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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 27, de 15/02/2001
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DIARIO DE SESIONES DE LAS CORTES GENERALES



COMISIONES MIXTAS



Año 2001 VII Legislatura Núm. 27



PARA LA UNIÓN EUROPEA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JOSEP BORRELL FONTELLES



Sesión núm. 6



celebrada el jueves, 15 de febrero de 2001, en el Palacio del
Congreso de los Diputados



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia del señor ministro de Asuntos Exteriores (Piqué i
Camps) para informar sobre:



- La Conferencia Intergubernamental de 2004. A petición propia.

(Número de expediente del Congreso 214/000038 y número de expediente
del Senado 711/000084) ... (Página 560)



- La situación de la integración de las instituciones, operaciones y
personal de la Unión Europea Occidental (UEO) en la Unión Europea. A
solicitud del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió)
(Número de expediente del Congreso 213/000149 y número de expediente
del Senado 711/000052) ... (Página 579)



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Se abre la sesión a las cinco de la tarde.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (PIQUÉ I
CAMPS) PARA INFORMAR SOBRE:



- LA CONFERENCIA INTERGUBERNAMENTAL DE 2004. A PETICIÓN PROPIA.

(Número de expediente Congreso: 214/000038 y número de expediente
Senado: 711/000084)



El señor PRESIDENTE: Con una puntualidad absolutamente diplomática
damos inicio a esta reunión de la Comisión Mixta para la Unión
Europea. El primer tema que hemos de abordar es la modificación del
orden del día en un sentido que espero que no tenga ningún problema
por parte de nadie.

Solicita don Francisco Rodríguez Sánchez que se retire la solicitud
de comparecencia al ministro de Asuntos Exteriores, que está incluida
en el tercer punto del día. Si lo solicita el demandante, espero que
a los señores portavoces les parezca bien. Queda retirada. Estas
solicitudes de comparecencia que quedan desfasadas por el tiempo por
una razón o por otra en algún momento deben ser retiradas de los
trabajos pendientes.

Ahora tenemos dos comparecencias: una, a petición propia del ministro
de Asuntos Exteriores para informar sobre las perspectivas de la
Conferencia Intergubernamental de 2004 y, otra, del Grupo
Parlamentario Catalán para informar sobre la situación de la
integración de las instituciones, operaciones y personal de la Unión
Europea Occidental en la Unión Europea.

Entiendo que son dos temas sustantivamente distintos y, por tanto,
debemos seguir manteniendo su tratamiento por separado, si nadie
tiene objeción, tal y como lo habíamos planteado en la reunión de
Mesa y Portavoces.




Tiene la palabra el señor ministro para informar sobre la Conferencia
Intergubernamental prevista para el año 2004.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Piqué i Camps): Señor
presidente, señorías, comparezco a petición propia para hablar de
algo que va a ser objeto de atención por parte de todos nosotros
durante bastante tiempo, y es la puesta en marcha del proceso que
debe llevar a una conferencia intergubernamental en el año 2004, de
acuerdo con lo que se decidió en el Consejo Europeo de Niza. Estamos
hablando de un tema de enorme magnitud, de gran transcendencia y por
ello ya anticipo que yo quisiera que se involucrara al máximo el
Parlamento, los grupos parlamentarios y que hiciéramos todos el
máximo esfuerzo para conseguir también el mayor consenso posible.

Ustedes saben que después de la enormemente laboriosa, difícil y
complicada negociación del Tratado de Niza podría parecer que se iba
a producir un cierto período
de digestión de dicho tratado, de reposo, para que la Unión
Europea asumiera sus consecuencias y a partir de ahí poder iniciar
una reflexión más amplia y más profunda sobre lo que se ha dado en
llamar la agenda post-Niza, pero estamos viendo que no está
sucediendo exactamente así. Apenas reanudada la actividad política
tras la pausa navideña, el debate sobre el futuro de Europa se ha
relanzado con una fuerza extraordinaria, con intervenciones y
manifestaciones de muchos dirigentes europeos que, además, han tenido
un amplio eco en los medios de comunicación. Hay quienes no han
desaprovechado esta ocasión para tratar de reforzar su punto de vista
de que esta eclosión del debate europeo traduce de alguna manera un
cierto sentimiento de insatisfacción colectiva, derivado del Tratado
de Niza. Yo creo que se trata precisamente de lo contrario. Como lo
ha hecho en otras ocasiones con otros consejos europeos y con otros
tratados que han ido avanzado en la construcción europea, estoy
convencido de que la historia juzgará Niza como un hito decisivo en
el proceso de construcción europea.

En primero lugar, porque ha cumplido satisfactoriamente su objetivo
principal al despejar el camino para proceder con celeridad a la
próxima ampliación de la Unión Europea. Puedo asegurarles que así lo
perciben los países candidatos. Acabo de regresar de un viaje en el
que he tenido ocasión de tratar con las autoridades búlgaras y
eslovenas todas estas cuestiones y ellos ven Niza como un punto de
partida enormemente prometedor, como algo que era estrictamente
necesario para poder afrontar la ampliación lo antes posible.

En segundo lugar, porque Niza marca el inicio de un proceso de
reflexión sobre el futuro de Europa que debe culminar, como el propio
Consejo de Niza determina, con la convocatoria de una nueva
conferencia intergubernamental en el año 2004 en la que deben
aprobarse importantes reformas de los tratados. Partimos en este
proceso con un espíritu abierto, creo que además es bueno hacerlo sin
ideas rígidas o preconcebidas, y con el firme convencimiento de que
estamos entrando en una fase de la construcción europea en la que ya
no podemos eludir el reto imperioso de involucrar y hacer partícipe a
la sociedad europea en su conjunto en este gran debate.

Como decía recientemente el presidente francés, el presidente Chirac,
hay que democratizar el debate europeo, que ha estado demasiado a
menudo limitado a círculos de funcionarios, intelectuales y
políticos, dado que Europa al final, es como es natural, un asunto de
todos. Esta es hoy una gran responsabilidad para todos nosotros, para
el Gobierno en primer lugar, pero también, por supuesto, para nuestro
Parlamento y muy en especial para esta Comisión mixta. Debo decir
también que particularmente para la subcomisión de seguimiento de la
conferencia que está a punto de constituirse.

Hasta no hace mucho, debe reconocerse, las característicasdel proceso
de construcción europea -



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muchos de cuyos asuntos eran de una marcada índole técnica- hacían
que la opinión pública no sintiera una necesidad perentoria de
involucrarse y de participar en él; bastaba con el control en las
elecciones nacionales y europeas que permitieran a los votantes
mostrar su preferencia por las grandes líneas de la política europea,
pero cada vez más se hace patente el cambio que hace que la opinión
pública requiera y -si se me permite la expresión- exija un mayor
protagonismo en la construcción europea. La razón está posiblemente
vinculada al creciente deseo y la necesidad de saber a qué tipo de
Europa avanzamos o queremos avanzar y, por tanto, definir cuáles son
los grandes objetivos que queremos hacer juntos los europeos; en
definitiva, cuál es el proyecto para Europa.

Hay quienes opinan que ha llegado el momento de levantar las
ambigüedades sobre los fines de la Unión y que, en gran medida, son
ambigüedades que han caracterizado el modelo seguido hasta ahora de
construcción europea. Todo esto, sin duda, va a nutrir este gran
debate de la sociedad que ahora tenemos la responsabilidad de iniciar
y que es nuestra obligación estimular y alentar.

La iniciativa del presidente del Gobierno de sugerir la creación de
una subcomisión parlamentaria de seguimiento de la próxima
conferencia, mi propia presencia hoy ante esta Comisión mixta para
hablar de la agenda post-Niza, si me permiten, días antes incluso de
que procedamos a la firma del nuevo tratado que se va a producir el
próximo lunes en Niza, después de estar en Bruselas en el Consejo de
Asuntos generales, es una muestra inequívoca de la voluntad del
Gobierno de apertura y transparencia.

Asimismo, existe el convencimiento de que el Parlamento debe
desempeñar un papel de primera magnitud en este gran proyecto común,
y después hablaré de este punto. Por ello, quiero aprovechar esta
ocasión para hacer un llamamiento a la colaboración que haga posible
un gran debate nacional, que sustente una definición de la posición
española en la próxima conferencia, que goce del mayor consenso
social y político posible. El manifestar que debemos enfocar este
gran debate con espíritu abierto y sin ideas preconcebidas no quiere
decir, como es natural, que aceptemos que debemos partir de cero.

Nuestros planteamientos deben ser coherentes con los principios y con
las líneas directrices que han ido caracterizando nuestra política
europea desde el momento de la adhesión y que han ido gozando,
afortunadamente, de un amplio consenso social y político.

Ahora quisiera destacar los siguientes principios y directrices que
creo que debemos seguir manteniendo. En primer lugar, la vocación
europea de España y nuestra determinación de coadyuvar a una
profundización del proyecto europeo y a ser un país cada vez más
protagonista, más determinante, en el seno de la Unión. Después, la
apuesta decidida por una Europa cada vez
más integrada, por una Europa cada vez más solidaria, y nuestra firme
convicción de que la Europa a la que aspiramos no podrá ser una
realidad plena sin la adhesión de los países candidatos, tanto del
este de Europa como del Mediterráneo.

Al pronunciarnos a favor de más Europa, indicamos que España quiere
ser coherente con la voluntad de estar en la vanguardia integradora,
y así lo ha venido haciendo hasta ahora, y, además, que la Unión
Europea ha de tener, como tal, cada vez mayor contenido político. En
este sentido, el rigor y el realismo deben imperar a la hora de
abordar los complejos problemas sobre la definición de la futura
arquitectura europea.

Creo sinceramente que debemos huir de debates nominalistas o de
polémicas estériles y superadas, que oponen enfoques
intergubernamentalistas a enfoques -para entendernos- federalistas.

Sabido es que la construcción europea se ha fraguado entre una
tensión federalista y otra de carácter intergubernamental, y la
experiencia nos muestra que no es posible concebir avances hacia el
objetivo federal sin impulso intergubernamental. Tampoco debemos
quedar deslumbrados ante la solemnidad de ciertos términos como
federal o constitución europea, porque si bien estos términos pueden
esconder proyectos que nos conducirían a más Europa, también es
verdad que pueden esconder proyectos que nos pueden dirigir hacia una
Europa menos integrada, más diluida y menos solidaria.

Europa debe aspirar a un lugar de primacía en un mundo cada vez más
globalizado, lo que exige una modernización económica y social que
difícilmente puede basarse en viejas recetas. En este contexto -que
es un contexto de profunda mutación- los Estados miembros estamos
volviendo a adquirir un protagonismo importante a la hora de
determinar la política comunitaria, sin que ello tenga por qué
interpretarse como una especie de vuelta nefasta al
intergubernamentalismo, que al final relegaría a un segundo plano el
llamado método comunitario. La comunitarización y el bilateralismo
deben ser procesos complementarios, y desde luego no excluyentes, en
la reforma de la Unión Europea. Creo que el Consejo Europeo de Lisboa
supone un punto de inflexión que marca la pauta de cómo debe
funcionar la Unión Europea en el futuro.

La nueva síntesis entre lo intergubernamental y lo comunitario, de la
que la responsabilidad creciente del papel del Consejo Europeo es un
indicio, es precisamente el gran reto de la definición de la futura
arquitectura europea, que no puede vivir de mimetismos de otros
sistemas, entre otras cosas porque el proceso de construcción europea
tiene una evidente originalidad. Sería un tremendo error creer que el
Gobierno aborda con actitudes defensivas el proceso de reforma de los
tratados que ahora se inicia.

Recuerdo a SS. SS. que, en las comparecencias ante esta misma
Comisión de mi predecesor el ministro Matutes, para informar sobre
las presidencias alemana



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y finlandesa del primer y segundo trimestre del año 1999,
respectivamente, manifestó, al defender una agenda reducida para la
Conferencia Intergubernamental que acabamos de cerrar en Niza, la de
2000, que la gran reforma global de los tratados debía hacerse dentro
de unos años, cuando conociéramos todos las necesidades que se
derivan de una correcta aplicación y gestión de la unión económica y
monetaria, la puesta en marcha del euro, que el Tratado de Amsterdam
hubiera experimentado ya un suficiente período de rodaje y,
finalmente, que el proceso de ampliación estuviera ya suficientemente
avanzado como para poderlo calibrar con el máximo sentido.

La declaración sobre el futuro de Europa, aneja al Tratado de Niza,
marca las pautas sobre el desarrollo de este proceso, que culminará
en la Conferencia Intergubernamental del año 2004.

La actual Presidencia sueca no ha concretado aún en qué forma
pretende articular este debate durante este primer semestre, que debe
dar lugar a un informe que presentará en el Consejo Europeo de
Göteborg en el mes de junio y, aunque el estado de reflexión es muy
preliminar, se puede ya atisbar unos puntos de coincidencia sobre la
forma más idónea de enfocar este proceso, que me gustaría compartir
con SS. SS.

En primer lugar, hay un sentimiento generalizado de que la primera
fase del debate debe ser muy abierta y, por decirlo de una manera muy
clara, poco estructurada. El objetivo debe ser intentar implicar al
mayor número de sectores posibles de la opinión pública y de la
sociedad civil. En este sentido, nos parece positiva la iniciativa de
la Comisión de crear, vía Internet, un buzón para que los ciudadanos
puedan manifestar todas sus opiniones al respecto. Sin embargo, el
debate hay que elevarlo también -me parece que es un punto muy
importante- a las universidades, a las organizaciones sindicales, a
las organizaciones empresariales, a asociaciones de todo tipo. El
Parlamento, esta Comisión y en particular la subcomisión que se va a
crear, deben tener una responsabilidad muy especial a la hora de
lograr que el debate impregne a toda la sociedad española.




En el segundo semestre de este año, bajo Presidencia belga, el gran
debate europeo deberá proseguir y profundizarse pero, al mismo
tiempo, de acuerdo con las conclusiones de Niza, deberá concebirse un
método de preparación de la declaración que el Consejo Europeo debe
acordar en su reunión de Laeken en diciembre de este año y, a partir
de ahí, articular las iniciativas adecuadas para la continuidad de
este proceso.

Hay diversas opciones que deberán ser debatidas en su momento. Por
ejemplo, dar en Göteborg un mandato a un comité de sabios, o incluso
a una sola persona, para que prepare el proyecto de declaración. Otra
opción es atribuir esta tarea a la Presidencia belga, que actuaría
bajo su exclusiva responsabilidad o, por qué no, con el concurso de
los Estados miembros o crear un
foro inspirado en lo que ha sido la convención que ha preparado la
Carta de Derechos Fundamentales. Creo que hay que ir anticipando
criterios y, en ese sentido, quisiera escuchar con mucho interés a
los grupos parlamentarios. La declaración de Laeken podría hacer
referencia a los principios e ideas directrices que deberán guiar la
construcción europea en los próximos años. Debe también definir el
método de preparación de la Conferencia Intergubernamental del año
2004 y, hasta donde se pueda, concretar el orden del día de la misma.


La segunda fase de reflexión estructurada, en palabras del presidente
de la Comisión, señor Prodi, se iniciaría bajo Presidencia española.

Es en función de las decisiones que se adopten en Laeken en diciembre
de este año. Probablemente, es aún demasiado pronto para vaticinar
cuál será el procedimiento concreto de preparación o incluso para
sugerir cuál sería el más adecuado. La idea de inspirarse en un
modelo semejante al de la convención de la Carta de Derechos
Fundamentales cobró inicialmente ímpetu tras su defensa inicial por
la Comisión, pero debo decir que se advierte un cierto repliegue o,
cuanto menos, una mayor prudencia al respecto. El propio comisario
Van Miert, defensor inicial de este método, parece inclinarse ahora
por un proceso de preparación particular, consistente en un foro que
asocie las instituciones no para reemplazar la Conferencia
Intergubernamental ni tampoco para pronunciarse por consenso sobre un
proyecto acabado sino, en sus propias palabras, para estructurar el
debate y extraer las vías más prometedoras. Por otro lado, ciertas
cancillerías, hasta ahora firmes partidarias de la convención, están
pensando en otras opciones en estos momentos ante la oposición
resuelta a este procedimiento de otras cancillerías de otros Estados
miembros. Otros críticos de esta fórmula, aun reconociendo el
indudable éxito de la convención en la elaboración del proyecto de
Carta de Derechos Fundamentales, llaman la atención sobre el hecho de
que su labor (que ha sido fundamentalmente codificadora y sobre la
que recaía al final un amplio consenso previo) no puede compararse
con la de las reformas de los tratados, que es mucho más compleja
y que desde el punto de partida refleja una gran divergencia de puntos
de vista.

Entre estas opciones, se ha barajado la de constituir una suerte de
grupo directivo (expresado en inglés, el steering group), integrado
por funcionarios y personalidades eminentemente europeístas, que
actuarían como estructura-marco impulsora y supervisora de todo el
proceso. Esta fórmula, por otra parte, no sería necesariamente
incompatible -incluso puede ser complementaria- con otra idea que
creo digna de una especial consideración y que consistiría en
articular distintas formaciones específicas para cada uno de los
cuatro ámbitos de debate que fueron propuestos en Niza. Así, por
ejemplo, el tema de la simplificación de los tratados se ajustaría a
un examen técnico por un grupo de destacados juristas; el estatuto
jurídico de la



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Carta de Derechos Fundamentales, al de un grupo de juristas y
parlamentarios; otro tema, que es de la participación de los
parlamentos nacionales, a comisiones de parlamentarios nacionales y
europeos, y también de constitucionalistas; finalmente, la
distribución de competencias probablemente haría aconsejable un
estudio previo de la Comisión, que fuera más allá del libro blanco
que actualmente prepara sobre el llamado Gobierno europeo y que sería
la base para una posterior discusión en profundidad entre
representantes estatales y parlamentarios.

