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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 267, de 27/07/2011
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


PLENO Y DIPUTACIÓN PERMANENTE


Año 2011 IX Legislatura Núm. 267

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JOSÉ BONO MARTÍNEZ

Sesión plenaria núm. 253 (Sesión extraordinaria)

celebrada el miércoles,

27 de julio de 2011



ORDEN DEL DÍA:


Juramento o promesa de acatamiento de la Constitución por nuevos señores diputados ... (Página2)


Minuto de silencio ... (Página2)


Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento:


- Comparecencia, a petición propia, del presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, para informar de la reunión de los jefes de Estado o de Gobierno de la zona del euro, celebrada en Bruselas el 21 de julio de 2011. (Número de
expediente 210/000090.) ... (Página2)



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SUMARIO


Se abre la sesión a las diez y treinta y cinco minutos de la mañana.


Juramento o promesa de acatamiento de la Constitución por nuevos señores diputados ... (Página2)


Minuto de silencio ... (Página2)


El señor presidente solicita a la Cámara guardar un minuto de silencio en memoria de las personas fallecidas en el doble atentado de Noruega.


Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento. ... (Página2)


Comparecencia, a petición propia, del presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, para informar de la reunión de los jefes de Estado o de Gobierno de la zona del euro, celebrada en Bruselas el 21 de julio de 2011 ... href='#(Página2)'>(Página2)


El señor presidente del Gobierno (Rodríguez Zapatero), expone los resultados de la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno del Eurogrupo, celebrada en Bruselas el pasado jueves 21 de julio.


Intervienen los señores Rajoy Brey, del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso; Sánchez i Llibre, del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió); Azpiazu Uriarte, del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV); Ridao i Martín y
Llamazares Trigo, del Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds; Jorquera Caselas, la señora Oramas González-Moro, el señor Salvador Armendáriz y la señora Díez González, del Grupo Parlamentario
Mixto, y el señor Alonso Suárez, del Grupo Parlamentario Socialista.


Contesta el señor presidente del Gobierno.


Intervienen de nuevo los señores Rajoy Brey, Sánchez i Llibre, Ridao i Martín y Llamazares Trigo.


Cierra el debate el señor presidente del Gobierno.


Se levanta la sesión a las dos y veinte minutos de la tarde.


Se abre la sesión a las diez y treinta y cinco minutos de la mañana.


JURAMENTO O PROMESA DE ACATAMIENTO DE LA CONSTITUCIÓN POR NUEVOS SEÑORES DIPUTADOS.


El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión.


Vamos a iniciarla con la toma de juramento o promesa a una nueva señora diputada. En sustitución. (Rumores.) Silencio, por favor. E n sustitución de don José Joaquín Martínez Sieso, pregunto a doña María Jesús Susinos Tarrero si jura o
promete acatar la Constitución.


La señora SUSINOS TARRERO: Sí, juro.


El señor PRESIDENTE: Bienvenida, ha adquirido la condición plena de diputada; que tenga suerte. (Aplausos.)


MINUTO DE SILENCIO.


El señor PRESIDENTE: Señorías, antes de dar la palabra al señor presidente del Gobierno quisiera decirles que, como todos saben, la pasada semana un doble atentado en Noruega ha costado la vida a 76 personas. De nuevo, el terrorismo ha
hecho acto de presencia; en este caso, de manos de un fanático ultraderechista. El Congreso de los Diputados expresa sus condolencias a los familiares, al pueblo noruego, a su Parlamento y a su Gobierno. Y el presidente del Congreso, en memoria
de las personas fallecidas, solicita a sus señorías que guardemos un minuto de silencio. (Pausa.)


Muchas gracias.


COMPARECENCIA DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, DE CONFORMIDAD CON LO DISPUESTO POR EL ARTÍCULO 203 DEL REGLAMENTO.


- COMPARECENCIA, A PETICIÓN PROPIA, DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, PARA INFORMAR DE LA REUNIÓN DE LOS JEFES DE ESTADO O DE GOBIERNO DE LA ZONA DEL EURO, CELEBRADA EN BRUSELAS EL 21 DE JULIO DE 2011. (Número de
expediente 2101000090.)


El señor PRESIDENTE: Con el saludo al señor presidente del Senado, que tiene la bondad de acompañarnos, iniciamos el Pleno para la comparecencia, a petición propia, del señor presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara para informar
de la reunión de los jefes de Estado o de Gobierno de la zona euro, celebrada en Bruselas el día 21 de julio de 2011.


Tiene la palabra el señor presidente del Gobierno.


El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Gracias, señor presidente.



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Señoras y señores diputados, he pedido comparecer hoy ante esta Cámara para exponer los resultados de la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno del Eurogrupo, celebrada en Bruselas el pasado jueves día 21 de julio. La razón de hacerlo es
obvia: considero obligado -y esta es la pauta general que he procurado seguir desde el comienzo de la crisis- que la Cámara cuente con carácter inmediato con toda la información sobre las decisiones que se adoptan en el ámbito europeo y que los
diversos grupos tengan la posibilidad de pronunciarse y debatir sobre ellas; y más si cabe en esta ocasión en que esas decisiones tienen un indudable calado.


Como saben bien sus señorías, la cumbre del Eurogrupo se convoca para hacer frente al agravamiento de las tensiones en los mercados de deuda soberana, como consecuencia fundamentalmente de las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda
griega. Se trata de un nuevo episodio de los efectos de la crisis financiera internacional en Europa; una crisis que ha provocado que tres países de la zona euro hayan tenido que solicitar apoyo financiero, algo que hace poco más de un año, al
comienzo de la primavera de 2010, hubiera parecido sencillamente impensable. Y ahora, en los últimos meses, la ausencia de decisiones concretas tanto sobre Grecia como para garantizar la estabilidad financiera en el conjunto del euro, ha producido
una tensión de carácter sistémico en todos los países que compartimos la moneda única. Esta inestabilidad de la zona euro afecta directamente a España y es motivo de constante preocupación porque, más allá del encarecimiento que supone para la
financiación del Tesoro, dificulta la consecución del principal reto colectivo que tenemos por delante, acelerar la recuperación económica para crear empleo.


Ante estas circunstancias, los países europeos hemos vuelto a mostrar nuestro compromiso de hacer lo que fuera necesario para salvaguardar la estabilidad financiera de la unión monetaria. Y, de acuerdo con ello, la cumbre ha dado respuestas
claras y articuladas en tres ámbitos interrelacionados de gran importancia: el nuevo programa de ayuda financiera a Grecia, la definición precisa de la participación del sector privado en la resolución de la crisis de ese país y la flexibilización
de la facilidad financiera para que pueda actuar corno un verdadero fondo monetario europeo. Quiero comenzar por destacar el elevado valor político de estas decisiones alcanzadas por parte de los diecisiete países que integramos la zona euro y que
representamos -no olvidemos- a un conjunto de 332 millones de ciudadanos. Son decisiones que comportan, sin duda, un nuevo avance en la gobernanta económica europea y están llamadas a conferir mayor estabilidad al proyecto común del euro.


Señorías, antes de precisar el contenido de esos tres acuerdos, permítanme recordar aunque sea brevementetlos pasos que habíamos dado hasta ahora, porque esta era la cuarta ocasión en que los líderes del Eurogrupo nos reuníamos en toda la
historia del euro; todas ellas concentradas en los últimos dos años y medio, lo que es bien ilustrativo de las dificultades extraordinarias a las que nos estamos enfrentando. La primera reunión se celebró el 12 de octubre de 2008, tras la quiebra
en Estados Unidos y en Europa de algunos de los principales bancos de inversión y compañías aseguradoras. En ese momento el Eurogrupo coordinó una respuesta decisiva para estabilizar el sistema financiero y garantizar -recordémoslo- los depósitos
de los ahorradores. La segunda reunión fue el 7 de mayo de 2011 y marca el inicio de la respuesta a las graves perturbaciones en los mercados europeos de deuda soberana. Se acordó, por primera vez en la historia del euro, un programa de ayuda
financiera a Grecia, junto al Fondo Monetario Internacional, por importe de 110.000 millones de euros, y para reforzar la estabilidad de la zona euro se creó la facilidad europea de estabilidad financiera. Irlanda sería el primer país en hacer uso
de estos recursos financieros en noviembre de 2010, con un paquete de asistencia de 85.000 millones de euros condicionado a un exigente programa de austeridad y de reformas estructurales. La tercera reunión de líderes del Eurogrupo, celebrada el 11
de marzo de 2011 con carácter previo al Consejo Europeo de primavera, avanzó en la gobernanza económica reforzando la eficacia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento; creando, para que operara de forma permanente, el mecanismo europeo de
estabilidad, e impulsando la competitividad de nuestras economías con los compromisos detallados en el Pacto por el Euro Plus.


El 21 de abril de 2011, Portugal solicita apoyo financiero, que se aprueba el 16 de mayo de 2011 por un importe de 78.000 millones de euros, a cambio, de nuevo, de la puesta en marcha de un duro paquete de recortes y de reformas
estructurales. Las tensiones en los mercados financieros han continuado desde entonces, con una situación incluso más volátil e inestable en las últimas semanas. El origen de este nuevo episodio de inestabilidad se sitúa en la extensión de la
creencia de que, a la vista de las circunstancias, Grecia obviamente no iba a poder volver a financiarse con normalidad en los mercados a principios de 2012, que era el objetivo del primer programa de apoyo. Además, los analistas tenían serias
dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública griega en el medio plazo, situada ya por encima del 150 por ciento de su producto interior bruto, y los inversores mantenían una elevada incertidumbre en torno a las características del segundo
programa que se estaba negociando de apoyo financiero al país heleno, en particular en relación con la participación del sector privado en el mismo. Como consecuencia de todo ello, la inestabilidad había producido un contagio a otros países de la
zona euro, incrementando el diferencial de todos los Tesoros de los Estados miembros frente al bono alemán; contagio que esta vez afectaba de manera singular a dos grandes economías europeas, la italiana y la española.


Señorías, esta continuada crisis en los mercados europeos de deuda soberana revela con toda su crudeza los inconvenientes de no haber contado antes con un verdadero gobierno económico del euro. Teníamos una unión



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monetaria, aparentemente gozaba de buena salud, pero no se había avanzado lo suficiente en la necesaria coordinación del resto de políticas económicas. Las reuniones del Eurogrupo y del Consejo Europeo desde el otoño de 2008 han tratado de
paliar, como acabo de reseñar, esta carencia, reforzando los mecanismos de coordinación, supervisión y solidaridad en el seno de la unión económica y monetaria. A esta tarea, que todavía está lejos de haber concluido, ha contribuido de manera
especial la cumbre del pasado jueves en Bruselas. Con decisiones concretas, hemos tratado de cumplir de nuevo con ese compromiso político de hacer cuanto sea necesario para garantizar la estabilidad del conjunto de la zona euro y de cada uno de sus
Estados miembros.


En primer lugar, y tras haber aprobado las autoridades griegas el pasado 27 de junio una nueva batería de medidas de ajuste fiscal y de privatizaciones, los países del euro hemos definido las características del segundo programa de apoyo
financiero a Grecia hasta 2014. Aportaremos, junto con el Fondo Monetario Internacional, un volumen financiero adicional de 109.000 millones de euros a tipos de interés más bajos, próximos al coste de financiación de la facilidad financiera, que
está en torno al 3,5 por ciento, y a plazos de vencimiento más largos, desde los siete años y medio actuales hasta un máximo de treinta años. Estas mejoras en tipos de interés y plazos de vencimiento se aplicarán también a los programas de Portugal
e Irlanda. Siendo conscientes de que el crecimiento económico es imprescindible para la sostenibilidad de la deuda de Grecia - un país que se encuentra sumergido en una profunda recesión económica, con una tasa del menos 4,8 por ciento interanual,
en el primer tRimestre de 2011, de su producto interior bruto-, los miembros del Eurogrupo acordamos promover una estrategia global a favor del crecimiento y la inversión en Grecia. A tal efecto, se movilizarán fondos adicionales de la Unión y del
Banco Europeo de Inversiones, y se propiciará una mejor absorción de los fondos estructurales que el país ya recibe.


En segundo lugar, el sector privado contribuirá al apoyo financiero de Grecia, lo que aliviará la presión sobre este país y facilitará su vuelta gradual a los mercados. Se trata en todo caso -conviene recordar- de una participación
voluntaria, acotada y dentro de un menú concreto de opciones. Es una participación ya acordada con el Instituto de Finanzas Internacionales, que agrupa a las principales entidades financieras privadas, y que se contempla de forma única y
excepcional para el caso de Grecia. Los instrumentos financieros que se utilizarán son: canje de bonos por otros a más largo plazo, sustitución de bonos a vencimiento por otros también de largo plazo y recompra de bonos en el mercado secundario.
Esta aportación del sector privado se estima en 106.000 millones de euros para el periodo 2011-2019 y supone un reconocimiento promedio de pérdida en torno al 21 por ciento para los tenedores de los bonos griegos. Asumiendo que esta opción pueda
implicar la declaración de un impago selectivo por parte de las agencias de calificación, hemos acordado dar garantías para que en ese caso las entidades griegas puedan seguir financiándose en el Banco Central Europeo y, si fuera necesario, apoyar
la recapitalización de los bancos griegos.


Por último, el tercer gran acuerdo adoptado el pasado jueves consiste en reforzar la capacidad de la unión monetaria de prevenir nuevos episodios de crisis y de reaccionar ante ellos, a través de un incremento de la flexibilidad de la
facilidad financiera y del mecanismo permanente que la sustituirá a partir de 2013, y que tiene una enorme trascendencia. Tras la debida modificación de sus procedimientos, la facilidad podrá otorgar financiación de manera preventiva a los países
miembros y comprar títulos en los mercados secundarios de deuda, previo acuerdo y con apoyo en una evaluación del Banco Central Europeo.


Estas son, por tanto, señorías, las tres grandes decisiones aprobadas en el Eurogrupo: un segundo programa de ayuda a Grecia, la definición de la involucración del sector financiero y la nueva configuración de la facilidad financiera
europea, con más flexibilidad y con más instrumentos de reacción para garantizar la estabilidad de la zona euro. El Gobierno español hace un balance favorable de los resultados de esta reunión, pues están en línea con lo que hemos venido
defendiendo en los últimos meses: compromiso inequívoco de apoyo a Grecia; en caso de participación del sector financiero, del sector privado, precisar de forma clara su actuación y que fuera en todo caso voluntaria; y tercero, promover la
estabilidad del conjunto de la zona euro, dotándonos de instrumentos financieros más flexibles y eficaces.


Junto a estas nuevas medidas tan relevantes, el Eurogrupo ha confirmado otras decisiones para reforzar la zona euro. Así, se insta a la Comisión Europea a presentar propuestas para reducir la dependencia de la Unión Europea de las
calificaciones crediticias externas y los Estados miembros hemos reafirmado nuestros compromisos nacionales con la estabilidad presupuestaria, de modo que los países que no estamos sujetos a un programa de apoyo financiero reduciremos nuestro
déficit público por debajo del 3 por ciento no más tarde de 2013. En este sentido, el comunicado hace una referencia explícita a España, declarándose el Eurogrupo satisfecho con las ambiciosas reformas emprendidas por España en el ámbito
presupuestario, financiero y estructural.


Como saben, y hoy reitero de nuevo, el compromiso del Gobierno es el de continuar actuando en la misma línea y con la misma determinación. En particular, en relación con la consolidación presupuestaria, a finales de esta semana conoceremos
la evolución del déficit del Estado en el primer semestre del año, que esperamos cumpla con la senda trazada hasta el mes de mayo, cerca de un 20 por ciento menos que en el mismo periodo del año pasado. Para la consecución de nuestro objetivo



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presupuestario en 2011 -la reducción del déficit hasta el 6 por ciento del PIB- es necesaria la contribución de todos los niveles de la Administración, ateniéndose cada uno de ellos a sus propios objetivos. De tal modo, espero que la
reunión de esta tarde del Consejo de Política Fiscal y Financiera se celebre en un ambiente constructivo. Con este ánimo y esta voluntad acude a ella el Gobierno, que formulará la propuesta de adopción de reglas de gasto en las comunidades
autónomas, en línea con la que acabamos de aprobar en el ámbito del Estado y de las entidades locales.


Quiero destacar como muestra de la utilidad del esfuerzo colectivo los acuerdos alcanzados la semana pasada entre el Gobierno y las comunidades autónomas en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, que permitirán un ahorro
en el gasto farmacéutico estimado en más de 2.000 millones de euros anuales. Sé bien que las circunstancias no son fáciles para nadie, pero todos debernos cumplir con nuestra responsabilidad, con nuestras responsabilidades institucionales
respectivas. Desde luego, el Gobierno de España lo hará para asegurar el cumplimiento del objetivo de déficit del 6 por ciento. Los compromisos están para cumplirlos, más en este momento en que la confianza en el marco de la zona euro es todavía
un bien frágil.


En relación con la reforma del sistema financiero, el proceso de recapitalización concluye en el mes de septiembre, como conocen sus señorías. Como saben, durante la semana pasada se produjeron dos pasos importantes corno fueron la salidas
a bolsa de Bankia y de Banca Cívica, con resultados más que razonables dado el entorno todavía muy complicado en el que se produjeron. Por otra parte, el Banco de España ha decidido formalizar su intervención en la Caja de Ahorros del Mediterráneo,
una vez hechos públicos los resultados de los stress test, analizada su situación económico-financiera y constatado que el plan de reforzamiento de capital de la entidad no aseguraba su viabilidad futura. Ahora se ha procedido, corno estaba
previsto, a su capitalización a través del FROB, sustituyendo a los administradores de la entidad y abriendo un proceso competitivo para su adjudicación. Durante el mismo, depositantes y acreedores pueden estar absolutamente tranquilos, ya que la
entidad cumplirá con normalidad sus obligaciones.


Señorías, concluyo. En esta cumbre, el Eurogrupo ha dado pasos de gran relevancia para reforzar la estabilidad financiera; ha dado nuevos pasos, pasos tangibles. Hace falta ahora implementarlos, y lo haremos -esa fue la voluntad expresada
el jueves- a la mayor brevedad. Deberían, entonces, producir los resultados esperados. Lo harán, aunque no podemos esperar que la estabilidad, tras tantos meses de turbulencias, se recupere de un día para otro. Llevará tiempo. En todo caso, creo
de justicia reconocer al Eurogrupo, a todos los países que lo formamos, la capacidad de reaccionar, en un contexto de gran dificultad, con medidas enérgicas, poner en valor esas medidas y, lo que me parece más trascendente y decisivo cara al futuro,
lo que nos lleva a impulsarlas. Señorías, se ha alcanzado un importante compromiso político, por encima de las prioridades nacionales, para avanzar en una mayor integración europea, de manera singular en la zona euro; un compromiso de hacer todo
lo necesario, todo lo necesario para preservar la unión monetaria económica europea; un compromiso que, a mi juicio, no se va a detener. No se va a detener hasta producir el resultado esperado, estabilizar la zona euro. Seguiremos haciendo todo
lo necesario, porque sabemos que el barco no puede encallar, porque hemos decidido superar la tormenta juntos y seguir navegando. Seguir navegando por el único rumbo posible, el único rumbo conciliable con la historia y el designio del proyecto
europeo: más integración, más Europa, más compromiso de todos con Europa. La solución a los problemas que estamos viviendo no estaba escrita, como tantas otras cosas en esta crisis. No había nada parecido a una hoja de ruta previa con la que
hubiéramos podido guiarnos y contrastar la idoneidad de nuestras decisiones. No la había y seguramente no la hay. Lo que tenemos, con lo que contamos, es con nuestra voluntad, con la firme determinación de una de las regiones económicas más
poderosas del mundo y de los países que la formamos de resolver esos problemas, que han adquirido una dimensión estructural. Por encima de todas las decisiones claras y precisas que hemos acordado, esto es lo más destacable de lo que ha sucedido el
jueves pasado, la voluntad conjunta de hacer todo lo necesario para afianzar la zona euro y su estabilidad; una estabilidad de la que depende la fuerza de la recuperación económica; una estabilidad de la que depende, sin duda alguna, el bienestar
presente y futuro de los ciudadanos de Europa y, por supuesto, de España.


Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente del Gobierno.


Tiene la palabra don Mariano Rajoy.


El señor RAJOY BREY: Señor presidente, señorías, no es la primera vez que debatimos en esta Cámara sobre la crisis griega. La primera vez, hace más de quince meses, fue el 21 de abril del pasado año, tres semanas más tarde de la primera
operación de rescate financiero de Grecia. A España le correspondió entonces poner a disposición de la República Helénica hasta 3.675 millones de euros. Podía parecer paradójico que en una situación tan crítica para las finanzas públicas como en
la que en aquel momento ya se encontraba España tuviéramos que acudir en socorro de otros, pero desde el Partido Popular apoyamos la medida, porque nos parecía la solución menos mala para un problema que era a la vez enrevesado y grave. Dije en
aquella sesión en esta Cámara que apoyábamos la medida 'no tanto por solidaridad con Grecia, que también, sino en defensa del euro, es decir, en defensa propia. Nuestra apuesta económica esencial como nación es el euro; a él vinculamos nuestro
futuro económico y nuestro bienestar. Es preciso defenderlo a toda costa, y si ello implica participar en una operación de rescate como esta, tendremos que



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hacerlo. Apoyar a Grecia equivale a defender al euro y a la Unión Europea y hay que hacerlo de la manera más efectiva y rápida'. Eso dije entonces, señorías, y eso repito ahora; a pesar de todos los pesares, eso repito ahora, porque
seguimos creyendo que para España y los españoles la unión monetaria ha sido un instrumento de éxito y volverá a serlo en cuanto se produzcan los oportunos cambios en nuestro país. Por lo tanto, quede clara nuestra posición en este debate: apoyo a
las resoluciones tomadas en la pasada cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la eurozona.


