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BOCG. Sección Cortes Generales, serie A, núm. 201, de 05/05/1998
BOLETIN OFICIAL
DE LAS CORTES GENERALES
SECCION CORTES GENERALES
VI LEGISLATURA
Serie A:
ACTIVIDADES PARLAMENTARIAS 5 de mayo de 1998 Núm. 201
Otros textos
COMISIONES, SUBCOMISIONES Y PONENCIAS
154/000010 (CD)
652/000003 (S) Informe aprobado por la Ponencia, creada en el seno de
la Comisión Mixta Congreso de los Diputados-Senado, de carácter no
permanente, para establecer la fórmula y plazos para alcanzar la plena
profesionalización de las Fuerzas Armadas, lo que conllevará la no
exigencia de la prestación del servicio militar obligatorio.
La Mesa de la Cámara, en su reunión del día de hoy, ha adoptado el
acuerdo que se indica respecto del asunto de referencia:
(154) Creación de Subcomisiones y Ponencias.
154/000010.
AUTOR: Comisión Mixta para la plena profesionalización de las Fuerzas
Armadas.
Comunicación de que la Ponencia nombrada en el seno de la Comisión Mixta
para la plena profesionalización de las Fuerzas Armadas ha acordado
remitir a las Presidencias de ambas Cámaras el texto que se adjunta
relativo a la fórmula y plazos para la plena profesionalización de las
Fuerzas Armadas, así como solicitar la publicación del mismo y la
apertura de un plazo para la presentación ante el Registro General del
Congreso de enmiendas, votos particulares o textos alternativos.
Acuerdo:
Publicar en el BOLETIN OFICIAL DE LAS CORTES GENERALES el texto referido,
así como autorizar la apertura de un plazo hasta las catorce horas del
día 8 de mayo con el fin solicitado, comunicando este acuerdo a la
Comisión Mixta, a los Grupos Parlamentarios de la Cámara y al Senado.
En ejecución de dicho acuerdo, se ordena la publicación de conformidad
con el artículo 97 del Reglamento de la Cámara.
Palacio del Congreso de los Diputados, 28 de abril de 1998.--El
Presidente del Congreso de los Diputados, Federico Trillo-Figueroa
Martínez-Conde.
INFORME APROBADO POR LA PONENCIA, CREADA EN EL SENO DE LA COMISION MIXTA,
NO PERMANENTE, PARA ESTABLECER LA FORMULA Y PLAZOS PARA ALCANZAR LA PLENA
PROFESIONALIZACION DE LAS FUERZAS ARMADAS, LO QUE CONLLEVARA LA NO
EXIGENCIA DE LA PRESTACION DEL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO
1. MARCO GENERAL: DEFENSA Y SEGURIDAD EN EL MUNDO
1.1. El cambio del escenario estratégico internacional
En la última década del siglo XX, Europa ha vivido una época de profundos
cambios en las relaciones internacionales como consecuencia de la
desaparición de la antigua Unión Soviética y de la recuperación de la
soberanía e independencia de los países que, tras la Segunda Guerra
Mundial, habían quedado bajo su influencia. El resultado ha sido un
entorno de seguridad europea totalmente diferente del que dio origen a la
creación de los antiguos bloques antagónicos.
El declive de la amenaza militar soviética, que afectaba de forma
generalizada e inmediata a la seguridad de los aliados occidentales,
marcó el fin de la bipolaridad y permitió que la situación política y
estratégica europea cambiara, en términos generales, hacia una era de
mayor estabilidad que se va consolidando paulatinamente gracias a las
medidas de transparencia y de fomento de la confianza y seguridad puestas
en práctica en los últimos años. Estas medidas han favorecido el
establecimiento de unas nuevas relaciones basadas en el diálogo y la
cooperación entre los antiguos adversarios, han conseguido
alejar la amenaza de un ataque masivo e inmediato y, en consecuencia, han
transformado el escenario estratégico internacional.
Sin embargo, la desaparición de la bipolaridad, característica de la
Guerra Fría, no ha ido acompañada de la ausencia de conflictos, tal y
como se preveía en la Carta de París de 1990. Muy al contrario, no ha
podido evitar la aparición, en el centro y en la periferia de Europa, de
una serie de conflictos de limitada entidad pero de notable repercusión
internacional.
Paradójicamente, la desaparición de un enemigo de gran entidad no ha
tenido como consecuencia la deseada estabilidad porque la aparición de
pequeños conflictos ha dado lugar a una situación de incertidumbre más
compleja que la que presentaba la anterior amenaza única y monolítica.
Ahora se debe afrontar lo que se ha venido en denominar riesgos y
desafíos de carácter multidireccional y multifacético, que exigen nuevas
soluciones.
