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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 396, de 12/12/2001
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 2001 VII Legislatura Núm. 396



ECONOMÍA Y HACIENDA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. SANTIAGO LANZUELA MARINA



Sesión núm. 36



celebrada el miércoles, 12 de diciembre de 2001



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia del señor vicepresidente segundo del Gobierno para
Asuntos Económicos y ministro de Economía (De Rato y Figaredo) para:



- Realizar la propuesta de nombramiento de un vocal de la Comisión
Nacional de la Energía en la forma prevista en la disposición
adicional undécima primero.4 de la Ley 34/1998, de 7 de octubre. A
petición propia. (Número de expediente 214/000079) . . . (Página 12910)



- Informar sobre la actualización del programa de estabilidad del
Reino de España 2001-2005.

A petición propia. (Número de expediente 214/000086) . . .

(Página 12910)



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Se abre la sesión a las diez y treinta y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señorías, buenos días. Se abre la sesión.

Como SS.SS. conocen, hoy comparece el vicepresidente segundo del
Gobierno para Asuntos Económicos y ministro de Economía en la
Comisión de Economía y Hacienda para la celebración de dos
comparecencias. ¿Existe algún inconveniente por parte de SS.SS. en
que se acumulen ambas? (Pausa.) En ese caso, damos la bienvenida, una
vez más, al señor vicepresidente segundo del Gobierno y le cedo la
palabra para que intervenga en relación a las dos comparecencias del
orden del día.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO PARA ASUNTOS ECONÓMICOS
Y MINISTRO DE ECONOMÍA (De Rato y Figaredo): Señorías, buenos días.

En primer lugar, quiero mostrar mi satisfacción por comparecer una
vez más en la Comisión de Economía del Congreso.

Como la presidencia ha indicado, existen dos peticiones de
comparecencia, la primera, referida al nombramiento del vocal de la
Comisión Nacional de la Energía, y la segunda, para presentar una vez
más, como hemos hecho a lo largo de todos los años anteriores, la
actualización del Programa de Estabilidad del período 2001-2005, que
fue aprobado por el último Consejo de Ministros y que ha sido
remitido a la Comisión Europea para su análisis y debate en el
Consejo de los países euro.

Con respecto al primer punto del orden del día, el apartado primero
de la disposición adicional undécima de la Ley 34/1998, de 7 de
octubre, del sector de hidrocarburos, indica que el presidente y los
vocales de la Comisión Nacional de la Energía serán nombrados entre
personas de reconocida competencia técnica y profesional, mediante
real decreto, a propuesta del ministro competente, previa
comparecencia del mismo y debate en la Comisión competente del
Congreso de los Diputados, para constatar el cumplimiento por parte
de los candidatos de las condiciones indicadas. Cumpliendo, por lo
tanto, con esta obligación legal, en mi condición de ministro de
Economía, propongo a esta Comisión el nombramiento de la vacante de
vocal en la Comisión Nacional de la Energía. Esta propuesta que
realizo se sustenta a través de la proposición del principal partido
de la oposición, enmarcada en el acuerdo institucional que la
inspira. La propuesta de nombramiento que elevaré al Consejo de
Ministros se refiere a la persona de don Jaime González González,
ingeniero agrónomo por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros
Agrónomos de Madrid.

En su currículum profesional cabe destacar el desempeño de diversos
puestos técnicos en la Administración autonómica de la Junta de
Castilla y León relacionados
con su perfil profesional, así como el desempeño del cargo de
consejero de Agricultura, Ganadería y Montes de la Junta de Castilla
y León en el período 1983-1986. En el ámbito docente el señor
González González ha sido profesor de la Escuela Universitaria de
Ingeniería Técnica Agrícola de la Universidad de León desde el año
1969 al año 1983, impartiendo la asignatura de Economía y Gestión de
la Empresa Agraria. De su actividad política cabe destacar su
condición de procurador de las Cortes de Castilla y León por el
Partido Socialista de Castilla y León desde 1987 hasta la actualidad.

Asimismo, ha sido candidato a la presidencia de la Junta de Castilla
y León por parte de dicho partido en las elecciones autonómicas de
1999 e igualmente ha sido portavoz del Grupo Parlamentario Socialista
en las Cortes de Castilla y León durante los años 1999 y 2000.

Señor presidente, paso al segundo punto del orden del día que es la
actualización del Programa de Estabilidad para el período 2000-2004.

En ese sentido, como sabe muy bien la Comisión, una vez alcanzada la
tercera fase de la unión económica y monetaria, los países
pertenecientes al euro pasan a presentar los programas de estabilidad
que se enmarcan en el Pacto de Estabilidad y crecimiento y que
sustituyen a los conocidos programas de convergencia. El pasado 7 de
diciembre, es decir, el viernes pasado, presenté en el Consejo de
Ministros esta revisión del Programa de Estabilidad, que ha sido
remitido a la Comisión Europea. Esta actualización anual viene
impuesta por el Tratado de la Unión Europea y el Reglamento 1466/1997
del propio Consejo Europeo, que obliga a los Estados participantes en
el euro a actualizar anualmente sus programas de estabilidad para que
sean la base de la llamada supervisión multilateral entre los países
euro, que es un elemento esencial de la coordinación de las políticas
económicas. Así, se presenta todos los años una visión actualizada de
la economía, en este caso de la economía española, de todas las
economías euro y las perspectivas económicas a medio y largo plazo
desde el punto de vista de los diversos escenarios que presentan los
gobiernos. La Comisión también conoce que los países no euro
presentan programas de convergencia con la misma periodicidad anual.

El objeto fundamental es definir las líneas de la política económica
y, dentro de ellas, los objetivos presupuestarios. En este caso no se
pretende una previsión de lo que va a ocurrir en los próximos cinco
años, sino que lo que se establece es un sistema de supervisión
multilateral. Los escenarios macroconómicos propuestos son, en este
caso, proyecciones técnicas necesarias para fijar unos objetivos
presupuestarios.

Señorías, en el periodo que está terminando en estos momentos, 2000-
2001, la economía española, como podemos ver en los datos reales que
tenemos de la misma, ha mantenido un proceso de intenso crecimiento
económico, continuando con un proceso de convergencia



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real, es decir, con un incremento de nuestro ritmo de crecimiento
superior a la media europea, que ha venido acompañada de una intensa
creación de empleo y que, por tanto, permite aunar los dos objetivos
básicos que me parece que compartimos todos los miembros de la
Comisión y desde luego el Gobierno, que son avanzar en la
convergencia real y hacerlo con un alto nivel de bienestar social a
través de la creación de empleo. Me parece interesante repasar
algunos datos del año 2000-2001 diciendo que esos dos años han
supuesto probablemente la culminación de un periodo de estabilidad de
la economía española, que a partir de este bienio se asienta ya con
unos altos márgenes de estabilidad macroeconómica que le permiten un
alto grado de flexibilidad, y eso se está demostrando, en opinión del
Gobierno, en la actual coyuntura internacional, como pasaré a
describir a continuación.

En cualquier caso, por hacer un resumen de los dos años, quisiera
decir que la tasa media anual de la producción ha crecido en el
entorno del 3,5, lo cual es un punto por encima del crecimiento medio
de la zona euro, que indicaría que se está ampliando el potencial de
crecimiento de la economía española como consecuencia de las reformas
estructurales. En ese mismo periodo el empleo ha mantenido un ritmo
medio de crecimiento del 2,7, en este caso más de un punto por encima
de la media del crecimiento del empleo en la eurozona, y el
diferencial de inflación con los países de la unión monetaria se ha
reducido pasando de un punto y una décima en el año 1999 a 8 décimas
en el último dato de octubre de 2001. Por tanto, estaríamos
instalados ya en un proceso de crecimiento sostenido por encima de la
media europea y con una importante reducción de diferenciales de
precios, a lo que habría que añadir, como he dicho y subrayo una vez
más, un cambio significativo en el comportamiento del mercado
laboral.

Esta es la segunda vez que presento en esta legislatura el programa
de estabilidad, como recuerda la Comisión, y me parece interesante
constatar con respecto a la vez anterior que el crecimiento económico
de la economía española se produce en un entorno internacional de
clara desaceleración económica, que empieza en el último trimestre
del año 2000, pero que además ha venido precedido de un choque
petrolífero. Si comparan SS.SS. los precios del petróleo entre
finales de 1998 y el precio máximo al que llegó en el año 2000,
estaríamos hablando de incrementos del 200 por cien. Por tanto, este
bienio positivo para la economía española y para el empleo se ha
producido, en una primera parte, en un entorno internacional
caracterizado por un choque petrolífero muy intenso, que
tradicionalmente en ocasiones anteriores había perjudicado muy
notablemente la capacidad de crecimiento de la economía española,
cosa que no ha ocurrido en esta ocasión, y en la segunda parte, sobre
todo a partir del último trimestre del año 2000, se habría producido
coincidiendo con
una intensa desaceleración en prácticamente todos los países del
mundo y especialmente en los países de la OCDE.

Desde el punto de vista presupuestario, y este es un ámbito esencial
de los Programas de Estabilidad, quisiera destacar que hemos cumplido
los objetivos establecidos en el anterior programa de estabilidad que
presenté a la Comisión en la última revisión en el mes de enero del
año 2001 y que también hemos cumplido los programas anteriores de la
pasada legislatura. Se ha producido un claro aumento de la
credibilidad de la política fiscal española -como también pondré de
manifiesto que están reconociendo los mercados en este momento- y una
consolidación desde el punto de vista presupuestario, y en ese
sentido me parece importante destacar, una vez más, que el año 2001
será el primer año de nuestra historia presupuestaria reciente en que
las administraciones públicas estarán en equilibrio presupuestario.

Por tanto, en un escenario internacional cambiante, de una situación
de relativa expansión de la producción de los países de la OCDE, en
un entorno de intensos crecimientos del precio del petróleo, a una
situación de intensa desaceleración del conjunto de los países de la
OCDE, la economía española está teniendo dos años muy satisfactorios.

En este contexto se debe tender a incrementar el crecimiento
potencial del producto interior bruto, y hacerlo también en un ámbito
de mantener esfuerzos en la consolidación fiscal, de manera que no se
perjudiquen las posibilidades de la economía española en la
recuperación de la economía mundial, que todos los analistas sitúan
en la segunda parte del año 2002.

En esta actualización del Programa de Estabilidad se incluyen algunas
consideraciones siguiendo las recomendaciones de la Comisión Europea,
teniendo en cuenta el envejecimiento de la población y, por tanto,
subrayando los esfuerzos que está haciendo la sociedad española para
garantizar la protección social, entre los cuales sin duda la
Comisión conoce muy bien el fondo de reserva de la Seguridad Social.

En lo que se refiere a la política económica continuaremos prestando
la mayor atención a la profundización en las reformas económicas de
segunda y tercera generación, avanzaremos en la liberalización e
incremento de la competencia en los mercados de productos de
capitales, en las industrias de red, pero también en otros ámbitos
importantes como son las iniciativas del Gobierno en la educación
y en la seguridad jurídica, con los cambios en las leyes de
suspensiones de pagos y de quiebras. El Gobierno entiende que el
mercado laboral debe formar parte de los programas de reforma
estructural, como ha pasado en España desde el año 1997 con un
resultado muy satisfactorio, quiero mencionar el Decreto de reforma
del mes de febrero del año 2001, y que debe hacerse en un marco de
diálogo social que permita avanzar de manera consensuada o
parcialmente consensuada, si no es posible un consenso total, en las



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reformas que mejoren nuestro mercado laboral. Quiero, una vez más,
subrayar la responsabilidad de los interlocutores sociales en España,
que contrasta en estos días con actitudes distintas en otros países
de la Unión Europea y que sin duda es una de las claves de la
confianza de los ciudadanos en el futuro de nuestra economía.

La actualización del Programa de Estabilidad es, junto con el informe
de progreso sobre reformas de mercados de bienes, servicios y de
capitales y el Plan nacional de acción para el empleo, una de las
tres patas -si se me permite la expresión- que forman el núcleo de la
coordinación de políticas económicas. El Gobierno conocerá un informe
del Ministerio de Economía sobre las reformas de mercados de bienes y
servicios y de capitales, que también remitiremos a la Comisión
Europea y al Parlamento, a lo largo del mes de diciembre.

En el año 2000, como he dicho, la economía española alcanzó por
cuarto año consecutivo un crecimiento en el entorno del 4 por ciento,
con un crecimiento en el año concreto del 4,1 en términos reales, y
los datos que tenemos en estos momentos es que la economía española
en el primer semestre del año 2001 ha crecido ligeramente por encima
del 3 por ciento y, por tanto, nuestra previsión de crecimiento para
el año 2001 se sitúa en el entorno del 3 por ciento, lo cual
supondría que a lo largo de los últimos cinco años la economía
española habría crecido por encima o en el entorno del 3 por ciento,
claramente un crecimiento vigoroso desde el punto de vista de su
mantenimiento en el tiempo, un crecimiento además que supera la media
de la Unión Europea en aproximadamente un punto cada año.

En lo referente a la composición del crecimiento, en el año 2000 se
registró una gradual desaceleración de la demanda interna, mientras
que la demanda externa, que había restado punto y medio al
crecimiento en 1999, moderó esa aportación negativa hasta las dos
décimas. El crecimiento del gasto en consumo nacional en el año 2000
se desaceleró ligeramente hasta las dos décimas. El crecimiento del
gasto en consumo nacional en el año 2000 se desaceleró ligeramente
como consecuencia de los mayores precios del petróleo, de los
aumentos de tipos de interés en la política monetaria en esas fechas
del Banco Central Europeo y de un menor ritmo de creación de empleo.

En el año 2001 estas mismas tendencias se han mantenido, salvo la de
tipos de interés que, como la Comisión es consciente, se ha
modificado a lo largo de este año con un cambio de política monetaria
no sólo en Europa sino en el conjunto de los países de la OCDE. Por
su parte, el consumo público, tanto en un año como en otro, ha
mantenido una tasa muy moderada de crecimiento, en el entorno del 1,9
por ciento.

Dadas las características de la crisis internacional que estamos
viviendo de caída de los rendimientos de las empresas y, por tanto,
de sus previsiones de inversión,
es de subrayar la evolución de la formación bruta de capital
fijo, que si bien ha sufrido una desaceleración en estos últimos dos
años, ha tenido un comportamiento dual que conoce bien la Comisión;
según los últimos datos, por ejemplo del consumo de cementos, se
estaría manteniendo. Por un lado, la inversión en construcción sólo
ha reducido su ritmo de crecimiento muy ligeramente, estamos hablando
de un ritmo de crecimiento en los dos años en el entorno del 6 por
ciento, sin embargo, la inversión en bienes de equipo desde mediados
del año 2000 está mostrando una notable ralentización que, por un
lado, tendría una cierta explicación en cuanto a los ritmos tan
intensos de inversión que se produjeron en años anteriores, al
repunte coyuntural en el año 2000 de los tipos de interés, al aumento
de los costes empresariales a través de los aumentos del precio del
petróleo, pero, sobre todo, a un deterioro de las expectativas
internacionales del comercio mundial. Me parece significativo y a
tener en cuenta, aunque es un primer dato, que el índice de
producción industrial que se ha hecho público hace unas horas indica
que es el primer mes positivo en los últimos nueve meses. Es también
significativo que esa evolución positiva del índice de producción
industrial se produce después del 11 de septiembre, pero también es
cierto que es un dato que todavía tenemos que esperar que se confirme
en los próximos meses. En cualquier caso, es un dato que podría
indicar que la caída en la inversión en bienes de equipo habría
tocado fondo y estaríamos ante una moderada recuperación, que sin
duda tendrá que verse en el marco de varios meses, que tendrá que
verse en las perspectivas de los empresarios a lo largo del año 2002
de recuperación del comercio mundial y también en un entorno cada vez
más favorable de tipos de interés a corto, medio y largo plazo.

Este menor ritmo de avance de la demanda interna ha sido parcialmente
compensado por el sector exterior, que ha reducido notablemente su
aportación negativa al crecimiento del producto y que, aunque en el
año 2001 también mantendrá una aportación negativa, lo hará en el
entorno de una décima. Es indudable que la ralentización de las
economías de nuestros principales socios comerciales ha llevado a una
desaceleración del ritmo de las exportaciones españolas de bienes y
servicios. Como vemos, se ha producido también un ralentización de
las importaciones como consecuencia de la ralentización de la demanda
interna; los últimos datos de octubre del comercio exterior
indicarían un crecimiento en ese mes prácticamente nulo tanto de las
importaciones como de las exportaciones, aunque en el conjunto del
año se mantienen todavía ritmos vigorosos de crecimiento de nuestro
comercio exterior.

En cuanto a los precios, en estos últimos dos años han venido
influidos de manera muy determinante por dos cuestiones coyunturales
que la Comisión ha analizado en varias ocasiones: una, la evolución
del preciodel petróleo y, otra, la de los productos alimenticios.




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Vuelvo a recordar que en el entorno de doce meses el precio del
petróleo medido en dólares por barril pasó de los 10 dólares a
finales de 1998 a 30 dólares en algunos momentos del año 2000, lo
cual supone un incremento muy considerable que ha sido absorbido por
las economías de la OCDE, entre ellas por la española. En este marco,
noviembre de 2000, también se produjo una crisis alimenticia, la
crisis del ganado vacuno, que aumentó considerablemente las tensiones
sobre los precios de los productos cárnicos, a lo que hay que sumar
las menores cosechas del año 2000, que han favorecido el alza de
otros alimentos. Mientras que el año 2000 y la primera mitad de 2001
están marcados por una clara aceleración del índice de precios al
consumo, en la segunda mitad de este año se ha registrado una
reducción de la inflación en el conjunto de la zona euro, que ha sido
ligeramente más intensa en España que en otros países. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que nuestra tasa de crecimiento sigue siendo
más fuerte que la de otros países. Por lo tanto, estaríamos viendo
signos claros de que la economía española puede crecer a ritmos más
intensos que la de nuestros socios europeos y, sin embargo, reducir
su diferencial de inflación en el mismo marco temporal. Junto con la
moderación de la demanda interna, la moderación de los precios del
petróleo y la finalización de las crisis alimenticias, estaríamos
hablando de que el diferencial de inflación con la zona euro debería
asentarse en los próximos meses en el entorno de un punto,
probablemente por debajo de un punto, lo que nos parece perfectamente
compatible con un país que está en un proceso de convergencia real.

En lo que se refiere al poder adquisitivo de los salarios, que ha
sido también objeto de preocupación de los grupos parlamentarios en
varias ocasiones, el incremento medio registrado en los convenios en
el año 2000 fue del 3,1, y la cifra pasó en el año 2001 al 3,5. Por
lo tanto, estamos ante una ganancia de poder adquisitivo del conjunto
de los salarios en la economía española, a la que hay que sumar lo
que supone para las rentas familiares la constante reducción de los
tipos de interés. También me parece importante subrayar que, de cara
al año 2002, y dadas las características de la crisis económica
internacional, los costes de las empresas van a ser una variable
determinante de la capacidad de cada uno de los países para
recuperarse lo más rápidamente posible y, sobre todo, para
beneficiarse de la recuperación del comercio mundial, que se
producirá, según las previsiones internacionales, en la segunda parte
del año 2002.

Desde el punto de vista del empleo, quiero subrayar que la evolución
ha sido positiva, con un aumento de la ocupación del orden de 750.000
personas en esos dos años y una reducción del número de parados del
entorno de las 350.000 personas. Es cierto que el ritmo de creación
de empleo es inferior al de los últimos años, pero es importante
comprobar que en las previsiones, tanto de la Comisión como del
Gobierno, en el año 2002
la economía española seguirá creando empleo, frente a un
estancamiento y posible ligera reducción del empleo en el conjunto de
la zona euro. Ello supondría un cambio cualitativo muy importante del
comportamiento del mercado laboral en España, que tradicionalmente ha
sido un mercado que se ha comportado significativamente peor que la
media europea y que en los últimos años, sobre todo a partir de la
reforma de 1997, se está comportando significativamente mejor. Cabe
destacar en ese sentido los últimos datos de la EPA que han supuesto
máximos históricos en el número de empleados, cercanos a los 15
millones, en el número de activos, cercanos a los 17 millones, y en
el aumento de la tasa de actividad femenina, que ha superado ya el 40
por ciento. Especialmente significativo es el aumento de los datos de
afiliación a la Seguridad Social, que ha registrado también un máximo
histórico en el mes de octubre, situándose cerca de los 16 millones
de afiliados. Estaríamos apreciando una clara afloración de
actividades que antes no cotizaban y también una mejora de las
condiciones sociales de todos los trabajadores españoles al
encontrarse en una situación regular en lo que a la Seguridad Social
se refiere. Desde marzo de 2001 se han registrado aproximadamente
750.000 contratos indefinidos, que se han beneficiado de las medidas
previstas en la última reforma laboral y que suponen un incremento
cercano al 10 por ciento respecto al mismo período del año anterior.

De estos contratos, más de 250.000 fueron a tiempo parcial, lo que
supone un incremento interanual superior al 20 por ciento. Tengo que
significar también que, pese a este incremento de la contratación, se
sigue produciendo, aunque todavía de manera modesta, una reducción de
la tasa de temporalidad, que ha pasado de 35 al 32 por ciento.