Ahora bien, también dije en la sesión del 21 de abril del pasado año lo siguiente: Lo importante sería que no nos viéramos obligados a repetir una operación como esta. Pues bien, a la luz del debate que protagonizamos hoy, es evidente que
las medidas de entonces fueron insuficientes en unos casos y equivocadas en otros. Ni los plazos ni los tipos de interés aplicados a los créditos concedidos a Grecia permitían a ese país hacer frente a sus compromisos de pago, dada su situación e
hiciera lo que hiciera con los ajustes presupuestarios y las necesarias reformas estructurales de su economía. La constatación de ese hecho ha obligado a este segundo plan de rescate, pero, entretanto, por efecto contagio, la desconfianza sobre la
deuda soberana de algunos países de la zona euro ha colocado a Irlanda y a Portugal en situación de intervención por la Unión Europea, y a Italia y a España, en graves dificultades para financiar su deuda pública. Fíjense, señorías, el ya tan
citado 21 de abril del pasado año, el diferencial de nuestro bono a diez años con respecto al bono alemán, la llamada prima de riesgo, era de 77 puntos básicos. Ayer, era de 323: 246 puntos más. Si tenemos en cuenta que cada 100 puntos básicos le
cuestan a la economía española frente al exterior 12.000 millones de euros al año, hagan ustedes mismos las cuentas, señorías: más de 29.500 millones de sobrecoste por año, algo que, lisa y llanamente, nuestra economía no se puede permitir si
quiere recuperar la senda del crecimiento sostenido y estable.


Señorías, es evidente que España no puede seguir pagando casi un 6 por ciento por su bono a diez años. Por eso hemos recibido con satisfacción el acuerdo de la cumbre de modificar el reglamento de actuación de la llamada facilidad europea
de estabilización financiera, para que pueda comprar directamente deuda a la banca de los países miembros cuando se vean zarandeados por los mercados. De la misma manera se ofrecerá a los países con dificultades una línea de crédito flexible y
preventiva que podrá ser utilizada ante un problema de liquidez sin tener que acudir a un rescate, así como otras medidas a las que ya se ha referido el señor Rodríguez Zapatero. Se pretende así -y este es el acuerdo más importante- crear una
especie de cortafuegos que prevenga el contagio. Pero los procedimientos para aplicar estas decisiones, sobre todo en lo que se refiere a la participación del sector privado, están por concretar, y mientras tanto las turbulencias han vuelto a
colocar a España en los niveles previos a la cumbre. Hoy el diferencial con el bono alemán es de 340 puntos básicos. Ayer -como he señalado antes- era de 323 puntos básicos.


A mí me gustaría pensar que estas turbulencias serán pasajeras, pero las experiencias que hemos vivido estos últimos años nos obligan a la prudencia; prudencia y algo más, nos obligan a algo más. Nos obligan a actuaciones concretas que nos
saquen cuanto antes del grupo de países bajo sospecha. Todos hemos leído -y el señor Rodríguez Zapatero nos lo ha recordado en su intervención esta mañana- como en el punto 11 de las resoluciones del Consejo se expresa la satisfacción por los
esfuerzos realizados por España y también por Italia -en el mismo punto 11-, de igual manera que en puntos anteriores se hace con Irlanda, con Portugal y con Grecia. Pero cuánto mejor sería estar ausente de esta relación, porque estar en ella
significa estar en la enfermería de la zona euro, con la consecuencia que los mercados extraen de esta situación.


Lo que cabe preguntarse ahora es ¿era obligatorio estar en este grupo? De ninguna manera. ¿Se pudo evitar? Claro que sí. El señor Rodríguez Zapatero pudo evitarlo pero no lo evitó. Ni siquiera reconoció en su momento la necesidad de
hacer algo. Negó el problema, escondió la crisis y rechazó las medidas. Luego, para empeorar las cosas, lo fió todo al derroche. Pensó que malgastar era bueno, porque, según él, con el dispendio se logra más actividad económica y más empleo, y lo
que logró, como era previsible, fue todo lo contrario: estancamiento económico, menos consumo, más paro y, eso sí, el mayor déficit público de nuestra historia. Eso es lo que han producido los incontables planes del Gobierno, esas flores marchitas
que se ajaban sin dar fruto mientras crecía la deuda como una marea viva.


Señorías, no hemos caído en el pelotón de los desafortunados por casualidad. Es fruto de un empecinamiento sostenido, como el del jugador que para recuperar lo perdido apuesta y apuesta hasta que no le queda nada que apostar. Hace quince
meses, durante el primer debate sobre Grecia en esta Cámara -al que ya me he referido muchas veces en esta intervención-, le dije al señor Rodríguez Zapatero lo siguiente: Siempre es mejor hacer las cosas bien por iniciativa propia que no tener que
hacerlas por mandato ajeno. Nos estamos comportando como si no tuviéramos déficit, como si nuestra deuda fuera gratis, como si no estuviéramos en recesión, como si no sufriéramos un desempleo impresentable, como si las perspectivas fueran
halagüeñas, como si no hubiera ocurrido nada en Grecia y como si la palabra España no saliera a relucir más de lo deseable en las instituciones europeas y en los mercados financieros internacionales. Nos están condenando a una situación tan
desagradable como innecesaria. En suma, todo esto nos deja la lección de Grecia y es de sabios aprender de los males ajenos para no caer en los mismos errores y sufrir las mismas consecuencias. Fin de la cita, abril de 2011, en esta misma tribuna,
palabras estas que, como es habitual, cayeron en saco roto. Y no, no somos como Grecia, es



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verdad. Nuestros problemas son castizamente españoles. No somos Grecia, pero sus errores en el Gobierno nos encaminaban a esa situación. Sin duda podíamos haber llegado a ella si la Unión Europea no le hubiera cerrado el paso al señor
Rodríguez Zapatero. (Una señora diputada: ¡Hala! - Rumores.) Tuvieron que venir de fuera para obligarle a rectificar. Señorías, nos conviene mucho no perder la memoria.


Hace más de un año, el señor Rodríguez Zapatero, cuarenta y ocho horas después de reunirse conmigo, de rechazar mis propuestas y de afirmar que el PP se equivocaba al pedir una mayor restricción del déficit público porque ello podía agostar
los brotes verdes que ya se iban observando, cuarenta y ocho horas después, ¡qué cosas tiene el destino!, dio media vuelta y predicó todo lo contrario. Todo aquello que había condenado, lo nefasto, lo innecesario, lo peligroso, se convirtió
súbitamente, de sopetón, en la buena nueva. ¿Por qué? Porque le obligaron a no complicar más el futuro de la Unión Europea, porque le impusieron una agenda de reformas, porque sometieron su manera de gobernar a un régimen de vigilancia. ¿Supo al
menos aprovechar esta forzosa oportunidad? Desgraciadamente no. Recuerden que donde hacía falta un bisturí aplicó un hacha. Prefirió hacer recortes más llamativos, aunque más injustos y menos eficaces, que aplicar en serio una política global de
recorte del gasto. Todavía, catorce meses después, seguimos esperando las reformas necesarias y los ahorros que nos anunció entonces. Ya sé que ha dado algunos pasos -a eso es a lo que nos tienes acostumbrados, a hacer un gesto, dar unos pasitos y
detenerse-; ya sé que la Unión Europea nos ha felicitado por esos pasitos, como a Grecia, como a Portugal, como a Irlanda, pero no me parece a mí que seamos un buen ejemplo para nadie ni que estemos para presumir de nada, y mucho menos para
envanecernos por lo que no pasan de ser fórmulas corteses.


Nos han clasificado en ese incómodo grupo de países en los que todo es mohína, pero las razones de estar son nuestras, el mérito es nuestro, mejor dicho, de ustedes. (Rumores.) Ni somos víctimas de las circunstancias ni debiera el señor
Rodríguez Zapatero ni ustedes buscar culpables a su alrededor. Hasta donde yo sé, nadie le obligó a ocultar la realidad en su día. Lo hizo porque le convenía electoralmente. Nadie le obligó a engañar a los españoles. Nadie le obligó en su día a
no hacer nada, porque, según él, no pasaba nada. Nadie le obligó luego a imponer unos planes desquiciados. Nadie le obligó luego a aumentar el déficit público ni al despilfarro que nos traído hasta aquí. Todo ha sido obra suya, todo lo ha hecho
muy a su gusto, con la complacencia del Gobierno y grandes aplausos de sus diputados. Lo único que ha tenido que hacer a la fuerza, a disgusto y sin convicción ha sido rectificar. No debiera buscar culpables ni para disimular. Ha culpado a los
mercados, a la codicia, al mundo, hasta al Partido Popular, a todo lo que se le ha podido ocurrir. (Rumores.) Si es que es la verdad, señorías. (Aplausos.) Ahora el señor Rodríguez Zapatero vuelve muy satisfecho de Bruselas, y es natural, porque
nos han dado un respiro, aunque sea momentáneo. Y yo digo: bienvenido sea ese respiro si sabemos aprovechar la oportunidad. Creo que para salir de esta situación lo obligado en estos momentos es actuar aquí y ahora con determinación (Rumores.),
pero eso no lo podemos esperar ya de un Gobierno crepuscular, sumido en la nostalgia, del que no se espera más novedad que la fecha de las elecciones, porque ese discurso... (Rumores.)


El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor.


El señor RAJOY BREY: ... que tanto han escuchado los españoles, el discurso de los brotes verdes, el del mañana será otro día, el del mañana todo irá mejor, se ha quedado huérfano y sin audiencia. Señorías, las cosas están así. El señor
Rodríguez Zapatero, que disfrutó de un Gobierno en el cuarto creciente, está conociendo los sinsabores de gobernar en el cuarto menguante,... (Rumores.)


El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor.


El señor RAJOY BREY:...cuando se desvanecen los discursos, se apagan los focos y se regatean los aplausos porque el público tiene prisa y se impacienta. Lo malo de los epílogos, señorías, es que, como heraldos de un cambio necesario,
paralizan todas las actividades del país hasta que se produzca ese cambio, con lo que se cierra y se completa el círculo vicioso iniciado por los desaciertos del Gobierno, y hay situaciones, señorías, que cuanto más breves sean, mejor parecen.


Muchas gracias. (Prolongados aplausos.- Rumores.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Rajoy.


Silencio, por favor.


Tiene la palabra don Josep Sánchez i Llibre.


El señor SÁNCHEZ I LLIBRE: Muchas gracias, señor presidente. (La señora vicepresidenta, Cunillera i Mestres, ocupa la Presidencia.)


Señor presidente del Gobierno, señoras y señores diputados, Convergència i Unió valora la declaración de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea desde una doble perspectiva: la comunitaria y la más estrictamente española.
Desde la perspectiva comunitaria, a pesar de los esfuerzos y de los acuerdos de los países de la zona euro, lamentablemente no acabará con las tensiones financieras de su deuda pública hasta que el conjunto de la eurozona garantice globalmente la
deuda soberana de todos sus países miembros, y esto pasa ineludiblemente por la senda de avanzar profundamente hacia una integración económica, presupuestaria, fiscal y política cada vez más grande. (Rumores.)



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La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Silencio, por favor.


El señor SÁNCHEZ I LLIBRE: Esta crisis ha puesto en evidencia que el euro exige cada vez más Europa. El Consejo de la Unión Europea celebrado la semana pasada logró sin duda un paso positivo en la consolidación europea y fue realizado en
un momento especialmente delicado, cuando el riesgo de impago griego de su endeudamiento estaba generando un efecto contagio de gran alcance sobre países de relevante peso específico en la Unión Europea como es el caso de Italia y de España. De la
declaración firmada por los jefes de Estado o de Gobierno quiero destacar las dos primeras frases, señorías: Reafirmamos nuestro compromiso con el euro y el de hacer cuanto sea necesario para garantizar la estabilidad financiera de la zona euro en
su conjunto y de sus Estados miembros. También reiteramos nuestra determinación de reforzar la convergencia, la competitividad y la gobernanza de la zona euro.


El planteamiento de voluntad política para resolver esta situación es incuestionable, señorías, y ello era necesario para ayudar a estabilizar el euro y su entorno. La declaración firmada no es un simple manifiesto, sino que contiene
compromisos significativos ya explicados hace un momento por el presidente del Gobierno. Sin embargo, no nos engañemos, señorías, hemos comprado tiempo, ya que los mercados siguen viendo debilidades en la zona de defensa del euro y de algunas de
las economías de la zona euro. En primer lugar, por ejemplo, los 440.000 millones de euros del Fondo de estabilidad financiera deberían multiplicarse al menos por cuatro para constituir una muralla realista en defensa del euro. Efectivamente, esta
cantidad resultaría en alrededor de un billón y medio de euros, que es lo que en realidad se precisa para que cedan las primas de riesgo de los países amenazados y en consecuencia cese la especulación sobre el euro.


En segundo lugar, Grecia verá reestructurada su deuda, pero nadie ha manifestado todavía que esté suficientemente reestructurada su economía, porque las medidas de austeridad le generan recesión y, presumiblemente, tarde o temprano,
requerirá de nuevas medidas, como se ha dicho, una especie de Plan Marshall, con aporte de recursos y asistencia técnica que permitan al país mejorar su competitividad y muy principalmente el crecimiento económico.


En tercer y último lugar, la deuda de Irlanda ya supera el cien por cien de su PIB. ¿Podrá resistir el país en estas circunstancias? ¿Resistirá Portugal? ¿Cuál es la capacidad de resistencia a las especulaciones del mercado en economías
como la de Italia o la de España? En este punto hay que diferenciar nítidamente deuda pública y deuda privada, y es esta segunda la que hoy por hoy agranda aún más la debilidad de la economía española.


La conclusión desde la perspectiva comunitaria es que que Europa ha dado un paso positivo en la dirección correcta, pero los mercados seguirán presionando a los países más vulnerables, ya que los compromisos asumidos siguen siendo
insuficientes. Debemos ser realistas y admitir que es una crisis que se ha cerrado en falso, que la batalla del euro va a continuar tan viva como en las semanas anteriores y que probablemente nos esperen episodios más violentos a la vuelta del
verano. No hay que descartar que los mismos especuladores que han puesto en jaque a los países más débiles, después de retirarse, vuelvan de nuevo, y justamente, señor presidente, señoras y señores diputados, es lo que tenemos que evitar a toda
costa.


Una buena solución sería probablemente la emisión de bonos o de eurobonos respaldados por todas las economías de la eurozona. Sería la solución que más estabilidad daría a Europa y sin duda sería lo que más conviene a España, nuestro país.
Se trataría de financiar las necesidades de los países más afectados a través de los llamados eurobonos, que son títulos de deuda pública en los que no hay riesgo de impago, que están garantizados por los países de la eurozona y que tendrían un tipo
de interés muy inferior al que hoy pagamos los italianos y los españoles. Este producto, el eurobono, sin lugar a dudas estabilizaría la situación actual de incertidumbre, ya que a nuestro entender en primer lugar devolvería la confianza a los
inversores -puesto que estos productos conllevan una seguridad total y absoluta de recuperar el capital- y en segundo lugar a través de este mecanismo estos países ganarían en solvencia, pues se establecería un periodo razonable de tiempo para crear
una coyuntura económica favorable para que sus programas de ajuste y las mejoras de productividad dieran sus frutos y para que el crecimiento económico finalmente fuera una realidad absoluta. Sin embargo, es cierto que Alemania tiene mucho que
decir, justamente en contra, ya que su solidaridad en este asunto también le puede suponer unos costes bien significativos, solo compensables con una verdadera estabilidad y crecimiento de los países beneficiarios de estos eurobonos, aunque también
es cierto que con una ruptura del euro Alemania resultaría una de las economías más perjudicadas.


El segundo apartado al que queríamos hacer mención y sobre el que plantear nuestra posición es el que se refiere a la perspectiva española. Si desde la perspectiva comunitaria llegamos a la conclusión de que los avances quedan todavía muy
lejos de los instrumentos que nos pueden aportar estabilidad a la zona euro, desde la perspectiva española deberíamos concluir que a pesar del Consejo Europeo de la semana pasada nuestro futuro económico y financiero va a seguir directamente
afectado por la voluntad de los mercados. Señor presiente, nuestro diferencial del tipo de interés en estos momentos vuelve a estar por encima de los 300 puntos. El pasado viernes, cuando los mercados evaluaron el programa europeo, la prima de
interés bajó hasta los 280 puntos en relación con un máximo cercano de 370 puntos. Sin embargo, la alegría, como popularmente se dice, dura poco en casa de los pobres, y el mismo día, al cerrar los mercados, ya se observó un repunte hasta los 297
puntos.



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El lunes, con el espectáculo de la CAM, nuestra prima de riesgo, a diferencia de la de otros países amenazados, volvió a remontar los 300 puntos hasta alcanzar los 328 al cierre de los mercados y a ese nivel seguramente nos mantendremos a lo
largo del día de hoy.


Señor presidente, vicisitudes diarias de los mercados aparte, nuestro diferencial del tipo de interés es excesivamente elevado y no asumible durante mucho tiempo, entre otras cosas porque merma nuestra competitividad, la estabilidad de la
economía y, obviamente, la solvencia del Gobierno. A efectos prácticos y salvando lógicamente las distancias, permítame que le ponga un ejemplo, señor presidente. La actual prima de riesgo es como aplicar un aumento de 3 puntos a los tipos de
interés de las hipotecas. Imagínense, señorías, el impacto caótico que esto tendría sobre las familias y sobre las empresas. Pues bien, este es el impacto que está sufriendo la economía española. Ante las amenazas de los mercados, las únicas
alternativas válidas que se pueden ofrecer por el lado de la economía española son la seriedad, cumpliendo con los compromisos anunciados ante la Unión Europea, y la programación de una estrategia propia destinada a reducir el déficit público y al
mismo tiempo a reactivar la economía y el empleo mediante la mejora de la competitividad, con el añadido indispensable de facilitar la circulación crediticia.


La especulación de los mercados se dirige a aquellas economías que son más vulnerables y la única vacuna para evitarlo es ser menos vulnerables. En el caso de la economía española hay al menos tres vías a corto plazo para reducir nuestra
vulnerabilidad: acelerar el proceso de las reformas, fomentar los actuales sectores de empuje, es decir, exportación y turismo, y facilitar la circulación crediticia. En cuanto a la aceleración de las reformas pendientes, señor presidente, nuestro
grupo parlamentario no comprende por qué no se ha habilitado el mes de julio para tramitar los proyectos de ley que tenemos en esta Cámara correspondientes a la reforma laboral, que son dos: reforma de las políticas activas y reforma de la
negociación colectiva. Es fundamental, en lo que queda de legislatura, ultimar estas dos reformas citadas y el Gobierno, en vez de agilizarlas, las está retrasando. Señor presidente, ¿piensa hacerlo? Sinceramente, nosotros pensamos que no. De
todas formas, se lo vuelvo a preguntar, señor presidente, ¿piensa hacerlo? Le recuerdo que a pesar de las insistentes demandas de Convergència i Unió para la aprobación de un plan de choque para el empleo a corto plazo, su Gobierno ha sido incapaz
de ponerlo en marcha. Le aseguro que una reforma laboral más ambiciosa y un plan de choque para la creación de empleo a corto plazo serían dos medidas que darían solvencia a nuestra economía para afrontar la crisis y para hacer frente a las
especulaciones de los mercados.


Más allá de la reforma laboral y de la necesaria creación de empleo, si algún ámbito debería poder beneficiarse de su acción de Gobierno en los próximos meses, es el de la exportación y, secuencialmente, el del sector turístico. Refuerce
los servicios económicos de embajadas y consulados, dé prioridad a todos aquellos proyectos de inversión que redunden en la mejora de nuestra internacionalización -por ejemplo el corredor del Mediterráneo- y refuerce también las líneas financieras
destinadas a los sectores exportadores y al turismo, que es nuestro primer sector exportador de servicios.


Quedaba pendiente, señor presidente, la reforma financiera, a la que ahora quiero referirme brevemente, precisamente al mencionar la problemática crediticia. Empiezo por la CAM, señor presidente, porque es de obligado recordatorio. La
semana pasada se intervino la CAM. Sorprendente intervención, por decirlo de alguna manera: a escasos días de conocerse los stress tests, el Banco de España interviene una caja. ¿Tanto cambió la solvencia en tan pocos días, señor presidente? Una
vez más el Banco de España ha contribuido a la ceremonia de la confusión, y no solo de la confusión sino también de la alarma, porque, ¿qué sucederá con las otras entidades que suspendieron los stress tests? Los mercados advierten de este tipo de
incongruencias y, claro está, señor presidente, la prima de riesgo acusa también las consecuencias.


Sin embargo, hay una pata de esta reforma que anda coja y es la financiación a las pequeñas y medianas empresas, a los autónomos y a las familias. Sin financiación suficiente será muy complicado entrar en un proceso de reactivación y de
creación de empleo por parte de las empresas de menor tamaño que, no olvidemos, serán las primeras en crear empleo. En este punto el crédito es fundamental, señor presidente. Como afirmaba el presidente de nuestro grupo parlamentario, Duran i
Lleida, en el último debate de política general, el crédito es a la actividad económica lo que la sangre al cuerpo. Le propusimos diferentes medidas, en particular, la modificación del coeficiente de solvencia y también de manera sobresaliente
otorgar estatuto bancario por un periodo temporal limitado a los institutos de crédito de las comunidades autónomas que lo soliciten. Nada se nos respondió ni se nos ha respondido hasta el momento. ¿Hasta cuándo, señor presidente, va a obviar la
problemática crediticia para las pequeñas y medianas empresas? Aparentemente es mucho lo que le pido, pero, en realidad, lo que le pido es que finalice con debate parlamentario y, por tanto, revise aquellas reformas del ámbito laboral que por parte
del Gobierno ya han sido puestas en marcha. Le pido medidas para reducir el paro a corto plazo como garantía segura de aumentar la ocupación de futuro y le pido que, con los instrumentos actuales, maximice los esfuerzos destinados a la exportación
de bienes y servicios, así como a la instrumentación de medidas útiles y a la par viables para que el crédito vuelva a fluir en el vivir cotidiano de empresas y familias.


