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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 90, de 09/03/1998
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DIARIO DE SESIONES DE LAS



CORTES GENERALES



COMISIONES MIXTAS



Año 1998 VI Legislatura Núm. 90



DE LOS DERECHOS DE LA MUJER



PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. DÑA. MARIA ISABEL
SAN BALDOMERO OCHOA



Sesión núm. 16



celebrada el lunes, 9 de marzo de 1998,
en el Palacio del Congreso de los Diputados



ORDEN DEL DIA:



Designación del grupo de trabajo encargado del seguimiento de la CCEC
(Conferencia Europea de Comisiones Parlamentarias) encargadas de velar
por la igualdad entre mujeres y hombres (Número de expediente Congreso
279/000165 y número de expediente Senado 829/000031) (Página 1846)



Comparecencia del señor director de la clínica médico forense de Zaragoza
(Cobo Plana) (Número de expediente Congreso 223/000006 y número de
expediente Senado 715/000198) (Página 1846)



Comparecencia de la señora presidenta de la Federación de Asociaciones de
mujeres separadas y divorciadas (Pérez del Campo Noriega) (Número de
expediente Congreso 219/000338 y número de expediente Senado 715/000196),
y de la señora presidenta de la Comisión para la investigación de malos
tratos a mujeres (Abril González) (Número de expediente Congreso
212/001195 y número de expediente Senado 715/000197) (Página 1859)



Comparecencia del médico forense de Jaén, señor Lorente Acosta (Número de
expediente Congreso 223/000005 y número de expediente Senado 715/000198)
(Página 1867)



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Se abre la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.




La señora PRESIDENTA: Se abre la sesión.

Creo que las señoras portavoces tienen el acta de la sesión anterior. Les
ruego que me indiquen si puede ser aprobada. (Asentimiento.) Muchas
gracias, señorías.




--DESIGNACION DEL GRUPO DE TRABAJO ENCARGADO DEL SEGUIMIENTO DE LA CCEC
(CONFERENCIA EUROPEA DE COMISIONES PARLAMENTARIAS ENCARGADAS DE VELAR POR
LA IGUALDAD ENTRE MUJERES Y HOMBRES) (Número de expediente Congreso
279/000165 y número de expediente Senado 829/000031).




La señora PRESIDENTA: El punto siguiente del orden del día es la
designación del grupo de trabajo encargado del seguimiento de la
Conferencia Europea de Comisiones Parlamentarias encargada de velar por
la igualdad entre hombres y mujeres.

Me gustaría que las señoras portavoces nos indicaran, si es posible en
este momento y si no nos lo hicieran llegar por escrito a la Mesa, las
personas que cada grupo parlamentario ha determinado que formen parte de
ese grupo de trabajo para hacer los preparativos y los trabajos de la
Presidencia de nuestra Comisión europea. En el caso de que no pueda
hacerse en este momento se ruega que lo hagan llegar a la Mesa por
escrito en el transcurso de esta sesión.




La señora NAVARRO GARZON: Lo haremos llegar en el transcurso de esta
sesión.




La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Solsona.




La señora SOLSONA I PIÑOL: Señora presidenta, quisiera preguntar cuántas
personas pueden formar parte de ese grupo, si pueden ser dos personas.




La señora PRESIDENTA: Perfectamente. Lo que nos interesa, señora Solsona,
entiendo yo, no es que sea un número grande, pero sí gente con ganas de
dedicarle un poco de tiempo, porque va a haber que hacer bastantes cosas;
alguien que tenga voluntad de hacerlo y de poder llevarlo a cabo. Por
tanto, no hay ningún problema en que por parte del grupo mayoritario haya
una y por parte de los pequeños haya dos, lo importante es que sean
miembros de la Comisión que quieran trabajar.




La señora SAINZ GARCIA: Señora presidenta, nuestro grupo en principio
desearía poder contar como mínimo con dos personas. No sé si habría
posibilidad incluso de que pudiese haber tres, no porque queramos estar
en mayor número, sino para repartir el trabajo; no para que estemos
presentes todas sino simplemente para podernos distribuir el trabajo.

La señora PRESIDENTA: Entendemos en la Mesa que no es una cuestión
numérica con respecto a lo que corresponde a cada grupo parlamentario,
sino la voluntad de un grupo de parlamentarias que quieran dedicarse a
preparar esto en condiciones, simplemente eso, no es más. Por tanto, una,
tres, cinco, las que hagan falta, no hay ningún problema.




La señora SAINZ GARCIA: De todas formas, señora presidenta, si fuera
posible, le rogaríamos que nos diera un plazo de un par de días para
poder remitírselo, en lugar de hacerlo en el transcurso de la sesión.




La señora PRESIDENTA: Señora Sainz, habíamos quedado en hacerlo hoy. Tal
vez, si a S. S. le parece oportuno, una vez que hayan terminado las
comparecencias de la señora Abril y la señora Pérez del Campo, como
pararemos un momento para despedirlas y recibir a los señores forenses,
en ese momento, si quieren SS. SS. y entienden los grupos que puede ser,
lo pueden hablar entre las personas que estén dentro de la Comisión, que
en este momento como vemos son poquitas. Recomiendo a las señoras
portavoces que pregunten en su propio grupo, más que designar. Si
estuviera sentada ahí como portavoz lo haría así.

Antes de pasar al siguiente punto del orden del día voy a suspender la
sesión por un minuto para salir a recoger a las señoras comparecientes.

(Pausa.)



--COMPARECENCIA DEL SEÑOR DIRECTOR DE LA CLINICA MEDICO FORENSE DE
ZARAGOZA (COBO PLANA) (Número de expediente del Congreso 223/000006 y
número de expediente Senado 715/000198).




La señora PRESIDENTA: Señorías, reanudamos la sesión.

No sabemos si la compareciente que intervenía en primer lugar ha tenido
algún pequeño problema o indisposición por el que no ha llegado a su
hora. Por ello, vamos a recibir en la Comisión a don juan Antonio Cobo
Plana, médico forense, que nos expondrá los temas que corresponden a lo
que vamos a tratar hoy en esta Comisión informativa sobre los malos
tratos a las mujeres.

Bienvenido, doctor Cobo; sabemos que tiene algún pequeño problema. Le
damos las gracias por haber querido cambiar su hora de intervención.

Estamos deseando escucharle.




El señor DIRECTOR DE LA CLINICA MEDICO FORENSE DE ZARAGOZA (Cobo Plana):
Buenas tardes. Muchas gracias a la Comisión por haberme citado. Quiero
pedir disculpas por la prolongación de la charla. Siempre empiezas
diseñando charlas para 15 minutos, pero se van alargando poco a poco, por
lo que esta vez he intentado centrarme a través de diapositivas.

Básicamente mi trabajo se ha desarrollado en dos ámbitos diferenciados:
la agresión sexual y la agresión doméstica. Aprovechando esta situación,
y aun cuando esta



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Comisión parece que iba a dedicarse a los malos tratos, no deseo perder
la oportunidad de hablar de lo que yo pienso sobre la agresión sexual
como tal. Con el permiso de la presidenta, voy a mostrarles una serie de
diapositivas.

Lo primero que quiero decir es que nuestra actividad debe olvidarse
siempre de que estamos hablando de pruebas o de leyes. Estamos hablando
de personas y, por lo tanto, me van a permitir que yo siempre ponga a la
persona por delante. La primera pregunta que me surge como médico es qué
se debe hacer con una persona que ha sido víctima de cualquier violencia,
porque el riesgo fundamental que corre al ser nosotros investigadores es
que pensemos en ella exclusivamente como una prueba, de tal forma que la
respuesta social, policial, sanitaria y judicial resulte tan violenta
como la misma agresión. Estas, que son unas frases terribles, la realidad
es que están tomadas de los editoriales de las mejores revistas de
medicina del mundo; es decir, no es algo que suceda aquí sino que es algo
que compartimos en el mundo entero. Yo he tenido la suerte de formar
parte de foros internacionales y congresos mundiales, y es curioso oír en
sajón, en galés, en alemán, en italiano y hasta en japonés las mismas
frases para decir exactamente lo mismo.

La víctima, como persona que ha sufrido una agresión, necesita ayuda y
esta necesidad de ayuda es primordial. Este es el planteamiento que va a
dirigir todo lo que voy a decir a partir de ahora.

Frases claves en la violencia sexual. En la diapositiva aparecen puestas
como bocadillos de tebeo, pero la realidad es que son muy serias, muy
duras y, vuelvo a insistir, son frases internacionalmente admitidas, no
son frases mías; son frases que yo he leído en los mejores editoriales
del mundo, las he ratificado en mi propia investigación y se las
transmito aquí: mi vida ha estado en peligro; mi principal deseo ha sido
permanecer viva; he experimentado un choque y terror próximo al pánico;
posteriormente he sentido vergüenza, humillación, confusión, miedo y
rabia. Sólo tengo que añadir una cosa; normalmente en las investigaciones
que yo he hecho, la suciedad es algo inevitable en todas ellas. Tengo
casos de mujeres que con una lija se han lijado en las zonas donde había
existido ese contacto. Eso quiere decir que estamos frente a una
situación que es brutal --como decía antes--, próxima al pánico. ¿Saben
qué es el pánico? Desde que Steven Spielberg hizo la película de los
dinosaurios, los médicos decimos que pánico es lo que experimentaríamos
en esta habitación si por esa pared apareciera un dinosaurio; habría
cinco valientes que se tirarían a las fauces del dinosaurio, que se los
comería; habría otros cinco que serían rapidísimos y escaparían por
aquella puerta; pero habría alrededor de ochenta personas que nos
quedaríamos quietos y sin hacer nada; sin intimidaciones ni violencias se
nos comería a uno detrás de otro porque no habríamos hecho absolutamente
nada. Es esencial conocerlo; el pánico es una palabra que aparece en
estas personas.

The Lancet, una de las mejores revistas internacionales, dice que ésta no
es una investigación para pusilánimes ni para quijotes, es para técnicos
y profesionales. Todo lo que está expuesto aquí es técnico y profesional
y fíjense ustedes en otras dos frases que, vuelvo a insistir, son
internacionalmente admitidas --y lo digo porque hay que sacarlas del
contexto--: Las manifestaciones y el grado de daño dependen de la
violencia del ataque, de la vulnerabilidad y de los sistemas de apoyo de
que dispone después del ataque.

La víctima se adapta mejor si recibe un apoyo inmediato, por lo que
quiero que se den cuenta de lo que nos corresponde a nosotros, que somos
respuesta social. Mejora si es capaz de expresar su rabia a familiares,
médicos y funcionarios de la ley que sean sensibles, de tal forma que en
un estudio multicéntrico que hicieron sobre 250 víctimas de agresión
sexual, comprobaron cómo el haber sido capaces de expresar esos miedos en
ese primer escalón de atención --olvídense de los grandes médicos, de los
grandes jueces--, el habérselo dicho a la primera persona que tenían
enfrente y que esa persona le hubiera creído y hubiera tenido
consideración, había supuesto para esas personas un factor de riesgo
menos. ¿Por qué es eso importante? Porque si decimos que es importante el
primer escalón debemos reforzar cómo se está haciendo, con grupos
específicos de seguridad y personal sanitario. En otros países del mundo
están apareciendo ya, dentro de los propios servicios hospitalarios,
personas especialmente entrenadas que son muy sensibles a estos hechos.

Indudablemente en todos los sitios, desde Australia hasta Sudáfrica, allí
donde se ha preparado adecuadamente a estas personas, mejora
automáticamente la atención.

En Estados Unidos, donde trabajo con algunos ginecólogos norteamericanos
--sobre todo de New Hampshire--, existe un concepto muy nuevo, lo que se
llaman trabajadores sociales puente, que son personas que están
especialmente entrenadas y que después van a poder proseguir en esa
investigación y en ese estudio a lo largo del tiempo.

Siguiente diapositiva. Van a ver letras y después números. Las letras
significan el problema detectado y los números las posibles soluciones.

B.--La carga del proceso es excesivamente grande para la víctima,
fundamentalmente en aquellos procedimientos en los que existe una grave
dificultad para llegar a la sentencia acorde con los hechos sucedidos.

Hemos visto cómo la dificultad de llegar a encontrar culpables ha
aparecido también como factor de riesgo de victimización posterior.

Siguiente diapositiva. Entonces, ¿qué se propone? Hay opciones, y hay
opciones aceptadas en el mundo. Una es lo que se llama la denuncia
innominada. En el caso de una persona atacada sexualmente en la intimidad
más fuerte de su ser la estructura judicial admite lo que sería una
denuncia sin nombre, con lo que llamamos un identificador, que lo que
haría sería llegar a ser nombre cuando el proceso puede seguir adelante.

Yo soy médico forense. En los sitios mejores del mundo, ¿saben ustedes el
porcentaje en que se puede llegar a saber el diagnóstico individual? El
23 por ciento. ¿Eso qué quiere decir? Que el 77 por ciento no lo vamos a
poder demostrar. ¿Por qué a esta persona vamos a tener que hacerla pasar
con su nombre y apellidos por todo un verdadero viacrucis, cuando podemos
darle un identificador y decirle: lo siento, no sabemos quién es? O a lo
mejor



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lo sabemos y no podemos demostrarlo. ¿Qué pasa? Que desaparece, y
desaparece así, porque su nombre no ha aparecido en ningún sitio; ha
habido un identificador.

Hemos hablado del trabajador social puente. Entonces existe otra opción.

Yo he visto la angustia de una persona cuando recibió una notificación
para recoger una gabardina. Lo único que tenía que hacer era recoger una
gabardina, pero recibió una citación y se angustió muchísimo, y volvió a
revivenciar todos los hechos. Si yo tengo una estructura capaz de ser
puente entre el procedimiento legal y la víctima, posiblemente consiga
atenuar, mejorar o preparar a estas personas.

Siguiente diapositiva. Nosotros vinimos a calcular que una persona
víctima de una agresión sexual cuenta las cosas entre 8 y 18 veces las
primeras 72 horas. Cada vez que se cuenta se revivencian los hechos, se
vuelve a sufrir de nuevo. ¿Por qué no hacemos un formulario de datos
básicos nucleares para que sólo los diga una vez y no tenga que
repetirlos? Parece más sencillo decidir cuáles son los datos que van a
ser importantes para la policía, para los sanitarios, para lo judicial y
así nadie más le repite: ¿cuántas veces le ha penetrado, cómo ha sido,
qué le ha hecho? No, eso ya lo ha dicho y eso está recogido en un
formulario normalizado que asumimos todos, y se acabó lo que se daba.

Después que el policía le pregunte si llevaba una bufanda roja o azul,
porque el médico no necesita saber la bufanda que llevaba la persona que
ha agredido; ahora bien, el formulario de datos básicos, del cual se
pueden colgar un montón de formularios, sí puede ser normalizado. Si eso
lo diseñamos, no necesitarán reiterarse.

Siguiente diapositiva. Otra de las cosas es que la violencia sexual es
violencia física, es violencia psíquica, es violencia de enfermedades
transmisibles, es violencia de posible gestación, es violencia familiar.

¿Y saben por qué es familiar? No porque haya pasado en la familia,
independientemente de las que sucedan en ella. En la casuística que
nosotros tenemos las mujeres violentadas sexualmente tenían más miedo de
contárselo a su familia que a gente en una plaza de toros; si yo le
preguntaba a quién quiere contárselo usted, a gente en una plaza de toros
o a sus padres, preferían contarlo en una plaza de toros. ¿Eso qué quiere
decir? Que la violencia es tan grande que la actuación sanitaria no se
puede dejar al pairo de la improvisación o de la genialidad. La actuación
sanitaria tiene que estar protocolizada: si una persona tiene unas
lesiones físicas, se actúa sobre las lesiones físicas; si son lesiones
psíquicas, se actúa sobre las psíquicas; se establece un protocolo de
control de enfermedades de transmisión, etcétera; es decir, es toda una
cadena de actuaciones ninguna de las cuales se puede soslayar. Si se
soslaya alguna, se está haciendo mal. Eso es tan complejo que
obligatoriamente requiere un guión que diga dónde, cuándo, qué día tiene
que entrar el ginecólogo y qué día tiene que hacerse la prueba de
enfermedades de transmisión sexual, porque es tan complejo que si lo
dejamos al pairo de lo que suceda, lo que vamos a encontrar... Yo intenté
hacer un estudio hace unos años de las victimizaciones a largo plazo; no
hay nadie controlado a largo plazo, nadie. Lo mínimo que debería hacerse
sería llegar hasta los 60 meses; es decir, debería llegarse al mínimo de
5 años de controles. Obligatoriamente eso debe quedar escrito, asumido y
aceptado por una estructura.

Yo soy un hombre apasionado de la codificación y de los estudios que
llamamos de macrodatos. Es imposible. No sabemos lo que hay ni lo que
deja de haber. Joven en Madrid es menor de 25 años y en Alcalá de Henares
es hasta 32 años. Estoy explicando que las palabras se utilizan de forma
diferente, por tanto, resulta que es imposible saber qué es lo que está
pasando. En el mundo médico existen desde hace muchos años intentos de
codificar nuestro lenguaje. ¿Por qué no codificamos nuestro lenguaje
siguiendo esos lenguajes internacionales? Utilicemos los códigos de la
OMS o de la Sociedad Psiquiátrica Americana para hablar entre nosotros y,
entonces, conseguiremos establecer un banco nacional de datos. Nosotros
en Zaragoza, en los años 1986, 1987 y 1998 hicimos un estudio y vimos que
el momento más peligroso para la mujer era la vía de acceso a su
domicilio. Se pusieron muy contentos los vendedores de porteros
automáticos, porque dijimos que si todas las mujeres que llegaban a casa
solas tocaran el portero automático, disminuiría el número de agresiones
sexuales; y pasó. Y yo tengo en mi propia casuística personas que les
salvó avisar al portero automático. ¿Eso qué quiere decir? Que si yo
tuviera capacidad de estudiar los datos, podríamos prevenir, porque no se
pueden ustedes imaginar la potencia que tiene la estadística aplicada a
estas estructuras; pues tal como está ahora es imposible.

Se propone la creación de un banco nacional de datos. Piensen que hemos
hecho unos datos coficados internacionalmente, hemos utilizado unos
formularios para todos, hemos utilizado unos formularios de datos
básicos; todo eso es una estructura estudiable, incluso con la pérdida
del nombre de la persona. Podemos perder el nombre de esa persona pero lo
mantengo en el banco nacional de datos, siguiendo todas las garantías de
la Agencia de Protección de Datos, lo que nos permitiría hacer
macroestudios adecuados sobre todo a prevención.

El uso de codificaciones internacionalmente admitidas daría desde luego
la posibilidad de intercambio con otras naciones de nuestras
experiencias, como es lógico; hoy es imposible.

La prueba se constituye en esencial. ¿Saben ustedes cuántos isopos me
hacen falta realmente para hacer una prueba? Ocho isopos. ¿Saben lo
difícil que es encontrar ocho isopos en un momento determinado? Bueno,
pues ¿por qué no se hace un protocolo de obtención de datos y no se
utilizan unos kits? Los kits son un conjunto que, en el momento que llega
una persona que ha sido agredida sexualmente, se rompe una bolsita de
plástico y en esa bolsita hay ocho isopos y seis portas y unos
formularios básicos. Se trata de simplificar, de no tener que estar
pendiente de la genialidad. Indudablemente a lo mejor en el hospital de
San Pablo, en Barcelona, o en el de Santa Fe, en Valencia, hay un genio
que lo hace mucho mejor y tiene ya 17 isopos preparados, pero, en
general, no. Además, el kit tiene un costo pequeñísimo (es decir, no
hacen falta grandes cosas); en él, por ejemplo, los isopos puedan
mantenerse. Nosotros cuando hablábamos con este médico americano



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nos reíamos, porque le decíamos que no sabemos cómo hacer para que el
isopo no llegue a tocar la pared de cartón. No se pueden ustedes imaginar
la cantidad de esparadrapitos que tenemos que poner, porque, claro, ésa
es una prueba que en medicina convencional no existe. No tiene ningún
interés para un médico convencional que se seque el isopo, sin embargo
para un biogenetista es esencial. Entonces, me bastaría diseñar una
cajita de cartón en la que los isopos se colocaran bien; es decir, crear
un kit pequeño es muy sencillo.

Voy a intentar correr más porque, si no, sería terrorífico lo que diría.

La coordinación es una máxima operatividad, con un mínimo de carga para
la víctima. Por ello, es básico crear un guión de actuaciones, pero hay
una cosa esencial: una persona agredida sexualmente no puede ir a
cualquier parte. No puede ir a un médico de un pueblo. No puede hacerlo.

Hay que asegurarse, obligatoriamente, de que estas personas van a centros
homologados, con capacidad de hacer un seguimiento en enfermedades
infecciosas, de control de gestación, de apoyos psicoterápicos; es decir,
centros hospitalarios de primero, de segundo o de tercer nivel.

Lógicamente si yo tengo un centro capaz de hacer un estudio biogenético,
ése es el colmo, pero realmente existe la posibilidad de homologar
centros a los que haya que llevar siempre a esas víctimas y no a
cualquier parte.

Los cauces de comunicación con el procedimiento judicial son esenciales.

Lo que hay que hacer es establecer unos formularios. Realmente ahora
tenemos la suerte de que en el artículo 191 viene la palabra más bonita
que ha podido diseñar un código para definir a una persona: desvalida.

Olvídense de discapacitada, minusválida, triste, menor de edad. Desvalida
es la palabra que mejor define a estas personas. Cuando una persona está
desvalida, yo no necesito el permiso de nadie, porque tengo, gracias al
191, la posibilidad de comunicárselo al ministerio fiscal; éste lo que
hará será abrir unas diligencias de información y él decidirá si sigue
adelante el procedimiento. Yo no tengo ningún problema de vulneración de
mi secreto médico, porque no se lo estoy diciendo al juzgado de guardia,
se lo estoy diciendo al fiscal y él es el que decidirá en su momento, con
lo cual evito problemas.

Cuantísimas violencias domésticas, de las que luego podemos hablar, no
son de acción, ni siquiera de omisión, son de inducción, de facilitación.

Cuántas veces te encuentras a un padre que está tristísimo fuera que
acaba de cobrar 5.000 pesetas porque se han llevado a su hija. Quiero
decir que la estructura hace que el médico tenga acceso a una
información, que no puede romper el secreto médico, pero sí puede decir:
tengo la sensación de que tengo delante a una persona desvalida. No hace
falta ninguna otra cosa, y entonces lo puedo comunicar al ministerio
fiscal. Si yo hago un formulario de comunicación sencillo,
automáticamente entra con toda facilidad, pone flechitas y rayitas y esto
va al ministerio fiscal. Así de simple. Me perdonarán porque soy muy
simplista, pero creo que es la única forma de solventar este problema. No
se trata de complicarlo, sino de normalizarlo, de estandarizarlo, de
hacer siempre lo mismo. Lo mismo pasa con el uso de la comunicación de
datos. Igual que hacemos formularios para una cosa, hacemos formularios
para otras.

