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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 106, de 14/10/2002
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DIARIO DE SESIONES DE LAS CORTES GENERALES


COMISIONES MIXTAS


Año 2002 VII Legislatura Núm. 106

PARA LA UNIÓN EUROPEA

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JOSEP BORRELL FONTELLES

Sesión núm. 43

celebrada el lunes, 14 de octubre de 2002,

en el Palacio del Congreso de los Diputados



ORDEN DEL DÍA:


- Comparecencia del señor secretario de Estado para Asuntos Europeos (De Miguel y Egea) para informar sobre el seguimiento del proceso de ampliación en el marco del Consejo Europeo de Bruselas. Por acuerdo de la Comisión Mixta. (Número de
expediente del Congreso 212/001343 y número de expediente del Senado 713/000647.) ... (Página 2594)


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Se abre la sesión a las doce y cinco minutos de la mañana.



El señor PRESIDENTE: Buenos días. Damos la bienvenida al señor secretario de Estado. Nos congratulamos de que hayamos podido encontrar una intersección no vacía entre su agenda y la nuestra, de manera que ha habido un punto que pertenecía
a la vez al conjunto de lo posible por su parte y por la nuestra, antes de que se desarrollen los acontecimientos de la presidencia danesa.



Sin más prolegómenos, tiene la palabra el señor secretario de Estado.



El señor SECRETARIO DE ESTADO PARA ASUNTOS EUROPEOS (De Miguel y Egea): Esta comparecencia, naturalmente obligada, porque ya lo habíamos hablado con el presidente y con miembros de la Comisión para que se celebrara cuanto antes, con la
única condición de que tendría que tener lugar, por un principio elemental de cortesía, inmediatamente después de la primera que iba a tener la ministra, que fue hace una semana, es particularmente bienvenida no solamente porque trata de un tema de
actualidad, sino porque además es una comparecencia que se inscribe en la preparación del Consejo Europeo extraordinario que tendrá lugar los días 24 y 25 de este mes. Un consejo extraordinario que estará dedicado exclusivamente a la ampliación;
es decir, el orden del día del próximo consejo es muy sencillo, son dos puntos: ampliación y Kaliningrado. Como todos sabemos, Kaliningrado es uno de los temas que deriva de la ampliación. Voy a exponer cuál es el estado actual y las perspectivas
del proceso de las negociaciones de ampliación y, al mismo tiempo, plantearé todas las cosas que están encima de la mesa de cara al Consejo Europeo y después tendré mucho gusto en responder a SS.SS., si quieren precisiones sobre los temas que se van
a tratar puntualmente en el Consejo Europeo. La ministra de Asuntos Exteriores ya tuvo ocasión, el pasado día 8, ante esta misma Comisión Mixta, de exponerles las líneas generales en materia de ampliación del departamento, y espero que no se
sorprendan SS.SS. si en el curso de mi intervención, alguna de las ideas anticipadas por la ministra vuelven a ser reiteradas hoy.



Quisiera iniciar esta intervención insistiendo en el hecho de que España continúa plenamente comprometida con la prioridad política, el alcance histórico y la irreversibilidad que los Quince venimos otorgando al proceso de ampliación en
curso. Nos acercamos ya al final del proceso y, consiguientemente, al momento crítico de la verdad, en el que las voluntades políticas de unos y de otros, es decir, de los Estados miembros y de los países candidatos, deben traducirse en hechos
concretos. La contribución de la presidencia española a las negociaciones de adhesión es algo de lo que podemos estar legítimamente satisfechos, porque creo que ahí cumplimos no solamente la tarea que nos había sido encomendada, sino que fuimos
incluso más lejos de esa tarea -eso ya lo hemos debatido en esta Comisión Mixta- y agradezco el reconocimiento que tuvo la Comisión Mixta por la labor que había realizado el Gobierno en este tema y, particularmente, la Secretaría de Estado de
Asuntos Europeos. Ahora, después de haber dejado las cosas claras y fijadas para el mes de diciembre en el Consejo Europeo de Sevilla, el siguiente hito era el informe de estrategia sobre la ampliación que la Comisión había anunciado, que ya ha
hecho público el día 9 del presente mes de octubre, me imagino que ya está en poder de todas SS.SS. y al que me referiré en diferentes ocasiones de mi intervención. Este informe traduce con fidelidad la trascendencia del momento, de la cual se han
hecho eco los medios de comunicación, porque lo hemos visto en todos los periódicos. No hay duda, yo creo que ya está claro, a todos los niveles de opinión de la Unión, de que estamos enfrente del gran reto de la Unión en los próximos años.



Durante el semestre pasado, como dije, las negociaciones se situaron en la recta final. Fuimos capaces de cumplir el road map, como he dicho, la hoja de ruta que teníamos asignada y tuvimos posiciones comunes en todos los capítulos
pendientes que nos correspondían durante el período de nuestra presidencia. En cifras que ya la ministra de Asuntos Exteriores adelantó a esta Comisión Mixta, se negociaron un total de 96 capítulos, de los cuales 52 se cerraron provisionalmente y
22 se abrieron por primera vez. Naturalmente, tal y como estaba previsto, las cuestiones de mayor calado financiero deberán resolverse ahora en esta última etapa.



A partir de las conclusiones y de los calendarios acordados en Sevilla y confirmados en la posterior reunión Gymnich, que tuvo lugar el día 30 de septiembre, me parece, la presidencia danesa asumió la tarea de rematar las negociaciones. Su
programa de trabajo es ambicioso y realista, pero sobre todo es un programa necesario si queremos cumplir los compromisos de Sevilla de finalizar las negociaciones, tal y como se había previsto anteriormente en Estocolmo.



La secuencia de los objetivos parciales, en nuestra opinión, será la siguiente. Primero, hay que resolver las cuestiones no financieras antes de octubre y, con ello, se hace referencia a todos esos capítulos técnicos pendientes, ya sea
porque los candidatos no habían alcanzado el grado necesario de preparación, ya porque rechazaron en su día la oferta negociadora de la Unión Europea. Tal es el caso, por ejemplo, del capítulo de transportes de la República Checa o el de
instituciones, también con checos y con húngaros, en el que ya todo el mundo conoce que reclaman dos escaños adicionales en el futuro Parlamento Europeo.



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El segundo hito en el próximo Consejo Europeo de Bruselas y sobre la base de las recomendaciones contenidas en el informe de estrategia de la Comisión, será la designación de los países que podrán concluir las negociaciones a finales de año
que serán, con toda seguridad, los 10 que ya se anunciaron en Laeken y que están incluidos en el mencionado informe de estrategia de la Comisión de 9 de octubre que ustedes conocen. En este Consejo Europeo también se pretenden adoptar los
principios de política que permitan anunciar a los candidatos el paquete financiero pendiente.



En tercer lugar, entre noviembre y diciembre se negociará dicho paquete financiero con tiempo suficiente para la conclusión en el Consejo de Copenhague con los países que estén realmente preparados. Finalmente, la firma del tratado de
adhesión se prevé, como todos recordamos -si todo va bien y se concluye en diciembre- para la primavera del año 2003. Mejor antes que después porque ya sabemos que el gran problema que vamos a tener son los plazos de ratificación para poder cumplir
con los objetivos que nos hemos marcado de que los países candidatos puedan concurrir a las elecciones al Parlamento Europeo de junio del año 2004. No podemos pensar que vayamos a tener un mínimo de 12 meses de período de ratificación cuando
conocemos la lentitud con la que trabajan muchos parlamentos y, sobre todo, la lentitud adicional que muchos países candidatos han impuesto en su sistema, ya que muchos van a convocar referéndums, es decir convocatorias populares que naturalmente
llevan su tiempo. Es cierto que quedan por resolver algunas cuestiones especialmente sensibles que la hoja de ruta dejó para las fases finales de la negociación, con las dificultades y los riesgos que esto comporta y que nosotros señalamos cuando
ostentábamos la presidencia. Entre las dificultades de esta parte que se llama técnica está el capítulo de la política de competencia en algunos países que no han sido capaces de cerrarlo y que tiene una profunda carga política, y el paquete
financiero final y, en especial, su relación con el capítulo agrícola. A medida que las negociaciones avanzan queda cada vez más de manifiesto que la política de competencia y su aplicación íntegra por los países candidatos plantea problemas
crecientes y revela toda su sensibilidad. Este capítulo sigue abierto con cinco países: Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia y Malta. El buen funcionamiento del mercado interior exige un cumplimiento riguroso de las reglas del juego.
Las prácticas desleales tienen un efecto pernicioso grave y favorecen fenómenos de deslocalización no justificados. El grupo de trabajo del Consejo acaba de iniciar la discusión de este tema, España se ha mostrado hasta ahora especialmente firme en
esta materia y continuará abogando por la aplicación de unas condiciones de competencia iguales para todos. No es superfluo recordar en estos momentos que los acuerdos de asociación o acuerdos europeos firmados a comienzos de los noventa con los
países de Europa central establecían ya la obligación para estos de introducir normas de competencia similares a las previstas en el tratado. Las carencias durante estos años en el cumplimiento de las obligaciones pactadas en los acuerdos de
asociación generan hoy las dificultades a las que se enfrentan las negociaciones de ampliación.



Queda también por negociar y finalizar el paquete financiero final que incluye como cuestiones previas la concesión o no de ayudas directas, la fijación de las cuotas de producción y los períodos de referencia en el capítulo agrícola y, por
último, una fórmula de compensación presupuestaria que evite que los futuros Estados miembros sean contribuyentes netos en los primeros años. En este punto, particularmente sensible para los países candidatos y al que la Comisión se refiere en el
mencionado informe de estrategia, se mantienen las diferencias en el seno del Consejo. En todo caso, la solución que se adopte debe pasar necesariamente por el respeto al acervo vigente y los techos financieros de Berlín, evitando toda vinculación
con la reforma de políticas comunes, que deben seguir sus propios calendarios y procedimientos. Nuestra posición ha sido y es rotundamente favorable a la concesión de pagos directos, con los períodos transitorios que se acuerden, y a una
compensación presupuestaria, bien por la vía de una suma a tanto alzado, tal como defienden en la Comisión la mayoría de nuestros socios, o bien por la vía de aportaciones graduales al presupuestos comunitario, como pretenden todos los candidatos.
En materia de cuotas, esperamos las propuestas de la Comisión, que está manteniendo consultas técnicas con todos los candidatos, pero no se olvide que cualquier ajuste al alza tiene su inevitable impacto presupuestario. Estoy hablando de las cuotas
necesarias para fijar la base de los pagos del FEOGA -cuotas lácteas y otro tipo de cuotas de producción de carne y cereales fundamentales, que son los productos continentales que generan la mayor parte de los pagos directos.



El Consejo de Asuntos Generales y de Relaciones Exteriores, que es la nueva denominación -y voy a decir una palabreja aquí, en esta Comisión, para que ya suene porque es la que se utiliza ahora-, CAGRE -antes se decía CAG-, el próximo día 21
de octubre, y el Consejo Europeo, los días 24 y 25 de octubre, deberían definir la oferta financiera de la Unión a los países candidatos. Esta será, con toda seguridad, la cuestión central del orden del día del Consejo de Bruselas, pero además
figurarán otros temas que el Consejo deberá preparar con vistas a diciembre.



