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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 251, de 27/06/1994
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1994 V Legislatura Núm. 251
ASUNTOS EXTERIORES
PRESIDENTE: DON JORDI SOLE TURA
Sesión núm. 21
celebrada el lunes, 27 de junio de 1994



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana
Madariaga), para informar:
--Sobre la llamada «Asociación para la Paz», así como sobre las
relaciones de la misma con el Consejo de Cooperación del Atlántico Norte
y la postura del Gobierno al respecto. A solicitud del Grupo
Parlamentario Popular. (Número de expediente 213/000340) (Página 7568)
--Del tratamiento que la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN) ha decidido otorgar a la Federación Rusa en el marco de las
conversaciones recientes de la Asociación para la Paz. A solicitud del
Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente 213/000356) (Página 7568)
--Con detalle de los acuerdos alcanzados por la Organización del Tratado
del Atlántico Norte (OTAN) en el marco de la Asociación para la Paz. A
solicitud del Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente
213/000357) (Página 7568)
--Sobre el desarrollo y las conclusiones de la IV Cumbre Iberoamericana
que tuvo lugar en Cartagena de Indias los pasados días 14 y 15 de junio
de 1994. A petición propia. (Número de expediente 214/000056) (Página 7584)



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Se abre la sesión a las once y diez minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señorías, damos comienzo a esta sesión de la
Comisión de Asuntos Exteriores.

En primer lugar, quiero dar la bienvenida al señor Ministro que acaba de
regresar de un viaje importante, y supongo que cansado, por eso le
agradecemos todavía más su presencia aquí.

Señorías, tengo que empezar sometiendo a la consideración de la Comisión
una modificación del orden del día, puesto que entre su elaboración y la
celebración de la sesión de hoy se ha producido una petición, por parte
del Gobierno, de comparecencia urgente para informar sobre el desarrollo
de las conclusiones de la IV Cumbre Iberoamericana, que tuvo lugar en
Cartagena de Indias los pasados días 14 y 15.

Dado que existen también una serie de preguntas sobre el mismo tema,
formuladas por el Grupo Popular, la propuesta que hacemos de modificación
del orden del día sería la siguiente. Primero, mantener las tres primeras
comparecencias, tal como están en el orden del día; acto seguido,
introducir la comparecencia pedida por el propio Gobierno y, en último
término, las preguntas, si el Grupo Popular considera necesario
mantenerlas.

¿Les parece, a las señoras y señores Diputados, que podemos hacer esa
modificación?
Tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Nos parece bien, señor Presidente.

Simplemente quería decirle que en el primer punto del orden del día,
relativo a la Asociación para la Paz y temas conexos, efectivamente
querríamos agrupar las tres comparecencias pedidas y pedir la venia del
señor Presidente para utilizar dos turnos de portavoces: uno, que
desarrollará el señor Muñoz-Alonso y, otro, que utilizaré yo mismo.




El señor PRESIDENTE: Así lo haremos y le agradezco sus palabras.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga)
PARA INFORMAR:



--SOBRE LA LLAMADA «ASOCIACION PARA LA PAZ», ASI COMO SOBRE LAS
RELACIONES DE LA MISMA CON EL CONSEJO DE COOPERACION DEL ATLANTICO NORTE
Y LA POSTURA DEL GOBIERNO AL RESPECTO. A SOLICITUD DEL GRUPO
PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente 213/000340.)



--DEL TRATAMIENTO QUE LA ORGANIZACION DEL TRATADO DEL ATLANTICO NORTE
(OTAN) HA DECIDIDO OTORGAR A LA FEDERACION RUSA EN EL MARCO DE LAS
CONVERSACIONES RECIENTES DE LA ASOCIACION PARA LA PAZ. A SOLICITUD DEL
GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente
213/000356.)



--CON DETALLE DE LOS ACUERDOS ALCANZADOS POR LA ORGANIZACION DEL TRATADO
DEL ATLANTICO NORTE (OTAN) EN EL MARCO DE LA ASOCIACION PARA LA PAZ. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de
expediente 213/000357.)



El señor PRESIDENTE: Por consiguiente, empezaremos con el primer punto
del orden del día, agrupando los números 1, 2 y 3 en una sola
intervención en la que el Grupo Popular intervendrá con dos de sus
portavoces.

En primer lugar, tiene la palabra el señor Ministro de Asuntos Exteriores
para que exponga lo que considere pertinente.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muchas
gracias, señor Presidente. Gracias, señorías.

Yo trataré de unificar las tres solicitudes de comparecencia sobre un
tema tan importante, como es la Asociación para la Paz. Haré primero una
reflexión de carácter general sobre la Asociación para la Paz; después el
planteamiento que todavía queda vivo de la Asociación para la Paz con el
CCAN y, en tercer lugar, los temas relativos a las relaciones con Rusia
de la Asociación para la Paz.

Señorías, como ya tuve ocasión de decirles cuando informé a esta Comisión
de los resultados de la Cumbre de la Alianza Atlántica de enero, les
reitero brevemente los propósitos con los que nace la Asociación para la
Paz. Fundamentalmente son dos. Por un lado, atender adecuadamente a las
preocupaciones, legítimas, de seguridad de los regímenes nuevos
democráticos de la Europa Central que habían solicitado adherirse a la
OTAN y, por otro, evitar toda decisión que pudiera ser percibida como una
nueva división de Europa debilitando de esa forma los todavía precarios
procesos de reforma en algunos países, muy concretamente en Ucrania o en
Rusia.

Por ello, convencidos como estábamos de que la ampliación de la Alianza
no era una cuestión de si había que llevarla a cabo, sino, más bien, de
cuándo y cómo debía tener lugar, la Cumbre de Bruselas de la Alianza
recogió con toda claridad la disponibilidad de los aliados a proceder en
su día a una ampliación de la Alianza a los nuevos regímenes democráticos
de Europa.

Al mismo tiempo, conscientes de que no era posible llevar a cabo tal
ampliación en aquel momento, se decidió propiciar el acercamiento de
todos los países de Europa Central y Oriental a las estructuras
occidentales de seguridad y, en concreto, a la Alianza Atlántica mediante
este sistema de cooperación político-militar que supone la Asociación
para la Paz.




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Aunque algunos quisieron predecir que esta Asociación para la Paz, al no
dar una respuesta positiva a esas peticiones de ingreso de inmediata
alianza constituiría un cierto fracaso, lo cierto es que, con el paso del
tiempo, podemos decir que la reacción a la misma no ha podido ser más
positiva, como tendré ocasión de señalar más adelante.

En efecto, como SS. SS. saben, en estos seis meses que van desde la
puesta en marcha de la Cumbre de Bruselas hasta el día que se celebró la
reunión en Estambul, veintiún países han firmado ya el llamado acuerdo
marco de la Asociación para la Paz. El último, como SS. SS. saben, ha
sido el pasado miércoles 22 de junio, la Federación Rusia, a la que me
referiré con más detalle más adelante.

Conviene también destacar que entre estos países se encuentran todos los
de Europa Central, las tres Repúblicas bálticas a quienes se dirigía
primordialmente, por las razones que he señalado antes, la iniciativa de
la Asociación para la Paz. De estos veinte países, la mitad de ellos,
diez, han elaborado ya lo que dimos en llamar los documentos de
presentación en los que cada país fija los objetivos y las prioridades
que se proponen desarrollar en el marco de la Asociación para la Paz, por
ejemplo, la armonización de sus estructuras de defensa en el ámbito de su
integración en la Alianza, y, en otros casos, las formas de cooperación
en el ámbito de las operaciones de mantenimiento de la paz, así como
también los medios que desean utilizar para llevar a cabo sus actividades
de cooperación con la Alianza: unidades, equipos militares de
cooperación, especialidades para entrenamientos y para ejercicios
conjuntos, el ofrecimiento de instalaciones nacionales, etcétera.

Estos documentos de presentación deben servir de base también para
preparar lo que se dio en llamar los programas de trabajo individuales
que la Alianza acordará con cada uno de los países participantes en la
Asociación para la Paz y cuya elaboración se encuentra ya muy avanzada en
el caso de países como Polonia, la República checa o Rumanía.

Por su parte, la Alianza ha demostrado con claridad que tiene el mayor
interés en avanzar en el desarrollo práctico de este programa. Les
subrayaré que, como consecuencia de esta voluntad se han dado los
siguientes pasos: se encuentra ya en funcionamiento la célula de
coordinación de la Asociación para la Paz, en Mons, como SS. SS. saben,
se acordó en Bruselas, en el cuartel general aliado en Europa, cuya
función es llevar a cabo el planteamiento militar necesario para la
ejecución de los programas de cooperación que se acuerden entre la
Alianza y estos países.

Se ha dispuesto, en segundo lugar, de unos locales para los países
participantes en la Asociación en la sede de la Alianza, en Bruselas,
para facilitar sus contactos. Y, en tercer lugar, está previsto ya
realizar --me importa subrayarlo--, en otoño de este mismo año, los
primeros ejercicios militares conjuntos de mantenimiento de la paz entre
países aliados y países de la Asociación, que tendrán lugar en el
territorio de los Países Bajos y de Polonia.

Desde una perspectiva puramente española, quisiera también destacar que
el Gobierno tiene una voluntad de participar activamente en estas
actividades de cooperación entre los países aliados y los países de
Europa Central y Oriental. Nuestro país ha firmado ya varios acuerdos de
cooperación con países de Europa Central, que establecen unos programas
de cooperación militar bilateral, que trataremos de intensificar. España
tiene en bastantes casos una dimensión en distintos ámbitos similar a
algunos de estos países, y creemos que puede aportar experiencias en el
campo de la defensa que estos países europeos consideran que les puede
ser de especial utilidad. Al mismo tiempo, más particularmente en el
marco de la Asociación para la Paz, iremos tomando parte también en otras
actividades de cooperación de carácter multilateral junto con otros
países de la Alianza.

Señor Presidente, dos palabras sobre las relaciones entre la Asociación
para la Paz y el CCAN. Permítanme SS. SS. subrayar que, a mi juicio, la
Asociación viene a complementar de manera adecuada lo que ya se realizaba
en el marco del Consejo de Cooperación del Atlántico Norte establecido
por la Cumbre de la Alianza de Roma, de noviembre de 1991. El CCAN, por
tanto, continuará desempañando una función, a nuestro juicio importante,
como foro multilateral de diálogo sobre cuestiones de seguridad en
particular a través de las reuniones regulares que se celebran entre los
Ministros de Exteriores y de Defensa de todos los países participantes y,
con mayor frecuencia a nivel técnico, en la sede de la Alianza en
Bruselas.

La Asociación para la Paz, por su parte, como saben SS. SS., adopta un
enfoque que pudiéramos calificar de más bilateral puesto que cada país en
concreto acordará con la Alianza el volumen y el ritmo de la cooperación
militar que quiera y pueda desarrollar, de acuerdo con los objetivos que
se haya fijado y de los medios que disponga, como les he dicho
anteriormente. También desde esta perspectiva bilateral, se contempla el
derecho a celebrar consultas con la Alianza, en caso de que un país
participante perciba una amenaza directa a su seguridad.

Por otro lado, el Consejo de Cooperación del Atlántico Norte, a la hora
de determinar quiénes podían ser sus miembros, había fijado el criterio
de incluir tan sólo a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia y ello
porque se entendía que la función esencial del CCAN era, precisamente
ésa: ayudar a eso países, en su transición hacia sistemas democráticos,
también en el terreno de la seguridad y la defensa.

Por el contrario, señorías, como ya he señalado, la Asociación para la
Paz intenta facilitar la construcción progresiva de un espacio de
seguridad homogéneo en el que tengan cabida todos los países europeos.

Por ello, la Asociación está abierta también a otros países europeos que
deseen participar en este nuevo esquema de cooperación tales como Suecia,
Finlandia y Eslovenia, que ya han contestado y aceptado este
ofrecimiento.

Señorías, voy a decir unas palabras ahora sobre las relaciones entre
Rusia y la Alianza, desde el punto de vista de sus características
generales. Recordarán SS. SS. que al principio de esta intervención
indiqué que uno de los propósitos primordiales de la Asociación era no
aislar a países tan importantes para la seguridad europea como la
Federación Rusa, ni perjudicar sus procesos de reforma. Por ello, la
Asociación se estructuró como un sistema que otorga un



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tratamiento cabalmente igualitario a todos los países de Europa Central y
Oriental, incluida Rusia. Me atrevería a decir aún más. Dada la
importancia de Rusia, la Asociación para la Paz no podría alcanzar sus
objetivos, ni lograr su significado total, pleno, hasta conseguir la
participación de Rusia en ella. Al mismo tiempo, todos los aliados
coincidíamos en apreciar que la participación de Rusia en la Asociación
para la Paz debía complementarse con una relación específica entre la
Alianza Atlántica y Rusia que tuviera en cuenta la realidad innegable de
lo que todavía hoy significa ese país para la seguridad europea y
mundial, sin ceder a las pretensiones de carácter hegemónico que algunos
en Rusia parecían defender.

Dicho de otra forma, se trataba de llegar a un equilibrio entre dos tipos
de consideraciones: de un lado, la innegable importancia que tiene Rusia
para la seguridad europea, su carácter de potencia nuclear, la dimensión
de su territorio y sus fuerzas armadas, su influencia en los asuntos
mundiales en general, y, sobre todo, en Europa del Este..., todo ello
hacía inevitable y también deseable que estableciésemos con Rusia una
relación específica, ciertamente distinta a la que estábamos defendiendo
con otros países europeos. Pero, de otro lado, debíamos tener mucho
cuidado en evitar que el tipo de relación que se estableciera con Rusia
pudiese limitar la capacidad de decisión de la Alianza, tanto respecto a
sus relaciones con los demás países europeos, como, sobre todo, en otras
cuestiones de seguridad; o, por otra parte, pudiese ser percibido como el
inicio de un nuevo orden europeo en el que Rusia y la Alianza Atlántica
decidiesen sobre la seguridad de los demás países europeos, sin su
participación; o, finalmente, que pudiera perjudicar, de alguna forma, el
proceso de aproximación por parte de estos países a la Alianza.

Para conseguir este equilibro que acabo de describir los aliados hemos
dedicado una buena parte de nuestros esfuerzos a lo largo de los últimos
meses. Durante la reunión ministerial del Consejo Atlántico de Estambul,
a la que tuve ocasión de asistir a principios de este mes, creo que
logramos diseñar un sistema de relación con Rusia --a cuya definición
España contribuyó de forma activa-- que preserva esos equilibrios a los
que antes he hecho referencia. Partía de la incorporación de este país,
Rusia, a la Asociación para la Paz mediante un procedimiento
fundamentalmente igual al que venían siguiendo los demás países de Europa
Central y Oriental. La importancia de Rusia se plasmaría en este caso en
el mayor volumen de actividades de cooperación que, dada la dimensión de
Rusia, podría desarrollar ese país en el marco de la Asociación para la
Paz.

En segundo lugar y, al mismo tiempo, se establecía un mecanismo de
consultas y cooperación complementario que, de manera informal,
permitiese desarrollar un diálogo profundo, un diálogo amplio, sobre
cuestiones de seguridad con Rusia.

La posición de Rusia, que conocen SS. SS., fue adelantada por el Ministro
de Defensa, señor Grachev, en su reunión con sus colegas de Defensa en la
Alianza, en Bruselas, a finales de mayo y fue confirmada por el Ministro
Kózirev en la reunión que en el marco de la CCAN, en Estambul, mantuvimos
con él los Ministros de Asuntos Exteriores. Si bien en gran parte
coincidía con los criterios de los aliados, en especial sobre la
conveniencia de establecer algún tipo de relación que reflejase ese peso
internacional de Rusia y complementara su participación en la Asociación
para la Paz, algunos de los planteamientos, tanto de Kózirev como del
Ministro de Defensa, eran difícilmente asumibles por la Alianza. Me
refiero tanto a su pretensión de que esta relación quedase recogida en un
acuerdo internacional, por tanto vinculante jurídicamente, como a la
visión de Rusia sobre la arquitectura europea de seguridad en la que la
Alianza Atlántica quedaría de manera muy clara subordinada a alguna otra
institución de naturaleza paneuropea. Acceder a la primera cuestión, a un
documento que requiriera ratificación, hubiera significado privilegiar la
relación con Rusia en detrimento de los otros países europeos y, por
tanto, conceder a Moscú un derecho inaceptable de veto por nuestra parte.

Aceptar la segunda cuestión equivaldría a concluir que nuestros países
pueden prescindir ya hoy del instrumento a nuestro juicio todavía
innegable de defensa colectiva, que es la Alianza Atlántica.

Tras unas discusiones previas entre el Viceministro Churkin y el
Secretario General Adjunto, como conocen SS. SS., el pasado día 22,
miércoles, el Ministro Kózirev se reunió con el Consejo Atlántico en
Bruselas, procediéndose a la formalización del sistema que en el futuro
regirá las relaciones entre la OTAN y Rusia y que se desarrollará en dos
ámbitos claramente diferenciables: en el marco de la Asociación para la
Paz, por un lado, y en el marco de la relación específica, más allá de
esta Asociación para la Paz, que de común acuerdo han fijado la OTAN y
Rusia.

Rusia, señorías, participa en la Asociación para la Paz en las mismas
condiciones que los demás países europeos. El acuerdo-marco firmado por
Kózirev es idéntico al suscrito previamente por otros veinte gobiernos.

Con dicha firma Rusia se beneficia de los dos grandes componentes que,
como conocen SS. SS., tiene la Asociación para la Paz; primero, en el
ámbito político, el derecho a celebrar consultas políticas con la Alianza
cuando un país perciba una amenaza directa contra su seguridad, aunque
éste es el único mecanismo de consulta de seguridad previsto en la
Asociación para la Paz, el alcance, como SS. SS. comprenderán, es
indudable, y, segundo, la posibilidad de desarrollar actividades de
cooperación militar que faciliten la progresiva armonización de las
Fuerzas Armadas de los países de Europa central y oriental con la de los
países occidentales.