Como he dicho, el objetivo fundamental de la política económica del
Gobierno es mantener unas condiciones de estabilidad que permitan
seguir avanzando en el doble proceso de convergencia real y de
creación de empleo en nuestro país. En ese sentido, el Gobierno
considera imprescindible un entorno de estabilidad macroeconómica y
un aumento del potencial de crecimiento de la economía española, para
lo cual ha utilizado dos instrumentos básicos durante esta
legislatura: la política fiscal y las reformas estructurales. Desde
el punto de vista de la política fiscal, como he dicho, el año 2001
marca un hito en la historia presupuestaria española puesto que ya es
a todas luces un dato cierto que tendremos equilibrio presupuestario
en este ejercicio, pese a que, como es consciente la Comisión, el
Gobierno ha tenido que revisar a la baja sus previsiones de
crecimiento para este año como consecuencia de la desaceleración
económica mundial; previsiones que, cuando se presentó el
presupuesto, estaban en el entorno del 3,6 por ciento y que en este
momento se sitúan en el entorno del 3 por ciento. En ese sentido es
interesante, una vez más, tener en cuenta el importante esfuerzo que
se ha hecho desde el punto de vista de



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consolidación presupuestaria en un plazo relativamente corto que ha
pasado del 7 por ciento del producto interior bruto en el año 1995 al
1,1 por ciento de déficit público en el año 1999 y al 0,3 por ciento
en el año 2000 y, pese a un entorno de desaceleración económica, al
equilibrio presupuestario en el año 2001. Es también interesante
comprobar que en ese mismo período de tiempo se han producido
importantes reformas fiscales de disminución de los impuestos de los
ciudadanos: la reforma del impuesto sobre la renta de las personas
físicas del año 1999, cuyo primer año de aplicación fue ese año, y
las modificaciones introducidas en el impuesto de sociedades en el
año 2000, orientadas principalmente a incrementar y estimular la
inversión en investigación y desarrollo e innovación y apoyar la base
tecnológica de las empresas. También hay que recordar la evolución
estable, sin incrementos, de la política de módulos desde el año 1996
hasta la fecha que sí se incrementarán ligeramente por encima del 4
por ciento en el año 2002.

Simultáneamente, como conoce también la Comisión, el Gobierno aprobó
en junio del año 2000 un importante paquete de reforma estructural de
bienes y servicios que ha ido aplicándose a lo largo de los dos
últimos años y que, en nuestra opinión, fue una medida que todavía,
vista ahora con la perspectiva de la desaceleración mundial, ha sido
extraordinariamente ventajosa para la economía española y que afecta
a sectores tan importantes como el sector de las telecomunicaciones,
el sector energético, el comercio minorista o el sector farmacéutico.

Asimismo, desde el punto de vista de una política sobre la que los
grupos parlamentarios han mostrado su interés en muchas ocasiones, se
ha reforzado la política de defensa de la competencia con la
modificación de la legislación de concentraciones, la reducción de
los plazos máximos de resolución de expedientes, el establecimiento
de límites de participaciones empresariales en más de un operador de
los sectores liberalizados, además de algunas modificaciones que se
contienen en la Ley de presupuestos de este año referentes a una
mayor autonomía financiera y de funcionamiento del propio tribunal.

En los primeros meses del año 2001, y en línea con el proceso de
reformas estructurales, se ha llevado a cabo una nueva reforma del
mercado laboral cuyos objetivos están centrados en el apoyo a la
creación de empleo estable y a dotar a nuestra economía de
instrumentos de contrato estable a tiempo parcial más eficientes de
los que tenía hasta ahora.

Vistos estos resultados de los dos últimos años, paso a enumerar,
señor presidente, señorías, cuáles son las directrices de la política
económica española, según el Gobierno, para los próximos años que
inspiran la revisión del Programa de Estabilidad que tengo la
satisfacción y el honor de presentar ante la Comisión. Es un hecho
que estamos ante una desaceleración mundial, probablemente la más
intensa de los últimos 30 años;
una desaceleración -si me permiten la expresión- sincronizada y que
estaría poniendo a prueba la flexibilidad y resistencia de todas las
economías del mundo. Nuestra apreciación es que los esfuerzos
realizados por la sociedad española en los años anteriores en lo que
se refiere a consolidación presupuestaria y las reformas
estructurales planteadas en los principales mercados le están dando
en estos momentos a la economía española un margen de maniobra que no
había tenido en crisis anteriores de este calibre o incluso
inferiores. Quisiera subrayar que las propuestas que contiene el
Programa de Estabilidad que presento ante la Comisión son, sobre
todo, propuestas de consideraciones en el medio y en el largo plazo;
es decir, creemos que lo que necesita la economía española es una
política económica predecible, estable y global, que mantenga los
suficientes márgenes de maniobra como para adaptarse a la coyuntura
internacional sin perder de vista sus principales objetivos de
convergencia real y creación de empleo.

Una vez más subrayo que la estabilidad macroeconómica es
imprescindible desde el punto de vista de la evolución de la
economía, que las metas alcanzadas por la política presupuestaria
entre el año 1995 y el año 2001 nos dotan hoy de una capacidad para
poder aplicar una política presupuestaria de carácter estructural y
que el Gobierno huirá y no aplicará políticas presupuestarias
coyunturales que perjudiquen la capacidad de recuperación de la
economía española en los próximos meses. Es importante señalar que
España -como ha puesto de relieve la Comisión Europea en su última
declaración y el presidente del Banco Central Europeo- se encuentra
entre los países que pueden dejar funcionar de manera total sus
estabilizadores automáticos en el presupuesto del año 2002, y eso
puede dar resultados desde el punto de vista de un presupuesto
contracíclico. Quiero recordar a SS.SS. que esta sería la primer
ocasión en que en una crisis económica internacional podemos dejar
funcionar nuestros estabilizadores automáticos de manera plena y que
lo hacemos además en un contexto de estabilidad presupuestaria. Este
planteamiento de una política presupuestaria estable y que no tendría
que hacer movimientos coyunturales en la evolución de la economía
mundial se materializa en la práctica en medidas concretas tanto por
el lado de los ingresos como de los gastos. Por el lado de los
ingresos el principal objetivo del Gobierno se centra en la mejora de
la eficiencia de la imposición y, en materia de imposición directa
-además de las medidas que ya he mencionado respecto al impuesto de
sociedades que contienen las reformas del año 2000 y la Ley de
acompañamiento del año 2002-, el Gobierno enviará al Parlamento a lo
largo del próximo ejercicio una reforma del impuesto sobre la renta
de las personas físicas para que entre en vigor en el año 2003 y que
seguirá las líneas marcadas en la reforma del año 1999; es decir,
mejorar el ahorro familiar, mejorar el tratamiento de las rentas
salariales, fomentar el espíritu



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de iniciativa empresarial y también tener un marco más ventajoso para
las rentas de las familias, especialmente de las que tienen hijos a
su cargo. Por el lado de los gastos también quisiera subrayar que se
continuarán estableciendo gastos que fomenten el crecimiento de la
economías, es decir, gastos que aumenten el potencial de crecimiento
de nuestra economía desde el punto de vista de la oferta y también
que preparen a la economía española para los retos del futuro en el
marco de la Unión Europea y de una economía mundial cada vez más
globalizada. En cuanto a la liberalización de mercados de bienes y
servicios continuaremos avanzando en la apertura de la competencia en
estructuras de red, que quiero recordar que en el año 2003 estarán
totalmente abiertas a la competencia, según el calendario aprobado en
el año 2000 que aceleró los procesos de liberalización de los
mercados de red.

Por lo que se refiere al mercado de trabajo, continuaremos con una
política de modernización, que en estos momentos estaría centrada
principalmente en la relación entre políticas pasivas, movilidad
geográfica y aumento de la búsqueda de empleo por parte de los
ciudadanos que se encuentren sin empleo en esos momentos. Y, en
segundo lugar, la modernización del sistema de negociación colectiva
en un marco de diálogo con las organizaciones sociales. Sin duda,
teniendo en cuenta la mejora del funcionamiento del capital humano en
nuestro país, entendemos que la futura ley de formación profesional y
la ley de universidades forman parte de un paquete de modernización
de la economía española de gran importancia desde el punto de vista
no sólo docente sino también económico. ¿Cuál es el escenario
internacional en el que el Gobierno se plantea estos objetivos? El
escenario internacional es el que plantea la Comisión Europea; los
gobiernos no tenemos escenarios alternativos y, siguiendo el código
de conducta aprobado por el Ecofín en julio de este año, todos los
gobiernos hemos asumido las previsiones de la Comisión Europea de
crecimiento de la economía mundial, del comercio, los precios del
petróleo en dólares, la evolución del tipo de cambio del euro, los
tipos de interés a corto y los tipos de interés a largo. En primer
lugar, quiero subrayar algo que la Comisión conoce muy bien y es que
en estos momentos estamos probablemente en el entorno de mayor
incertidumbre de la economía mundial de los últimos decenios. Todos
los organismos internacionales están subrayando que sus previsiones
se plantean en un marco de gran incertidumbre, lo cual no hace sino
poner en una cierta perspectiva las previsiones que se plantean por
todos los gobiernos y organismos.

Por describir el marco de desaceleración económica, se aprecia, sobre
todo en los países de la OCDE, que esa desaceleración empieza a
manifestarse en la segunda mitad del año 2000 inducida originalmente
por la caída de la inversión empresarial, especialmente en nuevas
tecnologías, que pasa a tener un intenso reflejo
en el comercio internacional y que, pese a la reducción de los
índices bursátiles, tiene una no tan intensa manifestación en el
consumo privado, que ha mostrado una clara resistencia a la
desaceleración. A eso hay que sumar, desde el punto de vista
económico, no sólo político, las consecuencias de los atentados del
11 de septiembre, que han sido especialmente intensas en algunos
sectores de actividad como el seguro, el comercio internacional o la
industria turística, pero que también han tenido un efecto en el
conjunto de las expectativas de los ciudadanos. Habida cuenta que
estamos en una crisis que se manifiesta por el lado de la
ralentización de las inversiones empresariales, las expectativas
juegan un papel determinante.

Los principales aspectos a destacar para el año 2002 serían los
siguientes. La recuperación económica, según las previsiones y lo que
indican los mercados en este momento, se manifestaría en la segunda
mitad del año 2002. En la línea de las previsiones que recientemente
ha presentado la propia Comisión Europea, en el año 2002 se espera un
crecimiento de la economía mundial del 2,2 por ciento y del comercio
mundial del 1,8 por ciento, que iría recuperándose a tasas más
intensas que se manifestarían con toda claridad en el año 2003. Por
áreas geográficas, el crecimiento esperado de la producción estará en
torno al 0,5 por ciento en Estados Unidos, menos 0,9 en Japón y 1,3
en la zona euro. El menor crecimiento de la actividad mundial tendrá
un impacto moderador de la demanda de petróleo, de forma que cabe
esperar que continúe una moderación en el precio del barril, que
según las previsiones de la Comisión Europea que hemos utilizado en
los escenarios se situaría en una banda de 22 a 28 dólares por barril
de los países productores. Es claro que en estos momentos estamos por
debajo de esa banda, como saben los miembros de la Comisión. En las
propias previsiones de la Comisión Europea asistimos a una revisión a
la baja de las expectativas de tensiones inflacionistas en el
conjunto de la economía mundial, y especialmente en Europa, que se
están manifestando en las últimas cifras que tenemos, por ejemplo, de
la economía inglesa -de ayer- y de la francesa.

En cuanto a la política monetaria, la Comisión Europea establece unas
previsiones de que se mantengan unas condiciones monetarias
relajadas. Según la Comisión, los tipos de interés a largo plazo se
situarían durante los tres próximos años en torno al 5 por ciento
a ambos lados del Atlántico, contando con una muy ligera diferencia de
tipos de interés a largo plazo en Estados Unidos y en Europa, lo que
contrastaría, como sabe muy bien la Comisión, con las importantes
diferencias que existían en el año 2000. Para el año 2003 la Comisión
establece que se va a consolidar la recuperación económica
internacional, que la Comisión fija para la segunda mitad del año
2002, con lo cual se producirá un aumento considerable de la
producción y del comercio mundial en el año 2003. En línea con esta



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previsión, se espera que la recuperación sea especialmente fuerte en
Estados Unidos, país para el que la Comisión Europea establece un
crecimiento del 3,4 por ciento, estimándose un crecimiento del 2,9
para la eurozona. Es decir, que según las previsiones de la propia
Comisión, en el año 2003 la economía de Estados Unidos crecería más
intensamente que la europea. Para el período siguiente -para el que
también se establecen las normas de conducta de los planes de
estabilidad que será objeto de previsión por parte de los gobiernos-,
es decir, el período que va a 2004-2005, se prevén tasas de
crecimiento de la producción y del comercio mundial que se mantendrán
próximas a las registradas en el año 2003.

En este ámbito de previsiones de la Comisión Europea y como
consecuencia del actual contexto internacional de desaceleración
económica, el Gobierno plantea un escenario central y dos
alternativos que situarían, para el escenario central, una revisión a
la baja de nuestra previsión de crecimiento del pasado mes de julio
del 2,9 al 2,4 por ciento. Este crecimiento seguiría estando muy
claramente por encima de la media europea que, según la Comisión
Europea, se situaría en el 1,3. Por lo tanto, en el escenario central
el Gobierno establece un crecimiento de la economía española del 2,4
por ciento, con una contribución neta del sector exterior negativa de
una décima y con una desaceleración de la demanda interna en lo que
respecta, por un lado, al consumo privado, que tendría tasas de
crecimiento menores en el año 2001 debido a la menor expansión del
empleo y a un menor gasto de consumo de las familias con una
recuperación de la tasa de ahorro, y por otro lado, al efecto de la
incertidumbre económica sobre la economía española. En el caso de la
formación bruta de capital fijo se irá moderando el crecimiento de la
inversión en construcción que, sin embargo, vendrá compensado en
parte, sobre todo en el año 2003, por un incremento de la inversión
en bienes de equipo.

Los últimos acontecimientos internacionales, es decir, los que están
relacionados con el 11 de septiembre, y la intensa ralentización
económica de alguno de nuestros principales socios -especialmente de
la Unión Europea- van a frenar el aumento de las exportaciones
españolas en el año 2002, cuyo crecimiento será inferior al que está
registrando en el año 2001. Esta situación también se extenderá a las
importaciones como consecuencia de la disminución del crecimiento de
la demanda interna. Por tanto, la contribución del sector exterior al
crecimiento será moderadamente negativa, similar, en nuestra opinión,
a la que tenemos en el año 2001, en torno a una décima. Según esta
previsión, se moderará el crecimiento del empleo, pero se mantendrán
tasas positivas de empleo muy por encima de la media europea y
claramente en un proceso de reducción de la tasa de paro. En este
sentido, la creación de empleo, en términos de puestos de trabajo
equivalentes
a tiempo completo, será, según nuestras previsiones,
ligeramente por encima de un punto -1,1 por ciento- mientras que la
tasa de paro se reducirá hasta el 12,4 por ciento en el modelo actual
de medición del Instituto Nacional de Estadística. Probablemente
España será uno de los pocos países de la zona euro, junto con
Grecia, en los que la tasa de desempleo no aumente en el año 2002,
según las previsiones que estamos estableciendo en estos momentos. Es
importante resaltar que, en nuestra opinión, en el período 2000-2005
se crearán aproximadamente más de un millón de puestos de trabajo en
términos de contabilidad nacional, por lo que la economía española
habría creado en dos legislaturas cerca de cuatro millones de puestos
de trabajo. La tasa de paro al final del período estará muy próxima a
los niveles europeos, lo cual creo que es un objetivo que comparten
todos los grupos parlamentarios y que formaba parte de nuestro
programa electoral en las pasadas elecciones generales. En cuanto a
la inflación, estamos asistiendo, como he dicho, a una moderación de
las tensiones inflacionistas que continuará a lo largo del año 2002.

Nosotros estimamos que, como consecuencia de nuestro crecimiento más
intenso, mantendremos un ligero diferencial por encima de la zona
euro que no superará en ningún caso un punto porcentual.

Me voy a referir muy brevemente a las previsiones para el año 2003 y
2005, puesto que todos somos conscientes del alto grado de
incertidumbre con el que se elaboran. En nuestra opinión, y bajo la
hipótesis de una recuperación de la economía europea en la segunda
parte del año 2002, estas previsiones de crecimiento se situarían en
torno al 3 por ciento, que es un crecimiento muy moderado que
responde al potencial de crecimiento de la economía española y que
sería mantenible en nuestras previsiones a lo largo de todo el
período, es decir, hasta 2005. Esta previsión estaría apoyada en una
recuperación de la demanda interna en la que habría un comportamiento
del consumo público que seguirá siendo muy moderado y una aceleración
de la inversión, y también en una recuperación del comercio mundial.

Entendemos que el consumo privado registrará un incremento en el año
2003 en torno al 2,8 por ciento, y serán sin duda la inversión y la
contribución neta del sector exterior las que marquen la recuperación
de la economía española. Como he dicho, la inflación deberá ir
tendiendo a ser cada vez más cercana a la media europea, con un
ligero diferencial al alza.

En este marco de evolución económica, siguiendo las hipótesis de la
Comisión Europea, ¿cuáles son las proyecciones presupuestarias que el
Gobierno remite a la Comisión Europea y, como es natural, a los
grupos parlamentarios? Vuelvo a insistir en que, en nuestra opinión,
la política presupuestaria debe contribuir a la estabilidad
macroeconómica y también a dar a nuestro entorno económico un alto
grado de ser predecible, estable y creíble para los agentes
económicos. Entendemosque en una economía abierta, inmersa en un



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espacio económico y monetario integrado, como es el caso del euro,
los impulsos de la política fiscal excesivamente proactivos tienen
muy poca capacidad para afectar a la demanda nacional y que, en
parte, lo que pueden producir es un desequilibrio exterior más
fuerte. Por lo tanto, no somos partidarios de consideraciones a corto
plazo en la política fiscal, y en ese sentido van a quedar reducidas,
y creo que hay una clara coincidencia en estos momentos entre la
Comisión Europea y los países euro en el funcionamiento de los
estabilizadores automáticos en nuestra economía.

Desde el punto de vista del gasto, las inversiones nos parecen un
elemento fundamental para coadyuvar e impulsar el crecimiento
económico y la convergencia real, y la dotación de capital físico,
humano, organizativo y tecnológico son sin duda una prioridad en la
agenda del Gobierno. Las inversiones en la modernización de
infraestructuras aumentan notablemente la capacidad de crecimiento y
competitividad de la economía española y también hemos de subrayar
nuestro interés en aumentar la promoción de la sociedad de la
información y del conocimiento, en el que mantenemos, como es
consciente la Comisión, diferenciales negativos con la media europea.

En cuanto a los ingresos, el Gobierno considera que las rebajas
impositivas son un potente instrumento de la política fiscal y tiene
por objetivo afectar positivamente la economía desde el lado de la
oferta. Dentro de un marco de rigor presupuestario en el que se marca
la ley general de estabilidad presupuestaria, que está en trámite de
aprobación, éste es uno de los cambios estructurales más importantes
de los últimos tiempos y creemos que marca, como ha reconocido el
Fondo Monetario Internacional, un hito en la forma de entender la
política fiscal en nuestro país. Como SS.SS. conocen, la ley de
estabilidad presupuestaria consagra cuatro principios básicos que son
fundamentales, en opinión del Gobierno, para el diseño de la política
fiscal: la transparencia, la corresponsabilidad fiscal, los límites
al crecimiento del gasto de la Administración central y la disciplina
fiscal. Hemos de entender que en un país tan fuertemente
descentralizado como España, que está en un proceso de mayor
descentralización desde el punto de vista de las competencias de
sanidad, la razón última de esta estabilidad presupuestaria tiene que
venir acompañada de un aumento de la corresponsabilidad fiscal como
el que se plantea en este año con el acuerdo del Consejo de Política
Fiscal y Financiera.

Paso, señorías, a expresar brevemente los resultados presupuestarios
en los últimos años. Como he dicho, en el año 2001, el sector público
español alcanza el equilibrio presupuestario; la reducción del
desequilibrio financiero del conjunto de las administraciones
públicas entre el año 1999 y 2001 está aproximadamente por encima de
un punto del producto interior bruto, que ha recaído totalmente sobre
la contención del gasto público, cuyo porcentaje, en términos de
producto interior
bruto, se ha reducido en 1,4 puntos hasta situarse por debajo del 40
por ciento, al tiempo que los ingresos también han ido reduciendo el
peso en el conjunto de la economía, pasando también ligeramente por
debajo del 40 por ciento, es decir, con una reducción de 3 décimas de
punto porcentuales del producto interior bruto.

El ajuste del gasto público ha recaído principalmente sobre el gasto
corriente, que ha reducido en un punto porcentual su participación en
el PIB entre 1999 y 2001, el ahorro público positivo que desde el año
1997 se está produciendo ha alcanzado en el período 2000- 2001 un
volumen claramente superior al de la inversión pública, y en el año
2001 el ahorro público va a suponer 4 puntos del producto interior
bruto frente a una formación bruta de capital del 3,3 por ciento. La
mejora producida en estos dos últimos años 2000-2001 en los saldos
presupuestarios se ha traducido en un aumento del superávit primario
de 7 décimas, ya que los pagos por intereses han descendido en 4
décimas. Dicho aumento de superávit primario, en un contexto de
expansión económica y de reducción del tipo de interés efectivo de la
deuda pública, ha permitido que la relación entre deuda pública y
producto interior bruto se haya reducido 5 puntos, hasta situarse en
el año 2001 por debajo del 60 por ciento, en el 57,5 por ciento
exactamente, que es una clara manifestación de la sostenibilidad de
las finanzas públicas españolas.

