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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 102, de 30/12/1993
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1993 V Legislatura Núm. 102
ECONOMIA, COMERCIO Y HACIENDA
PRESIDENTE: DON ANGEL MARTINEZ SANJUAN
Sesión núm. 9
celebrada el jueves, 30 de diciembre de 1993



ORDEN DEL DIA:
--Comparecencia del señor Ministro de Economía y Hacienda (Solbes Mira),
a petición del Gobierno, para informar sobre decisiones referentes a la
entidad Banco Español de Crédito, S. A. (Número de expediente
214/000033.)
--Comparecencia del señor Gobernador del Banco de España (Rojo Duque), a
petición del Gobierno, para informar sobre decisiones referentes a la
entidad Banco Español de Crédito, S. A. (Número de expediente
212/000421.)



Se abre la sesión a las diez y cincuenta minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señorías, buenos días.

Se abre la sesión de la Comisión de Economía que, como SS. SS. conocen,
tiene como puntos del orden del día las comparecencias del Ministro de
Economía y Hacienda y del Gobernador del Banco de España, para informar
sobre decisiones referentes a la entidad Banco Español de Crédito,
Sociedad Anónima.

Yo quiero decir, en primer lugar, antes de explicar el sistema que vamos
a seguir y que los portavoces conocen, que la Comisión de Economía se
reúne con una gran rapidez, con una gran celeridad dada la importancia
del tema que vamos a discutir y vamos a conocer en profundidad a lo largo
de esta mañana, no haciendo verdadera esa distorsión extraña que se ha
podido producir en cuanto a que el Parlamento no asume con rapidez los
problemas de la sociedad española.

Esta reunión urgente y la presencia amplia de los



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señores comisionados dan buen fe de que el Parlamento, el Congreso de los
Diputados, quiere asumir con rapidez y discutir un tema de vital
importancia para muchos ciudadanos de este país, para muchos accionistas
de este país, para el sistema económico y la credibilidad del sistema
financiero, de la economía española en el contexto nacional y en el
contexto internacional.

El desarrollo de la sesión se va a producir, de acuerdo con la reunión
mantenida entre la Mesa y los portavoces de la Comisión, con una única
comparecencia que va a tener dos partes seguidas. En primer lugar, tendrá
la palabra el Ministro de Economía y Hacienda, señor Solbes, para
explicar la posición del Gobierno sobre el tema que nos ocupa. A
continuación, tendrá la palabra el Gobernador del Banco de España, señor
Rojo, para dar también su punto de vista respecto al tema en cuestión que
vamos a discutir esta mañana para que, posteriormente, los grupos
parlamentarios puedan fijar su posición respecto al tema del orden del
día, así como para la petición de aclaración a los diferentes
intervinientes.

Este es el procedimiento que vamos a seguir. Los grupos parlamentarios
tendrán la palabra, como suele ser habitual en los grandes debates
parlamentarios de esta Cámara, de mayor a menor, cerrando el Grupo
Parlamentario Socialista.

Sin más dilación, le doy la palabra, en primer lugar, al Ministro de
Economía y Hacienda, señor Solbes, para que explique la posición del
Gobierno sobre la intervención del Banco Español de Crédito, Sociedad
Anónima. Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Muchas gracias,
señor Presidente.

Señorías, en nombre del Gobierno agradezco a la Comisión de Economía que
haya aceptado de forma urgente la comparecencia del Gobernador del Banco
de España y de mí mismo. Comparecemos para dar cuenta del acuerdo tomado
por la Comisión Ejecutiva del Banco de España de sustitución de los
administradores del Banesto, del Banco Español de Crédito, y del respaldo
que al mismo ha prestado el Gobierno.

Como saben SS. SS., el pasado día 28 me fue trasladado el acuerdo tomado
el mismo día por el Consejo Ejecutivo del Banco de España. Ese acuerdo
era de sustitución provisional de los órganos de adminstración del Banco
Español de Crédito. Dicha decisión fue adoptada en el ejercicio de las
facultades otorgadas al Banco de España por la Ley 26/1988, que en su
artículo 31 dispone que podrá acordarse la intervención de una entidad de
crédito o sustitución provisional de sus órganos de adminstración y de
dirección, correspondiendo adoptar las citadas medidas al Banco de España
quien, de acuerdo con el artículo 32 de la misma Ley, dará cuenta
razonada de su adopción al Ministro de Economía y Hacienda.

Corresponde al Gobernador del Banco de España, como máximo responsable de
la autoridad supervisora, dar cuenta en detalle de las circunstancias
precisas que llevaron al Consejo a la adopción del citado acuerdo.

Antes de iniciar su exposición, quisiera, sin embargo, proporcionar a SS.

SS. una idea general de la naturaleza de los problemas que afectan al
Banco Español de Crédito y que han hecho necesaria la actuación del Banco
de España para proteger los intereses de los depositantes, amparar el
normal funcionamiento del sistema de pagos, preservar la confianza del
público en el sistema bancario y que justifican el respaldo del Gobierno
en su función de velar por el interés general.

El acuerdo tomado el pasado día 28 supone el término de un proceso de
seguimiento a la entidad referida por parte de los servicios del Banco de
España, proceso cuyo inicio cabe situar en 1992 y de cuyos resultados el
Ministro de Economía y Hacienda ha sido puntualmente informado.

En noviembre de 1992 el Banco de España trasladó al Banco Español de
Crédito un conjunto de observaciones relativas a sus estados financieros,
que hacía necesario ciertos saneamientos y dotaciones en el balance de la
entidad. Esta presentó a la entidad supervisora un plan de actuaciones,
que fue aceptado en el mismo mes de noviembre. Posteriormente, el Banco
procedió a una ampliación de capital que supuso un aumento apreciable de
recursos propios.

A pesar de la puesta en marcha del plan de actuaciones comprometido por
la entidad y del aumento de recursos propios referido, la Inspección del
Banco de España empezó a poner de manifiesto, a partir del tercer
trimestre de 1993, un deterioro de la situación patrimonial de la entidad
de una magnitud muy superior a la esperada, y hacía aparecer una
necesidad de dotaciones y saneamientos mucho mayor que la inicialmente
prevista. En concreto, y de acuerdo con las cifras de la Inspección del
Banco de España, las necesidades totales brutas de saneamiento que, como
luego explicará con detalle el Gobernador, no pueden identificarse con lo
que popularmente se conoce como «agujero», están próximas a los 500.000
millones de pesetas.

Las causas principales de estas necesidades de dotación pueden resumirse
en tres. En primer lugar, la calidad de la cartera de crédito que obliga
a reclasificar como activos dudosos una proporción muy importante de la
misma. En segundo lugar, las minusvalías acumuladas en la cartera de
valores del propio Banco y de la Corporación industrial y financiera,
Banesto. En tercer lugar, otros saneamientos derivados del déficit de
dotación al fondo de pensiones y la necesidad de cargar a resultados
activos ficticios y gastos indebidamente activados. Este déficit de
saneamiento venía a incidir sobre una situación de recursos propios
insuficiente que, a su vez, era más grave por la excesiva concentración
de riesgos con el grupo económico no consolidable del Banco.

Por otra parte, la Inspección del Banco de España ponía de manifiesto una
debilidad de la cuenta de resultados ordinarios de la entidad, que
mostraba una capacidad de generar recursos inferior a la que podría
esperarse de una entidad de las características de Banesto. Este último
factor cobra una gran importancia al analizar las perspectivas a corto
plazo del Banco.




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En efecto, la posibilidad de recabar los recursos con que hacer frente a
las necesidades de saneamiento antes descrita está condicionada, en
último término, a la capacidad de remunerar esos recursos con los
resultados ordinarios del Banco. La situación puesta de manifiesto por la
Inspección exige la adopción por parte de los gestores de un programa de
saneamiento con aportaciones de recursos considerables, y de una
estrategia de gestión que permita prever razonablemente que dichas
aportaciones puedan ser remuneradas.

Frente a estas exigencias, y a juicio del Banco de España, la aceptación
del programa de saneamiento presentado por los anteriores gestores de
Banesto hubiera mantenido a la entidad en una situación de desequilibrio
patrimonial y de escasez de recursos propios, incompatible con el
cumplimiento de la normativa vigente, y le habrían hecho excesivamente
vulnerable durante un período de tiempo excesivamente largo. Dada la
relevancia del Banco Español de Crédito en nuestro sistema bancario, su
presencia en los mercados exteriores, teniendo en cuenta el posible
endurecimiento del entorno competitivo de nuestros mercados financieros
en el corto plazo, ello significaba un riesgo para el conjunto de nuestro
sistema financiero inaceptable para los criterios de supervisión
prudencial de un banco central.

Ante esta situación, y ante la posibilidad de aplicar cualquier otra de
las alternativas barajadas, la actuación por parte del Banco de España se
hizo inevitable. Entre las distintas fórmulas previstas por la Ley de
Disciplina e Intervención de Entidades de Crédito, la adoptada por el
Banco de España consiste en la suspensión provisional de los órganos de
administración del Banco Español de Crédito. Es, a mi juicio, la fórmula
que mejor se ajusta al objetivo primordial que se persigue: hacer posible
la reflotación del Banco como tal, pero es también el procedimiento que
menor perturbación causará en la estructura de nuestro sistema bancario.

Estas son, señorías, las grandes líneas del acuerdo adoptado por el Banco
de España.

En el Consejo de Ministros del día de ayer, el Gobierno otorgó su total
apoyo al mismo, respaldando así una actuación de la autoridad supervisora
encaminada a restablecer, en el menor tiempo posible, el equilibrio de la
entidad con el fin de proteger los intereses de sus depositantes y
garantizar el normal funcionamiento de nuestro sistema de pagos.

Sólo me resta añadir que en el día de ayer, de acuerdo con las
obligaciones de tutela que corresponden al Ministerio de Economía y
Hacienda, la Dirección General de Seguros resolvió suspender al consejo
de administración de La Unión y el Fénix y nombrar un nuevo consejo en
representación de los accionistas principales, Banesto y AGF, de común
acuerdo con los gestores de éstos. Su misión será garantizar el normal
funcionamiento de la entidad aseguradora hasta la conclusión del acuerdo
de fusión entre La Unión y el Fénix y AGF España.

Señorías, el incidente objeto de esta comparecencia es un hecho aislado
que responde a las características específicas de una entidad financiera
concreta, sin que en ningún caso afecte a la solvencia y solidez de
nuestro sistema financiero.

Lo ocurrido pone de manifiesto la validez del marco jurídico vigente para
hacer frente a estas situaciones excepcionales y la capacidad de las
autoridades responsables para resolverlas con la diligencia y prudencia
debidas, garantizando la protección de los derechos de todos los
ciudadanos.

Muchas gracias, señorías, y doy paso a la intervención del Gobernador del
Banco de España.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

A continuación, tiene la palabra el señor Gobernador del Banco de España.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Muchas gracias.

Señor Presidente, señorías, cumplo con gran satisfacción mi deber de
comparecer ante ustedes para informarles rápidamente en el tiempo de las
decisiones adoptadas el pasado día 28 por el Consejo Ejecutivo del Banco
de España en relación con el Banco Español de Crédito.

El Banco Español de Crédito se encuentra con unas necesidades totales
brutas de saneamientos que, según cifras de la Inspección del Banco de
España en base a la documentación que conoce, se acercan a los 500.000
millones de pesetas. Debo aclarar inmediatamente que esa cifra no debe
interpretarse como lo que en términos vulgares se denominaría el
«agujero» de Banesto, es decir, lo que los demás habrían de aportar para
sanear Banesto. Primero, porque la entidad posee un volumen muy
importante de recursos propios; segundo, porque no todos esos
saneamientos han de realizarse de modo inmediato y una actuación enérgica
puede conseguir una parcial recuperación de los créditos dudosos; y,
tercero, y en relación con lo anterior, porque Banesto tiene plusvalías
latentes y, una vez recapitalizado y reorientada la gestión, tendrá un
importante potencial de generación de recursos para coadyuvar a su
progresivo y pleno saneamiento.

Lo que sucede es que en las condiciones actuales de fragilidad financiera
de la entidad, y ante la necesidad ineludible de hacerla explícita en sus
cuentas anuales de 1993, de acuerdo con las exigencias del Banco de
España, sus posibilidades de obtener nuevas inyecciones de capital eran
muy limitadas y mucho más después del esfuerzo de captación de recursos
que había realizado en el verano de 1993 cuya culminación, prevista para
el otoño, en lo que se llamaba la tercera «tranche» de la operación, el
Banco se había visto ya obligado a posponer.

Estas limitaciones resultan patentes, en opinión del Banco de España, en
los programas de actuación propuestos por Banesto. La entidad tiene
claras posibilidades de salir adelante, pero sólo en la medida en que su
debilidad actual pueda ser superada mediante el apoyo explícito de todo
el sistema bancario español y el claro apoyo del Banco de España.

Es la convicción de la necesidad de esta operación la



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que ha llevado al Banco de España a acordar, el pasado día 28, la
sustitución provisional de los administradores de la entidad por un nuevo
órgano constituido por destacadas personalidades de la Banca, en el que
actuará como Presidente don Alfredo Sáenz Abad, hasta ese momento
Vicepresidente de BBV. Este órgano de Administración provisional queda
bajo la directa supervisión del Banco de España por haber sido designado
en el ejercicio de las facultades públicas que la ley confiere al Banco.

El nuevo órgano de Gobierno actuará siempre en el mejor y exclusivo
interés de los depositantes, accionistas y personal de Banesto. Su misión
es mantener la gestión normal de la entidad, confeccionar rápidamente un
programa de saneamiento en colaboración con el Banco de España y, en
definitiva, asegurar la estabilidad y el futuro de la entidad,
manteniendo en todo momento la plena confianza de los depositantes y de
los mercados financieros.

¿Cómo ha llegado el Banco Español de Crédito a la situación actual? El
problema que entiendo básico, y del cual derivan otros muchos, es la
política de fuerte expansión crediticia practicada por la entidad en el
período de 1988 a 1991, paralela a la aparición de los primeros síntomas
de recesión en la economía mundial y en la economía española, y cuando ya
las demás entidades bancarias estaban moderando sus respectivos ritmos de
expansión.

La expansión crediticia total de Banesto --aumento de la cartera
crediticia-- de 1988 a 1992 fue del 109 por ciento, aunque la de 1992 ya
fue más moderada, mientras que la expansión en el mismo período de los
grandes bancos fue sólo del 55 por ciento y la del total de la banca, del
64 por ciento.

Estas expansiones del crédito tan fuertes, superiores ampliamente a la
media del sistema, son muy peligrosas, como lo han mostrado los casos
recientes de otros bancos en el mundo. Lo son especialmente cuando los
demás bancos, en una situación de comienzo de recesión, están extremando
la prudencia y deshaciéndose de los créditos más arriesgados. La
experiencia internacional, bien documentada numéricamente, indica que
esos procesos de expansión tan intensos, que implican rebajar el listón
de la prudencia, tienden en general a generar problemas al cabo de un par
de años, cuando comienza a aflorar una fuerte morosidad. La intensidad de
esos problemas se agudiza, como es natural, cuando la economía entra en
una fase de recesión significativa, como la que ha vivido la economía
española en los dos últimos años.

Así, la proliferación de créditos dudosos y morosos comienza a
manifestarse progresivamente, aunque los problemas de gestión y control
interno de Banesto --a los que me referiré más adelante-- impidieron que
esa morosidad fuerte y creciente aflorase al ritmo adecuado, hasta que
fue puesta de manifiesto en la inspección del Banco de España iniciada en
1992.

Ese afloramiento insuficiente de los créditos morosos hizo también que
las provisiones de saneamiento practicadas por Banesto fueran situándose
proporcionalmente por debajo de las que iban practicando los demás
grandes bancos y el conjunto de la banca. Durante 1993, de nuevo, como
consecuencia de las inspecciones practicadas, Banesto elevó su nivel de
dotaciones. Para entonces, la proporción de créditos dudosos y morosos de
Banesto excedía muy ampliamente a la del conjunto de la banca. La calidad
de su cartera de inversión crediticia se había deteriorado
considerablemente.