Hasta aquí era lo que yo quería hablar sobre la agresión sexual. No sé si
están ustedes agotadas para soportar un segundo envite.




La señora PRESIDENTA: Yo creo que no, doctor Cobo. Estamos escuchando muy
gustosamente todo lo que usted nos dice, que a mí personalmente me parece
interesantísimo, importantísimo y, sobre todo, simplista, que tal vez es
lo que estábamos esperando, no complicarnos la vida y poder hacer las
cosas escuchando a personas como usted que conoce tanto y tan bien el
tema. Por tanto, le ruego, por favor, que siga con su exposición.

Gracias.




El señor DIRECTOR DE LA CLINICA MEDICO FORENSE DE ZARAGOZA (Cobo Plana):
Entonces, si no están agotadas, sigo.

Visto que había tanta teoría, lo que hice fue decidirme a escribir un
libro y hacer esos formularios. Por tanto ya están escritos. Digo esto
para que sepan ustedes que ya hay un libro en el que he escrito esto con
el fin de normalizarlo, como propuesta personal. Después, cada uno lo
hará como crea oportuno.

Pasamos ahora a hablar de la agresión doméstica. Yo soy forense desde
hace muchos años, los mismos que tiene mi hija, diecinueve años. Yo era
muy jovencito cuando salí de forense; y siempre había pensado que la
forensía consistía en que uno recibía una torta, el otro le pega otra
torta, se sabe perfectamente quién es el agresor y quién es la víctima,
la víctima quiere hacerle daño al agresor después, el agresor quiere
escaparse... es decir, como en las películas de malos y buenos. Bueno,
pues no hacía ni dos años que era médico forense cuando me vino una
señora a la que su marido la venía pegando todos los fines de semana
desde hacía cuarenta años, y cuando le dieron semana inglesa la pegaba
dos veces a la semana. Pero no la pegaba, la empujaba, sencillamente, y
lo acompañaba con alguna pequeña frase, como desgraciada, poquitilla
cosa, pequeñita, fea, sucia. Cuando la encontré yo tenía algo más de
veinte años y la verdad es que me quedé tan estupefacto que ya en 1981
empecé a recoger información. Llevo 18 años recogiendo información. Esto
es para darles idea de hasta qué punto tengo una cierta autoridad para
hablar de lo que vamos a tratar ahora.

Siguiente diapositiva. Esto es lo que sabemos siempre. El tipo de
violencia física, psíquica, mixta, sexual o especial. Esto es lo que
comentamos en cualquier libro. Frases clave en la violencia doméstica: de
nuevo son frases recogidas de publicaciones internacionales. No son mías,
pero las asumo una detrás de otra, porque tengo casuística de todas ellas
y más. El homicidio es una parte integrante. El maltrato verbal deja
cicatrices muy profundas. Yo muchas veces comento: si tú a tu hijo --ya
no hablamos de mujeres, ni de esposas, hablamos de un niño-- le dices:
Hijo mío, ¿para qué te vas a levantar si no tienes nada que hacer en la
vida? Eso se lo repites doce años seguidos y, sobre todo, lo haces en la
época de cinco a diez años en la que los niños, no es que tengan mucha
sensibilidad, es que no existen



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para él nada más que sus padres, y le convences de que realmente no sirve
para nada. Ya no tiene nada que hacer. Nosotros le llamamos la época
tranquila, porque todos los que tenemos hijos sabemos que hasta los cinco
años nos incordian y no nos dejan parar y estamos encima de ellos; a
partir de los doce años, no hacen más que incordiar y tampoco hacemos más
que pensar en ellos, pero desde los cinco a los doce años son una
maravilla, no les hacemos ni caso, lo único que hacemos es ponerles un
bonete rojo cuando vamos a la playa para no perderlos. Pues fíjense, de
los cinco a los doce años son verdaderas esponjas. Es el momento más
terrorífico de un niño. Va a asumir todo lo que está pasando a su
alrededor y ese maltrato que está viendo lo va a encontrar normal, va a
encontrar normal que el mecanismo sea agresivo, va a encontrar normal el
que su madre no sirva para nada, va a encontrar normal el hecho de que él
es un idiota, y va a encontrar normal que cuando sea mayor no pase de FP1
ni por casualidad. Quiero decir que el maltrato verbal es una cosa muy
importante. ¿Y saben el mayor problema que tengo yo como forense? La
enorme dificultad de demostrarlo, cuando tengo verdaderas historias.

Siguiente diapositiva. El maltrato doméstico. Hace muy pocos días que he
hecho la autopsia de una persona en la que se demostró que dos horas
antes había habido un maltrato y se suicidó. La autopsia demostraba que
se había suicidado, pero lo había hecho después de sentirse impotente
ante lo que estaba sucediendo. Dos horas antes había sido maltratada
brutalmente por otra persona. Eso ha sido hace muy pocos días. La
violencia doméstica se sitúa en el extremo más grave del estrés
psicosocial. El propio DSM3R, el antiguo, ahora DSM4, lo establece como
tal. Es decir, los psiquiatras están de acuerdo en eso.

Siguiente diapositiva. La violencia doméstica sólo es posible en una
situación familiar en la que la víctima se siente como propiedad del
maltratador y, a partir de aquí, encontramos miles y miles de frases:
dependencia psicológica, dependencia cultural, etcétera. Yo siempre pongo
un ejemplo con el que les voy a hacer reír, pero que es dramático. Una
señora que era del Barcelona de toda la vida, porque sus padres eran del
Barcelona, se casó y se hizo del Real Madrid porque su marido era del
Real Madrid. Eso, que parece simpático, indica hasta qué punto existe esa
interdependencia tan terrorífica. Pero esto que pasa a nivel de la mujer,
curiosamente, lo estamos encontrando en los hombres: la baja autoestima,
la incapacidad de asumir la soledad, la incapacidad de soportar la
ruptura, lo que lleva a la aparición de las violencias más terribles.

¿Esto qué quiere decir? Que la violencia doméstica es tan complicadísima
que cualquier persona que intente simplificarlo y decir que es una cosa
sencilla miente o es un oligofrénico. Cualquier persona que diga que
agravando o disminuyendo el problema penal se soluciona esto, está
equivocado. Cada caso es totalmente diferente, tan diferente --me van a
permitir que sea hasta brutal-- que hasta las agresiones sexuales son
distintas. Yo he visto una agresión sexual --y lo comenté el otro día en
el Consejo General del Poder Judicial-- en la que la intimidación era: o
te dejas o despierto a tus hijos. ¿Eso es una agresión sexual? Eso es
más. Es algo diferente. El contexto doméstico rompe toda la estructura.

Siguiente diapositiva. Concepto de maltrato. Cuando yo le pego a alguien
un puñetazo en la nariz quiero pegarle un puñetazo en la nariz. Sin
embargo, ¿qué es lo que sucede muchísimas veces? Esto. Les dejo que lo
lean. Es sometimiento, sufrimiento, dominio, miedo, humillación,
esclavitud, secuestro, todo lo que ustedes quieran. Y esto, ¿saben lo que
es? Esto no es una cosa que sucede en un momento determinado, sino una
enorme historia y, si no conocemos esa enorme historia, no conocemos lo
que ha pasado.

Siguiente diapositiva. Esto es lo que vemos cuando tenemos un
procedimiento delante: una persona y otra persona en un ambiente. Esto no
es la violencia doméstica; esto es la agresión, esto es el golpe de tos.

Cuando alguien tose, yo, que soy médico, tengo que saber si tiene una
faringitis, si tiene un tumor infratentorial o si tiene un cáncer de
pulmón, y no tiene nada que ver el tratamiento en los distintos casos, y
lo que tiene es tos. Es decir, que una agresión es una agresión, pero
¿qué es lo que hay debajo? Hay que hacer una reconstrucción continua de
toda la historia; si uno no hace esa reconstrucción, no sirve. ¿Que lleva
mucho trabajo? Sí, pero se reconstruye todo, una cosa detrás de otra, o
no se puede hacer una valoración. Cualquier valoración que se haga sólo
por una imagen, por lo que nosotros llamamos una imagen transversal, es
inútil; hay que hacer una revisión longitudinal de la historia, ya que
sólo la historia nos dará la clave.

Siguiente diapositiva. Yo me he permitido intentar normalizar lo que he
visto en 18 años y esto que van a ver, que parece muy sencillo, es muy
complicado. Podemos encontrar lo que llamamos violencia doméstica única o
aislada; es decir, una agresión. Yo, hace ocho días, tuve el caso de una
señora que me dijo que su marido le había pegado un puñetazo, pero,
además, me dijo: a mi marido le acababa de caer un palet en la espalda y
le había fracturado dos vértebras, con lo que ha dejado de promocionarse
en el trabajo y está angustiadísimo. Por otra parte --siguió
diciéndome--, su padre se ha muerto de cáncer y su madre se ha enterado
entonces de que en realidad no le ha querido nunca. Entonces lo que pasó
fue que nos enzarzamos, y si yo llego a cogerle la mandíbula se la rompo,
pero me la cogió él a mí. Eso no es violencia doméstica, sino un señor y
una señora que se han pegado, y se han pegado como fruto de unas
circunstancias que no tienden a repetirse. Son circunstancias que
destrozan esa situación de familia, que rompen un broche final, pero son
eso: circunstancias que no tienden a repetirse, y hay siempre una acción
activa por parte de los dos. Incluso hay veces que esto lo vemos con
hijos.

Hay otra opción: violencia reiterada. Yo he visto casos en que esto había
pasado hasta tres o cuatro veces. ¿Por qué? Porque ella bebía alcohol, él
estaba deprimido; había una serie de circunstancias, pero siempre había
algo que me llamaba la atención: que había una acción por parte de las
dos personas, la agresión era coprotagonizada. Yo veía que,
efectivamente, ésa era una estructura en la que los dos tenían un papel.

Eso no se parecía a otras cosas. No tenían



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nada que ver. Puede tratarse del mismo puñetazo o del mismo empujón, pero
hay otra cosa: violencia doméstica continuada; en la parte de arriba
siempre hay una persona y en la parte de abajo otra y, en este caso, hay
un niño en medio. La violencia doméstica es esto: pum, pum, pum, pum,
pum. Y no necesita ni excusas. Normalmente hay una pasividad por un lado.

Si se fijan verán que no hay una sola flecha en contra. Esto es
totalmente diferente de lo anterior, aunque sean tres veces o cinco. La
estructura, la historia de la violencia es lo que ha sido definitorio
para conocer lo que ha pasado.

Siguiente diapositiva. Violencia doméstica progresiva. Nosotros hemos
visto casos en los que poco a poco se ha pasado de una agresión a otra un
poco mayor o un poco menor. Las agresiones iban hacia arriba, iban en
aumento y esto era enormemente peligroso; esto hay que tenerlo
absolutamente controlado. Incluso, en un momento determinado, cuando
aparece lo que llamamos la violencia doméstica desatada, tenemos que
utilizar lo que se llaman medios extraordinarios. Nuestra estructura
social debe asumir que en el 99,999 somos normales y actuamos
normalmente, pero en España ha habido 91 veces como mínimo el año pasado
en que había que haber tomado medidas extraordinarias. Es así. Estoy de
acuerdo en que el procedimiento sea todo lo ordinario que se quiera, pero
hay momentos en que la situación requiere otras medidas. Yo recuerdo
haber hecho un informe diciendo: cuidado con esta persona porque es
sumamente peligrosa. Quince días después la mató. En algunos casos hay
que tomar medidas extraordinarias y esas medidas extraordinarias deben
estar contempladas como una opción. Es una tontería, y perdonen, que a
una persona que tiene una esquizofrenia paranoide o un delirio de
persecución se le interrumpan las medidas de tratamiento porque se hayan
pasado los seis meses de la pena. Eso no es posible. Yo siempre digo que
pasa lo mismo que con los 18 meses de incapacidad laboral transitoria;
que todos los españoles tenemos derecho a 18 meses de ILT, pero en
situaciones extraordinarias se puede prolongar. Yo estoy de acuerdo con
que la ley, el principio de legalidad debe asumir que lo ordinario, lo
normal son los 18 meses de ILT, pero cuando 16 psiquiatras, 12
trabajadores sociales, tres psicólogos y cuatro jueces dicen que
determinada persona va a matar a su mujer, lo normal es poder tomar
medidas extraordinarias como respuesta.

Siguiente diapositiva. Hay formas especiales de violencia doméstica. Aquí
hemos tenido desde ablaciones de clítoris hasta problemas con las
transfusiones en testigos de Jehová, etcétera. Yo nunca me meto con las
creencias de nadie, salvo cuando vulneran la integridad de la persona que
las sufre. Estas son formas de violencia que no sé qué es lo que
requieren, porque entran como una mancha. Si se fijan, yo he dibujado una
mancha que se introduce por en medio de todas estas personas y alteran
los mecanismos. ¿Qué es lo que requieren esas violencias especiales?
Cosas totalmente especiales; no es posible el procedimiento normal para
asumir esas cosas, porque está superado por creencias, etcétera.

En cuanto a la violencia mixta o múltiple, la he dibujado con un cuadrado
partido múltiples veces, porque no sabemos ya a qué atenernos y lo que es
verdad es que cuando tenemos una violencia doméstica no especificada debe
diagnosticarse. Solamente les digo una cosa: una tos persistente debe
diagnosticarse, porque uno puede tener un cáncer. La tos, con un
antitusivo, se pasa, pero al cabo de tres meses esta persona tiene un
cáncer de pulmón que ha avanzado. Es decir, es necesario diagnosticar; la
respuesta social debe encaminarse al diagnóstico, ya que sólo tras un
diagnóstico preciso es posible establecer un tratamiento.

Para terminar, quiero decir que igual que cuando en una familia hay un
individuo enfermo toda la familia está un poco rota, cuando en nuestra
sociedad hay familias enfermas nuestra sociedad está un poco rota, y
hasta que no solucionemos eso no podemos parar, y no podemos desahuciar a
las familias rotas y no podemos decir: lo siento, es que yo tengo el
límite de actuación sobre usted en seis meses. Eso no es posible. Creo
que no podemos soportar esa situación y que debemos seguir trabajando
para conseguir que un día podamos reunirnos aquí, pero no para comentar
estos temas, sino para otra cosa.




La señora PRESIDENTA: Generalmente a esta Comisión vienen políticos;
verdaderamente, hoy hemos tenido un ponente excepcional. Se lo quiero
decir porque estoy segura de que todos lo compartirán conmigo. Usted sí
que nos ha hecho un buen diagnóstico; nos ha dado una lección magistral
de lo que es la violencia.

Como SS. SS. saben, teníamos previsto que interviniera ahora el otro
forense, con el fin de que las señoras portavoces, después, solamente
hicieran un turno no tanto de portavoces como de preguntas directas a los
ponentes, que es lo que hoy nos interesa.

¿La senadora Costa quiere hacer alguna pregunta o pedir alguna
aclaración?



La señora COSTA SERRA: Sí, señora presidenta.

Quiero dar las gracias al doctor Cobo por su clarísima exposición y por
su simplicidad --como él decía--, cosa que nos hace falta muchas veces a
los políticos en la mayoría de las Comisiones.

Ha hablado de soluciones muy concretas y muy simples como la de los
formularios de datos básicos o kids. Me gustaría saber si esto se hace en
otros sitios y si lo ha solicitado algún organismo o algún profesional.

Parece mentira que haya cosas tan fáciles de hacer y que no se hayan
tomado medidas al respecto; se escapa a la lógica.

Por último, qué conocimiento tiene sobre la violencia que se produce
entre adolescentes, ya que es sabido que las relaciones de pareja se
producen cada vez a más temprana edad, y si se distinguen de las de las
personas adultas.




La señora PRESIDENTA: Doctor Cobo, ¿le parece bien que pregunten todas
las portavoces y después contesta, o prefiere hacerlo de una en una?



El señor DIRECTOR DE LA CLINICA MEDICO FORENSE DE ZARAGOZA (Cobo Plana):
De una en una, ya que soy muy simplista. (Risas.)



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Llegar a esto me ha costado dieciocho años. Soy especialista en medicina
interna, he sido médico hospitalario especialista en nefrología, he hecho
ginecología y psiquiatría. Quiero decir que cuesta muchos años llegar a
lo que parece sencillo. Las soluciones simples aparecen de repente porque
uno tiene una computadora en la cabeza donde todos los datos empiezan a
casar como una pila de monedas. Llevo dieciocho años trabajando y he
tardado dieciocho años en llegar a esto.

Los kids se están utilizando en Estados Unidos. La denuncia de tercera
parte que llaman ellos se hace en algunos Estados de Estados Unidos.

También los he visto en Inglaterra y en el Karolinska de Estocolmo. Es
muy sencillo diseñarlos.

Los médicos tenemos una máxima y es que cuando uno sabe una cosa y no lo
dice, comete una imprudencia. Uno tiene que hacerse oír y para ello he
escrito un pequeño libro manual --lo que más ha costado ha sido reducirlo
para que sea de verdad manual-- donde he establecido unas propuestas
determinadas como algo personal. Aquí están descritos los kids, los
formularios. Ahora mismo creo que la Comisión Interministerial está
trabajando en este libro. Estuve dando unas charlas en el Consejo General
del Poder Judicial y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y todo
el mundo tenía copia de este libro, luego me da la sensación de que se
está trabajando de forma intensa.

Fíjense si yo soy simplista que a mí me gusta mucho dibujar y en Estados
Unidos manejan unos monigotes feísimos. Yo trabajo con un grupo de
ingenieros muy avanzado y tenemos modelos tridimensionales --aquí los
llamamos VRML--, pero ¿saben que pensé? Pensé: voy a hacer unas
fotografías a unas maniquíes, les paso unos ecualizadores de ordenador y
voy a conseguir unas imágenes sencillas con relieve que permitan dibujar.

Fíjense la capacidad de dibujo que tiene un médico sobre una cosa tan
sencilla como es un maniquí ecualizado. Este es un maniquí que deja de
parecerlo porque le hemos quitado todos los relieves, y esto es posible
complicarlo a base de modelos tridimensionales que permiten hacer una
codificación de todos los puntos lesionados. La forma tan sencilla de
hacerlo es ésta.

Me ha preguntado sobre la violencia entre los adolescentes. Hemos hecho
algunos estudios, pero llevo trabajando en ellos muy poco tiempo. Estamos
viendo una sociedad muy violenta en la que los pequeños derechos se
defienden con grandes violencias. Les voy a contar un ejemplo. Yo conozco
a una persona vecino de otra que quería poner en el rellano cuarenta
vatios y el otro sesenta. Yo no encontraba diferencia, pero uno le pegó
un empujón al otro fracturándole la columna vertebral. Es decir, que a mí
me pisan el pie y tengo derecho, por lo visto, a decapitar a la otra
persona. Lo que está pasando ahora mismo es que nuestros derechos están
desbordándose; nuestros pequeños derechos adquieren rango de derecho
constitucional. Ese es el ambiente de falta de tranquilidad, de falta de
sencillez, de grosería, en el que vivimos.

Yo hablo con mis hijos y les digo que los aragoneses somos muy brutos
porque decimos lo malo, pero lo que hay que ser es muy brutos diciendo
dos veces las cosas buenas. Nos falta estética de relación, nos faltan
planes antiguos, y todo eso se está viendo en la adolescencia actual. Nos
faltan expectativas de futuro; estamos haciendo planes de pensiones con
22 años. Se está alterando la estructura de forma muy intensa. La gente
no tiene tantas ilusiones. No se ha hecho ningún juguete para jugar,
todos los hemos comparado. Por ejemplo, se casan sin apenas conocerse,
viéndose una vez cada mes y medio sólo tres horas, y en ese tiempo todos
somos maravillosos. No obstante, no soy técnico en la materia, he hecho
un breve apunte de las cosas que hemos visto.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i
Unió), tiene la palabra la señora Solsona.




La señora SOLSONA I PIÑOL: Muchas gracias, doctor Cobo, por su
exposición, yo diría que más realista que simplista y muy humanitaria.

Usted ha hablado de estos guiones y protocolos y también ha apuntado que
cuando la violencia llega a ser desatada requiere unas medidas
extraordinarias. Aquí estamos intentando tomar unas medidas para
solucionar esta violencia doméstica y nos interesaría que nos
especificara un poco, ya que tiene esta gran experiencia, qué medidas
extraordinarias pueden aplicarse en estos casos extremos de violencia.




La señora PRESIDENTA: Señor Cobo, tiene la palabra.




El señor DIRECTOR DE LA CLINICA MEDICO FORENSE DE ZARAGOZA (Cobo Plana):
El problema es el siguiente: cuando algo es extraordinario es que es
extraordinario. ¿Qué quiere decir eso? Que, por ejemplo, un juez es capaz
de asumir lo ordinario porque está preparado para asumir principios de
legalidad. Yo soy médico pero sé que está atado por muchas cosas.

¿Qué es lo que sucede en otros lugares? Existen los comités de advisers
que son los comités de consultores, de consejeros. ¿Qué ha ocurrido en
Zaragoza? La Clínica Forense está planteando estos temas desde hace mucho
tiempo y se acordó crear una comisión en la que se traten los temas como
en una sesión clínica. ¿Qué sucede cuando tengo una persona con un
trastorno de conducta que de forma reiterada está haciendo actos
antisociales? ¿Qué es lo que sucede cuando alguien roba en El Corte
Inglés --y perdonen que utilice el nombre comercial-- en la primera, en
la segunda, en la tercera y en la cuarta planta, que es un delito
continuado? ¿Qué es lo que sucedería si yo en una sesión clínica, con
todos los jueces que están inmersos en estos procedimientos y con los
psiquiatras de Zaragoza --que es lo que estamos haciendo ahora--
dijéramos: resulta que después de haberla visto siete psiquiatras, todos
están de acuerdo en que esta persona es peligrosísima? Fíjense la fuerza
que tienen siete psiquiatras. Y dijeran: es que resulta que esto que ha
hecho ahora no es una cosas diferente de la que hizo, es una situación
continuada, es algo que está haciendo en el mismo establecimiento. No sé
si



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me estoy explicando. ¿Qué es lo que pasa? Que los jueces tendrían que
habilitar en algún momento medidas extraordinarias en las que hubiera una
decisión colegiada, una decisión entre los seis jueces de lo Penal que
llevan asuntos. Ya sé que es enormemente difícil, estoy hablando en
teoría, pero estoy explicando lo que sucede en otros sitios, y en otros
sitios existen estos comités de consultores. Nosotros hemos tenido un
caso en el que se establece un plan terapéutico en el que se dice: esta
persona va ingresada; si mejora, pasará a que sea controlada. ¿Por quién?
Y el psiquiatra que tiene que llevarlo se hace cargo del tema. Si tú
tienes un problema, ¿a quién lo comunicarás? Lo comunicarás aquí. Y
automáticamente cambiaremos las ejecutorias, que es la cenicienta del
proceso. Yo tengo verdadero pánico a la ejecutoria porque, una vez que se
ha dictado la sentencia, parece que desaparece la importancia del control
mantenido. Entonces, se decide cambiar esta decisión. Está de acuerdo un
montón de gente y cuanta más gente está de acuerdo, más fuerza tiene.