Haciendo una comparación con la eurozona, el déficit público en el
conjunto de los países euro sólo ha mejorado aproximadamente en 3
décimas en los últimos dos años, mientras que en España lo ha hecho
en 1 punto y 1 décima, por lo tanto, con una diferencia notable en
nuestro esfuerzo presupuestario respecto a la media de los países
euro. Esto pone de manifiesto, en mi opinión, que en materia
presupuestaria el Programa de Estabilidad de España cumple
sobradamente con sus compromisos y apuesta de una manera muy
contundente por el equilibrio presupuestario.

Las proyecciones presupuestarias para el periodo 2002-2005 estarían
siendo las siguientes. Habría una senda de objetivos presupuestarios,
que en el escenario central se centraría en el equilibrio o el
superávit a lo largo del período 2002-2005, los ingresos públicos
crecerán en ese periodo a un ritmo anual en el entorno del 5,3, tasa
muy similar a la evolución del producto en términos nominales, y sin
embargo se va a producir una ligera reducción de su participación,
que pasaría del 39,3 al 39,2 en 2005. Tengo que decir que esto
vendría acompañado, por un lado, de una recuperación económica y por
tanto del aumento de los ingresos, y, por otro lado, de una reforma
fiscal en el impuesto de renta de las personas físicas, como ya he
anunciado.

En cuanto a la expansión del gasto corriente mantendremos el rigor
como hemos hecho a lo largo de los últimos años, y en relación al
producto interior bruto durante el periodo 2000-2005 el crecimiento
del gasto público se hará en el entorno del PIB nominal, lo cual



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supondrá que nuestro gasto público se situará ligeramente por debajo
del 40 por ciento del producto interior bruto, aproximadamente 6
puntos por debajo de la media de la última década. Los gastos
corrientes experimentarán una ligera pérdida de peso en el producto,
hasta situarse en el entorno del 33 por ciento en el año 2005, y la
formación bruta de capital fijo de las administraciones públicas
crecerá por encima del PIB nominal durante el periodo, en un ritmo
aproximadamente del 9 por ciento, de manera que al final del periodo,
es decir en el año 2005, su participación en el PIB se situará
ligeramente por debajo del 4 por ciento.

La evolución de ingresos y gastos públicos va a permitir una tasa de
ahorro bruto que irá elevándose paulatinamente a lo largo del
periodo, hasta situarse al final en el 2005 en aproximadamente 4,6,
es decir 7 décimas por encima de lo que vemos en estos momentos en el
año 2001. El saldo presupuestario en el escenario central estará
equilibrado en el año 2002 y 2003 y se empezará a obtener superávit
en el año 2004 y 2005 en el entorno de una o dos décimas del producto
bruto para la economía española. Lo que me parece muy significativo
es que el ratio de deuda, que llegó a situarse en la pasada década en
torno al 68 por ciento, se situará ligeramente por debajo del 50 por
ciento en el final del periodo, es decir en el año 2005.

En lo que se refiere la sostenibilidad de las finanzas públicas, un
elemento esencial en los análisis de supervisión económica de los
países euro, es indudable que el dato que acabo de dar de reducción
del peso de la deuda es un dato esencial, como también lo son las
medidas que ha tomado el Gobierno en el ámbito de las pensiones
públicas con el establecimiento de un fondo de pensiones públicas que
llegará a 400.000 millones en este año. Quiero decir que en ese marco
de sostenibilidad del rigor en el gasto las prioridades del Gobierno
estarán centradas en la educación, que aumenta en su ritmo de gasto
el 9 por ciento el año 2002, la actuación inversora de la
Administración central, que lo hace en un ritmo del 9,6, además de un
incremento de más del 10 por ciento de las inversiones en
infraestructuras y de un incremento del 7,6 de los fondos destinados
a investigación, desarrollo e innovación. En este punto de la
sostenibilidad de las finanzas públicas hacemos referencia en el
Programa de Estabilidad, como marca la Comisión Europea, a la
sostenibilidad de las pensiones públicas, que serán objeto de
análisis periódico, no anual pero sí periódico, por parte del euro-
11, del euro-12 y del Ecofin, y que están ligadas, por un lado, al
incremento del empleo, a un mayor rigor de la evolución de las
cuentas públicas, como marca la ley de la estabilidad presupuestaria,
a la reducción progresiva del endeudamiento público, al retraso
voluntario en la jubilación, a aumentar la relación entre cotización
y prestación y a la creación, como he dicho, de un fondo de reserva,
que debería situarse en el entorno de uno punto del producto interior
bruto, es decir, aproximadamente un billón de
pesetas en el año 2004. También fomentamos -y forma parte de las
medidas de la ley de acompañamiento- la existencia más robusta de un
segundo pilar de la prestación social complementaria, además de las
medidas de lucha contra el fraude que se contienen también en dicha
ley.

Para la sostenibilidad de las finanzas públicas tiene especial
interés, como conoce la Comisión, la evolución del gasto sanitario,
que es muy considerable en todos los países de la OCDE. En ese
sentido quisiera subrayar la importancia que ha tenido en España la
implantación de una política de medicamentos genéricos y de precios
de referencia, que va a generar un ahorro aproximado de 100.000
millones de pesetas durante los próximos tres años, además de los
acuerdos establecidos entre la Administración y el conjunto de los
agentes implicados en el gasto farmacéutico, el denominado Plan
integral de medidas de control del gasto farmacéutico y uso racional
del medicamento.

Paso, señorías, a comentar otros escenarios alternativos. Según marca
el código de conducta aprobado por el Ecofin, hemos de contemplar
escenarios alternativos desde el punto de vista de una diferencia del
crecimiento de la economía y también de evoluciones distintas a las
centrales en los tipos de interés. En ese sentido, estaríamos en un
escenario alternativo de crecimiento reducido que supondría que la
recuperación de la economía mundial no se produciría en el año 2002 o
lo haría de forma muy tardía y muy débil y prevemos que la economía
española crecería en ese escenario alternativo en el entorno del 1,8
en el año 2002 y lo haría en los siguientes años en el entorno del
2,6. Los escenarios alternativos producen diferentes saldos
presupuestarios. En el escenario de mayor crecimiento, si la economía
española creciera no en el 2,4 sino en el 2,9, se produciría
equilibrio en este año, pero en el año 2003 ya aparecería un
superávit, y en los años sucesivos continuaría el crecimiento
económico que permitiría superávit ligeramente superiores a los
previstos, es decir, en el entorno de 4 décimas del PIB. En cambio,
en el escenario de menor crecimiento tendríamos un ligero déficit de
unas 3 décimas en el ejercicio de 2002 y en los demás ejercicios
tendríamos estabilidad presupuestaria. Creo que es importante
subrayar dos cuestiones. Desde nuestras previsiones, incluso en el
escenario más pesimista, la economía española mantendría
prácticamente el equilibrio presupuestario y lo recuperaría en el año
2003 y mantendría tasas positivas de creación de empleo, lo cual me
parece muy significativo, con crecimientos previstos inferiores al 2
por ciento.

Los tipos de interés también son objeto de análisis, según las
recomendaciones del código de conducta de elaboración de los
programas de estabilidad, con dos hipótesis, de 1 punto porcentual al
alza o 1 punto porcentual a la baja, en cuyos casos los tipos
elevados como los tipos reducidos tendrían un efecto sobre la
evolución de la deuda pública en nuestro país. Un tipo



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de interés de 1 punto superior al previsto por la Comisión Europea
produciría un déficit en 2002 en el entorno de 1 décima,
incrementándose ese efecto hasta 2 décimas al final del período de
2005, y los tipos de interés reducido producirían justamente el
efecto contrario.

Desde el punto de vista de la coyuntura, señor presidente,
aprovechando mi presencia en la Comisión de Economía me gustaría
destacar algunas cuestiones que en mi opinión avalan el escenario
central que plantea el Gobierno. En cuanto a la inflación, me parece
importante subrayar que se está produciendo una clara convergencia de
los agregados monetarios entre la economía española y la economía
euro. En ese sentido, en el mes de octubre los agregados monetarios,
los activos líquidos en España crecieron en torno al 7,9, y la M3
ajustada ha crecido en el conjunto de la zona euro en el entorno del
7,4. Esa diferencia es muy moderada habida cuenta que el año pasado
nuestros agregados monetarios, los activos líquidos, crecían en
España por encima del 10 por ciento, mientras que la M3 lo hacía en
el entorno del 4 por ciento en la Unión Europea. Es indudable que los
agregados monetarios nos permiten una medición de la inflación, al
fin y al cabo un fenómeno monetario, y yo creo que esa convergencia
de agregados monetarios de la Unión Europea y España es una
indicación clara de que estamos en un proceso de convergencia desde
el punto de vista de las tensiones inflacionistas.




Por lo que se refiere a la recuperación de la economía mundial en los
próximos meses, sobre todo en la segunda parte del año 2002, quisiera
llamar la atención de la Comisión primero sobre la evolución de los
mercados de renta fija, que en los principales países de la OCDE,
incluida España, alcanzó un mínimo de rentabilidades para los bonos
de largo plazo en las últimas semanas de octubre y principios de
noviembre y desde entonces se está produciendo una recuperación de
casi 50 puntos básicos en el bono a diez años en el conjunto de los
países de la OCDE, lo que indicaría que los mercados están apreciando
una recuperación de la economía mundial en los próximos meses, como
también se podría deducir de la evolución de los índices bursátiles,
que desde el mínimo de finales de septiembre ha permitido
recuperaciones en todos los índices, tanto en el Ibex como en el Dow
Jones, como en el de Francfort, París y Londres, diferentes
recuperaciones, desde las más intensas a las menos intensas, pero en
cualquier caso todas ellas en la misma dirección. Estos dos
indicadores, que deben ser analizados con una cierta prudencia,
señalarían que las expectativas de los mercados sobre los
rendimientos del capital y los beneficios de las empresas son
claramente mejores que antes e inmediatamente después del 11 de
septiembre, como también lo es desde el punto de vista de la economía
española que el diferencial de nuestra deuda con Alemania, que se
había situado a lo largo de los dos últimos años por encima de los 30
puntos básicos, una diferencia
pequeña pero significativa desde el punto de vista euro, está en la
actualidad por debajo de los 25 puntos básicos. Esto indicaría que
los mercados aprecian por el lado de España dos cuestiones positivas,
la reducción de los diferenciales de inflación con Alemania y la
sostenibilidad de nuestras finanzas públicas.

Me gustaría también aportar a la Comisión los últimos datos de la
situación microeconómica, que nos indicarían una clara ralentización
de la economía española en el último trimestre de 2001, pero que en
absoluto tiene tintes dramáticos. En ese sentido, hemos de tener en
cuenta, primero, que los años 1999 y 2000 fueron años récord en la
mayor parte de los mercados de bienes y servicios en nuestro país y
que por lo tanto estamos ante comparaciones sobre máximos históricos.

En cuanto al crédito, hasta el mes de octubre la tendencia general ha
sido la reducción del volumen del crédito concedido tanto a empresas
como a familias. No obstante, el crédito del sector privado en España
está creciendo en septiembre en el entorno del 14 por ciento, que es
aproximadamente el doble de la media europea. Los datos de entidades
de que disponemos para los meses de octubre y noviembre muestran que
continúa una ligera desaceleración del crédito a empresas, que
estaría repuntando sin embargo en el caso de crédito a familias. La
morosidad, que yo creo que es un índice muy determinante de la
evolución de la economía, se mantiene en términos históricamente
bajos y sólo hay un pequeño repunte pero no en todas las entidades.




Por lo que respecta al consumo energético, en octubre el consumo de
gasolina ha crecido el 11 por ciento, que es una evolución
sorprendente habida cuenta que el crecimiento de la gasolina era
negativo en este año en casi el 3 por ciento. Hemos de tener en
cuenta que en la medición del consumo de gasolina en nuestro país hay
una distorsión fiscal como consecuencia del tratamiento del gasóleo y
hay un proceso de sustitución muy intenso que lleva varios años y que
debería ser quizá objeto de reflexión por parte de todos, pero en
cualquier caso indica que mientras que la gasolina, aunque en octubre
ha tenido un incremento del 11 por ciento, tiene una reducción en el
entorno del 3 por ciento en el conjunto del año, que es sin duda
moderada, en cambio, el gasóleo de automoción está creciendo en el
mes de octubre a ritmos del 17 por ciento y en el conjunto del año
por encima del 6 por ciento. Por lo tanto, estamos ante tasas, si
combinamos ambas, de crecimiento de la utilización de gasolina y
gasóleo de automoción, que son positivas y que indican claramente un
mantenimiento de la actividad.

Desde el punto de vista de la energía eléctrica, en los tres últimos
meses ha crecido en un 5,8 por ciento, que se situaría casi en el 5
por ciento -el 4,7- en octubre. Hay que recordar que hemos tenido
este año crecimientos de la energía eléctrica del 8 por ciento en
algunos meses, lo que nos daría para el año un crecimiento del



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conjunto de la energía eléctrica ligeramente por encima del 6 por
ciento, que es también una tasa que no indicaría una desaceleración
económica considerable.

Como he mencionado anteriormente, el consumo de cemento continúa
siendo muy intenso, con un crecimiento en octubre del 21 por ciento
con respecto al mes anterior, y que se situaría en el último
trimestre a ritmos cercanos al 10 por ciento, lo cual sería
consecuente con los datos de evolución de la inversión en
construcción que antes he mencionado.

La matriculación de vehículos ha crecido en torno al 4,1 por ciento
en el último mes y cerca del 6 en el último trimestre. Hemos de tener
en cuenta que además estas cifras son considerables porque están
basadas en datos del año 2000, que ya fue un año récord, y éstos a su
vez se basaban en un crecimiento del año 1999, que también lo fue.

Especialmente interesante es la evolución de las ventas de grandes
superficies, que han tenido una recuperación de aproximadamente 3
puntos en los meses de octubre y noviembre, por encima de la media
del año, y que tendrían un crecimiento muy intenso en la primera
semana de diciembre, superior al 10 por ciento. Es indudable que este
último dato hay que verlo en su conjunto. Estoy hablando de la
primera semana de diciembre y por lo tanto no es un dato
representativo. En cualquier caso, veríamos que el gasto en grandes
superficies, que indicaría una evolución del consumo, se está
moviendo ligeramente al alza de la media del año en los meses de
octubre y noviembre y esa tendencia parecería mantenerse en la
primera semana de diciembre.

Aparte de estas cifras de evolución de la economía real, que pueden
ser útiles para SS.SS., me gustaría recordar también los datos de
confianza, desde el punto de vista de la economía española. El
indicador de confianza del consumidor se sitúa 4 puntos por encima de
la media de euro, aunque se ha reducido en la segunda mitad del año.

En la primera parte del año ambos indicadores estaban a la par e
incluso en Europa era mayor que en España. Por lo tanto se había
producido un cambio de confianza del consumidor a la baja, tanto en
Europa como en España, pero que había sido menor en España que en
Europa. Otro tanto ocurre con el indicador de clima industrial, que
ha descendido en España, pero que se sitúa en 7 puntos por encima de
la media de la Unión Europea, cuando el año pasado y la primera parte
de éste la situación era justamente la contraria. Estamos asistiendo,
pues, a un mantenimiento de las expectativas de confianza, tanto de
los consumidores como del clima industrial en España, que también se
trasladaría al llamado indicador de clima económico, que es la
síntesis de todos los indicadores de opinión, que se sitúa en España
por encima de la media europea desde la mitad del año, aunque
desciende como en el conjunto de Europa.

Un indicador también importante de una industria que ha sufrido
efectos indudables como consecuencia de los acontecimientos del 11 de
septiembre sería el turismo y he tenido ocasión de comentarlo en la
Cámara más de una vez. Estamos cerrando la temporada de verano del
año 2001 con cifras del entorno del 4 por ciento en el número de
turistas, 3 puntos porcentuales por encima del crecimiento que se
registró el pasado verano, y aunque el dato de octubre ha sido
negativo, desde el mes de enero han entrado aproximadamente 1.700.000
turistas más que en el mismo periodo del año anterior, lo que
situaría la variación acumulada a octubre ligeramente por debajo del
4 por ciento en el número de turistas. En cuanto a los ingresos, que
también es un dato importante en la industria turística, los ocho
primeros meses del año 2001 arrojan un saldo acumulado un 11 por
ciento superior al del año anterior. En ese sentido, también es
importante comprobar que este mantenimiento de la evolución positiva
del turismo en España y sobre todo de un turismo de mayor calidad
desde el punto de vista de la referencia del gasto se produce en un
entorno internacional en el que se ha reducido a la mitad el
crecimiento del turismo mundial.

La evolución de los tipos de interés está teniendo también una
consecuencia muy positiva para la economía española y no sólo para
las economías domésticas y empresariales sino para el sector público
y es importante constatar que el efecto de la evolución de los tipos
de interés y los canjes de deuda que ha llevado a cabo el Gobierno en
años anteriores y en el año 2001 van a suponer aproximadamente
220.000 millones menos de gastos financieros en el presupuesto en
curso y al menos 100.000 millones menos de gastos en el presupuesto
del año 2002, según nuestras previsiones.

Todos estos datos, que indudablemente tienen que ser complementados
con otros a más largo plazo, indicarían, vuelvo a repetir, que la
economía española muestra claramente una desaceleración pero una
desaceleración muy moderada, que incluso en algunos aspectos estaría
tocando fondo, como podría ser el índice de producción industrial, y
en otros como el consumo tendría una ligera recuperación en los
últimos meses. Todo ello indica que el grado de expansión de la
economía española continúa siendo robusto. En el ámbito de las
expectativas, que juegan un papel determinante en cualquier situación
económica, pero especialmente en la que vivimos en estos momentos, en
España seguirían manteniéndose claramente por encima de la media de
la Unión Europea. En cualquier caso, señor presidente, estos datos,
como es natural, son sólo indicativos y cada cual puede sacar las
conclusiones que le parezcan convenientes, pero me parecía importante
poderlos aportar ante la Comisión en estas últimas semanas del año.




El señor PRESIDENTE: Para las intervenciones de los grupos
parlamentarios tiene la palabra en primer



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lugar el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, señor Sevilla.




El señor SEVILLA SEGURA: Señor vicepresidente, quiero empezar por
compartir su opinión respecto a la reconocida competencia de don
Jaime González para la Comisión Nacional de la Energía y en ese
sentido anunciar que a mi grupo le parece muy bien la propuesta que
usted va a hacer al Consejo de Ministros con vistas a su
nombramiento.

Pasando al segundo punto del orden del día, si esto fuera una junta
de accionistas de una empresa llamada España y usted fuera su
consejero-delegado -es un símil, esto sí que no tiene que consignarlo
en su declaración de actividades-, yo me habría quedado muy tranquilo
si creyera lo que usted ha dicho y si creyera que usted se lo cree.

Tengo que reconocer que desgraciadamente que ni lo uno ni lo otro y
que desde que vi la película Matrix nunca había presenciado un
intento tan depurado por construir una realidad virtual y un empeño
tan denodado por hacerla pasar por una realidad creíble. Usted
anuncia que todo va a ir a peor, pero que no nos preocupemos porque
todo sigue bien. Eso, señor Rato, como sentencia marxista, de los
hermanos Marx, está bien, pero creo que como análisis del principal
responsable de la política económica del Gobierno debe de
intranquilizar a quien lo escuche. Es verdad que estamos en una
situación en la que la credibilidad de lo que dice el Gobierno es muy
importante y en este sentido -lamento decirlo, porque me gustaría
honestamente, por el bien de España, que no fuera así- la suya y la
de su Gobierno hoy son muy bajas. Han revisado dos veces a la baja en
lo que va de este año la previsión del crecimiento económico y lo que
anuncian para el año que viene, aun siendo cierto que estamos en un
momento de incertidumbre como usted ha dicho, no es reflejo de la
incertidumbre sino de un gran despiste. Hacer unas previsiones que
van del 2,9 por ciento de crecimiento de la economía al 1,8 indica
que uno no tiene ni idea de por dónde van a ir las cosas, porque si
no creo que el margen de la dispersión entre unas tasas y otras sería
ligeramente distinto.

Yo creo que hay algunos datos preocupantes. La caída del crecimiento
de la economía española va a ser de las mayores que se han producido
en la Unión Europea, entre lo que crecimos en 2000 y lo que razonable
y previsiblemente creceremos en 2002. Eso encuentra además al mercado
laboral español con una elevadísima tasa de temporalidad y de
precariedad, lo cual hace prever desgraciadamente un impacto sobre el
empleo superior al que ustedes pronostican, y nos sigue pillando con
una inflación subyacente por encima de la media de la Unión Europea,
lo cual explica que muchos analistas estén diciendo que la
competitividad de la economía española está cayendo hasta 3 puntos
desde el año 1999. Esa es una visión quizá menos optimista, insisto,
desgraciadamente, que la que usted ha dado,
pero en una Comisión de Economía del Congreso de los Diputados,
además de discutir como si fuéramos tertulianos o como si fuéramos
simples analistas económicos nuestras distintas previsiones, análisis
de la coyuntura y qué va a ocurrir, tenemos que analizar qué hace el
Gobierno. Tenemos que ver cuáles son las líneas de actuación que
propone el Gobierno ante esa situación y en su caso compartirlas o
criticarlas.