El Consejo Europeo de la semana pasada representa un paso positivo para Europa, pero también, ante la presión de los mercados, lo que necesitamos es reforzar la solvencia de nuestra economía y ello pasa por finalizar



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las reformas pendientes -especialmente la reforma laboral-, apoyar con fuerza al sector exportador y, finalmente, minimizar el periodo electoral.


Señor presidente -y con esto finalizo-, para que nos entendamos, como solemos decir en Cataluña (Pronuncia palabras en catalán.), lo que realmente preocupa a Convergència i Unió no es la fecha de las elecciones generales, créame, sino lo que
es capaz de hacer su Gobierno en cuanto a finalizar las reformas estructurales pendientes que acabo de detallar. Es decir, si usted se ve capaz de finalizarlas desde el día de hoy hasta la fecha de la convocatoria de las próximas elecciones
generales. ¿Van a ser ustedes capaces de abordar la reforma de la negociación colectiva para generar confianza y a la vez empleo? ¿Van a ser ustedes capaces de implementar un paquete de medidas orientadas a la reforma de las políticas de empleo?
¿Van a ser ustedes capaces de acometer un plan de choque para generar empleo a corto plazo? Si son ustedes capaces, adelante; en caso contrario, lo mejor que pueden hacer es convocar las elecciones rápidamente para no perder más tiempo.


Muchas gracias, señora presidenta. (Aplausos.)


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Gracias, señor Sánchez i Llibre.


Por el Grupo Vasco (PNV), tiene la palabra el señor Azpiazu.


El señor AZPIAZU URIARTE: Muchas gracias, señora presidenta.


Señoras diputadas, señores diputados, señor presidente del Gobierno, cuando estábamos a las puertas del nacimiento del euro, el Nobel de Economía Paul Samuelson dijo: Se van a meter en la cama con un gorila; que tengan suerte. Lo del
gorila se refería a Alemania y naturalmente no tenía nada que ver con una velada referencia personal al intimidante aspecto del gigante Helmut Kohl, sino a la temible inclinación deflacionista de ese país, producto de la experiencia de
hiperinflación del periodo de entreguerras. (El señor presidente ocupa la Presidencia.) La advertencia era pertinente, como bien recuerdan los observadores económicos. Entre los años 2000 y 2010 el deflactor del PIB ha aumentado un 11 por ciento
en Alemania y un 37 por ciento en España. No, no es nada fácil la vida con un gorila, ni siquiera lo es la convivencia con nuestros socios comerciales principales de la Europa de los Quince, cuya cifra ronda el 22 por ciento.


Ese no era el único riesgo porque otros observadores, esta vez en arrebatada minoría, nos decían que muy lejos de la idílica visión neoclásica de aquel informe one market, one money, la integración monetaria bien podría producir fenómenos de
causación acumulativa que reforzarían el centro, ese arco que va desde Londres a Milán, en detrimento de la periferia debido a la influencia de los rendimientos crecientes y las economías de escala dinámica. Más allá de la jerga teórica de la
economía, no es difícil entender la razón de aquella preocupación. Basta ver cómo esos rendimientos crecientes colapsan la exitosa Madrid al tiempo que vacían buena parte de la península Ibérica. A pesar de todo esto, siempre creímos que podríamos
vivir con un gorila. El Grupo Vasco lo creyó y también lo hizo de manera menos fundada la opinión pública, los políticos y los expertos españoles. ¿Por qué digo de manera menos fundada? A los resultados me remito. Euskadi, que a mediados de los
años sesenta llegó a tener un diferencial de PIB per cápita constante, pero sin corregir por paridades de poder de compra, de 5 puntos con España -65 por ciento y 60 por ciento para un nivel 100 de la Europa a Quince- tiene hoy un nivel 95, cuando
España apenas llega al 70. La productividad se ha incrementado ligeramente en términos relativos y presenta un buen balance de comercio exterior. El triángulo perfecto de la competitividad es aumentar el bienestar, convergiendo realmente sobre la
base de empleo y productividad y sin grandes desequilibrios. España, por el contrario, pierde productividad relativa desde mediados de los noventa. Desde esa década dejó de converger con Europa y ha acabado sumergida en unos desequilibrios enormes
del sector exterior y del mercado de trabajo. Atención, señor presidente, a las fechas que menciono, porque el fracaso se vino incubando desde muy lejos, desde el tiempo del primer Gobierno del Partido Popular y mucho antes de que se oyeran esos
estériles llamamientos a un cambio de modelo productivo, que más parece un mantra que una recomendación útil de política económica. Las comparaciones son odiosas -lo sé-, pero lo que pretendo por la vía del ejemplo es mostrar cómo se produce una
diferencia enorme de resultados, a pesar de compartir un marco de regulación común, y de paso avisar de que la nueva singladura de ese largo viaje hacia la flexibilidad de los mercados, impuesta por los mercados, es decir, por el capital financiero,
no va a constituir remedio ni panacea alguna.


Señorías, el vía crucis de la crisis de la deuda soberana de hoy tiene mucho más que ver con esas razones profundas de la competitividad que con la flexibilidad del mercado de trabajo, con tal o cual articulación del Pacto de Estabilidad,
con mecanismos de estabilidad financiera e incluso hasta con un diferente diseño institucional de la Unión, nos hubiera evitado el extravío ultraliberal en que nos encontramos. No siendo un área monetaria óptima por carecer de la movilidad de
factores y mecanismos de estabilización, se debió haber construido al menos un modelo más federal, con una Hacienda europea que mereciera tal nombre, siguiendo los anhelos de Delors, la tradición del informe McDougall, de 1977, o del informe Werner,
de 1970. Es más, es dudoso que tenga sentido aspirar a ser el área monetaria última porque ni la emigración ni los subsidios pueden ser soluciones de futuro para las naciones de Europa. De haber seguido otro camino. al menos hoy los
estabilizadores automáticos europeos hubieran suavizados las dificultades de los Estados de la periferia y la existencia de una Hacienda común evitado este permanente ejer



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cicio de improvisación e ineficacia que representan las cumbres europeas que se vienen abordando por motivo de la crisis de la deuda. Hay que aprender de los errores y elevar la mirada al horizonte y eso representa algo más que sortear a
duras penas las dificultades del momento. Sé que los intereses de algunos países de Europa y la carga ideológica de muchos otros seguirá enrocada en poner parches para tapar las vías de agua y mantener todo como está. Con la legitimidad de
pertenecer a una fuerza política como el Partido Nacionalista Vasco, de acendrado espíritu europeísta, que apoyó sin reservas el proceso iniciado en Maastricht y el sí al referéndum de la Constitución europea en el año 2005, no puedo dejar de
señalar que hoy la dura realidad nos desvela las manifiestas insuficiencias de aquel diseño institucional y las enormes barreras para realizar progresos. Nadie -creo yo-, señor presidente, esperaba gran cosa de la última cumbre, por eso, que se
encauce el segundo paquete de ayuda a Grecia en los términos que se ha hecho supone un alivio. Pero lamento ser agorero porque debo decirle que ese no va a ser sino un alivio circunstancial. El problema de Grecia no es de liquidez sino de
insolvencia, por ello, la recompra de deuda, la reducción de costes y la reestructuración parcial de la deuda... (Rumores.)


El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor.


El señor AZPIAZU URIARTE: ...son condición necesaria, pero no suficiente, para una salida de la crisis. La sostenibilidad de la deuda no depende solo del numerador, de su peso, sino del denominador, de la actividad económica. El impacto
de las medidas de austeridad deteriora el crecimiento, sin que haya un mecanismo posible de restauración de una competitividad precio deteriorada en, al menos, un 20 por ciento. La situación de Grecia recuerda a la de la crisis de Argentina diez
años atrás, que solo salió del trance, del fracaso de la dolarización, combinando reestructuración y fuerte contribución del sector exterior. Lejos de mi intención recomendar una drástica solución, como la salida del euro y el restablecimiento de
los controles de capitales, porque ese camino presenta también riesgos enormes. Naturalmente, es al Gobierno griego a quien corresponde la decisión fundamental de cómo abordar la crisis, pero no por ello deja de ser cierto que la apuesta actual
corre serios riesgos de fracaso si el paquete financiero no va complementado por un sustancial paquete de ayuda real a las empresas y a los salarios que contribuya a restaurar la competitividad precio de los sectores abiertos al comercio, es decir,
la industria y el turismo. Aquellos que se muestran reticentes a la ayuda financiera quedarán horrorizados al oír esto, pero, tristemente, es la cruda realidad. Ahora bien, no se alarmen; es perfectamente posible que cualquiera que sea el
desenlace de la crisis griega no suponga una crisis del euro, todavía. De hecho, la propia cotización de nuestra divisa en todo este episodio evidencia bien a las claras que si se esterilizan los efectos del sistema bancario de la zona euro es
posible dejar a un socio en el camino y seguir adelante. Pero ese no es el fin de la historia, sino que, como los acontecimientos de la semana pasada han puesto de manifiesto, puede ser solo el principio.


Con la extensión de la especulación a Italia, la tercera economía de la zona euro, que tiene una deuda pública que equivale a una cuarta parte del total del área, hemos dado un nuevo salto cualitativo que demuestra que seguiremos al borde
del abismo. Ahora sí, lo que era una crisis de deuda soberana amenaza abiertamente con convertirse en una crisis del euro, y si el euro, como la canciller Merkel reconoce, es parte de la idea de Europa, toda la idea de Europa está en crisis.
Podemos repetir hasta la saciedad que los fundamentos de la economía italiana abonan cumplidamente la idea de sostenibilidad de su deuda. Italia, como España, no es Grecia, es cierto, porque, a pesar de su tradicional enorme deuda, sus superávits
primarios y el escaso impacto de la especulación en la elevación a corto plazo del coste de la misma parecen ponerle al abrigo de los ataques. Pero los especuladores saben esperar, saben cambiar de escenario - de Grecia a la tercera economía; de
esta a la cuarta; y volver a la anterior- y, sobre todo, saben que los propios fundamentos son móviles y que, actuando como bola de demolición, pueden producir una conjunción de factores. La prima de riesgo impone mayor austeridad, que a su vez
mina el crecimiento, que a su vez eleva el peso de la deuda, y todo ello puede conducir hacia el auténtico desastre.


La situación, señor presidente, desgraciadamente, nos recuerda a la última crisis del sistema monetario europeo. Como entonces, el problema de fondo es una debilidad institucional de diseño y de acción que lleva una confrontación
desequilibrada de fuerzas. Por eso no se debe esperar hasta 2013 para que esté operativo el mecanismo de estabilidad europeo, sino que tiene que actuar sobre la actual facilidad europea de estabilidad financiera con un ambicioso proyecto de
expansión basado en emisiones de eurobonos y de un ambicioso plan de recuperación económica a escala europea y no solo de la economía griega. Sé que todo esto sonará a muchas de sus señorías a recetas que están lejos de la realidad, pero la
cuestión no es si el que les habla en este momento está equivocado o no - ojalá lo estuviera- , sino si ignorarlo no es peor para la propia realidad. Este año 2011, señor presidente, y quizá también el año 2012, serán años que en un futuro
recordaremos, en el mejor de los casos, como años que vivimos peligrosamente.


Señor presidente, después de haber sido bastante claro acerca de lo que nos traemos entre manos y de exponer mis recomendaciones, permítame que no falte a la última y que con el conocido ejercicio de responsabilidad de nuestro grupo y de
nuestro partido le exprese la necesidad, tal y como usted mismo señaló a la salida de la reunión del Eurogrupo, de estabilidad, credibilidad y confianza. Pero como se diría en inglés it's up to you; está en sus manos, usted decide.



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Quiero terminar con una reflexión para este final de legislatura con la ayuda de una cita del historiador Tony Judt que dice así: El problema real al que se enfrentan los socialistas europeos no son sus preferencias políticas tomadas
individualmente. Creación de empleo, una Europa más social, inversión en infraestructuras públicas, reformas educativas y otras propuestas semejantes son encomiables y no controvertidas, pero nada vincula a esas políticas o propuestas en una
narración política o moral común. La izquierda no tiene un sentido de lo que significaría su propio éxito político si lo alcanzase; no tiene una visión articulada de una sociedad buena o simplemente mejor que la actual. A falta de esa visión, ser
de izquierdas no es más que un estado de protesta permanente y como los males provocados por el cambio rápido es contra lo que más se protesta, estar a la izquierda es ser conservador. Esta es estrictamente la cita.


Desde una familia política, señor presiente, pero desde el humanismo que tiene también un ideal de emancipación de las personas y los pueblos no dejo de pensar en qué puede resultarnos de aplicación la severa advertencia de este hombre sabio
que nos ha dejado recientemente tras una larga enfermedad. Pienso entonces que esa narrativa tiene bastante que ver con alguna de las cosas que he desgranado en mi intervención y cuando miro a este hemiciclo me entristece comprobar que ni en sus
filas ni en las otras haya esperanza alguna de recuperar esa nueva visión de Europa y la sociedad buena.


Señor presidente, el año pasado, con las circunstancias que se dieron, nos comprometimos en el ofrecimiento de un tiempo en el que hay un trabajo inacabado. Nuestro grupo seguirá actuando con el mismo sentido y grado de responsabilidad, sea
cual sea el contexto y sus circunstancias, así como las decisiones que en el uso de las facultades que nos corresponden hayamos de adoptar. Ojalá que todos podamos decir un día que estuvimos a la altura de los tiempos en los años en que vivimos
peligrosamente.


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Azpiazu.


Tiene la palabra don Joan Ridao.


El señor RIDAO I MARTÍN: Muchas gracias, señor presidente.


Señor presidente del Gobierno, señorías, hace algunos años decía Jacques Delors, a la sazón presidente de la Comisión Europea, que Europa avanza de crisis en crisis; algo que, señor presidente, no resulta tan evidente porque en el corto
plazo el resultado de la eurocumbre ha enviado un mensaje tranquilizador a los mercados, a los inversores, en relación con un proyecto europeo que sigue vivo, que sale reforzado aparentemente de esta crisis, pero todos sabemos que si cerramos un
poco el diafragma, si examinamos con detalle los acuerdos de la cumbre, es evidente que la batalla del euro va a continuar. (La señora vicepresidenta, Cunillera i Mestres, ocupa la Presidencia.) Por tanto, sería razonable aparcar una cierta euforia
y entusiasmo porque como mucho, como se ha dicho, de esta eurocumbre sale un poco de tiempo; es decir, hemos ganado y comprado tiempo a la espera de futuros episodios especulativos. Además, usted sabe que se ha salido de Bruselas como en otras
ocasiones con una solución de compromiso. Hay una cierta inercia histórica que lleva a Europa a hacer las cosas a medias. A pesar del primer plan de rescate en relación con Grecia, la insolvencia de Grecia y el miedo a un eventual contagio, sobre
todo a nivel periférico, era cuestión de tiempo, porque como ya advertían no hace mucho algunos analistas, cómo iba Grecia a poder pagar su deuda, una deuda del orden del 160 por ciento de su PIB, con un tipo de interés prohibitivo y con apenas
crecimiento debido a una doctrina y una medicina de la austeridad a ultranza. Me recuerda a aquello que dijo Salinas de Gortari, después de una suspensión de pagos en México en el año 1982. Dijo: sin crecimiento no se paga. Pues, evidentemente,
Grecia, sin crecimiento, no va a poder pagar. ¿Qué es lo que se nos propone ahora? Un segundo plan de rescate, un nuevo plan de ayuda con plazos más largos, con tipos de interés más blandos, pero que se estima que va a reducir la deuda del orden
de 12 puntos del PIB, con un tipo de interés del 3,5 por ciento, excesivamente oneroso para un país cuya economía cae del orden de un 4 por ciento y sin perspectivas de crecimiento.


Señorías, señor presidente del Gobierno, se trata además de un plan sin ningún tipo de implicación privada que hace que el peso de este rescate recaiga nuevamente sobre las espaldas de los contribuyentes, y me detengo aquí, señor presidente,
porque quiero recordar que asistimos a la resaca de una década de vino y rosas. Se ha hablado estos días de Alemania, de la fábrica de Europa, de si la señora Merkel está presionada por los bancos que se han pillado los dedos, por una opinión
pública en su país cansada de hacer de espónsor de Europa, algo que puede entenderse, pero también quiero recordar que este país ha aumentado estos últimos años sus exportaciones, y lo ha hecho con este plan Marshall particular que inició en su día
la propia Unión Europea. Casi nadie se acuerda de cuando el Banco Central bajó los tipos de interés, lo cual ayudó a la unificación alemana, también a financiar las reformas estructurales que de forma anticipada hizo Alemania mucho antes que
nosotros. Pero ese dinero barato que en su día puso a disposición el Banco Central Europeo y que acabó en manos de los bancos alemanes sirvió básicamente no para invertir en Alemania, sino para invertir por ejemplo aquí y para hinchar de forma
exponencial nuestra burbuja inmobiliaria. Por tanto, alguna responsabilidad tendrá en este caso Alemania y también el sector privado. Y claro está, ahora, señor presidente, toca pagar la fiesta y, como siempre, los que van a pagar van a ser los
contribuyentes y no los bancos, porque es el sufrido contribuyente el que no tiene ninguna capacidad de intimidar como hacen



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los bancos, ni de amedrentar; solo tienen capacidad, como se ha visto, para indignarse.


En segundo lugar, como otra gran medida está la ampliación de poderes del Fondo de Estabilidad, un embrión, se dice estos días, del Tesoro único europeo futuro. Esta es una medida que va a servir para actuar preventivamente ante eventuales
episodios de nuevas tensiones en los mercados, que va a servir para recapitalizar algunas entidades financieras en los países intervenidos y que va a servir para comprar deuda por parte de los bancos en el mercado secundario. En realidad se trata,
señor presidente, de un simple cambio de papeles, porque hasta ahora de una u otra forma esto ya lo venía haciendo el Banco Central Europeo. Por tanto, ciertamente se amplían las facultades, sí, pero sin aportar más dinero, y con ello no vamos a
solventar absolutamente nada. En consecuencia, el panorama no varía sustancialmente, porque Grecia va a continuar sacrificándose e inmolándose para poder pagar la deuda, igual, por cierto, que lo vamos a continuar haciendo nosotros. Por tanto, no
hay más remedio, señor presidente, de cara al futuro, que intentar construir una estructura política a nivel europeo, conseguir una gobernanza económica, como todos sabemos, de la eurozona de forma eficaz, de forma estable para conseguir esa
estabilidad del euro que todos deseamos y para hacer frente a cualquier posible avalancha especulativa. Si no es así, el poder del capital financiero también en la eurozona va a continuar campando a sus anchas.


En tercer lugar, hay que cambiar la orientación de la política económica, porque, si todo sigue así, evidentemente usted va a seguir, junto con sus socios europeos, aplicando una política neoliberal, como se ha visto, de desregulación del
mercado de trabajo, de debilitamiento de la negociación colectiva, de reducción de la protección social, de las pensiones; anatemizando, además, un concepto como es el del déficit público, que es como el colesterol, que lo hay malo y lo hay bueno.
Por ejemplo, el déficit público de Estados Unidos en 2010 fue casi el doble del que hubo en la eurozona. Si todo sigue así, todo se va a reducir, señor presidente, a intentar reducir el déficit, a recortar el gasto, particularmente el gasto social,
y a no tocar los impuestos.


Señor presidente del Gobierno, quiero llamar la atención sobre un particular al que ha hecho usted mención esta mañana, la reunión de esta tarde del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Déjeme decirle que usted sabe que es imposible que
la mayoría de comunidades autónomas puedan alcanzar el objetivo de déficit del 1,3 por ciento, además de que deberán acordar algún tipo de moratoria sobre la devolución de los anticipos. Ello es así, señor presidente, porque el sistema de
financiación autonómico, a pesar de todo, continúa siendo francamente insuficiente. Veremos la liquidación de 2009, pero, de entrada, con los datos de 2008, por lo pronto, las comunidades autónomas peor financiadas son las más endeudadas:
Cataluña, un 59 por ciento; el País Valenciano, un 52; Baleares, un 40 por ciento por encima de la media, y -¡oh, maravilla de las maravillas, señor presidente del Gobierno!- las que tienen superávit fiscal -por ejemplo, Asturias, Extremadura o
Castilla y León- tienen un endeudamiento por debajo de la media. ¡Oh, qué casualidad! En segundo lugar, persiste la crisis obviamente y, si persiste la crisis, persiste la bajada pavorosa de ingresos públicos vinculada a la imposición, en este caso
inmobiliaria, que es evidentemente lo que en este momento básicamente recaudan las comunidades autónomas; y además no solo eso, sino que mientras persista la crisis crece exponencialmente el gasto social, con una estructura rígida de gasto de las
comunidades autónomas. En tercer lugar, ustedes siguen sin cumplir con sus obligaciones financieras. ¡Cómo van a exigir la devolución de esos anticipos a las comunidades autónomas si no hay reciprocidad por su parte! Es decir, mientras ustedes
continúen en una auténtica actitud morosa, no pagando el Fondo de competitividad o incluso negando algunas subvenciones ya comprometidas. Lo que nos ofrecen a algunas comunidades autónomas, como Cataluña, por la puerta de delante nos lo niegan en
este caso en el cuarto oscuro, señor presidente del Gobierno, y evidentemente así no vamos bien.


