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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 210, de 07/05/1997
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL



CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1997 VI Legislatura Núm. 210



DEFENSA



PRESIDENTE: DON ALEJANDRO MUÑOZ-ALONSO Y LEDO



Sesión núm. 12



celebrada el miércoles, 7 de mayo de 1997



ORDEN DEL DIA:



Comparecencia del señor Ministro de Defensa (Serra Rexach), para informar
sobre:



--La nueva Directiva de Defensa Nacional. A solicitud del Grupo
Socialista del Congreso. (Número de expediente 213/000216) (Página 5782)



--La Directiva de Defensa Nacional aprobada por el Gobierno. A solicitud
del Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya. (Número de expediente 213/000233) (Página 5782)



--Características, mandato, composición y eventual participación española
en la prevista operación de paz en Albania. A solicitud del Grupo
Socialista del Congreso. (Número de expediente 213/000260) (Página 5791)



Preguntas:



--Del señor Puig i Olivé (Grupo Socialista), sobre la opinión del
Gobierno acerca de la propuesta francesa de que el mando sur de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) corresponda a un
militar europeo. (Número de expediente 181/000455) (Página 5798)



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--Del mismo señor Diputado, sobre previsiones acerca del calendario de
integración progresiva de España en la estructura militar de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). (Número de
expediente 181/000456) (Página 5799)



--Del mismo señor Diputado, acerca de las fuerzas asignadas a las grandes
unidades multinacionales EUROCUERPO, EUROFOR Y EUROMARFOR. (Número de
expediente 181/000457) (Página 5801)



--Del mismo señor Diputado, sobre información que tiene el Gobierno sobre
los trabajos y decisiones que puedan tomarse en la Conferencia
Intergubernamental en materia de defensa y seguridad. (Número de
expediente 181/000458) (Página 5802)



--Del mismo señor Diputado, sobre opinión del Gobierno sobre el concepto
común franco-alemán en materia de seguridad y defensa, firmado por el
Presidente de la República Francesa Jacques Chirac y el Canciller de la
República Federal Alemana Helmut Kohl en Nuremberg. (Número de expediente
181/000459) (Página 5805)



Se reanuda la sesión a las once de la mañana, con carácter público.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE DEFENSA (SERRA REXACH), PARA INFORMAR
SOBRE:



--LA NUEVA DIRECTIVA DE DEFENSA NACIONAL. A SOLICITUD DEL GRUPO
SOCIALISTA DEL CONGRESO. (Número de expediente 213/000216.)



--LA DIRECTIVA DE DEFENSA NACIONAL APROBADA POR EL GOBIERNO. A SOLICITUD
DEL GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER CATALUNYA.

(Número de expediente 213/000233.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos a la segunda parte de esta sesión, ya
ordinaria, que se inicia con dos comparecencias del señor ministro de
Defensa, a solicitud del Grupo Parlamentario Socialista y del Grupo
Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, para informar
sobre la nueva Directiva de Defensa Nacional.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Señorías, en mi primera
comparecencia ante esta Comisión, celebrada el día 6 de junio de 1996,
enuncié las líneas generales de los proyectos y objetivos del Gobierno en
materia de defensa, así como las líneas del nuevo modelo de Fuerzas
Armadas en los campos de personal, material y orgánico.

Decía entonces que el impulso que se ha querido dar a los asuntos de
defensa, desde la toma de posesión del nuevo Gobierno, hacía necesaria la
elaboración de una nueva Directiva de Defensa Nacional, en la que se
recogiesen los proyectos y objetivos que presidirán el planteamiento de
la defensa de España en el horizonte de las primeras décadas del siglo
XXI. Quiero puntualizar que, a mi juicio, no es exagerado afirmar que, en
materia de defensa, hemos entrado ya en el siglo XXI, o, si quieren SS.

SS., en el tercer milenio.

Yo creo que se puede datar en el año 1989, con la caída del muro de
Berlín y la desaparición del Pacto de Varsovia, el fin del siglo XX, el
fin de una etapa en las relaciones estratégicas; etapa presidida por la
existencia de dos bloques enfrentados o confrontados con una mayor o
menor tensión, pero siempre una tensión, y se está inaugurando una nueva
era en lo que a seguridad y defensa se refiere.

Esa nueva directiva, que el día 6 de junio les decía que era necesaria,
fue aprobada por el Presidente del Gobierno el 20 de diciembre y por
acuerdo del Consejo de Ministros, de 26 de noviembre de 1986. Su
clasificación de seguridad era secreto. Sin embargo, dado que su
contenido marca las directrices de la política de defensa del Gobierno,
se consideró adecuado desclasificarla, una vez hecha su presentación en
la Junta de Defensa Nacional, el 14 de enero del presente año y, por
tanto, la desclasificación se llevó a cabo mediante acuerdo del Consejo
de Ministros de 28 de febrero. Con anterioridad a su salida a la luz
pública, SS. SS. solicitaron mi comparecencia para exponer la directiva
que, como ya conocen, ha sido publicada. Sin embargo, considero que es
una magnífica oportunidad para sintetizar la política de defensa del
Gobierno y, posteriormente, profundizar en esa política.

Señorías, los criterios que han orientado nuestra política de defensa son
los siguientes: Primero, los cambios en la situación internacional más
consolidados y con tendencias de futuro mejor perfilados. Segundo, la
próxima culminación de los procesos de adaptación de la Alianza Atlántica
y, tercero, el convencimiento de que nuestra seguridad se halla
indisolublemente vinculada a los países vecinos y a la de aquellos otros
que comparten nuestro modelo de sociedad.

La finalidad de la política de defensa del Gobierno, según se define en
la Directiva 1/96, es dotar a España de un eficaz instrumento de
disuasión, prevención y respuesta para garantizar de modo permanente su
soberanía e independencia,



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su integridad territorial y el ordenamiento constitucional, así como
proteger la vida, la paz, la libertad y la prosperidad de los españoles y
los intereses estratégicos nacionales allí donde se encuentren. La
Directiva señala tres objetivos básicos de actuación. Primero, consolidar
la presencia de España en las organizaciones internacionales de seguridad
y defensa. Segundo, mejorar la eficacia de las Fuerzas Armadas. A esto me
referiré posteriormente porque uno de los puntos básicos es la
profesionalización plena. Y tercero, conseguir que la sociedad española,
y a esto le concedo una importancia de primer rango, comprenda, apoye y
participe con mayor intensidad en un dispositivo de defensa adaptado a
las necesidades, responsabilidades e intereses españoles. Para
desarrollar esos objetivos se han definido una serie de directrices,
entre las que cabe resaltar: para el logro del primer objetivo,
participación plena en los órganos de decisión de la Alianza Atlántica.

Ya que el pensamiento estratégico español comparte plenamente la
declaración de Londres, de julio de 1990, sobre una alianza del Atlántico
Norte renovada --decía--, la generalización de la guerra es un riesgo
cada vez más lejano y la OTAN contará con fuerzas más reducidas y
estructuradas, con mayor flexibilidad y versatilidad para responder con
la máxima flexibilidad a cualquier situación. Asimismo, compartimos
plenamente el criterio OTAN de que en el futuro se dependerá cada vez más
de fuerzas conjuntas y multinacionales. La profunda renovación de la
Alianza hace que las condiciones en las que se diseñó el modelo español
de participación en la OTAN no sean de aplicación. La futura contribución
española a la defensa común de la Alianza se materializará dentro de los
términos de la resolución aprobada por amplia mayoría por el Pleno del
Congreso de los Diputados en sesión de 14 de noviembre de 1996. Asimismo,
se continuará contribuyendo a la definición de la política de defensa en
el seno de la Unión Europea y participando activamente en el desarrollo
de la Unión Europea occidental. Seguimos colaborando con Naciones Unidas
y con la OSCE en sus iniciativas para el mantenimiento de la paz, la
prevención de crisis y el control de armamento. Por último, impulsamos e
impulsaremos nuestras relaciones en materia de defensa con los países del
norte de Africa, iberoamericanos y los demás con los que mantenemos
vínculos históricos, contribuyendo muy especialmente a la paz y
estabilidad en la región mediterránea.

Para el logro del segundo objetivo, mejorar la eficacia de las Fuerzas
Armadas, las directrices son las siguientes. La directiva parte del hecho
de que en España, como en el resto de las naciones aliadas, las nuevas
circunstancias estratégicas tienen una incidencia directa en la
modernización y mejora de las Fuerzas Armadas, que si bien en el futuro
podrán ser más reducidas en sus efectivos, habrán de compensar su menor
dimensión con una mejor preparación y una mayor operatividad.

En este sentido, como les decía, señorías, la plena profesionalización de
nuestras Fuerzas Armadas constituye el mejor instrumento para incrementar
la eficacia y el grado de disponibilidad operativa de las unidades
militares. Para ello necesitaremos, y es muy importante subrayarlo, el
concurso y el apoyo del sector público y también del sector privado, para
conseguir establecer los incentivos necesarios, a fin de que la
profesionalización sea verdaderamente atractiva para nuestros jóvenes.

Pero profesionalización y modernización, y esto es clave, no tienen
sentido militar por sí solas. No se conciben unas Fuerzas Armadas
profesionales sin el equipo técnico y el armamento adecuado ni tampoco
tiene lógica disponer de un complejo y moderno armamento manejado por
personal, cuyo corto período de servicio no les permite alcanzar la
experiencia necesaria para ello. Por tanto, es absolutamente
imprescindible conjugar el binomio profesionalización y modernización.

En el aspecto operativo, y eso creo que tiene también una importancia
primordial, se hace hincapié en la potenciación de la estructura
operativa conjunta. Partimos, señorías, del hecho de tres Fuerzas
Armadas: los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, con larguísima tradición,
que necesitan, cada vez más, actuar de modo conjunto. Puedo decirles que
en mi última visita al Cuartel General de Saclant ésa era, con mucho, la
conclusión básica. La principal carencia de muchos ejércitos occidentales
es la falta de costumbre de actuación conjunta de los tres servicios. Por
ello se hace mucho hincapié en potenciar la estructura operativa conjunta
y de los sistemas conjuntos, en particular la capacidad de vigilancia
estratégica de los sistemas de comunicaciones y de la logística de
transporte.

La directiva señala claramente que deberán revisarse los programas de
obtención y modernización de los sistemas de armas en función de las
necesidades operativas y establecerse el orden de prioridad por el que
deba acometerse cada uno de ellos. La directiva resalta también la
necesidad de alcanzar un punto de equilibrio entre inversión y
sostenimiento, acentuando la atención a los sistemas existentes para
evitar su degradación y mantener la adecuada capacidad. Este es un
aspecto de vital importancia, especialmente en épocas como las que
estamos viviendo de austeridad presupuestaria, en las que debe sopesarse
muy cuidadosamente cualquier política que implique disminuir la eficacia
operativa de los sistemas de armas existentes en favor de la adquisición
de nuevos sistemas. De ahí la trascendencia en definir y alcanzar ese
equilibrio entre sostenimiento e inversión.

Por último, para el logro del tercer objetivo, conseguir un mayor apoyo
social al dispositivo de defensa, lo que en otros países se llama la
cultura de defensa, querría poner un énfasis especial en el hecho de que
los procesos de modernización y mejora de las estructuras nacionales de
la defensa y de potenciación de las Fuerzas Armadas requieren de forma
ineludible que la sociedad española comprenda, apoye y se sienta
comprometida con la consecución de los objetivos de la defensa. Este
objetivo requiere más que ningún otro la acción conjunta del Gobierno, y
más aún, como decía antes, la contribución de las instituciones sociales,
públicas y privadas, muy en particular del Ministerio de Educación y
Cultura y de las comunidades autónomas que tienen competencias exclusivas
en materia de educación. Baste señalar a este respecto la magnitud del
esfuerzo necesario para promover, como señala la directiva, a través del
sistema educativo general, un conocimiento



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suficiente de la organización y política de la defensa y de la función
social de los ejércitos, para así fomentar el compromiso de los españoles
con su propia seguridad. Se hace preciso también el concurso y apoyo de
las universidades, que tienen un importantísimo papel que desempeñar a la
hora de arrojar luz en este tan complejo proceso. Además, es
imprescindible contar con la colaboración de los medios de comunicación
social, cuya labor de difusión es cada día más importante a la hora de
fomentar un estado de opinión colectiva en la sociedad. Queremos,
señorías, aunar los esfuerzos de diversas organizaciones, fundaciones e
instituciones para conseguir el objetivo de imbuir un mayor sentido en la
necesidad de defensa en nuestros ciudadanos. A esa razón obedece el
traslado del Instituto Español de Estudios Estratégicos desde la esfera
puramente militar al ámbito de la política de defensa, pues tiene como
objetivo primordial convertirlo en foco emisor y centro aglutinador de
todas estas iniciativas.

Por último, el esfuerzo económico necesario para desarrollar todas estas
directrices se refleja en la directiva en un apartado diferenciado, dada
su importancia, y se señala la prioridad de contar con una nueva ley de
dotaciones presupuestarias cuyos resultados se reflejen anualmente en las
correspondientes leyes de presupuestos generales del Estado. De cumplirse
las actuales previsiones económicas y contando con el propósito del
Gobierno, ya expuesto, prevemos que no surgirán dificultades insalvables
para lograrlo. Estoy convencido, señorías, y con ello termino, de que con
el desarrollo de los proyectos del Gobierno potenciaremos la capacidad
operativa de las Fuerzas Armadas, que probablemente serán más reducidas
pero, desde luego, más eficaces y con un grado de alistamiento para la
acción superior al actual.

Estas son, señor Presidente, las líneas generales contenidas en la
Directiva de Defensa Nacional aprobada en diciembre pasado y que el
ministerio está intentando implementar utilizando para ello los escalones
que le proporciona el ciclo de planeamiento de la defensa.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, primer solicitante de la
comparecencia, tiene la palabra el señor Moya.




El señor MOYA MILANES: Señor Ministro, antes de entrar en el contenido de
la directiva, quisiera comentar algo en relación con los avatares que
llevaron a la salida a la luz pública de la directiva, porque creo que se
produjo una cierta confusión durante algunos días en relación con la
publicidad de la misma. De hecho, inicialmente la directiva tuvo un
carácter clasificado y posteriormente fue desclasificada por el Consejo
de Ministros. Creo que en algún comunicado oficial por parte del
ministerio se decía que era el procedimiento normal, que tenía que
aparecer inicialmente como tal y luego proceder a su desclasificación. Mi
grupo no tiene claro que eso tenga necesariamente que ser así, porque el
documento durante bastantes años tuvo un carácter clasificado y más
recientemente, en la última etapa del Gobierno socialista, pasó a ser un
documento no clasificado. En esta ocasión nos hemos encontrado con una
clasificación-desclasificación casi sucesiva. No sé si es que ha habido
una cierta confusión en el tema o si había alguna explicación que
inicialmente aconsejara su clasificación y posteriormente su
desclasificación. La verdad es que de la lectura y el conocimiento del
contenido del documento (lectura que hice en su momento porque solicité
formalmente el documento y me fue remitido por el Gobierno) no parece
desprenderse que hubiese razones para su desclasificación. En cualquier
caso, lo digo a efectos de aclarar un poco el hecho de que durante quince
o veinte días hubo una cierta confusión en la opinión pública sobre el
contenido del documento y su carácter de publicidad.

Entrando en su contenido, comparto la filosofía y las líneas maestras del
documento, pues en buena medida tiene su explicación, como debe ocurrir
en una política de defensa cuyos ejes no deben ser alterados por un
cambio de Gobierno puesto que forman parte de una política de Estado, son
compartibles, guardan una coherencia y una continuidad con directivas de
etapas anteriores y, en definitiva, marcan una tendencia y un camino
claro. En ese sentido, las reflexiones que se hacen en el documento en
relación con la posición de España dentro del concierto internacional y
la necesidad de armonizar y de continuar armonizando esa presencia y esa
participación española, así como de potenciar su participación en los
organismos internacionales de seguridad, forman parte de una doctrina
común de lo que es la política de defensa de nuestro país, que es
ampliamente compartida por las fueras parlamentarias, al menos por la
gran mayoría de ellas. En esa línea está el Grupo Socialista y también,
ya más en concreto, en lo que significa, como hace referencia el
documento, la mayor o la plena participación de España dentro de las
estructuras de la Alianza, como tuvimos ocasión de dejar de manifiesto en
el debate que se produjo recientemente en el parlamento sobre esta
cuestión. No voy a abundar más en esto, que ya ha sido objeto de
tratamiento en muchas ocasiones en el Parlamento y en esta Comisión y,
por tanto, no necesita de mayores precisiones.

Hay otra área, en cuanto a la organización interna y la configuración del
modelo de Fuerzas Armadas en España, que está ligada al proceso de
profesionalización. Obviamente en la directiva sólo se hace un apunte de
lo que es la tendencia y lo que debe ser ese proceso, ya que no es el
lugar para su desarrollo. Por otra parte, existiendo en el seno de la
Comisión de Defensa una ponencia que está estudiando el proceso de
profesionalización, tampoco voy a hacer aquí ahora comentarios sobre
ello, tiempo tendremos, una vez que terminemos el proceso de
comparecencias y entremos en una etapa de reflexión, de poner sobre la
mesa todas las dudas, inquietudes, consensos y disensos que pueda haber
sobre la cuestión. Por tanto, ahora no es el momento de hacer un
comentario sobre la directiva, que tiene un carácter mucho más genérico.

Hemos manifestado siempre, a lo largo de este proceso, en la ponencia
nuestro deseo y nuestra voluntad de compartir el objetivo común de la
profesionalización, aunque en ese proceso pueda haber diferencias de
criterio o de planteamiento.

Hay dos elementos que me interesaría destacar de la directiva, que
también usted ha mencionado en su exposición.




