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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 134, de 21/12/2000
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 2000 VII Legislatura Núm. 134



MEDIO AMBIENTE



PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.a MARÍA BERNARDA BARRIOS CURBELO



Sesión núm. 7



celebrada el jueves, 21 de diciembre de 2000



ORDEN DEL DÍA:



Página



Comparecencia del señor ministro de Medio Ambiente (Matas i Palou)
para informar sobre:



- El posicionamiento español en la Cumbre sobre el cambio climático,
celebrada en La Haya (Holanda). A solicitud del Grupo Parlamentario
Mixto. (Número de expediente 213/000223.) ... (Página 3886)



- La celebración, conclusiones y consecuencias para nuestro país de
la Cumbre celebrada en La Haya, relativa al cambio climático. A
solicitud del Grupo Parlamentario Socialista. (Número de
expediente 213/000227.) . . . (Página 3889)



- Desarrollo y conclusiones de la Conferencia de la ONU sobre cambio
climático, celebrada en La Haya, así como actuaciones que se han
realizado o se van a realizar para la puesta en marcha de un plan de
choque y una estrategia nacional sobre el clima que frenen las
emisiones de



Página 3886




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gases como el dióxido carbónico. A solicitud del Grupo Parlamentario
Federal de Izquierda Unida. (Número de expediente 213/000238.) . . .

(Página 3892)



- La 6.a Conferencia de las Partes sobre cambio climático, celebrada
en La Haya del 13 al 24 de noviembre de 2000. A petición propia.

(Número de expediente 214/000034.) . . . (Página 3896)



Se abre la sesión a las cuatro y diez minutos de la tarde.




El señor VICEPRESIDENTE (Ruiz López): Señorías, se abre la sesión.

Damos comienzo a esta Comisión de Medio Ambiente, para la celebración
de las comparecencias del ministro de Medio Ambiente, que informará
sobre el posicionamiento español en la cumbre sobre el cambio
climático celebrado en La Haya (Holanda), a petición del Grupo Mixto,
del Grupo Parlamentario Socialista, del Grupo Parlamentario Federal
de Izquierda Unida y del propio Gobierno.

Tiene la palabra el señor ministro de Medio Ambiente.




El señor MINISTRO DE MEDIO AMBIENTE (Matas i Palou): Quiero
agradecerles esta oportunidad para poder explicar las ideas centrales
de lo que ha sido esta negociación de la COP 6, de La Haya, y de la
previsible ratificación del protocolo de Kioto.

Quiero destacar antes de nada que el hecho novedoso que se produce en
los últimos meses es que la comunidad internacional va cada vez más
consensuando un alto grado de acuerdo sobre lo que es la problemática
del cambio climático, la realidad y los efectos del mismo, y tomando
conciencia de un problema muy importante, grave, que afecta
globalmente a nuestro planeta en general. No obstante, el grado de
demanda social sobre este asunto, desgraciadamente, no es igual en
todo el mundo. Coincidirán conmigo que en la Unión Europea la presión
existente es mayor que la registrada en otros países que participan
en la negociación.




En cuanto a la situación de las soluciones de este problema, hay
mucho más planificado que lo que realmente está en vigor en esta
materia. Como ustedes conocen, existe un protocolo acordado en la
ciudad de Kioto, que fija compromisos y condiciones para alcanzarlo,
pero las reglas del juego de definición y de aplicación de este
protocolo no se han concretado; por tanto, todavía no es ratificable.

Para ser justos hay que decir que estamos ante un documento
trascendental, no sólo porque aborda un problema importante, sino porque
plantea soluciones que van a la raíz del problema. No intenta dar
respuestas voluntaristas, no sólo establece penalizaciones, sino que
introduce el elemento de la contaminación ambiental en la raíz del
problema, en la competitividad económica, en la base del sistema de
economía de mercado, de manera que quien contamina menos es más
competitivo y quien contamina más tiene más problemas. (La señora
presidenta ocupa la Presidencia.) Esto es muy importante porque
estamos ante un problema medioambiental al que se le da sentido
económico, lo cual es fundamental para la protección del medio
ambiente, de la atmósfera. El sector privado en la mayoría de países
ha entendido este mensaje y está esperando las normas para ponerse a
jugar. Los que son los verdaderos actores (las eléctricas, las
empresas siderúrgicas, los fabricantes y usuarios de vehículos, los
interlocutores sociales y económicos, etcétera), están esperando cómo
actuar. Y esto hay que decirlo no sólo de las empresas del mundo,
sino también de las españolas, que están presionando para poder
recibir estos mensajes que les permitan actuar en consonancia.




El problema que hoy tenemos es la fijación de esas reglas del juego,
que es lo que se pretendía en la negociación de La Haya. ¿Cómo se
llega a la negociación de la COP 6, donde se pretenden desarrollar
estos acuerdos del protocolo? En primer lugar, faltó una negociación
seria entre los países más decisivos en este tema. Es cierto que las
negociaciones técnicas se multiplicaron antes de La Haya, pero no es
menos cierto que la negociación política quedó en demasía relegada
para el último momento. Las discrepancias entre los grupos
negociadores respecto a los elementos claves siempre se mantuvieron
muy distantes durante todo el proceso previo a La Haya. La Unión
Europea, en un Consejo de Ministros extraordinario celebrado el 7 de
noviembre, fijó su posición negociadora sobre la base de los
siguientes principios: mantener su compromiso político en intentar
lograr un acuerdo que permita la ratificación del protocolo a más
tardar en el año 2002. Puede ser que alguien entendiera esta posición
como una rebaja de la capacidad negociadora de la Unión Europea pero,
en cualquier caso, es un compromiso fundamentalde la misma; no buscar
un acuerdo a cualquier precio.




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La integridad del protocolo es algo irrenunciable y por ello se
insiste en que su aplicación debe conllevar reducciones internas
significativas y reales en los países más desarrollados. En
definitiva, estamos hablando del famoso principio de
suplementariedad. Se confirma que corresponde a los países más
desarrollados encabezar este proceso y que estos países desarrollados
deben tener en cuenta las necesidades de los países menos
desarrollados para incorporarles a dicho proceso, sin que ello
suponga un carga para su desarrollo sostenible.




De acuerdo con estos principios, en ese Consejo de Ministros también
fijamos los asuntos claves de la negociación y nuestra posición al
respecto. Con relación a los mecanismos de flexibilidad del
protocolo, que ustedes conocen perfectamente, la posición es la de
fijar unas reglas sobre la base de que la acción a nivel interno debe
ser el medio principal para cumplir los compromisos. Es decir, sí a
los mecanismos de flexibilidad, sí a las emission training, sí a las
implantaciones conjuntas, sí a los MDL, pero siempre salvaguardando
la base de las políticas internas como una parte importante del
esfuerzo del propio país.

Respecto a los sumideros, dadas las incertidumbres científicas
existentes, que además fueron un componente común a lo largo de toda
la negociación, nuestra posición era de precaución, como no podía ser
de otra manera. Planteamos la necesidad de establecer listas
positivas. En un momento determinado, incluso durante la negociación,
se valoraron las listas negativas, pero nuestra posición era de
elaboración de una lista positiva en los MDL.

En cuanto a las medidas para garantizar el cumplimiento del protocolo
y evitar actuaciones abusivas, la Unión Europea se manifestó
partidaria de reglas coercitivas capaces de permitir la imposición de
sanciones que tuviesen un claro efecto disuasorio. Los otros dos
grandes grupos en la negociación fueron los G-77 más China y el grupo
paraguas. Lo más importante de la posición de los G-77 más China a lo
largo de toda la negociación fue los compromisos de ayuda de los
países desarrollados a los países en vías de desarrollo para afrontar
este compromiso de Kioto, tanto para prevenir sus impactos como para
disponer de tecnologías limpias que pudieran facilitar su desarrollo
sostenible. Además, y fue una constante a lo largo de toda la
negociación, una especial sensibilidad con respecto al papel del GEF,
básicamente, y con respecto a la forma en que se tenían que tramitar
este tipo de ayudas.

Para el grupo paraguas lo más importante era y es que el cumplimiento
de los compromisos tenga para ellos el menor coste interno y se
permita este logro con la mayor flexibilidad posible, y ello se
traduce, en esencia, en su voluntad de no fijar límites al uso de los
mecanismos, unas reglas de cumplimiento poco coercitivas, incluso
postergadas, y siempre sumideros MDL y posibilidad de una
contabilización del 3-3 con actividades
adicionales de los sumideros un tanto laxa, si ustedes me
permiten expresarlo de esta manera. Quiero insistir en que la ayuda
económica y de transferencia de tecnología a los países en vías de
desarrollo debe estar ligada a una aceptación de su parte de
compromisos de reducción. ¿Por qué fracasó La Haya? Considerando
estas posiciones que yo les acabo de exponer y considerando también
que estas posiciones se mantuvieron tan divergentes en todo el
proceso de trabajo técnico que precedió al debate político de La
Haya, no es difícil adivinar el porqué del fracaso. A pesar de los
esfuerzos técnicos y políticos realizados, la verdad es que se
culmina en un documento que presenta el señor Pronk, creo que era el
jueves por la noche, en el que intenta una aproximación de estas
posturas tan distanciadas, pero la verdad es que fue un intento que
no satisfizo absolutamente a nadie. El grupo paraguas, durante toda
la negociación, flexibilizó muy poco sus posiciones iniciales, si
buen es cierto que se mostró menos exigente. Es decir, sí se
mostraron dispuestos a negociar todo el tema de las ayudas a los
países en vías de desarrollo y también al uso de sumideros como MDL,
como mecanismos de desarrollo limpio. La Unión Europea, llevada de un
auténtico ánimo de llegar a un acuerdo, rebajó sustancialmente y
desde el principio, no sé si prematuramente, algunas de sus
exigencias. Por ejemplo, la eliminación de los límites cuantitativos
al uso de los mecanismos, la supresión de las listas positivas a las
que hacía referencia o la aceptación de la contabilización de los
sumideros en ese primer período. Lo que no pudo aceptar la Unión
Europea fue una desnaturalización del protocolo, que desde nuestro
punto de vista ponía en grave riesgo su integridad. Al final lo único
que se concluyó en La Haya fue la no clausura de las negociaciones,
sino retomar las mismas en Bonn, en un plazo no superior a mayo,
junio del 2001.

