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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 273, de 21/06/2001
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 2001 VII Legislatura Núm. 273



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NOTA INFORMATIVA: En la edición impresa de este Diario, sus páginas
aparecieron, por error, numeradas desde la 4647 a la 4678. Tal error
ha sido corregido en la presente edición electrónica.

(Vease 'DS. Congreso de los Diputados' Comisiones, núm. 285)
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DEFENSA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. ROGELIO BAÓN RAMÍREZ



Sesión núm. 13



celebrada el jueves, 21 de junio de 2001



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia del señor secretario general de Política de Defensa
(Jiménez-Ugarte Hernández) para informar sobre:



- El contenido de la Directiva de defensa nacional. A solicitud del
Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida. (Número de expediente
213/000259.) . . . (Página 8248)



- La nueva Directiva de defensa nacional y la elaboración de una
revisión estratégica de la defensa. A solicitud del Grupo
Parlamentario Socialista. (Número de expediente 213/000275.) . . .

(Página 8248)



- La creación de la fuerza de acción rápida de la Unión Europea y la
participación de España.

A solicitud del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió)
(Número de expediente 213/000242.) . . . (Página 8265)



Página 8248




- El estado actual y perspectivas de la política de defensa y de la
fuerza europea de reacción rápida. A petición propia. (Número de
expediente 212/000546.) . . . (Página 8266)



Preguntas:



- Del señor Gutiérrez Molina (Grupo Parlamentario Popular en el
Congreso), sobre efectivos con los que contribuirá España en la
fuerza europea de intervención. (Número de expediente 181/000416.) .

. . (Página 8266)



- Del señor Puig i Olivé (Grupo Parlamentario Socialista), sobre
máximos necesarios en materia de fuerzas y medios para operaciones
que se sitúan en las exigencias más grandes de la gama de misiones
Petersberg y calendario previsto para contar con ellas. (Número de
expediente 181/000782.) . . . (Página 8266)



- Del mismo señor diputado, sobre aportación prevista por España en
la organización de las fuerzas para operaciones Petersberg. (Número
de expediente 181/000783.) . . . (Página 8266)



- Del mismo señor diputado, sobre fuerzas globales necesarias en los
ámbitos terrestre, marítimo y aéreo para las operaciones Petersberg
contempladas en el Headline Goal. (Número de expediente 181/000785.)
. . . (Página 8266)



Se abre la sesión a las once y treinta y cinco minutos de la mañana.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR SECRETARIO GENERAL DE POLÍTICA DE DEFENSA
(Jiménez- Ugarte Hernández) PARA INFORMAR SOBRE:



- EL CONTENIDO DE LA DIRECTIVA DE DEFENSA NACIONAL. A SOLICITUD DEL
GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL DE IZQUIERDA UNIDA. (Número de expediente
213/000259.)



- LA NUEVA DIRECTIVA DE DEFENSA NACIONAL Y LA ELABORACIÓN DE UNA
REVISIÓN ESTRATÉGICA DE LA DEFENSA.

A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA. (Número de expediente
213/000275.)



El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión.

Comparece hoy ante la Comisión el secretario general de Política de
Defensa, el Segenpol, como se dice de forma coloquial, don Javier
Jiménez-Ugarte. Le damos la bienvenida de buen grado, porque, aunque
fue nombrado en enero, no ha habido otra oportunidad para que viniera
a esta Comisión. Jiménez-Ugarte es madrileño y tiene una cuajada
biografía en la carrera diplomática, muy diversa. Tiene una vocación
especial por los temas de Oriente y también por los europeos y de
cooperación. Conoce muy bien la política del Ministerio, ha sido
Secretario general técnico. Ha estado en
Argelia de embajador y en Grecia, ha sido presidente del Consejo
Asesor de Asuntos Exteriores, etcétera. Todo ello le da un fondo
profesional, intelectual y académico, porque también ha sido profesor
ayudante en derecho internacional en la Complutense. Entiendo que
merece la pena celebrar esta comparecencia, con un currículum tan
brillante, lo agradecerán y quiero interpretar el sentimiento de SS.

SS. al darle la bienvenida.

Hablando de la metodología de la comparecencia, hay dos trámites, uno
de comparecencias y otro de preguntas. Aunque hay afinidad temática
entre preguntas y comparecencia y asimismo entre comparecencias, la
Presidencia establece un orden de discusión separado, en dos trámites
distintos: preguntas y comparecencias. Respecto de las comparecencias
hay dos acumulaciones, las cuatro comparecencias solicitadas se
convierten en dos. La primera, y es por donde va a empezar el
secretario general, es la de informar y dar a conocer el contenido de
la directiva de defensa nacional y se agrupaba con la información
sobre la directiva de defensa nacional y la elaboración de una
revisión estratégica de la defensa. En ambos casos, son grupos
diferentes los que las proponen. El método de debate será que
intervenga el secretario general, en primer lugar y sin limitación
del tiempo, aunque le ruego que se constriña a unos horarios, dada la
hora en que comenzamos la sesión. Posteriormente intervendrán por
orden de antigüedad, en la primera comparecencia, el señor Alcaraz
-que le veo presente-, a continuación el señor Marsal. Seguidamente,
de menos a más, los demás grupos, cerrando en todo caso el
mayoritario. Y con la respuesta del secretario general, terminamos el
trámite, sin posibilidad de dar réplicas. Yo creo que tenemos tiempo



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para celebrar estas dos comparecencias y las preguntas y saben SS.SS.

que yo soy tolerante y generoso en la concesión de tiempo para las
intervenciones, pero si nos vemos apurados, sobre todo por respeto a
quienes tienen que coger transportes públicos para volver a sus
distritos, utilizaré cierta guillotina, empleando términos
parlamentarios, para que se constriña todo el mundo a sus tiempos.

Sin nada más, el señor Jimenez Ugarte tiene la palabra.




El señor SECRETARIO GENERAL DE POLÍTICA DE DEFENSA (Jiménez-Ugarte
Hernández): Señor presidente, señorías, antes que nada muchísimas
gracias por las amables palabras del presidente, que hacen más fácil
mi intervención. Querría reiterar que constituye para mi un gran
honor comparecer hoy ante esta Comisión de Defensa del Congreso de
los Diputados sobre temas que caen dentro de las competencias del
Ministerio al que me he incorporado como secretario general de
Política de Defensa por decisión del ministro Federico Trillo-
Figueroa.

Permítanme SS.SS. que, antes de comentar los temas que me han sido
encomendados, exprese mi satisfacción, primero, por ocupar ahora este
nuevo puesto cuya reciente incorporación al organigrama del
Ministerio debe servir, en opinión de todos, para potenciar la acción
del departamento, especialmente en el campo que tiene que ver con la
política de cultura de defensa, dentro y fuera de España. Mi segundo
motivo de alegría responde al hecho de poder compartir hoy con SS.SS.

mis preocupaciones y reflexiones sobre importantes cuestiones. Por un
lado, la Directiva de Defensa nacional 1/2000 y la revisión
estratégica de la defensa y, por el otro, la política europea de
defensa y las fuerzas europeas de intervención.

En el curso de mis cuatro comparecencias que, a efectos de facilitar
la presentación y el debate, afortunadamente, el presidente y la Mesa
han aceptado agrupar en dos, procederé a contestar, a una serie de
preguntas planteadas por SS.SS. muy directamente vinculadas a la
misión Petersberg y a las citadas fuerzas europeas de intervención.

Luego, de acuerdo con lo indicado por el presidente, podré explayarme
sobre ellas después de que sean formuladas.

Antes de volcarme en estas cuestiones, permítanme SS.SS. que insista
en mi satisfacción por encontrarme en esta Cámara y hablar ante esta
Comisión, pero también por poder luego escucharles e incrementar así
mis elementos de juicio en temas en los que, con carácter exclusivo,
llevo ocupándome solo desde el pasado 12 de febrero, fecha de mi toma
de posesión. No debo ocultar, sin caer en exceso de modestia, que mi
preparación profesional en distintos puestos en la Administración
central y en el exterior me han permitido, junto al apoyo de los
magníficos colaboradores que he encontrado en el Ministerio de
Defensa, y especialmente
en la Dirección General de política de Defensa, aprender con
rapidez los cometidos que me ha atribuido el propio Real Decreto 64/
2001, que creó la Secretaría General de Política de Defensa.

Sin duda, ante todos mis puestos pasados me ha resultado
especialmente útil la experiencia que adquirí durante mis años de
servicio en la representación permanente de España ante la OTAN, pero
también debo recordar los años en los que, al frente del gabinete del
entonces secretario de Estado único de Asuntos Exteriores, pude
ocuparme de aspectos de la política internacional, entre los que
había muchos relacionados con el ámbito de la Política de Defensa. Y
más recientemente tengo que recordar también el tiempo que he
permanecido al frente de dos jefaturas de misión en países
ciertamente sensibles a este tipo de cuestiones como Argelia y
Grecia.

Hace casi exactamente un año, el 6 de junio del año 2000, comparecía
ante esta Comisión el Ministro Trillo-Figueroa, para exponer líneas
generales de la política del departamento que, tras la constitución
del nuevo Gobierno, acababa de asumir. He leído con interés el
'Diario de Sesiones' referente a aquella interesante jornada iniciada
a las nueve treinta y cinco y que se cerró más de tres horas después.

Quedaron bien descritas las líneas generales del departamento y,
lógicamente, entre aquellas estaban los dos temas que me traen a esta
Comisión: la revisión estratégica de la defensa y la política europea
común de seguridad y defensa. Se habló de muchas otras cosas y se
escucharon interesantes réplicas así como no menos contundentes
dúplicas por parte del ministro Trillo-Figueroa. Lógicamente, no
pueden esperar SS.SS. que el debate del día de hoy sea igualmente
rico, por las propias restricciones del cargo que ocupo y también por
mis propias limitaciones, pero sí quisiera pedir a SS.SS. que demos
al debate el carácter más personal posible, sin renunciar yo por ello
en modo alguno a mis responsabilidades institucionales. Lo que diré
corresponderá plenamente a los planteamientos del Ministerio de
Defensa, pero permítanme, señorías, que les pida poder asumir desde
ahora mismo, en primera persona y sin involucrar para nada al
ministro, la responsabilidad plena de mis eventuales errores.

Afortunadamente, los temas de hoy tienen una gran carga conceptual y
no inciden de manera inmediata en la gestión diaria del Ministerio,
por lo que confío en que no sirvan para generar llamativos titulares
en un terreno como la defensa, en el que desgraciadamente existe algo
más de polémica en los medios que la deseable, a pesar de que, como
diplomático de larga carrera, pienso que en la defensa, como en la
política exterior, es donde más procede lograr un consenso nacional
y político.

Perdónenme SS.SS. si me he extendido en exceso en esta introducción,
pero quizá se debe a mi inexperienciaen la actividad parlamentaria y
a querer encontrar



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un formato de debate que sea lo más útil posible para esta Comisión.

Comparecencia para informar sobre la Directiva de defensa nacional 1/
2000 y la elaboración de la revisión estratégica de la defensa, a
propuestas del Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida y del
Grupo Parlamentario Socialista. En la línea de lo que anteriormente
indicaba, cabe comenzar señalando que la Directiva de defensa
nacional 1/2000 es resultado de una evolución positiva en el campo de
la defensa, iniciada en el momento de la transición a la democracia.

No quiero decir que la Directiva 1/2000 suponga un total continuismo
frente a la directiva anterior de la VI Legislatura, con mayoría del
Partido Popular, como la Directiva 1/1996, o incluso frente a las
directivas anteriores, como la 1/1986 y 1/1992, en el período en que
gobernaba el Partido Socialista. Quiero más bien subrayar que estas
directivas de defensa nacional han ido recogiendo en su articulado la
evolución del panorama internacional en temas estratégicos y
defensivos, evolución que ha sufrido durante los últimos años una
total y, por qué no decirlo, favorable transformación.

Me permitirán que me concentre primero brevemente en la Directiva 1/
1996, que sirve para iniciar un nuevo ciclo descrito en su preámbulo:
La seguridad y España pasan a participar decidida y activamente en el
profundo proceso de transformación de las estructuras aliadas. En la
Directiva 1/1996 estaban ya apuntados elementos que vemos en la
directiva del año 2000, como la vinculación de nuestra seguridad a la
de los países vecinos o la creciente internacionalización de nuestra
política de defensa, aunque aquella directiva buscaba aún mantener un
equilibrio con las misiones tradicionales que las Fuerzas Armadas
tenían encomendadas pero que resultaban sin duda insuficientes para
atender la nueva realidad internacional.

Antes de pasar a hablar extensamente de la Directiva 1/2000, quisiera
sin embargo mencionar un documento clave por su lucidez para entender
la política de defensa española. Como pueden imaginar SS.SS., me
estoy refiriendo al dictamen de la Comisión Mixta Congreso- Senado de
mayo de 1998 para la plena profesionalización de las Fuerzas Armadas.

Como bien recuerdan SS.SS., el contenido de aquel dictamen fue mucho
más allá de su título, la profesionalización de las Fuerzas Armadas,
que era sólo una de sus partes. Había reflexiones de gran profundidad
sobre el cambio del escenario estratégico internacional, el marco
europeo y trasatlántico de seguridad y defensa, el impacto de las
nuevas tecnologías en las organizaciones de defensa y en los
ejércitos, para analizar sólo después el paso del modelo mixto de las
Fuerzas Armadas al modelo de plena profesionalización. Recogía el
dictamen muchas reflexiones que de manera más sintética había
apuntado ya la Directiva de defensa nacional 1/1996, por lo que cabe
defender una continuidad entre estos dos documentos,
que sirven de precedentes históricos a la Directiva 1/2000.

No puedo tampoco dejar de citar el libro blanco presentado por el
Ministerio de Defensa al final de la VI Legislatura. El libro blanco
significó un gran esfuerzo para la mejor definición de nuestros
condicionantes defensivos. Ha tenido, pienso, una innegable
trascendencia y algunas de sus páginas y conclusiones han sido
citadas una y otra vez; sus aportaciones en ámbitos como la
definición de los intereses nacionales de seguridad, el análisis de
los riesgos, de las amenazas y de las misiones de las Fuerzas Armadas
fueron importantes contribuciones a la reflexión sobre la defensa,
aspecto este en el que España nunca había ocupado un lugar destacado.

Es cierto que, como se señaló en el debate en esta Comisión hace más
de un año, antes mencionado, el citado libro blanco no fue quizá
objeto del necesario debate público, por lo que tal vez no recabó el
suficiente consenso para la mejor aplicación de los principios de
nuestra defensa nacional. Aun así, fue un estudio de gran calidad,
que ha ocupado un lugar destacado en las reflexiones de muchos
ciudadanos, funcionarios, políticos, empresarios, periodistas o
pertenecientes a cualquier otro grupo social, por lo cual, desde este
punto de vista, sin duda alguna significó un enriquecimiento de
nuestra cultura de defensa. La VII Legislatura se inició, pues, con
una sólida base en este campo y con avances innegables. Como dijo el
presidente del Gobierno, José María Aznar, en el debate de
investidura, una vez hechos realidad los objetivos de una España más
presente y comprometida en el concierto internacional, procedía
plantearse nuevas metas. La cuestión, se preguntó José María Aznar,
es qué queremos hacer una vez que ya estamos donde queríamos estar, a
lo que él mismo contestó: Tenemos que estar dispuestos a asumir
mayores niveles de responsabilidad fuera de nuestras fronteras.

Inmediatamente el Ministerio de Defensa emprendió la tarea ya
anunciada por el ministro Trillo-Figueroa de promulgar una nueva
directiva de defensa nacional antes de que finalizase el año. Este
difícil objetivo se hizo realidad y el 1 dediciembre del mismo año
2000 firmó el presidente del Gobierno la nueva directiva de defensa
nacional.

Solicitan el Grupo de Izquierda Unida y el Grupo Socialista esta
comparecencia para que informe el Gobierno sobre la nueva directiva
de defensa nacional y procedo a hacerlo de manera breve para no
cansar a SS.SS. con la lectura de un texto muy bien conocido por
todos. Quisiera, más que resumirlo, interpretar su significado. Sin
duda, esta directiva constituye la culminación de esos nuevos
criterios alentadores de los que se hablaba en la directiva de 1996,
que a estas alturas podemos definir claramente como una directiva de
transición. En efecto, vemos cómo, frente a aquella, la Directiva 1/
2000 coloca a nuestra defensa en una nueva dimensión. Nos encontramos
ya en el siglo XXI, participamosplenamente en las organizaciones
internacionales



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de seguridad y defensa y nuestro concepto estratégico está en gran
parte vinculado al de los aliados. Así lo dice expresamente la
Directiva 1/2000, que, tras declarar en gran medida alcanzados los
objetivos de la anterior Directiva 1/1996, se dispone ahora a mirar
hacia el futuro para continuar con la modernización y
profesionalización de nuestras Fuerzas Armadas, de forma que éstas
puedan contribuir al nuevo papel que España desea desempeñar en el
mundo, frase que comparto plenamente, que no considero retórica y que
sirve para expresar bien la lógica ambición del pueblo español en su
proyección internacional. Esta nueva estrategia va más allá de lo
meramente defensivo y quiere enriquecer las responsabilidades
españolas en la escena internacional. Debido a ello, la directiva
pasa a describir con acierto a las Fuerzas Armadas como un
instrumento de la acción exterior del Estado, yendo mucho más allá de
las tradicionales misiones de disuasión y, en su caso, de la defensa
del territorio nacional.

Esta definición volcada hacia el futuro de la estrategia nacional es
posible porque estamos integrados en las organizaciones
internacionales de seguridad y defensa; nuestro concepto estratégico
está enlazado con el concepto estratégico aliado y lo permite así el
escenario actual, caracterizado por la ausencia de una amenaza clara
y definida a nuestro territorio. Pero también en estas
circunstancias, más que para realizar las misiones tradicionales, las
Fuerzas Armadas tendrán que actuar para contribuir al control de
crisis que pudieran afectar a nuestra propia seguridad en diversas
regiones del mundo.

Me parece importante subrayar bien el carácter revolucionario de esta
Directiva 1/2000; no se trata de una directiva más, sino del diseño
de una estrategia nueva a la que deberán adaptarse a partir de ahora
nuestras Fuerzas Armadas y que queda reflejada en los tres objetivos
prioritarios siguientes. En primer lugar, la directiva sitúa la
seguridad y defensa de España en el marco de la seguridad compartida
y de la defensa colectiva de nuestros aliados. En segundo lugar, se
apoya en unos supuestos de actuación de las Fuerzas Armadas, ayuda
humanitaria, operaciones de gestión de crisis, prevención de
conflictos, bien distinto de las misiones hasta ahora encomendadas.

Las Fuerzas Armadas son consideradas por ello como instrumento de la
acción exterior del Estado y deben contribuir al mantenimiento de la
paz, la seguridad y la estabilidad, haciendo valer nuestra presencia
en las organizaciones de seguridad y defensa colectivas. Por último,
la directiva establece como tercer objetivo fomentar la conciencia de
defensa nacional en la sociedad española a través de la cultura de
defensa. Estos tres objetivos se concretan, como bien conocen SS.SS.,
en ocho líneas básicas plenamente vigentes, la primera de las cuales
nos encomienda la realización de una revisión estratégica de la
defensa, destinada a abordar de manera conjunta y global todas las
cuestiones orgánicas, funcionales y operativas relacionadas
con la defensa, para adaptarlas a la nueva estrategia.

Antes de pasar a abordar en detalle la revisión estratégica, no
quisiera dejar de mencionar otra línea básica de la Directiva de
defensa nacional 1/2000, que dispone impulsar decididamente la
cultura de defensa en la sociedad española, de manera que perciba
como propias las cuestiones relacionadas con su seguridad, su
libertad y la defensa de sus intereses. En efecto, creo que revisión
estratégica y cultura de defensa van muy unidas, en el sentido de que
la primera tiene que tener una proyección directa en la sociedad y
también porque la propia sociedad tiene que servir de base
inspiradora y elemento de control de la misma revisión estratégica.

La creación de la Secretaría General de Política de Defensa por Real
Decreto 64/2001 ha servido para poner en marcha con el máximo empuje
la revisión estratégica de la defensa encomendada a esta Secretaría
General de Política de Defensa como actividad y objetivo prioritario.

Paso así a hablar, en la segunda parte de esta comparecencia, de la
revisión estratégica. Lo hago con satisfacción, pero también con
preocupación puesto que es la primera ocasión en la que el Ministerio
de Defensa se acerca al Congreso a debatir tan importante e
incipiente cuestión. El propio término de la revisión estratégica
podría ser discutido. Da a entender que trataríamos de reexaminar
nuestro planteamiento estratégico, pero lo cierto es que nunca hasta
ahora ha intentado nuestro país llevar a cabo un ejercicio tan
ambicioso que, arrancando del estudio conceptual profundo de nuestras
necesidades estratégicas, pasara a definir los medios necesarios para
lograr aquellos fines, es decir, nuestras propias Fuerzas Armadas del
siglo XXI. En consecuencia, y a pesar del título utilizado, nos
encontramos ante un trabajo totalmente novedoso y que nuestro país no
ha asumido nunca en el pasado.