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Uno de ellos es el referido a la necesidad de incrementar la conciencia
nacional de defensa dentro del país y de la sociedad española. Esto forma
parte de un objetivo que viene de tiempo atrás y que tiene sus
dificultades. Ya sabemos en ese sentido, gracias a muchos estudios que se
han realizado sobre la sociedad española y su relación con la defensa, la
percepción que tiene la sociedad española de los problemas de la defensa,
que existe una cierta dificultad para romper algunas percepciones,
algunas imágenes, pero el paso del tiempo sin duda va mejorando esa
percepción y hay hechos que van contribuyendo a ello, aunque es verdad
que a veces se producen otros hechos que probablemente la dificultan. En
cualquier caso, yo ahora me quería referir a que en la directiva se hace
especial hincapié a este tema y que incluso en algún momento posterior a
la directiva por el Gobierno se anunció un plan concreto de mejora de la
conciencia de la defensa nacional mediante una serie de actuaciones
concretas. Ese plan tuvo eco en algún medio de comunicación, donde su
exposición se desarrolló de manera más exhaustiva. Incluso en la
respuesta a una pregunta realizada por un Diputado de la Cámara que el
Gobierno remite y que se encuentra en el «Diario de Sesiones» se da
también detalle de cuáles son las intenciones del ministerio en cuanto a
la puesta en funcionamiento del plan de mejora de la conciencia de
defensa nacional. En este plan se mencionan algunas medidas que se
consideran de cierta urgencia por parte del ministerio. En ese sentido
quería preguntar al señor Ministro cómo está ese plan, qué pasos se han
dado, en qué situación se encuentra. En concreto hay cuatro puntos que el
plan considera prioritarios en cuanto a la necesidad de realizar
inmediatas gestiones. En primer lugar, se refiere a contactos con
universidades y con el mundo científico-cultural en cuanto a organización
de seminarios, mesas redondas, jornadas de reflexión, etcétera. En
segundo lugar, se refiere a contactos con autoridades que tienen
influencia o responsabilidades en la redacción de textos ajustados al
sistema educativo general. Este punto está referido de una manera más
particular, si se quiere, en la propia directiva, donde se habla de la
necesidad de introducir en los niveles de educación algún tipo de
formación para incrementar esta conciencia. En tercer lugar, se habla en
el plan de mejora de la conciencia de defensa nacional de contactos con
los directivos de las asociaciones públicas o privadas en los que se
incluyan temas de paz, seguridad, defensa, etcétera, dirigidos a convenir
los contenidos adecuados a la coyuntura en que se encuentra España. Por
último, habla de contactos con profesionales de los medios de
comunicación social, a que usted también se ha referido, dirigidos a
fijar los programas más convenientes en las actuales circunstancias. Es
decir, hay un abanico de intenciones. Mis preguntas son si de momento se
encuentra en una fase inicial de elaboración, si se han empezado a poner
en marcha las actividades o las medidas concretas en estos cuatro
capítulos a los que se refería y cómo ve el señor ministro por dónde
pueden producirse en la sociedad española unos mejores niveles de
conciencia y de aprecio de lo que es la defensa nacional en nuestra
sociedad.

Por último, la propia directiva determina --y en alguna comparecencia
usted ha hecho mención a la conveniencia de enviar al Parlamento un
proyecto de ley de dotaciones-- no la urgencia, pero sí la necesidad de
que para la modernización de las Fuerzas Armadas debe asentarse la nueva
ley sobre bases que hagan posible la profesionalización gradual de los
efectivos de tropa y marinería, así como para adecuar el armamento,
material, equipo e infraestructura a las necesidades descritas. En
algunas comparecencias por el Gobierno se ha hecho especial hincapié en
que era necesario, para dotar de un cierto horizonte de tranquilidad
durante los próximos años, sobre todo desde el punto de vista de las
inversiones, a la industria de armamento, a la industria de la defensa,
un marco de referencia si no muy genérico, al menos con una cierta
garantía de cumplimiento, en relación con esta ley de dotaciones. Quería
saber en ese sentido las intenciones del ministerio o el calendario, si
es que existe ya alguna previsión en concreto, en relación con esta
futura ley de dotaciones.

Estos serían los dos elementos más concretos sobre los que quisiera una
ulterior aclaración: el primero referido al plan de mejora de la
conciencia de defensa nacional, puesto en marcha o a poner en marcha, y
el segundo en relación con la ley de dotaciones. En general, vuelvo a
repetir, mi grupo coincide básicamente con el contenido de la directiva.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, que también solicitó la comparecencia, tiene la palabra el
señor Meyer.




El señor MEYER PLEITE: Señor Ministro, usted decía que con esta Directiva
de Defensa Nacional se entraba en los conceptos de seguridad del siglo
XXI. Nosotros no compartimos esta afirmación. Nosotros creemos que la
reflexión que hay que hacer de cara al siglo XXI es romper con todos los
conceptos del pasado en cuanto a una seguridad entendida desde el punto
de vista militar y avanzar hacia un nuevo concepto de seguridad distinta,
distante, diferente, e iniciar un período de transición que efectivamente
permita avanzar hacia ese siglo XXI y que se debe caracterizar por una
progresiva desaparición de los ejércitos nacionales y apostar por una
fuerza internacional en las distintas instituciones internacionales, sea
OSCE, sea Naciones Unidas, y, desmilitarizando el concepto de seguridad,
avanzar en nuevos conceptos que sí que tienen que ver con el siglo XXI y
que ya se están debatiendo en los distintos foros internacionales. Se
introdujo el concepto de seguridad compartida en los ochenta, se empieza
a hablar de un nuevo concepto que va a revolucionar el de seguridad, que
es el de seguridad humana o de seguridad democrática, y a partir de ahí,
desde ese nuevo concepto rupturista con el pasado, un mundo dividido en
bloques, un mundo con una maquinaria bélica de autodestrucción tremenda,
con un esfuerzo militar en gasto de investigación y desarrollo
impresionante, olvidándose de lo fundamental de la inseguridad que se
crea realmente en el mundo, que es la desigualdad entre países pobres y
países ricos. Por tanto, esta Directiva de Defensa Nacional yo creo que
está a caballo,



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que no rompe con el concepto anclado en el pasado de seguridad
militarizado y que es una directiva contradictoria.

Voy a señalar algunos aspectos que me parecen de tremenda contradicción.

En primer lugar, ya he hablado --después me referiré a los conceptos
sobre los que yo entiendo que habría que empezar a reflexionar y a
defender en las sociedades más avanzadas, más civilizadas-- de este nuevo
concepto de seguridad humana, que ni más ni menos lo que persigue es que
no estemos nosotros más seguros frente a un tercer país; es decir, que
nuestra seguridad no se dé sobre la base de la inseguridad de otros, sino
que todos estemos seguros. Es un concepto distinto, distante,
radicalmente diferente de lo que ocurre en estos momentos en nuestro
entorno.

Me voy a referir también a otro de los aspectos que a mí me parece que
merecería una reflexión profunda de esta Comisión de la Cámara de
representantes de la sociedad española. La propia Directiva de Defensa
Nacional --no es nuevo, ya se planteaba en la anterior de 1992-- viene a
manifestar que no somos capaces de que la sociedad española participe
activamente de lo que significa una reflexión común de la seguridad de la
defensa nacional. Yo digo, señorías, que es imposible que la sociedad
española se sienta partícipe de la política de defensa y seguridad por el
secretismo, oscurantismo y falta de participación en las líneas maestras
de la política de defensa. El hecho de que esta Directiva de Defensa
Nacional venga aquí simplemente para su información, y no para su debate
y discusión, yo creo que merecería una reflexión. Izquierda Unida desde
luego la va a hacer y va a pedir todos los cambios legislativos precisos
para que la Directiva de Defensa Nacional --es decir, el documento donde
los representantes del pueblo español puedan debatir sobre las líneas
maestras de la defensa y de la seguridad-- sea discutida en la Cámara de
representantes. Yo creo que eso significaría un gran avance que
permitiría, en el escalón más importante de representación popular que es
la Cámara de representantes, discutir esta iniciativa que venga del
Consejo de Ministros. Para que la sociedad sea partícipe de una
concepción de seguridad hay que levantar todo tipo de secretismos, porque
ya es absurdo. He estado presente en la primera parte del debate de la
pregunta que realizó el Grupo Socialista sobre la adquisición de sistemas
antimisiles y me pareció como un chiste de Gila. ¿Por qué? Porque es un
secretismo absurdo. Sobre este tema al que le hemos dado carácter de
secreto, cualquier especialista que lea publicaciones sabe perfectamente
de lo que se trata, de lo que pasa en Estados Unidos, en las fuerzas
navales, en Marruecos, en Libia, en Israel, en España, en Francia. Yo
creo que es inútil y que va a conducir a la melancolía. Afortunadamente
el secretismo en estos temas cada vez es menor porque, como no existe esa
gran amenaza entre dos bloques, la gente se ve muy segura y cada vez que
se le habla de la posibilidad de tener que interceptar un misil balístico
internacional a lo que más se le aproximará será a las Fallas de
Valencia. En todo caso creo que esta reflexión, que puede parecer muy
radical, sí es la que engarza con el siglo XXI.

Me voy a referir al concepto de seguridad humana que me parece
tremendamente atractivo, desde el punto de vista intelectual, y que abre
un camino distinto que rompe con el concepto de seguridad militarizada.

En el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo se empieza a hablar
con claridad --cito textualmente-- de que la idea de seguridad humana,
aunque simple, probablemente constituirá una revolución en la sociedad
del siglo XXI. Una consideración del concepto básico de seguridad humana
debe centrarse en cuatro de sus características esenciales. La seguridad
humana es una preocupación universal, es pertinente a la gente de todo el
mundo, tanto en países ricos como en países pobres. Hay muchas amenazas
que son comunes a toda la gente, como el desempleo, los estupefacientes,
el delito, la contaminación y las violaciones de los derechos humanos. Su
intensidad puede variar de un lugar a otro, pero todas esas amenazas
contra la seguridad humana son reales y van en aumento. Los componentes
de la seguridad humana son interdependientes. Cuando la seguridad de la
población está amenazada, en cualquier parte del mundo, es probable que
todos los países se vean afectados. El hambre, la enfermedad, la
contaminación, el tráfico de estupefacientes, el terrorismo, los
conflictos étnicos y la desintegración social ya no son acontecimientos
aislados, confinados dentro de fronteras nacionales, sus consecuencias
llegan a todo el mundo. La seguridad humana está centrada en el ser
humano, se preocupa por la forma en que la gente vive en la sociedad, la
libertad con la que puede ejercer diversas opciones, el grado de acceso
al mercado y a las oportunidades sociales, etcétera. Es decir, es un
concepto radicalmente diferente, distinto, que sienta las bases de la
realidad que estamos viviendo, que es absolutamente distinta de esa
política de bloques.

Desde esa apreciación, hay que ser más valientes e iniciar estos cambios
legislativos que Izquierda Unida va a proponer: que todas las grandes
materias de seguridad y defensa nacional vengan a la Cámara de
representantes, así como que las misiones de paz de las que formamos
parte también requieran el visto bueno de la misma; que estos temas no se
circunscriban al Consejo de Ministros, sino que requieran también un
debate de los representantes del pueblo. Este es realmente el debate que
nos puede situar en la perspectiva de que la gente, la sociedad española
se sienta partícipe de la seguridad. Si ni siquiera los representantes
del pueblo tenemos opción a votar en un sentido o en otro la Directiva de
Defensa Nacional, difícilmente vamos a poder convencer a la gente de que
se sienta partícipe. Desde esta reflexión quiero plantear esas
necesidades de cambios legislativos para que avancemos.

Noto esta Directiva de Defensa Nacional muy obsesionada, entre comillas,
para hacer comprender a la sociedad española la cuestión siguiente. Dice
textualmente que la sociedad española lo da como un hecho: En
consecuencia, la sociedad, como parte de su contribución a la tarea común
de la defensa y consciente de las carencias actuales derivadas de las
insuficientes dotaciones presupuestarias de los últimos años, dedicará
recursos en una cuantía suficiente para la consecución de unas Fuerzas
Armadas acordes con el papel que a España le corresponde ejercer.

Esta es una aseveración cuya cuantía no sabemos. La realidad es que la
sociedad española afortunadamente no



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se siente amenazada por nadie, nunca ha estado más segura. Hemos tenido
ocasión de escuchar al general Alonso Baquer, en una de sus
comparecencias, decir textualmente que la población española en general
se siente hoy más segura que nunca y, por tanto, no dice nunca que tengan
que reforzarse los presupuestos de defensa. ¿Por qué? Porque la población
se siente profundamente segura a nivel de política y seguridad
internacional. Los índices de inseguridad están más cerca del delincuente
común, lo que ha supuesto una eliminación en el lenguaje estratégico de
la palabra «amenaza» y su sustitución por la palabra «riesgo». Además,
afortunadamente, desde esa percepción que tiene la sociedad española de
que estamos muy seguros, todas las encuestas que se realizan --incluso la
que encargó el Ministerio de Defensa para ver el estado de opinión de la
ciudadanía en relación con la seguridad, si hay que incrementar gastos o
reducirlos-- son lógicas. Voy a dar tres datos. Sobre una hipotética
reducción del gasto público en materia de defensa, están a favor el 56
por ciento de los encuestados y en contra el 30 por ciento. Hay una
constante: que la sociedad española no quiere que se incremente el gasto
militar sino que se reduzca. Otra de las preguntas que se realiza en la
cuesta es sobre la valoración de lo que gasta el Estado en servicios de
la defensa. El 41 por ciento de los encuestados viene a decir que gasta
demasiado --julio de 1996--, que gasta lo justo el 28 por ciento, y
demasiado poco sólo el 9 por ciento. Es decir, hay una percepción real, y
creo que realista, de que España no se siente amenazada por nadie,
absolutamente por nadie.

La sociedad española, que es muy inteligente y perceptiva, se está
situando en el siglo XXI. Deberíamos aprovechar, no luchar contra esa
realidad. Me da la impresión de que la Directiva de Defensa Nacional está
muy preocupada por estos datos, de que la sociedad española pasa de
incrementar un esfuerzo militar y está por reducir progresivamente el
gasto militar. Eso es lo novedoso que nos puede situar en el siglo XXI,
aceptando todos ese período de transición, que será largo sin duda.

Señorías, yo estoy por la desaparición de los ejércitos, está claro, y de
los Estados. Pero ése es un objetivo que como ustedes comprenderán es
teórico, filosófico, político. En todo caso --y creo que va a ser el
resultado de las relaciones internacionales en el siglo XXI-- se entra en
un período de transición distinto y distante, de reducciones claras,
nítidas, en armamento, en investigación y desarrollo, de reconversión de
la industria militar, etcétera.

Voy terminando, señor Presidente, antes de que me lo advierta.

Resumiendo, esta Directiva de Defensa Nacional no rompe suficientemente
con todo lo que se teorizó en relación con la política de bloques. Esta
directiva y las futuras, mediante los cambios legislativos necesarios,
deberían venir a sede parlamentaria para ser debatidas, como otros
grandes temas de seguridad. Me preocupa cómo la Directiva de Defensa
Nacional puede resolver esa falta de interés de la sociedad española por
los temas de seguridad. Es el punto tres, donde plantea que se promoverá
a través del sistema educativo general un conocimiento suficiente de la
organización y política de la defensa y de la función de los ejércitos.

Creo que esto es una equivocación. Hay que llevar al sistema educativo
general el conocer la realidad del mundo y plantear con claridad que hace
falta introducir en las escuelas y universidades este nuevo concepto de
seguridad humana, de seguridad compartida, para que seamos capaces de
tener unas generaciones en el futuro, que existen ya en esa perspectiva
de transición, y que permita alcanzar entre todos esa seguridad desde el
punto de vista de la seguridad compartida, de la seguridad humana o de la
seguridad democrática.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir?
Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), tiene la
palabra el señor Campuzano.




El señor CAMPUZANO I CANADES: Señor Ministro, supongo que todos
reconoceremos hoy que el debate se produce esta mañana, a partir de unas
peticiones para que comparezca y nos informe sobre la Directiva de
Defensa Nacional, demuestra que estamos ante el instrumento más político
de los que ha elaborado el Ministerio de Defensa a lo largo de los años,
en el sentido de que enmarca la política global, sus grandes directrices.

Por tanto, éste es un debate fundamentalmente político. Esto lleva a dos
reflexiones. Una, sobre el carácter secreto o no que debe tener la
Directiva de Defensa Nacional. Creo que todos coincidimos en que el
contenido de la misma no justicia su carácter secreto. Responde a unos
principios generales de la política de defensa del Estado que en multitud
de ocasiones el Ministro de Defensa, los altos cargos del ministerio, los
grupos parlamentarios en esta Comisión, en comparecencias públicas, en
jornadas o en seminarios expresamos. No aporta ningún elemento que pueda
poner en peligro la seguridad del Estado. Evidentemente, nuestro grupo
parlamentario no va a entrar en el proceso que ha llevado a la
desclasificación de la directiva. Nos parece que los límites que tiene el
ministerio no responden tanto a su voluntad sino al propio marco legal,
por lo que la reflexión ha de ser si la Directiva de Defensa Nacional,
insisto, como principal instrumento político de la política de defensa
del Gobierno, ha de pasar por un trámite político como el de hoy, no a
través del mecanismo de la petición de comparecencia de los grupos
parlamentarios sino por otro mecanismo. Entiendo que desde la perspectiva
de la transparencia y del objetivo que se ha marcado el ministerio, que
es el del aumento de la conciencia de defensa por parte de los
ciudadanos, es importante que en la Comisión de Defensa tengamos estos
debates políticos. Sin coincidir en muchos de los extremos que planteaba
el portavoz de Izquierda Unida, el señor Meyer, sí debemos coincidir en
la necesidad de incrementar elementos que permitan a todo el mundo, al
conjunto de los ciudadanos, justificar por qué destinamos presupuestos a
la defensa. Y es evidente que si la Directiva de Defensa Nacional marca
los grandes objetivos de esa defensa, es importante que esos grandes
objetivos sean el resultado no sólo de la voluntad del Gobierno sino
también de la participación de los grupos parlamentarios en la definición
de los mismos. No creo que sea demasiado normal que hoy discutamos el
contenido de este importante



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documento una vez que todos sabemos que las posibilidades que tenemos de
modificarlo son absolutamente inexistentes. Creo que éste es un tema que
a lo largo de esta legislatura debemos trabajar, que debemos buscar una
fórmula que nos permita, desde el consenso, encontrar ese punto de
equilibrio entre la necesaria participación política en la definición de
los grandes objetivos de la defensa del Estado y la necesidad de mantener
en los niveles de confidencialidad que sean necesarios esos objetivos de
la defensa del Estado. Habrá que encontrar ese punto para avanzar en la
perspectiva de la transparencia en la definición de las políticas de
defensa, que me parece que es un objetivo que todos podemos asumir y que
no nos debe dar miedo abordar.

