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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 449, de 08/03/1995
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1995 V Legislatura Núm. 449
ECONOMIA, COMERCIO Y HACIENDA
PRESIDENTE: DON ANGEL MARTINEZ SANJUAN
Sesión núm. 40
celebrada el miércoles, 8 de marzo de 1995



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Economía y Hacienda (Solbes Mira),
para:
--Informar sobre las decisiones del Comité Monetario de la Unión Europea
celebrado el día 5 de marzo. A petición propia. (Número de expediente
214/000097). (Página 13700)
--Dar cuenta de la situación de la peseta en la actual banda de
fluctuación acordado por el Sistema Monetario Europeo (SME). A solicitud
del Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente 213/000057).

(Página 13700)
--Dar cuenta de las consecuencias políticas y económicas, que se derivan
a juicio del Gobierno, de la devaluación de la peseta, acordada por el
Comité Monetario Europeo. A solicitud del Grupo Parlamentario Federal
IU-IC. (Número de expediente 213/000550). (Página 13700)



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Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (SOLBES MIRA),
PARA:



--INFORMAR SOBRE LAS DECISIONES DEL COMITE MONETARIO DE LA UNION EUROPEA
CELEBRADO EL DIA 5 DE MARZO. A PETICION PROPIA. (Número de expediente
214/000097.)



--DAR CUENTA DE LA SITUACION DE LA PESETA EN LA ACTUAL BANDA DE
FLUCTUACION ACORDADO POR EL SISTEMA MONETARIO EUROPEO (SME). A SOLICITUD
DEL GRUPO POPULAR. (Número de expediente 213/000057.)



--DAR CUENTA DE LAS CONSECUENCIAS POLITICAS Y ECONOMICAS QUE SE DERIVAN,
A JUICIO DEL GOBIERNO, DE LA DEVALUACION DE LA PESETA ACORDADA POR EL
COMITE MONETARIO EUROPEO. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL DE
IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER CATALUNYA. (Número de expediente
213/000550.)



El señor PRESIDENTE: Buenos días, señorías. Se abre la sesión de la
Comisión de Economía con la comparecencia del Ministro de Economía y
Hacienda para informar sobre las decisiones del Comité Monetario de la
Unión Europea, celebrado el 5 de marzo. La comparecencia del Ministro de
Economía, a petición propia, ha sido acompañada en los mismos períodos de
tiempo por la petición de dos grupos parlamentarios, el Grupo
Parlamentario Popular y el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, para abordar, en definitiva, con
diferente formulación estricta la petición de comparecencia, los mismos
temas que se van a discutir en la comparecencia del señor Ministro. Así
pues, vamos a acumular en un único debate todas las cuestiones
relacionadas con la situación de las decisiones acordadas por el Comité
Monetario de la Unión Europea del pasado 5 de marzo.

Quiero agradecer a los señores portavoces de la Comisión y a sus miembros
las facilidades que han dado a esta Mesa, sobre todo a este Presidente,
para poder haber tomado muy rápidamente, a partir del lunes, las
decisiones oportunas para que esta Comisión se pueda celebrar hoy
miércoles por la mañana, haciendo una interpretación flexible, pero a la
vez razonable, de los mecanismos de convocatoria de esta Comisión. Lo
creíamos oportuno, dada la importancia del tema que se va a discutir a lo
largo de esta mañana. El Reglamento de la Cámara está para cumplirlo,
pero también para llevarlo hasta sus últimas consecuencias de
flexibilidad y poder tener esta comparecencia a lo largo de la mañana de
hoy. Por esta razón, doy las gracias a los portavoces y a los miembros de
la Mesa.

La comparecencia que vamos a celebrar, como SS. SS. conocen, se efectuará
partiendo del artículo 203 del Reglamento. En primer lugar, tendrá la
palabra el Ministro de Economía y Hacienda para informar de los temas que
crea oportuno transmitir a la Comisión. Posteriormente, tendrán la
palabra los diferentes grupos parlamentarios, empezando por el Grupo
Parlamentario Popular y por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya y finalmente, de mayor a menor, cerrando
el Grupo Parlamentario Socialista, los grupos que no han pedido la
comparecencia.

Estos son los términos en que se realizará la comparecencia, el mecanismo
por el que nos vamos a regir. Sus señorías son conscientes de que el
artículo 203 habla de que la fijación de posiciones de los grupos
parlamentarios tendrá una duración de diez minutos. Esta Mesa será lo
suficientemente flexible para que, de una forma exhaustiva, pero
atendiendo a unas mínimas condiciones de respeto al equilibrio de los
grupos parlamentarios, podamos celebrar, como digo, en debida forma, esta
Comisión.

Estas son las cuestiones previas y, sin más dilaciones, doy la palabra al
Ministro de Economía y Hacienda para que presente el informe del
Gobierno.

Tiene la palabra el señor Ministro de Economía y Hacienda.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): En primer lugar,
quiero agradecer la rapidez con la que se ha producido la convocatoria de
esta Comisión con objeto de explicar y exponer por parte del Gobierno la
situación en la que se encuentran en este momento los mercados monetarios
internacionales y evidentemente su efecto sobre la peseta. Intentaré dar
una visión de conjunto sobre este problema, que me parece fundamental.

Creo que, para entender bien lo que está sucediendo, es absolutamente
imprescindible partir del hecho que en mi opinión es crucial en la actual
crisis y es el comportamiento del dólar. Es cierto que el dólar viene
depreciándose en los últimos años, se ha depreciado en los últimos diez
años más de un 40 por cien respecto al marco alemán y un 60 por cien
respecto al yen japonés, pero es evidente que no es éste el punto que nos
preocupa, sino que la tendencia depreciatoria de esta moneda se haya
acentuado en los últimos meses y especialmente en los últimos días en los
que el dólar viene marcando mínimos históricos frente al yen y
prácticamente también mínimos históricos frente al marco alemán.

Las causas de esta evolución a la baja del dólar son diversas. Como
argumento de fondo cabe citar la pérdida progresiva de la capacidad de
liderazgo de la economía americana, que implica también una pérdida del
protagonismo exclusivo del dólar a nivel internacional como moneda de
reserva y como medio de pago. A ello habría que añadir otros elementos,
que pueden ser también de interés en términos más coyunturales. Primero,
la fragilidad de la Administración americana, incluso la no aceptación
por el



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Congreso de la Ley de reducción del déficit. Segundo, las tensiones
registradas en las negociaciones comerciales con Estados Unidos y, sin
duda alguna, la causa no más importante pero sí más inmediata entre las
recientes, la explosión a finales del pasado mes de diciembre de la
crisis de la economía mejicana, tema por sí mismo de gran calado, que
está amenazando al resto de las economías latinoamericanas y que afecta
de forma muy profunda al dólar como moneda principal de referencia de las
transacciones comerciales y financieras que se realizan entre estos
países.

Hay que señalar como hecho significativo que la depreciación del dólar ha
tenido lugar a pesar de tres factores que en principio deberían haber
contribuido a su fortalecimiento. En primer lugar y de forma fundamental,
el intenso crecimiento de la economía americana, con un ritmo cercano al
4 por ciento.

En segundo lugar, desde febrero del año 1994, la reserva federal ha
aumentado en repetidas ocasiones sus tipos de intervención, de forma que
éstos, que inicialmente estaban claramente por debajo de los tipos
vigentes en Alemania, los han superado.

Finalmente, cabe recordar también las importantes intervenciones
concertadas que se llevan a cabo en los últimos días entre los bancos
centrales de Estados Unidos, Japón y los países europeos, pero que, sin
embargo, no parecen haber tenido el efecto alcista deseado y previsto
sobre la cotización del dólar.

Como consecuencia de este punto de partida, que me parece fundamental,
¿qué sucede con las monedas europeas?
Como ya se ha señalado, la debilidad del dólar tiene como contrapartida
el fortalecimiento del yen y del marco alemán. En particular, el marco se
ha apreciado desde enero de 1994 más de un 20 por ciento respecto al
dólar. Esta apreciación no ha sido lineal. Desde enero de 1994 hasta
finales de diciembre de este año, justo antes del inicio de la crisis
financiera en Méjico, el marco se aprecia alrededor de un 9 por ciento.

Desde que se inicia esa crisis hasta el día de hoy, hasta prácticamente
esta mañana, el marco se aprecia en más de un 12 por ciento frente al
dólar. Dicho en otros términos, en menos de tres meses, los que
transcurren desde finales de diciembre hasta la actualidad, la subida del
marco ha sido mayor que la registrada durante casi los doce meses
anteriores, que ya a su vez había sido muy significativa.

De aquí podríamos deducir que la crisis mejicana ha tenido un claro
impacto sobre los mercados de cambio y que han visto magnificado dicho
impacto en cuanto se ha venido a sumar con otras tensiones latentes en
los últimos meses.

¿Qué sucede con el resto de las principales monedas europeas ante la
apreciación del marco? El comportamiento ha sido en esencia similar, si
bien con diferencias en cuanto a la intensidad de esas monedas que se
revalúan respecto al dólar en términos generales, pero no siempre en la
misma medida que el marco. Dicha afirmación es correcta excepto en el
caso de la lira italiana, que es la única moneda que se ha depreciado
respecto al marco y respecto al dólar.

La peseta no ha sido una excepción a este comportamiento. Entre enero del
año 1994 y hasta finales de ese año, la peseta se deprecia un 3,5 por
ciento respecto al marco y se aprecia un 6,5 por ciento respecto al
dólar. Desde entonces y hasta que se toma la decisión de realinear la
paridad central, la peseta se deprecia un 4,1 por ciento respecto al
marco y se aprecia un 4,4 por ciento respecto al dólar.

Por tanto, la evolución de la peseta, tanto respecto al dólar como
respecto al marco, se ha situado prácticamente a mitad de camino respecto
a la posición mantenida por el dólar.

Por un lado, es cierto que, por ejemplo, el franco francés ha perdido
relativamente menos terreno frente al marco y lo ha ganado más frente al
dólar, pero también, en comparación con esa posición española, situada
prácticamente en la mitad, vemos cómo, por ejemplo, la libra se ha
depreciado frente al marco de forma más intensa que la peseta y se ha
apreciado menos que ésta frente al dólar, y todo ello a pesar de la
economía británica, que ha consolidado en 1994 su proceso de expansión
económica, y cuando no se detectan en dicha economía tensiones
inflacionistas relevantes en el futuro inmediato.

Sin embargo, lo que nos interesa e interesa especialmente en esta
comparecencia es ver qué ha sucedido con la peseta.

Como ya se ha apuntado anteriormente, la peseta mostró cierta tendencia
depreciatoria frente al marco a lo largo del año 1994. Esa tendencia se
acentúa a partir de finales del mes de diciembre, coincidiendo con la
fuerte caída del dólar a raíz de los problemas generados por la crisis
mejicana. A principios de enero, la peseta deja atrás el nivel de 85
pesetas/marco para el máximo hasta entonces registrado y se sitúa en
torno a 87 pesetas marco. Durante buena parte del mes de enero la peseta
cotiza a ese nivel y es cierto que a principios de febrero se inicia una
recuperación significativa, hasta las 85 pesetas marco, en parte gracias
al recibimiento favorable que tuvo el IPC de enero en los mercados, así
como al recibimiento también favorable al paquete de medidas de lucha
contra el déficit que el Gobierno adopta en el contexto de aplicación del
Plan de convergencia y de los Presupuestos aprobados en este año.

Sin embargo, la fuerte recaída del dólar a finales de mes contribuye de
forma decisiva a empujar a la peseta a una cota esta vez superior a las
87 pesetas/marco. La peseta entra así en el tercio más bajo de la banda
de fluctuación y, aunque todavía queda a una distancia considerable del
límite máximo de fluctuación, que se sitúa en algo más de las 91
pesetas/marco, se empieza a ver afectada de forma intensa por acciones
especulativas de tipo masivo.

En estas circunstancias y como la experiencia anterior nos había
demostrado, el margen de actuación de las autoridades económicas se
reduce enormemente y la evolución de la moneda deja de responder a
fundamentos económicos básicos para pasar a depender de forma
predominante de movimientos que no responden necesariamente a la
situación de fondo de la economía en cuestión.

Si analizamos los factores de fondo, convendría hacer también algún
comentario. Más allá de la evolución puntual



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de la peseta y si centramos el análisis precisamente en los factores de
fondo, se ha repetido desde varias instancias, desde el propio Ministerio
de Economía, también desde el Banco de España e incluso no pocos expertos
de instituciones privadas, que la tendencia depreciatoria de la peseta no
se justifica si se atiende a los fundamentos económicos, que son los que,
en el último término y pasadas las turbulencias temporales, deben
ayudarnos a definir una paridad correcta de nuestra moneda. Es más,
existe consenso entre los analistas de que la peseta está infravalorada y
que seguramente ello continuará siendo así mientras no recupere niveles
del entorno de las 85 pesetas marco. En el fondo, lo que se está
planteando en esta discusión es cuál es el tipo de cambio de equilibrio
de la peseta. Siempre es una cuestión difícil, abierta a todo tipo de
polémicas, pero yo creo que existen indicios sólidos a favor de un tipo
de cambio-pesetas netamente superior al de las últimas semanas. Y para
ello podemos aducir algunos argumentos que me parecen relevantes.

En primer lugar, el comportamiento del sector exterior en los últimos
años. Después de las devaluaciones de 1992 y de 1993, la evolución del
sector exterior ha sido muy positiva. Los déficit acumulados del año 1989
a 1992 fueron excepcionalmente cuantiosos. En 1994 las cifras de balanza
por cuenta corriente han estado afectadas por el fenómeno del lavado de
cupón y si corregimos ese fenómeno veremos que el saldo por cuenta
corriente presenta un déficit inferior al uno por ciento del PIB y, por
tanto, estamos hablando de un comportamiento francamente razonable de
nuestro sector exterior.

Si analizamos el tema en términos de la paridad del poder de compra, y lo
ha hecho el Banco de España magníficamente en su último boletín
económico, vemos que el tipo de cambio real de la peseta está por encima
de cualquier tipo de cambio real ajustado, ya sea por el IPC, por precios
industriales o por costes laborales unitarios. Por tanto, con la
devaluación que ha registrado la peseta en los últimos días, esa
divergencia se aumenta y es mayor que la que existía en el pasado
reciente cuando se destacan todos estos elementos, sobre todo si
analizamos la economía real y vemos que los factores de que disponemos en
estos momentos, en términos de economía real, no sólo no han empeorado,
sino que han mejorado.

El último dato que se está dando a conocer, la evolución de la
contabilidad nacional o, mejor dicho, la evolución de la economía en el
cuarto trimestre, medido por contabilidad nacional, nos confirma algo que
ya preveíamos y es que el cuarto trimestre ha tenido un magnífico
comportamiento y que finalmente el crecimiento de la economía en nuestro
país, en el año 1994, ha sido del 2 por cien, superando todas las
previsiones que habíamos indicado.

Los comentarios precedentes ponen de manifiesto que la evolución de la
peseta ha estado guiada primeramente por la debilidad del dólar que ha
resultado de la apreciación del marco y, adicionalmente, por movimientos
especulativos que, prescindiendo de los factores de fondo, deben
determinar la posición de la peseta y que tratan de empujarla al límite
de su posible recorrido en términos de fluctuación. Dada esta situación y
descartada por sus nulas posibilidades de éxito la idea de defender la
peseta frente a los ataques especulativos con medidas de intervención, la
opción más razonable de que disponía el Gobierno era solicitar un
realineamiento de la moneda con el convencimiento absoluto de que ello
contribuiría a amortiguar tensiones y a preservar la estabilidad del
Sistema Monetario Europeo. Y así se hizo. Pero quiero que quede claro que
este realineamiento ha tenido un origen principal en el desplome
espectacular del dólar a partir de diciembre del año pasado, sin negar,
evidentemente, que pueden existir factores particulares, típicos de
nuestro país, pero parece claro que el factor principal explicativo de
las tensiones recientes en los mercados europeos tiene más un origen
externo que un origen interno. En otras palabras, las tensiones últimas
que se están registrando en el sistema responden más a la fortaleza del
marco, ligadas a causas totalmente ajenas a la dinámica del sistema, que
a la debilidad del resto de las monedas.

Intentaré comentar de forma rápida cómo se produce, históricamente, por
explicarlo factualmente, el realineamiento de la peseta, para luego
comentar los efectos en los dos últimos días y los posibles efectos a
mayor plazo. En la mañana del pasado sábado, a la vista de las
intervenciones realizadas en defensa de la peseta, que hubo de realizar
el Banco de España, y la perspectiva incierta de la evolución del dólar
para esta semana, perspectiva incierta que se ha confirmado
posteriormente, por los hechos, di instrucciones al Director del Tesoro
para que dijese al Presidente del Comité Monetario que España solicitaba
su reunión con objeto de analizar la situación del Sistema Monetario
Europeo y, evidentemente, los problemas específicos que se planteaban
para nuestra moneda, hablando, incluso, de la posibilidad de una
devaluación de los tipos centrales que, sin precisar la cuantía, siempre
dijimos que no debería ser inferior al 6 por cien.

A lo largo del sábado y en la mañana del domingo, desde el Ministerio de
Economía y Hacienda y el Banco de España iniciamos los pertinentes
contactos telefónicos, que siempre se producen en estas ocasiones, con
ministros y gobernadores de los restantes países integrados en el
sistema. Es evidente que mi relación fundamental se produjo, por una
parte, con el actual presidente del Consejo de Economía y Finanzas, la
Presidencia francesa, y, por otra, con Portugal, dadas las implicaciones
que para dicho país tiene siempre cualquier modificación de nuestra
paridad.

Contrariamente a lo que algún medio de comunicación ha informado o alguna
agencia de noticias ha recogido, la situación de realineamiento se
produce a petición de España, sin que Portugal, inicialmente, formulara
dicha petición.

La reunión del Comité se inicia, como estaba previsto, a las dos de la
tarde del domingo, en Bruselas, y el Gobierno español está representado
por su equipo habitual, compuesto por el Director General del Tesoro y el
Subgobernador del Banco de España. Aunque la confidencialidad del
contenido de las reuniones del Comité Monetario es esencial para que, en
temas tan sensibles como los financieros, las posiciones nacionales
puedan manifestarse con libertad y claridad, en esta ocasión, y dado que
estamos



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hablando de un tema que afecta fundamentalmente a nuestra moneda y
estamos hablando a toro pasado respecto a las decisiones, creo que puedo
darles un contenido de tipo general de las características y del debate
en la reunión.

La reunión se inició, evidentemente, y no podía ser de otra forma, con
una discusión general sobre los problemas que se plantean a nivel mundial
en el sistema monetario. Una hora larga fue dedicada a un turno de
intervenciones de los diferentes Estados miembros sobre la posición del
dólar en el sistema monetario y las repercusiones que esta situación
estaba teniendo en Europa. Se insistió por los diferentes oradores en
elementos que ya conocemos y a los que ya he hecho referencia, la
depreciación del dólar frente al marco y al yen japonés como detonante de
los problemas, las declaraciones de los responsables de Estados Unidos
sobre el ritmo de crecimiento y las posibles tensiones inflacionistas
americanas que plantean problemas en cuanto a las subidas de tipos de
interés, los problemas derivados de la devaluación del peso mejicano y
los acontecimientos políticos en dicho país; todos los elementos que, en
definitiva, se han venido discutiendo durante las últimas semanas a nivel
de expertos y de comentaristas internacionales y que, sin duda alguna,
son elementos claves y fundamentales para entender lo que está
sucediendo.

Concluido este debate inicial sobre la situación de los cambios
internacionales, el Director General del Tesoro expuso la petición
española. De acuerdo con la elaboración que previamente se había dicho,
la exposición se basó en los siguientes elementos: En primer lugar,
destacar que, atendiendo exclusivamente a la evolución de los indicadores
económicos fundamentales en nuestro país --crecimiento, inflación,
balanza de pagos, cumplimiento del Plan de convergencia-- y si los
comparamos exclusivamente con los de los restantes países de la Unión
Europea, la peseta no necesitaría, teóricamente, ninguna devaluación
respecto al marco alemán o la necesitaría en una cuantía muy exigua.

La peseta, en nuestra opinión --y seguimos pensando lo mismo-- no tiene
ningún desequilibrio fundamental frente al marco y está más bien
infravalorada. Es cierto, sin embargo, que desde finales del pasado año
la peseta ha venido depreciándose frente al marco, lo que motivó diversas
intervenciones del Banco de España en defensa de nuestra moneda.

Podría argumentarse, con razón, que la depreciación del dólar frente al
marco la han sufrido también otras monedas europeas, como, por ejemplo,
el florín holandés, el franco belga o el chelín austriaco, sin que tales
monedas se hayan desviado significativamente en su cotización frente a la
divisa alemana. ¿Por qué la peseta, a diferencia de estas monedas, no ha
conseguido aguantar el ritmo? La respuesta que expusimos, y que no es
difícil de encontrar, es evidente. Los inversores internacionales no
consideran a la peseta dentro del grupo de monedas estrechamente
vinculadas al marco alemán que algunos perciben como el núcleo duro de la
futura Unión Monetaria. Califican todavía a nuestra moneda como
periférica respecto al marco y recuerdan que ha sufrido tres
devaluaciones desde septiembre de 1992, que nuestra tasa de inflación,
aun siendo mejor que en el pasado, todavía no ha alcanzado los magníficos
niveles de la inflación de ese conjunto de monedas y, en definitiva, que,
aunque los mercados están apreciando claramente los esfuerzos de
convergencia que nuestro país realiza, es evidente que en inflación,
finanzas públicas y reformas estructurales todavía no hemos alcanzado las
altas cotas de otros países.

El representante español recordó que ya se habían producido presiones
contra la peseta a principios de enero, que en aquella ocasión, además de
las intervenciones del Banco de España, el Gobierno había adoptado un
amplio paquete de medidas de ajuste presupuestario con el fin de
garantizar aún más el cumplimiento del objetivo de reducción del déficit
para los años 1994 y 1995 y que la evolución de otras magnitudes también
estaba teniendo un comportamiento excelente. Basta recordar la
negociación salarial que discurre, afortunadamente, por derroteros de
moderación, el buen IPC del mes de enero y las razonables previsiones del
IPC para el mes de febrero que también deben ayudar a valorar de forma
correcta la situación de nuestra moneda.

Nuestro representante también recordó que el 4 de enero pasado el Banco
de España elevó su tipo oficial, con el fin de atajar las eventuales
presiones inflacionistas que pudieran acarrear el repunte de la actividad
económica e incuso los posibles efectos negativos de la elevación de
impuestos indirectos.

A la vista de estas circunstancias y de la evolución del dólar, lo cierto
es que la peseta cerró el viernes 4 de marzo casi a un 12 por cien por
debajo de su paridad central frente al marco, establecida en mayo de
1993.

Nada permitía al Gobierno español tener la certeza de que a partir del
lunes 6 de marzo, el dólar se estabilizaría e iniciaría un proceso de
apreciación frente al marco. En estas condiciones lo prudente para España
era solicitar para la peseta una devaluación de su tipo de cambio central
frente a las restantes monedas, que nos diera un mayor margen para luchar
contra la especulación como consecuencia del diferencial establecido ya
con el marco y con las monedas de la zona dura.

A continuación intervinieron los representantes de los diferentes países
y las posiciones expuestas, bastante similares, sin faltar al deber de
confidencialidad de este tipo de reuniones, pueden resumirse «grosso
modo» en lo siguiente: Primero, existía acuerdo de que los fundamentos de
la economía española no justifican en modo alguno una devaluación de la
peseta de la cuantía solicitada por nuestro país. Segundo, varios
representantes señalaron a título personal que la debilidad de la peseta
frente al marco derivaba de fenómenos pasajeros vinculados a la
depreciación del dólar e incluso a las incertidumbres políticas que se
podían plantear en España y que una alternativa a la devaluación podía
ser mantener inalterable el tipo central de la peseta, ampliando
temporalmente su margen de fluctuación, por ejemplo, al 20 ó 25 por
ciento. Esta posibilidad teórica fue rechazada de plano por varias
delegaciones, distintas de la española, por entender que debilitaría el
acuerdo de flexibilización de márgenes del sistema monetario, adoptado,



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tras largas negociaciones, en agosto de 1993. Todas las delegaciones --en
tercer lugar-- insistieron en que era preciso que el Gobierno español
siguiera adoptando medidas de ajuste económico, tanto presupuestario como
estructural, para acompañar la devaluación.

La delegación española coincidió evidentemente con otras delegaciones en
rechazar de plano cualquier ampliación de las bandas de fluctuación que
creemos no hubiera ayudado a resolver el problema. Tras esa primera
vuelta a la mesa en la discusión se interrumpió la sesión del Comité
Monetario y se inició un proceso de consultas con las capitales y de
negociación entre los países más directamente afectados por la posición
española.

El resultado de este largo proceso de negociación, que duró varias hora y
exigió contactos de todo tipo, es el que SS. SS. ya conocen. Se acordó
que el tipo de cambio central de la peseta se devaluara en un 7 por
ciento y que el escudo portugués, por razones de coherencia y de
incidencia de nuestra modificación de tipo central, lo hiciera en un 3,5
por ciento. Perfilado el aspecto cuantitativo, el presidente inició la
preparación del comunicado final en el que debían indicarse las medidas
de acompañamiento de la devaluación.

Presentado un primer borrador, se produjo un debate de fondo sobre las
mismas en el que el representante del Gobierno español señaló que la
política de reducción de déficit presupuestario está jugando ya un papel
decisivo en nuestro país, recordó el paquete de medidas adoptadas en
enero, del que ya se había dado cuenta al Comité Monetario en su reunión
precedente y que se había iniciado, igualmente, la preparación del
presupuesto de 1996 con objeto de satisfacer el exigente objetivo de
reducción del déficit consagrado en la revisión del programa de
convergencia. Es verdad que a estas alturas todavía es prematuro que el
Gobierno español defina esas líneas de actuación que todavía se están
elaborando por el Ministerio de Economía y Hacienda.

En el debate algunos representantes señalaron los elementos que se
suscitan en la discusión del directorio del Fondo Monetario Internacional
en su sesión dedicada a la economía española, en la que se había puesto
de manifiesto que algunas áreas debían acaparar preferentemente el ajuste
presupuestario. También se insistió en aquel momento en la necesidad de
seguir adelante e incluso acelerar el proceso de reformas estructurales.

Concluida la discusión en materia presupuestaria, se pasó a debatir el
papel que debía corresponder a la política monetaria en el marco de
medidas de acompañamiento.

Como SS. SS. conocen, desde el pasado año corresponde al Banco de España
y no al Gobierno la fijación de la política monetaria. Una exposición más
detallada de la posición del Banco sobre esta materia debería hacerla el
Gobernador y no yo, pero les relataré las ideas que transmitió el
representante del Banco, el subgobernador, en el Comité Monetario.

Recordó las líneas directrices de la política monetaria para 1995,
expuestas en esta Comisión de Economía. La política monetaria del Banco
está orientada a un objetivo de estabilidad de precios que se fija en una
cifra inferior al tres por ciento, a conseguir a lo largo de los tres
próximos años. La estabilidad de tipo de cambio tiene una extraordinaria
relevancia para la consecución de dicho objetivo final de estabilidad de
precios, pero debe ser el resultado de una política económica general,
dirigida a converger con las economías más estables de Europa
La política monetaria --en opinión del Banco y es tesis compartida por el
Ministerio-- no debe responder a fluctuaciones transitorias del tipo de
cambio, sino tener en cuenta las tendencias más permanentes de la peseta.

El subgobernador reiteró que el Banco de España actúa en esta materia con
autonomía plena del Gobierno y que cualquier eventual subida de tipos de
intervención se adoptaría tomando en consideración el efecto inflacinario
que pudiese tener la evolución de los acontecimientos recientes.