Este nuevo escenario estratégico ha hecho evolucionar los conceptos de
seguridad y defensa occidentales. El concepto tradicional de Seguridad se
centraba básicamente en aspectos militares; con los cambios acaecidos, el
nuevo concepto se basa en una visión más global de la Seguridad que tiene
presentes los conceptos de estabilidad y cooperación, incluyendo factores
sociales, económicos, ecológicos, etc.
En el ámbito interno, se ha alcanzado una estabilidad de las estructuras
sociales y un grado de bienestar y madurez en las sociedades que por sí
mismo inspira seguridad y protección. En el aspecto exterior, las
naciones han logrado un grado de confianza suficiente con los países
vecinos mediante acuerdos bilaterales o por la pertenencia a las mismas
organizaciones supranacionales en las que el diálogo prima sobre
cualquier otra forma de dirimir las diferencias.
En consecuencia, la defensa nacional, aunque responsabilidad primaria de
cada Estado, no tiende a abordarse individualmente sino en un ámbito
supranacional, desde el convencimiento de que la seguridad es cosa de
todos y sus problemas se resuelven entre todos. Aparece así el nuevo
concepto de seguridad compartida.
Por ello, sin descuidar la capacidad de autodefensa, se exige de las
naciones un esfuerzo para responder a los riesgos y desafíos más
probables y se les imponen nuevas misiones que, generalmente, se van a
resolver en el ámbito internacional en respuesta a mandatos de
organizaciones supranacionales.
En búsqueda del llamado «dividendo de la paz», en todas las naciones
aparece una tendencia a reducir la entidad de sus fuerzas y una mayor
dependencia de las organizaciones multinacionales en aspectos de defensa
y seguridad, por considerarlas mejor dotadas para responder de la manera
más eficaz a los condicionantes de la nueva situación estratégica.
1.2. El marco europeo y transatlántico de seguridad y defensa
Es, pues, un hecho que una de las consecuencias más importantes de los
cambios estratégicos experimentados durante los últimos diez años es la
potenciación de las organizaciones colectivas de seguridad y defensa. Se
han superado los planteamientos defensivos autárquicos fundados en la
autosuficiencia nacional y, aunque siguen siendo válidas las concepciones
de seguridad y defensa fundamentadas en las capacidades militares
propias, se busca la cooperación política y militar entre las naciones
como medio de obtener una mayor seguridad y a un meñor coste.
Esta cooperación internacional en cuestiones de defensa y seguridad se
promueve generalmente al amparo de instituciones como Naciones Unidas
(NNUU) o la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa
(OSCE), lo que proporciona legitimidad, respaldo internacional y fuerza
moral a las operaciones militares que se llevan a cabo para la imposición
o mantenimiento de la paz en el mundo. Es también la mejor forma de
satisfacer los intereses comunes de seguridad y defensa, mediante la
acción multinacional, lo que constituye la razón de ser de organizaciones
como la Alianza Atlántica (OTAN) o la Unión Europea Occidental (UEO). En
tercer lugar, fomenta el mutuo conocimiento entre países que comparten y
respetan los mismos principios y, por último, ya en el plano nacional
interno, impulsa una entidad y una estructura de Fuerzas Armadas
compatibles, interoperables y coherentes con el entorno exterior, en el
que podrían ser llamadas a actuar, si bien deben mantener en todo caso la
capacidad de responder a las propias necesidades defensivas nacionales.
Las Naciones Unidas, aunque albergan y legitiman iniciativas globales en
materia de seguridad y desarme, carecen de capacidad militar, lo que
limita seriamente su posibilidad de intervención y la Organización para
la Seguridad y Cooperación en Europa presenta las mismas limitaciones de
medios militares, presupuestarios y de decisión. Por ello, su actuación
está siempre condicionada a la voluntad de las naciones miembro de
responder, individual o colectivamente, a las solicitudes que dichas
Organizaciones formulan para conseguir el mantenimiento de la paz y de la
seguridad en el mundo.
Ello no obsta para reconocer el papel que ambos organismos vienen
desempeñando en el ámbito del mantenimiento o de la imposición de la paz
y en el de la prevención de conflictos, en los que España, desde hace una
década, ha tenido una importante participación activa, en múltiples
acciones internacionales, de acuerdo con el Capítulo IV de la Carta de
las Naciones Unidas, que señala que las fuerzas bajo mandato de la ONU
serán empleadas sólo con el consentimiento de las partes involucradas,
siendo su objetivo el mantenimiento de la paz, la ayuda al cese de las
hostilidades y la prevención de su reanudación.
Por otra parte, la Alianza Atlántica es la principal organización de
seguridad en Europa y en el mundo. La OTAN aporta, además, una dimensión
transatlántica al marco de la seguridad europea.
Al mismo tiempo, la Alianza, ha sabido renovarse abriendo sus puertas a
nuevos países, y definiendo una estructura militar para adecuarse a las
nuevas circunstancias.