Además, para soportar y apoyar esa fuerte expansión del crédito, Banesto
necesitaba incrementar también fuertemente sus recursos, tanto los ajenos
como los propios. Para reforzar sus recursos ajenos, para captar el
pasivo típico bancario, Banesto tuvo que actuar agresivamente y la subida
general de tipos pasivos y la llamada guerra del pasivo le contaminó más
que a otros bancos. El coste de acreedores en pesetas de Banesto sobre
saldos medios, que estaba situado en 1988-1989 en aproximadamente un 5,15
por ciento, había ascendido en el año 1990 al 7,40 por ciento y en el año
1991, al 7,80 por ciento. Para los demás bancos, el movimiento en ese
mismo período había sido del 5,05 al 7,05.

Además, para respaldar la expansión, Banesto tuvo que acudir con fuerza
al mercado interbancario. Esa apelación al mercado interbancario hubo de
aumentar en el año 1992, cuando la entidad, ante el encarecimiento de su
pasivo típico, decidió presionar más sobre el mercado interbancario,
generando finalmente una crisis de liquidez que hubo de llevar al Banco
de España a tener que prestarle su apoyo, obligando al Banco, por otra
parte, a sanear su situación en dicho mercado, cosa que Banesto hizo en
las semanas siguientes.

Además, Banesto necesitaba unos recursos propios para respaldar su
expansión. En parte, entró en operaciones de intercambio de paquetes
accionariales o de financiación para colocación de paquetes, al objeto de
reducir autocartera; operaciones de baja rentabilidad, en unos casos, y
que condujeron a pérdidas en otros. En parte, Banesto ha tenido que
obtener recursos propios mediante emisiones de deuda subordinada, que
implican un coste relativamente elevado.

La necesidad de recursos propios era más acentuada dada la concentración
muy fuerte de riesgos con su grupo de empresas. La constitución de la
Corporación industrial Banesto tuvo por objeto, entre otros, resolver
este problema, pues buscaba la generación de recursos de capital y la
disminución de su riesgo con el grupo mediante la colocación en el
mercado de una parte sustancial de la Corporación. Fue una operación
audazmente diseñada, pero a la que le vuelve la espalda la fortuna.

Cuando Banesto estaba desarrollando una gran campaña de altos costes para
lanzar la operación en los mercados internacionales, la crisis de Irak,
en agosto de 1990, hizo imposible la operación.

Banesto procedió entonces a vender las mejores piezas de la Corporación y
de su grupo para obtener plusvalías y generar recursos con los que
obtener mayor rentabilidad. Hay que señalar, sin embargo, que la
coyuntura había cambiado ya y la valoración de las empresas había caído
mucho. Además, el fruto de las enajenaciones realizadas lo invirtió, en
buena medida, en nuevas operaciones en



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sectores de alto riesgo y de baja rentabilidad a corto plazo.

Como resumen de todo lo que vengo diciendo, Banesto va encontrándose con
un activo que contiene un alto porcentaje de activos improductivos o de
baja rentabilidad. Por una parte, una cartera crediticia con un alto
porcentaje de créditos en mora o dudosos, que no le proporcionan
rentabilidad, porque o bien están en mora técnica o bien son de dudoso
cobro y, en ambos casos, sus intereses no se pueden registrar por
devengo, sino sólo cuando se cobran efectivamente. Por otra parte, se
encuentra con una cartera de participaciones de muy baja rentabilidad.

Además de la importancia de los activos con nula o baja rentabilidad y
del encarecimiento del pasivo a que me he referido, Banesto ha afrontado
unos gastos de explotación elevados resultantes de su esfuerzo en estos
años por, podríamos decir, dar un gran salto adelante. Ha realizado
gastos importantes como consecuencia de la contratación de personal de
alta calidad y alto coste. Ha incurrido en gastos generales muy
importantes de imagen y publicidad, y ha realizado una operación de
inversión en informática muy ambiciosa y rápida. He de señalar, por lo
demás, que la aplicación del esfuerzo informático puso su énfasis en los
aspectos comerciales y operativos, frente a los de gestión de riegos,
control interno o procedimientos contables, lo cual explica las
dificultades con que se encontró la Inspección del Banco de España, así
como el inadecuado conocimiento aparente de la alta administración del
Banco respecto de lo que estaba sucediendo, por ejemplo, en temas de
morosidad.

Todo esto lleva a un deterioro del margen de explotación de la entidad,
que se va a tornar claramente insuficiente para hacer frente al aumento
rapidísimo de las necesidades de saneamiento por aumento de la morosidad,
insolvencias, deterioro de la cartera de valores y riesgos con su propio
grupo. Esta situación obliga al Banco a tratar de generar beneficios
extraordinarios acompañados de otros que son poco más que artificios
contables u operaciones intergrupo.

¿Cuál ha sido, ante este problema, el comportamiento del Banco de España?
A una entidad supervisora siempre tiende a criticársele su intervención
en la crisis de un banco, o bien porque ha intervenido demasiado pronto,
sin dar ocasión a que el banco buscase por sí solo su solución y
saneamiento, o bien porque ha intervenido demasiado tarde poniendo en
peligro el sistema. A esto me permitiría decir, por un lado, que la
autoridad supervisora está en la obligación de dar oportunidades a la
entidad afectada para que, si es posible, corrija su rumbo por sí misma.

Segundo, que las inspecciones de bancos grandes son muy laboriosas y
complejas, especialmente cuando la organización del banco no es buena.

Tercero, que la entidad supervisora está obligada, por razones de
seguridad jurídica, a cargarse de razón antes de proceder contra una
entidad en dificultades.

Por otro lado, hay que decir que cuando la entidad supervisora cree haber
detectado con precisión unos problemas muy graves en una entidad, cuya
persistencia puede acabar teniendo efectos negativos sobre el sistema
financiero en su conjunto, está obligada a actuar con rapidez y con
contundencia.

Desde estos criterios, quiero exponer con detalle la actuación y el
comportamiento del Banco de España en relación con Banesto y su grupo. En
primer lugar, cuál ha sido la labor inspectora del Banco, qué intensidad
ha tenido, cuáles han sido sus motivaciones. La actividad inespectora del
Banco en el grupo Banesto se inicia en marzo de 1992 como consecuencia de
problemas detectados en la declaración de recursos propios de la entidad
y en relación también con la discusión sobre el volumen adecuado de
beneficios a declarar y, además, por la sospecha de que la expansión
crediticia que se había producido en los años anteriores tenía que estar
expresándose en una morosidad superior a la que afloraba en las cifras
del banco.

Efectivamente, en marzo de 1992 se inicia una inspección que dura seis
meses en la que se revisa la declaración de recursos propios mínimos de
la entidad, se estudian las dotaciones de los fondos de pensiones y se
examinan uno a uno los riesgos crediticios superiores a 750 millones de
pesetas.

En noviembre de 1992 el Banco estudia la Corporación Banesto. En vista,
por otra parte, del proyecto de fusión o venta con el Banco de Madrid,
filial de Banesto, en noviembre de 1992 el Banco de España inicia una
inspección de cuatro meses al Banco de Madrid. Además teniendo en cuenta
los problemas de tesorería de Banesto en el mercado interbancario, a que
ya me he referido, a finales del año 1992, el Banco de España, en enero
de 1993, inicia una inspección de tesorería y recursos propios de Banesto
con una duración de cuatro meses. Hay que añadir que las sospechas de
mayor morosidad y de necesidad del consiguiente saneamiento que ha
quedado pendiente después de la primera inspección en 1992, llevan en
mayo de 1993 a una nueva inspección de seis meses de duración en la que
se vuelve a analizar el fondo de pensiones, se analiza la cartera de
valores del Banco y de la corporación y se examinan, además, uno a uno
los riesgos superiores a 250 millones de pesetas hasta los 750 millones
de pesetas, puesto que ése había sido el límite mínimo de la inspección
del año anterior.

Finalmente, y tras una inspección de los supervisores de Estados Unidos a
Banesto Banking Corporation, filial de Banesto, y la sucursal de Nueva
York, en noviembre de 1993 se realiza una inspección de dicha filial y
sucursal.

En total, prácticamente dieciocho meses de inspección, con un enorme
esfuerzo, en el conjunto del grupo Banesto, para tratar de precisar la
situación de la entidad.

En base a estas inspecciones, ¿cuáles han sido las sucesivas actuaciones
del Banco de España para corregir los problemas de Banesto, pero también
para ofrecerle posibilidades de encontrar vías de saneamiento y
recuperación por sí solo?
La inspección empredida en marzo de 1992, que fue actualizada con los
estados contables a 30 de junio del mismo año, centró su atención
inicial, como ya he



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indicado, en el examen de la cartera crediticia con riesgos superiores a
750 millones de pesetas, con excepción de los riesgos contraídos frente
al grupo económico del banco. Estudió también la cobertura de los
compromisos por pensiones y, en fin, revisó la cuenta de resultados y los
estados consolidados de recursos propios. Los trabajos fueron
extraordinariamente laboriosos por la organización deficiente de la
entidad y quedaron cerrados en la última parte del mes de octubre de
1992.

Los resultados de la inspección pusieron de manifiesto la necesidad de
efectuar saneamientos por un importe de unos 104.000 millones de pesetas;
la incorporación incorrecta al valor teórico de las participaciones en la
corporación industrial de plusvalías por 54.771 millones de pesetas que
no cumplían los requisitos exigidos para su consideración a efectos
contables y, por último, diversos desajustes contables en sus cuentas de
resultados y en la declaración de recursos propios.

Una vez contrastados estos resultados con los representantes de Banesto,
la inspección del Banco de España los trasladó a la entidad como
conclusiones provisionales y apercibió a sus responsables sobre la
significación de estas necesidades de saneamiento con el fin de que
propusieran un plan de actuaciones dirigidas a subsanarlos y a reforzar
su situación patrimonial. Las observaciones y requerimientos
correspondientes fueron trasladados a Banesto en escrito de 23 de
noviembre de 1992.

El Banco de España subrayó a los responsables de la entidad que el examen
realizado cubría parcialmente la cartera crediticia, no se extendía a la
cartera de valores y no incluía un estudio de la valoración de sus
participaciones en la Corporación Industrial y Financiera Banesto, puesto
que eso no había sido tema tocado por la inspección del año 1992. Por
ello, insistió en la necesidad de tener en cuenta el impacto probable del
examen que realizaría a continuación e instó a la entidad a --cito--
«proceder de forma inmediata a la implantación de una aplicación
informática para el tratamiento de los activos dudosos y a adoptar las
medidas necesarias que garantizasen en lo sucesivo una adecuada
clasificación, seguimiento y cobertura de sus riesgos, de acuerdo con lo
establecido en la circular del Banco de España 4/1991».

El programa ofrecido como respuesta por parte de Banesto incluía la venta
inmediata del Banco de Madrid, cuyas negociaciones parecían cerradas en
el mes de diciembre, un programa adicional de desinversiones para
facilitar liquidez y mejorar la rentabilidad de Banesto y, en fin, un
programa de saneamiento de su activo y de recomposición de sus recursos
propios que sería emprendido por el nuevo consejero delegado de la
entidad. El Banco de España acabó el programa, que, aun con su carácter
provisional y parcial, iba en la dirección adecuada.

La situación patrimonial de Banesto aparecía entonces como débil, pero no
alcanzaba la gravedad puesta de manifiesto a lo largo de 1993.

Aconsejaba, en todo caso, un fuerte esfuerzo de capitalización, y los
responsables de Banesto diseñaron, en los primeros meses de 1993, un plan
de ampliación de capital de gran dimensión (de 130 a 150.000 millones de
pesetas) con proyección internacional, que permitiría subsanar las
debilidades detectadas y ofrecería a Banesto la posibilidad de mejorar su
cuenta de resultados y aclarar su futuro.

En estas condiciones, Banesto obtuvo de nuevo el apoyo de las autoridades
supervisoras, que daban así nuevas posibilidades a la entidad.

Entretanto, el deterioro manifiesto de la calidad del activo de Banesto,
las necesidades de saneamiento hechas públicas y el fuerte descenso de
los resultados habían contribuido a crear serias dificultades de liquidez
a la entidad en las últimas semanas de 1993. El Banco de España hubo de
abrir por ello líneas de préstamo de última instancia e imponer un plan
estricto de reducción de sus necesidades de liquidez y de su dependencia
de mercado interbancario. Estos incidentes pusieron de manifiesto fuertes
debilidades de organización y control interno en las áreas de tesorería y
gestión de la liquidez, cuyo funcionamiento fue sometido a examen por los
equipos de inspección en los primeros meses de 1993. Los resultados de
este examen fueron comunicados a la entidad a comienzos de marzo,
requiriendo una reorganización del área, y se hizo traslado provisional
de las necesidades de saneamiento estimadas que quedaron definitivamente
recogidas en un escrito dirigido a la entidad con fecha 6 de septiembre.

Finalizada la inspección del área de tesorería, que sería ampliada con un
examen de la situación patrimonial y financiera de las sociedades
instrumentales y de la Corporación Industrial y Financiera de Banesto,
los servicios de inspección del Banco de España reanudaron en el mes de
mayo el examen de la cartera crediticia, de la cartera de valores y de
las dotaciones necesarias para hacer frente a sus compromisos de
pensiones. De nuevo, las deficiencias de organización y los trastornos
sufridos por la entidad habían impedido el desarrollo y puesta en
funcionamiento de los procedimientos informáticos, de gestión y control
de riesgo de crédito, así como de clasificación de dudosos y cálculo de
dotaciones, de acuerdo con la normativa contable, requeridos a la entidad
por el Banco de España. En estas condiciones, la inspección reanudó un
análisis individualizado de los créditos cuyo importe superaba los 250
millones de pesetas; ello implicaba una revisión parcial de la situación
de los créditos examinados en 1993 superiores a 750 millones de pesetas
en la medida en que se los había encontrado dañados la inspección
anterior.

En resumen, tras haber realizado individualmente un conjunto de créditos
en 1992 que ascendía a 760.830 millones de pesetas, la inspección revisó
en el año 1993 la situación de los créditos clasificados entonces como
dudosos (253.296 millones de pesetas) y de otros 352.492 millones de
pesetas correspondientes a los riesgos del grupo económico de empresas
vinculadas a Banesto, más 339.286 millones de pesetas correspondientes a
los restantes créditos de importes comprendidos entre 250 y 750 millones
de pesetas. Así, han sido analizados individualmente expedientes de
acreditados con riesgos por un importe total de un billón 446.608
millones de pesetas, lo que representa el 47,1 por ciento de los riesgos
crediticios



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a 30 de junio de 1993, estimándose un déficit de provisiones mucho más
importante que el que había resultado de la inspección anterior. Los
servicios de la entidad, de Banesto, colaboraron además a examinar de
forma algo menos pormenorizada los créditos entre 25 y 250 millones de
pesetas, estimando un déficit adicional de provisiones para insolvencias
también considerable.

A estos déficit de provisiones por insolvencias vinieron a sumarse las
minusvalías estimadas en su cartera de renta variable (excluida la
participación de la Corporación Banesto), gastos activados y otras
contingencias y reajustes contables, déficit de dotaciones para fondos de
pensiones y, finalmente, unas minusvalías estimadas en la participación
directa de Banesto en su Corporación Industrial y Financiera. Todo ello
implicaba la constatación de que había un importante volumen de
necesidades de saneamiento cifrado --como decía al iniciar mi
intervención-- en cerca de 500.000 millones de pesetas.

El fuerte aumento del déficit de provisiones, calculado en el último
trimestre de 1993 en relación al estimado en la segunda mitad de 1992,
tiene, como se desprende de lo que he indicado, varios orígenes. Primero,
y básico, la ampliación de las áreas examinadas por una inspección entre
ambos años; después, el deterioro, por el transcurso del tiempo, de los
créditos calificados como dudosos en 1992, y, en fin, la entrada en mora
o en situaciones irregulares de 1993 de otros créditos anteriormente
calificados como normales.

Tan pronto fue conocida la magnitud del deterioro de los activos de
Banesto, se procedió a un examen minucioso de los resultados con los
servicios de la entidad, que inició de inmediato el estudio de un nuevo
plan de saneamiento y de capitalización en el mes de noviembre. Han sido
varios los programas que, de un modo orientativo, ha ido presentando la
entidad al Banco desde entonces, hasta culminar en un último programa en
los días recientes de Navidad.

