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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 216, de 18/04/2001
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 2001 VII Legislatura Núm. 216



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NOTA INFORMATIVA: En la edición impresa de este Diario, sus páginas
aparecieron, por error, numeradas desde la 2909 a la 2920. Tal error
ha sido corregido en la presente edición electrónica.

(Vease 'DS. Congreso de los Diputados' Comisiones, núm. 285)
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NO PERMANENTE PARA LA VALORACIÓN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS
POR EL PACTO DE TOLEDO



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FERNANDO FERNÁNDEZ
DE TROCÓNIZ MARCOS



Sesión núm. 16



celebrada el miércoles, 18 de abril de 2001



Página



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia del catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid
don Emilio Ontiveros para informar sobre temas relacionados con el
objeto de la Comisión. A solicitud del Grupo Parlamentario Socialista.

(Número de expediente 219/000043) ... (Página 6510)



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Se abre la sesión a las diez y treinta minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señoras y señores diputados, comenzamos esta
sesión de la Comisión no permanente sobre la valoración de los
resultados obtenidos por el Pacto de Toledo, que en esta ocasión
vamos a procurar que sea lo más rápida posible, ya que el
compareciente, el profesor don Emilio Ontiveros, debe abandonarnos
con cierta premura de tiempo, a partir de las once y media de la
mañana.

Antes de comenzar la sesión, planteo a la Comisión si damos por
celebradas las comparecencias solicitadas del comisario de Política
Económica y de la comisaria de Asuntos Sociales de la Comisión
Europea, don Pedro Solbes y la señora Diamantopoulo, en la medida de
que estas comparecencias, si bien no de forma formal, sí fueron
celebradas de forma informal in situ, allí donde estos comisarios
tienen su sede. ¿Lo aprueba la Comisión? (Asentimiento.) Entonces
damos por celebradas estas dos comparecencias.

Le comunico al profesor don Emilio Ontiveros que el orden formal de
celebración de este tipo de comparecencias es el siguiente: hará una
primera exposición, de la forma y con el contenido que tenga por
conveniente y oportuno y durante el tiempo que considere necesario,
y a continuación por los diferentes grupos parlamentarios, comenzando
por el grupo solicitante de la comparecencia, y por orden de mayor a
menor representación parlamentaria, concluyendo por el Grupo Popular,
que apoya al Gobierno, se le formularán aquellas preguntas,
sugerencias o puntualizaciones que crean también oportuno y
necesario, y por último las contestará también durante el tiempo que
considere necesario.

Tiene usted la palabra, don Emilio Ontiveros.




El señor CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID (Ontiveros
Baeza): Lo primero que tengo que hacer, en rigor, es agradecer la
deferencia que ha tenido esta Comisión en convocarme y en presumir
que puede ser de utilidad alguna de las consideraciones que yo pueda
hacer en relación a un tema que, siendo ciertamente importante, no
es, sin embargo, el de mayor proximidad en términos de mi
especialización profesional. Además, por esta Comisión han desfilado
colegas que no sólo disponen de un grado de especialización en el
tema, sino que al mismo tiempo, por lo que he podido deducir de las
actas de sus comparecencias, han afinado, en líneas generales, en lo
que es el diagnóstico, en lo que es la sensibilidad acerca de un
problema ciertamente importante.




Yo creo que, aunque de forma tardía, en España estamos camino de
alcanzar una amplia zona de consenso, por lo menos de consenso
técnico, en torno a la trascendencia
que tiene este problema y supongo que esta Comisión además
ha contribuido a ello. Supongo que además ustedes son conscientes de
que cuando se habla de pensiones, en última instancia de lo que se
está hablando es de las implicaciones que las transformaciones
económicas, en su más amplia acepción, están teniendo lugar no sólo
en nuestra economía, sino en el conjunto de las economías
industrializadas. Yo creo que hablar del sistema público de pensiones
es hablar de economía en general. En alguna ocasión se dice que es un
problema fundamentalmente político, pero yo creo que exige un
diagnóstico económico afinado.

Me van a permitir que haga hincapié fundamentalmente en las
implicaciones que podría tener su trabajo, el trabajo de reforma del
sistema de pensiones sobre el sistema financiero. Pero quizá antes
convenga cuando menos incidir en los factores de base en los que se
sustenta la sensibilidad hacia el problema. En mi opinión hay tres
grupos de razones por las que conviene preocuparse por el sistema
público de pensiones. En primer lugar, razones demográficas,
suficientemente documentadas en distintos trabajos, en distintas
investigaciones dentro y fuera de nuestro país. Por un lado, hay un
descenso claro en la tasa de fecundidad, que se inicia a partir de
los ochenta y, por otro lado, un aumento en la longevidad: tenemos
más jubilados que además viven más. Y el gran contraste es que
prácticamente la concepción de esa jubilación y de la protección
social, se podría decir, todavía es una concepción que emana de
principios de siglo. Por lo tanto, aquí se da una cierta paradoja, se
cuenta incluso con edades de jubilación fijadas a finales del siglo
pasado o principios de éste y, sin embargo, nos encontramos con un
aumento de la población en edad igual o superior a la de jubilación,
los 65 años, difícil de anticipar a principios de siglo, hasta tal
punto que distintas estimaciones plantean que, a mitad de este siglo
XXI, la población por encima de 65 años en el conjunto de la Unión
Europea, también en nuestro país, representará el treinta y tantos
por ciento, y esto ciertamente se corresponde poco con ese umbral de
65 años que se estableció a principios de siglo.

El segundo grupo de razones que invita necesariamente a considerar
éste como un problema importante son razones fundamentalmente
económicas. Las economías en este último cuarto de siglo se han
abierto de manera significativa, de tal forma que se ven obligadas ya
no sólo a garantizar una competencia entre empresas, sino, lo que
quizá sea más relevante, una competencia entre naciones. El mayor
grado de integración y de competencia internacional, por un lado, y
el mayor grado de movilidad internacional de los capitales, por otro,
obligan a considerar los principios de saneamiento de las finanzas
públicas y de estabilidad macroeconómica casi como exigencias de
supervivencia en ese entorno competitivo, en ese entorno
internacional.Como consecuencia de esas transformaciones económicas,



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también hay un amplio consenso en que el sistema de pensiones se
puede ver condicionado no sólo por el aumento de la pensión media, en
la medida en que ésta vaya actualizándose en función de la erosión
inflacionista, sino, como digo, como consecuencia de las cada vez más
imperiosas exigencias de saneamiento de las finanzas públicas. Hasta
hace algunos años las naciones podían mantener una cierta
discrecionalidad en la financiación del sector público, pero cada día
en mayor medida los principios de saneamiento, incluso de equilibrio
presupuestario, se están imponiendo como exigencia -insisto- para
poder acceder a los mercados internacionales de capitales. Por otro
lado, la otra incidencia de esas transformaciones económicas es un
descenso de la población activa en el futuro.

