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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 173, de 19/04/1994
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1994 V Legislatura Núm. 173
ASUNTOS EXTERIORES
PRESIDENTE: DON JORDI SOLE TURA
Sesión núm. 15
celebrada el martes, 19 de abril de 1994



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana Madariaga)
para informar:
--De los acontecimientos bélicos sucedidos el día 28 de febrero de 1994
en el territorio de la antigua Yugoslavia, en los que se han visto
implicadas fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN). A solicitud del Grupo Parlamentario Federal IU-IC. (Número de
expediente 213/000216) (Página 5448)
--Sobre los últimos acontecimientos relacionados con la situación
política y de seguridad en el territorio de la antigua República
Yugoslava de Bosnia-Herzegovina. A solicitud del Grupo Parlamentario
Popular. (Número de expediente 213/000232) (Página 5448)
--Acerca de la evolución de la reivindicación española sobre Gibraltar,
teniendo en cuenta las últimas entrevistas celebradas entre los Ministros
de Asuntos Exteriores de España y el Reino Unido. A solicitud del Grupo
Parlamentario Popular. (Número de expediente 213/000230) (Página 5463)



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Se abre la sesión a las nueve de la mañana.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (SOLANA MADARIAGA)
PARA INFORMAR:



--DE LOS ACONTECIMIENTOS BELICOS SUCEDIDOS EL DIA 28 DE FEBRERO DE 1994,
EN EL TERRITORIO DE LA ANTIGUA YUGOSLAVIA, EN LOS QUE SE HAN VISTO
IMPLICADAS FUERZAS DE LA ORGANIZACION DEL TRATADO DEL ATLANTICO NORTE
(OTAN). A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL DE IZQUIERDA
UNIDA-INICIATIVA PER CATALUNYA. (Número de expediente 213/000216.)



--SOBRE LOS ULTIMOS ACONTECIMIENTOS RELACIONADOS CON LA SITUACION
POLITICA Y DE SEGURIDAD EN EL TERRITORIO DE LA ANTIGUA REPUBLICA
YUGOSLAVA DE BOSNIA-HERZEGOVINA. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO
POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente 213/000232.)



El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión.

Doy la bienvenida al señor Ministro de Asuntos Exteriores a esta
Comisión.

Vamos a proceder al desarrollo de la sesión. Según hemos convenido, las
comparecencias que figuran en los puntos 1 y 3 del orden del día se
tratarán conjuntamente, puesto que se refieren al mismo tema global que
es la antigua Yugoslavia. Los dos grupos que han presentado estas
iniciativas, el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya y el Grupo Parlamentario Popular, van a iniciar el turno de
debate.

Por consiguiente, doy la palabra al representante del Grupo Parlamentario
Popular para que inicie el turno de intervenciones.

Tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Como son comparecencias que hemos solicitado
ambos grupos, consideramos oportuno que sea el Ministro quien comience la
intervención.




El señor PRESIDENTE: ¿Está de acuerdo el señor Espasa? (Asentimiento.)
Entonces, damos la palabra al señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, señoras y señores Diputados, ante todo, quiero agradecer a
SS. SS. la ocasión que me brindan para retomar el tema de Yugoslavia y
darles las últimas informaciones, informaciones sobre los hechos
ocurridos desde la última vez que coincidimos en esta Comisión. Creo que
el momento resulta especialmente oportuno, puesto que la dinámica de las
negociaciones y los últimos sucesos en Bosnia, concretamente el tema de
Gorazde, dibujan una situación en que las expectativas de paz coexisten
con una preocupación grave, dada la crisis que tiene lugar en el terreno,
que incluso pone en cuestión los avances obtenidos desde el punto de
vista negociador en las últimas semanas. Reiteraré una vez más algo que
ya he dicho, que optimismo y Yugoslavia parecen a veces conceptos
antitéticos; el ataque de los serbios sobre Gorazde quizá lo confirma una
vez más. Cuando el impulso negociador logrado con la involucración de
Estados Unidos y Rusia comenzaba a ofrecer algunos resultados, el
desprecio de los serbios de Bosnia por las resoluciones de Naciones
Unidas vuelve, a mi juicio, a poner en peligro el proceso de paz. Pero si
bien no podemos ser en este momento optimistas, en mi opinión y a causa
de la gravísima crisis de Gorazde, tampoco debemos caer en el error de un
excesivo pesimismo, de un desánimo que nos conduzca a la inacción. Los
sucesos de estos últimos días nos deben servir para reconocer que, a
pesar de los éxitos parciales, lo más importante es ser conscientes de
que nada estará logrado de verdad hasta que esté conseguido todo. También
nos deben servir estos sucesos para ser conscientes del difícil trecho
que aún queda por recorrer en el camino de la paz y salir de alguna
ensoñación en la que quizá pudiéramos estar cayendo en semanas anteriores
a los acontecimientos de Gorazde.

Como SS. SS. saben, éste es un conflicto de extraordinaria complejidad
que, lamentablemente, como se muestra una vez más, no tiene solución
fácil. Voy a exponer, procurando ser realista, los últimos
acontecimientos. Me limitaré a lo ocurrido desde la última vez que
comparecí ante SS. SS., a principio del año.

Recordarán que a principios de este año la Unión Europea y los Estados
Unidos decidieron hacer un especial esfuerzo conjunto. Quizá se puso de
manifiesto en la cumbre de la Alianza Atlántica, de los días 10 y 11 de
enero, cuando se exigió el fin del sitio de Sarajevo y el relevo de las
fuerzas de Unprofor de Srebrenica y la apertura del aeropuerto de Tuzla.

Recordarán que con ello se pretendía aliviar la situación de la población
civil, permitir que Unprofor pudiera realizar sus misiones de forma
eficaz, de forma digna, y relanzar el proceso de negociación. La
situación resultante configuró un marco político nuevo en el que a la
mediación de la Unión Europea venía a añadirse una involucración quizá
mayor de los Estados Unidos de América en todo el proceso, así como
también una intervención más directa de la Federación Rusa, que resultó
especialmente útil en el caso de Sarajevo y en la reapertura del
aeropuerto de Tuzla.

Como saben SS. SS., después de unos días de tensión por fin se consiguió
levantar el sitio sobre Sarajevo y desde entonces la vida de la ciudad,
sin estar del todo normalizada --no lo estará hasta que la guerra no
acabe definitivamente-- sí al menos ha dado pasos en la dirección de su
normalización. El 5 de marzo pasado, no hace mucho, el Consejo de
Seguridad adoptó por unanimidad la Resolución 900, copatrocinada entre
otros por España, en la cual se prevé la elaboración de un plan para el
restablecimiento



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de los servicios públicos esenciales y se insta a las partes para que
aseguren la libertad plena de circulación de la población civil.

Recordaré también muy brevemente que en Srebrenica el relevo de las
tropas canadienses por el contingente holandés se pudo producir sin
dificultades mayores y que también se llegó a un acuerdo sobre la
reapertura del aeropuerto de Tuzla, una vez salvadas las reticencias de
los serbios, asumiendo Unprofor el control de las instalaciones el pasado
día 8 de marzo.

Por otra parte, gracias al acuerdo de alto el fuego entre croatas y
musulmanes, del 23 de febrero, los combates en Bosnia central, en lo que
pudiéramos llamar el frente sur, y los bombardeos sobre Mostar han dado
paso a una situación de calma relativa que ha facilitado la reapertura de
las rutas humanitarias y la liberación de los prisioneros de ambos bandos
en esa zona, croatas y musulmanes.

Allí estábamos hasta los primeros días de abril en los que sólo se habían
producido combates abiertos, combates ciertos en dos puntos específicos:
la zona de Bihac, la Bolsa de Bihac, recuerden donde se encuentra en el
mapa, y los alrededores de la ciudad de Maglaj. En Bihac las hostilidades
tuvieron su punto álgido, desgraciadamente, el 12 de marzo cuando las
propias tropas de Unprofor se vieron sometidas a bombardeos, teniendo la
baja en un soldado francés. Fue entonces cuando por primera vez, previa
solicitud de Unprofor, se autorizó el apoyo aéreo previsto en la
resolución 836 del Consejo de Seguridad, sin que fuera necesaria,
afortunadamente, la intervención aérea. Hoy la situación, aunque tensa en
Bihac, es mucho más tranquila y todavía hay algún enfrentamiento aislado.

En Maglaj el pasado 20 de marzo el ejército de los serbios de Bosnia
levantó el bloqueo de la principal carretera de acceso y por vez primera,
desde octubre de 1993, volvieron a llegar convoyes de ayuda humanitaria a
esa ciudad. Este proceso, lamentablemente, se vio truncado cuando hace
diez días las tropas serbias volvieron a iniciar su ataque en Gorazde.

Este ataque desembocó en el uso de la fuerza aérea por parte de la
Alianza Atlántica, los pasados 10 y 11 de abril, y provocó la crisis en
la que todavía, desgraciadamente, nos encontramos.

Permítanme que tras esta información de carácter factual les refiera la
marcha del proceso negociador, la marcha de esos temas de carácter
diplomático. Es justo reconocer que algunos avances se han producido.

Quizá los acuerdos firmados en Washington el 18 de marzo entre croatas y
musulmanes que crean, como saben, una federación de cantones de mayoría
croata o musulmana y que prevén la confederación de esta federación con
Croacia, es el dato más significativo desde el punto de vista diplomático
que, como les decía anteriormente, ha tenido como corolario fundamental
que el llamado frente sur, el frente más ligado a Herzegovina, donde la
batalla se da frontalmente entre croatas y musulmanes, afortunadamente,
ha desaparecido y se han podido abrir las rutas humanitarias.

Esta constitución de la Federación a que acabo de hacer referencia
contempla un sistema de equilibrios constitucionales que intentan
garantizar una representación equilibrada de todas las comunidades. Se
intenta también dotar a los poderes locales de autonomía suficiente para
preservar la identidad cultural de cada una de las comunidades. Estos
acuerdos a que estoy haciendo referencia, los que pudiéramos llamar
acuerdos de Washington, han permitido resolver algunos contenciosos
territoriales, pero sólo entre croatas y musulmanes, entre los que
destaca el tema que tantas veces hemos hablado de la salida al mar, de la
salida al Adriático, que recuerden tenía problemas muy serios cuando
estábamos hablando en los meses de noviembre y de diciembre. Recuerden
ustedes la concesión y el arrendamiento de una zona dentro del área del
Puerto de Ploce que afortunadamente, en estos acuerdos, va a gozar de un
«status» de zona franca. Croacia permitirá a esta federación y, por ende,
a los musulmanes, el libre acceso a estas instalaciones portuarias. Estos
acuerdos, los acuerdos de Washington, inician, por tanto, un proceso de
reconciliación entre croatas y musulmanes, uno de los pilares
fundamentales, pero desgraciadamente no el único, de la solución global
al conflicto; pero lógicamente, como les decía, no cierra el problema
fundamental, el que traemos arrastrado desde hace mucho tiempo, que es la
distribución territorial de Bosnia-Herzegovina, ni da solución al otro
término de la ecuación, desgraciada ecuación de paz: el acuerdo entre los
musulmanes y los serbios de Bosnia.

El ataque sobre Gorazde, creo que lo debemos ver desde esa perspectiva.

Los musulmanes se resisten a un acuerdo con los serbios que no suponga
una mejora sustancial en sus pretensiones territoriales, les recuerdo que
no solamente en términos de cantidad donde básicamente se ha alcanzado un
acuerdo, sino en lo que pudiéramos denominar términos de calidad, la
calidad del territorio, mientras que los serbios de Bosnia quieren
obligar a los musulmanes a pactar sin más concesiones, sin nuevas
concesiones territoriales.

Una pregunta, señor Presidente, señorías, que nos debemos hacer es: ¿qué
podemos hacer ahora y, sobre todo, qué debemos hacer ahora? Ante todo,
pienso que lo que debemos hacer es preservar lo obtenido y, por tanto,
evitar que la crisis de estos días, la crisis serbio-musulmana, desbarate
los acuerdos de Washington entre croatas y musulmanes o ponga en peligro
el otro elemento donde se había avanzado que es el alto el fuego global
entre croatas y serbios alcanzado en las Krajinas el pasado 30 de marzo.

Son dos logros, a nuestro juicio, importantes. No son dos logros que nos
permitan hablar de una paz definitiva, pero sin duda son dos logros
importantes y fundamentales para el proceso global de paz.

En segundo lugar, presionar, seguir presionando por todos los medios a
serbios y musulmanes para que negocien superando la crisis actual de
acuerdo con una distribución en el territorio. La presión, como es
lógico, debe centrarse ante todo en los serbios, de forma que se
encuentre, en primer lugar, una solución inmediata a Gorazde y, en
segundo lugar, una solución definitiva al problema del mapa. Sus señorías
conocen que en estos momentos se está realizando un esfuerzo diplomático
en esa dirección, en el que están involucrados los representantes de
Rusia, que en



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estas horas, como habrán podido ver, juegan un papel fundamental --luego
quisiera hacer una referencia a ello--, los Estados Unidos, la Unión
Europea y el representante especial del Secretario General, el señor
Akashi.

En tercer lugar, a mi juicio, debemos continuar estando dispuestos al uso
de la fuerza, de acuerdo con las resoluciones de Naciones Unidas
aprobadas y que siguen en vigor. Añado inmediatamente que hemos de ser
conscientes de los objetivos y de las limitaciones que tiene el uso de la
fuerza. Lo repito una vez más. Este conflicto, como hemos dicho tantas
veces, no debe o no puede resolverse con el uso de la fuerza exterior. El
uso de la fuerza debe ser un instrumento más de presión, pero de presión
para una salida negociada del conflicto. Esta es la posición que la Unión
Europea mantiene, es la posición que los Estados Unidos de América
mantienen y es la posición que Naciones Unidas mantiene. Por tanto, el
uso de la fuerza previsto en las resoluciones de Consejo de Seguridad no
puede pretender resolver el contencioso territorial; lo que debe hacer es
ser un instrumento más de presión para el acuerdo fundamentalmente entre
musulmanes y serbios.

En este contexto, señorías, quisiera muy brevemente volver a recordar los
supuestos en los cuales la Alianza Atlántica, en cumplimiento de los
mandatos de Naciones Unidas, ha tenido ya que recurrir al uso de la
fuerza en las pasadas semanas. Estos supuestos, a nuestro juicio, entran
dentro de tres categorías distintas. En primer lugar, el uso de la fuerza
aérea para asegurar el cumplimiento de las llamadas zonas de exclusión,
la exclusión aérea sobre Bosnia-Herzegovina decretada por Naciones
Unidas, se sigue manteniendo, así como los sobrevuelos por parte de
aviones de los países de la Alianza para evitar que no se respete la zona
de exclusión aérea sobre Bosnia. En segundo lugar, el uso de la fuerza,
sobre lo que se da en llamar los «air strike», los responsables del cerco
a Sarajevo y de otras áreas de Bosnia-Herzegovina, y de la interferencia
a gran escala con la ayuda humanitaria conforme a la Resolución 836 de
Naciones Unidas, que sacaré a colación hoy en varias ocasiones. En tercer
lugar, el uso de la fuerza aérea para proteger a las propias fuerzas de
Unprofor, mediante el llamado apoyo aéreo, lo que en la jerga de Naciones
Unidas se llama el «close air support». En el caso de la zona de
exclusión aérea, las resoluciones que se pueden utilizar son la 781 y la
816, del Consejo de Seguridad, que nos permiten la prohibición de vuelos
militares sobre el espacio aéreo de Bosnia-Herzegovina. Estas
disposiciones se han utilizado, como saben SS. SS., y siguen en este
momento en operación.