Quiero insistirle en lo que ya hemos tenido ocasión de plantear en la
ponencia que existe en el seno de la Comisión Mixta Congreso-Senado sobre
la profesionalización de las Fuerzas Armadas, en que la necesidad de
avanzar hacia una mayor conciencia de la defensa por parte de los
ciudadanos tan sólo puede ser el resultado de la asunción por parte de
los mismos de los grandes principios que informan la defensa, porque a
veces --al menos yo recuerdo algunas de las informaciones que aparecieron
en prensa sobre este plan del Gobierno para aumentar la conciencia de
defensa-- nos parece que una apelación a un sentido abstracto patriótico
puede tener un efecto más negativo que positivo. Creo que podemos
interesar de manera más responsables y más concienciada a los ciudadanos
en la necesidad de implicarnos en la Alianza Atlántica, en la necesidad
de potenciar la Unión Europea Occidental, en la necesidad de destinar
mayores recursos a la defensa del Estado, si les hacemos entender que
forma parte de un proyecto colectivo basado en la voluntad de configurar
de manera diferente las relaciones entre los pueblos que componen el
mundo. Me parece que ahí está la fuerza que tiene el que nos impliquemos
a fondo en la construcción de una identidad europea de defensa o que
destinemos recursos públicos a las políticas de defensa. Nos gustaría que
en ese plan que se anuncia en la Directiva de Defensa Nacional esos
conceptos se pudiesen subrayar y quizá nos ahorrásemos esas apelaciones
abstractas a conceptos patrióticos que no sé si podrían ser asumidos por
todos los ciudadanos del Estado.

Una segunda cuestión que me gustaría plantear es que la anterior
Directiva de Defensa Nacional fue aprobada después de que en el Congreso
se celebrasen los debates parlamentarios que contribuyeron a elaborar el
que ha sido el modelo de defensa vigente hasta ahora. La pregunta es --y
no pretende ser una pregunta retórica sino que me gustaría conocer la
opinión del señor Ministro--: ¿Condiciona la Directiva de Defensa
Nacional los trabajos de la ponencia parlamentaria? Yo entiendo que no
debería condicionarlos. Es un marco que está ahí, pero para que el
trabajo de la ponencia se haga a fondo, sea serio, tenga consecuencias,
sería importante que la directiva nos condicionase lo menos posible. Y
quizás --lo digo de manera muy prudente, porque seguramente podría tener
implicaciones en otros terrenos-- hubiese sido interesante esperar para
la aprobación de la directiva a este otoño, una vez la Comisión hubiese
elaborado su dictamen, para que fuese también el resultado de ese
dictamen. Esto nos puede llevar al principio de mi reflexión que es que
hemos de encontrar un mecanismo político, en el marco del ordenamiento
constitucional, que nos permita dar al Parlamento, a las Cortes
Generales, una mayor capacidad de control e impulso a las políticas de
defensa del Estado, porque, si no, no aprovechamos todas las
posibilidades que existen en relación a la misma.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular tiene la palabra el señor
Fernández de Mesa.




El señor FERNANDEZ DE MESA DIAZ DEL RIO: Ante todo, señor Ministro,
gracias por su presencia, una vez más, esta mañana en la Comisión de
Defensa del Congreso de los Diputados, atendiendo raudo a las solicitudes
de los grupos parlamentarios, sobre todo teniendo en cuenta el doblete
que tiene que hacer cada vez que viene a esta Comisión, ya que viene del
Senado, donde tenía unas comparecencias a las nueve de la mañana. El
Grupo Popular quiere señalar el esfuerzo que se realiza, sin duda alguna,
desde el Ministerio de Defensa para no demorar las comparecencias que se
entiende, desde la Mesa de la Comisión, que han de ser importantes.

Señor Ministro, quiero decirle que la Directiva de Defensa Nacional es
compartida no sólo por el Grupo Parlamentario Popular, sino por la
inmensa mayoría de la Cámara, por la amplitud de su contenido y por no
ponerle puertas al campo. Creo que nadie puede no coincidir en este
momento con los grandes objetivos que legítimamente un Gobierno
democrático, cumpliendo la legislación vigente, plasma con la
promulgación de esta Directiva de Defensa Nacional. Lejos de que haya
existido por parte de este Gobierno ninguna voluntad de oscurantismo, e
independientemente de esos 15 días que transcurren entre la firma de la
Directiva de Defensa Nacional y la voluntad de desclasificar, expresada
desde el principio por el propio Ministro de Defensa, es más después de
haber expresado en esta sede parlamentaria cuál era el contenido de esa
Directiva de Defensa Nacional, que se debía exclusivamente a la legalidad
vigente y a la necesidad de adoptar un acuerdo para desclasificar algo
que de suyo, desde el año 1986, era secreto, creo que no hay duda alguna
de la voluntad de este Gobierno de ofrecer la mayor transparencia en
todos y cada uno de los asuntos que en materia de defensa venimos
tratando a lo largo de esta legislatura, de la misma manera que --hay que
reconocerlo-- ese gran esfuerzo también se hizo por parte del Gobierno
que le ha precedido.

Tengo que decir, señor Ministro, que compartimos esos criterios de
consolidación internacional del Gobierno español, que están avanzando a
buen ritmo y lo están haciendo sin estridencias y, sobre todo, dentro de
lo que es un marco común internacional en el que España empieza a ser un
aliado corriente en lugar de ser un aliado que da la nota por algún tema
que siempre nos ha dejado fuera de las grandes decisiones que se tomaban
en el ámbito internacional. Y probablemente esto sea gracias al esfuerzo
que se



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está realizando desde el Ministerio de Defensa, desde el propio Gobierno
de la nación. También compartimos la necesidad de modernización de
nuestras Fuerzas Armadas. No entendemos que de la lectura de este
documento se pueda desprender ningún condicionamiento hacia la Comisión y
hacia la ponencia que está realizando el estudio de la plena
profesionalización de las Fuerzas Armadas, puesto que no emana ninguna
directriz hacia esa ponencia que está iniciando prácticamente, aunque a
buen ritmo, sus trabajos antes de elaborar el documento definitivo en el
que cada grupo político, como es lógico, hará su evaluación y elaborará
su propio documento después de las comparecencias. Y por supuesto
compartimos conseguir una nueva conciencia de la defensa nacional, sino
que ello indique ningún tipo de patrioterismo ni de patriotismo, porque
ni el señor Ministro lo ha dicho aquí esta mañana, ni creo que nadie se
haya referido en esos términos, desde el Gobierno, a la conciencia de
defensa nacional.

Entendemos que es buena una de las medidas que ha aportado el Ministro,
que es llevar a nuestros alumnos, a nuestros estudiantes, y empezar a
crear lo que es una conciencia de la defensa nacional. ¿Y cómo entiende
el Grupo Parlamentario Popular esa conciencia de la defensa nacional? La
entiende como un principio en el que se termine el oscurantismo de qué es
lo que pasa con las Fuerzas Armadas para la mayor transparencia de lo que
ocurre en las Fuerzas Armadas. Porque es muy necesario que desde el
colegio se sepa que las inversiones de los presupuestos de la defensa
sirven para hacer barcos, sirven para hacer aviones, sirven para hacer
carros de combate, sirven para tener militares profesionales, pero sirven
también para que a esa política de seguridad humana, que ya estamos
practicando en el mundo entero, nuestros soldados españoles contribuyan
en Albania y en la antigua Yugoslavia. Y lejos de lo que pueda pasar con
algún sargento Miravete, en la antigua Yugoslavia hay muertos que ha
aportado el Gobierno español, que han aportado nuestras Fuerzas Armadas,
que han aportado familias españolas para conseguir allí la pacificación.

En esa política de seguridad humana del concierto internacional, en esa
nueva política de seguridad y defensa común es en la que España no quiere
estar relegada, sino participando desde el primer momento. Entendemos que
la Directiva de Defensa Nacional es lo suficientemente amplia como para
que concurran en ella el mayor número de voluntades de los grupos que
conforman la Cámara, dentro de las discrepancias que sin ninguna duda
existen, tendrán que existir y, digo más, es bueno que existan porque
ello nos obligará a reflexionar sobre diferentes aspectos que
probablemente tengan menos importancia que los que nos unen a la hora de
llevar a buen puerto la consolidación de la Directiva de defensa
nacional.

Señor Ministro, realmente es injusto hablar hoy en día --y no desde hoy o
desde el año pasado, sino desde hace tiempo-- del oscurantismo de la
política de defensa. No se puede entender cuando hoy el Gobierno está
dando explicaciones sobre su voluntad transparente en lo que respecta a
la Directiva de Defensa Nacional; cuando se discuten los Presupuestos
Generales del Estado sin ningún tipo de oscurantismo; cuando se habla
absolutamente de todos los temas de diversa índole que en sede
parlamentaria plantea cualquier grupo político. Probablemente tendremos
que seguir avanzando en la desclasificación de determinadas informaciones
que no atañen a la seguridad y a la defensa de España, quizá en ese
sentido habrá que continuar avanzando, pero no se puede decir en la
actualidad que existe oscurantismo o que se oculta algún tipo de
información, porque todos los debates que se proponen en esta sede
parlamentaria se discuten y se tratan permanentemente.

Nosotros estamos satisfechos con esta Directiva de Defensa Nacional y
esperamos, sin ninguna duda, que consiga el objetivo de este Gobierno
desde que se constituyó hace un año, del Presidente del Gobierno, de los
Ministros de Defensa y Asuntos Exteriores, de hacer de la defensa una
cuestión de Estado al margen de los avatares políticos, que será lo que
realmente dé estabilidad a la defensa en España no sólo al final de este
siglo sino en el siglo XXI.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Una vez más quiero dar las
gracias a la Comisión y a SS. SS. por el tono que ha presidido todas sus
intervenciones. Sin pretender alargarme mucho, quiero dar respuesta a
algunas cuestiones concretas que se han suscitado.

En primer lugar, el portavoz del Grupo Socialista ha planteado el asunto
de la publicidad. Quizá hubiera confusión, pero yo creo que los hechos
son clarísimos. El acuerdo del Consejo de Ministros de 26 de noviembre de
1986 declaraba que las directivas de política de defensa nacional son
secretas. Cuando se quiso dar publicidad en el año 1992 hubo un acuerdo
explícito para desclasificar esa directiva. En los años 1996 y 1997 hemos
hecho exactamente lo mismo. Se ha aprobado la directiva, y no se adopta
un acuerdo para clasificar; se adopta un acuerdo sólo para
desclasificarla, porque entendíamos que podía ser conocida y, además, en
cuestión de horas se insertó en la Revista Española de Defensa para que
fuera de general conocimiento, que es la idea que ha presidido todas las
intervenciones y ha culminado con la del señor Fernández de Mesa. La
voluntad del Gobierno, la voluntad del Ministerio es dar en todo lo que
sea posible la máxima transparencia a la política y a la actuación del
Gobierno en materia de defensa como política de Estado. Está claro. Hubo
un acuerdo por el que se aprobaba la directiva y otro por el que se
desclasificaba. No hubo ningún acto explícito de clasificación previo.

Me alegro sobremanera, quizá por ese carácter de política de Estado, de
que comparta los principios primero y segundo. En cuanto al tercero, en
el que entiendo que no hay discrepancia sino petición de aclaración,
estamos poniendo en práctica el plan. Tenemos contactos --puedo informar
de ellos, y lo haré con mucho gusto si lo estima la Comisión-- con
decenas de universidades, con autoridades en materia de política
educativa, con medios de comunicación social, con los que se están
llevando a cabo trabajos ad hoc, así como con otros colectivos
especialmente sensibilizados con los problemas de la defensa. Con todos



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ellos estamos manteniendo reuniones de trabajo y articulando medidas que
tengan una proyección de futuro para que esa mejora de la conciencia de
defensa sea una realidad. Repito que puede darse cumplida nota de todas
las actuaciones que en cada uno de estos ámbitos se están efectuando.

Como sabe S. S., se incluyó en la esfera política --no a la estrictamente
militar-- del Ministerio el Instituto de Estudios Estratégicos y se
proyectaron dos áreas, una de pensamiento, para continuar elaborando lo
que debe ser el pensamiento estratégico español, y otra de actuación, que
tiene la misión de actuar de enlace con autoridades educativas,
universidades, medios de comunicación social, etcétera. Todo ello va
funcionando satisfactoriamente, a juicio del Ministro.

Su señoría pregunta, en último lugar, por la ley de dotaciones y por el
calendario. La idea que tenemos, una vez que la Comisión Mixta para la
profesionalización haya evacuado su informe, es proponer a la Cámara, en
coherencia con el mismo, una ley de dotaciones que pueda cubrir al menos
el período necesario para llevar a cabo la plena profesionalización de
las Fuerzas Armadas. Yo calculo que entre finales de este ejercicio y
primeros del próximo ese proyecto debería venir al Parlamento.

Señor Meyer, le agradezco una vez más su tono. Como siempre, el Ministro
conserva esa ingenuidad. He escuchado con toda atención sus razonamientos
y me gustaría hacerle algunos comentarios. El primero es que nunca ha
sido intención del Ministro, y creo que así ha quedado reflejado en el
«Diario de Sesiones», decir que el siglo XXI empieza con la promulgación
de una directiva de defensa en España. He dicho que el siglo XXI, en
materia de defensa y seguridad, puede situarse con la caída del muro de
Berlín y la extinción del antiguo Pacto de Varsovia. Para hacer frente a
esa nueva realidad hay una directiva. En ese sentido es en el que he
hablado de la llegada del siglo XXI, por no hacer una exageración
histórica y referirme al tercer milenio.

Asimismo, deseo incidir en algunas de las afirmaciones que ha hecho. La
finalidad de ese tercer objetivo para incrementar la cultura de defensa
pasa, creo que S. S. lo ha dicho, por dar más explicaciones, por hacerlas
más accesibles a todos para que se puedan entender y, como debe ser en
una sociedad democrática, apoyar las necesidades de defensa que se
sientan.

Su señoría muestra una preocupación laudable por las estadísticas. Más
del 50 por ciento de los ciudadanos están dispuestos a dar la vida por la
patria y una proporción extraordinariamente inferior a dar la vida por
Europa, y no digamos por realidades internacionales. ¿Cuál es el trabajo?
Intentar hacer ver que estamos integrándonos de una manera progresiva en
ámbitos internacionales. Pero no podemos olvidar que la esfera de
responsabilidad del Gobierno, señoría, no es todo el planeta, sino
España. Me gustaría que no hubiera desempleo en el Extremo Oriente ni en
el centro de Africa, pero mi preocupación, la responsabilidad del
Gobierno es disminuir el desempleo en España. Por tanto, a la defensa de
España es a la que primero nos debemos consagrar. Por fortuna, esa
defensa coincide, casi en su totalidad, con la defensa de los países que
comparten nuestro modelo de sociedad, y vamos a incrementar la defensa
conjunta.

Pregunta S. S. por los ejércitos europeos. Creo que está publicada la
relación de las unidades de las Fuerzas Armadas españolas adscritas a
distintas unidades europeas, el Eurocuerpo, el Eurofor, el Euromarfor.

Esta integración es progresiva y es deseable, pero no es buena cosa, a
juicio del Ministro que le habla, olvidar el pasado, hacer rupturas,
aunque luego S. S. ha hablado de transiciones. Yo creo que es bueno
conocer la realidad sobre la que nos asentamos.

Habla S. S. de seguridad humana. Comparto lo que se dice en los párrafos
a los que S. S. ha dado lectura, pero mi pregunta es: ¿qué seguridad era
la vigente hasta ahora? Siempre se ha intentado la seguridad de los
humanos, comparto la generalización, pero sabe y le consta a S. S.

sobradamente que España no tiene ni el más mínimo propósito agresivo.

Señoría, nuestra política es una política de defensa, y de lo que nos
tenemos que preocupar es de que otros no nos agredan. No hay ninguna
preocupación en el sentido inverso, porque, como digo, no existe la más
mínima intención. Los órganos que toman las decisiones en materia de
defensa están fijados por las leyes, y es a esta Casa a la que
corresponde, en su caso, modificarlas.

La amenaza y la percepción de la amenaza. Yo creo que no hace falta
recurrir a Kant y a la distinción entre fenómeno y nóumeno para darse
cuenta que en épocas históricas, no una sino muchas veces, la falta de
conciencia de la amenaza es lo que ha hecho desaparecer a esas
sociedades. Se podrían poner muchos ejemplos.

Ha preguntado S. S. cuál es la opinión acerca de los presupuestos de
defensa. Puedo decirle que el 60 por ciento de los encuestados, según un
estudio realizado en el mes de enero o febrero de 1997, está de acuerdo
en incrementar los presupuestos de defensa para la profesionalización. En
todo caso, entiendo que la responsabilidad de los gobernantes es
transmitir la situación real, y la situación real es que España tiene, en
comparación con el PIB, el presupuesto más bajo de defensa de todos esos
países que comparten el modelo de sociedad con nosotros, y no ha sido
buena política pensar que todos los demás están equivocados, pues el
comunicar esto a la opinión pública creo que puede ser bueno.

Me he referido varias veces al secretismo, pero déjeme que, por lo menos
en teoría, reserve un ámbito en el que no haya transparencia en materia
de defensa. Quizá con eso se puedan explicar algunas decisiones adoptadas
de antiguo.

Ya hemos dicho que no hay amenaza real y vigente, gracias a Dios, para
España y para el pueblo español. En otras épocas y ahora otros países,
por desgracia, sí tienen amenazas, y estamos viendo las conflagraciones
en distintos puntos del planeta. Si utilizáramos el símil con la
comunidad de vecinos y alguien se sintiera amenazado por ataques contra
la propiedad, no sería lo más recomendable publicar la clave de seguridad
para que pudieran entrar los ladrones sin necesidad de forzar la puerta,
como no es usual que nadie comunique el número secreto de su tarjeta de
crédito, salvo que quiera verse expoliado. Hay algunas



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cosas, señoría, que en todo caso deben mantenerse en secreto. No ha sido
así, y así lo ha entendido el Gobierno, como he explicado, con la
directiva de política de defensa, a la vista de cuál es la situación.

En definitiva, señoría, le escucho, como sabe, con toda atención, y me
resulta extremadamente simpático este internacionalismo utópico que
preside casi todas sus intervenciones, pero déjeme decirle que es poco
compatible con la realidad a la que un Gobierno responsable debe hacer
frente. He puesto el ejemplo del desempleo pero se podrían poner muchos
más.

