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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 181, de 27/04/2023
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DIARIO DE SESIONES DE LAS CORTES GENERALES


COMISIONES MIXTAS


Año 2023 XIV LEGISLATURA Núm. 181

DE SEGURIDAD NACIONAL

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. CARLOS ARAGONÉS MENDIGUCÍA

Sesión núm. 19

celebrada el jueves,

27 de abril de 2023

en el Palacio del Congreso de los Diputados



ORDEN DEL DÍA:


Comparecencia del señor Salaverría Aliaga (catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier), en relación con el estudio del fenómeno de la desinformación y de las fake news, con efectos
disruptivos en la sociedad. Por acuerdo de la Comisión Mixta de Seguridad Nacional. (Número de expediente del Congreso de los Diputados 219/001025 y número de expediente del Senado 715/000904) ... (Página2)



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Se abre la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.


El señor PRESIDENTE: Buenas tardes a todos. Son bienvenidos y se lo agradezco, porque no son horas después de un Pleno largo que ha acabado hace poco.


De nuevo expreso nuestro agradecimiento a la persona del profesor Salaverría, que ha tenido a bien comparecer sin dificultades de fecha y sin poner ningún reparo, cuando a la Comisión que nos reúne le habían concedido día y sala. Hoy
estamos en régimen de pleno de Comisión y el profesor Salaverría ya compareció aquí en abril de 2021, cuando estábamos empezando. Él es uno de los promotores de un proyecto que ha dado lugar a varios informes, algunos de los cuales nos va a mostrar
antes de que sean conocidos públicamente con una presentación más específica y formal. Me refiero al Proyecto Iberifier, que es un observatorio de medios digitales referidos a la Península Ibérica, España y Portugal, pero lo explicará él todo
mejor. En cuanto a la cualificación académica del profesor, que es catedrático en Navarra, ustedes también la conocen, así que no tengo otra cosa mejor que hacer que cederle la palabra. Bienvenido.


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Muchas gracias, presidente.


Muchas gracias por darme la oportunidad de intervenir por segunda vez ante esta Comisión Mixta de Seguridad Nacional, en este caso, con la finalidad de informar efectivamente no ya sobre propósitos, sino sobre algunos primeros resultados,
aunque tenemos intención de continuar produciéndolos. El presidente se interesó por algunos de los resultados que habíamos publicado y que anunciamos que estábamos desarrollando y hoy, de hecho, voy a dar un anticipo, una especie de primicia. Hay
un profesor de mi facultad que suele decir que la mejor forma de captar la atención del público es decir que uno va a contar una primicia. No es exactamente una primicia, pero sí al menos el anticipo de unos resultados que ya están completados
aunque no se han publicado todavía. Van a publicarse en las próximas semanas, pero, en atención a su contenido, el presidente ha tenido la consideración de incorporarlos aquí. Sinceramente, desde el Proyecto Iberifier los compartimos muy
gustosamente, porque uno de los objetivos de este proyecto impulsado desde la Comisión Europea es, por una parte, alcanzar al ámbito académico y al conjunto de la sociedad, pero, por otra parte, llegar muy particularmente a las personas que tienen
responsabilidad en la producción del marco legal en los distintos países.


Hoy les voy a mostrar la síntesis del informe cuyo título es Análisis del impacto de la desinformación en temas políticos, económicos, sociales y de seguridad, modelos de gobernanza y buenas prácticas; este va a ser el núcleo de mi
intervención. (Apoya su intervención en una presentación digital). Pero antes, si me lo permiten, muy brevemente, les quiero dar el contexto del trabajo que estamos haciendo y explicar cómo este trabajo se imbrica en una red más amplia de ámbito
europeo, donde distintos centros y distintos equipos de investigación estamos colaborando.


En el año 2020 la Comisión Europea impulsó la creación del llamado European Digital Media Observatory, EDMO, cuya sede se ubicó en Florencia, Italia. Ese es el núcleo central, el observatorio principal europeo, que está integrado por
distintas instituciones, algunas de ellas de Italia y otras de otros países europeos. Como digo, su sede central está en Florencia y es el observatorio encargado de coordinar las actividades de investigación y de análisis que se realizan.
Posteriormente, en dos oleadas -la primera en el año 2021 y la segunda el pasado año 2022- se ha terminado creando una red de otros catorce observatorios regionales. En realidad, les llaman observatorios nacionales, pero algunos abarcan a más de un
país, como es el caso de Iberifier. Ocurre también, por ejemplo, con el observatorio de los países nórdicos, que abarca a los cuatro países nórdicos, y con el observatorio báltico de los tres países bálticos. En definitiva, hay catorce
observatorios que cubren la totalidad de los veintisiete países de la Unión Europea. En nuestro caso, como les acabo de decir y como su nombre indica, Iberifier tiene una dimensión ibérica. Su foco está en la verificación informativa y en el
análisis sobre los fenómenos de desinformación y, como les voy a explicar a continuación, también tiene un ámbito más amplio relacionado con el análisis y la investigación profunda sobre el ecosistema de los contenidos digitales.


En cuanto a la composición de Iberifier, lo integran veintitrés organizaciones o entidades socias repartidas en doce universidades, cinco organizaciones de verificación o factcheckers y agencias de noticias y distintas instituciones de
investigación multidisciplinar. Se entiende que estos veintitrés socios abarcan tanto a España como a Portugal, aunque la presencia de socios españoles es algo mayor que la de socios portugueses. En el caso de las universidades españolas,
simplemente por citarlas, están la Universidad Miguel Hernández de Elche, la Universidad de Valencia, la Universidad Rey Juan Carlos de



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Madrid, la Universidad de Granada, la Universidad de Santiago de Compostela, la Universidad Carlos III de Madrid, la Universidad CEU San Pablo de Madrid, la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad Politécnica de Valencia. En
cuanto a factcheckers y agencias en España, tenemos Maldita.es, EFE Verifica y Verificat. Finalmente, en cuanto a instituciones de investigación multidisciplinar, forman parte del consorcio el Real Instituto Elcano, la Fundación Española para la
Ciencia y Tecnología -FECYT- y el Barcelona Supercomputing Center. El resto de los de los socios son portugueses. Como pueden ver, en total conformamos una red diversa. Nos damos cita investigadores del ámbito de la computación, periodistas,
sociólogos o investigadores del ámbito de la comunicación digital, como puede ser mi caso, cada uno con responsabilidades diversas. Esta foto que les estoy mostrando aquí corresponde a la última de las reuniones que tuvimos en Granada. Ahí estamos
apenas una representación de los veintitrés miembros, porque la red en su conjunto supera el centenar de personas. Es una red que tiene su sede en la Universidad de Navarra, en Pamplona. Yo tengo el honor de ser el coordinador principal, el que
aglutina las actividades de todos los equipos, y aquí se refleja la distribución.


El observatorio abarca cinco áreas de acción principales. La primera tiene que ver con la investigación sobre medios digitales con la intención de caracterizar, dimensionar y, en definitiva, analizar la transformación del ecosistema de los
medios en España y en Portugal que, debido a la digitalización, ha sido muy profunda en los últimos años.


La segunda es un área que tiene que ver con la investigación sobre tecnologías de computación y grandes volúmenes de datos. Esta tiene una incidencia muy directa en los fenómenos de la desinformación, en el sentido de que hay autores de
contenidos desinformativos que se valen de tecnologías avanzadas para multiplicar y diseminar esos contenidos, aunque, al mismo tiempo, se están desarrollando tecnologías que sirven para identificar y neutralizar esos contenidos. En esta área de
acción, por una parte, tratamos de identificar cuáles son las tecnologías que producen la desinformación o que propician la difusión de la desinformación y, por otra parte, estamos tratando de proporcionar a los distintos actores -organizaciones de
verificación, medios de comunicación, asociaciones de la prensa, etcétera- formación y tecnologías relacionadas con la identificación de las tecnologías anteriores.


La tercera es una actividad específica de verificación informativa, lo que se denomina en inglés factchecking. En este sentido, debo decir que la propia Comisión Europea, cuando creó esta trama, aspiraba a generar algo así como una especie
de red de alerta de identificación de contenidos desinformativos, de modo que todos los hubs contienen organizaciones de estas características. Esta una condición que estableció la Comisión Europea y, además de la presencia de los factcheckers,
otra de las condiciones es que los factcheckers se comuniquen entre ellos y, por tanto, tengamos la oportunidad de anticiparnos, por ejemplo, identificando una campaña de desinformación que se observa en los países bálticos y que al cabo de unos
días puede llegar debidamente transformada a España, o viceversa, cosa que ocurre con más frecuencia de lo que desearíamos.


Hay una cuarta sección relacionada con el análisis estratégico. Es de la que les voy a hablar hoy principalmente y tiene que ver con el hecho de transformar los datos en conocimiento. Todo el volumen de información que estamos recopilando
y que estamos generando hay que convertirlo en análisis, propuestas, ideas o estrategias. Para esto, algunos de los perfiles de los socios de Iberifier tienen específicamente ese cometido.