Al filo de la una de la madrugada el Comité terminó de redactar el
comunicado final que SS. SS. ya conocen. Debo subrayar que el acuerdo
final se corresponde plenamente con la solicitud del Gobierno español,
pero espero de todos ustedes, con independencia de lo que se vean
obligados a manifestar públicamente, suficiente generosidad intelectual
para reconocer que esta cuarta devaluación de la peseta tiene muy poco
que ver con las dos primeras, efectuadas en septiembre y noviembre de
1992. No responde, en modo alguno, a desequilibrios de la economía
española ni a errores de la política económica del Gobierno; obedece,
básicamente, a que la peseta, al igual que muchas otras monedas europeas,
no ha logrado aguantar el intensísimo ritmo de apreciación frente al
dólar que ha venido experimentando en los últimos tiempos el marco
alemán.

El comportamiento de la peseta en estos últimos días sigue en una tónica
parecida a lo que ha sucedido con otras monedas. Es cierto que hay un
cambio importante, una depreciación respecto al marco alemán, por otra
parte, enormemente coherente con la que se está produciendo entre el
dólar y el marco. En este momento y al tipo de cambio de esta mañana, el
dólar se había devaluado respecto al marco, en relación con el 3 de
marzo, en un 6,13 por ciento, cifra superior a la que se produce en la
depreciación, en este caso, de la peseta frente al marco. Es verdad que
depreciaciones importantes se producen también en monedas como la libra,
la lira o incluso el propio franco francés, además de, evidentemente,
comportamiento similar, y ello es lógico, en el escudo portugués.

¿Cuáles pueden ser las consecuencias del realineamiento? Hay que empezar
señalando que se ha producido un realineamiento o una devaluación técnica
y no una devaluación en el sentido clásico, y ello es importante porque
la incidencia de la modificación del tipo de cambio no es automática en
ese 7 por ciento que en algunos casos se plantea.

La decisión del Comité Monetario no ha restado a la peseta un 7 por
ciento de su valor sino que ha aumentado en un 7 por ciento su tipo
central, incrementando así en la misma proporción su recorrido en la
banda del 15 por ciento, lo que permite una menor presión especulativa
sobre nuestra divisa.

Evidentemente, todo realineamiento a la baja afecta negativamente a la
credibilidad de nuestra economía --de la



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nuestra y de las demás-- pero no parece adecuado ni creo que sea justo
juzgar el grado de credibilidad de que goza una economía cuando, por un
lado, los mercados financieros están registrando unas tensiones
excepcionales, y, por otro, es evidente que el realineamiento de la
peseta tiene un origen externo a la situación de nuestra economía. De
hecho, no es la primera vez que esta situación se produce en el Sistema
Monetario Europeo. Recordemos, a título de ejemplo, que ya en enero de
1993 la libra irlandesa se vio arrastrada por las tensiones que registró
la libra esterlina, a pesar de que la economía irlandesa presentaba unos
fundamentos saneados.

¿Cuál puede ser, en términos económicos, el efecto del realineamiento? Es
cierto que la continuación, si es así, de un clima de inestabilidad
internacional, incluso elementos de inestabilidad interna, puede acabar
afectando las expectativas de los agentes económicos, sobre todo si se
mantiene a medio o largo plazo. Sin embargo, hay que decir que el impacto
inflacionista al que tanta referencia se ha hecho en los últimos días es
mucho más difícil de evaluar. Es más, en mi opinión, ese impacto
inflacionista no debe ser especialmente significativo, sobre todo si se
tiene en cuenta que la depreciación de la peseta frente al marco se había
producido ya parcial o básicamente antes de la devaluación del tipo
central y que sus efectos habían sido ya absorbidos por nuestra economía.

A partir de ahí ¿qué se puede hacer, qué puede hacer la política
económica? En el comunicado hecho público por el Comité Monetario se
resalta la importancia que el Gobierno otorga al cumplimiento de los
objetivos fijados en el programa de convergencia actualizado. Dicho
programa constituye la referencia básica de la estrategia de política
económica del Gobierno y su cumplimiento es la prioridad fundamental
sobre la que debe apoyarse la credibilidad de dicha estrategia.

En este sentido, el comunicado recoge los compromisos adoptados por el
Gobierno, tanto en el programa de convergencia como en los presupuestos
generales del Estado para 1995, de corregir de forma inmediata cualquier
desviación que se detecte en la ejecución del presupuesto y de dedicar
los posibles excedentes de recaudación de ingresos a una mayor corrección
del déficit.

En cumplimiento estricto del primero de esos compromisos, el Gobierno ya
adoptó, en el mes de enero, un conjunto de medidas importantes, con el
fin de compensar el aumento del servicio de la deuda, derivado del
incremento de tipos de interés, así como posibles desviaciones en algunas
partidas de gasto. Evidentemente, esa decisión se corregirá, si fuese
necesario, en el caso de que surjan nuevos gastos o que se planteen
caídas de ingresos no previstas.

En la misma línea de actuación, el Gobierno trabaja en las líneas básicas
del presupuesto para 1996 que, como establece el programa de
convergencia, fijará un objetivo de déficit, para el conjunto de las
administraciones públicas, del 4,4 por ciento del PIB, el próximo año.

Finalmente, hay que decir que, en justicia, la valoración de la decisión
de realinear la peseta sólo puede hacerse contrastándola con la opción
alternativa, que hubiera sido la salida del Sistema Monetario Europeo.

Sin ninguna duda, el Sistema Monetario Europeo sigue constituyendo una
buena referencia, importante para el diseño de la política económica en
España. Los requisitos de convergencia fijados en el Tratado de
Maastricht están marcando desde hace mucho tiempo el norte de nuestra
política económica y la pertenencia de la peseta al Sistema ejerce un
efecto disciplinador en esa dirección. Por ello, al Gobierno la decisión
no le planteaba ninguna duda ante esa alternativa y, a pesar de que la
inestabilidad de la peseta creemos que es evidente que ha tenido
mayoritariamente un origen ajeno a la situación de base de la economía
española y que su realineamiento supone unos costes evidentes en términos
de credibilidad, esta opción era a todas luces más conveniente, ya que
permite mantener a nuestra divisa dentro del Sistema y dota a la economía
española de un marco de referencia claro y conocido para corregir
nuestros desequilibrios, que todavía son significativos, y que nos
permitirá seguir progresando, en definitiva, en el proceso de
convergencia real, que es lo que pretendemos.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

¿Grupos que van a intervenir, además de los anteriormente citados?
(Pausa.)
En primer lugar tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Popular, el
señor Montoro. Le recuerdo los términos de mi primera intervención
respecto a los tiempos.




El señor MONTORO ROMERO: Señor Ministro, el Grupo Parlamentario Popular
solicitó la comparecencia del señor Ministro de Economía y Hacienda en el
Pleno del Congreso de los Diputados, habida cuenta de que la decisión de
devaluar nuestra divisa frente al resto de las monedas, en concreto
frente al marco, es una decisión que consideramos importante y
trascendente para el presente y el futuro de la economía y de la sociedad
españolas. No ha sido posible, por oposición de otros grupos
representados en esta Cámara, que celebráramos esta comparecencia y este
debate en el Pleno y ése es el motivo por el que vemos restringida su
comparecencia al seno de la Comisión de Economía.

El Grupo Parlamentario Popular asiste a la caída de la peseta con honda
preocupación, puesto que lo que es el descenso del valor de la cotización
de la peseta en los mercados internacionales lo consideramos como un
acontecimiento humillante para todos los españoles, en tanto que revela
la profundidad de la pérdida de la imagen internacional de España; lo
consideramos indignante, por lo que significa de empobrecimiento de
nuestro país, de pérdida de riqueza de todos los españoles; y lo
consideramos preocupante, por lo que significa de riesgo para la
continuidad de la recuperación económica en España y de amenaza para la
creación de empleo.

Señor Ministro de Economía y Hacienda, tenemos que explicar a los
españoles con toda claridad que la devaluación de la peseta ha sido una
devaluación de carácter político, causada por razones políticas,
exactamente las razones



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que usted ha orillado esta mañana en su explicación. La causa de la caída
del valor de la peseta se llama inestabilidad política, creada por el
deterioro de la credibilidad del Gobierno socialista. Por tanto, la
crisis de la peseta es exactamente igual, es una identidad a la crisis
del Gobierno socialista. Es este Gobierno, acosado por la sucesión de
casos de corrupción, acosado por la sucesión de escándalos financieros,
acosado por los procesos judiciales, el que está provocando este
debilitamiento de la peseta. Esta es la principal causa que tenemos que
explicar a la opinión pública, porque así lo advierten todos los
analistas dentro y fuera de nuestras fronteras, y tenemos que decir que
esa razón política ha quedado patente también y se ha derivado claramente
de sus palabras. ¿Por qué, si la peseta está infravalorada técnicamente;
por qué, si el valor de la peseta no se adecua a un equilibrio económico,
por qué se produce esa caída de la peseta si no es por una causa
política, por una causa de pérdida de credibilidad del Gobierno? ¿Por qué
desciende el valor de la peseta de esta forma tan brutal, por qué cae su
cotización en los mercados financieros internacionales si tenemos un
diferencial de tipos de interés tan elevado, que ayer mismo registraba
por encima de 500 puntos básicos respecto del bono alemán a diez años?
¿Cómo es posible, si las razones económicas no acompañan, cómo es posible
explicar este descenso si no es por esa pérdida dramática de credibilidad
del Gobierno socialista? La devaluación de la peseta la estamos pagando
todos los españoles y obedece a la crisis del Gobierno socialista y, en
definitiva, al pacto Pujol-González, el pacto del gobierno de nuestro
país, un pacto sin contenido, un pacto sin programas, un pacto ausente de
reformas estructurales económicas, un pacto que ha servido para auspiciar
y sacar adelante unos Presupuestos Generales del Estado como los del año
1995, que son causa directa de los problemas que estamos ahora padeciendo
y por lo que estamos celebrando esta convocatoria.

Señor Ministro de Economía, tenemos que lamentar su intervención de esta
mañana porque usted, al volver a negar esta realidad, que estamos ante
una crisis de naturaleza política, lo que hace es profundizar de nuevo en
las razones de esa crisis, lo que hace es agravar la crisis de la peseta,
como lo está haciendo el Gobierno en cada acción de gobierno que acomete
recientemente. Todo lo que está haciendo este Gobierno va en deterioro de
la imagen internacional de España, todo lo que está haciendo este
Gobierno, en definitiva, es profundizar, abundar en esta crisis de la
peseta. Negar la realidad es hablar continuamente de realineamiento, como
usted ha vuelto a hacer esta mañana, como hace el Presidente del Gobierno
cuando, ante los medios de comunicación, dice que no ha habido
devaluación. ¿Pero cómo puede advertir el Presidente del Gobierno español
ante la sociedad española que no ha habido devaluación? ¿Cómo puede decir
eso? ¿Es que el Presidente del Gobierno ignora las consecuencias que sus
palabras tienen sobre los mercados financieros internacionales? ¿Qué
estamos haciendo con esa negación de las causas políticas de la crisis de
la peseta? Tenemos que apelar a la responsabilidad del Gobierno español
en esta materia, tenemos que apelar a un llamamiento al Gobierno español
para que explique a la opinión pública qué está pasando realmente, cuáles
son las causas de lo que está produciéndose y cuáles son los efectos,
efectos, desde luego, mucho más graves que los que usted acaba de
destacar esta mañana.

No se trata ya de desautorizar más a la figura del Presidente del
Gobierno, no es ésa la cuestión fundamental. Pero es que estamos
ahondando en esa desautorización pública de la figura del Presidente del
Gobierno, se está poniendo en cuestión lo que ha sido su vocación
europeísta, se está poniendo en cuestión lo que ha sido la concepción de
la pertenencia de España al Sistema Monetario Europeo, que ante todo es
el cumplimiento de una disciplina económica y de una disciplina
presupuestaria; se está poniendo en cuestión lo que significa Europa en
el sentido modernizador de la sociedad española y, sobre todo, lo que
está claro ya es que se ha desautorizado al Presidente del Gobierno, al
señor González, para que sea presidente de la Unión Europea en el próximo
semestre. Porque ¿cómo se puede ir a esa presidencia con la peseta
situada como la moneda más débil del Sistema Monetario Europeo? ¿Cómo se
puede discutir en el seno de esa presidencia el futuro de la Unión
Monetaria Europea? ¿Con qué criterios puede acudir España a recomendar
cómo se construye la Unión Monetaria Europea en el futuro, cuando estamos
en la situación de extrema debilidad en que nos encontramos precisamente
por esa falta de realismo, de reconocimiento efectivo de la realidad, que
está perjudicándonos sobremanera en los mercados financieros
internacionales? Cuando estamos ante esa crisis del Gobierno socialista,
que tiene las consecuencias graves, dramáticas, sobre la economía de
nuestro país, lo que también tenemos que decir es que España no padece
una crisis política general, es una crisis localizada en el Gobierno
socialista. No hay una crisis de las instituciones democráticas, no hay
una crisis del sistema de partidos, los elementos fundamentales de la
democracia no están resentidos. Por tanto, en España no hay una
inestabilidad política general. Lo que existe, en definitiva, es una
crisis del Gobierno socialista, que es la que está provocando esta
situación de debilidad de la peseta.

La crisis política de nuestro Gobierno está superpuesta a otras causas de
los problemas que padecemos, a esas causas que usted ha llamado
desconfianza de los mercados financieros respecto de nuestras
posibilidades en la convergencia con Europa. Desde esos mercados
financieros, desde esos análisis económicos que todos los días valoran
nuestra situación, de lo que se habla es de que nuestros fundamentos
económicos siguen siendo débiles. Con eso quieren decir que la inflación
en España sigue mostrando una resistencia muy considerable a la baja y
eso a pesar de haber transitado por la peor crisis de nuestra historia
económica, como es la depresión económica, la caída de la demanda interna
que se produce en los primeros años 90. La inflación está ahí; sigue
siendo un fenómeno amenazante y esencialmente perturbador para la
convergencia de España con Europa, y el déficit público no se corrige a
la velocidad que se demanda desde los mercados financieros, pero, sobre
todo, a la velocidad que sería necesaria para que en España se produzca
un alivio, una reducción de los tipos de



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interés y, en definitiva, no se perjudique más la deuda externa.

En cuanto al paro, como fundamento también de la debilidad extrema de
nuestro sistema económico, ¿qué decir? Usted sabe, señor Ministro de
Economía, que el enjuiciamiento negativo del paro es uno de los elementos
que fundamentan esa desconfianza de los inversores respecto de nuestras
posibilidades de convergencia, porque lo que se preguntan
fundamentalmente es cómo se puede corregir esa tasa de paro sin aplicar
políticas económicas esencialmente diferentes de las que viene aplicando
el Gobierno socialista, ya que, en definitiva, la tasa de paro más
elevada del mundo occidental es consecuencia de una determinada política
económica. La baja tasa de actividad y la bajísima tasa de ocupación que
seguimos teniendo son consecuencia de un determinado planteamiento de
política económica y de política social del Gobierno socialista.

No es justo, no es procedente, señor Ministro, que usted venga aquí esta
mañana a lanzar balones fuera, a decir que no ha fracasado la política
económica del Gobierno socialista cuando se produce una crisis financiera
de la magnitud de la que tenemos descargando continuamente sobre nuestras
cabezas. Hay un fracaso de la política económica de los anteriores
Gobiernos socialistas en esta crisis de la peseta, fracaso que usted
representa en su categoría de responsable máximo y que consiste en que su
política económica no es eficaz en la lucha contra los desequilibrios
básicos ni para conseguir aplicar las reformas estructurales que nuestro
país necesita para modernizar su sistema productivo y competir con éxito
en los mercados internacionales.

El Grupo Parlamentario Popular ha sostenido el mismo planteamiento, la
misma tesis desde que comenzara esta legislatura: España no vivirá una
auténtica recuperación económica hasta que no haga sus deberes
pendientes, hasta que no corrija eso que se llama los desequilibrios
básicos, hasta que no se vaya a la raíz de los problemas económicos. Si
no hace sus deberes no habrá una auténtica recuperación y no lo estamos
haciendo, como nos advierten y por ello nos penalizan desde los mercados
financieros, esos nuevos jueces de la economía que, con esa penalización,
nos dan una calificación negativa, puesto que toda la tarea sigue
pendiente. En definitiva, no estamos en la senda de la convergencia
nominal con Europa.

Como usted ha planteado esta mañana, hay problemas en el sistema
financiero internacional. Efectivamente, hay problemas con el dólar;
efectivamente, cuando el dólar cae hasta las cotas actuales, hasta esos
niveles realmente bajos que está registrando, el Sistema Monetario
Europeo se tensiona. Pero, ¿por dónde se rompe el Sistema Monetario
Europeo, señor Ministro? Se rompe por la moneda más débil, es decir, por
la peseta. ¿Quién está haciendo inviable el Sistema Monetario Europeo?
España, por la debilidad de esa peseta.

¿Que hay otro origen en la crisis financiera internacional, en los
problemas de Méjico, en la debilidad del dólar? Eso es obvio, pero no
repercute igual de negativamente en todos los países del mundo. Está
repercutiendo de forma especialmente negativa sobre España porque
nosotros estamos en peor posición que la mayoría de esos países del
mundo, estamos originando un grado de desconfianza extrema ante esos
mercados financieros. Ahí es donde radica el fracaso de la política
económica del Gobierno socialista y ahí es donde radica esa falta de
credibilidad que emana de nuestro Gobierno y, lamentablemente, con
comparecencias como la que se ha celebrado aquí esta mañana no vamos a
avanzar ni un ápice, ni un milímetro, puesto que no ha habido anuncio de
nuevas medidas de política económica ni, por supuesto, anuncio de medidas
que vayan a resolver la crisis política general de este Gobierno.

¿Es conveniente esta devaluación? ¿Estamos ante una devaluación que tiene
algo de positivo para España? En absoluto. Esta devaluación es un hecho
negativo; esta devaluación nos confirma en la senda de devaluaciones
competitivas, nos mete en una espiral de devaluaciones competitivas, que
es la peor forma de apoyar nuestras exportaciones, que es la peor forma
de promover el turismo en España. No es ésta la vía para convertir a
nuestro sector exterior en el motor del crecimiento económico del futuro.

Esta es la cuarta devaluación formal que se hace desde 1992 y sería la
quinta si consideráramos la devaluación implícita en la ampliación de las
bandas, decidida en la crisis general del Sistema Monetario Europeo de
agosto de 1993. Tenemos que recordar que, frente al marco, en menos de
tres años hemos perdido casi un 50 por ciento de valor, señor Ministro de
Economía, pérdida realmente desastrosa por lo que significa de profunda y
por los negativos efectos que eso tiene para una economía como la
nuestra.

Estamos, como usted dice, ante una devaluación diferente a la de los años
1992 y 1993. Las devaluaciones de los años 1992 y 1993 son un ajuste de
los mercados ante una peseta fortalecida, ante una peseta que no tenía
que estar registrando los valores que en ese momento registraba. El
mercado se ocupa de llevar a su sitio el valor de la peseta, corrigiendo
la equivocada política del Gobierno socialista, que está causando la
pérdida de competitividad de nuestro país, que está destruyendo parte del
tejido productivo y, en consecuencia, está provocando la destrucción de
empleo más grande, más dramática que ha conocido la historia de la
economía española: 900.000 puestos de trabajo, 900.000 empleos netos
destruidos en poco menos de tres años. Esa es la situación.

Ahora estamos ante una devaluación de naturaleza distinta. La peseta,
como usted ha indicado esta mañana --y eso es lo único correcto que ha
dicho--, está técnicamente infraestimada en sus valores actuales.

Entonces, ¿por qué sigue cayendo? ¿Qué podemos esperar de positivo de esa
continuidad del descenso de la peseta? Estamos ante una devaluación que
nos sitúa en las antípodas de lo que es una estabilidad monetaria, del
compromiso que supone la pertenencia de España a la Unión Monetaria
Europea. ¿Para qué estamos en la Unión Monetaria Europea? ¿Para ir a
Bruselas a reclamar devaluaciones competitivas o para merecer una
estabilidad de los tipos de cambio de la peseta? Creemos que estamos para
lo segundo: para estabilizar los tipos de cambio, para tener una economía
merecedora de la estabilidad de su tipo de cambio, para tener una
economía en convergencia nominal en cumplimiento de



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los criterios de convergencia de Maastricht, y ésta no es la situación.

Por tanto, esta devaluación significa un traspiés muy serio en la
convergencia de España con Europa. Hemos perdido el último criterio, el
de la estabilidad de nuestra moneda. Ya no podremos estar en esa
convergencia del año 1997, en el supuesto de que en ese año se llegara a
una unión monetaria europea, pero éste era un asunto ya perdido, puesto
que habíamos renunciado, por así decirlo, nuestra política económica nos
había hecho perder los cuatro criterios previos y, por tanto, era
imposible que obtuviéramos una estabilidad para nuestra moneda.

Usted nos ha explicado esta mañana lo que ocurrió en Bruselas. Yo se lo
voy a resumir en una frase. Lo que ocurrió en Bruselas fue una
devaluación consentida por nuestros socios en Europa antes de que se
produjera la expulsión de España del Sistema Monetario Europeo. Eso es lo
que ocurrió en Bruselas. Que antes de que nos fuéramos, antes de que nos
echaran los mercados, se ha preferido, se ha admitido una devaluación y,
por tanto, es una devaluación consentida. Lo que ha pasado en Bruselas es
la emisión por parte de la Comisión de un comunicado en el que se le dice
a España lo que tiene que hacer. ¿No nos da vergüenza que se nos tenga
que decir desde comunicados exteriores lo que tenemos que hacer en
nuestro país, señor Ministro de Economía? ¿No significa ese comunicado
una desautorización al programa de convergencia? ¿Por qué tiene que decir
la Comisión lo que tiene que hacer el Gobierno socialista si el Gobierno
socialista tiene un programa de convergencia que está cumpliendo? ¿Por
qué se emite ese comunicado, un comunicado duro, efectista, en cuanto al
planteamiento de política económica? La única respuesta es que este
Gobierno no está cumpliendo ni siquiera su programa de convergencia, que
--así lo calificamos en esta misma sala hace varios meses-- no era más
que una suma de vaguedades que no implicaban ningún compromiso de
política económica. En ese comunicado ustedes han recibido un tirón de
orejas, y lo que lamentamos no es que lo reciba el Gobierno socialista,
sino que nos lo han vuelto a dar a todos los españoles.

Los efectos de la devaluación son claramente negativos. Estamos ante una
devaluación que en la circunstancia económica en la que se produce, en un
cambio de ciclo, en lo que llamamos una fase de recuperación, tiene
efectos claramente inflacionistas y se traducen claramente en elevación
de los costes de las empresas y, en definitiva, en pérdida de poder
adquisitivo para los consumidores españoles. Esos efectos significan
subidas de tipos de interés como las que se han producido esta mañana ya
otra vez, como las que se confirman en nuestro país y como las que se
hicieron de inmediato por parte del Banco de España cuando subió su tipo
de intervención, en una nueva actuación no bien entendida por los
mercados financieros. Es de esperar que el Banco de España pretendiera
anticiparse a los efectos inflacionistas de la devaluación, pero otra vez
ha hecho un gesto, no sabemos hasta qué punto obligado, mal entendido por
los mercados financieros, que han vuelto a acosar a la peseta.

Los efectos con tipos de interés tan altos se llaman desaceleración de
las inversiones; se llaman un menor crecimiento económico y se llaman una
menor creación de empleo. Esa es la manera de perder competitividad para
la economía moderna. Sin inversiones no se puede ser más competitivo y
así lo que estamos haciendo, en definitiva, a través de una mayor
inflación y desacelerando la inversión, es desanimar nuestras
exportaciones del futuro.

Nadie se puede vanagloriar de los efectos inmediatos de una devaluación
que en principio apoya la exportación para restar de inmediato, a través
de todas estas vías, que no son indirectas, que son bien directas, la
capacidad de exportación de nuestra economía.

Los efectos son esa pérdida continua de los valores bursátiles; esa
crisis de la deuda pública; la carga de intereses que está introduciendo
para los presupuestos del mañana, para los presupuestos generales del
Estado para el año 1996; y una gran desconfianza de la inversión
extranjera, puesto que no sabe qué clase de activos está comprando cuando
viene a España, no sabe cuál es el valor definitivo de esos activos.

Todos éstos son los efectos de esta devaluación. Unos efectos muy
negativos que no se deberían haber producido porque España no se lo
merece ni se lo puede permitir en las circunstancias actuales.

Por eso, señor Ministro, le voy a formular unas preguntas para ver si es
usted capaz de clarificar esta mañana cuáles son las consecuencias
estimadas por el Ministerio de Economía y Hacienda sobre la inflación;
cuáles son las estimaciones que el Ministerio está haciendo sobre la
elevación de los precios que se puede derivar de una sucesión de
devaluaciones como las que estamos registrando y, en definitiva, a partir
de la última devaluación. ¿Cómo estima el Ministerio de Economía y
Hacienda que se está comportando la inflación en España a raíz de las
devaluaciones de los años 1992 y 1993? A ver si nos puede usted informar
cuáles son las estimaciones de su Ministerio, que, por cierto, veo que
ahora ya se ha informado bien el Ministerio sobre cuál es la situación de
la balanza de pagos por cuenta corriente de la economía española del año
1994.

Quisiéramos saber cuáles son las estimaciones que hace su Ministerio
respecto de las consecuencias de todos estos fenómenos monetarios y cómo
van a afectar a la evolución de la economía.

Sobre todo, quisiéramos saber algo que consideramos crucial, puesto que
hemos calificado a esta crisis de la peseta como una crisis política,
como una crisis del Gobierno socialista. ¿Qué medidas piensa adoptar el
Gobierno para resolver la crisis política que ustedes protagonizan y que
está causando esa desconfianza de los inversores internacionales? ¿Hay
alguna previsión? ¿Hay algún proyecto del Gobierno o es que,
sencillamente, el Gobierno no maneja, no rige esa crisis política?



El señor PRESIDENTE: Vaya concluyendo, señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Concluyo en un minuto, con la consabida
benevolencia del señor Presidente. Señor Ministro, sus declaraciones de
ayer mismo sobre su



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preferencia de una devaluación más amplia han vuelto a ocasionar la
desconfianza de los mercados financieros internacionales. Eso nos está
diciendo a todos los españoles que al Gobierno le hubiera gustado ir a
Bruselas para buscar una devaluación mayor, por lo visto, según se
desprende de sus palabras. Se lo estoy preguntando, aunque el tono suene
algo aseverador, pero realmente le estoy preguntando. Ya no nos podemos
permitir más torpezas, ya no podemos seguir con esas palabras frágiles,
con esas palabras insinuantes, porque todo pesa en una balanza que pagan
todos los españoles. Por tanto, yo le pregunto cuál es el criterio, cuál
es el futuro que dibuja el Gobierno.

¿Hacia dónde vamos, señor Ministro? ¿Vamos a la expulsión del Sistema
Monetario Europeo? ¿Cuál es el límite que el Gobierno tiene establecido?
Tiene que clarificar lo que este Gobierno está dispuesto a aceptar en
este punto. Aquí nos estamos jugando el futuro de la economía española en
esta pregunta, la pregunta que nos hacen a todos los representantes de la
soberanía nacional los españoles en este momento.

¿Qué nivel de tipos de interés va a aceptar el Gobierno como algo normal?
¿Hasta dónde considera este Gobierno que pueden llegar los tipos de
interés sin perjudicar el crecimiento económico? ¿Vamos a seguir
asistiendo pasivamente a elevaciones de tipos de interés, concernientes
además a la deuda pública?
Sobre todo, señor Ministro, ¿hasta dónde va a consentir este Gobierno que
se produzca el deterioro de la imagen internacional de España? ¿Cuál es
el límite establecido en este Gobierno? ¿O es que este Gobierno no es
sensible a lo que está pasando internacionalmente? ¿Es que este Gobierno
no lee la prensa internacional? ¿Este Gobierno no habla con las
instituciones que nos examinan cada día? ¿Dónde está ese límite? ¿Qué es
lo que este Gobierno va a dejar como herencia de esta crisis financiera?
En este sentido, tenemos que hacer una apelación a la responsabilidad del
Gobierno y a la responsabilidad de su Ministro de Economía y Hacienda.

