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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 52, de 03/10/2001
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DIARIO DE SESIONES DE LAS CORTES GENERALES



COMISIONES MIXTAS



Año 2001 VII Legislatura Núm. 52



PARA LA UNIÓN EUROPEA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JOSEP BORRELL FONTELLES



Sesión núm. 14



celebrada el miércoles, 3 de octubre de 2001, en el Palacio del
Senado



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia del Ministro de Asuntos Exteriores, Excmo. Sr. don
Josep Piqué i Camps:



- A petición propia, para informar sobre los proyectos y planes del
Gobierno ante la próxima Presidencia española de la Unión Europea.

(Número de expediente del Senado 711/000158, C. D. 214/000071.)
... (Página 1168)



- A petición del Grupo Parlamentario Socialista, para informar acerca
de las prioridades y objetivos de la futura Presidencia española de
la Unión Europea. (Número de expediente del Senado 711/00020, C. D.

213/000394.) ... (Página 1168)



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Se abre la sesión a las doce horas y cinco minutos.




El señor PRESIDENTE: Señorías, se abre la sesión.Buenos días, señoras
y señores Diputados y Senadores, tenemos hoy con nosotros al señor
Ministro de Asuntos Exteriores, que ha recalado por unos momentos en
Madrid, procedente de los cuatro puntos cardinales a la vez, porque a
juzgar por su presencia en los medios de comunicación en los últimos
días, uno llegaba a sospechar que había varios ministro de asuntos
exteriores clónicos que se extendían por el mundo, ante la dificultad
de que fuera el mismo personaje el que estuviera a la vez en
Pakistán, en Marruecos, en Libia, en Estados Unidos y en no sé
cuántos sitios más. A pesar de ello, ha podido encontrar un hueco en
su apretada agenda -como se dice, en este caso muy ciertamente- para
comparecer ante esta Comisión a petición propia, para informar sobre
los proyectos y los planes del Gobierno ante la próxima Presidencia
española de la Unión Europea y, también, para informar sobre el mismo
tema por iniciativa del Grupo Parlamentario Socialista.

Supongo que el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista no tendrá
inconveniente en que el Ministro haga una única exposición para dar
cumplimiento, tanto a la comparecencia solicitada por él mismo como
a la solicitada por el Grupo Parlamentario Socialista. ¿Está de acuerdo
el portavoz del grupo Parlamentario Socialista en que sea así?
(Pausa.)
Muchas gracias. Tiene la palabra el señor Ministro de Asuntos
Exteriores.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Piqué i Camps): Muchísimas
gracias, señor Presidente, también por sus amables palabras.




Efectivamente, presenté una petición de comparecencia para informar
sobre los proyectos y planes del Gobierno ante la próxima Presidencia
española de la Unión Europea, y atender al mismo tiempo -y agradezco
al Grupo Parlamentario Socialista su flexibilidad- una petición de
comparecencia por parte de dicho Grupo para informar acerca de las
prioridades y objetivos de la futura Presidencia española de la Unión
Española.

Como probablemente sus señorías ya conocen, en la reunión del Consejo
de Ministros del pasado 31 de agosto tuve la oportunidad de informar
al Gobierno sobre el estado de los preparativos de la Presidencia
española, pero, como es lógico, estamos ante un proceso que tiene que
culminar a finales de este año y, por lo tanto, todo lo que hoy voy a
exponer, como lo que expuse en su día ante el Gobierno, está
necesariamente sometido a modificaciones, a posibles matices, a
posibles restricciones y a posibles cambios como, por ejemplo, los
derivados de los acontecimientos del pasado
día 11 de septiembre, que están afectando de alguna manera las
agendas políticas y diplomáticas de todos en todo el mundo.

Hace poco más de un mes, le hice llegar al Presidente de la Comisión
Mixta el programa provisional de trabajo de los Consejos de Ministros
de la Unión Europea, así como una serie de información
complementaria, fruto del esfuerzo y de la labor continuada de todos
los departamentos ministeriales, y donde, en fichas muy
pormenorizadas, se identifican, en lo que es posible hasta la fecha
de hoy, todos los asuntos de la agenda europea que se pueden abordar
durante la presidencia española, el estado actual de los mismos y la
definición de los intereses españoles en cada uno de ellos. Está
previsto que este documento, como suele ser habitual, adquiera
carácter definitivo en noviembre, es decir, con un mes de antelación
al inicio de la Presidencia.




También está en proceso de redacción muy avanzada un documento
programático de objetivos, cuya elaboración está casi terminada pero
que habrá que ir modificando con todo aquello que resulte necesario,
que va a ser presentado formalmente, como también es habitual, en
diciembre- es decir, en el último mes de la presidencia anterior-
ante la Secretaría General del Consejo de la Comisión Europea. Ello
se hace por una razón muy simple -siempre se ha hecho así-, en
respeto al principio de continuidad con la presencia anterior
y porque sólo entonces, ya hacia el final de la Presidencia actual, se
conocerá con certeza la línea de partida de nuestra Presidencia. Por
lo tanto, este documento tiene que definir la agenda propiamente
dicha de la Presidencia española.

Desearía transmitir a sus señorías que la voluntad del Gobierno y del
Ministro de Asuntos Exteriores es mantener un debate positivo sobre
este esquema y sobre sus principios orientadores, incorporar todas
aquellas sugerencias que se puedan realizar desde todos los grupos
parlamentarios y recoger el máximo consenso posible en lo que
entiendo que es, claramente, un proyecto de todos.

También creo que es muy deseable -y lo estamos implementando-
conseguir la participación de los ciudadanos durante nuestra
presidencia y, por lo tanto, avanzar en algo que considero que es muy
necesario que es el acercamiento de las instituciones de la Unión
Europea a los propios ciudadanos. Cuando se presente formalmente el
documento programático de objetivos y quede constituida la agenda se
van a producir estos documentos en Internet para que todos los
ciudadanos puedan acceder de inmediato a dicha información y puedan
saber, en tiempo real, cuáles son los objetivos y los trabajos que se
desarrollan para la Presidencia española de la Unión Europea.

El que se trate de la tercera vez que España asume la Presidencia de
turno del Consejo de la Unión Europea nos exige mantener el esfuerzo
de organización y



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de liderazgo, tal como hubo en el año 1989 y 1995, y hacerlo en las
labores de impulso, coordinación y arbitraje de los asuntos del
Consejo. Creo que es de general aceptación que nuestras anteriores
presidencias estuvieron muy eficazmente organizadas y que tuvieron
una genuina orientación europeísta. La próxima Presidencia será
acorde con el Estado abierto, moderno y solidario que es hoy España,
y nos debe permitir aspirar a asumir nuevas y mayores cotas de
responsabilidad en el seno de la Unión. El principio de continuidad
constituye una gran premisa del marco de la presidencia, y esto es la
imbricación de nuestro esfuerzo en el de presidencias anteriores y
posteriores.

Hace ya doce años, con la caída del Muro de Berlín se inició un
profundo proceso de cambio de horizonte histórico que, en un período
relativamente corto, podría desembocar en una Unión Europea de 25 a
28 miembros, y lo que pretendemos es buscar entre todos su
consolidación, su impulso y su legitimación. Éste es, precisamente,
el parámetro adecuado para referirse a los trágicos sucesos del 11 de
septiembre. En su dimensión, desgraciadamente histórica, va a tener
-como ya he dicho- incidencia sobre nuestra presidencia.

Probablemente estemos todavía demasiado cerca del hecho y, sobre
todo, al comienzo de un proceso como para que podamos valorar
adecuadamente toda su magnitud. Me referiré después a ello.

En cualquier caso, la filosofía de la presidencia española será
asumir las prioridades de Europa como propias. Es decir, no estamos
planteando una Presidencia, si se quiere, entre comillas, a la carta,
sino que vamos a intentar atender e impulsar todos los asuntos de la
agenda de la Unión, en equilibrio con la atención que, lógicamente,
merecen los asuntos que para España entrañen especial relevancia. Por
eso, hemos elegido el lema de Más Europa para nuestra Presidencia.

Este lema hace referencia a la voluntad de lograr para Europa el peso
y el lugar que le corresponde en las relaciones internacionales y en
el contexto de la globalización.

El éxito del proyecto europeo -que ya en sus inicios en los años
cincuenta fue una respuesta a la creciente internacionalización- es
ahora una condición necesaria para gestionar adecuadamente la
complejidad del denominado reto de la globalización y denota el
carácter esencialmente europeo de la sociedad española, donde la
integración europea ha constituido un factor de modernización muy
positivo.

A partir de esto, hemos identificado doce retos para nuestra
presidencia. Los tres primeros definen de una manera determinante el
entorno político de nuestra presidencia. Me refiero a la ampliación,
al debate sobre el futuro de Europa y a la puesta en circulación de
la nueva moneda única europea, el euro, en doce países de la Unión.

Si me lo permiten realizaré algunos comentarios respecto a estos tres
primeros retos ligados al entorno político de nuestra Presidencia.

Siempre resulta grato
resaltar que, hasta ahora, los eurobarómetros sitúan a nuestro país a
la cabeza de los países cuyos ciudadanos apoyan más decididamente la
ampliación de la Unión Europea, tanto a los países del centro y este
de Europa como a Chipre y Malta.

La Presidencia española no va a regatear ningún esfuerzo en cumplir
el mandato del último Consejo Europeo, celebrado en Gotenburgo, en el
sentido de contribuir, a partir de lo que logre la presidencia belga
y de los avances de los trabajos de la Comisión, al rápido cierre de
importantes capítulos que marquen el final de las negociaciones con
cuantos países candidatos resulte posible -cuantos más mejor-, con el
objetivo de que éstas finalicen antes del año 2002, de modo que estos
países candidatos puedan participar plenamente en las elecciones al
Parlamento Europeo del año 2004. Todo esto, como sus señorías conocen
perfectamente, pasa por el cumplimiento de un itinerario conocido
como road map, definido por la Comisión, de acuerdo con el Consejo y
que, como saben sus señorías, asigna a cada presidencia una serie de
capítulos en los que hay que cerrar acuerdos o fijar una posición
común que permita negociar con los candidatos.

Por tanto, habrá que esperar al cumplimiento del calendario por la
presidencia belga para conocer qué capítulos deben ser finalmente
asumidos por la presidencia española para definir las posiciones
comunes. En cualquier caso, en ese road map ya se le ha asignado
a España temas de enorme relevancia. Todos ellos están, además, ligados
a los recursos económicos y, por tanto, a dificultades. Me refiero al
grueso del capítulo agrícola, al de la política regional -incluidos
los fondos estructurales y de cohesión- y a lo relativo a los
aspectos financieros y a la relación financiera entre los nuevos
Estados y la propia la Unión Europea. Todo esto, como he dicho, debe
decidirse por la presidencia española en términos de posición común.

Esto habrá que hacerlo -y creo que es bueno expresarlo ante la
opinión pública y ante sus señorías- en una coyuntura política
complicada por las elecciones legislativas y presidenciales de un
país tan importante como Francia y por el hecho de que eso se va a
producir en un claro período preelectoral en el otro gran país de la
Unión Europea, Alemania. Por tanto, es imprescindible que -a pesar de
ese entorno político complejo- nos comprometamos entre todos a
cumplir el mandato de Gotenburgo y a intentar finalizar las
negociaciones en diciembre del año 2002, al final de la Presidencia
danesa.

Quiero dejar muy claro, como ya hizo la reunión extraordinaria del
Consejo Europeo de hace unas dos semanas, que los trágicos sucesos
del 11 de septiembre y la amenaza terrorista no van a afectar, en
ningún modo, al proceso de ampliación. Vamos a seguir en ese proceso
con total determinación. Además, nuestra pretensión es iniciar
durante la Presidencia española la redacción de las actas de
adhesión, completándolas,



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aunque sea en forma de borrador y, a partir de primavera, avanzar en
la concreción técnica de los compromisos políticos asumidos en la
negociaciones con los ocho candidatos del este de Europa -con
excepción de Bulgaria y Rumania, por lo que ahora comentaré- y con
Chipre y Malta.

Respecto a Bulgaria y Rumania que, como saben sus señorías, no está
previsto que puedan culminar sus negociaciones de adhesión antes de
finales del año 2002, la Presidencia española apoyará la voluntad de
sus gobiernos de avanzar en las reformas internas, imprimiendo a
éstas un ritmo acelerado que permita, eventualmente, el cierre del
mayor número de capítulos posibles con estos dos países. También
queremos promover la candidatura de Turquía, hoy país precandidato,
y las reservas del cumplimiento de una serie de condiciones de carácter
político, económico, institucional, etcétera, de acuerdo con los
objetivos establecidos y respetando los compromisos adquiridos.

El segundo gran reto que, como les comentaba, va a marcar nuestra
Presidencia, es decir, el entorno político de la misma, es el debate
sobre el futuro de Europa. Como saben sus señorías, está prevista una
conferencia intergubernamental en el año 2004 que se pretende que
vaya precedido de un debate muy amplio y participativo durante los
dos años precedentes, es decir, 2002 y 2003. Se ha creado un Consejo
para el debate sobre el futuro de Europa, de carácter y de
composición plural, que preside el señor Rodríguez Bereijo, antiguo
presidente del Tribunal Constitucional, como sus señorías conocen
perfectamente, y que está trabajando en este sentido. Me congratulo
de que, según mi información, se haya establecido una buena
coordinación entre los trabajos del Consejo y la subcomisión ad hoc,
creada en el seno de esta Comisión Mixta.

Precisamente, gran parte de mi interés por comparecer ante sus
señorías radica en reiterar esta voluntad de colaboración del
Gobierno con la comisión y la subcomisión, porque entre todos debemos
acometer una labor de gran transcendencia.

El debate nacional, que no se va a limitar sin duda a este año, tiene
que coordinarse con el debate europeo, y articularse ya a nivel
europeo. Esto tiene que definirse precisamente en la última reunión
del Consejo Europeo de la Presidencia belga, en Laeken, y hay
prácticamente un acuerdo sobre el principio de que, durante nuestra
presidencia, podamos poner en marcha una convención, con una
composición semejante a la que con tanto éxito elaboró la Carta de
Derechos Fundamentales, y que cuente con la participación de los
Estados candidatos que España entiende que deben ser de pleno
derecho. Como sus señorías recordarán, en esa convención participaron
dos representantes de cada parlamento nacional, y dicha convención
tiene como objetivo elaborar recomendaciones u opciones, que deben
ser posteriormente examinadas por la Conferencia Intergubernamental,
y no -como sí en cambio fue
el caso de la Carta- un texto único, sino que se presenten diferentes
alternativas, diferentes escenarios que puedan ser sometidos a la
decisión política de la Conferencia Intergubernamental. También en
paralelo se ha avanzado mucho en la idea de constituir un foro único
como cauce de participación de la sociedad civil, y que desde luego
España apoya.

En relación con el orden del día de la Conferencia, hay que decir que
probablemente en Laeken sea todavía prematura tomar decisiones sobre
la posible extensión de dicho orden del día más allá de los cuatro
temas que se acordaron en el Consejo de Niza, en la Conferencia
Intergubernamental. Nuestra posición es que esto, en todo caso, debe
hacerse más adelante, en función del desarrollo de los debates
nacionales.

