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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 379, de 13/12/1994
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1994 V Legislatura Núm. 379
ECONOMIA, COMERCIO Y HACIENDA
PRESIDENTE: DON ANGEL MARTINEZ SANJUAN
Sesión núm. 33
celebrada el martes, 13 de diciembre de 1994



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Economía y Hacienda (Solbes Mira),
para informar:
--Sobre las líneas generales de la política de su Departamento. A
petición propia. (Número de expediente 214/000072) (Página 11676)
--En relación con la retirada del recurso de casación interpuesto por el
Servicio Jurídico del Estado contra la sentencia de fecha 18 de mayo de
1993, de la Sección Segunda de la Sala de lo Contencioso-Administrativo
de la Audiencia Nacional, recaída en el recurso formalizado por la Caja
de Ahorros y Pensiones para la Vejez de Cataluña y Baleares contra
diferentes acuerdos del Tribunal Económico-Administrativo Central (TEAC),
relativo a retenciones por el Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas, IRPF. A solicitud del Grupo Parlamentario Socialista. (Número de
expediente 213/000459) (Página 11710)
--De las razones por las que el Gobierno ha retirado el recurso de
casación ante el Tribunal Supremo contra una sentencia de la Audiencia
Nacional, en relación a las llamadas libretas Pensiones Temporales
Inmediatas (PTI) de La Caixa. A solicitud del Grupo Parlamentario
Popular. (Número de expediente 213/000461) (Página 11710)



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--De las razones por las que el Gobierno ha retirado el recurso de
casación ante el Tribunal Supremo contra una sentencia de la Audiencia
Nacional, en relación a las llamadas libretas Pensiones Temporales
Inmediatas (PTI) de La Caixa. A solicitud del Grupo Parlamentario
Popular. (Número de expediente 213/000463) En sustitución del
Vicepresidente del Gobierno, según acuerdo adoptado por la Mesa y
Portavoces de la Comisión de Economía, Comercio y Hacienda, en su reunión
del día 10 de noviembre de 1994 (Página 11710)



Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión de la Comisión de Economía,
Comercio y Hacienda con la comparecencia del Ministro de Economía y
Hacienda para dar cumplimiento al orden del día que SS. SS. conocen.

Dadas las características de este orden del día, la idea de la
Presidencia y de la Mesa es hacer dos grandes debates en función del
mismo. Uno sería sobre el punto número 1, de información sobre las líneas
generales de la política del Departamento de Economía y Hacienda. En
segundo lugar, veríamos los puntos 2, 3 y 4 que, habida cuenta de sus
características, se agruparían en una misma intervención, tanto por parte
de los grupos parlamentarios como en la respuesta por parte del Ministro.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA PARA INFORMAR:



--SOBRE LAS LINEAS GENERALES DE LA POLITICA DE SU DEPARTAMENTO. A
PETICION PROPIA. (Número de expediente 214/000072.)



El señor PRESIDENTE: El punto número 1 sería líneas generales de la
política del Departamento. Independientemente de la intervención del
señor Ministro, habiendo hablado con los señores portavoces y dado que
hay cuestiones de ámbito colateral que afectan globalmente a materias
específicas del área del Departamento de Economía y Hacienda y que hay
algunos temas pendientes de contestación en la Comisión, en el turno de
portavoces, si algunos de ellos lo estiman oportuno marcar su punto de
vista respecto a temas pendientes sobre los que se ha pedido la
comparecencia del señor Ministro de Economía y Hacienda, sería un buen
momento, sin desvirtuar el debate sobre política general, para que
pudieran ser introducidos como profundización de la intervención del
señor Ministro.

Sin más preámbulos, pasamos al punto número 1, para lo que le doy la
palabra al señor Ministro de Economía y Hacienda.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Para la
intervención inicial del día de hoy, sobre política económica y situación
de la economía española, era mi intención hacer un primer comentario
sobre los rasgos fundamentales de la evolución de nuestra economía en el
momento actual, situación presupuestaria, para comentar a continuación
las actuaciones y previsiones del Departamento y, tal vez, hacer algún
comentario sobre la puesta en marcha de las medidas de lucha contra el
fraude que en estos momentos estamos discutiendo y que, sin duda alguna,
pueden servir también para el debate que se va a producir en la Comisión
sobre este punto concreto de lucha contra el fraude.

En cuanto al primer punto, evolución reciente de la economía española, en
este momento y por dar las previsiones sobre las que se está trabajando
en el Ministerio, pensamos que la recuperación iniciada a mediados de
1993 está afianzándose y acelerándose. La última estimación de la
contabilidad trimestral señala un crecimiento del PIB en el segundo
trimestre del 1,6 respecto a un año anterior. Las previsiones para el
tercer y cuarto trimestres son que esta tasa se acelere al 2 por cien en
el tercer trimestre y al 2,5 por cien en el cuarto trimestre. Todo esto
nos daría al final un crecimiento en media anual de aproximadamente al
1,7 por ciento. Sin embargo, ese crecimiento del 1,7 por ciento, en
función de la evolución de estos tercer y cuarto trimestres, podría
incluso ser algo mayor y eso también incidiría en el posible crecimiento
de la economía española en el año 1995.

Como SS. SS. conocen, el punto de partida del Presupuesto es de una
previsión para 1995 del 2,8 de crecimiento medio anual, una cifra
significativa, pero no descartamos que esa cifra pudiera ser incluso algo
superior.

Hasta el primer trimestre de 1994 es verdad que el gran motor del
crecimiento ha sido la demanda externa. Sin embargo, ya en este año vemos
que el comportamiento de la demanda interna puede ser algo mayor y, desde
luego, en 1995 la demanda nacional es la que va a ser el soporte
fundamental de la actividad. Esperamos un crecimiento mínimo previsto del
2,7 por ciento en la demanda nacional y ese crecimiento incluso también
podría superarse si seguimos la tendencia actual. Por ejemplo, los
últimos datos disponibles para construcción aseguran un crecimiento ya en
este componente para el año que viene de prácticamente el cinco por
ciento.

En cuanto a la inversión en equipo, la información más reciente
disponible en importación, producción de bienes, etcétera, señala una
fuerte reactivación. Va a haber, sin



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duda alguna, una reposición de equipos, va a haber también una ampliación
de capacidad, y en ese sentido pensamos que la previsión de crecimiento
de bienes de equipo para el año 1995 del 5,7 por ciento yo diría que es
una previsión realista e incluso conservadora.

El consumo privado también ha empezado a despegar, aunque es verdad que
no con tanta fuerza como la inversión en el momento actual.

En el sector exterior seguiremos manteniendo las previsiones para el año
1995 con la misma tónica que hemos utilizado en las previsiones del año
1994, es decir, partir de unas previsiones presupuestarias que luego
comprobaremos en qué medida se van cumpliendo o no, pero sin que haya
modificación de esos cálculos.

En 1995 habíamos previsto un crecimiento real del 10,7 para la
exportación en bienes y servicios y un 9,5 para las importaciones. Ello
daría aproximadamente una aportación positiva al PIB de 0,1 por ciento,
es decir, una décima en términos porcentuales. Creemos que esa aportación
sigue siendo correcta. Sin embargo, pueden verse modificados tanto el
crecimiento de la importación como el de la exportación, que pueden ser
superiores a las iniciales.

La evolución del sector exterior en el año 1994 nos va a dar una mejora
de balanza libre de servicios, que pasará de una situación de déficit a
una situación de superávit. Sin embargo y como consecuencia de
movimientos financieros, este año la previsión del déficit por cuenta
corriente va a ser del menos uno por ciento del PIB, prácticamente la
misma cifra que en el año 1993, un poco más que lo inicialmente previsto,
y en 1995 la situación puede ser parecida a la del año 1994.

Aquí hay un dato interesante que ya he destacado en alguna ocasión y es
que por primera vez vamos a salir de una situación de recesión sin que
hayamos tenido un superávit claro por cuenta corriente, y eso merece
algún comentario.

Me plantea una triple duda. Primero, que la economía española haya
perdido competitividad y en qué condiciones; segundo, que existan unas
dificultades estructurales adicionales en nuestra economía a las que es
preciso hacer frente; tercero, tal vez el que la crisis haya sido muy
profunda pero excesivamente corta, no habiéndose producido el mismo
efecto que se ha producido otros años en la economía española. En
definitiva, son elementos sobre los que conviene reflexionar, porque, sin
duda alguna, el elemento del desequilibrio exterior va a tener
importancia en los próximos meses.

¿Cómo vemos la inflación y los tipos de interés? En el momento actual, en
octubre de este año, hemos constatado una tasa interanual con crecimiento
del IPC del 4,4 por ciento. El año pasado, a finales, estábamos en el 4,9
y todavía pensamos que ese 4,4 es mejorable de aquí a fin de año. En el
momento actual es difícil predecir cuánto, pero yo me atrevería a pensar
que estaríamos entre una mejora de dos a tres décimas de aquí a fin de
año. Es cierto que esto va a depender fundamentalmente del precio de los
alimentos. Conoceremos la inflación en noviembre, dentro de un par de
días, y yo pensaría que aunque noviembre tal vez no tenga una reducción
significativa, diciembre debería ser un mes que nos diese un cierto
margen de reflexión.

¿Es compatible esta situación de precios con lo previsto para el año
1995? En nuestra opinión, los riesgos de inflación que pueden plantearse
en el año 1995 se van a producir en el primer semestre del año. No somos
tan pesimistas como algunos analistas que hablan de riesgos de inflación
del 0,7 ó 0,8. Cuando se analizan, por ejemplo, las cifras de la
inflación o el efecto inflación como consecuencia precisamente de las
anteriores subidas de IVA, vemos que con un crecimiento de dos puntos de
IVA el efecto inflación fue solamente 0,3 puntos; con un punto fue de
0,2.

Por lo tanto, la constatación de las estadísticas del pasado nos deberían
hacer pensar que el crecimiento de precios va a ser menor.

Es cierto que hay una situación distinta en el momento actual respecto a
la de los años 1992 y 1993 y es que, mientras que en 1992 y 1993 la
situación era peor desde el punto de vista de la demanda, en el momento
actual la situación de demanda es algo mejor y ello nos puede generar
alguna presión adicional desde el punto de vista de los precios. En todo
caso, nosotros pensamos que el comportamiento lógico va a ser el de
crecimiento de precios a lo largo de los primeros meses y una caída de
precios posteriormente.

Por volver al tema anterior, por ejemplo, la incidencia en precios de la
introducción de un punto adicional del IVA el 1 de enero de 1992 fue de
0,2 puntos y en el momento inicial, con los arrastres posteriores, 0,3,
mientras que, sin embargo, la subida del 13 al 15 por ciento en agosto de
1992 dio como resultado un incremento de 0,1 punto. Por tanto, estamos
hablando de cifras que tendrán que ser constatadas, de las que, sin
embargo, no se pueden sacar conclusiones tan negativas como las que en
algunos momentos se están planteando.

Lo que sí parece evidente es que el comportamiento de los agentes
económicos tendría que ser coherente con una inflación prevista del 3,5
por ciento. Dicho de otra forma, ni los beneficios de los empresarios ni
rentas salariales ni costes en general deberían tomar como referencia una
cifra superior al 3,5 por ciento, porque entonces sí estaríamos generando
un proceso inflacionista que no tendría ninguna justificación.

A partir de ahí es verdad que los tipos de interés a corto deberían
comportarse de forma relativamente estable, mientras que en los tipos a
largo vamos a depender mucho de qué es lo que sucede en el resto de la
Unión Europea y también en Estados Unidos. Es verdad que ha aumentado el
diferencial con Alemania hasta 3,8 puntos (380 puntos porcentuales), que
sin duda alguna es una cifra muy alta comparada con el comportamiento de
primeros de año, pero no es muy distinta respecto al comportamiento
normal de los tipos de interés españoles a largo con los tipos alemanes.

En empleo y paro ayer fueron conocidos los últimos datos de paro
registrado. Yo creo que nuevamente estamos hablando de una situación
positiva en cuanto a paro registrado y en cuanto a empleo. Esperamos,
evidentemente, una EPA coherente con estas cifras y ello nos va a dar el
resultado que ya habíamos previsto: una clara mejora del empleo diciembre
sobre diciembre (aunque, sin embargo,



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en medias anuales esa mejora no va a ser tan clara), una pequeña
reducción del paro porcentual y, claro está, unas buenas condiciones para
que 1995 nos dé ya no sólo una generación de empleo sustancial sino
también una reducción equivalente del paro.

Es verdad que hay algún elemento nuevo sobre el que conviene reflexionar.

En concreto, en mi opinión La EPA del tercer trimestre nos da un
incremento de población activa que no parece muy coherente con las cifras
anteriores. Es decir, es difícil explicar cómo pasamos de un crecimiento
de población activa en el segundo trimestre del + 1,5 a un crecimiento de
población activa del 0,8 en el tercer trimestre, en el que se produce la
incorporación al mercado de trabajo del núcleo fundamental de estudiantes
y de gente que ha terminado sus estudios; no parece excesivamente
coherente, pero imagino que en la próxima EPA podremos ya ver si es
simplemente una toma de datos atípica o responde a algo que en estos
momentos es difícil de prever.

¿Cuál es la situación en cuanto a déficit público y en qué situación nos
encontramos? En primer lugar, podemos decir que, en ejecución de
Presupuestos del Estado del año 1994, las previsiones de gastos no
financieros del Estado se van a ajustar bastante fielmente al presupuesto
inicial. Estamos en el momento actual trabajando en términos de cierre y,
evidentemente, con las previsiones de diciembre, en función de lo que ya
conocemos, de obligaciones reconocidas por un valor de 16 billones
688.000 millones de pesetas. Esto supera a los créditos iniciales
únicamente en 174.000 millones de pesetas y nos da como resultado una
ejecución del Presupuesto del 100,1 por ciento. Es verdad que ese uno por
cien es una cifra significativamente mejor que la de los últimos años y
es cierto que es consecuencia, esta realización porcentual por encima de
los créditos iniciales, del incremento por modificaciones de 700.000
millones de pesetas, cosa ya conocida y, evidentemente, por una
ejecución, no del 100 por cien del Presupuesto, sino del 97 por cien, que
es una ejecución relativamente alta también respecto a la situación
normal.

En cuanto a los ingresos, ha habido un comportamiento yo diría que en
cierta medida contradictorio. Han funcionado muy bien este año los
impuestos directos e indirectos, con crecimiento del 5 y del 6 por cien
respectivamente en relación con las cantidades inicialmente previstas.

Sin embargo, las transferencias corrientes y los ingresos patrimoniales
se han desviado de forma sustancial respecto a lo inicialmente previsto.

Al final, todo ello nos da como resultado una previsión de liquidación de
ingresos en el año 1994 por encima de lo presupuestado, un 2,8 por
ciento, pero no tan alta como algunos hubieran podido pensar. En
definitiva, creemos que la necesidad de financiación del Estado y de sus
organismos se situará en tres billones 253.000 millones de pesetas, lo
que supone aproximadamente el 5 por cien del PIB. Si a este dato le
unimos el déficit estimado para la Seguridad Social, que es el 0,7 por
cien del PIB, estaríamos en el 5,7 de Administración central y organismos
autónomos, y digamos que si las Administraciones territoriales cumplen
con el objetivo del uno por cien del PIB (cosa que creemos posible y
realista), deberíamos cumplir el objetivo del 6,7 como está previsto en
el programa de convergencia.

En el año 1995 (SS. SS. conocen los presupuestos), el objetivo del
Gobierno es evidentemente respetar el 5,9 por cien del PIB como objetivo
de déficit, y en ese sentido creemos que, a partir de una estabilización
de ingresos, prácticamente en términos de presión fiscal, las mejoras por
esa vía sólo podrán ser consecuencia de mejora en la situación económica
o de mejora de la lucha contra el fraude.

De acuerdo con nuestros cálculos, la presión fiscal para el Presupuesto
de 1995 sigue prácticamente igual que en el de 1994: pasamos del 20,68 al
29,72, y es cierto que se están tomando las medidas necesarias para que
el fraude fiscal disminuya (luego haremos algún comentario sobre este
tema) y que, en consecuencia, cualquier mejora de recaudación
evidentemente irá a reducción del déficit.

Yo creo que eso se puede conseguir. Es verdad que hay una serie de gastos
que se están reduciendo de forma sustancial. Aquí querría hacer una
reflexión que sí me parece importante, porque a veces se habla demasiado
de reducciones de gastos que no corresponden a la realidad
presupuestaria. Por ejemplo, de vez en cuando se utiliza la cifra de
200.000 millones como posible reducción en términos de burocracia
administrativa. El capítulo II en este momento es verdad que supone un
billón 100.000 millones de pesetas, pero no es menos cierto que, de ese
billón 100.000 millones, aproximadamente 700.000 millones son para
financiar actividades no administrativas que son muy difíciles de
restringir. Estoy pensando en centros docentes, en transporte escolar, en
la alimentación de tropa y de reclusos, en prestaciones farmacéuticas, en
conciertos sanitarios, etcétera, conceptos que están en el capítulo II
pero que, evidentemente, no tienen características del gasto de actividad
administrativa normal. Para actividad administrativa normal el gasto
total es de 420.000 millones de pesetas. Basta ver esa cifra y compararla
con los ahorros a veces planteados para que se vea lo irrealista de una
fórmula de ese tipo.

En mi opinión, 1994 nos debería permitir cumplir el 5,9 por cien de
déficit con cierta comodidad. El 5,9 es evidentemente un objetivo
maximalista. Yo creo que si el comportamiento de los ingresos es mejor
que lo incluido en el Presupuesto (y pienso que es una hipótesis que no
hay que desechar, en la medida en que hemos intentado partir en el
presupuesto de planteamientos relativamente conservadores); esa cifra
incluso podría ser mejorada en el futuro, lo cual a mí me parece que no
sólo es posible sino que es deseable, dado que el Presupuesto del año
1996 (es verdad que es un poco prematuro hablar de él, cuando todavía no
hemos aprobado el de 1995) va a ser un presupuesto especialmente difícil.

Porque, y quiero recordarlo ante esta Comisión, el compromiso del
Gobierno para el plan de convergencia es reducir en ese momento el
déficit de las Administraciones públicas al 4,4 por cien; por tanto, una
reducción de punto y medio de déficit respecto al año 1995. Eso va a
exigir un esfuerzo muy importante por parte de todas las Administraciones
y por eso es absolutamente imprescindible hacer dos cosas: primero,
controlar al máximo



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el funcionamiento del Presupuesto del año 1995 y, segundo, iniciar una
elaboración temprana del Presupuesto del año 1996, de tal forma que nos
permita conocer con todo detalle cuáles son los márgenes posibles, si
existen, de reducción del gasto en los presupuestos actuales, o cuáles
deberían ser las medidas necesarias para cumplir con los objetivos del
plan de convergencia.

En cuanto a las medidas para el cumplimiento del Presupuesto del año 1995
(y ya he tenido ocasión de comentarlas en algún caso al responder a
alguna pregunta que se me ha hecho, pero volvería a insistir en las
mismas), lo que pretendemos es no sólo un seguimiento sino una adopción
de medidas, en su caso, de forma cuasi automática, de forma mensual, de
manera que el Presupuesto del Estado funcione yo diría que absolutamente
adaptado a lo inicialmente previsto. En segundo lugar, un seguimiento del
presupuesto de Seguridad Social y de las posibles desviaciones en
empresas públicas. En tercer lugar, y éste es un tema fundamental
también, un pacto con comunidades autónomas y corporaciones locales que
nos permitiera no sólo conocer sino poder actuar en su caso, o que puedan
actuar los responsables políticos de cada una de ellas, en las
desviaciones que se le plantean desde el punto de vista de actuación a lo
largo del año en cada una de estas instituciones.

El último dato que me gustaría dar en cuanto al Presupuesto es el déficit
de caja al 30 de noviembre de 1994. El crecimiento de ingresos sigue con
un comportamiento relativamente bueno, al 4,4 por cien, y el
comportamiento de los pagos se sitúa en el 2,7 por cien. De acuerdo con
el presupuesto inicial vamos algo por encima en cuanto a ingresos y vamos
también algo por encima en cuanto a pagos, como consecuencia de esas
incorporaciones de crédito a las que he hecho anteriormente referencia.

Es muy clara la mejora, como decía antes, tanto en impuestos directos
como en impuestos indirectos. En directos, habíamos pensado que el
crecimiento fuera este año prácticamente nulo, un crecimiento del 0,3 por
cien. Hasta 30 de noviembre --veremos cuál es el resultado a finales de
diciembre--, respecto al 0,3, llevamos un crecimiento del 5,1. Cabe
destacar que no sólo ha tenido mejor comportamiento el Impuesto sobre la
Renta de las Personas Físicas, donde hay un incremento de un par de
puntos por encima de lo previsto, sino que en Sociedades la caída ha sido
mucho menor que la inicialmente prevista. También en la imposición
indirecta tenemos una pequeña mejora. El 12,5 era lo presupuestado y de
momento tenemos un incremento en imposición indirecta del 14,4. Las tasas
y otros ingresos han mejorado también de forma sustancial y, sin embargo,
hay otro tipo de cifras presupuestadas cuyo comportamiento ha sido peor,
como es el caso de los ingresos patrimoniales.

Decía anteriormente que, además de informar sobre las previsiones de las
grandes cifras económicas, quería hacer dos comentarios. Uno sobre
actuaciones y previsiones normativas en el segundo semestre y otro sobre
el plan de lucha contra el fraude y algunas de las medidas previstas.

¿Qué tipo de actuaciones prevé el Ministerio en el momento actual?
Básicamente, en la parte normativa referente a Hacienda, hay ya en
trámite algunos elementos importantes que incluyen aspectos referidos a
algunos de los elementos de la contra el fraude o a actuaciones del
Ministerio en función de la situación económica. Quiero recordar que en
estos momentos están ya en el Congreso de los Diputados el anteproyecto
de ley orgánica que reforma el delito fiscal, el anteproyecto de ley de
reforma parcial de la Ley General Tributaria y el anteproyecto de ley
orgánica que modifica la legislación vigente en materia de contrabando.

Por supuesto, las leyes de Presupuestos y financiera están en el Senado,
y pensamos que debería entrar en el Congreso, incluso antes de final de
año, el anteproyecto de ley de reforma del Impuesto sobre Sociedades, que
debe ser discutida, y espero que aceptada, por el Consejo en su última
sesión de este año. Se inicia la discusión en la Comisión de
Subsecretarios el 21 de diciembre.

¿Qué otros temas significativos hay en el momento actual pendientes para
remisión inmediata al Congreso o para aprobación? Como desarrollo
reglamentario de normas anteriores, en el momento actual, están
pendientes en el Consejo de Estado el Real Decreto por el cual se
desarrolla el artículo 4.º de la Ley 19/1991, del Impuesto sobre el
Patrimonio relativo a bienes y derechos exentos; el reglamento del
Impuesto General Indirecto canario y de la PIC y el reglamento del
Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Estamos elaborando --y
todavía le falta el último trámite, que es el informe de la Secretaría
General Técnica-- el real decreto sobre retenciones del IRPF para el año
1995, como también se está trabajando en el reglamento de Impuestos
Especiales y un real decreto por el que se regulan las franquicias
aduaneras, en régimen diplomático y consular, de organismos
internacionales.

Otros temas de interés sobre los que en estos momentos se está o bien
negociando o bien preparando el proyecto por parte del Ministerio
--aunque, evidentemente, aún no está tan avanzado como los temas
anteriores-- es el real decreto de cesión del Impuesto sobre el
Patrimonio en la Comunidad Autónoma de Madrid, el texto refundido del
Régimen Económico y Fiscal de Canarias y el real decreto de delegación de
competencias del IAE, que espero que se pueda remitir de inmediato al
Consejo de Estado.

En el área de gastos seguimos con la elaboración de la Ley General
Presupuestaria. Nuestro deseo hubiera sido que la modificación de la Ley
General Presupuestaria hubiese sido antes de final de año; tal vez no sea
posible, pero debería serlo en el mes de enero. Hay también unos
proyectos de ley de créditos extraordinarios, referentes a Hunosa, a
oficinas de farmacia, a síndromes tóxicos y algunos otros, que por
supuesto vendrán al Congreso tan pronto como hayan sido aceptados por el
Consejo.

En el área fundamental de economía me gustaría destacar dos normas. En
primer lugar, el proyecto de ley de Colegios Profesionales, que está
siendo todavía corregido por parte de la Secretaría de Estado con objeto
de elaborar un anteproyecto que incorpore todas las modificaciones
incluidas en la anterior discusión. En segundo lugar --tal vez más
importante y que debería remitirse antes de final de año--, el proyecto
de ley sobre supervisión de seguros privados. Con este proyecto de
supervisión de seguros privados, más el nuevo proyecto de ley sobre
contratación pública,



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que ya está, digamos que culminaríamos el grueso de trasposición de
directivas comunitarias que en el momento actual están pendientes y que,
en algunos casos, deben ser modificadas por ley de acuerdo con nuestro
ordenamiento jurídico.

El plan de lucha contra el fraude, que era el último punto al que quería
hacer referencia en esta primera intervención mía, se elaboró, como SS.

SS. conocen, el pasado mes de agosto, la unidad especial preparó su
informe y, a partir de ahí, lo que se ha intentado es trasladar ese
informe de la Unidad a propuestas concretas. Desde luego, hay una serie
de medidas normativas, algunas ya incorporadas en la legislación en
vigor, otras pendientes y algunas medidas operativas. Entre las medidas
normativas, tal vez las más importantes son las referidas a las
modificaciones de determinados preceptos del Código Penal, relativos a la
Hacienda pública y a la Seguridad Social, que ya están en la ley
introducida en el Parlamento. En segundo lugar, las modificaciones de
determinados artículos de la Ley General Tributaria, también en trámite
parlamentario, que permiten una mayor adaptación tanto de la liquidación
tributaria como de la sanción en muchos casos, de acuerdo con posiciones
más realistas en función de la situación del mercado. En tercer lugar,
hay un proyecto de ley, también en trámite parlamentario, sobre medidas
tributarias, sociales, de gestión financiera, del personal al servicio de
las administraciones públicas y de organización, incluidas en la ley
financiera. En cuarto lugar, también hemos incluido en el proyecto de ley
de contrabando, actualmente en el Parlamento, algunas normas propuestas
por la Unidad de lucha contra el fraude, vinculadas a compatibilizar las
facilidades al libre movimiento de mercancías con la necesidad de
mantener la efectividad del esfuerzo en la represión del contrabando. Hay
elementos como la tributación de las sociedades transparentes al tipo
general del Impuesto sobre Sociedades que también estaban incluidas en
estas propuestas de la Unidad contra el fraude, y esta norma se incluirá
en la modificación de la Ley del Impuesto sobre Sociedades, que, como he
dicho, se enviará al Parlamento de forma inmediata.

En términos operativos hay una serie de actuaciones concretas que yo creo
que son interesantes y que se refieren a la elaboración y distribución de
un manual o carta de derechos de los contribuyentes ante la
Administración tributaria. La finalidad es informar al contribuyente de
los requisitos básicos de los distintos trámites, de los derechos que
existen en los procedimientos, etcétera, de tal forma que el
contribuyente tenga una clara protección en estos casos. Desde luego,
fomentar una mayor participación de los contribuyentes a través de
asociaciones representativas (hay una actuación de la Agencia dirigida a
evaluar, a través de encuestas periódicas, la percepción social que tiene
nuestra opinión pública respecto a la actuación de la Hacienda pública),
mejorar la coordinación entre los distintos departamentos ministeriales a
través del establecimiento de unidades especiales de lucha contra el
fraude que actúen todas en común, el desarrollo y consolidación de las
experiencias internacionales en comprobación inspectora, que son
fundamentales en algunos casos (estoy pensando, evidentemente, ya no sólo
en sociedades o en renta de personas físicas, sino también y sobre todo
en el momento actual en IVA), la inclusión o la mejora de los efectivos
de la Agencia Tributaria y el mejor control de flujos financieros
internacionales, así como el control de entidades no residentes titulares
de bienes inmuebles situados en España, que ha sido también objeto de un
incremento excesivo, en nuestra opinión, en los dos últimos años.

Todo ello nos permitiría ir poniendo en marcha la parte sustancial de las
propuestas de la Unidad contra el fraude, pero espero que en el debate
que se va a producir en esta Comisión sobre ese tema surjan nuevas ideas
y nuevas iniciativas que también den lugar a un perfeccionamiento de la
aplicación del sistema fiscal, a una mejora de las circunstancias y, en
consecuencia, a unos mejores resultados desde el punto de vista de la
actuación de la Hacienda pública. En definitiva, y por resumir, en
nuestra opinión es bastante evidente que la recuperación económica se
sigue consolidando, que nuestra gran apuesta consiste en que esa
recuperación económica sea lo más duradera y lo más intensa posible. Es
cierto que para ello tenemos algunos nubarrones en el horizonte, que
fundamentalmente tienen que ver con déficit y con inflación.

En cuanto al déficit, no habrá desviación de ningún tipo en el año 1994 y
pensamos que hemos adoptado todas las medidas necesarias para que tampoco
exista esa desviación en 1995, e incluso en 1995 creemos que es posible
una mejora del porcentaje de déficit previsto para ese año si los
ingresos son mayores, dado que los incrementos de ingresos van a ir
destinados a la reducción del déficit público. Por supuesto, nos preocupa
enormemente la lucha contra la inflación en el próximo año, y a esa lucha
debe hacérsele frente, por una parte, a través de la propia política
monetaria independiente del Banco de España --la autonomía del Banco va a
ser una garantía para la lucha contra la inflación--, y desde luego a
través de las reformas estructurales que el Gobierno adopte y que
afectarán tanto al déficit como a la inflación y, sobre todo, muy
importante, al comportamiento de los agentes, tanto empresarios como
trabajadores, que deberían ser coherentes con esa filosofía general de
lucha contra la inflación y un mejor comportamiento de precios, que a la
larga yo creo que es beneficioso para todos, tal como nos lo está
demostrando el año 1994.

Si esas condiciones se cumplen --y yo creo que es posible cumplirlas,
todas ellas--, el año 1995 debería ser un año magnífico en cuanto a
creación de empleo y en cuanto a disminución de paro. Con ello
quebraríamos de forma clara la tendencia de los últimos años y
entraríamos en un contexto radicalmente diferente. Es una política
ambiciosa, pero realista, y yo creo que sus fines se pueden cumplir.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que van a intervenir?
Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Señor Ministro, señorías, no puedo decir en esta
ocasión que nos hayamos



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sentido defraudados, porque para sentirse defraudados había que esperar
algo, y estamos en una comparecencia solicitada por el Gobierno; a lo que
hemos asistido en esta primera parte de la mañana ha sido a su solicitud
de comparecencia en esta Comisión de Economía para explicar los proyectos
de su Departamento relativos a la aplicación de políticas económicas en
España en el próximo futuro, en el próximo año. Respecto de eso, lo que
hemos apreciado es que volvemos a estar ante planteamientos vacíos, ante
enunciados genéricos de políticas, e incluso me atrevería a decir, señor
Ministro, que todavía más vacíos y más genéricos que a comienzos de
legislatura, cuando su primera comparecencia sobre esta materia, en
septiembre del año 1993.

Usted ha empezado por recordarnos cuáles son las previsiones del Gobierno
en cuanto a la recuperación de la economía española, ha desarrollado una
larga exposición sobre este motivo, y a continuación lo que ha hecho ha
sido presentar unas líneas que no pasan de ser un esquema, pero un
esquema tan poco comprometido que por eso decía que no sé si cabía
esperar otra cosa. En nuestra opinión, a estas alturas de la legislatura
no cabía esperar otra cosa. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Perdone un momento, señor Montoro. Rogaría a los
asistentes a esta Comisión que, si tienen que intervenir o tienen que
hablar entre ellos, lo hagan o bien fuera o bien con un tono menos
ruidoso.

Puede continuar.




