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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 813, de 01/12/1999
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1999 VI Legislatura Núm. 813



DEFENSA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. ALEJANDRO MUÑOZ-ALONSO Y LEDO



Sesión núm. 46



celebrada el miércoles, 1 de diciembre de 1999



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia del señor ministro de Defensa (Serra Rexach) para
informar sobre:



- El proceso de transición hacia unas Fuerzas Armadas plenamente
profesionales. A petición propia. (Número de expediente 214/000140.)
... (Página 24192)



- El proceso de profesionalización de las Fuerzas Armadas. A
solicitud del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió).

(Número de expediente 213/001223.) ... (Página 24192)



- El proceso de profesionalización de las Fuerzas Armadas. A
solicitud del Grupo Socialista del Congreso. (Número de expediente
213/001244.) ... (Página 24192)



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Se abre la sesión a las once y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a dar comienzo a esta sesión de
la Comisión de Defensa que, como saben, tiene tres puntos en su orden
del día, los tres sobre el mismo tema: información sobre el proceso
de profesionalización de las Fuerzas Armadas. La primera de estas
tres comparecencias de que consta el orden del día es a petición
propia del ministro de Defensa, la segunda y la tercera son a
petición de los grupos parlamentarios Catalán (Convergència i Unió) y
Socialista del Congreso.

Doy la bienvenida al señor ministro a esta sesión que muy
probablemente será la última de la legislatura en la que comparezca.

Es intención de la Mesa que la Comisión celebre alguna otra sesión,
pero posiblemente sea esta la última comparecencia del ministro.

Agradecemos al ministro su presencia y aprovecho además para
agradecerle su colaboración y su disponibilidad para con la Comisión
durante toda la legislatura.

Quiero advertir a los miembros de la Comisión que en la última
reunión que celebró la Mesa de la Comisión se acordó que las
intervenciones de los grupos fueran de mayor a menor, terminando por
la del Grupo Popular. Por tanto, con arreglo a ese procedimiento
vamos a realizar el desarrollo de esta sesión.

Tiene la palabra el señor ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Muchas gracias, señor
presidente.

Buenos días, señorías. Efectivamente, con toda probabilidad sea esta
la última ante esta Comisión comparecencia del ministro que les habla
Soy yo el que quiere agradecer la oportunidad que se me ha brindado
tantas veces -esta la última- de poder dar no sólo cumplida cuenta,
como es obligación del Ejecutivo, de los problemas y las
realizaciones en el desempeño de nuestras funciones, sino también
para poder dar explicaciones sobre los propósitos y actividades del
departamento y muy en concreto sobre el tema de la profesionalización
que, como tantas veces se ha puesto de manifiesto, realmente es un
proceso de trascendencia histórica.

Quiero recordarles, señorías, que la primera ocasión en la que
comparecí ante ustedes para hablar de los planes del Gobierno sobre
la profesionalización plena de la tropa y marinería fue en diciembre
de 1996. Entonces se realizó la comparecencia ante la Comisión Mixta
Congreso-Senado. Aquel día expuse el modelo que el Gobierno estimaba
más conveniente, tanto en número de efectivos como en el ritmo a
alcanzarlo, de tal forma que nuestras Fuerzas Armadas cumplieran
eficazmente los requerimientos que la sociedad demandaba de ellas.

Hoy tengo el honor de comparecer ante SS.SS. para explicar el
desarrollo del proceso de transición a unas Fuerzas Armadas
totalmente profesionales y estimo que el momento es especialmente
oportuno, no sólo porque nos encontramos en las postrimerías de la
legislatura, sino porque estamos exactamente en la mitad del período
de transición. Además, este año 1999, como tendré oportunidad de
explicarles, ha sido un año capital en el desarrollo de este proceso
de profesionalización.

Creo que SS.SS. convendrán conmigo que estamos inmersos en un
proyecto que ya he calificado de histórico y ambicioso porque no se
limita sólo a dotar a los ejércitos de soldados y marineros
profesionales sino que en realidad persigue construir un nuevo modelo
de Fuerzas Armadas. Este proyecto requiere construirse sobre bases
sólidas, requiere ser desarrollado con el máximo rigor posible,
porque no podemos permitirnos el lujo de reducir el nivel de
operatividad de nuestros ejércitos. El proceso, por tanto, debe
contemplar que las diferentes acciones a que dé lugar deben
desarrollarse de una forma equilibrada y armónica, huyendo de medidas
parciales que pueden ser atractivas al socaire de la coyuntura
durante todo este período transitorio cuyo ecuador estamos
atravesando. Recordarán que se habló de seis años, que siempre se ha
dicho que terminaría a finales del año 2002; empezó en el año 1997,
luego el final del año 1999 es exactamente el ecuador del período.

En mi intervención, señorías, voy a referirme, por tanto, a las
diferentes iniciativas que el Gobierno ha desarrollado en las
distintas áreas relacionadas con el proceso de profesionalización
y modernización de las Fuerzas Armadas, poniendo al día la información
de la que SS.SS. ya disponen.




En primer lugar, en cuanto al marco normativo, fue preciso introducir
importantes modificaciones, especialmente en lo relativo al régimen
de personal, con la aprobación el pasado 18 de mayo de la Ley 17/
1999. También se aprobó el 9 de julio por las Cámaras la Ley 26/1999,
de medidas de apoyo a la movilidad geográfica del personal militar.

Lo mismo se hizo con el régimen disciplinario, con la Ley orgánica 8/
1998, de 2 de diciembre, y por último la Ley 44/1998, de 5 de
diciembre, de planta y organización territorial de la jurisdicción
militar. Este ramillete de disposiciones y normas supone un nuevo
marco legal en el que estimamos que es perfectamente posible
encuadrar unas Fuerzas Armadas totalmente profesionales.

En lo referente a la política de personal, también se han abordado, a
mi juicio, todos los aspectos que configuran el régimen de los
militares profesionales, tanto en lo que se refiere a los cuadros de
mando como a la tropa y marinería profesional y también al personal
civil. Por lo que se refiere a los cuadros de mando, como SS.SS.

conocen, se aprobó el Real Decreto 1460/1999, de 17 de septiembre, de
plantillas, para el período que abarca los años 1999 a 2004, en el
que se establece una adaptación progresiva de los efectivos actuales
a la nueva plantilla, aplicando dos actuaciones fundamentales como
son la limitación de los ingresos de carrera a una cifra del 50 por
ciento de la media de pases a retiro en los siguientes diez años y la
amortización de las vacantes en las proporciones fijadas legalmente.

Estas medidas irán acompañadas con el ingreso de los militares de
complemento que sea necesario alcanzar hasta tener la dimensión
adecuada. Con esto, señorías, creo que se han conseguido dos cosas
importantes. En primer lugar, la manera más real y más eficaz para
fijar el volumen de los cuadros de mando es limitar los ingresos, no
fijar cuotas más o menos amplias de pase a la reserva
anticipadamente, sino fijando los ingresos en las academias
militares. Con esta medida, que los limita al 50 por ciento de la
media de los pases a retiro, se permite por tanto de modo eficaz la
determinación del volumen de nuestros cuadros de mando.




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Pero, además, con lo que he dicho al final respecto a que habrá
siempre un cierto número de militares de complemento, se hará posible
que si en el futuro, a medio plazo, se estimara necesario un
redimensionamiento de los cuadros de mando, será mucho más factible
hacerlo porque estaríamos hablando no de compromisos de una vida
profesional, y por tanto con un período de 30, 32 ó 34 años, como se
debatió durante la discusión de la ley, sino que estaríamos hablando
de rupturas de compromiso que abarcarían períodos no superiores a los
cinco años.

En cuanto a la tropa y marinería profesional, que es el núcleo
fundamental del proceso de profesionalización, quería destacar,
señorías, que es el tema más relevante, con sus dos vertientes:
primera, la de reclutamiento, captación, retención y selección de
personal y, segunda, la de promoción profesional. Por ello, teniendo
en cuenta el enorme esfuerzo que se ha realizado, es el punto que
trataré con mayor extensión.

Como les decía al comienzo, el año 1999 ha sido capital en el proceso
de profesionalización. En este año se han conseguido tres cosas muy
significativas. La primera es que se ha doblado el número de soldados
y marineros profesionales desde 1996. Cuando este Gobierno tomó
posesión, España contaba con unas Fuerzas Armadas en las que teníamos
34.000 soldados profesionales; hoy tenemos en filas más de 67.500. En
estos tres años, por tanto, se ha hecho más que en el resto de la
década. Lo segundo que hay que subrayar es que 1999 ha sido el año en
el que el reclutamiento ha alcanzado la mayor cifra de toda su
historia: se han incorporado 17.500 nuevos soldados, pero en realidad
se han convocado más de 24.000 plazas a fin de compensar las
previsibles bajas. Y la tercera realidad importante del año que
termina es que por primera vez los efectivos de tropa y marinería
profesional superan a los conscriptos, lo que marca claramente la
tendencia a la desaparición de estos últimos.

Por tanto, creo que es justo reconocer el esfuerzo tremendo que se ha
realizado con el objetivo de alcanzar la plena profesionalización en
los plazos acordados. Tengan en cuenta, señorías, que en el año 1992
se convocaban 4.373 plazas y hoy estamos convocando 24.081 plazas;
prácticamente seis veces más. Mientras que en 1992 se incorporaban
3.500 soldados, hoy lo hacen 17.500. Aunque solamente fuera por el
volumen del que estamos hablando, SS.SS. comprenderán fácilmente las
dificultades con las que tiene que lidiar hoy en día el
reclutamiento. Conocen de sobra tanto el dictamen de la Comisión
mixta como el desarrollo legislativo al que acabo de referirme, que
se ha venido tramitando en paralelo con el proceso de
profesionalización. Por tanto, permítanme que me concentre en los
datos relevantes sobre efectivos y reclutamiento.

Tras los primeros meses de definición del modelo, que culminaron con
la exposición a la que me refería al comienzo de mi intervención en
diciembre de 1996, en el año 1997 se convocaron 10.310 plazas; en
1998 fueron 16.892 y 24.081 durante este año, o, lo que es lo mismo,
desde el Ministerio de Defensa se han ofertado 51.283 nuevas
incorporaciones a puestos profesionales desde 1997, lo que tiene como
efecto secundario pero importante situar al Ministerio de Defensa y a
las Fuerzas Armadas como el primer empleador del país en términos de
oferta. Es más, si
tenemos en cuenta que casi la mitad de esa cifra total se alcanza con
el reclutamiento de este año 1999, ello significa que el crecimiento
de empleo profesional de las Fuerzas Armadas las coloca muy por
encima de cualquier otra organización en términos de renovación y
crecimiento de puestos de trabajo. Quiero con esto subrayar la
importancia no sólo en términos de presupuesto, sino también de
gestión, que tiene el haber hecho posible el volumen de incorporación
del que estamos hablando. De hecho, la incorporación de 24.000
jóvenes este año supone el 48 por ciento del total de tropa y
marinería que había a principios del año, que eran 50.000 efectivos,
y supone el 36 por ciento del total que habrá a finales de este año,
67.500. Estimo que cualquier juicio que no tenga en cuenta todas
estas consideraciones no puede abarcar la complejidad de la situación
ni reconocer el empeño puesto por el Gobierno y por el departamento
durante este período de transición.

En cuanto a la captación y reclutamiento, es evidente que uno de los
elementos para hacer atractiva la figura y la profesión es darse a
conocer, es decir, la publicidad. El Ministerio, como saben SS.SS.,
ha lanzado diversas campañas tanto en televisión como en otros medios
de comunicación, y estimo que con éxito notable. Según las encuestas
del CIS, el 89,4 por ciento de los jóvenes conoce la opción del
Ejército profesional porque la han visto, la han leído o la han
escuchado en los anuncios. Simultáneamente -y creo que esto es
también muy relevante-, el Ministerio ha puesto en marcha un plan de
captación directa en el que se ofrece una imagen real de las
oportunidades que la carrera militar ofrece a los jóvenes, varones y
mujeres. Diversas actuaciones son sobradamente conocidas en este
terreno, como pueden ser el tren y los autobuses que han recorrido
gran parte de nuestra geografía para dar información directa. En
cualquier caso, es muy importante reconocer que el esfuerzo de
reclutamiento debe ser una preocupación constante de toda la
organización militar si de verdad se quiere mantener atractiva la
profesión de soldado. Para reforzar este aspecto, el Ministerio, a
través de la Dirección General de Reclutamiento y Enseñanza, ha
realizado diversos cursos para captadores, por los que han pasado 265
oficiales y suboficiales de los tres Ejércitos relacionados con el
reclutamiento; el último, de hecho, concluyó hace apenas diez días, y
para el año que viene está previsto que participen en el mismo
profesionales de tropa y marinería. La idea es que quien se acerque a
las Fuerzas Armadas para recabar información no sólo encuentre lo que
le interesa, sino que lo encuentre en un medio moderno y atractivo.

Nos gustaría que el joven que se interesa por la profesión de soldado
acuda a un centro de reclutamiento como cualquier persona que entra
en un departamento moderno de recursos humanos de cualquier empresa.

Si hablamos de solicitudes, diré a SS.SS. que en el año 1996 el
Gobierno se encontró con una bolsa de solicitantes a tropa y
marinería profesional que se había venido acumulando durante las
anteriores convocatorias y que oscilaba entre los 40.000 y 50.000
jóvenes. Nosotros pensábamos que esa cifra de potenciales interesados
podría mantenerse relativamente estable y ahora daré las cifras que
demuestran que así ha sido.

Si descontamos el año 1992, por ser el año de arranque, en el año
1993 se presentaron 33.000 solicitudes y en este



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año, 1999, ha habido 39.200. Ha habido años picos, como fueron 1994 y
1998, en los que se superaron los 50.000, pero esta cifra de
alrededor de 40.000 se mantiene estable. Podrían decir SS.SS., y con
razón, que quizá ligeramente a la baja. Aquí querría poner de
manifiesto dos cosas. En primer lugar, que, por fortuna, el desempleo
está descendiendo de un modo extraordinariamente importante. Repito
que por fortuna, aunque esto haga que baje esta bolsa en términos
relativamente significativos. En segundo lugar, que, aunque es
evidente que a medida que se convocan más plazas por año la relación
entre plazas y solicitantes tiende por fuerza a disminuir, la media
de estos tres años ha sido de 2,6 solicitudes por plaza y en 1999
esta relación se ha mantenido en 1,7. Aunque esto es cierto, también
lo es -e intentaré explicarlo- que esas cifras no pueden tenerse en
cuenta sólo a primera vista, sino que deben ser analizadas un poco
más en profundidad.

Decía antes que nos encontrábamos con una bolsa que oscilaba entre
los 40.000 y los 50.000 solicitantes al año. Eso no significa que
hubiera cada año 40.000 ó 50.000 nuevos solicitantes, sino que en
realidad muchos jóvenes provenían de anteriores convocatorias en las
que no habían logrado su ingreso. Esa situación ha cambiado
radicalmente en este último año. Así, de las solicitudes del año
1997, casi el 50 por ciento eran repetidores que lo intentaban de
nuevo, y de éstos la mitad lo intentaban por tercera o cuarta vez.

Esa cifra ha bajado hasta poco más del 40 por ciento el año pasado y
en la última convocatoria, en la de 1999 -y el dato me parece
extraordinariamente relevante-, más del 71 por ciento de los
solicitantes lo han hecho por primera vez. Es más, quienes lo hacen
por tercera o cuarta vez no han llegado al 9 por ciento y en los tres
últimos años la proporción de jóvenes que se presentan por primera
vez no ha dejado de crecer.

Quiero decir, señorías, que hemos tenido la impresión, quizá
pesimista o alarmista, de que iba a ir bajando la posibilidad de
completar la totalidad de nuestros soldados y marineros con
profesionales, con voluntarios, porque nos fijábamos tan solo en un
dato, que era la relación entre solicitantes y plazas ofertadas. No
es sólo que se haya multiplicado por 5 ó por 6 el número de plazas
ofertadas, con lo cual la relación necesariamente tenía que bajar,
sino que este último dato de los que se presentan por primera vez
pone de manifiesto que se ha producido un fenómeno muy importante,
como es la renovación de la bolsa a aspirantes a tropa y marinería
profesional, lo que da buena prueba no sólo de los esfuerzos de
reclutamiento, sino del éxito de estos esfuerzos. Es más, ese éxito
hay que medirlo con el telón de fondo no sólo de una caída muy
beneficiosa para todos del desempleo -y hay que recordar una vez más
que para la sociedad española en los últimos 15 ó 20 años el
desempleo era el primer problema nacional-, sino con la caída
demográfica de la sociedad española. Mientras que el número de
jóvenes, hombres y mujeres, nacidos en 1974 y que, por tanto,
contaban con 18 años de edad en 1992, era 682.000, los nacidos en
1981 eran sólo 533.000, lo que supone una caída de casi 150.000. Por
consiguiente, si a pesar de esa disminución de la bolsa juvenil, si a
pesar de esa enorme caída del desempleo, se consigue que la
proporción de aspirantes en primera convocatoria aumente
significativamente, como está ocurriendo, no se puede concluir
de otra forma sino diciendo que el modelo y el mensaje acerca
de la profesión militar y de las Fuerzas Armadas profesionales está
encontrando el eco razonable y deseado en la juventud que cabía
esperar.