Señor Campuzano, creo que está claro lo de la desclasificación, que no se
trata de un acto expreso de clasificación de esta directiva. Coincido con
S. S. en que hay que explicar al máximo la política de defensa para que
pueda ser compartida, y aunque ya lo ha dicho el portavoz del Grupo
Popular, reitero que en absoluto la directiva condiciona los trabajos de
la comisión mixta para la profesionalización. Creo que si en lugar de
fijarnos en la primera palabra vamos al fondo de los conceptos, nos
daremos cuenta de que cuando se habla de conciencia de defensa nacional
no se intenta resucitar un patriotismo trasnochado, sino explicar
realmente, como dije en la primera comparecencia, lo que somos y lo que
valemos, y merece la pena conservar eso que somos y que valemos. Somos la
consecuencia del legado de los que nos han antecedido en la historia y
del trabajo de todos los españoles de hoy, y merece la pena que eso sea
protegido; y como merece la pena que sea protegido, es necesario que sea
explicado, de manera que, dejando a un lado el reducto en que debe
mantenerse la discreción, en todo lo demás, señoría, es necesaria la
explicación y es necesario que seamos conscientes --porque a veces no lo
somos-- del valor que tenemos, del valor que tienen la cultura, los
intereses y los derechos de los españoles, y que es muy fácil apreciarlos
en cuanto uno traspasa nuestras fronteras.

Por último, agradezco al portavoz del Grupo Popular sus palabras. Es un
placer para este Ministro estar aquí. La tardanza ha sido consecuencia de
mis obligaciones parlamentarias en el Senado. Y no tengo nada que añadir
a lo que ha dicho en cuanto a la desclasificación, a la relación entre
conciencia nacional versus oscurantismo, pero reitero que la
transparencia es la voluntad del Gobierno en esta materia y que así se
explicita en el punto 3 de la directiva. Y, por último, quiero mostrar mi
absoluta conformidad con el carácter de política de Estado que otorga a
la política de defensa. (El señor Meyer Pleite pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Señor Meyer, como usted bien sabe, en este trámite
no está prevista la réplica, pero, si tiene mucho interés, le concedo la
palabra por medio minuto para una brevísima intervención.




El señor MEYER PLEITE: Intervendré brevemente, señor Presidente.

Quería pedir al Ministro que nos facilite esa sorprendente encuesta según
la cual el 60 por ciento de los encuestados está dispuesto a aumentar los
gastos militares para conseguir un ejército profesional. Me parece
sorprendente ese dato porque no tiene nada que ver con todas las
encuestas publicadas por el CIS.

Finalmente, señor Ministro, frente al internacionalismo utópico está el
nacionalismo tópico, y yo creo que ésa es la diferencia entre mi discurso
y el suyo.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Déjeme decirle que entre
esos dos extremos, el tópico y el utópico, hay un posibilismo razonable.




--CARACTERISTICAS, MANDATO, COMPOSICION Y EVENTUAL PARTICIPACION ESPAÑOLA
EN LA PREVISTA OPERACION DE PAZ EN ALBANIA. A SOLICITUD DEL GRUPO
PARLAMENTARIO SOCIALISTA DEL CONGRESO. (Número de expediente 213/000260.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto siguiente del orden del día:
comparecencia del Ministro de Defensa para explicar las características,
mandato, composición y eventual participación española en la prevista
operación de paz en Albania, solicitada por el Grupo Socialista.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Señorías, el deterioro
interno en Albania llevó a su Gobierno a solicitar tanto al Consejo de
Ministros de la Unión Europea como al Consejo Permanente de la
Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, OSCE, la
intervención de una fuerza de protección multinacional que facilitara la
distribución de ayuda humanitaria internacional. El Consejo de Ministros
de la Unión Europea, en su reunión del 24 de marzo próximo pasado, en
respuesta a la solicitud albanesa, confirmó su determinación de ayudar a
dicho país a recobrar la estabilidad política y a restaurar la seguridad
interna. Asimismo, acogió favorablemente los esfuerzos para establecer
una fuerza de protección multinacional que permitiese el establecimiento
de una situación que asegure la distribución de la ayuda humanitaria
internacional.

También en respuesta a la solicitud albanesa, el Consejo Permanente de la
OSCE, en su reunión del 27 del mismo mes de marzo, expresó su decisión de
proporcionar el asesoramiento y el marco de coordinación dentro del cual
otras organizaciones internacionales pudieran cumplir con las
obligaciones que les corresponden dentro de sus respectivas esferas de
competencia, propiciando la mejora de la protección de los derechos
humanos y los elementos básicos de la sociedad civil.

La misma solicitud fue presentada por Albania al Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas que, ante el ofrecimiento de Italia de liderar la
fuerza de protección y de otros Estados miembros de participar en ella,
el 28 del mismo mes de marzo aprobó la Resolución 1.101 en la que



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acoge --leo-- «complacido el ofrecimiento de establecer una fuerza de
protección multinacional temporal y limitada, para facilitar la entrega
de ayuda humanitaria en condiciones de seguridad y sin demora, y para
ayudar a establecer un medio resguardado para las misiones de las
organizaciones internacionales en Albania».

En consecuencia, en solidaridad con las Naciones Unidas y con Italia,
para la que la deteriorada situación interna de Albania representa un
grave problema de inmigración, al que las naciones de la ribera sur de la
Unión Europea no somos ajenos, y en coherencia con la permanente línea de
acción de nuestra política exterior de potenciar y apoyar toda iniciativa
que sirva para proporcionar paz, estabilidad y prosperidad al área
mediterránea, el Consejo de Ministros (apoyado en las decisiones citadas
del Consejo de Ministros de la Unión Europea, del Consejo Permanente de
la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa y la resolución
1.101 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas), en su reunión del
pasado 4 de abril, ha autorizado la participación de unidades militares
españolas en la fuerza multinacional que pueda desplegarse en Albania
para facilitar la entrega de ayuda humanitaria y para ayudar a las
misiones de organizaciones internacionales en dicho país.

La misión general de las fuerzas españolas será asegurar en la zona
asignada la llegada y entrega de ayuda humanitaria, así como garantizar
en su zona de responsabilidad la seguridad de las organizaciones
humanitarias que allí operen. Esta misión se desarrollará, primero,
asegurando la capacidad operativa de las principales terminales de
transporte y de las principales líneas de comunicación, a fin de
garantizar en esas localidades la entrada segura de ayuda humanitaria y
su posterior distribución; segundo, preparando la ampliación gradual de
esta estructura, y, tercero, proporcionando un entorno de seguridad a los
miembros de la Comisión internacional para la asistencia a Albania, así
como a las organizaciones de ayuda que allí operen. Según todos los
analistas, el principal peligro que amenaza la fuerza multinacional de
protección en el cumplimiento de su misión, y que debe evitar a toda
costa, es asumir cometidos propios de una fuerza policial, tales como
restaurar el orden o desarmar a los civiles. Las fuerzas españolas
actuarán de conformidad con el capítulo VII de la Carta de las Naciones
Unidas, en salvaguardia de su seguridad y de su libertad de circulación.

La resolución de las Naciones Unidas establece una duración de tres meses
que podrían ser prorrogables. En consecuencia, el acuerdo del Consejo de
Ministros ha autorizado la misión por una duración de tres meses a partir
de la fecha en que la fuerza española quede desplegada en la zona. Esta
es, señor Presidente, señorías, la misión que tiene encomendada, en la
zona de responsabilidad que se le ha asignado, la fuerza española.

En cuanto a los últimos acontecimientos en Albania, de los que tengo
cumplida información que me ha llegado ayer mismo, se puede decir que en
la zona de responsabilidad por lo que al contingente español se refiere
la situación de orden público continúa siendo inestable. Los incidentes
que tuvieron lugar los días 12 y 13 de marzo se centraron en el asalto de
la cárcel con la puesta en libertad de 400 presos, muchos de los cuales
son los responsables de los incidentes armados en la zona. En Shkodër la
situación sigue siendo difícil como consecuencia de los enfrentamientos
entre bandas rivales. En este distrito continúan las actividades de
contrabando de grandes cantidades de chatarra hacia Montenegro, a través
del puesto fronterizo de Murrigan. Los camiones cargados con chatarra que
pasan por este puesto fronterizo vienen de todos los distritos del país.

El número de camiones es entre 80 y 90 cada noche. Bajo la denominación
de chatarra común también se exporta maquinaria y equipos diversos de
valor elevado. Con objeto de conseguir más material, la fábrica de papel
de Lezhë, la de cobre de Laç y la de vehículos de Shkodër, entre otras,
han sido destruidas.

El grupo táctico español ha finalizado la incorporación del escalón
logístico avanzado y todo el contingente español se encuentra en el
acuartelamiento de Shengjin. Se han realizado patrullas de exploración
por toda la zona de responsabilidad y se ha visitado a las principales
autoridades de las ciudades próximas. Las actividades del contingente
español se centran en continuar los reconocimientos, preparar la
protección de los convoyes de ayuda humanitaria que pasen por su zona de
responsabilidad y mejorar la habitabilidad y la protección del
acuartelamiento. También se ha comenzado a prestar ayuda sanitaria a los
habitantes de la zona que acuden a solicitarla, siendo atendidas
diariamente una cincuentena de personas. La acogida de la población a las
Fuerzas Armadas españolas ha sido favorable. No obstante, los hechos que
a continuación se indican pueden contribuir a hacer ver los numerosos
incidentes por arma de fuego que se producen en la zona.

El pasado día 23, un joven en estado de embriaguez apuntó con una pistola
a un convoy formado por una sección de fusiles a la salida de Lezhë. Fue
reducido por personal civil que se encontraba en las inmediaciones, sin
llegar a efectuar ningún disparo. La noche del 24 de abril se han
escuchado disparos aislados y ráfagas en los alrededores de la base de
Spalbat. El día 25 se produjeron dos explosiones de granadas de mano en
los alrededores de la misma causadas por civiles, uno de los cuales
resultó con heridas leves, siendo atendido por el escalón médico
avanzado. Ese mismo día, una patrulla de entidad Sección, a su paso por
Gjader, fue apuntada con un fusil por un individuo que se dio a la fuga
al tomar dicha unidad medidas defensivas. No se produjeron disparos.

El 26 de abril visitó el destacamento el parlamentario español don José
María Robles Fraga, que llegó acompañado de dos de los oficiales
españoles destacados en el Cuartel General de la fuerza multinacional de
protección. Tras una exposición y una visita a las instalaciones, terminó
su visita a la base. Se han reconocido el puerto de Shengjin y el
aeródromo de Gramsh, ambos cercanos al acuartelamiento de nuestro
contingente. Durante el reconocimiento del puerto se comprobó la
inexistencia de una grúa para descargar, y las autoridades del puerto
informaron de cinco metros de calado y la posibilidad de atraque de
buques de 1.800 toneladas. En el reconocimiento terrestre, efectuado el
día 24 de abril por el Ejército del Aire al



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aeródromo de Gramsh, se apreciaron grandes deficiencias para su
utilización inmediata. El aeródromo en cuestión no cuenta con medios de
control aéreo, sistemas contra incendios, combustible ni luz eléctrica.

Se están realizando los cálculos de necesidades mínimas para su puesta en
servicio. La apertura de la pista proporcionaría una mejor cobertura y
apoyo al grupo táctico, ya que la estafeta podría aterrizar directamente
en Gramsh en lugar de hacerlo en Rinas. Además, su apertura haría llegar
con más celeridad la ayuda humanitaria destinada a la zona norte del
país.

Termino diciendo, señor Presidente, señorías, que parece ser que la mayor
carencia, y así lo expresó el Diputado citado, es la de medicamentos de
todo tipo, y el Ministerio de Sanidad ya ha mostrado su disposición a
contribuir en la medida necesaria a paliar esta deficiencia.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, solicitante de la
comparecencia, tiene la palabra el señor Estrella.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Señor Presidente, en primer lugar quiero
comentar algo que ha dicho algún portavoz con relación al primer punto
del orden del día en la sesión que hemos mantenido a puerta cerrada. No
podemos confundir el control democrático de los actos del Gobierno, y en
este caso concreto el control democrático de la política de defensa, con
la difusión de los actos del Gobierno o de la política de defensa en los
medios de comunicación. El control democrático se ejerce aquí en la
Cámara, y se hace en las condiciones que estimemos convenientes para una
mayor información y un mayor conocimiento por parte de quienes han sido
elegidos por el pueblo español.

Centrándome en el tema que nos ocupa, quiero comenzar diciendo que el
Gobierno, en el ejercicio de sus legítimas atribuciones, tomó una
decisión el 4 de abril, y el Grupo Socialista respeta y respalda esa
decisión. Estamos convencidos, además, de que las unidades españolas
están perfectamente preparadas y capacitadas para desempeñar su misión.

Digo esto como preámbulo porque el pasado día 16 este Diputado presentaba
una pregunta en el Pleno y el Vicepresidente del Gobierno pareció
entender, con su peculiar concepción de las relaciones entre el Ejecutivo
y el Legislativo en un sistema democrático, que discrepar en algún
aspecto suponía cuestionar la legitimidad de las decisiones del Gobierno.

También en su peculiar concepción de la geografía dijo que Rumanía era un
país europeo mediterráneo. Creo que el señor Ministro entiende
perfectamente la posición del Grupo Socialista: damos nuestro respaldo
tanto a la decisión del Gobierno como a la misión que se ha asignado a
las fuerzas españolas.

Dicho esto, señor Ministro, quiero resaltar que las misiones de paz en
las que España ha venido participando a lo largo de los últimos años han
sido objeto de un amplio consenso en esta Cámara. No recuerdo yo una
discrepancia sobre el fondo en ningún caso. Tampoco lo hay en éste, pero
en el pasado ha habido una mayor interacción, por decirlo de alguna
manera, entre el Gobierno y el Legislativo. Se ha dado información a los
portavoces de los grupos parlamentarios en esta Comisión, ha habido
comparecencias --en ocasiones conjuntas-- de los ministros, y hemos
echado de menos en este caso que eso se hubiera producido. Tanto más,
señor Ministro, cuanto que desde octubre de 1995 hay una resolución de la
Cámara, aprobada por unanimidad, que me voy a permitir leerle. Dice:
Autorizada por el Gobierno la participación de España en una operación de
paz, el Parlamento debe recibir información documentada de la decisión,
así como de los términos del mandato, efectivos con los que se
contribuirá, financiación y plazo de duración previstos. También
comunicará, en su caso, la decisión de prorrogar una misión y las
modificaciones que pudieran producirse en el mandato que establece la
misión, e informará periódicamente del estado de situación y evaluación
de las operaciones en que participa España.

Yo entiendo que esta resolución de la Cámara, que está contenida en un
informe en el que jugó un papel importante quien hoy preside esta
Comisión, forma parte del acervo común. Si no es así, nos gustaría
saberlo, porque entonces presentaríamos una proposición no de ley en ese
sentido, pero creo que es un instrumento válido para articular nuestras
relaciones en lo que se refiere a las operaciones de paz.

Nos parece importante esa información, especialmente en una operación que
se hace de conformidad con el capítulo VII. Incluso nos permitiríamos
sugerir al Gobierno que valorase la conveniencia de que una decisión
sobre una misión del capítulo VII requiriese que el Gobierno informase al
Parlamento antes de que la fuerza saliese a cumplir su misión. Creo que
eso daría mucha más solidez a la decisión adoptada por el Gobierno y
daría mucha más estabilidad a la propia misión.

Nos da la sensación, señor Ministro, de que el Gobierno se ha movido
quizá con un cierto triunfalismo en las decisiones que ha adoptado, sobre
todo en la presentación de la misión. Por ejemplo, cuando sale el
contingente le acompaña algo así como un periodista por cada diez
soldados participantes en la misión, o la presentación de la misión
recogida en el órgano del Ministerio, la Revista Española de Defensa, en
la que se dice: «Una vez más España ha dado un paso al frente ante la
llamada de las Naciones Unidas para intervenir en favor de la paz.» Las
Naciones Unidas no han llamado; las Naciones Unidas han autorizado una
misión. La verdad es que, al margen de esta licencia poética,
consideramos que la Revista Española de Defensa es una revista de gran
calidad.

La realidad, señor Ministro, es que se ha ocultado o no se ha dicho
expresamente que ésta es una misión un tanto atípica, que es una misión
delicada --yo creo que de las palabras del Ministro se desprende
claramente eso-- y que tiene unos riesgos evidentes. En primer lugar,
porque es una misión del capítulo VII, que supone la posibilidad del uso
de la fuerza más allá de la legítima defensa. En segundo lugar, porque no
hay un claro consentimiento de las partes y no puede haberlo en una
situación que, en palabras del propio Ministro, es una situación de caos.

En tercer lugar, porque se ha cuestionado la imparcialidad, un elemento
esencial según el informe que elaboró la Comisión



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de Asuntos Exteriores, y que se aprobó como resolución de la Cámara, de
las misiones en que participase España para garantizar la seguridad de
nuestras tropas. Esa imparcialidad ha sido cuestionada por altos
representantes del país que lidera la fuerza, Italia, cuando anuncian
públicamente que piden la salida del Presidente Berisha. Creemos que eso
incrementa los riesgos de la misión innecesariamente y quiebra el
principio de imparcialidad.

El Gobierno ha invocado la decisión del Consejo de la Unión Europea como
respaldo a su propia decisión, pero había que decir también que la Unión
Europea no ha tomado una decisión sobre la fuerza; que en la reunión del
Consejo de Ministros de la Unión Europea hay tres países, según las
agencias de prensa, que dicen abiertamente que están dispuestos a
contribuir a la fuerza, que son Francia, Italia y Grecia, y que hay otros
países en la Unión Europea que se oponen a la participación de la Unión
como tal y que se oponen incluso a financiar la operación, porque otra
característica de esta operación es que cada uno se paga lo suyo. Nos
preguntamos si no hubiera sido posible trasladar una fuerza multinacional
a un ámbito más cómodo y más lógico, a nuestro juicio, como la Unión
Europea Occidental, donde la no presencia como miembros permanentes de
los llamados países neutrales a lo mejor hubiera facilitado más la
configuración de esa fuerza o hubiera puesto en evidencia a aquellos
países que desean un fortalecimiento del papel de la Unión Europea
Occidental, y estoy hablando del caso de Alemania, por ejemplo, que ha
sido uno de los que más obstáculos puso a la configuración de una fuerza
europea.

Hay un elemento de esta fuerza multinacional que también nos preocupa, no
excesivamente pero nos preocupa, porque hay una tradición y es que
aquellos países que tienen una implicación en la región y que por ella
podrían convertirse en un blanco más fácil, más atractivo, sobre todo en
el caso de que haya francotiradores, etcétera, no participen en esas
fuerzas; países con un pasado colonial o países como Italia que, sin
quererlo, por razones geográficas, han tenido un protagonismo en el
conflicto y además con sucesos como el desgraciado hundimiento de un
barco. Nos preocupa sencillamente eso, no tenemos que hacer más
consideraciones, pero en la medida de lo posible pensamos que deberían
evitarse ese tipo de situaciones. Sin embargo, está ahí, parece que está
funcionando bien y nos alegramos de ello. En consecuencia, señor
Ministro, asumimos, respetamos y respaldamos la decisión del Gobierno,
pero nos gustaría tener más información.