Todo esto me lleva a lo que indicaba al comienzo de mi intervención. La
fragilidad financiera de Banesto que acabo de exponer tiene soluciones de
futuro, pero éstas exceden con mucho las posibilidades de la entidad para
encontrarlas por sí sola. La solución exige unas necesidades de
capitalización que exceden de las posibilidades de apelación de Banesto a
los mercados, especialmente tras la reciente ampliación de capital, como
lo prueban los programas de saneamiento sometidos por Banesto al Banco de
España en estas últimas semanas, programas insuficientes en la dimensión
de los saneamientos planteados, abundantes en solicitudes al Banco de
España y cortos en cuanto a la seguridad de obtener nuevo capital
rápidamente y en volumen suficiente.

En estas circunstancias, permitir la persistencia de esta fragilidad
financiera o aceptar programas voluntariosos, pero claramente
insuficientes, únicamente conduciría a un progresivo empeoramiento de la
entidad, que no sólo pondría en peligro la supervivencia de la misma,
sino que podría afectar también a la solidez del propio sistema
financiero en su conjunto.

En resumen, el Banco de España está obligado a ofrecer oportunidades de
saneamiento y reacción a una entidad bancaria que, por sus errores o por
la adversidad, o por una mezcla de ambas, está atravesando dificultades.

Esto es especialmente verdad en un período de recesión económica general,
y esto ha hecho el Banco de España con Banesto. Le ha ayudado en las
ocasiones en que se ha enfrentado con problemas de tesorería, actuando
como prestamista de última instancia; ha estado dispuesto a aceptar los
programas parciales que le facilitaran los ajustes en el tiempo; ha
aceptado programas de capitalización con colaboración y aportación
internacionales, que parecían poder situarle en condiciones de reaccionar
y despejar su futuro.

Pero existe un límite a esa actividad de apoyo, y ese límite aparece
cuando el problema alcanza dimensiones muy graves, y seguir aceptando
programas de resultados inciertos puede llevar a la entidad a una
situación irreparable, que, en el caso de un banco importante, puede
tener resultados negativos para el conjunto del sistema.

Alcanzada esa dimensión del problema, es preciso actuar con rapidez y
energía en beneficio de todos: depositantes, acreedores en general,
personal e incluso accionistas. Creo que en este caso el Banco de España
se ha cargado de razones para intervenir y para proponer una solución
colectiva, respaldada por el conjunto de la banca, apoyada por el Banco
de España y encomendada a gestores de la más alta calidad profesional,
que restablezca las previsiones de futuro de la entidad, tranquilice los
mercados y elimine riesgos potenciales al conjunto del sistema bancario
español.

Estoy convencido de que la situación de Banesto hoy es más sólida que
hace una semana.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que deseen fijar su posición? (Pausa.)
Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene, en primer lugar, la palabra el
señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Quiero comenzar agradeciendo al señor Ministro
de Economía y Hacienda y al señor Gobernador del Banco de España la
urgencia y oportunidad con que han solicitado su comparecencia ante la
Comisión de Economía del Congreso de los Diputados para explicar las
gestiones tomadas en el caso de Banesto. Había que ofrecer una
explicación tranquilizadora a la sociedad española y ambas autoridades lo
han intentado esta mañana.

El Grupo Parlamentario Popular ha asistido al desarrollo de los
acontecimientos con una serena preocupación. Nuestra actitud ha sido y
sigue siendo clara desde el instante mismo en que se desencadena este
proceso. Estamos firmemente convencidos de la solvencia de nuestro
sistema financiero, lo estamos respecto de su capacidad para absorber una
crisis de la envergadura como la actual.

En circunstancias como las presentes, para nosotros, por encima de
intereses partidistas, más allá de conveniencias particulares, lo
importante es conseguir un triple



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objetivo: en primer lugar, que no se perjudique el crédito internacional
de España; en segundo lugar, que se salvaguarde la solvencia del conjunto
del sistema financiero español, y, en tercer lugar, que se respeten
plenamente los derechos adquiridos de depositantes, trabajadores y
accionistas.

La responsabilidad más elemental nos impele a recomendar tranquilidad a
todos los más directamente afectados, puesto que lo peor en una situación
como la creada es la extensión del sentimiento de desconfianza. En
nuestra opinión, no hay razones objetivas para ella. Queremos decirlo así
no como una mera expresión de voluntad política, sino como un sentimiento
basado en la razón, en las razones del conocimiento del tejido de nuestro
sistema financiero y de nuestra realidad económica. Pero también estamos
convencidos de que como mejor se transmite confianza es conociendo y
difundiendo la verdad de los hechos, unos hechos a los que hay que dar el
relieve y la gravedad que realmente tienen.

Nos hallamos en medio de una crisis bancaria de envergadura. Esto es
indudable, pero tampoco es tan extraño, puesto que la crisis económica
que le sirve de marco es la mayor de la historia reciente de España. A
este respecto, es muy lamentable que se haya producido la crisis de
Banesto, puesto que no hace sino dificultar más la salida de esta aguda
crisis económica que amenaza con ser prolongada.

De cualquier modo, algo no encaja en la trayectoria de Banesto. Si las
dificultades de la entidad se han debido principalmente a deficiencias de
la gestión, el sistema de tutela y prevención a cargo de nuestras
autoridades económicas y manetarias debería haberlo detectado bastante
antes y corregido a tiempo. Si los problemas obedecen, primordialmente, a
los efectos de la crisis económica, no debe el Gobierno seguir
banalizando su intensidad, continuar frivolizando sobre una salida
próxima, sin que medie un cambio efectivo y radical de política
económica.

La solvencia del conjunto de nuestro sistema financiero es, sin duda,
alta --lo repito una vez más--, pero no se la puede mermar a través de la
permanencia de una crisis económica que eleva la morosidad del crédito
hasta cotas inadmisibles, que perjudica la calidad de las participaciones
de los bancos en la industria, en las empresas españolas o que
sencillamente estrecha, alarmantemente, los márgenes financieros debidos
a un descenso de tipos de interés que los impositores no aceptan porque
siguen teniendo altas expectativas de inflación.

En pocas palabras: si hoy podemos confiar en la superación de las
dificultades de Banesto es, fundamentalmente, gracias a la solvencia del
conjunto del sistema crediticio, un valor que hay que preservar ante
todo. La crisis de Banesto, señorías, es una lección que debemos aprender
con la máxima diligencia. En primer lugar, ha puesto a prueba los
mecanismos de supervisión prudencial de nuestro sistema bancario y, en
nuestra opinión, los ha puesto a prueba con resultados mediocres.

Cuesta admitir que de seis en seis meses se haya triplicado el déficit de
recursos propios de la entidad, pasando, desde junio del año 1992, de
53.000 millones de pesetas a 529.000 millones de pesetas, a septiembre de
este año.

Había que haber evitado llegar a una situación como la creada. Cuesta
realmente aceptar que la crisis de una identidad como Banesto no pudiera
ser encauzada por caminos, por procedimientos menos traumáticos. La
función tutelar del sistema bancario a cargo del Banco de España debe
funcionar con la máxima eficacia, una eficacia que le permiten las
amplias capacidades que le ha otorgado esta Cámara, al hacerlo, ha de
conseguir esa máxima eficacia en cualquier circunstancia, pero
especialmente cuando estamos a punto de tramitar en esta Cámara la ley de
autonomía del Banco de España.

Por otro lado, llama la atención que la ampliación de capital que Banesto
realizó el verano pasado contara con todos los beneplácitos de las
autoridades, incluido el de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Es algo difícil de entender cuando los desequilibrios patrimoniales y la
debilidad de la cuenta de resultados de la entidad tenían que haber sido
conocidos suficientemente por las autoridades. Precisamente para
clarificar este extremo, anuncio que el Grupo Popular va a solicitar la
comparecencia, ante la Comisión de Economía, del Presidente de la
Comisión Nacional del Mercado de Valores. Pretendemos con esta
comparecencia aclarar las circunstancias en las que se aprobó la reciente
y última ampliación de capital de Banesto, una reciente y última
ampliación de capital que seha convertido en la preocupación, en la
pesadilla de miles de ahorradores españoles. En un caso como éste hay que
hacer el mayor esfuerzo de clarificación posible. Hay que esclarecer, con
el máximo detalle, cómo se ha llegado a generar un desequilibrio en el
balance del Banco tan acusado como para motivar una acción contundente
del Banco de España, porque es obvio que un agujero de tal tamaño no se
engendra en poco tiempo, no aparece en pocas semanas. Aquí quiero
suscitar una primera cuestión al señor Gobernador del Banco de España:
¿Se ha actuado a tiempo por parte del Banco de España o ha habido una
demora que hoy podemos juzgar, que podemos calificar de excesiva? Una
segunda pregunta, también para el señor Gobernador, es la siguiente: ¿Ha
descubierto el Banco de España en su inspección indicios de
responsabilidad distintos a los estrictamente mercantiles? Y, en caso
afirmativo, ¿se ha puesto en conocimiento del Ministerio Fiscal estos
indicios? Y una tercera pregunta que deseo formular al señor Gobernador
aprovechando su comparecencia, es la siguiente: ¿Tuvo dudas el señor
Gobernador sobre la calidad del balance de Banesto que sustentaba la
ampliación de capital del verano pasado? ¿Conoció las dudas que tenían
determinados grupos de accionistas de la entidad?
Señor Gobernador, señor Ministro, el Grupo Popular reitera su confianza
en que las dificultades de Banesto tendrán pronta solución, pero, al
tiempo, sabemos que estamos ante un proceso complejo que si no se encauza
correctamente puede demorarse. La de hoy ha sido una primera
comparecencia ante la Comisión de Economía que ya he calificado de
oportuna, además de obligada. El



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Grupo Popular pretende que éste sea el cauce por el que discurra el
proceso abierto. Para ello solicitamos que la Comisión de Economía reciba
información directa, a través de sucesivas comparecencias, que doten al
proceso de máxima transparencia. Entendemos que de esa máxima
transparencia depende la elevación de la confianza de todos los
ciudadanos españoles, que asisten consternados a una crisis como ésta. En
esta línea, solicitamos que se abra un período extraordinario de sesiones
de la Comisión de Economía durante el mes de enero, en el cual
solicitamos ya la próxima comparecencia del señor Ministro y del señor
Gobernador para examinar la validez de las fórmulas que se han aplicado
para resolver la crisis, para conocer un primer balance de la evolución
de esas fórmulas.

Señorías, una crisis estructural de la economía como la que padecemos tan
sólo se superará con la marginación de los valores éticos que conducen a
la nada, como los hechos tozudamente acaban demostrando. Estamos al final
de una etapa, la que marcó aquella frase desdichada de: España es el país
donde gana dinero más rápidamente, que constituyó la filosofía de los
sucesivos gobiernos socialistas del señor González.

Señor Gobernador, señor Ministro, el Grupo Popular manifiesta su
preocupación por las consecuencias financieras que provocará el
saneamiento de Banesto. Obviamente, no se puede cargar más sobre las
maltrechas espaldas de las presupuestos públicos, habida cuenta de la
magnitud, de la importancia excesiva de nuestro déficit presupuestario,
que se ha convertido en un obstáculo infranqueable para la recuperación
económica. El auténtico desafío del plan de saneamiento de Banesto, el
que se proyecta para la entidad, es encontrar el medio para que la
financiación no suponga problemas adicionales para la maltrecha economía
de los españoles. Hemos, pues, de urgir, desde nuestro Grupo
Parlamentario, la elaboración y aplicación de dicho plan, cuyos extremos
deben ser hechos públicos, hechos explícitos cuanto antes.

Finalizo recogiendo las mismas palabras con que iniciaba esta exposición.

El objetivo irrenunciable para nosotros es garantizar la solvencia del
sistema financiero, algo que se logra con la clarificación al máximo de
las actuaciones que han jalonado esta crisis. Nuestro propósito, como
segunda fuerza política de esta Cámara, es contribuir a depurar las
responsabilidades de todo tipo que han llevado al actual estado de cosas,
y nuestro propósito es también el de contribuir a salvaguardar los
legítimos intereses de depositantes, trabajadores y accionistas. Para la
consecución de ambos fines realizaremos las iniciativas parlamentarias
que consideremos más eficaces, entre ellas destaca la solicitud de un
informe periódico a la Comisión de Economía de esta Cámara, solicitud a
la que antes me he referido.

Señorías, llueve sobre mojado en las dificultades que hoy padece uno de
nuestros mayores bancos. Ello es expresión de que la crisis económica
sigue presente, sigue con toda crudeza entre nosotros, algo que
acontecimientos como el de Banesto no hacen sino agravar. Hoy más que
nunca urge un cambio de política económica para que sea capaz de hacer
frente a los graves problemas que seguimos teniendo delante.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, tiene la palabra el señor Frutos.




El señor FRUTOS GRAS: Señor Presidente, señoras Diputadas, señores
Diputados, me siento un poco abrumado porque hacer lo posible para no
producir alarma, intentar salvarguardar a nivel internacional los
intereses económicos de todo el sistema financiero español y, al mismo
tiempo, dar tranquilidad a los ciudadanos, es bastante complicado, como
reconocerán SS. SS., cuando en todos los quioscos del país, en todos los
medios de comunicación está la noticia. La noticia es --luego veremos
cómo se concreta y se aclara en su desglose-- lo que se llama en términos
vulgares un agujero de medio billón de pesetas. Esta es la noticia. ¿Que
tenemos que tranquilizar al ciudadano? Claro que tenemos que tranquilizar
al ciudadano. Tranquilícense ciudadanos que haremos lo posible desde este
Parlamento para que las cosas no vayan a peor, para que mejoren, para que
haya alternativas y para que haya soluciones.

Debemos, al mismo tiempo, entender que hay una cierta o una gran
irritación social, incluso personal. Se dice que Banesto es un hecho
aislado, pero es que hay bastantes hechos aislados en el último período,
demasiados hechos aislados que configuran ya toda una filosofía.

¿Por qué se ha producido esto? Vamos a ver las causas. Se dice que había
indicios claros, rotundos, concretos desde el año 1992, desde hace 18
meses. Naturalmente, se demuestra que hay un control absolutamente opaco
de lo que es la banca en nuestro país. No hay un control democrático de
lo que es la banca, porque si hubiera un control democrático estos
indicios hubieran pasado inmediatamente por el Parlamento, por el
Congreso de los Diputados. El Banco de España o la Comisión Nacional del
Mercado de Valores sí conocían exactamente la realidad que había en este
momento y podía haber una información exhaustiva que, naturalmente,
salvaguardara el cargarse de razón jurídica y poder actuar con la rapidez
necesaria en el momento que hubiera un peligro evidente. Creo que el
peligro se gesta no en el momento del medio billón de pesetas, sino
bastante antes; en el momento que se detectan determinados riesgos y
determinadas aventuras en el quehacer bancario por parte de uno de los
principales bancos españoles.

Por tanto, es necesario clarificar las responsabilidades de cada uno,
absolutamente todas las responsabilidades: Banco de España, Comisión
Nacional del Mercado de Valores y, naturalmente, el Gobierno, de forma no
subsidiaria, sino como máximo responsable.

Por cierto, ¿cómo puede ser autónomo, como se planteó y se aprobó el otro
día, un Banco de España que tiene las responsabilidades que tiene, en
concreto las que acaba de utilizar en estos momentos en relación a
Banesto? ¿O es casual la intervención en esta Comisión de Economía de
Hacienda, en primer lugar, del Ministro de



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Economía y, en segundo lugar, del señor Gobernador del Banco de España?
Por tanto, si hay una responsabilidad no subsidiaria, sino fundamental,
por parte del Gobierno, debe expresarse exactamente en todo el
funcionamiento del sistema económico, del sistema financiero y,
naturalmente, también de este Parlamento en relación al control de todo
el sistema económico y del sistema financiero.

