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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 227, de 15/01/2007
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


PLENO Y DIPUTACIÓN PERMANENTE


Año 2007 VIII Legislatura Núm. 227

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. MANUEL MARÍN GONZÁLEZ

Sesión plenaria núm. 210

(Sesión extraordinaria)

celebrada el lunes, 15 de enero de 2007



ORDEN DEL DÍA:


Juramento o promesa de acatamiento de la Constitución por nuevos señores diputados ... (Página 11530)


Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento:


-Comparecencia, a petición propia, del Presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, para informar sobre política antiterrorista. (Número de expediente 210/000072.) ... (Página 11530)


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SUMARIO


Se abre la sesión a las cuatro de la tarde.



Juramento o promesa de acatamiento de la Constitución por nuevos señores diputados. ... (Página 11530)


Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento. ... (Página 11530)


Comparecencia, a petición propia, del presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, para informar sobre política antiterrorista. ...
(Página 11530)


El señor presidente del Gobierno (Rodrí­guez Zapatero) comparece ante la Cámara para informar sobre política antiterrorista. Inicia su intervención recordando a los dos ciudadanos ecuatorianos que perdieron la vida en el atentado terrorista
y transmitiendo su más sentido pésame a sus familiares, amigos y conciudadanos, a todo el pueblo ecuatoriano.



Reitera a todos los servidores públicos del Estado, de la Comunidad Autónoma de Madrid y del Ayuntamiento de Madrid, los esfuerzos que tuvieron que hacer frente al brutal atentado y la actitud de los ciudadanos de nuestro país, y de manera
especial al pueblo de Madrid.



A continuación manifiesta que el 30 de diciembre ETA, con su brutal atentado, puso fin al alto el fuego permanente, rompió el diálogo y el proceso de paz. Al hacerlo tomó la peor decisión, una decisión criminal, equivocada e inútil. ETA
desperdició la oportunidad de contribuir por medio de su definitiva desaparición a un mejor futuro para todos.



Se refiere a tres cuestiones: a las razones que fundamentan el inicio de un proceso que tenía como objetivo el fin definitivo de la violencia; las bases y los principios con los que actuó el Gobierno a lo largo de ese proceso y las
consecuencias que se derivan de la ruptura del mismo.



En su opinión los ciudadanos se formulan una serie de preguntas a las que va a tratar de responder, y la primera de ellas se refiere a las razones y fundamentos por los que el Gobierno inició el proceso. Reside en la obligación que tiene
todo Gobierno de intentar por todos los medios que se le ofrezcan poner fin a la violencia de su país. La segunda es sobre qué bases se diseñó la acción del Gobierno desde la declaración relativa al inicio de los contactos el pasado 29 de junio.
En este tiempo ha mantenido plenamente en vigor los ejes fundamentales de la lucha antiterrorista: no ha cambiado la legalidad destinada a fortalecer nuestra seguridad, a combatir el terrorismo, a exigir con rigor el respeto a la democracia por los
partidos políticos; no han cambiado las bases de la acción policial, no ha cambiado la acción de la justicia, no ha cambiado la política penitenciaria. La tercera cuestión sobre la que los ciudadanos demandan información es qué ha ocurrido, por
qué se ha producido el atentado del pasado día 30 de diciembre y ante todo qué consecuencias proyecta sobre la política antiterrorista. No cabe especular sobre la irracionalidad del comportamiento de ETA, menos aún sobre sus explicaciones o sus
justificaciones.



Indica que esta es la primera vez que un presidente del Gobierno comparece en esta Cámara tras un atentado terrorista, y asume esta responsabilidad con un objetivo: reconstituir y fortalecer nuestra unidad como demócratas, la de todas las
fuerzas políticas, que es la de todos los ciudadanos. La unidad de todos los partidos democráticos frente a la violencia y el terror supone al tiempo dos poderosos mensajes. A la sociedad española un mensaje de unidad, de esperanza, de esperanza
en la vida, en la libertad y en la paz, y de esperanza en sus representantes. A ETA un mensaje de firmeza, firmeza de los partidos democráticos en una idea: su actividad criminal es inútil, inútil cualquiera que sea el partido que esté en el
Gobierno. En este momento es muy conveniente que volvamos a renovar la unidad democrática ante el terrorismo.



Finaliza mirando hacia el futuro y señalando que el intento que se abrió a partir del pasado 22 de marzo no ha fructificado. ETA le ha puesto sangrientamente su punto final. No cabe ahora sino enfrentarnos a las consecuencias que se
derivan de ello. El Gobierno, con el apoyo que ha solicitado de la Cámara las afrontará con todo rigor, firmeza y determinación. El Gobierno expresa su máxima firmeza en combatir y perseguir la violencia y el terror. Manifiesta su plena voluntad
de lograr la mayor y mejor unidad democrática de los partidos políticos en esa tarea, y afirma que nunca habrá diálogo con violencia ni con intentos de perpetuar la violencia.



Interviene el señor Rajoy Brey, en nombre del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso. Reitera su pesar, solidaridad y afecto a los familiares y amigos de los dos ecuatorianos asesinados por la organización terrorista ETA el pasado día
30 de diciembre.



Recuerda a continuación que el que comete un error y no lo corrige comete otro error mayor, que es el caso del señor Rodríguez Zapatero, ya que la verdad es que estamos ante la historia de un fracaso que no


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se quiere reconocer, como es el diálogo y los acuerdos con ETA y en los que en ningún punto figuraba la disolución de la banda y la entrega de las armas. Fruto de esos acuerdos fue la resolución de esta Cámara aprobada en mayor de 2005 y
que el Grupo Parlamentario Popular no votó.
Ese día el presidente del Gobierno rompió formalmente el Pacto por las libertades y contra el terrorismo.



Ante el fracaso de la política del Gobierno ha pedido esta comparecencia en la Cámara, no para que se explique un atentado sino los efectos del cambio de la política antiterrorista y qué se va a hacer en el futuro.



Agrega que la banda terrorista anunció lo que llamaba el alto el fuego permanente pero en ningún momento expuso su voluntad de poner fin al terror ni a sus exigencias políticas, reservándose incluso la capacidad de reanudar sus actos
criminales en el supuesto de que se torcieran sus deseos.



Alude también a la rueda de prensa del presidente del Gobierno el 29 de diciembre y al atentado del día 30, momento en el cual no se puede ocultar el fracaso de la política del Gobierno de pensar que el terrorismo se resuelve mediante la
negociación, cosa que no ha ocurrido en ninguna parte y que sólo sirve para fortalecer a los terroristas. En efecto, ETA está más fuerte que hace un año, se ha rearmado, se ha reorganizado y se ha refinanciado. Por otro lado, para ese llamado
proceso de paz es imprescindible que se callen las víctimas, renunciando a hacer justicia.



De cara al futuro pregunta al señor presidente del Gobierno qué medidas propone o si solamente se trata de ganar tiempo, guardar las formas y suspender los contactos hasta que se recupere la calma. Personalmente le aclara que si quiere
pactar con el Grupo Popular tendrá que ser en el marco del Pacto por las libertades y contra el terrorismo, haciendo saber a los terroristas que no tienen otra salida que el abandono de las armas.
Le pide asimismo al presidente del Gobierno que
solicite de la Cámara que revoque la resolución que autorizó a dialogar con ETA, porque ese fue el mayor error cometido en los últimos años, y que coloque de nuevo a Batasuna en la ilegalidad real, ya que de lo contrario no podrá contar con el
Partido Popular, porque no habría mayor error que acompañarle en su fracaso. En todo caso le pide que no olvide que llegada la hora de la verdad, y si las cosas se ponen feas, será él su único aliado fiable.



Contesta el señor presidente del Gobierno.



Replica el señor Rajoy Brey.



Interviene el señor presidente del Gobierno.



Interviene el señor Rajoy Brey.



Cierra el debate el señor presidente del Gobierno.



Interviene el señor Duran i Lleida, en nombre del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió). Quiere que sus primeras palabras se sumen a las que con anterioridad los presidentes del Gobierno y del Partido Popular han expresado en
torno al recuerdo solidario de las víctimas, de las familias y de cuantas personas se vieran afectadas en el atentado del día 30.



Manifiesta que su grupo considera un error el debate de hoy. El deseo de Convergència i Unió no es la derrota del Gobierno ni la derrota del Partido Popular en este debate, la única derrota que le interesa a su grupo es la de ETA. Si en
muchas ocasiones se ha dicho que ETA no debía marcar la agenda política, mucho menos debe marcar la agenda parlamentaria. Los terroristas viven del anhelo de paz de los demócratas y también de los anhelos de paz de este Parlamento. Cree que la
unidad es importante, pero no en el sentido de idealizarla hasta el extremo de que se convierta simplemente en bellas palabras. Unidad no significa hacer exactamente lo que el Gobierno quiera, pero sí reconocerle la capacidad de la dirección de la
política antiterrorista.



Continúa haciendo y haciéndose una serie de preguntas, como si fue un error abrir el proceso de diálogo. A su juicio no. En cuanto a si había bases suficientes para abrir este proceso, según el Gobierno sí y a él le basta. No le interesa
toda la información que tenga el Gobierno, le interesan los resultados. Cree que ha habido fallos a lo largo de estos años, y uno fundamental, ha habido demasiado ruido, como esta tarde en esta Cámara. Su grupo ha denunciado la falta de
discreción, y pide que no se les obligue a ponerse a favor del Partido Socialista contra el Partido Popular ni a la inversa. Quieren estar junto a ambos y, evidentemente, contra ETA. Debe ponerse el contador a cero. A juicio de su grupo ninguno
de los pasados pactos nos es útil para afrontar la situación presente y de futuro, lo que equivale a que algunos de los contenidos de esos pactos del pasado puedan ser asumidos por todos los grupos parlamentarios de esta Cámara sin excepción. No
hay otro responsable de lo que ha sucedido, y del fracaso, que ETA. ETA ha hecho lo que sabe hacer: matar, pura y simplemente matar, y ha perdido una gran oportunidad.



Finaliza formulando un ruego y una reflexión. El ruego es que no sustituyamos la esperanza desmesurada que ha habido antes del día 30, por la desesperación después del día 30, porque es lo que quisiera ETA. La reflexión es que ETA vive
también de la división de los demócratas.
Dividir para ETA es sobrevivir. Y mucho se teme que hoy ha habido división.



Contesta el señor presidente del Gobierno.



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Replica el señor Durán i Lleida.



Interviene el señor Cerdà Argent, en nombre del Grupo de Esquerra Republicana (ERC). Considera que no es este el mejor foro para abordar la situación creada por la bomba de ETA en la T-4 el día 30 de diciembre, porque no iba a ayudar en
nada a la solución de un problema tan grave y crónico en la vida política española como es el del terrorismo. Es justamente la muestra de división expresada en la Cámara la que cree que se debe evitar.



Su grupo ha puesto de manifiesto, antes del atentado del día 30, muchas de las discrepancias que tiene con el Gobierno, pero cuando hay un atentado de esta envergadura, que efectivamente rompe toda posibilidad de diálogo, aprietan los
dientes y manifiestan su voluntad de eliminar del ámbito de la legítima confrontación política o electoral el tema del terrorismo. No obstante, Esquerra Republicana ahora y siempre apostará por el diálogo como fórmula, como instrumento para la
resolución de los conflictos. En este sentido encomiendan al Gobierno y a todos los grupos políticos la búsqueda de las condiciones de paz, de las condiciones que ya decidieron en la resolución aprobada por este Parlamento y que fijaba las
condiciones en las que era posible ese diálogo.



Contesta el señor presidente del Gobierno.



Replica el señor Cerdà Argent.



Interviene el señor Erkoreka Gervasio, en nombre del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV). Expresa las condolencias, el pesar y la solidaridad del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) a los familiares y amigos de las víctimas del fatal
atentado del 30 de diciembre. Manifiesta que su grupo nunca ha compartido la apuesta que hizo el presidente del Gobierno por parlamentarizar esto que se ha venido denominando proceso de paz.
Considera que la ausencia de discreción ha sido un vicio
esencial que ha lastrado la iniciativa del Gobierno desde el mismo momento en que arrancó. La irresponsabilidad con la que se ha arrinconado el tono confidencial que debe presidir este tipo de procesos ha traído consecuencias muy negativas. De
entrada ha dificultado la leal, abierta y sincera interlocución entre partidos políticos. También el desprecio que hemos hecho a la discreción ha tenido otros efectos perversos, porque una vez puesto el debate en la palestra pública ha despertado
en propios y ajenos un empeño casi obsesivo por sacar la cabeza, hacerse notar e impartir opiniones y doctrina a diestro y siniestro sobre el proceso de paz.



Finaliza señalando al presidente del Gobierno que puede contar con su grupo para marcar distancias rotundas respecto a la violencia y el terrorismo de ETA, para condenar y rechazar sin paliativos siempre y en todo lugar no solamente los
atentados terroristas sino todas las conductas violentas que coarten la libertad de los ciudadanos y para trabajar conjuntamente en todo tipo de proyectos encaminados a desterrar todo intento de legitimación política directa o indirecta de la
violencia.



Contesta el señor presidente del Gobierno.



Replica el señor Erkoreka Gervasio.



El señor Llamazares Trigo, en nombre del Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, expresa su pésame a la familia y amigos de los dos ecuatorianos asesinados en el atentado de la T-4, atentado que provocó en su
grupo dolor, sorpresa y amargura, todo ello por responsabilidad exclusiva de la organización terrorista ETA. A pesar de ello comparecen hoy identificados con el mensaje y las lecciones de paz de nuestra ciudadanía, así como la esperanza de ésta en
el diálogo y el acuerdo democrático a favor de la paz. Considera que es el momento del pacto de todos frente al terrorismo y a favor de la paz. Lamentablemente el atentado ha roto las bases mínimas del diálogo y ha traicionado la propia tregua, ya
que para su grupo resulta un sucedáneo inaceptable la tregua vigilada, amenazada, que ETA les propone en su comunicado. No aceptan la tregua de los corderos, como tampoco aceptan el victimismo de Batasuna y su doble lenguaje en un proceso de paz
que ellos han contribuido a arruinar con su incapacidad de dirección política.



Termina expresando la necesidad de comenzar hoy aquí a reconstruir la esperanza de la paz y del fin de la violencia terrorista, ya que ante la nueva situación no valen ni las recetas de hoy y mucho menos las del pasado, como el pacto
antiterrorista de 2002. Hoy sería contraproducente un pacto excluyente, debilitaría nuestra fuerza moral y también nuestra unidad política. Por el contrario, es necesario un nuevo pacto que mantenga la esperanza de paz, un pacto basado en el
diálogo y en el acuerdo sin exclusiones entre todos los demócratas y que incluya al nacionalismo vasco, imprescindible en cualquier proceso de paz digno de tal nombre, que el Gobierno está emplazado para liderar.



Contesta el señor presidente del Gobierno.



Replica el señor Llamazares Trigo.



Interviene el señor Rivero Baute, en nombre del Grupo Parlamentario de Coalición Canaria-Nueva Canarias. Señala que todos podríamos estar de acuerdo en dos conclusiones en el Pleno de hoy, en compartir la solidaridad, el dolor y el apoyo a
las últimas víctimas de ETA y en que nunca han podido


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estar más lejos las posiciones entre el Gobierno y el principal partido de la oposición en la lucha contra el terrorismo.



Manifiesta que la adopción de una estrategia común contra el terrorismo aparece como una exigencia democrática de primer orden y corresponde a nuestro Gobierno asumir la primera responsabilidad en la tarea y cerrar las grietas recientes en
el edificio democrático.



Finaliza señalando que este es el momento para la responsabilidad. Es una realidad inequívoca que ETA y su entorno han liquidado las expectativas creadas sobre un cese total de la violencia, no sometido al chantaje ni a la aceptación de
precios políticos delirantes. Lo esencial es demostrar a ETA y su entorno que no van a derrotar a la democracia y al Estado de derecho, a la aspiración de paz, de libertad y justicia expresada por los ciudadanos. Su grupo apoyará al Gobierno en el
trabajo de reconstruir una unidad de las fuerzas políticas democráticas y, por tanto, evitar la fractura de la sociedad española.



Contesta el señor presidente del Gobierno.



Replica el señor Rivero Baute.



El señor Rodríguez Sánchez, del Grupo Parlamentario Mixto, expone que el Bloque Nacionalista Galego dio su apoyo a una política determinada que aliaba respeto por la ley con disposición al diálogo, para terminar con la violencia terrorista.
Una política de unidad con aval parlamentario.
No van a cometer la deslealtad de criticar ahora que el proceso acabe siendo reventado por causa de un atentado grave, del que la única responsable es ETA, terminando de forma unilateral y sin previo
aviso con el alto el fuego por ella declarado el marzo de 2006. Añade que la utilización del terrorismo se debe desechar como arma arrojadiza contra los discrepantes y mucho menos utilizarlo con el afán electoralista de derribar al Gobierno. Por
último pide que no se cierre la viabilidad del diálogo político.



Su lealtad seguirá siendo firme respecto de la política del Gobierno de intentar llegar al fin de la violencia recurriendo también al diálogo, aunque reconociendo la necesidad de discreción máxima ante cuestión tan sensible. En definitiva,
el señor presidente y su Gobierno pueden contar con el apoyo de su partido, modesto pero firme, en el objetivo final de acabar con la lacra que padece desde hace muchos años el Estado español.



La señora Lasagabaster Olazábal, del Grupo Parlamentario Mixto, muestra en primer lugar su solidaridad con la familia y amigos de don Carlos Alonso Palate y don Diego Armando Estacio. Agrega que afrontan hoy un debate que nunca debió tener
lugar, porque nunca debió existir el brutal atentado de Barajas, cuya exclusiva responsabilidad corresponde a ETA. Para Eusko Alkartasuna el objeto del debate debe consistir en explicar a la ciudadanía de forma clara y con la mayor sinceridad y
prudencia dónde estamos, qué debemos y qué podemos hacer y colaborar todos, desde sus legítimas diferencias, para no hacer de esta cuestión un instrumento de división de la sociedad.



La gran cuestión es la necesidad de que ETA desaparezca para que todas las maneras de pensar de los ciudadanos encuentren su cauce a través de la palabra, del diálogo y de los votos. Reconoce la pluralidad de la sociedad vasca y por ello
entiende que en la solución de cualquiera de sus problemas o conflictos se debe tender a buscar, si es posible, el consenso.



La señora Barkos Berruezo comienza su intervención expresando su pésame más sentido y sincero a las familias de las dos últimas víctimas de ETA y haciéndolo extensivo a toda la sociedad ecuatoriana.



La primera reflexión que su grupo quiere traer a la Cámara es que el inicio del año se ha producido bajo el signo de la desesperanza por la ruptura de un proceso que apuntaba un camino, el de la paz. Algunos han expresado que el supuesto de
la paz es para ellos insuficiente, pero no es menos cierto que esta denuncia grave ha tenido enfrente a una gran mayoría que no la comparte, porque para la inmensa mayoría de la sociedad el camino hacia la paz suponía todo un bien en sí mismo. Y
este es el eje sobre el que debe pivotar la respuesta que esta Cámara dé hoy a la sociedad.



Finaliza refiriéndose a Navarra y señalando que más allá de mentiras flagrantes el devenir de los hechos ha dejado bien retratados en el debate a aquellos que siempre defienden Navarra como sujeto político y aquellos que han hecho, hacen y
harán de Navarra un objeto político de sus intereses partidarios.



Contesta el señor presidente del Gobierno.



Replica la señora Lasagabaster Olazábal.



Interviene el señor López Garrido, en nombre del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso. Manifiesta que el señor Rajoy no tiene credibilidad para hablar en los términos que lo ha hecho. Es importante aprender de la forma en que se ha
combatido al terrorismo en España a lo largo de toda la época democrática, porque desgraciadamente la democracia ha convivido con el terrorismo desde que nació. En estos 30 años de lucha contra el terrorismo, con independencia de la decisiva
aportación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de la cooperación internacional, ha habido dos elementos claves que han expresado los grandes avances,


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el núcleo de la política antiterrorista de fondo de la democracia española. Uno ha sido la unidad de las fuerzas democráticas y otro el liderazgo del Gobierno y el apoyo al Gobierno por las fuerzas políticas en todo momento.



Hace un recordatorio de la trayectoria del Pacto por las libertades y contra el terrorismo y el comportamiento que tuvo su grupo con el Gobierno de entonces y el que tiene en estos momentos el Partido Popular.



Finaliza manifestando que todas las fuerzas políticas deben coincidir más que nunca en la unidad frente al terrorismo y cometerían un error los demócratas si, en lugar de enfrentar unidos la actual realidad del terrorismo y la exigencia de
hacerle frente todos unidos, se dedicasen a dividirse por cosas del pasado.



Interviene el señor presidente del Gobierno.



Se levanta la sesión a las nueve y treinta minutos de la noche.



Se abre la sesión a las cuatro de la tarde.



El señor PRESIDENTE: Señoras y señores diputados, comienza la sesión.



En primer término, teniendo en cuenta que es la primera vez que nos reunimos en sesión plenaria, quisiera hacer constar en acta el pésame esta vez a la familia socialista por el fallecimiento de nuestro compañero Alfonso Perales Pizarro.
Quiero, en nombre de la Cámara, expresar al Grupo Parlamentario Socialista nuestro sentido pésame por la pérdida de un diputado que tenía una virtud rara pero muy conveniente, la de hacerse querer incluso en los momentos complicados. Que descanse
en paz y que así conste en el 'Diario de Sesiones'. (Aplausos.)


JURAMENTO O PROMESA DE ACATAMIENTO DE LA CONSTITUCIÓN POR NUEVOS SEÑORES DIPUTADOS.



El señor PRESIDENTE: Procedemos a continuación al llamamiento de la sustituta de don Alfonso Perales. Conforme al artículo 20 del Reglamento, se procede al llamamiento de la diputada proclamada electa por la Junta Electoral Central, doña
María Josefa Ponce Aguilera, en sustitución de don Alfonso Perales Pizarro, para prestar juramento o promesa de acatar la Constitución. ¿Juráis o prometéis acatar la Constitución?


La señora PONCE AGUILERA: Sí, prometo.



El señor PRESIDENTE: Doña María Josefa Ponce Aguilera ha adquirido la condición plena de diputada. Enhorabuena. (Aplausos.)


COMPARECENCIA DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, DE CONFORMIDAD CON LO DISPUESTO POR EL ARTÍCULO 203 DEL REGLAMENTO.



-COMPARECENCIA, A PETICIÓN PROPIA, DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, PARA INFORMAR SOBRE POLÍTICA ANTITERRORISTA. (Número de expediente 210/000072.)


El señor PRESIDENTE: Orden del día: Comparecencia, a petición propia, del presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara para informar sobre política antiterrorista. El debate se regirá por las disposiciones del artículo 203 del
Reglamento y en el formato que ha sido decidido conjuntamente en Junta de Portavoces; en primer lugar, exposición por parte del presidente del Gobierno y, a continuación, los grupos parlamentarios, de mayor a menor.



Tiene la palabra el señor presidente.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Señor presidente, señorías, el pasado 30 de diciembre la organización terrorista ETA hizo explotar una bomba de gran potencia en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas, en Madrid.
Como consecuencia de esta acción criminal perdieron la vida dos ciudadanos de origen ecuatoriano residentes en España: Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate. Habían venido en busca de oportunidades para ellos y para sus humildes familias.
Trabajaban y vivían con nosotros. Contribuían al desarrollo y al bienestar de este país. Merecían, como cualquiera de nuestros ciudadanos, una vida en paz.
Como presidente del Gobierno quiero de nuevo, como ya hice personalmente, transmitir mi
más sentido pésame a sus familiares, amigos y conciudadanos, a todo el pueblo ecuatoriano. Y quiero también expresarles el profundo dolor que sienten los españoles por su pérdida, porque desde ese día han pasado a formar parte por derecho propio de
nuestra historia, de la historia de España, de esa historia que cada día construyen todos y cada uno de sus ciudadanos, sea cual sea su origen, con sus ilusiones y sus esperanzas, sus alegrías y sus sinsabores, con su trabajo y su entrega. Es un
dolor de todos y por ello quiero que sepan que junto conmigo lo comparten todas y cada una de SS.SS. de esta Cámara.



Quiero también aprovechar esta oportunidad para reiterar mi agradecimiento a todos los servidores públicos del Estado, de la Comunidad Autónoma de Madrid y del Ayuntamiento de Madrid que tuvieron que hacer frente al brutal atentado, y de
manera muy singular quiero resaltar y agradecer la actitud de los ciudadanos de nuestro país, de manera especial del pueblo de


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Madrid, que con su respuesta cívica, solidaria, ejemplar y valiente ha demostrado la capacidad y la fortaleza de la democracia y de un pueblo lleno de esperanza y de dolor. (Aplausos.)


Señorías, el 30 de diciembre, ETA, con su brutal atentado, puso fin al alto el fuego permanente que había declarado; con ello rompió el diálogo y el proceso de paz. Al hacerlo tomó la peor decisión, una decisión criminal, equivocada e
inútil. Apostó por restablecer la irracionalidad y el dolor, eligió un camino, el de la violencia, que no tiene otra salida que su abandono definitivo; eligió una vía, la del terror, políticamente ya derrotada por la democracia, frustrando las
esperanzas de los ciudadanos vascos y de la mayoría de los españoles, una esperanza que compartía el Gobierno, una esperanza que había expresado ante todos los españoles 24 horas antes del atentado. Todos los españoles me escucharon decir el día 29
de diciembre que tenía la convicción de que estábamos mejor que hace cinco años y que dentro de un año estaríamos mejor.
(Rumores.) Señorías, aunque no es frecuente entre los responsables públicos, quiero reconocer el claro error que cometí ante
todos los ciudadanos españoles. (Aplausos.)


ETA desperdició la oportunidad de contribuir por medio de su definitiva desaparición a un mejor futuro para todos, y con esta decisión ETA se empeña en prolongar una actividad criminal que se extiende ya por más de cuatro décadas. A lo
largo de los años se han producido varias treguas en la actividad terrorista; ninguna de ellas llegó a buen puerto y la violencia ha permanecido entre nosotros. En todas ellas la respuesta que la organización terrorista obtuvo fue siempre la
misma: firmeza y unidad de los ciudadanos en defensa de las libertades, de los derechos fundamentales y de los valores, reglas e instituciones de la democracia.
En todas ellas y también en esta obtuvo una misma respuesta de los gobiernos
democráticos que se han sucedido: la aplicación de la ley y la utilización de los medios que proporciona el Estado de derecho para perseguir, juzgar y condenar a los responsables de los actos terroristas y defender así nuestro sistema de
convivencia democrática. En todas las ocasiones que ETA ha roto una tregua, con la excepción de esta última, obtuvo una misma respuesta de todas las fuerzas democráticas: el compromiso de mantener un apoyo público, inequívoco y rotundo a la
política antiterrorista aplicada por el Gobierno.



Señor presidente, señorías, en los minutos que siguen me referiré ante SS.SS. y ante todos los ciudadanos a tres cuestiones distintas. Por un lado, las razones que fundamentan el inicio de un proceso que tenía como objetivo el fin
definitivo de la violencia. Por otro, las bases y los principios con los que actuó el Gobierno a lo largo de ese proceso y las consecuencias que se derivan de la ruptura del mismo. Mi comparecencia tiene asimismo como objeto responder sobre el
ejercicio que ha hecho el Gobierno de la autorización contenida en la resolución de mayo de 2005, por la que esta Cámara establecía los requisitos a partir de los cuales declaraba apoyar la apertura de procesos de diálogo con quienes decidieran el
abandono de la violencia. Pese a todos los antecedentes, encaro esta intervención con el propósito de que a lo largo del debate, y al igual que fue posible en las anteriores ocasiones, todas las fuerzas presentes en el Parlamento reafirmemos hoy y
de cara al futuro nuestra unidad y nuestra común determinación de afrontar juntos el reto que el terror plantea a todos los españoles.



Señorías, la primera pregunta que se formulan los ciudadanos y a la que trato de responder se refiere a las razones y fundamentos por los que el Gobierno inició el proceso. Reside en la obligación que tiene todo Gobierno y, en consecuencia,
su presidente, de intentar por todos los medios que se le ofrezcan poner fin a la violencia en su país, si considera que se dan las oportunidades para que ese intento fructifique.
La violencia, el terror es un residuo enquistado y cronificado entre
nosotros, incompatible con el tipo de sociedad que hemos sido capaces de construir los españoles: una sociedad próspera, socialmente avanzada, con participación política libre y plural, amplio grado de autogobierno y completamente respetuosa de las
singularidades de sus culturas, tradiciones, lenguas e instituciones. Todos los gobiernos democráticos han intentado acabar con la radical incompatibilidad entre terrorismo y sociedad libre y avanzada. Todos los presidentes democráticos han
intentado atender a las aspiraciones de los ciudadanos de conseguir vivir sin víctimas, sin atentados, sin destrozos, sin sobresaltos, sin amenazas, sin extorsiones, sin muerte. Todos los presidentes democráticos han hecho compatible la aplicación
de medidas legales, policiales y judiciales, destinadas a combatir en los hechos la locura terrorista, con el intento de concluir con la violencia por medio del diálogo, cuando han entendido que se presentaba una ocasión plausible para ello. Como
mis antecesores, también lo he intentado yo. Con o sin diálogo, en todos los períodos de nuestra democracia la unidad de las fuerzas políticas se ha manifestado como un instrumento eficaz e imprescindible para la mejor política antiterrorista. Esa
unidad se ha concretado en distintos acuerdos y pactos que han aislado políticamente al terrorismo y han reafirmado los ejes de acción contra el mismo, al tiempo que han subrayado inequívocamente el principio de que el fin de la violencia no puede
ni podrá comportar precio político alguno. La constante y sacrificada actuación de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, la acción de la justicia y la intensificación de la cooperación internacional, que debemos agradecer en especial a Francia, han
permitido extender la persecución de los delitos y acabar con la impunidad. La activa movilización ciudadana, cada vez más amplia, intensa y decisiva, ha conseguido arrinconar socialmente al terrorismo, cegando toda pretendida legitimidad o
comprensión de sus objetivos políticos. El reconocimiento de las víctimas ha hecho la necesaria y debida justicia a su sacrificio y se ha configurado como un horizonte moral y un principio irrenunciable a cualquier final de la violencia. Todo ello
ha


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despojado a ETA de apoyos, la ha aislado políticamente, la ha deslegitimado internacionalmente y ha certificado la radical inviabilidad de sus objetivos.



Señorías, como es conocido, ETA declaró un alto el fuego permanente el 22 de marzo del pasado año. En ese momento se prolongaba ya por más de tres años -42 meses-el periodo sin víctimas mortales. Era, así, el periodo sin muertes más
sostenido desde el inicio de su actividad criminal y con mucho el más largo desde el restablecimiento de la democracia. Cuando ETA declaró el alto el fuego permanente, mi Gobierno llevaba cerca de dos años de ejercicio de sus funciones. Cuanto ETA
declaró el alto el fuego permanente habían transcurrido diez meses desde que el Congreso aprobara por amplia mayoría la resolución que apostaba por la unidad democrática de los partidos. Era -se lo recuerdo-una resolución que proclamaba que a ETA
solo le quedaba el destino de disolverse y deponer las armas y expresaba su apoyo a que, en el caso de darse las condiciones adecuadas, a partir de la clara e inequívoca voluntad de poner fin a la violencia, se abordara un proceso dirigido a la
conclusión dialogada de toda acción terrorista sin contrapartidas de orden político. Por tanto, señorías, desde la toma de posesión del Gobierno hasta la autorización del Parlamento para abrir el diálogo transcurrió más de un año, y desde esa
autorización hasta la declaración del alto el fuego permanente transcurrió casi otro. Hice en ese momento lo que pedía la inmensa mayoría de los españoles, tratar de aprovechar la oportunidad cierta que se desprendía de una declaración de alto el
fuego tras tres años sin víctimas mortales. Recibí en ese momento -y me atrevo a decir que también recibieron los ciudadanos españoles-el apoyo y el aliento de la práctica totalidad de los partidos políticos, de la mayoría de las instituciones, de
las comunidades autónomas, de un gran número de organizaciones sociales, de las organizaciones empresariales, de la Presidencia de la Comisión Europea, del Consejo Europeo, del secretario general de Naciones Unidas y, entre otros mandatarios, del
primer ministro británico o del presidente de la República francesa.