Ante todo, me parece importante hoy subrayar que todas estas fórmulas
son dignas de consideración, y que esta Comisión mixta debe
reflexionar y discutir en profundidad sobre cuál sería el mejor
procedimiento de preparación de la conferencia. Ahora bien, creo que,
cualquiera que sea la fórmula elegida, ésta debe garantizar (y en
esto se percibe ya un consenso en formación a nivel europeo) las dos
condiciones siguientes. La primera es que hay que canalizar
adecuadamente el sentir y las opiniones de la sociedad para que los
ciudadanos se sientan protagonistas a lo largo del proceso; en
segundo lugar, es deseable que la Conferencia Intergubernamental
prevista para el año 2004, como tal conferencia, sea lo más breve y
lo más decisoria posible. Pero sería erróneo concebir que su papel se
vea limitado al de mero avalista de lo que se negocie en otros foros.


Los parlamentos nacionales deben desempeñar un papel de primer orden,
tanto en la fase de preparación como, después, en la fase decisiva de
la conferencia, participando activamente en la formación de la
posición de los diferentes Estados miembros.

Es evidente que nos encontramos aún en una fase muy inicial del largo
proceso en el que nos adentramos para tener ideas suficientemente
perfiladas sobre los cuatro grandes temas de la conferencia, pero,
aun así, me parece útil trazar una panorámica general sobre el estado
de reflexión preliminar en cada una de ellas y avanzar algunas ideas.


En primer lugar, es inevitable que surjan ya algunas opiniones
encontradas, a favor o en contra de ampliar los cuatro temas
previstos en la declaración de Niza. Hay que hacer notar que la
propia declaración no los excluye, porque lo que dice la declaración
de Niza es que tales temas deben abordarse en particular. Creo que no
podía ser de otra forma, ya que el carácter abierto que se pretende
dar a este ejercicio se compadecería mal con el establecimiento de un
numerus clausus absolutamente rígido, anticipado, de la agenda de la
conferencia. Quiero recordar que, por ejemplo, en el caso de la
Conferencia Intergubernamental de Niza, en un momento determinado,
los Estados miembros decidieron ampliar la agenda para incluir el
debate sobre las cooperaciones reforzadas. Al final, todos estuvimos
de acuerdo y ha sido uno de los grandes éxitos de la conferencia de
Niza. Además, creo que no es prudente excluir ahora la posibilidad de
que puedan añadirse al orden del día cuestiones relativas, por
ejemplo (en eso España está plenamente abierta y el Gobierno es muy
partidario de avanzar en esa línea), al desarrollo de la política
exterior común o de la política de defensa común; desde luego, el
desarrollo de lo que llamamos el espacio de seguridad y justicia o,
también, al desarrollo del espacio de las reformas económicas y del
euro. Ahora bien -y en eso quiero ser también muy claro-, creo que se
equivocan quienes creen que la cita del 2004 puede ser la ocasión
para reabrir, por ejemplo, las cuestiones institucionales que se
decidieron ya en el Tratado de Niza. El 2004 no puede ser una
conferencia para que volvamos a discutir sobre la reponderación de
votos en el Consejo o sobre la composición o el tamaño de la
Comisión. Eso se ha decidido ya en Niza y debemos ser consecuentes
con todo ello.

Una segunda idea que quisiera trasladarles es que el establecimiento
de la supervisión y la delimitación precisa de competencias entre la
Unión Europea y los Estados miembros es posiblemente el tema más
difícil y el más delicado, tanto desde el punto de vista técnico como
político, de todos los que se han enumerado en la declaración. El
presidente del Gobierno fue elocuente al referirse a esta cuestión en
su comparecencia ante el Pleno de la Cámara, el pasado 20 de
diciembre, cuando se discutía precisamente el Tratado de Niza en el
propio Consejo. España no tiene reservas en este debate, pero debe
despejarse ya cualquier duda sobre dos condiciones que necesariamente
el debate debe respetar. En primer lugar, debe quedar claro que se
trata de una cuestión que sólo puede afectar a la Unión Europea y a
los Estados miembros, porque el resto depende de la distribución
constitucional interna de competencias, y debo decir que ningún
Estado miembro ha mostrado dudas sobre este punto. En segundo lugar,
en ningún caso sería aceptable que, al amparo de dicha delimitación,
se intenten reducir ciertas competencias de la comunidad y se
produzca un retroceso en el proceso de integración, lo que se llama
la recuperación de competencias.




Si estas dos condiciones, ampliamente compartidas por los Estados
miembros se respetan, no hay inconveniente para abordar esta cuestión
sin tabúes. Ello no obsta para reconocer la dificultad y la
inconveniencia adelantada ya por muchos. Puedo citar aquí un informe
de la Fundación Bertelsmann de modificar radicalmente la situación
actual y establecer un reparto de competencias rígido y estable, que
cercenaría las posibilidades de evolución y desarrollo del derecho
comunitario y -permítanme que les diga- de la propia construcción
europea. La idea predominante hoy en Europa es la de enfocarlo
fundamentalmente más como un ejercicio de utilidad política, definir
qué es lo que queremos hacer todos conjuntamente, y no se trata por
tanto de un ejercicio de carácter fundamentalmente jurídico, que creo
que sería un error en estos momentos.

El tercer punto, como SS.SS. conocen, es el de integrar la Carta de
los Derechos Fundamentales en los tratados.




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España ha defendido desde el primer momento esa integración; lo hizo
ya en Niza. Somos conscientes de que varios Estados miembros aún
recelan de esta posibilidad. Por ello sería muy conveniente que un
grupo de juristas de reconocido prestigio examinara la forma de
encontrar el encaje técnico de la Carta dentro de los tratados, de
tal forma que fuera posible superar esas reticencias.

El cuarto punto es el que se refiere a la simplificación de los
tratados. Nuestro punto de vista es que tiene que ser un ejercicio
fundamentalmente de carácter técnico, con el fin de clarificarlos y
facilitar su comprensión, evidentemente sin modificar su significado,
como reza por otra parte la declaración de Niza. La labor debería
encomendarse a un grupo técnico. La Conferencia Intergubernamental de
2004 debe encontrarse ya con esta labor prácticamente hecha, aunque
sería engañarse desconocer las dificultades de llevar este ejercicio
a la práctica. Sería inviable si se pretendiera una distinción entre
cuestiones fundamentales y no fundamentales, en la línea sugerida por
algunos.

Si hay una cuestión en la que se advierte un creciente consenso es la
relativa a la necesidad de implicar más a los parlamentos nacionales
en todo el proceso de construcción europea, pero en particular en la
gran trascendencia que para el futuro tendrá encontrar la debida
ubicación de los parlamentos nacionales en la arquitectura europea.

Se trata de un paso decisivo e inaplazable para lograr una mayor
credibilidad, una mayor transparencia y una mayor legitimidad
democrática de todo el proyecto. Se han avanzado ya ideas, aún por
perfilar, como es natural, como por ejemplo crear una segunda Cámara,
una especie de Senado europeo, ideas que deben ser examinadas con
especial cuidado y con especial atención por parte de todos. Esta
Comisión tiene lógicamente mucho que decir y mucho que aportar en
esta cuestión.

Hay otra idea que me gustaría someter también a debate, que es la de
incorporar lo más posible a la reflexión a los parlamentos de los
países candidatos. Acabo de regresar de un viaje a dos de ellos,
Bulgaria y Eslovenia, y he tenido ocasión de hablar con los
presidentes de las cámaras respectivas, que han mostrado un
extraordinario interés en tener una participación activa en todo ese
proceso, cosa que yo efectivamente comparto, y creo que debemos
encontrar las fórmulas para que eso sea así.

Termino, si me lo permiten SS.SS., con este mensaje central que
quería transmitir hoy, y que de alguna manera ha estado presente en
toda mi intervención. El Gobierno no sólo está dispuesto y abierto a
la mayor colaboración con todos los grupos parlamentarios, sino que
considera imprescindible un mayor compromiso del Parlamento en la
definición, en el seguimiento y en el control de la política europea,
en especial en la nueva fase decisiva de la construcción europea que
ahora estamos abriendo. El lanzamiento del debate de lo que
denominamos la agenda post-Niza nos ofrece una magnifica oportunidad
para ello, que ni el Gobierno ni SS.SS., desde mi punto de vista,
pueden desaprovechar. En función de eso quedo absolutamente a su
disposición.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor ministro, por sus
explicaciones y su disposición al asignar al Parlamento un papel
relevante en este proceso.

A continuación, tienen la palabra los grupos parlamentarios. Primero,
el Grupo Socialista, el de Convergència i Unió, el de Izquierda
Unida, el grupo del PNV si lo desea, Coalición Canaria, Entesa
Catalana, Grupo Mixto y Grupo Popular, al final. ¿Estamos de acuerdo
en el orden del día para que no surjan, como a veces ocurre,
discusiones al respecto? (Asentimiento.)
Saben que disponen de diez minutos cada uno y si se atienen a ellos
harán más fácil la tarea de la Presidencia.




Por el Grupo Socialista, tiene la palabra su portavoz, el señor
Estrella.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Quiero agradecer la presencia del
ministro, con la que está cayendo pues está lloviendo bastante; no me
refería a otra cosa.

Ha hecho el ministro una primera reflexión de vuelta atrás hacia Niza
en la que no me voy a extender. Todos estamos de acuerdo en que Niza
ha sido un hito decisivo porque ha abierto el paso a la ampliación,
ha permitido reformas institucionales que dan el paso a la
ampliación, pero es de justicia expresar que los resultados de Niza,
en lo que se refiere a otro de los objetivos que se perseguían, como
garantizar el eficaz funcionamiento de la Unión ampliada, no son
totalmente satisfactorios ni lo son en lo que se refiere a lo que
aludía el ministro, que es hacer que los ciudadanos se sientan
partícipes de un proyecto común.

Hablar de vetos, de votos y que ese sea el centro de una conferencia,
inevitablemente lo era, sin que haya un referente de cuál es el
objetivo, de por qué se está haciendo eso y hacia dónde se va,
provoca el distanciamiento que podemos ver en la opinión de los
ciudadanos. Me llama la atención que, frente a la valoración tan
positiva que escuchamos del presidente del Gobierno en el Pleno, que
fue presentado en Madrid no mucho después, el primer ministro de
Luxemburgo venía a decirnos que el Tratado de Niza es un doble
tratado, un tratado esquizofrénico, y en términos parecidos se han
pronunciado otros dirigentes políticos de todo el espectro
ideológico. También el presidente de la Comisión lo ha hecho con
dureza y con amargura, con lo cual existe un factor de preocupación
sobre si lo que se ha hecho en Niza nos abre el paso hacia una
construcción de la Unión ampliada o si, por el contrario, nos sitúa
en una senda de bloqueo y de estancamiento en la Unión. En cualquier
caso, abre el paso a la ampliación, bienvenido



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sea, y se ha adoptado, bendita paradoja, la gran decisión que es
celebrar una nueva conferencia intergubernamental, que es la que
centra hoy la intervención del ministro.

Se ha estado refiriendo a qué método o cómo se podría hacer para
abordar todo estos problemas. No creo que el debate inicial que
tengamos que mantener, al menos en este Parlamento, tenga que ser
sobre métodos, sino quizá sobre los objetivos porque de los
resultados de Niza, e incluso antes de Niza, lo que está claro es que
en la Unión existe un déficit democrático grave y que se acrecienta
de una manera constante en la medida en que se acrecienta también el
método intergubernamental para la toma de decisiones. Sin embargo,
tan preocupante o más que el déficit democrático es el déficit
político, el que no exista un proyecto político común que sea
identificable. No existe un acuerdo sobre cuáles son los objetivos a
largo plazo de la integración, con lo cual la integración o la
ampliación se convierten en objetivos en sí mismos, no en elementos
de un proceso de construcción europea. Esa pérdida de los referentes
iniciales es quizá lo que más le preocupa a mi grupo y eso es lo que
tendríamos que abordar como primer elemento de reflexión en esta
Comisión y en los trabajos de la subcomisión. Creo, escuchando al
ministro, que no sería imposible, ni siquiera debería ser difícil,
entendernos entre los distintos grupos políticos sobre cuáles son
esos objetivos.

El ministro ha hablado sin ningún tipo de complejo de la vocación
federalista frente a los que son partidarios de la
intergubernamentalización, pero, dentro de las filas del partido del
ministro, incluso dentro del Gobierno y en puestos no irrelevantes,
el presidente del Gobierno, no hace mucho, en la Fundación
Bertelsmann, paradójicamente en un foro que se titulaba algo así como
Una Europa sin fronteras, alertaba contra el federalismo y decía que
los estados europeos son muy celosos de su identidad y que ojo con
ese camino. Mientras que esto sea un debate nominalista dentro del
Gobierno de cómo tratar las cuestiones nominalistas, a mí no me
preocupa. Nos preocuparía en el momento en que eso sean posiciones
que afecten al fondo del debate.

Por lo tanto, yo creo, señor ministro, que lo más apropiado, y esa es
la sugerencia que haremos al resto de los grupos parlamentarios, es
que esta subcomisión, a partir del momento de su creación, aborde una
primera reflexión conceptual de cuáles son los objetivos que España
persigue de cara a la conferencia del 2004. Luego los denominaremos
de una manera o de otra; luego, estableceremos el método para buscar
que los inputs que reciba la subcomisión sean lo más enriquecedores
y para generar la mayor participación y sensibilización de la opinión
pública. Pero es necesario ese debate, más allá de una entrada
directa sobre el método. Porque, en lo que es el método, en lo que
son las distintas opciones, la subcomisión puede jugar un papel muy
importante recogiendo, de los ámbitos a los que se
ha referido el ministro, sociedad, mundo académico, etcétera, las
distintas alternativas, porque las alternativas, si están insertas en
un proyecto común, no van a crear grandes distorsiones.

Las alternativas, al final, tendrán que buscar el máximo consenso
posible, pero habremos partido de unos objetivos comunes que hoy,
sinceramente, señor ministro, no se perciben cuando uno escucha a
distintos miembros del Gobierno. Eso es un problema que, confieso,
tiene mi grupo parlamentario en su interlocución con el Gobierno, en
su interlocución con el Grupo del Partido Popular. En muchos temas la
verdad es que no sabemos quiénes son nuestros interlocutores, no ya
para decirnos cuál es la posición del Gobierno, sino para realizar
una reflexión política de largo alcance, reflexión que no estaría de
más que se recuperara en la práctica de la Unión Europea. Estamos
viendo cómo los ministros, los jefes de Estado y de Gobierno, o los
representantes de los gobiernos, se reúnen para tomar decisiones en
ámbitos intergubernamentales. Sería bueno recuperar los ámbitos de
reflexión intergubernamental sin actas, sin comunicados, tipo
gymnich. Ha sido muy eficaz en algún momento del pasado. Generar una
dinámica que permita que ese 38 por ciento de europeos que hoy se
dicen satisfechos, o muy satisfechos, o bastante satisfechos con la
construcción europea, se incremente considerablemente. Que ese
porcentaje, todavía bajo, de ciudadanos que ven con confianza el
futuro de Europa, bastante más bajo en el caso de España, se
incremente también. En definitiva, que los ciudadanos no entren -en
eso yo coincido con lo que se ha dicho- en un debate meramente
nominalista, sino que perciban realidades, realidades de proyecto
común europeo detrás de esos debates que tienen denominaciones o que
no las tienen.

Tendremos que abordar también las implicaciones de las decisiones que
se están tomando sobre otras decisiones que se han tomando en el año.


Y vuelvo a traer de nuevo el debate sobre los recursos comunitarios.

Yo no sé si el Gobierno sigue considerando que los recursos aprobados
en Berlín son los adecuados a los retos que tiene planteados la
Unión. Hay un reto que está ahí, que tiene su proceso y sus términos,
que es el de la ampliación. Recientemente, el comisario Van Miert
alertaba de que la ampliación va a suponer incrementar en un tercio
la población, pero sólo en un 5 por ciento el PIB de la Unión. Es una
realidad que está ahí, eso va a tener un impacto desde el punto de
vista de las regiones, de la estructura de las regiones en Europa,
pero nos estamos encontrando con nuevos retos. Estamos a mes de
febrero y ya el presupuesto comunitario está agotado con los gastos
derivados de la enfermedad de las vacas locas. Habrá que hacer una
revisión, no digo de las perspectivas financieras, sino del propio
concepto de la estructura del gasto. Nos vamos a encontrar con otro
debate, y no lo voy a introducir



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ahora a fondo, simplemente voy a enunciarlo, en el que España tendrá
que plantearse qué va a hacer. Me refiero al que, como consecuencia
de la enfermedad de las vacas locas, se está produciendo en Alemania,
ya también en Francia, dos de los grandes países de la PAC;
probablemente nos va a llevar a una senda y yo no sé si España,
nuestra agricultura, en términos de competitividad, está
suficientemente preparada para ello. Esto no se resuelve simplemente
diciendo a los olivareros españoles que vayan buscando posiciones
para comprar aceite en Túnez. No se resuelve solamente así. El
problema es de mucho más calado. Insisto en que no es ese el debate,
pero es uno de los debates que tendremos por delante.

El ministro, al mismo tiempo que defiende el método comunitario, ha
hablado del protagonismo de los Estados miembros. Tendremos que
profundizar en esa aparente dicotomía, que sin duda existe, y
podríamos formularlo en los siguientes términos: no es Europa la que
reduce, la que limita la soberanía o la legitimidad de los Estados,
es el mundo actual, es el reto de la globalización. Los Estados están
perdiendo soberanía y capacidad de maniobra, fundamentalmente ante la
mundialización de la economía. Por tanto, más Europa es probablemente
la mejor vía para responder a ese reto donde los Estados están
perdiendo su capacidad, donde los individuos se están viendo también
más desprotegidos. Si somos capaces de elaborar una visión común en
torno a una reflexión en esta línea, estaremos haciendo una buena
contribución a la posición de España ante la conferencia del 2004 y
también estaremos haciendo una buena contribución a la Europa del
futuro. En los distintos ámbitos, coincido con lo que ha dicho el
ministro sobre la carta, creo que es un buen método.




El señor PRESIDENTE: Diputado, lamento tener que decirle que termine.