Lo sucedido es también en gran parte, a nuestro entender --y no quisiera
ponerlo en primer lugar frente a las responsabilidades concretas del
señor don Mario Conde y del Consejo de Administración de Banesto--, un
problema de política económica general. Una política económica fracasada
produce efectos en cascada, insolvencias, morosos, etcétera, que
repercuten en las cuentas de resultados. Es verdad que Banesto asumió más
riesgo que los otros grandes bancos en la captación de activos de forma
agresiva e irresponsable y en la concesión de créditos de una forma leve;
es verdad todo esto, pero también es verdad que hay determinadas
dificultades en otros bancos y no sería bueno esconderlo. Es bueno
tranquilizar al respetable, es bueno tranquilizar a la sociedad española;
pero, al mismo tiempo, se tiene que discutir a fondo en este Parlamento
la situación del conjunto del sistema bancario.

La evolución de la actividad económica real tiene gran incidencia, por
tanto --y así debe verse--, como la tuvo en otras ocasiones, por ejemplo
durante la década milagrosa de los Estados Unidos de América, en el
debate de las cajas de ahorro, en el debate del sistema financiero, en el
momento que había unas políticas bastante parecidas a las que se están
practicando en este país, en lo cual, naturalmente, los Estados Unidos de
América son abanderados y siempre pioneros. Por tanto, aparecerán más
elementos. Vale más que, de forma inmediata, este Parlamento, esta
Comisión y la comisión de seguimiento de la crisis de Banesto y de la
crisis que pueda haber en el conjunto del sistema bancario se ocupen de
forma regular y con todos los datos encima de la mesa. Las fuerzas
públicas de este Parlamento son suficientemente responsables para saber
qué tienen que hacer, qué papel deben jugar en el conjunto de la
sociedad; pero, al mismo tiempo, deben ser suficientemente responsables
para ir hasta las últimas consecuencias en la depuración de
responsabilidades en este proceso y, sobre todo, en articular un programa
de actuación que evite esto que se han llamado casos aislados, pero que
son demasiados casos aislados los que se producen.

Señores diputados, señoras diputadas, yo creo que se ha terminado una
época, una época que narcotizó con determinados datos a una parte
importante de la sociedad española; una época en la que han coincidido y
se han mezclado, conviviendo de forma caótica muchas veces, Rumasas,
Kios, ahora Banestos con Expo, Juegos Olímpicos, etcétera; es decir, una
época en que parecía que en este país todo era permitido porque dando una
patada en el suelo aparecía el dinero por todas partes. Esa época ya se
ha terminado y debemos empezar con un análisis riguroso y a fondo de la
economía española para ver si esta economía española puede ser realmente
una economía sana. El sistema financiero será un sistema financiero sano
--siempre puede haber algún exabrupto--: pero será un sistema financiero
sano en la medida que haya una economía española sana.

¿Y ahora qué? ¿Qué planteamos ahora? A nosotros nos interesaría, en
primer lugar, que con carácter inmediato se hiciera un desglose de ese
agujero de medio billón de pesetas; que se nos dijera en concreto qué va
a representar la promesa hecha por el señor Gobernador del Banco de
España y por el señor Ministro de salvaguarda, de preservación, de no
liquidación de 22.000 puestos de trabajo. De salvaguarda de los intereses
de unos siete millones de depositantes y, de los accionistas, en primer
lugar, de los pequeños accionistas. El gran accionista tiene que asumir
riesgos porque parece que el único riesgo que hay en este país, a veces,
es perder el puesto de trabajo. El gran accionista puede asumir riesgos,
pero el riesgo del pequeño accionista debe salvaguardarse. Y,
naturalmente, cómo garantizar los derechos y con qué programa.

El plan de actuación en lo inmediato es lo más urgente a debatir ya en
este Parlamento y en esta Comisión de Economía y Hacienda. ¿Quién
financiará el agujero? ¿Cómo? Aquí debe haber un proceso cristalino. Se
dice que, de forma subsidiaria, el Banco de España, el conjunto de la
banca, etcétera. Que no suceda que ahora pague el conjunto de la banca,
pero, progresivamente, vaya al escandallo del Banco de España, es decir,
de todos nosotros, de todos los ciudadanos. El saneamiento aparecería
luego en los Presupuestos y se produciría lo que se ha producido en otras
ocasiones (Banca Catalana, por ejemplo), un reflotamiento de la banca
privada, en este caso concreto Banca Catalana, y un reflotamiento en
general del conjunto de la banca cercano a los dos billones de pesetas
que han sido pagados por todos los españoles, pero sin un control
democrático a fondo por el conjunto de los españoles, es decir, por este
Parlamento.

Nosotros no avalaremos soluciones a lo Rumasa, opaca solución (sabemos
muy poco todavía de muchas de las operaciones de Rumasa), ni a lo Banca
Catalana, un escándalo pringoso, a pesar de las decisiones judiciales que
hubo en torno al mismo. No vamos a avalar alternativas ni soluciones de
este tipo.

Al mismo tiempo, nos gustaría descartar totalmente que en lo que acaba de
suceder, la intervención del Banco de España en Banesto, hubiera
cualquier atisbo de maniobra política. Nos parecería además de grosero
muy grave para el conjunto del sistema económico y financiero. Esperamos
que no haya ningún atisbo de maniobra política en función de aquello a lo
que cada ciudadano tiene derecho, es decir, de participación en la
política.

Y, naturalmente, para terminar, sin sustituir ningún mecanismo jurídico o
administrativo el Congreso debe disponer de inmediato --y ésta es la
propuesta que hacemos--, de una comisión de seguimiento garantizando que
se utilicen bien los fondos públicos y que éstos se transformen en
capital público en la medida que estos fondos



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públicos sirvan para el reflotamiento de un banco privado, como es
Banesto.

La Comisión de Economía, naturalmente, debería jugar su papel.

Indudablemente, el mismo Pleno del Congreso de los Diputados debería
jugar su papel porque estamos ante un problema muy importante y la
tranquilidad, la liquidación de todo atisbo de alarma hacia el ciudadano
vendrá determinada por el conocimiento exhaustivo de toda la realidad y
por tomar las decisiones que, naturalmente, en cada momento sean
pertinentes.

Supongo que todo el mundo es consciente de que con la acción del Banco de
España en relación a un problema gravísimo (si el problema tiene esta
gravedad, no había otra posibilidad que la de la intervención) se levanta
de nuevo la sospecha en relación a todo el sistema bancario, queramos o
no queramos; pongamos los parches que sean necesarios, liquidemos las
alarmas que sea necesario liquidar, pero pone de nuevo la sospecha en
relación a todo el sistema bancario. La intervención es la guinda que
faltaba a una sarta, a nuestro entender, de despropósitos
económico-sociales que empieza por decretazos, contrarreformas laborales,
enriquecimientos tramposos y continúa por estas acciones que se tienen
que adoptar en relación con una crisis tan grave.

Por tanto, la tranquilidad que se pueda transmitir, y que se pueda
transmitir a través del Banco de España y de la banca en general, del
Gobierno, de este Parlamento, debe darse pero no debe tener continuación
a través de las mismas políticas y de un control opaco de todo lo que es
el sistema económico y financiero. Aunque el Banco de España salva la
liquidez, no salva, naturalmente, la confianza en el sistema financiero,
en conjunto, erosionado con esta última acción. Esto se da, naturalmente,
a nuestro entender, con otra política económica que engloba precisamente
también la cristalina transparencia de lo que es todo el sistema
financiero (banca pública, banca privada) y, naturalmente, que cuando se
tomen decisiones que afectan al conjunto de los ciudadanos, se adopten
con la responsabilidad del sector público en todo lo que es el sistema
financiero español.




El señor PRESIDENTE: Señor Frutos, no dude de que la Comisión de Economía
jugará el papel que política y reglamentariamente le corresponde, siempre
que lo decidan los grupos, ante las propuestas que formalmente, y en
tiempo, se propongan por parte de los grupos parlamentarios.

Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), el señor Homs
tiene la palabra.




El señor HOMS I FERRET: Señor Presidente, también quiero agradecer al
Gobernador del Banco de España y al Ministro de Economía su presencia en
esta Comisión.

En primer lugar, en nombre de mi grupo, señor Presidente, deseo aplaudir
el acierto del Gobierno y también del Banco de España en solicitar la
comparecencia en esta Comisión de Economía para informarnos de las
circunstancias que han conducido a tomar la decisión de intervenir el
Banco Español de Crédito.

Creo que al margen de rumores y especulaciones, a veces interesadas, el
Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores, como el
propio Ministro de Economía, deben transmitir a la sociedad las razones y
los fundamentos que les ha llevado a tomar una decisión de tanta
trascendencia como la adoptada. Y creo, señor Presidente, que no hay
lugar más adecuado y marco más acertado que esta Cámara para realizar ese
acto informativo.

La crisis del Banesto tiene amplia repercusión en toda la economía y, por
consiguiente, debe informarse claramente de por qué ha sucedido, cuáles
son las medidas adoptadas para salvaguardar la solvencia, liquidez e
intereses de depositantes, accionistas, acreedores y el puesto de trabajo
de los propios empleados de la entidad financiera.

También creemos que es necesario informar sobre las actuaciones que van a
emprenderse para exigir responsabilidades a quienes las tuvieren, así
como cuál será la posición oficial frente a la salida de la crisis de
esta institución financiera.

Con todo, dejando a un lado los hechos concretos y las circunstancias
específicas, creo que hay que tener muy presente hoy y en esta Comisión,
señor Presidente, que corresponde sin duda al Gobierno y al propio Banco
de España hacer esa función informativa; pero por encima de ellos
corresponde a esta Cámara velar, y actuar si procede, para garantizar la
credibilidad del sistema financiero español. Por eso valoramos muy
acertada la iniciativa del Gobierno y del Banco de España.

En segundo lugar, quisiera transmitirles que la sesión de hoy no es una
sesión en la que los portavoces de los distintos grupos debamos emitir
juicios de valor y hacer sentencias frente a los hechos informados. Sin
duda, nos encontramos frente a unas circunstancias, a unos hechos y ante
una institución financiera que presenta situación de crisis, pero que
llevaba ya tiempo anunciando estos signos de preocupación, por lo cual a
este grupo parlamentario no le han cogido por sorpresa este hecho y estas
circunstancias. Nuestra posición frente a ellos la adoptamos con una
tranquila y serena preocupación. Yo creo que la serenidad debe priorizar
en estas circunstancias, porque tras la crisis de esta institución,
deberíamos intentar evitar males y consecuencias peores.

Creo, señor Presidente, que la intervención del Banco de España evita
riesgos de futuro, da tranquilidad a los clientes y acreedores del Banco,
da plenas garantías para la disponibilidad de depósitos y ahorros, puesto
que el Banco de España ha anunciado formalmente que responde plenamente
de todas las obligaciones de esta entidad. Por tanto, valoramos que esta
decisión y esta actuación son positivas y buenas.

Por consiguiente, sin ninguna duda, convalidamos la actuación que han
llevado a cabo el Banco de España y el Gobierno, y la valoramos atendidas
las circunstancias que en las últimas 48 horas se han ido gestando en el
mercado bursátil y en la rumorología del país. Las



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informaciones que ustedes nos han transmitido corroboran la necesidad de
haber adoptado estas decisiones. Este ha sido un buen reflejo del Banco
de España y así lo valoramos. En el peor de los casos, hoy podemos decir
que se han evitado males y daños que hubiesen sido irreparables. Esta
decisión y esta actuación dan estabilidad y garantías de continuidad. En
este sentido también hay que hacer constar el acierto de los bancos que
han adoptado una acción responsable, dando con ello imagen de gran
solvencia del sistema financiero español, lo cual creo es positivo para
preservar los intereses internacionales de nuestra economía. Por ello
deseamos transmitir hoy que se abandonen actitudes alarmistas que sólo
son interesadas --creemos que en todo caso son interesadas--, y que con
serenidad se aborde este nuevo problema económico-financiero que aparece
en nuestra economía.

No obstante, señor Presidente y señor Gobernador del Banco de España
también deseamos que esta institución que usted dirige salga al paso, de
igual forma y celeridad, ante rumores e informaciones que aparecen en los
medios de comunicación acerca de otras instituciones y entidades
financieras que, a veces, no se ven suficientemente amparadas para evitar
estos reflejos que de vez en cuando se producen en la sociedad al
quebrarles la solvencia o la confianza y tener pocas posibilidades de
informar en los momentos precisos de las circunstancias que a veces se
transmiten por los medios de comunicación. Creo que el Banco de España ha
actuado acertadamente en esta ocasión. Desearía también que en otras
circunstancias en las que se generan pequeños quiebros de imagen o de
confianza, también se actuara de forma que se garantizara la solvencia de
otras instituciones, en ocasiones más pequeñas, que también necesitan de
este amparo y esta solvencia que en todo caso debe garantizar el Banco de
España.

En tercer lugar, señor Presidente, señor Ministro, señor Gobernador, en
nombre de mi grupo parlamentario, quisiera también transmitir a esta
Comisión y a todos ustedes que este grupo cree que debe protegerse la
solvencia y confianza en el sistema financiero a la vez que deben
garantizarse los derechos de los depositarios, accionistas y acreedores
de Banesto y de cualquier institución financiera, por encima de cualquier
otro objetivo. Este debe ser el principal propósito a que deben conducir
las actuaciones de los responsables de las instituciones que hoy dirigen
la economía. Hay que evitar que la intervención de Banesto se convierta
en un serio problema para todo el sistema financiero que pueda generar
una pérdida de confianza en el mercado internacional, perjudicando la
captación de fondos en el exterior, la posible intermediación de las
transacciones económicas en nuestra economía o en el propio mercado
internacional.

Por consiguiente, señor Presidente, creo que se debe proteger a los
depositantes y a los pequeños accionistas del Banco. En este sentido
quisiera apuntar que no cabe reproducir costosas operaciones de
saneamiento para que, en todo caso, pudieran revertir en beneficio de
algunos principales accionistas o últimos gestores que han demostrado ser
mucho más eficaces en mejorar sus recursos propios que en cuidar de los
recursos de los accionistas de la entidad.

Señor Presidente, ante estas posiciones y estas cautelas, quisiera
formular algunas preguntas puntuales para que sea ampliada la información
a esta Comisión.

En primer lugar, quisiera plantear, sobre este nuevo órgano de
administración provisional que se ha nombrado, qué instrucciones ha dado
el Banco de España formalmente a dicho órgano de administración. Cuáles
son las opciones que se apuntan para el futuro del Banco. No se ha
hablado nada al respecto y quisiera conocer qué opciones de futuro se
apuntan para la continuidad de esa institución financiera. Puesto que se
baraja como probable la posible venta o la recomposición patrimonial de
la misma, quisiera, si es posible hoy, conocer algunas de las opciones de
solución futura que se van a promover desde el Banco de España para
superar la actual situación.

Creo que son correctas --ya lo he manifestado-- las actuaciones que ha
llevado a cabo el Banco de España, son fundadas, las apoyamos y las
valoramos positivamente, pero también debería garantizarse, señor
Gobernador, la neutralidad y la aquiescencia para la futura solución y la
superación del problema Banesto. No nos parecería adecuado que el Banco
de España de alguna forma pudiera dar a entender que secundaba
estrategias de determinadas instituciones financieras, que sin duda las
habrá obviamente, en la dirección de ir concentrando el sistema
financiero en unas pocas entidades bancarias. Creo que el Banco de
España, en todo caso, debería garantizar la neutralidad o la aquiescencia
de un proceso de superación de esta crisis y no apoyar o secundar
posibles estrategias que, sin duda legítimamente, van a existir en estos
momentos.

Este grupo desearía también conocer, señor Presidente, las razones por
las que el Banco de España ha nombrado como administradores
exclusivamente a altos cargos ejecutivos de otras entidades de crédito, y
no participa directamente en dicho Consejo de Administración. Si esto
responde a alguna posicion; es decir, cuáles son las razones por las que
el Banco de España ha nombrado como administradores exclusivamente a
altos cargos y ejecutivos de otras entidades de crédito privadas y no
participa directamente en dicho Consejo de Administración. ¿Responde a
algún criterio o a alguna posición determinada?
En cuarto lugar, ¿qué objetivos ha planteado formalmente el Banco de
España a los nuevos administradores a corto y a medio plazo? ¿Qué
compromisos del Gobierno, también del Banco de España (y del resto de
entidades financieras, lo que pasa que les eximo de su respuesta) se han
establecido o se han comunicado para afrontar el seguimiento del Banesto
en relación con las empresas de la corporación industrial? ¿Qué posición
tiene adoptada el Banco de España acerca del futuro de las empresas
pertenecientes a la corporación industrial de esta institución
financiera?
Quisiera también saber si el Banco de España en esta cuestión ha valorado
actuaciones para exigir responsabilidades a determinadas personas que han
estado



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dirigiendo el grupo financiero, y si esto se contempla o caben
actuaciones en este sentido.