La situación actual es que España y Europa son conscientes de que no
nos podemos permitir un segundo fracaso. El mundo no acepta que los
países ricos, especialmente los más ricos, no lleguen a una solución
para abordar el problema del cambio climático. En este sentido, puedo
adelantar que los países europeos en estos momentos somos los más
conscientes de la dimensión del problema, de la gravedad de la
situación y, por lo tanto, tenemos la obligación y el interés de
trabajar para desbloquear estos obstáculos. En la cumbre de Niza se
ha abordado este problema y en las mismas conclusiones se hace una
referencia explícita, incluso se apunta la posibilidad de una
celebración de una reunión ministerial con el grupo paraguas en Oslo.

Para preparar esta posible cita de Oslo, se tuvo una reunión en
Ottawa el pasado día 6 de diciembre, en la que participó el grupo
paraguas y la troika en representación de la Unión Europea. En esa
reunión los negociadores no hicieron más que reafirmar sus
posiciones, inclusotengo que señalar que Estados Unidos retrocedió en



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alguno de sus planteamientos iniciales, como era la no inclusión de
los sumideros en los MDL.

A pesar de ello, en la Unión Europea seguiremos intentando buscar
vías de negociación. La pasada semana en el Consejo de Ministros de
la Unión Europea y en un encuentro bilateral que tuve ocasión de
tener con el ministro británico y en una multiconferencia telefónica
intentamos analizar los pasos a seguir. El fruto fue que en el
Consejo de Ministros se intentó poder mantener esta reunión bilateral
con Estados Unidos y los demás países en Oslo, incluso a pesar de que
la propia presidenta francesa, madame Voynet, había recibido una
carta de Frank Loy, para decirlo en términos suaves, un tanto
desalentadora con respecto a la posibilidad de mantener esta nueva
reunión antes de que finalizara el año, el día 21 concretamente, en
Oslo para intentar un nuevo acercamiento de última hora. Después de
dos conferencias telefónicas de la propia presidenta se declinó esta
invitación en Oslo.

El Consejo de Ministros de la Unión Europea, con el ánimo de seguir
abriendo puertas en la negociación, tomó la decisión de aprobar unas
conclusiones, en las que se reafirma la voluntad de celebrar nuevos
contactos dentro de lo que han sido y son nuestros posicionamientos
iniciales del Consejo de Ministros del mes de noviembre. España está
totalmente de acuerdo y ha apoyado desde el principio la posición de
la Unión Europea en este tema. Hemos tenido algunas matizaciones
siempre en cuanto a aspectos de salvar la desnaturalización del
protocolo, pero, en definitiva, yo creo que la Unión Europea, a
grandes rasgos, consiguió una postura conjunta, si bien ustedes han
podido recabar a través de los medios de información, sobre todo los
muchos medios europeos, distintas discrepancias básicamente entre el
Reino Unido y la postura francesa. Pero las condiciones iniciales de
la postura eran unánimes dentro del seno de la Unión Europea.

Estoy seguro de que, además de esta presentación que yo les hago, SS.

SS. no dejarán de mencionar, porque es verdad y es su obligación, que
España está en estos momentos en unas condiciones donde nos estamos
desviando, junto con muchos otros países, de los objetivos de
reducción de la contaminación atmosférica. Noruega, Suecia, Dinamarca
y algún otro país, desgraciadamente, van incluso por delante de
nosotros en estos niveles de contaminación, pero en cualquier caso no
es ningún consuelo. Quiero decir que es cierto, pero también lo es
que somos uno de los países europeos que menos gases invernadero
emite hoy por habitante, y también somos uno de los países que menos
incrementa sus emisiones comparando las mismas con el incremento
correspondiente del producto interior bruto que estamos
experimentando. En esta línea, quiero decir que España dispone en
estos momentos de un abanico de programas, tanto públicos como
privados, de lucha contra el cambio climático, centrados en el tema
de la energía, que están funcionando de forma eficaz sin duda.

Esto es visible con el gran incremento de energías renovables, con lo
que ha sido el plan de energías renovables que ha aprobado el
Gobierno y que establece el objetivo del 12 por ciento de producción
de energías renovables en el año 2010 y hoy ya nos hemos podido
situar en un 6 por ciento, teniendo los principales incrementos de
producción de energías renovables que hoy se producen en toda Europa.

Naturalmente, también estamos favoreciendo y produciendo un cambio
por centrales menos contaminantes; un cambio de centrales de
producción de energía eléctrica, que hoy son contaminantes, por
centrales, por ejemplo, de ciclo combinado, que, si bien no es el
estadio ideal de la energía renovable, sí es uno mucho más favorable
en cuanto a la contaminación atmosférica. Además, España ha acordado
una reducción muy importante de las centrales térmicas tradicionales
anteriores al año 1982 y que tienen que ser renovadas en profundidad
o incluso cerradas en el horizonte del año 2010. También, en materia
de residuos, las emisiones de metano de los vertederos están siendo
abordadas con un objetivo claro de resultado cero en el año 2010.

Quizá donde las políticas se están mostrando más ineficaces en España
y en la mayor parte de Europa es en el transporte. Además, en estos
últimos meses, como consecuencia de la coyuntura internacional del
mercado de combustible, hemos visto un comportamiento muy inelástico
de la demanda respecto a los precios de la política energética.

En España, lo que se ha propuesto el Ministerio, antes incluso de que
podamos cerrar esas reglas del juego que definan en qué situación nos
encontramos, es crear una oficina de cambio climático. Hay que
reconocer que no sabemos, y no España sino nadie, en qué situación
nos encontramos con respecto al protocolo de Kioto porque este
protocolo no está definido; desgraciadamente, hoy no existe esa
concreción, no se han aprobado esas reglas del juego, no sabemos cómo
juegan estos mecanismos y, por tanto, estamos ante una situación de
indefinición, que es lo que paraliza la ratificación y es el problema
más urgente que tenemos no sólo los países europeos, sino todos los
del mundo. El Ministerio, repito, va a crear una oficina de cambio
climático que empezara a actuar en el inicio del año que viene con el
siguiente objetivo: ser el motor impulsor de las políticas y medidas
que debemos aplicar para cumplir nuestros compromisos
internacionales, comunitarios y nacionales. Para lograr esto, la
oficina de cambio climático debe actuar como correa de transmisión
entre todos los actores implicados en el proceso, sean públicos
(instituciones, comunidades autónomas, ministerios, ayuntamientos,
sindicatos, las ONG) o privados en los foros de negociación y de toma
de decisiones. En suma, se trata de trasladar nuestras posiciones
e intereses en la negociación internacional y, paralelamente, movilizar
a dichos sectores para llevar a cabo el cumplimiento de los
compromisos adquiridos. Esto supone que la oficina será la cara
visible de un



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proceso complejo en el que todas las partes deben estar involucradas
y enlazadas a dicha oficina. Por otra parte, la oficina será la
encargada de impulsar la conclusión de una estrategia española de
cambio climático, cuyo objetivo sea servir de marco de referencia
para que cada uno de los actores pueda, coordinadamente, desarrollar
medidas específicas a través de planes concretos que permitan cubrir
los distintos aspectos del reto que supone el cambio climático, que
son: investigación de la dinámica del cambio climático -conocer las
circunstancias y las realidades del fenómeno en España- , inventarios
y metodologías, estudio de medidas de prevención y adaptación a los
impactos, análisis y adopción de políticas y medidas de limitación de
emisiones, aplicación de los mecanismos de flexibilidad, mercado de
derechos de emisión y transferencia de tecnología, cumplimiento y
ayuda a países en vías de desarrollo, además de educación, formación
y sensibilización social.

Nada más, señora presidenta. Quedo a su disposición y a la de SS.SS.

para cualquier aclaración.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor ministro de Medio
Ambiente.

Aparte de la petición del propio Gobierno de comparecer y dar
información a esta Comisión sobre la VI Conferencia sobre el cambio
climático en La Haya hay tres grupos que han solicitado la
comparecencia del señor ministro: el Grupo Parlamentario Mixto, el
Grupo Parlamentario Socialista y el Grupo Parlamentario de Izquierda
Unida.

El señor Saura Laporta, en nombre del Grupo Parlamentario Mixto, ha
solicitado que se le excuse por tener que quedarse en Barcelona. Por
tanto, tiene la palabra el señor Morlán, en nombre del Grupo
Socialista.




El señor MORLÁN GRACIA: Señor ministro, a mí me gustaría que, en la
medida de lo posible, cuando estamos hablando de un tema de estas
características -que en principio no debiera tener un componente
electoral, porque indudablemente hablar del cambio climático es estar
hablando de políticas a desarrollar en los próximos años y con un
objetivo muy claro: que nuestros hijos y nietos puedan vivir en este
planeta como lo estamos haciendo nosotros o mejor-, se planteara
algún tipo de comisión o de encuentro en el que los grupos políticos,
con la finalidad de reforzar la posición del Gobierno, fueran oídos y
que, así, las aportaciones del Gobierno fueran consensuadas con el
conjunto de los partidos políticos españoles. Sería bueno que se
hiciera, señor ministro. En segundo lugar, permítame, señor ministro,
que haga una breve reflexión sobre lo que supone el cambio climático.

Si he empezado diciendo que no puede ser una materia sometida a
confrontación electoral porque estamos hablando de la supervivencia
del conjunto de la humanidad,
también tengo que decir que, si ésta es la gran amenaza que
tiene el planeta, está motivada por dos tipos de factores: uno, que
tiene que ver con el efecto invernadero natural, que ha mantenido el
clima de la tierra a una temperatura media relativamente estable
durante millones de años y, otro, que tiene que ver con las
concentraciones en la atmósfera de gases invernadero procedentes de
las actividades humanas, que están creciendo tan rápidamente que,
como usted ha indicado en un momento determinado, estamos siendo
incapaces de controlarlas. Por tanto, en el régimen de estas
actividades humanas habrá que actuar con arreglo a una serie de
comportamientos que eviten ese proceso acelerado de calentamiento
global que se está produciendo. Por los datos técnicos que existen,
da la impresión de que el mayor problema es el dióxido de carbono por
la quema de combustibles fósiles para obtener energía. Según el panel
intergubernamental sobre el cambio climático, la tendencia actual en
las emisiones de gases invernadero, podría originar durante el
próximo siglo -a partir del 1 de enero del año 2001 entramos en el
nuevo siglo- una velocidad de calentamiento mayor que ninguna otra en
los últimos siglos. Desde luego, según todos los datos técnicos, que
han sido profusamente divulgados por los medios de comunicación,
cuando se dupliquen los niveles de los gases invernadero, el aumento
de las temperaturas hará subir el nivel del mar entre 0,13 y 0,94
metros.

