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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 99, de 10/05/2007
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DIARIO DE SESIONES DE LAS CORTES GENERALES


COMISIONES MIXTAS


Año 2007 VIII Legislatura Núm. 99

PARA LA UNIÓN EUROPEA

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. DON CARLOS ARAGONÉS MENDIGUCHÍA

Sesión núm. 22

celebrada el jueves, 10 de mayo de 2007

en el Palacio del Senado



ORDEN DEL DÍA:


Comparecencia del Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, D.
Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé para informar sobre el futuro de Europa.
(Número de expediente Senado 711/000426 y número de expediente Congreso 214/000162)... href='#(Página2)'>(Página 2)


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Se abre la sesión a las diecisiete horas y diez minutos.



El señor PRESIDENTE: Señorías, se abre la sesión, a las cinco y diez de la tarde.



Se encuentra presente con nosotros, el señor ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, con la finalidad de informar a la comisión, a iniciativa propia, acerca de la situación y la perspectiva del Gobierno sobre el futuro de la Unión
Europea.



Agradeciendo su presencia, sin más, cedo la palabra al señor ministro.



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé): Muchas gracias, señor presidente.



Señor presidente, señorías, comparezco ante esta comisión para informar acerca del estado del debate sobre el futuro de Europa, dando así continuidad al esfuerzo que desde el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, y en particular
desde la Secretaría de Estado para la Unión Europea, se viene realizando para mantener informadas a las Cortes.



Existen hoy tres grandes cuestiones que configuran la agenda del futuro de Europa: el futuro del Tratado constitucional, la respuesta europea al reto de la ampliación y la denominada nueva política de vecindad. A ellas me referiré a
continuación.



En relación con el futuro de Europa, del Tratado constitucional, de lo que podríamos denominar la casa europea que tenemos que construir, como bien saben sus señorías, el período de reflexión iniciado en la Unión, en junio de 2005, tras los
resultados negativos de las consultas populares celebradas en Francia y los Países Bajos, puede darse ya por finalizado.
En efecto, en la Declaración adoptada en Berlín el 25 de marzo de este año con ocasión del 50.º aniversario de la firma de los
Tratados de Roma, se proclama con rotundidad -y cito textualmente-: nuestro empeño en dotar a la Unión Europea de fundamentos comunes renovados de aquí a las elecciones al Parlamento Europeo de 2009. La frase -y coincidiré con la mayoría de sus
señorías- puede resultar un tanto alambicada como consecuencia de la delicada negociación que llevó a su redacción final.
Pero el sentido último del mensaje es claro: la reflexión sobre la manera de aunar de nuevo nuestros esfuerzos para proseguir
con la construcción europea ha llegado a término y es el momento de la acción. Por ello, creo oportuno que hoy podamos intercambiar opiniones al objeto de que el Gobierno pueda recabar la sensibilidad de todos los grupos políticos y podamos
involucrarnos en lo que va a ser una fase importante de la negociación de la revisión del Tratado constitucional, con el máximo apoyo de todas las fuerzas políticas españolas.



La situación del debate constitucional europeo en estos momentos puede describirse someramente como sigue. Por un lado, tenemos una amplia mayoría de Estados miembros, dos tercios -para ser más concretos, 18 estados, España entre ellos-,
que han ratificado el Tratado constitucional, tratado que fue firmado, además, -conviene recordarlo-, por todos los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión, el 29 de octubre de 2004, en una solemne ceremonia celebrada en Roma. Este grupo de
Estados miembros considera, como se puso de manifiesto en la Conferencia de los Amigos de la Constitución, que tuvo lugar en Madrid el día 26 de enero, que el objetivo al que debemos aspirar es el de lograr un texto que permita que Europa se
enfrente más eficazmente a los desafíos del siglo XXI y pueda así responder mejor a las expectativas de sus ciudadanos. Los que constituimos este grupo creemos que el Tratado constitucional que firmamos, y que en España ratificamos tras un
referéndum nacional, responde plenamente a este objetivo. Creemos, además, que sus disposiciones responden a la diversidad y pluralidad de la Unión, son el resultado de una compleja y difícil negociación y reflejan delicados equilibrios de
distintos intereses políticos, sociales, económicos y jurídicos. Sabemos que los nuevos desafíos a los que se enfrenta la Unión: el cambio climático, la política energética, la inmigración, las nuevas pautas demográficas, el terrorismo
internacional, el crimen organizado, las nuevas tecnologías, la deslocalización de empresas, etcétera, requieren de mejoras en las políticas comunes de la Unión, sobre todo para hacerlas más eficaces, políticas que precisan a su vez de cambios
institucionales. El Tratado constitucional, a nuestro entender, aportaba soluciones razonablemente satisfactorias a todas estas necesidades. Por todo ello, estimamos que el nuevo acuerdo, sobre el que nos aprestamos a trabajar debe estar lo más
próximo posible al Tratado constitucional y debe respetar su sustancia y sus equilibrios. Hasta aquí, la posición básica de quienes hemos ratificado este nuevo Tratado.



En lo que concierne a quienes no lo han hecho, nueve Estados miembros, hay que efectuar varias distinciones. En primer lugar, hay un conjunto de cuatro Estados miembros: Irlanda, Suecia, Dinamarca y Portugal, que asistieron como
observadores a la reunión de Madrid del 26 de enero, los cuales han señalado claramente su disposición a suscribir el actual contenido del Tratado constitucional, siempre y cuando -aquí está el quid de la cuestión- se les pudiera confirmar que este
sería el texto definitivo. Están luego los dos Estados miembros cuyos ciudadanos rechazaron en referéndum la ratificación del Tratado: Francia y los Países Bajos.



En lo que respecta a Francia, la victoria este domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del candidato Nicolas Sarkozy hace prever que la República Francesa se va a inclinar en las negociaciones por intentar consensuar un
tratado, que se ha calificado de simplificado. El objetivo principal de esta posición será el evitar tener que convocar un referéndum nacional para la ratificación. Queda por determinar su contenido, en concreto, si se ceñiría básicamente a la
reforma institucional o se incluirían las principales innovaciones del


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Tratado firmado en 2004, como la extensión de la mayoría cualificada y los cambios en las políticas comunes. En cuanto a los Países Bajos, el nuevo Gobierno, en la carta que ha dirigido al Parlamento, parece inclinarse por una solución que
despoje de símbolos constitucionales al nuevo tratado y que ponga el énfasis en el respeto a la subsidiariedad, el papel de los parlamentos nacionales y los cambios institucionales, sin descartar tampoco por el momento los cambios en las políticas
comunes.
Quedan otros tres Estados miembros que no han ratificado el Tratado, y cuyas tomas de posición pública a lo largo de las últimas semanas han sido motivo de cierta preocupación.



En suma, la Presidencia alemana tiene ante sí un difícil desafío: encontrar en menos de seis semanas los mimbres suficientes para construir un consenso satisfactorio para los intereses de la Unión. España está dispuesta, desde luego, a
colaborar con la Presidencia alemana en este empeño.



El objetivo de la Presidencia alemana es lograr un acuerdo en junio próximo sobre un calendario de trabajo y, sobre todo, un mandato para una futura conferencia intergubernamental. En cuanto al calendario, se trataría de convocar en junio
mismo una conferencia para la revisión de los tratados actuales. Se piensa que la Comisión podría emitir su dictamen al respecto, según prevén los tratados actuales, durante el mes de julio, y que el Parlamento Europeo podría hacer otro tanto o a
más tardar pronunciarse durante el mes de septiembre. Ello permitiría que la conferencia iniciara su andadura a finales de septiembre o a principios de octubre. La intención, -siempre la intención de la Presidencia alemana- es fijar el mayor
número de detalles que se pueda en el mandato que se apruebe en junio, de modo que la conferencia intergubernamental revista en la medida de lo posible un carácter técnico, aunque todos sabemos que la frontera entre lo técnico y lo político es
extremadamente porosa. Si se me permite la simplificación, cabría decir que en una conferencia intergubernamental al uso, el 10 o el 20 por ciento del resultado de la negociación viene predefinido o condicionado por el mandato que la convoca, y
ahora lo que se pretende es que el mandato venga a representar un porcentaje mucho mayor del resultado final, quizás el 60, el 70 o, incluso, el 80 por ciento. Este objetivo explica la gran importancia que puede llegar a revestir el próximo Consejo
Europeo de junio. Una CIG breve debería poder terminar a tiempo de que en el Consejo Europeo de diciembre de este año, al final de la próxima Presidencia portuguesa, se constatara el acuerdo político final. La idea es, tras este acuerdo, dedicar
uno o dos meses a poner en limpio el nuevo tratado; esto es, a redactar en términos jurídicamente correctos y exactos los textos y a realizar las traducciones de estos a todas las lenguas oficiales de la Unión. Una vez listos los textos se
procedería a su firma a principios de marzo de 2008, y a continuación se abriría el período de ratificación del nuevo tratado por cada Estado miembro, de conformidad con sus propias disposiciones constitucionales. Este sería, no lo oculto, el
calendario más positivo; de ser así todo indicaría que el nuevo tratado podría entrar en vigor antes de las próximas elecciones europeas, que tendrán lugar en junio de 2009, con el fin de poder presentar el resultado de las negociaciones a los
ciudadanos. Este apretado calendario nos deja, por lo tanto, un plazo para las ratificaciones de unos 14 meses, posible, pero muy justo, para los estándares habituales en la Unión.