Consideramos que el Ministro está en una situación muy difícil. Sabemos
que está en una situación muy difícil. Por eso esta apelación a su
responsabilidad cobra especial relieve. Habida cuenta la dificultad de
las circunstancias que está viviendo este Gobierno y que pasa tan dura
factura a los españoles, hay que insistir en la apelación a la
responsabilidad del Ministro de Economía y Hacienda como protagonista
especial de una situación que, si se sigue deteriorando, puede dejar muy
mal a la economía española no sólo para el año 1996, sino para los años
futuros.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, tiene la palabra el señor Frutos.




El señor FRUTOS GRAS: Sería demasiado fácil ensañarse con ustedes y con
determinadas políticas. Como está el señor Montoro, no veo la necesidad
de hacerlo. Pero la verdad es que no creo que fuese completo ensañarse
únicamente con lo que ocurre en España, su responsabilidad, sus
políticas, etcétera.

Usted ha hecho una intervención, desde el punto de vista técnico,
correcta, pero es una descripción de lo que está ocurriendo y, como
máximo, en algún momento ha hablado de los motivos técnicos del problema.

Motivos técnicos tanto de lo que ocurre en la política económica
internacional como de lo que ocurre en la política económica española y
europea. Pero no ha hablado de la política que organiza el mundo actual y
de la política que organiza el mundo en España. Ha dado, repito,
descripción y algunos elementos técnicos. Pero las decisiones en política
económica son decisiones políticas fundamentales que se toman en cada
momento.

Voy a tener toda la generosidad intelectual, como usted ha pedido, para
intentar ver la diferencia entre la cuarta devaluación y las otras tres.

En 1992 hay una crisis económica fundamentada en tres o cuatro elementos
centrales: por un lado, estamos casi de vuelta de una política
monetarista que tiene su explosión a los pocos meses de 1992, que
fracasa. Hay un inicio del estancamiento y de la regresión económica en
nuestro país y empiezan a presentarse algunos elementos que representan
graves vicios, fruto de una determinada política económica que se ha
desarrollado durante años, una política económica con fundamentos
especulativos, etcétera. Por ejemplo, está el caso de que el Gobernador
del Banco de España tenga que ir a los juzgados o tenga que comparecer
ante una Comisión de investigación del Parlamento. No cito ninguno más.

Los otros ya los conocen ustedes suficientemente.

Sin embargo, ahora estamos en el inicio de lo que parece una recuperación
a nivel internacional, con una peseta más equilibrada en relación a la
peseta sobrevalorada de hace unos años y, por tanto, es más complicado
ver exactamente qué es lo que ocurre, cuáles son las responsabilidades de
la economía internacional y cuáles son las responsabilidades de la
economía española. Lo que estoy viendo, señor Ministro --y es un poco
espeluznante--, es que con muy poco dinero se desestabiliza la economía
de un país o la economía internacional. Resulta que estamos
desestabilizando Europa, señor Montoro, o el Sistema Monetario Europeo,
por la peseta, y que lo que ha ocurrido en Méjico está desestabilizando
prácticamente las finanzas en la economía del mundo entero. Es decir, que
estamos ante problemas serios. Si es verdad lo que dice usted de que la
culpa la tiene el dólar --que culpa tiene, aunque no toda--, si es verdad
eso, estamos ante problemas políticos muy graves, pero que muy graves. Si
estamos ante esos problemas políticos y no se analizan a fondo ni se
toman medidas políticas para hacerles frente, eso demuestra una ceguera
política de las autoridades políticas del mundo, de Europa, de España y
de las autoridades monetarias y económicas. Esta ceguera política es lo
peor que le puede pasar a un país, a un grupo de países organizados en la
Unión Europea o en otras uniones y al mundo, a la economía mundial. Lo
peor es la ceguera política, la incapacidad de dar alternativas políticas
a los problemas que existen.

Entramos, pues, en las recuperaciones de las que se habla a nivel
internacional y a nivel español que se están produciendo. Hemos
intentando señalar, no con demasiada fortuna, en las propuestas concretas
en los últimos períodos,



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que las recuperaciones que se están produciendo son de ciclo cada vez más
corto y más caótico, que elementos como la elevación de las magnitudes
macroeconómicas que antes, en décadas pasadas, representaban la
recuperación del paro, de la inversión, etcétera, en estos momentos
significan que no hay aumentos importantes en la recuperación de estas
macromagnitudes, por ejemplo, el paro.

En España en concreto hay una reactivación, una recuperación económica en
1994 del 2 por ciento, con previsiones potenciales de que en 1995 sea
superior al 2 por ciento. Todo ello es posible gracias a un mejor entorno
económico internacional, y europeo especialmente, que facilitó algunas
exportaciones, no todas, que facilitó la entrada de más turismo y, por
tanto, reforzó la posibilidad de tener una divisa para poder hacer frente
a las necesidades y a la potencialidad de nuestra economía. Se debió al
mismo tiempo a la reducción salarial que, por otra parte, tiene sus
elementos negativos al no ayudar a la recuperación del consumo interno.

En eso parece que todos coincidimos. Hubo una recuperación importantísima
del excedente empresarial y luego hubo una reforma laboral que hace que
en estos momentos sólo haya un 2 por ciento de nuevos contratos, que no
puestos de trabajo --debemos diferenciar claramente entre lo que son
nuevos contratos y puestos de trabajo, tal como lo habíamos entendido
clásicamente--, que produce en sectores muy importantes de la sociedad
española un temor ante las eventualidades del futuro inmediato, al no
tenerlo garantizado ni por un cierto tiempo, frente a la realidad que
había hasta hace un año y medio o dos años --realidad conflictiva con 14
formas de acceder a un puesto de trabajo, prácticamente a la carta--, y
ahora con la reforma laboral se introduce todavía más temor, más
preocupación por el futuro. Esto tiene una repercusión inmediata, pienso
yo, en la situación social, en la situación económica.

No son capaces de solucionar problemas estructurales de fondo, en primer
lugar, el problema del paro. Para nuestro Grupo continúa siendo negativo
que el empleo que se vaya creando sea del tipo del que se está creando.

Además, se continúa manteniendo una tasa de actividad bajísima. No se es
capaz de remontar, a pesar de los nuevos contratos --que no puestos de
trabajo--, la baja tasa de actividad, ni tampoco de conseguir --al menos
no lo he podido detectar en las últimas comparecencias del Ministro y del
Secretario de Comercio-- que haya una mayor y mejor incidencia en los
mercados a partir de un mejor diseño y de una mejor técnica de los
productos españoles.

Resumiendo, tenemos problemas estructurales que vienen agravados --y lo
pongo en último plano, porque, repito, ya hay quién se encarga de señalar
la perversidad de su Gobierno-- por la situación política, que tiene un
peso indudable en la situación económica y que repercute en la imagen
negativa que hay de España en el exterior en el último período. Además,
el contexto internacional, como señalaba antes, acaba de dificultar las
cosas en general y no sólo a España. Le voy a decir suavemente --no
quiero hacer de pitoniso-- que se está mascando un nuevo crack o crash,
como se dice ahora en versión moderna, bolsístico y financiero, por toda
esta serie de elementos que voy a señalar. No lo digo yo sólo, y ustedes
seguramente lo tienen en cuenta.

No se puede mantener eternamente una situación ficticia y peligrosa, como
la continuación de una guerra no larvada, sino real, sin cuartel entre
Japón y los Estados Unidos, con muertos reales, pero que se disfraza en
ambos lados de mercado libre. Lo que pasa es que cada uno de estos campos
tiene una interpretación muy libre del mercado libre, pero fundamentada
sobre la base de intereses que, en el caso de los Estados Unidos, se ha
demostrado ya que en partes importantes son perversos para el conjunto de
las economías mundiales. Los intereses económicos, financieros e
industriales japoneses tienen también algunos elementos negativos, aunque
de distinto carácter.

Estoy de acuerdo y comparto con usted la posición de que existe una
«dolarización» de la economía, no para echar toda la culpa al dólar, sino
porque hay una «dolarización» mundial y una «dolarización» de la economía
que en estos momentos está afectando fundamentalmente a la peseta, pero
también al conjunto de la economía y de las finanzas mundiales. Es verdad
que España ha seguido la relación de caída con el dólar, mientras, por
otro lado, otro tipo de moneda, el marco, iba revalorizándose no estando
justificado tampoco por el repunte económico alemán. No hay una
justificación económica ni financiera plena en relación a estos
elementos. Las causas las debemos buscar a un nivel bastante más alto. El
dólar agrava la situación y el marco, por otro lado, se ve hinchado,
inflado por las debilidades de las otras monedas y de las otras
economías.

Otro elemento que influye en la situación es la creación constante de
burbujas de optimismo sin sustento real. El caso de Méjico y el Tratado
de Libre Comercio es uno de estos elementos. Méjico en el contexto
americano, sobre todo latinoamericano, tenía que ser la locomotora que
enganchase al conjunto de los restantes vagones y tirara para adelante de
la economía latinoamericana, con este repunte que dicen que también hay
en la economía latinoamericana. Resulta que el caso de Méjico está a
punto de producir una crisis de incalculables dimensiones a nivel
internacional, pero al mismo tiempo la produce en las economías que
decían que estaban repuntando en Latinoamérica, como es el caso de
Argentina, Brasil, etcétera.

El Sistema Monetario Europeo se está cargando, a mi entender, tanto la
posibilidad de ir avanzando en la construcción política europea, como en
la propia Unión Monetaria, que sería una cota más baja que hay que
intentar alcanzar; una unión monetaria diferente naturalmente a la que se
está planteando en los planes de convergencia para el año 1997; una unión
monetaria basada en un proceso de convergencia real de las economías.

Para ello deben tomarse decisiones políticas y debe defenderse desde cada
país, desde cada Estado, sin dependencias de los otros Estados cuáles son
las políticas que se persiguen en cada Estado, sobre la base de las
necesidades de cada Estado, de los intereses de cada Estado y sobre la
base de las necesidades y los intereses colectivos de la Unión Europea,
qué avances se deben defender en el terreno político, social, económico
y, naturalmente, monetario.




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La devaluación de la peseta pone en evidencia, a nuestro entender, las
contradicciones que hay en el conjunto de la economía de las finanzas
internacionales pero que pesa más, en el caso español, por el tipo de
economía que se ha ido generando. Ha concluido algo que no ha durado ni
dos años, la tregua de los especuladores después de la banda de
fluctuación del 15 por ciento del año 1993. Esto se ha terminado. Ahora
vuelven a la carga contra la peseta, la moneda más débil, aunque contra
otras monedas también. Quizá sería el momento de hablar de si es
necesario para una economía de libre mercado, como se dice siempre, el
parasitismo social de los especuladores. A lo mejor se tendría que
estudiar --y sería un debate político de fondo, español y europeo-- si el
parasitismo social de los especuladores es necesario para las economías
de un país o del conjunto de países, o, simplemente, es como todos los
parasitismos algo que chupa de la realidad para ir a una especulación
absolutamente destructiva desde el punto de vista de la economía real.

Todos los acontecimientos que están ocurriendo hoy en los mercados --y lo
decían esta mañana los medios de comunicación-- sitúan a la peseta al
borde del Sistema Monetario Europeo. Es decir, se está produciendo una
depreciación del dólar --continuaba esta mañana, pequeña pero se está
produciendo-- frente al marco. Hay una situación interna en España que no
se acaba de aclarar, pero nuestro Grupo no contribuirá a meter más leña
al fuego, simplemente la señalamos porque todo el mundo la conoce. Ayer
en esta misma sala compareció el señor Belloch, comparecencia que no
produjo satisfacción a nadie y, al mismo tiempo, continúa un ataque
especulativo contra la peseta. Esta mañana, según mis noticias, parecía
continuar.

Se ha gastado desde enero --y corríjame, señor Ministro, si me equivoco--
más de dos billones comprando pesetas y vendiendo marcos, lo cual puede
producir, al final de esta escapada, unos centenares de miles de millones
de pesetas en pérdidas de divisa fuerte, debida a esta situación.

¿Es el momento o no de plantearse --nosotros creemos que sí--un abandono
provisional, periódico, controlado en el tiempo, del Sistema Monetario
Europeo? Es el momento de pensar si sería positivo o negativo. Porque,
¿cuáles son las otras alternativas si continúa esta situación? Subir los
tipos de interés y gastar más divisas para impedir que la peseta continúe
degradándose.

Las condiciones --y son preguntas que formulo al señor Ministro para que
me dé una respuesta-- del Comité Monetario suponen, en el plano interno
español, prácticamente el mismo trato que da el Banco Mundial a los
ajustes estructurales de los países empobrecidos: más ingresos fiscales
para reducir el déficit público, por tanto, reducción de todo lo que
representan gastos sociales y otros gastos; venta de empresas públicas
rentables, porque las que no son rentables no se venden, una pura
táctica, ello permitirá reducir el déficit público este año, pero creará
hambre para mañana, porque ya el Estado no tendrá estos recursos para
poderlos utilizar; más reforma laboral, que representará más precariedad,
más inseguridad; más miedo y, en definitiva, señoras y señores Diputados,
menos libertad, aunque las libertades formales sigan siendo las mismas,
pero en el momento en que avanza el temor frente a la libertad del
individuo, se está produciendo una laminación, aunque sea parcial, de la
libertad del colectivo. Esto lo afirmo categóricamente o, si quieren
ustedes, de forma más subliminal para que no sea tan imperativa: estas
vías conducen a más fracaso.

La devaluación estaba anunciada por los mercados pero parecía que no se
correspondía la posibilidad de una devaluación con la situación económica
de recuperación que teníamos en estos momentos. Pero lo más grave es la
servidumbre a varias cosas letales para España. Salimos de un sesgo
monetarista, el que imprimió el gran arquitecto Boyer y que luego
continuó el señor Solchaga, y caemos en un sesgo monetarista más proclive
a la especulación que en estos momentos estamos viviendo. Por otro lado,
somos incapaces de poner a trabajar el potencial humano y cultural
español, lo que se llama en el lenguaje técnico tasa de actividad. He
dicho potencial humano y cultural, porque hay cultura industrial y de
todo tipo inutilizada en este país. Hay un gran potencial humano. Seguir
las propuestas más conservadoras en materia laboral en corresponsabilidad
de la gente con la situación del país. Creo que sería el momento de hacer
un llamamiento político serio al país, a la gente, con medidas políticas
serias, que si representa una convocatoria de elecciones generales
anticipadas, que las represente, lo que sea necesario, y llamar a la
corresponsabilidad de todos los ciudadanos ante una crisis muy importante
en el plano político y económico.

Nuestro Grupo cree que hay alternativas frente a los especuladores y,
entre ellas, hay un debate político sobre lo que representa la
especulación en el marco de las economías mundiales, de nuestra economía
y de la economía europea en este momento concreto. Yo creo que no debemos
estar con los brazos cruzados. Ayer en una moción que presentamos,
planteábamos, por ejemplo, el intento de control de los paraísos fiscales
para conseguir su liquidación, pues bien, no fue aprobada. Parece que los
paraísos fiscales son necesarios y, por tanto, continuarán los
especuladores, etcétera.

Hay más alternativas si buscamos las potencialidades españolas, repito.

Tenemos todavía un margen amplio en la economía. Hay elementos
diferenciales con las economías de nuestro entorno; podemos utilizarlas.

Saliendo del Sistema Monetario Europeo si es preciso, por el tiempo que
sea necesario; buscando, mientras tanto, otras alternativas al tipo de
unidad monetaria que se está planteando en este momento; y reforzando el
margen de capacidad autónoma que tenemos. Yo creo que somos excesivamente
dependientes de lo que nos dicen y nos imponen los demás y los demás
también buscan su margen de autonomía en el marco de la Unión Europea.

Las leyes se utilizan con flexibilidad. Parece que nosotros somos los
primeros de la clase y esto empezó cuando nos dijeron que íbamos a ser
los primeros de la clase en el plan de convergencia, es decir, que
nosotros íbamos a cumplir con todos, íbamos a estar en el núcleo duro. Ya
ven ustedes dónde está lo que se llama el núcleo duro y dónde estamos
nosotros.




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Ha dicho el señor Ministro que el Sistema Monetario Europeo sigue siendo
el referente de disciplina en España. ¡Suerte que lo es! Porque si no lo
fuera no sé dónde estaríamos. Yo no creo que el Sistema Monetario Europeo
tenga que ser nuestro referente. Yo creo que debe haber más referentes y
debemos tener más capacidad de creatividad para poner en marcha estos
referentes, con el concurso político y social de todo el mundo si es
necesario, pero con planes concretos claros y que cada uno, naturalmente,
defienda sus objetivos con todas las posibilidades que le da el
electorado, la democracia; que defienda naturalmente sus programas y sus
alternativas, pero deben buscarse puntos de acuerdo.

Si antes se hubiese producido el abandono del Sistema Monetario Europeo
se habrían podido eliminar, a mi entender, rigideces monetaristas, se
habría tenido más margen de maniobra para actuar, no habría habido
necesidad de subida de tipos --como está planteándose con mucha fuerza en
este momento concreto, lo cual será desastroso-- y se habría podido
fortalecer todo un entramado, sobre todo, de economía del sector público,
de empresas que por su rentabilidad y dimensión tienen la posibilidad de
ser plataforma de exportación, con investigación propia, con medios
propios, etcétera. Creo que estamos desaprovechando este potencial de
empresas que han demostrado, por ejemplo en el sector eléctrico, que son
más rentables y más eficaces que las empresas privadas. Lo destaco no por
una versión ideológica o bolchevique, sino por los resultados concretos
que tienen estas empresas frente a determinadas empresas del mismo sector
que tienen que ser reflotadas con el dinero público. Por tanto, hago aquí
una defensa apasionada del sector público por su capacidad de ser empresa
o sector eficaz y de potenciar al conjunto de la economía, de ser motor
que impulse al conjunto de la economía.




El señor PRESIDENTE: Vaya concluyendo, señor Frutos.




El señor FRUTOS GRAS: Concluyo inmediatamente, señor Presidente.

Se trataría, además, de corregir a fondo las deficiencias estructurales
de nuestra economía. Aquí hay discrepancias bastante importantes, porque
el Partido Popular propone, con toda legitimidad, determinadas
alternativas y nosotros planteamos otras. Lo bueno es que estas
alternativas se discutan, se debatan a la luz de los datos concretos que
presentan determinadas iniciativas ya contrastadas, que son un banco de
pruebas. Si no hay medidas estructurales, acompañadas de otras políticas
que reconduzcan la situación de descrédito que tiene la política en estos
momentos en España (fíjense ustedes que no digo el Gobierno sino la
política, fíjense si soy suave y responsable a los ojos del mundo que nos
están contemplando para intentar que la peseta no caiga más), repito, si
no hay medidas estructurales acompañadas de otras políticas en el plano
político, vemos muy difícil superar esta crisis.

Termino ya con la propuesta de defender en la Unión Europea cuatro o
cinco elementos que nos parecen fundamentales: plazos monetarios
diferentes para la Unión Económica y Monetaria, más coordinación de las
políticas económicas, más convergencia real y menos convergencia nominal,
con un compromiso político de coordinar todos estos esfuerzos y de
intentar que los bancos centrales actúen en esta misma línea de
reforzamiento de todas estas políticas --ya sé lo que dice el Tratado de
Maastricht de los bancos centrales, ya lo sé, pero insisto en ello--; y
defender que medidas políticas a largo plazo y en profundidad eviten la
disgregación europea, que ni tan siquiera sería la Europa de las diversas
velocidades o la del núcleo duro. Creo que estamos ante el peligro de una
verdadera disgregación política europea, que es responsabilidad de los
políticos, pero también nuestra en lo que nos compete.

Yo no voy a presentarle un cuestionario de preguntas, señor Ministro,
pero están encima de la mesa ¿Qué hacemos ahora? ¿Qué pasa? ¿Continúa
bajando la peseta hoy o mañana? ¿Qué hacemos? ¿Están agarrotados ustedes
o todavía tienen lucidez para poner en marcha algunas medidas que sean
eficaces para hacer frente a la situación?
He terminado, señor Presidente, muchas gracias por su benevolencia.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la
palabra el señor Homs.




El señor HOMS I FERRET: Señor Presidente, señorías, no vamos a hacer de
la crisis de identidad del Sistema Monetario Europeo y de una devaluación
de la peseta un instrumento de acción política interna para erosionar o
derribar al Gobierno. De los acontecimientos internacionales jamás hemos
intentado sacar provecho partidista. No lo hicimos, en ningún momento, en
el proceso de construcción del proyecto europeo y del Sistema Monetario
Europeo, ni lo vamos a hacer ahora, ni lo hicimos, incluso, durante las
tres últimas devaluaciones, por cierto anteriores a las elecciones de
junio de 1993. Deberíamos en estos momentos tener muy presente, señorías,
que los intereses generales de los españoles deben prevalecer por encima
de los legítimos intereses partidistas, materializados en actitudes y
estrategias de acoso y debilitación del Gobierno.

Estamos, a nuestro juicio, asistiendo a un proceso de transformación de
los tipos de cambio de 15 monedas, señor Ministro, de 15 países fuertes
en el mundo, y no va a estar exenta esta etapa de estrategia, presiones y
procesos especulativos para culminarla, a la entrada de la tercera fase
de la Unión Monetaria, con ventajas relativas para algunos países. Somos
conscientes del momento en el que nos encontramos y de que tenemos
delante 20 meses, previos a la tercera fase, en los que la inestabilidad
monetaria, las estrategias, presiones y procesos especulativos de
determinados países van a ser una constante.

La peseta va a ser una moneda contra la que va a especularse en este
período, por ser, señor Ministro, como usted sabe, una de las monedas más
débiles del sistema. Convergència i Unió desea transmitir a todos los
grupos de la Cámara que, de la misma forma que en otras circunstancias
hemos sabido encontrar el consenso necesario para afrontar los retos
internacionales y europeos, ahora mantengamos



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la serenidad necesaria y la responsabilidad suficiente para saber
posicionarnos, unitariamente si ello es posible, junto a todas las
fuerzas políticas de España, para defender lo que es sin duda uno de los
elementos más importantes de los intereses generales del país, que es
nuestra moneda, frente al tipo de cambio y al valor de las demás.

He escuchado las intervenciones de los portavoces que me han precedido y
me ha sorprendido profundamente algunas de ellas. Argumentan
políticamente que las razones de esta devaluación son exclusivamente
políticas. Incluso se atreven a razonar que el pacto Pujol-González es el
causante directo de lo que estamos padeciendo. Esto es un acto de
demagogia total. Incluso creo, señor Montoro, que usted ha tenido etapas
de mayor rigor, se las he conocido. Su argumento, su análisis es poco
riguroso, es parcial, es interesado. No recibiría un aprobado en ninguna
clase de política monetaria en ninguna universidad española. Este
análisis no lo contrastaría usted frente a ninguna institución financiera
de prestigio, ni en España ni en Europa, porque es un análisis
absolutamente interesado, partidista y que responde simplemente al
objetivo político que mantiene usted en estos momentos, pero es
técnicamente incorrecto.

Dice el señor Montoro que los argumentos y las razones son estrictamente
políticas, y es verdad que este argumento planea en los medios de
comunicación. Es el argumento fácil. No obstante, hemos de ser rigurosos.

Creo francamente, señor Montoro, señores del Partido Popular, que no está
reñida la oposición con el rigor. ¿Cuándo van ustedes a aprender a hacer
oposición en esta Cámara sin estar reñida su actitud y sus posiciones con
el rigor, con ser objetivos, con ser razonables? Pueden ustedes hacer
oposición dura al Gobierno defendiendo posiciones fuertes y contrarias al
Gobierno sin dejar de ser rigurosos y sin dejar de ser objetivos.

Apelan ustedes a la responsabilidad del Gobierno. Nosotros también, señor
Ministro, apelamos a su responsabilidad, puesto que también comentaré
ciertos aspectos en los que mantenemos algunas discrepancias importantes,
pero, sobre todo, apelamos a la responsabilidad de todos los grupos de
esta Cámara. El momento en el que nos encontramos es bueno para valorar
esa responsabilidad que todos debemos tener en estos momentos.

Una segunda reflexión, señor Ministro, va dirigida a cuáles son las
razones de esta devaluación. Convergència i Unió, en cierta forma, podría
compartir buena parte de los análisis que usted ha hecho. Sin duda,
cuando una moneda se devalúa es porque es débil, a nuestro juicio. Usted
ha hecho una exposición y un análisis de las razones internacionales que
compartimos, pero también debe ser consciente de que cuando se devalúa
una moneda es porque es débil en el sistema, frente a las demás. Y la
debilidad está en proporción a la solvencia y a la solidez de la economía
que esta moneda representa. Por esta razón hace 20 meses apostamos, señor
Ministro, por entrar en un proceso de reforzar, de incidir en la
recuperación económica, de mejorar nuestra economía, puesto que para
nuestro Grupo éste era el principal elemento, el principal propósito y
objetivo político que deberíamos servir a lo largo de esta legislatura,
para con ello reforzar, sin duda, nuestra moneda en el contexto
internacional.

Sin embargo, también es cierto que las razones que usted ha expuesto son
las primeras que justifican el proceso concreto e inmediato en el que nos
encontramos en este momento. Son de índole internacional las razones que,
a nuestro juicio, explican y justifican en estos momentos el proceso de
fluctuación de las monedas en Europa. La relación comercial de Estados
Unidos y Japón siempre ha estado en el trasfondo de las fluctuaciones
monetarias del dólar, y sin duda, a nuestro juicio, la incorporación de
la nueva área económica y comercial de Méjico en relación con Estados
Unidos ha provocado unos ajustes y unos desequilibrios que han forzado,
todavía más, a los factores de inestabilidad del dólar en el mercado
monetario internacional.

Somos conscientes y valoramos en términos objetivos las razones que el
Ministro ha expuesto en cuanto a la explicación de cuáles son los
movimientos y los flujos monetarios en estos momentos en el mercado
europeo. Sabemos que esta devaluación tiene unos orígenes y está
conllevando un proceso de flujo monetario de refugio de dos monedas, el
franco suizo y el marco, que está causando, como consecuencia, un
reajuste de todas las paridades de las monedas europeas, y entre ellas la
peseta. A partir de aquí, se alteran todos los cambios en el Sistema
Monetario Europeo y la peseta, como moneda más débil, junto con alguna
otra moneda, es la que sufre las mayores presiones para poder variar los
tipos de cambio. Estamos, pues, ante un proceso previo a una tercera fase
del Sistema Monetario Europeo, por lo que nosotros le pediríamos, señor
Ministro, una puntual reflexión al respecto. ¿El Comité Monetario Europeo
se está plantando la necesidad de tomar algunas medidas que aceleren y
estabilicen el contexto monetario del actual ecu en el Sistema Monetario
Europeo? ¿Pueden acelerarse algunas medidas que mantengan un mayor marco
de estabilidad de las monedas europeas en este proceso?
La devaluación es la medida más razonable frente a la coyuntura, es el
mal menor; lo entendemos así. Salir del Sistema Monetario Europeo hubiera
sido peor a nuestro juicio. Dejar flotar la peseta hubiera sido una
consecuencia todavía peor para nuestra economía, con lo cual la medida
cautelar de devaluar nos parece el mal menor ante la coyuntura. No
obstante, nos preocupa el proceso más de fondo, señor Ministro. Nos
preocupa más que tenemos veinte meses frente a la tercera fase de la
Unión Económica y Monetaria, en donde estrategias de determinados
gobiernos y países, que juzgamos válidas y legítimas, pueden conllevar
una debilidad y unas posiciones perjudiciales para nuestra economía.