Por lo que se refiere a la cobertura que los aviones de la OTAN pueden
prestar a las unidades de Naciones Unidas, de Unprofor, que sean
atacadas, aquí es donde viene la interpretación en algún caso distinta de
una de las resoluciones, la Resolución 836. La Resolución 836 autoriza
que se adopten todas las medidas necesarias --leo textualmente--,
incluido el uso de la fuerza, para proporcionar apoyo a las fuerzas de
Unprofor en cumplimiento de su mandato. Como saben, en la reunión
celebrada el 10 de junio en Atenas, la OTAN manifestó su disposición a
utilizar sus aviones en este supuesto si así lo solicitaba Unprofor. En
este marco es en el que se hizo el apoyo aéreo a Unprofor, en relación
con Gorazde, el fin de semana anterior, los pasados días 10 y 11 de
abril.

En todos estos supuestos, a nuestro juicio, el mandato de Naciones Unidas
es correcto, la interpretación que el Secretario General de Naciones
Unidas ha realizado es la adecuada, y quizá lo podamos decir desde España
porque la Resolución 836 fue aprobada durante la presidencia por España
del Consejo de Seguridad.

Como saben SS. SS. hay interpretaciones distintas. La Federación Rusa,
aunque dio su voto positivo, porque fue una resolución aprobada por
unanimidad, interpreta que en la 836 es necesaria una consulta previa al
Consejo de Seguridad. No es ésa la interpretación que hacen los demás
miembros del Consejo de Seguridad en relación a la puesta en marcha del
mecanismo que está dispuesto en la Resolución 836. Insisto, para la
protección de las fuerzas de Naciones Unidas sobre el terreno el
mecanismo está perfectamente descrito, a nuestro juicio, en la resolución
es la solicitud del mando militar de Naciones Unidas sobre el terreno, en
este caso el general Rose, al Secretario General de Naciones Unidas,
quien, como saben SS. SS., tiene delegada esta facultad desde el mes de
diciembre, en su representante personal el señor Akashi. Por tanto, el
mecanismo que se puso en marcha para los bombardeos del 10 y el 11 de
abril desde nuestro punto de vista está perfectamente acorde con el
espíritu que, a nuestro juicio, informa la Resolución 836 de Naciones
Unidas.

La utilización de la fuerza aérea, en estrecha coordinación con la
Alianza Atlántica, como saben SS. SS., no busca resolver todo el problema
sino dar soluciones a situaciones específicas, a situaciones concretas.

Por fin, quisiera referirme muy brevemente a la contribución española en
la fase actual del conflicto para que no se nos olvide que tenemos allí
más de 1.000 soldados que están realizando una labor cada día más
subrayada, más encomiada por las partes y por Naciones Unidas. España
continúa fiel a ese compromiso en favor de una solución política
negociada por las partes, siguen allí nuestras tropas y seguirán. En este
momento tenemos 1.364 soldados. El Gobierno considera que nuestra
contribución debe mantenerse y, por tanto, en ese sentido va a actuar.

En estas últimas horas, como SS. SS. saben, se están alzando voces que yo
creo tienden a tomar dos líneas de acción, a nuestro juicio, igualmente
equivocadas. Empiezan a surgir voces en la opinión pública de los países
que están más involucrados en la guerra de encontrar una solución para
dicha guerra de Yugoslavia. Por un lado, estarían en disposición de
apoyar una retirada total de las fuerzas de Unprofor. Los que estén
siguiendo con más detenimiento estas cuestiones verán que en la prensa
internacional empieza a haber llamadas a la retirada de las fuerzas de
Unprofor. Por nuestra parte creemos que eso sería un error, y el Gobierno
español ayer en el ámbito europeo hizo público el deseo de mantener su
oferta, de mantener las fuerzas de Unprofor, por lo menos las españolas.

En segundo lugar, quizá otra opinión que empieza a crecer es la de una
solución de guerra total para intentar que la situación que se ha
iniciado en Gorazde, que supone una gran frustración



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para los que llevamos mucho tiempo involucrados en esta desgraciada
guerra y, sin duda también, una gran frustración para las instituciones
internacionales, no se repita. Así se llega a la conclusión de que
solamente lo que pudiéramos llamar una guerra total podría resolver el
problema.

Quiero decir a SS. SS. que, como he dicho al inicio de mi intervención,
estimamos que ésa no es la solución, sino que tenemos que seguir
manteniendo con tenacidad, y a veces dejando a un lado las frustraciones
que, sin ninguna duda, a todos nos proporciona este desgraciado
conflicto, la tesis de que solamente existe una solución, que al final
tenga que ser negociada. Una solución impuesta no será una solución
estable y definitiva. Lo que sí es verdad es que las resoluciones de
Naciones Unidad, que abren la posibilidad del uso de la fuerza en algunos
supuestos, deben ser utilizadas y han de ser utilizadas con energía y con
contundencia.

Si SS. SS. han seguido las últimas declaraciones de esta misma noche del
Secretario General de Naciones Unidas, del señor Butros-Gali, sabrán que
ha vuelto a ponerse en contacto con el Secretario General de la Alianza
Atlántica, con el señor Woerner, para mantener abiertas las posibilidades
que las resoluciones correspondientes del Consejo de Seguridad nos
permiten mantener. Les doy las últimas informaciones del día de ayer.

Ayer tuvimos una reunión los Ministros de Asuntos Exteriores de la Unión
Europea con los negociadores, fundamentalmente con el negociador por
parte de la Unión, el señor David Owen, en la que hicimos un repaso de
los últimos acontecimientos y se sacó una resolución de la Unión Europea
que se espera tenga consecuencias en el Consejo de Seguridad. Me importa
subrayar, para los que han seguido este conflicto y la situación europea
en relación con el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, algo a mi
juicio importante: creo recordar que es la primera vez que los doce
Ministros de Asuntos Exteriores hacen una solicitud a los miembros del
Consejo de Seguridad que forman parte de la Unión Europea.

Como saben SS. SS., sobre todo los miembros permanentes, Francia y Gran
Bretaña, siempre han tenido especial cuidado en que ninguna declaración
de la Unión Europea pudiera leerse como un mandato al comportamiento de
los miembros europeos del Consejo de Seguridad en el ámbito de dicho
Consejo de Seguridad. Ayer los Doce dan un mandato a los tres miembros
del Consejo de Seguridad (a España, que no es permanente, y a los dos
permanentes, Francia y Gran Bretaña) para que el acuerdo que ayer se tomó
en el ámbito de los Doce se transforme, a la mayor brevedad, en
resolución del Consejo de Seguridad; resolución que, como saben SS. SS.,
va dirigida fundamentalmente (lo habrán leído ya en la prensa de la
mañana) a resolver el conflicto en Gorazde, a la retirada de las fuerzas
serbias de Gorazde, a la interposición de 350 soldados alrededor del
perímetro de Gorazde, y a la continuación en las negociaciones para un
alto el fuego, no solamente en esa zona, sino en toda la zona de
Bosnia-Herzegovina.

Si me permiten algunas reflexiones sobre los acontecimientos últimos, si
recuerdan SS. SS., en los meses de noviembre y diciembre la Unión Europea
tuvo un protagonismo negociador intenso. Recordarán que nos reunimos en
dos ocasiones con los líderes de todas las partes involucradas, con
serbios, con croatas, con bosnios, para intentar que el plan de la Unión
Europea fuera asumido por ellos. Conseguimos algo, no conseguimos todo,
pero sí algo. Conseguimos, al menos, que exista ya un compromiso de todas
las partes sobre el reparto del terreno desde el punto de vista
cuantitativo. Desgraciadamente, el problema sigue en pie sobre la calidad
de ese terreno; sigue siendo, sin duda, la cuestión relativa al mapa el
tema absolutamente fundamental para la resolución definitiva del
conflicto.

Como saben ustedes, a partir del mes de enero los Estados Unidos de
América tomaron un protagonismo quizá mayor; la Federación Rusa también
tomó un protagonismo mayor, y la Unión Europea, no digo yo que diera un
paso hacia atrás, pero dejó que en esos momentos la negociación fuera
discurriendo por esos cauces, entendiendo, como nos hicieron saber los
Estados Unidos, que ellos podrían tener una relación más estrecha con los
musulmanes de Bosnia y la Federación Rusa con los serbios, pensando quizá
que los esfuerzos de la Unión Europea no habían dado todo el rendimiento,
todo el fruto que podrían, o que ellos esperaban pudiera haber dado.

Tengo que decir que se pone de manifiesto, pasados ya estos meses, que la
complejidad del problema vuelve a surgir, y que cualquier análisis
simplificador de que tal o cual país, o tal o cual influencia pueda
resolver el problema, creo que una vez más, desgraciadamente, se
manifiesta como una visión quizá excesivamente simplificadora de la
cuestión.

Para aquellos que pensaban o dijeron que la Unión Europea fracasaba, y
que ahora que venían los Estados Unidos y Rusia la solución del problema
estaría al alcance de los dedos, creo que los acontecimientos de los
últimos días vuelven a poner de manifiesto que es una visión simplificada
de la cuestión y que, al final, el plan que está sobre la mesa, que es el
plan de la Unión Europea, sigue siendo el único plan que, de manera
global y de manera completa, presenta las posibilidades de una solución.

Les recuerdo que el plan de la Unión Europea tiene fundamentalmente
cuatro puntos, cuatro puntos que yo creo tenemos que seguir manteniendo
como elementos fundamentales para la solución del conflicto: primero, que
existe Bosnia-Herzegovina como una entidad; segundo, el respeto a los
repartos territoriales, en este caso 51 por ciento para lo que es la
Federación croato-musulmana, y 49 por ciento para lo que serían los
serbios; tercero, que todo eso debe tener un acuerdo institucional
flexible, pero acuerdo institucional, entre todas las partes; y, cuarto,
que si se llegara a una solución de esas características, la Unión
Europea estaría en disposición de iniciar el debate o la discusión sobre
lo que pudiera ser el levantamiento progresivo de las sanciones. Este es
el plan que la Unión Europea puso sobre la mesa, hace ya tiempo, y
entiendo que, en este momento, es el plan hacia el que vuelven a mirar no
solamente la Unión Europea, que nunca dejó de mirar a él, sino también
los Estados Unidos y Rusia.

Por tanto, algunas lecciones sí tenemos que sacar, desgraciadamente
lecciones negativas, de los acontecimientos



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de estos días. La primera, la más importante es la frustración que a
todos nos supone el que resoluciones y decisiones que hemos tomado para
que fueran implementadas, para que fueran llevadas a efecto
desgraciadamente no se han llevado a efecto y ha habido un
comportamiento, por parte fundamentalmente de los serbios, absolutamente
inaceptable. Segunda: Creo que se ha puesto de manifiesto también que el
enfoque estrictamente llevado a cabo por los Estados Unidos de América es
insuficiente. Tercera: Yo creo que hemos cometido un error al dejar que
la interlocución con los serbios estuviera basada fundamentalmente en el
comportamiento de la Federación Rusa y de sus representantes. Yo creo que
la interlocución con los serbios no debe estar delegada en una parte,
sino que la Unión Europea debe ser también un instrumento de negociación
importante con los rusos. Y cuarta: Desde el punto de vista militar, una
de las lecciones que podemos sacar, desgraciadamente también, es que
frente a los rumores, a las aspiraciones y a las ensoñaciones que
teníamos o que tenían algunos de una posible reofensiva musulmana de
primavera se pone de manifiesto que los serbios tienen una capacidad
militar, todavía en en este momento, superior a la que tienen las otras
partes. Y la conclusión negativa que debemos tornar en solución positiva
es que, en tanto en cuanto la comunidad internacional no plantea un
frente único en esta negociación, en tanto en cuanto así es, los serbios
aprovechan todas las oportunidades, todos los resquicios que se les deja
por parte de la comunidad internacional para sacar beneficios para sus
propios fines. En Gorazde básicamente hemos visto el aprovechamiento de
un planteamiento no global, no consistente, no cerrado de toda la
comunidad internacional. Si uno mirara hacia atrás, si mirara hacia la
historia de la Yugoslavia después de la Guerra Mundial, quizá uno de sus
ingredientes diplomáticos más importantes ha sido el tratar de jugar, con
inteligencia en algunos casos y con menos inteligencia en otros, a las
diferencias existentes entre los Estados Unidos y Rusia, entonces Unión
Soviética. En estos últimos días sin duda también ha habido algo de juego
entre las posiciones de Estados Unidos y de Rusia que han sido utilizadas
sobre todo por el mando militar, por el señor Mladic, de una manera a
nuestro juicio absolutamente impresentable, pero que ha tenido como
consecuencia esta especie de vergüenza en la que nos encontramos todas
las personas con sensibilidad sobre la situación de Gorazde. Lo que
queremos hacer, a partir de este momento, es recuperar la coordinación
más intensa entre la Unión Europea, Naciones Unidas, Estados Unidos y
Rusia, y plantearnos que solamente hay una solución cuando esos cuatro
pilares fundamentales de este conflicto mantienen una posición unida, una
posición cohesionada, una posición firme y una posición en la que nadie
quiere apuntarse tantos que no le corresponden ni, por el contrario, dar
un paso que, en vez de ser un paso al frente, sea un paso atrás. Eso es
lo que hemos acordado ayer, y espero que las lecciones de estos últimos
días sean lecciones aprendidas por todos para que no se vuelvan a repetir
estos hechos.

Estos son los acontecimientos de última hora. Quizá, al hilo de las
intepretaciones de los grupos, pudiera darles alguna información más
precisa a SS. SS. de estas últimas horas y de las conversaciones que
hemos tenido, muy directas estos días, tanto con el Presidente Yeltsin
como con el Secretario General de Naciones Unidas, el señor Butros Gali.

Gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Vamos a dar comienzo al turno de intervenciones. Por el Grupo Popular
tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Ministro, gracias por su presencia y
gracias por su explicación. Es una más, no será naturalmente la última,
ya que mantendremos, al menos por parte del Grupo Popular y seguramente
también con la colaboración del mismo señor Ministro, esta continuación
en los contactos y en los informes sobre la situación en Yugoslavia. Y
gracias también por la sobriedad expositiva y descriptiva. La verdad es
que estamos llegando a una situación en donde cualquier actitud que no
fuera marcada, que no estuviera aconsejada o dictada por esa sobriedad
conduciría a algún tipo de conclusión errónea sobre lo que está
ocurriendo en Yugoslavia y, sobre todo, sobre la capacidad que tenemos
para influenciar en los acontecimientos por demás desagradables y
negativos que allí se están produciendo. Yo creo que la sobriedad deberá
venir, por una parte, de la consideración de esos límites a nuestras
posibilidades y, por otra parte, sin olvidar los principios que deberían
guiarnos para la solución del conflicto. Sería grave que entráramos a
fuerza de sobriedad en una consideración exclusivamente pragmática. Las
consideraciones pragmáticas al final acaban exclusivamente por ser un
cumplimiento de los dictados no únicamente del vencedor, sino del más
osado o del más brutal en la contienda. Yo creo que ésos son los dos
términos en los cuales deberíamos movernos.

Efectivamente, estamos contemplando en estos últimos días una grave
paradoja por lo que afecta a los acontecimientos en Bosnia-Herzegovina.

Por un lado, es verdad --y el señor Ministro se ha referido a ello--, que
se han producido avances diplomáticos significativos e importantes que
suponían --y nosotros queremos creer que siguen suponiendo-- un paso
fundamental hacia una solución pacífica. ahí tenemos el acuerdo de la
Federación entre los bosnios, los musulmanes y los croatas; ahí tenemos
también el acuerdo serbio-croata para el alto el fuego en la Krajina.