Finalmente, voy a hacerle unas breves preguntas. La primera se refiere al
futuro de la fuerza. Lo ha dicho usted: tres meses prorrogables según el
mandato de Naciones Unidas. Ayer o anteayer, según escuché en una emisora
de radio, usted anunciaba que no habrá una prórroga de ese mandato, o al
menos así lo entendí yo. Si no es así, me gustaría saberlo. ¿Está
previsto un relevo de la fuerza? ¿Cuándo se produciría ese relevo
eventualmente si hay una prórroga del mandato, como parece previsible?
Otra cuestión que nos preocupa es la posibilidad de un cambio en el
mandato, y usted ha hecho alguna referencia a ello. Nos preocupa que
pueda producirse la tentación de extender el mandato hacia la misión de
ejercer labores de policía, de restaurar el orden o de desarmar a
aquellas personas o grupos de personas que están armadas. Eso nos
preocupa y querríamos conocer la opinión del Ministro.

En nuestro contingente, que es relativamente exiguo, nos parece
importante el peso que tiene el escalón médico avanzado, por lo que usted
decía de la interacción con la población local. Nos gustaría saber qué
porcentaje de efectivos se destina a la misión que tiene asignada el
contingente español, a facilitar la distribución de ayuda humanitaria y a
garantizar la seguridad de las organizaciones humanitarias, y qué
porcentaje se destina a la propia seguridad de la fuerza, porque en una
operación del capítulo VII la seguridad de la fuerza tiene una dimensión
bastante importante.

Finalmente, nos gustaría tener la posibilidad de acceso, por las vías que
el Ministro estime convenientes, a los informes mensuales de evaluación
que deben remitirse al Secretario General de Naciones Unidas, sobre el
conjunto de la misión, y también aquella información que el Ministro
estime conveniente que sea conocida por los miembros de esta Comisión
sobre la evaluación de la misión del contingente español, en particular.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que deseen intervenir?
Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), tiene la
palabra el señor Nadal.




El señor NADAL I MALE: De hecho, todos los grupos políticos
manifestaremos, señor Ministro, nuestro apoyo a la misión que ha enviado
el Gobierno de España a Albania. Este apoyo se lo vamos a manifestar
todos. También entendemos que una misión que intenta traducir su
intervención en la paz, en la estabilidad, en evitar los flujos de las
corrientes migratorias, es positiva en sí misma. Por ello desde el Grupo
Catalán (Convergència i Unió) tiene usted todo nuestro apoyo, así como el
Gobierno, en las decisiones que al respecto se han tomado y sobre las
que, posiblemente, se tengan que tomar.

No obstante, señor Ministro, y sin que la intervención que se produzca a
partir de ahora signifique un pero, sino simplemente unas
manifestaciones, creemos que existen tres momentos en este último ciclo.

Perdone, señor Ministro, pero ya no me atrevo a dar fechas porque igual
si hablamos de siglos, etcétera, luego se complican las cosas. Hay una
intervención en Bosnia, que es importante para el Ejército, que
probablemente hace que se mejoren algunas de las apreciaciones que sobre
el Ejército español se tienen. Hay una segunda parte, que es una duda
gubernamental, una duda europea o, si usted quiere, una duda mundial,
sobre si se interviene o no se interviene en el Zaire. Luego aparece un
tercer momento, en el que están Albania y todos aquellos países que
teníamos que haber intervenido en el Zaire, porque lo demanda la sociedad
zaireña y porque lo demandaba la cantidad de víctimas inocentes que se
están produciendo. A partir de la no intervención en el Zaire, nos
encontramos con Albania y, como una solución inmediata, lo que los países
europeos hacen es decir: vamos lo



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más rápidamente posible a Albania, porque de esta manera, queramos o no
queramos, estamos tapando un poco el Zaire. Algún día, señor Ministro, el
mundo, las Naciones Unidas, quizá la OSCE, quizá el Gobierno español o
quizá también los parlamentarios, tendremos que reflexionar sobre cuál ha
sido nuestra conciencia sobre el Zaire. Todos hablábamos de enviar unas
fuerzas de pacificación al Zaire. De repente, sin que la situación
política del Zaire haya cambiado absolutamente nada, hemos girado
nuestros ojos hacia Albania, que estaba mucho más próxima, por decirlo de
alguna manera.

El Gobierno toma la decisión de ir a Albania, y nos fijamos en la
posición de Italia y en sus dudas sobre la intervención en aquel país.

Tendremos que analizar también el tema desde la perspectiva política y
con la reflexión que el tiempo nos permita. Tendremos que reflexionar
mucho sobre las diferentes posiciones que sobre Albania se han producido
en cada una de las fuerzas políticas, en cada uno de los países y en cada
una de las responsabilidades que estas fuerzas tenían en ellos. Fíjese,
señor Ministro, la prontitud con la que Alemania intervino en lo que le
interesó de la ex-Yugoslavia, así como las dificultades que ahora plantea
en su intervención en Albania. Algún motivo económico puede haber de
diferencia entre ellos.

Si examinamos la rapidez con la que se propuso la intervención en la
antigua Yugoslavia y las graves discrepancias que se han producido por la
intervención en Albania, como ha dicho el Diputado señor Estrella, quizá
la razón sea más la politización que de la situación albanesa se tiene, a
través de los medios de comunicación, que del dramatismo que de la propia
situación se deriva. Quizá el caso de Albania es un problema más, como ha
dicho usted, de luchas entre contrabandistas y entre migraciones, que un
problema más general de muerte, como existía en la antigua Yugoslavia o
Zaire.

En todo caso, señor Ministro, la reflexión ha sido interesante y quizá no
nos acordábamos de la resolución de noviembre de 1995. Reconozco que yo
no me acordaba de ella y creo que valdría la pena, al menos, para
mantener las formas, que intentáramos tenerla en cuenta. De vez en
cuando, aunque una cosa no se ha puesto en práctica, valdría la pena
recomponerla solamente para que tenga la solemnidad necesaria. Busque
usted alguna solución para cumplir la resolución del Parlamento, de
noviembre de 1995.

A nosotros nos preocupan, respecto de lo que pueda suceder desde el día
en que el Gobierno decide la intervención hasta que se acabe, tres
cuestiones: dos, esenciales, y una, accesoria, pero también importante.

Primera, accesoria, no muy importante: no se está evaluando el coste de
la intervención. Cada vez que hemos tenido contacto con algún alto mando
de las fuerzas de defensa, cada vez que hemos hablado con ellos, se nos
ha dicho: el tema de Bosnia nos ha costado mucho dinero y, muchas veces,
no sabemos de dónde sacarlo, por cuestiones presupuestarias;
evidentemente que luego sale, pero, dentro de las Fuerzas Armadas, existe
una notable preocupación por los costes de Bosnia. Si a estos costes se
añaden los de Albania, tendremos que analizar en profundidad las cosas.

La prueba de esto es accesoria.

Lo que sí nos preocupa es el tiempo. Hemos de entender que la posición en
Albania será prorrogable, pero será conveniente definir cada cuánto
espacio de tiempo se reconsidera si se continúa o no se continúa; es
decir, cada tres meses hay que hacer una evaluación y, como consecuencia
de la misma, prorrogar tres meses. A nosotros, señor Ministro, lo que nos
gustaría es que nos expusiera cada cuánto tiempo se realizará la
evaluación de la prórroga y hasta qué extremo el Gobierno español estará
claramente determinado por las decisiones que se produzcan desde las
fuerzas internacionales que participan en Albania.

Y, tercero, el grado de preocupación, cada vez más elevado. Hay poca
gente en Albania, señor Ministro; tiene usted poca gente allá, y esto es
lo que hace que la misión sea peligrosa. No tiene, según nuestro
criterio, gente suficiente. Puede ser que estén bien dispuestos, puede
ser que estén bien dotados, puede ser que estén correctamente
comunicados, pero no tiene la suficiente gente para cubrir desde el
exterior las fuerzas que se encuentran en el interior de Albania. Albania
no tiene nada que ver con la ex-Yugoslavia. La gente no es igual, la
gente no participa de los mismos ideales, la gente no tiene las
ideologías tan claras como las tenían los ex-yugoslavos o las diferentes
corrientes. Se pueden compartir o no las ideologías, pero las tenían
bastante claras; estaban bastante sectorizadas. Albania no está
sectorizada. Albania es un país en crisis, pero en una crisis total.

Creo, señor Ministro, que el Gobierno español ha destinado pocos
efectivos y, además, que tiene poca gente para cubrir las eventuales
necesidades de una defensa. Tenga en cuenta que, como hemos comentado
anteriormente, las fuerzas que están allá no están solamente para
defenderse, sino que pueden tomar decisiones más importantes. Yo creo que
no tiene la suficiente fuerza de protección interior y exterior.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, tiene la palabra el señor Meyer.




El señor MEYER PLEITE: Señor Presidente, en relación con el debate de
esta mañana, entiendo que, además de cumplir la resolución del Parlamento
en cuanto al envío de tropas en misiones humanitarias, se debería ir un
poco más lejos, en el sentido de plantear también un cambio legislativo,
para que la Cámara dé el visto bueno y nos permita discutir a los
representantes del pueblo español las condiciones, los objetivos a la
hora de enviar este tipo de misiones.

El portavoz de Convergència i Unió ha situado bien el problema en
relación con esta reflexión necesaria. Creo que el Gobierno español en
Naciones Unidas debía hacer esa reflexión a fin de acabar con la
improvisación que hay a nivel internacional sobre el envío de tropas a
conflictos internacionales. El caso de Zaire --se ha explicado con
claridad--viene a poner en evidencia que hay una tremenda improvisación
internacional sobre estos asuntos y que ello requeriría iniciar una
reflexión en Naciones Unidas hasta cerrarla de forma positiva, de forma
que ello nos permitiera tener unos cascos azules bien formados para



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este tipo de misiones y que todos tuviéramos la seguridad de que en
determinado tipo de conflictos prevalecería siempre la dignidad humana y
no el sentido del Estado, en función de qué influencia tiene tal Estado
sobre tal zona, y me refiero al Zaire. Como digo, creo que esta reflexión
debía hacerla el Gobierno español en Naciones Unidas y plantear con
energía la necesidad de avanzar en este camino de forma que podamos
superar la improvisación actual.

Si Izquierda Unida hubiera tenido oportunidad de discutir en el Congreso
de los Diputados si se deberían enviar o no tropas españolas a Albania,
nosotros hubiésemos puesto tres condiciones: la primera, que fuese
autorizado por Naciones Unidas; la segunda, que fuera una misión
humanitaria, de paz, de interposición, y tercera, que este envío de tropa
internacional no significara un apoyo al Gobierno corrupto de Berisha.

Estas serían las tres condiciones que habríamos puesto para este envío de
tropa internacional. Respecto al tercer asunto, que es el más
preocupante, habría que preguntarse cómo no somos capaces de conseguir
que los albaneses tengan un marco democrático, mediante unas elecciones,
para destituir también, de forma democrática, a todo el régimen corrupto
de Berisha. Creo que ésa es la reflexión que deberíamos hacer todos.

Tendríamos que ser capaces de dar la palabra al pueblo albanés de forma
ordenada, democrática, civilizada, para que superen ese régimen corrupto.

El tránsito del régimen de Hodja al régimen de Berisha es lamentable, en
primer lugar, para el pueblo albanés y, en segundo lugar, y a partir de
esta reflexión, merecería la pena que por parte del ministerio se nos
presentara una evaluación concreta, detallada, en relación con esto que
nos ocupa; es decir, si con nuestra presencia allí se van dando las
condiciones en la sociedad albanesa para superar ese régimen y poder
pasar a una sociedad democrática, limpia, no corrupta, en cuanto a los
gobernantes se refiere. Como digo, requerimos esa evaluación del propio
ministerio para ir valorando la presencia de la tropa española. Ya ha
dicho antes el compañero Nadal que, efectivamente, la presencia es
reducida y que, en función de cómo evolucionen los acontecimientos en
Albania, tendríamos que ir tomando decisiones en un sentido o en otro.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Fernández de Mesa.




El señor FERNANDEZ DE MESA DIAZ DEL RIO: Gracias, señor Ministro, por sus
explicaciones y, sobre todo y una vez más, por la transparencia. De
transparencia informativa estamos hablando a lo largo de la mañana, lo
que no sólo le trae a usted hoy a la Comisión de Defensa para comentarnos
esta intervención, sino también de lo que se publica en la Revista
Española de Defensa, donde se hace una extensa exposición de cuáles son
los motivos, las razones y las misiones que se van a cumplir en Albania.

Yo quiero manifestar en favor del Vicepresidente Primero del Gobierno,
ausente en esta Comisión, que al decir que con nuestra participación allí
se pretende adoptar la mejor posición para la defensa de los intereses
colectivos, al participar en una fuerza de protección multinacional en la
que están representados todos los países europeos del Mediterráneo, no
excluye a ninguno, pero ratifica que están representados todos los países
europeos del Mediterráneo o, por lo menos, los que hasta este momento se
han sumado a la CIG. (El señor Estrella Pedrola: ¿Y Rumanía?)
No quiero entrar en ningún tipo de debate. Quizá las susceptibilidades,
las suspicacias estén a flor de piel en determinados momentos, pero,
señor Ministro, nosotros entendemos que el Gobierno español, una vez más,
ha dado respuesta a una demanda internacional al enviar la tropa con la
que en este momento ha considerado que puede contribuir, sin duda
haciendo un esfuerzo. Habría que preguntarse cuántos efectivos son
necesarios para participar en esta misión que nace y, sobre todo y muy
importante, en qué condiciones se encuentra España para enviar más
soldados a esa zona. Con estos interrogantes, sobre todo a la hora de
tener un debate en este Congreso de los Diputados y en el Senado sobre la
plena profesionalización de las Fuerzas Armadas --se reitera
constantemente una disminución por encima de la que ya está propuesta--,
y teniendo en cuenta que España acude a cantidad de misiones
internacionales (Albania, la antigua Yugoslavia, las misiones que estamos
realizando en la Stanavforlant o en la Stanavformed, etc.), probablemente
habrá que ver y fijar cuál es el número de efectivos que debamos llevar
en cada una de estas misiones.

Quiero indicar, como ya ha dicho el señor Ministro, que la misión que se
ha desarrollado y se está desarrollando en Yugoslavia desde hace muchos
años en el marco de una confrontación bélica no es igual que la de
Albania, porque no es lo mismo lo que está sucediendo allí, pero sí es
cierto que es una misión que no está exenta de riesgo, y para ello sólo
hay que ver la cantidad de armamento de que disponen las bandas
organizadas en aquella zona. A lo mejor dentro de esa operación,
incardinada con el capítulo VII, al que se refería el señor Estrella,
probablemente, sin tener que llegar a hacer uso de la fuerza, sí estemos
en mejor cobertura que al inicio de la guerra en la antigua Yugoslavia,
cuando, sin la definición clara de una ROES, mandábamos a nuestras
fuerzas armadas, a nuestro ejército de tierra y a la misión multinacional
que allí se conformó sin saber exactamente a qué atenerse a la hora de
encontrarse con un conflicto armado. Probablemente quede mucho por
definir, probablemente quede mucho por hacer, pero nadie puede dudar de
que España, en este momento, dentro de sus limitaciones, conocidas por
esta Casa mejor que por nadie, con un presupuesto para la defensa que
todos conocemos --para unos muy alto, para otros excesivamente bajo--,
está al pie del cañón, valga la expresión, aportando lo que buenamente
puede para resolver una crisis, un conflicto, eminentemente por razones
humanitarias. El Grupo Parlamentario Popular está satisfecho de la
iniciativa que ha adoptado el Gobierno y espera, sobre todo, la buena
resolución de este conflicto, en relación con el cual queremos decir que
sabemos que es difícil decidir cuándo se empieza la misión, pero supongo,
por la experiencia de lo ocurrido en Yugoslavia, que es mucho más
complicado saber cuándo se retira uno de la zona.




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Para terminar, como portavoz del Grupo Parlamentario Popular, quiero que
el Ministro de Defensa transmita a las fuerzas españolas, sobre todo a la
fuerza internacional de protección, y en especial a la Agrupación Táctica
Serranía de Ronda, el apoyo incondicional, el respaldo y el
reconocimiento del Parlamento español a la misión que allí están
desarrollando, porque también de esos apoyos morales se nutre la moral de
nuestras fuerzas, en este caso concreto en Albania.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Señorías, gracias otra vez
por el tono y el fondo de sus intervenciones. Me alegra mucho su respeto
y respaldo y comprendo las otras afirmaciones.

Déjenme que les diga que ésta es una operación atípica, al menos por dos
razones. Primera, porque desde su inicio se produce como consecuencia de
la llamada de un país concreto. No se trata de un acuerdo que haya
brotado en el seno de una organización internacional, aunque luego sí se
haya producido, sino porque es una llamada, digamos, unilateral. Y,
segunda, es atípica porque tampoco se trata --lo ha dicho el portavoz de
Convergència i Unió-- de que haya una situación previa de guerra; luego
no es una operación de paz en el sentido estricto. Se trata de una
situación más cercana a un caos civil que a un enfrentamiento como el que
podía haber en la antigua Yugoslavia. Esto hace que la operación se
produzca de una manera sui generis. Y, añadida a esas dos notas, creo que
hay una tercera: la premura con la que se toma la decisión. He leído las
fechas, donde se ve que en un plazo de días organizaciones tan dispares
como la Unión Europea, la OSCE o las propias Naciones Unidas toman sus
resoluciones, incluso el mismo acuerdo del Consejo de Ministros del
Gobierno de España.

En ese sentido, y sobre el fondo del que hemos hablado antes, de la
voluntad del Gobierno en general y del Departamento en particular, de
tener la máxima transparencia en esta comparecencia de hoy y en
cualquiera --y algún método vamos a arbitrar con la Presidencia para que
se pueda tener puntual conocimiento de la evaluación de la actuación del
contingente y de la situación en Albania--; en este contexto --digo-- la
resolución de 1995, en la medida en que yo sé, pide al Gobierno que
informe de posibles misiones de paz en algún momento tras la decisión de
asignar fuerzas o su despliegue. Repito que entiendo que hoy estamos
tratando esa materia, pero que en definitiva cualquier información
adicional, por el canal que se decida, será proporcionada.

Creo que la anécdota de los periodistas es que se fletó un avión a
requerimiento de los medios de comunicación y el avión prácticamente se
llenó.