Tal vez desde cierto punto de vista, el libro blanco podría ser
considerado una primera reflexión estratégica. En el mismo se
contiene una serie de planteamientos sobre nuestra concepción
estratégica y sobre nuestras capacidades militares que vendrían a
coincidir con los trabajos que ahora vamos a asumir. Pero como ya
indiqué en un punto anterior de mi intervención, el libro blanco no
suscitó de manera suficiente ese debate y búsqueda de consenso que
quiere caracterizar el proceso apenas iniciado de la revisión
estratégica. Desde ese punto de vista me pregunto si nuestra revisión
será más fácil, por contraria, con el libro blanco o más difícil; en
cierto sentido es muy positivo poder trabajar sobre válidas
reflexiones hechas en el Ministerio de Defensa durante el año 2000,
pero, por otro, parecería que tales reflexiones podrían condicionar
nuestros análisis actuales. En realidad creo que no debemos caer en
este falso debate. El libro blanco está ahí y nos interesa contar con
él en todo lo que sea útil, pero en modoalguno sus conclusiones
pueden condicionar nuestros



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planteamientos más que en la medida en que deseemos que así suceda.

La verdad es que hoy cada vez más ministerios de Defensa de Europa se
involucran en procesos similares de revisión, cada uno según sus
necesidades y también sus disponibilidades. Prácticamente todos los
países europeos que desean acceder a la OTAN están negociando con
Bruselas las reformas de sus ejércitos para, diría yo de manera
sintética, disminuir su cantidad e incrementar su calidad. En
cualquier caso, no son revisiones que puedan compararse al ejercicio
mucho más complejo de un país desarrollado en todos los aspectos
y con raíces democráticas ya muy consolidadas, como sucede en España.

Ha habido otros ejercicios de revisión estratégica que nos han
interesado especialmente y hemos seguido muy de cerca. En primer
lugar, estoy pensando en el caso británico, cuya revisión estratégica
culminó en 1998 con enorme éxito. El entonces ministro de Defensa y
actual secretario general de la OTAN, Robertson, supo llevar a cabo
con máxima transparencia y con la participación de todos los sectores
políticos y sociales interesados una singular revisión de los
planteamientos defensivos británicos y de la futura composición de
sus Fuerzas Armadas. Es cierto que la conciencia de defensa en el
Reino Unido es muy superior a la existente en España, el ciudadano de
la calle se interesa por este tema y, sobre todo, apoya con
entusiasmo las acciones de las Fuerzas Armadas británicas en defensa
de valores compartidos. He podido comentar estos extremos con mi
colega, el subsecretario permanente del Ministerio de Defensa
británico, que no puede por menos que reconocer que sus recuerdos de
la época en que el Ministerio se sumergió en su revisión, sin dejar
por ello de solicitar el apoyo y criterio de otras instituciones,
siguen siendo enormemente positivos. Aunque tres años después de la
publicación de las conclusiones todavía quedan muchas propuestas
pendientes de ejecución, existe una opinión general en Europa de que
los británicos hicieron muy bien las cosas y que los resultados
pueden servir de ejemplo para muchas naciones, como con enorme
satisfacción me decía hace poco el actual secretario general de la
OTAN, Lord Robertson.

La inminente presidencia belga de la Unión Europea nos ha llevado a
mantener estrechos contactos con nuestros colegas sobre lo que
denominan el plan estratégico 2000-2015, que viene a constituir una
ambiciosa revisión estratégica de las misiones y capacidades de sus
Fuerzas Armadas. Las conclusiones son revolucionarias y Bélgica
llevará hasta el máximo reformas como la integración en una unidad de
todos los cuarteles generales, la organización funcional de los
ejércitos, la generalización de la acción conjunta, todo ello unido a
un proceso drástico de reducción de personal y a una mejor
utilización de los recursos disponibles.

No quisiera extenderme mucho más en este breve estudio comparado
sobre otras revisiones estratégicas. Sólo recordaré las muy polémicas
conclusiones a las que llegó en Alemania la Comisión presidida por el
ex presidente de la República y que tanto está costando aplicar en
aquel país, así como los planteamientos muy pragmáticos de Noruega
frente a sus necesidades militares, tras la desaparición de la
amenaza soviética. Sirvan estos comentarios previos para introducir a
SS.SS. en el proceso de revisión que estamos iniciando y cuyo
objetivo es determinar cuáles serán las misiones y cometidos de
nuestras Fuerzas Armadas y la fuerza necesaria para alcanzarlos en
los próximos diez o quince años.

Primero, indicaré qué queremos obtener, recordando algunas ideas a
las que ya me he referido brevemente. La primera parte de nuestro
trabajo consiste en reformular la concepción estratégica española.

Tendremos que discutir cuáles son nuestros intereses de seguridad,
los riesgos a los que tendremos que hacer frente y los posibles
escenarios, en esa gama de opciones que van desde la paz al conflicto
armado, pasando por crisis de mayor o menor gravedad fuera de
nuestras fronteras. Tras esta primera reflexión, procederá discutir
las misiones de las Fuerzas Armadas, empezando, lógicamente, por las
que dispone el artículo 8 de la Constitución, pero teniendo muy en
cuenta la evolución del panorama internacional y la multiplicación de
supuestos en los que Fuerzas Armadas aliadas se han visto obligadas a
intervenir en misiones de mantenimiento de la paz o de ayuda
humanitaria.

En una segunda fase de la revisión estratégica procederemos
a analizar las capacidades actuales de nuestras Fuerzas Armadas y sobre
todo a definir sus necesidades futuras; será un trabajo más técnico,
con predominio de los expertos en estas cuestiones, pero será un
trabajo que estará siempre condicionado a la propia dirección
política de todo el proceso de la revisión. En la revisión de
capacidades habrá que pronunciarse sobre aspectos claves en los
ejércitos modernos como la movilidad y el despliegue, el apoyo
logístico y de sostenimiento, la eficacia operativa, la supervivencia
de fuerzas, los sistemas de mando y control, para finalizar con la
organización de nuestras Fuerzas Armadas en aspectos claves como su
estructura, acción conjunta, recursos humanos, armamento, material,
etcétera. Es evidente que todas estas conclusiones tendrán que tomar
en consideración nuestras posibilidades financieras y económicas. La
revisión estratégica, por propia prudencia política, no puede
convertirse en una lista de peticiones sin respaldo presupuestario
imaginable. Tendrá que tener en cuenta las posibilidades reales de
carácter financiero que condicionarán de manera inevitable nuestras
expectativas.

Descrito ya brevemente el contenido de la revisión, procede ahora que
me refiera al procedimiento que se ha puesto en marcha desde la
Secretaría General de



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Política de Defensa por expresas instrucciones del ministro de
Defensa. Pensamos que la revisión debe ser un proceso abierto a las
dos pautas de actuación tradicionales, de arriba abajo, pero también
de abajo arriba. Bajo la dirección del ministro, se han celebrado ya
distintas reuniones de trabajo para estudiar la cuestión e impartir
unas pautas válidas capaces de garantizar el éxito por todos deseado.

Quiere el ministro de Defensa que la revisión estratégica permita
intensificar y enriquecer las distintas reformas previstas o en curso
dentro del Ministerio, por lo que habrá también una estrecha relación
con órganos como el Estado Mayor de la Defensa, la Secretaría de
Estado y la propia Subsecretaría del departamento, y también con
otros grupos, como el que ha asumido el estudio de la sede única para
el Ministerio de Defensa, comunmente denominada pentágono, o los
distintos grupos de estudio sobre nuevos proyectos en el campo de la
organización funcional, la reforma orgánica, etcétera. Pero, como
decía anteriormente, también queremos que el proceso de revisión
estratégica se alimente de iniciativas generadas desde abajo, gracias
a la participación en el mismo, ya estructurada e iniciada, de
oficiales y suboficiales. El ministro de Defensa ha reiterado a todos
que da a este ejercicio máxima prioridad y que, por lo tanto, es
imprescindible que podamos contar con las mentes más conocedoras, más
expertas, más abiertas y más imaginativas. A partir del otoño
seguiremos abriendo el proceso a especialistas nacionales y
extranjeros a través de seminarios y también a sectores sociales,
como los medios de comunicación (políticos, económicos y sindicales),
para que todos los ciudadanos puedan estar informados y participar
con sus sugerencias en el proceso. Son sólo algunas de las primeras
iniciativas que estamos asumiendo y que se verán completadas por
otras a partir del otoño, una vez que hayamos finalizado la primera
parte de este trabajo, la referente a la concepción estratégica y a
las misiones, y empecemos con la parte de capacidades militares, que
se iniciará en septiembre.

En muchas de las iniciativas que hemos puesto en marcha, desde el
primer momento hemos abierto el debate también a representantes de
otros departamentos, como Exteriores y Presidencia, especialmente
concernidos. Sabemos que nos queda mucho por hacer si queremos
cumplir debidamente con el mandato de buscar el máximo consenso
institucional, parlamentario y social. Durante el año que nos queda
antes de ultimar la revisión estratégica, sé que abriremos otros
muchos caminos dirigidos siempre a ampliar el número creciente de
ciudadanos, especializados o no, interesados en la revisión.

Recurriremos a los estudios sociológicos y a las encuentas, nos
abriremos a la prensa en mayor grado, crearemos bases de datos
informatizada y, sin duda, compareceremos ante este foro
parlamentario en otras ocasiones, no sólo para informar, sino para
encontrar aquí las vías para mejor intercambiar criterios políticos
y para buscar el máximo consenso sobre estos temas de defensa
en su moderna acepción, que servirá para perfeccionar la
modernización y profesionalización de nuestras Fuerzas Armadas y para
acercar a éstas a nuestra sociedad.

La línea de actuación en la política de defensa que acabo de esbozar
trata de coadyuvar al decidido impulso que el Gobierno ha dado a la
acción exterior al comienzo de esta legislatura. Ahora es preciso
integrar todos los esfuerzos nacionales para seguir esta línea, sin
apartarse en su objetivo final, para lo que es necesario el apoyo de
todos los sectores implicados. Tenemos una gran tarea por delante. El
hecho de que los retos sean tan ambiciosos, debe motivarnos para
alcanzar la colaboración imprescindible, a fin de que la defensa
pueda apoyar de forma eficaz y oportuna el papel que España ha de
jugar en el mundo.




El señor PRESIDENTE: El orden establecido es que el primer
peticionario de la comparecencia , don Felipe Alcaraz, intervenga en
primer lugar, pero tiene otras obligaciones parlamentarias y ha
pedido a la Presidencia, a lo que la Presidencia accede, a que sea el
segundo en el orden el señor Marsal, del Grupo Parlamentario
Socialista, el que inicie los comentarios a la comparecencia.

Tiene la palabra el representante del Grupo Parlamentario Socialista
.




El señor MARSAL MUNTALÁ: Permítame, en primer lugar, dar la
bienvenida al señor Jiménez-Ugarte a su primera comparecencia en esta
Comisión y esperar que podamos contar con su presencia repetidas
veces a lo largo de lo que queda de legislatura, para compartir,
debatir, establecer acuerdos y, por qué no, los desacuerdos que
puedan producirse a lo largo de su gestión. Permítame también
felicitarle por su nombramiento. Lo había hecho ya particularmente
desde el primer momento, pero quiero repetirle esta felicitación
públicamente, en el ámbito de la Comisión, y desearle, aunque parezca
extraño, todos los éxitos posibles, porque sus éxitos van a ser los
nuestros, porque, en definitiva, va a ser el éxito de culminar un
proceso de profesionalización y modernización de las Fuerzas Armadas,
en función de lo que necesita España en el futuro.

Esta comparecencia, como muy bien ha señalado, tiene dos partes. Una
era la presentación de la directiva de defensa nacional y otra, más
novedosa, la presentación y el primer debate sobre la revisión
estratégica. Permítame que sobre la directiva de defensa pase con
cierta rapidez. Las directivas de defensa nacional normalmente tienen
un carácter muy genérico, fijan grandes líneas, grandes estrategias y
generalmente se produce un grado de coincidencia muy elevado.

Cualquier intervención por mi parte significaría abundar en algunos
de los conceptos que ya ha expresado y en debatesque ya hemos tenido
anteriormente.




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Quiero señalarle que hay un cambio importante entre la directiva de
defensa de 1996 y la de 2000, que sería un tema puramente anecdótico,
si no fuese por la importancia que tiene para el futuro. Adivinará
enseguida, antes de que se lo diga, que es el tema financiero y de
recursos presupuestarios. La Directiva 1/1996, al hablar de los
recursos presupuestarios, contenía un compromiso importante y
significativo. Decía: Se promoverá una nueva ley de dotaciones
presupuestaria para la modernización de las Fuerzas Armadas,
etcétera. Era una apuesta fuerte, y todos aquellos que estamos hace
tiempo en el campo de la defensa, sabemos lo que significa una
apuesta de estas características. La verdad es que la Directiva de
defensa 1/2000 supone ya un cambio significativo, y dice únicamente:
Adecuar los recursos presupuestarios para la modernización del
armamento, material, equipo e infraestructura de las Fuerzas Armadas,
etcétera. Por lo tanto, es un cambio significativo que, vuelvo a
repetir, no iría más allá de aspectos anecdóticos, con la importancia
que tuvieran, si no fuese porque este es un debate fundamental
presente y de los próximos años; debate tan fundamental que
condiciona radicalmente el éxito de sus buenas intenciones y también
el éxito de las buenas intenciones que tenemos en conjunto toda la
Comisión de Defensa.

Ha dicho usted que la nueva directiva de defensa tenía un carácter
revolucionario. Tampoco hay que exagerar. Tiene más de continuidad
que de revolucionario. Tiene un carácter muy genérico, más general
que la anterior. Esto tiene sus aspectos positivos y sus aspectos
negativos, pero no creo que podamos calificarlo, más allá de aspectos
literarios o de estética, de revolucionario. En cambio, sí creo que
podríamos darle esta calificación al tema de la revisión estratégica.

El tema de la revisión estratégica tiene un carácter profundamente
más novedoso, y no únicamente porque sea la primera vez en este país
que abordamos una revisión estratégica, sino porque no puede, no
debe, y yo estoy convencido de que no va a ser una revisión puramente
formal, puramente estética, porque los profundos cambios que hemos
vivido en los últimos diez años en la perspectiva general, en las
perspectivas geoestratégicas, en la aplicación de la revolución
tecnológica, etcétera, obligan a hacer este ejercicio de revisión
estratégica.




Ha hablado usted de la comparación y de si había una contraposición
entre libro blanco y revisión estratégica. Yo creo que éste es un
debate, y usted mismo ha acabado diciéndolo, que no tiene sentido. El
libro blanco tuvo importancia -nosotros lo señalamos-, tenía sus
ventajas, pero le faltaba algo más, y la revisión estratégica puede
llenar estos vacíos que tenía el libro blanco. Como señalé en su
momento, en el libro blanco echábamos en falta dos aspectos. En
primer lugar, el libro blanco era una descripción de la situación
actual y de lo que iba a pasar de forma más inmediata, en los
dos siguientes años. Por poner un ejemplo, los programas de material
que se contemplaban eran aquéllos que ya estaban comprometidos y en
marcha y, en cambio, no había una perspectiva más a medio y largo
plazo, como debe tener ineludiblemente una revisión estratégica. En
segundo lugar, por circunstancias más o menos del momento no pudo
tener un debate tan abierto y una participación tan importante como
la que todos habríamos deseado que tuviese. Por tanto, la revisión
estratégica entre otras, debe tener estas dos finalidades: una,
llegar donde no llegó el libro blanco, y donde tampoco tenía por qué
llegar; y, dos, provocar este debate.

Ha hecho usted también referencia a una relación que compartimos y
que creemos importante, que es que el debate social que pueda tener
la revisión estratégica forma parte también de este concepto del que
nos llenamos tanto la boca todos, que es la cultura de defensa. No
puede haber cultura de defensa sin el debate de todos. La defensa es
cuestión no únicamente de los profesionales técnicos o políticos que
nos dedicamos a ello, sino que es cuestión y responsabilidad de todos
los ciudadanos y, por tanto, debe de ser objeto de este debate, en el
Parlamento y fuera de él.

Nosotros, que compartimos plenamente esto, porque creemos que esta es
la vía fundamental para conseguir la cultura de defensa que deseamos
todos para España, ayer mismo hacíamos una aportación que esperamos
que sea aceptada por el Gobierno y bien vista por el Ministerio. Yo
creo que por el Ministerio va a ser totalmente bien vista, y espero
también que sea aceptada por el Gobierno. Ayer nuestro secretario
general hizo la propuesta de abrir un debate a partir de una
comunicación del Gobierno y, teniendo en cuenta que desde el año 1986
no había habido un debate general de política de seguridad y defensa
en el Pleno de este Parlamento, era ya hora de que lo hubiese, y que
el mecanismo mejor era el de los artículos 196 y 197 de nuestro
Reglamento, es decir, que el Gobierno presentara una comunicación,
que se abriese el debate sobre ella, y que hubiese, posteriormente,
la presentación de resoluciones con la voluntad de conseguir el
máximo consenso posible y de trasladar a la sociedad este debate.

Esta iniciativa puede ayudar también al debate de la revisión
estratégica, y como ya hablaremos más delante de ella no me extiendo
más y entro ya en el tema de la revisión estratégica. Creemos que es
importante esta participación, que es importante que el Ministerio
exprese claramente cuál es el papel que cree que el Parlamento debe
jugar, y concretamente la Comisión de Defensa, y que en la misma
pongamos sobre la mesa nuestras exigencias o aquello que exigimos que
el Ministerio tenga en cuenta en cuanto a la participación de esta
Comisión en el debate de la revisión estratégica.

Creo que usted ha hecho una cierta alusión a que la revisión
estratégica tiene un carácter más genérico, incluso más a medio o
largo plazo, y que podemos discutirlo con más tranquilidad e incluso
con más tiempo.




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En parte comparto esta reflexión, pero hay que tener en cuenta que
hay otro elemento que debe compensarlo y que ha sido señalado ya por
algún mando militar. Las conclusiones de la revisión estratégica van
a condicionar el modelo y, por tanto, el tipo de adquisiciones de
material que vayamos a hacer. En consecuencia, en el período en que
realicemos el debate de la revisión estratégica sería arriesgado
tomar ciertas decisiones, porque al final podían ser contradictorias
con las conclusiones de la revisión estratégica. Pero como tampoco
podemos alargar indefinidamente la toma de algunas decisiones, creo
que el Ministerio deberá ajustar el timing del debate y del momento
en que debe aprobarse esta revisión estratégica. Debemos hacerlo con
calma, abiertos, con debate, pero de una forma que no resulte
contradictoria con los pasos posteriores de aplicación de esta
revisión estratégica.

Sabe usted, porque se lo hemos manifestado hace tiempo, nuestra
voluntad abierta de trabajar conjuntamente y hacer nuestras
aportaciones positivas a los trabajos de la revisión estratégica, no
es ninguna novedad, y lo reitero aquí públicamente. Nosotros estamos
trabajando en estos temas, estamos estudiando las revisiones
estratégicas que hacen otros países, o los libros blancos, o los
planes a medio y largo plazo que están realizando. A veces la
distinción entre libros blancos, revisiones estratégicas, planes a
largo término, es difícil de establecer y, por tanto, hay que
tenerlas todas en cuenta. Usted ha hecho referencia a algunas de
ellas. Creo que tenemos que tener en cuenta las que usted ha dicho
y otras que no ha dicho. La revisión estratégica americana va a suponer
un cambio seguramente revolucionario, no sé si totalmente positivo o
va a tener algunos elementos negativos, pero también va a
condicionar, lo queramos o no, el resto de revisiones estratégicas:
el cambio de concepción tradicional desde el final de la Segunda
Guerra Mundial de tener una preparación del ejército abierto a dos
campos de batalla, a dos grandes contendientes; el cambio de tipo de
armamento necesario; el cambio de doctrina, etcétera. Y conociendo a
algunas de las personas que están llevando a término este trabajo
dentro del pentágono, es de esperar que haya incluso sorpresas
importantes, y vuelvo a decir que no todas positivas.

Ha hablado de la revisión estratégica de la defensa británica. Es un
modelo importante del que podemos sacar muchas cosas, sobre todo en
lo que se refiere a la concepción de conjunto, a la concepción de
optimizar, a la concepción de avanzar realmente en la relación entre
las tres Fuerzas Armadas, a la creación de mandos conjuntos para
temas, por ejemplo, de transporte, de helicópteros, de aviación,
etcétera. Vamos a tener que discutirlo y vamos a tener que tomar
decisiones sobre esto, y no siempre serán fáciles. También está la
idea británica también de que los sistemas de armas no hay que
considerarlos sistema por sistema, sino entre conjunto de armas. Por
ejemplo, es instructiva la idea
que contiene de la relación entre aviones tradicionales, aviones no
tripulados, sistema de misiles y la relación con los sistemas de
superioridad táctica en helicópteros. Esta apreciación no únicamente
conjunta entre ejércitos, sino también entre sistemas de armas, es
algo importante de lo que podemos sacar ideas. Los franceses también
están trabajando en ello y una cosa -usted lo conoce- que están
haciendo es lo que ellos llaman el PP-30, que es hacer una
planificación a tres décadas sobre el tema de I+D. Creo que es una
idea significativa e importante, que va en línea con lo que es el
plan director de I+D y, por lo tanto, podemos sacar alguna enseñanza
de ello.

La reforma alemana es complicada, usted lo ha dicho. La comisión
llegó a conclusiones, en algunos casos muy revolucionarios, y hay
dificultades de aplicación. No me extiendo en ello. También podemos
sacar del Libro Blanco holandés una serie de conclusiones
importantes. Usted ha hecho referencia al tema belga, y el holandés
también va en una línea semejante, incluso en algunos aspectos ha
habido coordinación e implementación, unión de unidades entre belgas
y holandeses. Por consiguiente, de aquí podemos sacar algunas
conclusiones. En cuanto a los países nórdicos, usted ha hecho
referencia a Noruega, que están en revisión estratégica, con un plan
a largo término, del que podemos sacar conclusiones. Suecia también
está en ello. Creo que hay un elemento importante de la reflexión
sueca en general, pero sobre todo en el cambio del aire, y es optar
por la calidad sobre la cantidad. Es un elemento. Usted nos ha oído
hacer alguna reflexión sobre este tema en estos últimos días. Es un
debate importante que debemos tener. Australia también está haciendo,
a partir de un libro blanco, una serie de consideraciones sobre
sistemas de armas y sobre prioridades que también nos pueden ayudar.