La segunda pregunta de la que legítimamente pueden requerir mi respuesta los ciudadanos es sobre qué bases diseñé la acción del Gobierno desde la declaración relativa al inicio de los contactos el pasado 29 de junio. En primer lugar, he
mantenido en este tiempo plenamente en vigor los ejes fundamentales de la lucha antiterrorista. Su manifestación más clara reside en el hecho de que no ha cambiado la legalidad destinada a fortalecer nuestra seguridad, a combatir el terrorismo, a
exigir con rigor el respeto a la democracia por los partidos políticos. No han cambiado las bases de la acción policial, cuya eficacia se ha mantenido; no ha cambiado la acción de la justicia; no ha cambiado la política penitenciaria. Ha sido en
todos los casos una decisión fruto de mi convencimiento de que, para abordar cualquier cambio en esas políticas, habrían de darse datos sólidos que confirmasen la voluntad decidida de dar por finalizada una historia de violencia y de terror. En
segundo lugar, he respetado en todos y cada uno de sus apartados la resolución de esta Cámara de mayo de 2005 y, en consecuencia, siempre ha estado meridianamente claro que los límites de actuación del Gobierno estaban prefijados en la Constitución
y en la legalidad. Así lo han entendido la mayoría de los españoles y de los partidos políticos y así lo han entendido y comprobado quienes pudieran desear otra cosa. En tercer lugar, he insistido en trasladar a la organización terrorista y a la
llamada izquierda abertzale la inutilidad de la violencia, que es una vía sin cabida en una sociedad democrática y con acreditada capacidad de resistir cualquier tipo de extorsión o amenaza. Hemos realizado así esfuerzos importantes para conseguir
que ese mundo diese pasos para integrarse en la democracia, para que comprendiese las ventajas de someterse a las reglas con las que todos los partidos actuamos, para que asumiese la condena a la nada civil y política que deriva inexorablemente de
su persistencia en la negación de la democracia, para que recordase que una sociedad fuerte como la nuestra solo puede ser generosa si se produce el abandono definitivo de las armas. En cuarto lugar, en todo momento he considerado el terrorismo y
la política frente al terrorismo como un asunto de Estado. Por ello, he reclamado para el Gobierno y he ejercido la dirección de la lucha antiterrorista, como por otra parte se desprende del artículo 97 de nuestra Constitución, y he tratado de
apartar el terrorismo de la lucha política. En el ejercicio de esos principios básicos he encontrado en estos meses el reconocimiento, apoyo y comprensión de casi todos los grupos de la Cámara, algo por lo que les expreso mi profundo
agradecimiento. (Aplausos.) Un apoyo en el que quiero destacar en estos días el impecable compromiso democrático del Partido Nacionalista Vasco con la paz y la libertad -insisto-de todos los españoles. En quinto lugar, he tratado de evitar la
existencia de discrepancias con el principal grupo de la oposición, así como que tales discrepancias provocaran fisuras en la lucha contra el terrorismo. En sexto lugar, he buscado y mantenido el diálogo con las fuerzas políticas, con todas ellas,
especialmente con el principal partido de la oposición, con cuyo líder me he reunido tres veces desde la proclamación del alto el fuego, una de ellas tras su ruptura el pasado 30 de diciembre. Y, en séptimo lugar, he mantenido mi compromiso con las
víctimas para oírlas, atenderlas y no abandonarlas.



La tercera cuestión sobre la que los ciudadanos demandan información es qué ha ocurrido, por qué se ha producido el atentado del pasado día 30 de diciembre y ante todo qué consecuencias proyecta sobre la política antiterrorista.



Señor presidente, señorías, no cabe especular sobre la irracionalidad del comportamiento de ETA, menos aún sobre sus explicaciones o sus justificaciones. Nunca en el pasado lo hemos hecho las fuerzas democráticas, tampoco debemos hacerlo
ahora; no lo haré yo. Están claros los hechos y están igualmente claros sus propósitos. En los hechos, ETA ha roto el alto el fuego declarado


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por ella misma, ha puesto punto y final al proceso de diálogo y ha clausurado la oportunidad abierta. En los propósitos, ETA trata de amedrentar a los ciudadanos por medio del terror, de condicionar el comportamiento de las instituciones,
de torcer la voluntad de los demócratas. Pero ni lo ha conseguido en el pasado, ni lo va a conseguir ahora, ni lo conseguirá nunca. El criminal atentado del 30 de diciembre supone el mantenimiento de la violencia, que es radicalmente incompatible
por principio con el diálogo. ETA sabe y debe saber que no dispone de dos bazas: violencia terrorista y diálogo. Esas dos bazas son incompatibles.
Con violencia no hay diálogo porque con violencia no hay baza alguna, no hay siquiera punto de
partida para nada distinto de su persecución y su castigo. No especulemos, pues, sobre cuál pueda ser su estrategia.
Reafirmemos y fortalezcamos la nuestra. El Gobierno proseguirá aplicando tenazmente y con fuerza los distintos ejes en los que se
ha basado el consenso en la lucha antiterrorista; apoyará, como siempre se ha hecho, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la persecución y puesta a disposición judicial de quienes cometen actos terroristas o ilegales; intensificará
la cooperación internacional de carácter bilateral o multilateral para perseguir más eficazmente las distintas estructuras de la acción terrorista y para impedir la existencia de cualquier tipo de impunidad; protegerá a las víctimas, las reconocerá
una vez más, y lo hará con la ley de solidaridad que el Gobierno se propone enviar a esta Cámara, como ya había anunciado y como ya conocen sus señorías. Pero, tal como les señalaba al principio de mi intervención, el objetivo prioritario de esta
comparecencia para el Gobierno es tratar de conseguir la unidad y el apoyo de todos -repito-, de todas las fuerzas políticas parlamentarias en la lucha de la democracia contra el terrorismo.



Esta es la primera vez que un presidente del Gobierno comparece en esta Cámara tras un atentado terrorista. Asumo esta responsabilidad, ante todo, con un objetivo: reconstituir y fortalecer nuestra unidad como demócratas, la de todas las
fuerzas políticas, que es la de todos los ciudadanos. (Aplausos.) Pero no puedo dejar de subrayar que esta es la primera vez que por el principal partido de la oposición se ha requerido la comparecencia del presidente del Gobierno para que dé
cuenta de los antecedentes de un atentado y para que explique la política antiterrorista del Gobierno. Nunca antes se había producido una iniciativa de este tipo en nuestra democracia. (Rumores.)


Señorías, los terroristas están, como los ciudadanos de bien, sentados frente al televisor, atentos a nuestras palabras, atentos al provecho que puedan sacar de nuestro debate. Esto es algo que entienden todos los ciudadanos, todos. Por
eso sigo firmemente convencido, como cuando propuse la firma del Pacto por las libertades y contra el terrorismo, de que unidos lograremos derrotar el terrorismo y de que esa unión es una de las armas más eficaces para conseguir ese objetivo. Este
es el convencimiento más extendido entre la ciudadanía, especialmente en estos días, marcados por el fallecimiento de las dos últimas víctimas de ETA.
Es un deseo y es una exigencia que debemos intentar no desoír, es desde luego el deseo del
Gobierno.



Señor presidente, señorías, la unidad de todos los partidos democráticos frente a la violencia y el terror supone al tiempo dos poderosos mensajes. Supone un mensaje a la sociedad española y otro mensaje a ETA.
Un mensaje desde la
política. A la sociedad española, un mensaje de unidad, un mensaje de esperanza también; de esperanza en la vida, de esperanza en la libertad, de esperanza en la paz, de esperanza y confianza en sus representantes, de esperanza en que, más
temprano que tarde, se acabará imponiendo la racionalidad de la democracia, la lógica de la convivencia, la superioridad de la palabra sobre las armas. A ETA, un mensaje de firmeza; firmeza de los partidos democráticos en una idea: su actividad
criminal es inútil, inútil cualquiera que sea el partido que esté en el Gobierno.



En este momento, señorías, es necesario, muy necesario, es conveniente, muy conveniente que volvamos a renovar la unidad democrática ante el terrorismo. Así lo exigen los ciudadanos, así lo pide el Gobierno, a quien corresponde la dirección
de la política antiterrorista, a todas las fuerzas políticas, porque en la unidad nos va la defensa de los valores que todos compartimos: la vida, la libertad, la paz. Estamos en condiciones de que la respuesta desde la política al desafío de ETA
que supone la ruptura del alto el fuego sea, una vez más, la que mejor resultado nos ha dado a los demócratas: la unidad de todos, la unidad de todos con las instituciones democráticas. Esa unidad ha sido la mejor garantía de nuestro éxito y la
mejor forma de expresar la fortaleza de nuestra sociedad y su voluntad de no ceder a la extorsión de la violencia. La actitud de la organización terrorista en nada debe cambiar ese compromiso colectivo; debe ayudar a fortalecerlo y ensancharlo.
Por ello, el Gobierno ha resuelto mejorar el alcance de los acuerdos democráticos y pactos que hemos logrado en nuestro periodo democrático y anuncia su propósito de trabajar por la consecución de un gran consenso democrático contra el terrorismo
que aúne las fuerzas no solo de los dos grandes partidos sino, a poder ser, de todos los partidos democráticos de nuestro país. (Aplausos.) Más aún, no solo de los partidos sino de las organizaciones sociales y cívicas más representativas de los
españoles.
Aún más, que incorpore también a los representantes de los ciudadanos inmigrantes, que han sufrido en carne propia el azote del terror, como lo sufrieron también el 11 de marzo de 2004, y que compartan nuestras ansias de convivencia en
paz y en libertad. De acuerdo con ello, me propongo convocar en los próximos días una reunión de la Comisión del seguimiento del Pacto antiterrorista para, junto con el otro firmante de aquel acuerdo, evaluar la situación y debatir las
posibilidades y objetivos de ese gran consenso democrático contra el terrorismo si, como espero, esa es la voluntad del principal partido de la oposición. (Aplausos.) Con el mismo objetivo el


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Gobierno convocará a todas las fuerzas políticas parlamentarias: para la consecución de ese gran consenso contra el terrorismo. Además, como ya conocen, el Gobierno mantendrá un foro de encuentro con el ministro del Interior para hacerles
partícipes de la estrategia antiterrorista del Gobierno, exponerles la valoración del Gobierno, escuchar sus puntos de vista, incorporar sus propuestas y reforzar todos juntos los mecanismos con los que enfrentarnos al reto y al chantaje que se nos
plantea. Valoro quizá mejor que ningún otro los frutos que ha dado el Pacto antiterrorista en tanto en cuanto fue una propuesta que formulé personalmente, pero creo que es hora de abrir paso a un consenso democrático aún más amplio, no de dos
partidos, sino, a ser posible, de todos; no solo de los representantes de 20 millones de votantes, sino de 44 millones de ciudadanos; no solo de fuerzas políticas, sino también de fuerzas sociales y cívicas. Este es el gran reto, esta es la gran
oportunidad y espero que todos sepamos estar a la altura que las circunstancias exigen. (Aplausos.)


Señor presidente, señorías, quiero concluir mi intervención mirando hacia el futuro. El intento que se abrió a partir del pasado 22 de marzo no ha fructificado. ETA le ha puesto sangrientamente su punto final. No cabe ahora sino
enfrentarnos a las consecuencias que se derivan de ello. El Gobierno, con el apoyo que he solicitado a SS.SS., las afrontará con todo rigor, firmeza y determinación porque es la respuesta adecuada, porque es su obligación democrática, porque
también es eso lo que desean hoy los ciudadanos. De acuerdo con todo ello, el Gobierno expresa, una vez más, su máxima firmeza en combatir y perseguir la violencia y el terror y manifiesta su plena voluntad de lograr la mayor y mejor unidad
democrática de los partidos políticos en esa tarea. Y quiero afirmar ante SS.SS. que nunca habrá diálogo con violencia ni con intentos de perpetuar la violencia. Nunca; nunca. (Aplausos.) Y, como todo Gobierno democrático, quiero reafirmar
ahora, al término de mi intervención y como presidente del Gobierno, el valor y la vigencia de un principio que se ha consolidado ya en nuestra historia democrática. Mi Gobierno ha hecho, hace y hará todo cuanto esté en su mano para buscar los
caminos de una paz definitiva, con respeto absoluto a las reglas del Estado de derecho, con fidelidad a la Constitución y a la ley. Señorías, la desaparición definitiva de la muerte y el terror como instrumento para defender posiciones políticas es
un derecho inalienable de los ciudadanos. Verlo hecho realidad es también la esperanza más grande y más firmemente sentida por la sociedad española. Los terroristas deben saber que se enfrentan a la voluntad de los demócratas, que se enfrentan a
más de 40 millones de hombres y mujeres libres que han decidido vivir en paz; los terroristas deben saber que durante estos años, y en especial durante los últimos meses, los ciudadanos han construido un muro de esperanza, una esperanza exigente,
apremiante como nunca y a la que no están dispuestos a renunciar: la esperanza de ver el fin definitivo de la violencia.



Muchas gracias. (Prolongados aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Gracias, señoría.



Corresponde el turno de fijación de posiciones a los grupos parlamentarios. En primer lugar tiene la palabra el señor Rajoy en representación del Grupo Parlamentario Popular. Gracias.



El señor RAJOY BREY: Señor presidente, señoras y señores diputados, al igual que ha hecho el presidente del Gobierno, quiero reiterar nuestro pesar, nuestro sentir, nuestra solidaridad y nuestro afecto a los familiares y amigos de Carlos
Alonso Palate y de Diego Armando Estacio, asesinados por la organización terrorista ETA el pasado día 30 de diciembre.



Señorías, como decía Confucio, el hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor. Este es el caso del señor Rodríguez Zapatero. Todo lo que nos cuenta está muy bien, pero aquí hemos venido a decir la verdad, y la
verdad es que estamos ante la historia de un fracaso que no se quiere reconocer. Como todo el mundo sabe, esta historia comienza cuando hace algunos años se inician los contactos entre algunos socialistas y el entorno de ETA. De esta tertulia
informal surgió, en el año 2004, un proyecto de diálogo con el Gobierno. ETA vio en el señor Rodríguez Zapatero una oportunidad nueva y el señor Rodríguez Zapatero consideró que en sus particulares planes de reforma constitucional, nueva
transición, reconstrucción de España o como se quiera llamar eso, tenían cabida las reivindicaciones terroristas fundamentales, con lo cual se liquidaba el conflicto. El caso es que ambas partes vislumbraron amplias posibilidades de entendimiento.
Los primeros acuerdos cristalizaron en un programa, un esbozo de calendario y dos mesas de negociación. La agenda para ambas mesas era muy extensa, pero faltaban algunas cosas; por ejemplo, en ningún punto figuraba la disolución de la banda y la
entrega de las armas. Fruto de estos preacuerdos, a los que bautizaron como proceso de paz para darle gusto a ETA, fue la resolución que esta Cámara aprobó en mayo de 2005. Mi grupo no la votó. Ese día usted rompió formalmente el Pacto por las
libertades y contra el terrorismo. (Aplausos.) Usted lo rompió. Usted trajo la propuesta de resolución a esta Cámara y cuando ha habido un fracaso en su política es obligado, señor presidente del Gobierno, que comparezca usted aquí. Yo he pedido
su comparecencia, no para que explique un atentado, sino para que explique los efectos del cambio en su política antiterrorista y qué es lo que va a hacer en el futuro. (Aplausos.)


Señorías, en marzo de 2006 la banda terrorista anunció lo que llamaba un alto el fuego permanente. En ningún rincón del comunicado terrorista apareció, ni siquiera insinuada, la voluntad de poner fin al terror. ETA no renunciaba a su
fuerza de coacción ni a sus exigencias políticas; peor aún, en el supuesto de que se torciera el


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negocio se reservaba la capacidad de reanudar todas sus bellaquerías criminales. Cualquiera hubiera podido aventurar que tras estos dos pasos rituales llegaría el atasco, y así ha sido. Durante nueve meses se han amontonado incontables
pruebas de que esta aventura no funcionaba. El señor Rodríguez Zapatero ha hecho todo lo posible para disimularlo, pero sin éxito; los hechos son tan testarudos que hasta debajo de las mantas hacen bulto: terrorismo callejero, chantaje a
empresarios, amenazas de muerte, robo de pistolas, impertinencias de Otegi, exigencias de autodeterminación. No ha faltado ni un alarde de fusileros. ETA ha exigido al Gobierno, lo ha presionado, le ha impuesto plazos, le ha hecho todo lo que el
Gobierno se ha dejado hacer para no arriesgar su proceso.
(Un señor diputado: ¡Muy bien!)


Desde noviembre pasado se viene hablando de franco estancamiento, de una posible ruptura y de un más que posible atentado, aunque nada de eso se haya reconocido públicamente. Todo lo contrario, según el Gobierno estábamos en el mejor de los
mundos. Tan contento se mostraba el señor Rodríguez Zapatero de la marcha de las cosas que, efectivamente, el día 29 de diciembre se dirigió a la nación para que los españoles no nos acostáramos sin saber que estábamos mucho mejor que hace un año.
Como es sabido, mientras él ocupaba la televisión, un comando de terroristas entraba en Madrid y aparcaba una furgoneta bomba en Barajas. A la mañana siguiente, todos pudimos comprobar hasta qué punto estábamos mejor que hace un año. Fue un error
y está bien que lo reconozca en esta Cámara, señor presidente. Debería haberlo hecho antes. Pero las preguntas que cabe hacerse son las siguientes. ¿De qué vale su palabra después de todo esto, señoría? (Rumores.) ¿Qué fiabilidad puede tener
cualquier propuesta relacionada con el terrorismo que venga de usted? (Un señor diputado: Nada.) ¿Qué vale su capacidad de análisis? (Rumores.) ¿Su conocimiento de la situación? ¿Dónde está la prudencia que debe guiar las decisiones de cualquier
dirigente? (Aplausos.)


No quiero dramatizar, pero tampoco voy a pasar las cosas por alto. Una vez más, usted no ha dado la talla ante la sociedad española y esto resulta especialmente grave cuando hablamos de terrorismo, que es tanto como hablar de la mayor
amenaza contra la vida, la libertad o los derechos de las personas. A usted le ha tomado el pelo un rebaño de asesinos, enemigos de los españoles, y el único responsable es usted, que lo ha tolerado. Ya no se puede ocultar el fracaso, un fracaso
que comenzó el día en que se puso el pie en una senda intransitable, porque aún siendo evidente que ETA no pensaba dejar las armas, se buscó su trato; aún siendo evidente que ETA pretendía obtener con el alto el fuego los mismos beneficios que
reclamaba con las armas, se buscó su trato; aún siendo evidente que ETA se reservaba el derecho de dialogar con bombas, se buscó su trato. ¿Dónde está la sorpresa? ETA pretende, como ha pretendido siempre, tutelar cualquier negociación. Por eso
no suelta las armas.
¿Cómo se tutela un negocio de este tipo sin bombas ni pistolas? Usted aceptó esta tutela, luego aceptó la posibilidad de que ETA utilizara sus peculiares argumentos para desatascar la situación. ¿No dijo S.S. que éste era un
proceso largo, duro y difícil? ¿No dijo que en esta aventura era posible que se produjeran accidentes violentos que no deberían perturbar el proceso? Debo suponer que ETA entendió lo que entendimos todos, que las bombas no se verían mal con tal de
que no matasen. El caso es que matan. ¿Cuántos muertos puede costarnos la próxima vez que ETA exprese su disgusto, sin mala intención, y se le vaya la mano? (Un señor diputado: ¡Muy bien!)


Señor presidente, ¿cómo puede afirmar después de esto que solo ha cometido un error? (Rumores.) Se ha equivocado en todo. Ha cometido tantos errores que se atropellan. Me faltaría tiempo si quisiera referirme a todos, pero mencionaré unos
pocos, sobre todo para afrontar con inteligencia el futuro. Su primer error consiste en ser imprudente. La prudencia es una virtud que nos aconseja ponernos siempre en lo peor para evitarlo. Usted ha cometido la ligereza de no prever que su
aventura podía salir mal y costar vidas. No hablo de una hipótesis remota, sino de una posibilidad que era muy previsible. Su obligación era tenerla en cuenta y estar preparado para ello, todo lo demás son ensoñaciones. Su segundo error consiste
en pensar que el terrorismo se resuelve mediante la negociación, cosa que no ha ocurrido nunca en ninguna parte. Con el terrorismo no se negocia. Toda la experiencia acumulada a lo largo del siglo XX y a lo ancho de todo el planeta fortalece esa
afirmación. Al terrorismo se le derrota o se le sufre, no existen alternativas ni atajos, ni cataplasmas.
(Aplausos.) Señoría, si existen razones para pensar que los terroristas se rinden, es razonable verificarlo. Lleva muy poco tiempo. Lo que
no se puede admitir, señoría, es que a los cinco minutos de comprobar que no hay nada que esperar, que le han informado mal, que los terroristas están en lo de siempre, no los enviara usted a paseo, como han hecho todos los presidentes de Gobierno
que le han precedido. (Rumores.-Aplausos.) El tercer error ha sido renunciar a la desaparición de ETA y no decirlo claramente. Les pide usted a los terroristas el cese de la violencia, que abandonen la violencia. ¿Y eso qué es? ¿Basta con que no
disparen? ¿Basta con que las bombas estén quietas? ¿Se conforma usted con que ETA se porte bien, aunque no desaparezca? Oiga, si se va a portar bien, ¿por qué no desaparece? Y si no desaparece, ¿qué le hace pensar que se portará bien? Parece
absurdo, ¿verdad? Pues en ese absurdo quiere usted empaquetarnos.
(Aplausos.) Su cuarto error, señoría, se llama jactancia. Me refiero a esa presunción que le lleva a imaginar que ahora las cosas funcionarán mejor porque usted está presente. Eso
mismo pensó Jerjes en Salamina antes de salir corriendo. Se equivoca; aunque sea usted quien gobierna, el día es día, la noche sigue siendo noche, el terrorismo es como es y usted no puede cambiarlo. Hasta los más aficionados al pasteleo saben
que con el terrorismo no caben componendas. No es cuestión de talantes,


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es que entre los demócratas y los terroristas no existen posiciones intermedias, o se imponen nuestras reglas o triunfan las suyas, no cabe el empate que usted pretende. Por eso, en esta lucha habrá vencedores y vencidos. (Rumores.) Es
inevitable, alguien se saldrá con la suya y alguien tendrá que ceder, lo que se discute es quién pierde y yo prefiero que sean ellos. Su quinto error ha consistido en olvidar que usted no tiene en las manos lo que ETA reclama y, como no lo tiene,
no se lo puede dar, y como no se lo puede dar está usted -perdóneme la imagen-tocando el violón mientras cabalga sobre un tigre. No está en su mano, afortunadamente, triturar la Constitución al gusto de ETA ni adulterar el Estado de derecho, ni dar
órdenes a los jueces, ni regalar amnistías, ni torcer la voluntad de los navarros, ni conseguir que los españoles miren para otro lado. (Rumores.-Aplausos.) Lo sabe, señor presidente. Le ruego que me atienda a lo que voy a decirle: si ha habido
un malentendido entre ETA y usted, si además de vender humo a los españoles se lo ha vendido también a ETA, el único responsable es usted. (Varias señoras y señores diputados: ¡Muy bien!)


Señoría, el sexto error es su frivolidad, la frivolidad de quien piensa que no se pierde nada con probar cosas nuevas. Lo que usted se trae entre manos no es un juguete inocuo, tiene consecuencias y todas malas. La peor consecuencia es que
cualquier negociación fortalece a los terroristas, reafirma sus ideas, les regala publicidad, les ayuda a mejorar su posición, su estrategia y su armamento. Usted ha hecho esfuerzos insólitos para que los terroristas no parecieran tan malos, ni
siquiera los llama terroristas. (La señora Cortajarena Iturrioz: ¿Y Aznar?-Rumores.) Sí, sí. Incluso ha llegado a decir que el cambio climático causa más víctimas que ellos y ha tenido que corregirle el presidente de una república sudamericana.
(Rumores.) Les ha reconocido su razón principal, aquello del conflicto; les ha congelado el Pacto por las libertades; les ha abierto las puertas del Parlamento Europeo; les ha dejado formar un grupo en el Parlamento Vasco; ha intentado que
acudan a las elecciones municipales; derrocha gestos de buena voluntad; les ofrece fiscales benevolentes y reclama la comprensión de los jueces. ¿Qué más se puede pedir? Y al mismo tiempo hace lo posible para desprestigiar a los movimientos
ciudadanos, a las víctimas y a todo el que le lleve la contraria. Y el resultado, señoras y señores diputados, es obvio para cualquier observador. Los terroristas ganan en respetabilidad, son gentes de paz, son interlocutores deseables y los demás
son -o somos-una patulea de sujetos ruines que luchamos contra la paz. Este es el mensaje que ustedes destilan. (Una señora diputada: ¡Bien!-Aplausos.) Insisto, esta es la peor consecuencia de hacer tertulias con los terroristas; los legitima,
los torna respetables, refuerza sus postulados, reconoce su conflicto, es como si ya no fueran asesinos implacables, tal vez ni siquiera delincuentes. Ahora son interlocutores del Gobierno, nobles luchadores de una causa noble que dirimen sus
diferencias con el Estado opresor. Se presentan en sociedad, celebran ruedas de prensa y nos adoctrinan. A usted ya le han ganado esa batalla, ya le han derrotado en ese terreno. ETA, contra lo que usted pregona, está más fuerte que hace un año.
Le ha regalado usted tiempo y tranquilidad, se ha rearmado, se ha reorganizado y se ha refinanciado. Hasta el terrorismo callejero se beneficia del caldo gordo y de la permisividad que estos diálogos propician.



Para no extenderme más, señor presidente, citaré como último error su actitud ante las víctimas. En ese plan que usted y ETA llaman proceso de paz es imprescindible que se callen las víctimas. Aquí se equivoca dos veces. Primero, porque
ni usted ni nadie podrá taparles la boca. Segundo, porque es absurdo. Si busca una solución que no tenga en cuenta a las víctimas es que renuncia a hacer justicia. Y, si no se hace justicia, ¿en qué se queda el Estado de derecho y, en
consecuencia, desde qué posición moral pretende combatir a los asesinos? Nunca creeré en la buena fe de una política antiterrorista a la que le estorben las víctimas del terrorismo. Nunca. (Aplausos.)


Señorías, dejaré ya los errores porque no tenemos tiempo. Vamos ahora al futuro. ¿Qué es lo que se propone ahora el señor Rodríguez Zapatero? Parece dispuesto a continuar obcecadamente en la misma senda y con el mismo escondido propósito
que no confiesa, pero que no tiene nada que ver con el final de ETA. Lo que ocurre es que después del atentado no tiene más remedio que guardar las formas y suspender todo contacto con ETA hasta que se recupere la calma. ¿Qué hará? Quedarse
quieto y ganar tiempo. Esa es la idea que expresan términos como suspensión, punto final, liquidación, paréntesis, todos recién incorporados a la neolengua del señor Rodríguez Zapatero. Estamos ante una versión nueva del conocido avance
estratégico hacia la retaguardia. Mientras dure este tiempo muerto, no debe escandalizarnos que el señor Rodríguez Zapatero contacte con Josu Ternera o que los socialistas vascos se reúnan con el entorno de ETA porque es indispensable. ¿Cómo
podrán saber que reaparecen las circunstancias exigidas por esta Cámara si no dialogan? Es indispensable dialogar para saber cuándo podrá reanudarse el diálogo. Estamos, pues, ante una política antiterrorista que ni es política, porque consiste en
no hacer nada, ni es antiterrorista porque necesita el permiso de los terroristas para funcionar. Es comprensible, señor presidente, que ante un ridículo tan inestable reclame toda clase de apoyos aquí y en la calle para apuntalar esta sinrazón. A
eso lo llama usted unidad democrática. Lo que propone usted es, con perdón, la carabina de Ambrosio. Quiere un acuerdo que no pretenda derrotar a ETA, que se apalabre sin conocer su contenido y en el que figuren todos los defensores de Batasuna,
de sus razones y de sus conflictos. ¿Qué pintamos ahí nosotros? Yo nada y usted tampoco. (Aplausos.) Haga usted lo que quiera, pero no me utilice como coartada. Si quiere pactar conmigo, tendrá que ser en el marco del Pacto por las libertades y
contra el terrorismo, esos papelitos viejos, pero tan


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útiles, los que usted firmó, señor presidente del Gobierno. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!-Aplausos.) Lo importante de verdad, señor presidente, porque ahora no es momento de palabras huecas ni de frases vagas, es que rechace
cualquier acuerdo con los terroristas y que les haga saber que no tienen más salida que abandonar las armas. ¿Está dispuesto? Porque para esto ni siquiera necesita usted un pacto, ni siquiera eso. Si es para cumplir con su deber y perseguir a
ETA, siempre podrá contar con el apoyo del Partido Popular, otros le faltarán -no lo sé-, el del Partido Popular no, y yo estaré a su lado. No me pida otra cosa, no me pida que me sume al desistimiento, que acepte un apaño y que dé la batalla por
perdida. Apoyarle a usted en el error supone el fin inmediato de toda esperanza, y no estoy dispuesto. No aceptaré que los terroristas se salgan con la suya, que nos impongan la sinrazón y que renunciemos a la justicia, no lo aceptaré. (Un señor
diputado: ¡Muy bien!) Y no diré jamás a los españoles que abandonen la esperanza, no tienen por qué abandonarla. Podemos derrotar a ETA y, en lo que de mí dependa, derrotaremos a ETA. No quiero que pierdan la esperanza.
(Aplausos.)