Los aspectos institucionales por negociar cubren una amplia de problemas: los eventuales arreglos transitorios para el año 2004, porque recordemos que en Niza los nuevos arreglos empiezan a partir del año 2005, antes de las elecciones al
Parlamento Europeo, que podían resolverse mediante un mecanismo de


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extrapolación de las reglas vigentes; el orden de rotación de presidencias que termina precisamente ahora y que habrá que preverlo a partir del año 2005 o a partir del año 2007 porque esa es la solución que se está barajando, y luego los
principios para repartir los 50 escaños de Bulgaria y Rumanía mientras no sean miembros de la Unión, que todo parece indicar que no será hasta el año 2007. También hay que determinar el umbral de mayoría cualificada o de bloqueo a aplicar después
del 1 de enero del año 2005, donde propugnamos la solución más acorde con el Tratado de Niza. Hay margen para llegar a compromisos globales en todos estos temas: rotación de presidencias, nuevo umbral de mayoría cualificada y reparto de los
escaños.



Por lo que se refiere a Bulgaria y Rumanía, que han quedado fuera, como todo el mundo conoce, me parece que nuestra posición, que coincide con la de la mayor parte de los países de la Unión, es la de apoyar a Bulgaria y Rumanía en sus
esfuerzos de preparación para la adhesión, de forma que en Compenhague se adopte un programa de trabajo concreto y actualizado y una estrategia de preadhesión reforzada que debería contemplar el incremento de la ayuda financiera a partir de los
recursos de preadhesión que liberarán los nuevos Estados miembros y un calendario más preciso de negociación. El informe de estrategia de la Comisión sugiere como fecha objetivo para el ingreso de Bulgaria y Rumanía, el año 2007, propuesta que
desde luego a España y a la mayor parte de los países miembros parece razonable.



Por lo que se refiere a Chipre, la Unión Europea sigue dando preferencia a la adhesión de una isla reunificada. En Sevilla se hizo un llamamiento a los dirigentes de ambas comunidades chipriotas para que aceleren sus conversaciones con el
fin de aprovechar esta ocasión, que es única, de alcanzar una solución global, confiando en que se produzca antes de la conclusión de las negociaciones de adhesión. Sin embargo, las negociaciones directas entre los líderes de ambas comunidades
siguen bloqueadas no tanto por falta de voluntad ni por Naciones Unidas -porque Kofi Annan ha hecho un nuevo llamamiento- sino porque hay dos razones que las tienen bastante paradas; en primer lugar las elecciones en Turquía el 3 de noviembre, en
donde se abre una nueva etapa política que puede tener mucha incidencia en las negociaciones chipriotas, y en segundo lugar el hecho de que uno de los interlocutores, el presidente de la República Turca del norte de Chipre, señor Denktask, ha sido
operado recientemente a corazón abierto y, por lo tanto, él, que es el único interlocutor, no está en disposición de negociar. Todos sabemos que tanto Klerides como el propio Denktask, que son dos veteranos de la época de Chipre, desde el primer
momento del conflicto, son los únicos interlocutores y uno de ellos en este momento está en un hospital -esperemos que se restablezca pronto-, pero, en cualquier caso, no está en estos días en condiciones de poder dar una respuesta a la llamada del
secretario general de Naciones Unidas. Naturalmente, el Consejo Europeo va a aprobar una sugerencia, que ya se materializó durante nuestra presidencia, como es la asignación de una cantidad específica de dinero para que se puedan llevar a cabo
acciones estructurales inmediatas en la parte norte de Chipre, y así, en el momento en que haya un acuerdo, se produzca un proceso rápido de reequilibrio de las condiciones económicas y sociales entre el norte y el sur.



En cuanto a Turquía, la Unión Europea se ha congratulado de las nuevas reformas en curso, y, muy especialmente, de las adoptadas el día 3 de agosto, que han significado la supresión de la pena de muerte y el reconocimiento de los derechos
culturales de la minoría kurda. A la espera de las elecciones legislativas del día 3 de noviembre, estamos pendientes de su desarrollo legislativo, en las que se han tomado decisiones, que hay que ver cómo se ponen en práctica, como la introducción
de nuevas mejoras en materia de derechos humanos y del papel del ejército en la sociedad civil. Todo ello va a mejorar las perspectivas de adhesión de Turquía. En Copenhague el Consejo Europeo debe tomar nuevas decisiones sobre la etapa siguiente
a la candidatura de Turquía, según los mismos principios y criterios que se han aplicado a los demás países candidatos. Ankara espera y solicita con insistencia una fecha para el inicio de las negociaciones de adhesión, que la Comisión se ha
abstenido de proponer en su informe, y que, de fijarse, lo estaría sólo a medio plazo y condicionada a la aplicación efectiva de las reformas anunciadas y, naturalmente, por el respeto total a los criterios establecidos en Copenhague en cuanto a los
criterios políticos, económicos y de aplicación del derecho comunitario.



En este informe de estrategia la Comisión propone, como uno de los elementos nuevos esenciales, establecer un marco para el seguimiento. Eso es lo que llaman el monitoring, reforzado con los progresos de los candidatos en la trasposición e
implementación del acervo y los compromisos asumidos en la negociación, con especial énfasis en el fortalecimiento de su capacidad administrativa y judicial. Esto es una cosa nueva, que no pasó en adhesiones anteriores, porque, como permea del
informe de la Comisión, existen todavía serias dudas sobre la capacidad de muchos de los países candidatos, si no de todos, de aplicar el acervo.
Este aspecto del seguimiento de la aplicación del acervo es tanto más necesario a los ojos de la
Comisión cuanto que ésta propone la introducción de unas cláusulas de salvaguardia. Las cláusulas de salvaguardia propuestas harían posible la suspensión de la aplicación de ciertas partes del tratado de adhesión en caso de incumplimiento por parte
de los nuevos países miembros en sus obligaciones en materia de mercado interior. Estas cláusulas podrían esgrimirse a lo largo de un período de dos años después de la entrada en vigor del tratado


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de adhesión. Así mismo, la Comisión propone una cláusula de salvaguardia sui generis, aún no definida, en materias relacionadas con Justicia e Interior. Finalmente, la Comisión también propone que, seis meses antes de la adhesión, un nuevo
informe refleje la situación de la adopción y aplicación efectiva del acervo comunitario en dichos países. Es decir, que habrá un nuevo informe de la Comisión a mediados del año que viene, seguramente después de la firma del tratado de adhesión.



Independientemente de las dificultades inherentes al proceso de negociación, concurren otros factores de incertidumbre que pueden interferir en las previsiones actuales y provocar retrasos no deseados.
Se trata de variables tales como el
próximo referéndum irlandés, de 19 de octubre, para el que los sondeos más recientes dan todavía un cierto grado de volatilidad; de algunos procesos electorales en los Estados miembros -Austria es el país donde va a haber elecciones próximamente- y
en buena parte de los países candidatos, y de los referéndums en los futuros Estados miembros y los procesos de ratificación del tratado, siempre largos y complejos, sin olvidar el trasfondo de la cuestión de Chipre, que tiene una extraordinaria
carga política.



El ya mencionado propósito de anticipar o condicionar la reforma de las políticas comunes por parte de los principales países contribuyentes netos puede derivar también en un elemento de profunda controversia, que hasta ahora no ha hecho más
que anunciarse, pero no sabemos si entrará en crisis de aquí a finales de este año. En cualquier caso, el propósito de todos es evitar cualquier demora y seguir adelante con los planes, tal y como se diseñaron en su día en Estocolmo y se han
confirmado en el Consejo Europeo de Sevilla.



Señorías, tenemos un panorama que no está, como se puede observar, exento de obstáculos, pero la ampliación sigue constituyendo la prioridad esencial y el objetivo estratégico fundamental de la Unión en el momento actual. Nuestra meta
continua siendo que pueda hacerse realidad en el año 2004, con la participación de los nuevos socios en las elecciones del Parlamento Europeo de junio, como Estados miembros de pleno derecho. Se trata, sin duda, de una aspiración legítima, de
indudables beneficios, que hará de la futura Unión Europea ampliada un factor añadido de estabilidad, seguridad y prosperidad para el entorno europeo y también sin ninguna duda, para el entorno internacional.



El señor PRESIDENTE: ¿Orden de intervenciones, para que no haya problemas? ¿Grupo parlamentarios que desean intervenir, de mayor a menor, terminando por el Grupo Popular?


Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el señor García Breva.



El señor GARCÍA BREVA: Es una satisfacción para el Grupo Socialista dar la bienvenida, una vez más, al secretario de Estado para Asuntos Europeos para hablar sobre la ampliación. Cuando terminó la presidencia española, después de la cumbre
de Sevilla, hubo comentarios y opiniones muy cualificadas en la Unión Europea que dejaban entrever la posibilidad de un aplazamiento en las fechas previstas para la ampliación. En estos últimos días han ocurrido dos hechos que, aunque parezca que
no tengan relación, me gustaría destacar. Los acontecimientos en torno a Irak no dejan de ser muy preocupantes. También en esta última semana hemos tenido una contestación clara y esperanzadora sobre estos dos hechos, en primer lugar, la decisión
de la Comisión Europea sobre la ampliación mediante ese informe donde los diez Estados candidatos van a tener ya fecha de ingreso en la Unión Europea y a los restantes se les abre también una cierta esperanza y, en segundo lugar, el premio Nobel al
ex presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter, que también deja entrever un cierto deseo en el mundo -en el cual la Unión Europea está presente de manera destacada- para llevar adelante una invitación a la paz y el diálogo.
Esta es una
coincidencia esperanzadora y un estímulo que espero que recoja el Gobierno español.



Respecto a la decisión de la Comisión Europea, coincidimos con el presidente de la Comisión en el sentido de que la ampliación es un deber moral y político para acabar con la división impuesta por las guerras mundiales en Europa y para que
la Unión Europea gane posiciones geoestragégicas en el mundo. Nos sigue pareciendo importante que el cumplimiento del criterio político marcado en Copenhague en el año 1993 tiene que ser esencial, sin admitir ninguna subordinación a los otros
principios. Nos parece importante que se haya llevado a cabo la ratificación de los tratados y convenios internacionales sobre derechos humanos, entre ellos, los protocolos adicionales IV y VII al Convenio Europeo de Derechos Humanos. El protocolo
número IV lo han firmado todos los países candidatos, excepto Turquía y el protocolo número VII lo han ratificado siete candidatos excepto Turquía, Malta y Polonia. Quiero destacarlo como una observación al secretario de Estado y me gustaría saber
por qué España no ha ratificado ninguno de los dos, a pesar de que hay un acuerdo de esta Cámara al respecto. Por tanto, me permito instar al secretario de Estado a que haga gestiones para que esto se pueda cumplir.



Con respecto a la ampliación, me gustaría hacer una observación. Al Grupo Parlamentario Socialista le parece importante que se mantenga el principio de cohesión como principio inspirador de las políticas de la Unión Europea, incluso la
presupuestaria. Es un principio fundamental, ligado al propio concepto de ciudadanía y a los valores que deben inspirar a la Unión Europea para que sea algo más que un mercado y haya


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una integración real de los Estados de la Unión y de los Estados candidatos y no una mera suma.



Nos preocupa también la cuestión -ya se lo plantee en la anterior comparecencia- de las capacidades administrativas. Me gustaría que me explicara cómo se está desarrollando el plan de acción -que me parece que estaba previsto que se pusiera
en marcha en el primer semestre de este año- con respecto a las capacidades administrativas para la aplicación del acervo comunitario y, sobre todo, para gestionar las ayudas financieras y estructurales. En este sentido, no sé qué implicaciones
pueden tener los dos años de salvaguardia, si es una medida que se ciñe exclusivamente al estado de esa capacidad de asumir y aplicar el acervo comunitario o si estas cláusulas de salvaguardia tienen un mayor horizonte, una mayor trascendencia. Me
gustaría que lo explicara con más detenimiento.



Con respecto a Turquía, creo que es muy positivo el acuerdo que se ha tomado en relación con el incremento de la ayuda financiera. Sería bueno que desde la cumbre de Bruselas se mandara una señal clara a Turquía. No se podría entender que
el Consejo Europeo, una vez que ha tomado la decisión de ir adelante con respecto a Turquía, pusiera un freno a este proceso. Por eso, repito, la cumbre de Bruselas debería mandar un mensaje claro con respecto a Turquía, con la prudencia que
aconseja la celebración, de las próximas elecciones en noviembre.