Pero, por otro lado --y esa es la paradoja--, la situación puramente
bélica y militar sobre el terreno se ha deteriorado enormemente. Yo creo
que la simbología está muy claramente residenciada en el asedio serbio a
la ciudad de Gorazde, que ha llegado a significar también --y desde ese
punto de vista nosotros participamos plenamente de la frustración de la
que nos hacía parte el señor Ministro-- la impotencia de los países
occidentales para detener las agresiones y para imponer la paz, porque es
que también estamos contemplando en estos últimos días --las cosas al fin
y al cabo no se producen nunca en un coto cerrado, siempre están
tremendamente interrelacionadas-- que la



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situación en Sarajevo tiene algún tipo de deterioro, que vuelven a
aparecer focos de tensión en Bihac, en Maglaj, y que la limpieza étnica,
que es fantasma terrible que sigue planeando sobre todas las actividades
de unos y de otros, pero fundamentalmente de los serbios, se sigue
produciendo en Prijedor y en Banja Luka.

Ese divorcio entre los avances diplomáticos y el recrudecimiento de la
guerra tiene --algo de eso ha dicho el señor Ministro-- algún origen en
la dispersión de los esfuerzos diplomáticos y también en el fracaso de la
concepción que alguien se hizo, o que incluso todos nos hicimos, también
el Gobierno español y el señor Ministro de Sarajevo primero. Usted mismo,
señor Ministro, con mucho ardor defendió esa opción en una de sus últimas
comparecencias. En el fondo todos hemos participado de esa idea de que lo
importante era solucionar el tema de Sarajevo pensando, imaginando, quizá
soñando que la solución de Sarajevo iba a ser la parte positiva del
dominó y que, en vez de tumbar las fichas, iba a levantarlas otra vez
para la construcción del proceso de paz. Eso no ha sido así. Naturalmente
se impone no únicamente una consideración sobria de los acontecimientos
sino, al mismo tiempo, una reconsideración de todas las tácticas y todas
las ideas que hasta ahora nos hemos hecho, porque el éxito alcanzado con
el tema de Sarajevo generó una especie de euforia negociadora que se
tradujo en una serie de acuerdos parciales que, siendo positivos e
importantes, tenemos que constatar que no han conducido al acuerdo final,
al acuerdo global del conflicto. Es más, tenemos que reconocer que muchas
de las fuerzas hoy están martirizando la ciudad de Gorazde. Hay que
recordar que esa ciudad había sido declarada zona de seguridad por
Naciones Unidas, con lo cual volvemos a influir en la sensación de
frustración, porque uno se pregunta hasta qué punto tenemos capacidad
todos, empezando por Naciones Unidas, que al fin y al cabo no es más que
una manifestación de todos nosotros, para hacer respetar esas mismas
decisiones, una decisión tan importante simbólica y realmente como
considerar esa ciudad zona de seguridad y que ha sido destruida como un
castillo de naipes. En realidad, lo que estamos constatando es que
precisamente las fuerzas militares serbias que se vieron liberadas como
consecuencia de los acuerdos parciales de pacificación en torno a
Sarajevo son las que hoy están participando, de manera activa, en el
cerco de Gorazde. Hemos cambiado en cierto sentido, en una especie de
macabro movimiento, la ubicación de las víctimas, pero las víctimas
continúan hoy padeciendo la brutalidad del conflicto con mayor
intensidad.

Yo creo que en cierto sentido --lo reconoce el señor Ministro, y las
responsabilidades son de todos los gobiernos occidentales, de las
Naciones Unidas, pero en el fondo de toda la opinión pública occidental
también-- hemos cometido errores diplomáticos y quizá también en el campo
militar. Los ataques aéreos puntuales contra las fuerzas serbias que
atacaban Gorazde han servido más como aliciente para relanzar la ofensiva
que como un aviso para detenerla. Lo digo con un cierto punto de
interrogación. Nosotros somos partidarios de la aplicación estricta de
las resoluciones del Consejo de Seguridad que el señor Ministro ha
referido, nos parece que forman un conjunto adecuado para la satisfacción
de determinadas necesidades militares, pero cabe también preguntarse si
en ciertas decisiones militares producidas sobre el terreno no se ha dado
un cierto error de cálculo que precisamente ha sido el que ha llevado al
deterioro del conflicto en torno a Gorazde. La actual falta de respuesta
a las gravísimas provocaciones serbias está minando nuestra autoridad
moral y militar sobre los contendientes, y no hace falta que me extienda
sobre esa consideración porque la estamos viendo, leyendo e
interiorizando todos los días. En el fondo nos estamos encontrando con
una situación en la que los serbios han jugado fuerte --no nos importa,
nunca nos ha importado y nunca nos importará subrayar que el factor de
agresión básico sigue siendo el factor serbio--, pero quizá también esos
serbios que han jugado tan fuerte han comprendido que la comunidad
occidental, incluyendo en ese sentido también a la Federación Rusa,
estaba --estábamos-- jugando de farol, y no hay nada peor que los
jugadores cuyo sentido del juego es descubierto y cuya poca validez de
las cartas en un momento determinado del juego se pone suficientemente de
relieve.

Nos encontramos, señor Ministro, en una nueva encrucijada en este
conflicto. Por una parte, es evidente que será imposible obtener ninguna
concesión que lleve a la paz por parte de los serbios si no es a través
de una presión militar, diplomática y política, pero también militar,
consistente, contundente, creíblemente mantenida a lo largo de nuestra
actividad. Pero, por otro lado, cualquier acción militar que iniciemos
supone un riesgo difícil de asumir para todo el personal civil y militar
que desarrolla su labor humanitaria sobre el terreno bajo el paraguas de
Naciones Unidas. No es la primera vez que nos encontramos con esta
paradoja en la que, por una parte, vemos la necesidad política y militar
de aumentar la presión sobre los agresores, sobre los serbios, pero al
mismo tiempo nos preguntamos en qué condiciones la función
primordialmente humanitaria que están desarrollando las Naciones Unidas
podría ser desarrollada en esa situación, y sabemos que la respuesta no
es siempre fácil. En definitiva, nos hallamos ante un momento
extraordinariamente difícil de nuestra intervención, de la intervención
de todos nosotros, en Bosnia. Conviene quizá recordar que las Naciones
Unidas, la Unión Europea, la OTAN, España, no estamos luchando en una
guerra, no estamos participando en una guerra y que, por tanto, no se
trata de ganar esa guerra. Yo comprendo que es a veces tentador dejarse
llevar por ese deslizamiento que tiene que ver con una misión que es
originariamente humanitaria y que, por la fuerza y evolución de los
acontecimientos, acaba cobrando caracteres bélicos. Y también comprendo
que, al fin y al cabo, es noble y justo que en algunos momentos se
produzca ese deslizamiento porque está en el orden de las cosas que la
gente bien nacida piense que tenga que haber una justicia internacional
que, incluso apoyada por medios militares, tiene que castigar al agresor.

Pero también es necesario que recordemos que no estamos peleando en una
guerra, que no estamos en guerra, que no hemos declarado la guerra a
nadie, y desde ese punto de vista cualquier tipo de planteamiento o de
deslizamiento que en



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este momento nos llevara a la consideración de la posibilidad de un
conflicto total, totalizado por nosotros, debe ser, por lo menos en este
momento, radicalmente rechazado. Nuestro objetivo, como señalaba el
Secretario General de la OTAN, es influir positivamente sobre el
conflicto, alcanzar objetivos limitados, utilizando para ello medios
limitados. Y dentro de esa estrategia nuestro objetivo inmediato debería
ser apagar los focos de conflicto abierto, todos los que en este momento
existen, y tratar de que no se reaviven aquellos que anteriormente
habíamos apagado.

Al final, señor Ministro, nos parece que al menos provisionalmente es
necesario sacar algunas lecciones de los últimos acontecimientos, muy en
la línea de las lecciones que el señor Ministro obtenía sobre esos mismos
acontecimientos. Se trata de ser más eficaces en el cumplimiento de esos
objetivos limitados y, desde luego --en eso coincidimos plenamente con el
parecer del Gobierno español--, se trata de reforzar al máximo la unidad
política y diplomática de acción entre la Unión Europea y las Naciones
Unidas, las Naciones Unidas y la OTAN y, por supuesto, la Federación
Rusa; no hace falta insistir demasiado al respecto. Todos sabemos, al
mismo tiempo, cuáles son los problemas por los que atraviesa la
Federación Rusa, conoce, y cuáles son las limitaciones consiguientes que
esa Federación tiene desde el punto de vista diplomático. La tentación
más extrema sería, pura y simplemente, dejarlos fuera. La otra tentación
es contar con ellos dentro pero de una manera un tanto facial,
simplemente otorgándoles algún tipo de caramelo que satisfaga sus
nostalgias imperiales. Nosotros creemos que la reacción frente a la
Federación Rusa tiene que encontrarse en algún punto intermedio. Es bueno
contar con ellos, pero es bueno contar con ellos sabiendo que ellos
también deberían participar y someterse a las reglas que todos nosotros
aceptamos, que son las reglas no necesariamente dictadas o aceptadas por
la Unión Europea para la conducción del conflicto o para la aproximación
al conflicto, sino reglas que tienen que ver con la imposición de una paz
basada sobre la justicia y el respeto a los derechos humanos y, desde
luego, una paz que no tiene nada que ver con ningún tipo de división de
zonas de influencia. Desde ese punto de vista se ha cometido un error
objetivo grande al dejar en manos de los rusos exclusivamente el contacto
con los serbios, dando por supuesto que al fin y al cabo los serbios eran
algo ruso, eran una parte de los rusos, primero porque eso conduce
también a una reflexión en la cual nosotros no querríamos entrar y
creemos que la Unión Europea no debe entrar, que es decir cuáles son los
nuestros. ¿Son acaso los croatas los nuestros o son acaso los bosnios los
nuestros? Nosotros somos de todos, somos de todos los que quieren la paz
y que quieren construir una paz sobre los respetos básicos que todos
conocemos: al Estado de derecho y los consiguientes a las libertades
fundamentales. Desde ese punto de vista creo que es fundamental y
positiva la presencia negociadora de la Federación Rusa, siempre que esas
condiciones, muy explícitamente marcadas, sean respetadas y que
consiguientemente no haya ningún tipo de tentación de apropiarse de
ninguna parte del conflicto. De manera que ese énfasis sobre la necesidad
de coordinación entre la Unión Europea, la OTAN, la Federación Rusa y,
por supuesto, los Estados Unidos es absolutamente fundamental. Nosotros
estamos en una situación en la que creemos que la suma de todos los
esfuerzos diplomáticos, políticos y militares deben ser también el
resultado fundamental del entendimiento de todos esos factores políticos
y militares entre todos los que tienen algo que ver en la solución del
conflicto.

Nos parece que sería importante comenzar a desarrollar una diplomacia de
paz en la que no únicamente estemos contemplando la existencia de medidas
negativas sino, también, algún tipo de oferta positiva. Lo digo con
algunas precisiones que me gustaría aportar. Nosotros no creemos que éste
sea el momento de levantamiento de ninguna sanción. Nos ha preocupado
contemplar algunas manifestaciones muy recientes de responsables
gubernamentales franceses que, después de la contundencia con que en su
momento se manifestaron respecto a la agresión serbia, sin embargo, hace
apenas una semana ante la Asamblea Nacional Francesa se pronunciaban a
favor del levantamiento de las sanciones. No creemos que el Gobierno
español, que España deba situarse en esa línea. Nosotros creemos que la
línea general de los planteamientos que hemos hecho es básicamente la
correcta, si bien tenemos algunas precisiones que hacer al respecto, y
aprovecho para hacerlas ahora, aunque ya en su momento las efectuáramos
con relación al Ministro de Defensa. Nos parece que sería muy importante
que cualquier tipo de alteración, cambio, aumento o reducción de los
números del contingente español, por las vías que el Gobierno considerara
necesarias u oportunas, fuera rápidamente comunicado a este Grupo, y me
imagino que a todos los grupos parlamentarios, y que al mismo tiempo se
expusieran las razones por las cuales se producen esos aumentos o esas
reducciones. Hoy estamos en 1.364, y no quiero hacer de este trámite
ningún tipo de contienda, pero es evidente que ha habido declaraciones
gubernamentales muy firmes, y al máximo nivel posible, mostrándose
contrarias al aumento del contingente cuando estábamos en 1.100 o apenas
1.200. Me parece que, para la claridad de los propósitos graves y
especialmente importantes que nos guían, sería bueno que esa información
fuera puntual y rápidamente manifestada y comunicada para que no se
produjera ningún tipo de malentendido.

Por último, señor Ministro, yo creo que, al final, en esta constatación
de la frustración que es evidente y que no debe ser en absoluto ocultada,
de lo que se trata es que todos consideremos el mantenimiento de esos
altos principios que han hecho posible la existencia de la Unión Europea
y la existencia de lo que se llamó en su momento y se sigue llamando la
Comunidad Occidental de Naciones, que deberían ser los instrumentos
necesarios para que, en una estrecha coordinación y cooperación de todas
las partes implicadas, pudiéramos no sé si acabar definitivamente con el
conflicto, pero sí por lo menos dar a todos, y fundamentalmente a
aquellos que lo sufren más directamente, una esperanza razonable para que
en tiempo también razonable pudiéramos reencontrar la paz.

Como seguramente seguiremos hablando de este tema, termino mi
intervención agradeciendo de nuevo su presencia en esta Comisión, señor
Ministro.




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El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, tiene la palabra el señor Espasa.




El señor ESPASA OLIVER: Señor Presidente, antes de comenzar mi
intervención, una mera cuestión de orden. Dado que este Diputado no tiene
ninguna preocupación ni afán de protagonismo, no he objetado nada al
orden que ha propuesto el señor Presidente de la Comisión, pero sí
quisiera recordarle que el orden siempre es --habrá otras ocasiones en
que sí tenga sentido político el orden de la intervención-- el de la
presentación de las iniciativas, puesto que quien pide la comparecencia
tiene también una carga política. Otra cosa es pensar que siempre ha de
haber un orden preestablecido, que no es el caso, aunque pueda satisfacer
a determinadas personas; ni hoy es el caso ni creo que deba serlo
siempre.




El señor PRESIDENTE: Señor Espasa, perdone que le interrumpa, pero he de
decirle que como hemos acumulado dos comparecencias en una sola he
pensado que, dado que se mezclan los dos temas, podía utilizarse el
método habitual. No es más que eso.

Tiene la palabra.




El señor ESPASA OLIVER: Ya he dicho que no objeto absolutamente nada en
cuanto al desarrollo del debate de hoy, pero no quisiera que sirviese de
precedente.

Yendo a la cuestión que nos ocupa, después de las intervenciones del
señor Solana y del señor Rupérez, poco queda añadir en orden a las
consideraciones, sí quizá perfilar un poco más la posición de cada uno
sobre dónde poner el acento. Estamos todos de acuerdo en que es una
situación terriblemente compleja y frustrante por la duración de esta
dramática situación, por las vidas que se está cobrando y por la
incertidumbre que genera en las distintas vías exploradas para solucionar
el conflicto, ya sea la estrictamente diplomática, ya sea poniendo más el
acento en la fuerza, ya sea la de denominación de una determinada de las
partes, ya sea la de entender que es un conflicto más a tres de lo que en
principio podía parecer. Se trata, por tanto, de intentar poner el acento
en las líneas de salida, dada hoy la enorme complejidad de la situación.

Todos estaremos de acuerdo en que quisiéramos cuanto antes la paz en el
territorio, la libre disponibilidad de todas las acciones de ayuda
humanitaria y el fin inmediato y más rápido posible de todo tipo de
hostilidades para desembocar en una situación de pleno disfrute de la
paz. No es necesario argumentar eso más o menos floridamente para
demostrar la buena voluntad de cada una de las fuerzas políticas, con
independencia de la solución a la que se acerque más cada una de esas
fuerzas políticas.