Debo resaltar en este punto que existe otra razón para realizar todos los esfuerzos posibles con el fin de contar con un texto en vigor antes de mediados de 2009, además de la importancia política de poderlo presentar a los electores
europeos. Me estoy refiriendo al hecho, a veces olvidado, de que en ausencia de un nuevo acuerdo en vigor antes del 1 de noviembre de 2009, en esa fecha debería estar nombrada una nueva Comisión, constituida, según las disposiciones de Niza, por un
número de comisarios inferior al número de los Estados miembros. Hay que tener en cuenta que, si bien esta reducción del número de comisarios está igualmente prevista en el Tratado constitucional, la reducción que establece el Tratado
constitucional no se aplicaría hasta 2014. Y existe el temor, no necesariamente infundado, de que esta discrepancia de calendarios, que fue resultado de una dura negociación en la última CIG, acabe por poner en riesgo el delicado entramado de
reformas institucionales previsto.



Les he informado sobre el calendario de trabajo que estaría previsto seguir en los próximos dos años si todo marcha adecuadamente y se alcanza un acuerdo satisfactorio en el próximo Consejo Europeo durante la Presidencia alemana. Paso ahora
a informarles sobre el fondo o el contenido del mandato que se espera poder acordar en el Consejo Europeo de junio, así como de los debates que son previsibles.



Como ya he indicado, la Presidencia alemana espera acordar en junio un mandato lo suficientemente detallado como para que la CIG transcurra con razonable soltura por cauces, digámoslo, esencialmente técnicos. La Presidencia- como es sabido,
ha optado -a mi juicio, con inteligencia por abordar la construcción de este posible y deseable consenso a través de contactos bilaterales confidenciales con los Estados miembros. Se ha procedido así a una ronda de contactos iniciada el 23 de abril
y finalizada el viernes de la semana pasada. La Presidencia, como pueden suponer, está tratando de sondear en estos contactos cuáles son los márgenes de maniobra de cada cual.



Nuestra posición en este ejercicio es constructiva, pero también cautelosa. Creemos que lo primero y primordial es acordar ese texto lo más próximo que se pueda al Tratado constitucional, esto es, pronunciarnos sobre el fondo, y que sólo
después podríamos examinar qué es preciso hacer para determinar la forma. A España le preocupa en este sentido, y así se lo ha hecho llegar a la Presidencia alemana, que los esfuerzos para alejarse formalmente del Tratado constitucional, en un


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afán de acercarse a las posiciones de quienes son más reticentes hoy a ratificarlo, acaben por desdibujar la sustancia y los equilibrios alcanzados en el Tratado firmado en Roma en 2004. Nuestra posición nacional en este contexto ha sido y
es muy reservada en relación con buena parte de las preguntas del cuestionario que ha utilizado la Presidencia alemana. Cuestiones como la de eliminar la Carta de Derechos Fundamentales del texto principal del Tratado, incluso si se salvaguardara
su valor jurídico a través de una referencia, o la de suprimir la referencia a la primacía del Derecho de la Unión no son, ni mucho menos, cuestiones meramente formales que carezcan de trascendencia a la hora de definir qué tipo de Europa queremos
todos. Despojar al Tratado constitucional de todos los elementos que reflejan que la Unión Europea es, además de una magnífica realidad económica, un proyecto político, es una opción que en opinión del Gobierno español sería inaceptable para los
españoles.



De alguna manera puede decirse que el Tratado constitucional fue un pacto en el que, alterando muy poco en términos relativos el contenido de los tratados actuales, salvo en los temas institucionales, los relativos a la acción exterior y los
referidos a la cooperación policial y judicial, se procedía, sin embargo, a dar un importante salto cualitativo en la forma y en los símbolos desde el punto de vista de la integración europea. Lo que no puede ser es que ahora dejemos caer
totalmente la forma y los elementos simbólicos como si estos carecieran de toda relevancia y, además, empecemos a insinuar concesiones sobre el contenido restante. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a propuestas como la de introducir en el Tratado
una llamada cláusula pasarela invertida, que permita que en un momento dado los Estados recuperen, por así decirlo, competencias que en la actualidad están transferidas a la Unión. Una operación de reforma así concebida en estos términos de
deconstrucción -si se me permite la expresión- sería, desde luego, muy difícil de explicar a la opinión pública española.



Dicho esto, según las informaciones de que disponemos puedo señalar que las cuestiones que la Presidencia alemana considera más sensibles con vistas a los debates en el Consejo Europeo son, en particular, las siguientes. En primer lugar, el
sistema de voto por doble mayoría. En segundo lugar, la Carta de Derechos Fundamentales y su lugar en el nuevo tratado. En tercer lugar, el paso de la unanimidad a la votación por mayoría cualificada en 47 nuevos ámbitos, especialmente en el
espacio de libertad, seguridad y justicia. En cuarto lugar, el refuerzo del control del respeto del principio de subsidiariedad, cuestión en la que algunos -como los Países Bajos, el Reino Unido o la República Checa- querrían que el sistema llamado
de alerta temprana pudiera llevar, a través de la intervención de los parlamentos nacionales, a que la Comisión tuviera incluso la obligación de retirar una propuesta y no solo de reconsiderarla si un número suficiente de parlamentos nacionales la
objetaran. En quinto lugar, la clarificación del reparto de competencias entre la Unión y los Estados miembros, con la eventual inclusión de una reserva expresa de competencias para los Estados miembros. En sexto lugar, la cuestión de la
personalidad jurídica única de la Unión y la desaparición de los pilares, cuestión técnica en teoría, pero que reviste una gran importancia práctica y simbólica. En séptimo lugar, la inclusión en el nuevo tratado de los llamados criterios de
Copenhague para la ampliación futura de la Unión. Y, en último lugar, la posible inclusión de otros contenidos como la lucha contra el cambio climático o el fortalecimiento de la política de inmigración, por ejemplo, con la creación de una policía
de fronteras. Este listado que acabo de citarles no es exhaustivo y, sin embargo, augura unos debates nada fáciles en las semanas que vienen.



Pero no se puede pretender alcanzar un acuerdo en el Consejo Europeo de junio a cualquier precio. Un tratado de mínimos, centrado eventualmente tan solo en las cuestiones institucionales, ni serviría a los intereses de la Unión -que
requieren también de la adaptación de las políticas comunes a los nuevos desafíos de la realidad social y económica internacional-, ni aseguraría por ello mismo, y lamentablemente, la paz interna en la Unión en lo que concierne a los debates sobre
su reforma.



En suma, estamos ante un momento crucial en la historia de la Unión y con un acuerdo que no va a ser fácil. En este contexto, España hará cuanto esté en su mano para ayudar a la Presidencia alemana en el logro de un consenso que sea
razonable y satisfactorio para los intereses nacionales y de la Unión. Para ello creemos firmemente en la necesidad de abordar los problemas reales de la Unión, que son los que preocupan a los ciudadanos, y no cerrar en falso el debate, pues ello
solo generaría frustraciones que empantanarían de nuevo a la Unión en muy breve plazo.



El porvenir de Europa depende de su capacidad para llevar adelante las reformas necesarias para el funcionamiento de la Unión ampliada, preservando los contenidos esenciales del Tratado constitucional, pero también depende de su capacidad
para articular adecuadamente las relaciones con su entorno inmediato. Quisiera pedir a todos los grupos políticos la confianza, el apoyo al Gobierno para seguir defendiendo esa sustancia y esos equilibrios que han quedado muy bien reflejados en el
actual Tratado constitucional.



Paso a continuación a referirme con brevedad a la política de ampliación y a la política de vecindad europea. La ampliación de la Unión Europea se encuentra en la actualidad adecuadamente enfocada. El Consejo Europeo de 14 y 15 de
diciembre de 2006 concilió de forma acertada la visión estratégica de la ampliación con la capacidad de la Unión para integrar nuevos miembros. No hay prioridad, sino paralelismo entre ampliación y profundización, situándose los dos conceptos en un
plano de igualdad y siendo las dos exigencias igualmente indispensables.



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Para España, para el Gobierno español, la adhesión de Turquía a la Unión Europea es una cuestión estratégica de primer orden que ha contado hasta ahora con el apoyo de todos los gobiernos. Confío en que así seguirá siendo en el futuro por
encima de los avatares de un proceso que es difícil y complejo para ambas partes. Tanto o más que el resultado final en sí de las negociaciones es importante mantener abierto el camino de Turquía hacia la Unión Europea. Ello se pone especialmente
de manifiesto en el contexto actual de la situación política interna del país: por un lado, la actual crisis nos recuerda que Turquía necesita todavía avanzar mucho en su proceso de reformas, pero, al mismo tiempo, gracias a las negociaciones de
adhesión la Unión Europea tiene una mayor capacidad de influencia positiva en favor de la estabilidad del país, pues recuerda que el único marco para resolver las diferencias es el que proporcionan las instituciones democráticas. Es necesario que
en este momento delicado la Unión Europea envíe un mensaje de confianza a Turquía. El comisario encargado de la ampliación, Olli Rehn, así lo ha entendido cuando ha declarado que la crisis actual de Turquía no debe verse reflejada en el proceso de
adhesión, que es un proceso largo y difícil.



La evolución de las negociaciones con Croacia es muy satisfactoria. Aunque no se puede hablar de fechas concretas, pues ello depende del desarrollo de las negociaciones, la futura adhesión de Croacia a la Unión Europea promete ser un factor
decisivo para la estabilidad de los Balcanes.