Y aunque sea en un plan más curioso y más alejado, los japoneses nos
pueden aportar algunos elementos. El mundo japonés es distinto, tiene
un sistema defensivo muy especial, pero algo nos puede aportar. Usted
conocerá el documento que han hecho Info RMA, las técnicas de la
información aplicadas a la revolución en asuntos militares y, aunque
tiene un aspecto muy concreto, sí hay reflexiones sobre prioridades y
sobre aplicación del RMA o RAM en las revisiones estratégicas, los
libros blancos e incluso los planes estratégicos. Por lo tanto,
disponemos de mucho material, de muchas reflexiones. Sabemos que
ustedes trabajan en ello; nosotros también y tienen nuestra
colaboración. Es importante conseguir el máximo trabajo conjunto,
políticamente y de esta Comisión, para llegar a la obtención de una
revisión estratégica que nos convenza a todos, que sea lo que España
necesita y que sea útil para el futuro.

Acabo ya, señor presidente. Usted ha hecho alguna referencia a una
cierta estructura de lo que debería ser la revisión estratégica.

Coincidimos en gran parte. Nosotros pensamos que esta revisión
estratégica debe



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partir de un análisis de la realidad, de unas perspectivas a largo
plazo. En esto tenemos que aprender de los americanos, que nos llevan
gran ventaja en sus sistemas de prospección a largo plazo y esto les
permite un trabajo que optimiza los recursos. Tenemos que aprender de
ellos. A partir de este análisis de la realidad, de los nuevos
riesgos que hay, tenemos que definir nuestro marco de seguridad y
defensa. Este modelo solamente puede entenderse dentro del marco
europeo. A partir de ello, y dentro de este marco, debemos definir
las misiones reales que en los próximos 20 años van a poder realizar
nuestras Fuerzas Armadas y, por lo tanto, a partir de esto -voy
acabando ya, señor presidente- debemos definir el modelo exacto, no
genérico, de Fuerzas Armadas, y esto quiere decir modelo de personal,
con todo lo que implica, modelo de material y modelos de gestión.

También tenemos que hacer consideraciones sobre las implicaciones
sociales de la revisión estratégica, sea en el campo de la cultura,
de la defensa o de la base tecnológica e industrial para la defensa.

Otra cosa importante -y enlazo con lo que empecé- es la viabilidad
del modelo. Esto significa muchas cosas, significa aspectos
culturales, pero también aspectos de tipo financiero. Sin ellos, la
revisión estratégica sería únicamente un papel que nos serviría para
poco. Sé que usted y yo y casi toda esta Comisión compartimos esta
reflexión.

Espero que el trayecto de debate de la revisión estratégica sea
fructífero y positivo. Querría indicarle que nos parece que aún
existe por parte del ministerio una cierta falta de definición de
todas las comisiones que están funcionando, que son muchas, y de cómo
hay que enlazar los resultados. Creo que deberíamos profundizar más
en cómo vamos avanzando en el método porque ello supone una garantía
para conseguir los mejores resultados.

Repito, tiene nuestra mano abierta y, en lo poco que podamos como
oposición, cuenta con nuestra capacidad de trabajo y con nuestras
ideas para conseguir un buen resultado porque nuestras Fuerzas
Armadas lo necesitan y España también necesita esta revisión
estratégica.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Alcaraz, en nombre del
Grupo Parlamentario de Izquierda Unida.




El señor ALCARAZ MASATS: Bienvenido a esta Comisión, señor secretario
general de Política de Defensa. Lo primero que tengo que decirle,
para tranquilizarle, es que yo no coincido con la intervención
anterior en casi nada, excepto en el saludo previo; para
tranquilizarle en el sentido de que la pluralidad sigue existiendo
también en el seno de esta Comisión.

Esta primera comparecencia suya, en la que ha partido de la base de
que está interiorizando esta situación, tiene que ser distendida, tal
y como usted ha pedido que
lo hagamos, incluso a nivel personal. Desde luego, no tendrá usted
queja del curriculum que ha hecho de usted el presidente de la
Comisión. Desde ese punto de vista, voy a intentar trasladarle una
opinión que creo que es bastante amplia en este país. Izquierda Unida
es un grupo pequeño, pero en el nivel de defensa y de lo que opinan
los españoles creo que conectamos con mucha gente, tanto
circunstancialmente como a lo largo del tiempo en una mirada
retrospectiva.

Usted conoce como yo una serie de encuestas que hablan de una
distancia que está aumentando entre el Ejército y la sociedad
española. Ustedes mismos se han quejado de ello; el almirante Balbás
se quejaba de ello no hace mucho. Unas encuestas que dicen que una
parte muy importante de la sociedad española no quiere un aumento de
los gastos militares. Desde la posición de gente que ha sido objetora
o insumisos, desde la posición de gente que no acepta el tema de las
bases, de la OTAN o el tema del escudo antimisiles es desde la que yo
voy a opinar. Una opinión que el señor Marsal decía que prácticamente
no existía. Puede ser minoritaria, pero no marginal en la sociedad
española. En absoluto es marginal, y usted lo sabe como yo si ha
consultado encuestas de todo tipo.

El problema lo empezó a plantear en mayo de 1997 el señor Serra,
aunque no voy a aludir a ministros anteriores porque eran de otro
gobierno. El señor Serra vino a esta Comisión y dijo: vamos a entrar
en el siglo XXI y, por tanto, voy a desarrollar la directiva nacional
de defensa del siglo XXI. Por cierto, las mismas palabras con las que
usted ha comenzado. Seguimos entrando en el siglo XXI. A partir de
ahí no ha dicho usted nada nuevo, ni siquiera de la revisión
estratégica, que pudiera disonar con respecto a lo que ya dijo el
señor Serra. A mí me parece que lo que ustedes presentan en esta
Comisión es la versión de dibujos animados. Ustedes tienen la versión
real: quienes son los enemigos, cuáles son los objetivos, cómo se
combaten, cuándo y con qué aliados. Ustedes dan aquí una versión
absolutamente edulcorada, y yo le voy a hablar con sinceridad de lo
que pienso que ustedes piensan y de lo que opina mi grupo.

En la década de los noventa se produce el diseño de los nuevos
adversarios, que en principio no aparecían. Si cae la dinámica de los
bloques, la tensión constante entre los bloques, ¿dónde están los
enemigos? Es la pregunta que en principio se hace la OTAN sabiendo
que de todas formas quedaban los arsenales nucleares y por eso la
necesidad, cosa que se cuestiona ahora por el señor Bush, no por
Europa ni por Rusia, de la pervivencia del acuerdo ABM de 1972. En
fin, a partir de entonces había que buscar al enemigo y compartirlo
después con los aliados, aunque no tuviésemos objetivamente el mismo
enemigo. En la revisión de la OTAN que se hizo en Washington ya se
habló de los nuevos objetivos reales en torno a los cuales iba a
funcionar la misma. Se habló de las grandes migraciones, de la



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delincuencia y de la droga y poco a poco la OTAN empezó a tener esa
característica de gran policía mundial, característica que sigue
teniendo a pesar de las matizaciones que ha introducido el señor
Bush, superando con mucho la propuesta del escudo antimisiles que el
señor Clinton hizo en principio y que inmediatamente después retiró.

Ahora el señor Bush la ha reeditado a tutiplén.

Aparecen nuevos enemigos. Ha hablado, en el lenguaje específico del
señor Bush, de los países gamberros: Irán, Irak, Corea del Norte. Que
hay que combatirlos y prever su dinámica bélica, poniéndosenos
entonces sobre la mesa la posibilidad del escudo antimisiles, el
proyecto antibalístico de interceptación de misiles. Hay una serie de
enemigos sobre el tapete y a partir de ahí todos los países aliados
empiezan a diseñar qué ejército necesitan y para qué, naturalmente
teniendo en cuenta también el objetivo económico de la gran vivacidad
que tienen que adoptar los complejos militares industriales en este
momento y mucho más a partir de ahora, en que empieza una etapa de
ciclo negativo de la economía. En este orden de cosas, España está
regulando, de cara al 2003, multiplicar por dos los gastos militares,
incluyendo las partidas correspondientes no sólo al Ministerio de
Defensa, sino al resto de los ministerios. Hemos oído incluso al
señor Trillo hablar de la necesidad de buscar dinero como sea,
llegando a inventar fórmulas imaginativas, muchas de las cuales a
veces parece que proceden de Shakespeare. Hay que buscar dinero para
sufragar las fragatas, los aviones y el armamento, todo lo cual puede
llegar a costar hasta dos billones de pesetas. Incluso se ha pensado
en la posibilidad de crear una empresa que después alquile las armas
al ejército español, así como otra serie de detalles pintorescos a
los que no voy a aludir, puesto que romperían un poco el perfil de mi
intervención. Tan sólo mencionaré el tema de los misiles de cara a
defender Ceuta.

Desde ese punto de vista, la revisión estratégica de la que usted nos
habla ya no vale, ni la directiva nacional, excepto los conceptos
generales, entre otras cosas porque ustedes ya tienen que estar
pensando en la plataforma que van a llevar los radares de cara al
escudo antimisiles. Hoy hemos conocido, por los medios de
comunicación, que en las entrevistas que en mayo mantuvieron ustedes,
representantes de Defensa y de Exteriores, en Washington, ya se habló
de la posibilidad de instalar los radares que van a servir de guía a
la interceptación de misiles en las fragatas F-100, fragatas que,
situándose estratégicamente a una distancia adecuada con respecto a
los países gamberros, detectarían el misil que hay que interceptar
desde la plataforma correspondiente, que no sabemos en qué lugar se
instalaría, aunque parece ser que en Noruega o en Dinamarca y no
sabemos si cerca de Rota y Morón, aunque esto usted no me lo va a
decir ahora. Sí nos dijo el señor ministro, creo que quiso decir, que
afectaría a Noruega
o a Dinamarca, en cuyo caso a nosotros no nos afectaría, aunque sí
nos afecta la plataforma de radares, aunque fuesen radares ambulantes
a bordo de las fragatas F-100. Por tanto, esa revisión estratégica no
está teniendo en cuenta los últimos pasos que se están dando,
empezando por el más grande, que es la asunción del escudo
antimisiles.

A raíz de aquí, yo le querría comentar que nosotros tampoco estuvimos
de acuerdo con el diseño que hicieron de ejército profesional, como
usted conocerá. Es un diseño sobredimensionado en el marco concreto
de la estrategia real que necesita España, una estrategia modesta, no
a la ofensiva, sino a la defensiva, y teniendo en cuenta nuestros
potenciales enemigos, los reales, siempre hemos hablado del norte de
África y en este momento poco más. Los españoles no creen que estemos
en ninguna situación de inseguridad, en absoluto, no piensan en una
especie de guerra de misiles. No hay inseguridad en el ánimo de los
españoles y como consecuencia de ello puede que tampoco haya
conciencia de política de defensa. Ustedes dicen, ¿por qué no hay
conciencia patriótica de política de defensa? Porque nadie se siente
inseguro en estos momentos y, consecuentemente, nadie piensa que haya
que gastar un dineral en estas cuestiones, máxime con 7 millones de
pobres.

Nosotros no estuvimos de acuerdo con esa dimensión que se dio al
ejército profesional y los datos nos están dando la razón. Andando el
tiempo podemos comprobar que, junto a las condiciones internas en el
sentido de que se les paga poco y no se les prepara, no se cumplen
las expectativas que se habían creado de cara a la preparación de los
jóvenes y ocurre lo que está ocurriendo. Y no voy a aludir a los
inmigrantes ni cosas por el estilo. Se están tomando medidas, medidas
con las que nosotros en principio tampoco estamos de acuerdo. La
creación de Aismide, esa especie de lobby que va a funcionar y que
después, cuando terminen su contrato, los soldados profesionales, se
podrán colocar hasta 1870 vigilantes jurados, dándoles una salida de
empleo fijo a partir de la finalización del contrato profesional. No
nos extraña que, en este orden de cosas, el señor delegado del
Gobierno en Madrid, señor Ansuátegui, recomiende a las urbanizaciones
que contraten vigilancia privada, cuando es un problema de las
Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado. (El señor Atencia Robledo
pronuncia palabras que no se perciben.) El concepto de fondo tampoco
lo compartimos y voy a aludir a él brevemente, señor presidente. Ya
veo que el señor Atencia se pone nervioso excesivamente. (El señor
Atencia Robledo: No está el ministro del Interior aquí.) Pero está un
representante. Nosotros pedimos la comparencia del ministro de
Defensa.




El señor PRESIDENTE: Prohíbo que haya diálogo entre SS.SS.




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El señor ALCARAZ MASATS: Es que el señor diputado no está enterado de
que se van a colocar los soldados a través del Ministerio del
Interior y yo le informo para que lo sepa a partir de ahora.




El señor PRESIDENTE: En cualquier caso, le llamo a la cuestión,
porque esto nos puede llevar a otros temas que no están programados.




El señor ALCARAZ MASATS: Señor presidente, yo puedo argumentar como
crea oportuno.




El señor PRESIDENTE: Pero no haga de eso una cuestión fundamental.

Argumentos adicionales.




El señor ALCARAZ MASATS: No es que desde los bancos se quiera dirigir
a la Presidencia, que siempre ha tenido como un honor ser
profundamente independiente.




El señor PRESIDENTE: Señor Alcaraz, prosiga, pero cíñase a la
cuestión.




El señor ALCARAZ MASATS: No se pongan nerviosos, SS.SS. Voy a
terminar.

Con respecto al concepto básico, y voy a terminar hablando de
filosofía, tampoco podemos estar de acuerdo. Usted sabe que desde los
años ochenta se viene hablando de la necesidad de desmilitarizar el
concepto de seguridad. En esa matriz nos incardinamos nosotros, y esa
matriz es mayoritaria en la ONU, hablando de la necesidad de un
concepto de seguridad compartida, que ha sido hegemónico en los
ochenta y en los primeros años de los noventa. A partir de entonces
nosotros también asumimos las teorías sobre la seguridad humana o
sobre la seguridad democrática. Nosotros partimos de ahí. Ustedes
parten de otra matriz, que es la que de una forma o de otra ha
explicado el señor Bush en su visita. Nosotros creemos que el nuevo
concepto de seguridad democrática debe perseguir que ningún país se
sienta seguro frente a un tercer país, sino que la seguridad sea para
todos y que consigamos un equilibrio. Por tanto, la matriz es
diferente, por eso no coincidimos en estas cosas y desde luego no
coincidimos en los objetivos ni en los medios que ustedes están
instrumentando de cara a estos objetivos. Muchos de ellos no son
objetivos españoles y lo malo es que tampoco son objetivos europeos.

Europa está diseñando su modelo y España va por delante y en contra
de ese modelo en muchas ocasiones fragilizando las posiciones de
Europa, como es el caso último del escudo antimisiles.

Dos o tres temas, señor secretario general. Usted ha dicho una cosa
que nosotros hemos mantenido aquí de manera recurrente y es que el
libro blanco no se debatió. No se debatió. Es más, en función del
secretismo -cosas que ustedes tienen por secretas se conocen
perfectamente, sean de España, de Libia o de Irak, leyendo las
revistas especializadas-, apenas se discute nada
real, de las cosas que hay que discutir, para superar ese divorcio,
ese hiato, entre la sociedad española y el ejército, para que todo
sea participado y conseguir efectivamente algo de cuya carencia usted
se quejaba y nosotros nos hemos quejado siempre, una política mucho
más participada, muchísimo más. Lo hemos dicho en el momento del
libro blanco y lo seguimos diciendo con respecto a estos dos temas,
que realmente hoy no vamos a debatir; estamos debatiendo, por así
decirlo, la solapa del libro, no estamos llegando al fondo -por unas
razones o por otras, que yo no voy a criticar aquí-, no estamos
llegando a un debate real de esta situación. Espero que el debate que
ha propuesto el PSOE metiéndolo en Registro hoy mismo nos permita
debatir a todos, en el Pleno del Congreso, sobre estas cosas que
ustedes reclaman para hacer una defensa mucho más participada, con
los matices que haya y las pluralidades que existan de cara al
próximo futuro.

Termino, señor presidente. Nosotros creemos que hay que celebrar este
debate. Ya conoce nuestra posición, que se la he dado a vuelapluma y
con el talante que usted pedía, distendido pero claro. Hay que
celebrar este debate para que las posiciones queden claras. En el
debate de ayer no quedó nada claro dónde está cada uno de los
partidos fundamentales y nosotros queremos conocerlo. Nuestra
posición sí está clara, absolutamente clara. Ahora, la única imagen
que hay de la posición de defensa de España es un poco, como diría el
poeta, la que dio el señor Piqué, la del balancín de síes en el
rostro. No conocemos otra posición más clara, no se dio ayer en el
debate; en el debate de la interpelación respecto al escudo de
misiles no se nos aclaró nada porque después lo matizó y lo
contradijo el señor Aznar. Por tanto, esperemos que se realice este
debate para aclarar entre todos cuál es la revisión estratégica que
corresponde hoy, en este momento, después de las últimas aportaciones
que se han hecho, después de la petición de un presidente de que
Europa asuma el escudo antimisiles.

Muchas gracias, señor presidente, y perdone si en algún momento he
hecho analogías que no correspondían; yo creo que sí, porque el
Congreso es siempre la sede de la analogía general y universal.




El señor PRESIDENTE: Señor Alcaraz, ya sabe que el presidente es
tolerante y admite desvíos de la cuestión; si se utiliza como un
recurso dialéctico, bienvenido sea, y así lo he demostrado. ¿Grupos
que quieren intervenir para fijar la posición? Por el Grupo de
Coalición Canaria, tiene la palabra don Luis Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor presidente, quiero poner mi palabra
cordial y afectuosa de bienvenida al secretario general de Política
de Defensa, nuestro ya amigo y conocido en sus avatares diplomáticos,
embajador en Grecia, el señor Jiménez-Ugarte, a



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quien deseo, con el mejor sentimiento de solidaridad y colaboración,
suerte en la responsabilidad que le ha encomendado el Gobierno y el
ministro señor TrilloFigueroa en la política de defensa, tema que
Coalición Canaria considera fundamentalmente de Estado como parte
ultraperiférica -en la terminología de la Unión Europea- del
territorio español, siendo la parte más meridional de España y en la
frontera sur -que también la OTAN tiene como límite inferior
atlántico- y estando a 100 kilómetros del continente africano la más
oriental de las islas de nuestro Archipiélago. Esto hace obvio que
sea mayor la importancia que se da por mi formación política y por la
opinión pública canaria a los temas de defensa y de seguridad en
aquel área.

Voy a ser breve. Como bien ha dicho, señor Jiménez- Ugarte, las
directivas de defensa nacional están condicionadas, y han venido
estando condicionadas como sabemos los que seguimos su evolución
desde hace muchos años, con distintos gobiernos españolespor el
escenario y las circunstancias internacionales de nuestro entorno más
o menos lejano, bien entorno europeo, bien entorno africano, bien
entorno atlántico, en términos generales. Ésa es una realidad. Esta
realidad es la que me lleva a la primera de las reflexiones, señor
Jiménez-Ugarte, porque quiero que toda mi intervención siga una línea
en los aspectos de reflexión o críticos, aunque siempre de plena
cooperación ante un problema, vuelvo a decir, de Estado para mi
agrupación y para este diputado que les habla. ¿Qué ha ocurrido con
las directivas de defensa nacional? Se han producido dos importantes
inflexiones. La primera, que las condiciona. Porque su primitivo
carácter, cuando España definía en relación con su entorno el
análisis de los riesgos y amenazas potenciales, hoy, por nuestros
compromisos internacionales, ese diseño de la directiva se ha
desbordado. Y, al sacar la directiva de este escenario puramente
español, tenemos que anotar la inflexión que produce la cumbre de
Washington de la OTAN al definir una serie de actuaciones OTAN fuera
de área de las cuestiones que se derivan también de los acuerdos
Petersberg y de lo que va a ser el compromiso con los riesgos y
amenazas extra zona de la OTAN. Y ahí tenemos el caso de Yugoslavia o
los casos del Magreb.

La segunda gran inflexión se ha producido, señor secretario general,
con la cumbre de la Unión Europea de Feira, en Portugal, hace
justamente un año. Mi primera pregunta es la siguiente. ¿Qué grado de
influencia ha tenido o van a tener los acuerdos del Consejo de la
Unión Europea que se adoptaron el 19 y 20 de junio del pasado año
2000 en Santa María da Feira, en Portugal? La Unión Europea ya busca
ahí un protagonismo y un compromiso de tener una estructura militar y
civil para la solución de crisis que se puedan presentar, que
afectarán al cumplimiento de misiones Petersberg y que van a afectar
a un replanteamiento de misiones operativas, combinadas y conjuntas
de las fuerzas de la Unión
Europea, que van a tener que dotar de 60.000 hombres. Ya hablaremos
de ello después, en la otra comparecencia, no quiero ahora hablar
sobre las fuerzas de proyección. Internamente, el comité de crisis, y
sobre todo la figura que se crea en Feira del órgano militar
provisional, ¿está condicionando la directiva de defensa nacional?
Porque yo entiendo que debe haber alguna influencia no solamente por
la primera inflexión que tiene que producir la cumbre de Washington
de la OTAN y los compromisos que genera, sino, sobre todo, porque el
escenario donde se toman los acuerdos de la Unión -en Feira- es
puramente europeo y después se acaban de repasar en la complicadísima
y apretada agenda, por otras razones, de la cumbre que acaba de tener
lugar en Gotemburgo, en Suecia, donde los jefes de Gobierno y de
Estado han hecho un levísimo repaso. Tengo el documento remitido, de
las conclusiones de la Presidencia del Consejo Europeo de Gotemburgo.

