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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 248, de 01/06/2017
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


COMISIONES


Año 2017 XII LEGISLATURA Núm. 248

ASUNTOS EXTERIORES

PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª PILAR ROJO NOGUERA

Sesión núm. 14

celebrada el jueves,

1 de junio de 2017



ORDEN DEL DÍA:


Comparecencia del señor secretario de Estado de Asuntos Exteriores (Castro López), para informar sobre la situación en el Magreb y el Sahel. A propuesta del Gobierno. (Número de expediente 212/000795) ... href='#(Página2)'>(Página2)



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Se abre la sesión a las once de la mañana.


La señora PRESIDENTA: Buenos días.


Vamos a dar comienzo a esta sesión de la Comisión de Asuntos Exteriores del día 1 de junio de 2017. Como saben, esta sesión consta de la comparecencia del secretario de Estado de Asuntos Exteriores para informar sobre la situación en el
Magreb y el Sahel. Aunque sé que no hace falta, voy a recordar el orden de intervenciones. En primer lugar, el secretario de Estado intervendrá sin límite de tiempo y, a continuación, los portavoces de los distintos grupos parlamentarios de menor
a mayor en un turno de diez minutos. Todos ustedes serán respondidos en una segunda intervención por el señor secretario de Asuntos Exteriores. Como hacemos habitualmente, si hay alguna aclaración, los grupos podrán solicitar un breve turno, que
cerrará en último caso el señor secretario de Estado. Por tanto, si les parece, vamos a dar comienzo a esta Comisión con la intervención del secretario de Estado de Asuntos Exteriores, don Ildefonso Castro, a quien doy la palabra y, por supuesto,
la bienvenida en nombre de la Comisión.


Muchas gracias.


El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ASUNTOS EXTERIORES (Castro López): Muchas gracias, presidenta. Señorías, muy buenos días.


He querido comparecer ante ustedes para exponer la visión del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación respecto a dos zonas de especial relevancia para España y para la Unión Europea: el Magreb y el Sahel.


El Magreb es por cercanía, interés y voluntad una prioridad estratégica de la acción diplomática española. Junto a la Unión Europea y América Latina constituyen los ejes fundamentales sobre los que se asienta tradicionalmente nuestra
política exterior. El objetivo del Gobierno durante la presente legislatura, al igual que lo fue del anterior, y me atrevo a decir que también de sus predecesores, es la creación de un espacio de paz, seguridad y prosperidad compartidas. Por ello
entendemos que el enfoque de la política exterior española hacia esta región debe comprender tres características fundamentales: debe ser global, es decir, bilateral con todos los países y también con una visión regional. Debe ser integral, no es
una tarea exclusiva del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, sino que este pilota y alienta la incorporación de otros ministerios, del Legislativo, del sector empresarial y de la sociedad civil en todos los ámbitos donde sea posible.
También debe ser multidimensional, desarrollando todos los niveles de acción e interlocución tanto a nivel bilateral como a través de la Unión Europea y de otras iniciativas internacionales o regionales como el 5+5 o la Unión para el Mediterráneo.


En ese sentido, el trabajo del MAEC se proyecta hacia dos metas claras. La primera es la profundización y diversificación de las relacionales bilaterales con cada uno de los países que integran el Magreb. La segunda es el impulso a la
integración regional del Magreb, que es un elemento esencial para la estabilidad y prosperidad en el norte de África, el Mediterráneo y Europa.


Desde un punto de vista geográfico, el Magreb suma 5,6 millones de kilómetros cuadrados, once veces más que el territorio de España y cuenta con una población aproximada de 90 millones de habitantes, lo que duplica la española. Desde el
punto de vista humano y cultural, existe en el Magreb una relativa uniformidad. Es mayoritariamente árabe con minorías bereberes, es musulmán suní y comparte una misma lengua: el árabe en su variante dialectal. Desde una óptica geopolítica, el
Magreb ha experimentado uno de los mayores cambios políticos y sociales en el siglo XXI. La oleada de protestas sociales y los procesos de reformas políticas han cambiado de manera significativa el contexto en el que debe desarrollarse nuestra
política exterior en esta región estratégica para nuestros intereses. Pese a esta relativa homogeneidad, subsisten importantes diferencias. En el Magreb conviven hoy en vecindad el único ejemplo en el mundo árabe de exitosa transición a la
democracia, Túnez, con el caso de Libia, un país que se podría decir que implosionó tras cuarenta y dos años de dictadura y la desaparición de Gadafi. La fragmentación política y militar en Libia supone, hoy por hoy, la mayor amenaza para la
estabilidad regional con repercusiones indeseables en el Sahel y en el Mediterráneo.


Las demandas sociales han dado pie a que los Gobiernos hayan emprendido reformas políticas y económicas orientadas a la búsqueda de la estabilidad. Así ocurre en Marruecos, donde las reformas constitucionales y políticas alentadas por el
monarca tienen por objetivo la adaptación de su modelo tradicional a las necesidades de modernización y de creciente acercamiento a Europa. Es también el caso de Argelia, que, superada la traumática experiencia de los años noventa, ha iniciado la
senda reformista. Mauritania, por su parte, disfruta en los últimos tiempos de un largo periodo de estabilidad. Al caso de Libia me referiré, si me lo permiten, posteriormente. No obstante, persisten una serie de amenazas que



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afectan al conjunto de la región y que trasciende sus fronteras, poniendo en riesgo los fundamentos de esta estabilidad, entre ellas el terrorismo yihadista representado por Aqmi, Daesh u otros grupos, y los tráficos ilegales, especialmente
el tráfico de seres humanos que afecta tanto a Europa como a los países magrebíes.


Señorías, todos esos factores son objeto de la agenda de nuestras relaciones con los países del Magreb. Para desarrollar esa agenda el Gobierno recurre a los medios puestos a su alcance, que son el diálogo político, la diplomacia económica,
la cooperación y los mecanismos y foros de concertación regional. El diálogo político supone la interlocución oficial entre autoridades e instituciones mediante encuentros y reuniones de diferente nivel. En este sentido cabe definir el diálogo
político con los Gobiernos de los países magrebíes como extraordinariamente constante y fluido. En los últimos años se ha producido una intensificación que admitiría, con excepción de Europa, poca comparación con otras regiones. El ministro de
Asuntos Exteriores y de Cooperación ha viajado de manera oficial a los países de la región a razón de un país al mes, podríamos decir. Marruecos, el 12 de febrero; Argelia, el 8 de marzo; Túnez, el 11 de abril y hoy mismo está en Mauritania. Hay
que sumar los viajes de otras autoridades españolas, así como las de autoridades magrebíes en nuestro país.


El diálogo político tiene su mayor expresión en la celebración de las reuniones de alto nivel que celebramos con Marruecos, Argelia y Túnez. Estas reuniones de alto nivel son útiles para hacer un balance del estado de la relación e
identificar e impulsar nuevas áreas de cooperación. Con Marruecos se han celebrado hasta la fecha once reuniones, que en la jerga las denominamos RAN, la última en Madrid en junio de 2015 y quisiéramos poder celebrar este año la duodécima en
Marruecos. España es el país europeo que más reuniones de alto nivel ha celebrado con Argelia, hasta ahora seis. Nuestro deseo es poder celebrar la séptima en Argel también a lo largo de este año. Con Túnez se celebraron siete reuniones de manera
regular entre 1997 y 2008. Ahora, tras la reciente visita del ministro Dastis a Túnez, se pretende retomar este ejercicio conjunto. Como decía anteriormente, hoy con Mauritania el ministro Dastis está celebrando las primeras consultas políticas a
nivel ministerial en el marco del nuevo memorándum de entendimiento firmado en 2015.


La diplomacia económica en el Magreb ha cosechado algunos éxitos. El Gobierno reconoce la importancia del elemento económico y comercial en nuestras relaciones exteriores y tiene el compromiso de acompañar los esfuerzos de
internacionalización de las empresas españolas. El Magreb en su conjunto supuso un volumen de comercio bilateral con España de 22 823 millones de euros, algo menos de lo que supone el conjunto del comercio con Estados Unidos -24 342 millones de
euros- y es nuestro principal socio comercial fuera de la Unión Europea. Desde 2014 España es el primer socio comercial de Marruecos, desplazando de la primera posición a Francia, país con una tradicional presencia e implantación en dicho país.
Somos en la actualidad el primer proveedor y el primer cliente de Marruecos, con un volumen total de comercio de aproximadamente 12 600 millones de euros. Marruecos se consolida así como nuestro segundo mercado mundial fuera de la Unión Europea,
solo por detrás de Estados Unidos y por delante de otros países como Turquía o China. Además, 800 empresas españolas operan en el país y cerca de 17 000 pymes exportan directamente a Marruecos. España es el segundo país después de Francia en
cuanto a número de empresas con presencia en prácticamente todos los sectores. En los márgenes de la COP22 del pasado mes de noviembre en Marruecos, los ministros de Energía de España, Francia, Alemania y Portugal firmaron un memorándum para
impulsar las perspectivas de colaboración en el ámbito de las energías renovables.


Argelia es igualmente un socio estratégico para España, ya que es clave en el suministro energético. Las cifras pueden variar de un año a otro, pero de Argelia llega de manera fiable más de la mitad del gas que consume España en muchas
ocasiones. Además de sus 1,2 millones de barriles de petróleo al día y sus 82 000 millones de metros cúbicos de gas al año, podría tener una mayor proyección como suministrador energético de Europa, siempre que contásemos con unas mejores
interconexiones entre España y Francia. España es el cuarto socio comercial de Argelia. En 2016 fuimos el segundo cliente y el cuarto proveedor con un volumen total de intercambios de aproximadamente 7534 millones de euros. Más de 250 empresas
españolas están presentes en Argelia, desde grandes empresas a numerosas pymes. Las empresas españolas han recibido adjudicaciones por valor de más de 4933 millones de euros desde 2013 hasta enero de este año.


Respecto a Túnez, existe potencial en el país para una mayor presencia empresarial española y para incrementar nuestro volumen de comercio bilateral que ascendió en 2016 a 1192 millones de euros. Estoy seguro de que una futura normalización
de la situación en Libia permitirá recuperar los niveles de



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intercambio previos a la crisis. Mauritania, por su parte, es una economía mucho más discreta, pero cuenta con recursos, como el pesquero, de gran importancia para nuestra flota y despierta un creciente interés por atraer el comercio y la
inversión de las vecinas islas Canarias.


En aplicación del principio de integralidad al que me refería al comienzo, el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación busca impulsar el reforzamiento de la cooperación sectorial en ámbitos de interés compartido, como la cooperación
al desarrollo, las cuestiones educativas y culturales, las cuestiones de defensa e interior y, muy especialmente, la lucha contra el terrorismo y la inmigración irregular. En este ámbito de la lucha contra el terrorismo y la inmigración irregular,
España ha desarrollado con los países magrebíes una cooperación ejemplar. La Unión Europea aprecia el carácter pionero de lo que algunos llaman el modelo español, pero que en justicia debería ser denominado el modelo afroespañol. En el ámbito de
la lucha antiterrorista, las fuerzas y cuerpos de seguridad de nuestros países comparten información de manera efectiva y llevan a cabo operaciones conjuntas con gran éxito para garantizar la seguridad de todos los ciudadanos. La gestión del
fenómeno migratorio desde un enfoque global e integrado, que incluye tanto la inmigración legal como la irregular, tomó acta de naturaleza en el denominado Proceso de Rabat y ha permitido, gracias a la activa colaboración de Marruecos, Argelia y
Mauritania, obtener excelentes resultados. La cooperación en el ámbito cultural y educativo pone de manifiesto el creciente interés por nuestra lengua y nuestra cultura en sociedades que tradicionalmente nos han considerado con simpatía, pero que
hoy además nos consideran como un país de oportunidades. Precisamente en el ámbito humano debo destacar la perfecta integración de la comunidad magrebí en España, que asciende a casi un millón de personas, de las cuales aproximadamente 800 000 son
marroquíes. Se trata de una comunidad de reciente y rápida implantación que ha sabido integrarse y contribuir al desarrollo de nuestro país.