Este es el contenido práctico del componente militar de la Asociación
para la Paz que, previsiblemente en el caso de Rusia, sea más elevado por
la dimensión a la que antes he hecho referencia respecto a otros países
por razones obvias y por razones de capacidad, del terreno militar de
Rusia, y presupone, entre otras cosas, la realización de ejercicios
conjuntos, una homologación creciente de equipos y material militar, el
planeamiento común de operaciones de mantenimiento de la paz, el
acercamiento de las doctrinas de empleo de las respectivas fuerzas
armadas y un sistema análogo de control civil de ellas.




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Por su parte, las modalidades de la relación específica (a las que se
referían en la tercera intervención que me solicitaban SS. SS.) entre la
OTAN y Rusia han quedado plasmadas en un documento no firmado, que recoge
lo que pudiéramos llamar el resumen de conclusiones de la reunión que
mantuvo el Ministro Kózirev con el Consejo del Atlántico Norte el mismo
día en que se firmó el acuerdo-marco de la Asociación para la Paz, es
decir, el miércoles 23. Esta relación específica se concreta en tres
grandes elementos. Primero, el intercambio de información en cuestiones
políticas y de seguridad europeas como, por ejemplo, las relativas a la
actuación de la Alianza en torno al conflicto yugoslavo. Segundo, la
celebración de consultas políticas en cuestiones de interés común cuando
se considere apropiado, de ello ya hemos tenido un ejemplo con la
exposición que sobre la nueva doctrina militar rusa hizo el Ministro
Grachev a sus colegas de la Alianza y a la que ha hecho referencia. Y, en
tercer lugar, el desarrollo de una cooperación entre la OTAN y la
Federación Rusa en determinadas áreas de seguridad, como pudieran ser las
referentes a la lucha contra la proliferación de armas de destrucción
masiva, en particular aquellas de carácter nuclear.

Señorías, voy a terminar. Quisiera concluir con dos reflexiones que me
parecen importantes. La primera se refiere a nuestras relaciones con
Rusia y la segunda a unas consideraciones más generales sobre la forma en
que estamos tratando de erigir la futura arquitectura europea de
seguridad.

Por lo que se refiere a lo primero, quisiera destacar que, por su
trascendencia y por su complejidad, los países occidentales debemos
enfocar nuestras relaciones con Rusia desde una perspectiva global y
ambiciosa que sepa aprovechar todos los mecanismos y todas las
oportunidades a nuestro alcance para conseguir integrar de forma plena a
este país en nuestra comunidad de valores democráticos y de libre
mercado. Esto, desde luego, es necesario llevarlo a cabo en el ámbito de
la seguridad y de la cooperación militar, pero también en otros ámbitos,
en el ámbito de los derechos humanos, en el de la cooperación, en
general, y en el de la progresiva integración económica. Es precisamente
lo que estamos haciendo con la firma, el pasado día 24, el viernes
pasado, en Corfú, por los jefes de Gobierno de los Doce y por el
Presidente Yeltsin, de un acuerdo de asociación y de cooperación con la
Unión Europea.

En la misma dirección se sitúa nuestro deseo de que la Federación Rusa
pueda incorporarse de una u otra manera pronto al Consejo de Europa y la
invitación a Rusia para participar en algunas sesiones de las reuniones
del G-7, por ejemplo la que va a tener lugar dentro de pocas semanas, en
el mes de julio, en Nápoles.

En segundo lugar, y por lo que se refiere al continente en general, es
indudable que son todavía numerosos los retos que nos plantea la búsqueda
de una estabilidad y una seguridad mayor en Europa. Para conseguirlo
plenamente no existen recetas mágicas ni esquemas definitivos que aparten
de una vez y para siempre la pesadilla de una tragedia humanitaria que
conlleva todo conflicto.

Creo, sin embargo, que estamos todos plenamente convencidos de que
nuestros esfuerzos para poner en marcha fórmulas de integración
continentales, también en el ámbito de seguridad, son la mejor medicina,
el mejor antídoto contra la reaparición de viejos fantasmas.

La Asociación para la Paz constituye, a nuestro juicio, uno de esos
instrumentos, un instrumento que hemos forjado movidos por esa ambición a
la que he hecho referencia y desde el convencimiento de que su pleno
desarrollo contribuirá sustancialmente al logro de este ideal que todos
compartimos.

Nada más, señor Presidente.

Gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro por su exposición.

De acuerdo con lo señalado, doy la palabra el Grupo Popular, cuyo primer
portavoz será el señor Muñoz-Alonso.




El señor MUÑOZ-ALONSO LEDO: Señor Ministro, gracias por sus
informaciones, por su exposición, que completa lo que nos ha dicho ya en
algunas otras sesiones de esta Comisión. Lo cierto es que en este proceso
de organizaciones que se han ido creando en el contexto de lo que podemos
llamar la postguerra fría, sigue habiendo muchos puntos que no acaban de
estar claros y no acaba de perfilarse claramente cuáles son los cometidos
concretos de cada una de estas organizaciones.

Tenemos, en primer lugar, el Consejo de Cooperación del Atlántico Norte,
creado en noviembre de 1991, cuyo intento era claramente llenar este
vacío de seguridad que se creaba en la Europa central o oriental después
de la desaparición del Pacto de Varsovia y que parecía un organismo que
tenía unos objetivos, desde ese punto de vista, realmente claros, como un
gran foro de entendimiento, de diálogo, desde el que podía salir una
serie de iniciativas. Ya entonces se planteaba el problema de qué añadía
ese Consejo a la CSCE o por qué no se hacía que la CSCE se ocupara
también de este tipo de cuestiones. Lo cierto es que hay que reconocer
que cuando se firma la Carta de París son muchas las expectativas que se
suscitan; después, parece que eso se ha ido desflecando de alguna manera
y se han ido creando otra serie de instituciones y de organizaciones
cuyos objetivos o cometidos, a primera vista, al menos, podían
perfectamente haber sido abordados desde el marco de la CSCE.

Y, desde luego, algo parecido pasa con la Asociación para la Paz. Dice S.

S. que es que tiene un enfoque más bilateral. Efectivamente, es así,
pero, al final, si se analiza políticamente cuáles son las motivaciones
últimas de la Asociación para la Paz, está claro que es una manera de
solucionar o de intentar remediar la no ampliación inmediata de la
Alianza Atlántica. Se llega a la conclusión de que ampliar la Alianza
Atlántica podría crear una serie de problemas que estoy convencido de que
son reales, que, sin ninguna duda, podría también, incluso, generarse una
nueva división de Europa, y que si no se ampliaba sin más se podría
incrementar ese vacío de seguridad a que aludía antes. Entonces se lleva
a cabo esta vía intermedia de la Asociación para la Paz cuya naturaleza
jurídica --todo hay que



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decirlo-- no acaba de estar clara. Fue un documento inicialmente firmado,
incluso, por los jefes de Estado y de Gobierno; sin embargo, es un
documento cuya última naturaleza jurídica, como digo, no está clara; es
el documento marco. Dadas esas características, ¿no hubiera sido preciso
que pasara por las Cámaras y tuviera su autorización, puesto que, de
alguna manera, supone obligar internacionalmente al Estado? Lo digo al
hilo de esta reflexión que me sirve, sobre todo, para subrayar la falta
de definición de este tipo de instituciones que se han ido creando en
este contexto.

No cabe duda de que Europa central y oriental, que, al final, es el marco
al que se van a aplicar todas estas instituciones, ha sido históricamente
una zona desorganizada. No podemos detenernos mucho en ello, pero habría
que subrayar que, así como en Europa central y oriental es un sistema de
imperios, y que estamos viviendo las consecuencias de la desintegración
de esos imperios: imperio ruso, imperio otomano, Austria-Hungría, e
incluso, el algún momento también, el imperio alemán. No entremos en más
detalles históricos, pero todo aquello podemos decir que desemboca en un
sistema de zonas de influencia que es lo que todos queremos superar de
una vez para establecer un sistema de estados independientes, realmente
soberanos y que se entiendan entre sí plenamente.

Y, desde ese punto de vista, la Asociación para la Paz, si entendemos que
es un primer intento histórico de superar ese sistema de zonas de
influencias y de dar pasos hacia un ámbito de seguridad común, no cabe
duda que hay que considerar que es una iniciativa positiva y por ello
darla la bienvenida, a pesar de esas ambigüedades a las que me refería
antes. Se trata, en suma, de un intento de adaptar la OTAN a esas
realidades de la posguerra fría a que antes me refería y a un propósito
de organizar un espacio que si no quedaría, como han señalado algunos
analistas recientemente, entre dos gigantes, Alemania y Rusia; dos
gigantes que decía recientemente Kissinger, en su último libro
«Diplomacy»: Malo si se entienden y peor si no se entienden y entran en
conflicto. Por tanto, para remediar esos posibles problemas, surge la
Asociación para la Paz y, desde ese punto de vista, podría ser una
iniciativa bien venida.

Por otra parte, hay que decir que la Asociación para la Paz es también un
intento de mantener la presencia de los Estados Unidos en Europa o de
fortalecer, de alguna manera, esa presencia. Lleva su interés hasta mucho
más allá de lo que había sido normal y habitual. Eso lo señalo, no estoy
haciendo, evidentemente, ningún tipo de crítica. En ese mismo libro al
que me refería, dice Kissinger que el gran logro de la generación
americana de la posguerra y de los propios líderes europeos es el
reconocimiento de que, a menos que América esté orgánicamente implicada
en Europa, se vería obligada a implicarse más tarde bajo circunstancias
mucho menos favorables para ambos lados del Atlántico. Y dice: Esto es
incluso más cierto hoy día. Históricamente, así ha sido, cuando América
no ha estado implicada, lo cierto es que las cosas no han ido de una
manera excesivamente pacífica. Que ésa sea una pauta de conducta o una
pauta permanente históricamente, o no, es temprano para decirlo, pero hay
que señalar también ese aspecto porque me parece importante.

En ese sentido, la Asociación para la Paz creo que tiene aspectos muy
positivos, entendiéndola no como un paso previo (lo han señalado todos)
para la integración en la OTAN, no es exactamente un paso previo, yo más
bien diría que es una especie de alternativa «light» a la OTAN, una
especie de OTAN de segundo grado o de segundo nivel que, evidentemente,
tiene unas garantías mucho menos precisas o, sencillamente, no tiene
garantías concretas, por la falta de definición jurídica del documento en
el que eso se concreta, y eso le da ese carácter confuso a que estamos
aludiendo.

Yo querría señalar que esta Asociación para la Paz ha sido objeto, en
estos meses, de críticas desde todas partes, y que valdría la pena oír o
escuchar esas críticas. He aludido antes a Kissinger. Pues el mismo
Kissinger, en esa obra a la que acabo de referirme, hace una crítica muy
dura, en sus últimas páginas, a la Asociación para la Paz (debe coger en
pruebas el libro) y dice que quizá puede generar dos tipos de fronteras
en Europa, las fronteras clásicas, digamos fronteras OTAN, fronteras
garantizadas, y estas otras fronteras que se crean, mucho más fluidas y
con menos garantías; dice que incluso puede llegar a diluir la OTAN
desviándola de su función principal y que, desde otras zonas del mundo,
desde Asia, en concreto, puede incluso verse como un club étnico dirigido
contra China y Japón. Son todo ello reflexiones que creo que vale la pena
tener presentes. Y, más o menos, acaba diciendo: Hay un lugar para una
institución que se llame a sí misma la Asociación para la Paz, supuesto
que se ocupe de misiones que todos los miembros interpreten de la misma
manera. Tales tareas comunes existen en el campo --dice-- del desarrollo
económico, la educación y la cultura, y la CSCE podría ampliar sus
funciones para estos propósitos y darse a sí misma el nombre de
Asociación para la Paz. En resumidas cuentas, lo que viene a querer
decirnos Kissinger, con su experiencia internacional, es que, en
realidad, esto sobra y ya tenemos a la CSCE.

Lo curioso es que algo parecido se dice en el contexto de la nueva
incorporación de Rusia como miembro 21 o vigésimo primero de esta
Asociación. Creo que hay que señalar la difícil negociación que ha
precedido a la firma por la Federación Rusa del documento marco. Se dijo
que esa firma se iba a hacer a finales de marzo y lo cierto es que ha
tardado tres meses más sobre ese calendario previsto. Por una parte, la
Federación Rusa ha firmado el documento marco como los otros veinte
firmantes, pero después ha firmado ese documento de conclusiones al que
se refería el señor Ministro, del que, en primer lugar, no conocemos su
contenido concreto. Nos gustaría conocerlo y que el señor Ministro nos lo
facilitara. Y, en segundo lugar, se nos vuelve a plantear el problema de
cuál es la naturaleza jurídica de ese documento no firmado. Si ya había
dudas, y yo las he expresado, acerca de la naturaleza jurídica del
documento marco de la Asociación para la Paz, la naturaleza jurídica de
este otro documento es todavía más complicada y más difícil de precisar.

Al final, lo que nos dicen es que todo eso se traduce en esa frase que
han publicado



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prácticamente todos los periódicos: Ni veto ni sorpresa. A la Federación
Rusa no se le va a permitir ningún tipo de veto por una hipotética o
futura ampliación de la OTAN o por cualquier otra decisión que la OTAN
pudiera tomar y, por un mecanismo de información, la Federación Rusa
tendrá conocimiento de lo que la OTAN pueda decidir en ciertos campos.

Ahí está presente el fantasma de lo que fue el ultimátum con relación a
Sarajevo, que la Federación Rusa encajó muy mal, porque dijo que no había
tenido suficiente información.

Todo esto indica que la Asociación para la Paz, con el añadido de su
miembro vigésimo primero, Rusia, se complica mucho más. Vemos en ella,
sin ninguna duda, aspectos muy positivos y a los que muy rápidamente me
refiero. Con esa firma, Rusia hace una decidida opción occidentalista, y
esto es muy importante, porque así se zanja un problema histórico de
Rusia, que siempre ha estado dividida entre lo que llamamos los que
miraban a occidente y los que han mirado más hacia otra parte, el
eslavismo, incluso los que miraban hacia Asia. Desde ese punto de vista,
este documento, con la firma del documento que ha llevado a cabo también
en Corfú con la Unión Europea, nos parece extraordinariamente positivo.

Todo lo que sea anclar a Rusia en occidente y hacer que mire sobre todo a
occidente entendemos que es, sin ninguna duda, algo que debe ser
favorecido con todo entusiasmo.

Después, hay que tener presente la historia, que nos dice que, incluso
cuando Rusia se ha vinculado a occidente --podríamos recordar
históricamente desde la viejísima Santa Alianza hasta lo que se llamó
después el Concierto de Europa, o ya, a finales del siglo pasado, la Liga
de los Emperadores--, la vinculación europea de Rusia ha sido muy
dubitativa y, emocionalmente, nunca se ha implicado, siempre parece que
ha estado en otros ámbitos, y sí deberíamos señalar que quizás es la
primera vez en la historia que Rusia lleva a cabo un compromiso
ideológico. Rusia se compromete con la democracia, con la economía de
mercado, y todo lo que sea favorecer eso, insisto, nos parece positivo.

Pero persisten dudas. La primera de todas ellas es que estamos dando por
supuesto que, en un plazo de tiempo --en el documento de la Unión Europea
se habla más o menos de cuatro años--, en Rusia van a haber avanzado
mucho las reformas políticas y económicas y Rusia será, por tanto, una
democracia sin ninguna duda, pero ¿y si las reformas no siguen adelante?
Ha habido recientemente un artículo de un ruso muy conocido, Yuri
Afanásiev, que dice que las reformas de Yeltsin están muertas y que ahí
hay un horizonte bastante poco estimulante. ¿Qué pasa si eso, que nadie
desea, por supuesto, puede llevarse a cabo?
Otro personaje muy conocido, Brezimsky, ha escrito recientemente un
artículo, en el que dice que es una asociación prematura. Y también,
desde un punto de vista si se quiere muy radical, habla de que en Rusia
persiste el impulso imperial y que como Rusia tiene que elegir entre ser
imperio o ser democracia, mientras no quede claro que opta por la
democracia --y él insiste en que eso no está claro-- todo es, quizás,
demasiado prematuro.

Los actuales objetivos de Rusia --dice literalmente-- si no son
abiertamente imperiales, son protoimperiales, y mientras eso esté así
quizás es prematuro el paso que se ha dado.

Tenemos ahí toda esa historia de las relaciones de Rusia con lo que se ha
llamado el «near abroad», el extranjero próximo, que, evidentemente, está
suscitando problemas. No hace tanto tiempo, el presidente Nazarovajev
decía que los rusos están utilizando a los rusohablantes que están en las
antiguas repúblicas de la URSS como utilizaba Hitler a los sudetes. Que
lo diga un Presidente de una de estas repúblicas, concretamente el 24 de
noviembre de 1993, es muy duro. No creo que sea una frivolidad. Querrá
decir que es que hay algunos elementos que le llevan a tomar esa posición
tan absolutamente radical.

Y hasta un personaje tan diferente como Solzhenitsin, vuelve a insistir
en el paneslavismo de que las tres repúblicas eslavas, la Federación
Rusa, Ucrania y Bielorrusia, pero también el Norte del Kazajstán, donde
hay mayoría de habitantes rusos, deben formar parte de una unidad.

Todo esto creo que indica hasta qué punto el planteamiento no está claro
y, por tanto, hasta qué punto se está jugando con un futurible que todos
deseamos que sea cierto, pero del que no tenemos ninguna garantía, que es
que Rusia se convierta en una democracia y en una economía de mercado.

Los temores que tienen, no solamente las antiguas repúblicas soviéticas,
sino los países de Europa central y oriental, respecto de Rusia, son
patentes, son evidentes, se podían encontrar en la prensa no demasiado
atrás, relativamente reciente, y esto indica que se deben tener en cuenta
esas situaciones a la hora de valorar lo que significa la Asociación para
la Paz y, en concreto, lo que significa la firma por Rusia de ese
documento marco y de ese otro documento.

