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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 404, de 19/12/2001
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 2001 VII Legislatura Núm. 404



DEFENSA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. ROGELIO BAÓN RAMÍREZ



Sesión núm. 20



celebrada el miércoles, 19 de diciembre de 2001



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia del señor ministro de Defensa (Trillo-Figueroa y
Martínez-Conde) para informar sobre:



- Las aportaciones españolas a las operaciones multinacionales,
humanitarias y de paz. A petición propia. (Número de expediente 214/
000090.) . . . (Página 13174)



- La participación del Estado español en las operaciones militares
que los Estados Unidos de América tiene previsto emprender contra
Afganistán. A solicitud del Grupo Parlamentario Mixto. (Número de
expediente 213/000541.) . . . (Página 13174)



Comparecencia del señor ministro de Asuntos Exteriores para informar
sobre la participación militar española en Afganistán, confirmada por
el ministro de Defensa en declaraciones efectuadas a los medios de
comunicación el pasado día 10 de diciembre de 2001. A solicitud del
Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió). (Número de
expediente 213/000608.) . . . (Página 13174)



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Se abre la sesión a las once y diez minutos de la mañana.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE DEFENSA (TRILLO-FIGUEROA Y
MARTÍNEZCONDE) PARA INFORMAR SOBRE:



- LAS APORTACIONES ESPAÑOLAS A LAS OPERACIONES MULTINACIONALES,
HUMANITARIAS Y DE PAZ. A PETICIÓN PROPIA (Número de expediente 214/
000090)



- LA PARTICIPACIÓN DEL ESTADO ESPAÑOL EN LAS OPERACIONES MILITARES
QUE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA TIENE PREVISTO EMPRENDER CONTRA
AFGANISTÁN. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO MIXTO (Número de
expediente 213/000541)



COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES PARA INFORMAR
SOBRE LA PARTICIPACIÓN MILITAR ESPAÑOLA EN AFGANISTÁN, CONFIRMADA POR
EL MINISTRO DE DEFENSA EN DECLARACIONES EFECTUADAS A LOS MEDIOS DE
COMUNICACIÓN EL PASADO DÍA 10 DE DICIEMBRE DE 2001. A SOLICITUD DEL
GRUPO PARLAMENTARIO CATALÁN (CONVERGÈNCIA I UNIÓ) (Número de
expediente 213/000608)



El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión.

A petición del Gobierno, el ministro de Defensa comparece para
informar sobre las aportaciones españolas a las operaciones
multinacionales, humanitarias y de paz actualmente vigentes. Es lo
cierto que sobre este tema había, con anterioridad, una petición del
Grupo Mixto, firmada por el Bloque Nacionalista Galego, para explicar
la participación del Estado español en las operaciones militares que
Estados Unidos tiene previsto emprender contra Afganistán. Como
quiera que por unidad temática se subsume en la misma comparecencia,
el ministro va a dar respuesta englobando esa petición. Lo mismo cabe
decir de una petición de comparecencia que ha presentado el Grupo
Catalán (Convergència i Unió), en el sentido de que fuese el ministro
de Asuntos Exteriores quien tratase en esta Comisión el mismo tema.

Es al Gobierno a quien corresponde contestar y comparecer y, en ese
sentido, también el ministro de Defensa se arroga el papel del
Gobierno, del ministro de Asuntos Exteriores, y dará respuesta
también a esa petición de comparecencia.

La metodología cambia, en el sentido de que intervendrá primero el
ministro, como siempre, como marca el Reglamento y, a continuación,
el representante del Grupo Mixto y del Grupo Catalán. Después
intervendrán los demás grupos por orden de menor a mayor.