La OTAN, aunque es una organización de naciones soberanas donde el
principio fundamental es el consenso, se caracteriza por el alto grado de
integración y de seriedad en los compromisos adquiridos. Aunque la
participación en operaciones militares no es automática --ni siquiera en
el supuesto de defensa colectiva--, la coordinación de la planificación
militar y el reparto de cargas y responsabilidades mantiene una
vigilancia colectiva, una especie de auditoria externa, sobre el grado de
cumplimiento
de los objetivos de fuerza y colaboración previamente establecidos de
mutuo acuerdo. De esta forma, a la tradicional preocupación de la Alianza
por evitar un reparto desigual de las cargas colectivas, se une la
voluntad de que ningún miembro de la misma se convierta en un receptor
neto de seguridad.
La Unión Europea Occidental es una organización de seguridad genuinamente
europea cuyos lazos con la Unión Europea (UE) se siguen estrechando. El
Tratado de Amsterdam, como anteriormente el de Maastricht, impulsa la
posibilidad de convergencia entre la UE y la UEO en temas de seguridad y
defensa. La Unión Europea Occidental concede también gran importancia al
mantenimiento de un fuerte vínculo transatlántico.
La flexibilidad de la OTAN ha permitido que los Estados miembros de la
Unión Europea Occidental (UEO) desarrollen dentro de la Alianza la
denominada Identidad Europea de Seguridad y Defensa (IESD) para atender
al desarrollo de aquellas misiones humanitarias, de rescate o de
operaciones de mantenimiento de la paz que individualmente o coligados
con otros miembros o terceros, lleven a cabo y en las que no desean
participar todos los aliados.
Para ello ha sido fundamental la definición del nuevo concepto de Fuerzas
Operativas Conjunto-combinadas (CJTF), que también permitirá la
participación de otros países en la realización de misiones.
Ambas organizaciones, OTAN y UEO, están comprometidas en mantener la
complementariedad y transparencia entre ellas. La complementariedad
supone no duplicar esfuerzos y, por ello, ambas organizaciones han
establecido los procedimientos que permitan a la UEO ejecutar
operaciones, empleando medios de la OTAN.
Ahora bien, mejorar la capacidad operativa de la Unión Europea Occidental
ha de ser nuestra aspiración. Este propósito ha de impulsar la
organización de los ejércitos europeos desde la lógica de la
complementariedad entre ellos, haciendo un esfuerzo para evitar
duplicidades, coordinando la política de adquisición de nuevo material,
desarrollando políticas de I+D comunes y concretando programas de
formación conjunta para los oficiales y suboficiales.
En el caso concreto de la estabilidad y seguridad en el Mediterráneo, hay
que continuar con la línea iniciada en la conferencia de Barcelona de
noviembre de 1995. El objetivo de impulsar la creación de una conferencia
para la seguridad y la cooperación en el Mediterráneo, continúa siendo
oportuno desde esta perspectiva.
1.3. El impacto de las nuevas tecnologías en las organizaciones de
defensa y en los ejércitos
Un panorama estratégico distinto, donde el ambiente aparece más complejo,
en el que surgen nuevas misiones añadidas a las tradicionales de
autodefensa y donde la convergencia de esfuerzos impone la necesidad de
entenderse con los Aliados, es indudablemente más exigente en cuanto al
factor humano. Pero buscar la solución a esta exigencia en el aumento de
efectivos sería tratar de resolver el futuro con visión de pasado. La
solución no está sólo en el número sino en la conjunción de éste con la
calidad y la preparación.
Tanto las situaciones de crisis como el recurso a la fuerza siguen
representando el tradicional enfrentamiento de voluntades pero, aunque el
fondo sea el mismo, la revolución tecnológica ha introducido cambios
drásticos en la forma de resolverlas. La posibilidad de tomar decisiones
en tiempo real y, llegado el caso, el uso de armas inteligentes y la
opción de elegir objetivos con precisión y sin daños colaterales,
plantean un tipo de operaciones donde priva la calidad y donde la
preparación está sometida a prueba de forma permanente.
Formar ejércitos capaces, en un momento dado, de manejar con prudencia y
acierto los nuevos medios que la innovación tecnológica pone a su
disposición, es un reto al que hoy se enfrentan las sociedades modernas,
tanto en el aspecto de su propia seguridad y defensa como en el de su
aportación a la seguridad compartida dentro de organizaciones
internacionales.
No aceptar esta dinámica implica quedarse al margen de una realidad y de
un proceso de modernización que hoy viven las sociedades de nuestro
entorno. Aceptarla significa el primer paso en el lógico camino que debe
conducir a las Fuerzas Armadas que se van a necesitar en el siglo XXI.
