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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 423, de 02/04/1998
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL



CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1998 VI Legislatura Núm. 423



AGRICULTURA, GANADERIA Y PESCA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JOSE CRUZ PEREZ LAPAZARAN



Sesión núm. 26



celebrada el jueves, 2 de abril de 1998



ORDEN DEL DIA:



Comparecencia de los señores Albert Martínez, Puigdomènech Rosell y Ramón
Vidal, en representación del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC), para informar sobre el tratamiento de los productos
transgénicos agroalimentarios (Número de expediente 212/001309).




Se abre la sesión a las doce y diez minutos del mediodía.




El señor VICEPRESIDENTE (Amarillo Doblado): Señoras y señores diputados,
damos comienzo a la sesión número 26 con la comparecencia de don Armando
Albert Martínez, don Pedro Puigdomènech Rosell y don Daniel Ramón Vidal,
en representación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
para informar sobre el tratamiento de productos transgénicos
agroalimentarios.

Tiene la palabra el señor don Armando Albert Martínez.




El señor REPRESENTANTE DEL CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES
CIENTIFICAS --CSIC-- (Albert Martínez): Señor presidente, señorías,



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en mi nombre y en el nombre de mis colegas quiero, antes que nada,
agradecerles su deferencia en pedir nuestra contribución para el
esclarecimiento de un tema que en estos momentos es de un enorme interés
y posible trascendencia, como es la aplicación de la biotecnología, entre
otras cosas, a la agricultura, que es lo que les concierne a ustedes como
Comisión especializada.

El concepto de que los científicos somos unos seres más o menos extraños
que vivimos en una torre de marfil me gustaría que después de esta
comparecencia por lo menos no continuara en sus mentes. Los científicos,
aparte de dedicarnos a cosas más o menos especializadas, somos ciudadanos
y somos conscientes de que nuestro trabajo tiene una enorme trascendencia
social. Nos gustaría además que ustedes llegaran a la conclusión de que
la ciencia no es una obra del espíritu, como podrían ser la música o la
literatura; es un instrumento de progreso económico y social, y en ese
sentido cada vez estamos más concienciados los científicos de que nuestro
trabajo como funcionarios independientes --por tanto, no sujetos a
ninguna presión de carácter económico-- es muy importante para la
sociedad y de alguna manera nos alegra que en una situación como ésta
tengamos ocasión de decir lo que creemos que puede ser importante para el
desarrollo económico de nuestro país dentro del entorno económico en el
que nos movemos.

Después de este preámbulo, también me gustaría clarificar algunas cosas.

Mi presentación va a ser de tipo general. Voy a hablarles de lo que es la
biotecnología, qué significa la biotecnología desde un punto de vista más
o menos económico y qué reglas o normas se han impuesto para que la
biotecnología sea una tecnología más, segura y beneficiosa para la
sociedad y para las empresas también, por qué no.

La biotecnología es una actividad casi tan antigua como la agricultura.

El hombre aprende a cultivar y casi inmediatamente hay datos de que se ha
utilizado la biotecnología muy seriamente con más de 3.000 años de
antigüedad, porque el hombre aprendió rápidamente a transformar algunas
sustancias, como el mosto de la uva para convertirlo en vino, que era una
cosa en muchas sociedades incluso vinculada a la mitología y a las
divinidades; el hombre aprendió a hacer cerveza a partir de la malta; el
hombre utiliza la transformación de la leche para obtener productos
lácteos que se conservan mejor, como el yogur y como el queso; el hombre
aprende a hacer pan, una cosa tan corriente es también biotecnología. En
definitiva, cuando el hombre va progresando y el conocimiento le permite
explicar estos procesos que antes eran puramente empíricos y hasta casi
mágicos, el hombre empieza a mejorar las plantas y los animales e incluso
aprende a inducir mutaciones tanto en plantas, como en organismos, como
en animales, de tal manera que el hombre va mejorando las especies
naturales que había, hasta tal extremo que alguna de las especies ahora
tan comunes como el maíz se piensa que no existía; fue un cruzamiento más
o menos fortuito o más o menos intencionado de dos especies que han
producido una cosa tan interesante como es el maíz.

No me voy a extender en estos aspectos. Lo que me gustaría es darles la
idea de que el hombre está familiarizado con la biotecnología primero,
con las modificaciones genéticas, con la utilización de los
microorganismos, algunos mutados artificialmente, como por ejemplo para
obtener mayores rendimientos en la fermentación para obtener
antibióticos, que es un proceso bastante reciente, pero es a mediados de
los años setenta cuando el hombre, a través del progreso científico,
sobre todo en el campo de la biología molecular, no sólo comprende lo que
significa la información genética, la base molecular de la información
genética, sino que aprende a modificar la información genética en los
organismos vivos, con lo cual aparece lo que ahora llamamos técnicas de
DNA recombinante, es decir, procedimientos para que, mediante
manipulaciones y tecnologías perfectamente establecidas en el
laboratorio, se pueda cambiar la información genética de los organismos,
de tal manera que produzcan o modifiquen su comportamiento y nos reporten
beneficios a la humanidad.

Este avance científico es el que ha permitido lo que ahora conocemos como
biotecnología moderna. En definitiva, la biotecnología moderna, por sus
posibilidades, deja de estar vinculada a la agricultura, deja de estar
vinculada incluso a la sanidad para convertirse en lo que llamamos una
tecnología horizontal. Es una tecnología que se puede aplicar a diversos
sectores de producción tan extraños o tan diferentes como pueden ser la
química, la sanidad, la agricultura, las plantas o la manipulación de
animales. Incluso se ha demostrado que puede ser fundamental para la
biorremediación, para la degradación de compuestos generados por el
hombre, que son resistentes y que pueden ser contaminantes muy
perjudiciales.

La biotecnología actualmente se define como la utilización de organismos
vivos o partes de los mismos para obtener o modificar productos, mejorar
plantas o animales o desarrollar microorganismos para objetivos
específicos. Es la misma definición de siempre un poco ampliada, porque
para hacer el pan utilizábamos una levadura, para obtener vino
utilizábamos una levadura, para obtener queso utilizábamos un enzima, que
es una parte de un organismo vivo que provocaba la coagulación de la
leche y que permitía la obtención de queso. Lo único que ahora ocurre es
que podemos modificar las plantas, los animales y los microorganismos
para obtener productos o para obtener algún beneficio. Excuso decirles
que la biotecnología no es una ciencia que haya aparecido ahora; es
simplemente la aplicación de una serie de conocimientos muy diversos que
van desde la biología molecular, la bioquímica, la genética, las
ingenierías --tanto la ingeniería química como la bioquímica--, incluso
la robótica, la informática, que en definitiva nos permiten mejorar los
procesos u obtener productos que antes no eran fáciles de obtener.

La biotecnología, aunque sea actualmente, no se refiere única y
exclusivamente a la utilización industrial de las técnicas de DNA
recombinante; el concepto es mucho más amplio. Existen técnicas que son
de enorme interés en la biotecnología actual, como es la obtención y uso
de anticuerpos monoclonales, los cultivos celulares, el manejo de
técnicas de micropropagación, incluso recientemente lo que conocemos como
tecnologías de biorremediación y lo que se ha venido en llamar ingeniería
de proteínas, diseñar



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proteínas que tengan un comportamiento específico mejorando las
condiciones en que se mueve la naturaleza como tal; es decir, podemos
mejorar la situación y el comportamiento de algunas proteínas.

La biotecnología aparece a finales de los años setenta, como les he
dicho, porque en Estados Unidos se constituyen unas pequeñas empresas, la
biotecnología industrial como la conocemos actualmente, en donde
científicos provinientes de las universidades se asocian con economistas,
con gente que tiene conceptos o ideas sobre lo que significa una empresa,
apareciendo muy pequeñas empresas que se dedican a aplicar los
conocimientos científicos para la obtención de productos muy concretos.

Hay que decir que estas empresas se dedican inicialmente a la obtención
de productos fundamentalmente sanitarios y farmacéuticos, porque las
posibilidades que encierra la biotecnología en el campo de la sanidad son
extraordinarias, y si tenemos tiempo hablaremos un momentito de estas
posibilidades. Estas empresas start-up, que es como las denominan los
americanos, han llegado a ser en Estados Unidos unas 1.300. El número
parece estabilizado, pero no son siempre las mismas, sino que aparecen y
desaparecen. Existe cierta fluidez, porque no siempre se obtienen los
resultados en el tiempo adecuado y entonces muchas de esas compañías si
fracasan desaparecen, son compradas o simplemente los universitarios se
vuelven a su universidad y se acabó la historia.

En Europa las cosas son diferentes. Estas 1.300 compañías americanas son
la base del liderazgo norteamericano en el campo de la biotecnología en
general, sobre todo, en la biotecnología sanitaria donde tienen una
manifiesta ventaja sobre las demás. En Europa sólo se han detectado unas
600-700 empresas, que emplean a unos 20.000 técnicos y especialistas,
frente a los 110.000 que utilizan los norteamericanos. Los
norteamericanos tienen un flujo económico de ingresos de alrededor de
10.000 millones de euros o ecus, como ustedes quieran, frente a los
europeos que realmente es mucho menor, mil ciento y pico millones de
euros, pero es muy importante que estas pequeñas empresas americanas
prácticamente no hacen beneficios ya que su gran inversión es en
investigación. Las empresas biotecnológicas son empresas de
investigación, hasta el extremo de que las americanas gastan 6.000
millones de euros, una cantidad que se pierden en la mente de un español
por lo menos. En Europa también se gasta bastante dinero pero es un orden
menor de magnitud, alrededor de 600 millones de ecus.

¿Qué tenemos en España? En España tenemos unas 40 empresas que pudiéramos
decir están dedicadas a la biotecnología, pero que utilicen las más altas
tecnologías son veintitantas, cuyos laboratorios emplean unos 2.000
técnicos. Hay que considerar que existen empresas que pudiéramos llamar
consolidadas, empresas fundamentalmente del sector farmacéutico y del
alimentario que también tienen programas de biotecnología, de tal manera
que están empezando a tener en cuenta las técnicas y los procesos que ha
desarrollado la biotecnología.

¿Por qué el retraso europeo frente al americano? Los estudios de la
generación de empresas han demostrado que para que aparezca la
biotecnología hace falta, primero, un clima científico, una comunidad
científica capaz de utilizar y desarrollar las más modernas técnicas de
biología molecular y celular. En eso no hay ningún inconveniente. Europa
tiene alto nivel científico en todos los ámbitos, y especialmente en el
de plantas, tan bueno o mejor que el americano, pero hace falta también
un clima que podríamos llamar empresarial. Este clima empresarial es muy
importante y depende de la capacidad emprendedora de la gente y de los
medios económicos para que estas empresas empiecen a funcionar, porque
estas empresas requieren una inversión inicial que no da ningún
rendimiento hasta por lo menos pasados cinco, seis o más años. De alguna
manera esto requiere una inversión de mayor riesgo que el habitual, mayor
que la que hacen los bancos normalmente, es decir, lo que ustedes
probablemente conocen mejor que yo como capital-riesgo, en Europa tiene
una tradición mucho menor que en Estados Unidos y no digamos en España.

Por último, existe también la necesidad de que haya un clima social
adecuado. ¿Qué quiere decir este clima social? No sólo una percepción
pública, de la que voy a hablar a continuación, sino una legislación que
proteja las invenciones biotecnológicas. Una invención biotecnológica
normalmente es un nuevo microorganismo, una nueva planta, un nuevo
animal, o a lo sumo un microorganismo que produzca un enzima que interesa
y que antes no se producía, o una planta que produzca un fármaco que
antes se producía por otros procedimientos. Esto ha costado y hasta hace
poco se pensaba que no se podrían patentar seres vivos; la legislación ha
sido una batalla que ha habido que vencer y que no han tenido que
hacerlo, por ejemplo, otras tecnologías emergentes, como la informática,
la obtención de nuevos materiales o la microelectrónica, que no han
tenido que superar barreras legislativas. Por otro lado, precisamente
porque existe una percepción pública que puede ser por lo menos
desconfiada en relación con lo que pueda hacer la biotecnología, es
preciso que exista una legislación, un clima legislativo que permita
proteger la salud humana y animal y al medio ambiente, porque si no
realmente podría haber desconfianza o algún riesgo.

Para que se hagan una idea de lo que significa el mercado actual en el
campo de la biotecnología, en los países de la OCDE se ha demostrado que
el flujo de dinero por ingresos de la biotecnología está en torno a los
12.000 millones de euros en el año 1996, pero el crecimiento es casi
exponencial. Por ejemplo, en el campo de plantas se está hablando ahora
de unos 600 millones de dólares al año y en el año 2005 se habla ya de
más de 4.000 millones, es decir la progresión va a ser tremenda en pocos
años.