Tiene la palabra el señor ministro para iniciar la comparecencia.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Trillo-Figueroa y Martínez-Conde):
Señorías, queriendo ser fiel a mi compromiso de que el Parlamento
conozca y esté informado permanentemente de la acción del Gobierno en
el ámbito de la seguridad y de la defensa, comparezco nuevamente a
petición propia ante la Comisión de Defensa para informarles acerca
de la evolución de las operaciones en el conflicto de Afganistán y
marcando -para adaptarme a la metodología que acaba de señalar el
presidente- dos objetivos para esta intervención. Uno, de carácter
inmediato, informar cumplidamente de cuanto está al alcance del
Gobierno en este momento acerca de la misión de fuerza internacional
de asistencia para la seguridad en la que España va a participar y ha
puesto un importante contingente a disposición de quien en este
momento la lidera, que es el Gobierno británico. A su vez, también
como objetivo inmediato, querría dar de nuevo cuenta a la Comisión de
cuál es la situación del conflicto, nuestra participación en las
distintas operaciones actualmente en marcha y el desarrollo de las
mismas. Creo con ello satisfacer en efecto ese compromiso del
Gobierno de mantener permanentemente informado al Parlamento y
hacerlo, además, respondiendo a las dos iniciativas de los grupos
parlamentarios que estaban pendientes de obtener respuesta, tanto por
parte del ministro de Asuntos Exteriores como por la mía, a solicitud
de los grupos Catalán -otrora y clásicamente Minoría Catalana- y
Mixto, a petición de dos diputados del Bloque Nacionalista Galego.

Antes de pasar a un examen más pormenorizado de esos dos ejes, me
permitirán que me refiera, aunque sea brevemente, a dos
acontecimientos que podemos considerar decisivos en el desarrollo de
la crisis. El primero de ellos, en términos cronológicos, ha sido la
celebración, entre los días 27 de noviembre y 5 de diciembre, de la
conferencia que reunió a los principales líderes del pueblo afgano
alrededor de la mesa de negociaciones en el Palacio Petersberg, en
Bonn. Como saben SS.SS., los líderes de las distintas facciones -a
instancia de Naciones Unidas- llegaron a diversos acuerdos en los
que, pese a los fuertes intereses étnicos y tribales existentes, se
logró consolidar la idea de una patria común afgana sin injerencias
extranjeras ni pretensiones secesionistas. Un día después, Naciones
Unidas, mediante la Resolución 1383/2001, aprobada por el Consejo de
Seguridad el 6 de diciembre de este año, hizo suyo el citado acuerdo
de Bonn, que recoge las disposiciones provisionales a tomar en
Afganistán en espera de que se restablezcan las instituciones
permanentes de gobierno del país. El segundo acontecimiento decisivo
ha sido la definitiva caída del régimen talibán que, como saben,
negoció la rendición de su último



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bastión, la provincia de Kandahar, cuya capital se rindió el pasado 7
de diciembre.

Me parece oportuno matizar que estos dos acontecimientos no se han
desarrollado de una forma secuencial o derivados el uno del otro; no,
señorías. Son parte de un proceso complejo que se está acometiendo de
forma global y continuada en amplios campos de actuación, desde la
vertiente diplomática a la militar y la ayuda humanitaria, tendentes
todos a la normalización del país, como he señalado en todas mis
intervenciones, sobre este conflicto. Pues bien, señorías, con vistas
a esa normalización, en el acuerdo de Bonn las partes firmantes
solicitaron del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la creación y
el despliegue urgente de una fuerza internacional de seguridad o de
aseguramiento de la paz.

Si este es el objetivo inmediato de mi comparecencia, como he dicho,
también querría añadir como objetivo mediato dar una visión más
amplia de la situación actual, incluyendo las operaciones realizadas
desde mi anterior comparecencia. No querría ser reiterativo y por
ello evitaré referirme a otras contribuciones en esa lucha global
contra el terrorismo, como está siendo nuestra confirmada
participación en las fuerzas de la OTAN que desde el principio se
integraron en la coalición internacional -los AWACS, Stanavformed,
Stanavforlant-, y los apoyos prestados dentro del convenio bilateral
con los Estados Unidos y que continúan en la misma línea de lo
expuesto en ocasiones anteriores, por lo que creo que queda cumplido
el trámite en relación a esas acciones en lo que era de interés del
Grupo Catalán (Convergència i Unió).