Voy a terminar diciendo, aunque el tema es realmente muy amplio y nos
podría llevar mucho más lejos, que creo que desde Occidente hay que hacer
un esfuerzo por comprender a Rusia. Como decía e insistía hace muy poco
su colega el señor Kózirev, Rusia no es un país derrotado, ni siquiera un
país que haya perdido --decía él-- la guerra fría; los demócratas rusos
se sienten a la vez víctimas y vencedores del comunismo. Hay en Rusia
unos sectores muy fuertes que están en el Gobierno, que aspiran realmente
a convertir a Rusia en una democracia, y creo que a eso tenemos que
ayudar sin ninguna duda, entendiendo, además, que Rusia es una gran
potencia, aunque su condición de tal, hoy día, pueda parecer que está un
tanto entre paréntesis y que, como gran potencia, tiene que tener sus
propios intereses nacionales, políticos, comerciales, geopolíticos, que
no tienen por qué coincidir exactamente con los intereses de los países
occidentales. Tenemos que hacer un esfuerzo en ese sentido por entenderlo
y por comprenderlo, pero sin minimizar los riesgos y los problemas que
eso plantea.

Termino señalando que yo pienso que nos encontramos, me parece obvio, en
un momento de transición en el ámbito de las relaciones internacionales.

No tenemos a la mano ni doctrinas claras ni soluciones definitivas. De
ahí, la ambigüedad que preside instituciones como la



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Asociación para la Paz, que tenemos que comprenderlas y tenemos que
valorarlas en ese sentido, sin querer darles un carácter que,
evidentemente, ni tienen ni pueden tener por el momento.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Gracias al señor Ministro por su presencia.

Mi intervención va a ser breve, porque poco, si algo, tengo que añadir a
la excelente intervención de mi compañero el señor Muñoz-Alonso y, por
otra parte, el mismo Ministro ha contribuido o ha querido contribuir a la
clarificación, en la medida de lo posible, de alguno de los temas
pendientes.

Quería subrayar algunas incógnitas, algunas incertidumbres y algunas
preguntas, que seguramente no son sólo nuestras, son también del Gobierno
español, y a las cuales deberíamos ir buscando respuesta. La necesidad de
buscar respuesta está en un sentimiento que en este momento tenemos
todos: estamos contribuyendo, voluntaria o involuntariamente, un poco a
impulsos de los acontecimientos y de las necesidades que éstos marcan, a
la descripción de un sistema de seguridad europeo que a veces aparece
extraordinariamente barroco, por no decir abiertamente churrigueresco.

Esa debe ser la preocupación fundamental que nos debe guiar en este
momento y a nosotros ciertamente nos guía, porque, en la medida en que
ese aspecto de la construcción de la seguridad se complica, podemos
llegar a una situación en la que no sólo no estamos favoreciendo la
seguridad, sino que estamos complicando su misma gestión.

Con esto no queremos aportar un juicio definitivo valorativo, positivo o
negativo sobre la Asociación para la Paz, el Consejo de Cooperación del
Atlántico Norte o sobre tantas otras cosas que en este momento existen,
pero sí hacer una llamada genérica de atención. En algún momento, y en la
medida en que nos corresponde siendo miembros plenos de todos los
organismos europeos de seguridad, deberíamos poder estar en situación de
aportar esa voluntad clarificadora, y, consiguientemente, simplificadora,
no en demérito de nadie, no en contra de nadie, sino en mérito y a favor
de lo que es una adecuada concepción de la seguridad continental e
incluso extracontinental.

Por eso, nos surgen toda una serie de preguntas a las cuales no
necesariamente busco respuesta; me gustaría que entre todos fuéramos
encontrando respuesta a esas preguntas, que seguramente están hoy en la
mente de todos.

En primer lugar, es evidente que la entrada de la Federación Rusa en la
Asociación para la Paz ha contribuido a dar a la Asociación toda una
serie de perfiles que antes estaban sumidos en una cierta incertidumbre.

Se han clarificado algunos aspectos, pero se han complicado otros. Es
evidente, por ejemplo, que en las declaraciones que algunos de los
responsables rusos han venido realizando en estos últimos tiempos se
puede entrever perfectamente, y con ello no quiero valorar positiva ni
negativamente, tanto un amor progresivo por la CSCE como un cierto
desamor por la OTAN. En la medida en que la OTAN vaya ampliando sus
efectivos y en la medida en que Rusia se vaya acercando a la OTAN,
podemos contemplar un efecto no querido para nosotros: el de la pérdida
de efectividad de la misma organización atlántica. Surge una primera
pregunta, que nosotros contestamos de manera negativa, si sería
conveniente o necesario en estos momentos prescindir de la OTAN como una
organización de defensa colectiva para convertirla en una organización
más, de las varias que ya existen, de seguridad colectiva. Anuncio que
nuestra respuesta es claramente negativa y nos gustaría que la del
Gobierno también lo fuera, pero qué duda cabe de que ése es uno de los
riesgos a los cuales tenemos que hacer frente, teniendo en cuenta
incluso, como bien decía mi compañero el señor Muñoz-Alonso, todos los
factores de certidumbre y de incertidumbre y, como es natural, el deseo
de que Rusia, efectivamente, llegue a ser un copartícipe de los mismos
esquemas de seguridad.

En segundo lugar, alguien podría concebir que la Asociación para la Paz
fuera un sistema para impedir precisamente la ampliación de la OTAN.

Nosotros también responderíamos negativamente a esa pregunta. Como sabe
el señor Ministro, precisamente con ocasión de la celebración de la
cumbre de la OTAN, en enero de este mismo año, nos manifestamos
claramente a favor de esa ampliación, pero sería preocupante que alguien
concibiera, dentro o fuera de la OTAN, que la Asociación fuera un sistema
para impedir su ampliación.

En tercer lugar, y de manera correlativa, ¿la Asociación para la Paz está
pensada sólo para aquellos países que eventualmente tienen como objetivo
entrar en la OTAN? No tenemos una respuesta clara al respecto. Es
evidente que no debería impedirse la ampliación, pero también es evidente
que a lo mejor se encuentran algunos casos, como puede ser el caso de
Rusia, en que se puede contemplar la existencia de países que están en la
Asociación y, sin embargo, no tienen como objetivo final entrar en la
OTAN. Sería uno de los puntos que convendría clarificar.

En cuarto lugar, ¿dependería el éxito --y por esa dependencia entiendo
factores políticos o psicológicos-- de la Asociación para la Paz
exclusivamente de que Rusia participara en la misma? Hemos visto, por
ejemplo, cómo en estos últimos días, con ocasión de la firma del
documento marco, los mismos responsables rusos han intentado presentar su
firma como un símbolo de ese éxito; tanto como decir que la Asociación no
llevaría a ningún lado si no fuera con la participación rusa. Nos
preocupa la generalización de esa interpretación. También abundo y abono
lo que ha dicho el señor Muñoz-Alonso, nos gustaría contemplar de cerca y
en su literalidad el texto no firmado, que pretende recoger el resumen de
las conversaciones habidas en el seno de la OTAN, porque no le oculto,
señor Ministro, que hay una parte de ese texto que sí nos preocupa; es la
referente a las consultas políticas. El señor Ministro recordará
perfectamente cómo durante los tiempos de la Unión Soviética había una
exigencia por parte de los soviéticos con respecto a aquellos países con
los cuales quería tener una relación de predominancia o de hegemonía, que
era la obligatoriedad de las consultas políticas; y



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esa obligatoriedad estaba reflejada y recogida en todos los tratados
bilaterales que Rusia tenía con los miembros del Pacto de Varsovia. Tanto
es así, que, cuando se negoció y finalmente se firmó el Acta final de
Helsinki y los documentos correspondientes, uno de los elementos básicos
de la estrategia soviética, exitosamente rebatido por el resto de los
países participantes, fue introducir el tema de las consultas políticas.

Hay que recordar ese precedente, no porque sea la Federación Rusa
estrictamente la heredera de la Unión Soviética, pero sí porque, al fin y
al cabo, estaba profundamente anclado en las prácticas de lo soviético
del momento.

Otra pregunta adicional: ¿Está la Asociación pensada únicamente para los
ex miembros del Pacto de Varsovia? El señor Ministro nos ha aclarado que
eso no es así, que no se trata únicamente de acoger a aquellos países que
fueron miembros del Tratado de Varsovia. Pero también podríamos
preguntarnos: ¿No se produce una confluencia cada vez más amplia de
planteamientos y de funciones entre el Consejo de Cooperación del
Atlántico Norte y la misma Asociación para la Paz? Porque, al fin y al
cabo, el Consejo de Cooperación había acabado ya por admitir en términos
intermedios países que no habían sido miembros del Pacto de Varsovia. Por
otra parte, si se piensa o si se procura que la Asociación para la Paz
tenga una dedicación muy específicamente dedicada a temas relativos al
mantenimiento para la paz, hay que recordar también que el Consejo de
Cooperación del Atlántico Norte se ha dedicado muy específicamente a ese
tema, hasta el extremo de que creó un grupo «ad hoc» dedicado a estudiar
los temas relativos al mantenimiento para la paz. Quiero recordar
incidentalmente al señor Ministro que en la reunión del Consejo de
Cooperación que tuvo lugar inmediatamente después del Consejo Atlántico
de Turquía, el grupo «ad hoc» facilitó incluso una detallada lista de las
operaciones o de los ejercicios que se iban a celebrar en el año 1994,
dirigidos precisamente a facilitar lo que es el concepto y la práctica
del mantenimiento de la paz. Nos ha extrañado un poco que no estuviera
España entre esos ejercicios, teniendo en cuenta que muchos de ellos, al
fin y al cabo, son muy pequeños, no rebasan nunca el nivel de compañía,
incluso a veces se dedican a aspectos colaterales, como, por ejemplo, los
aspectos médicos. Pero el fondo sigue siendo el mismo. No estamos
contemplando una Asociación para la Paz que, en el fondo y en la forma,
tiene unas preocupaciones cada vez más próximas o más parecidas al
Consejo de Cooperación del Atlántico Norte y a sus funciones.

Quiero hacerle una pregunta adicional: ¿Qué es lo que va a costar la
Asociación para la Paz? Porque hay dudas al respecto. Ya sabemos que se
puede contestar diciendo que, al fin y al cabo, los costes serán aquellos
en los que se incurra bilateralmente entre los países que firman los
acuerdos correspondientes de tipo bilateral, pero sería también
conveniente recordar cuáles son los términos.

Finalmente, dos preguntas adicionales: ¿Hasta qué punto la Asociación
para la Paz puede concebirse como incompatible con la pertenencia, por
ejemplo, a algún tipo de organización regional, y me refiero
concretamente a la Comunidad de Estados Independientes?
Otra duda, esta vez surgida claramente en medios más bien orientales, por
no decir abiertamente rusos. ¿No podría tener, en la mente de algunos de
los participantes o de los socios, la Asociación para la Paz como
finalidad, ciertamente colateral y marginal, pero no por ello menos
importante, la de favorecer el mercado occidental de armamentos? Estas
son las preguntas, algunas de ellas al menos, señor Ministro, que surgen
al examinar lo que es el presente y el futuro de la Asociación para la
Paz.

Quería acabar recogiendo alguna de las peticiones que ha hecho mi colega,
compañero y amigo el señor Muñoz-Alonso. Me parece que éste es un tema
especialmente importante, como nos parece importante también el tema del
Consejo de Cooperación del Atlántico Norte. Nos parece que sería
conveniente, desde ese punto de vista, que el Gobierno facilitara
puntualmente todos los documentos relativos a ambas organizaciones;
incluso sería conveniente también que el Gobierno, en un recordatorio que
ciertamente sería de poca monta desde el punto de vista del esfuerzo a
realizar, nos facilitara puntualmente todos los documentos provenientes
de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, los comunicados, o
del Consejo de Cooperación del Atlántico Norte. Sería enormemente
importante que pudiéramos comprobarlos. Ciertamente también deberíamos
comprobar si la Asociación para la Paz tiene aspectos
político-jurídico-formales que rebasan lo que son los entendimientos
puramente políticos para entrar en competencias que formal y
constitucionalmente le corresponden a esta Cámara.

Creo que estamos bordeando ese extremo, porque, al fin y al cabo, vamos a
entrar no ya en el documento marco --creo que sería bueno que el Consejo
de Estado lo examinara a esos efectos--, sino en acuerdos de tipo
bilateral que, al fin y al cabo, significarán compromisos concretos de
tipo no únicamente político, sino también militar.

Creo que entre las dudas políticas y las dudas jurídico-formales, sería
conveniente, señor Ministro, que, contando con su benevolencia y
disponibilidad --con la que siempre hemos contado--, multiplicáramos los
contactos y las sesiones dedicadas a estos importantes temas que atañen a
la seguridad de todos nosotros.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupo que desea intervenir? (Pausa.)
Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Gracias, señor Presidente.

Intervendré con gran brevedad, ya que algunas de las cuestiones que tenía
aquí planteadas han sido expuestas concretamente por los dos portavoces
que me han precedido en el uso de la palabra, sobre todo por parte del
Grupo Popular que las recoge concretamente.

Señor Ministro, en primer lugar, quiero hacerle una reflexión. A nuestro
juicio, y desde el ingreso de España en la Organización del Tratado del
Atlántico Norte, de la OTAN, vemos que se ha producido un fenómeno que la
ha puesto en crisis, y esto es así porque ha puesto en crisis



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sencillamente la carta fundacional originaria. Mi primera pregunta sería
ésa. ¿Se ha hecho causa de análisis por el propio Consejo de la Alianza
el revisar la carta fundacional de la OTAN? Entendemos que los principios
que subyacen en lo que impregna la política o el criterio de la
Asociación para la Paz en cierta medida desborda el marco de la carta
fundacional de la OTAN, de los motivos que llevaron a su creación al
desaparecer el Pacto de Varsovia y, por tanto, ponen en cuestión la
propia carta.

Entendemos que se debe llevar adelante, con el apoyo que le vamos a dar
--pero quiero decirlo expresamente-- la Asociación para la Paz, que
consideramos que es positiva; no sé lo pragmática que podrá ser o para
qué servirá, pero si sirve, de alguna manera, para agrupar países, en
este caso Rusia, con potencial militar, incluido el nuclear, en un
concierto y en un marco de paz, bienvenido sea. Pero cuestionémonos el
origen de quiénes están negociando, porque la negociación de la OTAN no
puede hacerse más que desde el punto de vista de la carta fundacional.

Esta es nuestra pregunta: ¿Cuestiona esto que haya que modificar la carta
fundacional e ir a otra fórmula o estructura?
Lo segundo que le planteamos, señor Ministro, es lo siguiente. Dada la
exigencia y las razones objetivas que usted ha expuesto para que haya que
darle un tratamiento singular a Rusia frente a otros países del Pacto de
Varsovia en su condición de recibir, por lo menos, en su capital, el
potencial de control de la mayor fuerza nuclear y militar del antiguo
Pacto de Varsovia, de cuya cabecera y Estado mayor se siguen considerando
herederos la cúpula de mariscales o de generales ex soviéticos y hoy
rusos, evidencian, desde luego, ese tratamiento singular. Ahora bien,
¿por qué no trata de resolver Rusia este primer problema? Si se le quiere
poner desde nuestro lado, como bien se ha dicho aquí por el primer
portavoz del Grupo Popular, sin vetos, sin sorpresas, que eso se lleve al
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde la Rusia actual sigue
ostentando por herencia el principio del veto. Es decir, estamos
moviéndonos en un marco de incongruencias. Hay que darle algunas fórmulas
nuevas pero en un solo marco, porque vamos viendo que cada vez hay una
superposición de imágenes: Consejo de Seguridad en Naciones Unidas,
Cartas del Tratado del Atlántico Norte, actual estructura del Consejo y
de los países miembros de la OTAN. Ahora, superando incluso o
desviándonos de principios que estaban en la Conferencia de Seguridad y
Cooperación de Europa --en la CSCE--, entramos en un nuevo marco de
asociaciones para la paz. La gran pregunta que nos estamos haciendo es
para qué sirve. Porque si se trata aquí de que vayan a tener dos derechos
y uno es a las consultas políticas de este país --Rusia-- o de otros
países del antiguo Pacto de Varsovia con la OTAN ante posibles
amenazas... ¿de dónde? ¿Las han definido ellos? En las reuniones que
ustedes han tenido para la firma reciente con el Ministerio de Asuntos
Exteriores ruso, con el señor Kózirev, ¿han dicho de dónde les pueden
venir las posibles amenazas que hagan la necesidad de usar ese derecho a
consultas políticas con la OTAN? ¿De quién las tienen? ¿De países que
están en el sur actual del territorio de Rusia? Es decir, si ellos lo han
planteado así, habrá que definir cuáles son los orígenes de las posibles
amenazas o agresiones que tengan.

En cuanto al punto segundo que usted ha dicho de desarrollar actividades
de cooperación militar, entiendo, señor Ministro, que hay que empezar, y
en esto apoyamos la política del Gobierno español, como usted ha dicho,
de los tratados bilaterales. Nos parece mucho más lógico y sensato el
primer escalón antes de meternos en una cooperación militar, en la que
pienso que lo que trata Rusia es de volver a capitanear a sus antiguos
aliados del Pacto de Varsovia, porque el mero hecho de que haya que
aceptar un tratado singularizado a Rusia frente a Polonia, la república
checa o Rumania, por poner el primer lote de los que están más próximos,
en el marco de la Asociación para la Paz, les va a dar a ellos un derecho
de prioridad y, por lo tanto, un principio de jerarquización en
cualquiera de las actividades. Y no nos engañemos. Todo el equipamiento
militar que tienen en armamento convencional todos estos países es de
fabricación ex soviética; las armas que tienen estos ejércitos vienen
todavía con sus grabaciones metalizadas de origen y obedecen a una
doctrina militar. Esto es lo que se trata también de decir. ¿Se va a
tratar también de aplicar normas OTAN en la homogeneización y
normalización del armamento que tienen aquí?
Señor Ministro, con esto no quiero proseguir en lo que a nosotros se nos
anuncia como una especie de largo túnel de discusión sin saber a qué
conduce y así exponerle, digamos, los criterios y dudas.