Finalmente, voy a referirme también brevemente al tercer reto, al de
la moneda única, que creo que sin ninguna duda va a marcar
especialmente el carácter y la agenda de nuestra Presidencia, no sólo
desde el punto de vista económico y monetario, como es obvio, sino
también desde el punto de vista político y, si se me permite la
expresión, desde el punto de vista psicológico. Creo que España va a
ser recordada como la presidencia de turno a la que le ha
correspondido el momento de puesta en circulación del euro, y por
tanto también de la definitiva eliminación de las monedas nacionales
en doce Estados miembros. Es cierto que la moneda común es de hecho
una realidad desde el año 1999, se han ido cumpliendo los plazos
establecidos en el Tratado de Maastricht y, de hecho, en la eurozona
tenemos ya una moneda común; pero ahora de lo que se trata es de
pasar de lo virtual a lo real, a lo tangible, a lo cotidiano,
y tenemos que asegurarnos de que el cambio se realice de la manera más
armoniosa posible, y que se resuelvan todas las dificultades
organizativas y logísticas que todo ello supone.

Como les decía, pretendemos por lo tanto una transición ordenada, de
gran visibilidad, pero acorde, como antes comentaba, con la
importancia política y psicológica de lo que se va a hacer, y en este
contexto estamos preparando una serie de actos de carácter político
que le den esa visibilidad, y que hagan llegar al ciudadano la enorme
transformación que supone la sustitución de las monedas nacionales.

Éstos son los tres primeros retos a los que he hecho referencia.

Después hemos identificado cinco más, ligados al desarrollo de lo que
se decidió hace casi dos años en la Cumbre de Lisboa, y que supone un
esfuerzo en dotar a la construcción europea de una dimensión más
humana y más cercana al ciudadano. En Lisboa se definieron una serie
de objetivos: el crecimiento equilibrado, el pleno empleo, la
cohesión social, pero también en la pasada Cumbre de Estocolmo se
añadió al denominado Proceso de Lisboa el concepto de desarrollo
sostenible y de servicio al ciudadano, esto es, que los ciudadanos
europeos nos sintamos directamente involucrados en la construcción
europea, ya que sin



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ninguna duda ésta afecta al carácter de la sociedad y de la vida
cotidiana.

Los últimos cuatro retos se refieren a lo que en terminología de la
Unión Europea se denominan Segundo y Tercer Pilar: conseguir Más
Europa en el mundo, plantear un esquema de defensa común y construir
espacios europeos de seguridad y de libertad y justicia. En el ámbito
de Más Europa me gustaría destacar la organización de las Cumbres de
Barcelona, en primavera, y de Sevilla, al final de la Presidencia,
así como la Cumbre entre la Unión Europea, América Latina y el
Caribe, que se va a celebrar en Madrid en el mes de mayo, en la que
esperamos promover y relanzar nuestra asociación estratégica con esas
regiones. Además hay previstas cuatro reuniones más al máximo nivel:
un encuentro del G-8 y tres reuniones bilaterales a nivel de Jefes de
Estado y de Gobierno con los Estados Unidos, con Canadá y con Rusia.

Quisiera hacer una breve mención al Segundo Pilar, porque estamos
construyendo una política exterior común, de seguridad y de defensa,
que también tiene que incorporar -y existe ya un claro mandato por
parte de los Jefes de Estado y de Gobierno, definido en la reunión
extraordinaria del Consejo Europeo de hace unos días- la amenaza del
terrorismo como uno de los grandes objetivos de lo que tiene que ser
el Segundo Pilar de la construcción europea y, por lo tanto, como uno
de los elementos que marquen el futuro de nuestra política exterior,
de seguridad y de defensa común. Eso significa avanzar en la
coordinación de esfuerzos entre la Unión Europea y la Alianza
Atlántica; significa reformular los conceptos estratégicos; significa
toda una serie de retos que pasan también por la puesta en
operatividad de las capacidades militares definidas a través del
llamado high line goal, el objetivo estratégico definido para la
puesta en marcha de una fuerza de defensa europea para determinadas
circunstancias.

También quisiera hacer un breve comentario respecto a los retos
derivados del Tercer Pilar. La importancia de todo esto ha sido
puesta trágicamente de relevancia el pasado día 11 de septiembre.

Creo que la reacción de la Unión Europea ha sido inmediata, y muestra
de nuestra firme voluntad política son los resultados del Consejo de
Asuntos Generales, de los Ministros de Asuntos Exteriores, que se
celebró al día siguiente de los atentados, en presencia del
Secretario General de la Alianza Atlántica. El viernes inmediatamente
posterior al martes 11 se produjo la declaración común de los Jefes
de Estado y de Gobierno de la Unión Europea y los resultados de la
reunión extraordinaria del Consejo Europeo, a la que me he referido
en varias ocasiones, y que se celebró el 21 del pasado mes. Por
tanto, es aún más necesario conseguir lo que hemos denominado el
espacio único de libertad, seguridad y justicia, y establecer
nuestras relaciones con terceros países también en estos ámbitos.

Creo que es un tema muy importante incorporar la necesidad de la
lucha contra el terrorismo,
contra el crimen organizado en nuestras relaciones con países
terceros, y éste es un punto al que, insisto, le doy una importancia
trascendental.

Pienso que estamos ante un contexto, una situación, unas
circunstancias en las que podemos afirmar que vamos a avanzar más
ahora en los asuntos de justicia e interior, los asuntos JAI, en
terminología comunitaria, que en los últimos diez años, y creo que
debemos aprovechar esta oportunidad.

Los Ministros de Justicia y de Interior y el Consejo Europeo
extraordinario reafirmaron la necesidad de cooperar con los Estados
Unidos, cooperación que debe plasmarse en un acuerdo entre Europol y
la autoridades competentes estadounidenses antes de que acabe este
año, y han aprobado también un plan de acción para la política
europea de lucha contra el terrorismo, cuyo desarrollo va a ser uno
de los objetivos prioritarios de nuestra presidencia. Quiero destacar
ahí el refuerzo de la cooperación policial y judicial, para lo que el
Consejo Europeo ha encargado al Consejo de Justicia e Interior que
precise, antes de su reunión del próximo día 6 de diciembre -dentro
de dos meses aproximadamente-, el acuerdo para adoptar una cesión
marco en la que se incluya una orden europea de detención y entrega,
no sólo de búsqueda y captura, sino de detención y entrega, que
sustituya al actual y obsoleto sistema de extradiciones entre países
miembros, y además que se consiga antes de esa reunión del día 6 de
diciembre otro acuerdo para adoptar, como ya he dicho, esa decisión
marco para combatir el terrorismo que incluya una definición común
del delito, habida cuenta de que hoy aproximadamente la mitad de los
países de la Unión Europea no tienen incluido el delito de terrorismo
dentro de sus ordenamientos penales.

También se tomó la decisión de establecer una lista común de
organizaciones terroristas y constituir equipos comunes de
investigación para desarrollar la cooperación y el intercambio de
información entre los diferentes servicios de inteligencia. La
iniciativa para restablecer los equipos comunes de investigación ha
sido, entre otras, española. Además, los Consejos de Ecofin y JAI
decidieron incluir los delitos de terrorismo en la decisión marco
sobre congelación de haberes fruto de diversos delitos. A su vez, los
Ministros de Transportes han decidido, como es conocido, reforzar los
mecanismos de seguridad en el transporte aéreo. También el Consejo
Europeo ha encargado al Consejo de Asuntos Generales, es decir, al
Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores, el papel de coordinación
y de impulso de la acción global de la Unión en materia de lucha
contra el terrorismo. Va a evaluar sistemáticamente las relaciones de
la Unión Europea con los países terceros, a la luz del apoyo que
estos países pudieran prestar al terrorismo, y va a someter a un
informe general al próximo Consejo Europeo, en Gante.

La Presidencia española también pretende impulsarla constitución de
equipos conjuntos de lucha contra el



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crimen organizado, aprobar un estatuto de los extranjeros residentes
de larga duración, y avanzar en el reconocimiento mutuo de
sentencias, primero mercantiles, y en el futuro, de todo tipo.

Finalmente, desearía realizar una referencia especial a la necesidad
de avanzar en la definición de una generosa política de inmigración y
asilo, que aborde la readmisión de la inmigración ilegal a los países
de origen o el estatuto de los extranjeros residentes de larga
duración. Todo ello creo que es de especial interés para España y
para toda el área euromediterránea.

No quisiera finalizar esta intervención sin referirme brevemente a
algunos asuntos organizativos de la Presidencia española. Voy a
comentar el enorme esfuerzo intelectual, logístico y administrativo
necesario para la consecución de un programa ambicioso, que quiere
abarcar el conjunto de la agenda europea en su totalidad y cubrir
todas las áreas geográficas. Para ello, se está trabajando en el
Comité Organizador, que presido, en la unidad de apoyo y en una serie
de equipos ah hoc que existen en cada departamento ministerial.

Desearía también subrayar que, además de las que he mencionado
-reuniones de jefes de Estado y de Gobierno, de formato cumbre, en
Barcelona, Sevilla y Madrid, y las cuatro reuniones de jefes de
Estado y de Gobierno en el G-8, con Estados Unidos, Canadá y Rusia-,
van a tener lugar, como mínimo, 41 reuniones de Ministros, es decir,
una reunión ministerial por cada tres días hábiles durante el período
de nuestra Presidencia. Las reuniones de nivel inferior -de expertos,
de secretarios generales, de directores políticos- suman 151, es
decir, más de una al día. Todas las Comunidades Autónomas y buena
parte de las principales ciudades especiales tendrán la oportunidad
de albergar alguna reunión de la Unión Europea durante la Presidencia
española. Este criterio de distribución por todo el territorio ha
sido básico para definir esta cuestión.




Creo que sólo con estos datos se pone de relieve que estamos ante una
agenda muy completa y ante una labor ingente, intensa, que requiere,
la atención y la dedicación de todos si queremos conseguir que la
sociedad española se sienta partícipe durante nuestra Presidencia,
para lo cual la labor y el tradicional consenso en el Parlamento
resulta absolutamente esencial. Debemos ser conscientes de que no se
trata de un ejercicio más o menos lejano de política exterior, sino
de algo de lo que va a depender el desarrollo de un proyecto nacional
que sea el reflejo de una España moderna, abierta, solidaria, y que
está dispuesta a asumir responsabilidades crecientes en el seno de la
Unión Europea. Espero y deseo que el Gobierno, con la ayuda
reconocida de todos, pueda presentar en su momento un balance de la
Presidencia que haya reflejado su filosofía, que haya permitido
impulsar, consolidar y legitimar el proyecto europeo y que haya
sabido afrontar los grandes retos que hemos identificado, que haya
más
Europa, porque cada vez que hemos avanzado en esa dirección el
resultado ha sido bueno, tanto para Europa en su conjunto como para
España.

Muchísimas gracias, señorías.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro, por su
exposición inicial.

Pasamos al turno de portavoces.

Tiene la palabra, en primer lugar, el portavoz del Grupo
Parlamentario Socialista.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Muchas gracias, señor Presidente. Muchas
gracias, Ministro.

Mi Grupo valora de forma especial la comparecencia del Ministro, hoy,
después de los días por los que ha pasado.

No puedo sino iniciar mi intervención diciendo que el Gobierno va a
contar con todo el respaldo del Grupo Parlamentario Socialista para
que la Presidencia española de la Unión Europea sea un éxito para
Europa y para España, y es evidente que ambas cosas están
interrelacionadas. Habrá una dimensión de lo que se puede entender
que es el éxito para España o para el Gobierno, que está en cuántas
reuniones se celebran, cuántos líderes vienen, pero lo importante
para España y para Europa serán los contenidos de esas reuniones.

Una presidencia es una oportunidad única para mostrar cuál es el
perfil, cuál es el grado de compromiso de un país con los objetivos
de la construcción europea para profundizar en la generación de una
masa crítica nacional en torno a esos objetivos. Cuando no está uno
en la presidencia, se puede permitir el lujo de no tener una posición
conocida y esperar a que sean otros los que la definan y la formulen.


Cuando está uno en la presidencia, también se tiene a veces esa
tentación, porque se piensa que la presidencia tiene la
responsabilidad de buscar el consenso entre los países, que la culpa
no será de uno, sino de la comisión, que no ha realizado su labor, o
de este país, que tiene unas elecciones. El Ministro debe saber
respecto a esto que el Grupo Parlamentario Socialista va a ser
comprensivo al mismo tiempo que exigente.

Decía el Ministro cuando presentó este documento que no se trataba de
hacer una presidencia a la carta. De momento, lo que conocemos es un
menú corto y estrecho. No cabía esperar más. Todavía estamos en una
fase inicial. Se han definido no tanto grandes objetivos que expresen
unas señas de identidad española de prioridades españolas en el
impulso político europeo sino, fundamentalmente, aquellas cuestiones
que nos vienen dadas por la propia agenda comunitaria. El Ministro
las ha enunciado, y a sus palabras me remito. Creo, señor Ministro,
que en las próximas semanas, en los próximos meses, se irán
perfilando e iremos conociendo más cuáles son realmente los objetivos
y las grandes prioridades del Gobierno en determinadas áreas. Pero no
sólo qué áreas son prioritarias, sino cuáles



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son los objetivos que se fija el Gobierno. Probablemente, será la
única manera en la que podremos evaluar la eficacia y los resultados
de la Presidencia. Para ello deberemos conocer cuáles son los
objetivos del Gobierno. El Ministro se ha referido a algunos de ellos
en concreto, por ejemplo, en lo que se refiere a la ampliación.

Insisto en que va a contar con todo nuestro apoyo y esperamos
movernos en un escenario de entendimiento con el Gobierno. ¿Qué
intenciones tiene el Gobierno, al margen de la voluntad expresada hoy
por usted, y el otro día por el Presidente del Gobierno, con relación
a la información al Parlamento y a la interacción con él? ¿Es el
Gobierno partidario, al igual que en ocasiones anteriores, de
presentar una comunicación al Parlamento, bien en el Pleno o bien en
esta comisión, como ocurrió en 1995? ¿Puede el Parlamento fijar una
posición que acompañe y fortalezca la acción del Gobierno durante la
Presidencia? Ésta sería una primera cuestión.

El Ministro ha puesto el acento en algunas cuestiones que,
obligatoriamente, van a ser centrales en nuestra Presidencia y que ya
lo son para la Presidencia belga. Parecería lógico que hubiese
también una presencia establecida del Parlamento, bien en el ámbito
de esta Comisión o en otros -probablemente en el de esta Comisión-
para abordar esos temas. Me refiero, por ejemplo, a todo lo que tiene
que ver con Justicia e Interior, el Tercer Pilar, en el que creo que
hay materia suficiente como para que los ministros correspondientes,
que en este caso son tres, vinieran al Parlamento y pudiéramos llevar
a cabo un seguimiento de lo que se va a abordar incluso ya ahora en
la Presidencia belga, con relación a esas materias.

No voy a entrar en las cuestiones que mi grupo echa de menos. Hasta
ahora conocemos el documento que el Ministro hizo público o el
borrador de fichas de la Presidencia. Le puedo enumerar algunas. Por
ejemplo, echamos de menos que se otorgue prioridad a la promoción
y defensa de los derechos humanos. Es una tarea que tiene pendiente la
Unión Europea: profundizar en unos derechos humanos que son valores
universales, que no pertenecen a una determinada civilización, pero a
los que la Unión Europea ha convertido en una de sus señas de
identidad. Habría que incorporarlos de una manera más fehaciente, más
concreta, en las prioridades de la Presidencia. Podríamos hablar
también de la seguridad alimentaria o de cuestiones como el
desarrollo rural. No voy a hacer excesivo hincapié en esas
cuestiones. Prefiero esperar a que el Gobierno siga desarrollando sus
prioridades.

