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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 195, de 21/03/2001
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 2001 VII Legislatura Núm. 195



NO PERMANENTE PARA LA VALORACIÓN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS POR EL
PACTO DE TOLEDO



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FERNANDO FERNÁNDEZ DE TROCÓNIZ MARCOS



Sesión núm. 14



celebrada el miércoles, 21 de marzo de 2001



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia de don Ignacio Cruz Roche, catedrático de Economía de
la Empresa, para informar sobre temas relacionados con el objeto de
la Comisión. A solicitud del Grupo Parlamentario Socialista. (Número
de expediente 219/000026.) . . . (Página
5712)




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Se abre la sesión a las once y treinta y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señoras y señores diputados, se abre la sesión
de esta Comisión no permanente para la valoración de los resultados
obtenidos por el Pacto de Toledo.

Hoy celebraremos una única comparecencia de don Ignacio Cruz Roche,
profesor de economía de la empresa, a instancia del Grupo
Parlamentario Socialista.

Señalaré al profesor Cruz Roche que la forma de desarrollarse este
tipo no de debate sino de comparecencias, consiste en que, tras una
primera intervención del compareciente durante el breve tiempo que
tenga por conveniente, los diferentes grupos políticos que lo deseen,
comenzando por el solicitante de la comparecencia, le formularán
preguntas, aclaraciones, ampliación de información. Posteriormente
usted responderá, también de la forma que tenga por conveniente y por
el tiempo que considere oportuno, siempre breve, a las
puntualizaciones que hayan sido formuladas. Tiene la palabra.




El señor CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA DE LA EMPRESA (Cruz Roche): Muchas
gracias al presidente y a los miembros de la Comisión por su
amabilidad en invitarme a formar parte de los trabajos de esta
Comisión no permanente. Quiero comenzar planteando el escenario tan
diferente de la anterior convocatoria en la que tuve el honor de
participar el 22 de junio de 1994, dentro de las comisiones de
elaboración del Pacto de Toledo. Entonces el debate era sobre la
quiebra y la crisis de la Seguridad Social; ahora mismo yo creo que
es un debate mucho más dirigido al perfeccionamiento del sistema de
la Seguridad Social.

Voy a plantear una metodología muy similar a la que seguí en el
análisis del año 1994. Los datos son similares. Entonces planteaba
que el efecto del envejecimiento era un factor que se podía abordar y
que en gran parte dependería de las tasas de crecimiento de la
economía española. Recuerdo que planteaba entonces que, con las
previsiones demográficas con las que nos movíamos, si la economía
española crecía a un ritmo del 1,8 por ciento anual acumulativo -que
es un ritmo que históricamente siempre se ha superado como promedio-
se podría absorber el efecto de envejecimiento y las
revalorizaciones. Como veremos ahora, la situación es
considerablemente mejor y, como luego concluiré, seguramente con un
ritmo de crecimiento del 0,77 anual acumulativo del producto interior
bruto podremos garantizar la revalorización de las pensiones, con las
expectativas demográficas que tenemos y con las situaciones de
cobertura a las que actualmente nos estamos enfrentando. La Seguridad
Social ahora tiene superávit, frente al debate del déficit que
teníamos en épocas anteriores. Seguramente el punto de debate
ahora mismo podría ser cómo conseguir que ese superávit se asignara
de una forma más eficiente en la economía.




La metodología que sigo en el análisis que les he entregado, y que
por descuido mío no puedo proyectar las transparencias oportunas, se
refiere a un modelo de descomposición en factores, que son los
factores explicativos de cada una de las grandes variables. Me voy a
centrar fundamentalmente en algunas cuestiones relevantes como son
las cotizaciones, las pensiones en general y también, de una forma
más concreta, las pensiones de jubilación. En estos modelos de
descomposición vemos cuáles son los factores causantes de la
evolución y la variable a explicar siempre es el porcentaje del gasto
respecto al producto interior bruto; es decir, cuál es el esfuerzo
que se está realizando en gasto en cada una de las protecciones.

Entrando en el primer punto, que es el análisis de las cotizaciones,
en la primera página lo que establecemos es una identidad contable,
donde se ve cuál es la relación de cotizaciones respecto al producto
interior bruto, y esto lo descomponemos en tres tasas. En el fondo es
una identidad contable: de una parte, población activa partido por
población total, que sería la tasa de actividad de la economía; el
número de cotizantes respecto a población activa, que es la tasa de
afiliación, es decir, en qué medida en el sistema se están
incorporando como cotizantes la población activa; y finalmente, lo
que definimos como tasa de intensidad de la cotización, que no es más
que el cociente entre la cotización media y el producto interior
bruto por habitante, es decir, qué parte del producto interior bruto,
qué parte del esfuerzo se dedica a la cotización.

Si vemos el cuadro, hay una serie histórica desde los años ochenta
hasta el año 2000. Los datos del año 2000 son las previsiones de
cierre del presupuesto de la Seguridad Social, pero hay que decir que
realmente ahora mismo los datos de previsión de cierre son muy
exactos y el desvío es muy pequeño. Si ustedes observan, la
cotización respecto al producto interior bruto en esta serie se ha
mantenido en valores en torno al 11, al 10 por ciento; posteriormente
sube al 11 y ahora parece que los últimos años baja levemente. Sin
embargo, ¿cómo se explica o cómo se puede descomponer esta realidad
del esfuerzo de cotizaciones respecto al producto interior bruto?
Si ustedes pasan al gráfico siguiente, donde intentamos representar
el comportamiento de las diferentes tasas -está en base 100- para ver
la evolución, pueden observar claramente cómo en esta evolución de
las cotizaciones en el producto interior bruto (que es la línea que
está representada por unos cuadrados negros rellenos) hay una subida
que se produce en el año 1994. Esa subida en el año 1994 (si observan
luego en la línea de los cuadrados vacíos, los cuadrados blancos) se
produce fuertemente, hay un pico, y ese pico se debe a la subida de
los tipos. El tipo sube desde el 28,30 hasta el



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29,30 y al año siguiente baja. Sin embargo, esa subida, que es
perfectamente explicable por el retoque de tipos que se hizo en el
año 1994, si ustedes observan, a partir del año 1995 y siguientes esa
tasa de cotización media sobre el producto interior bruto va
decreciendo. ¿Qué es lo que está pasando? De hecho, la tasa de
intensidad en las cotizaciones se está reduciendo desde el año 1995
desde el 35 por ciento hasta el 28 por ciento. Esto quiere decir, y
yo creo que es bueno para la situación económica, que el coste de la
Seguridad Social está suponiendo un esfuerzo menor por trabajador que
el que representaba con anterioridad.

Ahora bien, ¿cómo se ha conseguido esta caída? Esta caída se consigue
fundamentalmente por el juego de las bases. Es decir, por la política
de revalorización de bases de cotización, en la medida en que la
revalorización se comporta básicamente con el IPC. Saben ustedes que
una revalorización con el IPC quiere decir que es una revalorización
claramente inferior al coste efectivo del factor trabajo, lo que está
llevando a que cada año, de una forma sucesiva, esto va teniendo un
menor peso. Este menor peso vuelvo a decir que es una cuestión
positiva. ¿Por qué se ha podido financiar este menor peso? Este menor
peso, como ustedes pueden ver, se ha podido financiar porque el
número de cotizantes por población activa (observen que desde el año
1994 este porcentaje está subiendo de una forma muy clara) es lo que
denominamos tasa de afiliación, que había tocado fondo en el año 1994
con un 74 por ciento, y ahora estamos en un 92 por ciento.

