recupere o tenga poderes de decisión
que en otros países o en otros modelos podrían tener perfectamente
los órganos independientes. Pero, insisto, se lo está diciendo
también la CEOE y no ya en conversaciones privadas, sino en
documentos, parece que públicos, donde la cual insiste en el riesgo
que está significando para la actividad económica española el
intervencionismo discrecional, que es mucho peor que el
intervencionismo a
secas, del Gobierno, del cual sólo se conoce que va a venir, pero
nunca dónde, ni en qué dirección, ni durante cuánto tiempo. Eso, en
estos momentos, está siendo un factor de riesgo importante para la
economía española.




Ustedes han demostrado que saben hacer bien lo fácil, apuntarse las
medallas cuando las cosas van bien, pero están siendo incapaces de
mantenerse a la altura cuando las cosas no van tan bien. No quiero
pensar, ni lo deseo si, además de no ir tan bien, fuesen mal. No lo
quiero pensar porque nunca me alegraré de que las cosas vayan mal
para España. Pero creo que se está empezando a poner en cuestión un
cierto estilo de gobernar, en el cual han estado poniéndose de
puntillas y sacando pecho. Y nadie es más alto por ponerse de
puntillas. Ahora empieza a verse su verdadera talla como Gobierno y
la verdad es que, sin pedestal, se quedan en muy poquita cosa.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la
palabra su portavoz, el señor Martínez- Pujalte.




El señor MARTÍNEZ-PUJALTE LÓPEZ: En primer lugar, quiero agradecer al
señor Sevilla sus lecciones de economía, porque siempre se aprende
algo más. Yo he aprendido hoy una cosa nueva, y debo reconocerlo,
y le pediría que me la explicase. (El señor Sevilla Segura: Las clases
particulares, fuera.) He aprendido que existe una tasa mundial de la
inflación. (El señor Sevilla Segura: Sí, señor, el Fondo Monetario
Internacional.) Yo no la he visto en ningún documento y le agradezco
su información, porque no la conocía. Nunca se ha empleado, no
aparece en ningún informe, pero es una nueva aportación que nos hace
el señor Sevilla y la tendremos en cuenta. (El señor Sevilla Segura:
El 3,8.) Yo se lo agradezco, señor Sevilla, pero no aparece en ningún
informe de los que he leído hasta el momento. No obstante, le repito
que le agradezco sus clases, siempre magistrales, pero siempre con un
cierto tono derrotista desde que está en la oposición. Después de
haber escuchado la intervención del señor secretario de Estado, al
que agradezco vivamente que, a pesar de ser una semana no
parlamentaria, haya comparecido hoy para explicarnos la revisión del
cuadro macro y el informe cuatrimestral, al oír al portavoz del Grupo
Socialista uno tiene la sensación de que España está perdiendo puntos
en convergencia real con la Unión Europea. Cualquiera que no tenga el
dato de que hemos avanzado del 74 al 83 por ciento en convergencia
real podría pensar que vamos hacia atrás. Podría decirse que
tendríamos que haber avanzado más, pero estábamos en el 74 y hemos
llegado al 83. Asimismo, cualquiera diría que en empleo vamos peor.

Si uno no tiene el dato de que hemos pasado a una tasa de paro -en el
caso de las mujeres era superior al 30 por ciento y en el caso de



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los jóvenes era superior al 40 por ciento- 9 ó 10 puntos menor,
podría pensar que vamos a peor. Y cualquiera diría, después de oír al
señor Sevilla, que lo de los dos millones y medio de puestos de
trabajo que se han creado significa que vamos muy mal.

Yo entiendo que se pueda decir que tendríamos que ir mejor, pero
hemos roto una tendencia, que era que España iba perdiendo posiciones
en convergencia real en los primeros años de los noventa y ahora
vamos mejorando nuestra convergencia real con la Unión Europea. La
velocidad del avance es subjetiva. Uno puede decir que habría que
correr más. Antes no se corría porque yo entiendo -y yo comprendo que
el señor Sevilla pueda decir esto- que los ministros socialistas eran
muy malos. Ahora ustedes tendrían que ser mucho mejor de lo que son.

Yo entiendo que uno lo pueda decir, sobre todo cuando no ha tenido
responsabilidad en los anteriores gobiernos. Pero desde 1996 hasta
ahora vamos mejorando progresivamente nuestra convergencia real,
vamos recortando nuestro diferencial de renta per cápita y vamos
creando empleo. Evidentemente, hay que plantearse una revisión del
cuadro macro. Hay una situación económica internacional distinta
y todos los gobiernos, del signo que sean, han reaccionado. Y ha
reaccionado la Unión Europea. Es evidente que el Gobierno español ha
planteado una revisión del cuadro macro, revisión que responde a una
situación económica internacional distinta. Nos dicen que siempre
buscamos culpables. Yo no entiendo que haya que buscar culpables.

Cuando se habla de problemas, no se buscan culpables; se busca
determinar dónde están los problemas, los estrangulamientos, las
dificultades, para poner soluciones. Lo que hay que determinar es
cuál es el problema, si uno lo quiere solucionar. Lo que nosotros
tenemos que hacer es decir que la situación económica internacional
es distinta, existe este problema, aquel problema, y vamos a poner
los remedios oportunos. Eso no es buscar culpables ni echar la culpa
a nadie. La responsabilidad es del Gobierno tanto cuando se crean dos
millones y medio de puestos de trabajo como cuando se deja al país
con el veinte y pico por ciento de paro. La responsabilidad es del
Gobierno, sea del signo que sea. En aquel entonces era del signo
socialista y los dos millones y medio de puestos de trabajo es de
signo popular. ¡Casualidades de la vida!
Ahora, todos los analistas, todos los observatorios, todos los
organismos internacionales coinciden en dos puntos. Hay una cierta
desaceleración en la economía internacional. Unos dicen que es más
profunda y otros que es menos profunda; unos hablan de aterrizaje más
fuerte y otros de aterrizaje menos fuerte. Se decía que el
crecimiento de Estados Unidos iba a ser cero en el primer trimestre.