No deja de ser preocupante -con ello quiero acabar, señor presidente del Gobierno- que haya en este debate incluso un cierto indicativo de una falta de cultura democrática, porque aquí de lo único que se está discutiendo es de cómo, cuándo y
cuánto vamos a continuar recortando, es decir, a cumplir con los deberes que nos impone la Unión Europea, en lugar de hablar de lo más relevante, de lo más importante, es decir, de cómo vamos a conseguir una Europa más potente, más unida y además de
cómo vamos a salir de la crisis con una auténtica alternativa, que es una salida social de la crisis.


Muchas gracias, señora presidenta, señorías, señor presidente del Gobierno.


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Gracias, señor Ridao.


Por el mismo grupo tiene la palabra el señor Llamazares.


El señor LLAMAZARES TRIGO: Gracias, señora presidenta, por su generosidad.


Señorías, este debate, el debate final del curso político, en mi opinión, podría ser la metáfora de la impotencia de la política. Metáfora de la impotencia de la política en la reunión del Eurogrupo, con algunos parches y mucha retórica;
metáfora también de la impotencia de la política en un Congreso de los Diputados que se encuentra en estos momentos impermeabilizado para que las voces de la indignación no le lleguen demasiado cerca.


Señorías, en opinión de Izquierda Unida y de Iniciativa per Catalunya, las recientes decisiones del Eurogrupo, como he dicho antes, son apenas algunos parches tardíos, que prácticamente se han convertido en viejos en veinticuatro o treinta y
seis horas con la prima de



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riesgo, que ha puesto en cuestión la utilidad de esos parches; eso sí, como últimamente ocurre en Europa, muy bien adobados por una retórica ampulosa; la retórica que pretende convertir el mecanismo puesto en marcha en una suerte de Fondo
Monetario Europeo -nada más lejos-, y por otra parte la retórica que pretende que el adelanto de los fondos estructurales, de los fondos europeos, es otra suerte de Plan Marshall. Nada que ver, señorías.


Como en la ínsula Barataria, la falta de poder, la impotencia política nos lleva a la retórica. Señorías, mientras mantengamos que el chantaje mafioso de los mercados solo podemos afrontarlo aceptando su lógica y negociando sus condiciones,
en nuestra opinión, estaremos equivocados. O combatimos y cambiamos la lógica de ese chantaje o, por una parte, Grecia será incapaz de financiar una deuda que no solamente es impagable, sino que es ilegítima, y además por otra parte el conjunto de
la Unión Europea se verá golpeado en más ocasiones por estos enfrentamientos con el mercado. Señorías, es la cuarta entrega. Nos da la impresión de que en septiembre u octubre entraremos en la quinta entrega de esta medida europea, que como he
dicho antes es fundamentalmente un parche adobado de retórica, pero que tiene muy poca capacidad para cambiar el chantaje, que es la naturaleza de la política económica actual en el marco de la Unión Europea.


Señorías, este chantaje que he denominado mafioso en estos momentos consiste en lo siguiente: en que la Unión Europea, que carece de un respaldo financiero y bancario a la deuda de los Estados miembros, es una perita en dulce para los
especuladores, que ponen a sus inversiones y compras de deuda precios de usura, y en que por otra parte la Unión Europea acepta este chantaje a cambio de ajustes a sus ciudadanos, a los ciudadanos de la Unión Europea. No es de extrañar que los
ciudadanos nos vean más como adversarios, como intermediarios de los mercados que como representantes de su soberanía. Los ciudadanos en estos momentos en nuestro país viven una alta tasa de desempleo que saben que con la política de ajuste
continuará o se profundizará. Viven también una crisis y una recesión económica, una depresión menor, que llamaba Krugman -yo creo que es una depresión mayor-, y además no tienen demasiadas esperanzas de superarla con esta política. Los ciudadanos
viven desahucios y se indignan en la calle porque no ven en la representación política una representación suficiente de sus intereses, sino una mediación de los intereses de los mercados. (El señor presidente ocupa la Presidencia.) Estamos, pues,
ante una grave crisis política, ante una grave crisis económica, pero sobre todo ante la impotencia de la política.


Mientras la Unión Europea no decida respaldar su moneda con una hacienda pública y un banco europeo que impidan los ataques especulativos, el chantaje de la usura continuará. Mientras la política de la Unión Europea no se imponga a la
especulación de los mercados, la situación de la ajenidad, de la crítica, de la escisión con los ciudadanos continuará. Y mientras la política que desarrolle la Unión Europea sea únicamente la retórica del Plan Marshall, pero en realidad aplique un
ajuste económico que hace cada vez más difícil no solamente la vida en la Unión Europea, las condiciones laborales, las condiciones de vivienda, sino que hace también imposible el pago de la deuda, los ciudadanos sentirán que esta no es su Unión
Europea, que este no es su Eurogrupo, sino que es un Eurogrupo que participa del chantaje de los mercados, de ese chantaje mafioso que hasta estos momentos solamente ha traído como consecuencia usura y recorte de los derechos sociales en el marco de
Europa. Hay que cambiar la lógica, y yo apelo al Gobierno para que lo haga en estos últimos meses.


Yo no voy a plantear que el Gobierno está en un periodo de transición. Eso no es verdad, no está en nuestra Constitución. No voy a proponer una moción de censura para a continuación disolver las cámaras, que es un fraude de Constitución
también. Lo que le voy a proponer al Gobierno es que cambie radicalmente, que se aleje del chantaje de los mercados y que se acerque a la política de los ciudadanos.


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Llamazares.


Tiene la palabra el señor Jorquera.


El señor JORQUERA CASELAS: Gracias, señor presidente.


Señoras y señores diputados, señor presidente del Gobierno, permítanme que inicie mi intervención con unas palabras de recuerdo a las víctimas de los brutales atentados de Noruega, unos atentados que deben servir para que no miremos hacia
otro lado ante el peligro que representa el auge de la xenofobia y el populismo derechista en muchos países europeos.


Señor presidente, en múltiples debates en esta Cámara criticamos los evidentes déficits democráticos existentes en la Unión Europea; quizá nunca como en esta cumbre se pusieron en evidencia de una manera tan palmaria. Hasta que la señora
Merkel y el señor Sarkozy se reunieron durante horas, el acuerdo parecía lejano. Pergeñado el acuerdo entre ambos, la cumbre se limitó a ratificar lo dispuesto por el eje franco-alemán. Aun así valoramos como positivos algunos de los acuerdos
adoptados. Creemos que era un paso necesario rebajar las condiciones de los créditos, tanto en lo relativo a los intereses como a los plazos de devolución, corrigiendo las draconianas condiciones anteriores. Incluso nos parece correcto
corresponsabilizar al sector privado, pese a las resistencias iniciales de muchos Estados, incluido el Estado español. También saludamos que el Fondo europeo de estabilidad financiera pueda conceder líneas de crédito preventivas y comprar deuda en
los mercados secundarios para neutralizar ataques especulativos, si bien el hecho de que solo se contemple en condiciones



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excepcionales bajo la supervisión del Banco Central Europeo y por acuerdo unánime del Eurogrupo puede limitar su eficacia.


En cambio, señor presidente, hay muchas cosas que echamos en falta. Por ejemplo, la atribución de otro papel al Banco Central Europeo. El Banco Central Europeo debería tener un papel más activo a la hora de comprar deuda pública y
convertirla en eurobonos, garantizados por el propio Banco Central Europeo. Debería también imprimir dinero y ayudar a los Estados, y no solo a los bancos, tal como hace la Reserva Federal de Estados Unidos. Si esto ocurriese, los intereses de la
deuda de los países periféricos bajarían considerablemente. Es necesario acabar con muchos de los dogmas que nos llevaron a esta crisis, y uno de ellos es el de un banco central carente de control democrático y preocupado tan solo de la inflación.
¿Contribuye a la recuperación económica la política de tipos de cambio y de interés que está practicando en Banco Central Europeo? Al contrario, es totalmente contraproducente para la recuperación de la economía de los países periféricos de la zona
euro. También echamos en falta que de una vez por todas se cree una agencia europea que ponga coto y neutralice el papel nocivo de las agencias de calificación, unas agencias que no han tardado en rebajar la calificación de la deuda griega, y en
volver a suscitar turbulencias financieras y ataques especulativos. Pero sobre todo, señor presidente, nuestra discrepancia fundamental es que este nuevo plan de rescate está condicionado a mantener unas políticas, que además de antisociales, no
están contribuyendo a mejorar la situación económica; al contrario, están agudizando la crisis.


El señor Durão Barroso se apresuró a decir que las medidas adoptadas aseguran la estabilidad de la deuda griega. Y, ¿los recortes impuestos a Grecia aseguran la sostenibilidad de su economía, aseguran la sostenibilidad de un modelo de
cohesión social? Difícilmente, cuando la hoja de ruta impuesta a Grecia conlleva subidas lineales en los impuestos indirectos, reducciones salariales, y una importante devaluación de servicios públicos básicos. En definitiva serán las clases
populares las que asumirán fundamentalmente el coste de la crisis. Además el corsé impuesto a Grecia va a sumirla, al menos durante una década, en una profunda depresión económica, y sin recuperación es imposible -como manifestó antes un portavoz-
pagar la deuda.


Por eso -y ya concluyo, señor presidente-, como ya hemos manifestado en anteriores debates, nos preocupa que mientras los gobernantes europeos responden a las pulsiones de los mercados lanzándose a anunciar nuevos recortes, sigan
permaneciendo total y absolutamente impasibles, total y absolutamente indiferentes ante el clamor de las calles.


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Jorquera.


Doña Ana Oramas tiene la palabra.


La señora ORAMAS GONZÁLEZ-MORO: Gracias, señor presidente.


Señor presidente, señorías, hace un año España tenía las esperanzas puestas en llegar al verano del 2011 al menos con algunos indicadores en verde que justificaran una esperanza en el futuro, unos indicios que devolvieran en parte la
confianza y estimularan a dar más empleo a unos y a trabajar a todos. Sabíamos y sabemos que el proceso de recuperación será largo y lento, pero esperábamos esas señales que indicasen que estábamos subiendo y que nos acercábamos a la superficie.
Las cosas no han sido así, hasta tal punto que las miradas han dejado por momentos de centrarse en la curva que más nos importa, la del empleo, para centrar toda la atención en una línea a la que antes nadie prestaba atención: el coste de la nueva
deuda española en el exterior, que triplica al alemán, hasta verse situado en tipos de interés superiores al 6 por ciento. Y no solo eso. Esa línea ascendente se está convirtiendo en un estoque que atraviesa el corazón de la economía española que
la desangra y la debilita.


Todas las medidas que aprobaron en el Consejo de la Unión Europea, centradas sobre todo en Grecia, son también el recordatorio de lo que nos puede suceder si nos despeñamos por la misma senda que los helenos, o si caemos en el tobogán por el
que se han deslizado Irlanda y Portugal. Europa ha respirado porque al fin hubo un acuerdo in extremis, y ante la catástrofe de una falta de acuerdo ha bastado con tapar de nuevo la sangría griega para respirar tranquilos unos días, unas horas, y
decir: hemos ahuyentado la gran amenaza, seguimos a salvo. Pero los problemas siguen ahí, acechantes. Podríamos ser críticos con la Unión Europea que ha ahuyentado una crisis generalizada de pagos en la zona euro, pero que no ha avanzado un
milímetro en una mayor integración económica y fiscal que ponga de una vez a salvo a la vieja Europa. Pero al menos los líderes europeos han sido capaces de llegar a acuerdos. Por el contrario, ¿qué pueden ver los ciudadanos cuando miran a España?
Pueden admirar el paisaje de la desunión, el enfrentamiento permanente, la criminalización de la política española, un período que verán los anales como uno de los desiertos de la historia española en el que mucha más gente de la debida pasó dolor
durante más años de lo debido, porque Gobierno y oposición no fueron capaces de ponerse de acuerdo en casi nada. Recordarán que unos hicieron tan poco y otros dejaron de hacer tanto. Recordarán que fueron los momentos de: unos por otros, la casa
sin barrer. Recordarán los anales que la gran recesión fue peor y más larga porque se produjo la gran omisión, porque unos hicieron poco y otros dejaron de hacer. Porque unos no quisieron mojarse y otros no se atrevieron a nadar sin el flotador de
los grandes acuerdos, bien de los agentes sociales, bien de los partidos políticos.


El señor Rodríguez Zapatero espera que la historia le reconozca que él evitó en mayo de 2010 la gran debacle que nos hubiera arrastrado al abismo. El señor Rajoy



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parece complacerse en que cualquier tiempo presente sea lo suficientemente malo como para que las penalidades que nos esperan en el futuro sean asumidas, primero con alivio, y si él encabeza el gobierno, sean al final valoradas con
satisfacción. Pero el señor Zapatero no es consciente de que la historia no valora nunca futuribles que podían haber sido. Y el señor Rajoy no cae en la cuenta de que sus omisiones de ayer y de hoy pueden ser la horca que le asfixie en el futuro,
y lo que es peor, que ya está cortando la respiración de todo el país. Por mero cálculo electoral mutuo, el giro político emprendido en mayo de 2010 no logró, como el sentido común indica, hallar puntos de encuentro entre el PSOE y el PP. Puntos
que fueran la palanca o la piedra angular de una nueva economía española más saneada, más eficiente y más justa. Su pecado de omisión les va a perseguir siempre. Sería solo una cuestión de su conciencia personal, señor presidente y jefe de la
oposición, si no estuviera afectando a tantos millones de españoles. Es triste pensar que este país vuelve a ser tierra de emigración, como indican las últimas cifras. Millares de jóvenes españoles cualificados salen ya al exterior en busca de un
futuro que aquí se les niega. Esto no solo ocurre por culpa del Gobierno y la oposición. Hay una responsabilidad colectiva en la que se diluyen mejor las omisiones de todos los actores de este drama que no solo son políticos. Durante los últimos
años España adelantó su consumo inmobiliario y vital, que hubiera correspondido a la próxima década, en la creencia de que los precios marcados por la especulación irían siempre por delante de los tipos de interés de su endeudamiento. Y ese
flagrante error ha sido de las administraciones públicas y de la banca, pero no solo de ellas. La humana tendencia al lucro fácil alimentó una burbuja que al explotar ha reducido la financiación crediticia y la recaudación fiscal; ha disparado el
paro y empobrecido en más de un 20 por ciento a todos aquellos que solo tienen casas en propiedad, y más a los que la soportan con una hipoteca; y ha dejado a este país muy atado de pies y manos, con márgenes de maniobra estrechos. Si aplicamos
una lógica solvente, incluso aunque los llamados mercados no presionaran sobre la deuda soberana, estaríamos obligados a una dieta de austeridad.


Cuando la reacción se produjo en mayo de 2010 y Rodríguez Zapatero no tuvo otro remedio que tomar medidas desagradables y duras, ha sido el PP el que ha querido instalarse en el país de las mil maravillas, apuntándose a lo mejor de cada casa
o recetario, prometiendo a la vez el saneamiento de las cuentas públicas y una bajada de impuestos que no será posible en años. Cuando el PSOE se cayó por fin del cuento de hadas con el que habitaba, porque no le quedaba otro remedio, es el PP el
que se instaló en la fantasía de recitar programas electorales permanentes en lugar de acciones de gobierno realistas.


Termino, señor presidente. Coalición Canaria seguirá en su actitud de tender puentes hacia acuerdos viables, aunque eso le cueste la constante crítica de los que apuestan por la confrontación permanente. No va a hacer seguidismos
irreflexivos ni a tragarse ruedas de molino, pero es plenamente consciente de que cuando todo el mundo habla de esfuerzo y sacrificio, no podemos convertir ese juego en pura retórica. Más allá de su complejidad técnica, lo mejor de los acuerdos del
Consejo de la Unión Europea es el camino que nos muestran: la cohesión interna como el requisito necesario para hallar la salida del túnel.


Muchas gracias, señor presidente.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Oramas.


Don Carlos Salvador tiene la palabra.


El señor SALVADOR ARMENDÁRIZ: Gracias, señor presidente.


Señorías, señor presidente, seguimos vivos tras la cumbre; seguimos vivos, hay partido. Tras una reunión extraordinaria de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, aunque sea para aprobar un mecanismo excepcional de
cortafuegos urgente que evite el efecto de contagio de Grecia, seguimos vivos. Yo creo que es lo mejor que podemos decir en estos momentos, aunque es verdad que la tormenta no amaina y no va a amainar; como mucho podemos afirmar que con un golpe
de timón acertado hemos evitado darnos de bruces con el peor de los escenarios posibles. Pero me temo que todo sigue más o menos igual: la inestabilidad, la incertidumbre, las vacilaciones siguen desafiando la credibilidad del Gobierno, la
credibilidad de nuestro país, y nuestra capacidad de dar respuesta a los obstáculos que día a día nos encontramos en el largo camino de la recuperación y de la creación de empleo. A la exitosa salida a Bolsa -razonable, ha dicho usted- de algunas
entidades financieras nacionales le sigue sin solución de continuidad la nacionalización de otras de gran peso en el sector. A los anuncios de control del gasto público le siguen las peticiones de aplazamiento de las deudas de las comunidades
autónomas, que anuncian que ya no pueden más. A la defensa del Estado del bienestar le oponemos el recorte de algunos servicios sociales hasta ahora intocables, y ya se puede leer en algún editorial estos días sobre la necesidad de plantearse el
copago como única medida para racionalizar el gasto sanitario inasumible. Y ahora, por si fueran pocos los frentes abiertos fuera y dentro de España, ni siquiera sabemos si los propios americanos van a ser capaces de evitar la suspensión de pagos
de su país antes del 2 de agosto, con alguna fórmula razonable a medio camino entre lo que defienden republicanos y demócratas, y eso que los americanos tienen fama de ser gente pragmática y poco amiga de ideologizar en exceso cuando se trata de
buscar soluciones a temas que tienen ya más que definidas las patologías. Señor presidente, no nos parece mal la declaración que han firmado ni los acuerdos que contiene. Podemos incluso aceptar que tengamos que poner cierta sordina a la situación
griega, pero no nos engañemos:



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cuando las barbas de tu vecino veas pelar... Sí se echa de menos, señor presidente, una mayor explicación del programa que debería acometer Grecia para garantizar la devolución de los préstamos y las ayudas, porque sabemos claramente lo que
nos va a costar, cómo los vamos a ayudar, por qué los tenemos que ayudar, pero no tenemos tan claro cuál pueda ser el retorno, cómo se aprovechará la ayuda, qué garantías tenemos de que se cumplirán los compromisos y en qué condiciones. En todo
caso es verdad que el problema griego confirma que siempre es mejor hacer las reformas por uno mismo que esperar a que te las impongan desde fuera. Lo que no sabemos es si en España estamos en condiciones de practicarnos la cirugía necesaria para
recuperarnos por nosotros mismos -¡ojalá sea así!- o si con ese mismo bisturí seremos tan irresponsables que nos acabemos haciendo un haraquiri. Espero que no.


Termino, señorías. Señor presidente, en todo caso usted sabe bien que en Unión del Pueblo Navarro nos apuntamos siempre, gobierne quien gobierne, a trabajar por España con responsabilidad, con independencia y con criterio propio. Quien
disfrute con la situación de actual debilidad de nuestro país que no espere ni nuestro aplauso ni nuestra colaboración. Quien, por el contrario, quiera trabajar por nuestro país tendrá nuestro apoyo, nuestra solidaridad y nuestro aliento. Para
eso, señor presidente, nos dieron muchos ciudadanos navarros su confianza, y con todos los errores y equivocaciones esa confianza nunca la querríamos defraudar.


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Salvador.


Doña Rosa Díez tiene la palabra.


La señora DÍEZ GONZÁLEZ: Presidente, señorías, señor presidente, si hubiera venido usted al día siguiente, el viernes, hubiera sido un Pleno en el que hubiéramos respirado un poco de la euforia del día siguiente. Hoy el suflé se ha
desinflado, y todos desgraciadamente somos conscientes de que la cumbre de Bruselas fue un parche estrictamente necesario, urgente, imprescindible, pero un parche y no la solución de nuestros problemas. Lo que nos ha enseñado esta crisis es que el
euro para que verdaderamente sea una moneda fuerte y que ayude a construir una Europa más política y una Europa más fuerte necesita una fiscalidad propia y común, y eso requiere de cesión de competencias por parte de los Estados miembros para que
Europa gane en competencia; cesión de soberanía -algo en este momento impensable por parte de los Estados miembros- para que Europa sea una Europa política y capaz de garantizar un futuro, un modelo, un Estado del bienestar para todos los
ciudadanos europeos. Usted ha hablado de cómo nos afecta a los españoles y a España lo que ocurre en Europa, lo que ocurre en Grecia y en el conjunto de países europeos, pero no ha hablado nada de cómo afecta a Europa lo que ocurre en España porque
estamos en el mismo territorio y nos afecta mutuamente.