Tiene razón S. S. en la imparcialidad. El problema es discernir quiénes
están en conflicto, porque, como hemos visto, muchas veces son grupos con
una organización mínima los que pueden actuar y, por tanto, es difícil
conocer dónde está la imparcialidad y mantenerla. Por eso he leído con
especial énfasis que la fuerza internacional no debe tener misiones
policiales ni de desarmar a la población. El acuerdo del Consejo de
Ministros es de tres meses y, por tanto, no habría una prórroga, sino una
nueva decisión si se necesitara continuar allí. Ese probablemente es el
sentido de mis palabras cuando dije que no está prevista una prórroga y,
por consiguiente, no está pensado el relevo, porque para tres meses puede
continuar el contingente que está allí. Coincido en que sería
preocupante, sería otra cosa el cambio de mandato, que se le dieran
misiones policiales, y en ese caso el Gobierno tomaría la decisión
pertinente. Tal como están hoy las cosas, no tienen atribuidas misiones
policiales.

La composición de la fuerza es la siguiente: operativos estrictamente,
210 personas; apoyo logístico, 75; equipo médico, aproximadamente 40
--estoy dando cifras aproximadas en la centena--, lo cual hace un total
de 325 hombres. Como ha dicho el representante del Partido Popular, la
fuerza tiene capacidad de autoprotección, y podríamos entrar --y con eso
paso a lo que ha expresado el portavoz de Convergència i Unió, al que
agradezco el apoyo total y que no hay ningún pero-- en algunos
comentarios sobre los tres momentos, porque creo que de verdad pueden
iluminar.

Bosnia fue el caso típico, el primer caso de actuación con mandato ONU y
OTAN después, de una fuerza multinacional de interposición y de
mantenimiento de paz. En Zaire no hubo la más mínima duda por parte del
Gobierno español. En el comunicado de la cumbre hispano-francesa,
celebrada en Marsella el 6 de noviembre, se expresa la voluntad, a
iniciativa de estos dos países, de que se haga una intervención que ponga
fin a la situación terrible en la zona de los Grandes Lagos. Yo creo que
la duda ni siquiera fue europea, sino que fue en foros internacionales
donde no cuajaron los intentos de organizar la fuerza multinacional, pero
no le quepa duda, señoría, que, como ha dicho el portavoz del Partido
Popular, no es la primera vez ni va a ser la última que España está
dispuesta, al pie del cañón, repitiendo su expresión, para hacer llegar
ayuda humanitaria donde haga falta.

Al final no cuajó y con cierta urgencia (que se puso de manifiesto,
recordarán SS. SS., con los debates en el Parlamento italiano la misma
víspera del posicionamiento de la fuerza, por tanto con unas
características atípicas singulares, como he dicho al principio) el
Gobierno español quiso mostrar su apoyo no sólo a un llamamiento. La
Revista Española de Defensa (quizá sea licencia poética, pero lo que he
leído, la resolución 1.101, del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas,
es algo más que una conformidad) está complacida de que se pueda iniciar,
liderar y participar en esa fuerza. Al final, con esas condiciones, se ha
mandado un contingente, quizá pequeño.

Su señoría muestra tres preocupaciones en grado ascendente-descendente.

Respecto al coste, le diré que sí hay una evaluación tanto en material
como en personal; pero el coste es directamente proporcional a la cuantía
de la fuerza. He dicho que tenemos aproximadamente 325 hombres; Italia,
que lidera la fuerza multinacional, tiene 2.500 efectivos, con despliegue
en tres zonas; Francia, 1.000



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efectivos, con despliegue en dos; Grecia, 700, con un despliegue;
Turquía, entre 600 y 800, con dos despliegues; Rumanía, 400, con un
despliegue; Austria, 100; Dinamarca, 60. Nuestra contribución es modesta,
en la medida de nuestras fuerzas, como se ha dicho antes. Creo que ha
sido una combinación entre utilidad, eficacia de la fuerza y coste la que
ha dado este resultado, y me alegro de que se congratulen de que haya esa
aportación médica, el equipo médico avanzado, que puede prestar servicio
no sólo al contingente español, sino también a la propia población que,
como digo, ya lo está necesitando.

En cuanto a la prórroga, está claro. Hay que ver cuál es la situación.

Aquí se ha dicho por tres meses no prorrogables. No hay cláusulas de
prórroga en el acuerdo del Consejo de Ministros, por lo que es necesaria
una revisión ab initio de la situación cuando, en su caso, se produzca la
petición de continuidad del contingente multinacional. Mientras tanto no
se puede prever la prórroga.

Al señor Meyer quiero decirle que creo que he explicado las
circunstancias de la rapidez. Se trataba de un llamamiento después de
unos hechos muy concretos y era imposible prever con la velocidad
vertiginosa que se sucedieron los acontecimientos en esos días. En cuanto
a que la misión fuera de la ONU, ya hemos explicado en qué circunstancias
se ha llevado a cabo. Habría contradicción en mostrar una actitud contra
cierta parte del Gobierno, o alguna persona del Gobierno, con esa
imparcialidad. El Gobierno no ha tomado ninguna medida de carácter
parcial o político. Como sabe S. S., hay dos fuerzas con un
enfrentamiento cierto, un enfrentamiento verbal, pero que están
coexistiendo.

Si he entendido bien, le parece a S. S. poca la entidad de la fuerza.

Tomo buena nota de que, si hay que aumentarla, cuento con el voto
favorable de S. S.

Al portavoz del Partido Popular quiero, una vez más, agradecerle su
comprensión y apoyo. El mismo ha subrayado el carácter atípico, sobre el
que yo me he esforzado ahora en enfatizar, de los riesgos que se
desprenden de los últimos acontecimientos que hay para el contingente
español. Por último, agradecerle y cumpliré puntualmente su encargo de
transmitir al contingente español el apoyo y reconocimiento de la Cámara
a su misión.




PREGUNTAS:



--DEL SEÑOR DE PUIG I OLIVE (GRUPO SOCIALISTA), SOBRE LA OPINION DEL
GOBIERNO ACERCA DE LA PROPUESTA FRANCESA DE QUE EL MANDO SUR DE LA
ORGANIZACION DEL TRATADO DEL ATLANTICO NORTE CORRESPONDA A UN MILITAR
EUROPEO. (Número de expediente 181/000455.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al tercer bloque del orden del día, que es
una serie de cinco preguntas, planteadas todas ellas por el señor De Puig
i Olivé, del Grupo Socialista. La primera de esas preguntas es la que
tiene el número 6 en el orden del día: Opinión del Gobierno acerca de la
propuesta francesa de que el mando sur de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte corresponda a un militar europeo.

El señor De Puig tiene la palabra.




El señor DE PUIG I OLIVE: La doy por formulada, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: De acuerdo, señor De Puig.

Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Como S. S. sabe, Francia en
lo que respecta a la nueva estructura militar de la Alianza y a su
participación en la misma ha planteado tres cuestiones previas a su plena
participación: la materialización de la identidad europea de seguridad y
defensa, la creación del Saceur adjunto y la asignación de los mandos
regionales en Europa a militares europeos.

Las dos primeras cuestiones están prácticamente aseguradas, pero no así
la tercera, toda vez que la asignación del mando regional sur a un
europeo presenta dificultades a los Estados Unidos. Con el fin de
desbloquear la situación, se están estudiando diversas alternativas,
algunas de ellas sugeridas por España, como aceptación del principio de
mando para un europeo para posponerlo en el tiempo, rotación en el mando
entre europeos y americanos, nombramiento de un Cincsouth adjunto europeo
con amplias facultades en cometidos de ámbito europeo, o incluso el
desdoblamiento de esta figura del Cincsouth en dos mandos: uno regional
territorial, desempeñado por un europeo, y otro regional operativo
desempeñado por un norteamericano. Todas estas soluciones tienen diverso
grado de dificultad, por lo que se están continuando las consultas entre
aliados.

¿Cuál es la posición española? En términos generales la percepción de
España y de Francia sobre el proceso de reestructuración de la Alianza es
muy parecida, aunque no idéntica. España es partidaria --así lo aprobó el
Parlamento-- de que se incremente la visibilidad de la identidad europea
de seguridad y defensa. España simpatiza con la rotación en los mandos, y
por tanto en los mandos regionales y que puedan alternarse los distintos
países.

En definitiva, España es firme partidaria de la europeización de la
estructura de mandos preservando el vínculo transatlántico. En esta
línea, digo, defendemos una mayor presencia de militares europeos en los
puestos claves de la región sur e incluso reconocemos la conveniencia de
que el mando de Nápoles sea europeo. A la vez, entendiendo la posición
americana, no hacemos de ello cuestión de gabinete. En este sentido, es
necesario a nuestro juicio alcanzar una fórmula de compromiso que, sin
implicar la renuncia del objetivo, tenga en cuenta la importancia real
que para Estados Unidos tiene el mando sur de Europa. Como S. S. sabe,
tiene una fuerte presencia militar en la zona, en especial la VI Flota, y
tiene grandes intereses estratégicos, incluso fuera del área de la OTAN.

Las instalaciones de Nápoles sirven al doble propósito del mando de la
OTAN y de las fuerzas americanas en el sur de Europa;



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por ello quizá no se ha llegado a alcanzar una solución en esta materia,
aunque cada vez es menor el tiempo disponible para encontrar un acuerdo
antes de la cumbre de Madrid, donde se espera poder sancionar la nueva
estructura de mandos. Somos optimistas sobre la posibilidad de alcanzar
una solución satisfactoria para todos y a este respecto nuestros
negociadores están haciendo todos los esfuerzos a su alcance para lograr
un acuerdo satisfactorio para Estados Unidos y para Francia, pues
consideramos que no es conveniente para la seguridad europea que la nueva
estructura militar nazca sin la participación de Francia.




El señor PRESIDENTE: Señor De Puig.




El señor DE PUIG I OLIVE: Me alegro, señor Ministro, de lo que me ha
dicho, porque podemos compartir la totalidad de sus comentarios. A
nuestro juicio, es un tema que interesa especialmente a los españoles, o
a España como país, puesto que en este momento el proceso de integración
total de España en la estructura de la OTAN era paralelo también al
proceso de integración total de Francia en las estructuras de la OTAN y a
nosotros nos interesa que estos dos procesos se cumplan y que no haya
ninguna divergencia.

Por otra parte, creo que tiene usted razón cuando dice que quizá la
petición del mando sur o del mando de Nápoles por Francia va más allá de
lo lógicamente posible si se tiene en cuenta la realidad y la
estructuración no sólo los intereses americanos en el sentido de que
nosotros debamos preservar esos intereses americanos, sino que la
estructuración de OTAN aceptada y querida por todos los socios de la
Alianza Atlántica, es una estructuración que tiene determinada dimensión
para los intereses americanos y para los intereses europeos, con lo cual
mover esas piezas no es sólo estar o no de acuerdo con los intereses
americanos, sino proceder a una lógica común europea, unánime sin
estridencias, y si Francia produjera ahí una estridencia o Francia no
quedara satisfecha sería un problema, pero tampoco podríamos apoyar una
posición exagerada y no realista de la situación.

Por eso me alegro de que me haya dicho usted, señor Ministro, que España
se ha movido en este campo, porque en ese tipo de ocasiones a veces
echamos en falta que España, que se ha presentado tantas veces como un
país medio, no avanza posiciones, no marca posiciones. Es interesante
doblemente, primero, en el sentido de que, como nosotros hemos tomado la
decisión de entrar en la estructura, ya quizá debemos dejar de ser tan
prudentes. Antes se nos podía decir y se nos decía desde la Alianza
Atlántica: ustedes no pidan mucho porque tampoco ustedes están del todo
como quisiéramos. Hemos dado este paso y eso creo que nos da autoridad
para plantear lo que creamos oportuno. En ese sentido avanzar posiciones
a mí me parece interesante.

Las posibilidades no son fáciles, hay que ver cómo se puede producir la
rotación, pero luego había otro elemento importante para nosotros y es
que también tenemos interés en mandos en la Alianza Atlántica, en el
Saclant. Nosotros hemos avanzado todo el tema canario y ahí hay una
situación todavía no resuelta, en la que nosotros tenemos intereses. En
ese sentido, le voy a plantear la única pregunta adicional a la que he
hecho: Estando de acuerdo con el proceso global de una mayor
europeización de la OTAN, donde podemos coincidir con Francia en la
identidad de defensa y en el de Saceur adjunto, quisiera saber si el
acuerdo o no acuerdo en el mando sur puede perjudicar nuestra posición en
relación a Saclant-Canarias. Si la dificultad de resolver el problema con
Francia puede tener alguna consecuencia, alguna repercusión negativa en
relación con nuestras pretensiones de obtener fórmulas de mando en
Saclant.




El señor PRESIDENTE: Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Me alegro, como no podía ser
de otra manera, de que S. S. coincida y esté conforme con la posición del
Gobierno.

Antes de contestar a la pregunta en concreto, quiero hacer tres
comentarios porque me parece un tema importante. En primer lugar,
señoría, le garantizo que estamos haciendo muchos esfuerzos, unilaterales
y colectivos para llegar a un acuerdo final. Usted lo ha dicho, yo creo
muy necesario que Francia no esté fuera de la arquitectura de seguridad
de Europa que se está dibujando; es extraordinariamente importante. De
ahí que muchas veces o en su totalidad los esfuerzos que estamos
realizando deban ser discretos. Al hilo de esa afirmación está que la
posición de España empieza a ser no sólo la de un miembro más, sino la de
un miembro activo y de relevancia, y de eso creo que todos debemos
congratularnos. Sólo un comentario. Es verdad que el Parlamento ya ha
aprobado la incorporación de España y eso nos está dando mucha fuerza,
como dice S. S. Unicamente hemos dicho que se cumplan unas condiciones y
yo estoy persuadido de que se va a terminar cumpliendo todo.

Respondo a su pregunta. En absoluto entendemos que tenga repercusión
directa. Puede tener repercusiones indirectas y muchas, entre otras, el
coste de la infraestructura de la Alianza será distinto si es a Quince o
si es a Dieciséis. Eso repercutirá, pero repercusión directa en las
actuales negociaciones, ninguna. Porque con sentido europeísta entendemos
que Francia no se puede quedar fuera, es por lo que estamos haciendo esos
esfuerzos.




--DEL SEÑOR DE PUIG I OLIVE (GRUPO SOCIALISTA), SOBRE PREVISIONES ACERCA
DEL CALENDARIO DE INTEGRACION PROGRESIVA DE ESPAÑA EN LA ESTRUCTURA
MILITAR DE LA ORGANIZACION DEL TRATADO DEL ATLANTICO NORTE. (Número de
expediente 181/000456.)



El señor PRESIDENTE: Programa número 7: Previsiones acerca del calendario
de integración progresiva de España en la estructura militar de la OTAN.

Señor De Puig.




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El señor DE PUIG I OLIVE: Señor Presidente, en aras de la brevedad, la
doy por formulada.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor De Puig.

Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Señor Presidente, también
con brevedad.

Como S. S. sabe, el pasado 14 de noviembre el Congreso autorizó al
Gobierno para que negocie la plena integración de nuestro país en la
nueva estructura de la Alianza; esta adaptación coincide con los
objetivos de la política de defensa que hemos debatido en la primera
parte de la sesión. Está previsto, como S. S. sabe, que esta etapa pueda
concluir en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará
en Madrid los próximos 8 y 9 de julio. El Gobierno está tomando las
iniciativas que le permitan cumplimentar las cinco recomendaciones que el
Congreso le hizo sobre la participación en la Alianza. En este momento,
el proceso de reestructuración está aceptado, aunque --hay que decirlo--
siempre bajo el frontispicio de que nada está definitivamente aceptado
mientras todo no lo esté, pero éste es el método de negociación que se ha
arbitrado. Sobre estas bases, está aceptado que la estructura de mando se
fundamente en tres niveles: estratégico, regional y subregional; por
tanto, implica la desaparición del cuarto nivel de mando. Asimismo, está
decidido que haya dos mandos estratégicos, uno en el Atlántico y otro en
Europa, ambos tendrán al frente a un oficial estadounidense, con tres
mandos regionales dependientes del Atlántico y dos dependientes del mando
europeo. Sin embargo, no está terminado el diseño en lo que se refiere a
los mandos subregionales.

En el proceso desde ahora hasta julio debemos continuar la negociación
sobre esta base, ya que no está contemplada. Se deben determinar las
capacidades operativas, la clarificación de las relaciones entre los
diferentes niveles de mando, y dentro de los del tercer nivel entre
mandos subregionales --por definición, conjuntos-- y los mandos
componentes de un solo ejército, así como el número y localización de los
cuarteles generales subregionales, incluyendo misiones, responsabilidades
y criterios de rotación. Todo ello va a ser revisado en las próximas
reuniones ministeriales del Consejo Atlántico de mayo y junio, previas a
la cumbre de Madrid. En este momento no se pueden anticipar con exactitud
las decisiones que se tomarán en esa cumbre sobre el proceso que se viene
en llamar la adaptación interna de la Alianza, porque todavía quedan
importantes diferencias en las posturas nacionales. La más relevante es
la que hemos mencionado antes del mando sur de Europa.

Antes de exponer la posición española, hay que recordar un concepto
básico de la doctrina defensiva de la Alianza y es que todas y cada una
de las naciones aliadas mantienen el derecho soberano a defender su
propio territorio, y la organización no lo restringe ni limita en ningún
aspecto. Por ello uno de los criterios aprobados en septiembre de 1996
por el comité militar en sesión de los jefes de Estado Mayor de la
Defensa, fue la aprobación de que ninguna nación tendría su territorio
dividido por los límites de mandos estratégicos o regionales. Si
contemplamos la defensa desde una perspectiva aliada, debemos recordar
que la seguridad se incrementa mediante el esfuerzo colectivo y la acción
multinacional. La alianza debe disponer de capacidad de respuesta militar
rápida, efectiva y colectiva. Y ello implica, en términos militares,
unidad de mando y simplicidad de estructuras. Desde esta perspectiva
existe una coincidencia generalizada de todas las naciones de la Alianza
en situar el cuartel general conjunto de un mando subregional en
territorio español. De aprobarse --y España se ha manifestado de acuerdo
con esta opción-- la totalidad del territorio español, incluidos los
archipiélagos, quedará bajo la responsabilidad de ese mando aliado.

Quedan detalles por perfilar, relaciones con la defensa de las líneas de
comunicación marítima a través del Estrecho y sus accesos, que están
sujetas a las decisiones que se tomen entre relación de mandos
regionales-subregionales y mandos subregionales-mandos competentes. Por
lo que se refiere a los cuarteles generales quedan por definir las
competencias que tendrán respecto a las operaciones de paz, expansión de
la estabilidad y contra proliferación de armas de destrucción masiva.