El señor ESTRELLA PEDROLA: Me quedan dos minutos, señor presidente.

En cuanto a la otra cuestión de la reordenación de los tratados, en
principio, mi grupo no tiene miedo a la utilización de términos como
ley fundamental, constitución, etcétera. Lo importante es que seamos
capaces de explicar cuál es el objetivo de eso. Si iniciamos el
debate por los nombres, nos perderemos. Ahora bien, si estamos de
acuerdo en que queremos que haya un texto donde se recojan las señas
de identidad fundamentales de la Unión Europea, a diferencia de otros
Estados distintos, de otros ámbitos del mundo, estaremos haciendo
algo que podemos llamar como queramos pero que será en definitiva
algo parecido a una constitución europea.

De la delimitación de competencias, señor ministro, tendremos que
hablar mucho más. Me parece que no habría que cerrarse, en absoluto,
a que, en determinados ámbitos, pueda revisarse el trasvase de
competencias que se haya hecho en su momento a la Unión. Se
trata de buscar dónde se realiza de manera más eficaz la gestión de
esas competencias, en absoluto de manera traumática. Y las cuestiones
internas serán cuestiones internas pero probablemente no será fácil
evitar abordarlas y a lo mejor esconder la cabeza conduce más a la
melancolía que a otra cosa.

El método que ha planteado el ministro, creo que sí, que el método de
la convención ha demostrado ser muy fructífero en la carta, a
diferencia del método que hemos visto en Niza: poca transparencia,
con resultados muy poco inspiradores para los ciudadanos. Por tanto,
es un buen ejemplo a seguir, no como un método estricto, con rigidez,
pero sí puede servir como un buen ejemplo.




El señor PRESIDENTE: Señor Estrella.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Termino, señor presidente. Déjeme que por
lo menos dé las gracias al señor ministro.

Finalmente, quiero decirle que desde el Grupo Socialista queremos
seguir todo este proceso con atención, con interés y desde luego con
información, con la información que no hemos tenido a lo largo del
período previo a Niza y con la información que sí existía en el
pasado. Por eso me he permitido solicitar al Gobierno, al gabinete
del secretario de Estado, que se nos remitieran las fichas de la
Presidencia sueca, que era un instrumento que antes habitualmente
teníamos, y se me ha dicho esta mañana que los grupos parlamentarios
sí vamos a disponer de ellas. Esa es una manera de empezar a trabajar
todos, respetando la autonomía de cada grupo político, pero, en una
Comisión donde hay mucho que hacer en común, manteniendo la identidad
de cada grupo.




El señor PRESIDENTE: A continuación, tiene la palabra el portavoz del
Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió).




El señor GUARDANS I CAMBÓ: Muchas gracias, señor ministro, por sus
explicaciones, que, sinceramente se lo digo, por una vez han sido
absolutamente claras y novedosas. En estos temas, no digo en otros,
en estos, a veces son redundantes o sin aportar mucho a lo que ya
supiéramos antes. Creo que ha hecho un esfuerzo en su intervención,
que le agradezco sinceramente, por aportar unas ciertas dosis de
información y por permitir que entre líneas -y me parece bien también
que sea entre líneas- veamos o vislumbremos el posicionamiento del
Gobierno sobre alguna de las cuestiones que están sobre la mesa o qué
es lo que entusiasma más y qué es lo que entusiasma menos. Por tanto,
repito gracias, sinceramente, por el tono de su intervención. Yo le
pediría de todos modos que ese tono, que quiero creer que es real,
que no es ejercicio retórico o parlamentario, de mantenerse abierto o
de pedir las contribuciones de los grupos parlamentarios,



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de esperar las propuestas de unos y otros, evidentemente no sólo en
la sesión de hoy, sino en los próximos meses o incluso años hasta la
conferencia, que esa postura de apertura sea real y se mantenga así,
no sólo porque eso es lo bueno y es lo que permitirá forjar, si
finalmente lo logramos, un consenso entre todos sobre cuáles son las
posiciones en las que podemos estar todos de acuerdo, sino porque
además, si no, la fijación de posiciones obliga a rectificaciones. Yo
recuerdo bien lo que era la posición del Gobierno sobre las
cooperaciones reforzadas no hace tanto tiempo, y está en los «Diarios
de Sesiones». Yun buen día, el Gobierno, después de haber proclamado
que la cooperación reforzada nunca sería objeto del debate de Niza ni
nunca entraría, de repente cambiamos de posición y pasamos a ser los
apóstoles de la cooperación reforzada; cosa que me pareció bien y,
como bien ha dicho en su intervención, fue uno de los éxitos de Niza,
aunque ahí tendríamos matices. En todo caso, eso podría ser un buen,
no escarmiento, pero sí una buena experiencia para saber que es bueno
mantenerse bastante abierto sobre qué es exactamente lo que queremos
y no cerrarse en banda.

En su intervención, no sólo en ésta sino en otras que he tenido
ocasión de escuchar en las últimas semanas en distintos foros, le veo
muy optimista en lo que es su valoración de Niza. Creo que éste no es
el momento de entrar o reabrir de nuevo la valoración sobre si Niza
fue tan bueno o no como usted dice que fue. Yo sinceramente creo que
no, pero en todo caso me parece que eso no tiene en este momento más
importancia. Lo que sí la tiene es, sin perdernos en nombres y en
debates nominalistas, como decía el portavoz socialista, saber
exactamente hacia qué modelo nos conduce Niza y hacia qué modelo, en
sentido amplio, se está dirigiendo España y el Gobierno que en este
momento la encabeza y dirige sus destinos. Porque podría volver a ser
retórica también decir que al fin y al cabo el debate entre
comunitarismo y bilateralismo es complementario, que aquí no pasa
nada y que llegaremos a una nueva síntesis y todos seremos buenos.

Eso no es así o personalmente no lo veo así. Aquí hay un debate de
fondo, con un nombre o con otro -insisto, intento que no nos perdamos
con los nombres-, tremendamente político y de enorme calado. ¿Vamos
hacia unas instituciones que se superponen a los Estados, llámese
federalismo o húyase de esa expresión, y que son las que toman la
iniciativa y que son las que tienen peso político y las que algún día
tendrán legitimidad política directa, o vamos hacia una construcción
de distintos Estados que delegan en una secretaría la ejecución de
las decisiones que políticamente han asumido? Son dos modelos; luego
los instrumentamos de una manera o de otra, los desarrollamos más de
una manera o de otra, pero son dos modelos, son dos tendencias que en
este momento ya se están bifurcando y nos estamos yendo por la que
a este grupo menos le gusta. No creo que sea bueno el simple ejercicio
voluntarista de decir: aquí no pasa
nada, ya lo compatibilizaremos. No está claro que eso sea así, entre
otras cosas porque hay determinados Estados que no tienen ningún
interés en compatibilizarlo, que están encantados con el método
intergubernamental y que lo reforzarán tanto como puedan. Por tanto,
¿hacia dónde vamos? Hacia dónde va, en este caso, España, que es
fruto de la democracia, de las mayorías parlamentarias y de que
gobierna quien gobierna, hacia donde quiera que vayan su ministro de
Asuntos Exteriores y su presidente del Gobierno, que son los que
están dirigiendo la política exterior.

En esta comparecencia de hoy al hilo del 2004, realmente se abre todo
y yo no tengo tiempo, ni es el momento, por la estructura que tienen
estos debates, de entrar a fondo en este tipo de planteamientos. Eso
quizás será objeto de una de las primeras sesiones de la subcomisión,
donde, sin turnos de palabra, sin tener 10 minutos por persona,
hablando cada uno en nombre de su grupo y a lo mejor sin el «Diario
de Sesiones», probablemente con presencia del Gobierno, podamos entre
todos desahogarnos un poco más. Pero algunas ideas sí hay que poner
ya, al menos, desde esta primera sesión de hoy. Una primera, con la
que yo me daría por satisfecho sólo con que la consiguiéramos, es
recuperar la sociedad a la que hemos abandonado, recuperar la
sociedad a la que entre todos hemos abandonado. Acaba de abandonarla
el Gobierno y la han abandonado los Parlamentos. No este Gobierno;
los Gobiernos, los Ejecutivos y los Parlamentos. Han abandonado a la
sociedad en la construcción europea y van por otro lado. Eso no se
arregla con el reparto en las escuelas de folletos de la Comisión
Europea. Eso es teatro, llega hasta donde llega pero realmente llega
muy poco. Ese no es el problema, eso es un calmaconciencias por parte
de los responsables políticos.

Insisto en que esto es un problema que afecta a todos los líderes
políticos europeos. El hecho de hacer grandes campañas en los
dominicales de los periódicos, repartir folletos aquí y allá y de vez
en cuando poner un anuncio donde diga Comisión Europea y las doce
estrellitas no es nada. De lo que estamos hablando es de cómo saben
las sociedades quién les gobierna, qué información tienen de quién
está tomando las decisiones; desde el comité veterinario en materia
de vacas locas hasta las redes europeas de transporte o el euro en su
frente concreto, la policía, Europol, etcétera. Los ciudadanos no
saben nada porque conscientemente se les está escondiendo. Después,
todos nos llenamos con la retórica de decir que hay abstención en las
elecciones al Parlamento Europeo y cómo nos duele. Se les esconde
porque nadie rinde cuentas, porque los consejos de ministros de la
Unión Europea son secretos, son casi clandestinos. La propia cumbre
de Niza fue clandestina, tomándose decisiones a las cuatro de la
madrugada. ¿En qué país del mundo occidental y del mundo democrático
se reforma una Constitución a las cuatro



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de la madrugada? Y luego no se sabe en qué términos ha quedado.

Eso es absolutamente fundamental y, o corregimos ese punto, ya sea
por la vía de la convención o por cualquier otra vía -un buzón en
Internet, ese será un primer paso, realmente vamos bastante más
allá-, o tendremos una especie de Europa en la que al final empezarán
a salir partidos no xenófobos pero sí antieuropeos, incluso en
nuestro propio país, porque sólo verán lo negativo; y el mejor
partido antieuropeo es el partido abstencionista y ese, sin líder, sí
está creciendo y lo está haciendo intensamente en toda Europa. Yo me
conformaría con que el Gobierno español -y los demás gobiernos, pero
tengo la suerte de poder controlar al español y no a los demás- se
convirtiera, junto con los escandinavos, que lo han asumido ya, en
uno de los adalides de esa transparencia: transparencia del consejo
de ministros, rendir cuentas, saber quién ha votado qué, quién ha
decidido qué, que cada uno dé la cara, tanto de lo que está a favor
como de lo que está en contra, explique por qué está a favor de lo
que está a favor y explique por qué está en contra de lo que está en
contra, en lugar de quedar absolutamente todos diluidos en un magma
anónimo que, como ocurre siempre con el anonimato, lo único que
permite es diluir responsabilidades, en este caso entre ministros de
15 Estados miembros. Ese tema es absolutamente fundamental, se tendrá
que resolver y ahí van la transparencia de los tratados y cómo se
elabora esa conferencia. Por eso, estoy de acuerdo cuando usted decía
en su intervención que la conferencia del 2004 no puede limitarse; y
decía que tiene que ser decisoria, que no puede ser simple avalista
de lo que se negocie. La legitimidad democrática no la tienen ni 50
ni 600 ONG reunidas en una sala. De acuerdo. Ni todas las
universidades de Europa. De acuerdo. La democracia hace que quien
puede decidir sea quien esté democráticamente legitimado para
decidir. Ahora bien, lo que no tendrá sentido es abrir unas
expectativas de decisión, tener a todas las universidades de Europa,
a los colegios profesionales, a la sociedad civil, pensando,
proyectando, si es que llegáramos a conseguir eso, qué tipo de Europa
queremos, para que después, 15 personas, encerradas en una sala con
sus asesores, acaben haciendo de su capa un sayo y terminen
elaborando un texto como quieran, para someterlo posteriormente como
un trágala a la ratificación en los 15 Parlamentos nacionales, con la
idea de que, si no lo ratificamos, estamos apretando el botón
nuclear. Es exactamente donde estamos ahora, porque cualquiera que se
plantee no rectificar el Tratado de Niza lo que está haciendo es
poner en cuestión toda la construcción europea, independientemente de
que nos guste o no lo que a las cuatro o a las cinco de la mañana se
acabó decidiendo. Eso vale para Niza, pero también valió para antes.

Ahí le doy la razón. No es la primera vez que eso se ha hecho así.

Valió para el reparto de fondos y para tantas otras cosas. Ese método,
en el año 2001 ó 2004, en una sociedad de la información, tiene
que terminar y, si no lo hacemos, perderemos a la sociedad en la
construcción de este proyecto.

En segundo lugar -y termino, señor presidente-, está el tema de la
distribución de competencias entre los Estados miembros y la Unión
Europea y, evidentemente, entre los Estados miembros y aquellas
unidades políticas, con soberanía política, no mera descentralización
administrativa, sino auténticas entidades políticas que componen esos
Estados en el interior. Ha dicho el ministro que no tiene tabúes. Mi
partido no los va tener, mi grupo parlamentario tampoco los va a
tener. Estamos encantados de saber que ahí no va a haber tabúes. No
somos tan ingenuos como para ignorar que Europa se seguirá
construyendo a través de los Estados. Nadie pretende que los Estados
desaparezcan ni que tengan ahí su papel; lo demás puede ser un deseo
más o menos utópico, pero aquí estamos haciendo política con la
realidad. Ahora bien, lo que no permitiremos, en la medida en que
nuestro poder político, nuestro poder de influencia y nuestro poder
de hacer oír la voz nos lo permita, y no sólo mi grupo parlamentario,
sino una buena parte en mi caso de la sociedad catalana y entiendo
que también de otras, es que otros Estados puedan darnos lecciones de
lo que es la descentralización, que otros Estados no tengan vergüenza
de reconocer que tienen en su seno entidades políticas con
Parlamentos, que aprueban leyes, que, conforme a sus constituciones,
tienen gobiernos que responden ante Parlamentos inferiores al Estado
y que, por tanto, desarrollan competencias de la Unión Europea y que
el Estado español hacia dentro, porque así se lo impone la
Constitución, lo siga admitiendo y hacia fuera lo oculte, se
avergüence y considere que eso es algo que perjudica no se sabe muy
bien qué.

Ayer o anteayer mismo estuvo aquí -termino ya, señor presidente- una
delegación del Parlamento checo, la delegación de asuntos europeos de
la República Checa, y nos reunimos con ellos los portavoces de esta
Comisión. El comentario unánime, comentario que tantas veces ha
escuchado este portavoz aquí y viajando por Europa, es: ¡Oh, qué
sorpresa, España es un país descentralizado! ¡Oh, qué sorpresa, la
política agrícola comunitaria no se puede desarrollar estrictamente
desde Madrid! ¿De quién es culpa eso, de su ignorancia? Es posible.

Es posible que, efectivamente, ellos puedan tener mejores fuentes de
información, pero eso es así porque el Gobierno español, cuando sale
a Europa, oculta la realidad española, y se avergüenza de su realidad
política y no explica ni traduce en hechos jurídicos ni en realidad
jurídica y política la realidad descentralizada de la existencia de
distintas entidades políticas soberanas en su ámbito, en el ámbito
español. Por tanto, eso sí forma parte del debate de aquí al 2004 en
un marco mucho más amplio. Nosotros seremos lealescon el proyecto
europeo y esperemos que ustedes lo



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sean también con dicho proyecto y con la propia Constitución
española.

Por último, y ahora sí que termino, quiero subrayar que comparto la
idea de que el tema económico tendrá su importancia.




El señor PRESIDENTE: Señor diputado, lamento tener que advertirle de
que ha rebasado su tiempo con creces.




El señor GUARDANS I CAMBÓ: Acabo ya. Normalmente se le pide a uno que
termine y luego se le deja que acabe la frase, señor presidente.

Acabo la frase. Comparto la idea de que, efectivamente, el tema
económico es uno de los que quizás deberá ponerse también sobre la
mesa.




El señor PRESIDENTE: Tiene ahora la palabra ahora el representante
del Grupo de Izquierda Unida.




El señor LLAMAZARES TRIGO: Quiero agradecer la comparecencia del
señor ministro, como es habitual, pero en nombre de nuestro grupo
parlamentario tenemos la impresión de estar asistiendo otra vez, ante
la perspectiva de una nueva conferencia intergubernamental, a esa
especie de película en que un mismo personaje pasa varias veces por
delante de la cámara aparentando ser un personaje diferente o un
grupo de personajes. Esta misma valoración que hoy estamos haciendo,
crítica con respecto a la construcción europea y sobre todo con
respecto a la falta de sensibilidad de esa construcción europea, para
ser conocida y apoyada por el conjunto de la ciudadanía, da la
impresión de que la hemos debatido ya en otra ocasión. Probablemente,
cada vez que nos enfrentamos a un nuevo Consejo y, en particular,
cada vez que nos enfrentamos a una nueva conferencia
intergubernamental.

A nosotros nos gustaría que esta vez aprendiéramos de nuestros
propios errores en la construcción europea, en el método de
construcción y en los contenidos políticos de la construcción
europea, para que la conferencia intergubernamental del 2004 fuese un
avance, y un avance sustancial. La conferencia de Niza -tuvimos un
debate desgraciado en esta Cámara sobre esa materia, al cabo de un
tiempo ya de realizada la conferencia, y en términos de blanco y
negro, de éxito o de fracaso-, vista con distancia, con la distancia
del tiempo, da la impresión de que al menos tuvo claroscuros o más
oscuros que claros, en nuestra opinión. No consiguió sus objetivos,
ni siquiera sus objetivos, que eran muy modestos.

