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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 833, de 01/10/2003
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


COMISIONES


Año 2003 VII Legislatura Núm. 833

SANIDAD Y CONSUMO

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FELICIANO BLÁZQUEZ SÁNCHEZ

Sesión núm. 42

celebrada el miércoles, 1 de octubre de 2003



ORDEN DEL DÍA:


Comparecencia del señor secretario general de Sanidad (Pérez-Santamarina Feijoo), para informar sobre:


-El funcionamiento del sistema sanitario a lo largo del mes de agosto, coincidiendo con la elevación de las temperaturas. A petición del Gobierno. (Número de expediente 212/001618.) ... (Página 26170)


-El incremento de mortalidad por las altas temperaturas y medidas preventivas adoptadas tanto en muertes directas como indirectas. A solicitud del Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida. (Número de expediente 213/001379.) ... href='#(Página26170)'>(Página 26170)


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Se abre la sesión a las diez y treinta y cinco minutos de la mañana.



El señor PRESIDENTE: Señorías, buenos días a todos.
Damos comienzo a la Comisión de Sanidad y Consumo con el orden del día que SS.SS. conocen. Asimismo, damos la bienvenida al secretario general de Sanidad, don Rafael Pérez-Santamarina,
que a petición propia comparece para informar sobre el funcionamiento del sistema sanitario a lo largo del mes de agosto, coincidiendo con la elevación de las temperaturas. Por acuerdo de la Mesa y portavoces, reunida hace unos días, se acumula la
solicitud del Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida de comparecencia de la ministra de Sanidad y Consumo para explicar el incremento de mortalidad por las altas temperaturas y medidas preventivas adoptadas, tanto en muertes directas como
indirectas. Por tanto, se subsumen las dos comparecencias en una intervención.
Tiene la palabra el señor secretario general.



El señor SECRETARIO GENERAL DE SANIDAD (Pérez-Santamarina Feijoo): Buenos días, señor presidente, señorías.
Quiero comentarles que comparezco en esta Cámara para informar a petición propia a esta Comisión de Sanidad y Consumo de lo que ya
ha dicho el presidente, sobre el funcionamiento del sistema sanitario a lo largo del mes de agosto coincidiendo con la elevación de las temperaturas, y atendiendo a la petición de comparecencia del Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida para
explicar el incremento de la mortalidad por las altas temperaturas y medidas preventivas adoptadas tanto en muertes directas como indirectas.
Aprovecho nuevamente esta oportunidad que se me brinda, en la que va a ser mi tercera comparecencia en
esta Cámara como secretario general de Sanidad, para reiterar a SS.SS. mi total disposición y compromiso para comparecer ante esta Comisión de Sanidad y Consumo cuantas veces lo estimen pertinente, una Comisión que está desempeñando un importante
papel en la presente legislatura, tanto por la enorme actividad desarrollada como por su capacidad de aportar y enriquecer los textos legales que aquí se han debatido, y lo que es más importante por su contribución y compromiso para el desarrollo de
nuestro Sistema Nacional de Salud.
Entrando ya de lleno en la comparecencia, les comento que la climatología en Europa durante este verano ha sido extraordinariamente inusual, como consecuencia de las altas temperaturas registradas, que en algunos
países superaron las máximas históricas. Esta excepcionalidad se agravó aún más, debido a que esta anómala situación se vivió durante un período de tiempo ciertamente prolongado. Sus repercusiones en términos de salud y también económicos, se han
hecho sentir en diversos países. Las autoridades sanitarias de Francia, Portugal, Gran Bretaña, Bélgica, Alemania e Italia están todavía llevando a cabo los pertinentes estudios para conocer la respuesta dada por sus servicios sanitarios a este
fenómeno climatológico y el impacto que el mismo ha tenido en la variabilidad de la mortalidad experimentada. En España también hemos sufrido este fenómeno climatológico, si bien es cierto que en nuestro país no ha constituido un fenómeno de tanta
envergadura como lo ha sido en otros países, debido fundamentalmente a la mayor aclimatización de la población a las altas temperaturas y a la existencia de una dotación de infraestructuras más preparada para hacer frente a este tipo de
climatología. El fenómeno ha preocupado igualmente a la OMS que está realizando una propuesta para reunir a un grupo de expertos que analice una serie amplia de mortalidad y temperaturas en toda Europa durante los últimos diez años y si este
fenómeno ya había ocurrido sin que se hubiese llegado a detectar en su momento.
Permítanme SS.SS. que, con carácter previo a mi exposición y a fin de centrar convenientemente la materia, efectúe determinadas consideraciones sobre los conceptos
básicos que debemos manejar para conocer el impacto de la temperatura ambiente sobre la salud. Los seres humanos, al igual que otros seres vivos, desarrollamos nuestras funciones vitales de forma óptima en un rango de temperaturas que calificamos
de forma común como moderadas, como promedio tenemos entre 10 y 30 grados centígrados. Las temperaturas extremas pueden llegar a afectar a nuestras funciones vitales, por lo que el cuerpo humano dispone de mecanismos para intentar compensar estas
variaciones de la temperatura corporal mediante un proceso de termorregulación. Cuando el clima es extremo, tanto por frío como por calor, el mecanismo termorregulador puede llegar a verse presionado por encima de su capacidad natural, hecho que
ocurre fundamentalmente en niños, en ancianos y en personas con patologías crónicas de base, tales como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la diabetes o la cardiopatía isquémica. De forma empírica se puede comprobar que las defunciones que
se producen a lo largo de un año tienen un fuerte componente estacional y en general muestran dos épocas con mayor mortalidad, que son un pico en invierno y otro en verano. Existen trabajos científicos que han mostrado correlaciones
estadísticamente significativas de la mortalidad con la temperatura ambiental; correlaciones que a su vez tienen variaciones en función de las condiciones de las viviendas y de las infraestructuras disponibles y del grado de aclimatación de la
población considerada. Las causas básicas de muerte que presentan una mayor asociación con los cambios de temperatura son las enfermedades del aparato circulatorio y las respiratorias. Esta concurrencia de factores no implica necesariamente
causalidad; el exceso de mortalidad no es directamente atribuible de forma inequívoca o


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única a la temperatura ambiental. En cualquier caso, el conjunto de las defunciones tiende a una relativa estabilidad y se reparte de alguna manera a lo largo de cada año, como podremos constatar más adelante cuando analicemos la evolución
de la mortalidad reciente en nuestro país.



Refiriéndonos específicamente al calor, una temperatura muy elevada produce pérdida de líquidos y de determinados elementos, llamados electrólitos, tales como el sodio, potasio o el cloro que son necesarios para el normal funcionamiento de
los distintos órganos humanos. En consecuencia, si la exposición al nivel de calor persiste pueden aparecer determinadas dolencias, tales como calambres, deshidratación, agotamiento e insolación o el llamado golpe de calor, con problemas
multiorgánicos que pueden incluir síntomas tales como inestabilidad en la marcha, convulsiones e incluso coma. La única rúbrica identificada como causa de mortalidad directa por exceso de temperatura ambiental en la clasificación internacional de
enfermedades es la codificada como E900.0, que es la mortalidad debida al calor excesivo derivado de condiciones climáticas, que es lo que equivale comúnmente al llamado golpe de calor.
Es evidente que en esta situación hay que diferenciar lo que
son las defunciones derivadas del cuadro conocido como golpe de calor, que es el verdaderamente atribuible de forma directa a la elevada temperatura ambiental perfectamente objetivable desde el punto de vista médico, y lo que son las defunciones
derivadas del agravamiento o descompensación de enfermos con otras patologías de base. Sobre estas últimas, y de acuerdo con los modelos científico-teorícos disponibles, es perfectamente concebible que se experimente una mayor mortalidad temporal
durante un período de ola de calor especialmente después de un período de relativa bonanza climática que a su vez haya estado asociada a una relativa menor mortalidad general. Existe unanimidad entre los expertos y debemos ser conscientes de ello,
en que la valoración concreta del impacto que haya podido tener el calor en la precipitación de la muerte de cada persona es muy difícil de definir. Ello es debido a la multifactorialidad de posibles desencadenantes finales de muerte en personas
con patologías graves de base.
Dicho lo anterior, debo referirme ahora ya a los mecanismos que entren en funcionamiento en nuestro Sistema Nacional de Salud ante situaciones sanitarias como la que aquí estamos analizando. España cuenta con un
Sistema Nacional de Salud definido como el conjunto de los servicios de salud del Estado y de todas las comunidades autónomas. Desde enero de 2002 todas las comunidades autónomas tienen transferida la gestión de la asistencia sanitaria, continuando
el Estado asumiendo la responsabilidad directa de dicha asistencia en las ciudades de Ceuta y Melilla. Por lo que se refiere a la salud pública, transferida también a las comunidades autónomas, el Estado reguló la red nacional de vigilancia
epidemiológica mediante el Real decreto 2210/1995, en el ejercicio de sus competencias para establecer la normativa básica en esta materia. Esta red nacional permite la recogida y el análisis de la información epidemiológica con el fin de poder
detectar problemas, valorar los cambios en el tiempo y en el espacio, contribuir a la aplicación de medidas de control individual y colectivo de los problemas que supongan un riesgo para la salud de incidencia e interés nacional o internacional y
difundir la información a esos niveles operativos competentes. Esta red nacional de vigilancia epidemiológica recoge la información que suministran las comunidades autónomas con relación a las enfermedades de declaración obligatoria, situaciones
epidémicas y brotes. La declaración de brote, considerado como un incremento significativamente elevado de casos con relación a los valores esperados, es obligatoria y es urgente. Esta obligatoriedad afecta en primera instancia a los médicos y a
los centros sanitarios que detecten la aparición del brote; pero son los órganos competentes de las comunidades autónomas los que establecen los canales de información sobre estas situaciones y los que deben comunicarlas urgentemente al Ministerio
de Sanidad y Consumo, cuando por sus características hagan sospechar un interés supracomunitario. Esto está recogido en los artículos 15 y siguientes del ya mencionado Real Decreto 2210/1995.
Como SS.SS. conocen, debemos recordar que durante el
período en que se experimenta en España el incremento de las temperaturas no ha habido ninguna comunicación a la red de vigilancia epidemiológica por parte de ninguna comunidad autónoma, en relación a situación o brote epidémico relacionado con la
ola de calor. Así pues, el objeto principal de mi comparecencia hoy en esta Comisión es trasladar a SS.SS., y por ende a los ciudadanos, que una vez más nuestro Sistema Nacional de Salud ha funcionado perfectamente y ha dado la respuesta
asistencial adecuada a los problemas de salud que hayan podido producirse con relación a los aumentos de temperaturas en este verano. Creo firmemente que no es gratuito afirmar que la respuesta satisfactoria de nuestro sistema sanitario resulta
plenamente coherente con la valoración positiva que del mismo se tiene, no sólo por nuestros ciudadanos sino por las organizaciones y expertos internacionales que le sitúan entre los mejores del mundo.
Profundizando en esta línea, a continuación
quiero informarles detalladamente sobre las actuaciones que desde el Ministerio de Sanidad y Consumo hemos venido realizando. Así, debo indicar que con carácter previo a la ola de calor, el Ministerio de Sanidad y Consumo planificó con anticipación
una serie de acciones específicas para el verano, lo que incluyó iniciativas de promoción de la salud tales como la campaña de protección solar, en colaboración con la Asociación Española contra el cáncer y el Consejo General de Colegios
Farmacéuticos; la elaboración de