El Ministro ha hecho referencia a la introducción del euro, que se va
a producir en una situación compleja, de deterioro económico, que ya
se venía produciendo y que se agrava ahora después de los sucesos del
11 de septiembre. Eso nos llevaría a una reflexión inevitable, que es
que todo lo que pueda distorsionar ese proceso de introducción al
euro, todo lo que pueda restar
credibilidad al euro en el momento de su introducción, agravaría aún
más las perspectivas actuales. Supongo que el Ministro convendrá
conmigo en que la gran tarea de preparación para garantizar el éxito
en la introducción del euro corresponde a la Presidencia belga. Lo
que ésta no haya sido capaz de hacer hasta el 31 de diciembre, ya no
podrá hacerlo la Presidencia española, porque el euro estará
circulando por nuestras calles, por nuestros bolsillos. Sería
importante contar con esa valoración de la preparación que está
llevando a cabo la Presidencia belga.

A partir de ahí, lo importante será adoptar medidas -ya se ha hecho,
y es muy importante recordarlo, señor Ministro, inmediatamente
después del 11 de septiembre- sobre la toma de decisiones de política
monetaria que tiene incidencia en política económica, que han sido
muy eficaces en su momento para, al menos, paliar el impacto de los
acontecimientos.

Será importante también garantizar los derechos de los consumidores
en España y en el conjunto de Europa y evitar los redondeos abusivos
-para ello supongo que habrá campañas de información oportunas- pero
insisto, lo que no haga la Presidencia belga ya no lo podrá hacer la
Presidencia española.

El Ministro ha hecho referencia -y está también en el documento- a la
estrategia de Lisboa. Le voy a contar una maldad, ya que estamos en
el ambiente cómodo y amistoso del Senado, donde yo he pasado
bastantes años de mi vida y me he sentido muy a gusto. Alguien,
malvado sin duda, decía que este decálogo lo ha presentado el
Ministro porque es la manera de lanzar un mensaje de que él va a
seguir a cargo de la política exterior durante los meses que vienen,
incluidos los de la Presidencia. Yo no lo creo así -hay mentes
malvadas en todos los sitios-, aunque lo decía alguien de su
Ministerio. Yo espero que usted siga desarrollando este documento.

Y he echado en falta, señor Ministro, en ese crecimiento equilibrado,
pleno empleo y cohesión social, algo que también estaba en Lisboa,
basado en una sociedad del conocimiento más desarrollada, aparte de
todo el discurso de Lisboa. Yo no sé si es una exclusión debida a que
no tenemos un currículum muy presentable en esa materia, ya que
España es un país donde se registran doce patentes por millón de
habitantes cuando la media de la Unión Europea está en 111, o por el
informe que ayer conocíamos de la Comisión sobre el estado de la
ciencia y la tecnología, donde la verdad es que no estamos en una
situación que nos permita mantener un discurso muy creíble.

Señor Ministro, creo que la estrategia de Lisboa, después del 11 de
septiembre, adquiere, probablemente por el impacto que ha tenido en
la situación económica, una relevancia mucho mayor. Va a haber
situaciones donde determinados sectores van a necesitar un impulso
considerable, y la estrategia del pleno empleo, de la cohesión social
y del crecimiento equilibrado adquieren



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ahora una relevancia, si cabe, mucho mayor. Yo no sé si podemos
confiar en la buena voluntad y en la presión de los iguales, que es
el modelo de Lisboa, para que Europa avance por esa senda, pero para
mi Grupo estos elementos de la estrategia de Lisboa se convierten en
una prioridad mucho mayor.

Sin duda para el Gobierno el elemento central de la estrategia de
Lisboa son las privatizaciones o liberalizaciones. Podemos compartir
esa reflexión, pero la realidad es que hay un dato que resulta un
poco sorprendente: el país que aparentemente es más reacio y más
reticente a liberalizar algunos sectores, como el de la energía,
parece ser una economía más dinámica que la nuestra, con mayor
crecimiento de la capacidad adquisitiva de los salarios
-prácticamente el doble que en nuestro país-, con lo cual el día que
se decidan a liberalizar y eso tenga el impacto en el crecimiento
económico, se van a salir del cuadro.

El Ministro ha hablado de la ampliación. Yo creo que la Presidencia
española le ha correspondido una tarea compleja no solamente por las
razones que ha señalado el Ministro de procesos electorales en
determinados países, sino porque son temas que afectan al cuadro
financiero establecido. Yo quiero ser optimista, señor Ministro, y le
pediría que lo fuese también. Por ejemplo, lo que estaba establecido
para financiar la ampliación a un número más reducido de países
estaba previsto para iniciar la incorporación de esos países a partir
del año 2002. Como previsiblemente no se va a producir hasta el 2004,
creo que va a ser razonablemente viable. El problema se puede
plantear en el caso de la agricultura. Yo creo que sería un error
renunciar de entrada a alcanzar una posición común en el capítulo
agrícola antes de intentarlo, porque creo que existen incluso en el
marco y en el contexto de Berlín elementos que permitirían encontrar
una fórmula para, sin violar Berlín, intentar avanzar y poder cerrar
ese capítulo.

Y ya que he hecho referencia a las perspectivas financieras, me
gustaría que el Ministro despejase una incertidumbre. Estamos viendo
cómo algunos países se han salido absolutamente fuera de los
criterios del Plan de Estabilización, y la pregunta es inevitable:
¿El Gobierno ve previsible una presión por parte de algunos Estados
miembros del Consejo para revisar el Plan de Estabilización? En ese
caso, ¿cuál sería la posición del Gobierno?
Junto con esto, formulo otra pregunta: ¿Tiene el Gobierno intención
de replantear durante la Presidencia belga su demanda con relación a
los fondos comunitarios? Parece obvio que esa no debe ser una materia
que se introduzca en la agenda de la Presidencia española, por lo que
mi pregunta es si para no introducirlo en la Presidencia española se
va a introducir durante la Presidencia belga.

En cuanto al debate sobre el futuro de Europa, no vamos a avanzar
más. Esperamos a ir conociendo la posición del Gobierno. En esta
Comisión probablemente
nos pronunciaremos sobre los criterios que tienen los grupos
parlamentarios en cuanto al modelo a seguir para la conferencia
intergubernamental del año 2004 aunque le anticipo, señor Ministro,
que una articulación de la representación de los parlamentos
nacionales a través de la COSAC, que es un órgano vinculado y
dependiente incluso del Parlamento Europeo, no sería en
representación de los parlamentos nacionales. Tampoco es plenamente
satisfactorio para muchos de nosotros que el Gobierno elija a dos
parlamentarios ilustres y eso quede desvinculado del parlamento
nacional y de sus órganos. Tenemos que ser un poco más imaginativos
en nuestro caso.

En ese proceso al que ha hecho usted referencia, al calendario de la
ampliación, yo creo que usted es demasiado optimista. En cualquier
caso, los problemas con el proceso de ampliación no van a venir en la
Presidencia española, sino que va a corresponder a presidencias
ulteriores, cuando haya que evaluar la situación de un país como
Polonia o cuando haya que encontrar la fórmula definitiva para la
incorporación de Chipre, y eso no se va a plantear en la Presidencia
española, como tampoco se va a poder producir en Presidencia española
la ratificación por todos los Estados del Tratado de Niza, porque el
tema irlandés seguirá ahí pendiente todavía al final de la
Presidencia española.

Para terminar, señor Presidente, el señor Ministro ha hecho
referencia también a la Política europea de seguridad y defensa en el
contexto de los acontecimientos del 11 de septiembre. Yo creo que el
Consejo ha hecho una buena labor en su reunión del día 21, en el
Ecofin y en la reunión de los Ministros de Justicia e Interior. Hay
un marco que a mí me gustaría clarificar, y creo, señor Ministro que,
aunque a veces nos cueste explicar y sea más fácil simplificar,
debemos hacerlo, que es lo siguiente. Los instrumentos que se han
invocado y a los que se les ha dado un impulso en el Consejo del día
21 no eran, en su mayor parte, instrumentos que tuviesen como fin la
lucha contra el terrorismo. Es más, en algunos casos no existía
voluntad por parte de algunos Estados de que esos instrumentos
sirvieran para combatir el terrorismo internacional. Ahora el Consejo
ha adoptado una decisión muy sabia, que es pedir que se impulsen esos
instrumentos -algunos de ellos estaban aletargados en distintos
niveles de tramitación- y pedir que se incorpore a su cobertura el
delito de terrorismo. Yo creo que es lo correcto y que es muy
importante, pero vamos a tener un instrumento no solamente para
luchar contra el terrorismo, sino para luchar contra el crimen
organizado en distintas facetas. Yo no sé si podemos esperar que el
mandato del Consejo se cumpla. ¿Va a ser posible tener una definición
común de terrorismo? Yo espero que sí, y mi Grupo comparte plenamente
la visión y los objetivos. ¿Va ser posible alcanzar un acuerdo sobre
la orden de detención y entrega? Nos gustaría que se lograra pero,
señorMinistro, ¿el precio que se va a pagar para que se consiga



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va a ser la aceptación de innumerables listas de exclusión o de
reserva por parte de algunos países? Me gustaría que reflexionase
usted con todos nosotros sobre esas cuestiones.

Yo pediría que fuésemos capaces de entender todo ésto como parte del
avance en la construcción del Tercer Pilar. Hay que recordar que hace
ya tres años que en el parlamento español no se ha producido un
debate sobre ésto. Quizás el Gobierno debiera incorporar esta visión
más global, éste es el momento no solamente de la lucha contra el
terrorismo, sino de la construcción del Tercer Pilar. Eso pasa por
impulsar Europol - como se ha acordado-, pero también Eurojust y por
otra serie de actuaciones. La mayoría de ellas están enunciadas y
contempladas en el Consejo del día 21.

El Ministro ha hablado de las relaciones exteriores y del Segundo
Pilar. Yo no sé si lo ocurrido va a acelerar en algo el desarrollo de
la política europea de seguridad y defensa. Espero que el mandato
establecido para Laeken de la puesta en marcha de las estructuras se
cumpla plenamente. Concretamente, el Primer Ministro de Francia hizo
una reflexión en días recientes aludiendo a que lo ocurrido el 11 de
septiembre nos debe llevar a revisar la política europea de seguridad
y defensa no solamente como un instrumento de las relaciones
exteriores, y a crear una fuerza desplegable fuera de la Unión, sino
como parte de la seguridad en el territorio de la Unión ante
catástrofes, por ejemplo.

Es un terreno en el que yo ahora mismo no me aventuraría. La
reflexión está ahí. No estamos hablando de que el ejército asuma
responsabilidades que corresponden a la policía. Estamos hablando de
algo bastante distinto que se desprende de la reflexión del Primer
Ministro de Francia. Hemos visto en las semanas recientes un gesto
frustrado, que mejor que no se hubiera producido, de intentar que la
Unión Europea asumiese el papel que la OTAN venía desempeñando en
Macedonia. Está claro que la Unión Europea todavía no está en
condiciones de hacerlo. Hubiera sido mejor que no se invitase desde
la Presidencia de la Comisión al Consejo para adoptar esa decisión.

Finalmente, señor Ministro, ha hablado usted de relaciones
exteriores, del Mediterráneo y de Oriente Medio que adquieren
evidentemente una importancia enorme en este momento. No sé qué
medidas se van a adoptar con relación a los MEDA porque parte del
impulso que se da en el Consejo tiene que ver con eso. Me gustaría
que nos dijera si se van a desmantelar los MEDA y se va a ir a un
instrumento mucho más rápido y totalmente nuevo.

Tengo que felicitarle, señor Ministro, porque desde hace bastantes
semanas nuestro Secretario General ha estado pidiendo al Gobierno que
abandonase la senda de la confrontación con Marruecos. Es más lo que
nos une con Marruecos que lo que nos separa, es necesario el diálogo
y la cooperación. Creo que usted y el ministro Benaisa han dado por
zanjadas las posibles discrepancias.

Las que haya se seguirán hablando y dialogando, creo que
estamos en la senda correcta. Me alegro también de que usted se haya
sumado a esa visita de la troika a una serie de países porque es
importante que la Presidencia futura esté plenamente vinculada a esas
acciones.

Nos gustaría que en el caso de América Latina no solamente Chile,
sino también Mercosur pudieran ser objeto de un impulso. Me pregunto
-y es una cuestión muy específica, señor Ministro- ¿qué piensa hacer
el Gobierno con relación a Cuba? Parece que la Presidencia belga
tenía intención de hacer algún avance, pero en la reunión de
embajadores de la Unión Europea en La Habana fue sólo y
exclusivamente el embajador de España el que se opuso a que se diera
ese paso y a que se intentara organizar un encuentro Cuba-Unión
Europea durante la Presidencia belga. Me gustaría que nos informara
de esto también.

Termino, señor Ministro, reiterando esa disposición y recordando que
tendremos muchas más ocasiones para seguir discutiendo no solamente
en torno a la Presidencia española en la Unión Europea, sino sobre el
futuro de Europa.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor portavoz.

Tiene la palabra el portavoz del grupo de Convergència i Unió.




El señor GUARDANS I CAMBÓ: Muchas gracias, señor Presidente.

Muchas gracias, señor Ministro.

Voy a intentar ser breve. Le agradezco sus explicaciones y,
evidentemente, quiero empezar manifestando el apoyo que mi Grupo va a
prestar en la medida de sus posibilidades, el apoyo parlamentario y
el apoyo explícito, para que la Presidencia española sea un éxito.

Así se hizo en la Presidencia anterior.

Quisiera recordar -y creo que es oportuno que conste en el «Diario de
Sesiones» en este momento- que fue precisamente la finalización con
éxito de la última Presidencia del Gobierno socialista en ese momento
la que justificó que se preservara que continuara en el tiempo el
apoyo de mi Grupo parlamentario al Gobierno de entonces en
situaciones y en circunstancias difíciles. Si eso es lo que hicimos
con motivo de la Presidencia anterior, qué no haremos en este momento
en el que, evidentemente, no nos encontramos en una situación
paralela. Les recuerdo simplemente ese hecho para que tenga presente
que mi Grupo en el pasado y en esta próxima Presidencia va a prestar
todo su apoyo parlamentario sobre cualquier medida que se le solicite
para ayudar al buen éxito de la Presidencia española en este primer
semestre.

Nos hacemos cargo de que esta Presidencia, fruto de los
acontecimientos del 11 de septiembre y de todolo que se está
derivando desde esa fecha en todos los



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frentes, tiene alguna dificultad añadida. La tiene aunque sólo sea
porque modifica la agenda, modifica las prioridades, modifica el
estado de opinión de la opinión pública del cual no se liberan -y
además es bueno que así sea, pues sería una enfermedad que no fuera
así- ni sus gobiernos ni sus representantes ni sus parlamentos ni sus
ministros. Por lo tanto, el ánimo europeo hoy en el plano económico,
político y diplomático es distinto para bien y para mal del que era
antes del 11 de septiembre y eso le toca administrarlo a la
Presidencia belga, que es a quien le ha estallado esto en mitad de su
mandato, pero sobre todo a la Presidencia española a partir del día 1
de enero.

Entendemos -y lo ha citado también el propio Ministro- que en algún
punto supone una ventaja porque algunos deberes que llevaban ustedes
en lista se los han quitado de encima mucho antes de lo que tenían
previsto. Todo lo que hace referencia a los temas del Tercer Pilar y
de la cooperación en materia de justicia e interior está casi en un
nivel técnico de debate y en algunos casos constitucional interno
para ver hasta qué punto se puede articular, para ver cómo se
relaciona esa orden de búsqueda y entrega, la supresión de la
extradición, etcétera.