Para ir terminando, señor Presidente, quisiera transmitir a la Comisión
que, en todo caso, apoyamos esta valoración final que han hecho el
Gobierno y el Gobernador, de que hay que actuar con rapidez y
contundencia. En ese sentido apoyaría esa posición final pidiendo al
señor Gobernador que efectivamente actúen con rapidez y contundencia para
superar las actuales circunstancias; que no demoremos la solución a la
futura continuidad de la institución; y que, en todo caso, no se demoren
estas actuaciones que hay que emprender para estabilizar la situación del
grupo bancario y que, por encima de cualquier otra cuestión, se preserve
la continuidad del grupo, por delante de otras estrategias dirigidas a
trocear este grupo financiero o distribuirlo en el sector financiero
español.

Creo que caben soluciones, usted lo ha dicho; ha dicho que caben
soluciones de futuro y compartimos esa posición. Hay que instrumentar
--dice usted-- lo más rápidamente posible estas soluciones. Que se haga
así, que con rapidez y energía de adopten estas soluciones de futuro.

Finalmente, señor Presidente, en nombre de mi grupo, quisiera comunicar
también que, por nuestra parte, desearíamos, que a lo largo de estos
próximos meses, los portavoces de esta Comisión tuvieran un contacto
permanente con la institución del Banco de España y con el Ministerio de
Economía para poder ir siguiendo, de forma directa y permanente, los
hechos y las actuaciones que se vaya adoptando. Nuestro grupo cree que,
con una instrumentación formal y un seguimiento permanente de los
portavoces, podría cubrirse esa etapa de seguimiento y garantía de este
proceso hasta el mes de febrero, cuando tendríamos ya institucionalizada
la posibilidad de comparecencias en esta Comisión de Economía.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Vasco (PNV), el señor Zabalía tiene la
palabra.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: También quiero agradecer, en nombre de mi grupo
parlamentario, la presencia del señor Ministro de Economía y Hacienda y
del señor Gobernador del Banco de España, las informaciones puntuales que
nos han hecho llegar y la rapidez con que han actuado. Creo que ésta debe
ser la pauta para el futuro siempre que ocurran hechos que requieran el
conocimiento de la sociedad, en definitiva del Parlamento. Me parece que
ésta es una buena vía de actuación.

Desde nuestro grupo parlamentario y dada la rapidez con que han ocurrido
los acontecimientos, hemos hecho varias reflexiones. La primera, que la
situación es grave --creo que no es necesario afectuar una aclaración al
respecto-- y esta situación grave debe de empujar a que conozcamos mucho
mejor la situación exacta. Hasta ahora, los datos son alarmantes, pero
pueden serlo mucho más. Detrás hay todo un entramado de operaciones
nacionales e internacionales; está la Banca Morgan por medio; puede haber
salpicaduras socio-políticas; la profundidad de la crisis puede ser mucho
mayor. Aunque esto tenga la doble vertiente de poder asustar por una
parte, creo que es necesario conocer exactamente por el Parlamento cuál
es la situación real.

Para nosotros, desde luego, la primera preocupación es contrarrestar las
consecuencias inmediatas, poner los medios y los instrumentos necesarios
para preservar, a nivel interno, a todos los afectados, como pueden ser
los cuentacorrentistas, los clientes, los accionistas de la entidad, los
propios trabajadores. En estos momentos debe ser prioritario que se
pongan los medios necesarios para que no vayan a mayores las
consecuencias que se puedan derivar de esta situación para este
colectivo.

A nivel externo, también hay que tener en cuenta las repercusiones que va
a tener en el «ranking» bancario, las repercusiones que va a tener en
pérdida de imagen del sistema financiero español e incluso de la propia
imagen del Estado. Tenemos que ser conscientes de las consecuencias que
puede tener desde el punto de vista de cotización de acciones de todo el
sistema financiero, de cotización de la peseta y, sobre todo, que esta
imagen va a producir algo por lo que estamos permanentemente preocupados:
el hecho de que sea totalmente negativa para las posibles inversiones que
pudieran venir.

De todas formas consideramos que, indudablemente, la actuación del Banco
de España ha sido correcta, creemos que ha sido un acierto la sustitución
del Consejo Rector del Banco Español de Crédito, así como la
incorporación de los principales banqueros para intentar solucionar esta
crisis, pero fundamentalmente nos parece muy acertada la incorporación
del equipo gestor, equipo gestor de reconocido prestigio en la banca.

En cuarto lugar, consideramos desde nuestro grupo parlamentario que es
imprescindible, a pesar de todo, transmitir tranquilidad. Hay que
transmitir tranquilidad a la opinión pública y a la sociedad. A los
clientes, a los accionistas, a los trabajadores y, en general, a la
opinión publica hay que tranquilizarles y demostrarles que el Gobierno y
el Banco de España están en el buen camino para llegar a solucionar este
problema; que han puesto los medios necesarios; que están contando con
las personas idóneas para poder solucionar este problema. Creo que, en
estos momentos, es imprescindible el mensaje de situación controlada y de
que se han tomado las medidas correctas.

Pero lo que desde nuestro grupo parlamentario hemos observado es el hecho
de que de estas situaciones hay que sacar enseñanzas; desde luego, hay
una enseñanza clarísima para nosotros y ya lo hemos dicho en otros
momentos: la denuncia de la cultura del pelotazo. Creo que este es el
exponente claro de algo que venimos denunciando permanentemente: la
cultura del pelotazo. Hay que desmitificar a las personas que, como el
Presidente del Banco Español de Crédito, están siendo en muchos momentos
ejemplo para las nuevas generaciones. Creo que este es uno de los
aspectos más destacados. Desde nuestro punto de vista, hay que romper
este esterotipo del éxito, de la empresa fácil, de conseguir dinero y
poder. Hay que contraponer a esto lo que nosotros siempre hemos



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defendido desde nuestro Grupo Parlamentario Vasco, porque allí tenemos
muchos ejemplos: el empresario emprendedor, el empresario serio, honesto,
trabajador, que crea futuro y bienestar. Esto es algo que en estos
momentos se está demostrando claramente; es una de las enseñanzas más
claras, desde nuestro punto de vista.

Frente al éxito rápido, al poder del dinero, a utilizar todos los medios
necesarios para obtener un fin, ante los cazos, ante los sobornos, ante
la corrupción (y no quiero con esto dirigirme o criticar especialmente a
una persona, sino que estoy criticando una situación de hecho que se está
dando en nuestra sociedad), frente a esto tenemos que contraponer el
trabajo, la dedicación, la honestidad, la labor bien hecha, el
sacrificio, el amor al trabajo, todo esto que se estaba perdiendo. Este
es uno de los mensajes que nosotros queremos transmitir, es una de las
enseñanzas de la que queremos quede constancia, y para esto hace falta
estar siempre abiertos a que no ocurran estas cosas.

La primera reflexión que me hice cuando supe la noticia es qué hubiese
pasado si la famosa OPA del Banco Bilbao hubiera tenido éxito; cuál habrá
sido la primera reflexión que ha hecho don José Angel Sánchez Asiaín. En
estos momentos se habrá acordado, posiblemente, de aquella época. No
quiero ahondar en temas del pasado porque en estos momentos lo que nos
preocupa es el futuro como le preocupa a la sociedad, que todavía en
estos momentos se está haciendo muchas preguntas: ¿aquí termina la
historia del Banesto o empieza otra historia? ¿Se va a reflotar la
entidad? ¿Se va a absorber? ¿Qué hay detrás de esta situación? ¿Sólo hay
una mala gestión? ¿Por qué se puede permitir una sociedad como la
nuestra, que está en crisis, que se pueda llegar a estas situaciones?
Detrás de todo esto ¿hay un entramado mucho mayor? Aquí ha tenido que
haber apoyos institucionales, apoyos personales, apoyos de medios de
comunicación; ha tenido que haber de todo para que una persona pueda en
un período corto de tiempo, por muy hábil e inteligente que sea, llegar a
la situación a que se ha llegado. Esto es lo que está en la calle en
estos momentos.

Por eso, señor Presidente, señor Ministro, señor Gobernador del Banco de
España, creo que a partir de ahora lo que esta Cámara quiere y lo que la
sociedad quiere es información puntual y con total transparencia.

Queremos información con claridad, con luz y taquígrafos, porque es
necesario saber las consecuencias y hasta dónde puede llegar esta
situación.

Yo estoy convencido y nuestro Grupo está convencido de la preocupación
del Gobierno, de la preocupación del Banco de España, de que se están
poniendo los medios necesarios. Creemos, como he dicho al principio, que
la actuación del Banco de España ha sido correcta y ha sido importante,
nosotros la apoyamos, pero la actual situación de crisis económica en
España requiere que se tenga que tomar las medidas necesarias
inmediatamente y hacer un seguimiento continuo de la evolución de la
situación.

Desde nuestro Grupo Parlamentario estamos dispuestos a ofrecer el apoyo
necesario, puntual, para hacer posible que esta situación pueda llegar a
buen término. Y este ofrecimiento lo hacemos extensible tanto al Banco de
España como al Gobierno y, desde luego, al resto de los grupos
parlamentarios.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA:
Como han hecho los portavoces que me han precedido en el uso de la
palabra, quiero sumarme al reconocimiento por la urgente comparecencia
del señor Ministro de Economía y Hacienda y del señor Gobernador del
Banco de España.

Dicho esto, fijo el campo en el que queremos mantener nuestra
intervención, como declaración de principios, que coincide con lo que ha
dicho el señor Solbes, que comparto y apoyo, en la medida de
salvaguardar, en nuestra economía de mercado libre, todo nuestro sistema
financiero español, por razones que resultan prácticamente obvias. Al
mismo tiempo queremos tratar también de que el Gobierno se sienta apoyado
en salvaguardar todos los intereses económicos, sociales y laborales que
se vinculan a esta situación, que yo no dejo de calificar de escándalo
bancario.

Y paso a hacer las siguientes reflexiones y preguntas a ambos
comparecientes, porque me ha extañado que el señor Gobernador del Banco
de España sitúe entre 1988 y 1991 el período patológico, por llamarlo
así, de la política de fuerte expansión crediticia de Banesto, que
solamente hacia 1992 va a incitar a los servicios de inspección del Banco
de España, por lo que le he entendido, a actuar de una manera más
constante e incisiva.

Señor Gobernador, ¿cómo es que, existiendo el antecedente de las
declaraciones que hizo el anterior presidente de Banesto, el señor López
de Letona, que, cuando se encuentra con la situación de Banesto, hace
unas serias advertencias, después, durante el primer período del señor
Conde, nadie trata de ver si aquello que había denunciado, y que no fue
desmentido, el señor López de Letona se había corregido o no? Quizá
estuviera en lo que ha denunciado el Servicio de Inspección del Banco de
España de alto riesgo, los créditos, etcétera; cuando otros bancos
estaban en el 55 por ciento, Banesto se permitía el riesgo de estar en el
109 por ciento, sobre todo, señor Gobernador, con productos financieros
de alto riesgo. ¿Es que el Banco de España no tenía capacidad para
advertir de la salida de aquello que llamaban la cuenta única, las
facilidades de dar créditos al que domiciliara simples nóminas? El riesgo
no estaba solamente en los pocos que estuvieran por encima de los 750
millones de pesetas y la prueba es que el Servicio de Inspección del
Banco de España baja el listón hasta los 250 millones, en las últimas
inspecciones. ¿Qué pasa con esos miles y miles que precisamente no
detectaba el sistema informático? Usted lo ha dicho acertadamente, señor
Rojo. El sistema informático de Banesto, verdaderamente anticuado desde
un principio, cuando tratan de mejorarlo, no lo hacen por el control de
fallidos, porque es mucho



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más fácil controlar un fallido por encima de 750 millones de pesetas, ya
que son muchos menos. Es como lo que hace el Servicio de Inpección de
Hacienda del Impuesto sobre la Renta o del Impuesto sobre Sociedades; va
por arriba, porque por abajo se pierde, el defraudador de 5.000 pesetas
no interesa, interesa ir al gran defraudador por arriba.

Fundamentalmente, señor Gobernador, querría preguntarle si hay capacidad
para ver y analizar ahora todo el sistema de fallidos en franjas
inferiores a 250 millones de pesetas, porque a mí lo que me importa no
son las franjas sino la cantidad total del resultado de fallidos.

¿Cuántos miles de millones hay de fallidos en Banesto en este momento?
La segunda pregunta va en la línea de la efectuada por el portavoz del
Grupo Catalán (Convergència i Unió). ¿Por qué se nombra este Consejo de
Gestión o de Administración provisional y no otro? El señor Ministro ha
dicho que se ha utilizado la Ley de Disciplina del Sistema Financiero. De
acuerdo; pero la Ley de Disciplina del Sistema Financiero, como ustedes
saben, permite la discrecionalidad sobre quien se mande. Me sumo a esa
pregunta porque parece extraño, habiendo hecho las inspecciones de una
manera eficaz el Servicio de Inspección del Banco de España, para el que
no regateo elogios. Porque el que realmente va a conocer los datos y el
que va a conocer la situación desde dentro va a ser el nuevo órgano de
gestión. Caben preguntas y la primera que quiero hacerle es la siguiente:
¿Cuál es el «status» jurídico de los nuevos administradores, empezando
por su actual presidente don Alfredo Sáenz? ¿Tienen «status» de autoridad
delegada del Banco de España? Porque si no me tengo que sumar, y ya lo
hago, a la petición que hacía el portavoz del Grupo Popular de la
comparecencia del señor Croissier, Presidente de la Comisión Nacional del
Mercado de Valores. También pediría que comparezca este nuevo
administrador de Banesto, para que se me aclare si tiene una personalidad
jurídica de dependencia orgánica disciplinaria en todos los órdenes del
Banco de España, autoridad monetaria y, por tanto, sometida al control
del Gobierno de la nación y de este Parlamento. Porque parecería más
lógico, para evitar suspicacias, que se hubiera recurrido, por ejemplo, a
la Asociación Española de la Banca, por qué no. Ahí hay un Presidente, el
señor Leal, con acreditado currículum en el mundo administrativo de la
economía y de la banca. Si se dice aquí que los gestores nuevos se sacan
de la incumbencia directa de la autoridad bancaria y se llevan al propio
sistema financiero privado de sociedades anónimas, ¿cómo no se ha
utilizado el recurso de la Asociación Española de la Banca? Habría
despertado menos suspicacia si ese Consejo hubiese sido presidido por el
señor Leal, en su condición de actual presidente de esa asociación, antes
lo era el señor Termes.

Señor Gobernador del Banco de España, durante estos días usted ha hecho
una serie de declaraciones para transmitir tranquilidad y ha dicho que el
Banco de España ofrece una especie de crédito ilimitado. ¿Qué alcance
tiene esa declaración de crédito ilimitado? ¿Por qué no se recurre al
respaldo financiero del Fondo de Garantía de Depósitos? ¿Es que la banca
privada, para acceder a hacerse cargo de ese Consejo de Administración,
ha dicho sí, pero si no se tiene que utilizar los recursos del Fondo de
Garantía de Depósitos? Porque entonces nos encontraremos aquí frente a un
aval de crédito no dado por el Fondo de Garantía de Depósitos, sino por
el propio Banco de España y, por tanto, yo insisto en que la intervención
del Gobierno sea mucho más profunda.

Por último, quisiera hacer una serie de preguntas con mucha rapidez, para
no agotar el tiempo que reglamentariamente me corresponde.