La lista de candidatos a la adhesión se cierra actualmente con la antigua República yugoslava de Macedonia. Es ya un Estado candidato, pero aún no se han iniciado las negociaciones de adhesión.



No deseo terminar la parte relativa a la ampliación sin hacer una referencia al resto de los Balcanes occidentales. El Consejo Europeo de Tesalónica en junio de 2003 ofreció a todos estos países una perspectiva europea. Esto supone un
largo camino detalladamente reglamentado en el que los países balcánicos abordan un profundo proceso de reformas políticas y económicas con la adhesión como horizonte. La perspectiva europea es el factor clave para la estabilidad y la reforma de
los Balcanes. La resolución definitiva de las cuestiones abiertas por las guerras de la pasada década y la consolidación de la cooperación regional, son dos requisitos para que la perspectiva europea sea una realidad.



Termino mi intervención refiriéndome a la política de vecindad europea.
Desde el año 2004 la Unión se ha dotado de una política de vecindad ambiciosa que constituye ya un pilar fundamental de su política exterior con los países de su
entorno inmediato en el este y en el sur. España se ha significado a la hora de impulsar este proceso que, desde nuestro punto de vista, debe estar presidido por las siguientes ideas. En primer lugar, una clara visión política: España defiende
que la política de vecindad sea más que una suma de instrumentos para responder a la idea de un verdadero espacio común compartido; nuestros vecinos deben percibir que disponen de un estatuto especial en su relación con la Unión Europea con
ventajas y compromisos mutuos. En segundo lugar, una correcta explicación y asociación con el sur: el gran reto de la política de vecindad en la actualidad es su asunción por nuestros socios. Y, en tercer lugar, el desarrollo de la idea de
estatutos avanzados con algunos países en sus relaciones con la Unión Europea, como es el caso de Marruecos y otros países del Magreb, y una reflexión sobre una cooperación reforzada entre los principales actores de la zona de la gran vecindad:
países del África occidental, Marruecos, Mauritania, España -en especial las islas Canarias- y Portugal -en especial Madeira y Azores-.



En el año 2007 abordaremos un nuevo impulso de la política europea de vecindad. A partir de una serie de propuestas de la Comisión los ministros de Asuntos Exteriores de los 27 hemos decidido profundizar en esta política. Se trata de un
trabajo en curso; la Presidencia alemana presentará un informe de progreso al Consejo Europeo de junio, y está prevista la celebración de una gran conferencia a nivel ministerial en otoño que reunirá a los 27 con los socios de la vecindad.



Termino mi intervención, pidiendo de nuevo el apoyo de todos los grupos políticos para seguir trabajando en esa empresa que moviliza a todos los españoles, que es una Europa más política, más integrada, que mire al futuro y que sea un actor
creíble en la comunidad internacional.



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor ministro.



Turno de portavoces.



En primer lugar, por el Grupo Parlamentario Popular tiene la palabra el señor Moragas.



El señor MORAGAS SÁNCHEZ: Gracias, presidente. Gracias, ministro.



En primer lugar quiero agradecer en nombre de mi grupo al ministro don Miguel Ángel Moratinos su comparecencia en esta comisión mixta a petición propia.



Tras una primera valoración de lo que ha sido su relato, señor ministro, le podría decir que coincidimos con sus apreciaciones acerca del carácter ideal del calendario descrito. También constatamos que no existe una posición cerrada por
parte del Gobierno para afrontar esa negociación, y que las líneas rojas que usted nos ha dibujado son muy tenues, obedeciendo, supongo, al carácter abierto de esas negociaciones.



Pero permítame, señor ministro, que también alberguemos alguna duda acerca del carácter abierto de la negociación, una duda tenue en el sentido de que podría ser que el escenario estuviera más cerrado de lo que parece.
En ese sentido, me
veo en la obligación de trasladarle esa inquietud, es decir, que otros actores fundamentales en este proceso hayan estado negociando, y que lo que parece abierto, como digo, esté más cerrado.



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En todo caso, resulta evidente que la Unión Europea se encuentra en uno de esos momentos cruciales para definir su futuro y el de todos los europeos. El mundo vive vertiginosas transformaciones, y el tiempo de la reflexión -como usted ha
dicho- va tocando a su fin y hay que dar paso ya al momento de la acción, dicho de otro modo, ha llegado la hora de que el inmovilismo dé paso al reformismo y que la urgencia por esperar sea relevada por la urgencia por actuar. Hasta aquí creo que
en lo fundamental podemos estar básicamente de acuerdo.



El Gobierno de España celebró no hace mucho, como usted ha mencionado, una suerte de cumbre conocida como Amigos de la Constitución, cumbre que se celebró en Madrid, y de la que al menos el Grupo Parlamentario Popular percibió que salía un
mensaje bastante claro de defensa de la Constitución aprobada en referéndum por todos los españoles, defensa esta que estaba más vigorosa que nunca. Incluso se planteó la posibilidad de defender la integridad del texto con un añadido que podría
consistir en un protocolo social que limase las resistencias que había mostrado en su momento el electorado francés, dado que, según usted ha declarado en más de una ocasión, el sesgo excesivamente liberal que destilaba ese texto podría haber
ocasionado ese rechazo por parte del electorado francés.



Yo recuerdo bien aquella conversación que mantuvimos junto con otros portavoces, y espero que usted también la recuerde. Usted opinaba que en el caso de que en Francia ganase Nicolás Sarkozy -evidentemente ese debate se planteó- el nuevo
presidente de la República tendría serias dificultades para eludir un referéndum que, en todo caso, era la fórmula que proponía la candidata Ségolène Royal. Yo le dije entonces que me parecía muy arriesgado por su parte erigirse en intérprete del
'no' francés al Tratado constitucional; pero, en todo caso, esa es una cuestión que nos llevaría mucho tiempo debatirla. De cualquier forma, coincidirá conmigo en que tras la victoria de Nicolas Sarkozy su interpretación, como mínimo, estaba un
poco desenfocada.



Señor ministro, concédanos el derecho a la inquietud. Me explicaré. El problema, señor Moratinos, es que el presidente del Gobierno acudió a Francia a respaldar en un mitin político a una candidata, hoy derrotada, que defendía un Tratado
ampliado -conocido en la jerga de los que nos dedicamos modestamente a estas cuestiones como tratado plus-, pero al mismo tiempo los españoles descubríamos, viendo en la televisión un poco alucinados y en directo el debate entre Ségolène Royal y
Nicolas Sarkozy, que el entonces candidato popular y hoy presidente electo de la República Francesa había obtenido el respaldo del señor Zapatero a su fórmula de minitratado, tratado abreviado, simplificado o tratado fundamental, como quiera
llamarle usted.



Señor ministro, ¿cómo nos puede justificar usted semejante despropósito político? Tengo la impresión de que cada vez hay más gente convencida dentro y fuera de España de que Zapatero no podrá seguir prometiendo apoyo a proyectos distintos y
a personas diferentes todo el tiempo. Pero lo más grave en nuestra modesta opinión, desde una perspectiva de higiene democrática, es que los españoles que fueron empujados a acudir a las urnas en un referéndum que calificamos de precipitado, hayan
sido olímpicamente preteridos por el Gobierno mientras que el pueblo francés hoy en día está mejor informado de lo que piensa Zapatero que el propio pueblo español. Creo que lo que le estoy diciendo lo entiende todo el mundo y es muy sencillo: los
españoles se merecen una explicación de su presidente, porque si no podrían llegar a pensar que para recibir esa explicación de su presidente lo mejor sería cruzar los Pirineos y hacerse franceses, pero estoy convencido de que ni siquiera a usted
podría agradarle esa esperpéntica eventualidad.



Señor ministro, es conocida ya en el mundo entero la capacidad de su presidente de acertar en los diagnósticos electorales de nuestros más firmes aliados naturales. Reconozca que las apuestas equivocadas de Zapatero en los Estados Unidos
primero, las de Alemania después y las de Francia ahora, no constituyen un crédito creíble de nuestro presidente a la hora de leer las tendencias internacionales de nuestro entorno. Si bien no es bueno para España que su presidente se exponga tanto
al error público internacional, lo cierto es que hoy mi intención no es regodearme en el constipado olfato político internacional del presidente sino la de parlamentar con el Gobierno y con usted acerca del futuro de España en Europa.



Señor ministro, mi grupo parlamentario y mi partido apuestan por romper la parálisis en que se encuentra instalada la Unión. El Partido Popular defiende la integración europea y considera necesaria la reforma de los tratados y su adaptación
a la nueva realidad con sus desafíos y oportunidades. Por tanto, lo que espera es que el Gobierno apueste con inteligencia y tacto en esta ocasión. Pero, señor ministro, si bien la dinámica de desbloqueo es positiva per se, hay que ser muy
conscientes de que en ese proceso, por desgracia, puede haber ganadores y perdedores, y por ello resulta comprensible que nosotros estemos empeñados en pertenecer al primer grupo y no de nuevo al segundo.



Desgraciadamente, tenemos la impresión, por lo ocurrido hasta ahora, que el Gobierno de España lleva un mal camino, y los precedentes nos indican que Zapatero no sabe o no quiere negociar con fuerza y determinación. Ahí está la pérdida de
fondos que ha sufrido España, la pérdida de peso en el Consejo en relación con Niza..., en fin, usted conoce nuestra posición en estos temas, que hemos debatido intensamente en sede parlamentaria.