Además, señor presidente, y no me tome a mal la pregunta, ¿es usted fiable? Lo digo porque no sé si está en condiciones de hablar de pactos o de acuerdos. ¿Qué caso podemos hacerle? ¿Qué tenemos aparte de su palabra? ¿Y cuánto vale su
palabra después de lo que hemos visto a lo largo de esta legislatura? (Varios señores diputados: ¡Muy bien!-Aplausos.) No le sobra crédito, señoría, no le sobra. Va a tener usted que demostrar una voluntad inequívoca de rectificar y, mientras no
muestre esa voluntad inequívoca, no me pida que lo tome en serio. Tiene que hacer gestos -eso es lo que le pido-que permitan confiar en usted.
¿Necesita ideas? Le propondré solo algunas, porque yo voy a ir al Pacto por las libertades, porque yo
siempre voy adonde me llama el presidente del Gobierno de mi país, pero voy a darle algunas ideas. (Rumores.) Proclame, sin tergiversar las palabras, que se ha roto definitivamente su relación con los terroristas y la de su partido. Asegure que ni
ETA ni quien represente a ETA recibirá nunca ninguna concesión política.
Solicite que esta Cámara revoque la resolución que le autorizó a dialogar con ETA, porque ese fue el mayor error que se cometió en los últimos años. (Aplausos.) Vuelva a
colocar a Batasuna en la ilegalidad real y diga a los españoles que no se presentará bajo ningún nombre a las elecciones municipales. (Aplausos.) Aclare en el Tribunal Europeo de Estrasburgo que Batasuna es una formación ilegal. Dé instrucciones
al fiscal general para la apertura del juicio oral contra Egunkaria. Haga esto y podré confiar en su voluntad de rectificar los errores. De lo contrario, no cuente conmigo porque no pienso acompañarle, porque no habrá mayor error que acompañarle
en su fracaso. Y no se preocupe por nosotros. Agradezco su interés, pero no nos preocupa la soledad, me preocuparía mucho más flaquear en las convicciones. Para mí sería muy fácil mirar para otro lado, apuntarme a una unidad ficticia y engañosa y
esperar, sin hacer nada, su próximo fracaso, pero eso no me lo podría perdonar. Señor presidente del Gobierno, déjese ya de palabras, de unidad, de deseos infinitos de paz. Hable de políticas. Había una política contra el terrorismo y tenía el
apoyo de la inmensa mayoría de los españoles, usted la cambió. Ha fracasado. Vuelva a esa política y tendrá el apoyo de la inmensa mayoría de los españoles. (Aplausos.)


Termino ya. Sé que mis palabras, señor Rodríguez Zapatero, podrían haber sido más agradables, lo sé. Lamento que la materia que nos ocupa...
(Rumores.) Sí, es que lo sé. Lamento que la materia que nos ocupa y el respeto a la verdad no me
lo permitan. Pero no olvide que, tanto si le gusta como si no le gusta, a la hora de la verdad, su único aliado fiable seré yo. (Rumores.-Aplausos.) Sí, sí. Y si las cosas se ponen feas, lo cual no es imposible, cuando se apaguen las luces de la
fiesta y haya que apretar los dientes, el único que estará a su lado seré yo. Y no me gustaría, si llega ese momento, tener que repetir este mismo discurso.



Muchas gracias. (Prolongados aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo Parlamentario Popular, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Gracias.



Tiene la palabra el señor presidente del Gobierno.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



Le puedo asegurar, señor Rajoy, que no esperaba palabras agradables. No ha sido esa su tónica en esta legislatura, ni siquiera cuando hemos debatido nada más y nada menos que la política contra el terrorismo. Hoy ha dicho alguna frase que
debería haber meditado. Le ha pasado lo mismo que en el debate sobre el estado de la Nación de 2005 con aquella frase que dijo de que había traicionado a las víctimas del terrorismo. Le quiero decir, señor Rajoy, que quizá usted no vaya a ser
recordado como ministro del Gobierno de España, no sé si será recordado como vicepresidente del Gobierno que fue, pero sí será recordado por este discurso que ha hecho hoy aquí. (Rumores.)


El señor PRESIDENTE: Perdone. Señor Mancha, le ruego que respete el uso de la palabra, como se ha hecho hasta ahora en esta sesión.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Desde mi punto de vista, es una buena muestra de hasta dónde se puede llegar cuando el interés de partido se pone por encima del interés general de España y de la defensa de los
valores democráticos. (Aplausos.) Su señoría ha hablado aquí de política antiterrorista y de apretar los dientes y estar al lado en los momentos difíciles del Gobierno. Y es verdad que hay gente y hay responsables políticos que hemos hecho eso,
porque, si usted abraza con tanta evidencia y de una forma permanente el Pacto por las libertades y contra el


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terrorismo, reconozca en esta tribuna que ese diseño de política antiterrorista fue propuesto por quien es hoy presidente del Gobierno de España. (Aplausos.-Rumores y protestas.)


El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Si usted afirma que esa es la mejor política antiterrorista, tendrá al menos que reconocer, si alguna vez tiene capacidad de reconocer algo, que fue propuesta del Partido Socialista
para luchar juntos contra el terrorismo, en momentos muy difíciles y muy duros. (Rumores.-Varios señores diputados: Sí.) En momentos muy difíciles y muy duros.



El señor PRESIDENTE: Por favor, señorías.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Le quiero recordar, señor Rajoy, que cuando formulé aquella propuesta, que a sus ojos hoy resulta la mejor política antiterrorista, usted dijo que me sacaba un conejo de la chistera.
El que no tiene ni idea de política antiterrorista es usted, señor Rajoy. (Aplausos.) Le agradezco mucho que anuncie que en algún momento puede estar apretando los dientes al lado del Gobierno, pero sin duda alguna a los españoles les hubiera
gustado -y al Gobierno también-que hubiera estado desde el primer día al lado del Gobierno, apretando los dientes en la lucha contra el terrorismo.
(Aplausos.-Rumores.) Eso fue precisamente lo que yo hice con su Gobierno, desde el primer día, ante
el primer atentado terrorista -lo recuerdo muy bien, seguramente la Cámara también-, nueve días después de que había sido elegido secretario general del Partido Socialista Obrero Español -el atentado que costó la vida al compañero Juan Ramón
Jáuregui-, y fue mi primera respuesta ante un atentado con víctimas mortales. Debería de haber tenido la prudencia de haber recordado cuáles fueron mis afirmaciones, porque la primera afirmación y la primera declaración que hice, ante el primer
atentado con víctima mortal que me tocó sufrir y combatir como líder de la oposición, fue que el Gobierno tenía todo mi apoyo y toda mi lealtad. Esa fue la primera declaración. (Aplausos.) Y así, señor Rajoy, ante cada circunstancia dolorosa que
tuve que vivir como líder de la oposición, gobernando ustedes, hasta el último atentado que se produjo estando ustedes en el Gobierno y siendo yo líder de la oposición, en Sangüesa. Repase la hemeroteca, porque siendo el último de una lamentable
lista de atentados con víctimas mortales en esos cuatro años, el primero y el último y todos y cada uno, cada vez que se producía esa tragedia el Partido Socialista y quien lo lideraba en ese momento salían apoyando y dando toda la lealtad al
Gobierno de España, en donde estaban ustedes. (Aplausos.)


Señoría, señor Rajoy, con su intervención, ha pretendido enmendar en la totalidad los treinta años de política antiterrorista que han hecho los gobiernos de España. (Varios señores diputados: No, no, no.-Rumores.) Sí, ha pretendido eso, lo
ha pretendido. Y tiene una consecuencia clara: es una hipocresía absoluta y una falta de credibilidad total el discurso que ha hecho usted aquí esta tarde. (Aplausos.)


Señor Rajoy, en los treinta años de periodo democrático ha habido diversos procesos de diálogo. (Rumores.) Diversos procesos de diálogo. Todos los gobiernos han tenido procesos de diálogos con la banda terrorista ETA, desde el Gobierno de
Adolfo Suárez hasta el Gobierno del señor Aznar, del que usted formaba parte. Todos, todos, acabaron mal, como el proceso de diálogo que hemos vivido ahora. Todos acabaron mal. Y cuando de una u otra manera acabaron mal y se produjo la ruptura de
ese proceso, todos los gobiernos, todos, recibieron el apoyo de todos los partidos políticos para afrontar y luchar contra el terrorismo, menos ahora. (Aplausos.) Todos. ¿O acaso alguien recuerda, cuando se rompió la tregua del noventa y ocho y el
intento de diálogo del señor Aznar, al señor Almunia o al Partido Socialista Obrero Español pidiendo un Pleno, exigiendo responsabilidades y acusando de haber sido un fracaso lo que había sido el proceso de diálogo y de búsqueda del fin de la
violencia? Nadie recordará a un socialista pidiendo esas explicaciones, como ha hecho hoy usted aquí, al señor Aznar, cuando tuvo la oportunidad en la tregua del noventa y ocho. (Aplausos.) Nadie. Ha sido la suya en estos tres años, en estos
cerca de tres años, la única oposición democrática desde la transición que ha utilizado el terrorismo en la contienda política.
(Rumores.) La única, la única oposición desde la transición democrática hasta este momento. (Aplausos.) La única. Ha
sido la única oposición que no ha estado dispuesta a ayudar a quien dirige la política antiterrorista. Y hoy ha vuelto a expresarlo y a manifestarlo aquí. Desde el primer día, a pesar de cuál había sido mi comportamiento con ustedes cuando
gobernaban en los cuatro años anteriores (Rumores.), a pesar de eso, desde el primer día han hecho crítica, control parlamentario, exigencia de responsabilidades, todos y cada uno de los días. Todos los españoles están esperando oírle una sola vez
al señor Rajoy que apoya al Gobierno en la lucha contra el terrorismo y por el fin del terrorismo.
(Aplausos.) Una sola vez, un solo día. Hemos estado esperando tres años.
(Aplausos.) Una sola vez, un solo día. Por tanto, señor Rajoy, ha
mantenido una posición profundamente equivocada, sin que haya servido en nada al interés general, sin que haya servido en nada a lo que ha sido la regla democrática, la costumbre, el uso democrático en este país, (Un señor diputado: ¡Cobarde!) de
dar, desde la oposición, apoyo al Gobierno en su combate contra el terrorismo o en la búsqueda de terminar con la violencia. (Varios señores diputados pronuncian palabras que no se perciben.)


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El señor PRESIDENTE: Disculpen. Por favor, señorías, respeten el uso de la palabra. Se lo ruego, por favor. Gracias.



Continúe, señor presidente.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Continúo, señor presidente.



Señor Rajoy, agradezco que me reconozca que he expresado y reconocido un error en esta Cámara ante todos los españoles. Sé que no es frecuente, lo sé. No he oído nunca a un dirigente del Partido Popular, ni a usted, reconocer un error.
Tiene para reconocer una larga lista de su etapa de Gobierno. No voy a citar ningún caso, pero tiene hoy una oportunidad.
(Rumores.) Reconozca en esta Cámara el error grave que ha cometido no apoyando al Gobierno de España en la lucha contra el
terrorismo y por el fin de la violencia. (Rumores.-Aplausos.)


Señorías, el señor Rajoy ha hecho una afirmación que sin duda alguna debo comentar. Ha afirmado que ETA está más fuerte que nunca. Me niego a hacer ninguna valoración sobre la debilidad o la fortaleza de ETA. (Rumores.) Es un grave error
y, además, señor Rajoy, debería haber sido más prudente en esa afirmación, debería haberlo sido, porque también hubo un periodo de tregua largo en el noventa y ocho, con ustedes gobernando, y después de la ruptura de la tregua pasaron cosas muy
graves. Pasaron cosas muy graves. ¿Usted puede invocar, recordar o decir a alguien, como crítica al Gobierno, denunciar, que durante la tregua del noventa y ocho ETA se hizo más fuerte, se armó para luego provocar todo el sufrimiento, con tantos
atentados y víctimas mortales que hubo? (Rumores.) Señor Rajoy, es sencillamente un despropósito, después de lo que hemos vivido en este país, hablar de que ETA se ha fortalecido, se ha rearmado, después, sobre todo, de lo que vivimos y sufrimos
todos, especialmente ustedes y nosotros, después del noventa y ocho, con tantos asesinatos de concejales, de cargos públicos, y de ciudadanos de este país.
(Aplausos.)


Usted se empeña, eso ha quedado constatado hoy en su intervención, en hacer de la lucha contra el terrorismo su tarea prioritaria de oposición.
La única cuestión, por tratarse de algo que a todos nos atañe, a todos los gobiernos, a todas
las instituciones, que debería de estar fuera de la tarea de oposición. Por cierto, eso sí está en el Pacto por las libertades y contra el terrorismo y eso lo ha incumplido usted de manera flagrante cada día en los últimos tres años.
(Rumores.-Aplausos.)


Señoría, acabo de comprobar -pero no me extraña, porque ya tengo cierta experiencia en esta cuestión-(Rumores.) que ha pasado de largo cuando le he formulado una propuesta, a usted y a todos los grupos políticos de la Cámara, de renovar y
alcanzar un gran consenso democrático de todos, de todos los grupos políticos. Cuantos más partidos políticos, cuantas más fuerzas democráticas estén unidos firmemente en la acción contra el terrorismo seremos más eficaces, pero le digo que tengo
cierta experiencia, porque, cuando propuse el Pacto por las libertades y contra el terrorismo, usted dijo -como he recordado aquí-que me sacaba un conejo de la chistera. Hoy ha pasado por alto sobre este gran acuerdo nacional contra el terrorismo.
Y le puedo asegurar que el Gobierno va a empeñar todo su esfuerzo político para lograr ese acuerdo de todos, la unidad de todos los demócratas en la lucha contra el terrorismo y por el final de la violencia. (Aplausos.)


Ni siquiera, señor Rajoy, por respeto a ellas, y porque es la primera vez que son mencionadas en la tribuna para confrontarnos políticamente y para recibir acusaciones recíprocas, no voy a contestar lo que ha dicho de las víctimas del
terrorismo, por respeto (Rumores.) a lo que significa ser víctima del terrorismo, a su honor y a la dignidad y el recuerdo que todos les merecemos. Me niego, nunca lo he hecho y nunca lo haré, a confrontar con usted políticamente en materia de
víctimas del terrorismo.
Usted sí lo ha hecho y lamento profundamente que se haya producido.
(Aplausos.)


Señoría, me alegro que haya dicho que va a acudir a la reunión del Pacto por las libertades y contra el terrorismo, y le diré -para que vaya con el espíritu de lograr el acuerdo de todos, la unidad de todos los partidos políticos-que no es
necesario, no lo es, porque lo he proclamado en innumerables ocasiones. Son los principios que he mantenido durante el proceso de paz, durante el diálogo que hemos tenido con la banda terrorista ETA. No es necesario que afirme nuevamente lo que
usted sabe muy bien que piensa el presidente del Gobierno, el Gobierno y todo el Grupo Socialista. Nunca, nunca, el fin de la violencia tendrá precio político; nunca se puede negociar con violencia y siempre todo Gobierno responsable buscará todos
los caminos posibles para llegar a la paz, dentro de la Constitución (Rumores y protestas.), dentro de la legalidad y con el máximo concurso de todas las fuerzas políticas. (Aplausos.)


Afirmé en mi intervención inicial, señoría, que durante este proceso de diálogo se había mantenido toda la legislación vigente que nos protege en la lucha contra el terrorismo, toda, incluida, claro está, la Ley de Partidos. Esa vigencia se
va a mantener y por tanto no habrá ninguna formación política que pueda concurrir a ningún proceso electoral que no cumpla estrictamente el contenido y la letra de la Ley de Partidos, como he reiterado en todas las ocasiones que he tenido la
oportunidad de responder en esta Cámara. (Aplausos.)


Señor Rajoy, sería extraordinariamente positivo, no para el Gobierno, sino para la democracia, no para el presidente del Gobierno, sino para los intereses generales, que el principal partido de la oposición, al que usted representa, se
sumara a la voluntad de acuerdo democrático de todos los partidos. Sería enormemente positivo en el combate contra ETA, en el afán de acabar con la violencia, que su actitud fuese parecida a la actitud que yo mantuve como líder de la oposición
cuando ustedes gobernaban, dándoles apoyo permanente en la tarea de enfrentar el reto del terror y de la violencia.



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Quiero que sepa esta Cámara, señorías, todos los ciudadanos españoles, que, a pesar de las múltiples y duras diferencias, a pesar de las acusaciones graves, y en buena medida hipócritas, que se han producido hacia la gestión del Gobierno en
este proceso de diálogo, que no ha llegado a buen puerto, es mucho más lo que nos une. Por mi parte, doy por zanjada toda la diatriba, toda la discusión, toda la polémica, todas las descalificaciones, todos los insultos que he recibido, si eso
sirve para lograr el fin que merece España, la defensa de la vida, de la libertad y de la paz. Que estemos juntos contra el terrorismo y buscando el fin de la violencia. A eso le invito, señor Rajoy. (Prolongados aplausos de las señoras y señores
diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Gracias.



Señor Rajoy, su turno de réplica, por favor. Silencio, señorías.



El señor RAJOY BREY: Muchas gracias.



Señor presidente, ha estado usted hablando durante veinte minutos; yo, para contestarle, dispongo de diez. (Protestas.) A usted le han sobrado todos.



El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor.



El señor RAJOY BREY: Yo dispongo de diez. A usted le han sobrado todos porque no ha dicho ni lo que ha pasado ni lo que realmente va a hacer. Ha dejado, sí, claro que la culpa de todo la tiene el Partido Popular. Es evidente que nosotros
somos los responsables de todo. Lo asumo, pero a mí me gustaría, señor presidente del Gobierno, que fuéramos a lo importante.
Porque usted es el presidente del Gobierno y estamos en un régimen parlamentario y usted es el responsable de la acción
del Gobierno, y usted es el responsable de sus decisiones, tiene la obligación democrática -¿o no?-de explicar las cosas y yo de exigirle que las explique. (Un señor diputado: ¡Muy bien!) Por tanto vamos a lo importante, que son los hechos y el
futuro, que es lo que hoy nos importa y de lo cual, por lo visto, a usted no le gusta hablar con la claridad necesaria. Pero antes tengo que hacer referencia a algunas de las afirmaciones que usted ha hecho. Lo siento, no me queda más remedio.



Me ha sorprendido que diga usted que yo soy un dirigente político que no tengo ni idea -sorprendente argumento-de la lucha contra el terrorismo.
No lo sé, señor presidente del Gobierno, pero yo desde luego nunca diré que Otegi es un hombre
de paz, ni que De Juana Chaos está por el proceso de paz, ni que las señoras Zabaleta o Goirizelaia son señoras del futuro y Rosa Díez o Pilar Elías, del pasado. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!-Aplausos.) Yo nunca romperé los pactos y los
acuerdos que firmo, porque yo tengo palabra. No sé qué que idea tendrá usted, señor presidente del Gobierno, pero usted hizo el ridículo el día 29 y el día 30 de diciembre. No puede presumir de tener mucha idea, señor presidente.
Después de este
fracaso clamoroso, por lo menos respete usted al líder de la oposición. (Rumores.)


Ha dicho que yo he utilizado políticamente el terrorismo. Señor presidente del Gobierno, es que ha habido muchas personas en España, algunas de su partido, muy importantes y muy destacadas, hoy mismo, en portada de un periódico nacional,
alguien que fue miembro de su Gobierno, no voy a citar a ninguno, asociaciones importantes, mucha gente, que ha criticado su política antiterrorista. ¿Y por qué han criticado su política antiterrorista y han apoyado a los gobiernos anteriores?
Porque nunca en España hubo un presidente como usted, señor presidente. Es que apoyarle a usted es un suicidio en la lucha contra el terrorismo. (Aplausos.) Ha hablado de apoyos. Escúcheme: le di el apoyo en el debate de investidura, le advertí
que algunos de sus socios no compartían los principios del Pacto por las libertades y contra el terrorismo -se lo dije, señor presidente del Gobierno-; tomó usted decisiones que le critiqué y rompió formalmente el acuerdo por las libertades y
contra el terrorismo presentando aquí una resolución sin consultar con el Partido Popular, una resolución que suponía un cambio radical en la lucha contra el terrorismo. Señor presidente del Gobierno, después de la tregua, en marzo de 2006, le
apoyé en Moncloa y volví a retirarle el apoyo cuando usted hizo exactamente lo contrario de lo que yo le pedí y lo hizo en el debate del estado de la Nación, cuando yo ya no tenía ningún turno para intervenir. (Rumores.) Señor presidente del
Gobierno, el problema es que usted no cumple nada de lo que dice, porque el programa electoral de su partido, del Partido Socialista, dice: Nos comprometemos a mantener vivo y en vigor el Pacto antiterrorista hasta la derrota de ETA o su disolución
efectiva. (Aplausos.) No cumple su programa de Gobierno. ¿En qué quiere que le apoye?, ¿en sus declaraciones sobre los terroristas?, ¿en lo que está haciendo el fiscal?, ¿en que el Partido Comunista de las Tierras Vascas se pueda presentar a
las elecciones? En eso no le puedo apoyar. Le apoyo para que derrote usted a ETA, le apoyo en el marco por las libertades y contra el terrorismo, le apoyo para que haga lo que usted firmó; ha blasonado hoy aquí de haberlo firmado, pues cúmplalo,
cumpla también su programa electoral, cúmplalo, hágalo.
(Protestas.-Aplausos.)


Pero, en fin, señor presidente del Gobierno, vamos a lo que importa en un sistema democrático, porque la historia es historia. Me gustaría decirle algunas cosas: el 29 de diciembre, en una rueda de prensa en Moncloa, nos anuncia que las
cosas iban a ir mejor que nunca; el día 30 ETA comete un acto criminal. Señor presidente, o no tenía información -parece que es así-, o la tenía y no sabía analizarla o no ha querido ver la realidad de los hechos. Debería haber sido usted más
prudente y menos locuaz, debería haberlo sido. Sigamos con los hechos. Cuando después del atentado terrorista regresa usted a Madrid, dice que el proceso se suspende y crea usted una enorme confusión en un momento en que la


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gente necesitaba liderazgo y certidumbre. ¿Sabe qué querían oír los españoles? La ruptura, que esto se acabó, la vuelta a la política antiterrorista. Eso es lo que querían oír todos y yo le hubiera apoyado, pero ahí perdió usted su
credibilidad, señor presidente del Gobierno, la perdió. (Aplausos.) Todo el mundo pudo ver cuando apareció por Madrid, con un retraso de días, rumiando desconcierto, balbuceando unas palabras absolutamente incomprensibles acerca de suspender los
tratos con los terroristas. Fue usted incapaz de controlar su propia perplejidad. Y, señor presidente del Gobierno, después del comunicado de ETA en el que dijo que estaba en tregua pero que si las cosas no iban bien dejaría de estarlo, después de
ese comunicado deleznable, perdió usted otra magnífica oportunidad para rectificar, para hacer lo que no hizo el día 30. Eso es lo que ha pasado, señor presidente del Gobierno, es lo que ha ocurrido. Hemos constatado un fracaso y se ha demostrado
que su política estaba equivocada.



¿Y ahora qué? Me gustaría dejar claras algunas cosas y creo que es mi obligación ante el conjunto de mis compatriotas hacerlo. ETA no está en tregua, ¿o puede usted afirmar lo contrario? Dígalo. Nunca más habrá una tregua creíble de ETA,
¿o puede usted afirmar lo contrario? Dígalo. Eso lo dijo su ministro del Interior, bien es verdad que en un medio de comunicación de los Estados Unidos. La credibilidad del llamado proceso es cero y conviene recordar una cosa, señor presidente
del Gobierno, porque es importante: no se puede dialogar, es el abecé, (Rumores.) ni en esta materia ni en ninguna otra, bajo la amenaza o el chantaje; no se puede dialogar. Si usted no cumple, le pondrán bombas y, si no hay bombas, es porque ha
cedido. (Fuertes protestas.-Varias señoras y señores diputados: ¡Qué barbaridad!) Sí señor, sí.



El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor. Respeten el uso de la palabra.



Espere, señor Rajoy. Por favor, señorías, silencio.



Continúe.



El señor RAJOY BREY: Hemos de concluir que los señores del Grupo Parlamentario Socialista creen que es posible dialogar bajo amenazas y chantaje. (Rumores.) Pues no es posible dialogar ni bajo amenazas ni bajo chantaje.
(Rumores.-Aplausos.) Y desde luego, señor presidente del Gobierno, su capacidad personal para negociar ha concluido en el mayor de los sonrojos colectivos que se recuerdan. (Risas.) Y hay una salida y le planteo una salida: el Pacto por las
libertades. Vuelvo a hacerlo, vuelvo a insistir, lo que usted firmó, lo que usted rompió. Es una apuesta por la libertad, por la ley, por el Estado de derecho y por la derrota de ETA, tiene un contenido político conocido por el conjunto de la
sociedad española y supone medidas concretas.



Señor presidente, ya no es el momento de discursos ni de vaguedades ni de alocuciones vaporosas. Siempre que usted tiene un problema propone un acuerdo. Lo ha hecho en inmigración, lo ha hecho en materia de agua, lo ha hecho en materia de
educación, crea usted un problema y luego propone un acuerdo. La solución no es que haya un acuerdo, la solución son unas políticas que provoquen un acuerdo, y eso es lo que propongo yo. Usted no propone ninguna política concreta en materia de
lucha contra el terrorismo. Yo propongo el pacto, que es la viva imagen de la unidad de la mayoría, que es la plasmación gráfica de la unidad de la mayoría y cuyo contenido se ha mostrado como el mejor instrumento para luchar contra ETA y como el
más eficaz. Yo le he propuesto aquí una serie de medidas, usted no ha respondido, ignoro las razones por las cuales no lo ha hecho, pero esas son las únicas medidas razonables, las únicas medidas eficaces, las que usted pactó, las que fueron útiles
y las que pusieron a ETA en la peor situación de su historia.



Señor presidente del Gobierno, ahí estaremos, donde usted estuvo y de donde usted, sin que todavía nadie nos lo haya explicado, se fue. Como le dije al principio, cuando alguien comete un error el mayor error es mantenerse en el error.
(Rumores.) A los españoles debemos decirles, y yo se lo digo, que con la ley, con el Estado de derecho, con convicciones morales, las derivadas de nuestra superioridad moral, se puede derrotar a ETA y para eso algunos vamos a trabajar, para negociar
no. (Prolongados aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo Parlamentario Popular, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Señor presidente del Gobierno.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



Con mucha brevedad. Señor Rajoy, en su primera intervención deslizó algunas frases profundamente inconvenientes, manifiestamente injustas y bastante intolerables. En su segunda intervención ha deslizado una concreta que textualmente dice:
Si usted no cumple, le pondrán bombas y, si no hay bombas, es porque ha cedido. (Rumores.) Señor Rajoy, tengo que decirle que me parece bochornoso e indigno y le pido que la retire desde esta tribuna. (Aplausos.)


En segundo lugar, política antiterrorista. Idea o no idea. Señor Rajoy, lo que hay que tener es voluntad política de cooperar, de compartir y de respaldar al Gobierno, como se ha hecho desde la transición democrática hasta este momento.
Siempre que habla del Pacto por las libertades y contra el terrorismo -hasta dónde llega la situación-, está por ser la primera vez que reconozca desde esta tribuna y que les diga a todos los españoles que ese pacto lo propuse yo. (Protestas.) Solo
dice, señor Rajoy, que lo firmé, pero quiero que los españoles recuerden que el Pacto por las libertades y contra el terrorismo lo propuso el Partido Socialista al Gobierno del señor Aznar para ayudarle en la lucha contra el terrorismo y darle toda
la colaboración, cada


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día ante cada situación. (Aplausos.-Un señor diputado: Cúmplelo.) No solo es que no reconozcan un solo error, es que además les cuesta reconocer la verdad, la verdad de los hechos (Aplausos.) Y la verdad de los hechos es que el Partido
Socialista ha tenido siempre un comportamiento ejemplar, cuando ustedes han estado en el Gobierno, en la lucha contra ETA.
(Protestas.) La mejor prueba es este Pleno, es este debate, que no beneficia a nadie ni a nada. (El señor Moragas Sánchez:
A ti, desde luego que no.)


El señor PRESIDENTE: Señor Moragas, está usted molestando al orador y no es la primera vez que lo hace. Le ruego que se calme.



Señor presidente.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Este debate se ha producido única y exclusivamente por su actitud, por la tarea que han llevado en la oposición y porque así lo han pedido al Gobierno. Esta es la primera vez, y
quiero que lo recuerden todos los ciudadanos. Ha habido varias treguas desde la transición, con todos los gobiernos. Todos los gobiernos lo intentaron y ninguno lo consiguió, como ha ocurrido ahora, pero ninguno fue recriminado, acusado, como ha
hecho ahora el señor Rajoy en nombre del Partido Popular. (Aplausos.) Por eso, sé que quedará en el recuerdo de todos.



Señor Rajoy, he reconocido el error de mi afirmación del día 29. (El señor Martínez-Pujalte López: ¿Quién le informó?) Dije en más de una ocasión, desde la noche electoral en que el Partido Socialista obtuvo la victoria, que en mi forma
de entender la vida pública y el Gobierno y de dirigir el país estaba incluida la necesidad de reconocer errores cuando se cometen.
Ya sé que hay algún grupo político para el que ese es un lenguaje y un estilo que desconocen, pero puedo asegurarle
que los ciudadanos agradecen que los responsables políticos reconozcamos que cometemos errores y, además, algo aún mucho más importante, los ciudadanos tienen derecho a que sus representantes reconozcan errores cuando los cometen. (Rumores.)
Asimismo, tienen derecho a que los gobiernos les digan la verdad y a que los gobiernos les expliquen los objetivos de una política. (Protestas.) Señor Rajoy, lamento profundamente que recrimine que este Gobierno haya empeñado trabajo y esfuerzo en
una tarea dificilísima, como saben todos los españoles, un empeño tan noble y tan necesario como es terminar con la violencia terrorista de ETA. Lamento profundamente que usted recrimine el esfuerzo y la tarea que el Gobierno ha hecho.



Señor Rajoy, usted pidió la comparecencia y, en mi concepción de la democracia, por respeto a esta Cámara y a los ciudadanos a los que representamos en esta alta institución, es aquí donde se tienen que explicar, cuando como en esta ocasión
tenemos la convocatoria, los principios, los objetivos y la narración de hechos y de consecuencias que se producen después de la ruptura del alto el fuego, de la ruptura del diálogo y de la ruptura del proceso. Forma parte de un respeto esencial a
la democracia y a esta Cámara y, por si no le ha quedado claro, reitero cuáles son los objetivos del Gobierno: Forjar la unidad de acción de todos los partidos políticos en la lucha contra el terrorismo, en materia de política antiterrorista,
fortalecer la acción de la justicia, fortalecer los medios que tiene el Estado de derecho, proseguir con la cooperación internacional, decirle a ETA que solo tiene un destino, abandonar las armas, el fin de la violencia, que nunca habrá precio
político, que nunca habrá diálogo con violencia o con quien intente mantenerse en la violencia, y que este Gobierno, porque es el deseo, la esperanza más profunda de la inmensa mayoría de los españoles, seguirá trabajando y soportando su actitud
para buscar el fin de la violencia y la paz que esta generación tiene la obligación de dejar a los ciudadanos más jóvenes de este país.



Muchas gracias. (Prolongados aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias. (El señor Rajoy Brey pide la palabra.)


El debate, como todos los debates, señor Rajoy, fue pactado en Junta de Portavoces. Los tiempos, a petición de su grupo parlamentario, han sido incrementados, como usted ha sido consciente, por el propio presidente, porque creo que se tiene
que tratar así al líder de la oposición. Cabía solo por carácter excepcional, como dice el Reglamento, un turno de réplica y ese turno de réplica incluso se ha doblado en tiempo. Me imagino que solicita usted un último turno solo para hacer una
brevísima aclaración (Rumores.), solo, porque entre otras cosas quedan siete grupos parlamentarios y no vamos a hacer que el tiempo sea interminable. Y créame que el tratamiento que se le está dando al líder de la oposición merecería siquiera de su
parte el reconocimiento de que no es en absoluto discriminatorio. Gracias. Tiene la palabra para una aclaración breve.



Señor Rajoy, no fuerce la situación. La aclaración será de un minuto o dos. No fuerce la situación, se lo ruego. Le estoy tratando con una enorme dignidad.



Tiene la palabra para una aclaración, señor Rajoy. Adelante.