¿Considera el señor Ministro que la Corporación Industrial Banesto es
viable sin el soporte financiero o gestor del banco, porque se la deja
fuera y, por tanto, sus órganos directivos pueden seguir siendo los
mismos?
En segundo lugar, creen ustedes --y esto va dirigido al Gobernador del
Banco de España-- en la política de descenso de los tipos de interés, que
ha sido curiosamente paralela durante 1993 a este deterioro de la
situación, que usted, con gran contundencia, nos ha denunciado, tanto de
la cartera del Banco Español de Crédito, de Banesto, como de las ventas
que hizo de sus joyas patrimoniales precisamente, porque empezó a
liquidar patrimonio, y usted lo ha dicho, con el agravante de que las
reinversiones fueron en compras también de dudosa rentabilidad. Hay que
decir aquí que se encontró apoyado por una política del Ministerio de
Industria, del anterior Ministro de Industria, del señor Aranzadi, que le
fomentó la venta de industrias incluso estratégicas, porque Banesto se
desprendió de su posición líder en el sector cementero, que fue incluso a
manos mejicanas. Parece que aquí se ha ido juntando el hambre con las
ganas de comer.

Quisiera que el señor Gobernador dijera en qué medida puede haber
afectado también a este deterioro de la situación de Banesto la bajada de
los tipos de interés. Porque usted ha dicho que una de las inspecciones
del Banco de España detectó la grave crisis de liquidez que existía en
Banesto y que tuvo que recurrir a los mecanismos del mercado
interbancario. ¿En qué medida ha perturbado ahí la salida de la bajada de
los tipos de interés?
La siguiente pregunta es, señor Gobernador, ¿ustedes recibieron alguna
consulta, duda, aviso o advertencia del grupo norteamericano JP Morgan, o
del fondo Corsair, que estaba operando? Porque tiene que llamar la
atención la atipicidad de la ampliación de capital de Banesto en esta
primavera, que solamente cubre los dos tramos pero está actuando ya de
una manera, digamos, atípica o heterodoxa en el mercado de ampliación
bancaria tradicional española un grupo como éste, como JP Morgan; si él
les detectó alguna situación para advertencia o ustedes generaron alguna
llamada al grupo JP Morgan. Porque esto no es un coto libre de caza en
actuaciones bancarias y menos con entidades que están fuera del sistema
de la Unión Europea, de la Comunidad Económica Europea anterior.

Quisiera terminar, señor Ministro, señor Gobernador, preguntándoles si
creen ustedes que es preferible reflotar



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a Banesto o propiciar, con el sistema que han puesto en marcha ustedes,
lo que sería una vía atípica de OPA, de OPA hostil, una OPA de la que no
se pudo hacer razón años atrás, que ahora pasara a ser absorbido por
otras entidades bancarias o propiciar, con este órgano que tienen ustedes
ahora, la absorción de Banesto. ¿Cuál de las dos alternativas? Porque
caben las dos: reflotar o ir a una absorción, aunque no empleen ustedes,
digamos, ortodoxamente la OPA.

Nada más. Seguirles incitando, señor Gobernador y señor Ministro, en el
celo de esta historia que acaba de empezar y de la que me imagino que
estamos ante la primera entrega.




El señor PRESIDENTE: Por último, por el Grupo Parlamentario Socialista
tiene la palabra el señor Hernández Moltó.




El señor HERNANDEZ MOLTO: En primer lugar, dentro de lo común de la
introducción de todos los grupos, de felicitaciones y agradecimientos,
quiero hacerlo extensivo al Presidente de esta Comisión y a los miembros
de la Mesa, por la diligencia con la que esta Comisión ha sido convocada.

Pienso que se ha hecho un buen servicio a la vida política y económica
nacional, obviamente a iniciativa del propio Gobierno, cuya presencia
también agradezco, tanto la del señor Ministro de Economía y Hacienda
como la del señor Gobernador del Banco de España, que hoy asisten a esta
Comisión en un clima quizá poco habitual, no sólo por el problema que
estamos viendo, sino fundamentalmente también por la casi unánime
valoración de las actuaciones que el conjunto del entramado
jurídico-financiero español ha tenido en las últimas horas. En este
sentido creo que cabe felicitarnos porque exista un reconocimiento, tanto
nacional como internacional, de la eficacia y de la diligencia con la que
la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el Banco de España y el
Ministerio de Economía y Hacienda, a través de su Dirección General de
Seguros, han actuado en las últimas horas.

En cualquier caso, ante el problema que estamos hoy discutiendo, esta
Comisión --y también ha sido denominador común de todas las
intervenciones-- tiene una obligación, una obligación real, contribuir a
esas actuaciones del Gobierno y del Banco de España para transmitir un
clima de confianza y de tranquilidad a los mercados financieros, también
a los colectivos más directamente afectados por la situación, tanto a los
depositantes de ese Banco como a los propios trabajadores y a los
accionistas. Quisiera contribuir a dar esa imagen de confianza y
tranquilidad, de verdad, no desde posiciones que, tras un análisis algo
dantesco de la propia situación económica y financiera, pueda parecer que
nuestra contribución a esa tranquilidad es forzada. Y digo esto, porque
en algunas de las intervenciones que quieren contribuir a esta situación
creo que se hace desde premisas y supuestos falsos, lo cual puede restar
credibilidad a esa imagen, que es indiscutible, de confianza y de
serenidad en el mundo financiero y en el mundo económico. Porque hoy, en
el ambiente en el que estamos es, fundamentalmente, un primer paso de un
proceso, que esta Comisión reciba información por boca de sus más altos y
cualificados responsables.

No obstante, no podemos estar de espaldas a lo que hoy es la preocupación
de muchos ciudadanos y, en este sentido, quizá pudiéramos correr el
riesgo de hacer de esta Comisión un seminario erudito o un seminario en
el que son más los responsables financieros o los asesores de empresa los
que pudieran estar atentos a su desarrollo. A mí me parece que esta
Comisión debe hacer frente a lo que los ciudadanos en este momento se
están planteando: ¿Cuál ha sido el problema que se ha planteado? ¿qué
problema es el que tenemos entre manos? ¿cómo se ha planteado? y, de
alguna manera, ¿quién es el responsable del problema que se ha planteado?
Sé que es muy tentador, cuando se hace este tipo de análisis, dejar
correr la imaginación y quizá las pasiones, incluso la tentación de
improvisar discursos de moralidad sobre la conclusión de este problema.

Mi Grupo quiere hacer un ejercicio de economía parlamentaria, pensando
que, desde luego, no es necesario ratificar nuestro código ético y moral
de la sociedad y que, desde luego, aunque imaginación y pasiones no nos
faltan, no es hoy el mejor momento para que formen parte de la pieza
parlamentaria a la que entre todos estamos contribuyendo. Al margen del
problema, al margen de que no es una empresa cualquiera la que está en
dificultades, sino una empresa financiera --y algunos parece que, cada
vez que hay problemas en este tipo de empresas, descubren la sensibilidad
del sector financiero nacional e internacional--, al margen de la imagen
pública o de la dimensión pública de alguno de los personajes implicados,
la obligación de esta Comisión, fundamentalmente, es decir a los
ciudadanos cómo se va a solucionar este problema, cuánto va a costar y
quién va a pagarlo.

Por eso, quizá sería hoy precipitado ir mezclando cuestiones, que tendrán
que ir surgiendo a lo largo de este proceso, de si hay responsabilidades
o no, si son de orden administrativo, si son de orden penal, si pueden
ser de orden fiscal, si realmente la solución definitiva del problema va
a ser que el Banco acabe de una u otra manera. Pienso que son preguntas,
seguro que bienintencionadas aunque algo ingenuas, porque si el
Gobernador del Banco de España o el Ministro de Economía hoy dijeran el
resultado definitivo de este proceso, supongo que tendrían que ahorrarse
el trabajo de los próximos meses, el trabajo del nuevo Consejo de
Administración y, probablemente, incluso, el trabajo de esta Comisión.

Esta Comisión debería hoy cumplir lo más fiel y responsablemente sus
funciones, respetando, además, otras instancias y, desde luego, sin tener
la tentación de querer sustituir a nadie, ni al Banco de España, ni a las
instancias judiciales, ni al Ministerio de Economía y Hacienda. Hoy no es
una mala ocasión también para, desde este Grupo Parlamentario, proclamar
algo que, aunque con tibieza, ha estado en algunas intervenciones y que,
como no tenemos en este caso falsas modestias ni timideces,



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queremos proclamar en voz alta, y es la confianza en el proceso y en los
responsables de la gestión de este problema, tanto en las instancias
gubernamentales, como en las instancias monetarias, en el sector
financiero en su conjunto, que es justo reconocer que ha tenido un
planteamiento a la altura de las circunstancias, como en las propias
instancias judiciales. No hagamos el escaso favor de querer solucionarlo
todo aquí y ahora, porque probablemente, si ese fuera el vano objetivo de
algún grupo parlamentario, podría verse frustrado por la obvia y evidente
imposibilidad de que eso, hoy, se produzca en esta Comisión. Además de no
mezclar los temas, yo creo que también haríamos un escaso favor si
confundiéramos el diagnóstico del problema, si hiciéramos una
intervención en la que pareciera que esta situación que se ha producido
era una especie de maldición divina y de situación inevitable, producto
de la crisis económica internacional o de determinada política económica.

Es posible que quien haga ese análisis también lo haga
bienintencionadamente, pero no por ello lo hace con menos nivel de error,
porque si se quiere pedir confianza al sistema financiero, si se quiere
pedir tranquilidad, si se hace una proclama en la seguridad de la
capacidad de gestión de nuestro sistema, eso se casa con bastante
dificultad con la capacidad con la que otros bancos han administrado la
crisis. Si la crisis es culpable de la situación de Banesto, parecería
que el horizonte del conjunto de las entidades financieras tiene un
futuro poco halagüeño. Nada más lejos de la realidad, máxime cuando,
además, estamos conociendo indicadores internacionales que sitúan a
alguna de nuestras entidades con solvencia importante en los «ranking»
del conjunto del sector financiero internacional. Porque es de escasa
consistencia que el incremento al do de la cartera de créditos que se ha
producido en esta entidad en los últimos meses esté directamente
relacionado con el escenario de la crisis económica; es realmente
discutible que la forma en que haya entrado en lo que se denominó la
guerra de pasivos de las entidades financieras este banco esté en el
paisaje de la crisis económica. Por cierto, se inició aquella guerra de
pasivos con opinión prudente --y yo creo que quien siguió los consejos
acertó-- tanto del Ministerio de Economía y Hacienda como del propio
Banco de España, cada uno, evidentemente, responsable de sus propios
actos. Y, desde luego, en una sociedad de mercado, algunos descubren que
la responsabilidad de los empresarios también es saber administrar bien
sus propios intereses y de los que se lo ceden. La verdad es que culpar a
la crisis económica, o a la política económica, de determinadas
operaciones de ingeniería financiera --que, al final, han resultado de
peritaje financiero y, desde luego, poco inteligente--, yo creo que es un
enfoque desacertado y, desde mi punto de vista, no demasiado congruente
con ese mensaje de tranquilidad que pretendemos dar a los ciudadanos. Y
si detectar un caso concreto, que ha sido atajado a tiempo, en el que las
instancias han actuado con reflejos y con eficacia, puede llevar a poner
en tela de juicio la solvencia del sector financiero en su conjunto, yo
creo que es hacer un escaso favor y, desde mi punto de vista, es hacer
también un análisis algo partidario del problema que hoy estamos
discutiendo.

Por tanto, señor Presidente, señoras y señores Diputados, yo, desde
luego, coincido y suscribo la demanda de información que por parte de
todos los portavoces de esta Comisión se ha solicitado. Bien entendido
que no hay voluntad por parte de mi Grupo de ir más allá de lo que una
Comisión pretende hacer, que es recibir información y tener comunicación,
no sustituir a otras instancias gubernamentales o institucionales. Y, en
ese sentido y para seguir contribuyendo al nivel de información, mi Grupo
no tiene que anunciar que va a pedir ninguna comparecencia más, puesto
que esta misma mañana en el Registro de la Mesa del Congreso ya ha
solicitado la presencia del Presidente de la Comisión Nacional del
Mercado de Valores, porque también consideramos que tiene una parte
importante en la acertada gestión del problema en las últimas semanas.

En ese sentido, y sin perjuicio de la presencia del señor Presidente de
la Comisión Nacional del Mercado de Valores, aprovecharía la oportunidad
para preguntar al señor Ministro su juicio sobre el papel que esa
Comisión ha mantenido en las últimas 48 horas y, fundamentalmente, en la
jornada bursátil de anteayer.

Poco más, señor Presidente, simplemente considerar que hoy ha sido una
buena ocasión para que el Parlamento cumpla la función que le
corresponde. Y será mejor ocasión todavía si conseguimos ajustar la
función de esta Cámara y de los grupos parlamentarios a la contribución a
ese proceso, a lo que es fundamental: dar estabilidad a un sistema que es
estable y que nadie discute que lo es, no desenfocar la realidad del
problema puntual ni de la capacidad que el propio señor Gobernador
suscribía de superarse en breve plazo. La verdad es que también hay que
aprovechar esta ocasión para hacer un planteamiento y un canto de
confianza a un sistema jurídico-financiero español que hace algunos años
fue duramente criticado por algunos grupos de la oposición; el tiempo
coloca a cada uno en su sitio y, desde luego, es el mejor remedio para
ver quién tiene la razón. Desde luego, para mi Grupo Parlamentario es una
satisfacción comprobar que aquellos argumentos de crítica a una
estructura jurídico-financiera en España estaban muy lejos de ser
razonados y razonables, porque se ha puesto de manifiesto que ha sido la
mejor garantía para solucionar un problema de estas características.

Nada más, señor Presidente, que reiterar mi agradecimiento al señor
Ministro y al señor Gobernador por su comparecencia en esta Comisión en
el día de hoy.




El señor PRESIDENTE: Para contestar a las intervenciones de los
diferentes grupos parlamentarios, voy a dar, en primer lugar, la palabra
al señor ministro de Economía y Hacienda y, posteriormente, al señor
Gobernador del Banco de España.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): En primer lugar,
querría agradecer a



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todos los grupos tanto el tono como el fondo de sus intervenciones. Creo
que ha sido un debate del que podemos concluir algunos elementos de
consenso, en mi opinión, importantes. Todos estamos convencidos de la
importante solidez del sistema financiero, que todos estamos también
convencidos de que el objetivo de esta operación es y debe ser garantizar
al máximo los intereses de los depositantes, de los trabajadores del
banco y, evidentemente, de los accionistas.

Mi intervención se va a limitar a los aspectos de tipo general, porque
pienso que debe ser el Gobernador quien introduzca los aspectos concretos
referidos específicamente a los puntos de discusión en el día de hoy,
pero permítanme hacer esos comentarios de naturaleza general. En primer
lugar, ¿las dificultades de Banesto son consecuencia de una determinada
política económica? En mi opinión, hay que responder rotundamente que no.

Creo que el señor Hernández Moltó ya ha aludido a este argumento. Es
cierto que otras instituciones financieras han tenido un comportamiento
absolutamente ejemplar durante este período y que incluso su situación
financiera es enormemente buena en las circunstancias actuales. Dicho
eso, sigo estando convencido de que estamos al final del período bajo y
que la situación está remontando.

En segundo lugar, ¿hay algún elemento de politización? Yo lo negaría
rotundamente. Incluso me preocupa que se haya podido suscitar una duda de
este tipo por quien dice que no debería existir la menor sombra de duda
sobre este punto. Para mí, después de la intervención del Gobernador,
creo que no existe la menor sombra de duda de que la actuación del Banco
de España ha sido absolutamente justificada por razones puramente
financieras y SS. SS. pueden tener la absoluta tranquilidad de que no hay
la menor sombra de politización en este tema.

En tercer lugar, se han planteado algunas dudas sobre si el sistema
actual funciona o no: son demasiados casos aislados, la independencia del
Banco de España puede ponerse en tela de juicio, existe opacidad. Mi
opinión es que el sistema ha funcionado de forma absolutamente correcta,
lo he dicho en mi intervención inicial y lo vuelvo a repetir. Creo que la
rapidez y la prudencia con que se ha actuado son dignas de apoyo total.