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un conjunto de recomendaciones para atención al calor a través de su página web, informando a la población sobre medidas preventivas ante las altas temperaturas. Además, en esta misma línea la ministra de Sanidad y Consumo compareció ante
los medios de comunicación en diferentes ocasiones durante este verano; sus comparecencias incidieron en los consejos preventivos y en la disponibilidad de los servicios adecuados en el Sistema Nacional de Salud, además de actualizar los datos
objetivos obtenidos de las fuentes oficiales fidedignas. El Ministerio de Sanidad y Consumo durante el período de la ola de calor y respecto al impacto de la misma sobre la salud, tomó la iniciativa y se puso en contacto con cada una de las
comunidades autónomas para recabar la información precisa sobre las urgencias, complicaciones y fallecimientos atribuibles en cada comunidad al exceso de temperatura y asegurando con ello la cohesión y el mantenimiento de niveles de atención
adecuados para toda la población. La información facilitada se fue actualizando de forma diaria y se hizo pública, como SS.SS. conocen, de manera sistemática.
Los servicios de salud de las comunidades autónomas han declarado un total de 59
fallecimientos como mortalidad debida al calor excesivo derivado de condiciones climáticas, lo que equivale al comúnmente llamado golpe de calor. Estos 59 fallecimientos se distribuyen de la siguiente forma entre las distintas comunidades
autónomas: 15 en Andalucía, 9 en Madrid, 7 en Extremadura, 6 en Cataluña y en Castilla-La Mancha, 4 en Galicia, 3 en el País Vasco y en la Comunidad Valenciana, 2 en Castilla y León y en Navarra, uno en Cantabria y en Murcia. Las comunidades de
Asturias, La Rioja, Aragón, Canarias, Islas Baleares y las ciudades de Ceuta y Melilla no notificaron fallecimiento alguno. De los datos facilitados por las comunidades autónomas resulta que en toda España se han notificado 82 fallecimientos que
los facultativos han atribuido específicamente a un agravamiento de patologías previas. Estos fallecimientos se han producido con la siguiente distribución: 43 en Madrid, 17 en Andalucía, 13 en Castilla y León, 7 en Aragón y 2 en Murcia. Las
restantes comunidades autónomas no han notificado fallecimientos. En paralelo a estas actuaciones reseñadas dirigidas por una parte a los ciudadanos y también, como no podía ser de otro modo, a los servicios de salud de las comunidades autónomas,
el Ministerio de Sanidad y Consumo se puso en contacto y ha trabajado conjuntamente con otros organismos de la Administración general del Estado a fin de recabar información sobre los distintos elementos que resultaban precisos para analizar con el
rigor científico necesario el posible impacto sanitario de la ola de calor. El Ministerio de Sanidad y Consumo se puso en contacto inmediato con el Ministerio de Justicia para el acceso a los datos procedentes de los registros civiles; con el
Ministerio de Medio Ambiente para la obtención de las series temporales de temperaturas mínimas, medias y máximas; con el Instituto Nacional de Estadística a fin de conocer los datos de mortalidad, algunos de ellos todavía en proceso de grabación.
Así se solicitaron los datos consolidados hasta 2001, los datos provisionales del año 2002 y los datos del período correspondiente al año 2003, que como dije están en proceso de grabación.
Todo lo expuesto hasta aquí me permite poder afirmar que la
forma en que afrontamos la situación planteada es un modelo de atención integral y coordinada del Gobierno de la nación. En todo este enfoque debo decir que ha sido decisivo el inmediato y eficaz apoyo que los departamentos de la Administración
general del Estado a que me he referido nos han brindado.
En unas fechas verdaderamente excepcionales y en un tiempo récord el Ministerio de Sanidad y Consumo pudo acceder a una información desde la propia fuente sin la cual hoy no podríamos
ofrecer el análisis riguroso sobre la situación vivida como lo estamos haciendo. En este enfoque siempre se contó con la colaboración leal y estrecha de las comunidades autónomas responsables de la asistencia sanitaria, con las que se ha estado
permanentemente en contacto y con fluida comunicación.
El Sistema Nacional de Salud ha dado una respuesta adecuada y con normalidad a la demanda de asistencia sanitaria producida este verano. En una serie anual de datos hospitalarios sobre
incrementos porcentuales de urgencias e ingresos, destaca que en ningún momento el incremento de la demanda en relación con el mismo período del año anterior difiere de las variaciones que habitualmente se producen entre unos meses y sus homólogos
anteriores, tanto en urgencias como en ingresos. Ninguna comunidad autónoma ha informado de que se haya presentado alguna reclamación patrimonial hasta la fecha. Expresamente, nos lo han comunicado Andalucía, Murcia, Cataluña, Galicia, Aragón,
Baleares y el Instituto de Gestión Sanitaria por Ceuta y Melilla. En general las comunidades autónomas valoran muy positivamente el funcionamiento de los servicios de salud durante los meses de verano, habiéndose atendido toda la demanda de forma
adecuada. Asimismo informan que no han recibido quejas en general por la asistencia sanitaria recibida. Solamente en algunos casos puntuales ha habido problemas por el deficiente funcionamiento de los equipos de climatización o por no contar algún
centro con sistemas de aire acondicionado. En mi opinión toda esta actuación ha sido reveladora del alto grado de coordinación y cooperación existente entre las administraciones que conforman nuestro Sistema Nacional de Salud.
Un paso más dado
desde este ministerio como consecuencia del alto grado de coordinación de las acciones emprendidas fue la inmediata decisión anunciada por la ministra de Sanidad y Consumo de realizar un estudio sobre el potencial impacto sanitario de la ola de
calor y la evolución reciente de la mortalidad en España. El Ministerio de Sanidad y Consumo inició este estudio el día 14 de agosto. El estudio tenía por objeto caracterizar


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la mortalidad durante lo que llevamos de año y poder evaluar una potencial sobremortalidad en caso de que ésta se hubiese llegado a producir, partiendo de la premisa, a la hora de hacer las valoraciones pertinentes, de que las mediciones de
mortalidad en breves períodos están sometidas a importantes oscilaciones. La realización del estudio se enfrentaba a un principal problema como era el de la disposición de datos actualizados en los registros oficiales. Como SS.SS. pueden
imaginar, los registros de mortalidad suponen en todos los países un trámite lento debido a que la rigurosidad de la información exige múltiples comprobaciones de los datos. En cualquier caso y para evitar esta demora, desde el Ministerio de
Sanidad y Consumo se ha hecho un gran esfuerzo para poder disponer de los datos en el período más corto de tiempo, pero salvaguardando en todo momento que la información fuese fiable y procedente de los registros consolidados, es decir de los
registros civiles, del Instituto Nacional de Estadística y del Instituto Nacional de Meteorología. La disponibilidad de datos para analizar este tema ha sido posible, como ya he dicho anteriormente, gracias a la valiosa colaboración de estas
instituciones. En el análisis epidemiológico y sanitario de la situación ha sido decisivo el esfuerzo de un amplio equipo científico-técnico en el que ha participado fundamentalmente el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos
III, el Instituto de información sanitaria del Ministerio de Sanidad y Consumo y los servicios de salud de las comunidades autónomas. Durante todo este período el ministerio ha estado también en permanente contacto con los mejores expertos que
contamos en nuestro país para el análisis de los fenómenos de salud y epidemiología asociada a los cambios climáticos. Así también han colaborado y siguen colaborando estrechamente con el Ministerio de Sanidad y Consumo grupos de expertos del
Centro universitario de salud pública de la Comunidad de Madrid, de la Escuela valenciana de estudios para la salud, de la Agencia de salud pública de Cataluña o del IMIM de Barcelona, todos ellos de reconocido prestigio internacional en este campo.