En la línea de cooperación para la paz y la seguridad, en la política
europea común de seguridad y defensa, se habla, en primer lugar, de
una cuestión que me preocupa y por ello le formulo la siguiente
pregunta al señor secretario general de Política de Defensa. Se dice
que se han fijado objetivos concretos para los aspectos civiles de la
gestión de crisis que deberán cumplirse o haberse cumplido antes del
año 2003 mediante contribuciones voluntarias. ¿Cuál es la
contribución voluntaria -si es que la tiene España decidida- que
pueda incluirse en la directiva de defensa nacional?
De las conclusiones en la Presidencia de Gotemburgo, su conclusión 49
-y leo textualmente- dice lo siguiente. Es necesario llegar a un
rápido acuerdo sobre las disposiciones que permitirán a la Unión
Europea tener acceso a los medios y capacidades de la OTAN. Con la
directiva de defensa nacional que se plantea, ¿hay alguna
posibilidad, señor Jiménez-Ugarte, de tener acceso a los medios y
capacidades de la OTAN para reforzar esta directiva de defensa
nacional o qué compromiso puede haber al respecto? Si es posible, me
gustaría comentarlo. Porque, aunque lo han tratado sólo con
epígrafes, debe existir algún compromiso. Porque ya en Feira se dijo
que el órgano militar provisional tendría, a nivel de cada Estado -en
este caso hablamos de España- la posibilidad de hacer ofertas
iniciales de contribuciones nacionales al objetivo general. Y ahora
yo pregunto, ¿en esas ofertas iniciales de contribuciones nacionales
al objetivo general del órgano militar provisional que va a tener la
Unión Europea, que se está formando, hay alguna relación que tenga
que ver con la directiva de defensa nacional? Porque esta directiva
nacional no solamente se extiende a riesgos y amenazas, digamos,
domésticas, españolas, de su inmediatez. Esto, desde Canarias, se
percibe con tanta singularidad que tiene su toponimia propia, porque
nuestras preocupaciones no están a centenares o miles de kilómetros,
sino a 100 kilómetros de distancia, en países del Magreb, que pueden
tener una determinada



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inestabilidad y que puede afectar, por ejemplo, al archipiélago
canario. Cualquier circunstancia que se genere, por ejemplo, en
relación con una de las dos partes obligadas por los acuerdos de
Naciones Unidas a celebrar un referéndum de autodeterminación en el
Sahara Occidental, si hay confrontación militar, como ha anunciado
que es posible el llamado presidente de la RAS y secretario del
Polisario, si hay un enfrentamiento con las fuerzas marroquíes, ese
escenario bélico está ahí, está a 100 kilómetros de Canarias y,
entonces, mi agrupación entiende que la directiva de defensa nacional
debería tener alguna consideración de esta parte del escenario. No
hay sensibilidad de opinión pública de escenarios, de conflictos que
puedan ocurrir al fondo del Mediterráneo, en el Mediterráneo
oriental, y usted ha conocido muy bien, por su experiencia en Grecia,
los posibles escenarios que pude haber ahí de confrontación con
países de ese entorno, que quedan muy lejos de nuestras
preocupaciones pero que, por el extremo occidental, por el Magreb
occidental, Marruecos, Mauritania, Argelia, están en esa
sensibilidad.

No le quiero comprometer aquí, señor secretario, en un tema tan
complicado, pero sí le hago con esta reflexión, más que una pregunta,
una petición: que en el nuevo diseño de una directiva de defensa
nacional, la que llamaríamos 2001 ó 2002 -el año que sea-, consideren
el escenario de este extremo occidental, consideren a Canarias y la
proximidad de áreas de previsión de conflicto, porque, en el análisis
de riesgos y amenazas, la geografía canta y el espacio geoestratégico
de Canarias canta por sí solo. Y prueba de ello es que hay unos
problemas que se podían haber resuelto por la vía de un diálogo
discreto y racional entre el Ministerio de Defensa y las autoridades
canarias para reactivar la construcción de un radar en la isla de El
Hierro, en Malpaso, y se han puesto las cosas difíciles por rechazo
de una opinión pública. Mi grupo se quiere ofrecer en este momento al
Ministerio, a través de usted, señor Ugarte, para ser un lugar de
encuentro para muchas cuestiones que, bien habladas entre las
autoridades militares y civiles, pueden llevar a la solución de los
supremos intereses de la defensa nacional y no complicarse con
torpezas que, por ejemplo, han llevado a cuestionar, para justificar
un radar militar, a decir que se necesita para la navegación
comercial, lo cual, en una zona que vive del turismo, es decir a la
competencia que el espacio aéreo comercial de Canarias es inseguro
porque no tiene una red de radar completa. Y la realidad es que los
radares militares son totalmente independientes de los radares de
Aena, de los radares civiles que se emplean en la aviación comercial.

Y una comunidad autónoma que recibe al cabo del año 11 millones de
turistas, fundamentalmente del espacio europeo, por vía aérea,
necesita tener este aspecto totalmente claro. Ésta es una reflexión y
una petición que yo le hago, señor secretario: brindar lugares de
diálogo y de encuentro para solucionar estos problemas que no
pueden solucionarse por un ordeno y mando y aparecer en los
periódicos la noticia, aparte de lo que decía antes de que en la
directiva de defensa nacional próxima se tengan en cuenta estos
aspectos parciales, donde nosotros, sí le quiero dejar bien claro,
señor Ugarte, suscribimos plenamente los acuerdos de Santa María da
Feira, de Portugal, de la Unión Europea; que estemos insertos en ese
espacio y en ese mundo, fundamentalmente porque nos vemos afectados.

Le recuerdo únicamente que cuando el señor presidente del Gobierno
planteó, en la anterior legislatura, la integración de España en la
estructura militar de la OTAN, mi grupo se abstuvo, pero por una
razón de dependencia geoestratégica. La vocación europea y los
compromisos de Canarias como parte indiscutible y constitucional de
España exigían una integración en los sistemas europeos, y la
integración en la estructura militar de la OTAN planteaba que
Canarias iba a ser la única parte del territorio español que no iba a
depender del mando europeo OTAN, sino que iba a depender del mando
Saclant, porque estábamos en el Atlántico y es una zona geográfica
que el comandante supremo aliado en Norfolk, Virginia, recaba para
sí, y además con un submando portugués, en Oeiras, lo que soliviantó
a la opinión pública e incluso a la discreta y disciplinada opinión
militar de esa dependencia.

Con esto quiero ir terminando, señor secretario general de Política
de Defensa, porque mi grupo suscribe y comparte estas cuestiones, en
las que quisiéramos que predominara la claridad. Nos gustaría tener
un debate de Estado complementario para que los acuerdos que se
derivan del Consejo de la Unión Europea se tengan en cuenta e
impregnen las directivas de defensa nacional, porque suponen no sólo
compartir entre nosotros riesgos y amenazas, sino compartirlas
solidariamente, en primera instancia, con la Unión Europea y, en
segunda instancia, con la Organización del Tratado del Atlántico
Norte. Las demás cuestiones que puedan derivarse de la directiva de
defensa nacional, como el Plan estratégico conjunto y las dotaciones,
las dejaremos para otro debate, porque entiendo que no es éste el
lugar ni tengo tiempo para referirme a ellas. Por lo demás, quiero
mostrar nuestra línea de plena cooperación y apoyo a la política del
Gobierno en el área de la defensa.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la
palabra su portavoz, don Manuel Atencia.




El señor ATENCIA ROBLEDO: En primer lugar, quiero pedir disculpas al
presidente, al compareciente y a los compañeros de la Comisión por
haberme incorporado con la sesión empezada, con lo que sólo he podido
oír parte de la intervención del secretario general de Política de
Defensa. Estaba interviniendo en otra Comisión y ha sido difícil
encajarlo, aunque he contado



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con la colaboración de mi compañero Andrés Ayala para ilustrarme
sobre la primera parte de la intervención del secretario general de
Política de Defensa.

En nombre del Grupo Parlamentario Popular, quiero también darle la
bienvenida a esta Comisión a don Javier Jiménez-Ugarte, deseando que
esta comparecencia, que además se produce a petición propia, a la que
se han acumulado las iniciativas de otros grupos, sea el fruto de una
labor de debate y también de control; control al que este grupo va a
renunciar porque respalda al Gobierno, pero control que le
corresponde al Parlamento y que ejercerá el resto de los grupos. Esta
comparecencia, teniendo en cuenta las importantes competencias que la
Secretaría viene desempeñando desde el pasado mes de febrero, será de
mucho interés para esta Cámara porque, sin duda, éste es el lugar
donde se residencian estos debates.

Antes de entrar en el objeto específico de la comparecencia, yo
quisiera hacer una valoración sobre la importancia que ha tenido la
reforma de la estructura orgánica del Ministerio de Defensa, con la
creación de la Secretaría General de Política de Defensa, que es la
tercera base (el ministro la llamó tercera pata) del Ministerio,
junto a la Secretaría de Estado y a la Subsecretaría. Con la creación
de la Secretaría General de Política de Defensa se afrontan objetivos
que están en plena coherencia con lo que el ministro de Defensa
señaló en su primera comparecencia ante esta Comisión el 6 de junio
del año 2000. Se cifraban, fundamentalmente, en una obsesión por la
cultura de defensa, por promover y avanzar en lo que es la conciencia
en cultura de defensa y en lo que significa tener instrumentos para
potenciar la proyección internacional de España y la colaboración con
los aliados, que son competencias que directamente se le han
encomendado a la Secretaría General que don Javier Jiménez-Ugarte
desempeña. A partir de ahí, creo que debemos centrarnos -y así lo voy
a hacer- en el objeto de la comparecencia. Otros portavoces, con la
venia del presidente, han hecho alguna breve valoración sobre algunas
cuestiones, pero me parece que debemos centrarnos en lo que es la
Directiva de defensa nacional 1/2000 y la revisión estratégica, que
son los dos asuntos a los que se refiere la solicitud de
comparecencia del Grupo Socialista; la del Grupo de Izquierda Unida
sólo se refiere a la directiva de defensa nacional. Creo que la
Directiva de defensa nacional 1/2000 -así lo entendemos en el Grupo
Popular-, del Gobierno se enmarca en el momento político del inicio
de legislatura, la VII legislatura -y como tal se señala en la
misma-, y después de haberse alcanzado la mayoría de los objetivos
que la directiva del año 1996 se trazó. Sin duda, la directiva del
año 1996 significó una transición, por la transformación del
escenario estratégico en general, la plena incorporación de España a
los organismos internacionales de seguridad y defensa y la propia
transformación de nuestras Fuerzas Armadas para asumir nuevas
misiones por encima del estrecho marco constitucional que se
establece y, además, por la puesta en marcha del nuevo modelo de
Fuerzas Armadas que tiene su origen -y después me referiré a ello- en
el dictamen de la Comisión Mixta Congreso-Senado, que tenía como
objetivo -y lo ha señalado usted en su intervención- la
profesionalización, pero que después fue mucho más allá, después se
habló de modernización, racionalización, y del papel estratégico de
España en el escenario europeo y en el escenario mundial y dentro de
los compromisos que tenemos asumidos.

En ese sentido nos parece que la Directiva de defensa nacional centra
perfectamente lo que es el trabajo de esta legislatura en lo que es
el ámbito de la política de seguridad y defensa desde España y con la
visión del marco en el que nos encontramos. Esta Directiva de defensa
nacional, como no podía ser de otra forma, parte del discurso de
investidura del presidente del Gobierno -y lo ha señalado el
secretario general en su intervención- en abril de 2000 y de la
intervención, ya con mayor concreción, del ministro de Defensa el 6
de junio de 2000 en la Comisión de esta Cámara, en la que como
discurso programático, abordó la elaboración y aprobación de una
nueva directiva de defensa nacional.

Los objetivos de la Directiva de defensa nacional han sido señalados
ya por el secretario general, pero desde el Grupo Popular queremos
destacar especialmente que los objetivos están en absoluta sintonía
con lo que son los grandes objetivos del Gobierno y del papel que
España desempeña en este momento. De ahí que la garantía de la
seguridad y defensa de España y de los españoles, en el marco de la
seguridad compartida y de la defensa colectiva con nuestros aliados,
sin duda es un primer objetivo fundamental que ha sido destacado. En
segundo lugar, la contribución de España tanto a las misiones de
ayuda humanitaria como a las operaciones de paz y a las de gestión de
crisis, que se realizan en el marco de las organizaciones
internacionales, europeas y de otros ámbitos, a las que España
pertenece, sin duda son el segundo pilar. En tercer lugar, se vuelve
a incidir en algo que como las dos anteriores son básicas de las
competencias del secretario general de Política de Defensa, que es el
fomento de la conciencia de defensa nacional en la sociedad española
a través de la cultura de defensa, pero sin duda tendremos ocasión
más delante de poder hablar profundamente de ello.

Nos parece que la cuestión capital e inmediata que en este momento
acomete su secretaría general es la revisión estratégica. En el
propio acto de toma de posesión de don Javier Jiménez-Ugarte, el
ministro de Defensa, Trillo-Figueroa, destacó que el principal reto,
el más inmediato, de la Secretaría General sería la revisión
estratégica de la defensa, que es una demanda expuesta en la propia
Directiva de defensa nacional sobre la que estamos debatiendo, y que
deberá determinar, como SS.SS. saben, las capacidades militares



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necesarias a largo plazo, pero de acuerdo con la exigencia de las
organizaciones colectivas de defensa y en el actual escenario
estratégico.

Desde el Grupo Popular nos queremos felicitar por que esta revisión
estratégica se ha planteado tanto en contenido como en forma. La
propia claridad con la que ha hablado el secretario general de
Política de Defensa debe ser destacada. Hay un antecedente a la
revisión estratégica, que es el dictamen de la Comisión Mixta
Congreso-Senado. Ya lo dije antes, sin duda es un antecedente de
enorme relevancia y creemos que es bueno destacarlo desde las Cortes
Generales, así como agradecerlo, porque también ha efectuado un
reconocimiento de ello el secretario general. Pero también el Libro
Blanco de la defensa es un antecedente interesante e importante para
el debate. Desde el Grupo Popular compartimos lo que han dicho
algunos portavoces, así como también en su intervención el secretario
general de Política de Defensa, de que probablemente hubiese sido más
adecuado que se hubiese debatido en esta Cámara. Desde el grupo que
respalda al Gobierno no tenemos ningún complejo en decirlo. Es un
documento importante que profundiza en gran parte de las cuestiones
que en la revisión estratégica deben llevarse a cabo y, por tanto, es
un elemento muy interesante para el debate, que se seguirá o no, ya
lo ha dicho usted, pero que es algo muy significativo. Sobre todo,
desde el Grupo Popular lo que destacamos principalmente es la
coincidencia en los objetivos y absoluto respaldo en las formas.

La voluntad de hacer un debate abierto lo ha dicho el ministro y lo
ha ratificado usted hoy, para que la revisión estratégica tenga el
mayor respaldo político y social, requiere actuar en la línea que S.

S. acaba de señalar. En ese sentido, nos parece que este tipo de
procedimiento abierto, que además se hace compatible con el
enriquecimiento de las reformas que estén previstas en otros ámbitos
del propio Ministerio y de la política de defensa, es la política
coherente que un Gobierno responsable debe llevar a cabo. Además ese
procedimiento abierto, que a partir del mes de otoño tiene
determinados hitos, después tendrá la propia participación del
Parlamento. Desde el Grupo Parlamentario Popular queremos destacar
que la participación del Parlamento no se limitará al control que
legítimamente los diputados individualmente o los grupos
parlamentarios podamos realizar, en conjunto la Cámara, sino que
especialmente destaco de su intervención la referencia a que no sólo
estaba S.S. dispuesta a informar sino a intercambiar criterios
políticos, sino a buscar, lo que debe ser un objetivo que desde el
Grupo Popular destacamos, el máximo consenso posible sobre la
política de defensa y seguridad en esta importante revisión
estratégica. No vería en mis palabras demasiada interpretación a las
palabras del portavoz del principal grupo de la oposición, que sin
ninguna duda con los mimbres que ya tiene y la ambición que le haga
esa afrenta, será
revolucionaria en el mejor sentido de la palabra; ambiciosa
y realista. Por eso nos parece que sobre este asunto podemos compartir
muchos criterios entre todos los grupos. En esa revisión estratégica
este grupo está en la posición del respaldo al Gobierno, disposición
a colaborar en lo que como grupo parlamentario nos corresponde
y dentro del ámbito leal de colaboración con el resto de los grupos
parlamentarios en esta Cámara.

Me gustaría, señor presidente, antes de terminar, hacer algún
comentario. El debate que aquí nos ha ocupado en este punto concreto
de la comparecencia, entendía yo que era la Directiva de defensa
nacional y la revisión estratégica, y sin duda algunas intervenciones
se han ceñido a ello. Pero resulta sorprendente, es una reflexión en
voz alta, no nos oye nadie, que la llamada izquierda de este país,
que por cierto fue en coalición a las últimas elecciones con un
resultado brillante, si oye uno los discursos en el día de hoy o de
ayer, cuando se debatieron temas de política exterior en el ámbito
europeo, y después hubo alguna iniciativa de control en el ámbito ya
más referido a la política de seguridad y defensa, en el ámbito
euroatlántico, nos encontramos que, algunos recurren a un totum
revolutum, como si estuviéramos haciendo el debate sobre el estado de
la defensa nacional y el ámbito de seguridad y defensa donde ser
abordan todos los aspectos y no circunscritos a lo que era el
objetivo de la comparecencia, donde por cierto no sé si se hace por
eso, si es por el discurso manido que se tiene o porque es mejor
tapar con este discurso la realidad.

Yo quiero afirmar, no me estoy refiriendo a nadie, que en el Grupo
Popular entendemos que hablar del siglo XXI, y de la revisión
estratégica en el siglo XXI y de la política de defensa y seguridad
de España en el ámbito del siglo XXI, y apostar por el futuro y el
avance del siglo XXI en esta política, es mejor que estar anclado no
sé si en el primer cuarto, en el segundo cuarto o en alguna
reminiscencia del pasado siglo. Allá cada uno con sus problemas, pero
en cualquier caso nosotros estamos donde estamos y a este país y a
los que respaldamos las políticas en este país nos va como nos va.

Sin embargo, en el ámbito de la propia izquierda, después del debate
de los que se sitúan a la izquierda, nos encontramos con que se hacen
propuestas, y aquí como se hace una propuesta sobre ello por parte
del señor Marsal no voy a dejar de hacer algún comentario.




Está bien que los debates de política y seguridad de defensa se
produzcan. Es curioso, desde el año 1986 no se ha celebrado en esta
Cámara ninguno. Algunos gobernaron muchos años y no lo celebraron.

Curiosamente, en el año 1986, ¿por qué se celebraron esos debates?
Porque algunos dijeron: De entrada, no, a una organización y después
fueron a ella de cabeza cuando ganaron las elecciones. Cada cual es
muy libre de hacerlo, y después se hacen los debates como
consecuencia del cambio. (Rumores.) Desde entonces no se



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han celebrado grandes debates porque siempre la política de seguridad
y defensa se ha llevado con un gran consenso entre las principales
fuerzas parlamentarias. Yo espero y deseo -de la intervención del
señor Marsal en el día de hoy se deduce- que eso siga siendo una
tónica, pero -lo digo en este ámbito, donde hablo en voz alta y nadie
nos escucha- me preocupan algunos síntomas que se perciben por ahí
sobre que parece que eso ya se quiere rectificar, y en el todo vale y
a la hora de señalar ámbitos de confrontación política, parece que no
sólo se quiere incluir el ámbito de la política exterior española
simplificada en lo que tradicionalmente se dedicaba a ello, sino que
se quiere ampliar a todos los ámbitos de la política de seguridad y
defensa, bien fuera de nuestras fronteras o dentro de ellas. A mi me
gustaría que simplemente fuera una impresión que torpemente se me ha
pasado por mi cabeza y no correspondiera a nada. (Rumores.) En
cualquier caso, al Grupo Popular le parece que deben ser asuntos de
Estado, que con debate o sin debate deben llevarse con ese consenso
que siempre el Gobierno del Partido Popular y el Partido Popular han
practicado cuando era oposición y cuando gobernamos desde el año
1996, y que el Partido Socialista espero que mantenga. En cualquier
caso, el que renuncie a plantear políticas de Estado sobre esto y lo
lleve al ámbito de la confrontación política, es evidente que estará
renunciando a su papel de alternativa de Gobierno, aunque sea lejana;
pero el que es alternativa tiene que jugar como partido de
alternativa de Gobierno.