Quizás, a esa decisión colegiada se le podría dar más fuerza --y estoy
hablando desde el punto de vista clínico, intento ser muy sencillo-- de
tal forma que, cuando nosotros convocamos a las personas, las convocamos
bajo la idea de una sesión clínica, de ninguna forma yo tomo ninguna
decisión judicial. Lo ideal sería establecer un plan que permitiera ir
saltando de decisiones. Esta persona pasa al ambulatorio, ¿que de momento
empeora y hay que volver a reingresarla aun en contra de su voluntad?
Para eso no hace falta mes y medio, dos o tres meses porque está siendo
controlado por una persona que sabe que, si falla, tiene que comunicarlo
directamente para que el propio juez que lo está llevando en ese momento
tome una decisión de cambio de medidas. Esa sería una opción. Lo
extraordinario sólo se puede solucionar con medidas extraordinarias;
desde luego, supera lo que es el concepto de la decisión unipersonal.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la
palabra la senadora Navarro.




La señora NAVARRO GARZON: En nombre del Grupo Socialista, quería
agradecerle su intervención y esa simplicidad de la que usted hablaba. Yo
creo que eso se agradece de vez en cuando. El Ministerio de Justicia
publicó un protocolo de actuación de los médicos forenses. Me gustaría
saber si le parece suficiente --porque le ha dado mucha importancia al
protocolo y yo creo que es muy importante--, no sé si es un protocolo
general o habría que incidir en algún aspecto. Parece que en el País
Vasco existe algún protocolo específico para temas de agresiones.




El señor DIRECTOR DE LA CLINICA MEDICA FORENSE DE ZARAGOZA (Cobo Plana):
En el año 1990 me invitaron al País Vasco y dije exactamente lo mismo que
he dicho ahora mismo, quizás con menor riqueza. No hay otra forma de
hacerlo; sólo se puede actuar de una forma multidisciplinaria. Sólo es
posible si los equipos trabajan de una forma muy coordinada.

Les voy a decir qué requeriría una violencia doméstica. Por ejemplo,
requiere que los sanitarios sepan lo que tienen que hacer. Punto uno. Y
esto es muy complejo, porque tienen que hacer una verdadera historia de
esa persona. Segundo, inevitablemente, la asistencia social tiene que
actuar de oficio de una forma directa, bien a través de trabajadores
sociales de los hospitales o a nivel local. El trabajador social es
inevitable en estos hechos porque va a detectar todas las circunstancias
que en este momento, dentro de la ICD-10 de la OMS, ocupan todo un
capítulo, el 21. El capítulo 21 del ICD-10 está destinado a saber los
factores que alteran el estado de las personas, factores que no afectan
directamente sino que lo alteran. Eso sólo es posible con el trabajador
social. La investigación policial debe ser tan compleja que sea capaz de
detectar tanto los antecedentes como esas historias que aparecen por
debajo soterradas, como los medios que se han utilizado o que se dice que
se van a utilizar. El nivel de las amenazas es importantísimo. Cuando
alguien me viene y me dice: es que me amenazó de muerte. Yo pregunto:
cuándo la amenazó, ¿cuando la estaba pegando puñetazos? No se preocupe,
eso no es amenaza; eso es que en ese momento el que te está pegando un
puñetazo es que además quiere hacerte daño. ¿Cuándo es importante la
amenaza? Cuando es antes y cuando es después y, sobre todo, cuando ha
pasado algo que confirme la amenaza. Es decir, si yo le digo a una
persona que la voy a matar y a mí alguien me ve a las cinco y media de la
mañana en un sitio por donde obligatoriamente tiene que pasar esa persona
y yo estoy buscando la oscuridad y un lugar donde no hay nadie, hay un
enorme peligro.

En medicina se dice, por ejemplo, que un drogadicto se considera
inimputable cuando intenta robar en la comisaría de policía, porque está
realmente desconectado. Cuando una persona agrede y sigue agrediendo en
el juzgado o en la comisaría, por definición, tiene un trastorno del
control de los impulsos, y ésa es la cosa más peligrosa que existe porque
lo que hay es un trastorno del control de los impulsos; son palabras muy
sencillas. Ese señor, cuando tenga un impulso, no lo va a controlar. La
investigación policial requiere que estudie todo eso, y que además llegue
al juzgado de guardia, y requiere que el médico forense haga una
ratificación de esas condiciones biomédicas que se han dicho. A lo mejor
se ha dicho que esta persona tiene antecedentes de esquizofrenia
paranoide, pues hay que confirmarlo.

Pero ahí no termina. En este momento yo estoy escribiendo un libro sobre
ese tema. Yo le llamo el consejo letrado. No estoy muy de acuerdo en lo
que llaman procedimientos pacificadores, no tiene que ser ni pacificador
ni enfrentador; tiene que ser clarificador. Lo que tiene que hacer es
clarificar todos los detalles y toda la historia. ¿Cómo puedo hacer una
terapéutica pacificadora a un señor que tiene un cáncer? O le quito ese
pulmón, o se me muere. El procedimiento tiene que ser clarificador, que
será pacificador cuando se aclare qué es lo que necesita o
intervencionista y extraordinario cuando se requiere la intervención. Se
requiere un consejo letrado y ese consejo letrado supera al hecho de la
víctima, o lo que parezca víctima porque ese consejo letrado tiene que
llegar a conocer la estructura de lo que está pasando, y para eso va a
tener un formulario que ha rellenado la asistencia sanitaria, otro que
habrá hecho



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la asistencia social, otro que habrá hecho la investigación policial y
otro que habrán hecho los forenses. De este señor dicen que necesita
tratamiento, ¿o no ha quedado claro? Entonces, tendré que hacer una
petición pericial para ver si necesita tratamiento. Después, los jueces
dirán: yo me he encontrado una violencia desatada. ¿Qué quiere decir? Que
puede ser muy grave, que a lo mejor requiere medidas extraordinarias, que
mi decisión es ordinaria o no. Pues, a lo mejor, que no es ordinaria mi
decisión y tengo que tomar una decisión extraordinaria. ¿Qué puedo hacer
para tomar una decisión extraordinaria? Pues que ha de hacerse con un
diagnóstico, porque si no se dispone de todo el diagnóstico no se puede
tomar una decisión extraordinaria. Hay que ir escalón por escalón. El
primer trabajo que hice en estadística fue un trabajo multivariante en el
año 1971 que se llamaba step to step, que es escaloncito a escaloncito, y
si uno se deja un eslabón de esa cadena, se rompe; la cadena es tan
fuerte como el eslabón más débil. Si tú tienes un eslabón débil en un
diagnóstico, por muy bien que tengas montados los otros 17 eslabones,
estás perdido, se te ha roto.

Obligatoriamente, toda la sociedad debe trabajar de una forma coordinada;
sin coordinación, sin solapamiento, es imposible. Cada uno tiene que
saber lo que tiene que hacer. ¿Que después quiere hacer más cosas? De
acuerdo, pero lo que tiene que hacer, que lo haga. Hay verdaderos genios,
pero lo que hay que hacer es normalizarlo para que sirva para todos los
sitios.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular, tiene la palabra la señora
Calderón.




La señora CALDERON PEREZ: En primer lugar, quiero agradecer al doctor
Cobo su comparecencia esta tarde y muy especialmente su enorme esfuerzo,
su gran trabajo a lo largo de estos años reflejado en este libro, su gran
esfuerzo de recopilación y de investigación sobre todo lo que concierne a
la violencia contra la mujer. Creo que todos los datos que nos ha dado
hoy aquí son de verdadera importancia para todas las personas que estamos
trabajando en este tema, y nos congratula muchísimo saber que su libro
está ya en manos de la Comisión Interministerial, lo cual demuestra la
gran sensibilidad que tiene el Gobierno en este momento para intentar, de
alguna manera, prevenir y erradicar todo lo que se relaciona con la
violencia hacia la mujer.

Quiero hacerle una pregunta muy concreta sobre algo que no me ha quedado
claro. Cuando hablaba usted de que era enormemente dificultoso poder
demostrar el maltrato verbal, lo que conocemos como maltrato psicológico,
me gustaría saber si opina que por parte de la Administración se tendría
que poner en marcha algún tipo de medidas complementarias a la labor del
médico forense, para poder demostrar con más facilidad que existe ese
maltrato psicológico, independientemente del que todo el mundo puede ver,
puesto que se exterioriza, que es el maltrato físico.




La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra el doctor Cobo.

El señor DIRECTOR DE LA CLINICA MEDICO FORENSE DE ZARAGOZA (Cobo Plana):
La pregunta es enormemente complicada y muy sencilla, a la vez.

Creo que la asistencia social es algo inevitable. Es tan inevitable que
sin esa parte los diagnósticos quedan cortos, y le voy a explicar la
dificultad en que me he encontrado. Yo hice un estudio del año 1981 al
año 1989 y vi cómo la personalidad de las mujeres agredidas que habían
tardado más de 20 agresiones en denunciarlo ocupaba un porcentaje de una
enorme tolerancia, de una enorme dependencia, de tranquilidad de vida, de
una angustia soterrada pero que les dejaba vivir adecuadamente,
aparentemente, lo que me sorprendió.

Yo siempre recuerdo que cuando mi padre cuenta cosas de la guerra cuenta
ocho cosas terroríficas y dos simpáticas. ¿Qué es lo que sucede? Que
hasta en la guerra, si le dan tiempo, la gente es capaz de adaptarse.

¿Qué es lo que pasa? Que nosotros nacemos con una personalidad. Nuestra
personalidad tiende a ser agresiva, tiende a no serlo, a ser pasiva, a
ser dependiente, etcétera, pero ¿qué es lo que yo veo? Que estas personas
que entran dentro de una estructura determinada van adaptándose poquito a
poquito y, al final, no sé qué es personalidad previa o qué es efecto
posterior. No sé si me explico, no sé qué es baja autoestima dependiente
de su personalidad o qué es realmente efecto de que un señor haya estado
diciéndola que es idiota todos los días de su vida. Porque presumo que el
que te llamen idiota todos los días de la vida te tiene que bajar la
autoestima, pero si hago un test de personalidad veo que ha habido un
enorme desarrollo de esa personalidad hasta unificarse, al final.

Nosotros lo llamamos estado anterior patológico. ¿Qué es estado anterior
patológico y qué es efecto de la agresión? ¿Qué es tristeza propia y qué
es tristeza provocada? La dificultad es enorme. Pero ¿cómo es posible
saberlo? La investigación de toda la historia de esas personas es lo
único que nos puede dar una idea, que en muchas ocasiones no será
suficiente, pero que sí será mucho más aproximada de la que tenemos en
realidad. Ahora hacemos un corte --ya lo han visto, era una especie de
hoja de afeitar-- en la vida de dos personas con una hoja de afeitar e
intentamos valorar ese hecho. No; obligatoriamente tenemos que valorar
todas las hojas de afeitar que había antes y todas las posibles hojas de
afeitar que tenemos detrás, porque el futuro es tan importante como el
pasado. Porque, ¿cuándo actuamos? Cuando ya se ha agredido, se ha
violentado, y lo que habría que hacer es que no pasara esto. Si nosotros
podemos hacer algo es prever el futuro; creo que es fundamental.

Fíjense, hay 21 capítulos dedicados a las enfermedades en la OMS, más de
1.500 codificaciones. Un capítulo entero está destinado a haber sido
agredido de niño, a no tener una vivienda adecuada, a tener un contrato
inadecuado de trabajo, todo eso está contemplado en un capítulo entero,
desarrollado en algo así como 200 opciones, que son aquellas que deberían
ser valoradas, y sólo con eso tendríamos una idea más cercana a lo que ha
sucedido. Podríamos presumir que una persona ha tenido una actuación
agresiva de maltrato o de sometimiento cuando lo encontráramos.




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Cuando algunas veces me preguntan ¿cómo lo diagnosticas? Como soy muy
aragonés y muy bruto, les digo: ¿tú ves que cuando le pega quiere pegarle
y hacerle daño donde le pega? Pues eso suele ser agresión. Si una persona
tiene un golpe en la nariz y tiene fracturados los huesos propios y yo
quiero fracturárselos, eso es una agresión. Pero si yo veo que esta
persona lo que quiere es demostrar dónde tiene que estar situada, hasta
dónde tiene que llegar, saber qué tiene que hacer, eso es diferente,
aunque no sea una fractura de huesos propios, aunque la lesión sea tan
leve y tan suave que ni siquiera se vea. Esa es la pregunta clave, ésa es
la que separa el maltrato de la mera agresión.




La señora PRESIDENTA: Doctor Cobo, millones de gracias por su
comparecencia de hoy ante la Comisión Mixta de los derechos de la mujer y
por su exposición. Gracias también a su hija, a la gente joven que hoy
nos ha acompañado, porque todas las personas que estamos aquí estamos
deseando trabajar para que ellas tengan un futuro mejor; por eso estamos
trabajando, para que no tengan el que nosotras nos hemos encontrado.

Gracias también por dejarnos esa imagen tan hermosa del monumento a Goya
de su tierra, que tanto ama. Gracias, por todo, doctor.

Se suspende la sesión por cinco minutos, para despedir al doctor Cobo y
recibir a las señoras Pérez del Campo y Abril. (Pausa.)



--COMPARECENCIA DE LA SEÑORA PRESIDENTA DE LA FEDERACION DE ASOCIACIONES
DE MUJERES SEPARADAS Y DIVORCIADAS (PEREZ DEL CAMPO NORIEGA) (Número de
expediente del Congreso 219/000338 y del Senado 715/000196), Y DE LA
SEÑORA PRESIDENTA DE LA COMISION PARA LA INVESTIGACION DE MALOS TRATOS A
MUJERES (ABRIL GONZALEZ) (Número de expediente del Congreso 212/001195 y
del Senado 715000197).




La señora PRESIDENTA: Señorías, comparecen en este momento la presidenta
de la Federación de asociaciones de mujeres separadas y divorciadas, doña
Ana María Pérez del Campo Noriega y la presidenta de la Comisión para la
investigación de malos tratos a mujeres, doña Consuelo Abril González.

Millones de gracias por compartir con nosotros este día que estamos
dedicando especialmente, a petición de todos los grupos parlamentarios,
para ver si conseguimos, después de la información que se nos está dando
hoy aquí, llegar a saber qué es lo que está pasando y cómo podemos
intentar solucionarlo, aunque como diría el doctor Cobo en ocho años cada
día cambia esto, pero estamos en un momento en el que la voluntad de
todas y todos los que estamos aquí es el poder atajarlo y hacerlo lo
mejor posible. Estamos trabajando para todas las mujeres de España, que
es importante y es lo que nos une.

Tanto monta, monta tanto, la palabra la tienen ustedes. (Pausa.) La
señora Pérez del Campo en este momento tiene la palabra.

La señora PRESIDENTA DE LA FEDERACION DE ASOCIACIONES DE MUJERES
SEPARADAS Y DIVORCIADAS (Pérez del Campo Noriega): Tengo la palabra por
cuestión de edad, pero de todas maneras, señora presidenta, señorías,
quiero agradecer nuestra presencia aquí, en la Comisión Mixta
Congreso-Senado de los Derechos de la Mujer, para participar con ustedes
de un problema tan grave como es la violencia de género. A mí no me gusta
llamar a esto violencia doméstica y violencia familiar, porque entiendo
que dentro de ese ámbito puede entrar otro tipo de violencias como pueden
ser las que se ejerzan contra personas ancianas que conviven en el
domicilio familiar, los adultos y los niños. Me voy a referir a una
violencia de género que tiene una vigencia secular y contra la que se
está luchando desde al menos, que yo recuerde, doscientos años. Es decir,
estamos hablando de una violencia que se asienta en una ideología, que es
fruto de una ideología; una violencia sexista, que tiene sus cimientos en
la pirámide de las causas en el sexismo, el machismo de esa sociedad
diversificada, esa sociedad asimétrica que confiere poder a un sexo y
dispoder a otro, donde las personas tienen funciones atribuidas no como
personas sino dependiendo del género al que pertenezcan.

Voy a leerles el informe que he hecho para el Defensor del Pueblo. Me
parece que es un fundamento importante a tener en cuenta en estas
Cámaras. Quiero pedir a todas sus señorías que participen con las
organizaciones de mujeres por una razón muy seria, porque estamos en un
Estado democrático con una estructura que se asienta como se asienta. Es
decir, ustedes son el Poder Legislativo, hay un Poder Ejecutivo, hay un
Poder Judicial, pero no olviden que hay una estructura social que es el
tejido de la sociedad organizada y, en una democracia, el que en
problemas tan serios, tan importantes y tan trascendentes para la vida de
las personas se obvie a las organizaciones es una quiebra del Derecho
democrático.

Estudiando el fenómeno se llega a la conclusión de que prevalece en
nuestro país en el mundo entero un sustrato común a todos los niveles de
desarrollo socioeconómico de tan fuerte arraigo en lo más profundo de la
cultura heredada que, por estar en íntima relación con el viejo espíritu
patriarcal --el sistema patriarcal-- de la organización familiar y su
consiguiente inserción en el orden social resiste a toda idea de
modernización en la sociedad de los pueblos. Hoy no puede negarse que la
violencia por razón de género, es decir, la violencia que los individuos
del género masculino, por el hecho de serlo, propenden a ejercer sobre
las mujeres es la consecuencia natural de la interesada discriminación
sexista, de la cual no ha logrado todavía limpiarse la sociedad moderna.

Pues bien, las ideas de libertad, igualdad y solidaridad se han ido
implantando entre nosotros y nosotras durante los años de la democracia.

Esos principios sólo se han difundido en sentido genérico y con
referencia al plano sociológico, pero todavía no se ha logrado llegar a
la mentalidad ciudadana. Esto es muy importante, señorías, porque luego
vamos a hablar un poco de qué leyes queremos y cómo queremos o no que se
reformen. Cuando estamos hablando de una cultura que marca, que está
interiorizada dentro de las personas que



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nos hemos socializado de la forma que lo hemos hecho, hablar de reformas
legales va a tener muy poca importancia si no se practica por prejuicios
en la mentalidad de las gentes. Los esquemas mentales se configuran, la
personalidad es adquirida. Es decir, cuando un niño nace nadie le dice:
Señora ha tenido usted un violento. Ese niño no es violento, ese niño
llega a ser violento. Pero tampoco le dicen a la mujer que acaba de parir
una niña: Aquí tiene usted una víctima. Esa víctima se va a hacer.

Seguía diciendo el informe que se ha hecho un esfuerzo por marcar en las
leyes esos principios de igualdad, por hacerlos trascender
sociológicamente, pero no se ha logrado interiorizar en la forma, en la
costumbre y en las actitudes de una gran parte de la sociedad. Antes
estaba diciendo la persona que intervenía brillantemente que al menos en
91 casos habría que tener unas medidas extraordinarias. No en 91 casos;
los 91 casos son mujeres muertas. Hay que evitar que las mujeres lleguen
a morir. Y cuando mueren 91 mujeres, señorías, quisiera que ustedes
pensaran en otros datos que no tenemos cuantificados pero que sí tenemos
conocidos, porque 25 años trabajando en esto directamente es desde luego
un escaparate que nos permite, desgraciadamente, ver a muchas mujeres que
han quedado con secuelas invalidantes, con gravísimas secuelas
invalidantes. Por tanto, no estamos hablando de 91 mujeres sino de 20.000
personas que anualmente vienen a denunciar que son objeto de violencia.

Sabemos también
--ustedes lo saben y creo que en eso estamos todos de acuerdo-- que
eso no significa más que la punta del iceberg, que estamos hablando de
unas proporciones que no llegan al 5 o al 10 por ciento de los casos.

Cuando ahora los medios de información se han decidido a publicar la
realidad de la situación vejatoria para la mujer, como consecuencia de
las últimas muertes a ellas causadas por sus consortes, los poderes y los
responsables políticos han reaccionado anunciando la adopción de medidas
de choque contra un mal social tan grave. Pues bien, las personas que
estamos trabajando directamente con las víctimas, trabajando desde hace
mucho tiempo en esta materia, debemos proclamar --y queremos que se
entienda bien-- que improvisar medidas y arbitrar recursos
apresuradamente no es el camino adecuado para extirpar el vicio social de
los malos tratos a mujeres, si no se tienen en cuenta el origen y los
diversos factores que inciden en los comportamientos violentos del
agresor y en la propia actitud de la víctima. Antes decía el
compareciente que ésta era una problemática muy difícil. Yo lo ratifico.

La dificultad de entender lo que ocurre con la violencia de género es
francamente altísima. Curiosamente, con mucha frecuencia, la gente se
atreve a decir rápidamente: Eso se arregla cambiando las leyes; esto se
arregla metiendo a la gente en la cárcel; esto se arregla danto
tratamiento a los maltratadores; esto se arregla... Esto no se arregla
así tan fácilmente porque, efectivamente, hay una multiplicidad de casos
pero no todos los casos son iguales.

Discrepo un poco con el anterior compareciente porque creo que los casos
difieren por circunstancias bastante consolidadas ya por todos aquellos
expertos que llevamos tiempo trabajando en el tema, y es que depende de
que la mujer haya estado en una situación de maltrato durante mucho o
poco tiempo; depende de la biografía de esa persona, de si fue o no
testigo de violencia; depende del grado de desarrollo, de su capacidad
formativa o si es una persona que tiene pobreza integral; depende de si
es una persona que se encuentra en una situación en la que están primando
muchísimo supersticiones, donde están primando muchísimo indicadores
religiosos, etcétera. Por tanto, se trata de un problema muy complejo que
de no abordarse adecuadamente puede llevar no sólo a la ineficacia de las
medidas y de los recursos propuestos, sino --lo que es más grave-- que
puede contribuir a reforzar la conducta de los agresores y a afianzar su
mentalidad en consonancia con la ideología sexista, hoy todavía en una
situación muy dominante, empeorando con esa intervención inoportuna la
suerte de las mujeres maltratadas en su condición de víctimas, lo que en
la terminología terapéutica se entiende como victimización secundaria.