En este sentido quisiera apuntar, señor Ministro, señoras y señores
diputados, que nuestro Grupo entiende que deberíamos acelerar la
reflexión política en torno a esta fase de la tercera etapa del Sistema
Monetario Europeo. El proceso de construcción de la Unión Europea es un
proceso que a lo mejor debería incorporar un cambio de reflexión política
y económica, puesto que hemos entrado en una unificación del sistema y
del mercado, con libre circulación



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de mercancías, personas y capitales, pero coexisten quince monedas, con
quince estrategias de tipos de cambio distintas, y se podría pensar que
quizá hemos empezado la casa por el tejado. Europa está entrando en un
proceso de construcción de la Unión Europea con un proceso de debilidad y
de inestabilidad en lo monetario suficientemente importante como para
reflexionar más a fondo en torno a esta materia. Dos monedas fuera del
sistema, ocho devaluaciones y una ampliación de la banda al 15 por ciento
son elementos suficientemente importantes como para hacer una reflexión
política más a fondo en torno a ese período de veinte meses previo a la
tercera fase.

Señor Ministro, ¿algún país con posiciones dominantes podría estar
realizando estrategias que sólo llevarían a mejorar sus posiciones en la
Unión Europea frente a los demás países? ¿Estamos siendo un poco ingenuos
ante ese proceso y deberíamos reflexionar políticamente sobre la
conveniencia de cómo acelerar determinadas decisiones para estabilizar al
máximo estos próximos veinte meses? Porque dentro de cuatro, cinco o seis
meses podríamos encontrarnos en la misma coyuntura en la que nos
encontramos en estos momentos. Por eso, vamos a proponer, señor Ministro,
señor Presidente de la Comisión, que se celebre una reunión con los
portavoces de esta Comisión con el Ministro de Economía, para iniciar una
reflexión más serena, más política y más profunda en torno a este período
de veinte meses previo a la tercera fase. Nuestro Grupo desearía que, en
el contexto de esta Comisión de Economía, pudiéramos entrar en una
reflexión con el Ministro de Economía para profundizar todavía más sobre
cómo se están desarrollando estos períodos previos a la entrada en la
tercera fase de la Unión Monetaria.

La devaluación tiene efectos negativos, sin duda. Los tiene con carácter
general, pero también tiene efectos positivos y lo entendemos así desde
nuestro Grupo Parlamentario. Es verdad que tiene un efecto encarecedor
sobre todas nuestras importaciones, sobre todo, de los productos de
consumo y de energía, aunque debemos tener muy presente que el 90 por
ciento de las importaciones que hace España es en dólares, no en marcos.

Encarece nuestra deuda exterior, que sin duda es importante, pero también
tiene un efecto de mejora de nuestra competitividad para exportar. El
motor de nuestro crecimiento en 1994 ha sido la exportación y el turismo.

La devaluación puede aprovecharse para exportar todavía más y para
mejorar la actividad del sector turístico español.

Nuestro Grupo entiende que, a partir de este momento, aceptada ya la
decisión como el mal menor, deberíamos intentar aprovechar al máximo la
devaluación para incidir en la recuperación de la economía. Hay que tomar
más medidas e intentar aprovechar al máximo el efecto de la devaluación
para que incida de la mejor forma posible sobre el proceso exportador de
España y sobre la posibilidad de intentar tener un sector turístico mucho
más potente e importante.

Aprovechando lo que se pueda hacer a partir de ahora, le pregunto al
señor Ministro: ¿Cómo prevé el Gobierno que esta devaluación vaya a tener
un efecto más positivo en estos dos campos, en el de las exportaciones y
en el del sector turístico? ¿Va a tener el Gobierno la necesidad de
ajustar las previsiones de crecimiento económico para el año 1995? ¿Cómo
están ustedes previendo que va a afectar esta devaluación a la previsión
de evolución o de crecimiento de la economía en 1995? ¿Tenemos hechas
unas previsiones macroeconómicas? ¿Esta devaluación va a generar algún
retroceso en nuestro crecimiento? ¿Qué datos tienen ustedes para prever
la evolución que va a tener el crecimiento económico en este año 1995?
Por último, señor Presidente, nuestro Grupo desea transmitir al Ministro,
al Gobierno y a toda la Cámara que, a partir de estos momentos,
deberíamos tener muy claras tres líneas de actuación. Le anticipo, señor
Ministro, que estamos en desacuerdo con la medida de subir los tipos de
interés como reacción inmediata a la devaluación. No nos parece una buena
medida ni la aceptamos como la reacción que debía tomar el Gobierno
frente a la situación generada a partir de la devaluación. No son los
tipos de interés los que deben subir; ello debilita nuestro proceso
inversor. Hay que reactivar la economía y hacerla crecer más, y para ello
hay que favorecer la inversión. La subida de los tipos de interés no nos
ayuda a favorecer la inversión interna.

Señor Ministro, lo que le proponemos que hay que hacer es, en primer
lugar, lo que nos ha dicho el Comité Monetario Europeo, que ha instado al
Gobierno español para que permanezca el principio de estabilidad política
para poder garantizar la coyuntura económica a partir de estos momentos.

Estamos de acuerdo, el Comité Monetario Europeo tiene razón y lo más
importante es garantizar la estabilidad política para que, a partir de
ella, pueda desarrollarse un conjunto de actuaciones que permitan
corregir nuestra situación interna. Por lo tanto, vamos a mantener
nuestra posición política de intentar favorecer al máximo la estabilidad
política en España. Contribuir a que en España haya la máxima estabilidad
política sería también responsabilidad de todos los grupos, para que, a
partir de ella, se pudieran adoptar las medidas necesarias.

En segundo lugar, hay que adoptar más medidas dirigidas a reducir el
déficit público. Nuestro Grupo entiende que, a partir de esta
devaluación, hay que acelerar e intensificar todas las medidas posibles
dirigidas a reducir el déficit público, en dos direcciones. Señor
Ministro, ¿podemos tomar alguna medida más que nos permita reducir el
gasto o desafectar gasto para generar menos déficit público al final del
ejercicio? Por el Gobierno se tomó la medida de afectación cautelar de
150.000 millones de pesetas. Quizá se podría anunciar ya que no se van a
gastar esos 150.000 millones, a pesar del impacto que eso podía generar,
para poder destinar ese gasto a reducir el déficit público. No esperemos
a la previsión del final del ejercicio, anticipémosnos a esta, digamos,
decisión. ¿Podemos tomar alguna medida de reducción de gasto? Esta es la
cuestión y creemos que, en esa dirección, podríamos acelerar alguna
medida.

La segunda dirección es acelerar al máximo el programa de privatización
del Gobierno. Que se aceleren al máximo las previsiones y las actuaciones
de privatización para enajenar activos públicos, obtener ingresos
extraordinarios y destinarlos íntegramente, como se ha comprometido



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en la ley de presupuestos, a la reducción del déficit público. Esta sería
una segunda línea para poder transmitir a la opinión pública y a los
mercados una voluntad política decidida de reducir el gasto público en
este ejercicio en la máxima medida posible.

La tercera dirección son las medidas dirigidas a aprovechar las
incidencias que puede tener esa devaluación en determinadas actuaciones y
determinadas realidades de nuestra economía. Medidas, ¿de qué naturaleza?
Fiscales, para aprovechar, para incidir en la expansión internacional de
nuestra economía. Se podrían tomar en el Impuesto de Sociedades,
actualmente en trámite en esta Cámara, algunas decisiones que ayudaran al
proceso exportador de nuestra economía. Podríamos intentar darle un marco
fiscal que estimulara todavía más la internacionalización, la exportación
de nuestros productos, de nuestros bienes y servicios. También se puede,
en otras leyes, en esta Cámara, adoptar medidas fiscales que ayuden a la
expansión del sector turístico español. Por esas líneas se podría generar
más empleo en nuestra economía. Además, tenemos una ley en trámite en
esta Cámara, la ley que regula determinados productos y servicios
turísticos, que podríamos aprovechar para ayudar al máximo a expandir la
actividad turística.

Segunda línea, laboral. Mediante ese proceso de reactivación hay que
crear empleo. Si no creamos empleo tampoco valoraremos positivamente los
efectos de la evolución de la economía. Hay que reflexionar sobre si el
marco laboral es el suficiente para aprovechar todas las posibilidades
que la reactivación ofrece para crear empleo. Hay que pensar en qué
medidas nuevas, qué nuevos elementos, qué nuevos modelos de contratación
podrían incorporarse para poder aprovechar al máximo la creación de
empleo mediante la reactivación y la inversión.




El señor PRESIDENTE: Vaya concluyendo, señor Homs.




El señor HOMS I FERRET: Concluyo, señor Presidente.

Por último, las reformas estructurales, que habrían de hacerse
prioritariamente en dos campos: el comercio y, en determinados sectores,
en leyes que están en trámite en esta Cámara.

Yo instaría al señor Ministro a que en los próximos meses, hasta junio,
aceleráramos al máximo las actuaciones previstas y las que se pudieran
adoptar en la dirección de conseguir una mayor estabilidad política, una
reducción del déficit público por la vía de reducir el gasto y acelerar
las privatizaciones, estimular, vía fiscal, la acción exportadora y la
actividad turística y medidas dirigidas al campo laboral, además de
acelerar las medidas estructurales que tenemos en trámite.

Esta es, en síntesis, la importancia que daríamos a partir de estos
momentos a la acción del Gobierno, que debe concentrarse en esta
posibilidad de intentar, a partir de ahora, tomar las medidas necesarias
para aprovechar los efectos positivos que la devaluación produce y
compensar los generales negativos.

Señor Ministro, señor Presidente, ésta es nuestra posición. Termino
apelando a la responsabilidad --como ha hecho algún portavoz que me ha
precedido en el uso de la palabra-- de todos los grupos, no solamente del
Gobierno, para, a partir de estos momentos, adoptar unas posiciones
conjuntas al máximo posible y poder evitar la erosión de una imagen
pública, que tendría su efecto en beneficio de determinadas actividades
especuladoras.

El discurso que he oído al señor Montoro es el que conviene a los que
especulan contra la peseta en estos momentos. (Rumores.--El señor Montoro
Romero: ¡Cómo puede decir eso!) Por tanto, invito a la Cámara a tomar
otra actitud y no favorecer las actitudes especulativas de las personas y
de los grupos que hoy apuestan contra nuestra moneda en beneficio propio
y en detrimento de los intereses de los ciudadanos españoles.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Vasco (PNV), el señor Zabalía tiene la
palabra.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Quiero agradecer al señor Ministro su
comparecencia en esta Comisión en el día de hoy y manifestar nuestra
postura, la postura del Grupo Parlamentario Vasco (PNV), ante la
situación que se ha creado como consecuencia de esta última devaluación.

Para nosotros lo importante son los hechos, y los hechos son que la
peseta ha perdido su valor, que estamos ante una posible nueva crisis del
sistema monetario y que se está poniendo en entredicho el futuro, por lo
menos en el calendario, de la Unión Económica y Monetaria. Estos son los
hechos y esto es lo que, al final, nos preocupa.

A partir de aquí podemos hacer todos los análisis sobre cuáles son los
motivos, por qué se ha producido, cuál es la situación; podemos entrar
también a debatir si es un realineamiento o una devaluación. Yo creo que,
en términos vulgares, un realineamiento es una devaluación, pero pienso
que esta disquisición terminológica no nos lleva a ninguna parte. En
definitiva, la peseta, desde la madrugada del domingo, tiene menor valor
del que tenía el sábado.

Efectivamente, ésta no es una crisis exclusivamente de la peseta, es una
crisis del sistema monetario, porque, salvo el marco y algunas monedas de
su entorno, el resto de las monedas europeas está en una situación de
mayor o menor debilidad, pero en situación de debilidad.

Nos encontramos ante una situación que tiene, a mi entender, una triple
problemática. Por otra parte, la debilidad de la peseta es reflejo,
independientemente de las consecuencias de la evolución del dólar, de la
economía española y de la percepción que de ella tienen los mercados
financieros y aquí nos encontramos, quizá, con la contradicción que puede
suponer el hecho de que, en una economía como la española, que creció en
1994 por encima de lo previsto y había unas previsiones de crecimiento en
1995 francamente esperanzadoras, la moneda no refleja ese valor o esa
expectativa de crecimiento de la economía. ¿Por qué es así? Esto es
claro, desde mi punto de vista. No sólo está en la economía española,
está en las economías de otros países, como los asiáticos o algunos
americanos, en



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donde, con unos crecimientos espectaculares de su economía, sus monedas
no reflejan esta situación. ¿Por qué? Sencillamente porque las
previsiones de crecimiento económico no son suficientes como expectativa
para los mercados financieros. Los mercados financieros quieren tener la
seguridad de que ese crecimiento económico se va a trasladar a la
economía real, se va a trasladar a la economía productiva, se va a
trasladar a una mejora en los comportamientos de las magnitudes
macroeconómicas, se va a trasladar en bienestar social.

Además de estas expectativas del traslado del crecimiento económico,
existen otros factores que influyen, como lo son las medidas precisamente
de política económica que tiene el Gobierno implantadas o previstas. Eso
también está generando expectativas. ¿Qué medidas tiene el Gobierno? ¿Son
fiables? ¿Son adecuadas?
Finalmente, también dentro de estas expectativas, existe indudablemente
la situación político-social del país y estos factores son los que están
influyendo en las decisiones que en estos momentos se están tomando por
parte de los inversores y de los mercados financieros. Todo esto está
repercutiendo en la situación actual de debilidad de la peseta.

A partir de ahí nos preocupa, como decía, que esta constante depreciación
de la peseta pone en cuestión el cumplimiento del programa de
convergencia y nuestra incorporación a la tercera fase de la unión
económica y monetaria, por lo menos en las fechas que estaban
establecidas.

Y ¿cuál es el futuro del proceso de la transición hacia la Unión
Económica y Monetaria a la vista de estas dificultades que experimenta el
Sistema Monetario Europeo?
Es cierto que esta crisis no es únicamente de la peseta, están inmersas
también otras monedas, el franco, la lira, la libra, el escudo; estamos
viendo cómo se están depreciando en estos días. Es cierto también que
gran parte de lo que está ocurriendo es fruto de la debilidad del dólar
frente al yen y al marco. Consecuentemente, esta situación de la moneda
americana está poniendo en cuestión la fortaleza de las monedas europeas.

Lo que sí está claro es que dentro de estas monedas la peseta es la que
más está sufriendo y la que está demostrando mayor debilidad.

La devaluación de la peseta sufrida en la madrugada del pasado domingo es
ya, como es conocido, la cuarta en menos de tres años y no vamos a entrar
en los motivos de las anteriores y de ésta; el hecho es que se ha
depreciado en este tiempo más de un 40 por ciento con respecto al marco.

Y todo esto en un proceso permanente de pérdida de cotización de la
peseta desde el año 1992.

Esto no es lo peor. Lo peor es que todavía no sabemos si hemos tocado
fondo, si la peseta se va a seguir devaluando. Hoy estaba la cotización
de la peseta por encima de 93 unidades con respecto al marco. No sabemos
si estamos en un proceso en el que hemos llegado ya a tocar fondo y es
previsible una recuperación o no, con lo cual pondríamos otra vez en
entredicho una nueva devaluación e incluso, si esto continúa, la obligada
salida del sistema monetario.

La verdad es que, independientemente de los análisis que ahora podamos
realizar, hace unos meses no contábamos con esta situación. Yo recuerdo
que en las reuniones que hemos tenido en esta Comisión de Economía para
tratar de la coyuntura de la economía española y de la situación de las
exportaciones se reconocía --y así está reflejado en todos los análisis
de coyuntura-- que el crecimiento de la economía española en el año 1994
había sido en gran medida producto del crecimiento del sector exterior,
que éste había crecido en gran parte también por las devaluaciones de la
peseta en los años 1993 y 1994 se preveía que había un peligro de
estancamiento o de no crecimiento de las exportaciones, dado que no había
previsión de nueva devaluación. Esto lo hemos estado comentando no hace
mucho tiempo. Sin embargo, hemos visto que todas estas previsiones se han
visto de alguna forma echadas abajo por una realidad que también teníamos
que prever. La situación que estamos viendo y, sobre todo, los vaivenes
del sistema monetario tenían que hacernos prever que esto podría llegar.

Esta imagen, que es el mayor problema desde nuestro punto de vista, la
imagen que estamos transmitiendo a los mercados de capitales, a los
inversores extranjeros y a la propia sociedad tiene indudablemente unas
razones objetivas. Estas razones objetivas son que nuestra economía
necesita seguir de forma urgente y decidida con las reformas
estructurales que nuestro Grupo parlamentario está demandando
permanentemente: reforma del sistema fiscal y financiero, reforma de la
política laboral, reforma de la Administración pública. Y no voy a entrar
a exponer nuestro programa económico, porque creo que es suficientemente
conocido, pero es que no teníamos que estar esperando a que se produjera
una devaluación para poner en marcha todas estas políticas.

Desgraciadamente, parece que seguimos tomando decisiones a medida que
algunos acontecimientos nos impulsan a ello. Yo comparto en cierto modo
las propuestas del representante del Grupo Catalán (Convergència i Unió),
que ha vuelto a aconsejar, por decirlo de alguna manera, a proponer al
Gobierno toda una serie de medidas de política económica que nos ha
resumido pero que constituyen todo un programa de política económica. No
tenemos que estar de vez en cuando, con motivo de cualquier
acontecimiento, haciendo propuestas de política económica globales. Es
algo que tiene que tener claro el Gobierno, que tiene que tener claro
absolutamente todo el mundo. La política económica del Gobierno no se
puede regir por vaivenes. Otra cosa es que se tengan que tomar medidas
puntuales para hacer frente a situaciones, pero hay que tener una clara
idea de por dónde tenemos que ir y a dónde tenemos que llegar.

Por eso decía que aquí existen razones objetivas y es que la credibilidad
de nuestra economía no es suficiente. Se necesitan hacer las reformas que
estaban previstas, pero hacerlas ya. Y hoy se necesitan más que nunca.

Eso es cierto. Existen otras razones objetivas y es que no cabe duda de
que los acontecimientos relacionados con la vida política y financiera
española están siendo una carga demasiado pesada. Y no sólo es esto, sino
que el comportamiento de ciertos sectores, y aquí incluyo sectores tanto
políticos como civiles, no está ayudando.




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Acaba de haber un --aquí sí me atrevo a decir-- realineamiento de unas
propuestas de la CEOE, que es un realineamiento con las propuestas del
Partido Popular, solicitando elecciones anticipadas. Todo el mundo
decimos cosas, todo el mundo hacemos propuestas, pero yo creo que estamos
dejando de hacer lo que cada uno tenemos que hacer desde nuestra
responsabilidad. Está ocurriendo que las luchas políticas y la
utilización interesada de todas estas miserias que estamos conociendo día
a día las estamos exponiendo en un gran escaparate, que permite
transmitir a la opinión pública internacional, a los mercados financieros
y a los inversores institucionales, un cuadro de país francamente
desilusionante.

Desde nuestro Grupo parlamentario somos críticos --y esto creo que no es
nuevo-- con la política económica del Gobierno, pero proponemos medidas
para mejorarla. Somos críticos también con actuaciones del Gobierno que
han conducido a situaciones que todos conocemos, pero procuramos mirar al
futuro más que al pasado. También somos críticos con ciertos
comportamientos --y aquí podemos incluirnos todos--, pero creo que hay
que reconocer que ciertas formaciones políticas no están transmitiendo
precisamente serenidad, ni tranquilidad, ni ilusión, ni futuro. Con ello
lo que estamos provocando es una sensación de incertidumbre sobre el
futuro de este país. De todas formas, vuelvo a insistir en que hoy más
que nunca es necesario conocer las medidas de política económica y sobre
todo las medidas de política económica que va a adoptar el Gobierno ante
esta nueva situación. También me gustaría conocer con más profundidad las
medidas de política monetaria que tiene previstas el Banco de España. Ya
lo ha adelantado el señor Ministro y ha apuntado algunas de ellas, pero
quizá sería conveniente que compareciera ante esta Comisión del
Gobernador del Banco de España, para que nos explicara con más
detenimiento cuál es la postura del Banco de España ante esta nueva
crisis de la moneda española.

A partir de aquí me surgen muchas preguntas: ¿Qué va a pasar con los
tipos de interés?



El señor PRESIDENTE: Vaya concluyendo, señor Zabalía.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Enseguida concluyo, señor Presidente.

¿Qué va a pasar con los tipos de interés? Tampoco somos partidarios de
que los tipos de interés suban, pero, ¿es posible mantener estos tipos de
interés? Si los tipos de interés suben, automáticamente la repercusión en
la economía va a ser inmediata y negativa. Me refiero a la economía
productiva. Pero, ¿estamos en condiciones o el Banco de España está en
condiciones de mantener estos tipos de interés? Porque, por otra parte,
¿cómo va a repercutir en la financiación de la deuda pública? El peso de
la financiación de la deuda pública en el presupuesto es enorme, como
conocemos, y no se está valorando la repercusión económica negativa que
esta devaluación de la peseta va a tener. ¿Cómo va a financiarse la deuda
pública? ¿Cómo se va a controlar la inflación? El cuadro macroeconómico
con el que partieron los presupuestos, ¿cómo va a quedar afectado con
esta nueva situación?
Como decía al principio, nos encontramos ante una triple problemática. La
primera y la que más preocupa era ésta: la situación que genera esta
devaluación en la economía española. La segunda, ¿qué va a pasar con
nuestro plan de convergencia? ¿Podemos mantener el plan de convergencia
renovado o revisado? ¿Y el calendario que nos habíamos propuesto? Ya no
cumplimos, y va a ser difícil que lo hagamos, una de las exigencias del
Tratado de Maastricht, que era mantener la moneda sin tensiones graves y
al menos durante dos años anteriores al examen, dentro de las bandas
normales de fluctuación del Sistema Monetario Europeo, es decir, sin que
el Gobierno haya devaluado el tipo central bilateral de la moneda con
respecto a ningún Estado miembro. Si teníamos previsto que la
incorporación fuese en el año 1996, ya eso no es posible. Para que sea en
1999, que es la nueva previsión, desde 1997 no se va a poder devaluar la
peseta. ¿Estamos en condiciones de poder mantener esta situación?
Aquí ha habido voces que se han alzado dando opiniones sobre el
mantenimiento de la peseta dentro del Sistema Monetario Europeo, dado el
ejemplo de la situación de Gran Bretaña e Italia. Nuestro Grupo
Parlamentario ha sido y sigue siendo defensor de nuestro mantenimiento
dentro del Sistema Monetario Europeo, pero también pensamos que para
poder estar dentro hace falta tomar una serie de medidas de política
económica que vayan a controlar el gasto público y el déficit público,
porque si no es así, independientemente de que nos empeñemos en estar
dentro del sistema, es posible que nos saquen. Al final, puede que no sea
una cuestión de querer o no querer estar, de que sea mejor o no, sino
simplemente de que nos permitan o no estar dentro.

Finalmente, el tercer problema es: ¿qué va a pasar con el Sistema
Monetario Europeo? ¿Cómo van a afectar estas turbulencias al calendario
previsto? También me gustaría saber --y quizá el señor Ministro lo ha
podido constatar en esta reunión-- cuáles son los intereses de los
Estados miembros y qué posiciones van a adoptar ante estas posibles
modificaciones en el mecanismo de cambios. ¿Existe una verdadera voluntad
de caminar hacia los objetivos de la Unión Europea? Porque, al parecer,
la postura de Alemania no ha sido muy generosa; ante la solicitud
española de revaluar el marco, se han negado. ¿Existe una verdadera
voluntad en los países de la Unión Europea de caminar hacia los objetivos
propuestos o es que, al final, están poniéndose en entredicho y teniendo
preferencia los intereses de cada uno de los países? Entiendo que son
demasiadas incógnitas y demasiados problemas, pero es así y ésa es la
realidad. Todos sabemos que la construcción europea no va a ser tarea
fácil. Necesita mucha imaginación, grandes esfuerzos y un alto grado de
generosidad, y parece que hay deficiencia en este aspecto por parte de
todos los Estados. En este momento, nuestra preocupación prioritaria, la
de nuestro Grupo es: ¿qué va a pasar con este país, con el nuestro?
¿Existe el peligro de frenar el crecimiento económico que repuntaba?
¿Existe el peligro de seguir en la cola de los países más pobres de la
Unión Europea? ¿Existe el



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peligro de no entrar en la fase de la unión monetaria? ¿Existe el peligro
de no crecer lo suficiente como para poder resolver el problema del
desempleo? ¿Existe, en definitiva, un deterioro del nivel del bienestar
que hemos alcanzado? Contra esto, estamos insistiendo constantemente en
la necesidad de un Gobierno fuerte y cohesionado, que aplique una
política económica y social adecuada, y si no es así, estos peligros que
he apuntado me temo que se van a cumplir.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Muchas gracias, señor Ministro, por su
comparecencia hoy y por la información que ha facilitado a esta Comisión.

Voy a ser breve, suprimiendo casi la mitad de las preguntas que pensaba
hacer al señor Ministro porque han sido ya hechas por los Diputados que
me han precedido en el uso de la palabra, concretamente por los
representantes de los Grupos Catalán y Vasco.

Quiero decirle, señor Ministro, si es posible en este momento que el
Gobierno, en concordancia con los organismos, como el Consejo Económico y
de Finanzas, de la Unión Europea, tome unas medidas generales y
colectivas en el marco europeo que despejen la incertidumbre que tenemos
en este momento con la política monetaria.

Yo no sé si esta comparecencia del señor Ministro para el tema que aquí
nos reúne nos deja huérfanos en un 50 por ciento, dado que el señor
Ministro al principio de su intervención citó la situación institucional
de la autonomía del Banco de España. Se refiere también el Ministro a que
el día de autos estuvieron reunidos --me ha parecido entenderle eso--
usted y el señor Gobernador del Banco de España para seguir las
negociaciones que se hacían en el Comité Monetario de la Unión Europea.

No es óbice recordarlo, porque los dos representantes españoles allí
estaban representando a las dos instituciones fundamentales, competentes
en la materia, pero separadas institucionalmente y en competencia, que
son el Director General del Tesoro, que representa a su Departamento, y
el subgobernador del Banco de España, representando al banco emisor con
la autonomía a que usted ha hecho referencia.

Yo le puedo pedir a usted respuestas que traten de despejar esta
incertidumbre en cuanto a si no habrá, por ejemplo, nuevas medidas de
reducción del déficit público. En lo que llevamos de año usted ha
anunciado ya dos reducciones del déficit público, de 150.000 millones de
pesetas la primera y de 400.000 millones de pesetas la segunda.

Parece cantado que con esta devaluación o realineamiento de la peseta,
como se le quiera llamar (y digo como mi compañero del Grupo Vasco, no
entro en estas cuestiones de terminología y conceptuales, sino que las
acepto y punto), va a resultar que, si no hay una concordancia de
política económica y monetaria entre su Departamento y el Banco de
España, por un lado usted puede estarse viendo abocado ya a tener
redactado el papel para la reducción del déficit público en otra
sustanciosa cantidad de miles de millones de pesetas y que, por otro
lado, el Gobernador del Banco de España tenga ya dispuestos los
instrumentos para nuevas elevaciones de los tipos de interés.

¿Qué le sucede entonces al empresario español, sea del sector turístico o
sea del sector exportador? Pues que aquella lectura positiva de la
devaluación presente de la peseta en el 7 por ciento, si el Banco de
España le eleva el tipo de interés, le está encareciendo los costes
financieros. Por tanto, todo empresario que quiera aprovechar la lectura
positiva de bonanza de que esta devaluación le va a permitir exportar,
exportar conlleva un endeudamiento para la empresa; exportar va a
conllevar, si hay elevación de los tipos de interés, un aumento de los
costes financieros de la empresa, con lo cual lo comido por lo servido,
anula el beneficio teórico de la devaluación para la exportación con el
encarecimiento de los costes financieros, aparte de las repercusiones que
pueda tener en la inflación.

Para dar respuesta en esta Comisión a esto sería necesario que hubiera
venido, de haberlo solicitado así, el señor Gobernador del Banco de
España, que es el que puede, creo yo, por su autonomía institucional,
darnos una respuesta de si va a haber nuevas elevaciones o no de los
tipos de interés; él tiene la palabra segura para decirlo.