Las Fuerzas Armadas que hayan asumido esta revolución tecnológica podrán
imponer su superioridad desde los primeros momentos de un hipotético
conflicto. De ahí la necesidad de que todas las naciones miembros de una
organización de defensa colectiva mantengan unos niveles de modernización
similares que impidan la desconexión tecnológica lo cual dificultaría
seriamente su interoperabilidad.
La Industria de Defensa Europea está muy fragmentada en contraste con la
de los Estados Unidos, donde existe un mercado único. El mantenimiento de
una Industria de Defensa Europea moderna, eficaz y competitiva deberá ser
un elemento primordial de la Política de Seguridad Europea.
Además, el esfuerzo de innovación tecnológica debe hacerse sosteniendo
también un adecuado grado de instrucción y de mantenimiento del material,
porque su utilidad final no depende de la disponibilidad física del
armamento y equipo, sino de su grado real de operatividad.
Ello no disminuye la importancia del factor humano. Al contrario, la
orienta más en la dirección de su calidad que en la de su cantidad. Lo
importante es pues, no sólo disponer del número de hombres y mujeres
necesario para el desarrollo de las misiones de las Fuerzas Armadas,
sino, sobre todo, su preparación, dedicación y capacidad profesional para
manejar unos medios cada día más complejos técnicamente.
2. MARCO NACIONAL ESPAÑOL
Los condicionantes expuestos exigen una revisión a fondo de los modelos
de Fuerzas Armadas que en la práctica totalidad de las naciones
occidentales se encuentra ya en marcha. En España ha tenido lugar,
también, un período de análisis y reflexión para determinar el nuevo
modelo de Fuerzas Armadas, capaces de cumplir eficazmente con sus
misiones y de constituir un adecuado instrumento de disuasión y de
política exterior en el nuevo
panorama estratégico internacional del siglo XXI y dentro del marco de
seguridad compartida que disfruta España, mediante su participación en
organizaciones colectivas de seguridad como la Organización de Naciones
Unidas, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, la
Alianza Atlántica, en la que España acaba de integrarse en su estructura
militar integrada, y la Unión Europea Occidental.
Los españoles estamos convencidos de la necesidad de dotarnos de una
defensa eficaz que garantice el ámbito de seguridad imprescindible para
seguir construyendo el sistema de libertades y el ámbito de bienestar
económico y de igualdad social que nuestra Constitución proclama como
modelo desde su primer artículo.
Al mismo tiempo, somos conscientes de que la defensa tiene un coste, el
precio de la libertad, y supone un compromiso de contribuir, dentro de
nuestras posibilidades, al mantenimiento de la paz mundial y a la defensa
del sistema de valores y libertades que nuestra Constitución representa.
Para considerar el impacto en la opinión pública de los aspectos de
seguridad y defensa hay que entender dos hechos clave: en primer lugar,
la nuestra es una sociedad abierta al ambiente internacional que quiere
que España ocupe el sitio que le corresponde de acuerdo con su historia y
su peso político como nación, pero por otra parte no desea que soldados
de reemplazo tengan que cumplir misiones en el exterior.
Estos dos hechos explican por qué una mayoría de españoles se muestra
partidaria de unas Fuerzas Armadas profesionales e incluso se declara
dispuesta a afrontar el necesario esfuerzo presupuestario.
2.1. Necesidad de revisar el actual modelo mixto de fuerzas armadas
En este sentido el diseño del nuevo modelo de Fuerzas Armadas, además de
apoyarse en razones operativas y funcionales, debe tener el valor añadido
de constituir una respuesta válida a una demanda social, lo que hace que
razonablemente quepa esperar la necesaria comprensión y apoyo de la
sociedad española para este modelo.
La opinión pública tiene, pues, una clara percepción del entorno
estratégico antes descrito y de sus requerimientos y está convencida de
que el mundo de las relaciones internacionales debe estar basado
primariamente en el diálogo y en la tolerancia, así como en la progresiva
corrección de los desequilibrios económicos, generadores de la injusticia
en la que se enraíza el origen de muchos de los conflictos que amenazan o
asolan a la humanidad.
Este convencimiento de la opinión pública que lleva a la conclusión de la
necesidad de dotarnos de unas Fuerzas Armadas profesionales, capaces no
sólo de la defensa de nuestro territorio, independencia y soberanía, sino
de participar en operaciones de mantenimiento o imposición de la paz, o
de ayuda humanitaria, se refleja inequívocamente en las últimas encuestas
realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas, en particular
la celebrada sobre la defensa nacional y la profesionalización del
Ejército en enero-febrero de 1997 y de la que ha tenido conocimiento esta
Comisión a lo largo de sus trabajos.
España es igualmente consciente de que vivimos en un mundo inmerso en
cambios acelerados y en el que el éxito se fundamenta cada vez más en la
capacidad de adaptarse con la flexibilidad y la rapidez necesaria a esos
cambios. Ello es así también en el campo de la defensa pues, en este
ámbito, el futuro pertenece a las naciones capaces de pensar antes,
pensar más y pensar mejor que las demás.