El señor RAJOY BREY: Señor presidente del Gobierno, como es para una sola aclaración de las muchas que yo podría hacer en la tarde de hoy, quisiera sintetizar mi opinión diciendo lo siguiente. Este debate se celebra con un doble objetivo:
En primer lugar, conocer el porqué de una política antiterrorista, las consecuencias de la misma y analizar los acontecimientos que se han producido en los días 29 y 30 de diciembre y la actuación posterior del Gobierno. Y en segundo lugar, importa
al conjunto de los españoles -probablemente sea lo que tenga mayor interés-saber cuál es la política antiterrorista que pretende plantear el Gobierno


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en el futuro. Creo que por parte del Gobierno de España no se ha explicado lo que ocurrió el día 29. Por qué el día 30 no se habló con claridad de los sucesos que ocurrieron a continuación. Por qué el presidente del Gobierno volvió a
Doñana. Por qué hubo declaraciones contradictorias entre el ministro del Interior, el secretario de Organización de su partido y el propio presidente del Gobierno. Por qué no se dijo nada cuando la organización terrorista ETA en un comunicado dijo
lo que todos los españoles conocimos. Ha habido una falta de liderazgo que afecta a la credibilidad del presidente del Gobierno. Le he pedido que defina una nueva política, pero ya no basta con definir una nueva política. El Gobierno si quiere
ganarse la credibilidad, y particularmente su presidente, debe dar una respuesta a las preguntas concretas que se le han planteado en esta Cámara, que son las que importan a los españoles.
¿Qué va a hacer en el futuro, en los temas importantes?
¿Rompe usted radicalmente el diálogo con la organización terrorista ETA o Batasuna? ¿Vuelve usted al Pacto por las libertades? ¿Apuesta usted con claridad por la derrota de ETA? ¿Apuesta usted por la aplicación de la ley y del Estado de derecho?
¿Dará instrucciones a la fiscalía? Esas son las preguntas que conforman una política antiterrorista y a las que no ha dado respuesta en la tarde de hoy el presidente del Gobierno.



Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Señor presidente, y se cierra este punto del debate.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



Lamento, señor Rajoy, que no haya escuchado el conjunto de principios, afirmaciones, compromisos y propuestas de diálogo, de colaboración y de renovar acuerdos que he manifestado desde esta tribuna tanto en mi primera intervención como en la
siguiente, lo lamento profundamente. Más allá de lo que pienso de su actitud, e incluso de mi capacidad para recibir de usted lecciones de liderazgo, más allá de eso, lo que representa mi obligación, lo que es mi deber y mi convicción es intentar
que todos los partidos de esta Cámara estemos unidos contra el terrorismo, por el fin de la violencia, que todos compartamos principios, entre otros, de lealtad para excluir de la confrontación política lo que tiene que ver con el terrorismo.
(Rumores.) Usted no ha dado hoy una muestra de esa actitud, de excluir la confrontación en el debate político de la lucha contra el terrorismo. No ha dado ninguna muestra. No ha demostrado ninguna capacidad de mirar hacia el futuro, de tener
voluntad de unir, de sumar, de llamar al consenso, de transmitir lo que hoy debemos de transmitir, lo que yo voy a transmitir, por lo que yo voy a trabajar, por lo que me voy a emplear, porque todos los demócratas, todos, con todos los ciudadanos,
estemos juntos por la paz, la vida, la libertad y por el fin del terrorismo. (Aplausos.-Varios señores diputados: ¡Muy bien!)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.



Continuamos con el debate. Para fijar su posición, por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) tiene la palabra el señor Duran. (Rumores.) Por favor, si han decidido abandonar el hemiciclo, al menos háganlo en silencio.



Adelante, señor Duran.



El señor DURAN I LLEIDA: Muchas gracias, señor presidente.



Señoras y señores diputados, señor presidente del Gobierno, las primeras palabras de nuestro grupo parlamentario quieren sumarse a las que, con anterioridad, tanto el presidente del Gobierno como el presidente del Grupo Parlamentario
Popular, señores Rodríguez Zapatero y Rajoy, expresaron en torno al recuerdo solidario de las víctimas, de las familias de Carlos Alonso, de Diego Armando y, en definitiva, de cuantas se vieran afectadas en el atentado del día 30. Víctimas, como
todas, inocentes; víctimas en este caso muy humildes, pobres. En alguna imagen de televisión se veía cómo las familias, descalzas, de algunos de los desaparecidos esperaban, única y simplemente, la remesa de sus ingresos y no, por supuesto, la
remesa del cadáver de sus hijos.



Convergència i Unió respeta y participa, por supuesto, del debate de hoy, pero considera un error su celebración. Intentaré explicar, como mínimo, tres razones por las que, al entender de este grupo parlamentario...
(Rumores.)


El señor PRESIDENTE: Disculpe, señor Duran.



Por favor, hay un orador en la tribuna, guarden silencio.



El señor DURAN I LLEIDA: Decía que este grupo parlamentario, señor presidente, considera un error el debate, aun respetando y por supuesto interviniendo en él, más visto su contenido. Quede claro, de entrada, que el deseo de Convergència i
Unió no es ni la derrota del Gobierno ni la derrota del Partido Popular en este debate. La única derrota que le interesa a Convergència i Unió es la derrota de ETA. Precisamente por eso, señorías, me atrevo a enumerar tres razones por las que
Convergència i Unió considera un error este tipo de debate.



Primera razón. En muchas ocasiones se ha dicho públicamente, por parte de unos y de otros, que ETA no debía marcar la agenda política. Pues si eso es cierto, y lo es a nuestro juicio, mucho menos ETA debe marcar la agenda parlamentaria.
No hay que olvidar, señorías, que los terroristas viven del anhelo de paz de los demócratas y que los terroristas viven también -y esa es una buena reflexión para algunos-de los anhelos de paz de esta Cámara, de este Parlamento. Segunda razón. La
unidad es importante, pero no en el sentido de idealizarla hasta el extremo de que se convierta simplemente en bellas palabras. Unidad no significa hacer exactamente lo que el Gobierno quiera, pero sí reconocerle la capacidad,


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al Gobierno, que es precisamente al que le corresponde la dirección de la política antiterrorista. No en vano, eso es algo que no solo reconoce este grupo parlamentario, sino que el tan aludido acuerdo del 8 de diciembre entre el Partido
Socialista y el Partido Popular así lo expresa taxativamente en su artículo 1º al recordar, insisto, que le corresponde al Gobierno la dirección de la lucha antiterrorista. Unidad, como decía, no es hacer lo que el Gobierno desea, pero unidad sí es
intentar el máximo común denominador posible, sin renunciar por supuesto a las especificidades de cada uno, pero invirtiendo, reitero, cuantas energías sean posibles con el objetivo de lograr puntos y denominadores comunes.
Sabiendo que, de la
misma manera que acabo de recordar que le corresponde al Gobierno dirigir la política antiterrorista, el Gobierno también tiene un plus de responsabilidad, por encima de cualquier otro grupo parlamentario, en la misma. Y una tercera razón,
señorías, en cuanto al contenido de este debate, que a nuestro juicio avala que no debiera haberse hecho, es el contenido del mismo. Si el presidente del Gobierno tiene información distinta -que es razonable que la tenga-de la que pueda disponer
nuestro grupo parlamentario en torno a lo que sucedió en vigilias del 30 de diciembre, es lógico que no lo explique, a nuestro entender, en esta tribuna y en este Parlamento. Si el Gobierno tiene información respecto a cuáles deben ser las
directrices de una nueva política antiterrorista, es lógico que una política dirigida a los terroristas, más allá de lo que son comunes denominadores -en los que, por cierto, todos coincidimos-, no se exponga en la plaza pública, en el ágora, que
otra cosa distinta no es este Parlamento.



Acabo con esta primera reflexión, señorías. Es posible que Convergència i Unió se equivoque en la apreciación de que este debate era innecesario y que este debate es un error; es posible que estemos equivocados, pero deberán admitirme,
señorías, que durante 30 años nos hemos equivocado todos, porque nunca se ha producido no un debate a raíz de un atentado, que tampoco, ni tan siquiera un debate para debatir profundamente cuáles deben ser las líneas de lucha de la política
antiterrorista. Estas se fraguan entre el Gobierno y los grupos parlamentarios en las conversaciones discretas que debe haber, que ha habido y que desgraciadamente no siempre han alcanzado la discreción que se precisaba.



Sentada nuestra premisa, quizá errónea, pero la nuestra, de por qué este debate era innecesario, permítanme aportar algunas reflexiones en torno a los contenidos de lo que se debate estos días entre los diversos partidos, grupos
parlamentarios y lo que está en el ánimo de la sociedad y, por tanto, de la opinión pública. En esta misma tribuna, en esta misma Cámara, de manera reiterada, señorías, este grupo parlamentario, en boca de su portavoz, ha pronunciado una frase que
hoy repite: apoyaremos al Gobierno aunque fracase. Otros lo hicieron y también éste tiene derecho a intentarlo e incluso a fracasar. Por tanto, hay un fracaso, pero el fracaso, a juicio de este grupo parlamentario, es un fracaso colectivo.
¿Lo
es más del Gobierno que de Convergència i Unió? Por supuesto, lo es más del Gobierno que de Convergència i Unió, pero es un fracaso colectivo. Lo es más del Gobierno, señor presidente, porque antes le decía que, de la misma manera que le reconoce
nuestro grupo que ustedes son quienes deben dirigir -y usted especialmente y su ministro del Interior-la lucha y la política antiterrorista, también le recordaba ese plus de responsabilidad. Pero creo que no sobraría, señorías, menos después de
visto el debate de esta tarde, que cada uno de los grupos parlamentarios de esta Cámara se hiciesen una pregunta: ¿he contribuido en algo a este fracaso colectivo? Al menos desde nuestro grupo parlamentario nos planteamos esa pregunta e incluso
admitimos que también en algo hayamos podido colaborar a ese fracaso colectivo. Pero no es responsable de ese fracaso el Gobierno o el Partido Socialista Obrero Español, como no es responsable de ese fracaso el Partido Popular, como no lo es, ni
menos, el Partido Nacionalista Vasco, Convergència i Unió o cualquier otro grupo parlamentario democrático de esta Cámara; ni el PP, por supuesto, es responsable de ese fracaso, ni lo es el Gobierno y el Partido Socialista. El único responsable de
ese fracaso es ETA, es la organización criminal ETA. (Aplausos.) Ella y nadie más que ETA es la responsable de este fracaso.



¿Que desearía un balance distinto? Sí, me hubiera gustado no tener que acompañar al Gobierno en el fracaso sino en el éxito. Pero, dicho esto, éxito es que mientras ha habido diálogo e intenciones de haberlo, e incluso antes de apuntar ese
diálogo, en España no ha habido muertos, y este balance de cuatro años se salda, dos largos de gestión de este Gobierno, simplemente con dos muertos; son muy importantes porque son dos vidas, pero sin olvidar que, mientras ha habido una puerta
abierta a la esperanza, ha habido una realidad que nadie puede obviar: no han matado a tantas personas como en otras ocasiones. Cada persona, cada vida es importante; hacia dos de ellas, desgraciadamente, nuestro sentimiento, como dije antes, de
dolor respecto a sus familias y al pueblo ecuatoriano.



¿Fue un error, señorías, abrir el proceso de diálogo? A nuestro juicio, no. Lo dije antes. Otros lo intentaron, otros también lo hicieron. ¿Había bases suficientes para abrir este proceso? Según el Gobierno, sí, y me basta. Lo hemos
repetido hasta la saciedad, por tanto, no tengo por qué contradecirme. Le decía al Gobierno pública y privadamente: no me interesa toda la información que ustedes tengan, me interesan los resultados. No me lo explique todo, me interesan los
resultados. ¿Que desgraciadamente el resultado final es la bomba de ETA del día 30? Sí, desgraciadamente. ¿Que ha habido fallos a lo largo de estos años? Sí, uno fundamental: ha habido demasiado ruido, como demasiado ruido ha habido esta tarde
en la Cámara, y de ello ha hablado repetidamente Convergència i Unió, repartiendo responsabilidades para todos, si quieren, también para nosotros, y hoy la ciudadanía no quiere ni espera de nosotros tanto ruido, sino


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una actitud más modesta, más colaboradora entre nosotros porque saben que el único adversario político es el vecino, pero que nuestro único enemigo común es ETA.



Hemos dicho, señorías, y lo volvemos a repetir, que este era un proceso que lógicamente debía albergar un cierto secretismo, pero se ha dado una triste realidad: el secretismo se ha hecho compatible con la indiscreción, y ambas cosas no
casan; ambas cosas, a juicio de este grupo parlamentario, no son compatibles. Hemos denunciado en el pasado, como decía antes, esa falta de discreción, pero ya lo hicimos; no nos obliguen, señorías, a ponernos a favor del Partido Socialista
contra el Partido Popular ni a favor del Partido Popular contra el Partido Socialista. Queremos estar junto a ambos, junto al Partido Socialista, junto al Partido Popular, y, evidentemente, contra ETA; no solo nosotros, no simplemente ustedes,
Gobierno y Partido Socialista, y Partido Popular y Convergència i Unió, sino con todos los grupos parlamentarios de esta Cámara y fundamentalmente con quien también tiene asumidas, desde lo que es otorgar la confianza a la ciudadanía,
responsabilidades de gobierno en el País Vasco, en Euskadi, como es el caso particular, aunque no exclusivo de esta Cámara pero sí principal, del Partido Nacionalista Vasco. Por tanto, unidos, sí, pero no a costa de marginar a los demás.



Debe ponerse el contador a cero. A juicio de este grupo parlamentario, ninguno de los pasados pactos nos es útil para afrontar la situación de presente y de futuro, lo que no equivale a que algunos de los contenidos de esos pactos del
pasado puedan ser asumidos por todos los grupos parlamentarios de esta Cámara sin excepción. Pero no hay otro responsable, señorías, de lo que ha sucedido y del fracaso, como antes decía, que ETA. ETA ha hecho lo que sabe hacer, matar, pura y
simplemente matar, y ETA ha perdido una gran oportunidad. Hay que recordar aquello -aplicable en este caso-que decía la ex secretaria de Estado norteamericana Margaret Albright respecto a los palestinos: Nunca jamás pierden la oportunidad de
perder la oportunidad. ETA no pierde la oportunidad de perder la oportunidad, y ETA acaba de perder una nueva oportunidad.



Empecemos, como decía, de nuevo. Todos deseamos, todos sin excepción, todos -porque no hay ningún mal nacido en esta Cámara-que ETA deponga las armas, todos sin excepción; todos apoyamos a las víctimas, todos deseamos que no haya más
víctimas y todos nos alegramos, todos sin excepción, de que durante cuatro años no haya habido más víctimas que lamentablemente las dos ya aludidas del día 30 de diciembre del año pasado. Todos podemos estar de acuerdo, señorías, si miramos hacia
el futuro, en que sigue vigente un objetivo político que es la lucha contra el terrorismo, que es la desaparición de ETA, y, consecuentemente, con la desaparición de ETA -que no otro escenario se puede contemplar en este momento-desaparecerá el
asesinato, el terrorismo -aquel que se adjudica a esa banda terrorista-y, por tanto, significa que podremos vivir en el conjunto de la sociedad española simplemente en paz.



Es cierto que el proceso no se puede continuar. Nuestra voz política fue de las primeras que dijo que en la medida en que hubiera violencia, no había diálogo. Este Parlamento aprobó una resolución el 17 de mayo de 2005, resolución que
nosotros no consideramos que haya que anular, entre otra razones porque otra vez estaríamos anulando algo que no se ha hecho nunca, una resolución del Congreso de los Diputados, soberano en cuanto a sus decisiones, porque ETA haya puesto una bomba
el día 30 de diciembre.



Este Congreso no debe anular sus actos porque ETA haya puesto una bomba el día 30. (Aplausos.) Este Congreso debe decirle a ETA, más que nunca, que nos tiene más unidos contra ella de cara al futuro. Pero si el proceso no se puede
continuar, señorías, sí entiende este grupo parlamentario que se pueden continuar manteniendo unitariamente unas actitudes básicas para conseguir la desaparición de ETA, que no otro es el objetivo de nuestro grupo parlamentario, por ejemplo,
pidiéndole todos a Batasuna que tenga el valor, que tenga el coraje de decir públicamente que no apoya la violencia, que la condena, que pide a ETA lo que le pedimos todos: que entregue las armas y que es ese el único camino de futuro.



Un ruego, señorías. Me he propuesto no utilizar tan siquiera el tiempo que tengo disponible, porque no sería coherente predicar que me parece un error este debate y al mismo tiempo abusar de manera incoherente del tiempo que tengo
adjudicado de acuerdo con lo que han establecido previamente la Mesa y la Junta de Portavoces. Un ruego, señorías: no sustituyamos la esperanza desmesurada -y remarco desmesurada, si es que la esperanza puede desmesurarse-que ha habido antes del
día 30, por la desesperación al día siguiente del día 30, porque es exactamente, exactamente, lo que quisiera ETA, que sustituyéramos la esperanza, aunque no pueda mesurarse, por la desesperación. No caigamos en ese error.



Y una reflexión, señorías, y con ella acabo mi primera intervención. ETA vive también -remarco también-, no exclusivamente, pero vive también de la división de los demócratas. El objetivo de ETA es dividir a los demócratas. Dividir, para
ETA, es sobrevivir. Mi pregunta y mi reflexión: ¿ha habido hoy división? Mucho me temo que sí, señoras y señores diputados. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Duran.



Señor presidente del Gobierno, su turno, por favor.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



Señor Duran, quería expresarle públicamente mi más profundo agradecimiento por su actitud hoy en esta tribuna, en este debate, que es la culminación de toda una trayectoria desde el primer día en que iniciamos un proceso


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de posible diálogo con la banda ETA. Una actitud ejemplar, responsable y prueba bien manifiesta de su estilo político y de la contribución que a los intereses generales y a los grandes problemas de Estado ha hecho siempre Convergència i
Unió en este país. Quiero agradecerle muy sinceramente su posición y coincidir con usted en dos cuestiones fundamentales. Creo que el señor Duran lo ha expresado con claridad: este es el momento de la unidad de todos los grupos políticos.
Históricamente ha habido diversos acuerdos. Nadie puede dudar, aunque no todos hayan sido suscritos por todas las fuerzas políticas, que cumplieron en cada momento con una finalidad que ha sido a la larga positiva, han sido eficaces en todos los
ámbitos. Y el empeño y la voluntad de construir en este momento un gran consenso democrático de todos los partidos políticos, es lo que nos va a medir a cada grupo parlamentario en la talla política y en la capacidad de poner por encima del interés
de cada partido el interés general de la defensa de los valores democráticos que están implicados en la lucha contra el terrorismo. Señor Duran, ha cumplido con su palabra. Desde esta tribuna afirmó en su día que apoyaba al Gobierno aunque el
proceso llegara al fracaso, y le agradezco mucho que haya cumplido con su palabra. Le insto a que desde su autoridad política y la del grupo que representa sea uno de los artífices que puedan contribuir al acuerdo de todos los partidos políticos en
este momento. Le garantizo que el Gobierno, en esa dirección, le va a dar todo el respaldo, toda la autoridad y toda la confianza en el logro de ese objetivo. Y aunque yo he manifestado en esta Cámara, en el debate con el señor Rajoy, que el mismo
no beneficiaba a nadie ni a nada, comparto con usted que debemos mantener viva nuestra esperanza, la esperanza de que este debate, aunque haya tenido momentos agrios, difíciles, duros -en la primera parte de manera evidente-, pueda servir para poner
fin a ese periodo y abrir una etapa de consenso democrático pleno. Puedo asegurarle al señor Duran que empeño mi palabra en esa tarea y me comprometo a que en su momento me pida responsabilidades por no haberlo intentado o, en su caso, por haberlo
conseguido y, desde luego, estaré siempre en la mejor actitud para que su grupo pueda contribuir a lo que representa el anhelo del consenso democrático. Su intervención me ha reconfortado y, por supuesto, señor Duran, pienso exactamente igual que
usted: la democracia, esta Cámara, todos juntos vamos a conseguir el fin de vencer al terrorismo y de tener un país en paz y en libertad.



Gracias por su intervención, son las que construyen país, son las que construyen acuerdos, son las que representan futuro. Gracias.
(Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias.



Señor Duran, su turno de réplica, por favor.



El señor DURAN I LLEIDA: Gracias, señor presidente. En nombre de mi grupo parlamentario y en el mío propio, qué duda cabe que nos sentimos honrados por la felicitación por nuestra actitud. No lo tomamos como un simple elogio del Gobierno
presente, los hubo también con otros gobiernos y tengo ante mí a dos ex ministros del Interior de los que también recibimos de sus respectivos gobiernos y de ellos mismos ese mismo agradecimiento. Por ello -antes me olvidé-, señor Rajoy, desde el
afecto, quería recordar a la Cámara que a la hora de apretar los dientes no le quepa la menor duda de que siempre va a encontrar a Convergència i Unió, sea con ustedes o con quien sea; así lo ha hecho en el pasado con UCD, lo hizo con el PSOE de
Felipe González, lo hizo con el PP de Aznar, lo hace con el Gobierno socialista del señor Rodríguez Zapatero y el día que el PP vuelva a gobernar lo hará exactamente igual.



Segunda reflexión. Doy por entendido, señor presidente, que mis palabras, elogiadas, cosa que le agradezco, se han entendido en el sentido de que las reflexiones son para todos y, consecuentemente, nuestro grupo se siente honrado de que
haya podido ser útil.



Me plantea al final de su intervención la posibilidad de que mi persona y nuestro grupo puedan ser útiles para encontrar esa unidad. Creo que, si es eso lo que se quiere expresar, no es a nuestro grupo a quien le corresponde mediar entre
unos y otros. Nadie necesita al PSOE para mediar con el PP ni al PP para mediar con el PSOE. En cualquier caso, sí debe saber el Gobierno (lo sabe el Partido Popular, porque con el señor Rajoy hemos hablado en más de una ocasión en los últimos
meses en privado, es más, en algún momento incluso he tenido información abundante por parte del señor Rajoy sobre lo que podrían estar hablando entre ustedes, cosa que le agradezco) que, si en algo pudiera ser útil este grupo parlamentario y mi
persona, por supuesto, estamos al servicio de esa unidad que nos reclama la lucha contra ETA que, como decía antes, pasa única y exclusivamente por su desaparición.



Muchísimas gracias.



El señor PRESIDENTE: Fijación de posiciones. Turno de Esquerra Republicana. Señor Cerdà, por favor.



El señor CERDÀ ARGENT: Señor presidente, señorías, quiero empezar hablando en este Parlamento en principio disgustado, porque nosotros también manifestamos, cuando nos preguntaban si era este el escenario mejor para abordar la situación que
nos había dejado a todos la bomba de ETA en la T-4 el día 30 de diciembre, que este no era el mejor foro para abordar este problema. Dijimos que íbamos a ver lo que hemos visto, el espectáculo que hemos visto en este Pleno, que entendemos que no
ayuda para nada a la solución ni a la mitigación del dolor ni a la esperanza de muchos ciudadanos para que este problema grave, crónico ya en la vida política española, se dirima. Entendíamos que era en otros foros y desde otros ámbitos donde se
tenían que abordar las posibles soluciones que puede tener este problema, y las tiene. No quiero desde ningún punto de vista lanzar ni


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un mínimo mensaje a la ciudadanía de desesperanza, sino el de que, más tarde o más temprano, todos aquellos que nos hemos puesto de acuerdo en convivir bajo un marco de libertades, bajo un marco de garantías democráticas, en un Estado de
derecho, podamos de alguna manera, seguramente dialogada, poner fin a un conflicto que efectivamente se expresa de una manera brutal y sanguinaria. Y es justamente esta muestra de división la que lanza un mensaje de desesperanza a la ciudadanía que
debemos evitar, y creo que es por encima de muchas cosas. A pesar de todo este baile de eslóganes que hemos visto durante el fin de semana, de manifestaciones, de disensión, de división, por encima de todo eso cabía una respuesta de todos los
demócratas que justamente era esa. Ese es el valor de la unidad, que desde los nacionales a los nacionalistas, todos, desde distintas identidades, desde la derecha hasta la izquierda, todos los que hemos decidido convivir y aceptar unas reglas del
juego, un Estado de derecho, un Estado de garantías, unos derechos y libertades, un marco de convivencia en definitiva, desde las diferentes posturas, desde nuestras diferentes sensibilidades, desde nuestras diferentes identidades, les decíamos a
los que no están de acuerdo con este marco, a los que han decidido no convivir bajo el imperio de la ley, que esta es la única salida, que únicamente en la aceptación de un marco de convivencia, que únicamente en la aceptación de unas garantías
constitucionales, que únicamente dentro de la legalidad que nos ampara y que nos debe amparar a todos y con unas reglas del juego justas e iguales para todos solo así se puede convivir. Les invitábamos con esta unidad a que cejaran en su actitud, a
que depusieran la violencia, a que depusieran las armas para establecer efectivamente lo que tiene que ser un marco de convivencia, de paz y de libertad. Ni más ni menos era previa la unidad, señor Rajoy, era previa la unidad de todos los
demócratas. Lo ha entendido así la ciudadanía, no ha preguntado por eslóganes, incluso, cuando se han cambiado los eslóganes, cuando se han hecho auténticos juegos malabares para que ustedes también estuvieran, a la ciudadanía le daba lo mismo,
sabía perfectamente, más que algunos de sus dirigentes políticos, que era importante salir a la calle y que era importante decir que todos, de punta a punta, de un extremo al otro, estábamos diciendo que este es el marco de convivencia del que nos
hemos dotado. Y seguramente, ya se lo digo, para nosotros muchas de las cosas de este marco legislativo se deben cambiar, querríamos cambiarlas y sabemos que solo conformando mayorías suficientes, mayorías democráticas y mayorías potentes se pueden
alterar las reglas del juego, pero es desde dentro desde donde se puede hacer. Pero también le hacemos un flaco favor si eso mismo no se lo decimos y si esa misma unidad no se demuestra cuando justamente es el Estado de derecho el que se pone
contra las cuerdas y cuando justamente se le elimina. Es en ese momento cuando deben ser más fuertes todas las garantías democráticas, cuando no debe quedar ninguna sospecha de la actuación policial, cuando no debe quedar ningún resquicio de
retroceso en las garantías democráticas, cuando no debe haber lugar para la discrepancia, cuando la justicia debe ser justamente eso, la aplicación de la ley y no una división entre buenos y malos, no una aplicación de un código deontológico de
buenos y malos, sino simplemente la aplicación de la ley. No puede haber justicia que diga que estos son juzgados por ser quienes son y no por lo que hacen, sino la aplicación estricta del Estado de derecho. Nosotros podríamos expresar, y de hecho
lo hemos dicho antes del atentado del día 30 en la T-4, muchas de las discrepancias que tenemos con el Gobierno, pero apretamos los dientes y los puños cuando hay un atentado, una agresión de esta envergadura, que efectivamente rompe toda
posibilidad de diálogo.



Ese evidente que solo en un marco de ausencia de violencia es posible acometer la responsabilidad de terminar con esta lacra, con el problema y la distorsión tan brutal que supone la aparición de violencia en el escenario de la vida política
española. Pero cuando nos dicen -le dicen al Gobierno, porque nosotros nunca estuvimos-que hay que volver al Pacto por las libertades y contra el terrorismo, nos asalta una pregunta, porque sabemos leer y el primer artículo dice: El terrorismo es
un problema de Estado. Al Gobierno de España corresponde dirigir la lucha antiterrorista, pero combatir el terrorismo es una tarea que corresponde a todos los partidos políticos democráticos, estén en el Gobierno o en la oposición, y manifestamos
nuestra voluntad de eliminar del ámbito de la legítima confrontación política o electoral entre nuestros dos partidos las políticas para acabar con el terrorismo. Esto también forma parte del Pacto por las libertades y contra el terrorismo, ¿o es
que solo se va a cumplir la parte que a ustedes les venga bien? (Aplausos.) Este no es un tema para hacer bromas. Nosotros nos opusimos a ese pacto porque restringía libertades y entendíamos que no daba solución al problema que estaban
acometiendo. En todo caso, es fruto de una coyuntura y no de la coyuntura actual. Creíamos, así lo entendimos y así lo aprobamos en esta Cámara y también en el Parlamento Europeo, que había un marco, que establecíamos un marco en las dos
resoluciones que se aprobaron en esta misma Cámara en mayo de 2005 y también después en el Parlamento Europeo de crear las condiciones a través de las cuales podría establecerse un periodo de diálogo y la utilización del mismo como instrumento para
la resolución de los conflictos. Sé que me pueden caer muchas críticas, pero Esquerra Republicana ahora y siempre apostará por el diálogo como fórmula, como instrumento para la resolución de los conflictos. Sé que es duro decirlo y sé que muchas
veces a algunos nos corresponde hacer este papel, y nosotros lo asumimos y lo acatamos, siempre y en todo caso.



Sabemos que esta bomba es la responsable de haber roto toda posibilidad de diálogo. Encomendamos al Gobierno y a todos los grupos políticos, a ustedes también, señor Rajoy, buscar las condiciones de paz, las condiciones óptimas, las
condiciones que ni más ni menos ya decidimos en la resolución en este mismo


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Parlamento, resolución que fijaba las condiciones en las que es posible el diálogo. Esa es nuestra obligación, y es nuestra responsabilidad buscar el escenario en que se den esas condiciones para acabar de una manera definitiva con el
problema del terrorismo. Si se dan, esperamos del Gobierno -ni más ni menos, no esperamos otra cosa-que acepte que se han dado esas condiciones y que cuando vuelva a tener la garantía, vuelva a asumir la responsabilidad de llevar adelante un
proceso de paz, un proceso dialogado que ponga fin definitivamente a la violencia, porque no es de otra manera, no puede ser de otra manera, más que de forma dialogada la manera en que se resuelvan los problemas. Lo admitan o no, no hay dos caminos
para la solución de este problema, solo hay un camino, porque el Estado de derecho y sus garantías, aquellos que protegen que se cumplan las leyes, el aparato policial y el aparato judicial, no han hecho vacaciones nunca, por tanto, siempre persiste
la actuación policial y la actuación judicial. Lo extraordinario, la obligación que tenemos que asumir, lo que tenemos que coger cuando se nos da esa oportunidad -y nos duele que se haya roto esta oportunidad-es justamente un escenario en el que se
pueda dialogar la solución final del conflicto, porque todos conocemos -lo neguemos o no-la naturaleza política de este conflicto, ya que si no no hablaríamos de pagar o de no pagar precios políticos. Si se habla de eso es que se asume de alguna
manera que el conflicto tiene un origen político y, si tiene un origen político, aunque se exprese de manera violenta, tenemos que obligarles entre todos a que dejen de expresarse de una manera violenta para que justamente sea posible un escenario
en el que se pueda hablar de cómo se soluciona definitivamente y para siempre este escenario de violencia. No se puede hacer de otra manera, no podemos arreglarlo de otra manera. El único camino para la paz, efectivamente, es la paz y no puede
haber violencia. Esquerra -y así le invita al Gobierno-nunca dejará de trabajar para intentar lograr que ese escenario sea posible.