Hay algunas cosas que me llaman la atención. Que ustedes revisen a la
baja el cuadro macroeconómico en pleno debate presupuestario y las
previsiones de ingresos y gastos no se alteren es un milagro. Me
parece como mínimo un milagro que desde luego no contribuye a darle
credibilidad a esos presupuestos que hoy estamos discutiendo. Me
alegro que anuncie que van a funcionar los estabilizadores
automáticos, entre otras cosas porque supongo que difícilmente pueden
impedirlo, pero visto lo que están haciendo, o tenemos una
interpretación francamente curiosa de lo que son los estabilizadores
automáticos o desde luego ustedes no están dejando que funcionen.

¿Crear un nuevo impuesto de hidrocarburos es un estabilizador
automático? ¿Subir el IVA es un estabilizador automático? ¿Subir los
módulos al pequeño comercio es un estabilizador automático? ¿No
rebajar el IRPF por la inflación es un estabilizador automático? La
estrategia que se deduce de lo que ustedes están haciendo -no tanto
diciendo- conducirá a que el año que viene seamos más pobres y a que
el Gobierno nos va a hacer pagar más impuestos. Esa es una mala
estrategia de política económica para una situación en la que se
reconoce una desaceleración de la economía. Tampoco creo que
funcionen los estabilizadores automáticos en la vuelta de tuerca al
gasto sanitario que están queriendo hacer aprovechando el proceso de
transferencias de la sanidad a las comunidades autónomas. Por cierto,
quiero llamar la atención de la Comisión y de la prensa aquí presente
sobre el cuadro número 13 de la página 44 del informe de
actualización que nos ha presentado, donde con toda claridad se
establece en el nuevo modelo de financiación autonómica que están los
tributos cedidos, que está el IRPF, que es común para todo el mundo,
y referido al porcentaje de recaudación líquida de determinados
impuestos, hay una nota, que es cierta, que dice: Para la cesión de
esta cesta de impuestos es necesario que las comunidades autónomas
hayan asumido las competencias de asistencia sanitaria de la
Seguridad Social. Es decir, aquellas que no lo asuman no se quedan
fuera del modelo, como ustedes pretenden ahora en una enmienda en el
Senado, sino que simplemente no se benefician de este porcentaje en
la recaudación líquida de determinados impuestos, como usted mismo
reconoce en este documento, que creo que es oficial. Como creo que
esto es lo que dice la ley y lo que se pactó en julio, le pido como
vicepresidente económico que rectifiquen esa enmienda que han
presentado en el Senado, que es claramente incompatible con la propia
ley, y ni es ni se



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puede entender como un estabilizador automático el intento de
recortar el gasto sanitario aprovechando las transferencias.

Siguiendo con el símil de la junta de accionistas, algunos hemos
recurrido a auditores externos. En este momento la Unión Europea, que
puede ser un auditor razonablemente objetivo, acaba de sacar algunos
informes que reflejan que no todo se ha hecho bien en estos últimos
años en la política económica española y que eso está haciendo que
estemos peor preparados que otros para hacer frente a esa fase de
desaceleración. El informe de competitividad que acaba de sacar la
Comisión Europea señala cosas francamente curiosas. España es el
único país de la Unión Europea cuya productividad ha caído en estos
últimos años, lo cual lanza sombras de duda sobre nuestra posible
recuperación en el futuro. La inversión empresarial con relación al
PIB está exactamente igual que estaba en el año 1992. La inversión en
investigación y desarrollo con relación al PIB está exactamente igual
que en el año 1994. La inversión en nuevas tecnologías de la
información con relación al PIB está exactamente igual que en el año
1994. Es decir, no hemos aprovechado la buena fase del ciclo
económico para acometer un esfuerzo adicional que necesita la
economía española no sólo para recuperar atrasos con la media de la
Unión Europea, sino para situarnos en unas mejores condiciones para
hacer frente a fases de desaceleración como ante la que estamos
ahora. Se ha jugado, como se suele hacer por parte de algunos
consejeros delegados de algunas empresas ante la junta de
accionistas, por sacrificar el medio y el largo plazo en aras de
presentar buenas cuentas y éxitos a corto plazo. Eso ahora se pone en
evidencia y va a perjudicar a la economía española.

Podríamos entrar en el análisis de las cifras y de los datos, pero
honestamente creo que no es lo relevante aquí. Lo relevante sigue
siendo preguntarse qué hacen ustedes, además de constatar que esto va
a ir peor, aunque parece que pese a que vaya peor todo sigue yendo
bien. Ahí es donde tienen una orientación equivocada de política
económica. Subir impuestos no es la mejor respuesta para una fase
recesiva como en la que entra la economía española, según usted mismo
ha dicho. Adoptar medidas fiscales que mantienen las rentas
empresariales y a la vez pedir moderación salarial no es una solución
solidaria y mínimamente redistribuidora de los efectos nocivos de la
crisis. Adoptar medidas como las que han adoptado en la ley de
acompañamiento para fomentar el ahorro no es exactamente lo que la
coyuntura de la economía española necesita, aunque, si tienen el
mismo éxito que tuvo la reforma del IRPF fomentando el ahorro, es
posible que se conviertan en un estímulo al consumo, como fue aquella
reforma, y en ese sentido pueden jugar algún papel reactivador.

Toda Europa está en el debate en torno a qué tipo de política
económica hay que aplicar para hacer frente a esta recesión. Uno de
los elementos clave en esa reflexión
es evitar la obsesión por el déficit público respetando siempre
el Pacto de Estabilidad, pero lo que dice el Pacto de Estabilidad, no
lo que en España el Gobierno ha interpretado que dice el Pacto de
Estabilidad, siendo además el único gobierno de la Unión Europea que
lo ha interpretado así. El Pacto de Estabilidad no habla de déficit
cero ni desde luego es compatible seguir defendiendo el déficit cero
para los presupuestos del año que viene y decir que van a dejar
funcionar los estabilizadores automáticos, porque o lo uno o lo otro.

Si el objetivo es el déficit cero, tienen que subir impuestos, tienen
que recortar gastos de sanidad. Si la prioridad es dejar funcionar
los estabilizadores automáticos, el déficit será el que salga en
función de cuál sea el nivel de desaceleración de la economía
española y el impacto que tenga sobre las rentas familiares, sobre
los beneficios empresariales y sobre los gastos en desempleo. Lo que
no se puede es establecer las dos variables a la vez; o la una o la
otra, pero desde luego no las dos.

Comparto su opinión de que en una situación como ésta, posiblemente
siempre pero especialmente en una situación como ésta, a la política
económica hay que exigirle algo más que el a Dios rogando; hay que
estar con el mazo dando y ustedes hasta ahora están dando mazazos
indiscriminados y además en la dirección equivocada. Hay que exigirle
que sea -en palabras suyas- predecible y estable. Yo lo creo. Es más,
creo que ustedes se esfuerzan por que sea predecible, es decir, se
equivocan; ya empieza a ser predecible que esta revisión del cuadro
macroeconómico que ha presentado ahora la volverán a revisar dentro
de unos meses; es bastante predecible que hacen lo contrario de lo
que dicen y en ese sentido una vez que uno ha entendido qué es para
ustedes lo predecible, efectivamente, ustedes son muy predecibles. Y
es estable, con un poco de suerte, entre una ley de acompañamiento y
la otra, con la gran inestabilidad que ustedes generan en nuestro
sistema legal, tributario y de cualquier naturaleza con el abuso que
hacen de las leyes de acompañamiento. No sé si a usted eso le parece
estable, como no sea por la regularidad con que en cada ley de
acompañamiento someten al país a un vaivén de inestabilidad tremendo.




Con esa actitud ustedes están generando mayor desconfianza; están
haciendo lo contrario de lo que yo creo que se les exige a los
gobiernos en situaciones de incertidumbre. En lugar de generar
confianza, están creando desconfianza entre los agentes económicos y,
por lo tanto, están generando una mayor inseguridad entre quienes
tienen que tomar decisiones y quienes tienen que padecer las que toma
el Gobierno. Van a ver ustedes cómo el año que viene las familias
españolas son más pobres que éste y gracias a la actuación
discrecional del Gobierno van a tener que pagar más impuestos, cosa
que, por cierto, no es una sorpresa; desde que ustedesgobiernan la
presión fiscal ha subido en dos puntos



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y medio. Es verdad que ha habido más actividad y más empleo, pero eso
también afecta al denominador, afecta al PIB y, por lo tanto, esa
mayor actividad, ese afloramiento de economía sumergida, esa mayor
inversión se refleja en el numerador, los impuestos que se pagan,
y en el denominador, el producto interior bruto, y si el saldo global
da 2,5 puntos más, quiere decir que a pesar de todo eso la presión
fiscal, es decir, lo que los españoles pagamos en relación a nuestra
renta, ha subido durante estos años de Gobierno del Partido Popular.

Por lo tanto, que sigan ofreciendo subidas de impuestos no es
incompatible con lo que ha sido su actuación -no su discurso, eso es
cierto- durante estos años. Yo creo que en una fase de desaceleración
de la economía este no es precisamente el mejor camino para abordar
esa situación de desaceleración. Tienen que hacer una profunda
reflexión no sólo para no quedarse solos en Europa en torno al debate
presupuestario y a lo que significa de verdad el Pacto de
Estabilidad, que estaba pensado precisamente para dar margen de
maniobra en las épocas de desaceleración -y eso quiere decir que se
tiene que utilizar-, sino también para aclararse sobre si lo
prioritario es el déficit cero o el funcionamiento de los
estabilizadores automáticos, porque las dos cosas a la vez no son
posibles. Reitero que deben evitar no sólo las subidas de impuestos
sino los recortes de gastos como el sanitario y le vuelvo a insistir,
señor Rato, en que haga caso a lo que usted le ha enviado formal y
oficialmente a la Comisión Europea sobre lo que representa el nuevo
modelo de financiación autonómica -que yo comparto- y retiren la
enmienda que han presentado en el Senado para vulnerar
unilateralmente este acuerdo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència
i Unió) tiene la palabra el señor Sánchez i Llibre.




El señor SÁNCHEZ I LLIBRE: Quiero agradecer la presencia ante esta
Comisión de Economía del señor vicepresidente y ministro de Economía,
don Rodrigo Rato.

La posición del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió)
sobre la actualización del Programa de Estabilidad para los años
2001-2004 que hoy nos ha presentado en esta comparecencia, así como
sobre las expectativas económicas de España para los próximos años es
moderadamente optimista. Compartimos el análisis y los diagnósticos
que nos ha explicado el señor vicepresidente sobre las causas que han
motivado dicha actualización, pero junto a este moderado optimismo,
ponemos de relieve un deseo de realismo en todas aquellas actuaciones
que promueva el Gobierno a partir del año 2002 orientadas a dotar de
una mayor sensibilidad las medidas que se adopten de cara a los
problemas de la economía real; actuaciones que nuestro Grupo
Parlamentario de Convergència i Unió compartirá
mediante iniciativas legislativas en la misma dirección. (El
señor vicepresidente, Eguiagaray Ucelay, ocupa la presidencia.)
Estamos de acuerdo en que la desaceleración económica internacional,
como es lógico, ha contagiado también a la economía española y
estamos convencidos de que estas circunstancias hubieran llegado más
tarde, aunque no se hubieran producido los hechos luctuosos del 11 de
septiembre. Ante esta luz de alarma que se ha encendido y que ha
motivado este nuevo escenario y la nueva revisión del cuadro
macroeconómico, creemos que el Gobierno ha de actuar para que se
cumplan dichas previsiones con diligencia, con fuerza y, sobre todo,
con rapidez, no pensando en el escenario electoral del año 2004, que
queda algo lejos, sino actuando desde el año 2002. Si ello es así,
estamos convencidos de que estas previsiones se podrán cumplir. No
hace falta decir -y más adelante me extenderé sobre ello- que será
necesario abordar -y así lo ha manifestado el señor vicepresidente en
su exposición- una serie de reformas estructurales pendientes,
algunas iniciadas pero en las que hay que profundizar, por ejemplo,
sobre el sector de la energía, las telecomunicaciones, el mercado de
trabajo o los transportes, así como en la modernización de la
legislación de las microempresas, la situación de los trabajadores
autónomos, y, sobre todo, medidas para impulsar a los empresarios
emprendedores, jóvenes, parados y mujeres. Es necesario igualmente
incorporar un mayor potencial a la política industrial, a la
internacionalización de nuestras empresas, así como potenciar y
reforzar los órganos de defensa de la competencia.

Es cierto, señor vicepresidente, que la economía española afronta un
período de incertidumbre -en eso coincidimos-, pero no es menos
cierto que lo hacemos con una buena salud de nuestro tejido
empresarial y de la economía productiva; la salud de la economía
española, vistos los resultados, que coinciden con los datos de su
exposición, es buena y nuestras empresas industriales gozan también
de solvencia económica y financiera. Las familias están endeudadas,
pero disponen de un volumen de activos fijos superior a este
endeudamiento familiar, lo cual no deja de reflejar un saldo positivo
respecto a su pequeña cuenta de explotación. Es cierto que las
empresas están endeudadas, pero si analizamos el nivel de
endeudamiento de nuestro tejido empresarial, veremos que es muchísimo
más bajo en comparación con el pasado, y si a esto añadimos que
nuestro tejido productivo no ha envejecido, sino que, por el
contnrario, se ha modernizado y hoy, a pesar de esta pequeña
desaceleración económica, goza de un buen soporte financiero
-envidiable, a la vez-, podemos llegar a la conclusión de que
actualmente nuestro tejido empresarial, por su modernización y por su
innovación en el diseño y en la calidad, es muchísimo más competitivo
que el del año 1990. Si a ello añadimosque empezamos a controlar la
inflación y que se



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ha reducido notablemente el diferencial con la media de la Unión
Europea -nosotros calificamos este problema como el punto negro de la
economía española-, que gozamos desde este año 2001 de un equilibrio
presupuestario -después me referiré al tema de déficit cero- y que
los intereses pueden continuar bajando, llegamos a la conclusión de
que nuestra economía está preparada para afrontar con moderado
optimismo el futuro inmediato, con la incertidumbre que conlleva.

Estamos de acuerdo en que ha sido positivo para la economía española
el cuadro de crecimiento central por el que ha optado el Gobierno,
que se sitúa en cuanto a rentas, en cuanto al PIB y en cuanto a
generación de empleo por encima de la media del resto de países de la
Unión Europea. Eso no deja de reflejar la buena salud de que goza
nuestra economía, así como el esfuerzo que se ha hecho durante estos
últimos años para modernizarnos y poder sanear las finanzas públicas
de la economía española. También pensamos que ha sido inteligente por
parte del Gobierno, a la hora de elaborar un nuevo escenario en la
estimación del crecimiento, fijar un porcentaje por encima del que el
mercado puede creer, pues otro quizá se hubiera alineado con el mismo
o incluso por debajo. Por ello merece nuestro respeto, ya que implica
cumplir unos compromisos muy ambiciosos por parte del Gobierno, que
se imponen por propia voluntad, pudiendo haber optado quizá por un
escenario o por otra alternativa mucho más fácil. Esto nos lleva a
hacerle una serie de consideraciones y recomendaciones con las que
estamos convencidos de que si son atendidas y compartidas sin ningún
género de dudas podremos alcanzar este equilibrio presupuestario y
podremos llegar a cumplir estas expectativas que usted nos ha
explicado en el nuevo cuadro macroeconómico para los próximos cuatro
años.

En primer lugar, me gustaría hacer unas reflexiones respecto al
déficit cero. Es cierto que las estimaciones que realizan la OCDE o
la Comisión Europea apuntan a un pequeño déficit, del orden del 0,2
por ciento del PIB. Pensamos que no hay que rasgarse las vestiduras
por este pequeño déficit. Estamos convencidos de que los agentes
económicos han de ser conscientes de que hay una fuerte voluntad
política por parte del Gobierno a medio plazo de eliminar el déficit
público e incluso de que exista un superávit con que reducir la deuda
pública y más si la inversión pública, como se ha demostrado en estos
presupuestos que estamos debatiendo y en las proyecciones del futuro,
no se resiente, sino que va a aumentar por encima del PIB nominal.

Por tanto, nuestro Grupo Parlamentario de Convergència i Unió
entiende que es conveniente para el buen funcionamiento de la
economía española no hacer un dogma de fe de la eliminación del
déficit público para el próximo año cuando la voluntad política
existe y se ha demostrado en los últimos años. Nuestro grupo
parlamentario siempre ha ido en la dirección de sanear las cuentas
presupuestarias para conseguir un equilibrio
económico compaginado con un crecimiento sostenido de nuestra
economía. También somos conscientes de que quizá sea difícil poder
cuadrar las cuentas en una economía con menor crecimiento y que va a
mantener un déficit cero, porque se han tomado medidas en el sentido
opuesto, es decir, en el sentido objetivo de la estabilidad
presupuestaria. Comprendemos que no se haya podido deflactar el
impuesto sobre la renta de las personas físicas en los últimos años y
en los presupuestos que estamos debatiendo para el año 2002, que se
hayan tenido que incrementar los impuestos especiales y el impuesto
minorista de hidrocarburos y, aunque nosotros no estamos de acuerdo
con esta medida, que se vaya a producir un incremento en los módulos
del impuesto sobre la renta de las personas físicas para todas
aquellas personas que estén en este régimen de fiscalidad, con lo
cual quizá el menor crecimiento o la menor actividad económica que
pueda producir este nuevo cuadro macroeconómico viene compensado por
estas subidas encubiertas de impuestos. Por este motivo, señor
vicepresidente, nosotros estamos convencidos de que para poder
recuperar la confianza de los consumidores -que tampoco la hemos
perdido; hay que ser optimistas al respecto- y de los agentes
económicos y financieros es necesario actuar con una serie de medidas
que puedan potenciar una mayor sensibilización de cara a los
problemas de la economía real.

Probablemente esté de acuerdo con las consideraciones que a
continuación voy a hacer, porque algunas de ellas ya las ha enumerado
usted en las futuras actuaciones del Gobierno, pero nosotros
continuamos considerando muy necesario potenciar la política
industrial tradicional española, y me refiero al sector del
automóvil, al sector textil, al sector metalúrgico y al sector
farmacéutico, así como también promocionar y potenciar un mayor
esfuerzo inversor en desarrollo tecnológico y en innovación
industrial. En este pequeño apartado me permito recordar al señor
vicepresidente -ayer ya lo hice con el secretario de Estado de
Economía- que en el sector de la automoción y concretamente en el de
los ciclomotores sería interesante que el Gobierno pudiera plantear
la aplicación de un plan Renove para los fabricantes de las
motocicletas, porque las previsiones para el año 2001/2002 son
realmente dramáticas, con una caída de la demanda del orden del 40
por ciento, que puede afectar de manera muy directa a los 22.000
puestos de trabajo que se concentran en dicha industria. Por tanto,
de la misma manera que en su momento se hizo un plan Renove para el
sector del automóvil, pensamos que sería bueno, y por descontado
contarían con el apoyo de Convergència i Unió, poner en marcha un
programa similar para el sector de las motocicletas.

Hay una segunda cuestión, a nuestro entender muy importante, y es que
hay que desarrollar inmediatamente la reforma fiscal que ustedes
tienen pendiente y que usted ya ha anunciado en su exposición al
hablar del impuesto sobre la renta de las personas físicas y del



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impuesto sobre sociedades. Creo que se tenía que haber producido ya
durante este año y medio o dos años que llevamos de legislatura, con
el objetivo de reducir la carga fiscal de empresas y familias
teniendo en cuenta el apoyo a la investigación científica y al
desarrollo tecnológico y la innovación, así como también la
potenciación de las sociedades de capital riesgo con carácter
preferentemente investigador para poder desarrollar proyectos
multinacionales. Querría recordarle en este aspecto que otros países
como Francia y Alemania han desarrollado y han puesto en marcha
medidas de consolidación fiscal en el Iimpuesto sobre sociedades y en
el impuesto sobre la renta de las personas físicas durante estos dos
últimos años que han supuesto una reducción considerable, de 10 ó 12
puntos respecto al impuesto sobre los beneficios, concretamente para
las pequeñas empresas. En nuestra opinión hay que abordar con
decisión y con premura las reformas estructurales que modifiquen
todas aquellas legislaciones que afectan a las microempresas, a los
autónomos, que pueden beneficiar a los futuros emprendedores, con el
objetivo de fomentar mucho más el espíritu emprendedor y la vocación
empresarial en un colectivo muy importante, que nosotros consideramos
que es un mercado potencial de emprendedores con mucho futuro, que
son los jóvenes que acaban los estudios universitarios
o profesionales y que no tienen esa vocación emprendedora, todo el
colectivo de las mujeres y las personas que están desgraciadamente en
una situación de paro. Creemos que si somos capaces de modernizar
esta legislación como lo han hecho por ejemplo los holandeses o los
belgas, seguramente el potencial emprendedor español va a crecer a
unos porcentajes muy similares a los de estos países, porque todos
sabemos perfectamente que en España, de cada cien personas
encuestadas que van a iniciarse en el mercado de trabajo, solamente
cuatro o cinco dicen tener una vocación empresarial.

Nos parece necesario e indispensable que de una vez por todas
desaparezcan las trabas administrativas para constituir una empresa.