Realmente hay una serie de acciones, como que está aflorando economía
sumergida, pero también, y de una forma muy clara, está la mejora de
la situación económica. Las menores tasas de desempleo están haciendo
que estos datos suban de una forma muy clara. Hay otro elemento
también importante y es la población activa. Si ustedes analizan la
tasa de actividad (que es la población activa respecto a la población
total), también está subiendo, bien es verdad que de una forma más
lenta. ¿Esto a qué se debe? Se debe fundamentalmente a la
incorporación de la mujer al trabajo y también de alguna forma a la
caída del paro, que está haciendo que personas que pudieran estar
desanimadas y que no participaran de esta posición de actividad
pasaran a incorporarse de una forma más o menos clara. En esta
situación, como ustedes ven, ¿cuáles son los términos del debate? Los
términos del debate, en mi opinión, podrían ser: reducir cotizaciones
o constitución de fondos de reserva. En este sentido hay determinadas
ventajas y determinados inconvenientes en los dos tipos de
posiciones. A mi juicio, la reducción de cotizaciones permitiría una
mayor eficiencia en la asignación de los recursos. Realmente, si
estos recursos van a quedar ociosos, no van a ser introducidos en un
sistema de reparto, tiene poco sentido que se detraiga del aparato
productivo unos recursos que podrían ser reasignados por las empresas
en sus planes de inversión
con mucha más eficiencia de lo que lo va a hacer claramente el sector
público.

Por otra parte, una reducción de costes de mano de obra evidentemente
tiene efectos muy positivos y muy directos sobre un incremento del
empleo y un incremento de la competitividad empresarial. El problema
que plantea es que si se constituye un fondo, se constituye un
excedente, ¿en qué se invierte? ¿Estos fondos van genéricamente a una
reducción de las cuentas globales, del superávit? Normalmente, cuando
ha habido experiencias, y en este país las hubo en su tiempo, de
capitalización de fondos públicos derivados de la Seguridad Social
-recuerdo por ejemplo el mutualismo laboral- siempre ha sido mucho
menos eficiente que cualquiera de los agentes económicos a la hora de
la obtención de un rendimiento de estos fondos. A favor de los
excedentes, sin duda desde una visión de política general, esto está
contribuyendo al saneamiento de las cuentas públicas de una forma
bastante destacada y a lo mejor todavía es necesario acudir a ese
recurso.

Hay otro elemento a favor, que es la estabilización del sistema, en
la medida en que pueden venir malos tiempos porque la situación, la
coyuntura económica sea desfavorable, y esto permita generar una
cierta estabilización. Es discutible porque en esos momentos quizá
con malos tiempos, con una subida de tipos también se podría actuar y
utilizar más los tipos de cotización como un elemento más coyuntural
y posiblemente menos estructural, pero éstos son términos del debate
y evidentemente aquí sí que hay una serie de connotaciones de
carácter político en las cuales yo no voy a entrar.

Esto en cuanto a las cotizaciones. El siguiente análisis que
realizamos, es el del gasto en pensiones. Aquí la metodología en
principio es la misma. Estoy trabajando en este primer momento con
los gastos en pensiones totales del sistema de Seguridad Social. Aquí
vemos cuál es la proporción o el porcentaje de gasto en pensiones
respecto al producto interior bruto, dividiéndolo en dos factores: de
una parte, el número de pensiones sobre población total; de otra, la
tasa de intensidad. Aquí digo de cotización pero no es exacto, es la
tasa de intensidad de la protección. Esta tasa de intensidad de la
protección sería la pensión media respecto a la renta nacional por
habitante. De alguna manera, esta tasa de intensidad es una tasa de
sustitución, viene a medir en qué medida las rentas promedio de las
pensiones vienen a sustituir lo que sería la renta de activo
promedio.

Si ustedes observan la evolución de estas tasas, tenemos que la
pensión respecto al producto interior bruto (lo pueden ver en el
cuadro siguiente reflejado en indice cien) va creciendo fuertemente,
pasamos de un 6 por ciento a un 9,6 por ciento. El número de
pensionistas sobre la población total también se incrementa
fuertemente, pasamos del 11,7 por ciento al 19,3 por ciento, y si
ustedes observan esta serie es de un crecimiento prácticamente
lineal, se diría casi que imparable. La siguiente serie, la pensión
media partido por el producto



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interior bruto por habitante, sin embargo tiene un comportamiento
ciertamente distinto y que vale la pena comentar. Si ustedes
observan, los datos de 1980 son malos. Yo no me fiaría mucho, aunque
lo hemos tomado como base de partida; posiblemente son datos
crecientes. Si ustedes observan desde 1980 hasta 1985 son crecientes.


¿Qué pasa en el año 1985 para que la tasa de sustitución baje?
Recuerden ustedes que en el año 1985 se hace una reforma de la
Seguridad Social. Se pasa de calcular la pensión inicial de los 2
últimos años a un proceso de incorporación progresiva hasta los 8
años, y aquí se produce la primera caída en la renta de sustitución
que está en el 57. Si ustedes observan, en los años 1990, 1991 se
estabiliza en el 51. También hay un cierto repunte, que llega en el
año 1996 hasta el 53,80, y en el año 1997 iniciamos otra fase de
caída. ¿Y qué pasa en 1997? En el año 1997 se aplica el Pacto de
Toledo y en el cálculo de la pensión inicial de los 8 años vamos
pasando progresivamente hasta los 15 años.

Evidentemente, este incremento del período de cómputo de la base
reguladora tiene un efecto claro en que la pensión inicial se va a
calcular a la baja. Obviamente, no es el único factor que influye en
esto que luego comentaré, pero fíjense ustedes cómo en el gráfico lo
pueden ver de una forma muy clara. Si ustedes observan en el gráfico,
desde el año 1986, que es cuando ya claramente se manifiesta, hasta
el año 1990 hay un período de caída en la pensión media respecto al
producto interior bruto por habitante, y luego desde el año 1996
hasta el año 2000 hay otro período de caída.

En principio, ¿qué conclusiones podemos sacar de aquí? El incremento
del producto interior bruto, el gasto en pensiones es fuerte, se pasa
del 6 al 9,6 por ciento, esto está claro. ¿Cuáles son los factores
explicativos? El incremento del número de pensionistas sobre la
población total, que es un factor, como luego veremos con más detalle
en pensiones de jubilación, básicamente demográfico, y se produce una
leve caída en la función de sustitución de rentas que de alguna forma
contribuye a paliar, a no hacer tan fuerte, tan llamativo, el impacto
de estos factores de carácter demográfico.

En el debate sobre pensiones en general yo querría apuntar algunas
cuestiones que me parecen relevantes. En el debate sobre pensiones
hay casos de sobreprotección y hay casos de infraprotección. ¿Cuáles
son los casos de sobreprotección? Ami juicio, el caso de
sobreprotección quizá más claro de los que se dan ahora mismo y que
podrían ser reformados, bien es cierto que con un considerable coste
de carácter político, es el caso de las viudedades, tanto de viudos
como de viudas, concurrentes con jubilación o concurrentes con rentas
de activo. Realmente aquí se pueden producir casos en los cuales una
persona viuda que a la vez tenga unas rentas, tanto propias como una
pensión por derecho propio, se encontrará seguramente sin un
incremento de los gastos correspondientes, recibiendo
una renta adicional a la que estaba recibiendo antes del
fallecimiento del cónyuge. Esto podría parecer un caso de
sobreprotección.

Seguramente ustedes estarán pensando: Es cierto dentro de un concepto
de seguro privado, pero han estado cotizando con anterioridad y esto
es la consecuencia de la cotización. Sin embargo, el problema
fundamental es que, dentro de un seguro social, las cotizaciones no
cubren y cubren una parte muy pequeña lo que sería la expectativa de
renta que van a tener posteriormente.




Yo realicé en tiempos algunos estudios de carácter actuarial, y
trabajando con lo que sería la cotización media definía lo que era un
cotizante medio al sistema de Seguridad Social. Trabajando con los
datos de las tablas actuariales, cotizando a la Seguridad Social,
tanto por la cuota obrera como por la cuota patronal, veía cuál sería
la pensión que recibiría; o, sensu contrario, para obtener la pensión
mínima del sistema, la pensión media y la pensión máxima, cuál sería
la cuota que les exigiría una compañía aseguradora, con las tablas
que estaba trabajando en ese momento, para obtener esa pensión.

La relación entre cotización necesaria y cotización efectiva era la
siguiente, dependía evidentemente de la tasa de revalorización. En
esos tiempos, este es un trabajo de hace ya unos 8 años, estábamos
con tipos de interés considerablemente más altos. Ahora mismo, con
una revalorización del 5 por ciento anual, la cotización que tendría
que realizar el cotizante medio a la Seguridad Social sería 3,3 veces
mayor en el caso de pensión mínima, 1,7 veces mayor en el caso de
pensión media y 2,5 veces mayor en el caso de pensión máxima.