Por otra parte, el Ministerio de Sanidad y Consumo, nada más concluir el informe sobre el potencial impacto sanitario de la ola de calor, lo presentó a los consejeros de salud de todas las comunidades autónomas, en una reunión celebrada el pasado
día 17 de septiembre en Madrid. Una semana después, se reunió la Comisión delegada del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, incluyéndose como punto quinto del orden del día el informe de las comunidades autónomas sobre el impacto
de la ola de calor en la salud de la población, dando el Ministerio de Sanidad y Consumo traslado del informe sobre el potencial impacto sanitario a todas las comunidades autónomas. Quiero aprovechar mi presencia hoy en esta Comisión de Sanidad del
Congreso de los Diputados para trasladar a SS.SS que tanto la ministra de Sanidad y Consumo como los consejeros de las comunidades autónomas han coincidido en valorar muy positivamente el funcionamiento de los servicios sanitarios de nuestro Sistema
Nacional de Salud durante los meses de julio y agosto. Todas estas acciones ya explicadas hubieran quedado incompletas sin haber comparecido en el Congreso de los Diputados, como tribuna más idónea para poder informar con transparencia a los
ciudadanos de las actuaciones de nuestro Sistema Nacional de Salud. Por ello se formuló inmediatamente la solicitud de comparecencia a petición propia del secretario general de Sanidad en la Comisión de Sanidad y Consumo del Congreso de los
Diputados, comparecencia que me está permitiendo explicar en el día de hoy con todo detalle la excelente respuesta de nuestro Sistema Nacional de Salud a los requerimientos de la ola de calor producida y me permiten trasladar a SS.SS (dando así
respuesta a la comparecencia requerida por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida) los resultados del informe elaborado por el Ministerio de Sanidad y Consumo sobre el potencial impacto sanitario de la ola de calor y la evolución reciente
de la mortalidad en general y por causas en España.
Analizar con rigor el potencial impacto sanitario de la ola de calor nos obliga a estudiar exhaustivamente, como hace el informe, la evolución de la mortalidad general y por causas en España
durante los últimos años.
Para ello resulta obligado revisar con carácter previo los cambios en los patrones socio-demográficos producidos en nuestro país, como única forma de poder valorar científicamente el impacto sanitario de la ola de calor en
España durante los meses de julio y agosto de este año 2003. En cualquiera de los análisis que se hagan respecto a los cambios entre los patrones socio-demográficos en España resalta como hecho más significativo el aumento de esperanza de vida y
pone de manifiesto cómo gracias al progreso socio-económico y a los avances de la medicina y de la ciencia se ha conseguido alargar la expectativa de vida en los países desarrollados, hecho constatable de forma destacada en España que ha
experimentado una constante mejora de la esperanza de vida. Si en el año 1900 solamente llegaban a los 65 años el 26 por ciento de los nacidos, en el año 1950 esa proporción casi se duplica, llegando al 42 por ciento, elevándose al 86 por ciento a
finales del siglo XX. La pirámide demográfica española es la propia de un país desarrollado. En el año 1990 el porcentaje de población mayor de 65 años era del 13,79 por ciento y el de mayores de 80 años del 2,96 por ciento. En el año 2000, los
mayores de 65 años pasaron a ser el 16,93 por ciento de la población y los mayores de 80 años el 3,81 por ciento. Se estima que para el año 2005 los mayores de 65 años supondrán ya el 17,28 por ciento de la población y los mayores de 80 años el 4,5
por ciento. La pirámide muestra que la población por encima de los 65 años iguala a la población de menores de 15 años. El resultado es que actualmente el 50 por


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ciento de la población española tiene 35 o más años. Naciones Unidas ha pronosticado que para mediados del siglo XXI, España será la población más envejecida del mundo. Según informaciones de la OCDE, de los países de la Unión Europea,
España es el país con mayor esperanza de vida en mujeres, que se sitúa en 82,7 años, ocupando la esperanza de vida en varones el quinto puesto, con 75,5 años. Se da la circunstancia de que precisamente el éxito de llegar al alto nivel de esperanza
de vida actual hace que surjan nuevos retos, tales como el aumento de la incidencia de enfermedades que son características de la vejez, enfermedades de las que nos morimos.
El siguiente patrón socio-demográfico que hay que analizar necesariamente
para poder valorar cualquier impacto sanitario es el referido a la medición y evolución de la mortalidad general. En el informe se pone de manifiesto que en 1981 se produjeron en España 293.386 fallecimientos y el pasado año 2002 la cifra alcanzó
los 366.538, es decir 73.152 muertes más. La tasa bruta de mortalidad -que es el número de fallecimientos dividido por la población total- ha ido incrementando: en 1981 era de 777 casos por 100.000 habitantes y en el año 2002 ha sido de 876 casos
por 100.000 habitantes. Con todo, resulta imprescindible comprender, para poder realizar un análisis riguroso, que este incremento de la mortalidad no expresa en realidad un mayor riesgo de muerte para los individuos dentro de su grupo de edad
-niños, jóvenes, adultos o mayores-, sino que es un fenómeno asociado al envejecimiento de la población y al hecho de que las personas de edad avanzada simplemente tienen más posibilidades de morir que las personas jóvenes. La mortalidad es por
tanto el fenómeno demográfico que más se deja influir por el envejecimiento de la población. La tasa bruta de mortalidad no sólo es consecuencia de las tasas específicas de mortalidad, sino de la estructura de la población.
Como explican los
epidemiólogos, y permítanme el ejemplo, dos provincias con las mismas tasas específicas de mortalidad pueden tener perfectamente tasas brutas de mortalidad distintas; la tasa será mayor en donde la población esté más envejecida. Por ello hay que
dejar claro que la tasa bruta de mortalidad no permite análisis comparativos. Para efectuarlos debemos recurrir a la tasa general comparativa ajustada, que anula la influencia de la estructura. Efectivamente, para eliminar la distorsión que supone
el efecto del envejecimiento de la población a la hora de valorar en su justa medida el riesgo de morir al que está expuesta la población, en epidemiología y en demografía se utiliza el procedimiento conocido como ajuste de tasas por edad, que SS.SS
conocerán. Así, al analizar la evolución de las tasas ajustadas por edad, observamos que el riesgo de muerte en España ha disminuido. En 1981, la tasa de mortalidad ajustada por edad era de 1.270 por cada 100.000 habitantes y en el último año
completo finalizado, el año 2002, pasó a ser de 1.146 por cada 100.000 habitantes, continuando esta tendencia de ligero descenso hasta el acumulado en el presente año 2003. Quiero destacar que a lo largo de este período analizado, 1981-2003, no se
observan años que destaquen de forma acusada o significativa por una mayor mortalidad. La tasa de mortalidad infantil es un indicador de enorme trascendencia sanitaria, dado que es muy sensible al grado de desarrollo de los sistemas de salud.
Esta
tasa sigue su trayectoria descendente. En el año 1999 se registraron 4,47 defunciones de menores de un año por cada 1.000 nacimientos; 4,38 en el año 2000; y 3,45 en el año 2001. Esto nos confirma su mejoría constante, y consecuentemente el alto
desarrollo de nuestro Sistema Nacional de Salud. Con estos datos podemos afirmar algo que ya había comentado al inicio de mi comparecencia, y es el hecho conocido por todos de que España, en comparación con los países de nuestro entorno, tiene uno
de los mejores niveles en indicadores tan significativos como la esperanza de vida al nacer, la mortalidad general ajustada por edad y la mortalidad perinatal. Tras analizar la mortalidad general, medida por su tasa cruda o bruta o por las tasas
ajustadas por edad, y la tasa de mortalidad infantil, es necesario aclarar que cuando desde un enfoque epidemiológico serio se tenga como finalidad detectar áreas y patologías que requieren una atención especial o cuando se desee evaluar la eficacia
de los servicios sanitarios, se debe utilizar el concepto de la mortalidad evitable a través de la valoración de la mortalidad estandarizada y la razón de años de vida potencialmente perdidos. Por ello, en cualquier análisis sólido de mortalidad,
es fundamental calcular las tasas de mortalidad específicas por edad y en esta línea el informe nos recuerda que también es necesario examinar la mortalidad específica por causas y, en la medida en que existe disponibilidad de datos, el ajuste de
dichas tasas por diferentes variables, como pueden ser la comorbilidad, por la edad de los pacientes atendidos o por los diferentes índices de severidad o casuística.
Quiero destacar también un aspecto fundamental para poder colocar en un contexto
adecuado el análisis que estamos realizando. Debemos tener presente que el examen de la información es posible a partir de los registros disponibles de la mortalidad y que es el médico que atiende al paciente el que certifica su defunción,
incluyendo la causa de la misma en dos documentos: uno es el certificado que se queda en el registro civil y el otro es el boletín estadístico de defunción que dicho registro remite a la delegación provincial del Instituto Nacional de Estadística.

En las delegaciones provinciales se procesan informáticamente los datos, excepto los referentes a las causas, que son los que procesan los registros de mortalidad de las comunidades autónomas.
A continuación voy a analizar la evolución de la
mortalidad por causas en España. Por un lado, se observa