Finalmente, hay una quinta área de acción que tiene que ver con la alfabetización mediática. Podríamos decir que esta es la actividad que pretende promover medidas en positivo hacia el conjunto de la ciudadanía, proporcionando una serie de
formaciones y herramientas con distintos públicos objetivos, por ejemplo, jóvenes y adolescentes. Estamos haciendo también acciones de formación y de desarrollo de competencias digitales para personas mayores de 50 años y personas ancianas y
estamos dando formación especializada para profesionales del periodismo en el manejo de tecnologías para la identificación de lo que se llaman los contenidos ultrafalsos -los deepfakes- y todo este tipo de contenidos de inteligencia artificial.


Fruto de este conjunto de acciones, en los últimos meses hemos ido publicando una serie de informes. Este fue el primero, elaborado en diciembre del año pasado con la participación de algunos otros socios de Iberifier y coordinado
fundamentalmente por la FECYT por el tema que tiene: Desinformación científica en España. Se realizaron entrevistas telefónicas a un montón de personas -2100 personas en España- y, a partir de ahí, se hizo un análisis sobre las características y
la percepción social de la desinformación específicamente sobre temas científicos. Era un asunto muy relevante y especialmente delicado, fundamentalmente porque veníamos de la pandemia.



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Otro informe reciente es el que analiza el impacto de la desinformación en la industria de los medios de España y Portugal. En este caso, también hemos consultado a la ciudadanía para analizar cuál es su percepción sobre el nivel de
presencia o, al revés, de defensa que ofrecen los medios de comunicación ante la amenaza de la desinformación. Nos ha permitido dimensionar cuál es la percepción social de la desinformación en los medios o relacionada con los medios periodísticos.
También, en este informe consultamos con altos ejecutivos de medios para saber en qué medida esta era una preocupación de las empresas y qué tipo de iniciativas se estaban tomando con el fin de garantizar que la información que circula por los
medios sea de la mayor calidad posible en un contexto de diseminación tan intensiva de contenidos desinformativos.


Les decía antes que también hemos abordado un ámbito tecnológico. Este es un informe que está completado, pero no lo hemos divulgado todavía -está a punto de ser publicado en unos días-, cuyo título es 'Revisión de las tecnologías
existentes de inteligencia artificial contra la desinformación'. Pensamos que este es un documento absolutamente novedoso. No hay nada en ningún otro observatorio europeo que haya -digámoslo así- mapeado las tecnologías para identificar mediante
inteligencia artificial los contenidos falsificados y pensamos que puede ser de utilidad no solamente para los medios de comunicación y otro tipo de organizaciones que se enfrentan a contenidos desinformativos en España y Portugal, sino incluso para
otros países europeos.


Antes de entrar en el asunto principal, también les quería indicar que otro de los informes que se realiza en el marco del Proyecto Iberifier -en este caso, de periodicidad anual- es el Digital News Report. Este informe lo hacemos en
coordinación con la Universidad de Oxford, que desde el año 2014 hace un mapeo mundial de las tendencias de consumo de contenidos informativos digitales. El informe coordinado por Oxford abarca a 72 países, uno de los cuales es España. Pensamos
que integrar ese informe en el marco de las actividades de Iberifier era perfectamente congruente, de modo que desde el año pasado estos informes forman parte también de las actividades de Iberifier. Todos estos informes son de libre acceso y
tienen la finalidad de poder ser utilizados por aquellos que consideren que pueden obtener algún tipo de beneficio de ellos.


Pero hoy les quería hablar, como les decía al principio, básicamente de un informe que está completado, que vamos a presentar próximamente y que hoy les anticipo: Análisis del impacto de la desinformación en aspectos políticos, económicos,
sociales y de seguridad, así como modelos de gobernanza y buenas prácticas con los casos de España y Portugal. Básicamente, es un muy detallado estado de la cuestión desde un punto de vista estratégico, político, social y económico. Ya ven que
tiene casi doscientas páginas; ha sido mucho más largo de lo que inicialmente suponíamos que iba a ser y nos ha dado mucha tela que cortar. Entre otras cosas, como les voy a mostrar, incluye seis casos de estudio, para entendernos, seis casos
donde se han producido fenómenos de desinformación, tres en España y tres en Portugal. Hemos elegido casos relevantes y, si les invitara ahora a que me dijeran cuáles son, probablemente acertarían porque son los que a todos se nos ocurren. Hemos
tratado de analizar cuáles han sido las dinámicas de difusión y las cuestiones que se han planteado ahí.


En primer lugar, es un informe que tiene un importante volumen de información cuantitativa. Es analítico, pero, al mismo tiempo, tiene muchísimos datos y yo creo que permite tener un marco bastante detallado de la situación en la que se
encuentran nuestros dos países. Obviamente, puesto que estoy en esta Comisión, voy a concentrarme en el caso de España, pero no me resisto a hacer una pequeña observación. Según el análisis periódico que realiza el Eurobarómetro sobre la
percepción social de la desinformación en Europa, les estoy mostrando aquí el mapa correspondiente al año 2018 y el mapa correspondiente al año 2022. No son mapas exactamente comparables porque el primer mapa corresponde únicamente a los
veintisiete países de la Unión, mientras que el segundo mapa abarca a todos los países europeos; lo digo porque si observan las marcas verdes y rojas puede parecer que vamos mejor, pero en realidad es que hay más países incluidos en el segundo
mapa. Básicamente, el dato es el mismo y, en el caso de España, es preocupante. Es uno de los países donde la gente interpreta que circula mucha desinformación. Esa es la percepción social; luego, puede circular más o menos, pero lo que la gente
piensa al respecto de este fenómeno es que en España circula mucha desinformación. Y, sinceramente, en el marco del Proyecto Iberifier nos ha llamado la atención que en un territorio tan próximo como Portugal la percepción social -la ven ahí,
marcada en verde- sea netamente distinta. No es una cuestión regional; no son los países del sur frente a los países del norte o Alemania frente a Hungría. Por supuesto, hay ciertos alineamientos y uno puede ver unas ciertas tendencias, pero yo
creo



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que la percepción social de la desinformación es más propia de ecosistemas nacionales que de territorios regionales europeos. Yo creo que esto queda bastante claro.


Por tanto, uno de los objetivos que nos habíamos planteado en este informe era tratar de buscar alguna hipótesis al menos -yo no sé si una interpretación o una respuesta, pero queríamos alguna hipótesis al menos- de por qué en Portugal
tienen una percepción tan baja y por qué en España tenemos una percepción tan alta. ¿Qué ocurre, qué nos distingue? Porque, en este caso, ya se ve que el clima no es algo que afecte.


Pensamos que el informe cumple uno de los objetivos, al menos es nuestra esperanza, del Observatorio Iberifier, que es desarrollar conocimiento estratégico. Otros informes han tratado de analizar contextos más concretos: el de los medios,
el de la ciencia. Habrá otros en el futuro donde analizaremos, por ejemplo, patrones de consumo de contenidos desinformativos; habrá otras cosas que, en estos momentos, están un poco en desarrollo. Pero puedo decir que si hubiera que elegir el
informe más importante que teníamos que producir, probablemente sea este.