En definitiva, el repaso de las relaciones bilaterales con los cinco países que integran el Magreb nos muestra, con la excepción del caso libio, un cuadro esperanzador. Este Gobierno cuenta con la voluntad compartida con nuestros
principales socios del Magreb para profundizar y diversificar las relaciones bilaterales, que es la primera de las dos metas que he señalado al principio de mi intervención. La segunda meta corresponde al impulso de la integración regional del
Magreb. España, que tanto se ha beneficiado de la integración europea, es consciente de que la falta de una articulación adecuada a escala regional supone un obstáculo del denominado coste del no Magreb, un obstáculo para el despliegue político,
económico y social de la región. La falta de una mayor integración en el Magreb cabe atribuirla en gran parte a la cuestión del Sáhara Occidental, a la que me referiré más adelante.


El Gobierno de España, en virtud del enfoque multidimensional de nuestra política exterior, apoya de manera decidida el refuerzo de la cooperación en foros multilaterales. Las dificultades entre países magrebíes no han impedido, sin
embargo, a nuestros socios participar activamente en el desarrollo de otros espacios de concertación como el Diálogo 5+5. Este diálogo que agrupa a Francia, Italia, Malta, Portugal y España con Argelia, Túnez, Marruecos, Mauritania y Libia está
despertando, gracias a su carácter esencialmente no formalista, un interés renovado, especialmente por parte de los países de la ribera sur. El diálogo cuenta en la actualidad con más de una decena de formatos que incluyen reuniones ministeriales
de asuntos exteriores, defensa, interior, migración, transporte, turismo, medio ambiente, energía renovables, agricultura, educación y cultura -entre otras-, así como reuniones a otros niveles como foros empresariales. España ha promovido
iniciativas exitosas que han permitido desarrollar nuevos formatos de cooperación regional como la Estrategia del Agua 5+5, copatrocinada con Argelia, o la iniciativa Mediación en el Mediterráneo lanzada con Marruecos, que se inscribieron en los
esfuerzos de mediación de Naciones Unidas o de la UPM, la Unión por el Mediterráneo. La Unión por el Mediterráneo es un instrumento útil también. Como sus señorías saben, reúne a cuarenta y tres países ribereños y tiene su sede en Barcelona.
Gracias al impulso español, se han celebrado dos reuniones ministeriales de asuntos exteriores en noviembre de 2015 y el pasado 23 de enero, ambas en Barcelona. Estas reuniones han permitido ofrecer a esta plataforma única para el diálogo y la
cooperación regional un apoyo político renovado y un programa de trabajo consensuado.


Señorías, permítanme que me refiera ahora al Sáhara Occidental. Esta es una cuestión que genera una especial sensibilidad en la sociedad española, por lo que es objeto de máximo interés para el Gobierno. Nuestra posición se mantiene
constante. España apoya una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable que prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental en el marco de las disposiciones conformes a los principios y propósitos de la Carta de Naciones
Unidas. España defiende el papel central de Naciones Unidas en la resolución del conflicto y, como miembro del Grupo de Amigos



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del Sáhara Occidental junto Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia, ha saludado la adopción por unanimidad -que no se pudo alcanzar el año pasado- de la Resolución 2351 del pasado 28 de abril prorrogando el mandato de Minurso. Esta
resolución es la primera en el mandato del secretario general Guterres, que quiere relanzar el proceso negociador con una nueva dinámica y un nuevo espíritu. La recuperación de la plena funcionalidad de Minurso y la retirada de Marruecos y del
Frente Polisario de Guerguerat, que España saludó en sendos comunicados, abre una nueva etapa que esperamos favorezca la labor de facilitación de Naciones Unidas.


España confía en la pronta designación de un nuevo enviado personal del secretario general de Naciones Unidas, al que seguirá apoyando en su labor de interlocución regional y también logísticamente, poniendo a su disposición -como ha venido
haciendo- un avión de la Fuerza Aérea Española en sus desplazamientos en la zona. Asimismo, España mantiene su compromiso humanitario con los campamentos de refugiados saharauis. En 2015 aportó 10,5 millones de euros, que nos sitúan como el primer
donante bilateral de ayuda humanitaria. Además, la realización del Programa Vacaciones en Paz, que beneficia a unos 4000 niños saharauis cada año, pone de manifiesto el compromiso de la sociedad española en su conjunto.


Señorías, Libia es un caso único. Plantea el mayor desafío en el conjunto del Magreb, tanto por las implicaciones que la falta de avances en la consolidación de un Estado tiene para su propio país como para aquellos efectos que van más allá
de las fronteras libias y se proyectan en el Sahel y en el Mediterráneo. Desde que comenzó la fase aguda de la crisis, en julio de 2014, la situación en Libia se caracteriza por la fragmentación, la violencia y la implicación de numerosos actores
internacionales que dificultan los avances en el plano político. No existe una solución militar, solo hay una solución política. La prolongación de la violencia hurta al pueblo libio sus legítimas aspiraciones de construir un Estado unido,
democrático y próspero. España apoya las labores de mediación de Naciones Unidas y la aplicación del acuerdo político libio como plasmación de la expresión de una voluntad de consenso por parte de los principales actores libios.


Mientras llega esta solución, Libia se ha convertido en un corredor para todos los tráficos, incluido el de seres humanos, cuyas dramáticas consecuencias todos conocemos bien. Este flujo migratorio irregular se ha cobrado miles de vidas
humanas en el Mediterráneo central. No habrá una solución a corto plazo mientras no existan en Libia autoridades con poder de control sobre las fronteras y el territorio. La experiencia española en la gestión de la inmigración con otros países nos
ha enseñado que el problema no se soluciona hasta que las autoridades nacionales asumen el protagonismo de la lucha contra la inmigración ilegal. España es el segundo país contribuyente a la misión Sofía y tenemos desplegados de manera permanente
una fragata, un helicóptero y un avión de vigilancia marítima.


Señorías, como señalaba anteriormente, la descripción del Magreb no estaría completa sin una referencia al Sahel. Son los vecinos de nuestros vecinos, por eso su deriva económica, política o de seguridad tiene un impacto directo en toda la
cuenca mediterránea, en la Unión Europea y, por consiguiente, en nuestro propio país. Los cinco Estados del Sahel son prioritarios en la estrategia de la Unión Europea: Mauritania, Mali, Níger, Chad y Burkina Faso. Desde un punto de vista
geoestratégico, es un triángulo enclavado en tres focos de tensión: hacia el norte Libia, hacia el sudeste el Lago Chad y hacia el oeste Mali.


Este Sahel sigue siendo un vastísimo territorio donde cabría toda la Unión Europea, con 28 000 kilómetros de frontera entre ellos, poblado por 67 millones de habitantes, con un promedio de crecimiento demográfico del 3,18 %. Su población,
esencialmente joven, se duplicará en los próximos veintidós años y se sitúa en los puestos más bajos del índice de desarrollo humano. En el Sahel se dan cita serios desafíos de hasta cinco órdenes distintos: de seguridad, demográficos,
migratorios, humanitarios y climáticos. Pero esta descripción estaría incompleta si no dijera que el Sahel es una región rica en cultura, de una enorme diversidad étnica y de un notable potencial económico y comercial. No hay ningún rasgo
estructural que condene al Sahel a estar sumido en una espiral de violencia y subdesarrollo, por eso estamos en el Sahel, para ayudar.


¿Qué hace España para ayudar al Sahel? Nuestra acción se basa en tres principios. El primero es el vínculo seguridad y desarrollo. Acompañamos las políticas de ayuda al desarrollo con esfuerzos en el ámbito de seguridad, porque no puede
haber crecimiento sin seguridad ni seguridad sin crecimiento. El segundo principio es el de apropiación. Estamos para acompañar los procesos e iniciativas que partan de



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la región. El tercer principio es el de coordinación: la eficacia requiere orden y coherencia, por eso formamos parte de la plataforma de coordinación del Sahel, iniciativa patrocinada por la Unión Africana y destinada a acompasar y
coordinar las distintas actuaciones internacionales en la región.


En el ámbito de la seguridad, nuestros esfuerzos se centran en reforzar las capacidades nacionales. Lo hacemos a través de programas bilaterales y a través de nuestra participación en decisiones PCSD de la Unión Europea: la EUTM Mali, la
Eucap Sahel Mali y la Eucap Sahel Niger. Asimismo, apoyamos logísticamente la misión francesa Barkhane a través de un destacamento del Ejército del Aire establecido en Dakar que cuenta con un avión de transporte y cincuenta y cinco efectivos. En
cooperación al desarrollo, cuatro países de la región, Mauritania, Mali, Níger y Senegal, son prioritarios.


Trabajamos en los ámbitos de salud, desarrollo rural, seguridad alimentaria, género y acción humanitaria. Nuestro país hace, además, cooperación delegada a través del Fondo fiduciario de emergencia para África de la Unión Europea. Destaco
por su trascendencia para la seguridad de la región el proyecto llamado GAR-SI Sahel, destinado a crear y formar patrullas que puedan llevar la acción de los Estados a los lugares más remotos. Este proyecto será liderado por la Guardia Civil
española en colaboración con la Gendarmería francesa, los carabineros italianos y la Guardia Republicana Portuguesa.


Mali es la clave de bóveda de la seguridad y el desarrollo en el Sahel. No es posible concebir un Sahel próspero y estable si en Mali no se consolida la paz. Apoyamos el proceso de paz, que está logrando dos cosas importantes. La primera
es preservar la unidad y la integridad territorial de Mali y la segunda es intentar mantener el alto el fuego entre las distintas facciones. Hoy por hoy, la comunidad internacional está comprometida con la paz y la seguridad en Mali y en el Sahel:
lo está Naciones Unidas a través de la misión Minusma, cuya complejísima labor quiero reconocer; lo está la Unión Europea a través de las misiones EUTM y Eucap, a las que contribuimos de manera sostenida, y lo estará en breve el propio G-5 Sahel a
través del lanzamiento de una fuerza conjunta que reforzará el principio de apropiación, una nueva herramienta que hará cada vez más dueñas a las sociedades sahelianas de la gestión de su propia seguridad. Me parece que ese es el camino a seguir.


Señorías, estoy convencido de que la relación entre España y el Magreb y el Sahel se encuentra ahora en un punto de madurez. En efecto, sabemos que todos somos miembros de una comunidad que hay que cuidar como mejor forma de proveer el
interés nacional y defenderse de amenazas externas. Como países vecinos que somos en nuestra relación hay siempre algo de inevitable, pero también hay mucho espacio para el esfuerzo y la mejora. Siempre entre vecinos hay un margen para enriquecer
las relaciones y beneficiarse mutuamente. En estos años los resultados nos acompañan, pero están lejos de nuestra ambición. Confío en que juntos, con constancia e imaginación, lograremos acercarnos a esta ambición compartida.