En cuanto a Rumanía y Bulgaria también nos parece satisfactoria la solución que se ha planteado. Sin embargo, me gustaría hacer un comentario en relación con la petición que los dos Estados nos hicieron relativo a cuál podría ser su
estatuto a partir del año 2004, si podría haber alguna señal hacia estos dos Estados candidatos a partir de las elecciones al Parlamento Europeo que se celebren en el año 2004.



En general, el Consejo de Bruselas debe definir con claridad los calendarios frente a la posibilidad que se puede dar en estos países de incremento del euroescepticismo si esos calendarios se dilatan o no aparecen reflejados con claridad.
En la anterior comparecencia me permití indicarle lo que habían manifestado aquí, en el Senado español, el 8 de junio pasado las representaciones de los distintos parlamentos nacionales de los países candidatos. Aunque sea reiterativo, voy a
resumirle algunas. Me parece importante recordar cómo Polonia hacía mención al déficit democrático de la Unión Europea y a que el proceso de integración debería servir para fortalecer la democracia y el papel de los parlamentos nacionales. También
Eslovaquia nos llamó la atención sobre el peligro que puede suponer la dilatación del proceso de adhesión. Ellos decían que había que tener mucho cuidado con no estar en el banquillo de la adhesión demasiado tiempo. Los representantes de Rumanía
hablaban de que la ampliación no debe verse sólo como un proceso económico, sino como una necesidad política y hablaban de la ampliación como una cuestión existencial y fundamental para los países candidatos. Estas frases reflejan la preocupación
acerca de que la ampliación debe verse en una dimensión de fortalecimiento de la democracia en estos países candidatos; de ahí la importancia de un proceso que realmente merece la pena y que es una gran oportunidad para la paz, para la democracia y
también para el bienestar de los españoles.



En temas concretos de la política agraria común he creído entender al señor secretario de Estado que España es favorable a los pagos directos, pero no sé si ha hablado de calendarios o porcentajes -sí lo ha hecho de cuotas- y desearía una
expresión más concreta acerca de la postura del Gobierno y del Estado español en este momento en esta cuestión. En el tema financiero, que se ha dejado para el final, todo lo que ha dicho el secretario de Estado es que al parecer todo se deja para
2007. Eso por un lado tranquiliza, pero no deja de ser preocupante porque en 2007 se van a acumular demasiados problemas y no sé si llegaremos con el sosiego necesario para encontrar la mejor solución. En cualquier caso le plantearé tres
criterios, en nombre del Grupo Parlamentario Socialista, que nos parecen importantes. En primer lugar, que es posible la sustitución de una partida por otra. En segundo lugar, que la limitación del presupuesto en términos de producto interior
bruto no se corresponde ahora mismo con la ambición política y con lo que representan los objetivos trascendentales de la ampliación, y me estoy refiriendo al límite del 1,27 por ciento del producto interior bruto de la Unión Europea. Eso me lleva
a la tercera conclusión: que no debemos aplicar la actual política financiera de la Unión Europea como un dogma, sino hacerlo con flexibilidad, con sentido común europeo, como decía ayer en un artículo Jordi Sevilla.



También quisiera que nos explicara más detenidamente cuál es la posición española respecto al reparto de escaños, una cuestión que ha planteado muy rápidamente. Deseo que nos haga un comentario, aunque sea breve, sobre cómo se percibe la
ampliación en el interior de España. Nos ha dicho cómo se está planteando la ampliación a nivel político y yo quisiera algún comentario acerca de cómo percibimos la ampliación los españoles y la sociedad española. En esa cuestión quisiera
remitirme a la encuesta del CIS del mes de julio de este año, donde figuran unos datos que si no son preocupantes si son para tenerlos en consideración por parte del Gobierno. Quedaba reflejado en esa encuesta que el 35 por ciento de los españoles
no tiene formada una opinión sobre la ampliación y que un poquito más del 30 por ciento piensa incluso que puede tener consecuencias negativas. Estos datos han empeorado la percepción que la sociedad española tiene del proceso de ampliación y no me
parece positivo porque puede hacer cundir un cierto euroescepticismo en la sociedad española y, lo que es más grave -y es algo que me va a perdonar que le reitere tanto en las comparecencias


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sobre la ampliación como en las de presupuestos-, un alejamiento de los ciudadanos no sólo respecto a la importancia de la ampliación, sino del proceso de construcción europea. Como yo siempre intento buscar una traducción presupuestaria a
estos conceptos tan trascendentales y no la encuentro, tengo un reflejo en la encuesta del CIS para volver a plantearle lo que ya he hecho tantas otras veces y que es insistir sobre algo que me parece fundamental, que es el respaldo de la opinión
pública y de la sociedad española a un proceso tan vital para el futuro y creo que para el bienestar de los españoles.



No quiero extenderme -si no el presidente de la Comisión me va a quitar la palabra- en lo que es el Plan marco 2001-2004 para la ampliación, que se presentó aquí y del que tuvimos ocasión de comentar algo en la Comisión de Asuntos Exteriores
al hablar sobre el presupuesto de la subsecretaría.
Hay tres datos muy breves que reflejan cuál es la situación de España ante esta ampliación. El comercio español con los países candidatos supone solamente el 2,2 por ciento de las importaciones y
el 2,5 por ciento de las exportaciones, teniendo en cuenta que ha habido un incremento del 28 por ciento en las exportaciones, es decir, a pesar del esfuerzo, estamos todavía en el 2,5 por ciento. Las inversiones españolas a los países candidatos
suponen el 0,1 por ciento, y algo muy importante, la cuota de España en la inversión directa extranjera que están recibiendo los países candidatos es apenas del 0,5 por ciento.



Le voy a dar otro dato que me preocupa más porque es una cuestión que ha salido en estos últimos días en los periódicos con respecto al futuro de la empresa SEAT en España, y es que la inversión en I+D y en nuevas tecnologías de la
información y la comunicación de los países candidatos a la Unión Europea es similar a la que está haciendo España. Y hay un elemento que a mí sí me parece preocupante y es que la cualificación de recursos humanos de los países candidatos es
incluso en algunos aspectos hasta superior a la española. Estos no son datos para alarmarse ni yo lo digo con esa finalidad, sino simplemente porque la ampliación de la Unión Europea es un reto y es una grandísima oportunidad. Como creo que hay
que considerarlo en ese aspecto, doy estos datos porque seguramente requerirían una acción más decidida a nivel presupuestario y a nivel de políticas concretas del Gobierno español y también para que ese estado de opinión pueda mejorar en el proceso
que queda hasta 2006.



Voy a terminar, señor presidente, leyendo una frase un poco larga de Eneko Landáburu, el director general para la ampliación de la UE, que debería haber comparecido en esta Comisión, aunque la verdad es que es muy difícil conseguir que
pudiera venir aquí. Voy a leer un párrafo de una entrevista que publicó precisamente al finalizar la cumbre de Sevilla porque me parece que refleja lo que yo he querido mantener en mi intervención. La realidad -dice Eneko Landáburu- es que
queremos consolidar Europa como un ente geopolítico de 500 millones de habitantes que desarrolla sus propios valores para asegurar a su ciudadanía paz, estabilidad y prosperidad, y no veo que las fuerzas políticas en nuestros países se hayan
movilizado para defender esta idea. Hay indiferencia en la ciudadanía porque no está al corriente de lo que está en juego, pero culpo a los políticos de nuestros países, culpo a los intelectuales y culpo a la comunidad de los mercaderes de no tener
más compromiso con este proyecto y de no empujar más en algo fundamental que puede atraer hacia la idea europea a toda una juventud que pasa de la política porque no ve ningún proyecto que vaya más allá del proyecto individual, y en eso es en lo que
tenemos que trabajar.



El señor PRESIDENTE: Muy hábil su estrategia de ir advirtiendo que el presidente le va a cortar la palabra para poder continuar en el uso de la misma. En cualquier caso, no ha sobrepasado en exceso su tiempo y yo se lo agradezco.



Tiene la palabra el portavoz del Grupo Catalán (Convergència i Unió).



El señor GUARDANS I CAMBÓ: Es muy oportuna la cita que ha traído a colación el portavoz del Grupo Socialista al final de su intervención porque lo que pone de relieve con esas palabras, y con muchas otras que se podrían decir en el mismo
sentido, es el espectacular foso que hay en este momento entre aquello de lo que estamos hablando y el interés político y social que suscita. Es una cosa que algún día alguien tendrá que estudiar y examinar en profundidad porque aquí ya no estamos
hablando en general de si los ciudadanos no sienten lo suficiente la Unión Europea o no, estamos hablando de algo que es un desastre sobre nuestra propia gestión, incluyendo desde el último diputado de la última circunscripción hasta el presidente
del Gobierno, y en este ámbito podemos usar la primera persona del plural. Me parece bien la referencia a todos los intelectuales, a todos aquellos que tienen por obligación analizar la realidad y valorarla, incluyendo los analistas en los medios
de comunicación.



Es brutal que estemos hablando de la decisión tomada a plazo fijo de la ampliación de la Unión Europea, donde lo único que quedan son cuatro tecnicalidades, tecnicalitis, valga el palabro, y que la sensación que esté dando sea que estamos
hablando del importe de la subvención a la aceituna y si va a ser algo superior o inferior, pero no de lo que supone integrar en un proyecto político brutal a toda esa gente, ante esos millones y millones de personas que hasta ahora estaban fuera.
Esto es algo que, insisto, deberá preocupar porque puede tener gravísimas consecuencias a medio plazo, e incluso a corto, en aquellos países en los que todo este proceso que no diré tan de forma secreta, pero tan discretamente -voluntariamente o no,
al menos si medimos el impacto mediático- se está llevando a


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cabo. En muchos casos, ese proceso tendrá que pasar por sus propios procesos de referéndum en los distintos países; no digo ya las ratificaciones de los tratados de adhesión, sino en algunos casos referéndum sobre los tratados de adhesión.
Lo que hemos visto con Irlanda se podría multiplicar por mucho en este momento. ¿De quién es la culpa? No lo sé. Usted representa aquí al Gobierno español y le doy esa cuota parte, aunque a lo mejor la podemos compartir entre todos, cada uno en
función de su propia representatividad, pero me parece extraordinariamente grave.



Dicho esto, agradezco mucho las explicaciones que nos ha dado y me voy a centrar sólo en tres temas menores, porque creo que en este momento o hacemos gran retórica o entramos en el detalle, pero cada vez hay más espacio para el término
medio. O entramos a preguntar -cosa que yo no voy a hacer- el detalle de las consecuencias financieras tal como están en este momento o cómo encaja o no la reforma de la PAC respecto a la ampliación, el esfuerzo por separarla, la perspectiva, los
pagos directos; es decir, entramos en la letra más pequeña o nos quedamos en un discurso retórico sobre la importancia de la ampliación. Y sobre eso algunos ya hemos hecho suficientes en estos últimos años.



Voy a ser breve y a centrarme en tres temas. Uno, que nos informe, no de lo que se está cociendo, sino concretamente de la posición de España en esas posibles salvaguardas a introducir en los tratados de adhesión, por las cuales se
permitiría suspender los beneficios y los derechos de los nuevos países miembros si el acervo comunitario no se ha aplicado suficientemente bien en un plazo de dos años que, según tengo entendido, podría ser incluso superior. Sabemos que eso está
ahí, pero lo que no sabemos es dónde está España exactamente en esa posición, qué es lo que va a defender y en qué términos. Ese creo que es el sentido último de su comparecencia: informarnos -cosa que le agradezco sinceramente- y a partir de ahí
pronunciarse, en nombre del Gobierno que usted representa.