Resulta que no ha sido cero. En eso difieren los autores. Todos
coinciden en un punto: hay desaceleración económica internacional. Yo
creo que hay que creerse que existen ciclos. En lo que no hay
que caer es en el determinismo de que, haga yo lo que haga, el ciclo
me va a afectar lo mismo. Hay que tomar las medidas oportunas,
dependiendo de la fase del ciclo, para que yo logre crecer más cuando
se crece y logre seguir creciendo más cuando hay desaceleración.

El segundo punto en que coinciden todos los analistas -y a eso me
quiero referir, porque me parece importante, y el señor Sevilla no ha
hecho referencia a eso- es que España irá mejor de la media de la
Unión Europea también con desaceleración económica. ¿Estamos peor?
Estamos en una situación de desaceleración. Ahora, si nos comparamos
con el resto de los países, vamos a seguir creciendo más. Y eso me
parece muy positivo y un elemento esencial, porque la tradición, como
muy bien ha señalado el secretario de Estado, había sido amplificar
los ciclos económicos, tanto los movimientos ascendentes como los
movimientos descendentes de la economía. ¿Por qué? Ahí ya entraríamos
en las clases de economía. Unos dicen unas cosas y otros dicen otras.

Parece que el común de los mortales dice que España amplificaba los
ciclos económicos porque teníamos una estructura económica más
rígida. Ahora estamos dando mejor respuesta en una fase descendente.

A lo mejor ha influido algo el que tengamos una economía más
flexible, a lo mejor ha influido algo el no tener un déficit público
crónico, a lo mejor ha influido algo el tener un mercado laboral más
moderno, el haber afrontado políticas de competencia. Se puede decir
que toda la competencia va muy mal, pero cuando nosotros llegamos al
Gobierno sólo se podía contratar un teléfono, ahora puedes contratar
muchos teléfonos. Entonces teníamos un sector eléctrico menos
liberalizado. ¿Se puede avanzar más? Sí, pero estamos mejor que hace
cinco años. Desde luego, esas reformas han propiciado que España dé
mejor respuesta. Hay un punto -también se cae en el academicismo y en
hacer historia- y es que entre 1986 y 1989 España creció y creó
empleo en cantidades mucho mayores que la media europea y teníamos
una situación económica de amplificación del ciclo económico
internacional muy importante, pero -y lo dicen todos los analistas-
no se aprovechó para hacer la reforma y los desequilibrios no se
corrigieron. Resultado: una crisis mucho más profunda en 1992 y 1993.

Eso fue lo que sucedió. Yo creo que mirar atrás sólo es para
aprender; lo importante es mirar al futuro.

Escribía un artículo el presidente del Gobierno en el Financial Times
el 1 de abril, donde explicaba una figura que usa Borges en su libro
de las cosas imaginarias, que un pájaro volaba con la cabeza hacia
atrás porque no le importaba adónde iba, sino de dónde venía. Mirar
hacia atrás sólo sirve para aprender; lo fundamental es mirar hacia
adelante. Nosotros tenemos que seguir mirando hacia adelante. Es
evidente que en 1996 nos habíamos puesto unos objetivos: romper la
destrucción de empleo y romper la incapacidad -por emplear un
adjetivo que no me gusta usar, pero que lo ha usado



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continuamente el señor Sevilla- de los gobiernos socialistas para
quebrar esa tendencia de no crear empleo. Nosotros lo que decíamos es
que se podía crear empleo y, frente a la pasividad de algunos
miembros del Gobierno de entonces que hablaban del paro estructural
en esta Cámara y decían que España tenía un paro estructural muy alto
y que había que convivir con él, el Partido Popular dijo: yo quiero
mirar hacia delante y no me resigno a decir que hay un paro
estructural, aquí podemos crear empleo. Ese era un objetivo. Otro
objetivo era cumplir las condiciones de convergencia real para que
España estuviera en el euro. Eso se ha conseguido. Y España creció y
hemos estado creciendo. Se pueden mirar los datos por arriba, por
abajo, por el lado derecho y por el lado izquierdo, hemos crecido
a lo largo de estos últimos cuatro años más que la media europea y
hemos creado más empleo que la media europea. Se mire por el lado que
se mire. Si uno quiere mirar la botella medio vacía o la botella
medio llena, hemos crecido más con medio llena y hemos crecido más
con medio vacía. Lo que se puede decir es que se podía haber crecido
mucho más.

Ahora nos encontramos con una tesitura nueva, donde tenemos unas
nuevas ambiciones por delante. Tenemos que seguir creando empleo.

Hoy, la sociedad española cree posible llegar al pleno empleo. Antes
se consideraba que era imposible, que era una quimera y había un
desánimo colectivo, hoy la sociedad española nos demanda a los
políticos que pongamos todos los medios para llegar al pleno empleo.

Nosotros lo creemos y tenemos esa ambición de seguir creando empleo.