Señora presidenta, señorías, muchas gracias; quedo a su disposición.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor secretario de Estado.


A continuación, intervienen los portavoces de los grupos parlamentarios. En primer lugar, por el Grupo Parlamentario Mixto, señor Salvador.


El señor SALVADOR ARMENDÁRIZ: Gracias.


Señor secretario de Estado, muchas gracias por su explicación. Quiero darle la bienvenida a esta Comisión y, como le digo, le agradezco esta primera valoración un tanto genérica sobre la zona, sobre las oportunidades, sobre los desafíos,
sobre los retos, sobre los problemas y sobre los riesgos. Coincido prácticamente en todo lo que usted ha dicho, y coincido en que para todos supone una máxima preocupación. Usted hablaba de interés y de voluntad y creo que, hoy por hoy, habría que
añadir necesidad. Es cierto que estamos hablando de una zona que tiene toda ella unas características especiales, de los diez países que están más cercanos a nosotros en el Mediterráneo y los que forman esa barrera del Sahel. Características como
la inestabilidad política, la vulnerabilidad extrema por la endeble estatalidad de todos ellos, por lo desestructurados que están socialmente algunos de esos países y, en este caso y en estos momentos, por la confluencia de distintos terrorismos que
van copando un campo abonando, digamos que el patio trasero del terror del mundo. Son espacios abonados a los conflictos, en donde pretenden sobrevivir, rearmarse y trabajar los distintos grupos terroristas que operan en la zona y tal vez a nivel
mundial.


Creo, como usted, que hay algunas notas que pueden trasladar cierto optimismo. Una es la preocupación mundial. A nadie se le escapa que el riesgo que puede exportarse desde esa zona es indisimulable y, por tanto, no solo es un problema
para países vecinos como el nuestro, sino de todos,



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incluida la Unión Europea, Naciones Unidas, etcétera. La segunda es que existe un diagnóstico bastante certero de la zona. Hay muchísimas plataformas, públicas y privadas, que lo analizan y muchísima información sobre lo que está pasando,
a todos los niveles, económico, social, político, etcétera. La tercera es que existe una comunidad de inteligencia y, por tanto, no solo un interés didáctico o universitario por saber exactamente qué pasa. Existe esa preocupación a nivel de los
despachos de inteligencia, y España, desde luego -y no es algo que sea secreto-, tiene muchas personas destacadas en la zona intentando estudiar las situaciones y previendo los posibles problemas. El resultado de todo ello es que hay un buen
diagnóstico de la situación.


¿Qué es lo que hay que hacer? Usted lo decía. Primero, es importante estar en el terreno, actuar desde el terreno. Segundo, hay que actuar combinando distintos instrumentos de acción, militar, política y económica, y hay que hacerlo en
cooperación con todos los agentes e instituciones preocupados por afrontar estos retos. También hay que apoyar a estos países para resolver los múltiples problemas que tienen. Usted hablaba de esos cinco puntos en los que se podría acotar la
situación, uno es afrontar el problema desde el punto económico, que no deja de ser una oportunidad, y describía cuáles son las relaciones que España tiene con Marruecos.


Ha hecho una descripción de nuestra posición en el tema del Sáhara que me parece acertada. Quisiera pensar que nuestra posición política no puede estar condicionada por las magníficas relaciones y los beneficios mutuos que tenemos con
Marruecos y que podamos ser capaces de hacer compatible una posición política firme y clara en este tema con unas buenas relaciones y mutuas oportunidades. Es verdad también lo que usted decía sobre el problema demográfico y migratorio, que yo
calificaría como un desafío. También es cierto, desde el punto de vista de la política y la seguridad, que, más allá de problemas, se plantean riesgos, amenazas y realidades muy preocupantes.


Desde el punto de vista humanitario, también hablaba de ese cuarto pilar. Tenemos una obligación moral que cumplimos: España presta ayuda a esos países bien de manera bilateral o bien de manera individual, y también participamos en
distintos organismos. Asimismo, está el reto climático, que yo creo que representa una oportunidad. Y, efectivamente, el problema, hoy por hoy, es la implantación y el desarrollo del terrorismo en esa zona. Tenemos que actuar de una manera firme.
Si tuviera que hacer algunas preguntas, serían estas: ¿cuáles son las previsiones en torno a ese desafío? ¿Usted prevé que en el futuro nuestra participación sea mayor a nivel militar? ¿Los distintos organismos de la Unión Europea o Naciones
Unidas van a tener que impulsar nuevos instrumentos? Con respecto a las relaciones bilaterales que tenemos con otros países que están en esa comunidad de inteligencia a la que yo hacía referencia, ¿vamos a tener que ampliar nuestra disposición a
participar?


Mi partido y yo personalmente estamos de acuerdo con el análisis que usted ha hecho y las acciones que se están llevando a cabo para intentar tener respuestas eficaces que nos tranquilicen respecto a los retos y desafíos que provoca esa
zona.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Salvador.


Por el Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana, tiene la palabra el señor Tardà por un tiempo de diez minutos.


El señor TARDÀ I COMA: Gracias, señora presidenta, y gracias, señor compareciente.


Voy a limitarme a un solo tema porque nos preocupa mucho y del que solo tenemos información por los medios de comunicación. Aprovecharé que está usted hoy aquí para hablarle de la situación en el Rif. Usted sabe que, por avatares
históricos, existe una estrecha relación entre el Estado español -históricamente, del republicanismo en todo el Estado español- y las tierras del Rif. No le hablo de la efímera República del Rif de inicios de la década de los años veinte y todo lo
que comportó para la política española, la guerra colonial, etcétera. Es un tema que nos afecta actualmente por razones geopolíticas obvias pero también porque la historia es la que es y todos somos hijos de nuestra historia.


Usted sabe mejor que yo que son tierras que han sido históricamente un tanto marginadas por el Estado marroquí por razón de su propia configuración. Recuerdo la revuelta del pan en 1984 o 1985 que provocó tantas muertes; las revueltas
estudiantiles del año 1987; incluso antes, las revueltas armadas del año 1958, que fueron a sangre y fuego. Recuerden que el mundo democrático internacional denunció el uso de napalm y plomo para sofocar aquellas revueltas. Y en el año 2011, el
asesinato de cinco jóvenes. De hecho, creo que todavía está vigente el Decreto de militarización de aquella zona. Es cierto también que la Administración española se implicó mucho en ello, hay que reconocerlo. En los terremotos del



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año 2004 hubo una gran aportación por parte del mundo internacional y también del Estado español en todo aquello que afectaba a la cooperación y la Administración marroquí cambió de política. Hubo un cambio en las inversiones que se
producían en aquella zona tan depauperada y parecía que las cosas estaban un tanto encaminadas, pero luego hubo otros movimientos de reivindicación de la situación, nuevas represiones. Recordarán la muerte de aquel vendedor de pescado al que la
policía le incautó la mercancía, él intentó recuperarla y tuvo una muerte desgraciada en un camión triturador de basura. Fue la chispa que provocó un movimiento popular. Es decir, que la historia es recurrente y ahora tenemos grandes
movilizaciones en distintos pueblos; incluso hay líderes populares que están siendo buscados por parte de la policía marroquí. Al parecer, existen organizaciones, no digo paramilitares pero sí de civiles, dirigidas por la Administración, incluso
ex presos comunes que están provocando jaleos en las calles, reventando movilizaciones pacíficas de ciudadanos, etcétera, y se habla de cuarenta detenidos.


Hay que tener en cuenta lo que significa el Rif para el Estado español, así como algunas deudas históricas que todavía tenemos para con aquellos territorios. Por ejemplo, en este Parlamento se ha debatido en distintas ocasiones cómo es que
todavía el Estado español no ha reparado el Gernika amazigh o el Gernika rifeño, ese uso de material químico prohibido ya desde finales de la Primera Guerra Mundial en los bombardeos de aquellas zonas. Bien, creo que nadie puede cuestionar que
tenemos una relación muy directa, de manera que puede hoy usted informarnos de si les preocupa o no la situación, qué piensan hacer, cómo y de qué manera estamos vigilantes ante la vulneración de una voluntad popular por parte de la ciudadanía de
aquellos territorios que se está expresando pacíficamente, según la información internacional que recibimos de grandes medios de comunicación. Si atendemos a la historia que le he recordado con cuatro datos -porque usted ya la sabe-, estoy
convencido de que a la Administración española aún le debe preocupar todo ello, entre otras cosas porque no es solo una zona receptora de la cooperación española, sino que además, por razones geopolíticas, es evidente que tiene un gran interés.
Además creo que a nadie se le escapa que -al menos en Cataluña- muchos de los nuevos catalanes -si se me permite la expresión-, es decir, ciudadanos que tienen la nacionalidad española o están en proceso de alcanzarla, son originarios de esta zona.
Al menos la mayoría de la inmigración del Magreb residente en Cataluña son ciudadanos rifeños. Con lo cual, entenderá que es lógico que también nosotros estemos preocupados por estos ciudadanos catalanes de origen rifeño.


La verdad sea dicha, pretendía que usted nos trasladara información para ilustrarnos y saber qué terreno estamos pisando. En caso de que al responderme yo no estuviera, sepa usted que tendré mucho interés en leerlo. Estoy a la vez en dos
comisiones así que, en caso de que no me vea, sepa usted que no significa que no tenga interés en la respuesta.


Gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias por la aclaración, señor Tardà.


Por el Grupo Parlamentario Ciudadanos, tiene la palabra don Fernando Maura.


El señor MAURA BARANDIARÁN: Gracias, señora presidenta.


Gracias, señor secretario, por su comparecencia y por sus explicaciones. Empezaré refiriéndome a las protestas que daban comienzo en Alhucemas y que se han extendido en las últimas semanas por varios puntos de Marruecos. Creo que debe ser
un recordatorio de la amenaza que supone para la estabilidad y seguridad de nuestras fronteras con el Magreb ese cóctel explosivo que conforman la falta de libertades y la pobreza. Otro país, Libia, todavía sufre las dramáticas consecuencias del
caos en el que puede degenerar un estallido de descontento popular, en una zona en la que las fuerzas del terrorismo yihadista aprovechan cualquier oportunidad para extender el terror en la frontera meridional de la Unión Europea. El antídoto más
eficaz para evitar que el terrorismo del ISIS intente repetir la estrategia con la que desde Libia en 2012 intentó abrirse camino a Mali es, desde nuestro punto de vista, intensificar nuestros vínculos con nuestros vecinos del sur, tanto en materia
de seguridad como de cooperación económica y política, con una labor preventiva que evite nuevos incendios de consecuencias imprevisibles.


En este marco -el señor compareciente lo ha mencionado también en su explicación-, España debería tener una especial preocupación por la solución definitiva del conflicto del Sáhara Occidental que, como se ha demostrado recientemente con el
incidente del Guerguerat, constituye una bomba de relojería que mina la estabilidad en la zona y sus posibilidades de crecimiento económico y político. España debe emplear las relaciones privilegiadas que el Gobierno mantiene con sus colegas
marroquíes para que Rabat se encamine en la cuestión del Sáhara por la vía del respeto al derecho internacional que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, por cierto, ha reiterado en su sentencia de diciembre.