España pretende acceder a puestos relevantes en los mandos estratégicos,
en el mando regional sur de Europa y en el mando regional del sureste del
Atlántico, lo que llevará consigo una importante presencia de militares
españoles, tanto en esos cuarteles como en el que por definición se
ubique en España. En cualquier caso, en la nueva situación España estará
en igualdad de condiciones que el resto de los aliados, lo que ya de por
sí supondrá una posición más activa en la organización. Existe la
posibilidad de que la cumbre apruebe las directrices generales sobre
mandos estratégicos y mandos regionales y deje el detalle del resto de la
estructura --el detalle, no las líneas generales-- para un desarrollo
posterior. En conclusión, señorías, en el momento actual no es posible
determinar con precisión unas fechas más allá de la cumbre del 8 y 9 de
julio.

Por otra parte, y para terminar señor Presidente, se estima que 130 ó 140
oficiales españoles deberán integrarse en mandos de la OTAN, lo que en
principio podría hacerse de modo progresivo en un período entre dos y
tres años. Si las previsiones se cumplen para finales de 1999 podría
estar finalizada la plena participación en la estructura militar
renovada.




El señor PRESIDENTE: Señor De Puig.




El señor DE PUIG I OLIVE: Señor Ministro, nos acaba de dar una pincelada
optimista. Probablemente su obligación es ser optimista; mi obligación es
ser expectante, esperar y ver qué pasa exactamente. A mí me parece bien
lo que nos acaba de diseñar como proceso; si se cumplen las expectativas
que usted nos acaba de dar, como la creación de un Estado Mayor conjunto
en España, la participación en los mandos, según usted acaba de sugerir
como posibilidad, me parece bien. Entiendo que el proceso no va a ser
rápido y no me puede decir ahora mismo qué se va a decidir en la cumbre
de Madrid ya que eso dependerá



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de los consejos atlánticos previos, aunque el diseño que usted hace me
parece que se ajusta adecuadamente a lo que uno podía prever como proceso
positivo. Unicamente deseo decirle en este sentido dos cosas. Primero,
que sea verdad lo que nos acaba de decir; ojalá las expectativas que
usted contempla como posibles sean realidad y no aparezcan nubarrones; y,
segundo, que nos lo venga a contar. Quisiera pedirle que en el proceso de
adecuación no se olvide usted del Parlamento y venga a contar todos los
pasos y a explicar la situación en cada momento dentro de este proceso.




El señor PRESIDENTE: Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Gracias, por sus palabras,
señoría.

He intentado reflejar lo más fielmente posible la situación actual de las
negociaciones y las dificultades para hacer previsible el calendario más
allá de la cumbre de Madrid. Esa situación actual, como se deduce de las
palabras de S. S., refleja y cumplimenta las recomendaciones del Congreso
de los Diputados. Tengo confianza, no optimismo, en que eso se haga
factible, y con la discreción que exige cualquier proceso de negociación,
máxime cuando está presidido por ese principio de que nada está mientras
todo no esté, que aquí entramos en la fase final de las negociaciones y
que al ser la fase donde se concretan las aspiraciones de quince o
dieciséis naciones es la fase más ardua y más difícil, en la medida que
me lo permita la discreción con la que deben ser llevadas, traeré a esta
Cámara y daré la información más cumplida posible.

En el calendario hay una apostilla por hacer, que viene enlazada con la
cuestión anterior. Es extraordinariamente importante poder resolver lo
antes posible el problema del mando sur de Europa para poder despejar el
futuro inmediato.




--DEL SEÑOR PUIG I OLIVE (GRUPO SOCIALISTA), ACERCA DE LAS FUERZAS
ASIGNADAS A LAS GRANDES UNIDADES MULTINACIONALES EUROCUERPO, EUROFOR Y
EUROMARFOR. (Número de expediente 181/000457.)



El señor PRESIDENTE: Pregunta número 8: Fuerzas asignadas a las grandes
unidades multinacionales Eurocuerpo, Eurofor y Euromarfor.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Señoría, la Directiva 1/92
incluía entre las directrices para el desarrollo de la política de
defensa en el ámbito internacional promover y participar en las
actuaciones que contribuyesen a lograr un mayor nivel de estabilidad y
seguridad en Europa e impulsar las iniciativas que tendieran a la
asunción de competencias por la Unión Europea en política de seguridad y
defensa, con mención expresa a la participación de la Unión Europea
Occidental en el proceso de desarrollo de la Unión Europea de forma
compatible --se decía-- con otros conciertos defensivos.

De acuerdo con esa política, el Consejo de Ministros de la Unión, de
diciembre de 1993, decidió iniciar conversaciones con vistas a una
posible participación española en el cuerpo de ejército europeo, creado
el 22 de mayo de 1992, con ocasión de la cumbre francoalemana de La
Rochelle. Se decidía así nuestra contribución al proceso de construcción
de la Unión Europea y al refuerzo de la capacidad operativa de la Unión
Europea Occidental y de la Alianza Atlántica, teniendo en cuenta la
disponibilidad de este cuerpo de ejército tanto al servicio de la Unión
Europea Occidental como de la Alianza.

El Consejo de Ministros, en julio de 1994, aprobó nuestra participación
en el Eurocuerpo. Posteriormente, el 5 de mayo de 1995, se aprobó la
participación española en la creación de la eurofuerza operativa rápida,
Eurofor y de la fuerza marítima europea, Euromarfor.

En el marco de estas iniciativas, los gobiernos de Francia, Italia, y
posteriormente Portugal, se propusieron contribuir para dotar a Europa de
una capacidad propia para proyección de fuerza, ofrecer a los países de
la Unión Europea Occidental una estructura básica, a disposición de la
citada organización y participar, respetando plenamente el contenido de
la declaración de Petersberg, en las iniciativas de los organismos
internacionales para el mantenimiento de la paz y el desarrollo de la
seguridad internacional.

La directiva de defensa nacional 1/96, sancionada como he dicho por el
Presidente del Gobierno el 20 de diciembre, establece como uno de los
objetivos consolidar la presencia en las organizaciones internacionales
de seguridad y defensa, asumiendo plenamente las responsabilidades y
compromisos derivados de nuestra participación en ella. Para desarrollar
este objetivo, entre otras directrices, la nueva directiva establece
nuestra participación activa en el desarrollo de la Unión Europea
Occidental, incrementando sus capacidades políticas y operativas, por lo
que se consagra nuestra contribución a estas fuerzas multinacionales
europeas, unas genéricas y otras, como he dicho, en las que España está
con Francia, Italia y Portugal.

Pensamos que a la seguridad de Europa se contribuye con hechos, que deben
concretarse en el campo operativo, como es la creación de estas fuerzas y
la participación en operaciones encaminadas a mantener la paz. La
primera, en cuanto a las fuerzas asignadas en el Eurocuerpo, España tiene
la división mecanizada uno, iniciándose la aportación con la brigada
mecanizada décima, desde 1995 hasta de forma progresiva llegar a la
totalidad de la división, que lo será en 1998. Los efectivos actuales del
Eurocuerpo son de aproximadamente 50.000 hombres, de los cuales España
aportará unos 4.000. El 30 de noviembre de 1995 se declaró oficialmente
la operatividad del Eurocuerpo.

Eurofor y Euromarfor. Como sabe S. S., Eurofor es una fuerza terrestre de
entidad máxima, división ligera y fácilmente desplegable, que cuenta con
un cuartel general permanente con sede en Florencia y que se inauguró
bajo mando español en noviembre pasado. Euromarfor es una fuerza marítima
con capacidad aeronaval y anfibia preestructurada



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y no permanente. Para ninguna se contempla limitación geográfica en su
capacidad de actuación.

Para cada activación de Eurofor y de Euromarfor adoptarán la composición
más apropiada para la misión asignada. El Eurofor podrá variar, desde una
componente de pequeña entidad, hasta una división ligera articulada en
tres unidades tipo brigada, mientras que en Euromarfor podrá variar desde
un grupo de unidades menores, hasta una fuerza aeronaval con capacidad
anfibia y llegando a una brigada de infantería de Marina.

Estas son, en un caso las fuerzas asignadas, en otro depende de cada
misión las que fueran a asignarse, y no tienen carácter permanente.




El señor PRESIDENTE: Señor De Puig.




El señor DE PUIG I OLIVE: Señor Ministro, le agradezco este tipo de
información.

En realidad la pregunta era fundamentalmente informativa para conocer
este Diputado y mi grupo las perspectivas en el Eurocuerpo. Los datos y
las fechas que me ha dado satisfacen mi interés y mi necesidad de
información, así como lo que me acaba de decir de Eurofor y Euromarfor,
fuerzas que, por otra parte, como en su propia creación se dijo cada
Estado, cada nación periódicamente va a identificar las capacidades
operativas que pone a disposición de estas unidades. Supongo que en el
futuro, cuando iremos viendo el desarrollo de esas fuerzas
multinacionales y vamos a tener la información necesaria.

En cualquier caso quiero significarle que estamos políticamente de
acuerdo en las decisiones y en las directivas que se han tomado y damos
una enorme importancia a la participación en estas fuerzas
multinacionales. Hay países europeos, muy europeístas que sin embargo no
participan en estas fuerzas. Nosotros pensamos que sí debemos participar,
que no hay posibilidad de una identidad de defensa europea si no se hace
con hechos, como usted acaba de decir, si no hay voluntades políticas
respaldadas por decisiones y por esfuerzos porque, al fin y al cabo, son
esfuerzos económicos de nuestros presupuestos y de nuestros países los
que hay que hacer para ir formulando esta identidad, y que no sea sólo
una identidad en el campo de la abstracción o incluso de la decisión
política, sino que esté en el campo de la eficacia militar en un momento
dado de crisis.




El señor PRESIDENTE: Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Sólo quiero manifestar mi
pleno acuerdo con esa afirmación y decir que ésa es la única manera real
de poder ir fortaleciendo la identidad europea en materia de seguridad y
defensa.




--DEL SEÑOR DE PUIG I OLIVE (GRUPO SOCIALISTA), SOBRE INFORMACION QUE
TIENE EL GOBIERNO DE LOS TRABAJOS Y DECISIONES QUE PUEDAN TOMARSE EN LA
CONFERENCIA INTERGUBERNAMENTAL EN MATERIA DE DEFENSA Y SEGURIDAD. (Número
de expediente 181/000458.)



El señor PRESIDENTE: Pregunta número 9: Información que tiene el Gobierno
sobre los trabajos y decisiones que puedan tomarse en la Conferencia
intergubernamental en materia de defensa y seguridad.

Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Señoría, tal como prevé el
Tratado de la Unión Europea, el famoso Maastricht de 1991, la Conferencia
intergubernamental se inició formalmente en la sesión del Consejo Europeo
de Turín, de marzo de 1996, y está prevista su finalización en junio de
este año.

Desde la perspectiva del Ministerio de Defensa la Conferencia
intergubernamental presenta dos áreas de interés específico: primero, la
política exterior y de seguridad común, la llamada PESC, que materializa
el segundo pilar y tiene, entre otros cometidos, el desarrollo de la
eventual política de defensa común. En segundo lugar, el futuro de la
Unión Europea Occidental, UEO, que S. S. conoce sobradamente, en relación
con la Unión Europea, incluido en el artículo J.4 del tratado y que es
posible sufra modificaciones.

Desde sus comienzos la conferencia ha venido desarrollando sus trabajos
de modo regular con la guía política que ha ido surgiendo de las
sucesivas reuniones de los consejos europeos bajo las presidencias
italiana, irlandesa y ahora holandesa de la Unión Europea. Fruto de esta
guía política la presidencia irlandesa presentó el pasado mes de
diciembre un documento que intenta recoger un consenso de las diversas
posiciones nacionales sobre el que se trabaja actualmente y donde se
proponen las siguientes medidas:
Primero, subrayar el papel rector del Consejo Europeo en la definición de
los principios y orientaciones generales estratégicas de la PESC. Como
novedad hay una tendencia, no compartida por todos, para introducir la
defensa de la integridad territorial de la Unión como uno de los
objetivos de la PESC. Segundo, las llamadas misiones Petersberg se
incorporarían al texto del Tratado revisado. Tercero, la Presidencia en
funciones seguiría ostentando la representación general de la Unión en el
contexto de la PESC, contando con la asistencia del Secretario General
del Consejo, cargo al que se le daría mayor peso y protagonismo. Cuarto,
la Comisión se implicaría en mayor medida en la ejecución de las medidas
en el ámbito de la PESC, contribuyendo a la coherencia de la actuación
general de la Unión. Quinto, establecimiento de una unidad de análisis de
situaciones de crisis bajo la responsabilidad del Secretario General del
Consejo. Sexto, los procedimientos de votación para la toma de decisiones
en materia de PESC se flexibilizan por dos medios. Primero, en los
asuntos en que se requiera unanimidad, adopción de acciones comunes y
aquellas que tengan implicaciones defensivas, se daría entrada a la
abstención constructiva; un Estado miembro se podría sumar al consenso
pero sin obligación



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de aplicar la decisión adoptada. Dos, para otras cuestiones distintas de
las anteriores, las decisiones se adoptarían por mayoría cualificada,
aunque se aceptaría la posibilidad de que un Estado miembro bloqueara la
votación para preservar sus intereses nacionales, manifestándose en
contra por razones declaradas de política nacional, en cuyo caso una
mayoría cualificada podría solicitar una decisión al más alto nivel de
Jefes de Estado o de Gobierno.

La posición española, señoría, es coincidente con estos planteamientos.

Entendemos que tienden a fijar el objetivo a largo plazo de una política
de defensa común, en el marco de la política exterior y de seguridad
común, y a afirmar las competencias del Consejo Europeo en la definición
de objetivos y orientaciones generales de la Unión en la seguridad y en
la defensa, incluyendo la gestión de crisis, así como la posibilidad de
que participen los ministros de Defensa junto a los de Exteriores en las
reuniones del Consejo con repercusiones en su ámbito propio.

Por lo que respecta al segundo punto, las relaciones de la Unión Europea
con la UEO, el artículo citado, J.4, establece que la PESC comprende las
cuestiones de la seguridad de la Unión, incluida una posible política de
defensa común. Se pide a la UEO, que es parte integrante del desarrollo
de la Unión, que prepare y ejecute las decisiones de la Unión con
repercusiones en el ámbito de la defensa, decisiones que se adoptan y
rigen por la regla de la unanimidad. De modo expreso se dejan a salvo los
compromisos de los Estados miembros derivados de su pertenencia a la
Alianza Atlántica. Los trabajos en curso de la Conferencia contemplan que
la Unión Europea Occidental seguirá siendo parte integrante del
desarrollo de la Unión, que se servirá de la misma para poner en práctica
las decisiones con repercusiones en materia de defensa, con participación
plena de todos los Estados miembros que contribuyan a las mismas. En este
contexto creo que cabe destacar la contribución que la UEO efectuó a este
debate, mediante un documento elaborado durante la doble presencia
española de la UEO y de la Unión Europea, en el segundo semestre de 1995,
en el que se analizan las posibles opciones de modelo de relaciones
institucionales entre ambas y compromiso adquirido en Maastricht. Los dos
criterios fundamentales de estas opciones son: preservar la regla de
consenso en materia de defensa y desarrollar las capacidades operativas
de la Unión Europea Occidental.

La posición de principio española, compartida por muchos de los Estados
miembros, es que el proceso de integración europea no estará completo
hasta que se cuente con una dimensión de defensa. Por ello España
defiende el estrechamiento de los lazos entre la Unión Europea y la Unión
Europea Occidental, de modo que ésta sea el instrumento efectivo de
aquélla y, a más largo plazo, la integración de ambas instituciones, así
como la formalización del papel de la UEO como instrumento militar de la
Unión Europea para las misiones tipo Petersberg que se incluirían en el
Tratado. España también considera que se ha de tener en cuenta el actual
proceso de desarrollo de la identidad europea de seguridad y defensa en
el seno de la Alianza, puesto en marcha tras las decisiones adoptadas
durante 1996, para no entrar en contradicción con el mismo. Francia y
Alemania han presentado una iniciativa con origen en la última cumbre
franco-alemana de Nuremberg, en diciembre de 1996, consistente en una
propuesta concreta de modificación del artículo J.4, relativo a la
política exterior y de seguridad común. España con Italia, Bélgica y
Luxemburgo se han sumado a esta iniciativa que se ha presentado de modo
conjunto en las reuniones de los grupos de trabajo de la Conferencia. La
novedad más importante de la propuesta es el desarrollo de tres fases en
el proceso de integración de la Unión Europea Occidental en la Unión
Europea. No hay tiempo fijado para cada fase, y el inicio de cada una de
ellas tendría que ser decidido al más alto nivel en la Unión tras
constatar que se ha cumplido la fase precedente. El conjunto de estas
fases se incluirá en un protocolo de declaración anexa al Tratado
revisado. En la fase uno de la UEO mantendría su independencia sometida a
las orientaciones generales del Consejo Europeo, y en ellas se
establecerán las bases para una política europea de defensa común como
parte de la PESC. En la fase dos la Unión Europea, a nivel Consejo,
asumiría competencias decisorias de política de defensa en el ámbito de
la gestión de crisis, limitándose la UEO a la puesta en práctica de las
acciones militares de la Unión. Con ello se convertirá en brazo ejecutor
de la Unión Europea. Para este cometido el Consejo de la Unión se reúne a
nivel de ministros de Exteriores y Defensa, lo que constituye una
novedad. Y en la fase tercera, y última, se completaría el proceso de
integración de la UEO en la Unión Europea y la transferencia de
competencias de las instituciones de la UEO que aún subsistan. El Tratado
de Bruselas de la UEO terminará y el contenido de su artículo 5.º se
recogerá en un protocolo de defensa anexo al Tratado revisado. La actual
relación UEO-OTAN sería reemplazada por una relación directa entre la
Unión y la Alianza. Con independencia de los argumentos de unos y otros
países, España es consciente de que, dada la importancia del asunto que
afecta a uno de los pilares de la soberanía nacional, será necesario un
importantísimo esfuerzo negociador para que la Conferencia
Intergubernamental cierre sus trabajos con un consenso que aproxime las
diversas posturas.

En definitiva, y para concluir, España es partidaria de la progresiva
integración de los distintos foros que se ocupan de materias de seguridad
y defensa, buscando con ello la mayor operatividad. Si hemos hablado de
la Unión Europea Occidental y la Unión Europea, no hemos dejado de hablar
de la Alianza Atlántica, en la cual quedarían en la tercera y última fase
las dos grandes organizaciones trasnacionales: la de política, Unión
Europea, y la Alianza Atlántica, con el vínculo transatlántico en su
seno. De esta manera entendemos --y concluyo, señor Presidente-- que la
operatividad sería máxima y la multiplicidad de foros mínima.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor De Puig.