Como les había dicho antes, el campo más desarrollado económicamente es
el sanitario, que copa alrededor del 70 por ciento del flujo económico en
biotecnología, seguido de lo que conocemos con el nombre de suministros
industriales, que es alrededor del 13 ó 14 por ciento; en cambio, la
agricultura no sobrepasa el 8 por ciento. Pero como les he indicado ya,
este campo es el que crece más rápidamente, lo mismo que está ocurriendo
con la biotecnología europea. Llevamos retraso, pero crecemos más deprisa
que los americanos en este momento.




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¿Qué significa la biotecnología en sanidad? Pues fundamentalmente la
obtención de proteínas que se conseguían por simple purificación, como
ocurría con la insulina. La insulina, como ustedes saben, es una hormona
necesaria para los diabéticos que tienen problemas de producción de esta
hormona, y se suministra sobre todo una insulina purificada de animales,
concretamente de cerdos. Hemos tenido suerte en que para el ser humano
vale la hormona insulina de los animales, lo mismo que sucede con otra
hormona, la calcitonina, que la de salmón resulta mejor que la humana. En
el caso de la insulina no ha existido problema, pero hay otras hormonas,
como la del crecimiento, cuya falta provocaría el enanismo en niños, de
la que solamente vale la hormona de crecimiento humana, y pueden ustedes
imaginarse que no era fácil de obtener porque sólo podía obtenerse de
cadáveres. Pues bien, mediante la biotecnología se obtiene por
transformación de microorganismos una hormona de crecimiento que es
absolutamente idéntica a la que producen los seres humanos.

Otra cosa muy importante es la obtención de proteínas que tienen acciones
que pueden ser naturales, es decir que existen en el organismo, pero cuya
producción puede tener dificultades. Un ejemplo es la eritropoietina, que
es la proteína que se encarga de activar la renovación de los glóbulos
rojos; por ejemplo, en el caso de los enfermos de riñón terminales
--terminales en el sentido de que no tienen riñones que produzcan esta
proteína--, el único procedimiento para lograr que sobrevivan, además de
la diálisis periódica, es hacerles transfusiones de sangre, que siempre
suponen un gran riesgo, acuérdense del sida, de las hepatitis, etcétera.

Pues bien, si se les suministra la eritropoietina, estos enfermos
sobreviven sin mayores dificultades. Es una proteína normal que existe en
el organismo, por lo que no se introducen cosas extrañas, que es el otro
temor que se asocia a la biotecnología, lo que ha supuesto para la
empresa que lo ha producido --para que se hagan una idea de lo que
significan estas cosas-- más de 2.500 millones de dólares en los tres o
cuatro años que lleva en el mercado.

Existen otras proteínas y, sobre todo, existe la posibilidad de hacer
vacunas que antes eran dificilísimas de conseguir. Con vacunas como la de
la polio hubo bastante suerte porque se podía atenuar el virus, pero hay
ocasiones en que esto no es fácil y hay que hacer transformaciones en el
virus para que no sea infectivo y sirva como una vacuna. Hay incluso
vacunas de la última generación, que son de DNA desnudo, y que tienen una
serie de ventajas, aunque tienen también algunos inconvenientes, pero si
se consigue generalizar su uso para lo que sirven, se podrá vacunar, por
ejemplo, a la población del Tercer Mundo, que tiene dificultades porque
carece de cadenas de frío, porque las vacunas normales son muy caras,
etcétera.

Existe también un aspecto muy importante en sanidad, que es el de los
diagnósticos. Ahora se puede diagnosticar cualquier cosa muy fácil y
rápidamente de manera que se tenga una evidencia inmediata de la
existencia de algún agente patógeno, hasta el extremo de que con técnicas
adicionales como la llamada del PCR, que permite multiplicar el DNA
aunque haya una sola célula incorrecta en el organismo, prácticamente se
podría detectar que existen, por ejemplo, células que pueden producir
metástasis, en el caso del cáncer, por no hablar de la enorme cantidad de
sustancias que se están desarrollando, y que están a punto de salir al
mercado, para poder curar tipos de cáncer muy concretos y determinados.

En este momento están aprobadas por las agencias que regulan los fármacos
entre 70 y 80 productos, pero en la reserva hay ya cientos de productos
que van a permitir cambiar el tratamiento de enfermedades que hasta ahora
se consideraban prácticamente incurables.

En cuanto a los suministros industriales, voy a dar sólo unas pinceladas.

Tienen importancia porque permiten obtener productos de bajo peso
molecular, como péptidos, antibióticos, etcétera, que pueden ser
definitivos; es posible la obtención de enzimas de interés industrial,
como lipasas y proteasas, algunas de las cuales tienen enorme importancia
industrial porque permiten la obtención de productos que es muy difícil
conseguir mediante las técnicas químicas normales y suponen una
importante contribución de la biotecnología a la industria. Entre otras
cosas, en Japón se dedicaron más bien a mejorar los procesos que a
obtener productos, con lo cual han obtenido unos procesos económicamente
más rentables y técnicas de obtención de productos intermedios que tienen
enorme interés económico.

Sobre el caso que más nos preocupa aquí y ahora no voy a extenderme
demasiado porque ya les informarán mis colegas, sí puedo decirles que se
han conseguido tanto plantas como animales transgénicos con fines muy
concretos: para mejorar la producción, para obtener nuevas
características, para hacerlos resistentes al entorno, a la sequía, a la
salinidad, para hacerlos resistentes a herbicidas de tal manera que no se
utilicen indiscriminadamente sustancias químicas que no interesan al
medio ambiente, pero además la biotecnología se ha utilizado en el campo
de las plantas para obtener micropropagación; a partir de una célula se
puede obtener una planta entera. Imagínense ustedes el interés que esto
tiene cuando se quieren obtener, por ejemplo, plántulas para reforestar
en países como Australia o España, donde interesa obtener muchas
plántulas que permitan hacer una reforestación económica y viable. En un
tubo de ensayo hay millones de células, y pueden ustedes imaginarse lo
que eso significa para la producción de plántulas que permitan, por
ejemplo, la reforestación o las replantaciones de cualquier tipo.

También hay productos para diagnóstico de enfermedades de plantas y
biofertilizantes. Ya sabemos que los fertilizantes aparte de ser
carísimos consumen mucha energía para obtener los nitratos, el amonio,
etcétera, y hay microorganismos que de una manera natural retienen el
nitrógeno de la atmósfera, y de una manera simbiótica lo facilitan a un
tipo de plantas. Se están modificando esos microorganismos para obtener
mejores técnicas de fijación de nitrógeno, y no sólo en lo que estos
microorganismos hacen de forma natural, sino que se pueden transformar
para que sean capaces de fertilizar o ayudar a la fijación de nitrógeno
en cultivos en los que no se daría de forma natural.

En el caso de los animales tenemos más problemas, porque existen razones
de tipo ético, pero también hay animales



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para obtener productos de carácter farmacéutico. Probablemente hayan oído
hablar de que es posible obtener proteínas de interés farmacéutico en la
leche de las vacas, de las cabras, en general de los animales hembras; de
ahí el interés de la clonación, porque al producir leche sólo las
hembras, al ganadero que tuviera un rebaño de animales de interés de
producción le gustaría tener sólo hembras y no machos y hembras. Ahora se
está trabajando para que la producción de estos compuestos de interés se
haga en la orina, no en la leche. En la orina se produce mucha menos
cantidad de proteína, pero tiene una enorme ventaja: la orina es un
elemento del cual se pueden purificar las proteínas con una enorme
facilidad. Por consiguiente, tenemos dos ventajas: una, la purificación,
que es mucho más fácil aunque se obtenga menos; y en segundo lugar, que
ya nos da igual, podemos tener machos y hembras porque orina producimos
todos.

La biotecnología va buscando lo que es más conveniente desde el punto de
vista económico, y también quiero decirles --con esto voy a terminar--,
desde el punto de vista social. La biotecnología al principio preocupó a
los propios científicos hasta el extremo de que se establecieron unas
normas muy estrictas, unas guías --guides lines en inglés--, no unas
leyes sino unas normas a las que se debían atener todos los científicos
que utilizaran las técnicas de DNA recombinantes. Eso fue aceptado y con
el tiempo se demostró que todas aquellas preocupaciones, aunque en el
inicio estaban justificadas, luego se ha visto que eran una exageración,
hasta el extremo de que los propios conocimientos han permitido
legislaciones que en Estados Unidos se establecieron hacia el año 1985 y
que en Europa ha sido en los años noventa, donde se establecen las
famosas directivas. Estas directivas son un compendio de mecanismos para
proteger la salud humana y el medio ambiente, asegurando que ningún
experimento de las características que hemos venido hablando y en los que
haya modificaciones genéticas suponga riesgo para el ambiente, ni para la
salud de los animales y de las personas.

Esa legislación está trasladada en España, se tardó un poco pero está en
vigor. Ustedes recordarán que el reglamento se ha publicado no hace mucho
tiempo, hace un par de años y que existen dos cuestiones. Por un lado,
siempre que se manejen microorganismos y organismos en general
modificados genéticamente en un entorno cerrado tienen que cumplirse una
serie de normas que impidan la salida al exterior de estos
microorganismos. Evidentemente depende de la peligrosidad de los
microorganismos que se estén manejando; si se maneja un microorganismo
que se sabe no tiene ningún riesgo para la salud y lo que se le ha
introducido tampoco implica ningún riesgo ni le va a conferir ninguna
característica que implique riesgo, no hay problemas; pero, cuando
existen problemas hay que tener protección. Por otra parte, cuando se
hace cualquier experimento en el exterior, no se puede autorizar ningún
experimento con una planta, con un animal transgénico o con un
microorganismo transgénico si no es aprobada por una autoridad
competente, que además tiene que comunicarlo a Europa, por si acaso
existe alguna cuestión que no hubiera visto el país que la puedan ver el
resto de los países europeos. Por ejemplo en España el año pasado se
aprobaron cuarenta y pocos experimentos de campo, fundamentalmente de
plantas transgénicas, y este año en el tiempo que llevamos, primer
trimestre, ya vamos por más de treinta experimentos, lo cual quiere decir
que hay una progresión enorme de experimentos en el campo que se
autorizan mediante un estudio muy detallado de una comisión de
bioseguridad, que está establecida en la ley.

Finalmente, cuando se demuestra que un producto no implica ningún peligro
se puede pedir la comercialización, que sólo tiene autoridad la comunidad
europea. En Europa se han autorizado muy pocas plantas transgénicas, creo
que son entre 7 y 8, a pesar de que últimamente se han ido aprobando 3 ó
4 más; pero, en Estados Unidos son cerca de 30 las especies que se han
autorizado y que se están plantando a una velocidad tremebunda. En los
dos o tres años que llevamos de autorización de semillas, por ejemplo de
maíz, de algodón transgénico y de soja se ha pasado de un 2 por ciento de
cultivo hasta cerca del 20 por ciento el año pasado, en algunos casos y
porque no se produjo suficiente semilla. Se espera que este año se
superen esas cantidades enormemente. En España se han autorizado por
primera vez dos variedades de maíz, que son de la compañía Novartis y que
suponen una apertura a lo que va a ser la biotecnología de plantas
aplicada a nuestro país.

Con esto, termino mi intervención.




El señor VICEPRESIDENTE: Muchas gracias.

A continuación, tiene la palabra el señor Puigdomènech.

A efectos de que conste en acta, si utiliza transparencias
posteriormente, ¿podría adjuntar fotocopia de las mismas? (Asentimiento.)



El señor REPRESENTANTE DEL CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES
CIENTIFICAS, --CSIC-- (Puigdomènech Rosell): Señor presidente, señorías,
los aportes de las nuevas biotecnologías se enmarcan en el esfuerzo que
el hombre ha hecho desde la invención de la agricultura para obtener
plantas con mayor rendimiento y más adaptadas a sus necesidades. Si el
desarrollo de la agricultura fue una condición necesaria para el avance
de la civilización, la eficiencia de la agricultura moderna es
imprescindible para mantener los actuales niveles de exigencia de la
alimentación de nuestra población mundial. De hecho, ustedes saben que si
hoy existe hambre en el mundo no es por falta de producción sino por una
inadecuada distribución de los productos alimentarios. Si observamos la
evolución de los rendimientos de la producción de los cultivos en Europa,
vemos que ha ido creciendo en los últimos siglos de forma exponencial,
sobre todo desde la aplicación de las técnicas de la genética clásica.