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La reacción marroquí ante esta sentencia amenazando con represaliar a la Unión Europea cortando su cooperación en materia de seguridad y emigración ha vuelto a poner sobre el tapete que los esfuerzos realizados por el Gobierno español para
contentar al Gobierno de Marruecos no bastan para evitar que España, por su posición geográfica, legal y también por su historia, acabe siendo el país que pague las consecuencias de lo que no es otra cosa que el cumplimiento de las sentencias de los
tribunales. En este contexto regional tan complejo son de agradecer los gestos con los que el ministro Dastis está intentando dar un nuevo impulso a las relaciones con la vecina Argelia, el país, como su señoría conoce, más extenso de África y del
mundo árabe y al que los indicadores de crecimiento señalan como la gran potencia económica de la región.


La buena vecindad de España debería continuar en esta línea de potenciación de las relaciones bilaterales con Argelia, con las que el ministro Dastis se ha comprometido en su reciente viaje a Argel. Como el propio ministro ha reconocido,
Argelia es un socio estratégico de España tanto en el plano económico como en el político. Argelia es un país del que los españoles siempre solemos hablar por su vertiente de aliado estratégico en el sector energético o su importante papel en la
acogida de los refugiados procedentes del Sáhara Occidental en los campos de Tinduf, pero menos por su inestimable, constante y leal colaboración con la contención del terrorismo yihadista, las mafias criminales o en materia de emigración. La
opinión pública española tampoco suele asociar a Argelia con el gran peso político del papel que este país desempeña en el escenario regional y africano. Se suele desconocer que Argelia se ha convertido en un elemento decisivo para la estabilidad
en el espacio africano y mediterráneo, especialmente en Sahel, donde su mediación ha sido clave, por ejemplo, para el proceso de paz en Mali. Es muy importante que el Gobierno no se aparte de ese rumbo de desarrollo de las relaciones bilaterales
con el que se ha comprometido el ministro en Argel apostando por mayores inversiones y mayor presencia de empresas españolas en Argelia, y no solo en el campo energético. No podemos decepcionar las expectativas creadas en el Gobierno argelino, que
cuenta y desea que España tenga un importante papel en los planes con los que se propone diversificar la economía y desea la ayuda de España para desarrollar sectores como el de las energías renovables o el turismo. Este es un buen camino para
acabar con ese desequilibrio de la política española en el Magreb que el Gobierno argelino nos ha reprochado tradicionalmente al sentir que la política practicada por Marruecos lograba un trato privilegiado en Madrid a costa de los intereses
argelinos. La cooperación cultural podría contribuir también a este reequilibrio aportando los medios apropiados para acabar con el desconocimiento mutuo pese a una historia plagada de episodios compartidos.


La misma política de intensificación en las relaciones bilaterales debe perseguirse con Mauritania -país que visita actualmente el ministro- y es otro país clave para España por sus importantes relaciones económicas con las islas Canarias,
que no se limitan a los intereses pesqueros. Mauritania, con su proximidad a las Canarias, es un país clave para España por su intensa cooperación en materia de seguridad y contra el terrorismo yihadista y en las políticas de contención de la
inmigración ilegal subsahariana a través del Atlántico con destino a las islas. Sin embargo, la ya citada reciente crisis del Guerguerat en el Sáhara Occidental, a escasos kilómetros de la frontera mauritana, ha puesto en evidencia cómo el
conflicto del Sáhara pone en riesgo la seguridad regional tensando las relaciones entre Marruecos y Mauritania.


Por otra parte, España aspira a ocupar un puesto en el Consejo de Derechos Humanos, el principal órgano de Naciones Unidas en materia de derechos humanos, durante el periodo 2018-2020. La campaña con la que el Gobierno ha promovido esta
candidatura tiene como uno de sus lemas -cito textualmente- 'la firme voluntad de contribuir a la defensa y promoción de los derechos humanos en el mundo'. Y destaca que España -vuelvo a citar textualmente- 'es un país profundamente comprometido
con los derechos humanos tanto en el plano interno como en el de la acción exterior del Estado'. El propio ministro de Asuntos Exteriores, en sus eventos de promoción de la candidatura española, ha señalado la importancia de la prevención y de la
lucha contra la impunidad en los casos de violaciones de derechos humanos como requisito indispensable para asegurar la paz y la seguridad, y que si el próximo otoño el Gobierno logra el triunfo en esta difícil carrera, se compromete a trabajar por
la libertad, la justicia y el Estado de derecho. No se puede estar más de acuerdo con estos argumentos y propósitos. Por ello, en el caso de que el próximo otoño España logre triunfar en este complicado objetivo en el que se enfrenta a
competidores tan importantes como Francia y Australia, debería empezar por actuar de manera más activa en el ámbito tanto geográfico como de responsabilidad más próximo como es el caso del Sáhara Occidental, del que la ONU sigue considerando a
España su tutor legal. Se trata del único conflicto del



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mundo en el que España tiene un papel que cumplir por estricto cumplimiento del derecho internacional, vínculos históricos y esa solidaridad y sensibilidad con los derechos humanos que, como muy bien ha dicho en reiteradas ocasiones el
ministro, está muy arraigada en el sentir de los españoles con todas las víctimas de los derechos humanos, pero más aún con este pueblo que ocupa un lugar muy especial en el corazón español por historia, cultura, lengua y proximidad geográfica.
España, aún potencia administradora de iure, debería ser la primera nación en luchar por la libertad, justicia y respeto de los derechos humanos para el pueblo saharaui activando la solución de un proceso que desde 1991 permanece enquistado y
denunciando las repetidas violaciones de los derechos humanos que se practican en Marruecos, especialmente en contra de la población saharaui bajo su control; o, por ejemplo, velando por el cumplimiento de la sentencia europea que el pasado mes de
diciembre confirmó que la explotación y comercio de los recursos y productos del Sáhara Occidental por parte de Marruecos es ilegal. Hay además una acción de prevención de esa impunidad que el ministro ha señalado con acierto que es clave para
asegurar la paz y la seguridad internacional y que España debería afrontar de inmediato si, como esperamos, lograse triunfar en esa carrera por ocupar un asiento en el Consejo de Derechos Humanos; se trata de trabajar para que los Cascos Azules de
la misión para el referéndum del Sáhara Occidental de la ONU, Minurso, deje de ser la única misión de mantenimiento de la paz moderna de la ONU que carece de mandato en materia de derechos humanos.


En definitiva, señor secretario, hemos de reequilibrar nuestras relaciones en la región y hacerlo desde el consenso que debería presidir una política de Estado con mayúsculas. Para ese consenso y reequilibrio ofrezco, como siempre, el
concurso de nuestro grupo.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Gracias, señor Maura.


Por el Grupo Parlamentario Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, tiene la palabra la señora Ballester.


La señora BALLESTER MUÑOZ: Gracias, presidenta.


Le agradezco al secretario de Estado que comparezca en esta Comisión. Esperemos que en las respuestas podamos aterrizar un poco desde esos horizontes tan amplios. Son políticas ambiciosas pero pensamos que hay que concretar.


Es más que evidente la necesidad de una estrategia a corto, medio y largo plazo para la región vecina del Magreb y el Sahel, una estrategia que tenga como objetivo fundamental resolver los conflictos enquistados -hablaremos luego también del
Sáhara Occidental- o los conflictos más recientes, aunque ya muy largos y muy dramáticos, como la guerra en Libia, con el objetivo de mejorar la situación de la democracia, de los derechos humanos en la región y también las relaciones económicas,
políticas, sociales y culturales de nuestro país con esta región. Hablaré de algunos temas concretos sobre los que les voy a hacer algunas preguntas.


En la política española hacia esta región Túnez debe entenderse como el único ejemplo ahora mismo de democracia surgida de las revoluciones de la primavera árabe, una democracia muy frágil. Debemos tener como objetivo fortalecer esa
democracia y los avances conseguidos, el desarrollo económico mutuo y afrontar la amenaza terrorista sin poner en riesgo los avances y los derechos recién conquistados. Túnez podría ser, si lo hacemos todos bien, un ejemplo para toda la región. En
ese sentido manifestamos nuestra preocupación por el debilitamiento desde las estructuras de poder de todas esas organizaciones y de la sociedad civil que impulsaron e hicieron posible la revuelta que acabó con aquel régimen dictatorial, y nuestra
preocupación por el regreso del Gobierno a políticas de represión de libertades y recortes de derechos con la excusa de la lucha antiterrorista bajo una fórmula cuyos resultados, que ya se conocen, no son buenos. Nos gustaría conocer cuál es la
posición de España. Pensamos que una de las soluciones puede ser estrechar las relaciones entre nuestro país y Túnez y nos gustaría saber cuáles son las medidas o acciones concretas que nuestro Gobierno está llevando a cabo en este ámbito.


Por otra parte, la estrategia de nuestro país en esta región debe tener como eje central el conflicto en Libia. Nuestra estrategia en Libia debe partir de un plan coordinado con la Unión Europea, con los organismos internacionales y la
población libia, que trabaje básicamente en la consolidación de las estructuras estatales del país, en frenar el yihadismo y en atender la grave situación de las personas migrantes o refugiadas que se encuentran en muchas cárceles libias, no lo
olvidemos, y también huyendo del país y acabando en esa gran fosa común que es ahora mismo el Mediterráneo. Nuestra preocupación lógicamente es extrema, especialmente por la vulneración de los derechos nacionales y de los derechos



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humanos del pueblo libio, víctima del caos, la pobreza y la guerra civil desde 2011. La gravedad de esta situación pensamos que requiere de un mayor esfuerzo diplomático constructivo que evite, por una parte, la cronificación del conflicto
en territorio libio y también el contagio de este conflicto en la región, como ya han dicho en anteriores intervenciones. Es fundamental tener en cuenta que deben atenuarse los intereses de potencias internacionales y también de potencias
regionales en el conflicto y en el tipo de solución que se aborde. Debe rechazarse, por tanto, todo tipo de intervencionismo militar y debe rechazarse, por supuesto, cualquier tipo de solución que no pase por considerar de forma igual a todas las
partes en el conflicto.


Pensamos en este grupo parlamentario que es fundamental apostar por el desarrollo económico y cultural como una estrategia a largo plazo y duradera de lucha contra el terrorismo yihadista. Pensamos que nuestro país debería impulsar también
una revisión de la política migratoria de la Unión Europea y de esa misión Sophia que usted ha mencionado. No sé cuál es la evaluación que se hace de esa misión Sophia, lo que estamos viendo es que el Mediterráneo se ha convertido en una fosa común
de gente desesperada que está huyendo de la pobreza y de la guerra y no está dando buenos resultados. Pensamos que esa política se tiene que revisar y me gustaría saber cuál es, más allá de alabar lo que existe, el análisis que hace el Gobierno de
los resultados concretos de esta misión y de la política migratoria de la Unión Europea y cuál debería ser, en su opinión, el rumbo o la estrategia a seguir. Más allá de un análisis muy amplio de cuál es el problema de Libia; más allá de un
diagnóstico que creo que todos compartimos, también nos gustaría saber qué estrategias o políticas concretas piensa llevar a cabo el Gobierno de España para solucionar el conflicto y la guerra en Libia y para atenuar el grave problema de derechos
humanos que se produce.


Otra de las cuestiones a la que quiero hacer mención se refiere evidentemente a nuestro socio privilegiado en la región, Marruecos. En primer lugar, quería hacer referencia a la crisis migratoria, enlazando con lo que comentaba del
Mediterráneo. Lamentablemente, hemos sido pioneros en la externalización de la gestión de las migraciones en la frontera con Marruecos, triste ejemplo copiado después en Libia y en Turquía. Nosotros pensamos que debemos avanzar hacia una gestión
de la movilidad más respetuosa con los derechos humanos y el establecimiento de vías seguras para el refugio y el asilo.