¿Existe opacidad? Cualquier entidad supervisora del sistema financiero
tiene que ser enormemente prudente respecto a sus actuaciones. ¿Es
compatible esa prudencia, esa discreción en cuanto al uso de la
información con el debido control parlamentario? Absolutamente sí. En ese
sentido puedo anunciar que desde luego por mi parte hay disposición
absoluta para informar a esta Cámara en el mes de enero, o cuando se
estime oportuno, sobre los diferentes puntos que se quieran plantear. Sin
embargo, sí quiero destacar, en cuanto a nuestra presencia en esta
Comisión o en el foro que se estime oportuno por los diferentes grupos,
que tendremos que buscar el equilibrio razonable entre la información y
la discreción.

Se ha dicho que hay que plantear una depuración de responsabilidades. Ni
me gusta la frase ni me gusta el momento. Yo creo que lo que hay que
hacer es salvar Banesto como primer objetivo en el momento actual.

Avanzar más en estas circunstanias creo que no tiene ningún sentido.

Ahora, sí puedo decir que el Gobierno, como estoy convencido que todos
los grupos, es el primero que desea la defensa de todos los intereses
legítimos en juego, pero creo que no es el momento de hablar de otros
aspectos.

Por último, hay un par de puntos específicos a los que me gustaría
responder. Evidentemente, el Presidente de la Comisión Nacional del
Mercado de Valores contestará con más conocimiento de causa que yo sobre
los aspectos planteados en la propia Comisión, pero me gustaría dar
respuesta a dos preguntas concretas. Primero, por qué se acepta la
ampliación; segundo, por qué se toma la decisión de suspensión de
cotizaciones.

¿Por qué se acepta la ampliación? La Comisión Nacional del Mercado de
Valores, de acuerdo con su legislación, no debe ni aceptar ni no aceptar
las emisiones. En nuestra regulación, las emisiones son absolutamente
libres y quien quiera puede realizarlas. Lo que corresponde a la Comisión
Nacional del Mercado de Valores es vigilar la elaboración del folleto y
autorizar el previo a la emisión que dé la información suficiente sobre
la misma. En el caso, además, de la ampliación de capital, al ser de una
entidad financiera, la parte específica del folleto referente a aspectos
financieros debe ser supervisada por el Banco de España.

El folleto que en su día se plantea para la ampliación de capital --y me
parece importante, porque tal vez es desconocido por mucha gente-- es un
folleto enormemente, yo diría, contundente respecto a algunos aspectos ya
conocidos de Banesto en aquel momento. No se olvide que la ampliación de
capital forma parte del plan de saneamiento autorizado por el Banco de
España. Sin embargo, me gustaría destacar, primero, que la opinión de los
auditores sobre las cuentas anuales y de los informes de gestión consta
en el folleto y las cuentas anuales de los ejercicios 1991 y 1992
expresan, en todos los aspectos significativos, la imagen fiel del
patrimonio y la situación financiera de Banesto y del grupo consolidado
al 31 de diciembre de 1991 y 1992. Segundo, en el folleto se recogen los
aspectos fundamentales del plan de saneamiento del Banco de España.

Tercero, se informa sobre el destino de los fondos que se pretenden
captar, con objeto de solventar el déficit de recursos propios existente
al 31 de diciembre de 1992. Cuarto, existe información sobre el déficit
actuarial existente en el plan de pensiones, y así también se estima el
coste actual del mantenimiento de la cartera industrial, punto al que
haré referencia posteriormente al responder a una pregunta del señor
Mardones.

Se hace referencia también en el folleto, en la página 127, a la decisión
de no repartir dividendo complementario en 1992 y al anuncio de una
política de dividendos conservadora en tanto no se cubran los déficit de
dotación en materia de planes de pensiones e insolvencias existentes. Y
hay otra serie de información relevante que yo creo que era suficiente
para que cualquiera que quisiera ir a esa amplicación de capital contase
con el conocimiento exacto de cuál era la naturaleza de la inversión que
realizaba. Sin embargo, estoy seguro, como decía



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antes, de que el Presidente de la Comisión Nacional del Mercado de
Valores podrá dar una mejor información y más detallada sobre este punto.

¿Cuál es la naturaleza de la actuación de la Comisión Nacional del
Mercado de Valores el día 28? Una de las responsabilidades de la Comisión
Nacional del Mercado de Valores es proteger a los inversionistas, y una
de sus obligaciones es la de actuar cuando existe información desigual y
no contrastada en un momento determinado.

El día 28 se produce un fuerte volumen de ventas como consecuencia de
importantes rumores que afectaban al futuro de Banesto. Es cierto que
esos rumores existían desde hacía ya algunos días, pero no es menos
cierto que no habían afectado de forma sustancial a la cotización. Sin
embargo, cuando esos rumores coinciden con un volumen de ventas
importante, el Presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores,
en el ejercicio de sus obligaciones, plantea inmediatamente el que se
clarifique esa información desigual y, por tanto, que se confirme o
desmienta la ya existente, información que, como a SS. SS. evidentemente
no se les oculta, es la de si va a existir una actuación o no del Banco
de España en este punto concreto.

Precisamente esa demanda formal de la Comisión Nacional del Mercado de
Valores coincide en el proceso de toma de decisiones del Banco de España
porque era absolutamente imposible confirmar sin suspender la cotización
y, a su vez, era absolutamente imposible suspender la cotización sin
tomar una decisión inmediata por parte del Banco de España que no
afectase a los intereses del propio Banesto, porque hubiese afectado a
los depósitos al día siguiente. En mi opinión, la actuación del
Presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores es
absolutamente correcta y está totalmente justificada.

El señor Mardones, en la última pregunta concreta de las que se me han
hecho, demanda cuál es el futuro de la corporación. Me he reservado antes
un par de comentarios que están ya incluidos en el folleto según el cual
se realiza la ampliación de capital del año 1992. En ese momento ya se
dice que la estimación del coste actual del mantenimiento de la cartera
industrial de Banesto, así como el descenso de sus beneficios atípicos y
el fuerte crecimiento experimentado en las dotaciones de la provisión de
insolvencia, se ponen de manifiesto en la inspección del Banco de España,
concluida a finales de 1992. En ese momento existe un coste de
mantenimiento de la cartera de aproximadamente el 10 por ciento de su
valor en libros --está incluido en la página 124 del folleto-- y se hace
referencia también a las pérdidas de las sociedades puestas en
equivalencia, que aumentaron en 5.000 millones en 1991 y en 11.000
millones en el año 1992, situándose en 3.500 millones en el primer
trimestre de 1993. Y en el propio folleto, en la página 124, se hace
referencia a la inviabilidad del mantenimiento de la cartera industrial
y, en consecuencia, se manifiesta, por parte del Banco, la necesidad e
intención de su enajenación, en el corto y medio plazo, a efectos de
cumplir con la normativa de coeficientes de solvencia.

Este es un problema al que evidentemente tendrá que hacer frente la nueva
administración, que adoptará las decisiones que estime oportunas en la
mejor defensa de los intereses implicados.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Gobernador del Banco de
España.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Quiero unirme, en
primer lugar, a las palabras del señor Ministro de Economía en lo que se
refiere a mi gratitud por el esfuerzo de todos ustedes en transmitir un
clima de tranquilidad, porque creo que en estos momentos es absolutamente
básico y que, además, está absolutamente justificado.

He de decir que, frente a algunas informaciones que han aparecido esta
mañana en ciertos medios de comunicación, el señor Sáenz, el nuevo
presidente de Banesto en la comisión gestora, me ha comunicado, antes de
venir aquí, que en el día de ayer no hubo incidencias importantes en
Banesto y que, desde luego, Banesto no tuvo, en modo alguno, que recurrir
a liquidez del Banco de España.

Paso con esto al tema que ha sido una y otra vez lógicamente señalado, al
cual yo me había referido también antes: ¿Hemos actuado a tiempo? ¿Ha
habido una demora excesiva?
Quiero aclarar a este respecto algunas cosas que no son características
del Banco de España, sino que son generales a la totalidad de las
autoridades supervisoras en el mundo, y es la dificultad de detectar a
tiempo estas situaciones.

El Banco de España sigue a la totalidad de las instituciones que están
bajo su supervisión, que son aproximadamente 600, de un modo continuado a
través de la información contable, de los balances que las empresas hacen
públicos, pero también de los llamados balances confidenciales, que son
unos balances que tienen mucho más detalle que los que se publican. Mes a
mes, los Servicios de Inspección del Banco de España siguen esa
información y tratan de detectar los problemas en la medida en la cual
aparecen aflorados en esas cuentas.

Por otra parte, y de un modo periódico, se realizan inspecciones a las
entidades bajo supervisión del Banco, que son muchas. Naturalmente, los
recursos son limitados y, por consiguiente, no todos los años se puede
inspeccionar a todas. Además, las entidades grandes se caracterizan por
ser grandes consumidoras de recursos, las inspecciones son muy largas y
muy complejas y muy difíciles. Realmente, inspeccionar una entidad de
crédito grande supone un esfuerzo verdaderamente formidable, y he de
decir que nuestros inspectores se caracterizan por su alta calidad y
también, según parece, por su dureza. Lo que sucede es que cuando en una
entidad los estados contables que examina la inspección no reflejan los
problemas que esa entidad tiene por debajo de esas cifras, es difícil que
los inspectores se fijen rápidamente sobre la entidad y comiencen
inmediatamente una inspección fuera de lo que es el problema anual de
inspecciones del



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Banco. Este es el caso en el tema que hoy nos ocupa, el caso de Banesto.

Como he señalado, la entidad tenía un sistema de información, de
detección, por así decirlo, de créditos dudosos o morosos tan imperfecto
que era absolutamente imposible, desde fuera, detectar nada anormal; la
morosidad no era más importante que la del resto de la banca.

¿Se puede decir que, además, la Administración, como consecuencia de esas
deficiencias de organización y gestión, tampoco conocía la realidad? Pues
esto es algo que yo no puedo afirmar. ¿Es posible que la conociera
parcialmente? No lo puedo afirmar. En definitiva, las cifras afloradas
por el Banco de España fueron recibidas con sorpresa por parte de los
gestores.

El esfuerzo de examinar en esas condiciones una cartera de créditos es
verdaderamente formidable. Un inspector en un día puede examinar,
aproximadamente, tres expedientes, y hemos examinado miles y miles de
ellos. Normalmente se utiliza, como pueden ustedes comprender, un sistema
de muestreo en las inspecciones normales, pero cuando realmente existen
estas dificultades a las que me estoy refiriendo en el caso de Banesto,
hay que proceder al examen uno por uno de los créditos, y esto es
verdaderamente agotador. Realmente, la inspección del Banco ha estado,
con sus mejores elementos, durante el último año absorbida por Banesto.

Esto es así.

Hemos empezado por los créditos más grandes, porque, efectivamente,
aunque sean menos en número, lo más probable es que los problemas de
morosidad alcancen un volumen más importante, como de hecho ha sucedido.

Empezamos por los de mayores de 750 millones, después pasamos a los de
250 a 750 millones y, finalmente, instamos a la entidad a que hiciera un
esfuerzo por cubrir la parte baja, parte que, evidentemente, hay que
cubrir por muestreo, como es lógico, porque es imposible hacerlo uno a
uno.

También entonces se hizo un examen de los créditos, como ya he señalado,
de entre 25 y 250 millones, y encontró una morosidad importante que no
tenía detectada en su totalidad, o que por lo menos decía que no tenía
detectada.

Por otra parte, en estas inspecciones se encuentran problemas
extraordinariamente difíciles y especialmente hoy en día con la
globalización del sistema financiero, porque las operaciones
internacionales son de una complejidad enorme. Por consiguiente, el
obtener información adecuada para entender lo que esas operaciones
significan, para determinar cuál es el riesgo que esas operaciones
implican, y para, finalmente, determinar las pérdidas que esas
operaciones han supuesto, es algo muy difícil y costoso. Es difícil
obtener la información, pero, una vez obtenida, es también difícil el
determinar si los edificios que aparecen en tal país tienen el valor que
les atribuye ese país, o quizá un tercer país, y es difícil saber cuáles
han sido las pérdidas producidas en tal otro país en una operación de
enorme complejidad.

Por consiguiente, la inspección avanza inevitablemente con una gran
lentitud. Primero, porque en todas partes las instituciones ofrecen
resistencia a dar información rápida y plenamente, y, porque una vez que
esa información se ha obtenido, es realmente difícil interpretarla,
comprenderla y, finalmente, llegar a unos resultados que digan: en esta
operación ha habido 12.000 ó 15.000 ó 25.000 millones de pérdidas. Esto
es verdaderamente muy difícil. Como también lo es el tratar de determinar
cuál es el valor que hay que atribuir a las participaciones en sociedades
que muchas veces no están cotizadas en Bolsa. Realmente, todo esto es
sumamente difícil y hace el proceso lento y complejo.

No quiero eludir ningún tipo de responsabilidad, ni mía, desde luego, ni
del Banco de España, pero quiero que tengan ustedes en cuenta que esto es
así, que va a seguir siendo así, que es así en todas partes del mundo y
que cuando las cosas son muy complicadas realmente es muy difícil cortar
por lo sano pronto, porque las dudas son tales que siempre existe el otro
problema.

Realmente, ¿no se está matando a la institución, cuando la institución
debería tener oportunidad de reflotarse por sí sola? Y esto me lleva al
tema de la diferencia en el volumen o en la cuantía de los saneamientos
brutos detectados en el otoño del año 1992 y los detectados en el otoño
de 1993. Las cifras a comparar no son exactamente las que ha indicado el
señor Montoro, que se ha referido sólo a la parte que corresponde a
provisiones por morosos. A esto habría que sumar las insuficientes
dotaciones al Fondo de Pensiones, que eran más de 33.000 millones, y, por
otra parte, quedaba una minusvalía clara en la Corporación, con unos
problemas muy serios para determinar cuál debía ser la exacta valoración
de esa plusvalía debido a problemas contables. La cifra a comparar con
los 500.000 millones sería del orden de los 150.000 ó 160.000 millones.

A pesar de eso, la diferencia es muy importante, y, como he señalado
antes, esa diferencia es importante debido a que en el año 1993 la
inspección del Banco de España se extiende prácticamente a todas las
actividades de Banesto (y digo prácticamente porque las instrumentales de
ámbito internacional son muchas veces imposibles de controlar) y, por
otra parte, entre tanto se ha producido además --aparte del afloramiento
de malos activos-- un deterioro grave de los mismos entre el año 1992 y
1993. Ha habido un esfuerzo mayor de transparencia por parte de la
entidad y, por consiguiente, el Banco de España ha conseguido mucha más
información que la que venía consiguiendo.

Todas éstas son razones que explican por qué lo que se encuentra en el
año 1993 es más de lo que se había detectado en el año 1992. En medio de
la conclusión de esas dos inspecciones está el problema de la ampliación
de capital. A mí me parece éste un tema muy importante. Estas cuestiones
bancarias son relativamente complejas y, por consiguiente, creo que
muchas veces se confunden las ideas y las cosas respecto de lo que se
está hablando.

Supongamos que Banesto tuviera, a finales del año 1992, unas necesidades
totales de saneamiento de 160.000 millones. El Banco de España sabía que
eran más, porque había una parte muy importante de la cartera de crédito
que todavía no había podido examinar, y lo



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que hace es pedir provisiones por la parte que ya ha encontrado. Al Banco
Español de Crédito correspondía, si pensaba que había mayor morosidad en
otros tramos de crédito, indicarlo y proponer las provisiones
correspondientes.

Supongamos que la cifra pudiera llegar a 200.000 millones. Esa morosidad
habría podido ser, por así decirlo, matada con las propias reservas del
Banco. ¿Hubiera sido ésta una vía suficiente? Claramente, no. El Banco de
España estaba en condiciones, como hizo, de ofrecer calendarios para
constituir las provisiones a lo largo de un período de dos años; ésta es
una norma habitual para dar un balón de oxígeno a la entidad. Sin
embargo, la entidad tenía que encontrar unas vías de recapitalización, y
si el Banco encontraba en aquel momento unas vías de recapitalización,
con lo que nosotros sabíamos del mismo, podría entrar en una fase de
recuperación.