Victimización secundaria, sí, señorías, porque muchas veces las mujeres
que han sufrido esa violencia en el ámbito doméstico se ven nuevamente
maltratadas en el ámbito judicial, y eso es una victimización secundaria;
o se ven maltratadas por los propios letrados que no entienden lo que le
pasa a esta mujer; o se ven maltratadas por los trabajadores sociales que
no entienden lo que le ocurre a esta mujer; o se ven maltratadas por los
forenses que no son tan competentes como el que habló antes o el que va a
hablar después, o que no han estudiado en profundidad el caso. Entonces
también sufren una victimización secundaria. ¿Por qué? Porque tenemos que
reconocer que esta materia no está en ninguna de las facultades en las
que la gente estudia las diversas disciplinas. A veces nos hemos
encontrado con psicólogas que han terminado su formación y que están
colaborando con nosotras en el centro de recuperación en el master de
ansiedad y estrés, o sea, que son profesionales tituladas, que se
asombran de que las mujeres estén poco motivadas. Es evidente que la
falta de motivación es una de las consecuencias del maltrato. Lo que hay
que hacer es estimular a la mujer para que pueda motivarse, porque las
razones del maltrato han acabado con toda su motivación. Esto es como si
pretendiéramos que los presos en las cárceles estuvieran altamente
motivados.

En consideración a lo antedicho, a continuación voy a exponerles algunas
cuestiones que nosotros consideramos importantes en cuanto a la forma de
abordar una situación tan grave, tan dramática y de tanta responsabilidad
para la sociedad en su conjunto. Se habla de las reformas de carácter
legal concernientes al Código Penal y al Código Civil. Les voy a decir
una cosa. La larga trayectoria de nuestros trabajos para librar a las
mujeres de la lacra social de la violencia masculina --incluso los
propios errores cometidos por nosotras mismas en el empeño-- ha permitido
comprender a nuestra federación que la solución no estaba en la continua
demanda de reformas legales, sean éstas en materia civil o penal. Más
aún, cada vez que con tal propósito se ha propuesto alguna innovación
jurídica al final ha resultado fallida, no sólo por haberse revelado
inoperante al fin que se perseguía, sino que se ha visto cómo la
innovación se volvía en contra de los derechos y de los intereses



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de las mujeres. Por poner un ejemplo diré que cuando en su día
propugnamos --propugnamos nosotras y entono el mea culpa-- que se
adscribiesen a los juzgados de familia los equipos psicosociales, el
resultado fue que la innovación no sólo no cumplía nuestras expectativas
de rebajar la conflictividad del litigio y dotar de mayor efectividad la
administración de una justicia técnicamente más cualificada, sino que ni
siquiera sirvió para velar con eficacia por los intereses de los menores.

Por el contrario, la intervención de estos equipos técnicos contribuyó en
la mayoría de los casos a aumentar la conflictividad entre los cónyuges
sin beneficios para los hijos, como les explicaré más adelante.

El que toda ley sea susceptible de mejora no significa que toda mejora
que se introduzca en ella suponga, asimismo, un mejoramiento de la
administración de justicia. En términos generales nos atrevemos a decir
que una ley imperfecta en manos de un juez solvente, cabal, cumplidor,
rinde a la postre mejor servicio a la comunidad que una ley más perfecta
encomendada en su aplicación a jueces que se ven limitados por criterios
de un riguroso automatismo, es decir, juzgadores desorientados de la
finalidad normativa o tal vez inducidos a interpretarla bajo prejuicios
personales. Porque los jueces no están libres de prejuicios personales,
no se han socializado de diferente forma, señorías, que el resto de las
personas que hemos nacido en esta sociedad. Es decir, juzgadores
tendenciosos. Digo esto porque lo que hay realmente, como verán ustedes,
es una grandísima inseguridad jurídica. En un sentido más concreto, la
lentitud y la inoperancia en la tramitación de las denuncias por malos
tratos tiene un efecto disuasorio sobre las víctimas a la hora de
denunciar. Recordemos que el 95 por ciento de las 91 mujeres muertas
durante el año 1997 había denunciado reiteradamente los actos de agresión
sufridos y que todas las comprendidas en este porcentaje estaban
separadas, provisional o definitivamente, en virtud de la resolución
judicial correspondiente.

Con frecuencia, las mujeres denuncian las amenazas de muerte que contra
ellas o sus familias profieren sus maridos o compañeros, amenazas que en
no pocas ocasiones, por desgracia, llegan a cumplirse. Pues bien, tales
amenazas, que están contempladas, como ustedes saben mejor que yo, en el
artículo 169 del Código Penal bajo el concepto de delito, en la gran
mayoría de los casos se juzgan como simples faltas. Eso es una
interpretación judicial, bajo la libre, caprichosa y complaciente o laxa
interpretación del juez, por entender éste que las amenazas verbalmente
proferidas, aun siendo de muerte, no implican ánimo de matar en quien las
pronuncia. No se conoce ningún caso en el que el autor de la amenaza haya
sido detenido y puesto a disposición judicial, como preceptúa el artículo
492 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Tengo a disposición de todas SS.

SS. más de 70.000 expedientes que avalan lo que estoy diciendo en 25 años
de trabajo en esta materia. Las mujeres que denuncian agresiones físicas
de las que hay huellas visibles, incluso lesiones graves, tienen que
esperar varios meses antes de que las examine el facultativo forense; es
decir, cuando ya no quedan señales de la agresión. Por su parte, los
hospitales y demás centros médicos --como ya hemos visto-- no cuentan con
los protocolos necesarios para asistir a las víctimas de esta violencia.

La víctima de malos tratos domésticos percibe con todo realismo su
indefensión frente a la acción remisa de la justicia. La vulnerabilidad
de la víctima se patentiza al comprobar cómo, no obstante haber
denunciado el hecho, llegan a adquirir realidad las baladronadas de su
agresor en sus afirmaciones de que saldrá libre de toda culpa, que a la
denunciante no se le dará crédito, o que al final en la sentencia se le
absolverá por falta de pruebas --lo que se cumple en la mayoría de los
casos-- pues ya se comprende que, cometiéndose por lo general este género
de delitos en la intimidad doméstica, los posibles testigos --los hijos--
no están capacitados por la edad para prestar testimonio probatorio en el
juicio. Sin embargo, hay medios más que suficientes --y se lo apunto,
señorías-- conforme a la ley vigente para vencer la pretendida dificultad
probatoria. Por ejemplo, si las diligencias policiales en lugar de
limitarse a la simple formalización de la denuncia y a la toma de
declaración del denunciado se ampliaran con las siguientes actuaciones,
lo que exigiría por supuesto un protocolo policial: la inspección del
lugar donde se produjo la agresión, la toma de declaración de los vecinos
inmediatos y el interrogatorio del denunciado por agresión sobre los
extremos que en su declaración aparecen contradictorios. No hace falta
invertir el sentido de la carga de la prueba para que en estos
procedimientos de difícil probación por las circunstancias de intimidad,
de vinculación familiar, de coacción y temor de la víctima, se pueda
hacer prosperar la verdad siempre que el ministerio público desempeñe con
el obligado celo las funciones que le están asignadas y cuya dejación tan
decisivamente contribuye a la absolución del agresor. Al decirles que la
policía intervenga con diligencias policiales, como hace en cualquier
otro delito que no tiene que ver con la violencia de género, les estoy
diciendo que en las escasas ocasiones en que se ha hecho han resultado
condenados los agresores. ¿Saben por qué? Porque si la policía aparece
inmediatamente en el domicilio donde se produjo la agresión y toma
declaración a los testigos más próximos, en ese momento van a decir que
la oyeron gritar, que ella chillaba y él la insultaba, que oyeron los
ruidos y los golpes, que salió llorando y ensangrentada. Eso lo dicen en
ese momento. ¿Qué ocurre para que después no lo digan? Lo que ocurre es
simplemente un transcurso de horas; llega la noche, comenta con el marido
la trifulca y éste le dice que no se meta en nada. Nos hemos quedado sin
testigos. Además, por lo general dentro del domicilio no ha sido
solamente golpeada la mujer, ha habido rotura de muebles y de cacharros;
se ha visto que la agresividad también produce daños materiales en los
objetos que más próximos estaban a la mano del agresor.

Son muchas las disposiciones de la ley vigente, tanto civil como penal,
que de hecho no se cumplen y que de cumplirse permitirían combatir con
eficacia los malos tratos domésticos a las mujeres. En primer lugar
quiero que veamos lo que nosotras queremos que ocurra con un maltratador:
el alejamiento. Y por favor, señorías, no me digan que ese término no
existe jurídicamente. Lo que quiere la persona maltratada es alejar a su
agresor. Conforme a la legalidad



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vigente, el juez, en su sentencia condenatoria en materia penal, puede
privar al condenado del derecho a residir en determinados lugares
(artículo 39f. del Código Penal), así como privarle del derecho a acudir
al lugar donde haya cometido el delito o a aquel en que resida la víctima
o su familia (artículos 48 y 57 del Código Penal). Ahora bien, la
dificultad está en que, conforme a la legalidad vigente, esta posibilidad
de protección o tutela para la víctima sólo puede hacerse efectiva por el
juez o tribunal en su sentencia condenatoria y no antes, siendo así que
el mayor riesgo para la mujer, como víctima de los delitos de género, se
contrae al tiempo que media entre la formulación de la denuncia de la
agresión y la sentencia recaída en firme. En ese lapso de tiempo desde
que ella sale de casa, formula la denuncia y recae la sentencia se
dispara el peligro, se dispara el riesgo. Para cubrir el riesgo de ese
lapso de tiempo indicado, el juez sólo podría servirse de las medidas
previstas que con carácter cautelar se contemplan en el artículo 13 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, entre las cuales ciertamente no está
expresada con la debida claridad el alejamiento del agresor en este tipo
de delitos, por lo que se aduce que bajo la legalidad vigente el juez no
podría ordenar dicho alejamiento sin quebrar el principio de legalidad.

Hay quien dice, con mucho menor fundamento, que tampoco podría el juez
ordenar la detención provisional del presunto reo de la violencia
doméstica sin quebrar el principio de legalidad hoy vigente, porque el
artículo 13 de referencia no menciona expresamente este supuesto al citar
con carácter genérico las diligencias cautelares. Sin embargo, vencer
estas nimias dificultades no requiere sino una simple modificación por
vía de urgencia de la ley procesal penal, introduciendo en el repetido
artículo 13 la posibilidad de que el juez de instrucción adopte con
amplitud las medidas cautelares pertinentes al caso, desde la detención
provisional del reo hasta su alejamiento del lugar o lugares de
frecuentación de su víctima, en los casos específicos en que se requiera
tal protección.

Una sola reforma, y tan sencilla como la indicada, en la Ley de
Enjuiciamiento Criminal daría a las medidas cautelares la efectividad
imprescindible para garantizar la tutela efectiva a la víctima por la que
claman todas las mujeres maltratadas. Ya sabemos que este alejamiento no
va a acabar por sí mismo con la violencia, pero sí sabemos que va a
reducir el número de agresores porque puedo asegurarles, señorías, que
una de las causas por las que se perpetra tanta violencia contra las
mujeres es, sencillamente, por la impunidad del agresor; repito, la
impunidad del agresor. No es chulería lo que dicen a las mujeres, es
constatación de la realidad. ¡Yo te pego y no pasa nada! ¡Por 10.000
pesetas te doy una paliza a la semana! Eso es constancia de la impunidad.

Salvada la mínima modificación que se acaba de indicar, no es en todo
caso la reforma de los artículos del Código Penal o del Código Civil lo
que se necesita para luchar eficazmente contra la violencia de género,
sino apenas un cambio de actitud en los jueces y fiscales para que se
decidan a aplicar sin laxitud y con rigor las normativas vigentes. En
definitiva, basta con despertar el celo en la actividad de quienes han de
interpretar y aplicar preceptos claros y precisos, que son de suyo
suficientes, a los fines de administrar una recta y eficaz justicia en la
sociedad.

Sólo voy a explicarles un poco el calvario judicial que soportan las
mujeres, en el que hay indudablemente una responsabilidad judicial
innegable. Tampoco se trata de cambiar la Ley 30/1981, de 7 de julio,
sino de aplicarla cabalmente, esto es valiéndose el juzgador del
amplísimo arbitrio que la misma le confiere, pero sin olvidar que tal
arbitrio, incluyendo tanto la aplicación como la interpretación de la
norma, excluye por el contrario cualquier modificación de la misma. Esto
lo digo por lo siguiente, señorías. En los juzgados de Madrid a los que
me voy a referir, por acuerdo de la Junta de jueces no se tramitan las
medidas provisionales más que en algún juzgado como el 29; es decir las
medidas provisionalísimas, las medidas de urgencia no se tramitan por
acuerdo de la Junta de los jueces. Eso no es arbitrio judicial, eso es un
cambio, una modificación de la legislación vigente, es convertir el
arbitrio en una tercera cámara legislativa. Pero no solamente ocurre con
las medidas provisionalísimas, que, como ustedes comprenderán,
dependiendo de donde la víctima tenga que tramitar su expediente
matrimonial tendrá o no tendrá el amparo que establece esa norma
absolutamente precisa y necesaria como son las medidas provisionalísimas
(si estoy en Móstoles tendré medidas provisionalísimas, pero si estoy en
Madrid no tengo medidas provisionalísimas), sino que además de eso, los
jueces...




La señora PRESIDENTA: Señora Pérez del Campo, comprendo que todo el
tiempo es poco, pero tenemos dos comparecientes y además usted (aprovecho
en este momento para darle la enhorabuena y la felicitación de parte de
todas las personas que componemos esta Comisión) tendrá que ir a recibir
algo que seguro es absolutamente merecido y de lo que nos alegramos
todas, porque en el fondo todas lo recibimos en usted y en su trabajo;
por lo menos yo me sumo simplemente por tenerla hoy sentada a mi lado en
esta Comisión.

Se lo digo porque quedan por comparecer la señora Abril y el segundo
forense.




La señora PRESIDENTA DE LA FEDERACION DE ASOCIACIONES DE MUJERES
SEPARADAS Y DIVORCIADAS (Pérez del Campo Noriega): Voy a darme mucha
prisa.

Quisiera decirles, dando como unas pinceladas --por supuesto dejaré a su
disposición lo que hemos escrito en esta materia--, que no sólo son las
medidas provisionales, es que no se admite testificar bajo el supuesto de
que los testigos del marido dirán una cosa y los de la mujer dirán otra.

Y yo digo: señorías, ustedes no saben interrogar o piensan que los
letrados no saben interrogar porque en un interrogatorio adecuado se
puede saber cuándo miente o no miente un testigo y se pueden llegar a las
últimas conclusiones en ello.

Tampoco se quiere aclarar la responsabilidad en la causa de la
separación. Nosotros fuimos las primeras que defendimos que no tenía que
haber un divorcio ni una separación con culpa, pero no defendimos que no
entrara el



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juez a conocer la causa que producía la quiebra matrimonial, porque se
podían dar causas que determinaran lo que después el juez habría de
establecer como medidas respecto a la custodia de los hijos, respecto al
régimen de visitas, respecto al establecimiento de pensión o uso de
vivienda. Pues bien todas las preguntas o posiciones que se hacen en el
sentido de aclarar la situación de violencia que ha habido en el
matrimonio la mayoría de las veces se declaran impertinentes por su
señoría; por tanto, la dificultad de prueba es muy grande.

Hay otra cuestión que sería más atribuible a los letrados que a los
jueces y es que en estas cuestiones de malos tratos se intente, y en eso
estoy de absoluto acuerdo con el anterior ponente, como medida de
pacificación llegar a mutuos acuerdos. Con el maltratador no se puede
llegar a acuerdos porque el maltratador únicamente persigue volver a
restablecer la relación de violencia con la maltratada y, por tanto, sólo
aceptará convenios reguladores altamente coactivos para la víctima,
altamente limitadores para su mujer.

Por último, me hubiera gustado hablarles sobre la adscripción de los
llamados equipos psicosociales, que simplemente los he enunciado, por qué
son gravísimos, cómo están trabajando y de qué manera están perjudicando
y no ayudando a facilitar el tema. También querría haberles hablado de la
estructura de casa de acogida. Tres segundos para hablar sobre esto
porque me parece fundamental que ustedes sepan un poco cómo estamos
estableciendo la estructura de casas de acogida.

No se trata de que llenemos el país como setas de casas de acogida; se
trata de que articulemos, de que vehiculemos unos recursos eficaces para
que las mujeres tengan la protección que necesitan. Nosotros establecemos
dos recursos: casas de acogida de urgencia y centros de recuperación
integral para las víctimas. En otra ocasión, si SS. SS. tienen paciencia
de aguantarnos, les explicaremos por qué son necesarios centros de
recuperación integrales para las víctimas, con un trabajo realizado desde
distintas disciplinas, perfectamente coordinado, para sacar a la mujer de
la situación en que se encuentra, que desde luego, señorías, tienen que
ser gestionados, y ustedes me van a perdonar, por organizaciones de
mujeres feministas, es decir, ¿cómo se combate una ideología sexista?
Señorías, no les dé repelús. Creo que casi todas ustedes, consciente o
inconscientemente, son feministas, proclamadas u ocultas, porque el
feminismo es la defensa de los derechos y los intereses de las mujeres.

Por tanto, solamente se rompen estereotipos, solamente se acaban con
tópicos, solamente se termina con situaciones como éstas con contenidos
feministas. Sepan ustedes que ya hay, y nosotros lo practicamos desde
hace siete años en nuestro centro, terapias feministas, terapias
feministas que no podemos obligar a practicar a la Administración en las
casas institucionales porque no se puede obligar, por supuesto, a los
funcionarios a ser feministas, aunque debieran serlo, se lo aconsejo, ni
tampoco a las instituciones religiosas. Vean ustedes que es un flaco
favor, un error, una equivocación sin precedentes que estos recursos
estén institucionalizados o en manos de instituciones religiosas, que de
ninguna manera van a poder dar la respuesta necesaria. Las cifras cantan,
señorías. En las actuales casas de acogida el fracaso se cifra entre el
60 y el 70 por ciento. Estoy hablando de España y de fuera de España. Si
no se da atención a la víctima, la atención que ella necesita,
evidentemente no sale de su situación, y yo no tengo tiempo de
explicarles lo difícil y complicado que es salir de ese engranaje cuando
alguien está totalmente desvalido.

Ya no les puedo decir nada más. Si me preguntan algo, se lo diré en las
contestaciones. (Aplausos.)



La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Pérez del Campo, gracias Ana
por tu exposición, como siempre estupenda.

Señora Abril, muchas gracias por venir y por compartir con nosotras este
tiempo.

Tiene la palabra.




La señora PRESIDENTA DE LA COMISION PARA LA INVESTIGACION DE MALOS TRATOS
A MUJERES (Abril González): Buenas tardes, señorías. En primer lugar
quiero dar las gracias a la Comisión Mixta de los Derechos de la Mujer
por la oportunidad que nos ofrece a la Comisión de Investigación de Malos
Tratos para poder exponer nuevamente todo lo que es nuestra visión, fruto
de nuestra experiencia desde el año 1977, en un tema que recientemente ha
conmovido a la opinión pública como es el maltrato a las mujeres.

No quiero agotar mi tiempo en presentar cómo ha sido nuestra comisión ni
la labor que realiza pues ya hubo oportunidad de hacerlo con fecha de 27
de noviembre del año 1995. Sólo quiero decir que a la labor reflejada en
aquella comparecencia hay que añadir que nuestra comisión ha ido
consolidando su función asistencial a través de un teléfono de llamada
gratuita, que viene recibiendo a lo largo de los dos últimos años una
media mensual de 623 llamadas en todo el Estado español.

También hemos extendido nuestra cobertura al asesoramiento jurídico y
asistencia a juicios de forma gratuita a mujeres maltratadas,
preferentemente de la Comunidad de Madrid, que presentan una casuística
muy heterogénea y podemos afirmar que pertenecen a todas las clases
sociales. La media mensual que acudió el año pasado a la comisión para
recibir asesoramiento jurídico fue de 60 mujeres, es decir, una media de
720 mujeres anuales.

Asimismo, damos tratamiento psicológico, a través de unas terapias de
grupo, con la finalidad de que las mujeres recuperen su autoestima y
superen las secuelas psicológicas que produce la violencia.

Hablar de la definición de la violencia en este momento me parece
inoportuno, puesto que ya se ha hecho de forma brillante. Valorar la
cuantificación del problema, me parece que también se ha hecho con
brillantez por los dos ponentes que me han precedido. Sí me gustaría
hablar un poco del panorama internacional; reflexionar sobre cómo lo han
hecho otros países para resolver o dar respuesta al mundo de la
violencia. Me parece fundamental que sepamos qué se está haciendo en
otros lugares de nuestro entorno.




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El problema de la dimensión universal de la violencia en la familia ha
sido constatado por todos los organismos internacionales, como la ONU, la
Comunidad Económica Europea, el Parlamento de Estrasburgo o el Consejo de
Europa, y se ha comprobado que a lo largo del Decenio de la Mujer,
1980-1990, decretado en su día por la ONU, los gobiernos han tomado
conciencia de que este problema no solamente concierne a la mujer y a la
familia, sino que afecta a toda la sociedad, y toda la sociedad tiene que
dar una respuesta integral al mundo de la violencia.

Me parece importantísimo mencionar un informe elaborado por la ONU, en su
VII congreso, en el que intervinieron concretamente 51 gobiernos. Se
trató sobre la violencia familiar y se habló sobre cómo cada Gobierno
estaba dando respuesta al mundo de la violencia, cómo se hacía en cada
país. En la mayoría de los países se vehiculaba la violencia a través de
la policía como receptora de la denuncia de maltrato. En otros países las
instituciones sociales son las encargadas y en otros eran los juzgados de
familia. Había un cuarto bloque --que a mí me parece es la respuesta que
hay que dar a este tema-- y eran aquellos países que tienen un organismo
intergubernamental compuesto por policías, por jueces, por fiscales, por
servicios sociales, etcétera, que dan respuesta integral al mundo de la
violencia. Creo que éste es el camino que debe seguir España en esta
línea de responder al tema de la violencia.