Este informe ofrece un estudio comparativo sobre el impacto de la desinformación en temas políticos, económicos, sociales y de seguridad, como les he dicho, y, por resumir -luego responderé a las preguntas en la medida en que sea capaz-
identifica cuatro desafíos principales. El primero de ellos es enmarcar y articular los escenarios de la desinformación, sus repercusiones sociopolíticas y las reacciones institucionales adoptadas para hacerles frente en España y Portugal en el
marco de las políticas, valores e intereses alineados por la Comisión Europea. Es decir, nosotros hemos asumido nuestro rol de observatorio ibérico, pero en el marco europeo, y queremos dar algunas referencias para la toma de decisiones tanto en
España como en Portugal para que estén adecuadamente alineadas con las orientaciones que nos llegan desde Europa. Porque claro, nosotros podríamos estar haciendo análisis, pero esos análisis podrían estar al margen de las directrices o de las
líneas maestras que se plantean en Europa. Nosotros, en primer lugar, hemos dado una referencia clara y, en este sentido, en el informe podrán encontrar un detalle de todas las proposiciones, de todas las propuestas legales, normativas, iniciativas
de diverso tipo que han sido puestas en práctica en Europa desde el año 2014, en concreto. El segundo desafío es que el informe pretende señalar las especificidades de los mercados de medios, sistemas de información, nuevas prácticas periodísticas
y nuevos hábitos de consumo, de noticias, en España y en Portugal. Queríamos analizar el perfil de los medios en estos dos países ibéricos de modo que podamos tener una referencia cuantitativa adecuada que nos permita entender cómo permean los
contenidos desinformativos en ese ecosistema para ver por qué, si es así, los medios en nuestros países tienen mayor o menor permeabilidad hacia los contenidos desinformativos. Habría que analizar esta cuestión. Entonces nos interesaba identificar
esas especificidades de los mercados de medios. Ya les he dicho que es un documento que tiene una gran cantidad de datos analíticos, les voy a poner apenas unos pocos gráficos. Esta gráfica muestra la evolución de España en el índice de prensa
señalado por Reporteros sin Fronteras en los últimos veinte años y la percepción sobre la libertad de prensa en España ha mejorado. En los ránquines internacionales nunca se ha situado en una posición negativa, pero hay una cierta tendencia de
mejora en los últimos años. A pesar de ello -nosotros lo vemos un poco contradictorio-, en un contexto donde hay una percepción de mayor libertad de prensa y de mayor diversidad, las mismas personas están respondiendo que perciben que existe una
cantidad de desinformación mucho más creciente. Uno de los recursos más importantes que ha desarrollado hasta ahora el proyecto es la creación de un mapa de medios digitales, un mapa ibérico de medios digitales que clasifica en estos momentos, en
abril del año 2023, más de 4000 medios digitales activos. De ellos, prácticamente hay 3000 en España; tres de cada cuatro medios digitales de la península ibérica están en España, lo cual es un dato que nos ha dejado bastante impresionados. Esto
viene a indicar que si consideramos como público potencial a todos los españoles por encima de los catorce años -porque por debajo de catorce años no se considera público potencial para los medios- habiendo 40 millones de personas, esto significa
que tenemos en España en estos momentos un medio digital por cada 15 000 habitantes, más o menos. Por descontado, de largo, es el tipo de medio más abundante que existe en España, por encima, por supuesto, de los periódicos de papel, pero también
por encima de las televisiones nacionales, locales y autonómicas e, incluso, de las propias radios, que a veces uno piensa que hay una radio prácticamente en cada barrio, pero analizando todos esos datos es el medio hegemónico en términos de tamaño
y de diversidad. Con esto hemos tratado de cumplir ese objetivo que les decía de dimensionar el ecosistema de los medios digitales. Por si tienen interés, en ese mapa cada uno de los medios tiene su propia ficha técnica. En realidad hay 5200
fichas porque les he mencionado que



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hay 4000 medios activos, pero tenemos también identificados más o menos 1200 medios inactivos. Les habrá ocurrido en alguna ocasión que hayan acudido a un medio y se han dado cuenta de que ha dejado de actualizarse, pero sigue siendo un
medio que se puede visitar. En estos momentos, ese tipo de medios en España superan el millar. Cada uno de esos medios, tanto los activos -que son, en principio, los que interesan- y los inactivos, tienen su propia ficha. Este material está
abierto y disponible para su uso libre por cualquier investigador o cualquier persona que tenga interés de descargar todos estos datos, y es la herramienta que nosotros hemos empezado a utilizar para hacer nuestros propios análisis.


Retomo el recuento de los cinco desafíos principales. El tercer desafío es poner en perspectiva el fenómeno emergente de la polarización en el discurso político, sus relaciones con las lógicas computacionales que alimentan la distribución
de noticias en los distintos contextos en línea y sus repercusiones en la agenda mediática. La polarización en el discurso político. Hoy estoy en un contexto donde ustedes forman parte de ese ecosistema político -son una parte destacada- y hay
análisis en múltiples países de una creciente polarización, entendiendo por tal una creciente separación de los polos del espectro ideológico, generando un vaciamiento de los espacios intermedios y un creciente distanciamiento o, por ser más exacto,
descrédito de contenidos, informaciones y opiniones que no procedan de los presupuestos ideológicos con los que uno comulga.


Cuarto desafío, diagnosticar las condiciones de sostenibilidad financiera de los medios y los sistemas de comunicación social, además de los niveles de confianza de los medios tradicionales y la información de la red. Un problema es la
desinformación, pero otro gran problema que hemos advertido y que está relacionado es el debilitamiento de las estructuras profesionales informativas. Cuando esos dos fenómenos coinciden -una multiplicación de los contenidos informativos y una
fragilidad creciente de la industria de los medios, de las estructuras profesionales que tradicionalmente han servido, podemos decir así, de contrafuerte para que los contenidos falsos no circulen tanto como circulan actualmente- es necesario crear
y potenciar toda una serie de condiciones de sostenibilidad financiera. En este sentido, estos análisis conectan a su vez con reflexiones y propuestas que la Comisión Europea y el propio Consejo de Europa están promoviendo a través de informes, en
el caso del Consejo de Europa, y de algunas iniciativas que tratan de cimentar o rescatar la frágil economía de la industria periodística europea.


Voy encarando ya la parte final de mi intervención. Luego muy gustosamente atenderé cuantas preguntas tengan a bien realizarme. Les he dicho que este informe incluye seis casos de estudio, tres por cada uno de los dos países abarcados. En
el caso de Portugal, analizamos el caso de la pandemia del COVID-19, caso que seguro se les ha venido a la cabeza como primer ejemplo. Tanto en el caso portugués como en el español, en este asunto nos ha parecido relevante hablar -como voy a
mencionar a continuación- de la desinformación en relación con procesos electorales. En el caso de Portugal, hubo un fenómeno muy destacado que ha sido analizado por los investigadores de ese país que forman parte de Iberifier que tuvo lugar con
motivo de las elecciones al Parlamento que se celebraron el 30 de enero del año pasado. Y el tercer caso que analiza este informe es el de la invasión de Ucrania que, de alguna manera, ha tomado el testigo como principal foco de la desinformación
en el último año. Por lo que se refiere a España, de los tres casos que se abordan, uno es el de las sospechas, denuncias, revelaciones y datos -hay múltiple documentación que incluye el documento- sobre la injerencia rusa durante el intento de
secesión de Cataluña en el año 2017. Ahí hacemos un recuento de fuentes y referencias. Sobre esto debo decir -y lo aplico a todos los casos- que nosotros llegamos hasta donde llegamos. Es decir, somos investigadores académicos y hay
organizaciones periodísticas, pero hay un determinado tipo de información de inteligencia y seguridad que no nos corresponde manejar y que, por tanto, no hemos podido manejar y no van a encontrar en este informe, no existe ese tipo de información.
Pero dentro de la información a la que sí tenemos acceso, hemos tratado de hacer un análisis en ese sentido, y ahí verán un recuento de, por una parte, la tendencia o las estrategias llevadas a cabo por Rusia en distintos escenarios, particularmente
desde el primer conflicto de Crimea en el año 2014 hasta ahora, es decir, cómo Rusia ha ido desarrollando en distintos países, y también -como evidencia este caso- en la propia España una serie de modelos de injerencia que reproducen unos patrones,
y esos patrones se pueden identificar. El segundo caso que analiza el informe es el de la pandemia del COVID-19, que fue un caso muy significativo en España y que no solamente tiene que ver con fenómenos de desinformación, sino con estrategias de
información a la ciudadanía. Ahí había ciertas formas de comunicar la pandemia que generaron una serie de efectos y percepciones en el conjunto de la ciudadanía. Finalmente, el último caso hemos pensado que valía la pena, en la medida en que en el
último año no había habido una cita electoral en España y, por tanto, no teníamos oportunidad de hacer un análisis al respecto. Ahora, en



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este año 2023, yo casi estoy por decir que con toda seguridad, una vez que pasen las dos citas electorales de este año, tendremos la oportunidad y casi diría la obligación de analizar qué ha ocurrido. Hemos analizado un caso muy particular,
que es la iniciativa de difusión del procedimiento de lucha contra la desinformación, que se hizo pública en octubre del año 2018, que generó una serie de polémicas, interpretaciones y respuestas por parte de las asociaciones de la prensa -ustedes
lo recordarán probablemente mejor que yo-. Este caso analiza un poco cómo desde una medida política se puede generar toda una serie de fenómenos desinformativos de diverso tipo.


Entro ya en la parte más propositiva, la parte final de mi intervención y del propio informe. Como les he dicho, el informe pretende generar conocimiento, no pretende estar en posesión de la verdad, todos somos limitados y nosotros en
primer lugar. Pero una cosa que hemos pensado que es necesaria para enfrentar el problema de la desinformación es poder medirlo, porque hasta ahora hay intuiciones más que datos. Entonces, hemos pensado que vale la pena generar una serie de
indicadores para la medición, a poder ser automatizada y consecutiva, del impacto social de la desinformación. Para esto hemos identificado algunos parámetros como, por ejemplo, el nivel de diseminación. Hay contenidos desinformativos que tienen
un alcance global, otros que tienen un alcance europeo, otros que tienen un alcance nacional y hay algunos que tienen un alcance local y hasta de barrio, a veces nos ocurre en el propio rellano de casa; es decir, hay distintos niveles. Pues bien,
se trata de poder identificar el nivel de diseminación, es decir, cuando un contenido falso se detecta en distintos lugares y, por tanto, su potencial perjuicio es mayor.