Esto ha permitido que la disposición de alimentos por individuo creciera
paulatinamente incluso cuando la población humana lo ha hecho de forma
extraordinaria; y ha sido posible por la aplicación de las técnicas
modernas de cultivo que incluyen los sistemas de riego, los productos
agroquímicos, abonos fitosanitarios, prácticas agronómicas modernas y
semillas mejoradas.




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Con la actual superficie cultivada y gracias a estas prácticas y
semillas, la población mundial puede ser alimentada. En este contexto se
mueve la industria de semilla, que en el mundo mueve los recursos que se
muestran en la transparencia; son los datos que elaboró la Comisión de
bioseguridad francesa y se demuestra que el valor del mercado de semillas
en Estados Unidos es del orden de 4.500 millones de dólares y España
ocupa una posición de alrededor de 550 millones de dólares. Se observa
sobre todo que el mercado de semillas está en la base de una pirámide
importante, que si en el mundo es del orden de 20.000 millones de
dólares, está en la base de una pirámide que tiene la producción agrícola
general y es del orden de 500.000 millones de dólares, y más allá los
productos transformados que doblan esta cifra.

En este contexto aparecen las nuevas biotecnologías. Las plantas
transgénicas son los primeros organismos modificados genéticamente que
llegan al mercado por razones muy simples pero muy diversas. Por una
parte, abren una nueva vía para la mejora de semillas, esto sin duda
tiene un interés en el mercado, y por otra parte el hecho de que la
obtención de plantas transgénicas sea algo relativamente sencillo.

En efecto, la mejora clásica de plantas obtiene variedades a partir de la
variabilidad genética que existe dentro de la especie. Si un carácter no
existe dentro de la especie no hay manera de encontrarlo. Las técnicas
moleculares rompen con esto y hace que podamos plantearnos una serie de
posibilidades mucho mayores y que con las técnicas clásicas no se podían
hacer.

Por otra parte, modificar genéticamente las plantas es más sencillo que
los animales. Esto es algo que se puede constatar con nuestra experiencia
común. Nosotros podemos tomar de una planta un esqueje, podemos plantarlo
y de ahí va a salir una planta, algo que no podemos hacer con un animal.

No podemos tomar un órgano de un animal, un brazo, y de ahí sacar un
animal; en plantas sí que se puede hacer. Es decir, a partir de células
vegetales, como ya ha sido comentado anteriormente, podemos tener
cultivos vegetales y, a partir de aquí, regenerar plantas. Esta
metodología se muestra en esta transparencia. Podemos tener cultivos
vegetales y, mediante diferentes tipos de tratamiento, regenerar plantas
a partir de células. Esto hace que las técnicas moleculares sean mucho
más sencillas de aplicar, aparte del interés comercial que tienen estos
datos.

Este hecho y toda la tecnología del ADN recombinante han provocado la
aparición de una serie de técnicas muy sencillas. Para demostrarles la
simplicidad de estas técnicas, les enseño un par de ejemplos. Una de las
técnicas más utilizadas para hacer plantas transgénicas es el
microbombardeo. Es una técnica muy sencilla que consiste en que, cuando
tenemos unos genes que queremos introducir en plantas --ustedes saben que
los genes son fragmentos de ADN--, los ponemos en la superficie de
pequeñas esferas metálicas, de tungsteno o de oro que, mediante un
procedimiento muy sencillo, lanzamos a gran velocidad contra cultivos
vegetales. Esas esferitas atraviesan las células vegetales, dejan el ADN
a su paso y se introducen en el genoma de las plantas. Como ven, se trata
de una tecnología extraordinariamente sencilla. Esa tecnología es la que
se ha utilizado, por ejemplo, para producir estas semillas transgénicas
que están llegando al mercado en este momento.

Hay otra técnica, también muy sencilla, que se basa en la capacidad de
ciertas bacterias para transferir ADN a las plantas. La metodología es
también muy sencilla, fragmentos de planta se ponen en contacto con esas
bacterias, las cuales se encargan de transmitir los genes a la planta.

Después, mediante un proceso selectivo, se seleccionan aquellas células
que han sido transformadas; mediante esta capacidad que tienen las
plantas de regenerarse en cultivo podemos regenerar plantas y, a partir
de aquí, ponerlas en el proceso de mejora genética.

Tenemos una serie de procedimientos, bastante sencillos y muy eficaces,
que nos permiten transferir a las plantas genes de cualquier procedencia.

Estos genes pueden ser de procedencia vegetal, animal, microbiano o
incluso sintético, ya que hoy día podemos regenerar las plantas y
llevarlas a plantas adultas que entrarán en los programas de mejora;
eventualmente, si tienen interés llegarán al mercado y se aplicarán si
realmente ofrecen una ventaja al agricultor.

Evidentemente, al tratarse de una nueva tecnología, las autoridades de
todo el mundo han preferido definir unos reglamentos que obligan a
ensayos de campo que se han realizado en diferentes países. Para hacer un
resumen de los ensayos de campo que ha habido en el mundo, vean que hasta
el año 1995 hubo más de 3.000, de ellos 30 en España, donde ahora está
creciendo exponencialmente, como ha dicho el doctor Albert. Estos ensayos
de campo se han realizado sobre todo en Estados Unidos, prácticamente
2.000 de los tres mil y pico, pero países como Francia o Canadá han
participado también mucho en este tipo de ensayos de campo. Los
caracteres de estas plantas que se han experimentado en ensayos de campo
son sencillos: resistencias a virus, resistencias a insectos, tolerancias
a herbicidas y también cantidad y calidad de productos, lo que
discutiremos dentro de un momento.

Voy a explicar en detalle los caracteres que han sido ensayados en estos
últimos años. Por una parte, tolerancias a herbicidas, resistencias a
virus, resistencias a hongos. Por otra parte, caracteres más específicos,
por ejemplo, la primera planta que llegó al mercado fue un tomate con su
maduración retardada. Este es un dato interesante, pero fíjense que
aparecen otros caracteres cuyas consecuencias económicas no se les va a
escapar. Por ejemplo, hay plantas con su contenido en aceite modificado.

En este momento, prácticamente podemos modificar a la carta el contenido
en aceite de muchísimas especies; especies de gran cultivo como la soja,
la colza, pueden ser modificadas y podemos tener contenido en aceites que
se parezcan al aceite de oliva, al aceite de palma o al aceite de coco.

Fíjense el tipo de consecuencias que puede tener esto cuando lleguen al
mercado estas plantas. En este momento, también ha sido aislada la mayor
parte de los genes que intervienen en el metabolismo del almidón. También
están en experimentos de campo patatas o maíz cuyo almidón está
modificado más o menos a la carta. Las primeras plantas



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que están llegando son plantas de resistencias muy sencillas, pero se
está preparando toda una serie de proyectos de consecuencias muy
distintas.

También se ponen en producción proteínas o medicinas. Ha dicho hace un
momento el doctor Albert que se pueden producir vacunas en diferentes
sistemas --se están empezando a producir vacunas en plantas-- y también
sustancias de interés farmacéutico. Saben ustedes que hay muchas
sustancias medicinales que tienen su origen en las plantas. Si nosotros
podemos producir, como se está haciendo, nuevas sustancias medicinales,
más puras, más fácilmente purificables, esto puede tener gran interés y
se está trabajando en ello de manera muy intensa.

Hablaré de aspectos más concretos, sobre las variedades de plantas que
han sido aprobadas en Estados Unidos. La primera, en el año 1994, fue un
tomate que comercializó Calgene, Flavour savour, que tiene una maduración
retardada; después, aparecieron algodón de Monsanto, que tiene
resistencia a insectos; soja, también de Monsanto, con resistencia a un
herbicida, el glifosato; maíz resistente también al taladro, de Novartis,
que ha sido aprobado recientemente en España; otro algodón de Monsanto,
resistente también al herbicida. Empieza a aparecer también una colza de
Calgene, con sus ácidos grasos modificados, una patata de resistencia a
insectos. Estas son las primeras plantas que han sido comercializadas en
Estados Unidos.

Para que vean la evolución, éstos son los experimentos de campo aprobados
en Estados Unidos en el último trimestre del año pasado. Por una parte
tenemos manzanas; hay especies nuevas que van apareciendo. Las especies
que se han aprobado, como la colza, la soja, el algodón, aparte de su
interés económico, tienen el interés de que son más fáciles de
transformar, pero hay especies más difíciles. Por razones obvias, es más
difícil transformar un árbol, que tiene una longitud de vida más larga,
pero ya hay experimentos de campo con manzanas resistentes a insectos,
manzanas con la calidad modificada; son experimentos de empresas como Dry
Creek o de universidades como la de Berkeley; nogal resistente a hongos;
la vid también ha sido difícil de transformar, pero ya empieza a haber
ensayos de campo con la viña, por ejemplo, resistentes a lepidópteros o a
herbicidas; la fresa y el pimiento han sido hasta ahora difíciles de
transformar, pero ya empieza a haber experimentos de campo con fresas de
maduración retardada, resistencia a hongos, maduración modificada. Se
están aplicando en este momento los siguientes tipos de caracteres:
tomate, melón --una de las plantas más importantes que hay por el interés
de su semilla--, arroz y berenjena. Las especies de gran cultivo, como
arroz, trigo o cebada, han ido un poco retardadas porque ha sido
relativamente difícil ir transformando, pero, al parecer, ya hay
experimentos de campo --como ustedes pueden ver--: arroz tolerante a
herbicida, arroz productor de proteínas farmacéuticas: la idea es
producir en especies de gran cultivo, de las cuales sabemos preparar muy
bien la harina, proteínas de interés farmacéutico. Trigo y cebada también
han sido hasta ahora especies muy difíciles de transformar, pero tenemos
cebada con una proteína termoestable y también con un gen marcador; esto
sirve, por ejemplo, a empresas cerveceras que están interesadas en este
tipo de transformación para tener menos residuos a la hora del filtrado
de la cerveza. Tenemos remolacha, girasol, colza, tabaco; en fin, ya ven
ustedes que la lista de plantas en experimentos de campo está creciendo
de forma importante.

En Estados Unidos estos ensayos han seguido tres controles distintos: un
control de la Oficina de Alimentación, la FDA, para lo concerniente a
alimentación y riesgos de toxicidad, del departamento de Agricultura, por
sus efectos en la agricultura, y de la Oficina de Medioambiente para
efectos sobre el medio ambiente. En Europa se han dictado directivas para
la utilización deliberada de organismos modificados genéticamente y estas
directivas han sido adoptadas por la legislación de los diferentes
países, entre ellos España. En Francia se nombró hace años una comisión
de ingeniería biomolecular que ha realizado unos trabajos muy exhaustivos
y que ha llevado a cabo un análisis muy a fondo de los diferentes tipos
de riesgo que puede haber. El doctor Albert ya ha nombrado el reglamento
de la Comisión de Seguridad que ha analizado los experimentos de campo y
ha controlado los trabajos que se han realizado en nuestro país.

Probablemente, ningún producto agrícola ha tenido hasta ahora un análisis
tan riguroso de su comportamiento como el realizado en estas variedades.

Desde mi punto de vista, esto es algo perfectamente lógico ya que, al
tratarse de nuevas tecnologías, ha habido que descartar cualquier posible
efecto negativo, no ya sólo sobre la población, sino también sobre el
medio ambiente.

En 1997, los cultivos transgénicos ocuparon en el mundo 12 millones de
hectáreas y se supone que en el año 1998 ocuparán 24 millones de
hectáreas, sobre todo de maíz, soja y algodón. Las empresas de semillas
calculan que, a medio plazo, alrededor del 50 por ciento del mercado
mundial de semillas puede llegar a ser de plantas transgénicas. Hay que
decir también que estas nuevas tecnologías han producido una conmoción
entre las empresas de semillas del mundo, habiéndose producido compras y
fusiones de empresas a unos niveles comparables a las fusiones y compras
de las empresas farmacéuticas; de hecho, en muchos casos son las mismas
empresas. Estas empresas han estado invirtiendo cantidades muy
importantes en esas cuestiones. Por sólo mencionar una, Novartis, gastó,
en 1997, 3.000 millones de francos suizos en investigación y desarrollo y
un 30 por ciento de este gasto está en lo que llaman agrobusiness, del
cual una parte importante es el mercado de semillas. Por tanto, dense
ustedes cuenta de la importante inversión que empresas como Novartis o
Monsanto han realizado.

Los caracteres que están llegando al mercado en primer lugar son los más
sencillos y los que interesan en mayor medida a las empresas de semillas.