La postura que en este momento viene manteniendo el Gobierno español nos
parece, por estar enmarcada en la prudencia, que es la más conveniente;
ver y un poco esperar, no sea que aquí terminemos haciendo lo que realizó
la OTAN en su día, aquello de la doble forma, la doble solución: por un
lado, abrir unas conversaciones de paz, pero, por otro, mantener una
posición firme. Lo que no puede ocurrir ahora es que una serie de
vinculaciones, de jefaturas de Rusia sobre antiguos supeditados satélites
del Pacto de Varsovia se traten de solucionar por vía de este tratado
singular en la Asociación para la Paz. Por eso digo que una postura de
prudencia y de ver venir las circunstancias en este momento, manteniendo
un principio de firmeza que no permita ningún bloqueo de actuaciones de
paz y de defensa exterior de la OTAN en la línea del Gobierno español,
nos parece elogiable y merecedora de nuestro apoyo.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Antes de dar la palabra al siguiente portavoz, les
ruego a todos los intervinientes que procuren acercarse cuanto más puedan
al micrófono porque desde la Mesa se oye muy mal y algunas frases incluso
se escapan.

Tiene la palabra el representante del Grupo Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Gracias, señor Ministro por su comparecencia.

Yo no voy a reiterar la posición de mi Grupo respecto de la OTAN, que es
sobradamente conocida. Sí me



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gustaría hacer alguna reflexión al hilo de lo que motiva esta
comparecencia del señor Ministro.




El señor PRESIDENTE: Señor Vázquez, si me permite le recuerdo lo que
acabo de decir. No le pido que se coma el micrófono, que sería indigesto,
pero sí que se acerque más a él.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Decía que sí quisiera hacer alguna reflexión al
hilo de la comparecencia del señor Ministro sobre esta Asociación para la
Paz, cuya naturaleza jurídica confusa, ese documento marco, ha sido
citada anteriormente y, en tanto que obliga a España a adquirir
compromisos internacionales, necesitaría, desde nuestro punto de vista,
su paso por esta Comisión inicialmente y posteriormente por el Pleno del
Congreso.

Hay algunas cuestiones que se han suscitado y yo creo que esa reflexión
necesaria en la situación actual de la posibilidad de transformar la OTAN
de una organización de defensa colectiva en una organización de seguridad
colectiva también, ampliada, a la que el portavoz del Grupo Popular
contestaba claramente que su voto sería negativo a transformar la OTAN en
una organización de seguridad compartida, por lo tanto, a modificar
sustantivamente hasta hacerla prácticamente desaparecer la OTAN en su
configuración actual, «sensu contrario» mi Grupo sería totalmente
partidario de esa nueva configuración, de una estructura colectiva de
seguridad que hiciera innecesaria la estructura militar actual de la
OTAN.

A nosotros nos parece que la OTAN desde el año 89 para acá ha estado
inicialmente buscando enemigo, un poco parodiando a Pirandello en «Seis
personajes en busca de autor», una organización militar en busca de
enemigo. Ante la evidencia de la ausencia de enemigo intenta buscar
amigos, lo que no está mal; incluso el propio nombre de Asociación para
la Paz es sugerente y nos parece más positivo que el de cualquier otro
que se le hubiera podido encontrar, pero nos parece que este camino
emprendido cuestiona otras cosas que también han sido citadas.

No entendemos por qué no podíamos haber optado por la CSCE como ámbito
europeo global para discutir las cuestiones de seguridad y adaptar a esas
cuestiones de seguridad las estructuras militares actuales en el plano
europeo, repito, como Naciones Unidas en el plano mundial.

Estamos generando una gran cantidad de organizaciones de simetrías
variables que complican el panorama y que acaban creando más confusión
que claridad. Esa dinámica bilateral por la que se opta a partir de la
Asociación para la Paz entre OTAN, por una parte, y los países que
quieran pertenecer a la misma, en este caso la Federación Rusa, sin duda
favorece la posición actual hegemónica en la OTAN, pero puede dificultar,
en un futuro, porque se lo pueden pretender imponer alguno de los países
que quiera pertenecer a esa Asociación para la Paz, condiciones poco
razonables para su entrada en la misma.

Se citaba antes al señor Vizinsky hablando de que la Federación Rusia
tiene que elegir entre ser una democracia o ser un imperio. Yo no creo
que ésa sea la contradicción fundamental. En la configuración actual del
mundo hay democracias que son, obviamente, un imperio, probablemente no
sólo en el plano militar o en el económico, pero sí en el plano cultural.

Yo creo que estamos bajo la égida del imperio americano, nos guste más o
menos, eso es así y difícilmente se puede cuestionar a Estados Unidos
como un sistema democrático. Por tanto, esa contradicción del señor
Vizinsky a la que hacía referencia el señor Muñoz-Alonso me parece que no
es muy lógica.

Las pretensiones de Rusia para, digamos, entrar en esa especie de OTAN
«light» o de antesala de la OTAN, un poco a imagen y semejanza de lo que
ha significado el espacio económico europeo como antesala de entrada en
la Unión Europea, eran razonables desde su posición. Lógicamente, el no
ceder a las pretensiones económicas de la Federación rusa era lógico,
entre otras cosas porque ya estamos en otra hegemonía; difícilmente se
pueden compartir esas dos hegemonías --hablo de hegemonía incluso en
términos gramscianos--. Creo que la expresión de Kózirev de que esto no
era Yalta 2, sino Bruselas 1, aclara esa pretendida hegemonía.

La otra pretensión, la de conseguir un ámbito paneuropeo de seguridad, lo
que, repito, haría innecesaria la OTAN en su configuración actual, me
parece, y le parece a mi Grupo, una posición perfectamente razonable y
defendible por nosotros. Es decir, en el marco de esa Unión Europea en
construcción --a pesar del fin de semana en Corfú, durante el cual parece
que esa construcción no ha ido hacia adelante, sino más bien al
contrario--, nos parece que ese ámbito de seguridad paneuropeo podría
abrirse camino.

Se me ocurre preguntarle, señor Ministro, qué papel juega la Unión
Europea en toda esta historia, cómo encajamos la necesidad de una Unión
Europea que tenga una política exterior y de seguridad común con la
Asociación para la Paz, con la OTAN, con todo este aglomerado de
organizaciones solapadas, no concretamente unas sobre otras, que generan
esa asimetría evidente y, desde luego, poquísima claridad en las mismas.

El documento que nos ha facilitado hace un momento, que viene a ser el
sumario de las conclusiones de las discusiones entre la OTAN y el
Ministro de Asuntos Exteriores ruso, señor Kózirev, viene a decir lo que
usted ha manifestado: habla sobre el intercambio de información política
en el ámbito europeo, las consultas políticas en ámbitos de interés común
y la cooperación OTAN-Federación rusa en áreas de seguridad, sobre todo
en temas de destrucción de armas nucleares. Nos parece que ésos son
objetivos positivos en función de que pueden rebajar el nivel potencial
de tensión que pueda existir en Rusia.

Por otra parte, me parece importante que ustedes se hayan planteado como
objetivo no aislar a la Federación rusa, ya que sería el mayor de los
errores. Yo he tenido sentado detrás de mí al señor Zhirinovski en el
Consejo de Europa y le aseguro que no eran nada halagüeñas las palabras
que este señor decía. Por tanto, la pretensión que se ha tenido en
tiempos recientes de no solamente aislar, sino incluso humillar a la ex
Unión Soviética, es un mal negocio, porque lo único que puede conseguir
es estimular, desde el



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punto de vista histórico, lógicos afanes imperialistas que todavía
existen en aquel gran país.

Acabo, señor Presidente, señor Ministro, reiterando que me parece que
estamos construyendo una serie de organizaciones al hilo de no sabemos
muy bien qué impulso, que clarifican bien poco el panorama de lo que
debería ser la política de seguridad común europea, en el que España
juega un papel muy secundario y que nos parece que entra en contradicción
con lo que debería ser el espíritu de construcción de la Unión Europea
como unión política y no exclusivamente de mercado. Me gustaría que usted
pudiera clarificar este último aspecto: el papel que juega la Unión
Europea, como entidad en construcción, en todo este tinglado --si me
permiten la expresión-- de organizaciones, a veces de defensa, a veces de
seguridad, a veces de defensa y políticas, etcétera.

Nada más y muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el Portavoz del Grupo Socialista,
señor Estrella.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Parece evidente que seguimos estando en una
época de transición. Yo creo que a ello se debe atribuir buena parte de
las perplejidades que asoman a la hora de enfrentarse con esta miríada de
organizaciones cuyas funciones en ocasiones son complementarias o llegan
a solaparse, cuya composición establecen si se intenta elaborar un
diagrama, algo parecido al plano del Metro de Madrid o incluso más
complicado, pero yo creo que debemos asumirlo como un elemento más del
mundo en que vivimos y que, en la medida en que ello esté funcionando, no
debe preocuparnos excesivamente; a mí no me preocuparía excesivamente. Me
preocuparía que determinadas organizaciones estuviesen dejando de cumplir
los fines para los que fueron creadas o me preocuparía que hubiese un
aumento de la inseguridad en el ámbito europeo. Yo creo que en ese
sentido podemos estar bastante satisfechos del proceso que se está
produciendo en los últimos años en el escenario de la seguridad europea,
con independencia de los conflictos regionales, que son, quizá, sin lugar
a dudas, el factor más preocupante de inestabilidad, de inseguridad en
Europa.

Al enfrentarnos con la Asociación para la Paz, parece evidente que es un
paso adelante considerable desde el CECAN. Hay, en primer lugar, la
posibilidad de autodiferenciación de que aquellos países que quieran
avanzar en sus relaciones con la OTAN más que otros lo puedan hacer, cosa
que no era posible en organizaciones anteriores, hay la posibilidad de
que se incorporen, como ya lo han hecho, los países antes denominados
neutrales o no alineados, pero, además, se establece una serie de
mecanismos que suponen un paso muy importante. En primer lugar,
introducir criterios como la transparencia de la política de defensa,
como la democratización, en términos genéricos, incluida la de la
política de defensa, las consultas en el tema de planificación,
ejercicios conjuntos, etcétera, nos van situando en un escenario que, sin
lugar a dudas, recordando el viejo lenguaje de hace una decena de años
escasamente, como conjunto de medidas de confianza, introducen un factor
de estabilidad en el escenario europeo que no existía anteriormente;
siguen manteniéndose los solapamientos entre el CECAN y la Asociación
para la Paz, aunque el CECAN nace con unas características bastante más
limitadas.

Pero yo insistiría también en otro componente que me parece importante, y
es que, si bien es cierto que en los acuerdos con los países que
participan en la Asociación para la Paz no se da la garantía de seguridad
del artículo 15 del Tratado de Bruselas, sí se establece un mecanismo de
consultas en caso de amenaza. Es evidente que en la Cumbre de enero de
Bruselas se evitó dar el paso, y el señor Muñoz-Alonso resaltaba las
complejidades de esto.

El otro Portavoz del Grupo Popular destacaba cómo su Grupo había pedido
en vísperas de la Cumbre que se ampliase la OTAN, que se fuese ya hacia
una ampliación de la OTAN. Pero yo creo que el tema es tan complejo que
hemos podido asistir a esa declaración cuando escasamente cuatro meses
antes, aquí, en esta Comisión, en la primera sesión, asistíamos al
discurso contrario en el que el Portavoz del Grupo Popular advertía
contra los riesgos de una ampliación precipitada. Sin ir más lejos, mi
compañero Pedro Moya y yo, el 11 de octubre asistíamos a una sesión de la
Asamblea del Atlántico Norte, donde el mismo Portavoz defendía en un solo
acto las dos posturas, lo cual refleja no ya la volubilidad del Grupo,
sino incluso la complejidad del tema que estamos abordando.

A mí, señor Ministro, se me ocurre plantearle un par de cuestiones,
porque yo estoy convencido que el tema no es si la Asociación para la Paz
es una antesala para la ampliación de la OTAN o no. Parece evidente que
los elementos que aparecen en la Asociación para la Paz serían pasos
necesarios en el supuesto de una ampliación. Es decir que el país que
fuese a incorporarse a la OTAN, eventualmente debiera avanzar en un
camino que sería en un 80 o un 90 por ciento el camino que se está
produciendo en el caso de la Asociación para la Paz, con lo cual,
bienvenido sea, porque el tema es que la Asociación para la Paz está
sirviendo como instrumento de cooperación y a algunos países, con esa
estructura de geometría variable, les va a poder servir también para
preparación para la ampliación; una ampliación que creo que no debiera
merecer más debate entre nosotros, porque hay una conclusión obvia: que
la OTAN se va ampliar, y se va a ampliar el día que se amplíe la Unión
Europea hacia el Este. A partir de esa asunción eliminaríamos muchos
debates bastante insulsos.

Quizá tendríamos que preocuparnos más --y sería un ejercicio
interesante-- por saber cuál es la percepción, desde los países que se
hayan incorporado a la Asociación para la Paz --y habla bastante de su
éxito ya el número de veintiún miembros alcanzados--, cuál es la
percepción y en qué medida eso está satisfaciendo sus demandas, sus
necesidades, en qué medida es un camino en el que pueden discurrir de
acuerdo con sus aspiraciones o, por el contrario, les desvía de sus
aspiraciones.

Ha habido una reflexión también que quisiera compartir porque pienso que
necesitaría una definición sobre el estatus jurídico de los acuerdos de
la Asociación para la Paz. Son acuerdos entre países individuales como el



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colectivo de los países OTAN. No sé si los países individuales
trasladarán a sus respectivos parlamentos estos tratados que en cierta
medida son una especie de acuerdos de cooperación en materia de defensa
bastante limitados. Pero no sé si eso debiera aplicarse al caso de
España. Por ejemplo, ¿debiera aplicarse y debiera trasladarse al
Parlamento español el momento en que estén reguladas y articuladas las
decisiones sobre fuerzas conjuntas y combinadas que pudieran ponerse a
disposición de la Unión Europea Occidental? Es una reflexión que dejo ahí
encima.

Añadiría también: ¿ese instrumento de las fuerzas conjuntas y combinadas
podría tener en el futuro también alguna aplicación, alguna extensión,
sea al CECAN o sea a la Asociación para la Paz --fundamentalmente al
CECAN-- para las operaciones de mantenimiento de la paz? Es una pregunta
que dejo ahí.

En el tema de Rusia, creo que se ha dicho prácticamente todo. Quizá lo
más importante es que cuando se celebró la Cumbre de Bruselas había
quienes pretendían impulsar un paso más allá de lo que luego fue la
Asociación para la Paz y lo plantearon, incluso, como un acto de
valentía, como un acto de levantar, de hinchar pecho frente a Rusia, de
no aceptar las imposiciones de Rusia --lo cual era muy comprensible, por
otra parte--; ha habido bastante racionalidad y, al final, la Asociación
para la Paz no se ha hecho contra Rusia y, además, ha terminado
haciéndose también con Rusia; con todas las complicidades que ello tiene,
porque, sin lugar a dudas, si bien es cierto que los acuerdos con Rusia
son equiparables a los de cualquier otro país porque el sumario de
discusiones no es otra cosa que un protocolo en su acepción del acta de
la reunión, es evidente que el peso considerable de Rusia, de un país con
tres millones de soldados en sus fuerzas armadas, con una gran potencia
nuclear, va a establecer un tipo de relaciones distintas, como pueden ser
las relaciones entre la OTAN y Polonia, de las relaciones entre la OTAN y
Lituania, lo cual parece una obviedad.

Creo que es importante resaltar también que ha habido una clarificación
en los últimos tiempos, por parte del Gobierno ruso, en cuanto a cuáles
son sus intenciones. Ha habido una clarificación a la hora de definir su
política de defensa, en su concepto estratégico; ha habido también una
clarificación en el sentido de que no tienen aspiraciones hacia el sur, e
incluso en algo que se estaba suscitando, con bastante preocupación, en
lo que todavía podemos llamar Occidente, que era esa voluntad de
intervenir en conflictos regionales en su extranjero vecino. También hay
una declaración en el sentido de que no tendrían inconveniente en la
presencia de fuerzas de otros países, de países de Europa Occidental, ni
siquiera tampoco en que esas fuerzas estuvieran bajo el mando de un
militar de Europa Occidental. Eso quizá coloca también la pelota en el
tejado de los países de Europa Occidental. Estamos dispuestos a enviar
tropas a Nagorno-Karabach, porque está a una distancia de Madrid de algo
así como quinientos kilómetros menos que Ruanda, o a Tadzikistan, que
estará a unos mil kilómetros más que Ruanda. Creo que es una devolución
de pelota, pero también hay una clarificación importante.

Nada más, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Concluido el turno de intervenciones de los diversos
grupos, tiene la palabra el señor Ministro para contestar.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, trataré de contestar a algunas de las preguntas formuladas
por los representantes de los grupos parlamentarios, así como de hacer
algunas reflexiones al hilo de algunas de las ideas que se han aportado
en muchas sugerencias --y hay muchas con las que estamos de acuerdo-- por
complementarlas con algunas otras visiones de los acontecimientos de los
últimos días.

Contesto al primer interviniente por parte del Grupo Popular, el señor
Muñoz-Alonso, diciendo que en su intervención, bien formulada y llena de
conocimientos, hay también algunas contradicciones intrínsecas por la
utilización excesiva de fuentes porque, al final, cuando se analizan las
fuentes utilizadas todas tienen algunos elementos de contradicciones, que
pasaremos luego a examinar. Lógicamente es así, porque, como se ha dicho,
estamos viviendo un momento de transición en que las incertidumbres
siguen estando presentes y la única idea que debe guiarnos, en estos
momentos, es cómo conseguimos dar pasos en la dirección de una mayor
seguridad europea. Esa es la línea que nos debe mover. En épocas de
cambios --sobre todo de cambios tan rápidos como los que se están
produciendo-- a veces el objetivo no se consigue en línea recta, sino
haciendo en el intermedio del camino algún zigzag. Eso es lo que estamos
viviendo en estos momentos; estamos viviendo una complejidad de
organizaciones, no con el hecho de que todas estas organizaciones y toda
esta estructura arquitectónica se mantengan indefinidamente, sino que a
veces hay que pasar por situaciones arquitectónicas más complejas, de
manera intermedia, para tener después un resultado tan bello
arquitectónicamente pero más simple. La historia nos da muchos ejemplos
desde la perspectiva arquitectónica.