En segundo lugar, estaría la transferibilidad, que recuerda un poco a la capacidad de inoculación de los virus, ver un poco cuánto está circulando y cómo está permeando en las distintas plataformas, porque hay ciertos contenidos
desinformativos que solo circulan, por ejemplo, en Telegram, pero otros tienen una presencia en medios periodísticos profesionales. Cuando uno calibra la presencia de un contenido desinformativo en medios trabajados con estándares profesionales,
obviamente se encuentra ante un contenido de mayor peligro, en principio. En tercer lugar, nos parece relevante perfilar los tipos de fuentes de desinformación. Por su propia naturaleza, los creadores de contenidos desinformativos se ocultan y es
muy difícil identificarlos, al menos desde luego para nosotros porque, como he dicho, nosotros no somos un centro de inteligencia y tampoco nos dedicamos al ámbito de la investigación del cibercrimen ni cosa parecida. Pero a partir de la
información que existe, tratamos un poco de buscar una serie de perfiles y de parámetros que nos permitan situar fuentes potenciales de contenidos informativos. Hay un cuarto concepto al que hemos llamado sostenibilidad, aunque podríamos llamarlo
también permanencia. Esto quiere decir que hay algunos contenidos desinformativos que son fugaces, que duran poco tiempo o que tienen un alcance geográfico o lingüístico muy reducido. Por ejemplo, un bulo que solo circula en una de las lenguas
cooficiales españolas y ya está, pero hay otros que igual circulan en múltiples. O, por ejemplo, la sostenibilidad tras verificación, la idea de que un bulo permanece a pesar de haber sido desmentido a través de las organizaciones de verificación
de los medios periodísticos. Por tanto, hay que calibrar un poco la sostenibilidad de los bulos, de los contenidos falsos. Y en quinto y último lugar, nos ha parecido importante conectar el impacto de la desinformación con los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, los diecisiete objetivos de las Naciones Unidas. Estos objetivos no contemplan en ninguno de sus parámetros uno realmente vinculado al ámbito de la desinformación, pero en la medida en que contar con información cierta para
poder tomar decisiones en libertad es algo esencial en cualquier sociedad democrática, creemos que sería interesante poder conectar contenidos desinformativos a desinformaciones que afectan a elementos de los ODS relacionados con el medio ambiente,
por ejemplo, o relacionados con la educación, con la pobreza, con la inmigración o con distintos aspectos que están contemplados en los ODS, es decir, calibrar esos contenidos desinformativos como potencialmente más dañinos en la medida en que
afectan a los ODS.


Voy terminando ya. Las propuestas de solución son siete conceptos para poder medir esto adecuadamente. En primer lugar, hemos pensado que conviene desarrollar un marco para el análisis del impacto social de la desinformación adaptando el
marco existente para el análisis del impacto social de la investigación científica. Les he dicho que la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología forma parte de nuestro consorcio, y la FECYT está muy experimentada en el análisis del
impacto social de la ciencia. Por tanto, hemos pensado que cabe aplicar los protocolos que se utilizan para el impacto social de la ciencia para medir de alguna manera el impacto social de la desinformación; inspirarnos en ese procedimiento para
poder desarrollar esta iniciativa.



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En segundo lugar, como les mencionaba hace un instante, instar a la inclusión de la desinformación como tema crítico de impacto social vinculado a los diecisiete ODS y a los objetivos de investigación de la Unión Europea.


En tercer lugar, a partir de la experiencia acumulada por las organizaciones de verificación, promover una integración de nuevos actores dedicados a evaluar la transferibilidad y el alcance de los contenidos falsos. Es decir, que la
identificación y el desmentido de los contenidos falsos no sea únicamente una tarea que deben desarrollar las organizaciones de verificación, sino que, en este caso particularmente, las organizaciones periodísticas profesionales de cualquier tipo
tengan dentro de su dinámica de acción no solamente dar a conocer la información, sino también desmentir contenidos falsos, que este sea uno de los aspectos que forman parte de su línea de actuación profesional.


En cuarto lugar, estimamos oportuno promover análisis prolongados para medir la evolución a largo plazo de los contenidos falsos. Una de las circunstancias limitantes del trabajo de los verificadores es que actúan conforme a una dinámica de
inmediatez. Hay una campaña de desinformación ahora, la desmentimos y ya pasamos a otra cosa. Pensamos que para poder enfrentar adecuadamente el fenómeno de la desinformación es necesario hacer análisis más longitudinales, pero, difícilmente,
porque no ya las organizaciones de verificación informativa, sino los propios medios periodísticos profesionales no suelen tener este tipo de estrategias. Por eso pensamos que ahí el ámbito de la investigación académica tiene mucho que decir porque
nosotros sí tenemos las metodologías y, casi podríamos decir también, el tiempo a largo plazo para poder realizarlo.


En quinto lugar, definir el impacto social de la desinformación en distintos pasos con el fin de obtener indicadores cuantificables. Les he indicado antes que queremos pasar de la intuición al dato, para poder medir las cosas y hacer un
dimensionamiento longitudinal en el tiempo basado en referencias adecuadas, cosa que no es nada sencilla. De momento, lo único que podemos medir es la percepción social -y esto lo hace el Eurobarómetro-, qué piensa la ciudadanía, es decir, el
volumen de contenidos falsos que ocurren, pero no podemos medir cuántos contenidos falsos realmente están circulando, o no se ha medido hasta ahora, y esto es algo que parece necesario hacer.


En sexto lugar, incorporar los medios de comunicación de referencia y los contenidos falsos en la recopilación integral de datos. Esto creo que lo tengo que explicar. Hasta ahora, en el análisis cuantitativo de los fenómenos de
desinformación la unidad de análisis ha sido habitualmente el volumen de contenidos verificados por los fact checkers. Por tanto, todo lo que no ha sido verificado por un fact checker, aunque sea falso, ya no entra dentro del análisis. Y los
contenidos denunciados o verificados por los medios periodísticos profesionales tampoco entran en el análisis. Hasta ahora, habitualmente, entre otras cosas porque ha resultado lo más fácil de analizar, los estudios académicos se han centrado en
contenidos desmentidos como falsos por parte de los verificadores, pero evidentemente hay realidad más allá de todo eso y necesitamos incorporar toda esa realidad para tener una dimensión completa de lo que está ocurriendo.


Y finalmente, en séptimo lugar, explorar una metodología mixta, aprovechando el lenguaje de procesamiento natural, una de las vertientes de la inteligencia artificial, para escalar análisis cualitativos junto con indicadores cuantificables.
Esto es lo que pone en el informe y, aunque no se entiende muy bien, espero que me entiendan cuando les diga que consiste en partir de datos cualitativos y convertirlos en una herramienta que pueda ser analizada de manera sistemática a través de
tecnologías de inteligencia artificial para poder hacer un seguimiento en el tiempo y poder hacer un análisis cuando uno lo desee que genere cuál es el volumen y cuáles son las tendencias existentes en este momento.


Les muestro una última pantalla simplemente para anunciarles que Iberifier, como todo proyecto europeo, ha tenido un comienzo y en su primer recorrido va a tener un final, pues la financiación y el apoyo recibido de la Comisión alcanza hasta
febrero del año que viene, 2024, pero próximamente la Comisión Europea va a abrir una nueva convocatoria para la continuación no ya de nuestro observatorio únicamente, sino de todos los observatorios nacionales europeos, y el consorcio actual de
Iberifier, probablemente ampliado con nuevos socios tanto de España como de Portugal, va a volver a postularse y tenemos la expectativa de poder continuar nuestro trabajo.


En estos momentos, a la espera de definir algunos otros objetivos adicionales, vemos como prioridades en el siguiente periodo, en primer lugar, incrementar la colaboración internacional, para aprovecharnos de esa dimensión europea que
tenemos. En segundo lugar, establecer estándares que sean aplicables no ya en España y Portugal, sino en el conjunto de los países europeos a la hora de hacer ese tipo de mediciones de tendencias de la desinformación. En tercer lugar, proponer



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recomendaciones regulatorias a escala europea y a escala nacional. Y, en cuarto lugar, abrir algunos nuevos campos de investigación que hasta ahora no hemos trabajado en relación con la desinformación y que pensamos que pueden ser
interesantes.


Esto era lo que quería compartir con ustedes y, a partir de aquí, quedo a su disposición en caso de que quieran formular cualquier pregunta.


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: No sé si alguien quiere preguntar o hacer comentarios, no hace falta seguir un orden estricto de los grupos. ¿Quién se anima? (El señor González Coello de Portugal pide la palabra).


Tiene la palabra don Víctor González, que es portavoz del Grupo Parlamentario VOX.


El señor GONZÁLEZ COELLO DE PORTUGAL: Muchas gracias por esta presentación. Nos la van a mandar, ¿verdad? (Risas).


El señor PRESIDENTE: La van a presentar, en todo caso.