Tenemos la ambición de llegar al mismo nivel de renta per cápita que
el resto de ciudadanos europeos. Por eso tenemos que seguir creciendo
más que la media europea para ir alcanzando nuestros niveles de
convergencia real. Esos son objetivos que nos hemos planteado y es
importante aspirar a ellos. Para eso, señor secretario de Estado,
desde mi grupo entendemos que es necesario seguir con un buen
comportamiento de las cuentas públicas. Hemos corregido el
tradicional déficit de nuestro sector público y hemos pasado a
plantear un objetivo de equilibrio para el año 2001. Eso tiene que
ser un objetivo capital y estamos en la buena dirección. Además,
corrigiendo ese desequilibrio de las cuentas públicas, podemos
destinar más dinero, liberando gasto de intereses y de amortización
de capital, para modernizar España, para políticas sociales, para
conseguir mayor cohesión social en nuestro país, para construir una
España más justa. Creo importante seguir en esa línea. Por eso
considero muy importante la Ley de estabilidad presupuestaria que se
ha citado aquí y que fue votada en contra por el Grupo Socialista.

Considero importante dar el mensaje de que las administraciones no se
gastan más de lo que ingresan. Frente a la posición del Grupo
Socialista, que entiende unas veces que sí y otras que no, pero que
en cualquier caso votó que no a la ley, nosotros creemos que hay que
seguir en esa
dirección. Creemos que hay que establecer mayores reformas
estructurales. Lo que es cierto es que en los sectores donde se ha
actuado los precios han crecido menos, se miren por donde se miren
los datos estadísticos. Por tanto, nosotros entendemos que hay que
seguir en esa dirección.

Se aprobaron unos reales decretos-leyes en junio de 2000. Se puede
decir que se pudo avanzar más, pero planteamos unos decretos-leyes,
contaron con el voto favorable del Grupo Parlamentario Popular y en
casi todos ellos con el del Grupo de Convergència i Unió, y con la
casi absoluta unanimidad negativa del Grupo Socialista. Y los
ciudadanos han pagado menos por los libros de texto, cuando los
compraron en octubre. ¿Que se podían haber ahorrado más? Sí, pero se
ahorraron dinero. Se ha mejorado la política de suelo. ¿Se podía
avanzar más? Sí, se podía avanzar más, pero ahí están unos reales
decretos-leyes, que hay que seguir. Hay que seguir con las reformas
laborales. Decir aquí un grupo que le parece fenomenal la moderación
salarial y alinearse de forma sui generis, a lo largo de los últimos
meses, con una huelga general, me parece desproporcionado. Me parece
desproporcionado votar que no a la reforma laboral y decir que se
está por la modernización del mercado laboral. Cuando se llega a un
acuerdo de los agentes sociales es muy fácil llegar y votar que sí.

Lo difícil es cuando los agentes sociales, teniendo tiempo, no llegan
a un acuerdo y hay que votar y hay que gobernar. Y eso es lo que ha
hecho el Partido Popular, gobernar, y su grupo parlamentario, votar
una reforma laboral, para modernizar el mercado laboral, para seguir
avanzando en esa dirección. Porque entendemos que es necesario seguir
apostando por reformas laborales. Por eso, señor secretario de
Estado, creo que es muy importante que los agentes sociales sigan
reuniéndose, para hablar de modernización de la negociación
colectiva, pero también creo que es importante decir que es necesario
modernizar la negociación colectiva. Y me gustaría saber cuál es la
opinión del Grupo Socialista en este tema.

Creo que hay que seguir en la línea de reformas estructurales, porque
es evidente que nosotros no somos competentes en política monetaria.

Durante muchos años en España se ha usado la política monetaria como
único instrumento de la política económica, y eso lo dicen todos los
analistas. En España se ha usado la política monetaria como el
instrumento básico, capital y casi exclusivo, de la política
económica. Y, hoy, unos pueden estar a favor y otros en contra, pero
España decidió estar presente en el euro, decidió estar presente en
la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria, y cedimos la
capacidad de hacer política monetaria al Banco Central Europeo. Nos
puede gustar más o menos, pero el Banco Central Europeo tiene en sus
manos el instrumento más importante de política monetaria, los tipos
de interés. El señor gobernador y su consejo deciden lo que entienden
conveniente y yo



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no me voy a meter en si me parece mal o bien, como tampoco cuando el
señor Rojo decidía el tipo de interés intervenía un señor de
Castilla-La Mancha, de Galicia o de Cataluña, para decir si le
parecía bien o mal lo que había hecho el señor Rojo. Ponía una
determinada línea de fijación de tipos de interés, la que creía
conveniente para el conjunto. Y me parece fenomenal. Hoy se ha
decidido bajar los tipos de interés y el señor presidente del Banco
Central Europeo tendrá que decidir y explicar su responsabilidad. La
responsabilidad del Gobierno español es clara, es hacer que la
política monetaria no sea el único instrumento de política económica.

Hay otros instrumentos que hay que usar: el equilibrio
presupuestario. Desde luego, no se puede censurar al Gobierno por no
haberlo usado y no se puede censurar a este secretario de Estado, que
anteriormente tenía otras responsabilidades en el Gobierno en esa
línea, por no haber usado el control del gasto público y el
equilibrio como un instrumento de política monetaria. Hay que usar
las reformas estructurales y, además, hay que pedir a la Unión
Europea que esas reformas estructurales lleguen a todos los países.

Tenemos que hacer una reflexión conjunta en el seno de la Unión
Europea. Aquí se plantean algunas cuestiones en torno a la
participación de empresas públicas de otros países en empresas
españolas. Tiene mucha gracia que estemos haciendo un esfuerzo de
liberalización y de privatizaciones en España y vengan empresas
públicas de otros países a participar aquí. Habrá que decir a la
Unión Europea que aquí jugamos todos y que tiene que haber una
política económica conjunta. Y me parece importante que el Gobierno
también actúe en esas cuestiones, porque la política de competencia
es importantísima, pero no es la única; también están los intereses
de los ciudadanos españoles, la creación de empleo y la consolidación
de un tejido industrial que nos permita ser competitivos en el
futuro. Hay que estar ahí.