El señor MONTORO ROMERO: Decía que realmente quizás no era lógico
esperar, a estas alturas de la legislatura que tuviéramos más proyectos,
más contenidos y, sobre todo, más explicitación en la política económica,
pero no podemos olvidar que ayer tuvo lugar un encuentro importante para
la continuidad de esta legislatura entre el Presidente de Cataluña, señor
Pujol, Presidente de CiU, el Grupo Parlamentario que está apoyando al
Gobierno, y el Presidente del Gobierno español, señor González, y que, a
tenor de las informaciones que hemos conocido, poco menos que se ha
consensuado un programa de acción económica, pero por lo que vemos el tal
programa sencillamente no existe nada más que en la imaginación, en todo
caso, de alguno de los asistentes a esa reunión o de alguno de los
informadores. Desconocemos dónde está ese programa de política económica,
puesto que lo que hemos escuchado esta mañana no pasa de ser unos
enunciados, decía, vagos, genéricos, que valoraré a continuación.

Quiero, en la primera parte de mi exposición, seguir el orden que ha
diseñado el señor Ministro y referirme, en primer lugar, a la evolución
de la situación económica de España, puesto que ahí están las claves
sobre las que aplicar una política económica diferente a la que está
practicando el Gobierno socialista, precisamente para consolidar la
recuperación económica y, sobre todo, para que esa recuperación económica
consiga ser creadora de empleo.

Respecto de la situación de la economía, de lo que es el balance del año
1994 y lo que va a ser casi con toda seguridad el comportamiento de la
economía en el año 1995, lo que tenemos que recordar, en primer lugar, es
que estamos en una recuperación de la economía mundial. Esto es, estamos
en una consolidación del crecimiento, de nuevas áreas de crecimiento
económico, nuevos países emergentes con fuerza en el mundo, en toda Asia
hay una recuperación económica a la que se está incorporando la India,
por ejemplo, además de consolidarse en donde era ya fuerte, como en
China; estamos asistiendo también a una recuperación económica en buena
parte de Latinoamérica y estamos consolidando la recuperación de los
países del centro y del este de Europa, los países que están superando el
viejo, el falseado esquema del socialismo real y que se están
incorporando con decisión a esta recuperación económica. Europa está
respirando a raíz de ese mejor comportamiento de la economía mundial, y
en esa mejora de expectativas de la economía europea conviene insistir,
porque ahí está una de las claves de la explicación de qué es lo que le
está ocurriendo a la economía española en el año 1994 y lo que puede
seguir ocurriendo en el año 1995. Es la propia recuperación de Europa la
que nos está llevando en volandas, por así decir, a superar la dura
crisis patente en España en el año 1993.

Estamos ante un cambio, pues, del ciclo económico mundial, estamos
saliendo de una crisis económica, de una fuerte depresión económica, pero
lo estamos haciendo con las heridas abiertas por esa crisis económica,
heridas que el señor Ministro ha recordado en parte de su exposición,
pero sólo en parte. Lo que tenemos que advertir es que esa recesión
económica nos ha dejado una destrucción de empleo en España sencillamente
desconocida, esto es, se han destruido en nuestro país 850.000 puestos de
trabajo en poco menos de tres años y se ha elevado la tasa de paro,
medida como hay que medirla, en términos homogéneos a la comparación
internacional, como se ofrece en la encuesta de población activa, a una
cifra cercana al 24,5 por ciento de la población activa.

También en otros países europeos se produce una recesión económica
destructora de empleo, pero en ninguno con la intensidad con que ha
tenido lugar en España, cuando precisamente la nación española tiene
tanta carencia de puestos de trabajo.

Primera huella de esta crisis económica que nos deja el paro. Además,
como usted ha advertido, en el año 1994 la creación neta de empleo no va
a existir en España. Esto hay que decirlo así, con propiedad, puesto que
cuando se habla del comportamiento económico de un año lo que hay que
decir a la sociedad española es lo que va a ocurrir con una economía que
en el año 1994 va a crecer, efectivamente, como usted dice, en términos
de media anual, el 1,7 por ciento, incluso quizá el 1,8 por ciento, pero
ese crecimiento la economía no va a crear empleo en términos netos.

Sería importante que desde el Ministerio de Economía eso se dijera con
esta rotundidad, con esta claridad, a la sociedad española y se
corrigiera a los miembros de otros Ministerios, a los miembros del
Gobierno, que están todo el día lanzando la idea --una idea falsa-- de
que en nuestro país tenemos una creación neta de empleo, cuando se está
confundiendo lo que son meros registros, meras evoluciones



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de un registro como es el paro, con lo que es la situación de una
economía que, a pesar de que se va acercando en crecimientos al 2 por
ciento, no es capaz de crear empleo, señor Ministro. Eso es muy
importante y es la primera lección que deriva de esta evolución del año
1994: qué tenemos que hacer en España para conseguir un crecimiento
económico no sólo suficiente sino más intensivo en empleo. Eso es lo que
nos están diciendo que hay que hacer los organismos europeos, ése es el
resultado de la Cumbre de Essen, que se acaba de celebrar, éste es el
análisis de las reformas estructurales en el mercado laboral, el balance
anual que se va a hacer a partir de ahora a los países comunitarios y
ésta es la necesidad perentoria que afrontamos y sobre la que tenemos que
advertir.

La evolución del mercado de trabajo en España es desanlentadora; ésa es
la situación. La EPA correspondiente al tercer trimestre de este año ha
sido una mala EPA, porque no hay creación de empleo suficiente como sería
de esperar, y ni siquiera estacionalmente. Esta es la situación de este
mercado y por eso decía que es importante advertir a la sociedad española
sobre las cosas que hay que hacer para que en España tengamos, en primer
lugar, un crecimiento económico intensivo en empleo y dejarse ya de la
manipulación de esas estadísticas, de esos registros ofreciendo imágenes
falsas a la sociedad española en cuanto a la intensidad de empleo.

Las cifras van a ser las que son, señor Ministro, y eso hay decirlo, como
usted mismo acaba de reconocer, en términos de media anual. Veremos si en
el cuarto trimestre del año, en la última EPA efectivamente, incluso en
comparación con la desastrosa EPA del último trimestre del año 1993,
vamos a registrar alguna creación neta de empleo en España, pero en este
momento hasta que se pueda poner en duda esta cuestión, a pesar de que,
como usted ha dicho, la economía podría estar creciendo incluso algo por
encima del 2 por ciento en este último trimestre. Eso sí sería muy grave
y estaría advirtiéndonos sobre la naturaleza de las medidas que habría
que aplicar en nuestro país para conseguir --decía-- ese objetivo
fundamental de la creación neta de empleo.

En segundo lugar, lo que nos ha dejado esta crisis es algo que usted ha
reconocido también explícitamente esta mañana, como es que estamos
saliendo de una recesión muy profunda, de una caída de demanda muy
profunda, en la que además se ha producido una devaluación de la peseta
de más de un 20 por ciento, cuando eso es una ganancia de competitividad
importantísima para cualquier economía. Estamos saliendo de esa recesión
--decía-- con un déficit comercial negativo que este año 1994
difícilmente va a bajar del 3 por ciento del producto interior bruto y
que, como usted ha señalado, vamos a registrar un déficit de balanza por
cuenta corriente --y en esto le corrijo, señor Ministro--, no por
operaciones financieras, como usted ha dicho, sino por el resarcimiento,
por el pago de rentas de las operaciones financieras, de las operaciones
de inversión, de las operaciones de cesión de ahorro internacional a la
economía española. Eso va a provocar efectivamente que, a pesar de haber
registrado un magnífico año turístico, sigamos teniendo en España un
déficit por cuenta corriente que lo que nos está diciendo es lo que usted
ha dicho. Lo que ocurre es que ha bajado el tono de voz, pero ese tono de
voz hay que elevarlo cuando se advierte de los problemas sobre los que
hay que actuar en una economía y en una sociedad. Eso se llama baja
competitividad de la economía, a pesar de la devaluación de la peseta,
que no vamos a poder seguir practicando, a pesar de la intensísima y
desconocida anteriormente en nuestra historia caída de la demanda
interna. Eso quiere decir que España no tiene capacidad de competir con
éxito frente a sus socios europeos. Además, y especialmente, seguimos
registrando un déficit muy importante respecto del resto de Europa, y eso
lo que quiere decir es que tenemos una economía muy poco competitiva.

En tercer lugar, lo que nos ha dejado la crisis y lo que nos ha dejado
una determinada acción de Gobierno (insisto en este elemento, puesto que
es la causa explicativa fundamental de esa acción) es un déficit público
y un incremento de deuda pública que en estos momentos se ha convertido
en el problema técnico número uno que tiene la economía española por la
presión que ejerce sobre los mercados financieros, por el desequilibrio
que produce en esos mercados financieros y, en concreto, por la presión
que ejerce sobre los tipos de interés en nuestro país.

Ese déficit público que estamos registrando y ese incremento de deuda
pública lo que están reclamando es la financiación al ahorro interno por
parte del sector público, que está absorbiendo y actuando como una
esponja, que lo que hace es restar recursos de esos ahorros internos y de
la aplicación de la demanda del ahorro exterior de nuestra economía, que
no nos llega y que cada vez nos exige más. Eso es lo que estamos pagando
muy caro y por eso usted no se tiene que asombrar de que el diferencial
de tipos de interés que tenga que soportar nuestra economía --ese 3,8,
esos 380 puntos-- lo que nos está diciendo es que la economía española es
la peor situada de las economías europeas en la clasificación de esos
mercados financieros internacionales. No se tiene usted que asombrar de
esto, puesto que lo que están haciendo esos mercados financieros es
valorar estos elementos, esta gravedad de la crisis en términos de paro,
de pérdida de competitividad y sobre todo de crecimiento de un déficit
importante y del crecimiento de la deuda pública, como está ocurriendo en
nuestro país.

Esa es la causa, añadido a un riesgo político importante, como están
apreciando esos mercados financieros. ¿Dónde leen esos mercados
financieros que está el riesgo político? En actos como el de esta mañana,
señor Ministro, en actos en donde el Gobierno no precisa sus actuaciones
en materia de política económica, en actos donde este Gobierno no tiene
ideas, no tiene capacidad de llevar adelante las reformas estructurales.

Por cierto, ni este Gobierno ni sus socios de Gobierno, los que le
prestan ese apoyo parlamentario para la recuperación económica, que lo
que no hace es traernos... (Risas y rumores.)



El señor PRESIDENTE: Señor Montoro, diríjase al compareciente, no
establezca un fuego cruzado que posiblemente va a obligar a pedir la
palabra al representante del Grupo Catalán.




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El señor MONTORO ROMERO: Señor Presidente, me explico. Es que cuando se
habla...




El señor PRESIDENTE: Le entiendo perfectamente, señor Montoro, pero lo
hace con tal énfasis que ya olvida que la Mesa y la Presidencia están
aquí. (El señor Homs i Ferret: ¡No te metas conmigo!)



El señor MONTORO ROMERO: Decía que realmente cuando se apoya la
gobernabilidad de un país es porque se pretende sostener la recuperación
económica sobre la aplicación de unas políticas económicas. Esto es lo
importante y para eso reclamo la responsabilidad de quienes soportan la
gobernabilidad de España en función de la aplicación de esos planes
económicos, que son los que queremos conocer de una vez por todas,
primero, para valorarlos y, después, para completarlos, y ahora me
referiré a la actitud del Grupo Popular a ese respecto.

Quería insistir en que ésa es la crisis económica que hemos vivido, éstas
son las huellas de esa crisis económica y esto es lo que tenemos que
superar. Estamos ante esa recuperación que está debilitada, como hemos
dicho desde el primer momento --y en esto nuestro discurso es coherente
desde hace bastantes meses--, en primer término por el riesgo de una
inflación que no se corrige, que no somos capaces en España de domeñar,
de doblegar. Esto es muy importante, porque lo que estamos haciendo
cuando fracasa el objetivo de inflación del año 1994, señor Ministro, es
corroborar las expectativas, en este caso negativas, de los agentes
económicos en relación con la evolución de los precios de la economía. Lo
que estamos haciendo es dar la razón a los que dicen que la inflación no
se va a corregir porque no hay elementos sustanciales para su corrección.

Usted ha hecho esta mañana un llamamiento que expresa la paradoja en la
que están insertos. Les están diciendo los mejores analistas económicos,
españoles e internacionales, que los Presupuestos de 1995 contienen
elementos inflacionistas, en concreto la subida de los tipos de los
grandes impuestos indirectos. Eso es lo que le están diciendo esos
analistas y usted responde que piensan que eso no es así, pero no enseñan
los estudios técnicos que avalen que eso no sea así. Y a continuación
decimos que lo que sí es importantísimo para conseguir el objetivo de la
inflación es que se lo crean los agentes económicos. Perfecto. Es decir,
no les damos las condiciones, pero les pedimos fe en el objetivo de
inflación. Lo que estamos diciendo a los trabajadores españoles es que el
año que viene o soportan una pérdida de poder adquisitivo o no se
cumplirá el objetivo de inflación. Esto es lo que les estamos diciendo.

Se lo he traducido a otro lenguaje, pero eso, señor Ministro, es grave
cuando no se están sentando las condiciones para que efectivamente esta
fe sea algo más que un noble sentimiento y se asiente en realidades
específicas. No se puede pedir que se cumpla el cuadro macroeconómico
sobre una previsión. Además, fíjese, le voy a dar la razón. ¿Sabe por qué
se puede producir una nueva pérdida de poder adquisitivo el año que viene
en los salarios en España? Por el miedo a perder el puesto de trabajo,
porque va a seguir existiendo el año que viene esa desconfianza en la
fijeza y en la seguridad de los puestos de trabajo. Eso va a seguir
funcionando así el año que viene. Y le voy a dar una segunda explicación
de por qué se puede producir una moderación de salarios el año que viene.

Porque en la negociación colectiva se está negociando el aplazamiento de
buena parte de la reforma laboral, incorporada y trasladada a la
negociación colectiva. Es decir, en esa negociación colectiva se está
cambiando crecimiento bajo de salarios por la no aplicación de elementos
sustanciales de la reforma del mercado laboral, con lo que estamos
haciendo en España que esta reforma del mercado de trabajo que aprobamos
en esta Cámara --y el Grupo Parlamentario Popular con su voto ha
facilitado esa aprobación-- no entre en vigor, y ésta es una de las
cuestiones claves, señor Ministro, para que no tengamos en España una
mayor creación de empleo. Eso es lo que está ocurriendo, y usted lo sabe
tan bien o mejor que yo por la información de la que dispone. Todo esto
va a hacer que el año que viene, en la negociación, se pueda producir una
moderación de salarios que se va a ver perjudicada por el incremento de
los impuestos indirectos y a la que no se añadirá nada por la bajada del
Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, que lo único que hace es
deflactar --y ni siquiera completamente-- las tarifas del IRPF --ya
veremos lo que hacen las retenciones a cuenta; esperemos que se
correspondan con la deflactación de las tarifas--, pero no insuflar más
renta disponible a las economías familiares, sino que éstas el año que
viene van a ver disminuida su capacidad adquisitiva por el incremento de
los impuestos indirectos, nuevo mérito que, como venimos insistiendo en
esta Cámara, hay que adjudicárselo a sus colegas de sostenimiento
parlamentario.

Otra amenaza, señor Ministro, en lo que va a ser la recuperación de la
economía española, está en el sector exterior, y con eso enlazo con la
idea que ya he anticipado sobre la prima de riesgo. El año que viene, en
una hipotética recuperación de la demanda, que podría darse en términos
relativamente modestos, como son los que se plantean en el cuadro del
Gobierno, lo que va a ocurrir es que vamos a seguir demandando al resto
del mundo ahorro, vamos a seguir pidiéndole capitales al resto del mundo,
y lo que no podemos olvidar es que en esa recuperación económica mundial
el ahorro, el capital es un bien cada vez más escaso, y vamos a tener que
pagar altos tipos de interés el año que viene. Ese es un grave riesgo
para la continuidad de la recuperación de la economía española. Puede
ocurrir perfectamente que incluso los tipos de interés el año que viene
tiendan a subir en nuestro país. Esto ya lo están descontando los
mercados financieros, señor Ministro, no estamos aquí haciendo
pronósticos agoreros de nada. Los mercados financieros ya han descontado
una subida de tipos de interés a corto en nuestro país, entre otras cosas
porque la curva de rentabilidades entre corto y largo plazo es excesiva
en estos momentos, y están descontando una actuación del Banco de España
también, pero eso ya se verá con el tiempo, en el ejercicio de su
autonomía. Esta es la situación y, por tanto, aquí nada más que estamos
reconociendo verdades que ya están imperando en el mundo económico y
financiero y que son verdades que en sí mismas constituyen una amenaza
para la continuidad de esa recuperación.




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Esa recuperación amenazada se llama, en definitiva, crisis política, que
es necesario despejar como primera incógnita, precisamente para sostener
una recuperación y, sobre todo, unos procesos de inversión. En tanto no
se despeje esa crisis política no va a ser fácil y no va a ser duradera
la recuperación, porque esta crisis política de escándalos de corrupción,
de escándalos financieros afecta a los medios económicos. Esto hay que
decirlo con toda claridad, señor Ministro, afecta a los medios económicos
y retrae las inversiones en esos medios económicos, y eso no es algo que
se resuelva con encuentros en la Moncloa sino con acciones concretas de
gobierno que resuelvan y den por finalizada esta erupción continua de
corrupciones, escándalos, etcétera, que a través de sus procesos
judiciales suponen una amenaza para la continuidad de la recuperación
económica, como igualmente suponen una amenaza la permanencia de
desequilibrios básicos, a los que ya me he referido, la permanencia de
una inflación relativamente alta, la incursión en una importante --no tan
importante como lo fue históricamente-- necesidad de financiación de
nuestra economía, una apelación al ahorro exterior relativamente
importante y --éste es un punto fundamental en el que debemos insistir--
nuestra posible divergencia con Europa. Europa se recupera, pero la
economía española, en primer lugar, no se está recuperando al mismo ritmo
que la economía europea, y, en segundo lugar, no estamos cumpliendo los
criterios de convergencia de Maastricht. En este sentido queremos hacer
una advertencia sobre lo que puede significar la recuperación europea, y
usted, señor Ministro, como miembro de los órganos comunitarios, lo sabe
mejor que los representantes de este Grupo Parlamentario.

El riesgo es que esta recuperación en Europa se aproveche para acelerar
la Unión Monetaria Europea. El riesgo es que se llegue a esa Europa de
varias velocidades y que España no esté en la primera velocidad, como
usted ha advertido aquí cuando ha enunciado el objetivo de los
presupuestos de 1996, cuando usted ha advertido sobre la dificultad que
tendrán esos presupuestos en cuanto a reducción del déficit público. Pero
si no cumplimos por lo menos esos niveles de déficit público no vamos a
estar, de ninguna manera, en la primera velocidad de la Unión Monetaria
Europea, y eso sí que es negativo para España y significa perpetuar un
diferencial de primas de riesgo que es muy peligroso para la continuidad
futura de esa recuperación económica, la divergencia económica con Europa
especialmente en este momento de recuperación. Queremos insistir en este
concepto, señor Presidente, porque es un concepto fundamental. Los países
europeos están saliendo de la recesión y van a aprovechar para cerrarse
en una Unión Monetaria Europea a varias velocidades o para constituir un
núcleo duro. Por ello están advirtiendo sobre la necesidad de aprovechar
esta recuperación económica para aplicar las reformas estructurales en
los países que faciliten el acceso a la tercera fase de la Unión
Monetaria Europea, por eso lo están advirtiendo. Los informes
internacionales, de todos, de la Comisión en primer término, también de
la OCDE, también del Fondo Monetario Internacional, son muy claros a ese
respecto. O se aprovecha lo que ha sido la lección de la recesión que
hemos vivido para aplicar esos ajustes que conduzcan en este caso, para
un país como el nuestro, a la integración en esa Unión Monetaria Europea
o estaremos perdiendo una auténtica oportunidad histórica.




El señor PRESIDENTE: Vaya terminando, señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Señor Presidente, le ruego que sea magnánimo en
la aplicación de los tiempos. (El señor Padrón Delgado: ¿Todavía más?) Es
el primer debate de estas características que está teniendo lugar en la
Comisión de Economía desde que se constituyó. Como usted decía, este
debate ha tenido lugar por acumulación de temas, es un debate importante
el que hoy estamos celebrando aquí, y por ello necesitamos una cierta
holgura para exponer las tesis fundamentales de nuestro Grupo
Parlamentario a este respecto sobre lo que significa esa recuperación.

Esta recuperación la vemos amenazada por esos tres elementos
anteriormente mencionados: crisis política no resuelta en nuestro país,
con la fragilidad de los apoyos que está recibiendo este Gobierno;
desequilibrios básicos permanentes, incluso con posibilidad de
incrementarse, como sería el caso de la inflación; divergencia con
Europa. Además --y éste es otro tipo de consejo, señor Minis-tro--,
ustedes, desde el Gobierno, no pueden estar insistiendo continuamente en
que la recuperación económica es ya una realidad, porque lo que están
haciendo cuando dicen esto es --se supone-- crear expectativas positivas,
pero están defraudando a una parte de la sociedad española, porque usted
sabe perfectamente que el ciudadano medio español no puede haber sentido
la recuperación económica actual, porque no ha mejorado su renta
disponible, porque no ha mejorado su expectativa de empleo, porque no ha
mejorado su carga fiscal, porque no han mejorado las transferencias del
sector público y, por tanto, cuando desde la política, en este caso desde
el Gobierno se insiste en que ya estamos en esa recuperación, aparte de
que eso sería técnicamente correcto, socialmente sería incorrecto, porque
no se puede decir esto a unos ciudadanos que no viven mejor, sino que, al
revés, incluso ven que todavía los elementos fundamentales de lo que ha
sido la crisis continúan vivos. Eso es lo que explica la falta de
confianza en el futuro que, a su vez, justifica un comportamiento
vacilante del consumo privado en España, por ejemplo, que, como usted
reconoce, lo sigue teniendo.

Nos vemos, pues, urgidos a alumbrar un nuevo modelo de crecimiento
económico para España, y en ese sentido lo que tenemos que hacer es
aprovechar la lección del pasado, que todavía está, decía, ha dejado sus
huellas sobre nosotros, tenemos que aprovecharla, y lo que significa esa
lección en definitiva es que tenemos que hacer una segunda transición en
España, y esta transición se llama una transición hacia una economía más
competitiva, hacia una economía más libre y hacia una economía construida
sobre supuestos de política económica completamente diferentes a los
supuestos que hasta ahora han venido funcionando.




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Si no es así, no vamos a ser capaces de crear empleo en la cuantía que
necesita nuestra sociedad. Usted se asombraba de los comportamientos de
la población activa, pero ¿sabe por qué no crece la población activa?
Porque los españoles no se muestran dispuestos a incorporarse en una
población activa en la que no encuentran posibilidades de empleo. Usted
sabe perfectamente que lo que motiva una normalización en el crecimiento
de la población activa, que el crecimiento de la población activa sea
igual al crecimiento vegetativo de la población, es que se normalice el
mercado de empleo. Y lo que le está diciendo ese tercer trimestre de la
EPA es que esa sensación no existe en la sociedad española, eso es lo que
le está diciendo, en un trimestre muy bueno para esta creación, por
razones estacionales, del empleo. Eso es lo que le está diciendo ese
comportamiento de la EPA, y ésa es la causa, porque, en definitiva, de lo
que está advirtiéndonos es de que en España seguimos teniendo por delante
esa creación de empleo como elemento fundamental. Para esa tarea lo que
tenemos que hacer es realizar una serie de reformas estructurales. Lo que
usted nos ha traído aquí --y nosotros vamos a invitarle a que lo
complete-- es este planteamiento de reformas estructurales, porque le
decía en primer término que ha venido usted con menos bagaje de lo que
vino en septiembre del año 1993, lo que es bastante negativo; es
expresivo de la debilidad de ete Gobierno, evidentemente es expresivo de
los problemas que tiene este Gobierno para hacer políticas económicas
coherentes con la situación, y es expresivo porque, en definitiva, la
base social del Gobierno se está resintiendo y así es muy difícil
explicarle desde el Gobierno a la sociedad española lo que hay que hacer
en materia de política económica, así es imposible explicarle lo que hay
que hacer, con esa continua debilidad política del Gobierno.

Decía que ya no tenemos tiempo material, señor Ministro. Estamos
perdiendo un tiempo precioso para aplicar esas reformas estructurales. El
tiempo cuenta, como usted sabe mejor que nadie, en lo que es la
incorporación de España a la Unión Monetaria Europea; el tiempo cuenta a
la hora de consolidar la recuperación. No pueden ustedes estar soñando
con una recuperación que venga de una expectativa generada en la sociedad
de la nada. Tenemos que asentar esa expectativa y eso se llama reformas
estructurales. Usted nos ha venido con un enunciado de reformas que se
refieren a, por ejemplo, la limitación del fraude fiscal, pero no toca lo
esencial de lo que causa ese fraude fiscal, no toca la naturaleza del
fraude. Usted pretende, a través de elementos represivos, que ni siquiera
podemos llamarlos así porque la ley del delito fiscal es bastante más
relativa que eso, usted, en definitiva, a través de planteamientos
normativos deslavazados, pretende corregir este problema que usted sabe
que está causado por la mala relación entre la Hacienda y el
contribuyente y, en definitiva, está causado por el agobio que sufre ese
contribuyente a través de una fiscalidad que no entiende y que desde
luego no se corresponde con la calidad de los servicios públicos que ese
contribuyente recibe y que además es una fiscalidad que lo que hace es
encarecer el uso del factor trabajo en nuestra economía, es decir, que
penaliza el empleo y que, a su vez, también penaliza el ahorro y la
inversión en nuestro país.

Usted, en vez de traer aquí una reforma tributaria, lo que nos trae son
elementos parciales de lo que sería una lucha contra el fraude. Alguno de
esos elementos serían positivos si se correspondieran con un concepto de
reforma tributaria, pero no vemos esto. Vemos un anuncio de que nos trae
un anteproyecto de la ley del impuesto sobre sociedades que realmente
parece que se lo están extrayendo de lo más profundo de su ser al
Gobierno, cuando ese sería un elemento básico, elemental, de una reforma
tributaria completa precisamente para hacer una economía más competitiva,
más inversora y, a través de este mecanismo, más creadora de empleo, con
lo que nos tememos que tampoco el contenido específico de ese proyecto
esté a la altura de las circunstancias, de las necesidades que tenemos
delante.

No nos trae, en definitiva, un conjunto de reformas estructurales, no nos
trae la reforma del gasto público, no nos trae prácticamente nada. Nos
trae menos que en septiembre del año 1993, cuando nos habló de una
reestructuración de los organismos públicos, de los entes públicos. No
trae nada de esto hoy día, seguramente convencido de la dificultad de
llevarlo adelante, pero ése no es un argumento para no realizar una
racionalización del sector público, sin la cual realmente no vamos a ser
capaces, ni usted ni nadie, de contener un gasto público que está montado
sobre los lomos de la inercia y que se deja llevar por este modelo
presupuestario que es el que está causando los graves problemas de
política económica que estamos padeciendo.

Acabo constatando la necesidad de que en España haya una explicitación
mayor de medidas de reforma económica; de que conozcamos mejor las
intenciones del Gobierno, por ejemplo, respecto de esa Carta de derechos
del contribuyente. ¿Qué es esa Carta de derechos del contribuyente, un
enunciado de principios o va a tener carácter normativo, por ejemplo? ¿De
qué reforma de la Ley General Tributaria nos habla, señor Ministro: de la
reforma parcial que estamos conociendo, o estamos hablando de una reforma
global de la Ley General Tributaria? ¿De qué estamos hablando? Todavía no
somos capaces de conocer --supongo que nadie que siga racionalmente estos
procesos de evolución económica lo será-- los contenidos fundamentales en
cuanto a proyectos económicos del Gobierno.

Con independencia de que reservo para después, cuando el señor Ministro
conteste --que supongo que intentará ser algo más explícito--, explicar
cuáles serían las líneas maestras de esa reforma estructural en política
económica que hace falta en España, acabo insistiendo en una idea que es
la posición del Grupo Parlamentario Popular en materia de reformas
económicas, que es la misma idea que hemos sostenido desde el comienzo de
esta legislatura.

Señor Ministro, nuestro Grupo Parlamentario está dispuesto a apoyar la
realización de aquellas reformas estructurales que son necesarias para
consolidar la recuperación económica, y lo hacemos desde un sentido
elemental de responsabilidad, lo hacemos desde el convencimiento de que
entendemos que en España no va a ser posible llevar a



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cabo las principales reformas estructurales de nuestra economía sin
nuestro concurso, y nuestro concurso está brindando desde el primer
momento de esta legislatura; sería un concurso mucho más franco, mucho
más sincero y mucho más completo que el que le están brindando desde
fuerzas que no son coherentes con los objetivos que dicen o anuncian
cumplir. Esta es la disposición de este Grupo en relación con las grandes
reformas económicas que necesita nuestro país, desde ese convencimiento,
decía, en primer lugar, de que hoy, dadas las preferencias de la sociedad
española en relación con el Grupo Parlamentario Popular, en relación con
el Partido Popular, en relación con nuestro proyecto político, dados los
resultados de los últimos comicios electorales, sabemos que en este
momento la estabilidad, la gobernabilidad tiene que nacer de esa
disposición del Partido Popular en relación con el cambio profundo de
nuestra economía para consolidar la recuperación. Ahí está nuestra
postura, es la postura que hemos brindado desde el principio de esta
legislatura. Esta es la postura que explica las diferentes iniciativas
traídas por este Grupo a la Cámara, iniciativas rechazadas
sistemáticamente por el Grupo Parlamentario Socialista y por sus socios
de coalición parlamentaria. Quiero insistir en este momento, en un
momento de preocupación, a la que nos mueve lo que hemos oído esta
mañana, sobre lo que es esa postura, cuyos contenidos exactos con mucho
gusto en otra intervención podemos explicitar, de cara a lo que se debe
hacer en términos de reformas económicas.




El señor PRESIDENTE: Señor Montoro, cogiéndole la frase que ha dicho en
varias ocasiones, el tiempo cuenta, también cuenta para los grupos
parlamentarios.

Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió). (Pausa.)



El señor HOMS I FERRET: Yo encantado, pero no sabía qué orden se seguía.




El señor PRESIDENTE: Seguimos el orden tradicional.

Tiene la palabra el señor Homs.




El señor HOMS I FERRET: La verdad es que en su intervención el señor
Montoro no ha dicho nada positivo, es curioso, no ha dicho nada positivo,
nada. Comprendo su reflexión política, la entiendo, pero al analizar la
situación económica y valorarla frente al Ministro de Economía, la verdad
es que podíamos ser un poco más ajustados a la estricta situación de la
economía. No ha dicho usted nada positivo, nada. Oiga, algo va bien en la
economía, díganlo también ustedes; ayudarán a que la economía mejore
diciendo también si algo va bien. Luego, digan lo que no les gusta que
vaya bien, o lo que no les gusta que vaya mal, para que se pueda valorar
políticamente; pero algo va bien en la economía, al menos así lo dicen
los agentes económicos y sociales y los comentaristas, los analistas y
todos los responsables económicos del país y de la Unión Europea. Las
cosas van un poco mejor, entérense ustedes, van un poco mejor, no todo lo
que desearíamos, de acuerdo; estamos en ello, ponemos nuestro empeño
político en hacer que las cosas vayan un poco mejor cada mes, cada
semana, cada año.