En cuanto a Marruecos, nos gustaría mostrar nuestra preocupación por la situación en el Rif, por esas movilizaciones sociales. Nosotros somos hijos de movilizaciones sociales de ese tipo, que piden mayor esfuerzo en infraestructuras, en
políticas de igualdad, en sanidad, en educación, en democracia, en definitiva, en respeto de los derechos humanos. Como hijos de un movimiento similar y conocedores de las consecuencias que puede tener, nos gustaría saber cuál es la posición de
España frente a esta situación y si han tenido ustedes contacto con el Gobierno de Marruecos, porque nosotros vemos con preocupación una respuesta represiva por parte de las fuerzas marroquíes. Queremos saber si el Gobierno de Marruecos les ha
comunicado cuál va a ser su estrategia y cuál va a ser la postura que nuestro país va a adoptar frente a esto.


Para finalizar, no podemos dejar de hablar del Sáhara Occidental. Coincidimos sorprendentemente en los objetivos, pero pensamos que el papel de España tiene que ser mucho más proactivo, mucho más protagonista y tenemos que hablar -al menos
en esta Comisión- sobre políticas concretas, sobre medidas concretas, sobre qué postura va a adoptar el Gobierno de España en relación con la solución de ese conflicto enquistado. Nosotros pensamos que es necesario buscar una solución justa y
definitiva que respete los derechos humanos del pueblo saharaui y el derecho a la libre determinación; también pensamos que es necesario que nuestra acción exterior tenga en cuenta una serie de elementos sobre los cuales me gustaría conocer su
opinión. Por una parte, sobre el cumplimiento de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, de diciembre de 2016, donde se establece claramente que los acuerdos de asociación y liberalización entre Marruecos y la Unión Europea no se
aplican en el Sáhara Occidental. Nos preocupa la explotación de los recursos naturales del Sáhara Occidental y queremos saber qué acciones prevén para una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable, a través de un referéndum de
autodeterminación que se tenía que haber dado hace mucho tiempo y que pensamos que es la única forma de poner fin a este conflicto.


Hay otras cuestiones a las que usted se ha referido y que no quiero dejar de mencionar. Sobre el Sahel, ha comentado la gran aportación de España a ese Fondo fiduciario de emergencia para África, y a mí me gustaría preguntarle sobre una
noticia recientemente aparecida en la prensa que indica a qué se están destinando los recursos de ese fondo, que deberían ir a acción humanitaria y desarrollo y que, sin



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embargo, está destinado a políticas migratorias, que, como ya he dicho, no van en la línea del respeto de los derechos humanos y de respuesta a las necesidades de lucha contra la pobreza y el hambre que hay en toda la región.


Entendemos que la política seguida por el Gobierno español -no solo este sino también los anteriores- con respecto al Magreb es una política conservadora que no nos permite ser proactivos frente al incremento en la región del terrorismo
internacional, de las guerras, de los conflictos y de la desigualdad. No olvidemos que el Mediterráneo es la frontera más desigual del mundo. Nosotros pensamos que debe cambiarse por una estrategia con elementos como los que ya he mencionado que
permita contar con una vecindad más segura y pacificada con la que mantener e incrementar lazos comerciales esenciales, unas relaciones de igual a igual entre la región y nuestro país, que además permitiría elevar el papel y el protagonismo de
nuestro país con respecto a esta región dentro de la Unión Europea. Apostamos por una política de construcción de paz que vaya a la raíz de los conflictos y eso significa apostar por la seguridad preventiva, en este caso con nuestra vecindad.


Acabo, presidenta. Seguridad y desarrollo económico compartido. Solo así se avanzará en la reducción de esa desigualdad, en la erradicación de la violencia y los conflictos que ahora mismo azotan la región, en el respeto de los derechos
humanos y en la democracia. Como decía al inicio, grandes aspiraciones y grandes objetivos en su intervención, pero un enfoque -pensamos- no centrado en la dimensión política y democrática de los problemas de la región, que nosotros pensamos que es
lo que debe centrar la estrategia de nuestro país en esta zona.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Ballester.


Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el señor Sánchez Amor.


El señor SÁNCHEZ AMOR: Gracias, presidenta.


Intervendré con más brevedad que mis compañeros porque muchas de las cosas que tenía anotadas ya se han dicho y me parece apreciar que hay una sustancial coincidencia entre muchas de las perspectivas de los grupos. Es verdad que hablar de
un territorio tan amplio dificulta que se pueda profundizar en algunas de las áreas o de las cuestiones que afectan a esta zona tan amplia, pero creo que hay una especie de designio común en tratar de alejar la inestabilidad tan al sur como sea
posible, no porque vayamos nosotros a exportar inestabilidad, sino a poner la frontera y a tratar de crear condiciones de estabilidad al menos en los vecinos más cercanos.


Querría preguntarle, porque no me ha quedado claro, en qué porcentaje -quizá no se la palabra- nuestra política en las dos zonas es parte de la política europea y en qué porcentaje es bilateral. En qué parte nosotros influenciamos la
política europea en la zona por ser un país con lazos históricos y cercanía geográfica y en qué medida una visión europea un poco más lejana -no tan influida por la historia o por la cultura- está influyendo en la nuestra. No me queda claro si
somos un agente privilegiado de la política europea en las dos zonas o si hay una parte de nuestra política con la zona que es puramente europea y otra parte que es bilateral. Creo que sería bueno distinguir esos dos aspectos.


Hablaba usted, en materia de inmigración, del modelo afroespañol. Mi colega de Podemos ha sido muy delicada. Yo le pregunto si el modelo afroespañol incluye las devoluciones en caliente. Recordará que hace unos años nos quejábamos de que
nuestros colegas europeos no entendían la presión que sufríamos ni el esfuerzo que teníamos que hacer, parecía que nos dejaban solos frente a una presión que al fin y al cabo era una presión sobre una frontera europea, pero en poco tiempo hemos
pasado a presumir de que nuestro modelo de gestión -cuando digo nuestro me refiero al modelo del Estado, porque ha sido un modelo similar seguido por dos Gobiernos- lo estamos exportando al resto de la Unión Europea. Hay una parte de ese modelo que
tiene sentido exportar -el hecho de ayudar al desarrollo de las zonas de origen de los movimientos migratorios nos permitirá frenarlos en alguna medida- pero, como decía la colega de Podemos, hay otro tipo de aspectos de ese modelo que son todo
menos exportables, que es la falta de atención a los derechos individuales de las personas que están pidiendo asilo y refugio en nuestras fronteras físicas con los países africanos. Ya sabemos que una enorme parte de la presión migratoria es de
migración económica pero también sabemos que hay zonas de África que, desgraciadamente, están expulsando personas de las que habría que examinar su derecho al estatus de asilo o de refugio. Creo que sería bueno que España, que presume de haber
exportado su idea de desarrollo en origen, también



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pudiera presumir de que su trato práctico a las personas que cruzan nuestras fronteras -en muchas ocasiones ilegalmente- está de acuerdo con los estándares de protección que todos nos dimos en las convenciones internacionales que tratan de
estos temas.


En cuanto al Sáhara Occidental, no voy a insistir. Esa sensación de que España termina su función solamente recordando que tiene una responsabilidad histórica pero que eso no se traduce en ninguna actividad particular. Ha llegado el señor
Guterres y ha tenido un cierto éxito inicial. El secretario general António Guterres tiene una excelente relación con España y con sus Gobiernos. ¿No sería el momento de que España se planteara, de la mano del secretario general Guterres, un
papel, más allá de recordar continuamente nuestra deuda histórica y nuestro alineamiento con los compromisos internacionales, tal y como los conocemos? Creo que es una cuestión que habría que intentar explorar porque podrían estar dándose ahora
condiciones para algún tipo de avance. Más concretamente -lo ha citado mi colega Fernando Maura-, cuál es la posición del Gobierno sobre una no extensión temporal del mandato de Minurso, sino una ampliación material del mandato de Minurso al asunto
de los derechos humanos. A mí no me parece un asunto sencillo. Yo he expresado a algunos de los interlocutores con los que he hablado el riesgo -sin dejar de apoyar la idea de que se ampliara el mandato- de que si al final le creamos a Minurso
otras obligaciones se acomodaría al papel de haber avanzado poco en su función esencial, que es resolver el conflicto de fondo y por tanto dar paso a los mecanismos de uso de la autodeterminación.


Sobre el tema del Rif, el colega Tardà lo ha explicado mucho mejor de lo que yo podría hacerlo, pero querría añadir que en alguna noticia de esta mañana aparece de repente el nombre de España como el lugar en el que se preparó o se fraguó
algún tipo de plan para desestabilizar, no porque aparentemente hubiera una participación de agentes españoles, sino porque se celebró en España una reunión. Cuando se alude a conflictos y se dice que una revuelta, en el mejor sentido de la
palabra, o un intento de desestabilización -si queremos tomarlo desde otro punto de vista- se preparó en España, de repente nos vemos envueltos, sin tener nada que ver, en una situación que podría causar tensiones con el vecino del sur.


Otra reflexión más genérica. Cuando cedió el clima de la Guerra Fría, la OTAN intensificó su labor en el Mediterráneo y la atención a nuevas amenazas a la seguridad europea por el flanco sur. Quisiera saber cuál es la situación, desde el
punto de vista de nuestra participación en esa labor mediterránea de la NATO, puesto que vuelve a haber tensiones en el Este. A menudo hablamos en esta Comisión de las nuevas tensiones con Rusia, de lo que ha pasado con Ucrania y el temor de los
Países Bálticos, y hay una cierta vuelta a un clima que recuerda a la Guerra Fría. ¿Puede haber algún temor de que de nuevo la OTAN desatienda políticamente este flanco sur que había asumido con tanta diligencia en los últimos diez años?


Estas son las cuestiones que quería plantearle, señor secretario de Estado. Muchas gracias por su información y por su presencia.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Sánchez Amor.


Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Bernabé.


El señor BERNABÉ PÉREZ: Muchas gracias, señora presidenta.


Señor secretario de Estado, en primer lugar, quiero agradecerle, en nombre del Grupo Parlamentario Popular, su presencia esta mañana en esta Cámara, en el Congreso de los Diputados, y felicitarle además por la claridad de su intervención y
las ideas que nos ha trasmitido que, sin duda alguna, han contribuido a que tengamos una percepción general de cuál es la situación en toda la zona.


Desde nuestro punto de vista, son tres los criterios que deben guiar la acción de España en la zona, y lo serían, por este orden; primero, seguridad; segundo, solidaridad; y tercero, oportunidad. Más o menos, aunque evidentemente se
entrelazan en el tiempo, serían criterios de corto plazo, medio plazo y largo plazo. Hablaremos, en primer lugar, de seguridad, porque lo que es indudable -todos coincidimos en ello, es obvio- es que el terrorismo islamista está presente en la
región. Las matanzas indiscriminadas y el desarrollo de cualquier forma de terror buscan destruir unas estructuras sociales ya de por sí no lo suficientemente fuertes para imponer la yihad en toda la zona. Nos debe preocupar que disponen de medios
económicos para ello. Estos grupos realizan tráfico de drogas, tráfico de armas y el execrable tráfico de personas. Todo esto nos lleva a la posibilidad cierta, como confirman muchos analistas internacionales, de que se creen Estados
islámico-narcoterroristas. Señor subsecretario de Estado, señorías ¿cuál sería el riesgo para España y toda la Unión Europea si esta opción se llega a consolidar? Y si no surge solo uno de estos Estados sino varios y se llegan a confederar a modo
de un gran califato a



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las puertas de Europa, habría que preguntarse qué consecuencias podría tener para nosotros el hecho de disponer de una gran plataforma terrorista al norte del continente vecino, cuando además uno de sus principales objetivos se llama
recuperar Al-Ándalus, tal y como de continuo escuchamos por los medios de comunicación en las proclamas que difunden este tipo de grupos.