Hace unos días, el centro Hadley, británico, ha dado un paso que
nosotros entendemos decisivo al afirmar que la actividad humana es la
principal causa del aumento de las temperaturas registrado en los
últimos 50 años y su efecto es superior al 50 por ciento. Si este
planteamiento global está propiciando que existan unos impactos
importantes en la salud pública, en los ecosistemas, en el agua, en
sectores económicos claves de la agricultura, lo que va a provocar
múltiples problemas ambientales (desertificación, erosión,
contaminación, destrucción de la capa de ozono, destrucción de
hábitats, pérdida de diversidad), entenderá que es un problema de la
suficiente envergadura como para que las decisiones políticas que se
adopten sean de un calado profundo y a largo plazo. Yo entiendo,
señor ministro, que en las conferencias que ustedes están teniendo en
los últimos tiempos, concretamente en la última, la de La Haya,
España, junto con la Unión Europea, tienen que mantener una posición
común, que en estos momentos es la correcta, y que quien tiene el
balón en el tejado es el grupo encabezado por Estados Unidos y otros
países, que son los que están manteniendo mayores reticencias ante
las actuaciones a desarrollar para que la lucha contra el cambio
climático tenga una eficacia mayor. Me imagino que usted tendrá los
mismos informes que salen de la Agencia Europea de Medio Ambiente que
tengo yo, en los que se ve que en Europa se ha producido un fenómeno
curioso, y es que a principiosde los años noventa disminuyeron las
emisiones



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de CO2 y a partir del año 1994 han vuelto a aumentar de manera
destacada y que el sector de la energía es el que más contribuye a
estas emisiones, con un 32 por ciento, seguido del transporte, con un
22 por ciento, y de la industria, con un 21 por ciento. Y la
respuesta a estos problemas viene dada por el convenio marco sobre
cambio climático y el protocolo de Kioto. La verdad es que ha sido un
instrumento que ha venido precedido de una serie de acuerdos
adoptados en las Naciones Unidas en el año 1992 y en numerosas
reuniones, como la de Buenos Aires, en la que se ha propiciado en
todo momento la búsqueda de pautas de trabajo para que la efectividad
y la eficacia en la lucha contra el cambio climático se produzca.

Pero el protocolo de Kioto contiene objetivos obligatorios para todos
los países industrializados y obliga a reducir las emisiones de gases
de efecto invernadero en un 5 por ciento por debajo de los niveles de
1990 para el período 2008- 2012. Entre estos objetivos de reducción,
la Unión Europea aceptó un objetivo del 8 por ciento, y lo que está
claro es que cada parte del convenio está obligada a realizar un
progreso demostrable en la consecución de dichos compromisos para el
año 2005.

Me imagino que a la ciudadanía -y espero que al Gobierno también- le
preocupa que 84 países del convenio firmaron en septiembre de 1999 el
protocolo de Kioto y, sin embargo, sólo lo han ratificado 16. Le
preocupa porque eso demuestra que no existe la capacidad de poner de
acuerdo a diversos países del conjunto de la Unión Europea y, desde
luego, del conjunto del planeta para llevar a cabo políticas que
permitan hacer frente a los problemas que se derivan del cambio
climático. Es difícil, es complicado, la Unión Europea tiene que ir
unida y, tal como se acordó en 1998, se debía llevar a cabo un
acuerdo en virtud del cual se crearía una especie de sistema
compartido de objetivos conocido como la burbuja comunitaria, que
permitía a España aumentar las emisiones en un 15 por ciento; porque
indudablemente, respecto a otros países europeos, en la situación de
equilibrio que tiene que haber entre unos y otros en cuanto al
volumen de emisiones, teníamos cifras inferiores a las de otros
países. Pero también es cierto que nosotros hemos superado esas
previsiones, y así nos lo han hecho saber desde la Comisión. Y las
hemos superado a unos niveles, señor ministro, que, si mis datos no
fallan, nos podemos situar en muy poco tiempo en un 48 por ciento. Es
decir, estamos en una situación bastante delicada, bastante
comprometida y, con independencia de que el Gobierno mantenga
conversaciones con otros gobiernos de la Unión Europea y busque los
entendimientos que sean necesarios para convencer al grupo de los 37
al que usted hacía referencia y al grupo encabezado por Estados
Unidos de que es bueno que exista este tipo de compromisos, sí es
cierto que el protocolo de Kioto establece tres nuevos e importantes
mecanismos de flexibilidad para alcanzar los objetivos. Uno de ellos
es el
comercio de emisiones entre los países desarrollados; otro es la
aplicación conjunta de ese comercio entre países desarrollados y otro
es la cooperación entre países desarrollados y países no
desarrollados en un mecanismo de desarrollo limpio. ¿En qué línea
está trabajando la Unión Europea para la consecución de estos
objetivos y cuál es la posición de España para alcanzarlos? Porque a
veces, señor ministro, yo le oigo declaraciones que son un tanto
contradictorias. No creo que esté muy claro qué entienden ustedes por
este comercio de emisiones entre países desarrollados, en qué
posición está jugando España, con quién tiene que producirse este
comercio, qué tipo de compensaciones son las que se están
produciendo, y sería bueno que supiéramos cuáles son las previsiones
que ustedes tienen enmarcadas en este proceso.

Después de las dos semanas de negociaciones quehan llevado a cabo en
La Haya, casi es mejor que no haya habido acuerdo, porque, debido a
la presión que pueden estar ejerciendo Estados Unidos y demás países
asociados, si lo hubiera casi sería peor que si no lo hubiera habido.

Por lo tanto, la cautela de la Unión Europea nos parece aceptable y
pensamos que es bueno que se posponga cualquier entendimiento para el
futuro con la finalidad de conseguir que el acuerdo llegue. Pero lo
que es cierto es que coincidimos con el presidente de la conferencia
y Ministro de Medio Ambiente de los Países Bajos cuando decía que es
decepcionante que los líderes políticos sean incapaces de llegar a un
acuerdo y finalizar las bases para reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero, especialmente cuando el público lo esperaba. Que
no se haya llegado a ese acuerdo en La Haya y que la reunión de Oslo
tampoco haya tenido ninguna virtualidad nos parece que se debe a que
hay un bloqueo, y alguna fórmula habrá que encontrar para
desbloquearlo. Pero las fórmulas para ello tendrán que venir
precedidas de un ejemplo que tienen que dar los gobiernos integrantes
de la Unión Europea, en este caso concreto y, específicamente, del
Gobierno español. El Gobierno ha tenido una actuación políticamente
correcta en la cumbre de La Haya en defender y apoyar la postura de
la Unión, pero nos gustaría saber cuál va a ser la política, porque
no acabamos de creernos lo que usted nos ha dicho en el último
comentario de su intervención, y luego le diré por qué, señor
ministro. Los datos que ustedes nos han dado dicen que las emisiones
de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero crecerán
en España al menos un 28 por ciento en 2010 respecto a 1990; es
decir, estamos en el 15 por ciento y pasamos al 28 por ciento. Pero
también según sus conclusiones, si se mantuvieran las pautas actuales
de consumo, el incremento de CO2, como le he indicado anteriormente,
sería del 48 por ciento, cuando el aumento máximo fijado para España
es del 15 por ciento, como le he dicho. Y ustedes nos proponen como
medidas la constitución



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de la oficina de lucha contra el cambio climático que usted ha
anunciado a bombo y platillo, con una serie de objetivos. Pero
permítame que le haga algunas observaciones. En 1992 se crea la
Comisión Nacional del Clima por el Real Decreto 568/1992, de 29 de
mayo, que tiene objetivos similares a los que se plantean en esta
oficina que usted va a crear; objetivos que, si me deja tiempo la
señora presidenta, le leería con más detenimiento, pero no lo hago
con el fin de acortar mi intervención, aunque le puedo facilitar la
información. En el año 1995, el Gobierno socialista dejó ultimado un
borrador del programa nacional del clima, que llegó al Consejo de
Ministros y cuyo contenido tuvo el carácter de recomendación para
todos los ministerios en cuanto a las medidas que se debían seguir en
el ámbito de sus competencias para luchar contra el cambio climático.

Cuando llega el Gobierno popular, señor ministro, su antecesora en el
cargo de ministra de Medio Ambiente dice que se va a constituir el
Consejo Nacional del Clima, y lo crea mediante Real Decreto 177/1998,
de 16 de febrero, justificándolo en la reestructuración de la
Administración general del Estado y en la creación del Ministerio de
Medio Ambiente. El consejo tiene las siguientes funciones, y éstas sí
que se las leo, porque usted me ha leído las suyas: elaborar y elevar
al Gobierno para su aprobación la estrategia española frente al
cambio climático y sus sucesivas modificaciones; realizar el
seguimiento de los planes y programas incluidos en la estrategia
española frente al cambio climático, una vez aprobada ésta por el
Gobierno; asesorar técnica y científicamente a las delegaciones
españolas en los organismos internacionales -esto usted no lo ha
mencionado, pero también es importante que exista-; coordinar la
elaboración de informes nacionales sobre el cambio climático y
proponer al Gobierno las medidas necesarias para el cumplimiento de
los compromisos adquiridos en convenios y protocolos internacionales
-artículo 4 del citado real decreto- . Al igual que usted, también
dice que es un organismo que está adscrito al Ministerio de Medio
Ambiente y que se reunirá al menos dos veces al año. Lo que sí está
claro es que hay una variación, porque las ONG han sido excluidas de
este organismo que creó la señora Tocino y usted parece que las puede
incluir. Yo espero que las incluya dándoles no solamente la
bienvenida, sino también la posibilidad de participar en el
desarrollo de esa oficina. Si quiere que se trabaje con pautas de
coordinación y de entendimiento entre todos los sectores sociales
afectados, es bueno que esta oficina, que usted no tenía por qué
haber creado, tenía que haber cogido el Consejo Nacional del Clima
y haberlo puesto en marcha, que era su obligación, desde luego nos
hubiéramos evitado algunos problemas o ver cómo el Gobierno, para
mostrar su preocupación por el cambio climático, lo que hace es crear
un organismo que ya existe. También le digo otra
cosa: la desconfianza que yo tengo sobre esta nueva oficina es la
misma que teníamos nosotros respecto al funcionamiento del consejo
general del clima. La señora Tocino nos dijo en el Congreso que antes
del 14 de diciembre de 1998 habría un programa de actuación en la
lucha contra el cambio climático, pero brilla por su ausencia, yo no
le he visto por ningún sitio. Si usted viene ahora con buenas
palabras, señor ministro, me gustaría no equivocarme y que tuvieran
una plasmación, pero tengo muchas dudas de que la tengan, y le voy a
decir por qué.