Sin embargo, como he intentado mostrarles, las oportunidades que están
apareciendo son muy diversas y, si tomamos la predicción del director de
investigación de una gran multinacional en el estudio que realizó hace
unos cuantos años, lo que está llegando en este momento es lo que llaman
caracteres agronómicos: resistencias a virus, resistencias a insectos,
tolerancia a herbicidas. La segunda ola de plantas transgénicas



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es la que ellos llaman de procesamiento de alimentos; ya les he dicho que
hay en el campo experimentos importantes de modificación del contenido en
lípidos, en proteínas, en azúcares, y esto puede tener una gran
importancia en lo que va a empezar a llegar al campo a partir del año
2000. Más allá de esto, se está trabajando de forma muy intensa en la
producción de productos farmacéuticos en el campo para competir con la
síntesis química o con otro tipo de síntesis, lo que puede dar unos
productos de alto valor añadido. Finalmente, a más largo plazo, se
preveía la producción de productos químicos; en particular, sepan que ya
se han producido cierto tipos de plásticos biodegradables en plantas, se
están produciendo combustibles y, por tanto, según este estudio, éste es
el tipo de aplicaciones que pueden dar mayores efectos a largo plazo.

Desearía también que consideraran ustedes que se trata de metodologías
muy jóvenes y que están en sus comienzos. Piensen que la primera planta
transgénica se produjo en el año 1983 y que se publicó en una revista
científica en 1984. Estamos en 1998 y ya tenemos 24 millones de hectáreas
de plantas transgénicas plantadas. Por tanto, estamos muy al inicio de
estas metodologías y, según qué punto de vista adopten ustedes, puede
parecer relativamente lenta su aplicación, pero, desde una perspectiva de
mejora genética de plantas y sabiendo que estos programas en general se
cuentan por decenios, a mí me parece muy rápido que se haya llegado del
laboratorio estricto --del primer experimento-- al campo a estos niveles.

Para darles una idea de las posibilidades que se están abriendo, quisiera
simplemente darles el dato de que, en este momento, como ustedes saben,
hay en el mundo una serie de proyectos para analizar los genes que
contienen en modelo una serie de especies. En particular en plantas, se
publicó a finales del mes de enero pasado el primer análisis de un
fragmento del genoma de una planta, que es una planta modelo. Para que se
hagan una idea, esto es la perspectiva que nosotros tenemos. Empezamos a
ver sobre el genoma de una planta todos los genes que la componen. En
este fragmento que se ha publicado en la revista Nature de enero tenemos
400 genes de una planta, la arabidosis thaliana, una pequeña planta
modelo, pero vamos a tener todos los genes que componen una planta; de
hecho, este proyecto se terminará alrededor del año 2004 ó 2005. En ese
momento, tendremos en nuestros ordenadores y en nuestros laboratorios los
15.000 ó 20.000 genes que tiene una planta. De estos genes --por ejemplo,
los de este primer fragmento-- podemos empezar a saber ya para qué los
utiliza una planta. Vean que un 14 por ciento de los genes los utiliza la
planta para defenderse; un 22 por ciento para su metabolismo, un 8 por
ciento para su energía. En fin, podemos empezar a saber de forma precisa
qué hacen todos los genes que tiene una planta. Vamos a empezar teniendo
15.000 ó 20.000 genes, una planta modelo, pero después seguirán el arroz
y otras plantas de interés económico. Cada uno de estos genes son
posibilidades que la investigación y el desarrollo van a tener con
plantas de interés distinto. En particular, es obvio que se nos ofrecen
unas posibilidades muy grandes para obtener plantas más adaptadas a
nuestras necesidades y tener una agricultura y una economía mejor
adaptada al medio ambiente.

En mi opinión, las plantas transgénicas nos ofrecen una gran oportunidad
para asegurar la alimentación en un mundo con limitaciones ecológicas
cada vez más importantes y para tener fuentes renovables de una gran
variedad de materias primas. Los efectos económicos pueden ser
considerables. En áreas importantes en el ámbito de la economía, esas
metodologías pueden ser un factor de competitividad no despreciable. Al
tratarse de nuevas metodologías, es evidente que han tenido que dictarse
normas que aseguren, con la máxima transparencia y el máximo rigor, la
inexistencia de impactos negativos sobre la salud y el medio ambiente, y
es lo que se ha hecho en los países avanzados, incluido el nuestro.

En estas circunstancias, nuestro país no debería jugar sólo un rol de
espectador, sino de actor decidido y para ello hay y habrá muchas
oportunidades. Desde la comunidad científica de nuestro país sentimos que
es necesario que esos avances, que tendrán probablemente efectos
radicales sobre la agricultura del futuro, sean seguidos de cerca por
nuestra sociedad para que desde aquí seamos capaces de obtener de ellos
aquello que es más adaptado a nuestra economía y a nuestra manera de
entender el mundo.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE: Tiene a continuación la palabra don Daniel Ramón
Vidal.




El señor REPRESENTANTE DEL CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES
CIENTIFICAS --CSIC-- (Ramón Vidal): Yo quisiera comenzar, presidente y
señorías, agradeciéndoles la oportunidad que nos dan a tres científicos
que trabajamos en nuestros laboratorios públicos de investigación en
estos temas de expresarles cuáles son nuestras maneras de ver y entender
lo que es la biotecnología, con especial referencia a la aplicación en la
industria agroalimentaria. En eso vengo trabajando desde hace diez años
en un centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en
Valencia, el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos que,
probablemente, en estos momentos es el mayor foco de investigación en
biotecnología de alimentos en el Estado español.

Cuando doy charlas e intento explicar a la gente qué es aquello en lo que
trabajo, la primera dificultad con la que me encuentro es explicarles qué
es eso de los alimentos transgénicos, que es la forma en la que en
nuestro país hemos decidido llamar a los productos de la nueva
biotecnología de alimentos en referencia al campo del sector
agroalimentario.

La biotecnología de alimentos es tan vieja como la humanidad. Antes, el
doctor Albert ya lo ha explicado, por lo que no voy a incidir demasiado
sobre ello. Sin embargo, es cierto que hay que dejar muy claro que la
biotecnología de alimentos viene de muchísimos miles de años antes de
Cristo, y no es malo recordar de nuevo que la cerveza, que es un claro
producto de la biotecnología de alimentos, era la bebida oficial del
antiguo Egipto, o no es malo recordar que cien años antes de Cristo, en
la antigua Roma imperial,



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había 250 panaderías o, lo que es lo mismo, 250 negocios de biotecnología
de alimentos, porque el pan, nos guste o nos disguste, es un producto de
la biotecnología de alimentos. Sin embargo, como ha explicado el doctor
Albert antes, los últimos 20 años han sido impresionantes, y hemos pasado
de haber utilizado unas técnicas de mejora genética, a través del cruce
sexual, fundamentalmente en agricultura y ganadería, a poder usar las
técnicas de la ingeniería genética, lo cual es muy importante tanto desde
el punto de vista técnico como del social. En mis charlas siempre me
gusta poner un pequeño ejemplo para que la gente logre entenderlo. Si
queremos hacer una combinación de genes para tener un individuo, ya sea
una vaca, ya sea maíz o ya sea, por qué no, una levadura que hace cerveza
con unas características determinadas, podríamos acudir a las técnicas de
cruce sexual, y eso se puede entender muy bien con el siguiente ejemplo.

Ustedes tienen dos bolsas: en la mano derecha, una bolsa roja; en la
izquierda, una bolsa negra, y en cada una tienen cinco bolas numeradas
del 1 al 5. En la mano derecha, numeradas del 1 al 5, cinco bolas rojas,
por tanto; en la mano izquierda, cinco bolas negras, numeradas del 1 al
5; y ustedes quieren obtener una combinación que sea cuatro bolas rojas y
una negra, pero, además, quieren que la negra tenga el número 1 y las
rojas el 2, 3, 4 y 5. ¿Qué hacía el cruce sexual? Mezclaba las bolas en
una única bolsa, las agitaba y, al azar, con los ojos cerrados, sacaba
cinco bolas y esperaba tener la posibilidad de sacar cuatro rojas y una
negra que, como pueden entender, tiene una probabilidad muy baja. Pero si
a eso le suman que esa negra tenía que tener el número 1 y las otras los
números 2, 3, 4 y 5, convendrán conmigo que la probabilidad era muy baja,
todo lo cual explica que los métodos de mejora genética por vía
tradicional impliquen una apuesta a muy largo tiempo y donde hay muchos
falsos positivos frente a algo que funciona. Pero hay que insistir
también, lo cual es extraordinariamente importante, en que, a pesar de
ello, eso ha funcionado y hemos tenido muchos desarrollos en
biotecnología de alimentos gracias al empleo de esas técnicas.

¿Qué ofrece la ingeniería genética? La posibilidad de coger de la enorme
maraña de genes, como antes explicaba el doctor Puigdomènech, de las
varias decenas de miles de genes que hay, uno o unos pocos que hacen
aquello que nosotros queremos o que perseguimos estudiar. En el caso de
las bolas, es muy claro de entender. Lo que haría un ingeniero genético
sería abrir su bolsa negra, coger la bola con el número 1; abrir la bolsa
roja, sacar la bola con el número 1 y meter la negra, en un único paso y
con direccionalidad. Frente al azar del cruce sexual, uno consigue lo que
quiere. Y ahí es donde va mi primera reflexión. El empleo de ingeniería
genética en biotecnología de alimentos implica dos cosas importantísimas:
una, desde el punto de vista técnico, que es que podemos ir mucho más
rápido y de una forma mucho más direccionada, algo que afecta a la
técnica; y dos, cuestión que afecta a la sociedad, que podemos saltar la
barrera de especie. Convendrán conmigo en que no es posible cruzar dos
especies distantes, pero sí que es posible por ingeniería genética coger,
por ejemplo, el gen de un pez y expresarlo en una fresa, lo cual no es
posible por cruce sexual, aunque sí lo es por ingeniería genética, y ése
es el segundo matiz de la nueva biotecnología de alimentos y de los
alimentos transgénicos: se puede saltar la barrera de especie, con lo que
conlleva desde el punto de vista de repercusiones sociales.

Dicho lo anterior, podemos estar en condiciones de definir qué es un
alimento transgénico. De entrada les diré que este término de alimento
transgénico sólo se utiliza, que yo sepa, en nuestro país, porque en
ninguno de los otros países de nuestro entorno, países de la Comunidad
Europea, se utiliza este calificativo para los alimentos en cuyo diseño
se han utilizado técnicas de ingeniería genética. Por el contrario, se
utiliza un término que es nuevos alimentos, novel foods, que engloba no
sólo a los alimentos transgénicos, sino también a otros alimentos que no
han sido, por así decirlo, usuales en nuestra dieta. Si pensamos en 15
años atrás, por ejemplo, el kiwi sería un nuevo alimento, porque había
sido un alimento que habían comido en países tropicales pero nunca en
países de nuestro entorno. Por tanto, podríamos definir alimento
transgénico como aquel en cuyo diseño se han empleado técnicas de
ingeniería genética, y aquí sí que me gustaría hacerles una nueva
reflexión.

Cuando cualquier persona, cualquier ciudadano de a pie, oye hablar de
alimento transgénico, inmediatamente lo que viene a su cabeza es la
imagen de estar expresando un gen de un organismo en otro, porque
realmente eso es lo que los científicos entendemos por transgénico, lo
que nos podría llevar a la conclusión de que todos los alimentos
transgénicos que se están comercializando o se vayan a comercializar
portan genes de otra especie, con lo que antes les decía que eso tiene de
repercusión social. Tengo que decirles que eso no es así y que hay muchos
ejemplos y casos de alimentos transgénicos que no contienen genes de
otros organismos, sino los que se han modulado por ingeniería genética la
expresión de sus propios genes y, por tanto, no hay nada añadido de otro
organismo. Esto tiene que quedar muy claro en la cabeza de todos a la
hora de hablar de alimentos transgénicos; que aunque el nombre en sí sea
agresivo, muchas veces no es tan agresivo como pueda dar a entender el
nombre.

Hay muchos ejemplos sobre lo anteriormente dicho, pero los que más suenan
son los ejemplos vegetales. El doctor Puigdomènech ha hablado de muchos
de ellos, pero a mí me gustaría, aunque no les voy a dar una lista
completa de alimentos transgénicos, incidir en tres cosas que para mí son
muy importantes.

La primera es que no todos los alimentos transgénicos son de origen
vegetal, aunque las plantas transgénicas sean muy importantes. También
hay alimentos transgénicos de origen animal, por ejemplo, se han
construido salmones con un incremento considerable de tamaño, sin merma
de la calidad organoléptica de su carne; por ejemplo, se han construido
--y en eso el instituto en el que trabajo es líder en Europa-- muchísimos
microorganismos capaces de producir alimentos fermentados modificados
genéticamente y, por tanto, habría también alimentos transgénicos de
origen fermentado. Por ponerles un ejemplo, en nuestras instalaciones
hemos conseguido levaduras panaderas



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que, por sufrir modificaciones genéticas, son capaces de hacer pan que
tiene un mayor período de conservación y que, además, como luego
comentaré, solventan un problema de salud laboral del sector.