Señor secretario de Estado, coincidimos en que la estabilidad política, social y de seguridad de esta región es imprescindible, entre otras cosas, para garantizar nuestra propia seguridad. Pero para llegar a esa estabilidad es indudable que
necesitamos que esas naciones dejen de ser tercer mundo y vayan transitando de forma paulatina, poco a poco, hacia una economía libre de mercado que les ofrezca oportunidades a sus ciudadanos, les haga prosperar y les dé la opción de disponer de un
futuro ilusionante en su propia tierra. Para eso es indudable que tenemos que ayudarles, porque el análisis a día de hoy es sumamente preocupante. Estamos hablando de una debilidad institucional de esos Estados importante, en los que predominan
más los clanes tribales que las propias estructuras estatales a la hora de regir los destinos de esas personas. Una región con un cambio climático que se ceba de forma especial en un territorio extremadamente árido, con flujos migratorios masivos,
aumento demográfico, escasez de recursos, delincuencia organizada, violación de derechos humanos y así hasta un largo etcétera de graves problemas. Y por supuesto, la situación en el Sáhara Occidental, siempre tan cercana a España, en la que
debemos trabajar en el marco de Naciones Unidas para lograr una solución al conflicto, procurando igualmente el desarrollo e integración de una región a la que tanto nos une. Señor secretario de Estado, creemos que la puesta en marcha y
potenciación de las políticas de forma coordinada con la comunidad internacional y el restos de agentes intervinientes debe ser otra de esas líneas básicas de actuación.


En tercer lugar, y no menos importante, los criterios de oportunidad. Las cifras económicas de África hablan por sí solas. Hoy supone el 4 % de la riqueza mundial y en el horizonte 2030 está previsto que se duplique esa cifra hasta el 8 %,
y en 2050 que se triplique hasta el 12 %. En el periodo 2000-2015, de las diez economías que más crecieron en el mundo, siete son naciones africanas y el Fondo Monetario Internacional estima que de aquí a 2020 la tasa de crecimiento medio del
continente va a estar en torno al 5 % anual, llegando hasta el 7 % un 25 % de los países del continente africano. Una fuerza demográfica que crece de forma imparable -se calcula que en 2050 habrá unos 2000 millones de africanos- y unos recursos
naturales verdaderamente espectaculares. Por tanto, señor secretario Estado, creemos que hay que estar en África en general y en el Magreb y en el Sahel en particular, pues nuestra cercanía geográfica y los positivos vínculos de todo tipo que
siempre nos han unido con estas naciones hacen que estemos en una situación de privilegio a la hora de abordar la coyuntura general de la zona, de la que, sin duda, se podrán aprovechar nuestras instituciones, empresas y trabajadores.


Para todo eso, señor secretario de Estado, tenemos un Gobierno con las ideas claras, que está trabajando muy bien, como ha señalado usted, con encuentros bilaterales continuos por parte del ministro Dastis. Sabemos que tenemos unas
instituciones gubernativas, alguna de las cuales he tenido el placer trabajar con ellas como Casa del Mediterráneo, que hacen muy bien su trabajo, a las que debemos sumar Casa Árabe, el Centro Sefarad-Israel o el Instituto de Estudios Mediterráneos.
Además, la pertenencia a dos foros internacionales que creemos que son importantes; el primero es el Secretariado de Unión por el Mediterráneo, que en las relaciones Unión Europea con los países de la vecindad sur creemos que puede tener un papel
verdaderamente importante, además de ser el único foro que reúne en pie de igualdad a Israel y Palestina, cosa nada desdeñable en absoluto por la coyuntura geopolítica mundial. El hecho de que este secretariado tenga su sede en Barcelona creo que
nos abre unas expectativas importantes en cuanto a las posibilidades de acción. Después estaría el foro de Diálogo 5 + 5, que reúne a las naciones norte-sur del Mediterráneo occidental.


En virtud de todo este planteamiento, señor secretario de Estado, le quería formular tres preguntas que se pueden resumir en cuáles son las líneas de actuación actualmente abiertas con estas herramientas que tiene el Gobierno a su
disposición o los foros en los que participamos. Cuáles son los proyectos que se tiene previsto emprender en el corto y medio plazo y, por último, a modo de consideración final, si a su juicio considera que tenemos suficientes herramientas e
instrumentos para actuar de forma positiva en toda la zona del Magreb y del Sahel o, a modo de reflexión, si cabría pensar en nuevas vías o en nuevas formas de actuación que nos pudieran articular una mayor presencia y aún más positiva en dicha
zona.


Muchas gracias. (Aplausos).


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Bernabé.



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Tiene ahora la palabra el secretario de Estado, son Ildefonso Castro.


El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ASUNTOS EXTERIORES (Castro López): Muchas gracias.


Intentaré más o menos agrupar las respuestas a los temas que han ido planteando. Sí es cierto que Magreb y Sahel son dos partes de un continente muy importante para nosotros, pero muchas veces es difícil establecer las separaciones a la
hora de hacer una exposición porque, evidentemente, están interrelacionados. Por el número de preguntas que me han hecho sus señorías, creo que están más interesados por el Magreb que por el Sahel, pero eso es comprensible.


Quería hacer, si me permiten, una pequeña reflexión inicial, una gran fotografía, y luego ir respondiendo a sus preguntas. Esta visión del Magreb y del Sahel se puede aplicar a toda África, me refiero a África subsahariana. Creo que la
política y la propia sociedad española han ido progresivamente ampliando el nivel de preocupación, de interés y de acción por el continente africano. El norte de África ha sido históricamente una prioridad que se ha atendido, y desde hace un tiempo
más o menos reciente -unos veinte años, por decir una cifra-, el África occidental empezó a tener más interés; el Sahel, desde hace unos diez años, empieza a tener un mayor protagonismo, y progresivamente la actuación se va ampliando hacia el golfo
de Guinea y otros países africanos importantes. Creo que todos los Gobiernos -algo extraordinariamente positivo- han mantenido un consenso sobre la importancia de África; siempre hemos tenido un interés por África y creo que eso se está
configurando como una política de Estado. En África, España tiene algunas ventajas, y es que tenemos un escaso pasado colonial, con lo cual en la mayor parte de los sitios se nos ve con una cierta pátina de neutralidad, de enfoque neutral y
constructivo, lo cual creo que es bueno.


¿Cuál es el objetivo en el Magreb y en el Sahel? Los pilares son los siguientes: seguridad, lucha contra la pobreza y respeto a los derechos humanos. Estas tres patas son fundamentales para crear institucionalidad, que es el objetivo,
para crear estabilidad. A España, como a cualquier país sensato, le gusta la estabilidad, y este Gobierno, igual que toma medidas respecto a la estabilidad y la prosperidad dentro de nuestras fronteras, también lo quiere hacer en otros países,
especialmente en los de nuestro entorno inmediato, porque la proximidad con el Magreb y el Sahel es muy grande y cualquier cosa que ocurra allí, desde problemas políticos, sociales, económicos o de seguridad, nos afecta muy directamente. Al mismo
tiempo, el enfoque tiene que ser integral, pero hay un enfoque que creo que es importante, que es ese emparejamiento entre seguridad y desarrollo. Si no alcanzamos unos niveles razonables de seguridad, no podemos construir desarrollo, no podemos
ayudar a la educación, no podemos ayudar a la sanidad, no podemos ayudar a que la población de estos países alcance una vida digna en sus lugares de origen. Cuando hablamos de los refugiados y de los inmigrantes, que son dos problemas semejantes
aunque con diferencias, vemos que todos ellos huyen. ¿De qué huyen? De la falta de seguridad, de la pobreza, de la falta de respeto a los derechos humanos, de la falta de esperanza; eso es de lo que huyen en esos países. Por lo tanto, nuestra
labor es ayudar, coadyuvar a que eso poco a poco se vaya haciendo. Son transformaciones a largo plazo y, por tanto, hay que trabajar con esa mentalidad. Eso es lo que ha intentado e intenta el Gobierno español.


Terrorismo. Sé que es un tópico, pero por ser tópico no deja de ser justo; creo que hay que reconocer el trabajo que hacen las Fuerzas Armadas y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en general en la lucha contra el terrorismo de
muchas maneras, y la más importante probablemente sea la que menos se ve, que es la prevención. No sabemos lo que no ocurre, no lo podemos saber, pero realmente creo que tenemos unas fuerzas de seguridad experimentadas, unos buenos servicios de
inteligencia que hacen una gran labor con un enfoque integral en la lucha contra el terrorismo. Hay que luchar contra las vías de financiación, la narrativa; es decir, tenemos que explicar a nuestras autoridades públicas que nosotros tenemos
razón, los demócratas, las personas que defendemos el Estado de derecho tenemos razón e ir contra esa narrativa malévola que tienen los terroristas. Por eso ellos hacen mucho hincapié en la propaganda. Creo que nosotros tenemos que reforzar
internamente nuestras sociedades, nuestra opinión pública para luchar mejor contra el terrorismo. Hay que evitar la radicalización y el enfoque debe ser integral.


Hay una cuestión instrumental que es clave, que es la cooperación internacional. Cuantos más seamos y más trabajemos juntos, mejor nos irá. Creo que en la Unión Europea, aunque siempre hay cosas que mejorar, hemos avanzado mucho. España
también bilateralmente ha avanzado mucho con Marruecos, con Argelia y con Mauritania. No digo que haya una relación directa y permanente, pero muchas veces hay estas mezclas entre grupos terroristas y tráficos ilegales, por eso yo las señalaba como



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las dos principales amenazas; hay grupos terroristas que se financian con narcotráfico, con tráfico de seres humanos, con tráfico de obras de arte..., de muchas maneras, y hay que ir desarrollando e intentando perfeccionar esa cooperación,
que creo que la hemos desarrollado bastante bien. Nunca tenemos seguridad al cien por cien, lamentablemente, y tenemos muchos ejemplos en muchos continentes de que la seguridad es muy complicada de garantizar, lo cual no quiere decir que no haya
que hacer esfuerzos. Y desde luego es un riesgo compartido. El terrorismo golpea en Europa, pero también golpea en Libia, en Marruecos, en Afganistán -donde hubo un atentado ayer-, golpea en todo el mundo; por eso debemos estar unidos y ser
solidarios. Alguno de ustedes mencionaba la palabra solidaridad y creo que es muy importante, porque realmente nos puede tocar a todos. Esto enlaza -no tengo números exactos que les pueda facilitar- con que de nuestra presencia en el exterior de
las fuerzas de seguridad, aproximadamente un tercio de las que se encuentran en el exterior están en África de alguna manera, ya sea en Somalia, en Yibuti, en las costas libias, en Mali, en Senegal... El trabajo que va a hacer la Guardia Civil para
la formación de los grupos de acción rápida de los cinco países del G-5 es importante; es un proyecto con financiación europea que está en fase preparatoria en estos momentos y la formación efectiva empezará, según mi información, en el mes de
septiembre.