Usted sabe perfectamente que hemos aprobado algunas mociones al
respecto, pero pienso que no es competitivo que en España para poner
en marcha un proyecto empresarial se tengan que hacer 74 ó 75
actuaciones en las diferentes administraciones y que muchas veces, al
cabo de tres meses, este proyecto empresarial todavía no haya tenido
luz verde. Hay ejemplos de algunos países de la Unión Europea en que
el proyecto empresarial se ha puesto en marcha solamente en dos días
y con un solo documento aprovechando las nuevas tecnologías tanto de
Internet como de las telecomunicaciones. Hay iniciativas de nuestro
grupo parlamentario aprobadas con el apoyo mayoritario de la Cámara
en el sentido de que estas medidas se pongan en marcha, pero ya no
podemos demorarlas más. También hay que modernizar la legislación
fiscal y laboral que afecta a los autónomos. No me extenderé
en esta cuestión porque lo hemos hecho muchas veces en el Pleno, pero
ya no podemos esperar más tiempo. La legislación que afecta a este
grupo tan importante de trabajadores autónomos supone una situación
injusta. Respecto a la fiscalidad de las pequeñas empresas pienso que
tampoco es de recibo que todavía exista el IAE. Ustedes se
presentaron a las elecciones diciendo que este impuesto
desaparecería; todos sabemos que va contra la ocupación y contra la
generación de riqueza. Hemos aprobado y apoyado mociones que van en
esta dirección. No esperemos al año 2003 ó 2004, que es cuando se van
a realizar las elecciones. Los electores saben lo que ustedes han
hecho para la mejora y el impulso de la economía productiva, pero no
permitamos que nuestros pequeños industriales sigan soportando un
impuesto que va contra la generación de riqueza y de puestos de
trabajo.

Hemos de abordar de una vez por todas la ley de mecenazgo y de
fundaciones. Este es un compromiso que tienen ustedes contraído desde
la pasada legislatura. Nosotros entendemos que si esta ley se puede
elaborar para que sea de aplicación no en el año 2005 sino en el año
2003, sin lugar a dudas permitirá la colaboración y la
esponsorización de nuestro tejido empresarial con fundaciones y
centros de investigación dependientes de las diferentes
universidades.

En previsión de futuras coyunturas económicas recesivas o de
ralentización, es posible que se produzcan situaciones de morosidad
no deseadas por ningún grupo parlamentario. La ley concursal que
ustedes tiene previsto traer al Parlamento se habría de abordar con
la máxima rapidez posible. Habremos de seguir potenciando también la
internacionalización de nuestro tejido empresarial, lo hemos hablado
en muchísimas ocasiones, no hay que pararse ante esta nueva
situación. Hay que seguir potenciando los órganos de defensa de la
competencia para conseguir una competencia real más efectiva desde el
punto de vista de nuestra economía productiva y hay que abordar una
serie de reformas estructurales pendientes, que ya ha mencionado
usted en su intervención, tanto las que hacen referencia al sector
energético como al sector de las telecomunicaciones, de los
transportes y al mercado de trabajo, básicamente en unos ámbitos que
usted también ha explicitado, que son los de potenciar todas aquellas
previsiones sociales complementarias en las empresas y en la Función
Pública, así como también en el de incrementar todos aquellos
recursos destinados a las políticas de protección social y de
solidaridad, en especial las que hacen referencia a las pensiones más
bajas del sistema contributivo de la Seguridad Social.

Señor vicepresidente, nosotros valoramos positivamente las cifras y
las prioridades macroeconómicas presentadas por usted ante esta
Comisión de Economía, pero insistimos en que hace falta incorporar
ante estas expectativas moderadamente optimistas todas aquellas
actuaciones que por parte del Gobierno puedan realizarse



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a partir del año 2002 que vayan orientadas a una mayor sensibilidad
de cara a afrontar aquellos problemas que están más ligados con la
economía real y con la economía productiva. Lógicamente contarán con
la colaboración del Grupo Parlamentario Catalán de Convergència
i Unió.




El señor VICEPRESIDENTE (Eguiagaray Ucelay): Tiene ahora la palabra
en nombre del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) el señor Azpiazu.




El señor AZPIAZU URIARTE: Señor vicepresidente, yo quisiera, en
primer lugar, agradecer la exposición detallada que nos ha hecho
sobre la situación económica, sobre la revisión del Programa de
Estabilidad y sobre el futuro de la política económica en materia de
ingresos y de gastos. Se lo agradezco de verdad y además tengo que
decirle que su planteamiento me parece coherente, no esperábamos otra
cosa. Yo esperaba oír exactamente lo que ha dicho, porque creo que es
un guión que han escrito hace bastante tiempo en el Gobierno y en el
Partido Popular que lo apoya, y efectivamente no se ha salido usted
de él y en ese sentido lo ha hecho bien, pero permítame que le dé mi
opinión respecto a estos planteamientos o al menos con relación
a algunos de ellos que a juicio de nuestro grupo importa matizar.

Si yo fuera vicepresidente del Gobierno seguramente también trataría
de dar una visión optimista, pero desde la oposición estoy obligado a
decirle que la visión optimista que usted ha trasladado hoy aquí
sobre las perspectivas y la situación de la economía española es un
tanto exagerada. Ha esperado unos cuantos meses para revisar
ligeramente a la baja las previsiones de crecimiento económico cuando
todos los organismos internacionales y nacionales estaban diciendo
que la economía española no podía crecer como el Gobierno estaba
planteando. Ya cuando discutimos los presupuestos nos parecía
exagerado el crecimiento del 2,9, como así ha sido y de alguna manera
ha reconocido el Gobierno, pero creemos que de forma insuficiente.

Situar el escenario central para el año 2002 en el 2,4 por ciento es
quedarse, a nuestro juicio, en la parte alta de la banda, no es la
parte central. Creemos que la parte central está seguramente un poco
más a la izquierda en la escala, a tenor de las previsiones de otras
instituciones que la están situando en torno al 2 por ciento. Por
tanto me parece que debo denunciar esta visión excesivamente
optimista, que igual al Gobierno le corresponde hacer. Además, es una
visión optimista según la cual la economía española va a sufrir
apenas una rebaja del crecimiento del 0,5 por ciento en 2001 en
relación a las previsiones iniciales -usted decía antes que pasaría
del 3,6 al 3,1 ó 3 por ciento- y medio punto en el año 2002 -2,9 en
las previsiones anteriores frente al 2,4- esto es, medio punto y
medio punto, apenas les afecta en un 1 por ciento la desaceleración
internacional que
se está produciendo especialmente en Japón y en Estados Unidos; es
decir, a nosotros la desaceleración internacional, incluido el 11 de
septiembre, apenas nos afecta un punto, porque pensamos que a partir
del segundo semestre, que es cuando siempre se dice que se van a
producir las recuperaciones -y es posible que así sea-, vamos a
crecer en los años 2003 y 2004 a tasas del 3 por ciento, que
realmente son importantes. Yo le sugeriría que aunque haga este
cuadro desde el punto de vista oficial y para enviarlo a Bruselas, en
su fuero interno tenga la consciencia de que la realidad puede ser
peor de lo que ustedes están planteando hoy en día, porque
seguramente esto les hará tomar medidas en materia de política
económica o en materia presupuestaria en los próximos años.

En relación con la política de ingresos, en la que plantea unas
rebajas impositivas en el futuro, esto nos va a meter en una espiral,
sobre todo con la ley de estabilidad, de la que luego comentaré
brevemente una serie de cuestiones, que nos está llevando a una
reducción del gasto, que a su vez va a permitir nuevas rebajas de
ingresos y de gastos, y este es un círculo vicioso en el que el gasto
público en relación al PIB está bajando de una manera importante.

Usted lo ha dicho como algo positivo, pero habría que ver si
efectivamente es un aspecto positivo o no; habría que ver cuáles son
los gastos que han sido afectados y merced a qué gastos ha sido
posible esta relación gasto público-PIB. Nosotros creemos que la
bajada de los tipos de interés ha permitido que el gasto financiero
baje, luego este ha sido un gasto que se ha reducido por la evolución
de los mercados financieros; el consumo público ha bajado
sustancialmente a lo largo de los últimos años o ha crecido poco
merced al sacrificio de los salarios de los funcionarios; ha crecido
poco el gasto de las pensiones públicas porque ha estado vinculado a
una supuesta inflación del 2 por ciento que todavía es un tanto
irreal. Creemos que la inversión pública es una gran sacrificada que
va a impedir que la economía española alcance las tasas de
productividad necesarias para que en el futuro se garantice un
crecimiento económico y un crecimiento del empleo suficientes.

Otra cuestión que quisiera comentar que creo que está relacionada con
esto es la famosa ley de estabilidad presupuestaria. Casi estoy
convencido de que usted no se cree la ley de estabilidad
presupuestaria; entiendo que deba defenderla porque es el
vicepresidente económico del Gobierno, pero es una ley a todas luces
innecesaria y es como matar moscas a cañonazos. Hemos hablado de esta
ley durante muchísimo tiempo; nuestro grupo ha argumentado de
múltiples maneras para oponernos a esta ley que entendemos que es un
sinsentido y que es una ley que marca las directrices de la política
económica del Gobierno para los próximos años pero que oculta otras
cuestiones que hubiera sido importante que usted hoy -o en otro
momento, quizá- pudiera comentar. Es decir, la ley de estabilidad



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supone, con el déficit cero, una limitación a la actuación pública,
pero ¿qué limitación? ¿En qué términos? Es decir, ¿cuáles son las
líneas de política económica o de política presupuestaria que el
Gobierno plantea en el futuro? ¿Qué piensa el Gobierno sobre el
futuro de la inversión pública? ¿Entiende que la inversión pública es
necesaria para garantizar un aumento sostenido de la productividad,
del crecimiento y del empleo? ¿Cómo piensa actuar en materia de
consumo público? ¿Piensa seguir sacrificando a los funcionarios en un
futuro para que le cuadren las cuentas o piensa poner un cirio para
que los tipos de interés sigan bajando y esto le permita a usted
pagar menos intereses e ir arreglando el asunto del déficit? ¿Qué
piensa hacer el Gobierno en cuanto al futuro de las pensiones o en
gasto social? Creo que hay todo un debate en relación con las
políticas económicas y sociales que está pendiente y que no se puede
olvidar ni hacerlo depender exclusivamente del sacrosanto déficit
cero que, por cierto, no responde tampoco -como decía el señor
Sevilla- a ninguna exigencia europea y estamos yendo más allá sin
ninguna necesidad. Por tanto, la rebaja del gasto público en relación
con el PIB puede ser buena o mala según de qué gasto estemos
hablando, de qué gasto estemos dejando de realizar en el futuro y de
qué gastos se hayan dejado de realizar en el pasado. El gasto público
no es necesariamente malo, aparte del gasto público innecesario.

Tenemos que olvidarnos de este principio y no tenemos que olvidarnos
de que es posible también subir los impuestos -no sé si en esta
coyuntura-, porque parecía, a tenor de los discursos del Partido
Popular, que jamás iba a haber más subidas de impuestos. Se ha
demostrado que no es así con las recientes medidas que se están
tomando en ese sentido de subir los impuestos y creo que a las
subidas de impuestos no hay que tenerles miedo. No digo que haya que
hacerlo ahora; en un futuro se pueden plantear las subidas de
impuestos y tenemos margen para ello En Europa la presión fiscal es
más elevada y mayores ingresos nos podrían permitir -seguramente en
otra coyuntura económica- abordar una política social diferente, una
política de infraestructuras diferente y, en definitiva, abordar toda
una revisión del gasto público que puede ser realmente importante y
necesaria también.

Quisiera señalar dos cuestiones puntuales. El Gobierno habla
últimamente de la creación de empleo y del aumento del número de
cotizantes; datos positivos que nosotros celebramos, pero parece que
con esto el problema del empleo ha desaparecido. Pues no, la tasa de
paro sigue siendo superior a la de otros países de la Unión Europea;
son tasas de desempleo de dos dígitos y nos deben preocupar porque se
producen a pesar de que las tasas de actividad femenina, por ejemplo,
que usted ha dicho que iban mejor, son enormemente bajas en relación
con las tasas existentes en Europa. El empleo debe ser una
preocupación central
del Gobierno y no simplemente quedarnos en que el empleo va creciendo
y que el año que viene también va a crecer, aunque no tanto como
pensábamos, sino dirigir políticas específicas a la generación de
empleo porque sigue siendo un problema realmente importante. Otra
cuestión que le quería decir -creo que ayer el secretario de Estado
también lo comentó- es en relación con el índice de producción
industrial. Este mes, creo que comentaban, hay una tasa positiva de
crecimiento de la producción industrial y esto les hacía albergar
ciertas esperanzas. (El señor presidente ocupa la presidencia.) Aquí
tengo unos indicadores de coyuntura del País Vasco donde hacemos
también un seguimiento de la coyuntura, y en una evolución cíclica
industrial referida al índice de producción, tasa anual suavizada,
etcétera, sí se observa que en los últimos meses está habiendo ya una
tasa positiva del índice de producción. Cuando yo me dedicaba a mirar
estas cosas en el País Vasco, siempre que se producía esto era un
preludio de que el ciclo estaba cambiando y de que estaba habiendo un
tono positivo. Quiero decirle que en el País Vasco igual se ha
adelantado un mes o dos el ciclo del índice de producción industrial,
pero es posible que se haya tocado fondo. Lo que ocurre es que las
tasas de crecimiento de la producción industrial son tan bajas que
supongo que recuperar el tono a un nivel aceptable todavía va a
costar.

He ido anotando con mucho interés todos sus comentarios y a raíz de
ellos se me ha ocurrido un montón de cosas; las fundamentales creo
que las he dicho y no merece la pena ahondar en ninguna de ellas. Tal
vez si luego hay posibilidad de aclarar alguna cuestión, lo haría
gustosamente.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario
Popular, su portavoz, el señor Martínez-Pujalte.




El señor MARTÍNEZ-PUJALTE LÓPEZ: En primer lugar quisiera agradecer
al vicepresidente y ministro de Economía su comparecencia hoy aquí.

Se ha hecho habitual que con el compromiso comunitario también se
celebre una comparecencia del responsable para presentar el documento
de actualización del Programa de Estabilidad. Además, en esta
ocasión, la comparecencia tiene lugar -como ha señalado el
vicepresidente- en un momento de la situación económica internacional
lleno de incertidumbres. A la desaceleración económica que se venía
produciendo en la mayoría de los países se ha sumado el 11 de
septiembre y eso, desde luego, plantea dudas y previsiones de
crecimientos a la baja. Todos los organismos internacionales han
hecho previsiones de crecimientos más bajos para toda la OCDE, para
la Unión Europea y también para España. Sin embargo, bien es verdad
que dentro de ese marco todo el mundo señala que España va a tener
mejor comportamiento que el resto de los países, tanto



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el Fondo Monetario Internacional en su informe que señala
crecimientos para España superiores al resto de los países europeos y
de la OCDE, como el informe de la OCDE y el de la Unión Europea. En
estos informes, evidentemente, hay alabanzas y recomendaciones de
futuro. El portavoz socialista se refería a algunas de las
recomendaciones de la Unión Europea, pero también es verdad -y esto
es importante indicarlo- que la Unión Europea en sus previsiones
señala que España, tanto en 2001, como en 2002 o en 2003, va a crecer
más que la media del área euro y más que Francia, Alemania, Italia,
Portugal o el Reino Unido. Es decir, la Unión Europea está señalando
que España tiene mejores fundamentos para afrontar esta situación que
el resto de países europeos. España tiene ahora mismo unas
condiciones en su estructura económica que permite abordar esta
situación mejor que el resto de los países y los resultados y las
previsiones de los organismos en esa línea lo señalan.

Se presenta un programa de estabilidad respecto al cual lo primero
que habría que reseñar desde el Grupo Parlamentario Popular es que es
un programa creíble que entra dentro de los objetivos previsibles
para España. Desde 1996 se viene diciendo sistemáticamente en la
Comisión de Economía y en la elaboración de los Presupuestos que esto
va a ser un desastre a medio plazo. Hoy hemos vuelto a oír que va a
ser un desastre, que las previsiones del Gobierno son malas, que
España va a ir mucho peor, que va a ir muchísimo peor de lo que
ustedes imaginan. Luego los resultados, sin embargo, son distintos.

Si nos tenemos que dejar llevar por los resultados finales, hay que
decir que en los últimos años el comportamiento en España ha sido
espectacularmente bueno. Desde 1996 hasta ahora el crecimiento en
España ha sido del 2,4 por ciento, del 3,9, del 4,3, del 4, del 4,1,
en torno al 3 por ciento para este año, es decir, siempre muy por
encima de los crecimientos en la zona europea y muy similares a los
crecimientos que han tenido economías muy importantes como Estados
Unidos. Si nos referimos a los afiliados a la Seguridad Social, el
resultado no puede ser más espectacular, se ha pasado de 12.300.000
afiliados a 15.800.000 -que es el último resultado-, es decir, ha
habido más de tres millones y medio de incremento siendo este
crecimiento continuo. Si nos referimos a la tasa de paro, el señor
Azpiazu ha dicho que la creación de empleo sigue siendo un objetivo.

Indudablemente, no podía ser de otra manera puesto que todavía hay
muchos parados. Por eso hay que seguir con políticas correctas y no
nos podemos dejar llevar por políticas más frívolas y hay que seguir
con políticas más ortodoxas para seguir creando empleo, pero, bien es
verdad que en los últimos años hemos pasado de una tasa de paro del
22 por ciento a una cifra en torno al 12 por ciento.

La reflexión que a mi grupo le gustaría hacer es qué políticas hay
que realizar para el futuro examinando lo que ha pasado hasta ahora y
qué políticas son las que
mejor resultado dan a corto, a medio y a largo plazo. En España hemos
vivido situaciones de crecimiento económico importante en otras
épocas. El período 1986-1989 fue una época de crecimiento económico
importante, quizá más importante, si hablamos en términos
cuantitativos, que la que hemos vivido en los últimos cinco años.

Ahora, habría que examinar si en esa época se hicieron los deberes
bien para afrontar situaciones de futuro. En aquellos momentos,
siguiendo el tradicional comportamiento de nuestra economía, España
crecía más que la media europea, pero no se aprovecharon esos años
para hacer los deberes que se deberían haber hecho. Por eso en estos
momentos seguimos teniendo un comportamiento similar al que mantenía
la economía española y en los años 1992 y 1993 la crisis económica
fue mucho peor en España que en el resto de los países europeos. Sin
embargo, desde el año 1996 hasta el año 2000 las políticas que se han
hecho, que han permitido un importante crecimiento por encima de la
media, parece que han sido las adecuadas para sentar las bases que
permitieran seguir creciendo por encima de la media europea en una
situación como la que estamos viviendo ahora.

Ahora hay un nuevo debate en el que están algunos países europeos y
del que algunos grupos de la Cámara se hacen eco respecto a si es
bueno volver al déficit público. Aquí habría que recordar que cuando
en España se ha ido realizando un recorrido desde el 7 por ciento de
déficit público en 1995 -como ha señalado el vicepresidente- hasta el
equilibrio presupuestario es precisamente cuando se ha ido
recorriendo a la vez una senda de creación de empleo impresionante.

¿Volver al déficit público es la garantía de un futuro mejor? ¿Gastar
más de lo que se ingresa es la garantía de un futuro mejor? ¿Es una
política adecuada en estas circunstancias? En opinión de mi grupo,
desde luego, no. Si a las pruebas nos remitimos, precisamente el
control presupuestario ejercido en los últimos años es lo que ha
hecho que podamos afrontar esta situación en mejores condiciones. Yo
creo que si, además, seguimos esforzándonos en el control
presupuestario estaremos en mejores condiciones de afrontar una etapa
posterior de crecimiento mayor que el que ahora tenemos.

En cuanto a las reformas estructurales y del mercado de bienes y
servicios, en España se ha hecho un esfuerzo entre 1996 y 2000 que
permite tener ahora mercados mucho más flexibles que dan mejor
respuesta a situaciones o a coyunturas distintas. Se ha realizado una
modernización del sistema tributario con bajadas de impuestos. Aquí
se puede decir que ha aumentado la presión fiscal, pero la verdad es
que en España se ha hecho un esfuerzo enorme de bajada de impuestos.

Por cierto, incluso está recurrido ante el Tribunal Constitucional
con grandes alharacas del Partido Socialista acerca de lo que iba a
suponer la bajada de impuestos, si 500, si 600 o si un billón de
pesetas. (Rumores.) Lo cierto es que si en el año 2002 los españoles
tuvieran



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que hacer su declaración con el impuesto del Partido Socialista, las
familias, los asalariados y las pyme tendrían que pagar un billón de
pesetas más. Los impuestos indirectos en España no se han subido.

Podemos tener un debate académico sobre los impuestos ad valorem
y los impuestos específicos, porque yo sé que en esta Comisión se sabe
distinguir entre un impuesto específico y uno ad valorem. Hay
impuestos específicos que son pesetas por litro cuyas cantidades hay
que ir actualizando para mantener el nivel impositivo, pero eso no es
subir impuestos. En España desde 1996 el impuesto sobre hidrocarburos
se ha actualizado por debajo del IPC, lo que quiere decir que ha
habido una bajada en términos reales del impuesto sobre
hidrocarburos, al contrario de lo que sucedió en la legislatura de
1993 a 1996. En el año 1993 lo primero que se hizo fue subir un 10
por ciento el impuesto de hidrocarburos y en el cómputo de la
legislatura hubo una subida por encima del IPC, y eso sí que es una
subida en términos reales del impuesto. Ahora no se ha producido. Hay
que seguir en la línea y mi grupo anima a seguir en la línea que
señala el Programa de Estabilidad de bajar el impuesto a las
familias, asalariados, pensionistas, con otra reforma del IRPF, que
incida también en que las familias tengan mayor capacidad de ahorro y
asimismo en que las pequeñas y medianas empresas puedan invertir y
puedan crecer más.