En cualquier caso, las cifras son indiscutibles, cada año hay más
jóvenes que se presentan por primera vez a las convocatorias de tropa
y marinería. Mientras que en el año 1997 lo hacían 4.319, en 1998
fueron 9.400 y en este año 14.500. Es decir, si las cifras del año
1997 se consideran el cien por cien, en 1998 se conseguía el 200 por
ciento y este año el 300 por ciento. Este es el dato sustancial. Si
las noticias son malas conviene que así se conozcan y reconozcan,
pero si las noticias son buenas resulta algo más que paradójico que
se conozca sólo el aspecto no menos favorable, sino el único que da
una idea contraria a lo que está sucediendo en la realidad. Por
tanto, es difícil argumentar que la política de reclutamiento puesta
en marcha por el Gobierno no está dando sus frutos.

Un tema extraordinariamente importante -como se ha puesto de
manifiesto varias veces en esta Cámara- es el acceso de la mujer. El
acceso a las Fuerzas Armadas profesionales, según la nueva Ley
citada, del Régimen del Personal de las Fuerzas Armadas, no establece
limitaciones para la mujer en cuanto a la previsión de destinos.

Algunos estarán sujetos a ciertas condiciones de edad o psicofísicas,
pero nunca en razón del sexo. El cien por cien de las plazas están
abiertas a la mujer sin ninguna exclusión. Tengo que decir que en
este tema el derecho comparado no abona la misma conclusión en la
mayoría de los casos. En esta última convocatoria en concreto, 212
mujeres han solicitado como primera preferencia alguno de los
destinos que anteriormente les estaban excluidos: 63 han solicitado
la legión, 117, paracaidismo y 32 operaciones especiales. Hay que
reconocer, señorías, que la incorporación de la mujer a las FAS es un
fenómeno nuevo muy beneficioso y del que ningún ejército puede
prescindir hoy en día. Como SS.SS. saben nuestra legislación es la
más abierta dentro de los países de la OTAN y la nueva Ley 17/1999
garantiza plenamente esta igualdad, aunque se mantendrán, en materias
tales como el acceso, normas específicas relativas a la condición
femenina que permitan alcanzar una igualdad efectiva. En este sentido
se establecerían diferencias en las condiciones físicas exigibles con
carácter general a hombres y mujeres, como ya existen en otros
ejércitos profesionales. El porcentaje actual sobre tropa y marinería
sitúa a la mujer en una contribución en torno al 7 por ciento; no hay
diferencia apreciable en la distribución por ejércitos, también muy
equilibrado en torno a ese 7 por ciento. En cualquier caso, contamos
con poder reclutar una cifra superior de mujeres en los próximos
años. También aquí, señorías, la curva del porcentaje sobre el total
de solicitantes que son mujeres va creciendo de modo continuado. Es
verdad que el crecimiento del empleo ha afectado mucho más al varón
que a la mujer; por tanto, la correlativa caída del desempleo tampoco
ha sido igual entre los dos sexos.

Por lo que se refiere al personal civil, he de decirles que se está
llevando a cabo una política de austeridad en la reposición de
efectivos y se están estudiando las nuevas necesidades de este
personal que conlleva el nuevo modelo que, aunque en el número global
se aproxima a nuestrasnecesidades, en muchos casos no están
distribuidos de



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forma adecuada, ni sus especialidades son las que se necesitan en
este modelo. Como línea general puedo decirles que se necesita una
mayor cualificación profesional en el personal civil y así lo van
teniendo los ejércitos más modernos del mundo, a los que -como saben
SS.SS.- se han girado visitas para tomar buena nota en cuanto al
modelo de profesionalización.

Señor presidente, señorías, quisiera terminar haciendo referencia a
la modernización, coste y sostenibilidad y diciendo algunas palabras
sobre las previsiones de futuro, ya que ésta es la última
comparecencia. Por lo que se refiere a la modernización, coste y
sostenibilidad, como es sabido, desde posiciones críticas a la
profesionalización propuesta por el Gobierno se dijo en su momento
que el coste de un ejército profesional haría inviable nuestro
modelo. A mi juicio, señorías, nada más lejos de la realidad, como
está quedando demostrado. En 1996, con 34.000 soldados profesionales,
el gasto de personal ascendía a 489.000 millones; hoy, con 67.500
soldados profesionales asciende a 540.000. Las previsiones para unas
Fuerzas Armadas totalmente profesionalizadas nos hacen pensar en una
cifra que no llegaría a los 600.000 millones, es decir, triplicar el
número de soldados profesionales y consolidar el poder adquisitivo de
todo el personal supone un aumento de unos 110.000, 120.000 millones
desde el comienzo del suceso.

Por otro lado, el Gobierno siempre ha defendido que la
profesionalización del personal debe ir acompañada de un proceso
paralelo de modernización, y aquí también me parece que se está
cumpliendo. Como defendía ante el Pleno de esta Cámara hace unas
semanas al presentar la sección de Defensa de los Presupuestos
Generales del Estado para el año 2000, las inversiones reales
experimentarán un crecimiento del 7,1 por ciento respecto al
ejercicio anterior, alcanzando la cifra de 251.000 millones de
pesetas. Es más, a la hora de evaluar el proceso de modernización no
podemos olvidar tampoco, en lo referente al material, que el esfuerzo
de la sección 14 de los Presupuestos Generales del Estado, de la
sección Defensa, se complementa por otras dos vías: una, con los
créditos procedentes de la Gerencia de Infraestructura y Equipamiento
de la Defensa, que ha multiplicado por tres, como han tenido SS.SS.

ocasión de escuchar en una de las intervenciones en Pleno y, por otro
lado, la ayuda financiera que el Ministerio de Industria y Energía
está facilitando a las industrias españolas con destino a la
construcción o al desarrollo de los programas Eurofighter 2000,
fragatas F 100 y carro de combate Leopardo, que en su conjunto suman
para el próximo año 140.000 millones adicionales. Y esto quiere
decir, señorías, que en un momento de transición y teniendo en cuenta
este esfuerzo global por tanto, no sólo la sección 14 sino estas dos
rúbricas a las que acabó de hacer referencia, estamos también
logrando un objetivo que todos reconocimos como muy conveniente, que
era equilibrar los gastos de personal y los de material. Como conocen
SS.SS., los ejércitos más desarrollados, más modernos del mundo van
dando un mayor peso al capítulo de gastos en material que al de
personal. Eso se juzgaba realmente muy difícil, casi imposible, si
teníamos que acometer en un período de tiempo relativamente breve el
proceso de profesionalización al que me he referido. Pero gracias a
estas dos ayudas adicionales, se logró el objetivo de equilibrar los
gastos que se
fijó en el modelo presentado a la Comisión mixta en diciembre de
1996, rompiendo una secular y casi ininterrumpida tradición que
favorecía el gasto de personal en detrimento del de material, porque
el personal tendrá 561.366 millones, un 49,8, y el material 565.349,
un 50,2. Es decir, profesionalizar y modernizar no sólo era muy
deseable, de acuerdo con los planes del Gobierno y que aprobó la
Comisión mixta, sino que, señorías, podemos comprobar que además de
deseable es posible. Aún más, si tenemos en cuenta que los
presupuestos de Defensa se mantienen estables respecto a su
proporción con los Presupuestos Generales del Estado, el Gobierno
está acometiendo esta transformación global de nuestras Fuerzas
Armadas sin poner en riesgo otros gastos o inversiones sociales.

Termino, señor presidente, señorías, con las perspectivas para el
futuro. Para el año 2000 los presupuestos de defensa contemplan la
incorporación de 17.500 nuevos soldados. Teniendo en cuenta las bajas
previsibles para el año, significará convocar, aproximadamente, unas
25.000 plazas, de tal forma que al final del año las Fuerzas Armadas
tengan 85.000 efectivos de tropa y marinería profesional. A las
actuaciones que ya he apuntado para la captación y reclutamiento
hemos previsto aumentar las facilidades para el acceso. Está previsto
suprimir la tasa por derechos de examen, que tenía por objeto, como
SS.SS. conocen, no recaudar sino garantizar la seriedad de las
solicitudes. En cualquier caso, cambiaremos la política tradicional
hasta ahora de reclutar mediante convocatorias fijas al año para
pasar a lo largo del año 2000 a un modelo de reclutamiento continuo,
en el que las solicitudes serán admitidas todos los días del año. El
reclutamiento continuo será en la práctica una selección continua
gracias a centros de selección encuadrados en los centros de
reclutamiento. Una vez superadas las pruebas médicas y físicas, el
aspirante será orientado sobre la especialidad que más se adapte a
sus aptitudes. Las ventajas son obvias: mayor calidad en la
asignación de especialidades y de manera general una mejor gestión y
aprovechamiento de los recursos humanos. Dentro de este nuevo esquema
que estará en marcha, como digo, a lo largo del próximo año, la
captación se realizará de manera cada vez más descentralizada por
cada Ejército, que competirá con los demás para atraer y captar a sus
propios soldados.

Hasta ahora, señorías, he intentado explicarles que el reclutamiento
de la tropa y marinería profesional ha sido, es y va a continuar
siendo un proceso complejo y no siempre fácil, pero también he
intentado decirles que desde el Gobierno, desde el Ministerio de
Defensa estamos convencidos de que se está haciendo correctamente y
que el tiempo va confirmando la bondad de los pronósticos. En estos
años hemos puesto en marcha un nuevo modelo de Fuerzas Armadas y
hemos comenzado a informar y convencer del mismo a la sociedad y muy
especialmente a la juventud, juventud que pensamos que puede sentirse
atraída por las enormes posibilidades que encierra la profesión
militar. Creo que el vuelco de la bolsa de aspirantes al que me he
referido es muy significativo, pero hay que reconocer que es un
proceso que exige tiempo y sobre todo rigor y que es ahora cuando
empieza a adquirir, si se me permite la expresión, la velocidad de
crucero. Con estos 17.500 estaría garantizado -cualquiera que sea el
objetivo de fuerza conjunto



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que en definitiva se fijen los correspondientes ciclos de
planeamiento- que antes del 31 de diciembre del año 2002 tendrá
España unas Fuerzas Armadas totalmente profesionales; dicho de otra
manera, no habrá nadie en nuestras Fuerzas Armadas contra su
voluntad. Al final del año 2000, como he dicho, tendremos 85.000
soldados y marineros y sólo al final del 2001 alcanzaríamos la cifra
mínima de la horquilla fijada por esta Cámara.

El Gobierno, por tanto, consciente con la recomendación aludida al
principio de mi intervención y contenida en el dictamen de la
Comisión Mixta Congreso-Senado respecto de la prudencia con la que
debería afrontarse el período transitorio, considerará poner fin al
período cuando tras la evaluación del reclutamiento a lo largo del
tiempo y con el objetivo que acabo de aludir de fuerza conjunto
fijado, las necesidades de la defensa -y esto es lo esencial- queden
cubiertas de modo continuado. No podemos correr riesgos -si me
permite otra vez la expresión coloquial-; con las cosas de comer no
podemos jugar y creemos que si hay una cosa importante es la defensa
de España y de los españoles. Mientras tanto, seguiremos avanzando en
la construcción de estas nuevas Fuerzas Armadas profesionales y
quiero decir aquí hoy que gracias a los esfuerzos realizados en estos
tres años no sólo estamos en disposición de culminar el proceso de
transición en las fechas previstas, sino que España cuenta hoy con un
instrumento mejor dotado, que le permite un papel más relevante y un
mayor peso en el ámbito internacional y en el tablero estratégico.

Nuestra presencia continuada ya largo tiempo en Bosnia y nuestra
participación activa ahora en Kfor hubieran sido impensables sin el
grado de profesionalización alcanzado, como serían impensables los
compromisos que estamos dispuestos a asumir en el nuevo ámbito de
seguridad y defensa de que se está dotando la Unión Europea. La
profesión y la modernización, por consiguiente, era deseable y es
posible y ya empieza a generar réditos. Se está acometiendo, a mi
juicio, el proceso con el rigor y la serenidad necesarios en toda
política de Estado, tal como SS.SS. y el Gobierno comparten. Por
tanto, señor presidente, señorías, creo que al final de la
legislatura, en medio del proceso de profesionalización, podemos
constatar que se van cumpliendo las previsiones y, lo que es más
importante, que eso es el mejor indicador de que se cumplirá al final
del período.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el
señor Moya Milanés.




El señor MOYAMILANÉS: Mi grupo, ante todo, quisiera poner de
manifiesto que lamenta que el desarrollo de esta comparecencia no
haya podido concluir con la posibilidad de una presentación, como mi
grupo hubiese deseado, de propuestas de resolución que hubiesen sido
votadas por los miembros de esta Comisión. A nuestro juicio, un
proceso de esta naturaleza, con la presentación de un dictamen que
abarca los años 1998 y 1999, de una envergadura como el proceso que
estamos viviendo, políticamente hubiera merecido, a nuestro juicio,
haber encontrado la fórmula reglamentaria precisa como para haber
facilitado y posibilitado que los grupos libremente hubiesen
presentado sus propuestas si hubiesen sido objeto de debate y votación.

Hemos tropezado con el rechazo, en este sentido, de la mayoría
que compone esta Comisión y mi grupo no deja de expresar su malestar
por esa circunstancia. En todo caso, voy a tratar de explicar lo que
hubiésemos presentado en propuestas de resolución para dar a conocer
en este tramo final y en esta comparecencia final de legislatura cuál
es la posición que el Grupo Socialista mantiene y la evaluación final
que realiza del proceso que estamos siguiendo en torno a la
profesionalización.

Comprendo que el señor ministro haga esfuerzos por intentar trasladar
a la sociedad que los objetivos se están cumpliendo razonablemente,
que el proceso lleva una marcha sin especiales traumas ni
sobresaltos, que al final tendremos un ejército profesional en los
plazos que el Gobierno se ha trazado, eficaz, profesional y
profesionalizado. Pero a veces, con un cierto malabarismo en las
cifras, escogiendo unas y minimizando otras, se trata de dar una
imagen que la realidad de la situación actual y, sobre todo, de los
últimos años en cuanto a la evolución del proceso, en buena parte
desmiente. Si el Gobierno estuviera tan satisfecho y tan seguro de
que las cosas van tan bien, no hubiese tenido ningún temor ni ninguna
inseguridad de admitir que cualquier grupo presentara propuestas de
resolución. Si todo va tan bien, si no hay ningún problema, si todo
ha sido un gran éxito, lo único que harían las propuestas de
resolución sería avalar y legitimar ese discurso. Yo creo que las
cosas no van tan bien. Ya lo hemos discutido en otras ocasiones. En
los últimos años, el proceso se ha venido degradando y se le ha ido
de las manos al Gobierno, al menos en el último año. Sé que al señor
ministro no le gustan algunas cifras. Él mismo lo ha dicho en su
intervención, concretamente la que marca la relación de aspirantes
por plaza no la considera muy significativa. Pero es expresiva
porque, comparativamente con otros segmentos de la sociedad, pone de
manifiesto que en este terreno nos encontramos con un déficit de
recursos humanos que es el que es, y que en los primeros momentos de
1996, que no digo que sea cuando empieza el proceso de
profesionalización, que arranca de muy atrás, como todos sabemos,
pero cuando se anuncia la profesionalización con carácter definitivo,
desde 1996 hasta 1999, no hemos hecho más que decrecer de manera
significativa. Iba a decir alarmante, pero como el señor ministro ha
introducido antes la palabra alarmismo, no quiero que me la vuelva a
reiterar. Como decía, en 1996 la media del año de aspirantes por
plaza era de 6,68 por ciento; en 1997, de 4,28; en 1998, de 3,16 y en
1999, de 1,62. Algo tiene que ver esto con la calidad, algo tiene que
ver con la disponibilidad de recursos humanos. Los miembros de esta
Comisión hemos escuchado al Gobierno decir en los primeros momentos
que por debajo de cuatro aspirantes por plaza era una situación
difícil para la calidad. Y no es que estemos en cuatro, es que
estamos en 1,62, y en la última convocatoria en 1,2, porque el 1,62
es la media del año, luego algo tiene que ver con la calidad.

Al mismo tiempo, el número total de solicitudes, a las que se ha
referido también el señor ministro, pone de manifiesto este descenso.

En 1998, aunque el señor ministro se refería a un año pico en el
número de solicitudes, eran 51.896 y había tres convocatorias, y en
1999 hay 39.209, desciende notablemente el número de solicitudes. El
hechode que haya cuatro convocatorias facilita que una misma



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persona se presente más veces, lo que quiere decir que estamos en un
situación significativa en cuanto al número total de solicitudes.