Entre las conclusiones y recomendaciones de este informe de la ONU sobre
51 países, se destaca que los países miembros tienen que elaborar leyes
específicas dirigidas a luchar contra la violencia en la familia, así
como la creación de un organismo multidisciplinar que dé respuesta
integral a la violencia. Me parece que esto es fundamental, porque no
podemos hacer que España sea un país aislado de las tendencias europeas,
de las recomendaciones marcadas por la Comunidad Económica Europea y por
el Parlamento Europeo. En este sentido me parece de especial importancia
una resolución, la A40250/97, de noviembre de 1997, emitida por el
Parlamento Europeo, respecto a una campaña europea sobre tolerancia cero
ante la violencia contra las mujeres, con una serie de recomendaciones
que entiendo son de absoluta importancia. Una de las recomendaciones era
la formación de las personas que trabajan con mujeres que han sido objeto
de violencia tanto de los servicios policiales, jurídicos y sanitarios,
como de los servicios de vivienda y sociales. Dicha formación debía ser
obligatoria para los jueces que conocen asuntos sobre violencia por razón
de sexo. Por otra parte, había que hacer una revisión de la aplicación de
los procedimientos judiciales y la adopción de medidas para acabar con
los obstáculos que impiden que las mujeres puedan obtener una protección
jurídica.

Especial significado me parece que tiene una recomendación que dice: El
establecimiento de una legislación específica fuera del Código Penal
propiamente dicho, con el objeto de proteger a la víctima de la violencia
por razón de sexo. También me parece bueno subrayar la importancia --como
dice la recomendación-- de adoptar medidas coordinadas para enfrentarnos
al problema de la violencia contra las mujeres. Por otra parte dice que
acoge con satisfacción la coordinación de distintos ministerios para
prevenir la violencia y tratar de sus consecuencias. También pide que se
designe el año 1999 --yo lo traigo a esta sede porque me parece una cosa
importante-- como el año europeo contra la violencia hacia las mujeres,
solicitando que se haga una campaña paneuropea de tolerancia cero ante
las agresiones de toda la sociedad en su conjunto, y en la que las
asociaciones de mujeres tengan un gran protagonismo, como decía el
anterior ponente, pidiendo que las campañas presenten imágenes
publicitarias, positivas y visibles en las que aparezcan mujeres como
personas que están escapando de la violencia y que no son mujeres
víctimas de la violencia.

¿Cuál es la situación en España? Actualmente entiendo que la sociedad
civil española es consciente de la gravedad del problema y está
demandando que se tomen medidas eficaces y urgentes para la erradicación
de la violencia doméstica, debido a los desgraciados acontecimientos que
han sucedido a lo largo de 1997 y que culminaron con la terrible muerte
de Ana Orantes, quemada por su ex marido, con el cual compartía domicilio
por decisión judicial.

Las estadísticas de nuestro país son realmente gravísimas. En el año
1997, murieron 91 mujeres a manos de sus maridos y de sus compañeros; es
decir, el número de mujeres muertas en estas circunstancias es muy
superior al de víctimas de terrorismo, por lo que podemos concluir que el
terrorismo familiar es un cáncer de extraordinaria dimensión que nos
afecta a todos. También se ha dicho y no lo voy a repetir, que las
estadísticas dijeron que en el año 1997 había 20.000 mujeres que habían
denunciado malos tratos.

¿Cuáles son los condicionantes por los que una mujer, realmente, no
presenta esta denuncia en muchos casos y solamente la presenta en
alrededor del 5 por ciento de los casos existentes? Algunos de estos
condicionantes son la dependencia económica y afectiva del agresor; el
miedo; la no aceptación del fracaso matrimonial, que es una cosa muy
importante de la pareja, queriendo sostener la relación hasta límites
insoportables; la falta de conciencia de estar siendo maltratada; el
sentimiento de culpa a la hora de denunciar al padre de sus hijos; el
desánimo, al ser conscientes de que no va a servir prácticamente para
nada la denuncia, la falta de recursos económicos, no tener dónde ir, la
falta de respuesta de la propia familia de la víctima y de las
instituciones en general; la ocultación del problema por vergüenza; la
baja autoestima de la víctima que impide dar respuesta al agresor y la
tolerancia del maltrato en la familia.

La violencia familiar se produce en todas clases sociales, se ha dicho
muy frecuentemente y es cierto, por tanto en todos los estamentos
económicos, incluso en aquellos de alto nivel cultural. Cuando se extraen
datos de denuncia encontramos principalmente mujeres de clases sociales
desfavorecidas, pero si hacemos un análisis de los datos obtenidos en
despachos de abogados privados, encontramos que muchas de las mujeres que
acuden a separarse pertenecen a clases sociales acomodadas y que han sido
objeto de malos tratos físicos y psíquicos. A raíz de esta explosión que
ha salido a través de los medios de comunicación,



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se ha podido comprobar que en los despachos privados vemos mujeres que
son de clases sociales altas y que dicen: Ahora me atrevo a denunciar el
maltrato; ahora lo puedo decir, pero hasta ahora no lo he podido hacer
porque me daba vergüenza: Esa es una cosa que considero importante.

No se puede ocultar que existe un clamor generalizado ante la falta de
sensibilidad y respuesta de la judicatura y de la fiscalía a este tipo de
problemas. Sin duda, la judicatura y la fiscalía no han estado al margen
del sentir generalizado de la sociedad en general, al pensar que la
violencia familiar se producía en clases desfavorecidas, con problemas de
alcohol o de drogas, y que en todo caso eran hechos aislados que en modo
alguno producían alarma social, no siendo infrecuente valorar como
negativo que la víctima retirará en muchas ocasiones la denuncia. Siendo
cierto el hecho de que muchas mujeres retiran la denuncia antes del
juicio, no lo es menos que la retiran casi siempre por miedo y bajo
amenazas, siendo difícil no hacerlo mientras comparten el mismo domicilio
del agresor, al ser conscientes de que la amenaza se puede cumplir en
cualquier momento.

Un factor que también hay que tener presente a la hora de dictar una
sentencia es la dificultad que tiene la víctima para probar los hechos.

Estos siempre se producen en la intimidad, sin testigos o con testigos
que dependen del agresor por razón de parentesco. Tampoco resulta fácil a
la víctima llevar testigos de la agresión tales como vecinos que hayan
oído los gritos, ya que normalmente no quieren ir por las molestias que
esto supone y por entender que son cosas familiares, que sólo a ellos les
atañe y en las que no se deben meter.

Los certificados médicos de lesiones que se aportan no siempre tienen el
poder probatorio de existencia de la violencia familiar, ya que si bien
certifican la lesión no acreditan quién la produce, argumento muy
utilizado en las sentencias absolutorias. Todo ello sin olvidar la
dificultad de demostrar las amenazas de muerte o los malos tratos
psíquicos.

En definitiva, las mujeres que se animan a denunciar el maltrato de ellas
o de sus hijos, tienen otra dificultad añadida: la carga de la prueba
siempre recae sobre la víctima, siendo en la mayoría de los casos muy
difícil romper la tan argumentada presunción de inocencia del artículo 24
de la Constitución española.

La labor del ministerio público tampoco queda al margen de la crítica, ya
que en la mayoría de las intervenciones se ciñen al acto del juicio oral,
sin que antes hayan impulsado las investigaciones de los hechos,
calificándolos de faltas en la mayoría de los casos e incumpliendo lo
establecido en el artículo 781 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que
encomienda al ministerio fiscal la protección de los derechos de la
víctima. No quiero que mi condición de abogada me prive de la
objetividad, exculpando a este colectivo, que hace dejación de sus
funciones al calificar por costumbre como faltas hechos que, sin la menor
duda, tienen la característica de delitos.

Voy a hablar un poco del ordenamiento jurídico español. Creo que, en este
sentido, el ordenamiento jurídico español adolece de una normativa
coherente y suficiente, tendente a dar una respuesta integral a la
violencia doméstica en sus dos vertientes: de protección a la víctima y
de sanción al agresor. En el Derecho penal español la preocupación por la
víctima ha sido mínima, por no decir inexistente. Las personas, después
de haber sido víctima de un delito violento, siempre han quedado a su
suerte y el Estado no ha puesto los medios para ayudar a su recuperación.

La primera normativa dictada en atención a la víctima ha sido la Ley
35/1995, de 11 de diciembre, de ayuda y asistencia a las víctimas de
delitos violentos y contra la libertad sexual. Esta ley únicamente tiene
como objetivo los delitos de homicidio o de lesiones que causen graves
daños en la salud física o mental. Independientemente de la dificultad de
la aplicación de esta ley por la remisión que hace a normas de la
Seguridad Social o al procedimiento económico-administrativo, esta ley,
pensada para las víctimas de un determinado tipo de violencia como son
las víctimas de terrorismo, podía ser aplicable a otro tipo de víctimas,
las derivadas del terrorismo familiar, tesis que plantea doña Margalida
Capó, de la Asociación de mujeres juristas Temis.

En la línea de protección a la víctima, el Código Penal, en su artículo
57, se refiere a la pena del alejamiento o la prohibición de que el
agresor vuelva al domicilio de la víctima o de su familia; pero para que
se pueda dar esta medida y para que se pueda aplicar debe existir
sentencia penal firme; es decir podrían pasar años hasta que se pudiera
ejecutar, lo que evidencia su ineficacia a la hora de servir como medio
idóneo para proteger a la víctima.

En cuanto a la sanción del agresor, tengo que decir que el Código Penal
actual, reformado en el año 1995, en su artículo 617.2, relativo a los
malos tratos, si bien amplía el ámbito de personas protegidas, es decir
cónyuge o persona a la que el reo esté ligado de forma estable por
análoga relación de afectividad, no sigue la recomendación de la ponencia
de esta misma Comisión hecha en el año 1989, cuando entendía que los
malos tratos no se pueden castigar con penas pecuniarias, ya que al
introducir la pena de multa como alternativa, los jueces y fiscales, por
las razones antes expresadas --poner la mínima pena; la falta de
sensibilidad que antes hemos mencionado--, sancionan preferentemente con
multa estas conductas, siendo frecuente que se establezcan penas de 200
pesetas diarias de multa, por lo que se llega al absurdo de que está más
sancionado aparcar en doble fila que dar una paliza a la mujer.

El Derecho penal exige que las penas tengan sustancialmente dos
finalidades: la primera, que sea disuasoria de no llevar a cabo
nuevamente la falta o el delito, y la segunda que tenga un carácter
individual dirigido exclusivamente a la persona que realiza el acto.

Evidentemente la multa no cumple ninguna de estas dos finalidades; no
disuade, por el contrario alenta al agresor: si por 1.000 pesetas puedo
pegar una paliza, por 10.000 pesetas la puedo matar o le puedo pegar una
paliza brutal. Tampoco tiene carácter individual, ya que la multa es
pagada por el patrimonio ganancial y en detrimento de la economía
familiar.

El delito de habitualidad en el maltrato también fue introducido en
nuestro Código Penal en la reforma del año



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1995 y dice: El que habitualmente ejerza violencia física sobre su
cónyuge o persona a la que se halle ligado de forma estable por análoga
relación de afectividad, será castigado con la pena de prisión de seis
meses a tres años.

La introducción de este delito produjo grandes esperanzas y expectativas
de que los maltratadores habituales tuvieran una sanción rigurosa acorde
con su conducta, pero desgraciadamente estas expectativas no se han
cumplido, ya que sólo se aplica en contados casos y de forma muy
excepcional. En primer lugar, porque la jurisprudencia exige tres
agresiones para que se considere la habitualidad, y en segundo lugar
porque se requiere la convivencia del agresor con la víctima. En la
realidad vemos que en la mayoría de las agresiones brutales o con
resultado de muerte la víctima está separada y, en consecuencia, no
convive con el agresor. A mayor abundamiento, el agravante de parentesco
no es de aplicación en los casos de separación, ya que con la sentencia
el vínculo matrimonial se rompe, luego no se produce un plus de reproche
antijurídico por ser ex marido o ex compañero sentimental. En
consecuencia, en nuestro Código Penal tiene el mismo reproche penal la
agresión de un tercero que la de un ex marido o la de un ex compañero, y
evidentemente esta última reviste mucha mayor gravedad.

En sede judicial existe descoordinación entre los órganos que deben dar
respuesta al maltrato, dado que en muchas ocasiones la respuesta es
fragmentada y produce resoluciones contradictorias. Un juez civil regula
y facilita la comunicación del agresor con sus hijos, situación que el
agresor utiliza para continuar agrediendo a su ex cónyuge o ex compañera
al no tomarse medidas de protección a la víctima.

La mujer maltratada debe irse del domicilio familiar con sus hijos a casa
de un familiar, de una amiga, a una casa de acogida, mientras que el
agresor queda en el domicilio, ya que los mecanismos legales no actúan
con rapidez a través de los mandamientos judiciales, puesto que las
medidas urgentes de separación no se tramitan a pesar de que estén
solicitadas y la sanción penal puede tardar en producirse de cinco o seis
meses. La nula protección a la víctima hace que sobre ella recaiga el
peso de coordinar los distintos procedimientos civiles y penales a los
que deba acudir, meta difícil de obtener con los resortes legales
existentes. Todo ello evidencia una dispersión de normas, lo que hace
difícil su aplicación, y prolonga una situación que podía ser subsanada
por una ley específica de violencia que diera respuesta integral y
unificada, al igual que existe en otros países de nuestro entorno y en
Estados Unidos. A tal efecto, dejo para estudio de esta Comisión una ley
de violencia de Puerto Rico, que contempla esta visión, coordina todos
los procedimientos civiles y penales, y tiene las dos vertientes:
protección a la víctima y sanción al agresor.

A través de la asesoría jurídica de nuestra Comisión de investigación de
malos tratos, hemos podido comprobar lo siguiente: Que todas las
denuncias presentadas por las mujeres han terminado en juicios de faltas
--hubiera lesiones o no--, salvo los de extraordinaria gravedad. Que en
la mayoría de los casos las sentencias de malos tratos terminan con un
fallo absolutorio por falta de pruebas o con sanciones de multas de
cuantías irrisorias. Que en los casos de malos tratos siempre se aplica
el artículo 617.2.1 --falta que lleva aparejada la pena de uno a tres
fines de semana o multa-- y sólo de forma excepcional se aplica el
artículo 147, referido a las lesiones, delito que lleva aparejada una
pena de seis meses a tres años. Que las denuncias por amenazas de muerte
siempre se tramitan a través de juicios de faltas y terminan en
sentencias absolutorias por falta de pruebas y sin que la víctima haya
recibido protección alguna. Que las denuncias por malos tratos psíquicos
terminan en sentencias absolutorias por versiones contradictorias. Que la
exploración del forense se efectúa pasados meses desde las agresiones,
por lo que es imposible la evaluación real de la misma al no existir
rastro de ella por el paso del tiempo, salvo excepciones. Que la
habitualidad en el maltrato del artículo 153 del Código Penal no se
aplica en la práctica por la exigencia jurisprudencial antes mencionada.

Que los juicios se celebran cuando han pasado meses desde la agresión,
con la ineficacia que esto representa, sin que hasta este momento se haya
tomado medida alguna de protección a la víctima.

Voy a señalar una serie de puntos que entendemos irían en la línea de lo
que nuestra comisión de investigación de malos tratos quiere proponer a
esta Cámara: Impulsar la creación de un órgano gubernamental o
intergubernamental compuesto por jueces, fiscales, Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado, asistentes sociales, psicológicos, etcétera, con el
objeto de dar un tratamiento integral a la



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violencia familiar al igual que existe en otros países del entorno con
unos magníficos resultados. Hasta tanto exista este organismo, se
recomienda la firma de protocolos interministeriales para dar respuesta a
la violencia con cuestionarios y pautas previamente fijadas, como antes
ha dicho el doctor Cobo. Impulsar la investigación criminal por parte del
ministerio fiscal para perseguir de oficio el crimen desde el momento en
que exista la noticia del mismo. Sancionar con rigor las conductas no
calificándolas automáticamente de faltas cuando pudieran ser
constitutivas de delito. Modificar el Código Penal en su artículo 617.2
para que no se sancione el maltrato con penas pecuniarias. Ampliar la
aplicación del artículo 153, habitualidad en el maltrato al ex cónyuge o
al ex compañero para que esta circunstancia tenga un pulso de reproche
antijurídico, dado que en la mayoría de los casos de agresiones con
resultado grave o de muerte, la víctima estaba separada o en trámite de
separación. En tanto no se lleve a cabo esta reforma, aplicar con rigor y
sin fisuras la legislación vigente. Dar protección a la víctima cuando
corra peligro su integridad física. Analizar la carga de la prueba
teniendo en cuenta las dificultades que tiene la víctima de demostrar los
hechos. Tomar medidas contra el agresor cuando se prevea que la conducta
pueda ser peligrosa, utilizando mandamientos judiciales de protección a
la víctima existente en otros países, por los cuales el agresor no puede
acercarse a la agredida ni a su entorno durante un tiempo determinado.

Impulsar una proposición de ley específica sobre la violencia familiar
que dé cabida a toda la normativa dispersa existente en nuestro
ordenamiento jurídico con la finalidad de dar una respuesta integral a la
violencia familiar, tanto desde el punto de vista de la protección a la
víctima como de la sanción al agresor. Llevar a cabo campañas sostenidas
de reproche a la violencia familiar hasta que se cree un estado de
conciencia social. Dar una formación específica obligatoria a todos los
estamentos implicados en la respuesta a la violencia, policías, jueces,
fiscales, abogados, personal sanitario, psicólogos, asistentes sociales,
etcétera. Hacer estadísticas a nivel estatal no sólo cuantitativas para
saber qué número de mujeres hay maltratadas, sino cualitativas,
especificando si es una mujer rural, urbana, si tiene estudios o no los
tiene, si tiene independencia económica o no, con objeto de conocer en
profundidad las causas de los malos tratos para erradicarlos. (Aplausos.)



La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Abril, y muchas gracias no
sólo por su exposición sino por las propuestas que ha traído. Le ruego
nos aporte, si es posible, esa documentación para pasarla a las señoras
portavoces que no la tengan, de la misma manera que sugiero --cosa que
desconocía y acabo de oírle a usted-- nos facilite la ponencia de 1989
que nos convendría tener para volver a retomarla en los trabajos que
estamos llevando a cabo y se pueda hacer llegar a los distintos miembros
de esta Comisión para que la conozcan.

Tiene la palabra la señora Solsona de Convergència i Unió.




La señora SOLSONA I PIÑOL: Gracias a la señora Pérez del Campo y a la
señora Abril.

En esta Comisión estamos sensibilizadas ante la opinión de las
asociaciones de mujeres que se dedican, sobre todo, a estudiar y paliar
los efectos de la violencia doméstica. Esta portavoz es consciente de
ello puesto que pertenece a una asociación de mujeres a través de la cual
ha llegado al mundo de la política.

Quisiera decirle a la señora Pérez del Campo que estamos de acuerdo y lo
hemos dicho ya en varias ocasiones de esta Comisión e incluso en el Pleno
del Congreso de los Diputados, en que la solución no es fácil y no puede
ser rápida. Se requiere un estudio y por eso estamos aquí, porque nos
faltaba conocer la opinión de expertos como la de los forenses, como la
de ustedes, como la del Consejo General del Poder Judicial y la de otros
organismos que están estudiando el tema. No es cuestión de cambiar
códigos, sino de que éstos se apliquen, pero estos mínimos detalles del
Código Penal que nos citaba la señora Abril podrían dar más eficacia y
rapidez en la solución de este problema y eso nos corresponde hacerlo a
los diputados y senadores aquí.

La concienciación de los jueces ya no es cosa nuestra, pero se está
intentando a través de la campaña publicitaria de la que se han hecho eco
los medios de comunicación y también de las declaraciones de las
diputadas y senadoras de esta Comisión.

Ha hablado usted de una serie de intentos de solución a través de la
policía, por ejemplo. En los cursos que ahora se está dando a las Fuerzas
y Cuerpos de Seguridad del Estado se les está concienciando para que su
actuación sea más sensible y profesional en el trato con las mujeres y lo
mismo en los cursos a jueces y fiscales que ya han empezado.

Nos gustaría tener su documentación, como ha dicho la presidenta, para
tener más conocimiento de causa a través de sus experiencias. También
quiero decirle que estamos de acuerdo en que las casas de acogida tienen
que revisarse. Como ha dicho el anterior compareciente, al igual que
cuando el agresor cumple la pena no se soluciona el problema, tampoco
cuando la mujer sale de la casa de acogida. Estas casas de acogida tienen
que integrar a la mujer en el trabajo para que su independencia económica
consiga la solución de sus problemas y su autoestima.

A la señora Abril quiero felicitarle por estas medidas que su asociación
está llevando acabo. Son medidas concretas de asesoramiento, de teléfono
de acogida, de terapias de grupo, etcétera. Ha hablado de que una posible
solución es que todos los organismos tanto intergubernamentales como
interministeriales se pongan de acuerdo para lograr una solución más
adecuada y práctica. Ha citado algunos países en los que se ha hecho y
quisiera preguntarle qué países conoce en los que se está actuando con
excelentes resultados, cuál es el funcionamiento y la composición de
estos organismos.




La señora PRESIDENTA: Las comparecientes ¿quieren contestar una por una o
prefieren oír a todas las portavoces por si alguien coincide? (Pausa.)
La señora Abril tiene la palabra.




La señora PRESIDENTA DE LA COMISION PARA LA INVESTIGACION DE MALOS TRATOS
A MUJERES (Abril González): En primer lugar, es importante que exista un
organismo centralizado que dé una respuesta integral al mundo de la
violencia, porque una mujer que es víctima de un maltrato se encuentra en
una situación de baja autoestima, en una situación muy difícil.

Si a esa mujer le exigimos que vaya llamando a puertas que le resuelvan
su problema, es imposible. Si una mujer sufre malos tratos y a su vez se
separa, es imprescindible que exista una coordinación entre el juez civil
y el penal y que no recaiga sobre ella, como ocurre en este momento, la
necesidad de coordinar esa posibilidad. Es decir, una mujer presenta una
denuncia por malos tratos y después de cuatro o cinco meses se sanciona
esa conducta a través de una sentencia penal, pero no ha resuelto su
problema con relación a su separación matrimonial. Es absolutamente
imprescindible que haya un organismo centralizado que dé la posibilidad a
esa mujer para que, llamando a una simple puerta, se le abran el resto de
las puertas de una forma coordinada. Eso lo tenemos que hacer nosotros.

No queda más remedio que hacerlo de una forma paliada a través de ese
organismo centralizado o a través de esos protocolos, que es como también
se puede realizar. ¿Dónde se lleva a cabo? Se está llevando a cabo en
Estados Unidos; concretamente, una mujer que se encuentra en una
situación de maltrato acude a ese organismo centralizado, y ese organismo
centralizado es el que se encarga de vehicular, de resolver y de dar una
respuesta integral a su problema.




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La señora PRESIDENTA: Gracias, señora Abril.

No sé si había alguna pregunta para la señora Pérez del Campo.