La segunda cuestión en cuanto a los ejemplos en la que me gustaría
incidir es que también uno, cuando oye hablar de esto, parece que tenga
la idea de que en alimentos transgénicos sólo se investiga en compañías
multinacionales. La cosa no es así. Aunque una gran mayoría de los
productos se han investigado y desarrollado en estas grandes compañías,
porque se necesita mucho dinero, entre otras cosas, para llevar a cabo
uno de estos proyectos, también hay muchos ejemplos de alimentos
transgénicos desarrollados en centros públicos de investigación
dependientes de universidades o de organismos públicos, como el nuestro,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y eso es válido en
Estados Unidos, es válido en los países de nuestro entorno y es válido en
España, donde tenemos un buen plantel de científicos trabajando en
biotecnología de alimentos en centros públicos de investigación, les
diría que en nuestro país, muchísimos más en centros públicos de
investigación que en compañías privadas.

Finalmente, les diré que los ejemplos de alimentos transgénicos siempre
hay que referenciarlos a algo que es muy importante en alimentación: la
opinión del consumidor, y en ello hay que hacer una clara división. Hay
alimentos transgénicos que favorecen al consumidor y hay alimentos
transgénicos que favorecen al productor, y esto, que parece una tontería,
como luego explicaré al final de mi exposición, es muy importante para
entender el debate social. Lo voy a explicar con dos casos determinados.

Imagínense, por ejemplo, el maíz transgénico de Novartis. ¿A quién
beneficia ese alimento transgénico? Primero y claramente, al productor
primario, que es la compañía de semillas que las vende, y al productor
que está en la mitad de la cadena, que es el agricultor, que con esas
semillas sabe que se va a obviar un problema de pérdida de cosecha.

¿Favorece eso al consumidor? No, porque el maíz que consume es
exactamente igual que el maíz que conseguiría a través de una variedad
convencional. Pongamos otro ejemplo, por no salirnos de los vegetales,
que favorezca claramente al productor. El doctor Puigdomènech ha citado
antes uno de esos casos, el primer alimento transgénico que se
comercializó, el tomate flavour savour, en Estados Unidos. Es un tomate
que puede aguantar en la nevera sin pudrirse entre seis y siete semanas
frente al tomate convencional, que tarda dos o tres semanas en sufrir esa
pérdida de calidad. ¿Quién se beneficia ahí? Evidentemente el consumidor,
que por el mismo precio puede comprar un alimento que le aguanta sin
pérdida de calidad organoléptica mucho más tiempo en su nevera.

Por tanto, siempre hay que tener claro en los ejemplos que los alimentos
transgénicos pueden ser de cualquier origen --animal, vegetal o
fermentado--, que se pueden producir evidentemente en compañías
multinacionales pero también en un número apreciable en laboratorios
públicos de investigación y que algunos favorecen al consumidor y otros
al productor e incluso en ocasiones a ninguno de los dos, y vuelvo sobre
el ejemplo que les comentaba antes. En mi instituto, con cargo a un
proyecto de la Comisión interministerial de Ciencia y Tecnología, se ha
desarrollado una levadura panadera que obvia el problema de alergenicidad
que presentaba el sector panadero. Cuando hacen pan en los hornos cogen
la masa panaria, añaden levadura y amilasa, que es una enzima en polvo
que es necesaria para que la masa levante. Esa enzima, que se vende en
polvo, es inhalada por los profesionales del sector, por los horneros y
da problemas de alergia inespecífica que en algunos casos llega a
producir hasta bajas laborales permanentes. Lo que se ha hecho en los
locales de mi instituto es simplemente expresar el gen que codifica esa
amilasa, que proviene de un hongo, en la levadura panadera, de forma que
la levadura, al mismo tiempo que hace el pan, es capaz de secretar esa
enzima pero no en forma de polvo y se obvia el problema de alergenicidad.

¿A quién favorece eso? ¿Al consumidor? No, porque toma el mismo pan. ¿Al
productor? Tampoco, porque no cambian sus condiciones de panificación. ¿A
quién favorece en este caso? Evidentemente al profesional del sector, que
acaba con su problema de salud laboral.

Los alimentos transgénicos evidentemente son algo muy nuevo y cuando esto
llega a pie de calle, es decir, al consumidor, lo primero que hace éste
es pararse y pensar: ¿es esto peligroso para mi salud? Eso iría en
relación con cuáles son los criterios de seguridad, tanto desde el punto
de vista higiénico-sanitario como desde el punto de vista de salud para
el medio ambiente, de este tipo de nuevos alimentos. Les diré que desde
los dos puntos de vista hay que partir de una premisa y es que riesgo
cero no existe, ni en alimentación ni en ninguna otra faceta de la vida.

Por lo tanto, no estamos en condiciones de decir que los alimentos
transgénicos tengan un riesgo cero, porque eso sería mentir, de la misma
forma que no estamos en condiciones de decir que los alimentos
convencionales tengan un riesgo cero, porque riesgos pueden aparecer en
cualquier momento. Lo que yo sí les digo es que con las herramientas
científicas que tenemos en estos momentos podemos asegurar que los
alimentos transgénicos tienen el mismo riesgo para la salud o para el
medio ambiente que puedan tener los alimentos convencionales. ¿Por qué?
Porque, a diferencia de esos alimentos convencionales, para poder obtener
el permiso de comercialización los transgénicos deben someterse a una
serie de pruebas de laboratorio muy específicas, que sobre todo hacen
referencia a tres cosas: primero, a que no tengan variada la composición
nutricional con respecto al convencional con el que se puede comparar;
segundo, a la alergenicidad --presencia de alérgenos en el nuevo
alimento-- y tercero, como es evidente, a la toxicidad. No son pruebas de
dos o tres días, ni son pocas. Para que se hagan una idea, el flavour
savour, el primer alimento transgénico que se comercializó, tuvo que
pasar en Estados Unidos durante cuatro años todas y cada una de las
pruebas que la FDA le demandó. Y el nuevo reglamento europeo de alimentos
transgénicos, novel foods, implica que se tiene que pasar una evaluación
muy rigurosa, primero, por un comité de expertos diseñado a tal efecto en
Bruselas y, luego, por los comités de expertos de cada uno de los países
miembros. Luego existen todos los



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filtros, con el conocimiento científico que tenemos hoy en día, para
aseverar lo que antes les he dicho y es que son al menos tan seguros como
los alimentos convencionales. Evidentemente que todavía no tenemos una
historia de su consumo ni podemos predecir qué pasará dentro de cuarenta
años, pero ni lo podemos predecir en los alimentos transgénicos ni en
ningún otro tipo de alimentos.

Acabada esta presentación más o menos científica sobre lo que son los
alimentos transgénicos, me gustaría entrar en lo que para mí es realmente
importante, que es el debate social abierto alrededor de los alimentos
transgénicos. De entrada les diré que yo no he tenido nunca en los diez
años que llevo trabajando en esto financiación por parte de ninguna
multinacional del sector. Toda mi investigación se ha llevado a cabo con
fondos de la Comisión interministerial, de la Generalitat Valenciana o de
la Unión Europea. En ese sentido me considero bastante libre en cuanto a
opinión, pero no les voy a engañar, evidentemente trabajo en esto, creo
en esto y mi opinión tiene que estar sesgada a favor. Con lo que nos
encontramos en el debate social es con una clara polarización. Por un
lado, tenemos las compañías multinacionales productoras de los alimentos,
que evidentemente están a favor; por otro, nos encontramos con otra serie
de grupos de presión como Greenpeace en toda Europa, aunque tengo que
decir que la presión es muy fuerte pero no tanto, por ejemplo, por parte
de este mismo grupo en Estados Unidos u otros colectivos que realmente se
oponen a la comercialización de este tipo de alimentos.

Creo que hay que hacer aquí una serie de matices importantes. El primero,
que la biotecnología de alimentos y, por tanto, sus productos, que son
los alimentos transgénicos, desde el punto de vista del consumidor, no
son lo mismo que los productos de otras biotecnologías como, por ejemplo,
la farmacéutica. ¿Por qué? En mi opinión por dos motivos, primero, porque
en los alimentos el consumidor tiene la capacidad de decisión y, segundo,
porque alimentación es cultura. Voy a reflexionar sobre eso. Imagínense
un diabético que, como antes indicó el doctor Albert, no tiene más
remedio que pincharse insulina transgénica, y es insulina transgénica
porque es el gen humano expresado en escherichia coli. Ni un segundo
dudará en pinchársela porque le va la vida en eso y además no tiene
capacidad de decisión, porque o se pincha ésa u otra no hay. Ese mismo
diabético dentro de unos meses podrá ir a nuestros supermercados y
decidir entre comprar un maíz etiquetado como transgénico o un maíz
convencional. ¿Cuál podrá escoger? Será libre de hacerlo; por lo tanto,
sí tendrá la capacidad de decisión. Creo que ése es un primer matiz muy
importante.

¿Cuál es el segundo matiz? Como antes les decía, alimentación es cultura.

No le importa al ciudadano de a pie que los científicos investiguen en
algo relacionado con la salud, con la biorremediación o en cosas por el
estilo, pero no nos gusta tanto que se investigue en algo tan importante
como es la alimentación, sobre todo en un país mediterráneo. Las cosas
más importantes siempre las celebramos, si se dan cuenta, alrededor de
una comida. Comida es mucho más que tomar energía; comida para nosotros
es cultura, y eso de que la genética se mezcle en la cultura parece un
poco un choque de culturas, nunca mejor dicho. Yo creo, por lo tanto, que
todo el debate social en este caso hay que enfocarlo desde ese prisma o,
al menos, teniendo eso muy claro en la cabeza.

¿Cuál es la opinión de los consumidores? Hay encuestas realizadas y
publicadas en Estados Unidos y en los países de nuestro entorno. Esas
encuestas lo que vienen a decir más o menos es que, en general, el
consumidor acepta bien los alimentos transgénicos de origen vegetal o de
origen fermentado, pero no tan bien los de origen animal. En segundo
lugar, el consumidor acepta siempre los alimentos que le favorecen, y de
ahí la importancia a la que antes me refería de que la mejora genética
favorezca al consumidor y no al productor, porque las encuestas dicen que
se aceptan mucho mejor aquellas mejoras que favorecen al consumidor que
aquellas que favorecen al productor. Es obvio, porque el consumidor
piensa: si el productor quiere ganar dinero con esto, yo no tengo por qué
entrar en ese juego.

Por último, ¿qué dicen las encuestas? Algo muy importante. Seguro que
ustedes han oído hablar del debate en torno a si estos alimentos deben de
estar etiquetados o no. Pues los consumidores, en un porcentaje altísimo,
opinan que deben de etiquetarse. De nuevo ahí tenemos la confrontación y
es que las grandes compañías y un buen colectivo de los científicos que
trabajan en el tema no están a favor de eso, porque piensan que etiquetar
sería en buena medida estigmatizar.

¿Cuál es la opinión de España? Datos publicados no tenemos ninguno,
aunque yo les puedo adelantar algunos que he obtenido con mi grupo de
trabajo en Valencia, financiado por la Generalitat Valenciana, sobre un
colectivo muy reducido. Decidimos, en lugar de encuestar a consumidores
en general, tomar una parcela de 700 chicos entre 15 y 25 años, pensando
que eran los consumidores del futuro, tanto estudiantes de formación
profesional, como de universidad, como de ESO, como de bachiller y con
una representación más o menos estadísticamente correcta. Los resultados
coinciden plenamente con lo que les he dicho. Al menos los jóvenes
valencianos en absoluto están en contra de los alimentos transgénicos,
pero matizan que prefieren los de origen vegetal o los de origen
fermentado. Está de acuerdo con el etiquetaje en torno al 95 por ciento
y, además, les parece que son más aceptables los que favorecen al
consumidor que al productor. Me gustaría decirles que esa encuesta se
hizo de la siguiente forma. Primero se hizo una encuesta previa, a
continuación se dio una pequeña charla de 20 minutos sobre biotecnología
de alimentos y luego se realizó una encuesta posterior, de forma que la
primera encuesta tenía 10 preguntas, la segunda 15 y algunas preguntas
estaban repetidas en la segunda con respecto a la primera para ver
cambios de actitud después de una charla técnica. Para mí lo más
impresionante de esa encuesta --y esto liga mucho con la última parte de
mi intervención-- es que, previa a la charla, había una pregunta clave,
que era la siguiente: ¿te comerías un derivado lácteo producido por el
crecimiento de un microorganismo, es decir un yogur? El 26 por ciento de
los chicos dijeron no; el 36 por ciento dijeron no sé, no contesto, que,
coincidirán



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conmigo, es lo mismo que decir no; y el resto, es decir mucho menos del
50 por ciento, dijeron sí. Ese es el punto de partida. Nuestros
consumidores no tienen ninguna información sobre qué es biotecnología y
sobre cuáles son los avances científicos. Podemos entender que hasta
puede ser lógico porque, como antes ha dicho el doctor Puigdomènech, son
técnicas de hace muy poco tiempo. Si vemos el perfil medio de un profesor
de instituto, evidentemente, cuando él estaba cursando la carrera en la
universidad estas cosas ni tan siquiera se habían empezado a contar. La
reflexión, por tanto, es que de alguna forma hay que empezar a transmitir
esto a todos los niveles posibles, y para mí es especialmente importante
a lo largo de esas encuestas incidir sobre todo en la gente joven que, al
fin y al cabo, es la garantía de futuro, y con esto entro en la posición
de los científicos.