Mencionaba también la estabilidad. A España, como a otros países, nos gusta la estabilidad, y el enfoque regional es importante. Alguno de ustedes ha mencionado que hay un cierto desequilibrio en nuestra relación con Marruecos y con
Argelia. Yo no estoy muy de acuerdo; desde luego no es la intención de este Gobierno. Sí es cierto que en el pasado se llegó, creo que equivocadamente, a un juego de suma cero en el que aproximarse a uno de los dos principales socios suponía
alejarse del otro. El enfoque de este Gobierno no ha sido así. Desde 2012, Argelia y Marruecos son dos países amigos, estratégicos para España; siempre vamos a ser vecinos y siempre tenemos que intentar tener la mejor relación con cada uno de
ellos, y creo que en cierta medida lo estamos logrando. Argelia, por ejemplo, es un país grande, es un país del Magreb, pero, como algunos de ustedes han señalado, es muy importante también en el Sahel; simplemente hay que mirar el mapa y ver los
países con los que tiene frontera. Creo que Argelia ha hecho algunos avances, como su reforma constitucional, acaba de haber elecciones, y tiene, evidentemente, desafíos económicos, sociales y políticos, pero a todos nos interesa su estabilidad.
Perdonen que repita tanto esta palabra, pero creo que es la clave.


Marruecos. Nuestra cooperación con Marruecos es muy importante en muchas facetas: seguridad, control de flujos migratorios, economía y política. Sin miedo a exagerar, se puede decir que Marruecos es el modelo de estabilidad en la zona.
Poco después de que comenzaran las revueltas sociales en la zona, lo que se conoce como Primavera Árabe, Marruecos reformó su Constitución y ha avanzado en muchas cuestiones. Se han celebrado unas segundas elecciones desde la nueva Constitución, y
con sus retos de futuro, como tenemos todos los países, podemos decir que realmente se ha convertido en una zona de estabilidad, pese a los comentarios -voy a entrar ahora en ello- de ciertos problemas internos, como pueden ser las movilizaciones en
el Rif, sobre todo en Alhucemas. Es una zona en la que ha habido movilizaciones sociales, no solo históricamente, sino también recientemente. El Gobierno marroquí, consciente de esta reivindicación de abandono en el tema de las inversiones, en el
tema económico y social, ha hecho un esfuerzo. En el año 2015, el rey Mohamed VI lanzó un ambicioso programa de desarrollo de inversiones como respuesta a las reivindicaciones sociales de la población de la zona. Evidentemente, seguimos con
atención e interés cualquier cosa que pase, porque en un entorno tan cercano a nosotros nos afecta, como he dicho anteriormente. Queremos que la situación sea lo más estable posible, por lo que siempre instamos al diálogo. La causa de las
protestas en estos momentos es fundamentalmente socioeconómica. Como alguno de ustedes ha señalado, es una zona prioritaria para la cooperación española en Marruecos. En el periodo 2014-2016, la cooperación española ha invertido -cuando hablo de
cooperación al desarrollo no me gusta hablar de gasto, sino de inversión, porque yo creo que es una inversión- más de 28 millones de euros para contribuir al desarrollo humano y social. Evidentemente, ha habido movilizaciones. Hubo una
manifestación importante el 18 de mayo en Alhucemas y luego se han extendido a otras poblaciones. El lunes pasado fue detenido uno de los líderes de estas protestas, acusado de entorpecer la libertad de culto. Según la información de la que
disponemos, aparentemente hubo un pequeño incidente durante el sermón en la mezquita. Esta persona, Nasser Zafzafi, habría arrebatado el micrófono al imán que estaba predicando y ese es el motivo que ha provocado su detención. Nosotros siempre
instamos a todos, y desde luego al Gobierno marroquí, al diálogo y al respeto de la ley, de las normas propias del Estado de derecho. Seguimos con atención esta cuestión,



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como cualquier cosa que afecte a un entorno tan inmediato, pero -repito- consideramos que es una protesta eminentemente socioeconómica y el Gobierno marroquí está intentando poner los medios para intentar solucionarla.


Sáhara Occidental. El Gobierno español ha mantenido una posición tradicional, que también han mantenido durante mucho tiempo otros Gobiernos previos. No solo creemos en una solución política justa, duradera, mutuamente aceptable, que
prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental en el marco de las posiciones de Naciones Unidas, sino también en la importancia de la centralidad de Naciones Unidas en el proceso. Hay otras organizaciones internacionales con las que
España colabora, como la Unión Africana, donde Marruecos acaba de entrar hace poco. Evidentemente, ahí se tratan cuestiones africanas -es normal-, pero nosotros seguimos insistiendo en que la centralidad de estas cuestiones debe ser Naciones
Unidas.


Alguno de ustedes ha preguntado si podemos hacer algo más con el nuevo secretario general. Nosotros estamos dispuestos a colaborar, formamos parte del Grupo de Amigos, pero es importante que demos tiempo al secretario general para que sea
él quien marque los tiempos y diga cómo quiere hacer las cosas. El primer paso ha sido el informe de este mes de abril, previo a la renovación del mandato de la Minurso. Parece que pronto será nombrado un nuevo representante personal del
secretario general de Naciones Unidas; la prensa parece anunciar que pronto habrá un nombramiento formal. Evidentemente, España va a estar ahí, siempre apoyando a Naciones Unidas y al enviado del secretario general.


Se ha mencionado el tutor legal; España, tutor legal. Yo no estoy muy de acuerdo con eso. Es evidente que España tiene una vinculación histórica, afectiva y humana con el pueblo saharaui, pero, desde el punto de vista del Gobierno, eso no
debe interpretarse como una responsabilidad jurídica. En febrero de 1976, nuestro representante ante Naciones Unidas dirigió una carta al secretario general de la organización diciéndole, leo literalmente: España se considera desligada en lo
sucesivo de toda responsabilidad internacional en relación con la administración de dicho territorio. Fin de la cita. Desde luego, ni en los informes anuales previos de los secretarios generales ni en las resoluciones del Consejo de Seguridad, que
se reúne todos los años, España aparece como potencia administradora.


En cuanto a la cuestión de Guerguerat, pese a la pequeña crisis que hubo en agosto de 2016, a principios de este año se empezó a reconducir con una primera conversación de su majestad Mohamed VI con el nuevo secretario general de Naciones
Unidas, que permitió en un primer momento la retirada del contingente marroquí. El Frente Polisario permaneció en la zona hasta finales de abril, optó por seguir la petición del secretario general de Naciones Unidas en el momento justo de la
renovación del mandato del Minurso y se retiró. Es una pequeña buena noticia en un proceso complejo.


Por lo que se refiere a la libre determinación, Naciones Unidas no se ha pronunciado de manera concreta sobre cuál es el modo de ejercerla. En este sentido, el señor Guterres, el nuevo secretario general -que, si me permiten decirlo, es
como un director de orquesta que debe dirigir los esfuerzos para alcanzar una solución definitiva-, señala en su informe que el objetivo de relanzar el proceso negociador es llegar a alcanzar una solución política mutuamente aceptable, que incluya
la resolución sobre el estatus último del Sáhara Occidental, a través de un acuerdo sobre la naturaleza y la forma de ejercer esa libre determinación.


En cuanto a la sentencia del Tribunal de Justicia del mes de diciembre, para nosotros es un asunto que entra dentro del ámbito de las relaciones de la Unión Europea con Marruecos. En esta cuestión, España tiene dos objetivos fundamentales:
el cumplimiento, como no puede ser de otra manera, de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea -el Gobierno siempre respeta las decisiones judiciales en cualquier instancia- y preservar las relaciones estratégicas de la Unión
Europea con Marruecos. Esto se manifiesta en los comunicados que se emitieron en diciembre de 2016 y en febrero de 2017, tras los encuentros entre la Alta Representante y el ministro de Asuntos Exteriores marroquí. Como probablemente sabrán, el
Consejo de la Unión Europea adoptó el pasado lunes, 21 de mayo, una decisión, estableciendo el mandato a la Comisión para negociar con Marruecos enmiendas a los protocolos agrícolas del acuerdo de asociación y dar así cumplimiento a la sentencia del
Tribunal de Justicia.


Me referiré a Mauritania muy brevemente. Alguien ha mencionado anteriormente que el interés no solo es la pesca. No, por supuesto que no. Mauritania es un ejemplo para muchas cosas y, desde luego, para las Islas Canarias su variada
relación comercial es extraordinariamente importante. El ministro está hoy en Mauritania y yo asistí en Casa África, en Las Palmas, el pasado día 22, a un foro sobre oportunidades empresariales en Mauritania. Para Canarias es clave, y les voy a
dar un dato. Hay aproximadamente



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nueve mil mauritanos que viven en España, de los cuales unos siete mil viven en Canarias, fundamentalmente en Las Palmas, perfectamente integrados. Yo tuve ocasión de tener conversaciones con mi colega mauritana y, como alguno de ustedes ha
dicho, es mucho más que un acuerdo pesquero.


Se ha mencionado Túnez. Evidentemente, Túnez es un buen ejemplo porque, aunque con muchos problemas, ha habido una reforma política importante, una nueva Constitución, un fortalecimiento de la democracia; ha habido una serie de nuevas
reformas, una transición democrática, cambios de Gobierno, y, desde luego, hay que apoyarla política y económicamente. Una vez más vuelvo a la relación entre seguridad y desarrollo. Si no garantizamos unos niveles mínimos de seguridad, esto afecta
a las economías de esos países. Les voy a poner un ejemplo muy obvio que todos ustedes conocen. Uno de los objetivos de los grupos yihadistas siempre ha sido el turismo, y esto se aplica a Egipto y se aplica a Túnez. Para Túnez es muy importante,
en sus ingresos, en su bienestar, poder mantener flujos turísticos importantes. Por eso seguimos trabajando e insisto mucho en que hay que trabajar en la seguridad, porque sobre unos estándares mínimos de seguridad es sobre los que se puede
construir desarrollo social y desarrollo económico y se puede aumentar la prosperidad de los ciudadanos de cualquier país.


Libia. Yo creo que Libia es el gran problema, y tiene que haber una solución libia pero con apoyo de Naciones Unidas. La clave es muy importante. Una de las constantes de la política exterior española, y creo que de todos los partidos, es
el respeto a la integridad territorial. El respeto a la integridad territorial es clave y es lo que explica nuestra posición sobre Kosovo, nuestra condena de la ocupación de Crimea o de lo que pase en el este de Ucrania, en Siria o en Libia. Para
nosotros, la integridad territorial es un valor muy importante, y no nos podemos cansar de repetirlo también en Libia, porque en Libia corremos el riesgo de una partición, al menos de facto, y eso no es bueno. El proceso de Naciones Unidas ha
sufrido muchos problemas. En su momento, el representante fue un español, Bernardino León. Ahora, Martin Kobler está acabando su mandato -si no recuerdo mal, acababa en abril, pero se lo han extendido hasta finales de junio, ante la imposibilidad
de nombrar por el momento a un nuevo representante del secretario general- y esperamos que pronto haya un nuevo representante que permita empujar. Es probable que el acuerdo político libio haya que adaptarlo, que haya que ajustarlo; es una buena
hoja de ruta -los acuerdos Sjirat, de diciembre de 2015-, pero existe ya un cierto consenso entre los libios y la comunidad internacional de que hay que hacerle algunos ajustes.


En cuanto a las cuestiones migratorias, Libia y la tragedia en el Mediterráneo, ¿qué hacemos? Bueno, hacemos lo que podemos, y hacemos lo que podemos de muchas maneras, bilateralmente y con la Unión Europea. Como siempre, esto es más fácil
hacerlo en grupo, con países amigos, intentando coadyuvar. Yo solo les voy a dar un dato que creo que es importante, que me lo han facilitado esta mañana. Nuestros barcos de la Armada, en el tiempo que llevan allí, han rescatado a 11 704 personas,
de las cuales, en lo que va de año, 3034 las ha rescatado la fragata Canarias, que es la que actualmente está prestando servicio en las costas libias.