En segundo lugar, un tema que a algunos les parecerá menor y que a mi grupo político y me atrevo a decir -sé que puede sonar pedante- a la sociedad en la que yo me incardino no le parece menor, sino tremendamente importante, que es el tema
lingüístico después de la ampliación. Sé que cada vez que se menciona ese tema a algunos se les ponen los pelos como escarpias, pero hay que empezar a mencionarlo, hay que empezar a decir las cosas en voz alta y hay que saber hacia dónde se va y,
sobre todo, saber si el Gobierno español, que también es mi Gobierno y el de todos los catalanes, en este punto está representando también a la lengua catalana en este asunto o considera que no tiene nada que ver con ella o que no va nada con él.
Podemos entrar en grandes debates jurídico-constitucionales sobre el futuro europeo, pero eso vaya a explicarlo a un ciudadano de Girona. El ciudadano de Girona lo que empieza a tener cada vez más claro (y lo tendrá mucho más claro a partir del año
2004, y con él otros millones de catalanes, de vascos y de gallegos, pero yo puedo hablar más o menos en nombre de unos cuantos cientos de miles de catalanes), lo que tiene cada vez más es la sensación de que entran en la Unión Europea con pleno
derecho Estados que son más pequeños que la ciudad de Barcelona en población, que hablan su lengua menos gente que la población de Barcelona y la van a ver perfectamente reconocida, perfectamente integrada, con plenos derechos en el ámbito
internacional, con plenos derechos en esa estructura que llamamos Europa y con pleno reconocimiento. Eso se va a hacer insoportable, señor secretario de Estado. Eso es una bomba de relojería que ustedes digieren y asumen. Y, o se ponen al frente
de la manifestación para fijar las condiciones en las que eso puede afectar a la realidad lingüística española, o les va a estallar en las manos, y además socialmente -esto no se lo digo sólo como portavoz de un grupo político-, porque las lenguas
son un problema social. No hay ni un solo grupo político que pueda considerar que hablo en nombre de los catalanoparlantes, sino que son los catalanoparlantes los que, a través de este portavoz, de este grupo grupo o de cualquier otro grupo que
quiera conseguir un solo voto en Cataluña -se lo digo en el sentido más miserable de la política, si quiere verlo usted así- o, digámoslo de una forma más noble, que quiera auténticamente representar a los catalonoparlantes, se encontrarán, en
cuanto la sociedad perciba esta realidad, con que aquí hay algo que no funciona, que no tiene sentido que el catalán sea una lengua de peor condición que las nuevas lenguas que se incorporan a la Unión Europea. Que sea o no una lengua de trabajo,
probablemente no, pero es que posiblemente tampoco lo será el esloveno. Dudo mucho que en la Comisión Europea se negocie todo cada día en esloveno. Es muy probable que no y es muy posible que la necesidad haga que se acabe llegando a una
distinción real entre lenguas de trabajo y lenguas oficiales.



Pues bien, esa distinción, que, o se canaliza desde ahora o la impondrá la realidad, exige con todas sus letras que las lenguas europeas que tengan por lo menos -me atrevería a decir que más- la misma legitimidad social, cultural, filológica
y jurídica en su propio territorio que el esloveno tengan los mismos derechos. Y si el único argumento que se nos da y el único argumento que ustedes pueden dar ahora y en el futuro al ciudadano de Girona, al ciudadano del último pueblo de Lleida y
al ciudadano de Barcelona, es que Cataluña no es un Estado soberano, lo que van a hacer es animar a que se pida el Estado soberano. Si ustedes no entienden esto, es que no entienden nada. Es decir, si el único argumento que se esgrime para que la
lengua catalana no pueda tener los mismos derechos que el esloveno es que Cataluña no es soberana, están ustedes generando que haya personas que pidan que Cataluña sea un Estado


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soberano. Por tanto, le anuncio que día a día y minuto a minuto, cuanto más nos acerquemos a la ampliación, este tema va a ser uno de los que con más frecuencia y más insistencia vamos a poner encima de la mesa. Y se lo ponemos sobre la
mesa al Gobierno que usted representa desde el ánimo de ser cómplices y buscar una solución positiva para todos y no desde el ánimo de buscar el conflicto por el conflicto. Sencillamente, le anunciamos que tienen ustedes un problema y que, aunque
mi partido perdiera todos los escaños en esta Cámara, el problema seguiría siendo el mismo y la sociedad seguiría reclamando lo mismo a través de cualquier otro grupo. Así pues, no se trata de un tema en relación con el cual le haya dado un pronto
al Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), sino que el pronto le da a la sociedad catalana cuando empieza a darse cuenta de lo que está pasando en Europa, de que el Gobierno español no considera al catalán como una lengua que deba
defender, en cuanto a su nivel jurídico, en las instituciones europeas. Esta cuestión no la va a resolver usted hoy, pero nos gustaría una mayor representatividad por parte del Gobierno.



El tercer tema se refiere a Turquía, en relación con el cual pienso que es un gran acierto que no se haya fijado fecha para su adhesión. Lo que probablemente ha sido un grave error -voy a romper un tabú- ha sido haber admitido a dicho país
como candidato. Ustedes hicieron eso en su momento junto con los demás socios del Consejo Europeo y es un problema que como Consejo Europeo tienen ustedes que resolver, el cual nos afecta y nos salpica a todos. La candidatura de Turquía se empieza
a parecer cada vez más a la fábula del rey que va desnudo, en donde todo el mundo sabe que va desnudo, pero nadie se atreve a decirlo en voz alta, y el discurso sobre Turquía no tiene nada que ver en los foros políticos y en los foros privados. Y
ya va siendo hora, antes de que tengamos todos un problema gravísimo, de que empecemos a llamar a las cosas por su nombre. Hay que tener a Turquía como socio, puede que haya que llegar a tener un mercado interior con el país -vamos a hacer todo lo
posible porque eso sea así- y probablemente habrá que tener con Turquía unas relaciones extraordinarias en muchos frentes, pero es muy difícil que Turquía llegue a ser miembro de la Unión Europea. Eso lo saben en La Moncloa, en Matignon, en el
Elíseo y en Helsinki. Lo saben perfectamente en todas partes, pero nadie se atreve a coger el toro por los cuernos por miedo a que eso sea peor y mientras tanto, con un ejercicio de irresponsabilidad colectiva, porque nadie quiere ponerse al
frente, la bola va creciendo, incluso permitimos como europeos -este es un punto muy concreto que le pongo sobre la mesa- que el portavoz de la Casa Blanca diga en rueda de prensa que anima a la Unión Europea a incorporar a Turquía porque conviene a
los intereses de Estados Unidos dicha incorporación. Eso dice en rueda de prensa la Casa Blanca y de la Unión Europea no rechista nadie, no se oye ni una sola voz. Una cosa es que no tengamos visibilidad en el ámbito internacional y la otra es que
nos acaben fijando todo nuestro futuro como europeos en función de lo que diga la Casa Blanca. A la Casa Blanca le conviene la estabilidad de Turquía y a nosotros también. Que les den pasaporte norteamericano a todos los turcos mañana y verá usted
cómo se estabiliza Turquía. Pero eso exige una reacción política. Esconder la cabeza debajo de ala en este momento, como se está haciendo en Europa con este tema, es tremendamente grave y nos causará un problema a todos. Probablemente ni siquiera
a la generación que estamos hoy de diputados. El día que esto estalle de verdad, dudo que ninguno nosotros esté aquí, ni usted en su cargo ni nosotros en el nuestro. Pero el problema estará ahí y la responsabilidad será de aquellos que están
poniendo un caramelo a quien saben que no lo puede digerir y a quienes saben que no estamos en condiciones tampoco de incorporar a Turquía, no lo estamos ni lo estaremos en un futuro previsible. Y cuando hablo de futuro previsible hablo de siglo,
por lo menos; dentro de un siglo no sé dónde estaremos todos.



Marruecos tiene muchas más posibilidades de entrar en la Unión Europea que Turquía en términos reales. Y si usted hace un referéndum en España y pregunta quién quiere antes en la Unión Europea si Marruecos o Turquía, verá usted qué
respuesta se encuentra. No estoy pidiendo la candidatura de Marruecos, estoy diciendo que la mitad de Turquía o dos tercios de Turquía, más allá de su élite intelectual, académica y diplomática, tiene la misma vinculación con la Unión Europea que
Marruecos. En su momento alguien se atrevió a meter a Turquía como candidata y eso va a crear un problema grave. Por tanto, de entrada me parece espléndido que la Comisión Europea no haya fijado esa fecha, pero yo querría saber qué es lo que está
haciendo el Gobierno con eso, porque según los medios de comunicación de Europa (yo no lo he escuchado aquí, ni lo he escuchado en el Pleno al presidente del Gobierno, ni lo he escuchado a nadie en rueda de prensa en la Moncloa), quien defiende la
candidatura de Turquía es España y quien aparece liderando la entrada de Turquía en la Unión Europea es España. Yo querría que si eso es así lo explique usted o su Gobierno a la opinión pública española y nos convenza a todos de en qué términos
exactamente imagina España a Turquía como candidata a la Unión Europea, como miembro, porque las cosas a medio gas, no. Si es candidato y se pide fijación de fecha es que realmente España quiere que los 65 millones de turcos se integren en la Unión
Europea, con libertad de establecimiento, libre circulación, etcétera. Es una opción, pero no es la mía, y no me importa decirlo en voz alta, porque quizá tengo menos responsabilidades que otros, que lo dirían de forma más matizada, aunque
probablemente lo diría igual.



Por tanto, termino apoyando lo que es el planteamiento global de España respecto de la ampliación.



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Animo a que se nos siga dando información de detalle, de esa que luce menos pero que es la que nos interesa como portavoces, porque si no la tendremos que tener sólo por los medios de comunicación, y me gustaría que nos aclarara esos tres
temas.



El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Martínez Casañ.



El señor MARTÍNEZ CASAÑ: Quiero comenzar mi intervención agradeciendo al secretario de Estado que haya encontrado la posibilidad en su apretadísima agenda de venir a esta Comisión en el día de hoy para darnos rendida cuenta del estado de
las negociaciones sobre la ampliación.



Quiero repetir la felicitación que se le hizo personalmente en su día al secretario de Estado y al ministro por la gran labor que se pudo desarrollar durante la presidencia española, empezando por la conferencia de Barcelona, en la que por
primera vez en la historia se invitó a los países de la ampliación, y que culminó en la cumbre de Sevilla con ese magnífico balance de cierre con una gestión perfecta, independientemente de la dificultad de los capítulos a tratar. La presidencia
española se recordará precisamente por la eficacia con la que se llevó a cabo el tema de la ampliación y el impulso definitivo que se le dio, así como aquella gran habilidad en volver a repescar -en sentido coloquial- a Bulgaria y a Rumanía como
países sin los cuales la Unión Europea no estaría completa.
Sabemos también la gran labor que ha llevado a cabo el Ministerio de Asuntos Exteriores y el secretario de Estado, concretamente en su peregrinación por todos los países de la ampliación,
para sacar del impasse en el que se encontraban las negociaciones de Chipre. Confiamos en que, tras las nuevas elecciones en Turquía y la mejora de la situación, se pueda llevar a cabo la ampliación tal como estaba prevista.