Pero, además, tenemos algún problema de desfase en las cifras, que a
nosotros no nos cuadran del todo, en cuanto al número de nuevas
incorporaciones y plazas de reposición. En el informe de 1998 se nos
dice que fueron objeto de renovación 15.351 plazas y objeto de no
renovación, 1.752; sin embargo, en 1998 aparecen 5.246 plazas para
reponer. Hay un desfase de 3.494. Si esas plazas de reposición en
lugar de reponerlas en 1998, se reponen en 1999, también hay un
desfase de 4.829, lo cual nos hace concluir dos cosas. O bien no son
exactos los datos que se nos dan de renovación, o bien no se cubre el
cien por cien de las plazas convocadas, cosa que puede ocurrir y que
las cifras que estamos manejando no sean exactamente las que se nos
dicen, y haya un menor número de plazas cubiertas de las que se
expresan al final de cada año.

Quisiera expresar las salidas de esta situación. El Gobierno insiste
en una dirección que no es que la critiquemos. Todo lo que pueda
suponer facilitar el acceso a la profesionalización por parte de los
jóvenes que no suponga detrimento de la calidad, que no suponga
detrimento de la profesionalización, nos parece bueno. El señor
ministro ha expresado hoy esa política. Le preguntaría si, aparte de
lo que ha anunciado, hay otras medidas en marcha, si la edad tope
para ingresar va a aumentar, si no se va a requerir el graduado
escolar para entrar en todas las especialidades, si va a haber
baremos físicos diferentes o si se va a empezar a subvencionar la
alimentación de soldados y marineros profesionales en algunas
unidades. Es decir, todas y cada una de estas medidas necesitan una
discusión pormenorizada, individualizada, porque yo no digo que
algunas no sean aceptables, me parece que pueden serlo. Yo no discuto
tanto el que se facilite el acceso, sino que, si hay problemas, haya
mecanismos que, sin que suponga detrimento de la calidad, ayuden a
tener un mayor nivel de acceso a la profesionalización. Me
preocuparía que estuviesen practicándose otras medidas que sí
supusieran un detrimento de la calidad, que faciliten el acceso por
una puerta falsa. Ami grupo le gustaría saber con qué nota se aprueba
a los que se presentan a las plazas de profesionales. ¿Cuál es la
media? ¿Se aprueba con la misma nota en 1999 que en 1996? ¿Se aprueba
con la misma nota en las últimas convocatorias que en las primeras?
Tenemos cierta duda al respecto y nos gustaría que el Gobierno no
diera mayor información, porque en este caso estaríamos ante el
problema de buscar una vía de acceso que sí guardaría una relación
directa con la calidad de la recepción.

Hay otra vía que el Gobierno parece haber insinuado que nos parece
bien, no la criticamos, que es la de fomentar el reclutamiento
profesional entre los jóvenes que realizan el servicio militar
obligatorio entre los reclutas forzosos. Las razones por las que se
llega a esta medida, que nos parece razonable y acertada, ponen de
manifiesto algo preocupante. Son muy pocos hasta la fecha -y por el
tiempo que queda no habrá muchas oportunidades de comprobarlo- los
chicos que después de haber realizado el servicio militar obligatorio
acuden al ejército profesional como aspirantes. Se han barajado
cifras diversas, a nosotros nos gustaría tener precisiones al
respecto y se ha dicho que son cifras casi irrelevantes que llevan al
Gobierno a hacer un
esfuerzo en esa dirección. Eso pone de manifiesto un problema y es
que con la facilidad que hoy tienen los chicos para eludir el
servicio militar obligatorio en los momentos en que nos encontramos,
con las prórrogas, con la objeción de conciencia, etcétera, los que
están yendo ya en este tramo final están yendo casi de una manera
voluntaria, aunque sea forzosa, pero es también muy voluntaria y, sin
embargo, no hay terreno de cultivo para extraer de ahí vocaciones
profesionales. ¿Qué es lo que ocurre? Porque lo lógico sería que esa
fuera la cantera natural para extraer soldados o aspirantes a
soldados profesionales; chicos que prácticamente, aunque sean
reclutas forzosos, en los tramos finales en los que nos encontramos
casi acuden voluntariamente. Porque, en muchos casos, no en todos,
podrían eludirlo por otras vías, cosa que no hacen. Sin embargo,
quizá porque el servicio militar obligatorio se encuentra en su tramo
final, el resultado es que el porcentaje que acude a aspirantes para
soldados profesionales es prácticamente irrelevante, lo cual pone de
manifiesto varias cosas. En primer lugar, que todas estas medidas que
el Gobierno trata de impulsar para mejorar la situación del
reclutamiento profesional, en sí mismas no son criticables y lo que
puedan ayudar estará bien, pero ponen de manifiesto que no se ataja
el problema en su verdadera raíz o en su dimensión más profunda.

A nuestro juicio, con estas medidas se está rebajando el listón de
exigencias en algunos casos -como el propio ministro mencionaba o yo
mismo he mencionado con algunas sugerencias que al parecer el
Gobierno piensa poner en práctica- y no digamos si en el caso de las
calificaciones hay también un proceso de rebajas, pero en última
instancia lo que pone de manifiesto el proceso y las cifras
mencionadas, que son las contenidas en el propio dictamen, son tres
cosas.

En primer lugar, que hay que adaptarse, cuando se trata de diseñar un
ejército profesional, a las posibilidades y a los recursos no sólo
económicos de los que dispone un país y una sociedad, sino también a
los recursos humanos que una sociedad, por las razones que sea, está
en condiciones de prestar a una organización determinada, como en
este caso es el ejército profesional. Esos recursos humanos, en
nuestro país, están experimentando una evolución y una presencia que
invita, a nuestro juicio, a reconsiderar un tamaño de ejército que a
lo mejor puede ser excesivo y que nosotros, desde la óptica del
Partido Socialista, hemos considerado desde el primer momento
excesivo y que habría que redimensionar fijando un tamaño razonable.

El Gobierno se ha movido en el dictamen en la banda de 150.000 a
170.000 soldados; nosotros propusimos en la oferta que hicimos al
principio de la discusión de este dictamen hace ya unos años y hemos
venido reiterando, una cifra en torno a 140.000. No nos hemos
desviado tanto como para pensar que el Grupo Socialista es
irresponsable o que pone en juego la operatividad de las Fuerzas
Armadas. Creo que una cifra en torno a la que acabo de mencionar
permite, al mismo tiempo que redimensionar y adecuar el tamaño del
ejército a los recursos humanos de una manera más razonable y menos
agónica, dar una salida rápida a un problema que está prácticamente
pudriéndose en los últimos meses o en el último año, que es la
finalización del servicio militar obligatorio.




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El señor PRESIDENTE: Señor Moya, vaya terminando.




El señor MOYA MILANÉS: Voy terminando.

Por eso nosotros en su momento hemos expresado, y lo ha reiterado
hace unos meses nuestro candidato, el señor Almunia, presidente del
grupo parlamentario, que este reemplazo que se ha celebrado ahora y
los chicos que como consecuencia del mismo van a hacer la mili a lo
largo del reemplazo del 2000 sean los últimos en realizarlo. Este
planteamiento nos lleva a unas cifras que no están lejos de las
previsiones del Gobierno y que serían perfectamente asumibles por el
Gobierno con un mínimo esfuerzo de comprensión. Porque si vamos a
tener a finales del año 2000 aproximadamente 50.000 mandos y vamos a
tener 85.000 soldados profesionales, ya estamos en 135.000. El
Gobierno puede pensar que son pocos, pero queda un remanente todavía,
porque de los chicos del reemplazo del 2000 habrá un remanente, en
torno a 10.000 ó 15.000 aproximadamente, que al ser el último
llamamiento en el mes de noviembre van a tener una proyección en
algunos meses del año 2001 y, por tanto, nos podemos encontrar al
final del año 2000 con una cifra de 150.000 soldados en total. Es la
banda baja que propone el Gobierno, no nos hemos ido más allá. Con
nuestra propuesta estamos casi, y sin el casi, en la banda baja del
Gobierno. Por tanto, no entendemos por qué hay esa resistencia y por
qué se rechaza -a mi juicio de una manera un tanto irreflexiva-,
cuando hemos realizado la oferta de que este sorteo, en definitiva el
reemplazo del 2000, sea el último. Que se diga y que se sepa que los
chicos que han quedado sorteados y destinados como consecuencia de
este reemplazo serán los últimos. No se quiere hacer así.

Usted sabe que el servicio militar obligatorio casi ya no aguanta
más. Le voy a dar dos datos que usted debe tener. Sólo el 37,6 por
ciento de los mozos de reemplazo del 2000 ha enviado respuesta a la
oferta de plazas para el servicio militar obligatorio. Sólo el 37 por
ciento responde ya a la oferta de plazas, diciendo qué destino
prefiere, es decir, se desentiende. Hace unos años ese porcentaje era
más del 80 por ciento, ahora estamos en el 37 por ciento. Al margen
de que eso expresa una realidad de que estamos en las últimas, al
mismo tiempo nos llegan noticias de que hay muchos chicos que cuando
llega el momento de incorporarse simplemente no se incorporan, no
sólo que no soliciten rellenar la hoja, sino que llega el momento de
ir y no van, sin dar más señales de vida. No sé en qué porcentaje se
produce eso, pero también es expresión de algo realmente llamativo.

Creo que estamos en un momento en el que hemos agotado el proceso;
estamos ofertando desde el Grupo Socialista unas cifras muy
razonables desde el punto de vista del tamaño de ejército adecuado a
recursos económicos y a recursos humanos y estamos pidiendo un final
ya del servicio militar obligatorio que no pone en ningún caso en
riesgo la operatividad, porque las cifras que estamos presentando,
los contratos de profesionales a lo largo del año 2000, ese remanente
que va a quedar de soldados de reemplazo en el año 2000 como
consecuencia de los últimos llamamientos, permiten perfectamente
adoptar un salto pequeño -ni siquiera es cualitativo- en la línea de
la oferta que hemos realizado. Alo mejor al final el Gobierno
está convencido de que lo que estamos diciendo es razonable, pero
simplemente como lo dice el Partido Socialista no quiere asumirlo.

Sería un tanto lamentable que eso fuera así, pero al final casi
tenemos que pensar que es eso. Porque a la vista de la evolución de
los datos, a la vista de las ofertas que estamos realizando y a la
vista de las previsiones del Gobierno, de la profesionalización que
se espera para finales del año 2000, solamente podemos concluir que
hay un interés directo en que lo que el Partido Socialista viene
ofertando desde principio de esta legislatura, desde que se inició el
proceso de profesionalización, sistemáticamente ha habido que decirle
que no para que no hubiera en ese sentido una capitalización política
por parte del Partido Socialista en esta materia. Esa es nuestra...




El señor PRESIDENTE: Señor Moya, vaya terminando.




El señor MOYA MILANÉS: Ya termino. Ésa es nuestra impresión. Sin duda
hay otros elementos positivos, pero como el ministro ha puesto el
blanco de la profesionalización, yo pongo el negro. En ese sentido,
espero que el Gobierno sea capaz de realizar la síntesis y esté más
cerca de nuestra propuesta.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán de Convergència i Unió,
tiene la palabra el señor Campuzano.




El señor CAMPUZANO I CANADÈS: Quiero agradecer esta última
comparecencia del señor ministro en la Comisión.

El señor ministro ha empezado su intervención recordándonos su
comparecencia en diciembre de 1996 en la Comisión Mixta para la plena
profesionalización de las Fuerzas Armadas situando la posición del
Gobierno en todo este proceso. Si me permite el señor ministro, yo
situaría el inicio de este proceso en unos meses previos, después de
las elecciones generales del 3 de marzo de 1996, en las
conversaciones que el Grupo Parlamentario Catalán de Convergència i
Unió tuvo con la dirección del Partido Popular con motivo de la
confección del acuerdo político que permitió la investidura del
presidente Aznar y en la incorporación, en el programa político de
este nuevo Gobierno, de una propuesta electoral que figuraba de
manera expresa en la propuesta electoral de Convergència i Unió. Por
tanto, en este ámbito que le toca gestionar al señor ministro de
Defensa, sin lugar a dudas la cuestión más importante que haya
gestionado este Ministerio en toda la legislatura es el resultado de
ese acuerdo de Convergència i Unió y el Partido Popular para
incorporar en el programa de Gobierno del presidente Aznar la
supresión del servicio militar obligatorio. Por tanto, en este final
de legislatura estar ya en este proceso irreversible y positivo de
plena profesionalización de las Fuerzas Armadas es un éxito de
Convergència i Unió, que nos parece básico y fundamental en términos
políticos.

El Gobierno y el Grupo Popular entendieron esas posiciones del
Convergència i Unió, que expresaban una demanda ciudadana ampliamente
compartida, que además enlazaban con los nuevos tiempos que se
estaban viviendoen el conjunto de Europa. Hace escasísimas semanas
leíamos



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que en Italia también se ha iniciado un proceso de características
similares al que estamos atravesando en el Estado español. Por tanto,
plena satisfacción para nosotros en este final de legislatura.

Ahora nos encontramos en pleno proceso de transición, lo decía el
señor ministro, y nos situaba en la mitad del mismo. Además, su
intervención se ha situado en el núcleo fundamental de preocupación
sobre este proceso -estoy seguro- del propio Ministerio y de los
grupos políticos y ha destacado el enorme esfuerzo realizado por el
Ministerio para cumplir estos objetivos. Creo que las cifras que el
señor ministro ha citado son evidentes y que el esfuerzo que el
Gobierno está realizando para hacer cumplir este compromiso también
le es; nuestro grupo parlamentario no le va a escatimar ningún tipo
de elogio ni de felicitación en este sentido. Por tanto, no creo que
haya problemas. Sin embargo, también es cierto, y el propio ministro
en su intervención así lo traslucía, que este proceso se sitúa en un
momento especialmente delicado; creo que ha utilizado esa expresión.

Es evidente que el número de objetores de conciencia, la presencia de
un número muy importante de jóvenes que optan por las prórrogas de
estudios, en función de una realidad existente en nuestra sociedad de
mucho antes del proceso de profesionalización, la evolución
demográfica, las buenas perspectivas de creación de empleo en todos
los ámbitos y también en el de la juventud, configuran un delicado
momento en el que se produce este proceso, lo que no podemos obviar.

Si a eso añadimos los límites objetivos que existen en la capacidad
atractiva que tiene la profesión de militar, derivados de la oferta
económica, de la capacidad posterior de inserción en la vida civil,
derivados también de una determinada cultura que existe en nuestra
sociedad respecto a la cuestión de las Fuerzas Armadas que está ahí,
ligados también a los perfiles socioeconómicos de las personas que
hoy están optando por realizar el servicio militar obligatorio, que
no optan por las prórrogas ni por declararse objetores de conciencia,
nos sitúan en un espacio delicado, que obliga al Gobierno y a todos
los grupos a ser prudentes en las posiciones que mantengamos. Por
tanto, nuestro grupo puede compartir en parte la prudencia que el
Gobierno ha expresado en estas últimas semanas con relación a todo el
proceso.

Tampoco es menos cierto que en los debates, tanto de la ley como del
informe de la Comisión mixta, todos los grupos discutimos de manera
esencial sobre tres cuestiones: una, sobre el contingente de soldados
y marineros profesionales que deberían configurar las Fuerzas
Armadas; otra, sobre el calendario de este proceso, y, una tercera,
quizás menos atractivo desde el punto de vista de impacto sobre la
opinión pública pero clave, sobre este conjunto de atractivos de esta
nueva oferta profesional que se estaba potenciando.




Los acuerdos a los que llegó la mayoría de los grupos, tanto sobre el
dictamen como posteriormente sobre la ley, respecto a las dos
primeras cuestiones, el contingente y el calendario, nos llevaron a
una solución abierta del contingente y del proceso. Se defendió, y
así consta en el dictamen y en la ley, no una cifra máxima a la que
se debería llegar, que en la propuesta del Gobierno estaba situada en
los 120.000 por lo que hace referencia a soldados y marineros
profesionales, sino que se optó por la fórmula de un
horquilla, entre 100.000 y 120.000, resultado también de un proceso
de aproximación fundamentalmente entre el Grupo Popular y
Convergència i Unió; las posiciones que defendía Convergència i Unió
en los debates de la Comisión se situaban en una horquilla
ligeramente inferior, entre 80.000 y 100.000 soldados. Optamos por
esta solución y también por una fórmula relativamente abierta en el
calendario, tanto en la ley como en el dictamen, cuando afirmábamos
que, si se podía avanzar ese proceso situado en el horizonte del 31
de diciembre del 2002, se avanzase. Ése fue el resultado de aquellos
debates que, poco o mucho, sitúan las posiciones de todos los grupos
en este momento.