El debate está abierto y a mí al menos no me gusta cómo está
transcurriendo. ¿Por qué? Porque el debate se está limitando a una serie
de artículos que aparecen en algunos periódicos de difusión nacional --yo
en su día publiqué uno, he tenido una respuesta muy fuerte, he mandado mi
contrarrespuesta y tengo la promesa, no la esperanza, de que sea
publicada--, pero yo no creo que ése sea el foro más adecuado, es decir
que tengamos un carteo en los periódicos. Yo creo que el foro hay que
llevarlo a muchos más niveles y hay que abrir el debate y en ese debate
todos tenemos que estar abiertos a oír las posiciones de todo el mundo.

De entrada, ya sabemos que partimos de una mala información del ciudadano
de a pie, y el resultado de la encuesta que antes les he mencionado es
claro; partimos también, y esto hay que dejarlo muy claro por mucho que
moleste, de una falta de divulgación científica rigurosa en este país.

Las noticias de divulgación científica de nuestros periódicos normalmente
acuden mucho más al sensacionalismo, porque evidentemente vende mucho
más, que a contar una realidad científica. Finalmente, también tenemos
que echarnos la culpa los científicos; partimos de un colectivo
científico que no es muy dado a bajar a la calle a explicar lo que está
haciendo y que se suele encerrar bastante en su burbuja de cristal. Yo
creo que los científicos también tenemos que entonar el mea culpa y
romper esa dinámica.

Desde el punto de vista de un científico que trabaja en esto, a mí me
preocupa que ese debate comience, que se haga en buenos términos y que se
avance lo máximo posible, pero siempre con una premisa de partida clara y
es que hay una realidad científica y una serie de pruebas científicas
claras con las que se puede juzgar si los alimentos transgénicos tienen
un riesgo o no en los límites que antes hemos definido para la salud y
para el medio ambiente. También como científico me preocupa una cosa que
quería dejar clara en un foro como éste, y con esto termino, y es que las
compañías multinacionales, como antes indicó el doctor Puigdomènech,
ahora están invirtiendo muchísimo dinero en este campo, pero no podemos
olvidar algo importante y es que en los años previos y con cargo a fondos
públicos (en Europa con cargo a los proyectos de biotecnología, en
nuestro país con cargo a la Comisión interministerial de Ciencia y
Tecnología), ha habido muchísimos proyectos de investigación que nos han
dado toda la información básica que se necesitaba para poder empezar a
aplicarla en este tipo de desarrollo, y las compañías esa información la
han, entre comillas, chupado sin que les haya costado una sola peseta, un
solo ecu o un solo dólar. En estos momentos mi pregunta al aire sería:
¿cuántas de esas compañías multinacionales están revirtiendo parte de ese
dinero en investigación en grupos públicos españoles, cuántas de esas
compañías están investigando en nuestro país? Yo no me quisiera ir de
aquí, al menos como científico, sin exponerles a ustedes este tema tan
importante para que piensen sobre él.




El señor VICEPRESIDENTE: Agradecemos a los comparecientes su intervención
y les tranquilizamos en el sentido de que el debate al menos ya ha
llegado al Congreso y ha comenzado; el futuro nos dirá cómo termina.

A continuación van a intervenir los distintos grupos en el orden de mayor
a menor, por espacio de diez minutos, y después, para que puntualicen los
comparecientes las preguntas que se hagan, abriremos un turno que aunque
vamos a ser flexibles lógicamente en los tiempos, les pido que sea lo más
breve posible y que se ajuste a los cinco minutos o no mucho más.

Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Pintado.




El señor PINTADO BARBANOJ: Comienzo mi intervención agradeciendo a los
tres profesores su presencia hoy aquí ante la Comisión de Agricultura. He
de decir que realmente lo importante de esta Comisión es lo que ustedes
nos han manifestado, que lógicamente queda registrado no solamente en
nuestro propio entendimiento y en nuestra forma de pensar y ver el tema
de la biotecnología sino también en el «Diario de Sesiones» de esta
Comisión, que será un elemento a tener en cuenta a la hora de futuras
comparecencias o de tomar postura al respecto. Yo creo que estamos en un
foro muy apropiado para hablar de este tema, y nuestro grupo
parlamentario, igual que otros grupos, ha solicitado su comparecencia,
pues entendemos que cuando nuestra labor sea la de legislar sobre estas
materias, lo que con mucha probabilidad en un plazo no demasiado largo
tendremos que hacer, acudir a los expertos es una garantía básica, y por
lo menos en los dos años que llevamos de esta legislatura, en lo que es
la Comisión de Agricultura, en este foro, es la primera vez que comparece
una representación de la comunidad científica. Espero que a partir de
ahora en otros aspectos y en éste en concreto también podamos seguir
contando con su presencia.

Me referiré en principio --y voy a ser lo más breve posible-- a un
aspecto que ha tocado el profesor don Daniel Ramón en lo que es la
percepción de la sociedad --también el profesor don Armando Albert lo ha
tratado--. Hay un clima social determinado y hay un informe que se
presentó en una de las jornadas organizadas por la Sebiot, en donde el
profesor don Emilio Muñoz hacía como unos paradigmas de los frutos de las
distintas encuestas sobre la alimentación de los productos transgénicos.

Los resultados se referían a tres capítulos distintos y leo literalmente



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cuando decía que biotecnología sí, pero no cuando no represente un
beneficio inmediato o resuelva un problema de primera necesidad, como se
ha referido perfectamente el profesor don Daniel Ramón; biotecnología sí,
pero no cuando vaya a suscitar dudas acerca de la relación con el medio
ambiente --era la segunda preocupación--, y biotecnología sí, pero no
cuando ello signifique que voy a tener que cambiar mis costumbres o pueda
molestar a mis animales de compañía, a mis plantas o a mi entorno. En
definitiva, lo que se está viendo con toda claridad es un déficit de
transmisión, de no llegar directamente con los mensajes a la opinión
pública, no solamente por parte de la comunidad científica, sino por
todos los elementos que estamos integrados de una forma u otra en lo que
es el desarrollo en este caso concreto de nuestra agricultura.

También me referiré al aspecto del deber ético que tenemos en este caso
no solamente la comunidad científica sino también los políticos, las
propias empresas y el sector productor de transmitir a la sociedad todos
estos avances que se van consiguiendo a base de muchos esfuerzos
económicos y de mucha investigación por parte de ustedes y de las propias
empresas, que no en vano a su vez utilizan también a otros científicos,
para que intentemos corregir el peligro que tenemos de asustar a la
población. Se ha hecho referencia a los casos estrella que han podido
ocurrir en el pasado y que los medios de comunicación, a veces con una
falta de rigor impresionante, han elevado al máximo exponente para de esa
forma dentro de la sociedad crear un ámbito de temor hacia todo lo que
sea en este caso la transformación genética o lo que en muchos casos se
habla ya directamente, la manipulación genética.

En los distintos foros en los que algunos de los miembros de esta
Comisión hemos tenido posibilidad de participar, tanto en aquellas
jornadas organizadas por la Sebiot como en el propio intergrupo de
productos farmacéuticos del Parlamento Europeo, se ve cómo se va
avanzando a la hora de la constitución en los distintos comités o los
distintos organismos de bioseguridad que den suficientes garantías a la
hora de poner en marcha un proceso que va a terminar lógicamente en manos
del consumidor. Es decir, las garantías al consumidor son fundamentales,
porque es donde, a nuestro entender, se va a jugar el papel definitivo,
en tanto en cuanto sean aceptados estos productos de una forma clara.

Ahora bien, cuando se habla de los controles algunos hemos tenido
posibilidad de hablar con algunos de ustedes en otras reuniones de lo que
se refiere al esfuerzo que se hace por dar esas garantías de seguridad
respecto de los alimentos transgénicos con relación a los alimentos de
tipo tradicional y uno ya quisiera para sí que todos los productos o
alimentos que en estos momentos nos están llegando tuvieran ese control
tan exhaustivo que se plantea por los diversos organismos.

Yo quiero hacer una referencia explícita, porque me pareció muy
interesante la reunión del intergrupo de productos farmacéuticos del
Parlamento Europeo, a la intervención que tuvo la catedrática de la
Universidad de Edimburgo, Elizabeth Joyce, en relación con lo que podría
suponer en el futuro el tema de la aplicación de las semillas --en aquel
caso hablábamos básicamente de semillas-- transgénicas, desde el punto de
vista de la protección del medio ambiente y de la producción agraria.

Lógicamente, en cuanto al tema de la necesidad de alimentación para esos
800 millones de personas que según la FAO pasan hambre, estoy totalmente
de acuerdo con el profesor Puigdomènech en que es un problema de
distribución de alimentos y no solamente de producción, pero tampoco
habrá que destacar ni dejar de lado el hecho de que la población mundial
sigue creciendo y en definitiva la demanda de productos va a ser una
constante y lo uno directísimamente con el capítulo que nos ocupa estos
días y sobre el que tenemos toda la documentación encima de la mesa: la
aplicación de lo que va a ser la próxima o la ya inminente política
agraria común en referencia a la Agenda 2000. Si hay una palabra que
aparece continuamente en la Agenda 2000 es competitividad. Nuestros
agricultores --y ya me refiero al sector concreto como productores--
necesitan herramientas o instrumentos que les hagan competitivos a la
hora de poder sacar los productos hacia los mercados. La biotecnología
puede ser un instrumento importantísimo. Ahí tenemos las cifras que se
nos han dado hoy por la mañana de lo que ha supuesto en los últimos años
el traslado del uso de semillas tradicionales hacia el uso de semillas
transgénicas. El agricultor, lógicamente, no utiliza las semillas
transgénicas solamente porque se las ponga a su disposición la empresa
que las ha elaborado, sino porque va a obtener unos beneficios muy
directos. Ahí está el caso más concreto del tema del maíz, aprobado
recientemente por el Ministerio de Agricultura en estas dos variedades
concretas, que ha levantado cierta expectativa en distintas asociaciones
de agricultores respecto a lo que pueden ser las mejoras y los beneficios
directamente ligados a ello. Me refiero al informe de la profesora de la
Universidad de Edimburgo cuando decía que con la aplicación de la
biotecnología, hablando de un plazo de 15 ó 20 años, se podría estar en
perfectas condiciones de abordar asuntos medioambientales muy graves que
preocupan hoy a toda la sociedad internacional, así como una mayor
producción, no entendida como intensificación sino más bien como
extensificación, con semillas biotecnológicas o transgénicas en este
caso. En definitiva, estamos hablando de plantas y de posibilidades, en
las que los elementos o los factores que inciden directamente, como
pueden ser clima y suelo, puedan suponer una complejidad menor con la
aplicación de estas nuevas semillas.

Termino diciendo sucintamente que estamos totalmente de acuerdo --y es
una constante que aparece en todas las reuniones y en todos los foros--
en que hay un divorcio, en principio, que parece existir entre la
comunidad científica, los políticos, las empresas y la sociedad en
general. Creo que vale la pena aunar esfuerzos en este sentido y no
solamente desde el punto de vista económico. Estamos totalmente de
acuerdo en que esos grandes beneficios que puedan revertir a las grandes
multinacionales, que han gastado por adelantado un dinero en programas
base que ha salido de la comunidad científica y de organismos oficiales,
tengan una repercusión directa sobre la investigación científica en los
propios organismos oficiales y que, en definitiva, se pueda ir avanzando
en ese sentido. Asimismo,



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hay que hacer una llamada hacia el rigor por parte de todo el mundo. Creo
que ustedes, los científicos, son los que realmente nos están demostrando
en este caso un gran rigor y estoy viendo en distintos foros y en
distintas publicaciones que mantienen claramente sus posiciones contra
viento y marea. Otros grupos de presión, por otros intereses a lo mejor
no confesables, están llevando a cabo una estrategia que perjudica y va
directamente contra el desarrollo y contra lo que entendemos que debe ser
el rigor científico y social.