Y el tercer grupo de razones que avalan ese interés en el tema de las
pensiones tiene que ver con las transformaciones sociales, con
transformaciones que han sido también destacadas en anteriores
comparecencias de otros colegas; tienen que ver, como digo, con la
alteración de la configuración de las familias y con las, me
atrevería a decir, actitudes cambiantes hacia el trabajo, al no
considerarlo casi como una religión como la fundamental ocupación de
la población, sino tratar de compartirlo con otra serie de
preferencias, que hacen, lógicamente, que la generación de
productividad del factor trabajo no esté garantizada simplemente como
consecuencia de la mayor o menor intensidad de este factor.

El resultado es que el gasto en pensiones en relación al PIB se puede
ver condicionado, se puede ver influido de forma adversa como
consecuencia de esos tres grupos de cuestiones, que a su vez derivan
de la ecuación básica del gasto en pensiones sobre el PIB, que es el
número de pensiones sobre el total de personas en edad de trabajar, y
podríamos establecer una relación de equivalencia con la evolución
demográfica. Un segundo factor de esa ecuación tendría que ver con la
tasa de empleo, es decir, con la evolución del mercado de trabajo. Y
un tercer factor de esa expresión tiene que ver con la productividad
del factor trabajo, con la relación entre la pensión media y la
productividad media.

En definitiva, garantizar la ausencia de problemas en el sistema
público de pensiones supondría actuar sobre los factores
determinantes de la posible precariedad futura del sistema, actuar
sobre la demografía, actuar sobre el mercado de trabajo y actuar
sobre la eficiencia económica, actuar sobre lo que se produce por
hora de trabajo. Si tuviéramos la capacidad de controlar la
incidencia en estas tres zonas y en la dirección deseada, se podría
decir que no habría problema de pensiones. La cuestión es que, aunque
haya capacidad de actuación sobre cada una de estas tres zonas, no
hay garantía de que por sí solo el sistema de pensiones abandone su
eventual precariedad.

Se han citado algunas medidas en cada una de estas zonas. En lo que
se refiere a la necesidad de neutralizar
esa evolución adversa de la demografía, se ha citado, y con razón, y
a mí me parece razonable, la desincentivación de esa tendencia en
Europa, también en nuestro país, probablemente no sustentada de forma
suficiente en la racionalidad, que supone jubilar anticipadamente,
expulsar del mercado de trabajo a personas que por las mismas razones
que hemos señalado antes están biológica y técnicamente en
condiciones de seguir trabajando. Permítanme la expresión, pero la
obsolescencia técnica de la población activa no es la misma hoy que
hace veinte o treinta años; por lo tanto, cuando uno ve que en
determinados sectores, por ejemplo en los servicios, hay personas que
dejan de trabajar a los 55 o a los 60 años, más allá de las cargas
que la jubilación en sí misma supongan, uno se plantea hasta qué
punto hay un principio de racionalidad en esas decisiones, cuando la
capacidad de generación de valor por parte de esas personas está en
muchos casos en su plenitud. Por lo tanto, lo razonable sería
repensar y supervisar de forma estricta esas prácticas, que se pueden
entender desde el punto de vista de la propia empresa que las
practica, porque permite abaratar el coste medio del factor trabajo
a medio o largo plazo, pero que no se entienden desde un punto de vista
global, desde un punto de vista nacional. Obviamente, la otra salida
tendente a neutralizar esa evolución demográfica adversa podría pasar
por la mayor permeabilidad a la inmigración. Y aquí me permitiría
simplemente señalar o puntualizar la conveniencia de ser también
selectivos, no por razones sociales ni étnicas, en cuanto a la
inmigración, aplicando los mismos criterios que países de nuestro
entorno, como Alemania, Holanda, etcétera, más por razón de la
adecuación funcional de la fuerza de trabajo que necesitamos y menos
de forma indiscriminada.

El segundo grupo de medidas tendría que actuar sobre el mercado de
trabajo y necesariamente tendrían que ir destinadas a garantizar una
mayor generación de empleo, lo cual hoy es casi sinónimo de una mayor
flexibilidad en el ordenamiento, en la regulación laboral, por la vía
de experiencias que ya hemos visto en países de nuestro entorno y que
han dado resultados relativamente favorables, como es el caso de la
extensión de los contratos a tiempo parcial, de cuya contribución
favorable tenemos evidencias más que suficientes en el caso, por
ejemplo, de Holanda, o también la posibilidad de particularizar en
mayor medida que hasta ahora la negociación colectiva en el propio
marco de la empresa, mucho más que sobre la base de superestructuras
nacionales o sectoriales, que en ocasiones hacen abstracción de los
problemas concretos que hay en cada unidad empresarial. Y desde luego
una segunda línea, ciertamente importante, pasa por una cada vez más
necesaria inserción laboral de la mujer.

Probablemente el tercer bloque de medidas que debería actuar sobre la
eficiencia, sobre la necesaria mayor productividad en nuestra
economía sea el más importante, porque nuestra economía adolece al
día de



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hoy de capacidad para generar tasas de crecimiento de la
productividad que no se compadece con lo que son las economías de
nuestro entorno. Ya no hablo de la economía de los Estados Unidos,
que nos puede estar sorprendiendo en los últimos diez años con tasas
de crecimiento de la productividad superiores al 3 por ciento, lo
cual es ciertamente espectacular, permítanme la expresión, sino de
economías más próximas. La nuestra es una de las economías de la
Unión Europea en las que el valor de la producción por hora trabajada
es menor. Aquí tenemos un problema general que impacta también sobre
el sistema de pensiones, pero impacta sobre todo. Si uno tuviera que
formular un único deseo para mejorar alguno de los parámetros de la
economía española en los próximos diez años, yo desde luego el que
formularía sería que fuéramos capaces de dotarnos de unos mercados y
de unas estructuras empresariales capaces de hacer crecer la
productividad cuando menos en el entorno de uno y pico por ciento,
que es lo que se registra en las economías de la Unión.

Probablemente hay tres vectores sobre los que se podría actuar y que
generarían ganancias, en general, en la economía, pero también en el
asentamiento del sistema de pensiones. En primer lugar, reformas que
tienen que ver con la capacidad para emprender, que tienen que ver
con los incentivos para que la sociedad asigne sus mejores talentos a
la creación de empresas y no a otras tareas. Todavía en nuestro país
crear una empresa no es un empeño fácil. También tienen que ver con
la aversión al riesgo, con la facilidad para financiar iniciativas
que, por definición, incorporan riesgos. Toda actividad a emprender
es intensiva en riesgos; sin embargo, todavía en nuestro país las
modalidades de financiación que dan cobertura a esas iniciativas
empresariales riesgosas, valga la expresión, son relativamente
reducidas.