Pero esa gran energía que estaba acumulando el Gobierno para volcarla
a partir del 1 de enero y convencer a sus socios de la necesidad de
adaptar determinadas medidas de cooperación judicial y policial podrá
dedicarla a otros frentes porque ahí ya no es especialmente necesario
ese empeño. Hay convencimiento en este momento, que va de Estocolmo a
Roma, pasando por todas las demás capitales europeas, de que
efectivamente Europol tiene que tener competencias en materia de
terrorismo, de que Eurojust tiene que desplegarse y de que lo que
quedan son pequeños flecos. Por tanto, esa parte es positiva.

Uno de los papeles importantes -permítanme que haga una analogía que
puede sonar poco seria, pero lo hago conscientemente- que tiene que
tener la Presidencia española es, precisamente, mantener la
normalidad. De la misma manera -y aquí es donde está la analogía- que
el Presidente Bush o el alcalde Giuliani han pedido a sus ciudadanos
que vayan al béisbol, que vayan a los musicales, que viajen, que
hagan turismo, porque eso es lo que demuestra que las cosas siguen
funcionando, nosotros tenemos que pedir a nuestros representantes en
este caso -aunque nosotros lo somos, ustedes son nuestros
representantes ante el conjunto del resto de la Unión Europea y en
este caso específicamente lo es la Presidencia española- es que se
mantenga la normalidad y que, por tanto, sigamos hablando de
ampliación, del futuro de la Unión Europea, del proceso de Lisboa,
aunque no tengamos más remedio que hablar de cooperación policial y
judicial o, eventualmente, de las consecuencias humanitarias y de
alguna eventual catástrofe humanitaria que se pueda
derivar de los ataques armados o de las propias consecuencias
políticas de los ataques armados.

De todo eso habrá que hablar pero usted personalmente tiene que irse
acostumbrando para los próximos seis meses en asumir que es el
Presidente del Consejo de la Unión Europea. Lo será por seis meses a
partir del 1 de enero. Por tanto, son muchas referencias que ya no
son ni siquiera del Gobierno como tal, sino que en un caso son del
Presidente Aznar y en el otro caso de usted. Tiene que asumir la
responsabilidad de intentar conservar el barco con el rumbo que tenía
sin perjuicio de que haya otras prioridades y otros puntos, pero
ninguna de las que ya estaban fijadas puede decaer.

En primer lugar, la ampliación. Usted ya lo ha comentado, pero
tendremos que seguir hablando de ello. Es obvio que hay una serie de
capítulos muy sensibles que el Gobierno español va a tener que
negociar con mucho pulso en una situación política complicada,
también por las elecciones. No se trata de entrar en el detalle, pero
cuando se acerque el momento, habrá que celebrar con usted o, quizá
en ese caso con el Secretario de Estado, sesiones específicas, porque
es obvio que el papel de España defendiendo sus propios intereses y
a la vez encabezando la negociación va a ser muy delicado, todos lo
sabemos, lo sabíamos cuando se fijó el calendario de los distintos
capítulos a negociar, pero se acerca la hora de la verdad y, por
tanto, habrá que saber exactamente cuál es el papel de España ahí.

Lisboa, tres cuartos de lo mismo. Ciertamente la situación económica
ha cambiado y se refuerza la necesidad de desarrollar lo que se
estableció en Lisboa y de adoptar determinadas medidas, aunque es
posible que haya que replantear algunas o darles un orden distinto.

No creo que sea el momento de entrar en cada uno de los puntos
relativos a la liberalización económica que había en su momento
porque la situación ante unas expectativas de crecimiento inferiores,
si no entramos en recesión, que habrá que verlo, son bastante
distintas de lo que eran. Todo lo que se deriva del proceso de Lisboa
no puede quedar en una discusión académica sino que tiene que
traducirse en medidas políticas que deben ser desarrolladas y
adoptadas aunque -por decirlo coloquialmente- la cabeza esté en otro
sitio.

Donde sí está la cabeza y donde sí están los ánimos de todos, y por
tanto se trata de sacar todas sus consecuencias, es en los asuntos de
política exterior y de seguridad común. Es muy fácil que en ese
aspecto los estados de ánimo y las decisiones políticas vayan en
sintonía. Yo creo que la Unión Europea tiene un papel de inmensa
importancia, lo tienen la Presidencia española y el Ministro de
Asuntos Exteriores de España.

En Oriente Medio, los Estados Unidos, la política exterior
norteamericana y de una forma muy nítida el Partido Republicano están
virando, están reorientando el buque suavemente, y eso lo tiene que
aprovechar la Unión Europea, porque está virando poco a poco al



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rumbo que desde hace mucho tiempo tiene ya fijada la Unión Europea.

Sin salirnos del objeto de esta comparecencia, pero enlazando con
aquella en la que usted vino a explicar a la Comisión de Asuntos
Exteriores la posición de España después de los acontecimientos del
11 de septiembre, yo le reitero en este punto concreto del conflicto
de Oriente Medio lo que en ese momento le dije respecto de la
situación global. La Unión Europea, con el compromiso que tiene
adquirido con Estados Unidos en la actualidad y con el que le queda
por adquirir en los próximos días, meses o años, se está cargando de
razones y de legitimidad para, en el marco del diálogo
transatlántico, ayudar al cambio de rumbo de la política de Estados
Unidos hacia Oriente Medio, y exigir un compromiso firme, real y
definitivo de Estados Unidos en dicho conflicto. Eso lo tiene que
hacer la Unión Europea y lo puede hacer hoy, que será escuchada, por
lo menos, de forma muy distinta a como lo fue antes del 11 de
septiembre.

En este mismo marco, lamento que en su intervención no haya
mencionado -y entiendo que usted dispone de poco tiempo, pero el no
mencionarlo no deja de ser un índice de las prioridades que cada uno
tiene- el proceso de Barcelona y el diálogo mediterrráneo. No voy a
hacer más drama ni sangre de ese silencio, pero insisto en que ése
fue uno de los grandes éxitos de la última Presidencia española y
debería ser de nuevo uno de los grandes éxitos de la próxima. Aquí se
junta el hambre con las ganas de comer, porque coincide absolutamente
con el marco de las prioridades provocadas por el 11 de septiembre.

El proceso de Barcelona, que ha quedado abortado en algunas de sus
posibles vías de desarrollo por el propio conflicto de Oriente Medio,
debe tener un estímulo en este momento trascendental. El Tercer Pilar
del proceso de Barcelona, el diálogo social, el diálogo cultural, el
diálogo educativo, que parecía música celestial durante todo este
tiempo y que realmente no tenía especial interés, hoy adquiere un
interés político de primerísimo nivel, y tiene que ser puesto en
primerísimo nivel en la agenda de la Unión Europea.

Sería bueno, y es una sugerencia que me atrevo a hacerle en nombre de
mi Grupo, que a nivel de grupos de trabajo -o no sé muy bien de qué
forma práctica debería articularse- se hiciera llegar a los Estados
Unidos en el marco del diálogo trasatlántico la existencia misma -de
la cual más allá de tres o cuatro personas no deben tener
conocimiento- de lo que fue el proceso de Barcelona, de que ya hay un
instrumento que empezó a funcionar, que está ahí. Incluso los Estados
Unidos se podrían implicar. Ahí hay un trabajo muy importante en el
cual España puede tener un peso específico, ya que en la situación
actual y en la que desgraciadamente podemos estar a muy corto plazo
según se desarrollen los acontecimientos, el diálogo mediterráneo
y la cooperación mediterránea tienen una importancia política
de primerísimo orden.

Respecto al debate sobre el futuro de Europa, y termino con esto,
también tendremos que celebrar sesiones concretas. A mí no me ha
quedado claro una cuestión que ha comentado sobre la articulación
entre un foro de la sociedad civil y la convención. Si puede hacer
algún comentario, bien, si no, tendremos ocasión de preguntarlo
porque es un asunto muy específico, pero no entendí muy bien cómo se
va a articular.

Nos parece muy bien que se pretenda iniciar la convención y sus
trabajos durante la Presidencia, y subrayo y comparto lo que ha
afirmado el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista sobre que se
cuide con mucha atención la presencia, articulación y participación
en los trabajos del Parlamento español, y que esa participación
parlamentaria, eventualmente en la convención, no quede reducida a la
presencia de dos personas designadas por los dos grupos
parlamentarios a propuesta del Gobierno o del grupo parlamentario
mayoritario. Me alegra que con los tiempos que corren, por una vez,
el Partido Socialista rectifique y asuma que no basta con que los dos
grupos parlamentarios se arreglen y hagan de su capa un sayo, y se
reúnan a puerta cerrada y decidan lo que es bueno para el país, sino
que se acuerden de que el Parlamento tiene otras legitimidades, que
los dos juntos no son mayoría en algunas partes del territorio, ni
siquiera sumando todos sus votos ni todos sus diputados, y por tanto
se den cuenta de que la presencia del Parlamento en los trabajos de
la Unión Europea debe tener un reflejo que no tiene por qué ser
necesariamente que existan tantos representantes como grupos
políticos, pero sí de alguna forma que aquellos que puedan
representar al Parlamento español lo hagan rindiendo cuentas ante los
compañeros de otros grupos parlamentarios o dando explicaciones con o
sin mandato imperativo.

Este asunto es importante porque será una de las fuentes de
legitimidad de lo que de ahí se derive. Entiendo que ésta es la
primera comparecencia de varias sobre este mismo asunto, y por tanto,
yo me pararía aquí a la espera de lo que sobre todos estos temas
sigamos hablando más adelante.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupo Parlamentario de Senadores Nacionalistas
Vascos? (Pausa.)
Intervendrá a continuación el portavoz del Grupo Parlamentario Mixto.


(Denegaciones.)
Según me comunica el señor Letrado, asesor de la Presidencia, debe
intervenir ahora Coalición Canaria, si no hay nadie que discrepe.

Tiene la palabra el señor Mauricio Rodríguez.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Muchas gracias, señor Presidente.

No tengo ningún afán ni preferencia especial enintervenir primero,
pero si nos toca, nos toca.




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Señor Ministro de Asuntos Exteriores, muchas gracias por su
información. Hemos acudido a esta Comisión con natural expectación
porque sin duda alguna hay que comenzar a reflexionar sobre la
Presidencia española en la Unión Europea en el nuevo contexto
internacional surgido a partir del 11 de septiembre.

El señor Piqué ha dicho -y yo le comprendo- que estamos demasiado
cerca del 11 de septiembre para empezar a sacar conclusiones y que
hasta diciembre tendremos tiempo para hacer las reflexiones adecuadas
para ajustar la agenda de la Presidencia española y sus prioridades.

Estamos de acuerdo, pero quiero decir al señor Piqué que lo sucedido
el 11 de septiembre ha tenido un impacto muy importante que hace
mucho más complicada nuestra Presidencia y al mismo tiempo más
interesante porque los retos son más difíciles y mucho más
importantes. Sin duda, Europa va a tener una oportunidad para lo que
llamamos Más Europa. El eslogan que plantea la Presidencia española
me parece adecuado, pero más Europa hacia dentro y más Europa hacia
fuera. Supongo que ésto es de lo que estamos hablando porque existe
la tendencia de más Europa hacia dentro. La situación resultante del
11 de septiembre genera a nivel internacional incertidumbre y
confusión. Aún no sabemos qué va a pasar y cuándo va a pasar. No sé
si lo sabrá el señor Ministro, a nosotros nos gustaría conocerlo pero
no sé si nos lo podrá decir. Pero lo que va a ocurrir, y que aún no
sabemos, genera, repito, incertidumbre, dudas; no sabemos si se
producirá una operación a largo plazo, de baja intensidad u
operaciones a corto plazo paralelamente a las mismas de mayor
intensidad. Todo ello tiene, sin duda, efectos políticos, efectos
diplomáticos y efectos económicos sobre la situación internacional.

Por tanto, en mi opinión, desde el planteamiento de que la
Presidencia española va a ser más difícil y compleja, hay un peligro
y es que esa situación de incertidumbre provoque una Presidencia
irresoluta, con muchas reuniones que ya se han anunciado pero con
pocas medidas y que el balance final pudiera ser una Presidencia de
transición hasta encontrar una nueva situación internacional que haga
posible que otras presidencias tengan que acometer determinadas
iniciativas que no puedan efectuarse durante la Presidencia española.





Por ello, como cuestión de carácter general, es necesario empezar
cuanto antes a ajustar las prioridades de la nueva situación para
conseguir una Presidencia con éxito. Y es imprescindible que
mantengamos asuntos que no pueden tener marcha atrás; de normalidad;
de los ritmos y calendarios de la ampliación; de los debates internos
de esta ampliación; de las reformas económicas, etcétera, así como el
horizonte de la Conferencia intergubernamental del año 2004. Ésto en
lo que se refiere a Más Europa hacia dentro y estoy de acuerdo en
esta dirección. Más Europa hacia
dentro plantea también el tema del terrorismo en el interior de
Europa y el terrorismo en el exterior. Parece que en la actualidad
existe una definición del terrorismo que tiene un ámbito de acción
internacional o global y otra del terrorismo de carácter local, que
no sé si figurará como competencia en el listado de organizaciones
terroristas y de acción coordinada contra el terrorismo. Parece que
existe cierta tendencia a una renacionalización de las políticas
terroristas, por así decirlo, aunque el señor Piqué lo niega con la
cabeza y se lo agradezco, pero es una reflexión sobre la que me
gustaría que me contestara. Las declaraciones norteamericanas se
refieren a las de ámbito global y a las de carácter más local. Ésta
es una oportunidad para actuar contra el terrorismo, para reforzar el
Tercer Pilar, para que no sea necesario aplicar la extradición, sino
la captura y la entrega. Y éste puede ser en sí mismo un interesante
proceso que se inicia con la Presidencia belga -qué casualidad que
corresponda a los belgas un asunto sobre el que hemos discutido
mucho- y que tendrá que rematar la Presidencia española que, sin duda
alguna, va a ser una de las más interesadas en reforzar ese Tercer
Pilar en la línea de las libertades pero también de la seguridad y de
las actuaciones antiterroristas con la coordinación de los servicios
de inteligencia y de las políticas de Estado.

Pero ese otro terrorismo, el del tercer mundo por llamarlo en un
término genérico, plantea cuestiones que la Presidencia española debe
acometer y creo que el señor Piqué en su rápida intervención no ha
puesto los acentos que mi grupo consideraría adecuados. Si yo hubiera
venido de Marruecos, Argelia y Libia seguramente plantearía esos
temas con más acento que si no hubiera acudido a esos países. Usted
ha realizado un esfuerzo para que no le condicione lo inmediato y
habla de propuestas generales de Europa, pero considero que ésta es
una gran cuestión, como han dicho otros grupos parlamentarios.

El diálogo euromediterráneo es una gran cuestión. Yo acepto esa
definición para no entrar en discusiones teóricas pero como los
canarios estamos un poco más afuera del Mediterráneo, en el
Atlántico, para nosotros éste es un asunto vital. La política de
seguridad, del Segundo Pilar, la política de intervención de Europa
en el mundo debe hacerse fundamentalmente desde políticas de
cooperación pero también, si fuera necesario, para gestionar y
resolver conflictos internacionales en el marco de las Naciones
Unidas; éste es el gran sentido de la política del Segundo Pilar de
Europa y debemos hablar sobre ello con toda claridad; no debemos
permitir que determinados conflictos duren de manera interminable
aunque correspondan a intereses de una u otra potencia. Por eso, como
se ha dicho, la Presidencia española debe recuperar el proceso de paz
en Oriente Medio y debe ser un objetivo absolutamente prioritario; en
muchas ocasiones se actúa sobre los efectos del



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terrorismo y no sobre las causas; situaciones que generan que
determinados procesos se pudran y éstos son caldo de cultivo para los
fanatismos. Con el proceso de Oriente Medio se ha intentado en algún
momento marginar a Europa. Una delegación parlamentaria estuvo en
Oriente Próximo y captó -supongo que también el señor Piqué- que en
esa zona no desean Más Europa; sólo quieren la intervención
norteamericana que durante un proceso largo -y con esto termino- en
absoluto ha permitido una intervención europea.