De lo sucedido hasta aquí, bien relatado y resumido por el Ministro de
Asuntos Exteriores, en la opinión del que les habla, aceptando el uso de
la fuerza en las dos ocasiones en que se ha producido bajo el cobijo de
las resoluciones de Naciones Unidas, de la 836 sobre todo, si hemos de
hacer un análisis político, diplomático, de lo que ha sucedido hasta
ahora (insisto en que aceptando estos usos puntuales de la fuerza), no
nos parece que vaya demostrándose como la mejor solución. Precisamente el
dramatismo, la complejidad, la perplejidad y la frustración con la que
nos encontramos últimamente, después del éxito parcial conseguido en
Sarajevo y ahora el tropezón de Gorazde, dicho entre comillas, para los
objetivos de las fuerzas que intentan imponer la paz en Yugoslavia, no
parece el mejor camino. El señor Ministro decía que hay que continuar con
la presión para la negociación. Ya sé que es un juego de palabras, pero
yo me apuntaría más a la propuesta de que hay que continuar negociando
para la presión. El uso de la fuerza --tenemos ejemplos recientes, me
estoy refiriendo a la crisis del Golfo, independientemente de la posición
que tuviésemos cada uno de nosotros-- en el área internacional debe
hacerse bien en el ámbito de la disuasión --y en esta necesidad sí que
podríamos estar de acuerdo-- o, si es en el ámbito de la ejecución, no
puede ser a medias o con timidez, que, por otras muchas razones, es la
forma única como se puede ejercer la fuerza y como se ha ejercido de
acuerdo con las resoluciones de Naciones Unidas. A nosotros nos parece
que ésta y no otra consideración de tipo metafísico, sino estrictamente
política, es la debilidad --y valga la paradoja-- del uso de la fuerza en
este caso. Por eso nuestra formación política siempre ha sido reticente.

Sé que a veces hemos sido más o menos, implícita o explícitamente,
demonizados por eso, ya que implicaba la posición a favor de uno de los
contendientes, algo que saben ustedes perfectamente que no es así, sino
que implicaba una distinta visión del problema político y militar de
hacer cumplir las resoluciones de Naciones Unidas en un espacio
geográfico, físico, étnico y político tan complicado como
Bosnia-Herzegovina, que no eran las arenas del desierto sino algo mucho
más complejo en todos los terrenos: geográfico, humano, histórico,
político, etcétera. De ahí nuestro continuado no diré rechazo, pero sí
enorme prevención al uso de la fuerza, por las consecuencias negativas
que puede tener sobre los civiles cuando resulta descontrolada o cuando
se puedan producir errores, pero sobre todo porque, al no poderse ejercer
con toda su contundencia, se puede convertir en lo contrario de lo que se
busca. Y lo que puede parecer un ejercicio de fuerza se puede convertir
--y creo que en algunos casos se ha convertido política y
diplomáticamente-- en algún ejercicio de debilidad. El señor Ministro lo
venía a reconocer cuando señalaba que los serbios en este caso, agresores
en Gorazde, utilizaban cualquier resquicio de dudas en el nivel de la
unanimidad en la negociación diplomática y en el nivel de la unanimidad
que Occidente muestra en el uso de la fuerza. Es evidente que no sólo
esta fuerza política, sino que otros países con mucho más peso
internacional que lo que puedan significar nuestras opiniones han
expresado juicios distintos sobre la forma de utilizar la fuerza. El
señor Solana nos recordaba la distinta apreciación de un país tan
importante como la Federación Rusa sobre los mecanismos en el uso de la
fuerza, aceptando la resolución 836. Es evidente que esto genera
inseguridad y se aprovecha sobre el terreno. Esta vez han sido los
serbios; alguna otra vez han podido ser los musulmanes o los croatas los
que se han aprovechado de esta falta de resolución.




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Por tanto, insisto, entendiendo que en las ocasiones en que se ha
utilizado ha sido positiva, el balance global del uso de la fuerza para
nosotros no es el más afortunado. Nosotros estaríamos mucho más en la
línea --en la disyuntiva que nos planteaba el señor Ministro de retirada
de Unprofor o guerra total-- del mantenimiento de Unprofor sin ninguna
reserva. Lo hemos dicho cada vez que se ha suscitado cuando otras fuerzas
políticas a veces dicen que hemos de retirarnos y, otras, que sobre todo
no aumentemos el número. Nosotros queremos manifestar de nuevo que es
necesario que el compromiso de España continúe en la cifra actual y que
si es preciso un ligero aumento, también contarían con nosotros, señor
Ministro. Pero lo que quiero subrayar es la voluntad política del
mantenimiento de la línea general de actuación de Naciones Unidas en
Bosnia-Herzegovina, la implicación de España en la misma y los costes
materiales, económicos y humanos que nos ha costado y que puede continuar
costándonos esta implicación.

Por tanto, la línea de actuación debería ser --y es más fácil decirlo que
hacerlo-- unificar más la negociación en estos cuatro agentes que usted
señalaba: Estados Unidos, Rusia, Unión Europea y Naciones Unidas. Creo
que este deslizamiento hacia una nueva versión, en pequeño, de un mundo
bipolar donde los americanos serían amigos de los árabes y los rusos
serían amigos de los serbios no ha dado buen resultado, revive viejos
fantasmas que no es bueno que aparezcan, pero sobre todo disminuye el
papel que debe alcanzar la Unión Europea como agente internacional
importante. Para nosotros lo más grave de esta situación --además del
aspecto humano por la pérdida de vidas y del fracaso de las instituciones
que pueda desprenderse del decir: ahora vienen los americanos y los rusos
y lo arreglan, y no lo han arreglado-- es el haber abdicado durante un
período de un necesario protagonismo de la Unión Europea como un agente
único de política internacional y de presión, en una determinada línea,
en política internacional.

Nosotros estaríamos de acuerdo en esta línea de actuación de unir a las
voces de Naciones Unidas, de Estados Unidos y de Rusia, la de la Unión
Europea alrededor del plan global que había diseñado la propia Unión
Europea. Nos parece que ésta es la mejor solución, que la línea es --como
decía al principio-- más negociación para la presión y no más presión
para la negociación. En la duda, siempre seríamos remisos --lo somos y lo
hemos sido-- al uso de la fuerza, por los peligros y por la debilidad
política que entraña su uso parcial y tímido, como no puede ser de otra
manera, porque la solución alternativa sería la totalización del
conflicto. Incluso los más vehementes partidarios del instrumento de la
fuerza --y aquí los tenemos muy conspicuos y muy ardientes, los
defensores de la OTAN-- dicen que no se debe totalizar el conflicto.

Entonces, ¿en qué quedamos? Hablo desde nuestro punto de vista y estoy
polemizando con otros grupos parlamentarios, no con el suyo, señor
Ministro.

Esta es la razón que nos lleva a manifestar, una vez más, nuestra
preocupación por el desarrollo de los acontecimientos; a reconocer la
enorme gravedad de la situación; a no imputar al fracaso de Naciones
Unidas, de Occidente o de la Unión Europea la terrible complejidad del
problema de Bosnia-Herzegovina. No somos de los que hacen astillas de
esta leña. Entendemos que el problema es muy complejo, que hemos de
continuar atentos, que hemos de alcanzar un mínimo --y creo que en esta
Comisión lo tenemos-- acuerdo sobre cómo continuar actuando y que
simplemente hay que poner el acento en una u otra dirección.

Para nosotros la dirección siempre es más la de la negociación para la
presión que no la inversa. En este sentido, creemos que es bueno intentar
reunir en una sola voz a la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia para
avanzar como se pueda. No nos parece que una nueva apertura de uso
limitado de la fuerza pueda añadir nada a la gravedad y complejidad del
conflicto en estos momentos, pero, de todas formas, si se dan todos
requisitos --como se han dado hasta ahora-- para este uso y hay momentos
en que pueda parecer útil, lo discutiremos, lo valoraremos y opinaremos
en ese momento, pero no es la línea que nosotros preferimos, señor
Presidente.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Martínez.




El señor MARTINEZ MARTINEZ (don Miguel Angel): Voy a intentar ser muy
breve.

Quiero manifestar el acuerdo del Grupo con la exposición del Ministro y
agradecerle su presencia, la coincidencia con los análisis y la
actualización de datos. Una vez más, quiero manifestar la satisfacción
que nos produce el acuerdo con la oposición, que no es un mínimo acuerdo
sino un máximo acuerdo, en particular con la exposición del señor
Rupérez. Hay un único punto en el planteamiento del señor Espasa que no
entiendo. No comprendo esa disyuntiva entre negociación para la presión o
presión para la negociación. Creo que estamos todos convencidos de que
hay que proceder a una negociación, que ésa es la estrategia oportuna, y
es evidente que esa negociación, muy a menudo, se enfanga, se paraliza,
se traba y que hay que presionar para negociar. Negociar para presionar,
no. Hay que negociar precisamente para que no haya que presionar.

Presionar para negociar y negociar para resolver. No entiendo ese matiz
de negociar para presionar. Me parece que es indispensable presionar todo
lo que se pueda con vistas a que la negociación vaya avanzando, sobre
todo, cuando se atora, como es el caso en algún momento.

Quiero manifestarle al Ministro en esta oportunidad la coincidencia del
Grupo con la política del Gobierno y con la actuación de España en esta
crisis. Me parece oportuno --aunque sólo sea para que conste en acta,
porque no sabe uno si consta en las actas de otras reuniones-- citar aquí
con menos elocuencia, por propia modestia y por la sobriedad que
caracterizaba la intervención del Ministro y a la que se refería el señor
Rupérez, cuáles han sido las manifestaciones del señor Butros Gali
refiriéndose al papel y a la actuación del Gobierno. No querría yo llegar
a donde llegaba el Secretario General de Naciones Unidas, describiendo
esta actuación como una de las de mayor y más



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eficaz apoyo que la Organización de Naciones Unidas recibe en este
momento y en esta crisis.

Hay una coincidencia, sobre todo, con algo que decía el Ministro y que
recogía el señor Rupérez de esa extraña impresión contradictoria que
tenemos en que, por un lado, se avanza y, por otro, no; por no decir que
se retrocede. Coincidencia en esa impresión de que, por un lado, se abren
puertas de progreso y de esperanza mientras que, por otro lado, hay
preocupación, desesperación y hasta hastío que está ganando a nuestras
opiniones no sólo en España, sino más allá, precisamente por esa
sensación de que no se avanza como debiera. Yo querría poner un poquito
más énfasis que otros en esa sensación de progreso y de esperanza basada
en hechos concretos precisos, significativos y de dimensión importante.

Entre la última comparecencia del Ministro y la de hoy creo que se ha
producido una inflexión por parte de Croacia. Una inflexión notable que,
además, ha tenido proyección importante. En el Consejo de Europa se había
bloqueado el proceso de adhesión por parte de Croacia por su actuación
respecto de sus propios ciudadanos, mecanismos, reformas, avances
democráticos y también porque se consideraba una influencia nefasta la
que Croacia estaba teniendo respecto a la crisis bosnia. Aquí se ha
producido una inflexión muy importante, contrastada con los hechos que no
sólo se traducen precisamente por la situación croata que se desbloquea,
que se estabiliza y que retoma una orientación a la consolidación de las
reformas y del proceso democrático, sino que también tiene una inflexión
positiva respecto de la influencia que Croacia tiene acerca de los
bosnio-croatas que, efectivamente, cambian de dinámica iniciando un
proceso de acuerdos que yo tengo la impresión de que no sólo se limita a
musulmanes y croatas sino que, por primera vez --hecho éste poco
subrayado aquí pero de mucha importancia--, logra desgajar a un colectivo
muy importante de los serbio-bosnios. No nos olvidemos de que han sido ya
600 los serbio-bosnios con alguna representatividad, elegidos en nivel
municipal o en nivel parlamentario en Bosnia, los que, desgajándose de la
línea Karadzic y manteniendo sus reivindicaciones nacionales, entran en
la dinámica de propiciar el Estado bosnio donde ellos tengan su papel,
pero donde estén en consenso con croatas y con musulmanes. Creo que ése
es un hecho muy importante que hay que destacar.

Desde luego, en ese progreso alguna parte hemos podido tener desde
España. Yo quiero informar aquí que en el primer encuentro que se produce
entre el Presidente del Parlamento de Croacia y el Presidente del
Parlamento de Bosnia se celebra en Estrasburgo, en una reunión donde el
señor Fabra, por otra parte, y el señor De Puig, están presentes y donde
Mesic, desmarcándose de alguna manera de lo que estaba haciendo el
Presidente Tudjman, anuncia que en Croacia van a empezar a cambiar las
cosas y que van a adecuarse influyendo sobre los bosnios, los
croato-bosnios, para llegar al acuerdo que suponga avances significativos
en la pacificación del conjunto.

Es también muy importante que Rusia entre en la dinámica de la paz. Como
estoy muy de acuerdo con lo que ha dicho el señor Rupérez sobre cuál ha
sido el papel y cuál debiera ser el papel, no voy a extenderme mucho. Yo
creo que la participación de Rusia es importante en sí, pero que es
importante por la necesidad que tenemos todos de que Rusia se normalice
también en su papel internacional, que naturalmente no puede ser el papel
de un país insignificante sino que tiene que ser el papel de un país muy
significativo y de mucho peso. El que Rusia haya salido de un determinado
ostracismo a ese nivel y el conseguir por nuestra parte que juegue
realmente en el equipo, con un puesto importante pero dentro del equipo
(yo soy de los que pienso que dentro del equipo las reglas no pueden ser
de una disciplina férrea sino que hay que dejar a la fantasía, a la
creatividad y a la especificidad de cada cual la actuación para tener la
mayor eficacia), me parece muy importante y necesario de mantener.

Motivos de preocupación, también los hay; ¡qué duda cabe! Yo creo que el
primer motivo de preocupación es el fracaso de incorporar a los
serbo-bosnios en la articulación constitucional de la nueva Bosnia,
digamos el proceso de Washington. Por el contrario, parece que se han
reactivado tanto en su actividad militar como en su rebeldía. Desde
luego, hay una falta de respeto hacia la comunidad internacional de casi
una tomadura de pelo respecto de las palabras y de los papeles que se
firman, y, por otra parte, las actuaciones sobre el terreno.

Hay otra cuestión mala, que es el creciente aislamiento de Serbia, de la
nueva Yogoslavia. No sé si se dan cuenta SS. SS. de que llevamos un mes
en el que no se habla prácticamente de Serbia ni de Yugoslavia. Son los
serbio-bosnios los que están en el protagonismo. Yo diría que la palabra
Milosevic no se ha visto en los titulares de los periódicos en los
últimos dos meses. Coincido con los demás Diputados en que es una
situación en la que nos hemos metido todos. Me parece que las sanciones
fueron absolutamente necesarias, y nosotros estuvimos y estamos a favor
de mantener las sanciones con la firmeza necesaria. Es innecesario
recordar que, a medida que no haya justificación, las sanciones se
levantarán. Es casi de Perogrullo. Los serbios deben saber que, en el
mismo momento en que adecuen su actuación a las normas de la comunidad
internacional, naturalmente se levantarán las sanciones, ¡no faltaba más!
Esa es una realidad que ellos deben tener presente.

El problema que veo hasta el momento es que, estando de acuerdo con todas
las medidas que desde la comunidad internacional hemos tomado respecto a
Serbia, yo echo de menos, en todas las instancias en que me muevo, la
posibilidad de escuchar y de influir. Tenemos que plantearnos cómo
podemos presionar eficazmente también sobre Serbia, porque no lo estamos
haciendo con la debida eficacia.

Como han dicho algunos portavoces --me parece que todos--, se ha empezado
a dar algo que me parece muy equivocado. No se puede dividir la antigua
Yugoslavia entre los amigos de los unos y los amigos de los otros. Creo
que sería un malísimo plan que a Rusia se le diera el papel de hermano
mayor de Serbia y a los demás se nos diera el papel de los hermanos
mayores no sé si de la ex Yugoslavia católica o de la ex Yugoslavia
católico-musulmana. Me parece que eso es un disparate y que, como muy
bien ha



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dicho el señor Rupérez, nosotros somos de todos y todos son de nosotros.