En segundo lugar, tienen que ver con lo que podríamos llamar no tanto
la cantidad como la calidad del gasto público. Yo creo que en una
economía con tasas de productividad relativamente reducidas y con un
gasto en investigación y desarrollo que también es de los más bajos
de Europa, sería bueno que nos preocupáramos por asignar una parte de
ese gasto público a crear las bases de las dinámicas de innovación.

Cuando uno observa qué es lo que ha ocurrido en los Estados Unidos y
cuáles han sido las razones por las que se ha producido esa década
absolutamente excepcional de crecimiento económico, de crecimiento
del empleo, de reducción del paro y de capacidad para situarse a la
vanguardia de la innovación, lo que ve es que el gasto en
investigación y desarrollo, en el sentido más amplio, el gasto en
conocimiento, que sería investigación y desarrollo más educación a
todos los niveles, ha estado a los niveles máximos de todo el mundo.

Pero, contrariamente a lo que se puede presumir, la Administración
americana ha sido de las más activas y de las más intensivas en gasto
público. En el nuevo entorno económico,
en el entorno económico caracterizado por la nueva economía, los
gobiernos son muy importantes, quizá no haciendo lo que hacían
antaño, quizá haciendo otras cosas, pero son muy importantes.

Probablemente una de las zonas en las que es importante ese
protagonismo es en el gasto en conocimiento: investigación,
desarrollo, sistema educativo, política científica y tecnológica y,
por supuesto, también la formación profesional.

Un tercer bloque de actuaciones podría incidir sobre el propio
sistema de pensiones. Aquí no voy a decir nada nuevo, porque, a tenor
de la información que he manejado de los propios debates que han
tenido lugar en el seno de esta Comisión, me consta que han
considerado las alternativas que pasan por la ampliación de los años
de cotización; pero también me permitiría sugerir la posibilidad de
ir incorporando mecanismos -que hemos visto en otros países de
nuestro entorno, como, por ejemplo, la reciente reforma alemana- que
procuren una cierta mejora del propio sistema, mecanismos que
procuren la existencia de historiales individualizados de cada uno de
los afiliados al sistema y desde luego mecanismos que procuren un
fortalecimiento de los sistemas complementarios.

Cuando uno mira lo que supone los activos de los sistemas de empleo y
de los fondos privados en el resto de los países de Europa y lo
contrasta con el nuestro, ve que efectivamente hay todavía una
distancia. Me consta que representantes de esta Comisión conocen de
primera mano la reforma del sistema alemán. Me llama la atención
favorablemente esa transición hacia el fortalecimiento de sistemas
complementarios, desde luego manteniendo el sistema de reparto, pero
aplicando al mismo tiempo el rodaje de mecanismos de gestión, propio
de esos sistemas de capitalización, que tienen o que podrían tener
grandes ventajas, sobre todo desde el punto de vista de la
diversificación inversora, desde el punto de vista de la
modernización de la gestión, siempre, lógicamente, amparado en el
mantenimiento de criterios basados en la prudencia en la gestión de
esos activos financieros.

Y quizá el punto que a mí me gustaría destacar, tratando de buscar
alguna afinidad entre lo que es el campo de mi especialización
profesional y el problema de la viabilidad del sistema de pensiones,
tiene que ver con las implicaciones que la transición, el mayor
equilibrio entre los dos sistemas podría generar sobre el sistema
financiero. En primer lugar, es un hecho que la existencia de
sistemas complementarios puede favorecer la propensión al ahorro. Y
esto es bueno en una economía en la que la tasa de ahorro no es
precisamente muy importante. Y esto es bueno en una economía en la
que las necesidades de inversión productiva son, sin embargo, muy
importantes. En segundo lugar, supondría una inyección, un aumento en
la oferta de fondos a largo plazo, de los que todavía está muy
necesitada la economía española. La economía española cuenta conun
sistema financiero que ha experimentado una



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modernización y una mejora notable de su eficiencia en los últimos
veinte o veinticinco años, pero todavía es un sistema financiero muy
bancarizado, muy basado en la intermediación bancaria y con un
protagonismo escaso de los mercados de capitales. Cuando uno analiza
qué sistemas financieros se corresponden con aquellas economías que
tienen una mayor intensidad inversora a largo plazo, una mayor
cobertura de nuevos proyectos empresariales, lo que ve es que el
equilibrio entre los sistemas intermediados y los mercados de
capitales es mucho mayor que en el nuestro. Sería bueno, además, en
un contexto en el que los mercados de bonos van a acusar la reducción
de la deuda pública, el fortalecer las emisiones de deuda privada,
fortalecer, en definitiva, el acceso a los mercados de capitales de
las empresas españolas. Recientemente, esa comisión de expertos sobre
los mercados de capitales europeos, lo que se llama la Comisión
Lamfalussy, ha subrayado la relación directa que existe entre el
crecimiento de los mercados de capitales y el crecimiento de la
propia economía y del empleo. En tercer lugar, se garantizaría una
mayor profundidad y una mayor liquidez de los mercados de capitales,
-los nuestros todavía siguen estando relativamente rezagados en
relación al resto de Europa- y unas mayores posibilidades de
diversificación dentro del área euro. Yo creo que hay que empezar
a concebir cada vez en mayor medida la posibilidad de inversión sobre
la base de la zona euro, una zona, dicho sea de paso, exenta de
riesgo de cambio. En cuarto lugar, se avanzaría en las posibilidades
de financiación a las pequeñas y medianas empresas y en esa necesidad
que he señalado antes de mayor canalización de recursos hacia los
fondos de capital riesgo. En quinto lugar, se fortalecería el propio
sistema financiero de la Unión Monetaria Europea. Y un último
aspecto, pero no menos importante, se facilitaría igualmente la
existencia de prácticas en el gobierno de las empresas, en su
eficiencia de gestión y sobre todo en su transparencia hacia agentes
externos en la dirección de esas economías con sistemas financieros
más avanzados. Qué duda cabe que sería bueno también empezar a contar
con un horizonte de un mercado único, por así decirlo, de pensiones
complementarias en el conjunto de la Unión Europea, con lo que, en
términos de ventajas de diversificación, esto aportaría.

En definitiva, las conclusiones que se podrían derivar de las
puntualizaciones anteriores nos llevarían a poner el acento en
distintos ámbitos. Uno, en mi opinión quizá el más importante, en
aquellos factores que hacen que nuestra economía, aun registrando en
los últimos años tasas de crecimiento ciertamente significativas, no
registre los niveles de eficiencia económica, de productividad del
trabajo y productividad multifactorial equivalentes a las economías
de nuestro entorno. Si nosotros fuéramos capaces de hacer más cosas
con los recursos que tenemos, el problema probablemente se atenuaría.