Señor presidente, simplemente -y gracias por su benevolencia-
quisiera reiterar la disposición del Grupo Parlamentario Popular a
debatir sobre las cuestiones que S.S. ha planteado en esta
intervención. Quiero mostrar el respaldo a las líneas fundamentales
de la política de la Directiva de defensa nacional que para esta
legislatura ha dictado el presidente del Gobierno, como no podía ser
de otra forma, y especialmente quiero agradecer de nuevo su
intervención, felicitarle por sus brillantes palabras, y decirle,
señor Jiménez-Ugarte, que su currículum personal, profesional y las
responsabilidades que ha tenido son precisamente un aval para
desempeñar las funciones que el Gobierno y el ministro de Defensa le
han encomendado. (El señor Marsal Muntalá pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Es natural que en el turno de fijación de
posiciones, porque si no estaríamos en una pompa de jabón, haya
alusiones, reflexiones. El señor Marsal sabe que el presidente es muy
tolerante, muy abierto, pero no admite que haya este debate
contradictorio entre los grupos, además que sería una falta de
respeto también incluso hacia el compareciente. El compareciente es
el que tiene que dar respuesta y solo él.

Tiene la palabra el señor Jiménez-Ugarte.

El señor SECRETARIO GENERAL DE POLÍTICA DE DEFENSA (Jiménez-Ugarte
Hernández): Primero, aunque me queda poco tiempo, quizá porque es
tarde y queda la segunda comparecencia, intentaré ser muy breve. De
todas formas no lamento que me quede poco tiempo. El debate para mí
ha tenido un interés mayor que quizás para otras personas que están
más acostumbradas a ellos y reconozco que es enormemente útil.

Atendiendo el deseo del presidente, que sin duda quiere que
terminemos a tiempo, voy a intentar ser muy concreto, y quizás voy a
empezar con una declaración también personal. ¿Desde qué punto de
vista voy a contestar? Voy a contestar todas las preguntas, y no lo
oculto, como una persona que colabora con el Ministerio de Defensa
con total fidelidad en el momento actual a la línea del Ministerio de
Defensa y, en concreto, a la línea de quien lo encarna, el ministro
Trillo-Figueroa; cosa que espero que los parlamentarios presentes no
sólo acepten y reconozcan, sino que se valoren porque es el papel que
me corresponde. Ayer leía en el semanario El Siglo algo que no me
ofendió sino que me halagó, me definían que era un colaborador del
ministro que se caracterizaba por su fidelidad al ministro, de la que
dejo constancia. Antes de contestar les diré que no voy a responder
como parlamentario, no voy a hacer ningún debate. Ha habido
brillantes intervenciones parlamentarias, pero yo no soy
parlamentario, por tanto intentaré ser práctico. También decía ese
artículo de El Siglo que era una persona con una independencia
pública, en el sentido de que no pertenezco a ningún partido
político. Creo que eso es una baza, y el propio portavoz del Partido
Popular, en las últimas palabras de afecto ha venido a reconocer que
es una baza positiva para que el trabajo que se me ha encomendado lo
podamos hacer lo mejor posible. Hecha esa observación, empezaré con
algunos comentarios referentes al portavoz del Partido Socialista,
todos llenos de mucho saber y de mucha solidez.

Respecto a las disposiciones presupuestarias no creo que la Directiva
de defensa nacional 2000 haya dado un paso atrás y sea peor porque no
llega a comprometer presupuesto. La evolución en el tema
presupuestario de Defensa se ha hecho tan compleja que todos los
partidos, incluido el Partido Socialista, hemos visto que las
declaraciones demasiado rotundas, como cuando se habla de cuánto hay
que contribuir a la cooperación para el desarrollo y se buscan
porcentajes, es una trampa en la que un Gobierno de un país
democrático como España, que estaba en un proceso de incorporación al
euro, no podía caer. Por eso, las viejas directivas, como la
Directiva de la defensa nacional del Partido Socialista de 1992
recogía el dictamen de las Fuerzas Armadas del 2000 y hablaba de que
había que lograr un incremento anual del 2 por ciento del PIB. Eso se
ha dejado de hacer, yo creo que lo hubiese dejado de hacer el Partido
Socialista y desde luego lo ha dejado de hacer también



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el Partido Popular. Sin embargo, quizá una manera de justificar ese
adjetivo de revolucionario es en el sentido de que la Directiva de la
defensa nacional tiene la orden expresa de hacer la revisión
estratégica. Esa sí que es una novedad frente a las anteriores
directivas y en ese sentido reconoce que esos cambios que han
expresado aquí sus parlamentarios son tan graves que hace falta que
España por primera vez se pare durante un año y medio o un año y diga
qué es lo que ha sucedido en el panorama internacional y qué
consecuencias va a tener ello sobre España. Eso tendrá que ver, y lo
reitero, con las disponibilidades económicas y financieras. Es verdad
que ahora ya no insistimos tanto, aunque se ha mencionado, en los
problemas presupuestarios, sino que lo importante es saber lo que
queremos comprar, no si esa compra significa un incremento mayor o
menor dentro del porcentaje del PIB. Si España en el momento actual
cree, por ejemplo, que es positivo comprar los aviones A-400, es
porque entre otras cosas, y como condición indispensable que declaró
ayer el ministro, se van a crear unos puestos de trabajo importantes
en el sur de España, donde existe un paro más elevado que en otras
zonas. Ese es un proceso de modernización de nuestros ejércitos, y si
incrementa o no el porcentaje de la defensa no es el factor para
decir si es bueno, como dirían los militaristas, o si es malo como
dirían algunos parlamentarios porque se está incrementando el gasto
de Defensa. No, se están haciendo cosas importantes para nuestra
tecnología. Por tanto, y concluyo esa observación, la revisión
estratégica tendrá mucho que decir en cuanto a las disponibilidades
presupuestarias sin caer en esos corsés que digan cuánto es el
porcentaje que se puede aumentar.

En segundo lugar, agradezco mucho el recorrido que ha hecho, que
significa un esfuerzo, del que yo he aprendido, sobre las distintas
revisiones estratégicas que están en marcha, y debo reconocer con
humildad que algunas no las conocía, como la japonesa, las otras sí.

Miro ahora al director general de Política de Defensa que me
acompaña, y Japón es uno de los países en donde España no tiene una
gran defensa, lo cual no quiere decir que no debamos conocer la
directiva, sino simplemente que nuestro conocimiento es menor.

Curiosamente, le diré que estamos estudiando la posibilidad de tener
una mayor presencia en Japón, porque creemos que allí en los temas
defensivos hay verdaderas novedades.

En tercer lugar, la preocupación del portavoz del Grupo Socialista,
señor Marsal, sobre el ritmo de la revisión estratégica, que además
ha mencionado algunas declaraciones, que ayer venían en El Mundo, del
segundo jefe del Estado Mayor del Ejército, y que compartimos. Hace
falta ser conscientes de que muchas decisiones no se podrán tomar
hasta que la revisión de la estrategia no se ultime. Por tanto, la
revisión estratégica tiene que ir lo más deprisa posible. Pero
también puedo tranquilizar al señor Marsal en el sentido de que
el ministro ha dado instrucciones para que revisiones que tienen que
ver, por ejemplo, con el Plan Estratégico Conjunto, que como sabemos
es un ejercicio que hacen los Estados Mayores conjuntos, no lleguen a
una precisión como para condicionar el trabajo de la revisión
estratégica. Serán unos PEC de transición que permitirán seguir
haciendo la planificación, pero no pronunciarse en las grandes
incógnitas que habrá que resolver con la revisión estratégica.

Contestaré brevemente, por satisfacer la curiosidad de S.S.,
diciéndole que las ideas principales para los grupos de trabajo de
una manera muy sencilla, y se me puede haber olvidado alguna, serían:
primero, el grupo que dirige el ministro, que es el consejo de
dirección que dirige el ministro y que imparte las instrucciones; un
grupo de coordinación que asume la Secretaría General, y que es un
grupo con integración de los especialistas de la propia Secretaría
General, especialmente de la Dirección General de Política de la
Defensa. Junto a ello la creación de foros de debate, a través del
Instituto Español de Estudios Estratégicos, que crea sus propios
foros de debate donde hay presencia de especialistas de fuera del
Ministerio, de distintas orientaciones y de distintas universidades.

Y, hay una iniciativa nueva, crear unos grupos consultivos, de la que
me ocupo directamente yo, donde funcionarios militares oficiales y
suboficiales expresan sus opiniones en esa línea que decíamos de
abajo a arriba, y ya hay dos grupos consultivos. Luego está el
trabajo de los grupos ad hoc, a los que se les encarga un tema
concreto, que tiene que ver con las misiones o con las condiciones
estratégicas, y los otros que hemos visto a partir de ese tiempo.

Todo eso sin abandonar el tema de redacción, para ir avanzando poco a
poco en él. Esta sería la estructura de lo que está en marcha.

Con ello he atendido a las preocupaciones de S.S. y paso rápidamente
a contestar, sin ningún espíritu de polémica, al portavoz del Grupo
Parlamentario Federal de Izquierda Unida. No podemos simplificar las
opiniones expresadas por el ciudadano de la calle. Hoy es muy difícil
decir si el ciudadano de la calle es tan pacifista como ha expresado
S.S. y es contrario totalmente a los incrementos de los gastos
militares. Depende de qué gastos militares, por ejemplo, si hacemos
una encuesta del avión A-400 que mencionaba antes, el porcentaje
a favor del A-400 será elevadísimo, y es un gasto militar. Es verdad
que, como ayer se reflejaba en la prensa, el Ministerio de Defensa
tendrá que buscar las vías para hacer frente a ese gasto militar,
pero evidentemente la opinión pública está a favor de que se asuma
ese coste. También la opinión pública está a favor del reglamento de
retribuciones para incrementar los haberes de los soldados
profesionales, y eso también es un gasto militar. Lo que sí que es
cierto es que las Fuerzas Armadas, a pesar de que sea débil nuestra
concepción de defensa, todavía hoy en España, como todos sabemos -y
esas encuestas dan siempre el



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mismo resultado-, es la institución que tiene mayor apoyo popular
después de la monarquía. Podemos discutir otros temas, por ejemplo,
la opinión pública ha estado totalmente en contra de la desaparición
del servicio militar obligatorio, pero fueron los propios partidos
políticos los que antes se dieron cuenta de que era lo que había que
hacer.

Hay una serie de temas sobre los que no puedo contestar, como es el
de las grandes estrategias. Sólo puedo asegurar, porque estaba allí y
podría decirlo por alusiones, que en Washington en absoluto se habló,
ni lo pidieron los americanos ni jamás nosotros, ni creo que sea
viable, que las fragatas españolas que están dotadas de un sistema
Aegis -que es uno de esos sistemas Aegis pero no es el mismo sistema
que perfeccionarán los americanos para su defensa antimisiles- fuesen
una baza del proyecto todavía provisional del escudo de misiles de la
época de Bush. Esto lo digo por la parte que a mí me corresponde al
haber ido acompañando al ministro.

Querría terminar contestando al señor Alcaraz, diciéndole que la
Secretaría General de Política de Defensa está totalmente abierta ese
debate y a ese diálogo, por tanto, no sólo con S.S. sino con los
colaboradores, con los especialistas de Izquierda Unida que quieran
entrar en el debate de la revisión estratégica. Lo que no podemos
decir es que la revisión estratégica al final se le va a imponer a
Izquierda Unida; se va a imponer democráticamente, y es verdad, como
él ha reconocido, que Izquierda Unida está en una posición
minoritaria, pero eso no quiere decir que no vaya a poder expresar su
opinión, debatir no quiere decir imponer. Probablemente Izquierda
Unida no logre nunca imponer todas sus tesis, a lo mejor alguna sí,
pero lo que es cierto es que las instrucciones del Gobierno son que
el debate sea abierto y también lo será a los especialistas de
Izquierda Unida. Ayer mismo, en un debate en Toledo, tuve ocasión de
comentar con un colaborador importante, Willy Meyer, a propósito de
estos temas, tuvimos la misma vía de apertura y quedó en que para
cualquier necesidad de diálogo que le interesase utilizaría esa
puerta abierta que habíamos ofrecido.

Pasando a las observaciones del señor Mardones, por parte del Grupo
Parlamentario de Coalición Canaria, y dejando para no alargarme lo
que tiene que ver con la Europea de la defensa, diré simplemente que
España evidentemente incluye las islas Canarias y éstas tienen unas
peculiaridades en temas defensivos que han estado siempre presentes
en la mesa de todos los que han diseñado no sólo las directivas de
defensa nacional sino los planes estratégicos conjuntos, y desde
luego estará en la mesa de los que nos vamos a ocupar de la revisión
estratégica de la defensa.

Por último, pasando a la intervención del portavoz del Grupo
Parlamentario Popular, aparte de mi agradecimiento que ya le he
expresado, me gustaría completar
la cita que ha dicho el ministro, señor Trillo, al referirse a las
tres patas, que son totalmente correctas, la Secretaría de Estado de
Defensa, la Subsecretaría y la Secretaría General de Política de
Defensa. Sin embargo, es verdad que para dar la máxima solidez a la
mesa, hay una cuarta pata, que es el Jemad, el Jefe del Estado Mayor
de la Defensa, que incorpora la unidad del Ministerio de Defensa. Ha
sido justo la Secretaría General la que ha permitido esa mayor
estabilidad de la mesa sobre la cual trabaja el ministro de Defensa.

Con esto he terminado, señor presidente. (El señor Marsal Muntalá
pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Voy a dar una mínima satisfacción de un minuto
al señor Marsal, que está pidiendo la palabra insistentemente, y al
señor Alcaraz. Doy estrictamente un minuto a cada uno. Adelante,
señor Marsal.




El señor MARSAL MUNTALÁ: Menos, señor presidente. Agradezco
sinceramente la intervención del señor Atencia porque de ella se
deduce un aspecto positivo, como es la voluntad de aceptar un debate
sobre política europea de seguridad y defensa para reforzar el
consenso que debe existir en política de defensa, que es un tema de
Estado. Se lo agradezco sinceramente.




El señor PRESIDENTE: Señor Marsal, le ha sobrado mucho tiempo. Lo
mismo le digo al señor Alcaraz.




El señor ALCARAZ MASATS: Brevísimamente, señor presidente. Quiero
decirle al señor Atencia que si estamos discutiendo, puesto que él se
ha referido a mí, la Directiva de defensa nacional y la revisión
estratégica no me diga que he entrado en demasiados temas, por favor,
ya que prácticamente lo estamos discutiendo todo. En segundo lugar,
señor Jiménez-Ugarte, a nosotros nos consta que sí se ha hablado del
sistema Aegis que lleva la F-100 para que sea la aportación española
al escudo antimisiles, de cómo va a ser la aportación de Noruega a
través de la F-85 y también de algunos radares tridimensionales que
van a llevar, y ustedes van a seguir teniendo contactos en julio con
respecto a este tema. Así nos consta, incluso hoy ha sido publicado.

Quizás en la comisión en la que usted estaba no se habló de este
tema, pero en alguna otra sí, puesto que hay comentarios a este
respecto de gente que asistió a estos contactos.




- LA CREACIÓN DE LA FUERZA DE ACCIÓN RÁPIDA DE LA UNIÓN EUROPEA Y LA
PARTICIPACIÓN DE ESPAÑA. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO CATALÁN
(CONVERGÈNCIA I UNIÓ). (Número de expediente 213/000242.)



- EL ESTADO ACTUAL Y PERSPECTIVAS DE LA POLÍTICA DE DEFENSA Y DE LA
FUERZA



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EUROPEA DE REACCIÓN RÁPIDA. A PETICIÓN PROPIA. (Número de expediente
212/000546.)



PREGUNTAS:



- DEL SEÑOR GUTIÉRREZ MOLINA, DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL
CONGRESO, SOBRE EFECTIVOS CON LOS QUE CONTRIBUIRÁ ESPAÑA EN LA FUERZA
EUROPEA DE INTERVENCIÓN. (Número de expediente 181/000416.)



- DEL SEÑOR PUIG I OLIVÉ, DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA, SOBRE
MÁXIMOS NECESARIOS EN MATERIA DE FUERZAS Y MEDIOS PARA OPERACIONES
QUE SE SITÚAN EN LAS EXIGENCIAS MÁS GRANDES DE LA GAMA DE MISIONES
PETERSBERG Y CALENDARIO PREVISTO PARA CONTAR CON ELLAS. (Número de
expediente 181/000782.)



- DEL SEÑOR PUIG I OLIVÉ, DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA, SOBRE
APORTACIÓN PREVISTA POR ESPAÑA EN LA ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS PARA
OPERACIONES PETERSBERG. (Número de expediente 181/000783.)



- DEL SEÑOR PUIG I OLIVÉ, DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA, SOBRE
FUERZAS GLOBALES NECESARIAS EN LOS ÁMBITOS TERRESTRE, MARÍTIMO Y
AÉREO PARA LAS OPERACIONES PETERSBERG CONTEMPLADAS EN EL HEADLINE
GOAL. (Número de expediente 181/000785.)



El señor PRESIDENTE: La segunda comparecencia aborda, primero, la del
Grupo Catalán (Convergència i Unió) y, segundo, la del secretario
general de Política de Defensa, a petición propia. Pero hay luego
cuatro preguntas que están asociadas temáticamente con la
comparecencia y, con el permiso de quienes las han formulado, las
vamos a incluir en el mismo debate, de tal manera que el señor Puig i
Olivé formulará sus preguntas en el turno que le corresponda para
fijar posición sobre las comparecencias y lo mismo se puede decir de
la pregunta que hay del Grupo Popular.

Sin más preámbulos, tiene la palabra el señor Jiménez- Ugarte.




El señor SECRETARIO GENERAL DE POLÍTICA DE DEFENSA (Jiménez-Ugarte
Hernández): Espero terminar en 15 minutos la comparecencia sobre
fuerza de acción rápida de la Unión Europea, participación de España
y perspectiva de la política europea de defensa, a propuesta del
Grupo Catalán (Convergència
i Unió). Inicio ahora mi comparecencia sobre estas
cuestiones consciente de que todas ellas han sido objeto ya de
frecuentes presentaciones en esta prestigiosa Comisión. No quisiera
por ello aburrir a SS.SS. ni extenderme en exceso sobre la evolución
histórica de la política exterior y de seguridad común, la famosa
PESC, hacia una política europea común de seguridad y defensa, la
PECSD. En cualquier buen manual cabe encontrar argumentos claves de
esta rápida transformación, cuyo ritmo, eso sí me interesa
destacarlo, ha sido vertiginoso. El Tratado de la Unión Europea de
Amsterdam fue seguido un año después, a finales del año 1998, por la
importante cumbre franco-británica de Saint Malo, con su llamamiento
para que la Unión Europea logre tener una capacidad de acción
autónoma, respaldada por fuerzas militares creíbles. Vendría luego el
Consejo Europeo de Colonia, de junio de 1999, que sin duda constituye
el lanzamiento público de la política europea común de seguridad y
defensa. Se empiezan a diseñar los primeros órganos ad hoc, como el
Comité político y de seguridad (COPS), el Comité militar y el Estado
Mayor de la Unión Europea. Por su parte, el final de la siguiente
presidencia, la finlandesa, sería determinante para perfilar el
objetivo fundamental de esta comparecencia, lo que se ha denominado
la fuerza europea de acción rápida o fuerza europea de intervención.

Me detendré en Helsinki para recordar también los términos en que se
planteó lo que allí el Consejo Europeo denominó simplemente el
objetivo general o Headline goal, referido a una fuerza dirigida
exclusivamente a acometer misiones Petersberg. Las mismas nacieron en
la reunión de los países miembros de la Unión Europea Occidental, que
tuvo lugar en dicha ciudad alemana, pero habían pasado a incorporarse
plenamente a la legalidad de la Unión Europea a través del nuevo
artículo J.7.2 del Tratado de Amsterdam, dentro de su capítulo V.

Las nuevas misiones corresponden, por decirlo de otra manera, a la
nueva realidad internacional. La desaparición de la guerra fría llevó
a convertir en totalmente improbables los grandes conflictos armados
que habían sido la obsesión de Europa, pero unido a ello nuestro
continente experimentaba un recrudecimiento de los conflictos locales
que también tenían una clara repercusión sobre nuestra seguridad,
especialmente en la antigua Yugoslavia.

Las misiones Petersberg vendrían a ser, pues, las respuestas idóneas
para estos nuevos desafíos, por ello meparece muy erróneo escuchar a
algunos expertos que intentan argumentar que tales misiones no tienen
que ver con las auténticas necesidades de defensa. Son, en mi
opinión, justamente la actualización a las nuevas necesidades y
recogen las distintas vías de intervención en pro de una mayor
seguridad europea y en defensa de los valores que todos compartimos:
son las tareas de rescate y ayuda humanitaria, las tareas de
mantenimientode la paz, la intervención de fuerzas de combate



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en la gestión de crisis y las tareas de pacificación. Creo que todas
estas misiones a desempeñar por fuerzas armadas de países miembros de
la Unión tienen un claro contenido militar, no sólo porque son
militares los que las llevarán a cabo, sino también porque,
afortunadamente, las fuerzas de países desarrollados que viven en
paz, como sucede en los territorios de la Unión Europea, se ven
llamadas a intervenir no para destruir a un enemigo -concepción
clásica de la guerra-, sino para evitar muchas veces que una
determinada crisis degenere y cause un creciente número de víctimas
humanas en los bandos enfrentados.

En cualquier caso, es importante que nos demos cuenta de que Helsinki
no utilizó términos como 'fuerza de acción rápida', 'fuerza de
reacción rápida', 'fuerza de intervención europea', justamente para
evitar dar la impresión de que se estaba poniendo en pie un ejército
europeo. Esta posibilidad es inaceptable no sólo en el caso de países
neutrales miembros de la Unión Europea como Finlandia, Austria o
Irlanda. Tampoco están dispuestos a asumirla los dirigentes de una de
las naciones que más ha hecho siempre en el campo de la defensa como
es el Reino Unido. Todos estamos acostumbrados a oír a políticos y
parlamentarios británicos rechazar expresamente la posibilidad de
poner en pie nada que se parezca a un ejército europeo, argumentando
que tal posibilidad levantaría un movimiento de protestas en la
opinión pública británica que la llevaría a distanciarse de sus
dirigentes.