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una estabilidad en las principales causas de muerte. La mortalidad por enfermedades cardiovasculares viene manteniéndose como la primera causa de muerte, representando el 34,9 por ciento del total de defunciones.
Entre las enfermedades
cardiovasculares más frecuentes, la cardiopatía isquémica se mantiene como la primera causa de muerte. En segundo lugar, el cáncer es responsable del 26,4 por ciento de los fallecimientos.
Aprovecho la exposición de este dato para comentar, si me
lo permiten, que esta es una de las razones que ha llevado desde el ministerio a priorizar entre los planes integrales de salud en primer lugar el plan integral de cardiopatía isquémica, que ya está concluido, y en segundo lugar el plan integral del
cáncer, que está en este momento en elaboración. Por otro lado, se constata que la importancia relativa de las causas de muerte es distinta según el sexo. En las mujeres se mantiene como primera causa de muerte las enfermedades cerebrovasculares,
seguida de la cardiopatía isquémica; entre los tumores, el cáncer de mama es el más significativo, seguido por el cáncer de colon. En los hombres, la principal causa de muerte es la cardiopatía isquémica, seguida del cáncer; entre los tumores, el
primero es el cáncer de pulmón, seguido del cáncer de próstata y a continuación el de colon.
Para terminar este análisis de la evolución de la mortalidad, tendremos que analizar también, y este es el dato más conocido por todos, la variabilidad de
la mortalidad general en España en el periodo 1980-2003.
Se puede comprobar, como señalaba al inicio de mi comparecencia, que las defunciones que se producen a lo largo de un año tienen un fuerte componente estacional y, en general, muestran dos
épocas con mayor mortalidad: un pico en invierno y otro en verano. El conjunto de las defunciones de alguna manera se reparte a lo largo del año. Este patrón de evolución se repite a lo largo de los años con diferente intensidad, aunque pueden
darse relativas fluctuaciones. Por ejemplo, se observan grandes diferencias entre las cifras de fallecimientos para el mismo mes en distintos años. Así, en enero del año 2000 se produjeron 42.568 fallecimientos, siendo 32.581 los acaecidos en el
mismo mes del año anterior, es decir, 9.987 de variación de un mes al mismo mes del año siguiente. En cualquier caso, el patrón de mortalidad habitual, representando los datos de forma gráfica, muestra que la línea de mortalidad tiene forma de J,
más alta en los meses más fríos, baja en los meses de temperatura moderada y sube de nuevo en los meses de verano.
Concluyendo el análisis de la evolución de la mortalidad general en España y poniendo todo lo anterior en contexto, lo importante es
ver que la tasa actual de mortalidad, en términos globales, no sufre oscilaciones muy marcadas y que la tendencia global es de disminución del riesgo de muerte en cada grupo de edad.
Tras haber revisado la serie histórica de la mortalidad general
en nuestro país, es necesario analizar la mortalidad en España en el presente año 2003. La población española era de 37.756.024 personas en 1980 y es de 41.124.036 en el año 2003, con un gran incremento porcentual en personas mayores de 65 años,
que representan el 17 por ciento de la población y que, como se dijo anteriormente, es fundamentalmente consecuencia del aumento de la esperanza de vida. Como ya comenté al analizar la evolución de la mortalidad general, el total de defunciones, en
números absolutos, se ha incrementado en los últimos 20 años -de 289.344 defunciones en 1980 a 366.538 defunciones en el año 2002-, con comportamiento diferente según los grupos de edad. Hasta el mes de agosto de este año se habían producido
248.448 defunciones. Como podemos observar, la tasa bruta de mortalidad se ha ido incrementando como consecuencia del envejecimiento de la población -de 7,66 a 8,76- y, como se ha indicado antes, hay que tener en cuenta que la mortalidad es el
fenómeno demográfico que más se deja influir por el envejecimiento de la población. Quiero recordar nuevamente que la tasa bruta de mortalidad no sólo es consecuencia de las tasas específicas de mortalidad, sino de la estructura de la población y
que por ello hay que recurrir a la tasa general comparativa o ajustada, que anula la influencia de la estructura. Efectivamente, puede comprobarse que la tasa ajustada por edad ha disminuido de 12,70 a 11,46 defunciones por cada 1.000 habitantes.
En definitiva, como se recoge claramente en el informe elaborado, hablar de mortalidad en números absolutos sin tener en cuenta la cantidad de población susceptible de morir no conduce a ningún análisis serio o interpretable de manera rigurosa.
El
siguiente paso que debemos dar en el análisis es estudiar la evolución de la mortalidad acumulada de enero a agosto en el periodo 1980-2003.
Primero, en el periodo de enero a agosto, se observa que el número de defunciones en el año 2003 es
inferior al de 2002, desciende de 250.148 a 248.448 defunciones. Segundo, resulta interesante destacar las oscilaciones producidas en este periodo, tanto con un aumento de las defunciones como con un descenso, así, oscilaciones positivas de 18.499
en 1983 u 11.002 en 2002 y oscilaciones negativas de menos 12.453 en 1982 ó 7.921 en 2000. Tercero, la tasa bruta de mortalidad acumulada oscila, en la serie 1980-2003, entre valores crecientes que van del 4,97 al 6,32.
La registrada en este
periodo de 2003 es de 6,04, prácticamente similar a la del año anterior y se mantiene en unos niveles similares a los de los últimos diez años, entre 5,83 y 6,32. Cuarto, las oscilaciones intermensuales presentan una gran variabilidad. Así, se
observan oscilaciones positivas de más de 9.000 fallecimientos entre un mes y el mismo mes del año anterior y oscilaciones negativas que han llegado a rondar los 10.000 fallecimientos. En quinto lugar, es de destacar que durante el año 2003 ha
habido una disminución de la mortalidad respecto a 2002 durante los meses de enero, 4.694, febrero, 1.503, marzo, 1.069, abril, 949 y


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mayo, 215, y un incremento durante los meses de junio (618), julio (1.882) y agosto (4.230). Por el contrario, en el año 2002 enero registró 7.359 fallecimientos más que en el mismo mes del año anterior, febrero, 4.133, marzo, 1.820 y
abril, 1.521, mientras que en julio hubo 366 fallecimientos menos y en agosto 2.700 fallecimientos menos, siempre referidos al mismo mes del año anterior. A pesar de estas aparentes diferencias, el número de fallecimientos acumulados en el mismo
período apenas difiere en 1.700 entre uno y otro año.
A continuación corresponde analizar la evolución de la mortalidad durante los meses de junio, julio y agosto de 2003. Para ello en este informe se presentan los resultados del estudio realizado
por el Centro Nacional de Epidemiología, que ha analizado la mortalidad en las capitales de provincia durante los meses de junio, julio y agosto de 2003 y su fluctuación con las temperaturas diarias, donde se constata claramente la gran variabilidad
geográfica que se observa de ambos fenómenos. Hay que poner de manifiesto, al referirnos a la mortalidad en las capitales de provincia, que esta población representa el 45 por ciento de la española.
Tratando de encontrar relaciones entre el
aumento de las temperaturas y la mortalidad, resulta imprescindible analizar la evolución de la mortalidad en todas y cada una de las provincias españolas revisando para ello las series de mortalidad en cada una de las provincias en el período
1980-2003. Así, aunque observamos que la mortalidad provincial presenta una gran dispersión, consecuencia de los distintos factores demográficos y sociales de cada una, se mantienen la evolución y las fluctuaciones en la mortalidad ya descritas
para el total nacional, en el que destacan las oscilaciones intermensuales e interanuales en todas ellas. Este análisis por provincias también se realiza para la mortalidad acumulada de enero a agosto, apreciándose oscilaciones, tanto un aumento
como una disminución de la mortalidad acumulada. A título de ejemplo, Barcelona presenta diferencias sobre el año previo en mortalidad acumulada de enero a agosto que van de -2.772 en el año 1991 a +3.299 en 1990; en Gerona este rango oscila entre
-259 en 1982 hasta +305 en 2002; en Zamora, de -243 en 1981 a +273 en 1990; en Valencia disminuye 827 en 2000 y sube 1.198 en 2002.
Para completar el estudio de la evolución de la mortalidad nos queda analizar la evolución por grupos de edad y
de la mortalidad por causas.
En cuanto a la evolución por grupos de edad, a modo de ejemplo y siguiendo las consideraciones previas respecto al envejecimiento, debemos destacar su incremento en mayores de 90 y de 100 años, cercano al 400 por ciento
respecto al año 1980. En los meses de julio y agosto de 2003, con datos provisionales del estudio actualmente en desarrollo para el conjunto del Estado y en base a una muestra analizada de los certificados de defunción en las cuatro provincias
seleccionadas, no se observan variaciones porcentuales significativas en la mortalidad por provincias en las provincias seleccionadas, que han sido Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia.
Quiero comentar, para terminar esta primera parte de mi
exposición, los últimos datos facilitados por el INE en cuanto a la evolución de la mortalidad por causas. Así, constatamos nuevamente, al estudiar la muestra a la que me he referido anteriormente en las cuatro principales ciudades -Madrid,
Barcelona, Valencia y Sevilla-, que los resultados del estudio por causas muestran que los fallecimientos durante el mes de agosto de 2003 en España se han debido a las mismas causas que en los meses anteriores, sin que haya un patrón
significativamente distinto que haga sospechar un aumento de causas de muerte prematura o sanitariamente evitable explicativo de estas defunciones.
En la próxima parte de mi comparecencia quiero mencionar los estudios existentes y que han sido
tomados en consideración por el ministerio, que intentan relacionar la mortalidad estudiada con las temperaturas. Así, como comentaba al inicio de mi comparecencia, al aclarar una serie de conceptos básicos que nos permitiesen seguir el análisis
realizado, existen trabajos científicos que han mostrado correlaciones estadísticamente significativas de la mortalidad con la temperatura ambiental, correlaciones que a su vez tienen variaciones en función de las condiciones ambientales y que se
asociaban fundamentalmente a las enfermedades del aparato circulatorio y a las respiratorias. Insisto una vez más en que es importante señalar que esta concurrencia de factores no implica necesariamente causalidad. En España, según el estudio
realizado por el Centro Nacional de Epidemiología con los fallecimientos mensuales y media de temperaturas máximas y mínimas durante el período 1991-2003, se constata también el hecho de que los picos de mortalidad generalmente coinciden con las
bajas temperaturas. El análisis de este fenómeno se complica porque la definición de ola de calor varía de unos lugares a otros; así, lo que en nuestras latitudes son situaciones de confort térmico en otros países constituyen olas de calor. De
cualquier modo, los casos descritos en algunos trabajos ilustran el espectro de factores y condiciones asociadas con la mortalidad relacionada con el calor. Se incluyen factores como la edad, pacientes con antecedentes médicos y que toman
medicamentos como diuréticos o neurolépticos, entre otros, la condición social, vivir solo, sobre todo en la vejez, personas desfavorecidas económicamente, ya que el acondicionamiento de aire constituye un factor protector, y la actividad física
como hacer ejercicio o trabajar al aire libre en días de extremo calor. No obstante, hay que ser muy cautos en la valoración de este tipo de estudios, ya que su metodología se encuentra en discusión tanto por la definición de los indicadores
utilizados como por el propio indicador, como hemos podido comprobar al analizar la evolución de mortalidad y el valor de las tasas e indicadores que la miden. Con todas estas premisas y obligadas consideraciones