Presidente, más Europa -se ha citado mucho aquí por todos los portavoces o por una parte de ellos y por usted también- significa, como decía hace un momento, fiscalidad común; más Europa significa una política económica común; más Europa
significa un gobierno común para toda Europa; más Europa es justo lo contrario de lo que tenemos en este momento; más Europa significa menos nacionalismo de los Estados miembros, porque eso también ocurre, menos nacionalismo de los Estados
miembros. Estas cesiones de soberanía de las que les hablaba no son posibles con ese ataque nacionalista por parte de los Estados miembros. Pero, qué le voy a contar, si hasta en eso en que reflexivamente nos ponemos de acuerdo en relación con lo
que ocurre en Europa ocurre también en España. Es difícil ir a Europa a hablar de menos nacionalismo y practicar lo contrario en nuestro país; es muy difícil porque no tendríamos credibilidad para hacerlo, porque lo que ocurre en Europa también es
una réplica de lo que ocurre en España. ¿O no está ocurriendo en España lo de la fiscalidad que se quiere romper -el PP apunta maneras también en este sentido cuando está dispuesto a hacerlo para encontrar el apoyo de los nacionalistas catalanes- o
con esto de las balanzas fiscales o con las cajas de ahorros, que tienen que ser intervenidas, porque antes han sido intervenidas por los políticos? Justamente porque también hemos desestructurado nuestro país, o sea que también menos nacionalismo,
más cesión de competencias al Estado representado por el Gobierno central para que España gane competencia. O sea que en España tenemos los dos problemas: el que tiene Europa con un nacionalismo de los Estados y el que tiene España con un
nacionalismo periférico. Realmente esto no es nada nuevo, es algo que sabemos y que cuando hemos hablado de lo que significaba más Europa -en aquellos tiempos en los que nos poníamos de acuerdo no solo en la teoría, sino incluso en la práctica-
sabíamos que más Europa significaba más política y más de esto de lo que le estoy hablando. Pero es difícil, insisto, para un presidente de un Gobierno de un país como es España poder predicar eso en Europa, en Bruselas, si en España se practica lo
contrario.


Mire, presidente, Mitterrand, en los ochenta, en la que creo fue la última comparecencia que tuvo ante el Parlamento Europeo, hizo aquella cita célebre -conocida por todos nosotros- que hablaba de que Europa era la paz, significaba la paz,
haciendo precisamente una apelación a los Estados para que dejaran de ser nacionalistas, y decía: Europa es la paz, el nacionalismo es la guerra. Hoy, salvadas las distancias, las cosas son las mismas: Europa es el progreso, Europa es la
posibilidad del Estado del bienestar, del modelo social, de garantizárselo a todos los europeos. El nacionalismo es la ruina; es la ruina para Europa y es la ruina para España. Mientras no saquemos esas conclusiones, mientras no seamos capaces de
llevar esas conclusiones hasta sus últimas



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consecuencias, no les estaremos ofreciendo a las próximas generaciones un país en el que puedan vivir mejor. Por eso le digo, presidente, que además de pensar en qué afecta el nacionalismo de los Estados miembros a España, pensemos en qué
les afecta nuestro desbarajuste, porque también lo tenemos, y la vicepresidenta, que está sentada a su lado, esta tarde va a poder comprobarlo. Por cierto, es consecuencia de lo que hemos hecho en el pasado: de un presupuesto de 2008 por encima de
las posibilidades, que dio a las comunidades autónomas más dinero del que tenían, y ellas, todas, las gobernadas por el PP y las gobernadas por el PSOE, gastaron más de lo que teníamos. Mientras no llevemos toda esta reflexión a sus últimas
consecuencias no demostraremos ambición de país ni ambición de Europa ni ambición de España.


Gracias, presidente.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Díez.


Don José Antonio Alonso tiene la palabra.


El señor ALONSO SUÁREZ: Gracias, señor presidente.


Señor presidente del Gobierno, señorías, los problemas de Grecia y la crisis de deuda soberana en la zona euro han puesto de manifiesto la existencia de deficiencias importantes en el diseño institucional de la moneda europea. La situación
de Grecia ha requerido de un fuerte compromiso político para lograr una verdadera unión económica a medio plazo. La sostenibilidad de la deuda griega y restaurar la confianza en el futuro de su economía han sido claves para llegar a un acuerdo
satisfactorio para todas las partes. El mensaje es contundente, y además tenía que serlo: no se va a dejar caer a Grecia. El nuevo plan de ayuda financiera consiste por consiguiente en medidas que ustedes sin duda conocen: tipos de interés más
reducidos, hasta el 3,5 por ciento, y plazos más largos, de quince años. Inversiones públicas para reactivar el crecimiento económico. Quita voluntaria de la deuda en el sector privado del 21 por ciento, y canje por nuevos bonos a treinta años,
con cupones del 4 por ciento; por cierto, una participación del sector privado que será excepcional y única, como enfatizaba el presidente del Gobierno, y que cuenta con el compromiso inflexible del cumplimiento de sus obligaciones por parte de
Grecia. Y por último -muy importante- la flexibilización del Fondo de estabilidad financiera para que los griegos puedan recomprar su deuda en el mercado.


Sin embargo, señoras y señores, hay que reconocer que a pesar de las medidas adoptadas en los últimos tiempos el Eurogrupo no había solucionado los problemas urgentes que necesitaba Grecia, y en consecuencia las tensiones financieras que tan
bien conocemos -y cómo- en los mercados de deuda continuaban poniendo en riesgo la recuperación del crecimiento económico y la creación de empleo en Europa. No obstante, señorías, y a pesar de las tensiones en los mercados, que aún soportamos, la
cumbre de la semana pasada ha producido avances importantes en la integración política y económica, y no debemos olvidarlos. Porque era urgente, señorías, muy urgente un acuerdo de mayor integración para salvaguardar el modelo europeo que definiera
-como se ha hecho- un mecanismo institucional de contención que ofrece estabilidad, seguridad, confianza y certidumbre.


La respuesta al caso de Grecia ha sido una prioridad absoluta -bien lo sabemos-, dadas las circunstancias excepcionales en las que se encuentra el país heleno, pero no debemos olvidarnos de las nuevas funciones que adoptará en beneficio del
conjunto de la Unión Europea el Fondo de estabilidad financiera, que intervendrá si es necesario para prevenir el contagio a otras economías. En muchos países de la zona euro, de esa parte de Europa, el sistema financiero está excesivamente
expuesto a las amenazas a la solvencia de la deuda soberana; cuando esta solvencia se pone en duda, el mecanismo es perverso. Los bancos están afectados por una exposición muy directa y esto afecta a la circulación del crédito a la economía real y
esta vulnerabilidad a su vez se refleja en el mercado de valores, en las calificaciones de las agencias de rating -a las que luego me referiré- y en los diferenciales de los tipos de interés, un círculo vicioso que es precisamente el que las
instituciones europeas quieren romper de manera inteligente con las nuevas medidas adoptadas en la pasada cumbre de Bruselas.


Señoras y señores diputados, la deuda soberana debería estar mejor protegida contra el deterioro de los activos bancarios y por eso es acertada la posibilidad de que el Fondo de estabilidad funcione de una manera incipiente como una especie
de fondo monetario europeo que pueda intervenir, mediante créditos preventivos, a países en dificultades, facilitar y financiar recapitalizaciones cuando sean necesarias, mediante préstamos a países en dificultes, y comprar deuda pública en el
mercado secundario.


En este punto el Grupo Socialista quiere advertir que habrá que seguir trabajando en la necesidad de mejorar la capacidad de intervención del fondo, fundamentalmente de dos maneras, entendemos que hay que hacer dos cosas básicamente: una,
se debe aumentar el volumen de recursos, y, dos, se debe mejorar la eficacia en la toma de decisiones para evitar que la regla de la unanimidad acabe frenando la eficacia de dicho fondo, regla de la unanimidad que funciona a veces como un freno, que
conocemos bien los que hemos hecho en un nivel u otro, con unas competencias u otras, políticas en la Unión Europea.


Señorías, la crisis ha evidenciado que el Banco Central Europeo y la Comisión Europea -tenemos que reconocerlo- por sí solos son insuficientes para que la zona euro... (Rumores.)


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Silencio, por favor.



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El señor ALONSO SUÁREZ: ...ofrezca solidez y credibilidad a los acreedores, y -algo muy importante- para que intimide lo suficiente a los especuladores de alto riesgo, a los especuladores en general. Por eso a medio plazo los socialistas
vemos la creación de un tesoro europeo, liderado por un ministro de finanzas del euro, con competencias ejecutivas sobre la política fiscal y con capacidad para emitir eurobonos. El objetivo es, naturalmente, completar la unión monetaria con una
integración económica, que, en definitiva, daría mayor consistencia al modelo de bienestar europeo. Estas propuestas son grandes propuestas, propuestas de calado político, son propuestas para seguir construyendo políticamente la Unión Europea y, si
no construimos políticamente la Unión Europea, sin duda volveremos a tener problemas porque seguiremos manteniendo una deficiencia estructural que el sistema, el mercado, los llamados mercados manejan a su antojo, como bien sabemos. No queda, por
consiguiente, señorías, otra salida que ceder soberanía para ganar solvencia europea a nivel global. El objetivo sigue siendo salvaguardar la estabilidad del euro, del que todos los países nos hemos beneficiado. En este sentido, señoras y señores
diputados, la tendencia inevitable es ir caminando poco a poco hacia una mayor integración económica, idea que siempre hemos defendido los socialistas en España y en el conjunto de Europa, porque solo con una Europa más política podremos
enfrentarnos a los retos que tenemos por delante.


Por otro lado, quería destacar que nosotros vemos como necesaria la creación de una agencia europea de calificación, que rompa el oligopolio -que es lo que hay- que impera actualmente en el mercado, y además en el marco de la Unión Europea
los países miembros de la misma, y en particular los de la zona euro, tienen que avanzar y coordinarse en una mayor y mejor regulación de las agencias de rating ya existentes, al objeto de garantizar que las calificaciones que estas realizan no se
vean afectadas por conflictos de intereses y para que estas agencias actúen con mayor transparencia y calidad en la metodología empleada al hacer las calificaciones, que en estos momentos deja mucho, muchísimo, que desear. También desde el Grupo
Socialista apostamos por el establecimiento de un impuesto a las transacciones financieras en el marco de la Unión Europea y a nivel global en el G-20, así como la adopción de un conjunto de incentivos que disuadan a los inversores financieros de
realizar operaciones únicamente especulativas y para favorecer la transparencia y el control de las operaciones financieras en general. Señoras y señores diputados, el Gobierno económico europeo está avanzando, está dando pasos, y algunos
fundamentales, como, por ejemplo, con las nuevas autoridades de supervisión y con las medidas que se han tomado y se van a seguir tomando en el futuro respecto a la regulación financiera: bancaria, agencias de calificación, fondos de alto riesgo y
productos derivados. Señoras y señores diputados, este es el esquema básico. Cuando hablamos de construir la Unión Europea, no podemos detenernos en el hay que hacer esto o lo otro; hay que inyectar voluntad política y hacerlo realmente y para
eso es necesario llenar la cesta -los diferentes gobiernos que representan a los diferentes Estados- con propuestas.


Voy a hablar de las propuestas o, mejor dicho, de la ausencia de ellas, del señor Rajoy, que ha intervenido hoy de una manera previsible. A él, según parece, le gusta ser previsible y, de nuevo, ha hecho una intervención que oscila entre la
nada y el menos que la nada. (Aplausos.) En la nada, señoras y señores diputados, se sitúa la absoluta falta de propuesta alguna. ¿Qué propone para resolver las tensiones de la deuda? Dice que se podrían haber evitado y que se pueden evitar, y lo
único que ha dicho el señor Rajoy en esta tribuna es que -cito textualmente- hay que actuar aquí y ahora con determinación. Gran pensamiento político, económico y práctico. Apúnteselo, señor presidente del Gobierno, porque igual actuar aquí y
ahora con determinación significa algo que pueda tener sentido y que le ayude en la política que hay que seguir haciendo en la Unión Europea. (El señor presidente ocupa la Presidencia.) Tampoco realiza ninguna propuesta institucional, porque ¿qué
propone para mejorar la indispensable mayor integración política de la Unión Europea? Absolutamente nada, jamás le hemos oído una palabra al respecto. En el menos que la nada se sitúa un discurso político, señoras y señores diputados, que es
nefasto, porque pone en cuestión la fiabilidad de España. Hoy ha dicho aquí el señor Rajoy que España está bajo sospecha, que España está en la enfermería, es decir, enferma, ha calificado las reformas estructurales que hemos hecho en la Cámara de
pasitos, y nos ha vuelto a comparar con Grecia, con Portugal y con Irlanda. Antes de hoy no se han cansado de decir lindezas tales como que España es una rémora para el euro. ¡Nada menos! Todo esto configura un disparate político y conceptual. Es
mentira, señoras y señores diputados, y constituye una puñalada política, más allá de al Gobierno socialista, a su país, a España y al conjunto de la Unión Europea. (Aplausos.) Eso es lo que constituyen las afirmaciones del señor Rajoy. Señoras y
señores diputados, si rascamos un poco la intervención que ha hecho y la sistematizamos, vemos que, además de ser una intervención banal, es claramente antieuropea, está penetrada por un clarísimo antieuropeísmo, con lo cual el Partido Popular suma
a su carácter antisocial el carácter de antieuropeo, dos rasgos que le impiden objetivamente aspirar a gobernar este país. No se puede gobernar un país de la importancia de España siendo antieuropeo y antisocial como lo es el Partido Popular y, por
eso, perderán cuando llegue el momento. (Aplausos.)


Señoras y señores diputados, lo urgente en estos momentos es resolver los problemas inmediatos en los mercados de deuda, pero no podemos olvidarnos de algo esencial, que es la estrategia de crecimiento sostenible para generar empleo, y es
ahí donde el Gobierno está trabajando con seriedad y con rigor. De ahí que expre



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samente el Consejo Europeo en sus conclusiones acoja con satisfacción las ambiciosas reformas llevadas a cabo por el Gobierno de España en el ámbito fiscal, financiero y estructural, reformas que nos van a permitir salir reforzados de la
crisis, reformas importantes y acertadas, como ha reconocido el Consejo Europeo, y no pasitos, como dice en su discurso antieuropeísta el señor Rajoy, como desdichadamente, cabría añadir, dice el señor Rajoy en un discurso que - insisto- constituye
una puñalada política para España como país y para el conjunto de la Unión Europea, porque traslada negatividad, desconfianza e incapacidad para hacer ninguna propuesta positiva.


Señoras y señores diputados, por lo demás, hay que dejar claro que España no tiene un problema de deuda pública, sino privada, y la cuestión de fondo es la de la competitividad, el crecimiento y el empleo. Es ahí donde está actuando el
Gobierno socialista con las reformas que ha aprobado esta Cámara, que ya están dando resultados positivos y más que van a dar. Señoras y señores, una lección importante de esta crisis es que la política no puede actuar con retraso porque eso hace
vulnerables a las instituciones y a la propia política ante los mercados que operan con una rapidez bien conocida, en tiempo real. Por eso, es importante frenar el efecto contagio que impera en la globalización financiera con prevención. Quizás,
porque llevábamos meses viviendo con dificultades, en esta ocasión vemos que se ha actuado con una resolución importante, sin precedentes, una resolución y una rapidez que avanza en el proceso de integración política de Europa y por eso quiero poner
en valor la capacidad de consenso y de acuerdo de los diferentes líderes y gobiernos de los diferentes Estados de la Unión Europea y, particularmente, del Gobierno español.


Los acuerdos del Consejo permitirán dar un paso notable, señoras y señores diputados, en la buena dirección. Van a servir para aprender mejor el camino de salida de la crisis y van a mejorar sustancialmente el diseño institucional que va a
contribuir al mejor funcionamiento de la zona euro. En definitiva, se ha dado un buen paso político, un importante paso político hacia delante. Sigamos, señoras y señores diputados, dando buenos pasos en la ingente e inacaba tarea de construir
Europa.


Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Alonso.


Tiene la palabra el señor presidente del Gobierno.


El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.


Señorías, voy a empezar por lo que me parece más relevante, por lo fundamental, que es el debate en torno a lo que ha representado la cumbre de líderes del Eurogrupo. Puedo constatar que, del conjunto de las intervenciones que sus señorías
han realizado desde esta tribuna, no hay ninguna oposición de ningún grupo a los acuerdos. Luego podemos establecer que hay una graduación en la valoración de los acuerdos, desde las opiniones que han establecido que se trata de parches hasta las
valoraciones más de fondo que consideran que se han dado pasos adelante importantes, aunque en todas -es razonable, y el Gobierno lo comparte- se pone de manifiesto que el combate de esta crisis y la problemática de fondo de Grecia van para largo.
En consecuencia, debemos: uno, implementar los acuerdos, el momento de implementación de los acuerdos será relevante a la hora de mejorar la confianza y la estabilidad en la zona euro; y, dos, acometer las tareas que cada país tiene para coadyuvar
desde las políticas de crecimiento a la problemática global de la deuda. Pero lo que no vamos a cambiar ni con una reunión del Eurogrupo ni del Consejo, ni con unos contenidos u otros de las mismas y acuerdos es el volumen de deuda que tiene
Grecia, que es un volumen extraordinariamente elevado, que compromete a ese país y, en consecuencia, eso va a estar siempre efectuando una presión sobre el conjunto de los países de la zona euro, ciertamente en distinto nivel en función de las
características y de las circunstancias que tienen unos y otros.


La segunda conclusión que quiero establecer, desde esa valoración positiva general que me parece relevante, es que España -y hoy todos los grupos parlamentarios se han pronunciado de esta manera- destaca, en mi opinión, porque, siendo uno de
los países que tiene que aportar más recursos, más dinero, en definitiva, a los planes de apoyo a Grecia, a Portugal y a Irlanda y teniendo un proceso de ajuste fiscal serio, no cuestiona en absoluto su compromiso, su responsabilidad y su
solidaridad con aquellos ciudadanos no griegos, irlandeses o portugueses, sino con aquellos ciudadanos europeos que atraviesan dificultades y que ven cómo Europa, con todo el debate interno, con toda la diversidad, ha dado una respuesta de apoyo
multimillonaria para que la situación no se deteriore aún más en Grecia, Irlanda y Portugal. Esto, desde mi punto de vista, es un elemento de satisfacción. Somos un país al que le toca contribuir -constituimos el 12 por ciento aproximadamente de
la zona euro- en todos los planes de rescate, pero siempre se respalda unánimemente. Sería muy interesante que sus señorías conocieran las posiciones del Consejo Europeo en relación con este tema. Alguien hablaba del gorila alemán, pero hay unos
tigres nórdicos en el debate del Consejo que a la hora de la concreción de las responsabilidades, de las propuestas y de los compromisos no se imaginan sus señorías lo que son.


Tras estas dos conclusiones, desearía entrar a responder brevemente, atendiendo las sugerencias del presidente del Congreso, las intervenciones individualizadas de sus señorías. Por lo que se refiere al señor Rajoy, lo primero que quiero
decir es que no le ha debido costar mucho esfuerzo prepararla. Es más o menos la de siempre: trasladar la responsabilidad de todo a este Gobierno y al presidente -ha sido un poco dulcificada la del debate sobre el estado de la Nación-, volver al



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no reconocimiento de la crisis, algo sobre lo que hemos debatido en infinidad de ocasiones. Solamente le quiero aportar algún dato para que al menos tenga que hacer el esfuerzo de consultarlos y así la intervención no se salde con esa
facilidad que tiene usted, señor Rajoy, de subir a la tribuna y decir que estamos en el pelotón malo y que no se ha hecho nada por culpa de la política del Gobierno. Lo digo porque a veces se hacen afirmaciones solemnes, que seguramente son fruto
de la pasión que uno pone a la hora de hacer la crítica para poder tener más argumentos o más credibilidad. A eso es a lo que me quiero referir de su intervención. Prácticamente se ha escandalizado usted de cómo está la rentabilidad del bono
español en estos momentos, el coste financiero del Tesoro y, derivado de ello, el coste financiero del país. Se ha escandalizado, sí, porque hoy está en el 5,99 por ciento y durante el año 2011 está en el 5,6 por ciento de media. Se ha
escandalizado -fíjense, señorías- cuando el coste medio de financiación del Tesoro español en la etapa de Gobierno del Partido Popular fue del 6,53 por ciento y el de la etapa del Gobierno que presido es del 4,14 por ciento. (Rumores.-Aplausos.) Y
algunos de los diputados que veo que se movilizan a ritmo intenso nunca reconocerán que, por ejemplo, el momento más bajo del coste de financiación de la deuda de España es en el año 2005, con el 3,39 por ciento, con este Gobierno presidiendo.
(Rumores y protestas.-Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor.


El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): La media de este año, señor Rajoy, es del 5,6 por ciento y en el año 2000, que fue el mejor año económico de su Gobierno, según se decía, fue del 5,51 por ciento. Le pido un poco de
ponderación. Claro que nos gusta estar más en el 4 y en el 3, pero la media histórica de la economía española de 1993 a 2011 es mucho más alta. Por tanto, hagamos un juicio ponderado. ¿Que estábamos mejor en el 3,39? Sin duda. Hoy, con todo lo
que nos preocupa el diferencial -y nos preocupa-, estamos en lo que ha sido la media desde el inicio de la década de los noventa de financiación del Tesoro de España. Por tanto, un poco menos de exageración y un poco más de rigor, señor Rajoy.