Los pasos que se están dando, y muy concretamente la Asociación para la
Paz, me parece que es una respuesta inteligente a un problema de difícil
solución. El problema lo ha planteado S. S. en una intervención anterior
y lo he recordado yo otra vez. El problema es cómo resolvemos todo el
espacio de seguridad en una Europa que ha cambiado radicalmente; una
Europa a la que todavía seguimos atribuyendo los calificativos de Europa
Central y Europa del Este, cuando seguramente esos calificativos no
debían ser usados sino desde el punto de vista de la descripción
geográfica, pero sin darle ningún otro sentido ya, afortunadamente. El
problema es cómo incorporamos todo eso, lo que sin duda tiene
dificultades porque hay momentos --como decíamos antes-- en que la
transición puede generar algunas imágenes que puedan ser --como el señor
Rupérez decía-- churriguerescas en algún caso, y a eso me referiré luego.

Después tenemos una segunda parte que es Rusia. Su señoría señaló en la
intervención anterior los problemas que Rusia plantea para la seguridad
europea. Había que ser capaces de encontrar la fórmula equilibrada que
nos permitiera --como S. S. ha recordado-- ni veto,



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por un lado, ni sorpresas por el otro. Lo que yo diría al final es un sí,
que sería la conclusión de estos dos noes, el sí de la transparencia,
tener una relación con Rusia que fuera transparente. Por tanto, ni vetos
ni sorpresas, sino transparencia. Eso es lo que creo que estamos tratando
de conseguir con un país muy importante, con la Federación Rusa, al que
queremos dar un trato de igualdad en cuanto a la firma de la Asociación
para la Paz. La Asociación para la Paz parte de ese principio de que
todos los países son iguales, pero lógicamente no todos son iguales desde
el punto de vista de la intensidad de la relación y, sin duda alguna,
Rusia es un país que tiene, desde el punto de vista de la Asociación para
la Paz, potencialidades mucho mayores que otros países por su dimensión,
por ser una potencia nuclear y, además, necesitamos tener con Rusia unas
relaciones que van más allá de la Asociación para la Paz. Este es el
equilibrio que hay que ser capaces de mantener y que creo que
inteligentemente se ha mantenido en los debates de estas últimas semanas;
debates que han estado cargados de muchas dificultades, como SS. SS.

saben. En su inicio hubo incluso la posibilidad de que no se llegara a
producir por las dificultades que en un momento dado la Federación Rusa
planteaba y que, hasta hace muy pocas fechas, siguió planteando. La
visita del Ministro de Defensa a Bruselas tuvo una parte muy positiva que
fue su presencia, y algunos elementos que no eran tan positivos como
fueron las posturas que mantuvo allí y que, como he dicho en mi primera
intervención, algunas de ellas rechazables por parte de la Alianza.

Afortunadamente eso ha ido cambiando, pero todavía en Estambul, en la
última reunión del Cecan, tuvimos que escuchar por boca del Ministro
Kózirev cosas en las que no podía haber acuerdo, y tuvo que pasar otra
semana más hasta pulir algunos de los desequilibrios o de los desacuerdos
que existían para poder llegar a lo que a nuestro juicio es una magnífica
decisión, que Rusia firme la Asociación para la Paz. Me parece que es una
magnífica decisión en la dirección que apuntaba anteriormente, en
encontrar un espacio de seguridad mayor para el ámbito geográfico en el
que nos movemos, pero ciertamente --y con eso reitero lo que han dicho
algunos de los portavoces--, desde el punto de vista institucional
todavía vamos a vivir con algunas insatisfacciones; insatisfacciones que
están ligadas a la situación de transitoriedad, de transformación en la
que nuestra Europa vive y a la que tenemos que ser capaces de dar
respuesta, y a veces las respuestas a situaciones complejas
necesariamente son complejas, aunque en el futuro puedan ser más
sencillas y más entendibles.

Paso a referirme a algunas de las consideraciones que S. S. ha planteado.

Ha hablado de la CSCE tomando dos interlocutores distintos: de una parte
los planteamientos del Ministro Kózirev y, de otra, algunos escritos
últimos del señor Kissinger. Los dos vienen a coincidir, de manera un
tanto anómala, en que a lo mejor lo que habría que hacer es que la CSCE
se convirtiera en el gran paraguas de todo esto y que fueran
desapareciendo o debilitándose las organizaciones que estuvieran ligadas
a ese paraguas. Es un poco sorprendente el planteamiento que parece ser
que se hace desde esos dos extremos de lo que podría ser una forma de
pensar. Nosotros creemos que esa posición no es correcta o, al menos, que
no es correcta aquí y ahora, en este instante, y nos sorprendió cuando
leímos algunos de los artículos a los que S. S. ha hecho referencia
porque es verdad que viene a coincidir casi milimétricamente con la
posición del Ministro de Defensa ruso en Bruselas. Creemos que esa
posición no es la adecuada en este momento, y creemos que ya no es
tampoco la posición rusa. Le diré que el viernes por la noche tuvimos una
larguísima entrevista con el Ministro Kózirev en la que esta pregunta se
le volvió a hacer de manera muy clara, y se le volvió a hacer a
posteriori de la firma, y tiene también algún valor que se expresara
después de la firma. Tajantemente dijo que estaban enormemente
satisfechos de la firma, pero que tenían un problema todavía con la Duma,
el papel que la Duma va a jugar en relación con esta firma; dijo que el
Gobierno, como tal, se sentía totalmente comprometido con ello, pero que
todavía se planteaban algunos interrogantes con lo que la Duma pudiera
hacer con ello.

Otra cuestión: se le preguntó sobre la CSCE, si habían evolucionado o
elaborado un poco más el tema de la CSCE. Ellos dicen y todos decimos que
llevaremos ideas a la cumbre de Budapest en diciembre, todos llevaremos
ideas, pero las ideas sobre las que ellos están trabajando en este
momento van menos en la línea de las que apuntó en la reunión de Bruselas
el Ministro de Defensa. Como sabe S. S., el Ministro de Defensa apuntaba
poco más o menos lo siguiente; desorganicemos todo lo demás, creemos un
ámbito de seguridad, al que llamemos CSCE, que sea el embrión de todo y
que debajo de ese paraguas prácticamente no haya nada. Esa posición ha
evolucionado, por lo menos así nos lo hizo saber el viernes el señor
Kózirev, y que en la reunión de Budapest irían más en la dirección de la
formulación de una especie de consejo de seguridad de la CSCE, que
institucionalmente hubiera una especie de consejo de seguridad de la CSCE
que tuviera algunas atribuciones superiores a las que tiene hoy ese
conglomerado a veces difuso. Las preocupaciones y los problemas que eso
plantea no se le escapan a S. S., pero por lo menos las reflexiones
últimas de la Federación Rusa sobre esta cuestión van en esa dirección.

¿Toma Rusia una opción occidental? me preguntaba su señoría. Yo creo que
sí, que el Gobierno ruso toma una opción claramente pro occidental,
entendiendo la terminología al uso. Matizo una vez más que el problema
que todavía queda pendiente es el problema de la Duma que, por razones
que no se le escapan, va a presentar dificultades en algún momento. El
Gobierno ruso entiende que no es necesario tramitar este acuerdo por el
Parlamento. Hay una moción presentada por los grupos nacionalistas y
comunistas en la Duma, pero creen que podrán tener mayoría suficiente
para no tenerlo que debatir. Si lo tienen que debatir, el problema es el
resultado de esa votación, que liga con la última frase que S. S. decía:
qué pasa si Rusia no va por el camino que todos deseamos que fuera. Es
una pregunta que está ahí, para la que desgraciadamente ninguno de
nosotros tiene contestación en este momento.

En cuanto a la pregunta que me hacía sobre si la Asociación para la Paz
es una puerta para la incorporación



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definitiva a la Alianza Atlántica, le contestaría que sí, que además está
claramente dicho en Bruselas, incluso con frase muy gráfica. Se dijo muy
claramente que la Asociación para la Paz era una puerta que se abría para
un camino y no una valla que se ponía para saltar. Es verdad que abría
una puerta para un camino que termina en la potencialidad de formar parte
de la Alianza Atlántica y no una valla que todos los países tengan que
saltar, que a lo mejor no llegan a saltar. Esa fue la formulación
plástica de la que se habló en Bruselas y que se reiteró en la cumbre de
Turquía.

Respecto a las ocho preguntas de don Javier Rupérez, trataré de contestar
a todas ellas, pero haré primero una reflexión sobre la llamada de
atención que ha hecho en cuanto a la simplificación y a la clarificación.

Reitero lo que he dicho contestando al Diputado señor Muñoz-Alonso. Es
verdad que hay que hacer el esfuerzo no solamente por dar respuesta a
este mundo en transición, sino por dar respuesta al mundo que haya
terminado su transición, si es que alguna vez lo hace --esperemos que
sí--, y dar una respuesta que vaya pensando ya en estructuras más
simples, más clarificadoras. Lo estamos haciendo. En concreto, nuestro
país mantiene posiciones en ese sentido, las hemos mantenido claramente
en todos los ámbitos de los que hemos hablado en la sesión de hoy y
también en el ámbito de la Unión Europea Occidental, donde estamos
creando un complicado sistema de adhesiones con diferentes niveles y
profundidades, quizá en demasía. También nos gustaría que hubiera una
mayor clarificación ahí.

Por contestar a su pregunta le diré, primero, que es verdad que puede
haber, como decía, una formulación arquitectónica barroca o
churrigueresca, pero después del barroco, del churrigueresco y de todas
estas cosas viene el neoclásico, que tiene no menos belleza, pero una
mayor simplicidad. Creo que esto es lo que nos puede estar pasando, que
estemos atravesando por un momento de complejidad en las instituciones,
lo cual nos debe llevar posteriormente --el posteriormente no tiene
límite en el tiempo y no seré yo tan audaz como para ponerlo-- a una
situación en el tiempo --espero que podamos verlo todas las señorías en
nuestro tiempo vital-- más simplificada, respuesta a una situación
mundial también más clara desde el punto de vista de la seguridad.

Me preguntaba ocho cosas que trataré de contestar. ¿Rusia da a la
Asociación nuevos perfiles? Sí da nuevos perfiles, pero fundamentalmente
dos. Uno, desde nuestro punto de vista, la completa. Creemos honestamente
--aunque es una pregunta que me formula más adelante la contesto ahora--
que la Asociación para la Paz sin Rusia quedaría un poco coja y que no
llevaría a cumplir todas sus potencialidades y posibilidades si Rusia no
se adhiriera a ella. Por tanto, celebramos que Rusia haya firmado la
Asociación para la Paz. Ese es un perfil. Da otro perfil que tiene que
ver, quizá por exceso, con que Rusia no solamente entra sino que hay que
darle un tratamiento que va más allá de la Asociación para la Paz en las
cuestiones a las que antes he hecho referencia. ¿Ofende o molesta a los
demás socios de la Alianza para la Paz este planteamiento? No. Todos
comprenden que Rusia es un país que tiene unas singularidades y, aunque
siempre tienen todos unas ciertas prevenciones sobre esas atribuciones
que se pueden dar a Rusia, en este momento hay una completa aceptación
por parte de todos los países del centro y del este de Europa de que esta
solución que se da a Rusia en su incorporación a la Asociación para la
Paz, abriendo la posibilidad de otro tipo de consultas que van más allá
de la Asociación para la Paz, es perfectamente comprendida por todos,
siempre que la englobemos en lo que antes hemos dicho: sorpresas, no:
vetos, tampoco, transparencia. Cuando digo transparencia me refiero a
transparencia con todos, no solamente con Rusia sino con el resto de los
países.

La segunda pregunta era si la Asociación para la Paz se diseña para
impedir la ampliación de la Alianza. No. Le contesto como decía
anteriormente: al contrario, se formula la Asociación para la Paz para
resolver un problema que estaba planteado en los meses en que había que
dar solución a esa complejidad y a esa complicación, pero no para impedir
o para vetar la posibilidad de que estos países se incorporen en algún
momento a la Alianza Atlántica. Como se ha dicho incluso por el portavoz
del Grupo Socialista, para la incorporación definitiva de los países que
quieran hacerlo a la Alianza Atlántica, seguramente tendrían que pasar
por las medidas que van a tener que pasar a través de la Asociación para
la Paz. Por tanto, como decía antes, no cierra puertas, abre puertas y
tampoco supone barreras infranqueables que haya que saltar.

La tercera cuestión que planteaba es si sólo está pensado para países que
únicamente tienen como objetivo entrar en la Alianza Atlántica. Esa
pregunta tiene difícil contestación, porque no sabemos cuáles de todos
esos países van a pedir la incorporación definitiva a la Alianza
Atlántica. Piensen, por ejemplo, que a la Asociación para la Paz se han
incorporado países no sólo del antiguo Pacto de Varsovia, sino países que
están solicitando su incorporación a la Unión Europea (Finlandia o
Suecia, por poner un ejemplo), pero no sabemos todavía si van a pedir su
ingreso en la Alianza Atlántica. Por tanto, es difícil contestar a esta
pregunta con precisión, pero no tiene vocación más que de incorporar
lógicamente a aquellos países que en su día quieran formar parte
integrante de la Alianza Atlántica de manera total.

La cuarta pregunta que me hacía era si la Asociación para la Paz
dependerá de la presencia de Rusia. Yo le he contestado que en una cierta
medida, que no me atrevería a cuantificar, sí es verdad que se completa
de manera prácticamente total la Asociación para la Paz con la presencia
de Rusia, y todos hemos trabajado para que así fuera porque nos parecía
que era importante que se completara de esa manera. El texto de la firma
creía que lo tenían SS. SS., pues se ha repartido a los grupos
parlamentarios. En cualquier caso, cualquier otro texto de la Alianza que
no esté calificado como secreto con sumo gusto se lo haré llegar. Yo creo
que éste es el más importante de los que se han firmado en Bruselas.

La quinta pregunta es si sólo era para países del ex Pacto de Varsovia.

No. Ya le he contestado que no porque hay otros países de la antigua EFTA
que no forman parte del antiguo Pacto de Varsovia que se están
incorporando.




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La sexta pregunta era cuánto va a costar. Es difícil contestar en este
momento cuánto va a costar esta nueva Asociación. El Secretario de la
Alianza Atlántica tiene la obligación de hacer una evaluación, que no nos
ha dado todavía, pero sin duda algo costará. Solamente el poner la célula
en Mons ya nos va a costar dinero, no mucho pero va a costar dinero, y
sin duda las operaciones conjuntas que se van a hacer también van a
costar dinero. Cuánto, no se lo podría decir en este momento, pero el
Secretario General tiene la obligación de hacernos una propuesta al
respecto.

La séptima pregunta era si la Asociación la concebíamos incompatible con
la CEI. Yo creo que no. No sé si se refiere su pregunta a las operaciones
de mantenimiento de la paz por parte de Rusia en la antigua CEI. Le
contestaré que en este momento en Viena se está negociando entre los
altos funcionarios de la CSCE y la representación de la Federación Rusa
para intentar clarificar de manera definitiva las operaciones de
mantenimiento de la paz en la antigua CEI. La posición de la CSCE la
conoce, la posición de España la conoce y hay que hacerlo compatible con
los acuerdos de Helsinki. No se puede dar un paso que no vaya en la
dirección que está acordada en Helsinki. Lo que se está haciendo en este
momento es intentar llegar a un acuerdo para la próxima reunión de Praga,
que creo recordar que es el día 15 del mes de julio. Kózirev el viernes
nos dijo que cree que podrían llegar a un acuerdo, de manera que quedara
totalmente solventada esta dificultad.

La octava cuestión era si la Asociación para la Paz tiene como objetivo o
puede tener como corolario el favorecer el mercado de armamento
occidental. Lógicamente no está pensada para favorecer el mercado de
armas en occidente; al contrario, está pensada para disminuir el nivel de
armamento siempre que sea posible, puesto que es una operación que va
encaminada hacia la seguridad y no hacia la inseguridad. Lo que nos
estamos encontrando en este momento más bien es lo contrario. Nos estamos
encontrando con un exceso de armamento por parte de los antiguos países
de la órbita del Pacto de Varsovia que, aunque es verdad, como decía el
Diputado señor Mardones, que nacen todos de la vieja Unión Soviética, no
tienen grandes dificultades para adaptarse a una homologación con el
armamento que existe en este momento en el ámbito de la Alianza
Atlántica. Por tanto, en este momento el exceso --entre comillas-- de
armamento puede estar viniendo más de esa parte del mundo que de la parte
de la antigua Alianza Atlántica. Por consiguiente, no creo que se pueda
contestar que vaya encaminada a eso, que puede tener como corolario o
como consecuencia no deseada, y desde luego no deseable, que el mercado
de armamento se incremente.

Respecto a la valoración jurídica y a la posibilidad de una ratificación
de estos documentos, nosotros pensamos que la naturaleza de la Asociación
es más bien política que jurídica, aunque estamos abiertos a
interpretaciones de otra naturaleza. Es la interpretación que han dado
todos los parlamentos y todos los gobiernos de los países de la Alianza.

Los servicios jurídicos del Ministerio lo han analizado y concluyen de la
misma manera en que tiene una naturaleza más política que jurídica y, por
tanto, no requeriría ratificación parlamentaria, aunque el Gobierno está
dispuesto a dar información. En cualquier caso, si los grupos
parlamentarios y los servicios jurídicos del Estado entendieran que
requería otra tramitación, no tendríamos inconveniente alguno en
tramitarlo de otra manera.

El Diputado señor Mardones me preguntaba si sería necesario revisar la
Carta fundamental de la Alianza. Yo no sé si algún día será necesario; la
posición del Gobierno es que en este momento no es necesario hacerlo, y
en eso coincidimos con la posición que se ha expresado anteriormente.

Creemos que no es necesario ni sería bueno hacerlo, lo que no empece para
que a lo mejor, en algún momento ulterior, no solamente la Carta sino la
propia Alianza pueda disolverse en otro tipo de institución. Pero nos
parece que aquí y ahora, en el momento en que estamos viviendo, sería
prematuro tomar una decisión de esas características.