Alguien habló de diplomacia preventiva; yo creo que en eso hemos ido trabajando -no digo desarrollando otro modelo porque va a parecer que son muchos modelos, pero sí hemos trabajado- y es una constante de todos los Gobiernos españoles -no
solo de este- y una tradición en nuestra política multilateral. Tenemos la iniciativa con Marruecos en el Mediterráneo. Recientemente, en marzo, por mencionar un ejemplo, hubo un importante seminario en Casa África, en Las Palmas de Gran Canaria,
al que asistió la vicepresidenta del Gobierno, sobre diplomacia preventiva en África dirigida a organizaciones internacionales. Con esto enlazo con la pregunta de cómo hay que trabajar bilateralmente, qué es Unión Europea y qué es institución
regional. La distinción entre la cooperación bilateral, comunitaria y las organizaciones regionales o suprarregionales es un poco académica y teórica. Aquí hay que tocar todos los palos, hay que trabajar todo. Es decir, si trabajamos lo
bilateral, reforzamos lo multilateral, y reforzando lo multilateral, reforzamos lo bilateral. Por eso, ese seminario sobre diplomacia preventiva fue orientado a organizaciones regionales africanas. Participaron la Unión Africana, la Igad, la
Nepad, la Cedeao, el G5 Sahel y Naciones Unidas en África, y creo que es un buen ejemplo de lo que hay que seguir haciendo. La prevención es una de las prioridades del secretario general de Naciones Unidas. Realmente, cuando se salvan vidas
humanas, cuando nos ahorramos dramas y cuando nos ahorramos recursos es cuando logramos prevenir las crisis, y no cuando vamos a posteriori.


¿Qué parte es española y qué parte es europea en nuestra política en la zona? Bueno, yo creo que es una política de los dos. Voy a dar un dato objetivo. Actualmente el representante de la Unión Europea para el Sahel es un diplomático
español, Ángel Losada. España, como Francia, Portugal o Italia, siempre ha tenido una mayor sensibilidad, por una cuestión geográfica, hacia lo que pasa en esta zona del mundo.



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Si bien es cierto que hace unos años -estoy hablando de 2012, cuando yo empecé a tratar estos temas-, antes de que estallase la guerra de Mali, cuando había alguna reunión informal, en Europa, los países que hablábamos de Mali éramos
Francia, España y, algo, Italia. Eso varió con el ataque terrorista a la refinería de In Amenas en Argelia, que cambió la percepción de muchos países europeos. Por dar un dato: el primer ministro británico, Cameron, visitó Argelia y fue la
primera visita de un ministro británico a Argelia en la historia. Los problemas, evidentemente, hacen que los países europeos presten más atención, pero el Magreb y el Sahel siempre han tenido algunos abogados en Europa, como hemos sido,
básicamente, Francia y España. Hoy, por suerte, esta sensibilidad ha aumentado. Hay países europeos que han descubierto el Sahel a raíz de la crisis migratoria y del problema libio. Hay otros países que teníamos en cuenta los problemas de África
desde hace más tiempo. Es un trabajo conjunto. Por ejemplo, el Fondo fiduciario para África de la Valletta es un ejemplo importante de cómo se ha ido logrando sensibilizar a la Unión Europea sobre estas cuestiones. No voy a entrar en un tema
presupuestario, ya aprobaron ustedes ayer el proyecto de presupuestos, pero evidentemente ha habido un recorte en cuestiones de cooperación al desarrollo y una de las cosas que nosotros -por el buen hacer de nuestros cooperantes y de nuestras
oficinas técnicas de cooperación- estamos haciendo es ejecutar una parte importante de financiación de la Unión Europea.


Se han mencionado dos temas marginales, no propiamente africanos, que son la OTAN y el Consejo de Derechos Humanos. España quiere estar en el Consejo de Derechos Humanos porque los derechos humanos son una parte básica de nuestra política
internacional; siempre lo han sido y siempre lo serán. Nosotros queremos para los demás lo que tenemos para nosotros, y esto es bastante sencillo de explicar. Como ha dicho alguno de ustedes, es una candidatura complicada, porque hay tres
candidatos para dos sillas y los otros dos países son Australia y Francia, que tienen una gran trayectoria como defensores de los derechos humanos, pero les aseguro que estamos haciendo un esfuerzo desde el Ministerio de Asuntos Exteriores y otros
ministerios para apoyar nuestra candidatura, y a ustedes les ruego que, con sus contactos de diplomacia parlamentaria, hagan lo posible por impulsarla. Hace poco, en Nueva York, una vez que acabó nuestra presentación en el Consejo de Seguridad,
nuestro embajador dijo con muchísima claridad: mi prioridad en estos momentos, en lo que me tengo que centrar ahora, una vez que deje el Consejo de Seguridad, es en lograr entrar en el Consejo de Derechos Humanos.


Se han referido a la división este-sur dentro de la OTAN. Esta es una dicotomía que ha existido, pero creo que ha sido superada y, desde luego, se ha equilibrado bastante. Ahora la doctrina establece una OTAN en 360 grados, es decir, no se
presta más atención a una parte que a otra. Evidentemente, la situación en el grupo del este preocupa a todos los países de la OTAN y también a España, que ha demostrado su normal solidaridad de aliada. Hemos tenido una participación reiterada en
la policía aérea báltica en los años 2015 y 2016 y vamos a volver a tenerla ahora. Como saben ustedes, las tres repúblicas bálticas no tienen aviación de combate y desde que entraron en la Unión Europea esta labor de policía aérea que desarrolla la
fuerza aérea de los países respectivos la hacen los Estados miembros de la OTAN por rotación. Nosotros hemos estado en rotaciones de cuatro meses en los años 2015 y 2016 y estaremos en el año 2017. También hemos tenido una importante participación
en los grupos navales de la OTAN, tanto en el mar Negro como en el mar Báltico. Hace unos meses desplegamos 3500 hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas en Polonia para la fuerza de alta disponibilidad. Actualmente, bajo mando canadiense, tenemos
350 en Letonia. Esto lo hacemos por solidaridad, pero también porque queremos que los países del centro, norte y este de Europa sean solidarios con nosotros en el sur. Creo que poco a poco hemos logrado abrir el abanico del interés de la OTAN y
así se van creando partenariados, no solamente con los países del Magreb sino también con los de Oriente Medio y otras zonas. Es una cosa que se conoce poco, pero, por ejemplo, algo que ha hecho España ha sido ayudar a que Colombia pudiese
participar en maniobras con un barco o en la Operación Atalanta. La Cumbre de Varsovia del año pasado consagró la OTAN en 360 grados y, siendo amenazas de distinta categoría las del este y las del sur, podemos decir que la OTAN hoy en día presta
atención a las dos.


Alguno de ustedes mencionó la posibilidad de que haya un narcoestado islámico. Contra eso se lucha. En la lucha contra el Dáesh hay muchos elementos, pero uno importante -y lo vemos en las campañas de Raqqa y Mosul- es que el Dáesh deje de
tener una base territorial; es clave que no la tenga. El hecho de que pierdan esa base territorial no quiere decir que desaparezca; además, puede aparecer en otros sitios. Los sitios con una cierta implantación de grupos yihadistas están más
cercanos que Oriente Medio. Libia, donde ha habido una presencia importante del Dáesh, o países del Sahel corren ciertos riesgos, pero no les quepa duda de que seguiremos trabajando para evitar que el yihadismo nos golpee.



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Creo que he respondido a lo que me han preguntado. Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor secretario de Estado. ¿Quiere alguna aclaración, señor Maura?


El señor MAURA BARANDIARAN: Sí.


La señora PRESIDENTA: Muy brevemente, por favor.


El señor MAURA BARANDIARAN: Gracias, señora presidenta.


Intervendré puntualmente para decir tres cosas al secretario de Estado, al que agradezco por supuesto su explicación. La primera es, evidentemente, que puede contar con nuestro grupo para apoyar la candidatura española al Consejo de
Derechos Humanos. No se le escapa al Gobierno que esa candidatura al final es una exigencia para que extreme en todo lo posible y necesario su vigilancia de los derechos humanos y cuide su actitud en relación con el cumplimiento de los mismos a
nivel internacional.


En segundo lugar, ha hecho usted una descripción sobre un cierto desacuerdo con la opinión que le he formulado antes en relación con la responsabilidad española de iure respecto al territorio no autónomo del Sáhara Occidental. Solamente le
tengo que recordar que desde el año 1976, año tras año, las Naciones Unidas han ido incluyendo al Sáhara Occidental en la lista de territorios no autónomos que el secretario general de la ONU publica anualmente, señalando a España como la potencia
legalmente obligada a cumplir con las responsabilidades de potencia administradora relativas al pueblo saharaui, tal y como son definidas por la Carta de Naciones Unidas, según el artículo 73 del capítulo XI, lo cual se puede apreciar en la última
edición de este informe anual publicado el pasado mes de febrero, donde, por cierto, un asterisco recuerda la versión oficial española, sin que ello impida que el secretario general siga incluyendo a España en la casilla correspondiente a las
potencias administradoras.


Dicho esto, hay un tercer aspecto que quiero subrayar. Usted ha explicado su opinión, la del Gobierno de España, respecto del reequilibrio necesario en nuestras relaciones en el Magreb, pero una cosa es que ustedes estén intentando trabajar
en ese reequilibrio -usted se ha referido a la estrategia suma cero, que era la anterior, pero creo que hay que pasar, aunque no lo ha dicho, a una estrategia win-win, donde todas las posibilidades son para la mejora y la eficacia en el trabajo de
la región- y otra la percepción que se tiene por parte de Argelia de la política del Gobierno español, que no es la misma. Por eso, en mi intervención he querido subrayar que ese reequilibrio no solo debe ser entendido por parte del Gobierno
español sino también por quienes son adjudicatarios de esa política, en este caso concreto, por parte de Argelia, que -insisto- no lo entiende de la misma manera. Supongo que habría que hacer un esfuerzo suplementario por parte del Gobierno
español.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Maura.


Señor secretario de Estado, ¿quiere hacer alguna aclaración?


El señor SECRETARIO DE ESTADO PARA ASUNTOS EXTERIORES (Castro López): Sí. Siempre hay que mejorar las cosas para que no haya malas percepciones. Las cosas no son como son sino como se perciben. Quizás antes me expresé mal. No he dicho
que antes hubiese una estrategia de suma cero, pero el efecto sí fue un ejercicio de suma cero. Desde luego, el Gobierno, y yo personalmente, intentamos en todo momento, primero, que haya equilibrio y, segundo, que sea percibido, porque ese
equilibrio es muy necesario. Ya lo he mencionado en mi intervención, pero nuestro ideal, aunque difícil, es la integración del Magreb. Nosotros conocemos los beneficios que ha traído a España su integración en la Unión Europea y, por lo tanto, sin
replicar modelos de una manera mecánica, tenemos algunas enseñanzas que ofrecer, y la integración regional suele producir bienestar en los ciudadanos de esos países.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor secretario de Estado.


Acabada esta comparecencia, levantamos la sesión, pidiendo antes a los portavoces que se acerquen un segundo para comentarles un tema.


Muchas gracias.


Era la una de la tarde.