Hay un tercer elemento necesario, que es la modernización de la
política tributaria. Con ese instrumento también hay que jugar. Y no
se puede decir que el Gobierno español no lo haya usado desde 1996 al
año 2000. Se cambió la tributación del ahorro, por cierto con el voto
en contra del Partido Socialista, y pasamos de una tributación en la
que primaba la inmovilidad en un instrumento de ahorro, primaba la
rentabilidad fiscal sobre la rentabilidad financiera, porque primaba
estar preso en un instrumento en vez de poder cambiar. Eso lo
cambiamos hacia un tipo fijo, el 20 por ciento, que primaba la
rentabilidad financiera, lo cual movilizó un montón de ahorro en
España, que influyó en el crecimiento y en el empleo. Hemos vuelto a
bajar el tipo impositivo del ahorro, del 20 al 18 por ciento, y es
una buena línea que nos permite ser competitivos en materia
tributaria con el resto de Europa. Además, modificamos la tributación
de las pymes y habrá que seguir esa línea en el futuro eliminando el
IAE, a lo que nos
hemos comprometido. Reformamos la tributación de las familias y de
los asalariados con un cambio radical en el IRPF. En esa línea habrá
que seguir, modernizando nuestro sistema tributario. Desde luego,
tenemos que seguir haciendo una política de oferta, una política de
apoyo a las empresas, sobre todo a las pymes. Creo que unos buenos
puntos capitales para esa política de fomento del tejido productivo
es el plan de internacionalización que se presentó aquí, son las
bonificaciones para el I+D+I que se aprobaron y son todas las
políticas de pymes que me gustaría que el secretario de Estado nos
explicara.

Señorías, creo que hablar de un Gobierno intervencionista o que no
está promoviendo que España avance es mucho decir, cuando hay
crecimientos superiores a la media, tanto cuando se crece como cuando
la economía se desacelera; con un Gobierno que está poniendo los
medios para tener una política económica que crea empleo cuando se
crece y cuando la economía se desacelera, con un Gobierno que está
corrigiendo la convergencia real. Hablan de incapacidad. No sé lo que
se diría cuando, entre el año 1982 y el año 1996, España tuvo el 25
por ciento de paro.




El señor PRESIDENTE: Para contestar a los distintos portavoces, si lo
considera oportuno, tiene la palabra el señor secretario de Estado.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMÍA, DE LA ENERGÍA Y DE LA
PEQUEÑA Y MEDIANA EMPRESA (Folgado Blanco): Decía el portavoz del
PSOE, señor Sevilla, recogiendo una frase del presidente Aznar, que
no podemos declinar nuestra responsabilidad. Naturalmente, lo decía
para indicar que nosotros -así lo entendí- habíamos abdicado de
nuestra responsabilidad y que sólo sabemos hacer bien lo fácil. Esto
liga, naturalmente, con lo que ha sido el devenir económico y dónde
estamos, dónde está la economía española, que es lo que he querido
exponer hoy aquí. No se trata de decir unas cifras concretas de
coyuntura, sino dónde está la economía española. Hay unos datos
absolutamente innegables, pero podemos decir, porque no nos gustan,
que ahora hay unos señores que utilizan otros. Hay unos datos que se
vienen utilizando de manera permanente, porque son los universalmente
aceptados para saber cómo evoluciona un país y en relación con otros.

Mientras no se demuestre lo contrario, el PIB per cápita -corregido
por paridad del poder de compra- es una magnitud agregada que es la
que se conoce en términos homogéneos internacionales. Y lo que
tenemos como balance es que la economía española, el PIB per cápita
-paridad de poder adquisitivo- ha pasado de estar en el 78,4 por
ciento de la media europea (El señor Sevilla Segura: ¿En qué año?),
en el año 1995, al 83,1 por ciento en el año 2000. Es decir, la
economía española ha crecido de manera que ha logrado que haya mayor
bienestar en



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relación con el nivel de progreso que tienen en los otros países
europeos como promedio. Y eso es fruto de un crecimiento mayor del
PIB y de un crecimiento intensivo en la creación de puestos de
trabajo.

Creo que la principal política social (ya que hacía referencia a que
hay que analizar la convergencia real también en términos de cohesión
social o calidad de vida), el principal avance que puede tener una
sociedad en relación con otras que nos precedan en nivel de
desarrollo es precisamente proporcionar oportunidades de empleo a la
población. El señor Sevilla nos decía que teníamos un reto hasta el
año 2005 de crear tres millones de puestos de trabajo. Claro que
tenemos retos de cara al futuro, pero lo que sí le digo es que, entre
1995 y hoy, el número de afiliados a la Seguridad Social ha alcanzado
récords históricos. Hemos pasado de poco más de 12 millones a más de
15.550.000. Estamos hablando en estos momentos de alrededor de tres
millones de nuevos afiliados a la Seguridad Social. La productividad
es la relación entre la producción y el empleo, que es una forma de
lograr ese progreso. Aumento de la actividad y aumento del empleo. Yo
no sé si, cuando estamos hablando de que el aumento de la
productividad es relativamente bajo, olvidamos que ha estado
creciendo en los últimos años, porque ha pasado del 0,4 por ciento
hace tres años a en torno al 1 por ciento en la actualidad. No sé si
lo que se desea es que aumente mucho la productividad sobre la base
de que aumente mucho menos el empleo para conseguir ese mismo aumento
de la tarta nacional. En España está aumentando el PIB más que en los
demás países, pero queremos que aumente mucho más todavía y que
aumente mucho menos el empleo. No sé si lo que se desea es que
aumente menos el empleo o que aumente mucho más el producto interior
bruto, es decir, un crecimiento real mucho mayor que el de los demás
países. Cualquiera de las dos cosas me parece negativa. Uno de los
elementos positivos de la economía española - y lo he dicho en mi
intervención- es que está siendo intensiva en creación de puestos de
trabajo, a lo cual está colaborando la política económica general,
incluida -como S.S. decía- la colaboración de los agentes sociales, a
través de la evolución de los costes laborales y a través del diálogo
social y los acuerdos, como el de 1997, que han permitido ir
avanzando en la creación de un mercado moderno, en el que hay que
seguir dando pasos constantemente. De manera que se ha avanzado en
nivel de desarrollo, se ha avanzado en convergencia real y se ha
avanzado en crecimiento de empleo, y la pregunta que nos tenemos que
hacer es en qué medida la economía española tiene bases para poder
seguir avanzando en el futuro. Para empezar, y a diferencia de otros
momentos históricos, en momentos de debilitamiento, como el que hubo
en el año 1998, con la crisis financiera internacional, la economía
española sigue creciendo por encima, y así nos lo reconocen en las
previsiones de otros organismos y, en años pasados, la propia
realidad. Los fundamentos vienen dados por la política económica
general que se mantenga para seguir teniendo potencial de
crecimiento, y los organismos internacionales nos siguen dando
potencial de crecimiento por encima de otros países. ¿Por qué? Porque
a diferencia, por ejemplo, de cuando se agotó la fase expansiva
anterior, a comienzos de los noventa, tenemos equilibrio
presupuestario, y esto es básico para tener un marco de estabilidad,
un marco de buena financiación, un marco de credibilidad del país y
por tanto de asentamiento de inversiones.