Señor Rajoy, no estamos de acuerdo con lo que ha dicho usted: Al terrorismo se le sufre o se le derrota. Ni Franco ni Suárez ni Calvo-Sotelo ni Felipe González ni don José María Aznar, nadie ha podido aún terminar con esto y no lo digo con
orgullo, sino con profunda tristeza, pero ¿sabe qué? En estos momentos es cuando los que queremos terminar de una vez con un fenómeno que distorsiona brutalmente la vida política y los procesos de otras naciones como la nuestra tenemos que arrimar
el hombro. Es un fracaso de todos, un fracaso de un sistema y lo que tenemos que hacer es ponernos de nuevo de pie y volver a recuperarnos. No estamos de acuerdo con repartir una lotería macabra, con decir a la ciudadanía, a la gente de nuestros
pueblos que vamos a continuar única y exclusivamente con la vía policial y judicial y que se va a sufrir el terrorismo, que igual les toca, que vamos a repartir números en una lotería macabra y que si te pilla en la T-4 o en Atocha igual te toca a
tí o a uno de tus familiares. Nos negamos a lanzar este mensaje a la ciudadanía. Debemos dar un mínimo de esperanza, debemos trabajar desde el Estado de derecho, desde la actividad policial, desde la actuación judicial, pero también buscar las
condiciones que hagan posible una salida definitiva de este problema y ustedes y nosotros sabemos que esas condiciones no son otras que unas soluciones dialogadas, lo digan o no. Ahí sí que mantenemos una profunda discrepancia: si usted no cumple,
le pondrán bombas y, si no hay bombas, es porque ha cedido.
¡Qué grave! Lo que acaba de decir es muy grave. (El señor Moragas Sánchez: ¡Es la realidad!) ¿Tampoco aceptarán ustedes la paz? Señor Rajoy, me da miedo lo que ha dicho usted.
Seguramente en algún punto los extremos se tocan y seguramente -no me malinterprete-en eso coinciden con los de la ETA: cuanto peor, mejor. (Rumores.-El señor Moragas Sánchez: Esos son tus aliados.-Aplausos.) Esto no puede ser, cuanto peor, mejor
no es un buen escenario. Hoy no es el inicio de una campaña electoral, sino seguramente el momento de ver, de escuchar y de recordar aquellos testimonios que, después de la muerte de Ernest Lluch, dijeron aquello de ustedes que pueden, dialoguen.
Nosotros que podemos, que tenemos esa responsabilidad, hemos de crear las condiciones para que el diálogo y la paz definitiva en España y en Euskal Herria sea posible.



Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias.



Turno del Gobierno. Señor presidente, por favor.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



Señor Cerdà, quiero agradecerle la posición que su formación política, Esquerra Republicana de Catalunya, ha tenido durante todo este tiempo desde que se abrieron las expectativas de un proceso de paz, de un proceso de diálogo para el fin de
la violencia. También quiero agradecerle la intervención que ha tenido hoy aquí porque ha sido una muestra de apoyo permanente al Gobierno y de comprensión ante una difícil tarea en lo que representa la búsqueda del fin de la violencia, más allá de
que no coincida con alguna de las cosas que ha dicho, como es evidente, y como se desprende de su intervención y de la intervención que yo he tenido durante el desarrollo del debate de esta tarde. En todo caso, señor Cerdà, quiero asegurarle que
las posibilidades de diálogo durante todo este tiempo de ejercicio de la democracia que ha tenido la banda terrorista han sido diversas, con distintos gobiernos. La cuestión de fondo ha sido que intentan obtener posiciones políticas que solo en el
ámbito de la política, de las instituciones políticas, de los representantes políticos, se pueden debatir, dirimir y resolver, sin ningún tipo de violencia y sin utilizar la amenaza como elemento para lo que pueda ser un proceso de diálogo.
Conviene que lo reiteremos porque sé, además, que es su posición de fondo. Cuando ha constatado la pervivencia durante décadas del terrorismo, ha


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puesto de manifiesto una vez más ante nuestros ojos la dificultad de ver el fin de la violencia. Una dificultad que a veces puede quedar escondida entre algunas palabras grandilocuentes que la historia ha demostrado que no se corresponden
con los hechos. No es tan fácil, a no ser que se quiera hacer simplemente demagogia y utilización electoral del combate contra el terrorismo. Es una tarea extraordinariamente difícil; si no, después de más de treinta años, la democracia habría
puesto fin a esa situación. Sin embargo, estoy convencido, señor Cerdà, de que ha merecido la pena intentar la tarea, aunque haya terminado con un atentado como el del día 30. Hemos demostrado una vez más la superioridad en todos los frentes de la
democracia, de sus principios éticos, de lo que representa el Estado de derecho y de la legalidad. Hemos dado una nueva oportunidad.
Quienes no han sabido entenderla ni aceptarla, antes o después -antes o después, espero que antes-tendrán que
rectificar y abandonar definitivamente esa locura de usar el terror y la violencia para conseguir fines políticos. En todo caso, señor Cerdà, muchas gracias por el apoyo que ha manifestado, más allá de las discrepancias, en el día de hoy.



El señor PRESIDENTE: Señor Cerdà, su réplica. Si lo desea, puede hacerla desde el escaño.



El señor CERDÀ ARGENT: Sí, intervendré desde el escaño.



Por si ha quedado alguna duda, nosotros hemos dejado claro en todo momento que efectivamente con bombas no puede haber nada; pero incluso con bombas tendría que haber alguna cosa. No es porque lo digamos nosotros, lo dijo ya hace algún
tiempo justamente el señor Aznar cuando se produjeron aquellos 29 muertos en Omagh; precisamente lo que le dijo a Tony Blair fue: persiste y sigue con ese proceso porque vale la pena intentar cualquier vía si es para terminar definitivamente con
este proceso. Desde luego, con el respeto y con la fuerza del Estado de derecho y con el respeto y con la fuerza que nos merece la acción que ha realizado el Gobierno, al igual que nos lo han merecido la de todos los gobiernos que han tenido la
valentía y la responsabilidad de asumir la lucha y la resolución de un problema tan complicado como es el tema del terrorismo, con tantas raíces en nuestro país y también en Euskadi. Les animamos, de verdad y con sinceridad, a que cuenten con
nosotros. No sobra nadie, en todo caso, falta que algunos arrimen el hombro para que la solución de este problema sea definitiva.



Muchas gracias.



El señor PRESIDENTE: Gracias.



Fijación de posición del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV).



Señor Erkoreka, por favor.



El señor ERKOREKA GERVASIO: Gracias, señor presidente.



Señoras y señores diputados, antes de comenzar, quisiera expresar también las condolencias, el pesar y la solidaridad del Grupo Parlamentario Vasco a los familiares, amigos y allegados de las víctimas del fatal atentado de Barajas del pasado
30 de diciembre.



Señor presidente, hace unos años tuve ocasión de intercambiar impresiones con un diplomático británico sobre el proceso de paz irlandés. Entre otras cosas, me confesó que si la experiencia irlandesa había podido prosperar fue en buena
medida gracias a que la sociedad británica había sido capaz de imponerse un gran compromiso por la discreción; un compromiso responsable que implicaba a todos, a la clase política, a los líderes sociales y a los medios de comunicación social. El
proceso irlandés -me dijo en palabras elocuentes y cargando con ironía la flema habitual de estos profesionales-no hubiese resistido una sola tertulia radiofónica española. No le faltaba razón, pero hoy, señor presidente, precisamente hoy, que
estamos convocados ante el Pleno de la Cámara para debatir sobre la estrategia antiterrorista, creo que es una buena ocasión para enriquecer la observación del diplomático británico y constatar que, además de las tertulias radiofónicas, el proceso
de paz irlandés probablemente tampoco hubiese resistido uno solo de los numerosos debates que han tenido lugar en esta Cámara, en este hemiciclo, durante el último año, en torno a la iniciativa emprendida por el Gobierno para explorar las
posibilidades de hacer efectivo un fin dialogado de la violencia porque, entre tertulias radiofónicas por un lado e irresponsables debates públicos por otro, hemos olvidado que la discreción constituye una regla de oro para el éxito de procesos como
los que había acometido el Gobierno. Ya sé, no se me oculta, que son muchas las diferencias que existen entre el caso irlandés y el caso vasco y ya sé que allí, entre otras cosas, el Sinn Fein hizo gestos que, aquí, Batasuna ni ha hecho ni parece
dispuesta a hacer a corto plazo, y que esta es una diferencia esencial. Ya lo sé, pero hemos de reconocer, señoras y señores diputados, que nos han faltado responsabilidad y discreción, ambas cosas.



Señor presidente del Gobierno, como bien sabe, mi grupo parlamentario nunca ha compartido la apuesta que usted hizo por parlamentarizar esto que hemos venido denominando el proceso de paz. Así se lo hice saber cuando tratamos por primera
vez esta cuestión allá por el debate sobre el estado de la Nación del año 2005, se lo repetí en el debate sobre el estado de la Nación del año pasado y vuelvo a decírselo ahora. La transparencia total, la plena apertura al escrutinio público
perjudica más que beneficia, claramente, este tipo de empresas, que solo pueden prosperar, solo prosperan en condiciones de prudencia, de confidencialidad y de reserva. Desde esta consideración -que hemos mantenido, creo yo que con bastante
coherencia, durante los últimos meses-, tampoco éramos partidarios de que tuviera lugar el Pleno que ahora estamos celebrando, pero como el presidente del Gobierno no soy yo, es el señor Rodríguez Zapatero, él ha decidido comparecer y yo,


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responsablemente, como portavoz de mi grupo, me presento aquí a expresar nuestras opiniones.



Señor presidente, he comenzado mi intervención recordando la conversación habida con el diplomático británico porque mi grupo considera, como acabo de dejar esbozado, que la ausencia de discreción ha sido un vicio esencial que ha lastrado la
iniciativa del Gobierno desde el mismo momento en el que arrancó. La irresponsabilidad con la que hemos arrinconado el tono confidencial que debe presidir siempre este tipo de procesos ha traído consecuencias muy negativas. Voy a citar algunas de
ellas. De entrada, ha dificultado de manera notable la leal, abierta y sincera interlocución entre partidos políticos. El debate público sobre la lucha antiterrorista y la consecución de la paz está muy enmarañado.
Es cierto que entre nosotros,
aquí mismo en la Cámara, hay visiones muy diferentes sobre las estrategias que resultan más adecuadas para erradicar el terrorismo y para conseguir la paz; pero, más allá de las discrepancias de fondo que existen y son constatables, nos separa
también un enorme muro lingüístico que añade un plus de confusión a la división ya existente, acentuándose, si cabe aun más, las diferencias. Cada uno de nosotros ha construido su discurso con unas palabras que han sido cuidadosamente seleccionadas
de entre las grandes voces del acervo lingüístico democrático, con el objetivo de seducir a los ciudadanos, moldear su opinión y ganarse su adhesión. La política contemporánea es así. Ya lo sé. Todos fabricamos nuestros mensajes procurando
aprovechar al máximo el efecto seductor de las palabras, pero es que de este modo no hay manera de entenderse. Probablemente un compromiso por la discreción, como el que se dio en el caso irlandés, hubiese podido paliar de alguna manera los
problemas que plantea el combate lingüístico, pero puesto este debate en los foros públicos, en la palestra pública, las palabras se convierten en armas arrojadizas que no solo no propician el encuentro, sino que blindan el antagonismo. Voy a poner
un par de ejemplos. Esta semana pasada se ha criticado con ferocidad desde algunas fuentes el empleo en la manifestación de Bilbao de las voces paz y diálogo, que algunos han denunciado por su uso perverso y manipulado. Señorías, entre nosotros,
no nos engañemos, hay muchas grandes palabras que están viciadas: Estado de derecho, imperio de la ley, firmeza democrática, derrota del terrorismo. Son expresiones construidas con piezas que están extraídas del patrimonio léxico de la tradición
democrática, pero que utilizadas por determinadas personas en determinados contextos, encierran una carga adicional que pervierte su auténtico significado. Otro tanto ocurre con la palabra libertad. Hubo un momento durante la semana pasada en el
que daba la impresión de que la palabra libertad lo decía todo, lo representaba todo. Definía exactamente la frontera de lo infranqueable.
Pues bien, la libertad es un gran valor, es un gran principio, pero este concepto es, con diferencia, uno de
los más pervertidos del lenguaje político actual. Ya lo decía aquella revolucionaria francesa en los días posteriores a la Revolución francesa: Libertad, cuántos crímenes se comenten en tu nombre. Y cuánta verdad tenía, porque los crímenes de ETA
están cometidos en nombre de la libertad. La sigla ETA significa Euskadi ta Askatasuna, Euskadi y libertad. Fíjense a dónde nos lleva todo el debate público sobre la idoneidad del término libertad a efectos de su incorporación para tal o cual
lema.



El escandaloso desprecio que hemos hecho a la discreción ha tenido también otros efectos perversos, porque una vez puesto el debate en la palestra pública ha despertado inevitablemente en propios y ajenos un empeño casi obsesivo por sacar
cabeza, hacerse notar e impartir opiniones y doctrina a diestro y siniestro sobre el proceso de paz. Hasta la declaración del alto el fuego por parte de ETA solo había rumores sordos que nos hablaban de lo que el Gobierno, al parecer, estaba
llevando a cabo para conseguir una tregua por parte de la organización armada, pero dos días después del alto el fuego permanente, usted, señor presidente del Gobierno, concedió una larga entrevista a un medio de comunicación, que ocupaba tres
páginas, nada menos, y en ese momento casi podría decirse que se abrió la feria. Es curioso, en aquella entrevista, señor presidente, usted confesaba que una de las principales enseñanzas que había extraído de sus conversaciones con Tony Blair, a
propósito de la experiencia irlandesa, era la necesidad, y lo decía literalmente, de trabajar en un ambiente de discreción, y lo decía, aunque parezca paradójico, en una entrevista de tres páginas. Pues bien, señor presidente, esa enseñanza la
hemos aplicado todos muy mal, porque desde entonces nos hemos visto inmersos en una loca carrera de pontificantes que competían por demostrar ante la opinión pública quién está en posesión de los secretos más inaccesibles y de las recetas más
eficaces. No sé si SS.SS. han hecho el ejercicio de leerse la hemeroteca de estos últimos meses, pero es muy ilustrativo, nos enseña una auténtica galería de ignorantes superinformados. Nadie sabía lo que ocurría y, sin embargo, todos sabían lo
que había que hacer; perdón, corrijo, había quien sí sabía lo que ocurría, los que gozaban de los favores de los servicios de inteligencia y de los servicios de información de los Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, porque ese sería
probablemente otro obstáculo que no hubiese podido superar el proceso de paz irlandés: la necesidad de trabajar con unos servicios de inteligencia y de información -y que conste que no quiero hacer una descalificación colectiva, ni mucho menos-con
tantas y tan selectivas goteras -tantas goteras y tan selectivas-, porque los beneficiarios de la información y de las filtraciones eran siempre los mismos. No puede ser que en un proceso de este tipo nos desayunemos todas las mañanas con
referencias explícitas en los medios de comunicación e incluso reproducciones literales de informes confidenciales procedentes de estos servicios.



Señor presidente, en resumen de lo dicho hasta ahora, lo único que en opinión de mi grupo parlamentario puede reprochársele al Gobierno en relación con la gestión del


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proceso de paz -lo único-es el hecho de no haber conseguido que discurriera, como era obligado, por cauces de mayor discreción. El Gobierno no es obviamente, ni mucho menos, el único responsable de todo el ruido que ha acompañado durante
los últimos meses al proceso, pero también tiene una cierta parte de responsabilidad, como también mi grupo y como todo el resto de diputados y de la clase política y que hoy estamos llamados a poner en evidencia puesto que la comparecencia del
presidente del Gobierno persigue precisamente esa finalidad.



Decía usted ayer, señor presidente del Gobierno, en otra entrevista, que en el ámbito de la política antiterrorista hablar mucho ayuda poco y que hablar poco ayuda mucho. Estoy absolutamente de acuerdo con esa máxima, acabo de expresárselo
de diferentes maneras. Estoy tan de acuerdo con esa máxima que, fíjese, incluso estoy dispuesto a pasarle por alto el hecho de que lo dijera en una entrevista de cinco páginas en un medio de comunicación, en el que, inevitablemente por la
extensión, hablaba mucho.
Por lo demás, creo que en esta sesión las críticas concretas sobre que el Gobierno podía haber hecho y no hizo o sobre lo que hizo que no debería haber hecho, sobran; sobran clarísimamente al menos para quienes, como es
el caso de mi grupo parlamentario, apoyamos desde el principio la iniciativa gubernamental de explorar la posibilidad del fin dialogado de la violencia y, en su caso, trabajar por su efectiva realización. Hasta que ETA rompió el diálogo con el
atentado de Barajas y aún después hemos mantenido con el Gobierno numerosas reuniones, numerosos contactos que nos han dado ocasión para exponer y defender nuestras propuestas y nuestros planteamientos. Siempre lo hemos hecho con lealtad, en
privado, a puerta cerrada. No hemos sentido la necesidad de salir a la palestra pública de modo sistemático para emplazar al Gobierno y exigirle la adopción de tales o cuales medidas a través de los titulares de los medios de comunicación, como
hemos visto que han hecho otros grupos.
Nosotros no hemos sentido esa necesidad. De entre las propuestas que nosotros llegamos a formular al Gobierno en esos encuentros confidenciales que hemos tenido con él, algunas fueron atendidas y tomadas en
consideración, otras evidentemente no, pero la comunicación entre el Gobierno y mi grupo parlamentario se mantuvo siempre en un plano de lealtad y de confidencialidad, que es como tienen que hacerse estas cosas. Por ello, la evaluación por parte de
mi grupo parlamentario de la acción gubernamental -lo que a nuestro juicio hizo bien o lo que hizo mal-la haremos exactamente en el mismo contexto confidencial y reservado que es, insisto, como creo que deben hacerse esas cosas, no aquí con la
presión de la luz y de los taquígrafos, con todo el respeto a las señoras taquígrafas. Entre tanto, señor presidente, resulta obligado y urgente -ambas cosas, obligado y urgente-apartar el debate sobre la paz y de la política antiterrorista del
inmediato horizonte electoral. Los ciudadanos suspiran por erradicar el terrorismo y lo hacen además al margen de que la próxima Presidencia del Gobierno salga de esta parte de las bancadas o de esta otra parte de las bancadas. Aparte de las
consideraciones electorales, esto es un ansia, una aspiración colectiva, de toda la ciudadanía, que se produce al margen y más allá porque trasciende al interés electoral inmediato. Huyamos, por tanto, del cortoplacismo; sustraigámonos a las
hipotecas de la coyuntura; pensemos menos en las próximas elecciones y más en las próximas generaciones.



Señorías, voy a ir concluyendo ya, pero no sin antes identificar los aspectos en los que el Gobierno puede contar con la complicidad y la colaboración de mi grupo parlamentario, que creo que no le ha faltado en lo que llevamos de legislatura
y no le faltará en el futuro si hay un espacio de entendimiento como sin duda existirá. El reto de acabar con ETA sigue en pie y nos concierne a todos sin excepción. Nadie está autorizado a inhibirse ni a esconder su responsabilidad, tampoco mi
grupo parlamentario va a hacerlo. Por ello, señor presidente del Gobierno, quisiera decirle que puede contar con nosotros, puede contar con mi grupo parlamentario para trabajar consensuadamente en torno a cinco puntos esenciales, algunos de los
cuales son meras obviedades, pero como vivimos un tiempo en el que las obviedades hay que explicitarlas y si no lo haces te lo reprochan, vamos a explicitarlas.



Puede contar con nosotros, en primer lugar, para marcar distancias rotundas con respecto a la violencia y el terrorismo de ETA, para condenar y rechazar sin paliativos siempre y en todo lugar no solamente los atentados terroristas, sino
todas las conductas violentas que coarten la libertad de los ciudadanos. En segundo lugar, puede contar con nosotros también, señor presidente, para participar con el máximo nivel de implicación en el reconocimiento público de las víctimas y en la
adopción de las medidas de solidaridad a las que indudablemente son acreedoras, así como en el mantenimiento -porque ya existe-de un sistema de atención cotidiana y permanente de las mismas. Mi grupo parlamentario apoyó entusiásticamente la Ley de
víctimas vigente, y por supuesto no tengo ninguna duda de que apoyará también la que ha anunciado hoy para su presentación próxima en el Congreso. En tercer lugar, señor presidente del Gobierno, puede contar con nosotros también para trabajar
conjuntamente en todo tipo de proyectos -normativos, jurídicos, de pedagogía social...-encaminados a desterrar todo intento de legitimación política directa o indirecta de la violencia, y esta es una frase extraída del Pacto por las libertades y
contra el terrorismo; que nadie me la reproche. Puede contar también con nosotros, señor presidente del Gobierno, para combatir el terrorismo desde el Estado de derecho -para combatir el terrorismo desde el Estado de derecho-y, para no caer preso
de una trampa semántica, permítame hacerle una precisión. Mi grupo considera que un Estado no puede ser calificado como de derecho por el mero hecho de que se asiente sobre un


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sistema jurídico. El sistema franquista se apoyaba también sobre un conjunto de normas jurídicas y no era, no podía ser calificado como un Estado de derecho. Un Estado asentado sobre leyes de excepción, por ejemplo, no es un Estado de
derecho. Un Estado con leyes que vulneran o restringen ilegítimamente los derechos fundamentales y las libertades públicas, el pluralismo político o la libertad ideológica, tampoco es un Estado de derecho. Un Estado que actúa por el derecho penal
de autor o del enemigo, tampoco es un Estado de derecho. Un Estado sin jueces imparciales e independientes no es un Estado de derecho. Un Estado con políticas penitenciarias inspiradas en la venganza no es un Estado de derecho. Nosotros estamos
plenamente comprometidos, y lo vamos a estar, con combatir el terrorismo, insisto, desde el Estado de derecho, asumiendo toda la complejidad y todos los compromisos que entraña la aceptación de este concepto ya consolidado en el ámbito
iusconstitucional. Y en quinto lugar, señor presidente del Gobierno, puede contar también con la complicidad y el apoyo de mi grupo parlamentario para procurar el fin definitivo de la violencia y del terrorismo cuando llegue el momento de hacerlo
posible, si es que llega el momento y cuando llegue ese momento -hoy ya se ve que esto todavía no se da, que esto no ocurre, el fatal, el terrible atentado del pasado 30 de diciembre pone de manifiesto que estas condiciones hoy y aquí no se
dan-pero, insisto, para que cuando llegue el momento de hacer posible este fin definitivo e irreversible de la violencia y del terrorismo de ETA, este fin sea dialogado, aunque no sea más que por razones de eficacia y de economía de daños. En este
sentido, mi grupo parlamentario cree que la resolución de 17 de mayo del año 2005, que yo mismo contribuí a redactar junto con el entonces portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, sigue siendo válida en sus principios porque recoge, a juicio de
mi grupo parlamentario, todos los ingredientes y todas las garantías que un gobierno democrático debe exigir para hacer posible y encauzar e impulsar un fin dialogado de la violencia. El fin de ETA o es dialogado o no tendremos jamás un fin cierto
y seguro, porque nunca tendremos la seguridad de que se ha producido.



Señor presidente del Gobierno, el pasado domingo varios miles de personas nos manifestamos en Bilbao por la paz, el diálogo y contra ETA; esa es nuestra divisa, ese es nuestro marco de juego. Cuando llegue el final de la fiesta, cuando se
apague la luz, si usted actúa consensuadamente con nosotros con arreglo a esos principios, yo también estaré con usted en la habitación. Es más, si el intento sale mal, nunca se lo reprocharé; actuaré solidariamente y compartiré con usted el
fracaso.



Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Erkoreka.



Señor presidente, su turno.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



Señor Erkoreka, como suele ser habitual su intervención parlamentaria ha sido sugerente y ha puesto de manifiesto algunos de los temas que seguramente merecerán una reflexión con calma y que han podido tener alguna incidencia indirecta,
quizá no menor, en el desarrollo de los meses de diálogo y del proceso. Conoce bien S.S. cuáles han sido los consejos, las reflexiones y las experiencias del llamado proceso de paz irlandés, y el señor Erkoreka recordaba que una de ellas había
sido la discreción en todo el proceso. Yo añadiría otra fundamental para que ese proceso culminara con éxito, y fue la plena colaboración del Gobierno y la oposición, de los dos grandes partidos, en un proceso que inició el primer ministro de un
partido político de un color determinado y que continuó un partido político del color alternativo, del Partido Conservador al Partido Laborista, y hubo siempre una absoluta complicidad. Es evidente que la discreción ayuda; hablar poco ayuda mucho
y hablar mucho ayuda poco, pero le puedo asegurar, señor Erkoreka, que el Gobierno más bien ha sido el sujeto pasivo de esa situación, el sujeto que ha sufrido esa situación, de la que éramos conscientes, y que tiene mucho que ver con el grado de
confrontación política, de debate político abierto cuando se está abordando un proceso de esta naturaleza. Cuando hice la declaración dando luz verde al diálogo, el día 29 de junio en esta Cámara, terminé pidiendo discreción y reclamando que esa
discreción fuera comprendida por el conjunto de la opinión pública. No ha sido fácil, y la mejor prueba de en qué clima ha trabajado el Gobierno en esta tarea de diálogo la hemos tenido en la culminación que representa este debate parlamentario,
donde de las bambalinas para un proceso de esta naturaleza hemos acabado en el luz y taquígrafos, lo cual realmente no tiene precedentes no ya en España sino en ningún país que haya afrontado un episodio o un intento de poner fin a la violencia de
un grupo terrorista, como sucede en nuestro país.



Comparto plenamente la reflexión; desde luego el Gobierno lo ha intentado, aunque casi no ha tenido tiempo porque en definitiva han pasado seis meses desde mi declaración en sede parlamentaria, no en sede del Pleno del Congreso de los
Diputados, autorizando el diálogo en el tiempo que hemos tenido; seguramente por el riesgo y por los problemas en torno a la discreción ha habido menos tiempo del que se necesita, evidentemente, para poder consumar un proceso de esta naturaleza,
tan largo, tan duro y tan difícil. Espero que comprenda que, como comparto esta reflexión que usted ha hecho desde esta tribuna -la comparto muy a fondo y la he vivido como experiencia propia muy directamente-, no entre en algunas de las cuestiones
más de fondo que ha planteado sobre el futuro, porque cualquiera de esas palabras tendrían seguramente riesgos y afectarían a la discreción. Simplemente, como ya lo hice en mi primera intervención, quiero resaltar desde esta tribuna -no agradecer
sólo, sino resaltar-el comportamiento del Partido Nacionalista Vasco. Quedará -se lo aseguro-en la memoria de muchos ciudadanos de este país, quedará en


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la memoria del Partido Socialista cuál ha sido su comportamiento en este difícil esfuerzo que el Gobierno que presido ha intentado llevar adelante. Quedará grabado para mucho tiempo -se lo puedo asegurar-, y esas son las cosas que también
merece la pena haber vivido: saber que existen formaciones políticas integradas por personas tan responsables.
Muchos ciudadanos tendrían el deseo de dar las gracias personalmente a Josu Jon Imaz por su actitud y su valentía; como hay muchos
ciudadanos que lo quisieran hacer, yo quiero dárselas hoy aquí, personalmente, en nombre de todos esos ciudadanos que lo harían con gusto.



Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias.



Señor Erkoreka, su turno de réplica, por favor.



El señor ERKOREKA GERVASIO: Gracias, señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, le agradezco obviamente sus palabras de cariño, de aliento y de reconocimiento. Siguiendo el protocolo, me toca decir que son desmesuradas, que no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber, siendo honestos
y leales con un reto que es común, compartido.



La apelación, señor presidente del Gobierno, de mi discurso a la discreción no estaba planteada como una crítica dirigida al Gobierno, era un ejercicio de autocrítica colectiva. Todos hemos pecado de esto; probablemente unos más que otros,
pero todos hemos incurrido en los errores que he intentado reflejar en mi primera intervención. Por lo demás, la referencia que ha hecho usted a la conducta de la oposición, diferente aquí de la del caso irlandés, no creo que sea algo
cualitativamente distinto a lo que he intentado señalar en mi intervención, porque allí efectivamente se produjo un compromiso colectivo, de todos, por la discreción; un compromiso que concernía y que implicaba tanto a la clase política como a los
líderes sociales y a los medios de comunicación social, es decir no solamente al Gobierno sino a muchos más agentes que tienen responsabilidad.



No quisiera concluir mi intervención sin insuflar un dato optimista y positivo. Me toca hacerlo porque también procedo del País Vasco y seguramente la clave optimista y positiva será agradecida aquí viniendo de quien está dispuesto a
arriesgar, a aventurar, una lectura no tan pesimista como la que está prevaleciendo esta tarde en esta sesión. Usted aseguraba el 29 de diciembre que dentro de un año estaríamos mejor, aunque ayer reconocía que aquella no fue una percepción
acertada y hoy ha admitido que fue un error decirlo. Después del atentado le respondieron, jugando con sus palabras -una vez más estábamos sembrando el territorio de minas semánticas-, que hoy estamos peor que hace un año. Por supuesto que estamos
peor que hace un año, pero lo estamos porque hoy ETA computa en su haber dos muertos más que entonces y este es un dato enormemente negativo. De la misma manera que hago esta constatación afirmo que las dos semanas transcurridas desde el atentado
no aportan, a juicio de mi grupo parlamentario, perspectiva suficiente para poder evaluar lo ocurrido desde la perspectiva global del fin de ETA. El atentado ha sido un paso atrás -no hay absolutamente ninguna duda de esto-, pero un paso atrás
puede ser un retroceso y puede ser también un gesto hecho para coger impulso y dar un gran salto para adelante. Solo la perspectiva del tiempo -dos semanas no es margen temporal suficiente para eso-nos permitirá evaluar con rigor y seriedad si el
atentando de Barajas y las reacciones que le sucedieron fortalecieron a los más intransigentes, a los más violentos o sirvieron para acelerar la definitiva e irreversible disolución de ETA. Esto no lo podemos saber ahora y solo podemos evaluarlo
con el paso del tiempo. Por eso es importante que miremos mucho las reacciones actuales, porque esta evaluación, que podremos hacer cuando dispongamos de perspectiva, la podremos hacer en función de lo ocurrido y de las reacciones que tengamos en
este momento, por eso es importante medir esas reacciones. Quiero quitar carga negativa al transcurso del debate e insuflar, en la medida en que pueda hacerlo con esto, una relativización de la lectura generalizada que pueda permitir o que pueda
fundamentar una visión algo más optimista y esperanzadora cara al futuro.



Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Erkoreka.



Turno de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds. Tiene la palabra el señor Llamazares.



El señor LLAMAZARES TRIGO: Gracias, señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, señorías, quiero iniciar mi intervención, la del Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, expresando nuestro pésame a la familia de Diego y de Carlos, a sus amigos y a todos los
ciudadanos ecuatorianos, en el nombre también de su presidente, amigo personal. (La señora vicepresidenta, Chacón i Piqueras, ocupa la Presidencia.)


El atentado de la T-4 ha provocado en mi grupo, en el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, dolor, sorpresa y amargura; dolor por las vidas arrebatas, la de Diego y la de Carlos, sorpresa por lo inesperado y
brutal del atentado y amargura por la tregua traicionada y el proceso de paz arruinado, y todo ello por responsabilidad exclusiva de la organización terrorista ETA, por nadie más. Sin embargo, comparecemos hoy aquí en el Congreso de los Diputados
identificados con el mensaje y con las lecciones de paz de nuestra ciudadanía. Es un mensaje sin dobles lecturas: la solidaridad, la firmeza democrática y la esperanza; el mensaje de solidaridad con todas las víctimas, el mensaje de firmeza
democrática frente al terror y también la esperanza de nuestro pueblo, la esperanza de nuestra


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ciudadanía en el diálogo y el acuerdo democrático a favor de la paz.