A S. S. le preocupa también la pluralidad de instituciones que existen, y
es verdad. Ya he contestado a los interlocutores del Grupo Popular
diciéndoles que eso es así. Su señoría suma a todo esto el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas. Sería mucho mejor que viviéramos en un
mundo donde sólo hubiera una gran autoridad mundial y que esa autoridad o
ese gobierno mundial sirviera para realizar todas las funciones que un
gobierno realiza. Desgraciadamente todavía no estamos en ese mundo;
estamos en un mundo en transición y hay que dar respuesta a los problemas
de hoy. Como decía anteriormente, a veces las respuestas tienen una
complejidad muy alta, pero esperemos que pueda disminuir en tanto en
cuanto la realidad también disminuya su propia complejidad.

Preguntaba si hacíamos tratados bilaterales. Sí los hacemos, y yo creo
que es un buen camino. La Asociación para la Paz tiene fundamentalmente
una relación bilateral; bilateral de la Alianza con cada uno de los
países, pero también abre la posibilidad de relaciones bilaterales país a
país. El Ministro de Defensa de España ha estado en Polonia no hace
muchos días, hace 48 horas, para seguir trabajando en relaciones de
cooperación militar que estamos manteniendo con países del centro y del
este de Europa; países que, como decía en mi primera intervención, a
veces tienen dimensión, desde el punto de vista militar y de defensa,
parecida a la nuestra y podemos ser de gran ayuda o de gran apoyo, por lo
menos en estos momentos de transición, para adaptar sus estructuras de
defensa y de seguridad al nuevo papel que quieren jugar y a la nueva
estructura de los Estados que se están dando.

Sobre la homogeneización del material militar ya he hablado
anteriormente. Es verdad, como decía S. S., que hay una parte importante
de material militar que nace de la antigua Unión Soviética y con el que
tienen dificultades. Lógicamente hay material pesado de mucha complejidad
para homogeneizarse; pero hay material ligero que con fáciles operaciones
de ingeniería puede homogeneizarse con el armamento clásico de la Alianza
Atlántica. Ese será uno de los procesos que llevará más tiempo para que
Rusia se incorpore de forma definitiva a la Asociación para la Paz de una
manera eficaz. Es lógico que haya una homogeneización del material
militar y de las comunicaciones. Es



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verdad que todavía queda un camino muy largo por recorrer hasta que se
produzca esa homogeneización en el sistema de comunicaciones también, que
es tan importante para lo que desea la Alianza para la Paz como objetivo
como lo es el armamento estrictamente militar. Le agradezco que comprenda
la posición del Gobierno español y la sostenga.

El Diputado señor Vázquez empezaba hablando de la naturaleza de la
Asociación para la Paz. Entendemos que tiene una naturaleza política,
pero insisto en que estamos abiertos a otro tipo de interpretaciones. Es
la interpretación que los servicios jurídicos del Estado nos han dado y,
lógicamente, el Gobierno la mantiene.

Vuelvo a decir, como he dicho a alguno de los intervinientes anteriores,
que el Gobierno estima que, en contraposición a lo que S. S. afirma sobre
la no necesidad de la Alianza Atlántica en este momento, creemos que la
Alianza Atlántica, aquí y ahora, puede y debe seguir jugando un papel
importante en el ámbito de la defensa; y no deberíamos confundir lo que
es el ámbito de la seguridad con el ámbito de la defensa. Estamos
hablando del ámbito de la defensa o del ámbito en el que todavía debe
jugar un papel la Alianza Atlántica. Es verdad que todos los portavoces
de los grupos han hecho hincapié en ello (el Gobierno también) y he dicho
que tratamos, entre todos, no de complicar por el deseo de complicar o de
hacer menos eficaz el planteamiento que estas organizaciones tienen, sino
porque entendamos que es necesario aquí y ahora, para dar respuesta a una
complejidad mundial, el mantener todavía todos estos círculos
concéntricos, de radio diferente, porque todos son ámbitos de seguridad
conformados, si quiere, geométricamente por círculos concéntricos
algunos, excéntricos otros, de radio o diámetro distinto porque son
distintas las competencias que tienen, desde el Consejo de Europa, que
sería el ámbito de la seguridad democrática, hasta la Unión Europea, que
sería el ámbito de la seguridad económica y política, la CSCE, que sería
el círculo que englobaría el ámbito de la seguridad, la Unión Europea
Occidental, que tiene una parte de ámbito de defensa y de seguridad, y la
Alianza Atlántica, que fundamentalmente es un ámbito de seguridad. Lo que
sí quiero decir es que todos estos círculos de radio distintos (insisto
en que a veces no tienen el mismo centro, tienen algunas excentricidades
en cuanto al centro) es verdad que tienen una intersección amplia, y eso
es lo importante: que todos tengan una intersección que no sea nula sino,
al contrario, que sea la máxima posible, y eso es lo que estamos tratando
de hacer, porque daría pie para que, en su día, esa intersección de todos
estos círculos o conjuntos fuera la intersección útil que quedara para el
futuro.

Estoy de acuerdo en que esto no es un Yalta-II, bajo ningún concepto. Esa
ha sido una de las razones más importantes para que la negociación haya
tenido las dificultades que ha encontrado en el camino, porque había que
evitar no sólo la percepción, sino la realidad, de que la Asociación para
la Paz y sobre todo la incorporación de Rusia significara o fuera
percibido como un Yalta-II.

Me hace una pregunta sobre la Unión Europea y su papel. La Unión Europea
es el ámbito (por usar la misma terminología) de la seguridad política y
económica. La Unión Europea tiene, de acuerdo con el Tratado de
Maastricht, una vocación de política de seguridad común, de defensa
común, y la quiere hacer a través del pilar europeo de la Alianza, a
través de la Unión Europea Occidental. Nada de esto es incompatible, nada
de lo que estamos firmando en este momento, a través de la Asociación
para la Paz, es incompatible con esa vocación o ese aliento que tiene el
Tratado de Maastricht en su seno hacia una política no solamente exterior
y de seguridad común, sino incluso una política de defensa común
perfectamente compatible. Le diré también que, lógicamente, en política
exterior y de seguridad común los países de la Unión Europea coordinan
sus posiciones para que, en el ámbito de la Alianza y en el ámbito de la
Asociación para la Paz, haya una posición común, dentro de lo que cabe,
coordinada, convergente por parte de los países de la Unión Europea. Por
tanto, este complejo entramado de círculos concéntricos o excéntricos
creo que nos debe permitir dar una respuesta hacia lo que todos deseamos,
que es una mayor seguridad en este espacio geográfico que es la Europa en
la que nos ha tocado vivir y en esta otra variable temporal, el momento
histórico en que vivimos.

Al Diputado señor Estrella, portavoz del Grupo Socialista, quiero
agradecerle su apoyo al Gobierno, y le reitero una vez más, como él bien
ha dicho, que la época de transición a veces corresponde a respuestas
complejas que es verdad que hay una cabida también para el Cecan. La
Asociación para la Paz tiene un objetivo ligeramente distinto que el
Cecan, y hay un conjunto de países levemente distintos que el Cecan. Si
en su día ambas instancias pueden fundirse, será algo que tengamos que
discutir. En este momento creemos (y así lo creen todos los aliados) que
es bueno, y no solamente bueno, sino necesario, que se mantenga esta
estructura. Y es verdad, como decía S. S., que las medidas de confianza
tienen que seguir siendo el elemento motor fundamental para la
construcción del edificio final, sea el que sea, de la paz en Europa.

Sobre la naturaleza del documento, S. S. entiende, como entiende el
Gobierno, que es más bien de naturaleza política que jurídica, pero
--insisto--, por lo que al Gobierno compete, estamos abiertos a cualquier
otra posibilidad.

Sobre el Mando Combinado Conjunto y su posible juego en todo este
entramado de la Asociación para la Paz, sí lo tiene, lógicamente; no ha
avanzado todavía o no se ha concluido toda esa reforma estructural de
Alianza Atlántica que lleva aparejada el Mando Combinado Conjunto, porque
se ha dado una mayor prioridad desde enero hasta ahora a avanzar en la
Asociación para la Paz y quizá se ha descuidado un poco el avance en
estas reformas estructurales en las que se encaja el Mando Combinado
Conjunto. En la última reunión celebrada en Estambul se hizo una llamada,
por la persona que presidía la reunión en representación del Secretario
General, para no abandonar la prioridad que para muchos de nosotros tiene
el avance en esta reforma estructural, a través de las estructuras
militares del Mando Combinado Conjunto.




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Sobre las reuniones entre Rusia y la CSCE a nivel de representantes
permanentes o de altos funcionarios, ya he contestado; en Viena se están
reuniendo y esperemos que puedan llegar a una conclusión para que en la
próxima reunión de Praga los altos funcionarios pudiéramos dar una
solución al conflicto sobre el papel que en la CEI puede y debe jugar
Rusia, que nunca puede ser contradictorio --como decía anteriormente-- a
los principios de Helsinki ni a los principios fundacionales o a los de
operaciones de mantenimiento de la paz de la propia Naciones Unidas.

Señor Presidente, yo creo que con lo anterior contesto a las
preocupaciones de SS. SS. Quiero decir unas palabras, por último. Creo
que, siendo todos conscientes del momento en que vivimos de transición en
relación con el espacio físico en el que estamos inmersos, las respuestas
que se están dando por parte de Europa y de la comunidad internacional en
su conjunto son las adecuadas y entiendo que los distintos portavoces de
los grupos parlamentarios, con algunas matizaciones, entienden también
que es la dirección adecuada; dirección que, en su día --día que
esperemos sea lo más cercano posible-- quizá pueda tener una estructura
más sencilla, más simple, lo cual será una buena noticia, porque nos hará
ver que el mundo también tendrá unos problemas más sencillos y de menor
complejidad. Esperemos que eso llegue pronto y que, en ese momento, todas
estas estructuras tan complejas se puedan simplificar. En cualquier caso,
mientras ese momento llega, entendemos que ésta es una posición
inteligente desde el punto de vista del objetivo fundamental --que todos
deseamos--, que es un espacio europeo seguro, tranquilo, de bienestar y
de progreso.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

¿Algún otro grupo parlamentario desea hacer uso de la palabra?
(Denegaciones.)



--SOBRE EL DESARROLLO Y LAS CONCLUSIONES DE LA IV CUMBRE IBEROAMERICANA
QUE TUVO LUGAR EN CARTAGENA DE INDIAS LOS PASADOS DIAS 14 Y 15 DE ESTE
MES DE JUNIO. A PETICION PROPIA. (Número de expediente 214/000056.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al siguiente punto del orden del día, que,
según lo acordado, es la comparecencia del señor Ministro de Asuntos
Exteriores, a petición propia, para informar sobre el desarrollo de las
conclusiones de la IV Cumbre Iberoamericana, que tuvo lugar en Cartagena
de Indias los pasados días 14 y 15 de este mes de junio.

El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muchas
gracias, señor Presidente.

Trataré de ser breve, porque en la última comparecencia tuvimos ocasión
de pasar revista a los contenidos básicos de las cumbres, del sentido que
tenían, de la forma en que España las contemplaba. Por tanto, trataré,
exclusivamente, de referirme a la IV Cumbre Iberoamericana que ha tenido
lugar no hace muchos días en Cartagena de Indias y diré lo siguiente al
respecto.

Entiendo, como traté de explicarles en la comparecencia anterior, que la
Cumbre de Cartagena de Indias, a nuestro juicio, debía de ser una cumbre
de consolidación, y pienso que eso se ha producido, que ha sido una
cumbre de consolidación de ideas, de la idea del espacio político
iberoamericano, de comunidad iberoamericana, de foro de concertación
política, que ha desarrollado iniciativas comunes y concretas en defensa
de la institucionalidad democrática del Derecho Internacional. Desde ese
punto de vista, frente a las cumbres anteriores, ésta es una cumbre que
nos gustaría que fuera considerada --y así la consideramos por lo menos
nosotros-- como una cumbre de consolidación de ese espacio iberoamericano
o de ese foro de concertación política.

Desde mi punto de vista, tengo la convicción de que la Cumbre
Iberoamericana ha sido un éxito, tanto por la forma en que ha sido
preparada por el Gobierno y por el grupo organizador de la misma, cuanto
por la forma en que se ha desarrollado y los resultados que se han
obtenido. Era una cumbre que se celebraba tras la culminación de la Ronda
Uruguay; por tanto, ha tenido, como ya les anuncié a SS. SS., una
inclinación importante hacia los temas del comercio. Ha consensuado
posturas de los 21 países en tres ámbitos que me gustaría subrayar.

Primero, en el ámbito internacional, con el reconocimiento de esa
repercusión de la creación de la Organización Mundial del Comercio como
consagración del multilateralismo en el ámbito comercial y de la
importancia de la inversión en ese continente, en Iberoamérica, y en
España y Portugal, reforzando el marco legal que favoreciera esa
inversión; en otras palabras, dar una seguridad mayor para las
inversiones en un mundo que tiene unas fronteras, unas barreras más bajas
en altura tras la finalización de la Ronda Uruguay. En el ámbito
regional, ha señalado la importancia de estimular los procesos de
integración regional de forma abierta y convergente, que fueran también
compatibles con el multilateralismo, y desde el punto de vista nacional
con un consenso sobre la necesidad de mejorar nuestras economías, la
competitividad de las mismas, con medidas compatibles con la cohesión
social, es decir, con la solidaridad, y un desarrollo social con equidad.

Sus señorías comprenderán bien que los países que estábamos allí reunidos
tenemos una preocupación fundamental por el ámbito de la equidad, por lo
que es la equidad frente al modelo de desarrollo. Se reiteró la necesidad
de combatir la pobreza, de asistir a los ciudadanos marginados y de
redistribuir adecuadamente los frutos del desarrollo, la renta, para
lograr también la consolidación democrática de todos estos países.

Se dio también el apoyo conjunto de los veintiuno a la candidatura de
Honduras para miembro no permanente del Consejo de Seguridad para el
período 1995/96. Quisiera también subrayar como prueba de la
consolidación de las cumbres que hay ya países que se han propuesto para
ser sedes de las cumbres hasta el año 2001, es decir, hasta final de
siglo. Por tanto, sí se da una solidificación y una



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consolidación del papel de las cumbres, ya que, insisto, hay candidatos
para organizarlas hasta el año 2001, hasta final de siglo. Les diré
también que se ha decidido ya de manera clara lo que tuve ocasión de
anunciarles en la comparecencia anterior, que las cumbres tengan lugar
anualmente.

En esta cumbre han participado todos los presidentes, exceptuando el de
la República Dominicana, que fue representado por su vicepresidente. Se
tomó, como una de las decisiones de carácter institucional, la de ampliar
el grupo coordinador, que estará formado a partir de este momento por un
país centroamericano del Caribe, uno de América del Sur y otro europeo.

Nos interesaba mucho que en el grupo coordinador siempre hubiera un país
europeo, porque de lo contrario, hasta que volviéramos a estar, a tres
años vista de la siguiente cumbre, dejaríamos de formar parte del grupo
coordinador. No es así, porque va a haber siempre un país europeo que
estará en el grupo coordinador. También se ha acordado que cada país
designe a un coordinador nacional en sus respectivos ministerios de
Asuntos Exteriores para complementar los esfuerzos y las iniciativas
tendentes a que las cumbres se consoliden como mecanismos eficaces para
obtener --y estoy citando textualmente la resolución-- logros específicos
en los temas más importantes de las agendas de nuestros países.

Por hablar de los temas más importantes que están contenidos en el
documento de evaluación, les diré que hay propuestas concretas sobre la
construcción de cámaras de comercio a nivel iberoamericano, reuniones de
empresarios del ámbito iberoamericano que en colaboración con el BID
crearán un centro de promoción de inversiones en Madrid --creo que eso es
importante, que también dará la posibilidad a ese centro de inversiones
de comunicarse a través de Madrid con Bruselas, cosa que desean muy mucho
los países iberoamericanos--; el programa de ciencia y tecnología para el
desarrollo, que agrupa más de 3.000 investigadores iberoamericanos --se
ha querido poner un énfasis especial en poner en marcha, cuando sea
necesario, y mantener aquellas operaciones o iniciativas que vayan
encaminadas al desarrollo de los recursos humanos en todos los países--;
se ha decidido también la creación de un centro iberoamericano de
desarrollo estratégico urbano para tratar todo el problema de las
ciudades. Por tanto, creo que en el documento de conclusiones hay una
amplitud de conclusiones específicas, concretas, que hacen que esta
cumbre no solamente sea una cumbre de consolidación política, que a mi
juicio es la parte más importante que ha tenido, sino que también, aparte
de pasar revista a los programas que estaban ya en marcha y multiplicar
algunos de ellos con mayores efectivos, se han puesto en marcha algunos
nuevos, de los que pasaría a explicar quizá lo que someramente les
describí en mi comparecencia anterior, que es la aportación de España.

La aportación de España de carácter concreto, como ya les adelanté en
esta Comisión, fue la presentación de una iniciativa para la creación de
una Compañía Iberoamericana de Seguros de Crédito a la Exportación. Sus
señorías comprenderán la importancia que tenía una operación de estas
características en una cumbre que tenía como leitmotiv fundamental el
tema del comercio. Esta idea ha sido acogida de forma extraordinariamente
positiva por todos los países, grandes y pequeños y quizá, lo que es más
significativo, ha sido acogida de manera muy importante por el BID, por
el presidente, por Enrique Iglesias, y por el banco, quien se ha quedado
encargado de hacer un informe lo más detallado posible para cómo poner en
marcha inmediatamente esta operación. Como SS. SS. saben, la compañía
tiene un parecido con la compañía que España tiene, con la CESCE, para el
ámbito nacional, que ha dado frutos tan importantes, desde el punto de
vista del comercio, que ha funcionado bien y que creemos que puede ser de
gran utilidad para la multiplicación de las exportaciones en el ámbito
iberoamericano.

Uno de los problemas que tienen los países iberoamericanos o las
empresas, más que los países, sobre todo las empresas de dimensión
pequeña o mediana, es la dificultad de acceso al crédito para formalizar
operaciones de exportación. Por tanto, el dar este tipo de garantías por
instituciones financieras, con una empresa que tenga capital público y
capital privado, por el éxito que ha tenido en España y en algunos otros
países iberoamericanos (donde solamente Méjico y Argentina tienen un
atisbo de una definición de estas características), el ponerlo a
disposición colectiva del espacio iberoamericano, va a ser de enorme
importancia para que los flujos comerciales en el ámbito iberoamericano
se multipliquen.