El modelo de Fuerzas Armadas 2000, modelo mixto vigente, fue aprobado en
el Pleno del Congreso de los Diputados en su reunión del día 27 de junio
de 1991 por una amplísima mayoría y se encuentra aún hoy en sus últimas
fases de implantación, que el Gobierno ha acelerado para el año 1998.
Este modelo supuso un hito importante en el eñorme esfuerzo de
modernización y ajuste de efectivos que, bajo la dirección de los
Gobiernos de la democracia, han realizado nuestras Fuerzas Armadas
durante los últimos veinte años.
A pesar de su juventud y de que ha cubierto satisfactoriamente los
objetivos propuestos, es decir, las necesidades defensivas de España
durante estos últimos años, debe ser revisado y superado por un nuevo
modelo de Fuerzas Armadas plenamente profesionales que nos permita
adaptarnos a los requerimientos estratégicos y de índole política
sucintamente descritos anteriormente y que han sido objeto de amplio
debate en esta Comisión Mixta.
En breve resumen, las razones para el cambio son las siguientes:
a) La situación estratégica actual requiere unas Fuerzas Armadas más
operativas, más flexibles, más polivalentes y orientadas a la acción
conjunta.
b) El factor tecnológico ha hecho que el énfasis en relación con el
factor humano se haya trasladado de la cantidad a la calidad. Es decir,
las Fuerzas Armadas son progresivamente más reducidas pero requieren
hombres y mujeres cada vez mejor preparados profesionalmente, con plena
dedicación al desarrollo de sus tareas y plena disponibilidad de
actuación allá donde se les requiera.
c) Este camino hacia nuestro nuevo modelo está, además, refrendado y
contrastado por decisiones similares en otros países de nuestro entorno,
que han manifestado en su conjunto, ante esta Comisión Mixta, un estado
de opinión favorable hacia el resultado obtenido de unas Fuerzas Armadas
profesionales.
Así pues se considera que el nuevo modelo dará cumplida respuesta a una
clara aspiración social de los españoles reflejada en un estado general
de opinión que, si bien se sustenta en parte en el rechazo al concepto
obligatorio del servicio militar, fundamentalmente se basa en la
percepción generalizada en el mundo occidental de que las guerras, los
conflictos y las crisis de próximo futuro se desarrollarán en un ambiente
tecnológico avanzado, y que para ello se necesita personal altamente
cualificado y profesional. En otras palabras, la sociedad demanda un
nuevo modelo de Fuerzas Armadas acorde con los tiempos actuales y con la
evolución de la misma sociedad, pues entiende que en la era de la
especialización en todos los ámbitos es necesario también que la defensa
descanse sobre especialistas profesionales.
Modelo profesional que, además, se irá imponiendo en todos los países de
la Unión Europea, lo que facilitará la cooperación de los respectivos
Ejércitos, puede ayudar a avanzar en la vía de una política común de
defensa y, en consecuencia, hará más factible la integración política de
Europa, que redundará en beneficio de los ciudadanos europeos.
Esa integración en Europa obliga a difundir en el ámbito militar valores
que, sin cuestionar los esencialmente patrióticos de cada Estado, los
haga compatibles con una idea de cooperación internacional en la búsqueda
de la paz. En este sentido, desarrollar un concepto de Fuerzas Armadas al
servicio de los valores de la paz y de la solidaridad garantiza el
compromiso del conjunto de la sociedad y, especialmente, de la juventud
con esas Fuerzas Armadas.
2.2. Principios generales del nuevo modelo de fuerzas armadas
Las nuevas Fuerzas Armadas españolas necesitarán una mentalización,
despliegue y preparación específica para, además de garantizar la defensa
de España, actuar en escenarios situados fuera del propio territorio
nacional o aliado, con motivo de situaciones de emergencia o crisis, bien
para garantizar la estabilidad internacional o bien para la defensa de
los legítimos intereses de España, compartidos o no con el resto de
países aliados, allá donde se pudieran ver afectados por riesgos o
amenazas. Ello supone que deben disponer de una capacidad de proyección
exterior, que exige, entre otras, unas características tales como
flexibilidad, alta disponibilidad, rapidez de actuación, capacidad de
transporte y medios sofisticados de combate o de apoyo. Deben disponer
también de la interoperabilidad necesaria para actuar con los ejércitos
de otras naciones, especialmente las aliadas.
Todo esto obliga, obviamente, a una preparación a todos los niveles que
no se puede alcanzar para el personal de tropa en el corto periodo de
tiempo de duración del servicio militar. Se precisa un tiempo y una
dedicación muy superiores a los que se exigían hace tan solo unos pocos
años y ello corrobora la necesidad de unas Fuerzas Armadas plenamente
profesionales.