Señorías, no es la hora de Torquemadas ni de augures, tampoco es la hora de los reproches; es la hora de la responsabilidad política con mayúsculas, es el momento del pacto de todos frente al terrorismo y a favor de la paz. Como las
manifestaciones -quizá no hoy, quizá más adelante-, esta comparecencia del presidente del Gobierno es ante esta Cámara un imperativo democrático. Lo es por las graves consecuencias del atentado en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas, lo es por
sensibilidad parlamentaria y lo es por inteligencia democrática, porque para nuestro grupo parlamentario el Parlamento, como lo es para los grupos parlamentarios de esta Cámara, es el corazón de la democracia, un corazón que debe latir al ritmo de
las lecciones de la ciudadanía, quien nos ha dado una lección este fin de semana. El corazón de la democracia, este Parlamento, debe latir al ritmo de la unidad democrática. Señorías, además ha sido esta Cámara la que ha aprobado la resolución de
mayo de 2005, la que abrió las puertas a un nuevo proceso de paz para el fin dialogado de la violencia terrorista. En consecuencia, hoy o quizá mañana es ante esta Cámara ante la que el Gobierno y su presidente deben informar y valorar la situación
de la política antiterrorista con convicción y con humildad. Es también en este Parlamento donde el presidente del Gobierno debe ejercer, en primer lugar, el liderazgo democrático revitalizando y reorientando la estrategia frente al terrorismo y
alcanzando un nuevo pacto por la paz sin exclusiones y sin atajos. Es verdad que esta comparecencia carece de precedentes en anteriores legislaturas y en anteriores pactos antiterroristas que se hicieron al margen del Congreso de los Diputados. No
es pues para nosotros el fruto amargo de la deslealtad, es el fruto para hoy o para mañana de la democracia y el parlamentarismo. Es verdad, sin embargo, señor presidente, que nada garantiza el buen uso de la deliberación democrática, pero no
culpemos al Parlamento de nuestras carencias o de nuestras miserias. No es culpa del Parlamento que haya quien en esta Cámara en su desmesura inquisitorial pretenda responsabilizar al proceso de paz y a la mayoría parlamentaria del atentado. No es
responsabilidad de esta Cámara que haya quien en su desmesura responsabilice a esta Cámara del rearme de ETA. No es responsabilidad de este Parlamento, sino de las carencias de algunos de sus grupos, que haya quien nos emplace como en los antiguos
autos de fe a la autoinculpación o a la condena, a la revocación de nuestros propios actos, de las resoluciones, de las manifestaciones o de las palabras como la paz. No lo haremos, no revocaremos nuestros actos y no aceptaremos la desesperanza. A
pesar de todo, este debate habrá merecido la pena porque este Parlamento estará más vivo y la política antiterrorista con la mayoría del Parlamento, lo quieran o no lo quieran en el grupo mayoritario de la oposición, será más fuerte.



Señorías, para nuestro grupo parlamentario, tanto para Iniciativa per Catalunya Verds como para Izquierda Unida, el brutal atentado terrorista de la T-4 es responsabilidad única y exclusiva de ETA, solo de ETA. La responsabilidad no es ni
de la resolución del Parlamento, ni de quien ha tenido la responsabilidad de aplicarla, ni de la mayoría que la respaldamos sino de ETA y de nadie más, solamente de ETA. Además no es verdad que ETA mate pero no mienta. Cuando es el fin el que
justifica los medios, al igual que en la guerra, con las primeras víctimas muere también la verdad. El atentado ha roto las bases mínimas de diálogo, la ausencia de violencia, porque la ilógica de la guerra y del terror, del dolor y de la muerte es
incompatible con la construcción de la paz y de la libertad. ETA ha traicionado su propia tregua, y para nosotros resulta un sucedáneo inaceptable la tregua vigilada, amenazada, que nos propone en su comunicad; no aceptamos la tregua de los
corderos. Tampoco aceptamos el victimismo de Batasuna y su doble lenguaje de la crisis y las posibilidades del proceso de paz, un proceso de paz que, dicho sea de paso, ellos han contribuido a arruinar con su incapacidad de dirección política.
Batasuna, señorías, tampoco ha dicho la verdad.



Señor presidente, para nuestro grupo parlamentario es la hora del mensaje de la firmeza democrática, pero también de la esperanza en la paz frente a ETA. Un futuro proceso de paz, que deseamos cuanto antes, solo será posible con dos
premisas inexcusables: el anuncio del fin definitivo de la violencia de la organización terrorista ETA y la emancipación de ETA del mundo de Batasuna, la independencia política de Batasuna. Señorías, es la hora de la responsabilidad, lo hemos
dicho. Es necesario comenzar a reconstruir hoy aquí la esperanza de la paz y del fin de la violencia terrorista. ¿Dónde mejor que en el Parlamento? ¿Dónde mejor que en la sede de la deliberación democrática? El atentado y la voladura de la
tregua han generado una nueva situación. Ante esta nueva situación no valen ni las recetas de hoy y mucho menos las del pasado, como el pacto antiterrorista del 2002. Hoy ya no vale una estrategia antiterrorista que contemplaba la exclusión y la
confrontación entre nacionalistas y no nacionalistas; hoy ya no vale un pacto basado en la lógica de la excepción frente a la lógica del terrorismo y de la violencia. Hoy un pacto excluyente sería contraproducente, debilitaría nuestra fuerza moral
y también nuestra unidad política. Señor presidente, por el contrario es necesario un nuevo pacto frente al terrorismo que mantenga la esperanza de la paz, la esperanza de los ciudadanos. Es preciso, en primer lugar, un pacto basado en el diálogo
y en el acuerdo sin exclusiones entre todos los demócratas, que incluya también a los nacionalistas, al nacionalismo vasco, imprescindible en cualquier proceso de paz digno de tal nombre; en segundo lugar, un pacto de firmeza democrática frente a
ETA que combine el Estado de derecho y la acción política, porque todo es Estado de derecho, sin ningún tipo de atajos que alteren la lógica democrática; en tercer lugar, un pacto de colaboración y cooperación social, institucional e internacional
que, en primer lugar, cuente con la colaboración institucional del País


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Vasco y de Navarra; en definitiva un acuerdo de solidaridad y de no instrumentalización de las víctimas del terrorismo como patrimonio moral de la democracia, no como patrimonio moral de una parte, de unos demócratas frente a otros
demócratas. En este sentido, los contactos bilaterales que se han realizado son un paso positivo, el consenso que se propone también. Cada vez es más urgente contar con un marco multilateral con sede parlamentaria frente al terrorismo y a favor de
la paz, un nuevo pacto del Parlamento español frente al terror y por la paz en el que poder compartir información, valores y estrategia que oriente y respalde la acción política del Gobierno, de la que nosotros no dudamos.



Señorías, señor presidente, solidaridad, firmeza, unidad y esperanza; repito: solidaridad, firmeza, unidad y esperanza, pero también humildad No somos infalibles. Con la misma claridad y convicción que decimos que ETA es la única
responsable del atentado admitimos que podemos haber cometido errores; empecemos por los nuestros, por los del proceso de paz.
Como en otras treguas del pasado pensábamos -teníamos datos fehacientes para ello, entre otras cosas, tres años sin
atentados con consecuencia de muerte-, que ETA había asumido el fracaso definitivo de la violencia, que ETA había asumido el fin de la violencia; sin embargo, hemos de reconocer que no ha sido así. Como en tantas otras treguas del pasado
pensábamos -teníamos datos fehacientes-que la mayoría de Batasuna estaba madura para la democracia, sin embargo nos equivocamos. Como en otras ocasiones, no hemos logrado articular un potente sector social y una articulación parlamentaria estable
que apoyase los jalones más difíciles del proceso de paz. Particularmente hemos tenido que hacer las cosas arando la tierra con viejos bueyes, arando el proceso con viejas leyes. A diferencia de otras treguas, nunca antes la derecha y los poderes
fácticos conservadores se habían empleado tan a fondo en obstaculizar y boicotear la decisión democrática de la mayoría del Congreso de los Diputados; nunca antes un partido de la oposición ante un atentado de ETA había hecho responsable político a
un Gobierno, a un Gobierno democrático, alegrándose además del fracaso de este Gobierno; nunca antes un partido democrático había confundido la legítima labor de oposición y control del Gobierno con un juicio inquisitorial o, lo que es peor, con
una acusación implícita de lesa traición o de lesa patria, como las que se hacen hoy aquí en el Congreso de los Diputados. Si no hay bombas es que se cede, si las hay es que se fracasa; Escila o Caribdis, el Infierno de Dante. Un juicio que
alcanza incluso a las palabras. ¿Por qué ustedes hablaron de proceso de paz y nosotros no podemos? ¿Cuál es la razón? ¿Dónde está la autoridad moral? Nunca antes un solo partido se ha reclamado depositario de todo el patrimonio moral de las
víctimas y de la única verdad en política antiterrorista, mientras ignora, entre otras, a las víctimas del franquismo. Señorías, esta posición intransigente inhabilita a nuestra derecha y su autoridad moral para la crítica, aunque tienen toda la
autoridad política para preparar su moción de censura en torno a la política antiterrorista. Señor Rajoy, la luz al final del túnel puede no ser únicamente la salida, puede ser la de la locomotora que se nos viene encima. El gran error de la
derecha es la ira, el rencor político y la desmesura. (Aplausos.) El Partido Popular debe abandonar el dogma y el partidismo en política antiterrorista. No es la división, la desestibilización o la incriminación entre demócratas lo que hoy esperan
los ciudadanos. La ira no debe confundirles, no debe hacerles confundir, como el humo, sus deseos con la realidad. Señorías, es la hora de la responsabilidad. El Gobierno está emplazado a liderar un nuevo pacto de todos por la paz y frente al
terror, un pacto por la paz y frente al terrorismo. Hoy, por desgracia, no es el día de la paz, la piedad y el perdón. No lo podría decir hoy Azaña. Esperamos que sea ese día de la paz, la piedad y el perdón cuanto antes. Hoy es el momento de la
solidaridad, la unidad y la esperanza de la paz. Es lo que exigen los ciudadanos y es nuestro compromiso.



Muchas gracias. (Aplausos.)


La señora VICEPRESIDENTA (Chacón i Piqueras): A usted, señor llamazares.
Muchas gracias.



Continuamos, señorías, con la respuesta del señor presidente del Gobierno.



Adelante, cuando quiera. (El señor presidente ocupa la Presidencia.)


El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Señor Llamazares, quiero agradecer su intervención y su muy atinado análisis de algunas...
(Rumores.-Un señor diputado: ¡Oh!)


El señor PRESIDENTE: Continúe.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Su muy atinado análisis de algunas de las cosas que ha expresado aquí y de manera singular de aquellas a las que hacía referencia la derecha, como acabamos de comprobar una vez más
cada vez que tomo la palabra desde esta tribuna.
(Aplausos.) Quiero expresarle mi agradecimiento por el apoyo permanente, continuo y estimulante que su grupo, y usted de manera muy directa, ha venido dando al Gobierno en el proceso de paz, en el
intento de culminar una tarea de diálogo, partiendo de un convencimiento -usted lo ha expuesto desde esta tribuna-que existía en el análisis de muchas formaciones políticas, de muchos ciudadanos de Euskadi. Los antecedentes de ausencia de víctimas
mortales durante más de tres años, lo que se llamó la propuesta de Anoeta, hacían posible caminar en una dirección que culminara en un proceso dialogado de fin de la violencia, un proceso que por su propia naturaleza solo puede tener como requisito
imprescindible el fin de la violencia para que ese diálogo culmine en lo que representa un proceso de paz de esta naturaleza, que es que aquellos que están fuera de las reglas, fuera de la democracia, en sintonía


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con la violencia, sin combatirla, sin condenarla, estén con todos los demócratas en el espacio que los ciudadanos puedan aportar y en defensa plena de las ideas que quieran representar. Esa es la grandeza del Estado de derecho. Podemos
matizar lo de las leyes viejas, pero el problema no está ahí, evidentemente, pues hubiera sido un problema de relativa fácil asunción, sino que está en que tiene que haber una voluntad decidida, última, definitiva e indubitada de dar ese paso,
después de tantos años difíciles, que es estar en las reglas del juego. Cuando se ha estado mucho tiempo en la violencia, la libertad, la palabra y las ideas a algunos les provoca un lamentable pánico, un profundo temor y eso es necesario
denunciarlo y absolutamente imprescindible combatirlo en el terreno de las ideas, de los valores y de los principios.



Comparto también que este es un tiempo de grandes acuerdos que incluye a todos. Sin duda, los dos modelos de pacto que ha habido en la lucha contra el terrorismo -uno incluyó prácticamente todo el espectro político democrático, el Pacto de
Ajuria Enea y luego el Pacto de Madrid, y el segundo, por citar los dos más relevantes formalmente constituidos, fue el Pacto por las libertades y contra el terrorismo-, en mi opinión, han tenido resultados favorables, más allá de la discrepancia.
Solo el hecho de que el terrorismo haya estado fuera de la confrontación política mientras esos pactos han sido fuertes y las formaciones se han mantenido leales a los mismos es, sin duda alguna, un éxito de la propia existencia de acuerdos, de
conciertos como los que acabo de referir. Junto a ello, en la medida en que más unidos estén los demócratas, más débiles serán los violentos. Y la confrontación política en materia de lucha contra el terrorismo es una confrontación estéril en la
estrategia partidista, porque, señor Llamazares, tenga el convencimiento profundo de que la ciudadanía sabe muy bien de lo que estamos hablando hoy aquí y sabe distinguir muy bien a aquellos que de manera farisea plantean una posición crítica al
Gobierno por el intento de buscar el fin de la violencia. Tengo plena confianza en la ciudadanía. Algunos volverán a encontrarse con ella y esperemos que esa segunda vez sea definitiva a la hora de asumir una derrota electoral amplia que los
ciudadanos les propinarán. (Aplausos.)


Señor Llamazares, quiero terminar reiterando el compromiso del Gobierno de llegar a ese acuerdo con el Partido Popular y con todos los partidos de la Cámara. Puede que nos lleve tiempo porque las posiciones son distantes y va a exigir mucho
esfuerzo y voluntad, pero cosas mucho más difíciles hemos conseguido acordar y pactar desde la transición democrática hasta este momento y, sin lugar a dudas, confío en que su formación va a ser una formación activa para construir ese acuerdo y ese
consenso.



Por último, señor Llamazares -no sé si decirle que no me estimule mucho en el optimismo-, le puedo asegurar que yo mantengo firmes mis expectativas para que podamos ver el fin de la violencia. El esfuerzo será muy duro y ahora teníamos una
oportunidad que se ha cercenado de manera trágica y dramática, pero tengo el convencimiento de que quienes llevamos adelante una tarea, todos los demócratas que de buena fe en esta Cámara votaron una resolución y dieron su respaldo al Gobierno para
conseguir esa tarea tan noble, en la que uno puede perder mucho, seremos testigos de ese momento final de la lacra, de la pesadilla que ha supuesto y que supone ETA para nuestro país.



Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias.



Su turno de réplica, señor Llamazares, por favor.



El señor LLAMAZARES TRIGO: Gracias, señor presidente.



Señorías, mi grupo parlamentario, el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, tiene muy clara la responsabilidad del reciente atentado en la terminal 4 de Barajas. No tiene dudas, ni ambigüedades en esta
materia. No creemos que haya una responsabilidad operativa y otra responsabilidad política. No pensamos que haya dos responsabilidades, como hay quienes lo piensan en relación con el 11-M.
Esa visión conspirativa de la política, donde hay un
responsable operativo y un responsable intelectual, lleva a la actual situación, donde no se responsabiliza directamente a quien es responsable del atentado, sino que se utiliza un subterfugio para buscar responsabilidades políticas donde no las
hay. Mi grupo parlamentario también sabe que esta materia no es una materia de oposición al Gobierno.
Somos una formación política de oposición exigente al Gobierno, pero en esta materia no vamos a hacer oposición porque creemos que la política
antiterrorista no es una política para la confrontación. En ese sentido, contribuiremos en la medida de lo posible a ese nuevo diálogo, a ese nuevo pacto por la paz, que consideramos imprescindible que incorpore a todas las fuerzas políticas
democráticas, a las instituciones más directamente concernidas y también a la sociedad. Ese nuevo pacto por la paz lo consideramos difícilmente compatible con el actual pacto antiterrorista. El presidente del Gobierno es un optimista visceral y
puede hacer compatible el pacto de todos con el pacto de una parte.
Veamos cómo se puede hacer. Por lo que hemos oído en el día de hoy, el pacto está denunciado por el Partido Socialista, porque considera que el Partido Popular no ha cumplido el
primer punto, el de no utilizar la política antiterrorista como política de oposición, y por el Partido Popular, porque considera que la resolución de la Cámara ha sido una ruptura unilateral del pacto. En todo caso, valedores tiene ese pacto en el
Partido Socialista y en el Partido Popular que lo harán valer.
Nosotros tenemos que hacer valer la necesidad de incluir a todos y, en particular, a todas las fuerzas políticas y a las fuerzas políticas nacionalistas. Nuestra opinión es que nunca
facilitó la política antiterrorista ni el frentismo ni la división entre demócratas.



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Por otra parte, nosotros creemos que si bien este debate puede haber sido precipitado, si lo sabemos abordar pedagógicamente, es un debate muy importante para el país. Es muy importante para el país la movilización de los ciudadanos a favor
de la unidad y la firmeza frente a ETA, y también es muy importante para el país ver las opiniones de las fuerzas políticas con respecto a la política antiterrorista. Creo que es importante para el país y que no divide más de lo que ya estaba
dividido.
En todo caso, la propuesta del Gobierno abre la perspectiva de un acuerdo más amplio que, en nuestra opinión, es no solamente necesario sino imprescindible frente a ETA.



Señor presidente, en mi intervención he querido dejar claro la responsabilidad de ETA en el atentado, pero también frente a algunas valoraciones que se hacen sobre el proceso, las mentiras que se producen en torno al proceso de paz en las
que a veces hay compañeros inexplicables. Batasuna miente cuando dice que el proceso de paz estaba en crisis, igual que miente cuando dice que el proceso de paz, hoy por hoy, continúa con perspectivas. Mentía entonces, miente en estos momentos y
sobre todo no ha alcanzado la mayoría de edad política necesaria para incorporarse de verdad al proceso de paz.



Termino, señor presidente, volviendo otra vez a su optimismo antropológico. Usted ha planteado la posibilidad del acuerdo del Partido Popular. Nosotros hemos instado a ese acuerdo, pero algún compañero me ha recordado El mercader de
Venecia. Es tan difícil que el Partido Popular llegue al acuerdo con el resto de las fuerzas políticas en torno a la política antiterrorista, como que quienes hemos promovido el proceso de paz le demos una libra de carne cercana al corazón y,
además, sin sangre.
Es muy difícil y, por tanto, el debate entre Porcia y Shylock sigue presente.



Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Llamazares.



Grupo Parlamentario de Coalición Canaria-Nueva Canarias. Señor Rivero, por favor.



El señor RIVERO BAUTE: Gracias, señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, señoras y señores diputados, todos podríamos estar de acuerdo en dos conclusiones a las que hemos llegado en el Pleno que estamos celebrando a lo largo de la tarde de hoy. Desde luego, lo estaríamos en una, en
compartir la solidaridad, el dolor y el apoyo a las últimas víctimas de ETA, el apoyo y la solidaridad con dos familias destrozadas. Otra conclusión también unánime que se desprende del debate de esta tarde es que nunca han podido estar más lejos
las posiciones entre el Gobierno y el principal partido de la oposición en materia de la lucha contra el terrorismo. Esta es una tónica que hay que intentar girar. Esas diferencias por primera vez en esta etapa democrática en España entre el
Gobierno y el principal partido de la oposición en materia terrorista datan -hay una referencia clara de dónde vienen esas diferencias-del atentado del 11 de marzo en Madrid. Desde aquel día se empezó a generar una situación de confrontación a la
que es necesario dar un giro. Por eso nosotros no vamos a ver el Pleno de hoy como un Pleno de la desesperanza, sino todo lo contrario. Han tocado fondo las relaciones entre el Gobierno y el principal partido de la oposición. Hoy ha habido aquí
una especie de desahogo. Se han dicho lo que han tenido que decirse, pero a partir de ahora tendrá que venir el momento de la responsabilidad para reconstruir la unidad política y la unidad social para hacer frente de nuevo al terrorismo. Somos
conscientes de lo que representamos. Somos un grupo parlamentario pequeño, pero también somos conscientes de nuestras convicciones; convicciones que están acreditadas en haber apoyado siempre a todos los gobiernos de España en la lucha contra el
terrorismo, a todos los gobiernos sean del signo que sean. Nuestro crédito en este campo se traduce, pues, en los principios que compartimos y también en las responsabilidades que hemos sabido asumir en difíciles coyunturas políticas. Mi grupo
parlamentario apoyó en el año 2000 el Pacto por las libertades y contra el terrorismo, que suscribieron el Partido Popular y el Partido Socialista. No estábamos de acuerdo con el preámbulo y otra serie de matices, pero nos quedamos con lo esencial,
lo sustancial, las medidas para combatir el terrorismo.
Entendemos que hay que hacer un ejercicio de generosidad para poder quedarnos con lo sustancial. Apoyamos ese pacto del año 2000 y apoyamos también en el año 2002 la Ley de partidos
políticos. Asimismo, el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria-Nueva Canarias ha expresado siempre -y lo reitero hoy-su reconocimiento a todos aquellos instrumentos del Estado que cooperan en la defensa de las libertades frente a la amenaza
terrorista, como es el caso de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y del Poder Judicial, al mismo tiempo que abogamos por la cooperación internacional, especialmente de Francia.



No debemos olvidar que el esfuerzo de todos ha producido un debilitamiento real de tal amenaza, una lección que es preciso recordar en estas dramáticas circunstancias, y tampoco podemos olvidar que la unidad de la sociedad española es un
activo fundamental para la defensa de la convivencia, de la libertad y del Estado de derecho. Por todo ello, ojalá, señorías, que no fuera necesario hoy iniciar esta intervención resaltando lo evidente, la absoluta necesidad de escenificar hoy aquí
la coincidencia de todas las fuerzas democráticas en la estrategia contra cualquier forma de violencia terrorista, junto al compromiso implícito de practicar esa unidad a partir de un resultado que sería deseable en este debate y en todos aquellos
foros en los que nuestra democracia se exprese. Y, además, de hacerlo sin trampa, sin interpretaciones a favor de parte, sin visiones más relacionadas con el interés partidario que con el deber que nos encomienda la sociedad española en este
difícil trance.
Advertimos, por el contrario, que la confusión se apodera


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del escenario cuando todo el esfuerzo que los representantes de las fuerzas políticas somos capaces de llevar a la práctica conduce a los perniciosos abrevaderos del encontronazo, lo que en este caso supone algo mucho más grave que la
discrepancia natural en el debate político, porque nada satisface más a los autores de la masacre terrorista y a sus colaboradores y apoyos que la fractura política y social entre los demócratas. Así pues, procede hoy pronunciar palabras de
autocrítica, porque la exigencia de la ciudadanía pasa por la unidad, no por la bronca.



Las ciudades españolas se vieron pobladas el sábado pasado de concentraciones y manifestaciones ciudadanas que, frente a todos los escenarios de crispación, también dejaron claro que frente al terrorismo es casi todo lo que nos une y, en
todo caso, muy poco lo que nos separa.
Hemos visto y vivido escenas dolorosas, emotivas, que nos dejan claro el sinsentido del terror y nos marcan el camino a seguir. Algo debimos hacer mal y tuvimos que hacer mejor para que las discusiones sobre
la presencia de este o de aquel, o sobre los mensajes de las pancartas, se tradujeran en una fisura de la unidad. Para nosotros está claro. Los convocados éramos todos los demócratas y el lema: unidos contra el terrorismo.



Quiero reiterar que el nacionalismo canario, que ha apoyado el esfuerzo de todos los gobiernos estatales, sin excepción, en su combate contra la lacra terrorista, se ve obligado a recordar hoy no solo la pertinencia sino la necesidad de que
semejante combate no sea simplemente una tarea de Gobierno, sino una estrategia de Estado. Ello supone adoptar una posición incluyente entre demócratas y renuncia a la visión partidaria y a los vetos a priori entre fuerzas políticas unidas en su
rechazo diáfano a cualquier forma de violencia y menoscabo de la libertad. Bajo ese prisma, estimamos que de nuevo tenemos una tarea que emprender, un guión que escribir y, por qué no decirlo, también de recuperar entre todos.



El atentado terrorista cometido por ETA el pasado 30 de diciembre -obvio, pero no ocioso recordarlo-es exclusiva responsabilidad de ETA y su visión totalitaria. A partir de esa evidencia, de entre las ruinas de la tragedia y con el recuerdo
de las víctimas, de las recientes y de las del pasado, siempre en la mente y en los corazones, la adopción de una estrategia común aparece como una exigencia democrática de primer orden y corresponde a nuestro Gobierno, precisamente porque lo es,
asumir la primera responsabilidad en la tarea y cerrar las grietas recientes en el edificio democrático. Decimos que es tarea del Gobierno y tarea suya, señor presidente, porque, aunque nos resulte doloroso el ejercicio, no podemos menos que
rememorar la misión que la sociedad española puso en sus manos cuando, en circunstancias de excepcional dolor y emotividad, optó, de modo legítimo, por situarle a usted en la presidencia del Gobierno. Dimos por sentado entonces, y aún mantenemos la
convicción hoy, de que aplicaría usted sus mejores energías -y estas no son precisamente escasas-a producir el reencuentro entre visiones de nuestra sociedad que se habían alejado mucho más allá de lo conveniente. Una sociedad, la nuestra, que
además se vio presa del desconcierto y del drama tras el atentado del 11 de marzo de 2004. Desde entonces han pasado algunas cosas, buenas y menos buenas, pero la misión es la misma. Desde el aprecio y el respeto que le profesamos, señor
presidente, no pierda de vista ahora, no lo pierda, la plena vigencia de esa tarea. Quiero dejarle claro que en ese objetivo, que no es ni mucho menos suyo en exclusiva pero que por obligación le corresponde liderar a usted, no va a escuchar cantos
insidiosos desde las fuerzas democráticas. Confío en que el líder de la oposición, señor Rajoy, con todo su partido tras él, se aplicará convencido a ayudar a reconstruir esa unidad necesaria entre las fuerzas políticas para combatir el terrorismo,
sea el que sea.



Dejemos atrás, por tanto, esa perniciosa vocación por la autocrítica en sentido opuesto, porque la sociedad española se da cuenta de que nos pasamos el tiempo exigiendo responsabilidad y sentido de Estado a los otros, siempre a los otros,
porque la autoexigencia se ha convertido, al parecer, en un principio político pasado de moda. Quizá ocurre, y la sociedad también lo percibe, que pasamos demasiado tiempo discutiendo y discrepando, en ocasiones por cuestiones de fondo y en otras
como parte de un engranaje casi mecánico. Es un juego útil en términos generales, pero contraproducente cuando tratamos principios esenciales de nuestra democracia. La legítima aspiración de paz es, sin duda, uno de ellos y mucho más lo es la
supervivencia de la libertad, una libertad condicionada por el terrorismo en sus muy diversos modos de expresión, ninguno de ellos admisible ni tolerable.



Como usted recordará, también expresamos nuestro voto favorable a la resolución aprobada en esta Cámara el 17 de mayo de 2005. Lo hicimos en la convicción razonada sobre las virtudes de su contenido, que seguimos apreciando en su práctica
totalidad. Me refiero, incluso, a aquellas que motivaron la controversia en este hemiciclo y que atendían a la posibilidad de un eventual final dialogado de la violencia, responsabilidad exclusiva de ETA, fundamentada -leo literalmente-en una clara
voluntad para poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción. Hoy, estaríamos de acuerdo con semejante principio, pero, a la vista de los acontecimientos durante los últimos meses y, en particular, tras el
atentado en la terminal de Barajas, nadie en sus cabales puede considerar que semejantes presupuestos de partida se cumplen ni siquiera mínimamente. Es más, debemos asumir -y apelo de nuevo a nuestra capacidad de autocrítica-que la vulneración de
la letra y el espíritu de la citada resolución parlamentaria ha sido la norma y no la excepción a cargo de los violentos y sus colaboradores. Durante los meses precedentes, en un clima que ha combinado de un modo confuso expresiones de esperanza y
desconfianza, los demócratas hemos hablado mucho, acaso hasta demasiado,


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del equivocadamente llamado proceso de paz y hemos sacralizado el término hasta el punto de convertirlo en un fin en sí mismo, en un esfuerzo que ahora se nos rebela como ineficaz ante los violentos y antipedagógico para la sociedad
española. Quizá alguien pudo pensar que poniendo por delante el proceso, con sus hipotéticas virtudes de nacimiento, conseguiría alejar el encuentro con circunstancias que hacían inviables los propios objetivos del proceso. Me refiero a la
delirante obsesión de los violentos que, bajo diversas siglas ilegalizadas, creen posible traducir los actos terroristas en argumentos para una negociación política, que una vez más resulta inaceptable.



La política, señor presidente, señorías, se basa en las realidades y por ello podemos decir que no hay lugar para las ensoñaciones, tampoco para el voluntarismo, y por ahora se ha rebelado como un ejercicio voluntarista la espera por algo
que no se produce y que es la simple condena de la violencia pronunciada por aquellos que aún siguen justificando la tragedia y utilizando eufemismos hipócritas que no consiguen esconder su visión totalitaria. Por ello, estamos de acuerdo con el
Gobierno y con su ministro del Interior cuando afirma que ninguna tregua de ETA resultará creíble tras este nuevo ejercicio del terror.
Ningún partido democrático puede aceptarlo, es absolutamente imposible sin una renuncia, no gestual sino
efectiva, a cualquier conducta que suponga menoscabo de las libertades.



Quiero recordar, porque también compartimos su visión, una afirmación del consejero de Interior del Gobierno vasco, el señor Balza. El señor Balza afirmó que hemos pasado demasiado tiempo psicoanalizando a la autodenominada izquierda
abertzale y añadió, con indudable acierto, que en la vida somos juzgados no por las intenciones, sino por los actos y los de ETA y su entorno, también en estos meses, han resultado tristemente elocuentes. Hablo no solo del atentado terrorista en
Barajas, sino del exhibicionismo violento en las calles del País Vasco, del chantaje y la intimidación permanente sobre los ciudadanos, del robo de armas y de la confirmada tarea de reorganización de la banda, empeñada en el sometimiento de la
democracia mediante métodos idénticos a los utilizados contra la sociedad vasca y española durante décadas. Son métodos que no solo producen muerte y dolor a las víctimas, producen ansiedad y frustración a la sociedad, precisamente ese es el
objetivo declarado de cualquier violencia terrorista en la búsqueda de sus fines.
Porque las cosas son así y no de otro modo conviene asumir que no hay atajos, ni etapas prescindibles en una estrategia antiterrorista eficaz.
Por ello, y a partir
de ahora, consideramos que ha llegado el momento de las fuerzas democráticas


Otro de los lastres de este mal llamado proceso ha sido el protagonismo concedido al entorno político de los violentos, utilizado por estos para autopurificar su responsabilidad que tantos demandan. Compartimos por ello la necesidad de un
nuevo Pacto por las libertades y contra el terrorismo y creemos ver en el presidente del Gobierno y en el líder de la oposición, en los partidos que ambos dirigen, a pesar del debate agrio que se ha producido esta tarde, la convicción de que ese
gran acuerdo democrático es posible; es posible con ellos al frente y también con el resto de las fuerzas de esta Cámara.