Mi Grupo político, señor Montoro, me manda al Congreso de los Diputados,
pasando por una elecciones en las que me votan los ciudadanos para que
venga a esta Cámara para resolver problemas, no para pelearme con usted,
no para enzarzarme en peleas estériles. No tengo por misión pelearme con
los grupos parlamentarios, y no lo digo por hoy, es que no lo hemos hecho
nunca: nunca hemos venido a esta Cámara a pelearnos entre los grupos
parlamentarios, entre otras cosas, porque entiendo que el ciudadano no
nos pide que hagamos esto. Nos pide que pongamos nuestro esfuerzo,
intentemos adoptar decisiones políticas y que adoptemos compromisos para
resolver los problemas del país. Este es el propósito que los ciudadanos
nos exigen, y en eso estamos, en eso está mi Grupo político. En materia
económica estamos intentando sacar adelante la situación económica, que
es preocupante, pero que, señor Montoro, está un poco mejor que el año
pasado. Digámoslo al país, porque si no, al final, la gente tampoco nos
va a creer si no decimos que las cosas van un poco mejor que en años
anteriores.

Señor Ministro, la misión de mi intervención es relacionarme con usted,
no con el portavoz del Grupo Popular, pero es que me ha invitado en su
intervención en varias ocasiones a hacer este preámbulo. Quiero
agradecerle la información que ha expuesto a la Comisión. En estos
diecisiete meses, señor Ministro, desde que empezó esta legislatura, se
ha hecho mucho en materia económica, eso no lo puede discutir nadie en
España. En diecisiete meses se han tomado muchas decisiones en materia
económica, muchas. ¿Todas las que se tendrían que haber tomado, a juicio
de nuestro Grupo? No, ni mucho menos, pero en diecisiete meses, señorías,
se han adoptado muchas decisiones. Ahora no podríamos hacer un balance de
ellas. Lo haremos si llegamos al final de la legislatura, y mi Grupo está
interesado en llegar al final de la legislatura, no por mantener esa
situación estructural política, sino porque intentemos no perder el
tiempo, ya que el tiempo cuesta, señor Montoro, y porque debemos intentar
aprovechar al máximo esa posible recuperación que le llega a la economía
española por procesos externos pero también por procesos internos.

El cambio de política monetaria no ha sido estéril en la economía
española. El bajar seis puntos los tipos de interés no ha sido estéril en
la economía española. El adoptar cambios en la política laboral no ha
sido estéril en la economía española. El introducir cambios en la
política fiscal, que se hacen uno detrás de otro porque todos no se
dirigieron, señor Montoro, todos de golpe, como ustedes proponen, no se
digieren, se adoptan uno detrás de otro... (Risas.)



El señor PRESIDENTE: Señor Homs, ha prometido que se iba a seguir
dirigiendo al Ministro a través de la Presidencia, que es el canal
habitual del comportamiento parlamentario. Como veo que cada vez se van
juntando más sus señorías, no sea que vaya a tener que bajar a
separarlos. (Risas.)



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El señor HOMS I FERRET: Es que la invitación ha sido tan plausible que me
desvío, señor Presidente. Tiene usted toda la razón.




El señor PRESIDENTE: Pensé que con su primera intervención había quedado
zanjado ya.




El señor HOMS I FERRET: Señor Ministro, la verdad es que nuestra posición
política, que usted conoce, es intentar recuperar el tiempo perdido y
revisar la política económica para reorientarla a un objetivo: que la
economía española sea más competitiva cada mes, cada año. Recuperar
competitividad es el objetivo elemental de todas las actuaciones en
materia económica y reorientar la política económica hacia este propósito
es el objetivo más importante al que conducen todas las actuaciones que
nuestro Grupo y entiendo que también el Gobierno están realizando.

Señor Ministro, escuchadas todas las reformas y las anunciadas inciativas
legislativas que nos ha expuesto usted hoy, quisiéramos trasladarle
algunas observaciones, observaciones que van en la dirección de lo que
hay que hacer en el año 1995. Estamos ya cerrando el año 1994 y, por
cierto, quiero también apuntarle que nos felicitamos de que por primera
vez se ejecute de forma fidedigna la previsión presupuestaria del año
1994; es decir, se cerrará en España un ejercicio presupuestario que se
va a ajustar estrechamente a las previsiones iniciales aprobadas por esta
Cámara, lo cual creo que es un valor importante. Es más, vamos a reducir
el déficit público de una forma efectiva en este ejercicio de 1994, lo
cual creo que también es un dato y un valor a destacar. Para 1995 quiero
reseñarle que hay que continuar la política monetaria iniciada. Es decir,
no puede desviarse a lo largo de 1995 la política monetaria iniciada en
esta legislatura. Hay que mantener los tipos de interés o bajarlos, si es
posible; para ello entiendo, señor Ministro, y comparto su preocupación,
que el objetivo es contener el déficit público, es decir, política de
contención presupuestaria, de limitación del gasto, de reducción del
déficit público. Celebro y aplaudo la decisión política que ha tomado el
Senado en los últimos días de afectar toda la sobrerrecaudación de
ingresos que pueda realizarse a lo largo del ejercicio presupuestario de
1955 para que se destine a reducir el déficit público. Es una medida
francamente importante que tendrá su incidencia positiva en la contención
del déficit público; medida que tomamos el Partido Socialista y el de
Convergència i Unió y espero que el Partido Popular se sumará a ella,
porque también se había manifestado en esta dirección, lo espero.

(Risas.) Señorías, señor Presidente, que en España, por primera vez, se
tome un compromiso político incorporado en la Ley de Presupuestos para
que la sobrerrecaudación de ingresos se destine obligatoriamente a
reducir el déficit público es una noticia importante.

La segunda cuestión que quisiera trasladarle, señor Ministro, es que
espero que se cumpla también el presupuesto para 1995 y que lo hagan
ustedes con el mismo rigor que el del año 1994. De lo contrario
tendríamos algunos problemas, porque podríamos generar desajustes e
incidencias en la marcha de la evolución económica.

Hay que avanzar, señor Ministro, tercer aspecto, en los cambios de
política fiscal. Muchas son las medidas que se han adoptado ya en ese
campo. Ha anunciado usted la Ley General Tributaria, ya la tenemos en la
Cámara, es verdad, es muy importante porque puede abrir un nuevo campo de
reforma en el marco tributario; será un debate importante el que
tendremos en esta Comisión. Ha anunciado usted el anteproyecto de ley de
reforma del delito fiscal, sin duda un tema puntual pero también
importante. Ha anunciado usted, y creo que también es importante, el
nuevo Impuesto sobre Sociedades, que pensamos que es básico. El nuevo
Impuesto sobre Sociedades en 1955 es un elemento fundamental de la
política económica que debe desarrollarse en los próximos ejercicios. Ese
nuevo Impuesto sobre Sociedades va a determinar un nuevo campo de
orientación del elemento básico que es la competitividad en la economía
española. Creo que el plan de lucha contra el fraude es una buena
iniciativa que integra iniciativas legislativas y acciones
administrativas. Creo que también es importante, porque no podremos subir
los impuestos, como se está diciendo, y tendremos que bajarlos, pero
habrá que extender la base del contribuyente. La Ley de Medidas Fiscales
y la Ley de Presupuestos es un buen marco fiscal donde pueden
incorporarse revisiones importantes.

Cuarto aspecto, las reformas estructurales que usted ha anunciado en
algún campo y que yo quisiera complementar en otros. Ley de seguros
privados, sin duda una ley importante también que va a tener incidencia
en un sector básico para el buen desarrollo de la economía española. En
esta ley hay que defender los intereses de la economía española. La
adaptación a la directiva comunitaria no debe permitir desproteger la
realidad económica española en este sector para ponerla en posiciones más
favorables para las empresas europeas. Quisiera trasladarle nuestra
preocupación ante esta ley, porque en ella hay algunos elementos con los
que no estamos plenamente conformes, que nos preocupan. Es una ley que
venimos arrastrando hace mucho tiempo en esta Cámara y es una ley que
finalmente deberíamos cerrar de forma que no afecte negativamente a la
actividad propia de los intereses españoles en este ámbito. La ley de
colegios profesionales es una ley inquietante, importante. La ley del
sector de la energía eléctrica, que no ha mencionado porque no está en su
ámbito ministerial, también es importante, porque de ella se desprenderá
la posibilidad de bajar los costes de este elemento de la economía
española.

Luego, señor Ministro, se ha olvidado usted de otras cosas; quizá no es
que se haya olvidado, es que no ha podido decirlas todas. Pero quiero
poner el acento en dos o tres, y con ello termino, señor Presidente.

Reforma de sistema de financiación de la Seguridad Social, tema que
también hay que afrontar en 1955. Está iniciado en el marco de una
ponencia en el Congreso de los Diputados, pero la conclusión tiene que
llegar en 1955 y la instrumentación de los efectos de estas conclusiones
tiene que ponerse en funcionamiento en ese mismo año. Usted sabe, señor
Ministro, que la preocupación es, por un lado, garantizar que
financieramente se van a poder atender todas la necesidades económicas
del sistema público de pensiones,



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y, por otro lado, liberar de costes al sistema productivo para que el
empleo no esté excesivamente gravado, para poder favorecer la creación de
empleo, para que la creación de empleo no soporte un coste adicional que
deberíamos repartir entre todos los españoles. La financiación de la
sanidad debe descansar en un sistema impositivo que sea general en todo
el país, no solamente en los diez o doce millones de personas que
trabajan.

Segunda cuestión, reformas para combatir la morosidad, señor Ministro.

Algunas medidas se han tomado, pero quiero insistir en que si en España
no se cumple, no se paga y no se cobra en el momento en que se debe
hacer, la economía del país no va a funcionar. Dar mayor seguridad
jurídica para el cobro es un propósito y un objetivo. Para ello hay que
adoptar algunas reformas importantes, no solamente económicas sino
también jurídicas, en el ámbito de instrumentar procesos más automáticos
en el sistema de dar mayores garantías para combatir la morosidad. La
morosidad es un problema muy importante para la buena marcha de la
economía. Ahí, señor Ministro, también tendríamos que adoptar algunas
decisiones en 1995.

Medidas para favorecer el ahorro y la inversión, especialmente en el
campo de la revisión de lo que deben ser los instrumentos fundamentales
de ahorro en España. Entro en algunos cambios que habría que adoptar en
el sistema financiero, fondos de pensiones, instrumentos de inversión
colectiva, para poder poner realmente al día estos instrumentos que
canalizan el ahorro en España y posteriormente la inversión, porque de
ello depende que la economía y su crecimiento se financie con cargo a
nuestras propias capacidades, no con cargo a las de otros países. En
síntesis, éstas son las observaciones que quería transmitirle.

También quiero indicarle, señor Ministro, que continuará siendo objetivo
político de nuestro Grupo el diálogo con el que hasta la fecha se ha
conducido la relación entre el Grupo Parlamentario que represento y el
Grupo Parlamentario Socialista, así como el diálogo con el Gobierno para
poder ir adoptando de forma progresiva todas las medidas posibles que
incidan de forma positiva en la recuperación de la economía productiva en
España. En ese sentido, estamos esperanzados en que esta labor iniciada
pueda continuarse para bien de todos los ciudadanos, que vean al cabo de
unos años cómo se ha reconducido realmente la economía, la cosas van
mejor y el progreso de la sociedad van avanzando.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, tiene la palabra el señor Espasa.




El señor ESPASA OLIVER: Quisiera comenzar mi intervención señalando lo
que, a nuestro parecer, enmarca el cambio de situación económica en
nuestro país. Se ha dicho varias veces en esta Comisión, pero creo que es
importante subrayarlo. Creo que hemos pasado de una opción básicamente
equivocada del anterior Ministro de Economía y del Gobierno socialista
cuando gobernaba en mayoría absoluta, equivocada en cuanto a la opción de
convergencia con Europa, una opción de convergencia que criticamos
repetidamente y que se podría sintetizar en tres aspectos. Convergencia
estrictamente monetaria, con un tipo de cambio alto y fijo de la peseta y
con altos tipos de interés en nuestro país. Esto, sin un fondo de
compensación entre las distintas monedas europeas --no lo digo yo, ha
sido la realidad la que lo ha dicho-- era un error, como la propia
realidad ha demostrado, produciendo un descenso en el tipo de cambio de
la peseta, produciendo una devaluación que no ha sido iniciativa política
del Gobierno sino obligación de los mercados y de la situación económica
del conjunto de la Comunidad Europea, ahora Unión Europea, debido a este
inicial error de enfoque en la forma de aproximarnos a Europa: una
convergencia estrictamente monetaria, un tipo alto y fijo de la peseta,
unos altos tipos de interés, de remuneración del dinero en nuestro país.

En la medida en que esto ha cambiado y que se ha producido una importante
devaluación de la peseta --el 20 por ciento, como se ha dicho--, en que
han descendido de forma importante los tipos de interés, ha cambiado en
algo, a mejor de como estábamos, la situación económica o al menos se han
puesto las bases para un mejor y más equilibrado desarrollo de nuestra
economía.

Quería decir esto como frontispicio de mi intervención, para añadir
después que el incremento del déficit público, del que tanto se lamentan
los partidos de la derecha que me han precedido en el uso de la palabra,
el Partido Popular y Convergència i Unió, en el caso español y en los dos
últimos ejercicios, señorías se debe mucho más a un ejercicio de
responsabilidad por parte del Ejecutivo al aflorar todas aquellas
facturas que estaban en los cajones. Este es un gesto que honra al actual
Ministro de Economía, ya que ha puesto sobre la mesa, de verdad, todo lo
que otros responsables tenían escondido para poder presumir de altos
tipos de interés, cambio de moneda fijo y alto, etcétera. No voy a
repetirme, pero los hechos han demostrado que aquello era equivocado y
que además se manipulaba la realidad económica y presupuestaria. Por lo
tanto, ese incremento del déficit no ha sido tal sino un intento de
puesta a cero del contador, que me temo que no será completa, pero creo
que sí nos acercamos a ella.

Dicho esto y desde la perspectiva de nuestro Grupo Parlamentario, cuyo
objetivo fundamental del crecimiento económico y de su aproximación a la
economía española sería el pleno empleo, para lo que hemos hecho
propuestas de tipo genérico, como la del reparto del trabajo, el
incremento de la competitividad y el incremento de la cohesión social,
quisiera señalar simplemente que, en nuestra aproximación, necesaria y
querida, a la convergencia económica y social con la Unión Europea,
deberíamos primar más lo que es el modelo de crecimiento con cohesión
social que tradicionalmente, con sus más y sus menos, se ha dado en los
países que hoy conforman la Unión Europea. Criticamos y combatimos al
Gobierno cuando en sus propuestas --hoy se ha visto cómo el Partido
Popular y la misma Convergència i Unió le dicen que aún es demasiado
tímido en esta línea-- de reforma económica, de reforma laboral, se
apunta al modelo, para decirlo brevemente y no cansar a SS. SS., de
crecimiento «anglosajón», es decir,



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máxima desregulación, máxima liberalización de mercados, crecimiento
económico, pero a costa de la mayoría de la población. Es verdad que en
Estados Unidos se crea mucho empleo, pero también es verdad que ha
disminuido de forma sensible el poder adquisitivo del conjunto de los
trabajadores americanos, que para los mismos niveles de ingreso que
tenían antes, hoy tienen que hacer de promedio hora u hora y media más de
trabajo. Este no es un modelo de crecimiento, con desregulación, con
pérdida de la cohesión social, que quiera nuestro Grupo ni para España ni
para la Unión Europea. Seríamos mucho más partidarios de un gran objetivo
europeo, para decirlo de forma sintética y brevemente, de un nuevo
eurokeynesianismo, es decir, de una nueva política de gasto público, de
incremento del espacio público y del gasto público. Sabemos perfectamente
que esto no puede ser en un solo país, pero sí debería ser posible en el
marco de la gran potencia económica que puede ser, que es ya, la Unión
Europea, pero para eso haría falta que los partidos y los gobiernos que
se reclaman de esta sensibilidad económica, social y política, es decir,
de la izquierda, lo practicasen en su país y lo propusiesen para Europa.

Desgraciadamente, nuestro Gobierno, nuestro Presidente de Gobierno,
nuestro Ministro de Economía no proponen eso para España ni vemos que lo
propongan para Europa. Esta nueva apuesta por el crecimiento y por la
cohesión social en el marco de la Unión Europea, que quiere crecer, que
quiere aumentar su competitividad, pero que quiere también aumentar sus
grados de cohesión social, sería, en esquema, nuestra propuesta general
para dar una respuesta breve y sintética a una visión global de la
situación económica y de los objetivos que perseguimos en cuanto a la
misma.

Paso ya, señor Presidente, a mencionar algunos de los aspectos de la
intervención del señor Ministro. Me voy a referir a tres aspectos: fraude
fiscal, seguros privados, empresa pública.

Sobre el fraude fiscal, señor Ministro, la polémica es eterna entre la
derecha y la izquierda. Para la derecha, Partido Popular, Convergència i
Unió, no sé si también para ustedes --a veces parece que también para
ustedes-- (El señor Hernández Moltó: ¡Ramón, Ramón!), todo el problema
del fraude fiscal es que el nivel de la presión fiscal es demasiado alto
en nuestro país. No compartimos esta afirmación, no compartimos este
punto de partida del análisis de cómo combatir el fraude fiscal. Cuando
hablamos de la preocupación de reducir el déficit, todos lo sabemos,
puede ser por la vía de reducción del gasto, pero puede ser, y debe
serlo, por la vía del incremento de los ingresos, que no quiere decir
para nosotros incremento de la presión fiscal pero sí incremento de la
recaudación fiscal. Todos sabemos que tenemos un fraude fiscal estimado
de unos tres billones de pesetas. Si este fraude aflorase, en un
ejercicio quizá un poco idílico, de forma automática, tendríamos
completamente solucionado el problema del déficit público de este mismo
año. Sabemos que esto no va a ser así, pero ahí tenemos una cantera de
trabajo político y de capacidad de recuperación económica sin disminuir
el nivel de cohesión social, antes al contrario, pudiendo aumentar el
nivel de cohesión social, el nivel de creación de empleo y el nivel de
crecimiento de nuestra economía. Por lo tanto, no estamos de acuerdo en
que el nivel de la presión fiscal sea demasiado alto en nuestro país, en
que ésta sea la causa del fraude fiscal ni en que ésta sea la causa del
no despegue de nuestra economía. Quiero que quede esto lo más claro
posible, al menos desde nuestra posición.

Recuerden, señorías, cómo la carga fiscal en nuestro país es aún
enormemente desigual, cómo en los últimos informes de la Agencia Estatal
de Administración Tributaria se pone de manifiesto que éste es un país
--lo saben ustedes-- donde resulta que son más ricos los trabajadores que
los empresarios, donde la cuota media de las rentas del trabajo es más
alta que la cuota media de los empresarios y de los autónomos. Esta es
una paradoja que deberíamos contribuir a cambiar. Esto no puede continuar
así. No podemos ser un país donde los empresarios sean los pobres y los
trabajadores sean los ricos, al menos desde el punto de vista de su
contribución al Erario público. Y no puede ser --por eso hemos combatido
y hemos criticado duramente-- que la medida de reducción de un punto de
la Seguridad Social se haya trasladado al sistema fiscal indirecto, y del
indirecto --por poner un ejemplo, el más sangrante-- al tipo bajo del
impuesto, que pasa de 3 a 4 y que sufre un incremento, señorías, del 33
por ciento sobre los alimentos básicos que compra la mayoría de la
población con menos recursos. Es decir, para mejorar la situación de las
empresas, reduciendo en un punto la carga de la Seguridad Social,
cargamos un 33 por ciento en el pan, en los alimentos, etcétera. Me
parece que éste no es un buen ejemplo de medida fiscal progresiva. Y
saben que no sólo lo dice Izquierda Unida; lo ha dicho también el
Gobernador del Banco de España, que ha alertado del efecto inflacionario
de esta medida. Nosotros, al efecto inflacionario, le añadimos el efecto
antisocial o el efecto injusto de reparto no equitativo de la carga
fiscal.

Por lo que se refiere al fraude, en los próximos días vamos a ver la
actitud de los distintos grupos parlamentarios. No es decisivo, pero sí
es importante, en un país con poca tradición de recaudación fiscal
--quince años todo lo más--, ver cuál va a ser la actitud de los
distintos grupos parlamentarios respecto al tema del delito fiscal. ¿Será
un delito de conducta? ¿Será sólo un delito de resultado? ¿Mantendremos
el umbral en los cinco millones? ¿Lo subiremos a quince millones?
Señorías, saben ustedes que subir el umbral, como pide la derecha,
Convergència i Unió y el PNV, a diez o a quince millones de pesetas, como
delito fiscal (voy a poner el ejemplo de los quince millones, puesto que
el digno representante de Convergència i Unió se sienta hoy a mi lado),
representa una base imponible de 40 millones de pesetas. Esto es lo que
proponen algunos: que sólo puedan cometer delito fiscal los españoles que
ingresan más de 40 millones en base imponible. Sólo así se entra en un
umbral de posible delito de quince millones. Pongo esto como ejemplo de
lo que sería para nosotros un desastre: subir el umbral del delito
fiscal. Nosotros vamos a mantenerlo en cinco millones y vamos a pedir
--intentaremos conseguir el apoyo de otros grupos-- que se amplíe el
concepto de delito fiscal para que en España sea, como en Alemania, como
en Francia, como en



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Italia y como en la mayoría de los países europeos, no sólo un delito de
resultado sino también un delito de conducta (El señor Homs i Ferret:
¡Caray!), porque nosotros partimos del criterio de que defraudar a
Hacienda no es simplemente hurtar o robar, es faltar al deber de
solidaridad, como marca el artículo 31 de la Constitución, puesto que
todos debemos contribuir al Erario público. El bien social protegido, el
bien jurídico protegido en el fraude fiscal no es el hurto o robo al
Tesoro público, es la falta de solidaridad con el conjunto de los
españoles a través de la contribución a las cargas públicas.

En cuanto a la Ley General Tributaria, vamos a estudiarla, vamos a ver
las propuestas del Gobierno, pero les recordamos que, sin entrar ahora a
valorar si es o no positivo disminuir el nivel de sanciones en esta Ley
Tributaria, nuestro Grupo Parlamentario ha venido repetidamente
reclamando que deben aumentarse los efectivos de todo tipo, humanos y
económicos, de la Agencia Estatal de Administración Tributaria. Si en
algo nos tendrá a su lado el Grupo Socialista o el Gobierno será en
apoyarles en todo lo que suponga aumentar la efectividad de dicha Agencia
en su lucha contra el fraude, por la transparencia y para que todos los
españoles contribuyan como deben al Erario público.

Respecto al tema de seguros privados, señor Ministro, le recuerdo que, en
líneas generales, estamos de acuerdo con lo que conocemos del proyecto de
ley que va a presentar el Gobierno, pero con dos excepciones importantes.

Para nosotros, los fondos de pensiones deben ser externalizados en todas
las empresas, incluso en las entidades financieras, sociedades de valores
y entidades de crédito en general. Creemos que hay ejemplos clamorosos
que apuntan esa necesidad. El más reciente, la crisis bancaria más
importante de nuestro país, donde uno de los elementos del agujero y del
desfase patrimonial era un fondo interno de pensiones; estoy hablando de
Banesto. Tenemos ejemplos, clamorosos también, de mala gestión en otras
mutualidades con fondos de pensiones no externalizados: Endesa o
mutualidad del propio Banco de España. Por lo tanto, en el tema de fondos
de pensiones, pedimos la externalización de los fondos en todas las
entidades. No estamos de acuerdo con la excepción que propone el
Gobierno. Respecto a la articulación de fondos y planes privados de
pensiones con la Seguridad Social, pedimos el mantenimiento de los tres
niveles, como está ahora configurado en la Ley de Planes y Fondos de
Pensiones.

Por lo que se refiere a la Seguridad Social pública, quisiera señalar
que, en contra de lo que han dicho otros grupos parlamentarios, si se
fiscalizan todos los gastos no contributivos de la Seguridad Social,
nuestra actual Seguridad Social produce superávit. Con un fuerte sistema
de reparto interno desde el Régimen General al resto de los regímenes, la
Seguridad Social española, si es descargada del gasto sanitario y del
gasto en servicios sociales, es una Seguridad Social fuerte y robusta.

Por lo tanto, no debe cambiarse. Debe continuar siendo contributiva,
profesional, universal y pública. No nos vale el que algunos grupos
pretendan decir y amenazar --el Gobierno también parece hacerlo-- que la
Seguridad Social española está en quiebra. Unas declaraciones suyas,
señor Ministro, hace unos meses, fueron realmente poco o nada afortunadas
en este sentido. Ha de reconocer con nosotros que si se produce eso en lo
que parece que la ponencia ya está de acuerdo, fiscalización de los
gastos no contributivos de la Seguridad Social, nuestra Seguridad Social
es una Seguridad Social robusta y potente, y así la queremos mantener.

Termino, señor Presidente. Respecto de la empresa pública, sabe que
nosotros no compartimos el criterio del Gobierno. Por el contrario, lo
queremos denunciar y combatir en la medida de nuestras capacidades y
fuerzas parlamentarias, puesto que creemos que no aporta nada al Erario
público. Aporta ingresos puntuales en uno, dos, tres ejercicios
presupuestarios, pero es pan de hoy, hambre para mañana. Insistimos en
que no entendemos la razón por la que el Estado quiere desprenderse de
segmentos importantes, de empresas públicas, rentables por supuesto (no
somos ingenuos y sabemos perfectamente que las no rentables no tienen
salida en el mercado), puesto que, señor Ministro --me gustaría que me
contestase a esto--, en dos o tres ejercicios presupuestarios los
beneficios generados por estas empresas públicas compensan perfectamente
el valor de su parcial enajenación. En todo caso, podríamos
hipotéticamente estar de acuerdo en un proceso de cruce de
participaciones públicas entre las empresas públicas españolas, bancarias
y no bancarias. Ahí podríamos estar en parte de acuerdo, pero no en la
mera y simple privatización, al albur de las necesidades presupuestarias,
que no son tales si de verdad consiguiésemos generalizar la recaudación
fiscal en nuestro país. Nosotros así lo creemos, aunque no pretendemos
decir que sea la panacea a todos los problemas que tiene planteados la
economía de nuestro país.

Con esto quiero terminar. Queremos recordar que el sistema de recaudación
de nuestro país es joven, es reciente, tiene pocos años y, por lo tanto,
hay que trabajar mucho en su profundización, en su universalización,
porque hay un enorme camino por recorrer, el de hacer desaparecer esta
inmensa bolsa de fraude de los tres billones de pesetas. Ahí podríamos
colaborar, porque esto aligeraría los presupuestos del Estado, esto
aligeraría la presión sobre el déficit y permitiría hacer más políticas
activas de reinversión industrial, de reequipamiento de infraestructuras
productivas, que es, en definitiva, lo que nuestro Grupo Parlamentario
quiere: incremento de la demanda, incremento de la actividad y de las
políticas activas desde el Gobierno, y mantenimiento, y si puede ser
ampliación, del sector público de nuestra economía, que no es
exageradamente importante en el conjunto del producto interior bruto. Nos
movemos en la media de la Unión Europea y no entendemos de ninguna manera
ni compartimos esta obsesión por rebajar el peso del segmento de la
economía que es controlado desde las actividades públicas.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Vasco (PNV), tiene la palabra el señor
Zabalía.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: En primer lugar, quiero agradecer al señor
Ministro de Economía y Hacienda



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la comparecencia y las explicaciones que ha dado sobre la situación
actual de la economía en general y sobre todo de la economía española. Yo
estaba escuchando la intervención de todos los grupos parlamentarios,
feliz porque no hacían referencia a este Diputado y, por tanto, no tenía
que contestar cruzadamente, pero el señor Espasa no ha querido dejar
pasar esta oportunidad, y ha hecho una referencia a nuestro Grupo
Parlamentario sobre nuestra posición ante la reforma del Código Penal
sobre el delito fiscal. No voy a entrar, por supuesto, en este tema,
porque creo que, además, el problema no es tanto el establecer un listón
o una barrera en la penalización del delito fiscal, sino establecer los
mecanismos y la conciencia social suficiente para que no se den los
delitos fiscales. Ese es el grave problema. Por tanto, simplemente quiero
hacer referencia a ese apunte que ha hecho el señor Espasa.

Por mi parte, he venido con la intención de escuchar la intervención del
señor Ministro sobre la situación de la economía. He venido con el
talante positivo --como es propio siempre de nuestro Grupo
Parlamentario-- de analizar las situaciones con ánimo de colaborar y no
con ánimo de destruir. Creo que seguimos pensando que tenemos una gran
responsabilidad todos los grupos políticos en este momento, porque la
tasa de paro y la población inactiva todavía está en una situación en la
que no entiende muchas veces la polémica de los grupos parlamentarios
sobre intereses propios y no en dar soluciones a este grave problema.

De todo el planteamiento que ha hecho el señor Ministro, que creo que ha
sido ajustado a la realidad, me gustaría destacar algunas cuestiones, y
no voy a entrar en profundidad en estos temas, que nada más quiero
dejarlos apuntados, porque ya ha habido ocasión, en el trámite de
presupuestos, de establecer nuestras posiciones ante la política
económica y nuestras propuestas concretas. Por tanto, yo creo que es
conocida suficientemente la posición de todos los grupos parlamentarios,
y por supuesto del mío, sobre cuáles son nuestras ideas en política
económica. Pero sí me gustaría destacar algunos aspectos, dejándolos
encima de la mesa, que creo que son importantes.

Cuando hablamos de la recuperación económica y de su afianzamiento, que
es cierto --no creo que nadie lo discuta en estos momentos-- hay una
cuestión que habría que plantearse: ¿por qué nosotros tenemos previsto un
crecimiento del 1,7 por ciento para el año 1994, y en los países de la
OCDE para el año 1994 hay unas previsiones del 2,5 por ciento y en 1995
del 3 por ciento? Es decir, crecemos menos que los demás. Este es un
aspecto que nos tiene que hacer reflexionar. Estamos saliendo de una
recesión que, como he dicho el señor Ministro, quizá no está teniendo el
reflejo necesario en la balanza exterior del déficit por cuenta
corriente; es decir, ahí quedan apuntados los problemas de la
competitividad de nuestra economía; unos problemas de competitividad en
los que en muchas ocasiones los grupos parlamentarios estamos incidiendo
en que hay que establecer los mecanismos y las medidas necesarias, pero
creo que no llegamos nunca a establecer aquellas medidas que a corto
plazo puedan ser decisorias en la competitividad del sistema productivo.

Por tanto, éste es otro de los aspectos que hay que tener en cuenta: No
crecemos como los demás países, estamos desfasados en el tema de la
competitividad y esto está generando unos problemas que tampoco parece
que somos capaces de resolver, y es precisamente el problema del
desempleo y del paro. Por otra parte, tenemos unos problemas
estructurales que tampoco somos capaces de resolver, como es ese
estancamiento que parece que se da en la inflación; parece que está
estabilizada, no podemos rebajarla del 4 por ciento, estamos
intentándolo, pero vemos que hay verdaderos problemas para ello. Tenemos
también una perspectiva quizá sombría sobre el futuro de los tipos de
interés. Se está hablando esta mañana precisamente de si se iba a
establecer un aumento en los tipos de interés hoy mismo. Esta es una
incertidumbre que tampoco es buena para el sistema productivo.

Por tanto, hay dos aspectos claves, que además van a ser los que de
alguna forma van a motivar la toma de decisiones en política económica:
por una parte, la evolución general de la economía y, por otra, el marco
de referencia que tenemos, que es la convergencia o el plan renovado de
convergencia con la Unión Europea. Y en ese plan de convergencia yo creo
que se establecen los dos aspectos fundamentales de por dónde debe ir
nuestra política económica. Por una parte, la reducción progresiva del
déficit público, que es uno de los graves problemas que tiene nuestra
economía.

Nosotros estamos de acuerdo con ese plan de reducción. Creemos que si eso
se cumpliera sería verdaderamente motivo de felicitación. El establecer
un 5,9 por ciento para el año 1995, el 4,4 para 1996 y el 3 por ciento
para 1997 creo que es un objetivo muy importante en la reducción del
déficit presupuestario. El otro aspecto que contempla el plan de
convergencia y que creo que también va a marcar o tiene que marcar la
política económica del Gobierno son las reformas estructurales. Esos dos
aspectos son fundamentales.