Entro en el segundo planteamiento, señor Ministro, de lo que usted ha
expuesto, que son las medidas de acompañamiento. Ya he citado una, si
usted estima prudente responderla, de si va a haber un aumento de la
reducción del déficit público ante los compromisos que la representación
española, como usted ha dicho, adoptó en la reunión del Comité Monetario
de la Unión Europea para que se aceptara esta devaluación del 7 por
ciento.

De lo que se trata es de que hay un compromiso de mantener el cambio
estable de la peseta y, al mismo tiempo, se les ha exigido (porque yo me
imagino que no le hubiera autorizado el Comité Monetario a estar en una
devaluación del 7 por ciento) que los cambios estructurales que tengan
que hacer salgan fundamentalmente de la reducción del déficit público o
de comprometerse a cumplir el programa de convergencia. Se está hablando
poco de eso por parte del Gobierno, de qué grado de vinculación entiende
el Gobierno que tiene en hacer cumplir todos y cada uno de los puntos del
programa de convergencia. Ese tema, en su mayor parte, es competencia del
Ministro de Economía y Hacienda y no del Gobernador del Banco de España.

Señor Ministro, usted planteó aquel día dos alternativas: devaluar --o
realinear, como lo llama-- o salirse del Sistema Monetario Europeo. Usted
ha desechado hoy aquí en su intervención la segunda alternativa, desde un
punto de vista intelectual, porque fácilmente ya se sabe lo que ocurrió,
se desechó aquel día y optamos por la devaluación y no por salirnos del
Sistema Monetario Europeo. Yo le pregunto, señor Ministro, si hubo que
abandonar esta idea en aquella reunión --y hay noticias de prensa que lo
confirman-- en la que se discutió aumentar la franja de fluctuación --hoy
está en el 15 por ciento--, aumentando --como se hizo en su día cuando
estaba al 2,5, al 6 y hasta el 15-- dicha banda de fluctuación, de la
peseta en este caso o de otras monedas europeas, porque, como bien ha
dicho el portavoz del Grupo Catalán (Convergència i



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Unió) hay un fenómeno colectivo de todas las monedas en esta tormenta en
la Unión Europea. ¿Se podía haber tomado esta alternativa o no, señor
Ministro? ¿Qué beneficios o qué perjuicios habría tenido para nosotros?
Le formulo otra pregunta. Usted intelectualmente ha rechazado la salida
del Sistema Monetario Europeo, pero el 1 de marzo, su Secretario de
Estado de Economía dijo que no era ninguna catástrofe la salida de la
peseta del Sistema Monetario Europeo, El SME. Me gustaría que nos
aclarara si esto ha sido una pura discusión académica o tiene esos
resultados de que, posiblemente, la salida de la peseta del Sistema
Monetario Europeo --tal y como decía el Secretario de Estado de
Economía-- no sería una catástrofe para la peseta.

Termino, señor Presidente, solicitando al señor Ministro que respecto a
lo que usted ha denominado fenómenos pasajeros, tuviéramos rápidamente
una certidumbre en el sentido de que no van a seguir ocurriendo, con las
garantías que se puedan adoptar. Por ejemplo, en sectores turísticos como
en el Archipiélago Canario, que tiene una estructura determinada de
fijación de precios con los tour operadores, parecida a la de Baleares
pero no distinta, los precios están cerrados, el beneficio turístico
puede ser escaso en este momento en el sentido de que vayan a entrar más
turistas, y así se acaban de pronunciar estos días los empresarios del
sector hotelero en el Archipiélago de Canarias--. Nos gustaría saber si
las garantías que se puedan adoptar permitirán una consolidación de la
paridad de la peseta, de manera que no haya nuevas fluctuaciones ni
nuevas infravaloraciones. Digo esto, señor Ministro, porque en su
intervención ha repetido varias veces la palabra infravalorada, referida
a la peseta; también lo dijo hace unas semanas el Gobernador del Banco de
España. Si usted, señor Ministro, sigue creyendo que la peseta está
infravalorada, habría que decir entonces que la devaluación de la peseta
no ha sido del 7 por ciento, sino del 7 más la infravaloración, porque si
estaba infravalorada en el 3 ó 4 por ciento, estaríamos entonces en una
devaluación real del 11 por ciento. Me gustaría que el señor Ministro nos
aclarara este tema, y en este momento solicitaríamos al Gobierno que
fuera consecuente con su programa de convergencia, evitando producir
nuevas distorsiones sobre los Presupuestos Generales del Estado con una
drástica reducción de los presupuestos para corregir un supuesto déficit
público por imperativo de este nuevo reajuste del alineamiento de la
peseta.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Mixto, tiene la palabra el señor
Albistur.




El señor ALBISTUR MARIN: Señor Ministro, muchas gracias por su presencia
en esta sesión, que yo le voy a adelantar de antemano que me parece tan
importante o más que la que ayer celebramos en esta misma sala, pero a
estas horas de la tarde y a la vista del gran número de personas que aquí
estamos, nos da un poco la medida de lo que son los problemas reales de
la sociedad española. Me parece que el tema que hoy le trae aquí es tan
importante o más que el de ayer, sobre todo por la trascendencia que
tiene para los ciudadanos. Por eso me permito destacarlo, a título
particular, aunque algunos señores parezcan discrepar, por los gestos que
estoy observando.




El señor PRESIDENTE: Señor Albistur, quizá la observación, desde la
perspectiva de los miembros de la Comisión, suene como la del cura que
abronca a los que no estaban.




El señor ALBISTUR MARIN: Si no he abroncado a nadie. Lo que hago es
llamar la atención, porque también creo que corresponde llamar la
atención, sobre, diríamos, el público que atraen algunas corridas y el
público que atraen otras corridas. Sólo me refiero a eso y me parece que
es un tema de reflexión importante.

Señor Ministro, el que me toque hablar el penúltimo, a lo mejor lo que
hace es quitar un cierto interés a los temas o ya reiterar algunos
planteamientos que han sido hechos por los compañeros que me han
precedido en el uso de la palabra. Yo quiero tocar cinco puntos
fundamentales a tenor de su exposición y de las palabras y comentarios
que ha habido durante esta última semana con relación a la decisión que
finalmente se ha tomado, que usted aquí nos ha intentado de alguna forma
describir, después de la reunión del Comité Monetario de la Unión
Europea.

En primer lugar, empezaré diciendo que discrepo con usted en que la
situación de la peseta no tiene nada que ver con la economía real. Me
parece que los incrementos que están produciéndose en nuestra economía
son consecuencia más del arrastre económico mundial que de la fortaleza
de nuestra propia economía. Diría, dentro de lo que es mi discrepancia,
que estamos en la otra cara de lo que fueron los cinco años que
precedieron a 1992, donde había una sensación clara de fortaleza y se
realizaba una inversión considerable, pública y privada. Ahora estamos
todos sumidos en una importante debilidad social y política, y sin
embargo no se están tomando las suficientes medidas correctoras desde el
propio sector público, porque los privados ya hacen lo que pueden.

Por otra parte, yo creo que no se ha destacado suficientemente que
estamos ante un fenómeno de pérdida de soberanía económica, que no afecta
solamente a la economía española. Yo diría que estamos en manos de los
grandes operadores financieros internacionales que, a mi modo de
entender, tampoco quieren una moneda única en Europa, que no están de
acuerdo con el Sistema Monetario Europeo y que están haciendo todo lo
posible para especular con las monedas particulares de los países.

Creo yo que para poder recuperar parte por lo menos de esta soberanía, es
necesario un Gobierno fuerte --aquí cabría una disquisición más amplia,
pero me voy a limitar simplemente a citarlo--, un Gobierno fuerte, unas
medidas económicas antidéficit y antiinflación claras y aplicadas ya, y
algo que me parece también importante, que es una Unión Europea fuerte y
coordinada, cosa que, como estamos viendo, no se produce.

En segundo lugar, también le diré que creo que la situación de la peseta
está vinculada al pago de la deuda y a la forma de afrontar el déficit
con un pago de altos intereses,



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sólo con medidas financieras y monetarias y sin ahorro de gasto
corriente. En diciembre del año 1994, la deuda se retribuía con el siete
y algo por ciento --no recuerdo cuáles eran las décimas--; en enero de
1995 la deuda se retribuía con cinco puntos más, con el 12 por ciento.

Por otra parte, en todo lo que sea afrontar el déficit, la política
fiscal ya no da más de sí, ya no da para más ingresos aparentemente; sólo
se toman medidas financieras como emitir deuda para financiarse. Estamos
ante un círculo cerrado que no se acaba de romper, aunque se manifiesten
voluntades políticas de querer hacerlo.

En tercer lugar, le diré que se manifiesta y es palpable una
incertidumbre sobre la continuidad en el Sistema Monetario Europeo. En la
Unión Europea --lo han manifestado públicamente estos últimos días, yo
diría que hasta de un forma abierta y decidida-- se considera casi
intrascendente nuestra presencia. Que vaya por delante que yo considero,
como parece que ustedes también lo hacen, querer permanecer, porque,
además, me parece muy importante lo que usted ha dicho, que es el aspecto
disciplinar que tiene la permanencia en el Sistema Monetario Europeo,
precisamente para cumplir o para coadyuvar al cumplimiento del Plan de
Convergencia de Maastricht. Sin embargo, es un debate que empieza a subir
de tono, en el que incluso hay posiciones contradictorias en el propio
Gobierno, que me parecen legítimas, porque creo que aquí hay un debate
que no está resuelto y que, de alguna forma, está haciéndose cada vez más
evidente. De hecho, estamos o hemos estado en el borde mismo de la salida
del Sistema Monetario Europeo. Considero que su propuesta de incremento
del 15 al 20 o al 25 por ciento de la banda de fluctuación es una jugada
hábil para evitar lo inevitable, porque el próximo paso será salir del
Sistema Monetario Europeo y, además, se intentará venderlo como un
triunfo, pero tendrá que ser una salida por una situación ya
insostenible.

Yo le quiero pedir que me explique por qué no se va a poder producir este
hecho. Explíqueme por qué tenemos que continuar --y quisiera tener más
razones que las que tengo para poder decir que estamos seguros que vamos
a continuar-- y, sobre todo, qué actuaciones van a tomar para ello. Si
están ustedes convencidos, a mí me gustaría que me convenzan también.

Pero no quisiera que fuera la única razón que se puede añadir a las que
ya existen la de que la próxima Presidencia de la Unión Europea todavía
nos obliga a hacer lo posible para mantenernos en el SME. Quisiera
hacerle una apuesta en el sentido de que no habrá próximamente una nueva
devaluación, sino que se va a producir una salida. Quisiera perder esa
apuesta, y lo reconoceré públicamente si no se produce la salida; en caso
contrario, ya le diré al oído cuál será la compensación que le pido, si
se produce la salida.

En cuarto lugar, se van a producir impactos en la economía española y yo
creo que no podemos hurtarnos a este hecho. El consumo privado, que no se
ha disparado todavía en los meses que llevamos de recuperación económica,
que está sufriendo un retraimiento notable y bien significativo y que lo
ven los sectores del consumo, va a experimentar un incremento de costes
en los servicios energéticos y de comunicaciones y un incremento de los
costes en los créditos al consumo y en los créditos hipotecarios. Estoy
seguro que los sectores correspondientes, energía, transportes,
comunicaciones y construcción, van a experimentar un incremento
importante en sus precios y en sus costes.

Y le voy a hacer una segunda apuesta. He calculado --pero me puedo
equivocar-- que todos estos costes van a aportar un punto más al índice
de inflación previsto. La inversión privada está retraída, sobre todo
--creo-- porque se invierte con dudas debido a que la inseguridad en el
coste del crédito es manifiesta, se va a producir un incremento del coste
del crédito lamentablemente, y sobre todo hay otro hecho que, a mi modo
de entender, es significativo e importante, porque se había producido el
fenómeno contrario, se van a volver a desviar fondos hacia activos
financieros. En el año 1994, después de cinco años, la industria y las
empresas, a través de ampliaciones de capital y de otras fórmulas, habían
empezado a recoger fondos y recursos que estaban depositados en todos
estos activos financieros. El nuevo refugio serán, de nuevo, los fondos,
o la moneda extranjera o la deuda pública. Como conclusión, además de la
ralentización, por no llamarlo parón, del consumo, se va a producir
también una ralentización en el conjunto de la economía española, por no
decir un parón que yo quisiera, de verdad se lo digo, señor Ministro, que
no se produjera.




El señor PRESIDENTE: Vaya concluyendo, señor Albistur.




El señor ALBISTUR MARIN: En seguida concluiré, señor Presidente.

En el quinto punto se trata de insistir en que no se acaban de tomar las
medidas oportunas en dos temas. El primero es el control de la inflación,
porque creo que sigue la incertidumbre en cubrir los objetivos. En enero
de 1995 subió un punto la inflación y se consideró un triunfo, pero ya
hemos consumido el 25 por ciento del incremento total previsto para el
año 1995. Además, están las expectativas que existen respecto a
incrementos en comunicaciones, transporte público y energía, es decir en
los servicios, que siguen teniendo una rigidez tremenda en sus precios, y
en los que, además, existe un descontrol o impotencia por parte del
Gobierno en los temas que le afectan a la hora de tomar decisiones
precisamente en sentido contrario. El segundo es el control del déficit
público, porque el Ministerio de Economía, en recientes declaraciones,
dice que se compromete a contener el déficit público presupuestario
destinando ingresos públicos adicionales que serán utilizados para
reducir el déficit --que se pretende que sea del 4 por ciento el año
1996, pero este año todavía estará rondando el 6 por ciento-- y que si
hay desviaciones al alza, se aplicarán medidas de corrección --pero que
tampoco se definen--. Además, se citan las privatizaciones como posibles
recursos para reducir el déficit, cuando deberían ir precisamente a
impulsar la inversión industrial. Todo esto no es óbice para reconocer
que se han tomado medidas presupuestarias importantes, por ejemplo, las
que pueden afectar a temas no necesarios en este momento, a mi modo



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de entender, como el de defensa, que han sido muy discutidas, pero no se
abordan reformas en Administración que afectan al gasto corriente.

Por no ser solamente crítico, quisiera proponer alternativas,
compartiendo las que ya han expuesto mis compañeros de Convergència i
Unió, en particular mi compañero del PNV, en relación a las reformas
administrativas pendientes, a la actuación atípica de los agentes
sociales, como empresarios y sindicatos, que parece que hacen más
política que una verdadera convergencia social, muy necesarias en este
país, y a la necesidad de tomar medidas prácticas y concretas de política
económica por parte del Gobierno, pero creo que en este momento no hay
muchas medidas y, además, nada ortodoxas, son absolutamente heterodoxas,
creo que hasta de escándalo, si las digo, y me voy a atrever a decirlas.

Creo que hay que tratar de evitar trasladar las tensiones inflacionistas
al consumidor y al inversor, haciendo que los incrementos de costes se
absorban en las grandes empresas de servicios --cito comunicaciones,
energía y transportes--, donde el sector público tiene un papel muy
importante, y también por parte del sector financiero, lo que tiene que
llevar a evitar el incremento de los tipos de interés, tema que ya se ha
citado anteriormente. Por otra parte, hay que establecer un control del
coste de la deuda, pero drástico, de forma que se tomen medidas que
afecten al gasto corriente de la Administración y del propio sector
público. En tercer lugar, iniciar una decidida política contra el fraude
fiscal, sobre todo en materia de IVA, donde hay bolsas enormes todavía
por investigar. Y promover desde el Gobierno un pacto político, como ya
se ha citado algo similar en esta Cámara, trasladable también a un pacto
social, para aplicar en estos dos próximos años estrictamente las
condiciones del Plan de Convergencia, tema que todavía está pendiente.

Si esto es una locura o, a lo mejor, daña a algunos espíritus
intelectuales rigurosos, no queda sino apechugar con los costes de la
devaluación y aceptar el parón que necesariamente se va a producir en
consumo e inversión y que me gustaría muchísimo que no se produjera.




El señor PRESIDENTE: Por último, por el Grupo Parlamentario Socialista,
tiene la palabra la señora Aroz.




La señora AROZ IBAÑEZ: Señor Ministro, en nombre del Grupo Socialista,
quisiera agradecerle su comparecencia hoy en este foro, la Comisión de
Economía y Hacienda, que nos parece el adecuado para exponer --lo ha
hecho el Gobierno con celeridad-- la decisión adoptada por el Comité
Monetario Europeo con relación a la peseta y para analizar especialmente
las consecuencias políticas y económicas de dicha devaluación.

A nuestro juicio, esta decisión pone de manifiesto que efectivamente
nuestra moneda está atravesando una situación de dificultad, pero también
que nuestro país cuenta con un Gobierno con capacidad, con decisión, para
afrontar los problemas que estamos atravesando, para tomar las decisiones
adecuadas y, concretamente con relación a esta situación, para preservar
los intereses de nuestro país en la perspectiva de la Unión Europea y de
la Unión Económica Monetaria y para preservar la recuperación económica y
las expectativas favorables de nuestra economía en estos momentos.

Usted, señor Ministro, ha hecho una exposición rigurosa de las causas de
la crisis monetaria internacional como determinante de la situación y de
la devaluación de la peseta. Sin embargo, este rigor cae en saco roto
cuando no coincide con los intereses de algunos grupos. Ese análisis pone
de manifiesto, como usted señalaba, señor Ministro, que estamos ante una
crisis internacional de gran envergadura. Una crisis provocada por causas
que no guardan relación con las realidades económicas, causas que no son
racionales, que no son comprensibles, pero que, en esta última tormenta
monetaria y en anteriores que se han producido, han dado lugar a
situaciones problemáticas, de carácter global, con incidencia desigual en
los distintos países pero con una repercusión cada vez mayor en el
funcionamiento y en la identidad del Sistema Monetario Europeo.

En opinión de nuestro Grupo, la decisión que se ha adoptado, frente a
otras opciones, es correcta y adecuada, con el objetivo de mantener a la
peseta en el Sistema Monetario Europeo, en lo que constituye sin duda una
opción política, una opción de Gobierno, que recoge la voluntad
mayoritaria también en nuestro país, una voluntad colectiva de
participación de España en la construcción económica y política de la
Unión Europea conjuntamente con las naciones más avanzadas. Esta opción
es también conveniente si tenemos presente que la permanencia en el
Sistema Monetario Europeo es un valor importante para los objetivos de
rigor y disciplina económica, como señalaba el señor Ministro.

Después de esta decisión --creo que hay que acentuar los mensajes de
serenidad y de confianza--, hay que prever que la nueva paridad debe
devolver la calma y la estabilidad a la cotización de la peseta, una vez
que se encauce la situación del dólar y después de la resaca que,
lógicamente, siempre acompaña a decisiones de esta naturaleza. Esta misma
mañana ya veíamos datos positivos de apreciación de la peseta en relación
al marco, en un comportamiento que esperemos se afiance en los próximos
días.

Con esta comparecencia, el señor Ministro ha dado respuesta también a la
preocupación que se ha planteado --una preocupación lógica-- sobre las
repercusiones que puede tener esta decisión de devaluación de la peseta
en las previsiones de crecimiento económico y de creación de empleo. Por
tanto, esta comparecencia es importante porque usted ha despejado esta
preocupación de una manera justificada, con razones en la mano, ya que el
Gobierno mantiene las previsiones de crecimiento económico para el año
1995 y de corrección de desequilibrios y todas las previsiones del cuadro
macroeconómico para el presente año. Y, como decía, éstas son razones
justificadas, porque hay que señalar --se hace poco hincapié en ello--
que estamos ante una devaluación que tiene un carácter sustancialmente
diferente de otras devaluaciones que se han producido en el pasado,
porque en esta devaluación la peseta ha perdido valor con respecto al
marco, pero se ha apreciado frente al dólar.




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Las consecuencias de esta medida para nuestras importaciones implican que
los riesgos son menores para la evolución de los precios y los tipos de
intereses, que es de donde puede venir la amenaza para el crecimiento.

Hay que recordar que la mayor parte de nuestras importaciones, en un
volumen de un 75 por ciento, se realizan en dólares y únicamente un 15
por ciento utilizando el marco alemán. A la hora de tener presente los
efectos que comporta la devaluación, también hay que poner encima de la
mesa los efectos positivos que produce para algunos sectores, en términos
de una mejora de la competitividad, concretamente para el sector
turístico y para las empresas exportadoras. En este sentido, señor
Ministro, considera nuestro Grupo que habría que ayudar, par aprovechar
estos efectos positivos, intensificando las medidas de apoyo al sector
exportador y a la internacionalización de la empresa española.

La decisión de devaluación ha ido acompañada de la voluntad expresada por
el Gobierno de contribuir a la estabilidad del Sistema Monetario Europeo
y de mantener la estabilidad de la peseta, así como de una reafirmación
de los compromisos de nuestro Gobierno en materia de política económica,
que significa extremar el rigor para cumplir las previsiones de este año
y especialmente la reducción del déficit presupuestario para mantener ese
objetivo del 5,9 por ciento para 1995 y también para acelerar --y en esto
el Gobierno tiene el firme apoyo de nuestro Grupo-- lo que constituye la
gran periodicidad de las reformas estructurales.

Esta es la respuesta que nuestro Grupo considera adecuada para la
situación actual, para dar una mayor credibilidad a la política económica
y para incrementar la confianza internacional en la economía española;
confianza para la que hay bases reales, datos fundamentados en nuestra
economía y en las expectativas. Precisamente hoy se han conocido datos de
la contabilidad nacional del último trimestre, que son datos magníficos
que hay que poner de manifiesto: se confirma el crecimiento del 2,8 por
ciento en el último trimestre, y, por tanto, que la economía española
está creciendo al mismo ritmo que el resto de las economías europeas, con
todo lo positivo que ello supone, y como muestra significativa del vigor
de la recuperación económica.

Por tanto, atendiendo a esa reflexión que planteaba la comparecencia del
señor Ministro en cuanto a las repercusiones políticas de esta decisión,
no vemos amenazas políticas para el cumplimiento de los compromisos
económicos que tiene el Gobierno; no vemos amenazas para la estabilidad o
la gobernabilidad, para la actividad parlamentaria o para la capacidad
del Gobierno para adoptar las medidas necesarias para seguir adelante en
esta situación. En estos momentos de dificultad, que requieren ser
afrontados sin dramatismos, el Grupo Socialista quiere agradecer las
intervenciones de distintos portavoces en lo que suponen de apoyo a la
política económica y a las decisiones adoptadas, decisiones que nuestro
Grupo quiere poner de manifiesto que son las más convenientes para los
intereses de España y de los ciudadanos españoles.

Sin embargo, esta situación es el pretexto que utiliza algún grupo para
descalificar una vez más la política económica que se hace, aunque luego
no exista la capacidad por parte de este grupo de plantear un programa
económico alternativo. Es un pretexto para describir una situación de un
país en el que no nos reconocemos, ni en la realidad económica que se
describe ni en la falta de confianza que se describe, porque la realidad
y la confianza, señor Ministro, señorías, se miden en datos concretos, en
hechos concretos, y estos datos son que España tiene un crecimiento
económico del 2,8 por ciento del PIB, que tiene una inversión extranjera
próxima a los tres billones de pesetas y que en el año 1994, un año de
evidentes dificultades políticas, la inversión extranjera en España
creció un 26 por ciento. Estos análisis y estos mensajes ponen de
manifiesto, a juicio del Grupo Socialista, la irresponsabilidad de algún
grupo político por lo que supone de tirar piedras contra el propio
tejado, contra los intereses de nuestro país.

En esta situación aparecen también otros pescadores de río revuelto, como
el presidente de la patronal CEOE, que, dejándose llevar sin duda por su
pasión política y partidaria, hace el peor servicio que se puede hacer a
la empresa española, a la empresa de verdad en estos momentos, a la
empresa que invierte, a la empresa que crea empleo. Un comportamiento, el
del señor presidente de la CEOE, que, siguiendo sus palabras, habría que
decir simplemente que no ha sido de recibo.

Para acabar, señor Ministro, nuestro Grupo quisiera hacer una
consideración final. La situación financiera actual requiere, en nuestra
opinión --con toda la importancia que ello tiene--, que no nos quedemos
únicamente en lo que representa y en la repercusión que tiene para
nuestro país y obliga a una reflexión más global acerca de la inseguridad
internacional que provoca, que ayer afectó a la peseta, que hoy afecta al
franco y a la libra (hay que recordar que la libra es una moneda que está
fuera del Sistema Monetario Europeo, pero que ayer batió «récords» en
cuanto a mínimos históricos en su cotización) y que mañana puede afectar
a otras monedas; no sabemos a cuál, pero es un peligro que está ahí.

Esta inseguridad exige, a nuestro juicio, un replanteamiento del sistema
monetario y financiero internacional, porque la libre circulación de
capitales, que se diseñó para reforzar los criterios de eficacia, no
puede convertirse en un instrumento permanente de agresión política o de
agresión económica manipulado desde los mercados por los invisibles. Hay
voces autorizadas en el ámbito internacional que están exigiendo este
replanteamiento del sistema monetario y España debe implicarse en la
búsqueda de soluciones no sólo en la dirección, en cuanto a los objetivos
que planteaba el señor Homs, que nuestro grupo comparte, de abordar la
situación en que se encuentra el Sistema Monetario Europeo, sino en
relación a esos problemas globales, problemas que se plantean en esta
etapa de desarrollo internacional, para dar solución a la globalización
de la economía y a la libre circulación de los capitales internacionales.




El señor PRESIDENTE: Concluido el turno de fijación de posiciones de los
grupos parlamentarios, el señor Ministro tiene la palabra.




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El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Muchas gracias a
todos los que han intervenido en la sesión de hoy.

Voy a intentar dar cumplida respuesta a la mayor parte de los problemas
que se han planteado.

Al señor Montoro le diría que, una vez más, me ha decepcionado. Usted
hace un ejercicio político de muy poco rigor y de muy poco contenido
técnico, lo cual se podría esperar de otra persona, pero no de usted.

Inicia su referencia con un punto que entiendo bien: por qué no se hace
este debate en el Pleno. Evidentemente, porque se había solicitado en la
Comisión, que me parece un sitio bastante digno para debatir estos
asuntos y donde se han discutido temas de primera magnitud. Por tanto, no
creo que debamos depreciar ni devaluar la Comisión de Economía pidiendo
debates de esta naturaleza en foros distintos del que podríamos llamar el
suyo natural, que es esta Comisión que hoy se reúne.

A continuación, S. S. hace una serie de afirmaciones que no puedo
compartir porque son falsas. Su señoría dice que está preocupado porque
la decisión es un acontecimiento humillante, indignante y preocupante. No
veo muy bien por qué es humillante. Es una adjetivación como cualquier
otra y, evidentemente, no tengo ningún sentido de humillación. Me
preocupa mucho más cuando S. S. hace referencia a los otros elementos,
que hable de indignante en función de que hay un empobrecimiento. Luego
volveré sobre esto, porque eso que S. S. llama negar la realidad al
hablar de realineamiento indica, una vez más, su desconocimiento o su
mala fe sobre cómo funciona el Sistema Monetario Europeo y de qué estamos
hablando en el día de hoy, porque, evidentemente, si se mezclan ambos
conceptos se pueden sacar conclusiones equivocadas y yo creo que una de
las conclusiones equivocadas es esa del empobrecimiento. Empobrecimiento,
¿en qué? ¿En pesetas? ¿En marcos? ¿En dólares? Empobrecimiento, ¿en
función de qué? ¿De un tipo de cambio central? ¿De un tipo de cambio
real? Empobrecimiento, ¿en qué día? ¿Hace quince días? ¿En el momento
actual? Hablemos con seriedad y no manipulemos los conceptos, porque yo
comprendo que, a través de esa manipulación, es muy fácil llegar a
conclusiones que son radicalmente distintas de la realidad.

