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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 21, de 02/07/2008
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


PLENO Y DIPUTACIÓN PERMANENTE


Año 2008 IX Legislatura Núm. 21

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JOSÉ BONO MARTÍNEZ

Sesión plenaria núm. 20 (Sesión extraordinaria) celebrada el miércoles 2 de julio de 2008



ORDEN DEL DÍA:


Juramento o promesa de acatamiento de la Constitución por nuevos señores diputados... (Página 2)


Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento:


- Comparecencia, a petición propia, del presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento, para informar de las medidas del Gobierno ante la situación económica. (Número
de expediente. 210/000006.)... (Página 2)


- Comparecencia del presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, solicitada por los grupos parlamentarios de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds y Vasco (EAJ-PNV), para que explique las medidas que el
Gobierno piensa adoptar ante la gravedad de la crisis económica y su repercusión sobre el empleo y el bienestar social. (Número de expediente. 210/000002)... (Página 3)


- Comparecencia del presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, solicitada por 80 diputados del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, para que explique las medidas económicas que va a adoptar ante la crisis en general y,
especialmente, la generada por la subida de precios de los carburantes. (Número de expediente. 210/000004. )...
(Página 3)


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SUMARIO


Se abre la sesión a las cuatro de la tarde.



Juramento o promesa de acatamiento de la Constitución por nuevos señores diputados... (Página 2)


Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento... (Página 2)


Comparecencia, a petición propia, del presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento, para informar de las medidas del Gobierno ante la situación económica... href='#(Página2)'>(Página 2)


Comparecencia del presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, solicitada por los grupos parlamentarios de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds y Vasco (EAJ-PNV), para que explique las medidas que el
Gobierno piensa adoptar ante la gravedad de la crisis económica y su repercusión sobre el empleo y el bienestar social... (Página 3)


Comparecencia del presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, solicitada por 80 diputados del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, para que explique las medidas económicas que va a adoptar ante la crisis en general y,
especialmente, la generada por la subida de precios de los carburantes... (Página 3)


El señor presidente del Gobierno (Rodríguez Zapatero), expone la actual situación económica española, las perspectivas para los próximos trimestres y las medidas que está tomando el Gobierno para paliar sus efectos en los ciudadanos y
retomar lo antes posible la senda de crecimiento y de empleo.



Intervienen los señores Rajoy Brey, en nombre del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso; Duran i Lleida, en nombre del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió); Azpiazu Uriarte, en nombre del Grupo Parlamentario Vasco
(EAJ-PNV); Llamazares Trigo y Ridao i Martin, del Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds; el señor Jorquera Caselas, las señoras Oramas González-Moro, Díez González y Barkos Berruezo, del Grupo
Parlamentario Mixto y el señor Alonso Suárez, en nombre del Grupo Parlamentario Socialista.



Contesta el señor presidente del Gobierno.



Intervienen de nuevo los señores Rajoy Brey, Duran i Lleida, Azpiazu Uriarte, Llamazares Trigo y Ridao i Martin.



Cierra el debate el señor presidente del Gobierno.



Se levanta la sesión a las ocho y veinte minutos de la noche.



Se abre la sesión a las cuatro de la tarde.



JURAMENTO O PROMESA DE ACATAMIENTO DE LA CONSTITUCIÓN POR NUEVOS SEÑORES DIPUTADOS.



El señor PRESIDENTE: Señorías, se abre la sesión.



Antes de examinar el orden del día propuesto, vamos a tomar juramento o promesa de acatamiento a la Constitución, de acuerdo con lo establecido en el artículo 20.1.3 del Reglamento. (Rumores.) Quizá para este momento sería bueno guardar
silencio.



En sustitución de doña Elisenda Malaret García, pregunto a don Sixte Moral Reixach si jura o promete acatar la Constitución.



El señor MORAL REIXACH: Sí, prometo. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: El señor Moral ha adquirido la condición plena de diputado. Enhorabuena.



COMPARECENCIA DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, DE CONFORMIDAD CON LO DISPUESTO POR EL ARTÍCULO 203 DEL REGLAMENTO.



COMPARECENCIA, A PETICIÓN PROPIA, DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, DE CONFORMIDAD CON LO DISPUESTO POR EL ARTÍCULO 203 DEL REGLAMENTO, PARA INFORMAR DE LAS MEDIDAS DEL GOBIERNO ANTE LA SITUACIÓN ECONÓMICA. (Número de
expediente 210/000006.)


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COMPARECENCIA DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, SOLICITADA POR LOS GRUPOS PARLAMENTARIOS DE ESQUERRA REPUBLICANA-IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER CATALUNYA VERDS Y VASCO (EAJ-PNV), PARA QUE EXPLIQUE LAS MEDIDAS QUE EL
GOBIERNO PIENSA ADOPTAR ANTE LA GRAVEDAD DE LA CRISIS ECONÓMICA Y SU REPERCUSIÓN SOBRE EL EMPLEO Y EL BIENESTAR SOCIAL. (Número de expediente 210/000002.)


- COMPARECENCIA DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, SOLICITADA POR 80 DIPUTADOS DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO, PARA QUE EXPLIQUE LAS MEDIDAS ECONÓMICAS QUE VA A ADOPTAR ANTE LA CRISIS EN GENERAL, Y,
ESPECIALMENTE, LA GENERADA POR LA SUBIDA DE PRECIOS DE LOS CARBURANTES. (Número de expediente 210/000004.)


El señor PRESIDENTE: Punto único del orden del día: Comparecencia del señor presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara a petición propia y de los grupos de Esquerra Republicana Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, Vasco
(EAJ-PNV) y de 80 diputados del Grupo Parlamentario Popular.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Señor presidente, señorías, comparezco hoy ante ustedes para exponer cuál es, a mi juicio, la actual situación económica española, las perspectivas para los próximos trimestres y qué
medidas está tomando el Gobierno para paliar sus efectos en los ciudadanos y retomar lo antes posible la senda de crecimiento y de empleo.



Los datos más recientes de la economía internacional y de la economía española son bien elocuentes de la situación ciertamente difícil y complicada que estamos atravesando y que está sufriendo una parte importante de los ciudadanos. El
Gobierno lo sabe, es consciente de ello y asume su responsabilidad. Asumimos la responsabilidad con nuestra plena confianza en las posibilidades de la economía española para superar estos tiempos difíciles y complicados. Quiero decir a los
ciudadanos y al conjunto de la Cámara que hemos sabido hacer crecer la economía, el empleo y las políticas sociales y que sabremos hacer recuperar la economía, el empleo y siempre manteniendo las políticas sociales, a pesar de que el momento sea más
adverso. (Aplausos.)


Voy ahora con los datos a los que acabo de aludir. Ayer, el barril de petróleo cotizó a 143 dólares y el Euribor se situó en el 5,4 por ciento; en ambos casos las cifras más altas conocidas hasta ahora. Como saben, el súbito
encarecimiento del crudo y de otras materias primas está llevando la inflación en Estados Unidos y en Europa a dígitos históricamente altos. Esta alta inflación, unida a la contracción del crédito en los mercados internacionales, ocasiona a su vez
el alza en los tipos de interés que perjudica a empresas y a familias. En España, la afiliación a la Seguridad Social en junio ha caído por primera vez en términos interanuales y el paro ha aumentado en cerca de 37.000 personas, según el dato
conocido esta misma mañana, y la inflación anticipada para el mes de junio ha situado el interanual en el 5,1 por ciento. Son cifras todas ellas negativas, que nos ilustran acerca de una coyuntura económica claramente adversa. Además, a ella hemos
llegado en un plazo relativamente breve, lo que acentúa la sensación de deterioro, porque cabe recordar que solo hace un año el barril de petróleo costaba 70,5 dólares, el Euribor estaba en el 4,5 por ciento, en España se creaba empleo con
intensidad -hasta 125.000 puestos de trabajo en el mes de junio de 2007- y la inflación era nada menos que 2,7 puntos porcentuales inferior a la actual. En tan solo seis meses la economía española ha pasado de crecer al 3,5 por ciento en el cuarto
trimestre de 2007 a crecer el 2,7 por ciento en el primer trimestre, y actualmente alrededor del 2 por ciento. Esta brusca desaceleración es todavía más visible cuando se observan las tasa intertrimestrales: 0,8 por ciento en el cuarto trimestre
de 2007, 0,3 en el primero de 2008 y, previsiblemente, algo más débil aun en el segundo trimestre que acaba de terminar.



Como saben, el contexto económico internacional empezó a deteriorarse en la segunda mitad de 2007, al coincidir la escalada de precios de algunas materias primas con los problemas financieros originados en el mercado hipotecario de Estados
Unidos. Con el paso de los meses la escalada de precios, lejos de detenerse, ha ido a más, al menos en lo que respecta al petróleo y los desórdenes financieros se han traducido en una disminución de la liquidez. Nuestro país acusa, como los demás,
la presión inflacionista y la contracción del crédito. Si bien en este último caso la vivimos con intensidad, dadas nuestras necesidades de financiación exterior, nuestro diferencial de inflación se mantiene en torno al punto porcentual. Asimismo,
estamos viviendo un fuerte ajuste de nuestro sector de la construcción, más rápido e intenso también del que se había previsto y con un alto coste en términos de empleo. Así, las afiliaciones a la Seguridad, que en el sector de la construcción
alcanzaron un máximo en el segundo trimestre de 2007, han descendido desde entonces en 230.000 personas, siendo el descenso más acusado en los últimos seis meses. El efecto del ajuste sobre el número de parados es también significativo, ya que
desde el pasado mes de septiembre un tercio del incremento del total del paro registrado ha correspondido al sector de la construcción; y las caídas del 33 por ciento en el inicio de las viviendas y del 60 por ciento en el visado de las mismas en
el primer trimestre de 2008 hacen prever que la destrucción de empleo continuará en este sector en los próximos meses. Por tanto, señorías, estamos ante un claro y rápido


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empeoramiento de la situación, consecuencia básicamente -como he mencionado- de la crisis del petróleo y otras materias primas y de la crisis financiera originada en Estados Unidos. Es un empeoramiento que padecen directamente muchos
ciudadanos; muchos ciudadanos que tienen que pagar una cantidad mayor todos los meses por sus hipotecas; muchos ciudadanos a los que la subida de precios reduce su capacidad adquisitiva. Es un empeoramiento que padecen también las empresas que
encuentran más dificultades de financiación o las que sufren con carácter inmediato las fuertes subidas del crudo.



El escenario que contemplamos para los próximos meses es, pues, de un crecimiento debilitado, pero no de un estancamiento duradero y menos aún de una etapa de recesión. En todo caso, es evidente que muchos ciudadanos sufren la situación
actual y complicada que vivimos en sus propias economías, en sus pautas de vida, y que sienten inquietud y preocupación por el futuro. Sé que es así. El Gobierno, además, asume su responsabilidad; lo ha hecho desde el primer día, reaccionando
frente a esta rápida evolución a la baja de la economía. Lo hace con los medios que tiene a su alcance y que ahora explicaré; lo hace siendo consciente de que este empeoramiento se debe en buena medida a factores que no están bajo su control, pero
sabiendo también que cuenta con medios para paliar las consecuencias del frenazo económico y para preparar a nuestra economía para volver a crecer con fuerza. Por eso, insisto, asume su responsabilidad.



Reitero entonces lo que ya he dicho días atrás. La economía española está atravesando un periodo de serias dificultades, pero debo señalar a continuación, por puro sentido de la responsabilidad a la que acabo de aludir, que nunca la
economía española había afrontado un periodo como este en mejores condiciones de partida. (Rumores.) En los últimos años la economía española ha crecido mucho y ha empezado a crecer mejor, con un crecimiento más equilibrado, con una importante
aportación de la inversión en bienes de equipo y una menor aportación negativa del sector exterior. Este crecimiento ha permitido que según lo últimos datos publicados por Eurostat la renta per cápita de España sea hoy un 7 por ciento superior a la
media europea. El avance en el último año ha sido muy significativo, situándonos 7 puntos por encima de Italia -a quien hemos superado en renta per cápita por primera vez- y recortando 5 puntos a Reino Unido y 3 puntos a Alemania y a Francia.
Concretamente, la renta per cápita en España en paridad de poder de compra aumentó en 2007 un total de 1.800 euros, mientras que en el conjunto de Europa, de la Unión Europea a Veintisiete, el aumento fue de 1.200 euros. Para poner en valor aún más
el avance económico de nuestro país basta tener en cuenta que la convergencia en renta per cápita se ha producido en un periodo donde la población española estaba creciendo a tasas muy elevadas gracias al fenómeno de la inmigración. Aun así, hace
tan solo cuatro años España estaba a 16 puntos de la renta per cápita de Alemania y hoy está a 6; y si hace tan solo cuatro años España estaba a 11 puntos de la renta per cápita de Francia, hoy está a 4 puntos. Además, la creación de tres millones
de empleos en cuatro años ha permitido que la tasa de empleo se sitúe por encima de la media de la Unión Europea a Veintisiete.



Nuestra economía presenta unas fortalezas con las que nunca antes habíamos contado, que hemos ido acumulando mediante el esfuerzo continuado de todos a lo largo de años. Primero, la población española está creciendo en su tasa más alta de
la historia; somos ya más de 46 millones, gracias al fenómeno de la inmigración se ha rejuvenecido significativamente nuestra población y nos encontramos ante un escenario demográfico más favorable. Segundo, nuestra fuerza de trabajo cuenta con
más de 20 millones de personas, de trabajadores. El número de mujeres trabajadoras ha pasado, en los últimos cuatro años, de 6.800.000 a 8.500.000 de mujeres trabajando. También han aumentado significativamente las tasas de empleo de los jóvenes y
de los trabajadores mayores. El nivel de cualificación de nuestra fuerza de trabajo es mayor, con cerca de un tercio de trabajadores con estudios superiores, y más del 40 por ciento si nos centramos en los trabajadores entre 30 y 45 años. Gracias
a este aumento en dotación de capital humano y al fenómeno de la inmigración, nuestro mercado de trabajo ha alcanzado un mayor nivel de movilidad y una tasa de paro de larga duración por debajo del promedio europeo. Tercero, el tejido empresarial
ha sabido adaptarse bien al reto de la globalización. Baste decir que tenemos empresas líderes en el mundo en ámbitos tan significativos como las comunicaciones, las obras públicas, las finanzas, los hidrocarburos, las energías renovables y el
turismo.
Nuestras empresas han llevado a cabo un intenso proceso inversor en bienes de equipo. En los cuatro últimos años han invertido un promedio del 7,4 por ciento del producto interior bruto al año en bienes de equipo, muy por encima de la
media europea, y que representa cerca del 92 por ciento de nuestro déficit por cuenta corriente. Un endeudamiento productivo que nos ha permitido multiplicar por siete el crecimiento de la productividad, pasando de un crecimiento del 0,14 por
ciento en el primer trimestre del año 2004 al 0,98 por ciento en el primer trimestre de 2008. Más que nada, merece destacar que España, con una tasa de apertura del 60 por ciento, es ya una de las economías más abiertas al mundo, por encima de
Estados Unidos, Francia o Reino Unido. En este sentido, es importante señalar que nuestra economía, a pesar de la irrupción con fuerza de China e India en el comercio mundial, ha sido, junto a la alemana, la única de las grandes economías europeas
que ha mantenido su cuota de mercado: 1,8 por ciento en los últimos años. En cuarto lugar, nuestro sector financiero presenta unas tasas de solvencia muy superiores al resto de los países desarrollados. Así, a pesar del aumento de la tasa de
morosidad esperable en una situación económica como la que estamos atravesando, nuestro nivel de provisionamiento, cuatro veces superior al de otros países desarrollados,


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permitiría cubrir hasta dos veces los fallidos, sin efectos relevantes en los resultados de los bancos. En quinto lugar, y desde luego no por ello menos importante, con nuestras cuentas públicas partimos claramente de una mejor situación
que en el pasado, gracias a los superávits acumulados de los últimos cuatro años que nos han llevado a tener una deuda pública de las más bajas de la zona euro, y muy inferior a la que teníamos en las anteriores fases bajas del ciclo. Repárese por
un momento en los datos de déficit presupuestario y deuda pública de algunos de los más importantes países europeos: Francia, déficit del 2,7 por ciento y deuda 64 por ciento del PIB; Alemania, en equilibrio presupuestario pero con una deuda del
65 por ciento del producto interior bruto; Italia, déficit público del 1,9 por ciento y deuda del 104 por ciento del producto interior bruto; y España, superávit del 2,2 por ciento y deuda del 36 por ciento del producto interior bruto.
(Aplausos.) Con estos datos cabe hacerse la pregunta: ¿Qué harían y qué dirán algunos si tuviésemos que afrontar una fase baja del ciclo como la actual partiendo de un déficit de 3,4 puntos del PIB y una deuda cercana al 50 por ciento como fue la
media de la economía española hasta 2004?


Es cierto que la debilidad del crecimiento económico se está trasladando a la evolución de los ingresos públicos y que el funcionamiento de los llamados estabilizadores automáticos tira del gasto hacia arriba, especialmente en lo que afecta
al desempleo, pero esta minoración del superávit no nos debe llevar al dramatismo; es lógico que se produzca.
Tener superávit no es un objetivo intemporal o incondicionado. Lo es, y hemos sido y seremos coherentes con esta convicción, cuando la
economía se encuentra en expansión. Cuando esto no ocurre -como ahora- hay que mantener en todo caso una actitud general de rigor, pero es bueno que la política fiscal contribuya a estabilizar la economía. Por eso en la anterior legislatura se
cambió la antigua regla del déficit cero por un principio de estabilidad a lo largo del ciclo que asegura el carácter contracíclico de la política fiscal.



Hemos ahorrado cuando debíamos y ahora tenemos margen para afrontar dificultades, pero además somos un país más fuerte porque en estos últimos años hemos enriquecido nuestra política social, que ahora adquiere un valor mayor, si cabe, cuando
las cosas van peor. Porque cuando las cosas no van bien es importante saber que la tasa de cobertura del desempleo, que era del 64 por ciento en 1993 y del 59,9 por ciento en 2002, alcanza hoy el 83,9 por ciento de los desempleados; que las
pensiones mínimas son, en media, un 90 por ciento más altas hoy que en 1993 y un 40 por ciento más altas hoy que en 2002; que el salario mínimo ha alcanzado los 600 euros y es hoy un 70 por ciento más alto que en 1993 y un 35 más alto que en 2002;
que hemos puesto en marcha la Ley de Dependencia invirtiendo más de 1.500 millones de euros, como una gran palanca de política social; que hemos conseguido la total cobertura pública en la educación de 3 a 6 años y ahora nos proponemos alcanzarlo
de 0 a 3 años; que hemos introducido el permiso de paternidad, del que se han beneficiado ya 311.000 personas; las ayudas por nacimiento o adopción de hijos, que han percibido ya 400.000 personas por un importe de 2.500 euros, o las ayudas para
alquiler de viviendas, de las que se están beneficiando 60.000 jóvenes en nuestro país. Incluso en estos momentos de dificultad, la Seguridad Social seguirá aportando superávit, que continuará nutriendo el Fondo de Reserva para financiar las
pensiones del futuro. Con la aportación de 4.700 millones aprobada en el último Consejo de Ministros el Fondo de Reserva asciende a 56.000 millones de euros, el 5,32 por ciento del producto interior bruto. (Aplausos.)


Señorías, es importante señalar además que incluso en este difícil momento coyuntural hay datos que presentan un signo positivo y son datos significativos. La inversión directa en España en los primeros cuatro meses de 2008 alcanzó los
16.136 millones de euros frente a los 7.444 en el mismo periodo de 2007, consolidando la tendencia positiva de los años previos y demostrando la confianza que los inversores extranjeros tienen en nuestra economía. El fuerte crecimiento de la
llegada internacional de turistas en los cinco primeros meses del año, que implica que 21 millones de personas han visitado nuestro país, un 3,7 por ciento más que en el mismo periodo de 2007. El buen comportamiento de las exportaciones, que las ha
llevado a crecer un 7,2 por ciento en los cuatro primeros meses del año, casi tres puntos más que el 4,6 por ciento del cuarto trimestre de 2007. O la inversión en bienes de equipo, aumentando con fuerza y registrando una tasa del 6,3 por ciento en
el primer trimestre del año.
Y, a pesar de nuestra elevada dependencia de los hidrocarburos, en los últimos tres años la intensidad energética del petróleo ha caído un 10 por ciento en nuestro país. Por último, si bien es cierto que las
afiliaciones están decreciendo en tasas interanuales por primera vez en más de una década, es importante resaltar que, si descontamos las afiliaciones de la construcción, la creación de empleo se mantiene en tasas positivas, aunque de forma más
debilitada. Concretamente, si descontamos la construcción, los afiliados a la Seguridad Social continúan creciendo a tasas del 1,3 por ciento interanual, siendo la rama de los servicios, con un crecimiento del 2 por ciento, la que muestra un mayor
dinamismo.



Señorías, el Gobierno ha estado trabajando desde el primer día en una amplia batería de medidas económicas que cubren diferentes sectores de la actividad. Lo ha hecho con una triple finalidad: primero, paliar las consecuencias en las
familias de las subidas de los precios y de los tipos de interés de las hipotecas; segundo, para apoyar a las empresas, a los sectores productivos más afectados por el fuerte ajuste del crecimiento; y tercero, para acelerar el cambio de nuestro
patrón de crecimiento, mediante reformas que introduzcan mejoras de la competitividad en sectores claves para nuestro crecimiento.



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¿Cómo está haciendo frente el Gobierno a la subida de los precios de carburantes y alimentos que sufren las familias? Es evidente, señorías, que ni este ni ningún Gobierno puede poner freno a la escalada en el precio de los carburantes y de
los alimentos que hemos vivido en el último año; tampoco a las subidas de los tipos de interés producidas como consecuencia de la crisis financiera internacional y que tanto afectan a la renta disponible de las familias españolas. Por ello,
nuestra prioridad ha sido reducir el impacto de estas dificultades en las familias. Así, más de dieciséis millones de ciudadanos, entre asalariados, pensionistas y autónomos, ya han empezado a notar en su nómina del mismo mes de junio los efectos
de la rebaja del impuesto sobre la renta de las personas físicas de 400 euros. Esta rebaja de impuestos, junto con la eliminación del impuesto sobre el patrimonio -aprobada para el próximo ejercicio- y la deflactación de la tarifa y actualización
de mínimos del IRPF -cerca de 1.000 millones de euros-, supone que el Gobierno ha aprobado una transferencia de renta a los ciudadanos por valor de 9.000 millones de euros, es decir, un billón y medio de las antiguas pesetas, y que se une a las
reducciones en el IRPF que ya aplicamos en la anterior legislatura. Medida que, como saben, aprobamos en el primer Consejo de Ministros de esta legislatura: 6.000 millones de devolución del IRPF, con la medida de los 400 euros, la aprobación de la
supresión del impuesto sobre el patrimonio, de 1.800 millones de euros, a lo que se ha sumado los 1.000 millones de euros de deflactación de la tarifa y actualización de mínimos.



El Gobierno trata, además, de evitar, con los medios a su alcance, que el alza de los alimentos siga dañando la renta de las familias. Por esta razón se promueven plataformas informativas sobre precios de bienes básicos y la Comisión
Nacional de la Competencia ha iniciado expedientes sancionadores por la posible concertación de precios entre algunas empresas de alimentación. También, y dentro de la Unión Europea, se han tomado medidas para aumentar la oferta de cereales, que es
el causante básico de la subida del precio de los alimentos. Para reducir el efecto negativo que la subida de tipos de interés está produciendo, de manera específica, además de la devolución del impuesto sobre la renta y de lo que va a suponer la
supresión del impuesto sobre el patrimonio, desde mayo es posible ampliar el plazo de amortización del crédito hipotecario a coste cero, para reducir la cuota de pago mensual, y se han eliminado los costes financieros, los gastos fiscales, los
registrales y los notariales, lo que supone un ahorro medio de 300 euros.



El segundo grupo de medidas tiene por objeto el apoyo a los sectores productivos más perjudicados por la situación, para compensar las dificultades de financiación, la subida del precio del petróleo y la caída de la construcción. El
Gobierno apoya a las empresas en un momento en el que muchas padecen el endurecimiento de las condiciones crediticias. Lo hace, en primer lugar, con la reducción del impuesto sobre sociedades acordada en la anterior legislatura y cuya segunda fase
entra en vigor este año. En segundo lugar, y para mejorar el acceso a la financiación, hemos aumentado en 2008 hasta 3.000 millones de euros la línea de avales del Tesoro para la titulización de créditos a las pymes.
De forma complementaria, en
2009 y 2010 se ampliarán las actuales líneas de apoyo a la financiación de las pymes y se introducirá una nueva línea de financiación para empresas medianas, movilizando un conjunto de 25.000 millones de euros. Asimismo se han acelerado las
devoluciones del IVA para el conjunto de las empresas, de modo que también pueden pedir mensualmente la devolución. Esta medida tendrá un impacto importante sobre la actividad de nuestro tejido empresarial, que recibirá 6.000 millones de manera
anticipada en 2009.