Con estos datos, ¿qué es lo que pretendo plantear? Lo que pretendo
plantear es que, obviamente, es un sistema que funciona con una
cierta lógica de seguro privado, pero tiene un fuerte componente de
subvención. Por eso en algunas ocasiones, utilizando estos mismos
datos, llevan a la conclusión de que la Seguridad Social está en
quiebra, porque se dice: Está en quiebra porque la gente no ha
contribuido lo suficiente para lo que está recibiendo. El
razonamiento es correcto, lo que no es correcto es la conclusión de
que esté en quiebra; no tiene nada que ver, puesto que el sistema
responde a una filosofía absolutamente distinta.

Esto en cuanto a los casos de sobreprotección. Desde el año 1982 creo
que está este debate y es muy difícil actuar sobre este tipo de
protección. Pero a la vez hay casos de infraprotección. También en la
viudedad se dan casos de infraprotección, en los casos de viudedad no
concurrentes con otras pensiones y con cargas familiares. La
situación de mínimos obviamente son casos claros de infraprotección.

Los casos de situación de dependencia, especialmente situación de
dependencia sobrevenida (es decir, invalideces que se están
ocasionando por el mero deterioro físico de la persona, por



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ejemplo del jubilado o de la jubilada, que es relativamente
frecuente), son situaciones en las cuales hay infraprotección dentro
de la Seguridad Social. A lo mejor sería interesante plantearse si no
se podría crear algún tipo de complemento en los casos de pensiones
de jubilación o en pensiones de invalidez que viniera de alguna forma
a paliar los enormes gastos en los que se incurre en situaciones de
dependencia, pero obviamente son temas de debate que habría que
tratar con más detalle.

Entrando en el tercer bloque de mi intervención, me voy a centrar en
lo que son las pensiones de jubilación. Antes hablaba de pensiones en
general, ahora me voy a centrar única y exclusivamente en jubilación.


Aquí tienen también el mismo tipo de análisis. El análisis del gasto
en pensiones de jubilación, que es el gasto en vejez respecto al
producto interior bruto, lo descompongo en tres factores: un primer
factor, que es la tasa de envejecimiento (que es la población de más
de 65 años respecto a la población total); un segundo factor, que es
la tasa de cobertura; es decir, cuántos pensionistas hay entre la
población de más de 65 años...




El señor PRESIDENTE: Discúlpeme, señor Cruz Roche, vamos a salir a la
escalinata principal con ocasión de la manifestación silenciosa que
vamos a celebrar hoy. (Pausa.)
Se reanuda la sesión. Continúe, por favor, señor Cruz Roche.




El señor CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA DE LA EMPRESA (Cruz Roche): Aquí hay
un problema, y es la ruptura de la serie entre 1997 y 1998 por la
incorporación de la invalidez, una ruptura de la serie que nos afecta
en dos momentos distintos; es decir, en la tasa de cobertura nos
afecta en un año y no es el mismo de la tasa de intensidad, por lo
cual los datos de 1997 y 1998 hay que verlos con una cierta
tranquilidad.




La evolución es que se pasa del 3,26 por ciento del producto interior
bruto al 6,51, que es prácticamente un incremento de 3,25 puntos, de
los cuales un 1,2 es imputable a que los inválidos, como ustedes
saben, de más de 65 años, y precisamente como una recomendación del
Pacto de Toledo, se pasan a computar como pensiones de jubilación.

Si analizamos cuáles son los factores desencadenantes de este proceso
de gasto en vejez sobre el producto interior bruto, tenemos en primer
lugar la tasa de envejecimiento de la población, que evidentemente
sigue un carácter constante y creciente desde el 11,24 por ciento de
la población en 1980 al 16,83 por ciento de la población de más de 65
años en el año 2000. Estos son datos del Instituto Nacional de
Estadística. Los datos pasados son muy exactos, la proyección futura,
de la que hablaremos luego, tiene algunos problemas.

El siguiente elemento es la tasa de cobertura. Como ustedes ven, la
tasa de cobertura pega el gran salto del año 1996 a 1997, que pasa
del 55 al 69, como consecuencia de la incorporación de las
invalideces. Pero si ustedes observan, la tasa de cobertura ha sido
relativamente estable, el crecimiento ha sido pequeño, se ha pasado
del 52 por ciento en el año 1980 al 55 por ciento en los años 1993,
1994, 1995, 1996, luego está el salto del año 1997 por la
incorporación de las invalideces, y si ustedes observan, desde el año
1997 hasta el año 2000 la tasa es ligeramente decreciente. Esto es un
dato interesante. ¿Por qué razón? Sin duda porque se está produciendo
un fenómeno que es importante, y es la reducción de las jubilaciones
anticipadas. Cada vez las personas que se van incorporando o que
están llegando a la edad de jubilación tienen menos derecho a la
jubilación anticipada. Esto proviene de una transitoria según la cual
tienen que estar cotizando en el año 1967 y el transcurso del tiempo
está haciendo que haya una cierta caída.

Ello nos llevaría a pensar que razonablemente la tasa de cobertura
puede tener una cierta caída. ¿Y por qué planteo esto? Porque si
ustedes comparan esta tasa de cobertura del 67,98, que es la
previsión para el año 2000, o del 68 por ciento, con la tasa de
actividad, la tasa de actividad entre la población en edad de
trabajar en España se sitúa en torno al 61 por ciento. Es decir, si
el 61 por ciento de promedio trabaja (y digo de promedio, siendo un
sistema que en algunos casos puede llegar a ser excluyente porque no
se han completado los años suficientes para tener acceso a la
pensión), realmente es llamativo que prácticamente el 68 por ciento
luego reciba pensión.

El sistema es muy generoso en los momentos de entrada, pero
seguramente esta generosidad que se dio fuertemente en el pasado, por
una serie de razones históricas que lo justifican, sea menor y estas
tasas de cobertura en el futuro tiendan a descender.

La siguiente cuestión es la tasa de intensidad. Aquí estaríamos
hablando de la pensión media respecto a la renta por habitante, al
producto interior bruto por habitante promedio, que sigue el
comportamiento que antes describía para el total de las pensiones
quizá de una forma más clara. Observen ustedes cómo hay un primer
período de subida de la tasa de intensidad desde el 55 por ciento
hasta el 65 por ciento, coincidiendo en el año 1986 con la entrada en
vigor de la primera reforma de las pensiones y la ampliación del
período de cómputo de la base reguladora de 2 a 8 años, y entonces
cae desde el 65 por ciento hasta el 59 por ciento en 1992. Y luego
hay un ligero repunte hasta el año 1996 que llega al 62 por ciento.

Olvídense del dato del 49 por ciento, que es un dato muy de ajuste
contable que tiene poca fiabilidad, pero este 62 cae hasta el 56 por
ciento.

En el año 1997 lo que sí se empieza a notar es el impacto del Pacto
de Toledo y el efecto de la reforma de pasar de los 8 a los 15 años,
que va a seguir actuando



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de una forma todavía temporal en los próximos años y que llevará a
que razonablemente esta tasa de intensidad sea decreciente. Esta es
un poco la situación del análisis de los componentes básicos de la
pensión de jubilación.

En los dos últimos cuadros y las dos últimas tablas he hecho un
ejercicio de proyección hasta el año 2020. En este ejercicio hasta el
año 2020 he planteado dos tipos de proyecciones: la estabilidad del
porcentaje en el producto interior bruto, y un ajuste con la tasa de
intensidad. Imaginemos que el Gobierno decide en un momento
determinado pactar que el gasto en pensiones de jubilación, será un
porcentaje fijo del producto interior bruto. Supongamos que tuviera
este poder omnímodo y que las cifras económicas se estabilizaran en
el 6,51 por ciento, que es la tasa del año 2000, del producto
interior bruto. Entonces, ¿con qué nos encontraríamos? Nos
encontraríamos que el ajuste de la tasa de envejecimiento se haría
con la tasa de intensidad. Decreciendo la tasa de intensidad de la
protección, si hay más jubilados, dándoles una menor pensión a cada
uno de ellos, ¿qué efecto tendría? Pues bien, el ajuste nos lleva a
la columna en el fondo y lo que yo estoy resolviendo, manteniendo
constante la tasa de envejecimiento 6,51, que es un dato conocido,
estabilizo la tasa de cobertura que razonablemente irá un poco a
menos pero mantengo la tasa de cobertura constante, y realizo el
ajuste con la tasa de intensidad, que es la variable que yo despejo.