Y eso exige actuar a su vez sobre frentes
que no son específicos de una política de pensiones, y que en general
tienden a actuar sobre la mejora de las condiciones de oferta de
nuestra economía, de las condiciones de oferta y del funcionamiento
de los mercados. Si garantizáramos doblar el crecimiento de la
productividad, una parte de esas amenazas sobre el sistema público de
pensiones se reduciría de forma significativa. Eso no quiere decir
que no haya mejoras dentro del propio sistema, y probablemente una de
ellas sea la de facilitar ese mayor equilibrio entre los sistemas de
reparto y los sistemas de capitalización, entre el sistema público y
los sistemas complementarios.

Otro bloque de actuaciones, ya más inducidas por las anteriores,
sería pensar en mecanismos que realimentarían ese círculo virtuoso a
través del fortalecimiento de los mercados de capitales, a través, en
definitiva, del mayor equilibrio entre el sistema bancario, que, por
definición, tiene una aversión al riesgo elevada, y los mercados de
capitales que, como la evidencia empírica avala, han propiciado en
mucha mayor medida que los sistemas bancarizados, una mejor y más
eficiente financiación de la actividad empresarial.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Socialista tiene la palabra
la señora López i Chamosa. Le ruego brevedad, porque el señor
Ontiveros tiene relativa prisa.




La señora LÓPEZ I CHAMOSA: En primer lugar, quiero agradecer a don
Emilio Ontiveros su presencia y su comparecencia. Consideramos que su
exposición ha sido interesante y además compartimos bastante, por no
decir casi en su totalidad, las preocupaciones, incluso aquellas
posibles sugerencias que nos hace.

Hay dos o tres temas que a mí personalmente y a mi grupo nos
preocupan, y en cuyo diagnóstico siempre coincidimos. En esta
Comisión venimos hablando casi siempre de lo mismo, por ejemplo, de
la demografía, de la incorporación de la mujer al mundo del trabajo y
de incorporarla al pleno empleo, por así decirlo. Esa es una utopía
que hay que mantener, pero no acabamos de coincidir en las políticas
que hay que aplicar para que realmente la mujer se pueda incorporar
al mundo del trabajo y además pueda aumentar la tasa de natalidad.

¿Por qué? Porque podemos hablar de incorporar a la mujer al mundo del
trabajo y de los buenos deseos, pero si no partimos de la premisa de
que en España las políticas sociales, la atención a la infancia, la
atención a los mayores, la ha hecho y la sigue haciendo la mujer, no
vamos a conseguir que la mujer se pueda liberar y pueda realmente
incorporarse al mundo del trabajo. Si no hacemos políticas
encaminadas al mundo de la empresa, a lanzarle un mensaje al
empresario, que todavía tiene el esquema anterior en la cabeza,
diciéndole que tiene el mismo coste social un hombre que una mujer,
porque desde los permisos de paternidad hasta los permisos para
llevar a personas mayores a que les



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presten atención médica van a tener el mismo coste en el caso de un
hombre que en el de una mujer, mientras no hagamos eso no vamos a
conseguir una plena incorporación de la mujer al mundo del trabajo.

No lo conseguiremos mientras no hagamos una ley de dependencia y las
residencias de día para las personas mayores y las guarderías para
los pequeños no se adapten a los horarios, que realmente son los
horarios de la industria, del mundo del trabajo.

El otro día me comentaba una amiga mía que tenía un crío y que
encantada tendría dos, pero que no podría atenderle cuando sale de la
guardería y que además no puede mantener a una persona que lo vaya a
buscar y lo atienda porque no se lo permite su salario. Son este tipo
de políticas las que realmente pueden hacer que la tasa de natalidad
aumente y la incorporación de la mujer al mundo del trabajo sea una
realidad.

Cuando hace unos años hablamos de mayor flexibilidad en el mundo del
trabajo, hablábamos de que no había flexibilidad en la entrada. Hemos
flexibilizado tanto la entrada que no hay ni puertas, se puede entrar
de cualquier forma. Luego dijimos que la flexibilidad tenía que estar
en la salida, pero no tenemos en cuenta que un 32 por ciento de la
población activa de este país tiene contratación temporal y que no
tiene problema de salida; sale de la misma forma que entra, es decir,
con contratos a tiempo parcial sale a los quince días, al mes, al
año, en la forma que sea. Y ahí ya tenemos un 30 por ciento. Además,
ahora estamos en 32 días, pero no nos damos cuenta de que en este
país la gente se va por expedientes de cualquier tipo, económicos,
tecnológicos o de reorganización, y se van con 20 días o 25 días,
aunque luego hagamos la media de las grandes empresas con las
pequeñas y digamos que se van con una media de 30 días. No es cierto,
la inmensa mayoría se van con 20 ó 24 días, y en algunos casos, como
en el de Fogasa, se tienen que ir porque no hay otra posibilidad. Por
lo tanto, digamos en qué hay que flexibilizar.

Otro de los problemas en los que podíamos entrar ahora es decir que
en nuestro país hay comunidades que necesitan mano de obra, porque se
necesita más trabajador, más oferta, y hay otras donde tenemos tasas
de paro que son insostenibles. Se podría decir que el problema es la
movilidad geográfica, porque si hubiera movilidad geográfica
arreglábamos este problema. Pero para que haya movilidad geográfica,
para que un señor de Extremadura, de Castilla-La Mancha o de
Andalucía se vaya a Cataluña, habría que ofrecerle un salario que le
permitiera vivir, una vivienda y la educación de sus hijos. Eso no es
así. Con salarios como los que se están pagando en estos momentos, es
impensable decirle a un señor de Andalucía que levante su casa y se
venga a Cataluña para cobrar 120.000 pesetas o 150.000, voy a ser
generosa, y luego pague 80.000 pesetas de piso. Es inviable.

Entonces, cuando hablamos de flexibilidad en el mundo laboral habría
que empezar a acotar en qué consiste. Porque, repito, de
entrada hay toda la que se quiera, y ahí tenemos el 32 por ciento.

Coincidimos totalmente en que el gasto en investigación y desarrollo
es bajísimo y que o entendemos eso o perderemos un tren muy
importante. Si hablamos de productividad, investigación, desarrollo,
innovación, formación, tenemos sobre todo que hablar de nuevas
tecnologías y de la reorganización del tiempo. Cuando hablemos de la
reorganización del tiempo de trabajo podemos hablar o no de las 35
horas, pero desde luego de la reorganización habrá que hablar.

También hemos de decir que la productividad no la debemos achacar a
los trabajadores. Tenemos que achacarla a las empresas o al Gobierno
porque no toma las medidas que ayudan a las empresas a fomentarla.

Una frase que dice mi compañero Griñán, que yo comparto totalmente,
es que no son los bajos salarios los que compiten, sino las buenas
empresas y los buenos productos. En las buenas empresas y en los
buenos productos los trabajadores aportan una parte fundamental, pero
son las empresas y los Gobiernos los que ayudan a que eso sea así.