Haciendo todos un esfuerzo -y en este sentido es bueno que hoy nos
hayamos ahorrado un debate con resoluciones para hacer un debate
mucho más sereno, más tranquilo, más orientativo de la acción del
Gobierno-, se plantean a nuestro entender cuatro preguntas a las que
sería bueno que el señor ministro respondiese hoy. Una primera, que
no se ha producido en su intervención ni en la del señor Moya, pero
que nos la debemos formular en un horizonte a corto plazo, es cómo va
a afectar a este proceso de profesionalización y modernización de las
Fuerzas Armadas el previsible proceso de convergencia en materia de
seguridad y defensa en Europa. Es una de las preguntas clave que nos
debemos hacer, tanto por lo que hace referencia a los procesos de
modernización, de adquisición de equipamiento, etcétera, como en lo
relativo a la propia cantidad de efectivos que deban conformar las
Fuerzas Armadas. Éste va a ser el gran debate en materia de
seguridad, ya no en España sino en el conjunto de Europa. Se trata de
una primera aproximación que nos parece que no es de esta legislatura
sino de la siguiente, pero está ahí.

Una segunda cuestión. El señor Moya y el señor ministro lo han
recordado y también los medios de comunicación estos días. A finales
del año 2000, si las cosas van bien, si van como han ido hasta ahora,
con las cifras que apuntaba el señor ministro, el contingente de
soldados profesionales se situará alrededor de los 85.000 y, hasta el
mes de agosto, se irán incorporando soldados sorteados en este mes de
noviembre. La pregunta es: ¿va a tener sentido hacer un nuevo sorteo
en noviembre del 2000 para llegar, faltándonos tan pocos efectivos, a
alcanzar la cifra mínima que marcaba el dictamen y la ley de 100.000
personas? ¿Va a tener sentido plantear ese último sorteo?
La prudencia quizá exija al señor ministro, a 1 de diciembre de 1999,
decirnos que sí, que ese sorteo debe tener lugar, entre otras cosas
porque debe tener la prudencia de esperar a que a principios del año
2000 funcionen los procesos de convocatoria que hay previstos de
manera correcta y que las medidas que se han anunciado se produzcan.

Compartimos esa prudencia del Gobierno, pero el sentido común, si la
previsión es positiva y buena, dirá si se podrá producir a mediados
de primavera ese avance en las previsiones de la profesionalización;
es decir, si con 85.000 soldados profesionales a finales del 2000 y
con un contingente de personas aún a principios del 2001, en la
previsión de que no tengamos un horizonte complicado en materia de
seguridad a corto plazo, podemos afirmar que no va a ser necesario
complementar el conjunto de efectivos con soldados de reemplazo a
mediados del año 2001. Nos parece que éste es un planteamiento lleno
de sentido común, sin



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poner en cuestión los elementos básicos del proceso. No le pedimos,
señor ministro, que nos anuncie, no tendría sentido, el fin del
servicio militar para el año que viene, pero por sentido común, éste
es el objetivo. Ésta será la posición que Convergència i Unió
defenderá en la próxima legislatura.




Quiero hablar de una tercera cuestión. ¿Se va a mantener esa cifra de
100.000-120.000 soldados profesionales, más el contingente de
cuadros, en el próximo proceso de planificación de los objetivos de
fuerza conjunta en la perspectiva del proceso de convergencia europea
o no vamos a estar en condiciones ya de reducir estas cifras y
acercarnos a la horquilla de 80.000-100.000 que algunos apuntábamos
hace tres años, en el próximo proceso de definición del objetivo de
fuerza conjunto? Nos parece que sí, pero nos gustaría también conocer
la opinión del ministro. Ésta es la última cuestión: el ministro en
su intervención ha anunciado algunas medidas para la mejora del
proceso de incorporación y presencia de jóvenes en las Fuerzas
Armadas, la separación de la tasa y la puesta en marcha del sistema
de reclutamiento continuo, introduciendo elementos de competitividad
en los ejércitos, lo que nos parece positivo. El señor Moya le ha
planteado algunas preguntas concretas con relación a algunas
informaciones aparecidas en prensa sobre previsiones del Gobierno.

Más allá de estos elementos, como cuestiones a plantearnos, ¿no vamos
a tener que ser capaces en el futuro de aumentar la capacidad de
atracción de los sueldos de los soldados profesionales, en esta
previsión de ofrecer una mayor competencia respecto a otros sectores
del mercado laboral en esta materia? ¿Son atractivos los sueldos que
hoy estamos ofreciendo a los soldados profesionales? ¿Nuestra
capacidad de ofrecer inserción en la vida civil a posteriori a estos
soldados profesionales está siendo una prioridad en estos momentos?
El Gobierno tiene ahí un espacio enorme para ofrecer a la gente que
opta por ser soldado una perspectiva de inserción en la vida civil,
posteriormente, mucho más atractiva. Hemos comentado muchas veces en
privado y en público los modelos de ejército profesional que hoy
están funcionando y nos fijamos en aquellos que tienen capacidad de
ofrecer salidas en la vida civil a los militares profesionales. Ahí
nos queda mucho campo por recorrer.

En tercer lugar, ¿la calificación profesional, los niveles de
formación que se puede ofrecer a estos soldados profesionales están
siendo lo suficientemente atractivos para permitir que la gente
continúe formando parte de las Fuerzas Armadas o para incorporar a
más soldados? Estas cuatro cuestiones: el proceso de convergencia
europea, la reducción del calendario desde el sentido común y con la
prudencia de hoy de no pedirle al ministro que nos lo anuncie, la
necesidad de la nueva planificación militar de reducir el contingente
y el ser más ambiciosos, imaginativos y atrevidos en la definición de
atractivos para las Fuerzas Armadas Profesionales deben ser los
elementos que configuren este proceso que se ha iniciado, que está
avanzando de manera razonable y que esperamos termine con el éxito
que nos exige el conjunto de la sociedad.

El ministro Serra pasará a la historia no sólo como el que ha llevado
a España a la plena incorporación de la OTAN, sino que ha liderado el
proceso de profesionalización
de las Fuerzas Armadas. Desde la prudencia, le pedimos la
valentía del sentido común y la ambición de la imaginación para
conseguir que el proceso en su fase final sea exitoso en función de
los objetivos que tenemos planteados.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria,
tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Con la cordialidad de siempre, quiero dar
un saludo de bienvenida al señor ministro y, respecto a lo que ha
dicho el señor presidente de esta Comisión, lamento que tenga que ser
la última comparecencia.




En los documentos que nos han repartido a los portavoces, sobre las
actividades que quedan pendientes en esta Comisión de Defensa,
figuran 26 solicitudes de comparecencia del Gobierno pendientes de
ser atendidas. Los temas van desde cuestiones específicas y
singulares, desde Rota a convenios europeos de defensa, etcétera.

Entro en materia, señor presidente. Señor ministro, mi grupo estará
siempre satisfecho en cualquier diagnóstico positivo que se haga de
las Fuerzas Armadas y sentirá y lamentará a cualquier diagnóstico
negativo que se haga sobre la Ley del régimen de personal de las
fuerzas Armadas, porque entendemos que es una cuestión de Estado en
la que todas las fuerzas sensatas y responsables deberíamos estar de
acuerdo. Cuando van surgiendo los problemas, no es ningún demérito
para un parlamento, para un gobierno democrático en una democracia
constitucional tener encuentros con todas las fuerzas políticas para
buscar un consenso que solucione los problemas. Hay que reconocer los
problemas, porque tarde o temprano, si los hay, y más en una
estructura rígida como las Fuerzas Armadas, explotan.

Usted ha centrado su intervención en la cuestión fundamental de tropa
y marinería. Ahí está el núcleo del problema con el anuncio de una
desaparición a fecha legal de diciembre del 2002, pero ya se han oído
voces, incluso en las últimas comparecencias del presidente del
Gobierno, que han dejado abierta la posibilidad de adelantar en un
año la supresión del servicio militar y endosarle la solución de los
problemas de la defensa de tropa y marinería a la ley actual. Me ha
extrañado, señor ministro, su diagnóstico tan excesivamente exitoso,
pero si no lo es deberíamos tener una preocupación todos, no
solamente usted. Aquí le ofrecería la aportación de mi grupo para
tratar de buscar soluciones, porque no nos alegraremos, señor
ministro, sino todo lo contrario, de ningún fallo que exista. No nos
alegraríamos de que un equipo, un Gobierno, fracase en un tema como
el de nuestras Fuerzas Armadas.

Dicho esto por delante, paso a hacer las siguientes observaciones: se
dijo por usted, señor ministro, hace años que la cifra de candidatos
que se podía considerar como buena sería la de cuatro por plaza; hace
años se habló de siete. Cualquier seleccionador deportivo o de
empresa sabe que para escoger y sacar un buen equipo ha de tener la
oferta determinada por la relación estadística. Si en estos momentos
en las cuatro convocatorias de fuerzas profesionales habidas nos
encontramos con que hemos llegado auna reducción de los candidatos
por plaza del 1,2 por ciento,



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no estamos en la mejor de oferta de empleo, sino en una muy delicada
por el colectivo al que se refiere. Si estamos en estas cifras, me ha
extrañado que el señor ministro no apunte ninguna solución para salir
del marasmo. Quizá haya que incentivar económicamente, porque el
señor ministro sabe que hay un binomio que es vocación y salida
profesional. Los cuadros de mando van por vocación a las academias,
los 48.000 que hay tienen un componente vocacional fundamental; pero
la marinería y tropa no tiene - usted lo sabe, señor ministro-
componente vocacional, salvo raras excepciones de alguien que tenga
vocación de ser soldado y no militar para ascender, obteniendo los
grados que pueda. Por tanto, buscan una salida profesional. Lo
primero a preguntarse es, con los sueldos que se ofertan, señor
ministro, no con las campañas de promoción, ¿hay garantías de que
tengamos esa salida profesional? Lo veo muy difícil. ¿Se va a
recurrir en las unidades operativas a un fraude que es asimilar
soldados, por ejemplo, a cabos? Porque va a haber un problema en las
unidades operativas, y lo que no puede consentir el Ministerio es que
los jefes de las unidades operativas para sacarlas adelante empiecen
a transformar soldados sin ascenso en cabos o en cabos primeros
pagándoles las noventa y pico mil pesetas de la tropa.

Segundo tema, me ha extrañado que el señor ministro no busque una
solución a algo que la Ley 17/1999 dedica nada más y nada menos que
veinte artículos en su título XIII, que es el reservismo. Vamos a
tener que echar mano del reservismo, señor ministro; hará falta una
ley de movilización. Pero fuimos muy ciudadosos -y es un gran mérito
de la Ley 17/1999- al dedicar el título XIII al reservismo y a los
reservistas. Le vuelvo a decir que desde el artículo 163 al 183 se
habla de esta cuestión. Vamos a tener que utilizar esa vía porque veo
muy difícil que tengamos unas Fuerzas Armadas para los compromisos
que España pueda adquirir. Estos días están hablando el presidente
del Gobierno francés, el canciller alemán; se van a reunir en Londres
con británicos e italianos para hablar de un euroejército de 60.000
hombres. La aportación española en él nos va a plantear este tema.

Le haría otra pregunta, señor ministro. ¿Cómo están firmando los
compromisos de renovación? La ley habla de periodos, de dos o tres
años, aparte de los que el Ministerio puede estimar menores de este
plazo. De eso no se ha dicho nada en su intervención. Pues bien, ¿qué
pasa con las renovaciones? Tenemos necesidad de conocer ese dato,
porque si los compromisos de dos o tres años no se están renovando
estamos entrando en un déficit grande. Habría que pedir que se
diagnosticase por los servicios del departamento por qué no se están
haciendo renovaciones y cuál es el comportamiento del soldado de
tropa el último año cuando decide que no quiere renovar.

Tercera cuestión que le pregunto, la selección por plaza de los
candidatos está sometida no solamente a los criterios de
voluntariedad del candidato y las plazas ofertadas. La ley puso una
condición técnica intermedia: el reconocimiento médico. ¿Qué normas,
señor ministro, se están dando al cuerpo de sanidad militar que tiene
que hacer los reconocimientos de estos candidatos? ¿Se está bajando
el listón o no? Porque mucho me imagino que si se exigieran
parámetros que tienen otros ejércitos occidentales de las
condiciones físicas, fisiológicas y psíquicas de los candidatos
a tropa y marinería a lo mejor tendríamos que estar abriendo la mano
con un grave problema -y usted es consciente de ello, señor ministro-
de calidad de estos soldados. Por tanto, cómo se está comportando la
renovación de los compromisos. Nos gustaría conocer ese tema, así
como el rigor con que se están aplicando los criterios médicos para
la aptitud.

El señor ministro se refirió a lo exitoso de las campañas de
captación. Me gustaría que el señor ministro pudiera informar de cuál
es el coste que han tenido las últimas campañas de captación. Algunos
medios informativos han llegado a hablar hasta de 1.650 millones en
1998 y 1.950 millones en 1999. No tengo más datos que éstos, que he
obtenido en determinadas publicaciones. Pero me gustaría conocer cuál
es, digamos, la inversión que el Ministerio de Defensa ha hecho en
esas brillantes -se han utilizado muchos medios: prensa, radio y
televisión y hasta el famoso tren, ese dichoso, de la mili andando
por ahí- campañas de captación. Le quiero recordar que en los
primeros llamamientos, apenas sin campañas de captación, había más
respuesta del joven español para ir a las Fuerzas Armadas en tropa y
marinería que actualmente y habría que ver, como haría cualquier
empresa privada, la relación de inversión en la campaña, ver qué
relación tiene la campaña de promoción con las ventas o con la oferta
de su producto en cuanto a la demanda que puede haber tenido.

Otro tema que me preocupa, señor ministro, y del que usted no ha
tratado, es la promoción interna de esa tropa y marinería, en los
niveles que puedan tener de tropa, de cabos y de cabos primeros en el
acceso, por ejemplo, a suboficiales, que tienen una reserva del cien
por cien de las plazas. Hay un problema técnico de fondo, señor
ministro, que usted conoce. Depende del soldado profesional que esté
o no en una unidad operativa o en otro tipo de unidades militares
dentro de España o fuera de ella. Si para promocionarse tiene que
pasar unas pruebas de examen tiene que prepararse en una academia o
donde le den esta formación. Con lo que se van a encontrar, si no lo
tienen ya encima de la mesa, es con los horarios. Hay unidades con
horario continuo. Tenemos un ejército con una especie de convenio
colectivo como el de la banca que a las tres cierra, a las tres me
quito el uniforme y me pongo de paisano. Pero eso no lo pueden hacer
muchos soldados de la fuerza de proyección, de la fuerza de maniobra
ni los que están en misiones en el exterior. ¿Cómo se les va a
solucionar, señor ministro, esa promoción interna si no se define un
horario? Parecería más lógico que todas las unidades, por un
principio de no establecer agravios comparativos entre los soldados
profesionales, tuvieran sus horas de servicio en la unidad operativa,
según lo que cobran -y esa sería la solución del horario continuo-.

Hay fuerzas que están, por ejemplo, adscritas a la fuerza de maniobra
y sabe usted que tienen el horario partido, suelen estar hasta las
cinco o las seis de la tarde; estamos hablando de los que están en
unidades en el territorio español, no de los que están en Kosovo o en
Bosnia-Herzegovina o en cualquier otra misión. ¿Cómo se les va a
solucionar a esos soldados profesionales -y menos mal que por ahora
se nos está resolviendo el problema porque teníamos ahí la Legión y
la Brigada Aerotransportada o alguna unidad especial que venía de
atrás, unidades



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operativas de fuerzas especiales- la promoción interna si no hay un
horario equivalente y relacionándolos además con la retribución?
Habrá que buscarles soluciones antes de que las den ellos, señor
ministro. Porque en la Ley 17/1999, por una curiosa casualidad,
quedaron juntos y seguidos el artículo 151 y el 152, y la tropa y la
marinería va a tratar de buscar una conexión en la medida en que se
vaya viendo agobiados por horas de servicio en las unidades
operativas, porque sus mandos y oficiales tratarán de sacarles el
máximo, incluso con la perturbación que les va a suponer a muchas
unidades la entrada de soldados de reemplazo, porque va a haber jefes
y oficiales que no quieran oír hablar de los soldados de reemplazo en
sus unidades con tropa y marinería profesional, porque les perturba
la instrucción, el sistema y lo que se está haciendo ahí dentro. Ésta
es una realidad que se va a presentar en los cuarteles. Esa tropa y
marinería si es obligada dentro de su horario, o extendiéndoselo, a
hacer una serie de servicios y de trabajos, aparte de las maniobras
o las cuestiones operativas, el servicio, las guardias, etcétera, va a
reclamar aumento salarial, porque en el artículo 152, de
retribuciones, está planteando este tema. Como se lean el texto de la
ley el que esté buscando el artículo 152 va a llegar al 151, que son
los consejos asesores de personal, y la base más numerosa de la tropa
y marinería va a empezar a plantear a través de los consejos asesores
de personal las cuestiones de retribuciones; no me cabe duda. Tenemos
que buscar una solución, señor ministro, porque nos podemos encontrar
en una situación harto difícil y complicada que quite operatividad y
eficacia a los que están destinados en las Fuerzas Armadas. Porque no
se les puede decir: Ustedes son unos funcionarios más, les equiparo
con funcionarios. Los funcionarios no tienen el régimen disciplinario
que tienen las Fuerzas Armadas. Habrá que ver en un informe que el
ministro de Defensa presente a esta Comisión cómo se está comportando
esta tropa y marinería profesional cuando reciben la aplicación del
régimen disciplinario de las Fuerzas Armadas; habrá que ver qué
reacciones tiene ese colectivo, porque con ese régimen disciplinario
aplicado a militares profesionales, con vocación, los 48.000 de los
cuadros de mando, éstos tienen otro comportamiento porque asumen y
acatan, en su condición vocacional, un componente que era
fundamentalmente el estar en una estructura disciplinada. El que va
por salida profesional a tropa y marinería dudo mucho que asuma los
valores de la disciplina, del régimen disciplinario de las Fuerzas
Armadas como si fuera una antigua orden de caballería.