Ahora mismo lo importante, eso es lo que a mi grupo le gustaría
reseñar, es analizar si España va a mantener diferenciales de
crecimiento superiores a la media y qué tenemos que hacer para que
eso sea sostenible en el tiempo. Si desde 1996 a 2000, creciendo como
España ha crecido, con vigor, hemos ido corrigiendo nuestra renta per
cápita, con relación a la renta per cápita media comunitaria, eso hay
que seguirlo haciendo con un esfuerzo denonado hasta llegar al cien
por cien. Eso exige continuar con las políticas que se están haciendo
hasta ahora. El debate sobre política económica no es un debate en el
que se pueda frivolizar planteando medidas cada seis meses de
distinto signo. Está el barril de petróleo a 30 dólares, y proponemos
bajar el impuesto de hidrocarburos; ahora, que está a 18 dólares,
propondríamos subir el impuesto de hidrocarburos. El partido del
Gobierno plantea una reforma del IRPF, decimos que no es buena. La
política económica exige una línea de conducta coherente en el
tiempo, y precisamente eso es lo que ha dado buenos resultados en
España. En el futuro lo que tendremos que hacer para afrontar mejor
esa situación y además garantizar que España va a estar en mejores
condiciones de aprovechar también el crecimiento previsible, según
algunos observatorios, a partir del segundo semestre del 2002, es
seguir en la línea de estabilidad presupuestaria, de reformas
estructurales, donde yo creo que es importante también seguir con
reformas del mercado laboral de reformas fiscales y luego seguir
apostando por un apoyo a la oferta productiva y aumentar nuestra
capacidad productiva. En ese
sentido sería importante seguir tomando medidas de apoyo a las
pequeñas y medianas empresas, como se ha hecho a lo largo de los
últimos años.

Por cierto, señor Azpiazu, no critique tanto las previsiones de
crecimiento que hace el Gobierno de España porque el Gobierno del
País Vasco para la elaboración de su presupuesto también plantea
objetivos de crecimiento incluso más optimistas que los que plantea
el Gobierno de España.




El señor PRESIDENTE: Para contestar a los distintos portavoces, tiene
la palabra el señor vicepresidente del Gobierno.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO PARA ASUNTOS ECONÓMICOS
Y MINISTRO DE ECONOMÍA (De Rato y Figaredo): Quiero agradecer a los
portavoces para empezar el tono de sus intervenciones y sus
aportaciones. Comienzo diciendo que no es que el Gobierno en estos
momentos sea optimista con respecto a la situación económica europea
pero no puedo reconocer, lo digo con toda sinceridad, que me vaya de
esta Comisión menos optimista que entré. Quiero decir que si en la
peor crisis económica mundial de los últimos treinta años las
divergencias de política económica que se plantean son las que he
escuchado, indudablemente el grado de consenso en política económica
en España es notable. (El señor Sevilla Segura: Ha escuchado mal.

Risas.) Seguramente. En cualquier caso, quiero decir que agradezco
ese consenso puesto que al final -me permitirán ustedes que les
interprete en sus intervenciones- hay una básica divergencia con
algunos grupos que estaría centrada en el valor de la estabilidad
presupuestaria o del déficit cero en una política a corto plazo
frente a una visión distinta que tampoco se ha cuantificado y que
quiero subrayar que ningún grupo parlamentario ha planteado una
política activa, desde el punto de vista del gasto público, sino más
bien los grupos que se han situado en una crítica a la estabilidad
presupuestaria parecerían indicar que le darían menos importancia a
una ligera desviación del déficit público. Vuelvo a subrayar que no
me puedo marchar de esta Comisión con una gran sensación de
divergencias profundas desde el punto de vista de la política
económica, lo cual agradezco y no quiero molestar a nadie con eso.

Por el orden de los grupos, aunque siguiendo las argumentaciones es
posible que tenga que contestar a algún grupo al hilo de la
argumentación de otros si han sido coincidentes, empezaré por el
Grupo Socialista, señor Sevilla. En el símil que el señor Sevilla ha
seguido en su intervención sobre la celebración de la junta general,
tengo la impresión, señor Sevilla, que las juntas generales en
términos políticos se celebran cada cuatro años y por lo tanto en
estos momentos no estaríamos en una junta general, estaríamos en una
reunión de otro tipo, y veremos dentro de tres años cuál es la



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valoración que hacen los accionistas, siguiendo su símil, sobre la
evolución de la economía española.

El señor Sevilla me dice que el Gobierno plantea una realidad
virtual. Señor Sevilla los datos del 2000 y 2001 no son discutibles,
podrán analizarse de manera distinta, pero están ahí y son reales,
como se diría vulgarmente, son reales como la vida misma, es decir,
750.000 empleos y la desaparición del déficit público en el año 2001
aparte de otras consideraciones importantes como es el crecimiento de
la economía española a ritmos de 4 por ciento en los dos años, mejor
dicho en el año 1999 y 2000 y a un ritmo del 3 por ciento en el año
2001 no me parece que puedan calificarse de realidades virtuales. Al
hilo de la intervención del señor Azpiazu, sí quería decirle que no
es que el Gobierno considere que la crisis internacional sólo va a
afectar en menos de un punto, no, creo que usted hace los números de
acuerdo a lo que crecíamos en el año 2000 y lo que el Gobierno cree
que vamos a crecer en el año 2002. Como verá, estamos hablando de una
caída de 2 puntos del producto interior bruto que es
significativamente lo mismo que los demás, lo que pasa es que no es
lo mismo caer desde el 3 que desde el 4, como es obvio. Por lo tanto,
fíjese usted que la economía alemana también va a tener una caída un
poquito más intensa que esa, lo que pasa es que el potencial de
crecimiento de la economía española nos permite que nuestra caída sea
todavía una caída en la que los crecimientos se sitúan en el entorno
del 2,5 por ciento. Su señoría parece que cree que se situarían más
en el entorno del 2 por ciento, pero la cifra de comparación yo creo
que hay que hacerla con el crecimiento que teníamos antes de la
crisis.

Volviendo a la argumentación del señor Sevilla no se trata de si todo
va a ir a peor y todo sigue bien. Es indudable que estamos en el
entorno de la economía más difícil de la reciente historia económica
mundial, y a mí me parece lo más relevante si el modelo de
crecimiento español basado en un proceso intenso de consolidación
presupuestaria y en una aceleración de la liberalización de mercados
es adecuado o no para situaciones complejas de la economía mundial.

En varias ocasiones, en el hilo del debate político, se ha dicho que
los resultados de la economía española en el periodo 1996-2000,
estaban exclusivamente inducidos por un entorno internacional
sencillamente mejor y que eso era la única explicación de la economía
española. Yo nunca compartí esa explicación, primero porque tengo que
recordar que en el año 1998 hubo una crisis financiera muy intensa y
porque en el año 1999 empezó una crisis del petróleo, pero
independientemente de eso lo que se está comprobando en estos
momentos en los que ya no hay duda que estamos en una crisis
económica mundial es que el modelo de crecimiento español es un
modelo que se adecua a nuestras necesidades. No se trata de
sacralizar aquí nada, alguien ha hablado de dogmas, nada más lejos de
mi intención que introducir cuestiones de este tipo en la política
económica, pero lo que tenemos que
sacar es una conclusión, que yo interpreto que estamos bastante cerca
de ella, y es que el modelo de crecimiento de la economía española
que se instaura con la reducción y disminución del déficit público y
con el camino de reformas estructurales, independientemente que
después se debata si una está mejor hecha o peor hecha que otras,
produce dos efectos que se suman, uno es una mayor estabilidad
macroeconómica, una reducción de las tensiones inflacionistas como
consecuencia del gasto público y una reducción de los tipos de
interés a medio y largo plazo, y, por otro lado, un aumento de
potencial de crecimiento de la economía española. Esas dos fuerzas
sumadas es lo que nosotros hemos tratado de introducir en la economía
española, y creo que en este momento tanto el bienio 2000-2001 como
la realidad que vemos ya en 2002 indican que ese modelo de
crecimiento es adecuado. No deben SS.SS. minusvalorar -estoy seguro
de que no lo hacen- los efectos de los tipos de interés en las
previsiones de déficit público. Probablemente, desde el punto de
vista de la economía, los tipos de interés más importantes no son los
que fijan las autoridades monetarias a corto sino los que fijan los
mercados. Cuando las familias españolas se endeudan al mibor + equis,
0,5 ó 1 punto, o cuando las empresas españolas se endeudan para
invertir a largo plazo, no es el punto de referencia el tipo de
interés del Banco Central Europeo sino el de mercado; y en el tipo de
interés de mercado las expectativas de déficit público juegan un
papel determinante. Ese es un argumento que los grupos críticos de la
estabilidad presupuestaria deben empezar a valorar: hasta qué punto
esa incidencia sobre las curvas de tipos de interés es mucho más
importante incluso que impulsos concretos de gasto público que,
primero, tienen efectos distorsionadores en el futuro; segundo,
probablemente van a tener efectos reales sobre la economía con una
diferencia de tiempo que los puede hacer incluso innecesarios, y
tercero, pueden producir un efecto que en mi opinión es el más
importante y que el señor Martínez-Pujalte ha destacado. No se trata
de tener recuperaciones económicas intensas seguidas de crisis muy
profundas -ese es un camino que hemos recorrido durante veinte años o
más en España-; se trata de tener crecimientos sostenidos en el
tiempo que tiendan a hacer crecer el potencial de la economía y
ampliar ese potencial. Un incremento desmesurado del gasto público en
estos momentos, acompañado de un incremento del déficit público en el
año 2002, obligatoriamente supondría una política limitada en
términos presupuestarios en los años 2003 y 2004 que impediría
reformas fiscales y probablemente impediría dedicar gastos a la
inversión que tendríamos que dedicar a otras cuestiones, entre ellas
la deuda pública, y -lo que es más importante- probablemente
tendríamos que recortar el gasto público en esos momentos como
consecuencia de los desequilibrios de la economía española. Por
tanto, independientemente de las habilidades dialécticas de cada uno,
respecto al punto crucial de divergencia,



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que es el papel de la estabilidad presupuestaria, tengo que insistir
en que el modelo de crecimiento en el que nosotros estamos exige que
mantengamos estabilidades presupuestarias desde el punto de vista del
futuro crecimiento de la economía española.

No es cierto -y no deben SS.SS. cometer errores en esa apreciación-
que en Europa se esté planteando un debate sobre el Pacto de
Estabilidad. No, señores. En estos momentos, en la coordinación de
políticas económicas en la zona euro la definición de políticas
presupuestarias tendentes al equilibrio en situaciones normales del
ciclo es la base de la política presupuestaria europea. Lo que sucede
-y es un secreto a voces- es que algunas economías, las más grandes,
en algunos casos no han sido capaces de reducir su déficit público en
los años de bonanza y en estos momentos se encuentran ante una
disyuntiva que no es pequeña, y es tener que hacer una política
presupuestaria restrictiva en un momento de desaceleración económica
muy intensa que en algunos países está por debajo de 1 punto de
crecimiento. Esa es una cuestión política a la que por suerte
nosotros no tenemos que enfrentarnos, y no confundamos la utilización
de estabilizadores automáticos en el sentido de que sólo se refieren
a acoplarse a las disminuciones de ingresos fiscales; los
estabilizadores automáticos sobre todo se refieren a los gastos
sociales que se van a generar como consecuencia, por ejemplo, de
aumentos del desempleo. En ese sentido, las previsiones de la
Comisión Europea, en un escenario de crecimiento central para la
economía española ligeramente inferior al que nosotros planteamos,
sugieren prácticamente el equilibrio presupuestario y se está
reconociendo que vamos a utilizar los estabilizadores automáticos. Es
más, España está entre el grupo de países europeos a los que tanto el
Banco Central Europea como la Comisión Europea nos recomiendan que
dejemos funcionar totalmente los estabilizadores automáticos, es
decir, los gastos sociales que pueden derivarse como consecuencia de
la crisis, porque no ven ningún riesgo en nuestra estabilidad
presupuestaria. Si a estas opiniones sumamos el último informe del
Fondo Monetario Internacional, comprobaremos la importancia que se le
está dando ya, desde el punto de vista de las instituciones
financieras internacionales, al gasto descentralizado en España y la
importancia que tiene -y creo que esta Cámara debe ser garante de la
misma- que la disciplina presupuestaria sea del conjunto de las
administraciones públicas. A mí no me cabe ninguna duda de que si
España se adentra en la senda de reducciones del stock de deuda, los
beneficios para la sociedad van a ser muy considerables no sólo en
términos de gasto privado, que desde luego lo serán porque los tipos
de interés a largo se reducirán, sino también en términos de
presupuesto, porque las holguras del presupuesto serán muy superiores
según se vaya reduciendo el peso de la deuda. Al final de mi
intervención primera les he indicado que el cambio de tipos de
interés más la política de canje de deuda van a suponer un ahorro
superior al previsto en el año 2001 de 220.000 millones de pesetas y
en el año 2002, como mínimo, de 100.000 millones de pesetas. Ese es
el efecto de que nuestra financiación a largo plazo es cada vez más
barata.

Por lo anteriormente expuesto, tengo que decir que respecto al punto
central de divergencia con los señores portavoces que lo han expuesto
así, al Gobierno no le cabe ninguna duda de que el objetivo de
estabilidad presupuestaria es un requisito de nuestra estrategia
frente a esta crisis porque damos una gran estabilidad a nuestra
política económica, abrimos grandes expectativas de reducciones de
impuestos considerables en los próximos años para personas, para
familias y para empresas, y sobre todo introducimos una seguridad en
la evolución de los costes financieros que es determinante del futuro
crecimiento de la economía española. Por tanto, en este punto, que es
donde creo que están las mayores diferencias (que son de matiz porque
ninguna de SS.SS. me ha indicado que proponga al Gobierno un
incremento del gasto público que vuelva a niveles de déficit público
de los años noventa), la posición del Gobierno va a seguir siendo la
de considerar imprescindible la estabilidad presupuestaria, que no es
contraria al funcionamiento de estabilizadores automáticos. Me remito
aquí a lo que la Comisión Europea prevé en sus escenarios de déficit
público español que ha presentado, pero me remito también a la
experiencia del año 2001.

Los presupuestos, para aquellos que hayan tenido experiencia de
Gobierno, se pueden elaborar de dos maneras: una con pocos márgenes y
otra con márgenes. Quiero recordar que la economía española ha
crecido en el año 2001, como han recordado también varios portavoces,
sensiblemente menos de lo que el Gobierno planteó en el escenario
presupuestario central, es decir, de un 3,6 por ciento va a crecer 6
décimas menos, y sin embargo vamos a mantener el equilibrio
presupuestario. Eso quiere decir que los escenarios de recaudación
han sido suficientemente conservadores, y yo creo que una de las
claves de la credibilidad de la política económica y la política
presupuestaria de este Gobierno en la pasada legislatura y en ésta ha
estado en que nuestras previsiones de ingresos han sido siempre
notablemente conservadoras en el sentido de que después casi siempre,
o en todas las ocasiones, han sido mejores de lo previsto tanto desde
el punto de vista de la Seguridad Social como desde el punto de vista
del Estado.

Continuando con las argumentaciones del señor Sevilla, es cierto que
la inflación subyacente no se está comportando de la misma manera que
la inflación general. Indudablemente esa es una cuestión a la que el
Gobierno dedica una especial atención y, si el señor Sevilla quiere,
una responsabilidad. Es el sector servicios, como sabe muy bien el
señor Sevilla, donde se



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centran nuestros principales problemas de inflación subyacente. Las
liberalizaciones del comercio y otras -ahora no recordaré qué grupos
las apoyan y qué grupos no, porque esas liberalizaciones nunca las
apoyan los grupos de oposición- producen efectos lentamente. No cabe
duda de que desde el punto de vista de la competitividad -y en otras
ocasiones lo he expresado en esta Comisión- la pertenencia a un área
monetaria integrada indicaría que el índice de precios industriales
es la variable más sensible de la competitividad, con las diferencias
que existen pero que no se están ampliando. Por otra parte, el tamaño
del mercado que ocupamos en la zona euro no se ha reducido, sino todo
lo contrario, durante los dos últimos años, que ha sido cuando la
inflación española ha crecido más deprisa que la de nuestros socios,
y en ese sentido no habría ningún dato empírico que ilustrase una
pérdida de competitividad de nuestras empresas. Como muy bien sabe la
Comisión, en los últimos meses, como consecuencia de una disminución
más intensa, aunque no significativamente, de la inflación en España
que en la zona euro, que ha permitido que nuestro diferencial pase de
1 punto a menos de 1 punto, están mejorando nuestros índices
nominales de competitividad.

No he compartido nunca el argumento del señor Sevilla sobre la
productividad nominal. No es nuevo ese debate entre el señor Sevilla
y yo. Un país que tiene una tasa de paro como la nuestra
probablemente va a seguir creciendo (creo que en eso coincidimos; yo
desde luego lo sostengo) con altos niveles de creación de empleo, lo
cual puede hacer que la productividad nominal no sea exactamente
comparable a la de países que tienen tasas de paro muy inferiores. Es
indudable que el año que viene, como consecuencia de que en España se
va a crear empleo y en la Unión Europea no, la productividad nominal
de los países que no crean empleo va a mejorar. No sé si querría
estar en su situación; sinceramente creo que no. Dada la evolución de
nuestras exportaciones en los mercados en los que competimos, que
crecen más que en esos mercados, no estoy viendo en estos momentos lo
que S.S. plantea como pérdida de competitividad, independientemente
de que -vuelvo a subrayar- la inflación subyacente no es
satisfactoria para el Gobierno y que la competencia en el sector
servicios continúa siendo la clave por la que tenemos que
evolucionar. Es más que probable -lo estamos viendo en los últimos
meses del año 2001- que la nueva coyuntura turística mundial ejerza
un efecto beneficioso sobre el incremento de los precios hoteleros,
también lo hemos visto en los últimos meses de este año en los
precios del turismo, que han sido muy altos durante los años
anteriores, principalmente como consecuencia de una demanda turística
muy considerable que tiene otros efectos muy positivos para la
economía española.

Su señoría me dice que en un cambio de escenario tiene que haber un
cambio de ingresos y de gastos. Estoy de acuerdo. Ya le he anunciado
que va a haber
una mejora sustancial desde el punto de vista de la reducción del
coste de la deuda y en ese sentido nuestras estimaciones de ayer
mismo la sitúan por encima de 100.000 millones en el año 2002. A ello
debe sumar S.S. los efectos beneficios que tiene para la
Administración pública la reducción de las presiones inflacionistas,
puesto que el sector público es un gran consumidor de bienes y
servicios. Por tanto, creemos que hay holguras en el presupuesto que
nos permiten mantener el equilibrio presupuestario el año que viene,
pese al funcionamiento de los estabilizadores automáticos.

El gasto sanitario, señoría, merece un debate en profundidad. En
España el gasto sanitario está creciendo a un ritmo menor del que
crecía hace 10 años, en parte como consecuencia de la disminución del
peso del gasto farmacéutico. Creo sinceramente que todos los
esfuerzos que hagamos para la disminución del gasto farmacéutico son
positivos y me gustaría saber si alguien cree que debemos aumentar el
gasto farmacéutico a ritmos superiores a los que está en este
momento. También hemos de ser conscientes -y creo que aquellos que
han tenido experiencias presupuestarias en los años noventa lo son-
de que la financiación del gasto sanitario, que probablemente es una
de las políticas sociales más importantes y que afecta a todos los
ciudadanos, es imprescindible. La acumulación de deuda sanitaria es
el mejor camino para perjudicar a la sanidad pública. Yo comprendo
que los acuerdos de financiación autonómica sobre gasto sanitario se
contemplaban políticamente de una manera en julio desde el punto de
vista de demostrar que podía haber un consenso del Partido Socialista
para firmar un acuerdo, y ahora se contemplan de otra manera para
tratar de erosionar al Gobierno con las subidas de impuestos, pero
también tiene que comprender el señor Sevilla que nosotros tenemos
que garantizar que el sistema de financiación autonómica es un todo,
porque no es posible que sea un sistema en el que las comunidades
autónomas, con todos mis respetos, elijan las partes del sistema de
financiación que les parecen más cómodas políticamente en este
momento o en otro. Yo lamento que el consenso del Partido Socialista
no haya sido capaz de aguantar el trámite presupuestario. Ya sabemos
todos que plantear a los ciudadanos que los recursos públicos son
necesarios para pagar los servicios públicos es un debate que debe
hacer el Gobierno; tampoco se pide que los partidos de oposición lo
hagan intensamente, pero lo que no acabo de entender es que tengamos
un acuerdo unánime en el mes de julio, que me parece importantísimo y
que incluye una financiación firme de la sanidad, y que después no se
pueda aguantar en el trámite presupuestario. Lo que tiene que saber
el señor Sevilla, independientemente de sus interpretaciones sobre el
pacto de julio, es que el Gobierno y el Grupo Popular entienden que
ese pacto es completo y que no se puede trocear. Aquellas
administraciones públicas que tomen ahora la decisión de cambiar de
criterio



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en parte deben saber que cambian de criterio en todo. Esa es la
situación. Comprendo que todo en la vida es discutible, y seguramente
esto también lo es, pero es bueno que se sepa dónde está cada quién y
cuáles son las posiciones que cada quién mantiene.