Pero, salvados estos problemas terminológicos, la realidad es que el
Consejo de Helsinki dio un paso definitivo hacia la construcción de
una Europa de la defensa, aunque ciertamente lo hizo tomando grandes
precauciones. Las futuras capacidades de la Unión Europea, sin caer
en duplicidades innecesarias, deberían permitir a la Unión llevar a
cabo operaciones con rigor y eficacia, algunas veces con el concurso
de los medios y capacidades de la OTAN y otras sin el citado
concurso. Se maneja ya en Helsinki toda una serie de conceptos
militares para garantizar la eficacia de estas intervenciones de las
futuras fuerzas en las previsibles crisis: capacidad de despliegue,
sostenibilidad, interoperatividad, flexibilidad, movilidad, capacidad
de supervivencia, mando y control, etcétera, invocando las primeras
exitosas experiencias durante los mejores momentos de la Unión
Europea Occidental.

Volviendo a ese objetivo de fuerza, creo que es inevitable que repita
aquí lo que ya SS.SS. saben sobre las capacidades europeas fijadas en
Helsinki. Se establecía que antes del año 2003 la Unión Europea
debería poder desplegar rápidamente y mantener fuerzas capaces de
realizar todas las misiones Petersberg fijadas en el Tratado de
Amsterdam, incluso las que exijan mayores medios, en operaciones que
impliquen hasta la intervención de un cuerpo de ejército, quince
brigadas, o entre 50.000 y 60.000 personas. Sigue diciendo Helsinki
que estas fuerzas deberían ser autónomas desde el
punto de vista militar y contar con las capacidades militares en
materia de mando, control, inteligencia, logística y otros servicios
de apoyo a las operaciones de combate, además de disponer, cuando sea
necesario, de elementos aéreos y navales.

Al definir las condiciones del despliegue, Helsinki determina que
estas fuerzas deberían poder estar desplegadas en su totalidad en un
plazo de 60 días, si bien añade que algunos elementos más pequeños y
de reacción más rápida deberían poder intervenir en un plazo mucho
menor. Añade luego Helsinki que este despliegue debería poder ser
mantenido por la Unión Europea como mínimo durante un año, lo que
lleva al Consejo a reconocer que se deberá fijar una reserva
adicional de unidades y elementos de apoyo para sustituir a las
fuerzas iniciales.

Podemos también encontrar en Helsinki otros llamamientos en favor de
una nueva Europa de la defensa. Así, cuando felicita dicho Consejo
Europeo a aquellos países miembros que han empezado a coordinar sus
técnicas de supervisión y alerta temprana, que han abierto sus
cuarteles generales conjuntos a oficiales de otros Estados miembros,
que han reforzado las capacidades de reacción rápida de las fuerzas
multinacionales europeas existentes, que trabajan para la creación y
mando europeo del transporte aéreo y para el incremento de la
capacidad estratégica de transporte.

Por último, recordaré el llamamiento de Helsinki a favor de una
coherente utilización por los Estados miembros de los procedimientos
existentes de planificación de la defensa, incluidos, cuando
corresponda, los de la OTAN y los del proceso de planificación y
análisis de la Asociación para la Paz.

Me parece que he resumido ante SS.SS. los elementos básicos de este
objetivo de fuerzas que llamamos con frecuencia fuerzas de acción
rápida en la Unión Europea. Pero quisiera añadir que esta misma
realidad fijada en Helsinki se abre a todo un proceso de consultas
y cooperación con la OTAN y con países miembros de la Alianza no
pertenecientes a la Unión Europea, así como hacia otros países
candidatos a la adhesión, dentro del respeto a la autonomía decisoria
y al marco institucional de la Unión Europea. Se llega a prever que
para una operación dirigida por la Unión Europea, siempre de las que
figuran en el listado de Petersberg, podrá crearse un comité ad hoc
de participantes para la conducción diaria de la operación.

Me limito a mencionar estos aspectos para destacar a SS.SS. cómo
quiso la Unión Europea ofrecer a todo el continente, no sólo a sus
países miembros, una vía de gestión de crisis con recursos militares
y también, aunque no es objeto de esta comparecencia, con recursos
civiles. Considero que es innegable reconocer la generosidad y
ambición al respecto del planteamiento de la Unión Europea, una
prueba más de los cambios radicales que ha experimentado nuestro
continente.




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El ritmo impuesto por la rotación semestral de las presidencias de la
Unión Europea hizo que poco tiempo después los países miembros
estuviesen estudiando en profundidad el logro del mencionado objetivo
de fuerzas. Se establecerían distintos grupos de trabajo
especializados al respecto y, con mayor celeridad de lo previsto, se
celebraría la conferencia de contribuciones, que tuvo lugar en
Bruselas un año después.

Se lograron con creces los objetivos previstos en Helsinki, y hubo un
compromiso de aportación de tropas que superó los 100.000 efectivos,
muy por encima del máximo de 60.000 antes mencionado. También es
cierto que en dichos ofrecimientos no quedaron suficientemente
resueltos elementos cuantitativos importantes, como el número de
efectivos necesarios para los reemplazos, conscientes todos de que
este tipo de misiones exige una continua rotación, con estancias no
superiores a los seis meses del personal militar que las integra.

Salvada esta cuestión, que seguirá siendo objeto de consideración en
las capitales, en el Comité Militar de la Unión Europea y en otros
foros, Europa estuvo a la altura de sus expectativas, pecando quizá
más por exceso que por defecto, al establecerse una competitividad
entre los distintos países miembros con imprevistas escaladas en las
iniciales cifras previstas.

También sirvió la conferencia para que se apuntasen las
contribuciones de otros países europeos, candidatos a la Unión
Europea, o miembros de la OTAN, que aceptaron, desde el primer
momento, la mano tendida por Helsinki.

Paso pues a comentar la participación de España en este objetivo de
fuerzas, pedida expresamente en la comparecencia en que me encuentro.

España, desde el primer momento, ha querido estar entre los países
impulsores de este proceso de construcción de la política europea de
seguridad y defensa, y lógicamente tenía que hacer una aportación
significativa al objetivo de fuerzas fijado. Nuestra oferta fue
proporcional al peso de nuestro país dentro de la Unión, asumiendo un
porcentaje en torno al 10 por ciento del esfuerzo requerido. Además,
creemos que nuestra oferta ha sido especialmente generosa porque ha
buscado ofrecer a la Unión unidades, medios y capacidades de calidad,
para así coadyuvar a suplir las carencias ya detectadas en las
propias conclusiones del Consejo Europeo de Helsinki.

Un claro ejemplo de esta afirmación sería nuestro ofrecimiento en el
catálogo de capacidades estratégicas de mando y control. Ofrecemos la
utilización del Hispasat en el capítulo de las comunicaciones, y
también un mando de componente naval de prestigio a bordo del buque
LPD Castilla, así como un mando componente de tierra a nivel de
división para operaciones de asistencia civil. De cara a este último
objetivo estaríamos dispuestos a aportar todos los apoyos necesarios
y, además, a recibir personal y unidades de otros países para
constituir una auténtica división de carácter multinacional.

También se han ofrecido dos cuarteles generales a nivel de
brigada y más de 25 unidades tipo batallón o compañía independiente.

En material militar, cabe resaltar la oferta de vehículos Pizarro y
Centauro, todos ellos de gran eficacia de cara a las nuevas misiones
Petersberg de las Fuerzas Armadas, así como de los helicópteros
Cougar y Chinook.

En nuestro ofrecimiento de fuerzas navales, al lado de tres fragatas,
un submarino, un buque logístico, un cazaminas y el portaaviones
Príncipe de Asturias, con su configuración estándar de 10 aviones
Harrier y 10 helicópteros, también debemos destacar todo el
componente español de la fuerza anfibia hispano-italiana, que, en la
práctica, viene a constituir una brigada anfibia, objetivo
prioritario dentro de las metas militares y de defensa fijadas por la
Unión Europea, que estaría constituida por cuatro buques anfibios, un
cuartel general de brigada de Infantería de Marina y seis unidades
tipo batallón o compañía independiente. En el catálogo aéreo también
hemos podido ofrecer unidades de innegable calidad, como 32 aviones
de combate, entre los que destacan veinte F-18, un escuadrón de
transporte táctico CN-235, dos KC-130 para reabastecimiento en vuelo,
tres C-130 y un B-707 para transporte estratégico, así como otras
aeronaves para patrulla marítima (P3B) o para guerra electrónica
(Falcon-20). No quisiera alargar mucho más esta relación de medios
ofertados, es más importante destacar la finalidad con la que se
hizo.

No hay que olvidar que todas estas fuerzas también forman parte de lo
que denominaríamos catálogo de fuerzas de la OTAN, por lo que caen
dentro de este doble sombrero y, por otro lado, siguen siendo
elementos principales de nuestras Fuerzas Armadas, asignadas
prioritariamente a nuestros objetivos defensivos. El headline goal
-por utilizar su terminología anglosajona tan divulgada- de Helsinki,
en nada restringe ni condiciona nuestra operatividad ni limita
nuestras posibilidades. Todo este proyecto de fuerzas asignadas a
misiones europeas queda condicionado, en primer lugar, a futuras
decisiones soberanas de los países miembros y, luego, a un estudio
cuidadoso operación por operación, caso por caso. El propio documento
de Helsinki fija como marco temporal para que estas fuerzas estén
disponibles y sean operativas el año 2003, con lo que paso a
referirme a otros extremos de las preguntas formuladas por SS.SS.

También hace falta contestar a los máximos necesarios previstos en
Helsinki para las misiones Petersberg en el ámbito terrestre, no sólo
lo que ya comentamos al hablar de los 50.000 ó 60.000 hombres, sino
también en los ámbitos marítimo, terrestre y aéreo, pero esto será el
objeto de la pregunta de don Luis María Puig y Olivé. Seguiré
comentando el momento en que se encuentra este objetivo de fuerzas de
la Unión Europeaen la actualidad.




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El trabajo para la mejor definición y descripción de las ofertas
hechas por las naciones ha continuado. Las capacidades militares han
sido cuidadosamente analizadas en los grupos de expertos: HTF,
integrado sólo por países miembros de la Unión Europea, y HTF plus,
con participación de otros países que también han ofrecido fuerzas al
objetivo general. Poco a poco se han podido identificar las carencias
y se sigue trabajando sobre tres catálogos: catálogo de capacidad
necesaria, catálogo de compromisos y catálogo de carencias. Se prevé
la celebración de una nueva conferencia de compromisos para el
próximo mes de noviembre, durante la Presidencia belga, que estará
especialmente dirigida a estudiar las carencias detectadas y analizar
las aportaciones de unos y otros países para poner a prueba su
auténtica disponibilidad y su calidad real. También saldrá a relucir
el número de unidades necesarias, en concepto de reservas, para hacer
posible que se mantengan las cifras máximas requeridas.

Durante la Presidencia sueca ha sido elemento de intenso debate la
fijación de un mecanismo de revisión periódica de estas capacidades,
lo que ha abierto distintas polémicas. Parecía a muchos que lo mejor
sería seguir el mecanismo de revisión experimentado y exitoso de la
propia Alianza, lo que planteaba, sin embargo, problemas a otros
países como Francia, por su no integración en la estructura militar
aliada y su no participación en los grupos de la OTAN que asumen esta
tarea de revisión. Importante es destacar -con ello concluiré mis
comentarios sobre el objetivo de fuerzas- que este catálogo no es un
documento petrificado, sino un catálogo vivo, que debe ser objeto de
continuas actualizaciones a la luz de las necesidades objetivas y
también en atención de las disponibilidades de los países miembros.

Tendremos que acostumbrarnos a hablar de estas cuestiones de carácter
técnico en las que se analizan las necesidades operativas para
cualquier operación Petersberg como de algo imprescindible, si de
verdad queremos hacer realidad el objetivo de contribuir, a través de
esta nueva política de defensa europea, a la mayor seguridad de
nuestro continente.

Me permitirán SS.SS. que durante los próximos minutos plantee algunas
cuestiones sobre el estado actual y las perspectivas de la política
europea de defensa, punto éste que figura en la comparecencia
propuesta a petición propia.

Volviendo a los principales consejos europeos, y tras todo lo que
hemos podido explicar del Consejo de Helsinki, procede, para entender
mejor el momento en el que nos encontramos y las perspectivas de
evolución, recordar algunas conclusiones del Consejo que cerró la
Presidencia portuguesa en Feira en junio del año 2000, a las que
antes se ha referido el diputado don Luis Mardones. Especial
importancia tuvo el documento referente a los principios que debían
inspirar las futuras relaciones UE-OTAN, imprescindibles para
garantizar
los criterios de no duplicidad, que habían pasado a ser elemento
constante en unos y otros interlocutores, quedando consagrados al
máximo nivel también en la cumbre aliada de Washington.

En efecto, en Feira se marcaron las pautas para las negociaciones
entre la Unión Europea y la OTAN. Por un lado, la necesidad de
suscribir un acuerdo de seguridad sobre la información intercambiada;
por otro, el establecimiento de acuerdos permanentes de consultas
entre las dos organizaciones; en tercer lugar, la búsqueda de una
coordinación máxima entre el objetivo de fuerzas fijado en Helsinki y
la propia iniciativa de capacidades de defensa de la OTAN proclamada
en la cumbre de Washington. Por último, como cuarto elemento
mencionado en Feira, el referente a las modalidades de acceso de la
Unión Europea a los medios OTAN, que ha sido el más complejo y el que
se mantiene en la actualidad estancado, debido especialmente a las
reservas de Turquía, como SS.SS. conocen muy bien. Estas reservas, a
pesar de recientes avances que contienen máximas concesiones a
Ankara, yendo quizá más allá de lo previsto en la fórmula de Niza,
pero sin violar los principios de la autonomía de decisión de la
Unión Europea, no han quedado, sin embargo, resueltas durante la
Presidencia sueca, a pesar de las positivas presiones de Washington.

Habrá, pues, que esperar a la Presidencia belga, conscientes de que,
sin resolverse este tema, no podremos avanzar en los objetivos
fijados y probablemente no podremos declarar la operatividad de las
fuerzas europeas antes de que finalice el año 2001, como se previó en
Niza.

El Consejo de Niza significó un gran esfuerzo de sistematización de
todos los problemas de la construcción de una política europea de
defensa, y ordenó que instituciones hasta entonces de carácter
provisional, como el Comité Político y de Seguridad (COPS), el Comité
Militar, el Estado Mayor y el Consejo de la Unión Europea pasasen a
adquirir carácter permanente, encargando al primero de estos órganos,
el COPS, el control político y la dirección estratégica de las
operaciones de gestión de crisis. Este carácter permanente ya se ha
logrado al final de la Presidencia sueca, por lo que el éxito ha sido
el esperado.

Podría extenderme mucho más sobre aquel complejo informe de la
Presidencia francesa, con sus múltiples conclusiones y anejos, pero
pienso que ello no serviría para hacer realidad el objetivo del
Gobierno, que en este momento represento, de ofrecer a SS.SS. ideas
claras y prácticas sobre dónde están los problemas para la
construcción de esta Europa de la defensa en el día de hoy. Además,
no todos los objetivos fijados en Niza se han hecho realidad, por lo
que es mejor describir rápidamente la situación actual.

El primer problema actual ya lo hemos mencionado y tiene que ver con
el acceso de la Unión Europea a los medios OTAN, ejercicio denominado
Berlín plus. Las importantes concesiones hechas a Turquía, que al
parecer



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habrían contado también con el apoyo siempre difícil de Grecia, no
han sido suficientes para cerrar este acuerdo en aspectos claves como
el acceso asegurado de la Unión Europea a las capacidades de
planeamiento de la OTAN, la disponibilidad para la Unión Europea de
capacidades y medios de la OTAN o la identificación de opciones de
mando para operaciones conducidas por la UE. Están también otras
cuestiones pendientes para fijar los términos en que funcionará esa
Europa de la defensa. Habrá que avanzar en la adscripción de los
procedimientos de gestión de crisis, en todo lo que tiene que ver con
los aspectos militares y cívico-militares. Todavía está sometido a
estudio y eventual aprobación el segundo borrador describiendo las
fórmulas de toma de decisión aplicables a los aspectos militares y
civiles de la gestión de crisis. También es previsible que Europa
siga avanzando en el desarrollo conceptual de su propia defensa, así
como en la concepción de su propia estrategia, tema delicado
ciertamente, pues no puede entrar en conflicto con lo que denominamos
estrategia aliada. El tema será objeto de estudio en una primera
fase, en el seno del Estado Mayor de la Unión Europea, ya
prácticamente constituido al cien por cien de su plantilla, con una
importante presencia de personal militar español.

También tendremos que avanzar en algo básico para la estructura
defensiva, como son los ejercicios. Desgraciadamente, y debido a la
resistencia de algunos países miembros, como Reino Unido, por las
razones que ya invoqué, no se podrá realizar ejercicio alguno con
despliegue real de fuerzas al menos hasta el año 2003, lo que llevó a
redimensionar los ejercicios, que corresponderá asumir a la
Presidencia española durante el primer semestre de 2002.

Queriendo ser lo más práctico posible, procede mencionar también aquí
los temas pendientes de transferencia a la Unión Europa de funciones
de la vieja Unión Europea Occidental. Aunque estemos todos de acuerdo
en que tanto el Centro Estratégico de Torrejón como el Instituto de
Estudios de la Seguridad de París deben pasar a la Unión Europea, la
elaboración de las correspondientes auditorías ha hecho que el
proceso no se haya ultimado.

No quisiera extenderme mucho más, aunque reconozco que me agradaría
explicar de qué manera la construcción europea de la defensa esta
vez, en sentido amplio, se verá enriquecida también por los avances
en otros campos, como el de las capacidades de policía con el
objetivo de 5.000 efectivos a desplegar, o los distintos proyectos de
fortalecimiento del Estado de derecho, así como todo lo referente a
la protección civil y a la prevención de conflictos, incluida la
cooperación en este campo de la Unión Europea con otros organismos
tradicionalmente competentes, como la ONU o la OSCE.

Espero que mis reflexiones hayan contribuido a realzar la riqueza de
lo que se ha logrado en el Consejo
Europeo de Colonia y también lo mucho que queda por hacer. Pero
terminaré regresando a los aspectos estrictamente operativos y
organizativos y preguntándome si, de cara al futuro, no va a ser cada
vez más evidente la necesidad de enriquecer los órganos de la Unión
Europea con un nuevo consejo formal de ministros de Defensa.

El ministro Trillo-Figueroa ha planteado privada y públicamente esta
cuestión y ha encontrado un consenso muy amplio, ya que todos sus
interlocutores son conscientes de que es imprescindible poder contar
con un órgano ágil, en el que puedan los ministros de Defensa
impulsar las iniciativas de mayor trascendencia, sin tener que
hacerlo, como hasta ahora, a través del Consejo de Asuntos Generales,
integrado por los ministros de Asuntos Exteriores, y reforzado en los
casos necesarios por los ministros de Defensa.

No ha encontrado el ministro Trillo-Figueroa reacción contraria
alguna, por razones de fondo, a la creación de este nuevo órgano.

Hemos encontrado advertencias sobre la necesidad de evitar
duplicidades y de no entrar en conflicto con las competencias en
materia de política exterior y de seguridad común, que corresponden
al Consejo de Asuntos Generales de los ministros de Exteriores, pero
pienso que estas cuestiones podrán ser resueltas a través de fórmulas
de compromiso.

Por esto, querría terminar afirmando que los debates sobre esta
cuestión de la creación de un consejo formal de ministros de Defensa
tienen importancia y ya se han celebrado varios en el seno de los
consejos informales de ministros de Defensa durante la Presidencia
sueca. Seguirán, sin duda, durante la Presidencia belga y también
durante la Presidencia española, por lo que cabe preguntarnos si al
final de ésta se terminará constituyendo este órgano, que en mi
opinión serviría como reconocimiento de la definitiva mayoría de edad
de la política europea de defensa.




El señor PRESIDENTE: El grupo peticionario de la comparecencia sobre
este tema es Convergència i Unió y el señor Maldonado va a explicar
los motivos por los que la ha solicitado.




El señor MALDONADO GILI: Quisiera empezar, por deber de cortesía y
porque también es norma en mi grupo, haciendo lo que han hecho los
otros grupos presentes en la Comisión, que es felicitarle por su
nombramiento y desearle suerte en el inicio de su singladura, como
cualquier responsable político, tanto en esta Comisión como en otras.

No seré tan cortés quejándome por la ausencia del señor ministro.

Aunque aceptamos su comparecencia, que nos parece bien (no con ello
queremos disminuir su importancia y su valor desde el punto de vista
explicativo), en nombre del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència
i Unió) he de manifestar que este era un tema que nos tenía que
exponer el señor ministro. Después



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de escucharle, aún tengo más pleno convencimiento de que hacía falta
la explicación del máximo representante en temas de defensa del
Estado, ya que este es un tema con amplias connotaciones políticas,
de actuación política en un aspecto que atañe a Europa, pero en el
que también se participa desde el Estado español. También quiero
quejarme, señor presidente, porque esta petición se hizo el 31 de
noviembre de 2000 y estamos en junio, acabando el período de sesiones
y hoy se ve. Sé que las agendas de los ministros están llenas y son
complicadas, pero este era un tema que en su día creó opinión y que,
por tanto, es en este foro donde se tiene que escuchar el porqué de
las cosas.