Estas Fuerzas deberán tener una entidad, estructura, equipamiento y grado
de disponibilidad que las capaciten para disuadir a los potenciales
adversarios de cualquier agresión contra la soberanía o los intereses
nacionales y para contribuir, en proporción a nuestro potencial económico
y político, a la defensa colectiva dentro de las Alianzas a las que
pertenecemos.
Ello supone alcanzar un punto de compromiso y equilibrio entre la entidad
de la fuerza, la necesidad de mantener la inversión en modernización y el
grado de adiestramiento y operatividad necesarios, dentro de las
previsibles disponibilidades presupuestarias para el futuro. Solo así se
conseguirá disponer de unas Fuerzas Armadas plenamente operativas y
dispuestas para garantizar el cumplimiento de las misiones que el
Gobierno les encomiende.
El nuevo modelo de Fuerzas Armadas profesionales, capaz de responder a
las exigencias y circunstancias anteriormente expuestas, debe
sustentarse, para dar plena satisfacción a las razones que lo motivan, en
los siguientes principios generales:
a) La plena voluntariedad y profesionalidad de sus componentes, sin
discriminación de sexos, tanto en cuadros de mando como en tropa y
marinería.
b) Una entidad, que será determinada por el Gobierno en un plazo no
superior a un año, con unos efectivos máximos de 170.000 militares
profesionales. En función de la evolución del proceso de modernización de
los Ejércitos y de racionalización de sus estructuras orgánicas el
Gobierno, dentro del planeamiento de la defensa militar, irá efectuando
los correspondientes ajustes de efectivos, tendentes a su reducción.
c) La adaptación del personal civil al servicio de la Administración
Militar a los requerimientos del modelo de plena profesionalización de
las Fuerzas Armadas, lo que hace necesario reconsiderar tanto su número
como sus características de formación y especialidad.
d) Una formación del personal, que deberá satisfacer las necesidades
de la institución militar y posibilitar las aspiraciones personales de
los interesados, mediante el adecuado sistema de promoción interna o de
reinserción en la vida civil. Al mismo tiempo la propia sociedad se
beneficiará de unos profesionales bien preparados y con experiencia.
e) Un equipamiento material adecuado, lo que, en línea con las
tendencias actuales, debe tender a medio plazo hacia una distribución
entre gastos de personal y material en el entorno del cincuenta por
ciento y, posteriormente, hacia un cuarenta y un sesenta por ciento,
respectivamente.
f) Un respaldo financiero, estable y suficiente, que permita
afrontar los gastos derivados del incremento del número de militares
profesionales, de su formación y adiestramiento permanente y de los
programas de modernización de armamento y equipo.
g) Criterios de coordinación y eficacia conjunta en el desempeño de
los cometidos de las Fuerzas Armadas.
h) La racionalización y reducción de las actuales estructuras
organizativas y la mejora de los procedimientos administrativos de toda
índole al servicio de un criterio de mayor eficacia en la gestión.
i) Un sistema de reserva y movilización para conseguir, de forma
progresiva o selectiva, completar las unidades de los ejércitos o llevar
a cabo una eventual generación de fuerzas para hacer frente a las
necesidades en el ámbito de la seguridad y la defensa.
j) Los militares profesionales, como ciudadanos de uniforme, serán
titulares de los derechos y libertades establecidos en la Constitución,
con las imprescindibles restricciones o limitaciones en su ejercicio que
la propia Constitución y las disposiciones de desarrollo de la misma
contemplen, como respuesta a las exigencias derivadas de los rasgos
esenciales de funcionamiento de las Fuerzas Armadas, que se resumen en la
necesaria disciplina. Se deberán buscar vías que faciliten cauces para la
presentación de propuestas, peticiones y reclamaciones en el ámbito
militar y, al mismo tiempo, deberán mejorarse los mecanismos de
funcionamiento de la justicia militar.
k) En relación con el apartado anterior, se considera que dicho
régimen de derechos está regulado por Ley, donde se conjugan
características esenciales de una institución disciplinada, jerarquizada
y unida, indispensables para conseguir la máxima eficacia en su acción,
con el máximo respeto a la dignidad y los derechos inviolables
de la persona que todo militar tiene obligación de respetar y derecho a
exigir.
Es conveniente incorporar a nuestro acervo una cultura de defensa que al
igual que otros objetivos de paz, justicia, libertad, solidaridad y
prosperidad permitan construir un sugestivo proyecto de vida en común, un
programa de futuro que estimule a todos los ciudadanos.
En ese mismo sentido, al concretar el modelo plenamente profesional, hay
que integrar a los militares en la sociedad de la que forman parte, a la
que sirven y de la que también deben recibir el máximo estímulo y apoyo.