En este capítulo de apoyo a sectores productivos, estamos tomando medidas para paliar la situación de colectivos cuya actividad económica se ve especialmente afectada por la subida de carburantes, como es el caso del transporte por
carretera. El pasado 11 de junio el Ministerio de Fomento y el Comité Nacional del Transporte por Carretera alcanzaron un acuerdo por el que el Gobierno se comprometió a ejecutar 54 medidas con el objetivo de superar las dificultades generadas en
el sector por la escalada del precio del gasóleo y la caída de la actividad, de tal forma que las empresas españolas puedan mantener su competitividad. Entre las medidas se encuentra una reducción en las cargas fiscales mediante una bonificación
para 2008 de las cuotas del impuesto de actividades económicas, una reducción para 2006 y 2009 del impuesto sobre primas de seguros, la agilización de la devolución del IVA y la modificación del tratamiento de las dietas en el IRPF. En el sector de
la pesca hemos buscado respuestas coordinadas dentro de la Unión Europea. Como ya informé a SS.SS. en mi comparecencia del pasado 25 de junio, España ha propiciado una iniciativa conjunta con los países mediterráneos de la Unión que propone, entre
otras medidas, el aumento del límite existente de ayudas de mínimis al sector y el uso de fondos comunitarios para poner en marcha medidas tanto de urgencia como estructurales para un sector en el que el carburante puede suponer una tercera parte de
sus costes totales. Por último, también el sector agrario mantiene conversaciones con el Gobierno para tratar de acordar medidas que apoyen este aumento desproporcionado de los carburantes; pero hay que reconocer que la subida de los carburantes
supone un empobrecimiento del conjunto de la sociedad.
Señorías, lo que ha representado el aumento del precio del petróleo en el último año supone una factura de incremento que España tiene que pagar de 19.000 millones de euros. Eso es lo que ha
representado el aumento del precio del petróleo en el último año. Por ello, uno de los principales ejes de respuesta debe basarse en reducir nuestro consumo energético con carácter general. En el Consejo de Ministros del pasado viernes hemos
aprobado el Plan Vive que entrará en funcionamiento este mismo mes y que ofrecerá financiación a los 4 millones de conductores con vehículos de más de quince años con


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un alto consumo de carburante, para que los sustituyan por un coche nuevo más eficiente y con bajas emisiones. Se espera reducir el consumo de petróleo en 700.000 barriles anuales, evitando la emisión a la atmósfera de gases de efecto
invernadero en cerca de 200.000 toneladas anuales.
Además, estamos poniendo en marcha las primeras medidas del Plan de acción de ahorro y eficiencia energética, que supondrá reducir un 10 por ciento de nuestro consumo energético actual. Es el caso
del plan para cambiar el 25 por ciento de semáforos convencionales por ópticas eficientes, ahorrando un 80 por ciento del consumo eléctrico; o un programa para financiar proyectos de inversión en ahorro y eficiencia energética ligados a sectores
intensivos en energía dotado con 60 millones de euros; y en los próximos meses entrará en vigor el programa de promoción de lámparas de alta eficiencia energética, que supondrá un ahorro anual equivalente al consumo de 60.000 hogares. También hay
que consolidar nuestra posición de liderazgo en renovables, y para ello presentaremos antes de fin de año una nueva ley de la eficiencia energética y energías renovables. Quiero llamar la atención sobre el hecho de que el consumo de carburantes
para el transporte supone cerca del 40 por ciento del consumo final de energía en España, por ello es necesario incentivar el uso de biocombustibles. Para avanzar en esta dirección, el Gobierno ya ha establecido mínimos del 3,4 por ciento en 2009 y
del 5,8 por ciento en 2010 para la participación de los biocombustibles en los carburantes de automoción y fijará las normas para asegurar que se produce la diversificación tecnológica entre biodiesel y bioetanol. Por último, para garantizar la
seguridad de suministro, en la cumbre bilateral con Francia del pasado 27 de junio se ha firmado un acuerdo para la construcción de una nueva línea de transmisión que doblará nuestra capacidad de interconexión con este país. Se trata de un hito
importante en la mejora de nuestra seguridad de suministro, ya que no se construía una línea nueva con Francia desde hace más de veinticinco años. Apoyo, pues, a las empresas para favorecer su financiación, para aminorar el brusco impacto del
incremento del precio del petróleo y para compensar también la crisis del sector inmobiliario.



Señorías, en este último ámbito, en el sector de la construcción, se está acelerando la licitación de obra pública, habiendo alcanzado ya los 9.000 millones de euros en el primer semestre de este año para compensar en alguna medida la
reducción tan fuerte de inversión en el sector residencial. Paralelamente, hemos adoptado medidas para el impulso a la construcción de viviendas de protección oficial, un bien básico que el Estado debe facilitar. Hemos dotado a las comunidades
autónomas de mayor flexibilidad para acordar con el sector privado la transformación de vivienda libre en vivienda protegida, y en octubre se concretarán con comunidades autónomas y ayuntamientos los compromisos financieros del nuevo Plan de
Vivienda 2009-2012. Para facilitar la financiación, por parte de bancos y cajas, de viviendas de protección oficial hemos dotado con 5.000 millones de euros un nuevo aval del Instituto de Crédito Oficial, del ICO, para titulaciones,
comprometiéndonos a que esta línea se mantenga en 2009 y 2010. Todo ello con el objetivo de construir a lo largo de la legislatura 600.000 viviendas de protección oficial.
Adicionalmente, el 1 de enero de 2009 se pondrá en marcha un plan de
estímulo a la rehabilitación de viviendas e instalaciones turísticas, el Plan Renove, dotado con 2.500 millones de euros anuales en 2009 y 2010.
Además del importante impacto sobre el empleo que va a tener, el Plan Renove servirá para reducir
nuestras emisiones y nuestra dependencia energética e impulsar un turismo de mayor calidad en un sector tan determinante para la economía de nuestro país. De forma complementaria, antes de fin de año presentaremos un nuevo marco normativo más
flexible y sencillo para impulsar las actividades de renovación y rehabilitación, refundiendo y simplificando la amplia normativa existente que afecta a estas actividades. Por último, para responder a la pérdida de empleo en el sector de la
construcción, el próximo septiembre estarán disponibles en los servicios públicos de empleo itinerarios personalizados para los trabajadores afectados, con ayudas especiales para la búsqueda de empleo de desocupados con especiales dificultades de
reinserción laboral o cuya contratación implique movilidad geográfica. En total, las medidas para el estímulo del sector de la construcción suponen una inyección adicional de 15.000 millones de euros en 2009 y 2010.



Finalmente, señorías, paso revista al tercer bloque de medidas, el que está llamado a tener más alcance en el tiempo, el que mira al inmediato presente pero sobre todo al futuro; es el bloque de las reformas para acelerar el cambio de
modelo productivo. Este rumbo lo iniciamos en la pasada legislatura, y ha empezado a dar sus frutos, pero estos son aún insuficientes. Es imperativo avanzar más y más rápidamente. En pocas palabras, se trata de aumentar nuestra dotación de
capital físico, humano y tecnológico, avanzar en la modernización de la Administración y mejorar el funcionamiento de los mercados para lograr un incremento sostenido de la productividad. En el ámbito de las infraestructuras seguiremos
desarrollando el Plan Estratégico de Infraestructuras del Transporte, el programa de inversión en infraestructuras del transporte, con igual o superior intensidad que hasta ahora. Por ello el Gobierno tiene el compromiso de que la inversión en
infraestructuras crezca en los presupuestos de 2009 por encima del promedio del gasto público.
Singularmente vamos a impulsar el transporte de mercancías por ferrocarril con el objetivo de acercarnos a la media europea y vamos a introducir la
participación privada en las actividades de gestión de aeropuertos de AENA para mejorar la eficiencia de nuestros aeropuertos, y lo haremos, tal y como nos hemos comprometido, incorporando a las comunidades autónomas a su gestión. Asimismo, antes
de 2009 presentaremos un anteproyecto de ley de puertos para introducir mayor competencia entre puertos y en la provisión


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de servicios dentro de los mismos. En materia de telecomunicaciones vamos a seguir reduciendo las barreras que limitan un uso más eficiente del espectro radioeléctrico, a la par que reforzando la protección de los consumidores.



En educación en los últimos años hemos sentado las bases para mejorar la calidad de nuestro capital humano, abordando una reforma profunda del sistema educativo con la aprobación de la Ley Orgánica de Educación y la reforma de la Ley
Orgánica de Universidades. Para los próximos años debemos atajar una de las principales debilidades crónicas que viene mostrando nuestro sistema educativo, el abandono escolar prematuro. Otra de nuestras prioridades va a ser la cobertura en la
educación infantil de 0 a 3 años. El Gobierno tiene el compromiso de crear 300.000 puestos adicionales en los próximos cuatro años para generalizar así la oferta educativa. Este compromiso es especialmente importante por su efecto dinamizador
sobre el mercado de trabajo, al permitir que cerca de 70.000 ciudadanos más, singularmente mujeres, se incorporen al mercado de trabajo. Vamos a revisar el actual modelo de formación profesional, que consideramos prioritario para considerar un
modelo alternativo de crecimiento económico. Este mismo mes el Gobierno aprobará una línea de reformas que nos llevará hacia un nuevo sistema de formación profesional más flexible y más ágil en su adaptación a las necesidades de la sociedad, con
mayor reconocimiento social y más visible. También daremos un impulso definitivo a la universidad, modernizándola a través de la estrategia Universidad 2015 para mejorar la excelencia, la competitividad, la internacionalización del sistema
universitario y la calidad de las instalaciones y laboratorios universitarios. Una pieza fundamental de esta estrategia, que desarrollaremos en cooperación con las comunidades autónomas, es la reforma del sistema de financiación universitaria, para
orientarlo más hacia la calidad y vinculándolo a resultados verificables. En lo que concierne a otra de nuestras líneas de atención estratégica, la inversión en investigación, desarrollo e innovación, durante la anterior legislatura sentamos las
bases de un nuevo sistema Ciencia y Tecnología que nos permitiera aspirar a situarnos a medio plazo entre las potencias tecnológicas del mundo. A las nuevas políticas, que han supuesto un empuje sin precedentes para la ciencia y la innovación bajo
el paraguas de Ingenio 2010, se ha unido el esfuerzo inversor que supone casi triplicar los recursos entre 2004 y 2008, orientándolos en programas específicos para aumentar la excelencia, la transferencia tecnológica y la inversión privada en
investigación, desarrollo e innovación. En esta legislatura vamos a mantener el importante esfuerzo presupuestario en esta materia, y con el nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación, que aúna por primera vez en España el conjunto de instituciones
públicas dedicadas a la I+D+i civil, pretendemos mejorar la gestión y la coordinación de la Administración del Estado y de ésta con las comunidades autónomas y la Comisión Europea. La actuación del Gobierno en esta área vendrá marcada por el
desarrollo del nuevo Plan Nacional de I+D+i para el periodo 2008-2011. Este plan, que simplifica considerablemente el complejo mapa instrumental existente, concentra los esfuerzos en cinco áreas tecnológicas de futuro: la salud, la biotecnología,
la energía y el cambio climático, las tecnologías de la información y la comunicación, y la nanotecnología y los nuevos materiales. Por tanto, señorías, mayor y mejor inversión en capital físico, humano y tecnológico como pieza esencial en la
aceleración del nuevo modelo de crecimiento económico, pero también reformas en distintos mercados y en la Administración.



El sector servicios es un importante motor de crecimiento y creación de empleo, representa dos terceras partes de nuestra actividad; sin embargo, no está sujeto aún todo lo que debería a las reglas de la competencia, y es en buena medida
responsable de nuestro diferencial de inflación.
Reitero el anuncio realizado solo hace unos días: antes de que concluya este mes se elevará a la Comisión Delegada del Gobierno de Asuntos Económicos un borrador de anteproyecto de ley para una
trasposición de la Directiva de Servicios, que reduzca de forma efectiva las trabas a la actividad en el sector, incentive la productividad, incremente la variedad y calidad de los servicios y reduzca los precios que deben pagar consumidores y
empresas en actividades como la distribución comercial, los colegios privados, la hostelería o las gasolineras. El pasado 4 de mayo el Consejo de Ministros aprobó el Plan de acción de reducción de cargas administrativas para aligerar las actuales
cargas burocráticas mediante diversas actuaciones que afectarán en una primera fase a 58 procedimientos administrativos que conciernen a la actividad empresarial.



Dentro de este capítulo de reformas quiero incluir también, señorías, una referencia a las medidas de apoyo al mercado de las viviendas en alquiler, pues, a juicio del Gobierno poseen igualmente un significado estructural. En nuestro país
el acceso a la vivienda en alquiler es aún una tarea pendiente y tenemos una tasa de viviendas vacías superior a la de nuestros homólogos europeos. Junto a las ayudas al alquiler para jóvenes hemos tomado medidas fiscales tanto para arrendatarios
como para inquilinos, que ya han podido hacer valer en sus declaraciones de impuestos de este año. Ahora es momento de mejorar el marco jurídico que afecta a las decisiones de los propietarios de alquilar o no una vivienda. Una mejora de este
marco debería dar lugar al aumento en la oferta de alquiler y a una reducción en los precios. Con esa finalidad y de nuevo antes de que concluya el presente mes, el Consejo de Ministros enviará para informe al Consejo General del Poder Judicial un
anteproyecto de reforma de la Ley de Enjuiciamiento Civil y de la Ley de Arrendamientos Urbanos. El núcleo de estas reformas lo abordaremos buscando el consenso de la Cámara. Merecerá la pena realizar todo el esfuerzo por conseguirlo. Por tanto,
señorías, reformas para aumentar, mejorar nuestro capital humano, físico y tecnológico, que afectan desde el sector de transporte a la formación


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profesional, pasando por mantener el impulso en investigación; reformas en el mercado de servicios y en la vivienda de alquiler; reformas administrativas. Todas ellas reformas concretas, cuantificables y periodificadas en cuanto a su
entrada en vigor. No dudo de que se pueden echar de menos algunas otras, y el Gobierno está abierto a tomarlas en consideración, pero creo sinceramente que este bloque de medidas -me refiero ahora sólo al tercero del que me he ocupado en esta
exposición- es ambicioso, con un plazo de ejecución corto y destinado a mejorar nuestro modelo productivo.



Señorías, como ya he indicado anteriormente, la situación económica está afectando a la mayoría de los países europeos. Es verdad que nosotros tenemos algunos problemas específicos o que padecemos con mayor intensidad como la crisis del
sector de la construcción o la especial necesidad de financiación exterior, pero sustancialmente las distorsiones del sistema financiero y la escalada de los precios del petróleo y otras materias primas nos afectan a todos de una manera semejante.
No evoco esta circunstancia para buscar ninguna complacencia de los problemas compartidos. La responsabilidad del Gobierno, del Gobierno de España, se mide por los problemas que padecen nuestros conciudadanos; este es un parámetro ineludible para
nosotros. Hago, pues, la referencia, señorías, con otro sentido; el Gobierno sigue con especial interés las medidas que están adoptando otros países, en especial los europeos, para analizar su eventual utilidad para nosotros. Pues bien, de esa
evaluación se desprende que en ningún país europeo se ha aprobado un plan específico tan ambicioso como el que ha previsto nuestro país, que a día de hoy incluye 47 medidas, ya adoptadas o de inminente adopción, y la movilización de más 65.000
millones de euros para apoyar a las familias en sus rentas, a las empresas, al sector de las infraestructuras y a las reformas en diversos ámbitos, como acabo de referir. Señorías, dejo para el final dos consideraciones de primer orden sobre el
camino elegido para afrontar y superar este periodo de dificultades. En primer término, reitero aquí una vez más nuestra concepción del diálogo social con los representantes de trabajadores y empresarios como un verdadero elemento estratégico de
nuestra política económica y social. Ya fuimos consecuentes con esta concepción en la pasada legislatura, y con mayor razón lo vamos a ser en la actual. Como saben, se ha producido una primera reunión al más alto nivel con los interlocutores
sociales, y antes de que termine julio fijaremos conjuntamente una agenda de trabajo ambiciosa y realista que dé respuesta a la actual situación económica y a los efectos en el ámbito social.



A lo largo de esta intervención he realizado una síntesis de las iniciativas del Gobierno tomadas hasta el momento y de las previstas para llevar a la práctica a corto plazo, pero la estrategia política de respuesta quedaría incompleta si no
indicáramos además lo que no vamos a hacer. Esta es la segunda consideración de alcance que quiero formular para concluir. El Gobierno no va a incumplir o dejar en suspenso ninguno de los compromisos de política social contraídos con los
ciudadanos.
(Aplausos.) Dada la situación de serias dificultades que vivimos, considero pertinente hacer este pronunciamiento delante de toda la Cámara. Vamos a actuar así por dos motivos: porque el Gobierno cree que posee margen para ello
-incluso en la hipótesis más pesimista de la evolución de la situación- y porque lo concibe como un imperativo de equidad social, puesto que nos parece inaceptable que puedan pagar más las dificultades que atravesamos los más vulnerables a ellas.
(Aplausos.) A las medidas anteriormente citadas habría que añadir las siguientes: vamos a seguir mejorando las pensiones mínimas (Aplausos.), vamos a seguir mejorando el salario mínimo interprofesional hasta alcanzar en ambos casos los compromisos
para el conjunto de la legislatura, y en concreto la subida para 2009 se presentará, y dialogará como siempre, a los interlocutores sociales; vamos a seguir desarrollando y aplicando la Ley de la Dependencia en los términos previstos; vamos a
mejorar las prestaciones no contributivas; vamos a completar la cobertura pública en la educación de 0 a 3 años, conforme al compromiso establecido; vamos a mejorar el programa de becas; vamos a mantener la alta cobertura del subsidio de
desempleo y vamos a consolidar todos los avances sociales de la pasada legislatura, como las ayudas por nacimiento o al alquiler de vivienda para jóvenes que se instauraron por primera vez en nuestro país.
(Aplausos.-Varios señores diputados:
¡Bien!) El Gobierno va a hacer el mayor esfuerzo posible para reducir los gastos corrientes pero no va a congelar, ni mucho menos reducir, ni el gasto social ni el gasto productivo con un efecto anticíclico. Toda la austeridad posible, pues, pero
no a costa de los compromisos sociales ni de las inversiones que tenemos que seguir haciendo, y a mayor ritmo si cabe, en infraestructuras, educación e innovación. Lo diré en otros términos: cuando las cosas han ido bien o muy bien durante la
legislatura pasada el Gobierno aplicó una gestión socialdemócrata del crecimiento económico (Rumores.), haciendo esfuerzo por redistribuirlo, por extender el bienestar social. Ahora, que las cosas van claramente menos bien, también aplicaremos una
política socialdemócrata a las dificultades (Aplausos.) utilizando el margen adquirido para proteger a los que se encuentren en una peor situación. (Aplausos.) En el periodo anterior, con el viento a favor, cumplimos el mandato electoral y ahora,
en condiciones adversas, también lo haremos.



Termino ya, señorías. Lo hago con una expresión de confianza; de clara confianza en nuestras posibilidades de superar esta situación; de clara confianza en nuestro país, en España. Es verdad que no dependen de nosotros una parte de los
factores que determinan la evolución de la situación, pero sí depende de nosotros, y del Gobierno en primer lugar, amortiguar sus efectos más negativos y hacer valer nuestras ventajas comparativas en cuanto el contexto internacional cambie; lo
haremos, no tengo ninguna duda. Va a exigir mucho esfuerzo de todos, en


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primer lugar del Gobierno, pero lo haremos; superaremos las dificultades y velaremos, ahora más que nunca, por una política de fuerte compromiso social con trabajadores, desempleados, pensionistas, jóvenes y autónomos; con aquellos que
tienen que hacer normalmente más esfuerzos.



Muchas gracias. (Aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente del Gobierno.



Tiene ahora la palabra por el Grupo Parlamentario Popular don Mariano Rajoy. (Aplausos.)


El señor RAJOY BREY: Señor presidente, señorías, señor Rodríguez Zapatero, tengo que reconocer que me satisface su presencia en esta Cámara. Es una prueba evidente de su respeto a la sede de la soberanía nacional. Importa menos que haya
tenido que venir a regañadientes y prácticamente a rastras (Rumores.-Aplausos.). El caso es que ha venido a hablar de economía a la institución a la que debe su nombramiento, y eso debemos celebrarlo. No lo digo porque nos falte información, al
fin y al cabo leemos los periódicos y estamos en la calle; lo que ocurre es que aunque sea de segunda mano -usted ha repetido hoy lo que ha dicho en el CES hace unos días- siempre resulta grato escucharle a usted en directo y en un marco en el que,
a diferencia de lo que le ocurre a S.S. en otros foros más cómodos, la discrepancia tiene oportunidad de manifestarse. Nos informa usted que ha dispuesto un vigoroso plan de choque para combatir una cosa que no existe y cuyas dimensiones
desconoce, pero que debe ser muy importante porque de otro modo no precisaría nada menos que de una batería de 47 medidas (Aplausos.) -el otro día dijeron 70-, sin contar, señor Rodríguez Zapatero, con el bálsamo de Fierabrás de los 400 euros, que
es bastante poco socialdemócrata, porque los cobran los que más ganan y no los perciben los que menos ganan. (Aplausos.). En realidad, sigue usted sin explicarnos qué es lo que ocurre en España, aunque reconozco que su visión de las cosas ha
mejorado mucho después de las elecciones.
Lo que hasta entonces era prosperidad sin fisuras pasó a ser una desaceleración, primero leve, luego significativa y pasado un mes tan intensa que exige tratamiento. No sé por qué ha complicado tanto las
cosas. La gente lo tiene claro desde el principio; todo el mundo sabe que sufrimos una crisis grave, que no toda la responsabilidad es del Gobierno, pero que tiene mucha culpa porque es uno de los factores agravantes. ¿Y por qué? Porque no ha
tomado ninguna medida correctora seria y en cambio ha echado más leña al fuego y parece dispuesto a perseverar en ese empeño.



Señoría, más allá de eufemismos y disimulos, los hechos no son opinables.
¿Y qué nos dicen? Pues que en estos momentos la economía española está creciendo muy poco; estamos en la cola de la zona euro. Si usted quiere, lo llamamos
estancamiento, y si no, lo que usted diga. El panorama del empleo no es más alegre. España es el país europeo en el que más ha crecido este año la cifra de parados. Los datos que ayer mismo nos proporcionaba la Oficina de Estadística de la Unión
Europea son suficientemente reveladores, y esto sí que es política social, señor presidente. A esto lo podemos llamar crisis o ajuste severo, lo que usted diga. Y de los precios ¿qué podemos decir, señoría? La tasa de inflación, que es lo más
antisocial que existe, ha llegado al 5,1 por ciento, 1,1 por encima de la media europea, sin que su Gobierno haga nada; no sé si llamar a esto desastre o calamidad, lo que usted diga. El daño que semejante subida de precios supone para los
bolsillos españoles es ingente. Las familias, solo en los últimos dos años, han pagado 400 euros más en alimentación, 100 euros más en gas y electricidad y otros 400 euros por transportes y carburantes. Las empresas no lo pasan mejor, con la
subida de los precios pierden competitividad y, en consecuencia, ni crecen ni crean empleo, y algunas ni sobreviven. ¿Hablamos de la financiación? El Euribor a doce meses está ya en el 5,4, lo que supone una factura mensual de 200 euros al mes
para una hipoteca media. La balanza exterior sigue empeorando, y nuestro déficit se sitúa ya en el entorno del 11 por ciento del PIB. Así pues, tenemos -sí, escuche usted- un crecimiento estancado, inferior al de la inmensa mayoría de nuestros
socios europeos; somos el país de Europa en el que más rápido crece el paro; la inflación está literalmente descontrolada; las difíciles condiciones financieras atenazan a nuestros hogares y a nuestras empresas, y el crecimiento del déficit
exterior sigue a un ritmo imparable.



Señor Rodríguez Zapatero, esto es una crisis económica, aunque aquí la llamaremos como usted diga. Los ciudadanos la perciben muy claramente, lo expresan las encuestas de opinión y lo confirman en su comportamiento diario. El consumo se ha
detraído, hay temor a realizar compras y se ahorra en las compras pequeñas; las ventas de automóviles han caído un 17,8 en lo que va de año, un 30 por ciento en este mes de junio; las ventas al por menor están en cifras negativas desde las
Navidades y las hipotecas constituidas descienden un 26 por ciento. Los índices de confianza en la economía española, use el indicador que use, se han desplomado literalmente. Lo perciben también casi todos los sectores económicos, no es una
crisis que solo afecta al sector de la construcción, como el Gobierno se harta de repetir; y, como es lógico, lo percibe el sector público. La recaudación de IVA está descendiendo un 18 por ciento, la del impuesto sobre sociedades un 20 y la del
conjunto de los impuestos, un 5. El superávit de las finanzas públicas se está diluyendo a gran velocidad. Qué quiere que le diga, esta combinación de elementos negativos se llama crisis económica y no es opinable, pero usted puede seguir
llamándola como quiera.



Señoría, estamos además ante una crisis -esto es muy importante- que a los españoles nos afecta más que al resto de los países europeos. Contra lo que usted


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ha venido proclamando, incluido hoy, no estamos mejor preparados para soportar la crisis, sino peor, somos más vulnerables que otros debido al alto nivel de endeudamiento de nuestras familias, de nuestras empresas y del conjunto de la
economía española frente al exterior; lamentablemente, somos los primeros en déficit exterior, y sume a ello el peso de nuestro mercado inmobiliario y añada nuestra dependencia energética. Señor presidente, el hecho objetivo es que nuestro
crecimiento se estanca mucho más rápidamente; se destruye empleo y se crea paro a más velocidad; los precios suben más, especialmente los de los productos más básicos; nos vemos más afectados por la subida de los tipos de interés. Estos son
hechos, señor Rodríguez Zapatero, y hay que explicarlos. Esto que acabo de hacer no es dar una opinión, sino reflejar hechos objetivos. Así son las cosas. No es que suframos una crisis como todo el mundo; tenemos más crisis que otros. Además de
ser más vulnerables, no estamos mejor preparados, porque en España, en los últimos años, no se ha hecho nada, y no porque no se le haya advertido. Se lo dije al vicepresidente económico en los cuatro debates de presupuestos; se lo dije a usted en
todos los debates del estado de la Nación. Y no nos hemos preparado porque usted no lo consideró necesario. Coyunturas externas desfavorables, como usted dice, todo el mundo las sufre, solo que unos las preparan y otros no. La previsión es muy
importante. Fíjese lo que ocurre con los terremotos. En algunos países causan estragos horrorosos y en otros los daños son mínimos. ¿A qué lo atribuye? (Rumores.)


En resumen, señorías, tenemos una crisis muy grave, nos afecta más que a otros países y estamos en peores condiciones para encararla porque vamos con retraso. A todo esto, señor presidente, ¿qué nos dice usted? Que de aquí a un año estará
todo arreglado y que las medidas de su Gobierno contribuirán a recuperar el crecimiento vigoroso del que disfrutábamos antes. Lamento no poder estar de acuerdo ni en su capacidad para vaticinar el futuro ni en la eficacia de las medidas que nos ha
anunciado. ¿Cómo quiere que tome en serio sus vaticinios si, como se suele decir, no ha dado usted ni una? Desde que asomó la oreja de la crisis no ha acertado usted nunca. ¿Quién nos dijo que la crisis financiera jamás afectaría a España? ¿Y
aquello de que tras una leve caída de los indicadores vendrían dos años de economía fuerte y pujante? (Un señor diputado: ¡Zapatero!) ¿Y que la inflación comenzaría a bajar a partir de marzo del año 2008? (Varios señores diputados: ¡Zapatero!)
¿Quién juraba que España lograría el pleno empleo en poco tiempo? (Los diputados del Grupo Parlamentario Popular: ¡Zapatero!) ¿Quién perjuraba que el crecimiento del año 2008 no bajaría del 3,3 por ciento? (Los diputados del Grupo Parlamentario
Popular: ¡Zapatero!) ¿Quién llamaba antipatriotas a los que ponían en duda su palabra? (Los diputados del Grupo Parlamentario Popular: ¡Zapatero!) ¿Qué nos cuenta, señor Rodríguez Zapatero? ¿Cómo olvidar su linda metáfora electoral de aquella
Champions League de la economía? (Aplausos.) Se ha equivocado usted tantas veces como ha abierto la boca. Esas son sus credenciales. Por ello, todo lo que usted diga sobre el futuro vale lo mismo que lo que ha venido vaticinando hasta ahora.