Por lo que respecta al primero de ellos, al déficit presupuestario, con
cuya reducción progresiva, como digo, podemos estar de acuerdo, seguimos
opinando que es necesario hacer un mayor esfuerzo en la contención del
gasto público --y esto lo hemos venido diciendo permanentemente--, no
sólo para unos presupuestos generales de un año determinado; yo creo que
la política económica del Gobierno tiene que seguir al margen de las
medidas que están establecidas en los Presupuestos Generales del Estado.

Hay que seguir caminando, porque además hay algunos aspectos que no se
pueden abordar y medidas que no se pueden realizar de golpe, hay que
hacerlo de forma progresiva, y creo que éste, por ejemplo, es uno de los
aspectos que el Gobierno tiene que tener en cuenta para establecer un
plan que, de forma progresiva, exija un mayor esfuerzo en la contención
del gasto no financiero. Y en esto me gustaría apuntar algunas cuestiones
que nuestro Grupo Parlamentario ya ha manifestado en otras ocasiones: la
moderación del gasto público, fundamentalmente fijando una política
salarial que sea razonable y con la cual pueda controlarse tanto la
contención salarial como las plantillas de la Administración pública;
suprimir también transferencias



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corrientes, aquellas transferencias que no sean necesarias, que no estén
claramente justificadas; tener una política de privatizaciones de las
empresas públicas clara y definida, y que se lleve a efecto; mantener las
inversiones públicas por lo menos al nivel en que se ha estado haciendo
hasta ahora, y, sobre todo, abordar de una forma decidida, desde nuestro
punto de vista, la reforma de la Administración pública. La reforma de la
Administración pública tiene que llevar consigo un replanteamiento del
número de ministerios y organismos públicos; o la reducción de los altos
cargos de la Administración; el análisis de la eficacia de las políticas
públicas para reforzarlas o eliminarlas. Hay que eliminar toda la
burocracia posible en aras a conseguir una gestión pública más dinámica y
eficiente. Es necesario revisar la legislación sobre la Función pública y
suprimir, en los posible, órganos periféricos, institutos, sociedades,
etcétera, que estén ya transferidos a comunidades autónomas. En líneas
generales, por supuesto no completas, esto sería lo que debe abordar,
desde nuestro punto de vista, la reforma de la Administración pública.

Todo ello es fundamental si queremos controlar y reducir el gasto público
y, consecuentemente, el déficit presupuestario.

El otro punto que establece el plan de convergencia y que de alguna forma
también condiciona la política económica del Gobierno son las reformas
estructurales. En este capítulo ya el Ministerio nos ha adelantado
algunas de las medidas sobre las que se está trabajando en el Ministerio,
algunas incluso ya se han presentado al Parlamento. Considero que debe
ser un paso hacia adelante para continuar en esa marcha hacia las
reformas estructurales; reformas estructurales que ya comenzaron en la
política sociolaboral con las medidas adoptadas en relación con la
flexibilización del mercado de trabajo, medidas que al parecer no están
siendo aplicadas, lo que puede entorpecer las resoluciones que nosotros
pretendíamos que produjeran. Además, parece que estas medidas no son
suficientes todavía. Ha anunciado, por ejemplo, el Fondo Monetario
Internacional la necesidad de continuar con la flexibilización del
mercado de trabajo si queremos paliar o resolver el problema del paro
existente en España. Por ello me gustaría conocer si el Gobierno tiene
idea de profundizar más en medidas que flexibilicen el mercado de
trabajo. Por otra parte --y es importante resaltarlo aunque ya quedó
apuntado anteriormente--, dentro de las reformas estructurales y de la
política sociolaboral, consideramos que es fundamental la reforma de la
financiación de la Seguridad Social. Creo que hay que dar un empujón para
que la Ponencia que está estudiando este tema saque las conclusiones
definitivas y que para final de año el Gobierno pueda tener su informe.

También en el capítulo de las reformas estructurales es necesario abordar
las relativas de la política fiscal y tributaria. En parte se está
haciendo --como ya se ha apuntado-- mediante el proyecto de ley de
reforma del Impuesto sobre Sociedades, que pensamos, debería presentarse
definitivamente al Parlamento, sin dilación. Además de lo anterior hay
que establecer otras medidas que, en la línea de la filosofía de nuestro
Grupo Parlamentario, vayan hacia la disminución de la presión fiscal
efectiva en los impuestos directos frente a la posibilidad de una mayor
presión fiscal en los impuestos indirectos, porque entendemos que tal y
como está hoy el sistema tributario, comparándolo con el resto de los
países de la Comunidad Económica Europea, podría producirse un aumento de
la presión fiscal, siempre y cuando sea como contraposición a una
disminución de la presión fiscal efectiva en los impuestos indirectos.

Habría que hacer un mayor esfuerzo en cuanto a las medidas relativas a la
competitividad empresarial. No voy a establecer ahora cuáles son, desde
nuestro punto de vista, porque son conocidas, pero, como digo, habría que
incidir mucho más en la competitividad empresarial. El fraude fiscal,
tema importante, se está abordando; ya tenemos un anteproyecto de ley
para debatirlo en el Parlamento. Existen también otras reformas en
relación con la política fiscal y tributaria que creo que deberían ser
abordadas. Voy a citar exclusivamente la fiscalidad sobre el ahorro
porque es un tema importante y considero que el Gobierno debería
abordarlo con mayor profundidad.

Otro aspecto relacionado con las reformas estructurales es la política
financiera, tema que no se ha tratado ahora. Se va a presentar en breve
plazo la regulación y ordenación de los seguros privados. Creo que es
importante y que debe abordarse sin más dilación porque viene de
legislaturas anteriores. Sería conveniente potenciar de alguna forma el
segundo mercado de valores. Pensamos que puede ser positivo de cara a
establecer una mejor situación de competitividad para las empresas, sobre
todo para la mediana empresa.

¿Qué conclusiones se pueden sacar de todo esto? Desde mi Grupo
Parlamentario una de las conclusiones que sacamos es que existe una
preocupación porque hay un mantenimiento anquilosado de la tasa de paro.

Este mantenimiento anquilosado que parece no tener perspectivas de
paliarse hace que volvamos a la primera pregunta que yo me hacía: ¿Por
qué crecemos menos que la media de los demás países de la Unión Europea?
Tendremos que incidir en ello porque si no hay crecimiento no va a haber
creación de empleo, al margen de las medidas estructurales que la ayuden.

Tenemos dificultad en el mantenimiento de la tasa de inflación, lo que
está provocando problemas y sobre todo incertidumbre por saber qué es lo
que va a pasar con los tipos de interés.

Hay otra cuestión que no se ha abordado pero que es fundamental. Estamos
basando --y esto está claro-- la recuperación económica y el crecimiento
de la economía española en el sector exterior. Tenemos que seguir
apoyando el sector exterior, que es clave para que podamos recoger el
tirón del crecimiento económico que está suponiendo la economía
internacional. En este momento nuestra salida para obtener un crecimiento
mayor es a través del sector exterior y de la exportación. Por tanto, hay
que dar todo el apoyo a este sector y establecer las medidas necesarias
para potenciarlo al máximo, teniendo en cuenta sobre todo que no va a
tener aquellas condiciones que han promovido este crecimiento, como la
devaluación de la moneda.

Finalmente, me gustaría dar una pequeña solución a todos los problemas de
la economía española.




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El señor PRESIDENTE: Si lo hace en un minuto, señor Zabalía.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Sí, señor Presidente, lo hago en un minuto.

La solución a los problemas de la economía española pasa por el pleno
desarrollo autonómico. Creo que involucrar a todas las autonomías,
mediante su pleno desarrollo, sería un elemento clave para poder salir de
este anquilosamiento que en algunos aspectos tiene la economía española.

Hay que consolidar el Estado de las autonomías porque, aunque tenga un
aspecto político, tiene una incidencia clave en el desarrollo económico
del Estado. Mientras no terminemos de completar y consolidar el Estado de
las autonomías, mientras no demos el pleno desarrollo autonómico a
aquellas comunidades que por mandato constitucional lo tienen, desde mi
punto de vista, difícilmente va a salir este país de la situación en que
se encuentra.




El señor PRESIDENTE: Por último, tiene la palabra el señor Hernández
Moltó por el Grupo Socialista.




El señor HERNANDEZ MOLTO: Señor Presidente, iba a decir que intentaré ser
breve, pero no, no lo digo para serlo.

Mi Grupo quiere consumir un turno en esta primera ronda de intervenciones
para resaltar la importancia que el propio señor Montoro le daba a esta
Comisión. Yo creo que tenía razón el señor Montoro en la trascendencia de
la comparecencia del señor Solbes --empezaré por el único nivel de
coincidencia que voy a tener con el Partido Popular a lo largo de la
mañana-- haciendo esta especie de alto en el camino en medio de un debate
presupuestario intenso que, por tener como referencia más inmediata los
presupuestos de 1995, quizá no nos ha permitido o no era el momento de
hacer el balance de la situación, del estado de la cuestión económica al
final de 1994 e incluso elevar algo más el vuelo, como hoy ha hecho el
señor Ministro en esta comparecencia. Me parece importante y me lo parece
fundamentalmente por el nivel de tranquilidad, de serenidad y de casi
humildad con que hoy el Gobierno viene a esta Comisión a presentar lo que
yo sé que puede ser polémica calificación que puedo dar en este momento a
la política económica del Gobierno de 1994, que ha tenido unos magníficos
resultados. En esta Comisión de hoy podemos ciertamente decir que 1994 es
un año en que no sólo no hemos perdido, sino que hemos ganado claramente
al año 1994. En el año 1994 hemos ganado a la crisis económica, estamos
claramente ganando al pesimismo económico, y gracias a la ayuda de otros
grupos parlamentarios le estamos ganando a la oposición, a esa oposición
que algún simpático cronista ha dado ya en llamar la doble A,
Anguita-Aznar, en la que es evidente que esa común estrategia ha quedado
claramente derrotada no por los votos del Parlamento español, sino por el
comportamiento de los agentes económicos y sociales que han dejado en
evidencia los análisis y los diagnósticos creo que poco acertados, poco
introducidos en la realidad económica española y, desde luego, poco
responsables con lo que desde nuestro punto de vista se necesitaría en
este momento. Si es importante el debate de hoy es por esta razón y
también probablemente por otra, porque hoy con más serenidad pero quizá
con más evidencia que en otras ocasiones se han puesto de manifiesto dos
formas de entender el combate contra los problemas económicos, o dos
formas de hacer política: una, la de intentar diagnosticar y trabajar en
base a solucionar los problemas; y otra, basada exclusivamente en desear
que todo lo que se pone de manifiesto como resultado positivo no suceda y
en aplicar una única y exclusiva receta que hoy se ha vuelto a poner de
manifiesto, tras una excursión de media hora sobre razonamientos
supuestamente económicos, para llegar al mismo punto al que desde hace
año y medio se está llegando en determinados discursos económicos de la
oposición: el anticipo de las elecciones. Hoy nos han dado una doble
receta. Dios nos libre de la primera pero la segunda es peor. Anticipo de
elecciones y compre usted el libro «La segunda Transición», en el que
vendrán recogidos casi todos los apartados que no pueden ser expresados
en el debate parlamentario. Fuera de estas dos desacertadas, desde mi
punto de vista, recomendaciones políticas, poco más hemos podido escuchar
en una de las intervenciones probablemente más vacías de contenido
económico que hemos escuchado en el último año y medio, porque quizás es
el momento en que, por muy tozuda que sea la situación política, mucho
más tozuda es la realidad y se estrellan determinados planteamientos
contra la misma.

Hoy es un buen día para desmontar alguno de los argumentos que aquí se
han puesto de manifiesto de cara al futuro. He escuchado esta mañana que
el crecimiento económico tiene tres claros enemigos de cara al futuro.

Esos tres claros enemigos después se han convertido en dos o por lo menos
sólo se han enunciado dos y al final se ha expresado uno: una crisis
política que impide que el crecimiento esté garantizado. Hoy es un buen
día para que ganen tranquilidad los que están preocupados por ese
crecimiento amenazado por una crisis política porque, desde luego, no
vemos a nuestro lado que amenace la estabilidad, la gobernabilidad y la
actividad parlamentaria ninguna situación distinta que la de los puros
deseos de la oposición. Incluso usted, señor Solbes, ha hecho hoy una
referencia que no se ha dado cuenta pero ha descompuesto algunas caras de
esta Comisión, y es que ha hablado del presupuesto de 1996. Estamos
hablando ya de una situación en la que no estamos en el regate corto, no
estamos en un debate económico exclusivamente para acabar la semana o el
mes; estamos sinceramente asumiendo una responsabilidad que, mal que les
pese a muchos, hoy ha sido una vez más aceptada por los grupos que tienen
un pacto parlamentario que da estabilidad y gobernabilidad y que ha hecho
posible que en 1994 hayamos conseguido esas tres victorias: a la crisis,
al pesimismo y a la oposición. El problema es que cuando estamos hablando
de 1994, un año en el que, al margen de que efectivamente se han cumplido
nuestros objetivos y hemos superado las expectativas que teníamos al
principio, quizá lo que más rebela a determinadas opciones políticas es
la credibilidad con la que el Gobierno está trabajando. Probablemente una
de las cosas que peor se ha llevado en este Parlamento es el ejercicio
que hace unas semanas,



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no mucho más tiempo, se tuvo que hacer en el seno de la Comisión de
Presupuestos en la que unánimemente se felicitaba al Secretario de Estado
de Hacienda, y con ello evidentemente al Ministerio y al Gobierno, por el
nivel de cumplimiento de los presupuestos en el año 1994. Evidentemente,
el nivel de rigor, el nivel de responsabilidad y el nivel de firmeza con
que se ha llevado la política económica han hecho que acabemos el año
1994 con algunas situaciones que conviene resaltar.

Un crecimiento económico por encima de las expectativas del presupuesto e
infinitamente por encima de algunas previsiones económicas que se hacían
tanto por los grupos políticos como por algunos analistas que sólo se
citan cuando hablan, pero después la memoria es muy flaca. Algunos de los
analistas que hoy vuelven a aparecer en escena y a los que se convierte
en autoridad indiscutible son los mismos que hace diez meses se
equivocaban estrepitosamente; no digo un año, digo diez meses. Yo quiero
ser generoso y condescendiente con el error intelectual que todo
profesional puede tener, pero evidentemente no me resisto a convertirlo
en sacrosantas opiniones que no puedan ser en ningún momento discutidas.

Por tanto, 1994 ha sido un año en el que hemos crecido por encima de las
expectativas. Nos hemos adaptado al déficit que estaba previsto, algo
insólito en la vida presupuestaria de los últimos años en este país.

Hemos contenido seriamente nuestro nivel de deuda. El comportamiento en
precios en la segunda parte del semestre se ha adaptado --por cierto,
como decía el Gobierno y como contradecía la oposición en el primer
semestre-- aunque no ha sido satisfactorio, ha ido en la línea y en la
dirección que había previsto el Gobierno. Nuestra balanza comercial
efectivamente ha tenido un comportamiento inusual. Pero usted, señor
Ministro, ha dado hoy distintas opciones a un hecho insólito o poco
frecuente en la vida económica de este país en los últimos años, que es
que vamos a acabar un año con crecimiento y, sin embargo, con una balanza
comercial desequilibrada. Usted ha dado tres pistas, dos negativas y una
positiva. Qué duda cabe que algún grupo de la oposición a la tercera ya
no ha querido escucharle porque se ha pegado al terreno con las dos
primeras. Sin embargo, quiero dar también una lectura positiva al
comportamiento que hemos tenido en lo que entiendo que es el nivel de
competitividad de la economía española durante 1994, que no hay que
olvidar que ha tenido tasas de crecimiento en algún trimestre en torno al
20 por ciento en sus exportaciones, que digo yo que alguna relación
tendrá con la ganancia en cuotas de competitividad. Y digo yo que
probablemente también el que la balanza comercial acabe con un déficit
quizás algo menor del 1 por ciento sobre el PIB, bien lejos del 2 por
ciento que pronosticaban algunos analistas, podrá ser también
consecuencia de una reacción importante de la economía ante el pacto
parlamentario que se produjo en esta Cámara que permitió que hubiera
presupuestos de 1994. Pudo ser también que anticipásemos algo que en
Europa ha durado más, que es la reacción frente a la crisis. Puede ser
que la reacción de incremento de las importaciones fuera acortando,
lógicamente, el desenlace normal que hubiera tenido en relación a la
balanza comercial una evolución del sector exterior y de las
exportaciones.

Señor Ministro, usted ha hecho tres preguntas y yo le emplazo a que una
vez acabado el año insistamos en las respuestas, porque probablemente
será ahí donde encontraremos la solución a esa paradoja que podamos haber
tenido en el año 1994; un año en el que también, se empeñe quien se
empeñe, vamos a tener un crecimiento neto en el empleo; es decir, va a
haber menos desempleo. Yo recuerdo que las expectativas a primeros de año
eran mucho más negativas que las actuales, pero recuerdo también una cosa
que se ha producido que ya nadie quiere recordar. En España nadie creía
que fuera posible un crecimiento neto del empleo con tasas de crecimiento
de su producto interior bruto por debajo del 3 ó el 3,5 por ciento. ¿Lo
recuerda? Creo que el debate parlamentario y el debate académico deben
estar plagados de referencias de esas características. Nos encontramos
con que ya con crecimientos en torno al 1,5 por ciento el comportamiento
del mercado del empleo español iba evolucionando de forma radicalmente
distinta a la habitual en nuestra estructura económica. Digo yo que
algunas de las medidas que ha sido posible adoptar en esta Cámara,
gracias a que existe un pacto parlamentario entre grupos políticos que
permite la gobernabilidad, han permitido una reforma en el mercado de
trabajo que digo yo también que habrá mejorado nuestras condiciones de
competitividad y nuestras condiciones estructurales de funcionamiento
económico, porque si no no es posible lo que está sucediendo. Y digo yo
también que hay algo de hipocresía económica, entre comillas, cuando uno
se rasga las vestiduras por el escaso nivel de crecimiento en el empleo
que se tiene a partir del 1,5 de crecimiento del producto interior bruto,
cuando antes era prácticamente imposible crecer empleo por encima del 3
por ciento. Algo digo yo que habremos ganado. Exactamente igual que creo
que habremos ganado por una cultura en la moderación salarial y en la
moderación de beneficios que ha permitido que esta reanimación económica
se produzca, y en la que, por cierto, me parece terriblemente injusta
alguna de las críticas que he oído aquí o alguno de los análisis del
comportamiento en la moderación salarial. Me parece injusto porque pone
en evidencia a algunos sindicatos poco menos que diciendo que se moderan
en los salarios por miedo más que por responsabilidad. Ese es un análisis
respecto al comportamiento sindical que sólo escucho en dos voces, en la
del portavoz del Grupo Popular y en la de Marcelino Camacho. No creo que
nadie más opine que ésas sean las razones fundamentales del
comportamiento en las moderaciones salariales de los sindicatos en
España. Por tanto, me da la impresión de que hoy podemos hacer una
contribución importante a esos mercados a los que tanto se apela y
después se intoxican por debajo. Los mercados tienen que saber que hay
tranquilidad, no un exceso de entusiasmo por parte del Gobierno; hay
simplemente normalidad, responsabilidad y un escenario estable.

Me alegra escuchar al señor Ministro de Economía hablar ya de lo que
debería ser nuestra preocupación: los presupuestos de 1996, pero desde
una perspectiva, desde la de que los presupuestos del año 1995 son unos
grandes presupuestos.




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Es probable que el debate, a veces apasionado y acalorado, de un
presupuesto nos impida ver en sus propios términos la envergadura de ese
documento. No tiene que ser malo, señor Ministro, porque la mayor crítica
que he escuchado yo hoy aquí ha sido la de que van a ser unos
presupuestos inflacionistas; el resto era pura cáscara. Convendrá
entonces poner el foco de atención en por qué van a ser inflacionistas.

Dicen que porque lo dicen los analistas. Me río yo de algunos analistas
que en un debate parlamentario llamé mercenarios académicos. Hay algunos
que tienen una gran desfachatez. He escuchado a alguna insigne autoridad
económica de este país decir que el incremento de un punto en el IVA iba
mecánico a precios (lo he escuchado hace semanas, no meses) y que por
tanto era un punto de inflación. Y se quedaba más ancho que largo. Yo no
sé cuánto cobran por los informes que les encargan, pero algunos se
quedan más anchos que largos. Como les parecía un poco duro, algunos han
dicho ya que esto iba a suponer en torno al 0,7, otros han dicho que el
0,5 y empiezo a escuchar más el 0,4. Pero me ha parecido muy interesante
el dato que usted ha aportado hoy, en este debate, de que el incremento
de dos puntos de IVA en el tipo general supuso un 0,1 por ciento de
impacto en los precios en el año 1993. Me parece interesante. Me parece
interesante también ver el impacto --que por cierto me pasaba el señor
Homs, en una contribución parlamentaria que agradezco-- en los precios de
la evolución del IVA en los últimos años. Yo, que soy persona muy
respetuosa con las opiniones económicas, voy a considerar que son todas
opinables y que después el ejercicio dirá. Pero, desde luego, basar toda
la carga contra los presupuestos en que serán inflacionistas por el
incremento que se ha producido en el IVA para el año 1995, me parece
simplemente trivial y superficial; me parece escasa carga la que se
introduce a esa crítica. Porque los antecedentes lo dicen, pero
fundamentalmente porque yo creo que los presupuestos de 1995 están
dotados de suficientes mecanismos de garantía para continuar en algo que
no le va a perdonar la oposición, señor Solbes, y es la credibilidad que
está dando a la ejecución presupuestaria en la que ya empiezo a oír unas
pocas opiniones, incluso las académicas, las cultas, las mercenarias y
las sinceras, creerse el 3,5 por ciento de inflación para 1995. ¿A que
ustedes oyen poco ruido en contra de esa dirección? Y es que, lo señalaba
también el señor Homs --me apetece volver a resaltar mi coincidencia con
él en esta sesión--, gracias a algunas iniciativas de nuestros grupos
parlamentarios (sin duda alguna al olor de la sardina también acudirá el
Partido Popular), las enmiendas que en el Senado estamos introduciendo
para dar envergadura, seriedad y rigor al debate presupuestario van a
permitir que ese 3 por ciento sea una inflación cumplible. Hay algunas
otras cuestiones que usted ha vuelto a señalar hoy aquí. El nivel --no me
gusta la palabra conservador-- de cautelas con el que el Gobierno ha
presupuestado creo que va también en la dirección de hacer que un
elemento íntimamente unido a la inflación, el déficit público, pueda
cumplirse y pueda permitir que la inflación se cumpla. Hay otra cosa que
también hay que resaltar. La decisión que adoptamos en esta Cámara de dar
autonomía al Banco de España para que ejerza determinadas actuaciones en
política monetaria creo que también es una garantía para que esa
inflación no se aleje del objetivo del Gobierno.

Por tanto, si es la única crítica la de los presupuestos inflacionistas
para el año 1995, queden ustedes tranquilos que no van a ser
inflacionistas. ¿Podrían ser menos? Podrían ser menos si el conjunto de
las fuerzas políticas y de los agentes económicos y sociales de este país
decidiéramos reducir más el nivel de gastos, reducir más el nivel de los
incrementos salariales, que se moderaran más los beneficios. Pero el
problema es que vivimos en una sociedad en la que hay que conseguir los
equilibrios inestables y en la que tampoco podemos hacerlo todo y en este
momento. Lo que más nos interesa señalar es la senda que parece que está
tomando la economía española de cara a 1995; una senda en la que, con el
permiso de todos aquellos que no quieran que lo escuchen los ciudadanos,
tenemos muy buenas expectativas de crecimiento económico, de contención
de los desequilibrios que tiene el país, de circunstancias económicas y
financieras que permitan que la inversión sea rentable y que genere
empleo. Me permitirán que pida a los grupos parlamentarios que cuando
hablen con los inversores extranjeros o con los agentes internacionales
no les asusten y les engañen, sino que intenten atraer parte de ese
esfuerzo y parte de esa decisión a un país que es el nuestro, en el que
desde luego no se me antoja a mí pensar que hay peores circunstancias
para la inversión de las que se puedan dar en cualquier otro país de
nuestro entorno. Yo creo que ésa es la realidad para 1995 y yo creo que
ésta es la realidad de 1994, en la que alguna crítica interesada puede
manipular lo que aquí hablamos y decir que no engañemos a los ciudadanos
porque a ellos aún no les ha llegado la recuperación. Yo creo que eso es
simplemente una pirueta política para negar lo evidente, porque la macro
tiene también un descenso en los comportamientos microeconómicos y cuando
se genera empleo no se genera fuera de la realidad, se genera aquí, en la
realidad.

Aprovecho, señor Ministro, para hacerle una reflexión en voz alta por si
es conveniente una solución, y es que cuando hablamos de la situación
económica de presente y de futuro nos vemos siempre envueltos por una
niebla, la de la estadística laboral en España, que da coartada al que
quiere manipular las cifras para dar una visión distinta de la realidad.

Me estoy refiriendo fundamentalmente a la EPA, a una encuesta que yo sé
el crédito que tiene en las instancias internacionales, que yo sé el
nivel de metodología homologado con instancias internacionales. Me
preocupan poco algunas opiniones de algunas instancias internacionales
que, por cierto, cuando vienen a España y opinan muchos se rasgan las
vestiduras. Estoy pensando en la crítica y en el debate que se generó
hace algunas semanas cuando el Fondo Monetario Internacional opinó
precisamente sobre estadísticas laborales. Yo creo que exactamente igual
de confuso puede ser decirle a los ciudadanos que no les ha llegado la
realidad o el darles una visión que les genera cierta impotencia. ¿Se me
permitirá en el seno de esta Comisión y en la intimidad de esta Cámara
decir que la EPA produce un nivel de desempleo artificial en España y que
incluso puede producir un nivel de desmoralización



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en los trabajadores de este país que pueden llegar a pensar que el nivel
de fraude laboral es mucho más alto del real porque si no no se
entendería que hubiera 2.700.000 desempleados? ¿Se me permitirá poner las
cosas en su sitio y que empecemos a llamar a la EPA lo que es, una
encuesta de expectativas y de aspiraciones en vez de una situación de
paro real? ¿Se me permitirá decir que es un tipo de encuesta laboral que
está perversamente unida al crecimiento económico porque en la medida en
que crecen las expectativas de empleo crecen también los deseos de
incorporarse al mercado de trabajo? ¿Y se me permitirá decir que un deseo
no se contrasta con una definición de parado que para cualquier persona
normal debe ser aquella que corresponda a un trabajador que no tiene
empleo, que quiere encontrarlo y que lo busca? Yo creo que son
situaciones que conviene que vayamos trasladando a la opinión pública
para darle esa sensación de normalidad, de tranquilidad, de
gobernabilidad y de expectativa fundamentalmente de que aquí no se pierde
el tiempo, de que en esta Cámara cuando se hacen esfuerzos para sacar
proyectos de ley y presupuestos adelante es simplemente para solucionar
problemas de los ciudadanos y que el Gobierno, evidentemente, lo que
intenta todos los días es cumplir el mandato que los ciudadanos le dieron
hace año y medio y para que los que tienen flaca memoria aún es
permanente dos años y medio más. Yo creo que sería una buena noticia para
todos.

Por último, de verdad, porque veo la cara del señor Presidente, cara que
no le veía antes cuando hablaba el señor Montoro, pero la confianza
produce estas cosas (Risas.), y además le he dado pie para que me
replique...




El señor PRESIDENTE: Señor Hernández Moltó, mi cara debe estar recogida
en todos los vídeos y debe ser la misma para todos los grupos
parlamentarios cuando se pasan del tiempo.




El señor HERNANDEZ MOLTO: Efectivamente. La misma cara que le ponía al
señor Montoro me lleva a acabar la intervención, haciéndole simplemente
dos preguntas concretas. Sobre una de ellas no sé si ha habido alguna
petición de información de los grupos , pero yo le pediría que concretase
algo más sobre el calendario y las reformas estructurales que en el año
1995 puede ser previsible asumir. La segunda es un dato que he creído
observar que al final se quedaba entre cifras, cuando se hablaba de los
volúmenes absolutos del déficit de caja acumulados a noviembre de 1994, y
no se daba la cifra en términos de PIB. Por tanto, si fuera tan amable de
concretar este dato se lo agradecería.

Nada más, señor Presidente. Gracias por su generosidad.




El señor PRESIDENTE: Recuerdo a SS. SS., también al señor Ministro, que
no hemos terminado el punto primero, que es la una menos cuarto, que
queda por contestar el señor Ministro, y me da la sensación de que va a
haber un breve turno de réplica (Risas.), señor Hernández Moltó, por las
caras. Posteriormente queda un segundo punto del orden del día y les
recuerdo que el Pleno comienza a las cuatro de la tarde.

Tiene la palabra el señor Ministro de Economía y Hacienda, señor Solbes.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Señor Presidente,
después de su introducción casi me dan ganas de decir que está todo ya
debatido, que los puntos esenciales ya están todos definidos.




El señor PRESIDENTE: No iba por usted, señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): En todo caso, las
intervenciones de los distintos portavoces merecen una respuesta por mi
parte para matizar muchos de los elementos que se plantean.

Señor Montoro, su línea argumental es absolutamente coherente para llegar
a una conclusión prevista de antemano y evidentemente partiendo de unos
análisis que en gran medida no comparto. Su señoría parte de una
situación económica y dice que sí hay recuperación pero porque hay
recuperación económica mundial; que estaba previsto ya a finales del año
1993 que hubiese una recuperación económica en el mundo. No era tan
fuerte la prevista en la Europa occidental pero sí en el resto. Por
tanto, si para ustedes ha sido una sorpresa, para mí desde luego no lo ha
sido. Es verdad que Europa ha respirado más y es verdad que eso nos
ayuda, pero también en la medida en que evidentemente nosotros estamos
funcionando mejor, somos más competitivos y puede funcionar bastante bien
todo nuestro esquema de exportación. Su señoría hace referencia, como el
gran problema del país, a la tasa de paro, a la EPA, al 24,5. Entramos en
una discusión a la que también el señor Hernández Moltó ha prestado
alguna atención y sobre la que tal vez fuese un buen momento para hablar
--su señoría ha hecho referencia a la confusión de los registros del
paro--, posiblemente no con la profundidad que nos gustaría a todos, pero
sí quisiera hacer alguna reflexión.

El primer punto que me gustaría destacar es que cuando hablamos de EPA
estamos hablando de una cosa radicalmente diferente que cuando hablamos
de paro registrado. Pero sacar de ahí la conclusión de que una
estadística es buena y otra es mala yo creo que es como mínimo
discutible. Es verdad que ese 16 por ciento de paro registrado es
significativo como puede tener un cierto interés también el paro EPA. Yo
creo que el señor Hernández Moltó ha definido bien el paro EPA. El paro
EPA lo que quiere decir es que cuando a alguien se le hace una encuesta
dice que no trabaja, que quiere trabajar y que está buscando trabajo. Es
curioso, sin embargo, cómo ha evolucionado el diferencial entre paro EPA
y paro registrado, y lo estaba buscando antes porque me parece
enormemente significativo ver cómo ha cambiado la realidad. Aquí hay un
gráfico en el que se ve de forma bastante clara qué es lo que ha sucedido
en los últimos años. Mientras que tradicionalmente hay una acomodación



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entre paro registrado y paro EPA enormemente coherente, prácticamente
desde el segundo semestre del año 1991 hay un incremento de
diferenciales. Esto nos lleva a decir por qué. Por supuesto que hay una
primera interpretación que dice que paro registrado actualmente, en la
medida en que no es obligatorio, puede introducir ciertas variaciones,
pero sí era obligatorio el año pasado, por tanto es un argumento
discutible. Hay otro tipo de argumentación que dice que EPA es más
genérico y no incluye a toda aquella gente que no quiere utilizar el paro
registrado; es cierto. Yo creo que el paro registrado es una cifra
censal, en consecuencia es clara y en absoluto discutible. Es verdad que
no todo el mundo que está parado está en el paro registrado. lo que
sucede es que cuando uno analiza EPA se ponen de relieve dos elementos
que a mí me parece que están aceptados por toda la doctrina: EPA mide
bastante bien la población activa en términos generales y, sin embargo,
EPA mide mal el número de ocupados. Es verdad que en estos momentos
disponemos de otro tipo de estadísticas, por ejemplo las fiscales, que
nos da un millón y pico más de personas ocupadas que de acuerdo con EPA.