Usted ha hablado de las energías renovables y la preocupación que
tiene el Gobierno por su fomento y por su difusión. Ustedes aprobaron
el 30 de diciembre de 1999 el Plan de fomento de energías renovables
para el período 2000-2010, que no llegó a esta Cámara o al menos no
llegó a los grupos parlamentarios hasta ayer; que no se ha discutido
para nada en esta Cámara; que es un plan que no sé si tendrá que
depender del ministro de Industria o de usted. Nos parece que más
bien debía ser de usted, porque me da la impresión de que el problema
de las energías renovables habría que imbricarlo dentro de la lucha
contra el cambio climático de manera más decidida y tendría que ser
el Ministerio de Medio Ambiente el que llevara el seguimiento y el
desarrollo de ese plan. Pero también es cierto que tiene otros
problemas que yo no acabo de entender, y que los han denunciado
diversas instituciones, organismos y muchos ciudadanos y ciudadanas
que están de acuerdo con el fomento de la energía renovable, pero
están viendo cómo mientras, por un lado, hablan de fomentarla, por
otro, en materia impositiva y fiscal, están actuando en una línea
contraria. Ya manifestó ayer mi compañero el señor García Breva en la
intervención en el Congreso que estaban haciendo lo contrario de lo
que decían, y en este caso concreto se ha puesto de manifiesto. El
objetivo de conseguir que haya al menos un 12 por ciento de consumo
de energía primaria en el año 2010 nos parece aceptable, pero cuando
las empresas que están trabajando, que están investigando, que están
propiciando el que las energías renovables sea uno de los aspectos
fundamentales de la producción de energía en los próximos años y nos
están diciendo que este plan de fomento no tiene ninguna virtualidad
y que las medidas fiscales que tienen que ponerse encima de la mesa
no se han adoptado, la verdad es que nos empieza a preocupar, siendo
los propios interesados los que protestan, el desarrollo de este plan
de energías renovables.




La señora PRESIDENTA: Señor Morlán, le ruego que vaya concluyendo.




El señor MORLÁN GRACIA: Voy acabando enseguida, señora presidenta, y
así le dejaré al señor ministro que me conteste a unas preguntas que
le quiero formular sobre este tema.




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La señora PRESIDENTA: Señor Morlán, tiene dos minutos.




El señor MORLÁN GRACIA: Gracias, señora ministra (Risas.), perdón,
señora presidenta. Es que estoy acostumbrado a tener como presidenta
a la señora ministra en esta Comisión y todavía no he adquirido otra
convicción.

Señor ministro, respecto al tema de nuestra posición en la Unión
Europea me gustaría que me contestara a algunas preguntas. Por
ejemplo, el año 2002 vamos a tener la Presidencia de la Unión Europea
y para entonces ha de estar definido cuál va a ser la estructura del
desarrollo del protocolo de Kioto. En esa fecha, y me imagino que a
final del 2001, el Gobierno tendrá que haber tomado la decisión y
adoptado todo el proceso final de ratificación de ese protocolo. ¿Qué
pautas van a seguir para que eso sea así? ¿De qué manera se va a
concretar la definición de esa ratificación? En segundo lugar, señor
ministro, hay un aspecto con el que no sé si España no debiera de
jugar también a esos niveles. Nuestra relación con los países
latinoamericanos es fuerte, seria, y deberíamos aprovechar nuestras
buenas vinculaciones con ellos para encuadrarlos en cualquier
actuación que exista en la lucha contra el cambio climático, en
algunos de los objetivos que se han planteado del protocolo de Kioto
y que antes he mencionado. Me gustaría saber si ustedes tienen alguna
intención de propiciar algún tipo de medidas encaminadas a conseguir
esos objetivos. Hay dudas -me gustaría que me las aclarara- respecto
a que a España se le atribuye que ha sido el elemento bloqueador de
una tasa de energía a nivel europeo. Me gustaría saber si eso es
cierto o no, porque yo, señor ministro, prefiero conocer las verdades
y no dejarme llevar por las dudas que conducen a la confusión y a la
decepción, y eso no sería bueno que se produjera. Por último, señor
ministro, si ustedes no tienen ideas, que espero que sí, para la
consecución de objetivos de reducción del efecto invernadero y de las
emisiones de CO2 y de otros gases en nuestro país, el Grupo
Socialista estaremos muy gustosos de colaborar en ese proceso de
decisión. Porque tenemos que hablar de la energía nuclear, del cierre
de alguna central nuclear, de qué manera se compensa ese cierre, qué
tipo de actuaciones va a haber que realizar en el desarrollo de otras
energías renovables, así como la manera de producir energía eléctrica
para que España no tenga ninguna dificultad y para que no importe
tanta como está importando en este momento, que nos estamos situando
en el 70 por ciento. En definitiva, señor ministro, usted tiene una
enorme labor por delante. Ami grupo le gustaría que fuera
perfectamente definida, encaminada a ratificar el protocolo de Kioto
cuanto antes mejor y que la política interna que tiene que adoptar el
Gobierno de España para hacer frente al cambio climático, en todos
los aspectos, reforestación y demás, sea algo más productiva que la
que ustedes han planteado. Actualmente
en su Ministerio solamente el 2 por ciento del presupuesto es
para la lucha contra el cambio climático. Si usted revisa sus
partidas presupuestarias verá que tiene 50 millones de pesetas para
el cambio climático. No hay nada más. Por ello, le animo a que si
esas buenas palabras se confirman, modifiquen sus presupuestos,
aunque están recién aprobados, y los adecue a los objetivos que usted
plantea.

Nada más.




La señora PRESIDENTA: El señor ministro de Medio Ambiente contestará
al final de las intervenciones.




Tiene la palabra por el Grupo de Izquierda Unida la señora Urán.




La señora URÁN GONZÁLEZ: Señor ministro, gracias por la información
que ha facilitado a la Comisión de Medio Ambiente sobre los
resultados de la cumbre de La Haya. La verdad, señoría, es que era de
esperar, se venía percibiendo y transmitiendo a la opinión pública,
que tras la conferencia de la Haya no se iba a poder tocar las
campanas por haber podido llegar a acuerdos. Realmente, podemos decir
que era un fracaso casi anunciado, pero por ello no desde luego menos
grave, señor ministro. A nosotros, como grupo parlamentario, nos
parece que el fracaso de la cumbre de La Haya es muy grave, que nos
lleva a una situación muy complicada y que requiere de medidas por
parte de los países que en este momento son los más proclives a que
se pueda llevar a cabo el protocolo de Kioto, así como por la Unión
Europea, que tiene unas determinadas posiciones, que a nosotros nos
pueden parecer escasas o no suficientes, pero que nos pueden permitir
avanzar. La verdad es que es lamentable porque, si hacemos una
revisión de las fechas, esto cada vez va teniendo unas connotaciones
más serias. Se empezó a hablar de los problemas del cambio climático
en el año 1992, en la cumbre de Río. En aquel momento recurríamos a
lo de siempre, a que había expertos que decían que se producía cambio
climático y expertos que decían que no. Hoy, por suerte, ya no
estamos en esa situación; ya todo el mundo dice que sí, que es
verdad, que se produce cambio climático por las emisiones de gases, y
por eso se celebra la cumbre de Kioto, en el año 1997, y se firma un
protocolo. El protocolo fijó unos parámetros de reducciones y después
se nos dijo que nos íbamos a la cumbre de Buenos Aires, en el año
1998, porque no solamente se iba a hablar de reducciones de CO2 sino
de otros gases de efecto invernadero y que, aunque se iban a bajar
los porcentajes que se habían establecido en la cumbre de Kioto, se
iban a compensar porque también se iban a incluir otros gases que no
se incluyeron en dicha cumbre y también se iba a hablar de los
llamados mecanismos de flexibilidad para conseguir cerrar el
protocolo de Kioto y quepudiera ser ratificado. En la cumbre de
Buenos Aires



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tampoco se pudieron establecer los mecanismos de flexibilidad, se
avanzó muy escasamente y nos fuimos a la cumbre de La Haya, que es la
que hoy aquí estamos discutiendo, sin haber conseguido ningún tipo de
acuerdo, y ahora nos ha dicho usted en su intervención que van a
intentar dejar la puerta abierta para que, a ser posible, se celebre
una nueva cumbre en Bonn entre mayo y junio del año que viene.

Señorías, creo que está clara cuál es la posición de Estados Unidos,
lo ha estado siempre, cuál es la posición de Japón, Canadá y
Australia, que son los países paraguas, y cuál es la posición de los
países en vías de desarrollo; ahí va a ser difícil actuar, como no
sea que los países de la Unión Europea -y España también, dentro de
la burbuja europea- puedan demostrar en la práctica que no se van a
cambiar las condiciones de vida de los ciudadanos, que no se va a
dejar de tener beneficios empresariales y que no se va a dejar de
tener desarrollo económico si se llevan a la práctica las medidas que
sean necesarias para reducir los gases de efecto invernadero.