El señor DE PUIG I OLIVE: Señor Ministro, quiero decir de antemano que
compartimos la idea básica que defiende este Gobierno y que defendió el
anterior. Usted sabe



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que el Gobierno socialista ha tenido siempre como prioridad el desarrollo
de la Unión Europea y, en ese desarrollo, la creación de una dimensión de
política exterior y de seguridad y de defensa común. En este aspecto no
hay ninguna duda.

En lo que respecta a dar a la PESC una virtualidad ¡ya era hora! A ver si
conseguimos que después de la Conferencia Intergubernamental la PESC
funcione, porque es un fracaso del desarrollo de Maastricht y no ha
habido manera de poner en funcionamiento esta política exterior y de
seguridad común. Todo lo que sea modificar y revisar el Tratado por el
artículo J.4, como sea, para darle operatividad, credibilidad y capacidad
a la política exterior y de seguridad común, me parece muy bien. Estamos
completamente de acuerdo en que hay que dar al Consejo Europeo toda la
dimensión de capacidad de decisión y de mandato a la UEO en una crisis
concreta para una misión. Completamente de acuerdo. Ninguna duda.

Pero le voy a plantear la duda de la oportunidad y de la inteligencia de
haber presentado algunos países, apoyados por el nuestro, el documento a
que ha hecho referencia en este momento. Estando de acuerdo, como estoy
--ya supondrá usted que con mis actuales responsabilidades tengo una
información muy directa--, estoy inquieto. ¿Por qué? Porque la
información que a mí me llega es que es absolutamente imposible que este
documento se pueda aprobar. Es un brindis al sol absoluto. Entonces uno
se pregunta, ¿por qué hemos presentado esto? ¿Por qué algunos países tan
importantes como Francia y Alemania han estado en el origen y por qué
otros países, muy importantes también, como el nuestro, lo hemos apoyado?
Nosotros hemos sabido la reacción inmediata, pero ya sabíamos que los
británicos no iban a estar de acuerdo en una operación no sólo de
acercamiento o de vinculación de la UEO a la Unión Europea, que en eso
quizá se podría hacer algo, sino en aceptar la idea de la fusión. Ese fue
el gran problema en la cumbre de Madrid. A pesar de los esfuerzos que
hizo nuestro Gobierno, no pudimos ir más allá que ofrecer el panorama de
opciones posibles, sin que se pudiera avanzar un milímetro en que hubiera
unanimidad en aceptar ya un proceso. Las cosas están casi igual. Yo creo
que los ingleses (y en este sentido el cambio político en Inglaterra no
me hace ser más optimista) en materia de defensa se van a mover muy poco.

Quizás en otros aspectos de la Unión Europea, como se ha visto estos
días, la nueva Administración británica va a cambiar, pero en materia de
defensa hasta las afirmaciones que conocemos no parece que entre tories o
laboristas hubiera ninguna diferencia. En este caso sabíamos que en la
Conferencia Intergubernamental los ingleses podían estar en condiciones
de aceptar algunas de las cosas que usted nos decía sobre la revisión del
Tratado o en relación al papel del Consejo Europeo, la presidencia,
implicar a la Comisión, integrar las misiones Petersberg; sabíamos que
eso era posible. Sin embargo, lanzar un documento en el que se habla de
tres etapas y que la primera implica el proceso de la fusión sabíamos que
no lo puede aceptar Gran Bretaña, y tampoco los países neutrales.

Entonces uno se pregunta: ¿Cómo llevamos a la Conferencia
Intergubernamental un documento que sabemos que no puede salir adelante?
Esto es muy francés; lo cartesiano de los franceses de decir: Nosotros
planteamos los objetivos finales, que es la manera de avanzar. Ahí yo
discrepo. Yo creo que el Gobierno británico podría aceptar aquello que
nosotros llamamos en este documento la primera etapa si no le obligáramos
a firmar que ésa es la primera etapa de la fusión, sino que éste es el
proceso de acercamiento, de vinculación, de inserción --como ahora se
dice-- de la Unión Europea Occidental en la Unión Europea, porque en la
declaración de hace tres o cuatro años de la posición inglesa, que hasta
este momento no ha variado, sí había posibilidades de acercamiento, de
cooperación, aunque no aceptaban la fusión. Quizá nos hemos equivocado en
presentar ese documento, que desgraciadamente puede dar la imagen, cuando
lleguemos a la Conferencia Intergubernamental, de que nos habíamos
propuesto 100 y hemos sacado 25. Quizás hubiera sido mejor no querer
plantear en este momento el proceso de la fusión y avanzar más. Para
decirlo de otra manera, yo creo que la fusión es ineluctable e
irreversible. Esto va a ocurrir. No sé si usted y yo, señor Ministro, lo
vamos a ver, porque va a requerir tiempo, pero esto va a ocurrir porque
está en la lógica de la construcción europea y que los neutrales
resuelvan su problema interno --que hay que conocer y respetar-- de
integrarse en la seguridad europea va a requerir tiempo, pero a eso se va
a llegar. Por tanto, yo creo que se va a producir, pero se va a producir
si vamos creando las condiciones para que aquellos que ahora mismo nos
dicen que no ya no puedan decirlo. En realidad la historia de la unidad
europea es la historia de las negativas británicas que al final, en el
último minuto, se convierten en sumarse. Eso pasó con el Acta Unica, pasó
con el Tratado de Maastricht, y posiblemente en materia de seguridad un
día va a pasar. Lo que hay que hacer es crear las condiciones.

A mí me parece que este documento, en vez de avanzar en la creación de
estas condiciones, provoca a gobiernos como los neutrales y el inglés el
rechazo a un documento tan comprometido para ellos como para aceptar la
integración final. Quizás habría sido más eficaz plantearlo con no tanta
ambición, con más modestia, e ir creando estas condiciones. En cualquier
caso, no es una crítica a la posición española, que creo razonable y que
apoyamos como grupo político, sino más bien una crítica a la estrategia
elegida para ver lo que se puede sacar de la Conferencia
Intergubernamental. A lo mejor, hasta donde podíamos avanzar, habrá sido
peor el remedio que la enfermedad.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Señoría, habla usted con
conocimiento de causa. Sobre la base de la coincidencia casi total en lo
que respecta al juicio que nos pueda merecer la táctica de negociación de
dos o tres potencias europeas, muchas veces parece lo más lógico intentar
buscar el consenso, pero, como S. S. no ignora, otras veces se intenta
aislar la posición contraria. En todo caso, sean cuales fueren los
móviles, no se nos debe ocultar que siguen latiendo intereses nacionales
en el



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fondo de ambas posturas. Y esto para que nos sirva de experiencia.

Por lo que respecta a la posición española, lo que hemos hecho es, una
vez más, afirmar nuestra voluntad europeísta. No hemos sido generadores
de la iniciativa. Nos hemos sumado a una iniciativa preexistente,
suscrita, después de la cumbre de Nuremberg, entre Francia y Alemania. A
juicio del Gobierno, el interés español es mostrar una vez más su
europeísmo y el reticente que quede donde quiera quedar, pero nosotros no
queremos quedar como reticentes. A lo mejor el posibilismo no está
cerrado y S. S. ha explicado experiencias anteriores de que en el último
momento lo que parecía irrealizable se hace posible.




--DEL SEÑOR DE PUIG I OLIVE (GRUPO SOCIALISTA), ACERCA DE LA OPINION DEL
GOBIERNO SOBRE EL CONCEPTO COMUN FRANCO-ALEMAN EN MATERIA DE SEGURIDAD Y
DEFENSA, FIRMADO POR EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA FRANCESA JACQUES
CHIRAC Y EL CANCILLER DE LA REPUBLICA FEDERAL ALEMANA HELMUT KOHL EN
NUREMBERG. (Número de expediente 181/000459.)



El señor PRESIDENTE: Pregunta número 10: Opinión del Gobierno sobre el
concepto común franco-alemán en materia de seguridad y defensa, firmado
por el Presidente de la República Francesa Jacques Chirac y el Canciller
de la República Federal Alemana Helmut Kohl, en Nuremberg.

Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Señoría, el concepto común
franco-alemán, firmado por los jefes de Estado francés y alemán durante
la cumbre de Nuremberg el 9 de diciembre pasado, a mi juicio no
constituye en sí mismo motivo de novedad ni de giros espectaculares;
recoge las ideas y principios de las relaciones entre Francia y Alemania
que han venido cristalizando en esta materia desde la firma del Tratado
del Elíseo hace 34 años, en 1963, por ambos países. Lo que sí constituye
una novedad es haber recogido, recopilado y hecho público tales
principios e ideas en un documento único de estas características,
coincidiendo además en el tiempo con el debate que se vive en Francia con
su posible regreso a la estructura militar de la OTAN. Este concepto
bilateral franco-alemán es un reflejo del deseo de ambos países de
constituirse en motor del proceso de integración europea, y quizá no esté
lejos de ello la idea anterior. Persigue la construcción de la identidad
europea de seguridad y defensa mediante el impulso desde abajo, por medio
de logros parciales --los llamados huilding blocks-- y con observancia
del principio de mantenimiento del vínculo transatlántico.

El planteamiento del concepto es deductivo. Partiendo de la constatación
de que ambos países tienen intereses comunes e indisociables y que
comparten los mismos objetivos esenciales, continúa con un análisis común
del entorno de seguridad y propone los elementos para una aproximación
estratégica común. Los tres elementos claves de la aproximación son,
primero, una concepción común del papel de las Fuerzas Armadas de ambos
países. Aquí radican, a mi juicio, dos de las cuestiones más
controvertidas en Francia por el reconocimiento del papel esencial de las
fuerzas nucleares de la Alianza, en especial las de los Estados Unidos, y
la disposición para contactos franco-alemanes en materia de disuasión
nuclear, en el contexto de la política de defensa europea. Segundo, una
apertura de campos para desarrollar la complementariedad de sus Fuerzas
Armadas. Y tercero, y no lo menos importante, una política de armamentos
común. Como fruto de este análisis se deducen y toman forma unas
directrices para el planteamiento común de las necesidades, la
cooperación militar y la cooperación en materia de armamentos. Estos
últimos aspectos constituyen la verdadera concreción del documento, ya
que esta aproximación estratégica abre puertas y vías para el desarrollo
en común de estudios tácticos y logísticos, empleo de unidades,
características del armamento y material, técnicas y procedimientos de
instrucción e intercambio de información.

Desde la perspectiva del planteamiento común de necesidades se propone
una serie de medidas con objeto de aproximar los estudios, a largo plazo,
de los respectivos estados mayores y direcciones nacionales de armamento
para la identificación de capacidades militares a lograr y posibles
marcos temporales para su consecución. Desde el punto de vista de la
cooperación militar se persigue aumentar la interoperabilidad y la
complementariedad de doctrinas, tanto orgánicas como de materiales,
mediante medidas concretas para estrechar las relaciones en los campos de
los recursos humanos y materiales, organización, doctrinas y empleo. Es
de resaltar que este objetivo se encuadra en los marcos europeo y aliado.

Finalmente, y como resultado de esa voluntad de prever y emplear en
común, ambos países acuerdan la adopción de medidas para dotarse en común
con la intención de ser el motor para el logro de una solución europea
para la industria de armamento que haga frente al efecto del doble juego
de la creciente competencia y de la reducción de las demandas. Todo ello
dentro del marco de la construcción de una política europea de armamento
englobada en la PESC y de la política de defensa común recogidas en el
Tratado de Maastricht.

Como conclusión se puede afirmar que este tratado franco-alemán incorpora
vías y posibilidades para la cooperación militar y de defensa y que tras
la debida abstracción y adaptación podrían ser aprovechables en otros
foros. No se ha de olvidar, a mi juicio, que igual que ha sucedido con
otras iniciativas franco-alemanas no han contado con el resto de los
europeos, consecuencia quizá de su concepción común de que lo que ellos
acuerden es bueno para Europa y los demás países habrían de apuntarse, lo
que de modo sutil coadyuvaría a la creación de un núcleo duro liderado
por ellos. Sería de desear que el resto de los países fuéramos
consultados o informados en estas situaciones,



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aunque desde su perspectiva ello podría significar una mayor lentitud del
proceso, por lo que parece inevitable el hecho de que se siga empleando
con esta idea este método de trabajo.

En definitiva, la posición del Gobierno es que no hay demasiada novedad,
pero sí hay un estrechamiento de relaciones entre potencias europeas que
sería bueno que se extendiera, como se extendió en lo que hablábamos
antes de las relaciones UEO-Unión Europea, también en estas materias más
tangibles de cooperación militar y de cooperación en materia de
armamentos, que tuviera una base más amplia y no pudiéramos llegar a la
conclusión de que en esa Europa hubiera una Europa central y una Europa
periférica.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor De Puig.




El señor DE PUIG I OLIVE: Señor Ministro, yo comparto con usted que ese
documento no constituía una gran novedad. Quien había leído el documento
de Otawa hace unos años sabía perfectamente hacia dónde iban las cosas, y
ciertos documentos de la etapa Kohl-Mitterrand y los acuerdos
Kohl-Mitterrand iban en esa dirección. Ha sido realmente bastante
exagerado el debate que se produjo en Francia, porque en mi opinión este
documento no significaba una cosa muy nueva, como usted ha dicho.

Sin embargo, yo tengo una duda con respecto a la seriedad del documento
que le quiero comunicar. En él se establece lo que usted decía: objetivos
comunes, indisoluble interés europeo, los mismos intereses vitales
concebidos e incluso se habla de que comparten la misma idea de los
riesgos. Se llega a decir tanto que posiblemente, como usted ha señalado,
en este documento está la base del otro documento, del que se presenta a
la Conferencia Intergubernamental, en el sentido de partir como núcleo
duro en una línea de organizar Europa de una determinada manera yo creo
que efectivamente es la base del documento posterior. Sin embargo, si uno
ve lo que ha pasado luego en otros acontecimientos uno se pregunta sobre
la virtualidad de este documento. Cuando uno ha visto, por ejemplo, lo
que hemos citado antes de Albania, cuál era la posición de Alemania y
cuál era la posición de Francia, y se lee luego este documento, lo de la
misma idea o la misma valoración de riesgos es una tomadura de pelo,
porque es evidente que la posición ha sido completamente distinta. Vamos
a dar al documento la importancia que tiene y vamos a ver, más allá de
las palabras y de los discursos, los hechos y si realmente existe esta
voluntad de un núcleo duro entre Francia y Alemania. En ese sentido yo
comparto lo que usted ha dicho y le agradezco que lo haya mencionado.

Nosotros tenemos que estar vigilantes al intento de construir la Europa
de la defensa determinado por la hegemonía de un eje muy importante,
porque es evidente que no se puede construir nada en Europa hoy, ni en
materia económica ni mucho menos en materia de seguridad, si no hay un
acuerdo previo entre Francia y Alemania. En esto estamos todos de
acuerdo. Pero que no nos vengan a imponer determinadas posiciones o que
hagamos el papel de periféricos, como decía S. S., o simplemente de
ayudas de cámaras de decisiones que toman los grandes países. A mí esto
me parecería realmente triste, no tanto en relación a lo que puede ser el
acuerdo de los países y el desacuerdo con respecto a otros, o el dominio
de unos países con respecto a otros, sino con respecto a la identidad
europea y al proceso europeo. A mí del problema de Albania lo único que
me preocupa --yo estoy de acuerdo, como se ha dicho, en que ahora se han
tomado unas decisiones, ojalá todo vaya bien-- es que ha sido una gran
ocasión perdida por Europa. En el momento en que se abre la crisis
albanesa y se produce la división clara entre países tan importantes,
cuando países tan importantes discrepan, ¿qué imagen damos a los
ciudadanos del futuro europeo? ¿Cómo queremos hacer creer a los
ciudadanos que habrá pronto una identidad de defensa europea que va a
funcionar si en una crisis típica, no geoestratégicamente demasiado
inquietante como la de Albania, no nos ponemos de acuerdo y existe la
división? ¿Cómo es posible? Usted decía antes que todavía subsisten
muchos intereses nacionales, lo que quiere decir que no hay unidad
suficiente para actuar como desearíamos. De ahí que al mismo tiempo que
lamentamos que en este caso concreto de Albania nuestras tropas, que
podían estar hoy como tropas de Europa, estén como tropas españolas,
mientras se pierde esta oportunidad, avanzamos un documento en el que
hablamos de la fusión y de la gran unidad. Hay una contradicción porque
las cosas no están resueltas.

Yo lo único que le pido, señor Ministro, es que España no sólo siga con
gran atención todos estos movimientos, sino que no esté callada; que
España marque posiciones también. Y si hay que decir que nos parece una
barbaridad que no haya unidad ante una crisis como la de Albania, pues
que lo digamos; y si hay que decir que un documento nos parece exagerado
y que no tiene sentido y que hay que ser más prudentes, pues que lo
digamos. Yo creo que este Gobierno ha demostrado, enviando tropas allí o
apoyando las posiciones más europeístas, que tiene autoridad moral y
política para plantear, incluso frente a los grandes países europeos,
unas posiciones que nos parecen más lógicas y correctas.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): No le quepa la menor duda,
señoría, que España hace valer sus posiciones y sus contribuciones en
todos los foros en los que estamos. Una cosa distinta es que aparezcan,
pero se hacen valer y, a veces, sabe S. S. que la discreción es un arma
adicional. Sin embargo, la reflexión más importante que a mi juicio
suscita es que España, que es, probablemente, el país líder en
europeísmo, tiene, y este Gobierno así lo entiende, que jugar
inteligentemente el europeísmo; el europeísmo tiene también un precio,
como nos están enseñando diariamente los países que tienen más
experiencia en Europa, y ésa es la actitud que tiene el Gobierno. Es un
Gobierno europeísta, pero no es un Gobierno que vaya a



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subordinar los intereses nacionales, cuando el ejemplo cotidiano es que
los intereses nacionales siguen manteniéndose por encima o por debajo de
declaraciones o de documentos. Creo que es una buena enseñanza y, repito,
señoría, no le quepa duda: no es que lo vayamos a hacer, es que lo
estamos haciendo.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Señorías, agotado el orden del día, damos las gracias de nuevo al señor
Ministro, que ha llevado el peso del trabajo de la Comisión esta mañana.

Se levanta la sesión.




Eran las dos y cinco minutos de la tarde.