Señoría, que usted no ha sabido acertar ni una sola vez está fuera de dudas. La única duda disponible es si todos estos disparates los ha provocado el desconocimiento o el miedo a la verdad. La duda es si estamos ante un error o ante un
engaño; un error hijo del desconocimiento o un engaño hijo del temor a perder las elecciones. (Aplausos.) Para ser sincero, yo no creo en el error. No creo que quienes le asesoran no supieran lo que estaba pasando. Lo sabían, porque son
profesionales, pero usted no quiso reconocerlo porque significaba aceptar que durante cuatro años enteros, como tantas veces se le dijo, había estado sin hacer nada de provecho. No se atrevió a reconocerlo y menos aún en vísperas de las elecciones.
No hizo nada. Dejó que las cosas se pusieran peor y disfrazó la realidad para engañar a los españoles. Ahora, como ya no le queda otro remedio, reconoce con desgana que algo no va bien. Esta ha sido, la de hoy, su confesión más atrevida y más
intrépida. En resumen, tenemos una crisis muy grave; nos afecta más que a otros países; estamos en peores condiciones para encararla; el Gobierno no ha querido reconocerla por temor a las elecciones, ha dejado que las cosas se pusieran peor,
carece de crédito en sus vaticinios y ha engañado a los españoles.



Y ahora vamos con las medidas que nos anuncia. De entrada ya afirmo que las iniciativas que anuncia tienen tanto que ver con la realidad como los presupuestos de este año; es decir, nada. (Aplausos.) Estamos hablando de cosas muy serias,
señoría; estamos hablando del bienestar de muchos españoles y aquí no caben bromas. Está usted obligado a ofrecer un mínimo de racionalidad. Y eso significa hacer las cosas en el orden que la lógica exige. Comience por explicar qué es lo que
quiere corregir y a continuación podremos saber si las medidas que propone son las adecuadas.
No haga las cosas al revés. Vamos a ver, señor Rodríguez Zapatero, ¿en qué realidad nos movemos? ¿Cuáles son los datos en que se apoyan sus propuestas?
Cada día dicen una cosa y ni siquiera entre ustedes se ponen de acuerdo. ¿Cuál es el crecimiento que podemos prever? ¿Por qué cambian de opinión cada dos meses? Del 3,3 pasaron al 3,1; después al 2,6; más tarde al 2,3, y por último a ese
misterioso por debajo del 2 que nos deja sin saber si usted se está refiriendo al 1,9 o al 0,1. ¿Cuál es el panorama económico para el que usted ha diseñado las medidas? ¿A qué daño y con qué previsiones pretende usted aplicar los remedios?
Déjese de vaguedades, olvídese de los maquillajes y díganos algo en concreto.
Necesitamos medidas que estén a la altura de las circunstancias, y eso no es posible si antes no delimitamos los problemas. Explíquenos cuáles son los datos reales que
usted maneja y luego podrá decirnos con qué medios pretende combatirlos. Esto es el mínimo de racionalidad que exige cualquier política económica. En este orden y con precisión.



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Si se salta usted la racionalidad estaremos obligados a pensar que no pretende más que cubrir las apariencias. No le puede extrañar que hasta el gobernador del Banco de España, a quien usted conoce bien, diga que las medidas del Gobierno
son claramente insuficientes. No discutiré si van o no en la dirección correcta, porque esto no basta. Necesitamos austeridad presupuestaria y reformas liberalizadoras y diálogo social para abordar una reforma laboral. De acuerdo, pero ¿cuánto
necesitamos? ¿Nos sirve cualquier ahorro presupuestario, cualquier gesto liberalizador, cualquier reforma laboral? Desgraciadamente, no. Después de engañar a los españoles en el diagnóstico, malo sería que ahora les engañara también en el
tratamiento. Necesita usted recuperar la confianza, y supongo que cuenta con algo más que su optimismo antropológico. Señor presidente, ¿qué piensa hacer, sin faltar a la verdad, para calmar los recelos de los empresarios y la desconfianza de los
consumidores? ¿Cómo piensa fomentar el ahorro familiar y empresarial? ¿Qué piensa hacer para restaurar la unidad de mercado? ¿Qué piensa hacer para combatir la inflación con eficacia? ¿A qué llama liberalizar los mercados? ¿En qué se traduce
eso para la energía, el transporte o las comunicaciones? ¿A qué llama bajar los impuestos? ¿Qué entiende por austeridad en el gasto público? ¿De qué cifras estamos hablando? ¿Y qué reformas propone en el mercado laboral? ¿Qué les pide usted a
empresarios y trabajadores? Concrete, señoría; sea usted más preciso. Con vaguedades no se crea empleo y con bellas palabras no se paga la hipoteca. Conviene, además, que evite usted las contradicciones. No predique austeridad en el gasto
público al mismo tiempo que lo aumenta con ministerios de dudosa utilidad y con la creación de un sinfín de nuevos altos cargos.
(Aplausos.) No diga que combate la inflación mientras sus políticas echan más leña al fuego. No hable de reducir
impuestos mientras aumenta la presión fiscal. Usted tiene unas ideas -se lo digo con todo respeto- muy rancias y piensa que en economía hay recetas de derechas y de izquierdas.
(Rumores.) Señor presidente, en economía, como en todo, las cosas se
hacen bien o mal, y usted hasta ahora ha preferido hacerlas mal y a eso le llama economía socialdemócrata o progresista. (Aplausos.)


Sobre todo, señor Rodríguez Zapatero, si quiere entenderse con los demás no altere el nombre de las cosas. No centre la discusión en si son galgos o podencos. Los hechos no son opinables, señoría; son hechos. Salga ya de ese pantano de
los eufemismos y las vaguedades. Necesita usted mucha claridad porque va a necesitar mucha ayuda. Esta empresa no la puede acometer usted solo. Necesitará mucha colaboración, pero no podrá obtenerla si no pone las cartas sobre la mesa. Con
engaños y con disimulos, no. Las cartas sobre la mesa: las del análisis, las de las previsiones y las de las medidas inevitables. En suma, señor Rodríguez Zapatero, ha engañado usted al pueblo español. (Varios señores diputados: ¡Hala!) Se ha
comportado usted como un médico que oculta la verdad a un paciente. (Rumores.) Sí, se lo voy a explicar. No quiso reconocer el problema cuando estaba a tiempo de tomar medidas y no tomó ninguna. Ha seguido sin reconocerlo cuando su gravedad
desbordaba cualquier pretensión de ocultamiento y ha continuado sin hacer nada. Ahora se encuentra usted preso en su propia trampa, porque por no desmentirse a sí mismo ni siquiera es capaz de ofrecer un análisis objetivo de la situación. Nos
propone unas medidas para atajar un problema cuya magnitud desconocemos. Yo comprendo que para usted es muy difícil decir ahora la verdad, porque se verá la dimensión de su engaño anterior, pero tiene que hacerlo. Debe armarse de coraje, reconocer
la gravedad de la crisis y concretar sus dimensiones para que sea posible aplicar los remedios adecuados. Si lo hace así, yo le aseguro que con el esfuerzo de todos seremos capaces de superar esta crisis. Tendrá usted todo el apoyo del Partido
Popular a su disposición. (Rumores.) Yo no quiero que los españoles paguen el pato de nuestras diferencias ni que sufran esta situación un solo día más de lo inevitable. (Aplausos.) Señor presidente, lo que yo quiero es que salgamos de la crisis
cuanto antes. Lo que urge ahora es corregir este descalabro, y nada puede ser más beneficioso en este momento que el que nos pongamos de acuerdo para combatir decididamente esta crisis, que ya es insoportable y que cada día castiga más a los
españoles. Aquí tiene usted un paquete de medidas que hemos presentado en esta Cámara. (Rumores.) Sí, sí. Nosotros demostramos que cuando las cosas se ponen difíciles sabemos gobernar. Yo se las brindo.
(Aplausos.) Le pido, señor presidente,
que las considere, que las discuta, que no sea soberbio y que atienda las peticiones razonables que le hace la oposición, que de esto algo sabemos.



Muchas gracias. (Aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo Parlamentario Popular, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Rajoy.



Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) tiene la palabra el señor Duran. (Rumores.)


Silencio, por favor.



El señor DURAN I LLEIDA: Señor presidente, señoras y señores diputados, es bien conocido que uno de los principales motores y frenos de la economía son las expectativas. Pues bien, durante las dos últimas décadas buena parte de nuestro
crecimiento se ha movido bajo las expectativas positivas que nos ofrecía nuestra incorporación a la Comunidad Económica Europea primero y más tarde a la zona euro. Pero cuando las expectativas económicas se tuercen y se presentan negativas es
preciso actuar. De lo contrario, las consecuencias pueden ser peores. Y ahora es lo que toca, señor presidente, actuar. (Rumores.)


Señor presidente, pronto hará un año desde que aparecieron los primeros síntomas claros de crisis en nuestra


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economía, y en estos meses el Gobierno ha disimulado, ha hablado de simple desaceleración y, lo que es peor, no ha tomado medidas. Ya sé que usted me dirá que han adoptado sesenta o setenta medidas, pero cuando yo hablo de medidas hablo de
medidas de verdad, no de los 400 euros. (Rumores.) En el pasado mes de diciembre, antes de las elecciones, las Cortes aprobaron una Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2008 basada en unas previsiones del Gobierno absolutamente optimistas
respecto al entorno económico y social que teníamos. El propio cuadro macroeconómico para 2009 fijado en esta Cámara hace una semana es totalmente irreal, y usted lo sabe, señor presidente. Las previsiones del Gobierno confiaban...



El señor PRESIDENTE: Señor Duran, un momento por favor.



¿Tendrían la bondad de bajar el volumen de sus conversaciones o abandonar el salón de sesiones? (Pausa.)


Señor Duran, cuando quiera.



El señor DURAN I LLEIDA: Gracias, señor presidente.



Decía que las previsiones del Gobierno confiaban en la continuidad del crecimiento económico de los últimos catorce años. Pero, señoría, sus previsiones han quedado hechas añicos, y no solo eso sino que la situación en otoño puede ser peor.
Ahora ya no se trata de discutir si a final de año el crecimiento será este 1,8 que dice ahora el Gobierno o si será solo el 1,1 por ciento que nos dice la OCDE; de lo único que se trata es de constatar que la evolución de nuestra economía está
situada en parámetros muy diferentes de años anteriores, muy diferentes de los auspiciados en la aprobación de los presupuestos, y que ello exige una política económica también muy diferente.



¿Cuáles son, señorías, las alarmas rojas encendidas de nuestra economía en estos momentos a juicio de Convergència i Unió? Le citaré siete que exigen actuaciones a corto plazo y para las cuales Convergència i Unió presenta propuestas
concretas. Primero, falta un análisis realista de la situación. Segundo, falta adecuar salidas a la crisis inmobiliaria.
Tercero, falta evitar que las restricciones de liquidez en el sistema financiero ahoguen el crecimiento de la industria o de
los servicios.
Cuarto, falta actuar para que las personas con rentas más bajas puedan aguantar el impacto del aumento de la inflación. Quinto, falta reformar los servicios públicos de empleo. Sexto, falta agilizar la inversión pública. Y
séptimo, faltan medidas fiscales para reducir costes. Le detallo, señor presidente, todas y cada una de ellas.



Falta un análisis realista de la situación. Afortunadamente, usted, señor presidente, se ha atrevido -lo hemos leído en prensa- a pronunciar la palabra crisis. Hoy habló de situación difícil y complicada. Reconocer el mal es la primera
medicina para curarlo, pero seguimos sin saber cuál es nuestra situación real. Necesitamos visualizar explícitamente las debilidades y las fortalezas que tenemos. Este análisis podemos hacérselo desde nuestro grupo parlamentario, puede hacerlo
cualquier servicio de estudios de una entidad financiera o de instituciones internacionales.
Sin embargo, lo que tiene valor es que sea el Gobierno el que haga este análisis realista y que sea previo a la adopción de medidas. Es el Gobierno el que
tiene responsabilidad y debe ejercerla.



Falta adecuar, decía, salidas a la crisis inmobiliaria. El sector inmobiliario es otra de las alarmas rojas. El sector había cometido excesos y deben corregirse. Será el mercado el principal corrector de los excesos, pero las
consecuencias de lo que ocurra en este sector afectarán al conjunto de la sociedad. Dos ejemplos. Primer ejemplo, se ha paralizado la venta de viviendas; el sector inmobiliario es el principal sector en procesos concursales y se ha generado un
stock de varios cientos de miles de viviendas vacías y sin vender en un país donde existen enormes déficits en determinados tipos de vivienda para jóvenes y para personas con rentas bajas. Segundo ejemplo, en el año 2000 la economía española
empleaba a 1,6 millones de personas en el sector de la construcción; en el año 2008, en el primer trimestre, la construcción empleaba a 2,6 millones de personas. Si la actividad de la construcción cae a niveles inferiores a los que había en el año
2000 -tal y como está pasando-, ¿qué ocurrirá con el millón de personas que ha absorbido la construcción en los últimos años? Es evidente que será el paro el punto de destino de muchos de ellos. Consecuentemente, urge actuar para que la situación
de paro sea breve. Por tanto, el sector inmobiliario requiere la adopción de medidas a corto plazo que ayuden a dar salida al stock de viviendas sin vender y que evite una destrucción de empleo.



Falta de liquidez en el sistema financiero. Muy importante, señor presidente. Las restricciones financieras no afectan solo al sector inmobiliario. Otros sectores productivos con balances saneados y con buenas perspectivas económicas las
padecen también. Son restricciones que bloquean inversiones a largo plazo y limitan la financiación del propio circulante. Esta es una cuestión nueva pero capaz de ahogar y frenar cualquier planteamiento de crecimiento en sectores rentables y
saneados.
Señor presidente, sin liquidez financiera para familias y empresas los sectores no podrán mejorar su productividad. Es preciso propiciar una nueva política económica en el círculo virtuoso liquidez-productividad para garantizar esta
mejora de productividad. En estos momentos hay un funcionamiento anormal de los mercados crediticios internacionales en relación con los riesgos de la economía española. Ello frena la inversión y el consumo y por tanto agrava la crisis. Es
necesario que el Gobierno actúe, por ejemplo -no es la única vía-, a través de emisiones de deuda pública destinadas a reforzar la liquidez existente en los mercados crediticios. Su instrumentalización puede adoptar diversas formas y en ningún caso
debiera dar lugar a un coste adicional a los contribuyentes.
De no hacerlo, podría provocarse una desinflación de activos, lo cual situaría el valor de los mismos a


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precios inferiores a su valor fundamental, es decir, a nuestro juicio, señor presidente, un despropósito.



Falta actuar, como le decía, para que las personas con rentas más bajas puedan aguantar el aumento de la inflación. La inflación debía ser del 2 por ciento y alcanza -se dijo antes- el 5,1 por ciento. Las personas más castigadas son las
que tienen menores ingresos. Además, uno de los componentes de los precios que más se incrementan es el que corresponde a los alimentos. Afortunadamente, ya hace muchos años que introdujimos el mantenimiento por ley del poder adquisitivo de las
pensiones. Este mismo mantenimiento por ley queremos que sea introducido en el llamado Iprem.
No basta simplemente hablar de incrementar el salario mínimo interprofesional, lo que hay que hacer en cualquier caso es adaptar también el Iprem, como
indicador de las prestaciones sociales.



Decía también que falta reformar los servicios públicos de empleo y las políticas activas. El objetivo debe ser la recolocación de las personas en paro, y en esto ha insistido el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió). Cualquier
análisis realista de la situación nos dirá que en los próximos meses el paro aumentará rápidamente. Podremos discutir de la cantidad, de las cifras, pero en cualquier caso el paro aumentará rápidamente. Nuestro primer objetivo, por tanto, es y
debe ser luchar para que el aumento sea el menor posible, pero a continuación lo más importante es ayudar a las personas que se hallen en paro a encontrar un nuevo empleo.



Falta incrementar la inversión pública -decía, señor presidente- y mejorar su ejecución. Sorprende, por ejemplo, que la ejecución de los Presupuestos Generales del Estado correspondiente al primer cuatrimestre de 2008 muestre una
disminución del 6 por ciento en la inversión pública y en las transferencias de capital. Siempre se ha dicho, socialdemócrata o no, que cuando se frena el sector privado la manera de dinamizar la economía es mediante la inversión pública. ¿A qué
espera el Gobierno, señor presidente, ante el dato que acabo de explicarle?


Faltan medidas fiscales para reducir costes. Acuérdese de nuestro empeño y nuestra reiteración en la modificación del impuesto sobre sociedades a la baja, y acuérdese también de que nosotros esperamos que el Gobierno incorpore en los
presupuestos de 2009 la deflactación de las tarifas del IRPF en función de la inflación esperada para el próximo año.



Más allá de actuar ante estas alarmas rojas encendidas de nuestra economía que nos amenazan con extender y agravar, según cómo, nuestra crisis, es evidente que tenemos problemas coyunturales, pero nuestros males son principalmente
estructurales. Más allá de lo coyuntural, lo nuestro es fundamentalmente estructural. Nuestro principal problema es el propio modelo de crecimiento. Se lo venimos diciendo desde el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) a partir de la
primera investidura: debemos pasar de un modelo de crecimiento de la demanda interna a un modelo de crecimiento de la demanda externa; debemos pasar de un modelo basado en el crecimiento de la mano de obra empleada por la construcción a un modelo
basado en el crecimiento de la inversión, de la innovación, de la formación y del valor añadido; debemos pasar de un crecimiento con bajos niveles de mejora de la productividad a un modelo que tenga como objetivo alcanzar rápidos aumentos de la
productividad.
Aquí está el gran problema de nuestra economía, señor presidente, ni somos competitivos ni estamos en camino de serlo mientras no modifiquemos la política económica. El modelo actual, señor presidente, está agotado.
En este
contexto, ¿dónde es preciso actuar para afrontar este cambio de modelo y ser competitivos? ¿En qué ámbitos debe actuar, tal como propone el plan anticrisis de Convergència i Unió en la moción consecuencia de la interpelación defendida la semana
pasada para el próximo otoño? Con la perspectiva más estructural, desde Convergència i Unió -en línea, como antes insistía, de aportar a esta Cámara y ante la sociedad soluciones concretas a problemas concretos- solicitamos del Gobierno que opere
al menos sobre las siguientes nueve líneas de actuación.



Reducir la inflación, la primera de ellas. Primera vía de mejora de la competitividad, reducir la inflación. ¿Cuándo dará prioridad el Gobierno a la lucha contra la inflación, cuándo será eso? Una inflación del 5,1 por ciento sobrepasa
cualquier expectativa. Tenemos, como sabe, tres focos de inflación; más allá de la bajada de los tipos de interés, dos más. Uno es el aumento de precios de carburantes y alimentos. Es cierto que eso no afecta única y exclusivamente a España sino
que es algo que afecta al conjunto de la economía desarrollada. Pero ¿se ha planteado el Gobierno cuestionar, por ejemplo, señor presidente, la política agraria comunitaria de los últimos veinte años? ¿Se ha planteado, por tanto, que la política
agraria no tenga simplemente como prioridad eliminar excedentes de producciones agrarias ni reducir la política agraria a una simple política de desarrollo rural? Un comentario parecido se puede hacer, señor presidente, respecto al tema energético.
Usted me ha oído formular esta pregunta en una, dos, tres, cuatro, en muchas más ocasiones, en esta Cámara: ¿cuál ha sido la política energética del Estado, y de su Gobierno, en los últimos veinte años para reducir nuestra dependencia energética?
¿Qué ha hecho su Gobierno para reducir nuestros costes energéticos dependientes del petróleo? Y respecto a otro de los causantes de la inflación, el aumento de los precios internos, ¿por qué razón desde que nos incorporamos al euro la inflación
española supera la media europea, año a año, en algo más de un punto? En los últimos cuatro años no se ha corregido esta situación. ¿Cómo piensa corregirlo el Gobierno en los próximos cuatro años, qué es lo que ofrece el Gobierno a la sociedad
para corregir esta inflación?


Aumento de productividad laboral, segunda línea de actuación, señor presidente, una segunda vía de mejora de la competitividad, vinculada a los aumentos de la


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productividad laboral. En este ámbito, las tareas pendientes a nuestro juicio son también numerosas. Por ejemplo, es necesario profundizar en el diálogo social para reformar el mercado de trabajo. No es sostenible que todavía una tercera
parte del empleo sea precario, es decir, sea temporal. Esto no ocurre en ningún otro país de Europa. La formación debe tener un papel muy diferente al que tiene en la actualidad. En el marco de la negociación colectiva es preciso establecer una
mayor vinculación entre las mejoras salariales y las mejoras de productividad.



Tercera línea de actuación: impulsar el ahorro interno y a largo plazo.
Importante, señor presidente, para sustituir el actual modelo de crecimiento económico. Nuestro déficit exterior ha tocado techo, no puede crecer más. El 10 por
ciento del PIB de déficit exterior resulta excesivo para cualquier economía. No es sostenible que nuestro crecimiento sea financiado permanentemente con ahorro exterior. Para cambiar esta evolución, es preciso ganar competitividad exterior para
los sectores industriales, para el turismo, para los servicios, para la agricultura, pero también es necesario estimular más el ahorro interno. Le recuerdo, señor presidente del Gobierno, que su Gobierno redujo los incentivos al ahorro a largo
plazo en la última reforma fiscal, en contra del criterio de nuestro grupo parlamentario.



Apoyar la internacionalización, palabra que hoy no se escuchó en esta Cámara en boca del presidente del Gobierno. Es preciso que la competitividad de la economía tenga un apoyo más explícito de la Administración a través de medidas
específicamente orientadas a la internacionalización. ¿Dónde está el plan del Gobierno en favor de la internacionalización de nuestras empresas, señor presidente? ¿Dónde están las medidas concretas con efectos reales, señor presidente?


I+D+i. Se ha operado y actuado en este ámbito, es verdad, pero necesitamos un modelo de investigación estable, bien dotado presupuestariamente. No es suficiente que haya mayores recursos presupuestarios, conviene esa estabilidad al modelo y
la participación de los sectores públicos y privados. Dos demandas concretas, señor presidente, dos propuestas por tanto de solución también en este ámbito, señor presidente, que le ofrece el Grupo Parlamentario de Convergència i Unió a usted, a su
Gobierno y a la sociedad. Elimine ya el plazo hasta el año 2011, como último año de aplicación de los incentivos de I+D+i del impuesto sobre sociedades, de acuerdo con lo que le ha pedido siempre nuestro grupo parlamentario al vicepresidente
económico. Y priorice -segunda propuesta- la transferencia de investigación a las empresas, priorice la innovación destinada a pymes.



Promueva, como sexta línea de actuación, señor presidente del Gobierno, la liberalización de la economía, especialmente en los mercados con menos competencia, como los de la energía, telecomunicaciones, pero también en el ámbito de
transportes, el monopolio de esta caduca AENA, de la cual usted sabe perfectamente que nosotros no participamos en su forma organizativa; o también en otro ámbito más efectivo, en el de la liberalización del transporte por ferrocarril.



Le mencioné antes, y vuelvo a citarle como vía de actuación, la política energética. ¿Cuándo va a definir el Gobierno una política energética orientada a mejorar nuestra competitividad, no simplemente a tener una mayor conexión con Francia,
sino a reducir nuestra dependencia del exterior? ¿Es consciente el Gobierno de que la política energética es posiblemente uno de nuestros flancos más débiles en el actual sistema o en el actual modelo productivo?


Le hablo de una octava medida o terreno para fomentar propuestas concretas: mejora de la eficiencia de la Administración General del Estado. Una administración eficiente y austera, como mejor aportación del Estado a la mejora de la
competitividad. Los planes que nos ha presentado hasta ahora el Gobierno en este ámbito son eternos, señor presidente: lenta disminución de trámites, lenta ejecución de inversiones públicas, duplicidad de administraciones, lenta incorporación de
la Administración electrónica, farragosa gestión -y remarco farragosa- de las relaciones entre los ciudadanos y administraciones de la importancia de la justicia o de la Administración tributaria. Todo ello sin olvidarnos de lo que antes subrayé,
de la necesaria austeridad en la actitud y el comportamiento de las administraciones públicas. Estas son también a nuestro juicio reformas estructurales que deben abordarse con valentía.



Por último, señor presidente, en esta batería de propuestas concretas de actuación, garantizar el presente y el futuro del sistema de pensiones.
Hace pocas semanas el Banco de España nos indicó su preocupación por nuestro sistema de
pensiones en un momento de caída de la actividad económica, tal como anteriormente había indicado la Comisión Europea.
Sorprendentemente, el presidente del Gobierno, al día siguiente, hizo un rápido desmentido señalando su buena salud. Por lo
menos, la imagen fue chocante, señor presidente, y el país necesita una explicación. El Banco de España no es precisamente un outsider que tenga por objetivo crear alarma entre la población. En consecuencia, necesitamos saber exactamente cuál es
la realidad y cuáles son las expectativas. El Gobierno está obligado a explicar lo bueno y lo malo de nuestra realidad.



Señor presidente, señorías, reconocer la crisis -o como quiera usted llamarle- es un paso básico para afrontarla después. Con esta comparecencia, señor presidente del Gobierno, damos por hecho que se da el primer paso para reconocer la
dificultad de la actual situación económica. Ahora falta el segundo paso, es decir, articular un conjunto de medidas para afrontarla. Hoy no ha habido ni una medida nueva; no tres o cuatro medidas, no ha habido ni tan solo una medida nueva. Nos
ha explicado aquello que ya conocíamos y que han reiterado en los últimos días, en esta Cámara o a través de los medios de comunicación, usted o su vicepresidente económico. No pretenda por tanto, señor presidente,


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limitarse a lo que está haciendo hoy. Entre julio y agosto, el Gobierno está obligado a confeccionar un plan anticrisis, un plan de medidas económicas y sociales de legislatura que ataque la crisis de manera integral, con medidas a corto y
a largo plazo. Necesitamos medidas destinadas a las personas, a las economías domésticas, afectadas por el impacto de la inflación y del paro; necesitamos medidas destinadas a las empresas, que son las entidades generadoras de empleo; necesitamos
medidas para las administraciones territoriales, las cuales están obligadas a la estabilidad presupuestaria y están debatiendo su nueva financiación.