En el tema de la ampliación, en el que nada, como es lógico, estará cerrado hasta que esté cerrado todo, porque así son las cosas en la Unión Europea, tenemos que intentar compaginar lo que, por una parte, tiene que ser -es y ha sido- una
decisión política importante para acoger en nuestro seno a los países que geopolíticamente forman parte de Europa, con flexibilidad y con generosidad, con el respeto al acervo vigente, tal como señalaba el secretario de Estado, con la flexibilidad
necesaria en los plazos transitorios, pero con un respeto absoluto al acervo vigente, porque la Unión que queremos ampliar es la Unión que tenemos en este momento, y es esa y no es otra. Una Unión en la que se deberán continuar respetando las
políticas de solidaridad y de cohesión, los pagos directos correspondientes dentro de la política agrícola común y la contribución al presupuesto de la Unión Europea, según el nivel relativo de riqueza y siempre dentro de lo que señalan las
perspectivas financieras negociadas con trabajo y con éxito en Berlín.



Saludamos el informe de la Comisión respecto a los plazos de la ampliación. También quiero felicitar la política del Ministerio de Asuntos Exteriores, porque en un momento de restricción presupuestaria ha sabido encontrar los fondos
necesarios para abrir próximamente embajadas en países de la ampliación, que requieren de ellas para que España, como socio comunitario, pueda llevar a cabo su política dentro de la Unión Europea en las condiciones adecuadas.



A partir de ahora, señor secretario de Estado, deberemos hacer hincapié y poner énfasis en que las políticas de preadhesión con Bulgaria y Rumanía sean lo más importante posible y que no regateemos esfuerzos para conseguir que Turquía, país
importantísimo para la estabilidad, seguridad y prosperidad de Europa, esté cada vez más cercano a nosotros y que en la medida en que las posibilidades lo permitan pueda algún día formar parte de la Europa ampliada. Esto es importantísimo para que,
tras esta ampliación que todos esperamos, se lleve a cabo según los plazos previstos, que el centro de gravedad de la Unión Europea no se aleje del Mediterráneo y del lado meridional de la Unión. En este sentido, esperamos que el referéndum que
deberá celebrarse en Irlanda para ratificar el tratado de Niza transcurra como todos deseamos en sentido afirmativo, y que con posterioridad se cumpla el calendario de ratificación de la adhesión que permita que los países de la ampliación puedan
formar parte de la Unión Europea en los plazos previstos sin ningún tipo de problema.



No me quiero extender más de lo necesario, porque sé que el secretario de Estado va a dar rendida cuenta de todas las preguntas que se le han hecho. Respecto al supuesto problema lingüístico planteado por un portavoz parlamentario, he de
decir que el Grupo Parlamentario Popular, que cuenta con el respaldo mayoritario de los españoles y, en concreto, este portavoz, que por ser diputado por Valencia cuenta con una lengua propia, además del español, ni reconoce la existencia del
supuesto problema ni la conveniencia de plantear la cuestión en este momento, porque no sería bueno para los intereses de España.



El señor PRESIDENTE: Tenemos holgadamente tiempo para escuchar la respuesta del secretario de Estado y para una pequeña réplica al final.



El señor SECRETARIO DE ESTADO PARA ASUNTOS EUROPEOS (De Miguel y Egea): Señor presidente, voy a tratar de responder a todos los temas que se han planteado aquí, que creo que son importantes.



Quisiera decir al señor García Breva que esos rumores sobre la posibilidad de un aplazamiento a la ampliación, son rumores; no vamos a estar exentos de rumores. Lo que tenemos que estar es a la voluntad política


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establecida por el Consejo Europeo y está perfectamente explícita en las conclusiones de los consejos europeos y, fundamentalmente, en el último en Sevilla. Pensamos que se dan las condiciones para poder concluir las negociaciones de
ampliación a finales de este mes de diciembre y para que se someta al tratado de ratificación en primavera, mes de marzo o, como muy tarde, en el mes de abril. Indudablemente que hay dificultades, como he dicho antes, pero no hay a nivel político y
de los gobiernos de la Unión ninguna voluntad de retrasar el proceso.



Con respecto al tema de las cláusulas de salvaguardia, usted me ha pedido una explicación y también el señor Guardans me ha dicho que cuál es la posición del Gobierno de España. Quisiera recordar que una cláusula de salvaguardia es un
instrumento clásico de acción de la Comisión en el ejercicio de sus exclusivas competencias, que es el ser guardiana de los tratados; es decir, la Comisión Europea tiene dos privilegios, dos atributos dados por derecho primario: tener en exclusiva
el derecho de iniciativa legislativa y tener la obligación de ser guardiana de los tratados. Con esa obligación de ser guardiana de los tratados tiene unos poderes ejecutivos en el ejercicio de las políticas comunes, que puede ejercer cuando
quiera.



¿Cuál es la posición del Gobierno español? La posición del Gobierno español es, como siempre, la misma: profundo respeto a los atributos que tiene la Comisión concedidos por los tratados. Por tanto, es a la Comisión Europea a la que le
corresponde tomar la iniciativa en cláusulas de salvaguardia, precisamente para proteger el acervo y para ejercer esa función importante de ser guardiana de los tratados. La Comisión administra ese recurso clásico de la cláusula de salvaguardia
como le viene bien. Indudablemente, la cláusula de salvaguardia se ha utilizado fundamentalmente en temas de mercado interior y comerciales. No se había aplicado, hasta ahora, en otros asuntos, como son los de justicia e interior. Por ello ha
habido una cierta distinción. Se puede deducir del informe que la Comisión tiene la intención de aplicar su guillotina y su cláusula de salvaguardia con toda rotundidad y sin reserva alguna en todo lo que es puramente mercado interior y comercial,
como lo ha venido haciendo hasta ahora, de la misma manera que ahora introduce cláusulas de salvaguardia a cada rato en las relaciones internacionales. Sin embargo, con respecto a los temas de justicia e interior, como es un terreno novedoso en el
que no se han aplicado cláusulas de salvaguardia, va a hacerlo más matizadamente y va a explicarlo de una manera más clara.



No tenemos que sorprendernos, porque nosotros decidimos comunitarizar el mundo de justicia e interior. El deseo de Amsterdam fue pasar todo el tema de justicia e interior, de cooperación intergubernamental al pilar puramente comunitario.
En el tema de justicia e interior tenemos el programa de Tampere y lo que pretendemos es pasar todo al pilar comunitario, incluso consolidar el derecho de iniciativa de la Comisión en todos los temas de justicia e interior, que de hecho ya lo viene
ejerciendo. Por tanto no sería de extrañar que la Comisión, a título de una política común, pudiera establecer una cláusula de salvaguardia. Por ejemplo, en el caso de que no hubiera constatación de una suficiente vigilancia en las fronteras
exteriores se podría hacer una cláusula de salvaguardia con respecto a la libre circulación de personas.



Este sería un caso teórico que no sé si se podrá hacer o si lo harán, pero podría ilustrar el tipo de cláusulas de salvaguardia que la Comisión podría imponer temporalmente mientras no se tuvieran garantías de plena aplicación. Eso es lo
que hay. La Comisión no ha hecho más que anunciarnos que está dispuesta a utilizar las cláusulas de salvaguardia, que es el sistema de defensa que han aplicado tradicionalmente. Por cierto, en nuestro tratado de adhesión también existía esa
posibilidad, aunque nunca la ejercieron porque no hubo ningún trastorno, sobre todo, en el tema agrícola porque funcionó muy bien. La Comisión se reserva el derecho a ejercerla, y lo está avisando. Parece como si alguien quisiera ponerse la venda
antes de tener la herida porque tienen la sospecha de que puede haber alguna distorsión. Cualquiera que lea el informe de estrategia verá que de él se deduce todo menos total confianza en la implementación del acervo comunitario por parte de los
países. Se nota, incluso cuando se ve país por país, dónde están los puntos débiles. La Comisión quiere ponerse por delante diciendo que puede ejercer cláusulas de salvaguardia, fundamentalmente para contrarrestar, de alguna manera, opiniones
negativas que podrían surgir en el seno de los países miembros diciendo que qué barbaridad se iba a hacer integrando a unos países que no están en condiciones de aplicar el acervo. Se está diciendo que primero se les va a volver a examinar seis
meses antes y después, si hay cualquier distorsión grave en la aplicación del derecho comunitario, la Comisión Europea puede establecer una cláusula de salvaguardia. Me parece que ese anuncio, que no sería necesario porque la Comisión siempre puede
establecer estas cláusulas, es una manera de tranquilizar los espíritus ante el panorama que se describe de que en muchos campos los países candidatos no están en condiciones de aplicar el acervo ni de incorporarlo totalmente a sus legislaciones
nacionales.



Con respecto a Turquía, me decía el señor García Breva que le parecía positivo el incremento de la ayuda financiera y que esperaba que en Bruselas hubiera un mensaje positivo. En Bruselas, tal y como nosotros lo percibimos, no habrá
mensajes positivos para Turquía y para Bulgaria. En todo caso, esos mensajes se darán al concluir las negociaciones en Copenhague cuando se diga que esos diez países ya han concluido y pueden firmar el tratado de adhesión. Entonces tendrían que
referirse a Bulgaria, Rumanía y Turquía. En el caso de Bulgaria y Rumanía está claro que el informe de estrategia


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de la Comisión se pronuncia por primera vez -sin decir que va a aplicar esa fecha- sobre que la fecha objetivo que se han marcado es el año 2007.
No me sorprendería que el Consejo Europeo siga la misma línea, en el sentido de que parece
razonable que dispongan de ese período hasta 2007, teniendo en cuenta que es muy posible que las negociaciones de adhesión con esos dos países terminen en el año 2003. Por lo tanto, tendrán un período de preadhesión con las negociaciones terminadas
casi de tres años. Es una buena idea que se aproveche todo ese tiempo que transcurre desde la finalización de las negociaciones hasta la firma del tratado de adhesión y su entrada efectiva en el año 2007 para incrementar, sobre todo, su capacidad
de hacer frente a una economía de libre mercado, que es lo que más se pone en duda -aunque en Bulgaria el informe demuestra que se ha mejorado- y, al mismo tiempo, su capacidad de trasponer el derecho comunitario y aplicar el acervo. Yo no veo
demasiado problemas en esto.



Como todos recordamos, con Bulgaria llegamos a cerrar 21 capítulos de los 30 existentes. Hay algunos países de los que están en la primera ola que llevan 24 ó 25 capítulos cerrados, es decir, no hay mucha diferencia de capítulos. Con
Rumanía se cerraron 12 y hay varios más que están en condiciones de cerrarse. Aunque me imagino que en Bulgaria y Rumanía no habrá ahora un gran esfuerzo porque éste estará concentrado en los diez informes de estrategia, hay que presumir que una
vez que estén terminadas las negociaciones se podrá concentrarse de manera selectiva en Bulgaria y Rumanía y, en un período razonable, firmar el tratado de adhesión y esperar las ratificaciones con esa fecha objetivo.