Es verdad que existen cotizantes activos en la Seguridad Social más
empleados públicos, lo que nos da también aproximadamente un millón más.

Es verdad también, sin embargo, que EPA da menos parados que, por
ejemplo, las encuestas de tipo censal que se realizan una vez cada diez
años. Por tanto, es un tema discutible y evidentemente con problemas de
definición.

Hoy, sin embargo, yo creo que empieza a abrirse camino la idea de que hay
un porcentaje importante de ocupados que no están recogidos en EPA, lo
que nos va a dar lugar a otro debate: si ese porcentaje adicional hay que
incluirlo en población activa o la población activa sigue siendo correcta
y hay que incluirlo en activos y disminuirlos de parados, dado que el
paro es un diferencial. Lo que ocurre es que todos estos son temas muy
técnicos en los que los aspectos metodológicos son fundamentales, y yo
creo que son elementos que hay que dejar en manos de los profesionales,
en manos de los estadísticos. El Instituto Nacional de Estadística está
trabajando en estos temas desde hace mucho tiempo; está analizando el
porqué se producen estas diferencias. Por ejemplo, el trabajo sobre temas
fiscales se ha hecho en colaboración con el Instituto Nacional de
Estadística. Yo dejaría al INE que saque sus propias conclusiones y que
avance en la línea que cree correcta para la consideración de la
metodología del sistema del cálculo EPA.

Con todo esto no quiero poner en tela de juicio la cifra del 24 por
ciento, que yo creo que es la que es de acuerdo con la metodología que
tradicionalmente ha utilizado el INE, por tanto es superior o inferior a
la que ha sido en otros momentos calculada con la misma metodología y nos
da una tendencia. Es verdad que la cifra absoluta tiene esas
incertidumbres a las que he hecho referencia. Yo creo que tampoco existe
confusión alguna cuando el Ministerio de Trabajo dice que diciembre sobre
diciembre estaremos generando empleo, y Economía dice que media sobre
media todavía estamos un poquito por debajo de la creación de empleo. Es
un planteamiento absolutamente normal y lógico que nos da dos ideas
distintas: que la curva va mejorando de forma muy rápida y que si tomamos
en consideración lo que ha sucedido en el primer semestre el resultado es
menos bueno. Diciembre sobre diciembre la afirmación sigue siendo
absolutamente correcta y, en consecuencia, yo creo que no hay ningún
problema básico en ese sentido.

Su señoría plantea otro problema que merece una reflexión mayor y es por
qué nuestro país tiene un nivel de paro tan alto históricamente. De
momento a uno se le ocurren varios argumentos, fundamentalmente la
transformación profundísima que este país ha tenido, la integración de
personas no cualificadas en un mercado de trabajo que se ha ido
tecnificando de forma rápida, y sobre todo el gran tema que yo creo que
es el elemento básico y fundamental que explica todo el fenómeno y es una
muestra de modernización de nuestra sociedad paradójicamente, es la
incorporación de la mujer al mercado de trabajo, especialmente aquellas
mujeres que en el pasado no optaban por trabajar y que, sin embargo, en
función de la mejora de las condiciones económicas ahora sí lo hacen. En
ese momento, cuando vemos que la población activa está creciendo al doble
de lo que lo está haciendo la incorporación de gente joven en el mercado
de trabajo, la única forma de explicarlo es por ese fenómeno que a mí me
parece absolutamente real.

No estoy de acuerdo con S. S. en el análisis que hace de la EPA en cuanto
al comportamiento de la población activa en el tercer trimestre de este
año. No se pasa del 1,5 al 0,8 por un cambio de expectativas diciendo que
hasta el mes de junio prácticamente la gente pensaba que había empleo, y
por tanto entraba en el mercado de trabajo, y sin embargo en el tercer
trimestre, de repente, se dan cuenta que no hay expectativas en el
mercado de trabajo y baja de forma tan sustancial. Yo creo que ése no es
un argumento serio que se pueda discutir.

Su señoría ha hablado también de la necesidad del ahorro, cosa en la que
estamos todos de acuerdo. Dice que el problema es la crisis y las
cuestiones políticas y hace referencia también a la deuda pública y a los
tipos de interés. Le aseguro que no me asombran nada esos 380 puntos de
diferencial financiero. Me preocupan, creo que son excesivos para la
situación económica real de este país, no hay ninguna justificación
técnica para esos 380 puntos. Es una valoración del mercado, por lo tanto
no hay nada que decir, pero yo creo que en esa valoración del mercado los
mensajes a veces excesivamente catastrofistas desde luego no ayudan, sino
que complican las cosas.

Su señoría ha hablado también de que no existen las reformas
estructurales y lo plantea como el gran problema que en estos momentos
tiene el país. En el Gobierno estamos trabajando en reformas
estructurales desde hace mucho tiempo. Lo que sucede es que como en la
vieja literatura escribimos en prosa sin saberlo. Prácticamente todas las
normas que han venido a esta Cámara incluyen reformas estructurales de
una u otra naturaleza. Prácticamente toda decisión del Gobierno lleva
implícita reformas estructurales de uno u otro tipo. Yo creo que en el
año y medio podemos realizar una enumeración bastante significativa de
los temas que se están planteando. Habitualmente citamos



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dos porque nos parecen los más relevantes: la reforma laboral y el
conjunto de medidas que afectan a la liberalización de las
telecomunicaciones, pero podríamos hacer referencia a muchos otros.

Podríamos hablar desde la Ley de Arrendamientos Urbanos, que significa un
cambio sustancial en este país en términos históricos, hasta de todo el
paquete de medidas de lucha contra el fraude, de reforma fiscal o de
cualquier otra naturaleza. Sin embargo, no nos damos por contentos porque
es evidente que las reformas estructurales son el eterno retorno y en
consecuencia siempre habrá reformas estructurales pendientes.

¿Sobre qué estamos trabajando ahora? Sobre las tres direcciones que nos
preocupan especialmente en el momento actual. En primer lugar, en el
sector público estamos hablando de una mejor ejecución y un mejor control
del presupuesto. Hemos avanzado ya mucho en el año 1994 pero no estamos
satisfechos. Pensamos que esas incorporaciones de 700.000 millones que se
producen como consecuencia de créditos ampliables, como consecuencia de
incorporaciones de años anteriores, como consecuencia de generaciones de
crédito deben ir centrándose cada vez más en el presupuesto anual. Somos
conscientes de que nunca se llegará a una supresión al cien por cien,
pero nos parece que todo lo que signifique avanzar en esa dirección es
positivo. Tenemos que cumplir con nuestras obligaciones de hacer frente a
lo que dijimos en el programa de convergencia y, por tanto, que cualquier
incremento de ingresos vaya a reducción del déficit y que en ningún caso
haya incremento de gastos para garantizar al cien por cien el
cumplimiento del objetivo de déficit público. Esto nos lleva a
plantearnos la necesidad de hablar no sólo del Estado sino también de
empresas públicas, de Seguridad Social, y a hablar sobre todo de
comunidades autónomas y de corporaciones locales, tema sobre el que
evidentemente trabajamos. El hábito de pagos en el sector público ha
mejorado claramente, pero hay que seguir insistiendo. Hay una parte que
está ya en el nuevo proyecto de ley de contratos públicos. Hay una serie
de elementos, mecanismo de precios autorizados, etcétera, que van a
ayudar al sector público de forma clara. Por ejemplo, aunque no es una
reforma estructural, podríamos hablar del pacto con los sindicatos, que
está teniendo una gran incidencia desde el punto de vista salarial y
desde el punto de vista de nueva contratación para los próximos años en
la Administración pública. El ir aceptando la filosofía de que cada año
se recupere el 50 por cien de la gente que se jubila supone una
transformación, en cuatro o cinco años, absolutamente sustancial, porque
es lo que nos permite adaptarnos a la nueva realidad e ir estrechando la
Administración central en la medida en que otras administraciones pasan a
prestar los servicios que antes se prestaban por la Administración
central. Eso implica que tal vez necesitemos más funcionarios en la
Agencia Tributaria, como planteaba el señor Espasa --cosa que es cierta,
sin duda alguna--, como podemos necesitar también más funcionarios en los
cuerpos de seguridad del Estado y, sin embargo, tal vez necesitemos menos
en otro tipo de actividades que hoy se prestan perfectamente por
comunidades autónomas y que no tienen demasiado sentido.

Tenemos una serie de reformas estructurales que afectan al aparato
productivo, telecomunicaciones, régimen de suelo y ordenación urbana, que
nos parece absolutamente vital en el momento actual, pero hoy también
hemos hablado de colegios profesionales, de aspectos jurídicos, de la
morosidad, como planteaba el señor Homs. Existe la morosidad, pero no es
la morosidad el único elemento jurídico relevante que afecta a la vida
económica en este país; hay otros elementos en los que también nos
gustaría avanzar y sobre los que estamos trabajando.

Por último, hay temas que afectan a la oferta de bienes y servicios
finales, muchas veces con precios excesivamente elevados en función del
mercado. Tal vez el tema más relevante es el que estamos planteando como
política de vivienda, que va a merecer una discusión profunda,
independiente del problema del suelo y de ordenación urbana. Pero el gran
debate que tiene este país en política de vivienda es: ¿Debemos seguir en
el modelo de apoyo a la compra de vivienda propia, con un parque de
viviendas en alquiler excesivamente reducido? ¿En qué medida esa,
digamos, especialidad de nuestro país no es un obstáculo muy importante
desde el punto de vista de la movilidad laboral? ¿Cómo se le puede pedir
a alguien que cambie su lugar de trabajo si muchas veces no encuentra
vivienda en otro sitio en condiciones razonables? ¿Cuáles son los
problemas que hacen que nuestro país tenga este tipo de dificultades? En
mi opinión, merece una reflexión en profundidad, puesto que no se puede
resolver única y exclusivamente con una modificación anual de la ley de
presupuestos. Creo que hay un conjunto de reformas estructurales
importantes. Si a ello añadimos algunas otras de tipo fiscal y de reforma
de la Administración --a lo que también se ha aludido--, estamos hablando
de un conjunto de temas muy significativos desde el punto de vista
práctico.

Respecto al problema de acompasarnos con lo que sucede en Europa, yo le
diría que estamos optando precisamente por un planteamiento realista que
nos aproxime a lo que la Unión Monetaria Europea plantea. Es verdad que
si S. S. me plantease la pregunta en términos de: ¿Estará España en la
situación de cumplir las condiciones de convergencia en el año 1996 si se
toma la decisión de que sea la primera fase en 1996? Yo tendría que
responderle: Depende de lo que seamos capaces de hacer en el año 1995 y
depende de la interpretación de los criterios en 1996. Este será un
problema común para España y para la mayor parte de los restantes Estados
miembros de la Comunidad. Si S. S. me plantease el tema en términos de:
¿Debemos estar en la primera fase si la opción final de la Unión Europea
es que esa tercera fase se ponga en marcha en 1999? Le diría que no
tendría perdón el que no estuviésemos en la primera fase. Por lo tanto,
ese es nuestro esquema y ese es el equilibrio lógico y razonable que
debemos cumplir, y todo ello con algo que sí me parece muy claro, que ya
he manifestado públicamente más de una vez, y es que yo nunca recomendaré
que estemos en la tercera fase si no cumplimos mínimamente las
condiciones económicas. Creo que, en otro caso, sería una apuesta
posiblemente de prestigio, pero desde luego con un resultado económico
muy negativo para el país. Pero es que estoy



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convencido de que podemos estar en la tercera fase cumpliendo las
condiciones y cumpliéndolas de forma digna y correcta.

Podríamos hablar de muchas otras referencias que usted ha hecho sobre los
problemas de la mala relación de la Hacienda con el contribuyente, la no
correspondencia de la financiación pública con los servicios públicos, la
penalización del empleo, del ahorro y de la inversión. Yo creo que esto
daría lugar, sin duda alguna, a un debate con bastante contenido, pero en
el que nuestros puntos de vista podrían ser bastante discrepantes. No
conozco ninguna Hacienda que se lleve bien con sus contribuyentes; el
problema no es ése. Nadie aplaude cuando se incrementan los impuestos. El
problema es en qué medida esos impuestos son los necesarios, en qué
medida se controla el gasto, en qué medida la distribución de la carga es
equitativa, y yo creo que hay una clara correspondencia con los servicios
públicos prestados. Muchas veces, cuando se habla de reducción del
déficit, se habla sin tener en consideración realmente en qué nos estamos
gastando el dinero y la verdad es que, cuando uno ve cuáles son los
grandes conceptos de gasto en este país, es bastante impresionante porque
nuestro margen de actuación es relativamente reducido. Sus señorías lo
saben y a veces utilizan cifras que yo creo que equivocan a la opinión
pública cuando en realidad están haciendo referencia a temas que no son
correctos. Sus señorías saben perfectamente que los servicios sociales en
este país son el 52 por ciento del gasto total. Se pueden reducir, pero
yo entonces lo que planteo es que se diga en qué se quiere reducir. ¿En
sanidad, en pensiones, en vivienda, en protección al desempleo, en
educación? Ahí tenemos los grandes conceptos de gasto. ¿En cuál de ellos
hay que recortar, cómo y por qué? A mí me parece que esa sería la
posición coherente. Tenemos en deudas y otras transferencias el 28 por
cien de la actividad del Estado. Por tanto, con esos dos conceptos
estamos hablando ya, prácticamente, del 80 por cien del total del gasto
público. Es verdad que, junto a estos conceptos, hay servicios generales
y actividades económicas. En servicios generales estamos hablando de
justicia, de defensa, de política exterior, de seguridad ciudadana.

También se puede cortar el gasto en todo esto, pero ¿dónde y por qué? Y
cuando estamos hablando de actividades económicas, evidentemente, estamos
hablando de infraestructuras, de subvención al transporte, de
investigación o de actividades productivas en agricultura, industria y
energía. Ya sé que se me dirá que hay un exceso de transferencias de las
empresas públicas y que no todas están justificadas. Muy bien. Díganme
cuál no está justificada. ¿No está justificada a Hunosa? ¿No está
justificada a la siderurgia? ¿Cuál es la que no está justificada? En
términos económicos, yo creo que es muy fácil decir qué es lo que
lógicamente deberíamos transformar en este país. En términos políticos y
sociales, yo creo que hay que ser muy cauto cuando se plantean estos
problemas de reducción del déficit público. Y es verdad que no se puede
decir seriamente que en gastos de funcionamiento del Estado se pueden
reducir las cantidades que algunas veces oímos. Antes les he dado una
cifra que me parece absolutamente significativa. El capítulo 2, que es el
grueso del gasto del Estado para funcionamiento, es 1 billón 100.000
millones de pesetas. De ese billón 100.000 millones 700.000 millones son
de prestación de servicios. Con eso estamos pagando desde el gasto
farmacéutico hasta la comida en los hospitales, la comida en el Ejército,
la educación y muchas otras cosas. Cuando estamos hablando de gasto
administrativo real, estamos hablando de 400.000 millones de pesetas.

Díganme ustedes cuál es el recorte posible de ese gasto administrativo
que nos permita ahorrar 200.000, 300.000 ó 400.000 millones de pesetas.

Siempre hay margen de reducción de gasto, siempre hay cosas que se pueden
hacer mejor, y evidentemente vamos a insistir en esa dirección, pero, por
favor, hablemos con realismo y hablemos con cifras correctas en la mano.

Respecto al Impuesto sobre Sociedades, por supuesto, yo espero que sea un
gran debate, espero que seamos capaces de definir un modelo de Impuesto
sobre Sociedades en este país. Le decía antes que espero que el proyecto
de ley esté terminado antes de fin de año, y desde luego debería entrar
en este Parlamento, en todo caso, antes de que se reanude en el próximo
año 1995 la actividad del Parlamento y convertirse en un punto
fundamental de discusión.

Señor Homs, le diría, en primer lugar, que comparto gran parte de su
análisis de la necesidad de mantener una estabilidad en la legislatura
que permita la definición de una política económica clara. Es verdad que
no siempre hemos estado de acuerdo en nuestras opciones de política
económica, pero, como suele suceder en cualquier negociación, al final
nadie sale satisfecho al cien por cien de sus opciones. Yo creo que la
gran virtualidad y la gran eficacia precisamente del sistema que hemos
puesto en marcha ha sido la capacidad de cesión de una y otra parte para
al final poder avanzar, y yo creo que el avance nos ha dado magníficos
resultados con un sistema que nos permite vivir, tanto a ustedes como a
nosotros, consiguiendo un buen resultado desde el punto de vista del
país.

Su señoría hace referencia a una serie de reformas estructurales. Sobre
una de ellas me gustaría hacer una reflexión, y es sobre el sistema de
financiación de la Seguridad Social. También el señor Espasa ha hecho
algún comentario sobre ello, y me gustaría definir cuál es la posición
del Gobierno y luego, con algún matiz, cuáles son algunas reflexiones
adicionales del Ministro de Economía y Hacienda.

Primero, la posición del Gobierno. Desearíamos que cuanto antes se
dispusiera de un informe por parte de la Ponencia sobre la financiación
de la Seguridad Social en nuestro país. Nos parece que ése es el
documento que puede ser útil para un debate desapasionado; normalmente yo
intento que lo sea, aunque no siempre la opinión pública sigue con ese
desapasionamiento algunos planteamientos que se realizan. En mi opinión,
los puntos de partida pueden ser válidos. El señor Espasa hablaba de un
cierto acuerdo, de desgajar de la Seguridad Social aquello que hoy tiene
que ser financiado por fiscalidad. Me parece que ésa es una opción
posible, pero lo que quiero es que sean ustedes conscientes de lo que una
opción de este tipo significa, y con esto no esto y diciendo que no, lo
que estoy diciendo es que hay que ser coherentes. Una opción de



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ese tipo significa que la Seguridad Social tiene que pagarse con
fiscalidad, y o reducimos otro tipo de servicios u otro tipo de gastos o
habrá que incrementar los ingresos fiscales de forma coherente; y no se
puede decir, como hemos venido oyendo tradicionalmente, que está muy bien
que se aumente la imposición indirecta y luego, cuando se incrementa,
aunque sea de forma mínima, rasgarnos las vestiduras porque ese
incremento de la imposición indirecta es la causa de todos los males del
país, sobre todo cuando resulta que esa imposición indirecta es la más
baja de toda la que existe en los países de la Unión Europea con los que
estamos comerciando y se produce de forma bastante moderada. Luego haré
algún comentario adicional sobre este punto.

En definitiva --lo quiero decir de otra forma--, el sistema de
fiscalización adicional de gastos de la Seguridad Social tiene que tomar
en consideración dos elementos que me parecen relevantes: primero, se
parte de que las cotizaciones sociales actuales se estabilizan; segundo,
se parte necesariamente de que hay que subir la fiscalidad, y lógicamente
la fiscalidad indirecta. Si no, seguramente será la cuadratura del
círculo. Tienen ustedes otra alternativa, que es reducir el gasto público
en la parte equivalente y plantear dónde debe ser reducido para que se
pueda hacer frente al sistema de forma coherente y no plantee esas
dificultades. Si S. S. --el señor Espasa lo decía-- parte del supuesto de
que con la financiación actual el sistema no tiene ninguna dificultad, es
correcto, y evidentemente eso no quiere decir que el sistema no tenga
imperfecciones que haya que corregir o plantear. Lo que sucede es que
entonces nos faltará la financiación adicional necesaria para la sanidad.

Me parece que es una reflexión importante que, dado que están ustedes en
un momento crucial en cuanto a la definición de la Ponencia, tienen que
tomar en cuenta.

Al señor Homs le diría que cualquier idea adicional sobre la morosidad es
bienvenida. Nuestra preocupación es un poco más amplia. Yo creo que no es
sólo la morosidad lo que nos debe preocupar; nos debe preocupar en qué
medida nuestro sistema jurídico e incluso nuestro sistema judicial están
adecuados a una modernización de la sociedad, especialmente en los
negocios jurídicos que afectan al mundo económico, que tienen una gran
dinámica y una gran rapidez, en qué medida los equilibrios entre la
garantía y la eficacia son los óptimos o no. Por tanto, yo creo que es un
punto que exige una reflexión mucho más profunda, y yo creo que ha
llegado tal vez el momento de plantearlo de forma global. Por nuestra
parte, en el Ministerio tenemos algunas ideas, pero seguro que hay otras
ideas por ahí que pueden también ser útiles para avanzar en esta
dirección.

Las ideas de favorecer el ahorro y la inversión en principio me parecen
bien. El problema de los fondos de pensiones tendremos ocasión de
discutirlo con la ley del seguro privado, aunque es evidente (y también
me gustaría --sobre todo se lo pediría a Convergència i Unió-- que lo
planteasen como reflexión general) que es imposible cuadrar el círculo
cuando aumentamos las exenciones fiscales, rebajamos los impuestos y
solicitamos gastos adicionales.

Al señor Espasa yo le diría que tenemos discrepancias más en el
instrumento que en el objetivo. Su señoría lo que dice es: incremento de
competitividad con mantenimiento o incremento de los grados de cohesión
social. Esta sería una afirmación que yo podría compartir perfectamente.

Donde discrepamos seguramente es en cuál es el entorno en el que nos
movemos y cuáles son los instrumentos que podemos utilizar. Su señoría
parte, en mi opinión --y su Grupo con excesiva frecuencia--, de un modelo
económico que desgraciadamente no existe en la realidad. Es un modelo
económico cerrado en el que cierto tipo de actuaciones quedan dentro de
nuestra fronteras y no tienen ninguna incidencia en el exterior, y eso
permite que afirmaciones que son absolutamente correctas en términos
teóricos de campana de cristal se sigan defendiendo en la práctica como
si en la práctica sucediera lo mismo. Afirmaciones que hace muchos años
todos estudiábamos sobre la mayor justicia del impuesto progresivo sobre
el no progresivo, del directo sobre el indirecto, yo creo que hoy, cuando
uno analiza la realidad, tiene por lo menos que matizarlas bastante, lo
cual no quiere decir que la filosofía no sea correcta en cuanto a
filosofía genérica.

Sus señorías olvidan que estamos en un país abierto hacia la Unión
Europea, que a su vez está abierta hacia el mundo. En consecuencia, los
modelos neokeynesianos, incluso aplicados en un espacio europeo, en mi
opinión no funcionan si no tienen además elementos claros de
competitividad en términos del resto de los países o del resto de las
áreas con las que comerciamos. Si no, lo que se está produciendo con
cualquier incremento de gasto es una traslación a importación, en vez de
una generación de demanda interna que favorezca a nuestro propio aparato
productivo. Como es verdad que un elemento clave para la competitividad
es el tipo de interés, y yo estoy convencido de que una parte importante
de nuestros problemas de tipo de interés es nuestro déficit público y
nuestro exceso de presencia en el mercado para captar recursos con los
que financiarnos, es absolutamente imprescindible luchar contra el
déficit público. Comprendo que en muchos casos sería enormemente
razonable, yo diría que casi equitativo, intentar gastar más para cubrir
algunas deficiencias del mercado, pero es cierto que eso también tiene
una serie de incoherencias y una serie de problemas que nos pueden llevar
a que al final sea peor el remedio que la enfermedad. De ahí que nuestra
posición intente ser, en cuanto al objetivo, la misma que SS. SS.

defienden, pero nuestros instrumentos son distintos porque creemos que al
final sólo una mejora de competitividad nos permite un crecimiento rápido
y, por tanto, una generación de empleo que consiga esa cohesión social
que usted desea y nosotros también.

Se señoría ha hecho referencia a tres puntos concretos que no voy a
entrar en detalle, porque nos llevaría muy lejos, pero sí querría hacer
algún comentario.

Primero, en cuanto a fraude fiscal, desde luego que seguimos trabajando.

Nos obsesiona, nos preocupa y creo que hemos recorrido en este último año
un camino largo. Posiblemente los resultados son bastante espectaculares.

Baste ver los 500.000 millones levantados en actas durante este año como
cifra realmente significativa, pero todavía nos queda mucho camino por
recorrer.




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A S. S. no le gusta que aumente el IVA del 3 al 4. Yo le diría que el
incremento del IVA del 3 al 4 debió producirse cuando elevamos, por
razones de coherencia técnica, el impuesto del 6 al 7 y del 12 al 15. Es
verdad que esto ha ayudado a resolver parte de los efectos de inflación
en el pasado, pero no es menos cierto que ha creado una serie de
disfunciones en todo el modelo fiscal realmente muy importantes, que van
desde devoluciones hasta fraudes intentando utilizar esta mejor
situación, problemas de financiación de las empresas, etcétera. De ahí
que para mí éste no sea un tema significativo en términos económicos.

Estamos hablando de muy poca recaudación en este paso del 3 al 4, pero sí
es fundamental desde el punto de vista de coherencia del modelo para no
crear más problemas de los que actualmente ya tenemos.

En cuanto a la Ley General Tributaria, S. S. habla de un delito de
conducta, en vez de un delito de resultado. Entiendo su planteamiento en
términos ideológicos, puedo entenderlo incluso en términos
jurídico-formales, pero, desgraciadamente, en términos prácticos yo creo
que sería peor solución. De ahí que hayamos optado, a pesar de sus
limitaciones, por un delito de resultado, que pensamos que es mucho más
eficiente en términos prácticos. Tal vez, cuando la situación fiscal de
este país vaya mejorando y nos parezcamos más a esa Alemania, cuyo modelo
a usted le gustaría aplicar, podamos plantear el tema de otra forma, pero
yo creo que, en el contexto actual de este país, la aplicación del delito
de resultado es sin duda alguna la opción correcta.

En seguros privados tendremos ocasión de hablar. Ya le he comentado algo
sobre la seguridad social pública. Yo le diría que cuando estamos
hablando de no extrarrealización de fondos en algunos instituciones
financieras, son instituciones que tienen obligación de provisionar estos
recursos y están igual de controladas que cuando los fondos de pensiones
se controlan por parte de la Dirección General de Seguros. Por tanto,
estamos en un puro debate administrativo sobre si es un órgano u otro el
que controla.

En cuanto a la empresa pública, S. S. parte de un supuesto que también
tendríamos que matizar mucho, como es qué quiere decir empresa pública
rentable. Si por empresa pública rentable se quiere decir empresa pública
con beneficios, yo no estaría de acuerdo. Eso es simplemente empresa
pública con beneficios, pero no empresa pública rentable. Podemos tener
empresas públicas con beneficios, evidentemente, y en ese sentido se
podría interpretar su palabra «rentables», pero absolutamente
ineficientes. Y en la medida en que vamos abriendo el mercado cada vez
más, el resultante es que esas empresas públicas van acumulando tal
cantidad de disfuncionalidades que cuando el mercado se abre los
problemas a los que tienen que hacer frente son de gran envergadura.

Algún ejemplo tenemos encima de la mesa en los últimos días que nos hacen
ser sensibles a ese tipo de dificultades.

A partir de ahí, ¿gestión pública o privada? La verdad es que a uno el
cuerpo le pide una presencia de gestión pública relevante en algunos
casos. Es cierto que la realidad muchas veces nos hace reflexionar sobre
si eso que nos parece deseable, con los métodos de control y gestión
actualmente disponibles, es la mejor opción o no. De ahí que yo creo que
haya que plantear una política de empresas públicas absolutamente
racional en función de las características de cada una de ellas y por eso
nunca hemos pretendido ir a una definición de un modelo único de empresa
pública porque seguramente, si nos ponemos a hablar caso a caso, tal vez
las discrepancias no fuesen tan relevantes.

El señor Zabalía aludía a su preocupación inicial de por qué crecemos
menos. Su señoría hace una pequeña trampa en su presentación, ya que nos
compara con los países de la OCDE. Cuando estamos hablando de países de
la OCDE y tomamos en consideración lo que pesa Estados Unidos en esa
comparación y, además, sabemos que Estados Unidos salió mucho antes de la
crisis y que está en este proceso un par de años por delante de nosotros,
es verdad que esas discrepancias son significativas. Si nos comparamos
con la Unión Europea, que más bien tiene un comportamiento parecido al
nuestro, aunque haya parte de ese sesgo también como consecuencia del
avance en la recuperación por parte del Reino Unido, pero ya su peso es
menor en el contexto de la Unión Europea, nuestras cifras no son tan
distintas. Estamos hablando de un crecimiento medio que se aproxima al 2
por ciento en Europa y de un crecimiento medio de alrededor del 2 por
ciento en España durante el año 1994; y para el año próximo nosotros
estamos hablando del 2,8 y Europa está hablando del 3 por ciento. Por
tanto, no tenemos esas discrepancias significativas. Sin embargo, aunque
no existan esas discrepancias, yo le diría que no debemos darnos por
satisfechos. Nuestro problema es cómo recuperar el diferencial y cómo
crecer por encima de la media comunitaria. Esa es la apuesta que hacíamos
en el plan de convergencia y ésa es la apuesta a la que debemos intentar
llegar en el futuro tan pronto como mejoremos el contexto competitivo del
país, que yo creo que está empezando ya a verse de forma bastante clara.

Es verdad que S. S. habla de una segunda preocupación o de otras
preocupaciones sobre competitividad. Sin duda alguna, para mí la
competitividad ha mejorado. Mi preocupación no está en la competitividad
actual, sino en que, en la medida en que nuestros incrementos de costes y
nuestro diferencial de inflación sean mayores, con tipos de cambio
relativamente estables, perdamos competitividad. Más de una vez lo he
dicho: nuestro mundo empresarial está acostumbrado excesivamente, como
consecuencia de la Historia, a pensar que las devaluaciones acaban al
final resolviendo los problemas. Yo creo que debemos pensar que nuestro
país ya no tiene gran margen de devaluación. Habrá una realineación de
tipos de cambio en el momento en que se produzca el paso a la tercera
fase, pero no podemos hablar ya de devaluaciones, en absoluto. En
consecuencia, cuando algunos empresarios piensan que la devaluación del
tipo de cambio no justifica llevar a cabo políticas de coste muy
restrictivas en la medida en que ahora están cómodos en cuanto a esa
definición de costes para los ejercicios normales, creo que están
cometiendo un grave error. Si nosotros somos responsables de la actuación
pública en este país, deberíamos transmitir al empresario que tiene que
ser cada vez más consciente de que nuestros diferenciales de inflación al
final lo que se traducen es en una



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clara pérdida de competitividad. La inflación este año está, en mi
opinión, en el problema de las tarifas telefónicas, que ha introducido
0,2 puntos adicionales, pero este año deberíamos habernos quedado en
torno al 4, posiblemente incluso algo por debajo. Sin embargo, es cierto
que ese entorno del 4 aparece como una especie de obstáculo mayor y es
verdad que las cifras de inflación de este año hay que analizarlas en su
conjunto y hay que ver qué es lo que hay debajo. Así, ese 4 es mejor de
lo que parece. Por ejemplo, si analizamos los precios de bienes y
servicios no alimenticios, que estaban a 5,1 en diciembre de 1993 y están
al 4 por ciento en octubre de 1994. Dicho de otra forma: han sido lo
precios de la alimentación los que nos han modificado en algo las
expectativas de este año. Eso tiene una lectura positiva y otra negativa.