Señor Rodríguez Zapatero, su Gobierno es el responsable de articular estas medidas. Que nadie pueda decir en los próximos meses que el Gobierno parece -como ha dicho estos días el profesor Nueno, en un artículo publicado en La Vanguardia-
que mire la televisión. La política económica necesita cambios profundos, la política económica necesita un Gobierno activo, un Gobierno que realmente tome medidas y, lo que es tanto o más importante, que la ciudadanía perciba que las toma o que
está dispuesto a tomarlas. Somos conscientes de que para llevarlas a cabo se necesita una estabilidad parlamentaria y una mayoría que usted no tiene. También en este ámbito les corresponde a ustedes, responsablemente, asumir la iniciativa, señor
presidente. Al igual que, para actuar en el terreno de la crisis económica, hay que empezar por reconocer la existencia de tal crisis, hay que reconocer, con todas las consecuencias, la realidad de la insuficiente mayoría, para intentar garantizar
la estabilidad.



Señor presidente, la crisis tiene respuestas. A nuestro juicio, a juicio de Convergència i Unió, esta crisis económica tiene respuestas. El Gobierno dispone de múltiples instrumentos de política económica capaces de cambiar la política
económica y capaces de cambiar el modelo de crecimiento. La estabilidad requiere liderazgo, requiere ambición y cumplimiento de los compromisos, sobre todo cumplimiento de los compromisos, y en todos los frentes. Solo así, su Gobierno, señor
presidente -y con esto acabo-, puede aspirar a afrontar la crisis con éxito.



Muchas gracias, señor presidente. Muchas gracias, señorías. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Duran.



Por el Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) tiene la palabra el señor Azpiazu.



El señor AZPIAZU URIARTE: Gracias, señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, aterrice, céntrese. El futuro ya no es lo que solía ser. La naturaleza cíclica de la economía hace que esto ocurra con cierta regularidad, aunque es verdad que esta última onda de crecimiento económico ha
sido la más larga que soy capaz de recordar como economista profesional. El futuro no es el que solía ser, pero no ya desde el inicio de esta legislatura, sino al menos desde el otoño, en el que, bajo el influjo de las hipotecas basura, discutíamos
el presupuesto para este año 2008. Como bien sabe el vicepresidente, las predicciones se hacen con los datos disponibles en cada momento y por eso van cambiando en el tiempo. Dice eso y tiene razón. Lo que pasa es que uno empieza a preocuparse
por el cedazo por el que el Gobierno pasa los datos disponibles. La verdad es que, si esto fuera un banco de inversión, estoy seguro de que hubiera habido despidos a mansalva. Todavía hace poco más de tres meses, en plena campaña electoral, cuando
había ya datos que auguraban una situación preocupante, su Gobierno apostaba por un crecimiento económico superior al 3 por ciento para este y para el próximo año. Después, una vez ganadas las elecciones y formado el Gobierno, hace menos de dos
meses, revisaban la cifra de crecimiento a la baja de forma considerable, hasta el 2,3. El lunes pasado, señor presidente, nos anunció que la economía va a crecer por debajo del 2 por ciento este año y que el próximo año el crecimiento será aún
inferior.
Como le han señalado también hoy, no sabemos si ese menor crecimiento va a ser el 1,9, el 1,5, el uno, el 0,5 o la cifra que usted quiera poner.



Ya en diciembre de 2007, señor presidente, había numerosas previsiones y análisis tan certeros como preocupantes sobre la fragilidad del modelo español de crecimiento. Desde el nacimiento del euro, la economía española había perdido
competitividad, en torno a diez puntos respecto a la zona euro y más de veinte respecto a Alemania. Desde esta misma tribuna yo tuve la ocasión de anunciar al ministro de Economía que tendría el triste privilegio de estrenar un déficit exterior de
dos dígitos. Hoy estamos por encima o en torno al 12 por ciento. Sin embargo, henchidos, como ahora, por el orgullo de la roja, se les olvidó lo de la parte gualda, a saber, la tradicional debilidad del modelo carpetovetónico de crecimiento,
perfectamente ejemplificada por su sector exterior. Preocupados, como el señor Aznar en su día, por el tamaño, asistíamos a la celebración de una frágil grandeza impulsada por el shock de la inmigración. Señor Zapatero, comparando su talla con la
del señor Aznar -a la vista está que el anterior presidente era más pequeño-, la verdad es que no comprendo que mantuviera esa misma obsesión por el tamaño, ese mismo espejismo político de la grandeza nacional que desde mi grupo tantas veces
criticamos en los gobiernos del Partido Popular. Hoy, paradojas de la vida, busca denodadamente la forma de deshacerse de una parte de la población, al parecer ahora sobrante, e incluso alinea sus posiciones políticas sobre inmigración con el
extremo más conservador del Parlamento Europeo.



Si usted y su equipo hubieran estado atentos, habrían sabido que lo que decían aquellos análisis económicos de principios de diciembre de 2007 -yo le podría mostrar alguno- era que a este trimotor que era la economía española estaban a punto
de fallarle a la vez dos de sus motores, el de los bajos tipos de interés y el boom inmobiliario, y que el tercero, el de la inmigración, se volvería


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sobre sí mismo como consecuencia de un periodo duradero de muy bajo crecimiento y alza de desempleo. ¿Qué hizo usted ante aquel problema? Salir huyendo hacia delante con propuestas electoralistas, como la tristemente famosa ya de los 400
euros, medida que, como señalamos en su día, afecta de igual manera a Botín y a su jardinero, pero que no se aplica a los más necesitados, es decir, a las rentas y pensiones no sujetas a retención tributaria. Después, señor presidente, usted y su
Gobierno han ido anunciando de manera deshilachada y poco estructurada una serie de supuestas medidas de carácter económico, sin un encaje en un diagnóstico serio previo, sin una evaluación de impactos ni una cuantificación de los costes y, lo que
es aún más grave, sin buscar ningún apoyo, consenso o complicidad. Me da la impresión de que ni siquiera ha contado con su propio grupo, el Grupo Socialista.



Comenzó la legislatura con la aprobación en el Consejo de Ministros y posterior convalidación del Real Decreto-ley de medidas de impulso a la actividad económica, cuyo objetivo no era otro que dar cobertura legal a su anuncio de los 400
famosos euros. Posteriormente, los diferentes ministros han ido desfilando por sus respectivas comisiones anunciando medidas, para acabar, hace una semana, anunciando usted mismo la congelación salarial del Gobierno y de los altos cargos. O sea,
vuelta otra vez a las poses de cara a la galería electoral con medidas completamente inanes.



Señor Zapatero, mientras ustedes continúan con las medidas titubeantes, las cosas se complican de forma acelerada. A los problemas de los tipos de interés, de la crisis inmobiliaria y al alza de las materias primas, se une ahora una
escalada del precio del petróleo desorbitada, que está alimentada también por factores especulativos. Los problemas crecen, pero las herramientas de respuesta siguen siendo igual de limitadas. En lugar de lanzar conjuros, hay que ser franco con
los ciudadanos. Frente a la subida de tipos, usted puede sermonear al presidente del Banco Central Europeo y lanzar la añagaza de los 400 euros, pero lo que procede es decir a la ciudadanía la verdad: que va a haber una transferencia de rentas
desde los deudores a los acreedores y que lo que el Gobierno puede y debe hacer es atender a los sectores más débiles, pero no necesariamente a todo el mundo, ni siquiera a los más perjudicados.



Frente a la crisis energética se puede seguir evitando enfrentarse a la realidad, con la excusa de que otros gobiernos lo hicieron peor, o por el contrario decir la verdad a la ciudadanía, que hay que reflejar los costes reales de la energía
y que el ahorro y la eficiencia son la única vía para aliviar un empobrecimiento relativo, que es de todas formas inevitable. Eso, por supuesto, no excluye diseñar nuevamente medidas ad hoc para segmentos especialmente afectados, como el transporte
o la pesca, pero, por favor, huya de los fondos para abaratar la energía, como propone alguno de sus colegas europeos, o de los fondos para acumular deuda. Incluso comprométase a crear un fondo en sentido inverso, si la burbuja especulativa cede
mantenga los precios de la energía para asegurar incentivos en la buena dirección. Contribuya con la acción internacional en las instituciones europeas y en los organismos internacionales a que esa burbuja cese, porque, a pesar de lo que digan
medios de prestigio, como The economist, hay serias razones para pensar que estamos ante un nuevo problema de regulación de los mercados. Y sobre todo, señor presidente, tome conciencia de que apenas disponen de margen presupuestario, porque lo ha
dilapidado y porque la enjundia de los problemas crece, por todo lo cual necesita la colaboración con las comunidades autónomas.



Ahora, usted y su Gobierno nos dicen que van a continuar profundizando en la política social, que van a priorizar las infraestructuras, adelantando incluso proyectos cuya ejecución estaba prevista para más adelante; que van a seguir con la
política de I+D+i, para lograr aumentos de la productividad; que van a redoblar esfuerzos en formación con más becas, etcétera. En fin, toda una serie de principios con los que es difícil discrepar sobre el papel, pero que nos valen de muy poco si
no pasamos a los detalles de la instrumentación de las políticas y de cómo se articulan en un Estado compuesto. Yo no creo en la respuesta anoréxica que algunos proponen, pero entiendo que los límites de gasto dan para lo que dan y por ello estoy
de acuerdo con la Comisión Europea, cuando apunta la idea de que lo que hay que hacer es gastar mejor y con políticas eficaces y eficientes. Pero esto entraña un cambio de enfoque considerable que mi grupo le viene reclamando sin resultados desde
casi el principio de los tiempos. No sé, en esta ocasión voy a tratar de decírselo con el lenguaje de la Comisión, que estos mismos días nos dice: think small first. Lo dice en inglés, lo dice en francés y lo dice en alemán. No se preocupe, yo
se lo traduzco al castellano, piense primero en lo pequeño, que es tanto como decir, piense en las soluciones desde abajo; no en resucitar viejos ministerios, sino en transformar los existentes.



Estos días hemos conocido -y usted lo ha citado- que la economía española ha alcanzado el nivel de 106,9 del PIB per cápita sobre la Unión Europea a Veintisiete. Alcanzar la convergencia es siempre una buena noticia y lo celebramos.
Euskadi la alcanzó hace una década y ahora está en el nivel de 140,6, a la cabeza de Europa, como Irlanda, pero con un desarrollo totalmente endógeno y sin efecto capitalidad. Sinceramente entendemos que algo podemos decir sobre las claves para
alcanzar un modelo competitivo, social y sostenible. Nuestro grupo parlamentario ha venido reclamando lo que denominamos la reforma del gasto público durante más de ocho años en esta Cámara y los diferentes gobiernos, al amparo de una favorable
coyuntura, han venido ignorando nuestras demandas. Ahora, creo que no lo van a poder hacer por más tiempo, ni frente a Euskadi ni frente al resto de las comunidades autónomas. El ejemplo es clamoroso como para pasar inadvertido.



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En Euskadi es un secreto a voces que el autogobierno ha sido una pieza esencial de nuestros logros y que un nuevo avance -lo que torticeramente se nos está negando- supondría un impulso claro para acelerar nuestro objetivo de una segunda
gran transformación. El modelo de Estado que usted sostiene y que niega una parte esencial del marco estatutario nos frena; nos frena para afrontar la crisis y nos frena para transformar la economía y la sociedad hacia un modelo más avanzando. La
sociedad vasca lo sabe y yo creo que ustedes también lo saben, pero no se atreven a reconocerlo en voz alta. Por eso, seguiremos reclamando una y otra vez el cumplimiento del Estatuto. Reclamamos que se respete el marco competencial, que se
complete el desarrollo estatutario, con el fin de evitar duplicidades, solapamientos, despilfarro de recursos públicos y con el fin de que las medidas de política económica que se implementen sean de la máxima eficiencia y eficacia.



Señorías, durante esta legislatura nos enfrentamos a un periodo de bajo crecimiento, con tensiones en los precios y tipos de interés, que amenaza con generar una espiral de indeseables consecuencias. Está bien adoptar medidas de impulso
como las que se han adoptado y también como las que han adoptado incluso las propias administraciones vascas, pero, además de eso, tenemos un tiempo precioso por delante para ser innovadores de verdad en las políticas públicas. Y eso pasa por
reformas de calado sobre regulación de mercados y sobre instrumentación de las políticas. El gobernador del Banco de España ha defendido hace unos pocos días, en la Comisión de Economía, la necesidad de fomentar la racionalidad económica y abordar
la reforma del gasto público. El portavoz de mi grupo, en el debate de investidura, le apuntaba algunas claves, señor presidente. Le señalaba que la política económica debía pasar por el desarrollo tecnológico y el capital humano, que era clave
apostar por la tecnología y las personas y que, para ello, había que actuar sobre varios pilares: sistema financiero e instituciones de mercado de trabajo, por un lado, y los sistemas de ciencia, tecnología e innovación y educación y aprendizaje,
por otro. Las dos primeras, grosso modo, pertenecen al ámbito de regulación y fundamentalmente son competencia de su Gobierno.
Pero las otras dos solo son posibles impulsándolas eficazmente desde ámbitos competitivos de carácter territorial. De
ahí la necesidad de culminar el proceso de transferencias pendientes.



Hoy, desde el Grupo Vasco le queremos formular una propuesta para esta legislatura. Si tiene voluntad real de avanzar, le proponemos un acuerdo que al menos pase por los siguientes puntos: inmigración, formación y políticas de I+D+i. Este
acuerdo no se refiere a meras componendas de gasto, se refiere a un acuerdo competencial a fondo y que sirva para dar un nuevo impulso a la economía. Esta es nuestra propuesta, señor presidente. Si avanza por este camino nos encontrará. Si, por
el contrario, sucumbe a los cantos de sirena de la recentralización de las políticas, si continúa con las intromisiones competenciales -Ministerio de Vivienda, políticas sociales, etcétera-, no le oculto que la confrontación estará servida.



Tengo que ir terminando. En estos días de euforia futbolística por la roja, me acuerdo de otros rojos, los de Anfield Road, a los que muchos vascos siempre hemos seguido con admiración. Y tomando prestados sus cánticos, le digo, para
terminar, señor presidente: if you think small first, you will never walk alone. Se lo digo en castellano: si piensa primero en pequeño, no caminará solo. Si, por el contrario, vuelve a caer en los sueños de grandeza de que le hablaba, no solo
la economía se resentirá, sino que, como ya ocurriera en la pasada legislatura, se presentará dentro de tres años otra vez con un cambio de modelo productivo pendiente y por tanto con las manos vacías.



Muchas gracias.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Azpiazu.



Por el Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds tiene la palabra el señor Llamazares.



El señor LLAMAZARES TRIGO: Gracias, señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, hoy no viene aquí a petición propia, no es cierto. Viene a dar cuenta de la crisis forzado por la Cámara y a iniciativa, entre otros, de mi grupo parlamentario, de Izquierda Unida y de Iniciativa per Catalunya
Verds.



Señor presidente, es todo un síntoma del síndrome de La Moncloa el alejamiento de la realidad, la pérdida de confianza y de liderazgo parlamentario. Ha perdido usted la frescura de la primera legislatura.
Por si no tuviéramos suficiente
con la crisis, el Gobierno y el presidente han perdido, siguen perdiendo, un tiempo precioso, negando la realidad y buscando desesperadamente en el diccionario. No nos podemos permitir que se añada a la crisis un Gobierno ensimismado. Ahora llegan
ustedes aquí a remolque de los acontecimientos. Aunque sea tarde, bienvenidos.



Segundo. Señor presidente del Gobierno, la crisis no es opinable. Tampoco la crisis viene de fuera y nosotros tenemos algunos problemas. Los datos son, señor presidente, incontestables. Los ciudadanos los sufren y no pueden entender que
el síndrome de La Moncloa, además de negar la realidad, incluya asimismo la insensibilidad para con aquellos que sufren la crisis. Porque hay ya 425.000 parados más que hace un año, porque la inflación se ha convertido en un impuesto regresivo para
la inmensa mayoría, porque el frenazo del crecimiento va a situarnos por debajo del 2 por ciento y porque la hipoteca media ha aumentado en 900 euros al año.
Todo esto, con 11 millones de mileuristas y de precarios, es decir, con un tejido social y
laboral frágil. Los trabajadores, que no fueron los beneficiarios del crecimiento, están pagando ya la crisis. Tampoco son de recibo unas previsiones irreales que ponen paños calientes a la crisis


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aplazando su solución. El Gobierno no es tampoco fiable en sus previsiones. No han dado prácticamente ni una.



Tercero. Señor presidente, nuestra economía, como usted decía, no es robusta. Tenía los pies de barro y no aprovechamos suficientemente el largo periodo de crecimiento para el cambio y para la justicia social. No se hicieron los deberes.
Se lo dijimos, pero no nos hicieron caso. Un modelo económico precario, desequilibrado, especulativo, injusto e insostenible; una economía apoyada en la especulación urbanística; una distribución de la renta de las más injustas de la Unión
Europea, con bajos salarios y altísimos beneficios, y una intensidad energética insostenible en el marco de la Unión Europea. Ese modelo ha caducado. No es que usted tenga algunos problemas, es que este modelo es el problema.
La economía española
está enferma por el contagio sufrido por el exterior, pero también por su propia debilidad. Y la enfermedad no se cura con analgésicos, sino que necesita cambios. El Partido Popular se inclina por un ajuste duro, con reducción del gasto público y
austeridad para los de siempre. Usted, por el ajuste con retórica social. Nosotros, por combinar la protección social y el cambio de modelo.



Cuarto. La ceguera de su Gobierno no es inocente. Ignorar la crisis no significa no padecerla y el Gobierno sabe que, de no tomar medidas de cambio, quien padecerá la crisis será la mayoría de los asalariados y las clases medias; de
hecho, ya la están padeciendo. Como consecuencia de la ceguera y la insensibilidad ante la crisis, sus medidas son continuistas y algunas de ellas escasamente sociales y, además, sin acuerdo en el marco de la concertación social. No se puede,
señor presidente, coger votos de la izquierda para tomar medidas con la derecha, aunque sea con retórica socializante. Y no se puede culpabilizar a los inmigrantes apoyando directivas de retorno, no es ético, no es inteligente, no es
socialdemócrata. Las rebajas de impuestos no son de izquierdas, son injustas y reducen el margen público frente a la crisis. El recorte del empleo público añade desempleo al desempleo privado. La imposición de una tarifa eléctrica regresiva es
también antisocial, y la privatización de AENA o de Renfe no es socialdemócrata, es vender de nuevo las joyas de la corona de forma tan oscurantista como hizo en su momento el Partido Popular.



El Gobierno, en quinto lugar, debe decir la verdad, debe reconocer la crisis y debe recuperar la confianza que hoy por hoy pierde a raudales.
Como en el fútbol, la crisis puede ser una oportunidad para el cambio. El Gobierno, el Parlamento
y los agentes sociales debemos pedir a los ciudadanos un esfuerzo compartido para salir de la crisis, pero para tener credibilidad debemos hacerlo pidiendo más sacrificio a los más beneficiados por el crecimiento, y protegiendo a los más
vulnerables, y este esfuerzo requiere la concertación y el diálogo social. El Gobierno debe recuperar también el liderazgo de los cambios, cambios imprescindibles para tener un modelo sostenible y un modelo justo. Ya no bastan las medidas
paliativas de corto alcance porque, si no se abordan los problemas de fondo, si no se cambia nuestro actual modelo de desarrollo y de distribución, volveremos otra vez a la crisis.



Los tiempos de crisis han de ser también tiempos de solidaridad, de justicia social y tiempos de cambio. Desde Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, y en nombre de un millón de ciudadanos, le pedimos medidas urgentes de protección
de los desempleados, de los débiles y de los precarios. Nada ha dicho de combatir el 20 por ciento de pobreza, nada ha dicho en relación con el Plan de modernización en políticas activas de empleo comprometido y no cumplido, nada ha dicho con
respecto a defender el poder adquisitivo de los salarios. Le proponemos medidas de reactivación de la economía productiva y de cambio de modelo de desarrollo, de infraestructuras sostenibles frente al actual PEIT, de vivienda pública de alquiler y
de rehabilitación, y le proponemos, por último, medidas de lucha contra el fraude y la elusión fiscal para mejorar la progresividad de los impuestos, junto a medidas ejemplares como la creación de un impuesto de beneficios en la banca o en el sector
del petróleo.



Señor presidente, termino. El ajuste del mercado puede servir para cambiar de modelo o para profundizar en los aspectos más regresivos de nuestro modelo de desarrollo, precario e insostenible. Si asume la gravedad de la crisis y apuesta
por el cambio social y el cambio de modelo, coincidiremos. Si continúa negando la crisis y tomando medidas continuistas y sin responsabilidad social, medidas en algunos casos antisociales, le anuncio oposición y movilización social, modesta, pero
decidida.



Muchas gracias.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Llamazares.



Por el mismo grupo parlamentario tiene la palabra el señor Ridao.



El señor RIDAO I MARTIN: Muchas gracias, señor presidente.



Señorías, señor presidente del Gobierno, como es natural, a lo largo de una hora de discurso complaciente era imposible que usted utilizara la palabra crisis, que parece proscrita en su vocabulario, aunque es verdad que empieza a admitir
-aunque sea estos últimos días o estas últimas horas- lo que ya ante los ojos de todo el mundo es una evidencia incontestable, aunque sea desde hace tiempo, y es que la economía en el conjunto del Estado se ha deteriorado de forma alarmante; lo
digo porque no hace mucho tiempo usted criticaba a los que osaban hablar de crisis, incluso les tildaba de auténticos catastrofistas. Cierto es que eran tiempos en los que usted mismo situaba la economía española en la Champions League y se jactaba
abiertamente del superávit público. En todo caso, sea como fuere, ahora ya admite que la crisis es algo opinable, incluso su vicepresidente ayer mismo nos recomendaba que fuéramos asumiendo que vamos a ser cada día más pobres, y que además tomemos


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conciencia de la magnitud de la crisis energética. Pero ustedes saben -y más después de haber reconocido recientemente que vamos a crecer por debajo del 2 por ciento- que, de mantenerse la actual tendencia, vamos a entrar francamente en
recesión, y está quizá a la vuelta de la esquina, aunque lo peor está por venir, y seguramente se va a acabar este auténtico concurso semántico, esta auténtica logomaquia a la que ustedes parecen tan aficionados; se va a acabar pronto, señor
presidente, el ajuste severo, la desaceleración; lo que va a haber es una clara, clarísima recesión.



Además, sin ánimo de abrumarles, señorías, los datos son sobradamente conocidos y además son perfectamente elocuentes; se han dicho. El IPC supera el 5 por ciento, la tasa de empleo va a llegar a finales de año al 10 u 11 por ciento, nos
cuesta llenar el depósito del vehículo tres veces más ahora que hace un año, los visados de nuevas construcciones han descendido casi un 60 por ciento, los créditos hipotecarios de dudoso cobro se han disparado, y más que se van a disparar con el
ascenso del Euribor, la liquidez del sistema financiero, digan lo que digan ustedes, está en cuestión, incluso debería repensarse, porque se basa esencialmente en el crédito hipotecario, etcétera.



Pero también es verdad, señor presidente del Gobierno, que hemos vivido otras crisis: en el 73, en el 93, hoy mismo, y además siempre las habrá, aquí y en todas partes. Asimismo, conocemos y le concedemos a usted que las causas que motivan
la actual crisis no son imputables a la gestión de su Gobierno. Es perfectamente conocido que hay una contracción del crédito bancario debida a la crisis financiera global, con origen en Estados Unidos y con una evidente repercusión en el sector
inmobiliario español -por cierto, temerariamente endeudado en el mercado internacional- y, en segundo lugar, por descontado, hay una situación de desastrosa evolución en el alza de los precios de alimentos y carburantes. Pero, admitiendo esto,
antes que nada debo decirle que es lógico -y no quisiera que le extrañara- que los portavoces de todos los grupos que hoy van a intervenir le afeen a usted sus dudas, sus dilaciones, sus retrasos en asumir la crisis, aunque a nosotros lo que nos
mueve es buscar soluciones estimulantes, no parches. Es precisamente en los momentos de crisis en los que hay que hablar de futuro y crear las expectativas de futuro que enciendan la mecha de la recuperación. Si ustedes han sido capaces de variar,
con el tiempo y de forma sobrevenida, el diagnóstico, aunque sea con la boca pequeña, bien pueden cambiar también algunas cosas de sus recetas, recetas que, en nuestra opinión -y usted ya lo sabe; lo dijimos cuando convalidamos el decreto-ley-, son
medidas de carácter coyuntural, muy centradas en el corto plazo, puramente accidentales e incluso, permítame que se lo diga, claramente liberales, en ningún caso socialdemócratas, y que se pueden resumir en un abecé que ha expresado en más de una
ocasión su vicepresidente: moderación salarial, austeridad en el gasto público, dejar que el sistema financiero haga su papel, y algunas medidas fiscales para reactivar el consumo interno, como los 400 euros, el Plan VIVE y poca cosa más.

Permítame que le haga este resumen, aunque parezca un poco grotesco.



En todo caso, lo primero que puede exigirse a un Gobierno como el suyo es que genere confianza, y por tanto que sea creíble. Eso, créame, señor presidente, no ha sido así. Ustedes -ya se ha dicho- han hecho previsiones sobre crecimiento y
ocupación que han caído auténticamente derribadas como un castillo de naipes, pese a las advertencias de algunos organismos internacionales, que usted ha desacreditado en estas últimas horas en una entrevista que yo he leído. Cuando usted insistía
en un crecimiento por encima del 2 por ciento, algunas voces autorizadas le decían que ese buque veloz de la economía española iba a colisionar con un auténtico iceberg, como es la baja productividad y un panorama energético del que somos
angustiados dependientes, y ahora nos ha dicho usted que vamos a crecer por debajo del 2 por ciento, pero, ¿cuánto por debajo? ¿El uno por ciento; el 0,5 por ciento? No nos parece, señor presidente, una forma razonable de infundir confianza.