Turquía es más complejo. ¿Debe o no debe el Consejo Europeo -no digo de Bruselas- de Copenhague dar una señal clara con respecto a la fecha? Verdaderamente nosotros nunca hemos sido partidarios de eso. Dice el señor Guardans (El señor
Guardans i Cambó: La prensa.) que España ha sido un apoyo para Turquía -la prensa lo dice-; es verdad, nosotros tenemos una actitud favorable. Debo decir que el tema de Turquía es muy anterior a nosotros; que a nadie se le olvide que Turquía
firmó un acuerdo de asociación con la Unión Europea en el año 1961 cuando nosotros todavía no estábamos en la mente de nadie y que en el Tratado de Adhesión del año 1961 se abría una ventana de posible adhesión. Que todo el mundo recuerde que el
tratado preferencial con España es de 1970, nueve años después, y que el inicio de nuestras negociaciones es de 1978 y nuestra decisión es del año 1985; habían pasado muchísimos años desde que ya se habían tomado decisiones políticas respecto a
Turquía. Ha sido más recientemente cuando ya se ha admitido a Turquía como candidato a la negociación y precisamente en el Consejo Europeo de Luxemburgo del año 1998 cuando se dejó a Turquía fuera -no se la consideraba como candidato-, pero ya en
Helsinki en el año 1999 se la consideró candidata, pero su candidatura estaba siempre condicionada al pleno cumplimiento de los criterios de Copenhague, que, como todo el mundo recuerda, tienen su vertiente política, su vertiente económica y su
vertiente jurídica. ¿Que es muy posible que Turquía no esté en condiciones de entrar en esos criterios, como dice el señor Guardans, en muchísimo tiempo? Yo tengo esa convicción, tardará mucho tiempo. Por eso nos parece que no se debe anticipar
ninguna fecha objetivo y que el único objetivo que tiene que haber es que cumpla los criterios de Copenhague, y una vez que los cumpla y como los demás, ese día se fijará la fecha. Nosotros no tenemos ninguna restricción para que se fije la fecha
del inicio de las negociaciones para que Turquía sea miembro de la Unión cuando cumpla plenamente los criterios de Copenhague y no antes. Todo lo que sean juegos políticos de prometer fechas sin tener en cuenta los criterios nos parece
extraordinariamente arriesgado; ahora bien, en el momento en que cumpla los criterios empezaremos la negociación. Nosotros somos plenamente partidarios de que se inicie la negociación con la misma apertura y generosidad que se ha tenido con los
demás, pero una cosa es iniciar las negociaciones de ampliación y otra terminarlas; y una vez terminadas ha de ser ratificado por todos los miembros de la Unión. Naturalmente hay incógnitas que hacen pensar al señor Guardans que es un tema que
puede ir para largo. Dice que nosotros no lo veremos. Yo garantizo que como secretario de Estado desde luego no lo veré, pero a lo mejor algunas de SS.SS. están aquí de diputados durante mucho tiempo. Efectivamente, creo que es un proceso largo.
Por lo tanto, toda presión en este momento para fijar fechas sin ninguna base en lo fundamental, que son los criterios de Copenhague, parece un poco extraordinario. España está siempre a favor de Turquía como país mediterráneo, es una decisión que
se tomó mucho antes de que nosotros fuéramos miembros de la Unión y nosotros nunca nos hemos opuesto. Nos parece que si es candidato, muy bien, que lo sea con las mismas condiciones que los demás y que pase por el mismo filtro de los criterios de
Copenhague, y cuando se constate que se cumplen estos criterios será el momento perfecto de iniciar las negociaciones. Lo que no es bueno es ir anunciando fechas porque lo único que hace es complicar un tema tan profundamente político como ése.
Naturalmente, la expresión de las opiniones del señor Guardans no son únicas en la Unión y hay mucha gente que tiene opiniones de este tipo con respecto a Turquía.



El tema de los calendarios de Bulgaria y Rumanía es una cuestión que está clarísima.



Respecto a los pagos directos, ¿cuáles son los calendarios y los porcentajes que me pedía el señor García Breva? Los porcentajes de los pagos directos están perfectamente expresados en la propuesta de la Comisión y nosotros no hemos tenido
ningún problema al respecto.



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Es más, creemos que la Comisión ha sido profundamente realista. Todos sabemos la profunda decepción que han causado los porcentajes en la graduación de muchos de los países candidatos, que creen que están en condiciones de recibir el cien
por cien de los pagos del FEOGA al año siguiente de entrar en la Unión. Nosotros queremos recordarles que en España -que no tuvimos porcentajes, porque a nosotros nos aplicaron el FEOGA sin restricciones desde el primer día- tardamos más de seis
años en entrar en velocidad de crucero. Es lógico, es la pura evolución de las cosas; y eso que nosotros estábamos mucho mejor preparados, porque teníamos series estadísticas fiables y serias de nuestras producciones y fuimos muy rápidos en
realizar organizaciones comunes de mercado. Hay una percepción de que el dinero de los fondos del FEOGA sale cuando se abre el grifo, y no es así. Los fondos del FEOGA están sometidos a unos criterios muy rígidos de pago, a unos reglamentos que
establecen las condiciones en que se debe pagar, y todos los países nuevos tendrán que hacer un esfuerzo para acreditar esos pagos del FEOGA. Por lo tanto, la opción del 25 por ciento que propone la Unión Europea de aquí al año 2006 es muy
realista. Todo esto respecto a las porcentajes; la Comisión habla de llegar al cien por cien en el año 2013. El problema está ahí, en los calendarios. Hay un grupo de países, los llamados países contribuyentes, que se niegan en primera instancia
a la aplicación de pagos directos como son: Alemania, Países Bajos, Suecia y de alguna manera el Reino Unido.
Nosotros ya libramos esa batalla en el Consejo de asuntos generales del mes de junio, donde hicimos que se aprobara -y así lo constató el
Consejo Europeo- que el principio de los pagos directos no estaba en cuestión, y que lo que se discutirían son las modalidades, que es lo que se va a discutir ahora. Ya hay algunos países que dicen estar dispuestos a aceptar los pagos directos
hasta el 31 de diciembre del año 2007, y a partir de este año ya veremos que ocurre. Es evidente que entre ahora y el año 2007 va a haber un profunda reforma de la política agrícola común como imponen los resultados de la ronda de Doha, que nos
obliga a reducir los pagos directos de acuerdo con nuestros compromisos internacionales.
Después habrá una nueva negociación de perspectivas financieras entre el año 2005 y el año 2006 y todos sabemos que el mundo no será el mismo, ni para nosotros
ni para los candidatos a partir del año 2007. Por lo tanto, aunque nosotros no tenemos ningún problema en que esa progresión continúe hasta el año 2013, España es flexible ante esta preocupación. Creemos que de momento se debe fijar por espacio de
las perspectivas financieras -ese siempre ha sido nuestro argumento-, porque hay dinero suficiente para pagar los porcentajes realistas que la Comisión propone hasta el 31 de diciembre del año 2006. A partir de ese momento eso estará en función de
las reducciones que nosotros aceptemos en la reforma de la política agrícola común y del resultado de las perspectivas financieras, teniendo en cuenta, señor García Breva, que aunque políticamente a nosotros nos parezca muy difícil de explicar el
techo del 1,27 se ha convertido en algo absolutamente intocable. Los diputados saben que la posición del Gobierno español respecto al gran proyecto de solidaridad del siglo XXI de la Europa próspera con respecto a la Europa del Este -que por
razones muy crueles y terribles fue separada de la familia europea después de la Segunda Guerra Mundial- no pone objeciones a que nos estirásemos un poco y que aumentáramos en unas décimas, un 0,3 por ciento, el presupuesto comunitario. Por lo
tanto, pasaríamos del 1,27 por ciento al 1,30 en una Europa próspera, teniendo en cuenta que el 1,27 por ciento del año 1999 no es el mismo que el del año 2007 y que en este momento no llegamos ni al 1,10 por ciento. En este momento no hemos
cubierto el techo ni hay ninguna voluntad de cubrirlo, o sea que ni siquiera se quiere llegar al 1,27, y menos aumentarlo. La posición española ha considerado siempre que si estas cifras se comparan con la envergadura histórica del proyecto son muy
pequeñas; 1,30 del PIB consolidado de la Unión es poquísimo. Además España es contribuyente exactamente igual que todos; esa idea de que hay algunos que pagan más y otros que pagan menos no me parece admisible, porque aquí pagamos todos igual;
se aplican unas reglas, todo el mundo paga por el recurso IVA, todo el mundo paga por el recurso PNB y todo el mundo paga por los recursos tradicionales que son los derechos aduaneros.
Todo el mundo igual, lo que ocurre es que hay algunos que son
más ricos y pagan más y otros que son más pobres y reciben más. A la hora de pagar pagamos todos por igual. Sería tan absurdo tener ese discurso como si aquí en España una persona con grandes recursos económicos dijera que paga más al fisco que un
funcionario. Naturalmente que paga más, porque tiene muchos más recursos y gana más dinero. Por tanto, la posición de Alemania y de algunos países pagadores es decir que pagan más y que quieren pagar menos. Por ello, lo que quieren es que no
aumente el techo de recursos propios porque tienen que pagar más y que disminuyan los pagos directos, porque de la factura de los pagos directos le cae una buena parte a los que pagan más.



Hay otro tema de una complejidad extraordinaria, el del cheque británico, que también aumenta con la adhesión y con los pagos directos; hay ya países que contribuyen muy particularmente al cheque británico y que van a ver incrementada su
cuenta, España entre ellos. España jamás se ha quejado de sus aportaciones a la Unión, que no han hecho más que aumentar desde que entró y que, por cierto, desde el año 1996 han aumentado de forma espectacular, como corresponde al salto importante
en convergencia real que España ha dado durante estos años. Eso para nosotros nunca ha sido un problema sino todo lo contrario; ha sido motivo de satisfacción, porque cuanto más contribuyentes netos


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seamos quiere decir que tenemos más convergencia real con la Unión y que además recibimos menos porque necesitamos menos. Se han disminuido de manera espectacular -ya lo hablamos el otro día con el señor García Breva en la comparecencia-
las percepciones que recibimos del Fondo Social Europeo porque por suerte tenemos menos parados; también se van a reducir el día de mañana las percepciones de los fondos estructurales porque tendremos menos regiones en el Objetivo 1, porque van a
salir prácticamente todas; y se terminará el fondo de cohesión porque seguramente vamos a llegar al 90 por ciento de la renta comunitaria en las próximas perspectivas financieras. Por lo tanto, se va a reducir mucho el nivel de aportaciones y va a
subir el de ingresos; va a subir mucho el nivel de aportaciones. Pero eso es ley de vida y nosotros siempre hemos aceptado que España tiene que pagar su parte, la que le corresponda -no más- y si hay que pagar un poco más por la ampliación hay que
hacerlo, pero tal y como está me parece que no es una opción.



Me preguntaba el señor García Breva que cuál va a ser el criterio en el reparto de escaños. Hay 50 escaños, que son los de Bulgaria y Rumania, que va a haber que repartir entre el año 2004 y el año 2007. La presidencia ha dado una serie de
opciones; en función del criterio de proporcionalidad y de lo que tenía cada uno a España le corresponde aumentar, más o menos, tres escaños; en vez de 50 escaños, 53. No sé si cabe un margen de ajuste para conseguir un escaño más, en eso estamos
trabajando, pero es un reparto en el que todo el mundo tiene que estar de acuerdo. Esas son las magnitudes de las que estamos hablando; la propuesta de la presidencia en este momento es de 53 escaños.