Nosotros no podemos sentirnos más de una futura Serbia que de una futura
Croacia. Sí estamos determinando, y no quitándole importancia, a la
responsabilidad agresora de Serbia en un momento dado.

Quizás el único punto en el que difiero de lo que ha dicho el señor
Rupérez es en que sigo creyendo en la importancia que ha tenido y en lo
positivo del Sarajevo first. Me parece que ha sido eficaz, aunque puede
haber tenido sus contraindicaciones. Pero cuando uno mira sobre el
terreno la importancia que ha tenido en la normalización de la
perspectiva de una Bosnia pluricultural y pluriétnica, creo que ha sido
un paso muy importante, que da esperanza y, sobre todo, ha determinado lo
que yo decía al principio, que dentro de las filas serbias se produzca un
desgajarse de elementos y de sectores importantes que, no por no estar de
acuerdo con Karadzic, se sienten menos serbios y, sin embargo, están en
la dinámica de producir la nueva República Bosnia en base a los valores
que señalábamos todos.

Para terminar, entro en un par de frases respecto del qué hacer, del qué
seguir haciendo. Creo que es muy importante mantener el papel de la Unión
Europea con la conciencia de que ésta ha tenido el protagonismo eficaz en
la actuación y que los demás grupos de países que se han venido a sumar
han ido asumiendo y apoyando los mecanismos que nosotros habíamos puesto
en marcha. Desde luego, hay que apoyar los mecanismos que señalaba el
Ministro, la presión, la negociación; reactivar la reacción con Croacia
al máximo; mantener la perspectiva de una Bosnia que necesita de los
serbio-croatas para su futura integración; no perder de vista que vamos a
tener a los serbios como necesarios interlocutores, primero, en el
proceso, de la paz y, luego, en el de la construcción europea; y desde
España mantener la dinámica de que tenemos que seguir respondiendo a
nuestras responsabilidades con Unprofor y que la negociación puede
necesitar de elementos de presión que, a veces, lleguen a la actuación
militar cuando sea necesario.

Hay un único punto que nadie ha tocado, ni el Ministro ni los grupos de
la oposición, y me sorprende porque sí ha sido subrayado y objeto de
preocupación en todos los debates de las organizaciones internacionales a
las que pertenecemos. Me refiero a la presencia, entre los cascos azules,
de contingentes importantes de países de la propia región y, en
particular, el carácter más o menos deseable de la presencia de cascos
azules turcos en el conflicto.

Yo quiero señalar aquí que la impresión que tengo, después de haber
discutido con gentes de distintos grupos políticos y diferentes países,
es que la presencia de cascos azules de Turquía o de Grecia, por ejemplo,
en el conflicto no sería excesivamente deseable. Es verdad que eso
plantea el problema de que ellos están dispuestos a mandar contingentes
relativamente importantes y que no hay otros muchos países, incluido el
nuestro, que estén en condiciones de incrementar notablemente la
presencia de tropas.

Sería conveniente oír unas palabras del Ministro a este respecto, porque
se nos está interpelando en determinados sectores sobre qué piensa España
respecto a esta materia y sería útil conocer su opinión.

Les agradezco mucho la coincidencia que aquí ha aparecido, que no hace
sino proyectar la coincidencia que concretamente entre
demócrata-cristianos, populares europeos y socialdemócratas o socialistas
europeos se está dando en todos los foros y que está permitiendo que, al
menos dentro de la Unión Europea, la política que se lleve adelante sea
una política razonablemente coherente y compacta a pesar de que uno de
nuestros socios parece abrirse y desmarcarse en algún que otro momento.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Moya.




El señor MOYA MILANES: Voy a ser brevísimo. Sólo voy a dar dos o tres
apuntes relacionados con la situación sobre el terreno desde el punto de
vista militar.

En primer lugar, quiero respaldar las apreciaciones del portavoz, señor
Martínez, y del propio Ministro en relación con el importante factor que
puede jugar el uso de la fuerza como instrumento en una crisis, que ha
dado resultados evidentes en Sarajevo. Es obvio que posteriormente ha
podido darse la impresión de una bajada de la presión en ese sentido y de
una apertura de ciertos resquicios. El señor Rupérez hablaba de jugar de
farol en algunas ocasiones por parte de la comunidad internacional. Yo
creo que en la crisis de Gorazde no sólo se ha jugado de farol, sino que
incluso se han enseñado las cartas. Ha habido con anterioridad
declaraciones del señor Perry, Secretario de Defensa de Estados Unidos,
cuando anunciaba que en Gorazde no se iba a intervenir, que en Gorazde
había otra situación, que allí la situación era diferente. Yo creo que
eso estaba siendo aprovechado por parte de los serbios para originar la
crisis que se ha desencadenado.

Querría preguntarle, en segundo lugar, sobre un cierto desconcierto que
se ha podido provocar en la opinión pública en relación con los embargos,
pues en la propia comunidad internacional se ha barajado en los últimos
días la idea de levantar el embargo de armas a los bosnios-musulmanes, lo
cual se contrapone con la idea también de miembros de la comunidad
internacional de levantar el embargo a los serbios. En ese sentido, la
respuesta de la Comunidad de los Doce en el día de ayer fue bastante
significativa y me gustaría que ampliara el tema.

En tercer lugar, está la utilización de escudos humanos, de rehenes de
fuerzas de Naciones Unidas, como nuevo elemento en esta crisis. ¿Qué
consideración le merece a la comunidad internacional la posibilidad de
respuesta y de capacidad para responder a esa nueva situación?
Por último, hay una situación que no es nueva y que se viene realizando
con frecuencia sobre el terreno, es esa ambigüedad calculada o de doble
juego entre el jefe político y el jefe militar de los serbios; entre, por
una parte, el señor Karadzic, y, por otra, el señor Mladic. Parece que se
llega a acuerdos con el señor Karadzic en un momento sobre determinadas
situaciones y en esa misma situación se están incumpliendo flagrantemente
los compromisos que se están pactando por parte del jefe político.

Yo no sé si se trata de un doble juego calculado o si es una disidencia
interna. En cualquier caso, si se trata de una



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disidencia interna les está dando magníficos resultados a los serbios y
da la impresión de que la comunidad internacional cae, al parecer, alguna
que otra vez en ese doble juego.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Antes de dar la palabra al señor Ministro, quiero
recordarles, señorías, que debemos cerrar la sesión a una hora
prudencial. Mi intención es cerrarla exactamente a las once y media, de
modo que a esa hora, estemos donde estemos, daremos por concluida la
sesión. Lo digo para que calculen también sus tiempos para los temas que
todavía quedan pendientes.

El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
hacer algunas reflexiones al hilo de las palabras de los portavoces de
los grupos parlamentarios. Una vez más, como viene siendo ya costumbre en
las últimas sesiones de esa Comisión, quiero agradecer muy sinceramente
la forma y el fondo en que se han pronunciado los distintos grupos
parlamentarios. Existe un consenso básico sobre los elementos
fundamentales de la política de España en Yugoslavia que me gustaría
subrayar, no sólo para que conste en acta, sino como muestra de
agradecimiento, porque creo que eso es bueno para la eficacia de la
acción de nuestro país en general, para la eficacia de la Unión Europea
en este desgraciado conflicto.

Paso a contestar algunas de las preguntas que se han formulado por parte
de los grupos parlamentarios. Al portavoz del Grupo Popular, señor
Rupérez, a quien agradezco la forma y el fondo en que se ha expresado en
nombre de su Grupo, nada tengo que decir en cuanto a los elementos
básicos; hago mías las cuestiones que él ha dicho, como creo que él ha
hecho suyos los elementos fundamentales de mi intervención. Pero sí
quiero hacer algunas reflexiones que me sugieren sus palabras, para
clarificar algunos extremos. Estoy totalmente de acuerdo --creo que todos
los estamos-- en que el concepto de lo que pudiéramos llamar guerra total
en los Balcanes no debe ser algo propuesto por nosotros, por los que
estamos tratando de solucionar el conflicto. Nuestro papel, como él bien
ha dicho, está ligado a objetivos limitados y, por tanto, también con una
utilización de medios limitados.

Quiero recordar que las palabras del propio General Rose hace pocas horas
--el sábado y el domingo-- dejaron muy claro que las Naciones Unidas no
iban a hacer la guerra por ninguno de los combatientes, que la función
que tenían allí las fuerzas de Naciones Unidas era fundamentalmente
humanitaria y que ésa seguiría siendo la función primordial de las tropas
de Unprofor. No se trata, como decía el General Rose, de ganar la guerra
para ninguna de las partes, no es ésa la función de las fuerzas de
Naciones Unidas. Creo que el General Rose expresó bien cuál es el
planteamiento de las fuerzas de Unprofor y de Naciones Unidas.

Ahora bien, quiero hacer algunas reflexiones sobre la actuación de la
comunidad internacional en Gorazde, porque yo creo que cerraríamos los
ojos tonta e inútilmente si no nos damos cuenta de que por parte de la
comunidad internacional también se han cometido algunos errores en el
conflicto concreto de Gorazde. Si echamos la mirada atrás, hacia lo que
fue el ultimátum de Sarajevo, veremos que, como ayer decía algún ministro
de la Unión Europea, en el conflicto de Sarajevo y en su solución se dio
la constelación óptima de circunstancias positivas. Realmente fue una
amenaza de acción por parte de la OTAN y de Naciones Unidas que puso en
una situación muy delicada a la Federación Rusa, que tuvo que moverse
para impedir que la amenaza de Naciones Unidas y de la OTAN pudiera
llevarse a efecto. Todo eso funcionó como un reloj, en muy pocos días, y
se consiguió el efecto deseado sin necesidad de que la amenaza se tuviera
que llevar a efecto. Se puede decir que hubo, digamos, mucha suerte en
que desde la perspectiva internacional todas las piezas funcionaran de
manera adecuada y en tiempo útil, lo que no ha ocurrido en el caso de
Gorazde.

Si echamos la vista atrás, hacia el viernes día 8 o el sábado día 9,
veremos que es verdad, como ha recordado el Diputado señor Moya, que hubo
declaraciones, no sé si afortunadas o no, que pudieron dar pie a que la
insensatez y la irresponsabilidad de las fuerzas bosnias tomaran
decisiones, quizá pensando que estaban cubiertos por la inacción que
declaraba ya la comunidad internacional. El Secretario de Estado
americano hizo unas declaraciones contundentes en las mañanas del viernes
y del sábado: «No habrá bombardeos en Gorazde.» La posición del
Secretario de Estado Americano, señor Perry, fue clarísima y horas
después fue acompañada de declaraciones en la misma dirección del Jefe
del Alto Estado Mayor del Ejército americano, que además daba razones.

Decía; Gorazde no es lo mismo que Sarajevo; Sarajevo tiene una geografía
equis, que no es la misma que tiene Gorazde, y una operación
estrictamente de bombardeos selectivos en Gorazde sería muy difícil de
llevarse a cabo, por no decir imposible. Estas son frases que estuvieron
en la CNN y en los periódicos por parte de irresponsables, aunque es
verdad que muy pocas horas después se puso en marcha el mecanismo, porque
se vio que era necesario ponerlo en marcha. Tengo que decir que el
mecanismo no requiere una consulta del Secretario General a los miembros
del Consejo de Seguridad, pero que, lógicamente, hubo el suficiente
intercambio de opiniones. El Secretario General, señor Butros Gali, lo
dijo muy claramente en Madrid cuando el Presidente Yeltsin hizo las
declaraciones que hizo. El Secretario General de las Naciones Unidas el
sábado por la mañana hizo unas declaraciones clarísimas, desde Nueva
York, que a cualquier entendedor le debían haber sido absolutamente
suficientes para saber lo que las Naciones Unidas iban a hacer en ese
momento. En ese momento, el Secretario General, tras hacer esas
declaraciones y haber hablado con el General Rose, dio luz verde a su
representante personal, el señor Akashi. La operación, desde el punto de
vista estrictamente militar, a partir de ese momento funciona
extraordinariamente bien. Es la operación que se realiza en un tiempo más
breve y sin ninguna dificultad en la coordinación de los esfuerzos.




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Ahora bien, dicha la primera cuestión sobre las declaraciones previas, es
verdad que las declaraciones posteriores, ya hechas en Madrid por parte
del Presidente Yeltsin y de su Ministro Kózirev, a mi juicio, también
dieron alguna esperanza o alguna luz a las fuerzas serbias. Fueron
declaraciones que se apartan excesivamente de lo que debiera ser la
responsabilidad de un miembro del Consejo de Seguridad, que quizá debía
haber medido un poco más sus palabras y sus expresiones.

La situación doméstica esa mañana en Rusia, por las informaciones que hoy
ya se tienen, eran tales que seguramente obligaron al Presidente Yeltsin
y a su ministro a hacer unas declaraciones de las que no estoy del todo
seguro que hubieran meditado sus posibles consecuencias. Por tanto, creo
que ha habido errores anteriores y errores posteriores --no sé si la
palabra error es demasiado fuerte--, o por lo menos ligereza anterior y
ligereza posterior que contribuyó a que la operación directa de carácter
militar tuviera una eficacia menor que otras acciones militares que, por
otra parte, no ha habido tantas.

Es verdad --decía el señor Rupérez y yo comparto-- que estamos atrapados
por lo que he dicho al inicio, porque no estamos en una guerra total.

Estamos atrapados también porque las acciones estrictamente militares,
las aéreas, tienen ese doble elemento: por una parte, están limitadas y
sabemos que no vamos a tomar una decisión de carácter militar total, como
decía el Diputado señor Espasa, y también hay una parte no digo de farol,
pero sí de saber en dónde están los límites. Creo que eso se puede
resolver. En el caso de Sarajevo se resolvió y, a mi juicio, se resolvió
bien, y en el caso de Gorazde, por las dificultades del terreno y también
por las dificultades que van ligadas a las decisiones políticas
anteriores y posteriores, quizás haya tenido una eficacia menor. Por
tanto, creo que hay que sacar lecciones desde el punto de vista político
y militar.

Les quisiera decir que en este momento la posición negociadora de las
fuerzas serbias de Bosnia quizás esté crecida. Creo que ellos interpretan
que la situación en Gorazde les permite --creo que esa posición la van a
poder mantener durante muy pocas horas más--, como ofendidos --entre
comillas--, levantar un poco la cabeza en la posición negociadora. Les
diré que la posición negociadora de estas últimas horas es muy dura en
los planteamientos sobre la mesa. La posición negociadora que en este
momento están teniendo los serbios es que al este del río Drina no
quieren que haya nada que no sea serbio. Les recuerdo que al este del río
Drina tenemos todavía más de un enclave de Naciones Unidas. Gorazde es el
ejemplo paradigmático. Gorazde atraviesa la carretera que va a lo largo
del valle del río Drina y prácticamente en una parte está dividida casi
por el propio río, pero al este del río Drina quedan algunas otras
ciudades que son enclaves de Naciones Unidas. Por tanto, en este momento
la situación es que estarían dispuestos, como posición de retirada, a
hacer algún intercambio territorial sobre Gorazde, pero haciendo una
división de Gorazde de manera tal que a la derecha del río Drina no
quedara nada que no fuera serbio. Es una posición negociadora en este
momento absolutamente inaceptable, porque a la derecha del río Drina, al
este del río Drina, todavía quedan algunos enclaves fundamentales,
defendidos por Naciones Unidas mediante resolución. Además, todo el valle
del río Drina les plantea a los serbios en este momento desde el punto de
vista militar, algo muy estrictamente relacionado con Gorazde. Les
reitero una vez más que Gorazde está en la carretera que une y, por
tanto, es la posición que separa los territorios serbios del norte de la
zona del este de Bosnia de los territorios del sur que controlan ya las
tropas serbias. Si en Gorazde sumamos también la hipótesis que nadie
descarta, pero que nadie acentúa --por lo menos en las declaraciones
públicas--, de que pueda haber una fábrica de armas, la situación y el
entorno de Gorazde, como se pueden hacer ustedes idea, señorías, tiene
una implicación extraordinariamente importante. De ahí la capital
importancia que tiene para las fuerzas de la comunidad internacional el
que Gorazde, por la implicación estratégica que tiene desde el punto de
vista militar, no sea una ciudad que caiga impunemente; por tanto,
tenemos que hacer lo posible y esperemos que esa resolución que ayer se
aprobó sea de eficacia total y contundente y permita la recuperación de
Gorazde para que posteriormente pueda ser objeto de las negociaciones
ulteriores.