La negativa es en el sentido de que este año hemos tenido un peor
comportamiento de lo que esperábamos en alimentación; positiva, en la
medida en que tenemos un cierto margen de reducción de inflación
precisamente en alimentación no sólo en los meses de noviembre, y sobre
todo en diciembre, sino también en el próximo año 1995, y precisamente a
esa reducción apostamos para defender unas tesis de inflación coherentes
con la reducción de la que estamos hablando.

Es verdad que este año quedaremos al 4,1 o al 4,2, pero son cifras que,
aun siendo altas respecto a la media europea --y en ese sentido no
podemos estar satisfechos-- significan una reducción del 0,7 o del 0,8
respecto al pasado año y van a ser las cifras más bajas del último
período histórico que recordamos. Cuando hablamos de estas cifras y las
buscamos en la historia, tenemos que remontarnos a años tan poco
comparables con los actuales como son los anteriores a la crisis del
petróleo del año 1973 y, aun así y todo, no todos esos años coinciden,
evidentemente, con ese comportamiento.

Usted ha planteado una serie de referencias a reformas estructurales.

Creo que todas ellas deben ser tomadas en consideración. A algunas de
ellas he hecho referencia en mi intervención, a otras no, pero ya le
puedo asegurar que he tomado nota de las mismas para ver en qué medida
podemos tomar en consideración algunos de esos elementos que pueden ser
útiles para la mejora de la economía.

Discrepo con su solución final. Su solución final es que el problema del
país radica en que al final haya un pleno desarrollo autonómico; yo creo
que no. Yo creo que ésa es una opción política que todos podemos
compartir en la medida en que responde a un esquema constitucional por
todos aceptado, pero creo que incluso en el contexto actual podemos hacer
más para resolver los problemas económicos y para mejorar claramente los
planteamientos que tenemos.

Al señor Hernández Moltó le haría algunos comentarios. Posiblemente los
resultados del año 1994 son magníficos, y podríamos decirlo así. Lo que
sucede es que a uno le da un cierto pudor hablar de unos magníficos
resultados económicos con un 24 por ciento de paro; me da un cierto pudor
hablar de magníficos resultados económicos todavía con un 6,7 de déficit,
pero es verdad que hemos conseguido una quiebra importante en la
tendencia que nos va a permitir avanzar en la buena dirección.

Yo creo que la credibilidad es un elemento fundamental. Decía S. S. que
se ha atacado mucho por la falta de credibilidad presupuestaria en el
pasado y ahora, sin embargo, ese hecho no se valora. Yo le diría algo
más. Leyendo a algún comentarista de posiciones políticas, es verdad,
claramente definidas, decía que el cambio que se ha producido en el
último año es que se ha pasado de una política presupuestaria ambiciosa,
que no se cumplía, a una política no ambiciosa que se cumple. Me parece
que es, otra vez más, el recurso a la búsqueda de la crítica cuando unos
determinados objetivos, que en el año 1994, cuando empezamos el ejercicio
presupuestario, parecían ambiciosos, ahora ya se consideran como no
ambiciosos en la medida en que no se cumplen. El 5,9 que se decía, en el
plan de convergencia, cuando hablamos de él, que era poco realista para
el año 1995, ahora se dice que el 5,9 es muy poco ambicioso y que
deberíamos ir más lejos. Es cierto que a mí lo que me preocupa de verdad
es el año 1996, pero sobre todo el año 1997, año en el que tendremos que
hacer esfuerzos muy especiales para llegar a ese 3 por ciento que todos
queremos.

Es verdad que la consecución de una estabilidad y de una tranquilidad en
los mercados es fundamental para que todo esto pueda seguir avanzando. Es
verdad que muchas veces esa tranquilidad en los mercanos no se consigue
como consecuencia de tomas de posición no siempre adecuadas a los datos y
adecuadas a la realidad económica y tampoco a la realidad política.

Respecto a sus preguntas concretas, le diría que a la reforma estructural
en el año 1995 ya me he referido, pero en algún momento posterior
podremos hablar con más tranquilidad de las mismas. En cuanto al déficit,
no lo tengo calculado en términos de PIB, y no lo tengo calculado porque
tendremos que hacer una evaluación del PIB en estos momentos antes de fin
de año. Lo que sí puedo decirle es que, de acuerdo con nuestra
evaluación, vamos a cumplir el 5 por ciento del déficit del Estado que
prácticamente debe corresponder a esta caída de ingresos, aunque todavía
existe alguna pequeña variación en diciembre como consecuencia de la
evolución de ingresos y gastos en diciembre de este año. (El señor
Montoro Romero pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Señor Montoro, le ruego que sea muy breve. Le
concedo la palabra por espacio de un minuto.




El señor MONTORO ROMERO: Señor Presidente, voy a ser conciso, dado lo
avanzado de la hora, y estructuraré mi intervención a costa de evitar
adornos.

En primer término quería insistir en lo que es la interpretación que hace
mi Grupo Parlamentario sobre la situación económica. Cuando hagamos la
historia del año 1994 --como nosotros la hemos reconstruido-- y la
previsión del Gobierno del año 1995, no voy a manejar otras cifras que la
propia estimación del Gobierno, puesto que nosotros no hemos cuestionado
en ningún momento que el cuadro macroeconómico del año que viene se pueda
no registrar, pero voy a hacer una indicación clara de cuáles son los



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resultados de esa economía y los resultados para la sociedad de esa
economía.

En primer término, todo el crecimiento del año 1994 va a venir del sector
exterior y ésa no era la previsión del Gobierno a comienzos del año.

Todo, excepción hecha, señor Ministro de Economía, de una décima, a la
demanda interna en el conjunto del año y cumpliéndose las hipótesis de
recuperación de final del trimestre. Eso quiere decir que la inversión,
que la formación bruta de capital fijo en el año 1994 va a caer un 0,5
por ciento, cuando hagamos los cuadros completos. Estas son las visiones
que hay que tener de la evolución de este año. Hay que recordar aquí que
en el año 1993 el total de la formación bruta de capital fijo en nuestro
país cayó un menos 10,3 por ciento. En concreto, los bienes de equipo
cayeron en el año 1993 un menos 16,16 por ciento. Eso refleja la
intensidad de la crisis económica que hemos vivido.

Señor Ministro, cuando tengamos que decirle a la sociedad española, a la
economía, en primer lugar, y a la sociedad a continuación, cuál es la
tasa de paro y cómo ha evolucionado ésta en el año 1994, medida por la
EPA --y ahora insistiré en este punto, pero es que no hay otra forma de
compararnos internacionalmente y acepto que la EPA tiene una medición
relativa y acepto alguna de las argumentaciones que usted ha hecho,
aunque ahora me referiré a ello--, pero cuando tengamos que decirle cuál
es la evolución del paro en el año 1994 en tanto por ciento de población
activa, tendremos que decir que en el año 1994 la tasa de paro habrá
estado en el 24,4 por ciento. Eso es lo que tendremos que decir en
relación a la evolución de la población activa, en el supuesto de que la
población activa en el año 1994 crezca un 1,5 por ciento, es decir,
salvada la irregularidad reconocida en ese tercer trimestre por la EPA.

Para el año que viene, aceptando la recuperación del cuadro
macroeconómico lo que vamos a tener es la tasa de inversión en España,
con esta recuperación prevista en dicho cuadro macroeconómico, pasaría de
ser el 20,4 por ciento este año 1994 en porcentaje de producto interior
bruto --el año 1991 la inversión del producto interior bruto era de casi
un 25 por ciento para que todos nos demos cuenta y valoremos la crisis de
inversión que hemos vivido-- y en la hipótesis de recuperación de la
inversión en el año 1995, haciendo crecer la inversión un 5 por ciento,
la formación bruta de capital fijo del conjunto del país un 5 por ciento
--estimación oficial--, vamos a pasar en porcentaje de PIB a tener una
inversión del 20,8 por ciento. Fíjense qué lejos estamos de una situación
normal de crecimiento económico para una recuperación económica sólida en
España. Esto hará que la tasa de paro en España el año que viene, en el
supuesto de que se consiga una creación neta positiva de empleo de
188.000 ocupados más, estaría, señor Ministro, en el 24,1 por ciento,
frente al 24,4 por ciento de este año. Eso nos está advirtiendo dos
cosas: en primer lugar, que estamos ante el desafío de consolidar una
recuperación de inversión que tiene que ser mucho más poderosa de lo que
sería una simple recuperación estadística por venir del bache depresivo
del que venimos, y, en segundo lugar, lo que viene a decirnos es que
tenemos un problema, un desafío de empleo tan importante que tenemos que
hacer cosas importantes también --y valga la redundancia de esta
palabra-- en materia de reformas estructurales para conseguir que el
crecimiento económico, el aumento del producto interior bruto redunde en
la creación de empleo, lo que significa completar una reforma del mercado
de trabajo, como se ha hecho en España y que, como le decía antes, usted
sabe que no se está llevando a su realidad práctica. Además, hay otra
serie de cosas que recomiendan desde la Unión Europea todos los días, en
el sentido de mejorar claramente lo que es la inversión en formación de
capital humano, que hay que abaratar fiscalmente los costes del trabajo
en los países que lo tienen más altos, como es el caso de España, y que
hay que repartir el trabajo, pero no repartir como se ha entendido
groseramente, en el sentido de dar la mitad de un puesto de trabajo a
cada español, sino repartir profundizando en una distribución del
trabajo, de categorías distintas de trabajo relacionadas con la movilidad
de ese trabajo. Ese es el reparto, incluido el reparto funcional, el
reparto geográfico y el reparto a través del trabajo a tiempo parcial,
que ha habido que sacárselo como resultante, como máxima manifestación de
esa reforma del mercado de trabajo al Gobierno socialista como si se le
estuviera arrancando una muela, como si tener trabajo a tiempo parcial no
fuera un aspecto modernizador, no sólo para el mercado de trabajo, sino
para una sociedad, porque gracias al trabajo a tiempo parcial se
incorpora la mujer más activamente a este mercado de trabajo.

Esta es la situación, resumida, en la que fijarse objetivos de
crecimiento, de cambios de tendencia --como está haciendo el señor
Ministro-- es ampararse en la recuperación para no realizar las reformas
estructurales, profundas, de nuestra economía y los cambios de política
económica que hay que hacer.

A este respecto, señor Ministro, le tengo que decir que la réplica revela
un discurso preocupante, porque su discurso es el de la resignación. ¿Qué
hacemos con ese sector público? ¿Qué hacemos con esas empresas públicas?
¿Qué hacemos para completar la reforma del mercado de trabajo? Tras la
cumbre de Essen, el propio Presidente González ha dicho: Ya hemos hecho
la reforma del mercado laboral en España. Sólo disfrutamos de ese
veinticuatro y pico por ciento de población activa y una tasa de
ocupación que es la más baja del mundo occidental; pero ya hemos hecho la
reforma del mercado de trabajo. Ya hemos abaratado fiscalmente el empleo
en nuestro país. A continuación, ¿qué podríamos hacer? Pues podemos y
debemos hacer grandes cosas, porque si éste es el resultado y éste es el
cambio de tendencia que ustedes esperan obtener, lo que están diciendo a
la sociedad es que no pueden hacer otra cosa. De sus palabras se
desprende que no pueden hacer otra cosa. Que hablaremos de la ley del
seguro para ver si facilitamos un mayor ahorro para la economía española.

Que vamos a corregir el fraude fiscal. ¿Se acuerdan ustedes de lo que han
hecho con el fraude fiscal en la gestión, a través de la brillante
gestión del señor Borrell en su empedernida lucha contra el fraude fiscal
en España; lucha a brazo partido que derivó en una amnistía vergonzante,



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como la que concede en el año 1991, para, a renglón seguido, tener que
desaguar esa amnistía a través de nuevas regulaciones del delito fiscal?
¿Sabemos, realmente, lo que estamos haciendo? ¿Estamos revisando los
supuestos? ¿Usted ha revisado su Ministerio, señor Ministro? ¿Usted cree
que la estructura de su Ministerio es la correcta dentro de una
Administración eficiente y austera? ¿Usted no tiene excesivos altos
cargos en su Ministerio? ¿Usted no tiene una carga administrativa que
está infrautilizada en su propio Ministerio?
Lo que está diciendo es que no pueden reorganizar mejor a ese sector
público. Eso es lo que nos están diciendo a los españoles con su
discurso. Que usted no puede hacer una gestión más eficiente de la
Sanidad, ni puede hacer una gestión más eficiente de la Educación, ni
puede llevar adelante una reforma de las prestaciones del sistema público
de pensiones. Eso es lo que le está diciendo a este país. Que no puede
incrementar la competencia en sectores claves, como son los de
transportes, las comunicaciones, etcétera. Que para admitir el segundo
operador en telefonía móvil le cuesta una batalla interna a un Gobierno
que no está por la decisión de liberalizar.

Este es el balance nulo que nos está ofreciendo en cuanto a completar la
reforma del mercado de trabajo, nulo en cuanto a la privatización de
empresas públicas. Usted ha borrado esta palabra de su lenguaje. ¿Le
preocupa, señor Ministro, que su base social no le vaya a votar porque
usted diga que tiene que privatizar empresas públicas? ¿Usted cree que
eso es una gestión de un Gobierno que está enfrentado a la necesidad de
ganar competitividad en la economía, que está enfrentado a la necesidad
de liberalizar esas estructuras económicas en transportes, en
comunicaciones, en el sistema financiero? ¿Cuál es su política sobre la
pequeña y mediana empresa? ¿Va usted a promover el nacimiento de una
nueva generación de pequeñas y medianas empresas a través de un cambio
fiscal, a través de un cambio de estímulos financieros, a través de una
reforma de la normativa legal? ¿Va usted a promover una financiación
diferente de las comunidades autónomas de nuestro país? ¿Va usted a
revisar la financiación de los ayuntamientos, de las corporaciones
locales? ¿Va usted a facilitar la promoción internacional de nuestras
empresas? ¿A través de qué mecanismos? ¿Dónde están las medidas de
política económica sobre las que entendemos que debemos construir ese
futuro de la economía española?



El señor PRESIDENTE: Concluya, señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Concluyo, señor Presidente, diciéndole que hace
usted mal, señor Ministro, y hacen mal los que sostienen a su Gobierno
cuando subrayan que los problemas que tiene España y la imagen
internacional que dan se deben fundamentalmente al riesgo político
derivado de la existencia de una oposición fuerte y firme en España. No
es correcto que se deduzca eso de sus palabras, porque sabe perfectamente
por qué tiene España la prima de riesgo más alta en estos momentos de los
países europeos en los mercados financieros. Sabe perfectamente que esta
prima de riesgos se ha elevado a raíz de la presentación de los
Presupuestos Generales del Estado para el año 1995, y sabe también la
preocupación que existe fuera y dentro de nuestro país respecto de las
consecuencias de la aplicación práctica de esos Presupuestos Generales
del Estado para 1995.

Usted dirá: Estos son los presupuestos que podíamos presentar a los
españoles en este momento político. Pues eso es lo que penalizan los
mercados y eso es lo que critican los economistas españoles. Todos los
economistas en España han criticado estos Presupuestos Generales del
Estado. Me gustaría conocer algún artículo que los apoye. Por eso,
desacreditar lo que es la aportación de nuestra universidad, la
aportación de nuestros centros de estudios; desacreditar, como se intenta
hacer, a unos mercados financieros internacionales que se han convertido
en algo así como los jueces inexorables de la evolución de la economía y
de la aplicación de las políticas económicas, es un mal camino, como lo
es desacreditar sin más estadísticas oficiales en nuestro país, cuando
esas estadísticas nos están revelando que tenemos problemas de inflación,
un excesivo nivel de paro y una baja tasa de ocupación.

Señor Ministro...




El señor PRESIDENTE: Concluya, señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Concluyo en un minuto.




El señor PRESIDENTE: En un minuto, no; en treinta segundos. Señor
Montoro, los turnos de réplica son de cinco minutos y lleva exactamente
16.




El señor MONTORO ROMERO: El balance de política económica de este primer
tramo de legislatura es muy pobre --de acuerdo con la teoría de la
digestión que nos revelaba el representante de Convergència i Unió--
respecto de lo que son esas necesidades planteadas de recuperar una
economía que tiene que ser más creadora de empleo. Queda en pie nuestra
oferta sincera para llevar adelante esas reformas estructurales, reformas
que no encontramos en la voluntad de este gobierno que, por un lado, está
moviéndose dentro de la incoherencia de desear una intervención del
sector público y, por otro, saber que tiene que liberalizar la economía
para acomodarse a las exigencias de nuestra presencia internacional.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Homs.




El señor HOMS I FERRET: Señor Ministro, su intervención ha sido brillante
en cuanto a pedirnos que le indiquemos dónde hemos de cortar gastos en el
presupuesto público. Ha hecho una reflexión en este campo difícil de
contrarrestar. Tiene razón, es difícil proponerle al Ministro de Economía
dónde cortar hoy. Pero sí hay cosas que se pueden hacer. Y las cosas que
se pueden hacer, que se hagan, si puede ser, lo más brevemente posible.

Lo que ha sucedido en España es que, año tras año, ha crecido mucho más
el gasto público que la economía. Por



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lo tanto, que en los próximos años no crezca el gasto público por encima
del crecimiento de la economía. Eso se puede hacer y no es recortar. Es
ponernos en una senda de contención, que es lo que se ha iniciado en 1994
y creo que en los años 1995, 1996 y 1997, si el gasto público no crece
más que la economía y en algunas partidas incluso menos que la inflación,
podremos reconducir fácilmente el déficit público.

Dice usted: No me diga lo de las empresas públicas, tiene usted toda la
razón. Pero, hagámoslo. Se les están asignando a las empresas públicas
muchos recursos con cargo al presupuesto. Quizás podríamos endurecer
mucho más los mecanismos que vinculen esas transferencias al control de
los correspondientes planes de ajuste o de viabilidad de esas empresas.

Hagamos lo que podamos hacer en el campo de las empresas públicas, que
hay campo para hacerlo.

En el tema de la reforma de la Seguridad Social ha dicho usted una cosa
muy importante esta mañana. Nos ha anunciado la posición del Gobierno. Si
no he entendido mal --no sé si ha sido la del Gobierno o la adicional del
Ministro de Economía--, la reforma posible de la Seguridad Social nace
con dos condicionantes: hay que mantener la estabilidad --según ha dicho
usted-- de las actuales cotizaciones a la Seguridad Social y subir la
fiscalidad.

Entiendo el argumento que usted quiere anticiparnos, pero quiero
indicarle que hoy la Seguridad Social se está financiando con cargo a los
impuestos; hay hoy tres billones, aproximadamente, de transferencia del
presupuesto del Estado, que se nutre con los impuestos y que va a
financiar los gastos de la Seguridad Social. Si hay que distribuir y
repartir lo no contributivo con cargo al presupuesto del Estado, señor
Ministro, no piense usted que pueden subir mucho más los impuestos,
porque hoy haciendo ya esta división de los tres billones, que es lo no
contributivo, viene a coincidir con la aportación que hace ya el Estado a
los presupuestos de la Seguridad Social, con lo cual mucho no pueden
subir los impuestos. Si hacemos la suma de esta forma: estabilidad de las
actuales cotizaciones, subir nuevos impuestos y nada más, esto tampoco va
a cuadrar.

Señor Ministro, hay campo para hacerle al país una reflexión muy
elemental: hoy la Sanidad la tienen que financiar todos los españoles, no
solamente los españoles que trabajan, porque hoy la Sanidad se ha
universalizado. El gasto de la Sanidad va destinado a todos los
ciudadanos de España y no solamente a las personas que trabajan. Son
todos los ciudadanos los que tienen que contribuir con una parte de la
financiación de la Sanidad, no solamente los que trabajan, porque si sólo
lo pagan los que trabajan, estamos encareciendo mucho el empleo y el
puesto de trabajo. Esta reflexión tan simple el ciudadano español la
puede entender y, en consecuencia, buscar la fórmula para que todos los
ciudadanos contribuyan en algo a esta financiación, pero no piense usted
que esto puede llevar a una subida importante de los impuestos, porque
esto tampoco podrá cuadrar. Deberíamos reflexionar: en que si estamos en
una decisión de desgajar este capítulo de lo no contributivo de la
financiación de la Seguridad Social, creo que algo se puede hacer
también. Hay un pequeño margen para reducir un poco las cotizaciones
porque esto nos generará más empleo.

Esto me permite pasar al tercer tema que quería trasladarle. Es verdad
que hay que buscar un equilibrio, el mágico equilibrio, entre demandas de
deducciones fiscales para favorecer la actividad económica, las posibles
propuestas de redacción de ingresos y las partidas de mayor gasto. Usted,
señor Ministro, como buen Ministro, se encuentra siempre en el medio de
esos tres vectores: menos impuestos, más deducciones para activar la
economía y más gastos. Entiendo que usted nos pide a los grupos
parlamentarios que mantengamos una coherencia en esos planteamientos,
pero quiero decirle que en 1994 hemos puesto en funcionamiento nuevas
medidas de incentivos fiscales que nos han permitido resultados
económicos positivos en la actividad económica, que luego han generado
mayores ingresos para la Hacienda pública. Por eso quiero decirle que sí
hay una alternativa a lo que usted nos ha dicho de la reforma de la
Seguridad Social, sí hay una alternativa a ese equilibrio, que es hacer
crecer más la economía productiva; si hacemos crecer más y mejor la
economía productiva, vamos a liberar de gastos al presupuesto público,
porque se encontrará a personas en paro y liberaremos de gasto al
presupuesto público para hacer atenciones sociales; vamos a producirle al
sector público más ingresos. Esta es, creo, la buena senda: hacer crecer
más y mejor la economía, que nos va a proporcionar mayores recursos, no
subiendo impuestos y no siendo cicateros en las medidas de estímulo y de
mejora de la actividad económica productiva.




El señor PRESIDENTE: Concluya, señor Homs.




El señor HOMS I FERRET: Concluyo, señor Ministro...




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, por el tratamiento, pero todavía no
he llegado.




El señor HOMS I FERRET: Lo de señor Ministro iba para el señor Ministro,
señor Presidente. No se crea que lo de señor Ministro iba para usted.

(Risas.)
Dos sugerencias o ideas en cuanto a lo de la morosidad. Creo que debemos
pensar en una reforma del sistema judicial. Podríamos pensar en cómo
ampliar las funciones de los interventores judiciales, de forma que
actuaran en un mecanismo automatizado más rápido para poder intervenir en
el cobro o protesto de impagados. Creo que para el interventor judicial,
ya que tiene hoy unas funciones en determinados procedimientos, en
suspensiones de pagos, por ejemplo, podría estudiarse una reforma a fin
de habilitarles mayores funciones y algunas competencias en ese campo.

También habría que dar a las Cámaras de Comercio, por ejemplo, algunas
funciones --son entidades de Derecho público-- de arbitraje en el
mercado. Quizá las Cámaras de Comercio podrían asumir algunas
responsabilidades de arbitraje en el sistema de pagos para jugar algún
papel ahí, para acelerar los procesos de pago y reducir la morosidad.




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En resumen, señor Ministro, quiero darle las gracias por sus
explicaciones. En todo caso, ese debate clásico que tenemos con el
Gobierno, en el que hay discrepancias, pero también voluntad de alcanzar
acuerdos, esperamos que conduzca en los próximos meses y años --esa
relación que mantenemos con el Grupo Parlamentario Socialista-- a
favorecer la estabilidad política y a mejorar la situación económica en
España.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Espasa.




El señor ESPASA OLIVER: Seré breve. Quisiera resaltar tres aspectos de la
respuesta del señor Ministro. El primero, es que él decía que coincidía
con nosotros en los objetivos pero discrepaba en los instrumentos. Los
objetivos serían: incremento de la competitividad, crecimiento de la
economía y crecimiento de la cohesión social. Pero después discrepábamos
de los instrumentos.

En la respuesta, el señor Ministro --que a veces actúa un poco como el
doctor Jekyll y mister Hyde--, ha hecho un discurso errático y distinto
del de la primera parte de su intervención; es decir, en la segunda parte
el Ministro ha hecho el «progre», por decirlo en términos cualitativos, y
ha centrado muy bien a la derecha, al Partido Popular y a Convergència i
Unió, para que digan por dónde cortar, cuando no se han cortado las
macrocantidades del gasto público.

Coincido en eso con el señor Ministro. El gasto público, señor Ministro,
no es un problema, es un dato de la realidad económica, y usted lo ha
centrado muy bien: el 51 por ciento es gasto social, el 20 por ciento
transferencias y después nos ha desgranado las grandes rúbricas. Por
tanto, no podemos --al menos desde la perspectiva de la izquierda-- tomar
el gasto público como un problema, sino que es un dato de la realidad
económica y, en general, un buen dato si se trata bien y si se manipula
adecuadamente. Usted lo venía a reconocer. Usted nos ha dicho: Estoy
satisfecho con este nivel de gasto público y ese nivel es bueno para la
economía del país. Lo que pasa es que antes nos ha dado unos instrumentos
de liberalismo, en nuestra opinión barato y de un cierto papanatismo
monetarista, que no se compadecen con su segundo discurso.

De acuerdo con el nivel de gasto público; de acuerdo con considerarlo un
dato y no un problema y de acuerdo con intentar mejorar incluso el nivel
de gasto público
--usted lo reconocía-- en mantenimiento de la inversión, en creación de
políticas activas y en creación de políticas de infraestructuras
productivas. ¿De dónde salen las misas? Las misas salen del incremento de
la recaudación, no de la presión fiscal. Nuestro país, como hemos
repetido --sólo lo dice la izquierda, sólo lo dice Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya-- es un país joven en capacidad de
recaudación fiscal y joven en conciencia de la necesidad de la
contribución al erario público. Tenemos estimados tres billones de fraude
a la Hacienda pública. Por tanto, aquí hay un enorme filón de trabajo de
inspección económica, legislativa, etcétera, para aflorar esta inmensa
bolsa de fraude.

Paso al segundo punto que quería comentar: Seguridad Social. También ha
dicho que están de acuerdo en fiscalizar los gastos no contributivos de
la Seguridad Social. Hasta ahí estamos de acuerdo. Usted dice: Habrá que
aumentar los impuestos. Yo le puedo contestar que a lo mejor podemos
apostar por aflorar el fraude fiscal que casualmente es la misma
cantidad, los tres billones que el Estado aporta para el segmento no
contributivo de la Seguridad Social.

Por otra parte --y ahí sí que no estoy de acuerdo con usted--, dice:
Estos impuestos serían todos indirectos. No, directos e indirectos: ya
discutiríamos el adecuado porcentaje o «mix» entre directos e indirectos.

Quiero recordarles, tanto al Ministro como al digno representante de
Convergència i Unió, que me satisface mucho señalarles que lo que acaban
de decir es lo que ha dicho siempre Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya en el tema de la reforma de la Seguridad Social y lo que dicen
los sindicatos, de lo cual me felicito. Es decir, desfiscalizar la
Seguridad Social, no incrementar la presión fiscal y mantener el segmento
contributivo reconocido que es robusto, eficiente, que tiene superávit y
que produce una fuerte redistribución interna de solidaridad desde el
régimen general a todos los otros regímenes.

No es justo, o es políticamente interesado --y eso lo hace la derecha y a
veces también el Partido Socialista--, decir que la Seguridad Social está
a punto de quebrar. Eso no es cierto. Esto responde a otros intereses
como el de aumentar la capacidad de las compañías privadas de seguro o de
las mutualidades de entrar en la bolsa de los siete billones del segmento
público y contributivo de la Seguridad Social. A esto corresponden
aquellas declaraciones, aquellos intereses en señalar que la Seguridad
Social está mal. No está mal, puede mejorarse y podemos llegar a acuerdos
importantes en cuanto a separar el segmento fiscal del segmento
contributivo.

Termino, señor Presidente. Usted, para criticarnos --ya sé que es en la
normal dialéctica de los debates--, nos dice que nuestro modelo económico
es antiguo por cerrado. No es así. Yo no le he hablado de un modelo
económico cerrado. Yo le he hablado de un gran proyecto de crecimiento:
incremento de la competitividad e incremento de la cohesión social en el
marco donde hoy la izquierda puede hacerlo, que es en la Unión Europea.

Hay que ajustar y hay que adecuar políticas nacionales, estatales, con
políticas que se preconizan en el marco de la Unión Europea. Aquí, dado
su volumen --es uno de los tres gigantes económicos hoy en el mundo,
junto con Estados Unidos y Japón--, sí habría posibilidad, caso de
concertarse mayorías sociales con esa voluntad de redefinir el
crecimiento económico y a qué debe servir, que para nosotros es a la
creación de empleo, si puede ser llegando hasta el pleno empleo y, sobre
todo, a la generación de mayor cohesión social, en el marco de la Unión
Europea, decía esto es posible. Hace falta voluntad política de
izquierda, voluntad política de progreso social y de continuar confiando
en el segmento público de la economía --no digo exclusivamente-- como un
motor tan bueno y tan brillante como el segmento privado.




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Hoy, que hemos aprobado por unanimidad un dictamen importante de esta
Cámara, el de Banesto, se demuestra, una vez más, cómo el marco público
no es menos eficiente que el privado a la hora de prevenir desastres
financieros como el que los antiguos gestores de Banesto nos brindaron
desde la sacrosanta iniciativa privada.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Zabalía, muy brevemente.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Señor Presidente, usted siempre me llama la
atención, incluso antes de empezar. (Risas.) Yo creo que soy el
representante de los grupos parlamentarios que suele intervenir con más
brevedad. Me parece que es un tema personal.




El señor PRESIDENTE: Señor Zabalía, le estoy pasando factura de su
comportamiento en la Comisión de Investigación de Mariano Rubio, porque
casi nunca me daba la palabra. (Risas.--El señor Hernández Moltó: ¡Se
creía que era gratis!
Permítame hacer alguna broma a estas alturas y dada la densidad de los
temas.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Yo se lo permito.

Lo que quiero es agradecer al señor Ministro de Economía y Hacienda las
contestaciones a las propuestas que he hecho en nombre de mi Grupo
Parlamentario. Además, me alegro de que esté de acuerdo con muchas de
ellas. Incluso me ha dicho que las ha anotado. Lo que pasa es que ya le
he hecho estas propuestas en otras ocasiones y, aparte de que las anote,
lo que quisiera es que contara con más profusión, intensidad y
puntualidad con nuestro Grupo Parlamentario y con las propuestas que
hacemos.

Ofrezco al señor Ministro de Economía y Hacienda que vayamos
desarrollando esas propuestas que he formulado y que él ha anotado. Creo
que deberíamos caminar en ese sentido.

Cuando le decía que en gran parte la solución a los problemas de la
economía española se puede alcanzar por el pleno desarrollo autonómico,
ya me imaginaba que no iba a estar de acuerdo. Creo sinceramente que esto
redundaría en una mayor estabilidad política que al final tendría unas
consecuencias en un mejor y mayor desarrollo de la economía.

Involucrar a las administraciones autonómicas en la marcha de la política
social y económica, de la política en general, favorecería plenamente la
planificación de la ejecución de estas políticas. Esa coordinación, desde
nuestro punto de vista, redundaría en una mayor estabilidad que, al
final, es lo que necesita en este momento la economía española:
estabilidad política y una situación de tranquilidad que pueda propiciar
la inversión y la productividad. Si tienen duda, háganlo, lleguen al
pleno desarrollo autonómico, consoliden el Estado de las autonomías y ya
verán después como yo tenía razón.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Zabalía, por su brevedad sobre
todo.

Por último, señor Hernández Moltó, tiene la palabra.




El señor HERNANDEZ MOLTO: Señor Ministro, ha oído usted bien. Ha oído
usted bien porque yo he tenido que hacer un esfuerzo para recrearme en lo
que el señor Montoro decía en su intervención. El Grupo Popular el año
pasado estaba de acuerdo con el escenario económico del Gobierno y ha
sido el Gobierno el que se ha equivocado al desviar el peso que el sector
interno ha tenido con relación al sector exterior y que la acusación
ahora al Gobierno es que tan sólo va a haber un 0,1 por ciento --que
seguro que va a estar más cerca del 0,3 que del 0,1 por ciento-- del peso
de la reanimación interior.