En segundo lugar, se está avanzando de manera muy importante en el
ámbito de la política presupuestaria en hacer un planteamiento de
estructura de los gastos y los ingresos públicos que favorezcan el
crecimiento sobre bases sostenibles. La reforma del IRPF, la reforma
del impuesto sobre sociedades -dirigida a incentivar especialmente a
las pequeñas y medianas empresas- el tratamiento del ahorro, y por el
lado del gasto, el aumento de los gastos de inversión por encima de
los gastos de consumo corrientes y el compromiso -igual que en la
pasada legislatura- de absorción plena de los fondos estructurales
comunitarios para seguir avanzando en la dotación de infraestructuras
son elementos claves dentro del ámbito de la política presupuestaria
para seguir aumentando el potencial de crecimiento. De hecho, las
inversiones públicas, como porcentaje del producto interior bruto,
están creciendo en España un punto más que la media europea. No es
ningún alarde, es simplemente una necesidad; se viene aplicando y se
seguirá aplicando porque necesitamos dotaciones de infraestructuras y
de equipamientos -lo que S.S. señoría decía de capital físico-social
y capital físico-material- capital físico de iniciativa pública,
infraestructuras. En ese terreno, estamos eliminando unos problemas
de desequilibrio presupuestario -en los que no voy a entrar- que se
recibieron hace cinco años, y estamos avanzando hacia el equilibrio
presupuestario, y dentro de ese ajuste presupuestario, que era
indispensable, las inversiones públicas juegan un papel importante.

Pero también juegan un papel importante el capital humano y las
políticas sociales, y ahí están las partidas de gastos que van a ese
terreno, tanto en formación como en políticas sociales, y además un
acuerdo bien reciente con los empresarios y con un sindicato,
precisamente para que siga habiendo un equilibrio entre lo
económicamente posible y lo socialmente deseable. Dicho de otra
manera, al mismo tiempo que va aumentando el producto interior bruto
y se va aplicando un progreso social sobre la base del empleo, con la
política presupuestaria se van aplicando unas políticas sociales en
la medida en que lo permite el sistema económico. Esto es vital. Ir
más abajo es romper la cohesión social; ir más arriba es cerrar
futuro. Esto es lo que estamos aplicando, buscando siempre además
llevar a cabo estas políticas sociales con diálogo y consensosocial.

Los mismos esfuerzos se están haciendo



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en gastos en formación, en investigación y desarrollo tecnológico. La
política presupuestaria está haciendo una contribución enorme -y así
lo reconocen los organismos internacionales- para que no se agote el
proceso de convergencia real en estos últimos cinco años en los que
ha dado ese enorme paso y para que siga de cara al futuro, a
diferencia de otras situaciones en las cuales la política
presupuestaria fue el principal elemento de estrangulamiento, por
cierto, elemento de estrangulamiento que hizo que luego la tasa de
paro volviera a tasas históricas. En esa fase de debilitamiento
económico aumentaba la productividad el 3 por ciento sobre la base de
destrucción de empleo. Lo que más nos importa aquí es que este
proceso de convergencia real y de aumento del empleo tenga
continuidad, que sea intensivo el aumento del empleo y el crecimiento
del producto interior bruto.