Esto me lleva a hacer la reflexión, quizá de más calado, que quería
hacer. Es verdad, como han repetido los señores diputados, que los
Acuerdos de Washington han sido muy importantes. No me cansaré de
decirlo. ¿Por qué? Porque desde el acontecimiento de Sarajevo, al que
luego haré una brevísima referencia, las noticias que recibíamos de la
guerra de Yugoslavia desgraciadamente habían sido durante meses y meses
sobre lo que se extendía la guerra y el sufrimiento. A partir de ese
momento hay un cierto punto de inflexión, y es verdad que tenemos semanas
--no una sino varias-- en que las noticias que llegaban de nuestras
fuerzas, del general Rose, del señor Akashi, de Naciones Unidas, de todos
los sitios, empezaban a ser noticias, no digo ya totalmente
esperanzadoras, pero sí con rayos de esperanza y de luz.

Eso ha sido positivo. Pero quizá tuvimos un cierto momento de ensoñación,
porque el tema fundamental, que todavía queda sin resolver, es el tema
del mapa y el mapa está ligado a los serbios. El mapa no queda resuelto
porque los bosnios-croatas y los bosnios-musulmanes encuentren una
solución en una federación, porque eso sólo resuelve fundamentalmente dos
problemas: el ataque o la guerra en el frente sur (es muy importante, sin
duda ninguna, que no haya un frente de guerra en el sur) y el problema
grave de la salida al mar, que fue un problema que nos llevó durante
mucho tiempo muchísimas horas de debate y que no tenía solución, aunque
al final, afortunadamente, la ha encontrado. Pero no resuelve ni tan
siquiera los límites fronterizos, entre comillas, de la Federación
croata-musulmana porque no está todavía definido cuál va a ser ese mapa.

Por tanto, seguimos con el problema básico en pie. Tenemos un acuerdo
sobre la cantidad de territorio; en este caso, la Federación debe
llevarse un 51 por ciento del territorio, y esto no debe ponerse en
cuestión, pero qué territorio, qué hacemos con el territorio. Este es el
debate tremendo en el que estamos, porque el debate sigue siendo



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poner mapas sobre la mesa, mapas que no son aceptados por las partes y no
encontramos fórmula para resolver ese problema. Cuando les hacía
referencia a la posición negociadora serbia sobre el este del Drina, es
que en los últimos mapas lógicamente hay territorios o hay terrenos o hay
ciudades o hay enclaves al este del Drina que se pretende recuperar. Y
ése es el problema fundamental.

Sobre Sarajevo primero le diré que es verdad que Sarajevo primero no es
ni debía ser, ni se pensaba que fuera, la panacea para resolver todos los
problemas, pero, a mi juicio --sin echar las campanas al vuelo porque la
experiencia y los acontecimientos ulteriores han demostrado que no fue la
solución de todos los problemas--, significó un cierto punto de inflexión
en una parte del conflicto, no en el todo. Cuando nos encontrábamos en la
situación que nos encontrábamos, el segmentar alguno de los elementos de
la resolución del conflicto no fue malo. Lo creo honestamente, pero es
verdad que, sin duda ninguna, no ha sido la solución de todos los
problemas, porque Sarajevo solamente es una parte del problema. Para
subrayar algunos de los aspectos negativos, les diré que no hemos
conseguido que Sarajevo esté administrada por Naciones Unidas, que es una
de las obsesiones que, por lo menos, la representación europea y muy
concretamente la española teníamos, porque queríamos hacer ese parangón
luego con Mostar, a lo que me referiré en un momento procesal ulterior.

Todavía no hemos conseguido que Sarajevo esté administrada por Naciones
Unidas, aunque ya en Sarajevo se convive mejor y se circula mejor --hemos
visto imágenes de los tranvías circulando por Sarajevo--, pero todavía no
está administrada por Naciones Unidas, que debe ser un objetivo desde
nuestro punto de vista.

Tercera cuestión. Sobre el fracaso de la defensa de los enclaves por
parte de Naciones Unidas, yo creo que estamos abocados a defenderlos
solamente si hay buena fe por parte de los demás contendientes, porque el
llamamiento a que haya más tropas sobre el terreno desgraciadamente no
está siendo escuchado. España hizo una oferta de una compañía más --son
ciento y pico ciudadanos--, los ingleses han puesto ya a disposición a
algunos de los 900 soldados que tienen en Split y que no estaban bajo
mando de Naciones Unidas --una parte de ellos los ha vuelto a poner bajo
el mando de Naciones Unidas--, los franceses han aumentado un poco el
contingente, pero prácticamente no hay una oferta del mundo occidental ni
del mundo en general para salir al encuentro de estos enclaves. Tenemos
una limitación que la hemos tenido siempre, desde el inicio de este
conflicto, en relación con los Estados Unidos. Los Estados Unidos no
están dispuestos a poner un soldado sobre el terreno, y muchas de las
estrategias negociadoras están sin duda ligadas a esa limitación que
todos tenemos. La Unión Europea no tiene capacidad en este momento de
poner sobre el terreno el número de fuerzas necesarias para resolver
todos los problemas que Naciones Unidas ha declarado como defendibles, no
la tenemos, no la hay. Francia no puede poner más de los 7.000 soldados
que tiene; Inglaterra puede poner quizá alguno más, de los que están en
Split; nosotros podemos hacer un esfuerzo ulterior de unos pocos soldados
más, aunque no tenemos muchos más porque asumimos el compromiso de que no
sean fuerzas de reemplazo las que vayan; Dinamarca ha puesto 1.000
soldados; Holanda ha puesto otros cuantos. No tenemos muchas más
posibilidades, por tanto, ésta es otra de las grandes limitaciones que
tenemos, y la posición de negociación tiene que tener en cuenta esta
limitación desde la perspectiva de la Unión Europea.

Paso al otro punto que me gustaría subrayar, que es el tema de las
sanciones. El tema de las sanciones es donde quizá existe una diferencia
mayor de posiciones entre los agentes fundamentales de la negociación:
Rusia, Estados Unidos y Unión Europea. Para exponerlo muy gráficamente,
entre palo y zanahoria, los rusos hablan de zanahoria, los americanos
hablan de palo, y la Unión Europea habla de un uso equilibrado entre el
palo y la zanahoria, digámoslo así de brutalmente. Los Estados Unidos en
este momento no quieren oír hablar de levantamiento de sanciones, por
tanto de zanahoria; los rusos no quieren oír hablar de mantenimiento de
las sanciones, y la posición de la Unión Europea es una utilización
inteligente y equilibrada del levantamiento de las sanciones.

¿En qué situación se encuentran las sanciones? Aquí hay otra dificultad.

Si recuerdan SS. SS., las sanciones se aprueban en el Consejo de
Seguridad ligadas estrictamente a la resolución del problema de Bosnia.

Por tanto, el día en que el problema de Bosnia se resolviera, en
principio, las sanciones debieran ser levantadas. Como saben SS. SS.

también, en el último trimestre del año 1993, desde la Asamblea General
de Naciones Unidas hasta diciembre, se dio un giro, a solicitud y a
presión croata, a una interpretación de las sanciones más amplia, y se
aceptó por el Consejo de Seguridad y Naciones Unidas que el levantamiento
de sanciones estuviera no solamente ligado a Bosnia, sino también a lo
que entonces se denominó el «modus vivendi» en las krajinas, no a una
resolución definitiva del problema de las krajinas, pero sí a una
resolución por lo menos de «modus vivendi». Como sabrán ustedes, después
de los primeros días del mes de enero, el Gobierno de los Estados Unidos
de América empezó a hacer público el que no debería haber ninguna
negociación sobre el abandono de sanciones en tanto en cuanto no hubiera
una solución definitiva al problema de soberanía en las krajinas e,
incluso, alguna reflexión sobre la situación en Kosovo.

Por tanto, nos encontramos que, desde el punto de vista de la
negociación, si la presión de carácter militar tiene unas limitaciones a
las que todos hemos hecho referencia y en las que todos estamos de
acuerdo, y si no hay alguna posibilidad de jugar inteligentemente con
algo que tenga que ver con las sanciones, realmente la capacidad de los
negociadores, los instrumentos que los negociadores tienen empiezan a ser
muy escasos para avanzar. Este es el problema que tenemos que conocer y
sobre el que tenemos que reflexionar. Es un poco prematuro para sacar
conclusiones, pero creo que todos debemos reflexionar sobre ello.

Una palabra más sobre el único elemento de mayor calado positivo, que
decía el señor Rupérez, que se puede poner sobre la mesa y que el plan de
la Unión Europea contempla, aunque quizá lo hemos subrayado poco, que es
la reconstrucción de Yugoslavia. Quizás, el activo más



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importante que tiene la Unión Europea es decir: en el momento en que
ustedes acepten vivir juntos, en el momento en que ustedes acepten que la
paz sea la norma de convivencia, nosotros estaremos dispuestos a ayudar
en la reconstrucción de Yugoslavia. Esa es una declaración formal que
estamos dispuestos a llevar a efecto. ¿Cómo estamos dispuestos a llevarla
a efecto? Con un ejemplo simbólico, y éste es que en Mostar se ha llegado
a un acuerdo de paz y, ayer, la Unión Europea nombró ya una
administración por parte de la Unión Europea para Mostar, que está
encabezada por el antiguo alcalde de Bremen, que va a ir acompañado de un
militar español, como segundo jefe de la misión, y de otro ayudante que
todavía no se ha definido quién pueda ser o de qué nacionalidad. Y nos
vamos a volcar en la reconstrucción. Es decir, ahí sí que hay un
ingrediente positivo al decirles: si ustedes están dispuestos a convivir,
nosotros estamos dispuestos a ayudarles, para que esa convivencia se
pueda realizar desde el punto de vista de una reconstrucción de la ciudad
o del lugar donde ustedes decidan convivir y dejar las armas.

Por fin, sobre las tropas españolas, señoría, se me escapa en este
momento la información que al Grupo Popular se le dio sobre el envío de
la nueva compañía. No estoy seguro si hubo un contacto. No lo sé.

Seguramente sería por parte del Ministro de Defensa, pero quede bien
claro que deseamos que todas las decisiones que se tomen sobre la
presencia de nuestras tropas, no solamente porque nos parece razonable
sino porque es nuestro deseo, sean siempre compartidas o por lo menos
consultadas con la oposición. En algún momento puede ser necesario tomar
una decisión rápida. Si es así, haríamos la consulta en tiempo real, a
poder ser, pero, si no se puede hacer en el instante, en cualquier caso,
nos gustaría contar con el consenso de las fuerzas políticas para
cualquier modificación del estatus de nuestras fuerzas, ya sea por su
misión, ya sea por el volumen de las mismas.

Sin duda, la reflexión que el señor Rupérez hace sobre el papel de Rusia
yo la comparto. Creo que es la que estamos manteniendo. Lo he dicho en mi
primera intervención. La Unión Europea tiene un papel que jugar en
relación con la interlocución con los serbios y, por lo tanto, no
debiéramos dejar que la situación estuviera en manos del viceministro,
señor Churkin, que, por muy valioso que sea y por muy eficaz que pueda
ser en la negociación, no parece que sea él solo quien deba llevar esa
parte de la negociación. Su contribución es bienvenida, es muy útil,
pero, sin duda alguna, hay por parte de la Unión Europea una
responsabilidad en ello.

El problema que plantea el señor Espasa es de acento, pero básicamente en
los temas fundamentales estamos de acuerdo. Es verdad lo que él dice, y
lo reconozco, lo hemos reconocido todos, que en el planteamiento de los
«air strikes», de los bombardeos, hay una cierta limitación, porque
cuando un bombardeo no va unido de la ocupación del territorio por parte
de la infantería, sabemos, en términos militares, que eso tiene unas
limitaciones. Pero, sin duda, también los «air strikes» representan unas
acciones positivas. Es decir, el destruir baterías que se sabe que están
disparando o el actuar concretamente sobre un lugar donde se producen
armas, etcétera, supone una acción muy positiva para el objetivo que
deseamos, que es el objetivo de la paz.

Sobre presión-negociación, negociación-presión, yo creo que son conceptos
conmutativos --nos metemos en un debate estrictamente lingüístico-- y que
hay que hacer las dos cosas. Hay que negociar y que presionar. El orden
de los factores no altera el producto en este caso, y lo importante es
que tengamos éxito en ese proceso mixto de presión-negociación, que el
señor Espasa maneja tan bien, seguramente recordando viejos tiempos
sindicalistas. Pero, a mi juicio, esa dinámica presión-negociación es la
dinámica correcta.

En cambio, sí deberíamos ser muy estrictos en la defensa de las fuerzas
de Unprofor sobre el terreno. Lo que no podemos admitir (y no debiéramos
admitir en ningún caso) es que las operaciones de los serbios puedan
poner en dificultades físicas reales, por voluntad estricta de los
serbios, a las fuerzas de Unprofor. Creo que la «clause air support», la
resolución 836, en la parte que corresponde a la defensa de la vida y de
las misiones de los Cascos Azules, debe ser estricta por parte de
Naciones Unidas. Por tanto, ahí tiene que tener el Secretario General
todo el apoyo; al menos yo creo que debe tener el apoyo de nuestro país y
el de la Unión Europea y Estados Unidos, y creo que debe tener también el
apoyo de Rusia, que en algunos casos ha entrado en alguna contradicción.

Las declaraciones de Churkin, no hace muchos días, sobre la posibilidad
de que algún soldado ruso fuera tocado por alguna bala o alguna bomba que
procediera de los bombardeos de las Naciones Unidas, debería completarse
con el corolario subsiguiente de esa expresión: que si algún soldado
ruso, español, francés o inglés fuera tocado por una bala serbia,
serviría la misma argumentación para que fueran defendidos por las
fuerzas de Naciones Unidas. Yo ahí sí que creo que debemos se estrictos,
por el respeto que debemos tener todos a lo que son las Naciones Unidas.

Además, eso que se ha dicho de que, en el fondo, puede ser una posición
egoísta, entre comillas, porque se defiende a los cascos azules y no se
defiende a los ciudadanos que los cascos azules tienen que defender,
pienso que no es correcto, porque al defender a los cascos azules se está
defendiendo también a los ciudadanos, a cuyo servicio están los cascos
azules. Lo otro, que es una posición que a veces se ha mantenido desde
algunos segmentos de las opiniones públicas, sobre todo americanas, me
parece que no conduce a nada.

Y una palabra sobre el levantamiento del embargo de armas. El
levantamiento del embargo de armas, que era una posición no defendida por
la Unión Europea, y hasta cierto punto defendida, en algunos momentos con
una cierta pasión, por el Gobierno americano, creo que en este momento no
es defendida con la misma pasión. Las propias declaraciones del
Presidente Clinton de esta madrugada lo ponen de manifiesto: ya no hay
esa idea de que el levantamiento del embargo de armas puede ser la
solución al problema.

