Gallegos en Cuba

Gallegos en Cuba

 

En la Legislatura de las Cortes Constituyentes de 1854-1856 se nombró una Comisión parlamentaria para investigar el traslado de trabajadores gallegos a Cuba. El Archivo del Congreso de los Diputados conserva el expediente completo de dicha Comisión en el que se incluyen algunas de las cartas que los inmigrados enviaron a sus familiares de la península.

Antecedentes

Expediente relativo a la colonización gallega en la isla de Cuba
ACD Serie General de Expedientes. Legajo 97 n.º 41
Expediente relativo a la colonización gallega en la isla de Cuba. ACD Serie General de Expedientes. Legajo 97 n.º 41

El episodio de la inmigración gallega en Cuba ocurrido a mediados del siglo XIX se sitúa dentro del complejo escenario de una economía colonial cuyos intereses se ven amenazados por el pensamiento abolicionista, aceptado ya por gran parte de la opinión pública. En este contexto las directrices de la política española tratan de contemporizar la salvaguarda de los intereses económicos provenientes de la pujante industria azucarera de la isla de Cuba y el cumplimiento de los convenios suscritos con Inglaterra en 1817 y 1835 para la abolición del tráfico de esclavos.

Obedeciendo a estos convenios se presentó a finales de 1844 el Proyecto de Ley represiva del tráfico de negros. Tanto el dictamen de la Comisión como su posterior debate nos dan una idea clara de este conflicto de intereses. Lo que se ponía en tela de juicio era la precipitación en la firma de estos convenios sin haber previsto antes otras medidas, como promover la inmigración de negros libres o de población blanca.

Lo cierto es que estas medidas, especialmente la referida a la introducción de trabajadores blancos, se venían ya barajando desde hacía años, no solo a causa del control al que se veían sometidos los buques españoles por parte de Inglaterra sino también por el predominio cada vez mayor de población negra en la isla. De esta forma se creó la Junta de Población Blanca para el incremento de mano de obra europea y asiática. A este fin de “blanqueamiento” obedeció también el traslado de trabajadores peninsulares como catalanes y vascos.

Llegamos así a 1853, momento en el que a la necesidad de resolver esta problemática se une la catastrófica situación por la que atraviesan los campos de Galicia debido al frío y a las intensas lluvias. En el Archivo del Congreso de los Diputados se conserva un expediente con copia de los reales decretos dictados en aquel año para atender la precaria situación de las provincias gallegas y de Oviedo. La petición de auxilio llegó también a Cuba desde donde se envió ayuda económica pero también se vio una oportunidad para ofrecer trabajo a los gallegos damnificados y aportar así mano de obra blanca.

Le Breton, Louis Habana. Vista del puerto y de la Ciudad Entre 1840 y 1860
Biblioteca Nacional de España.
Le Breton, Louis Habana. Vista del puerto y de la Ciudad Entre 1840 y 1860. Biblioteca Nacional de España.

Urbano Feijoo de Sotomayor fue sin duda el artífice principal de este proyecto. Gallego de origen y residente en Cuba donde tenía importantes negocios comerciales presentó su plan a la Junta de Población Blanca solicitando un privilegio para la empresa por espacio de 15 años. Pese a las objeciones planteadas al proyecto éste obtuvo por fin la aprobación de las autoridades cubanas. Nacía así la “Compañía Patriótica-Mercantil” que daría lugar a uno de los episodios más controvertidos de la política española de mediados del XIX puesto que su alcance afectaba tanto a lo público como a lo privado.

En 1853 Feijoo publicó una extensa Memoria sobre la isla de Cuba y la inmigración de trabajadores españoles. Dos años más tarde decidió reimprimirla en Madrid añadiendo nuevos documentos y observaciones que actuaran en su defensa ante la opinión pública, como él mismo señala en la nota introductoria: “Tal es la situación en que se encuentra el pensamiento de conducir á Cuba trabajadores gallegos: tal es el compromiso de mi honor, y en este caso tengo por necesario reimprimir y publicar de nuevo los antecedentes que en la Habana vieron la luz, para ilustrar al público, ante el cual apelo”.

La Biblioteca del Congreso de los Diputados conserva un ejemplar de esta edición reimpresa en la que encontramos documentos como el Pliego de condiciones bajo las cuales habría de organizarse la Compañía Patriótica-Mercantil. Se fijaba así en cinco años el tiempo de duración del contrato con el trabajador comprometiéndose la empresa a abonar el viaje de vuelta. Los tres primeros meses de estancia en Cuba serían de aclimatación en locales apropiados, situados en el campo. Corría a cuenta de la empresa el aprovisionamiento del vestuario, buenos alimentos y cuidados médicos. El sueldo no sería menor de cinco pesos mensuales fijándose también las horas de descanso.