Se habla de intervencionismo discrecional, de inseguridad jurídica,
de que nosotros estamos creando inseguridad. Para empezar, no
habremos creado tanta inseguridad cuando han aumentado las
inversiones en el conjunto del sistema económico, en los sectores
privados, al ritmo al que han aumentado durante estos años. Lo que sí
es verdad es que nos hemos propuesto como prioridad en esta
legislatura llevar a cabo una serie de reformas estructurales y
salieron los reales decretosleyes, muy importante porque son reformas
que afectan directamente al funcionamiento del sistema bajo el
criterio de que las iniciativas de los individuos funcionen en un
marco de libertad. Y eso implica llevar a cabo acciones estructurales
importantes, romper monopolios como en el tema del gas; implica
muchas acciones que no se habían llevado a cabo antes y que hay que
poner en práctica. No se hace una tortilla si no es a través de unos
cuantos huevos que hay que poner en ella. Eso significa que tenemos
que llevar a cabo unas reformas legales. Es obvio que los sectores
implicados sientan un contexto en el cual se les remueve lo que
estaba fijo. No hay marco más estable que un monopolio gasístico o
eléctrico en otros países que no quiero citar. No hace falta cambiar
normas. Pero aquí sí y lo estamos haciendo sobre la base de hablar
con los sectores implicados para hacer los desarrollos reglamentarios
oportunos. Esto no tiene unos efectos inmediatos. Algunas medidas los
han tenido y, de hecho, se ha hecho balance en los sectores que
mencioné en el informe Cardiff, pero en el conjunto del sistema
económico va teniendo efectos a medio y largo plazo a medida que se
vayan complementando todas las acciones. Se hizo por real decreto-
ley, no ha transcurrido un año todavía y prácticamente todas las
medidas están en vigor o ya han pasado el informe preceptivo de la
Comisión Nacional de la Energía o están ahora mismo en el Consejo de
Estado. Algunas están en la fase final y hemos enviado al Parlamento,
a solicitud del Grupo Socialista, el desarrollo de las medidas en
materia energética. Muchas están ya en funcionamiento y algunas, las
menos importantes y que exigían un gran esfuerzo de
diálogo, de negociación, de discusión de grupos de trabajo están ya
en fase muy avanzada. Si esto hubiera ido por un desarrollo normal
del proyecto de ley, no se habría podido iniciar todo este proceso
que, en todo caso, habría que llevarlo a cabo, salvo que se quisiera
desde el Gobierno. Sin esos grupos de trabajo y sin diálogo con los
distintos agentes y operadores, se hubiese pospuesto muchos más años
y entonces sí que se hubiera hipotecado la continuación del
crecimiento y el que la economía española estuviera mejor preparada
para afrontar las situaciones de dificultad como la que está
atravesando en estos momentos.

Ligado a esto, hay otros dos aspectos sobre el mercado de trabajo. En
mi intervención he hecho referencia al comportamiento de los costes
laborales no en el sentido de que no progresen las retribuciones de
los empleados, sino que la modulación en su crecimiento y las
discusiones sobre cómo debe ir evolucionando la retribución de los
trabajadores debe ser el óptimo para los que están trabajando y para
las capacidades de creación de empleo de la economía en una economía
abierta; una economía que, dicho sea de paso, ha pasado de ser de las
más intervenidas, menos abiertas y más protegidas a una de las más
abiertas y flexibles en estos momentos, como se reconoce. En ese
contexto, que nos podemos beneficiar de unas empresas mejor
dimensionadas que se internacionalizan, proceso que se ha llevado con
mucha intensidad en estos años, es obvio que se reciben impactos
exteriores negativos si las actuaciones de los distintos agentes,
tanto del Gobierno como de los agentes económicos y sociales, no son
acordes con las exigencias de competitividad en ese escenario. Los
procesos de reforma tienen que ir en la línea, basada en el diálogo
social, de empleo estable, de empleo flexible, incentivando los
contratos a tiempo parcial; de que la estructura de la negociación
colectiva, además de ser lo más eficiente y justa, favorezca la
relación entre aportación y percepción y, por lo tanto, los niveles
descentralizados tienen que favorecer esa retribución eficiente del
factor trabajo y siempre pensando que tenemos que lograr que siga
habiendo capacidad de competencia. Los costes laborales son un
componente importante de las empresas.

Ese marco regulatorio que consiste en ir liberalizando sectores y
privatizando empresas, reforzando los instrumentos de la competencia
y los organismos independientes, ese marco de política presupuestaria
equilibrada, junto a esa política de diálogo social para la
modernización en el mercado de trabajo, esos tres frentes son los que
nos tienen que dar las bases para un crecimiento sostenido sobre la
base de la estabilidad macroeconómica. Lo que sucede es que durante
los últimos años la economía española ha estado creciendo a un ritmo
muy intenso y aún sigue creciendo con cierto dinamismo. En un
contexto así, tenemos unos factores iniciales de aumento de precio
exógenos, que conocemos, en el ámbito alimentario y energético a
nivel



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internacional, así como la inflación importada como consecuencia de
la debilidad del euro. Esto no cae de la misma manera en un país que
esté pulsando con mucha debilidad que en un país que esté creciendo
como España que el año pasado lo hizo al 4,1 por ciento. El dinamismo
económico hace que tenga un efecto y, por consiguiente, también un
peligro de efecto inducido de costes y de precios en otros ámbitos,
de manera que hace subir la inflación subyacente. Sin duda ninguna,
es una realidad sobre la que yo mostré, en la intervención inicial,
una preocupación evidente, porque la inflación global y la inflación
subyacente están en unos niveles que, de proseguir durante mucho
tiempo en esta línea, hipotecarían el proceso de crecimiento. Unos
diferenciales del tenor actual, de 1,4 puntos, elevados, no son lo
más conveniente para un crecimiento sostenido que siga aumentando el
empleo y el PIB per cápita por encima de otros países, porque esto es
lo que deseamos todos.

La inflación tiene un componente interno derivado de ese dinamismo de
la demanda interna que está teniendo ese efecto de segunda ola,
efecto inducido que repercute en otros sectores donde hay un mayor
dinamismo en la demanda, como se ha demostrado en algunos servicios.

Es obvio que la inflación en términos generales, en los sectores más
expuestos a la competencia foránea, tenderá a igualarse o, por lo
menos, a no distanciarse; dependerá de las ramas y de las empresas,
de cómo se aumente la competitividad la productividad y demás. En
principio, la inflación subyacente está afectando sobre todo a los
servicios, donde hay un nivel de competencia exterior en el corto
plazo menor. Es verdad que estamos preocupados por la inflación, pero
también es verdad que la inflación es fundamentalmente un fenómeno
monetario, no se puede discutir, y como tal ha asumido esas funciones
el Banco Central Europeo. El Banco Central Europeo, con sus
instrumentos monetarios, tiene que ser el garante de que haya un
marco de estabilidad de precios, porque si no fijaría unos objetivos
de inflación. Precisamente los fija porque tiene los instrumentos.