Esta tasa de intensidad pasaría en el año 2000 de ser el 56,8 por
ciento de la renta, del producto interior bruto por habitante, al
48,21 por ciento de la renta por habitante. ¿Esto qué supone? Este
dato supone pasar del 56,8 al 48,7, que bajará o no bajará en función
de cómo se comporte la renta nacional por habitante, pues para que el
56 por ciento de la renta por habitante del año 2000 sea la misma
cantidad, revalorizada con el IPC, del 48 por ciento de la renta por
habitante del año 2020, la tasa de crecimiento que se tendrá que dar
en el producto interior bruto es del 0,77 anual acumulativo. Es
decir, con tasas de crecimiento del 0,77 anual acumulativo, el
sistema permitirá revalorizar el IPC y obviamente que las pensiones
pierden poder de sustitución, pero ese poder de sustitución va a ser
el suficiente para mantener la revalorización del IPC.

Si ustedes analizan con un poco más detalle la tasa de
envejecimiento, en la tasa de envejecimiento convendría hacer alguna
precisión respecto a todas las previsiones de carácter demográfico.

Las previsiones de carácter demográfico son tremendamente exactas en
saber qué población va a haber mayor de 65 años. Realmente aquí los
datos, la estadística actuarial está muy desarrollada, conocemos las
tasas de mortalidad, y como toda esta población de más de 65 años ya
ha nacido, nosotros podemos saber perfectamente qué población va a
tener más de 65 años en los próximos 50 años con una exactitud
máxima, salvo que hubiera grandes
catástrofes o grandes epidemias, que tampoco es razonable que
ocurran, pero lo que ya es muy dudoso es la población total.

La tasa de envejecimiento es el cociente entre población de más de 65
años y la población total, y en la población total seguro que nos
estamos equivocando. En los datos de la previsión demográfica del
INE, que son con los que yo he trabajado aquí, la previsión que se da
es una previsión demográfica basada en la tasa de natalidad. Nosotros
sabemos cuál es la tasa de natalidad que tenemos este año, pero es
difícil hacer una previsión de la tasa de natalidad para los próximos
años, pueden cambiar las tendencias y además puede darse otro factor
que no se está considerando, que es el factor de la inmigración, el
factor del número de población. De hecho, ya los últimos datos de la
población del INE para el año 2000 son claramente superiores a los
datos de población para el año 2000 con que yo he trabajado aquí, que
son los datos de población que ellos están manejando en sus
previsiones de envejecimiento. La situación aquí razonablemente, y
esto es consolador pues la tasa de envejecimiento será menor, esta
previsión sí se puede hacer en estos términos aunque es muy difícil
definir en cuánto será menor de la prevista con un gran alto grado de
probabilidad. Éste es el primer ejercicio de la proyección, está
también reflejado en el gráfico correspondiente, y el segundo
ejercicio que hacemos es la hipótesis de intensidad de la protección
estable. Fíjense ustedes que mientras que antes mantenía fijo el
gasto en vejez sobre el producto interior bruto, ahora mantengo
estable la tasa de intensidad. Por ejemplo, supongamos que saliera
una ley que dijera que la pensión media será el 56 por ciento del
producto interior bruto por habitante, mantenemos la tasa de
sustitución de rentas igual, y por eso en esta columna lo que fijo es
la tasa de intensidad hasta el año 2020, y entonces la variable a
despejar sería: ¿y qué pasaría con el gasto en vejez respecto al
producto interior bruto?. ¿En cuánto tendría que incrementarse el
gasto en vejez respecto al producto interior bruto? Bueno, pues
pasaríamos del 6,5 en el año 2000, al 7,7 en el año 2020, es decir
habría un incremento de 1,2 puntos en la participación del producto
interior bruto en el gasto en pensiones. Observen ustedes que en los
veinte años anteriores la tasa de incremento en el producto interior
bruto del gasto en pensiones fue de 2,5 puntos, quitando
evidentemente ya el efecto de incorporación de las pensiones de
invalidez. ¿Esto que supondría si se mantuviera así? Si esto se
mantuviera así supondría que las pensiones no solamente se
revalorizarían anualmente el IPC, sino que se revalorizarían además
del IPC el crecimiento de la economía. En este año estaríamos
hablando de unas tasas de revalorarización del IPC casi del 4 por
ciento, más el otro 3 por ciento adicional de la economía; estaríamos
hablando de tasas de revalorarización altísimas.




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En este caso, como ven ustedes, aun llegando a eso, que evidentemente
es un escenario digamos muy poco probable que vaya a suceder,
realmente el incremento de la participación en el PIB no sería mucho
mayor que la tasa de crecimiento que hemos tenido en períodos
anteriores y tampoco sería un porcentaje digamos desusado respecto a
lo que se están gastando en vejez, en protección social a la vejez
otros países del entorno nuestro de la Unión Europea. Aquí el factor
que opera y que está afectando a todo esto es lógicamente el factor
del envejecimiento.

Ya no les entretengo más. Para concluir este análisis, ¿qué
conclusiones son las que se pueden sacar? La primera conclusión que
se puede sacar es que ahora mismo el sistema de la Seguridad Social
se encuentra en una situación financiera razonablemente buena. Los
requisitos y los reajustes que supuso el Pacto de Toledo, junto con
una situación económica de crecimiento, está permitiendo ver el
sistema de una forma totalmente distinta al análisis que se hacía en
el año 1994, y esto nos permite centrar el debate en elementos que
serían absolutamente impensables.

Ahora mismo el debate de si el superávit se debe emplear en un fondo
de reservas o en una reducción de tipos de cotización, obviamente no
era el caso entonces, en aquel momento era cómo se financiaba el
déficit, si con aportaciones estatales o con una subida de tipos. Las
mejoras en la protección que se pueden plantear ahora obviamente
sería otra de las opciones. Es decir no tiene sentido que exista un
superávit, dediquemos este superávit a una mejora de la protección
para resolver sistemas de infraprotección, como hablábamos antes de
las pensiones de viudedad en los casos de cargas familiares y de
imposibilidad de incorporación al mercado de trabajo, o en la
situación de complemento de dependencia especialmente para las
pensiones de invalidez sobrevenidas.

El problema del envejecimiento es un tema que evidentemente va a
motivar el incremento de gasto en la Seguridad Social, pero es un
tema que se puede manejar razonablemente en los parámetros que nos
estamos moviendo, y la razón es la siguiente: Nosotros en la
Seguridad Social nos movemos en un sistema de reparto, y un sistema
de reparto es como una bañera en la que controlamos el grifo de
entrada y el tapón de salida, si controlamos los flujos de entrada y
los flujos de salida es muy difícil que el sistema se descontrole,
máxime si hay una atención permanente en el largo plazo y se van
corrigiendo las posibles subidas o bajadas de este flujo de fondos, o
de este stock de fondos, que mantenemos.

Las entradas son las cotizaciones, y las cotizaciones se controlan
perfectamente no únicamente a través del tipo. Fíjense ustedes que
sin tocar el tipo impositivo en las cotizaciones, el esfuerzo de
cotización ha sido decreciente en los últimos años, y la razón de que
haya sido decreciente es porque al jugar con las revalorizaciones
de las bases reguladoras de las cotizaciones, obviamente se
está influyendo en la política recaudadora de las cotizaciones,
también se influye sobre las salidas, se influye en las salidas
básicamente en las pensiones y en las pensiones en varias formas: una
primera es la revalorización, y aunque la política de
revalorizaciones, estas revalorizaciones estén vinculadas al IPC real
o al IPC previsto y una corrección sobre el IPC real, y a través de
los mínimos, mediante la política de mínimos y del complemento de
mínimos, se puede estar actuando también sobre el gasto en
revalorización de pensiones.