Y no me alargo más porque el presidente ya me está mirando de reojo y
yo quiero que el compareciente pueda llegar puntualmente a su otra
cita. Muchas gracias por su comparecencia, de la que hemos tomado
muchas notas.




El señor PRESIDENTE: Señora López i Chamosa, debo decirle que yo
jamás miro de reojo, miro siempre de cara, y cuando tengo que decir
una cosa la digo absolutamente de forma paladina.

Acontinuación, por parte del Grupo Catalán de Convergència i Unió,
tiene la palabra el señor Grau.




El señor GRAU BULDÚ: Muchas gracias, señor Ontiveros, por su
comparecencia y por su disertación.

En aras de la brevedad que nos ha pedido el presidente, y para que
usted pueda cumplir con sus otros compromisos, ceñiría mi
intervención únicamente a pedirle una puntualización. Si es posible,
quisiera saber cuál es su opinión sobre los sistemas de Seguridad
Social de reparto y los regímenes aplicables, respecto al régimen
general y al régimen de autónomos, y a la posibilidad de absorción de
los sistemas especiales, como el régimen agrario. No sé si esto es
entrar en particularidades o en disquisiciones demasiado precisas
sobre el sistema, pero para esta Comisión es importante conocer las
vías sobre las cuales el sistema de reparto tiene que configurarse,
si tiene que ser un sistema genérico o un sistema con menos
aportaciones. Quisiera saber cuál es su visión sobre el régimen
especial agrario o el régimen de autónomos. Respecto al sistema
alemán, que esta Comisión ya conoce, yo le preguntaría: ¿No ve el
sistema alemán como un sistema de transición hacia un sistema mixto
de reparto y complementario, y que posiblemente este periodo de
transición o de adecuación del sistema de reparto puro a un



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sistema de reparto complementario necesita de algunas concesiones
especiales a la empresa para crear el hábito a diferentes estadios o
segmentos de edad ¿Porque no es lo mismo aplicar el sistema alemán a
una persona que tiene 25 ó 30 a años, que a una persona que tiene 40
o a una persona que tiene 50. Para homogeneizar o al menos establecer
un sistema de Seguridad Social que sea comparable para estos tres
segmentos de edad, o para otros, ¿cuál tendría que ser la adecuación
específica o qué segmentos de edad se deben tomar para hacer esta
comparación?
Le reitero mi agradecimiento por su comparecencia.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Mixto (Partido Andalucista),
tiene la palabra el señor Núñez Castain.




El señor NÚÑEZ CASTAIN: Agradezco su presencia, señor Ontiveros, y
además el carácter pedagógico de la comparecencia. Yo creo que está
bastante clara su idea.

Me gustaría que hiciera algún comentario sobre dos cuestiones. En
primer lugar, sobre el papel que tienen los gobiernos en la nueva
economía, sobre la dinámica de innovación, que parece que no tiene
nada que ver con el sistema público de pensiones, pero que sí que
tiene que ver, ya que modifica también la productividad, los mercados
de capitales, todo lo que estamos diciendo. Y en segundo lugar, sobre
el papel dinamizador de la economía que pueden tener los fondos de
pensiones como fondos de inversión de rentabilidad a largo plazo,
como fondos de reconversión de sistemas infraestructurales de un
país, con un comentario entre paréntesis, que es el comentario de los
desequilibrios o de las condiciones tan dispares que se dan dentro
incluso del escenario de eurolandia.

Hemos hablado del territorio euro, pero ¿hasta qué punto hay un
proceso a medio plazo, incluso a corto plazo, de homogeneización de
la zona euro? Porque no se ve que ese proceso tenga características
económicas, capacidades potenciales de generación de riqueza que
vayan en términos paralelos. No me parece a mí que el futuro deba ser
determinar dónde están esos focos que tiran de los demás y que la
población europea se mueva hacia esos focos, sino crear las
condiciones para que la generación de riqueza pueda estar
razonablemente bien repartida. Yo creo que en un escenario a medio
plazo la movilidad va a incrementarse sola, exclusivamente por la
desaparición de la frontera de los idiomas y porque lo que hoy día
son conceptos estatales todavía muy metidos en nuestra mente, supongo
que para nuestros hijos lo serán bastante menos. Hoy llamamos Francia
o Bélgica o Italia a una cosa muy distinta a la nuestra, pero muy a
corto plazo, el movimiento libre de las personas hará que estemos en
un territorio más homogéneo.

Por tanto, quisiera saber su opinión sobre la situación general de
los desequilibrios del sistema en todos los niveles, desde los
propios, como ha dicho algún interviniente, desde las propias
personas que se incorporan al sistema de pensiones y lo difícil que
es homogeneizar el régimen general con los regímenes especiales, las
nuevas formas de trabajo que van a surgir, los teletrabajos o
determinados tipos que no se sabe muy bien cómo van a funcionar.

Además de los dos factores: el papel de los gobiernos en la
dinamización del grado de conocimiento de la sociedad y del I+D, y el
papel estratégico, como digo, de la utilización de unos potenciales
fondos de pensiones que sólo buscan rentabilidad en el mercado de
capitales a largo plazo.




El señor PRESIDENTE: A continuación, por parte del Grupo Popular,
tiene la palabra el señor Burgos.




El señor BURGOS GALLEGO: El Grupo Popular también quiere sumarse al
agradecimiento de esta Comisión por su presencia y por la concreción
de su exposición. Es verdad que se han producido ya numerosas
intervenciones en esta Comisión y entendemos las dificultades de los
comparecientes que han tenido la mala suerte de comparecer al final
para intentar dar un enfoque, si no original, porque es muy difícil
hablar de originalidad en esta cuestión, sí al menos con un nivel de
concreción, que agradecemos muy sentidamente.

Ha hecho hincapié en tres de las cuestiones que han venido ocupando
sistemáticamente a esta Comisión desde su constitución, la cuestión
de la productividad, la influencia de esta productividad en el ciclo
económico y la relevancia que sin duda va a tener el factor
productividad en el ámbito del capital y en el ámbito del trabajo. No
se nos escapan, por supuesto, las implicaciones positivas, pero
también las negativas que tiene una cuestión de estas características
en un contexto como el español, donde todavía tenemos que ser capaces
de hacer compaginar incrementos de la productividad del orden que
usted nos sugiere con una situación de desempleo y de necesidad de
incrementar los niveles de consumo de nuestra propia sociedad que nos
permita mantener ese crecimiento económico en unas condiciones
favorables para el futuro.