El señor GONZÁLEZ COELLO DE PORTUGAL: Tengo que decir que yo creo que me he enterado de un 10 %, perdón. Lo digo con humildad, por mi ignorancia me he perdido varias veces, me he vuelto a conectar y ya al final me he perdido del todo, y la
verdad es que eso me molesta mucho, porque tengo dos carreras y dos másteres. O sea, que ha conseguido usted picarme, voy a leer el informe e intentar entenderlo, porque era como una película en la que me estaban hablando en japonés, y digo algo
están diciendo, pero no entiendo lo que me están diciendo.


Ha habido cosas que me han parecido muy interesantes. Empiezo por el final. Cuando dice proponer iniciativas regulatorias, eso me interesa y le pido si podría desarrollarlo un poco más, en qué ámbito y qué tipo de propuestas, porque
estamos trabajando específicamente sobre eso y yo creo que ponerle puertas al campo algunas veces es muy complicado.


Y luego, sobre el informe de la injerencia rusa que usted ha mencionado en un momento dado en el proceso en Cataluña, le pediría si nos puede contar algo más en detalle, qué se puede aprender, pues yo creo que es algo parecido a lo que pasó
también -corríjame si me equivoco- en Escocia con el proceso escocés o a lo que pasó con el de California. Es decir, un poco cómo se origina, qué ha hecho la influencia rusa, cómo la han detectado y cómo están trabajando. Aquí, como usted muy bien
ha dicho, lo importante es saber de dónde vienen estas cosas, porque a veces están ocurriendo, pero no sabes cuál es el motor principal y cómo lo están apoyando.


De momento, me voy a quedar ahí. Tal vez, a medida que mis compañeros, que seguro que lo han entendido mejor que yo, le van preguntando, a lo mejor, si el presidente tiene la venia, le pregunto alguna cosa más.


Gracias.


El señor PRESIDENTE: El compareciente puede acumular las respuestas o puede responder ahora si lo desea.


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Gracias. Puedo responder ahora.


He tratado de ser todo lo didáctico que he podido; si no he alcanzado mi objetivo, lo lamento. En cualquier caso, les confirmo que toda la documentación va a quedar a disposición de la Comisión, de modo que quien lo desee podrá
profundizar, más allá de mi capacidad explicativa.


Respecto a las propuestas regulatorias, cuando he utilizado el término regulatorio no me he referido únicamente, ni siquiera principalmente a las normas legales que rigen en un país, porque no es competencia nuestra, evidentemente. Lo que
sí podemos hacer, y, de hecho, en este momento estoy haciendo, es contribuir a orientar en la medida de lo posible a los órganos legislativos de mi país sobre este tipo de medidas e iniciativas que puedan salir de esta Comisión. Al principio de mi
intervención he dicho que uno de los públicos objetivos -odio utilizar terminología en inglés, pero seguro que usted me va a entender-, los stakeholders de los proyectos, es precisamente el de los legisladores, como figura en el condicionado de la
convocatoria. Por tanto, el hecho de promover iniciativas regulatorias -interprételo usted como desee- no es algo que salga de nuestra iniciativa, sino algo que nos pide la Comisión.


Respecto a su curiosidad sobre las injerencias rusas, me preguntaba qué se puede aprender. La verdad es que precisamente hemos tratado no tanto de identificar culpables, porque no ha sido nunca la



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filosofía del trabajo, sino, más bien, de encontrar patrones o identificar procedimientos, de modo que esto nos pueda servir como alerta ante situaciones análogas, ya que la función de la historia es proporcionar conocimientos que
posteriormente uno puede aplicar porque algo se parece a algo que ya ocurrió. En referencia a la injerencia rusa, lo que se pudo identificar, en este caso particularmente en las redes sociales, fue la presencia de bots de una serie de perfiles
-algunos falsos, otros artificiales, otros falsificados cambiando el nombre pero manteniendo la dirección, hay distintas estrategias-, y, por ejemplo, lo que se observaba es que en algunos casos hasta cierto momento habían publicado una serie de
contenidos, pero, curiosamente, a partir de cierto momento empezaban a publicar otro tipo de contenidos, que se alineaban con una serie de postulados. Este tipo de situaciones se describen en el informe, y, como digo, en este sentido no se trata de
destripar lo que pasó, porque no está a nuestro alcance, sino de identificar patrones que nos puedan servir para futuras ocasiones como lección.


El señor PRESIDENTE: En el caso de la injerencia rusa, si le interesa al portavoz, también hay un trabajo de Nicolás de Pedro, en el que, aparte de la cuestión de los patrones de diseminación, creo que figura la correlación de programas de
televisión y medios paraestatales rusos de debate, que son muy activos, en donde coinciden los temas, es decir, hay una retroalimentación.


A continuación tiene la palabra el portavoz del Grupo Popular.


El señor CALLEJAS CANO: Buenas tardes y muchas gracias, don Ramón, por venir por segunda vez a esta Comisión de Seguridad Nacional. Gracias por el completo y amplio informe que nos ha expuesto esta tarde y quiero darle la enhorabuena
también por ser pionero y poner en marcha este Proyecto Iberifier, con todo lo que conlleva.


Me gustaría ir a lo concreto, preguntar sobre temas de máxima actualidad y ver qué opinión me puede transmitir. Y en primer lugar tiene que ver con la inteligencia artificial, en general, y con ChatGPT, en particular. Nos ha dado el dato
de 2930 medios de comunicación digitales en España, que podrían ser mil más; el problema es que los medios digitales pueden ser suplantados o pueden avanzar tecnológicamente mediante la inteligencia artificial, de modo que sean los propios
ordenadores o mecanismos tecnológicos los que generen noticias, y no ya los periodistas, propiamente dicho. Me gustaría saber, dentro de esas líneas de acción que ha comentado que están llevando a cabo y el análisis tecnológico realizado, si tienen
en cuenta eso y qué posibilidades hay de que la profesión periodística se pueda ver amenazada en el futuro precisamente por la actuación de medios tecnológicos a ese nivel y de qué manera se puede controlar, porque la tecnología siempre avanza muy
deprisa y se está comprobando que va a una velocidad exponencial. Querría saber de qué manera tienen ustedes contemplado lo relativo a ChatGPT, teniendo en cuenta también que, por ejemplo, este sistema de inteligencia artificial ha sido prohibido
recientemente en Italia y que la Agencia Española de Protección de Datos lo está investigando.


En cuanto a las áreas de acción y propuestas de solución que usted ha expuesto, querría saber si tienen previsto ustedes hacer prospectiva. He querido entender que en el momento actual llevan a cabo un análisis puntual sobre lo que viene
sucediendo, y está muy bien, pero, precisamente por lo rápido que va todo, no sé si tienen previsto incluir alguna unidad que se dedique a la prospectiva en este proyecto. Por ejemplo, el Proyecto BRAIN, que se lleva desde la Universidad de
Columbia y que dirige el español Rafael Yuste, fue puesto en marcha por el presidente Obama para mapear todo lo que tiene que ver con las interconexiones cerebrales, en referencia a las comunicaciones neuronales, y, aunque lo lleva la Universidad de
Columbia, también colaboran en ese ámbito quinientas universidades de todo el mundo, incluida la Universidad de Navarra. Al igual que otro tipo de proyectos pretendían descifrar el genoma humano, con el Proyecto BRAIN se quiere descifrar cómo
funciona el cerebro, con implicaciones también en el ámbito de la defensa, de la salud y la ciencia, y, de ahí que, dependiendo del Gobierno de Estados Unidos, haya tres agencias financiando este proyecto, la DARPA, el NIH y la NSF. Esto, que está
muy bien para la prevención de enfermedades, también se puede utilizar desde el punto de vista operativo de la defensa, para actuar sobre la mente humana en operaciones, y la OTAN ya dispone de un dominio operacional, que es el cognitivo. Todo
esto, que podría parecer de ciencia ficción, es una realidad, y la finalización de este proyecto está prevista para 2026.Querría saber si a ustedes les puede interesar este tema y si tienen previsto investigarlo. Dado que todo lo que pueda ser
afectación, alteración o actuación sobre la mente humana se convierte en un arma muy poderosa a la hora de la desinformación y siendo además un tema novedoso, me gustaría conocer su opinión al respecto.


Muchas gracias.



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El señor PRESIDENTE: Gracias.


Tiene la palabra el señor Salaverría.


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Muchas gracias por sus preguntas.