En segundo lugar, poco más o menos, señor Rajoy, me responsabilizaba del déficit en el que nuestro país incurrió, del exceso de déficit en 2011, y no sé si también del de todos los países europeos. Le debo recordar, señor Rajoy, que sí hubo
una coordinación y un compromiso de hacer una apuesta de intervención de gasto público, una apuesta, si quiere, keynesiana, cuando se produce el derrumbe de los grandes colosos financieros y la crisis del sistema financiero. ¿Qué hicimos el 12 de
octubre de 2008 en la reunión de líderes del Eurogrupo en el Elíseo? ¿Qué hicimos? Poner el respaldo de todo el sector público al sector financiero y acordar planes de estímulo fiscal para combatir la crisis económica. Eso fue lo que decidimos en
2008 y aplicamos en 2009 todos los países. Porque debo recordar cómo evolucionó el déficit en Inglaterra, en Alemania, en Francia, en todos hubo un incremento muy notable del déficit. En concreto, Gran Bretaña y España fueron los que llegaron al
mayor nivel, pero Alemania incrementó el déficit en 3 puntos, Francia en 4,8, Reino Unido en 8,7, la Unión Europea en su conjunto en 5,9 y Estados Unidos en 8,4. También todos los países incrementaron la deuda de manera notable en este periodo:
Italia en 15 puntos; Francia en 17; Alemania en 18; la zona euro en 19; la Unión Europea en 21; España en 24, aunque es verdad que veníamos de estar en el nivel más bajo de deuda. Señor Rajoy, le es muy cómodo y muy fácil decir que la
respuesta de gasto público que nos llevó al déficit y la respuesta que se hizo en el conjunto de Europa fue una decisión estrictamente del Gobierno de España. No, fue una decisión coordinada de la zona euro, de la Unión Europea y del G-20, una
respuesta a la crisis financiera con un amplio programa de estímulo fiscal, que se desvanece -y es verdad que hay una coincidencia, señor Rajoy, tengo que reconocérselo, que le ha venido muy bien- cuando pasa lo de Grecia, dos semanas después de una
reunión que tuvimos, en la que hasta ese momento no se había puesto como elemento fundamental de respuesta abandonar radicalmente los estímulos fiscales. Era una reducción mucho más suave. La crisis de Grecia, la crisis de un país que está al
borde de no poder pagar, cambia radicalmente el panorama, y eso es evidente. Ahí están los datos. Se puede comparar en qué momento se producen las tensiones de diferenciales y a quién afecta. Es cierto que a España esa tensión le afecta, por
detrás de Grecia, de Portugal y de Irlanda, y ahora cada vez más a Italia, que como hoy hemos visto en los diferenciales está cada día más cerca del diferencial a diez años de España en relación con el bono alemán. Esa es la realidad.


Ahora tengo que recordarle un dato que me parece importante, señor Rajoy. El esfuerzo de estímulo fiscal realizado en el año 2009 a través de esa política, que, en efecto, supuso un gran incremento del déficit público que hubo que corregir
rápidamente como consecuencia de la crisis griega, tuvo efectos sociales. En 2009 el PIB cayó un 3,7 por ciento en España, en torno a la media europea, pero la renta familiar disponible creció un 2,1 por ciento como consecuencia de la gran
transferencia de rentas desde el sector público, y fue un factor que amortiguó enormemente, desde el punto de vista de la capacidad adquisitiva y de la cohesión social, el momento más duro de la crisis, que fue en el año 2009, con una caída
-insisto- del 3,7 por ciento del PIB. A partir de ahí y de la crisis griega -lo hemos discutido y no voy a insistir, señor Rajoy-, por nosotros mismos, en un contexto muy difícil, pero como europeos y en Europa, hemos adoptado medidas difíciles de
consolidación fiscal, de reforma del sector financiero, de reformas estructurales para que España haya podido seguir financiándose hoy al coste medio de la financiación que ha tenido el Tesoro español desde el año 1993; por nuestros



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propios méritos y, por cierto, también por la contribución decisiva de algunos grupos políticos en esta Cámara. Esa es la realidad objetiva de los hechos y de los acontecimientos.


Ahora simplemente añadiré dos cosas, señor Rajoy. Lo ha dicho muy bien el portavoz del Grupo Socialista. Como su intervención es siempre la misma y la verdad es que no ha aportado nada nuevo, no ya de propuestas o de ideas -porque sobra
decir que no es precisamente la característica que más le adorne al señor Rajoy-, solo me lleva a hacer dos consideraciones al respecto. La primera es que le pido que sea un poco coherente. Cuando ha pedido todo el rigor y la austeridad para
reducir el déficit -pronunciamiento y principio en el que estamos de acuerdo-, le digo que no haga esto hoy aquí por la mañana y ayer por la tarde diga a sus comunidades autónomas que vayan a pedir no se qué al Gobierno de España cuando lo que tiene
que decir a sus comunidades autónomas es que tienen que cumplir como está cumpliendo del Gobierno de España. Eso es lo que tiene que decir si usted es coherente. (Aplausos.)


Debo recordarle algunos datos, y espero que le llamen a la reflexión sobre el esfuerzo de unos y de otros y sobre algunas cosas que he oído, desde la comprensión de que estamos en una situación difícil para todos; por supuesto, también para
las comunidades autónomas. Sin embargo, debo recordar algún dato -y sirva también como contestación para alguna de las intervenciones que se han producido-. En el año 2009, primer año de aplicación del nuevo sistema, y con los datos cerrados de
liquidación que se conocieron ayer, señor Ridao, las comunidades autónomas recibieron un total de 91.000 millones de euros, un 11,4 por ciento más que el importe que hubiesen recibido de no haberse aprobado la reforma de la Ley de la financiación
autonómica. Repito, año 2009, un 11,4 por ciento más. Por tanto, el Estado aportó 9.197 millones adicionales en el año 2009, señor Rajoy. Me interesa mucho que, por favor, reflexione sobre estos datos. En consecuencia, se incrementó la capacidad
y autonomía de las comunidades autónomas para financiar sus recursos adicionales. En el año 2010 -no hay aún datos definitivos- se incorporarán unos 2.400 millones de euros adicionales, conforme a la gradualidad prevista de la ley sobre el modelo
anterior. Para el año 2011, que se aplicará por primera vez el modelo al cien por cien, los recursos adicionales de financiación superarán los 18.600 millones de euros en comparación con el año 2004, señor Rajoy; es decir, para el año 2011, habrá
18.600 millones más que en el año 2004. Y para el año 2012, debido a la mejora de los ingresos tributarios totales, los presupuestos incrementarán las transferencias a las comunidades autónomas en 8.000 millones de euros, que garantizarán una
adecuada financiación de sus competencias. Por tanto, esos son los datos. Los datos muestran que las comunidades autónomas han tenido ingresos adicionales con el nuevo modelo de financiación todos estos años -2009, 2010 y 2011- y de manera
destacada lo van a tener en 2012. Sé que tienen dificultades, pero estos son los datos. El Gobierno de España ha hecho un enorme esfuerzo de reducción del déficit, de la parte que corresponde a sus compromisos y responsabilidades de gasto.
Repito, el Gobierno y la vicepresidenta económica tienen toda la voluntad constructiva y de acuerdo, pero estos son los datos. Señor Rajoy, tengamos -porque usted debe tenerlo- ese principio de responsabilidad.


Por último, le diré algo sobre su intervención, ya que ha hablado tanto, al final como siempre hace, de las confrontaciones electorales y los momentos electorales. A mí me ha pasado como al Grupo Socialista, una vez que le hemos escuchado y
que le escuchamos una y otra vez decir lo que dice y después de escuchar al candidato del Partido Socialista, cada vez estamos con mejores expectativas y más animados. Eso es lo que le puedo decir después de escuchar su intervención. (Aplausos.)


Más allá del debate sobre la crisis, el pasado, la responsabilidad, la gestión, el déficit, lo que hemos debatido tantas veces, señor Rajoy, me preocupa hoy sobre manera que haga la reflexión sobre el tema de las comunidades autónomas, sobre
los recursos que tienen, sobre los compromisos que tienen que asumir tanto para 2011 como para 2012, porque sé que usted tiene la convicción de que el Gobierno va a cumplir escrupulosamente, y procurará incluso mejorar sus objetivos, en lo que
afecta al déficit para 2011 y en programar adecuadamente 2012. Pero todos tienen que hacer ese esfuerzo, también las comunidades autónomas, con toda la flexibilidad pero con toda la convicción y con todos los datos que hay encima de la mesa, que
son muy contundentes. Le pido que haga un esfuerzo en esa dirección.


Señor Sánchez i Llibre, le contestaré muy brevemente. Es verdad que la emisión de eurobonos es una gran aspiración -me parece lo más relevante de su intervención-, pero no es menos cierto que la capacidad de la que se ha dotado la facilidad
y el mecanismo en su día de comprar en el mercado secundario deuda soberana, bonos de los países de la zona euro, es un embrión de eurobonos, porque se asume colectivamente, con el respaldo de todos los países, la responsabilidad a la hora de
comprar bonos en el mercado secundario. Es un paso importantísimo y, como casi siempre, los pasos importantes tienen luego que desarrollarse, concretarse, pero esta era una línea roja para algunos países; lo saben bien sus señorías. Para varios
países AAA era una línea roja y la hemos sobrepasado. Mi opinión es que antes o después -no sé cuánto se tardará- habrá eurobonos, pero Europa -alguien citaba a Michel Rocard- se hace proceso a proceso; no sé si crisis a crisis, pero sí proceso a
proceso y, desde luego, en esta crisis se está construyendo un gran cambio en la gobernanza económica.


Sobre España la señora Oramas decía: Esperábamos que en la mitad de 2011 hubiera alguna mejoría, alguna expectativa económica, pero vemos que es difícil que pueda haber datos positivos en esta segunda parte de 2011, creo que ha hablado de
la mitad del año. Pues vamos a esperar, vamos ver si a lo mejor tenemos datos



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positivos. Ya sé que es la óptica más difícil de adoptar en esta crisis tan dura, que ha tenido tantas recidivas y en la que nos cuesta tanto poner la recuperación en marcha, el empleo, pero en su comunidad, desde mi punto de vista y por la
información que tengo en relación con lo que más preocupa, que es el empleo, las cosas están teniendo una evolución favorable, positiva. Por tanto, el Gobierno sigue considerando que el crecimiento se ha mantenido en este segundo trimestre y que
las expectativas de empleo son ligeramente mejores.


Señor Sánchez i Llibre, en lo que es internacionalización y exportación supongo que la política que hemos hecho se puede valorar como positiva, porque los resultados de las exportaciones son muy buenos. Y en turismo, donde estamos en los
mejores porcentajes de incremento, como hemos visto desde que se iniciara el año, también. Le recuerdo los dos planes de reconversión turística que se han hecho, con una gran financiación para mejorar la calidad de nuestras infraestructuras
turísticas y para dotar de más servicios a las zonas turísticas. Son dos pilares fundamentales porque, como usted bien reconocía, son clave en lo que representa nuestro sector exterior. En cuanto a consulados también hemos hecho mucha tarea, y es
verdad que ahí siempre hay un cuello de botella, para favorecer un turismo como el chino o el ruso, de grandes países que tienen un turismo que puede ser muy interesante para nosotros desde el punto de vista económico.


Reforma financiera. Me ha sorprendido su reflexión sobre la CAM, señor Sánchez i Llibre. Cuando sale el stress test, la CAM no lo supera, se nota una debilidad, y cuando se constata que no tiene un plan de recapitalización posible, porque
no es capaz de hacerlo, el resultado es la intervención inmediata. Para eso se hacen los stress test y para eso está el plan. ¿Qué dice el plan? El plan es muy claro. En septiembre todas las entidades -bancos, reestructuradas, fusionadas- tienen
que tener un capital solvente, y en el caso de que alguna no pueda tenerlo el FROB va a entrar a garantizar ese capital y, a partir de ahí, a que el mercado, quien mejor puje, se quede con la entidad. Se está cumpliendo a rajatabla, se está
cumpliendo entidad a entidad y en septiembre podremos decir: Aquí está el balance, todas las entidades capitalizadas en el porcentaje exigido. Habrá una parte de ayuda pública -esperemos que sea el menor coste-, pero tendremos la tranquilidad de
tener un sistema financiero solvente. Será la única manera real -usted lo sabe-, de alcance, de contribuir al crédito, porque con el ICO llegamos a donde llegamos, a no ser que carguemos de una deuda insostenible al ICO, y si le cargamos de una
deuda nos bajarían el rating una y otra vez y ya sería un instrumento no válido. El ICO llega a donde llega, ayuda bastante, pero en el volumen de lo que es la economía de un país, de lo que es el crédito global de un país, son las entidades
financieras las que tienen que tener una situación que les permita, desde su capitalización y desde su solvencia, dar crédito.


En cuanto a las reformas laborales, le debo recordar, señor Sánchez i Llibre, que tanto negociación colectiva como políticas activas de empleo están en vigor y son reformas de calado. Ya sé que hay una vieja táctica política en el debate
parlamentario, que es decir primero que hay que hacer reformas, después denunciar que no se hacen y cuando se hacen siempre minusvalorarlas, o casi siempre. Y, señor Sánchez i Llibre -y usted suele ser una persona ponderada en sus juicios-, la
reestructuración del sistema financiero que hemos acometido en dos años y medio es la mayor reestructuración del sistema financiero que se ha hecho en la historia de España, una reestructuración de fondo. No solo porque había que reducir el sector,
que ya de por sí es difícil, sino porque se ha cambiado toda la naturaleza jurídica y la posición institucional de la mitad del sector financiero, que eran las cajas, y eso sin duda alguna va a ser un gran impulso para tener un sistema financiero
sólido, solvente y donde haya una gestión adecuada. Por cierto, alguien de pasada -me parece que ha sido la señora Díez- ha dicho algo sobre los políticos en las cajas, y es verdad, yo soy defensor de una gestión profesional de las cajas,
absolutamente; pero, para ser ponderados con lo que ha pasado en nuestras cajas, tengo que decir que hay cajas que están muy bien, y tenían las mismas reglas y los políticos han decidido que las gestionaran personas que han dado buen resultado, y,
en efecto, hay otras donde los políticos han decidido que las gestionaran personas -o ellos mismos- que han dado unos resultados muy negativos. No quiero poner ejemplos pero los hay, y además en territorios que su señoría conoce muy bien: cajas
que han tenido un régimen jurídico muy dependiente de las instituciones políticas autonómicas o locales y los resultados de gestión son muy buenos, y otras que han sido... En fin, sin comentarios. Lo que hemos hecho con esta reestructuración es
que eso ya se acabó, porque ahora se impone la profesionalidad y las limitaciones radicales a la presencia de responsables públicos institucionales en las entidades financieras. Señor Sánchez i Llibre, es una reforma de gran calado. Esperemos que
todas las medidas que hemos tomado en materia de empleo, desde la reforma del contrato a tiempo parcial hasta los planes de estímulo para jóvenes, con bonificaciones que llegan al cien por cien, empiecen a dar resultados. Eso es sin duda alguna lo
que esperamos.


Señor Azpiazu, debo decirle que su intervención ha sido positiva. Usted al final se hacía la pregunta de si hemos estado a la altura de las circunstancias. Lo que sí puedo decirle -no voy a hablar del Gobierno- es que usted sí ha estado a
la altura de las circunstancias en todo este tiempo en la responsabilidad económica que tiene de su grupo. Lo he podido constatar en directo, lo conozco bien a través de la vicepresidenta y le puedo decir, señor Azpiazu, que usted sí ha estado a la
altura de las circunstancias, y por extensión su grupo, pero ya que ha tenido hoy que intervenir quiero decírselo así de claro. Sabe mi tesis de que es muy difícil que en la vida política, cuando uno pertenece a otro partido, le digan



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algo agradable, pero a mí me gusta hacerlo cuando considero que es así, más allá de esa reflexión ideológica que ha hecho al final, donde ciertamente podríamos comentar muchas cuestiones sobre lo que supone la política socialdemócrata y la
apuesta socialdemócrata en Europa. Pero le puedo decir que un grupo como el suyo, desde mi punto de vista, tiene que tener la referencia ahí, y la va a tener. Ya sé que ahora cunde la tesis de que la socialdemocracia está débil, de retirada en
Europa, pero usted sabe muy bien que las elecciones en cada país suelen ser circunstanciales y vamos a ver en las próximas elecciones de los grandes países europeos qué color político hay. Por tanto, tenga esa referencia desde el humanismo.
Después de ver lo que hemos vivido le tengo que decir sinceramente que creo que tenemos que poner algo más de humanismo, sin duda, pero algo más que el humanismo; hay que poner mucha determinación y sobre todo mucho europeísmo para tener una etapa
de menos sobresaltos y conseguir nuevamente ser el continente del bienestar, que es lo que es Europa, el continente referente del bienestar, e impedir entrar -ha habido algún riesgo, todavía lo hay- en lo que podríamos llamar, después de la
primavera árabe, el otoño europeo. Tenemos que impedirlo, y consejos como el que celebramos el otro día van en esa dirección, dentro de la gran dificultad que hay a la hora de construir Europa, porque los países son diversos y sus posiciones
económicas también.


Señor Ridao, sobre Grecia comentó -el señor Azpiazu también- la posibilidad del default, si estábamos cerca de Argentina. Eso sería un desastre completo, primero para los griegos y segundo para toda la zona euro. En cuanto a las
comunidades autónomas, le he referido los datos de conjunto. No tengo los de Cataluña en concreto, en esa parte, pero seguro que en Cataluña -no sé en términos relativos, pero globalmente- también hay una mejora notable de la financiación, de los
recursos adicionales para la financiación autonómica, y además es un gran mérito de su fuerza política. Aún recuerdo una pizarra en una televisión donde se explicaban los números por portavoces de su formación política. Hagamos valer nuestra
trayectoria y nuestra coherencia. Nosotros no nos arrepentimos en absoluto de haber pactado una reforma de la financiación autonómica. ¿Que es difícil el 1,3 para las comunidades autónomas? Sin duda. También para el Estado lo es la reducción que
tenemos que hacer. Por tanto, hay que hacer esfuerzos muy importantes.


Sobre la crisis -alguna de sus señorías ha hecho referencia- es verdad que hubo un debate en el Consejo sobre lo que se pretendía llamar un plan Marshall para Grecia, pero no se llamó así porque, como muy bien dijo el presidente de la
Comisión, el señor Durão Barroso, no vamos a llamar de ninguna forma a algo que todavía no tenemos estructurado ni perfilado, pero lo va a haber y la Comisión tiene el encargo de elaborarlo y aprobarlo, e incluirá adelantar fondos estructurales,
nuevas líneas del BEI, etcétera; en definitiva, un paquete de inversión europea en Grecia para animar el crecimiento y favorecer la sostenibilidad de la deuda a largo plazo, que es la estrategia que Europa se ha marcado. Sabemos que a Grecia le va
a costar volver a la recuperación, que se va a ver obligada a tener durante años un 6 por ciento de saldo positivo primario y que va a costar, y si hacemos un esfuerzo de inyección desde Europa ayudaremos, pero no hay otro camino, ayudar a pagarle
la deuda y ayudar a que poco a poco pueda crecer y pueda tener un horizonte, que será a medio plazo, de empezar a financiarse. En todo caso, señor Ridao, con todas las imperfecciones, una vez más la Unión Europea dio muestras de su capacidad para
compartir responsabilidades.


Señor Llamazares, muchos parches, mucha retórica, y el problema es la fuerza de la política, la fuerza de la política ante los mercados y la fuerza de la política con los ciudadanos. Me atrevería a resumir así su intervención. Y algo de
razón tiene, señor Llamazares. Hemos puesto en marcha una globalización económica que produce beneficios, sin duda, ahí están las decenas de millones de seres humanos que salen de la pobreza en los países emergentes, pero hay una parte de esa
globalización muy preocupante, la dificultad de una gobernanza mundial para hacer frente a una economía mundial, especialmente a una economía financiera mundial o internacional en lo que afecta a regulación, en lo que afecta a imposición, en lo que
afecta a especulación. Y no solo en el sistema financiero, también en materias primas, en energía, en otros de los grandes bienes públicos globales que tenemos. Está muy bien denunciarlo, el problema es hacer la propuesta; compartimos la
inquietud, el problema es hacer la propuesta, porque que haya una respuesta global que fortalezca la política y los ciudadanos se identifiquen más con la política ante los mercados no depende solo de esta Cámara, no depende solo de Europa, que es,
sin duda, quien tiene una mayor voluntad de avanzar hacia una gobernanza mundial, de regular el sistema financiero, supervisión, imposición de transacciones financieras, cambio climático, materias primas, lucha contra la especulación. Es Europa.
Esto solo está en las conclusiones del Consejo Europeo, no está en el resto del mundo, no está en el resto de las grandes regiones del mundo y de las grandes potencias. De momento son tímidas propuestas; no está en Estados Unidos ni está en el
grupo de los países emergentes, y este es el nudo central de su preocupación, desde mi punto de vista. Comparto una parte. Y desde el punto de vista de ese diálogo con los ciudadanos es muy evidente, señor Llamazares, que solo nuestras respuestas,
y especialmente nuestras respuestas europeas, serán las que puedan satisfacer a los ciudadanos en un contexto de grave crisis económica. Concretamente, ha hablado usted de una hacienda pública europea, de un banco central europeo que asuma
valientemente compromisos y de eurobonos. Me he referido a los eurobonos y estamos de acuerdo, completamente, y mi opinión es que llegará, pero lo que hemos aprobado el jueves pasado es positivo. Dos, hacienda pública. Vamos por pasos. Ya sé



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que su grupo político tiene siempre la ambición de hacer los cambios más rápidamente, pero, yendo por pasos razonables, sabiendo como es la posición de los diferentes países y lo que se puede hacer en Europa, más que en una hacienda pública
europea deberíamos trabajar -y se está trabajando, la Comisión tiene que presentar en el próximo Consejo de octubre un informe- sobre la armonización y coordinación fiscal europea, en materia de sociedades, en materia de imposición indirecta. Vamos
a hacer esa reflexión. Está en marcha ya. Y eso, sin ser una hacienda pública europea, sí es una coordinación fiscal.