Al final, señorías, de lo que no se ha hablado, y tampoco lo ha dicho
el señor ministro en su intervención, es de que la cumbre de La Haya
fracasa no sólo porque no haya habido un acuerdo, sino porque ese
acuerdo no ha sido posible, ya que aquí es cuando ya hay que empezar
a hablar de las medidas que van a tener un coste económico para los
países, que es lo que lleva a que no haya posibilidades de acuerdo.

Detrás de todo esto hay un posicionamiento de fuerza, unas
inversiones a realizar por todos los países que producen emisiones en
grandes cantidades y, además, para que se puedan aplicar de
determinada manera los mecanismos de flexibilidad van a tener que
colaborar con aquellos países en vías de desarrollo, y si quieren
ustedes controlar sus emisiones, necesitan inversiones en tecnología
limpia, para permitir su desarrollo, sin que lancen más emisiones.

Por tanto, señorías, hay algo que queda claro, La Haya fracasa porque
detrás de ella están los recursos económicos que hay que aplicar para
que se pueda llevar a la práctica.

Señorías, nuestro grupo parlamentario considera que la posición que
mantienen el Estado español y la Unión Europea se puede considerar
válida, pero no nos parece que sea la más acertada, dadas las
circunstancias que se están produciendo en nuestro país. Hace ya
mucho tiempo, señor ministro, desde este grupo parlamentario se les
decía que empezaran a tomar medidas, con independencia de que el
protocolo de Kioto no estuviera firmado y no se hubiera ratificado;
que se empezaran a adoptar medidas contundentes, porque estábamos en
una situación que nos lo permitía. No habíamos llegado todavía al 15
por ciento de las emisiones que se nos permitían hasta el año 2010.

Teníamos un margen para poder implantar nuevas tecnologías, para
modificar determinados aspectos del consumo energético o de la
producción industrial. Teníamos un margen y teníamos
un tiempo. El tiempo se nos ha agotado y el margen no es que se nos
haya agotado es que lo hemos sobrepasado ampliamente, señor ministro.

Hemos sobrepasado ya, en el año 1999, el porcentaje al que tendríamos
que haber llegado en el año 2010 -estamos ya por encima de él-, y las
medidas que tantas veces se nos ha explicado por parte de diferentes
portavoces y por usted mismo, que se estaban adoptando para no llegar
a ese tipo de porcentajes se ha visto que no sirven absolutamente
para nada y que nuestro país sigue produciendo una excesiva emisión
de gases de efecto invernadero.

En estos momentos, señorías, el sector energético es el responsable
-según datos del año 1998; no dispongo de los de 1999 en estos
momentos- del 90,8 por ciento del total de las emisiones, y dentro de
este porcentaje el transporte emitió el 29 por ciento del total de
las emisiones de CO2. Eso implica, señorías, que tendría que
cambiarse la política de transportes y poco se ha hecho con estas
actuaciones, porque el sistema que se sigue fomentando desde el
Gobierno sigue siendo el individual, el transporte por carretera, en
detrimento del transporte por ferrocarril, que es mucho menos
contaminante. Nosotros no hablamos de un ferrocarril que nos tenga
que llevar a casa y tarde 13, 14 ó 15 horas, no; estamos hablando de
ferrocarriles modernos, pero no el que ustedes plantean, que es un
ferrocarril con un alto consumo energético, porque precisamente la
producción de energía tiene unas altas emisiones de CO2. Por tanto,
señoría, por ponerles ese ejemplo, ustedes están facilitando con sus
políticas que las emisiones a la atmósfera de gases de efecto
invernadero aumenten cada año, cada día más, y no se lo decimos
nosotros, señorías; se lo dice incluso el Instituto para la
Diversificación y el Ahorro Energético, en un informe en el que les
dice que para el año 2010, si se siguen las pautas de consumo
actuales, así como el incremento de CO2 que se está produciendo, el
incremento sería del 48 por ciento y habríamos sobrepasado en tres
veces por lo menos el techo que se nos había fijado, que era del 15
por ciento. Es más, dicen que para hacer posible la reducción, que
parece que sería bastante improbable, para que en este escenario se
pudieran reducir las emisiones de CO2 por debajo del 28 por ciento,
si tan siquiera del 15 sino por debajo del 28, tendría que buscarse
un mayor desarrollo de las energías renovables, por encima de lo que
fija ese plan de energías renovables que esta portavoz continúa sin
tener y sin conocer; que habría que buscar formas de producción
energética mucho más eficientes. También habría que hacer planes de
ahorro energético, porque no necesariamente se tiene por qué consumir
más teniendo los mismos servicios y las mismas calidades en el
servicio, si hacemos planes de ahorro energético y si, además, se
fomenta la investigación en aquellos sectores susceptibles de
conseguir ese ahorro energético y eficiencia energética, incluso con
mayor satisfacción para los propios usuarios y para la ciudadanía en
general. Desde luego, no



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tenemos muy claro que esa vaya a ser la línea del Gobierno, porque el
martes por la tarde las iniciativas de tres grupos parlamentarios de
esta Cámara en ese sentido, hablando además del cierre de centrales
nucleares, fueron derrotadas por la mayoría absoluta que ostenta el
Partido Popular.

Nos habla usted de esa nueva oficina que van a crear, que nosotros
pensábamos que ya estaba funcionando, y de un programa de cambio
climático, cuyo borrador ya se nos presentó en la legislatura pasada
con unas premisas y con unos objetivos a cumplir, objetivos que no se
han llegado a concretar en un plan nacional de lucha contra el cambio
climático. No es que a nuestro grupo parlamentario le genere
escepticismo; es que nos da la sensación de que cada vez que hay una
cumbre, con independencia de cual sea el resultado de la misma, el
Gobierno español crea una oficina, una comisión o algo parecido para
decir a la ciudadanía qué es lo que va a hacer para contribuir a que
no se produzca un cambio climático, para luego no llevar nada a la
práctica. Por tanto, nosotros no solamente lo vemos con escepticismo,
sino que creemos que siguen aumentando las emisiones, como ha venido
ocurriendo hasta ahora. Señoría, en todos los países del mundo, sobre
todo en el nuestro, el cambio climático puede tener unas graves
consecuencias en la agricultura, en los incendios forestales, que se
producirán cada vez más y serán mucho más difíciles de combatir, y en
la desaparición de zonas costeras y de playas. Además incidirá en el
empleo, en el turismo e incide en la salud y en la diversidad
biológica. Estamos en un momento en el que hay que empezar a tomar
medidas serias, pero de verdad, con independencia de lo que vayan a
hacer Estados Unidos y sus países paraguas. El Gobierno español debe
impulsar esas medidas dentro de la Unión Europea, empezando por
cumplir los trámites para la ratificación del protocolo de Kioto, con
independencia de lo que vayan a hacer los países de la Unión Europea,
sin esperar hasta que la Unión Europea decida que lo va a ratificar,
y debemos empezar a poner en marcha políticas serias y rigurosas, que
tengan un efecto que se pueda palpar, por decirlo de alguna manera,
en un período breve de tiempo. De lo contrario, seremos un país tan
responsable como puedan serlo los Estados Unidos y sus países
paraguas no solamente por el hecho de seguir sin tomar medidas, sino
por seguir sin hacer una política concreta de lucha contra el cambio
climático. Seremos tan responsables como ellos de ese cambio
climático que se seguirá produciendo y seremos muy responsables de lo
que está sucediendo y de lo que puede seguir sucediendo en nuestro
país. No voy a hablarles de datos que tenga mi organización, sino los
de la organización meteorológica mundial, que en un teletipo de ayer
por la mañana decía que ya se está produciendo el recalentamiento de
una forma notable, que en los umbrales del siglo XXI ya se superan en
0,6 grados las temperaturas de principios del siglo XX. Señorías, en
cien años
hemos subido casi un grado las temperaturas, pero sobre todo en el
período 1961-1990; sigue sin contabilizar hasta 1999. Por tanto,
señorías, no podemos seguir aplazándolo a futuras reuniones, sino que
hay que empezar a tomar medidas, concretamente en el Estado español,
que es uno de los que más está contribuyendo a este calentamiento.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió), tiene la palabra el señor Martí.




El señor MARTÍ I GALBIS: En primer lugar, quiero dar de nuevo la
bienvenida al señor ministro de Medio Ambiente a esta Comisión y
agradecerle su información, los datos y las perspectivas que nos ha
dado sobre la actuación política del Gobierno en relación con el
cambio climático.

Debo comenzar mi breve intervención -por tanto colaboraré a que esta
sesión termine dentro de los limites previstos- lamentando a título
personal y a título colectivo, en nombre de mi grupo parlamentario,
como lo han lamentado todos los portavoces anteriores, la situación
final de la cumbre de La Haya, cuyos resultados globales han sido
bastante desastrosos, como el mismo ministro ha afirmado
anteriormente. Las expectativas que se habían creado, teniendo en
cuenta la preocupante situación que todos los estudios científicos
y evidencias ambientales proyectan sobre el imparable proceso de
calentamiento del planeta como consecuencia de la emisión de gases de
efecto invernadero, acabaron en La Haya en lo que acabamos de decir,
en un sonado fracaso. Evidentemente, este fracaso tiene unos
protagonistas concretos que el mismo ministro y los anteriores
portavoces han señalado, son especialmente los Estados Unidos, pero,
más allá del fracaso atribuible a los Estados Unidos y a otros países
paraguas, creo personalmente que todos debemos hacernos
corresponsables, directa o indirectamente, en la medida en que nos
encontramos ante una de las amenazas más preocupantes, que no conocen
fronteras ni físicas ni políticas, que es el cambio climático. Este
calificativo de fracaso es una acusación ampliamente compartida. Por
tanto, a partir de ahí, deberíamos mirar el futuro, no diré que con
un cierto optimismo, pero sí con la voluntad política de contribuir a
que en la próxima reunión de Bonn, como ha anunciado el ministro, las
cosas de desencallen. En ese sentido, creo que esta Comisión y la
propia comparecencia del señor ministro no nos pide a los portavoces
de los diferentes grupos parlamentarios una disertación sobre las
consecuencias que tiene el cambio climático sobre el planeta. Por
tanto, sólo haré dos apuntes concretos para no reiterar las
anteriores intervenciones de los portavoces.