Igual que en Estados Unidos la Reserva Federal tiene una misión muy
importante y sus actuaciones están en función de cómo lograr que la
inflación vaya por una determinada senda, que no tienda a acelerarse
para evitar mayores males en el futuro.

Con estoy no estoy diciendo que la sociedad española esté exenta de
responsabilidades, desde el punto de vista de sus actuaciones, para
lograr optimizar la función de crecimiento con ese marco de
estabilidad. Son los tres frentes a los que he hecho referencia en
los que nosotros podemos actuar, sabiendo que el elemento fundamental
para los precios, al margen de evoluciones coyunturales específicas
por circunstancias excepcionales, está como tendencia el Banco
Central Europeo. Lo que queremos es optimizar el crecimiento en un
marco de estabilidad, sabiendo que hay una determinada política
monetaria. ¿Qué es lo que podemos hacer nosotros en ese contexto? Los
tres frentes de los que estamos hablando no pueden ser otros que una
política presupuestaria disciplinada, de equilibrio, aun en un
contexto de menor crecimiento del previsto en septiembre cuando se
elaboraron los presupuestos para el presente año; una política
presupuestaria que, dentro de ese equilibrio, favorezca los procesos
de inversión pública y privada, la actividad de las pymes, la
internacionalización, la investigación y el desarrollo, la formación;
y para que haya un clima social adecuado, que las políticas sociales
sean las que corresponden con el nivel de desarrollo. Naturalmente,
esas políticas que estamos aplicando de diálogo social para que se
lleven a cabo las reformas oportunas en el mercado de trabajo, en el
cual se ha producido una mutación enorme por mor del aumento del
empleo de estos cinco últimos años. No es lo mismo hablar de una tasa
de paro del 22,9 por ciento en el año 1995 que de una tasa de paro
esperada para este año del 12,7 por ciento desde el punto de vista de
la ordenación del mercado de trabajo para evitar estrangulamientos.

No quiere decir que estemos satisfechos con un 12,7 por ciento, por
supuesto que no, aunque sea la tasa más baja en décadas, tenemos que
ir hacia el pleno empleo. Pero ahora está claro que se puede hablar
con verosimilitud de que caminamos en esa línea, porque hemos roto
una barrera muy importante en lo que se refiere a dar oportunidades
de empleo a la población española. No cabe duda de que pueden surgir
restricciones y problemas, como están surgiendo, desde el punto de
vista de los desequilibrios territoriales, por ejemplo, en tasa de
paro. No es lo mismo hablar en una región que en otra de tasa de
paro. Y hay muy poca movilidad, de hecho tres de cada cuatro
trabajadores en paro dice que no se cambiaría de ciudad aunque le
ofrecieran un empleo. Tanto desde el punto de vista de las
cualificaciones profesionales como de la ordenación del mercado de
trabajo, necesitamos una flexibilidad que permita dar oportunidades
de empleo sin estrangulamientos a toda la sociedad española, hombres
y mujeres. Para eso hace falta actuar en todos esos frentes a los que
estoy haciendo referencia. Hemos venido manteniendo durante años que
hace falta una política de diálogo social intenso para lograr
acuerdos. Qué duda cabe que el Gobierno tiene que asumir sus
responsabilidades para lograr que siga aumentando la economía
española y siga dando empleo no sólo a los españoles que están en
paro sino también a los inmigrantes que están afluyendo con relativa
intensidad a nuestro país, en la medida en que es necesaria la mano
de obra de otros países.

Esto es lo que podemos hacer nosotros en el actual contexto en el
cual hemos perdido el instrumento monetario. Dado que las tensiones
inflacionistas han venido motivadas como consecuencia de ese fuerte



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dinamismo económico, en la medida en que se está modulando la demanda
interna hacia un marco más sostenible, más en línea con el
crecimiento potencial, eso va a favorecer una evolución de los
precios más sostenible en el próximo futuro.

Estos son los puntos fundamentales que quería resaltar, señor
presidente, en torno a las cuestiones que han planteado aquí los
representantes de los distintos grupos. (El señor Sevilla Segura pide
la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor secretario de Estado.

Señor Sevilla, si es únicamente para hacer alguna matización, le
rogaría que fuese muy breve, como en otras ocasiones.




El señor SEVILLA SEGURA: Señor presidente, voy a ser muy breve.

Señor Folgado, se lo diré en palabras ajenas. En ausencia de reformas
institucionales de gran calado y de un cambio estructural en las
políticas de I+D, educación e infraestructuras generales, no se
producirá convergencia real en la economía española, Luis Ángel Rojo.

El caso español es en el que más se manifiesta la influencia negativa
de convergencia en renta de la falta de dedicación a la generación
interna de tecnología, Sánchez Asiaín. En la evolución de la renta
per capita hay un 85 por ciento de mejora en la productividad en la
Unión Europea y sólo un 50 por ciento en el caso español, un indicio
de la existencia de deficiencias en la dotación de capital que
impiden la consecución de mejoras en la productividad como las que
están logrando otros socios europeos, informe de la Fundación CECA.

La referencia que se hacía antes al pájaro que vuela mirando hacia
atrás se les aplica perfectamente a ustedes, pero no porque les
interese ver de dónde venimos, que siempre lo hacen de una manera
sesgada y se olvidan normalmente de mencionar la crisis de 1993 a la
hora de sus comparaciones, etcétera, sino que miran hacia atrás
porque lo mejor de ustedes, sea bueno, sea mucho o sea poco, está ya
en el pasado.