Los requisitos de acceso a las pensiones, al sistema de pensiones,
nos permite actuar sobre la tasa de cobertura, qué porcentaje de
población mayor o menor va a tener acceso a la pensión, y
lógicamente, la fórmula de cálculo de la pensión inicial. La fórmula
de cálculo de la pensión inicial ha sido el mecanismo que se eligió
en la reforma de 1985 y que se eligió también por el Pacto de Toledo,
ampliando el período de cómputo de la pensión inicial. ¿Por qué? Pues
sin duda porque era el sistema menos gravoso, o que tenía menos coste
social, de actuar sobre ese sistema como un mecanismo de reducción de
las rentas de sustitución, que es el mecanismo que finalmente ha
llegado a encontrar.

Por eso, en un sistema donde se controlan estas entradas y estas
salidas, es muy difícil plantear que un sistema de reparto pueda
llegar a encontrarse dentro de una situación de quiebra, y yo creo
que ese tipo de análisis son análisis si se quiere muy respetables
pero que tiene un componente alarmista y que en mi opinión no tiene
mucho fundamento, no tenía fundamento cuando esto lo decían en el año
1994, en una situación más complicada que la de ahora, y obviamente
creo que tiene mucho menos fundamento en estos momentos.

Por mi parte eso es todo.




El señor PRESIDENTE: A continuación, por parte del Grupo
Parlamentario Socialista, tiene la palabra, el señor Griñán.




El señor GRIÑÁN MARTÍNEZ: Gracias, señor Cruz Roche, por su reiterada
colaboración con esta Comisión, la que dio lugar al Pacto de Toledo
en principio, y en su primera renovación, que es la que se está
produciendo ahora en la Cámara. Gracias, además, por su optimismo
científico, porque normalmente usted siempre ha manifestado buenas
perspectivas para el sistema y se ha apoyado en razones científicas
que luego además le ha corroborado la realidad práctica.

Hace muy bien además cuando nos dice que la historia del pasado de la
Seguridad Social no describe el presente ni sirve tampoco para prever
el futuro, porque la Seguridad Social española tiene una historia que
se ha hecho a saltos, de manera poco sistemática, y que por
consiguiente es muy difícil poder hacer previsiones



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de futuro teniendo en cuenta simplemente lo que ha ocurrido en años
pasados.

Las aportaciones que nos ha hecho usted hoy, todas ellas muy
interesantes, se refieren a un período de tiempo, el que
razonablemente se puede analizar, y es lo que ha pasado en tiempos
más recientes con ocasión de algunas reformas y lo que
previsiblemente puede ocurrir también en los próximos diez o veinte
años, en unas circunstancias desde el punto de vista económico y
financiero también fáciles de prever. Por tanto usted viene a
demostrar, y además me parece correcto, que las reformas paramétricas
que se han venido haciendo en la Seguridad Social desde el año 1985
hasta la última del Pacto de Toledo han servido para por lo menos
hacer los ajustes necesarios, eliminar los factores de riesgo y
conseguir que verdaderamente la situación financiera de la Seguridad
Social nunca tuviera mal aspecto sino que realmente han servido para
aquello que se pretendía, para someter el gasto a la razón. De hecho,
usted mismo nos enseña cómo en 1984 y 1985, el gasto de la pensión
media partido por PIB per cápita estaba en el 57 por ciento, y que
cuatro años o cinco años después pasó al cincuenta y uno y pico por
ciento después de la primera reforma. Ocurrió exactamente lo mismo en
el año 1996 porque ese gasto era 53,8 y cuatro años después no
llegaba al 50 por ciento, o no llega al 50 por ciento, lo que
demuestra que estas reformas han conseguido la finalidad que se
pretendía, lo cual nos estimula a los que formamos parte de la
Comisión no permanente del Pacto de Toledo y a los que hicimos el
Pacto de Toledo, porque precisamente en la última recomendación se
decía: estas son medidas que hay que abordar y dentro de cinco años
vamos a volver a reunirnos para saber cómo está la situación
actualmente y si hay que tomar más medidas, poder efectuarlas.

Cuando usted nos habla de los factores explicativos del gasto en
jubilación, la tasa de envejecimiento crece. La tasa de cobertura yo
creo que eso sí que es muy coyuntural. La tasa de cobertura se puede
ver en las jubilaciones anticipadas, también a que las cohortes
generacionales que están ahora mismo ingresando en la edad de
jubilación son menos nutridas, pero eso sí que va a variar con el
tiempo, eso no se puede saber exactamente porque cuando se empiecen a
jubilar las personas que nacieron en los años cincuenta, y sobre todo
en los años sesenta, pues esto aumentará sin duda. La tasa de
intensidad tiende a bajar, tiende a bajar en parte también por las
reformas que se han ido efectuando en la manera de calcular la
pensión, etcétera, y entonces los ajustes futuros suponen que el
incremento de una menor tasa de intensidad sea la que pueda compensar
una mayor tasa de envejecimiento, cosa que es posible.

Pero yo aquí sí que le quería hacer unas preguntas, partiendo de una
premisa. La primera cuestión es si teniendo en cuenta la situación
financiera actual y el superávit se debe dirigir a bajar las
cotizaciones, mejorar las situaciones injustas que todavía perviven
en la
Seguridad Social, o bien al fondo de reserva, que sin perjuicio de
que esas situaciones de necesidad tienen que solucionarse, yo creo
que deberían ir dirigidas al fondo de reserva y no a bajar
cotizaciones por lo que le explico a continuación. A mí me preocupa
más allá del 2020, como es fácil de prever, por lo que le decía
antes, porque cualquier estudio razonable que se haga de crecimiento
del gasto en pensiones en términos relativos, es decir
referenciándolo con el PIB, nos indica que en el año 2020, que es
hasta donde llegan sus estudios, efectivamente con crecimientos del
PIB como los históricos no va a haber ningún problema, e incluso con
crecimientos que sean la mitad de los históricos tampoco debería
haber problemas, por tanto no es ésa la cuestión, la cuestión es que
a partir del año 2020 sí se puede producir un envejecimiento de la
población que dé al traste con esos cálculos.

En el estudio que hizo el Ministerio de Trabajo sobre la Seguridad
Social en el umbral del siglo XXI, que usted colaboró en él además,
llegábamos al 2030, y ya en esa década 2020-2030 se atisbaban algunos
problemas mayores que últimamente estudios recientes nos los sitúan
en el 2040 y en el 2050, que ya son no digo yo hacer ciencia ficción,
pero son mucho más complicados de prever, o de por lo menos adivinar
diría yo. Pues bien, si hablamos del 2030 en vez del 2020 como límite
de nuestras disquisiciones o de nuestros estudios económicos,
financieros o demográficos, veremos que ya el problema es mayor. El
problema es mayor porque, no en términos de gasto, porque
efectivamente con un crecimiento del PIB en razonable en el año 2030
el gasto en pensiones, pensando en la evolución lógica en pensiones
que a va haber, no va a ser muy superior al 9 ó 10 por ciento del
PIB, por tanto no en términos de gastos, sino el hecho mismo de que
para mantener la actual proporción entre afiliados y cotizantes, que
si no me equivoco estamos en 2 por 1, para que eso ocurra en el año
2030, el número de afiliados, si no me equivoco, tendría que crecer a
razón de 200.000 al año, cosa perfectamente posible y tendría que ser
de 6 millones más de lo que es actualmente el número de afiliados
para que la proporción entre afiliados y pensionistas fuera la que es
hoy. Si no me equivoco, tendríamos que pasar de los 15,3 millones de
afiliados que hay actualmente a 21,3, es decir, 6 millones más. Pero
21,3 millones de afiliados serían el 87 por ciento de la población
entre 16 y 65 años si computáramos una tasa de inmigración como la
que actualmente tenemos, es decir a razón de unas 50.000 personas al
año, y eso ya sí me parece que es muy difícil. Mantener una
proporción de afiliados en relación a la población potencialmente
activa del 87 por ciento, teniendo en cuenta que la tasa de ocupación
en la economía que más ocupa del planeta, que es la norteamericana,
no pasa del 72 por ciento, me parece quizá muy complicado. Ahí sí que
tenemos un problema, problema que muchas veces hablamos de que puede
resolverlo la inmigración sin darnos cuenta



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de que también los inmigrantes luego causarán pensiones.