Dice el señor ministro que no podemos reabrir, de cara a la próxima
conferencia intergubernamental, temas ya cerrados en la conferencia
de Niza. Yo deseo que estén cerrados, señor ministro, pero me da la
impresión de que no; me da la impresión de que el debate que se ha
abierto -y creo que además con frentes ya establecidos de Estados de
un lado y de otro-
sobre los acuerdos de Niza va a continuar. No creo que las distintas
valoraciones polarizadas sobre el resultado final de la reforma
institucional se vayan a despejar en los próximos meses. Me da la
impresión de que, a pesar de que uno de los avances de Niza fue de
alguna manera abrir la perspectiva de la ampliación, de nuevo vamos a
hablar de la institucionalidad de la Unión Europea. Vamos a hablar de
la Comisión, vamos a hablar del Consejo, vamos a hablar de
reponderaciones y vamos a hablar de fondos. Porque muchas de estas
cuestiones algunas veces no se han incorporado todavía, no han sido
todavía ratificadas y pueden ser modificadas. De hecho, no hay
coincidencia entre Estados miembros en torno a la redacción del
futuro Tratado de Niza. Parece que esa cuestión es un buen deseo del
Ministerio y un buen deseo del Gobierno, pero mucho nos tememos que
esa cuestión esté de nuevo en la agenda previa a la próxima
conferencia intergubernamental del 2004. Entre tanto, lo que más
preocupa al Grupo Parlamentario de Izquierda Unida es que la
conferencia de Niza ha provocado nuevas decepciones o nuevas
frustraciones. Desde luego, el método seguido, ese mercadeo opaco
entre los Estados, como se ha dicho antes, a las tantas de la mañana,
del cual todo el mundo ha salido cantando el éxito, pero al cabo de
pocos días ha empezado a ver sus fracasos o sus insuficiencias, no es
el mejor método de cara a la próxima conferencia intergubernamental.

No es tampoco el resultado de Niza el mejor para avanzar en los retos
de la Unión Europea. Por ejemplo, y de eso se habla muy poco,
desgraciadamente, nos centramos más en los aspectos institucionales,
la agenda social no ha sido precisamente un éxito de la conferencia
de Niza, siendo como es la política y el modelo social en estos
momentos uno de los instrumentos esenciales de legitimación del
proyecto europeo. Porque si alguna legitimación tiene el proyecto
europeo es que el modelo social europeo se consolide y se desarrolle.


Pues bien, no nos parece que se avance suficientemente en ese
sentido.

La legitimación de la Unión Europea va a tener también mucho que ver
con lo que ocurra en relación con los retos globales que hoy existen
para las instituciones europeas. De cómo salgamos de la crisis
alimentaria y de cómo salgamos también del reto de la inmigración va
a depender la posición de la ciudadanía en relación con la
construcción europea. Hoy por hoy, da la impresión, por lo que
conocemos de las encuestas, de que la ciudadanía no solamente juzga
muy críticamente la Conferencia Intergubernamental de Niza, sino que
juzga muy críticamente las instituciones europeas y que en estos
momentos tenemos unas instituciones europeas que pierden apoyo,
incluso en los Estados más favorables a la construcción europea. Lo
importante no es solamente el método y no creemos que un método
ecléctico, como el que ha enunciado hoy el ministro de Asuntos
Exteriores, sea el mejor para la próxima conferencia
intergubernamental. No vale una



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mixtura entre intergubernamentalidad y comunitarismo. Nos da la
impresión de que o se decide por un método o acabaremos de nuevo en
el intergubernamentalismo que ha fracasado en la conferencia de Niza.


Pero, por otra parte, la legitimación de la construcción europea va a
tener mucho que ver con la solución de estos problemas concretos,
porque si hoy hay barreras económicas y si hoy hay una incapacidad de
gestión por parte de la Unión Europea y de los Estados miembros en
relación con problemas globales, como el problema agroalimentario o
el problema de extranjería, mañana, cuando nos encontremos a las
puertas de la ampliación, tendremos más dificultades para hacer
comprender a los ciudadanos la necesidad y la potencialidad de la
construcción política de la Unión Europea. Estos problemas tienen
mucho que ver con las perspectivas económicas de la Unión Europea. En
estos momentos la limitación de los presupuestos comunitarios son una
barrera para abordar estos graves problemas. El 1,27 por ciento del
PIB se ha demostrado una barrera infranqueable; es difícil imaginar
que vamos a poder responder a la financiación de la lucha contra el
mal de las vacas locas, a las políticas comunitarias sobre el reto de
la inmigración y que, al mismo tiempo, vamos a poder responder a la
ampliación con el mismo presupuesto, incluso con un presupuesto aún
no ejecutado en su totalidad. A nosotros nos parece una barrera
infranqueable. Por tanto, avanzar en términos sociales, legitimando
el modelo social europeo, avanzar en la construcción de una hacienda
pública europea y avanzar también en la construcción política son los
mecanismos mejores de legitimación. La legitimación no está tan sólo
en el debate y en la forma del debate que tengamos hacia la próxima
conferencia, que va a ser muy importante, y en la respuesta que demos
a los distintos aspectos de la próxima conferencia, en el marco de
una convención o de algún mecanismo participativo, lo fundamental va
a ser si la Unión Europea, en sus decisiones y en su presupuestos
políticos y económicos, es capaz de responder a las aspiraciones de
los ciudadanos europeos. Creemos que esa es la mejor forma de
legitimarnos y la mejor forma de llegar a la próxima conferencia
intergubernamental. Nosotros nos expresamos claramente por una
propuesta de constitucionalidad de la Unión Europea, no solamente por
una refundición de tratados, por un avance significativo en la
federalidad de la Unión Europea. Esa es la posición de nuestro grupo
parlamentario que hacemos expresa hoy en esta Cámara. También nos
pronunciamos por que el Gobierno asuma el reparto de competencias sin
miedos, y por que empiece a abrir ya algunas puertas a la
participación de las comunidades autónomas en el ámbito comunitario.

Nos parece que sería la mejor forma de deslindar ese proceso y de no
abordar esa cuestión con resistencias.

El Grupo Parlamentario de Izquierda Unida apoya la posición que ayer
hizo expresa el presidente Prodi, y
es que haya un proceso muy abierto, un proceso de convención con
relación a la próxima conferencia intergubernamental del año 2004 y
que podamos participar todos en él. Nos da la impresión de que si el
proceso, como decía en un principio, es similar al de Niza podemos
acabar igual que en Niza, con éxitos por parte de los gobiernos, pero
con un fracaso o un traspiés comunitario.




El señor PRESIDENTE: Al no estar presente el representante del Grupo
Parlamentario Vasco, tiene la palabra el representante de Coalición
Canaria, señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Mi grupo comienza por agradecer la
presencia aquí del señor ministro de Asuntos Exteriores, don Josep
Piqué, y la información que nos ha dado sobre los prolegómenos de la
Conferencia Intergubernamental del año 2004.

Señor ministro, como usted sabe, por la peculiaridad del engarce
legislativo de nuestro Archipiélago, dentro del marco español pero
específico de Canarias, en la Unión Europea, Coalición Canaria hace
suyos los votos de europeidad de Canarias, a través de España, de la
singularidad de su régimen del tipo Posei, de las opciones
específicas por la distancia y la insularidad, así como por todo el
armazón de la estructura económico- fiscal del Archipiélago, que mira
fundamentalmente por su balanza comercial, por su balanza turística,
hacia la Unión Europea. De ahí que tengamos allí -como usted bien
conoce, señor ministro- una especial sensibilidad a todo el tema
europeo, por lo cual sintonizamos plenamente con la política que
viene desarrollando el ministerio en esta consideración propia del
Archipiélago de Canarias.

Nosotros aceptamos, señor ministro, el planteamiento que usted hace
de unas mesas de reflexión, de un proceso abierto en el que puedan
participar todas las entidades que tengan capacidad de opinión -mesas
de trabajo, universidades, sindicatos, todos los actores y
colaboradores, empresarios sociales- en este fenómeno. También en los
aspectos de Canarias del tipo Posei o tipo relación específica que
estamos esperando de la Unión Europea, que se vienen realizando por
todos los actores y agentes sociales, laborales, económicos y, por
supuesto, políticos. Nuestro foro también va a estar abierto a esa
cuestión.

Nuestra primera sensibilidad consiste en que tengamos un solo
documento de referencia. De ahí que coincidamos en que es una labor
fundamental la síntesis -lo ha dicho usted- de lo gubernamental con
lo comunitario, como principio de conducta. Porque si lo
intergubernamental se sigue distanciando de lo comunitario o lo
comunitario de lo intergubernamental se va a producir un
desequilibrio institucional tremendo. Nosotros quisiéramos las
máximas vinculaciones a lo que ahorma toda la Unión Europea, que es
precisamente lo comunitario,



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el Consejo, y debemos evitar que en el futuro se empiecen a dar
ejemplos como el que acaba de ocurrir con Irlanda. Eso tiene una
trascendencia tremenda y es un ejemplo de lo que ocurre cuando lo
intergubernamental o lo propiamente gubernamental adquiere un
protagonismo que, amparándose bien en las constituciones de cada
país, bien en su sistema de decisión libre de Gobierno, ha planteado
el contencioso posiblemente más grave que se ha planteado en la
Comunidad. Ya no se trata de que el Consejo de la Unión Europea
amoneste o llame la atención a un país porque en la privatización de
empresas se quiere reservar la acción de oro o por ciertas cuestiones
en la liberalización de los transportes o las comunicaciones. No, es
que esto tiene otro calado, porque se trata de que el presupuesto de
un Estado miembro, soberano, definido por su Constitución y con la
soberanía de su Parlamento, es objeto, nada más y nada menos, que del
pronunciamiento del Parlamento, en la propuesta de un gobierno de
hacer el presupuesto de un Estado, y la Unión Europea le denuncia en
esa cuestión. Por tanto, que nos sirva de advertencia lo que acaba de
ocurrir con Irlanda para que este tema figure en todo tratamiento no
ya de expertos y de técnicos sino político. Aquí ya no se trata de
que se reúna una comisión de sabios a ordenar cuáles son las
competencias de lo intergubernamental y las del área de lo
comunitario.

El segundo gran punto que quiero traer a nuestra reflexión de hoy,
señor ministro, es que creemos que es bueno profundizar en los cuatro
ámbitos de debate aprobados en Niza, y que esos cuatro campos o
ámbitos de debate se concreten desde los comités de expertos que
tengan que hacer sus aportaciones de tipo jurídico, de tipo
económico, de tipo técnico, en términos generales, y se puedan llevar
desde los estatutos del desarrollo de la Carta de Derechos
Fundamentales hasta las relaciones Gobierno-Parlamento, los
parlamentos europeos, el papel parlamentario, etcétera. Creemos que
son buenos estos cuatro puntos de debate, sin que esto se cierre, por
supuesto, cuando hay una comunidad autónoma como la de Canarias, que
tiene en este momento pendiente que la Unión Europea resuelva - y ahí
están comprometidos los esfuerzos del Gobierno autónomo de mi
comunidad con el Gobierno central y usted lo conoce bien, señor
ministro, por el apoyo que nos viene prestando, junto con otros
departamentos ministeriales, pero especialmente el suyo- despejar el
texto definitivo del artículo 199.2 del Tratado de Amsterdam. El
implicar a los parlamentos nacionales constituirá también para
nosotros una prueba de solidaridad. Al comienzo de su intervención,
señor ministro, ha hecho un llamamiento a la colaboración, a un
debate abierto de amplio consenso social y político. Tenga la
completa seguridad, señor ministro, de que estamos en esa misma
sintonía, porque lo que queremos, es que la conferencia
intergubernamental, junto a la síntesis, la correlación o la simetría
o lo que tenga que haber entre los aspectos intergubernamentales y
los comunitarios,
resuelva un tema fundamental, que es la simplificación de los
tratados. No podemos seguir teniendo encima de la mesa prácticamente
cuatro tratados, desde el Tratado de Roma hasta el Tratado de
Amsterdam, o referencias a todos ellos. Eso tiene que estar resuelto
en cualquier sociedad o institución; a nivel de Estado, por una
constitución, pero tiene que haber un solo documento; a nivel de
cualquier sociedad anónima o de servicios, por un reglamento o un
único libro o texto de referencia.

Por tanto, respecto a la reforma de los tratados, por un lado, habrá
que ir adaptando aspectos singulares y concretos hasta el año 2004 y,
por otro lado, esa reforma de los tratados debe conllevar la
simplificación de los mismos. La simplificación implica clarificar la
norma de los tratados por la cual tiene que aplicarse una determinada
situación de correlación entre los poderes que están dentro de la
Unión Europeo. Por supuesto, que un grupo técnico cribe los tratados,
los ordene, los clasifique y dé un texto claro, contundente y no
dubitativo. En segundo lugar, que esa simplificación de los técnicos
tenga después el respaldo y la decisión de una voluntad política,
expresada por parlamentos y gobiernos de la Unión Europea para que
los tratados simplificados sean claros y, el tratado sea único y
quede un solo documento, que se llame como la ciudad donde se firme o
se apruebe o como se le quiera denominar, que tengamos un solo
documento básico de referencia como documento constitucional del
funcionamiento de la Unión Europea.

En esa línea de trabajo, nosotros no vamos a complicarlo desde
nuestra modesta posición, pero sí secundaremos ideas como la que ha
dicho el ministro de que no se cierre una agenda de trabajo, como
puede ser el espacio de seguridad y justicia o la política exterior y
de seguridad común, porque creemos que, en política exterior y de
seguridad común, vamos a tener que tomar decisiones muy importantes y
comprometidas. Hay que ver si, a través de mister PESC y de lo que va
a ir detrás de él, la política exterior y de seguridad común va a
significar verdaderamente un compromiso de la Unión Europea para un
protagonismo en los conflictos exteriores.

Desde luego, habrá que esperar la prueba del año 2002, que va a ser
muy importante para la conferencia intergubernamental, y ver cuál es
la reacción con la entrada en vigor el euro. Mi grupo considera que
la entrada en vigor del euro va a significar una toma de datos y una
toma de posición de una Unión Europea nueva porque, por primera vez y
dos años antes de que llegue la conferencia intergubernamental,
trescientos y pico millones de ciudadanos vamos a estar utilizando
todo el espacio económico europeo, vamos a estar utilizando una sola
moneda. Creo que éste va a ser un dato a tener en cuenta sobre el
cual todavía no podemos hacer nada más que puras especulaciones y
referencias teóricas. El sentido práctico lo da el momento en que la



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moneda empiece a estar en el bolsillo de todos los ciudadanos de la
Unión Europea.

En esta línea de cooperación, entendimiento y armonía, señor
ministro, las líneas que usted ha trazado, mi Grupo de Coalición
Canaria está a la recíproca en este espíritu de cooperación.




El señor PRESIDENTE: Señor diputado, le agradezco la sujeción a los
tiempos previstos.

Por Entesa Catalana de Progrés, tiene la palabra la señora Cid
Pañella.




La señora CID PAÑELLA: En primer lugar, quiero agradecer la
comparecencia del señor ministro. Haciendo un repaso a su
intervención, usted ha puesto el acento en el éxito de las
conclusiones de la conferencia de Niza, por lo que suponían de punto
de partida de un proceso de reflexión. Visto así, evidentemente,
sería todo un éxito, porque si algo ha venido después de la
conferencia de Niza, ha sido un período de reflexión; realmente no
fue una buena muestra de toma de decisiones en relación con la
política comunitaria. La conclusión a la que podríamos llegar
analizando la conferencia de Niza desde esta perspectiva comunitaria
es que no se tomó ninguna decisión en torno a las grandes líneas y a
los grandes proyectos políticos sobre los cuales tiene que avanzar el
proceso de integración y de construcción europea; más bien fueron los
intereses individuales de los Estados los que se dieron a conocer
y toda la opinión pública pudo seguir su discusión hasta altas horas de
la madrugada.

Yo estoy de acuerdo con usted cuando dice que lo que se hizo fue
aplazar las decisiones más importantes para el año 2004, que es para
cuando está prevista la elaboración de una constitución europea, el
reparto competencial entre los diferentes niveles de poder de la
Unión (ya sean instituciones, Estados miembros, länder, regiones,
comunidades autónomas, etcétera.) y la simplificación de los
tratados, como ya se ha apuntado. Por lo tanto, deducimos que
actualmente, en cuanto a la toma de decisiones respecto a la
construcción y al avance europeo, estamos en un nivel puramente
intergubernamental, lo que pondría de manifiesto el otro déficit que
creemos que se mostró en Niza, puesto que yo apuntaría no sólo el
déficit político, sino también el déficit democrático de reforzar el
papel de los parlamentos y la participación de instituciones
diferentes a los propios gobiernos.

Ante este panorama y haciendo una lectura, diríamos, positiva de su
exposición, estamos totalmente de acuerdo en la necesidad de terminar
con las ambigüedades, de actuar con voluntad de apertura y de
transparencia y, por supuesto -en la base de todo-, de hacer
partícipe a la sociedad de este debate de construcción europea.

También creemos que en ese debate hay que incluir otro que ya se
apuntó en esta Comisión mixta en la última comparecencia del
secretario de Estado para
la Unión Europea, que es el que conlleva la clarificación de este
reparto de competencias entre la Unión, los Estados miembros y, como
decía antes, otras instituciones. Tenemos que discutir hacia dónde
vamos o, por lo menos, el Gobierno español nos debe dar a conocer con
claridad y sin ambigüedades qué papel cree que las comunidades
autónomas tienen que jugar en todo este proceso. Por ejemplo, se me
ocurren las siguientes preguntas: ¿Se abrirá un período de
conversaciones vinculantes con las comunidades autónomas para ver
cómo pueden participar en todo este debate y en todo este proceso de
transparencia que, como muy bien apuntaba el ministro, nosotros
también creemos que son necesarios? ¿Qué participación cree el
Gobierno que deben tener las comunidades autónomas en este marco
institucional que se dibuja de la Unión Europea? ¿Qué va a hacer el
Gobierno con alguno de los apartados del Tratado de Amsterdam?
Nosotros creemos que todo esto también forma parte del debate.

Usted ha dicho que habla con claridad y nosotros también estamos
dispuestos a hacerlo, evidentemente. Pero dentro de esta construcción
está toda la carga de política comunitaria que hay que conocer, hay
que discutir y hay que hacer partícipe a todo el mundo; y también,
por supuesto, hay que clarificar cuál es el panorama competencial de
algunos temas que nos vinculan con la Unión Europea.