Con respecto a su primera cuestión, relacionada con ChatGPT, recomendaría a sus señorías que a partir de ahora, cuando analicen este tipo de fenómenos, no se centren exclusivamente en una de las herramientas, por muy rutilante que pueda ser,
porque me parece que eso puede servir, entre otras cosas, como pequeña escapatoria para otras tecnologías con igual o mayor potencial disruptivo o peligro -llamémoslo así-, y se sitúan en un plano semejante. Entonces, les sugeriría que abrieran un
poco el foco y hablaran de la inteligencia artificial generativa, en su conjunto. ¿Cuál es la inteligencia artificial generativa? Aquella capaz de generar distintos tipos de contenidos, como, por ejemplo, texto. Y es verdad que en estos momentos
ChatGPT ha tomado la delantera. Por su parte, Google anticipa, porque ha visto que les han tomado un poco la delantera, que probablemente para finales de este año va a sacar su propio desarrollo, de modo que tiene un chatbot bastante bien
desarrollado, que se llama Bard, al tiempo que también hay otro proyecto, que en principio aparecerá en el otoño de este año. Así pues, vamos a tener una especie de conjunto de tecnologías que van en la misma línea. En estos momentos, en los tres
o cuatro últimos meses la que nos ha llamado más la atención ha sido ChatGPT, pero no todo es ChatGPT, porque la inteligencia artificial generativa no solo abarca el texto, sino la imagen, el vídeo y la sintetización de audio. Por ejemplo, respecto
a grabaciones sonoras en las que uno juraría que la persona que está hablando es una, ese tipo de situaciones ya son posibles, si bien todavía no han alcanzado el grado de desarrollo que en los últimos meses ha conseguido ChatGPT. Por tanto, pienso
que la preocupación no estaría en ChatGPT, sino en la inteligencia artificial generativa.


Y en esa dimensión -coincido plenamente con lo que usted acaba de decir-, me parece que el trabajo profesional de los periodistas va a recibir o ya está recibiendo el desafío más importante de los últimos treinta años, desde la aparición de
los propios medios digitales a mediados de los años noventa. Como les he dicho a mis alumnos de este año, en toda mi trayectoria, no recuerdo un momento de una transformación tan profunda como la que vivimos actualmente. ¿Cuál es el papel que
corresponde a los periodistas, a los profesionales de la información en un contexto en el que emergen tecnologías capaces de generar texto, imagen, sonido y audio de estas características? Hay un trabajo, creo que esencial, que es el de
supervisión. O sea, plantear que no vayan a ser utilizadas las tecnologías de inteligencia artificial generativa por parte de las empresas periodísticas no es realista y casi diría que ni siquiera es conveniente desde el punto de vista de la
estrategia de desarrollo de los medios. Nunca ha sido una buena idea dar la espalda a la tecnología que te puede permitir hacer cosas más deprisa o en mayor volumen. Pero, ojo, una cosa es la rapidez y el volumen y otra es la precisión, y uno de
los grandes fallos, no el único, que tiene la inteligencia artificial generativa en estos momentos es la abrumadora imprecisión de los datos. ¿Por qué? Porque bebe de un conjunto de datos en el que se mezcla contenido real con contenido falso, e,
incluso, si solo utiliza contenido real, por la incapacidad del algoritmo para identificar los datos que exactamente corresponden al contexto correspondiente. Por tanto, pienso que los periodistas van a tener que recapacitar sobre su trabajo y
deben encontrar un nuevo tipo de formación, porque van a tener que compatibilizar su trabajo con el de unas herramientas que generan volumen y contenido rápido, de modo que, básicamente, van a tener la oportunidad de buscar sus propios temas, tener
su interpretación personal y abrir otro tipo de escenarios, que no son los del clásico gacetillero decimonónico.


Con respecto a su segunda pregunta, si vamos a incorporar la prospectiva, lo cierto es que depende de los recursos. Es un asunto muy interesante y conveniente, pero en estos momentos no sabemos si vamos a disponer de músculo suficiente como
para poder emprender en ese ámbito. Usted ha mencionado la cuestión del dominio cognitivo como uno de los dominios claves en la resolución de los conflictos bélicos actualmente. Está ocurriendo, por ejemplo, en Ucrania. Ciertamente, lo tenemos
identificado como uno de los territorios esenciales a la hora de poder enfrentar este tipo de amenazas, pero, de momento, no disponemos en nuestro equipo de personas especializadas en este tipo de cuestiones. Le agradezco el comentario porque le
puedo garantizar que lo compartiré con el equipo directivo del proyecto por si, efectivamente, podemos encontrar, en el marco de los equipos de investigación de España y Portugal, algunos investigadores que puedan aportar en ese sentido; se lo
agradezco mucho.


El señor PRESIDENTE: Por favor, señor Salaverría, ¿cuál es el importe de la ayuda europea?, ¿un par de millones de euros?, ¿algo más?



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El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): El proyecto tiene un presupuesto de dos millones de euros, de los cuales la financiación europea ha
cubierto el 75 %, y el 25 % restante lo cubrimos los socios. Ocurre que en este Iberifier II el grado de cobertura de los fondos europeos va a alcanzar exclusivamente el 50 %. Estamos en un cierto debate para que, al menos, las entidades sin ánimo
de lucro puedan seguir beneficiándose -llamémoslo así- de la cobertura de un presupuesto al 75 %. Como digo, eso ocurriría respecto a algunas organizaciones sin ánimo de lucro, pero las universidades, ya que entramos dentro de esa categoría, me
temo que vamos a tener una financiación del 50 % únicamente. En esas circunstancias, haremos lo que podamos.


El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra la portavoz del Grupo Socialista, señora Ferrer.


La señora FERRER TESORO: Gracias, presidente.


Muchas gracias, señor Salaverría, por volver y presentarnos esta primicia o spoiler de primicia, que nos ha comentado. Valoramos el esfuerzo que ha hecho por resumir un estudio de casi doscientas páginas en los datos, las líneas
estratégicas y las conclusiones que nos ha dado, que, desde luego, nos aportan muchísimo.


Quería preguntarle sobre tres cuestiones, acerca de lo que más no ha podido llamar la atención.


Uno de los aspectos que se analizan en el estudio es el fenómeno emergente -ha dicho usted- de la polarización del discurso político. ¿A qué se refiere exactamente emergente? ¿A qué ámbito temporal? Sin pretender ningún tipo de
discrepancia partidista, en los últimos años han emergido una serie de nuevos partidos, y no hablamos solo del ámbito nacional, sino también de otros ámbitos geográficos. ¿Cómo se valora? ¿Qué repercusión tiene la polarización en el fenómeno de la
desinformación? Quisiera que profundizara algo más en esta cuestión.


En cuanto a las propuestas que usted ha señalado, quisiera que analizara un poco más la relativa a promover nuevos actores encargados de evaluar los fact checkers de los últimos años, quiénes son, cuál es exactamente su papel y si hay
experiencia al respecto en otros países.


Por último, usted vino aquí hace dos años, como ha dicho antes, y me gustaría que nos comentara cómo cree que hemos evolucionado en cuanto al fenómeno de la desinformación desde entonces, cuando se refirió a lo que se estaba haciendo en
Europa al respecto. A grandes rasgos, ¿cree que realmente hemos avanzado en España y Europa, por ejemplo, en cuanto a la alfabetización mediática? ¿Ha habido cambios al respecto? Y, sobre todo, ¿cómo ha cambiado, si es que ha variado, la
percepción social de la desinformación en estos dos años? ¿Hay algo que le haya chocado en referencia a lo que estuvieran estudiando o algo que hayan tenido que reconsiderar o cambiar?


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Gracias.


Para responder, tiene la palabra el señor Salaverría.


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Muchas gracias por las preguntas y los comentarios.


En referencia a la polarización en el discurso político como fenómeno emergente, la investigación en relación con la comunicación política ha centrado sus análisis particularmente en el caso estadounidense y con una trayectoria temporal
bastante larga, de décadas, desde situaciones de los años setenta u ochenta del siglo pasado hasta la actualidad. Sin embargo, en el contexto europeo, y en este caso debo incluir también al Reino Unido, creo que fue el brexit el momento en el que
la preocupación por la investigación en torno a los fenómenos de la polarización realmente alcanzó un nivel importante; creo que la emergencia de la polarización del discurso político apunta, más o menos, a esa fecha.


En el caso de España -ya que usted me lo pregunta, yo le respondo-, creo que el movimiento del 15-M, la aparición de organizaciones políticas situadas en márgenes de izquierda y derecha más allá de un territorio más próximo, es un fenómeno
de polarización. Si a eso se suma la aparición de discursos populistas -porque puede haber polarización sin populismo, y hay múltiples países donde, desgraciadamente, se han producido este tipo de situaciones en los últimos años-, la polarización
tiende a incrementarse con ese tipo de discursos. Creo que le he respondido, o sea, desde el 15-M para acá, con la aparición de partidos y fenómenos de partidos políticos independentistas, etcétera, que buscan una situación, como ocurrió en el caso
del procés catalán en el año 2017.



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Sobre nuevos actores encargados de evaluar, en estos momentos en España tenemos media docena de fact checkers, no hay más; hablando coloquialmente, son habas contadas. Pretender que esa estructura, a pesar del trabajo cada vez más
profesionalizado que van desarrollando, pueda atender a todo el fenómeno de la desinformación es absolutamente iluso. De hecho, lo que hace falta es que la estructura profesional periodística, la industria periodística o la profesión periodística
-utilice el término que prefiera-, incorpore esta cuestión como un asunto prioritario. O sea, no se trata únicamente de informar, sino también de identificar la desinformación. Y creo que, como actores, hemos empezado a incorporarnos ahí los
propios investigadores del ámbito universitario; en nuestro caso, no desde la perspectiva de identificar campañas de desinformación, no es nuestro cometido, sino de identificar procedimientos desinformativos. Ahí es donde tenemos nuestra capacidad
de aportar conocimiento y es lo que, en la medida de nuestras posibilidades, estamos tratando de hacer.