El sistema de enseñanza militar, las retribuciones, el apoyo a la
movilidad, la atención a la salud y acción social, todo el ejercicio
profesional, deben ajustarse sin duda a las características singulares de
la actividad militar pero evitando el aislamiento social de unos
profesionales que deben encontrar su correcto acomodo en ámbitos sociales
y culturales acordes con su preparación y ejercicio profesionales.
Otra de las formas de mejorar la integración de las Fuerzas Armadas en la
sociedad, es la transparencia en su actuación, con una buena información
y comunicación con los ciudadanos y con las Instituciones. Habrá que
impulsar las reformas legislativas necesarias para permitir una mayor
participación de las Cortes Generales en el impulso y control de la
política de Seguridad y Defensa, especialmente en el ciclo de
planeamiento y en la definición de los programas de armamento con sus
correspondientes inversiones a corto, medio y largo plazo.
El proceso de formación personal y profesional de los militares deberá
incorporar expresamente los valores y principios del ordenamiento
constitucional, contemplando la pluralidad cultural del Estado.
3. RASGOS BASICOS DEL NUEVO MODELO DE TROPA Y MARINERIA PROFESIONALES
3.1. Compromisos
Deberán establecerse dos tipos de compromisos, uno de corta y otro de
larga duración.
El compromiso de corta duración estará dirigido a aquellos españoles que
deseen ingresar como militares de tropa y marinería profesionales en las
Fuerzas Armadas por un período aproximado de entre 12 y 18 meses. Será un
primer contacto con las Fuerzas Armadas, opción voluntaria que facilita
el ejercicio del derecho constitucional de la defensa de España, y que
además les permitirá una mejor apreciación del ámbito militar y poder
adoptar posteriormente decisiones de continuidad.
Los que adquieran este compromiso, además de ser beneficiarios de los
incentivos que más adelante se indican, deberán tener preferencia para
optar al modelo de larga duración de tropa y marinería profesionales.
El compromiso de larga duración no será inicialmente superior a tres
años, pero será susceptible de ampliaciones sucesivas.
A estos profesionales se les deberá diseñar una carrera, que les permita
tener un horizonte profesional definido, progresar en el propio desempeño
profesional de su especialidad y proyectarse hacia la tropa y marinería
de carácter permanente, hacia las escalas de cuadros de mando o hacia la
recolocación en el mundo laboral civil tanto público como privado.
El diseño de carrera de la tropa y marinería podrá culminar, dentro de la
propia categoría, al alcanzar la condición de permanente.
3.2. Reclutamiento y formación
En cuanto al reclutamiento y la formación deberán tenerse en cuenta las
siguientes consideraciones:
a) Con vistas a la selección de los aspirantes a militares de la
tropa y marinería profesionales, con los requerimientos exigibles para
conseguir la calidad necesaria, se hará una oferta anual de plazas por
Ejército y especialidad. Deberán estudiarse los mecanismos para ir
implantando progresivamente un sistema continuado de selección.
b) Una vez seleccionados los aspirantes, pasarán por una fase de
formación elemental. Una vez finalizada la misma, tendrá lugar la firma
del compromiso inicial y el nombramiento correspondiente.
Posteriormente, para aquellas especialidades que lo necesiten, deberán
existir unas fases de formación complementaria en las que se profundizará
en los conocimientos necesarios para el ejercicio de las citadas
especialidades.
c) El proceso de selección se debe regir por criterios de
competencia y eficacia orientados a incorporar a los Ejércitos a unos
soldados y marineros motivados y capaces de desempeñar sus tareas, al
igual que en cualquier otra actividad profesional en la que se exijan
parámetros de eficiencia. Una buena selección y formación es la que debe
hacer posible que las Fuerzas Armadas dispongan de los profesionales
debidamente capacitados y que éstos, a su vez, estén preparados para
competir en el mercado de trabajo. Profesionales motivados, debidamente
remunerados y dotados de los medios suficientes. Esa remuneración
adecuada constituye una pieza clave como se ha demostrado en la evolución
del voluntariado especial y en el modelo mixto; por ello constituye un
objetivo fundamental la determinación de un sistema de retribuciones
dignas, acordes con las exigencias de la función militar y adaptadas al
mercado.
d) Deben tenerse en cuenta toda clase de incentivos, además del
elemento puramente vocacional, para garantizar que se cumplen los
objetivos del reclutamiento.
El sistema deberá ofrecer al militar profesional la respuesta a la lógica
expectativa de los jóvenes hacia un empleo o salida profesional de
carácter permanente, tanto en las Fuerzas Armadas como fuera de ellas, en
el campo público o privado, al superar un determinado tiempo de servicio.
Para ello, los profesionales de tropa y marinería tendrán la posibilidad
de continuar en las Fuerzas Armadas mediante promoción interna.