La señora PEREZ DEL CAMPO NORIEGA: No había ninguna, pero quería decirle
algo, para que no se preste a confusión.




La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra.




La señora PEREZ DEL CAMPO NORIEGA: Usted ha dicho algo que me ha
preocupado. Usted ha dicho: evidentemente hay que cambiar las casas de
acogida y hay que tratar de formar a las mujeres para que cuando salgan
de ellas tengan recursos y una mayor formación. Esa formación la tenemos
dentro de las cinco áreas de intervención, la tenemos exclusivamente como
terapéutica, es decir, no pretendiendo que la mujer alcance el objetivo
final de obtener la titulación, dado el grado de bloqueo emocional y la
situación en que se encuentra. Esto se lo explico porque no vaya a
ocurrir que después se diga que si hemos dado formación y estas mujeres
no la han adquirido, es responsabilidad de las mujeres. No, es
responsabilidad del recurso que se ha articulado mal. La formación tiene
que estar, pero el objetivo tiene que ser terapéutico, de apoyo al resto
de la recuperación integral que va a tener la víctima.

Desde el año 1973 estamos haciendo terapias con mujeres y tenemos un
centro de recuperación integral, pero creo que eso lo saben SS. SS. muy
bien y no debería abundar en las cosas que hacemos o dejamos de hacer.

También quiero decirles que hay una cuestión muy importante que estamos
pidiendo --y que también pide la siguiente ponente-- y es que esas
medidas y recursos que se aplican a las víctimas de terrorismo se
apliquen también a estas víctimas. Y, por supuesto, el fondo de garantía,
porque si hay alguien que no paga las pensiones, ésos son los
maltratadores. Es una forma de control clarísimo el dejar a la mujer sin
recursos económicos. Por tanto, ese fondo de garantía, que estaba
previsto por el Gobierno del Partido Popular, querríamos que fuera una
medida que se llevara ya a efecto, sobre todo para que las mujeres
contaran con esos recursos económicos.

Consuelo Abril ha hablado con toda justeza de que las mujeres tienen que
salir de la casa, tienen que ir a casa de familiares o a casas de
acogida, ya que tienen que hacerlo por seguridad personal, pero lo grave
del caso es que cuando las mujeres vuelven a tomar posesión de las
viviendas, las matan; por tanto, hace falta que se cambien los baremos
para la concesión de viviendas sociales, de forma que se tenga en cuenta
en la puntuación esta situación de violencia que sufren las mujeres,
porque aunque tengan una vivienda no pueden volver a ella.




La señora PRESIDENTA: Senadora Navarro, con brevedad, ya que el doctor
Lorente está esperando desde hace una hora para comparecer.




La señora NAVARRO GARZON: Sólo quiero agradecer la comparecencia de la
señora Abril y de la señora Pérez del Campo. La señora Pérez del Campo se
ha referido al artículo 13 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y he de
decirle que su reforma ya está en trámite en esta Cámara.

La señora Abril se ha referido a una ley específica contra la violencia.

Me gustaría que lo ampliara un poco y que me dijera si es que realmente
la que hay no sirve o si es que existe una laguna legal. Ella, después ha
dicho que el problema parece que no está en la ley, sino en la aplicación
de la ley. El problema está en cómo se interpreta y cómo se aplica la
ley.




La señora PRESIDENTA: Gracias por ser tan concisa, senadora Navarro.

Señora Abril.




La señora PRESIDENTA DE LA COMISION PARA LA INVESTIGACION DE MALOS TRATOS
A MUJERES (Abril González): La ley específica de violencia no quiere
decir que esté contemplada toda ella en el Código Penal, ni muchísimo
menos. La ley específica de violencia quiere decir que es una ley que
intenta dar una respuesta a la agresión en todos los campos. Es decir, se
intenta dar a la persona que es víctima de maltrato una protección. ¿Cómo
se le da a esa persona esa protección y cómo se sanciona al agresor?
Evidentemente, con el Código Penal tenemos una postura de sancionar al
agresor, pero nos faltan una serie de medidas civiles que estén
coordinadas con esas medidas penales. Hay una dispersión de normas, por
una parte, normas civiles, por otra, normas penales, o, por ejemplo,
normas de protección en cuanto al tema económico de las víctimas de
terrorismo. En toda esa dispersión de normas lo que pretende una ley
específica es aunar en una sola ley o en un texto refundido todo aquello
que se refiera al maltrato, desde el punto de vista de protección a la
víctima, desde el punto de vista de sanción al agresor y desde el punto
de vista de los recursos sociales a los cuales esa mujer puede acudir una
vez que se encuentra en una situación de maltrato. Esta ley específica
está contemplada en Estados Unidos y en países de nuestro entorno como
Alemania o Suecia. ¿Por qué? Porque al ser un problema que afecta tanto a
la sociedad, en la que estamos involucrados absolutamente todos, al ser
un problema de una gravedad y de unas dimensiones tremendas, no nos queda
más remedio que dar una especificidad a esta ley para intentar dar una
respuesta a ese problema tan grave y para que los jueces y los fiscales,
con la sensibilidad que sabemos que tienen, no tengan que estar sacando o
entresacando artículos de distintas leyes.

Además, todos sabemos que los jueces civiles no se coordinan con los
jueces penales. En ese sentido, es imprescindible que en esa ley esté
contemplado todo absolutamente, en el orden civil, en el orden penal y en
el orden de protección a la víctima, ya que prácticamente en el Derecho
penal, la normativa que hay con relación a la protección a la víctima es
inexistente. Es muy importante que tengamos todo en una sola ley y que
sea de fácil y de simple aplicación para los jueces.

También en ese sentido va la reforma del Código Penal, que es
absolutamente imprescindible, pero no por



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plantear una nueva reforma, sino por ver aquellas deficiencias, aquellas
aguas que hacen determinados artículos. No queda más remedio que decir
cómo es posible que cobertura de la habitualidad, por ejemplo, no se
pueda ampliar al ex compañero o al ex cónyuge. El ex compañero o el ex
cónyuge tienen que estar incorporados necesariamente al delito de la
habitualidad, en la protección que se da a toda esa serie de personas,
porque un ex compañero o un ex cónyuge es realmente una persona muchísimo
más peligrosa y, evidentemente, tiene que estar contemplado en ese
artículo. Ha sido una deficiencia de ese artículo, otra cosa es cómo la
jurisprudencia está tratando el tema de la habitualidad. Se exigen tres
condenas de agresión para que termine siendo demostrada la habitualidad.

Eso es muy difícil en la práctica, es muy difícil que una mujer obtenga
tres condenas reiteradas, se le pone a esa mujer en una situación al
borde de lo imposible. Hay que dulcificar esa fórmula jurisprudencial de
llevarlo a cabo y ¿cómo se dulcifica? Yo diría que no dando la
oportunidad a los jueces y a los fiscales para que interpreten, sino que
quede perfectamente claro en el Código cuál es la habitualidad y a qué
personas va dirigida, y eso es la esencia. Lo mismo ocurre en el tema de
la alternancia, con el artículo 617 del Código Penal, cuando hablamos de
las faltas. Si se da la oportunidad a los jueces y a los fiscales de que
digan o arresto o multa, siempre terminan con la multa. Esto es algo que
tiene que desaparecer del Código Penal porque han tenido que pasar 20
años para que los jueces condenen el maltrato. Los jueces nunca
condenaban el maltrato, siempre eran condenas absolutorias, porque los
jueces decían que a la hora de la verdad era un problema matrimonial que
ellos podrían resolver por su cuenta, pero que no tenía por qué tener
sanción penal. Han pasado 20 años. ¿Necesitamos otros 20 años más para
que puedan aplicar arresto y no multa? Tampoco tengo interés, en modo
alguno, en hacer reformas porque creo que son difíciles y que llevan su
tiempo, pero me parecería fundamental que con la ley en la mano y con un
criterio eficaz de los jueces se pudieran llevar a cabo las existentes.

Pero en este momento, dado los jueces y los fiscales que tenemos, no nos
queda más remedio que modificar la ley y que no exista motivo ni hueco
alguno para que interpreten los jueces y pongan sanciones de 200 pesetas.

En mi experiencia profesional me ha parecido algo gravísimo que después
de un juicio de faltas se dicte una sentencia de 1.000 pesetas de multa y
pueda salir el agresor diciendo: si por 1.000 pesetas de multa le puedo
pegar una paliza, por 10.000 pesetas la mato. Evidentemente las multas no
cumplen la finalidad de la pena, no la cumplen, van realmente en contra
de todo.

Por tanto, la reforma no es una reforma gratuita sino una reforma
--pienso-- fundada y con criterio. En ese sentido, considero que son
importantes la reforma del Código Penal y todas las medidas de que se
habla, pero en la línea fundamental de dos bloques esenciales. Es decir,
por una parte, que exista una ley específica que controle, que coordine
que a esa mujer no se le haga pasar por esas vicisitudes --civil,
penal--, en una situación que es prácticamente imposible para una mujer
que no tiene respuesta, que no tiene conocimiento, que no tiene
información. Por otra, que haya un organismo centralizado que realmente
coordine la posibilidad de que cuando una mujer denuncie que hay una
agresión, automáticamente se le resuelva el resto de los problemas.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular, tiene la palabra la señora
Sainz.




La señora SAINZ GARCIA: En primer lugar, quiero agradecer, en nombre del
Grupo Popular, la comparecencia de doña Ana María Pérez del Campo y de
doña Consuelo Abril, hoy, en esta Cámara y en el seno de la Comisión
Mixta, que de alguna manera me retrotrae a seis años atrás, cuando
comparecía en nombre de su asociación doña Ana María Pérez del Campo, y
hoy doña Consuelo Abril, sustituyendo a doña Asunción Miura que está
ocupando altos puestos de responsabilidad y trabajando también en el área
de la mujer.

Quiero agradecer las reflexiones que han hecho, que yo creo que
compartimos todas las mujeres que hoy estamos aquí, y por supuesto los
hombres de esta Comisión, y las propuestas que nos han planteado.

Como saben SS. SS., esta Comisión tiene el encargo de trabajar en este
grave problema social, que nos preocupa a todas, sin duda, porque
reconocemos el trabajo que están haciendo. Asimismo, valoramos la
experiencia de tantos años trabajando y ayudando a las mujeres que sufren
este problema. Por eso están ustedes hoy aquí y también porque no
queremos improvisar, porque sí queremos hacer algo más, porque no
queremos que se vuelva a repetir lo que hace seis años exponía doña Ana
María Pérez del Campo aquí. Han pasado seis años y vuelve a ser lo mismo
y se vuelven a hacer prácticamente las mismas reflexiones. Queremos
cambiar, queremos avanzar, pero desde el trabajo reposado y desde la
colaboración de todos.

También comparto --¿cómo no?-- la reflexión que hacía la señora Pérez del
Campo de que la igualdad legal no cambia por decreto la realidad. Y decía
precisamente eso mismo hace seis años. Decía: La mera proclamación de la
igualdad no modifica las actitudes, las costumbres y los
condicionamientos educativos, etcétera. Estamos en lo mismo, pero también
convendrá conmigo en que sin duda las leyes son necesarias para avanzar.

De alguna manera, aunque usted no era muy partidaria de esas reformas,
después ha hecho reflexiones respecto a pequeños ajustes.

Desde luego coincido con todas aquellas apreciaciones que acertadamente
ha hecho doña Consuelo Abril, que hablan de pequeñas cosas que son
necesarias, ya que compartimos también la necesidad de cambiar, de
sensibilizar a los jueces y a los fiscales en la aplicación de las leyes
en esas sentencias que a veces nos sobrecogen a todos y decimos que no es
posible. Pero esos pequeños ajustes que se han ido haciendo, desde
medidas para aplicar cautelarmente el alejamiento hasta evitar que haya
las penas pecuniarias, hasta introducir el agravante de parentesco,
etcétera, es necesario introducirlos en el ordenamiento. Para eso estamos
aquí, para reflexionar, para escuchar la experiencia que ustedes nos
traen al decirnos que esto no se



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aplica y, por tanto, es necesario un pequeño ajuste, que podrá servir
--lo decía además doña Consuelo--, pues éstos son los jueces y los
fiscales que tenemos en este momento. Sin duda creo que también hay un
intento de cambiar, de sensibilizar a la sociedad. De la misma manera que
hoy la sociedad está movilizada y que se está empezando a rechazar todo
esto, hay que reconocer que tanto la sensibilidad de los jueces y de los
fiscales como de la policía está aumentando y se están produciendo
también cambios importantes.

Termino releyendo el «Diario de Sesiones» de hace seis años, con unas
reflexiones que hacía doña Ana María Pérez del Campo sobre las casas de
acogida. Efectivamente, tenemos que seguir reflexionando entre todos
--sabe que ahora son competencia de las comunidades autónomas--, para ver
cómo lo vamos ajustando.

En nombre del Grupo Popular, termino agradeciendo la presencia de las dos
comparecientes en esta Comisión y todo lo que nos han dicho. Hemos
recibido las propuestas de doña Ana María Pérez del Campo por escrito y
también las que ha aportado doña Consuelo. Sí me gustaría que, si es
posible, si hay tiempo y si la señora presidenta nos deja, nos hiciese
algunas reflexiones acerca de las propuestas, que creo que ya tienen
ustedes y que conocen, que hizo también en el Congreso de los Diputados
el Defensor del Pueblo. Es decir, en qué medida esas propuestas de
modificación que ha hecho el Defensor del Pueblo les parecen acertadas o
si cabía alguna matización. Tal vez ahora no sea posible, pero sí les
agradecería que nos hiciesen llegar esto la Comisión. Nosotros tenemos
voluntad de trabajar con ustedes, sin duda ha sido importantísima su
comparecencia aquí y no olviden que vamos a estudiar sus reflexiones para
ver en qué medida podemos incorporarlas a las propuestas que haremos al
Gobierno desde esta Comisión.




La señora PRESIDENTA: La señora Pérez del Campo tiene la palabra.




La señora PRESIDENTA DE LA FEDERACION DE ASOCIACIONES DE MUJERES
SEPARADAS Y DIVORCIADAS (Pérez del Campo Noriega): Señoría, es evidente,
es tristemente evidente, que desde hace 200 años, no sólo desde hace seis
años, estamos repitiendo la historia.

Simplemente quería abundar en lo que la compareciente que me ha sucedido
en el uso de la palabra ha indicado respecto del organismo
intergubernamental que funciona en Estados Unidos, ya que por nuestras
compañeras del movimiento feminista americano no solamente sabemos cómo
funciona sino que hemos podido hablar con los jueces por teléfono. Esto
indica lo asequibles que son los jueces, lo próximos que están los jueces
para poder hablar, algo impensable, por supuesto, con la judicatura
española. En cambio, desde España un organismo como el nuestro puede
hablar directamente con el juez que está juzgando a una española casada
con un americano. Además, ese organismo trabaja pegado a las
organizaciones de mujeres, de tal forma que, por ejemplo, allí, un centro
como el nuestro puede efectuar las denuncias en nombre de la persona que
ha sufrido el daño, ni siquiera tiene que hacerlo la propia mujer. Es muy
importante decir esto porque yo oigo continuamente en la televisión:
mujer denuncia, mujer denuncia..., pero así se dispara el riesgo. Habría
que hacerlo de tal manera que pudieran ser terceras personas, como las
organizaciones de mujeres que están llevando centros como el nuestro o
casas de urgencia, las que pudieran formular la denuncia, sin riesgo
alguno para la mujer. Es decir, el equipo intergubernamental americano
trabaja pegado a las organizaciones de mujeres. Eso es algo que les digo,
porque estoy insistiendo muchísimo, señoría, con el único ánimo que me ha
movido en la vida, que es la defensa de las mujeres, en que podamos
sentarnos en unas mesas a negociar con el Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales, y hasta ahora, señorías, lamentablemente no lo hemos
conseguido. No sabemos por qué hay esta resistencia a sentarse a negociar
cuestiones que lo único que iban a hacer es enriquecer las propuestas de
ustedes, porque lo que a nosotros nos interesa, como a todos ustedes, es
que triunfen esas medidas, que sean eficaces, que no vuelva a haber una
desmotivación porque resulta que, con la mejor intención del mundo, se
articula una medida que es ineficaz. Sólo eso. Haga usted llegar, por
favor, al Ministerio de Trabajo esta petición que se le ha hecho por
escrito, que se le ha hecho de palabra, que se le ha hecho por teléfono y
todavía no se ha conseguido constituir las mesas de trabajo. Saben
ustedes, señorías, que hemos tenido que constituir un foro de violencia
donde estamos integradas la mayoría de las organizaciones de mujeres y
que, por tanto, tienen ustedes un interlocutor válido para participar y
para poder llevar a fin la meta que todas perseguimos, que es que
acabemos de la forma más rápida y más eficazmente posible con la lacra
social de la violencia a las mujeres.




La señora PRESIDENTA: Señora Abril, ¿quiere decirle algo a la señora
Sainz o al Grupo Popular?



La señora PRESIDENTA DE LA COMISION PARA LA INVESTIGACION DE MALOS TRATOS
A MUJERES (Abril González): Exactamente en la misma línea que la anterior
interviniente, en el sentido de que efectivamente las organizaciones de
mujeres, que llevamos trabajando tantos años en este tema, conocemos
realmente la cuantificación del problema y creo que es perder una
oportunidad porque nosotros tenemos la posibilidad de poder ofrecer
nuestras experiencias y nuestro saber en este tema y creo que entre todos
debemos intentar buscar unas medidas acordes y coordinadas para que se
consiga lo que todos queremos, que se erradique la violencia.




La señora PRESIDENTA: Muchísimas gracias a las dos comparecientes, porque
ha sido importantísimo lo que nos han dicho aquí.

Confío y espero que vengan tantas veces como quieran, ésta es su casa,
ésta es su Comisión, las recibiremos siempre de buen grado y todo lo que
ustedes nos digan lo escucharemos, lo trabajaremos y creo que entre todos
los grupos podremos conseguir algo. En eso es en lo que estamos.




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Se suspende la sesión por cinco minutos para despedirles a ustedes y
hacer comparecer al doctor Lorente. (Pausa.)



--COMPARECENCIA DEL MEDICO FORENSE DE JAEN SEÑOR LORENTE ACOSTA (Número
de expediente del Congreso 223/000005 y del Senado 715/000198).




La señora PRESIDENTA: Se reanuda la sesión.

Doctor Lorente, le pedimos disculpas por haberle hecho perder seguro que
su valioso tiempo y le damos las gracias por querer compartir hoy con
nosotros, con las dos Cámaras, con las Cortes Generales, todas sus
inquietudes y todo su buen saber, que seguro que nos ha de servir en esta
Comisión Mixta de los Derechos de la Mujer que estamos dedicando a los
malos tratos.

Bienvenido. Muchas gracias. Tiene la palabra.




El señor MEDICO FORENSE DE JAEN (Lorente Acosta): En primer lugar, quiero
decir que en absoluto ha sido una pérdida de tiempo, todo lo contrario,
me ha parecido un tiempo muy provechoso, he aprendido mucho y he visto
una sensibilidad difícilmente igualable a otros niveles. Lo único que
lamento es no haber estado desde el principio, porque quizá habría podido
utilizar mejor ese tiempo, que en absoluto es valioso.

Por otra parte, quiero agradecer la invitación que me han cursado para
comparecer ante esta Comisión, puesto que es la primera vez que tengo la
oportunidad de hacer lo que hago todos los días, pero quizá de forma
directa, que es esa pretensión que tenemos de jóvenes, y que aún
mantenemos --aunque ya no somos tan jóvenes--, de ayudar a cambiar un
poco la sociedad y, a ser posible, a mejorarla.

Pido disculpas a los asistentes porque no tengo la experiencia ni los
conocimientos de los comparecientes que me han precedido. Simplemente,
fue un tema que me surgió de la realidad de observar día a día los casos
de mujeres maltratadas, cómo acudían a los juzgados, por una parte, con
unas características que yo empecé a ver como casos particulares,
especialmente definidos desde el punto de vista médico-legal o
médico-forense; por otra parte, cuando quise estudiar más a fondo el
problema vi que en los libros no existía el tema del maltrato a la mujer,
existía el tema del maltrato infantil, otros tipos de agresiones
personales, la violencia interpersonal, pero en ningún caso se hacía
referencia de forma específica a la violencia o a la agresión hacia la
mujer.

Me puse a estudiar el tema hace unos cuatro años, y para orientar un poco
el contexto en el que se puede encuadrar el planteamiento que hemos
propuesto en relación con el tema del maltrato, de la agresión a la
mujer, me gusta empezar con esta frase de Catherine MacKinneon --es una
abogada feminista americana--, que dice que lo anónimo no debería ser
considerado como inexistente. Quizá ésa es la gran barrera que ha
existido y que nuestra sociedad se ha encargado de plantear entre lo que
es lo público y lo privado; por tanto, todo lo que ha ocurrido a nivel
privado, de cara o de espaldas a ese muro que se ha construido, ha
permanecido oculto y ocultado por esta sociedad por unos factores
claramente socioculturales, como veremos un poco más adelante.

Por una parte, el problema del maltrato a la mujer no es un problema de
números, pero los números del maltrato a la mujer sí son un problema. Es
decir, cuando nosotros nos encontramos con estadísticas en las que se
refieren casos de agresión sexual, de maltrato, de acoso sexual o
violaciones como las que se han venido repitiendo, está claro que no es
un problema de cifras, como decíamos, puesto que daría igual que en vez
de 91 fueran 40 o que en vez de 20.000 denuncias fueran 10.000; no creo
que, hoy por hoy, estemos aquí porque el número de agresiones a la mujer
sea más o menos elevado, sino simplemente porque ese número tan elevado y
esa situación social nos ha dado pie para pensar que algo anda mal y que,
por tanto, debemos poner soluciones.

Como se ha comentado aquí, el problema no son los números y quizá el
ejemplo más claro es que lo conocido realmente es una pequeña parte, es
esa pequeña punta del iceberg que esconde bajo el mar de los perjuicios
sociales toda la realidad del problema de la mujer. El 10 por ciento de
los casos que se conocen son solamente los casos denunciados y a partir
de esos casos denunciados se están trazando todos los perfiles y todo el
conocimiento del problema del maltrato, cuando realmente hay un
componente desconocido que en lo cuantitativo es el 90 por ciento y en lo
cualitativo es lo que esconde la realidad del problema del maltrato a la
mujer.

Por tanto, si partimos del estudio del 10 por ciento de los casos
conocidos, tratando de hacer perfiles del maltratador, de la víctima, de
las situaciones sociales o de las medidas que se pueden tomar para
mejorar o para tratar de hacer una nueva legislación, para dar una
cobertura social que realmente vaya dirigida al fondo del problema,
probablemente no lo consigamos, porque ese 10 por ciento, primero, es una
mínima parte y, en segundo lugar, tiene unas características más o menos
peculiares, que son las de aquellas personas que, en un momento
determinado, se deciden a denunciar.