Al Diputado señor Martínez quiero agradecerle, lógicamente, sus palabras
de apoyo y de comprensión. Y quiero insistir en que es verdad lo que él
afirma sobre la inflexión



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en Croacia. Sin duda ninguna, es la noticia más positiva que hemos tenido
en los últimos meses. Yo todavía recuerdo cómo, no hace muchos meses,
cuando visité Zagreb, todavía había una implicación del ejército regular
croata en la guerra. Hoy, afortunadamente, no está el ejército regular
croata ni los croatas serbios están involucrados en la guerra.

Planteaba el señor Martínez, primero, que los serbios de Bosnia no estén
incluidos en los acuerdos de Washington, ni en los corolarios; es decir,
que la oferta que se les ha hecho de que se incorporen a la Federación no
la han aceptado, y lo más que pueden aceptar es el planteamiento de la
Unión Europea de una cierta unión laxa, pero que configure una unidad,
digamos, Bosnia-Herzegovina. Y, segundo, el aislamiento creciente de
Belgrado. Quizá es verdad que Belgrado desaparece, al menos, de los
grandes titulares de los periódicos, pero Belgrado no está aislado en
este momento y las presiones se están realizando fundamentalmente sobre
Belgrado. La autonomía que puedan tener Karadzic y Mladic sobre Milosevic
es algo que no debemos presuponer y seguir presionando sobre Milosevic
para que él, a su vez, lo haga sobre Mladic y Karadzic.

Por lo que se refiere a la presencia turca en Bosnia, la posición de la
Unión Europea --debatimos este tema no ayer pero sí en Ioannina-- es una
posición abierta en el siguiente sentido. Si es verdad que necesitamos
tropas, si es verdad que las necesitamos para defender lo que hemos
declarado que tenemos obligación de defender, y hay países que ofrecen
tropas, pues hay que considerarlas en sus propios méritos y en cada caso.

La Unión Europea, en este momento y estudiando cada caso, entiende que el
llevar la historia hasta sus últimas consecuencias en el ayer nos
llevaría seguramente a que, con dificultad, las tropas francesas podrían
estar en algunos sitios donde están, las tropas belgas en algunos sitios
donde están, las tropas británicas no podrían prácticamente estar en
ningún sitio, etcétera. Por lo tanto, tendríamos que pensar las cosas con
una perspectiva nueva. Lo que sí es verdad que no podríamos admitir es
que tropas fundamentalistas islámicas estuvieran en Bosnia; creo que eso
sería echar más leña a un fuego que nadie desea avivar. Pero hay que
considerar la presencia de las tropas turcas y habría que considerar, sin
duda, la presencia de las tropas italianas. Italia en este momento no
tiene la posibilidad de estar, con tropas de Naciones Unidas, en
Yugoslavia, pero seguramente sería razonable que las tropas italianas sí
pudieran estar.

Al Diputado señor Moya, que hace cuatro preguntas, debo decirle que la
relativa al embargo de armas y levantamiento de sanciones ya la he
contestado. Con respecto a los escudos humanos, sin duda ninguna, hay que
actuar para que las tropas de Naciones Unidas no puedan se rehénes o
escudos humanos. Por cierto, tengo que decirles --no se lo he dicho
anteriormente-- que hay un capitán español que en este momento está
retenido, para cuya liberación se han hecho todas las gestiones
pertinentes con el Gobierno de Belgrado, pero siempre salvando lo que es
el deseo del Ejército español, de nuestros mandos, puesto que el capitán,
desde el punto de vista de mando, depende de las tropas de Naciones
Unidas. No es un oficial en misión del Ejército español sino en misión de
Naciones Unidas, y las gestiones, digamos, de carácter militar las está
haciendo Naciones Unidas. Nosotros, lógicamente, hemos realizado las
acciones políticas correspondientes con Belgrado.

En cuanto al doble juego político-militar de Karadzic y Mladic, sin duda
lo están haciendo y los ejemplos son tremendos. Mientras firmaba Karadzic
el alto el fuego con Akashi, los tanques de Mladic prácticamente unos
minutos después estaban entrando en la ciudad, rompiendo el acuerdo que
Karadzic estaba firmando. La pregunta que creo que subyace en su
reflexión es: ¿Dónde está el mando? Yo creo que la contestación también
es muy clara: El mando está directamente, en este momento, en manos del
general Mladic.

Gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.




--ACERCA DE LA EVOLUCION DE LA REIVINDICACION ESPAÑOLA SOBRE GIBRALTAR,
TENIENDO EN CUENTA LAS ULTIMAS ENTREVISTAS CELEBRADAS ENTRE LOS MINISTROS
DE ASUNTOS EXTERIORES DE ESPAÑA Y DEL REINO UNIDO. A SOLICITUD DEL GRUPO
PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente 213/000230.)



El señor PRESIDENTE: Tenemos exactamente media hora de tiempo. Si nos
comprometemos a ajustarnos a esta media hora, podemos abordar la
comparecencia número 2, que se refiere, como ustedes saben, al tema de
Gibraltar. ¿Estamos dispuestos? (Asentimiento.)
Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: La verdad es que mis palabras van a ser
simplemente de incitación porque, como antes hemos hecho, nosotros
también preferiríamos que, como norma general, fuera el Ministro el que
empezara haciendo su exposición. Hemos pedido la comparecencia del señor
Ministro para que nos informara de los últimos acontecimientos con
respecto a Gibraltar, y no hace falta que digamos inicialmente mucho más.

Querríamos saber cuál es la situación del problema en función de las
reuniones, habidas o por haber, con el Ministro de Asuntos Exteriores del
Reino Unido y haremos nuestros comentarios inmediatamente después.




El señor PRESIDENTE: Señor Ministro, tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, con sumo gusto, voy a tratar de explicar a SS. SS. el estado
de las negociaciones o de las conversaciones con los británicos respecto
a Gibraltar y, más concretamente, a lo que S. S. se refería,



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la conversación que tuve con el Secretario del Foreign Office, el señor
Douglas Hurd, el 25 de febrero, en la que abordamos, aunque no fuera el
tema principal de las conversaciones, el tema de Gibraltar. El 23 de
marzo creo recordar que comparecí ante SS. SS. en esta Comisión y les
dije que existía la posibilidad de volvernos a reunir en el marco del
proceso negociador establecido en Bruselas antes de que finalizara el año
si, y sólo si, la intensificación de reuniones a nivel de altos
funcionarios avanzaba lo suficiente para que una nueva reunión supusiera
un paso concreto en el proceso negociador.

Desde la última vez que comparecí y di esta explicación les tengo que
decir que ha habido una aceleración en los contactos entre lo que hemos
denominado coordinadores del proceso negociador --que son, en términos
generales, los directores generales del área británica y española--; se
han reunido cuatro veces entre abril y diciembre, es decir, después de
1993, y lo han vuelto a hacer hace muy pocas fechas, pero les tengo que
decir que hasta este momento, desde mi perspectiva, no hay un avance
suficiente para volver a tener una reunión formal del proceso negociador
en el marco del proceso de Bruselas con los británicos. Siguen trabajando
los coordinadores de acuerdo con el plan del que les informé en la última
comparecencia, pero les tengo que decir que hasta que no haya un avance
en los temas sustantivos objeto de la negociación, yo creo que no
deberíamos tener una reunión de carácter formal.

La reunión en Doñana no se inscribía en ese contexto, por tanto no quería
sustituir lo que debemos mantener como bandera, que esas reuniones se
deben realizar en el marco y en el formato que se inicia en Bruselas, y,
en consecuencia, no formaba parte de ese tipo de reuniones, aunque
lógicamente en cualquier ocasión que un representante del Gobierno
español se entrevista con un representante del Gobierno británico, el
tema de Gibraltar tiene que estar en la agenda.

No creo que sea necesario repetir la postura del Gobierno sobre el fondo
del contencioso, lo conocen bien, lo comparten SS. SS., se lo he
reiterado en todas las ocasiones al Secretario Hurd y, como le he dicho
en todas las ocasiones, la posición del Gobierno español goza del
respaldo de todas las fuerzas políticas parlamentarias, por lo menos de
todas las que se han manifestado, y el Gobierno británico debe saber que
en un tema de esta trascendencia la posición de España es absolutamente
unánime.

Sí quiero volver a decir que, como he señalado tantas veces a la
representación británica, nuestro objetivo esencial es restaurar la
integridad territorial de España, y seguimos sin encontrar ninguna
argumentación en ninguna de las posiciones que Gran Bretaña está
manteniendo en los últimos años, ni en alguna que ha mantenido algún
miembro de su Gobierno, más concretamente la Secretaria de Estado de
Cooperación británica en el Parlamento Británico hace algunos meses, que
tuvo cumplida respuesta por parte de nuestra Embajada directamente porque
creemos que no es una posición que pueda ser aceptada por España.

Tengo que decir que hay que reiterar una vez más algo que SS. SS. conocen
y que me incitan a que lo haga, y yo creo que lo hago, que es decir a los
británicos que este contencioso está también frenando el pleno desarrollo
de una relación bilateral que debiera ser importante para ambos países y
que está covirtiéndose también en un obstáculo en sí mismo para los
progresos de la construcción europea. El hecho de que los Estados
miembros no hayamos podido todavía hacer realidad el convenio a Doce
sobre fronteras exteriores sin duda ninguna sigue estando ligado al
problema de Gibraltar.

Me parece que es de especial relevancia que conozcan SS. SS. algunos
aspectos sobre los que hemos insistido últimamente con nuestros
interlocutores británicos. El primero es el de insistir además que España
está empeñada en seguir trabajando, como lo venimos haciendo en los
últimos meses, para tratar de acercar posturas de manera que puedan darse
pasos en la resolución del problema de fondo. Segundo, que España respeta
a la población de Gibraltar y conoce que el Reino Unido tiene un
compromiso con ella, expresado en el preámbulo de la orden
constitucional. Sin embargo, insistimos una vez más que España rechaza el
uso abusivo que entendemos que el Reino Unido ha venido haciendo
tradicionalmente de ese compromiso, oponiéndose, de una parte,
artificialmente a la reivindicación territorial española y, de otra
parte, otorgándole una especie de veto permanente a la negociación.

Como les decía anteriormente, no hemos fijado todavía fecha para la
próxima reunión en el contexto del proceso de Bruselas --la próxima, como
saben, tendrá lugar en Londres--, porque, como les decía, no ha habido
avances que, en mi opinión, justifiquen la celebración de una reunión, y
básicamente, a mi manera de ver las cosas, por dos razones, primera,
porque los británicos tienen interés --y es un interés que en este caso
podemos compartir-- en que las autoridades locales de la ciudad se
incorporen al proceso negociador; lo hicieron hasta 1987 y entendemos que
los británicos --por lo menos eso afirman-- están trabajando en esta
dirección. Esa automarginación siempre la hemos lamentado, como
lamentamos que, como consecuencia de las medidas restrictivas aplicadas
durante los años 60, haya crecido en Gibraltar una generación entera que
se siente quizá más alejada de España y que vive anclada en esquemas del
pasado. Primera razón. La segunda es que, como ya les dije en la
comparecencia anterior, creemos que hay que establecer previamente
medidas de confianza tangibles que den una clara señal a la parte
española de que se entra en una etapa de avances concretos. Los
británicos saben --se ha dicho por activa y por pasiva-- que España ha
acumulado a lo largo de este proceso negociador --y algunas personas que
están en la sala lo conocen bien-- mucha desconfianza y mucho resquemor
con respecto a la posición británica, y no porque no se avance o se
avance de manera más lenta en un problema complejo, sin duda, y en un
problema histórico, sino porque, cada vez que se da un paso adelante,
inmediatamente la parte británica ha tratado de desvirtuarlo e incluso
claramente de incumplirlo. Ocurrió después de la declaración de Lisboa,
como tuvimos ocasión de comentar en la comparecencia de 1993, y ha
ocurrido también después de la



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firma de la declaración sobre el aeropuerto. La puesta en aplicación del
acuerdo contenido en la declaración conjunta sobre el aeropuerto no se ha
hecho hasta ahora exclusivamente por responsabilidad británica, y yo creo
que eso debe quedar absolutamente claro, y sería importante en sí misma
porque beneficiaría de forma indirecta la zona del Campo de Gibraltar,
aunque también lo haría en la zona del Peñón, y sin duda ninguna
constituiría una medida de confianza.

Por tanto, para resumir muy brevemente, vuelvo a decirles que seguimos
con las reuniones que nos propusimos tener dentro, insisto, del marco de
Bruselas, en los niveles de los equipos negociadores o coordinadores.

Creo que no debiéramos tener una reunión formal hasta que no hubiera un
paso que pudiera ser tangible en las cuestiones de fondo y, en cualquier
caso, que debemos seguir exigiendo que por parte de los británicos, que
tienen la máxima responsabilidad en este momento, se pongan en marcha
medidas de confianza que permitan que el justo resquemor y la justa
disposición de ánimo española en este contencioso puedan cambiar. Por
consiguiente, aunque la próxima reunión tendrá lugar en Lisboa, con sumo
gusto, antes de que se celebre, por vía de los grupos parlamentarios o de
sus portavoces, si hay alguna posibilidad de movimiento positivo, se lo
diré a SS. SS. En cualquier caso, en el ámbito comunitario y en los
ámbitos internacionales seguiremos manteniendo con la máxima tenacidad,
claridad y firmeza las posiciones que siempre hemos mantenido.

Sobre el tema concreto del convenio de fronteras exteriores, por muchas
que sean las presiones que seguimos recibiendo, lógicamente, de los demás
socios para que se desbloquee ese convenio, seguiremos manteniendo la
posición que hemos mantenido hasta este momento. El contencioso de
Gibraltar no debe impedir de una manera radical que España y Gran Bretaña
tengan relaciones en otros aspectos sobre una base sana, y eso es lo que
estamos tratando de hacer. Son socios de la Unión Europea, son socios de
la Alianza Atlántica, tienen responsabilidades muy grandes sobre los
temas relativos a Gibraltar, y creo que no sería adecuado que las
relaciones bilaterales entre España y Gran Bretaña, que sin duda tienen
que estar marcadas por esta mancha profunda, no tuvieran también otros
cauces para seguir resolviendo otros problemas, otras cuestiones de
interés para los dos países. Esa es la posición de España y es la
información resumida que les puedo dar a SS. SS. desde la última
comparecencia que tuvimos sobre esta cuestión. Creemos que la posición de
España en este momento --aunque sé que algunos grupos parlamentarios
entienden que se debiera presionar de una manera más ardiente quizá-- es
la más eficaz para resolver el contencioso histórico cuya resolución,
como saben SS. SS., no va a ser fácil, pero tenemos que seguir
manteniendo con tenacidad la posición española, que data ya de hace mucho
tiempo, que se inició en Lisboa, siguió en Bruselas y sigue en este
momento con la misma pasión, con la misma tenacidad y con la misma
perseverancia, siendo defendida por este y por cualquier Gobierno que
España tenga en el futuro.