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resulta necesario para seguir avanzando en el análisis del impacto sanitario de la ola de calor en España de julio y agosto de 2003 poder caracterizar la duración y la intensidad de la misma. Así, debemos partir del concepto de temperatura
umbral, que es aquella que supera el percentil 95 de las temperaturas máximas de la localidad. La diversidad climática de España queda reflejada en estos valores umbrales que oscilan entre los 26,2 grados de A Coruña y los 41,2 grados de Córdoba.
Este hecho marca la necesidad de la identificación de cada uno de estos umbrales, ya que lo que puede ser temperatura confort para un lugar puede ser inferior incluso a la temperatura umbral para otro. Se debe hacer notar que en este estudio se han
seleccionado las temperaturas de un observatorio en la capital de cada provincia. El informe analiza las siguientes variables: en primer lugar, las temperaturas umbrales para cada una de las estaciones meteorológicas ubicadas en las capitales de
provincia, las temperaturas umbrales para las estaciones analizadas agrupadas según diferentes rangos, la duración e intensidad de los extremos térmicos ocurridos en este período, los valores de temperaturas máximas diarias en las 51 estaciones
anteriores durante el período de julio y agosto, la temperatura máxima alcanzada y el número de días de superación de la temperatura umbral. Se calcula el índice de intensidad de la ola de calor obtenida como la suma del número de grados en los que
se supera la temperatura umbral durante este período. Este índice combina tanto la intensidad como la duración de la ola de calor.
Podemos extraer las siguientes conclusiones. La primera es que las temperaturas máximas alcanzadas en este
período, aun siendo más elevadas en la zona sur, es en el norte donde han alcanzado un mayor incremento sobre la temperatura umbral. Así por ejemplo, en los casos de A Coruña y Asturias, las temperaturas máximas alcanzadas fueron de 34,2 y 35,6
grados centígrados respectivamente, lo que supone un incremento sobre los valores de la temperatura umbral de ocho grados en ambos casos.
En el sur, donde se han dado las temperaturas máximas absolutas, con valores de 46,2 y 45,2 grados, en Córdoba
y Sevilla, los valores por encima del umbral han sido de 5 y 4,2 grados, respectivamente. En definitiva, parece que la ola de calor, en cuanto a temperaturas máximas sobre el umbral, ha sido más acusada en los lugares que no son tradicionalmente
los más calurosos. En segundo lugar, si se considera otro parámetro, como el número de días en que se ha superado la temperatura umbral, los resultados son similares a los anteriormente citados con respecto a las temperaturas máximas; así por
ejemplo, en lugares calurosos como Badajoz, con una máxima absoluta de 43,6 grados centígrados, o Sevilla, con 46,2, únicamente se superó la temperatura umbral en tres y siete días, respectivamente, mientras que en otros lugares menos calurosos como
Barcelona, Baleares o Girona se superó la temperatura umbral en 53, 34 y 36 días, respectivamente. En tercer lugar, si se consideran los dos factores anteriormente citados, temperaturas sobre el umbral y número de días en los que se supera dicho
umbral, puede obtenerse el índice de intensidad de la ola de calor y se puede concluir que la zona norte ha sido más afectada que la sur y que cuanto más al este, mayor ha sido la incidencia, siendo por tanto el noreste peninsular y Baleares las
zonas más afectadas. En cuarto y último lugar, para concluir con la caracterización de la ola de calor, se pueden identificar a grandes rasgos cuatro regiones en función de los valores de las temperaturas umbral: región de la cornisa cantábrica
con temperaturas umbral entre 29y 33 grados; región del centro, meseta norte, con valores entre 35 y 39 grados; región del centro, meseta sur, con valores entre 39 y 41 grados; costa mediterránea, con valores entre 33 y 37 grados centígrados.

Tras la caracterización de la ola de calor, hay que correlacionar la evolución de la mortalidad general y su relación con la temperatura. Así, con relación a los índices presentados anteriormente -temperatura máxima, número de días que superan el
umbral y el índice de intensidad de la ola de calor-, la mortalidad provincial durante los meses de julio y agosto presenta una gran variabilidad. Hay provincias que alcanzando temperaturas con índices más altos de intensidad de la ola de calor, no
incrementan de manera sustancial la mortalidad. Del análisis de todos los resultados por provincias, ordenados según temperatura máxima, número de días de superación del umbral e índice de intensidad del calor, se pueden extraer las siguientes
conclusiones. Al comparar las oscilaciones de la mortalidad en los meses de julio y agosto de 2003 con relación al mismo periodo de 2002, se observa que no hay coincidencia entre los mayores incrementos de la mortalidad y las temperaturas máximas
alcanzadas. Así por ejemplo, Córdoba, con una máxima de 46,2 grados, presenta un incremento del 14,49 por ciento, mientras que Ourense, con una máxima de 42 grados, disminuye la mortalidad en un 12 por ciento. Al relacionarlo con el número de días
en que se superó la temperatura umbral, en Girona, donde se superó la temperatura 36 días, aparece un incremento del 13 por ciento, mientras que en Castellón, con 27 días, disminuye en un 1,39 por ciento. Por último, relacionando el índice de
intensidad de calor, León presenta un incremento del 9,69 por ciento, con un índice de 31,6, mientras que, con el mismo índice, Segovia disminuye el 4,58 por ciento.
Termino ya mi comparecencia refiriéndome a las conclusiones que el Ministerio de
Sanidad y Consumo ha presentado sobre la valoración del potencial impacto sanitario de la ola de calor y la evolución reciente de la mortalidad en general y por estas causas en España y que se recogen en el informe presentado. Las conclusiones que
establecemos son las siguientes. En primer lugar, en España y durante el verano de 2003 los datos indican que ha habido temperaturas anormalmente


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elevadas y muy persistentes en zonas donde no eran habituales, fundamentalmente en el noreste. En segundo lugar, de acuerdo con los estudios científicos que demuestran correlaciones entre la mortalidad y temperatura ambiental, el Ministerio
de Sanidad y Consumo procedió a realizar de forma inmediata un estudio sobre el potencial impacto sanitario de la ola de calor y la evolución reciente de la mortalidad en España. En tercer lugar, del análisis de la mortalidad en España tenemos que
destacar el significativo aumento de la esperanza de vida. La realidad es que tenemos una de las esperanzas de vida más elevadas entre los países occidentales y el número de personas que fallecen en una edad prematura o sanitariamente evitable va
disminuyendo de año en año. Por otra parte, este aumento de la esperanza de vida lleva implícito un incremento potencial de la mortalidad en las edades más avanzadas. Así, durante las dos últimas décadas se ha experimentado un aumento de la
mortalidad total en España. En veinte años se ha multiplicado por tres el número de fallecimientos totales de personas por encima de 85 años, mientras han disminuido de forma notable los fallecimientos en las personas más jóvenes. Este incremento
de la mortalidad no es contradictorio con lo anterior, ni expresa en realidad un mayor riesgo de muerte para los individuos dentro de su grupo de edad, para los niños, jóvenes, adultos o mayores, sino que es un fenómeno asociado al incremento de la
población en las edades altas de la pirámide, como consecuencia del aumento de la esperanza de vida: a más envejecimiento, más mortalidad en términos absolutos, porque hay más población que, en razón de su edad, es susceptible de llegar a morir.
Como ha quedado claramente puesto de manifiesto en toda las series de mortalidad estudiadas, la evolución de la mortalidad en el periodo 1980-2003 presenta oscilaciones intermensuales y en menor medida interanuales, tanto en el ámbito nacional como
por provincias. Así quedaba puesto de manifiesto cuando hemos analizado las importantes fluctuaciones que se detectaban al comparar un mes con el mismo del año anterior. Reconociendo esta variabilidad empírica, el patrón de mortalidad muestra un
componente de estacionalidad, de manera que se presentan dos épocas con mayor mortalidad, un pico en invierno y otro en verano y, pese a todo lo anterior, el número de fallecimientos en la población tiende a presentar una notable estabilidad si se
examina la mortalidad acumulada anualmente en forma de tasa. Durante el año 2003 ha habido una disminución, como he comentado ya antes, de la mortalidad en los cinco primeros meses del año respecto a 2002 y un incremento durante los meses de junio,
julio y agosto. Por el contrario, en el año 2002 el fenómeno fue inverso, con un incremento en los cuatro primeros meses y una disminución en julio y agosto con respecto a los mismos meses del año anterior 2001. El dato relevante a destacar es
que, a pesar de estas aparentes diferencias, el número de fallecimientos acumulados en el mismo periodo apenas difiere en 1.700 casos entre 2002 y 2003. Esta variabilidad en los datos mensuales hizo aconsejable examinar la situación desde la
perspectiva de los datos acumulados de fallecimientos y sus correspondientes tasas de mortalidad.
De esta forma se ha podido comprobar que la tasa de mortalidad en términos globales no ha sufrido oscilaciones al alza y que la tendencia global es de
estabilidad o ligera disminución del riesgo de muerte en cada grupo de edad, sin que se haya constatado un aumento de mortalidad prematura y sanitariamente evitable.
En cuarto lugar, del análisis de la mortalidad específica extraemos tres
conclusiones: que los servicios de salud de las comunidades autónomas han declarado un total de 59 fallecimientos como mortalidad debida al calor excesivo derivado de condiciones climáticas, que es lo que equivale al comúnmente denominado golpe de
calor; que en toda España se han notificado 82 fallecimientos que los facultativos han atribuido específicamente a un agravamiento de patologías previas; que los resultados del estudio realizado por edades y por causas sobre una muestra de las
cuatro principales ciudades españolas nos indica que los fallecimientos durante el mes de agosto de 2003 en España se han debido a las mismas causas que en los meses anteriores, sin que haya un patrón significativamente distinto que haga sospechar
un aumento de causas de muerte prematura o sanitariamente evitable, explicativo de esas defunciones.
Finalmente y en quinto lugar, del análisis efectuado para cada una de las provincias españolas comparando las temperaturas habidas con la
mortalidad registrada se desprende que nuestro país presenta un panorama heterogéneo, de tal forma que al comparar aquellas provincias en las que ha hecho más calor de lo normal con las que presentan una mortalidad más acusada respecto al año
anterior, hay provincias en las que la ola de calor ha ido asociada a un mayor número de fallecimientos -lo que podría ir en línea de la hipótesis del efecto potencial de la temperatura sobre la mortalidad- y en cambio en otras provincias esa
relación altas temperaturas/mortalidad no existe. De igual manera, al comparar las oscilaciones de la mortalidad en los meses de julio y agosto de 2003 respecto del mismo periodo de 2002, se observa que no hay coincidencia entre los mayores
incrementos de la mortalidad y las temperaturas máximas alcanzadas en las diferentes provincias.
Concluyo mi comparecencia resaltando, como hacía al finalizar la primera parte de la misma, que una vez más nuestro Sistema Nacional de Salud ha
funcionado satisfactoriamente dando respuesta con normalidad a la demanda de la asistencia sanitaria. Esta afirmación se sustenta en cinco hechos principales, en primer lugar en la valoración, en general muy positiva, que las comunidades autónomas
han realizado sobre el funcionamiento de los servicios sanitarios durante la ola de calor, habiéndose atendido toda la demanda de forma


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adecuada; asimismo informan de que no han recibido quejas en general por la asistencia sanitaria recibida. En segundo lugar en el hecho de que durante la ola de calor no haya existido ningún tipo de notificación por parte de ningún
servicio de salud sobre situaciones epidémicas o brotes de acuerdo con lo previsto en el Real-decreto 2210/1995, que regula nuestra red nacional de vigilancia epidemiológica. En tercer lugar en que desde el Ministerio de Sanidad y Consumo se
planificó con anticipación una serie de acciones específicas para el verano que incluyeron medidas efectivas de promoción de la salud y la elaboración de recomendaciones para la atenuación del calor. En cuarto lugar otro elemento que sustenta la
afirmación del buen funcionamiento del Sistema Nacional de Salud es el hecho de que España ha sido uno de los únicos países afectados por la ola de calor en el que inmediatamente se puso en marcha, con la colaboración de todas las administraciones
implicadas, un estudio sobre el impacto de la misma, que nos ha permitido disponer en un tiempo récord de datos y resultados fiables. En quinto y último lugar esta afirmación viene también avalada por la constatación de que el sistema de relación
establecido por el Ministerio de Sanidad y Consumo con las comunidades autónomas ha permitido el funcionamiento coordinado ante el fenómeno de la ola de calor y la posibilidad de disponer de datos actualizados objetivos obtenidos de las fuentes
oficiales fidedignas, dando ejemplo nuestro sistema sanitario de coordinación y de colaboración leal y eficaz entre las administraciones sanitarias, que sin duda ha revertido en la protección y mejora de la salud de los ciudadanos.
Hasta aquí el
examen -posiblemente exhaustivo pero necesario para comprender en toda su magnitud el fenómeno- del informe sobre el potencial impacto sanitario de la ola de calor y la evolución reciente de la mortalidad general y por causas en España y en
definitiva del adecuado funcionamiento del Sistema Nacional de Salud durante dicha ola de calor.
Muchas gracias y perdón por mi extensión.