No puedo obviar aquí la responsabilidad y trascendencia atribuible al Partido Nacionalista Vasco, que, como fuerza política mayoritaria en Euskadi, tiene que jugar un papel vital, relevante en todo este proceso.
Insisto en que nos parece un
presupuesto elemental la ampliación de ese acuerdo político y social contra la violencia terrorista en todas y cada una de sus manifestaciones. Este empeño nos parece viable. Creemos que con ciertas correcciones en el preámbulo, pero sin la
renuncia a ninguno de los principios que explicaron su éxito -así lo dice la propia resolución parlamentaria del pasado 17 de mayo-, ETA es o era más débil que nunca. En el actual escenario resulta inaplazable la recuperación de un gran acuerdo
extendido a todo el arco político democrático que sitúe a los violentos ante su propia inutilidad.



Este es el momento para la responsabilidad, se ha dicho muchas veces esta tarde desde esta tribuna. Es una realidad inequívoca que ETA y su entorno han liquidado las expectativas creadas sobre un cese total de la violencia, no sometido al
chantaje y a la aceptación de precios políticos delirantes. Una vez cercenado este proceso, cada cual tendrá que rendir cuentas a la sociedad española y esta lo evaluará. Pero lo importante, lo esencial, es demostrar a ETA y su entorno que no van
a derrotar a la democracia y al Estado de derecho, a la aspiración de paz, de libertad y de justicia expresada por los ciudadanos. El camino no es fácil pero creemos que está señalado, respaldo a los instrumentos del Estado: trabajo de la policía
y de la Guardia Civil, aplicación de la legalidad -Consejo General del Poder Judicial-, acuerdos de cooperación internacional, especialmente con Francia, y unidad de los demócratas. Ese es el sentir de los ciudadanos, ese es el sentir del pueblo
español.



Termino, señor presidente, señorías, como empecé, con la ineludible invocación a la unidad sin ambages. Don Francisco Tomás y Valiente, asesinado por ETA en 1996, escribió un día que todos somos Estado, todos los ciudadanos estamos dentro
de él y no a su ribera. También afirmó, en un canto a la esperanza que vale la pena rememorar hoy, que el Estado democrático funciona, encaja errores y crímenes, delitos y faltas, pero también tiene cabida para los numerosos aciertos que lo
constituyen. Nos parece pertinente recordarlo porque es el momento de ir juntos y conquistar entre todos no solo la paz, sino también la libertad. Es tarea de todos y, porque está usted a la cabeza de este proyecto colectivo, es sobre todo tarea
suya, señor presidente. Le apoyaremos en el trabajo que hay de reconstruir la unidad de las fuerzas políticas democráticas y, por tanto, evitar la fractura de la sociedad española.



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Muchas gracias, señor presidente. Muchas gracias, señorías.



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Rivero.



Presidente del Gobierno, su turno, por favor.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



Señor Rivero, le agradezco el apoyo que ha venido prestando al Gobierno desde el arranque de la legislatura en la política antiterrorista y en los últimos meses en el proceso de paz. Su intervención pone de manifiesto -cosa que tiene
relevancia-que no hay incompatibilidad entre el Pacto por las libertades y contra el terrorismo y la resolución parlamentaria a la que ha hecho mención. Usted es firmante del pacto y votó la resolución parlamentaria. No hay contradicción, ni
incompatibilidad entre ambos textos. Otra cosa es que algunos lo utilicen como pretexto ahora para profundizar en lo que ya estaban haciendo, hacer oposición y crítica política con el terrorismo. Comprendo muy bien su posición. Comprendo muy bien
la apelación, tanto al Gobierno del Partido Socialista, como al Partido Popular. Tienen ustedes una capacidad demostrada por tener relaciones positivas con ambos grupos políticos y me parece un acierto de su formación. Pero tendrá que reconocerme,
como firmante del Pacto por las libertades y contra el terrorismo, que en la legislatura pasada la actitud del Partido Socialista con el Gobierno del Partido Popular fue impecable en todo aquello que decidía como Gobierno, al que corresponde la
responsabilidad de la política antiterrorista, porque apoyamos todo. Algunas cosas nos gustaban más que otras, y les apoyamos por lealtad. De algunas cosas nos enteramos tarde, y les apoyamos por responsabilidad. Señor Rivero, conviene que usted
lo tenga claro, porque lo ha vivido, igual que ha vivido el comportamiento del Partido Socialista en estos dos años largos de relación entre el Partido Popular y el Gobierno. Y si tuviera alguna duda, creo que la intervención que ha hecho el
portavoz del principal grupo de la oposición ha sido bastante elocuente. Necesita de pocos análisis para poner de manifiesto que lo último que hay es voluntad de dar respaldo al Gobierno, lo último que hay es voluntad de acuerdo, lo último que hay
es voluntad de consenso. Usted busca las raíces de esa situación en el atentado terrorista del 11 de marzo. No voy a entrar en ese análisis, nos llevaría muy atrás y seguramente para llegar a conclusiones que compartiríamos, pero le puedo asegurar
que ningún partido político, por las actitudes de la oposición, está en condiciones de pedir disculpas por haber ganado las elecciones. Le puedo asegurar que eso no forma parte de lo que es la lógica política y la responsabilidad política. Es
verdad que algunos partidos políticos asumen mal una derrota electoral. Normalmente, como demuestra la práctica, la experiencia, cuando un partido político asume muy mal una derrota electoral tiene una segunda derrota electoral mucho más
contundente. (Aplausos.) Eso es lo que suele pasar y lo que probablemente pasará. (El señor Michavila Núñez pronuncia palabras que no se perciben.) Aún así...



El señor PRESIDENTE: Perdone. Señor Michavila, deje de molestar. Señor Michavila, le llamo al orden por primera vez. Deje de molestar. (El señor Michavila Núñez pronuncia palabras que no se perciben.) Le llamo al orden por segunda vez.
Si tuviera que llamarle al orden por tercera vez, ya conoce usted las consecuencias. Le estoy rogando que respete al orador, y lo va a respetar. Se lo ruego, por favor. Gracias.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Gracias, señor presidente.



Coincido plenamente en que la unidad entre los partidos políticos democráticos exige, desde la distancia en la que hemos estado, sobre todo con el Partido Popular, algún punto de autocrítica. No será el Gobierno quien no tenga siempre la
disposición de la autocrítica para llegar a un acuerdo, tomarse el tiempo necesario, pero eso exige una mínima conversación, un mínimo diálogo real con el Partido Popular, y le puedo asegurar -hoy lo hemos visto en esta tribuna, como cada vez que he
tenido oportunidad o los representantes del Gobierno y del Partido Socialista lo han intentado-que no hay esa conversación porque no se escucha, porque se tiene un discurso prefijado; antes de hablar se ha escrito lo que se va a decir, y se dice.
Por tanto, esa es la situación en la que estamos, conviene tenerlo presente, aunque no va a restar un ápice la voluntad y el intento de llegar a ese acuerdo. El señor Llamazares decía que era muy difícil, lo comparto. Pero, señor Rivero, su
posición, de cierta autoridad en tanto en cuanto firmante del Pacto por las libertades y contra el terrorismo y grupo que respaldó la resolución parlamentaria de mayo de 2005, seguramente nos puede ser enormemente útil y aportar una contribución
determinante. Tengo que reconocer que hoy usted ha tenido más dosis de optimismo que yo al decir que esperaba que el duro debate que se había producido fuera el desahogo final y que, a partir de ahí, pudiéramos emprender la tarea de reconstrucción
entre los dos grandes partidos. No sabe cuánto deseo que acierte, no sabe cuán importante sería para la lucha antiterrorista. Desde luego, le puedo confirmar que tanto la convocatoria de la Comisión de seguimiento del Pacto por las libertades y
contra el terrorismo como la ronda de conversaciones con todos los partidos políticos van a ser para el Gobierno tareas prioritarias y esenciales en estos momentos y, por supuesto, para el presidente del Gobierno porque, señor Rivero, estará de
acuerdo conmigo -en esto y en otras cosas-en que siempre he asumido la responsabilidad de manera directa, personalmente, en todo lo que hemos conocido como el proceso de paz, esté mal llamado o no -sería una discusión que nos llevaría muy lejos-.
En todo caso, es una categoría acuñada no solo en España y ante lo que hemos vivido, sino en todas las latitudes donde hay situaciones que


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tienen una cierta similitud, donde hay una organización que usa la violencia, que usa el terror, que usa las armas para intentar conseguir fines políticos.



Quiero terminar expresando mi agradecimiento por su apoyo, por su coherencia y por la disponibilidad que siempre tiene Coalición Canaria para estar en el centro de lo que es una política de Estado, como la que exige la lucha contra el
terrorismo. Se lo agradezco de una manera muy sincera.



Gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias.



Señor Rivero, su turno.



El señor RIVERO BAUTE: Muchas gracias, señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, señoras y señores diputados, probablemente esta Cámara está necesitada de más grupos parlamentarios que pudieran tender puentes en los grandes temas de Estado entre los dos partidos principales del Estado, los
que tienen la responsabilidad de ser Gobierno y oposición y que irán intercambiándose según la decisión de los ciudadanos. Ojalá esta Cámara tuviera más grupos parlamentarios que pudieran contribuir a políticas de Estado, a políticas de consenso en
torno a materias sensibles para la sociedad como puede ser el tema del terrorismo, como puede ser la inmigración, como puede ser la política exterior o como puede ser la política de Estado. Desde luego, nosotros esperamos que este sea el Pleno del
desahogo en una materia tan sensible para la ciudadanía como es la lucha contra el terrorismo. Los ciudadanos en la calle están exigiendo responsabilidades a las fuerzas políticas para recomponer la unidad de las fuerzas políticas democráticas.
Con ocasión del debate que se produjo en la comparecencia del presidente el día 6 de junio dijimos con claridad que había que trabajar de forma entusiasta -es difícil cuando dos no se quieren poner de acuerdo; cuando uno no quiere ponerse de
acuerdo, es imposible el acuerdo entre dos-y hablamos de la importancia de buscar el acuerdo político entre los dos grandes partidos, porque ya advertíamos que, fruto de la fractura entre los dos grandes partidos, estaba llegando la fractura desde
el punto de vista mediático y, lo que era peor que la fractura política y la fractura mediática, la fractura social, que es lo que estamos viviendo en las calles del Estado español. Esto requiere un ejercicio de responsabilidad para intentar
recuperar esa unidad de cara al terrorismo. La unidad de los dos grandes partidos será más fácil, dentro de las dificultades -no somos ingenuos-, en la medida en que todos contribuyamos a que eso sea posible mirando todos menos atrás y más hacia
delante, mirando todos menos atrás a ver quiénes fueron los culpables y más hacia un futuro de esperanza, más hacia la necesidad de recomponer esa unidad política para buscar de nuevo la cohesión social, necesaria en la lucha contra los violentos.



Hemos apoyado a los gobiernos en dos ejes fundamentales en la política de lucha contra el terrorismo: el respeto a la Constitución y el respeto a la legalidad vigente. Hoy hemos constatado aquí que, después de la ruptura de la tregua por
parte de la banda terrorista, el Gobierno da por liquidado, da por roto, da por finiquitado -términos utilizados por el ministro del Interior-este proceso. No se dan las condiciones para un proceso dialogado con la banda terrorista ETA y su
entorno. Tras este debate existe el compromiso de cumplir la Ley de Partidos Políticos que votó esta Cámara. Por tanto, con el cumplimiento de la Constitución y de las leyes en vigor y, por supuesto, con el respeto a la Ley de Partidos Políticos,
la pieza que falta es la recomposición de esa unidad. Nosotros tenemos confianza en ello, aunque sabemos las dificultades; es probable que, con unas elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina y con un proceso electoral a un año o año y medio
vista, sea complicado y difícil, pero los ciudadanos lo están exigiendo, y es responsabilidad del Partido Popular, del señor Rajoy, hacer un esfuerzo para llegar a un acuerdo con el Gobierno y una responsabilidad del Gobierno hacer un esfuerzo por
mirar menos atrás y más hacia un futuro de esperanza en la lucha contra el terrorismo después de este fracaso y de este fiasco cuyo único culpable ha sido ETA. No nos olvidemos de que el único culpable de este fiasco ha sido ETA, por tanto, habrá
que poner de nuevo a la banda terrorista y a su entorno en condiciones de que alguna vez podamos soñar de nuevo con una salida a la violencia que proviene del terrorismo.



Muchas gracias, señor presidente.



El señor PRESIDENTE: Grupo Parlamentario Mixto. (Pausa.)


El señor Labordeta no está. Repartiremos el tiempo entre el señor Rodríguez, la señora Lasagabaster y la señora Barkos Berruezo. Gracias.



El señor RODRÍGUEZ SÁNCHEZ: Gracias, señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, el Bloque Nacionalista Galego dio su apoyo a una política determinada que aliaba respeto por la ley con disposición al diálogo para acabar con la violencia terrorista. Una política de unidad con aval
parlamentario; un aval parlamentario que tenía en cuenta dos aspectos fundamentales de este problema: el aspecto cuantitativo, representativo de la mayoría electoral del país, y el aspecto cualitativo, un tema de especial incidencia en Euskadi,
que necesitaba la participación activa del Gobierno vasco, además de la consideración de que el terrorismo daña también la democracia en el Estado español, aparte de constituir un elemento terrible de víctimas humanas.



No vamos, señor presidente, a cometer la deslealtad de criticar ahora que el proceso acabe siendo reventado por causa de un atentado grave del que es única responsable ETA, acabando de forma unilateral y sin aviso


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previo con el alto el fuego que ella misma había declarado en marzo de 2006. Las circunstancias son especialmente difíciles, lo reconocemos, y podemos compartir también el interés del Gobierno en abrir un nuevo espacio integrador. De todas
maneras, señor presidente, esperamos que si ese espacio es integrador, tenga en cuenta que no se puede montar sobre la exclusión o el desprecio por el pluralismo político, ni con una prevalencia abusiva de una visión del Estado bipartidista. Cabe
recordar aquí que la Constitución española es profundamente pluripartidista y este es un espíritu constitucional que debe ser respetado también.



En segundo lugar, señor presidente, la utilización del terrorismo se debe desechar desde el Gobierno y desde cualquier partido que forme parte de esa plataforma integradora como arma arrojadiza contra los discrepantes o con la intención
perversa de connotar de terrorismo alguna tendencia política, como se hizo en otros momentos con el nacionalismo, y mucho menos utilizarlo con el afán electoralista de derribar al Gobierno.



En tercer lugar, señor presidente, creemos que ninguna plataforma integradora debe optar por medidas legales o administrativas que representen una involución dentro del Estado de derecho y mucho menos debemos colaborar las fuerzas políticas
a un clima de irracionalismo social con explotación emocional del drama de las víctimas y, en definitiva, provocando en la sociedad cada vez mayor incapacidad para poder asumir el problema de forma democrática y con entereza.



Y lo último, señor presidente: que no se cierre la viabilidad del diálogo político. Nos parece, no ya desleal, sino peligroso, el comportamiento de los que asedian al Gobierno, y en especial a usted, a su persona, como si fuese responsable
de lo que sucedió. Solo se puede entender desde quien persigue objetivos políticos que no compartimos, que son totalmente involutivos y que tienen una concepción autoritaria de la Presidencia, una concepción antidemocrática y excluyente de la vida
política y una visión de España, señor presidente, que no queremos volver a repetir. Es ciego, señorías, quien no comprueba lo contundente, lo grave, lo tremendamente maciza que es la utilización de las medidas policiales y judiciales contra el
terrorismo. No hubo, desde nuestro punto de vista, durante el periodo de Gobierno del señor Zapatero, ninguna debilidad en este aspecto. Pero creemos que la gran novedad, y voy a utilizar sus propias palabras -las palabras del presidente-es que
hace falta también la exigencia de la política; ganar, en el terreno de las ideas, más voluntades, más compromisos de cuantos más ciudadanos, especialmente en Euskadi -uno de los aspectos cualitativos-, en eso que se llama la izquierda abertzale, a
favor de la no violencia y de la paz.



Señor presidente, disputamos democráticamente con su partido espacios políticos en Galicia, e incluso tenemos graves antítesis en la concepción de elementos básicos de nuestro país: la concepción de lo que es y para lo que vale nuestra
lengua, la concepción de lo que es y debe ser nuestra cultura, la confianza en las potencialidades de nuestro país y su estatus dentro del Estado. Pero nuestra lealtad seguirá siendo firme respecto a su política de intentar llegar al final de la
violencia recurriendo también al diálogo. Señorías, el Estado de derecho no contempla solo cárceles y sentencias judiciales para acabar con conflictos o acabar con quienes practican prácticas violentas, incluida la violencia terrorista.
Es más,
les aseguro que el Estado de derecho padece cuando se restringe solo a esa política, por muy inevitable que sea. Estamos, por tanto, señor presidente, con usted cuando afirma que se trata de una cuestión muy seria, que hace falta cautela.
Evidentemente, hace falta cautela. Ya se dijo aquí, y usted lo recordaba: hablar mucho, ayuda poco y hablar poco, ayuda mucho. No por falta de transparencia, todos pueden conocer perfectamente cuáles son nuestros posicionamientos políticos y eso
es lo que interesa, pero, señorías, no favorece la solución del problema tener datos sensibles, andar vendiendo en los medios de comunicación interpretaciones -sesgadas o reales-sobre la actitud -real o falsa-de determinados elementos que están en
juego. Y por eso, señorías, nosotros siempre fuimos favorables a la discreción máxima e incluso a la aceptación de que no se nos contase nada de aquello que no debiese ser contado. Por tanto, señor presidente, le animamos. Le animamos en su
creencia de que es posible -es posible; creo que es posible-el fin de la violencia. Cuente con nosotros para trabajar en la consecución de este objetivo. Cuente, también, para reforzar la unidad con estrategias políticas democráticas.



Represento aquí a una fuerza política nacionalista, y la verdad, me admiró escuchar lo siguiente: Usted no tiene la llave para poder posibilitar una reforma de la Constitución en la dirección que exigirían los violentos.
Efectivamente, no
la tiene. Usted no puede decretar una amnistía.
Efectivamente, no la puede decretar. Usted no puede interferir con decisiones sobre lo que va a ser el futuro de Navarra. Evidentemente, usted no puede hacer eso. Entonces, si usted no puede hacer
todo esto y el margen de actuación política es tan limitado, ¿quién tiene miedo al diálogo político? Incluso aquellos que defiendan la unidad de España tal cual es o el estatus político tal cual está no deberían tener ese miedo.
¿Es que ni
siquiera se quiere utilizar el escaso margen de legalidad que consiste en legalizar a todas las fuerzas políticas con tal de que no cometan actos violentos? ¿Es que no se quiere utilizar el margen de reinserción social que no se le niega ni
siquiera a ningún delincuente? ¿Es que se quiere utilizar la ley solamente con efectos punitivos o de venganza? Señorías, desde el punto de vista democrático y del Estado de derecho, esto no es asumible.



Señor presidente, aquí y ahora, en nombre del BNG le expreso nuestro respeto, como no podía ser menos. Nuestro respeto a su persona, incluidos los errores, que son humanos y tendrán parte de explicación en esos elementos sensibles que yo no
tengo interés en escuchar y que tampoco me parece que deberían ser los preocupantes


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desde el punto de vista cualitativo. Pero no es solo respeto, señor presidente. Usted y su Gobierno pueden contar con nuestro apoyo, modesto pero firme, en el objetivo final de acabar con la lacra que padece desde hace muchos años el
Estado español.



Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias.



Tiene la palabra la señora Lasagabaster.



La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Gracias, señor presidente.



Señor presidente del Gobierno, señorías, quisiera, en primer lugar, transmitir en nombre de Eusko Alkartasuna nuestra solidaridad con las familias y amigos de don Carlos Alonso Palate y don Diego Armando Estacio.



Afrontamos hoy, señor presidente, un debate que nunca debió tener lugar, porque nunca debió existir el brutal atentado de Barajas, cuya única y exclusiva responsabilidad corresponde a ETA. Estamos ante un debate atípico, ya que en los
anteriores intentos de proceso de paz nadie, ninguna formación política, ningún grupo, pretendió exigir responsabilidades al Gobierno de turno, fuera del Partido Socialista, fuera del Partido Popular. Bien es cierto -y también hay que decirlo aquí,
lamentablemente-que alguna de las formaciones políticas utilizaron alguno de aquellos intentos loables para atacar injustamente al nacionalismo vasco, al Partido Nacionalista Vasco y a Eusko Alkartasuna.
No cometeremos la injusticia que se hizo con
nosotros. ¿Cuál es el objeto de este debate? ¿Desgastar al Gobierno a toda costa utilizando todo, crispar a la sociedad para hacer enemigos entre formaciones políticas y así obtener réditos electorales? Aquí lo hemos visto. Rotundamente, no.

Para Eusko Alkartasuna el objeto de este debate, si es que lo tiene, es aportar nuestras reflexiones sobre principios y procedimientos que deben sustentar nuestra actuación ahora y siempre; explicar a la ciudadanía de forma clara, con la mayor
sinceridad y prudencia, dónde estamos, qué debemos y qué podemos hacer y colaborar con todos, gobiernos y grupos parlamentarios, desde nuestras legítimas diferencias, para no hacer de esta cuestión un instrumento de división de la sociedad.



Centrémonos en las reflexiones. Primera reflexión: política y violencia son incompatibles. Solo los representantes de los ciudadanos están legitimados para negociar resolutivamente sobre los conflictos políticos.
ETA no es un agente
político; ni antes, ni ahora, ni después podrá intervenir políticamente. No se puede admitir la negociación resolutiva con quienes emplean elementos de presión, por ejemplo la violencia. Por ello necesitamos que ETA desaparezca y que todas las
maneras de pensar de los ciudadanos encuentren su cauce a través de la palabra, única y exclusivamente, del diálogo y de los votos. Esta es la gran cuestión.
¿Podemos hacer algo nosotros? Lo hemos intentado desde Eusko Alkartasuna y lo
intentaremos, pero lo veo difícil. Sí creemos -y sé que entro en una materia complicada-que ahora Batasuna puede tener una importante función en este tema; puede y debe trabajar para dejar claro, no ya a nosotros sino a ETA, que no necesita ni
quiere tutelas, que ETA no es árbitro, ni garante, ni agente, con capacidad de intervención, influencia o implicación -y menos presión-ni en la sociedad vasca, ni en las formaciones políticas en general, ni en Batasuna en particular. Pero también
es necesario, aunque sé que en este Congreso no es algo compartido por la mayoría, que todas las maneras de pensar puedan tener su cauce, es decir, que Batasuna deba tener la posibilidad de acceder a las elecciones en las mismas condiciones que los
demás, ni más ni menos.



Segunda reflexión: para Eusko Alkartasuna la violencia no es una fatalidad en la que tengamos que mantenernos y cuya existencia tengamos que transmitir de generación en generación. Nosotros, señorías, tenemos la obligación y el deber de
hacer desaparecer la violencia. Es evidente que eso hoy requiere, por una parte, prevenir la comisión de cualquier atentado y vulneración de los derechos humanos -el más principal, el derecho a la vida-, perseguir a quienes lo cometen, ponerlos a
disposición de la justicia y que la justicia aplique de forma efectiva y real los principios de independencia y de limitación de la responsabilidad criminal a quienes, de forma objetiva y probada, la tengan, sin extralimitaciones por otras
consideraciones de criterios; garantizar juicios con garantías, verdadero derecho de defensa y, en el cumplimiento de las sentencias, aplicar políticas penitenciarias adecuadas para la reeducación y rehabilitación, sin que esta política
penitenciaria sea una contrapartida a otras cuestiones que nada tienen que ver con ese objetivo. Pero también nuestro trabajo consiste en que desaparezca la violencia en el futuro, para que nadie, nunca, en las futuras generaciones, entienda que la
violencia tiene cabida en nuestra sociedad o que puede servir para resolver algún problema o conflicto, sea social, político, religioso, o de cualquier otra índole.



Tercera reflexión: la sociedad vasca es plural, no responde a una uniforme manera de pensar, de ser o de actuar y, por ello, la solución a cualquiera de nuestros problemas, conflictos o retos, siempre deberá tender a buscar, si es posible,
el consenso y, si no, un sistema democrático de mayorías y minorías, sean estas más o menos cualificadas.
Y también a que lo que se consensúe y se decida por consenso o por el sistema de mayorías y minorías, con la cualificación que le queramos
poner, tenga cauce en el ordenamiento jurídico.



Cuarta reflexión -y termino, señor presidente-, procedimiento. A lo largo de este tiempo, no solo desde el 22 de marzo sino anteriormente, hemos intentado de forma muy humilde y constructiva colaborar con el Gobierno y con los grupos
parlamentarios en esta Cámara -por cierto, también lo hicimos en la tregua del noventa y ocho con el Gobierno del Partido Popular-, le hemos trasladado al Gobierno nuestros análisis y opiniones -buenos o malos, cada uno tiene los suyos-,


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nuestra aportación sobre tiempos, ritmos y temas. Lo hemos hecho en privado y así lo seguiremos haciendo.



Señor presidente, busca el consenso; con nosotros lo tiene, salvo que se pretenda admitir documentos como el Pacto por las libertades, erróneo, injusto e irrespetuoso con la formación política que yo represento.



El señor PRESIDENTE: Señora Lasagabaster, concluya por favor.



La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Termino, señor presidente.



Basta ya de discusiones estériles, es tiempo de solidaridad y sobre todo de trabajo.



Muchas gracias.



El señor PRESIDENTE: Gracias.



Señora Barkos, por favor.



La señora BARKOS BERRUEZO: Muchas gracias, señor presidente.



Señorías, Nafarroa Bai quiere comenzar su intervención expresando su pésame más sentido y sincero a las familias de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, las dos últimas víctimas de ETA, y hacerlo extensivo al conjunto de la sociedad
ecuatoriana. Además, a esta comunidad queremos hacerle llegar el agradecimiento y admiración de esta diputada por la firmeza y el coraje mostrados en las convocatorias -en las dos, Madrid y Pamplona-de repulsa por el atentado; firmeza y coraje,
señorías, que han sido un ejemplo al que no se ha respondido de manera unánime. Esta es la primera de las reflexiones que mi grupo quiere traer hoy a esta Cámara, pero al conjunto de la sociedad quiere hacerle la siguiente: el inicio del año se ha
producido bajo el signo de la desesperanza por la ruptura de un proceso que apuntaba un camino, el de la paz. Es verdad que algunos han venido expresando, lo han hecho de manera contundente desde el pasado mes de marzo, que este supuesto, el de la
paz, es para ellos insuficiente; lo hemos escuchado aquí, una paz insuficiente. Pero no es menos cierto que esta denuncia, grave, ha tenido enfrente a una gran mayoría que no la comparte. Porque para la inmensa mayoría de la sociedad el camino
hacia la paz suponía todo un bien en sí mismo, un bien esperanzador además. Y este es el eje, a nuestro entender, sobre el que debe pivotar la respuesta que hoy esta Cámara dé a la sociedad, una respuesta a la desesperanza que se produjo el pasado
30 de diciembre con la ruptura del alto el fuego por parte de ETA. Esto es lo primero y de una manera urgente, pero también debemos una respuesta al espectáculo lamentable de partidismo que se ha producido desde entonces hasta hoy.



Llegamos a la sesión de esta tarde y sobre la mesa se han empeñado algunos, tenemos el pacto Partido Popular-Partido Socialista de diciembre de 2000, un pacto o un acuerdo sobre no agresiones electorales con la violencia como telón de fondo.
Sinceramente, solo por estas dos cuestiones ya cabe calificarlo como un mal pacto, por más que aglutine el grueso incontestable de esta Cámara. Eso es cierto, pero es que tampoco esta supuesta virtud se ha revelado como tal. ¿O de verdad alguien
cree, y me tengo que dirigir necesariamente a los firmantes del pacto, que para solucionar una cuestión de las dimensiones, del calado y del dolor de la violencia se bastan ustedes solos? No es cierto y esto es evidente. En Nafarroa Bai
entendemos, señor presidente del Gobierno, y queremos escucharlo hoy con claridad, que posiciones como esta, que algunos le reclaman hoy, están ya superadas. Nosotros ya lo hemos hecho. Lo hicimos el pasado mes de mayo de 2005 y lo hicimos sin
mayor exigencia de compromiso por su parte en nuestra propia convicción en ello. Lo hicimos votando la propuesta de resolución tantas veces citada hoy en esta Cámara y de la que quiero recordar que decía que la política puede y debe contribuir al
fin de la violencia y que por tanto en condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia apoyaremos procesos de diálogo.



Aquella resolución apoyada en mayo de 2005 por todos los grupos de la Cámara, a excepción del Grupo Popular, sigue teniendo hoy la misma vigencia en lo que debe inspirar la acción política y nuestra posición en este sentido debo decir que es
absolutamente nítida. Firmeza en la convicción de que el final de la violencia será dialogado y una exigencia sin resquicios a ETA, el cese definitivo de la violencia. No llegar no ya al consenso, sino a la unanimidad en estas posiciones mínimas
nos parece sinceramente la peor de las respuestas a la sociedad, a una sociedad muy necesitada de vivir en paz. Y hablo de punto de encuentro mínimo, fundamental pero mínimo, porque, desde el compromiso público de lealtad y empeño que hemos venido
expresando desde aquel día, nunca hemos dejado de exponer desde Nafarroa Bai nuestras dudas en torno a ritmos, a la necesidad de pasos audaces en políticas penitenciarias, diferencias en torno a la Ley de Partidos, posiciones que hoy mantenemos,
pero que no nos separan ni uno solo ápice del horizonte que compartimos la gran mayoría en esta Cámara, la del convencimiento de que la política puede y debe contribuir al final de la violencia.



Por todo esto, a esta diputada le sorprende y le desagrada, sinceramente, escuchar peticiones de que la resolución sea revocada. Primero, por una cuestión elemental de lógica democrática. Permitir que un acto parlamentario de esta
envergadura se vea anulado por un atentado como el de Barajas, por un acto de violencia, cualquiera que sea, se nos antoja la más irracional de las respuestas desde la democracia. Segundo, además, dotar a ETA de operatividad política hasta el punto
de incidir, de intervenir de esta manera en la vida parlamentaria, como está solicitando el Grupo Popular, nos parece de todo punto inaceptable. No es de recibo que sean precisamente quienes acusaron a la resolución de establecer un precio político
quienes hoy pidan que se pague políticamente el final del alto el fuego.



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Se ha hablado mucho en este tiempo de precios políticos, víctimas, libertad y Navarra. Y esta diputada no puede por menos que detenerse brevemente en esta cuestión. La cuestión de Navarra, la gran estafa del proceso, según proclamaron
durante meses y meses en esta Cámara y en cientos de foros. Una cosa sí queda clara hoy o tristemente sí quedó clara el 30 de diciembre. Más allá de mentiras flagrantes el devenir de los hechos -y quiero decir que cito este devenir con absoluta
tristeza-ha dejado bien retratados en el debate en torno a la cuestión de Navarra a aquellos que siempre defenderemos a Navarra como sujeto político y a aquellos que han hecho, hacen y harán de Navarra un objeto político de sus intereses partidarios
y electorales. Todo este periplo retrata a quienes desde el principio hemos defendido, hemos reivindicado y peleado que el futuro de Navarra lo decidimos las mujeres y los hombres de Navarra y enfrente quedan quienes han utilizado Navarra con un
objeto de asaetear el proceso y el camino hacia la paz.



El señor PRESIDENTE: Señora Barkos, vaya concluyendo, por favor.