El Grupo Popular siempre ha insistido en la necesidad de ligar el
debate sobre la protección social al debate económico en general, y
siempre hemos visto la necesidad de que en esta Comisión no se
mantuvieran mensajes contradictorios respecto a la conveniencia de
ubicar estas reformas de la protección social, en el sentido de su
mejora y de su consolidación, en un contexto mucho más amplio de
liberalización, de flexibilidad y de mejora de las condiciones de
infraestructuras, de las posibilidades de nuestras finanzas, de
nuestro mercado de capitales. Es imposible hablar de la protección
social en el futuro sin hablar de estas cuestiones. Y a veces yo creo
que se olvida esa referencia permanente



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a que o somos capaces de garantizar un crecimiento sostenido, estable
en las próximas décadas, o somos capaces de compaginar ese
crecimiento del empleo, ese saneamiento de nuestras cuentas públicas,
esa apuesta decidida por el conocimiento y esos aumentos razonables
de la productividad que no mermen otras condiciones también
importantes de nuestra economía, o estaremos construyendo castillos
en el aire.

Otro de los aspectos que usted ha querido destacar aquí, que ya han
hecho otros intervinientes, es la necesidad de estimular nuestros
mercados de capitales. Y por ser muy concreto, yo querría que usted
nos diera su opinión sobre qué papel puede jugar el fondo de reserva,
comprometido por la Administración y por los agentes sociales, con
una dotación que puede acercarse al billón de pesetas en los próximos
años, en el estímulo de ese mercado de capital. ¿Tenemos que jugar
con ese fondo de reserva, dotando de posibilidades de gestión
alternativas al mero depósito en el Tesoro público o la suscripción
de deuda? ¿Se pueden buscar mecanismos de utilización de ese fondo de
reserva que conjuguen también su lanzamiento, su presencia en un
mercado de capitales más abierto? ¿Qué posibles distorsiones puede
producir la gestión de ese fondo de reserva en ese mercado de
capitales? ¿Cuál es su opinión sobre la mejor forma de utilizar, en
beneficio de nuestra economía y de nuestro sistema económico, ese
depósito de un billón de pesetas, puesto que algo habrá que hacer con
él, entendemos nosotros?
Y respecto a la tercera cuestión, por seguir también su
planteamiento, el estímulo a los sistemas complementarios, al menos
en la teoría o en el ámbito de los discursos, todo el mundo parece
estar de acuerdo en que es uno de los factores comunes a las reformas
que se están produciendo en toda Europa, especialmente el caso
alemán, que hemos conocido estos últimos días. Pero el problema es
definir cuál es el mejor sistema para el caso español y en qué medida
podemos conjugarlo con un sistema público de pensiones, que nosotros
entendemos absolutamente básico para el sostenimiento de nuestra
protección social y que está justificado por razones históricas, por
razones culturales, incluso por nuestro propio sistema productivo,
por nuestro sistema económico y por nuestro sistema social. ¿Cuál
cree usted que puede ser el mejor estímulo, la mejor fórmula para
incentivar el progresivo crecimiento de estos planes de pensiones?
Aquí se ha hablado del tratamiento fiscal, se ha hablado de avanzar
en la neutralidad fiscal de los diferentes instrumentos financieros
que se pueden escoger por parte de los ciudadanos, se ha hablado de
la posibilidad de apostar más por los planes de pensiones, por los
fondos de pensiones individuales, se ha hablado de la necesidad de
incrementar las dotaciones de las empresas para estos fondos... ¿Cuál
es su opinión, que tal vez sea conjugar todo ello de alguna forma
inteligente? Porque pensamos que uno de los aspectos esenciales
para el futuro, y de los que más carecemos en nuestro país, es
la existencia de la cultura de la previsión individual, de la cultura
del ahorro personal ajeno al tradicional, que es la inversión en la
vivienda. Y en qué medida esa realidad que es la inversión, la
apuesta que todo ciudadano español parece que debe hacer en su vida
por la adquisición de una vivienda, de una propiedad inmobiliaria,
pudiera ser compatible con alguna fórmula de previsión social que
pudiera reconocer lo que es un dato absolutamente incontrovertible en
nuestra realidad. Yo creo que cuando se habla de la vivienda, cuando
se habla de otras realidades, que sin duda tienen efecto también en
nuestro sistema económico, en nuestro mercado de trabajo, yo creo que
más que intentar transformar la realidad lo que hay que hacer es
interpretarla correctamente y aprovecharla en beneficio del sistema
que tenemos. ¿Cómo incentivar estos mecanismos complementarios? ¿Cómo
incentivar esta cultura de estabilidad? ¿Y qué papel cree usted que
puede jugar el debate, que ya se está produciendo y que sin duda se
va a plasmar también en los próximos meses en alguna iniciativa
legislativa, sobre la existencia del seguro de dependencia o sobre
las posibilidades de un aseguramiento de dependencia en nuestro país?
Yo creo que ésta también será una oportunidad para enfocar
acertadamente esta nueva problemática que se nos va a venir encima y
que el sistema público no puede asumir por sí mismo. En caso
contrario, vamos a volver a caer en los mismos planteamientos,
cómodos pero un tanto irresponsables, de hacer responsables
exclusivamente a las administraciones públicas de dar respuesta a
este problema, cuya magnitud yo creo que no se nos escapa.




El señor PRESIDENTE: ¿Se dan ustedes cuenta de que cuando quieren son
breves? Señor Ontiveros, tiene usted la palabra.




El señor CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID (Ontiveros
Baeza): Muchísimas gracias por las sugerencias, porque es muy difícil
tener elementos de juicio mucho más fundados que esta Comisión, que
tiene una larga trayectoria de trabajo y de estudio en un tema
monográfico.




Voy a tratar de ordenar las respuestas. Es verdad que todavía hay
algo que hacer en nuestro país en relación a la inserción y a la
protección de la inserción laboral de la mujer. Yo me atrevería a
destacar dos cuestiones. (El señor vicepresidente, Campuzano i
Canadès, ocupa la Presidencia.). Una derivada de la experiencia
propia, y otra de modelos de nuestro entorno. La experiencia propia
es que en veinticinco años casi de enseñanza universitaria, he
comprobado que en los últimos quince la capacidad de las mujeres es
notable. Yo tengo la suerte de dar clase en el último curso de
licenciatura y de forma cada año más sorprendente veo que



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se combina una capacidad intelectual con una legítima ambición y una
especie de espíritu competitivo por parte de las mujeres, que luego
se ve traducido en la actividad profesional, probablemente; que luego
se ve traducido en la actividad profesional allí donde tienen
oportunidades. Yo compatibilizo mis tareas académicas con la
dirección de una compañía de consultoría, donde aproximadamente, no
por razones estatutarias ni normativas sino simplemente por
racionalidad, el 45 ó 46 por ciento son mujeres, y generan valor.