El señor VICEPRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, el señor don Demetrio
Madrid tiene la palabra.




El señor MADRID LOPEZ: Quisiera dar las gracias a nuestros invitados, a
los profesores don Armando Albert, don Daniel Ramón y don Pedro
Puigdomènech. Yo creo que ustedes son conscientes de la acogida que han
tenido en esta primera invitación para asistir al Congreso de los
Diputados, la institución básica de toda estructura democrática, con el
deseo de que pudieran venir a informarnos de sus opiniones científicas, e
independientemente de los diputados presentes, por razones de
organización del orden del día del conjunto de las actividades de la
Cámara, ustedes están en este momento predispuestos a colaborar de una
manera muy positiva al conjunto de las tareas que tiene encomendado el
Congreso de los Diputados y, por extensión, las Cortes Generales.

Sus aportaciones tienen un alto valor científico, que por supuesto yo no
voy a ser capaz de valorar en su justa medida, pero sí quiero hacerlo
desde un punto de vista pedagógico y político, por el alcance y lo que
significa su presencia, más allá de esa colaboración científica, que
supone un acicate, un bagaje y también un impulso para que, desde la
colaboración política y científica, cumplamos con nuestra responsabilidad
llegado el momento de poder generar toda la legislación que corresponda,
acertando en aquello que los políticos no tienen por qué conocer y en lo
que tampoco se trata de suplantar a personas con la capacidad suficiente,
como en el caso de ustedes. Ello supone de una manera muy evidente, muy
plástica y muy pedagógica que efectivamente este Parlamento no está de
espaldas a la propia realidad de los acontecimientos y que tampoco da la
espalda a las personas que son capaces de hacer de buena voluntad, como
ustedes, una aportación en uno de los aspectos probablemente más
interesantes y más inquietantes desde un punto de vista no sólo de futuro
sino también de presente. Por lo tanto, el sentido de la responsabilidad
nos lleva a nosotros como políticos y como legisladores en todo caso a
tener las cautelas necesarias y los asesoramientos precios que con la
suficiente garantía nos puedan dar aquel impulso y aquel saber para que
cuando, como decía antes, llegue el momento podamos establecer con
claridad aquellos aspectos y aquellos límites, pero también aquellos
caminos abiertos para que el conjunto de la sociedad se aproveche del
futuro y del bienestar.

A nosotros, como Grupo Socialista, nos gustaría que la biotecnología
sirviera, por ejemplo, para conseguir una mayor seguridad de los
alimentos y, por lo tanto, de los ciudadanos --son preguntas que les voy
formulando sobre la marcha--; nos gustaría que sirviera también en
sentido positivo para facilitar la mejor elaboración de los propios
alimentos, y en el ámbito agrícola y agroalimentario deseamos que la
aplicación de la biotecnología contribuya, por qué no decirlo, a evitar
enfermedades y a tener un mejor nivel de salud del conjunto de nuestros
ciudadanos. Nos parece que es posible, pero, como es natural, tenemos
dudas, ya que efectivamente, la situación novedosa de todos estos
productos hace pensar en las repercusiones y en que pueda tener o no
algún tipo de consecuencias en el comportamiento de la salud. A nosotros
nos gustaría que se evitara esta situación. Como antes ha dicho muy bien
el profesor Ramón Vidal, cualquier cosa tiene un riesgo, es evidente,
incluso los alimentos naturales y normales, pero es lógico que desde el
punto de vista de la responsabilidad de los políticos y de los
gobernantes se desee que cualquier producto experimentado no adolezca de
riesgos, para evitar situaciones como las que desgraciadamente a veces,
por la falta de rigor en el tratamiento de algunos alimentos, hemos
tenido en nuestro país.

Finalmente, nos gustaría que el desarrollo y la aplicación de la
biotecnología diera como resultado alimentos más baratos; que la
aplicación de estas tecnologías tuviera una proyección social y
repercutiera en las ciudadanas y ciudadanos que no están en las mejores
condiciones desde el punto de vista social y económico. En definitiva,
deseamos que sirva para mejorar el nivel de vida y la calidad y también,
por qué no decirlo --y esto ya es algo casi de la experiencia personal--,
para que el gusto de los alimentos no variara, porque a veces, cuando uno
ha tenido la oportunidad de tomar algún tipo de alimentos que ha sido
tratado de alguna manera, incluidos los tomates, comprueba que se pueden
guardar semanas o meses en la nevera, pero en ocasiones el gusto los
rechaza. En este sentido, no digo que la aplicación de los instrumentos
de transformación o mejora sea un fracaso, pero sí que nos gustaría que
el gusto por las cosas, y también por los alimentos, fuera algo
importante, ya que, por suerte, nuestro país tiene un alto grado de
desarrollo y de bienestar, y en el bienestar creo que debe estar el gusto
por las cosas y por los alimentos.

Creemos que debe establecerse, y hoy la iniciamos de una manera formal,
una comunión entre la comunidad científica y la voluntad empresarial, que
es un elemento fundamental. Es necesaria esa voluntad empresarial y un
clima social que tenemos que crear entre todos para que se vea claramente
que la legislación está en defensa de los consumidores, que representa
claramente garantías de progreso, y garantías de progreso en esa
dimensión social. No queremos tener miedo a la nueva situación. Nos
parece que el progreso no tiene que dar miedo, pero para eso hay que ir
con seriedad y rigor y la mejor manera es la comprensión y la claridad.

Es una pena lo que acaba de decir el profesor Ramón Vidal sobre la
dificultad de poner al servicio de esta situación, por otro lado
apasionante, a los medios de información, cuando son elementos claves de
la transmisión. Debe existir un interés en que llegue a los ciudadanos y
ciudadanas en su conjunto que esta situación no es algo de unos
científicos metidos en unos laboratorios, en esa



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burbuja que él mismo decía, sino que están trabajando para la sociedad.

Habría que conseguir salir de los laboratorios y de esas burbujas y
también de las paredes del propio Parlamento y llegar a la sociedad. Por
eso, los elementos claves son la comunidad científica, los empresarios
que se dedican a la proyección práctica del desarrollo, los responsables
políticos, a través de una legislación acertada, y los medios de
comunicación que son los encargados de la divulgación, pero probablemente
también habrá que hacer algo, aunque esto lo diga sin tener seguridad, en
los colegios, algo habrá que hacer en la comunidad educativa, porque ya
tenemos experiencia de que cuando estas cosas se empiezan a hacer con
jóvenes, con niños, se empieza a poner los pies en el sitio donde hay que
ponerlos y se inicia el buen camino.

Recogiendo el interés de todos los compañeros y compañeras en la
Comisión, aunque por diversas razones no estén presentes, me gustaría
hacer alguna pregunta. La pregunta que le hago es qué tiempo juzgan
ustedes que es necesario para que la investigación garantice que no hay
efectos nocivos para la salud. Yo sé que depende de qué y de en qué
momento, pero me gustaría conocer su opinión sobre esto.

También nos gustaría saber si están investigando las empresas y qué tipos
de apoyo están ustedes recibiendo del sector en los proyectos de I+D en
los que ustedes están trabajando o en los que saben que se está
trabajando. Además, aunque no se trata de hacer aquí un nacionalismo
españolista ni de otra naturaleza, nos gustaría saber qué es lo que está
ocurriendo con las compañías específicamente españolas, si están
interesadas y están dedicando esfuerzos económicos a I+D.

Tenía otra pregunta escrita, pero no se la voy a hacer porque acaba de
hacerla el profesor y la ha dejado en el aire. Ha preguntado cuántas
compañías están revirtiendo los beneficios en la investigación. Yo se lo
iba a preguntar, pero como lo ha hecho él, supongo que tampoco tiene la
información.

No me queda más que repetir el agradecimiento profundo no solamente de mi
grupo parlamentario, sino también del conjunto de la Cámara



El señor VICEPRESIDENTE: Por el Grupo Catalán de Convergència i Unió,
tiene la palabra la señora Solsona.




La señora SOLSONA I PIÑOL: Intervengo muy brevemente para expresar el
agradecimiento del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) por
la presencia en esta Cámara y en esta Comisión de los doctores Albert,
Puigdomènech y Ramón. Es para nosotros una gran suerte tenerles aquí para
hablar de un tema de tanta actualidad como es el de los alimentos
transgénicos, ya que nosotros tenemos que legislar sobre el mismo. No es
la primera vez que se trata en esta Cámara de estos temas. En la Comisión
de Sanidad ya se ha discutido sobre la soja transgénica, sobre su
comercialización y sobre el etiquetado de alimentos tratados
genéticamente. Nosotros esperamos tener, con sus datos, más información
para poder determinar más concretamente lo que debe hacerse después de
descartar todos los aspectos negativos de estos alimentos para la salud y
para el medio ambiente, pero tenemos la esperanza de que esto pueda ser
algo positivo para toda la humanidad.

No me queda más que repetir nuestro agradecimiento, pero antes quiero
aprovechar su presencia aquí para preguntar sobre un tema concreto,
porque estoy segura de que el doctor Puig Domènech debe saber qué
solución tiene el problema de la descarga de la soja en el puerto de
Barcelona. Como usted sabe, la descarga de este producto produce una gran
cantidad de alergias y de asma, y me gustaría que me dijera qué solución
se puede dar al problema, que no es, por supuesto, la de trasladarla a
otro puerto más abajo. Espero que, por su alto nivel científico, pueda
darnos alguna orientación.




El señor VICEPRESIDENTE: Por el orden que quieran los comparecientes,
pueden responder por el tiempo indicado. ¿Quién va a hablar primero?



El señor REPRESENTANTE DEL CONSEJO SUPERIORDE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS
--CSIC-- (Albert Martínez): Si quieren, yo hablo primero.




El señor VICEPRESIDENTE: El señor Albert tiene la palabra.




El señor REPRESENTANTE DEL CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES
CIENTIFICAS --CSIC-- (Albert Martínez): Hay algo que preocupa en este
debate, y es el argumento de que deberíamos esperar no sé cuántos años
para saber si estos alimentos pueden causar horribles perturbaciones en
los seres humanos. Yo creo que esto encubre una pobreza de argumentación.

Respecto a la idea que ha expresado el doctor Ramón de que los alimentos
que llamamos transgénicos son caracterizados y evaluados químicamente,
incluso genéticamente, que es lo más importante, de una manera concreta y
definida, tengo que decir que en la naturaleza no existen cosas extrañas.

Cuando a un organismo beneficioso se le introduce una característica
también beneficiosa no tiene por qué resultar una cosa no beneficiosa. Lo
que sí ocurre --y algunas veces se ha llegado a esta situación-- es que
cuando se ha pretendido transformar un alimento añadiéndole
características que provenían de otra planta --no de una especie
extraña-- se ha visto que junto a la introducción de algún beneficio,
como podría ser una mayor capacidad alimentaria, se introducía, por
ejemplo, un efecto alergénico. Las compañías son las primeras interesadas
en que eso no ocurra, y entonces esa posible investigación se abandona
porque no es interesante ni económicamente ni desde el punto de vista de
la salud. Es decir, habría que confiar en las multinacionales en el
sentido de que se juegan mucho. ¿Se imaginan ustedes que hubiera algún
fracaso, aunque fuera elementalísimo, en la aparición de uno de estos
nuevos alimentos? Supondría un retroceso tremebundo que ellos son los
primeros que no están dispuestos a asumir. En cualquier caso, desde un
punto de vista científico



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y técnico, las cosas son clarísimas y están perfectamente cuantificadas.

En las transformaciones se ve que no hay ni bordes ni extrañas
introducciones genéticas. La limpieza de la transformación genética en
estos momentos es extraordinaria y, además, se tiene que comprobar en
cada caso, de tal manera que el riesgo es impensable. El riesgo que
existe es el que tiene, por ejemplo, una soja no transgénica que resulta
que es alergénica, pero no porque sea transgénica. Y en el caso del
arroz, que es alergénico para muchos japoneses, se ha conseguido obtener
una variedad que elimina la proteína que causaba esa alergenicidad, de
tal manera que ahora esos japoneses alérgicos al arroz pueden comerlo.