El señor García Breva mencionaba la encuesta del CIS y la percepción de los españoles. Nosotros tenemos derecho a pensar que nos debemos inquietar por la falta de atención, como decía el señor Guardans. El Gobierno comparte a ratos esa
inquietud; por ejemplo, la comparto hoy en que no hay más que tres grupos parlamentarios en esta Comisión mixta. Eso quiere decir que hay grupos parlamentarios a los que les importa un rábano que venga el Gobierno a contarles la historia de la
ampliación, esa es la realidad. Aquí está el Grupo Socialista, está Convergència i Unió y está el Grupo Popular (por cierto, en número importante); al resto no los veo. Con esto quiero decir que a lo mejor es verdad que hay una cierta
indiferencia, pero lo que a nosotros nos parece una razón para preocuparnos sería ocasión de extraordinaria satisfacción en cualquier Gobierno europeo, por no citar el más cercano, que es Francia. Digo esto porque la realidad de las encuestas, no
del CIS, que no hace encuestas en Francia, pero sí del Eurobarómetro, que hace encuestas en toda Europa, es que España está a la cabeza de los países a cuyos ciudadanos les parece bien la ampliación; estamos en un 65 por ciento. Otro detalle muy
curioso es que tenemos el menor porcentaje de ciudadanos que se oponen radicalmente, el 17 por ciento, cuando hay países que están en el treinta y tantos por ciento y que además sólo tienen otro treinta y tantos por ciento a favor, mientras el resto
es una especie de magma, de gente a la que no le interesa, que no opina. Francamente podemos estar satisfechos de la política que se ha llevado al respecto. Los grupos políticos presentes han participado en el Gobierno de este país durante
bastante años y saben que la actitud del Partido Socialista en relación con el primer movimiento de ampliación, la adhesión de la República oriental alemana, fue la de apoyar esa ampliación. España fue la primera que dio su apoyo político al
canciller Khol y después la tendencia ha sido la de ser favorables a la ampliación, la de dar una respuesta positiva en este ejercicio de solidaridad. El Gobierno socialista y el Gobierno popular han mantenido esa actitud y han contado para ello
con el apoyo de Convergència i Unió. Por tanto, los grupos políticos no pueden hacerse ningún reproche, y es muy bueno no poder hacérselo. Todos hemos tenido el mensaje: nunca hemos presentado la ampliación como una amenaza, sino como una
oportunidad; también como un reto, eso sí, ante el que tenemos que hacer esfuerzos, pero sobre todo como una gran oportunidad para todos y una ocasión de devolver la solidaridad que hemos recibido. ¿Cómo podría España, que ha recibido la
solidaridad que hemos experimentado desde el año 1986, que le ha permitido dar el salto espectacular que se ha visto en los últimos 16 años, negarse ahora a que entraran estos países en la Unión Europea? Todo lo contrario, España nunca se ha
negado, a pesar de que ha habido muchos amigos -entre comillas- nuestros en Europa que nos han colgado el sambenito de que queríamos bloquear la ampliación porque veíamos con temor que nos quitaran los fondos estructurales. La experiencia ha
demostrado que España ha estado en primera fila de defensa de la ampliación, y por si quedaba alguna duda lo hemos demostrado durante nuestra presidencia; no ha habido ninguna presidencia que haya hecho un avance más espectacular en todos los
niveles de la ampliación que el que hemos hecho nosotros. Creo francamente que en este momento gozamos de un prestigio merecido, y en los países de la ampliación, a pesar de la mala prensa que nos han hecho muchos de nuestros amigos -entre
comillas-, está perfectamente claro quién está de un lado y quién del otro. Lo malo son algunos países, muchos de los cuales conocemos bien y que son además grandes de la Unión, que repiten todos los días que la ampliación es el primer objetivo de
la Unión, que hacen grandes discursos, que incluso dicen a los países que en el año 2000 estarán dentro de la Unión, etcétera y que en el discurso interno están diciendo a los ciudadanos que la ampliación es una amenaza. ¿Qué pasa? Los ciudadanos,
que no son tontos, se quedan con el mensaje, y ya estamos viendo en las elecciones alemanas, en las francesas, en las holandesas, etcétera, etcétera -ya no diré más etcéteras- cómo muchos políticos


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han utilizado la ampliación como amenaza. Que a nadie le choque que luego el Eurobarómetro saque a las opiniones públicas de esos países, como digo, importantes y cruciales para la Unión, donde sus opiniones públicas están muy por debajo
del nivel deseable de adhesión. ¿Que nosotros podríamos tener más interés y suscitar más interés en los ciudadanos? Es bueno que se diga aquí en sede parlamentaria para que sirva de acicate a todos: a los partidos aquí representados, al Gobierno
y a todos porque este es un gran ejercicio de solidaridad, es el futuro de la Unión y nosotros tenemos que sumar la sociedad a ello. De ahí la importancia de todo lo que decía el señor García Breva acerca de mantener el plan marco de ampliación, de
insistir en mejorar nuestro volumen comercial, porque es evidente que se puede estar en la Unión, pero para ser socios hay que tener intereses comunes y es bueno que tengamos comercio, inversiones, relaciones culturales y humanas con esos países,
que para nosotros han sido prácticamente inexistentes hasta el año 1978 porque todo el mundo sabe que fue en esa fecha cuando se establecieron relaciones diplomáticas con la mayor parte de ellos. Tenemos una gran tarea por delante en la que se han
hecho grandes avances, pero reconozco que estamos detrás de otros países que están mucho mejor situados que nosotros porque tenían situaciones económicas más desahogadas y una historia y una tradición de participar en esos países que nosotros no
teníamos. En fin, no tenemos que hacer un balance negativo, sino realista y decir: ¡cuidado que nos queda mucho por hacer! Porque en la ampliación no sólo hay que contribuir a las negociaciones sino también a la interacción.



Llego ahora al tema lingüístico, planteado por el señor Guardans. De momento no se ha planteado, pero imagino que se hará en su momento sobre todo con la distinción entre lenguas oficiales y lenguas de trabajo. Es un tema muy complejo que
levanta emociones muy parecidas o mayores a las que se puedan suscitar en Gerona o en Tarragona, pero al que habrá que buscar una solución. De momento la propuesta, que no está ni hecha ni formalizada y por tanto tendremos que hablar de ella, es
que en cualquier caso todas las lenguas de todos los Estados miembros de la Unión sean lenguas oficiales; quiere esto decir que todos los documentos, por lo menos del Journal Officiel des Communautés, se traducirán a todas esas lenguas. Luego está
el tema de las lenguas de trabajo. ¿Se puede funcionar en un Consejo a 25 con traducción simultánea a todas las lenguas? ¿Se puede trabajar en el Parlamento Europeo con traducción simultánea a todas las lenguas? Los números del coste son de
vértigo y ante eso hay muchas opciones y soluciones, entre otras la interpretación activa y la interpretación pasiva, porque hay que distinguir muy bien entre lo que es interpretación y lo que es traducción. Respecto a la traducción se asume de
momento que va a ser a todas las lenguas de todos los países miembros, la interpretación es lo que está todavía por ver. Es un debate político difícil que todavía no se ha planteado y la delegación española en ese momento y a la vista de lo que
esté encima de la mesa tendrá en cuenta todas las posiciones y la importancia de nuestras lenguas, las del Estado español, algunas de las cuales, como decía el señor Guardans, tienen más hablantes que muchos de los países hoy candidatos. Esto
indudablemente plantea un problema que me parece de lógica; la reivindicación natural que deben tener los catalanoparlantes, los vascoparlantes o los gallegoparlantes de tener la homologación de su lengua, pero también plantea una babelización del
sistema comunitario porque a ver a quién se le dice que su lengua, aunque no esté hablada por un Estado nacional, es menos importante que el catalán. En esto tendremos que tener unas grandes dosis de realismo, tendremos que ir poco a poco y viendo
cuáles son las propuestas expuestas. Yo no me atrevo ahora a avanzar ninguna solución, nada más que a constatar algo que el señor Guardans nos recuerda y que está en la mente de todos, y es que la lengua catalana, como lengua en Europa, es una
lengua que en número, en riqueza y en importancia del lenguaje es muchas veces superior a muchas que van a obtener su convalidación oficial por el mero hecho de estar habladas por un Estado soberano e independiente.



Respecto al tema de Turquía creo haber respondido al señor Guardans. En cuanto a la interferencia norteamericana con la insistencia en que Turquía entre dentro de la Unión, no se les puede impedir a los americanos que digan lo que quieran.
Consideran que como país miembro de la OTAN y por su situación es un país crucial y están deseosos de que tenga un anclaje en la Europa occidental más que en otro sitio. Todos los días están diciendo estas cosas; unas veces las dicen en público y
otras en privado. Normalmente les escuchamos muy educadamente y les decimos que esa es una decisión de la Unión Europea que tendremos que tomar nosotros solos, y la verdad es que cuando se ponen muy insistentes se les recuerda lo que el señor
Guardans ha dicho, que pueden ellos también hacerla un Estado de la Unión en los Estados Unidos. Por tanto, no hay que dar más importancia a esto de lo que tiene: un deseo legítimo y natural que tiene Estados Unidos como miembro de la OTAN de
asegurar un anclaje de Turquía al mundo europeo. Debo decir que ese anclaje de Turquía existe ya incluso sin ser miembro de la Unión. Turquía tiene una clara vocación europea, está haciendo una gran transformación de sus instituciones, está muy
vinculada desde el punto de vista comercial, desde el punto de vista cultural y desde todo punto de vista con la Unión Europea y con muchos países de la Unión Europea y que la adhesión puede ser un recurso deseable. Aunque no hubiera adhesión,
Europa seguramente no se va a desenganchar de Turquía, ni Turquía se va a desenganchar de Europa; por tanto, tenemos que seguir manteniendo esta relación que tenemos, que dura desde 1961 y que ha dado unos resultados excelentes porque


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Turquía ha dado un cambio espectacular y además no se parece en nada a los países de su entorno. Pensemos que Turquía limita con Irán, con Irak y con Siria, y cualquier comparación entre Turquía y cualquiera de los países que la circundan
es pura coincidencia.



Por último, quiero agradecer al señor Martínez Casañ el apoyo que da al Gobierno por el esfuerzo hecho en Barcelona y en Sevilla. Yo creo que Barcelona y Sevilla han marcado dos hitos muy importantes. En Barcelona por primera vez en la
historia los países candidatos han estado sentados en un Consejo europeo cuando nunca antes lo habían hecho, pero sentados trabajando; no al final permitiendo que los candidatos pasen y coman a última hora, sino sentados en la primera sesión del
Consejo, con su letrero, con su derecho a voto y su derecho a opinar. Eso no debe pasar desapercibido porque han tenido la primera oportunidad de participar en un Consejo europeo precisamente en Barcelona. En segundo lugar, Sevilla ha constatado
que el calendario famoso, la hoja de ruta, que era casi un desiderata político, se ha convertido en una realidad porque hemos hecho el trabajo que había que hacer. Solamente me queda reiterarle que en nuestro plan de adhesión tenemos previsto abrir
embajadas en los países candidatos donde nos faltan y donde será obligatorio tenerlas, porque no es concebible que haya un país que sea socio de la Unión y no tengamos embajada permanente. Todo el mundo sabe que en los presupuestos de este año hay
provisiones para que se abran en los tres países bálticos y en Malta, que son los países donde faltan. En este Consejo Europeo tenemos una posición relativamente cómoda, porque es muy abierta, muy por la adhesión. Hoy viene el presidente en
funciones del Consejo de la Unión, Rasmussen, para una consulta bilateral con el presidente Aznar para preparar el Consejo Europeo de los días 24 y 25; en la mayor parte de los temas creo que vamos a estar de acuerdo y en el más espinoso, que es el
financiero, lo que vamos a hacer es tratar de apoyar y dar ánimos al señor Rasmussen para que afronte el tema con toda dureza porque tenemos que tener una posición antes del mes de noviembre, porque si no no seremos capaces de terminar las
negociaciones de financiación.