Pero es verdad que el entorno hay que propiciarlo. En ese sentido, a
mí me llamaron la atención hace algunos años, los cambios normativos
que se realizaron en la legislación sueca y ver que, efectivamente,
eso contribuía a invertir una tendencia inquietante en aquel país en
términos de natalidad. Yo creo que ésa es una vía a observar. Yo en
este sentido soy bastante optimista. Creo que la realidad, la
evidencia se va a acabar imponiendo, probablemente primero en algunos
sectores y luego en otros, pero está claro que lo que es la dotación
básica de ese segmento del factor trabajo, que son las mujeres, es no
sólo equivalente, sino en algunas profesiones, quizá por ese espíritu
competitivo al que antes hacía referencia, superior al del otro sexo
o género. Por lo tanto, yo no manejaría ninguna inquietud y sí
trataría de procurar la adaptación en la distribución, que ya de
hecho funciona en los hogares, sobre todo jóvenes, y que implicaría
incentivar a los propios varones para que esa natalidad tuviera
lugar.

Cuando hablaba de flexibilidad del mercado de trabajo no me estaba
refiriendo a una flexibilidad de entrada o de salida. Yo creo que un
problema que tienen las empresas, que tenemos quienes tenemos
responsabilidades empresariales, es conservar la buena gente. Y para
eso hay que gastar, hay que invertir. Pero al mismo tiempo
necesitamos posibilidades de negociación que no vengan impuestas de
superestructuras lejanas a la realidad de la propia empresa. A eso es
a lo que yo me refería cuando hablaba de flexibilidad, a la
posibilidad de que en la interlocución entre los empresarios y los
trabajadores se puedan fijar, incluso se puedan ajustar a las
variaciones de la productividad.

Es cierto que cuando se habla de la mayor o menor rigidez de nuestro
mercado de trabajo, hay factores laterales que inciden en ella, a los
que usted ha hecho referencia, como esa especie de fetichismo que en
nuestro país existe sobre la vivienda. Es decir, ahí hay un
fetichismo cultural, una restricción casi religiosa, que nos lleva a
ser el país que tiene un mayor parque de viviendas en propiedad, y
eso actúa, dadas sus características, y sobre todo su precio, como
una fundamental restricción en la organización no sólo del trabajo,
sino de la vida. Y para eso es bueno que se propicie la
diversificación de las fuentes de riqueza de las familias, para eso
es bueno que vayamos a un esquema, a un patrón de materialización del
ahorro que no congele, que no bloquee prácticamente el desarrollo
vital, el desarrollo
profesional de las personas en unos ladrillos, que a su vez
condicionan la movilidad geográfica, etcétera.

Estoy completamente de acuerdo con las consideraciones que ha hecho
en relación a la investigación y desarrollo y a la productividad. Hay
un conjunto de factores que determinan el aumento del valor por hora
trabajada. La experiencia dice que cada vez es más importante. De ahí
la incidencia que tenemos que hacer, en que cada vez es más
importante la calidad de la función empresarial. Los factores de la
producción, aunque siguen siendo los mismos que los clásicos, la
tierra, el trabajo y el capital, los tres han perdido buena parte de
la relevancia que tenían antaño, y hay un cuarto, que es la calidad
de la función empresarial. ¿O es que creemos que empresas en el mismo
sector, con la misma dotación de recursos financieros, en el mismo
territorio, se comportan de forma distinta a otras por una razón
milagrosa? No. El empresario es muy importante. Tener empresarios de
primera división hace que las empresas, y por lo tanto la economía,
funcionen mejor. Hay países donde se valora la calidad de la función
empresarial de forma muy importante, por ejemplo, Estados Unidos. En
Estados Unidos los mejores talentos, los hijos listos de los buenos
empresarios, van a la empresa. En otros países, los hijos listos de
los empresarios, con todos mis respetos, se hacen funcionarios, se
hacen curas, se hacen militares o se hacen catedráticos de
Universidad. Por lo tanto, como diría Baumol, es muy importante el
sistema de incentivos que hace que el buen talento se aplique a la
tarea para emprender. Es verdad que hay países con una tradición de
emprendizaje, valga la expresión, sana, y otros países donde los
empresarios, como diría Keynes, se han confundido con los logreros.

Por eso es bueno legitimar la función de asunción de riesgos, la
función schumpeteriana de emprender.

El señor diputado del Grupo Catalán hablaba de la transición de un
sistema a otro en función de regímenes y en función de edad y
planteaba otro elemento común con el diputado del Grupo Popular con
relación al fondo de reserva, que yo creo que es un tema interesante.

Permítanme que trate de contestar en común algunas de las cuestiones.

Yo creo que hay razones para empezar a rodar ya ese sistema de
reparto y desde luego procuraría particularizarlo en aquellos
colectivos o en aquellos regímenes donde sea mucho más fácil ese
seguimiento del historial individualizado y al mismo tiempo una
administración también más individualizada, probablemente los
autónomos.

En cuanto al fondo de reserva, yo creo que es una buena ocasión para,
con el suficiente control, prudencia y supervisión, empezar a generar
mecanismos de gestión de esas carteras y de esos activos financieros
más en condiciones de mercado. ¿Por qué incluso fondos que sean de
titularidad pública no pueden tener la misma discrecionalidad y
flexibilidad operativa que tienen los grandes fondos de inversión,
los grandes fondos



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de pensiones, las grandes gestoras? También en ese sentido hay que
modernizar la capacidad de gestión del propio sistema público.

Hay una cuestión muy importante que planteaba el señor Núñez Castain,
que es el papel de los gobiernos en la nueva economía: es clave. No
nos equivoquemos y tomemos la experiencia, nos guste o no, de la
economía que en este sentido tiene más que enseñarnos, que es la de
los Estados Unidos. Cuando uno analiza por qué ha crecido la
productividad como lo ha hecho, en condiciones además de estabilidad
macroeconómica y de saneamiento manifiesto de las finanzas públicas,
lo que se ve es que buena parte de la dinámica de innovación ha
nacido en el seno de la Administración. Es decir, el aumento en la
capacidad de computación o la conectividad propiciada por la red no
hubiera sido la que hoy es si no hubiera existido un impulso en la
Administración, interesado a través del departamento de Defensa o de
cualquier otro área. El papel de los gobiernos tiene que ver también,
lo estamos comprobando en el caso de los Estados Unidos, con la
tutela de las condiciones de competencia. (El señor presidente ocupa
la Presidencia.) En la nueva economía, en el nuevo entorno económico,
se producen situaciones para las que las instituciones y las normas
de antaño no siempre sirven. Los casos de adulteración en las
condiciones competitivas que planteaba Microsoft o algunos otros
casos no se podían resolver con los códigos y con las instituciones
de defensa de la competencia del pasado. Los gobiernos son muy
importantes, y lo son también en la utilización de esos mecanismos de
la nueva economía para sus tareas de gobierno. Yo he podido enterarme
de lo que esta Comisión ha hecho gracias a la red, sin necesidad de
entrar en excesivas complicaciones, y me ha sido de una utilidad
tremenda. Yo creo que los gobiernos, en este caso nuevamente la
Administración americana, han dado ejemplo de cómo se pueden
dinamizar esos mecanismos de mejora, no sólo de la información hacia
los ciudadanos, hacia los contribuyentes, sino de organización
interna.