En estas condiciones se produce la respuesta de Banesto de realizar una
gran ampliación de capital, apoyada por JP Morgan, uno de los bancos más
prestigiosos del mundo, que lleva meses estudiando Banesto, que solicita
del Banco de España toda la información que tiene al respecto y el Banco
de España se la proporciona, JP Morgan no niega que el Banco tenga
problemas, lo sabe, pero la operación que está contemplando es una
operación como la que ha hecho con otras entidades financieras, con otros
bancos, que consiste en apostar a una entidad que tiene dificultades,
pero que cree que también tiene grandes posibilidades, y entonces procede
a una inversión que no tiene otro objeto que ganar dinero. No pretende
participar en la gestión del Banco y tampoco pretende, en modo alguno,
casarse con el Banco; quiere hacer esa operación, y el resultado de todo
ello es el planteamiento de una ampliación de capital y de unas emisiones
de obligaciones subordinadas que van a suponer para el Banco la
obtención, en el caso de que se realicen, de 150.000 millones de recursos
propios adicionales, 96.000 vía ampliación de capital --que por cierto se
realiza--, más aproximadamente 400 millones de dólares adicionales, en un
tercer tramo, en deuda subordinada, que es el tercer tramo que se iba a
realizar en el mes de octubre, y que finalmente, por razones obvias, hubo
de aplazar.

Esa inyección de recursos propios de 150.000 millones, si los problemas
de Banesto eran, efectivamente, los detectados hasta aquel momento, era
capaz de poner al Banco en una vía de recuperación. En ese sentido, era
una operación que tenía que ser bien recibida, era una oportunidad de
Banesto. Era perfectamente posible que Banesto no pudiera aprovechar esa
oportunidad, aunque las necesidades de saneamiento fueran las que estaban
detectadas a finales del año 1992, pero si aprovechaba esas
oportunidades, el Banco podía ser saneado y entrar otra vez en una
rentabilidad adecuada. Por consiguiente, era normal que esa operación se
aprobase, habría sido aprobada por cualquier supervisor del mundo, y con
alivio. Lo que sucede es que seguimos la inspección y nos encontramos con
lo que pudiéramos llamar el desmoronamiento en la calidad de activos del
Banco, y esto queda detectado a finales del mes de septiembre, en un
proceso en el que se va discutiendo, pidiendo información a Banesto y se
va observando una situación mucho peor que la prevista.

Una vez que se ha determinado esa situación mucho peor que la prevista,
¿qué hay que hacer? Primero, hay que contrastarla con el Banco y,
después, que el Banco, no digo que la acepte, porque los bancos
naturalmente nunca aceptan plenamente las cifras de saneamiento que el
Banco de España propone, pero, en definitiva, que se acerquen a esa
conclusión y de hecho Banesto aceptaba una parte muy importante de las
cifras del Banco de España. El problema consiste en ver si el Banco tiene
alguna posibilidad de salir adelante.

Supongamos que Banesto hubiera conseguido lanzar una nueva ampliación de
capital en el ámbito internacional por, digamos, 200.000 millones de
pesetas, ¿era posible, en esas condiciones, considerar que el Banco podía
reflotarse por sí solo? Seguramente sí, porque, por supuesto, una parte
del saneamiento tendría un carácter básicamente contable, pero el resto
estaría basado en una entrada de recursos nuevos, que convenientemente
rentabilizados levantarían la cuenta de resultados y permitirían ir,
efectivamente, recomponiendo el activo y los recursos propios. De modo
que estos problemas de saneamiento de los bancos son más complicados de
lo que parece, no hay que tomar aquí una cifra y allí otra y compararlas,
porque no es así y esto hace el tema más difícil.

¿Qué es lo que sucede? Que verdaderamente la debilidad de Banesto era muy
grande y no encontró el apoyo exterior para lo que en principio era la
opción razonable, es decir, acudir de nuevo al mercado y obtener un
volumen muy fuerte de recursos propios. Y a partir de ese momento, se
plantea el problema de si es posible que con otro tipo de plan, que
supone ajustes contables, que es razonable aceptar, calendarios que es
razonable conceder, hay seguridad de que el Banco va a tener una
inyección nueva de fondos en volumen suficiente como para reflotarse; a
partir de ese momento, repito, con esos ajustes contables y esos
calendarios, el problema está en si podemos confiar en que Banesto va a
obtener o no los recursos propios nuevos en cuantía adecuada, y como
creemos que no los puede obtener, entonces se plantea el otro problema,
el de que ese plan es inaceptable para el supervisor.

Ese puede ser un plan razonable desde el punto de vista de una entidad en
una situación extraordinariamente difícil, porque en esas condiciones,
asumir riesgos brutales es lógico para la entidad. Pero el supervisor
debe tener otro punto de vista, no puede realmente comprometerse con ese
programa, ya que, en definitiva, tiene unas posibilidades muy escasas de
tener éxito. Y si no tiene éxito, el problema no se para donde está, sino
que continúa avanzando. Por consiguiente, seis meses después puede
plantearse una situación verdaderamente catastrófica, de desplome total
del Banco, pero no de desplome por ningún tipo de intervenciones, sino
porque el Banco se desplome en los mercados, y ése sí que es el problema
que afecta de verdad, de un modo gravísimo, a la totalidad



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del sistema de pagos y del sistema financiero. Por consiguiente, el Banco
de España no podía aceptar ese plan.

¿Existían otras opciones? Ciertamente aquí se ha señalado algún caso, de
modo que contesto un poco a las preguntas al hilo de la argumentación.

¿Era posible una fusión? No era posible una fusión. ¿Cómo va a fusionarse
otro banco con Banesto? El banco que se fusionara con él quedaba
absolutamente contaminado, por fuertes que fueran sus recursos propios,
por fuerte que fuera su rentabilidad, y hay bancos en España
extraordinariamente potentes que podrían, teóricamente, abordar ese
problema, pero el simple esfuerzo de asumir esa carga daña de un modo
inevitable y fuerte los «ratings» en los mercados internacionales de los
bancos que sigan ese camino. Por consiguiente, no había posibilidad
ninguna de pensar en una fusión.

Aquí se ha dicho, ¿qué tipo de intervención era posible? ¿Por qué no
aparecen personas del Banco de España? Lo que el Banco de España, modesta
pero razonablemente, considera es que no es capaz de gestionar un banco
del tamaño de Banesto. El Banco de España, o el Fondo de Garantía de
Depósitos, de un modo muy transitorio pueden intentar hacer lo posible
por gestionar un banco pequeño, y lo ha hecho en el pasado el Fondo de
Garantía de Depósitos, pero un Banco de la dimensión de Banesto
ciertamente no puede ser intervenido para ser gestionado por el Banco de
España o por el Fondo de Garantía de Depósitos. Tiene que ser gestionado
por un equipo de profesionales absolutamente de primera fila, tiene que
ser gestionado --y sigo respondiendo a preguntas que se han hecho--
asegurando la transparencia de la operación, asegurando que todo el
sistema financiero está detrás, representado en este caso por la gran
banca, porque tampoco se pueden montar unos comités muy complejos, muy
grandes. Se nombra a un conjunto de personas, que son ejecutivos de
primera fila de los grandes bancos, y se pone al frente de la operación a
una persona que tiene una categoría profesional reconocida de modo
general, en España y fuera de España, para que lleve la gestión, para que
con un equipo de gestores nombrados por él, lleve la gestión y mantenga
realmente el funcionamiento del banco en condiciones adecuadas.

¿Cuál es la posición del Banco de España respecto de ese comité que
podríamos llamar más bien comité de control que comité de gestión, porque
la gestión efectiva la van a llevar otras personas? Es una posición de
supervisión. El señor Sáenz no depende orgánicamente del Banco de España,
pero el Banco de España está supervisando la operación. ¿Podría haber
alguien del Banco de España en ese Comité? Creo que no, incluso sería
absolutamente incompatible. Supongan ustedes que estuviera allí presente
el Subgobernador o un director general. Sería incompatible, lo cual no
quiere decir que los inspectores del Banco de España no hayan puesto la
información y todo el conocimiento que tienen del Banco inmediatamente a
disposición de los nuevos gestores.

¿Podría entrar alguien del Fondo de Garantía de Depósitos? Podría entrar,
pero verdaderamente su contribución a la gestión del Banco sería nula. En
cambio, posiblemente el simple nombre del Fondo de Garantía de Depósitos
dentro del comité generaría más recelos y más incertidumbre.

¿Cuáles son las instrucciones del Banco de España? Las siguientes:
mantengan ustedes la gestión; tengan ustedes informados; estamos detrás a
efectos de cualquier problema de liquidez que se plantee, aunque, en
definitiva, Banesto no tenía últimamente problemas de liquidez, de modo
que no tendría por qué plantearse ni, como he dicho, creo que se vayan a
plantear. En definitiva, se tenía que llevar la gestión. El Banco de
España estaría detrás a efectos de que no hubiera problemas de liquidez.

Por otra parte, el Banco de España encomienda a ese grupo gestor que, con
la mayor rapidez posible, presente un programa de saneamiento del Banco.

Los objetivos del programa de saneamiento son claros. Consiste en
mantener Banesto, el Banco, la entidad. No sé qué ocurrirá con Banesto o
cuál será la situación de Banesto de aquí a diez o a veinte años, porque
pueden suceder muchísimas cosas. No depende ya sólo de Banesto, sino del
conjunto del sistema bancario. Pero el objetivo de los gestores es
defender la personalidad de Banesto, la entidad Banesto, defender los
derechos de los acreedores, incluidos en primer lugar, naturalmente, los
depositantes, incluidos en primer lugar, naturalmente, los depositantes y
también defender los derechos de los accionistas. Por consiguiente, no se
trata de una operación para que Banesto desaparezca, sino, por el
contrario, se trata de una situación de relanzamiento y fortalecimiento
de Banesto para el futuro.

Sólo cuando se está dentro del Banco se conocen adecuadamente los
problemas. Una cosa es que los inspectores del Banco de España puedan
detectar los problemas de un modo, diría, estático, y otra cosa es la
función de los banqueros, que consiste en tener una visión dinámica de la
entidad. Por consiguiente, son ellos, con una visión dinámica de la
entidad, los que tienen que apreciar cuáles son las mejores vías para la
reflotación del Banco. De modo que yo no les podría decir a ustedes en
este momento qué es lo que van a proponer. Tienen instrucciones de hacer
una propuesta rápidamente, porque, como ha indicado alguno de ustedes,
esto sí es importante: que la propuesta sea rápida. La propuesta será
supervisada por el Banco de España y supongo que tendrá varias opciones.

Entonces estudiaremos cuáles son las opciones que mejor llevan al
reflotamiento de la entidad. Es todo lo que puedo responder a las
diferentes preguntas que me han sido formuladas sobre este tema.

Me preguntan por qué no se le ha encomendado la gestión a la Asociación
Española de Banca. Porque don José Luis Leal no puede gestionar Banesto,
por la misma razón por la que yo no puedo hacerlo: porque no sabemos.

Esto es así. No somos banqueros en el sentido de banqueros gestores. Don
José Luis Leal y yo somos otra cosa.

Como no existe en estos momentos un programa de saneamiento, tampoco
puedo decir cuál es el coste, cómo se puede distribuir ese coste en el
tiempo y qué parte de ese coste va a ser soportado por unos o por otros;
no lo



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puedo decir porque realmente no lo sé. El Banco de España supervisará y
aprobará en su caso el programa, así como también ayudará a su
elaboración con los conocimientos que tiene sobre la situación de
Banesto, pero naturalmente el Banco de España no es la institución
indicada para encontrar las vías adecuadas de reflotamiento.

Respondiendo a otra preguna del señor Montoro tengo que decir que, de
acueredo con la documentación disponible en estos momentos en la
Inspección del Banco de España y que ha sido trasladada íntegramente al
conocimiento de la asesoría jurídica del Banco, no existe fundamento para
señalar responsabilidades distintas de las puramente mercantiles.

En relación con las inspecciones del Banco, he de decir que Banesto
estaba básicamente saneado a finales del año 1989. En 1989 había hecho
saneamientos por más de 200.000 millones de pesetas. Las preocupaciones
del señor López de Letona aparecían al hilo de una inspección del Banco
de España que, si no recuerdo mal, debió efectuarse entre los años 1985 y
1987. Sin embargo, aquellos problemas fueron objeto de saneamiento; por
tanto, Banesto, al concluir el año 1989, estaba básicamente saneado.

Me preguntan también si la política de descenso de los tipos de interés
ha sido la causa de los problemas de Banesto. Yo creo que estamos todos
de acuerdo en que esa política de descenso de los tipos de interés es
absolutamente razonable y lógica, desde el punto de vista de la economía
nacional, aunque, evidentemente, es una política que plantea problemas a
la banca, sobre todo cuando la caída de tipos es muy abrupta, puesto que
si es muy suave a lo largo del tiempo, la banca tiene tiempo suficiente
de ajustar sus tipos pasivos paralelamente a los tipos activos. En caso
contrario plantea problemas a la banca que le llevan a una reducción
transitoria de los márgenes de intermediación respecto de lo que es el
descenso a largo plazo de los márgenes de intermediación de la banca
española, resultado de una mayor competencia. Ahora bien, yo no creo que
ése haya sido un problema importante en el caso de Banesto puesto que,
como ya se ha dicho aquí, es un tema que afecta a toda la banca y que a
unos les ha afectado sin generarles problemas importantes y, en cambio,
Banesto sí los ha tenido. Por tanto, no se puede atribuir ningún papel
relevante a la bajada de los tipos de interés durante el año 1993.

Creo que con esto he respondido a todas las preguntas formuladas. Tengo,
finalmente, que expresar que ha habido una pregunta y media que me ha
dolido, porque yo tengo toda clase de responsabilidades en este tema y
estoy dispuesto a asumirlas, estoy dispuesto naturalmente a responder de
las decisiones del Banco y creo que lo mismo puede decirse del Consejo
Ejecutivo. Ahora bien, tanto yo --para ponerme yo delante en este caso
por razones de responsabilidad-- como el conjunto del Consejo Ejecutivo
del Banco de España, somos profesionales conscientes. Desgraciadamente
llevamos ya en las labores de profesionales muchos años. Desde luego, lo
que yo no puedo aceptar es que se pueda decir que nosotros hemos hecho
esto jugando una maniobra política.

Nosotros no tenemos ningún tipo de animadversión a los gestores de
Banesto, en absoluto. Nosotros no tenemos ningún problema que resolver
con los gestores de Banesto, excepto los puramente técnico-financieros.

No hemos recibido la menor presión política. Si la hubiéramos recibido
creo (el ser humano ya sé que es muy frágil) que, en base a mi
experiencia y mi conocimiento de las personas que constituyen conmigo el
Consejo Ejecutivo del Banco, en un tema de este calibre jamás habríamos
aceptado presiones políticas para afrontar un tema como éste. Hemos
operado en base a una información obtenida, antes o después, por un grupo
de profesionales, que es la Inspección del Banco de España, en los que
tenemos una confianza enorme, y hemos actuado con nuestro buen saber y
entender. Nos podremos haber equivocado --sería muy triste-- o podremos
haber acertado --sería lo deseable--, y yo creo que lo hemos hecho. Desde
luego, les puedo asegurar que en todo esto nada tiene que ver ningún
elemento político, desde ningún ángulo y en ninguna dirección.

Permítanme ustedes que haya acabado --no intento que sea exabrupto-- con
un «dolimiento», como dicen los aficionados taurinos.




El señor PRESIDENTE: Concluido el debate, quiero agradecer a los señores
portavoces miembros de la Comisión el desarrollo de la misma, que espero
que haya servido para transmitir una tranquilidad a los ciudadanos de
este país; para clarificar, a través de la información de los dos
comparecientes, el problema que nos ocupa, en la seguridad de que las
intervenciones de los señores portavoces me obligan a afirmar que del
tema Banesto esta Comisión va a seguir ocupándose el tiempo necesario
para buscar una salida favorable para los intereses de tantos ciudadanos
de este país, de tantos trabajadores y, en definitiva, para la
credibilidad financiera de la economía de este país.

Dichas estas palabras, se levanta la sesión.




Era la una y treinta y cinco minutos de la tarde.