Me parece que la declaración de la Administración americana en favor
de un Estado palestino es un acontecimiento importantísimo; que
Europa tiene mejores condiciones para intervenir, como se ha dicho
anteriormente, y propiciar un clima de diálogo, como ya ocurrió en la
Conferencia de Madrid, y es necesario resolver ese conflicto como
sea, con el Estado de Israel protegido, con sus derechos
salvaguardados y con un Estado palestino que coopere a la paz en esa
zona del mundo.

Por otro lado, Europa tiene que resolver el problema de Argelia,
Marruecos, el Sahara, Libia, etcétera. En esa zona se está cociendo
un proceso peligrosísimo desde hace ya demasiado tiempo, en el que
debemos intervenir con el fin de ayudar, de cooperar -y me gustaría
escuchar algunas opiniones al respecto por parte del señor Piqué, que
precisamente viene de allí-. Por eso nuestras relaciones con
Marruecos tienen que ser prioritarias y estratégicas, pero no sólo
por parte de España, sino también de la Unión Europea. Y lo mismo
ocurre en el caso de las relaciones con Argelia, con objeto de que
crear un clima de diálogo y de pacto en la línea del Plan Baker, que
se está planteando para esa zona, contando también con la ayuda
americana, aunque somos los europeos los que tenemos que protagonizar
todo eso.

Quiero ligar todo lo que he dicho -y con esto termino, señor
Presidente, agradeciéndole su benevolencia- a la cooperación
internacional. La política en materia de cooperación no puede
consistir sólo en que España aumente un poco sus ayudas al Tercer
Mundo, a la deuda externa, etcétera, sino que tiene que haber una
política europea. Y en los debates parlamentarios que hemos tenido
recientemente en el Congreso de los Diputados, y ayer, en la Junta de
Portavoces, ha habido varias iniciativas. Una de ellas es potenciar
los programas de cooperación internacional. Entendiendo que la
política de Estado corresponde al Gobierno, aunque en coordinación
con las Comunidades Autónomas, debemos encontrar un marco más amplio
y complejo para las políticas de inmigración. Por ejemplo, en nuestro
frente de África no se trata de un problema de control o no de
pateras, sino de políticas de cooperación, de integración de la
inmigración de manera racional en el proyecto europeo, etcétera.

España debe dedicarle a ese asunto una parte importante de su
actuación, porque hay que actuar contra los núcleos terroristas, pero
también
contra las situaciones que generan determinados guetos en los
que después surgen esos núcleos terroristas.




Esta cuestión nos lleva a un tema que ahora sólo voy a apuntar: la
ultraperificidad de Canarias y los expedientes que tenemos
pendientes. Espero que durante las presidencias belga y española se
resuelvan.

Para finalizar, señor Piqué, le diré que nuestro pequeño Grupo hará
todo lo posible para el éxito de la Presidencia española, pero ese
éxito exige que lo antes posible tengamos cintura para adaptarnos a
la nueva situación. Hace falta más Europa en el mundo, hace falta
desarrollar el proceso de construcción europea y que el Consejo
Europeo de Barcelona y el euro, paralelamente, ayuden a consolidar
las políticas de Lisboa, de cohesión social, etcétera, y que esta
situación de incertidumbre internacional no paralice políticas que
precisamente en estos momentos es necesario acelerar.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor portavoz del Grupo de
Coalición Canaria.

Por el Grupo Mixto, tiene la palabra su portavoz, la señora
Lasagabaster.




La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Gracias, señor Presidente.

Señor Ministro, le agradezco su comparecencia. Para no ser
reiterativa, voy a referirme a aquellas cuestiones que no se han
suscitado, si bien comparto plenamente algunas de las cosas que se
han dicho.

De los borradores o de aquello que teníamos conocimiento antes del 11
de septiembre se deduce que ustedes sí tenían una prioridad para la
Presidencia española, independientemente de que quisieran avanzar en
todos los frentes, lo que me parece lógico. Y creo que esa prioridad
consistía en el espacio de justicia y seguridad, y en concreto en lo
que usted nos ha manifestado: la orden europea de detención y
entrega. (El señor Vicepresidente, Soravilla Fernández, ocupa la
Presidencia.) Si una persona ajena a estos foros tuviera que decir en
qué se va a concentrar más la Presidencia española se hubiera
centrado básicamente en esta cuestión, aunque no sé si las actuales
circunstancias les permiten, como ha dicho algún otro portavoz, hacer
hincapié en otras cuestiones, independientemente de que tengan que
trabajar en todos los ámbitos. Eso es lógico, y por otra parte ocurre
durante todas las presidencias.

Paso a hacer algunos comentarios sobre los objetivos que usted ha
planteado. Respecto de la ampliación, es evidente, como ya han dicho
otros portavoces, que tenemos por resolver las cuestiones más
candentes, más difíciles, con el añadido de que a veces no se ha dado
del Estado español demasiada buena imagen - no sé si acertada o
desacertadamente- por parte de los países candidatos. Por tanto, creo
que van a tener quecombinar la forma de llevar a cabo esa negociación
con



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una habilidad especial para que la relación bilateral del Estado
español con los países candidatos en ningún caso se vea afectada por
estas cuestiones. Creo que éste es un elemento esencial, porque no
hace demasiados meses hemos visto -repito, no sé si con acierto o
desacierto- cuál ha sido la imagen que se ha tenido del Estado
español en determinados países candidatos, imagen que no era la mejor
posible. Así pues, creo que ustedes deben tener mucha habilidad en
este tema, porque es muy delicado.

Por lo que se refiere al futuro de la Unión Europea, nos gustaría que
nos explicara con más detalle cuál es la posición del Gobierno
respecto de la convención. Nosotros ya hemos dicho que al menos
queremos intentar que exista una posición consensuada de los grupos
parlamentarios, porque el método de la convención puede ser bueno
pero requiere articular múltiples detalles que determinarán si al
final lo es o no. Por ejemplo, ¿debe limitarse el mandato de la
convención a los cuatro puntos de las conclusiones del Consejo de
Niza, o quizá se pueda entrar en otra serie de materias que
permitirán un proyecto más democrático, más transparente y más eficaz
de lo que es la Unión Europea?
Esta primera cuestión determina otras muchas consideraciones, como la
de su composición, de la que aquí ya se ha hablado. Incluso se hacen
llamamientos en la Unión Europea a que, dado que también van a
intervenir en la convención representantes de los Estados miembros,
se intente diversificar la composición de las delegaciones
parlamentarias para que pueda haber una mayor pluralidad de la
representación en la convención.

Otra cuestión fundamental es cuál va a ser la relación entre la
conferencia intergubernamental y la propia convención -puede haber
varios diagnósticos finales de la convención-, si es que la va a
haber. En fin, hay muchos aspectos que determinarán el método y si al
final volveremos a donde estábamos: a una conferencia
intergubernamental que tiene la última palabra, lo que, en
definitiva, supondría mover muchas cosas para no mover nada, algo en
lo que no estaríamos de acuerdo.




Por otro lado, sería de interés conocer la opinión del Gobierno sobre
el borrador del libro blanco de la gobernanza de la Comisión, cuando
se van a presentar en Laeken los principios que ya se están
planteando, aunque quizá usted considere que no es oportuno
manifestarla en estos momentos. Asimismo, quisiera conocer la
valoración del Gobierno respecto de este año. Sabe usted mejor que yo
que el año 2001 se había planteado como foro abierto de debate
respecto del futuro de la Unión Europea, mientras que durante los
años 2002 y 2003 se recogerían todas esas observaciones, más
generalizadas, en foros más concretos. Y usted manifestó en otra
comparecencia que, además del Consejo, habían puesto en marcha otra
serie de instrumentos
para conocer y analizar la opinión de la sociedad española, por
lo que me gustaría saber, cuando casi está a punto de finalizar el
año 2001, cuál ha sido la valoración de esos instrumentos.

Entrando ya en el Tercer Pilar -tema muy importante, y no voy a
indicar el porqué, ya que todos los portavoces lo han resaltado y es
algo más que obvio-, me gustaría hacer una pequeña aportación que
probablemente sea muy específica, de lo que yo represento, en
relación con el ordenamiento jurídico y la eficacia. Ha hablado usted
de equipos de investigación. Pues bien, estamos hablando de potenciar
Europol; de potenciar equipos conjuntos; de que las instrucciones a
nivel de procedimientos judiciales se puedan hacer conjuntamente en
determinadas materias, y de plantear el Eurojust en la calle, por
decirlo coloquialmente.

Pero a nosotros se nos presenta un problema, y es que en el Estado
español hay competencias para policías integrales en dos Comunidades
Autónomas -el País Vasco y Cataluña, mientras que en Navarra puede
haberlas si así lo decidiera-, que están desplegadas en toda su
territorialidad. En mi Comunidad Autónoma está la Ertzaintza y
entendemos que por razones de eficacia, y no sólo de defensa de un
determinado ordenamiento jurídico -ustedes entenderán perfectamente
de lo que estoy hablando-, quizá debería ser éste el momento de que
tuvieran la participación correspondiente en esos foros que se van a
potenciar, que son necesarios y que suponen tener un conocimiento
que, como ya se ha dicho, es la base para lograr una mayor eficacia a
la hora de planificar la seguridad y, en definitiva, de poder llevar
a cabo la justicia. Esto nos parece muy relevante. Como bien saben
ustedes, tenemos serios problemas con esta cuestión a día de hoy, y
queremos saber qué va a ocurrir en el momento en que se pongan en
marcha toda esta serie de mecanismos, ya sea derivados de Schengen o
de otra serie de instrumentos. Hablamos en términos de eficacia y
cumplimiento de los objetivos que tiene marcados una policía que está
desplegada y actuando, y que, en definitiva, constituye la policía
integral para la seguridad de las personas, la defensa de sus
intereses y la protección de los mismos.

Una tercera cuestión concreta es la participación de las Comunidades
Autónomas. Muchos de ustedes me habrán oído decir en varias ocasiones
que en otra serie de Estados, como el belga, que ostenta ahora la
Presidencia, se han articulado métodos y procedimientos de
participación de las Comunidades Autónomas, incluso en la presidencia
de algunos Consejos de esas cuatro categorías que se han llevado a
cabo en la Unión Europea. No voy a insistir en ello ahora, pero, por
ejemplo, en otros Estados miembros, como Alemania, se han articulado
métodos, tanto en la Presidencia de 1994 como en la de 1999, menos
públicos quizá, no sé si discretos pero sí de carácter interno, que
permitían el conocimiento de todos los datos y funcionamiento dela
propia Presidencia. Entre otras cosas, una cuestión



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que puede parecer muy simple, pero quizá eficaz, es el intercambio de
funcionarios de Comunidades Autónomas o Lënder en el Gobierno
federal. Esto mismo se podría hacer en su Ministerio o en otros.

Y pongo esta cuestión encima de la mesa porque me parece relevante
que las Comunidades Autónomas no sean sólo las anfitrionas -lo que me
parece importante-, sino que, además, tengan conocimiento a través,
incluso, de métodos tan sencillos como el intercambio de funcionarios
amén de la propia información. (El señor Presidente ocupa la
Presidencia.)
En cuarto lugar, señor Ministro, querría preguntarle cuál va a ser su
relación con nosotros. La voluntad del Gobierno de colaborar con el
Parlamento, al igual que ocurre con el valor, se le supone. Sin
embargo, con las 41 reuniones previstas a nivel de Ministro, las 151
a nivel de experto, el G-8 y no sé cuántas reuniones bilaterales,
dígame usted cómo va a quedar la relación entre el Gobierno y el
Parlamento. Quisiera saber qué papel van a tener las Cámaras además
del lógico y legítimo de control al Gobierno -que es asunto nuestro,
no suyo-. ¿Qué papel tiene pensado desempeñar el Gobierno en su
relación directa, eficaz y, sobre todo, cercana a las Cortes
Generales durante la Presidencia española de la Unión Europea? En mi
opinión, es muy importante plantear esta cuestión con concreción y
detalle, más allá, como digo, de la voluntad que le suponemos.

Y esto es todo por el momento, aunque hay otra serie de cuestiones de
detalle que, en mi opinión, deben formularse como preguntas para
respuesta escrita.

Gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora portavoz del Grupo Mixto.


A continuación, corresponde la palabra al portavoz del Grupo
Parlamentario de Izquierda Unida.




El señor LLAMAZARES TRIGO: Gracias, señor Presidente.

No solamente corremos riesgos en las relaciones bilaterales entre las
dos fuerzas políticas mayoritarias; también los corremos en las
comisiones mixtas.

Entrando ya en el contenido de la intervención del señor Ministro de
Asuntos Exteriores, nos preocupa encontrarnos de nuevo -creemos que
es ya la tercera o cuarta vez que oímos las prioridades para la
próxima Presidencia- ante una carta abundante, pero sobre la que el
chef no manifiesta sus recomendaciones ni los ingredientes empleados.


Esperábamos que el señor Ministro fuera definiendo -poco a poco, pues
todavía no estamos en condiciones de precisarlo totalmente- las
prioridades del Gobierno español para la próxima Presidencia europea,
prioridades que ni son una «carta» de todas las materias, aunque,
como es evidente, tengamos obligación de continuidad, ni tampoco son
buenas
intenciones referidas a las políticas a las que ha aludido el señor
Ministro en su intervención.

Esperábamos conocer, pues, una serie de prioridades por parte del
Gobierno que no hemos oído, y no porque éste no las tenga. Queremos
resaltar que el señor Presidente del Gobierno ha puesto encima de la
mesa, en la Conferencia Ambrosetti, una serie de prioridades que no
coinciden con la retahíla que nos han presentado el señor Ministro y
su Ministerio, lo cual nos preocupa. Y nos preocupa tanto el hecho de
que no se definan prioridades, como que éstas se mantengan ocultas y
se presenten únicamente en ámbitos favorables, como el patrocinio de
Giovani Agnelli, Presidente Honorario de la empresa FIAT, en vez de
presentarlas en el ámbito político y parlamentario; sobre todo,
porque algunas de esas prioridades no nos son extrañas, puesto que
han sido las mismas que el Partido Popular y el Gobierno español han
mantenido a lo largo de los últimos años dentro de la Unión Europea.

Esa «Más Europa» que anuncia el Ministerio no nos convencería
demasiado si en ella se diera continuidad absolutamente a todo, pero
aún nos convence menos si se trata de las prioridades que, como digo,
anuncia el señor Aznar en esa Conferencia, las prioridades de la
liberalización. Lo dice el propio señor Aznar: No dejemos que Europa
se anquilose en un período de recesión o en un cambio de ciclo
económico, dirijamos la recuperación económica dando un nuevo impulso
a las liberalizaciones y privatizaciones. Nos preocupa, como digo,
esta «Más Europa» del Ministro de Asuntos Exteriores porque la
pregunta que cabría formular sería la de Giuseppe Fontana: ¿Qué
Europa?
Nosotros tendríamos, desde luego, claras discrepancias con este
modelo europeo del Gobierno y del Partido Popular, porque es el que
ha provocado que en este último período España tenga en la Unión
Europea una política de alianzas, a nuestro juicio equivocada,
intentando ser el aliado preferente de Estados Unidos en el corazón
de la Unión Europea y aislándose con el resto de países, sobre todo
con los países motores de la Unión Europea -en estos momentos queda
poco más que el Gobierno italiano-. Por otra parte, España ha llevado
a cabo políticas de liberalizaciones en el marco europeo -ésa ha sido
su bandera- y ha mantenido una dinámica intergubernamental en cada
una de las sesiones en las que participábamos. En estos momentos
somos un país antipático dentro de la Unión Europea. Y ésta es
nuestra opinión respecto de la política de alianzas en la Unión
Europea, pero aún nos preocuparía más que ahora, durante la
Presidencia española, no aprovecháramos para desandar el camino
equivocado; por el contrario, debemos profundizar en él.