Banco Central Europeo. Señor Llamazares, tengo que hacerle una corrección, si me permite, porque el Banco Central Europeo ha asumido un extraordinario riesgo con toda la inversión que ha hecho en bonos de la zona euro, especialmente de
Grecia, de Portugal y de Irlanda. No se puede decir que el Banco Central Europeo no haya sido activo ni se la haya jugado, a pesar de que, como bien sabemos, lo recordaba el señor Azpiazu pensando en el gorila, el Tratado Europeo mandata al Banco
Central ser el garante del control de la inflación. Y sabemos por qué es, porque detrás del euro existe un pacto entre Alemania y el resto de la zona euro: yo acepto esta moneda, pero la clave es el control de la inflación porque mi historia me
dice que la inflación fue lo que me llevó a la ruina, la hiperinflación. Así son las paradojas de la historia. Ahora hemos visto cómo Irlanda, Portugal y Grecia han tenido que pedir ayuda, pero los últimos países en la historia que habían pedido
ayuda antes de estos fueron Alemania y Austria en los años 30. Como sabemos la historia es cambiante y cíclica. Por tanto, en cuanto al Banco Central Europeo, ese matiz me parece importante, igual que el de los eurobonos.


Señora Oramas, quiero reiterarle nuestro agradecimiento por su actitud siempre responsable y constructiva de querer ayudar, y la animo a que se anime un poco más en cuanto a las expectativas que tenemos por delante para el crecimiento y para
el empleo. Vamos a seguir teniendo que hacer un grandísimo esfuerzo. El más importante es ser cumplidores de nuestros compromisos en materia de reducción del déficit -eso es lo que más confianza y lo que más credibilidad nos ha aportado en los
últimos tiempos para tener la tensión que hay en los mercados de deuda en unos niveles no deseables pero asumibles- y, por supuesto, en la aplicación de las reformas y en todo lo que afecta al sector financiero. Estas cosas cuando se dicen siempre
suenan un poco extrañas, pero no sé si hace un año pensaríamos que íbamos a ser capaces, con resultados muy razonables como vamos a tener, de hacer una reforma del sector de las cajas, sobre el que pendía una nube negra en todos los mercados, los
analistas, sobre cuánto era realmente el agujero por la carga de inmobiliario que tenían -se nos ha olvidado, pero hace un año era una pesadilla- y si las cajas, hablando de una manera descarnada, se iban a llevar por delante toda la economía del
país. Está siendo duro y difícil, pero hubo un plan del Gobierno para que lo aplicara el Banco de España, conviene recordarlo, y ese plan está dando resultados. Y hoy, afortunadamente, las cajas han salido como una nota a pie de página como
consecuencia de la intervención en la CAM, que también forma parte de un plan riguroso y serio. Y como en alguna ocasión hemos escuchado en esta tribuna, la creación de empleo es lo que nos va a determinar si la difícil recuperación de la economía
nos marca ya un horizonte de algo más de tranquilidad. En todo caso, mi agradecimiento.


Señor Salvador, le he visto menos dramático que en otras ocasiones. Ha dicho: Seguimos vivos, la tormenta ha amainado, pero hay que tener la guardia alta. Y es verdad, lo comparto plenamente. No es poco después de lo que supone Grecia,
de los datos que Grecia arroja, de la deuda que va a tener que pagar de aquí a 2020 y del impacto que eso sin duda tiene en el conjunto de la zona euro. La capacidad que ha demostrado la zona euro de ayudar a Grecia, y a Irlanda y a Portugal que
ahora ya casi se nos olvida, es de una intensidad que seguramente será una de las páginas, fíjese, que se resaltará como muestra de europeismo. Todos los días estamos diciendo que Europa es débil, que hace falta más Europa, pero cuando veamos las
cantidades que los países de la zona euro han comprometido y arriesgado para otros países de la zona euro, se dirá sin duda que fue un ejemplo clarísimo de solidaridad y de apuesta europea, y también de interés, sin duda alguna.


Señora Díez, es verdad que la componente nacional en más de una ocasión en los consejos europeos es un freno. Le voy a contar una anécdota del último Consejo Europeo. Cuando ya teníamos prácticamente acordada la parte más difícil del
documento, que es la de la flexibilidad de la facilidad financiera y el mecanismo, compra de bonos en el mercado secundario, etcétera, hubo un país -no voy a citar el nombre- que dijo que había que incluir un párrafo que dijera: Todo esto
condicionado a que el Parlamento nacional lo apruebe. Lo cual era directamente destrozar toda la declaración y toda la resolución, y hubo que emplearse a fondo para que no mantuviera esa posición, en concreto quien se empleó fue el presidente del
Banco Central Europeo. Pero media hora más tarde o tres cuartos de hora más tarde en la reunión otro país, quien lo representa allí, cuando ya estaban las conclusiones escritas, la quinta o la sexta versión, dijo: Esta resolución, estas
conclusiones, no las aprueban ni mi partido, ni el partido de la oposición en mi país. Y allí se exige la unanimidad. Y ese representante de ese país, tenemos que entenderle, al final, comprometerá su responsabilidad política, porque allí dio el
visto bueno y en su país no sé que pasará, si tiene a su partido y al partido de la oposición en contra de eso. Esto es Europa, son veintisiete países y que se llegue a estos acuerdos con esas condiciones es realmente difícil. Pero comparto que
tiene que haber más decisiones de mayoría cualificada, más decisiones de transferencia comunitaria que tomen las instituciones comunitarias. Esos serían los avances que todos deseamos.



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No voy a meterme en la comparación con lo que sucede en nuestro país, pero en cuanto a los nacionalismos, yo no sé si es una cuestión de nacionalismos o de nacionalistas. Señora Díez, le digo la reflexión, aquí cada uno que está en su
gobierno, tenga el color político que tenga, de derechas, de izquierda, nacionalista, mi experiencia es que ese gobierno lo que hace siempre es pedir más al Estado, y normalmente cuando hay un problema trasladar la responsabilidad al Estado. Eso lo
vivimos todos los días. Y repito, sea de un color político o sea de otro color político. Allí donde el color político coincide con el del Gobierno del Estado la cosa es moderada, es más prudente. Cuando esté uno o esté otro; es así y no creo que
tenga que ver mucho con el nacionalismo. Es un problema de concepción del modelo, de actitud ante el modelo, de si funciona la lealtad federal o no funciona, y nosotros tenemos un larguísimo camino para incorporar la idea de leartad federal a
nuestros comportamientos políticos en la visión del Estado. Lealtad federal es el acuerdo que ha habido para reducir, para ahorrar en materia sanitaria. Lealtad federal es lo que debería de pasar hoy en el Consejo de Política Fiscal y Financiera.
Simplemente le hago una reflexión sobre los poderes del Estado -digamos- a través de esta Cámara. No parecía fácil hacer la reestructuración del sistema financiero que hemos hecho ¿verdad?, ¿a que no, con las cajas y su alter ego autonómico o
gobiernos autonómicos? Pero cuando hay voluntad política y consenso -por cierto, en esta materia ha habido bastante consenso- con los decretos leyes, no ha habido ni una fisura, se ha avanzado de una manera muy poderosa. Y aquí las cajas ya se
habían convertido casi en algo de las comunidades autónomas -entre comillas-. O sea que también quiero poner en la mesa elementos incentivadores para pensar que el Estado en nuestro país sigue siendo algo muy serio, algo muy serio. Desde luego
sería mucho más serio, viéndolo en conjunto, si se asumiera un nivel mucho más amplio de lealtad federal. Esperemos que en algún momento lo podamos tener.


Agradezco por supuesto la intervención, como siempre cariñosa y correcta, del portavoz del Grupo Parlamentario Socialista y, como siempre, señor presidente, estoy a la disposición de los grupos parlamentarios.


Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente.


Tiene la palabra don Mariano Rajoy.


El señor RAJOY BREY: Muchas gracias, señor presidente.


Señoras y señores diputados, quisiera contestar a algunas de las afirmaciones que en su intervención ha hecho el señor Rodríguez Zapatero y quisiera comenzar recordando lo que ha sido el sentido general de mi intervención. Yo he
manifestado, como ya lo hice en anteriores ocasiones, el apoyo a las decisiones adoptadas por los jefes de Estado y de Gobierno hace unas fechas en Bruselas, y he manifestado mi preocupación por que España sea uno de los países, una vez más, que
aparecen mencionados en las conclusiones de ese Consejo.


El señor presidente del Gobierno ha hecho algunas afirmaciones que, con el permiso de todas las señoras y señores diputados, me gustaría comentar. Ha comenzado su intervención diciendo lo bien que han ido los tipos de interés en su etapa y
cómo iban los tipos de interés en la etapa del Partido Popular. Quiero recordar que cuando el Partido Popular gobernó en España, señor presidente del Gobierno, se rebajó la deuda pública que usted ahora ha aumentado; se rebajó el déficit público
que ahora usted ha aumentado; se creó empleo y lo que usted ha aumentado es el desempleo en España; había crecimiento económico y con usted ha habido crecimiento económico negativo. Además, en la etapa del Partido Popular se ha bajado el
diferencial con el bono alemán mientras que en la etapa en que usted ha gobernado ha subido el diferencial con el bono alemán. Usted, ignoro por qué razones, ha citado aquí cómo estaban los tipos de interés en el año 2000; lo que no ha citado era
cuál era el diferencial con Alemania en el año 2000, que era exactamente del 0,22, mientras que ahora, como usted muy bien sabe, es de 340 puntos básicos. (Aplausos.) Quiero recordarle también, porque es mi obligación, señor presidente del
Gobierno, que en los últimos gobiernos de la etapa socialista el diferencial con el bono alemán era de 500 puntos básicos y durante los gobiernos del Partido Popular era de 30 puntos básicos; información que tampoco ha transmitido usted a esta
Cámara. (Un señor diputado: ¡Muy bien!) Por último quiero decirle que no es lo mismo que unos se financien al 3 por ciento y otros nos financiemos al 6 por ciento porque eso, entre otros muchos efectos, produce gravísimos problemas de
competitividad a la economía española. (Aplausos.) Señor presidente, conviene decir la verdad. Conviene decir la verdad.


Usted también ha defendido su posición sobre el déficit público, nos ha dicho que todos los países aumentaron el déficit público, nos ha dado muchos datos. Yo simplemente quiero hacerle una pregunta: oiga, si todos los países han aumentado
el déficit público, si incluso hay países que tienen una deuda pública por encima de la nuestra en proporción con el PIB, ¿me puede usted explicar por qué Grecia, Irlanda, Portugal y después España aparecen mencionadas en todas las reuniones de los
últimos consejos europeos? (Rumores.- Aplausos.) Esa es la pregunta que tiene usted que responder. ¿Y por qué es eso así? ¿Por qué nosotros pagamos más para financiarnos que los demás? Porque esa es la pregunta de verdad. Pues eso es así porque
hay dudas sobre la economía española y las hay porque no hay crecimiento económico, porque no hay empleo, porque no hay crédito, porque tenemos dificultades en nuestro sistema financiero, porque tenemos un déficit público desmesurado y porque usted
ha aumentado la deuda pública en tres años en un 75 por ciento. En suma porque no confían



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ni en usted ni en la economía española. Por eso estamos donde estamos. (Aplausos.)


Señor presidente, lo único que pretendemos nosotros es que cuando haya problemas en Grecia o cuando haya problemas en los mercados, pues nos afecten como a los países nórdicos o como a Austria o como a Alemania o como a Francia y no nos
afecten como a Grecia, como a Irlanda o como a Portugal. Eso es lo que pretendemos nosotros y eso desgraciadamente no pasa así por los errores que ustedes han cometido en su política económica y es mi obligación, como líder de la oposición, ponerlo
en conocimiento de la Cámara. Porque, ¿qué significa, señoras y señores diputados, que el diferencial con el bono alemán esté hoy en 340 puntos? Pues significa muchas dificultades para financiarse, significa menos crédito, significa crédito más
caro para todos porque incluso hay bancos españoles muy buenos que tienen que financiarse a un precio mucho mayor, y usted lo sabe, que otros bancos mucho peores de otros países porque pagan el riesgo-país. Y significa también, señor presidente del
Gobierno, que el servicio de la deuda está hoy en unas cifras que nos van a generar muchas complicaciones de cara al futuro porque estamos hablando de que nos gastamos en pagar intereses de la deuda 27.000 millones de euros (Un señor diputado:
¡Hala!), que es de momento la segunda partida de los presupuestos. Ayer, señor presidente del Gobierno, como usted sabe hubo una emisión de letras a seis meses que colocamos en el mercado -y no todas- pero a un precio que era el 41 por ciento más
caro que la última vez. Esto afecta y mucho a la economía española y eso es bueno que usted se lo cuente a los miembros de esta Cámara.


Por último, y con la benevolencia del señor presidente de la Cámara, quisiera hacer algún comentario, porque usted también lo ha hecho, sobre la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera que se va a celebrar esta tarde. Señor
presidente del Gobierno, vaya por delante que nosotros estamos a favor de la estabilidad presupuestaria. Vaya por delante que nosotros estamos a favor del techo de gasto. Vaya por delante que nosotros estamos a favor de la reducción del gasto
superfluo y corriente de las comunidades autónomas y que ya hay muchas comunidades autónomas que han tomado decisiones y las han recogido los medios de comunicación en los últimos días, pero sí quisiera decirle algunas cosas porque también es bueno
que las conozca la Cámara. El modelo de financiación autonómica actualmente en vigor lo hizo usted, señor Rodríguez Zapatero. (Rumores.) Quien hizo mal los cálculos de los ingresos porque equivocó las previsiones de crecimiento fue usted, señor
Rodríguez Zapatero. (Rumores.) Quien indujo a error a las comunidades autónomas y les dio más dinero del que luego les correspondía fue usted, señor Rodríguez Zapatero. (Rumores.- Aplausos.) Esa es su responsabilidad, pero hay más.


Señor Rodríguez Zapatero, fíjese lo que le voy a decir. Usted nos ha pedido aquí ayuda para Grecia, para darle créditos a Grecia a treinta años a un interés del 3,5 por ciento. Usted ha dicho que los países europeos se han comprometido y
arriesgado mucho, y es verdad. Usted ha hablado de solidaridad de todos con Grecia, y es verdad. Pues yo lo único que le pido -no le pido lo de Grecia- es que autorice que se aplace el pago de lo que por su culpa tienen que devolver las
comunidades autónomas al Estado porque además esto no afecta al déficit público, como usted conoce perfectamente. (Rumores.- Aplausos.) Eso es lo que le pido. Fíjese en qué debate plantea usted esto: presume de lo de Grecia, yo le apoyo. Le pido
un aplazamiento para corregir sus errores, señor presidente del Gobierno. (Rumores.) Para corregir sus errores, y usted se niega y sabe que eso sería muy útil para resolver problemas de liquidez que tienen las comunidades autónomas en estos
momentos. (Un señor diputado: ¡Ya!) Problemas de liquidez muy importantes con los que tendrían que hacer frente, si usted quisiera, al pago de nóminas o al pago de proveedores. Por tanto no me parece que sea una petición irracional. Estamos
tratando entre todos de resolver los problemas que usted creó, señor presidente del Gobierno, porque quiero recordarle otra cosa: quien modificó la Ley de Estabilidad Presupuestaria fue usted, quien autorizó más déficit a las comunidades autónomas
fue usted, quien incumplió la propia Ley de Estabilidad Presupuestaria que usted modificó fue usted y quien autorizó a las comunidades autónomas a tener un déficit mayor que el que la propia Ley de Estabilidad Presupuestaria les dejaba fue también
usted. Fue usted quien incumplió todo, señor presidente del Gobierno. (Aplausos.) Y, por cierto, sigue sin presentar el plan de reequilibrio al que ustedes como Gobierno están obligados, siguen sin presentarlo en esta Cámara.


En suma, señor presidente del Gobierno, lo que yo he querido decir es que vamos a apoyar lo de Grecia, que ya sabemos que es una situación difícil, pero nosotros también estamos en una situación difícil, más del 20 por ciento de los
españoles que quieren trabajar no pueden, más del 45 por ciento de los jóvenes. Eso se debe a sus errores de política económica y mi pretensión es, legítimamente, corregir los errores de política económica suyos y de su Gobierno.


Muchas gracias. (Aplausos de las señoras y los señores diputados, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Rajoy.


Señor Sánchez i Llibre, tiene la palabra.


El señor SÁNCHEZ I LLIBRE: Muchas gracias, señor presidente.


Señor presidente del Gobierno, solamente voy a replicar o puntualizar algunas de las afirmaciones que ha hecho usted respecto a los planteamientos de Convergència i Unió referentes a la reciente reunión de jefes de Estado en la Unión
Europea. En primer lugar, he de manifestarle, señor presidente, que nosotros en



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ningún momento hemos criticado la reestructuración del sistema financiero español, la única cosa que le hemos dicho es que en la reestructuración del sistema financiero español, su prioridad, la prioridad de su Gobierno no ha sido que las
familias, las empresas y los trabajadores autónomos gozaran de la liquidez suficiente para que sus negocios pudieran subsistir y tuvieran viabilidad en el futuro. Solamente hemos querido constatar que no ha sido su prioridad que las pequeñas y las
medianas empresas y las familias tuvieran acceso al crédito como hemos venido planteando desde Convergència i Unió a lo largo de esta legislatura.


En segundo lugar, respecto a las reformas pendientes, nosotros hemos criticado abiertamente que es cierto que usted ha planteado determinadas reformas laborales pero no es menos cierto que estas reformas han quedado a mitad de camino. Quedó
a mitad de camino la reforma laboral, y aquí tenemos los datos de la situación de las personas desocupadas en España, que son unos datos realmente abrumadores, y hemos de tener en cuenta, señorías, que hay muchísimas familias en España que están en
el paro, que todos los integrantes de la unidad familiar están en el paro y que como desgraciadamente se están acabando los subsidios de desempleo tienen una tragedia tremenda. De estas reformas laborales, la primera ha quedado a mitad de camino
porque no ha dado resultado, aunque hay dos reformas más: la reforma de la negociación colectiva y la reforma de las políticas activas de empleo. Alguna de ellas es cierto que está en funcionamiento porque fue mediante un real decreto, pero no es
menos cierto que hubo un compromiso de que en la reforma de la negociación colectiva -que también se ha quedado a mitad de camino- incorporaríamos durante la tramitación parlamentaria una serie de enmiendas de los grupos que dimos la posibilidad de
que pudiera ser aprobada y ustedes no han habilitado el mes de julio para que esta tramitación fuera posible. Vamos a ver qué es lo que pasa en los próximos meses y vamos a ver si ustedes tienen el valor y el coraje político de poder abordar esta
reforma de negociación colectiva para generar confianza y generar empleo, pero hasta la fecha -hay que decirlo públicamente- ustedes -esta es la posición de Convergència i Unió- se han quedado a la mitad del camino en todos aquellos aspectos que
hacen referencia a las reformas del mercado de trabajo.


Eurobonos. Usted me ha dado en cierta medida la razón diciendo que lo ideal sería que en la Unión Europea pudiera implementarse definitivamente el eurobono, ya que posibilitaría que las deudas soberanas de España y de otros países
importantes como Italia se pagaran al mismo precio que el eurobono alemán. Es cierto que esto no ha sido posible aunque es verdad que se ha adelantado sustancialmente en esta reciente reunión de jefes de Estado, pero Convergència i Unió cree que es
muy importante que el Gobierno español siga insistiendo en que la creación de la figura del eurobono sea una realidad en la Unión Europea a corto plazo. No escondemos que es cierto que algunos países han determinado una línea roja que son los que
están calificados con la triple A, pero no es menos cierto que en caso de ruptura de la Unión Europea estos países que han delimitado esta línea roja serían los principales perjudicados. Señor presidente, usted sabe que Convergència i Unió siempre
ha intentado implementar ideas importantes desde la perspectiva económica y que desgraciadamente algunas de ellas nos han ido dando la razón. Créame, señor presidente, no deje de tener en cuenta ni de plantear la posibilidad de que el eurobono sea
una realidad en la Unión Europea a fin y efecto de que España y otros países como Italia no tengan que pagar la deuda a unos precios excesivamente superiores y, al mismo tiempo, tengamos garantizado el pago de la misma.


Finalmente, respecto a las comunidades autónomas y a que algunas de ellas han pedido el aplazamiento en el pago de las deudas que tienen con el Estado, esta petición la complementaría con lo que ya le planteó nuestro portavoz, señor Macias,
la semana pasada de que no solamente las comunidades autónomas tienen necesidad de un aplazamiento para poder pagar sus deudas sino que los ayuntamientos están en la misma posición. Al mismo tiempo, le pido al presidente del Gobierno que tenga la
sensibilidad de que no hay que olvidar que las comunidades autónomas son Estado y las corporaciones locales y los ayuntamientos son Estado, por lo que precisan la sensibilidad de la Administración General del Estado, que está en una posición
económica mucho más solvente. También quiero recordarle que las mismas reglas del juego han de ser para todos. Ustedes están en el derecho de reclamar los recursos que les adeudan las comunidades autónomas, pero al mismo tiempo las comunidades
autónomas tienen el derecho de reclamar los fondos de los que el Estado es deudor a través de la Administración General del Estado, como son los fondos de competitividad. No es de recibo que, por una parte, reclamen insistentemente las deudas de
las comunidades autónomas y que, por otra, en cuanto a lo que ustedes adeudan a las comunidades autónomas le den una patada a medio y largo plazo diciendo ya lo pagaremos. No, Estado somos todos y desde esta perspectiva las reglas del juego han de
ser para todos. No olvide, señor presidente, usted que ha sido una persona sensible en determinados aspectos importantes de la economía española y de cuestiones sociales, que las comunidades autónomas y los ayuntamientos también son Estado y han de
gozar de los mismos privilegios que la Administración General del Estado.