El señor PRESIDENTE: Señor secretario de Estado.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMÍA, DE LA ENERGÍA Y DE LA
PEQUEÑA Y MEDIANA EMPRESA (Folgado Blanco): Confío en que esa
capacidad de adivinar el futuro sea la misma que la que ha habido ya
en otras ocasiones sobre nuestras previsiones en relación con la
política presupuestaria y el crecimiento del producto interior bruto.

Está claro que es exactamente lo contrario que mirar hacia atrás. Es
bueno aprender de la experiencia y es bueno ver qué resultados han
tenido las políticas económicas que se han estado aplicando durante
una serie de años. Aquí no hay ninguna autosatisfacción con un
proceso de crecimiento que sin duda ha beneficiado a la población
española, en empleo, en generación de rentas y en progreso
social. Lo que hay que hacer es considerar todos los elementos -que
es lo que hemos estado haciendo año tras año- que hacen que haya
continuidad. Si no hay convergencia real, si no hay investigación
y desarrollo, ¿qué es lo que hemos tenido durante los últimos cinco
años? Eso no quiere decir que no tengamos que seguir haciendo grandes
esfuerzos o que estemos satisfechos de que se esté invirtiendo todo
lo que desearíamos en investigación, desarrollo e innovación. Estamos
haciendo todos los esfuerzos que nos permite una política
presupuestaria saneada para que la política de investigación,
desarrollo e innovación vaya adelante y crezca. De hecho, no está el
problema en España en el ámbito de los recursos que se asignan en el
sector público, sino en la composición entre lo que se asigna al
sector público y al sector privado. Y desde luego estamos asignando
recursos que signifiquen incentivos a la inversión privada en
investigación, desarrollo e innovación, y especialmente también para
las pequeñas y medianas empresas. Nos preocupa mucho esa política de
investigación, desarrollo e innovación porque el futuro del país va
en esa línea. Pero para ello tiene que haber una conjunción de
universidad, Administración y empresas. Estamos trabajando en ese
triple frente y en las empresas estamos incentivando estas políticas
de investigación y desarrollo. Hemos avanzado mucho en relación con
las políticas que había en el pasado para investigación, desarrollo e
innovación. Es un tema de tiempo y queremos seguir pensando en
fórmulas que permitan incrementar fuertemente las políticas de
innovación en las empresas porque es vital. Uno de los frentes es que
haya un marco de estabilidad que permita aumentar las inversiones que
tengan resultados favorables, y en términos generales, tal como
refleja la Central de Balances del Banco de España, estarían en una
posición solvente para seguir aumentando las inversiones de todo
tipo, de equipamiento, de innovación y desarrollo.

Si se ha crecido durante los últimos cinco años es porque ha habido
una inquietud en ese terreno, en coherencia las frases que S.S. acaba
de citar. Sin duda alguna, sabemos que es muy importante una economía
que crezca con intensidad, incluso por encima de los demás países
para que haya convergencia real. Y no nos olvidemos de algo relevante
cual es que estamos haciendo historia porque es la primera vez que en
momentos de debilitamiento económico la economía española crece por
encima de otras. Como me decía un gran economista de este país,
aunque creciera igual en momentos de debilitamiento, ya se estaría
haciendo historia en relación con el análisis histórico de cómo se ha
comportado la economía española en otras áreas. Naturalmente, hace
falta seguir trabajando duramente desde el Gobierno, desde todas las
administracionespúblicas, como estamos haciendo.




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Aprovecho para responder brevemente, aunque no esté presente el
representante de Convergència i Unió, para que haya una transición al
euro lo más suave y neutra posible desde el punto de vista
macroeconómico, tema que se ha puesto sobre la mesa. Les aseguro que
estamos trabajando muy intensamente con todas las organizaciones
empresariales, y en particular las que afectan a las pequeñas y
medianas empresas, que están más en relación con el público en general,
para que no se salga de la neutralidad macroeconómica, es decir, que
no se utilice el cambio al euro para dar un salto al alza a los
precios, algo que sería absolutamente indeseable para el conjunto de
la sociedad y probablemente también para las propias empresas porque
perderían competitividad y capacidad de desarrollo. La actitud que
estamos viendo en contacto directo con ellos es muy positiva y estamos
permanentemente firmando convenios -ayer mismo firmé un convenio con
Unespa-; convenios en los que asumen el compromiso de promover ante
todas las empresas todos aquellos actos que hagan que la transición
definitiva al euro se haga de la forma más eficiente y sin que
provoque efectos indeseados como el que se ha mencionado en relación
con la inflación. Compromisos en materia de aplicaciones informáticas,
de formación de personal, etcétera. Creo que esta es la forma de andar
cada día para lograr un progreso. Es un momento delicado, pero España
ha demostrado históricamente gran capacidad organizativa para momentos
delicados que se han podido producir o para administrar situaciones
que podrían crear tensiones. Esta capacidad organizativa que tiene la
sociedad española es lo que permite el desarrollo que está teniendo la
industria turística; esa capacidad organizativa es lo que ha permitido
que no pasara nada con el efecto 2000, como en otros países, porque se
actuó. Y estoy seguro de que esa capacidad organizativa, llevada a este
reto, hará que las empresas no apliquen políticas indeseables desde el
punto de vista macroeconómico y, en particular, para algo que aquí ha
preocupado y con razón como es el tema de la inflación en nuestro país.

Muchas gracias, señor presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor secretario de Estado por su
comparecencia.

Gracias, señorías.

Se levanta la sesión.

Eran las siete y veinticinco minutos de la tarde.