No me extenderé más. Creo que el hablar al final te da la posibilidad
de repetir muchas cosas que ya se han dicho y no quisiera hacerlo.

Por lo tanto, termino agradeciendo al ministro, de nuevo, su
comparecencia.




El señor PRESIDENTE: Vamos recuperando el tiempo, no diré que
perdido, sino empleado por encima de lo previsto por otros
portavoces. A continuación, tiene la palabra la portavoz del Grupo
Mixto.




La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Señor ministro, yo también voy a
agradecerle su presencia y que nos haya hecho partícipes de sus
reflexiones, que han sido interesantes, y que me atrevería a decir
que no sólo han aclarado algunos temas, sino que incluso -no sé si
quizás yo no he llegado a entender algunas veces la posición del
Gobierno- han subsanado algunas cuestiones en sentido distinto -ya me
explicaré luego- al que había entendido, en concreto al señor Aznar,
en el debate posterior a Niza, en esta Cámara.

Hablamos del post-Niza, por utilizar un término coloquial. Las dos
cuestiones que se pueden agradecer a la cumbre de Niza son la
existencia del llamado post-Niza o el anexo cuatro y, como decía el
señor Prodi, que exista Niza. Es decir, francamente los trabajos de
la cumbre de Niza no arrojan un saldo favorable, pero cuando menos
nos alegramos de que exista ese anexo y, por tanto, de que continúe
el proceso post-Niza. Desde hace ya muchos años hemos sido
partidarios de que la lista de



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temas que hubieran debido ser tratados en Niza fuera más amplia, pero
lo hecho, hecho está.

Habla usted de cómo podemos participar en estas reflexiones. Habla de
una subcomisión, a la que auguro mejor resultado que el que tuvo la
subcomisión que se pretendió crear para la Cumbre Intergubernamental
de Niza, y lo digo con las consideraciones que tengamos que hacer
todos, cada uno en su responsabilidad, para que esta subcomisión
pueda llegar a buen término y con resultados positivos.

Ha dividido -es muy lógico y yo lo comparto- las reflexiones en dos
materias. Las dos son igualmente importantes: procedimiento y
contenido concreto. Voy a intentar hacerlo de la misma manera.

Procedimiento: ¿Cómo conseguir que no se produzca el resultado
decepcionante por el procedimiento seguido en la cumbre de Niza y las
anteriores? Ya se ha hablado mucho de esta tema y no voy a
reiterarlo. Efectivamente, usted hablaba de dos estadios, y su
intervención ha coincidido en este sentido más o menos -no sé si
tenían acordado esto- con las reflexiones del presidente de la
Comisión: una reflexión abierta hasta Laeken y una reflexión
estructurada a partir de Laeken. Esto es interesante y, al menos, es
algo concreto.

En el procedimiento general y en estas dos fases, las primeras
reflexiones -porque a conclusiones no vamos a llegar en ningún
momento- son: uno, que no se puede reproducir lo que pasó con los
trabajos preparatorios de Niza, y dos, que hay que buscar la fórmula
de la participación de todo el mundo. Usted hablaba de participación
política, en la que evidentemente incluyo tanto a órganos
legislativos como a órganos ejecutivos, y hablaba de sociedad en sus
diferentes vertientes.

Como segunda conclusión de su intervención, me resulta curioso que en
ningún caso haya hablado de parlamentos autónomos, que al menos deben
tener la misma consideración que otros estamentos de la sociedad
civil. Por tanto, si queremos una reflexión abierta, también podemos
incluir en esta primera parte de la reflexión -también diré en la
segunda- un aspecto de la representación de los ciudadanos en
aquellas comunidades autónomas a las que les corresponden
competencias muy importantes, no sólo de ejecución, sino también de
legislación. ¿Cómo debe ser esa reflexión abierta? Se ha hablado de
muchos procedimientos. Creo que en este estadio todos son válidos. En
este sentido, probablemente en la subcomisión, por lo que a nosotros
respecta, tengamos que oír a múltiples personas de diferentes
ámbitos. También hay que hacer otra reflexión, hasta que llegue
Laeken, el 14 y 15 de diciembre del 2001, no hay mucho tiempo. En
todo caso, llegados a ese punto, ¿qué es lo que se puede plantear ya
aquí? Es evidente que tienen que intervenir aquellos que tienen una
relación directa en cuanto a representación de los ciudadanos. Es muy
anticipado decir qué es lo mejor. Yo diría, aunque quizás es un poco
caricaturesco, que cualquier cosa mejor que lo
que pasó en Niza. No se puede aventurar si es buena o no una
convención, qué tipo de proceso constituyente, si hay que dividir el
procedimiento en función de los temas que estemos tratando, o si
incluso, de aventurarse por una convención, el sistema de voto y de
trabajos pudiera ser distinto.

No estoy en este momento en situación de plantearle qué es lo mejor,
pero en todo caso, deben ser estudiados otros procedimientos que a lo
mejor no se nos ocurren ahora o no están suficientemente analizados.

Pero hay otro procedimiento interno, parte del procedimiento general
que se va a dar en toda la Unión Europea con sus diferentes
vertientes y especificidades. Tendríamos que preguntarnos qué vamos a
hacer con el procedimiento en el Estado español, en concreto. Supongo
que cada Estado miembro tiene sus propias peculiaridades y adaptará
las reflexiones a sus ordenamientos jurídicos. En este caso, creo que
tendríamos que hacer una reflexión, sobre todo a la luz de la
experiencia, podríamos decir, que hemos padecido. En el estadio de la
reflexión abierta, se ha creado esta subcomisión. Ya veremos cómo
realiza sus trabajos. Incluso podría estudiarse la diferencia de
trabajos en una u otra fase. Quiero instar -no sé si instar es una
palabra demasiado fuerte en el sentido de obligar- o me gustaría
rogarle, quizá pudiera ser más conveniente, encarecidamente que
prestara la adecuada atención a los trabajos de esta Cámara. En los
meses anteriores de esta legislatura hemos ido, esta portavoz al
menos lo percibe así, teniendo cada vez menos input del Gobierno y
creo que eso no es bueno ni para ustedes ni para nosotros.

En segundo lugar, lo ha citado alguna portavoz anteriormente, también
merece una necesaria alusión la participación que pudieran tener las
comunidades autónomas con relación al procedimiento interno del
Estado español en esta cuestión ¿Cómo se va a configurar? Esta Cámara
puede ser perfectamente conocedora de un método y sería bueno saber
cómo se van a incorporar las comunidades autónomas a los trabajos de
preparación, tanto en la fase de reflexión abierta como, y me parece
más importante, en la fase de reflexión estructurada. Una de las
cuestiones que más debe criticarse es lo que ocurrió en épocas
anteriores, especialmente en la última, y no se debe reproducir,
especialmente si una de las cuestiones que se va a tratar es
delimitar competencias.




Si nos referimos a las cuestiones concretas, es evidente que además
de las cuatro cuestiones que aparecen en el anexo -me referiré aquí a
lo que decía al principio- usted ha hablado de que no se oponen a que
esta lista se amplíe. Digo que me parece una buena reflexión porque
de la intervención del señor Aznar, a lo mejor estoy equivocada y si
es así rectificaría de buen grado, creí entender que eran cuatro
cuestiones y que no se iban a ampliar. En todo caso, es un cambio de
opinión en el Gobierno que me parece bueno. Es bueno que no sea
cerrada porque hay cuestiones que podrían



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estar encima de la mesa perfectamente, como el equilibrio
institucional en la Unión Europea. Usted ha hablado de que no se van
a tratar cuestiones institucionales, depende de qué cuestiones
institucionales. No se puede decir a todo que no o a todo que sí,
pero depende de qué cuestiones institucionales, sería interesante
incluirlas. La reflexión que tenemos que hacer es que una Europa de
integración política, decir que no se va a hablar de cuestiones
institucionales me parece un contrasentido. Dependerá de qué
cuestiones y algunas pueden ser incluidas y estudiadas. Por ejemplo,
temas relativos a tratar de cambiar el sistema de pilares o el
déficit democrático o de cómo va a ser la participación en el
Parlamento Europeo.

Para ir terminando y recuperar ese tiempo precioso al que nos insta
el presidente, voy a hablar de un tema clave, desde nuestro punto de
vista y creo que del de todos, el de la delimitación de competencias
entre la Unión Europea y los Estados miembros a la vista del
principio de subsidiariedad. Va a haber un libro blanco de gobierno,
aunque ya ha dicho el señor Prodi que no van a tratar de esa
cuestión. Me gustaría saber de qué van a hablar si se van a referir a
cuál es la mejor manera de tomar decisiones cercanas a los ciudadanos
sin tratar de este tema, pero en fin, vamos a verlo. En todo caso,
hay un enfoque, permítame decirle, que quizás no comparto de su
intervención. Usted ha dicho que esto es una delimitación de
competencias entre la Unión Europea y los Estados miembros; se que no
puede en ningún caso variar lo que pueda existir en un ordenamiento
jurídico interno de un Estado; correcto. Le doy la vuelta a la
cuestión. ¿Pueden las negociaciones y los acuerdos que se celebren en
esos ámbitos modificar el ordenamiento jurídico interno de un Estado?
Sí o no.

Si en las negociaciones de acuerdos a las que se llegue en el ámbito
europeo van a modificar lo que hoy existe en un Estado miembro,
tendrán que participar aquellos entes a los que se afectan esas
negociaciones y esas discusiones; parecería bastante lógico. Por
tanto, dándole la vuelta a la cuestión yo diría: Si ustedes van
a hablar de esas cuestiones, y las van a hablar, tendrán que participar
aquellos a los que les afecta, es decir, las comunidades autónomas.

Lo digo porque no me parece tan clara la delimitación que usted hace,
especialmente a la vista, por ejemplo, de informes del Parlamento
Europeo, del 14 de diciembre último, como el de Legislar mejor (les
puedo leer los apartados 13 y 14, pero no creo que haya necesidad).

En el hablaba claramente el Parlamento Europeo de que los tratados
tendrán que recoger que en ningún caso (menciono el Parlamento
Europeo y los tratados, en este caso era el tratado y hablaba de la
conferencia intergubernamental) el principio de subsidiariedad o las
introducciones en los tratados podrán modificar el respeto, el
reconocimiento, los poderes legislativos y políticos de las unidades
políticas internas de los Estados miembros en sus relaciones
legislativas, ejecutivas y judiciales con las instituciones
comunitarias; es decir, aparece a nivel europeo la importancia
de que también los entes subestatales estén inmersos en toda esta
discusión.

Señor presidente, dejo estas reflexiones y seguiremos hablando.




El señor PRESIDENTE: Finalmente, por el Grupo Parlamentario
Socialista, tiene la palabra el señor Martínez Casañ.




El señor MARTÍNEZ CASAÑ: También quiero comenzar mis palabras dándole
las gracias al señor ministro por su asistencia a esta reunión de la
Comisión, a petición propia, para explicarnos las líneas generales de
lo que tiene que ser la postura del Gobierno respecto al proceso post
Niza. Aunque solamente sea para que conste en el 'Diario de Sesiones'
también quiero expresar la satisfacción de mi grupo parlamentario por
el buen puerto al que se llevó la Conferencia de Niza y la
posibilidad que se abrió de continuar con el primer proceso de
ampliación. Yo creo que España y su Gobierno jugaron un tono
conciliador y de liderazgo, sin renunciar sin embargo a la defensa de
los intereses de los españoles, y conseguimos institucionalizar
nuestra posición como socio grande en el núcleo de progreso de los
países que llevan la iniciativa en la Unión Europea. Eso nos otorga
grandes responsabilidades,, entre las cuales está precisamente la que
está en el origen de la comparecencia del señor ministro, cual es la
de contribuir al debate social y a la negociación de la Europa que
deseamos. En este sentido es por lo que el presidente del Gobierno y
nuestro grupo parlamentario desearon y plantearon la posibilidad de
establecer, de constituir una subcomisión de seguimiento del proceso
post-Niza, que estoy seguro que contribuirá al éxito de la
negociación.

Mi grupo parlamentario se hace por ello eco de las palabras del
ministro sobre la necesidad de implicar al mayor número de sectores
posible de la opinión pública y de la sociedad civil, así como a
universidades, sindicatos, asociaciones de todo tipo, y lo
trasladaremos en su momento al programa de trabajo de la subcomisión
que presentaremos y que empezará a caminar en los próximos meses.

Pero sobre todo será esencial que cualquiera que sea la fórmula de
preparación que se adopte se consiga asociar a todas las
instituciones, tanto europeas como parlamentos nacionales implicados,
porque el diseño de la Europa del futuro, como ha dicho el señor
ministro, entre lo intergubernamental, lo comunitario y lo federal,
deberá hacerse con los parlamentos nacionales y reservar para estos
el papel fundamental que les corresponde en lo que los tratados
fundacionales establecen y continúa siendo la Europa de los Estados,
independientemente de cuál sea internamente la organización de éstos.


Lo digo para poner los pies en tierra y oír un poco del voluntarismo
consustancialcon todos aquellos que tenemos una sensibilidad



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autonómica, todos aquellos que somos periféricos y que, por lo tanto,
creemos también, como es lógico, en la España de las autonomías y en
el hecho diferencial. Estoy seguro, señor ministro, que esta
colaboración estrecha entre la Comisión, el Parlamento y el Gobierno
contribuirá a que las propuestas españolas, en pro de un modelo de
Europa cada vez más integrada y más solidaria con más peso en el
mundo, lideren el debate entre los distintos Estados miembros de la
Unión.




El señor PRESIDENTE: Señor ministro, tiene usted muchísimos temas que
tratar. Tiene la suerte de no disponer de límite y estamos a su
disposición para escucharle todo el tiempo que usted desee.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Piqué i Camps): El señor
presidente y SS.SS. agradecerán que me autoimponga algunos límites y,
por tanto, no alargue mi intervención en exceso, ya que queda
pendiente otro asunto muy importante. Voy a intentar en la medida de
lo posible, porque se han tratado muchísimos temas, ser lo más
sintético que pueda, pero no me resisto a la tentación, señor
presidente, de hacer una reflexión, en general, a lo que ha
representado Niza, porque prácticamente todos los que han
intervenido, con la excepción del representante del Grupo
Parlamentario Popular, han expresado un grado modulado, unos más y
otros menos, de criticismo respecto a lo que sucedió en Niza. Si no
recuerdo mal, ha sido el representante del Grupo Parlamentario de
Convergència i Unió quien ha dicho que en algunas otras
intervenciones mías había expresado un optimismo o una valoración
positiva respecto a la cumbre de Niza que no comparte plenamente. A
mí me gustaría justificar por qué hacemos desde el Gobierno de España
una valoración positiva de la cumbre de Niza. Y quiero hacerlo, no
sobre la base de realidades virtuales o de expresiones que han sido
habituales a lo largo de los últimos cincuenta años de la
construcción europea, es decir, a lo largo de toda la historia de la
construcción europea, que se repiten sistemáticamente después de cada
Consejo Europeo, de cada reforma de los tratados o de cada avance
institucional. Los tópicos que se suelen repetir tienen un hilo
conductor y es Europa no es lo suficientemente ambiciosa; los lideres
europeos no han estado a la altura de las circunstancias; no se ha
avanzado suficientemente; los europeos no se merecen tan poca
ambición. Si hacemos un ejercicio honesto de revisión de hemerotecas,
veremos que es una opinión constante a lo largo del tiempo que nos
lleva a una conclusión, y es que a los europeos nos gustaría que en
cada circunstancia fuésemos mucho más rápidos. Pero probablemente es
un deseo que parte de un componente muy elevado de voluntarismo y, si
se me permite la expresión, de un cierto olvido de nuestra propia
historia. Muchas veces hablamos de Europa como una especie de
realidad preexistente que no acaba de construirse
suficientemente a partir de algo que ya era consustancial a nuestra
propia naturaleza. Eso olvida una cosa muy elemental y es que Europa
es un continente, por tanto, es evidente que es una realidad
geográfica, pero que, desde el punto de vista histórico, además de
mucha historia común y muchos valores compartidos, Europa ha sido a
lo largo de muchísimo siglos y hasta hace muy poco tiempo
fundamentalmente un teatro, un escenario de confrontación. Los
europeos nos hemos estado enfrentando entre nosotros mismos, entre
diferentes Estados, que han sido cambiantes a lo largo del tiempo. Y
en este mismo último siglo XX hemos vivido, aparte de algunas
confrontaciones locales, alguna tan seria como nuestra propia guerra
civil, hasta hace cuatro días confrontaciones tan dramáticas como las
que han asolado los Balcanes, hemos vivido dos guerras mundiales. Eso
ha sido Europa y eso es Europa. Si alguien hace una pequeña reflexión
respecto a que de ese escenario, teatro de confrontación brutal que
ha durado siglos y siglos, por no decir milenios, en apenas cincuenta
años (ni tan siquiera es eso, porque el Tratado de Roma es de 1957,
es verdad que los primeros intentos de la construcción europea
empiezan antes, como la comunidad del carbón y del acero, etcétera),
se ha llegado a un planteamiento todavía incipiente y probablemente
insatisfactorio, que nos permite hablar de una política exterior
común o de una política de defensa común, o de la creación de un
espacio judicial común, y no hablo ya de la unión monetaria, la única
conclusión posible es que el avance ha sido espectacular. Siendo
honestos con nosotros mismos, si hubiéramos hablado hace unos años de
la posibilidad, la hipótesis de que hoy los españoles, los franceses,
los italianos y los alemanes compartiéramos la misma moneda,
probablemente nadie se lo hubiera creído. Pero si hace unos años
hubiéramos dicho que gobiernos y Estados que han tenido políticas
exteriores absolutamente contradictorias e intereses completamente
contradictorios, (que se han manifestado muy recientemente, por
ejemplo en algunas reacciones iniciales ante el conflicto de los
Balcanes), hoy podrían hablar de una política exterior común,
avanzando hacia una política exterior común, sincera y honestamente
tampoco nos lo hubiéramos creído. Y si hace unos pocos años alguien
nos hubiera dicho que esos países que se estaban enfrentando
militarmente entre sí hasta anteayer, ahora estarían en disposición
de poner sus capacidades militares a disposición de la Unión Europea
para ejercer determinadas acciones de defensa y determinadas acciones
Petersberg en cooperación con la Alianza Atlántica, pero poniendo las
capacidades militares en común, sincera y honestamente ninguno de
nosotros se lo hubiera creído. Hablo en estos términos porque creo
que es un profundo error hablar de Europa como si fuera algo
preexistente que ahora no somos capaces de consolidar
suficientemente. El punto de partida es el que es, y lo que estamos
consiguiendo todos los europeos es algo realmente extraordinario, y
lo estamos haciendo en un