El Gobierno no actúa con decisiones discrecionales cuando sube los
impuestos porque las Cámaras no son discrecionales, son democráticas.

El señor Sevilla podrá votar en contra, seguro, pero lo que no me
puede decir es que porque el Partido Popular tiene la mayoría las
decisiones son discrecionales. No; son decisiones democráticas.

Nosotros tomamos una serie de decisiones en gasto público y en
ingresos que S.S. compartirá o no, pero son tomadas por las Cámaras,
no por el Gobierno, y las Cámaras no diré que sean la junta general
de accionistas de España -son más bien las elecciones generales-,
pero sí son un representante cualificado y además el único
representante cualificado.

Su señoría dice que acude a auditores externos, y es muy dueño de
acudir a todos los auditores externos que quiera. Yo sólo le pediría
que mire la fiabilidad de sus previsiones en el pasado para que elija
a los mejores, de manera que los consejos que me dé estén siempre
bien fundamentados, que estoy seguro de que lo están. Ya sabe S.S.

que si hay algo más difícil que ser responsable de política económica
en este momento es tener que hacer previsiones económicas. La
experiencia del año 2001 es suficientemente significativa. Habrá
comprobado S.S. que no ha habido ningún previsor, ninguna institución
pública o privada que haya hecho previsiones económicas en el año
2001 que haya acertado. En ese sentido, le deseo la mejor suerte en
los auditores externos para que le den previsiones que se cumplan y
así S.S. pueda darnos alternativas que sean constructivas.

En cualquier caso, las críticas que hace S.S. sobre el retraso en
España de investigación y desarrollo y nuevas tecnologías creo que
son de gran importancia. Independientemente de que pueda haber
explicaciones por parte del Gobierno, que las hay, de sus esfuerzos
para corregir esas circunstancias, yo sí le doy una gran importancia
a esa cuestión, que creo que es donde radica una de las claves del
futuro de nuestra economía en los próximos años con todas las
críticas que se quieran hacer. Por ejemplo, es mucho más flexible
nuestra política de concesión de licencias UMTS que la de aquellos
países que cobraron una subasta, porque al fin y al cabo nosotros
podemos corregir nuestras previsiones de ingresos y adecuarlas a la
realidad del mercado y aquellos que cobraron una subasta no las
pueden corregir, y miren ustedes la cotización de sus compañías
telefónicas y comprobarán el daño que les han hecho. No quiero ahora
recordar qué partidos políticos nos recomendaron haber hecho una
subasta porque me parecería excesivo.

La moderación salarial ha sido clave en la recuperación de la
economía española, no ha supuesto una pérdida de poder adquisitivo,
como se demuestra en el
año 2001 (por cierto también podría recordar las admoniciones que S.

S. me hacía sobre la pérdida de poder adquisitivo que iban a tener
los salarios este año y que por suerte para todos no ha sido así), y
tiene que ser compatible con la creación de empleo. En el año 2002 se
da una circunstancia especialmente importante y es que los costes de
las empresas (los salarios no son los únicos costes de las empresas)
van a ser determinantes para la rapidez en la salida de la crisis. El
Gobierno cree que los interlocutores sociales están haciendo un
planteamiento constructivo y positivo que, por cierto, diferencia
notablemente la actitud de los interlocutores sociales en los países
donde gobiernan correligionarios de S.S., que ya vemos la fiabilidad
de las políticas económicas de cada quien. En ese sentido, tengo que
abogar por que en el año 2002 se haga un real esfuerzo en moderación
salarial que dé margen para el empleo y para la competitividad de las
empresas. Vuelvo a reiterar que en una situación de tipos de interés
tan baja como la que tiene en este momento la economía española en
términos reales, las familias tienen un margen suficiente para
complementar el poder adquisitivo.

Otros diputados han tenido un debate, que me parece muy legítimo,
sobre la subida de impuestos o no y me gustaría, señor presidente,
intervenir al respecto. Quiero recordar a la Comisión, porque creo
que es bueno saberlo, que desde el año 1996 no se ha hecho ninguna
revisión de los módulos de las pequeñas empresas. Las personas
sometidas a módulos (por cierto, esa sí que es una decisión
discrecional del contribuyente; al que no le guste no tiene más que
salirse, y ya verá usted qué poca gente se sale), la situación de
módulos era realmente injusta hasta el año 1996, cambia radicalmente
desde junio de 1996 y sobre todo desde enero de 1998; y aquí hay
presentes por lo menos tres grupos parlamentarios que fueron
protagonistas de esas decisiones y un cuarto que se opuso, ¡cómo no!
La realidad es que hasta el año 2002 no se ha hecho ninguna revisión
de módulos y se han producido caídas del 15 por ciento en algunos
años y después del 7 y del 10 por ciento en las previsiones de
módulos. Los módulos -como muy bien saben SS.SS.-, además de ser un
impuesto discrecional que elige el contribuyente si le interesa o si
no le interesa, es una suposición por parte de las administraciones
tributarias de cuál es el aumento del beneficio de unas determinadas
empresas y, por tanto, no está ligada al IPC sino a la evolución de
la economía. En una economía que va a crecer nominalmente en el
entorno del 5,5, revisar los módulos por primera vez en el sexto año
en el 4,5 no se puede calificar de un aumento de impuestos en ningún
caso. Supongo que la mayor parte de los contribuyentes de módulos que
van a ver una revisión del 4,5 llevan pagando módulos desde el año
1996. Por tanto, si hacen sus números se darán cuenta de que lo único
que se ha hecho en este momento es dejar de que caiga la presión de
los módulos sobre su cuenta de resultados y ni siquiera actualizar



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a niveles del año 2002 con el crecimiento nominal de la economía.

Además, hay sectores como el del transporte o el de la agricultura
que ni siquiera van a ver actualizados sus módulos en el año 2002,
porque entendemos que pueden tener situaciones que aconsejen esa
posición.

En relación con los impuestos de labores del tabaco, IVA de
motocicletas e impuesto de hidrocarburos, es verdad que se produce un
incremento de tres pesetas en las labores del tabaco por cajetilla y
que ese incremento se produce al hilo de las peticiones europeas. Yo
no sé si los señores diputados consideran que no debemos actualizar
los impuestos del tabaco e irlos elevando; yo creo sinceramente que
debemos hacerlo y que eso nos permite ir armonizando nuestra
situación fiscal con los mínimos establecidos por la Unión Europea.

Es verdad que como no soy fumador puede tener un efecto sobre cómo
veo las cosas -perdónenme la broma-. En cuanto al IVA de las
motocicletas, gas butano y peaje de autopistas, saben los señores
diputados que es consecuencia de decisiones contrarias que hemos
tomado en periodos anteriores y que la Unión Europea nos obliga ahora
a revisar esos incrementos. En cuanto al impuesto sobre hidrocarburos
hay dos argumentaciones que pueden parecerles a SS.SS. suficientes o
insuficientes, pero son al menos racionales. La primera la ha
recordado el señor Martínez-Pujalte y es que en los últimos dos años
el Gobierno no ha actualizado el impuesto sobre hidrocarburos en
función de la inflación prevista. Es una decisión de política
económica, eran momentos de inflación en España más intensa de lo que
el Gobierno consideraba adecuado y, como es natural, el Gobierno
utiliza sus criterios de política económica. No llegamos al extremo
que se nos aconsejaba de bajar el impuesto sobre hidrocarburos en
mitad de un incremento del precio del crudo, pero llegamos a un
camino de no incrementarlo en función de la inflación prevista. Ahora
lo hacemos en este momento, primero, porque las tensiones
inflacionistas no son suficientes como para desaconsejarlo y,
segundo, porque la evolución del precio del crudo en este año hace
que el coste sobre la producción en España sea perfectamente
absorbible.

El segundo argumento es todavía más importante. Si queremos dotar de
estabilidad presupuestaria a las administraciones públicas españolas
tenemos que dotar de corresponsabilidad fiscal a las administraciones
territoriales. Fíjense SS.SS. que en el informe del Fondo Monetario
Internacional de este año la referencia a la estabilidad
presupuestaria, al futuro presupuestario en España, ya no se hace de
la Administración general del Estado sino de las administraciones
territoriales, lo cual es lógico con una transferencia de gasto como
la que se está produciendo en nuestro país superior al 50 por ciento
a las administraciones territoriales, y esa es una de las claves de
la política de estabilidad presupuestaria. En ese sentido, dotar a
las administraciones territoriales de capacidad normativa y de
corresponsabilidad fiscal es un cambio estructural determinante que
todos nuestros socios europeos valoran muy favorablemente, porque en
un Estado absolutamente descentralizado -y si a alguno de los grupos
le gusta decirlo, federal desde el punto de vista financiero- las
decisiones de los parlamentos no son discrecionales, sino
democráticas, y los parlamentos han de tener la posibilidad de subir
o de bajar impuestos. Después harán uso o no de ello, pero eso es
parte de la corresponsabilidad fiscal. El Gobierno, como es natural,
tiene su responsabilidad residenciada en este Parlamento y los
gobiernos autonómicos la tienen residenciada en los suyos. Si un
gobierno autonómico en este momento prefiere no subir el impuesto
sobre la gasolina y no bajárselo a las familias, esa es su decisión,
y los ciudadanos de esa comunidad autónoma, cuando les convoquen
a las elecciones, tomarán su decisión en función de lo que les parezca
conveniente. Sinceramente creo que no estamos ante un incremento de
impuestos ni considerable ni mucho menos irracional. Otra cosa es que
el Gobierno no espere de los grupos parlamentarios de oposición que
sean los que se apunten a esto, salvo que tengamos un pacto de
financiación autonómica, en cuyo caso los que estén en ese pacto
tienen que saber que es completo y que, como es natural, todo lo
demás no tendría demasiado sentido.

Existen otras medidas fundamentales en la Ley de presupuestos y en la
Ley de acompañamiento que mejoran las posibilidades de inversión de
las empresas con unas nuevas reglas de amortización que son
importantes y también otras que van dirigidas a un sector muy
significativo que son los trabajadores y los fondos de pensiones de
empresa. Por tanto, existen medidas que van a ser muy beneficiosas,
en opinión del Gobierno, para la capacidad de ahorro de las familias
en algo que sin duda tiene un atractivo para todos como es la
complementariedad de pensiones.

El señor Sevilla me ha dicho en su intervención, si yo le he
entendido bien, que la formación bruta de capital fijo en España se
había mantenido estática desde el año 1994. Mis datos son que en el
año 1992 era del 23 por ciento del PIB y en el año 2001 es del 25,5
por ciento del PIB; por tanto, no coincidirían mis datos con los
suyos. También hemos de tener en cuenta el importante incremento de
la inversión pública en estos años realizada, porque lo importante es
que la inversión pública de los presupuestos se realice, porque si no
es así no tiene demasiado interés. (El señor Fernández Marugán
pronuncia palabras que no se perciben.) Sí, si todos vivimos aquí en
el año 1993 y 1994 para saber lo que pasaba con las previsiones de
inversión pública. En cualquier caso, el aumento de la relación entre
ingresos públicos y producto interior bruto se debe sobre todo a la
afloración de economía sumergida. No ha habido incrementos de tipos
de impuestos, es más, ha habido notables reducciones de tipos de
impuestos y ha mejorado notablemente la elasticidad



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de los mismos, que en estos momentos es en casi todos los casos
superior a la unidad. Me parece increíble que haya algún grupo que se
lamente de que la elasticidad de los impuestos sea mejor.

Independientemente de las posiciones ideológicas, los impuestos están
para recaudar de la manera más eficiente y, si los impuestos recaudan
más de lo que crece la economía, indudablemente estamos ante unos
impuestos eficientes que nos permiten no tener que poner otros.

La generación de confianza es un debate imposible. Los grupos de
oposición van a decir siempre que el Gobierno no genera confianza. El
día que los grupos de oposición digan que el Gobierno genera
confianza estaremos en el mejor de los mundos y no creo que nos
merezcamos un mundo tan feliz como ese. Pero no es eso lo que opinan
los mercados ni los índices de confianza de los consumidores o de los
inversores que se publican. No me parece a mí que la valoración de la
deuda pública española ni los índices de confianza de consumidores e
inversores y los índices de confianza generales indiquen que España
está en una pérdida masiva de desconfianza, como lo demuestra la
presencia de inversores extranjeros en nuestros mercados de capitales
que está creciendo notablemente. Independientemente de que no espero
que los grupos de oposición aumenten su confianza en el Gobierno,
desde un punto de vista objetivo tengo algún argumento para discrepar
de la visión del señor Sevilla y de otros.

El señor Sánchez i Llibre me plantea la necesidad de responder a la
incertidumbre con una mayor concentración en lo que podrían ser
reformas que mejoren la situación de las empresas. Coincido en que
esta es una crisis que tanto en España como en el conjunto de la OCDE
se nos está manifestando por el lado de la inversión, de ahí pasa al
empleo y, por tanto, tenemos que garantizar expectativas y realidades
de costes de empresas relativamente eficientes. En un tejido de
pequeñas y medianas empresas como el español esa es una cuestión
esencial.

Es verdad que la promesa de reducir el IAE es nuestra. No sé si el
señor Sánchez i Llibre nos votó, supongo que no, pero en cualquier
caso ha hecho bien en recordármela porque la vamos a cumplir. En ese
sentido, el Gobierno remitirá en su momento, que es la discusión de
la financiación local, no la desaparición del impuesto de actividades
económicas, sino el tipo cero para determinadas empresas de un menor
tamaño, aunque como es natural esa cuestión será objeto de debate
parlamentario y al final lo que decida el Parlamento será lo que se
acuerde. Sinceramente lo que llama el señor Sánchez i Llibre política
industrial tradicional requiere un mayor esfuerzo indudablemente. Las
medidas sobre amortizaciones que contienen esta ley de presupuestos
más las medidas de internacionalización del año 2000 son positivas.

La evolución del mercado de tipos de interés se ha dado, pero tenemos
que remover barreras administrativas. Ahí el Gobierno
debe aceptar todas las críticas aunque no en solitario, puesto que
las barreras administrativas las usan todas las administraciones
públicas, y podemos comprobar la dificultad que tiene superar estas
cuestiones en el escaso número de ventanillas únicas que se han
abierto en España en las cámaras de Comercio. Todas las
administraciones deben tener conciencia de que estamos impidiendo una
parte del desarrollo económico español, que las nuevas tecnologías
ofrecen a las administraciones públicas una seria oportunidad para
limitar los trámites administrativos, que reformas como las que
contiene la ley de acompañamiento, por ejemplo, en cuanto a la fe
pública, que se ha introducido en el Senado, son reformas en una
dirección saludable. Este es un tema en el que todo lo que sean
acicates al Gobierno -no sólo a éste, sino a los gobiernos
territoriales- me parece imprescindible.

Respecto a la ley concursal el Gobierno ya la ha debatido y, por lo
tanto, se remitirá al Parlamento. Es una ley muy importante, que ha
sido objeto de un retraso a lo largo de varias legislaturas no sólo
por este Gobierno, sino por otros. Los grupos tendrán ocasión de
plantear sus iniciativas. Igualmente va a ocurrir con la ley de
mecenazgo y fundaciones que el Gobierno está estudiando. En cuanto a
los autónomos, el señor Sánchez i Llibre tiene que tener en cuenta
que muchas de las medidas que ha tomado el Gobierno en términos del
impuesto sobre la renta han beneficiado grandemente a los autónomos.

Indudablemente las nuevas consideraciones de simplificación de los
requisitos administrativos de las empresas pequeñas van a beneficiar
a los autónomos para que pueda encontrarse un marco societario más
cómodo para ellos.

El Gobierno no sólo tiene una firme voluntad política de mantener el
equilibrio presupuestario, sino que lo va a mantener. No es una
cuestión solo de voluntad política, estamos dispuestos a mantener el
equilibrio presupuestario por las razones que antes he explicado y
que pueden ser más o menos compartidas, pero el Gobierno no creo que
esté engañando a nadie si las considera imprescindibles. Coincido en
las preocupaciones del señor Sánchez i Llibre sobre las pensiones más
bajas; quiero recordar que ha habido un pacto sobre pensiones firmado
en la primavera con un sindicato y con la patronal muy importante.

Las medidas que contienen, aplicando ese pacto, más las medidas de
pensiones complementarias y lo que esperamos que pueda ser una
fórmula de salario diferido de pensiones complementarias de empresa
que contienen estos presupuestos, pueden ser extraordinariamente
útiles no sólo para un sistema público de pensiones garantizado.

Quiero recordar que en estos momentos nuestras previsiones indican
que no hay ningún riesgo financiero para las pensiones públicas
españolas de aquí al año 2015, que es un tiempo suficientemente
relevante e indicaría un cambio radical de la situación de las
pensiones públicas en España. Estamos en un proceso de consolidación



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muy importante de la seguridad de las pensiones, que debía acabar
esta legislatura con un fondo de reserva de pensiones equivalente a
un punto del producto interior bruto y también con un nuevo sistema
más acorde con la realidad para que las pensiones complementarias,
los fondos de pensiones de empresa puedan ser todavía más activos de
lo que han sido hasta ahora.

El señor Azpiazu me plantea que el Gobierno tiene un guión. Es una
manera de verlo. Yo vuelvo a repetir la argumentación que he hecho
anteriormente con el señor Sevilla, los datos de los años 2000 y 2001
son los que son; podrán parecer mejores o peores, pero son bastante
defendibles en comparación. Si el Gobierno debe ser optimista o no,
no es una cuestión; si no, ello me llevaría a decir que la oposición
debe ser pesimista; no es la cuestión. El Gobierno plantea un
escenario realista y me he permitido al final de mi primera
intervención traer a colación una serie de datos microeconómicos que
indican que la economía española no está en un proceso intenso de
desaceleración. Es verdad que hay datos de comercio exterior que
indican un crecimiento nulo de las importaciones y las exportaciones
en los datos hasta octubre, que es una cuestión preocupante, pero los
datos de la demanda interna no son ni mucho menos preocupantes. El
mantenimiento del empleo es una buena noticia desde el punto de vista
del empleo, de la Seguridad Social y del consumo. La evolución de los
tipos de interés y de los precios de la energía es también una buena
noticia. La reducción del IPC y el poder adquisitivo de las familias
también lo es, y en estos momentos no existen datos reales que
indiquen una desaceleración profunda de la economía española. Otra
cosa es que vivamos inmersos en un mundo global, todavía más en la
Unión Europea y hemos de ser conscientes de que economías tan
poderosas como la alemana van a tener crecimientos muy bajos durante
el año 2001 y 2002 y eso nos va a afectar y ya nos está afectando en
términos de comercio exterior.

No he entendido muy bien si es la parte alta o la parte baja del
escenario la que está abajo a la izquierda. No sé si ha querido hacer
ahí un quiebro ideológico, pero en cualquier caso, esté abajo o a la
izquierda, entre las tres cifras que manejamos se mueven en este
momento las opiniones del mercado en general; los últimos consensos
del mercado están más cerca de nuestra cifra central que de las dos
cifras alternativas que planteamos, de la alta y de la baja. Vuelvo a
repetir que la desaceleración en España no ha sido pequeña, dos
puntos del PIB entre el crecimiento del año 2000 y el del año 2002.

Por tanto, no vamos a decir que la crisis internacional no nos ha
afectado, nos ha afectado y bastante. Otra cosa es que veníamos de
cotas de crecimiento que nos permiten mantener todavía buenas tasas
de crecimiento.

Su señoría dice que la realidad puede ser peor. Sí, y mejor; en estos
momentos no estamos en condiciones
de hacer grandes previsiones, dada la incertidumbre en la que nos
estamos moviendo. La decisión de ayer de la Reserva Federal nos
indicaría que la preocupación de las autoridades norteamericanas es
muy grande. La evolución de los mercados de deuda y de mercados de
renta variable indicarían que los mercados creen que va a haber una
recuperación clara en el 2002. El precio de las materias primas y,
sobre todo, de la energía y el precio de la financiación a corto,
medio y largo plazo es muy favorable para las economías de la OCDE.

Por tanto, estamos en un momento en el que -vuelvo a repetir- los más
envidiados no son aquellos que tienen que hacer previsiones sobre lo
que va a suceder en la economía europea o mundial en el año 2002.