La aportación española concreta y específica desde el punto de vista del
tema del comercio fue ésta, quizá fue la aportación más significativa que
nadie dijo. Y, desde el punto de vista político, como se pueden imaginar,
tuvo otra dimensión: España participó, Su Majestad el Rey y el Presidente
del Gobierno, en reuniones bilaterales con prácticamente la totalidad de
los dignatarios de los 21 países. Fuimos ponentes en el debate sobre la
inversión en Iberoamérica y se tuvieron dos entrevistas con Fidel Castro,
la primera bilateralmente con el primer Ministro, con el Presidente del
Gobierno, y la segunda, durante la segunda noche, conjuntamente con el
Presidente Salinas de Gortari y el Presidente Gaviria, de Colombia. Los
tres presidentes, el de España, el de Méjico y el de Colombia tuvieron
una larguísima reunión con el Presidente Fidel Castro.

Desde el punto de vista de la estructura de la reunión, a solicitud,
modestamente, de España, hemos dado un paso en lo que es el debate
interno muy importante. La estructura de la reunión, que creo que será la
estructura que se mantenga en el futuro, ha sido la siguiente. Ha habido,
primero, una sesión totalmente pública, con medios de comunicación
incluidos, donde cada país exponía el sentido que le daba a la cumbre.

Segundo, unas sesiones de carácter semipúblico, donde no estaban los
medios de comunicación, pero sí estaban los representantes de
instituciones internacionales, equipos de trabajo de las distintas
cancillerías o de las jefaturas de Gobierno, etcétera, donde se ha
tratado el tema fundamental que estaba contenido en el orden del día, es
decir, el tema del comercio. Y luego ha habido como novedad este año, y
espero que esa novedad se mantenga, una sesión a puerta cerrada
estrictamente de los jefes de Gobierno y jefes de Estado y los ministros
de



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Asuntos Exteriores, donde, por primera vez, en la soledad de esa reunión,
se plantean cuestiones, temas y se resuelven problemas que, a veces, son
de difícil solución en un ámbito más amplio.

Les diré que en esta reunión de la tarde del último día, que duró más de
tres horas, que fue prácticamente secreta, cerrada, se trataron
fundamentalmente tres cuestiones. La primera, los temas que tienen que
ver con el gasto militar en Iberoamérica, en general, todos los temas
relativos al papel del gasto militar de la defensa, de los ejércitos en
el ámbito de lo que es el espacio de la cumbre. Sus señorías entenderán
la importancia que tiene esta reflexión, desde el ámbito estricto de la
seguridad y también desde el ámbito estrictamente económico para estos
países. Como quizá saben SS. SS. está aquí el Subsecretario del
Departamento de Estado responsable de los temas latinoamericanos y antes
de venir aquí he estado esta mañana temprano con él para tratar de
coordinar en lo que se pueda alguna de las políticas que España tiene en
Latinoamérica, y al pasar revista a los temas de la Cumbre de Cartagena
de Indias, parece que lo que más ha podido interesar es este aspecto, es
decir, el de iniciar un debate sobre la disminución de los gastos de
defensa, el planteamiento de los ejércitos, etcétera, en este continente;
continente donde todavía existen niveles de pobreza importantes y donde
las finanzas públicas y los presupuestos tendrán que hacer ahorros
significativos para poderlos dedicar a cuestiones más relacionadas con el
desarrollo sostenido, que al fin y al cabo no es sino otra forma de decir
de una manera menos ofensiva la lucha contra la pobreza que
desgraciadamente todavía convive en estos países.

El segundo gran tema que se trató fue el de la integración regional. Me
gustaría subrayar que creo que los pasos que se han dado en la
integración regional, en el continente --ya no hablo de la integración
con los dos países europeos sino estrictamente del continente--, es de
gran importancia. Les diré que, por ejemplo, para simbolizar ese proceso
de integración los jefes de Estado de los países centroamericanos
comparecieron todos conjuntamente, es decir, hicieron el viaje juntos, en
el mismo avión y se fueron en el mismo avión, y quisieron hacer un acto
de presencia conjunta que plásticamente diera la señal de que había un
proceso de integración también centroamericano.

Segundo, se firmó el día de la inauguración el acuerdo del Grupo de los
Tres de libre comercio entre Méjico, Venezuela y Colombia, un paso de
extraordinaria importancia.

En tercer lugar, desde el punto de vista de la integración se dio un
paso, a nuestro juicio muy importante, en Mercosur. Mercosur cada vez
tiene una integración real mayor. Se nos ha solicitado una ayuda por
parte de España para transmitirle nuestras experiencias de nuestra
incorporación a la Comunidad Europea en su momento y creo que es muy
importante que Chile, que no forma parte de Mercosur, haya firmado un
acuerdo de asociación con Mercosur. Es decir, Mercosur se convierte ya en
una entidad de una gran dimensión desde el punto de vista político,
geográfico, económico y comercial, formado por Brasil, Uruguay, Argentina
y en este momento también, desde un cierto punto de vista, Chile. Chile
no puede integrarse de una manera definitiva en Mercosur porque tiene
unos niveles arancelarios ya, por razones de la mejor competitividad de
su economía, distintos y en algunos casos más bajos que los de Mercosur,
y, por tanto, sería una situación muy complicada para estructurar o para
resolver desde el punto de vista del comercio, pero sí ha firmado un
acuerdo para, poco a poco, conforme vayan bajando los aranceles internos
y con terceros países del grupo de Mercosur, que Chile se pudiera
incorporar también. Desde el punto de vista de la integración yo creo que
los pasos que se están dando son muy importantes y, a nuestro juicio, no
solamente son importantes en sí mismos sino muy beneficiosos para los
países que lo componen.

El tercer gran tema que se trató en la reunión, digamos discreta, fue el
de la democracia, de la modernización del Estado en todos los países. No
les oculto a SS. SS. que desde ese punto de vista los temas que
pudiéramos llamar estrella del debate fueron las situaciones de Cuba y
del Perú. Creo que, sin descubrir ningún secreto, les puedo decir que
esta reunión a puerta cerrada en mi opinión ha sido una de las más útiles
a las que yo he asistido en los últimos años para el objetivo de crear un
espacio iberoamericano sólido, con contenido político, con contenido
económico donde compartamos de verdad, de una forma integrada, los mismos
principios que nos animan a todos desde el punto de vista de la forma en
cómo queremos convivir. Yo creo que se puso de manifiesto de una manera
clarísima, que fue reconocido incluso por los presidentes que tienen en
este momento regímenes o instituciones que no son homologables con el
resto, que cualquier proceso de integración regional como el que se desea
es totalmente incompatible con una no homogeneización de los regímenes
políticos y que, por ello, la dirección en que se encaminan hacia una
integración, tiene que ir al paso y en paralelo con los procesos de
transformación de los regímenes que en este momento no son homologables
por la mayoría de los países iberoamericanos.

Para resumir les diré que ha sido una reunión a mi modo de ver muy
positiva, reitero una vez más, desde el punto de vista de la
consolidación del espacio iberoamericano, desde el punto de vista de la
consolidación de las relaciones comerciales y desde el punto de vista
también de la consolidación de las inversiones. Termino diciendo que en
el año 1993 España ha sido el país europeo que ha tenido una inversión
mayor en Iberoamérica. Es algo que también nos debe hacer pensar sobre la
implicación, cada vez mayor, que tiene España con el continente
iberoamericano en la dirección que entiendo que todos deseamos que sea
positiva.

Les diré también que estuvieron presentes en las sesiones semipúblicas un
representante de la OEA y un representante del Departamento de Estado
americano, con nivel de funcionario, para tomar nota de la organización y
de los temas que se trataban con vistas a la cumbre del día 9 ó 10 --no
me acuerdo qué día es-- de diciembre en Miami, a solicitud y a invitación
del Presidente Gaviria. Les diré también que en el último momento hubo
una propuesta, que fue unánimemente apoyada, para ver si existía la



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posibilidad de que los países de la Cumbre Iberoamericana pudiéramos
tomar en consideración la posible candidatura del Presidente Salinas de
Gortari a la Presidencia de la Organización Mundial del Comercio, tras la
dimisión del hoy Presidente, señor Sutherland. Fue aceptado por
unanimidad, es verdad que con la reserva de España y Portugal, por el
compromiso que tendríamos inicialmente, si hubiera un candidato europeo,
de apoyarle, pero, si el candidato europeo no obtenía los votos
necesarios, apoyaríamos con sumo gusto a una persona que entendemos que
lo puede hacer muy bien, que es Salinas de Gortari.

No les oculto que eso ha traído algunas complicaciones, porque en ese
momento no estaba presente en la sala el Presidente de Brasil, porque,
desgraciadamente, esa mañana sufrió un infarto de miocardio uno de sus
asesores más próximos, familiar suyo además, y tuvieron que regresar
urgentemente a Brasil. No fuimos conscientes, por lo menos quien hizo la
propuesta no lo fue, de que había ya una solicitud por parte de Brasil
para un candidato para la Organización Mundial del Comercio. Eso ha
planteado algún problema, que quizás hayan seguido SS. SS. en la prensa
internacional, entre Argentina y Brasil, que todavía no ha acabado de
resolverse, que ha hecho que el Ministro de Economía argentino tuviera
que abandonar un viaje a Brasil, etcétera, y que ha producido una cierta
confusión entre Argentina y Brasil. Esperemos que se resuelva, porque, a
nuestro juicio, Carlos Salinas de Gortari podría ser --de no haber un
candidato europeo-- un magnífico Presidente de la Organización Mundial
del Comercio.

Esta es la información que les puedo dar. Los documentos finalmente
aprobados creo que los conocen SS. SS. Si no es así, los pondremos a
disposición de la Cámara. Con esto entiendo que cumplo con el sentido de
mi comparecencia.




El señor PRESIDENTE: Vamos a abrir el turno de intervenciones por parte
de los portavoces de los diversos grupos.

Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Efectivamente, nosotros teníamos presentado un
cierto número de preguntas al respecto que tengo que decir de antemano,
recorriéndolas por encima, que han sido amplia y detalladamente
contestadas por la intervención del señor Ministro, tanto por lo que se
refiere a los resultados, como a las aportaciones que el Gobierno
destacaría en relación con la Cumbre Iberoamericana y los ejes
principales de la participación española. Nos alegramos, como ya tuvimos
ocasión de decirle en la comparecencia previa a la cumbre, que el ritmo
sea definitivamente anual.

Nos parece que son dignas de ser subrayadas, en cuanto a la intervención
del señor Ministro, las últimas informaciones con respecto a esa parte
más privada o cerrada de la sesión. Queda quizá la última pregunta sobre
el asentamiento de las bases tendentes a mejorar las condiciones
socioeconómicas de los países participantes en la misma, pero ésta es una
actividad más proyectiva que la puramente referenciada en las decisiones,
alguna de las cuales tienen que ver con el funcionamiento de los temas
económicos entre los países miembros.

Quería decirle, señor Ministro, que, por una parte, nos alegramos en la
alegría del Gobierno por la satisfacción y por los resultados obtenidos
en esta cumbre. Nos parece que se ha dado un paso importante, desde el
punto de vista de lo que nosotros reclamábamos en la última de mis
intervenciones, como seguramente el señor Ministro recuerda, en el
sentido de que las cumbres no sólo sirvieran para actividades
declamatorias de tipo internacional, sino que también sirvieran para esa
introspección, incluso más privada --parece perfectamente lógico que sea
privada--, sobre las respectivas situaciones de unos y de otros --al fin
y al cabo, eso responde al segundo de los párrafos de la introducción--,
y también nos alegra que incluso en las mismas conclusiones finales de la
cumbre haya un primer intento de evaluación de los resultados. Yo creo
que esos tres aspectos son absolutamente básicos. La verdad es que no
sería la primera vez que en la vía internacional se produce ese tipo de
actuaciones. Es notorio, por ejemplo, cómo en la Conferencia de Seguridad
y Cooperación en Europa quizá la parte más agria pero también más
creativa al final y que significó más aportes para la evolución del
continente fue precisamente aquello que algunos diplomáticos con cierto
humorismo denominaban los improperios, la sesión de improperios. Yo no sé
si ha habido improperios o no. Calculo que no ha debido ser fácil parte
de esa reunión, pero yo creo que es bueno que dentro de las normas que
marcan la educación, la cortesía y los principios internacionales, se
digan las cosas con claridad, y que en este caso concreto se hayan dicho
a dos países que, por razones varias, tienen algunas cuentas pendientes
con esos principios básicos de las cumbres. Algunos otros deberían entrar
también en el recuento. Por ejemplo, me viene a la memoria la situación
de Guatemala, y es evidente que Guatemala está en este momento en un
proceso esperanzado de pacificación a través de las conversaciones
correspondientes, pero qué duda cabe que tampoco ése es un ejemplo para
marcar.

Nos parecería importante, señor Ministro, dentro de esa satisfacción, que
hubiera algún tipo de tratamiento un poco más exitoso desde el punto de
vista de la presentación pública. Por ejemplo, esta cumbre ha tenido
menos prensa que otras. Se nos puede decir que, al fin y al cabo, la
regularidad anual de las cumbres quita un poco la espectacularidad de las
reuniones; en la medida en que se van convirtiendo en un acontecimiento
regular normal, anual, se quita un poco del morbo que pudieran tener
otros casos. Pero no deja de ser negativamente significativo que sólo un
periódico nacional --y lo menciono porque me parece digno desde ese punto
de vista de ser mencionado-- que es el ABC, haya reproducido en su
integridad el documento final de la cumbre. Sabemos que los documentos
finales, sobre todo si tienen una cierta longitud, no suelen producir un
placer literario inmediato, pero por otra parte, son manifestaciones
políticas de un alto valor, por lo menos así las consideramos, y el hecho
de que otros periódicos se hayan limitado simplemente a algún tipo de
cuestiones más o menos significativas, algunas de ellas incluso un tanto
marginales, revela que quizá haya faltado ese esfuerzo o sea



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necesario en el futuro la realización de un esfuerzo no sé si llamarlo de
relaciones públicas, en cualquier caso de presentación pública.

Yo creo que también, señor Ministro, sería conveniente --lo digo por
nuestro caso concreto, quizá también para otros casos concretos-- en éste
y seguramente en otros terrenos de la política exterior, pero ciertamente
en éste, que hubiera una colaboración y comunicación profunda y detallada
entre Gobierno y, por lo menos, en la medida en que a nosotros nos
afecta, esta parte significativa de la oposición que nosotros
representamos. Se lo digo porque es evidente que en la vida democrática
siempre se producen altibajos en la representación, y es evidente que el
Gobierno español en la Cumbre de Cartagena de Indias no estaba en la
mejor de las situaciones posibles. Quiero decir que para nosotros en ese
caso concreto eso tenía una limitada relevancia, porque lo que nos
importaba era el éxito de la reunión y, consiguientemente, en la medida
en que nosotros estuviéramos en situación --y lo estamos y lo estaremos--
de reforzar la debilidad de cualquier tipo, política o electoral, del
Gobierno, estaremos dispuestos a hacerlo. La verdad es que no era
únicamente el Gobierno español el que estaba en esa situación, porque no
parece que el señor Salinas de Gortari estuviera en sus mejores horas, ni
tampoco el señor Gaviria, que de hecho había dejado ya de ser Presidente
de Colombia a todos los efectos.

En líneas generales, señor Ministro, le agradezco la información
adicional sobre algunos puntos concretos, por ejemplo, en cuanto los
gastos militares. Nos parece un acierto pleno el que esa cuestión haya
sido introducida en los debates privados de las cumbres, porque si es
cierto que hay toda una serie de obligaciones, que nosotros nos marcamos,
sobre la necesidad de cooperación con los países que así lo necesitan, no
es menos cierto que muchas veces esa cooperación acaba precisamente en
gastos militares, y, en consecuencia, nos parece que sería importante
también tener un marco de referencia.

Finalmente, señor Ministro, aunque directamente no tiene que ver con
esto, le pediría que excitara el celo de la Oficina de Información
Diplomática a la hora de facilitarnos toda la documentación
correspondiente. Sabemos que ésa es una excelente unidad dentro del
Ministerio de Asuntos Exteriores y sabemos también que produce, tanto en
cantidad como en calidad, buenas muestras de lo que es la información
internacional que a veces a nosotros nos falta.

No sé si en alguna otra ocasión le he contado al señor Ministro que el
Ministerio de Defensa y su colega de Defensa, el señor García Vargas, nos
mantiene perfecta y regularmente informados de todas las publicaciones
que el Ministerio de Defensa hace, incluso a efectos puramente internos.

En este caso concreto, y en otros a los cuales antes he hecho referencia
hablando de la Asociación para la Paz, nos falta documentación directa.

No es que nos importe utilizar los documentos que publican los diarios,
pero sería bueno que contáramos con esa información, que sería excelente
para lo que hace referencia a la política exterior española.

Señor Ministro, como decía al principio, participamos de la satisfacción
del Gobierno por los resultados de esta Cumbre y deseamos augurar a todos
que el futuro sea de institucionalidad, de regularidad, de profundización
en esos principios que tienen que ver con la prosperidad, con la
democracia y con la libertad de todos los países que forman parte de la
comunidad iberoamericana de naciones.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, el señor
Yáñez tiene la palabra.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: Señor Presidente, deseo agradecer, por
nuestra parte, la presencia del Ministro y su información sobre la Cumbre
de Cartagena, cuarta Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno
iberoamericanos que, como ha dicho, ha constituido un éxito para los
países participantes y para España, no solamente para el Gobierno, sino
para el propio país. Creo que esta Cumbre va cumpliendo las funciones
para las que fue creada y la filosofía que inspiró su fundación. El hecho
de que hayan coincidido en el tiempo las cumbres iberoamericana y europea
sin duda ha debido jugar un papel positivo.