En segundo lugar, otra cosa que cabe exigirle es una cierta capacidad de reacción, y además rápida y firme. Es comprensible que sean prudentes, porque cualquier medida, en el actual contexto recesivo, puede tener efectos no deseados e
influir en el mercado, pero es preferible afrontar la realidad tal cual y enviar mensajes claros e inequívocos. Yo no le había oído hasta hoy decir, de forma tan clara, que no van a ser los trabajadores los que van a acabar pagando la crisis, que
los trabajadores, que las clases populares no van a quedar abandonados a su suerte y, por tanto, que no va a disminuir en ningún caso la protección social.



En tercer lugar, las medidas de choque que usted ha adoptado -este ya es un clásico moderno, en concreto la propuesta estrella de los 400 euros, que por cierto se come el 60 por ciento de los 10.000 millones de su plan de choque- no han sido
un conjunto de medidas pensadas para reactivar la economía, sino para estimular un poco el consumo interno y son, en nuestra opinión, medidas no solo ineficientes, sino que incluso diría suntuarias. Solo devorarán una parte importante y
considerable del superávit público. Nosotros creemos -lo hemos dicho en más de una ocasión- que, dentro de un cuadro básico de disciplina presupuestaria -de la que, por cierto, es muy amante su vicepresidente económico-, caben medidas fiscales,
pero eficientes, y no exclusivamente para cumplir algunas promesas electorales. Como digo, no son solo necesarias medidas creíbles y eficientes, sino que hacen falta también medidas que comiencen a construir un nuevo modelo, un nuevo patrón de
crecimiento a medio y largo plazo; no ese apaño de nuevas infraestructuras, de mejora de la gestión de las mismas o mejora de la educación pública, que usted ha señalado hoy. Me refiero a algunas medidas, por ejemplo, como los incentivos a la
rehabilitación para reactivar la construcción, que ustedes han tomado,


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aunque sería mejor reforzar las bases del crecimiento económico. Por cierto, hace tiempo que ustedes conocen y que se habla de la burbuja inmobiliaria. Ha habido tiempo más que suficiente para preparar la desaceleración del sector, pero
ustedes no lo han hecho. También sabemos desde hace mucho tiempo que hay un exceso de la demanda interna, de ahí el alto nivel de endeudamiento, y he hablado antes de los preocupantes niveles de competitividad; solo hay que ver, en este caso, el
déficit por cuenta corriente, que se eleva hasta el 11 por ciento del PIB. Las exportaciones han tenido ciertamente un buen comportamiento, un tercio de las mismas son procedentes de Cataluña, pero nuestra dependencia del exterior continúa siendo
muy considerable.



Sea como fuere, ustedes han nadado hasta ahora en un mar para nada proceloso, más bien calmado, de tipos de interés bajos, de ayudas comunitarias y de incremento de la demanda interna financiada con la deuda exterior. Pero -y con esto
acabo- las medidas que ustedes proponen son claramente insuficientes. Si prosigue el incremento de tipos de interés, si Europa no avanza, si se incrementa el precio de la energía, si se generaliza la crisis bursátil, en ese escenario la prioridad
deben ser otras medidas, por ejemplo de gasto social, porque no basta con decir que no va a haber recortes, no basta con decir que no concede al Partido Popular que hay que facilitar el despido. Hay que financiar, por ejemplo, la Ley de
Dependencia, que ustedes decían que iba a ser un auténtico yacimiento de nueva ocupación. No es suficiente con medidas artificiales de 400 euros para mantener el consumo. Hay que mejorar las condiciones de ocupación para los parados procedentes de
la construcción, designando como en Europa, por ejemplo, el 2,5 por ciento del PIB a las políticas de empleo. Finalmente, medidas de estímulo a la inversión productiva, incrementar las líneas de crédito del ICO, recuperar los incentivos fiscales de
I+D+i en el impuesto sobre sociedades, acelerar la internacionalización de la economía, mejorar las infraestructuras y acabar con monopolios de facto como Aena. Pero, sobre todo, señor presidente, marque el rumbo. Proponga medidas que, más allá
del actual ciclo económico, garanticen que tengamos una economía sólida de cara al futuro, y sobre todo mejor posicionada en el mercado global.



Muchas gracias, señor presidente y señorías.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ridao.



Por el Grupo Parlamentario Mixto tiene en primer lugar la palabra el señor Jorquera.



El señor JORQUERA CASELAS: Gracias, señor presidente.



Señorías, señor presidente del Gobierno, en la última campaña electoral el Bloque Nacionalista Galego alertaba de que, ante la situación de la economía, no eran buenas ni las actitudes catastrofistas ni las actitudes autocomplacientes de
negación de los problemas. Por desgracia, los hechos nos han venido a dar la razón. La reacción de su Gobierno ante la crisis económica se ha caracterizado, desde nuestro punto de vista, por una falta de asunción de la realidad y por la lentitud
de respuesta. Ustedes han hecho auténticos ejercicios malabares para sortear la palabra crisis.
De la desaceleración han pasado al ajuste severo; de este a un frenazo importante; y, en un ejercicio circense del más difícil todavía, han concluido
con la pirueta de que estamos ante una desaceleración acelerada. Todo para intentar, en nuestra opinión, eludir su responsabilidad por haber comparecido a las últimas elecciones generales con un discurso fuera de la realidad en este tema. De ahí
que las medidas adoptadas no respondan a una estrategia clara de lucha contra la crisis.
Es más, pensamos que muchas de las medidas están mal orientadas. En primer lugar, es necesario asumir que no estamos simplemente ante un problema coyuntural
ni ante un problema solo imputable a un cambio de ciclo económico a nivel internacional. Estamos ante la crisis de un modelo de crecimiento, en la que influyen también -y sobremanera- factores internos como la baja productividad de la economía
española, que tiene su principal razón de ser en la existencia de un mercado de trabajo altamente precarizado, o su dependencia excesiva del sector inmobiliario.
Por eso no basta con aplicar medidas paliativas, como los médicos que combaten solo
los síntomas de una enfermedad, pero no van a la raíz de la misma. Para hacer frente a la crisis es necesario articular políticas públicas decididas y ambiciosas que, por un lado, eviten que la crisis castigue a los sectores más desfavorecidos y,
por otro, operen en la economía contribuyendo a reactivarla. Y difícilmente esto es posible desarmando el sistema fiscal, en un Estado que tiene una presión fiscal muy inferior a la media comunitaria; y, mucho menos, a costa de los impuestos
directos, acentuando de esta manera las injusticias de un sistema donde el esfuerzo fiscal recae sobre todo en las rentas del trabajo. Por eso no compartimos la supresión del impuesto del patrimonio o la devolución de los 400 euros, una medida que,
además de injusta y electoralista, ha absorbido buena parte del superávit, limitando la capacidad de los poderes públicos para movilizar recursos y hacer frente a la crisis.



La articulación de políticas públicas decididas no es compatible, tampoco, con una política presupuestaria obsesionada en exceso por el déficit cero. La respuesta a la crisis exige unos presupuestos expansivos, anticíclicos, aun a costa de
incurrir en déficit dentro de unos límites razonables, para de esta manera contribuir a reactivar la economía a través de una apuesta decidida por la obra pública, a mejorar su productividad invirtiendo en educación y en I+D+i, y a asegurar las
políticas sociales que usted se ha comprometido a mantener y a mejorar en esta legislatura.



No nos parecen tampoco acertadas, en un contexto de crecimiento galopante de la inflación y de contracción de las economías domésticas, medidas como la subida de las tarifas eléctricas o la supresión de la tarifa nocturna.



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Pero, además, señor presidente, nos preocupan también las manifestaciones de representantes de importantes instituciones económicas insistiendo en la necesidad de contener las subidas salariales, de flexibilizar aún más el mercado laboral e
incluso de reformar el sistema de pensiones introduciendo elementos privatizadores en el mismo. Al BNG le preocupa la evolución de la inflación, pero las políticas antiinflacionistas no pueden condicionar todas las respuestas ante la crisis, y
mucho menos aquellas que puedan estar centradas en la contención de los salarios. Los trabajadores, señor presidente, no se pueden permitir el lujo de perder aún más poder adquisitivo; y, además, si se pierde poder adquisitivo, difícilmente se
puede reactivar el consumo, y con ello la actividad económica. Por eso, esperamos que las manifestaciones de estos representantes de instituciones económicas no sean globos sonda que nos preparen para escenarios más regresivos en materia de
derechos sociales y laborales. Usted sabe, tan bien como yo, cómo muchas veces las crisis económicas son aprovechadas para ajustes duros, en los que pierden los que llevan toda la vida perdiendo para que los que ganan puedan ganar más.



Señor presidente, ustedes han iniciado la legislatura evitando llegar a acuerdos con otras fuerzas, como si con ello transmitiesen una sensación de fortaleza a la sociedad. Pero como ustedes han podido ya constatar, su Gobierno está en una
posición frágil en esta Cámara; y esta posición de debilidad no es la mejor para hacer frente a una situación de crisis. El BNG reitera su disposición a dialogar para llegar a acuerdos que doten del máximo respaldo a las políticas para hacer
frente a la crisis. Pero para que estos acuerdos sean posibles, desde nuestro punto de vista, se deben cumplir tres premisas: primero, consolidar y mejorar las políticas sociales; segundo, una política de gasto que asegure que los déficits de
Galicia, en materia de infraestructuras, se corrijan para estar en mejor posición para hacer frente a la crisis; y tercero, por último y no menos importante, que la crisis no sirva de pretexto para una reforma del sistema de financiación autonómica
a la baja.



Muchas gracias, señor presidente, señorías.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Jorquera.



También por el Grupo Mixto tiene la palabra la señora Oramas.



La señora ORAMAS GONZÁLEZ-MORO: Gracias, señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, en la elaboración y aplicación de políticas económicas es vital analizar qué se propone, cómo se implementa, y cuándo se ponen en marcha las nuevas medidas. En nuestro caso, el gran problema está siendo el
cuándo. Hace un año todos pensábamos que el país se encaminaba a grandes problemas económicos; y usted se ha empeñado en negar la mayor, criticando, de forma beligerante, a todos aquellos que se atrevían a señalar que se acercaba una crisis,
tachándolos de antipatriotas y de exagerar de forma demagógica sobre la misma. Y esa actitud la ha venido manteniendo hasta fechas tan recientes como el pasado mes de abril, en un conocido programa de televisión, e incluso el pasado fin de semana,
en una entrevista en un conocido diario de tirada nacional. Usted ha tomado decisiones, sí, pero erróneamente. La primera cuestión es que lo ha hecho a destiempo. Reconoce una realidad tarde, con una lentitud pasmosa, y no adelantándose a los
acontecimientos, que sería la actuación propia de un buen jefe de gobierno. El segundo error es cómo lo ha hecho, con una serie de medidas, alguna de importancia, pero no constituyendo un paquete ambicioso dirigido a intervenir en la economía y
sobre todo en los agentes.



Las economías de los países modernos necesitan buenos administradores, gobiernos fuertes que tomen decisiones importantes, aunque sean difíciles, en el momento oportuno y llamando a los problemas por su nombre. El margen de maniobra no es
muy grande, la capacidad de los gobiernos es limitada, pero sí pueden aprovechar la ocasión para tomar medidas de carácter estructural que mejoren el sistema productivo, y también tienen capacidad para amortiguar los efectos devastadores en las
capas más desfavorecidas de la sociedad, como son los trabajadores sin empleo y los pensionistas.



En nuestra comunidad, la canaria, existe un importante proceso real de pérdida de convergencia con el resto de España, es decir, estamos alejándonos de la media estatal y acercándonos menos a la europea de lo que lo hace el resto del país,
lo que pone de manifiesto la existencia de una España de dos velocidades. Por ello es necesario mejorar las infraestructuras, reforzar la posición internacional como potencia turística, mejorar la eficiencia de nuestras redes de transporte, actuar
en una rápida integración en las nuevas tecnologías de la información, y su relación con las empresas canarias. En este sentido en Canarias tenemos las siguientes preocupaciones, tomando como referencia la batería de medidas expuestas por usted
hoy. Primero, el paro. Segundo, las inversiones públicas y las medidas de activación turística. Tercero, la gestión de los aeropuertos. Y, cuarto, las telecomunicaciones.



Un aspecto sangrante de la situación económica son los efectos del paro en la situación personal de las familias. El Gobierno ya prevé una tasa de desempleo que puede alcanzar el 11 por ciento, pero es que en Canarias tenemos ya un 14,7 en
el primer trimestre de 2008, y la tendencia es negativa. Hoy el anuncio es que hay 174.000 canarios en paro. Por ello es fundamental una intensificación de las ayudas de Estado a Canarias para continuar y ampliar un plan especial de empleo para
nuestras islas.



Con respecto a las medidas propuestas de apoyo a la rehabilitación de hoteles nos parecen claramente insuficientes. Se trata de un sector que en España representa el 12 por ciento del PIB y en Canarias más del 30 por


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ciento, que lleva sufriendo reducciones en sus márgenes durante ya varios años sin recibir ningún apoyo, y que en la actualidad sufre una competencia internacional feroz, con una planta de alojamiento envejecida. Por ello es imprescindible
apoyar al sector, como en su momento se hizo en las reconversiones industriales y mineras, con un plan de rehabilitación turística, con altas miras y dotación presupuestaria, que se echa en falta en las medidas propuestas por su Gobierno.



Por otro lado, en el caso de las telecomunicaciones, no se incluye medida alguna para solucionar los problemas que ocasiona en Canarias la falta de competencia en el mercado, debido al monopolio del operador dominante en la conexión por
fibra óptica entre Península y Canarias.



Desde Canarias aplaudimos la iniciativa de un plan de empleo de reestructuración de la actividad de Aena, dando entrada al sector privado y a las comunidades autónomas. Como usted sabe, esta es una reivindicación histórica de Canarias, que
supondrá sin duda una mayor transparencia de Aena, y esperemos que la participación de las comunidades autónomas no sea testimonial.



En conclusión, valoramos en sus justos términos las medidas propuestas, pero creemos firmemente que su eficacia real dependerá de que se cumplan tres circunstancias. Primero, que su Gobierno deje de negar la mayor, que deje de negar la
existencia de una crisis económica y que acepte la gravedad de la misma. Segundo, de la rapidez con la que su Gobierno tome las medidas adecuadas; buena parte de las medidas propuestas precisan de una nueva legislación y nuevos presupuestos para
su entrada en vigor, de modo que se perderán entre año y medio y dos años desde el inicio de la crisis, plazo durante el cual las medidas no serán efectivas. Por último, dependerá también del calado de las medidas que se adopten y de que no se
tomen medidas meramente cosméticas, al estilo de la reducción de 20 millones de euros en el capítulo 2 de los Presupuestos Generales del Estado.



Señor presidente, usted es presidente, no es candidato. Escuche más a su ministro de Economía y no tanto a sus asesores electorales. Y le digo una cosa, reúnase con algún jarrón chino. Yo sé que a usted la política exterior y la política
económica nunca le gustaron, pero ahí están, y algún jarrón chino a lo mejor le puede asesorar.



Muchas gracias.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Oramas.



Por el Grupo Parlamentario Mixto también tiene la palabra la señora Díez.



La señora DÍEZ GONZÁLEZ: Gracias, presidente.



Señorías, presidente del Gobierno, créame, señor Rodríguez Zapatero, si le digo que he escuchado con suma atención su intervención por ver si algo había cambiado, pero es usted absolutamente fiel a su propia historia, y créame que lo
comprendo. Comprendo que, durante cuatro años, pervertir el lenguaje para pervertir la realidad, cambiar el nombre de las cosas ha sido su forma de mantenerse y de ganar las elecciones y, lógicamente, es usted fiel a esa máxima -que sirve para la
política, para la vida, y desde luego también para los negocios- de que nadie cambia de estrategia porque su estrategia le vaya mal al adversario. Lógicamente, si durante cuatro años, pervirtiendo la realidad, llamando a las cosas por los nombres
que no son, le ha ido bien, por qué ahora iba a cambiar de estrategia, si a usted le ha ido bien y al adversario le ha ido mal.
Durante cuatro años, por poner solo algunos ejemplos, a revisar la transición le llamaron ampliar el consenso o a
cambiar el modelo territorial del Estado le llamaron incorporar a los nacionalistas, y eso les fue bien.



En fin, yo creo, presidente, que hoy nos ha traído aquí unas medidas -por llamarlo de alguna manera- que no solamente son repetitivas de todo lo que ha venido diciendo en otros foros -lo mismo da que haya venido por obligación que por ganas,
cosa que es lo primero y no lo segundo-, sino que, de aplicarlas, las que son propiamente medidas económicas, saldrían más caras que el valor productivo que podrían conseguir. Usted no tiene en cuenta para nada, como ya le han dicho otros
intervinientes antes que yo, lo que son debilidades estructurales de la economía española, desde lo que tiene que ver con nuestro déficit exterior, hasta nuestra inflación, hasta nuestra dependencia -brutal dependencia- energética.
Además, usted es
partidario -fiel partidario- de dar valor taumatúrgico a frases tan solemnes como huecas, y hoy ha vuelto a decir aquí eso de que afirma, radical y contundentemente, que la economía española está mejor preparada que nunca para salir de esta
situación. Cuando le he oído repetir esta frase, he recordado una que dejó escrita Orwell en el año 1946, esa que decía -creo que es textual- que el lenguaje político está diseñado para convertir las verdades en mentiras o para que las verdades
parezcan mentiras, y para aparentar como normal lo que es meramente viento. Es como si la hubiera escrito para usted, para su ánimo y su vocación de dar este valor taumatúrgico a estas frases tan huecas. Por eso -lo digo con tristeza-, discutir de
economía con usted realmente es como perder el tiempo, porque a usted le ha ido muy bien cambiando el nombre a las cosas, y quiere cambiar también el nombre a los números, aunque dos y dos sigan sumando cuatro. Ya hemos aprobado un acuerdo del
Gobierno en el Pleno pasado para hacer los presupuestos del año que viene con una hipótesis de crecimiento que ya se ha demostrado que es puramente falsa, pero se trata de seguir dando buenas noticias, y se trata de mantener una actitud que,
insisto, le ha ido bien. Yo creo que usted dice: vamos a ver si cuela, porque como me ha ido bien estos últimos cuatro años. Ahora hay crisis -aunque no la llame crisis-, pero yo me voy a quedar sentado delante de la puerta, sonriendo -eso sí-, a
ver si en cuatro años pasa. Y si me pongo aquí, calladito, sonriendo y mirando a la gente con buena


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cara, en cuatro años ya habrá pasado, y seguramente como habrá pasado y yo me habré mantenido sonriendo, la gente apreciará que yo lo he hecho muy bien. Pues no, señor Rodríguez Zapatero, así no se resuelven las crisis, las crisis como
esta, que afectan a todos los ciudadanos, de una manera o de otra. Bueno, a todos no, porque también hay algún banquero que dice que le va muy bien. Fíjese lo que es la vida y cómo se encuentran en el camino, a veces, unos y otros.



El señor PRESIDENTE: Señora Díez, tiene que ir acabando.



La señora DÍEZ GONZÁLEZ: Termino, señor presidente.



Señor Rodríguez Zapatero, salvo algún banquero, es usted el único que sigue con el cuento de La Lechera; sigue con el cuento de La Lechera, pero con la leche derramada. Y sigue con cuentos como que vamos a seguir vendiendo los quesos, que
nos va a ir muy bien, y que vamos a hacer una factoría. No, porque la leche está en el suelo, y el único que no ve que la leche está en el suelo es usted, usted y la gente que no llega a fin de mes.



Gracias, presidente.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Díez.



Por último, por el Grupo Parlamentario Mixto, tiene la palabra la señora Barkos.



La señora BARKOS BERRUEZO: Gracias, señor presidente.



Señorías, señor presidente del Gobierno, hay dos datos que dibujan el escenario a día de hoy: el paro, que ha crecido por primera vez en el mes de junio -y esto es mucho más que preocupante-, y el segundo, el horizonte económico, que se nos
dibuja con un crecimiento de los precios por encima del 5 por ciento y una previsión de crecimiento económico por debajo del 2; esto se llama estanflación. Pero, a juicio de Nafarroa Bai, hasta aquí debe llegar hoy la base técnica de este debate
extraordinario.
Nos preocupan mucho más las decisiones políticas que se asuman esta tarde en esta tribuna y, fundamentalmente, acercar la realidad de la calle a esta Cámara.



En torno a la crisis económica, hace falta debate político sobre la situación y la manera de abordarla y los compromisos que usted esté dispuesto a adoptar hoy aquí más allá de los que nos relata, ya anunciados en los medio de comunicación.
Hasta hoy solo hemos tenido un debate partidario, bipartidista más bien, en torno a quienes negaban la realidad y en torno a quienes han gastado todo su esfuerzo en denunciarlo. Si empezamos por dibujar en sus perfiles ciertos el escenario del que
venimos y el que estamos viviendo, la realidad es que, primero, el Gobierno no quiso reconocer la situación porque estaba en campaña electoral y, por lo tanto, hemos perdido ese tiempo; y, segundo, hoy el Gobierno es reo de medidas electoralistas
que se han comido -si me permite la expresión- el poco margen de caja para reactivar la economía, y todo esto enmarcado en un clima de enfrentamiento bipartidista estéril, vuelvo a repetirlo, que en nada ha ayudado a la realidad cierta de los
ciudadanos.



En clave general, el conjunto de la ciudadanía tiene un problema económico claro por dos motivos fundamentales: el primero, porque sin subir los salarios se encuentra con un 5 por ciento largo de inflación sobre bienes básicos como
alimentación y gasolina; y, segundo, por un Euribor disparado. Con estas dos premisas, la gente está no inútilmente alarmada, la gente está asustada porque tiene menos dinero en el bolsillo, y no todos. A esto hay que añadirle -lo hemos recordado
de manera recurrente hoy en esta tribuna- el dato cierto del incremento preocupante del paro y, quiero añadir, de la mayor precariedad en el empleo, falta de estabilidad que tampoco -no se ha citado- es tan difícil de vislumbrar.



Sobre este escenario debemos trabajar. En primer lugar, llevamos seis meses en que por primera vez en mucho tiempo las previsiones no solo no se cumplen, sino que se corrigen casi cada semana. Esto hace perder credibilidad a la economía, y
este es un factor fundamental para corregir la situación. Es, por lo tanto, importante la publicidad oficial de datos ciertos para recuperar credibilidad. En segundo lugar, esta es una crisis que solo se puede enfrentar desde una perspectiva
europea. Hace falta, por lo tanto, un especial esfuerzo de coordinación con el resto de gobiernos europeos y con las directrices que se marcan desde la Comisión y, por supuesto, coordinación con la política monetaria. No basta con ser el campeón
de la cosa, como se nos ha relatado hoy aquí. Tercero, habida cuenta de que la inflación es el eje del problema, todo lo que no sean medidas para paliarla tiene poco recorrido. Por lo tanto, urgentes medidas para contener precios, no tanto en los
costes, donde los factores exógenos no están a nuestro alcance y menos en costes laborales -que ya pagan la crisis en demasía-, sino en el margen de actuación que deja la intermediación. No podemos aceptar que sectores con margen amplio en la
intermediación estén aplicando el a río revuelto sin que el Gobierno haga nada para impedirlo. Por último, como a corto plazo la demanda interna difícilmente se va a recuperar, habrá que buscar la internacionalización también de la pequeña y
mediana empresa. En este sentido, nos parece fundamental poner al servicio de estas, de la pequeña y mediana empresa, los canales y experiencia de las grandes empresas que, apoyadas en su día desde el sector público para su salida al exterior, hoy
deben ser herramienta clara al servicio de un plan de fomento de la exportación.



Otro de los elementos fundamentales del debate de hoy es la voluntad expresada y la capacidad reconocida para hacer frente a nuestras necesidades sociales. Con respecto a la cobertura social en tiempos de crisis, señor presidente, el Estado
social y de derecho que nos hemos


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dado va a cumplir con sus obligaciones, es evidente, y desde un gobierno socialista es casi una obviedad. En estos momentos debemos ir más allá, hacer incluso de la cobertura social un eje dinamizador de la economía.
No descubriríamos
nada, otros países han sabido hacerlo en tiempo de crisis y desde Nafarroa Bai es lo que esperamos de un gobierno socialista. Pero hacer economía social pasa primero por llamar a las cosas por su nombre y decir que la fiscalidad es una herramienta
social y económica, decir también que no les preocupa utilizar excedentes como los del sector financiero para generar empresas y puestos de trabajo en torno a la economía social. Decir y hacer.



Termino, señor presidente. Lo que no puede entender ningún ciudadano -y en estos momentos no se puede permitir- es que, en el mismo día y acto en que se reconocen unos beneficios en entidad privada, se declare que estamos ante una gripe
como la de los niños. Recordamos todos la frase.
Ni los ciudadanos son niños ni la enfermedad afecta igual a quien declara beneficios millonarios que al altísimo porcentaje de mileuristas que pagan religiosamente sus impuestos. Una respuesta del
presidente del Gobierno en la actual situación a declaraciones como aquellas es lo mínimo que hoy también, y hoy especialmente, señor presidente, merecen los ciudadanos.



Muchas gracias, señor presidente.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Barkos.



Por el Grupo Parlamentario Socialista tiene la palabra el señor Alonso.



El señor ALONSO SUÁREZ: Muchas gracias, señor presidente.



Señoras y señores diputados, permítanme comenzar informándoles que el grupo parlamentario al que represento valora muy positivamente el rigor y la inmediatez con que ha actuado el Gobierno. De hecho, España es el país de la Unión Europea
que está aplicando el paquete de medidas de mayor calado e impacto económico en una situación de indudables dificultades económicas, de serias dificultades que se prolongarán en el tiempo.