La victimología, que es una ciencia que se está desarrollando,
desgraciadamente, desde hace pocos años, pero que está aportando mucho
conocimiento al tema de las agresiones en general, nos está diciendo que
las mujeres o las víctimas que denuncian cualquier agresión son aquellas
que tienen un nivel sociocultural más bajo, mientras que las que tienen
un nivel sociocultural más alto denuncian más los delitos en vez de
contra las personas contra la propiedad. Estamos viendo que si analizamos
a fondo ese 10 por ciento, ese perfil --insisto, solamente el perfil es
del 50 por ciento de la realidad, el otro 50 por ciento es mucho más
acorde a la entidad o la esencia del problema del maltrato--, nos vamos a
encontrar unas características muy peculiares que para nada coinciden con
la realidad del problema. Por ejemplo, cuando se estudian los casos y se
dice que el agresor maltrata a la mujer con más frecuencia a primera hora
de la tarde, aproximadamente de dos a cinco, y después de ocho a diez de
la noche, se podría decir: de dos a cinco y de ocho a diez que el
maltratador se vaya de su



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casa. Evidentemente, eso no solucionaría el problema, nos ayudaría un
poco a conocer la esencia o la realidad de ese problema como
aproximación, pero para nada debemos quedarnos solamente en ese 10 por
ciento e insistir en la profundización del problema.

Cuando nos preguntamos, entonces, por qué se produce --como se ha
planteado de forma indirecta, quizá, por los anteriores comparecientes--
o por qué no se entiende la agresión a la mujer, tengo que decir que,
evidentemente, no se puede entender porque es incomprensible.

Analizándolo bajo el concepto clásico de medicina legal o de la
criminología de que toda conducta humana tiene dos componentes: uno,
instrumental, una motivación, hacer algo para conseguir algo, y un
componente afectivo, la carga emocional que rodea esa conducta, vemos que
en el tema de la agresión a la mujer no existe un objetivo determinado.

Analizando la conducta del maltratador, preguntándole en encuestas por
qué maltrata a su mujer, por qué viola a la mujer, en determinados casos,
en otro tipo de agresiones, realmente no tiene una respuesta que sea
lógica, entendiendo por lógica aquella que esté proporcionada a lo que
pretende conseguir.

Nos encontramos con una falta de motivación y con una carga afectiva muy
grande que viene envuelta en unos componentes socioculturales que han
puesto a la mujer en un lugar de subordinación respecto al papel del
hombre. Cuando el hombre entiende que esa posición de la mujer ha sido
modificada por ella para tratar de transgredir lo establecido
socialmente, lo entiende como una agresión, como un ataque a su autoridad
y, por tanto, responde de muchas formas, entre ellas canalizando esa
agresividad en forma de violencia hacia la mujer.

Un ejemplo que demuestra parcialmente que no es una cuestión de la
violencia interpersonal, como a veces se trata de agrupar, diciendo que
la sociedad del final de siglo es mucho más agresiva a que la de hace
unos años, es que quizá lo sea en cuanto a violencia interpersonal, pero
si vemos las estadísticas de la Fiscalía General del Estado, en cuanto a
las agresiones en general, denuncias por lesiones, en el año 1990 fueron
de 95.000, aproximadamente, y ha ido ascendiendo de forma significativa
hasta que en el año 1996, la última estadística disponible, ha sido de
416.000, mientras tanto, la agresión a la mujer se ha mantenido en unos
niveles más o menos constantes, alrededor de los 18.000 ó 20.000 casos de
denuncias. Luego vemos que hay una desproporción entre lo que sería la
violencia interpersonal, motivada por factores socieconómicos o
características muy típicas de nuestra sociedad, y la violencia frente a
la mujer, que viene más caracterizada por el papel que ocupan el hombre y
la mujer.

¿Por qué se produce esta agresión a la mujer? Nosotros hemos propuesto un
contexto que venga a justificar por qué en ciertos casos determinados
hombres actúan frente a la mujer de forma violenta y con agresividad.

Para tratar de ver la relación y la influencia que existe entre ese
contexto general y el caso particular, que es el que se conoce, el que
trasciende, de donde se sacan los perfiles, hemos representado
gráficamente a la pareja, donde se produce la agresión, agresor-víctima,
en el centro de una serie de círculos que vienen formando una serie de
contextos. El contexto más cercano, aquel que forma la pareja, sería el
contexto individual, que vendría caracterizado por las peculiaridades de
esas dos personas (con una personalidad, una psicobiografía, un contexto
determinado, una relación, una educación, etcétera). Pero estas personas
no están flotando en el aire, sino que, a su vez, se encuentran envueltas
en otra serie de normas socioculturales que van formando el resto de los
contextos y, como vemos, la relación es más indirecta, por estas flechas
rojas, conforme esté más alejada de la influencia que tenga el contexto
más próximo.

¿Cuáles son esos contextos que influyen en la persona? Aquí lo hemos
tratado de resaltar y tenemos que en el contexto lejano estarían los
papeles sociales relacionados con el género, es decir, aquellos que dotan
al género de una carga social; por ejemplo, se dice gráficamente que
nacemos hombre o mujer pero no nacemos masculino o femenino. Ese
masculino o femenino es una construcción social que va dando una serie de
características al hombre y a la mujer para desarrollar en sociedad. En
el momento en que se relacionan esas características de agresividad, de
fuerza, docilidad, sumisión o dulzura con el hombre o la mujer, se ve que
esas personas están más predispuestas a ser victimizadas o a reaccionar
de una forma característica ante situaciones determinadas. Entonces, el
papel social que se relaciona con el género influye en el contexto
lejano, porque es muy inespecífico, tiene una influencia directa, pero va
influyendo de forma inespecífica en el resto de los contextos, hasta que
al final hace que el conjunto de características favorezca el que se
produzca la agresión a la mujer. Las normas culturales y las creencias
sociales, las relaciones sexuales y la educación sexual también van
matizando y educando a la persona de una determinada manera para que en
ciertos casos pueda ser interpretada su actitud como sumisa y, por tanto,
poder aplicar la violencia.

Finalmente, los mitos culturales también influyen de forma significativa,
como veremos a continuación, en esa justificación o en esa comprensión de
la violencia. El contexto intermedio, más cercano, estaría formado por lo
que la victimología denomina macrovictimización, que hace referencia al
desempleo, al alcohol, problemas económicos, problemas de
desculturización, personas que viajan a culturas diferentes o que se
encuentran en una sociedad distinta a la que provienen. Todo eso facilita
que en determinados casos surja una agresividad y que, por los otros
factores, se pueda canalizar frente a la mujer como violencia.

El contexto próximo, más cercano y más típico de esa relación de pareja
agresor-víctima, vendría formado por la relación preexistente entre
víctima y agresor. Hay que recordar que siempre que se produce un
maltrato ha existido o existe una relación de pareja más o menos estable
y, por lo tanto, las características o la dinámica de esa relación
influye de forma significativa en la percepción de la situación y en la
aplicación de la violencia.

Por último, el contexto individual. Es decir, las características de esa
persona-hombre y de esa persona-mujer para que ante una reacción o una
situación respondan de una determinada manera. Está claro que,
entendiendo la



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agresión a la mujer dentro de este contexto, podemos comprender por qué
no todos los hombres son iguales --al contrario de lo que se dice en Tele
5-- y por qué no todas las mujeres tienen que ser víctimas ni responder
de la misma forma; es decir, no todos los hombres tienen que ser
agresores y no todas las mujeres tienen que ser susceptibles de recibir
la agresión sin tomar ninguna medida. Este contexto hace que sea
relativamente frecuente una frase que nosotros encontramos casi a diario
en las consultas o en los juzgados: mi marido me pega lo normal, pero hoy
se ha pasado. La mujer entiende que hay una normalidad en la agresión del
hombre y esa normalidad la entiende siempre y cuando no traspase unos
límites; en el momento en el que traspasa unos límites y en vez de un
bofetón se produce un bofetón y un achuchón, la mujer puede entender que
eso no es normal para la educación que ha recibido y entonces denuncia.

Pero, mientras tanto, sigue manteniendo y sigue aceptando la agresión o
la violencia del hombre como algo normal e intrínseco a la sociedad.

Los mitos, a los que hemos hecho referencia, también actúan de forma
especialmente negativa en cuanto a la percepción por parte de la sociedad
y por parte de la propia mujer de esa agresión. Hay mitos que hablan del
masoquismo de la víctima, que dicen que a la mujer le gusta, que cuando
la mujer mantiene la relación es porque en el fondo está a gusto y hacen
que se justifique un poco la actitud del agresor. Otros dicen que la
mujer provoca, busca esa agresión y que lo hace con determinados fines,
desde conseguir un divorcio beneficioso hasta cualquier otro objetivo,
como el de quedarse con los niños, recibir una pensión mayor o coaccionar
al marido de alguna forma. La mujer inventa o exagera; siempre dicen:
Total, sólo ha sido un hematoma, no le ha partido ningún hueso; etcétera.

Son frases que nosotros escuchamos a diario en las clínicas
médico-forenses; y, al final siempre queda la cosa de que podría haber
sido peor y le dicen que tiene que tener en cuenta que por lo menos tiene
a los niños, que tiene una familia y que eso es mucho en relación con lo
que se puede encontrar si sigue adelante con el tema de la denuncia
frente a su marido, su pareja o la persona con la que ha convivido.

El entender que estos factores socioculturales no actúan de forma casual,
nos ha hecho a nosotros definir un síndrome de agresión a la mujer que
hemos definido como aquellas agresiones sufridas por la mujer como
consecuencia de los condicionamientos socioculturales que actúan sobre el
género masculino y femenino, situando a la mujer en una posición de
subordinación al hombre y manifestadas en los tres ámbitos de relación de
la persona: maltrato en el medio familiar, violación o agresión sexual en
el medio social y acoso en el medio laboral. Es decir, ese contexto
favorece el que en determinados momentos se pueda producir esa agresión a
la mujer; no es sólo el tema del maltrato, sino que las características
son similares, y dependiendo de las características individuales de esos
contextos más cercanos a la situación de pareja puede hacer que
determinados hombres prefieran, entre comillas, o manifiesten esa
situación de subordinación de la mujer por medio de la agresión sexual o
por medio del maltrato. En otros --por ejemplo, en el 13 por ciento de
los casos-- existe maltrato y agresión sexual, es decir, que no son
tampoco situaciones separadas sino que confluyen de forma unidireccional
hacia la agresión a la mujer. El maltrato a la mujer se encuadra dentro
de este síndrome de agresión a la mujer como una manifestación
específica. Existe un síndrome, e insisto en la palabra síndrome ya que
no se trata de hechos aislados o separados sino que existen esos factores
generales que favorecen la presentación de la violencia, del maltrato a
la mujer definido como el conjunto de lesiones físicas y psíquicas. Esto
es importante porque siempre hay lesiones físicas y psíquicas; aunque a
veces el maltrato sea llamativo por las lesiones físicas, la relación en
la que se produce ese maltrato da lugar a una serie de lesiones psíquicas
que aparecen siempre en todos los casos. Unas veces pueden ser menos
llamativas o a veces, incluso, pueden entenderse dentro de la normalidad,
puesto que es normal que la mujer después de una agresión presente una
serie de alteraciones psicológicas, del mismo modo que cuando las
lesiones físicas no son evidentes se entiende como normal el que la mujer
tenga una depresión o un síndrome postraumático --que es lo que desde el
punto de vista clínico se definiría en esa situación--, pero todo el
mundo entiende que una mujer con 40 ó 50 años tenga una depresión. Uno va
a la capital y le dicen que una mujer tiene depresión y todo el mundo lo
entiende y lo ve como normal, cuando no existe ningún factor fisiológico
que justifique una depresión en la mujer. Detrás de muchos de esos
cuadros pseudodepresivos existen historias de maltrato que pasan
desapercibidas, bien porque las agresiones se hacen de unas formas --como
veremos que se hacen-- o bien porque la mujer no denuncia o no pone de
manifiesto esa situación, como es relativamente frecuente, por desgracia.

El síndrome de maltrato a la mujer, o manifestación del síndrome de
agresión a la mujer sería, utilizando un poco la terminología del Código
Penal para tratar de no confundir, ese conjunto de lesiones físicas y
psíquicas resultantes de las agresiones llevadas a cabo por el hombre
sobre su cónyuge o mujer a la que estuviese o haya estado unido por
análogas relaciones de afectividad.

Siempre hay que insistir en que las agresiones son puntuales y no
repetidas, pero la agresividad es continua. Es decir, hay fases en las
que no siempre hay una relación agresiva, pero esa situación tensa tiene
un componente que va afectando a la relación de pareja.

Entre las características principales del síndrome del maltrato a la
mujer, es importante hacer un diagnóstico diferencial respecto al
síndrome de maltrato al niño y el maltrato a los ancianos puestos que es
muy frecuente --y ése es un segundo punto-- que se relacione la agresión
a la mujer con la agresión en el medio familiar o la agresión doméstica.

A veces hay un nombre que, desde el punto de vista gráfico, define muy
bien la situación, pero no hay que circunscribir la agresión a la mujer
al ambiente o al contexto familiar o doméstico. ¿Por qué? Porque, en
primer lugar, la agresión familiar tiene unas características diferentes;
es decir, hay una agresión de todos los miembros respecto a todos los
miembros: los padres no sólo agreden a la mujer, sino que también agreden
a los hijos; a veces



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también lo hacen las mujeres; los hijos en ocasiones agreden a los
padres, si hay ancianos suelen también recibir agresiones, etcétera. Ese
sería el contexto de la agresión familiar y tiene unos factores
socioculturales diferentes en su origen y unos logros o unas motivaciones
también distintas.

Por otra parte, la agresión a la mujer no siempre se produce en el
contexto familiar, sino que a veces se produce antes, empieza con la
relación de pareja durante el noviazgo y no termina, sobre todo, cuando
termina la relación familiar o doméstica. Ya hemos visto que los famosos
ex golpean y agreden de forma más brutal que cuando son maridos, cónyuges
o compañeros de la mujer. Por tanto, el ambiente familiar es un ambiente
intermedio en el plazo o en el recorrido de esa agresión a la mujer que
se produce antes y termina después de que termine la agresión en el medio
doméstico. Esto es importante para evitar circunscribir la cuestión a un
determinado ambiente, a unas determinadas personas, a un determinado
agresor, etcétera, porque si no perdemos un poco la dimensión global de
lo que es el maltrato a la mujer.

El cuadro lesional que se produce es típico, e imagino que quizá los
otros comparecientes han tenido la oportunidad, sobre todo el compañero
forense, de entrar en lo que son las lesiones físicas y psíquicas. Las
lesiones físicas con características --y es importante saberlo como
baremo para que se pueda hacer un diagnóstico del caso--, puesto que
suelen aparecer lesiones de diferente data. Es decir, una mujer no
siempre acude al médico, porque una de las características del maltrato
es que, desde el punto de vista psicológico, lo primero que se produce en
la mujer es una fase de shock que dura aproximadamente unas 24 horas.

Después de una agresión la mujer queda bloqueada, no reacciona y al cabo
de 24 horas es cuando empieza a tener un poco de idea de lo que ha
ocurrido. Después de que tu marido, la persona con la que has convivido,
con la que has hecho muchos proyectos en común, con la que has tenido
hijos, etcétera, te agrede de esa manera tan brutal, la reacción
inmediata --yo creo que nos pasaría a casi todos, no es exclusivo de la
mujer-- es que te quedas bloqueada. Ante ese bloqueo la mujer no
reacciona; cuando reacciona ya ha pasado tiempo suficiente para que vea
que la atención médica no es lo más importante en ese momento sino el
seguir con la dinámica de lo que es el hogar.

Las agresiones físicas aparecen normalmente con lesiones de diferente
data. Aparecen hematomas recientes con hematomas antiguos, si se examina
la parrilla costal pueden aparecer lesiones costales antiguas que no han
sido tratadas; es muy típica la rotura del tímpano como consecuencia de
un bofetón, por ello, si se examina el tímpano a veces se ve que hay
roturas y cicatrices en él; también está estudiado que las mujeres
maltratadas sufren con mayor frecuencia lesiones en los miembros
superiores, en la parte superior del tronco y en la cabeza, mientras que
las mujeres no maltratadas suelen sufrirlas en las extremidades
inferiores y en la columna (son estudios hechos en hospitales sobre 9.000
casos). Es decir, existen características típicas o que pueden definir el
síndrome de maltrato a la mujer y eso es útil, como veremos, a la hora de
buscar soluciones para que la participación de la medicina pueda ayudar a
desenmascarar esa realidad que parece oculta, esa parte inferir del
iceberg que no puede aflorar a la superficie.

Entre las características psicológicas tenemos que distinguir dos: las
agudas, que es la fase de shock, el paso a la acción retardado, que
llaman --es decir, la mujer no toma iniciativas hasta que no pasa un
tiempo--, y luego las lesiones psicológicas a largo plazo, que son las
que realmente hacen que la mujer quede anulada por completo. Por eso,
cuando se dice que la mujer no puede reaccionar o no busca salida, no es
como consecuencia de que tenga poca ayuda social o de que tenga poca
confianza en los mecanismos, sino que psicológicamente está totalmente
incapacitada para llevar a cabo esas acciones. ¿Por qué? Porque la forma
de maltratar del agresor es muy característica. En principio, se produce
una agresión a lo que se llama la identidad pasada de la mujer. Todo lo
que es recuerdo de su infancia, de su juventud, de su soltería, etcétera,
empieza a ser criticado de forma sistemática por el agresor --empieza a
criticar los lugares donde iban, los amigos, etcétera--, pero después
también ataca a los signos de identidad actual, es decir, el trabajo, la
familia, que empieza a ser deteriorado, de manera que la mujer empieza a
oír frases como, por ejemplo, que tu madre se vuelca más con tu hermano,
hay que ver lo lista que es tu hermana que al final siempre está en casa
de tu madre y a ti no te da nada, tu madre le ha regalado esto, etcétera.

A los amigos, lo mismo, empieza a criticarlos de forma sistemática:
Fulanito lo único que hace es presumir de coche, siempre está presumiendo
de que su ropa es mejor que la otra, que estuvieron de vacaciones en tal
sitio y que qué pesados que son. Y poco a poco va haciendo que la mujer
vaya cortando con esos signos de identidad y quede recluida en el propio
hogar, donde la única persona que tiene para mantener una relación
personal es el marido que la agrede. Nosotros lo hemos definido
gráficamente como la formación de una personalidad bonsai, en el sentido
de que corta cualquier iniciativa de esa persona pero, a la vez, depende
de ella para recibir ese poco cariño que le puede dar.

El carácter físico también influye en ese deterioro psicológico de la
mujer, puesto que se producen tres fases típicas. Hay una fase de tensión
creciente, en la cual la relación va adquiriendo cierta tensión, cierta
agresividad, pero no hay un maltrato físico evidente; puede haber algún
golpe aislado, pero no una agresión más o menos brutal. De pronto se
produce la fase de agresión, en la cual existe un maltrato físico de
muchísimas formas --cualquiera de ellas puede ser válida--, pero la fase
importante en la que se produce el deterioro en la mujer, según los
estudios psicológicos, se llama la fase de amabilidad o afecto, que
gráficamente se ha llamado fase de luna de miel: el hombre pide perdón,
dice que no se va a volver a repetir, que ha sido como consecuencia de
problemas en el trabajo, que está muy preocupado ahora porque va a
cumplir la hipoteca, que ha bebido un poco, etcétera. En ese beber un
poco está el famoso alcohol que tanto se relaciona con la agresión a la
mujer aunque no existe ninguna justificación fisiológica para entenderlo
como un precipitante de la agresión. El hombre, la mujer, cualquier
persona puede beber y



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puede desinhibirse, todos lo hemos comprobado alguna vez o muchas más
veces, pero eso no justifica que se pueda agredir a la mujer por ser
mujer. El hombre bebe y agrede a la mujer por ser mujer, no por otra
cosa, pero no agrede al vecino ni al taxista ni al dueño del bar. El
factor alcohol, que se utiliza tanto --aunque, en principio, realmente se
relaciona sólo en el 20 por ciento de los casos--, tiene mucha influencia
en lo que es el concepto de maltrato a la mujer. El hombre se justifica a
sí mismo diciendo que estaba bebido y la mujer intenta comprender la
reacción del hombre diciendo que es que su marido --lo dicen con mucha
frecuencia-- estaba bebido, y ése es un gran daño que se está produciendo
en el concepto y en el conocimiento de la agresión a la mujer.

El carácter cíclico hace referencia a que es una situación que se repite
en cuanto al maltrato físico. Cíclico de intensidad creciente, dicen los
autores, en el sentido de que va pegando pero cada vez pega más fuerte, y
si se comprueba la evolución de las mujeres que acuden al servicio de
urgencias por una agresión por parte del hombre, con el tiempo los
cuadros que presentan son mucho más graves. Es importante tener en cuenta
que no es una situación autolimitada que se justifica por una situación
de malos tratos temporales, sino que se va repitiendo, y esa repetición
conlleva mayor agresividad, mayor violencia.

Una característica de la agresión es que normalmente se inicia cuando
aumenta una relación, cuando se refuerza; por ejemplo, cuando se
establece el noviazgo o al poco de casarse, o cuando va a nacer un hijo,
etcétera. Esos lazos que refuerzan la relación dan lugar a que el hombre
descargue esa agresividad que tienen algunos autores lo justifican como
un fracaso de la idea de amor idealizado que tiene el hombre cuando
inicia la relación. Todo el mundo ve de color de rosa la relación al
principio, pero conforme pasa el tiempo y se da cuenta que no todo es de
color de rosa, trata de trasladar esa frustración hacia la mujer por
medio de la agresión. También se va modificando con el tiempo. Las
mujeres dicen: mi marido ha aprendido a agredir. Al principio es una
descarga más o menos bruta, sin control, que afecta a cualquier parte del
organismo; luego, conforme va viendo la reacción de la sociedad, de los
vecinos, oye los comentarios, aprende a agredir. Empieza a golpear en
zonas donde queda oculto con la ropa, golpea en la cabn o tras la
separación. De hecho, el 57 por ciento de los homicidios domésticos,
utilizando la terminología americana que ya hemos dicho que no
corresponde exactamente con la realidad del problema, se producen por
personas que ya están separadas. Esa agresividad que existe en el ex es
la que hay que estudiar y sobre la que, como se ha apuntado aquí,
efectivamente, habría que hacer un estudio desde el punto de vista
médico-forense, tratando de identificar cuáles son, como dicen los
americanos, los red flash o las señales que nos pueden indicar que existe
una peligrosidad no social, porque estaríamos en términos de
inconstitucionalidad, sino una peligrosidad criminal. Si existen rasgos
para pensar que existe una peligrosidad criminal, pues se pueden aplicar
una serie de medidas preventivas para evitar que esa peligrosidad tenga
manifestación en el maltrato a la mujer. De hecho, es fundamental actuar
de alguna forma, no de cualquiera, en el sentido de dirigir la actuación
hacia una percepción de la mujer para que la sociedad vea que se está
actuando y que se está actuando bien.