Éste es el problema que yo veo; no el hecho mismo de que vayamos a
tener problemas desde el punto de vista del gasto, porque yo estoy
completamente de acuerdo en que con reformas paramétricas se somete
el gasto a la razón, sino cómo vamos a obtener los ingresos
necesarios para financiar ese gasto teniendo en cuenta que para
mantener un equilibrio entre activos y pasivos necesitaríamos llegar
a tasas de ocupación de cerca del 90 por ciento, cosa que me parece
absolutamente imposible. Ésa sería la pregunta fundamental, añadida a
la anterior.

Señor Cruz Roche, usted se pronuncia también sobre el fondo de
reserva, hábleme del fondo de reserva. ¿Todos los superavit tienen
que ir al fondo de reserva? Este fondo de reserva, ¿cómo se debe
gestionar?, cómo debe incorporarse, porque el fondo de reserva, como
usted sabe, hoy día lo que está financiando es el endeudamiento, la
deuda pública del Estado, también es una manera de financiar al
Estado con el fondo de reserva. ¿Cómo debe gestionarse este fondo de
reserva? ¿Cómo debe nutrirse? No hablamos de un fondo de nivelación
para años en que los tipos sean insuficientes, para los dientes de
sierra, sino que estamos hablando de un fondo de reserva para
situaciones estructurales, eso lo primero. En segundo lugar, no sé si
se podría atrever a pasar del 2020 al 2030 y un poquito más, y unir
su voz a las de todos aquellos que nos han introducido elementos de
preocupación mayor, y es qué pasará a partir de entonces en los
términos que yo le decía de población ocupada respecto a la
potencialmente activa y de insuficiencia de población, lo cual nos
obligaría también, qué duda cabe, a incorporar a este debate el
debate de la demografía, el crecimiento de la natalidad, políticas
natalistas, políticas de ahorro, etcétera.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Catalán (Convergència i
Unió), tiene la palabra el señor Grau.




El señor GRAU BULDÚ: Muchas gracias, señor Cruz Rocha, por su
comparecencia y por las explicaciones que nos ha dado en su
disertación.

Lamento haber llegado un poco tarde y quizás algunas de las
apreciaciones que le pueda dar han sido porque he llegado quince
minutos tarde y posiblemente diga alguna cosa que usted haya
explicado antes, pero en definitiva no las he oído y por eso me
permito preguntárselas.




Entiendo que básicamente ha hecho un análisis de macromagnitudes en
función del sistema de reparto, y esta Comisión está viendo ya en
estas comparecencias que el futuro de alguna forma pasará por la
consideración de sistemas de pensiones mixtos basados en reparto y en
capitalización.

Realmente, entonces, si pensáramos en una revisión o en alguna
macromagnitud para ver las posibilidades que tuviera un sistema de
capitalización en el sistema de pensiones, creo que en sus tablas
sería posible, cara a la prospección o al menos cara a completar este
estudio -y no sé si se avendrá usted a esta consideración-, la
posibilidad de ver la tasa de ahorro privado en función del PIB para
que de alguna forma se pudiera pensar cómo la tasa de cobertura tiene
alguna relación entre lo que son las cotizaciones a la Seguridad
Social, el ahorro privado y la tasa de intensidad que usted nos habla
en estas previsiones.

De esta forma entendemos que posiblemente a la hora de tomar una
consideración por parte de esta Comisión, tendríamos un elemento
válido para considerar dos temas: primero la validez, la necesidad o
la posibilidad de establecer sistemas de capitalización como
complementarios; en segundo lugar, la posibilidad de estudiar, o al
menos calcular las bases de pensiones de reparto en función de los
ajustes que se produjeron en 1984 y en 1995, cara a considerar de
forma más complementaria la vida total, o sea la vida laboral a la
hora de calcular la pensión de reparto, y que según algún
compareciente de un país europeo como Suecia, hablan de que esta
posibilidad, o sea considerar toda la vida laboral, es algo que ya
tiene que contarse a partir de este momento.

Finalmente, quiero preguntarle si este tipo de estudio tiene usted
algún análisis comparado con otros países europeos para ver si estos
parámetros que da respecto al Estado español son aplicables de alguna
forma comparativa, en qué distancia, o al menos si hay algún elemento
de comparación para saber cómo va nuestro sistema, y para ver si
estamos en línea cara a un futuro de la Unión Europea de pensar un
sistema de jubilación integrado de toda la Unión Europea.

Y nada más, reiterarle muchas gracias por su comparecencia
y disculparme una vez más por mi retraso. (El señor Vicepresidente,
Rodríguez Bolaños, ocupa la Presidencia.)



El señor VICEPRESIDENTE (Rodríguez Bolaños): Señor Merino.




El señor MERINO DELGADO: En primer lugar mi agradecimiento por su
presencia y su exposición, que aparte de resumida ha sido muy
interesante, sobre todo porque yo creo que ha transmitido optimismo,
y no han sido muchas las intervenciones que ha habido aquí que nos
hayan trasmitido ese optimismo para el futuro respecto a este asunto.


(El señor presidente ocupa la Presidencia) A mí me ha parecido
deducir de su intervención que es partidario de un sistema más
flexible que se vaya adaptando a las circunstancias de cada momento,
y ello a mí me parece acertado, porque de lo que se deduce, y usted
mismo lo ha dicho, lo que ocurrió en 1994, las



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expectativas anteriores a 1994 ciertamente muy negativas de todos los
expertos y todos los estudios que por entonces se hacían, sólo han
pasado desde entonces siete u ocho años y todas aquellas previsiones
se han venido abajo. Por tanto, eso hace que su intervención sea en
ese sentido mucho más realista, porque se adapta a un período no
excesivamente largo, pero a la vez también se adapta a las
circunstancias que en cada momento se pueden dar. Un sistema de ese
tipo creo que es muy interesante porque nos va a dar esa adaptación
a cada momento, nos va a dar unas conclusiones más reales y sobre todo
fórmulas para actuar más reales también.

De aquella situación de los años noventa, y del año 1992, con los
expertos haciendo todo tipo de previsiones negativas, se ha pasado a
una situación en que las previsiones son más optimistas, pero también
es verdad que cuando se hacen previsiones a 20 ó 30 años, muchos
expertos las hacen también negativas, cuando es muy difícil saber lo
que va a ocurrir en la economía dentro de 30 años, por tanto es muy
difícil hacer estudios. Todos los estudios valen, todos los estudios
son interesantes y nos facilitan datos provechosos, pero no es menos
cierto que es muy difícil prever. Cuando sólo hace 8 ó 10 años no se
ha podido prever una situación, mucho más difícil va ser hacerlo a un
plazo de 20 ó 30 años.

A mí me gustaría hacerle algunas preguntas muy concretas en ese
sentido. ¿Es usted partidario de no aumentar cotizaciones, aun en el
caso de reducirse el número de activos, y tender más a esas fórmulas
que usted ha mantenido, que ha descrito para controlar los flujos de
salida? Me parece que eran tres fórmulas diferentes que controlasen
mejor. ¿Ello va a ser suficiente, entiende usted, una vez que se
produzca esa reducción importante de activos que va a ver y que no se
compensen suficientemente con el crecimiento de la productividad?



Por otro lado, me gustaría saber cómo considera usted la incidencia
de la productividad precisamente en el futuro, teniendo en cuenta que
los activos no van a aumentar de forma notable y que la productividad
va a ser un factor muy importante a la hora de tener en cuenta ese
incremento de los ingresos, de los flujos de entrada de que usted
hablaba.

Y por último, como usted es catedrático de economía de la empresa,
también me gustaría conocer su opinión sobre las cotizaciones dentro
de la empresa. ¿Cómo entiende usted que deben variar? Teniendo en
cuenta que ahora hay una pluralidad de cotizaciones y que sin duda
hay que ir a una simplificación, a la luz del Derecho comparado, de
las normas que en Europa existen y de las tendencias que existen en
Europa dentro de las cotizaciones empresariales, ¿cómo entiende usted
que deberían producirse en el futuro esas cotizaciones en la empresa
en los próximos años para ir incrementando esos flujos de entrada?
El señor PRESIDENTE: Profesor Cruz Roche.