Desde nuestro punto de vista, las medidas adoptadas son serias, están bien pensadas y servirán para afrontar problemas concretos y específicos de los ciudadanos. Quiero, además, señorías, destacar la importancia e idoneidad de las mismas
porque combinan medidas a corto, a medio y a largo plazo que incorporan reformas estructurales para modernizar la economía española y seguir reorientando nuestro modelo de crecimiento hacia uno más competitivo basado en la productividad y que
permita mejorar nuestro potencial de crecimiento. Todo ello, señorías, garantizando nuestra política social porque los socialistas creemos que la política económica y la política social van de la mano. Una sociedad justa es aquella en la que los
poderes públicos se ocupan de los más débiles y de los que menos posibilidades tienen, especialmente cuando nos enfrentamos a momentos adversos. Nosotros, señorías, no haremos decretazos como los hizo el Gobierno del PP, ni reduciremos las
prestaciones por desempleo tan importantes en circunstancias como las actuales (Aplausos.); no reduciremos las becas como hicieron ustedes, señores del PP, y los funcionarios tampoco verán congelado su sueldo, como hizo el señor Rajoy cuando era
ministro del ramo. (Aplausos.) Las que ayer fueron sus políticas hoy continúan siendo sus recetas. Porque el Partido Popular sigue instalado en la aplicación de una filosofía ultraliberal que se resume en menos impuestos para los pocos que más
tienen y menos protección social para los que más lo necesitan (Aplausos.), a lo que se añade una radical y regresiva transformación en las funciones redistributivas del Estado. En definitiva, sus recetas propugnan sencillamente abandonar a los
ciudadanos a su suerte.



Nosotros defendemos que en la sociedad española existan unas infraestructuras y unos servicios públicos eficientes y de calidad; una regulación y un marco normativo transparente y eficaz para mejorar el funcionamiento de los mercados y una
política social que garantice la sostenibilidad de las políticas de bienestar. Frente a esos planteamientos, la propuesta fiscal de la derecha sencillamente es inviable porque pone en riesgo los servicios públicos generales, la inversión pública y
la política social.



El señor Rajoy en su intervención nos ha exhibido -porque no ha hablado de ninguna medida- un papel que al parecer contiene el programa del Partido Popular, que conocemos bien, en materia económica. A la vista de esas recetas que tan
gráficamente ha exhibido, lo que hay que preguntarle aquí claramente es: díganos, señor Rajoy, en esta Cámara, ante los representantes de los ciudadanos, qué gastos reducirían ustedes, qué inversiones quieren recortar y qué prestaciones se proponen
eliminar para conseguir que todo el gasto público crezca a tan solo el 2 por ciento.
(Varios señores diputados: ¡Muy bien!-Aplausos.) Por cierto, hablando del programa del Partido Popular en materia económica y ante la catarata de insultos que el
señor Rajoy ha dirigido al Gobierno y al presidente del Gobierno en particular, hay que recordar... (Varios señores diputados: ¡No!-Protestas.) Sí, sí, ha dicho que ha engañado a los españoles, ha dicho que ha mentido y no sé cuántas cosas.
(Rumores.) Voy a recordarles simplemente que ustedes, señores del PP, en su programa económico estimaron un crecimiento del 2,6 para 2008 y del 3 por ciento para 2009, y sobre eso hicieron sus previsiones programáticas, con lo cual el señor Rajoy
debería aplicarse el cuento de esa catarata de palabras gruesas que acaba de soltarle al presidente del Gobierno y al grupo que le apoya.
(Aplausos.) Nosotros, señorías, cuando bajamos impuestos lo hacemos con el margen necesario para seguir
garantizando servicios públicos esenciales, la sanidad, la educación, para facilitar el acceso a la vivienda, para mejorar la protección social, el desempleo,


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las pensiones, la dependencia y los servicios sociales y para seguir apostando por el futuro con más infraestructuras y más investigación.



Como sin duda SS.SS. saben, la economía española no es inmune a los cambios del contexto internacional. Hoy tenemos una economía más abierta y también más expuesta, en la que se dejan sentir los acontecimientos que ocurren en el resto del
mundo. Conocido es también por todos que vienen coincidiendo de manera simultánea una serie de choques externos de gran calado que se caracterizan por la vuelta de las tensiones inflacionistas derivadas de la evolución al alza de los precios del
petróleo, con un incremento nada menos que del 83 por ciento en el último año, y por el incremento de algunas materias primas agrícolas, que han alcanzado tasas de crecimiento de hasta el 60 por ciento. En segundo lugar, ese contexto de choques de
gran calado se caracteriza por la inestabilidad de los mercados financieros internacionales originada por la crisis de las hipotecas subprime o hipotecas basura en los Estados Unidos, que genera desconfianza y una inusual dificultad para valorar el
riesgo, provocando una importante restricción y elevación del precio del crédito. Lo que empezó siendo una crisis del negocio hipotecario, de esas hipotecas de alto riesgo, se ha contagiado al conjunto de la economía real. A la vez que ocurre
esto, el euro está muy alto, lo que hace que los productos europeos sean caros. Por el contrario, el dólar ha venido experimentando una muy fuerte devaluación, lo cual no contribuye en modo alguno a la estabilidad.



Todos estos factores, señorías, como aquí se ha dicho, son de carácter externo, pero es cierto que en la economía española ha resultado especialmente inoportuna la concurrencia de esta coyuntura internacional con el ajuste del sector de la
construcción residencial, un ajuste que se venía produciendo de una manera gradual desde mediados de 2006 y que ahora es muy intenso, aunque también será más breve. Por cierto, quiero recordar que los excesos en el sector inmobiliario se iniciaron
cuando gobernaba el Partido Popular, y poco o nada hizo para evitarlos, a pesar de que el acceso a la vivienda era cada vez más difícil y costoso y obligaba a las familias a un mayor nivel de deuda, a un mayor endeudamiento. Nosotros vamos a ayudar
a esas personas para que puedan acceder a una vivienda sin tener que endeudarse tanto y, por eso, hemos desarrollado una potente política de vivienda que se verá intensificada con el nuevo plan y el necesario impulso al alquiler. (Aplausos.)


Señoras y señores diputados, señor presidente, a pesar de las nuevas circunstancias, existe coincidencia en los planteamientos del Gobierno por parte de los agentes sociales y económicos y por parte de los organismos internacionales cuando
señalan que la economía española está ahora, sin duda alguna, mejor preparada que hace cuatro años para hacer frente a una situación difícil, indudablemente, de las características de la actual. Lo evidencia la correcta gestión de las cuentas
públicas, que con los gobiernos socialistas se ha materializado en el superávit presupuestario y en un menor peso de la deuda pública. A ella hay que añadir la solidez y la solvencia del sistema financiero. Ambos constituyen, por lo demás, hechos
singulares en nuestra historia reciente, han servido y están sirviendo para conseguir un comportamiento favorable de la inversión en la economía española. La seguridad que proporcionamos hace que hoy España sea la séptima receptora de inversiones
extranjeras entre los países de la OCDE. Un hecho como este permite, señoras y señores diputados, confiar en las fortalezas y posibilidades de nuestra economía y en que siga creciendo al nivel, al menos, de los países de nuestro entorno. La
pregunta es: si los organismos internacionales y los inversores confían objetivamente en nuestras posibilidades económicas, ¿por qué algunos tienen tanto empeño en trasladar una imagen catastrofista y perjudicial para los intereses de nuestro país?
(Aplausos.) Créanme, señorías, no vale todo con tal de desgastar al Gobierno y hacer oposición. Analicemos y debatamos con rigor lo que la economía española necesita. Es lo que esperan los ciudadanos de nosotros en momentos difíciles, en momentos
de seria dificultad y que se van a prolongar en el tiempo. Es nuestra obligación y nuestra responsabilidad y por eso les invito a una reflexión racional, compartida y a la colaboración.



Desde nuestro punto de vista, el análisis temporal es fundamental a la hora de diseñar el paquete de medidas de estímulo económico. Somos muy conscientes de las dificultades y de la situación actual y por eso hemos querido incidir en la
confianza y en la liquidez. El Gobierno conoce la realidad, sabe lo que hay que hacer, está actuando y quiere proporcionar confianza en estos momentos de incertidumbre. Confío, señoras y señores diputados, en que coincidan con nosotros en que la
economía española necesita medidas de impacto inmediato que sirvan para favorecer, por una parte, a las familias con menos ingresos y, por otra, para proporcionar liquidez a las pequeñas y medianas empresas en aquellos aspectos y tareas donde el
Gobierno puede actuar; que sirvan para mantener el objetivo de incrementar la productividad de la economía; que sirvan para poner en marcha reformas en paralelo con un diálogo con los agentes sociales; que permitan avanzar en la modernización de
la economía, y en ese sentido siempre creemos que es mejor convencer que imponer. Esas medidas, además, señoras y señores diputados, no han de comprometer la estabilidad presupuestaria a lo largo del ciclo porque queremos seguir generando confianza
y expectativas favorables a los agentes económicos para que de aquí en adelante desarrollen sus inversiones. Incurrir en déficit, como propugnan algunos, sinceramente creo que no es la solución en este momento. Es más, sería un error comprometer
nuestra credibilidad en los mercados internacionales.



Señor presidente, señorías, ante la incertidumbre actual tenemos que hacer posible una mayor calidad de nuestra democracia a través del ejercicio responsable de las competencias de cada nivel de Gobierno y de la


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existencia de unos servicios públicos sólidos y eficientes. Ha de proporcionarse un capital público productivo, unas infraestructuras físicas y digitales modernas, accesibles y sostenibles, y una sanidad, una educación y unos servicios
sociales eficientes y de calidad para todos. Estamos poniendo las bases para que sea posible, ahora y en el futuro, para que haya riqueza, empleo y bienestar gestionando con un rigor exquisito las cuentas públicas.



El superávit, señorías, que se logró en la anterior legislatura nos proporciona mayores posibilidades que en otras ocasiones, nos da un margen de maniobra para hacer frente a las actuales dificultades. Nos permite utilizarlo ahora para
estimular la economía y garantizar la necesaria protección social, y por eso lo generamos, para gastarlo cuando, como ocurre ahora, fuera necesario. Cuando se nos acusa de que disminuye, les diremos que si disminuye es porque existe. (Aplausos.)
Se hicieron bien las cosas y conseguimos superávits en las cuentas públicas.
Con el déficit cero que tanto propugnaba el Partido Popular y que, por cierto, nunca consiguió, estaríamos ahora mismo en déficit y no tendríamos el margen de maniobra que
ahora tenemos para hacer frente a este periodo. Esta es la diferencia entre nuestra política de estabilidad presupuestaria y la política presupuestaria de la derecha, que se sienta, por cierto, a la derecha de donde yo estoy hablando. (Aplausos.)


Señorías, como decía al principio, el grupo parlamentario al que represento valora muy positivamente el rigor y la inmediatez con que ha actuado el Gobierno presentando todo un conjunto de medidas para hacer frente a la actual situación
económica. El Plan de medidas de impulso económico, recogidas en el Decreto-ley de 21 de abril, que se debatió y aprobó en esta Cámara, supone una inyección considerable. Los 10.000 millones de euros en 2008 -más de un billón y medio de las
antiguas pesetas- francamente, señorías, no creo que puedan calificarse de insignificantes. No es en modo alguno una cantidad insignificante. Al contrario, representa el 0,9 del producto interior bruto y tendrá un buen y favorable impacto en la
economía, en la economía real de los españoles y las españolas. El Gobierno ha hecho bien ayudando a las familias y a las empresas con bajadas de impuestos, reactivando la obra pública, reformando los servicios de empleo, recurriendo al Instituto
de Crédito Oficial para, mediante avales selectivos, mejorar la financiación de las pequeñas y medianas empresas o de las viviendas de protección oficial.



Para estimular el consumo de las familias consideramos adecuado el conjunto de medidas encaminadas de una manera inmediata y directa a acrecentar la renta disponible de las familias, como la devolución de los 400 euros que está beneficiando
ya a 16 millones de contribuyentes, o el hecho de hacer posible que más de 1.700.000 personas dejen de pagar el impuesto sobre la renta, o ampliando el plazo de devolución de las hipotecas a coste cero para facilitar que cada familia adecue el
importe de su cuota hipotecaria a su situación económica.



También -y tengo que decirlo muy especialmente- somos muy conscientes de las dificultades que tienen las pequeñas y medianas empresas para acceder al crédito. Pero permítanme, señorías, que les recuerde que España forma parte de la eurozona
y, por tanto, la política monetaria está, evidentemente, en manos del Banco Central Europeo y el papel del Gobierno no es ni puede ser el de sustituir al sector financiero. Por tanto, no se pueden pedir medidas que son imposibles. El Gobierno
tiene margen de maniobra, tiene instrumentos y tiene recursos, empero, y dentro de ese margen de maniobra considero que las medidas adoptadas para aliviar la situación financiera están bien diseñadas y, sobre todo, son posibles.
Por eso, el Grupo
Socialista valora positivamente la ampliación de las actuales líneas de apoyo a la financiación que permitirán que se movilice un volumen conjunto de 35.000 millones de euros entre 2009 y 2010.
También, señor presidente, señoras y señores
diputados, defendemos las medidas encaminadas a suavizar el ajuste en la construcción residencial, porque van dirigidas a facilitar el acceso a la vivienda, a impulsar la vivienda protegida y a fomentar la rehabilitación de edificios e instalaciones
turísticas, lo cual permite mejorar la calidad de nuestras ciudades y la eficiencia energética de nuestros edificios. Y, en el ámbito social, consideramos fundamental la implementación de todas las medidas necesarias para ayudar a la recolocación
de los desempleados, como el programa recientemente aprobado. Todas las administraciones competentes deben centrar sus esfuerzos en esa dirección.



Como he señalado antes, señor presidente, señorías, estas medidas, en un momento muy complejo, se dirigen a paliar los principales problemas detectados: la detracción del consumo de los hogares, la falta de liquidez de las empresas, el
aumento del desempleo y la pérdida de actividad del sector de la construcción. Por lo demás, seguimos trabajando en nuestro objetivo de conseguir un modelo de crecimiento orientado hacia tareas productivas y competitivas y no hacia un modelo de
crecimiento centrado en la pura especulación, como ocurría en otras épocas. (Aplausos.) Para lograrlo, estamos trabajando desde 2004 y seguiremos haciéndolo -y sé que el Gobierno está seriamente empeñado en ello- en una acción persistente a lo
largo del tiempo centrada en la inversión en infraestructuras, en la investigación, el desarrollo y la innovación, en la modernización tecnológica y en la formación, dando un empuje fundamental a la formación profesional, al ahorro energético y a la
liberalización de los mercados para fomentar la competencia entre sectores estratégicos y también en el sector servicios. Justo lo que está haciendo el Gobierno.



Las reformas estructurales son, sin duda, necesarias. Nunca se acaban; siempre es necesario introducir mejoras en el funcionamiento de los mercados de factores, de bienes y de servicios. De ahí, la importancia -y quiero poner en ello un
especial énfasis- del diálogo social, porque las reformas más efectivas son aquellas que se consensúan con quienes tienen que aplicarlas.



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El diálogo social dio importantes frutos en la anterior legislatura y confío plenamente en que también los dará en la actual.



Señorías, señor presidente, termino ya no sin antes expresar la confianza de mi grupo en el Gobierno, en su equipo económico, en los agentes económicos y sociales y, en definitiva, en nuestro país para hacer frente a esta complicada
situación de la que, estoy seguro, saldremos reforzados, más reforzados, dando solución a los problemas actuales de los ciudadanos y orientando nuestra política económica para conseguir el reto de la modernización de nuestro sistema productivo.



Señor presidente, señorías, muchas gracias por su amabilidad. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Alonso.



Tiene la palabra el señor presidente del Gobierno.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



El Gobierno tiene tres objetivos básicos en esta comparecencia. El primero de ellos es transmitir a los ciudadanos y al conjunto de la Cámara cuáles han sido, son y serán las prioridades ante las dificultades económicas que vivimos. Y las
prioridades del Gobierno que presido, la razón de ser del Gobierno que presido, es el apoyo a los trabajadores, el apoyo a las familias con menos renta y el apoyo a los pensionistas para que puedan soportar la dificultad de la subida de precios con
mayor holgura.
(Aplausos.) Que sepan trabajadores, pensionistas y jóvenes que el Gobierno ha movilizado y movilizará los recursos que estén a su alcance para mantener el apoyo en los compromisos sociales que hemos establecido, y, en la medida y
cuando podamos, mejorarlos. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!) Y esto tiene en la constatación de los hechos la credibilidad de un gobierno que ha subido el 30 por ciento las pensiones mínimas; de un gobierno que ha subido el 30 por ciento el
salario mínimo interprofesional; de un gobierno que por primera vez ha instaurado una prestación por nacimiento de 2.500 euros; de un gobierno que por primera vez en nuestro país ha instaurado una ayuda al alquiler de los jóvenes de 210 euros y de
un gobierno que ha llegado a la tasa mayor de cobertura de protección de desempleo y al nivel mayor de esa cobertura de desempleo con una prestación de 800 euros al mes. (Aplausos.) Esa es la credibilidad de los hechos del Gobierno. Y ese es
nuestro primer objetivo, porque, como alguien ha dicho -y tiene razón-, cuando hay un momento de dificultad por la subida de precios, por la inflación, por la subida del precio del petróleo, por la crisis que vive el sector de la construcción, y
cuando la economía sufre un frenazo como ha sufrido, como está sufriendo en estos momentos, es evidente que hay unos sectores sociales que tienen muchas más dificultades que otros. Hay algunos que nunca tienen dificultades y hay bastantes, que son
los que a mí me preocupan, que casi siempre tienen dificultades, y por eso estamos haciendo política social, para ellos; para ellos. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!-Aplausos.)


Segundo objetivo. Poder establecer un debate con rigor, en el que el Gobierno pueda incorporar a las medidas que ha establecido, que he explicado y que abordan prácticamente todos los frentes en donde tenemos problemas serios en estos
momentos, propuestas e iniciativas. Es verdad que algún portavoz lo ha hecho, y las ha explicado. Algún otro portavoz no lo ha hecho; ha esgrimido un papel y no ha explicado nada, pero tiene otro turno y, por tanto, espero sus propuestas para
escucharlas con la atención que merecen. (Rumores.-Aplausos.) Porque mi deseo, como es lógico, y el deseo del Gobierno es incorporar todo lo que puedan ser ideas útiles, serias y que consideremos que se puedan aplicar de manera coherente,
salvaguardando dos objetivos que para nosotros son fundamentales, que son mantener el rigor en las cuentas públicas -porque eso sí que afecta a la confianza y la credibilidad de nuestra economía-, y mantener al máximo la solvencia de nuestro sistema
financiero porque coincidimos todos en que tenemos unas instituciones financieras saneadas y sólidas, tenemos quizás uno de los mejores bancos del mundo. Esto da confianza a la economía, y la confianza de nuestra economía se pone de manifiesto,
como acabo de expresar en mi intervención inicial, con el dato de inversión directa en la economía española en los cuatro primeros meses de este año, a pesar del bajo crecimiento. Es un buen dato.



Tercer objetivo. El tercer objetivo es establecer y transmitir confianza a los españoles y a la Cámara. Sí, vamos a pasar unos meses de dificultades. El Gobierno es el primero y el más consciente de las dificultades que van a pasar y
pasan algunas familias, especialmente las personas que pierden el empleo, aunque tengan hoy más protección por desempleo que nunca, que la tienen gracias al acuerdo social con sindicatos y empresarios; somos los más conscientes y los primeros en
serlo. Y ¿por qué digo eso? Porque en nuestro programa electoral llevábamos incorporada una medida fundamental de apoyo a la pérdida de poder adquisitivo de las familias como consecuencia de la subida de los precios, que es devolver en un
ejercicio fiscal -es la primera vez que se hace en nuestro país- 6.000 millones de euros del IRPF a través de la medida conocida como los 400 euros. (Aplausos.) Por tanto, éramos conscientes los primeros. Es verdad que para algunos, quizá porque
no han tenido esa práctica, cumplir los compromisos como cumple este Gobierno les puede resultar algo extraño (Rumores.) Pero igual que hemos cumplido el compromiso de subida de las pensiones, de subida del salario mínimo, de incremento de becas, de
incremento de ayuda a las familias en la vivienda en alquiler, hemos cumplido el compromiso de devolver 400 euros, es decir, 6.000 millones de euros para las rentas de las familias.
(Continúan los rumores.) Seguramente todos desearíamos que fuera
más, pero hemos adoptado la medida razonable para


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preservar las cuentas públicas, eludir la demagogia y poder seguir financiando las políticas sociales.



El señor Rajoy me ha acusado; tiene una cierta tendencia en su trayectoria política a hacer acusaciones hacia mí para excusar sus derrotas electorales. (Aplausos.) Me acusa para excusarse. Siempre busca una excusa por su derrota
electoral, señor Rajoy; siempre busca una excusa por su derrota electoral. (Protestas.) Ahora resulta que la excusa son las previsiones económicas. No, señor Rajoy, usted que ha hablado de coraje, que me ha dicho a mí que tenga coraje, tenga
usted coraje para decir que perdió las elecciones porque los españoles lo quisieron, no porque las previsiones económicas sean de una manera o de otra manera.
Tenga usted coraje para decirlo alguna vez. (Aplausos.)Me he caracterizado en mi
trayectoria política por ser fiel a mi historia. Es verdad que he oído aquí a una portavoz, no me extraña que le sorprenda y que pueda criticar que alguien sea fiel a su historia. Sí, yo soy fiel a mi historia y a mis compromisos, lo soy y lo seré
siempre. (Aplausos.) Y he oído decir al señor Rajoy que yo engañaba porque las previsiones económicas del Gobierno no se han cumplido. Eso para usted ha sido un engaño grave, gravísimo. (Rumores.) Usted confunde previsiones con compromisos, señor
Rajoy. Y le voy a decir algo más, voy a traerle a la memoria algunas cosas para ver si dice aquí tanbien en esta tribuna que lo que ustedes hacían con las previsiones económicas de su Gobierno, del que usted era vicepresidente, era engañar todas y
cada una de las veces a los ciudadanos, porque eso sencillamente no es creíble. ¿O es que acaso cuando ustedes fallaban en las previsiones era normal y era un error como puede tener cualquier Gobierno u organismo internacional? Sin embargo, cuando
este Gobierno no acierta en las previsiones es que se engaña a los ciudadanos para ganar unas elecciones. No se lo admito y no se lo admitiré nunca jamás, así de claro. (Aplausos.) Señor Montoro, en 2001 el objetivo de crecimiento de la economía
se modificó cuatro veces: la primera estimación, realizada en julio de 2000, preveía un crecimiento del PIB del 3,6; en abril de 2002 se rebajó al 3,2; en julio volvió a rebajarse hasta el 3; el dato definitivo fue el 2,8. Por tanto, la
economía creció seis décimas menos de lo previsto en su Gobierno, después de revisar cuatro veces la previsión de crecimiento. (Rumores.-Varios señores diputados: ¡Cuatro veces!) En 2002 también la revisaron tres veces y la economía creció siete
décimas menos, por debajo de sus previsiones. Igual pasó en 2003.



Señor Rajoy, si queremos hacer un debate serio y con rigor podemos traer a colación -que debería ser un elemento de ponderación objetivo, porque algunas cosas pueden ser objetivas; también hay cosas opinables, y luego hablaré de eso- lo que
ha pasado con las previsiones económicas de los grandes organismos internacionales sobre España, sobre la zona euro y sobre Estados Unidos, por poner tres ejemplos. Primavera de 2007, el Fondo Monetario Internacional preveía para 2008 un
crecimiento del 3,4; en otoño de 2007 del 2,7 y en la primavera de 2008 del 1,8. Fíjese usted qué cambio de previsión para la economía española de la primavera de 2007 a la primavera de 2008, repito, del Fondo Monetario Internacional.
¿También
estaba por engañar a los españoles, a los ciudadanos, a los organismos internacionales, a los agentes económicos? ¿Engañaba el Fondo Monetario Internacional? (Aplausos.) Cambio de previsión que también hace, obviamente, de la zona euro: 2,8, 2,1,
1,4. La OCDE estimaba en la primavera de 2007 el 2,7 de crecimiento para España en 2008; en otoño de 2007 rebajo su previsión al 2,5; y en la primavera de 2008 lo ha llevado al 1,6. ¿También la OCDE engañaba a los españoles, a los organismos
internacionales y a los agentes económicos? No, señor Rajoy, porque se trata de previsiones económicas que se modifican razonablemente, por ejemplo, si el precio del petróleo aumenta y aumenta o si el precio de los cereales aumenta y aumenta,
porque daña las economías, como todo el mundo sabe, todos los ciudadanos, salvo que aquí se quiera hacer demagogia y engañar a la gente. (Aplausos.) Previsiones de la Comisión Europea para España en 2008: en la primavera de 2007 el 3,4; en otoño
de 2007 bajó al 3; en invierno bajó al 2,7; ahora, en la primavera de 2008, ha bajado hasta el 2,2. Igual podíamos hablar del panel de los expertos, de cómo han ido cambiando desde el 3,3 en julio y agosto de 2007 al 2,2 en mayo o junio sobre la
previsión de crecimiento de 2008. No voy a dar los datos de 2009 para no cansar a nadie.



Señor Rajoy, todos los organismos internacionales han modificado las previsiones de crecimiento en la zona euro, en España, en Estados Unidos y en general para la economía internacional, y a nadie se le ocurre pensar que eso es un engaño.
Un engaño es cuando alguien compromete algo y no lo cumple. (Rumores.) Lo que este Gobierno ha comprometido ante los ciudadanos en políticas sociales y en políticas de crecimiento y avance lo ha cumplido escrupulosamente, como bien saben los
ciudadanos, y seguramente por eso nos dieron la confianza electoral. (Aplausos.) A eso me refiero cuando hablo de un debate con rigor y seriedad. Porque tan malo es no reconocer las dificultades serias que hoy tenemos, especialmente en algunos
campos a los que haré una breve referencia dentro de un minuto, como decir que todos los problemas que tenemos tienen su origen exclusivamente en España. Eso sabe todo el mundo que no puede ser cierto cuando el precio del petróleo, que nada tiene
que ver con la política económica del Gobierno ni con España, se ha duplicado y ha batido su récord histórico en este último año. Señor Rajoy, hay que tener una parte al menos de ponderación y de análisis objetivo de las cosas. Igual que cuando se
ha hecho referencia, no solo por su parte sino por algún otro portavoz, a las fortalezas de España para afrontar esta situación, que no nos va a hacer bajar el crecimiento o a impedir que baje el crecimiento, que va a bajar; o que aumente el
desempleo, que va a aumentar; pero va a aumentar desde unos umbrales que nunca hemos tenido.
Y ahora que estamos


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en el 9,8 de tasa de paro he oído que para algunos -y yo lo comparto- es una situación muy difícil, pero quiero recordar que cuando llegamos al Gobierno estábamos en más del 11 de tasa de paro. (Protestas.) Quiero recordarlo. Es decir, me
parece grave que tengamos una tasa de paro de casi el 10 por ciento, pero lo que no me parece serio es que una tasa de paro del 9,8 por ciento sea una catástrofe y una tasa de paro del 11, que tenían ustedes cuando gobernaban, era la situación de
España va fenomenal. Eso es lo que no me parece ni serio ni admisible; ni serio ni admisible. (Aplausos.-Protestas.)