Aparte de agradecerle su intervención, tengo que decir que me ha
gustado, pero me ha creado más confusión, porque al final existe un
totum revolutum, hay una especie de lío interno en el cual no sabemos
bien adónde iremos.

Señor secretario general, si no es bueno para la Unión Europea ver
votaciones como las que ha habido en Irlanda, que ha sido negativa,
si no es bueno para la Unión Europea la falta de unidad política en
países como Inglaterra, donde hay importantes voces políticas que no
ven clara la Unión Europea, que no ven clara la moneda única; si no
es bueno que tenga que salir el primer ministro italiano,
recientemente nombrado, para matizar explicaciones de algún ministro
suyo, también recientemente nombrado, si esto no es bueno para el
futuro de la Unión Europea, para el futuro político, económico,
etcétera, tampoco es bueno para Europa que no sepamos muy bien dónde
estamos con estas definiciones. Usted lo ha explicado bien, mi
pregunta acababa diciendo: y la participación de España. Su
explicación sobre la participación de España ha estado muy bien
definida, 10 por ciento, proporcional, medios de calidad, cuarteles,
etcétera. Por tanto, desde el punto de vista de la participación de
España me ha despejado bastantes dudas. Sigo teniéndolas, porque
cuando vemos que un ejército que camina hacia su plena
profesionalización, que será en el año 2002 (mi grupo, Convergència
i Unió, fue pieza importante para esta definición, junto con los otros
grupos políticos presentes en el Congreso; además, fue un acuerdo
unánime y en el que avanzamos todos juntos), pero se tiene que ir a
Sudamérica a buscar hombres y mujeres que se integren en este
ejército, porque no hay voluntad de participación de la sociedad
española, yo no sé si podremos cumplir también con nuestra
participación en Europa. Espero que en caso de crisis podamos ayudar
a la pacificación. No sé si podremos, porque no sé hacia dónde camina
esta plena profesionalización del Ejército español.




La definición que usted ha hecho de la participación de España sobre
el papel me parece bien, ha estado bien definida y, por tanto, me ha
despejado una parte de la duda. Lo que sucede es que el papel lo
aguanta todo y sigo teniendo dudas sobre cómo se orquestará esto.

Usted ha dicho: Europa antes del año 2003 tiene que poder desplegar,
en caso de que haga falta, esta fuerza de acción rápida. El 2003 es
mañana y hay mucha indefinición política desde el punto de vista de
actuación y, sobre todo, desde el punto de vista de objetivos
políticos.

A mí me ha gustado lo que usted decía en el sentido de que no se
trata de hacer un ejército europeo, que incluso no se trataba de
hacer una fuerza constante de actuación rápida, pero esto no es lo
que decía el señor ministro en su momento. El señor ministro hablaba
de acción rápida, permanente; hablaba incluso de Eurocuerpo y hablaba
de un ejército permanente en Europa, en el cual pudiera haber una
actuación en su momento.

Usted ha empleado expresiones, al menos desde el punto de vista
lingüístico, desde el punto de vista semántico, que a mi grupo le han
gustado. Los ejércitos no son para destruir, los ejércitos son para
construir la paz. Aquí se ha hablado mucho en el Pleno y en las
comisiones de la cultura de la paz. Por tanto, los ejércitos europeos
y mundiales cada vez más han de huir de ser elementos de acciones
bélicas, de acciones de destrucción, de acciones de invasión, porque
esto ya no ha lugar en la Europa y en el mundo que queremos
construir. La cultura de la paz tiene un hueco para estas fuerzas de
actuación rápida, que quieren ser disuasorias, que quieren evitar
enfrentamientos bélicos y destrucción, que quieren evitar sociedades
que puedan vivir con problemas bélicos por los que haya que ir en su
ayuda. Usted ha utilizado expresiones muy válidas, como rescate,
pacificación en zonas en crisis, etcétera; todo esto es positivo,
pero nuestro grupo sigue con la duda de cómo se orquesta esto. Hay
una indefinición en todos los Estados europeos. Hay buena voluntad,
pero no sabemos cómo se quiere orquestar esa voluntad.

En los meses anteriores a Navidad (octubre, noviembre y diciembre) el
ministro hablaba de Eurocuerpo, de ejército europeo y de acción
rápida permanente; usted nos da una definición más light, pero
posiblemente más positiva. Se trata de tener todo preparado para
poder actuar en caso necesario en zonas en crisis o en previsión de
crisis, para rescate, para ayuda, etcétera; aquí es donde yo
encuentro que existe una indefinición o una falta de concordancia
entre lo que dice el ministro, que es el máximo responsable, y la
definición que da usted, que es una persona cuya opinión me merece
todo respeto. Por tanto, me ha gustado lo que usted ha dicho, pero me
ha creado más dudas. Y además, seguimos sin saber plazos, seguimos
sin conocer los plazos de esta evolución hasta el año 2003. Es verdad
que el Consejo de Helsinki puso las bases, pero de entonces a ahora
poco se ha avanzado, poco se ha decidido y poco se ha planificado. Es
verdad que hay ofertas de países, entre ellos el Estado español, que
usted muy bien ha definido cuando hablaba de la participación
española. Otros países también las han hecho, pero nos parece que no
hay concreción. Nos preocupa sólo desde el punto de vista de que
sigue habiendo zonas calientes en Europa, zonas



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en las que en algún momento puede haber crisis, en las que en algún
momento la sociedad que pueda padecer este enfrentamiento necesitara
que Europa respondiese para pacificarlas o para prever esa situación.

La respuesta de Europa ha sido siempre muy tardía, muy lenta. Cuando
se ha ido a Bosnia o a otros sitios se ha ido tarde y a veces mal, y
nos parecía que esta Fuerza de Acción Rápida podía ser una fuerza de
acción realmente rápida, como dice la palabra. Se debería tener todo
previsto para que la población no padezca las masacres como las que
hemos visto, que después todos hemos lamentado. Queremos disponer de
este instrumento para ponerlo a disposición de la población que pueda
sufrir esta lacra. Sin embargo, si esto no está preparado se actuará
tarde y mal, como ya ha pasado. Creíamos en su día que esta
definición era para tenerlo todo previsto en su momento y vemos que
si algo pasara hoy -esperemos que no- la respuesta sería tardía como
ha sido siempre.

Señor secretario general, quiero agradecerle su información y su
explicación, pero desde nuestro grupo seguimos con las sombras, con
las dudas, y no vemos que el instrumento de pacificación que necesita
Europa esté organizado hoy.




El señor PRESIDENTE: A continuación, los grupos deben fijar posición,
con excepción de los que han formulado pregunta, que intervendrán a
continuación de los portavoces, salvo en el caso del señor Puig
Olivé.

Señor Mardones, tiene la palabra con el ruego de que sea breve, si es
tan amable.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor presidente, aceptaré su ruego.

Muchas gracias, señor secretario general de Política de Defensa por
esta información que nos ha dado sobre la denominada, ya desde la
cumbre europea de Helsinki, la Eurofuerza o Fuerza de Intervención
Rápida. Ha sido una información expositiva tanto en el orden técnico
como en el que se deriva de las preocupaciones de la puesta a punto
de esta fuerza de 50.000 ó 60.000 hombres, como se había dicho allí.

Me preocupaba que, con este instrumento, perdiéramos en Europa una
potencialidad política. Tengo que comenzar diciendo que ya en la
cumbre de Helsinki se sientan los principios, que se concretan de
manera muy detallada en la cumbre de Feira en Portugal en junio
pasado. Al sentarse esos principios, hay que interpretarlos
políticamente, no desde el punto de vista técnicamente militar,
porque la técnica militar es el instrumento al servicio de esa
política.

Comienzo por decir que lo que me importa en este momento es que el
comité político y de seguridad que se crea en Oeiras tenga este
concepto de político, del cual depende el órgano militar
correspondiente y su Estado Mayor. Dicho esto, me ha parecido
tremendamente acertada la decisión del ministro de Defensa,
señor Trillo, de haber creado, por encima de la Dirección General de
Política de Defensa que existía en el Ministerio, la Secretaría
General de Defensa y que sea usted, señor Jiménez-Ugarte, un
diplomático con experiencia en Argelia y en Grecia, el responsable de
esa secretaría, porque eso significa el vínculo político para
interpretar las gestiones de crisis que puedan ocurrir. Es
fundamental que haya una inteligencia que utilice los instrumentos
técnicos militares para la resolución de estos temas. Después ya
iremos andando. Se crea un órgano militar para dirigir tan solo
60.000 hombres de una fuerza operativa sobre el terreno disponible en
60 días. Desde Helsinki ya advirtieron los expertos militares que eso
iba a requerir disponer de 120.000 hombres por la rotación, a la que
usted se ha referido. No olvidemos que una fuerza de 60.000 obliga a
disponer de 120.000 hombres de esa Unión Europea, descontando los
países neutrales que no van a participar. No somos los quince; los
quince firman los acuerdos de la Unión Europea, pero no somos quince
para participar militarmente, somos menos, porque Finlandia se
descuelga, Austria se descuelga, Suecia se descuelga, y así seguimos;
otros no pueden contribuir en la misma medida, como ocurre con
Luxemburgo, que contribuiría de una manera puramente simbólica en una
fuerza de 60.000 hombres. Por tanto, hace falta un criterio político,
diplomático de la gestión de la crisis, porque se trata de resolver.

Helsinki se curó en salud y dijo que 60.000 hombres por lo menos un
año, que son 120.000 hombres. Sin embargo, la resolución del
conflicto no depende de una fuerza que va allí en misiones de paz o
en misiones de interposición o de mediación; habrá que recurrir
muchas veces -y usted lo ha señalado afortunadamente- a la solución
civil de los conflictos con 5.000 policías o agentes de seguridad,
puesto que no han de ser fuerzas regulares de ejército las que tengan
que estar en la interposición para que unos y otros, capuletos y
montescos, tirios y troyanos, no se peleen por cuestiones étnicas,
raciales, lingüísticas, religiosas o de cualquier otro tipo. Es
oportuno seguir avanzando porque vamos a tardar. A veces pensamos que
esto se resuelve en dos años, pero no. Yo digo siempre que el Banco
Europeo no se organizó en dos años; costó muchos años de reuniones de
la Unión Europea para que se perdiera una autonomía o soberanía de
los bancos nacionales y crear el Banco Europeo y tener hoy la moneda
única. Estamos en este camino.

Me preocupa -y creo que ustedes lo están enfocando racionalmente-
algo a lo que usted se ha referido, el catálogo donde van a estar las
disponibilidades actuales, porque si no hay catálogo de
disponibilidades no se puede disponer no digo de 120.000 hombres sino
tampoco de 60.000 ni de 10.000. Habrá que ver los compromisos que
vamos a adquirir las distintas naciones que participamos y nuestras
carencias. Le adelanto, señor secretario general de Política de
Defensa, que mi grupo apoyará todo lo derivado de esto que tenga
implicación



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en los Presupuestos Generales del Estado. Esto tiene que reflejarse
en los Presupuestos Generales del Estado, porque no es lo mismo el
mantenimiento de un ejército profesional estable que estar
comprometidos en misiones de este tipo, en las que la puesta a punto
es fundamental. Si en un máximo de 60 días hay que colocarlo sobre un
escenario, que no va a ser el de la Unión Europea, sino que tenemos
que hablar de cruzar mares o bastantes montañas, eso tiene que tener
una repercusión, sobre todo por las carencias que tenemos. Los
expertos militares, técnicos y economistas ya vienen señalando desde
el año pasado en Feira que nuestras carencias fundamentales -cuando
digo nuestras me refiero a toda la Unión Europea, que está
comprometida a disponer de 60.000 hombres- no estriban en el número
de hombres, puesto que parece ser que disponer de 60.000 o de 120.000
soldados está garantizado por las naciones que los van a aportar,
entre las que está España con el porcentaje que usted ha señalado,
sino en dos grandes deficiencias: el transporte y las comunicaciones.

Ahí va a haber que invertir dinero, porque hasta ahora hemos vivido
subsidiariamente del transporte y las telecomunicaciones
norteamericanos; en los conflictos de Yugoslavia quienes han cubierto
las telecomunicaciones de coordinación de aviación, naval y terrestre
han sido los sistemas norteamericanos de telecomunicaciones.




No podemos olvidarnos, en los compromisos que adquiera Europa, que
hay que poner en 60 días en un escenario de conflicto, de crisis, a
60.000 hombres que no van a pie, hay que facilitarles el transporte,
y en esto debemos insistir y ser solidarios con una industria europea
del transporte. Ojalá dispongamos cuanto antes del nuevo avión Airbus
para el transporte de medios materiales, porque no se trata tan sólo
de tener 120.000 hombres, sino de tener los aviones y transportes,
igual que la aviación táctica o de apoyo, helicópteros incluidos, en
el escenario de comunicaciones. He visto en ciertas informaciones que
algunos, infantilmente, hablan de los 120.000 hombres. No, 120.000
hombres que no son de infantería para llegar hasta allí; podrán ser
de infantería, de artillería, ingenieros o de caballería, pero
tendrán que ir con unos medios de transporte logístico de apoyo.

Debemos ser solidarios y apoyar estas cuestiones y, una vez que se
conozca el catálogo de carencias, dar una preferencia presupuestaria
al transporte y a las comunicaciones, que son nuestros verdaderos
puntos de deficiencia en esta actuación.

Por todo lo demás, señor Jiménez-Ugarte, nosotros estamos en esta
línea de cooperación y de ser responsables y solidarios con los
acuerdos que se han tomado en el seno de la Unión Europea. Vuelvo a
resaltar el criterio de que haya una dirección política y que el
ministro Trillo haya tenido el acierto de la creación de esa unidad
de coordinación en la Secretaría General que usted ha de llevar con
su experiencia diplomática, apoyado por un instrumento técnico
militar firme, para
abordar y dar salida a los criterios; no es lo mismo tener 60.000
hombres un año en un teatro conflictivo que estar años y años, y
estamos viendo en Macedonia, en Kosovo o en territorios de la antigua
Yugoslavia cómo se empantanan las unidades militares porque el
conflicto de fondo no tiene solución militar, pero la debería tener
política y diplomática.

La ofrecemos nuestro apoyo y le agradecemos, señor presidente, esta
intervención.




El señor PRESIDENTE: El señor Puig i Olivé tiene la palabra.




El señor PUIG I OLIVÉ: Yo voy a manifestar la posición de mi grupo y
al mismo tiempo hacer la intervención de las tres preguntas
conjuntas. Empiezo por saludar al secretario General, felicitarle y
esperar que la buena colaboración personal que ha habido en otras
ocasiones, en funciones distintas suyas y mías, siga en estos
trámites parlamentarios. Le agradezco la respuesta; usted ha
contestado a mis preguntas -hecho positivo- aunque soy consciente,
como usted, de que el tema es tan vasto que queda siempre algún
detalle, algún aspecto, porque estamos hablando de algo que, en
primer lugar, se está moviendo día a día (no es que haya unas
decisiones que se hayan tomado, sino que se están tomando casi todos
los días) y, en segundo lugar, porque estamos ante un tema que no
está cerrado en sí mismo desde el punto de vista de la organización
de esta nueva estructura de defensa europea.

Le agradezco el planteamiento que ha hecho. Nuestro grupo asume
perfectamente este tipo de orientación no sólo en la descripción
correcta de lo que ha sido Colonia, Helsinki, todo el proceso hasta
Göteborg en su sentido general, en su profundidad política, en la
idea en sí, en el concepto de construir una fórmula de defensa
europea, sino que estamos incluso de acuerdo con alguno de los
detalles que usted ha señalado. Por ejemplo, le puedo decir que mi
grupo estaría absolutamente a favor de que se cree un consejo de
ministros dentro de esto que todavía no sabemos qué es, que está
dentro de la PECSD; nos parece que el COPS, tal como está concebido
no resuelve el problema de la autoridad política que tendría un
consejo de ministros y estoy hablando claramente de un consejo de
ministros, de Defensa, porque ya existe el Consejo de Asuntos
Generales u otras fórmulas que todos hemos conocido -yo las he
conocido particularmente en la UEO- y al final se echaba mucho de
menos que en el Comité de Ministros no estuvieran los ministros de
Defensa y sí los de Exteriores. Porque cuando hablamos de Defensa y
de asuntos militares, de medios y de tecnología militar, está bien
que estén presentes los que llevan estos temas. Por lo tanto, en este
sentido estamos absolutamente de acuerdo.

También hay un acuerdo general de creer en el proyecto; en eso no
tengo dudas. Hay dificultades, pero la



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organización de unas estructuras de defensa europeas para la gestión
de crisis irá hacia adelante sin ninguna duda. Otra cosa es la
seguridad colectiva, el artículo 5, la defensa europea concebida como
un ejército europeo o como un compromiso de los países de seguridad
colectiva. Ahora bien, la gestión de crisis se va a llevar a cabo,
porque el único escollo que de verdad existe en este momento es la
relación con OTAN; todos sabemos por qué y todos sabemos que se va a
arreglar, aunque quizás los que deberían ayudar más ayudan menos y en
ese sentido habría una discrepancia con el secretario general en el
sentido de que quizás Turquía, aunque lo parezca, no recibe todos los
empujones necesarios para que deje de vetar. Usted ha señalado que se
le empujaba y yo le digo que se empuja bastante menos de lo que
parece. Usted es diplomático y sabe hasta qué punto estos tira y
afloja funcionan cuando hay un país como Turquía, que es muy
importante, que quiere estar en la Unión Europea, lo que va a costar
muchísimo y todos sabemos que es a largo plazo y hay que trabajar con
grandes equilibrios y estar a la vez a favor y ser prudentes. Hay un
escollo, pero aparte de eso (que se va a superar y va a haber un
engranaje de trabajo y de cooperación entre la nueva fórmula europea
de defensa y la OTAN como la hubo con la vieja UEO) va a funcionar.

La capacidad de organizar el sistema defensivo y las fuerzas -la de
acción rápida y todas las demás, y a ello me voy a referir- está
garantizado. En este sentido mi grupo no tiene ninguna inquietud ni
encuentra indefiniciones. Conoce las dificultades, es verdad, y
estamos esperando que la headline task force termine su evaluación y
nos diga exactamente qué es lo que tenemos en Europa para ofrecer,
cuáles son las carencias en las que hay que trabajar; conocemos un
poco los déficit de información, de control, de transporte
estratégico, lo sabemos. Seguramente la evaluación que todos estamos
esperando va a ser muy precisa y va a permitir determinar lo que nos
falta para ser capaces de actuar ante una nueva crisis donde sea, no
vamos a decir dónde, quizás en los Balcanes o en otro lugar; pero
Europa estará en condiciones de hacer aquello que no pudo cuando la
crisis de Bosnia, de Albania o de Kosovo.

Nosotros tenemos confianza y el Gobierno tiene nuestro apoyo para
seguir trabajando en la construcción europea.

Ahora bien, directamente, en relación a las preguntas (admitiendo lo
que hay que tener a punto para misiones Petersberg) yo confieso que
al hacerlas era muy consciente de que depende: primero, de las
misiones que van desde la ayuda humanitaria hasta el combate del
restablecimiento de la paz; que pueden ser múltiples, depende del
lugar: pueden ser operaciones terrestres, pueden o deben ser aéreas,
marítimas. Yo sé que la pregunta era un poco complicada, pero en
cualquier caso en buena parte me ha contestado. En lo que se refiere
a España me ha contestado prácticamente a
todo y estoy muy feliz de haber hecho la pregunta, porque los
parlamentarios tendremos en el 'Diario de Sesiones' la información.

Fíjese en que, si no es por una pregunta parlamentaria, no la
tendríamos. Me ha contestado, aunque me queda una pregunta por hacer.

Aunque he atendido mucho en su intervención, no he oído el
contingente de hombres. Yo tengo aquí un prestigioso periódico
francés que dice que España ofrece 10.000 hombres y no sé si se
ajusta a la verdad; no sé si Alemania ofrece 13.000 hombres, si Gran
Bretaña 12.500 hombres y si Francia 12.000 hombres y no sé si estas
cifras serían las que corresponderían a un país como España. En
cualquier caso no me quejo, sólo diría que somos extraordinariamente
generosos. Lo que quiero decir es que España aporta mucho. Usted nos
ha hablado de otras aportaciones y se lo agradezco mucho, y me
parecen importantes. ¿La motorizada de Zaragoza queda adscrita a la
nueva fuerza? Es decir, además de la composición de la Fuerza de
Acción Rápida en mis preguntas yo estaba pensando en lo que existía
ya, que no es la Fuerza de Acción Rápida porque va a actuar en
circunstancias muy concretas y ante una crisis que exigirá una
determinada ...; pero la nueva estructura europea puede encontrarse con
circunstancias en las que hay que intervenir y no con una fuerza de
acción rápida. Ahí teníamos las ocho brigadas multinacionales, el
Eurofor, el Euromarfor, el Euroejército (donde estamos nosotros), que
son el número de tropas a las que de manera genérica aludía mi
pregunta. Desearía algún detalle sobre esto (se lo agradeceré) y si
no, queda para otro momento, no se preocupe; le daremos ocasión para
que venga aquí a contarnos con detalle cómo está todo.

Con respecto al calendario, es evidente que en el año 2003 estará en
pie una parte de esta fuerza, aunque probablemente no para las
misiones mayores. Es muy difícil imaginar que a finales del año 2003
tengamos una fuerza de acción rápida para una operación de combate
abierto, para una gran misión. Por esa razón habrá que pensar algo;
no sé si ustedes tienen datos al respecto ni si estamos hablando del
año 2005 o de para completar todo el proceso más adelante.