El señor CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA DE LA EMPRESA (Cruz Roche): Voy a
intentar responder o al menos comentar los temas que se me han
suscitado, que son temas tremendamente interesantes, y además muchos
de ellos no tienen una respuesta clara, son temas objeto de debate
que tienen ventajas e inconvenientes y sobre los cuales además
finalmente la decisión tendrá que ser una decisión de carácter
político de elección de objetivos.

Respondiendo a los comentarios del señor Griñán, la primera cuestión
es cuando se plantea la tasa de cobertura. La tasa de cobertura es
muy poco coyuntural, tiene una fuerte componente estructural, y de
alguna forma la tasa de cobertura va a ser un exponente tiempo
después, como un gap con un periodo de tiempo de retardo, con un
retardo respecto a la tasa de actividad. Claro, si la tasa de
actividad es muy alta, las pensiones por derecho propio serán muy
altas, razonablemente. Entonces ahí es donde tenemos un poco el
juego. Lo que ha sucedido en el pasado y en la Seguridad Social
nuestra es que la Seguridad Social jugó un papel muy importante en
todo el proceso de la transición y fue muy generosa a la hora de
permitir la incorporación y la tasa de cobertura, es decir se le dio
una pensión prácticamente a casi todo el que la solicitaba, y fue un
mecanismo de estabilización social importante en los finales de los
setenta y principios de los ochenta. Esto cada vez se va a ajustar
más a la tasa de actividad, y la tasa de actividad ahora mismo en la
economía española estamos hablando del 61 por ciento de tasa de
actividad entre 16 y 65 años.

El debate del fondo de reserva es un debate muy complicado, y muy
complicado porque aquí sí que hay determinados juicios de valor que
se puedan estar formulando. Yo creo que plantear un fondo de reserva
para unas situaciones de más allá del 2020 ya sería un fondo de
reserva de carácter estructural, estaríamos haciendo frente a una
situación que se va a producir, si se produce, dentro de 20 años, en
los cuales ese escenario es posiblemente el escenario que usted
planteaba, el más probable, pero no es seguro que ese escenario se
vaya a dar. No sabemos muy bien lo que se va a producir en el 2040, o
el 2050. Es posible a lo mejor que haya un retraso sustancial en la
edad de jubilación, un escenario que no contemplamos ahora en estos
momentos y que a lo mejor del 2040 al 2050 se puede llegar a
contemplar. Por eso y un poco en la intervención mía, como ustedes
han visto yo soy muy gradualista, yo no me plantearía grandes
horizontes, esta Comisión se tendrá que reunir cada 5 ó 10 años
porque hay que dirigir el sistema y ver qué cambios sustanciales son
los que están apareciendo. Esa voluntad de permanencia no se da nunca
en las leyes ni en ningún otro aspecto del trabajo parlamentario,
pues todo esta sometido a un proceso de adaptación. A mí todo eso me
preocupa.




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En cuanto a la relación entre afiliados y cotizantes, el porcentaje
ahora mismo se está manteniendo, pero lo razonable es que ese
porcentaje decaiga. Jugar con esa ratio es tan fácil como reducir la
edad de jubilación. Si pasamos de una edad de jubilación de 65 a 70
años, nos hemos cargado el ratio pasivos-activos y lo hemos
modificado sustancialmente. Siempre hay determinadas acciones de
carácter puntual que permiten jugar con la evolución de las grandes
magnitudes, primero que se cumplan y luego que haya esta posibilidad.


Respecto al fondo de reserva, hay una cuestión que me lleva a no ver
muy claramente el fondo de reserva. Yo he trabajado mucho en la
Seguridad Social cuando hice la tesis doctoral sobre la Seguridad
Social, en el año 1974. Estábamos entonces planteando la salida de un
sistema que se apoyaba fuertemente en fondos de reserva, que fue el
sistema del mutualismo laboral, y fue un auténtico desastre. ¿Por
qué? Por algo que a mí me preocupa y creo que no cambiaría en estos
momentos, porque el sistema público normalmente está sometido
a determinadas tensiones que le hace ser muy poco eficiente a la hora
de invertir los fondos con la debida rentabilidad, ese es el
problema. Si vamos a ejemplos históricos, ¿qué es lo que le pasaba al
mutualismo laboral? Que se le obligó a financiar con sus reservas la
construcción de todo el excelente sistema hospitalario que todavía
tenemos, se les obligaba a meter sus fondos en las obligaciones del
INI, que es lo que propició luego el resurgimiento de un sistema de
empresa pública muy importante. Eso se pagó con el fondo de reserva
constituido por el mutualismo. Cuando la situación de cotizantes
pasivos era muy favorable se pudo acumular fondos, pero cuando esos
fondos hicieron falta ya no estaban esos fondos, no hubo quien los
desbloqueara y, además, no habían producido nada.

Desde el punto de vista económico todo el mundo asume que el propio
sistema productivo es mucho más eficiente asignando esos fondos.

Desde el punto de vista de bienestar general, sería más razonable
reducir cuotas antes que constituir fondos de reserva y que esos
fondos de reserva se hubieran invertido en lo que fuera, sea el
propio sistema productivo, sean las empresas que están pagando menos
cotizaciones y posteriormente, si esos fondos son necesarios -que
eventualmente lo serán-, habrá que ver qué mecanismos de control se
arbitran. A mí me dan miedo estas situaciones de fondos estructurales
tanto por la experiencia española como por la de otros países que
también han tenido sistemas de capitalización con este planteamiento.


Los sistemas de capitalización funcionan muy bien cuando el viento
sopla a favor, cuando tenemos unas relaciones muy buenas de
cotizantes/pensionistas, y funcionan muy mal cuando las cosas se
invierten. Fíjense ustedes cómo el modelo chileno, que era tan
fantástico hace unos cuantos años, está siendo mucho menos
interesante porque ahora los cotizantes están
empezando a jubilarse y las cosas empiezan a ser bastante más
complicadas.

Contestando a lo que decía el señor Grau, el que yo vea estas pegas
-soy partidario del sistema de reparto público frente al sistema de
capitalización pública- no excluye el que se pueda ir a sistemas
mixtos. ¿Qué es lo que vamos a tener? Lo que vamos a tener -lo
estamos teniendo ya- es un sistema público de reparto que, si ustedes
han visto los datos que yo les ofrecía, la renta de sustitución que
está ofreciendo cada vez es menor. ¿Y esto qué hará? Antes me
preguntaban por la Unión Europea. En un trabajo sobre la protección
social en Europa, que se publicó en el año 1990, uno de los debates
que nos planteábamos, con este intento de ser arquitectos sociales
que siempre podemos tener los científicos, era cuál sería la tasa de
sustitución óptima de rentas en Europa, si el 50 por ciento de las
rentas de activo, el 60 ó el 40. Pues bien, no hay una tasa óptima
pues habrá tasas más o menos generosas. En la medida en que esa tasa
de sustitución sea menos generosa, lógicamente los ciudadanos que
consideren que esa generosidad es insuficiente para el cálculo
personal de las rentas que quieren tener en su situación de pasivo,
procederán a mecanismos de ahorro que pueden ser sistemas
complementarios de pensiones o, como acabamos haciendo todos los
españoles no se sabe muy bien por qué gen especial que está actuando,
invirtiendo en vivienda, encauzando todos nuestros ahorros hacia una
vivienda propia, con el problema de que la vivienda luego normalmente
no es movilizable, con algunas excepciones, en la situación de
pasivo, con lo cual tenemos unos ahorros que luego no nos ayudan a
complementar la pensión.

Ese es el tema de debate. Evidentemente que esos sistemas privados
tienen que ser de capitalización pues no pueden funcionar de otra
manera. Es un tema importante y como complemento del sistema público,
es una iniciativa excelente que hay que estimular, y que habrá que
estimular en la medida en que preveamos que la tasa de sustitución de
las rentas de activo pueda disminuir para que exista ese tipo de
cobertura.