Concédanos por lo menos el derecho a ser escépticos acerca de la capacidad de desafío y del tono vital del presidente para sentarse en la mesa de negociaciones europeas. No veo yo que Zapatero haya visitado las capitales europeas para
defender nuestra posición, y me temo que su actitud es de natural proclive a conceder un triste endoso a lo pactado por los mayores. Es la impresión que tiene mi grupo parlamentario, pero no es de


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ahora, sino que se viene arrastrando a lo largo de toda la legislatura, y yo, con el mejor de los talantes, la pongo encima de la mesa para que ustedes sepan cómo afrontamos este importante momento político.



Sea cual sea la solución, España no puede aparecer como un actor de segunda dispuesto a endosar el acuerdo de los grandes sin negociar, al borde del veto si hace falta, hasta la última coma de ese acuerdo para que el interés general de los
españoles quede en el lugar que le corresponde.



Señor ministro, no dejen suelto al presidente en este tema capital.
Recurra a lo mejor de nuestra carrera diplomática para dar la batalla de España en Europa. Usted tiene la responsabilidad de intentar salvaguardar la posición tradicional
de España en Europa y la obligación de que ese tesoro quede al abrigo de los siempre agrios avatares que nos dispensa la política interna de Zapatero. España se la juega, y sobre todo se la juegan las nuevas generaciones de españoles. Ustedes
tienen la oportunidad de definir la posición que van a tener los españoles y nuestro país en la Europa del siglo XXI. Esa es la dimensión del desafío.
No se lo tome usted a mal, pero la impresión generalizada que tenemos es que a día de hoy su
posición de salida se presenta opaca, confusa y con algunos atisbos de ser calificada incluso de subalterna. Y todo ello, créame, es todavía remediable.



Nuestra vocación europea está de sobra acreditada, al igual que nuestro sentido de Estado a la hora de defender a nuestro país en Europa. Fue el líder de mi partido, Mariano Rajoy, quien rompió el hielo respaldando el Tratado
constitucional. Ahora les corresponde a ustedes la tarea de fundir el hielo dirigiéndose al más alto nivel a mi partido para intentar recabar nuestra colaboración.



Le pido, señor ministro, con la mejor de las actitudes, que recuerde que no es ésta una cuestión que deba dirimirse por criterios fotogénicos ni de oportunismo político ni de cortoplacismo. Estamos hablando de que el Gobierno necesita a la
oposición para que España gane en la Europa del siglo XXI el lugar que se merecen todos los españoles. Usted sabe que cuando se han presentado desafíos de esta naturaleza el principal partido de la oposición ha demostrado que sabe estar al lado del
Gobierno y que tiene un sentido de Estado acusado. Por tanto, le reitero uno de los puntos que aquí he relatado: trasládele al presidente del Gobierno la necesidad de que busque la interlocución más alta posible en el principal partido de la
oposición para abordar de forma conjunta y responsable este importante desafío.



Muchas gracias, señor ministro. Gracias, señor presidente.



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor portavoz del Grupo Parlamentario Popular.



Tiene la palabra el señor Gasòliba.



El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Señor presidente, ¿con qué criterios está llevando a cabo la dación de palabra?


El señor PRESIDENTE: Con el habitual.



El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Mi grupo está antes que el Grupo de Convergència i Unió.



El señor PRESIDENTE: Por eso lo digo, señor portavoz del Grupo Vasco. He dado la palabra al señor Gasòliba.



¿Cuál es su observación? Entiendo que es el criterio habitual, salvo que algún miembro de la Mesa o el compareciente me diga lo contrario. Es decir, interviene primero el grupo mayoritario en la comisión y termina el grupo mayoritario en
el Pleno del Congreso de los Diputados. Por poner nombres, les diré que empieza el Grupo Parlamentario Popular y termina el Grupo Parlamentario Socialista y en el intermedio le corresponde el segundo turno al grupo catalán. Pero si hay alguna
dificultad, no tengo ningún inconveniente en escuchar la observación.



¿Alguna duda?


(Denegaciones.)


Adelante, señor Gasòliba.



El señor GASÒLIBA I BÖHM: Gracias, señor presidente.



Señor ministro, en primer lugar, quiero darle las gracias por la información y por la explicación del posicionamiento del Gobierno -como muy bien se ha definido aquí- ante una nueva etapa que abre la esperanza a poder reconducir y concretar
la necesidad de la reforma institucional y política que precisa la Unión Europea y que desgraciadamente ha quedado bloqueada durante dos años después del resultado negativo de los referendos holandés y francés. Ayer tuvimos ocasión en el Pleno del
Senado de comentar, aunque más brevemente, en el turno de preguntas orales, alguno de estos extremos.



Me permito insistir en dos o tres temas que son el núcleo central de nuestra posición. El primero -como usted muy bien ha dicho- es que hay una amplia mayoría de países y de la población de la Unión Europea que ha ratificado los tratados.
Por lo tanto, este es un activo importante a defender. Es decir, los que están en minoría son los que no han ratificado los tratados. Por consiguiente, entiendo que la responsabilidad es de estos gobiernos para aproximarse a lo que ya es un activo
por parte de la propuesta que está en el Tratado, por el cual se instituye una constitución para Europa. Es cierto que la regla de la unanimidad impide pensar que se pueda llegar a aplicar el Tratado tal y como está, pero es verdad que sería bueno
establecer una mayor presión en la opinión política, en el propio Consejo Europeo, sobre los que, por una parte y como usted bien ha dicho, en octubre de 2004 en Roma firmaron y adquirieron una responsabilidad que se tendría que traducir en mostrar


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que tienen realmente la representación de su país cuando firman un tratado.



Este razonamiento -insisto- tampoco pretende ser ingenuo. Ya sabemos que hay una serie de países que tienen un gran peso. La posibilidad de poder aplicar el Tratado lleva a la negociación o a la renegociación, que entiendo que es lo que
ahora se inicia con las propuestas que la presidencia alemana ha presentado y que deberían concretarse en el Consejo Europeo del próximo mes de junio.



Sin embargo, nuestra principal preocupación es doble: la primera es la de contenidos. Si el minitratado es dividir el actual tratado en dos y presentarlo más en la parte de la reforma institucional y política y la parte que es más de
funcionamiento llevarlo a otro nivel, tengo que decir que esto no nos preocupa, lo que nos preocupa son otros temas que se han citado, sobre todo el de ampliar los ámbitos de decisión por mayoría cualificada. Un asunto que para mí es muy
emblemático, -y en una reunión que celebró esta comisión con el embajador de Alemania ya se dijo que no se veía nada claro poderlo salvar en el futuro tratado- es el de la figura de la Presidencia de la Unión, que permitiría identificar a la
ciudadanía europea una figura que tendría un mandato de cinco años, que fijaría la agenda y que representaría al Consejo y a la Unión; una figura clara para dirigir las políticas a medio plazo y su representación a lo largo de este tiempo, con la
incorporación de nuevas necesidades que han aparecido de manera clarísima desde el año pasado, como, por ejemplo, el dotarse de una política energética a nivel de la Unión Europea. Es decir, los contenidos políticos, la representación de la Unión
la capacidad de actuar y consolidar la dimensión política de la Unión Europea y su representación institucional es lo que nos preocupa.



Hay una cuestión que me interesa y aunque tal vez no es el momento oportuno de tratarla, me gustaría conocer su opinión sobre ella. Es cierto que para forzar y mostrar la capacidad que se tendría para conseguir una Unión a muy alto nivel o
con muy alto contenido político y representación política nosotros tenemos ya la figura que se ha ampliado con los contenidos que hay en el ámbito de las decisiones por mayoría cualificada, que es la de los mecanismos de cooperación reforzada.

Verhofstadt, el primer ministro belga, y Jean-Claude Juncker, el primer ministro luxemburgués, ya han insistido en este asunto. Es decir, por qué no ir a la prefiguración de un núcleo duro dentro de la Unión Europea sin saltarse el Tratado o al
menos explicar a los que se han de sumar a la ratificación que esto es posible y que hagan el favor de sumarse, porque si no lo hacen se llegaría a lo que se ha querido evitar siempre, la Europa de las dos velocidades, pues a medio plazo de manera
inevitable estaríamos en otro sitio los que defendemos una mayor profundización en la dimensión política institucional de la Unión Europea. Defendemos esto y por lo tanto, al menos como elemento de presión, quiero recordar que esta posibilidad
existe durante este período.



Finalmente, le agradecería que nos comentase un asunto que ha salido estos días con la actual presidencia alemana, que creo que tiene una trascendencia importante en el futuro de la dimensión de las relaciones exteriores de la Unión, y que
es la reunión que se ha celebrado en Washington el 30 de abril pasado -si no recuerdo mal- sobre la Agenda Transatlántica. Me gustaría que nos hiciera una valoración de los contenidos y de la perspectiva que prevé a medio plazo en las relaciones
entre Estados Unidos y la Unión Europea.



Muchas gracias.



El señor PRESIDENTE: Es el turno del Grupo Parlamentario de Senadores Nacionalistas Vascos.



Tiene la palabra el señor Anasagasti.



El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Muchas gracias, señor presidente.



Muchas gracias, señor ministro. Usted nos ha pedido en reiteradas oportunidades apoyo, y nosotros lógicamente se lo ofrecemos, siempre y cuando haya una comunicación continua y suficientemente exhaustiva.