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período de tiempo increíblemente corto. No digo que no haya que
seguir teniendo ambiciones y que no debamos pedirle a todos, (a los
gobiernos, a los responsables políticos a los partidos, a los
parlamentos y a las sociedades europeas) que se vaya más allá, pero
me gustaría que todos partiésemos de la realidad y de la conciencia
de lo que se está haciendo. ¿O es que nos debemos olvidar, por
ejemplo, de que todavía hay muchos países que consideran como algo
consustancial a su soberanía intrínseca el que se preserve el derecho
de asilo o los procedimientos de extradición? Ahora estamos
batallando por eso, y se va a conseguir un espacio judicial común y
un reconocimiento mutuo de sentencias. Yo no tengo ninguna duda de
que se va a conseguir un reconocimiento mutuo de sentencias, o de que
se va a poner en marcha la orden europea de búsqueda y captura. Pero
¿nos acordamos de lo que ha significado, por ejemplo, el derecho de
asilo en muchos países, o la defensa de la capacidad de extradición
con todas las garantías constitucionales de cada país, de cada
Estado?
Ya sé que es mucho más cómodo, es mucho más agradecido, incluso me
atrevería a decir que puede quedar mucho mejor el expresar criticismo
respecto a la incapacidad de los europeos de avanzar. Pero si se hace
un análisis riguroso y honesto de lo que los europeos han hecho en
las últimas cuatro décadas, no tenemos otra opción que decir que se
han hecho cosas extraordinarias; se han hecho tan bien -no digo que
no se hayan hecho cosas mal, como es natural, y que no se estén
haciendo cosas mal, como es natural, podemos hablar de eso-, se han
hecho tan razonablemente bien, si se quiere, que por eso hay tanta
gente que quiere entrar, porque nadie se apunta a las cosas que no
funcionan, a las cosas que todos vemos con escepticismo. Pero estamos
hablando de algo que empezó con 6 países hace cuatro días, hoy somos
15, después de haber pasado por unas cuantas ampliaciones; ya estamos
en negociaciones con 12 y espero que muy pronto podamos ser 21, 25,
27, lo antes posible; hay un país que ya está en proceso de
preadhesión, por tanto podremos llegar a ser 28 y, por qué no,
podemos pensar en una Europa que en su momento tenga 31 miembros:
Estoy pensando en países que por propia voluntad no han querido
acceder hasta ahora a la Unión Europea pero que podrían cumplir
inmediatamente las condiciones para estar en ellas. Por qué no
podemos pensar -y además creo que es la solución definitiva a un
conflicto que se hunde en los siglos, que se hunde en las raíces de
la historia- en la integración de los actuales Balcanes occidentales
en la Unión Europea en un futuro, porque va a ser la única garantía
del mantenimiento de la paz y del progreso de esos pueblos. Estamos
ante una dinámica de estas características; seamos conscientes del
enorme reto histórico y del enorme logro histórico que entre todos
estamos viviendo. Y a partir de ahí se dice: En Niza el procedimiento
no nos gustó, porque hubo una
serie de señores que estuvieron cuatro días, día y noche, discutiendo
y acabaron a las tantas de la madrugada y al final decidieron. Lo ha
dicho, me parece, el señor Guardans, ha dicho 15 señores. Sí, quince
señores que da la casualidad de que son los jefes de gobiernos
democráticos de cada uno de esos países y, por lo tanto, tendrán
alguna legitimidad para discutir estas cuestiones; no son jefes de
Gobierno porque lo haya decidido alguien sino porque lo han decidido
los ciudadanos de cada uno de esos países y, por lo tanto, tienen esa
legitimidad democrática. Europa ha avanzado por impulso
intergubernamental y ha avanzado hacia lo que se llama un esquema
federal por impulso intergubernamental; después pondré algunos
ejemplos. El señor Llamazares decía que le gustaría un esquema
federal -creo que ha utilizado la palabra federalizado- y la
constitucionalidad de la Unión Europea. Muy bien, después preguntaré
qué quiere decir exactamente porque puede sernos a todos de utilidad
para el debate del 2004. No es que yo esté cerrado a ese
planteamiento, pero me gustaría hacer unas cuantas preguntas para ver
cómo podemos centrar ese debate en vez de decir que hay quince
señores con sus quince ministros de Asuntos Exteriores encerrados
unas cuantas horas disentiendo la reponderación de votos en el
Consejo Europeo. La imagen es: Los líderes europeos sólo están
preocupados por la distribución interna del poder de cada Estado en
el seno de la Unión Europea, sólo se ocupan de sus cosas, no se
ocupan de las cosas europeas. Hagamos una mínima reflexión seria.

Niza es mucho más que todo eso. Niza es una conferencia
intergubernamental y es un consejo europeo. En Niza se pone en marcha
el mecanismo de flexibilización de las cooperaciones reforzadas que,
quiero recordar -además, lo he oído en esta Cámara-, constituía la
piedra de toque de la ambición europeísta de los gobiernos. Se decía:
El Gobierno español no es suficientemente europeísta porque no
defiende suficientemente la flexibilización del mecanismo de
cooperaciones reforzadas. No señor, nosotros defendemos una
determinada instrumentación de las cooperaciones reforzadas que no
ponga en riesgo el corazón de los tratados, por lo tanto, que en la
práctica no implique menos Europa; queremos un mecanismo de
cooperación reforzada que implique en la práctica más Europa. Eso al
final todo el mundo lo comparte y sale adelante. Yo no he visto
ninguna opinión relativa a que los líderes europeos han demostrado su
compromiso europeísta porque se aplicó, se aprobó la flexibilización
del mecanismo de cooperaciones reforzadas. Ya nos hemos olvidado de
esa piedra de toque, de eso que era el símbolo de la voluntad
europeísta de los jefes de Gobierno. Pero es que nadie ha hablado
suficientemente de que en una treintena de temas hemos decidido pasar
a mayoría cualificada y hemos eliminado el derecho de veto, que se
añade a que el 80 por ciento de las decisiones en la Unión se toman
ya por mayoría cualificada.




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Es otro elemento que no podemos omitir ni obviar. Y resulta que ahora
el debate, por ejemplo en la Carta de derechos fundamentales, es si
se integra en los tratados. Eso defendió España; pero se ha
proclamado la Carta de derechos fundamentales en Niza y eso no lo
podemos olvidar porque es algo muy importante. Puedo decir muchas
cosas más. Niza supone la puesta en marcha de la identidad europea de
defensa y el compromiso de capacidades. Hay toda una serie de países,
los de la Unión, que deciden comprometer sus propias capacidades
militares a favor de la Unión Europea para poder ser utilizadas en
determinadas circunstancias en el marco de los esquemas de defensa y
seguridad colectiva. ¿A alguien le parece eso poco importante? Pues
se hizo en Niza. Y se habló de la seguridad alimentaria y de la
seguridad en el tráfico marítimo, un tema extraordinariamente
importante. Ahora bien, al final se dice: Ustedes estuvieron 24 horas
discutiendo sobre la recomposición de poder en el Consejo; muy bien,
24 horas, hasta las tantas de la madrugada. Sucedió como en Berlín,
como en Amsterdam o, señor Llamazares, como en cualquier convenio
colectivo que se precie y que, como usted sabe muy bien, hay que
firmar a las tantas de la madrugada. A mí no me escandaliza nada ni
me impresiona que eso suceda porque la obligación de todos era llegar
a un acuerdo. Si llega a las tantas de la madrugada, qué le vamos a
hacer; a todos nos hubiera gustado terminar a una hora razonable y
poder disfrutar de Niza, que es una ciudad maravillosa, pero tuvimos
que esperar a ponernos todos de acuerdo. ¿Acaso era mejor decir que
como ya eran las 10 y no queríamos explicar a los ciudadanos que
íbamos a terminar a las cinco de la madrugada, lo dejábamos, que
quedase en fracaso, sin acuerdo y ya hablaríamos, ya veríamos más
adelante? Eso hubiera sido una señal espantosa hacia los países de la
ampliación, hubiera sido una catástrofe y todos éramos conscientes de
eso. ¿Qué problema hay en dedicarle unas cuantas horas más si al
final hay un acuerdo? No pasa nada. Además, quiero decir lo
siguiente. Dicen: Oiga, es que ustedes sólo se preocupan de lo suyo.

No, ya he dicho todo lo que se aprobó en Niza. Desde el año 1957 los
gobiernos no discutían de la recomposición del voto en el Consejo.

Pues bien, habiendo durado esto cuarenta y tres años -empezó con
seis- y habiendo demostrado y permitido un funcionamiento razonable
de las instituciones europeas hasta el año 2000, teniendo ahora la
perspectiva de que no vamos a ser 15, sino por lo menos 27, hay que
volver a repensar los esquemas de equilibrio iniciales y los jefes de
Gobierno y de Estado se pasan 24 horas discutiendo cómo recomponerlo
para que se pueda facilitar la entrada de 27 sin tener que volver
a debatir sobre estas cuestiones. ¿Nos parece mucho 24 horas después de
43 años? A mí me parece un milagro. Me parece algo extraordinario que
se pudiera llegar a un acuerdo en Niza en tan poco tiempo. ¿Qué se
esperaba, que íbamos a discutir de la
recomposición del poder en el Consejo Europeo sobre la base del
debate general? La única manera de tratar estas cuestiones es sobre
la base de la autoridad democrática de los gobiernos, que para eso
son gobiernos democráticos. Ahora, si alguien piensa que el debate
sobre el peso de cada país en el Consejo Europeo se puede resolver a
través de un debate general, que lo diga. Sinceramente eso no hubiera
permitido un acuerdo en Niza, y se nos hubiera podido pedir
responsabilidades, las cuales hubiéramos debido asumir. Eso es lo que
se ha hecho. No es que yo sea un entusiasta de Niza, pero quiero
situar a Niza en su propio contexto. Lo que ha permitido esa reunión
es, primero, decir a los países de la adhesión que ese tema ya lo
hemos cerrado y que, por lo tanto, no se preocupen, porque a medida
que vayan entrando ya sabremos cuántos votos van a tener en el
Consejo, cuántos europarlamentarios y qué papel van a tener en la
Comisión Europea. Sabrán ya en qué temas van a poder aplicar la
unanimidad y en qué otros temas no; sabrán en qué cuestiones van a
poder acceder a una mayoría cualificada y en cuáles no y sabrán que
se integran en una política exterior de seguridad y de defensa común
en unos términos que están perfectamente claros, hasta donde es
posible, porque nos quedan muchas cosas que resolver en relación con
lo que significa el enlace entre la identidad europea de defensa
dentro de la Unión Europea y la Alianza Atlántica. Pero esa es otra
cuestión que probablemente en algún momento sería muy importante
debatir, no en esta Comisión Mixta, sino en el ámbito de la Comisión
de Asuntos Exteriores. Pero en fin, ya les hemos dado unos elementos
de juicio. Cuando nos vemos y discutimos con los países candidatos,
lo primero que nos dicen es que ahora ya saben a qué atenerse, porque
Niza les ha dado una señal muy clara, y ahora hay que seguir
negociando los diferentes capítulos de integración, pero ya no hay
incertidumbre institucional. Y no nos equivoquemos, el 2004 es otra
cosa. Por eso yo digo que en el 2004 sería un disparate volver
a discutir sobre lo que hemos discutido en Niza. En el 2004 tendremos
que debatir unas cuantas cosas, estando cuatro tasadas. Me decía la
señora Lasagabaster que hay un cambio de actitud del Gobierno. No, el
Gobierno se atiene a lo que dice Niza y allí se dice que
particularmente son estas cuatro; muy bien. ¿Podemos discutir de
otras cosas de aquí al 2004? En algunos temas desde la perspectiva de
España ojalá, porque nos gustaría ver cómo consolidamos en los
tratados el espacio judicial común, por ejemplo; y estoy seguro de
que toda la Cámara comparte esa aproximación. Y nos gustaría ver
consolidados en los tratados un mayor ámbito de nuestra política
exterior común o una definición mucho más precisa de la identidad
europea de defensa, por ejemplo. No nos cerremos a estas
circunstancias. Que hay que hacerlo a través de la Conferencia
Intergubernamental del 2004, ya lo iremos viendo. Que lo podemos
hacer a través del método comunitario normal



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que supone esa atención entre el impulso de los gobiernos y el peso
de las instituciones comunes, por qué no. Así lo hemos hecho durante
cuarenta y pico años e, insisto, no nos ha ido mal, sino todo lo
contrario. Estoy hablando con toda convicción de la historia de un
éxito. Por tanto, ya iremos avanzando.

Cuando el señor Llamazares dice que quiere la federalidad, término
que no sé si existe en el diccionario, aunque podemos entenderle
perfectamente, y una Constitución, tengo que decirle que Constitución
europea ya existe, los tratados. ¿Eso es una constitución en sentido
convencional? No, pero a medida que vamos avanzando esto se va
acercando a una constitución. ¿Hace falta que digamos que queremos
una constitución y generar así reservas, reticencias y recelos de
países que no entienden que para avanzar en la construcción europea
se necesita una constitución escrita, entre otras cosas porque
algunos de ellos, a los que nadie les puede discutir su tradición
democrática, no tienen constitución escrita, pongo por caso? Y dice:
además, avancemos en la constitución y en la federación. ¿Qué quiere
decir eso? ¿Quiere decir que los gobiernos y los Estados, los
parlamentos nacionales deben renunciar a favor de la Comisión
-organización federal por excelencia- a decisiones tales como la
política de cohesión? O ¿qué hacemos con la política agraria común o
con la política pesquera común o con la política de defensa o con la
política exterior o, como decía muy bien el señor Mardones, porque
este es un tema absolutamente esencial, con nuestros propios
presupuestos, con los presupuestos que soberanamente cada Parlamento
aprueba? ¿Lo dejamos en manos de la Comisión sin discutir previamente
el componente y el carácter democrático de la Comisión y el
componente y el carácter democrático de los gobiernos, cosa que nadie
pone en duda? Vamos incluso más allá. ¿Dejamos en manos de la
Comisión los sistemas de seguridad social de cada país? ¿Se atrevería
usted a propugnar que la Comisión Europea defienda, por ejemplo, un
sistema de pensiones igual para todos, sin saber previamente en qué
términos? Es verdad que eso puede pasar después por el Parlamento
Europeo; evidentemente, ¡faltaría más!. Pero ¿estamos dispuestos a
renunciar hoy, honestamente, cada uno de los Estados miembros, a
decisiones de estas características? Voy más allá. ¿Estamos
dispuestos a que las instituciones comunes cambien la Constitución de
cada país? Una cosa es señalar horizontes, pero cuando el horizonte
final, por definición, necesita un largo camino, lo que hemos de ver
es cómo seguimos ese camino. Y la construcción europea es
suficientemente dinámica, flexible y compleja, porque no en vano
vamos a ser 27, para intentar esculpir en piedra lo que queremos al
final, porque no puede ser, no es razonable, no es bueno y no es
positivo. Avancemos en todo aquello que podamos. Yo le voy a decir mi
aproximación -y perdón por la personalización- desde el Gobierno.

España lleva tiempo estando en todas las iniciativas que inciden en
la construcción europea, en todas. En todos aquellos ámbitos en los
que se está avanzando, España está, en la tercera fase de la unión
económica y monetaria, en la que no están todos. Se apostó por una
política muy seria y muy arriesgada en su momento de estar desde el
primer momento en la tercera fase. España está desde el principio en
el espacio Schengen, España está en el Eurocuerpo, que es otra
iniciativa que no es de ámbito comunitario, que tampoco forma parte
de la política de defensa común, pero es una iniciativa, para
entendernos, multinacional de puesta en común de cosas que hasta
ahora estaban reservadas a la soberanía de los Estados nacionales.

España ha sido una de las grandes impulsoras del Consejo de Lisboa,
que lo que busca es precisamente una Europa en su conjunto más
competitiva, más capaz de crear empleo y que pueda tener, cada vez
más, políticas comunes en temas tales como las nuevas tecnologías o
el desarrollo de la sociedad de la información. España -y todas SS.

SS. lo saben- ha sido la gran impulsora de Tampere y la gran
impulsora del desarrollo del tercer pilar en los ámbitos de justicia
y de interior. ¿Quién está impulsando la orden europea de búsqueda y
captura o el espacio judicial europeo? Por lo tanto, lo que le quiero
decir es que eso se está ya haciendo y lo vamos a seguir haciendo.
A medida que avancemos hacia más Europa y hacia una Europa más eficaz
todos seremos al final más capaces de ir definiendo el entramado
institucional. Muchas veces, cuando prematuramente intentamos
delimitar el esquema final, en función de aproximaciones conceptuales
o filosóficas más o menos cartesianas, en realidad, lo que estamos
haciendo es poner muchos obstáculos conceptuales también a que muchos
países y muchos ciudadanos de muchos países vean lo que se está
haciendo con aprensión y con reserva. Y en eso tenemos que ser
enormemente prudentes y muy conscientes y muy realistas. Por eso
entiendo que ese debate sobre el 2004 es esencial y que todas las
aportaciones que nos envíen serán bien recibidas, entre otras cosas
porque esa construcción europea -y voy al tema de la delimitación de
competencias que todos los portavoces han mencionado- implica,
necesariamente, transformar las funciones de los Estados
tradicionales. ¿Qué tenían los Estados tradicionales? La moneda, la
defensa, la política exterior. Pues resulta que la política exterior
va a ser común, la política de defensa va a ser común, la moneda ya
es común, el espacio judicial va a ser único. Las grandes funciones
de los Estados soberanos se están diluyendo en esa construcción
europea. Estamos hablando de una transformación muy profunda. Por eso
es muy importante que todos participemos seriamente, pero no para
intentar después sacar ventajas en función de las visiones más o
menos particulares de cada uno, sino en función de un proyecto
global. Es bueno que no nos equivoquemos, porque hay que hablar de un
proyecto global y no de las cosas concretas



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que en un momento determinado de manera más o menos oportunista
alguien podía tener la tentación de conseguir.