Gracias.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Rupérez, brevemente.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Presidente, que no quepa la menor duda, por
supuesto, respecto al fondo de la cuestión que a nosotros nos preocupa no
sólo en este momento sino hace ya un tiempo, se lo digo francamente, no
solamente porque sea el Gobierno socialista sino porque desgraciadamente
las cosas adquieren una cierta inercia, y la inercia no es positiva. Nos
preocupa que se produzca una transmutación, una transmutación doble. Por
una parte una transmutación en el status, en el futuro de Gibraltar,
donde alguien comenzara a imaginar otras posibilidades que no fueran,
pura y simplemente, la retrocesión de la soberanía. Y en segundo lugar
otra transmutación que es, incluso, psicológicamente más grave, que es
llegar a hacernos a la idea de que eso no tiene solución, y entonces
nosotros aquí periódicamente decimos que tienen que devolverlo, incluso
nos ponemos serios con los británicos, pero en el fondo de nuestras almas
sabiendo o reconociendo, incluso inconscientemente, que eso no es
posible. Creo que lo que tenemos que hacer entre todos es luchar de una
manera muy contundente y muy firme contra esas transmutaciones. Además se
ha producido una tercera transmutación que está revelando en este momento
la dimensión del problema. Siempre hay en el trasfondo una dignísima
preocupación por parte de todos los españoles que tiene que ver con lo
que es una violación de nuestra integridad territorial, con lo que es una
mutilación de nuestra integridad territorial y, consiguientemente, lo que
tiene que ver con dignísimos y siempre respetables sentimientos
patrióticos, pero es que más allá de los sentimientos patrióticos, en
esta ocasión, quizá más que en otros momentos históricos --aunque la
verdad es que si a la historia nos referimos, prácticamente siempre ha
sido igual--, Gibraltar se está convirtiendo en un cáncer económico, en
un cáncer social, en un cáncer incluso de malas costumbres, en el sentido
más amplio de la palabra, y está afectando a una buena tercera parte
--que eso es Andalucía-- del territorio y de la población española. Eso
no es nuevo. Hace cuarenta y ocho horas leia una información que apareció
en el diario ABC, procedente de la agencia de prensa Europa Press, que
decía: El Gobierno británico mantiene un diálogo tenso son el Primer
Ministro gibraltareño porque éste se niega a aplicar en el Peñón la
normativa comunitaria sobre control bancario y financiero. Esto merece
una primera reflexión, incluso paradójica reflexión. Resulta que estos
británicos, que tradicionalmente han sido los que nos han acusado a
todos, y a nosotros en particular --y no nos preocupan esas acusaciones,
dicho sea de paso--, de violar la legislación internacional, en estos
momentos serían los que están en situación, por activa o por pasiva, da
lo mismo, de ser ellos los que incumplen la normativa comunitaria.

Tomemos nota, porque eso tiene que ver también con esa situación de
cáncer que se está creando no ya en las fronteras de nuestro territorio
sino prácticamente en nuestro mismo territorio. Consiguientemente, sería
conveniente que por parte del Gobierno español este tipo de
planteamientos se hicieran en este momento de una



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manera realmente contundente y radical. Puede usted quejarse de que
nosotros pedimos más firmeza, pedimos más firmeza, claro que pedimos más
firmeza, porque creemos que tenemos la razón de nuestro lado y porque,
además, creemos que por primera vez en bastantes años empezamos a tener
datos internacionales que juegan a nuestro favor.

Uno de los datos internacionales es que, efectivamente, puede ser cierto
que la actitud de los dirigentes gibraltareños en este momento no tenga
nada que ver con lo que es la concepción general de los intereses
británicos. Aprovechemos esa ventana de oportunidad, que dirían los
mismos británicos, pero al mismo tiempo hagámoslo de una manera
consistente con nuestros propios intereses. Por ejemplo, se ha producido
un dato que nosotros hemos recibido con satisfacción, entre otras razones
porque estaba directamente relacionado con una petición que hicimos en el
Pleno de esta Cámara al Ministro de Obras Públicas, que era precisamente
la alteración de los precios del puerto de Algeciras, de manera que
ninguna compañía española o no española estuviera justificada en la
utilización del puerto de Gibraltar con relación a unos fletes más
favorables. Sin embargo, hay alguna duda al respecto de compañías
españolas que algo tienen que ver con sectores públicos, y conviene
recordárselo. Pero eso, señor Ministro, es también una demostración de
que, a veces, quizá no únicamente su departamento ministerial sino otros
distintos de la Administración española no están debidamente alertados o
concienciados para tomar las medidas que, en el fondo, suponen la defensa
de nuestros propios intereses.

Yo creo que ésta es una de las cosas que debemos tener en cuenta en estos
momentos porque, repito, Gibraltar no es únicamente una razón patriótica
cuya reivindicación a todos nos honra, sino también una razón económica y
social de la máxima preocupación en estos momentos. Por ello hay que
tener en cuenta estos datos para que la Administración española,
conjuntamente, adopte todas las medidas que deba adoptar para ir, por un
lado, quitando razones, y por otro, también afirmando nuestros
planteamientos. Yo creo que, frente a esa Administración gibraltareña a
la cual nos enfrentamos en estos momentos, y a la que según los
británicos también ellos se enfrentan, aunque alguna duda me merezca al
respecto, no hay otra posibilidad que contundencia. Por supuesto --todos
lo hemos dicho-- que en la Constitución española cabemos todos, incluso
los gibraltareños, por supuesto que los gibraltareños tendrán en su
momento el derecho de optar por la nacionalidad española o de optar por
otra nacionalidad; nosotros no queremos a los gibraltareños españoles,
nosotros queremos el Peñón de Gibraltar español, que no es exactamente lo
mismo. Naturalmente, la Constitución española permite la utilización de
lenguas distintas, de sistemas educativos distintos, de sistemas fiscales
distintos, de sistemas de policías autonómicas diferentes, pero, si
perdemos de vista lo que es la reivindicación, nos encontraremos con un
problema permanente, y no sólo permanente sino con el riesgo de que
llegue a convertirse no únicamente en un peñón territorial que mantiene
un determinado status colonial absolutamente incompatible con tantas
cosas, sino incluso en un peñón en nuestra propia conciencia. Yo creo que
eso es lo que tendríamos que reivindicar y que recordar en estos
momentos. Por supuesto, en esa línea, este o cualquier otro Gobierno
español encontrará siempre, no ya nuestro apoyo y nuestro consenso, sino
el apoyo y consenso de todos los españoles.




El señor PRESIDENTE: ¿El Grupo de Izquierda Unida quiere intervenir?
(Pausa.) Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Santos.




El señor SANTOS JURADO: Muy brevemente, señor Presidente.

Nosotros creemos que lo deseable sería retomar esas líneas de
colaboración en las políticas de vecindad que últimamente están bajo
mínimos, sobre todo por la negativa de las autoridades gibraltareñas en
relación con la utilización conjunta del aeropuerto de Gibraltar y otras
situaciones de política local, si bien es cierto que es a Gibraltar y al
Reino Unido a quienes les correspondería hacer un gesto que facilitase de
alguna manera las cosas. Una mayor colaboración en temas como la
represión del contrabando de tabaco, de drogas y también del blanqueo de
dinero de dudosa procedencia --el portavoz del Grupo Popular ha puesto de
manifiesto que las autoridades británicas parece que están intentando
convencer a las autoridades gibraltareñas para que se aplique la
normativa comunitaria sobre este tema-- y el mismo tema del aeropuerto
serían buenas razones para realizar ese gesto necesario para poder seguir
avanzando en un asunto que se encuentra excesivamente estático. De no ser
así, señor Ministro, creemos que tendríamos que ir pensando en poner en
marcha otras ideas, evidentemente siempre en la línea de discusión que
corresponde a dos países amigos y socios de instituciones, como el señor
Ministro acaba de recordar (la Unión Europea o la Alianza Atlántica). Por
poner un símil, yo creo que estamos ante una partida de ajedrez en la que
España hace tiempo movió su pieza con políticas de buena voluntad en la
aplicación del acuerdo de Bruselas (hay que recordar aquí la apertura de
la verja, primero peatonal y después a vehículos), iniciando una política
de vecindad y colaboración que no ha sido correspondida en ningún momento
por las autoridades gibraltareñas ni por el Reino Unido. Reino Unido que
permanece estático y sin mover un solo dedo. Pues como en las partidas de
ajedrez, señor Ministro, creemos que si esto continúa así y no se aprecia
el más mínimo movimiento, quizá sea el momento de ir pensando en mirar
hacia el árbitro internacional y solicitarle su intervención, al menos
una mayor presión en los estamentos internacionales para avanzar en una
situación que desgraciadamente lleva el camino de convertirse en eterna.

Evidentemente, valoramos y apoyamos todas las medidas que el Gobierno ha
ido tomando en todos los foros internacionales. Hay que recordar aquí el
Convenio sobre fronteras exteriores, que brillantemente el Gobierno ha
ido llevando en los foros internacionales para impedir que Gibraltar
pudiera aprovecharse de una



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situación no deseable, y pensamos que, apoyando toda esa línea que está
llevando a cabo el Gobierno, habría que ir pensando en intensificar la
línea que anteriormente he intentado señalar.

Por nuestra parte, nada más. Muchas gracias, señor Ministro por su
comparecencia.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Contestando a
la intervención anterior, también quisiera agradecer a los grupos
parlamentarios el planteamiento que hacen de una cuestión sin duda
delicada, una cuestión que nos preocupa a todos, nos ha preocupado a
todos cuando éramos más jóvenes, nos preocupa hoy que somos un poquito
más talluditos, y espero que en el futuro nos siga preocupando, pero para
ver su solución.

Al Diputado señor Rupérez le diría que no le preocupen las
transmutaciones; no creo que haya ninguna transmutación en el
planteamiento de ninguna persona responsable en esas dos cuestiones, la
primera sobre el status de Gibraltar y la segunda sobre la posibilidad de
que vaya imponiéndose la impresión, la idea o el estado de ánimo de que
el problema no tiene solución. Espero que esa transmutación no se
produzca en ninguna de las conciencias ni de las mentes de las personas
responsables en este momento en el país, sea cual sea el papel o el lugar
que ocupen.

Es verdad que más allá del patriotismo, como decía bien S. S., hay un
problema sobre Gibraltar, que S. S. llamaba cáncer social o cáncer
económico. No creo yo que me escape mucho en la precisión de las cifras,
pero es verdad que muy probablemente del 15 al 20 por ciento del producto
interior bruto de Gibraltar está ligado a algún tipo de contrabando. Por
lo tanto es cierto que no es el ejemplo de comportamiento limpio desde el
punto de vista económico más eficaz que nos podamos dar los uno a los
otros.

Algunas modificaciones sí se han dado. Su señoría me citaba un diario
nacional, que a su vez citaba a una agencia de prensa nacional, que a su
vez debía citar al Financial Times que era donde estaba el artículo. El
artículo salió, un artículo muy largo y muy interesante. Su señoría da
una interpretación de ese artículo, pero permítame que le dé una
complementaria. El que el Gobierno británico asuma la responsabilidad de
que las normas comunitarias se cumplan en Gibraltar es algo que es
positivo para nosotros, y es muy positivo para nosotros y creo que algo
tiene que ver con las conversaciones de Doñana --ocurrió pocos días
después o pocas horas después de la conversación que tuve con el
Secretario del Foreign Office-- y creo que es importante que eso
sucediera después de un incidente que S. S. conoce, en la frontera de la
verja, de gran seriedad, que no ha trascendido públicamente, que
pretendemos que siga sin trascender, pero que S. S. conoce bien, con el
Gobierno británico.

Me parece que todas estas cuestiones ponen de manifiesto el espíritu y la
firmeza con que se siguen defendiendo los valores que compartimos sobre
lo que debe ser Gibraltar, sin riesgo de que la transmutación se produzca
en nuestras mentes ni en nuestras conciencias. A mí me parece muy bien y
le agradezco al Grupo Popular que nos espolee sobre esta cuestión; yo
creo que es positivo. No creo que las responsabilidades de Gobierno nos
hagan adormecernos en esta cuestión, pero no está mal que haya también
una percepción por parte de los británicos de que hay una presión desde
el punto de vista parlamentario y que hay una presión por parte del Grupo
Popular; Grupo Popular que coincide en los planteamientos genéricos
ideológicos con la representación que en este momento ocupa o tiene la
responsabilidad el Gobierno británico; es decir, que sepan también que
ésta no es una reivindicación del Gobierno, sino que es una
reivindicación del conjunto de la Cámara, y muy concretamente del Grupo
Popular. Por tanto, yo agradezco ese planteamiento, creo que es saludable
y es bueno también para que el Gobierno británico conozca con regularidad
cuál es el planteamiento que los grupos parlamentarios de estas Cortes
españolas tienen sobre esta cuestión.

Una palabra nada más sobre la ventana de oportunidad. Es cierto, creo que
esa ventana de oportunidad existe y no debemos permitir que se cierre.

Estamos tratando de utilizarla a nuestro mejor saber y entender y creemos
que algunos pasos se dan con la utilización de esa pequeña ventana de
oportunidad que se está abriendo en estos momentos.

Deseo decirle nada más que el cambio de los precios en el puerto de
Algeciras tiene mucho que ver con el Ministro de Transportes, con quien
tengo una profunda amistad, pero le quiero señalar que fue una sugerencia
que me hizo a mí, y fui yo el que hizo esa gestión con la compañía, que
no es una compañía pública, sino privada, la más importante, es Cepsa, y
creo que es una buena decisión el que eso se haya realizado. Yo presido
la Comisión interministerial y estamos tratando no solamente en el ámbito
del transporte sino en el ámbito del Campo de Gibraltar, al que ha hecho
referencia el Diputado representante del Grupo Socialista, en el tema de
las pensiones, en todos los temas que tienen que ver de una u otra manera
real, tangencial o colateralmente con los temas relativos a Gibraltar.

Seguiremos en esa misma posición y a lo que sí me comprometo es a que en
el momento en que se produzca algún paso sustantivo, con sumo gusto, a
través de los grupos parlamentarios o sus portavoces, si entendemos que
es la forma más eficaz de hacerlo, estarán informados puntualmente del
desarrollo de los acontecimientos futuros.

Al Diputado portavoz del Partido Socialista deseo agradecerle sus
palabras. Yo creo que en algunos aspectos del conflicto se puede hablar
de que la situación es estática, en algunos otros algún dinamismo o algún
movimiento se ha producido, en temas tan queridos para él como el Campo
de Gibraltar, desgraciadamente no de forma suficiente, pero seguiremos
trabajando con la cooperación de los alcaldes de la mancomunidad y de los
representantes de la zona, con la misma buena coordinación con la que
creo honestamente que en los últimos meses lo estamos haciendo.

Nada más, señor Presidente.




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El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

De acuerdo con lo dicho anteriormente, vamos a interrumpir aquí la
sesión. Debo recordarles, señorías, que con motivo del debate sobre el
estado de la Nación, el orden del día que habíamos previsto inicialmente,
como ustedes saben, tuvo que reajustarse y por eso se ha convocado una
nueva sesión de la Comisión para mañana por la tarde a las cuatro, pero
dependerá de cómo vaya el debate el que esa sesión se pueda realizar o
no.

El señor Ministro me dice que mañana por la tarde puede estar presente,
en cuyo caso podríamos tratar también la comparecencia que hoy no se ha
desarrollado. De todas maneras, la Mesa deberá seguir con atención el
desarrollo del debate de hoy y de mañana, y en función de cuál sea su
prolongación o no, tomará la decisión que sea necesaria, incluso pensando
en la posibilidad de que pueda desarrollarse la sesión el día siguiente,
jueves.




El señor MARTINEZ MARTINEZ (don Miguel Angel): Yo tenía entendido, señor
Presidente, que lo previsto era reunir la Comisión al terminar el Pleno,
y caso de que el Pleno, por alguna circunstancia, terminara a las doce o
doce y media, nos permitiría dar un buen empujón para poder liquidar por
la mañana algunos temas. Yo no cerraría esa posibilidad.




El señor PRESIDENTE: Desde luego, señor Martínez, estamos abiertos a todo
esto. En previsión de que no fuese así, el orden del día de la siguiente
reunión se estableció para empezarlo a las cuatro de la tarde, pero si
mañana por la mañana tenemos tiempo, podremos reajustarlo todo.




El señor RUPEREZ RUBIO: La otra previsión es que mañana no acabáramos a
tiempo y que por la tarde no se pudiera celebrar la Comisión. ¿En ese
caso la previsión sería que la reunión de la Comisión tuviera lugar el
jueves por la mañana?



El señor PRESIDENTE: Esta sería la idea que estamos manejando,
efectivamente. De todas maneras, tendremos que verlo sobre la marcha.

Muchas gracias.

Se levanta la sesión.




Eran las once y treinta y cinco minutos de la mañana.