En cuanto a la tasa de ahorro privado, hay un problema en relación
con el producto interior bruto y es que si se detrae mucho ahorro
público, lógicamente la tasa de ahorro privado va a descender y será
cada vez menor. Sin embargo, la tasa de ahorro privado
razonablemente, con estos sistemas de capitalización, se puede
canalizar ahí una parte importante del ahorro privado, siempre que
los sistemas privados funcionen de una forma eficiente. Fíjense
ustedes cómo este año ya no ha sido un año bueno para los sistemas
complementarios de pensiones. Todos los que tenemos un sistema
complementario de pensiones, que somos casi todas las personas que
tenemos un nivel de renta que nos acucia Hacienda, hemos visto cómo
nuestros sistemas de pensiones privados este año no ha sido un año
brillante, más bien ha descendido en casi todos los casos. ¿Por



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qué? Porque depende de las expectativas de inversión. El problema que
tienen los sistemas privados de capitalización es que tienen que
hacer frente no sólo a la revalorización sino también a la comisión,
y estamos hablando de comisiones en torno a un 2 por ciento, lo cual
quiere decir que tenemos que ganarle el IPC más un 2 por ciento, y el
IPC más un 2 por ciento ya empieza a ser casi la tasa de crecimiento
de la economía y las cosas se empiezan a complicar un poco.

Evidentemente Hacienda trata muy bien los planes de pensiones
privados y lo compensa fiscalmente, pero a veces lo que uno tiene que
empezar a pensarse es que si toda la rentabilidad es más bien fiscal
y, además, diferida en el tiempo. Con todas esas críticas, considero
que es importante fomentar los sistemas complementarios porque esto
le va a dar al ciudadano la posibilidad de modular más a su medida
las expectativas de lo que quiere tener luego de rentas cuando pase a
la edad de jubilación.

En cuanto a la consideración de toda la vida laboral, es importante
considerarlo y ampliarlo. Aquí hay dos efectos. Un efecto es que,
cuánto más tiempo ampliemos el período de cómputo de la base
reguladora menor será la pensión inicial, pero será menor siempre que
no la revaloricemos o hacemos el truco de no revalorizar los dos
últimos años, que es lo que se hace: cada vez ponemos más peso en los
que llevan dos años de coste de inflación. También es cierto que las
rentas más antiguas eran más bajas que las rentas más modernas.

Normalmente una carrera salarial normal supone que las últimas rentas
son más altas que las rentas iniciales. Es una buena pedagogía. ¿Por
qué el sistema español empezó funcionando solamente con dos años?
Porque no era capaz de tener más datos, así de claro. Cuando se hace
la reforma de la Ley de 1967 que no había medios informáticos y no
había forma de saber lo que había cotizado la gente más que en los
dos últimos años, lo cual dio lugar a una amplia picaresca. Según el
sistema de Seguridad Social se fue desarrollando, y ahora mismo
tenemos una excelente gestión de la Seguridad Social, esto es
perfectamente posible y tiene bastante lógica.

En el análisis comparado con algún país europeo, le puedo hacer
referencia al trabajo que hicimos en 1990, que era la protección
social en Europa, y ahí trabajamos dentro de la DG 5, que es quien se
ocupaba de esto, eso está ya publicado en castellano, en inglés y en
francés; hicimos un análisis comparativo de los sistemas de
protección social en los diferentes países y especialmente incidimos
en casos de infraprotección y de sobreprotección.

Hicimos un análisis global, ¿y qué es lo que nos encontrábamos? Con
situaciones muy diferentes. Por ejemplo, en jubilación nosotros
teníamos una tasa de sustitución de renta de los países menos
generosos de Europa en el momento inicial. Evidentemente teníamos una
situación de envejecimiento y de presión
demográfica considerablemente menor a la que tenían otros países,
también gastábamos menos, y lo que hicimos fue precisamente esta
metodología que yo les he expuesto a ustedes: lo calculamos con los
datos de protección social europeos de los 15 países, datos que nos
permitían ver las características.

Había sistemas en los que la cobertura estaba generalizada
prácticamente a todos los ciudadanos, pero esto suponía unas tasas
menores, y venían a incidir en los valores políticos en los que se
venía apoyar el sistema de protección social de cada país. Los
sistemas eran absolutamente distintos y, desde luego, las
posibilidades de armonización muy remotas. Yo creo que va a ser muy
difícil que se armonice el sistema, pese a la permeabilidad de los
mercados.

En cuanto a los comentarios del señor Merino, hay que ir a los
mecanismos de flexibilidad, de ir viendo poco a poco la evolución del
sistema y qué correcciones se necesitan. Yo aquí he apuntado su
comentario relativo a que el papel lo aguanta todo. Respecto a los
estudios económicos, ya se sabe, depende del número de economistas al
que se les pida opinión; Churchill decía que si uno de ellos era
Keynes, tendría dos opiniones. Es cierto que el papel lo aguanta
todo, el problema es cuando empezamos a hacer conjeturas -más que
pronósticos- de evolución futura saber cuál es el grado de realidad
que van a tener estas previsiones. Hay que ser tremendamente
prudentes.

Volvemos al tema de las cotizaciones, si aumentarlas en el caso de
que la situación se deteriorara, o si acudir a otros mecanismos de
ajuste. La reducción de cotizaciones ahora mismo tiene un coste
político, hay grupos que lo van a acoger con gran entusiasmo; me
imagino que a los empresarios el oír hablar de la reducción de
cotizaciones les interesará enormemente. Si la situación fuera la
contraria, de una subida de los porcentajes de cotización, en otros
momentos, cuando en el año 1995 cuando se sube del 27,3 al 28,3 no
les hizo ninguna gracia. Esto tiene un efecto negativo sobre el coste
factor trabajo, sobre el empleo y sobre la productividad.




Si hubiera eventualmente que aumentar las cotizaciones, habría que
romper con esa lógica de aseguramiento privado de cotizaciones y
pensiones que planea de una forma irreal, porque tampoco las
cotizaciones cubren las expectativas de pensión desde una óptica de
seguro privado, y a lo mejor dar más entrada a otros mecanismos
financieros, si esto eventualmente fuera necesario -que no creo que
lo sea en el corto plazo, a lo mejor en el largo plazo sí-, para dar
entradas a otros mecanismos de obtención de ingresos que fueran menos
penalizadores para el empleo -si en ese momento el problema
fundamental es el empleo-. Por otra parte, en la sociedad del año
2030 o del 2040 será muy difícil mantener un sistema de financiación
en base a cotizaciones, habrá que ver cómo se está generando la
riqueza, qué tipo de empleo es el que se está



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creando en esos tiempos. Yo creo que estamos casi ya haciendo
ciencia-ficción. Cuando escribió Un mundo feliz, Aldous Huxley o
Orwell con 1984, se movían en unos horizontes de tiempo muchos más
cortos que estos en los que nos movemos aquí, y eran mentes
preclaras. Luego sucedió esto con las previsiones. Yo ahí no me
arriesgaría tanto.

En cuanto a la productividad, aquí hay un factor que es importante,
que es el impacto que esto tiene sobre la productividad, en la medida
en que un sistema de detracción de ingresos no es neutral frente a la
productividad y frente al del factor trabajo. Habrá que buscar qué
fuentes alternativas son más eficientes. Fíjense ustedes que todos
los debates -y con esto conecto también con el tema de los debates
europeos-, aquello de lo que se hablaba en los años noventa de pasar
del sistema de cotización respecto al valor añadido de las empresas,
que sería mucho más justo socialmente o más neutral económicamente
-no sé cuál de los dos calificativos sería más adecuado-, al final se
ha visto
que tendría una complejidad tal que llevaría a una caída importante
de los recursos de la Seguridad Social. Desde la elucubración
teórica, nosotros podemos ser mucho más aventureros que ustedes,
cuyas decisiones tienen un impacto práctico y una repercusión
inmediata en las rentas de los ciudadanos.

No sé si he contestado a todas las preguntas.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Cruz Roche, por su
magnífica intervención ante esta Comisión.

Se levanta la sesión.




Era la una de la tarde.




Nota.-El presente «Diario de Sesiones», de la Comisión del Pacto de
Toledo, del miércoles, 21 de marzo de 2001, no guarda la relación
cronológica habitual, con el fin de no retrasar la publicación de los
«Diarios de Sesiones» ya elaborados.