Lleva razón, se habla de Eurolandia, se habla de zona euro como si
fuera algo homogéneo, y estamos distantes de que esto sea así,
incluso en el ámbito por el que se ha empezado a construir, que es el
monetario, el estrictamente financiero. Hemos dado algunos pasos. Yo
soy de los que piensa que para una economía como la española la unión
monetaria ha sido la mayor bendición en la historia económica de
nuestro país. Por eso no entendía a aquellos que años atrás dudaban
incluso de la conveniencia o no de nuestra incorporación al euro. Ha
sido una especie de shock positivo para economías como la española o
la irlandesa. Es verdad que hay heterogeneidad, pero eso no quiere
decir que no haya posibilidades de convergencia real en la buena
dirección, y ahí tenemos nuevamente el caso de Irlanda, que quizá no
hay que asumir de forma absolutamente mimética, pero que pone de
manifiesto cómo esa
aproximación, ese catching up que hay entre economías históricamente
poco desarrolladas y economías avanzadas se puede producir si las
políticas son las adecuadas. El otro caso que yo creo que es una
referencia y al que nuestro país debería mirar también de vez en
cuando es Holanda, que conjuga esa incorporación de lo público a la
nueva economía, pero también vías de flexibilidad en el mercado de
trabajo que se han comentado antes. Es verdad que la movilidad
siempre es mayor en los capitales que en los otros factores de la
producción y que va a transcurrir tiempo antes de que veamos la
movilidad geográfica del factor trabajo en los mismos estándares que
tiene en Estados Unidos, pero quizá la condición para que eso sea así
sea eliminar dos restricciones en mi opinión básicas. Una nuevamente
tiene que ver con el arraigo que en nuestra economía y en el patrón
de consumo de nuestras familias tiene la vivienda o los bienes raíces
por un lado, y otra es la homogeneización de la formación, la
dotación de capital humano en condiciones equivalentes a la que
tienen las economías más avanzadas.

Sobre la relación entre productividad y ciclo económico y protección
social y economía, estoy absolutamente de acuerdo. Yo creo que si
garantizáramos una capacidad de nuestra economía para que el empleo
creciera como lo ha hecho en estos cuatro últimos años y al mismo
tiempo una dotación de capital tecnológico y de capital humano de
calidad suficiente como para que la productividad se doblara, no
mucho más, en los próximos diez o quince años, el problema que
ustedes estudian se atenuaría. Eso no quiere decir que no haya que
tocar sobre otros ámbitos, pero estoy absolutamente de acuerdo con
usted en esa relación estrechísima entre protección social y
fundamentos económicos.

Le vuelvo a comentar que es bueno estimular esa transición a los
sistemas complementarios. Previamente habría que analizar, dentro de
los mismos, si los estímulos que se han dado hasta ahora a los
sistemas individuales son los que tenían que ser o están generando
una especie de segmentación. Es verdad que los que tenemos una cierta
capacidad de renta, superior a la media, tendemos a particularizar
ahí a final de año una parte de nuestro excedente de renta. Sería
posible establecer alguna diferenciación en ese tratamiento fiscal a
favor de los que tienen más dificultad para concretar ese ahorro,
pero, en cualquier caso, coincido absolutamente con usted en la
necesidad de generar una cultura de la previsión, en la necesidad,
incluso desde años más jóvenes, de empezar a mentalizarnos sobre las
contingencias del futuro. Eso no sólo es bueno desde el punto de
vista de las economías familiares, sino también desde el punto de
vista del sistema financiero. Yo creo que tener un sistema financiero
cómplice de ese fortalecimiento de los fundamentos económicos es muy
importante. Cuando uno analiza el arraigo en economías avanzadas, en
Holanda, Estados Unidos, el Reino Unido, de esa nueva economía y de
unas tasas de crecimiento



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y de crecimiento del empleo envidiables tiene que mirar al sistema
financiero, tiene que mirar a la facilidad con la que el ahorro llega
a proyectos con riesgo, quizá con primas, quizá con tipos de interés
distintos. Yo suelo decirles a mis alumnos que hagan un ejercicio de
imaginación y piensen si Bill Gates y sus dos socios, sus dos
compañeros de universidad, hace veintitantos años, con lo que tenían,
que era una hoja de papel con un par de ideas, habrían sido capaces
de financiar ese proyecto en el sistema bancario de la Europa
continental, ni siquiera en España, y les hago que traten de
representar qué hubiera ocurrido: tres personas con una pinta un poco
rara, que llaman a una oficina bancaria que hace banca de mostrador,
donde todavía se suele emplear los términos solicitar un crédito,
y que hubieran despachado con ese operador financiero y le hubieran
dicho: quiero financiar un proyecto. ¿Cuál hubiera sido la reacción
suponiendo que les hubieran dejado entrar en la oficina y no hubieran
llamado a los vigilantes de seguridad? La primera reacción habría
sido la de preguntarles: ¿y tú de quién eres?, y la segunda: ¿qué
tienes? La respuesta: tengo una idea, tengo un proyecto. Ese proyecto
hace veintitantos años no hubiera cuajado en la Europa continental.

Hubo donde cuajó, hubo unas sociedades de capital/riesgo y hubo unos
denostados bonos de alto rendimiento, que con una prima superior a la
General Motors, financiaron aquella idea. Hoy es la principal empresa
del mundo, pero no sólo es esa; afortunadamente, y este es un
elemento muy importante cuando
uno contempla la familia de grandes empresas estadounidenses hace
veinte años y ahora, ve que el banquillo se ha movido, ve que ha
habido una regeneración. Cuando uno mira a la Europa continental ve
siempre los mismos, y este es quizá el elemento más inquietante. Para
que el sistema económico se mueva es muy importante que emerjan
nuevos talentos y nuevos innovadores, como diría Schumpeter. Hoy,
cuando uno contempla las 500 grandes empresas de Fortune, ve que 40
no existían hace veinte años y están ahí arriba. Quizá sea esta la
síntesis de esa relación que usted muy bien ponía sobre la mesa entre
fundamentos económicos y garantías, en última instancia, de la
protección social.

No se me ocurre mucho más, presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias por su comparecencia y le
agradecemos además las palabras de halago y de consideración que ha
tenido hacia el trabajo de esta Comisión.

Se levanta la sesión.




Eran las once y cuarenta y cinco minutos de la mañana.




Nota.-El presente 'Diario de Sesiones', de la Comisión del Pacto de
Toledo, del miércoles, 18 de abril de 2001, no guarda la relación
cronológica habitual, con el fin de no retrasar la publicación de los
'Diarios de Sesiones' ya elaborados.