Dice que es también preocupante porque pone en riesgo la recuperación
económica. Su señoría sabe que no es cierto, que no se puede hacer una
afirmación de ese tipo partiendo de datos de 48 horas y extrapolar
conclusiones respecto a un año determinado.

A partir de ahí S. S. va contra corriente, como tantas veces. Su señoría
nos vuelve a poner otra vez en esa situación del conductor que va por la
autopista y considera que todos los demás van en dirección contraria. En
el debate de hoy he creído percibir algo, que por otra parte me parece
bastante evidente, y es que hay un problema grave de crisis financiera a
nivel internacional. Para S. S., no, para S. S. lo que hay es un problema
de tipo político muy importante en España. Hoy dice, por ejemplo, la
prensa y estoy hablando de la de última hora, si nos remontamos
seguramente que encontramos muchas más cosas: el franco cae a 3,59 por
marco; pánico total según los analistas. La situación más baja de la
historia. Impotencia del Gobierno y del Banco de Japón ante el alza
imparable del yen, en ocho días ha caído el 7 por ciento frente al dólar,
pero no se pudo impedir que la cotización cruzara el nuevo umbral
psicológico de los 90 yens para lograr por tercer día consecutivo un
récord a la baja.

Podremos hacer referencia a otros casos. Ayer una emisora de radio decía
que siguiendo la evolución de domingo a lunes, por la noche en la
pantalla apareció una curiosa noticia, fechada en Wellington, que decía
algo así como: el dólar en peligro como consecuencia de la devaluación de
la peseta. Evidentemente, no creí que eso fuese cierto, pero lo tiene
usted en la pantalla del domingo por la noche en una agencia tan conocida
como Reuter firmando esa noticia.

Su señoría va más lejos. Su señoría no dice que el dólar está cayendo
como consecuencia de la devaluación de la peseta, sino que por el
problema político del Gobierno socialista se ha hundido la libra, la
lira, el franco, el dólar, estamos creando unos problemas absolutamente
intolerables en el caso del yen y del marco y seguramente habrá
repercusiones de mayor envergadura todavía que no alcanzamos a ver.

Posiblemente S. S. tenga razón, pero no tengo la impresión de que ése
haya sido el punto de vista de la Cámara a lo largo del día de hoy.

Su señoría hace una segunda afirmación que no comparto. Dice que por
parte del ministro se ha orillado el planteamiento de los problemas
políticos. No, no; he hecho referencia a ellos y he dicho de forma muy
clara que, primero, hay un problema fundamental de crisis monetaria
internacional; segundo, que hay unos diferenciales como consecuencia de
nuestros propios problemas y que son de naturaleza económica en la medida
que no lo estamos haciendo tan bien como los demás. Digo que no lo
estamos haciendo tan bien como los demás porque, sin embargo, los datos
económicos son francamente positivos y creo que lo estamos haciendo
bastante bien, pero es verdad y hay que reconocer que los demás lo están
haciendo mejor. Ese es un hecho.

Puedo aceptar también que exista un riesgo político. Pero me gustaría
hacer una reflexión sobre ese riesgo político. ¿Por qué S. S. considera
que ese riesgo político sobre nuestro país afecta sólo al Gobierno? ¿No
puede afectar también a la oposición? ¿No puede existir también un riesgo
político en nuestro país cuando se piensa que puede haber un cambio de
Gobierno y que a lo mejor resulta que ustedes tienen razón y pueden
acabar ganando ustedes? Es posible. Si ganasen ustedes y las perspectivas
fueran magníficas no entiendo muy bien por qué están aumentando los tipos
de interés a largo. Evidentemente, ustedes consideran que dentro de 3, 4
ó 5 años este Gobierno ya no tendrá las responsabilidades, ¿por qué tanta
preocupación para dentro de 4 ó 5 años en este país? ¿No reflexionan
ustedes que con su posición actual de crítica absolutamente desmesurada,
sin contenido y con una falta de programa definido ustedes están
generando más riesgo? Seamos un poco serios en todo este análisis.

Creo que a SS. SS. lo que les preocupa al final es un único punto:
convocar las elecciones generales. Esa es la



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conclusión económica de cualquier reflexión que ustedes vienen haciendo
desde hace meses; conclusión económica yo diría que discutible.

Parafraseando un titular de la prensa, estos días decía más o menos:
faltan veinte días para la decencia. Lo que quería decir era: faltan
veinte días para que ustedes, señores del Partido Popular, consigan
convocar elecciones generales; les diría que no faltan 20, faltan 19 y
faltarán 18, 17 y 16. Al final, sobrepasaremos ese momento y ustedes
habrán perdido la ocasión, habrán generado muchos problemas creando más
tensión en este país y no conseguirán el resultado final, porque, no se
equivoquen, los mercados financieros en estos momentos están cobrando un
precio tan alto o más por la posibilidad de que cambie el Gobierno que
por esas teóricas críticas respecto a la actuación del Gobierno a las que
S. S. hace referencia.

Hablemos ahora de realineamiento o devaluación. Comprendo que en otros
foros se puede lanzar el mensaje fácil de decir: Aquí hay una
devaluación. Además, la devaluación permite sacar unas conclusiones
magníficas y elementales; pero parece mentira, señor Montoro, que usted
me diga que esto es un problema de lenguaje, que no es un problema de
fondo. Usted sabe perfectamente y no lo vamos a ocultar --se ha dedicado
a esto seriamente cuando trabajaba en estas cosas hace años--, que
existían tipos de cambio fijos en los que, evidentemente, las
devaluaciones o revaluaciones implicaban modificaciones de la paridad
automática, con una incidencia directa en la importación y en la
exportación. Usted sabe perfectamente que estamos ahora hablando de un
sistema con un tipo de cambio de referencia, con flotaciones, con bandas
de fluctuación de un más/menos 15 por ciento. Usted sabe perfectamente
que cuando modificamos el tipo central puede afectar o no al tipo
financiero, al tipo de mercado de cada día, y sabe perfectamente, porque
si no lo explicamos la gente no lo entendería, que con devaluaciones del
7 por ciento la modificación del tipo financiero puede ser relativamente
pequeña, desde luego, menor del 7 por ciento, alta en mi opinión, y que
se va a modificar en mi opinión y no sólo no espero que se produzcan esos
efectos económicos tan terribles que ustedes auguran, sino que
seguramente, y en una vuelta a una razonable tranquilidad, pasadas las
tormentas monetarias que vivimos, nos vamos a encontrar, posiblemente, y
así lo espero, con una apreciación de la peseta respecto a la situación
en que se encontraba en el momento que tomamos la decisión. Tengámoslo
muy claro, el Gobierno sigue pensando que la peseta está depreciada
respecto a su valor real y que estamos sufriendo operaciones
especulativas como consecuencia de la posición en que nos encontramos en
la banda. En consecuencia, la modificación de las circunstancias, y no
sólo por el hecho de la devaluación, sino por la ruptura de la crisis
monetaria, debe devolvernos a una situación normal y a que valoremos lo
que realmente hay que valorar, que es la situación económica y la
estabilidad política; y le aseguro, señor Montoro, que las cifras
económicas son buenas y que la estabilidad política está garantizada.

A S. S. le preocupa mucho ese pacto González-Pujol; le preocupa mucho que
existan esas desautorizaciones y hace afirmaciones del tipo siguiente,
que a mí me parecen más que discutibles, sobre todo, dichas por alguien
que conoce la economía como usted. Dice que no hay una crisis
generalizada, sino que es una crisis del Gobierno socialista. Maticemos
las cosas, porque las cosas no son así. Tenemos fundamentos económicos
débiles --podemos hablar también de eso--, la inflación no ha bajado lo
suficiente; es verdad. Su señoría se preocupa por los efectos de la
inflación, como consecuencia de lo que usted llama devaluación y lo
aplica mecánicamente, en vez de unos efectos que tienen naturaleza
distinta, como usted evidentemente sabe. Analice usted lo que sucedió en
los años 1993, 1994 y 1995, a pesar de las devaluaciones, y verá que el
margen para seguir reduciendo los precios existe.

Su señoría dice que el déficit no se corrige a la velocidad que se
demanda. Este es un punto sobre el que podemos hablar mucho. Trajimos un
plan de convergencia y el plan de convergencia se está cumpliendo
absolutamente a rajatabla; en el año 1994 las cifras de déficit son
exactamente las que habíamos previsto y le puedo asegurar que en 1995
también lo van a ser.

Su señoría dice que el problema es que la tasa de paro más alta es
consecuencia de una determinada política económica. Esa afirmación en
términos de demagogia política me parecería bien, en términos de cierto
análisis económico serio me parece cuanto menos discutible. Nos olvidamos
de la historia, nos olvidamos de las transformaciones sociales en este
país, nos olvidamos de una serie de elementos importantes, como es, por
ejemplo, que hayamos llegado más tarde a un momento de desarrollo y que,
en consecuencia, en la última crisis estemos más golpeados que los demás,
sin entrar en otras discusiones más técnicas, que otro día podríamos
plantear, sobre si el modelo de medición EPA exactamente es homogéneo, no
voy a decir si es bueno o malo, sino homogéneo, con los restantes
sistemas de medición del concepto paro en otros países europeos.

La política económica creo que está muy clara. La definimos en el mes de
agosto del año 1993 y la seguimos aplicando a rajatabla. No nos hemos
desviado de la misma, aunque hemos introducido, evidentemente, los
elementos necesarios para que ese tipo de problemas que se van planteando
se vayan adaptando a la nueva realidad.

Su señoría se preocupa por otros problemas, algunos de los cuales también
a mí me suscitan alguna preocupación, especialmente uno que ya le he oído
plantear en público y que hoy se ha atrevido prácticamente a esbozar
aquí: ¿Cómo se puede presidir la Unión Europea con un Gobierno que ha
devaluado? Me parece una afirmación muy grave. ¿Qué pretende S. S.?
¿Modificar el Tratado de Maastricht y modificar el orden de preeminencia
de las presidencias? ¿Está usted poniendo en tela de juicio la
legitimidad de este Gobierno? ¿En base a qué? ¿De qué estamos hablando?
Si no estamos hablando de eso, convendría que S. S. matizara las cosas
que dice porque pueden dar lugar a malas interpretaciones que estoy
seguro no corresponden a lo que S. S. plantea. Le conozco desde hace años
y estoy seguro de que en ningún caso querría suscitar elementos de este
tipo.




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En consecuencia, S. S. llega a otra conclusión y dice: Lo que están
haciendo ustedes es una devaluación consentida por sus socios antes de
que se produzca una expulsión por parte de los mercados. Hemos jugado
siempre, repito, siempre, a mantener la peseta en el Sistema Monetario
Europeo y seguiremos jugando a lo mismo. Estamos convencidos de que es la
mejor opción para este país. Ello no es contradictorio --y el señor
Mardones lo planteaba-- con la afirmación que el otro día hacía el
Secretario de Estado de Economía (estos últimos días tal vez demasiadas
declaraciones o informaciones se sacan de contexto) cuando, después de
presionarle sobre qué sucede y qué grave es salir del sistema, el
Secretario de Estado de Economía dice: ¡Hombre!, algunos países se han
salido --estaba pensando en Italia y, evidentemente, en Reino Unido-- y
que se hayan salido tampoco es un problema muy grave. No es un problema
de importancia económica, es un problema de decisión política y nuestra
decisión política es absolutamente tajante: no saldremos del Sistema
Monetario Europeo.

¿Qué efectos estamos teniendo? Su señoría utiliza una argucia que hoy
está bien en términos dialécticos, pero yo creo que deberíamos
planteárnosla con algo más de seriedad. Su señoría dice: dado que estamos
en una devaluación real, con unos efectos económicos reales sin marcha
atrás, tendremos más inflación y tendremos un problema de tipos de
interés, caerá la Bolsa, la deuda se encarecerá; es decir, hace una
especie de cuento de la lechera, pero al revés, extrapolando datos de 48
horas para el comportamiento futuro.

Mire usted, tal vez dentro de tres meses --espero que así no sea y estoy
convencido de que no va a ser así-- podríamos plantearnos los temas en
estos términos. Incluso yo le matizaría, yo no veo efecto inflación; no
lo veo honestamente y no lo veo porque cuando estamos hablando del efecto
de la modificación de las paridades no estamos hablando de nada desde el
punto de vista de efecto inflación. Podemos hablar del efecto inflación
si se deprecia o se aprecia la peseta en el mercado, pero no por la
modificación de los tipos centrales, que quedan por debajo de la
situación del mercado.

Aun así, tendríamos que distinguir como mínimo tres grandes grupos de
monedas: uno, aquellas frente a las cuales España se devalúa, que
básicamente son marco, florín holandés y schilling austriaco (el propio
franco belga tiene un comportamiento distinto) y fuera de ese entorno
estaríamos hablando del yen japonés. Monedas respecto a las cuales España
mantiene una situación muy parecida, estamos pensando en el franco,
podemos pensar en la libra, podemos incluso pensar en la lira italiana,
aunque yo la situaría en el tercer grupo desde luego en el escudo
portugués, donde va a ser indiferente cualquiera de estos hechos porque
el comportamiento es muy parecido. Analice S. S. el comportamiento del
tipo de cambio de la peseta no en términos de marco, sino de franco
francés, y verá que las conclusiones a que llega son radicalmente
distintas. Tercer grupo de países, aquellos en los que no se produce una
devaluación sino una revaluación de la peseta; toda la zona dólar y
también Italia. Evidentemente, eso tiene a su vez unas ciertas
incidencias desde el punto de vista de inflación y desde el punto de
vista de comercio exterior.

Por tanto, creo que con demasiada celeridad se plantea el tema sacando
unas conclusiones que, en mi opinión, no son correctas desde el punto de
vista técnico ni son tampoco en estos momentos planteables en la medida
que estamos trazando una línea sólo con dos puntos y evidentemente, SS.

SS. saben que establecer una tendencia cuando sólo tomamos los dos puntos
de partida no se puede hacer seriamente.

Su señoría hace una apelación de responsabilidad al Gobierno y a este
Ministro. Le digo y garantizo que responsabilidad tendremos toda, como la
hemos tenido hasta ahora.

Al señor Frutos le comentaría que estamos como siempre en la discusión
habitual que nos planteamos entre su grupo y el nuestro. Estamos
planteando un diferente concepto de modelo, lo cual no quiere decir que
no pueda compartir parte de sus preocupaciones y de sus reflexiones. Su
señoría hace un análisis de los problemas que nos plantea la situación
mejicana, de si estamos o no en una crisis del dólar --que yo creo
comparte--; sobre si la recuperación es a corto o a largo plazo. Yo le
diría que las cifras que veo hoy de contabilidad nacional me gustan, me
gustan mucho, porque observo un crecimiento del cuarto trimestre al 2,8
pero con una aportación, por ejemplo, de la formación bruta de capital
fijo del 5,4; con un consumo privado nacional que va creciendo muy
rápidamente, al 1,9; en definitiva, con un crecimiento de la demanda
interna del 2,4 respecto al 2,8, que está francamente bien y demuestra
que en este caso sí cumplimos lo que los libros dicen, y es que después
de un impulso en la recuperación consecuencia del efecto externo, debemos
pasar a una sustitución por la demanda interna y, a ser posible, a través
de la inversión y no a través del consumo. Su señoría podrá apreciar
cuando vea las cifras y luego haré algún comentario sobre este tema, que
no sólo el consumo funciona muy bien sino que es el consumo privado el
que está funcionando mucho mejor que el consumo público.

Le preocupa el riesgo de un cierto «crack», de un «clash», como S. S.

prefiera. Es un tema que merecería una discusión creo que más
universitaria, más conceptual que la situación en que hoy nos
encontramos, en que nos estamos planteando un debate de otra naturaleza.

Es cierto que viendo la evolución de los acontecimientos de estos días,
no tengo más remedio que reflexionar también --y es mi obligación-- sobre
qué va a suceder respecto al futuro. Podría introducir algún elemento
adicional en su reflexión. Es verdad que no deja de preocuparme una caída
relativamente libre del dólar y una inacción o una acción parcial del
resto de los países que puedan estar implicados en este modelo. Es verdad
que dentro del Sistema Monetario Europeo también es imprescindible la
reflexión sobre en qué medida el sistema se ve afectado; por eso en el
Comité Monetario último se planteó este tema para intentar analizar cuál
podía ser la repercusión como consecuencia de estos acontecimientos.

A S. S. le molestan los especuladores y yo le puedo entender; a mí a
veces también me molestan. Lo que sucede



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es que cuando hablamos de especuladores muchas veces estamos hablando, en
términos más técnicos, de una valoración de las expectativas. Ahí yo le
diría a S. S. que muchas veces los especuladores nos enseñan y nos ponen
de relieve algunos aspectos y algunas debilidades que tal vez no
apreciamos de forma suficientemente correcta.

Sí comparto su tesis de que tenemos un problema dólar/marco; sí comparto
su tesis de que nuestra posición es más difícil; sí comparto su tesis de
que tenemos algunos ataques especulativos. No comparto su tesis, primero
porque no le voy a dar la cifra --no cometeré ese error-- de cuál ha sido
el monte de la utilización de reservas durante este período para hacer
frente a la especulación, pero le diré que la utilización de reservas es
pérdida en reservas, no es pérdida en términos económicos, incluso en
términos económicos --y S. S. lo recordará por la discusión
presupuestaria-- puede dar como resultado pingües beneficios para el
Banco de España al vender las reservas a tipo de cambio superior en
pesetas al que evidentemente se habían comprado esas reservas.

A partir de ahí a S. S. le preocupa la servidumbre del Comité Monetario.

A mí no me preocupa tanto. El Comité Monetario hace una definición de
políticas que son aceptadas por España, entre otras razones porque es lo
que estamos haciendo. Lo que sucede es que S. S. tiene una lectura
sesgada de lo que el Comité Monetario dice y cree ver gigantes donde sólo
hay molinos. Evidentemente el Comité Monetario habla de reducción del
gasto público, pero no prejuzga para nada si será en gasto social o no.

Dice exactamente lo que el Gobierno está diciendo desde hace mucho
tiempo: Vamos a cumplir el Plan de Convergencia y en el presupuesto del
año 1996 es imprescindible plantearse las líneas de gasto de este país si
queremos cumplir con esa obligación.

A S. S. le preocupan las privatizaciones y es defensor de un gran sector
público. Ese debate lo podríamos tener otro día. En privatizaciones dice
exactamente lo mismo que el Gobierno viene diciendo desde hace algún
tiempo. El Comité Monetario tampoco habla de más reforma laboral. Dice
algo que a mí me parece absolutamente sensato, y es que se ha hecho una
reforma laboral. Dice algo que el Gobierno ha dicho, y es que el Gobierno
va a analizar los resultados de la reforma y después se plantearán si hay
problemas o no hay problemas. No prejuzga para nada qué se va a hacer o
se va a dejar de hacer. Yo estoy convencido de que cuando hagamos el
análisis de la reforma laboral seguramente se suscitarán, y posiblemente
en direcciones contrarias, retoques de la misma, cosa por otra parte
normal porque ninguna política es estática, la realidad se mueve y las
políticas deben adaptarse a esas realidades.

A mí no me molesta y no veo ninguna inmiscusión del Comité Monetario en
nuestras políticas, sino que me parece una posición absolutamente
correcta que, desde luego, no me genera ninguna dificultad.

Su señoría plantea otra discusión de cierto interés: salir o no salir del
Sistema Monetario. Mi posición es clara: no salir del Sistema Monetario.

La posición del Gobierno es exactamente la misma, el Gobierno apuesta
claramente por no salir del Sistema Monetario, entre otras razones porque
yo no comparto esa tesis de que fuera del sistema podemos llevar a cabo
una disciplina económica que es equivalente a la que llevamos dentro del
sistema.

Le haría una pregunta al revés: ¿Cuáles son los inconvenientes de estar
en el Sistema Monetario si vamos a cumplir las mismas disciplinas? ¿El
placer de hacerlo por nuestro gusto en vez de hacerlo en un contexto
general? ¿O es que cuando decimos que queremos salir del sistema, para
hacer lo mismo que tendríamos que hacer dentro, en realidad estamos
diciendo que el sistema crea alguna contradicciones y lo que de verdad va
a suceder es que no vamos a aplicar las restricciones del Sistema?
Si ésa es su opción, yo le digo que no estoy de acuerdo. Y no estoy en
absoluto de acuerdo porque creo que los criterios de convergencia de
Maastricht son buenos en sí mismos. Yo diría, y en algún momento lo he
expuesto, que el pase a la tercera fase me parece fundamental por estar
desde el momento inicial entre aquellos países que van a definir el
futuro de la Unión Monetaria, pero he dicho también muchas veces que me
parecería totalmente absurdo entrar en la tercera fase si no cumplimos
las condiciones de convergencia porque sería tanto como incluir a nuestro
país en un contexto económico de mayor eficiencia que traería consigo,
sin duda alguna, recesión y problemas en nuestro país con una moneda
única.

Esa ha sido siempre mi posición y ésa seguirá siendo, pero es que creo
que los criterios de reducción del déficit, de reducción de los tipos de
interés, de mantener un tipo de cambio estable, me parecen enormemente
positivos en todo caso, dentro y fuera del sistema, sea 1997 o sea 1999,
y seguiré apostando por esa filosofía porque creo que es la aportación
máxima que podemos hacer para el bienestar futuro de este país.

¿Qué medidas vamos a adoptar? Luego haré algún comentario sobre este
punto. A S. S. seguramente le defraudará, porque vamos a hacer lo mismo
que estamos haciendo, lo mismo que venimos haciendo desde el mes de
agosto de 1993: reducir el déficit público; luchar contra la inflación a
través de reformas estructurales, porque creemos que son los elementos
clave para que este país obtenga mayores niveles de desarrollo y mejores
niveles de empleo.

Al señor Homs, en primer lugar, le agradecería el planteamiento global
que pretende hacer. Yo creo que tiene toda la razón. Hay temas que debían
utilizarse al mínimo en términos de intereses partidistas. Yo creo que
éste es uno de ésos. Desgraciadamente la experiencia de las últimas
semanas no parece ser que vaya en esta dirección. Esas referencias que se
hacen tantas veces de que en algunos temas el cuanto peor, mejor, yo creo
que es una grave irresponsabilidad aplicarlo en el tema de los tipos de
cambio.

Comentaba ayer con algunos de mis colaboradores el titular, por ejemplo
del diario «Le Monde», que me parece absolutamente magnífico. Ayer se
produce un problema con el franco francés, con la peseta como
consecuencia de la devaluación del dólar. Los grandes titulares españoles
--podemos coger cualesquiera de ellos-- dicen: la peseta se devalúa,
etcétera. Miren ustedes (Muestra el periódico «Le Monde») cómo se
presenta el problema francés en el



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titular de «Le Monde»: La divisa americana ha pasado el nivel de los
cinco francos.

¿Qué sucede entre el franco y el marco? Es absolutamente irrelevante. Lo
que interesa, en términos nacionales, es la defensa de la moneda.

Posiblemente somos una democracia demasiado joven para aceptarnos como
somos. Y, ¡ojo!, que esto no implica que esté intentando anular un debate
de política económica que me parece absolutamente digno y correcto, lo
que creo es que hay que plantear el tema en sus debidos términos. Me
gustaría mucho que hubiera esa posibilidad de consenso a la que S. S. ha
hecho referencia, porque creo que esa política de consenso en temas
monetarios va a ser buena para todos, para hoy y para mañana, para el
actual gobierno y para el futuro, sea quien sea el actual gobierno y sea
quien sea el gobierno futuro.

A partir de ahí no voy a entrar en las discusiones sobre lo político o no
político de las intervenciones de unos y otros, pero sí querría hacer
alguna reflexión sobre temas de interés que S. S. ha planteado. ¿Qué
sucede con la tercera fase? ¿Renunciamos a la tercera fase? Yo le diría
que, evidentemente, la tercera fase la tenemos bastante más complicada
como consecuencia de la devaluación. Incluso hay un problema de
interpretación jurídica de si podríamos estar en la tercera fase o no.

Sobre eso le digo, con toda claridad, que yo apuesto por la
interpretación que me favorece, y es que sí puedo estar en la tercera
fase. Estoy hablando del año 1997. Es cierto que el Tratado de Maastricht
dice que se va a necesitar estar dos años en la banda normal para pasar a
la tercera fase. Mi interpretación es: es cierto; desgraciadamente no
podré estar en la tercera fase el 1 de enero si se produce; pero sí podré
empezar a estarlo el 5 de marzo si se produce.

En consecuencia, ésa es la apuesta que este país tiene ahora por delante
y tiene que hacer todos los esfuerzos necesarios para conseguir el
cumplimiento al máximo de los criterios para esa tercera fase. ¿Que se
cumplen? Mucho mejor. ¿Que no se cumplen? Desde luego que no nos echen en
cara el que no hayamos hecho los esfuerzos para ello porque, como decía
antes, entrar es muy importante, pero lo que es fundamental de verdad es
que los criterios se cumplan porque me parece que es el punto principal.

Su señoría hace, a partir de ahí, algunas reflexiones que también me
gustaría comentar. Dice: ¿Sería útil el hacer una reflexión sobre qué ha
sucedido y qué posiciones han adoptado algunos países? Es una reflexión
que podemos hacer yo creo que en ámbitos más discretos que el de hoy. No
es habitual que un Ministro opine sobre la posición de los demás, pero,
por supuesto, estoy dispuesto, como decía antes, a hacer una reflexión
que sería mucho más personal que institucional sobre cómo yo creo que se
están, en estos momentos, definiendo ciertas fuerzas y hacia donde vamos
en un contexto absolutamente opinable, pero que va a verse influido por
factores de una u otra naturaleza. No comparto sus análisis respecto a
los efectos positivos o negativos --creo que hay que matizarlos--, pero
habiendo escuchado lo que le he dicho, creo que S. S. sacará las
conclusiones directamente.

He hecho ya alguna referencia a la contabilidad nacional del cuarto
trimestre, que acaba de salir. La verdad es que el crecimiento del 2,8 en
el cuarto trimestre nos demuestra algo que ya imaginábamos, y es que el
comportamiento de la economía sigue siendo magnífico, que, al final,
hemos acabado con un crecimiento medio anual del 2 por ciento, que ese
crecimiento medio anual, curiosamente, significa que la demanda interna
aporta el 0,7; dicho en otros términos, la demanda externa aporta lo que
teníamos previsto y ha sido la demanda interna la que ha tenido un mejor
comportamiento en la economía. En esa demanda interna, además, es la
formación bruta de capital fijo la que ha tenido un crecimiento del 1 por
ciento, el consumo privado nacional ha crecido el 0,9 y el consumo
público única y exclusivamente al 0,2. Señor Albistur --luego haré alguna
reflexión adicional sobre ese punto--, el consumo público ha caído en los
dos últimos trimestres. Esos esfuerzos que S. S. plantea de reforma de la
Administración y de gastar menos se están produciendo y de forma muy
efectiva. Lo que sucede es que a veces, por mucho que lo repitamos, SS.

SS. piensan que cierto tipo de decisiones no se han adoptado o que no se
están aplicando, y les aseguro que se están aplicando, como alguna otra a
la que S. S. ha hecho referencia, y que posteriormente le comentaré.

Cuando uno lee los comentarios del INE --y casi los voy a leer
textualmente-- ve que hay bastantes cosas que son interesantes en la EPA
de este trimestre. Por ejemplo, en la página 2 del comentario, dice que
otro rasgo a destacar del cuarto trimestre es que, desde el año 1991, es
el primero en el que se produce un incremento en el nivel global de
empleo de la economía, lo que corrobora la robustez de la expansión,
habida cuenta del retraso en la respuesta de esta variable a los impulsos
de actividad. Evidentemente, también se hace referencia, por ejemplo, en
el párrafo inicial a que el incremento interanual del 2,8 por ciento, en
términos reales, cuatro décimas superior al estimado en el trimestre
precedente, es un resultado que confirma la solidez de la actual
coyuntura expansiva de la economía española y permite asegurar que el
proceso de recuperación positiva, iniciado el primer trimestre, se
encuentra asentado.