Ha oído usted bien. Estas son las cosas que en horas se producen si no
fuera porque estuvieran impresas y porque fueron recordadas en el debate
del Pleno. Pero ha oído usted mejor. Aceptan el escenario económico para
1995. Necesito recrearme en la cuestión porque hay periodistas aquí
detrás y les parecería insólito lo que están escuchando en esta Comisión.

Yo auguro disgustos políticos internos en el Grupo Popular porque de la
noche a la mañana no puede ser que lo negro sea blanco, lo blanco sea
negro y lo que ayer era una decisión, hoy es otra. Pues, entonces,
estamos salvados. La labor pedagógica que usted ha hecho en el día de hoy
yo creo que es merecedora por lo menos de guía Guinness, porque llegar a
convencer desde posiciones tan --iba a decir opuestas-- en la antípoda
del discurso económico que aquí se ha producido sólo se puede entender
por un rasgo de sentido común del Partido Popular en el día de hoy, cosa
poco frecuente, como usted bien sabe, en los últimos meses.

Yo me quedo exclusivamente con esta parte de la Comisión, porque no
quisiera entrar en la segunda parte del discurso, en la que al Gobierno
hoy se le ha reprochado algo que me parece sinceramente injusto.

Reprocharle que no sabe qué hacer con la sanidad, con la educación, con
las infraestructuras, con las pensiones, al Gobierno que trajo la
enseñanza pública, la sanidad pública, las infraestructuras, las
pensiones... (Risas.) Eso sólo lo puede decir alguien extraterrestre que,
no habiendo estado en la modernización política y económica de este país,
necesita su nueva transición o su gran transacción para reencontrarse a
sí mismo. Porque no hay que irse a los años 70. Hace nueve años que se
empezó a modernizar este país y ocasión tendremos en algún momento para
hacer no sólo el balance del minuto del día, sino probablemente de la
legislatura y de las etapas, sobre todo, cuando tanto tiempo queda para
que acabe esta etapa de gestión.

Desde luego, yo sí quisiera romper una lanza en favor de lo que he dicho,
no de lo que dicen que el Grupo Socialista ha dicho. Porque cuando el
Grupo Socialista avala, junto con otros grupos por cierto, los
presupuestos de 1995 y los resultados de 1994, no lo hace en la soledad
del corredor de fondo, ni lo hace despreciando opiniones intelectuales,
personales o institucionales. No, no. Lo hace con el perfecto derecho de
que los acontecimientos le hayan dado la razón.

Partamos de otro supuesto. No perdamos mucho tiempo en buscar titulares
ni artículos que apoyen el trabajo del



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Gobierno. Eso no se vende, se vende muy mal. No nos esforcemos. Aunque no
hay que ir muy lejos. El informe del Fondo Monetario Internacional --por
cierto, cita de mucha autoridad, más para unos que otros-- del tercer
trimestre ya lo dijo: Los resultados económicos importantes de 1994
--cito literalmente-- se deben a la contribución del Gobierno, a las
medidas, a las leyes y a los instrumentos contenidos en la Ley de
Presupuestos de 1994. Fondo Monetario Internacional dixit, por si vale
como autoridad. En absoluto, desprecio esas opiniones, nada más lejos de
mi intención. Lo que sí digo es que, cuando alguien se quiere amparar o
abrigar en opiniones profesionales y económicas, emplazo a que se me diga
un solo nombre de un solo economista que este año critique los
presupuestos y que hubiera tenido razón el año pasado a la hora de
criticar los Presupuestos de 1994. Es decir, pido un solo economista que,
respecto a 1994, no hiciera el mismo ridículo que hizo el Partido Popular
a la hora de criticar los Presupuestos de 1994 para que, con esos avales,
se le conceda el aval que algunos solicitan en este debate.




El señor PRESIDENTE: Por último, tiene la palabra el señor Ministro de
Economía y Hacienda.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Señor Presidente,
muy rápidamente.

Señor Montoro, creo que hablamos lenguajes distintos o pretendemos no
entendernos. Creo que ha quedado claro cuál es nuestro análisis de la
situación, cuál es el comportamiento de las cifras. Por supuesto, estamos
pensando en una reducción modesta del paro en el próximo año, pero somos
conscientes de que esto va a ser así. Nadie puede pensar seriamente en
transformaciones tan profundas como para generar una reducción del paro
muy sustancial, entre otras razones porque usted conoce perfectamente que
el stock de demandantes posibles de empleo sigue siendo importante,
especialmente las mujeres, y que eso va a incidir en el incremento de
población activa, a pesar de que aumentemos el empleo sustancialmente por
encima de lo que ha sucedido este año.

Lo que le preocupa a S. S. es que yo diga algo que no voy a decir, que
vamos a ir más adelante en la reforma del mercado de trabajo. No se lo
voy a decir, no vamos a completar la reforma del mercado de trabajo,
entre otras razones porque nuestra posición sigue siendo la misma que
hemos mantenido durante todo este período. La reforma del mercado de
trabajo es una reforma valiente e importante y a la que tendremos que
adaptarnos en las nuevas circunstancias. Esta reforma del mercado de
trabajo todavía no tiene sus potencialidades en marcha, ni mucho menos, y
desde luego no me sirve el argumento de que los sindicatos están
cambiando precio por no poner en marcha la reforma del mercado de
trabajo.

Si ello fuera así, S. S., seguramente en contra de sus más íntimas
convicciones, está poco menos que pidiendo al Gobierno que intervenga en
la definición de salarios. Si no es así, deje a los empresarios que
negocien con los trabajadores lo que crean oportuno. Mi opinión es que si
los empresarios negocian con los trabajadores a cambio de la nueva
aplicación de reforma del mercado laboral están prestando un mal servicio
al país, porque yo estoy de acuerdo con usted en que sí es imprescindible
que exista una mayor flexibilidad en el mercado de trabajo; por tanto,
que funcione de forma más razonable.

De verdad, hay una serie de afirmaciones que no puedo compartir en
absoluto. Ahora, según S. S., parece ser que el contrato a tiempo parcial
es como arrancar una muela al Gobierno socialista, como si no fuera un
elemento básico de nuestra reforma, planteado desde el primer momento.

También dice S. S. que mi discurso es el de la resignación. No lo
entiendo muy bien. Lea lo que hicimos en el año 1994 en leyes de
presupuestos y complementarias, analice lo que hemos hecho a lo largo de
este año en reforma del mercado laboral, en puesta en marcha de
modernización, de telecomunicaciones --ningún problema en cuanto a la
segunda licencia; más bien nuestro debate interno es hacerla en las
mejores condiciones posibles para el país--, más todo el paquete
adicional que estamos planteando: Ley de Arrendamientos Urbanos,
contratación pública, nuevas medidas fiscales y de control del gasto
público en el presupuesto de este año, etcétera.

Por supuesto, no me remonto, como ha hecho el señor Hernández Moltó, a
problemas mucho más profundos y fundamentales en los cinco o seis últimos
años. Creo que no hay resignación ni falta de ideas. Sí debemos ser
realistas.

Cuando me dice que me sobra alguien en mi Ministerio y su estructura
puede ser modificada, evidentemente, siempre hay que decir que sí. Estoy
seguro de que si repaso mi Ministerio sobran cosas, no cabe la menor
duda, pocas, pero sobran. Pero, ¿cómo medimos eso que sobra? ¿Como lo
medimos nosotros o como lo miden ustedes? ¿Como lo mide su Grupo, que
dice que sobra un director general y, por lo tanto, desaparece la
Dirección General y desaparecen sus funcionarios y sus medios o como lo
medimos nosotros que es que sobra un director general, pero esas
funciones tiene que realizarlas alguien y no expulsarnos a esos
funcionarios de la función pública, cosa que tampoco podemos hacer, sino
que siguen obteniendo sus salarios cada mes, como es absolutamente
normal? Si usted lo hace como lo hacemos nosotros, verá que esas
reducciones brutales del gasto que S. S. plantea no son realistas y, en
consecuencia, o usted propone medidas más radicales en otro tipo de gasto
público o, desde luego, esas cuentas no salen en absoluto.

¿Cuál es la alternativa que nosotros hemos tomado en consideración?
Evidentemente, controlar el gasto para seguir haciendo mejoras de gestión
y nunca renunciaremos a esa mejora de gestión frente a lo que usted hace
referencia. Segundo, conseguir que el crecimiento del gasto público vaya
por debajo del crecimiento de los ingresos y por debajo del crecimiento
de la economía. Pensamos que ésa es una fórmula menos radical, si usted
quiere, que tomar grandes decisiones de no sé muy bien exactamente qué,
pero es una fórmula que funciona y está funcionando francamente bien.




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Por lo tanto, yo no comparto en absoluto su análisis, como tampoco
comparto esa idea de que todos los economistas critiquen los Presupuestos
Generales del Estado de 1995. Le voy a dar un dato. El año pasado el
Gobierno, con ciertas dudas, vistos los temores generales, apostó por un
crecimiento del 1,3 por ciento. Los cronistas que critican especialmente
los documentos, que critican de forma muy contundente los Presupuestos
del Estado, el cuadro macroeconómico del año pasado, apostaban por un
crecimiento del menos 0,5 por ciento. La gama estaba entre el menos 0,5
por esa publicación concreta y un 0,8, y se les consideraba poco menos
que vendidos al Gobierno porque se atrevían a hablar de cifras de esa
magnitud. Hoy todo el mundo acepta que el 1,7 está adquirido y, es más,
nos dicen que estamos creciendo poco porque crecemos por debajo de la
media europea. Yo creo que hay que ser un poco coherentes con lo que se
dice en un momento y lo que se dice en otro.

Este año, el gran debate es el tremendo impacto en la inflación del punto
del IVA. Su señoría se acordará, porque tiene buena memoria, que hace muy
poquitos meses ustedes defendían seis puntos de rebajas de cotizaciones
sociales y un incremento equivalente con una imposición directa, que
sería IVA o impuestos especiales, me da igual, pero el resultado, desde
el punto de vista de la inflación, podría ser parecido. Sin embargo, SS.

SS. se apuntan al sol que más calienta y en un momento determinado dicen:
Hay una cierta crítica en un tema, esto puede crear algún problema; así
es que cambiemos de posición y démonos a la filosofía de que es una
barbaridad aumentar el IVA en 1995.

Ya sé que me dirá el argumento de que 1995 es un año muy malo. Ya lo dije
en la presentación de los presupuestos: nunca hay año bueno para subir
los impuestos; esos años siempre son malos. Es verdad que luego decimos
que las cotizaciones sociales son las más altas de Europa, lo cual no es
exactamente cierto en términos globales, aunque puede ser cierto en
términos empresariales, y SS. SS. se olvidan de que también la imposición
indirecta, y especialmente el IVA, es la más baja de Europa, cosa que
también hay que poner de relieve si queremos tener un modelo que sea
coherente con lo que hacemos con los demás.

Por lo tanto, estoy convencido de que dentro de un año estaremos hablando
de estos problemas en términos parecidos a como hablábamos del
crecimiento del año 1994.

A mí me preocupa todo esto. Me preocupa el posible efecto que en la
inflación pueda tener la subida de un punto del IVA en el primer semestre
del año 1995 y por eso tengo que tomar todas las medidas necesarias para
que el sistema absorba al máximo ese efecto y tenga el menor efecto
negativo posible.

Señor Homs, básicamente le digo que en sanidad tendremos que darle una
vuelta. Evidentemente, lo que yo digo es que hay que hacer las cuentas y
que lo que no puede plantear es un sistema de financiación fiscalizada en
la Seguridad Social en la parte que no se paga por cotizaciones y que eso
se hace con el dinero actualmente existente. Una de dos: o aumentamos
impuestos o reducimos gastos; no hay más alternativa si queremos seguir
manteniendo el déficit.

Al señor Espasa le digo que sigo discrepando. Su opción de modelo
semiabierto de la Unión Europea no es un modelo cerrado en términos
nacionales, pero sí es un modelo cerrado en términos europeos, con todos
los problemas que plantea.

Al señor Zabalía le comentaría que, en cuanto al problema del desarrollo
autonómico, no estoy en contra, pero no es el problema de hoy, es un tema
distinto.

Y, finalmente, el señor Hernández Moltó me ha hecho antes una pregunta
que yo no sé si he respondido en forma concreta. Yo le decía que no tenía
el déficit en términos porcentuales de PIB; sí tengo (y no sé si era ésa
su pregunta) el déficit o superávit de caja no financiero a 30 de
noviembre en este momento. Los ingresos han aumentado el 4,4, los gastos
han aumentado el 2,7 y el déficit en este momento ha decrecido en un
menos 3,8 respecto al 30 de noviembre del año pasado. Eso es lo que nos
permite ser totalmente optimistas respecto al cumplimiento del objetivo
de déficit de este año.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro. (El señor Montoro
Romero pide la palabra.) Señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Señor Presidente...




El señor PRESIDENTE: ¿A efectos de qué pide la palabra?



El señor MONTORO ROMERO: Pido la palabra a efectos de introducir una
réplica; me expreso mejor: a efectos de introducir una aclaración a la
vista de la exposición que ha hecho el señor Hernández Moltó, sumamente
crítica con la postura mantenida por el Grupo Parlamentario Popular.

Insisto en que no se trata de abrir el debate, sino sólo de establecer
una puntualización...




El señor PRESIDENTE: Si es una puntualización, tiene la palabra por un
minuto.




El señor MONTORO ROMERO: Ni siquiera un minuto.

Lo que es importante que quede claro es que el trabajo que hacemos desde
el Grupo Parlamentario Popular es un trabajo realista, en cuanto que lo
que pretendemos es analizar correctamente la situación de la economía e
interpretar su posible evolución a partir de los análisis de los que
disponemos, aparte de los que podemos hacer nosotros mismos. Eso es lo
que nos lleva, cuando estamos en una depresión económica, a hablar con
propiedad de que estamos en una depresión económica, y cuando estamos en
una recuperación, hablar de recuperación con toda propiedad, y cuando
estamos en una creación de empleo, no le quepa ninguna duda que nosotros
somos los primeros que identificamos eso como una creación neta de
empleo.

Lo que ocurre, y en este sentido es importante, es que el trabajo del
Parlamento no puede estar disociado de los informes de los análisis y de
las valoraciones que se hacen desde fuera de la sociedad. Mi Grupo
Parlamentario es



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muy sensible a las aportaciones que vienen de ese mundo universitario, de
ese mundo científico, desde los organismos internacionales, y estamos
convencidos de que nuestras propuestas lo que pretenden precisamente es
acomodarse a las demandas que hace la sociedad a través de estos
mecanismos.

Sólo quería decir eso a efectos de una interpretación correcta de lo que
es la valoración de la situación económica de nuestro país y su posible
evolución futura.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Montoro. (El señor Hernández
Moltó pide la palabra.) Señor Hernández Moltó.




El señor HERNANDEZ MOLTO: Simplemente quiero decir que, como suena a
disculpas intelectuales las que ha dado el señor Ministro, mi Grupo desde
luego acepta esas disculpas.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Hernández Moltó.

Antes de pasar al siguiente punto y último del orden del día, que serían
los números 2, 3 y 4, se suspende la sesión durante tres minutos.




--EN RELACION CON LA RETIRADA DEL RECURSO DE CASACION INTERPUESTO POR EL
SERVICIO JURIDICO DEL ESTADO CONTRA LA SENTENCIA DE FECHA 18-05-93 DE LA
SECCION SEGUNDA DE LA SALA DE LO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO DE LA
AUDIENCIA NACIONAL, RECAIDA EN EL RECURSO FORMALIZADO POR LA CAJA DE
AHORROS Y PENSIONES PARA LA VEJEZ DE CATALUÑA Y BALERARES CONTRA
DIFERENTES ACUERDOS DEL TRIBUNAL ECONOMICO-ADMINISTRATIVO CENTRAL (TEAC)
RELATIVO A RETENCIONES POR EL IMPUESTO SOBRE LA RENTA DE LAS PERSONAS
FISICAS (IRPF). A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA. (Número
de expediente 213/000459.)



--DE LAS RAZONES POR LAS QUE EL GOBIERNO HA RETIRADO EL RECURSO DE
CASASION ANTE EL TRIBUNAL SUPREMO CONTRA UNA SENTENCIA DE LA AUDIENCIA
NACIONAL, EN RELACION A LAS LLAMADAS LIBRETAS PENSIONES TEMPORALES
INMEDIATAS (PTI) DE LA CAIXA. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO
POPULAR. (Número de expediente 213/000461.)



-- DE LAS RAZONES POR LAS QUE EL GOBIERNO HA RETIRADO EL RECURSO DE
CASASION ANTE EL TRIBUNAL SUPREMO CONTRA UNA SENTENCIA DE LA AUDIENCIA
NACIONAL, EN RELACION A LAS LLAMADAS LIBRETAS PENSIONES TEMPORALES
INMEDIATAS (PTI) DE LA CAIXA. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO
POPULAR. (Número de expediente 213/000463.)



El señor PRESIDENTE: Reanudamos la sesión.

Los puntos 2, 3 y 4 del orden del día, como SS. SS. saben, hacen
referencia a petición de información por parte de los grupos
parlamentarios Socialista y Popular respecto a la retirada del recurso de
casación interpuesto por los servicios del Estado en relación al tema de
la La Caixa. No leo textualmente los puntos del orden del día por su
dimensión.

Dado que dos grupos parlamentarios, en este caso el Socialista y el
Popular, han pedido la comparecencia del Ministro, doy la palabra, en
primer lugar, a la señora Aroz, portavoz del Grupo Socialista, para que
formule brevemente los términos de la petición de comparecencia.




La señora AROZ IBAÑEZ: Gracias, señor Ministro, por su presencia en la
Comisión para cumplimentar este segundo punto del orden del día,
atendiendo la petición de comparecencia presentada por el Grupo
Socialista. Tratando de buscar la concentración en este tema, bien
distinto de todo el debate que ha habido a lo largo de la mañana en la
Comisión, voy a ser lo más concisa posible.

Esta solicitud de comparecencia se produjo el pasado día 25 de octubre
como consecuencia de informaciones aparecidas en prensa sobre la retirada
del recurso de casación por parte de los servicios jurídicos del Estado,
en relación a la sentencia de la Audiencia Nacional favorable a la Caja
de Ahorros de Vejez de Cataluña y Baleares, La Caixa, relativa a las
retenciones por el IRPF en las libretas de pensiones temporales
inmediatas (PTI) Nuestro Grupo entendía que el carácter de la información
hacía necesaria la explicación de dicha decisión y, en consecuencia, el
mismo día 25 de octubre presentó la petición de comparecencia. En los
días posteriores, de manera inmediata, se produjo una serie de
declaraciones y de informaciones, por parte del señor Ministro y de la
Agencia Tributaria, explicando esta decisión. A nuestro juicio en dichas
informaciones se produjo una clarificación adecuada de todos los aspectos
concretos relativos a esta cuestión: la razón del recurso, por qué se
retiró el recurso, la cuantía de la deuda tributaria que se reclamaba y
también en qué ámbito se tomó la decisión. Por tanto, nuestro Grupo no va
a repreguntar y, con independencia de que el señor Ministro considere
reiterar estos extremos, quisiéramos aprovechar esta comparecencia para
tratar con mayor detenimiento --y siento que sea una hora tan avanzada--
y con más amplitud la actuación de la Administración Tributaria en este
proceso de regularización fiscal de La Caixa, en aras a la máxima
transparencia de dicho proceso.

Quisiera plantearle algunas cuestiones concretas al señor Ministro. En
primer lugar, en relación al objeto de la comparecencia, la libreta de
planes temporales inmediatos, la libreta PTI, quisiera que pudiera
explicar los antecedentes y el proceso seguido en relación a la
reclamación de Hacienda a La Caixa hasta la presentación del recurso. En



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segundo lugar, el Grupo Socialista entiende que la consideración de este
proceso y la propia decisión en relación al recurso no puede desligarse
ni separarse de la controversia y dificultad que ha habido a lo largo de
estos años para determinar la naturaleza de estos productos financieros;
una doble naturaleza, al parecer, de carácter de depósito financiero, de
carácter de seguro, que han tenido estos productos denominados
genéricamente de prima única, donde hay prima única y hay otros productos
que no son exactamente este producto como el que estamos analizando de
las libretas PTI. En este sentido, consideramos conveniente que se
clarifiquen cuáles son los criterios que se están aplicando con carácter
general para la actuación de la Administración Tributaria en este asunto.

Sabemos que existe una resolución de la Secretaría de Estado de Hacienda,
de 19 de diciembre de 1989, que es la que fija estos criterios, y
quisiéramos, señor Ministro, que pudiera explicar cuáles son estos
criterios objetivos que se están aplicando.

En relación a La Caixa, querría plantearle tres cuestiones muy concretas:
en primer lugar, cuáles son las actuaciones de comprobación que se han
realizado, si están ya finalizadas; en segundo lugar, cuáles son las
liquidaciones que se han practicado, y, en tercer lugar, quisiéramos
conocer si se ha producido o está previsto que puedan producirse otras
actuaciones similares a la que ha dado origen a la petición de
comparecencia, es decir, la retirada de otros recursos que en este
momento se están considerando.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Fernández de Trocóniz.




El señor FERNANDEZ DE TROCONIZ MARCOS: Señor Presidente, muchas gracias,
señor Ministro, por comparecer ante esta Comisión para intentar explicar
--y digo intentar porque la explicación, seriamente se lo digo de
antemano, es poco menos que imposible-- la retirada de la formalización
del recurso de casación en el Tribunal Supremo por parte de los servicios
públicos del Estado en relación a las actas de inspección levantadas a La
Caixa con ocasión de las liquidaciones como consecuencia de no hacer las
retenciones correspondientes en el Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas en lo que concierne a los planes temporales inmediatos,
es decir, a este tipo de cartillas; cartillas que, por cierto, son
extremadamente curiosas, porque, por una parte, por la Dirección General
de Seguros se califica como una operación de seguro y, seriamente, creo
que no es una operación de seguro, en cuanto no entraña ningún riesgo ni
para el asegurado ni para la aseguradora.

Describiré brevemente ante SS. SS. en qué consisten estas cartillas de
planes temporales inmediatos; son tres operaciones, una de ellas
yuxtapuesta a las otras dos. Por una parte, consiste en una operación de
capitalización a tiempo fijo, máximo cuatro años. Asimismo, se trata de
un seguro de vida añadido a esta operación de capitalización. En el
supuesto de que fallezca con anterioridad el beneficiario de la póliza,
pasaría a sus herederos o personas que designe la cantidad que es objeto
llamémosle de depósito o más bien, propiamente, dentro de este conjunto
de pensiones temporales inmediatas, de prima; y también existe una
operación de cobertura de estas dos operaciones en el supuesto de que el
asegurado fallezca con anterioridad. Pues bien, esto, en realidad, no
entraña ningún riesgo ni ningún tipo de operaciones actuariales, por
cuanto, en definitiva, es exactamente igual que una operación a plazo
fijo con un máximo de cuatro años; porque también se prevé la posibilidad
de rescate en cualquier tiempo de la cantidad depositada, no depositada
--pero conviene hacer la salvedad--, sino que es objeto de prima en estos
planes temporales inmediatos.

Pues bien, quiero ser positivo y dar soluciones y medidas para un futuro
en cuanto a la venta de productos financieros y a cómo contemplar, desde
la perspectiva del Ministerio de Hacienda, y no con un afán recaudador,
sino con un afán de hacer bien las cosas (que me imagino que es su
preocupación fundamental en este momento, porque existe un problema
gravísimo con las primas únicas, en la medida en que se puede calificar
seriamente de un afán absolutamente recaudador, y no me atrevería a decir
casi extorsionador, por parte de la Secretaría de Estado de Hacienda), lo
que se refiere a la exigencia de las retenciones debidas o indebidas como
consecuencia de las primas únicas. No nos olvidemos, además, de algo que
es muy importante. Las retenciones son un ingreso en la fuente de la
percepción de la renta que se satisface que en realidad tendría que
satisfacer el correspondiente sujeto pasivo como consecuencia de su
declaración o de su liquidación por el Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas, y no la entidad que lo retiene. Es cierto que es muy
cómodo para la Administración, para el Ministerio de Hacienda, proceder a
este tipo de retenciones en la fuente, con lo cual se evitan una serie de
gastos muy importantes de administración posterior del tributo
correspondiente.

En definitiva, vayamos a los hechos. Como consecuencia de unas actas
levantadas por la Inspección de Hacienda, correspondientes a los
ejercicios 1979, 1980, 1981, 1982 y primer trimestre de 1984, que suponen
un importe total de 8.295 millones de pesetas, liquidaciones que son
confirmadas no solamente por el inspector actuario, sino por el inspector
jefe, que a su vez son objeto de reclamación ante el entonces Tribunal
Económico Administrativo Provincial de Barcelona --por cuanto todavía no
existían los tribunales económicos administrativos regionales--, actas
estas cinco que son confirmadas por el Tribunal Económico Administrativo
Central, sin embargo, cuando es objeto de recurso de casación una
sentencia de la Audiencia Nacional --y permítanme que luego les comente
la sentencia en cuestión de la Audiencia Nacional--, por el señor
Ministro, al parecer, se dan instrucciones en concreto al Director
General del Servicio Jurídico del Estado para que no se formalice este
recurso de casación ante el Tribunal Supremo.

Ya he dicho antes que quería comentar por qué es curiosa esta sentencia
de la Audiencia Nacional, porque se basa, para estimar el recurso y
anular las resoluciones del Tribunal Económico Administrativo Central, en
que existe una consulta formulada en la Administración en los tiempos



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en que las consultas tributarias eran vinculantes al amparo del artículo
107 de la Ley General Tributaria, pero es una consulta formulada en 1983,
y estamos hablando de liquidaciones que arrancan del ejercicio 1979. Sin
embargo, por la Audiencia Nacional se estima que son también extensibles
a los ejercicios anteriores, haciendo una curiosa argumentación, los
efectos de la consulta vinculante. Pero es que, además, es preciso tener
en cuenta que, si bien esta consulta vinculante se formula en 1983, las
actas de inspección se inician en 1989, con lo cual es de tener en
cuenta, y es muy importante, que en 1985 se ha modificado la Ley General
Tributaria y es también de dudosa virtualidad la eficacia de las
consultas tributarias vinculantes expedidas con anterioridad, porque,
lógicamente, todo trámite administrativo, y más aún en esta materia
tributaria de consultas vinculantes, ha de tener una limitación en el
tiempo en cuanto a su vinculación para con la Administración.

Por consiguiente, junto a estos argumentos, junto a la, a nuestro juicio,
sólida argumentación del Tribunal Económico Administrativo Central en
cuanto a la obligatoriedad de retención de estas operaciones, por cuanto
no se trata realmente de una operación de seguros, sino a través de una
operación de seguros, también es necesario decir que las entidades
financieras se ven obligadas a realizar operaciones de seguro, no
buscando básicamente evitar la retención, sino la opacidad de estas
operaciones, opacidad que le viene dada como consecuencia del mercado
existente en aquel tiempo, en que sólo existen unas operaciones opacas en
el mercado, que son curiosa, precisa y dolosamente las de pagarés del
Tesoro, con los que lógicamente el Estado se coloca en una posición de
privilegio en el mercado financiero frente a las entidades financieras y
les hace rebuscar, de una manera poco de economía de mercado, productos
financieros para poder contrarrestar en el mercado con condiciones
semejantes un producto que ofrece quien tiene, lógicamente, el monopolio
legislativo, y en este caso también monopolio tributario, que es el
Estado, que puede ofrecer pagarés del Tesoro.

Estoy convencido, señor Ministro --y me gustaría hacer un paréntesis en
mi intervención--, de que usted no comparte los criterios seguidos por el
Ministerio de Hacienda, y en concreto por la Secretaría de Estado de
Hacienda, con anterioridad en esta materia, por cuanto es buena la
competencia en materia de productos financieros, pero una competencia
leal, por parte del Estado y demás entes públicos con las entidades
privadas.

Así las cosas, nos encontramos con que, a nuestro juicio, una
argumentación jurídica solvente, el Tribunal Económico Administrativo
Central, ha desestimado los recursos de La Caixa. Sin embargo, se dice
posteriormente por usted que este recurso de casación era absolutamente
insalvable desde un punto de vista jurídico, desde un punto de vista del
derecho, ante el Tribunal Supremo.

No comparto su criterio en absoluto, señor Ministro, pero aquí no estamos
para analizar criterios por los que compartimos o no jurídicamente una
posición en relación a si puede prosperar o no un recurso. Lo que sí es
cierto, señor Ministro, es que la «jurisdicción» económico-administrativa
depende de su departamento, y no me parece serio que se pretenda dar o
que se dé un descrédito de esta forma y de esta manera tan contundente
por parte de su propio Ministerio ante unas resoluciones a nuestro juicio
acertadas, pero, independientemente de que sean acertadas o no, son de un
órgano que depende del Ministerio de Economía y Hacienda. En definitiva,
supone dar un descrédito palmario o un órgano de la Administración que
depende de usted. Ciertamente, puede que estemos enmarcándonos, como dijo
usted en el Pleno del Congreso de los Diputados el pasado día 25 de
octubre, ante un problema más complejo. Aquí no estamos hablando
solamente de pensiones temporales inmediatas, sino que estamos también
hablando de primas únicas. Y es que, señor Ministro --y aquí quiero ser
lo positivo que avancé que iba a ser al principio de mi exposición--,
siendo positivos, es importantísimo que de manera inmediata se
establezcan los mecanismos necesarios para dar seguridad al
contribuyente, en este caso para dar seguridad al sujeto pasivo, para dar
seguridad a esos sustitutos del contribuyente que son las entidades
financieras en cuanto a los nuevos productos financieros que puedan
incorporar al mercado, modificando la Ley General Tributaria, y en este
sentido no están previstas las consultas vinculantes; consultas
vinculantes especificando perfectamente cómo ha de ser efectuada la
consulta, perfilando perfectamente y con un procedimiento administrativo
que debía ser especial cómo resolver estas consultas, es decir, con un
procedimiento público y contradictorio, y que, a su vez, estas consultas
vinculantes tuviesen una duración determinada y delimitada en el tiempo,
y que junto a éstas se puedan también establecer o se pueda seguir con
las consultas tributarias tal y como están establecidas ahora mismo, es
decir, no vinculantes y que simplemente eximen de la correspondiente
sanción.

Señor Ministro, aquí llegamos al meollo político de la cuestión. Aquí
evidentemente creo que no podemos traer a colación temas jurídicos, sino
que debemos hablar del aspecto político de la cuestión. Estamos hablando,
señor Ministro, y además usted lo asume galantemente, de la
responsabilidad de dar las instrucciones para la no formalización del
recurso de casación por parte del servicio jurídico del Estado. Usted
asume la responsabilidad de esa orden, usted asume la responsabilidad de
esa decisión, pero entonces, señor Ministro, aquí vamos a la exigencia de
su responsabilidad política. Si esa decisión se toma dentro de un
conjunto global para solucionar el grave problema pendiente de
tributación de las primas únicas --además sería bueno pactar directamente
con los interesados--, ¿de qué estamos hablando, señor Ministro? ¿Estamos
hablando de una transacción sobre los derechos económicos de la Hacienda
pública? ¿Estamos hablando entonces, señor Ministro, de un supuesto del
artículo 39 de la Ley General Presupuestaria, de 23 de septiembre de
1988, en cuyo caso y ante una transacción, es necesario y es
imprescindible un decreto aprobado en Consejo de Ministros previo
dictamen del Consejo de Estado en Pleno? Porque además no nos olvidemos,
señor Ministro, que de acuerdo con el artículo 30 de esa misma ley, no es
posible otorgar perdones, rebajas o moratorias si no es mediante los
supuestos autorizados previamente por una ley.