No soy nada crítico respecto a la combinación de
intergubernamentalismo y del llamado federalismo, porque no veo
alternativa a eso. No soy nada crítico, me parece que lo que hay que
hacer y lo que hay que procurar es que bajo el ropaje de la
subsidiariedad y el retorno de competencias que muchas veces se
plantea y que además, paradójicamente, se presenta como una opción
europeísta, no pongamos en cuestión políticas que ya están
consolidadas. No descarto que veamos en nombre de eso, por ejemplo,
la voluntad de revisar la política agraria común en favor del retorno
de esas políticas, de la renacionalización de esas políticas. No lo
descarto en absoluto y me parece que esa es una reflexión que todos
deberíamos tener muy en cuenta.

Valoro muy positivamente las intervenciones de todos los grupos, el
tono de las mismas, la voluntad de contribuir y la necesidad de que
esto no quede en una mera primera aproximación que después se diluya
con el paso del tiempo y que quede como la expresión del
voluntarismo. Es bueno que los grupos parlamentarios pidan al
Gobierno no sólo la comparecencia habitual y regular, sino también
documentación y que desde los grupos parlamentarios surjan, además,
iniciativas en ese sentido, que serán bien recibidas y que nos
vayamos adaptando a la evolución del debate en el ámbito de toda la
Unión Europea. Además, quisiera decirles que de cara a la Unión
Europea eso es una auténtica necesidad. Probablemente vamos a tener
la responsabilidad de empezar a aplicar una metodología concreta y ya
decidida, para lo cual tenemos todo este año y es muy importante que
lo hagamos bien, por nosotros mismos, pero, desde luego, también es
muy importante que lo hagamos bien para el conjunto de Europa. Al
final va a ser la única manera, y con esto termino, señor presidente,
de que entre todos consigamos que los ciudadanos vean la construcción
europea como algo propio. De nuevo ahí no comparto las expresiones
normalmente críticas según las cuales los ciudadanos europeos se
despreocupan de Europa y que el euroescepticismo cada vez es mayor.

Si repasamos las hemerotecas nos daremos cuenta de que eso es un
tópico permanente. Llevamos años y años hablando del alejamiento del
interés de los ciudadanos europeos respecto a la construcción de
Europa.

Todos hemos tenido ocasión de ver unas encuestas muy recientes sobre
esos sentimientos y, desde luego, no es el caso de España. España
mantiene un nivel de apoyo a la ampliación europea altísimo y las
encuestas así lo demuestran. A partir de ahí habrá que seguir
avanzando y construyendo. Los ciudadanos saben que se están haciendo
muchas cosas. Probablemente quisieran que se hicieran más cosas, pero
han asumido la construcción europea con una naturalidad notable. Me
comentaba una persona muy valorada en el escenario
político europeo que los ciudadanos europeos ahora se extrañan de que
para pasar a Ucrania necesiten pasaporte, porque ya consideran normal
ir por todos los países de Europa sin ningún tipo de problema con su
mero documento nacional de identidad. Esa es una manera de asumir por
parte de los ciudadanos que Europa es una absoluta realidad y dentro
de unos meses todos los ciudadanos europeos vamos a manejar la misma
moneda. Es una manera normal de asumir que Europa está funcionando
también para los ciudadanos. Sigamos trabajando en esa dirección,
sigamos siendo más ambiciosos, faltaría más, pero no perdamos la
perspectiva.




El señor PRESIDENTE: ¿Les parece bien a las señoras y señores
diputados y senadores una pequeña pausa de diez minutos, para tomar
un café y hacer una llamada telefónica y volvemos después? (Pausa.)



- LA SITUACIÓN DE LA INTEGRACIÓN DE LAS INSTITUCIONES, OPERACIONES Y
PERSONAL DE LA UNIÓN EUROPEA OCCIDENTAL (UEO) EN LA UNIÓN EUROPEA. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO CATALÁN (CONVERGÈNCIA I UNIÓ)
(Número de expediente Congreso: 213/000149 y número de expediente
Senado: 711/000052)



El señor PRESIDENTE: Señorías, continuamos la sesión con la segunda
comparecencia, esta vez a solicitud del Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió).

Tiene la palabra el señor ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Piqué i Camps): Señor
presidente, señorías, entiendo que la petición de comparecencia es
para informar sobre la situación de la integración de las
instituciones, operaciones y personal de la Unión Europea Occidental
(UEO) en la Unión Europea.

El pasado 13 de noviembre se celebró en Marsella, bajo la Presidencia
francesa de la Unión Europea Occidental y de la Unión Europea, el
Consejo ministerial de la UEO para terminar con la organización, en
la configuración hasta entonces existente. Se dio paso a la que será,
tras una corta fase de transición, una organización con una nueva
estructura, que sólo mantiene lo que se han dado en denominar las
funciones residuales, que serán las mínimas para que continúe en
vigor el tratado modificado de Bruselas del año 1955, cuyos firmantes
fueron diez Estados miembros de pleno derecho de la UEO y que,
después, a medida que nos hemos ido incorporando, desde luego no
tenemos intención de denunciar. En Marsella terminó un proceso de 16
años de la Unión Europea Occidental, que coincidió con el traslado de
su sede a Bruselas desde Londres, que reactivó una organización
creada hace ahora 52 años y que vivía en estado -quizá no es una
expresión muy parlamentaria, pero creo que se entiende muy bien-
letárgico,



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con el propósito de convertirla en el embrión de una futura
organización defensiva europea.

Tras el balance de la intervención aliada en Kosovo, resulta claro
que los esfuerzos de reactivación y desarrollo operativo de la
organización, a mediados de los ochenta y los noventa, resultaron
insuficientes para consolidar a la UEO como un instrumento eficaz de
la defensa europea. Pero tampoco es menos cierto que la experiencia
adquirida durante estos últimos 16 años es de gran utilidad para el
desarrollo de la política europea común de seguridad y de defensa, lo
que denominamos la PESC, en el seno de la propia Unión Europea. Por
tanto, es muy importante el acervo que la UEO va a transferir a la
Unión.

Les expongo brevemente cómo se ha llegado a esta situación; después
explicaré cuáles son las funciones residuales a las que ya me he
referido, y por último, describiré el estado en el que se encuentra
actualmente la incorporación de ciertas funciones de la UEO en la
Unión Europea. La UEO se transforma porque la idea que promovió su
revitalización perdió vigencia y se vio superada por los
acontecimientos. Se quiso en su momento que la UEO pasara a ser el
principal foro europeo en materia de seguridad -en una expresión que
a mí no me satisface, pero que es habitual, en el brazo armado de la
Unión Europea-, pero nunca se logró dotar a la Unión Europea
Occidental de las capacidades militares y de defensa necesarias. La
defensa colectiva ha continuado durante todos estos años firmemente
anclada en la OTAN, en tanto que principal instrumento de la defensa
de sus miembros. Por lo demás, las capacidades de la UEO para la
gestión de crisis se han demostrado también débiles, como se comprobó
primero en Bosnia-Herzegovina y más tarde en Kosovo.

Otro de los factores que ha pesado es la participación en el seno de
la UEO de 28 países con diferentes intereses y diferente estatuto.

Quiero recordar que hay diez Estados miembros, a los que ya me he
referido: Bélgica, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Luxemburgo,
Países Bajos, Portugal, Reino Unido y España. Hay seis Estados
asociados: República Checa, Hungría, Islandia, Noruega, Polonia y
Turquía. Hay cinco Estados observadores: Austria, Dinamarca,
Finlandia, Irlanda y Suecia, y siete socios asociados: Bulgaria,
Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia. En
total, 28, que coinciden con los 28 Estados, incluido Turquía, que
pueden llegar a ser miembros de la Unión Europea, con dos excepciones
en un sentido y en otro: No están Malta y Chipre, pero en cambio sí
que están Noruega e Islandia, que no son, como es sabido, países
candidatos o precandidatos.

La complejidad política e institucional de este tipo de estructura
organizativa muestra la necesidad de disponer de un ámbito de
decisión limitado a los miembros de la Unión. Sólo así es posible
desarrollar con éxito una PESC que pueda ser respaldada, si fuese
preciso,
con unas capacidades civiles y militares de gestión de crisis,
acordes con el peso político, económico y demográfico de la Unión
Europea en el mundo actual. La declaración franco-británica, conocida
como la declaración de Saint Malo, que se produjo en diciembre de
1998, y las decisiones de los sucesivos consejos europeos de Colonia,
Helsinki, Feira y Niza han impulsado el desarrollo de los mecanismos
y las estructuras de la PESC. En lugar de desarrollar las capacidades
de la UEO, se optó por promoverlas en el seno de la Unión,
incorporando en la Unión Europea aquellas funciones de la Unión
Europea Occidental que permitiesen a la Unión asumir sus
responsabilidades en materia de lo que es conocido como misiones
Petersberg. Entendemos por tales misiones, por lo que ser refiere a
la UEO y el propio Tratado de Amsterdam en su artículo 17, como las
misiones humanitarias y de rescate, misiones de mantenimiento de la
paz y misiones en las que intervengan fuerzas de combate para la
gestión de crisis, incluidas las misiones de restablecimiento de la
paz.

Durante la reciente Presidencia francesa, de conformidad con el
mandato recibido en el Consejo de Feira, en julio de 2000, se
definieron las funciones de la UEO que pasarían a la Unión Europea.

Quedarán las denominadas funciones residuales, tal y como fueron
definidas en el Consejo ministerial de Marsella, de noviembre de
2000, por los diez Estados miembros, en el denominado plan de
transición -consejo, si no recuerdo mal, conjunto entre los ministros
de Asuntos Exteriores y de Defensa-, que puso fin a determinadas
responsabilidades y estructuras que tenía encomendada la Unión
Europea Occidental. En Marsella se puso fin a las responsabilidades
de la UEO que, en materia de gestión de crisis, le confería el
Tratado de Amsterdam, de manera que la organización residual se
limitará a gestionar, con el mínimo gasto posible, las obligaciones
derivadas del Tratado de Bruselas, modificando concretamente la
obligación de defensa mutua del artículo 5, las relaciones con la
Asamblea Parlamentaria de la Unión Europea Occidental, que es el
artículo 11, y la de atender sus obligaciones presupuestarias, muy
especialmente el pago de las pensiones al personal cesante.

En Marsella se aprobaron, además, las estructuras mínimas previstas
en el plan de transición. El personal de la UEO quedará reducido
estrictamente a 29 funcionarios, que mantendrán en pie un
secretariado y atenderán los trabajos del Consejo Permanente, que
está representado a nivel de embajadores y que seguirá reuniéndose
con una periodicidad a determinar por cada Presidencia, en función de
las necesidades. El resto del personal de la UEO, en una cifra
todavía por acabar de definir -estamos hablando de alrededor de unas
50 personas-, verá cancelado su contrato y será indemnizado conforme
a un plan social. En breve, se alquilaráuna nueva sede de dimensiones
mucho más reducidas,



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a la que se trasladará la organización en julio del presente año.

Por lo que hace al Estado Mayor de la Unión Europea Occidental,
seguirá funcionando hasta que el naciente Estado Mayor de la Unión
Europea se declare operativo, desde luego no más tarde del día 30 del
próximo mes de junio. La UEO seguirá desempeñando una labor de
intercambio de puntos de vista y también de acercamiento en materia
de seguridad europea a través de su Asamblea Parlamentaria que está
compuesta por los 28 países que he mencionado que, de una manera, u
otra con diferentes estatus, pertenecen a la organización. La
Asamblea es la única institución en la que los miembros de los
parlamentos nacionales de estos 28 países se reúnen con regularidad.

Ya hemos visto que responden a características muy distintas y
debemos saber aprovechar esta particularidad y, por tanto, la
experiencia de esta Asamblea y es bueno que tenga su continuidad. La
cooperación europea en materia de armamentos se desarrollará en el
ámbito de la UEO. Este es el caso de la organización de armamentos de
Europa Occidental y el grupo de armamentos de Europa Occidental, pero
esto son decisiones que van a ser sometidas a periódicas revisiones
debido a los planes para remodelar las organizaciones y foros
europeos de armamentos como reflejo de los cambios que, como todos
sabemos, se están produciendo en la industria europea de defensa.

En el Consejo ministerial de Marsella la Unión Europea Occidental se
hizo eco del interés de la Unión Europea en asumir ciertas funciones
de la organización, cuestión a la que se dio el visto bueno. Este
deseo de la Unión Europea se volvió a concretar en el Consejo de
Niza, en el que se acordó la creación como agencia de un centro de
satélites y de un instituto de estudios de seguridad que incorpore
los elementos necesarios de las estructuras actuales de la UEO. Eso
hacía referencia al centro de satélites de la UEO en Torrejón de
Ardoz y al Instituto de Estudios de Seguridad que tiene la UEO
localizado en París.

En el curso de los próximos meses deberán definirse la naturaleza y
funciones de las futuras agencias para que el Consejo de Asuntos
Generales, formado por los ministros de Asuntos Exteriores, adopte
una acción común. Está previsto que la conversión definitiva de ambos
centros en agencia se produzca al finalizar el presente año, una vez
concluido el actual período de transición que se ha abierto.

Por lo que respecta al centro de satélites de Torrejón, hay
unanimidad entre los socios de la Unión Europea en que un centro que
cuente con los medios para la adquisición e interpretación de
imágenes es imprescindible como parte de las capacidades europeas
para una adecuada gestión de las crisis. En el caso del Instituto de
Estudios de Seguridad, que también he mencionado, debe ser un
instrumento útil para el desarrollo de las labores de investigación y
debate académico de los
asuntos que más directamente atañen a la política de seguridad y
defensa. El Consejo Europeo de Niza acordó, asimismo, enriquecer el
diálogo trasatlántico, confiando a este Instituto el desarrollo de
actividades similares a las que desarrolla el llamado foro
trasatlántico. También la gestión directa por parte de la Unión
Europea de una misión de cooperación técnica de policía en Albania
que suceda al cuerpo multinacional consultivo de policía en ese país,
cuya ejecución se había encomendado a la Unión Europea Occidental. Se
debate ahora en el seno de la Unión la redefinición de la Unión
Europea, la redefinición de las funciones de la citada misión en la
que, además, participan guardias civiles españoles y el momento en el
que deberá ser traspasada a la Unión Europea. También están
pendientes de determinar las modalidades para la finalización de la
misión de la UEO contra la existencia al proceso de desminado en
Croacia que durante este año completará sus objetivos
satisfactoriamente.

En conclusión, en el curso de los últimos meses se ha desarrollado
una intensa actividad, en lo que concierne a la transformación de la
Unión Europea Occidental, mediante una redefinición de sus funciones
y responsabilidades que, por otra parte, me parece que es un
corolario necesario y conveniente, y diría que imprescindible, del
desarrollo de las infraestructuras y de las capacidades de la
política exterior y de seguridad y de defensa comunes.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán, que ha solicitado la
comparecencia, tiene la palabra el señor Guardans.




El señor GUARDANS I CAMBÓ: Muchas gracias, señor ministro, por su
información.

Lo que es la integración de la Unión Europea Occidental en la Unión
Europea plantea toda una serie de frentes de reflexión o de debate
que no eran y no son el objeto de esta petición de comparecencia. Por
ejemplo, cómo queda la política europea de seguridad y defensa, qué
relaciones puede mantener la Unión Europea con la OTAN en este
momento o los problemas que eso está planteando según la información
que recibimos algunos, entre otras cosas, por la inexperiencia del
personal de la Unión Europea que tiene que ocuparse de temas de
defensa o el equilibrio que tienen que mantener entre aquellos que
formaban parte de la UEO y, por tanto, a través de la UEO se sentían
implicados, aunque fuera simbólicamente, en lo que era la estructura
de defensa. Al menos como forma de información tenía su función. Al
no formar parte de la Unión Europea han quedado excluidos, y ese es
un frente que queda ahí. Esos son temas que no eran el objeto de la
comparecencia. El objeto era más modesto y no por ello menos
importante. He quedado básicamente satisfecho con la intervención del
ministro porque la realidad es que ni el Gobierno a petición propia
-me permite decirlo-



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ni los dos grupos mayoritarios de la Cámara han tenido el más mínimo
interés en que se hable de este tema aquí. La realidad es que no se
trata de apuntarse tantos ni nada, sino sencillamente de dejar
constancia de un hecho. Es la primera vez que se habla de la UEO en
este Congreso de los Diputados y en esta Comisión, de estos temas
concretos, que al fin y al cabo son temas que en la medida en que son
intergubernamentales, en algún Parlamento tendrán que aparecer, y
entiendo que han ido presentándose en los distintos parlamentos de
los Estados miembros excepto en este. La materialización de las
decisiones que se derivan concretamente de lo que era Marsella.

Esta petición de comparecencia no era para exponer una especie de
visión alternativa por parte de mi grupo ni para criticar lo que el
Gobierno haya hecho o dejado de hacer, sino para que el Gobierno
comparezca y explique, que es lo que constato que ha hecho, con un
cierto rigor, y para que nos cuente y tengamos una información
oficial de lo que es la transferencia de las instituciones, de los
medios personales con los que contaba la UEO, a la Unión Europea, que
es algo en lo cual España, como acaba de poner de ejemplo en el caso
de las operaciones de desminado en Croacia, está directamente
implicada, y aquí nadie ha aparecido hasta hoy, hasta esta misma
tarde y ante una audiencia absolutamente espectacular, nadie ha
comparecido a explicar por qué, lo que se ha hecho y lo que no se ha
hecho y dónde estamos. Esa era la intención y yo me doy globalmente
por satisfecho.