El cumplimiento de algún compromiso en las Fuerzas Armadas profesionales,
teniendo en cuenta el tiempo de servicio, las aptitudes o cualificaciones
profesionales, así como titulaciones adquiridas durante el mismo será
considerado
como mérito en los sistemas de selección del personal, funcionario o
laboral al servicio de las Administraciones Públicas.
Se establecerán los mecanismos adecuados para posibilitar y favorecer la
integración laboral en el mundo de la empresa privada de los soldados y
marineros profesionales que concluyan sus compromisos.
4. RECURSOS FINANCIEROS
Como es lógico, un estudio económico de las futuras Fuerzas Armadas
Profesionales debe incluir no sólo el coste en sí de la
profesionalización, sino inexcusablemente los costes de modernización del
armamento, material y equipo.
Profesionalización y modernización son conceptos indisociables. De
acuerdo con los datos con que cuenta esta Comisión Mixta, actualmente el
presupuesto de Defensa se distribuye en un 57 % para gastos de personal y
un 43% para gastos de material.
Siendo conscientes de que, idealmente, para conseguir unas Fuerzas
Armadas modernas sería preciso alcanzar una proporción de un 40 / 60, las
estimaciones presupuestarias previstas en el período de implantación del
modelo nos llevan a que se deba alcanzar la proporción 50/50.
Todo ello requiere la aplicación de la financiación precisa para asegurar
los procesos de profesionalización y modernización de las Fuerzas
Armadas, que se debe concretar en un incremento progresivo de los
Presupuestos de Defensa hasta alcanzar en el periodo de cinco años los
objetivos de dicho modelo. El Gobierno incluirá en el escenario
macroeconómico de los próximos ejercicios dichas previsiones y efectuará
el planeamiento de los procesos de profesionalización y modernización de
las Fuerzas Armadas en el citado período definiendo unos programas
plurianuales realistas para garantizar un notable grado de seguridad en
su cumplimiento.
5. PERIODO TRANSITORIO
Como es lógico, la adopción de un nuevo modelo requiere un periodo
transitorio, que permita construirlo sobre bases sólidas y durante el
cual no se vea reducido el nivel de operatividad de los Ejércitos.
La Comisión considera que el Gobierno debe de realizar sus mejores
esfuerzos para conseguir que, atendiendo a las circunstancias tanto
presupuestarias como de organización, reclutamiento y formación del
personal profesional, este período transitorio sea lo más breve posible.
En todo caso el proceso deberá estar terminado en su conjunto no más
tarde del 31 de diciembre del año 2002.
Como en todo cambio, el paso de un sistema a otro es un momento crítico,
porque, a lo largo del proceso, podría producirse una deslegitimación
progresiva del servicio militar obligatorio que, de no tomar las
oportunas medidas, pondría en riesgo el objetivo propuesto y, en
consecuencia, la defensa de España. Para realizar una buena gestión del
período transitorio se deberán adoptar las siguientes medidas: a)
Establecer los mecanismos que permitan compensar los efectivos globales
de soldados profesionales y de reemplazo de forma que el aumento
progresivo de unos suponga el correlativo decremento de los otros.
b) Dejarán de prestar el servicio militar obligatorio los españoles
a los que correspondería incorporarse con carácter ordinario a partir del
1 de enero del año 2002, es decir, todos los nacidos con posterioridad al
1 de enero de 1983 no serán llamados a prestar el servicio militar
obligatorio.
c) A los nacidos con anterioridad al 1 de enero de 1983, les seguirá
siendo de aplicación la legislación reguladora del servicio militar o la
de la prestación social sustitutoria.
d) La legislación reguladora de la objeción de conciencia y de la
prestación social sustitutoria y su aplicación se irán ajustando a la
evolución del servicio militar.
e) Por otro lado, y previsiblemente, las Fuerzas Armadas van a
necesitar un número meñor de soldados de reemplazo, resultado del propio
proceso de profesionalización. Lógicamente habrá que buscar las fórmulas
que permitan excluir de la obligación legal a un determinado contingente
de jóvenes. La revisión del cuadro médico de exclusiones y de los
supuestos de exclusión por razones familiares, para incluir el máximo de
objetividad posible en los criterios que permitan que un número
importante de jóvenes se vean librados de la obligación del servicio
militar, constituyen criterios más objetivos para determinar el excedente
de contingente.
6. REFORMAS NORMATIVAS NECESARIAS PARA LA IMPLANTACION DEL NUEVO MODELO
La implantación del nuevo modelo de Fuerzas Armadas requerirá la
modificación o derogación de normas de carácter legal y reglamentario,
así como la redacción de otras nuevas. La Comisión insta al Gobierno a
presentar ante las Cámaras, en el meñor plazo posible, los proyectos de
ley que permitan la efectiva implantación del modelo.
Palacio del Congreso de los Diputados, 23 de abril de 1998.