El aumento de la temperatura del planeta no sólo amenaza a un tercio
de los hábitats con fauna y flora



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propia de todo el mundo, sino que amenaza las condiciones de vida de
la especie humana, al provocar fenómenos destructivos como algunos
que antes han citado, a los que además añado el deshielo, la
desertización, fenómenos climáticos como el niño o la niña, de
consecuencias por todos conocidas, más allá de graves impactos sobre
la agricultura y también sobre la salud humana y sobre algunas
enfermedades, que además van a tener una peligrosa expansión en zonas
que hasta ahora estaban libres de ellas. Eso es lo que va a suceder
si se confirman las previsiones de estos prestigiosos especialistas e
instituciones internacionales, cuando predicen el recalentamiento del
planeta entre 1,5 y 6 grados a lo largo de este siglo.

No entraré en valoraciones sobre el reparto de cuotas de emisiones en
la Unión Europea, gracias a las cuales a España, por sus
características medioambientales, su densidad de población y una
industrialización menor que en otros Estados miembros, no se le
adjudicó ninguna restricción. En todo caso, creo que corresponde al
Gobierno central y al resto de las administraciones públicas y
también a los sectores productivos y a los sectores sociales cumplir
con los límites establecidos de incremento de emisiones hasta el 15
por ciento en el año 2000, respecto a las del año 1990. En ese
sentido debemos empezar a preocuparnos. Yo comparto la preocupación
que han manifestado los anteriores portavoces, pero debemos mirar al
futuro y esta preocupación debe transformarse en actuación positiva,
en reacción. Digo esto porque, aunque el balance y el examen que
debería de pasar España en lo que se refiere a emisiones de gases de
efecto invernadero no tendrá lugar hasta el año 2010, aunque haya
previsiones parciales de evaluación en el año 2005, las cifras
oficiales y parciales del año 1998 indican un aumento de dióxido de
carbono de casi un 20 por ciento, mientras que diferentes
organizaciones ecologistas lo han estimado en un 26 por ciento o más.

Estas cifras, como antes han dicho otros portavoces, son
preocupantes. El señor ministro lo reconocía en su intervención,
aunque lo relativizaba, con buen criterio, dentro del contexto del
crecimiento económico español, que nos está permitiendo crecer por
encima de la media de los países de la Unión Europea. En ese sentido
y teniendo en cuenta que la responsabilidad política nos aconseja no
poner ni nota parcial ni nota final al Gobierno español hasta la
fecha fijada por el propio protocolo de Kioto, debemos reconocer, tal
como ha afirmado algún miembro del equipo ministerial de Medio
Ambiente, que si no se hubiera hecho un esfuerzo, seguramente el
incremento hubiera sido mayor. Algún colaborador suyo, algún director
general, concretaba esos posibles aumentos, si no se hubieran tomado
medidas, entre un 40 y un 50 por ciento. Por tanto, el propio
ministro y sus colaboradores lo reconocen, y nosotros también
reconocemos este esfuerzo, pero es un esfuerzo parcial, a medias.

Estamos de acuerdo con el señor ministro y con el Gobierno español
cuando afirmaban que debía defenderse la flexibilización de las
negociaciones para la aplicación del protocolo de Kioto,
especialmente con países como Estados Unidos y Japón, aunque ello no
debería comportar ni la adopción de fórmulas a través de las cuales
huir de los compromisos, ni de subterfugios que lo desnaturalicen.

Nuestro grupo parlamentario da apoyo a la posición española de
ratificar en dos años el protocolo de Kioto, así como a la postura de
la Unión Europea, partidaria de imponer fuertes sanciones a los
países ricos que no reduzcan las emisiones de gases de efecto
invernadero. Precisamente para evitar que España pueda llegar a ser
uno de esos países, especialmente para que el Estado español cumpla
con sus compromisos ante la comunidad internacional en beneficio de
la sostenibilidad del planeta, el Gobierno español y el Ministerio de
Medio Ambiente deben ponerse manos a la obra de manera urgente, con
gran empeño y buscando el máximo consenso y el máximo número de
complicidades públicas y sociales, con objeto de llevar adelante las
medidas y estrategias que hoy y en anteriores ocasiones nos ha
anunciado el señor ministro, así como lo habían hecho algunos de sus
más estrechos colaboradores en el Ministerio de Medio Ambiente.

El señor ministro ha reiterado hoy el anuncio de la creación de la
oficina del cambio climático como organismo responsable de la
elaboración de la estrategia de la lucha contra ese cambio climático.

Lo celebramos y no podemos más que pedir su inmediata puesta en
marcha, pero debemos recordarle también al señor ministro que ya en
el documento de la segunda comunicación nacional de España en la
Convención marco de las Naciones Unidas sobre cambio climático, de
octubre de 1997, el Gobierno y su antecesor en el cargo se
comprometían a definir y desarrollar una estrategia dirigida a la
mitigación de las causas y consecuencias del cambio climático. Han
pasado más de tres años y esa estrategia que nos anuncia hoy deberá
esperar al año que viene, es decir al año 2001. Creemos que sería
posible acelerar al máximo la puesta en funcionamiento de esa oficina
y desde nuestro grupo parlamentario le pedimos que sea lo más
participativa y plural posible, tal como nos ha avanzado. No me
refiero a cuestiones de estrategia o de participación política de los
grupos y fuerzas políticas, sino a la necesidad de la implicación de
los mejores profesionales expertos que hay en España hoy en día y de
los sectores sociales involucrados.

Al hilo de esta corresponsabilidad social en el diseño
e implementación de la estrategia española para el cambio climático,
quisiera -no podría ser de otra manera- que el Ministerio fuese
especialmente sensible a las iniciativas y planteamientos que se
están impulsando en diferentes comunidades autónomas en este ámbito,
como usted sabe. En concreto, desde la Generalitat de Cataluña se
está promoviendo una estrategia sobre el cambio climático -que el
señor ministro



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conocerá-, que tiene su fundamento en un documento aprobado por el
mismo Gobierno y que plantea el impulso de acciones en ámbitos como
el de las emisiones de gases y el fomento de energías renovables -se
ha aprobado recientemente un mapa de implantación de energía eólica-
y en aspectos como la educación y planificación ambiental, entre
otras medidas de carácter horizontal o interdepartamental. Es
importante aprovechar al máximo las sinergias producidas entre la
Administración central y las diferentes comunidades autónomas ya que
de esta manera será más accesible, factible y próximo el cumplimiento
del límite de emisiones que nos asigna el protocolo de Kioto, al que
antes me refería.

Para terminar me gustaría que me avanzase cómo se van a incardinar
las acciones o las iniciativas de los diferentes responsables de
medio ambiente de los gobiernos autonómicos en la puesta en
funcionamiento de la oficina del cambio climático que hoy nos ha
anunciado y en el diseño de la estrategia española contra el cambio
climático. Seguro que el señor ministro conoce la disponibilidad
absoluta de dichos responsables de medio ambiente de las comunidades
autónomas, pero desde mi grupo parlamentario queríamos que nos
explicitara hoy su posición al respecto.

Le reitero una vez más, señor ministro, nuestra decidida voluntad de
colaboración con el Ministerio en esta materia y esperamos que los
compromisos y los planes que nos ha anunciado durante esta
comparecencia se materialicen lo antes posible con objeto de cumplir
con los requerimientos del protocolo de Kioto, con independencia de
la actitud de terceros países, pues todos sabemos que algunos de
ellos demuestran poca voluntad política para dar cumplimiento a lo
que la sociedad nos exige. Esperemos el éxito de la cumbre de Bonn
del año que viene.

Nada más. Le adelanto mis deseos fervientes de unas felices Navidades
y un próspero año nuevo.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular, tiene la palabra la
señora De Lara.




La señora DE LARA CARBÓ: Gracias, señor ministro, por sus
explicaciones sobre lo que aconteció en la cumbre de La Haya., que
nuestro grupo parlamentario lamenta profundamente que se haya
suspendido sin llegar a un acuerdo que garantice la ratificación del
protocolo de Kioto. Lamentamos que el reto que se pretendía en la
cumbre, la búsqueda del equilibrio entre desarrollo y defensa del
medio ambiente a nivel mundial, se haya aplazado por la falta de
compromiso fundamentalmente de los países que forman grupo con
Estados Unidos, que son los más contaminantes del mundo. No obstante,
creo, señorías, que la firmeza mostrada por la Unión Europea no
cediendo a las pretensiones ambientales de Estados Unidos, puede
entenderse como un triunfo y posiblemente en Bonn los países
implicados en la cumbre adoptarán acuerdos que conduzcan a
ratificar el protocolo de Kioto en la fecha prevista de 2002, al
menos es lo que deseamos todos los parlamentarios. Es evidente que
los países desarrollados deben ponerse a la cabeza en la reducción de
las emisiones de los gases de efecto invernadero.

España es un país especialmente sensible al cambio climático, como se
ha dicho aquí, debido a que los problemas de desertización y sequía
nos afectan de lleno. La postura española en la cumbre de La Haya,
enmarcada en la Unión Europea, ha sido clara, valiente y responsable,
por lo cual felicitamos al señor ministro. Los grupos que me han
precedido han hecho un resumen de lo que aconteció en Kioto y de los
acuerdos que se tomaron, que no voy a repetir. Me voy a centrar en
España. Se ha comentado que en España el incremento de las emisiones
en el período 1990-1999 ha sido de algo más del 20 por ciento. Sobre
esto tenemos que hacer algunas reflexiones.

Este incremento del 20 por ciento ha coincidido en los últimos cuatro
años con un enorme desarrollo económico e industrial. Todavía no se
puede descontar de dicho incremento la disminución de las emisiones
que se producirá con las medida que el Ministerio de Medio Ambiente
está tomando ya y con las que se tomarán cuando se elabore la
estrategia. No puede decirse que en España, a pesar de no haber una
estrategia sobre el cambio climático, no se ha hecho nada, porque no
sería cierto. Aquí se ha dicho que, aunque nosotros no lo
conociéramos, existe un plan nacional de energías renovables, plan
nacional que se está poniendo en práctica, que está potenciando la
energía eólica y las minicentrales, que va a potenciar la biomasa y
que ha hecho que en la actualidad el 6 por ciento de las energías sea
de carácter renovable. Pese a que los grupos parlamentarios no
conocieran este plan, el plan existe y se ha puesto en práctica.