Por tanto, como país podemos y debemos saber y reconocer que España es hoy más fuerte, porque ha sido un mérito de todos los trabajadores, de todos los empresarios y de todos los gobiernos; y ya sé que esto desde alguna otra fila sería muy
difícil de escuchar. Y hay algún dato reciente -al que no ha hecho alusión el señor Rajoy- que lo avala, que es nuestra renta per cápita -es el dato objetivo más importante- y lo que hemos avanzado en renta per cápita. Hemos superado a Italia,
hemos ganado terreno para alcanzar a Alemania y a Francia y hemos superado la media de la Unión Europea. No hay dato más sólido del avance y de la fortaleza que tiene nuestro país que el incremento de la renta per cápita, que se ha conseguido y se
ha logrado especialmente en los últimos años. Espero que esto no les moleste porque es simplemente la verdad; simplemente la verdad. (Aplausos.)


El señor Duran especialmente ha hecho referencia a algunos aspectos de nuestros problemas que podríamos considerar más importantes desde el punto de vista productivo. Pero partamos de una realidad objetiva y hagamos un discurso coherente.
Estimo en gran medida algunas de las ideas y de las propuestas que ha hecho aquí desde esta tribuna, pero hay una cuestión central de sus propuestas a la que me tengo que referir que tiene que ver con la liquidez y, a la vez, con el déficit
exterior. Señor Duran, espero que me explique cómo es posible compatibilizar medidas desde el Tesoro para favorecer el crédito -y, por tanto, financiar y seguir adquiriendo compromisos a futuro; que eso es lo que ha pedido- con reducir
drásticamente el elevado déficit exterior, que usted ha explicado desde esta tribuna y sobre el que tiene razón. Son dos cosas que al mismo tiempo... Yo quiero que lo explique. Si tiene la fórmula sería realmente positivo. Nosotros hemos optado
por hacer un apoyo financiero a las pymes, al sector de la vivienda de protección oficial, para estimular la inversión, pero entendemos que intervenir o intentar intervenir -lo que no siempre consigue los efectos deseados en el mercado financiero y
el mercado del crédito- puede no resultar lo más adecuado. Y desde luego, mucho más si ponemos la perspectiva en el abultado déficit exterior que tenemos, que -como bien sabe S.S. y quiero recordar aquí- es fruto de la gran inversión que este país
ha vivido, porque la tasa de ahorro en España se mantiene, se ha mantenido en los últimos años y en unos niveles que está en la media europea, incluso supera a algunos países, desde luego a Estados Unidos. La diferencia con otros países es que
hemos invertido más que nadie. Las empresas y las familias han invertido y han financiado esa inversión en torno a un 20 por ciento del producto interior bruto; sobre todo las empresas. Eso explica en buena medida todo nuestro potencial externo y
la capacidad que han tenido nuestras empresas de estar en muchos sectores en posiciones de liderazgo, de mantener la cuota de mercado exterior y de, por cierto -a pesar de lo que se ha dicho aquí de la competitividad-, seguir dando resultados como
los que he referido hace un momento de aumento de las exportaciones, creciendo en los primeros meses de este año a más del 7 por ciento. Por tanto, nuestra competitividad y nuestra productividad tienen fundamentos más sólidos de los que en
ocasiones ponemos encima de la mesa o de los que se escuchan habitualmente en el debate político. Porque si en esta situación de debilitamiento económico, de frenazo del crecimiento, las exportaciones presentan estos datos es que nuestra
competitividad, nuestro impulso empresarial sigue fuerte en la mayoría de los sectores; en la mayoría de los sectores. Y nuestra productividad, a la que se ha aludido aquí reiteradamente, coincidiendo con el análisis del Gobierno, desde el primer
momento, para cambiar el modelo, el patrón de crecimiento, quiero recordar que ha aumentado, se ha multiplicado por siete en los últimos cuatro años. Nuestra previsión es que va a seguir incrementándose en los próximos trimestres la productividad
de la economía. Y sabemos que hay que hacer aún mucho más esfuerzo para fortalecer esa productividad, que es capital humano, capital tecnológico y, por supuesto, I+D+i e infraestructuras. Me alegro de que el señor Duran no haya dudado de nuestra
voluntad traducida en compromisos presupuestarios y de gasto sobre lo que representa el esfuerzo en I+D+i.



Más allá de lo que ha dicho de AENA y del futuro, espero que valore el conjunto de propuestas y de reformas estructurales que hemos puesto encima de la mesa. En algunas coincidimos con lo que -parece, según el papel que he podido leer- ha
propuesto el señor Rajoy, que es la trasposición lo más rápidamente posible de la Directiva de Servicios; en otras no, pero habrá tiempo de comentarlo. Y en el conjunto de medidas que he planteado hoy aquí a la Cámara y que el Gobierno ha pensado,
planificado, elaborado y va a llevar a la práctica para paliar, ayudar a las familias, reactivar la economía e intentar que salgamos con un modelo de crecimiento más sólido, más fuerte, más sano, en ese conjunto de medidas están reformas que abarcan
prácticamente todos los ámbitos, incluida la aportación que tenemos que hacer a la reducción de la inflación. Porque sin duda -todos los portavoces de los grupos se han referido a ello- es un tema crucial la subida de precios. Es verdad que la
evolución de la inflación y la subida tan intensa que ha tenido en el último año es producto de los precios energéticos, el petróleo y de los precios


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de los alimentos básicos; pero no es menos cierto que la inflación presenta, en relación con la zona económica y monetaria de la Unión Europea, un diferencial que se mueve históricamente en torno a 1 punto, incluso ha estado en momentos por
encima de ese punto o del 1,1. En el año 2000 el diferencial era del 1,3, en 2001 el diferencial era también del 1,3 de inflación, y ahora es del 1,1. Si uno coge la serie estadística desde el año 1996 comprueba que el diferencial de inflación se
mueve prácticamente en el uno por ciento. Hoy la Unión Europea, la unión económica y monetaria tiene una inflación del 4 por ciento, cifra que desde luego no se conocía desde el año 1996, y nosotros del 5,1. La clave, como bien sabemos, para
nuestra competitividad es sin duda alguna el diferencial de inflación; tenemos que bajarlo. El 60 por ciento de ese diferencial está en el sector servicios y vamos a hacer una reforma a fondo para liberalizarlo. Por cierto, en otros sectores se
hicieron cosas, pero en ese sector se habían hecho pocas cosas, en el sector servicios, que es donde está fundamentalmente la aportación de ese diferencial de inflación que tenemos con Europa. Con la trasposición de la Directiva de Servicios vamos
a hacer reformas. Espero que podamos ponernos de acuerdo en esta materia porque sin duda alguna es de gran trascendencia.



Señorías, ha habido algunos otros grupos que han planteado referencias al apoyo a las familias, a los trabajadores, a las reivindicaciones e incluso a las movilizaciones. El señor Llamazares ha dicho que había un cierto síndrome, que había
perdido alguna cualidad desde hace cuatro años. Yo no le voy a decir lo que ha perdido usted (Risas.), no se lo voy a decir porque no me sale con usted; no me sale, señor Llamazares.
(Rumores.) Le tengo mucho aprecio como para decirle que haya
perdido algo. Para mí desde que le conozco siempre ha ido ganando, y cuanto más le conozco más mejora mi opinión sobre usted, me ha enriquecido y me alegra mucho que pueda seguir en esa actitud. (Aplausos.-Rumores.) Eso es lo más importante.



Hay una cuestión que me parece conveniente abordar en esta réplica. Ha habido por parte de todos los grupos la trasmisión de una sensación de los ciudadanos -que, insisto, conozco y comprendo perfectamente- ante la subida de los precios.
Todos los ciudadanos saben lo que ha pasado con el petróleo, lo que pasa con la crisis financiera, pero eso no es ninguna excusa, no es ninguna justificación. Y es verdad que también todos los ciudadanos saben -por lo menos conviene que se lo
digamos- y todos los miembros de esta Cámara saben que si el petróleo nos cuesta en un año 18.000 millones de euros más tenemos que pagarlo, y eso nos hace algo menos ricos porque se ha duplicado el precio. Lo que sí quiero expresar con claridad
desde esta tribuna es que lo que no va a hacer este Gobierno es no afrontar la subida del precio de los carburantes. ¿Para qué? ¿Para que esa cantidad de dinero que cuesta realmente la energía o la electricidad la tengan que pagar nuestros hijos
si creamos ahora alguna situación falsa de intervención o de subvención? Porque quien es de verdad responsable con su país y con su Gobierno sabe que no puede dejar a sus hijos, a las próximas generaciones una carga financiera inasumible.
Eso no
lo va a hacer este Gobierno, por interés general. (Aplausos.) No lo va a hacer. Aunque le mire, señor Llamazares, no me refería a usted ahora en el argumento.



Conviene que expliquemos -a no ser que haya otra alternativa- y que digamos que cuando un Gobierno como este es consciente de que las familias que tienen hipoteca tienen que pagar más en una cantidad importante, o que los precios han subido
y lo notan en la presión de su capacidad adquisitiva, ¿qué puede hacer el Gobierno cuando esos precios vienen determinados internacionalmente? Puede apoyar las rentas de esas personas y de esas familias, eso es lo que puede hacer, porque no puede
bajar el precio del petróleo. El petróleo y la gasolina van a costar más, pero sí podemos fiscalmente, como hemos hecho, transferir 6.000 millones de euros a trabajadores, asalariados y autónomos para que puedan tener un margen mayor de poder
adquisitivo; sí podemos aumentar las pensiones mínimas o subir el salario mínimo para que los sectores con menos renta no sufran más castigo; y sí podemos, y lo hemos hecho, tener una fuerte protección ante el desempleo, como hoy tenemos, porque
es la mayor protección al desempleo que nunca se ha tenido en este país. Eso es lo que se puede hacer seriamente. Y como muy bien ha dicho el portavoz del Grupo Socialista, si eso lo podemos hacer es porque hemos tenido y tenemos superávit. Si no
existiera el superávit fruto de una gestión, hoy no podríamos hacer ningún apoyo especial a las rentas más bajas, a los trabajadores, a aquellos que tienen más dificultades. No lo hubiéramos podido hacer responsablemente, no hay otra manera, dentro
de los límites de lo razonable. Por tanto, en este caso, reducir los impuestos a trabajadores autónomos no sé si será para alguna de SS.SS. más o menos de izquierdas, pero desde luego les puedo asegurar que ayuda a las familias; que a una familia
en la que trabaje él y trabaje ella y va a recibir 800 euros algo le ayuda, y a un ciudadano algo le ayuda, igual que algo le ayuda la renta básica de emancipación de 210 euros, igual que ayuda los 2.500 euros a una familia que cuando tiene un hijo
se enfrenta a más gastos y lógicamente a más necesidades; algo ayuda.



Para terminar, quiero decir dos cosas. La primera, sí hay, señor Rajoy, una política económica de derechas, neoconservadora, o una política económica de izquierdas y socialdemócrata. Sí la hay, a no ser que usted haya abandonado ya el
sentido de las ideologías. (Rumores.) Tanto viajar a tantos sitios que al final van a perder el sentido de las ideas y de las ideologías, que existen. Se lo voy a explicar en un momento.
(Aplausos.) ¿Sabe lo que es una política económica de
derechas? Ante una dificultad, hacer un decretazo para que los trabajadores tengan menos derechos. Eso es una política de derechas. (Protestas.-Aplausos.) ¿Sabe qué es una política progresista? Cuando hay dificultades, hacer diálogo,


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acuerdos sociales, mantener la mejora de la prestación al desempleo y transferir rentas a las familias con más necesidades, como hace este Gobierno. ¿Sabe qué es una política económica de derechas? Cuando la economía crecía, congelar el
salario mínimo interprofesional. ¿Sabe lo que es una política progresista? Aumentar el salario mínimo interprofesional un 30 por ciento, como lo ha aumentado este Gobierno, porque afecta a los trabajadores con menos ingresos y con menos renta.

(Aplausos.) ¿Sabe lo que es una política de derechas? Creciendo la economía como crecía, mantener la subida de las pensiones mínimas en la subida media de la inflación. ¿Sabe lo que es una política socialdemócrata, progresista? Aumentar las
pensiones mínimas un 30 por ciento por encima de la media en una época de crecimiento económico, y permitirnos a la vez tener un Fondo de Reserva de la Seguridad Social.
(Aplausos.) ¿Sabe lo que es una política cínica de derechas, que tanto hablan
de la familia? No instaurar ninguna prestación por nacimiento.
(Protestas.) ¿Sabe lo que es una política progresista y socialdemócrata? Instaurar una prestación de 2.500 euros por nacimiento de hijo.
(Aplausos.) ¿Sabe lo que es una política
económica de derechas y conservadora? Mantener, con crecimiento económico, el 0,2 por ciento de ayuda al desarrollo para luchar contra el hambre, la miseria y la pobreza. ¿Sabe lo que es una política progresista y socialdemócrata? Llegar al 0,5
por ciento de ayuda al desarrollo para la lucha contra la miseria y contra la pobreza en el mundo. Eso es una política progresista.
(Aplausos.) ¿Sabe lo que es una política conservadora? (Rumores.) ¿Neoconservadora? (Rumores.) Sí, conservadora,
neoconservadora y de derechas. (Protestas.) Sí, sí, es que las hay, lo saben bien los ciudadanos; las hay, claro que las hay. ¿Saben lo que es? Pues no hacer ningún esfuerzo presupuestario o de inversión en gasto en investigación, en desarrollo
y en innovación. Eso es una política conservadora.
(Aplausos.) ¿Sabe lo que es una política progresista, socialdemócrata y de izquierdas? Triplicar el gasto en inversión, en innovación, en desarrollo y en investigación como ha hecho este
Gobierno.
(Rumores.-Aplausos.)


Señorías, concluyo ya. (Rumores.)


El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor. (Rumores.) Silencio, por favor.
(Pausa.) Adelante, señor presidente.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Concluyo ya para afirmar dos últimas cuestiones. La primera: el Gobierno asume la responsabilidad que tiene para afrontar las dificultades que vive la economía española, que son
fundamentalmente la subida de precios, consecuencia de factores externos -y va a apoyar a las familias que más lo necesiten-, y la crisis que vive el sector inmobiliario, el sector de la construcción residencial. (Un señor diputado: ¿Ha dicho
crisis, crisis?) Para ello vamos a movilizar esfuerzos, trabajo, recursos, presupuestos y diálogo social, y para ello deseamos y agradecemos la actitud de los empresarios (Rumores.), la actitud de los sindicatos a través de sus organizaciones, que
están dispuestos a contribuir al esfuerzo colectivo y agradecemos la actitud de los grupos parlamentarios que propongan ideas, medidas y propuestas como hoy ha sucedido en algunas intervenciones. (Rumores.) Estamos abiertos a apoyarlas, a pactarlas
y a comprometernos si son útiles para mejorar la capacidad de reacción de nuestro país ante las dificultades y volver a la senda de recuperación.



Una última cuestión. Tengo plena confianza en que vamos a volver a una senda de crecimiento y de creación de empleo. (Rumores.) Tengo plena confianza. Este país ha demostrado en las últimas décadas que sus empresarios, sus trabajadores y
quienes tienen la responsabilidad saben perfectamente asumir esfuerzos y mirar hacia delante. Vamos a ganar también este momento y este desafío con una condición: con la condición y el compromiso de que el Gobierno que presido por supuesto va a
mantener las políticas sociales y el apoyo a las familias con más necesidades.



Muchas gracias. (Aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente.



Tiene la palabra el señor Rajoy. (Aplausos.)


El señor RAJOY BREY: Señor presidente del Gobierno, quisiera comenzar mi intervención haciéndole una petición. No se enfade usted, sea más humilde, escuche a la gente. Todos los portavoces le han dicho lo mismo -está usted en la más
absoluta de las soledades (Risas.)- y haga un poco de caso a quien le tiende la mano. (Aplausos.) Señor presidente, un mitin en un Parlamento no sirve ni para recuperar la confianza ni mucho menos para salir de la crisis. (Aplausos.) Quiero
hacerle también una aclaración. No estamos aquí para discutir la economía española del siglo pasado ni la economía de derechas o de izquierdas. Si usted quiere hacerlo, fije lugar y día. Yo estoy dispuesto a venir al Parlamento para hablar de la
política económica del año 1996 al 2004.
(Rumores.-Aplausos.) No voy a entrar en cuál es una buena política económica y cuál no es una buena política económica, pero sí le recordaré que en el año 2004, cuando dejamos el Gobierno, usted recibió una
extraordinaria herencia económica y lo reconoció en esta Cámara. Era la nuestra. Ahora en el año 2008 usted recibe una crisis. Esa herencia es la suya, la de su política económica. (Aplausos.)


Mis dos objetivos en el día de hoy son que hablemos de lo que pasa en España y no del pasado y, sobre todo, de lo que hay que hacer para afrontar esta crisis en el futuro. No le voy a reiterar lo que ya le he dicho y lo que sabe toda la
Cámara. Lo que pasa en España, fundamentalmente, es que hay muchísimas familias españolas y muchísimas empresas que lo están pasando muy mal,


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señor presidente del Gobierno, y que no ven en el Gobierno a alguien que esté dispuesto a dar una solución y a generar un mínimo de confianza de cara al futuro.



Usted habla de políticas sociales. Le diré una cosa: la política social es la política que crea crecimiento económico, la que crea empleo y la de precios bajos. No hay nada más antisocial que el paro y se está destruyendo mucho empleo en
España en estos momentos. (Aplausos.) Y no hay nada más antisocial, señor presidente del Gobierno, que el hecho de que la gente no pueda llegar a fin de mes porque hay un Gobierno que no es capaz de tomar medidas contra la subida de los precios.
Eso es lo verdaderamente antisocial. (Una señora diputada: Demagogo.) No hable usted de los 400 euros. No vuelva a hacerlo. Son los que cobra el presidente de un banco mientras que el conserje de ese mismo banco no cobra ninguno. Es la medida
más antisocial que yo he visto a lo largo de mi vida política en España. (Aplausos.) No hable usted más de los 400 euros, señor presidente. Usted se siente obligado -y es su gran objetivo- a recuperar la confianza. Tiene sobrados motivos para
intentar recuperarla porque lea lo que dicen los índices del Ministerio de Economía, el índice de sentimiento económico; lea el índice de confianza económica del consumidor del ICO y lea el último dato del CIS, señor presidente del Gobierno, el
peor dato desde que existe la serie histórica sobre la economía española. El peor. En su época, señor Rodríguez Zapatero.



Hay efectivamente una crisis de confianza, y la hay porque la economía está como está, porque el Gobierno no toma medidas y porque la gente cree que el presidente del Gobierno le ha engañado. La gente se lo cree. Mire lo que ha dicho
usted, señor presidente: El escenario macroeconómico para los próximos dos años es muy positivo. Seguiremos creando mucho empleo.
El Euribor ha tocado techo -lo ha dicho usted, señor presidente-. Vamos a seguir creciendo en el sector
inmobiliario. La economía española tiene unas magníficas perspectivas para el año 2008. No hay ningún atisbo de problemas a medio plazo. Todo lo dijo en campaña electoral. Y luego dice que usted es fiel a su historia. Sin embargo, el 1 de junio
del año 2008, hablando de la subida de las tarifas eléctricas, preguntado sobre si subirían en la línea de la inflación dice: Ya que soy el presidente del Gobierno, me puedo comprometer. Ha engañado usted a la gente y eso es lo que genera
desconfianza, señor presidente. (Aplausos.) ¿Y qué hay que hacer? Primero y fundamental decir la verdad y no venir aquí a dar un mitin. Decir la verdad. Segundo, tomar medidas, es decir, gobernar, señor presidente del Gobierno. Un gobernante
está para las situaciones difíciles, para tomar medidas. Tercero, ser un poquito más humilde.
Nosotros hemos presentado un paquete de medidas. Su grupo las rechazó de plano, ni siquiera quiso considerarlas. A lo mejor es bueno escuchar. Yo las
tengo aquí a su disposición. Estoy dispuesto a hablar de ellas, pero después de cuatro años de ausencia suya en la política económica hoy está claramente superado por los acontecimientos y les está generando gravísimos problemas a los españoles.
Le tiendo una mano y, si usted es tan soberbio de no aceptarla, lo siento pero va usted por muy mal camino.



Muchas gracias. (Aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo Parlamento Popular en el Congreso, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Rajoy.



Tiene la palabra el señor Duran.



El señor DURAN I LLEIDA: Muchas gracias, señor presidente.



Con todo mi respeto, señor presidente, yo también tengo la sensación de que existe una cierta instalación en un discurso electoral, y no es la mejor actitud, y así quiero explicárselo, para obtener apoyos de esta Cámara, y menos para
resolver la actual situación económica.



De todas formas, usted me plantea tres cuestiones en particular, y con mucho gusto voy a intentar darle respuesta. Me pregunta cómo somos capaces, a partir de una afirmación que reitero -que sin liquidez no hay productividad-, de
compatibilizar -leo textualmente las notas que tomé- adquirir compromisos de futuro con reducir el elevado déficit exterior.
Yo le planteo al señor presidente la entrada de capital desde el exterior, no la adquisición de bienes y servicios para
incrementar el déficit por cuenta corriente. Yo distingo entre lo que es la deuda pública y lo que es el déficit exterior, y consecuentemente, señor presidente del Gobierno, creo que hay que ser capaces -usted, que es quien gobierna, y, si no,
intercambiamos papeles- de buscar solución a lo que es completamente necesario, que es la liquidez para garantizar la competitividad. Le he dicho un método, le he hablado de emisiones de deuda pública destinadas a reforzar la liquidez existente en
los mercados crediticios. Le señalaré otro, señor presidente del Gobierno, como mínimo tres o cuatro más: emisión de deuda por parte del ICO financiada por los fondos provenientes de los cuantiosos beneficios obtenidos en el pasado ejercicio por
el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores; aplicar el producto de estas emisiones a la financiación empresarial no solo para nuevos proyectos sino para el sostenimiento de la actividad normal; recomendación al sistema
crediticio para que mantenga el cociente depósitos-créditos al nivel prometido de los dos últimos años y, de producirse un exceso, que tal exceso revierta en la adquisición de deuda emitida por el ICO, y replantear la cuantía del actual coeficiente
de reserva obligatoria para aumentar la creación de dinero bancario. Cinco supuestos más que puede utilizar el Gobierno para lograr ese objetivo.



Me decía, en segundo lugar, que, por mucho que hable de productividad, España ha multiplicado por siete el índice de productividad. Yo solo sé una cosa, señor presidente del Gobierno: que está por debajo de la media europea. Replica a mi
preocupación por la inflación -que no quiero decir, señor presidente, porque mentiría,


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que usted no exprese preocupación por la misma-, pero a mí no me preocupa si la inflación es culpa suya o del anterior Gobierno o de todos. Lo que me preocupa es que existe. Hoy el comisario señor Almunia dice en una entrevista en el
diario La Vanguardia -y yo lo comparto, por eso le propongo que actuemos de una vez por todas, y no se ha hecho nada durante estos cuatro años- que la inflación es un veneno económico. Por cierto, cuando se le pregunta qué le parece la fórmula de
los 400 euros, el comisario señor Almunia, socialista, dice: non comment. Consecuentemente, señor presidente del Gobierno, eso es lo que yo quiero proponerle en nombre de Convergència i Unió.



Nosotros creemos realmente que podemos salir reforzados de la actual crisis económica -en la que a veces uno se desliza y se le escapa la palabra, pero en cualquier caso todos sabemos a qué nos referimos-, siempre y cuando seamos capaces de
reconocer los errores cometidos, unos y otros, durante estos últimos años y aplicar las propuestas correctivas que necesitamos para poder salir adelante. Si nos hacen caso, a través de la crisis puede abrirse paso una economía más sólida, que para
eso estamos obligados, más estable y más próspera, que no solo ponga fin a la preocupante situación actual, sino que corrija sus causas y nos ponga en mejores condiciones para afrontar el futuro. Solos, señor presidente, no lo van a hacer,
necesitan el concurso de esta Cámara. Durante la campaña electoral, mientras usted pronosticaba grandes situaciones de futuro de la economía española y yo criticaba igualmente a quienes pintaban catastrofista la situación y a quienes la optimizaban
en extremo, yo apunté la necesidad de reiterar los Pactos de la Moncloa. Vuelvo a repetir la misma tesis: se necesita el apoyo de todos, y para empezar y obtener el apoyo de todos, señor presidente, es bueno reconocer la realidad y las culpas de
cada uno.



Muchas gracias, señor presidente. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Duran.



Señor Azpiazu, tiene la palabra.



El señor AZPIAZU URIARTE: Señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, en su réplica básicamente, como en la primera intervención, ha huido usted de la más mínima autocrítica y se ha enfundado en un traje si quiere de la ultraortodoxia en materia económica de izquierdas -como
usted la ha definido-, pero al fin y al cabo en un traje que ha intentado que le sirva para protegerse de yo no sé qué.
Según usted y su Gobierno, han reaccionado cuando lo han tenido que hacer y de la manera en que lo han tenido que hacer y además
casi todos los males vienen de fuera. Señor presidente, si yo no hubiera tenido más información que la que usted nos ha dado hoy aquí habría sacado la impresión de que la economía española es una economía fuerte, es una economía sólida, que tiene
algunos problemillas de cuestiones exteriores como el petróleo y los tipos de interés, pero que son problemas que se van a solventar con facilidad. Sin embargo, acto seguido usted nos plantea 47 medidas, ni más ni menos, y entonces yo me pregunto:
¿para qué quiere usted tanta medida si tiene tan poco problema? La verdad es que lo que falta, señor presidente, es no tanta medida -que seguro que eso le sobra-, sino realmente un diagnóstico acertado de cuál es la situación y la realidad de fondo
de la economía española.