Con respecto a su tercera pregunta, cómo hemos evolucionado desde que comparecí hace un par de años, usted me preguntaba por dos ámbitos básicamente, el de la percepción social de la desinformación y el de la alfabetización mediática. El de
la percepción social de la desinformación continúa tan mal como estaba, ese sería el titular. Hay algunos otros estudios y nosotros también lo hemos hecho, pero, ciertamente, nosotros no podemos compararnos con nosotros mismos, de modo que el
Eurobarómetro es lo que nos permite comparar, y sus datos indican que la percepción social de la desinformación sigue siendo alta.


Con respecto a la alfabetización mediática, lamento profundamente tener que decir que hemos avanzado poco -bastante menos de lo que yo desearía, aunque esta es una cuestión puramente personal- en lo que hemos intentado promover en el marco
de nuestro proyecto. Nuestro proyecto es ibérico, y debo decir que en este caso creo que nuestros socios portugueses nos marcan un poco el camino de por dónde se puede trabajar. Ellos sí han recibido acogida por parte de su Ministerio de Educación
y apoyos diversos para poder poner en práctica las distintas iniciativas. Por ejemplo, establecieron un proyecto de formación para el profesorado de secundaria con el fin de proporcionar conocimientos y herramientas para llevar al aula, o sea, que
sean los profesores, los docentes, como corresponde, quienes lleven al aula procedimientos, módulos educativos que ayuden -en este caso, insisto, a estudiantes de secundaria, básicamente trabajan con niños y niñas de doce años- a identificar fuentes
de información relevantes y tengan criterios para intuir cuándo un contenido ha podido ser manipulado, así como protocolos responsables en el manejo de la información en las redes, es decir, ahí hay muchas cosas que se pueden trabajar. No puedo
anticiparme a situaciones que están a punto de ocurrir -me va a permitir que no dé datos-, pero en estos momentos, por fin, tengo la esperanza de que en un par de comunidades autónomas, donde están transferidas las competencias de educación, como
usted bien sabe, vamos a poder llevar a cabo a finales de este mismo año alguna iniciativa en ese sentido. Pero ahí se acaba todo. Por tanto, pienso que es una tarea pendiente, respecto de la que ojalá las instituciones públicas, el ministerio,
las consejerías de Educación, etcétera, entiendan que es un asunto prioritario y puedan tomar medidas.


El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Legarda.


El señor LEGARDA URIARTE: Muchas gracias, presidente. Y muchas gracias también, profesor Salaverría, por las explicaciones y el conocimiento que nos transmite. En ese sentido, deseo sumarme al agradecimiento y el reconocimiento que han
expresado el resto de los y las portavoces que me han precedido.


En cuanto a los conocimientos estratégicos que ustedes querían desarrollar y los escenarios de la desinformación y las reacciones institucionales en España y Portugal, aunque también lo voy a hacer extensivo al resto de países de la Unión,
usted lo vinculaba a las propuestas y respuestas se han ido produciendo en los distintos países. Enlazando con la pregunta que le hacía el primer portavoz respecto a los marcos regulatorios, ¿en qué momento de la desinformación estamos, tanto a
nivel global, como a nivel europeo? ¿Tenemos bien dictaminada la cuestión, o sea, tenemos hecho el diagnóstico? Tampoco se puede esperar mucho, porque a veces hay que reaccionar según van sucediendo las cosas. Decía que tenemos suficiente
conocimiento estratégico como para ir desarrollando medicinas para contrarrestarlo. Usted ha indicado ya que estas medidas tienen manifestaciones particulares en cada país o en cada zona, sobre todo me estoy refiriendo a respuestas fuertes, a
respuestas normativas impositivas fuertes con regímenes sancionadores asociados; y no solo me estoy refiriendo al derecho penal, sino también al derecho administrativo y a la regulación sectorial. ¿Qué tendencias se están observando en los países
de la Unión? En general, ¿cada uno va tanteando el camino en cada país o hay un movimiento para ir



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generando unas bases de respuesta normativas comunes, sin perjuicio de que luego en cada país tenga sus propias ramas con particularidades? ¿Cuál es la tendencia respecto al conocimiento del fenómeno para su reacción normativa? ¿Sería
conveniente esperar a hacer un tronco común de respuestas europeas y luego desarrollar los matices? Esa sería la primera pregunta.


La segunda cuestión que me ha dejado intrigado -igual no he estado suficientemente atento- es que nos presentaba la paradoja de que España y Portugal tienen una distinta percepción social de la desinformación. Según Iberifier, en España y
Portugal, ante lo que aparentemente es un fenómeno global o, al menos, regional, y teniendo una gran cercanía no solo geográfica, sino también cultural -desde luego, España y Portugal están mucho más cercanas que España y Finlandia-, la percepción
social es muy distinta: dentro del Estado español es que hay mucha desinformación y, sociológicamente, en Portugal no hay esa percepción. Mi pregunta es por qué se produce esto y si realmente hay un sustrato objetivo cualitativa y
cuantitativamente distinto de la desinformación que hay en España y de la desinformación que hay en Portugal que hace que se tenga una percepción distinta.


Muchas gracias.


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Muchas gracias, señor Legarda.


Sobre sus curiosidades en torno a cuáles son las tendencias europeas en los marcos regulatorios, usted sabe mejor que yo que no está siendo nada fácil en ninguno de los países de la Unión Europea hincarle el diente a este asunto. Hasta
ahora lo que se viene haciendo es tratar de establecer marcos concretos contra las injerencias extranjeras, que no es lo mismo que la desinformación. La injerencia extranjera se vale, entre otras cosas, de mensajes desinformativos, pero no solo de
eso, porque también hay ataques informáticos, por ejemplo, y otro tipo de procedimientos. No obstante, una de las herramientas que utilizan las injerencias extranjeras es la diseminación estratégica de contenidos desinformativos con el ánimo de
desestabilizar. Las injerencias extranjeras sí que se pueden perseguir y están siendo perseguidas. Esto ha llevado, por ejemplo, como usted bien sabe, a la cancelación de las licencias de emisión de Sputnik y RT en los países europeos por
considerar que eran canales de propaganda del Gobierno ruso. Esa es una de las áreas. Otra de las áreas donde empieza a fraguar una normativa o una especie de marco regulatorio común es el de las responsabilidades que competen a las plataformas
digitales. Por la Digital Markets Act y el conjunto de normas y responsabilidades que se le asocian, tienen, no directa pero a veces sí implícitamente, la obligación de no propiciar la distribución de contenidos desinformativos. Este es un marco
regulatorio que ya está cerrado y que, si bien no termina de agotar el conjunto de los ámbitos de la desinformación, sin duda sirve como referente regulatorio. En el ámbito específico de la desinformación, en la medida en que topa con un derecho
fundamental recogido, en nuestro caso, en el artículo 20 de la Constitución española, el asunto es muy muy resbaladizo y, hasta donde yo sé, ningún otro país europeo ha regulado en este sentido.


Con respecto a su segunda pregunta, esa curiosidad la hago mía también. De hecho, en el marco de nuestras investigaciones, en las muchas ocasiones que he tenido oportunidad de intercambiar impresiones con los colegas portugueses, les he
preguntado: Oye, ¿esto de dónde viene? ¿Cómo se explica? ¿Cómo es posible que la percepción social de la desinformación en España esté por encima del 85 % -ha llegado a estar hasta en el 88 % en el año 2018- y en Portugal la percepción sea tan
baja? Lo que le voy a comentar no digo que sea la respuesta correcta, sino que es la respuesta que me han dado y que a mí sinceramente me convence. Por una parte, el arco político de Portugal tiene muy poco que ver con el arco político que tenemos
en España y, por tanto, la polarización ideológica percibida en Portugal también es más baja. Yo creo que en este caso los conceptos de polarización y desinformación están íntimamente conectados, y el caso portugués nos ilumina en ese sentido. El
segundo argumento que creo que respalda o apuntala este que acabo de decir es que los medios periodísticos como institución social mantienen su reputación en Portugal, mientras que, en un escenario de polarización como el que tenemos en España, el
conjunto de los medios de comunicación y la profesión periodística han visto mermada o erosionada su reputación, porque hay una tendencia de alineamiento ideológico muy marcada entre los medios de comunicación, cosa que no ocurre en Portugal. Todo
eso termina generando la percepción de que no hay tanta desinformación, pero -insisto- al final es una percepción social, esto debemos tenerlo muy presente. Yo creo que la percepción social de la desinformación en España está muy vinculada a la
percepción social de la polarización ideológica.