Existen, y es deseable que se potencien, medidas de ahorro energético
y medidas de eficiencia energética. Creo que ambas son fundamentales
para conseguir la disminución de gases de efecto invernadero y el
consumo energético, que en la actualidad es elevado. Existe un plan
nacional de residuos sólidos, que se está poniendo en práctica; se va
a aplicar en toda España y va a disminuir de manera importante las
emisiones de metano, uno de los gases que produce el efecto
invernadero, igual que el dióxido de carbono que se nombra siempre
aquí.

Existe una política clara por parte del Gobierno para potenciar el
transporte público. Cuando este transporte público esté en marcha, se
verá los efectos que tiene sobre la emisión de gases de efecto
invernadero. Se decía aquí que, dentro del transporte público, había
que potenciar el transporte de calidad; por supuesto. Nosotros
potenciamos el AVE y, ya que estamos en Madrid, creo que lo que ha
hecho la Comunidad de Madrid potenciando el Metro es un claro ejemplo
deque el Partido Popular apuesta por el transporte público.




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(Rumores.-La señora Urán González: El metro existe hace muchos años.)
Sí, señorías, el Partido Popular ha apostado por el transporte
público, y la red de Metro que hay en la Comunidad de Madrid en estos
últimos cuatro años es la mejor de España. Se ha hablado sobre un
plan nacional forestal, al que el presidente del Gobierno se
comprometió. Cuando se ponga en práctica suponemos que también
contribuirá a la disminución de las emisiones. Aun reconociendo que
hay un aumento superior al permitido hasta el año 2010, creo que
hemos iniciado un camino que no tiene vuelta atrás. (Rumores.)



La señora PRESIDENTA: Disculpe, señora De Lara.

Por favor, se han respetado las intervenciones de todos los
portavoces. Sigamos con el mismo ritmo.




La señora DE LARA CARBÓ: Se nos ha dicho también que se establecen
las centrales de ciclo combinado, que son importantes, y que se van a
cerrar o reconvertir las centrales térmicas más antiguas.

Apoyamos al Ministerio en la labor que ha emprendido y también le
apoyamos en la creación de la oficina de cambio climático. Nosotros
sí vemos diferencia respecto al Consejo Nacional del Clima que había
en la legislatura anterior y a la Comisión Nacional del Clima que se
creó en la época del Gobierno socialista. La Comisión Nacional del
Clima hizo un borrador que dicen que llegó al Consejo de Ministros;
efectivamente llegó, ya se discutió en esta Comisión, no se aprobó y
ahí quedó, como un borrador más. El Consejo Nacional del Clima
elaboró un listado de posibles medidas que podrían tomarse para
combatir el cambio climático, si bien no se tomó ninguna decisión
para elaborar la estrategia. El avance que vemos con esta oficina del
cambio climático que ha anunciado el señor ministro es que habrá una
implicación de los distintos sectores involucrados, porque no se
pueden tomar medidas desde el Gobierno si los sectores implicados no
están dispuestos a llevarlas a la práctica. Nosotros sí creemos en
esta oficina de cambio climático y en la necesidad e importancia de
coordinarse con todos los ministerios y sectores que tienen algo que
decir en este aspecto. No olvidemos, señorías, que la oficina de
cambio climático va a depender del Ministerio de Medio Ambiente, pero
que son muchos los ministerios que están implicados, desde el
Ministerio de Transportes, al Ministerio de Economía, de quien
dependen las energías renovables, o al Ministerio de Agricultura. Son
muchos ministerios y creemos que la labor del Ministerio de Medio
Ambiente va a ser decisiva.

Termino indicando que el Grupo Popular confía y desea que las medidas
puestas en práctica y las que se pongan en práctica con la futura
estrategia contribuyan a rebajar el porcentaje de emisiones. No
obstante, no nos engañemos, señorías, aparte de todas estas medidas
lo importante es que en la próxima reunión que se celebre en Bonn la
Unión Europea y Estados Unidos sean capaces de ponerse de acuerdo sin
rebajar las pretensiones de la Unión Europea, convenciendo a los
países del grupo paraguas para que se pueda firmar el protocolo de
Kioto y que estos países también se comprometan a rebajar sus
emisiones. Nosotros no estamos de acuerdo con algo que se ha dicho
aquí: que España es de los países que más contribuye al cambio
climático. España contribuye en una pequeña proporción al cambio
climático, estamos tomados medidas, pero creemos que Estados Unidos y
su grupo son los que efectivamente deben adoptarlas.




La señora PRESIDENTA: Para responder a todas las intervenciones de
los grupos parlamentarios, tiene la palabra el señor ministro de
Medio Ambiente.




El señor MINISTRO DE MEDIO AMBIENTE (Matas i Palou): Muchas gracias,
señoras y señores diputados.

Quiero resaltar, brevemente, que antes de la asistencia a la cumbre
de La Haya convoqué una conferencia sectorial de comunidades
autónomas monográfica y específica para saber la opinión y posición
de los responsables de los gobiernos de comunidades autónomas, les
expuse la posición previa y les di toda la documentación de los
acuerdos alcanzados en el Consejo de Ministros de la Unión Europea,
celebrado los días 7 y 8 de noviembre. En esa conferencia sectorial
de consejeros de medio ambiente tuvimos los input, las aportaciones
que nos quisieron hacer los consejeros y consejeras de toda España.

También convocamos una reunión de embajadores de países
iberoamericanos e intentamos, en esa reunión y en otras que se
produjeron dentro de la negociación en La Haya, servir de ayuda -no
era otra nuestra pretensión- para la coordinación de la estrategia de
los países iberoamericanos con los países desarrollados, dentro del
posible acuerdo de la estrategia contra el cambio climático. Estas
reuniones se siguieron manteniendo con el Grupo Latinoamericano -ya
en La Haya sólo fueron con él-, pero la evolución de las
negociaciones no fue por ahí, desgraciadamente. No por culpa nuestra,
y muy a nuestro pesar, tengo que reconocer que la posición de los
países en vías de desarrollo en La Haya quedó un tanto al margen del
grueso de la negociación en aquel momento. Quizá posteriormente
hubiera podido coger un cierto protagonismo, pero la realidad nos
desbordó a todos.

Señoras y señores diputados, respeto mucho las aportaciones que
ustedes han hecho y creo que son muy interesantes en su mayoría, pero
sinceramente debemos concienciarnos -y nosotros como políticos
tenemos esa responsabilidad más que nadie- de cuál es el problema
real. Coincido con el señor Morlán en que el problema real excede el
ámbito político. Estamos ante un grave problema que tiene el mundo;
no lo tenemos



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nosotros, lo tiene el mundo. Nosotros debemos ser responsables con la
gravedad de este problema; nosotros podemos hacer política local y es
normal que la hagamos, pero ustedes que tienen sensibilidad con el
medio ambiente saben mejor que yo que eso servirá de poco. Este es un
problema global que hoy exige soluciones globales, pero, sobre todo,
exige actitudes que nos puedan conducir a encontrar una solución que
es, efectivamente, la que hoy nos demandan los ciudadanos y la
sociedad.

Yo no estoy de acuerdo con que la pelota está en el campo de Estados
Unidos; ni tampoco en demonizar a Estados Unidos, no nos sirve de
nada, no ganaremos nada. La pelota está en el tejado de todos. Me
siento muy decepcionado de volver de La Haya sin haber podido
encontrar un acuerdo y no es ningún atenuante ni consuelo el decir
que Europa ha defendido la integridad del protocolo. Esto está muy
bien, pero los ciudadanos exigen, naturalmente, mucho más; los
ciudadanos exigen de sus políticos que resolvamos un problema. Es
más, este problema sólo se resolverá cuando las sociedades civiles
exijan a sus políticos la resolución de estos problemas, cuando sean
las propias sociedades civiles las que no perdonen que sus políticos
no sean capaces de llegar a acuerdos para resolver un tema tan
importante. A los ciudadanos les preocupa la no ratificación, claro,
pero lo que les preocupa es que se resuelva el problema, que
encontremos la solución y que les demos garantías de ser capaces de
reconducir una situación que es peligrosa.

Quiero incidir en que el problema es global. Coincido -es una
anécdota- totalmente con la portavoz del Partido Popular en que
España es uno de los países que más ha contribuido al cambio
climático. No lo querría, pero qué más quisiera -a ver si me entiende
el juego de palabras-; por amor de Dios, bajo ningún concepto, al
revés. ¿Cuál es la realidad? Que hoy ese fenómeno depende de la
actitud de todos los países del mundo y que si nosotros estamos
consintiendo o auspiciando una sobreexplotación incluso de recursos
naturales en determinados países subdesarrollados, el efecto será
mucho más grave, desgraciadamente, que según qué medidas que se
puedan tomar en países ricos.

Hay una cosa que tenemos que tener clara y es que hoy ni ustedes ni
yo podemos valorar Kioto; ni ustedes ni yo podemos decir hoy qué es
Kioto. No podemos ratificar algo que no existe. Hoy ni ustedes ni yo,
desgraciadamente, podemos decir cuál es el grado de incumplimiento de
Kioto ni de España ni de Dinamarca ni de Estados Unidos. Debemos
concienciarnos de esto. Las reglas del juego no están definidas. Es
cierto que los compromisos de Kioto establecen niveles de reducción,
pero con unas reglas del juego. Con todo el respeto del mundo, me
llama la atención que ustedes siempre hablan de mecanismos de
flexibilidad, pero no he oído a ninguno de ustedes hablar de
contabilidad de sumideros, que es un mecanismo tan importante como
el otro. Mientras no tengamos claro el esquema de contabilidad de
sumideros, mientras no tengamos claro cómo funciona el 3-3 o cómo
funciona el 3-4 y mientras no tengamos claro cómo actúan los
mecanismos de flexibilidad, ni España ni Europa ni Estados Unidos ni
nadie puede decir en qué medida se está cumpliendo el protocolo de
Kioto. ¿Por qué? Porque yo creo -esa es la importancia que yo
intentaba resaltar en mi exposición, esa es la virtud- que, por
primera vez, estamos ante un problema que liga claramente el medio
ambiente con la economía.