El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.) Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra la señora Riera.



La señora RIERA I BEN: Señor presidente, intervengo con brevedad, pero no quería desaprovechar la oportunidad de agradecer en nombre del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) la comparecencia del secretario general en esta
Comisión, así como las amplias explicaciones que nos ha ofrecido sobre un tema que ha sido noticia este verano. En la parte que he podido escuchar directamente he observado que se refería continuamente a Girona, mi ciudad, y le puedo garantizar que
la experiencia en directo avala literalmente los datos que nos daba de que este verano hemos sufrido una ola de calor como yo no recordaba. También deseo constatar que compartimos el criterio que ha manifestado el señor secretario de que el
conjunto de las administraciones ha procurado actuar con prontitud ante los casos de cierta dificultad respecto a personas más sensibles en cuanto a sufrir las consecuencias de la ola de calor, así como aportar una reflexión que probablemente todos
podremos compartir. En algunos casos han saltado en forma de noticia o han sido titulares de periódicos o de telediarios situaciones lamentables que se han vivido en España o en otros países de nuestro entorno por muertes atribuidas a la ola de
calor. Esta diputada opina que más allá de la debida prestación que el sistema sanitario debe dar y de la prevención necesaria a fin de atender a estas personas, sobre todo cuando hablamos de las consecuencias que ha tenido la ola de calor en el
colectivo de mayores, lo que debemos hacer todos es, como digo, una reflexión acerca de cómo se atiende en general a nuestros mayores en la sociedad, así como entender que a veces se ha trasladado al sistema sanitario unas responsabilidades que a mi
modo de ver trascendían en mucho lo que es propiamente dicho sistema y que podrían quizá ser atribuidas más bien a situaciones sociales, algunas, con toda sinceridad, de mala justificación, como es cierto abandono o falta de atención que viven en el
día a día las personas mayores, que pasan a ser noticia cuando se produce un hecho luctuoso, de consecuencias menos graves en situaciones de normalidad, cuando estos mayores no viven solos, solos y aislados, porque se puede vivir solo, pero tener un
entorno social en que se tiene a alguien que está pendiente de esa persona que vive sola en su casa, pero no está abandonada. Como digo, se han producido situaciones, algunas con tintes muy dramáticos, que reflejan básicamente que la sensibilidad
que hemos de tener hacia las personas mayores en algunos casos no está a la altura de lo que estas se merecen, más allá de que en brotes puntuales, sean olas de calor en verano o temperaturas gélidas en invierno, se producen hechos luctuosos y
lamentables. La reflexión es la necesidad que todos debemos tener muy presente de atender a nuestros mayores como se merecen, facilitarles una vida lo más agradable posible, que estén atendidos sociosanitariamente como se merecen en un Estado del
bienestar, que es el modelo de nuestra sociedad, y sobre todo que tengamos muy presente que la necesidad de estas personas no es puntual en determinados periodos del año porque hace mucho frío o mucho calor, ya que, aunque no afloren a veces
situaciones lamentables, algunas de estas personas viven en situaciones de precariedad injusta y extrema 365 días al año. En momentos en los que pronto estaremos debatiendo los presupuestos en la Cámara, cuando todos los grupos presentaremos
nuestras enmiendas y haremos aportaciones, la reflexión general que podría aflorar, más allá de analizar los casos puntuales que pueda haber habido a consecuencia del calor, como muertes que se le puedan atribuir directamente, es si estamos
preparados


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y si todos juntos ponemos los recursos suficientes para que nuestro modelo de sociedad sea aquel donde las personas con más necesidades, las más débiles, que suele ser la gente joven y las personas mayores, estén adecuadamente atendidas.
Como decía, le agradezco su comparecencia y al señor presidente que me haya dado la palabra.



El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el señor Fidalgo.



El señor FIDALGO FRANCISCO: Señor secretario, quiero reiterar en nombre del Grupo Socialista la bienvenida a esta Comisión y agradecer el esfuerzo que ha hecho en la exposición del informe, sobre todo teniendo en cuenta que se nos podía
haber dado por escrito, cosa que, por otra parte, agradeceríamos que nos lo hiciese llegar de manera oficial. De esto hablaremos también más tarde. Estamos hablando aquí de una cuestión que es evidente, que es la mortalidad y la ola de calor, de
si hay o no implicación, de si hay o no correlación y de las medidas que se han tomado y las que se pueden tomar. Como gallego que soy, y como gallego que es usted, le recuerdo que como decimos en Galicia haberlas haylas, porque es una evidencia.

El objetivo de esta comparecencia y el objetivo que se plantea el Grupo Socialista es realizar un análisis sosegado y tranquilo, con una cierta distancia de lo que ha ocurrido, de la situación que se ha dado y ver las consecuencias y las enseñanzas
que podemos sacar y sobre todo corregir aquello que haya podido funcionar mal en nuestro sistema de salud y en nuestro ministerio para prevenir situaciones que se puedan producir de características similares. La evidencia está ahí, las
informaciones sobre la ola de calor han sido exhaustivas y, por tanto, insistir en ello redundaría. Respecto a la mortalidad, aparte de otras informaciones, en el propio informe que usted ha relatado se dice que este año con respecto al año pasado
en los meses de junio, julio y agosto ha habido 6.730 muertos más y que en comparación el año 2002 con respecto al año anterior había disminuido en 4.068 muertos. Además de esto al Grupo Socialista nos preocupa otra cuestión. Se está centrando
todo sobre la mortalidad general, pero habría que analizar el impacto sobre la morbilidad general que se pudo haber producido. Le recuerdo que la proposición no de ley que hemos presentado en relación con esta cuestión se refiere a la elaboración
de un plan integral para la prevención y atención de los efectos de las temperaturas extremas sobre la salud de las personas; es decir, va más allá del análisis concreto, epidemiológico y exhaustivo de la mortalidad.
Nos planteamos dos cuestiones
elementales: una, cómo ha funcionado el sistema sanitario y, otra, cómo ha respondido el Gobierno y cómo ha respondido el Ministerio de Sanidad. Todos estamos de acuerdo en que nuestro sistema sanitario -nos alegramos una y otra vez de disponer de
un sistema sanitario ejemplar y no iba a ser esta la ocasión para discrepar- se comporta sistemáticamente en nuestro país como un gran colchón asistencial que es capaz de asumir todos los impactos que se producen puntualmente sobre la atención
sanitaria. Es un colchón elástico y esa elasticidad -tenemos que reconocerlo, y yo lo hago desde aquí en nombre del Grupo Socialista- se debe sobre todo a la gran dedicación de los profesionales, que extreman una y otra vez su nivel de dedicación y
especialmente a los servicios de urgencia, que del colchón que supone el sistema sanitario es realmente el colchón del propio sistema. Me gustaría conocer más exhaustivamente cuál fue el impacto, porque si efectivamente se comportó como un colchón,
hay que saber cuál fue el impacto real sobre el sistema sanitario asistencial. Se nos ha trasladado información sobre las urgencias, pero me gustaría tener otros datos sobre la actividad global hospitalaria, por ejemplo, sobre las consultas, sobre
la ocupación de camas, sobre la estancia media y la ocupación de los hospitales de día, puesto que fue percibido por todo el mundo cómo los servicios de urgencias se bloqueaban y saturaban una y otra vez durante muchos días los hospitales de día o
las llamadas salas de observación con una estancia demasiado prolongada en muchas ocasiones. Nosotros tenemos la impresión de que esta elasticidad del sistema puede romperse, porque se está jugando, desde el Gobierno sobre todo, con esa elasticidad
hasta límites peligrosos. Una de las conclusiones que debiéramos sacar es que tendríamos que ir al fondo para conocer el funcionamiento de la actividad global que se ha producido durante estos meses de junio, julio y agosto.