Otro tema del Consejo Europeo que no he mencionado, pero lo hago brevísimamente, es el tema de Kaliningrado. Todo el mundo sabe que España tiene la posición más favorable sobre un asunto que todavía parece tabú y que nos cuesta trabajo
comprender por qué es tan difícil, que es la famosa opción que pretenden los rusos de tener la posibilidad de un puente ferroviario, es decir, una línea férrea que sin paradas pudiera atravesar Rusia, Bielorrusia, Lituania y entrara directamente en
Kaliningrado sin que los viajeros pudieran ir sin pasaporte y visado, pero con la condición de que el tren estuviera sellado y no se bajara nadie. (El señor presidente: Como en los tiempos del doctor Zhivago.) Que nadie se escandalice, porque
todos los días vamos en un avión totalmente sellados sin poder tirarnos en marcha encima de ningún país y estamos pasando de un país a otro todos los días. Lo mismo que se hace en un avión se puede hacer en un tren con buena voluntad. Este tipo de
puentes ferroviarios que evocan algunos episodios de la historia reciente de Europa a mucha gente le pone los pelos de punta, pero la Europa de la Segunda Guerra Mundial ya acabó por suerte. Estamos en una nueva Europa y la Unión Europea puede dar
todas las garantías necesarias para que los ciudadanos rusos puedan pasar desde la metrópoli a la zona de Kaliningrado con todas las garantías, sin necesidad de tener un visado y un pasaporte, lo que es prácticamente un lujo inalcanzable en la Rusia
de hoy. Nosotros no vemos dificultades; hay algunos otros países que las ven, pero nosotros le vamos a decir al señor Rasmussen y al Consejo Europeo que por nuestra parte no hay ningún inconveniente en que se recurra a este puente. También puede
haber un puente aéreo y un puente marítimo desde San Petersburgo a Kaliningrado, pero puede haber uno ferroviario si se dan las garantías necesarias de que eso no va a ser un coladero de inmigrantes ilegales. Además, la experiencia enseña que por
esas fronteras no están entrando de momento muchos inmigrantes ilegales y que el número de inmigrantes ilegales rusos en Europa es prácticamente desdeñable. Por lo tanto, seamos realistas y demos facilidades a nuestro gran socio fuera de la Unión,
que es Rusia, país con el que realmente tenemos que hacer un esfuerzo para tener el mejor entendimiento.



El señor PRESIDENTE: Si la Mesa así lo acuerda, puesto que tenemos tiempo y los temas son de una especial relevancia, podemos conceder a los portavoces una intervención tasada en tiempo y forma, como solemos hacer y que no voy a repetir.
(Pausa.)


El portavoz del Grupo Socialista tiene la palabra.



El señor GARCÍA BREVA: Intervendré muy telegráficamente.



Lo primero que he dicho en mi intervención no se refería a rumores, sino que en una reunión de la Comisión Europea, de fecha 24 de julio, se planteó la posibilidad de un escenario que contemplara un aplazamiento de la ampliación. Lo que yo
he querido manifestar ha sido nuestra satisfacción porque realmente ese escenario no se haya producido.



Con respecto a los pagos directos de la PAC me ha parecido muy interesante lo que ha dicho, pero me gustaría saber, ya que puede ser un dato que nos tranquilice, cuál es el grado de absorción de las ayudas preadhesión. Eso puede darnos una
referencia muy acertada respecto a lo que ha manifestado el señor secretario de Estado. Ligado a esto hay un tema que nadie ha citado. Se trata de cuál va a ser la situación de los países candidatos que entren en la Unión Europea como
contribuyentes netos.



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Con respecto al Fondo Social Europeo no estoy de acuerdo con usted, y en las comparecencias de presupuestos que se han celebrado con los responsables del Ministerio de Hacienda tampoco nos han sabido explicar la cuestión de dicho fondo. No
puede ser desde el momento en que las partidas previstas para las prestaciones por desempleo se van a incrementar un 20 por ciento. Además, como usted bien sabe, el Fondo Social Europeo no está dirigido exclusivamente a los parados, sino que tiene
muchísimas más aplicaciones. Ahora bien, lo que a mí realmente me preocupa es si estamos optimizando al máximo la aplicación de estos fondos con respecto a lo que supone la mejora de la cualificación de nuestros recursos humanos, como he querido
expresar en mi primera intervención.



En cuanto al acercamiento a la sociedad de los temas europeos, me encanta escuchar que para el Gobierno puede ser un acicate lo que aquí se diga.
Lo que yo le he planteado y siempre le indicaré a usted -espero que algún día estemos de
acuerdo- es que eso va a requerir una traducción presupuestaria, aunque estoy convencido de que la va a tener.



Para finalizar, quiero decirle claramente que nuestro balance no es negativo. Si esa es la imagen que hemos dado, tengo que manifestar que no es así, sino que se trata de un balance en el que nosotros ponemos como primer punto nuestra
preocupación por que España esté lo mejor situada posible en ese escenario de la ampliación, con un proyecto y un mensaje de integración que dé impulso al carácter transnacional de la política de la Unión Europea.



El señor PRESIDENTE: Señor portavoz de Convergència i Unió.



El señor GUARDANS I CAMBÓ: También intervendré telegráficamente.



En primer lugar, en cuanto a Turquía, todo lo que ha manifestado no impide la idea clara de que Turquía es un país que tiene que estar enganchado a la Unión Europea. Lo que hay que hacer es no dedicarse a cuestionar las dificultades de su
candidatura, que están ahí, sino ser creativos y buscar otras fórmulas sólo para Turquía, que podría aspirar a estar en el espacio económico europeo -eso sí, en parte- y como eso tantas otras cosas.



En segundo lugar, antes no he dicho nada de Kaliningrado y ahora quiero manifestar mi plena sintonía con la posición del Gobierno que usted ha reflejado, dando mi apoyo a ese planteamiento sin ni siquiera añadir una coma.



Y en tercer lugar, quiero reservar el tiempo que me queda para hablar de la cuestión de las lenguas. Ante todo quiero agradecerle muy sinceramente en nombre de mi grupo el tono con el que me ha respondido, ya que es evidente -soy consciente
de ello- que se trata de algo que ni el Gobierno ni usted van a poder decidir ahora mismo. En el momento en que se aborde se tendrá que decidir. Lo que ocurre es que es una cuestión que, como usted ha dicho muy bien (aunque lo ha manifestado
pensando más en otros Estados, pero también se va a dar en el caso del catalán) toca los símbolos y por tanto las emociones, muy directamente las emociones, y esto se puede afrontar de dos maneras: de un manotazo, diciendo que es una tontería lo
que planteamos, pero ese manotazo mucha gente lo podría recibir muy adentro; o diciendo que hay un problema real, que lo hay y que no lo plantea el catalán, sino la adhesión, la ampliación. El problema ya está ahí y lo único que los
catalanoparlantes de todos los colores políticos manifestamos es que, como la ampliación supone la reapertura del problema lingüístico y va a haber que dar determinadas soluciones, tenemos no más, pero sí el mismo derecho a estar, con independencia
de que tengamos o no, queramos o no, Estado propio. La calidad de la lengua, la importancia oficial de la misma y la capacidad emocional nada tienen que ver con el hecho de tener sitio en la ONU, porque, si lo vinculamos a eso, quien lo diga que se
atenga a las consecuencias, puesto que entonces lo que estará haciendo será impulsar a aquellos que sólo son capaces de defender su lengua defendiendo a la vez el sitio en la ONU. Otros renunciamos al sitio en la ONU, no tenemos ningún interés en
ello, y preferimos la lengua. Eso es lo que espero que poco a poco algunos sean capaces de entender. Por tanto, insisto, le agradezco el tono con el que lo ha planteado. Le garantizo que desde mi grupo político somos conscientes de que no es un
tema fácil de resolver, que no se resuelve por decreto, pero sí queremos ver en el Gobierno eso que usted ha empezado hoy. Esa sensación de decir: eso que ustedes nos están planteando lo entendemos y lo hacemos propio porque somos su Gobierno,
porque no somos un Gobierno de lengua castellana, somos su Gobierno de ustedes, déjeme usted la expresión, la Constitución nos impone también representarles a ustedes, y esto en Europa se resolverá sólo de forma satisfactoria para ustedes si
nosotros, el Gobierno español, asumimos esa representación. Eso es lo que como catalanes esperamos y pedimos, sabiendo que eso no se resolverá de golpe. Además, insisto, el planteamiento que yo le hago -y que le adelanto iremos haciendo cada vez
más- va en el marco de una discusión entre lengua oficial y lengua de trabajo, sabiendo que la lengua oficial probablemente acabe siendo el turco también. Por tanto, en cuanto entre Chipre -y esperamos un Chipre unificado- ya no va a ser la lengua
oficial de todo un Estado, porque el turco es la lengua oficial de parte de un Estado y probablemente por ahí también van a tener ustedes un problema si empiezan con esas distinciones.



El señor PRESIDENTE: Señor secretario de Estado, ¿desea usted añadir alguna observación?


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El señor SECRETARIO DE ESTADO PARA ASUNTOS EUROPEOS (De Miguel Egea): Muy telegráficamente también. Simplemente quería aclararle al señor García Breva que en el tema presupuestario de los nuevos países candidatos, que no he mencionado
mucho pero está ahí, hay un riesgo de que haya algunos que cuando sean contribuyentes netos, tendrán una situación más desfavorable que la que tienen el año antes de la ampliación. Hay que tener en cuenta que estos países, contrariamente a
nosotros, están recibiendo fondos para la adhesión en cantidades muy importantes. España como no recibía nada, desde el primer día tuvo un balance positivo por poco que la dieron, a pesar de que todo el mundo sabe que nosotros tuvimos un balance
negativo un tiempo, porque no lo recibíamos todavía -luego lo recibimos con creces- y hubo un momento de desfase. En este caso estos señores están recibiendo unas cantidades grandes, cantidades que como son de preadhesión dejarán de recibir, y
luego encima puede ser que por su entrada gradual en los fondos, tarden un tiempo en entrar y que además, por la aplicación inmediata del sistema de recursos propios, tengan que empezar a pagar. En esa situación hay una serie de países, como
Eslovenia, República Checa, Hungría, no sé si Chipre, etcétera. Hay dos soluciones sobre las que se está hablando: una, que a mí me parece peligrosa, que es flexibilizar los criterios de pago de fondos estructurales y sobre todo fondo de cohesión;
a nosotros eso no nos gusta, porque no se debe hacer excepciones a los reglamentos existentes.
Otra, que es la que se empleó ya en otra ocasión, es la paga de una cantidad a un tanto alzado. Es decir: ¿cuál es el déficit que podrían tener?,
¿tantos millones de euros? Pues adelante, que para eso está previsto en las perspectivas financieras. Eso es lo que se va a hacer.



Sobre la situación específica de Turquía, ya hemos hablado. Soy de los que opina que no se debe pensar que la adhesión es la única manera de relacionarse con la Unión Europea, porque entonces no digo Turquía, es que no acabaremos nunca de
ampliar la Unión. Tenemos que empezar a desarrollar algo que se comenzaba cuando cayó el muro de Berlín, que era lo que decía nuestro amigo Delors: la diferente geometría variable de relación con la Unión. Es decir, que hubiera un núcleo duro que
fuera la Unión y luego unos países del espacio económico europeo que tenían diferentes tipos de relación; los países del entorno mediterráneo tenían un tipo de relación, otro tipo de relación se preveía para los países del Comecon, Rusia otro tipo
de relación, etcétera. Por tanto, esos esquemas de geometría variable los tenemos que tener muy presentes, porque como tengamos la idea de que la única relación con la Unión es la adhesión, no vamos a terminar nunca, porque será Turquía y luego
será Moldova y luego será Ucrania, y vamos a llegar hasta Vladivostok a este paso.
Verdaderamente eso no es una opción. Por eso ahora la Unión está tratando de desarrollar esa nueva política de países nuevos vecinos, es decir, aquellos con los que
tendremos frontera el día de la ampliación, por ejemplo, Ucrania, Belarus o Moldova. Esta es una reflexión para otra ocasión y en el futuro, cuando hayamos completado la adhesión, requerirá una reflexión política de todos los grupos sobre cuál es
la arquitectura que queremos dar a nuestro continente.



Con respecto al tema de las lenguas, no tengo más que reiterarle que todo esto lo hace el Gobierno desde el más profundo respeto a sus compromisos constitucionales con respecto a Cataluña y a otras comunidades autónomas.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor secretario de Estado. Ha sido una sesión muy positiva. Les agradezco a todos su contribución al desarrollo de la misma.



Les recuerdo que tenemos Mesa y Portavoces, después de la reunión con la presidenta del Parlamento húngaro.



Eran las dos y diez minutos de la tarde.