Y en segundo lugar, estamos ante un problema global, de todo el
mundo, con lo cual es tan importante lo que España puede hacer al
fomentar la no contaminación atmosférica en un país tercero como lo
que puede hacer en España, siendo muy importante lo hace en España y
creyendo nosotros que ese deseo es un principio básico, que las
actuaciones internas se deben complementar con las externas. Es
igual. El riesgo es que nosotros no podemos ratificar nada. ¿Qué
vamos a ratificar si no existe? El protocolo no está definido. ¿Qué
vamos a ratificar? Lo urgente, lo importante en estos momentos es
llegar a un acuerdo sobre esas reglas del juego para poder ratificar
el protocolo.

Yo les agradezco mucho sus palabras, pero como todos los que somos
responsables de medio ambiente, con todo el respeto del mundo,
hubiera querido oír aquí lo que a mí me preocupa y que necesito oír
de ustedes. Todas estas cosas que decimos aquí están muy bien; pero
nos estamos jugando el futuro del planeta. La estrategia en La Haya
ha sido la de defender la integridad del protocolo. Perfecto. Esta ha
sido nuestra estrategia, ustedes coinciden con nosotros y yo estoy
encantado de ello. Bien, pero el riesgo sigue ahí. ¿Vamos a seguir
permanentemente en esta pugna, con lo cual corremos cada día más el
riesgo de no ratificar el protocolo, no nosotros? Tampoco es
importante que lo ratifique Europa; si no lo ratifica Estados Unidos,
si no lo ratifican los umbrella, estará muy bien, quedaremos muy bien
delante de nuestros ciudadanos, pero no resolveremos el problema.

Señoras y señores diputados, tendremos que plantearnos esa discusión;
tendremos que ser capaces de alcanzar acuerdos que van a significar
renuncias por ambos lados. ¿Con qué objetivo, señores? Con el de
resolver el problema de la contaminación y con el de ponernos a
trabajar y tomar las medidas adecuadas.

Quiero añadir algo más. Coincido totalmente con ustedes en energía y
transporte. Les he dicho que en la energía creo que sí se han hecho
cosas importantes y que en transporte creía que había otras que no.

De ahí a decir que la política que está haciendo el Gobierno en
transporte no es la adecuada. Lo que no puede ser es que se esté
diciendo que se han de tomar medidas que fomenten el transporte
público y, luego, ustedes rechacen un AVE Madrid-Barcelona o Ave en
toda España. ¿Cuánta contaminación atmosférica, cuántas toneladas



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de carbón va a reducir en España el AVE Madrid-Barcelona? ¿Cuántas?
No hay mejor política que el fomentar este tipo de transporte, junto
con lo que tiene que ser la infraestructura urbana y el hábito de
este transporte.




Estimo que tanto antes como después del año 1996 (volver a hablar de
esto me parece ridículo) se han tomado medidas positivas para reducir
la contaminación. Probablemente, ni antes ni después de 1996 hemos
tomado todas las medidas que deberíamos tomar, pero sí se han
adoptado medidas. Pondré una como ejemplo. En el año 1995, el
Gobierno socialista apadrinó un acuerdo de limitación con el sector
de los fabricantes de automóviles contaminantes con dos escenarios,
2000/2005, que me parece un buen acuerdo que en el sector del
transporte nos conduce por la vía adecuada. Lo único que quiero
destacar es que la oficina que nosotros diseñamos es algo distinto a
lo que se había propuesto anteriormente. ¿Por qué? Porque la oficina
tiene unos objetivos muy distintos a los que se proponían antes (y no
quiero leerlos todos) y que su función es la de ser una correa de
transmisión. No estamos hablando de diseño estratégico, no. Estamos
hablando de un organismo con personalidad, adscrito al Ministerio,
con funcionarios, con medios, con unos objetivos y un compromiso muy
concreto, que excede del ámbito de actuación actual. ¿Por qué? Porque
una de sus funciones importantes es precisamente ésa: la de ser la
correa de transmisión entre los actores implicados en el proceso y
todos los foros de negociación y la toma de decisiones, hecho que me
parece muy importante.

En cuanto a las medidas de las energías renovables en el campo de
energía creo que están tomadas adecuadamente y, sobre todo, están
demostrando en España un resultado excelente. Respondiendo a las
preguntas concretas que se han hecho, diré que las pautas que se
tienen que seguir para ratificar el protocolo en el año 2002 han de
ser las que yo he propuesto en mi exposición. Creo que es
imprescindible llegar a un acuerdo. Habrá que hacer renuncias por
ambas partes, pero es imprescindible llegar a un acuerdo entre las
partes para proceder a la definición de las reglas del juego; es lo
más importante y lo más urgente. Lo dicho con cierto énfasis, pero
debe de haber pasado desapercibido: nos podemos permitir un segundo
fracaso en Bonn. Es el escenario más cercano, más concreto y más
importante que tenemos para poder ratificar el protocolo. De nada
sirve ratificar el protocolo, sería papel mojado, si las partes no se
ponen de acuerdo en su definición ni en su concreción.

La pregunta relativa a los países americanos ya la he contestado. Las
actuaciones del Ministerio tienen que implicar a infinidad de actores
dentro utilizando, naturalmente, el Consejo Nacional del Clima, así
como las fórmulas creadas para este escenario que, insisto, al ser
algo distinto a la oficina, no tienen nada que ver, sino que son
complementarias; precisamente el Consejo es
una de las fórmulas que se pueden utilizar para implicar a estos
actores. Esa traslación llega -como muy bien ha apuntado el portavoz
de Convergència i Unió- a las comunidades autónomas. Los pasos que va
a dar la oficina tienen que definir las responsabilidades de las
distintas comunidades autónomas, la colaboración y coordinación de
las políticas de las diferentes comunidades autónomas, porque es un
factor fundamental, con competencias exclusivas en la materia dentro
de ese escenario. Tendremos que conocer esos mapas en un momento
dado, por comunidades autónomas y también con políticas de
comunidades autónomas.

Un tema que me parece importante y es el último que quería destacar,
señora presidenta, es el de los levy. Es cierto que España -quiero
explicarlo muy bien para que no se tergiverse- se opuso a la creación
de un levy -que no tiene nada que ver con una tasa medioambiental- en
la emission training. ¿Por qué? Porque nosotros apostábamos -y España
se comprometió si ello era necesario- por incrementar en un 50 por
ciento sus ayudas al GEF para el fomento a las ayudas a los países en
vías de desarrollo. Esto es algo que ha apuntado la portavoz de
Izquierda Unida y es muy importante. ¿Con qué cara podemos pedir a
los países en vías en desarrollo en estos momentos que se impliquen
en determinadas medidas cuando el señorito, el rico, como está
arriba, ahora que ha contaminado todo lo del mundo y mucho más
gozando de una posición de privilegio, ahora quiere se apliquen las
medidas para que pueda vivir tranquilo? (comparto totalmente este
contexto y creo que una de las vías de solución en las que España
mostró toda su predisposición fue la de fomentar la financiación y
las ayudas al desarrollo para que estas medidas medioambientales no
supongan una limitación a las posibilidades de crecimiento de los
países en vías de desarrollo y, por consiguiente, del acceso al
bienestar social. Quiero decirle que nos opusimos a las levy porque
en los emission training tenían el riesgo claro y fundamentado de que
Estados Unidos exigía como contraprestación -umbrella-, levy en todos
los mecanismos de flexibilidad. Si ponemos levies en todos los
mecanismos de flexibilidad, estamos poniendo levies a la burbuja lo
cual tenía un coste que nuestros servicios calcularon en 70 millones
de dólares/año para España. Nosotros creímos que era una situación
injusta para España. España quiere incluso incrementar en un 50 por
ciento -en la medida en que haga falta y que negociemos- sus ayudas a
los fondos de desarrollo a través del GEF, pero no hacer una
aportación desigual al fondo que perjudicara una situación de partida
que España se había ganado en la negociación y en el momento inicial.

Que España tenga una posición en la burbuja en la que pueda
incrementar esa contaminación atmosférica. Es una situación que se ha
ganado porque parte de una situación mucho mejor que la de los demás
países industrializados de Europa, con lo cual no es justo que España
tenga ahora que pagar esa



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burbuja como aportación a este mercado de emisiones. Esa fue nuestra
posición, que no tiene nada que ver, insisto, con que la aportación a
los mecanismos de desarrollo se haga por otras vías.




La señora PRESIDENTA: Terminamos hoy la celebración de la última
Comisión del año, del siglo y del milenio. Desde la Mesa y esta
Presidencia les queremos transmitir nuestros mejores deseos a los
servicios de la Cámara, a los representantes de los medios de
comunicación y a los comisionados de Medio Ambiente. Puede resultar
llamativo que el objeto de esta última Comisión de Medio Ambiente
haya sido el cambio climático. Esperemos que para el nuevo año, para
el nuevo siglo y para el nuevo milenio siga preocupando el medio
ambiente, se sensibilice todo el planeta y mejoremos la calidad de
vida de todos.

Señores y señoras diputados, les deseamos un feliz año cargado de
salud, de trabajo, de felicidad, de paz y
le trasladamos también este deseo al señor ministro de Medio Ambiente
y a todo su equipo, agradeciéndole esta segunda comparecencia y las
explicaciones claras y precisas que ha dado, así como a los
diferentes portavoces de los grupos parlamentarios las documentadas
intervenciones y esperemos que el próximo año sigamos debatiendo
sobre el medio ambiente, que, como se ha demostrado, es un tema muy
importante que impregna todas las áreas de la actividad humana.

Señoras y señores, muchas felicidades en nombre de todos.




El señor MINISTRO DE MEDIO AMBIENTE (Matas i Palou): Muchas gracias y
felicidades.




La señora PRESIDENTA: Se levanta la sesión.