En relación a la información que nos ha dado usted hoy sobre el calendario, los plazos, los dos años de trabajo que quedan, que están muy condicionados no solamente por la postura de su Gobierno, sino fundamentalmente por otras
coordinaciones que hay que realizar, eso no hay mucho que decir. Sí nos ha parecido interesante su observación sobre que se van a oponer a esas políticas de renacionalización que hay en marcha, a esa reducción de la legislación comunitaria y esa
vuelta a puntos ya superados en la propia construcción de la Unión Europea; esa música nos parece interesante, sobre todo como lo ha dicho usted que lo ha resumido en dos palabras: Ustedes apuestan por una Europa política y con políticas comunes.
Yo creo que esa es la clave de lo que puede ser el futuro de una Unión Europea, que está estancada, bloqueada.



Como ya se han dicho aquí muchas cosas y no desearía reiterarme en ellas, solo quiero hacer unos comentarios y me gustaría que usted, si fuera posible, me contestara políticamente a lo que le voy a plantear.



Hoy ha dimitido el primer ministro británico Tony Blair, y es una noticia relevante. Presumiblemente va a ser sustituido por el señor Gordon Brown.
Nos gustaría saber si cree que esto va a significar un cambio a la hora de abordar
distintas políticas. Creemos que es una noticia de suficiente enjundia como para que usted la comente, sobre todo en el día de hoy.



En segundo lugar, el pasado lunes se produjo el Acuerdo de Stormont, que es una noticia de relevancia europea, que ha tenido un apoyo europeo y en todos los discursos que se realizaron ese mismo día en el castillo de Stormont se hizo mucho
hincapié al apoyo que ha dado Europa a este acuerdo. ¿Usted cree que este tipo de acuerdo se pueden de alguna manera, como ha dicho Su Majestad el Rey, seguir intentando en otros lugares?


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Ese es un tema europeo y no solamente circunscrito al Estado español.



Usted ha reconocido que hay una evidencia: a partir de la semana pasada hay un nuevo presidente en Francia, y esa presidencia francesa va a ser muy importante. Da la casualidad de que el señor Sarkozy ha dicho pública y categóricamente que
no está de acuerdo con el ingreso de Turquía en la Unión Europea y, sin embargo, usted ha dicho que hay que mandar un mensaje de confianza a Turquía. ¿No sé cómo se puede compatibilizar ambas cosas?


Y sobre todo me gustaría saber qué van a hacer ustedes para que no se consolide de nuevo el eje francoalemán. El eje francoalemán ha sido muy importante porque los dos países han sido los motores de la construcción europea durante muchísimo
tiempo. En estos últimos años, como consecuencia del no francés al Tratado constitucional, Francia ha estado en una situación de semihibernación política. Sin embargo, ahora se puede volver a producir ese eje Sarkozy-Merkel, que deje de lado a
distintos países. Me gustaría saber si ustedes lo tienen en cuenta y van a hacer algo para contrarrestar eso y para estar mucho más presentes que lo que están en la actualidad.



Señor ministro, usted ha hecho un comentario sobre la reducción de los comisarios, pero también hay elecciones en el 2009 al Parlamento europeo y se van a reducir parlamentarios; el Estado español va a perder parlamentarios. Me gustaría
saber si se va a consolidar lo que en su día se habló en Niza.



Asimismo, me gustaría saber si usted está satisfecho con la declaración de Berlín con motivo del 50 Aniversario del Tratado de Roma, porque se habían cifrado muchas esperanzas en esa declaración. Ustedes mismos hablaron en el mes de enero,
cuando se reunieron aquí en Madrid, de esa declaración, pero nos da la impresión de que ha sido una declaración demasiado ambigua, demasiado genérica y algo lejana, que no va a condicionar el futuro absolutamente en nada.



Se han hecho aquí comentarios sobre las apuestas del presidente del Gobierno erradas, cuando en su día hizo un comentario crítico respecto a la hoy canciller Angela Merkel y la apuesta del presidente del Gobierno por Ségolène Royal. En el
primer caso yo puedo estar de acuerdo en que no fueron afortunadas aquellas declaraciones, pero en la segunda entiendo que hay una solidaridad de partido que se tiene que expresar, independientemente de quien gane. Lo importante es que, una vez que
haya ganado quien sea, se pueda establecer una buena relación política. Y nos gustaría saber si eso se va a producir, si se ha producido .



Para mí, que tengo una gran veneración hasta cierto punto por el señor Delors, la fotografía previa al día electoral de Francia entre Ségolène Royal y Delors también era una buena apuesta y una buena fotografía. Por tanto, yo no creo que
haya que alarmar y andar haciendo comentarios catastrofistas porque no va a cambiar absolutamente la cuestión.



Y, finalmente, señor ministro, se está trabajando en varios países sobre una historia común. ¿España va a trabajar en estas iniciativas respecto a una historia común europea?


Muchas gracias, señor presidente.



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Anasagasti.



Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el señor Moscoso.



El señor MOSCOSO DEL PRADO HERNÁNDEZ: Muchas gracias, señor presidente.



Señorías, quiero comenzar agradeciéndole al ministro su comparecencia a petición propia realizada hoy en el Senado, un día después de que celebrásemos ayer, el 9 de mayo, el día de Europa -me parece una fecha muy adecuada- y quiero
transmitirle mi apoyo y coincidencia con el contenido de su discurso.



Queremos también desde el Grupo Parlamentario Socialista felicitar al Gobierno por las actuaciones desarrolladas en los últimos meses en materia europea y en relación a la aprobación del Tratado constitucional europeo y su debate durante
este semestre que está en un momento clave; y le felicito sinceramente aprovechando para decir que mi grupo no busca en este momento el consuelo, porque no le hace falta, en el éxito de otros partidos de otros países como compensación por derrotas
o fracasos cosechados en España. Y quiero aprovechar para felicitar en nombre del Partido Socialista Obrero Español al nuevo presidente de Francia, al señor Sarkozy, por su victoria en las elecciones, victoria conseguida con claridad a pesar de no
haber contado con el apoyo del señor Rajoy durante la campaña, lo cual sin duda pesado en su contra, asegurando que estoy convencido de que se ha tratado con mucho respeto al partido socialista francés, más que del que en ocasiones algunos
portavoces utilizan para hablar de nuestro presidente de Gobierno.



Quiero recordar cuáles han sido las actuaciones del Gobierno en estos últimos meses para destacar la claridad de actuación.



En enero hubo una reunión en Madrid, el día 26, a la que asistimos todos los portavoces de esta Comisión de Asuntos Exteriores -por el Partido Popular acudió el señor Arístegui- de la cual dio buena cuenta el señor secretario de Estado el
día 22 de febrero en comparecencia en esta comisión. De aquel encuentro se obtuvo una declaración que decía con absoluta rotundidad que dieciocho países más cuatro estaban a favor de mantener las sustancia y los equilibrios del Tratado, cuestión
dicha en el momento oportuno y que sin duda va a condicionar el futuro de esta difícil negociación.



Después de aquello, a continuación de poner fin al proceso de reflexión, se produjo la declaración de Berlín el 25 de marzo, declaración que también contiene importantes avances en esta difícil y tortuosa senda. En ella el Gobierno español
incluyó una importante referencia a


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la cuestión de la emigración, para que sea cada vez tratada con más claridad como cuestión europea, y por primera vez se fijó como fecha límite para alcanzar un acuerdo el año 2009, antes de las elecciones al Parlamento europeo.



Después hemos seguido trabajando en España, en Bruselas y en otras partes, y quiero recordar, por ejemplo, la declaración institucional que con motivo del Consejo de Berlín aprobó por unanimidad el Congreso de los Diputados.



Por eso aceptamos y valoramos muy positivamente que en este momento, en el momento de la verdad, como ha dicho el ministro, haya que pasar a la acción y que esta situación merezca un análisis detallado, como se ha hecho, de cuál es la
sensación y la actitud de cada uno de los 27 estados miembros, considerándolos uno a uno en cuanto a su percepción ante la realidad de qué opinan sobre el Tratado constitucional. Creemos que es muy importante y valoramos positivamente la claridad
de la posición española, la posición que se ha traducido en el cuestionario que el Gobierno ha trasladado a la presidencia alemana, y agradecemos el esfuerzo que ha hecho el ministro al transmitir cuál es dicha posición en tantas cuestiones, como
los símbolos comunitarios, la importancia de mantener la primacía del Derecho comunitario respecto a la Carta de Derechos Fundamentales, las modificaciones de políticas comunes que aparecen en el Tratado, el refuerzo de las votaciones por mayoría
cualificada, la doble mayoría, la reforma institucional, etcétera.
También quiero recordar que son importantes otras cuestiones para España, como el mantenimiento del carácter ultraperiférico de las islas Canarias, como me recordaba hace un momento
un diputado de esa región de mi partido.



En definitiva, estamos totalmente con el Gobierno en este momento porque creemos que es importantísimo aprovechar el impulso de la presidencia alemana para sacar adelante la sustancia y mantener los equilibrios del Tratado constitucional.
No se pueden defraudar las expectativas de tantos ciudadanos. No se puede defraudar el impulso que comenzó hace ya unos años en Laeken que llevó a la Conferencia Intergubernamental y al borrador del Tratado que firmaron -hay que recordarlo- todos
los estados miembros, incluso los más críticos con su contenido en estos momentos y que ya ha sido ratificado por una amplia mayoría de ciudadanos.