Sí querría que puntualizara un poco o que reforzara un poco lo que es
la posición del Gobierno sobre dos puntos. En ninguno de los dos, y
eso es lo que salva y da a esta comparecencia un tono relajado, tiene
el Gobierno español ni ningún Gobierno la última palabra. Es un tema
donde son todos los Gobierno, por un lado, de la UEO, por otro lado,
del propio Consejo de Ministros de la Unión Europea, y, por otro
lado, la propia Secretaría general de la UEO tendría que opinar sobre
uno de los temas que le voy a plantear, aunque ahí hay un juego de
pelotas pasadas de un tejado al otro. Me refiero a dos temas, que
son, uno, personal, y, dos, asamblea parlamentaria. Los otros dos,
como son la integración del Instituto de Estudios de Seguridad y del
Centro de Satélites han quedado claros, ya son hechos consumados, no
tiene mucha lógica, si no es estrictamente por razones de personal,
salvo que haya alguna explicación que a este portavoz se le escape,
el hecho de que, en lugar de integrar dos instituciones que ya
existen, sencillamente lo que se haga es crear dos instituciones
nuevas, que tienen casualmente exactamente la misma función que dos
instituciones que ya existen y transferirles todos sus medios,
incluidos sus medios personales, con lo cual la antigüedad de quienes
trabajan en ellos pasa a ser antigüedad de cero. Eso es algo que es
muy respetable y quizá se benefician quienes esas decisiones toman de
la ausencia de unos
sindicatos que permiten impedir ese tipo de decisiones, pero no voy a
ser yo quien haga aquí una política sindical en esta Comisión.

Llamemos a las cosas por su nombre simplemente El caso es que el
Instituto de Estudios de Seguridad y el Centro de Satélites se
integran en la Unión Europea y queda salvaguardado. Es así, según la
información de que disponemos. Porque entre otras cosas algunos de
los ausentes y este mismo portavoz es miembro de la asamblea
parlamentaria de la Unión Europea occidental y lo es porque es
miembro de esta Cámara. Y eso lo subrayo porque a veces da la
sensación de que fuera un asunto que no tiene nada que ver. Cuando
estamos discutiendo allí se nos plantea a veces como si no tuviera
nada que ver o aquí como si fuera un tema distinto. Si uno es miembro
de esa asamblea es porque es miembro de ésta. Si no, difícilmente
podría participar en aquella. Por tanto, mezclar o traer cosas de
allí aquí, y a la inversa, no sólo es legítimo sino que es la única
razón de ser por la cual este diputado y otros formamos parte de
esto.

Decía que en la asamblea de la UEO sí se ha debatido y sí ha
aparecido con frecuencia el problema del personal, que afecta sobre
todo a nacionales de otro país, pero, por una cierta solidaridad y
por entender que, ese tema si es importante, no quiero dejar de
mencionarlo, aún asumiendo que la responsabilidad no es ni muchísimo
menos del ministro que hoy está compareciendo. No tiene mucho sentido
que, según parece, vaya a haber que convocar toda una serie de plazas
en las instituciones europeas para ocuparse de temas de política de
seguridad y que sin embargo se esté despidiendo, con un despido más o
menos aceptable, en algunos casos, según parece, no del todo
aceptable, a personas que tienen larguísima experiencia en este tema.


Esa es una de las razones por las que quería que se informara un poco
sobre eso. Usted ya ha dicho, se ha atrevido a dar unas cifras, que
nadie le informo, se ha atrevido a dar en el seno de la asamblea
parlamentaria de la UEO. No seré yo quien haga correr este «Diario de
Sesiones» de hoy, pero le informo que quizá en París o en Bruselas
será leído con enorme interés lo que usted ha dicho hoy aquí.

En segundo lugar, la asamblea parlamentaria. Por un lado, usted dice
que la asamblea parlamentaria se va a mantener y, por otro, la
realidad nos está demostrando que está en un proceso de muerte lenta,
no de muerte súbita a estilo infantil, sino de muerte lenta, de una
eutanasia por lo menos pasiva. Parece que, y efectivamente así ha
sido proclamado por los representantes de la Presidencia de la UEO
ante la propia asamblea, o por lo menos ante alguna de sus
comisiones, la asamblea parlamentaria, según se dice a sus propios
miembros, en esa decisión que se informa por parte, en un caso, del
embajador francés y posteriormente me parece que del irlandés, en
nombre del comité de ministros y, por tanto, también de España, se
dice que quedará reducida a unas funciones de consulta,
evidentemente, a ningún



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tipo de función decisoria puesto que ya no tiene materias sobre la
cual decidir, un presupuesto que prácticamente quedará reducido a
cero. Y quedará como una especie de foro de consulta y discusión
entre una serie de diputados más o menos preocupados por los temas de
seguridad en Europa, pero sin posibilidad tampoco de controlar
políticamente a ninguno de lo actores de esas decisiones en materia
de política y seguridad. Esa asamblea está quedando en esa expresión
un poco política también, se le está aplicando la morfina previa a su
desaparición, aunque la desaparición definitiva exigiría la
modificación del tratado .

Querría que el ministro, si puede, se pronunciara un poco más sobre
eso. En teoría ha dicho que sí, que comparte que la asamblea
permanezca, pero, al mismo tiempo, está claro que el Parlamento
Europeo no va a tomar competencias en materia de defensa. Por tanto,
toda la política de defensa, y eso sí que es preocupación de este
portavoz, no sólo en este ámbito, sino en otros, como, por ejemplo en
la justicia y en los temas de Interior, se introduce en un no man’s
land, se introducen en un territorio que no se puede controlar desde
los Parlamentos nacionales porque, esto no lo hago yo solo sino que
lo hago con todos los demás ministros, pero tampoco se puede
controlar en el Parlamento Europeo porque el Parlamento Europeo no
tiene competencias en este asunto. Entonces andamos -y eso sí nos
relacionaría con la comparecencia anterior, creando una serie de
territorios donde no hay auténtico ámbito comunitario, es
intergubernamental y no hay asamblea parlamentaria que lo controle.

Querría, si puede, que se pronunciara un poco más sobre cuál es la
visión española de lo que debe ser el control parlamentario de las
actuaciones de defensa que hasta ahora de alguna forma desarrollaba
la asamblea de la UEO y que está por ver que pueda seguir
desarrollando. Más allá de todo eso, insisto, las explicaciones han
sido las que esperaba y agradezco que hayamos tenido la ocasión de,
por primera vez en esta legislatura y creo que en la anterior, que se
dé una explicación formal por parte del ministro de lo que está
haciendo la UEO o va a dejar de hacer.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún portavoz desea intervenir?
Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Estrella.




El señor ESTRELLA PEDROLA: La verdad es que esta es una tarde aciaga
para mi grupo porque, primero, nos regaña el ministro por no ser
bastante europeístas; luego nos regaña el portavoz de CIU por no
preocuparnos de la UEO Quizá por eso no habíamos suscitado algunos
temas, porque hasta que lo planteó el Grupo de CIU, es cierto, no
hemos tenido este debate y hasta que llegó el Partido Popular al
Gobierno no se
había hablado en serio de construcción europea en estos 50 años.

La mayor parte de las interrogantes ya han sido planteadas bien por
el ministro o por el portavoz de CIU. El ministro ha hablado de una
organización residual. Yo creo que estamos en una situación, mirando
el panorama, de geometría variable en el ámbito de la seguridad, pero
además de geometría variable residual, con elementos residuales, como
es el caso de la UEO, incluido, entiendo también, señor ministro, un
embajador residual ante la UEO. ¿Qué va a pasar con ese embajador?
¿Va seguir ocupándose solamente de los residuos o va a tener otra
función? Hay preocupación también -la ha habido en el pasado,
entiendo que se ha diluido ahora- sobre el destino, el futuro, del
Centro de Satélites. En algún momento ha habido algunos movimientos,
en algún país vecino, para intentar que el Centro de Satélites se
desplazara, saliera de España. ¿Está ya eso conjurado? ¿Está previsto
un impulso?
Comparto plenamente la reflexión del portavoz de CIU, que es una
reflexión que tenemos que hacer entre nosotros. Evidentemente, el
Gobierno no nos va a ayudar a buscar la mejor manera de controlar la
acción del Gobierno, eso es una responsabilidad de los grupos
parlamentarios. Pero es cierto, hace pocos días recogía, entre los
argumentos que circulan en los pasillos de la nueva Administración
norteamericana, el argumento de que es necesario desplegar una
defensa nacional antimisiles, entre otras razones, o como una razón
importante, porque de hecho la mayor parte de los ciudadanos
norteamericanos piensan que ya la tienen. Entonces, tienen que hacer
algo que responda a lo que piensan los ciudadanos. A mí me preocupa
que nuestros ciudadanos piensen que la política de exterior y de
seguridad de la Unión Europea, es de Europa, y que por tanto no es
competencia del Gobierno ni el Gobierno debe responder ante los
ciudadanos o ante este Parlamento porque lo decide Europa. Como eso
lo hemos visto en algunos momentos en la legislatura pasada, en el
caso de Kosovo, que la OTAN ha decidido, cuando se estaba sentado en
el Consejo Atlántico tomando decisiones, yo creo que es importante
que aquí, en este Comisión y en otras comisiones de la Cámara,
hagamos una reflexión y hagamos un claro deslinde de cuáles son
nuestras competencias, que siguen siendo en este ámbito estrictamente
las mismas que eran antes, lo que ocurre es que con unas funciones y
con unos compromisos que controlar mucho más amplios, mucho más
profundos y mucho más complejos.

Ha dicho el ministro que no existe intención de denunciar el acuerdo,
el tratado. Algunos teóricos del derecho planteaban que el Tratado de
Bruselas modificado podía simplemente caducar. No se renueva, se
declara extinto. Me gustaría saber si esto puede producirse o no.

¿Por qué el Gobierno es partidario de que se excluya de manera
definitiva lo que tiene que ver con la industria de defensa, la
industria de armamento, y



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queda dentro de esas funciones residuales, cosa que no parece que
case mucho con la idea de un proyecto común europeo?
Estas serían básicamente mis preguntas, dando las gracias al ministro
por responder a esta incitación del Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió).




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la
palabra el señor Quiroga.




El señor QUIROGA CHURRUCA: Yo también quería agradecer al señor
ministro la información que ha facilitado hoy a esta Comisión Mixta.

En este sentido, si interpreto bien las palabras del portavoz de
Convergència i Unió, quiero decir que no solamente nos ha facilitado
el señor ministro esta información con cierto rigor, sino con
absoluto rigor y transparencia, como creo que es la norma del Partido
Popular, de este Gobierno y muy especialmente del ministro de Asuntos
Exteriores.

Respecto al tema de la asamblea parlamentaria, el Grupo Popular está
seguro de que el Gobierno hará lo posible para, en tanto en cuanto
las funciones de control democrático no se trasladen a otra
instancia, ésta podrá continuar desarrollando esta función importante
que está desarrollando en la actualidad.




El señor PRESIDENTE: Señor ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Piqué i Camps): Voy a ser
muy breve, porque entiendo que el objetivo fundamental de la
comparecencia se ha cumplido.

Respecto a las cuestiones de personal, no puedo añadir gran cosa.

Entiendo que las decisiones se han tomado en función de una serie de
objetivos de eficacia y que se están intentando resolver también sin
perjudicar a ninguna persona. A partir de ahí, espero que todas estas
cuestiones se cierren con normalidad, sin mayores conflictos y
pensando en las nuevas estructuras que se van creando en el ámbito de
la seguridad y de la defensa comunes.

En cuanto a las otras cuestiones, particularmente lo que se refiere a
la asamblea parlamentaria, podemos tener muchas dudas sobre cómo se
va a poder concretar o formular en el futuro. En la medida en que
avancemos en una política exterior, de seguridad y de defensa comunes
en la Unión Europea, lo lógico es que el papel y la responsabilidad
del control democrático vayan estando cada vez más en el propio
Parlamento Europeo. Según vayamos concretando y perfilando las
relaciones que deben existir entre la Unión Europea con su identidad
europea de defensa, y la OTAN, la asamblea parlamentaria de la
Alianza también jugará un papel fundamental, como es natural. Todavía
quedan algunas cosas por resolver, otras muchas están resueltas; ya
se ha establecido lo que se llama el plan de arreglos y por lo tanto
los mecanismos de consulta entre las dos organizaciones
de manera regular o de manera excepcional en función de
situaciones de crisis. Queda pendiente un tema muy serio que no ha
podido ser acordado en virtud de la oposición de uno de los Estados
miembros de la Alianza y todavía no de la Unión (en concreto, estoy
hablando de Turquía), con relación al acceso directo de la Unión
Europea al planeamiento de la Alianza. Estamos viendo si se puede ir
resolviendo en el futuro. Y cada asamblea parlamentaria va a tener
que jugar el papel que le vaya correspondiendo en función de cómo se
avance en esa dirección. Mientras tanto, a pesar de que efectivamente
la UEO va a quedar con funciones residuales, disponer de un foro
parlamentario en el que no sólo están los países no neutrales, por
decirlo en terminología convencional, de la Unión Europea, más los
países neutrales, más los países candidatos (algunos ya son miembros
de la Alianza y otros no lo son), incluso países que no han mostrado
su disposición a ser miembros de la Unión, me parece que puede ser
útil disponer de un foro en el que estén Noruega, Finlandia y todos
los países del Este, unos siendo miembros de la Alianza y otros, no;
que estén los países neutrales tanto dentro de la vida como fuera y
los países que formamos parte de una Alianza militar, como puede ser
la OTAN. Pienso parece que puede ser de utilidad, yo le veo esa
virtualidad a la asamblea parlamentaria. Es verdad que, desde el
punto de vista del control democrático, parlamentario, político, de
la actuación de la UEO, puede perder su sentido, porque sólo va a
tener funciones residuales con alguna excepción, como ha dicho el
portavoz socialista y que ahora comentaré, pero creo que no
deberíamos despilfarrarla o dejarla sin función. Probablemente las
consecuencias prácticas, desde el punto de vista del control
político, puedan ser muy pequeñas, insisto, pero no me parece mal que
se puedan debatir determinadas cuestiones relativas a la seguridad
colectiva que sólo se pueden ver en un foro de estas características,
porque en otros foros hay otros países que no están aquí o faltan
países que sí están aquí. Desde esa aproximación, si se quiere
pragmática, vale la pena pensar en la continuidad de la asamblea
parlamentaria. Eso también justifica la continuidad del embajador
ante la UEO, que va a dedicar la mayor parte de su tiempo, como es
natural, a la nueva estructura política creada por la PESC: el Cost.

No al comité político y de seguridad interino sino al Cost
definitivo, organismos puestos en marcha a partir de Niza, que está
empezando a funcionar y que evidentemente tiene una representación
a nivel de cada Gobierno, a nivel de embajador, que va a compatibilizar
esa función con la de ser embajador en la UEO.

También es cierto -en estos momentos no estoy en condiciones de
entrar en la disquisición jurídica de si el tratado entra al final en
caducidad- que la decisión es de no denuncia, probablemente porque
mientras subsistan esas funciones residuales, mientras no se vaya
consolidandola estructura de la PESC, mientras no vayamos



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perfilando también lo que tiene que ser la relación entre miembros de
la Alianza que son miembros de la Unión, miembros de la Alianza que
no lo son, miembros de la Unión que no son miembros de la Alianza y
con terceros países, mientras no vayamos perfilando ese esquema de
relación, es bueno que el tratado siga vigente. No sé si desde un
punto de vista jurídico al final se tiene que considerar como
caducado, pero a mí me parece que es bueno que no se haya producido
esa denuncia, porque si no se podría producir un vacío jurídico que
no está suficientemente cubierto. El día que precisemos todas esas
relaciones, en estos momentos a lo mejor se puede pensar en la
conveniencia de la denuncia, pero no desde luego hoy por hoy.

En cuanto al mantenimiento de los temas de la industria de armamento,
ahí todavía tenemos que avanzar en el seno de la Unión respecto a si
los países de la Unión que están dispuestos a tener una PESC común,
una política de seguridad y de defensa común, quieren también llevar
eso al ámbito de la industria de armamento. Yo recuerdo un debate muy
profundo durante la preparación del consejo de Niza y durante el
propio consejo de Niza relativo a si, por ejemplo, los temas
relacionados con la industria de armamento dentro de la política
exterior y de defensa podrían ser objeto de una cooperación
reforzada. Hubo algunos gobiernos, desde luego no el Gobierno
español, que entendieron que la política de defensa no podía ser
objeto de cooperación
reforzada. El Gobierno español defendía que sí. En algún
momento pareció que esos gobiernos más reacios -estoy pensando
fundamentalmente en el Reino Unido, en Irlanda y en algún otro país-
podían estar dispuestos a que, dentro de ese ámbito, sí pudiera
avanzarse en el tema de la industria de armamento. Al final, la
flexibilización de la cooperación reforzada en el ámbito de la PESC
se limitó a lo que llamamos la política exterior, que tiene también
su reflejo desde el punto de vista de la política de defensa y de la
propia intervención militar para, por ejemplo, la creación de los
llamados grupos de contacto, que pueden tener una cierta
responsabilidad sobre determinadas operaciones de mantenimiento de
paz o de gestión de crisis. En este terreno también habrá que ir
avanzando. Creo que no tiene mucho sentido que en el medio plazo todo
lo relativo a la industria de armamento no pase al ámbito en el que
debe estar, que es el ámbito de la Unión Europea y, en todo caso, en
la relación de la Unión Europea con la Alianza Atlántica.




El señor PRESIDENTE: Señor ministro, damos por terminadas sus
comparecencias, agradeciéndole su presencia y sus explicaciones.

Se levanta la sesión.




Eran las siete y cincuenta y cinco minutos de la tarde.