Eso es importante. Pero lo más importante --no quiero dejar de decirlo--
es que hablamos muy poco porque nos da vergüenza lo que puede suponer la
biotecnología para la alimentación de la humanidad. Y nos da vergüenza
porque siempre que hablábamos de la biotecnología de alimentos decíamos
que íbamos a arreglar el problema del hambre en el mundo. No sólo no se
ha arreglado sino que algunos preguntan: ¿qué hacen ustedes para arreglar
el hambre en el mundo? Tengo que decir que bastante poco. Hace algunos
años había más interés en producir productos --valga la redundancia-- que
no engordaran en vez de productos que alimentaran a nadie, porque, desde
el punto de vista del mercado, era mucho más atractivo. Sin embargo, hay
que decir que se empieza a tener conciencia de este problema, que además
no implica producir más alimentos en el mundo desarrollado sino en los
países que tienen déficit. De tal manera que puedo anunciarles un arroz
transgénico --dentro de nada se va a aceptar su consumo y su
utilización-- desarrollado precisamente por una fundación benéfica que va
a permitir incrementos en la producción de arroz --sobre todo en el
Sudeste Asiático-- de entre un 15 y un 20 por ciento. Ese es el camino
para justificar realmente el avance de la biotecnología.

Respecto de la última parte de la pregunta, creo que es esconder un poco
los verdaderos intereses de los que proponen moratorias y ese tipo de
cosas. Las argumentaciones realmente no van al aspecto científico sino a
problemas colaterales de carácter económico; por ejemplo, si es mejor la
agricultura extensiva que la intensiva, si económicamente benefician sólo
a las multinacionales o no. Estos son problemas que, desde el punto de
vista de los científicos, no mueven molino; no tienen nada que ver con el
problema. Es un problema social que tendrá que definirlo quien haga
falta. De todos modos, estamos de acuerdo en que estos objetores sirven
precisamente para que los científicos busquemos soluciones incluso a
problemas que no nos preocuparían. Un ejemplo es la presencia para
detectar las células transformadas --como ha dicho antes el doctor
Puigdomènech-- que se utilizan, por ejemplo, resistencias a antibióticos.

Se dice ¡qué horror, vamos a llenar el universo de resistencias a
antibióticos! Se ha demostrado que la contribución a esas resistencias es
prácticamente cero, pero ha servido para que los científicos y los
técnicos busquen mecanismos en los cuales ya no se utilice la resistencia
a antibióticos. Es decir, aunque desde un punto de vista científico a
veces no nos diviertan estas objeciones, son bienvenidas porque de alguna
manera obligan a la sociedad a perfeccionarse. En este sentido, no hay
ningún inconveniente. Como ha dicho el doctor Ramón, diálogo sí,
polémicas estériles no vale la pena.

Y con esto termino mi intervención.




El señor VICEPRESIDENTE: Gracias, profesor Albert.

Don Pedro Puigdomènech tiene la palabra.




El señor REPRESENTANTE DEL CONSEJO SUPERIOR DEINVESTIGACIONES CIENTIFICAS
--CSIC-- (Puigdomènech Rosell): Quisiera contestar a un par de preguntas
que se han formulado. Por una parte, el sector de semillas en España ha
sufrido unos cambios muy importantes en los últimos años y una
transformación debido, en gran parte, a que multinacionales se han
interesado por empresas españolas y han comprado una gran cantidad de
empresas de semillas, con lo cual ha hecho que el sector, sobre todo en
plantas de gran cultivo, esté en manos de multinacionales en España.

Existen empresas españolas, viveristas, empresas de semillas muy activas
y cooperativas que se interesan mucho tanto por la producción de plantas
como de semillas. Por tanto, es un sector que está en gran evolución en
que las empresas más dinámicas se interesan por las metodologías, aunque
me parece que todavía no hay ninguna empresa española que tenga plantas
transgénicas en ensayos; es algo esperable en los próximos años. Sí se
utilizan técnicas de biotecnología, microcultivos, para analizar la
pureza híbrida en las semillas, que es un tema importante a la hora de
vender a los agricultores del pimiento, por ejemplo, que se planta en
Almería, donde algunas empresas utilizan técnicas de DNA en este momento.

Algunas de estas empresas ya se han interesado por la innovación. Estoy
seguro de que en esta casa tienen ustedes muchas cosas que hacer, tanto
en estimular la innovación científica en las empresas que hay en este
país, muchas de ellas atentas a este hecho y para las que un apoyo
legislativo sería muy eficaz como también para estimular que esas
multinacionales que tienen aquí una presencia muy importante, como sucede
con las empresas farmacéuticas, se les alentara a tener una parte de su
investigación en España. Estos son instrumentos que desde el Parlamento
se pueden utilizar y serían muy beneficiosos, incluso para adaptar el
gusto, como ha mencionado algún interviniente. Repito que desde esta casa
se pueden hacer muchas cosas en esas direcciones y la comunidad
científica las apreciaría porque muchas veces nos cuesta encontrar
personas en las empresas con las cuales dialogar. Es más fácil dialogar
con multinacionales, desgraciadamente. En cualquier caso, si estuvieran
aquí bienvenidas serían.

Un segundo punto que quisiera mencionar es que la competitividad que
nuestra agricultura puede tener en el futuro puede estar en juego con
esas metodologías. Han ido muy rápido. Estamos en el inicio y con que
sólo una pequeña parte de esos proyectos llegue al mercado puede afectar
de forma muy importante a sectores que pueden ser clave en algunos casos,
y no únicamente en la alimentación, que puede ser más conflictivo, sino
en la producción,



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donde se puede utilizar la agricultura como fuente de productos de alto
valor añadido, como se está trabajando intensísimamente en este momento
en el mundo. En este sentido tenemos una aportaciones muy interesantes
para la agricultura y en particular para la competitividad del sector en
nuestro país. A mí me parece --repito-- que estamos muy al inicio, que
hay muchas y grandes oportunidades ante nosotros, no tan sólo en
investigación sino en aplicaciones posteriores, y las enormes inversiones
que están haciendo muchas empresas lo confirman en este momento. Piensen
ustedes que hace poco una de las mejores empresas de biotecnología en
Europa fue comprada por una multinacional por un precio del orden de 700
millones de dólares; eso fue lo que costó una pequeña compañía de
biotecnología. Vean ustedes las inversiones que se están haciendo en este
momento.

Por tanto, me parece que es importante que el sector esté atento, que los
investigadores, como es nuestra obligación, estemos atentos al nivel
existente. Como ha dicho el doctor Albert, creo que el nivel de
investigación en este país es bueno --pequeño como siempre, pero bueno--
y en ese sentido me parece que sería muy importante que, como las cosas
van cambiando muy deprisa, desde esta casa se vaya siguiendo. Supongo que
para ustedes es difícil ir siguiendo los avances que se van produciendo
de manera muy rápida, pero en esa línea creo que en la comunidad
científica del país estaríamos muy abiertos a colaborar de forma
continuada con el Parlamento. Me parece que éste es un tipo de contacto
que sería muy importante de cara a tomar decisiones por su parte, porque
a nosotros también nos interesa que esa información llegue de forma
regular. Creo que sería interesante que este contacto se estableciera de
forma continuada, de la manera que a ustedes les parezca.

Finalmente, contestando a la señora Solsona, he de decir que las alergias
que produce la soja suponen un problema importante, pero es un problema
intrínseco de la soja. Le puedo decir que en este momento está en marcha
un proyecto entre médicos y biólogos moleculares del Valle de Hebrón, en
Barcelona, para atacar ese problema en la vía que señalaba el doctor
Albert. Este podría ser un ejemplo de un proyecto en el cual las técnicas
clásicas muy difícilmente van a poder atacar, pero las técnicas modernas
pueden disminuir los niveles de aquellos productos que son los que
ocasionan reacciones de ese tipo. Por tanto, es un proyecto típico de lo
que se puede atacar en este momento.




El señor VICEPRESIDENTE: Muchas gracias.

Tiene la palabra el señor Ramón.




El señor REPRESENTANTE DEL CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES
CIENTIFICAS --CSIC-- (Ramón Vidal): Al señor Madrid querría contestarle
alguna de sus preguntas. En la primera, respecto a tiempo, suscribo lo
que ha dicho el doctor Albert, pero quiero matizar que es un problema
específico de cada nuevo alimento. Aquí lo que entra en juego es lo que
los científicos llamamos evolución caso por caso. No se puede pensar en
un tiempo fijo sino que cada caso hay que atenderlo. Lo que sí puedo
decir es que en todos los que se ha dado el permiso hasta ahora se
dispone de los datos científicos suficientes como para saber que no es un
riesgo --sin hablar del riesgo cero-- añadido al que tiene el alimento
convencional del que procede.

También quería decirle que suscribo lo que ha dicho. Es muy importante
para la gente que trabajamos en la biotecnología de alimentos que se
incida de nuevo en el binomio beneficio-productor, beneficio-consumidor,
que se avance mucho más en las mejoras que significan beneficio para el
consumidor. Lo que ocurre es que hasta ahora los primeros ejemplos que
han aparecido son muy específicos de resistencia a plagas. ¿Por qué? Por
un motivo técnico claro. Dependen de un único gen y esas modificaciones
son mucho más fáciles de hacer, desde el punto de vista técnico, que
aquello que implica calidad u otras mejoras donde hay más cosas que
atacar, desde el punto de vista genético, y es más complicado. Ese es el
motivo. Pero si recuerda la escala que marcaba el doctor Puigdomènech
verá que están por venir muchos nuevos logros de los que, de verdad,
quien se va a favorecer es el consumidor. También me parece que es muy
importante lo que ha dicho respecto a mejorar la calidad sanitaria de los
alimentos. De hecho ya estamos empezando a ver cosas. En el número de
marzo de Nature Biotechnology aparece un grupo de una universidad
americana que ha desarrollado una patata que contiene el gen que codifica
la proteína mayoritaria del vibrio que produce el cólera. Eso implica que
comiendo esas patatas uno queda inmunizado, vacunado contra el cólera;
imagínense lo que eso implica. No hay que distribuir una vacuna con todo
el riesgo de pérdida existente sino que con comer patatas sobra. También
le diré que en nuestro país se están haciendo esfuerzos. En protección al
consumidor desde el punto de vista sanitario, por ejemplo, se están
desarrollando kits de biología molecular que permiten detectar una célula
de salmonella en cien gramos de alimento y en cinco horas; un salto en el
espacio comparado con lo que hay ahora. El Instituto de Investigaciones
Marinas en Vigo no sólo ha llegado a eso sino que ha desarrollado un kit
de diagnóstico molecular para evitar fraudes en alimentos, donde la
biotecnología tiene mucho que decir. Han desarrollado un kit que permite
diferenciar mezclas de pescados infravalorados en conservas de atún;
hasta un 5 por cien de mezcla puede ser detectado con ese kit. Es algo
importantísimo y en eso se está trabajando, y mucho.

Respecto al gusto de los alimentos, le doy la razón. Todos los que
trabajamos en tecnología de alimentos sabemos que no vale con tener un
buen desarrollo en el laboratorio. Eso diferencia de nuevo la
biotecnología de alimentos de la farmacéutica. El fármaco que se
desarrolla, se lo tienen que pinchar o tomar por vía oral, les guste o
les disguste, pero en un alimento, no; puede haber tenido un desarrollo
científico excelente y, si al consumidor no le gusta, no se saca a la
venta y se ha fracasado. Eso lleva a la conclusión de que en
biotecnología de alimentos no vale --y eso es lo bonito y lo interesante
de esta disciplina científica-- con un grupo donde haya sólo biólogos
moleculares, sino que hay que jugar a la multidisciplinariedad y tener
biólogos moleculares,



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tecnólogos de alimentos e incluso, si me apura --y en eso estamos en el
Instituto--, psicólogos que digan cuál es la opinión del consumidor
porque, además, es variable y no opina lo mismo un consumidor español que
un consumidor americano, por lo que muchos desarrollos de la
biotecnología americana pueden no ser trasbordables a la sociedad
española. Como decía Pere, si revirtiera alguno de esos dineros de las
multinacionales, a lo mejor sería bueno ponerlo a funcionar en cosas de
este estilo.




El señor VICEPRESIDENTE: ¿Algún grupo quiere hacer alguna puntualización?
Señor Madrid.




El señor MADRID LOPEZ: No es una puntualización, quién va a hacerla, pero
le diría algo al doctor Albert. Si la aplicación al arroz en Japón, que
estaba en relación con el consumo, no se ajustaba bien al gusto japonés
¿se cambiaba el arroz o a los japoneses? (Risas.)



El señor VICEPRESIDENTE: Si lo considera pertinente, puede responder el
doctor Albert.




El señor REPRESENTANTE DEL CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES
CIENTIFICAS --CSIC-- (Albert Martínez): No hace falta.




El señor VICEPRESIDENTE: Agradeciendo a los comparecientes su muy
interesante información, se levanta la sesión.




Eran las dos y veinte minutos de la tarde.