Cuando se trabajaba en la génesis de las cumbres la inestabilidad de
muchos países de América latina y, por llamarlo así, la falta de
credibilidad económica de esa región en los medios europeos, y
especialmente en medios españoles que en esos años estaban volcados hacia
Europa, hacía difícil avanzar hacia la comunidad iberoamericana. Las
cosas han cambiado porque la situación internacional es muy movida. Hoy
hay una estabilidad bastante amplia de los países iberoamericanos con
problemas, como no puede ser de otra manera en cualquier circunstancia
histórica. Gozan de democracia la gran mayoría y disfrutan, en términos
generales, de un crecimiento económico que augura, según todos los
expertos y observadores, un despegue sostenido de la región. Incluso hoy
un vicepresidente del Banco Mundial dice en unas declaraciones que
América latina puede ser el sudeste asiático de final de siglo.

Mientras, la Unión Europea también tiene sus problemas de estancamiento
económico --hoy estamos, afortunadamente, saliendo de la crisis-- y, en
cierta forma, institucionales, lo que nos lleva a la conclusión de que
muchas veces en política exterior no hay que guiarse por aspectos
excesivamente coyunturales en la inclinación hacia una u otra región --es
un debate permanente en nuestro país--, sino que son aspectos
complementarios de nuestra proyección exterior de carácter estructural y,
por tanto, no hay que tener inclinaciones coyunturales que nos pueden
llevar a fiascos importantes.

Afortunadamente eso se ha superado. No voy a insistir mucho en los temas
porque sería redundar en lo que el propio Ministro ha dicho. He tenido
ocasión de leer los documentos finales, de conclusiones, de comercio e
integración como elementos de desarrollo, y la evaluación y el
seguimiento de las iniciativas aprobadas en cumbres anteriores y creo que
es bastante satisfactorio. Insisto en que no voy a glosarlos por no
cansar a sus señorías.

Solamente quiero hacer un par de comentarios y una sugerencia al
Ministro. Tanto en los documentos como en la información del Ministro he
echado de menos el tema de Haití. Yo no sé si se trató o no porque no lo
he visto



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reflejado en los medios de comunicación ni en los documentos;
probablemente en alguna de las conversaciones que tan fructíferas son, de
carácter no público, se haya tocado. Es un tema importante para tratar.

Para decirlo en lenguaje coloquial, no hay que dejarlo en manos de
Estados Unidos. Aunque no sea un país «stricto sensu» iberoamericano,
forma parte de la región, forma parte de América latina y del Caribe y
tiene una situación extraordinariamente difícil desde el punto de vista
político y social de la seguridad y del sufrimiento de su población.

Estoy seguro de que es un tema que no habrá dejado de estar presente en
las conversaciones de los jefes de Estado y de los cancilleres y me
gustaría que el señor Ministro me diera información sobre él.

Hay un asunto importantísimo en la región al que se refiere un párrafo de
la declaración final, aunque el mismo párrafo es rutinario y no introduce
novedad en ese terreno. Me refiero al narcotráfico y a la droga, que si
es importante en todo el mundo, en el caso de América latina lo es
especialmente. Varios países como Bolivia, Perú, Colombia, son los
llamados productores y otros son los que llamaríamos países plataforma o
aeropuerto, de donde parte la droga. Parece ser que el propio Haití es
uno de ellos y éste es el motivo, al parecer, de la Junta Militar. Es un
tema con muchas repercusiones de seguridad, económicas, de estabilidad de
los gobiernos, de corrupción, etcétera, que supongo que también estaría
en las conservaciones, pero que ha tenido escasa repercusión, en mi
opinión, en el documento final.

Por último, voy a hacer una sugerencia que creía que iba a realizar el
portavoz del Grupo Popular, lo ha hecho en parte pero en otro sentido:
que en futuras cumbres, a ser posible --no depende sólo de España, sino
del resto de los países-- haya una presencia parlamentaria. Al estar
presentes en esas cumbres partidos que apoyan al Gobierno y partidos que
apoyan a la oposición, quizá con ello se garantizaría una cierta
continuidad institucional y cobraría importancia el papel de los propios
parlamentos nacionales. Comprendo que es difícil de aceptar pues supongo
que estarán muy sobrecargadas de presencia esas cumbres, pero una
representación mínima de los parlamentos nacionales sería bueno para el
propio desarrollo de las cumbres que en sus principios, como ha dicho el
señor Ministro, han sido de constitución, con Bahía de transición, y
coincido en que la de Cartagena ha sido de consolidación.

También coincido con el portavoz del Grupo Popular en el sentido de
dedicar mayor atención a la comunicación, a la información en relación
con las cumbres y no tanto --aunque también-- a los países participantes,
en este caso España, sino a un país como Estados Unidos que tiene una
enorme capacidad de proyección internacional. Paradójicamente, para la
importancia que tiene para Estados Unidos el hemisferio, han tenido
escasa repercusión esta y las anteriores cumbres. Me refiero a los medios
de comunicación, no a las instancias políticas de Washington, en las que
supongo que sí han tenido incidencia. Sería importante mejorar una
política informativa para el futuro, no solamente en nuestro país, sino
en los países coorganizadores, cara al futuro.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, contestaré a las intervenciones de los portavoces de los
grupos parlamentarios, agradeciéndoles de antemano la forma y el fondo en
que se han producido las dos intervenciones.

Yo creo que nos encontramos ante una institución, las cumbres
iberoamericanas, que, desde mi punto de vista, en esta reunión de
Cartagena de Indias ha dado un paso muy importante y, a mi juicio y desde
la perspectiva política, irreversible para la consolidación de este
espacio iberoamericano. Por contarles alguna anécdota, creo que no les
engaño si les digo que, al terminar la sesión privada a la que antes he
hecho referencia, un buen número de ministros de Asuntos Exteriores --no
me atrevería decir de jefes de Estado o jefes de Gobierno-- se me
acercaron para decirme que era una de las experiencias políticas más
significativas que habían tenido en su, en algunos, larga experiencia y,
en otros, más corta experiencia como cancilleres. La franqueza con que se
produjeron los jefes de Estado y de Gobierno y la forma como se atacaron
los temas, sin duda alguna va a significar un paso de extraordinaria
importancia, quizá más que muchas reuniones públicas con agenda y con
orden del día que hemos tenido en tantas y tantas ocasiones; alguna
lección hay que sacar de todo ello.

Al señor Rupérez le doy las gracias por la forma en que se ha expresado
en lo que ha compartido del éxito de esta Cumbre. Volvería a decirle que
sí ha habido --y estoy de acuerdo con él-- una parte de reflexión
introspectiva, que no solamente está en los documentos. Muchas veces, los
documentos se hacen antes y se aprueban porque se sabe ya, más o menos,
el resultado de los mismos, pero aquí sí hubo realmente una reflexión
introspectiva sobre la marcha de algunos de los programas. No he dicho
anteriormente que el programa Mutis, por ejemplo, toma una relevancia muy
superior a partir de la Cumbre de Cartagena de Indias en cuanto al número
de personas que va a movilizar. Yo creo que eso es muy importante porque
una de las cosas más significativas que puede hacer este tipo de
reuniones es el trabajar por el intercambio de recursos humanos. El
formar unas capas dirigentes en estos países que se conozcan, que
compartan los mismos pensamientos, que compartan incluso la misma
formación, me parece que es de enorme importancia. En segundo lugar,
desde la perspectiva de lo que es el desarrollo tecnológico, España puede
aportar mucho desde el punto de vista del desarrollo tecnológico medio,
donde yo creo que España tiene una capacidad grande, en cooperación con
estos países, para ayudarles a hacer sus economías más ágiles, más
competitivas, en esa doble faceta de recursos humanos y de innovación o
tecnología muy aplicada ya a la producción, es decir, muy en la etapa
final del proceso de investigación, desarrollo tecnológico-innovación.

Le diré, por utilizar la misma terminología que S. S., que sí hubo
improperios, en el mejor sentido del término. No digo que la sesión
privada estuviese plagada de improperios --improperios siempre cariñosos
y afectuosos--,



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pero sí hubo muchos improperios. Fue un debate muy vivo. Prometimos no
describirlo en su totalidad en público y cumpliré con esa promesa, pero
sí diré que fue un debate muy vivo y enormemente franco y duro a veces,
pero creo que así es como se debe proceder entre personas, entre jefes de
Estado y de Gobierno, que tienen tantas cosas en común y que seguramente
en otros foros es difícil que se pueda hablar de esa manera.

Sí se habló --y pido disculpas por no haberlo mencionado-- de Guatemala y
de El Salvador, aparte de los dos países a los que me he referido antes.

Se habló de todos, pero particularmente de esos dos casos, y lo hicieron
de manera muy generosa y muy franca los dos jefes de Estado --el de
Guatemala y el nuevo de El Salvador-- pidiendo el mantenimiento del apoyo
de los países, del grupo de amigos que han estado trabajando en El
Salvador; pidiendo, incluso, la permanencia de la misión de Naciones
Unidas, cosa que hemos aceptado. Esta mañana he hablado de ello con el
señor Watson y creo que vamos a apoyar --nosotros desde luego, y los
americanos también-- la permanencia de la misión de apoyo de las Naciones
Unidas.

Sobre Guatemala, el Presidente reconoció con una gran franqueza las
dificultades que todavía atraviesa su proceso y pidió ayuda. Les diré
también que en esa dirección de ayuda, mañana recibiré a los comandantes
de la URN, de Guatemala, en Madrid. Vamos a tratar de ver si conseguimos
dar un impulso. La reunión de Oslo ha sido muy fructífera en la
pacificación de Guatemala. Vamos a ver si nosotros podemos echar una mano
también en esta próxima semana porque sí es verdad que Guatemala necesita
ese impulso en estos momentos.

Sobre la presentación pública sí quisiera hacer alguna reflexión en voz
alta y pedirles ayuda a SS. SS., porque recuerdo que hace un mes o mes y
medio tuvimos una reunión en Sitges, organizada por la Secretaría de
Estado con empresarios, de la comunicación también, directores de medios
de comunicación para hablar de cómo hacemos llegar de una manera más
directa esta preocupación de sociedad a sociedades --entre gobiernos yo
creo que la comunicación es fluida y funciona bien--, de universidad a
universidades, de medios de comunicación a medios de comunicación. Una de
las críticas más fuertes que los representantes de los medios de
comunicación latinoamericanos nos hacían es que el tratamiento
periodístico o de comunicaciones --no sólo de la prensa escrita, sino en
radio y televisión también-- de los temas latinoamericanos en la prensa o
en los medios de comunicación es escasísimo, y es verdad. Les duele mucho
a los dignatarios hispanoamericanos o latinoamericanos cuando vienen a
España en visita oficial, por ejemplo, ver la poquísima importancia que
tiene una visita de un jefe de Estado de un gran país latinoamericano en
España, cuando uno lo ve en los medios de comunicación. Eso es malo y
produce un gran dolor en la otra parte ver cómo no se les quiere más en
la comunicación.

Hablando de este tema con los directores de los periódicos y de las
cadenas de Televisión Española que estaban allí, parecía que no eran
conscientes del tema. Yo creo que tendríamos que hacer un esfuerzo para
que lo fueran. No es comprensible la poca presencia que tiene nuestra
comunicación no solamente con motivo de las cumbres, sino, en términos
generales, de nuestros países, hermanos y amigos, de Latinoamérica. Si
uno lee alguna prensa internacional, pongamos por ejemplo Francia, no hay
día que no exista más de una página dedicada a Africa, con profusión de
información y de detalle. En España pasa al contrario. Es difícil
encontrar el día en que hay una información sosegada, seria, que no sea
escandalosa, aunque no tenga un carácter poco constructivo sobre nuestros
amigos y hermanos de Latinoamérica. Lo mismo pasó con las cumbres. El
número de medios de comunicación de todo el mundo que allí había era
enorme. La repercusión que tuvo desgraciadamente fue menor. Yo siento
mucho que fuese menor en España porque es verdad que la ciudadanía
española desearía tener una información mayor de un acontecimiento tan
importante para nosotros.

Doy un paso hacia atrás para continuar con la reflexión del Diputado
señor Rupérez sobre las sesiones discretas, por llamarlas de alguna
manera y no secretas. Yo he estado en la Cumbre Iberoamericana no hace
mucho y he estado este fin de semana en la Cumbre de Corfú. Yo creo que
alguna lección teníamos que sacar, incluso para las cumbres europeas, de
algunas de las sesiones de la Cumbre Iberoamericana. Sobre la eficacia
del modo de trabajo de las propias cumbres europeas --pensando ahora que
vamos a ser Dieciséis-- también merecía la pena reflexionar y que los
jefes de gobierno tuvieran unas agendas menos densas y hubiera un poco
más de tiempo para la labor de los jefes de Estado y de gobierno, que es
la reflexión de carácter más genérica de dónde estamos, adónde vamos,
cómo queremos ir y no entrar en el análisis pormenorizado de un documento
de conclusiones, que lo pueden hacer los ministros de Exteriores, los
ministros del ramo, o los representantes permanentes. Esta idea de tener
un ámbito y un tiempo para la reflexión libre, aunque con algunos temas
pensados de antemano, pero relajada y esponjada, me parece que es una
experiencia que bien merece la pena que sea considerada.

Sin ninguna duda, creo que no será necesario que excite el celo de OID,
pero si algunos documentos faltan, con sumo gusto se les harán llegar a
los portavoces de los grupos por la vía parlamentaria, que es la
adecuada. Lo que podríamos hacer es mandar primero una lista de lo que se
publica, no vaya a ser que les abrumemos en los casilleros con una
información exagerada. En pocas horas podemos hacer una lista de las
publicaciones que periódicamente se realizan por la OID para que elijan
SS. SS. aquellas que les interesa tener. Son todas públicas y por tanto
no hay problema en hacerlas llegar.

Al Diputado señor Yáñez quiero agradecerle también su valoración, más que
información y decirle que es verdad que el que se hayan producido tan
próximas en el tiempo las dos Cumbres --la Europea y la Iberoamericana--
ha tenido alguna ventaja. En Corfú hemos aprobado --tendremos ocasión de
debatirlo el miércoles en el Parlamento--, dentro de las resoluciones,
dos temas referidos a Iberoamérica que son de una cierta importancia:



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uno, las relaciones con Méjico y, otro, las relaciones con Mercosur.

España tenía mucho interés en poner de manifiesto lo que a nuestro juicio
es muy importante: la existencia de Mercosur como unidad entera, y que
esa unidad, aparte de la relación que tiene con el Grupo de Río, como
unidad comercial y política tuviera también unas relaciones con la Unión
Europea.

Al hilo de lo que S. S. ha dicho sobre el sudeste asiático, sí quiero
hacer una reflexión que todos deberíamos hacernos para valorar que esta
reunión en nada se parecería a una reunión de países del sudeste
asiático. Es verdad que son países que están creciendo muy rápidamente.

Chile seguramente va a crecer por encima del 5 o algo así, y no es el
único, porque lo mismo le pasa a Argentina.

Es un tema sobre el que reflexioné en la sesión. ¿Qué nos diferencia?
Todo el debate estaba atravesado de una preocupación por los temas
sociales, independientemente de quiénes fueran los oradores: de derechas,
de izquierdas o de centro. En Latinoamérica, por la tradición
democratacristiana, por la tradición socialdemócrata, el tema de la
pobreza, de lo social, tiene que estar presente siempre y no se pueden
separar los temas comerciales del crecimiento macroeconómico, que se ha
dado y muy importante en estos países, de los problemas sociales.

Lo traigo a colación porque en visitas recientes a países del sudeste
asiático es muy difícil entrar en una discusión que no tenga que ver con
las cifras de comercio, las cifras macroeconómicas, etcétera, y existe
una preocupación muy inferior, por lo menos en el debate, por los temas
de carácter humano y social. Quizás en algo tenga que ver en eso la
tradición española. Forma parte de nuestra cultura lo relacionado con la
solidaridad, que siguen afortunadamente siendo temas capitales en
cualquier debate que se tenga con los líderes latinoamericanos,
cualquiera que sea su color.

Me parece a mí que eso es también una seña de identidad de esta Cumbre
Iberoamericana, que son países de cuya cultura forma parte la
solidaridad, el hacer cosas en común, el que el hombre no sea un lobo
para el hombre, para usar la terminología del filósofo europeo. Eso sí me
gustaría subrayarlo porque sí da satisfacción que siga existiendo esa
preocupación.

Respecto a Haití quiero decir que no se trató formalmente y no se quiso
hacer. Sí se trató bilateralmente. De ahí salió la noticia filtrada, no
sé por quién, de que España estaría dispuesta a acoger a alguna de las
personas que en este momento se desea que abandonen Haití. Se ha hablado
mucho de eso. No hay nada sobre esa cuestión, pero sí se habló sobre
Haití.

Esta mañana, para dar ya la última información, con el señor Watson lo
hemos hablado una vez más. Desean que España se involucre al menos en el
ámbito de Naciones Unidas para conseguir una resolución que permita la
continuación del mandato de Naciones Unidas. Lo vamos a hacer y veremos
si hay alguna otra cosa que podamos hacer desde España.

El narcotráfico no fue objeto de debate monográfico esta vez. Lo ha sido
muchas veces, quizá por eso es un tema de conversación permanente, pero,
repito, no fue objeto de debate monográfico.

Sobre la presencia parlamentaria al Gobierno no le parece mal. Lo que sí
es verdad es que la tendencia de las cumbres será más a tener una parte
discreta más amplia que lo que ha sido en el pasado, que la parte pública
donde se participe más allá de los jefes de Gobierno o jefes de Estado
será menor. Lo que sí se puede hacer es involucrar más a los parlamentos
en la preparación. Hay un trabajo previo de preparación muy intenso, más
que involucrarlos directamente en la sesión de la cumbre, pero estamos
dispuestos a considerarlo si los grupos parlamentarios lo estiman
oportuno y si hay algún mecanismo que lo pueda hacer útil, con sumo gusto
lo consideraremos.

Yo creo que no me dejo nada por responder, señor Presidente.

Muchísimas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

¿Algún Grupo desea hacer uso de la palabra?
Queremos darle las gracias al señor Ministro por su presencia aquí y
también a todos ustedes.

Damos por concluida la sesión.

Se levanta la sesión.




Eran las dos de la tarde.