Entendemos que es importante lo que ha dicho el ministro: la necesidad de establecer una hoja de ruta clara para los próximos meses, una conferencia intergubernamental que, al contrario que otras de otros tiempos, va a tener un porcentaje
de contenidos, tal y como esperamos determinados en una cantidad muy elevada. También afirmamos la necesidad de enriquecer su contenido con temas nuevos: la emigración, la energía, las nuevas tecnologías, etcétera. Estamos convencidos de que va a
ser así y también sabemos que es una solución difícil, con lo cual es muy importante que expresemos claramente nuestro total apoyo al Gobierno.



Segundo punto de la comparecencia: la ampliación. Creemos también que es muy relevante la consideración de que el permanente avance en el equilibrio entre los dos vectores que desde que se creó la Comunidad europea hace ya 50 años esto es
entre profundización y ampliación, el famoso deepening and widening, siga adelante.



Reafirmamos también la posición de nuestro partido de que la ampliación hacia Turquía es una cuestión estratégica. ¿Por qué? Porque será bueno, no solamente para los turcos, sino para los europeos. Es bueno y positivo para el papel de
Europa en el mundo, que es el que queremos que sea: un actor prioritario y primordial que exige tener un presencia global que gracias a Turquía se comprobará, y también porque esa cuestión enlaza plenamente con otra: la política de vecindad que
obviamente también forma parte de los objetivos que todos queremos para Europa.



Es evidente que para conseguir que la ampliación y la política de vecindad sean lo que deseamos necesitamos el contenido del Tratado constitucional, de modo que vuelvo a la primera parte, porque ahí están las herramientas, los instrumentos
que pueden hacer posible que Europa sea capaz de afrontar esos retos y esas cuestiones que a escala nacional ya no se puede. No lo pueden hacer las naciones. No lo pueden hacer los partidos políticos a escala nacional y solamente se puede hacer
con proyectos como el europeo.



Nada más y muchas gracias.



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Moscoso.



Si el señor ministro quiere contestar a los portavoces, tiene la palabra.



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé): Muchas gracias, señor presidente.



Gracias, a todos los intervinientes. Creo que ha sido oportuna la petición de comparecer hoy aquí . Ayer -lo ha recordado el portavoz del Grupo Socialista- era el día de Europa. ¿Qué mejor regalo podemos dar a la ciudadanía española, que
piensa y se compromete tanto con Europa, que el que los responsables políticos nos reunamos un día después precisamente para discutir y debatir sobre la manera y el método para dar más fuerza al proyecto europeo y lograr esa integración europea con
la aprobación definitiva, ratificación definitiva del futuro tratado constitucional de la Unión Europea?


Quisiera agradecer a todos los portavoces el tono y la voluntad constructiva de apoyar al Gobierno con los matices y lógicas críticas que pueden ser absolutamente razonables por parte de la oposición y que voy a tratar de clarificar para que
cuando el Gobierno tenga que enfrentarse con la negociación pueda negociar con el apoyo de todas las fuerzas políticas y, por tanto, con mayor capacidad de actuación para defender lo que todos hemos defendido y el pueblo español ratificó por
referéndum:


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la sustancia y los equilibrios del actual Tratado constitucional.



Por lo tanto, voy a responder a cada uno de los portavoces y empezaré con el del Grupo Popular. Quiero agradecer al señor Moragas su intervención, sus coincidencias en lo que es el proceso que la presidencia alemana ha puesto sobre la mesa.
Lógicamente tiene dudas porque el proceso está muy abierto. A todos nos gustaría que estuviese más cerrado, pero las cosas son como son y en estos momentos es difícil dar más información de la que ya he dado en mi intervención, porque muchos de los
elementos que he trasladado a todas sus señorías los hemos ido recabando de las múltiples gestiones y contactos que se realizan a todos los niveles, desde el propio presidente del Gobierno, el secretario de Estado o yo mismo, hasta los distintos
funcionarios que están involucrados en la negociación y revisión del Tratado constitucional.



Por lo tanto, la única línea roja, que lógicamente ya he señalado en mi intervención, es que no habrá un tratado de mínimos. Esa es nuestra línea roja. No creo que el Gobierno ni la sociedad española ni los distintos grupos políticos
podamos aceptar un desmantelamiento total y absoluto del actual Tratado constitucional. Insisto en que esa doble referencia a la sustancia y a los equilibrio del actual Tratado constitucional es lo que reflejará esa línea roja, ese tratado mínimo
que nuestro Gobierno podrá aceptar.



La iniciativa que adoptamos convocando esa reunión de los denominados Amigos del Tratado Constitucional fue la que determinó el inicio del debate, o sea, pasar de la reflexión a la acción, que fue donde fijamos la posición dos tercios de los
ciudadanos europeos, 18 estados miembros.
La Presidencia alemana y los otros estados miembros que tienen dificultades con el actual texto saben cuál va a ser la posición de esos 18 estados miembros más esos cuatro que -como he señalado- tienen una
posición favorable al contenido, a la sustancia y a los equilibrios del actual Tratado.



No vamos a entrar en el debate que tuvimos en el pasado. Lógicamente en política hay que adaptarse a las realidades que van surgiendo en los diferentes países como consecuencia de elecciones democráticas y de opciones políticas que todos
los países y estados miembros deciden establecer, y lo que tenemos que hacer como país es defender nuestra posición, nuestros intereses, nuestra capacidad de interlocución para alcanzar lo máximo, y por eso he dicho que hemos de separarnos lo mínimo
del actual Tratado constitucional.



No coincido con la apreciación que ha descrito el señor Moragas de que nuestra posición es opaca, confusa y sin demasiada iniciativa. No es opaca porque les hemos trasladado toda la información. Seguro que hay pocos parlamentos y pocos
diputados europeos que conozcan al día de hoy toda la información que hemos trasladado esta tarde aquí en la Comisión Mixta Unión Europea, Senado y Congreso de los Diputados.



No creo que tampoco hayamos olvidado este proceso de reflexión. Hicimos dos informes de revisión, de información, de cómo se seguía debatiendo en el período de reflexión la situación del Tratado constitucional. No hemos sido, por tanto,
nada opacos, sino lo más transparentes posible. No hay, por consiguiente, ninguna confusión. La confusión no existe. La posición española, del Gobierno español, como no podía ser de otra manera, es defender al máximo el Tratado constitucional, su
sustancia y sus equilibrios, y luego lógicamente, como queremos una Europa en movimiento, una Europa que funcione, una Europa política -como bien ha dicho- con políticas comunes -como ha dicho el senador Anasagasti- , al final queremos que la
Presidencia alemana y el conjunto de la Unión podamos, de una manera definitiva pasar página y tener ese texto final que pueda contar con la ratificación y la aprobación de todos los estados miembros.



La iniciativa la hemos tenido. Vuelvo a reiterar que hemos tenido iniciativa porque fuimos los que convocamos con Luxemburgo esa reunión de los 18 países amigos de la Constitución. Por tanto, no hemos estado cruzados de brazos sino
animando el debate, fijando la posición de la mayoría de los países miembros favorables al tratado constitucional, y en este momento, estamos manteniendo contactos prácticamente con todos los países esenciales que, lógicamente, determinarán cómo se
van a desarrollar las negociaciones de aquí al final de la Presidencia alemana.



No voy a polemizar sobre las relaciones del Gobierno o del presidente del Gobierno con Francia y Alemania; sin embargo, sí me gustaría aclarar que desde el momento en que llegamos al Gobierno -a pesar de que no siempre el Partido Popular lo
entendió o no lo quiso ver en esa dimensión-, dijimos que era fundamental mantener una relación privilegiada con Francia y Alemania. Así lo hemos mantenido en todo momento desde el inicio de nuestro Gobierno y lo vamos a seguir manteniendo, tanto
con el canciller Schroeder como con la canciller Merkel y tanto con el presidente Chirac como con el presidente Sarkozy. Insisto en que hemos querido estar cercanos a los países que tienen una mayor vocación europeísta y ésa es nuestra posición.
De hecho, la reunión de Madrid, de enero de este año, contó con la bendición, el impulso y la coordinación con la Presidencia alemana. Por tanto, no se trató sólo de una iniciativa española sino que gozó del apoyo, del impulso y, posteriormente, de
la felicitación de la Presidencia alemana porque le facilitaba su tarea de avanzar en la negociación. La Presidencia alemana está en plena concertación con nosotros, solicitando nuestra actuación con países complejos y difíciles que mantienen
posiciones diferentes, y el nivel de comunicación y de interlocución entre Berlín y Madrid es excelente.



Lo mismo ocurre con Francia. Nosotros no hemos cambiado de posición con respecto a Francia, cambie o no cambie el Gobierno. Por otro lado, me parece necesario resaltar que además el color ideológico no ha


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cambiado en Francia y, por lo tanto, si manteníamos una buena relación con el Gobierno UMP, vamos a seguir manteniendo las mismas excelentes relaciones con otro presidente de UMP. Además, supongo que el señor Moragas me dará la razón si
digo que el presidente electo de la República Francesa, el señor Sarkozy, siente cercanía y tiene voluntad de trabajar de forma muy directa e intensa con España. Por tanto, si ya manteníamos una buena relación con el presidente Chirac, ahora será
incluso superior con el presidente Sarkozy porque él mismo, en su diseño y en sus análisis, por su experiencia como ministro del Interior -y con esto respondo también al senador Anasagasti-, ha hablado de un grupo de países con capacidad de
influencia que rompa el eje franco-alemán, de manera que la Europa del siglo XXI se amplíe a todos aquellos países que tengan algo que aportar.