En nuestra opinión, en estos momentos tenemos dos retos muy
importantes condicionados en parte por la realidad y en parte por la
coyuntura política, pero dos retos, al fin y al cabo, a los que
quería referirme en nombre de Izquierda Unida. Uno de ellos, que ya
venía



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dado y que tiene relación con la actual crisis, pero que de alguna
manera estaba en marcha, es el de una recesión económica o, para que
nadie se moleste, un cambio en el ciclo económico, cuando menos una
desaceleración del crecimiento económico. Esa desaceleración se
produce en el contexto de la entrada en vigor de la moneda única y en
el de la ampliación. Se trata de un problema muy importante que
deberíamos tener en cuenta. ¿Qué es lo que va a hacer el Gobierno
español en relación con ese cambio de ciclo económico? ¿Va a seguir
haciendo dogma de los planes de estabilidad en Europa? Porque, si así
lo hace, vamos a provocar una polarización en la Unión Europea con
aquellos Estados que en estos momentos no tienen mecanismos
estabilizadores en condiciones de cambio de ciclo económico y con
aquellos otros que tienen convocadas elecciones -a los que se ha
referido el señor Ministro- para el próximo semestre o después de él.


Dependiendo de cómo abordemos ese problema, así resultará nuestro
liderazgo en la Unión Europea o la contribución de España y del
Gobierno español a la polarización, enfrentamiento y división
política en el seno de la Unión Europea sobre las medidas a tomar en
materia de política económica.

Creo que es importante porque, además, quienes están del otro lado en
esos momentos son Francia, Alemania, Portugal e Italia, que carecen
de esos mecanismos estabilizadores debido a sus políticas, que puede
criticar el Partido Popular, pero que ahí están.

Por tanto, nosotros pensamos, en contra de lo que dice el Presidente
del Gobierno, que no serían las prioridades de la liberalización del
sector energético, del sector del transporte y de otros sectores las
que habría que forzar en esos momentos, sino que deberíamos discutir
sobre la ampliación del presupuesto de la Unión Europea para
garantizar la ampliación y también esta recuperación económica en un
período recesivo. Este sería un primer aspecto, que a nosotros nos
preocupa y que seguramente va a ser uno de los temas que interfieran
en cualquier agenda, sea ésta la relación que nos ha presentado el
señor Ministro, sea la que ha presentado el señor Aznar en Italia. A
propósito de esta última, desde luego, en política energética, no sé
cómo van a hacer ustedes la liberalización, ya que no es materia
común; en política de transportes, son ustedes los que han vetado los
corredores europeos, y en material laboral, no les recomiendo
plantear ese tipo de medidas en un período de recesión.

Hay un segundo aspecto al que quería referirme, que es la nueva
crisis internacional y el papel que España quiere jugar en el marco
de la Unión Europea. Desde luego, los pasos iniciales en algunos
casos pueden considerarse positivos y en otros no tanto; es decir,
España estaba en la buena dirección en relación al tercer pilar
-nosotros mostramos un apoyo genérico a esas medidas, otra cosa es
respecto a su plasmación concreta, sobre todo, en la defensa de los
derechos y las libertades,
como ocurre también en el marco del Congreso de los Estados
Unidos-, si bien hay otro aspecto en el que no nos parece que la
actuación de España haya sido tan favorable -y tiene que ver también
con su peculiar concepción de las alianzas-, cual es en todo lo
relativo a las relaciones con Estados Unidos, el conflicto que se
puede abrir en los próximos meses y a la política que España va a
seguir en materia exterior, en materia de seguridad, cuestiones que
nos parecen muy importantes.




Puede seguirse el perfil de la intervención norteamericana sin más o
puede tener otro perfil que, en nuestra opinión, sería el más
adecuado: hacer hincapié fundamentalmente en la participación de
Europa en el marco de Naciones Unidas y del derecho internacional,
hacer hincapié en las relaciones euromediterráneas y hacer hincapié y
desarrollar en la Unión Europea las políticas de solidaridad. Esas
serían nuestras prioridades, aunque creemos que, al menos por lo que
hemos visto estos días, España no parece querer jugar ese papel en el
marco de la Unión Europea.

Termino refiriéndome a la extensa relación de reuniones. Creo que el
Gobierno corre el peligro de confundir -antes decía la carta- esta
Presidencia Europea con un mundial de fútbol. Y esta Presidencia
Europea no se va a calibrar por el número de convocatorias, ni
siquiera por quién sea la Presidenta o el Presidente de una reunión
de ONG’s, sino que se va a calibrar fundamentalmente por sus
resultados, entre otros, por el resultado de la participación. Y
nosotros, hasta estos momentos no estamos muy contentos de la
participación. La oposición ha tenido que plantear una proposición no
de ley para que comparezca el Presidente del Gobierno ante la Cámara
y tampoco vemos una vocación en relación a recientes iniciativas, que
han sido derrotadas por parte del Gobierno, por ejemplo, en relación
a la participación de las Comunidades Autónomas. No obstante, en todo
caso, estamos a la expectativa para que el Gobierno defina sus
prioridades y no interprete la participación como pura propaganda.

Nada más. Gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

Finalmente, tiene la palabra el portavoz del Grupo Popular.




El señor MARTÍNEZ CASAÑ: Gracias, señor Presidente.




Quiero empezar mi intervención felicitando, en nombre del Grupo
Popular, al señor Ministro por su magnífica labor desarrollada
durante estas últimas semanas, que pone de relevancia su gran perfil
político y el protagonismo de España y de su Gobierno, así como su
capacidad de respuesta ante acontecimientos como los ocurridos en los
últimos días, que a todos nossuperan.




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Y quiero agradecerle también, en nombre de mi Grupo, su presencia hoy
en esta larga reunión, a pesar de haber llegado a las cinco de la
mañana, reconociendo al mismo tiempo la voluntad que tuvo de
comparecer incluso antes si las circunstancias lo hubiesen permitido.





La Presidencia española viene en un momento que podemos calificar de
tan difícil como apasionante, porque los sucesos ocurridos el día 11
de septiembre van a tener efectos financieros, económicos,
posiblemente de cambio de prioridades políticas, seguridad y defensa,
de una acción bélica en los próximos meses que deberá mantenernos
alerta y, posiblemente, hacer prueba de una flexibilidad en
planteamientos y actuaciones que no hubiese sido necesaria en otros
momentos. El debate sobre el futuro de Europa, la ampliación
políticamente necesaria y técnicamente todavía muy complicada
y difícil, y las elecciones en Francia y Alemania hacen presagiar una
Presidencia no desprovista de dificultades.




Es una Presidencia, la tercera de nuestro país, en un momento muy
especial para España, un país ya viejo de la Unión, negociador de
Amsterdam, de las perspectivas financieras, de la Agenda 2000, de la
Cumbre de Niza, que supuso un cambio cualitativo importante en la
Unión y que convirtió a España en un país grande, le dio la mayoría
de edad. Hemos negociado la ampliación de Austria y de Finlandia,
estamos en el euro, en Shengen, en Tampere, en el Eurocuerpo, fuimos
artífices de las iniciativas de Lisboa, somos un país líder en
crecimiento, en creación de empleo, en modelo de convergencia
económica, en reducción de déficit -de los criterios de Lisboa, en su
conjunto-, todo lo cual nos sitúa por primera vez como un país líder
en ese núcleo fuerte de los países que están propiciando e impulsando
el proceso de integración europea.

Por eso, nuestro Grupo Parlamentario cree, como ha dicho también el
señor Ministro, que la Presidencia española ya puede defender y
asumir las prioridades europeas porque es tal su imbricación en el
proyecto que los intereses de Europa son los intereses de España.

Estimamos, pues, que en este momento es importantísimo que incluso en
alguna ocasión y por encima de algunos intereses que pudiésemos
calificar de domésticos nuestro país sea capaz de coordinar, de aunar
voluntades y de encontrar lugares comunes, de encuentro con los demás
países comunitarios, para que esta Presidencia sea capaz de llevar a
buen puerto los retos que la Unión Europea nos va a encomendar al
final de la Presidencia belga.

Estamos convencidos del papel primordial que España puede jugar en el
impulso de este debate sobre el futuro de Europa, debate que va a
partir, en primer lugar y como ha explicado el señor Ministro, de esa
posible convención que se decidirá en Laeken sobre su composición, su
método de trabajo, su modelo concreto y específico, sus
procedimientos, si bien a nosotros
nos corresponderá el inicio de los trabajos y utilizar nuestra
experiencia de país proeuropeo y la sensibilidad de la ciudadanía
española para propiciar, a través de dicha convención, la
colaboración e implicación de esta ciudadanía en las fórmulas que
deberán salir de aquélla para que sirvan de reflexión en la
conferencia intergubernamental del año 2004. Acogemos con júbilo la
decisión del Gobierno español de utilizar Internet y las nuevas
tecnologías tan pronto como sea posible para difundir y facilitar que
todos los ciudadanos españoles puedan participar en los trabajos de
la Presidencia y seguirlos con detenimiento: calendarios, reuniones,
prioridades y objetivos, etcétera.

España es un socio privilegiado en esa cuestión tan importante que se
ha propuesto la Presidencia española de hacer avanzar y conducir a
buen puerto el proceso de ampliación hacia los países del Centro y
del Este de Europa, países que quiero recordar que tienen nuevas
democracias y que han sido injustamente tratados por razones ajenas a
ellos mismos en ese largo período de la dictadura soviética y para
los cuales su pertenencia a la Unión Europea tiene similar sentido al
que supuso para nosotros en aquel momento engancharnos en un espacio
que significaba anclarnos en la democracia, en el progreso, en las
libertades y en un proyecto común de Europa.

Somos conscientes, señor Ministro, de que el road map nos asigna los
capítulos más importantes, más difíciles en la negociación. Los más
fáciles se han cerrado casi todos. Ahora queda lo más complicado,
capítulos con un gran calado como la agricultura en países que tienen
una economía muy primaria y muy básica, el tema de fondos
estructurales, etcétera. Nos ha tocado lo más difícil, pero estoy
seguro de que con nuestra experiencia, con el buen hacer del Gobierno
y con la dedicación a ello sabremos darle el avance necesario para
que se puedan cerrar los capítulos y pasar a la siguiente presidencia
un dossier mucho más limpio y más susceptible de llevar a buen puerto
el proceso de ampliación.

Contrariamente a lo que ha dicho algún portavoz parlamentario, pienso
que uno de los papeles más importantes de la Presidencia española,
señor Ministro, va a ser estar atentos a la introducción del euro,
porque todo lo que se haya hecho hasta ahora está muy bien, pero
-utilizaré un término anglosajón que ya es de uso común y público- el
big-ban, la introducción física del billete, de la moneda se
producirá en enero del año 2002 durante la Presidencia española y
esto es algo completamente nuevo, que no se ha hecho nunca, por lo
que las consecuencias son imprevisibles. Nuestro Gobierno tendrá que
estar al tanto, controlar el detalle y ser capaz de improvisar y de
dar respuestas a cualquier disfuncionalidad o acontecimiento nuevo
que se pueda producir en este tema tan importante como elemento
integrador y básico para la creación no solamente de un espacio
europeo con visibilidad en el exterior,



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sino también de una cultura europea que se irá plasmando a lo largo
de los años.

Estamos convencidos de que en el segundo y en el tercer pilar, más
Europa y un espacio europeo de seguridad, libertad y justicia, España
también sabrá y podrá aportar no sólo su gran experiencia en estos
temas, sino también proponer y negociar con el aval que le confiere
su compromiso claro en ambos capítulos, tanto en el de la política
exterior y seguridad común, como en el del tercer pilar. Eso se ha
demostrado recientemente con las decisiones que se han tomado a nivel
de la Unión Europea respecto a la labor europea de detención y
entrega, que sustituirá al proceso de extradición, y a la decisión
marco sobre congelación de haberes fruto de diversos delitos, vieja
iniciativa española y tema en el cual el Gobierno tanto ha luchado y
trabajado para conseguir posturas comunes que, como digo, se han
plasmado últimamente en estas decisiones que tanto nos complacen. De
alguna manera, refleja también la importancia en la lucha contra el
terrorismo el nuevo concepto de seguridad, como ya se vio, aunque no
se calcularon sus consecuencias en aquel momento, en la última Cumbre
de la OTAN en Washington, cuando se estudió todo el nuevo concepto de
seguridad y el papel que en el mismo podía tener el terrorismo, las
mafias internacionales, los elementos capaces de desestabilizar la
seguridad interna de los países y de los espacios regionales que
tenían una consecuencia directa en la seguridad en su conjunto, según
el viejo concepto.

Voy a terminar porque estamos completamente de acuerdo con su
intervención y es muy tarde, felicitándole y agradeciéndole, señor
Ministro, por la sabia vertebración del territorio nacional y del
Estado autonómico que ha contemplado en el diseño del calendario y de
los lugares de celebración de las distintas reuniones ministeriales y
de otros grupos de trabajo.

El Grupo Parlamentario Popular está absolutamente convencido de que
se ha hecho con un criterio objetivo y generoso, y que va a tener
como efecto que a lo largo de los seis meses de Presidencia española
todos los españoles nos vamos a sentir protagonistas de esta
Presidencia.




Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Portavoz del Grupo
Popular.

Terminado el turno de intervenciones de portavoces, tiene la palabra
el señor Ministro de Asuntos Exteriores.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Piqué i Camps): Muchas
gracias, señor Presidente.




Quisiera agradecer, en primer lugar, el apoyo que los diferentes
Grupos Parlamentarios, en general, han prestado y prestan a lo que
tienen que ser las responsabilidades del Gobierno para que la
Presidencia de turno
de España en la Unión Europea sea efectivamente un éxito. Yo creo que
todos partimos de una convicción común y es que estamos ante un
proyecto común, ante un proyecto de todos, que no es del Gobierno de
turno que pudiera haber en cada momento, sino que es el interés
nacional, el interés de España de que eso salga bien. Por tanto,
agradezco enormemente las palabras que se han pronunciado y el
sentido de la responsabilidad y de Estado que han manifestado los
diferentes Grupos Parlamentarios. Eso exige, como es natural, una
interrelación entre el Gobierno y los Grupos Parlamentarios, entre la
sociedad en su conjunto con los ciudadanos, con la articulación del
Estado autonómico y, por tanto, creo que todo lo que signifique
avanzar en esa participación ciudadana, en la participación de las
Comunidades Autónomas en la conformación de la voluntad nacional y en
las relaciones con el exterior, de acuerdo con lo que establece
nuestra Constitución y, desde luego, la relación con los diferentes
Grupos Parlamentarios, siempre es positivo.