Estas y otras muchas ventajas unidas a la precaria situación por la que atravesaban los jornaleros gallegos auguraban el buen éxito de la empresa. Sin embargo, como se podía prever por experiencias anteriores, no era fácil sustituir la mano de obra esclava por trabajadores libres de raza blanca. Una vez en Cuba los inmigrantes gallegos tuvieron que enfrentarse a una realidad que difería en mucho a la diseñada en aquel pliego de condiciones.

Investigación parlamentaria

En la sesión de las Cortes Constituyentes celebrada el 8 de enero de 1855 se leía una proposición del diputado Ramón de la Sagra y otros firmantes por la que se solicitaba al Gobierno el expediente referido a la introducción de trabajadores gallegos en Cuba.

Urbano Feijoo de Sotomayor, diputado en las Cortes Constituyentes de 1854-1856Urbano Feijoo de Sotomayor, diputado en las Cortes Constituyentes de 1854-1856

Hay que señalar que Urbano Feijoo de Sotomayor se presentó a las elecciones generales de octubre de 1854 obteniendo acta por la circunscripción de Orense. Ejerciendo pues su cargo de diputado tuvo conocimiento de esta proposición y se dispuso a intervenir en el asunto. En la sesión de 31 de enero presentó, junto con otros diputados, una proposición solicitando que el expediente remitido por el Gobierno pasase a una Comisión calificadora “que sobre la conveniencia y la equidad de sus términos presente a las Cortes su dictamen con urgencia”.

En el discurso de apoyo a la proposición Feijoo defendió su proyecto de colonización como un asunto que interesaba “á la Nación española como Nación de honor, á Galicia como provincia que demanda trabajo, á la isla de Cuba como agricultora sin brazos, y á miles de infelices como desgraciados sin esperanza”.

La comisión encargada de estudiar el expediente enviado por el Gobierno fue nombrada en la sesión de 3 de febrero de 1855 emitiendo su dictamen el 19 de junio. Sin embargo, a este dictamen se presentó un voto particular firmado por dos de los miembros de la comisión que diferían del parecer mayoritario ofreciendo una mirada más benevolente hacía el proyecto de Feijoo.

El debate, que tuvo lugar los días 26 y 27 de junio, se centró en las posiciones a favor y en contra de este voto particular que a juicio de la mayoría de la Comisión significaba una defensa de la empresa llevada a cabo por Feijoo o al menos del pensamiento que la había alentado. En consecuencia, conceptos como patriotismo, altruismo y humanitarismo son argumentados por uno y otro lado, al igual que el interés público del proyecto o el mero aprovechamiento privado del empresario.

También Feijoo participó en la discusión ya que según él ni el voto particular ni el dictamen de la mayoría hacían justicia al propósito de su empresa: Aliviar los males de España contribuyendo a la sustitución de la mano de obra esclava y a la abolición de la trata, además de socorrer a las provincias gallegas.

El voto particular de los diputados Alonso y Ordax fue rechazado por 126 votos en contra y solo dos a favor. El dictamen de la mayoría se aprobó con algunas modificaciones y la adición de un nuevo apartado.

Cartas y reclamaciones

Carta de un inmigrante gallego escrita desde Cuba
ACD Serie General de Expedientes. Legajo 97 n.º 41
Carta de un inmigrante gallego escrita desde Cuba. ACD Serie General de Expedientes. Legajo 97 n.º 41

Las cartas que algunos trabajadores enviaron a sus familias son sin duda un testimonio de primer orden para comprender la magnitud de los hechos. Pese a la dificultad de su lectura, motivada en muchos casos por una deficiente caligrafía y sintaxis, en ellas se refleja la desesperada situación a la que hubieron de enfrentarse los 1700 hombres que desembarcaron en la isla entre los meses de marzo y agosto de 1854. Entre estas cartas se encuentra una reclamación presentada a las Cortes por familiares de los inmigrados haciéndose eco de sus penosas circunstancias.

Sobre de carta enviada desde Cuba a Galicia
ACD Serie General de Expedientes. Legajo 97 n.º 41
Sobre de carta enviada desde Cuba a Galicia. ACD Serie General de Expedientes. Legajo 97 n.º 41

En el expediente figura también la carta dirigida a Feijoo por el juez de Carballino, Miguel Salgado Membiela, ofreciéndose a reunir otros testimonios que pudieran obrar en su defensa. El propio Feijoo incluyó extractos de estas cartas entre los documentos anexos a su Memoria.

Llama la atención una carta dirigida al ministro de Fomento por Ramón Fernández Armada, jefe de la empresa, con la intención de que su testimonio pueda ilustrar a la Comisión en su cometido. En ella califica a la empresa de Feijoo Sotomayor de “maliciosa y terrible”, relatando los abusos sufridos por “inocentes y desapercibidos gallegos”.

En los últimos años se ha puesto de manifiesto el interés mostrado por este triste episodio de nuestra historia a través de libros, artículos y documentales. Las fuentes conservadas en el Archivo y la Biblioteca del Congreso de los Diputados, así como los diarios de sesiones pretenden también acercarnos a estos hechos y a la complejidad de su momento histórico.

Información actualizada a 8 de mayo de 2023