España es uno de los países más importantes y es objeto de admiración por su desarrollo económico y por su situación económico-social, y hoy en día está en una posición en Europa que no es la misma de antes. Por lo tanto, el presidente
electo de la República Francesa siente una enorme admiración por la capacidad de interlocución de España a nivel europeo, dado que tuvo la necesidad de trabajar en ese grupo de seis, dentro de sus responsabilidades en el Ministerio del Interior y,
sin entrar en directorios, porque creo que estos no facilitarían en absoluto la construcción europea; en este sentido, ve necesario tener una concertación y una interlocución privilegiada con España y, en consecuencia, creo que vivimos un buen
momento para seguir avanzando.



Siguiendo en la estela de las declaraciones sobre la actuación del presidente del Gobierno, he de decir que en todo momento ha estado plenamente clara su postura en materia del Tratado constitucional. La última ocasión en que tuvo que
expresarse públicamente, con ocasión de la concesión de un premio al presidente de la Comisión Europea, el señor Barroso, hizo un discurso bastante sólido sobre cuál es nuestra posición y expresó claramente su apoyo al Tratado constitucional; lo
que pueda haber dicho el señor Sarkozy en un debate televisivo habrá que preguntárselo a él pero, desde luego, puedo afirmar que no se produjo ese apoyo, a pesar de que sí hay voluntad de conseguir un acuerdo. En cualquier caso, insisto en que la
posición española es la que ha expresado el presidente en sus distintas intervenciones, tanto en el Congreso de los Diputados como en otras intervenciones públicas y, lógicamente, el Gobierno mantiene una línea de continuidad y de defensa del
Tratado constitucional.



¿Cuál va a ser nuestra posición en relación con el denominado tratado simplificado? Habrá que verlo. También dijo el señor Sarkozy que la canciller Merkel había apoyado el tratado simplificado. Éste es el momento de iniciar el debate, la
reflexión, y tendremos que intentar lograr que se mantenga la sustancia y los equilibrios del Tratado, pero reduciendo sus párrafos, sus artículos y la información. Desde luego, si se mantiene aquello que consideramos esencial, aunque figure
reducido en un tratado, será una de las opciones que se puedan aceptar. En cualquier caso, España va a seguir defendiendo la sustancia y los equilibrios del actual Tratado constitucional de forma absoluta y con total firmeza.



Agradezco la actitud siempre positiva de su grupo parlamentario y del presidente de su partido en apoyo al referéndum para aprobar el Tratado constitucional. Su señoría recordará que entonces se celebraron consultas a distintos niveles con
el presidente de su partido, porque no se podrá negar que, ante cualquier cuestión de Estado, el presidente del Gobierno siempre ha abierto la puerta al líder de la oposición para realizar consultas, y en este caso ocurrirá lo mismo. Por lo tanto,
trasladaré al presidente del Gobierno su petición y no tengo duda de que responderá positivamente. En este sentido, si hacemos balance de las veces que el presidente del Gobierno se ha entrevistado con el líder de la oposición durante esta
legislatura comprobará que el resultado es positivo y, por lo tanto, no creo que eluda ese contacto, esa consulta y la petición de apoyo. Como bien ha señalado su señoría, son cuestiones que van a fijar la posición de España en Europa no a corto
plazo sino a medio y largo plazo, porque estamos construyendo el futuro de la Unión, que tiene que contar con el máximo apoyo posible y, lógicamente, con el apoyo del principal partido de la oposición.



Creo que he dado respuesta a sus dudas e incertidumbres y, por tanto, voy a responder a continuación al senador Gasòliba, de Convergència i Unió.



En parte he contestado a alguna de sus cuestiones. El grupo de los 18 es coherente; seguimos trabajando de forma coordinada y, en este sentido, la próxima semana se celebrará una reunión de los que se denominan focal points, de todos lo
países, convocada por la Presidencia alemana para el día 15 de mayo. Por primera vez se va a celebrar una reunión plenaria de todos los Estados miembros, de los 27, para tratar de fijar y clarificar los discretos contactos bilaterales que ha
mantenido la Presidencia alemana. Con ello, esperamos que los 18 mantengan una posición coordinada, unida, y que reflejemos que somos una mayoría suficiente, con el fin de que aquellos que tienen dificultades puedan entender nuestra posición.



Señoría, su preocupación sobre los contenidos es la misma que sentimos nosotros. Puede estar seguro de que vamos a hacer todo lo posible -porque ése era el deseo de todas las fuerzas políticas españolas-, para pasar de la unanimidad a
mayores espacios y ámbitos en los que se pueda utilizar la mayoría cualificada.



Asimismo, defenderemos también los textos, las instituciones y las personalidades de la Unión, desde el propio concepto de ministro de Asuntos Exteriores -aunque parece que será necesario buscar otra denominación- hasta el de presidente de
la Unión. Todos estos temas figuran dentro del Tratado constitucional y, lógicamente,


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nosotros los vamos a defender, pero además vamos a intentar introducir esas nuevas políticas que interesan tanto a los ciudadanos europeos, y me refiero a las políticas sobre energía, cambio climático e inmigración.



Sobre el tercer punto: cooperación reforzada, he de decir que siempre resulta un elemento básico. Como ha señalado su señoría, tanto el primer ministro luxemburgués como el belga consideran que es una de las opciones que se contemplan para
aquellos que queramos ir más deprisa y en ámbitos de mayor interés podamos utilizar los mecanismos que existen actualmente dentro de los propios tratados para salir de algún impasse. En este momento creo que lo importante es salvar y consolidar la
sustancia y los equilibrios y, luego, según vaya la negociación, ya veremos si es necesario o no acudir a cooperaciones reforzadas. No apostemos ahora, de inmediato, por las cooperaciones reforzadas, tengamos más ambición en este momento de la
negociación para poder de manera conjunta todos los países y Estados miembros avanzar lo máximo posible.



En relación con la agenda trasatlántica, creo que fue una cumbre importante la celebrada el 30 de abril. El debate principal, aunque tenía una primera parte negociada que no dio lugar a un gran debate durante la reunión, se centró en toda
la armonización de los requisitos de comercialización de productos. De hecho, en el tema comercial se avanzó mucho y se identificaron varios proyectos piloto. La idea es no crear una unión aduanera, sino ir hacia una especie de mercado interior
trasatlántico, y eso va por buen camino.



Pero el debate más político que se produjo en la cumbre fue sobre el cambio climático y energía. Después de la última cumbre europea, celebrada en marzo, el Consejo Europeo, uno de los más importantes, dio un paso político ambicioso ante el
gran desafío del cambio climático al establecer cómo vincular todos los esfuerzos en materia de seguridad energética con una garantía e involucrar todos los impactos que puedan darse en el cambio climático. Europa ha ido un poco más allá de lo ya
comprometido en el Protocolo de Kioto, donde encontramos a unos Estados Unidos que todavía no están dispuestos a dar el paso de gigante que la Unión Europea ha dado en el Consejo Europeo de marzo.



Parecen buenas y útiles las vibraciones que nos llegan después de la cumbre en materia de concertación para la Ronda de Doha, por lo tanto para dar una salida a las negociaciones de la OMC. Hasta ahora la tensión y la posición
norteamericana y europea era ver quién avanzaba primero, quién ofrecía las ofertas agrícolas, y creo que se ha llegado a un entendimiento político que va a permitir, con ocasión de la próxima reunión del G-8, que se pueda dar alguna línea más
positiva en lo que pueden ser al final buenas noticias para alcanzar un acuerdo en materia de la OMC, de la Ronda de Doha, antes de finalizar el año.



Lógicamente, luego se trataron cuestiones de orden internacional: Kosovo, Oriente Medio y no proliferación.



Quiero agradecer la intervención del senador Anasagasti, así como su apoyo. Estoy totalmente de acuerdo con su preocupación, que es la del Gobierno. No podemos dar marcha atrás a lo que han sido décadas y años de más Europa. No podemos
volver a políticas de renacionalización. En el momento en que Europa es más necesaria en un mundo del siglo XXI lo que no podemos es dar marcha atrás en políticas que vuelven a contemplar el proceso de integración europea en un marco de los años
70, 80 ó 90. El siglo XXI necesita una Europa más integrada, más activa, más eficaz, y todo ello no se puede llevar a cabo con políticas nacionales. Por lo tanto, defendemos una Europa política con políticas comunes.



Luego, me ha hecho una serie de preguntas de actualidad internacional que voy a tratar de contestar con el mayor tacto diplomático para dar satisfacción al senador y al mismo tiempo no crear dificultades en las relaciones con los distintos
países.