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El señor LEGARDA URIARTE: Entonces, no es porque haya unas realidades objetivas subyacentes distintas en cuanto a la desinformación, aunque sí en cuanto a los medios o las circunstancias que crean un ecosistema favorable.


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Efectivamente. De hecho, en nuestros análisis sobre campañas de desinformación -sobre los bulos que están
circulando, para entendernos-, Portugal no se diferencia apenas de lo que ocurre en España, es decir, hay ciertos bulos de ámbito internacional que están tan presentes en Portugal como lo están en España. No es que Portugal esté ajena a las
amenazas de la desinformación, sino que la percepción social es más moderada.


El señor PRESIDENTE: ¿Algunas de sus señorías desean hacer preguntas al respecto? Le he entendido al vicepresidente de la Comisión que sí quería preguntar, pero cualquiera de ustedes tiene la libertad de hacerlo. Vamos bien de tiempo, si
no me dicen lo contrario.


El señor RODRÍGUEZ SALAS: Muchas gracias.


Yo creo que estamos todos y todas de acuerdo con que ha sido muy ilustrativo todo lo que nos ha mostrado. Yo me quedo, por ejemplo, con lo que ha dicho sobre que es necesario medir y analizar para poder ejecutar. Eso está claro como el
agua. En todo tipo de análisis de las circunstancias, sobre todo en temas de desinformación, si no se mide y se analiza adecuadamente, es muy difícil poder ejecutar algo después o, por lo menos, mostrar un desarrollo determinado. Por eso, creo que
es muy importante la herramienta. Yo quiero preguntarle específicamente qué tipo de herramientas utilizan para hacer ese tipo de mediciones: si es Audiense, si es Talkwalker, si es una mezcla de ambas o alguna otra herramienta.


Efectivamente, es cierto que fue en octubre de 2018 cuando se desacreditó específicamente todo este conglomerado que se intentó poner en marcha para la lucha contra la desinformación. Estaba yo presente precisamente allí en aquel momento.


También creo que es importante profundizar mucho en el ámbito de los ataques. Preguntaba el portavoz de VOX por ese ataque que se hizo, de alguna manera, contra Cataluña, contra el proceso que se estaba realizando en 2017, en concreto, con
las elecciones de diciembre del año 2017. Los ataques venían exactamente de Groenlandia y también de la República de Moldavia. Había tres sitios diferentes en la República de Moldavia desde donde se estaban produciendo masivamente los ataques con
bots de tipo 1, 2 y 3. Esas eran las características que tenían esos bots, que después evolucionaron de forma rápida, y, claramente, los habían utilizado en otro tipo de ataques anteriores. Como usted bien ha explicado, durante un tiempo
estuvieron atacando determinados intereses y, luego, de repente hubo como un cambio de bandera y ya atacaron otros intereses. Estaba claro que eran herramientas propias para hacerlo. Hoy lo podrían haber hecho mucho mejor, porque hoy en día se
pueden utilizar imágenes que parece que son reales y muy difíciles de detectar; son los bots tipo 3 de última generación. He hecho este esbozo general, pero mi pregunta fundamental es sobre la herramienta, que es lo que más me interesa.


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Pues es una magnífica pregunta. La investigación relacionada con la desinformación en buena medida ha
estado condicionada por las herramientas disponibles. En los últimos años, nos hemos centrado en analizar la desinformación circulante en las redes sociales, entre otras razones, porque disponíamos de herramientas para poder detectar la
desinformación en ese tipo de plataformas. Aprovecho para decir que una de las plataformas donde más se ha investigado en los últimos años la desinformación es Twitter, pero, a raíz de su evolución empresarial reciente -y, muy particularmente, de
la decisión de cerrar la API para poder analizar externamente sus contenidos; cosa que hemos podido hacer en la comunidad académica en los últimos años y que ya no podemos hacer-, esta y otras redes sociales se están convirtiendo en territorios
especialmente crípticos para poder analizar esta cuestión.


Sin embargo, había otra línea que prácticamente no se estaba analizando y que es, como he dicho al principio de mi intervención, en qué medida los contenidos desinformativos permean en el ecosistema de los medios periodísticos. Tenemos casi
3000 medios digitales activos en España y no sabemos en qué medida esos medios recogen contenidos o campañas desinformativas, porque hasta ahora no disponíamos de herramientas para poderlo hacer. Ahora que disponemos de una base de datos de medios



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digitales y tenemos herramientas como el propio Barcelona Supercomputing Center, uno de los objetivos que tenemos es apuntar no solamente a las redes sociales, sino también a los medios periodísticos para ver en qué medida las campañas de
desinformación son recogidas por esos medios. Como mínimo, puede haber dos tipos de presencia: una presencia es -permítanme la expresión coloquial- cuando se la cuelan, cuando entra un contenido desinformativo y se redifunde como si fuera cierto,
y otra -y este sería el escenario deseable- cuando una campaña de desinformación es recogida por un medio alertando a la ciudadanía: ¡Ojo!, este es un contenido falso que está circulando.


Nuestra expectativa es conseguir herramientas que estamos tratando de desarrollar y que no son nada sencillas. Usted ha demostrado conocimiento técnico, pero, por ejemplo, haciendo una visita periódica a las portadas de estos 3000 medios,
descargando todo el contenido correspondiente y contrastando -odio el término matchear- el contenido de esas portadas con campañas de desinformación, podríamos ver qué medios están haciendo algún tipo de referencia a ellas. Una vez que estén
identificados, bien mediante procedimientos algorítmicos, bien mediante análisis individual o personal del contenido, podríamos ver qué tipo de información están dando. Esto nos permitiría tener por primera vez en el mundo una dimensión completa de
cómo el ecosistema mediático se está comportando ante las campañas de desinformación. No sé si he sabido explicarme en esta ocasión.


El señor RODRÍGUEZ SALAS: Sí, perfectamente. Deberían ponerse en contacto con el MIT, el Instituto de Tecnología de Massachussetts, que tiene las herramientas para hacerlo.


El señor PRESIDENTE: Aquí tiene usted a un buen embajador.


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Bárbaro.


El señor PRESIDENTE: ¿Me permiten sus señorías hacer una pregunta muy concreta? (Asentimiento).


Se ha hecho referencia a las plataformas digitales, a las redes y a los medios de comunicación, pero ¿qué se hace -yo soy mucho más activista que el diputado Legarda- con los servicios de mensajería sin mandato judicial?


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Buena parte de los estudios que han analizado los canales a través de los cuales se diseminan los
contenidos desinformativos han identificado no ya a las redes sociales, sino específicamente a las plataformas de mensajería como el vector principal de inoculación y de diseminación de contenidos desinformativos. Esto ocurrió especialmente en la
pandemia, ya que las características sociológicas propiciaban la alarma y la tendencia a compartir situaciones con personas cercanas: familiares, amigos, compañeros de trabajo... Además, el hecho de que las personas estuvieran recluidas en sus
casas hacía que la única ventana interactiva hacia el exterior en muchas ocasiones fuera este tipo de canales. Será difícil que se produzca un contexto potencialmente tan propicio para la desinformación a través de esos canales como el que se dio
con la pandemia.


El señor PRESIDENTE: Es de libro, ¿no?


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Efectivamente, es de libro, es un caso de libro. De hecho, con la guerra de Ucrania, que en los últimos
meses ha aglutinado la mayor parte de la desinformación, ya ha cambiado: la tipología de los contenidos desinformativos vinculados a la guerra de Ucrania en muchas ocasiones ha sido la de contenidos gráficos. Es decir, la desinformación es ubicar
unas imágenes en un lugar que no correspondía o atribuir una acción a un bando cuando realmente era del bando contrario, cosas de este tipo. En ese sentido, podemos decir que la desinformación de la pandemia fue mucho más textual a través de
plataformas de mensajería, mientras que la desinformación de la guerra de Ucrania está más vinculada a formatos gráficos y audiovisuales.


No sé si la pregunta es cuál puede ser el siguiente paso. Yo creo que ahí estarían las distintas tecnologías de inteligencia artificial generativa, no solamente ChatGPT, Midjourney o Dall-E, sino distintos tipos de herramientas que sirven,
por una parte, para crear y, por otra, para falsificar imágenes, sonidos, vídeos. Ese puede ser uno de los vectores esenciales en los próximos tiempos, sí.



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El señor PRESIDENTE: Ya solo me queda dar las gracias, en nombre de la Comisión, al profesor Salaverría. A pesar de que nosotros también estamos en la fase final del informe que nos corresponde elaborar como Comisión, esperamos contar con
usted de una manera u otra en el futuro próximo.


El señor SALAVERRÍA ALIAGA (catedrático de periodismo en la Universidad de Navarra e investigador principal del Proyecto Iberifier): Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Con esto, podemos dar por concluida la sesión de la Comisión.


Se levanta la sesión.


Eran las cinco y cincuenta y cinco minutos de la tarde.