Por tanto, señor ministro, estas cuestiones son verdaderamente
delicadas. Este problema, con las cifras récord -debemos estar en el
Guinness como el país que, a esta fecha, tiene más objetores de
conciencia- que nos ha dado el Ministerio de Justicia, la Dirección
General de Objeción de Conciencia, es verdaderamente preocupante.

Como ha señalado aquí algún portavoz, a medida que se acerque la
fecha del 2002, si no se consigue, como ha dicho el señor Campuzano,
adelantar la supresión del servicio militar, vamos a ver cómo
conseguimos la incentivación para la renovación de los compromisos y,
al mismo tiempo, los candidatos por plaza. No veo más solución,
aparte de tener el reservismo y la movilización garantizados y
desarrollar
los artículos 163 a 183 de la Ley 17/1999, que incentivar
económicamente las plazas. Hay que asumir el coste, porque, si hemos
escogido un ejército profesional -y usted conoce bien el sector
privado, donde tenemos experiencia, usted más que yo, y, si se quiere
incentivar, no digo que lleguemos a lo de Telefónica, pero habrá que
dar una remuneración que haga atractiva esta condición de
fidelización-, supongo que tendrá que haber una fidelización a las
Fuerzas Armadas o a la patria por vía de incentivos económicos, ya
que el ejército no reparte acciones entre sus miembros. Esto se
tendrá que arreglar de alguna manera, porque, si no, nos veremos
abocados a ver imágenes que creíamos que eran ya de la historia de
España: los regimientos con inmigrantes. Aquí no podemos renovar el
Tabor de Regulares, las fuerzas moras en las unidades operativas
españolas. Los ingleses tienen los gurkhas; alguna razón habrá para
que haya unidades de soldados profesionales que no tienen la
nacionalidad del ejército cuya bandera defienden.

Señor ministro, comprendo que todo esto es verdaderamente
preocupante. Ante su solución, si hay problemas, le vuelvo a decir
que mi grupo y este diputado no se arredran; quisiéramos aportar, al
menos, la denuncia y buscar soluciones, ya que deseamos para España,
para nuestra nación y para nuestras Fuerzas Armadas, tanto en el
orden interno, constitucional, que señala nuestra norma fundamental,
como en las operaciones externas con nuestros aliados, un ejército de
garantía, de calidad y de prestigio, cuyos cimientos cuantitativos,
que podemos visualizar como tropa y marinería, queremos que sean de
calidad, satisfechos y sin problemas internos.




El señor PRESIDENTE: Señor Mardones, con relación a sus palabras
iniciales, cuando hemos dicho que probablemente ésta era la última
comparecencia del ministro, me veo obligado a puntualizar que es la
última comparecencia del ministro, pero hay otras autoridades en el
Ministerio. La Comisión está intentando que se celebre otra sesión de
la Comisión en la que puedan comparecer esas otras autoridades. Las
fechas son complicadas y difíciles, pero nuestra intención en ésa.

Además, de esa lista de iniciativas pendientes, muchas han quedado
obsoletas por el transcurso del tiempo y le recuerdo que, entre marzo
y junio, esta Comisión, en ocasiones conjuntamente con la de
Exteriores, se reunió prácticamente todas las semanas por el asunto
de Kosovo y se abordaron algunas cosas que después han quedado ahí
pendientes, quizá porque no quedaban incluidas en los órdenes del
día, pero están tratadas. En todo caso, la voluntad de la Mesa de la
Comisión es que celebremos otra sesión; estamos en ello.




El señor MARDONES SEVILLA: Permítame, señor presidente, que le
agradezca sus palabras. Yo he pedido la comparecencia del señor
ministro porque no era una comparecencia sustituible, con todos mis
respetos a los demás altos cargos del departamento. Cuando hago una
petición de comparecencia del señor ministro es porque se refiere a
temas de nivel internacional en cuyas reuniones ha estado el señor
ministro de Defensa y no el señor secretario de Estado o el
subsecretario o un director general; lo hago por respeto al ministro
y a la materia y siempre dejando al parecer del señor ministro y a
esta Presidencia de la Comisión



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los grados de libertad necesarios en temas muy delicados, que pueden
afectar a la defensa nacional, y, como se ha hecho en anteriores
legislaturas, porque a veces es conveniente, con sesiones a puerta
cerrada, reservadas, porque la materia no fuera para dar cuartos al
pregonero o para que se hicieran malas interpretaciones. Si el señor
ministro tiene una reunión con el secretario de Defensa
norteamericano, es lógico que lo pueda contar a los miembros de la
Comisión. ¿El escenario? El que decidan la Mesa, la Presidencia y el
señor ministro. No es que haya preguntado por la reserva logística de
misiles, que para eso puede venir y contestar el señor secretario de
Estado, o por las viviendas militares, información que puede dárnosla
el señor subsecretario , sino que me refería a temas de alta política
de defensa, en la que mi grupo se siente comprometido y, en un pacto
de Gobierno con el presidente Aznar, ha brindado su cooperación y
colaboración, que no es decir amén, sino aportar ideas y soluciones
que, después, el responsable del departamento puede aceptar o no.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Mardones, por su
comprensión.

Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Fernández de Mesa.




El señor FERNÁNDEZ DE MESA DÍAZ DEL RÍO: Gracias, señor ministro, por
su comparecencia ante la Comisión de Defensa del Congreso de los
Diputados en la sesión número 51 de las celebradas en esta
legislatura, lo cual implica que hemos celebrado bastantes más
sesiones que en otras legislaturas y da una referencia clara de cuál
es el grado de información al que el Gobierno ha tenido sometida
a esta Cámara, bien a petición propia, bien por requerimiento del resto
de los grupos parlamentarios. Tengo que decir que, independientemente
de que se quisieran plantear o no propuestas de resolución en esta
Comisión, cualquier grupo político podría haber pedido la
comparecencia, como de hecho lo han hecho esta mañana, invocando los
artículos del Reglamento de la Cámara mediante los cuales se pudiera
haber planteado de manera diferente esta sesión de la Comisión.

En cualquier caso, desde el discurso de investidura de 1996 existe el
compromiso claro del presidente del Gobierno de alcanzar unos
ejércitos totalmente profesionales. Además, existe la Directiva de
defensa nacional, que por primera vez es previa a cualquier tipo de
actuación en el seno del Ministerio de Defensa, con unas directrices
claras de lo que se pretende que sea no sólo la parte militar, sino
la proyección exterior de esa parte militar y, lo que es más
importante, una política de defensa a largo plazo y, sobre todo, que
sea asumible por cualquiera de los grupos políticos que puedan tener
en su día responsabilidades de Gobierno. Con esta voluntad hemos
afrontado no sólo esta legislatura desde el punto de vista de la
defensa, sino el debate y el diálogo permanente que ha existido entre
todos los grupos de la Cámara, probablemente más entre los que hoy
estamos aquí representados, para tratar de sacar adelante cuestiones
que hemos considerado de Estado y una de ellas, por supuesto, la de
la plena profesionalización. Probablemente, y no porque lo diga el
señor presidente de la Comisión de Defensa, ahora que la legislatura
toca a su fin,
podemos decir con toda satisfacción que el Grupo Parlamentario
Popular, y en este caso concreto los miembros de la Comisión de
Defensa del Grupo Parlamentario Popular, tienen claramente que
felicitar al Ministerio y al ministro de Defensa por lo que ha sido
la actividad legislativa y por el cumplimiento de la Directiva de
defensa nacional a lo largo de esta legislatura, y lo digo sin ningún
empacho y sin ningún rubor, porque a los datos nos remitimos, datos
que son objetivos y están ahí para la constatación de todo el mundo.

Ha sido un acierto que los representantes de la soberanía popular,
los representantes del pueblo español hayamos hecho normal en el
Parlamento y en las leyes lo que es normal en la calle, es decir, una
reivindicación permanente de la plena profesionalización ante un
modelo de servicio militar obsoleto. Hemos sido capaces en esta misma
legislatura no sólo de poner los cimientos, sino de encontrarnos en
mitad de ese proceso, y eso es algo que debe llenar de satisfacción a
los representantes de la soberanía popular, sea cual sea su ideología
política, porque, en definitiva, hemos dado un paso importantísimo
cara a lo que es el fin de la mili; eso ya no lo duda ningún español,
joven o mayor. El proceso de profesionalización de las Fuerzas
Armadas es imparable.

Decía el señor ministro que nos encontrábamos a mitad de período y
que realmente habíamos conseguido unas bases sólidas para sacar
adelante este proyecto. Yo insisto, como grupo parlamentario que
respalda al Gobierno, en que aplaudimos al Gobierno, que es quien
tiene la responsabilidad máxima de mantener la plena operatividad de
las Fuerzas Armadas y de progresar adecuadamente en materia de plena
profesionalización, modulando los tiempos de esa plena
profesionalización. Tengo que decir que la posición del Gobierno es
digna de elogio. El Gobierno como Gobierno, el Grupo Parlamentario
Popular como grupo político, igual que el Grupo Socialista o el de
Convergència i Unió, somos los primeros interesados en ver quién es
el primero que le pone la guinda al pastel. Estoy convencido de que
el ministro Serra, el presidente Aznar, un humilde portavoz en la
Comisión de Defensa del grupo que apoya al Gobierno o cualquiera de
ustedes estaría interesado en decir hoy mismo: se acabó la mili. Eso
es lo que a todos nos gustaría poder decir, y el Gobierno
probablemente sería el primero al que le gustaría decirlo. Pero es
muy diferente la responsabilidad de los grupos de la oposición a la
de quien tiene la obligación de gobernar el país. Nosotros tenemos
que hacer un reconocimiento expreso del esfuerzo de contención que
está haciendo el Gobierno de no dejarse llevar por pasiones
electoralistas y modular en este momento los tiempos de la plena
profesionalización, sobre todo, como se puede constatar en el debate
de esta mañana, por la preocupación profunda que existe en todos los
grupos políticos, que nosotros también compartimos, por los problemas
de reclutamiento. Probablemente haya partidos a los que les interese
achacar esos problemas al Gobierno, pero son problemas que no forman
parte de la idiosincrasia de la sociedad española en este momento más
que antes. Por lo tanto, compartiendo absolutamente los
planteamientos que se han hecho esta mañana tanto por parte del Grupo
Socialista como del de Convergència i



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Unió, más los que yo recalco en este momento, los puntos de vista son
completamente diferentes.

Es importante el esfuerzo legislativo que se ha hecho a lo largo de
esta legislatura después del diálogo permanente y de consenso con el
apoyo y el acuerdo de todos los grupos políticos, no sólo respecto de
la Ley 17/1999, del régimen del personal, que aprobamos el pasado mes
de mayo; no sólo con la ley de movilidad geográfica, que ha sido
importante; no sólo con la Ley del régimen disciplinario o la de
planta y organización, porque no podemos olvidar - aquí se ha hecho
mención hace muy poco tiempo por alguno de los portavoces- que la
objeción de conciencia es creciente. No podemos olvidar que la
insumisión era un problema latente en la sociedad española y hoy aún
lo es. Pero tampoco podemos olvidarnos, si se me permite, hasta la
llegada de este Gobierno, de los pasos de despenalización, en pleno
período de transición, de la objeción de conciencia o de la
insumisión; riesgos que hemos corrido aun a sabiendas de que,
inmersos en un proceso de plena profesionalización, la objeción y la
insumisión tenderían siempre al incremento y nunca al decremento. Por
lo tanto, con valentía y dando respuesta a lo que la sociedad
española demandaba, el Gobierno, esta Cámara, todos los grupos
políticos, sensibles a la realidad de la calle, hemos tratado de
transportarlo a lo que es la normativa legislativa a través de las
diferentes leyes que hemos ido aprobando. ¿Que es mérito del
Gobierno, de los grupos políticos o de la oposición? Cada uno que
venda su mercancía como pueda, pero lo que hay que colegir al final
es que hemos alcanzado importantes acuerdos que han conducido a pasos
muy importantes en un proceso tan delicado y en un momento como el de
la transición de un modelo de ejército a otro plenamente
profesionalizado, que yo creo que no niega ninguno de los grupos
políticos que hoy estamos aquí.

Señor ministro, agradeciendo su intervención, totalmente clara, que
no ha esquivado en modo alguno dar cifras como la de que estamos en
un nivel del 1,2 ó 1,7, dependiendo de cómo se mire, de reclutas por
año; teniendo también que ser conscientes de que no es lo mismo
tratar de atraer o cubrir 3.000 plazas que 17.500 y que con la
sociedad española que tenemos, de la que no es culpable este Gobierno
ni el anterior, y valorando como valora la juventud las Fuerzas
Armadas, esfuerzo que entre todos estamos intentando corregir, yo no
tengo en este momento elementos ni datos para reprochar al Gobierno
que hasta este momento no se estén cubriendo las plazas que se están
ofertando, y, con una nueva iniciativa de reclutamiento continuado
-por cierto, como recordarán los miembros de la ponencia, el
representante de Estados Unidos decía que ésa era una de las
actuaciones más importantes que realizaban en el ejército de su país
para tener cubiertas permanentemente las plazas, y sobre todo en los
momentos en los que podía haber una bajada más importante de
aspirantes- estoy convencido de que conseguiremos terminar en los
plazos que nos hemos fijado, si no antes, como dice el propio
dictamen, este proceso de plena profesionalización de las Fuerzas
Armadas.

El señor ministro no ha hecho esfuerzos para presentar a la sociedad
lo que está pasando. Esta mañana el señor ministro ha dado datos
objetivos que demuestran que hasta este momento se están cumpliendo,
con mayor o menor
grado de problemática, las previsiones del Gobierno. Probablemente
haya otros que tengan que dar explicaciones o decir realmente cómo
con los datos que se han dado hay que hacer malabarismos y esfuerzos
para decir lo contrario. Los datos que aquí se han manejado y la
evolución de la profesionalización desde que en el año 1996
comenzáramos a reunirnos hablan por sí solos, y seguramente sean
otros quienes tengan que hacer malabarismos para decir que esto va
mal, y explicarlo. Porque, dentro de este proceso complejo, en el que
existe un déficit de recursos humanos, que de momento nos permite
cubrir el número de plazas, es una solución inteligente la que ha
apuntado el ministro esta mañana la previsión del reclutamiento
continuado.




Voy a dejar en el aire una pregunta. Si a 31 de diciembre tendremos
67.500 profesionales, a mí se me ocurre preguntar, si no es realmente
complicado, que digamos: se acabó la mili, y ¿quién tiene en su mano
decir que a partir del día 1 de enero de este año ya habría 90.000
efectivos? Si es complicado, y todos lo estamos viendo, y también lo
es porque todos lo estamos poniendo sobre la mesa, alcanzar las
cifras que estamos alcanzando, desde la responsabilidad de un
partido, que puede tener o que ha tenido responsabilidades de
gobierno es francamente complicado creer que pueda hacer una recluta
en este momento de más de 22.500 personas de una sola vez. No quiero
hacer ningún tipo de electoralismo con esta cuestión; no quiero hacer
ningún tipo de profecía agorera, porque ya las hemos venido oyendo
desde el 3 de marzo de 1996: un Gobierno que no iba a cumplir ni dos
meses como tal, un Gobierno que iba a ser incapaz de cumplir los
criterios de convergencia, que iba a ser imposible bajar los
impuestos y crear empleo, que no íbamos a ser capaces de rebajar el
déficit público, de controlar el gasto público, de contener los
precios; es decir, un largo etcétera de profecías agoreras, como las
pensiones, acuerdo del Pacto de Toledo de todos los grupos políticos
y otras cuestiones que no se iban a cumplir. Y el tiempo ha dado la
razón a que cuando un Gobierno hacía una previsión la venía
cumpliendo. En este sentido, la tranquilidad que tenemos es la
confianza en un Gobierno que ha venido cumpliendo los compromisos que
ha ido adquiriendo a lo largo de la presente legislatura.