La señora BARKOS BERRUEZO: Voy terminando, presidente. Por cierto, a quienes lo han asaeteado desde un extremo y a quienes lo han hecho desde el otro extremo; a quienes desde el Grupo Popular han alarmado innecesaria e irresponsablemente
a la sociedad navarra hablando de venta de voluntades y en el otro extremo a quienes han hecho de la reivindicación de la territorialidad un escollo para el diálogo. Esta es otra de las paradojas. Como digo, paradoja del 30 de diciembre, en el que
-quiero terminar ya, presidente-la responsable única es ETA. Frente a ello nos propone hoy, señor presidente del Gobierno, un gran consenso democrático contra el terrorismo donde tengan cabida partidos, agentes y asociaciones. No nos ha detallado
mucho más y sinceramente por eso se me hace difícil hacer un pronunciamiento sereno y serio de la propuesta. Sí me queda una duda, si la unidad que no se ha sido capaz de escenificar hoy en esta Cámara vamos a ser capaces de trasladarla a la calle.
Una duda o muchas dudas sinceramente, señor presidente.



Tenemos una resolución, la de mayo de 2005, en ella estamos quienes estamos.



El señor PRESIDENTE: Señora Barkos, lo siento.



La señora BARKOS BERRUEZO: Basada en ella -y termino-repito mi convicción: el final de la violencia será dialogado y la respuesta en estos momentos le corresponde a ETA. Y en eso, señor presidente, estamos la mayoría.



Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Su turno, señor presidente del Gobierno.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



Señor Rodríguez, empezaré por agradecerle personalmente sus palabras de respeto; siempre las ha puesto encima de la tribuna y le puedo asegurar que reconfortan en determinadas circunstancias, aunque tengamos muchos puntos de vista
diferentes en cuanto a la concepción política del Estado.
Quizá menos al respeto a lo que significa una identidad lingüística y cultural. Eso siempre influye muchísimo en la manera en que uno lo vive y lo siente de una forma directa, pero sabe que
tengo una comprensión muy especial hacia lo que eso representa y de manera muy clara en su tierra, en Galicia.



En segundo lugar, le quiero agradecer el apoyo político que su grupo ha dado a toda la tarea de construcción de una mayoría parlamentaria amplia en favor de un proceso de paz que tenía como condición fundamental la actitud del fin de la
violencia para, a través del diálogo, poder consumar la desaparición del grupo terrorista ETA. Más allá de la dureza, de la crueldad, de la brutalidad del atentado del día 30, uno siempre se siente reconfortado al comprobar cómo hay mucha gente,
responsables políticos y ciudadanos, que actúan de buena fe antes de un hecho tan duro, tan luctuoso, que tenían depositadas muchas esperanzas en el proceso, y que actúan de buena fe también después de lo ocurrido el día 30. Y le puedo asegurar que
eso es reconfortante, enriquecedor y desde luego un elemento y un acicate más para seguir con toda la energía, con todas las ganas, con toda la ambición, en la tarea política y de manera singular en la tarea de ver el fin de la violencia. Eso es lo
que representa una intervención como la que ha hecho usted y estoy absolutamente convencido de que en esa tarea vamos a seguir con la mejor sintonía, en esa y en otras muchas, entre el Partido Socialista y el Bloque Nacionalista Gallego.



Señora Lasagabaster, ha demostrado una vez más que tiene un conocimiento profundo de la cuestión que hoy nos trae a este debate. Además, he de decir que comparto en buena medida sus consideraciones, su análisis, sobre todo la reflexión que
ha hecho en torno al papel de Batasuna y al papel de ETA y la exigencia absolutamente imprescindible a Batasuna. Me consta que S.S. y su partido ha trabajado intensamente en esa dirección, que ha trabajado intensamente a favor del proceso y quiero
reconocerlo hoy aquí, más allá de las discrepancias que tenemos en cuanto a algunos de los elementos que ha puesto encima de la mesa; son discutibles, pero, para tranquilidad de la señora Lasagabaster, le puedo asegurar que no han sido
determinantes de las dificultades y de la situación a la que de manera sorprendente ha derivado la trágica acción de ETA el día 30, tan sorprendente que queda pendiente un análisis a fondo. Evidentemente, no puede hacerse en este marco del debate
parlamentario; es, además, prematuro para hacerlo, pero lo tenemos pendiente. Sin duda alguna, entre el Gobierno y su partido, y algún otro partido de esta Cámara, lo haremos. Siempre es mejor un gran acuerdo en el que la pluralidad


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se sienta integrada que decidir por una mayoría ajustada, porque esa mayoría hoy ajustada puede ser mañana minoría, con lo cual el fondo de lo que puede ser la articulación de una convivencia política puede estar abierto infinitamente. Es
siempre mejor un acuerdo; si vivimos juntos, decidimos juntos. Era un poco la respuesta a aquel debate también intenso pero muy democrático que tuvimos en esta Cámara sobre el plan Ibarretxe.
La sociedad vasca, singularmente, ha sufrido de manera
extraordinaria tantos años de ETA. En mi opinión, la sociedad vasca está hoy en el momento con más rechazo a ETA que ha habido desde la transición democrática a aquí. Desde mi punto de vista, hay algunos síntomas -no suficientemente
esperanzadores, pero que al menos son síntomas-de que el mundo de la izquierda abertzale pudiera tener la valentía, el coraje de pasar página y de abrir una etapa distinta. Algunos indicios y algunos síntomas hemos tenido; no se han confirmado, no
han sido suficientes. Es determinante para el empeño que tenemos, determinante, y por ello sé que la señora Lasagabaster va a seguir tenazmente, porque la caracteriza la tenacidad en toda su trayectoria política, en pro de que paz, acuerdo de
convivencia libremente acordado, pueda representar el escenario de futuro para Euskadi y con ello una contribución al conjunto del país.



La señora Barkos ha descrito muy bien algunas de las cosas que han pasado en estos meses. No lo he hecho en la parte inicial del debate de esta tarde, no he querido recordar todas las cosas que se habían dicho en estos meses sobre el
proceso, sobre lo que el Gobierno había cedido, había entregado. Hay seguramente algunos que nunca se sonrojarán, que nunca tendrán la dignidad política, moral, de reconocer: las insidias que formulé, las afirmaciones que establecí, las
presunciones de acusación al Gobierno, a las personas que han estado en el trabajo del proceso de paz eran mentira; pido perdón, pido disculpas. No lo veremos, no lo veremos de quienes lo han hecho, porque su objetivo no era ciertamente ni
defender Navarra ni defender nada; su objetivo era atacar al Gobierno.
(Aplausos.) Ese era su único objetivo. Pero como siempre ocurre, el tiempo dejará a cada uno en su sitio, de lo que se ha afirmado, de lo que hemos venido aceptando con cierta
tranquilidad, con paciencia, de los hechos.



Comparto plenamente la reflexión que hace la señora Barkos sobre la resolución parlamentaria. ¡Faltaría más! Que una acción de ETA, que un atentado brutal de ETA pudiera anular una resolución parlamentaria. Por cierto, de un debate del
estado de la Nación, como bien conocemos, igual que en su día hubo una proposición no de ley sobre política penitenciaria, que esta Cámara aprobó, que protagonizó el Partido Popular, porque era el Gobierno, porque había tregua, porque había que
flexibilizar y había que acercar presos, que se acercaron. Sin embargo, nadie planteó poner fin, derogar, revocar nada -en el caso de la proposición no de ley, como en el de la resolución parlamentaria, no se puede derogar, porque solo se derogan
leyes, evidentemente-; nadie lo planteó. Sin embargo, hoy se ha planteado. Es otra muestra de profunda hipocresía y desde luego comparto plenamente la reflexión sobre lo inaceptable que es que cualquier decisión fuera de esta Cámara, y mucho
menos de un grupo terrorista, pudiera comportar la anulación o la revocación de una resolución.



Me alegra volver a verla afirmar la diferencia entre objeto político y sujeto político. Siempre la he escuchado, una afirmación que comparto plenamente sobre lo que representa y sobre el futuro de Navarra. Además creo que es coherente, lo
ha defendido coherentemente y me alegra que alguien de esa tierra pueda poner de manifiesto en esta tribuna cuanta insidia absurda ha habido solo para generar inquietud, intranquilidad, por mezquinos intereses políticopartidistas. Créame, señora
Barkos, que tenemos una forma de pensar en la que es posible tener entendimientos, tener acuerdos. Le agradezco, exactamente igual que a la señora Lasagabaster y al señor Rodríguez, su apoyo, y por supuesto comparto plenamente -no cosas relativas a
la Ley de Partidos-que el acuerdo tiene que ser de todos, de todos. Este es un Gobierno que respeta y valora la pluralidad y que cree que una de las buenas señales de una democracia es el respeto a las minorías. Suele ser una señal de salud
democrática cómo se respete a las minorías, cómo se valore la pluralidad y cómo se intente siempre contar e integrarlas, sean necesarias matemáticamente o no, pero sí para una tarea como la que tenemos por delante y, en general, para las grandes
cuestiones del país.



Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias.



Su réplica, señora Lasagabaster.



La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Gracias, señor presidente. Intervendré desde el escaño para ser más breve.



Me gustaría señalar dos cuestiones que para nada son réplica, pero que me parece que es importante matizar en este debate. Todos somos conscientes, nos da igual quién sea en esta Cámara, toda la ciudadanía es consciente, de que vivimos
momentos muy difíciles: un brutal atentado, dos víctimas, dos personas que totalmente de manera injusta no tienen ya derecho a la vida. Todo lo que ha resultado afectado hace que este momento sea muy complicado. Como decía el señor presidente del
Gobierno hace un momento, es verdad que nos es difícil hacer un análisis con cierta distancia, no lo podemos hacer de manera serena y clara, porque esto requiere su tiempo, pero sí me gustaría trasladar a la ciudadanía un cierto elemento positivo.
A pesar de que hoy nos encontramos en unas circunstancias difíciles, duras y horribles para todos, el proceso hay que verlo con cierta perspectiva. Ya sé que algunos podrán pensar que ahora no lo podemos ver -es verdad, nos cuesta-, pero desde que
ETA nace en una dictadura -luego aparece la transición a la democracia, hay intentos desde 1982 con una fallida mesa por la paz del primer Gobierno vasco, una tregua


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en 1989 de un mes, otra tregua en 1999 y un alto el fuego en 2005-nos vamos acercando, aunque ahora cueste creer lo que estoy diciendo. Nos vamos acercando al momento en el que al final solo queda una cosa y es que aquí solo vale la
palabra. Todas las opciones de pensamiento tienen que ser en las mismas condiciones, solo con la política, solo con los votos, y que a partir de ahí decidamos. Es verdad que es mucho mejor un consenso que una mayoría más o menos ajustada, pero
también es verdad que la minoría, si quiere el statu quo, no puede bloquear el avance de la mayoría. Entenderá el presidente del Gobierno que esto también es razonable pensarlo. Y no lo hemos conseguido, es verdad, pero estoy segura que con el
tiempo llegará un momento en que lo vamos a conseguir.
Por tanto, reconocer la dificultad es bueno, sincero y prudente, pero también es bueno decir a la ciudadanía que con la perspectiva del tiempo nos vamos acercando y lo vamos a conseguir. No es
una ingenuidad, señores del Grupo Popular, porque para lograrlo con el tiempo todos terminaremos haciendo lo mismo, como por cierto hicieron en el pasado.



El señor PRESIDENTE: Gracias.



Corresponde el turno al Grupo Parlamentario Socialista. Señor López Garrido.



El señor LÓPEZ GARRIDO: Señor presidente, señor presidente del Gobierno, señora vicepresidenta, señor vicepresidente, señoras ministras, señores ministros, señorías, ha habido una frase en la intervención del señor Rajoy realmente tremenda
y quisiera empezar por ella. Ha dicho, dirigiéndose al presidente del Gobierno: Si no cumple, le pondrán bombas y, si no hay bombas, es porque ha cedido; una frase tremenda que en la más benévola de las interpretaciones cabría pensar que el señor
Rajoy entra en la mente de los terroristas y sabe lo que piensan en todo momento, pero para eso, señor Rajoy, tiene muy poca credibilidad.
¿Alguien que participó en un gobierno, al final de cuyo mandato tuvo lugar un atentado que costó casi 200
muertos, tiene credibilidad para pensar lo que los terroristas están imaginando y lo que van a hacer, un atentado que además adjudicó a ETA? ¿Qué credibilidad tiene, señor Rajoy, para hablar en esos términos? Absolutamente ninguna. Hay otra
interpretación posible y es que el señor Rajoy -cabe esta interpretación-quiera decir que en el tiempo en que no ha habido atentados con resultado de muertos es que ha habido cesiones. El disparate es tal que no ha caído en que ETA dejó de matar un
año antes de que el Partido Socialista llegara al Gobierno y no creo que se quiera referir el señor Rajoy a que durante ese año anterior cediera nada el Gobierno de Aznar; un disparate absoluto que demuestra, además de un desconocimiento y de una
falta de credibilidad total para hablar de estos temas como lo ha hecho, una arrogancia que debería apaciguar. En estos asuntos es importante aprender de la forma en que se ha combatido al terrorismo en España a lo largo de toda la época
democrática, porque, desgraciadamente, la democracia ha convivido con el terrorismo desde que nació y, por cierto, fue bastante generosa al principio con los resultados de esa herencia franquista que ha sido el terrorismo de ETA.
En este tiempo, en
estos 30 años de lucha contra el terrorismo de la democracia española, con independencia de la decisiva aportación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y de la importancia de los éxitos en la persecución del terrorismo por esas Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, además de la importancia decisiva de la incorporación de España a Europa y de la cooperación internacional, ha habido dos elementos claves que han expresado los grandes avances, el núcleo de la política antiterrorista de fondo de la
democracia española. Uno ha sido la unidad de las fuerzas democráticas y otro ha sido el liderazgo del Gobierno y el apoyo al Gobierno por las fuerzas políticas en todo momento.



A principios de los ochenta, en el comienzo de la democracia, hubo años en que se produjeron decenas y centenares de muertos por ETA. Hubo una acción unitaria de las fuerzas políticas que se expresó en los pactos de Madrid, Ajuria Enea y
Navarra, expresión de la voluntad unánime de las fuerzas políticas de mantenerse unidas frente al terrorismo y de no ceder precio político alguno. En dichos pactos los demócratas compartían no solamente la convicción de que los españoles querían
esa unidad, ver a las fuerzas políticas unidas, sino que además era un mensaje nítido a los terroristas, un mensaje que tenían que recibir los terroristas en el sentido de que ningún grupo político nunca iba a ceder nada políticamente a los
terroristas. Por tanto, había un mensaje de desánimo, de desmoralización absoluta dirigido a los terroristas que pretendieran creer que por la acción de la violencia iban a conseguir algo. Fue una acción unitaria que erosionó progresivamente al
terrorismo y que a finales de los años noventa llegó a calar profundamente en la sociedad vasca, que aisló cada vez más, evidentemente, al terrorismo etarra, hasta ese punto de inflexión que todos recordamos emocionadamente, que fue el asesinato
cruel del concejal del Partido Popular, Miguel Ángel Blanco, en 1997. Por tanto, la unidad de las fuerzas democráticas ha sido en la historia de nuestra democracia un elemento básico para luchar contra el terrorismo, y el otro elemento ha sido el
apoyo al Gobierno que existiese en cada momento como una función esencial para combatir a ese terrorismo.
Eso lo hemos visto muy claramente a finales de los años noventa con gobiernos del Partido Popular y en momentos en los que no había esa unidad
de las fuerzas democráticas. Eran los tiempos en que había una división, esa división un tanto elemental entre nacionalistas y españolistas. En esa época el Partido Popular tenía poco apoyo de grupos políticos en su acción contra el terrorismo o
no tenía suficiente unidad para beneficiarse de ello, y el Partido Socialista decidió que era un momento fundamental para apoyar al Gobierno del Partido Popular. Esa fue una de las grandes decisiones adoptadas por la dirección del Partido
Socialista,


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entonces en la oposición, con el liderazgo de José Luis Rodríguez Zapatero, como él mismo nos ha recordado esta tarde. Es decir, que en ese momento, siguiendo las líneas directrices de los pactos de Madrid, Ajuria Enea y Navarra, es cuando
se produce el Pacto por las libertades y contra el terrorismo, un pacto que no iba contra nadie, sino solamente contra el terrorismo, pero desde luego era la expresión de la importancia que el Partido Socialista ha dado siempre a la lucha contra el
terrorismo y a la necesidad que tenía en ese momento el Gobierno del Partido Popular de sentir el máximo respaldo del partido de la oposición, que era alternativa de Gobierno en ese momento, el Partido Socialista. Cuando se hizo el Pacto por las
libertades y contra el terrorismo, que como su propio nombre indica va contra el terrorismo y no contra otra cosa, en el año 2000 el Partido Socialista era consciente de que el Gobierno tendría más fuerza ante los terroristas si aparecía respaldado
por el PSOE. El Partido Socialista hace ese pacto para darle fuerza al Partido Popular en el Gobierno. Ese es el sentido de ese pacto y no por casualidad en el artículo primero de ese acuerdo se dice que el Gobierno dirige la lucha contra el
terrorismo y la oposición respalda al Gobierno en esa lucha.
Eso lo estuvo promoviendo un partido que estaba en la oposición, que quiso favorecer y fortalecer frente al terrorismo a un partido que estaba en el Gobierno, en ese caso al Partido
Popular. Qué diferencia entre lo que vemos en este momento y lo que hizo entonces el Partido Socialista.
(Aplausos.)


El desarrollo del Pacto por las libertades y contra el terrorismo consistió en la aplicación de los criterios clásicos de la lucha antiterrorista, es decir, la eficacia policial, la colaboración internacional, la unidad democrática e incluso
el veto a partidos que utilizaban subrepticiamente las posibilidades de la democracia para apoyar el terrorismo. De ahí surge la Ley de Partidos, también un ejemplo de colaboración del partido de la oposición, el Partido Socialista, con el partido
del Gobierno, el Partido Popular. De ahí surge esa Ley de Partidos, que ha sido una ley muy importante y que seguro que ustedes consideran como una gran aportación de esa época, en la que tenían prácticamente solo el apoyo del Partido Socialista en
la oposición. La fuerza y la aplicación de estos criterios esenciales, la unidad y el apoyo al Gobierno, sin duda permiten ir ganándole terreno al terrorismo, ir derrotando política y policialmente al terrorismo, lo que permite una resolución del
Congreso de los Diputados, del año 2005, que incrementa sin duda la debilidad de la banda terrorista, que termina declarando un alto el fuego permanente en marzo de 2006. La acción del Gobierno en ese momento es la de constatar los hechos de la
ausencia de violencia, es decir, se inicia un proceso de constatación. El Gobierno no podía actuar de otra forma, no podía ser otra la respuesta del Gobierno, que sabe que el pueblo español y el vasco anhelan el fin de la violencia y que no podía
pasar por alto ni los meses sin asesinatos ni la declaración unilateral de la banda terrorista. Solo en junio de 2006 el presidente del Gobierno comunica en el Congreso su voluntad de autorizar contactos con la organización terrorista ETA,
encaminados a constatar su voluntad de cese definitivo de la violencia. Aquí empieza el acoso y derribo del Gobierno por parte del Partido Popular de una forma muy clara. Un Partido Popular que se equivoca de enemigo porque el enemigo no es el
Gobierno, el enemigo es ETA. Ese es el enemigo de todos los demócratas y ustedes se equivocan de enemigo desde ese momento. (Aplausos.) Solo la organización terrorista es la responsable del terrorismo y de su reanudación. El Gobierno democrático,
en este caso, el Gobierno socialista, debe contar con todo el respaldo de los demócratas para aplicar en cada momento en la lucha antiterrorista la estrategia y la táctica más adecuadas para conseguir el fin de esa lacra de nuestra democracia. Sin
embargo, el Partido Popular no actuó así. Cuando un Gobierno democrático inicia un proceso de contacto con una organización terrorista encaminado a su fin, la obligación de todos los demócratas es cerrar filas en torno al Gobierno para reforzarle.
Esa es la obligación de todos los demócratas.
Así lo hizo el Partido Socialista con el Gobierno de Aznar. Cuando una banda terrorista emite una declaración, la obligación de los demócratas no es hacer de altavoz de la banda terrorista y darle más
credibilidad que lo que dice el Gobierno democrático, que es lo que sistemáticamente ha estado haciendo el Partido Popular, hablando de pactos inconfesables con la banda terrorista, de invenciones, de fábulas y de cesiones sobre Navarra; mentiras
absolutas que sistemáticamente ha estado organizando el Partido Popular, en vez de darle credibilidad a un Gobierno democrático en la lucha contra el terrorismo, que es la clave, el núcleo, uno de los grupos básicos de acción antiterrorista durante
toda la democracia española. Lo cierto es que durante todo el alto el fuego, el Gobierno y el conjunto de los aparatos del Estado se han mantenido dentro del marco de los criterios tradicionales de la lucha antiterrorista definidos por todos los
demócratas. Basta repasar sus diversos contenidos y contrastarlos con la realidad en los últimos meses.



¿Cómo se puede hacer ese regalo a ETA diciendo esa frase -otra frase desafortunada y lamentable que hemos escuchado esta tarde-de que ETA está más fuerte ahora? ¿Cómo se le puede hacer ese regalo a ETA? ¿Cómo puede decir eso un partido que
consideró que ETA era la culpable de haber producido 200 muertos en los atentados de Atocha? Ese partido que consideró entonces a ETA la culpable de eso, hoy dice que ETA está más fuerte. (Aplausos.) Son bazas incomprensibles que se le dan a ETA,
incomprensibles desde cualquier lógica democrática. Por otra parte, las cifras son absolutamente apabullantes. ¿Cómo se puede decir que está ETA más fuerte en esta legislatura, en donde ha habido 242 detenidos, 137 en España y 105 en Francia; en
donde ha habido 142 sentencias por delitos de terrorismo, con 240 condenados en los años 2005 y 2006; en donde en dos años la fiscalía ha presentado 142 escritos


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de acusación por delitos de ETA; en donde se ha detenido en Francia, el 3 de octubre de 2004, a la cúpula de ETA? El máximo dirigente de la banda terrorista Mikel Antza y Soledad Iparraguirre fueron detenidos en el que se considera el
golpe más importante a ETA desde el año 1992, en que fue desmantelada la cúpula de la banda terrorista en Bidart. ¿Se puede decir que ETA está más fuerte, con estos datos incontrovertibles? Estos datos deberían exhibirse como una expresión de la
fuerza del Estado de derecho y no ocultarse para evitar hablar de esa fuerza y de paso debilitar al Gobierno y debilitar la confianza en el Gobierno democrático.
(Aplausos.)


La actuación del Gobierno ha estado movida, como en el caso de los anteriores gobiernos, por la voluntad de poner fin a la violencia terrorista sin pagar ningún precio político. Esta firme determinación de los demócratas hace que el fin de
la violencia dependa exclusivamente de ETA. El criminal atentado del 30 de diciembre, con la muerte de dos ecuatorianos, en la terminal 4 de Barajas como consecuencia de la bomba colocada por ETA solo permite concluir que los terroristas no han
asumido las exigencias irrenunciables de la democracia, es decir, nadie puede utilizar la violencia en la política ni puede justificarla ni ampararla.
En la política solo cabe el empleo de los medios pacíficos.



Estamos ante una nueva situación. Ha acabado el alto el fuego y ETA ha reiniciado su actividad terrorista. Ante esta nueva situación el Gobierno de España y las fuerzas democráticas no pueden ofrecer otra respuesta que la elaborada
conjuntamente a lo largo de los muchos y duros años de lucha contra el terrorismo. El presidente del Gobierno se ha referido con detenimiento a la respuesta necesaria a este nuevo desafío de ETA. Sin embargo, estamos en un momento, en contra de
los agoreros, en que contamos con instrumentos más eficaces de represión. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han demostrado sobradamente su capacidad de reprimir e incluso prevenir actuaciones terroristas, aunque al igual que ocurre con
las otras formas de delincuencia no pueden impedir completamente su aparición. La colaboración internacional es más fuerte que nunca y la organización terrorista tiene enfrente no solo a las instituciones democráticas españolas, sino al conjunto de
la Unión Europea y de otros ámbitos internacionales. Y la coincidencia de las fuerzas democráticas puede ser hoy más amplia que nunca. Realmente, una de las cosas que han sucedido en el llamado proceso de paz es que se han sumado más fuerzas aún
al conjunto de las fuerzas democráticas contra ETA, nítidamente contra ETA, con un aislamiento político y social mayor aún de ETA, en un momento en el que hay una coincidencia de fondo, real, en cuanto a los objetivos de política antiterrorista como
nunca la ha habido. En esta Cámara, todos coincidimos, incluyendo al Partido Popular, en elementos tan esenciales como que hay que combatir a ETA con los instrumentos del Estado de derecho, o que no cabe precio político frente al terrorismo, o que
nadie que no rechace la violencia puede actuar en democracia. En eso hay una coincidencia, con el Partido Popular también, cuya discrepancia no es capaz de ser apoyada en ningún elemento de fundamento real y objetivo, es simplemente porque no. Yo
me separo del Gobierno y de las fuerzas democráticas porque no. Ese ha sido el resumen de lo que ha dicho esta tarde aquí el señor Rajoy. (Aplausos.) Ninguna fundamentación real, ninguna fundamentación consistente. Todas las fuerzas democráticas
podemos coincidir más que nunca en la unidad frente al terrorismo y cometeríamos un error los demócratas si, en lugar de enfrentar unidos la actual realidad del terrorismo y la exigencia de hacerle frente todos unidos, nos dedicásemos a dividirnos
por cosas del pasado. No tiene sentido discutir entre los demócratas sobre los límites o no, las ventajas o no del Pacto antiterrorista. Lo que nos demanda el conjunto del pueblo español, y lo hemos visto el sábado -los que hemos ido a la
manifestación de Madrid o de Bilbao lo hemos visto mucho más claramente que los que no han ido; el pueblo español lo ha dicho con toda claridad en las calles-, lo que nos han dicho centenares de miles de personas es que tenemos que afrontar unidos
la actual etapa de lucha contra el terrorismo, porque eso es lo que realmente preocupa a los ciudadanos. Con el liderazgo del Gobierno, con firmeza contra el terrorismo, con unidad, en pro de ese objetivo de unidad el Gobierno se ha puesto a
trabajar y está marcando claramente sus objetivos, como ha señalado hoy el presidente del Gobierno, a través de la propuesta que ha hecho de convocatoria del Pacto antiterrorista, a través de los encuentros del ministro de Interior con los grupos
parlamentarios, proponiendo ese gran consenso, que puede ser unánime -hay condiciones para la unanimidad en ese gran consenso-, frente al terrorismo de todas las fuerzas democráticas. El Grupo Socialista, señor presidente del Gobierno, le apoya
absolutamente en esa propuesta que usted ha hecho hoy aquí y en esa idea de impulso hacia ese gran consenso democrático, que es en última instancia la expresión de lo que quiere el pueblo español. Por tanto, cuenta con nuestro grupo para ese
objetivo de Estado, ese objetivo histórico, fundamental, que esta tarde usted nos ha planteado a los grupos políticos, a los representantes de la soberanía popular. Es el momento, por tanto, señorías, de que todas las fuerzas democráticas cerremos
filas en torno a los principios y criterios que tradicionalmente han expresado la lucha de la democracia española contra el terrorismo, reiterando que por encima de discrepancias, que son legítimas entre demócratas, hay una convicción común y es que
la democracia española es incompatible con el terrorismo. Terrorismo cuya derrota es inapelable y cuyo fin cuanto antes se produzca, mejor, sin que pueda esperarse ningún tipo de precio político por ello.



Yo quisiera hacer una reflexión aquí -para ir terminando, señorías-sobre los 30 años de democracia española. En 30 años de democracia española no ha habido una sola cesión al terrorismo, ni un milímetro se ha cedido al terrorismo, nunca;
en los momentos peores,


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en los momentos no tan malos, nunca, a pesar de que ETA ha tenido en algún momento un apoyo social, que ha ido perdiendo afortunadamente. Esto prueba que hay una confianza de fondo de la sociedad española, de los españoles y de las
españolas, en que nuestra democracia es una democracia sólida, que no va a ceder nunca ante el terrorismo, que nunca va a conceder un precio político al terrorismo. Esa es una confianza que está metida en las entrañas de la memoria de la democracia
española en todos los ciudadanos y ciudadanas, la confianza en nuestra democracia, en nuestras instituciones y en el Gobierno que en cada momento dirija el país. (Aplausos.)


Hoy, el señor Rajoy, en su intervención, ha querido minar esa confianza.
Ha sido lo peor de su intervención. Lo peor de la estrategia que llevan ustedes es que intentan minar la confianza en el Gobierno frente al terrorismo, y eso es
absolutamente inútil porque la sociedad española tiene muy claro que cuando hay que luchar contra el terrorismo, está con el Gobierno y que cuando hay un atentado, está aún más con el Gobierno.
Eso es lo que sabe muy bien la sociedad española y no
caben discursos que intenten minar, debilitar la confianza en el Gobierno español, en la sociedad española. (Aplausos.) Fíjense qué diferencia. El señor Rajoy, esta tarde, ha intentado descalificar la acción del Gobierno, debilitarla, quitarle
credibilidad en la lucha contra el terrorismo. Eso es lo que ha intentado. El presidente del Gobierno, ¿qué ha intentado? El presidente del Gobierno se ha dirigido a los ciudadanos, se ha dirigido a los demás grupos y se ha dirigido a ustedes, se
ha dirigido al PP, para que se sumen a todos los demócratas. A eso ha venido hoy aquí el presidente del Gobierno, en un mensaje unitario frente al lamentable mensaje derrotista, mensaje para minar la credibilidad en las instituciones frente al
terrorismo cuando más necesaria es la confianza en las instituciones, cuando se ha producido un terrible atentado terrorista que ha costado la vida a dos personas. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!)


Este mensaje de unidad democrática, señor presidente, está basado en la convicción de que la democracia española va a vencer al terrorismo. El pueblo español no ha perdido la perspectiva del fin del terrorismo, no la ha perdido en absoluto,
y este mensaje que hoy ha traído el presidente del Gobierno es el que dará nuevamente al pueblo español la confianza de que el conjunto de la clase política comparte y actúa en coherencia con la voluntad inequívoca del pueblo español -y del pueblo
vasco, por cierto-, manifestada reiteradamente en procesos electorales, expresada reiterada y últimamente de una forma clamorosa, evidente, muy visible, muy potente en las calles en Madrid, en Bilbao y en otras ciudades, la voluntad de que termine
cuanto antes esa lacra de la democracia española que es el terrorismo etarra.



Muchas gracias, señor presidente. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Gracias.



Señor presidente del Gobierno, su turno.



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodrí­guez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.



Quiero agradecer al portavoz del Grupo Socialista sus palabras y su apoyo, y agradecer a todos los grupos de la Cámara, a todos, incluso a aquel que no ha dado el apoyo, la posición que han tenido. Tengo plena confianza en cuál es la
voluntad última de los 350 diputados que hay en esta Cámara, que es la voluntad de los más de 40 millones de españoles, que la democracia se imponga a la violencia y al terror; tengo la confianza en que ese objetivo se va a conseguir, tengo la
confianza en que lo haremos todos juntos y tengo la confianza en que ETA sabe que, a pesar de nuestros debates, estamos absolutamente decididos a ver su fin en muy poco tiempo.



Muchas gracias. (Prolongados aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.



El debate ha concluido. Se levanta la sesión.



Eran las nueve y treinta minutos de la noche.