En cuanto a Tony Blair-Gordon Brown, creo que el primer ministro Tony Blair hoy ha hecho un discurso brillante en el anuncio de su retirada.
Tony Blair, con su posición de líder en el Reino Unido, ha sido y seguirá siendo hasta que deje su
cargo un gran europeísta, aunque todo es relativo y, lógicamente, siempre previniendo al Reino Unido. Si hoy podemos tener la satisfacción de discutir, abordar y tener este debate sobre el futuro Tratado constitucional es gracias a Tony Blair,
porque durante su presidencia logró rescatar de una crisis existencial a la Unión Europea; si no se hubiesen aprobado las Perspectivas Financieras, difícilmente la Unión hubiese resistido las tensiones creadas después del rechazo de los dos
referéndum celebrados en Países Bajos y Francia. Por lo tanto, todos esperamos que su última contribución en el Consejo sea de carácter europeísta y que pueda dejar como legado al futuro primer ministro Gordon Brown un mandato suficientemente
satisfactorio para que el proceso de consolidación y negociación del Tratado constitucional pueda ser aprobado por todos.



Sobre el acuerdo del Ulster, tiene parte de razón el senador. Volviendo a la aprobación de las Perspectivas Financieras, hay que tener en cuenta que en todas las negociaciones los británicos e irlandeses siempre incluyen un capítulo de
apoyo al proceso de paz del Ulster, y eso lo aprobamos todos los jefes de Estado y de Gobierno. Por lo tanto, esa es la vinculación europea: que todos siempre hemos mostrado nuestro apoyo, que siempre es favorable. Creo que todos nos tenemos que
felicitar por el acuerdo alcanzado y por la nueva etapa que se abre en Irlanda del Norte.
Más allá creo que no hace falta hacer más comentarios.



En relación con Sarkozy y Turquía, la posición de Sarkozy era conocida antes de las elecciones y también la puso de manifiesto durante el debate, pero con todos


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los respetos al presidente electo francés conviene recordarle, como ha hecho el comisario Rehn cuando en el Parlamento Europeo le han preguntado sobre cómo se puede evaluar esta situación -y leo-: La Comisión trabaja con Turquía sobre la
base de un mandato adoptado por unanimidad por los Estados miembros. Si uno de los Estados miembros quiere poner en cuestión este mandato, deberá asumir la iniciativa y sus consecuencias. Vamos a ver qué iniciativas asume Francia y si es posible
cambiar este mandato, aunque yo creo que no lo va a ser. Lógicamente, Francia siempre ha celebrado un referéndum de adhesión y no sé cómo evolucionará la situación y, aunque desde luego todos respetamos las posiciones de los distintos países, hay
que tener en cuenta que el mandato que el Consejo Europeo dio para seguir las negociaciones con Turquía sigue vigente. Por eso, habrá que esperar si Francia y su nuevo presidente toman otra iniciativa para intentar cambiarlo, y ahí veremos cómo se
desarrolla el debate. Desde luego, el Gobierno español sigue considerando que las negociaciones tienen que continuar dentro de los capítulos adoptados en el último Consejo Europeo en relación con Turquía.



Respecto a la reducción de comisarios parlamentarios, hay dos posiciones.
Si, desgraciadamente, no se aprueba un nuevo Tratado constitucional y hemos de aplicar Niza, como bien ha señalado el senador, se producirá una reducción. Todos los
Estados tendrán que reducir el número de europarlamentarios, de modo que nosotros pasaremos de tener 54 a 50. Pero eso es lo que se acordó en el Tratado de Niza en el año 2000 y ahora creo que estamos en condiciones de que no ocurra. Si recuerdan
ustedes, fue uno de los temas que la delegación española más defendió para buscar ese equilibrio entre instituciones y fue uno de los elementos que obtuvimos en la negociación del actual Tratado constitucional, que precisamente establece un vínculo
entre la aplicación del nuevo sistema de voto y una previa redistribución de escaños con criterios muy favorables a España.
Nosotros creemos y hemos recordado a la Presidencia alemana que, sea cual sea el resultado, tenemos que revisar nuestra
presencia en la Cámara europea, en el Parlamento Europeo, ya que eso fue lo que se adoptó en el Tratado constitucional y, por tanto, pedimos un aumento de nuestros eurodiputados en el Parlamento Europeo, y creo que tenemos razones, argumentos y
criterios suficientes legales y políticos para conseguirlo.
No me atrevo a decir qué número de eurodiputados conseguiremos, pero creo que habrá un aumento significativo de nuestra presencia en el Parlamento Europeo.



La Declaración de Berlín es una buena declaración, tiene todos los elementos. El lenguaje podrá gustar más o menos, pero a nivel político es una buena declaración. Incorporó nuestra preocupación sobre emigración y, repito creo que ha sido
una buena declaración para dar este impulso en el 50.º Aniversario del Tratado de Roma.



La relación política del presidente del Gobierno con Sarkozy es muy buena, y ha tenido varios encuentros con él, han hablado por teléfono, tienen una comunicación muy fluida y le diré que antes de las elecciones, como bien ha señalado su
señoría, por razones ideológicas y por afinidad política, el presidente acudió al mitin de Toulouse de Ségolène Royal, pero hace unas semanas, justo antes de las elecciones, también dijo que tenía una gran admiración por Sarkozy. No es cuestión de
entrar en el debate personalizado, pero la vocación de este Gobierno y de este presidente ha sido siempre la de mantener el máximo nivel de interlocución y de relación con Francia y con Alemania.



Señoría, creo que tiene usted toda la razón en que hay que impulsar el desarrollo de una historia común europea, la Unión Europea tiene grandes retos. Habría que animar a nuestros eurodiputados para que el propio Parlamento Europeo
impulsara a los jefes de Estado y de Gobierno a que en los capítulos de educación y cultura, que no tenemos, estos temas horizontales puedan obtener una respuesta por parte de todos ustedes.



Quiero agradecer al portavoz socialista su apoyo. Creo que es muy importante que tengamos esta información y comunicación permanente entre la Comisión Mixta y el Gobierno. Van a ser semanas y meses interesantes, de aquí a junio no sé si la
Presidencia alemana nos revelará algún asunto nuevo, si habrá un marco más clarificador y más estructurado de lo que va a ser el debate, si es así se lo haremos llegar a esta comisión. De no ser así, tan pronto concluya el Consejo Europeo, y si se
ha establecido el calendario de una conferencia intergubernamental, nuestra voluntad y deseo, antes de iniciarla, es compartir con todos ustedes con total transparencia y con el máximo de detalles la posición que el Gobierno va a mantener en ella.



El señor PRESIDENTE: Si los portavoces hacen uso de este segundo turno, necesariamente ha de ser mucho más breve.



Tiene la palabra el portavoz del Grupo Parlamentario Popular.



El señor MORAGAS SÁNCHEZ: Gracias, señor presidente.



Simplemente quiero agradecer al señor ministro sus explicaciones y reiterar que cuando hablo de posición opaca o confusa e incluso con una tendencia a convertirse en una posición subalterna, obedece a lo que ustedes han fijado como posición.
Cuando el señor ministro dice que un tratado de mínimos no serviría, que es necesario preservar sustancias y equilibrios yo lo interpreto en términos políticos como una posición poco clara.



Entiendo que el momento y el íter de los acontecimientos le exigen al Gobierno que sea prudente, pero reitero que hay una confusión, que yo le reconozco que usted ha contribuido a aclarar, y este es el motivo de esta segunda intervención, y
le agradezco al señor


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ministro la claridad cuando ha dicho que lo que dijo Sarkozy ante 20 millones de franceses y muchos televidentes europeos sobre Zapatero no era cierto. Yo no sé lo que es cierto y lo que no lo es, porque yo no estuve en esa reunión en la
que se supone que hablaron de esta cuestión.



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé): Yo tampoco.



El señor MORAGAS SÁNCHEZ: Creo que tampoco estuvo usted. En todo caso, yo haré mis consultas. En esta cuestión hay que ser prudente, pero le agradezco su claridad.



Muchas gracias.



El señor PRESIDENTE: Dentro de este turno de aclaraciones, ¿el señor Gasòliba desea intervenir? (Denegaciones.)


¿Y el señor Anasagasti? (Denegaciones.)


No desea intervenir ningún parlamentario.



Señor ministro, tiene usted la oportunidad de concluir.



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé): Gracias, señor presidente.



Quiero agradecer al presidente y a todas sus señorías la oportunidad que me han dado de comparecer ante la comisión. Creo que todos tenemos la misma voluntad y vocación, pero quiero señalar que es lógico, cuando se habla de sustancias y
equilibrios, saber qué se entiende por sustancias y equilibrios. En mi exposición de hoy, en la que he expuesto los asuntos que van a ser objeto de debate, hay algunos elementos que hacen referencia a la sustancia. Lo que no podrá hacer el
Gobierno español es renunciar a que simplemente haya unos cambios institucionales si al mismo tiempo no se introducen las nuevas políticas.



Como bien ha señalado el diputado Moragas, sería un tanto inapropiado por mi parte ir más lejos en estos momentos, pero sepa que conocemos las preocupaciones que pueda tener el Grupo Parlamentario Popular y los otros grupos y vamos a
intentar defenderlas lo mejor posible, pero dependerá de la evolución, porque algunos países han adoptado posiciones muy alejadas y distantes. Lo importante es que todos tengamos el mayor nivel de información para que si hay cualquier elemento de
duda e incertidumbre pueda ser objeto de debate antes de que la negociación se precipite, y se pueda conocer con anticipación.



Por tanto, quiero brindarles, como siempre, el mayor grado de información y comunicación con esta comisión.



El señor PRESIDENTE: En nombre de la Mesa, doy las gracias a los portavoces, a los acompañantes, a los asesores y altos cargos del ministerio y a los medios de comunicación presentes.



Se levanta la sesión.



Eran las dieciocho horas y cuarenta minutos.