También se ha hablado, señor ministro, de que probablemente un
ejército entre 150.000 y 170.000 hombres fuera un ejército excesivo,
que 140.000, que es lo que planteaba el Grupo Socialista en este
momento, no estaría mal ni estaría tan lejos. Evidentemente, ni está
tan mal ni está tan lejos. El Grupo Socialista ha planteado desde el
principio un ejército en torno a 140.000 hombres con 90.000 soldados
y marineros profesionales y aproximadamente 50.000 cuadros de mando,
es decir, lo que existe en este momento. Pero, de la misma manera que
nos dicen que no está tan lejos la aproximación de 140.000, 150.000,
170.000, sensu contrario, señor Moya, no está tan lejos lo que el
Gobierno está proponiendo en este momento. Yo prefiero fiarme de los
datos que maneja este Gobierno, que tiene tanto interés o más que S.

S. en finalizar de una manera inmediata el servicio militar, pero el
Gobierno es quien tiene en su mano los datos de cómo se encuentra en
este momento la operatividad de nuestras Fuerzas Armadas, que han
adquirido más compromisos internacionales, que pretendemos



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que esté en todos los frentes, porque sabe y puede hacer en este
momento una planificación de la rebaja periódica hasta alcanzar la
cifra que nos hemos propuesto.

En cuanto a que no haya cantera -por resumir las palabras que se han
dicho aquí por los diferentes grupos políticos- todos estamos de
acuerdo. ¿Es imputable al Gobierno que no haya cantera? Yo tengo mis
dudas. Es más, estoy convencido de que el Gobierno no es el
responsable de que no haya cantera. Pero también me pregunto cuáles
serían las propuestas que se realizarían para que hubiera cantera,
para que en nuestras Fuerzas Armadas hubiera no el número de
efectivos que nos hemos fijado y que estamos teniendo, sino más
aspirantes por plaza. ¿Incrementar las retribuciones? Ayer
aprobábamos una proposición no de ley que se consideraba debía hacer
hecho la oposición, pero que finalmente la elaboró el grupo que apoya
al Gobierno, precisamente para regular de mejor manera las
retribuciones de los miembros de las Fuerzas Armadas. Ahora, si hay
alguien que crea que hay que diferenciarlo de lo que rige en este
momento en la Administración pública española con los diferentes
niveles A, B, C o D, para que hubiese más soldados o marineros, en
lugar de tener el nivel E o el D, tendrían que pasar a tener la
titulación o el sueldo equiparable a un funcionario con nivel de
grado medio o titulado superior, esto habría que plantearlo también,
porque el dinero que tiene la Administración pública española es el
que tiene y la equiparación de los sueldos dentro de dicha
Administración es la que es. Por lo tanto, a lo mejor lo que hay que
plantear es un nuevo sistema de retribuciones por vía diferente a lo
que son las gratificaciones o los complementos que se puedan dar en
cada uno de los destinos que se ocupen. En definitiva, la conclusión
tal vez sería que el sueldo que se les ofrece a los soldados y a los
marineros españoles para ser soldados y marineros de un primer
compromiso de solamente tres años es muy bajo. Hágase la propuesta
correspondiente en el caso de que se considere oportuno para que, a
diferencia de lo que pasa en las administraciones públicas, rijan
unos sueldos diferentes para los militares, los soldados y los
marineros profesionales.

En ese sentido, estoy convencido de que puede ser uno de los
problemas más importantes que existen. Sin embargo, también hay que
reconocer los esfuerzos que se han hecho para que estos soldados y
marineros no sólo estén retribuidos como corresponde a la
Administración pública, sino que también tengan promoción interna
adecuada para poder seguir ascendiendo, si es que deciden continuar
en la carrera militar. Y voy a hacer alusión a una contestación que
un compañero nuestro recibió del representante de Estados Unidos en
la ponencia de la Comisión mixta Congreso- Senado a propósito de una
pregunta que se le formuló en relación con que un soldado o un
marinero pueda llegar a general. Se decía que lo que planteaban los
españoles, porque sucedía en Estados Unidos, era realmente una
quimera y no iba a pasar nunca en la vida; el norteamericano contestó
que no, que un soldado o un marinero tendrá las mismas posibilidades
de llegar a ser general o almirante que pueda tener un operario que
entra en cualquier factoría en España o en Estados Unidos si cumple
los requisitos para llegar a tal destino.

De manera que yo creo que entre todos los grupos políticos hemos
conseguido una ley, e incluyo también al
Grupo Socialista, el cual ha hecho aportaciones importantes, que da
respuesta a las necesidades o por lo menos a las demandas de la
sociedad española. Por lo tanto, lo que estamos discutiendo en este
momento no es tanto el proceso de profesionalización, sino el que nos
creamos o no que se van a cumplir los efectivos que tenemos previstos
y el que nos creamos o no si es necesario o no tener más efectivos o
más aspirantes por plaza. Ahora bien, lo que tenemos todos claro es
que la fecha tope es el 31 de diciembre del año 2002, no habiendo
negado nunca el Gobierno que no vaya a lograrlo en dicha fecha,
puesto que además tiene el mandato expreso de esta Cámara de que lo
acelere lo máximo posible. En esos parámetros que hemos aprobado es
en los que nosotros nos movemos.




El señor PRESIDENTE: Vaya terminando.




El señor FERNÁNDEZ DE MESA DÍAZ DEL RÍO: Termino, señor presidente,
recalcando que el Grupo Popular, nuestro grupo parlamentario y el
Gobierno también - sería injusto no reconocerlo- ha estado abierto
permanentemente al diálogo y a cualquier tipo de solución que se haya
podido plantear por parte de los diferentes grupos políticos.

Incluso, aunque las posturas hayan sido radicalmente contrarias y
enfrentadas en un principio, nos hemos pasado cantidad de horas
debatiendo y estudiando para tratar de llegar a algún acuerdo o algún
consenso.

Voy a terminar, señor presidente, haciendo un recordatorio en materia
de éxitos de a quién se debe el que España y la sociedad española
vayan a conseguir tener un ejército profesional. Yo reitero que es un
éxito de toda la sociedad española, del Congreso de los Diputados y
del Gobierno y que cada uno venda como quiera su mercancía. En este
caso me acuerdo de la anécdota de un torero al que le habían dado una
cornada y que, cuando la cuadrilla lo sacaba del ruedo, le iba
diciendo: Maestro, qué cornada nos han dado y el maestro decía: Sí,
sí, mayormente a mí. Pues aquí pasa exactamente lo mismo, que cada
uno venda lo que quiera y diga lo que quiera, pero que desde luego no
se niegue el esfuerzo que se ha realizado desde el Gobierno y desde
todos los grupos parlamentarios para llevar a buen puerto lo que
todos nos hemos propuesto como reto, que es la plena
profesionalización.

Reitero mi agradecimiento durante esta legislatura por lo que ha
supuesto de apoyo al final para sacar adelante todas las iniciativas
que hemos tenido de los grupos parlamentarios, especialmente de los
que están aquí representados, el Grupo Socialista, Convergència i
Unió, que ha realizadoun gran esfuerzo para tratar de sacar adelante
todas estas iniciativas, así como Coalición Canaria. Estoy
convencido, señor ministro, de que con la seriedad con la que su
departamento ha llevado este tema durante estos años, con la solidez
y con las ideas tan claras que tiene para una propuesta y una
resolución de futuro la plena profesionalización no peligra en este
momento en España.




El señor PRESIDENTE: Señor ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Permítame, señor
presidente, que antes de dar contestación, que espero y deseo que sea
cumplida, a las preguntas



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y comentarios que aquí se han realizado haga dos preámbulos
distintos.

En primer lugar, como ha dicho el portavoz del Grupo Popular,
probablemente ésta será mi última comparecencia en Comisión, no tanto
por la voluntad de unos y otros, sino por las fechas inexorables del
calendario. Y desde esa altura de la legislatura querría muy
sinceramente agradecer a todos los grupos de la Comisión el apoyo, el
soporte, la comprensión, el diálogo, el tono, la forma y el fondo que
han caracterizado sus intervenciones durante toda la legislatura.

Desearía que todos mis compañeros de Gobierno hubieran tenido la
misma suerte que el ministro de Defensa al haberse encontrado con una
Comisión que ha entendido tan bien y desde el principio que es mejor
para España que en esta casa y en esta Comisión en concreto se vean
los problemas de la defensa como lo que son, como problemas de
Estado. Desde ese punto de vista, quiero agradecer a todos los grupos
ese tono y ese fondo.

Con la misma sinceridad les digo que me gustaría que la Cámara
tuviera aún más sensibilidad por los problemas de las Fuerzas
Armadas. Esta Cámara tiene la mejor oportunidad y la mejor situación
para conocer de verdad qué Fuerzas Armadas tiene España. La sociedad
española a veces ha estado inundada intencionadamente por tópicos que
no se corresponden con la realidad, se ha intentado dibujar una
figura, un perfil de nuestras Fuerzas Armadas que no se corresponde
con lo que en realidad son y compete al Ministerio de Defensa, al
Gobierno, intentar traducir en papeles que llegan a esta Comisión -el
que nos ocupa hoy está relacionado con esta última materia- algo que
está sucediendo en la realidad, que es que tenemos decenas de miles
de hombres y mujeres que están intentando en todos los escalones, con
un alto componente vocacional, dar lo mejor de sí para España, no
encontrándose a veces, quizás por torpeza del propio ministro, la
respuesta adecuada. Cuando en ese pleno proceso de profesionalización
se entiende que hay que equiparar, dar más facilidades al objetor, no
voy a entrar si de conciencia o de conveniencia, y por tanto poner
más difícil que el soldado de reemplazo llegue; cuando a más
necesidades reales están atendiendo nuestras Fuerzas Armadas
(presencia en Bosnia, en Kosovo, en Centroamérica o en tantos otros
lugares de la geografía del mundo), es preciso contar con la
comprensión de los representantes de la sociedad; y probablemente
puede ser culpa del Ministerio el no conseguirlo, pero en todo caso
les encarezco para que en la próxima legislatura nuestras Fuerzas
Armadas tengan el mayor respaldo posible, porque les garantizo a
ustedes que cada una de sus expresiones de apoyo, y ha habido muchas
durante la legislatura, de soporte a nuestras Fuerzas Armadas tiene
un efecto verdaderamente beneficioso sobre su acción.

Reitero que en mi ya próximo retiro de la política activa guardaré
siempre el mejor recuerdo de las comparecencias en esta Comisión, y
les repito el agradecimiento por su comprensión. Ese era el primer
preámbulo.

El segundo preámbulo, señor presidente, es que se ha hecho alguna
referencia al aire o al tono triunfalista. Nada más lejos del ánimo
del ministro que les habla. Estamos en un proceso, el de la
profesionalización, pero quizá más en una redefinición del modelo de
nuestras Fuerzas Armadas que no afecta sólo al elemento humano
-profesionales en
vez de conscriptos-, que no afecta sólo al equipamiento y el material
que lleven -modernización-, que no afecta sólo al tamaño o
contingente, sino que afecta también a las misiones y a las
capacidades. Por tanto, estamos redibujando en su totalidad nuestras
Fuerzas Armadas. Creo que legítimamente el triunfo será de todos o no
será de nadie, cada uno tendrá su parte, y la historia lo dirá. Pero
no se trata de atribuirse el triunfo, ni ha sido esa la actitud ni el
propósito de mis palabras, muy al contrario, lo que he pretendido es
decir que la situación no es tan negra, no es tan pesimistas como a
veces parece, que incluso se parece decir con gusto, sino que la
situación es -se ha repetido hoy- delicada y exige prudencia, es
verdad, pero no es mala, no se ha perdido el control ni en el último
ni en los dos últimos años. Estamos haciendo frente a una situación
difícil.

Se dice que por qué no se paga más, pues porque los recursos
presupuestarios son escasos y lo que paguemos de más al soldado de
reemplazo o al soldado profesional nos impedirá contratar más
profesionales.

Se ha dicho también esta mañana que porqué no hacemos más deprisa la
profesionalización. Porque hemos visto que estamos en el límite,
donde el número de aspirantes por plaza, 17.500 nuevos profesionales
cada año, prácticamente agota la capacidad de gestión de esas Fuerzas
Armadas. Piensen, señorías, que cuando tengamos las Fuerzas Armadas,
pongamos en el límite máximo de la horquilla, con 120.000, la
velocidad de reposición anual no llegará a 15.000, y estamos
superando esa cifra cuando hace sólo tres años estábamos reclutando
3.500. Si las cosas están así, no parece prudente acelerar el
proceso, y entonces este deseo, por otro lado nadie duda que lícito y
legítimo, de dar gusto a los electores, encuentra la solución por la
cuarta dimensión del padre de la relatividad, que en este caso sería
por el contingente. ¿Por qué no reducimos el contingente? Se ha dicho
90.000, en la Cámara todos hemos oído hablar a veces de 30.000. Si
cogiéramos, señorías, la mitad de la horquilla y tuviéramos 110.000 y
50.000 cuadros de mando -en números redondos 160.000-, estaríamos
hablando del 4 por mil, con lo cual estaríamos en la parte baja de la
banda de Europa, donde sólo países como Dinamarca u Holanda estarían
un poco por debajo de nosotros. ¿Qué pasaría en esa situación? Que el
país que tiene más costas de Europa; que el país que no es hoy como
cuando se entró en la Alianza allá por el año 1982, que se hablaba de
la plataforma logística para la amenaza probable del Este; que el
país que es, como dice la revista Armies Forces Journal, in a front
line country, somos un país periférico de la Alianza; que tenemos los
archipiélagos de Canarias y Baleares; que tenemos ciudades en el
Norte de África; que estamos viendo tráficos ilícitos que nos llegan
casi por los cuatro puntos cardinales, ¿vamos a decir que este país
es el que menos Fuerzas Armadas necesita de Europa en términos
relativos? ¿De verdad estamos hablando con seriedad cuando decimos
«la que menos de Europa en términos relativos«? Toda la Cámara sabe
las dificultades que hay en reducir cuando países con enorme
tradición, no sólo democrática sino administrativa, se están
encontrando con problemas casi insolubles para reducir sus Fuerzas
Armadas, porque nadie quiere perder la presencia militar en su
territorio, bien sea de una unidad, bien sea de una instalación
industrial. Por eso, cuando España ha pasado de



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tener, prácticamente el triple de efectivos de los que vamos a tener
cuando hemos hecho la reducción prácticamente antes que ningún país
europeo, ¿vamos a poner en riesgo nuestra consolidación en Europa si
hace ocho años toda la Cámara estaba acordando por consenso un modelo
de Fuerzas Armadas, que se llamó Fuerzas Armadas 2000, y que tenía
180.000 efectivos, con la caída del muro, reciente, pero ya
realizada? ¿De verdad las cosas han cambiado tanto para que ahora no
sean 180 sino 140, un 25 por ciento menos? Entendiendo todo, la
gloriosa servidumbre electoral del político, entendiéndolo, señorías,
conviene también parar mientes en las necesidades de España como
nación europea, de España como segunda nación más extensa en Europa,
con una posición geográfica que para casi todo es una bendición y a
veces también es una servidumbre, ¿vamos a tener el récord de pocos
militares, de menos militares por mil habitantes que tiene Europa? No
parecería prudente, y es la palabra que más he agradecido, y que
quizá SS.SS. más han repetido.

Pero hay algo más. Es evidente que cuando se anuncia la extinción de
una obligación disminuye la legitimidad social de esa exigencia. Es
evidente que probablemente el servicio militar obligatorio no sea
algo que guste a los jóvenes varones españoles que son obligados a su
cumplimiento, y las cifras que se han dado así lo ponen de
manifiesto. Esa misma evidencia aconseja no precipitarse en los
anuncios, no sólo por la profecía autocumplida sino porque de ninguna
manera debería ponerse en riesgo ese mantenimiento de la operatividad
de nuestras Fuerzas Armadas por una -permítanme, señorías- alegría
más o menos electoral. Lo digo, señorías, y repito, cercano ya a mi
retiro de la política activa. No podemos hacer eso, porque la
perjudicada es España.

No querría recordar los daños que para todos los españoles
y españolas se han derivado de la situación de 1898, no querría, pero
están en los archivos los cables que se mandaban por parte de las
autoridades militares diciendo: no quiero llevar a unos chicos a una
muerte segura, y fue la consecuencia de años de desidia o de
incomprensión frente a la función de las Fuerzas Armadas. Señorías,
no nos encontramos en una situación parecida, pero se pone de
manifiesto la necesidad de ser especialmente prudentes y reflexivos
cuando tocamos los vectores que afectan a la defensa de España.

Sin más preámbulos, y pidiendo perdón por la extensión, señor
presidente, querría comentar alguna de las intervenciones.




Creo que ha quedado suficientemente aclarado lo de las propuestas de
resolución. En ningún caso, señorías, está inspirado por el miedo
porque es verdad que si el ministro que les habla no se creyera lo
que está diciendo podría tener temor, pero les aseguro que creo que
la situación es lo suficientemente tranquilizadora como para no temer
nada más que la quizá -como decía el portavoz del Grupo Popular-
atribución indebida de éxitos. No hay otro riesgo.