Hay otra cuestión que nos preocupa respecto al sistema sanitario y a esa actividad de colchón y es lo que concierne a su función de burladero o parapeto en el sistema sociosanitario y social. ¿Estamos supliendo desde el sistema sanitario
todos los déficit de la política social, como antes afirmaba la portavoz de Convergència i Unió? Evidentemente, esto está en boca de todos los profesionales y de todos los ciudadanos que se preocupan por los temas de salud. Está repercutiendo en
el sistema sanitario todos los déficit que se vienen arrastrando y que han aumentado durante los últimos años por la caída del gasto social en España. Luego hablaremos de esta cuestión, pero quiero recordar aquí una imagen, incluso un pie de foto
que venía en un medio de comunicación de un abuelo en Sevilla que decía: Es que aquí en urgencias estoy más fresquito.
Evidentemente, lo de estar fresquito no es una necesidad sanitaria, pero allí estaba una y otra vez en urgencias. Nosotros
creemos que la respuesta del Gobierno debería haber sido preocuparse por estas cuestiones. Además, tengo que recordar que esta fue una situación previsible, porque el Instituto de Meteorología lo había previsto, puede ser que con más o menos
especificidad y eso habría que debatirlo. También habría que ver el grado de diligencia de los servicios de protección civil,


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pero no es cuestión de este debate. También la propia duración de la ola.
No fue una ola instantánea de dos o tres días, se prolongó desde mediados del mes de junio hasta mediados del mes de agosto. Finalmente, nos gustaría saber cuál fue
la actividad del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en el sentido de saber si se preocupó de dar instrucciones determinadas a los cuidadores para que aumentaran de alguna manera el nivel de cuidados y lo adecuaran a la crisis que estábamos
soportando.
También se dieron otras condiciones para poderlo prever. Hay que recordar que en Francia se reconoció un incremento de mortalidad del 40 por ciento, en Italia las demandas de atención urgente aumentaron un 30 por ciento, etcétera.
Recordamos que en Francia, por ejemplo, se llegó a activar un plan blanco extraordinario, y es un entorno muy próximo al nuestro. También hubo una duración prolongada y la evidencia diaria en los medios de comunicación y entre los propios
ciudadanos de que algo estaba ocurriendo por el calor en la salud de los españoles. Pues bien, después de tres semanas, ¿cuál fue la respuesta del ministerio? ¿Fue puntual, fue adecuada, cómo fue la respuesta? ¿Cuándo se produjo la respuesta?
Después de tres semanas de intenso calor, cuando prácticamente había finalizado la ola de calor y en vísperas del descenso claro de temperaturas. Recuerdo que aún el 13 de agosto se recomendaba desde el propio ministerio sentido común y medidas
concretas solamente a demanda, cuando se les preguntase, pero, ¿quién asumió esa información y quién asumía el papel de respuesta? Primero, un portavoz, ya con cierta alerta y con consejos más o menos lógicos y esperados y, después, la propia
ministra que lógicamente hizo una identificación entre ella y el propio ministerio.
¿Cómo fue la actuación del Gobierno, concretamente, cómo fue la actuación del Ministerio de Sanidad? ¿Qué le preocupó? A nuestro entender, lo que más le preocupó
fue la estrategia informativa, que desde nuestro punto de vista fue errónea; una estrategia informativa minimizadora y exculpatoria, exculpatoria no sabemos muy bien de qué, porque no sabemos por qué se comportó a la defensiva el Ministerio de
Sanidad. En primer lugar, hubo un empecinamiento en transmitir cifras bajas, jugando permanentemente con la confusión técnica entre golpe de calor y afectaciones de la salud relacionadas con la ola de calor; ahí se manejaron los datos técnicos
estrictos de golpe de calor. Después hubo una dosificación de información, transmitiendo gravedad creciente, lo cual lejos de transmitir calma, provocaba cierta inquietud. Al principio sobre todo se empleo una técnica de centrifugación de
responsabilidades sobre las comunidades autónomas, que no transmitían la información adecuada, pero al mismo tiempo se utilizó una técnica de centralización de los éxitos, parapetándose una vez más el ministerio tras el buen funcionamiento del
sistema sanitario para eludir sus responsabilidades en la gestión de la crisis. Finalmente, aunque tiene menor importancia, también hubo errores de comunicación de la propia ministra. En este sentido, quiero recordar unas palabras que, según
García Márquez, decía el médico que se ocupaba de Bolívar: Curar, los médicos más o menos curamos todos, pero al menos los míos mueren contentos. Me da la impresión de que en cierta forma esa fue la estrategia que se llevó adelante. Esta
estrategia minimizadora, exculpatoria, diluyente y centrifugadora nos recuerda por desgracia la estrategia que se siguió en el Prestige, quizás porque ha tenido los mismos mentores: muerto arriba o muerto abajo, playa más o playa menos, tonelada
arriba o tonelada abajo.
El señor Rajoy se debería especializar en estrategias de desinformación.



¿El sistema sanitario respondió adecuadamente? Yo creo que sí, el sistema sanitario respondió adecuadamente. ¿El Gobierno respondió en igual medida? Evidentemente, no. Se evidenció la debilidad de la red de alerta, no se actuó
preventivamente ante las informaciones que se daban, no se informó adecuadamente, hubo inicialmente cierta descoordinación con las comunidades autónomas y hubo una actuación global de defensa que no ayudó, ni ayuda -porque creo que esa estrategia
continúa- a analizar profundamente los posibles fallos y a poner las medidas adecuadas para que no vuelvan a repetirse y se mejore entre todos el Sistema Nacional de Salud.
¿Hemos sacado las conclusiones pertinentes? Sinceramente creo que no. De
todas maneras, en la proposición no de ley que hemos presentado hemos hecho las correspondientes propuestas, dirigidas a aumentar las medidas sanitarias preventivas y asistenciales adecuadas en estos casos y las medidas de apoyo social y de apoyo a
los colectivos más sensibles y dependientes, en la línea que antes comentaba la portavoz de Convergència i Unió. Proponemos mantener una estrategia de información adecuada, veraz y efectiva al servicio de los profesionales y, sobre todo, al
servicio de los ciudadanos; mejorar el sistema de registro y de evaluación epidemiológica, no sólo en nuestro país, sino en coordinación con Europa, en la línea que el señor secretario comentaba de integración en un sistema mundial, y seguir
mejorando la coordinación con las comunidades autónomas. Estas son nuestras propuestas sobre esta cuestión, que reflejamos en la proposición no de ley que hemos presentado.
Quiero comentar algo sobre el informe que se nos ha presentado. El
informe suscita al Grupo Socialista algunas dudas, no porque sea un informe técnico, pues respetamos a los técnicos que lo han elaborado, sino porque hay algunos elementos que nos suscitan cierta inquietud. En primer lugar, creemos que un informe
de ese calibre, una vez que la señora ministra ha protagonizado la información sobre la ola de calor durante el mes de agosto y sin menospreciar al señor secretario, debería haber sido presentado por la propia ministra. Además de esto, creemos que
llega con retraso al Parlamento.



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Una vez más se ha filtrado de forma seccionada a la prensa antes que a las propias comunidades autónomas, luego ha llegado a las comunidades autónomas y, finalmente, al Parlamento. Esta es una práctica bastante habitual, que creíamos que
había sido abandonada por el ministerio, y que le instamos a que corrija, porque el Parlamento tiene preferencia como representación máxima de los ciudadanos.
En cuanto a las conclusiones, hay cuestiones que pueden ser criticables, pero como son
técnicas, no voy a insistir en ellas, entre otras cosas porque no me siento capacitado para ello. Sin embargo, me gustaría hablar de algunas conclusiones. Parece un informe hecho ad hoc para el Gobierno.
Sin dudar -insisto una vez más- de los
técnicos que lo han elaborado, me gustaría saber quién ha elaborado las conclusiones para que se adapten tan bien a las del propio Gobierno.
Hay algunas apreciaciones más concretas. Por ejemplo, se habla de la muestra significativa, que es del 45
por ciento de la población española y de las ciudades más importantes, las capitales de provincia. Nos gustaría saber si esa muestra se refiere a las ciudades o se ha de inferir que representa al total de la población española, porque las
conclusiones no serían las mismas. También se afirma que la situación previa influye en los resultados. ¿A qué se refiere, a la situación previa de los enfermos o a la situación previa en cuanto a que los resultados de la ola de calor pueden
seguir prolongándose en el tiempo? Nos gustaría dejar una puerta abierta aquí para hacer el seguimiento. El ministerio dice que se va a hacer un estudio ad hoc al acabar el año. Les felicitamos por ello y les anunciamos que vamos a hacer el
seguimiento de la evolución de la situación con ustedes.
Por curiosidad, me gustaría hacerle otra pregunta respecto a las conclusiones. Cuando se habla de las comparaciones interprovinciales, comparando por ejemplo entre Córdoba y Orense, se
argumenta que, teniendo la misma temperatura, la caída de mortalidad en Orense fue de un 12 por ciento. No sé si se han contemplado algunos factores, pero como orensano le digo que la ciudad de Orense se vacía de población en verano, y usted lo
sabe perfectamente. No sé si eso se ha tenido en cuenta o no. De todas maneras, en las curvas y en las gráficas que se nos presentan, la tendencia general grosso modo en todas las ciudades es de incremento de la mortalidad a partir del mes de
junio, sobre todo cuando se contempla la media móvil de cinco días y hay una coincidencia clarísima entre las curvas de mortalidad y la elevación de la temperatura. Es una evidencia más que quiero dejar ahí.
No voy a decir mucho más, solo quiero
recalcar que es necesario adoptar una actitud crítica, no sólo por nuestra parte, sino también por parte del ministerio, para corregir aquellas posibles deficiencias que se pudieran detectar y proyectarlas hacia el futuro, intentando de alguna
manera que ante la advertencia, por ejemplo, de un invierno crudo, con temperaturas extremas y posibles e intensas lluvias, en todos los aspectos dependientes del Gobierno, no sólo sanitario, sino también de protección civil, meteorológico,
etcétera, se adopten las medidas necesarias para aminorar el impacto de esas adversidades. Sobre todo insistimos en que el Ministerio de Sanidad debe mantener esa cautela y esa vigilancia que todos los españoles le exigimos y que es patrimonio y
competencia casi exclusiva suya, tendente a la curación y a la prevención. Recordando lo que decía el compasivo médico de Bolívar, más curación, menos prevención, y que no tengamos que volver a tener un debate aquí sobre la tranquilidad de los
muertos o los muertos que se mueren contentos.



El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Zambrano.