En un estudio realizado por Knight y Hatty, dos autoras austriacas,
establecieron una probabilidad de la reacción de la mujer. Teniendo en
cuenta todos estos factores, qué hace la mujer ante una situación de
agresión: ¿busca tratamiento médico o busca intervención judicial?
Solamente buscan intervención judicial y tratamiento médico un 29 por
ciento. El hecho más significativo es que el 78 por ciento nunca busca
nada, ni tratamiento médico ni actuación policial; es decir, que la
mayoría de las mujeres, hoy por hoy, cuando sufren una agresión, no
buscan ni tratamiento médico ni atención policial, y eso en parte está
motivado por la percepción que tienen de la situación, en el sentido de
que piensan que el hecho de denunciarlo o acudir al médico no va a
solucionar su problema. Es una situación que ayuda a que esa
victimización a la que se ha hecho referencia continúe. La victimización
es fundamental, puesto que analizando los únicos datos que se han
encontrado como datos significativos en el estudio del agresor y de la
víctima se ve que tanto él como ella han sido víctimas o testigos de
malos tratos durante la infancia o la adolescencia. Es muy triste pensar
que las personas que ahora mismo están siendo testigos o víctimas de
malos tratos por parte de sus padres o que están viendo la agresión entre
sus padres terminarán posiblemente entendiendo esa conducta como normal y
actuando en el futuro de esa forma. Si tenemos en cuenta que las
denuncias son aproximadamente unas 20.000 y que el 10 por ciento, siendo
generosos, son los casos conocidos --aproximadamente se están produciendo
en España al año entre 300.000 y 400.000 casos de malos tratos-- y en
todos ellos hay algún hijo de por medio, probablemente habrá en el futuro
condiciones más o menos adecuadas para que se cultive ese agresor y esa
víctima y dentro de unos años vuelva a actuar de la misma forma que lo
hicieron sus padres. Por ello, es importante tener en cuenta esa
victimización secundaria, no sólo por las repercusiones que pueda tener
sobre la mujer en cuanto al ambiente laboral, ambiente familiar, sino en
cuanto a los miembros de su familia que se ven afectados de forma
directa.

En cuanto a la evolución y percepción de las situaciones de la mujer,
vemos en esta gráfica --número de denuncias, diligencias previas, según
los datos del Instituto de la Mujer y de la Fiscalía General del Estado--
cómo el porcentaje de pérdidas --es decir, denuncias que se producen,
diligencias previas que se abren-- es muy alto. En el año 1990 era el
88,17 por ciento, casos que o no quedaban en nada o quedaban como juicios
de faltas con las penas que se han mencionado. El porqué esa mujer no
encontraba una ayuda en la sociedad viene justificado en ese porcentaje
de pérdidas que quedaba en nada después de haber sufrido la agresión,
después de haber puesto la denuncia,



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después de haber ido al juzgado a declarar, etcétera. Entonces --y hay
que entenderlo--, si además de esos factores psicológicos que dificultan
el que salga de su ambiente para poner la denuncia enfrentándose a sus
familiares, enfrentándose a sus amigos, enfrentándose a su marido,
incluso a los hijos (porque es muy fácil decir que tu marido te ha pegado
pero que tú vas a ser la responsable de romper la familia, piénsatelo;
ese tipo de mensajes va calando en la mujer y a veces, aparte del daño,
la paralizan físicamente), encima ven que todo queda en nada, con lo que
la situación se complica. No obstante, hay que ser un poco optimista
porque vemos en la gráfica de evolución cómo va descendiendo el
porcentaje de pérdidas; es decir, cada vez estamos siendo más afectivos y
yo espero que el próximo año haya caído en picado, puesto que la
sensibilización de todos los estratos profesionales de la sociedad está
siendo muy elevada y posiblemente se estén aplicando. A raíz de la
aprobación del Código de 1995, como ha habido cierta polémica, ese
descenso ha sido más significativo que nunca, es decir que, en parte,
quizá por la sensibilización, se están aplicando unas medidas que son más
beneficiosas por lo menos en cuanto al resultado de los casos
denunciados.

Con un poco de atrevimiento, puesto que tampoco quería venir aquí sin
decir nada, planteé una fórmula que no es mágica ni original, simplemente
es una aportación para ir solucionando el tema; evidentemente, no se va a
solucionar en poco tiempo ni, quizás, en mucho, porque es una situación
social. La fórmula es sencilla desde el punto de vista teórico y de
planteamiento, pero es muy difícil de llevar a la práctica. Las medidas
que ha aportado la anterior compareciente me han parecido todas muy
buenas y creo que hay que ir en esa dirección. En el fondo, lo que sí hay
que tener en cuenta son los tres grupos de situaciones que nos
encontramos ahora mismo. Por una parte, si queremos ir solucionando, hay
que prevenir nuevos casos; eso en medicina es de cajón. Las vacunas
serían aquí la información, la educación y una respuesta social
contraria, es decir, que el hombre no encuentre cobijo. Eso es
fundamental, porque hasta ahora hemos visto cómo muchos hombres han
presumido de su actuación o de las lecciones que han dado a su mujer por
haber cometido cualquier pequeña sublevación en el hogar o por cualquier
cosa.

Solucionar los casos denunciados. Hay muchos casos que se van
denunciando. En 20.000 denuncias hemos visto que hay un porcentaje de
pérdidas muy alto, en el mejor de los casos, del 78 por ciento, es decir,
que todavía la mayoría de los casos no se solucionan. Hay que ir
solucionándolos por medio de la actuación policial, de esa
sensibilización y de investigar el delito. ¿Por qué se diferencia un
consumidor de droga de un camello? Porque se hace una investigación. Si a
una persona la cogen en un parque vendiendo droga, la policía investiga,
coge a uno que le ha comprado droga, le pregunta a fulanito y hace una
investigación desde ese momento hacia atrás para comprobar si es
consumidor o si es un camello, un vendedor de droga. A veces, se puede
conseguir esa información de muchas formas. En el caso de la mujer, no
sólo hay que quedarse con el hecho puntual de la agresión, sino que
también existen elementos --como se ha apuntado aquí-- para investigar si
realmente ése es un hecho aislado, una situación motivada por un problema
particular o si existen ese síndrome, esas condiciones, esa violencia
repetida y esa agresividad continuada durante todo el tiempo.

La actuación médica es fundamental, la clínica y la forense. En la
forense es importante reconocer a las mujeres antes. Yo en mi juzgado,
como estoy un poco sensibilizado por el tema, pido que me las citen al
día siguiente, y no las citan o empiezan a dilatarse la burocracia en la
dinámica de un juzgado y tardan una semana, tiempo a veces suficiente
para no encontrar nada, porque en una semana puede ser que un hematoma no
se vea. Hay que insistir, por una parte, en el reconocimiento precoz de
las víctimas y, por otra, en el daño psicológico, que ahora mismo se pasa
totalmente por encima. El forense debe conocer eso y ésa es nuestra
humilde aportación a la medicina. De hecho, cuando yo empecé a presentar
este trabajo en el ambiente de la medicina era muy criticado; cuando
hablaba del trabajo que estaba haciendo, me decían que esos
planteamientos eran distintos y no tenía por qué ser así. Después, el año
pasado, me dieron un premio de la Real Academia de Medicina y este año me
han invitado a hablar del tema. Es decir, por lo menos la cosa ya va
funcionando. Esto hay que incluirlo no solamente en la formación de
médicos, sino en la formación de abogados y de otras disciplinas también
relacionadas con el tema, sin esperar a ir a la escuela judicial, a la
que ya se llega con una mentalidad muy cuadriculada sobre lo que es la
función del juez, del fiscal o de determinadas profesiones, sino antes.

Hay que formar a la gente para que conozca el tema desde el principio y
entienda la realidad del problema desde los puntos más elementales o más
básicos. Desde el punto de vista forense, eso es fundamental. Desde el
punto de vista clínico, es más fundamental todavía, porque además de
tratar adecuadamente a la mujer, con una asistencia al problema físico al
problema psicológico, sobre el que siempre se pasa por encima, hay que
saber diagnosticar el caso de agresión a la mujer. Cuando llega una mujer
con una serie de hematomas de diferente data, con una herida en la ceja y
empieza a explicar que se ha golpeado con la puerta del armario, el
médico debe saber si eso es así o no, porque nosotros --yo soy profesor
asociado de medicina legal-- le enseñamos a distinguir entre un tipo de
herida y otro. El médico sí se vincula mucho y sí estudia a fondo cuando
hay un caso de un niño maltratado. Vemos casos en los que los padres
dicen que el niño estaba jugando en el parque y se ha caído de la
bicicleta, y luego aparece: «niño maltratado», y no se lo han dicho los
padres a los médicos, lo han averiguado ellos porque están sensibilizados
con el tema. A veces, incluso, hospitalizan al niño; es decir, se lo
quitan --entre comillas-- a los padres para que esté bajo cuidados
hospitalarios y lo ponen en conocimiento del juez si los padres se
niegan. Yo aporté la idea de que en muchos casos en los que la mujer
necesita ese alejamiento del ambiente familiar porque corre peligro
físico habría que pensar en los hospitales como casas de acogida
urgentes, porque realmente necesita asistencia médica urgente, desde el
punto de vista psicológico, y hay que dar el tiempo suficiente



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para que se pueda poner la denuncia, para que pueda actuar el juez,
etcétera. Luego el papel del médico clínico tiene un componente
fundamental en la solución de los casos denunciados y la averiguación de
los casos ocultos. Este es el tercer punto en el que creo que hay que
insistir, puesto que estamos hablando hasta ahora del 10 por ciento de
los casos, pero nos queda el 90 por ciento, que son los que tenemos que
ayudar a que afloren; tenemos que ir derritiendo ese iceberg, ese témpano
de hielo, para que al final el maltrato a la mujer quede en nada, quede
en lo que decía ser: ese pequeño cubito de hielo flotando, como
consecuencia de personas que pueden tener alteraciones más o menos
marcadas, que efectivamente puede haberlas, aunque muy pocas.

En el descubrimiento de los casos ocultos obtenemos la información
general y profesional, nada nuevo, muy inespecífico. La medicina clínica
es fundamental; ese apunte que se ha hecho en cuanto a la atención
integral creo que es fundamental, porque, efectivamente, de esa manera la
mujer va a tener una percepción de su problema y de las soluciones a su
problema que le van a ayudar a pensar que si denuncia va a resolverse su
caso. Si se aprecia eso, evidentemente, la mujer va a decidirse a
denunciar los casos. Desde el punto de vista social, todo tipo de ayudas
y recursos que pueda tener son importantes. En ese sentido, nosotros
hemos propuesto ideas no con intención de que se cumplan, son simplemente
ideas que son las que hacen falta ahora mismo. Como a los médicos no les
gusta escribir absolutamente nada, en el momento que tengan que escribir
y poner cruces se olvidan, no hay parte médico o ponen cualquier cosa
inespecífica que no nos va a ayudar a solucionar el caso. Hemos propuesto
esquemas en los que dibujen, que hagan rayitas, que pongan al lado Q de
quemadura, M de mordedura, HC de herida contusa, etcétera. Quizá de esta
forma, puesto que es un protocolo rápido y fácil de aplicar, quieran
colaborar mejor con la Administración de justicia.

Ese ha sido nuestro planteamiento, motivado un poco por la idea que dijo
Bertillon, en el siglo pasado, respecto a la investigación criminal, que
creo que es plenamente vigente para lo que existe ahora mismo. Decía
Bertillon que solamente se ve lo que se mira y sólo se mira lo que se
tiene en la mente. Si nosotros no tenemos en la mente el síndrome de
agresión a la mujer como un todo, con unas manifestaciones específicas,
entre ellas el maltrato a la mujer, difícilmente podremos entender los
casos que se producen como casos de maltrato a la mujer englobados dentro
de esos factores socioculturales que los motivan. Los veremos siempre
como casos aislados, como casos de determinados agresores que son
alcohólicos, que tienen problemas en el trabajo, que están parados,
etcétera, o determinadas mujeres que son masoquistas, que son malas amas
de casa, etcétera. De esta forma, creo que se puede ayudar un poco a ir
solucionando, como he apuntado, el problema del maltrato a las mujeres.

(Aplauso.)



La señora PRESIDENTA: Doctor Lorente, muchísimas gracias. Estoy segura de
que todas las personas que en un momento no entendían, no comprendían, no
compartían con usted lo que les estaba diciendo, tendrán que empezar a
conocer lo que gente más joven como usted, con una visión especial,
refleja. Espero que todos sus compañeros y compañeras en el trabajo como
médico forense contemplen y puedan aprender aquello de lo que usted --si
ya le han empezado a llamar a tantos sitios-- es pionero. Nosotras,
todas, le damos la enhorabuena por eso; le damos nuestra más cariñosa y
mayor enhorabuena.

La señora Solsona quiere decir algo al doctor Lorente, en nombre de
Convergència i Unió.




La señora SOLSONA I PIÑOL: Solamente quiero agradecerle este estudio
detallado y objetivo que nos ha hecho.

Estas comparecencias de los profesionales médicos nos reafirman en la
realidad del problema, que no es consecuencia de una caso concreto,
aislado, que ha trascendido a la luz pública.

Muchas gracias, doctor Lorente.




La señora PRESIDENTA: La senadora Navarro, en nombre del Grupo
Socialista, tiene la palabra.




La señora NAVARRO GARZON: Quería agradecer su comparecencia y hacerle una
pregunta. ¿Hay alguna estadística o algún estudio que nos pueda decir la
frecuencia de los suicidios tras los cuales hay una causa de maltrato?
¿Tiene algún dato?



El señor MEDICO FORENSE DE JAEN (Lorente Acosta): Sí, hay datos, pero son
relativamente inespecíficos, puesto que se relacionan también con otro
tipo de agresiones. Hay un 30 por ciento de casos de suicidio no
relacionados con el maltrato pero que en un porcentaje elevado sí tienen
que ver con un problema de maltrato en su historia anterior. El problema
es que esos casos son los que han aguantado en tales condiciones en el
anonimato y, relamente, la primera manifestación de maltrato es el
suicidio, quedando un poco oculto por esa situación. Es decir, la mujer
muere llevándose consigo esa historia y, por supuesto, el hombre nunca
reconoce que efectivamente ha existido un maltrato anterior, ni muchísimo
menos. No obstante, hay datos --los tengo recogidos en el libro--
hablando de la idea suicida, que se da entre el 33 y el 50 por ciento de
las víctimas de violación. En el caso de una agresión sexual tan
importante, la mitad de las víctimas tienen una idea presuicida. Eso
significa que manejan seriamente la idea del suicidio. Hay estudios en
los que se dice que, efectivamente, esa mujer puede llevar a cabo una
conducta suicida de manera inmediata. En el caso del maltrato las cifras
bajan un poco, alrededor del 25 o el 30 por ciento.




La señora PRESIDENTA: En nombre del Grupo Popular, tiene la palabra la
señora Calderón.




La señora CALDERON PEREZ: En primer lugar, quiero agradecer al doctor
Lorente la paciencia que ha tenido a lo largo de toda la tarde
escuchándonos en este debate tan interesante y, en segundo lugar, decirle
que es un



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profesional. Debido a su profesión ha tenido que ver muchos problemas y
no los ha dejado pasar, sino que, como ha dicho, tenía la voluntad de
ayudar a cambiar, a mejorar esta sociedad. Esto es algo que le
agradecemos, a la vez que le animamos a que siga en su labor de
divulgación, que, evidentemente, va a ayudar a sensibilizar a la sociedad
y especialmente a los colectivos que tienen que trabajar en relación con
los malos tratos.

Dicho esto, me gustaría profundizar en algo que se ha comentado aquí a lo
largo de la tarde: los retrasos en las exploraciones a las mujeres
maltratadas. La presidenta hacía mención al informe del Senado del año
1989, en el que ya se decía que, en estos casos, la práctica generalizada
de los médicos forenses no resultaba muy positiva debido a la poca
celeridad. Hemos visto cómo las dos comparecientes anteriores hablaban de
tres cuatro meses en relación con este asunto y usted también se ha
referido a esta tardanza, por lo que me gustaría saber qué opina, por qué
no se han solucionado estos retrasos, ya que esto es importante a la hora
de aportar pruebas a la justicia.

También me gustaría saber --de nuevo se ha hecho mención al maltrato
psicológico-- si le parecería conveniente que hubiera una cierta
especialización, una reforma dentro del cuerpo médico forense en ese
sentido, ya que hasta ahora no existe --que sepamos-- una especialidad
que trate los daños psicológicos. ¿Cree que sería necesario, para evitar
estos retrasos, el que de alguna manera los médicos forenses se
centralizaran en las provincias, en los llamados institutos, o en las
comarcas, de forma que todos estuvieran trabajando, dentro de las
distintas secciones que tiene la medicina en este apartado? ¿Contribuiría
a resolver el problema en el sentido de que se conociera mejor y se
pudieran aportar pruebas, tras esta exploración del forense, respecto a
los daños psicológicos?



La señora PRESIDENTA: Doctor Lorente.




El señor MEDICO FORENSE DE JAEN (Lorente Acosta): Son dos cuestiones muy
interesantes.

En relación al retraso en el reconocimiento forense, diré que es un
retraso que se produce en casi todos los tipos de lesiones, lo que ocurre
es que en relación con el maltrato se produce con más frecuencia y es más
largo, y es que, hablando con la gente, y aunque no lo reconocen de forma
directa, se observa que en todos existe un poco la idea de que es un
problema privado y el tiempo lo va a solucionar. Parece que dejando pasar
tiempo antes de que la mujer vaya a declarar y de que sea reconocida por
el médico forense el problema se va a solucionar. Desde esa visión
paternalista que ha existido alrededor del maltrato a la mujer, en el
sentido de decirle que no se preocupe, que son cosas que pasan y quitarle
importancia, resulta que todo el mundo opinaba desde el punto de vista
social, pero nadie respondía desde el punto de vista profesional. El
médico socializaba primero, tratando de que la mujer comprendiera, y
luego medicalizaba, luego, decía: depresión, toma tantas pastillas al
día. Y se olvidaba del problema real: el maltrato a la mujer. En el
juzgado pasa un poco igual; se socializa en vez de profesionalizarse. Yo
he oído comentarios recientemente, hace dos semanas, diciendo: perdónalo,
si el hombre viene aquí y es muy agradable. Porque eso es lo que pasa;
los maltratadores, a nivel social, suelen tener don de gentes y se
comportan muy bien con el resto, ya que saben que tienen que dar esa
imagen puesto que luego tienen la otra parte. Es decir, que coinciden las
dos cosas: por un lado, el retraso habitual por la dinámica de la
justicia y, por otro lado, el intentar solucionar el problema dejando
pasar el tiempo. De hecho, cuando la mujer acude al médico, la mayoría de
las veces va con la idea de retirar la denuncia.

¿Es solucionable esto? Sería solucionable en el momento en que se
actuara, al menos, como se actúa con otro tipo de agresiones: citándolos
rápidamente. Es que la mayoría de las veces el maltratador ni siquiera es
citado a declarar, sino que es el funcionario el que decide si se trata
de una falta o de un delito, el que decide llevar una instrucción por
falta o por delito. Ve que el parte médico habla, por ejemplo, de dos
puñetazos, y dice: falta. Entonces, no es necesario que el denunciado
acuda a prestar declaración, puesto que se puede obviar y hacerlo en el
juicio oral, y ni siquiera lo citan, y esto también lo hacen para ir
mejorando un poco su propio trabajo. Yo preguntaba a la Fiscalía de Jaén
cómo era posible que no viniera el maltratador, ya que, desde el punto de
vista médico, a mí me interesaba saber lo que diría y ni siquiera era
citado. Ahora, a raíz de esa apreciación, el fiscal cita a los
maltratadores en todos los casos, pero, como digo, lo que pasaba era que
se dejaba pasar decidiendo los funcionarios que era falta y, luego, en el
juicio oral, se decidía cuál era el papel, si se presentaban, que ésa es
otra.

En cuanto al estudio psicológico, creo que es fundamental, puesto que las
agresiones más significativas, el mayor daño, entendido éste como daño al
patrimonio de la persona, es el psicológico; el daño psicológico es más
importante que el físico. Una contusión, una herida, una fractura, no
tiene la más mínima trascendencia en relación al daño psicológico que
queda en esa mujer para el resto de su vida y para el resto de la vida de
su hijo y de las personas allegadas a ella. Efectivamente, la solución
vendría en parte por la creación del Instituto de Medicina Legal, que
podría actuar a nivel centralizado para una actuación especializada y de
forma un poco más difuminada en cuanto a la rutina diaria a los casos más
leves, como accidentes de tráfico u otro tipo de alteraciones. Lo que no
se puede entender es que en cada pueblo hubiera un hospital para operar
de corazón a alguien, y con los forenses pasa igual. Ahora mismo en cada
pueblo hay un especialista teórico haciendo autopsias, que sería la
actuación especializada a nivel de una operación de cataratas y se hacen
operaciones de cataratas en Móstoles, en los pueblos de Jaén, en los
pueblos de Zaragoza y de toda España, y eso no tiene sentido en el tiempo
en que estamos ahora mismo. La ciencia ha llegado a tanto que una persona
no lo puede abarcar todo y es preciso que haya especialistas. Por tanto,
la creación del Instituto de Medicina Legal y la puesta en práctica de la
reforma que se hizo de la medicina forense a raíz del último reglamento
es necesaria, fundamental y habría que afrontarla seriamente, porque
ahora mismo no sólo en cuanto al maltrato a la mujer, sino en cualquier
problema



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complicado dentro de la medicina forense, los medios y la formación que
existe no son los más adecuados para resolverlo.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, doctor Lorente. Le agradecemos de
corazón su exposición y le animamos, lo repito cuantas veces haga falta,
en su esfuerzo, en su trabajo por todas las mujeres que en este momento
estén sufriendo. Le damos nuestras más expresivas gracias por su
comparecencia hoy aquí y por su paciencia, dada la hora que es.

Se levanta la sesión.




Eran las ocho de la noche.