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Entonces, señor Ministro, si usted tiene una capacidad de contratación
con un límite máximo de 2.000 millones de pesetas, de acuerdo con el
artículo 8 de la Ley de Contratos del Estado, de 8 de abril de 1965, o
incluso, en el supuesto de enajenación de bienes, si su capacidad de
autorización, sin contar con el Consejo de Ministros, solamente llega
hasta los 3.000 millones de pesetas, de acuerdo con los artículos 68 y 95
de la Ley de Patrimonio del Estado de 15 de abril de 1964, y usted, señor
Ministro, adopta una decisión que corresponde en realidad, en puridad y
en derecho no a usted, señor Ministro, sino al Consejo de Ministros,
entonces usted ha actuado fuera de su marco competencial, y si de acuerdo
con el artículo 98 de la Constitución corresponde al Presidente del
Gobierno dirigir la acción del Gobierno y coordinar las actuaciones de
sus miembros, señor Ministro, realmente a quien deberíamos decírselo es
al Presidente del Gobierno y no a usted, como fue ciertamente nuestra
intención en su día, pero por circunstancias digamos de fuerza mayor --al
parecer el Presidente del Gobierno estaba enfermo-- aquel día no pudo
contestar a nuestra pregunta formulada en el propio Congreso de los
Diputados, pero evidentemente, señor Ministro, hay una frase muy
expresiva que resume lo que le quiero decir --es una expresión a su vez
de tal manera vulgar que no se la voy a decir--, a usted, señor Ministro,
le han dejado de una manera poco decorosa ante la opinión pública, ante
la opinión jurídica y, en definitiva, señor Ministro, ante esta Cámara y
ante los contribuyentes españoles.

Por tanto, señor Ministro, nos cumple ahora pedirle la responsabilidad
política correspondiente, porque además se utiliza el subterfugio de que
es un viejo artículo en el viejo Decreto del 27 de julio de 1943, que,
por cierto, está necesitando de una reforma muy importante, que es el que
regula la intervención en juicio del Estado, y además nos gustaría que
este Decreto se reformara pronto y que llevase su firma sin que cambiase
usted de Ministerio, con todo lo que ello significa. Este artículo se
refiere al recurso de casación en materia contencioso-administrativa,
cuya reforma es muy posterior, porque es el 27 de abril de 1992 cuando se
establece el recurso de casación en materia contencioso-administrativa.

Es un subterfugio legal absolutamente obsoleto, y no se utiliza la puerta
normal para un desistimiento, un allanamiento en este caso a la
pretensión del administrado, que es el general, del artículo 34 de la Ley
de Jurisdicción Contencioso-administrativa, de 27 de diciembre de 1956.

Por todo lo cual, señor Ministro, estamos a la espera de sus respuestas.

Aparte de esto, le dejamos ya dichos aquellos aspectos positivos que se
deben tomar en consideración de este extraño asunto de la no
formalización del recurso de casación en materia de las pensiones
temporales inmediatas y, evidentemente, señor Ministro, estamos a la
espera de su dación de cuenta política sobre esta actuación a nuestro
juicio irregular.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Yo creo que es,
como S. S. bien ha puesto de relieve, un problema complejo que voy a
intentar explicar no en toda su magnitud, dado que me voy a centrar
básicamente en las libretas PTI, aunque luego haré algún comentario sobre
primas únicas, cifras globales, etcétera. Su señoría ha expuesto bien
cuál es la naturaleza de las viejas libretas PTI: su triple contrato de
seguro --el de capital diferido, el de pensión temporal, el de capital
reservado--. Sin embargo, hay un punto fundamental sobre el que o yo no
he entendido bien a S. S. o S. S. tiene la información equivocada, y es
que estas operaciones eran opacas. No eran opacas. Estas operaciones
tenían que ser declaradas en una parte porque existía retención en uno de
los seguros que se incluían. La discusión en la inspección no es tanto si
hay que declarar o no, sino si la cuantía de declaraciones es por el
total de la operación o sólo por una parte.

A mí me parece que éste es un elemento absolutamente clave y fundamental,
porque evidentemente lo que nos muestra no es una búsqueda de opacidad ni
una búsqueda de no conocimiento de la rentabilidad, sino un tratamiento
diferenciado por parte de la entidad financiera intentando dar un mejor
tratamiento fiscal en la medida en que una parte no declaraba, pero
declarando el resto. Es verdad que esta cuestión sobre si todo el
contexto de la PTI debe ser declarado o no es lo que da lugar a la
discusión entre seguros de prima única/PTI, toda la discusión entre
Seguros y Tributos, y es verdad que es un tema tan controvertido que la
consulta de la Dirección General de Tributos es una consulta que da lugar
a interpretaciones discordantes. Es decir, Seguros dice claramente que en
su opinión el régimen fiscal que se venía aplicando, tal como hacía La
Caixa, era correcto, y en su consulta del 10 de mayo de 1983 plantea esta
opción. Es verdad que esta opción planteada por Tributos da lugar a una
cierta discusión por parte de la Inspección sobre si Tributos se refiere
a una única operación, pero en la medida en que las tres operaciones
deberían ser realizadas conjuntamente, no tenían el mismo trato. Sin
embargo, en la consulta vinculante queda claro que no es así, porque la
consulta vinculante de Tributos dice de forma muy clara que la
contratación de La Caixa se realiza por medio de operaciones combinadas y
por tanto no se referiría única y exclusivamente a una operación. Es
verdad, y lo dice claramente, que hay dos operaciones básicas y una
operación complementaria, todas claramente diferenciadas e
independientes.

A partir de ahí, por lo tanto, tenemos, digamos, unas operaciones PTI y
se discuten dos cosas: no la opacidad sino, primero, si son depósitos o
si son seguros, y, por tanto, si tienen un tratamiento fiscal
diferenciado como incrementos patrimoniales o como rentas anuales. Es
verdad que hay una consulta vinculante de la Dirección General de
Tributos del año 1983, y hay una discrepancia entre la Inspección y la
Dirección General de Tributos en la medida en que la Inspección considera
que la consulta vinculante de Tributos no resuelve absolutamente el
problema, sino que la interpretación de la Inspección es correcta y, por
lo tanto, debe seguirse llevando a cabo el levantamiento de las oportunas
liquidaciones y las actas pertinentes.




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La Caixa plantea sus recursos ante el Tribunal Económico Administrativo
Central. Es verdad que hay ocho resoluciones dictadas sobre esta materia
que se basan en algunos puntos que me parecen claros, en primer lugar
--como veremos después-- controvertidos, posteriormente de términos
jurídicos. La filosofía del Tribunal Económico Administrativo Central es
decir, primero, que la consulta elevada en su día a la Dirección General
de Tributos no tiene carácter vinculante por haberse formulado cuando ya
se había comenzado la actuación inspectora. En segundo lugar, y en cuanto
al fondo, dice que las operaciones de La Caixa constituyen un negocio
jurídico indirecto consistente en una operación de depósitos, en virtud
de la cual el cliente entregaba a la entidad un capital que le es
devuelto junto con sus intereses al finalizar el período pactado.

Planteada la cuestión ante los órganos de jurisdicción
contencioso-administrativa, la Audiencia Nacional el 18 de mayo de 1993
declara que la consulta sí tiene efecto vinculante. A mí me parece que
este es un tema relevante. Yo comprendo que podemos discrepar
jurídicamente. A pesar de ser licenciado en Derecho no me considero
jurista y, por lo tanto, estoy hablando de los argumentos y del
planteamiento que hace el servicio jurídico del Ministerio de Economía y
Hacienda, y especialmente los responsables de estos temas en la Agencia
Tributaria. La tesis de la Audiencia Nacional es que la consulta tiene
efectos vinculantes y, en consecuencia, que la actuación de La Caixa se
había ajustado aquélla y no podía ser objeto de revisión por la
administración tributaria.

Es verdad, sin embargo, que hay una presentación, por los servicios
jurídicos del Estado, y como consecuencia de la brevedad del plazo, de un
primer recurso que se plantea a la primera sentencia de las dos de la
Audiencia Nacional, la del mes de mayo de 1993, y queda pendiente, el día
29 de junio de 1993, la presentación de un segundo recurso posible en el
cual se reiteraban los argumentos del 18 de mayo. El primero de los
recursos de casación fue formalizado, como digo, por los servicios
jurídicos del Estado en el momento procesal oportuno y en él se realiza
un análisis global del contenido de la sentencia de la PTI vieja y del
conjunto de los productos ofertados tanto por La Caixa como por las
restantes entidades financieras. La Agencia Estatal de la Administración
Tributaria, en vista del planteamiento realizado por los servicios
jurídicos del Estado en este recurso, analiza el conjunto del problema y
llega a una doble conclusión. Primero, que el contenido de la sentencia
de la Audiencia Nacional, con fundamento de la consulta vinculante, debe
estimarse como correcto y que prácticamente es nula la posibilidad de
éxito del recurso de casación ya formalizado. ¿Por qué? Porque por una
parte el argumento que emplea el Tribunal Económico Administrativo
Central es de dudosa utilización en el caso que nos ocupa, ya que el
reglamento general de Inspección en su artículo 30.3.a) priva de
cualquier valor a las consultas que se formulen por el interesado cuando
ya se habían iniciado las actuaciones inspectoras y versan sobre la
materia a que se refieren tales actuaciones. Pero este reglamento entra
en vigor el 1 de junio de 1986, con posterioridad no sólo a las
consultas, sino también a los hechos que motivaron las liquidaciones. En
consecuencia la aplicación de este criterio interpretativo evidentemente
se puede utilizar por la Audiencia de forma distinta a una aplicación
taxativa como debería haberse hecho en el caso de que hubiese tenido que
aplicarse la normativa vigente si ésta lo hubiera estado en el momento en
que se producen los hechos. Por otra parte, el segundo argumento que se
utilizaba, que era la hipotética falta de identidad entre las operaciones
descritas por La Caixa en su consulta y las que efectivamente realiza al
comercializar las libretas PTI, analizado por los servicios jurídicos de
la Agencia, se llega a la conclusión que es de difícil justificación, ya
que se acompaña un esquema de dichas operaciones como anexo a la consulta
vinculante. Todo ello aparte de la declaración expresa de la Dirección
General de Tributos a la que he hecho referencia anteriormente.

Se decía también en la consulta de la Dirección General de Seguros que
era necesario que bien en el contrato o póliza o en la contabilidad de La
Caixa figuraran detalladamente diferenciadas las cantidades y porcentajes
afectados a los distintos conceptos indicados, precisamente con la
finalidad de distinguir entre aquellas operaciones que tienen retención y
aquellas que no la tienen. Este punto concreto se cumple, evidentemente,
por La Caixa sin ningún tipo de modificación y de forma absolutamente
correcta. De hecho la Audiencia Nacional, cuando en su sentencia hace una
descripción de las PTI viejas, prácticamente utiliza la misma descripción
que se recoge en la consulta elevada en su día a la Dirección General de
Tributos.

Hay un problema también de extemporaneidad de la consulta por haberse
planteado una vez transcurridos los plazos para declarar e ingresar las
retenciones pertinentes, pero este argumento en contra del carácter
vinculante de la consulta no se recoge en la resolución del Tribunal
Económico Administrativo, sino que fue aducida por el abogado del Estado
en su contestación a la demanda en el seno del proceso judicial. La
Audiencia Nacional destaca sobre este punto concreto que no existe un
hecho imponible aislado sino uno repetitivo o periódico, por lo que la
consulta podía realizarse en cualquier momento sin que por ello perdiese
su carácter vinculante. Por tanto, respecto a las PTI viejas y al
problema que nos ocupa, la Agencia Tributaria en el análisis del conjunto
de las operaciones, llega a esas conclusiones.

El segundo elemento que me parece importante destacar es que en paralelo
con este análisis, la Agencia procede también a estudiar los seguros de
prima única, comercializados por La Caixa desde el año 1986, objeto de
posterior regularización mediante un acta del 31 de enero de 1992. El
análisis efectuado por dichos servicios técnicos respecto a las
operaciones de seguro de prima única comercializado por las distintas
compañías de seguros durante el período 1986-1989 les lleva a la
conclusión de que sobre productos como la PTI en su doble versión, vieja
y nueva, u otros como la pensión vitalicia inmediata, la PVI, la
Inspección no había probado fehacientemente que la realidad de los hechos
regularizados era distinta de la formulada por las entidades. El criterio
de los servicios técnicos de la



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Agencia sobre todo ello está siendo el de entender que se está en
presencia de un negocio indirecto no encuadrable en los supuestos
contemplados en el artículo 25 de la Ley General Tributaria, sino en el
artículo 24.2 de fraude de ley de la misma, en tanto que por la
Inspección, en el caso de los productos antes citados, no se ha probado
el negocio indirecto ni seguido el procedimiento previsto en el citado
artículo 24.2, y es opinión de estos servicios no confirmar la propuesta
de Inspección, criterio éste que asimismo se aplicará para el caso de
otras compañías.

Con todo esto, ¿adónde llegamos? A un análisis de la Agencia en el que se
dicen dos cosas. Primero, PTI viejas no parece que estén muy justificado,
y, segundo elemento dentro de una solución global e intentando distinguir
lo que es depósito financiero de lo que es seguro, la Agencia llega a la
conclusión de que no tiene sentido seguir por esta vía y, en
consecuencia, se pide a los servicios jurídicos del Estado el
desistimiento del recurso ya formalizado. Esto se lleva a cabo mediante
escrito de fecha 23 de septiembre del año 1994, dictándose auto por la
Sala Tercera del Tribunal Supremo, teniéndose por apartada y desistida la
Administración general, con fecha 6 de octubre del año 1994.

Coherentemente con ello, se dejaron sin efecto las actas que por igual
concepto se encontraban pendientes de liquidación.

En resumen, la Administración tributaria no ha hecho otra cosa que dar su
conformidad al fallo emitido en su día por un órgano judicial, como es la
Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional, y al
solicitar al desestimiento del recurso de casación no ha concedido perdón
ni condonación alguna a La Caixa, algo que tendríamos que hacer de
acuerdo con el procedimiento que S. S. establece, sino que la propia
Agencia tan sólo ha optado por dar término a un proceso de regularización
tributaria que llevaba abierto más de quince años y que se hubiese
prolongado innecesariamente hasta su resolución definitiva por el
Tribunal Supremo, de forma, en nuestra opinión, favorable al recurrente
con toda seguridad. Esas fueron las razones que nos llevaron a tomar esta
decisión.

Evidentemente, la filosofía con la que ha habido que resolver este
complejísimo problema, y con esto respondo a las preguntas que me plantea
la señora Aroz, es coherente con estas consideraciones. En primer lugar,
lo que se intenta definir es, dentro del complejo mundo en que nos
movemos, entre operaciones de seguro y operaciones de depósito, a qué
corresponde o dónde cortamos lo que es seguro y lo que es depósito, y
llegamos a la conclusión de que sólo debe ser seguro --y éste es el
análisis técnico de la Agencia Tributaria en el que los inspectores y la
oficina técnica han trabajado-- aquello que tiene un cierto riesgo y,
dentro de ese complejo entramado de operaciones, hay una operación que es
claramente depósito, la famosa libreta KD-UK, que da lugar a las actas
iniciales y a la correspondiente sanción. En cuanto al resto, la Agencia
tiene que valorar de forma muy técnica cuál es el elemento de discusión
que se puede plantear y en qué medida hay un elemento de riesgo definido,
y el límite lo pone en las famosas libretas 2000 SM Dos Vidas, dado que
se considera que en la 2000 SM Dos Vidas, que implica que sólo se produce
el evento cubierto por el seguro cuando mueren dos personas en un
determinado período de tiempo y que, en consecuencia, es un evento
prácticamente de cumplimiento imposible, es el límite del depósito,
mientras que el resto de operaciones, que tienen un cierto componente de
seguro, lógicamente, deben ser consideradas como tales. A partir de ahí
se toma una decisión, distinguiendo en primer lugar entre operaciones que
claramente son seguros y que, por tanto, tienen que tener no solamente el
acta liquidada, sino los intereses de demora y la sanción; en segundo
lugar, operaciones que tienen en nuestra opinión un claro elemento de
depósito, pero que es discutible si es depósito, y son las famosas 2000
SM Dos Vidas, que sin duda alguna será recurrido por La Caixa y veremos
cuál es la solución final que dan los tribunales, y el resto de las
operaciones, donde, evidentemente, no existía o existía un elemento de
riesgo en todo caso. Es cierto que es discutible si ese elemento de
riesgo es más o menos; los servicios jurídicos de La Caixa consideran que
también existe un elemento de riesgo teórico en las 2000 SM Dos Vidas, y
no cabe la menor duda de que en una pura concepción teórica algo de
riesgo podría existir; lo que sucede es que el riesgo no se corresponde,
evidentemente, con los beneficios que se plantean, y ahí estamos entrando
ya en la discusión de la coherencia entre el sistema actuarial y los
riesgos esperados. El resto no son operaciones que tengan elementos de
depósito y con operaciones que se consideran fundamentalmente como
seguros.

Evidentemente, la solución que la Inspección busca en todo este problema
no es aplicable a La Caixa, sino a todas las instituciones que están
implicadas en este modelo. En consecuencia, en el momento actual, y con
esto respondo a la señora Aroz, ¿cuál es la situación? En este momento
hay un acta levantada por 11.700 más 3.900 aproximadamente, 16.000
millones de pesetas, ya pagada por La Caixa, con las UK-KD; está
pendiente la liquidación respecto a las sanciones de esa operación
concreta, y hay actas levantadas por 39.000 millones de pesetas (29.000
de cuota y 9.900 de intereses) para las libretas 2000 SM Dos Vidas, que
son las que en estos momentos nosotros consideramos, como consecuencia
del informe de la Agencia, que no tienen elementos de riesgo y sobre las
que, en consecuencia, tienen que levantarse las actas correspondientes.

Esta es la situación en el momento actual y esta es la razón por la cual,
si en las PTI nuevas no hay liquidación y no hay acta, además de los
problemas jurídicos que plantea la interpretación de la sentencia de la
Audiencia Nacional, parecía coherente que no prevaleciese la posición del
Estado y siguiese un proceso que prácticamente no tenía ninguna
viabilidad a medio plazo y que, sin embargo, situaba a las instituciones
financieras en una posición especialmente difícil.

Y por dar toda la información que me pide la señora Aroz, le diré que en
estos momentos están pendientes liquidaciones por un total de 35.000
millones de pesetas para otras entidades de distinto origen y unas
sanciones que en estos momentos son de difícil evaluación, en función de
los criterios que se plantean, pero que podrían llegar a un máximo
teórico de unos 60.000 millones de pesetas.




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La Agencia sigue trabajando sobre estos supuestos. Está trabajando sobre
el criterio aplicable en las sanciones y en consecuencia las actas se
están levantando respecto al principal, y respecto a las sanciones se
levantarán todas de forma coherente en las próximas semanas cuando los
criterios de la Agencia estén claramente definidos.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.)
Tiene la palabra, en primer lugar, la señora Aroz.




La señora AROZ IBAÑEZ: Brevísimamente para dar las gracias al señor
Ministro por su explicación, como siempre rigurosa, y para señalar
algunos extremos.

En primer lugar, yo creo que es preciso reconocer la complejidad de este
proceso de regularización fiscal. Creo que es necesario insistir en las
dificultades que ha habido para establecer la naturaleza de estos
productos y actuar en consecuencia, también debido a la controversia que
ha habido en el seno de la Administración con relación a dicha
naturaleza.

En segundo lugar, creo que hay que señalar también que los argumentos
jurídicos que explican las decisiones de la Agencia Estatal de
Administración Tributaria y del Ministerio de Economía son, desde nuestro
punto de vista, irreprochables. La retirada del recurso de casación y el
desistimiento de los servicios jurídicos del Estado, de acuerdo con la
Agencia Tributaria, se ha realizado también de forma impecable desde el
punto de vista jurídico.

En tercer lugar, creo que es importante señalar que a partir de la
resolución de 1989 de la Secretaría de Estado de Hacienda sobre los
criterios con los que se actúa ahora con relación a estos productos
financieros se ha resuelto también un problema de inseguridad jurídica
para los contribuyentes y para las entidades en esta cuestión. Por tanto,
hay que felicitarse de que finalmente este tema también se haya
clarificado.

Finalmente, quisiera solicitarle, señor Ministro, la máxima transparencia
en la culminación de este proceso complejo de regularización fiscal, que
ha afectado a unos productos financieros que, a lo largo de la década de
los ochenta, causaron un grave problema de recaudación fiscal, todo ello
en aras de la credibilidad de las actuaciones de la Agencia Estatal de
Administración Tributaria y en aras también de la credibilidad de la
lucha contra el fraude en la que el Gobierno y el Grupo Socialista están
empeñados.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra por el Grupo Popular el señor
Fernández de Trocóniz.




El señor FERNANDEZ DE TROCONIZ MARCOS: Efectivamente, he de corroborar
las palabras que le dije al principio de mi exposición, pero he de
añadir, señor Ministro, que comprendo el papelón que le toca hacer en
esta Casa. Créame sinceramente que tiene mi simpatía, en el sentido
inglés del término.

Cuando me refería a la opacidad puede que me equivocara en la expresión,
pero me quería referir no a las pensiones, que pueden ser inmediatas,
sino a las primas únicas en la opacidad en cuanto a la competencia que
estaban haciendo en aquel momento las primas únicas.

Señor Ministro, el tema jurídicamente (siento discrepar tanto de la
señora Aroz, como de usted, como de los servicios que le han preparado el
papelón que nos acaba de exponer) no se tiene en pie, por las razones que
le he dado, y le podría dar más. Usted es el superior jerárquico
inmediato del Tribunal Económico-Administrativo Central. Si no están de
acuerdo con la resolución de dicho Tribunal que es, en principio, la
máxima autoridad jurídica en materia tributaria dentro del Ministerio de
Hacienda, declárenlo lesivo del interés público, que además le
corresponde a usted la declaración de lesividad, e impúgnenlo
correspondientemente.

Señor Ministro, lo que no podemos hacer es que su propio Ministerio, un
centro directivo, la Dirección General de Seguros diga que una operación
es de seguros y, sin embargo, la Agencia Tributaria estime que no lo es y
haya que girar las correspondientes actas.

No se puede desligar, señor Ministro, el asunto de las pensiones
temporales inmediatas de las primas únicas o de los demás productos
financieros puestos en el mercado por la Caixa o por las demás entidades
de seguros que operan en España. Es preciso darle soluciones globales,
pero soluciones con luz y taquígrafos y más teniendo en cuenta, señor
Ministro, que estamos hablando de operaciones que se inician en 1979 y en
1993 sentencia la Audiencia Nacional, y si no hubiera habido este
Tribunal Supremo, en 1995 ó 1998. Una entidad puede actuar con la mejor
buena fe del mundo, puede actuar dentro del mejor marco competencial del
mundo y, sin embargo, a los 15 años caer en la más completa ruina como
consecuencia de que se ha tardado mucho tiempo por errores de la
Administración, por un funcionamiento lento de la Administración como
consecuencia de haber recibido la sanción en relación a una operación que
se pudo haber definido perfectamente de antemano cómo tributaba, de qué
manera y quién debía pagarlo.

Señor Ministro, esto no puede ser así. El asunto de las primas únicas no
creemos que se pueda resolver, como se está haciendo, a retazos: unas
operaciones de seguros de una manera, otras de otra. Creo que son unas
operaciones que tienen la suficiente envergadura económica porque, no nos
engañemos, señor Ministro, estamos hablando de un problema de
interpretación, no de fraude fiscal, que puede suponer alrededor de
100.000 millones de pesetas, que es una barbaridad. Eso, señor Ministro,
no es lucha contra el fraude, sino diferentes interpretaciones acerca de
un mismo tema. Estamos jugando con la solvencia del sistema asegurador
español en cuanto que es un tema importantísimo de generación de ahorro,
cual es la capitalización.

Señor Ministro, le rogamos que lleguen a un acuerdo posible y factible
con las entidades de seguro que han operado coherentemente como
consecuencia de cómo operaba el mercado en aquellos tiempos con relación
a la competencia y a los productos financieros que se podían adoptar.




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Señor Ministro, sin un sistema de seguridad jurídica cierto, real y veraz
en materia de estos productos financieros tan delicados, difícilmente la
economía española puede generar la suficiente solvencia, la suficiente
confianza como para invitar al ahorro y para invitar a recoger este
ahorro por la entidades financieras españolas y extranjeras.

Señor Ministro, es un punto muy importante para la reflexión. Ponga orden
en su casa. Y no se lo digo en términos de oposición peyorativa, sino,
créame, señor Ministro, en términos de oposición netamente constructiva.

No puede decir un centro directivo una cosa y otro centro directivo,
otra; no puede depender del criterio de las personas que resuelvan las
consultas vinculantes en cada momento que se actúe de una manera, o que
se actúe de otra. Es preciso unificar procedimientos; es preciso unificar
criterios, sea quien sea quien esté en cada momento en cada centro
directivo o en cada Subdirección General, para que los productos
financieros respondan realmente a lo que va pasar en el futuro, o al
menos limítese en el tiempo. Pero, señor Ministro, hágalo así, se lo
ruego. Le repito, señor Ministro, que comprendo su papelón y que tiene mi
simpatía.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: El señor Espasa tiene la palabra.




El señor ESPASA OLIVER: Brevemente, señor Presidente.

Señor Ministro, de su comparecencia lo que quiero resaltar --quisiera
arrancarle un compromiso positivo-- no es tanto la visión hacia el
pasado, puesto que sobre las PTI viejas la actitud global que usted ha
explicado y la decisión que se adopta puede no ser compartida --y hemos
tenido un magnífico y jurídico ejemplo de no compartir esta decisión en
la expresión del señor Fernández de Trocónic--, pero no se produce ni
perdón ni rebaja, simplemente una decisión, quizá no la más acertada,
pero una decisión ajustada a Derecho al aceptar la sentencia de la
Audiencia Nacional tantas veces repetida respecto de las PTI. Mirando
hacia el futuro, quisiera emplazarle a que se comprometa ante esta
Comisión a que las actas levantadas en los productos financieros que
usted ha mencionado, las UK-KD y las 2.000 SM Dos Vidas, las llamadas
primas únicas, tanto en La Caixa como en las otras entidades cuya suma
aproximada para el erario publico se acerca a los 100.000 millones de
pesetas. Si he anotado bien y recuerdo más o menos los elementos del
problema, son 55.000 para La Caixa, 16.000 en la UK-KD y 39.000 en las
2.000 SM. Después ha hablado usted de 35.000 más en otras entidades y ha
dicho que estas 35.000 --si le he entendido bien-- podrían llegar hasta
60.000 millones de pesetas. Por tanto, estamos hablando de 85.110
millones de pesetas, que se deben convertir en ingreso fiscal al erario
público. Este creo que ha de ser el compromiso político ineludible, al
menos desde la izquierda, que le planteamos; porque a veces desde la
derecha y el rigor jurídico que se proclama, desde la erudición y el
conocimiento profundísimo --como se nos ha demostrado hoy-- de la
arquitectura jurídica de nuestros Estado, desde este rigor jurídico,
digo, se puede estar diciendo lo contrario, esto es, menos ingresos al
erario público. Pues bien, Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya dice
lo contrario: más ingresos al erario público.

Perdonen que acabe, una vez más, recordándoles a usted, señor Ministro,
en tanto que miembro o formando parte del Grupo Parlamentario Socialista,
al Grupo Parlamentario Socialista y al Grupo Parlamentario Popular que en
el delito fiscal les esperamos. Por eso planteamos que el delito fiscal
en España tiene que ser de resultado y de conducta; y por eso planteamos
en el punto 4.º de nuestra enmienda parcial o total, que también se
castigue a los inductores de fraude fiscal. Y entre los inductores, señor
Ministro, contempla la redacción de nuestro artículo las entidades
financieras y por tanto de crédito, los despachos o chiringuitos de
facturas falsas y los bufetes. Les espero a ustedes, desde el rigor
jurídico, combatiendo el fraude fiscal haciendo una buena ley de delito
fiscal.




El señor PRESIDENTE: Por último, el señor Solbes tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Quiero dar las
gracias a la señora Aroz por su intervención, que agradezco. Era un tema
demasiado añejo que había que resolver. Llevábamos prácticamente desde el
mes de junio, fecha en que me hice cargo del Ministerio, intentando que
los servicios técnicos encontrasen una solución posible, viable y
jurídicamente coherente y creo que la solución es buena. Por tanto, no ha
habido ningún papelón por mi parte. He heredado una historia. Es verdad
que eso suele suceder en cada puesto que uno ocupa y hay que intentar
resolverlo de la mejor forma posible. Creo que los servicios técnicos al
final han propuesto una buena solución. Por otra parte, la única solución
viable era intentar distinguir entre lo que es seguro y lo que es
depósito financiero.

No estoy de acuerdo con su tesis, señor Fernández de Trocóniz, de que el
tema se esté resolviendo a retazos. Al contrario, lo que hemos intentado
es que se resolviera globalmente. Lo que lamento es que se produjese la
mala coincidencia de que el problema global afectara a La Caixa, que
tuviese necesariamente que ser el primer paso en la solución técnica del
problema y que, desgraciadamente, tal vez para algunos, coincidiera con
un momento político que intentó ser aprovechado no para resolver el
problema, sino para plantear otro tipo de objetivos. Creo que la solución
es coherente, correcta y el tema está resuelto de forma global.

Su señoría ha dicho algo en lo que estoy absolutamente de acuerdo: que no
se puede actuar con inseguridad jurídica. Es cierto que por parte de la
Dirección General de Tributos se está analizando la posibilidad de
recuperar las consultas vinculantes. Es cierto que la naturaleza de la
consulta vinculante, por su propia complejidad y por sus propias
dificultades, hace que tengamos que limitarla, pero pienso que hay
operaciones que merecen tener una consulta vinculante porque es la única
forma de conseguir una cierta garantía tanto desde el punto de vista de
las entidades



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financieras como desde el punto de vista del sistema fiscal.

En consecuencia, le puedo avanzar que estamos trabajando en esa línea y
me gustaría, en un plazo no excesivamente largo, disponer de una solución
a este problema que resolvería parte de los que S. S. suscita.

Pero vuelvo al tema para que S. S. quede tranquilo. En las PTI estamos
hablando de un caso en el que incluso la propia Inspección, después de
analizado el problema globalmente, considera que deben ser conceptuadas
como seguros, aunque usted y yo posiblemente en un análisis de
aproximación primaria podamos opinar si es más o es menos seguro; pero le
puedo asegurar que después de muchas horas de reflexión y trabajo ésa es
la conclusión de la Agencia y a mí me parece correcta. Por tanto, no hay
ninguna actuación anómala, sino que hay simplemente una solución global
de un caso complejo.

Al señor Espasa le diría que ni más ni menos ingresos. La Agencia
Tributaria y el Ministerio de Economía y Hacienda no tienen interés en
conseguir más ni menos ingresos, sino los que el sistema fiscal vigente
en nuestro país establece. En consecuencia, si las entidades financieras
tienen la razón habrá menos ingresos y si no, habrá más ingresos.

En el caso que nos ocupa, a lo que usted me pide que me comprometa es
imposible. Creo que nadie se podría comprometer, porque es cierto que
nosotros vamos a seguir adelante con nuestros expedientes, pero no es
menos cierto que hay un sistema definido de protección jurídica a los
contribuyentes que, lógicamente, va a acabar en procesos judiciales.

Estoy convencido de que va a ser así. Desgraciadamente, no le puedo
garantizar cuánto se va a ingresar al final. Lo que sí le puedo
garantizar es que haremos todo lo posible para seguir adelante con estos
procedimientos.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Concluido el orden del día, se levanta la sesión.




Eran las tres y quince minutos de la tarde.