Antes de entrar en las intervenciones concretas, hago una pequeña
mención a la exposición de la señora Lasagabaster, en el sentido de
que he interpretado que va a haber una cierta comprensión hacia lo
complicado y lo denso de las agendas, en particular, del Ministro de
Asuntos Exteriores, pero, en general, de todo el Gobierno durante la
Presidencia desde el punto de vista de su relación con el Parlamento.


Pero dicho esto y agradeciéndole esa comprensión, nosotros también
tenemos que hacer un esfuerzo suplementario para que haya un
intercambio fluido de información y pueda haber el mayor
enriquecimiento posible de nuestras posiciones.

También me gustaría hacer un comentario respecto a algo que ha estado
en el trasfondo de todas las intervenciones y que ha sido mencionado
además de forma explícita por el representante del Grupo
Parlamentario Catalán de Convergència i Unió, el señor Guardans, en
el sentido de que tenemos que combinar durante la Presidencia dos
cosas. Una es la sensación de normalidad. Efectivamente, tenemos que
poner de relieve ante los ciudadanos que la vida sigue y que las
cosas tienen que seguir avanzando en todos los terrenos, porque esa
es la mejor respuesta que podemos dar a las amenazas exteriores y, en
particular, al terrorismo. El terrorismo suele buscar la división y
la insolidaridad y, sobre todo, la desconfianza y la falta de
confianza en nosotros mismos. Precisamente la mejor respuesta es la
solidaridad, la unidad y la confianza en nuestras propias
instituciones, en nuestros propios valores, en nuestros propios
objetivos y en nuestras propias ambiciones. En ese sentido, la
introducción de ese concepto de normalidad es muy importante, pero es
obvio también que lo que no podemos hacer es abstraernos de un nuevo
contexto internacional que se deriva de los atentados del día 11 y de
lo que es la visualización o la plasmación de un nuevo escenario
estratégico en el mundo, que no creo



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que debamos atribuirlo al hecho concreto de los atentados, pero sí
que han constituido una visualización de ese cambio de escenario
estratégico. Quizá se podría repetir algo que hemos dicho mucho estos
días y que, por tanto, comparto: que lo que visualiza el final del
siglo XX, desde el punto de vista estratégico y del orden mundial, es
la caída del Muro de Berlín, ya que ese día cae el escenario
estratégico que ha protagonizado y caracterizado el orden mundial,
por lo menos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Pues bien,
el inicio del siglo XXI probablemente se visualiza, desde el punto de
vista del nuevo orden mundial, con los atentados a las Torres
Gemelas, en Nueva York, y al Pentágono, en Washington. La
anticipación se produjo -el portavoz del Grupo Parlamentario Popular
lo ha dicho- en la Cumbre de Washington de la Alianza Atlántica en el
año 1999, con ocasión del cincuentenario de la OTAN, en cuanto a que
en el párrafo, si no recuerdo mal, 24 de la Declaración, se inscriben
las nuevas amenazas a la seguridad colectiva que deben ser recogidas
en su caso dentro del ámbito del famoso artículo 5 del Tratado de
Washington.

En ese momento, efectivamente, es cuando se introduce el terrorismo
como una de esas nuevas amenazas junto al crimen organizado en todas
sus manifestaciones u otras calamidades que lamentablemente van a
caracterizar buena parte de este siglo. Por tanto, mi agradecimiento
y voluntad de interrelación, participación y búsqueda de consenso en
cada momento.

También quisiera hacer un comentario respecto de las intervenciones
de cada uno de los portavoces. Como es natural, debo decir que hay
una gran conformidad con lo expresado por el portavoz del Grupo
Parlamentario Popular, pero, de todos modos, me gustaría hacer un
comentario sobre algo que ha dicho y que me parece importante.

Efectivamente, la introducción del euro en doce países de la Unión,
en buena medida, es responsabilidad de las Presidencias que nos han
precedido -no sólo de la Presidencia belga; la introducción del euro
es un trabajo que viene de lejos y todos sabemos que es complejo-,
pero he de decir que la visualización, la explicitación de lo que va
a ser el fenómeno psicológico que se deriva de que centenares de
millones de europeos, aproximadamente unos 300 millones, utilicemos
la misma moneda y no tengamos que cambiar como hasta ahora, se va a
corresponder con el período de Presidencia española. Desde ese punto
de vista político y psicológico no restaría importancia a ese hecho.

Además, estamos ante algo muy notable, que la Unión Europea, por el
famoso método comunitario, se ha ido construyendo a base de ir
definiendo políticas comunes y más tarde con responsabilidad
compartida, pero en este caso concreto no sólo estamos ante una
moneda común, sino también una moneda única que ya no deja margen
para políticas monetarias específicas de cada uno de los países.

Tenemos política agrícola y pesquera común -por
cierto, se acaba a finales de 2002 y habrá de plantear otra-, tenemos
una política común del carbón o una política comercial común, pero
siempre quedan márgenes para que los diferentes Estados miembros, en
virtud de las competencias de ejecución de dichas políticas, podamos
ejercer también un cierto ámbito de actuación.

En el caso de la moneda, repito, que ésta no es sólo común, sino,
además, única con todo lo que eso supone. De la misma manera que la
percepción de pertenencia a la Unión Europea se ha acrecentado
enormemente a raíz de la supresión de los pasos fronterizos y de la
obligación del pasaporte en los países que conforman la Unión, hasta
el punto de que a veces nuestras representaciones consulares tienen
que resolver problemas motivados por personas que se extrañan de que
se les pida el pasaporte para entrar, por ejemplo, en la República
Checa. Hay personas que no llevan con ellos su pasaporte porque ya
han asumido que pueden circular por toda Europa como si fuera un
territorio común, pues bien, de la misma manera -digo-, el hecho de
utilizar una misma moneda va a ser enormemente importante para ese
sentimiento de pertenencia a la Unión Europea.

Siguiendo con las intervenciones en orden inverso a como se han
producido, si sus señorías me lo permiten, le diré al representante
de Izquierda Unida, señor Llamazares, que, como es habitual, no
comparto muchas de sus afirmaciones. Su señoría ha hablado de una
carta abundante en la que no hay recomendaciones del chef, en la que
hay una relación exhaustiva de prioridades que después no casan con
algunas manifestaciones que haya podido hacer el Presidente del
Gobierno. Como es natural, si eso fuera así, la continuidad de este
Ministro en su puesto entraría en riesgo, pero lo que sí puedo
decirle es que mi sensación sobre lo que usted ha dicho es justamente
la contraria.

Pero esa apreciación tampoco es justa por lo que voy a decirle. Yo he
mencionado antes doce ejes fundamentales que, además, he agrupado. He
hablado de tres ejes que nos marcan el contexto político -realidad de
la que no podemos evadirnos- que son los siguientes: la introducción
del euro en doce países, el debate articulado a nivel europeo y la
ampliación de la Unión Europea. Eso está ahí y es evidente que no
sólo no podemos evadirnos de ello, sino que tenemos que afrontarlo
con total decisión y voluntad política. Y después he hablado de cinco
ejes más que van ligados al proceso de Lisboa. Eso es precisamente lo
que ha querido poner de relieve el Presidente del Gobierno en su
intervención ante el Foro Ambrosetti, a la que ahora me referiré,
pero lo cierto es que tenemos ese bloque de creación de una Europa
competitiva, eficaz, capaz de generar empleos de calidad, que tenga
un crecimiento estable y que al mismo tiempo sea sostenible desde el
punto de vista del medio ambiente.




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Finalmente hay otros cuatro ejes: dos para el segundo pilar y otros
dos para el tercero. Por tanto, a estas alturas del año, a tres meses
todavía el inicio de nuestra Presidencia, creo que nuestras
prioridades están suficientemente perfiladas. Unas son de contexto
inevitable y positivo y otras son del proceso de Lisboa en todo lo
que significa de creación de esta Europa cohesionada desde el punto
de vista económico y social. Después tenemos un segundo pilar por
razones evidentes y un tercero también por razones evidentes pero
concretadas en dos ejes en cada caso.

Ya sé que no podemos compartir las mismas visiones respecto de la
economía. Como es natural, la visión del Partido Popular, la del
Gobierno no puede ser la misma que la de Izquierda Unida. Yo le diría
que desde el punto de vista del bienestar de los ciudadanos españoles
y para la prosperidad de nuestro país, afortunadamente somos nosotros
los que estamos gobernando y no ustedes, aunque esto puede ser objeto
de lo que cada uno pueda opinar. Nosotros estamos firmemente
convencidos de que Europa, en esta última crisis económica, en esta
última desaceleración de la economía a nivel mundial, ha perdido una
oportunidad, lo que es una pena. Y la ha perdido porque ha sido
incapaz de tomar el relevo de los Estados Unidos. El ciclo económico
en Estados Unidos no suele depender de cómo evolucione el ciclo
económico en Europa o en Japón, y lo hemos visto en los últimos diez
años. En cambio, hemos comprobado cómo en el caso de Europa sí afecta
la desaceleración de ese ciclo en Estados Unidos, lo que sólo tiene
una respuesta: que Europa todavía no está suficientemente vertebrada
y cohesionada desde el punto de vista económico y no constituye aún
un mercado interior único en mucho sectores. Y desde luego, en el
ámbito energético, en el ámbito de transportes eso es exactamente
así. Ése era el sentido de la intervención del Presidente del
Gobierno, quien se centraba en esos aspectos al tratarse de un foro
económico. Por tanto, eso es absolutamente lógico.

En cuanto a otras disquisiciones referentes a más Europa y a qué
Europa queremos, tengo que decir que, efectivamente, nosotros
queremos más Europa; queremos una Europa cada vez más libre, más
plural, más unificada, con una perspectiva política que no se base en
esquemas obsoletos de determinados planteamientos de alianzas o ejes
que pudieron tener su sentido con una Unión Europea a seis, a nueve o
incluso a quince, pero que difícilmente pueden tener su traslación
intelectual a una Europa que va a ser de 25, de 27 o de 28 miembros
en un plazo relativamente corto.

España no se plantea su relación con el resto de Estados miembros de
la Unión en términos de alianzas. Se la plantea con el resto de
Estados de la Unión en términos de propiciar la construcción europea,
de procurar avances, y algunas veces coincide con algunos países más
que con otros en determinadas cosas y otras veces no. Y no hay ningún
tipo de alianza permanente
porque creo que no sería positiva en términos de la construcción
europea. No se debe hacer Europa a base de contraponer ejes sino a
base de que todos pongamos en común nuestras ideas, proyectos y
ambiciones para ver lo que puede ir saliendo de ahí.

También debo decirle a su señoría que no he podido constatar que
generemos ninguna antipatía. Personalmente creo que no, pero las
percepciones que cada uno podamos tener son todas respetables.

Pero déjeme que le diga otra cosa. Usted ha hablado de dogmática,
pero no es una cuestión de dogmas, sino de coherencia, además de
tratarse de una cuestión de persistencia en unos determinados
objetivos y políticas. Creo sinceramente que esa convicción que
nosotros tenemos -dicho sea de paso-, no nos ha ido nada mal en estos
últimos años también es compartida por el conjunto de la Unión. Antes
el representante del Grupo Parlamentario Socialista se preguntaba qué
podía pasar con el pacto de estabilidad y manifestaba su inquietud
respecto a su posible continuidad. Pues bien, yo puedo entender que
pueden existir estas inquietudes por algunas manifestaciones que se
han podido producir en algún momento, pero me remito a lo que han
decidido unánimemente los jefes de Estado y de Gobierno el pasado día
21 en el punto cuarto de su Declaración sobre las perspectivas
económicas mundiales, cuando dice literalmente: «El Consejo Europeo
reafirma su compromiso de respetar el marco, las reglas y la plena
aplicación del pacto de estabilidad y crecimiento». Pues precisamente
eso es lo que dicen los jefes de Estado y de Gobierno. Yo, desde
luego, a ello me remito y no tengo ningún motivo para dudar de su
voluntad, entre otras casos porque estaba en ese debate y no hubo
ninguna voz discordante.

En relación a la intervención de la señora Lasagabaster, que liga con
algunas otras -me gustaría ser preciso para no despertar más
expectativas de las estrictamente necesarias-, le diré que es cierto
que hemos avanzado enormemente en la definición del espacio de
libertad y justicia común. El calendario que se definió en la Cumbre
de Tampere -como es sabido, con un impulso español muy decisivo-, se
iba cumpliendo a regañadientes, a trancas y barrancas -utilizando una
expresión coloquial-, y teníamos serias preocupaciones respecto a
poder ir cumpliendo ese calendario y llegar a ese espacio judicial
común para el año 2004. Es cierto que el actual contexto
internacional nos ha servido para darle un fuerte impulso político,
pero que nadie piense -y ahí discrepo de una manera absolutamente
amistosa, como es natural de lo que ha mencionado el señor Guardans-
que sólo nos quedan cuestiones técnicas por resolver respecto a la
orden de detención y entrega o respecto a la definición común de
terrorismo -y lo decía muy bien el señor Estrella-. Hay que ver la
letra pequeña de todas estas cosas y todo lo que pueda acompañar a
unos conceptos en los que todos estamos de acuerdo, pero sobre los
cuales habrá de trabajar



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mucho, bien y duro. Ahí están los Ministros de Justicia e Interior,
que tienen el correspondiente mandato para llegar a acuerdos que sean
razonables y aceptables para todos, y estoy seguro de que lo van a
hacer así, pero quiero decir que queda todavía mucha labor por hacer.


Se ha mencionado el tema de la ampliación en infinidad de ocasiones
por todas las señorías que han intervenido. No creo que deba reiterar
la importancia del proceso en el que estamos. Es la primera vez que
la Unión Europea tiene como objetivo incorporar a países que no eran
democracias hasta hace muy poco y que, además, a diferencia de las
ampliaciones anteriores, formaban parte hasta hace poco de una
alianza militar contrapuesta a la alianza defensiva de la Europa
occidental y transatlántica, que es la Alianza Atlántica.

Por tanto, tenemos muchísimas dificultades, no va a ser un proceso
fácil, pero la voluntad política de España es clarísima. Y permítame
que le diga, señora Lasagabaster, que eso lo saben muy bien los
gobiernos de los países candidatos, que saben que tienen en España un
aliado, aunque en algún momento haya habido alguna cuestión que haya
podido dar una sensación contraria porque otros países que defendían
intereses distintos así lo han conseguido. Eso forma parte del juego
de la política y de las opiniones públicas, pero le aseguro que en la
ronda que estoy ultimando, y que está empezando a hacer también el
Presidente del Gobierno, por todos los países candidatos, la imagen
de nuestro país es especialmente buena y positiva y hay depositado un
gran capital de confianza en nuestra labor. En cuanto al debate sobre
el futuro de Europa, que también se ha suscitado por todas sus
señorías, debo decir que estamos en una fase muy incipiente todavía.

Se decía que el año 2001 tiene que ser el año -y así es- en el que se
inicien los debates a nivel nacional. Cada país desarrolla algunas
iniciativas; nosotros hemos creado el Consejo para el debate; se ha
puesto en marcha la Subcomisión específica dentro de esa Comisión
Mixta; se ha elaborado un documento de trabajo que está circulando ya
por ámbitos académicos, intelectuales, económicos, empresariales y
sindicales, para que puedan dar todas sus opiniones. Vamos a ver qué
se decide en Laeken.