A pesar de todo nuestro grupo le ha planteado una serie de cuestiones, una propuesta de desarrollo estatutario que seguro que usted básicamente ya conocía y que nuestro grupo la ha defendido de una u otra manera muchas veces porque estamos
profundamente convencidos de ello, máxime, como le decía, en unos momentos de dificultades económicas como a los que nos tenemos que enfrentar. Usted en su réplica no se ha referido al Grupo Parlamentario Vasco, nos ha ignorado completamente, lo
cual nos parece bien, pero sí ha dicho de forma general que está dispuesto a incorporar todas aquellas propuestas que cumplan simplemente dos condiciones: una, que se respete el rigor de las cuentas públicas y, dos, que se respete la solvencia de
los mercados financieros. Señor Zapatero, nuestra propuesta es la única que le va a permitir a usted cumplir con cierto rigor las cuentas públicas. Sinceramente no entiendo por qué ha ignorado nuestro planteamiento. Nos ha ignorado al Grupo
Parlamentario Vasco o al planteamiento. Supongo que lo que ha hecho ha sido rechazar por omisión, sin decir nada. Yo le sugeriría humildemente, señor presidente, que relea la intervención del Grupo Vasco porque además del planteamiento formal de
colaboración que le he realizado desde esta tribuna, hay unos elementos de reflexión importantes que le pueden servir para profundizar en el diagnóstico y seguramente tomar medidas económicas mucho más acertadas.
Sinceramente no sé cómo interpretar
esta actitud suya. ¿Que no le preocupa el Estatuto de Gernika? Más que una sospecha es una certeza, a tenor del proceso de transferencias que ha habido en los últimos años.
Que no le preocupe la eficacia de las políticas públicas y la eficiente
utilización de los recursos en contra de lo que opina el gobernador del Banco de España y de la Comisión Europea, creo que diría muy poco a su favor si no lo tuviera en cuenta. O simplemente su posición puede ser -y esta es una interpretación mía
que si usted no dice nada en contra tengo que aceptarla- que no quiere saber nada del Grupo Vasco y, por lo tanto, no se digna a tomar en consideración nuestras propuestas. Me sorprende, señor presidente, que no tenga siquiera la curiosidad
intelectual de abordar sin complejos el debate de la reforma del gasto público que le planteo. Casi, si me permite, le diría que me parece incluso una falta de cortesía parlamentaria. Está en su derecho, usted sabrá con quién quiere trabajar en
esta Cámara y en quién quiere buscar los apoyos en un futuro para los proyectos económicos. En todo caso, tengo que decir algo que realmente me preocupa profundamente, y aprovechando que también está la ministra de Innovación


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tengo que hacer una referencia a ella. No es que le tenga ninguna manía, señora ministra, todo lo contrario, pero estoy obligado por las circunstancias. Usted ayer, en compañía del candidato Patxi López, señaló, precisamente en Bilbao, en
Euskadi, que al País Vasco no le interesa reclamar la transferencia de la competencia de I+D+i, que no sería rentable -según usted- y además no sería una transferencia positiva para Euskadi. O nos lo explica muy bien o si no es bastante difícil de
entender. Nosotros sabemos que las transferencias son concurrentes; lo que pasa es que para concurrir tenemos que tener las competencias en los dos ámbitos, y como no ha habido ningún proceso de transferencia de esta competencia hacia Euskadi no
podemos concurrir con ustedes. Ustedes son los únicos que tienen los recursos y la competencia en este momento.
También quiero añadir que el futuro de la fuente de espalación, un compromiso de su grupo parlamentario y que el propio Gobierno asumió
a cambio del apoyo a sus presupuestos del año 2006, está en el aire porque Suecia está haciendo un mayor esfuerzo económico. Pues bien, incrementen el esfuerzo económico, luchen de verdad por el proyecto. Eso es lo que les pide el Grupo Vasco.
Arriesguen, no se queden mirando cómo pasa esta oportunidad que, para nosotros, es importante. Eso sí, luego la ministra nos dice que, como sustitutivo, podemos reclamar -supongo que se refiere al PNV- una de esas agencias que está intentando
diseñar. Desde luego, no vamos a desperdiciar esa oferta, pero creemos que puede hacer bastante más.



Señor presidente, ir a Euskadi en formato electoral para negar la transferencia de I+D+i y sembrar dudas sobre el futuro de la fuente de espalación es algo que mi grupo, el Grupo Vasco, no alcanza a entender y, difícilmente, puede compartir.
Usted verá, señor presidente, cómo reconduce esta situación que para nosotros es una cuestión básica. A pesar de todo -y parezco un tanto ingenuo- le reitero nuestra sincera oferta y nuestro compromiso con el desarrollo económico de Euskadi que, a
su vez, es la única manera o la mejor manera de hacer frente a la situación económica en la que nos encontramos y en la que podemos continuar los próximos meses y seguramente años. Después del verano tiene usted la oportunidad -la prueba del
algodón- de mostrar sus intenciones, quizás la última o una de las últimas. Si no es antes, dentro de tres meses y medio tendremos en esta Cámara...



El señor PRESIDENTE: Señor Azpiazu, tiene que ir terminando.



El señor AZPIAZU URIARTE: Termino, señor presidente.



Si no es antes, dentro de tres meses y medio tendremos en esta Cámara el debate de totalidad de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2009 y conoceremos la auténtica política económica, las cifras, las tripas, la realidad de la
política económica que prepara el Gobierno para afrontar la situación. Nuestra posición dependerá, entre otras cosas, de su compromiso y sus respuestas a nuestros planteamientos.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Azpiazu.



Por el Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds tiene la palabra el señor Llamazares.



El señor LLAMAZARES TRIGO: Gracias, señor presidente.



Tengo una admiración especial por Fernando de los Ríos y decía, creo recordar que ante esta Cámara, que la educación y el respeto son un valor revolucionario. Yo sigo creyendo que una premisa de un ser de izquierdas es esa educación y ese
respeto. Hoy, con su respuesta parlamentaria, no es solamente que no haya respondido a mi intervención, sino que espero que no haya perdido el respeto a mi organización política, a Izquierda Unida. Espero que no haya sido así porque si no este
debate no hubiera servido de mucho.



En cuanto a algunas de las cuestiones que usted ha planteado, señor presidente, usted ha dicho que nuestro país es más fuerte ante la crisis.
Yo no comparto esa valoración. Ha dado una serie de cifras pero una cosa es la verdad y otra cosa
son las estadísticas. En ese sentido, parece usted muy preocupado por la renta per cápita -el cien por cien de la renta media de la Unión Europea- pero no le veo tan preocupado por el gasto social, el 60 por ciento del gasto social de la Unión
Europea. Como hemos compartido una parte de la travesía durante la legislatura pasada, tengo que decirle que no puede estar usted satisfecho de la política social en la legislatura pasada. Hubo medidas y reformas importantes pero, ¿sabe usted lo
que significó desde el punto de vista presupuestario? Un 0,1 puntos del PIB anual en convergencia social con la Unión Europea. Dice usted que compromete su palabra en el programa electoral. No era eso lo que había propuesto usted en el programa
electoral ni lo que había propuesto yo en mi programa electoral. Era un uno por ciento del PIB en convergencia social anual a lo largo de la legislatura. A este paso, treinta años para converger con el gasto social de la Unión Europea. Por lo
tanto, más modestia, señoría. Hoy aquí usted ha recibido un baño de realismo pero no de modestia porque resulta que Estados Unidos está en crisis, la economía internacional está en crisis y nosotros solamente tenemos algunos problemas. Un poco de
modestia, señor presidente.



Quiero terminar refiriéndome a esa rara avis que es la desfiscalización como política de izquierdas. Ha hablado usted de nuevo de la medida de los 200 euros. Ha tomado otras. Aproximadamente han dejado ustedes de ingresar 15.000 millones
de euros que hoy podrían ser un instrumento muy importante para políticas públicas. Pero hablando de los 200 euros, acabo de ir a una cafetería mientras se celebraba el debate -he de reconocer mi culpa-, y me ha dicho el camarero -yo estaba
hablando de los 200 euros-: tiene usted razón, mi jefe


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va a cobrar los 200 euros, yo ni un euro. (Una señora diputada: Muy bien.) Esa es la realidad de la política de desfiscalización que defiende el Gobierno.



Me gustaría que el Gobierno, que su Gobierno, reconociese en este debate la realidad de la crisis, no solamente tuviera retórica social y tuviera políticas sociales. Y no lo son ni las políticas que ha anunciado en el día de hoy ni las
políticas que desarrolló también en parte durante la legislatura pasada. Me gustaría, termino, señor presidente, que lo que ha anunciado con respecto a la directiva de servicios no sea el bálsamo de Fierabrás porque ahora resulta que, por arte de
birlibirloque, lo que era una iniciativa de la derecha europea la va a convertir usted en la iniciativa de liberalización de los servicios en nuestro país. No, no, esta iniciativa no pretende hacer más competitivos los servicios, esta iniciativa
pretende rebajar los salarios de los trabajadores de los servicios compitiendo en el marco de la Unión Europea. Es el sentido de la iniciativa y si no al tiempo.



Muchas gracias.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Llamazares.



Señor Ridao.



El señor RIDAO I MARTIN: Gracias, señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, debo decirle que no me ha contestado a nada o a casi nada de lo que yo le he planteado aunque, claro está, si me va a responder en los términos en los que ha dado respuesta al amigo Gaspar Llamazares, casi lo
prefiero. En todo caso, me recuerda aquello de: de tanto que te quiero, te aboñego. En todo caso, voy a decirle algo que no va a poder desatender, porque le voy a hacer una propuesta muy concreta, señor Zapatero. La secuencia podría ser muy bien
esta: en primer lugar, usted ha venido a esta Cámara contra su deseo, casi a rastras, como ha dicho algún otro portavoz. En segundo lugar, usted se ha puesto el frac, se ha presentado aquí con un paquete de medidas -aunque es verdad que la mayoría
conocidas- y, en tercer lugar, como usted sabe, no se van a votar resoluciones subsiguientes a este debate. Así, lo cierto es que no vamos a saber cuál es el grado de apoyo, de confianza, que merecen sus propuestas a pesar de que, como usted ha
señalado, uno de sus objetivos es el de incorporar ideas útiles, coherentes.



Nosotros le vamos a proponer, en primer lugar, que antes de aprobar la Ley de Presupuestos, antes de que su Gobierno, el Ejecutivo, apruebe el proyecto de ley, venga usted a evaluar la efectividad de las medidas que usted ha presentado.
Creo que a usted le va a interesar eso, quizá además le refuerce y pueda, incluso, acumular energías y apoyos para el debate de una Ley de Presupuestos que se presenta, o se vislumbra, no solo decisiva sino además muy comprometida para ustedes ante
una aparente falta de apoyos, hoy por hoy. Por tanto comprométase, díganos que va a venir a esta Cámara y, en caso contrario, otros grupos -como ha sucedido hoy- se lo vamos a pedir. En segundo lugar, durante mi intervención me he esforzado, mejor
o peor, en insistir en que ustedes deberían dejar, no sé si de lado, pero al menos con menor fuerza las medidas de carácter coyuntural o cortoplacistas, porque coyuntural es, por ejemplo, compensar parcialmente el parón de la construcción con más
inversión en obra pública, o, por ejemplo, aligerar la carga hipotecaria a las familias; o devolver anticipadamente el IVA a las pymes, eso es coyuntural. Hemos insistido en que este conjunto de medidas, a corto plazo, contrastan con la ausencia
de un auténtico paquete de medidas estructurales, más allá, como le he dicho antes, de algunas vagas referencias a algunas cuestiones como el capital humano, tecnológico o el incentivo del I+D+i . Me refiero a medidas en el terreno laboral que
propone usted. Me refiero a medidas en el terreno de la competitividad empresarial. Me refiero al funcionamiento de los mercados. Me refiero, en todo caso, al tránsito desde una economía de ladrillo hacia una economía del chip. Y lo que es peor,
y con eso acabo, creo que lo que falta es un relato público que conecte esas medidas de choque que usted propone con las reformas estructurales y con la necesaria visión de conjunto. Para entendernos, la gente no identifica, y después de este
debate tampoco, cómo va a ser la economía cuando lo peor haya pasado. Es decir, si llevamos más de diez años viviendo del empuje de la construcción y el maná ya se ha agotado, ¿qué es lo que ustedes proponen, por ejemplo, en otros sectores que ya
empiezan a despuntar como el de las tecnologías de la información, la biotecnología, en energías renovables, en los servicios del ocio y del bienestar en una sociedad cada día más envejecida? Por eso la crisis actual, señor presidente, debe
convertirse, como dirían los orientales, en una auténtica oportunidad, que son términos idénticos. La actual crisis, señor presidente, debería ser el contexto adecuado para enmarcar los golpes de timón necesarios no solo para capear el oleaje
pasajero sino también para fijar el rumbo para que nuestra economía llegue en el futuro a un buen puerto.



Muchas gracias, señor presidente, señoras y señores diputados.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ridao.



Señor presidente del Gobierno.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



Voy a empezar mi intervención por aquellos grupos que se han sentido preteridos o aquellos a los que me he referido con menos dedicación en un turno de réplica que inevitablemente ha de tener una contestación de carácter general aunque haya
individualizado algunas de las respuestas, como ha sido quizá la del portavoz de Convergència i Unió, porque me ha parecido que su intervención estaba más sistematizada en cuanto a un conjunto de propuestas, no por una sola razón. Quizá he


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dedicado menos tiempo a refutar otras críticas; simplemente al señor Llamazares, el portavoz de Izquierda Unida, he refutado alguna idea de fondo sobre el tema fiscal, y he hecho un comentario que desde luego si entiende que es una falta de
respeto a su organización lo retiro ya de manera automática, inmediata. Trataba de contestar con otra broma a la que usted me hacía del síndrome monclovita y la falta de frescura; en fin, yo me lo tomo con toda la deportividad, como espero que se
lo tome usted. En referencia a la pregunta que le he lanzado a usted y a otros portavoces: ¿Cómo puede el Gobierno ayudar a las familias, a los trabajadores, a los pensionistas, a los autónomos, a los sectores que tienen menos renta ante la subida
de precios? ¿Cómo? Pues utilizando el mecanismo fiscal -es que no tenemos otro, el Gobierno no dispone de otro mecanismo-, y en este caso pudiendo devolver hasta 6.000 millones de euros, señor Llamazares, a 16 millones de personas, 16 millones de
contribuyentes, en los que no entran aquellos a los que se ha hecho referencia, porque, como bien saben, tributan de otra manera: los más poderosos, los que tienen propiedades muy importantes o representan consejos de administración de primer
nivel. Repito, 16 millones son trabajadores, pensionistas y autónomos; salvo aquellos que no hayan contribuido, y con estos, señor Llamazares, usted debía saber -porque también he oído este argumento- que solo cabe hacer una política de carácter
social, de asistencia social si se quiere, y no le corresponde al Gobierno de España, sino a las comunidades autónomas. Nuestro instrumento de transferencia de renta es la política fiscal a través del IRPF, usted sabe esto y debería asumirlo. En
todo caso, si tiene alguna fórmula que no sea esta y que pueda adoptar el Gobierno para ayudar a trabajadores y pensionistas ante la subida de precios, estamos dispuestos a discutirla, porque es verdad que todos tenemos la misma sensibilidad y
voluntad.



Al representante del Grupo Vasco le quiero decir que si no le he aludido de manera directa en mi contestación no ha sido más que por ofrecer una contestación de carácter general, porque por supuesto cuenta con todo mi respeto. Voy a tomar
en consideración y a valorar la propuesta que usted me ha transmitido; creo que he sido siempre un defensor del Estatuto de Gernika, y sabe de lo que soy un opositor: de abandonar el Estatuto de Gernika. Es difícil que podamos caminar juntos para
hablar del desarrollo, del grado de cumplimiento del Estatuto de Gernika, cuando realmente lo que hace el lehendakari es más bien coger otra carrera, en mi opinión equivocada. En cualquier caso, ese no era el debate de hoy, y no quiero ir más allá
en el paréntesis; el debate hoy es el que afecta a la situación económica. Quiero hacerle un matiz que sirve para algún otro portavoz. Desde esta tribuna he afirmado que tenemos problemas y dificultades serios. He expuesto dos aspectos
fundamentales que preocupan al Gobierno y que sin duda alguna son los que están generando la desaceleración tan intensa, el frenazo de la economía: primero, la subida de precios, como consecuencia del incremento del precio del petróleo y de los
alimentos, que tienen su traducción en las presiones inflacionistas y en que el Euribor y los tipos de interés estén como están -eso es economía internacional, situación internacional de los mercados financieros y lo que está pasando con el
petróleo-; segundo, un ajuste, una crisis, una desaceleración del sector inmobiliario, del sector residencial para la construcción. Este sector ha tenido un crecimiento -me sorprende que hoy no haya sido mencionado en este debate- espectacular en
los últimos años. No hay más que ver las cifras de viviendas iniciadas en 2005, 2006 e incluso en 2007; solo las viviendas que se comenzaban en este país superaban a las que se empezaban en Alemania, Inglaterra e Italia juntas. Es verdad que
crecía el empleo, como ha aumentado en los últimos cuatro años, en 3 millones; es verdad que crecía la población; es verdad que había demanda de vivienda; que los precios eran altos, pero los tipos de interés bajos, y eso facilitaba la compra de
vivienda, el acceso al crédito y el que haya un porcentaje muy importante de familias con hipotecas que ahora están sufriendo la subida de los tipos de interés. Todos decíamos que tenía que haber un ajuste en el sector inmobiliario. Debemos tener
en cuenta que lo va a haber, que lo está habiendo, que va a ser fuerte e intenso, pero todos debemos saber también que se recuperará en el momento en que haya una recuperación de la demanda, que tendrá que ver con el precio de la vivienda y su
evolución, porque la demanda de vivienda en España con su evolución demográfica va a seguir siendo importante; será a principios del año que viene o más tarde, pero se producirá. Quiero recordar que el sector de la construcción residencial,
inmobiliario, es -alguien ha dicho aquí que era la clave del crecimiento- el 7 por ciento del PIB; dos tercios son los servicios y la industria un porcentaje mucho más alto. Tiene buenos datos. Por ejemplo, están aumentando las afiliaciones en el
sector servicios; la producción industrial está aguantando en unos momentos de dificultad, y la mejor prueba es que las exportaciones mantienen su fuerza. Por tanto, tenemos concentrada en la actividad económica el impacto de una situación del
crecimiento de una manera muy nítida: es la crisis del sector inmobiliario, que está siendo muy intensa, muy fuerte, pero que lógicamente se recuperará y empezaremos a compensar en el momento en que llevemos a acabo el ambicioso programa de
vivienda de protección oficial que hemos pactado con las comunidades autónomas -igual que vamos a hacer el plan de vivienda próximo, y agradezco la actitud de todas las comunidades autónomas-, que va a suponer una recuperación cuando se produzca ese
momento.



El señor Duran ha insistido en la internacionalización de nuestra economía. Sabe que en la última legislatura hicimos un plan de internacionalización de la economía y que ha dado resultados positivos, fundamentalmente en Asia, en China.
Los datos de exportaciones son elocuentes, por tanto seguiremos trabajando en esa dirección


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y por supuesto compartiremos. Estamos dispuestos, aunque le puedo asegurar que nuestra posición es muy clara -solo faltaría-, a estudiar cualquier propuesta en el terreno de apoyo a las pyme y al crédito a las empresas, pero entenderá que
nuestra posición es dejar que los mercados actúen, porque eso es lo mejor para la economía a medio y largo plazo. El señor Duran lo sabe muy bien porque nunca se ha caracterizado por ser un intervencionista; lo sabe muy bien. Sabe que hay medidas
que a veces se toman en un momento coyuntural, pero a medio plazo son claramente perjudiciales, como ha podido comprobarse a lo largo de la historia y también en otras economías que tenemos cercanas. En todo caso, el señor Duran, como es lógico, no
ha hecho un análisis del conjunto de las medidas -ni el señor Duran ni el resto de los grupos-; he visto más la crítica de insuficiencia, que es bastante habitual. De todas las medidas que he propuesto quiero subrayar que algunas empiezan ahora a
ser efectivas porque, como es lógico, el Gobierno toma las medidas sometido al Estado de derecho. Igual que el Decreto-ley de medidas económicas del IRPF -400 euros- fue al primer Consejo de Ministros y ha sido efectivo ahora, y lo será hasta el 31
de diciembre, otro conjunto de medidas van a ser efectivas a partir de ahora, por ejemplo, el plan de recolocación a partir de septiembre, al que el Gobierno ha destinado una partida presupuestaria importante.



El señor Rajoy ha dicho que la mejor política social es la del empleo; estamos de acuerdo. Le añado a continuación que reconocerá que con este Gobierno en la legislatura pasada se crearon prácticamente tres millones de empleos, que es una
cifra considerable; tanto es así, que fue el periodo y el país que más crecimiento de empleo generó. Estamos de acuerdo en que la política más antisocial es el desempleo. Yo añadiría un matiz: Hay algo más antisocial que el desempleo, y es
recortar derechos de los desempleados y de los trabajadores, como hicieron con el decreto-ley que se conoció como el decretazo. (Aplausos.) Eso es más antisocial aún que el desempleo. Tanto coincido en lo que afecta a la política social que, como
he reiterado desde esta tribuna, gracias a los acuerdos sociales que hemos hecho, gracias a los acuerdos con sindicatos y empresarios, tenemos hoy el porcentaje de protección de desempleados más alto -80 por ciento- y una subida de la prestación
media por desempleo que está en los 800 euros. Esto va a suponer un esfuerzo considerable a las arcas públicas sin duda alguna, pero el compromiso social y la política social de defender y de apoyar a quien pierde un puesto de trabajo es
absolutamente prioritario para este Gobierno. Señor Rajoy, no ha dedicado tampoco mucho tiempo a explicar cuáles podían ser sus medidas; no es un reproche, simplemente digo que no le ha dedicado tiempo. Ha considerado más importante decir que yo
engaño -lo ha dicho 25 veces- que explicar las medidas que propone para afrontar esta situación económica. Ha dedicado el 80 por ciento del tiempo a decir que yo he engañado y prácticamente nada a comentar qué ideas tiene usted sobre la economía;
eso es lo que le importa realmente la economía y las economías de las familias; eso es lo que le importa. (Aplausos.) Por ello, he de decirle que algunas de las cosas que he visto en sus propuestas -ya se lo he indicado- podemos discutirlas y
podemos estar de acuerdo en ellas.
Espero poder llegar a acuerdos en todo aquello que afecta al aumento de la competencia, a la traslación de la Directiva de Servicios. Quiero hacer un matiz: la Directiva de Servicios a los sectores que va a
afectar es a los básicamente profesionales y empresariales; ahí es donde fundamentalmente vamos a aplicar las medidas. Va a haber una respuesta ante esto; o sea, señor Llamazares, no tengamos una predisposición contra medidas como rebajar los
aranceles del 20 por ciento de notarios y registradores, que es una de las que contemplamos, y supongo que no le parecerá una medida traída de la Directiva de Servicios y de derechas.
Espero que no, porque precisamente van en esa dirección...

(Risas.-Rumores.) No, no he puesto el ejemplo por ninguna referencia.
Sabe que también en el Consejo de Ministros hay una registradora a la que no sé si esta medida le va a entusiasmar, pero es así. Como decía, en lo relativo a la Directiva de
Servicios, al aumento de la competencia, me ha sorprendido su propuesta de aprobar una ley de unidad de mercado, más que nada porque desconocemos radicalmente el contenido, ni siquiera la idea.
(Rumores.) Simplemente traslado públicamente qué es lo
que representa y qué es lo que significa, porque así dicho es absolutamente genérico. No estamos de acuerdo en que el aumento de gasto público sea solo de un 2 por ciento. Si al final no hubieran puesto el último punto casi podía entrarse a
discutir; pero si en el último punto, haciendo que solamente crezca el gasto público un 2 por ciento, pretenden que todas las ciudades de España se enlacen por alta velocidad... (Varios señores diputados pronuncian palabras que no se perciben.)
Sí, sí. Si el crecimiento del gasto público es solo del 2 por ciento y no del 5 por ciento, como ha propuesto el Gobierno con la máxima austeridad y el máximo rigor, lo que representa esa reducción de gasto equivale a todo lo que gastamos en alta
velocidad al año, uno; o equivale a congelar el sueldo de los empleados públicos durante cuatro años (Varios señores diputados: No, no.), si tomáramos esa medida; eso es a lo que equivale. (Rumores.-Aplausos-El señor Rajoy Brey: Muy mal.) Sí,
son 4.000 millones de euros, y eso es a lo que equivale la inversión en alta velocidad. (Varios señores diputados pronuncian palabras que no se perciben.) Yo entiendo que desde la oposición se pueda decir al mismo tiempo: reduzca usted el gasto y
gaste más (El señor Ayllón Manso: ¡Hay que reducir altos cargos!), pero ciertamente es poco creíble. Sí, reducimos 4.000 millones en altos cargos como en la Comunidad de Madrid, como en la Comunidad de Valencia, como en el Ayuntamiento de Madrid;
allí es donde hay altos cargos, asesores y crecimiento de todo el despilfarro burocrático de este país.(Aplausos.-La


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señora Blanco Terán: Ahí, ahí.) Empiecen por ahí; empiecen por ahí.



En definitiva, creo sinceramente, señor Rajoy, que ha venido ha hablar poco de economía y nada de la economía de las familias. Ha hablado fundamentalmente de las críticas al presidente del Gobierno, ya conocidas, en la misma línea de los
últimos cuatro años: de engañar para justificar seguramente otra cosa, introduciendo el debate electoral, que hoy nada tenía que ver obviamente. En todo caso, como la situación es complicada, difícil -lo he dicho y lo reitero- estamos dispuestos a
dialogar y a tomar en consideración cuantas propuestas sean razonables, se puedan llevar a la práctica y dedicar a ello el tiempo que sea necesario.



Desde una idea que reitero hoy a la Cámara, señor Ridao, creo que me puede admitir que durante toda la legislatura y en mi trayectoria política ante esta Cámara -ante esta y ante el Senado- he comparecido cuantas veces ha sido necesario.
Creo que es mi obligación, ya que un presidente del Gobierno emana de la confianza del Parlamento, le sostiene si tiene la confianza del Parlamento y porque además que es muy útil para los ciudadanos. Por tanto, estoy dispuesto a hablar y a debatir
aquí - sí, aquí- de medidas cuantas veces sea necesario y conveniente. Creo además que es bueno para todos: bueno para el Parlamento, bueno para la ciudadanía, bueno para los grupos y también bueno para el Gobierno.



Muchas gracias. (Aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente.



Finalizado el debate, se levanta la sesión.



Eran las ocho y veinte minutos de la noche.