He intentado, señoría, no manipular ni una cifra. Si son 4.000 en
1997, 8.000 ó 9.000 en 1998 y 14.000 en 1999 los chicos que de
primeras se han acercado a nuestras Fuerzas Armadas -repito: 4.000 en
1997, 9.000 en 1998 y 14.000 en 1999-, no parece que la curva sea
decadente, por lo menos no se lo parece al ministro que les habla. No
parece
extraño que, si se convocan 17.500 plazas nuevas o un total de
25.000, haya menos solicitantes por plaza que cuando se convocaban
apenas 4.000; tampoco lo parece. No es de extrañar que disminuya el
número total de los 50.000 en el año mejor a 40.000 este año,
teniendo en cuenta la caída de la demografía -como he pretendido
explicar sin manipular- y el enorme crecimiento del empleo, que, como
ha reconocido el portavoz de Convergència i Unió, afecta muy
sustancialmente a nuestra juventud.

Si queremos asustarnos podemos hacerlo, pero si vamos a alcanzar el
puerto de la plena profesionalización en el tiempo previsto, el
ministro que les habla cree honradamente que hacia finales de 1999,
en el ecuador del proceso, estamos conforme al calendario previsto.

Parece, por tanto, que en el medio del camino, sin acelerar ni poner
en peligro los contingentes necesarios fijados en el proceso de
planeamiento, es aconsejable seguir con lo que he llamado velocidad
de crucero. Esta velocidad de crucero llevaría a que, en el peor de
los casos, aun debiendo tener 120.000 soldados y marineros, habríamos
cumplido dentro de la fecha. El portavoz del Grupo Parlamentario
Popular ha dicho claramente, y me exime de repetirlo, cuál es el
deseo de acelerar al máximo y de quién. Si no hubiera ese deseo, que
lo hay, estaría el mandato de la Cámara. Combinar ese deseo y ese
mandato con la prudencia aconseja no hacer alegres anuncios de
adelantamiento más que cuando tengamos seguro el cumplimiento del
objetivo.

Señoría, no tendría sentido, sería casi de Abundio -si me permite la
expresión coloquial- reducir el contingente para tener que acudir
simultáneamente a la reserva o a la movilización. Vamos a fijar el
contingente con una mínima garantía y pensemos que ni la movilización
ni la reserva serán necesarias porque parece que el entorno no lo
precisa. Hoy es sobre todo de las obligaciones derivadas del lugar
que España quiere tener en el concierto internacional, de la cuota
aparte que queremos tener en la defensa europea de donde provienen
básicamente las obligaciones de facto de nuestras Fuerzas Armadas.

Por tanto, eso hay que traducirlo en la fijación del contingente y no
debemos pensar en que sean necesarias a corto plazo apelaciones a
reservistas o movilizados.

He intentado dar con toda exactitud el número total de solicitudes;
sabe el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista que cualquier
información adicional está a su disposición. Es verdad -lo ha dicho y
lo confirmo- que estamos viendo si la edad tope puede retrasarse uno
o dos años para poder aumentar el número de solicitudes y también la
posibilidad de no exigir requisitos que, si implican alguna falta de
capacidad, será puesta de manifiesto en las pruebas que se realizan,
como puede ser la exigencia de graduado escolar.

El ministro no tiene noticia, señoría, de que se haya variado para
nada la nota. Es verdad que si había siete solicitantes hace
relativamente pocos años -también hay que tener en cuenta, y lo dije,
que a veces se trataba del mismo tres o cuatro veces en el mismo año-
podría exigirse para adjudicar la plaza no sólo el aprobado, sino la
mejor nota entre las que concurrían. Hoy, con la relación que hemos
comentado tantas veces, no hace falta exigir más nota, pero nunca,
que el ministro sepa, se ha bajado el nivel de la aptitud para dar la
entrada a todos. Quizá sea una buena explicación



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el dato que les he dado de que el 71 por ciento de los presentados en
la última convocatoria, la que ha tenido menor relación solicitantes/
plazas ofertadas, venían por primera vez, no eran los que no habían
conseguido ingresar en otras oportunidades.

Recluta entre forzosos. Tiene razón, la recluta entre los conscriptos
es una labor que hemos intentado y, aunque para gustos están los
colores, las cifras del último año nos dicen que hemos tenido un
total de 4.024 militares. Se puede decir que la cifra es irrelevante,
no para el ministro que les habla. ¿Es la cantera natural? También se
puede decir que entre las conclusiones de este proceso de
profesionalización está que una de las causas más claras de cierta
mala opinión de las Fuerzas Armadas entre la juventud venía derivada
del carácter obligatorio que tenía ese primer contacto con ellas a
través del servicio militar obligatorio, por parte al menos de los
jóvenes varones. En la medida en que va desapareciendo ese tinte de
obligatoriedad, va en paralelo mejorando la opinión que nuestra
juventud tiene de nuestras Fuerzas Armadas. Desde ese punto de vista,
yo no haría la afirmación categórica de que el conscripto constituye
la cantera natural del voluntariado. En todo caso, me parece que más
de 4.000 no es una cifra despreciable.

Señor presidente, señorías, creo que ya me he referido al tamaño
presuntamente excesivo de nuestras Fuerzas Armadas cuando se está
hablando de 160.000, mitad de la horquilla, que sería 4 por mil y nos
pondría en la parte baja de la banda europea.

También agradezco al portavoz del Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió), como lo he hecho con el Grupo Parlamentario
Socialista, el fondo y la forma de su intervención. Le agradezco
mucho no tanto la felicitación como la comprensión del problema a que
nos enfrentamos. Llevar el barco de las Fuerzas Armadas al puerto de
la plena profesionalización en medio de tormentas y granizadas no es
fácil. Lo pasado hasta hoy, como ha dicho el portavoz, nos acredita
que vamos por el buen camino. Si podemos mejorar, debemos hacerlo.

Querría contestar a alguna de sus preguntas y aseveraciones. Una de
las grandes satisfacciones de estos tres años transcurridos del
proceso de profesionalización es que comenzamos yendo a otros países
para ver cómo lo habían realizado y estamos empezando a recibir
visitas inquiriendo cómo lo hemos hecho en tan corto plazo de tiempo
y con tan buen resultado. No digo que sea así, no quiero parecer ni
ser triunfalista, pero el hecho es que estamos recibiendo visitas de
otras Fuerzas Armadas extranjeras que se interesan por el proceso de
profesionalización aquí.

El cuadro en cuanto a los tres elementos que más se discutieron -el
contingente-, creo que lo más sensato es dejar al ciclo de
planeamiento; el ciclo de planeamiento estaba fijado en 130.000. Hay
que decir que en 1996, con un objetivo de 130.000 soldados y
marineros, teníamos más de 160.000 y parece, como en la obra de Muñoz
Seca, que tan malo es el no llegar como el pasarse, y nos estábamos
pasando. Hemos intentado corregirlo y por eso se han hecho, a veces
sin demasiada comprensión, declaraciones de excedentes de cupos o
modificación del reglamento de incapacidades.

Pensamos que la horquilla que se planteó y se aprobó por la comisión
mixta es correcta. Europa va a tener un proceso
de reducción de efectivos militares. La parte europea de la OTAN
gasta el 75 por ciento de lo que gasta la parte norteamericana en
defensa, y mientras los norteamericanos dedican este cien por cien a
sostener un ejército de millón y medio de personas, los europeos lo
hacen para sostener un ejército que se acerca a los tres millones de
personas. Es evidente que en Europa tiene que haber una enorme
reducción, y que si a alguien no afecta, con toda probabilidad, es
a España, téngase en cuenta el parámetro que se quiera tener. Por
tanto, nos parece que ese 102-120 es una horquilla que hoy por hoy
asegura los márgenes de bondad de la fijación del contingente que se
haga, repito, a través del proceso de planeamiento. Creo que he sido
suficientemente explícito con el calendario.

Atractivos o estímulos para la oferta. Tenemos dos problemas:
profesionales y conscriptos. La Cámara, la Constitución y el Estado
de Derecho nos prohíben dar ninguna ventaja a los conscriptos que
inmediatamente no se dé a los objetores, luego difícilmente
conseguiremos evitar esas cifras récord guiness en los objetores si
todo el estímulo, todo el acicate, toda la ventaja que le queramos
dar al conscripto, automáticamente se le da al objetor. La situación
relativa permanecerá exactamente idéntica.

Bajan las disponibilidades del contingente cada año porque aumenta,
es verdad, cada año implacablemente el número de objetores. Estamos
terminando con el servicio militar obligatorio y no es hora de
atribuir responsabilidades por la Ley de Objeción de Conciencia, pero
es evidente que este Gobierno no tiene la responsabilidad de una
legislación de objeción de conciencia que creo que nos pone, si no
otra cosa, más dificultad en la terminación final. ¿Por qué? Porque
conforme vayan aumentando, nos impide poder hacer anuncios que de
otra manera hubiera sido mucho más fácil realizar con carácter
previo.

Si no son para los conscriptos, ¿qué estímulos podemos dar para los
profesionales? Económicos. Acabo de decir que cuanto más estímulo
económico demos al profesional para que esté mejor pagado, menos
profesionales tendremos, teniendo en cuenta que las disponibilidades
presupuestarias son limitadas. Nada nos gustaría más que poder
duplicar o incrementar los sueldos para cada uno de los profesionales
y poder seguir manteniendo las cifras de reclutamiento anuales. Sería
ideal, pero no hay para todo y no hace falta explicar en la Cámara
las limitaciones de los presupuestos.

Si no son económicos, ¿qué podemos hacer? Yo creo que lo ha señalado
muy bien S.S.: facilidades para el reingreso. Pero no ha sido el
ministerio el que no ha buscado que se den facilidades en empresas
privadas y en administraciones públicas -estatal, autonómica y
local-. Durante la República, creo que en el año 1934, se creó una
brigada de carabineros, y a todos ellos se les puso que sería
considerado como mérito para el acceso a cualquier puesto en la
Administración pública. Señorías, eso hoy no lo hemos conseguido,
pero no ha sido por falta de voluntad del ministerio: prioridad para
el acceso en los concursos para las administraciones públicas. ¿Qué
otro aliciente se puede dar? Se pueden dar alicientes de un tipo de
vida que permita la formación. Nos parecía -se ha dicho que había que
decirlo claramente- quelos corsés rígidos no eran la mejor fórmula.

La semana



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pasada visité la guarnición de Melilla, y allí tienen unas horas por
la mañana, prácticamente toda la mañana, para obligaciones militares,
y una hora y media de estancia o permanencia en el cuartel para
formación. Es decir, dentro del horario tienen una gran flexibilidad
para poder dedicarse a tareas de formación que posibiliten bien la
promoción interna o bien la reinserción en la vida civil después. Con
ello quiero decir que lo que está a nuestro nivel lo estamos
intentando, pero no sería mala cosa reconsiderar esa ventaja del
acceso a las administraciones públicas como mejor incentivo, a la
vista de que la permanencia en el trabajo es, sin duda ninguna, y así
lo acreditan otros cuerpos de las Fuerzas de Seguridad, el mejor
estímulo para encontrar muchos solicitantes por plaza.

Preguntaba S.S. por la convergencia europea. La convergencia europea
va a influir, y no sólo en el contingente. Ahora mismo se va a
discutir en Finlandia la posibilidad de tener una fuerza de
intervención rápida europea, que estará compuesta básicamente de
unidades nacionales y a la que España con toda seguridad contribuirá.

Eso hará que en el elemento humano tenga que haber cada vez mayor
convergencia, y la convergencia, como a nadie se le escapa, va a ir
mucho más por la profesionalidad que por la conscripción a ese futuro
ejército europeo. Pero no va a ser sólo en el contingente. Tampoco va
a ser sólo en parámetros económicos, y es sobradamente conocido de la
Cámara el nivel de gastos en relación con el PIB que tiene España en
comparación con otros países occidentales. Va a ir por
interoperatividad y por comunidad de las compras. Hoy o mañana se
realiza una firma, quizá el primer paso irreversible en la industria
europea de la defensa, que es otra de las necesidades donde tendremos
que converger.

En lo del nuevo sorteo, que era una pregunta concreta, creo que la no
precipitación, la prudencia y en definitiva el silencio que ha
admitido S.S. me permite no contestar expresamente.

He contestado a lo del objetivo de fuerza. Yen cuanto a la capacidad
de atracción, me parece que sueldos y posibilidad de reinserción en
la vida civil hacen que estemos tocando todas las teclas. Hay una que
quería tocar especialmente, que es la titulación. Estamos a punto de
sacar un título de técnico en defensa, de acuerdo con el Ministerio
de Educación, para aquellas especialidades que no tienen fácil
equivalente en la vida civil. En lo demás, estamos muy cercanos a
obtener la equiparación de los títulos que se pueden conseguir en la
carrera militar con los de la carrera civil. Por tanto, creemos que
puede ser un importantísimo paso adelante.

Al viejo amigo y portavoz de Coalición Canaria, señor Mardones -creo
que lo de la comparecencia está suficientemente explicado-, le quiero
reiterar el agradecimiento por su espíritu de cuestiones de Estado,
como las que afectan a la defensa. Es verdad que el núcleo del
problema es la tropa, hemos intentado aclarar la relación entre
plazas y solicitantes. Le reitero que sí hay componente vocacional.

En las últimas encuestas, como sabe S.S., aparte de que en el bus
mensual metemos alguna pregunta de defensa, todos los años hay una
encuesta específica, y alrededor de un 60 por ciento de nuestros
soldados y marineros profesionales manifiestan un alto componente
vocacional. En todo caso, el ministro que le habla tiene constancia
de gente que, no
habiendo podido entrar en la academia militar, se mete, como vía de
acceso que le puede incluso llevar al generalato, en el ejército
profesional.

Hemos hablado de reserva y movilización. En cuanto a renovación de
compromisos, hasta un 90 por ciento, el 89 por no exagerar, renuevan
el compromiso, cifra extraordinariamente tranquilizadora, muy
favorable, pero que nos obligará a pensar a medio plazo, cuando no se
dé este volumen tan alto. No se han dado instrucciones especiales
para el reconocimiento médico. Se está intentando elaborar una
normativa que equipare a todo el mundo en España, para que todos
tengan el mismo nivel de exigencias, no otra cosa.

Coste de las campañas publicitarias. Aunque parte no se hace en
campañas de publicidad, el epígrafe presupuestario total dio, en el
año 1998, 1.600 millones, y en 1999, 1.950 millones.

Promoción interna. Estamos haciendo toda la que podemos. Como bien ha
dicho S.S., el cien por cien de los suboficiales vienen y tienen casi
la tarde entera. ¿Los que están en Bosnia? Los que están en Bosnia,
no, pero es que allí, señorías, rotan. Tendrán todos un período en el
que no podrán dedicar una parte del horario de cada día a prepararse,
pero todos tendrán la oportunidad de estar fuera y de tener una parte
de su horario que les posibilite la promoción.




La ley aprobada por la Cámara exige como requisito para nuestros
soldados y marineros que tengan la nacionalidad española, con lo cual
fenómenos como los que he explicado del Ejército británico no son
previsibles hoy por hoy. Termino expresándole mi agradecimiento,
porque me consta que S.S. siempre quiere lo mejor para las Fuerzas
Armadas.

Por último, como ha hecho alusiones no veladas a la intervención del
portavoz del Grupo Popular, quiero agradecer al señor Fernández de
Mesa, una vez más el apoyo y también la voluntad -que me consta y de
la que he sido testigo de excepción- que le ha caracterizado de
intentar llegar siempre, por medio del diálogo, a un consenso en
cuestiones como las que afectan a la defensa. También quiero
agradecerle la renuncia anticipada a cualquier electoralismo fácil, y
decirle que coincido con él en que aceleraremos todo lo posible,
siempre que lo permita la prudencia.




El señor PRESIDENTE: La Mesa había previsto, aunque no hay
precedentes sólidos -siempre lo hemos-, que en este caso concreto,
dada la importancia del debate, los grupos que lo deseen tendrán una
réplica que suplico que no sea en ningún caso superior a los cinco
minutos.

Tiene la palabra el señor Moya.




El señor MOYA MILANÉS: Seré muy breve. Quiero hacer algunas
puntualizaciones muy concretas y una reflexión final, nada más.

El reclutamiento forzoso, cantera natural o no. El señor ministro
decía que la conscripción no tiene por qué ser la cantera natural. Yo
puedo estar en parte de acuerdo con esa reflexión, pero también
estará de acuerdo S.S. conmigo en que, hoy, el conscripto es casi más
voluntario que conscripto,



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porque puede eludir prácticamente ir a la mili en este tramo final.

Si va, es más voluntario que forzoso.

La nota o las calificaciones. Su manifestación me ha arrojado una
sombra de preocupación, cuando ha dicho que la calificación para
admitir a los solicitantes no necesariamente tiene que ser el
aprobado, sino que el que saque mayor puntuación marca el listón. Me
ha parecido entender algo así. Si es así, sería un tanto preocupante.