El señor ZAMBRANO VÁZQUEZ: En primer lugar, quiero dar la bienvenida, una vez más, al secretario general del ministerio y felicitarle por su extensa, por no decir extensísima, información, completa y para nosotros satisfactoria sobre el
impacto sanitario que ha tenido la ola de calor en España.
No voy a redundar en la problemática de la ola de calor porque los datos son ya suficientemente conocidos. Solamente quiero señalar que el índice de vida media en España, que es uno de los
más elevados del mundo, incide en la tasa de mortalidad ya que esta aumenta con el envejecimiento de la población. Esto hay que tenerlo siempre presente ante cualquier eventualidad sanitaria que pueda presentarse. A modo de puntualización, diré
muy claramente que en cuanto a las consecuencias de la ola de calor en el sistema sanitaria ni ha existido caos, ni ha existido alarma. Es decir, las consecuencias derivadas de este impacto no han sido alarmantes en el número de fallecimientos que,
como bien ha dicho el secretario general, ha sido de 141. Esta cifra no supone una diferencia significativa ni respecto a las principales causas de muerte según patología, ni tampoco respecto a las cifras totales de mortalidad de otros años. Ha
habido años, como 1995, en los que ha habido más casos y tenemos un país vecino que ha tenido, ni más ni menos, que 15.000 causas de muerte por este problema. No ha existido caos, ni saturación, ni en los servicios de urgencia, ni tampoco un
aumento significativo en el número de ingresos. Señalo esto como respuesta a lo que ha venido a apuntar el portavoz del Grupo Socialista. Tampoco ha habido problemas significativos, salvo alguna excepción destacada por el secretario general en
cuanto al funcionamiento del aire acondicionado, tampoco ha habido ninguna negligencia conocida que hubiera podido originar reclamación patrimonial a consecuencia del golpe de calor en ninguna comunidad autónoma, ni en ningún servicio de salud.
Podemos concluir -y yo creo que todos los grupos presentes aquí coincidimos- que el funcionamiento del sistema sanitario ha


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sido adecuado, aceptable, satisfactorio y suficiente. Así lo han expresado todos los responsables de las distintas autonomías en el consejo interterritorial precisamente cuando se les comunicó este informe sobre el impacto sanitario de la
ola de calor, la mortalidad y sus causas en España. Todos valoraron muy positivamente el funcionamiento, algo que está en desacuerdo con lo que expresaba el portavoz socialista cuando decía que, más o menos, se habían sacado unas conclusiones de
acuerdo con el ministerio. Es preciso recordar que tampoco se han evidenciado carencias en recursos humanos ni en equipamiento, como ha ocurrido en países vecinos como Francia, que ha obligado a tomar medidas urgentes para subsanarlo. En cuanto al
comportamiento del Ministerio de Sanidad, hemos oído que en el plano preventivo planificó con anticipación una serie de medidas en cuanto a protección solar, que elaboró una serie de recomendaciones en su página web y en sus diferentes
comparecencias, y siendo prudente -como se debe ser en estos casos- incidió en consejos preventivos y dio una información, no defensiva ni exculpatoria, sino fidedigna en cuanto a incidencia y patologías.
Por último, también es destacable que la
Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, compuesta por todas las comunidades autónomas, en ningún momento ha dado ninguna alarma, ni ha habido ninguna comunicación de ninguna comunidad autónoma a dicha Red de vigilancia en relación con situaciones
de brotes epidémicos relacionados con la ola de calor. El ministerio ha sacado conclusiones y ha tomado nota -creo que el Gobierno también- ante esas consideraciones de elasticidad que usted decía acerca de que el sistema se puede romper y que se
puede actuar de burladero en los problemas de tipo sociosanitario que existen. Sin embargo, este Gobierno destina la mitad del presupuesto a gasto social y además le recuerdo que la atención sociosanitaria es competencia de las comunidades
autónomas y que también está asumida por los ayuntamientos.
Indudablemente, el ministerio también ha tomado nota, y aunque usted ha indicado una similitud y ha señalado que ha hecho una estrategia igual que la del Prestige -quizá por su condición
de gallego; quizá también por la condición de gallego del secretario general, y cómo no, porque el candidato a presidente del Gobierno del Partido Popular también es gallego-, creo que usted ha hecho una consideración desafortunada.
Considero que
el ministerio informó correcta y fidedignamente, se coordinó muy bien con todas las comunidades autónomas y ha sido muy prudente -como se debe ser en estos casos- en la información no creando alarma porque, como le he dicho, ni ha existido alarma,
ni ha existido caos.
Para finalizar, como dijo un importante político socialista, el ministerio ha tomado nota y ha expresado la necesidad de seguir profundizando en el conocimiento del impacto de todas las temperaturas extremas -no solamente del
calor- y su incidencia en el agravamiento de ciertas patologías. Por eso, además de participar como va a hacer en las iniciativas previstas por la Unión Europea y por la Organización Mundial de la Salud, ya ha dicho que va a potenciar una red
sanitaria ambiental que mejore los sistemas de información y vigilancia. Asimismo, como usted ha recordado -y creo que felicitado por ello al secretario general- a final de año se evaluará con carácter definitivo el comportamiento global de la
mortalidad y sus causas. Después de lo sucedido y después, sobre todo, de lo oído, creo que todo lo que nos queda es felicitarnos por tener uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, que en esta incidencia ha actuado satisfactoriamente y que
ha evidenciado hasta ahora que es capaz de responder de forma adecuada ante cualquier eventualidad conocida.



El señor PRESIDENTE: Para contestar a las distintas intervenciones, tiene la palabra el señor secretario general.



El señor SECRETARIO GENERAL DE SANIDAD (Pérez-Santamarina Feijoo): De lo que he oído a los diferentes portavoces parlamentarios se extrae que no ha habido ningún problema en el funcionamiento del Sistema Nacional de Salud, que el sistema
asistencial ha respondido perfectamente ante este fenómeno inusual que ha supuesto la ola de calor mantenida. A pesar de lo que decía el señor Fidalgo, efectivamente, el servicio meteorológico informó de la ola de calor pero no del mantenimiento de
la temperatura durante tantos días. Por eso fue un fenómeno inusual en toda Europa. No quiero exponer aquí porque creo que sería una intervención demasiado larga el análisis que hemos realizado sobre lo que ha pasado en los diferentes países
europeos donde la ola de calor ha afectado de otra forma, fundamentalmente en el aspecto social, con consecuencias superiores a las que ha habido en España. Ya he presentado los datos oficiales. He presentado este informe del que he hecho un
análisis y que se distribuyó hace más de 15 días a los consejeros de las comunidades autónomas. Suponía que lo tendría en su poder para que analizara sus datos pero no se preocupe porque le voy a hacer llegar un informe lo más brevemente posible,
al igual que alguno de los datos que me ha pedido.
Este informe ha supuesto en un trabajo enorme para la Administración dadas las fechas en que se empezó a elaborar -pleno mes de agosto, con las vacaciones de por medio- y dada la forma -usted lo
sabe- en que se confeccionan los registros de mortalidad en España, con las dificultades que conlleva y las corroboraciones que se hacen para que los datos sean los reales. Es decir, hay un informe provisional y el informe definitivo tarda más de
un año. Nosotros hemos acudido a fuentes fidedignas, no como otros países que han recurrido, por ejemplo, a funerarias, que también lo son pero menos que las fuentes oficiales.



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Usted me pide más datos referidos a urgencias hospitalarias. Nosotros hemos dado los datos que nos iban facilitando las comunidades autónomas.
Usted sabe que es prácticamente imposible recoger esos datos al cabo de un mes, pero no se
preocupe S.S. porque les facilitaremos esos datos. Los hospitales elaboran una memoria anual, que suele presentarse a los medios de comunicación y a las autoridades cuatro o cinco meses después de terminar el año. Por tanto, ahora no le puedo dar
más datos, pero está claro que el servicio ha respondido perfectamente. Hay acumulación de urgencias como ocurre cuando hay períodos de gripe, etcétera. Me hace reflexionar S.S. sobre algo que me llega al corazón, como a usted, porque los dos
somos orensanos. Dice, que en Orense esos datos no son valorables, puesto que Orense se vacía en verano. Se vacía todos los años, como este año; los datos son comparativos. Es un dato perfectamente comparable porque los orensanos veraneamos
todos los años generalmente en la costa de Pontevedra.
Para concluir mi intervención voy a enumerar las actuaciones del Ministerio de Sanidad. El Ministerio de Sanidad no ha estado en ningún momento ausente ante este fenómeno inusual.
Previamente, había hecho una campaña de protección solar; en colaboración con las Asociación Española contra el Cáncer y el Consejo General del Colegio de Farmacéuticos, elaboró un conjunto de recomendaciones para atención al calor a través de su
página web, informando a la población sobre medidas preventivas ante las altas temperaturas y la ministra compareció ante los medios de comunicación en diferentes ocasiones durante el verano e incidió en consejos preventivos y en la disponibilidad
de los servicios adecuados en el Sistema Nacional de Salud, además de actualizar los datos objetivos obtenidos en relación a cómo se iban produciendo los acontecimientos. El ministerio informó asimismo, a través de la red nacional de vigilancia
epidemiológica, de los datos sobre los fallecimientos y otros sobre la utilización de los servicios sanitarios debidos al calor. El ministerio de Sanidad y Consumo se puso inmediatamente en contacto con los organismos de la Administración general
del Estado para disponer de esa información y los ministerios de Justicia y Medio Ambiente hicieron un gran esfuerzo. Entre los datos obtenidos conviene señalar un muestreo realizado en cuatro importantes ciudades españolas: Madrid. Barcelona,
Valencia y Sevilla. Como comentaba el portavoz del Grupo Popular, a final de año haremos un muestreo por causa de calor en todas las ciudades españolas. Cuando lo tengamos, se lo entregaremos.



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra por un minuto, señor Fidalgo.



El señor FIDALGO FRANCISCO: Señor presidente, me gustaría que lo que digo se refleje; no aparentemente lo que digo, sino lo que digo. No sé si lo logro, pero quiero ser preciso en las expresiones. Efectivamente, Orense se vacía en
verano, pero este año mucho más. Es una crítica a la meteorología. Puede haber otros factores no considerados que pueden influir. Lo digo para que se analice.
Respecto a la campaña, ha sido una campaña genérica -no se preveía la ola de calor-,
en la que se recomendaba desde las cremas solares hasta beber agua. A 13 de septiembre, el ministerio reconocía que no había una campaña ni una previsión específica.



El señor PRESIDENTE: ¿Desea añadir algo más el señor secretario general?


El señor SECRETARIO GENERAL DE SANIDAD (Pérez-Santamarina Feijoo): En relación con la ola de calor, tengo que señalar que el Instituto Nacional de Meteorología advirtió, a finales de julio, de que se avecinaba una ola de calor, pero el
citado organismo reconoce en sus informes que no era previsible la duración de una ola de calor tan prolongada, de más de cuatro días. El ministerio hizo unas consideraciones genéricas, pero ante un fenómeno no previsto, no podemos hacer una
previsión. No obstante, se ha informado adecuadamente y prueba de ello es la respuesta y la menor afectación en España que en los países vecinos de esta ola de calor. Eso está muy claro.



El señor PRESIDENTE: Agradecemos la comparecencia del señor secretario general ante esta Comisión y finalizado el orden del día, se levanta la sesión.



Eran las doce y media del mediodía.