Muchas gracias, señor presidente, señoras y señores diputados. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Sánchez i Llibre.


Señor Ridao, tiene la palabra.


El señor RIDAO I MARTÍN: Gracias, señor presidente.



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Señorías, señor presidente del Gobierno, como usted suele decir, ya se ha ponderado suficientemente el alcance de la eurocumbre. Quisiera insistir en un punto, si me lo permiten, y es el relacionado con los peligros que, a pesar de todo,
nos acechan por haber cerrado a medias el problema griego y haber dado continuidad a una política económica equivocada y una política económica de derechas -para decirlo pura y simplemente- porque ello no va a poder evitar en el futuro nuevas
avalanchas especulativas, con lo que ello repercute en nuestra estabilidad política y, diría más, en el calendario electoral. Fíjese cuando hablo de todo a medias lo paradójico que supone el hecho de que Alemania quería implicar al sector privado,
Francia y el Banco Central no; Francia y España defendían algún tipo de deuda eurosolidaria y la emisión de eurobonos, Alemania no; Francia y no sé si usted, señor Rubalcaba -seguro que sí-, defendían un impuesto para la banca, Alemania y el Banco
Central Europeo no. Es decir, así no se puede generar confianza ni se pueden desvanecer las dudas sobre nuestra situación económica. Ello no es un ejemplo de gobernanza económica ni de unidad política ni va a revertir la actual situación no solo
de crisis económica, sino una política económica centrada exclusivamente en la reducción del déficit, en el recorte del gasto, en una distribución inequitativa de las rentas, en una fiscalidad injusta y en unos salarios bajos, en este caso
desvinculados incluso de la competitividad.


En segundo lugar, señor Zapatero, ¿tiene usted ya los datos de la liquidación de la financiación de 2009? Dice que hay un 11,4 por ciento más de recursos. ¡Faltaría más! Porque no se hizo este nuevo modelo de financiación para continuar
asfixiando a las comunidades autónomas, sobre todo después del nivel competencial asumido estos últimos años, pero no me haga trampas. Evidentemente falta el detalle de los datos comunidad autónoma por comunidad autónoma, pero en el caso catalán,
con pizarra o sin pizarra, señor Zapatero, de lo que se trata es de un simple parche porque lo que hay encima de la mesa es lo que permitía ese Estatuto de Cataluña en relación con la financiación que usted pactó con el señor Mas que no daba más de
sí y lo veremos. Seguramente habrá más recursos, seguramente habrá mejorado aunque no sustancialmente, pero lo que es evidente, y en todo caso lo veremos de aquí a unos cuantos días, es que va a subsistir ese auténtico expolio, ese auténtico
drenaje fiscal, esa auténtica asfixia premeditada hacia Cataluña porque el actual sistema funciona con una transferencia de rentas de algunos territorios más desarrollados y más competitivos hacia otros que no lo son tanto. Por eso en Cataluña el
horizonte político del catalanismo a corto plazo, y además ello hace unidad, es la consecución de un sistema de financiación más suficiente, más justo, que se llama concierto económico. Mientras tanto -por cierto, con ello acabo, señor presidente-,
ya que habla usted de lealtad federal, ya que habla usted de Bundestreue, el Estado debe cumplir lealmente y debe cumplir con sus obligaciones financieras satisfaciendo puntualmente el pago del Fondo de competitividad y, si no, como mínimo, sea
consciente el señor presidente del Gobierno de que no se le puede quemar todo el carbón a Cataluña como gran locomotora que es y además exigirle al tren que llegue puntual a la estación. Es decir, que no genere déficit, que no se endeude y además
resulta que tiene que tener un objetivo de déficit que es el mismo para todas las comunidades autónomas, las que tienen superávit y las que tienen déficit fiscal, las que tienen más y las que tienen menos competencias. Eso, señor presidente, ni es
justo ni es racional.


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ridao.


Don Gaspar Llamazares tiene la palabra.


El señor LLAMAZARES TRIGO: Gracias, señor presidente.


He de lamentar, en primer lugar, la imagen de este fin de curso en el que el Congreso de los Diputados aparece como una ciudadela fortificada. En ese sentido le reitero la entrega de ese documento de la marcha indignada en un papel de
cartero que no pretende representar más que lo que representa en esta Cámara Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya.


En segundo lugar, creo que me ha entendido mal, señor presidente. Estoy en contra de la propuesta de rescate a Grecia -estoy en contra- porque creo objetivamente que esa propuesta, en primer lugar, es inviable. Es inviable que Grecia pueda
pagar esa deuda ni siquiera con los intereses y los aplazamientos que se han aprobado, pero es que además me parece injusta y que el pueblo griego no se merece un ajuste tan tremendo como el que planteamos desde la Unión Europea. Y si eso me parece
o nos parece mal, como consecuencia, la política europea para afrontar esta crisis, en nuestra opinión, es equivocada. Lo he dicho antes: es la lógica del chantaje, la lógica de intercambiar usura por ajuste. Con esa lógica el efecto dominó está
garantizado, señor presidente. En septiembre vendremos aquí con la misma situación de Grecia y en octubre podemos venir aquí con más problemas de otros países de la Unión Europea. Porque unos tienen las manos libres para atacar nuestra deuda sin
garantías y otros, la gran mayoría de la ciudadanía, se ven sometidos a ajustes que consideran injustos y además se echan contra la política, se lanzan contra la política, no contra los mercados, señorías. Estamos utilizando la política de parapeto
de los mercados y en ese sentido estamos degradando la política.


Termino, señor presidente. En relación con el rescate, en este caso intervención, de la Caja del Mediterráneo, tiene que haber responsabilidades. Esto de darse créditos a sí mismos es un escándalo y tiene que haber responsabilidades por
parte de los dirigentes de la Caja y por parte del Banco de España, que ha estado intentando pasar esta patata caliente a otras cajas cuando era evidente que



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la patata estaba tan caliente que ninguno la quería. Y hemos terminado donde íbamos a terminar hace varios meses. Por tanto, quien me ha dado lecciones a mí y a los trabajadores de este país durante estos dos años por lo menos que admita
alguna lección, que el sacrosanto gobernador del Banco de España admita alguna lección y asuma alguna crítica alguna vez.


Señorías, termino. En esto de la respuesta a la crisis no vale la ley del embudo, no vale lo ancho para mí y lo estrecho para tí, no vale lo ancho para el Gobierno y lo estrecho para los ciudadanos, igual que no vale lo ancho para el
Gobierno central y lo estrecho para las comunidades autónomas o viceversa. Por la ley del embudo de aquí no salimos.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Llamazares.


Señor presidente del Gobierno, ¿desea hacer uso de la palabra? (Asentimiento.)


El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Muchas gracias y con mucha brevedad.


Quisiera empezar mi intervención pidiendo disculpas al señor Jorquera, ya que es la segunda vez que sucede que no hago referencia concreta a su intervención. Le puedo asegurar que me produce un malestar muy profundo porque sabe que es algo
completamente ajeno a cualquier decisión voluntaria; simplemente ha sido debido a las referencias que había tomado y a la ausencia. El señor Jorquera ha mantenido una posición ambigua sobre el resultado del Consejo Europeo. Ha saludado las
medidas, pero en parte tiene poca confianza en que se produzca la posible estabilidad. Y sobre el Banco Central Europeo, otra de las cuestiones a las que hizo referencia, debo decirle lo mismo que le he dicho al señor Llamazares. El Banco Central
Europeo ha jugado un papel extraordinario en esta crisis. El volumen de riesgo que ha asumido comprando bonos de los países periféricos con problemas -no de España, ¿eh?, no de España- no tiene precedentes. ¿Quién ha mantenido a los bancos
griegos con vida? Hace tiempo que los bancos griegos no se pueden financiar en el mercado mundial, no hay otros bancos que les presten, ni fondos, solo el Banco Central, y el Banco Central, admitiendo bonos griegos a los bancos griegos -y así con
Irlanda y con Portugal-, ha jugado un extraordinario papel. Seamos, pues conscientes del papel que han jugado las instituciones que tenemos, el compromiso europeísta que han asumido. Es lo más importante en este proceso.


Señor Rajoy, hay lo que se llama un juego de datos y le hago la misma crítica y la misma apelación a que abandone la exageración y recupere el rigor de las cifras. Lo dijo en la primera intervención y lo ha vuelto a poner ahora de
manifiesto: 27.000 millones de euros de carga de intereses. La cifra suena mucho -es el 2,3 por ciento del PIB-, pero es que en el año 2002 el PIB era el 2,3 por ciento, en el año 2001 era el 2,7 por ciento, en el año 2000 era el 3 por ciento y en
el año 1999 era el 3,2 por ciento. Es decir, estamos en los momentos más bajos. Con mi Gobierno hemos llegado al 1,9 por ciento de carga de la deuda en relación con el PIB. Que estemos ahora en el 2,2 o 2,3 es bastante razonable y usted lo ha
puesto como una cifra escandalosa. ¿Entonces qué era en el año 2000, cuando era superior, y en 1999? ¿Era inasumible? Esto es no tener rigor. Puedo entender que usted me diga que es un volumen la carga del desempleo. No, yo lo seguí bajando
hasta ahora. Siempre nos anda comparando con los demás. Solo le gusta compararnos en donde estamos mal; lo que está mejor no existe, no le gusta o no le interesa. Carga de intereses: España 2,3; Italia 4,8; Reino Unido 3,2; Francia 2,6;
incluso Alemania 2,4, una décima más de carga de intereses en relación con el PIB que España. (Aplausos.) Y aquí hemos oído decir que nuestra carga de intereses era un escándalo. Esto es lo que no es serio. Nunca le he discutido que tenemos la
peor cifra de paro y que, además, socialmente es lo más grave, y no le discutiría si me dijera que el gasto que tenemos en desempleo es altísimo, pero le tengo que discutir, y es lo que le resta toda la credibilidad, cuando usted invoca aquí la
cifra del pago del servicio de la deuda, que está por debajo de los grandes países europeos y por debajo de la mayoría de la etapa de su Gobierno. ¿O era un grave escándalo cuando ustedes gobernaban y era mayor en relación con el PIB? Pues no.
Esto es lo que pasa.


Igual sucede con el diferencial en relación con el bono alemán. Le dí el dato del coste de nuestra deuda, de la rentabilidad de nuestra deuda, que hoy está en el 5,9, prácticamente la media de lo que ha estado desde el año 1993, y con eso
hemos tenido crecimiento; ahora estamos todos con un gran impacto por lo que supone de tensión, etcétera. Pero esos son los datos. Y sobre el diferencial del bono también hay alguna cosa divertida. El diferencial con el bono alemán durante su
etapa fue de 55 puntos básicos de media, pero es que desde abril de 2004 hasta hoy la media es de 54 puntos básicos, en dos etapas radicalmente distintas, antes de la crisis y después de la crisis. Antes de la crisis -supongo que eso no será por el
gorila alemán- la media del diferencial con el bono de España fue de 23 puntos básicos. Entonces, ¿qué pasa de 2004, señor Rajoy, a 2009 o 2010, que es cuando empieza toda la crisis de la deuda, del diferencial? Aquí estaba el Gobierno que está
ahora y conseguíamos bajar la deuda y el diferencial, y teníamos superávit. ¿Qué es lo que cambió? Que hubo una crisis financiera que irrumpió brutalmente en 2008 y que afectó de una manera directa a algún problema estructural que teníamos, al que
nunca se refiere. Ahora dice que hemos subido la deuda pública, pero sigue siendo 20 puntos por debajo de la media europea, lo cual es bueno, y este Gobierno la redujo hasta el 32 por ciento; gracias a eso, por cierto, hemos podido soportar la
crisis financiera. Y lo que debería ser relevante, en mi opinión, es poner también las cosas y los activos que tenemos. Por ejemplo, señor Rajoy, el mínimo histórico de diferencial con el bono alemán se alcanzó el 25 de



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noviembre de 2004, de hecho fue negativo; es decir, el diferencial era de los alemanes con nosotros: tuvimos 6 puntos básicos menos de rentabilidad que Alemania.


Por tanto, concluimos, señor Rajoy, con las cifras. No pierda la credibilidad de esa manera en lo que afecta al diferencial, en lo que afecta a los tipos de interés de nuestra deuda, en lo que afecta a la deuda, en lo que afecta al déficit
y en lo que ha pasado en otros países. Todos han incrementado la deuda y el déficit extraordinariamente, unos más que otros, pero el volumen global está ahí, es conocido y es bastante espectacular. Usted podrá seguir haciendo un discurso, creyendo
que con referirse solo a los males, a los problemas que tenemos, atribuyéndomelos todos, construye una alternativa política. Pues no. Una alternativa política se construye, en mi modesta opinión, con algo más de seriedad, mucho más de trabajo y un
poco más de capacidad y de compromiso con el conjunto del país. (Aplausos.) ¿Por qué digo esto? Digo esto porque -y con esto termino- se ha referido a las comunidades autónomas. Yo le he dado los datos de lo que han tenido adicionalmente en estos
últimos años. Se lo han gastado ellas; no ha sido el Gobierno de España. Todos esos miles de millones adicionales se lo han gastado las comunidades autónomas: unas se lo han gastado en gasto estructural, y ahora tienen un problema; otras no,
otras han hecho bien los deberes. Entonces ahora aplicando esa lógica -que yo pensaba que usted no la defendía, uno por lo que representa políticamente y dos por lo que le he escuchado, aunque ya empiezo a dudarlo-, usted me dice: Sáltese la ley.
(El señor Rajoy Brey hace gestos negativos.- Varios señores diputados: Sí, sí.) Porque es la ley que regula el modelo de financiación la que establece un criterio que parece bastante razonable. Cuando los ingresos que ha recibido una comunidad
autónoma están por encima de los ingresos reales que se producen en ese ejercicio económico, tienen que devolver; y al revés, cuando los ingresos están por debajo de lo que se ha ingresado de verdad, hay que compensarlas. Parece razonable, ¿no?
Es una regla. ¿Es un precedente bueno romper una regla para la disciplina fiscal, para la credibilidad? Usted sabe que no, porque nadie va a decir que los 8.000 millones de euros que tienen que recibir las comunidades autónomas en el año 2012,
como consecuencia de que en el 2010 los ingresos fueron superiores de lo presupuestado, nos los van a dejar al Estado. Usted sabe que no lo van a hacer, y usted tampoco lo va a pedir. Entonces así rompemos la regla que hemos establecido, que unas
veces beneficia a las comunidades autónomas y otras al Estado. Pero alguna regla tiene que haber cuando la previsión de ingresos no se cumple. Respetemos la regla porque el año que viene todo el mundo y todas las comunidades autónomas dirán que es
muy buena la Ley de Financiación Autonómica, ya que como en 2010 hubo buenos ingresos van a recibir más de lo que tenían previsto. Pero es que las comunidades autónomas son Estado y tienen una parte de responsabilidad en una ley aprobada por la
soberanía popular, la soberanía de la nación que tanto le gustaba invocar. Y ahora nos propone, como gobiernan en muchas comunidades autónomas -enhorabuena-, que nos saltemos la regla. ¿Usted tiene un proyecto de país o un proyecto cada día, que
cambia con la coyuntura? (Aplausos.) Ese es el problema.


Yo sé que todas las comunidades autónomas tienen dificultades, empezando por la más grande en extensión y en población, que además tiene el color político que tiene; pues también le tengo que decir que tiene que cumplir la regla. Además
estoy convencido de que sabe que tengo razón en este debate. Porque si no, ¿qué hacemos el año que viene? Yo ahora puedo decirle que aceptamos lo que nos está pidiendo, pero el año que viene que no esperen los 8.000 millones de euros más. Claro,
se los queda el Estado. ¿Es eso lo que quieren? (El señor Quijano González: No sabe.- El señor Villarrubia Mediavilla: No sabe, no contesta.) No parece serio. No parece serio, sabiendo como saben además que eso no les produce ninguna capacidad
mayor de gasto a las comunidades autónomas y sabiendo -señor Rajoy, como sabe- que no están todas en la misma situación, que hay algunas -insisto- que hicieron más gasto estructural y otras menos. ¿Todas con dificultades? Por supuesto. ¿Que el
Ministerio de Economía y la vicepresidenta Económica van a tener toda la flexibilidad que puedan y buscar todas las fórmulas para que lleguen a final de año en la situación menos mala? Por supuesto. Pero saltarnos la regla, saltarnos la ley, sería
muy mal precedente, una muy mala señal. Usted lo sabe, señor Rajoy. Por tanto, no se deje llevar por la fácil corriente en este caso; no se deje llevar. Tenga un criterio, que es lo que se le debe exigir a quien tiene las responsabilidades que
tiene.


Muy brevemente le comento al señor Sánchez i Llibre que con las pymes y el crédito hemos llevado a cabo muchas medidas fiscales, líneas de crédito directo desde el ICO. Nunca como en esta crisis -es verdad que es la crisis mayor- el ICO ha
dado tantas facilidades a las pymes. ¿Que lo pasan muy mal? Sí. ¿Que tienen dificultades enormes con los bancos para financiarse? Sí, pero hemos hablado mucho del sistema financiero, y aquí teníamos una economía -nadie lo recuerda- con un
endeudamiento privado... Estamos todo el día discutiendo de lo que parece que más nos importa, el déficit público, la deuda pública, pero no discutimos del auténtico problema de fondo, que es el endeudamiento de empresas y familias al que llegamos
en la economía española justo antes de la crisis. Eso no forma parte habitualmente de nuestro debate, pero ahí es donde está el gran problema. Hemos hecho muchos esfuerzos, y le puedo decir que antes de finales del mes de agosto el ICO ya estará
pagando a las empresas con la nueva línea para solventar la morosidad de los ayuntamientos, después de todo un proceso que ha habido que poner en marcha, y sé que eso le satisface. No vuelvo a reiterar los argumentos sobre el sistema de
financiación autonómica; creo que son claros, y usted lo sabe. Cuando se



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aproxima con la seriedad que suele ser habitual en usted, sabe que el Gobierno y la vicepresidenta económica tienen mucha razón en este debate.


El Señor Ridao dice que la respuesta ha sido una política económica de derechas. Yo no sé si ha sido más conservadora o más progresista, pero hemos intentado que fuera lo más progresista posible. Lo que hemos intentado sobre todo es que
pudiera haber una respuesta de política económica y que hubiera capacidad de la política para acometer, cambiar el rumbo y afrontar todo lo que la economía nos estaba generando en cuanto crisis. Es decir, el objetivo es que pudiéramos tener la
capacidad, los instrumentos de decisión que de verdad conformaran una política económica, con toda su potencialidad, y preservando luego que fuera más de derechas, que obviamente no lo ha sido.


Señor Llamazares, está usted en contra de la ayuda a Grecia y por supuesto le respeto, pero ¿cuál es la alternativa? ¿Argentina? ¿En tres meses los bancos cerrados, 33 por ciento de paro, 50 por ciento de caída del crédito, 40 por ciento
de pérdida real de los salarios y de las pensiones? Eso es el default, y si no damos el dinero a Grecia es default, y si es default quienes más lo van a pagar son los trabajadores y los ciudadanos griegos. ¿Que están pasándolo ahora mal? Sí.
Señor Llamazares, esto es así. Si Grecia deja de pagar, ¿qué pasa con los bancos griegos? ¿De dónde obtienen la liquidez? ¿Dónde van a ir los ciudadanos griegos cuando vayan a un banco a reclamar su depósito? ¿O no recordamos los corralitos en
Argentina? Si hay default, es eso. Normalmente son desordenados y con un volumen de deuda como el que tiene Grecia. Lo que me extraña es que desde una postura de izquierdas usted no esté de acuerdo en que ayudemos a Grecia para que no lleguen a
esa situación dramática. ¿Que lo están pasando mal? Sí, pero la alternativa es el desastre más absoluto. Esa es la alternativa, señor Llamazares. ¿Que el plan de condicionalidad es fuerte? Sí, de acuerdo, es fuerte, es duro, es exigente, pero
tienen un 150 por ciento de deuda. Esa es la alternativa. Usted la ha calificado de inviable e injusta. Pues la alternativa a esta inviable e injusta es, desde el punto de vista de la convicción europea, demoledora. Sería demoledor ver cómo un
país que comparte, entre comillas, ciudadanía europea podría llegar a los niveles que acabo de describir, y nosotros sin prestarles el dinero. Demoledora la alternativa. Si esta es inviable e injusta, la otra es demoledora. Ese es el problema de
las responsabilidades políticas, señor Llamazares. Está muy bien denunciar... ¿A quién le gusta la bajada de pensiones que se ha hecho en Grecia? A nadie. ¿O de salarios? A nadie, a nadie le gusta. ¿Cómo le va a gustar a alguien? Pero el
problema es que se han endeudado, endeudado y endeudado sin límite y ahora vamos a ayudarles para que puedan sobrevivir. Si usted cree que esto es echarles una mano al cuello, quite la mano del cuello, ya verá como se hunden en décimas de segundo.
Así estarán -sí, es verdad- con una mano cogida al cuello, pero estarán respirando. Si esa mano desaparece, se hunden hasta el fondo, no duran ni veinticuatro horas. Esa es la realidad y eso es tener que tomar decisiones políticas. Yo sé que es
muy fácil enfadarse y criticar. Es fácil, sí, pero cuando tienes el problema encima de la mesa tienes que optar por una alternativa o por otra alternativa. Como le conozco, señor Llamazares, y como sé que sabe entender las cosas, no puedo asumir
que usted piense que no había que ayudarles y que esté en contra de esta política. No lo puedo asumir. Pienso que debe reconsiderar su posición.


Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente.


Señorías, descansen unos días, al menos inténtenlo.


Se levanta la sesión.


Eran las dos y veinte minutos de la tarde.