Por lo tanto, le diría que sigo siendo claramente optimista respecto a lo
que va a suceder en este país en 1995 y, por razones más de precaución
que de otro tipo, sigo manteniendo un incremento del PIB del 2,8 por
ciento para el año 1995.

Su señoría plantea algunos puntos que también me gustaría comentar.

¿Debemos subir o no los tipos de interés? Lo primero que le diría es que
no corresponde al Gobierno tomar esa decisión, sino al Banco de España,
de acuerdo con su definición de política monetaria. Comprendo que a todos
nos interesaría muchísimo que no subiesen los tipos de interés, pero no
olvidemos que hay factores internos en la subida de tipos y que, en
consecuencia, cuando aquí nos rasgamos las vestiduras porque el Banco de
España sube los tipos día a día --ayer en medio punto--, nos olvidamos,
por ejemplo, que en el último mes Italia ha subido 2,30 puntos, que
Francia ha subido prácticamente 0,75, que Portugal ha subido 0,40, que
Suecia ha subido 0,3, que Estados Unidos ha subido más de 0,50. Dicho en
otros términos, que la tendencia de caída de tipos que se produjo el



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año pasado está en estos momentos en discusión y, evidentemente, podemos
vernos afectados por la misma. Es deseo de todos, evidentemente, subir al
mínimo los tipos porque todos somos conscientes de que es la mejor
solución, desde el punto de vista del crecimiento económico y, por
supuesto, desde el punto de vista del déficit público.

A partir de ahí, S. S. me pregunta qué medidas vamos a adoptar. Le diría,
primero, en cuanto a déficit, que lo que tenemos que hacer es lo que
tenemos ya comprometido, y respondería también al señor Albistur en esa
dirección. No estamos inventando nada en déficit. Cuando estamos hablando
de utilizar los ingresos adicionales para reducir el déficit, es algo que
este Parlamento ha adoptado en la Ley de Presupuestos, en su artículo 11.

Como hablamos del control mensual del déficit, es algo que el gobierno ha
decidido como consecuencia de la aplicación del párrafo segundo, de ese
artículo 11; y lo que vamos a seguir haciendo es lo que hemos hecho hasta
ahora, lo hicimos en enero y lo volveremos a hacer en febrero, en marzo,
en abril, en mayo y en junio. Es decir, cada mes, el Gobierno será
informado sobre el comportamiento de ingresos y gastos y, en el caso en
que podamos prever desviaciones respecto al escenario inicial, se
adoptarán las medias pertinentes.

Si S. S. lo que me plantea es: ¿va a adoptar el Gobierno ya nuevas
medidas, como consecuencia de ese hecho? Le diría que tengo la impresión,
sobre todo en función de la fragilidad de los datos de que disponemos, de
que es prematuro tomar alguna decisión en el momento actual. Las
decisiones del mes de enero fueron muy contundentes, las decisiones
pueden verse modificadas en el futuro, al alza o a la baja, en función de
las circunstancias, pero no cabe duda de que todos estos elementos los
vamos a introducir en el modelo de cálculo para ver en qué medida se
puede desviar el presupuesto de ingresos y de gastos como consecuencia de
estos nuevos factores.

En cuanto a las privatizaciones, no hay ningún problema en acelerar la
idea de las privatizaciones, siempre y cuando aceptemos algo que me
parece esencial en cualquier idea de privatización, porque creo que éste
es un punto crucial en la política del Gobierno. Las privatizaciones son
útiles desde el punto de vista de obtención de recursos, pero nunca
tomaríamos una decisión de privatización única y exclusivamente para
compensar problemas presupuestarios. Nos parecería una opción
absolutamente absurda. Las privatizaciones tienen que adoptarse porque
creemos que, en términos de gestión, algunas empresas es más lógico que
estén en el sector privado o es más lógico que tengan participación
privada.

Eso nos lleva a una segunda reflexión que me parece relevante, no vayamos
adelante en procesos privatizadores si la situación financiera nos puede
generar dificultades. El pasado año debimos haber hecho la privatización
de Repsol que se acaba de plantear. No lo hicimos como consecuencia de la
situación del mercado. La situación del mercado pasa a ser un
determinante fundamental en la toma de esas decisiones y es evidente
--alguien lo ha suscitado aquí-- que variaciones como las que se
produjeron ayer, en la medida en que se consoliden, introducen algún
elemento adicional, yo diría de prudencia, respecto a la toma de
decisiones.

¿Se puede aprovechar para acelerar algunas medidas adicionales de apoyo a
la empresa? Le diría que sí, pero introduciría un matiz en su reflexión.

Su señoría dice: vayamos más lejos que lo ya decidido. Yo le diría:
vayamos más aprisa en lo ya decidido. Dicho de otra forma: no pensemos
que hay que hacer más cosas que lo que dice la nueva Ley de Sociedades,
sino aprobemos, rápidamente, la nueva Ley de Sociedades, pongámosla en
marcha y, a lo mejor, S. S. tiene razón y hay que ir más lejos. No digo
ni que sí, ni que no, pero me parece que modificar algo que todavía no
está aprobado, en función de posibles expectativas, no es razonable, pero
sí estaría de acuerdo en acelerar al máximo aquellas normas que tengan
incidencia positiva sobre la empresa y que permitan aprovechar al máximo
los efectos posibles de la devaluación.

Respecto al mercado laboral, le digo lo mismo que he comentado antes
cuando respondí al señor Frutos. Primero, sé que toda reforma, sea cual
sea, es imperfecta. Sé que toda reforma del mercado laboral, incluso,
introduce elementos ideológicos o posiciones previas que nos pueden
llevar en una u otra dirección, pero lo que no me parece que tiene
sentido es poner en marcha ninguna modificación adicional si previamente
no analizamos dos cosas. Primero, qué ha sucedido con la reforma
aplicada. Segundo, dónde están los fallos y cuáles son los objetivos y
las prioridades que pretendemos cara al futuro.

Me parece que ése es el proceso que hay que iniciar ya, rápidamente,
porque ya tenemos casi un año de experiencia, no llega, de aplicación de
la reforma y ya nos puede dar algunas ideas.

En cuanto a reformas estructurales, estoy absolutamente de acuerdo en que
hay que avanzar y seguir adelante.

Al señor Zabalía le diría que estoy de acuerdo en su análisis de tipo
global. Es verdad que todos valoramos aspectos políticos, aspectos
externos, aspectos económicos, de una u otra forma, pero tengo la
impresión de que su valoración y la mía no son discrepantes en cuanto a
la sustancia, aunque pudiesen existir algunas discrepancias en cuanto al
matiz. Sin embargo, sí creo que hay un punto en el que yo diría que
posiblemente mi apreciación y la suya tienen algunos elementos de
diferencia. Su Señoría dice que la percepción del mercado es consecuencia
de que nuestras previsiones económicas no son suficientes y no se
trasladan suficientemente rápido a la economía real y al bienestar de los
ciudadanos. Yo podría compartir parte de ese elemento. Sin embargo, creo
que hay otros elementos que también juegan, y he intentado referirme a
ellos en mi intervención.

Digo eso porque, en estos momentos, si de verdad el mercado estuviese
valorando de forma clara los fundamentales económicos, la valoración
tendría que ser distinta. Creo que hay elementos especulativos claros
donde, seguramente en primera y segunda derivada, lo que se está poniendo
en tela de juicio es si por parte de algunos grupos --y S. S. ha puesto
también de relieve ese elemento-- lo que preocupa es si el Sistema
Monetario Europeo sigue



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adelante; si, como otras veces en el pasado, no ha llegado el momento de
hacerlo saltar; cuál es la moneda más débil que en estos momentos puede
permitir crear más problemas en ese Sistema Monetario. Evidentemente a
todo esto no son ajemos intereses de una u otra naturaleza, que tiene
poco que ver con los fundamentales económicos de nuestro país, y donde es
evidente que algarabías políticas, como las que vivimos en los últimos
tiempos, ayudan a un análisis poco prudente y poco real de lo que
verdaderamente pasa. Todos conocemos cómo funcionan los analistas
financieros, y todos sabemos muchas veces cómo flases relativamente
simples, a veces, hace una situación mucho más compleja, porque no
responden a la realidad, que cuando esa realidad es conocida.

He comentado cómo veo el paso a la tercera fase y también le haría algún
comentario sobre el problema de la evolución del sector exterior y la
devaluación de la peseta. Yo creo que la demanda externa no va a verse
especialmente afectada. Podemos vernos afectados en el marginal en la
zona marco, que es importante en cuanto a la exportación y a la
importación, es importante porque hay bienes de consumo y bienes de
inversión significativos que vienen de esas zonas, pero también bienes de
consumo que van hacia esa zona; pero desgraciadamente no veo grandes
cambios en la balanza comercial como consecuencia de este fenómeno.

Su Señoría hace referencia a una serie de reformas, en las que estoy de
acuerdo: reforma del sistema fiscal y financiero. En eso estamos, hemos
traído a este Parlamento bastantes normas en esa dirección, y la última,
la Ley de Sociedades, creemos que va a ser un cambio sustancial respecto
al sistema preexistente.

En política presupuestaria, creo que se han puesto en marcha una serie de
medidas muy significativas que implican cambios muy sustanciales respecto
al modelo tradicional. Siempre dije que mi obsesión era intentar
identificar al máximo los presupuestos de liquidación con los
presupuestos iniciales. Creo que avanzamos mucho en 1994; estoy
convencido que vamos a avanzar mucho más en 1995, y el presupuesto va a
jugar un papel clave y fundamental en la difinición de la política
económica.

En política laboral también se han hecho cosas. Le respondo en los mismos
términos, y la respuesta que le he dado al señor Homs creo que le debería
valer para usted. Su Señoría también habla de la Administración pública,
y ahí seguramente S. S. y yo estamos hablando de cosas distintas, porque
cuando S. S. me habla de Administración pública, como cuando el señor
Albistur me habla de Administración pública, seguramente que de lo que
SS. SS. están hablando es de avanzar en el proceso de transferencias
competenciales a determinadas comunidades autónomas, tema del que podemos
discutir, porque evidentemente no me plantea ninguna dificultad
conceptual; lo cual no quiere decir que estemos exactamente de acuerdo en
cuanto a esa interpretación de en qué consisten sus transferencias
todavía no realizadas y cómo se deben hacer.

Deberían reconocer, y creo que SS. SS. que suelen ser bastantes honestos
en el análisis de las cifras lo aceptarán conmigo, que se ha hecho una
transformación muy importante en la Administración pública en estos
últimos meses. Les daba un dato hace un minuto: la caída del consumo
público en el tercer trimestre de este año fue del 0,2, y en el cuarto
trimestre del 0,6. El comportamiento del consumo público en el año 1993
fue de un crecimiento de 2,3 y el crecimiento del consumo público este
año, es de 0,2.

Pero haga S. S. otro ejercicio que puede ser muy interesante. Tome la EPA
del cuarto trimestre de este año y vea cómo se desglosa el comportamiento
del empleo. Seguramente se encontrará con una sorpresa, no
suficientemente puesta de relieve, y es que los 46.000 puestos de trabajo
adicionales son ciento y pico mil en el sector privado y menos sesenta
mil en el sector público. Dicho de otra forma, se está produciendo de
hecho una adaptación importantísima de la Administración pública a la
nueva realidad, que hay que poner de relieve. Comprendo que muchas veces
utilizamos reflexiones y latiguillos del pasado que no corresponden a las
nuevas realidades. Es conveniente poner las cifras al día, leer las
estadísticas cuando salen y poner nuestros conocimientos en orden para no
hacer apreciaciones ni valoraciones que ya hoy no corresponden a la
realidad.

En cuanto a la política monetaria, algún Grupo ha pedido la comparecencia
del Gobernador del Banco de España para hablar de estos temas. Estoy
seguro que lo hará con el máximo gusto y les dará todas las explicaciones
necesarias sobre este punto que prefiero dejar en el ámbito de su
competencia.

Plan de convergencia. Sigo apostando por el plan de convergencia. Es la
línea básica directriz de la política económica del Gobierno. Sigo
apostando por la reducción del déficit. Sigo apostando por la reducción
de la inflación. Sigo apostando por un crecimiento mínimo de 2,8 este año
y sigo apostando por un crecimiento de empleo que pretendemos que alcance
las mil personas día, que es nuestro objetivo deseado, porque creo que es
lo que el país necesita.

En cuanto al futuro del sistema monetario, S. S. plantea un tema de
enorme interés y repercusión que, como decía antes al señor Homs,
preferiría discutir en otro ámbito que en el que estamos en el día de
hoy.

Al señor Mardones le señalaría que la coordinación entre el Gobierno y el
Banco de España es muy alta y que esa coordinación se produce con un
exquisito respeto de la competencia y de la autonomía de cada una de las
instituciones. Es verdad que el Banco de España tomará sus decisiones en
función de sus propios objetivos y puede aumentar o disminuir los tipos
de interés. No olvidemos que las decisiones del Banco de España en cuanto
a tipos de interés, las de enero básicamente, se adoptan en función de
unas previsiones de inflación. Esas previsiones no se corresponden con lo
que sucede con el IPC en el mes de enero. Estamos ahora a la expectativa
del IPC del mes de febrero. Hoy salía una cifra de IPC en «Reuter», que
no siempre da cifras demasiado atinadas de lo que sucede en este país,
pero hoy decía algo que, de acuerdo con la información de que yo dispongo
de la Dirección General de Previsiones y Coyuntura y de la Dirección
General de Planificación, podía ser bastante coherente con lo que pueda
suceder en los cálculos del INE. Hoy dice «Reuter» exactamente lo
siguiente: El promedio simple de previsiones de



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mercado compiladas por «Reuter» y actualizadas mensualmente son: una
previsión del IPC de febrero de 0,38, que deja a la interanual en el 4,7.

Este es un escenario que no descarto como posible el día 14 cuando salga
el IPC. El INE nos tendrá que confirmar si lo que dice «Reuter» es
correcto o no. Lo que yo tenía de planificación era de un 0,2 más un
efecto IVA no calculado que nos podría llevar al 0,3 y algo; lo que tenía
de previsión y, coyuntura era un 0,3, incluido el IVA, pero sin contar el
efecto del precio del aceite que me podía dar un 0,3 y algo. En
consecuencia, son bastante coherentes con estas cifras que aquí aparecen.

Si vamos por ahí, vamos en la dirección que el Gobierno ha estado
defendiendo desde hace algún tiempo, y nos pone de relieve algo que es
muy importante, y es que esa gran tormenta que es el IVA puede acabar
siendo una tormenta en un vaso de agua, pero no suelo ser demasiado
optimista ni tampoco quiero serlo hoy; tampoco suelo ser pesimista, es
verdad, y creo que hay que dejar tiempo al tiempo para ver si las cifras
acaban confirmando lo que nosotros consideramos que sigue siendo una
esperanza con indicios de que se pueda convertir en realidad y es que el
comportamiento de la inflación siga siendo bueno en el año 1995.

Respecto a las medidas de acompañamiento, ya he hecho algunas
referencias. Plantea S. S. algo que es difícil de discutir. Primero, si
se puede plantear la salida del sistema, sí o no y, segundo, cuáles son
los pros y los contra. Decía que esta discusión tiene cierta trampa;
trampa, por ejemplo, como la que, sin querer, plantea el señor Albistur
cuando dice que si le puedo garantizar que no habrá una nueva devaluación
y que no habrá salida, etcétera. El señor Albistur sabe que esas
preguntas pueden hacerse y que sólo tienen una respuesta. Evidentemente,
le voy a garantizar que no habrá devaluación y que no habrá salida del
sistema. Señor Mardones, su reflexión va en la misma dirección.

El problema del turismo a S. S. le preocupa mucho y quiere saber qué es
lo que va a suceder si la devaluación del 7 por ciento se aplica y si
ello va a traer consigo unos problemas de una devaluación real del 11 por
ciento. Voy a repetir, señoría, lo que le he dicho con anterioridad al
señor Montoro. No estamos hablando de una devaluación de los tipos
financieros del 7 por ciento. Los tipos financieros se deprecian o se
aprecian, de momento se han depreciado un tres y pico. Yo tengo cierta
esperanza de que se aprecien. Y la situación, después de la devaluación,
nos acabará dejando en un tipo financiero mejor que el inicial. Eso
seguramente a los empresarios turísticos no acaba de gustarles demasiado,
pero creo que es bueno para la economía, en términos globales, y le puedo
asegurar que viendo el comportamiento de la peseta en los últimos años,
viendo esa situación de infravaloración de la peseta, que yo sigo
defendiendo, creo que los empresarios turísticos tiene margen más que
suficiente para aceptar cómodamente una apreciación de la peseta.

Comparto la tesis del señor Albistur sobre las discrepancias entre el
contexto político y la economía real. Se ha hecho una referencia --que
creo que es absolutamente cierta-- a los temas de ayer que entran dentro
de esa algarabía política a la que yo hacía referencia tiene un morbo y
un interés a nivel de opinión pública que, desgraciadamente, no
despiertan temas --en mi opinión también-- mucho más importantes para el
futuro del país. Sin embargo, desgraciadamente, estamos jugando demasiado
al presente y creo que estamos jugando demasiado a 28 de marzo o a 27 ó
29 de marzo y realmente con ese juego y ese regate a corto plazo no
estamos viendo que la posición a largo plazo es distinta. No juguemos en
el área, mandemos la pelota al extremo que está solo y establezcamos una
jugada razonable que nos permita avanzar. Todo este esquema no tiene
sentido y yo sé que S. S. lo comparte y su reflexión ha ido exactamente
en la misma dirección.

Ha hecho referencia S. S. a una afirmación sobre la pérdida de soberanía
española. Esto nos lleva a otro debate tradicional sobre si la presencia
en Europa es una pérdida de soberanía o es un ejercicio compartido de la
soberanía entre todos. Yo más bien opto --y S. S. sabe cuál es mi
posición-- por la segunda tesis. Es verdad que a veces me surgen las
dudas de si hay algunos que no quieren la moneda única. No hay ningún
dato, pero es cierto que todos los intentos para lograr una unidad o
coordinación monetaria en Europa han fracasado hasta ahora por una u otra
razón. ¿Será éste el esfuerzo definitivo? ¿Hay elementos para pensar que
puede acabar encontrándose con dificultades? Evidentemente, es una
reflexión que podemos hacer, pero a la que, desgraciadamente, yo no le
puedo responder hoy.

¿Podemos tener problemas en cuanto a la deuda? Es posible. Sus cifras,
sin embargo, no son correctas. El diferencial de cinco puntos entre 1994
y 1995 no se establece, no es así. Si usted compara deuda a corto y deuda
a corto y deuda a largo y deuda a largo, posiblemente S. S. está
introduciendo uno y otro concepto que hace que esa diferencia sea tan
alta porque no responde a la realidad.

¿Por qué no márgenes de flotación tan altos? Básicamente, por dos
razones. Primero, porque si la operación es una operación especulativa,
el aceptar nosotros un margen de flotación mayor era tanto como señalar
la peseta como una moneda a atacar desde el punto de vista especulativo.

Segundo, porque sigo pensando que este país tiene que hacer todos los
esfuerzos necesarios para estar en condiciones, en 1997, de entrar en la
tercera fase. Y Maastricht, lo mismo que dice que es necesario estar dos
años sin modificación del tipo central para pasar a la tercera fase,
también dice que hay que estar dos años en la banda central. Aceptar una
banda diferente en el momento actual significaría no poner el contador a
cero hasta que suprimiésemos esa banda ampliada y volviésemos a la banda
normal, con lo cual introduciríamos, en mi opinión, elementos de mayor
incertidumbre que con el modelo actual. Ninguna solución es buena, pero,
en opinión del Gobierno, la solución que hemos propuesto es la mejor de
todas las posibles.

El consumo privado no se retrae, de momento está funcionando bastante
bien, y yo tengo la impresión de que ni el consumo privado ni el IPC
tienen excesivos problemas.

Le decía antes que hemos hecho un esfuerzo importante en la
Administración, como también lo hemos hecho en la corrección del déficit.

Por eso le decía que discrepo de su interpretación de que esas decisiones
de ingresos vayan a la reducción del déficit como algo nuevo. Está en el
plan de convergencia, está en todas mis declaraciones en esta Cámara,



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está en los Presupuestos Generales del Estado, es una obligación legal
del Gobierno que el Gobierno apoyará.

A la señora Aroz le diría que comparto todo su análisis. Yo creo que ha
visto bien el problema de fondo y ha destacado bien los elementos
importantes de economía real, que son los que deberíamos destacar en el
contexto actual, ya que ni siquiera vemos esos problemas de inversión a
los que a veces se hace referencia. ¿Puede haber movimientos
especulativos a corto, de entrada o salida en el mercado de bonos o en la
Bolsa? Es posible. En situaciones de este tipo se puede producir, pero
tampoco es un elemento que nos debería preocupar excesivamente. La deuda
en manos de no residentes en este momento es relativamente pequeña en
función de la deuda total.

Su señoría ha hecho referencia a algo que algún otro Diputado también ha
comentado sobre las declaraciones del Presidente de la CEOE. Yo en estos
casos siempre digo lo mismo. La mejor forma de hacer política es el
Parlamento, y lo bueno es que quien quiera hacer política se presente a
las elecciones y venga al Parlamento.

En cuanto al sistema financiero actual, es evidente que tenemos que
reflexionar sobre él de cara al futuro. Esta crisis se puede pasar, pero
no cabe duda de que también nos introduce algunas enseñanzas que no
conviene olvidar para el futuro.




El señor PRESIDENTE: Dado lo excepcional de la materia del debate, voy a
abrir un segundo turno de aclaraciones --por llamarlo de una forma
benévola--, y pediría a los señores portavoces que deseen utilizarlo que
no realimenten información procedente del primer turno, dado que ha sido
bastante generosa la Presidencia en la administración de los tiempos, con
el fin de que podamos terminar a una hora prudencial. ¿Grupos que desean
utilizar este excepcional segundo turno? (Pausa.)
Por un tiempo máximo de tres minutos, y seré absolutamente firme aunque
condescendiente, tiene la palabra, en primer lugar, el señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Vivimos momentos extraordinariamente graves.

Decía, en medio del bullicio general que existe en la sala contigua, que
vivimos momentos excepcionalmente graves, momentos en los que se echan en
falta las voces de la sociedad civil para que, en primer lugar, expresen
su preocupación y, en segundo lugar, para que aclaren las formas de
superar esta situación grave que estamos viviendo.

Necesitamos oír a esa sociedad civil, necesitamos oír a los medios de
comunicación, pero, sobre todo, necesitamos oír a los intelectuales, a
los medios económicos, a los representantes de organizaciones sociales;
todos deben hacer oír su voz porque eso es lo propio de una sociedad
compleja, de una sociedad plural como la que estamos viviendo.

Necesitamos, ¡ojalá las hubiera!, muchas más opiniones en momentos
críticos, porque, en función de esas opiniones es como se construyen las
opciones políticas en una sociedad moderna, en una sociedad donde la
democracia es un hecho vivo, que tiene que alimentarse continuamente de
esas opiniones.

La comparecencia que hemos celebrado hoy es una comparecencia
defraudante. Señor Solbes, señor Ministro de Economía y Hacienda, en
momentos graves usted no ha sido capaz de precisar una sola medida de
política económica que compense los efectos negativos de la devaluación
de la peseta. En vez de esto adopta la táctica, que les han debido
enseñar en un cursillo acelerado a los miembros del Gobierno español, de
que la mejor defensa es el ataque. En vez de esto, usted se dedica a
hablar del rigor técnico de este portavoz, y yo no quiero insistir más en
este asunto porque no me parece serio que, cuando está pasando lo que
está pasando en los mercados financieros, hablemos de esto. En vez de
esto, usted se dedica a decir con toda claridad que la desconfianza la
suscita un futuro político en el que el Gobierno esté en manos del
Partido Popular.

El Partido Popular en una crisis como la que estamos viviendo en la
sociedad española, con gravísimas consecuencias económicas, está haciendo
lo que tiene que hacer un partido democrático, en una crisis como la que
se está viviendo tiene que controlar al Gobierno y, sobre todo, tiene que
ofrecer alternativas de Gobierno, alternativas serias, coherentes, de
política económica.

Ayer, en esta Cámara, volvimos a debatir una moción en la que se contenía
todo un programa de acción económica, especialmente oportuno para el
momento que estamos viviendo. Lo que no se puede es seguir insistiendo en
que no existe esta oferta programática, que está contenida en un
documento presentado en esta Cámara, que está contenida en infinidad de
documentos públicos, que está votada por 8.200.000 españoles en junio del
año 1993, que está votada y preferida por más y más votantes españoles.

No se puede insultar a la inteligencia del pueblo español, de la sociedad
española, cuando se inclina por una preferencia cuyo programa económico
es un programa eficaz para resolver los problemas que tiene esta
sociedad.

Esa es la función que estamos haciendo, señor Ministro de Economía y
Hacienda. El Partido Popular no ha creado Filesa, el Partido Popular no
ha creado la crisis de Banesto, el Partido Popular no ha inventado los
casos Roldán ni Rubio, el Partido Popular no ha inventado los casos del
GAL. (Rumores.) Usted tiene que venir a esta Cámara ofreciendo soluciones
a la crisis que estamos viviendo. Hoy he entendido lo duro que debe ser
ocupar su posición como Ministro de Economía y Hacienda en un Gobierno
agónico, que, con su agonía, lo que está haciendo es pasar una durísima
factura a toda la sociedad española; hoy lo he entendido especialmente
cuando de sus palabras colijo esa actitud defensiva, que es un ataque
absolutamente improcedente en el momento que estamos viviendo.

Lo que estoy haciendo esta mañana, en nombre del Grupo Parlamentario
Popular, es exigir del Gobierno que precise esa acción económica. Usted
no puede venir esta mañana a la Cámara a decir que más de lo mismo,
porque ese más de lo mismo es lo que nos está llevando a la situación de
penalización extrema de los mercados financieros. ¿O es que no lo ha
entendido todavía? ¿No ha entendido que estamos en una crisis política
que pasa esa dura factura en forma de devaluación de la peseta, de altos
tipos de interés?



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¿No ha entendido que han descalificado su política económica? ¿No ha
entendido que eso es lo que está ocurriendo y que estamos pagando todos
los españoles y que vamos a pagar todos los españoles? Por eso, en mi
intervención inicial, apelaba a una responsabilidad. Esa responsabilidad
no la encuentro en sus actitudes, en sus palabras, en sus
comportamientos, y esto es extremadamente grave.

Usted es el director de la economía española, el director del programa
económico del Gobierno de la nación. Usted es perfectamente consciente de
que ese programa económico, en sus ritmos, en sus contenidos, está
causando un gravísimo problema que amenaza nada menos que a la
integración de España en la Unión Monetaria Europea, que amenaza el
futuro de España en su pertenencia a Europa, que nos está descabalgando
de nuestra capacidad de competir con éxito en los mercados financieros
internacionales. Esta es la situación, señor Ministro de Economía.

No ha respondido a ninguna de las preguntas que le hemos formulado desde
este Grupo Parlamentario. Todo esto sigue abierto. No ha respondido a los
efectos, no ha precisado cuáles son esos efectos. Es más, se ha
contentado con que en febrero se registre un incremento de la inflación
en tasa anual del 4,7 por ciento. ¿Pero qué está haciendo? ¿Se está
poniendo la venda antes de que llegue la pedrada? Ese es el estilo de su
política económica que nos está conduciendo hacia lo que nos está
conduciendo; ése es un pésimo resultado para un país que tiene en este
momento su imagen, su credibilidad tan deteriorada a nivel internacional.

Esa es la realidad y a la misma tiene que responder con contundencia, con
medidas de política económica y no acudir a la Cámara para decir
exactamente que más de lo mismo, para decir que el futuro de España está
amenazado por un gobierno del Partido Popular.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Un segundo más, señor Presidente.