Es verdad que estamos en una política en la que se reduce el peso del
gasto público en el producto interior bruto, pero hay que observar
varios elementos. Quizá S.S. no ha tenido tiempo de verlo, pero
debería ir a la página 25 y encontraría lo que el Gobierno cree que
hay que hacer con el gasto público. Comprobará que el Gobierno
mantiene una senda de crecimiento de la inversión pública constante
al alza, que la formación bruta de capital en la economía española
iría creciendo lentamente y que la inversión de gastos de capital
iría creciendo más intensamente. Por tanto, el Gobierno sí tiene un
planteamiento sobre lo que hay que hacer con el gasto público. En
segundo lugar, el gasto público, señoría, no sólo se corrige con las
caídas de inversión pública que no son nuestra pretensión. Nuestra
pretensión es que el gasto público corriente vaya cayendo, como puede
comprobar S.S., así como la carga financiera, que cae como
consecuencia no de la suerte de los mercados, sino de la caída del
peso de la deuda; por tanto, no puede ser más claro. Por otra parte,
los gastos corrientes no sólo se mueven en función del sueldo de los
funcionarios. Quiero recordar a esta Comisión -cosa que sabe muy
bien- que durante la pasada legislatura los funcionarios no perdieron
poder adquisitivo en su conjunto. Quiero insistir en que hay muchas
maneras de verlo, pero no comparto la teoría de que todo gasto
público creciente es mejor que menos gasto público. No estoy de
acuerdo. El sector público que no vive en un mundo de mercado y, por
tanto, no asigna sus recursos por precio en la mayor parte de las
prestaciones públicas necesita una disciplina presupuestaria para ser
más eficiente. Ya sé que la solución en todos los ministerios -le
puedo asegurar que en el mío como en cualquier otro- es siempre ver
si podemos tener un poco más de dinero para hacer los programas que
queremos hacer. Hay también una alternativa: ver si hacemos los
mejores programas con menos dinero. La revisión de las políticas del
gasto público es obligatoria. No conozco a ninguna Administración
pública de ningún tamaño que revise sus previsiones, sus maneras de
gastar el dinero, si no se ve impelida a ello. Si S.S. cree que la
administración de cualquier Estado o de cualquier administración
territorial va a someterse ella



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misma a una reducción de gastos voluntariamente, realmente sí que
está en la banda optimista, ya sea en la izquierda, la derecha, en la
zona baja o alta; las administraciones públicas normalmente
restringen sus gastos, primero, cuando no pueden endeudarse y,
segundo, cuando se ven obligadas a que sus ingresos no crezcan más
allá porque se han reducido los impuestos.

Las pensiones no han perdido poder adquisitivo en España, quiero
dejarlo claro. Usted sabe como yo que hay una ley que revisa las
pensiones y, por tanto, no hay en ese caso ningún riesgo. Hay una
partida que ha sido muy importante para el equilibrio presupuestario
español, que es la caída del desempleo, sin duda, y esa es una buena
noticia para todos. Por tanto, S.S. tiene aquí lo que queremos hacer
con la inversión pública. ¿La Ley de estabilidad presupuestaria es
una limitación de la actuación pública? Sí, por qué no. ¿Es que las
administraciones no tienen limitaciones? ¿Sólo los ciudadanos tienen
que tener limitaciones en sus gastos? Las administraciones públicas
también. Además España cuando aceptó (y creo que acertó) pertenecer a
la Unión Económica y Monetaria, aceptó unas reglas de política
presupuestaria y las está cumpliendo. A lo mejor es sorprendente para
algunos que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento se aplique por
primera vez a países que no son mediterráneos. Así son las cosas,
pero el hecho de que nosotros podamos exhibir una estabilidad
presupuestaria no es ni mucho menos perjudicial para nosotros, sino
al contrario.

La sostenibilidad del gasto social, señor Azpiazu, depende no de la
voluntad política, sino del empleo en primer lugar -si vemos que
vuelve a crecer el desempleo a los ritmos de los años 1993, 1994,
1995, ya sabemos que el gasto social está en peligro-, y del propio
margen presupuestario en segundo. Qué duda cabe de que un Estado con
menos del 50 por ciento del PIB en deuda tiene muchísimo más margen
de sostenibilidad del gasto social que un Estado con el 70 por
ciento, de eso no le cabe a nadie la menor duda. Por tanto, si
alguien está preocupado por la sostenibilidad del gasto social,
tendría que ser el mayor partidario de la reducción del stock de
deuda, que es la mejor garantía de sostenibilidad de nuestros gastos
sociales y de nuestros gastos de inversión. Es verdad que la economía
española no ha hecho desaparecer su problema de empleo; es cierto,
por otra parte, que estamos en un camino en el que probablemente ese
problema va a estar en dimensiones europeas por primera vez en
treinta años al final de esta legislatura. No es menos cierto que
todas las previsiones internacionales indican que la economía
española va a volver a crear empleo en el año 2002 frente al resto de
las economías europeas que no lo van a hacer. Eso indicaría que las
políticas específicas que S.S. reclama, que son los cambios de
legislación -eso son políticas específicas- del mercado laboral, han
tenido efectos, como lo tiene la moderación salarial, las políticas
tributarias y otras políticas como las de liberalización.

En cuanto al índice de producción industrial, S.S. al parecer lo que
me indica es que coincide con nosotros en que probablemente ha tocado
suelo su desaceleración, que hay una muy lenta recuperación y que no
debemos darnos por satisfechos. Si eso es lo que S.S. dice estoy
absolutamente de acuerdo, pero no cabe duda de que es una buena
noticia que la variable más importante de recuperación para el futuro
de nuestra economía, que sería la recuperación de la inversión en
bienes de equipo, empiece a manifestarse. En un entorno todavía de
incertidumbre de las empresas, pero de una gran rentabilidad
financiera en cuanto al coste del pasivo y la rentabilidad de los
activos, estamos en una buena situación.

Por último el señor Martínez-Pujalte ha hecho referencia a algunas
cuestiones. Es bueno que España pueda tener una política económica
que pueda mantenerla en situaciones de expansión internacional como
de crisis internacional. Esa es una política económica predecible y
creíble. Todos los gobiernos quieren hacer una política económica
popular -no digo del Partido Popular, digo popular de los
ciudadanos-, el problema es si pueden, no si quieren; en ese sentido
querer no es poder, porque para poder hay que haber aplicado
constantemente una política determinada. Vuelvo a repetir, la
evolución de la economía española y su diferencial de crecimiento, al
que ha hecho referencia el señor Martínez-Pujalte, nos indican que
estamos en el camino adecuado. ¿Eso quiere decir que todas y cada una
de las medidas que se toman son las adecuadas? Indudablemente no voy
a pretender eso. ¿Qué no es posible tomarlas mejor? He puesto algunos
ejemplos. Indudablemente en los temas de investigación y desarrollo,
en las claves para despertar más rápidamente la inversión
empresarial, en la mejor utilización del gasto público, en la
disminución de las incertidumbres de la intervención administrativa
para las pequeñas empresas y para los ciudadanos hay un amplio margen
para que este Gobierno y el resto de las administraciones públicas
actúen con mayor eficiencia.

Si los señores diputados de todos los grupos querían saber si el
Gobierno está dispuesto a mantener el equilibrio presupuestario,
espero que de mi comparecencia la cuestión esté en ese caso por lo
menos suficientemente clara: el Gobierno va a mantener el equilibrio
presupuestario.




El señor PRESIDENTE: Señor Sevilla, le ruego que si va a tener una
intervención sea brevísima, por favor.

El señor Sevilla tiene la palabra.




El señor SEVILLA SEGURA: Breve, como acostumbro, correspondiendo a su
amabilidad.

Señor Rato, yo le he mencionado que la inversión empresarial respecto
al PIB estaba igual que en 1992 y usted me contesta que la inversión
pública era superior



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a la de 1994. Eso da un tono respecto a cuál es su estilo y ha sido
el conjunto de batiburrillo de su intervención entre lo que yo he
dicho, lo que usted dice que yo he dicho y lo que ha entendido que yo
he dicho. Hay algunas correspondencias que quiero señalar
brevísimamente.

En primer lugar, las previsiones para el 2001 empezaron en el 3,6,
bajaron al 3,2 y ahora están en el 3; el problema no es ése, sino que
cada una de las veces han pretendido tener razón. Eso
desgraciadamente se puede proyectar para el 2002 con la previsión de
crecimiento que dan del 2,4, por cierto exactamente la misma que
tuvimos en 1994; es una coincidencia. Insisto, el hecho de que nada
de eso tenga repercusión sobre los presupuestos, cuando además usted
mismo acaba de decir ahora que han revisado a la baja la partida de
gastos de la deuda pública, quiere decir que el Gobierno está
haciendo que estas Cámaras, el Congreso de los Diputados y el Senado,
estén debatiendo un presupuesto falso, y eso me parece grave. En
segundo lugar, usted por fin ha reconocido que suben impuestos, lo
que es bastante obvio; tiene sus explicaciones, no se las niego, pero
lo único que le digo es que subir impuestos en época de recesión es
malo, agudiza la crisis y no ayuda a salir de ella. Lo que ustedes
están proponiendo es que el año que viene seamos más pobres y además
paguemos más impuestos por decisiones discrecionales, que no son
arbitrarias. En tercer lugar, la financiación autonómica hasta el 15
de noviembre, en que fue aprobado el proyecto de ley con el voto
favorable del Grupo Socialista en este Parlamento y salió hacia el
Senado, se correspondía exactamente con lo que usted ha enviado a la
Comisión Europea, donde queda muy claro que hay una previsión de que
se puede estar dentro del modelo sin tener el gasto sanitario.

Ustedes introducen por enmiendas en el Senado dos rupturas
unilaterales: una, un nuevo impuesto sobre hidrocarburos, que por
cierto aquí no figura (según esto la Comisión Europea no tiene
constancia de que se haya creado este nuevo impuesto); dos, la
obligatoriedad de que se acepten las transferencias de sanidad a
cualquier costa para tener derecho a acceder al conjunto del modelo.

Es verdad que el modelo es un todo, pero lo es como salió de esta
Cámara el 15 de noviembre no como ustedes decidieron unilateralmente
que fuera después de esa fecha. Todas las comunidades autónomas
quieren las transferencias de sanidad, lo que no quieren es asumir el
déficit sanitario acumulado que su mala gestión del Insalud ha ido
generando durante estos años, porque eso las colocaría ante la
disyuntiva de recurrir a niveles de endeudamiento inaceptables o
aceptar una mala prestación de los servicios a sus ciudadanos. Son
las condiciones que ustedes están poniendo para aceptar como un
trágala esas transferencias de sanidad lo que hace que todas las
comunidades autónomas, incluidas las del Partido Popular, estén
diciendo que en esas condiciones no quieren las transferencias de
sanidad.

Por último, mi auditor externo es la Unión Europea -yo no tengo
amigos entre los auditores privados-, y coincidimos en la importancia
-usted ha dicho que es clave- de las políticas que incrementan el
potencial de crecimiento de la economía española. Lo que le digo es
que un análisis de un auditor objetivo, como es la Unión Europea,
dice que en esas políticas que usted mismo ha considerado claves han
fracasado estrepitosamente desde que gobiernan en España.




El señor PRESIDENTE: Señor Sánchez Llibre.




El señor SÁNCHEZ I LLIBRE: Intervendré muy brevemente, señor
presidente.

Puesto que el señor vicepresidente me ha contestado favorablemente
sobre potenciar con mayor profundidad todas aquellas políticas
industriales orientadas al sector tradicional industrial español, no
sé si debo dar por sentado que el Gobierno está estudiando la
posibilidad de poner en marcha un plan Renove para las motocicletas.

En caso de que no me pueda contestar ahora, lo puede hacer por
escrito.




El señor PRESIDENTE: Señor Azpiazu.




El señor AZPIAZU URIARTE: Intervendré muy brevemente, señor
presidente.

Antes de que se me olvide, señor Pujalte, ha comentado usted antes
que las perspectivas económicas del Gobierno vasco son optimistas a
su juicio. Será porque usted es oposición en el Gobierno vasco y lo
ve así, pero no me cabe ninguna duda de que el Gobierno tendrá
razones fundadas para hacerlas como lo entiende.

Señor vicepresidente, lo que voy a decir quedó ya claro en un debate
que tuvimos. Nuestro grupo no está en desacuerdo con la política de
estabilidad presupuestaria; le dije una vez que estábamos en contra
de la ley por todo lo que habíamos dicho y defendido en Comisión y en
Pleno. Tampoco estamos de acuerdo en que haya que gastar de una
manera alocada, despilfarrando; estamos en contra del gasto público
despilfarrador. El gasto público ha de ser responsable y hecho por
las administraciones de una manera eficiente y eficaz, tratando de
evitar la dilapidación de los recursos de los contribuyentes de una
manera insensata. Ha dicho usted que la estabilidad presupuestaria es
necesaria para revisar las políticas porque, de lo contrario, nadie
es consciente de esto que estamos diciendo y cuesta reducir los
gastos. Esto es una reforma de la Administración, que ocurrirá
seguramente en casi todas las administraciones; ustedes pueden apelar
a la responsabilidad de los ministros para que revisen las políticas
y reordenen el gasto público. Esto no quiere decir que no haya gastos
públicos absolutamente necesarios para garantizar el crecimiento
futuro. No quiere decir que no haya inversiones necesarias o que no
haya esfuerzos en materia de inversión, más allá de los que el
Gobierno plantea y necesarias para el futuro en materia de



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infraestructuras -como usted ha dicho- o en materia de I+D+I. Si
quieren dar un paso más, en gasto social, en las pensiones no
contributivas o en las de viudedad; como en vivienda o donde quieran
hay un campo enorme para trabajar. Ya que hablamos de racionalización
del gasto público, quiero recordarle lo que hemos discutido aquí más
de una vez: la famosa reforma pendiente del sector público, que
contribuiría a racionalizar los servicios públicos. Muchas
competencias que deberían estar en manos de las comunidades autónomas
-yo hablo del Gobierno vasco, por ejemplo- no lo están -de hecho, el
gasto se hace allí- y contribuirían también a la racionalización y al
mejor uso de los recursos globales. Es verdad que todos tenemos que
actuar con responsabilidad.

En definitiva, no estamos a favor del despilfarro, ni en contra de
una política de estabilidad, pero no lo estamos de una manera tan
obsesiva para que se imponga por ley el déficit cero. Si después de
abordar una reforma del gasto público, de revisión de políticas de
racionalización, siendo conscientes de que los recursos hay que
gastarlos con sentido común, debatimos una serie de cuestiones
importantes en materia de política económica o política social, se
puede pactar cuál es el déficit público que sería razonable dentro
del marco europeo con estas políticas que también son necesarias
desde el punto de vista económico y social para un desarrollo más
razonable.




El señor PRESIDENTE: Señor Martínez-Pujalte.




El señor MARTÍNEZ-PUJALTE LÓPEZ: Un segundo. Sólo deseo matizar que
el señor Sevilla ha dicho que el Grupo Socialista votó favorablemente
a la financiación autonómica. Votaron favorablemente a una parte
pequeña de la financiación autonómica en el primer trámite, votaron
que no en el segundo trámite en Comisión y se abstuvieron en el
tercer trámite. Ahora no sabemos lo que harán cuando vengan del
Senado. (El señor Sevilla Segura: Mientes y lo sabes.) El segundo
punto es sobre el auditor del señor Sevilla. Yo le diría al señor
Sevilla que con auditores como ese ojalá hagan las previsiones que
hacen para España. Concluir en su intervención que ha sido un fracaso
cuando su auditor, la Unión Europea, da una previsión de crecimiento
para España superior a todos los países de la Unión no es aceptable.

La última previsión que ha hecho, la de otoño, da un crecimiento del
empleo superior en España en 2001, 2002 y 2003, en los tres años, a
todos los países. La Unión Europea está avalando las políticas de
España, que son lo que las están haciendo crecer. Dificultades habrá,
pero también estamos dando mejor respuesta.




El señor PRESIDENTE: Señor vicepresidente, puede contestar, si lo
desea, a los portavoces.

El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO PARA ASUNTOS ECONÓMICOS
Y MINISTRO DE ECONOMÍA (De Rato y Figaredo): Muy brevemente.

Señor Sevilla, en primer lugar, el debate sobre datos y fechas no lo
hemos descubierto usted y yo. Usted conscientemente elige la
inversión privada en el año 1992 y la inversión privada del año 2001
porque para su argumentación le conviene. Es lógico. ¿Cree que no me
había dado cuenta? Ya lo sé. Yo le doy a usted la argumentación de
1994 sobre el conjunto de la inversión. Ese tipo de debate hace
muchos años que se hace en esta Cámara, y es lógico. Usted quiere
argumentar unas cifras y utiliza fechas y limitaciones concretas. Yo
le argumento a usted que en estos momentos la formación bruta de
capital en mi opinión es la relevante para el crecimiento de la
economía. Indudablemente, si S.S. coge el peor año de inversión
privada, no en construcción sino en bienes de equipo, puede decir lo
que ha dicho, pero eso no supone que yo no pueda manifestar mi
opinión. Que conste que lo de elegir las fechas y las cifras lo han
inventado nuestros antecesores hace mucho tiempo; su señoría y yo ahí
no estamos innovando.

En cuanto al auditor, me parece muy bien que sea la Comisión Europea.

Independientemente de las valoraciones políticas, señorías, en la
crisis más determinante de los últimos decenios las recomendaciones
que hagan la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Central Europeo a España son las que son; son todo menos no
avalar nuestra política económica. El mayor aval que ha tenido
nuestra política económica ha sido las previsiones de crecimiento de
la Unión Europea del pasado mes de noviembre. Nunca nadie nos ha
hecho un juicio tan favorable como esas previsiones. A partir de ahí
S.S. elige un tema en el que tiene razón, España tiene un déficit en
investigación y desarrollo, y hace bien en elegirlo; además, es bueno
que lo elija porque ahí es donde el Gobierno tiene que incrementar
sus esfuerzos. Si ha habido un juicio en los seis años que tengo el
honor de ser ministro de este Gobierno favorable a la política
económica del Gobierno son las previsiones de noviembre del año 2001
de la Comisión Europea. Yo no he visto nunca nada tan favorable a la
política económica de este Gobierno, sobre todo porque no hay más que
comparar.

Acerca del debate sobre la financiación autonómica, señoría, sin
pretender entrar en disquisiciones filosóficas, ustedes se
abstuvieron, y eso no es votar a favor. A partir de ahí, en julio
había que demostrar una cosa y ahora se pretende demostrar otra. Este
es un acuerdo entre dos, y yo no quiero que ustedes se llamen a
engaño. Nuestra posición no la vamos a cambiar: se acepta toda la
financiación autonómica… (El señor Sevilla Segura: ¿Cuál, la de ahora
o la de julio?) La que usted quiera, señoría, no la vamos a cambiar.

Lo que le puedo decir, con todo respeto, es que la experiencia de la
legislatura pasada de someter a las administraciones territoriales a
las estrategias parlamentarias de oposición



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del Parlamento nacional es una estrategia equivocada porque perjudica
a las administraciones territoriales que no reciben los fondos y
porque aquí no se gana un voto con este debate. Ustedes, la pasada
legislatura, se empecinaron en impedir que Extremadura, CastillaLa
Mancha y Andalucía se incorporasen al nuevo sistema de financiación
autonómica, esos ciudadanos han perdido decenas de miles de millones
y, desde luego, eso no se ha reflejado en las elecciones autonómicas
ni en las municipales ni en las generales.

No deberíamos mezclar los acuerdos institucionales entre
administraciones que, indudablemente, se negocian duramente porque
cada administración defiende sus intereses, lo que es absolutamente
legítimo, con estrategias parlamentarias Gobierno-oposición de ámbito
nacional porque no da resultado. Yo creí que ustedes habían aprendido
la lección, pero parece que al final les ha vuelto a tentar la idea
de: vamos a lesionar al Gobierno creándole un problema de
financiación autonómica. Ustedes les van a crear un problema a las
comunidades autónomas. Dénse ustedes cuenta de esa realidad. Ya lo
hicieron la legislatura pasada, no lo hagan otra vez. El sistema se
acepta en su totalidad o no se acepta, así es de simple y cada cual
tiene que sacar sus conclusiones. Señor Sevilla, ya somos todos
mayorcitos para entendernos y se lo estoy diciendo con toda claridad.

Señor Sánchez i Llibre, creo que ayer el señor secretario de Estado
quedó enviarle una respuesta por escrito que mandaremos en
motocicleta a toda velocidad. (El señor Sánchez i Llibre: ¡Con
casco!.-Risas.) Como es natural, cumpliendo las normas del casco y
con sello.

Señor Azpiazu, en cuanto a la ley de estabilidad, la estabilidad
presupuestaria en el seno de la Unión
Europea no es contradictoria con la provisión de bienes públicos y un
país como el nuestro, con un desarrollo tecnológico inferior a la
media y con una tradición de equilibrio presupuestario y
macroeconómico muy reciente, probablemente tiene que ir más deprisa
que otros países en dos cosas: en las reformas estructurales y en la
estabilidad presupuestaria. En cuanto a hacerme la lista de todo lo
que la sociedad necesita, estamos todos de acuerdo. Ya sé que las
necesidades sociales son ilimitadas, pero probablemente hay que
gobernar sabiendo que la Administración pública tiene que ser más
eficiente. El déficit cero -por cierto, la ley de estabilidad
presupuestaria española está en consonancia con el Pacto de
Estabilidad, no difiere de ella- es un buen principio para que
ganemos credibilidad, se abaraten los costes financieros y las
administraciones públicas estén obligadas a hacer más con menos, lo
que no está mal desde el punto de vista de los consumidores.

Creo que con esto, señor presidente, he contestado a todos los
portavoces.




El señor PRESIDENTE: Señores portavoces, esperen un minuto, por
favor.

En cumplimiento con lo previsto en la Ley 34, del sector de
hidrocarburos, y en relación con la primera de las comparecencias
previstas en el orden del día por la que el vicepresidente segundo
del Gobierno y ministro de Economía venía a proponer un vocal de la
Comisión Nacional de la Energía, debo manifestar que sólo ha habido
dos portavoces que se han referido a ello. Se constata, tal como
manda la ley, que el resto de los portavoces está de aßcuerdo.

Se levanta la sesión.




Eran las dos y diez minutos de la tarde.