Tercero, nos ha reprochado alegrías electorales. Vuelvo a decirle que
esto que hemos planteado ahora no es de hace dos meses, sino de hace
dos años y medio. Los documentos del Grupo Socialista en la materia
los conoce el Gobierno perfectamente desde entonces y no hemos
variado nuestra posición, por tanto, no se trata de un problema de
alegría electoral.

Cuarto, tamaño del Ejército, de las Fuerzas Armadas y
redimensionamiento del mismo. España se mueve en la banda media baja
de la Unión Europea y la OTAN en cuanto a la relación efectivos-
población. El ministro reconoce -lo ha dicho anteriormente- que
Europa va a tener un fuerte proceso de reducción de efectivos. Que
nos coloquemos en las cifras que dice el Partido Socialista no va a
variar esa posición, en primer lugar, porque la reducción que estamos
planteando no es drástica, y en segundo lugar, porque, si usted mismo
reconoce que va a haber una fuerte reducción de efectivos en los
ejércitos europeos y de la OTAN, vamos a seguir prácticamente en la
misma banda media.

Por último, algo que no es la primera vez que nos menciona pero en lo
que hoy ha puesto especial énfasis. Nos ha dicho que en la
legislatura pasada estábamos defendiendo 180.000 efectivos, y lo ha
dicho dirigiéndose al Grupo Socialista porque marcábamos esa cifra.

Nos pregunta: ¿Qué ha pasado para que antes dijeran 180.000 y ahora
140.000? Pues ha cambiado el modelo, ¿le parece poco? Cuando decíamos
180.000 estábamos en un modelo mixto, era una cifra para un modelo de
50 por ciento profesionales, 50 por ciento no profesionales, por
tanto era una cifra razonable. Pero con un ejército al cien por cien
profesional, una de las consecuencias inmediatas que tiene la plena
profesionalización es la reducción de efectivos. Que pasemos de
180.000 a 140.000 porque ha cambiado el modelo, me parece una razón
más que de peso, y no se puede argumentar que estábamos en una cifra
equis, porque entonces nos encontrábamos en otro contexto. Ahora el
contexto es de plena profesionalización, y todo el mundo reconoce que
la plena profesionalización conlleva una necesidad de menores
efectivos, porque todos dedican su tiempo, su vocación y su energía a
la tarea y todos son profesionales. Un cuerpo institucional, de las
Fuerzas Armadas o de cualquier otro sitio, que se nutre al cien por
cien de sus profesionales, no puede tener la misma necesidad de
efectivos que si se nutriera al 50 por ciento. No ha habido un cambio
de posición, sino de modelo, y lo único que hemos hecho ha sido
adaptar la dimensión a este cambio.

Finalmente, el señor ministro ha tenido unas palabra premonitorias de
despedida. Al portavoz del Grupo Socialista le ha dado la impresión
de que ésta era una sesión prácticamente de despedida del señor
ministro. En el caso de que sea así, quiero agradecerle las palabras
de reconocimiento que ha tenido para los grupos parlamentarios,
incluido el Grupo Socialista. Le puedo asegurar que el interés que
nos ha movido en nuestra trayectoria en estos años, tanto cuando
estábamos en el Gobierno como ahora en la oposición, ha sido la
defensa de los intereses de España, la defensa de las Fuerzas Armadas
y su plena integración en la sociedad. Si su anuncio se convierte en
realidad, le deseo, en nombre de mi grupo, toda clase de éxitos y de
suerte en lo personal.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Campuzano.




El señor CAMPUZANO I CANADÈS: Sólo quiero decir cuatro cosas, con
mucha brevedad.

La dimensión del proceso de convergencia europea en materia de
seguridad nos va a obligar a todos a realizar un proceso de
redimensión de los aspectos cuantitativos de las Fuerzas Armadas,
pero también de la dimensión geoestratégica que juega el Estado
español en el concierto europeo. Los elementos a los que se refería
el señor ministro: la amplitud de costa, la existencia de
archipiélagos, la presencia en dos ciudades españolas en el norte de
África y los problemas de los tráficos ilícitos van a ser también
retos para el conjunto de los europeos y, por tanto, las respuestas
las vamos a encontrar en clave europea. Creo que este proceso es ya
irreversible. No estamos hablando de aquí a tres o cuatro años. Si
nos situamos en la larga ola de la historia, estamos abocados de
manera positiva a un proceso de real unidad en materia de seguridad y
defensa, y, por tanto, la dimensión será ésa.

El señor ministro y yo hemos mantenido a lo largo de esta legislatura
visiones diferentes, cosa que no es mala, porque expresa la
pluralidad política de la sociedad española. Creo que el proceso de
crecimiento de la objeción de conciencia no está relacionado con la
existencia o no de legislación más o menos favorable, sino con dos
cuestiones: primera, un elemento sociológico de profunda
deslegitimidad del servicio militar obligatorio, expresada de manera
más brutal por la objeción de conciencia, y segunda, que no es
imputable a su Gobierno, que es la mala gestión que ha existido
durante muchos años en esta materia. Muchos jóvenes que optaron en su
día por hacerse objetores de conciencia, lo hacían desde la
perspectiva de no tener que hacer nada. Con el cambio de la ley y con
la mejor gestión que ha existido en esta legislatura en esta materia,
difícilmente alguien podría hacerse objetor de conciencia con la
perspectiva de no hacer nada. Hoy, los plazos de incorporación a las
plazas de la PSS se sitúan en menos de un año. Esto tiene otro efecto
claro: que aquellas personas que se hacían objetores de conciencia
porque tenían una urgencia personal, hoy saben que a través de la
prestación social pueden combinar un servicio más suave con la
terminación de sus estudios, compatibilizarlo con su trabajo o irse a
vivir con su pareja, factor muy importante. En cuanto a las
remuneraciones, los mayores incentivos, va a depender de la voluntad
política de la Cámara y del Gobierno. A mayor voluntad política del
Gobierno, de la Cámara y de los grupos, puede haber mejores sueldos y
mayores incentivos. El reto de la siguiente legislatura será expresar
esta voluntad política. Ahí reclamaba esa imaginación, esa



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ambición, ese saber crear esas complicidades más potentes que nos
permitan avanzar.

Una última reflexión, que enlazaré con la siguiente cuestión, es que
estamos hablando de los conscriptos, de los profesionales y en este
proceso final la dimensión humana que está recibiendo la carga de
aguantar el sistema están siendo, no digo los sectores más débiles,
pero sí con menos niveles de información y de formación. Por suerte o
por desgracia, hoy los ciudadanos jóvenes con más nivel de
información y de formación optan mayoritariamente por la prórroga o
por la objeción de conciencia. Seamos conscientes de que esa
prudencia en la que coincidimos nos obliga a que recaiga sobre
sectores muy débiles de la sociedad la obligación de mantener la
operatividad de las Fuerzas Armadas. El Gobierno debe tener muy
presente esta dimensión humana.

Para terminar, en la línea del portavoz socialista, señor Moya, más
allá de lo protocolario, de felicitar al señor Ministro, en la medida
en que tenemos sensibilidades y perspectivas diferentes a la hora de
analizar muchísimas cosas de la vida, desde elementos generacionales
hasta experiencias personales, se demuestra que cuando existen
asuntos importantes en los que trabajar, todos podemos encontrar
espacios suficientes de convergencia real en lo personal y en lo
político. Yo personalmente y mi grupo estamos satisfechos y estoy
seguro de que el futuro le va a deparar al señor ministro en lo
público y lo privado responsabilidades interesantes, productivas y
útiles para el conjunto de la sociedad. Atodo eso, mucha suerte.




El señor PRESIDENTE: Señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Voy a ser breve, señor presidente. En
primer lugar, sobre las explicaciones del señor ministro, quiero
ratificar que la postura de este diputado de Coalición Canaria, con
respecto al contingente, ha sido la de aceptar la cifra que habíamos
aprobado y que el Gobierno juegue, según las circunstancias
operacionales o económicas, entre la horquilla de los 102.000 ó
120.000. Coincido plenamente con la reducción que viene de las
fuerzas militares a nivel de Europa. El señor ministro ha señalado un
parámetro de comparación con el número de las fuerzas norteamericanas
y su inversión presupuestaria y el de las europeas, en el marco del
pilar europeo de la OTAN y las inversiones que tienen. Eso es así,
señor ministro. La parte europea no resiste un análisis de ubicación
de recursos para sacar un mejor rendimiento a esa función. Por tanto,
nosotros nos mantenemos en el contingente.

Igual que en 1992 la declaración de Petersberg de la Unión Europea
occidental fijó aquellas tres misiones, las misiones Petersberg. En
España habría que hacer las misiones dentro de España, no hacia fuera
de Petersber, es decir, qué misiones tienen las Fuerzas Armadas en el
contexto de la nación española. ¿Por qué digo esto? Ya sabe, señor
ministro, que siempre he tratado de vertebrar nuestras Fuerzas
Armadas con la sociedad española. Alguna de mis enmiendas -y no he
tenido la suerte del portavoz de Convergència de colocar muchas
enmiendas- pretendían vertebrar las Fuerzas Armadas, por ejemplo, con
el asociacionismo -con el mejor sentido y buena intención con que
esto se hace-, no solamente para que se responda a llamamientos.

Doy por buena la encuesta que disponga el señor ministro
sobre el grado vocacional que venga en la clase de tropa y marinería,
pero habría que distinguir si esa vocación es más atractiva en tropa
para el Ejército del Aire o en marinería para la Armada que en
Tierra, donde están las mayores deficiencias a este respecto, por
mantenernos en la horquilla pues son 20.000 hombres o mujeres los
efectivos que se pueden tener. Al mismo tiempo, habría que solventar
los problemas de profesionalidad y de adecuación de la mujer a las
unidades especiales de nuestras Fuerzas Armadas, porque no es que la
ley trate de igualar, sino que, a veces, son las circunstancias, los
sistemas de armas a los que se sirve, o la operatividad de esas
unidades, las que condicionan, como se puede condicionar la altura o
el grado de visión de una persona, lo cual no significa menoscabo
o eliminación, sino que se debe a las circunstancias físicas o
psíquicas adecuadas a los sistemas de armas o unidades cooperativas.

Coincidimos plenamente en los problemas que va a traer la tropa y
marinería, que es el núcleo central del problema efectos formativos.

En cuanto a las palabras de despedida de los otros portavoces, soy
escéptico. Llevo 20 años encontrándome con don Eduardo Serra, desde
la secretaría y el consejo del INI, hasta hoy. Hemos recorrido 20
años en los que creo que hemos puesto siempre lo mejor de nuestra
profesión al servicio del Estado y de la sociedad española.




El señor PRESIDENTE: Señor Fernández de Mesa.




El señor FERNÁNDEZ DE MESA DÍAZ DEL RÍO: Quiero reiterar el
reconocimiento a todos los grupos políticos y, sobre todo, la
felicitación al Gobierno porque estoy convencido de que el Ejército
voluntario, el Ejército profesional es una realidad.

Termino diciendo -aunque no pensaba hacerlo, pero así lo han hecho
todos los grupos políticos- que, a pesar de la voluntad expresada por
el ministro en este momento y su deseo, conociendo su trayectoria,
sabiendo que es funcionario del Estado y, sobre todo, que ha estado
siempre al servicio de España, por encima de su voluntad estará el
deseo de lo que en cada caso la sociedad española le demande. Estoy
convencido de que habrá tiempo para hablar de otras cuestiones.




El señor PRESIDENTE: Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): He dicho que estamos al
final de la legislatura. Todos los que estamos en la vida política
nos hemos dicho que aquí hay que estar como si se estuviera toda la
vida, pero pensando que mañana uno se marcha. Esa es la actitud, a mi
juicio, más sana de estar en política. Esta legislatura toca a su fin
y, por tanto, este Gobierno también toca a su fin. Como dijo algún
cantautor el futuro no está escrito. El ánimo del ministro que les
habla es el considerar que es la hora de dar cuentas del trabajo que
se anunció en diciembre de 1996. Por lo demás, ha sido un placer y un
privilegio estar con ustedes. Espero que la vida nos dé ocasión de
seguir viéndonos.

Brevemente, señor presidente, paso a contestar a losdistintos
portavoces. Se podría aceptar que hoy la cantera



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tiene un cierto grado de voluntariedad. En cuanto a las
calificaciones, he pretendido decir lo contrario. No se ha rebajado
del aprobado. Lo que es evidente es, que si había siete aspirantes
por plaza en una convocatoria y aprobaban cinco, como no había más
que una plaza, había que hacer la nota más selectiva y se le daba a
alguien que había sacado más que un aprobado. El menor número de
opositores por plaza no ha hecho, que sepa el ministro, que es lo que
he pretendido decir, que bajara nunca la exigencia por debajo del
aprobado.

De las ideas electorales he tomado buena nota. Conozco la trayectoria
personal del portavoz, de manera que no hay ninguna reserva mental.

Sólo respecto del tamaño y, como siempre, con toda cordialidad,
querría decirle que el modelo de Fuerzas Armadas 2000, para un modelo
mixto, fija 180.000 que, quitando 50.000 cuadros de mando, quedan
130.000. Modelo mixto: 65.000, profesionales, 65.000 conscriptos.

Ahora vamos a ir a un modelo cien por cien profesional. No querría yo
que ninguna calculadora nos sacara qué valoración merece el
conscripto si consideramos que vale menos de la mitad de un
profesional. La estimación del ministro que les habla es que la
diferencia entre el conscripto y el profesional nunca debe exceder en
operatividad, en utilidad, del 20 por ciento. Sacando con
calculadoras los números nos darían unas cifras que, a mi juicio,
están dentro de la horquilla. En todo caso, como ha dicho el portavoz
del Grupo Popular, tan lejos o tan cerca está una cifra de la otra,
como la otra de la una.

Tengo que matizar que no sólo por distinta formación trayectoria,
origen y generación, sino que, por eso mismo, es un modelo de cómo se
puede llegar a acuerdos entre personas de distintas trayectorias y
objetivos. Ortega, citando a Mommsen, decía que el Imperio Romano era
la historia de un vastísimo proceso de incorporación. Incorporación
quiere decir que cada uno, cada generación va poniendo lo mejor que
tiene para que, sobre eso, construyan los siguientes. Ver que España
empieza a ser otra vez un proceso de incorporación, no sé cuanto de
gigantesco, es una de las grandes satisfacciones del paso por esta
Cámara.

Tiene razón S.S. en que es un tema de voluntad política pero, como
bien ha dicho, del Parlamento y no sólo del Gobierno, aunque también.

Querría comentar una frase: aunque sean económicamente débiles y
culturalmente desfavorecidos los nombres de los héroes que ha dado el
ejército español no disminuyen por el bajo origen económicosocial.

Muchas veces, las mayores glorias humanas se
encuentran con ese origen. No me preocupa nada que no tengan alta
renta per cápita los que entran en nuestras Fuerzas Armadas.

Hemos discrepado en cuanto al sindicalismo de las Fuerzas Armadas,
pero siempre he captado el sentido de Estado del portavoz de
Coalición Canaria. Tiene razón S.S. en que nos falta dar un paso para
la vertebración ejércitosociedad, un paso capital, que es que el
ciudadano español -y no digamos los representantes del mismo, los
parlamentarios- vean con absoluta nitidez todo el proceso que empieza
en una capacidad que la nación desea que tenga su ejército, en una
misión que pueda realizar, y debe terminar en la adquisición de un
sistema de armas o en la fijación del contingente. Nos falta un paso
y cuanto antes se dé, mejor para la sociedad española.

Por último, quería reiterarle al portavoz del Grupo Popular mi
agradecimiento por su colaboración impagable y también mi esperanza
de que sigamos teniendo relación.




El señor PRESIDENTE: Me tienen que permitir que le reitere al
ministro el agradecimiento por su presencia aquí no sólo hoy, sino
también a lo largo de toda la legislatura en esta Comisión.

Como presidente de la Comisión, he sido testigo de excepción de los
esfuerzos permanentes del ministro por conciliar su compleja agenda
de compromisos y viajes oficiales, ineludibles en la mayor parte de
las ocasiones, con su voluntad clarísima de estar presente en esta
Comisión y de atender a los requerimientos de los distintos grupos
parlamentarios.




Me tiene que permitir que recuerde ahora su primera comparecencia,
cuando nos dejó como frontispicio de su actuación ministerial la idea
de la necesidad de la defensa. Creo que ha contribuido decisivamente
a que la sociedad española, que nosotros representamos, comprenda esa
necesidad de la defensa, y ha hecho aportaciones decisivas -todo el
proceso de profesionalización plena lo es- a la defensa de nuestros
país que, en el futuro, que es cuando es importante, se valorarán -y
no lo digo por decir una palabra más- como históricas. Por eso,
espero que pueda seguir haciendo esas aportaciones a la defensa de
España.




Muchas gracias a todos, se levanta la sesión.