Yo le aconsejo, señor Ministro, que lea los informes que realizan los
inversores internacionales, que lea correctamente lo que dice la prensa
internacional sobre la situación política de España. España no tiene una
crisis política económica, señor Ministro; España tiene un problema de
credibilidad de su Gobierno. Ese problema es el que tenemos que resolver
y tenemos que hacerlo urgentemente. No hay tiempo porque nos estamos
jugando el futuro y el futuro es de todos los españoles. Estamos jugando
con los intereses generales de España, no hay tiempo para seguir diciendo
que vamos por la buena senda, cuando estamos sufriendo una
descalificación tan dramática como la que estamos padeciendo estos días.

Concluyo haciendo esa nueva llamada a la responsabilidad, señor Ministro
de Economía. Estamos en un momento crítico, en un momento muy grave, en
un momento en el que usted puede pasar a la historia de España como el
enterrador del proyecto europeo. Nos estamos jugando nada menos que la
pertenencia de España a la Unión Monetaria Europea y, en definitiva, la
adscripción de España a ese proyecto de integración europea. Eso es lo
que está en juego estos días: la credibilidad de España. Por eso insisto
en apelar a su responsabilidad como miembro de Gobierno, y eso significa
asumir sus responsabilidades.




El señor PRESIDENTE: El señor Frutos tiene la palabra.




El señor FRUTOS GRAS: Voy a ser muy breve, tal como está marcado, por lo
que es imperativo hacerlo así.

Usted tiene más moral que el Alcoyano, nunca mejor dicho.

Yo le reconozco voluntad y valor, aunque la procesión debe ir por dentro,
en función de la intervención que ha hecho hoy aquí, que yo no la
calificaría tan desastrosa. Ha hecho el papel que le correspondía hacer
hoy aquí.

Cuando no hay alternativas más concretas, la mejor táctica es la del
calamar. Explica globalmente las cosas y no entra en la concreción de
algunas que serían importantes.

Para aclarar cuatro cuestiones que me ha contestado, he de decir que, en
relación con los ciclos de recuperación, yo entiendo lo elemental --no
soy economista-- para saber cuándo los libros tratan de recuperación
externa e interna, de ciclos largos y cortos. Lo que mi Grupo dice es
otra cosa: que con crecimientos económicos o con ciclos de recuperación
como los que se daban hace unas décadas hoy ya no se solucionan muchos de
los problemas existentes, el primero de ellos, el paro. Con crecimiento
del 2, del 2,5, 3 por ciento, se crea poco empleo y el que se crea es
precario.

Ha dicho que el sector público ha perdido 60.000 empleos --creo haber
escuchado, porque la acústica de esta sala es terrible-- y que los ha
ampliado el sector privado. Muy bien, pero a costa de trabajos muy
precarios, fruto de la reforma laboral.

Hay elementos suficientes para volver más inestables las viejas
certidumbres y reglas que tenían plena estabilidad, incluso química,
hasta hace poco. Ya no es exactamente igual, no se puede valorar
exactamente igual que hace una o dos décadas, en pleno keynesianismo,
todo lo que representaba un ciclo corto o un ciclo largo de recuperación
económica. Es diferente. Las cosas ya no salen de la misma forma.

Usted ha hablado de que hay diferencias de modelo. Con ello entiendo que,
objetivamente y de forma muy educada, se hace una descalificación
explícita de determinadas políticas que planteamos desde mi Grupo. El
señor González lo llamó de otra forma más esotérica el otro día, habló de
que estábamos situados en otra galaxia. A veces usted ha utilizado otras
expresiones, como la de que no estábamos en el siglo XVII, que estábamos
en otra situación, etcétera.

Pues mire por dónde cada vez hay más gente, más sectores de la sociedad y
más personas que a nivel individual, desde un punto de vista muy riguroso
en la investigación y en la teorización, están diciendo cosas bastante
parecidas a las que estamos diciendo nosotros en este momento concreto.

Innumerables: desde el Club de Roma al Arthur Kennedy, al PNUD --Plan de
las Naciones Unidas para el Desarrollo--; desde lo que se está diciendo
en Copenhague en estos momentos, en la cumbre oficial y en el foro
alternativo, y en muchos otros foros y por muchas otras personas que
están empezando a ver las cosas de otra



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forma, que con las mismas políticas y las mismas recetas no hay solución
a los problemas.

Termino deseándole suerte a usted, al Gobierno y, en definitiva, a la
solución de la situación que estamos viviendo actualmente. Nosotros
continuaremos a Dios rogando y con el mazo dando, intentado criticar y al
mismo tiempo plantear algunas propuestas que no sean de otra galaxia. No
les voy a pedir de nuevo que convoquen elecciones, se lo está pidiendo
todo el mundo. Yo no las voy a pedir porque luego me dicen que coincido
con la otra parte de la pinza. No coincido con la otra parte de la pinza,
al menos formalmente. Ustedes sabrán lo que tienen que hacer en esta
situación.




El señor PRESIDENTE: El señor Homs tiene la palabra.




El señor HOMS I FERRET: Estoy de acuerdo con el señor Ministro en que el
consenso al que he apelado en esta Cámara sobre la estrategia monetaria
de la peseta en los mercados financieros internacionales debería
mantenerse fuera quien fuera el Gobierno que estuviera presidiendo
España. Yo creo que tiene usted razón, deberíamos saber encontrar el
contexto del diálogo político para poder formalizar unas estrategias y
unas posiciones estables en España para definir el marco de relación y la
estrategia política a defender en los foros internacionales en cuanto a
la política monetaria y a la peseta en estos mercados internacionales, y
mantenerlo sea quien sea quien gobierne en España. A lo mejor, a partir
de la coyuntura actual podríamos hacer esfuerzos para iniciar ese proceso
y proyectarlo en el futuro. Nuestro Grupo va a trabajar para que esto sea
posible.

En segundo lugar, la reflexión sobre el Sistema Monetario Europeo que le
he planteado y, especialmente, en la época en que nos encontramos, en la
tercera fase, es conveniente. Creo que usted también ha aceptado esa
reflexión. Estoy de acuerdo en que quizá hoy no es el momento ni la
circunstancia más oportuna, pero insisto en que sí deberíamos hacer esa
reflexión más interna entre todos los portavoces de esta Comisión y con
usted, señor Ministro, para poder razonar un poco sobre todas esas voces
que se levantan en el contexto europeo que cuestionan la validez del
marco estricto fijado para el Sistema Monetario, que apuntan a la
necesidad de adoptar medidas políticas que estabilicen y garanticen con
mayor seguridad ese período previo a la tercera fase, que esa tercera
fase no sea tan libre y tan afecta a estrategias que pueden aprovechar
determinados países en su beneficio y, por consiguiente, en detrimento de
posiciones de gobiernos de otros países. Creo, señor Ministro, que
deberíamos hacer esa reflexión en esta Comisión y, en todo caso, valorar
si sería conveniente que, aprovechando la presidencia del próximo
semestre, España hiciera algunas propuestas en esta dirección en los
foros internacionales, porque quizás el contexto es demasiado abierto
como para dejarlo a los avatares y a las estrategias de determinadas
coyunturas y países, porque España juega con indefensión por la posición
de nuestra moneda en este foro.

En tercer lugar, creo que es muy buena noticia la que nos ha comunicado
en cuanto al dato que le proporciona la estadística del último trimestre
del año 1994 en base a la Contabilidad Nacional. Nos dice que se constata
que el crecimiento de la economía española en el año 1994 ha sido del 2
por ciento, pero ya se puede asegurar que las previsiones del 2,8 de
crecimiento para 1995 son sólidas, posibles y cabe esperar que esas
previsiones, tanto de incremento de la demanda como de incremento de la
inversión, puedan ser reales en el año 1995.

Sabe, señor Ministro, que nuestro Grupo está intensamente comprometido en
intentar aprovechar la recuperación del año 1995. Este es el único
elemento que justifica nuestra posición política en estos momentos. Nada
le interesa más a este Grupo Parlamentario que este año 1995 sea positivo
en beneficio de todos los españoles y no dejar correr un año por los
avatares de las irregularidades, de los enfrentamientos políticos, pues
con ello se perdería la posibilidad de que este año pueda ser positivo en
términos económicos.

Tengo una discrepancia con usted, señor Ministro, en cuanto a los tipos
de interés. Es verdad que ha situado el contexto general, internacional,
y también es verdad que es la tendencia de todos los países, pero sigo
manteniendo la necesidad de que, al menos el Gobierno y el Ministerio que
usted representa, se mantengan firmes en cuanto a la no conveniencia para
España de incrementar los tipos de interés. A ser posible, le ruego que
transmita esa posición al Banco de España. Ya sé que es autónomo para
tomar esas decisiones, pero que esta cautela de la oportunidad de
intentar frenar al máximo ese proceso de aceleración del alza de los
tipos de interés sea una voz que el Gobierno defienda y que, en la medida
de lo posible, se mantenga en esa dirección.

En cuarto lugar, aceptamos que es necesario que las privatizaciones se
hagan en términos de gestión, pero estimamos que hoy hay margen
suficiente para, en base a razones de gestión, como S. S. apunta,
acelerar todavía más las posibilidades de enajenar activos públicos. La
consecuencia financiera nos ayudaría mucho a acelerar la reducción del
déficit público.

En quinto lugar, respecto a las propuestas fiscales que propongo, dice S.

S. que quizás no deberíamos ir tan lejos sino más deprisa. Yo le digo que
vayamos más deprisa y más lejos, hagamos las dos cosas. Es cierto que
podemos ir más deprisa, pero también más lejos; no más lejos para
beneficiar caprichosamente a nadie en nuestro país, simplemente para
favorecer la expansión internacional de la economía española y las
exportaciones, pues con ello se genera un proceso interno de crecimiento,
de recuperación y de creación de empleo.

Estos son los elementos básicos de mi consideración en estos momentos.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Vasco (PNV), tiene la palabra el señor
Zabalía.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Señor Ministro, me alegro de que coincida con
mis tesis, aunque sólo sea en su globalidad, porque después de la
globalidad tenemos bastantes discrepancias.

Desde luego, me parece oportuno que siga tomando una postura clara y
decidida sobre los aspectos fundamentales de política económica, como
pueden ser el mantenimiento



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en el Sistema Monetario Europeo y seguir con los objetivos del plan de
convergencia. Me parece oportuna, y creo que conveniente en estos
momentos, una reafirmación de esas tesis.

Sin embargo, parece ser que hoy salimos de esta reunión sin haber tomado
una medida extraordinaria que no teníamos ayer. Si no hubiese habido
devaluación, prácticamente este debate sobre política económica hubiese
sido el mismo. ¿Es que no hay necesidad de tomar ninguna medida
extraordinaria o urgente o acelerar medidas previstas para hacer frente a
esta nueva situación? ¿Es que no hay nueva situación? Me parece que eso
ha quedado un poco en el aire. Tengo la impresión de que, al final, esta
devaluación es una situación que se está produciendo dentro del Sistema
Monetario Europeo, que estos problemas los tienen también otras monedas y
que, para hacer frente a ello, no hace falta ninguna otra medida salvo
seguir con el programa económico del Gobierno. Yo creo que se tendría que
haber hecho algún esfuerzo por poner en marcha alguna medida que pudiese
contrarrestar esta situación que tenemos hoy y que no teníamos la semana
pasada.

Voy a comentar dos puntos concretos que ha tocado en su respuesta. Yo me
he referido al análisis de la interpretación de los mercados financieros
sobre la economía española. Lógicamente, la economía española tiene unos
datos --además, usted ha adelantado los de este último trimestre-- que
certifican la marcha de la economía, una marcha que es excelente con
respecto a lo estaba previsto, pero no olvidemos una cosa, que es
necesario crecer por encima del resto de los países europeos si queremos
crear empleo. No nos tenemos que conformar con crecer de la misma manera
en que están creciendo los demás.

Cuando yo me refiero al análisis que hacen los mercados financieros sobre
la economía española me refiero al hecho de que esa marcha de la economía
todavía no se traslada a los datos macroeconómicos. Es decir, tenemos el
déficit público que tenemos, tenemos la deuda pública que tenemos,
tenemos el gasto público que tenemos, la inflación se mantiene y vemos
que es imposible rebajarla del cuatro por ciento, la tasa de paro todavía
está ahí y es la que es; es decir, la economía está bien, pero, de cara a
las expectativas de unos mercados inversores y especulativos, todavía no
se ve --yo creo que ésa es la interpretación que hacen esos mercados-- el
traslado de la mejora de la economía a los grandes déficit o
desequilibrios que tiene esta economía.




El señor PRESIDENTE: Vaya concluyendo, señor Zabalía.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Voy concluyendo.

Unicamente quiero hacer referencia a la reforma de la Administración
pública. Indudablemente, usted lee entre líneas y lee muy bien porque ya
nos conoce, pero no sólo es eso. Cuando me refiero a la reforma de la
Administración pública lo hago en base a las transferencias.

Usted hace una lectura de una serie de mejoras que se están dando
--efectivamente, eso es así-- en cuanto a reducción del gasto público,
incluso de plantillas en la Administración, pero S. S. tiene que convenir
conmigo que esa mejora no es producto de una reforma, sino de un ajuste
natural que se produce. Cuando yo me refiero a la reforma de la
Administración pública me refiero a una reforma seria de la
Administración pública, no a unas expectativas de mejora de resultados
por lo que yo llamo un ajuste natural. Usted lo conoce porque está en
nuestro programa económico y no voy a entrar a explicarlo porque no hay
tiempo y no quiero que el señor Presidente me llame la atención por
segunda vez.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor Ministro, gracias por sus respuestas. Me
circunscribo al hecho de que usted ha calificado la salida del Sistema
Monetario Europeo de decisión política. Aceptado este principio, yo le
pregunto: Si es una decisión política y gran parte de los causantes de la
tormenta monetaria actual, en el ámbito europeo y extraeuropeo, son
circunstancias políticas o especulativas internacionales, ¿no cabría
invocar en la Unión Europea --ahora que se acerca el próximo semestre de
este año, cuya presidencia nos corresponde-- que aquellas monedas que por
decisión política de su gobierno, permanecen en el Sistema Monetario
Europeo tengan una protección política frente a las que están fuera, como
la libra o la lira italiana?
Digo esto porque si Alemania se niega rotundamente ante cualquier
insinuación, como la que ustedes pueden haber hecho, de una reevaluación
del cinco, o del porcentaje que sea, del marco alemán; si no quieren
aceptar el principio de solidaridad en esta decisión, que ellos traducen
en economía, para no perder competitividad en las exportaciones, ¿no se
le podría forzar más al Bundesbank --no digo al banco emisor japonés sino
al Bundesbank, que está dentro del marco político de la Unión Europea-- a
que haga las salidas más fuertes para apoyar el dólar (aunque parece que
la Administración norteamericana no quiere apoyar el dólar, que al señor
Clinton o a la Reserva Federal Norteamericana les tiene sin cuidado que
el dólar baje); ¿no se podría pedir esta vía dado que son movimientos
--usted lo ha dicho y yo lo comparto, señor Ministro-- especulativos
internacionales? Si Alemania se niega a revalorizar su moneda, por lo
menos, que salga a apoyar a las monedas que están dentro del Sistema
Monetario Europeo en la zona de mayor sensibilidad y vulnerabilidad, es
decir, las que están en la zona roja, en la zona de peligro de sufrir
estos avatares.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra la señora
Aroz.




La señora AROZ IBAÑEZ: Señor Presidente, voy a intervenir brevísimamente,
para coincidir con la contundencia del Gobierno que, frente a la
inexistencia de una alternativa económica reconocida y frente a una
política basada en titulares de prensa, defendida con argumentos
histéricos, que no económicos, consigue mantener una política económica
serena y reconocida, puesto que --y hay que señalarlo-- los consejos del
Comité Monetario Europeo se reducen a avalar las iniciativas puestas en
marcha



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ya por el Gobierno y aprobadas por los Presupuestos Generales del Estado
para 1995.




El señor PRESIDENTE: Para concluir, tiene la palabra el señor Ministro de
Economía y Hacienda.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Señor Montoro,
comparto con usted la afirmación inicial de que estamos en un momento
crítico y, precisamente por estar en un momento crítico, creo que es
imprescindible una reflexión de este tipo. Sin embargo, S. S. hace una
afirmación que no comparto, que es algo así como que nosotros
pretendemos, digamos, inculpar al PP en la situación; incluso hace
referencia a una cierta amenaza. En absoluto. Lo que sí digo es que el
riesgo político de un país no es sólo un riesgo del Gobierno, es un
riesgo de un país, y un país se compone de una sociedad y, en esa
sociedad, en decisiones políticas, están el Gobierno y la oposición.

Señoría, yo creo --y desde luego no comparto su tesis-- que elementos
como convocar las elecciones generales de forma apresurada han sido muy
negativos en los mercados y, sin embargo, creo que los mercados se
tranquilizan cuando se toma la decisión, por parte del Gobierno y por
parte de Convergència i Unió, de decir que no habrá elecciones
anticipadas. Y lo mismo que S. S. puede pensar que el Gobierno lo está
haciendo mejor o peor, permítanos que pensemos cuál es la credibilidad
que un posible gobierno del PP y una posible política del PP pueden tener
en este país.

Segundo punto. Usted me dice: no responde sobre las cosas que hay que
hacer. Pero es que S. S. parte de que he aceptado sus puntos de partida,
es decir, tenemos un problema político muy grave como consecuencia de una
situación política interna y de una mala situación económica en nuestro
país; el resto no existe. Yo le diría que ése no es mi análisis. Mi
análisis es que hay un problema externo fundamental; que ese problema
externo fundamental nos permite que nos revaluemos respecto al dólar y
que nos depreciemos respecto al marco; que es verdad que esa depreciación
respecto al marco es porque hay un diferencial entre España y Alemania,
pero no tanto, evidentemente, ni con el Reino Unido, ni siquiera con
Francia y, por supuesto, no con Portugal, mejor que Italia, etcétera, es
decir, es un problema más complejo que esa simplificación, y, en
consecuencia, nosotros pensamos que hay un problema de especulación que
hay que corregir de otra forma. Sin embargo, sí es cierto que hemos
actuado, en el pasado, en la dirección de mantener a la peseta en las
mejores condiciones posibles. Y si SS. SS. intentaran menos obedecer a
eslóganes o a consignas preestablecidas y reflexionaran más sobre la
realidad, yo creo que serían conscientes de que no se puede defender al
mismo tiempo que el Gobierno es una catástrofe cuando la peseta está a 91
y que, sin embargo, ese mismo Gobierno tiene la peseta a 85 pesetas dólar
un mes antes. Es decir, ¿qué ha pasado, tan significativo en términos
internos, desde mediados del mes de febrero a principios del mes de marzo
para que la política económica se convierta en catastrófica y la
situación del Gobierno en el país se convierta en catastrófica para que
se produzcan variaciones de este tipo? ¿No cree S. S. que algo puede
tener que ver que en ese período se haya hundido el dólar el 6 por
ciento, que se haya revaluado el marco en esa misma cantidad, que se haya
revaluado el yen, que haya problemas en otros países? Yo creo que ése es
el ejercicio de coherencia que yo le estoy pidiendo y, sobre todo, se lo
estoy pidiendo precisamente a usted.

Su señoría hace referencia a que no he respondido a los efectos. Yo creo
que he hecho el comentario que se puede hacer seriamente en este momento.

Intentar extrapolar de la incidencia de dos días unos efectos a largo
plazo me parecería poco serio, y S. S. sabe que es poco serio. Podemos
decir que si todo sigue igual, podrá suceder esto o lo otro. Pero yo me
resisto a creer que todo va a seguir igual; me resisto a creerlo porque
creo que hay razones clarísimas para que las cosas se tranquilicen y
vayan a mejor. Su señoría me puede decir lo contrario. Es cierto que hay
una espada de Damocles y que, en la medida en que el problema de la
relación dólar/marco no se resuelva, nos puede afectar; no cabe la menor
duda.

Su señoría hace referencia también a algún problema que podría casi
compartir con usted. Dice: ustedes se dan por satisfechos con que la
inflación sea del 0,3 o del 0,4. Y yo le diría que no es la cifra que yo
querría, pero sí me doy por satisfecho; me doy por satisfecho porque hace
sólo unos meses, desde su Grupo, se amenazaba con todas las penas del
infierno por poner en marcha un incremento de 1 por ciento del IVA en un
año que iba a provocar todos los horrores del mundo. Estamos viendo que
hay un cierto efecto, cosa que ya sabíamos, pero que esos horrores del
mundo no se han producido. Yo creo que su Grupo, con cierta frecuencia,
yerra excesivamente en los cálculos; no sé si errará en su día también en
las políticas, pero, desde luego, en este momento, los errores en cuanto
a cálculos son importantes. No hace falta retrotraerse a los cálculos de
crecimiento del año 1994; podríamos hablar de otros temas para ver esas
diferencias.

Desde luego, señoría, yo puedo ser cualquier cosa menos enterrador del
proyecto europeo en este país. Vengo defendiéndolo desde el año 1964 y
seguiré defendiéndolo. Otra cosa es que lo defenderé en las opciones y
alternativas que considere mejores y más dignas para España.

En cuanto al señor Frutos, le diría que no me molesta su referencia al
Alcoyano. Soy prácticamente de al lado de Alcoy y, en consecuencia, esa
referencia incluso me suena casi entrañable y personal. Sí, puedo ser
correoso y puedo insistir en ciertos temas que me parece que vale la pena
defender. Su señoría ha hecho algunas afirmaciones que son correctas. Lo
que sucede es que no sé si es el día adecuado para hacer esa reflexión,
si tenemos el tiempo suficiente.

Su señoría dice algo que es cierto: en el nuevo contexto, el crecimiento
económico nos da menores posibilidades de empleo que en el pasado; y es
verdad y ésa es una de las grandes preocupaciones que hoy existen a nivel
mundial. La mejora tecnológica nos permite sustituir trabajo como
consecuencia de la mayor productividad con un menor número de
asalariados, con un menor número de empleados, y ello nos fuerza a
pensar, evidentemente, en que el futuro mercado de trabajo tendrá que ser
distinto. Posiblemente,



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en las conclusiones, lo que no aceptaría --y no sé si usted lo aceptaría
o no, no estoy prejuzgando-- es que la solución sea la vuelta atrás de
rigideces del mercado laboral, que lo que hará será generar más
desempleo, precisamente porque no seremos capaces de hacer frente a ese
coste como consecuencia de que la productividad será insuficiente para
competir con aquellos que sí mejoran su productividad. A S. S. le
preocupa mucho ese concepto de diferencia de modelo, al que yo he hecho
referencia, y lo toma como una descalificación explícita. Yo creo que no,
yo creo que no pretendo la descalificación explícita en ciertas
prácticas. Sí pretendo decir algo que creo que es evidente para mí. Yo
parto de una situación de una economía abierta en el contexto actual en
el que nos movemos; y en esa economía abierta, ciertas políticas que
ustedes plantean son imposibles, porque no se pueden adoptar ciertas
decisiones a nivel nacional. Usted pasa a una segunda reflexión, y ahí le
podría seguir algo más, y es en qué medida en ámbitos mundiales no
empieza a plantearse la discusión de que un sistema de libertad absoluta
y total, si no hay un mínimo de reglas de juego, introduce unos elementos
de competitividad no querida que evidentemente al final acaban de forma
negativa para todo el mundo.

Evidentemente discusiones como el concepto del dumping social en la Ronda
Uruguay, del que tendremos que hablar mucho, o del problema de la
desfiscalización de los ingresos por razones de competitividad, son temas
que están a la orden del día en cualquier debate, pero, o renunciamos a
la mayor y renunciamos a la economía abierta, o no cabe duda que la
solución no consiste en cerrarnos y buscar nuestras propias soluciones.

Si nos cerramos y buscamos nuestras propias soluciones, seguramente
podremos encontrar un país que a lo mejor algunos lo consideraran más
deseable, menos tenso, pero desde luego mucho más pobre. Yo creo que ésa
es una constatación que la realidad nos deja en estos momentos ver como
bastante clara. Esa es una reflexión que se puede hacer, pero no creo que
sea hoy el día en que podamos hacerla.

En cuanto al señor Homs, agradezco sus referencias y sus comentarios. Yo
le diría que fuese un poco más generoso a veces en sus expresiones. Su
Señoría ha hecho una afirmación que yo sé que no la comparte, pero que me
gustaría poner de relieve. Su Señoría dice que lo que hay que hacer es
aprovechar la recuperación económica del año 1995 al máximo, y afirma
textualmente que es el único elemento que interesa a nuestra posición
política. Yo creo que ustedes son más ambiciosos que para única y
exclusivamente preocuparse por ese elemento, y yo creo que no sólo lo
son, sino que también lo han demostrado en sus relaciones con nosotros.

En cuanto a las discrepancias de tipos de interés, es evidente que
hablaremos con el Banco de España e insistiremos en la importancia del
tema, pero desde luego siempre seguirá siendo una decisión que
corresponde al Banco de España.

De acuerdo con privatizaciones.

En cuanto al tema fiscalidad, le doy la aceptación para ir más aprisa; no
se la puedo dar para ir más lejos. Depende de lo que usted entienda por
ir más lejos, porque casi siempre el ir más lejos suele ser costoso, y
hay veces que hay cosas que se pueden hacer y cosas que no se pueden
hacer.

En cuanto al señor Zabalía, le comentaría que es verdad que hay matices y
discrepancias, pero no creo que esas discrepancias y esos matices nos
llevasen a otra confrontación que evidentemente una necesaria
redefinición de algunos puntos concretos pero no en lo fundamental.

Su Señoría plantea una buena pregunta y es sin son necesarias medidas
urgentes o es que no hay una nueva situación. Yo le diría que hay unas
medidas en marcha, que hay que aplicarlas, y hay que aplicarlas más
contundentemente, y en algunos casos habrá que acelerarlas. Lo que sí
puedo decirle es que el Gobierno actuará de forma coherente con lo que el
comunicado del Comité Monetario establece.

Por otra parte, en cuanto a su análisis sobre la situación española, es
cierto que tal vez haya elementos que no acaban de verse en los mercados
reales, pero yo espero que se vayan aceptando poco a poco en la realidad.

Finalmente, en cuanto a la Administración pública, no comparto su
filosofía del ajuste natural. Nunca hay ajuste natural. El ajuste natural
normalmente es que las administraciones públicas crecen, no se reducen.

Cuando se reducen no es por ajuste natural, sino por una serie de
decisiones que el Gobierno ha tomado en cuanto a la oferta pública de
empleo en los últimos años, precisamente con el objetivo claro de reducir
el gasto y de redimensionar la Administración central, que nos parece
fundamental.

En cuanto al señor Mardones, le diría que el problema de la salida del
SME es, por supuesto --la salida o la entrada-- una decisión política y
que la decisión política en este Gobierno está muy clara, que hay
elementos técnicos relevantes; sin embargo, los elementos técnicos tienen
una importancia secundaria.

Es verdad que S. S. hace una reflexión antigua, tan antigua casi como los
acuerdos de Bretton Woods y es si en cualquier modelo monetario
únicamente deben pagar los que están mal o también deben pagar los que
están muy bien, porque existe una tendencia histórica a que los que están
muy bien muchas veces olvidan los problemas de los demás y consideran que
los que están muy bien lo están única y exclusivamente por su propia
situación. Es cierto que en estos contextos en donde, evidentemente, se
está trabajando en un sistema global de funcionamiento, los responsables
del liderazgo de un cierto modelo también tienen responsabilidades a las
que deben hacer frente.

Señora Aroz, muchas gracias por su intervención y muchas gracias por su
apoyo.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro. Espero que después
de casi seis horas de intervención y de trabajo de esta Comisión, la
paridad de la peseta sea mejor que cuando hemos entrado a largo de esta
mañana.

Quiero terminar felicitando sobre todo a las señoras Diputadas,
periodistas y de los Servicios de la Cámara en el día de la mujer
trabajadora.

Se levanta la sesión.




Eran las dos y cincuenta minutos de la tarde.