Finalmente, señor secretario general, tengo una pésima noticia con
respecto al centro de Torrejón. Quizá esté equivocado -ayer estaba en
París hablando con el propio director- pero el acto de transferencia
definitiva a la Unión Europea que había que firmar hoy o mañana en
Bruselas no se va a realizar, porque han aparecido dificultades.

Nosotros como españoles, no sólo por lo que representa el centro de
Torrejón como base de logística fundamental de esa nueva estructura
europea, sino por el hecho de encontrarse en España, somos
especialmente sensibles a que no ocurra en este centro nada negativo
y de manera muy especial a que no se vaya de España, no vaya a ser
que entre las razones por las cuales no se toma la decisión, como
sabíamos anteriormente, haya algún gobierno que esté jugando a lle
varlo



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a otra parte. Señor presidente, me gustaría que pudiéramos desmentir
esta pésima noticia en los próximos días y, agradeciéndole su
intervención, dejo aquí la mía.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Sanjuán De la Rocha): En nombre del Grupo
Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Rivas.




El señor RIVAS FONTÁN: Señor presidente, trataré de ser breve, como
se me pedía, y breve, corrigiendo la frase de Gracián; nada más que
breve. Lo digo en función de que el secretario general de Política de
Defensa ha hecho una intervención, desde mi punto de vista, precisa y
muy concisa. Pocas veces en sede parlamentaria y en temas tan
difíciles como éste se puede llegar a la precisión a que él ha
llegado. Por tal motivo, mi especial enhorabuena. Cuente con nuestra
colaboración en todo lo que en este edificio de la arquitectura de la
palabra, donde la palabra es la expresión suprema de nuestras
voluntades, pueda encontrar, por el bien de la política de defensa y
por el bien de España.

En esta sesión hemos hablado de la directiva de la defensa nacional,
que, como no podía ser de otra forma, determina los objetivos de la
defensa y de las líneas generales de actuación. El tema que nos
ocupa, la creación de la Fuerza de Acción Rápida de la Unión Europea
y la participación de España, tiene que estar matemáticamente
incrustado en esta norma o dogma de la directiva nacional. Por tal
motivo, me gustaría empezar diciendo algo que en este punto es obvio,
puesto que -insisto- se ha dicho mucho y bien: que España no tiene
otro camino que asumir las nuevas demandas de seguridad y
cooperación, que la política de defensa que el Gobierno desarrolla se
fundamenta, como queda dicho, en esta Directiva, la 1/2000, que
precisamente tiene por objeto establecer las líneas básicas de la
política de defensa para la VII Legislatura, como obra en
antecedentes parlamentarios abundantes. Por otra parte, la línea
básica de esta política para España es la de apoyar los procesos de
implantación de las estructuras políticas y militares europeas,
participando activamente en las iniciativas de control de armamento y
desarrollo y completar la acción exterior del Estado en los asuntos
de seguridad y defensa, contribuyendo al mantenimiento de la paz, la
seguridad y la defensa colectivas. Insisto en que ésta es la posición
de mi grupo, de la que debo dejar constancia. Respecto al tema que
nos ocupa, es optimista pensar que en muy poco tiempo podemos hablar
del estado mayor europeo, que puede funcionar a pleno rendimiento.

Por tal motivo, las dudas o confusiones que pudieran existir son
despejables a corto plazo. Además, la seguridad común europea ha de
reforzar la política de cohesión, que tiene su origen en Maastricht,
proyectándose en el Tratado de la Unión Europea. Aquí me gustaría
hacer un breve repaso
de las etapas que están felizmente cubiertas en un proceso
difícil, complicado, como fue el instrumento que hizo realidad esta
política, que fue la Unión Europea Occidental, que desempeñó un papel
doble: se ha configurado como un pilar europeo de la OTAN y ha
actuado como instrumento de defensa de la Unión Europea.

Por otra parte, el Tratado de Amsterdam crea la figura del alto
representante de Política Exterior y Seguridad Común, que también es
un paso decisivo en este proyecto. En Colonia se aborda el proyecto
para dotar a la Unión Europea de una capacidad militar operativa y se
asumen responsabilidades en la seguridad del continente con la
pretensión de construir una fuerza de intervención rápida. En la
reunión de Helsinki, tan citada, que se celebró en diciembre de 1999,
el Consejo aprobó la creación de esa fuerza, con una dimensión
-repito cifras por si cupieran dudas- de 50.000 a 60.000 efectivos,
que deberá estar en condiciones de desplegarse en 60 días y
mantenerse durante un mínimo de un año, estableciéndose un plazo para
ser efectiva que ronda el año 2003. Y creo que el paso importante se
da en Niza, en diciembre de 2000, cuando el Consejo de la
Presidencia, siendo la Presidencia francesa, dio luz verde a la
fuerza europea de intervención para impulsar la estrategia común de
seguridad y defensa de los Quince, diseñada, evidentemente, para
responder a las misiones Petersberg, también aquí citadas.

Por otra parte, la colaboración de España se aproxima a los 6.000
soldados y, como ha dicho el ministro también en sede parlamentaria,
aportaremos un 10 por ciento de los efectivos del futuro cuerpo
militar de la Unión Europea para misiones de gestión de crisis y de
paz. Por tal motivo, no entro ya en las afirmaciones que con toda
claridad hizo el ministro en su comparecencia ante el Pleno, sino en
las mismas que hoy, concretamente el secretario general de Política
para la Defensa, ha hecho, repito, con precisión matemática. No tengo
nada más que añadir, esa es la posición que sostiene mi grupo, la
posición que ha quedado reflejada con precisión en las palabras del
compareciente y que mi grupo sustentará en lo sucesivo porque
responde a la política de defensa del Gobierno.

En cuanto a comentarios que he oído en intervinientes anteriores, a
los que no soy yo quien debe responder, yo diría que este es un
camino difícil, y termino con una frase de un ilustre castellano,
diciendo que, respetando la soberanía y el rigor de nuestra
contribución a la defensa, no hay camino, se hace camino al andar.




El señor PRESIDENTE: Estima la Presidencia que, si no hay
inconveniente por parte de ningún grupo, la pregunta del diputado don
Antonio Gutiérrez Molina, del Grupo Parlamentario Popular, puede
también enmarcarse, al igual que las preguntas del diputado señor
Puig i Olivé, dentro de las comparecencias. Porconsiguiente, tiene
usted la palabra para formular la



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pregunta que figura en el punto 5 del orden del día, sobre efectivos
con los que contribuirá España en la fuerza europea de intervención,
y el secretario general de Política de Defensa contestará después a
todas las preguntas así como a las comparecencias.

Tiene usted la palabra.




El señor GUTIÉRREZ MOLINA: Aunque ya lo habrán hecho otros
portavoces, yo quería, en primer lugar, dar la bienvenida al
secretario general de Política de Defensa y, en segundo lugar, pedir
excusas por no haber estado en el transcurso de su exposición, pero
otras intervenciones en la Comisión de Sanidad me han impedido estar
aquí, al carecer, naturalmente, de la calidad de la bilocación.

En cualquier caso, señor presidente, yo creo que el secretario
general, en el curso de su intervención, minuciosa, detallada y
amplia, ha contestado a gran parte de los aspectos que contenía mi
pregunta. Pero yo no quería dejar pasar esta primera intervención mía
en la Comisión de Defensa en esta legislatura sin hacer mención del
doble objeto que tenía mi pregunta cuando la presenté en el mes de
febrero. Por una parte, ya que el ministro anunció en el Pleno del
Congreso del pasado mes de septiembre el carácter cualitativo de la
aportación española a la fuerza europea de intervención, y con
independencia de la exposición detallada que el secretario general ha
hecho aquí, yo quería poner de manifiesto ante la Cámara el principio
de complementariedad, y no de duplicidad, de la fuerza de
intervención que el señor secretario ha señalado, con referencia a la
Alianza Atlántica. Por otra parte, quería saber el número específico
de efectivos, que era el objeto primero de la pregunta y que, de
acuerdo con la intervención del portavoz del Grupo Popular, parece
que está en torno a los 6.000.

Señor presidente, aunque sea de una manera tangencial a la pregunta,
quiero decir que estamos de acuerdo con lo que el secretario general
ha declarado aquí, teniendo en cuenta el espíritu de la declaración
del milenio, en la que ya se señalaba que deberían establecerse las
disposiciones adecuadas que permitieran a los miembros europeos de la
OTAN, a los que no son miembros de la Unión Europea y a otros Estados
que están interesados en contribuir al gasto militar en caso de
crisis, por parte de la Unión, respetar la autonomía de éstos por lo
que se refiera a la toma de decisión. Entiendo, señor presidente, que
eso hacía una mención específica al criterio de complementariedad y
no de duplicidad que en la pregunta se subsumía y que el señor
secretario general ha dicho hoy aquí.

Estos eran los aspectos que me llevaron a preguntar con cuántos
efectivos contribuirá España a la fuerza europea de intervención.




El señor PRESIDENTE: Para contestar, sin que tenga efectos de réplica
por parte de los diputados,
tiene la palabra el señor secretario general de Política de Defensa.




El señor SECRETARIO GENERAL DE POLÍTICA DE DEFENSA (Jiménez-Ugarte
Hernández): Señor presidente, intentaré contestar a algunas
observaciones.




Respecto a la referencia que ha hecho el señor Maldonado a la
ausencia del ministro en el día de hoy, personalmente, yo le
contestaría eso de que no hay mal que por bien no venga. Es decir,
afortunadamente, yo estoy aquí porque el señor ministro no ha venido
y reconozco que he salido ganando. Debo decir también que me consta
que él está hoy dedicado a un tema muy cercano, me parece que esta
tarde tiene una comparecencia y que ahora está interviniendo en un
seminario de temas de Defensa, en Toledo. Ahora que ya llegamos al
final y que la cosa, para mí al menos, ha salido bien, no puedo
ocultar mi satisfacción.

Querría aprovechar para hablar de un tema que, aunque no es de hoy,
lo llevo muy en el corazón. Como diplomático destinado en el
Ministerio de Defensa, lo he vivido muy de cerca y en unas cosas soy
corresponsable y en otras, responsable de lo que está creando una
polémica en España en algunos medios, no en otros. En otros hay una
enorme satisfacción al ver volver a unos españoles, hijos de
españoles, nacidos en territorio extranjero y que están inscritos en
el censo, no sólo de nacionales sino en el censo de votantes, y que
ejercen su derecho de voto, y ver con qué alegría han vuelto. En
algunas fotos, parece que es casi una campaña a favor del ejército
profesional español, y creo que tendrá efectos positivos.

Desgraciadamente, en algunos otros casos no se han manejado los datos
con corrección. No son inmigrantes, como se ha dicho en algún medio,
son españoles, igual de españoles que los que, cuando vamos a hacer
campaña -y lo digo como cónsul-, yo he alistado y han jurado la
bandera cuando estaban exentos de hacer el servicio militar, hemos
cantado el himno nacional y hemos hecho todo lo que había que hacer
con los que les interesaba. La gran diferencia es que el Ministerio
de Defensa decidió informar de que se había terminado aquel sistema,
que ya no había servicio militar obligatorio y, ante esa información,
ha habido muchos españoles que, con sus pasaportes españoles, estaban
votando, como dice la prensa, a la coalición catalana, al Partido
Nacionalista Vasco o al Partido Popular. En algunos países en los que
hay muchísimos españoles el entusiasmo ha sido tan grande que ha
hecho que haya ido una misión para realizar unas pruebas y
seleccionar. El único problema que hay es que, por la ley del lugar,
la legislación argentina los hace también argentinos. Es
tremendamente injusto que el ABC publique que no sé qué abogado, por
razones políticas internas en Argentina ha decidido llevar una
querella criminal contra el ministro de Defensa y contra mí, porque
soy responsable por



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haber hecho eso. (Debo decir a S.S. que el objetivo no era que el
número nos cuadrase, porque con 1.000 más tampoco van a cuadrar los
números. Políticamente, el Gobierno decidió que había que llevar esa
información a los españoles que están inscritos y que a los que yo,
como cónsul, he tratado como españoles. El problema es que los
argentinos y los uruguayos me obliguen a decir: para mí ya no son
españoles. Entonces tendríamos un conflicto internacional. Pero yo no
puedo negarles su derecho. Añadiré -y termino con esto porque me
extendido mucho- que algunos estaban viniendo ya. Todos los años
venían españoles, hijos de emigrantes españoles, que se inscribían en
la Dirección General para emigrantes, una unidad que tenía la
Dirección General de Reclutamiento, y hacían el servicio militar
obligatorio antes y voluntario después. Ese es un tema que he vivido
muy de cerca y quería añadir algo que fuera de interés para S.S.

Otra ventaja de que haya intervenido yo y no el ministro es que S.S.

ha descubierto una discrepancia, que si no hubiese venido yo no la
hubiese encontrado. Quiero decirle que en esto no la hay, aunque
puede haber habido algún defecto de planteamiento mío. Cuando yo
hablo de fuerza de acción rápida, pero digo que no es un ejército
europeo, quiero hacerme eco de la reserva de muchos países de la
Unión Europea que no lo aceptarían nunca, principalmente Inglaterra,
que es muy importante. Si no hubiera sido por Inglaterra no hubiese
avanzado Saint Malo y no hubiese habido colonias, es decir, debemos
estar agradecidos a Inglaterra, pero también estamos muy
condicionados por lo que ella quiere, e Inglaterra no quiere un
ejército europeo. Como ha recordado muy bien S.S., existen otras
realidades que son auténticos miniejércitos europeos, pero que no
están en la Unión Europea, son una realidad de un ejército europeo,
que tiene unas tropas, pero que depende de los países que lo han
constituido, cuatro países amigos y aliados, que además son miembros
de la Unión Europea, pero que no están en su estructura. Por ejemplo,
Eurofor es otra unidad que tiene estas características, como también
lo es la brigada anfibia hispano-italiana, que no son los 50.000 ó
los 60.000. Por eso, no debería haber ninguna discrepancia, salvo que
haya habido algún defecto en mi planteamiento.

A S.S. le preocupan -y eso es cierto- los plazos, la falta de
definición y las contradicciones de algunos países que dan marcha
atrás. Desgraciadamente, eso nos preocupa a todos, pero es la
realidad de la Unión. No es una realidad distinta de la de la
democracia española. La democracia española se basa en la variedad de
criterios, en cambios vertiginosos de posiciones y en la Unión
Europea. Es verdad que no sabemos si los plazos se podrán cumplir,
porque se quiere -y volveré luego a la pregunta, porque la ha hecho
también el representante del Partido Socialista- que todo esté
resuelto para el año 2003, pero todo depende, como ha recordado él,
del fondo de las reservas de Turquía. Si
podemos terminar con la oferta de los 50.000 ó 60.000 hombres antes
del 2003, habremos cumplido con el headline goal de Helsinki, pero si
no logramos que estas fuerzas puedan acceder a capacidades OTAN para
el planeamiento, la información y las comunicaciones, que son las
únicas capaces, en la práctica no serán totalmente operativas y, por
tanto, no se habrían cumplido los objetivos. Es verdad que eso puede
pasar, pero cuando uno va a Bruselas y se encuentra con los expertos,
ve que hay optimismo, hay ganas de seguir luchando. A veces, con
voluntad, las dificultades se van venciendo, y quizás todo se haga
realidad en las fechas previstas.

El representante de Coalición Canaria ha ofrecido amablemente su
apoyo en temas presupuestarios. Ese apoyo será muy necesario. Lo que
es verdad es que para evitar que el gasto presupuestario se duplique,
se quiere que todas estas capacidades de la Unión Europea en el
headline goal, esta búsqueda de soluciones a las carencias que hemos
visto, avancen paralelamente a otro ejercicio en el que también está
España, como país aliado de la OTAN, que es la iniciativa de
capacidad de defensa aceptada en Washington. Se quiere que no haya
duplicidades. Como país de la Unión, no vamos a gastar en una cosa
que sea una carencia, vamos a buscar otras carencias que coincidan y
así resolveremos al mismo tiempo los dos diagnósticos de la OTAN y de
la Unión Europea. Desde luego, en ese capítulo -y las recientes
declaraciones del ministro han sido en ese sentido-, la industria
europea de defensa es una gran necesidad.

Pasaría ahora a contestar a su señoría. Creo que he olvidado una de
las que amablemente había planteado Luis María Puig i Olivé. Hay una
pregunta en la que pide un poco más de precisión y quizá podría hacer
un esfuerzo para contestar ahora, porque se refiere a los ámbitos
terrestres, marítimos y aéreos. Quizá he contestado más a las
cuestiones del ámbito terrestre, pero podría decir que en el ámbito
aéreo, como se sabe, en Helsinki no hubo una estimación de cuáles
eran las necesidades que se tenían en número de buques o de aviones,
ese era el problema; pero en la práctica, las ofertas de los países
de la Unión que, como decían anteriormente, han sido diez no han sido
todos, aparte de hablar de unidades del ejército de tierra o de
unidades de efectivos, han hablado de contribuciones en esos dos
capítulos, terrestre y marítimo.

Los resultados en ese momento -fue un poco como una subasta, que se
dispararon las cifras, por ejemplo, en lugar de 60.000 había casi
100.000- fueron que se habló de 400 aviones y 100 buques, en
cualquier caso, teniendo en cuenta que por unas u otras razones no
habían aportado Austria, Finlandia, Irlanda, Luxemburgo y Dinamarca.

En ese caso, la conciencia que hay es que con esas cifras basta para
atender las necesidades de las operaciones Petersberg, incluidas
aquellas más exigentes.




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En este mismo punto preguntaba S.S. sobre la contribución española
exacta. Creo que lo mejor es fijarnos en el 10 por ciento, con lo
cual si son 60.000 serán 6.000, esa es la cifra políticamente
correcta. Es verdad que como las cifras se dispararon, en Helsinki,
para llegar al 10 por ciento, hacía falta ofrecer más de 10.000,
o sea, que a lo mejor en lugar de 6.000 haría falta poner 10.000. El
objetivo es el 10 por ciento.

La pregunta concreta sobre la motorizada no podría contestarla. Pero
añadiría, en cambio, que hasta ahora, así como en las unidades se
ponen los nombres -y hemos hablado hasta del Príncipe de Asturias-,
cuando ofreces una división o una brigada lo que haces es definir la
brigada, pero en esta primera fase de Helsinki no se ha llegado a la
precisión de cuál de las brigadas. Ahora, en los nuevos trabajos,
hará falta sobre todo para saber que la oferta corresponde a lo que
de verdad se quiere, porque si no uno puede decir: ofrezco máxima
disponibilidad; los turcos ofrecen una brigada y luego la máxima
disponibilidad turca no es tal, porque no tiene medios de transporte.

Entonces ahí hay un fraude. Eso es lo que se está analizando ya y se
mirará en las nuevas capacidades.

Agradezco lo que sobre el centro de Torrejón me dice el señor
diputado, por la experiencia que tiene de su etapa en la Unión
Europea Occidental. En el Ministerio de Asuntos Exteriores y en el de
Defensa, que mantenemos reuniones de trabajo constantes sobre el tema
del centro de Torrejón, sabíamos que teníamos el problema de una
auditoría, que la interpretamos como técnica, presentada por la
Presidencia Sueca, y siempre nos preocupó que pudiese ser una
maniobra para que, después de ese parón dado a la auditoría, pudiesen
surgir otras ambiciones nacionales de sacar el centro de Madrid.

Tenemos una declaración política muy importante en la que se dice que
el centro de Torrejón pasará a la Unión Europea, lo mismo que se dice
que el Instituto de París pasará a la Unión Europea. El centro de
Torrejón se define como el centro de Torrejón, no se define como el
centro de satélites, etcétera. Creo que esa fuerza nos permitirá
vencer cualquier amenaza como esta, que esto sí que son amenazas.




Por último, quisiera agradecer la pregunta del diputado Gutiérrez
Molina y lo que ha explicado sobre complementariedad y duplicidad,
porque son dos conceptos clave para todo, como veíamos antes, porque
en esta marcha de Unión Europea-OTAN, la Unión Europea se ha hecho
contando con que no hay duplicidad con la OTAN, si no no se hubiese
hecho, pero no porque Estados Unidos lo hubiera prohibido, sino
porque países aliados muy importantes, como el Reino Unido, no lo han
hecho.

Quizá esa última precisión hace que cuando hablemos de este objetivo
general de fuerzas de la Unión Europea recordemos que sus propósitos
son distintos de los de la OTAN, por eso son complementarios. Si un
día hay una guerra y hay que ir a luchar para defender un territorio,
no se hará con las misiones Petesberg, se hará con una operación
aliada del artículo 5 de la OTAN; quizá sean las mismas tropas las
que van, las Príncipe de Asturias, pero el objetivo es distinto en la
Unión Europea que en la OTAN, por eso se complementan.




Quiero agradecer al Partido Popular y a su portavoz adjunto su
exposición, también la descripción que ha hecho, muy acertada, de
todo el proceso de creación de la Europa de la defensa, y el apoyo
ofrecido al Gobierno y al ministro de mi departamento.




El señor PRESIDENTE: Me permito hacer una cualificación, y es que ha
tenido un buen bautismo político parlamentario. Esperemos que no sea
la única vez que le tengamos aquí para explicar cosas en un proceso
tan apasionante como las que caen dentro de su área política, que
venga aquí a debatir o a informar a esta Comisión de sus asuntos.

Muchas gracias y felicidades.

Doy las gracias también a SS.SS. por su paciencia, dado lo avanzado
de la hora, y por su resistencia al dolor famélico.

Se levanta la sesión.




Eran las dos y cincuenta y cinco minutos de la tarde.