En Laeken -y también ha sido suscitado por el señor Guardans-,
tenemos que decidir cómo se configura la convención y, por tanto,
cómo se articula la participación de los Parlamentos. Desde el punto
de vista del Gobierno español, esa articulación debe configurarse
a través de los Parlamentos. El Gobierno español va a procurar no ser
intervencionista en ese sentido y, por tanto, me gustaría escuchar
todas las opiniones al respecto y conocer las posiciones de los
diferentes Grupos Parlamentarios, porque es a ellos a los que les
corresponde decir cómo se articula en concreto, este punto. Pero en
Laeken se tiene que decir cuál es el papel de un eventual foro que
integre la sociedad civil y, por tanto,
tiene que ir más allá del debate de los iniciales cuatro puntos que
se definieron en Niza, que ya en sí mismos son muy importantes.

Yo no le restaría relevancia, porque a veces se dice: sólo son cuatro
puntos, como si esto fuera la expresión de una falta de ambición de
los europeos. Estamos hablando de cuatro puntos extremadamente
importantes, porque estamos hablando de la simplificación de los
tratados o de la incorporación de la carta de derechos fundamentales,
pero también del papel de los Parlamentos nacionales en el proceso de
construcción europea y de algo tan esencial como la distribución de
competencias entre la Unión y los Estados miembros, con todo lo que
eso supone de enorme complejidad y sensibilidad para determinados
países, como todos conocemos.

Eso ya se irá viendo. Debemos dejar que cada país haga sus
aportaciones; debemos dejar que en Laeken se decida cómo seguir y, a
partir de ahí, será responsabilidad de nuestra Presidencia avanzar de
una manera suficientemente adecuada.

Respecto al comentario que ha hecho del papel de las policías
integrales, el problema básico es buscar la eficacia. Es una materia
que debe ser definida por los Ministros de Interior, y me consta que
están en ello.

Respecto a la intervención del señor Mauricio, ya he comentado muchos
extremos que han sido suscitados por otros intervinientes, y debo
decirle que es verdad que hay que analizar esa idea de más Europa -me
ha gustado mucho ese planteamiento- no sólo hacia dentro sino hacia
fuera. Es exactamente así. Pero ha hecho una afirmación que no
comparto -que no es sólo suya, también está reflejada en algunos
medios de comunicación-, y me gustaría aprovechar esta circunstancia
para despejar determinados equívocos.

En la lucha contra el terrorismo, que ahora se está planteando a
través de la creación de esa gran coalición internacional, no hay
distinción entre diferentes terrorismos, el internacional o el de
carácter local; no la hay. Como no la hay en la importantísima e
histórica Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
del pasado viernes, que creo que merece la pena que sea leída con
toda la atención, porque estamos ante una de las resoluciones más
importantes que haya hecho nunca Naciones Unidas, en toda su
historia. No hay distinción. Pero he observado que se ha comentado
estos días que en un listado del Departamento de Estado
norteamericano sobre los grupos terroristas no está ETA, no está IRA,
o los grupos de terroristas corsos, etcétera. Es que no tienen por
qué estar, porque ETA está en la lista del Departamento de Estado
como grupo terrorista y, por tanto, como objeto de persecución y de
cooperación, desde hace varios años. No es nuevo, no hace falta que
se reitere. Actualmente lo que se ha reiterado es una lista de grupos
islámicos que se entiende que forman parte del mismo contexto en el
que, ya desde la convicción, sabemos que se han producido los



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atentados del pasado día 11; pero ETA es un grupo terrorista desde
hace años para el Departamento de Estado.

No hace falta que yo recuerde eso, que es un planteamiento político-
administrativo de la Administración norteamericana, insisto, desde
hace años, sino que vale la pena acordarse de lo que señaló el
Presidente Bush durante su visita a España, en una conferencia de
Prensa conjunta con el Presidente del Gobierno, cuando se expresó en
términos tales como: Vamos a seguir luchando codo con codo con España
contra el terrorismo. Y evidentemente en ese contexto se estaba
hablando del terrorismo de ETA.

Pero, además, la semana pasada, durante mi visita a Washington, tuve
ocasión de volver a comentar todas estas cuestiones con el Secretario
de Estado, señor Powell, y a la salida, en una rueda de prensa
conjunta, manifestó explícitamente que en esa lucha común contra el
terrorismo, la lucha contra el terrorismo de ETA, formaba parte de
una de las prioridades esenciales de los Estados Unidos y, desde
luego, podíamos estar seguros de su plena cooperación.

Esto es tremendamente importante para nosotros y para todos. Porque
cometeríamos un gravísimo error todos si circunscribiéramos el
concepto de terrorismo a un determinado terrorismo. No hay apellidos,
la lucha contra el terrorismo es una lucha de todos, entre otras
cosas, porque debemos evitar cualquier elemento que nos lleve a la
tentación de plantear lo que está sucediendo como una confrontación
entre culturas, entre civilizaciones o entre religiones. No es así, y
debemos hacer todos un especial esfuerzo para que no se perciba así
en ninguna parte.

Paso a otra tema que ha sido suscrito también por varias de sus
señorías, que es el conflicto de Oriente Medio. En ningún caso puede
ser interpretado este conflicto como causa o pretendida justificación
o pretexto del terrorismo. No hay que establecer una relación causa-
efecto. El terrorismo tiene su propia lógica, que es independiente
del conflicto de Oriente Medio y probablemente se manifestaría en
muchísimas ocasiones al margen de. Pero sí es verdad que, desde el
punto de vista de la percepción de las masas árabes y de las
opiniones públicas de los países árabes y musulmanes, en las que
existe un sentimiento de frustración, de desesperación y muchas veces
de rabia respecto a la falta de salida del conflicto en Oriente
Medio, la persistencia de ese conflicto y la interpretación que se
hace de las posiciones de las diferentes comunidades internacionales
o de diferentes países, como la Unión Europea o Estados Unidos, sí
puede afectar a esa creencia general de que estamos en una lucha de
todos contra el terrorismo.

Yo también saludo el pronunciamiento que hizo ayer el Presidente
Bush, porque creo que va en la buena dirección -se ha referido a ello
también, creo que ha dicho, el señor Guardans-. Para solucionar el
conflicto de Oriente Medio y consolidar el proceso Euromediterráneo
es absolutamente imprescindible la involucración plena,
total y absoluta de los Estados Unidos. Estoy convencido de ello. No
estoy diciendo que la Unión Europea en su conjunto o los Estados
miembros no debamos jugar un papel, es evidente que sí. Tenemos que
desplegar una actividad diplomática muy intensa, como lo estamos
haciendo, y debe seguir siendo así. Tenemos un papel muy relevante,
pero, sin la participación de los Estados Unidos, la solución del
conflicto será más difícil.

Debo añadir que no sólo debemos saludar la actitud del Presidente
Bush, es que me consta que la voluntad de la Administración
norteamericana y del Departamento de Estado es exactamente ésa y que
hay una clara conciencia de la necesidad de volver a encauzar el
conflicto de Oriente Medio desde una perspectiva política. No es
posible una solución en Oriente Medio pensando que una parte, al
final, pueda eliminar a la otra. No es posible. Estamos ante la lucha
entre dos pueblos que se disputan unos determinados territorios, como
es bien sabido, y el horizonte final de paz no puede ser muy distinto
de la visión de un Estado de Israel con fronteras que permitan
garantizar su seguridad y reconocidas internacionalmente -por tanto,
las fronteras de 1967- y un futuro Estado palestino que sea viable
desde todos los puntos de vista.

Por ello y para conseguir la consolidación del proceso
Euromediterráneo y del proceso de Barcelona, comparto la opinión de
sus señorías en el sentido de que debemos dedicarle a este tema
nuestros máximos esfuerzos. En mi intervención no he mencionado
aspectos importantísimos como, por ejemplo, el hecho de que se agota
el tratado CECA, que hace falta pensar en una política exterior común
o en nuevas organizaciones comunes de mercado, como frutas y
hortalizas, o la situación de las regiones ultraperiféricas. Hay
temas importantísimos, pero para no extenderme demasiado en mi
intervención no me he referido a todos ellos.

En los últimos días he dedicado mucho tiempo a defender el proceso de
Barcelona en los países que he visitado, y en particular lo he hecho
esta madrugada en Libia. Como ustedes saben, Libia no forma parte del
proceso de Barcelona, porque está en contra de la participación de
Israel y porque considera que es un elemento de división de lo que
entiende que debe ser el principal proceso de integración en el
ámbito en el que está, que ya no es el Mediterráneo o el mundo árabe,
sino el continente africano. Creo que ésa es una visión errónea, y
así se lo manifesté al líder de dicho país.

No me cabe la menor duda de que durante nuestra Presidencia y la
quinta reunión ministerial del proceso, que se celebrará en Valencia,
tenemos que hacer lo posible para impulsar de nuevo el proceso y
revitalizar el diálogo económico, social y cultural. Durante mi
estancia en Marruecos surgió una idea bastante positivaque contó con
mi apoyo desde el primer momento, y es



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convocar el próximo domingo, día 14, una reunión en Marruecos del
foro mediterráneo, para que se visualice en estos momentos la puesta
en común de países del norte y del sur del Mediterráneo de una serie
de ideas que sirvan para hacer frente al nuevo escenario estratégico
internacional y para avanzar en la consolidación del Mediterráneo
como el espacio de estabilidad y seguridad que todos deseamos. Es muy
importante para el mundo que el Mediterráneo sea una zona de
seguridad y estabilidad, y creo que difícilmente puedo añadir nada
más al respecto.

Quiero hacer un comentario para evitar cualquier malentendido. Es
cierto que en el pasado hubo problemas con Bélgica con motivo de un
debate sobre determinados procedimientos de extradición de
terroristas. A parte de que eso ya quedó completamente superado, debo
decir que la Presidencia belga tenía la voluntad política de llegar a
un acuerdo político sobre la orden europea, la definición común de
terrorismo y el avance en el tercer pilar antes del día 11 de
septiembre, y así estábamos coordinados. Lo digo en honor a la verdad
y para desterrar ideas que responden a realidades del pasado, pero no
del presente.

Respecto a la intervención del señor Guardans, no tengo nada más que
añadir. Creo que he contestado a la mayoría de sus comentarios.

Paso a contestar al señor Estrella. Muchas de las cosas que ha dicho
ya las he comentado, pero hay aspectos concretos que sí me gustaría
precisar.

Utilizando un tono muy constructivo que yo le agradezco, ha dicho que
faltan todavía cosas por incorporar, y creo que es cierto. Por
ejemplo, el tema de la seguridad alimentaria se trata en los
documentos que se han remitido a la Cámara y en el tema de los
derechos humanos, al que yo le doy una enorme importancia y que ahora
la tendrá todavía más en el nuevo escenario estratégico
internacional, estamos en un proceso de reflexión interna antes de
hacer las correspondientes propuestas. Entendemos que debemos de
perfilar una política europea en materia de promoción y defensa de
los derechos humanos que sea más activa, más elaborada y más propia
de la que ha venido existiendo hasta hoy.

Su señoría se pregunta, qué va a pasar en el proceso de ampliación
desde el punto de vista financiero y ha recordado que las
perspectivas financieras que se aprobaron en Berlín preveían una
serie de adhesiones a partir del 2002; adhesiones que, evidentemente,
no se van a producir hasta el 2004 ó 2005, como mínimo, y que se
incrementarán en número respecto a las previsiones del 2002. Según
los cálculos que hemos hecho y el parecer de la Comisión, ese doble
juego permite afrontar el proceso de ampliación con los recursos
previstos en Berlín.

Creo que nadie tiene ningún interés, desde luego España no lo tiene,
y supongo que tampoco ningún otro Estado miembro de la Unión Europea,
en reabrir el debate de las perspectivas financieras. Eso se hará en
su momento y ahora debemos hacer todo lo posible para respetar ese
marco que fue costoso y difícil de obtener y que hasta ahora ha
funcionado razonablemente. Hay que situar en ese marco el debate
sobre los fondos comunitarios y la definición de una posición común
sobre los fondos estructurales y de cohesión. Estamos a la espera del
informe de la Comisión, del Comisario Barnier, que tiene que
producirse dentro de pocos meses, en relación con el problema que en
su momento planteó España, la denominada convergencia estadística, y
espero que la respuesta pueda ser asumible por parte de todos.

Quería hacer un comentario respecto a lo que ha dicho en relación con
el desarrollo del segundo pilar. Dice que la puesta en común en un
momento determinado de capacidades y de fuerzas de despliegue no sólo
debe limitarse en el futuro a las denominadas acciones Petersberg en
el exterior. Creo que su reflexión es buena, aunque quizá sea
prematuro sacar conclusiones. Probablemente, tenga que ir por ahí la
cosa, pero antes tendríamos que hacer algo imprescindible: definir de
forma concreta, adecuada y clara, las relaciones entre la Unión
Europea y la Alianza Atlántica, algo que todavía no hemos sido
capaces de hacer por la más que conocida posición de Turquía.

Espero que en el nuevo escenario todos hagamos un esfuerzo
suplementario para llegar a un acuerdo lo antes posible y podamos
declarar la operatividad de las fuerzas de la Unión Europea incluso
antes de que acabe el presente año, durante la Presidencia belga.

Quiero hacer un último y breve comentario sobre Chile, Mercosur y
Cuba. En el caso de Chile, están muy avanzadas las negociaciones y,
probablemente, debamos pensar en una modificación del mandato, tanto
para Chile como para Mercosur, para no ligar las dos negociaciones
indisolublemente entre sí y al desarrollo de las rondas de la
Organización Mundial del Comercio. Pero, siendo así, en estos
momentos creo que es plausible que podamos firmar el acuerdo de
cooperación política y económica durante nuestra Presidencia y que
podamos avanzar sustancialmente pero no firmar en el caso de
Mercosur.

Debo decirle que ningún país ha suscitado ningún cambio en la
posición común europea respecto a Cuba. Este tema se debatió en el
Consejo informal durante la Presidencia belga de Ministros de Asuntos
Exteriores -lo que se llama los GYMNICH- y hubo una coincidencia
total en que, en la medida en que Cuba quiera reanudar el diálogo
político con la Unión Europea, la Unión Europea no tiene ningún
inconveniente, porque quien rompió el diálogo político entre Cuba y
la Unión Europea fue unilateralmente Cuba; la Unión Europea no tiene
ningún inconveniente en volver a reanudar ese diálogo. Pero al mismo
tiempo se considerará que si Cuba plantea ahora su entrada en el
Acuerdo de Cotonou, aceptando todo el marco y todas las condiciones
de este Acuerdo, todas y cada una de las cláusulas,



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incluidas las cláusulas democráticas y de defensa de los derechos
humanos, es evidente que la Unión Europea no tiene nada que decir,
entre otras cosas porque ya estuvo dispuesta a que Cuba se
incorporará al Acuerdo de Cotonou y fue Cuba quien, unilateralmente,
dijo, en aquellos momentos, no, porque sólo quería aceptar una parte
del Acuerdo y no su totalidad, cosa que, como es sabido, en Derecho
internacional no es posible.

Por tanto, apertura a ese diálogo, voluntad de que Cuba se incorpore
al Acuerdo de Cotonou en todos sus extremos y, en función de cómo
evolucione realmente la situación interna en Cuba, se nos podrá
plantear en el futuro la conveniencia de redefinir o no la posición
común. Hoy por hoy no vemos ningún motivo para hacerlo.

Muchísimas gracias, señor Presidente. Muchísimas gracias, señorías.




El señor PRESIDENTE: Agradecemos al Ministro su presencia y sus
explicaciones. No está previsto que haya más intervenciones de los
portavoces y por tanto le despedimos ya.

Tengo que comunicar a los miembros de la Mesa y a los portavoces que
se han producido mientras tanto un par de modificaciones en los
horarios que teníamos previstos, por lo que les pido que se queden
unos minutos para contárselo.

Se levanta la sesión.




Eran las catorce horas y treinta y cinco minutos.