Quisiera ahora, señorías, referirme antes que a cualquier otras cosa
-como creo que es mi costumbre y mi deber en el Parlamento- a la
legitimidad internacional que respalda la intervención en Afganistán.

Esta legitimidad se encuentra en la Carta de Naciones Unidas. En
efecto, sin perjuicio de que la Asamblea General tenga competencias a
este respecto, es al Consejo de Seguridad, como saben, a quien
corresponde, conforme al artículo 24 de la Carta, la responsabilidad
primordial de mantener la paz y la seguridad internacional
concediéndosele para su consecución diversos poderes de actuación en
el capítulo VI, arreglo pacífico de controversias y en el capítulo
VII, acción en caso de amenaza a la paz.

Como SS.SS. conocen (pero han mostrado interés en reiteradas
ocasiones en que profundicemos en este asunto y, sin duda, con toda
razón, al tratarse en este caso de una comparecencia, como gusta
decir el señor Alcaraz, en la casa de las leyes, por ser la casa de
la soberanía del pueblo español), el capítulo VI, como digo, es el
relativo a la resolución del conflicto mediante la negociación, la
conciliación, el arbitraje, etcétera y puede interpretarse como una
operación de paz cuya intervención militar se referiría a mantener la
estabilidad de la situación. Podría ser una operación que en
términos operativos llamaríamos -perdonen el anglicismo
internacionalmente consagrado- de the peace keeping, en la que el uso
de la fuerza se legitima solamente para la autodefensa.

De otra parte, el capítulo VII de la Carta prevé operaciones en las
que cabe recurrir a acciones coercitivas, legitimadas de esta forma
por la propia comunidad internacional. Simplificando, señorías,
estaríamos hablando de una operación, también en términos
consagrados, the peace and forcing. Estas operaciones deben ser
prerrogativa y responsabilidad de organismos más especializados,
constituidos por países con intereses comunes o convergentes que
perciban reflejos significativos de la crisis a gestionar y, por
tanto, estén más dispuestos a afrontar cargas y riesgos, y que estén
dotados de la suficiente cohesión política entre sí que les dé a su
vez capacidad de coordinación e instrumentos de intervención
adecuados.

Tras esta explicación, señorías, creo que queda claro por qué los
primeros borradores de la resolución de Naciones Unidas sobre esa
fuerza internacional invocan el capítulo VII como el más idóneo para
permitir el buen funcionamiento de la futura misión, pero no quiero
en ningún caso ocultar que hay también algunas voces que preferirían
invocar el capítulo VI, aunque como me decía no más tarde de anoche
el ministro británico Hoon, país como digo líder en la formación y en
el mando de esta fuerza multinacional, lo importante es, en todo
caso, lograr la cobertura de Naciones Unidos y serán los países
miembros del Consejo de Seguridad quienes en las próximas horas tomen
la decisión final al respecto.

Por cierto, quiero señalar, señorías, que en el esfuerzo del Gobierno
y de la Comisión por mantener la tensión informativa y la información
adecuada respecto del desarrollo del conflicto, tenemos que tener en
cuenta hoy de manera muy especial que ese esfuerzo se ve
condicionado, en cuanto a la concreción definitiva, tanto de la
dimensión de la operación y de las características de la fuerza
cuanto en la invocación del capítulo VI y del capítulo VII de la
Carta, a las conclusiones a las que se llegue justamente en la
reunión del Consejo de Seguridad y a las que se llegue en la
conferencia de generación de la fuerza que en este momento,
justamente comenzando como esta sesión a las once de la mañana, se
está celebrando en Londres bajo el mando británico.

Volviendo al hilo conductor de esas reflexiones sobre la legitimidad
de la actuación, nos movemos en cualquier caso en un terreno político
y jurídico de límites no totalmente precisos. Por citar un ejemplo,
recordaré que la última resolución de Naciones Unidas, el 6 de
diciembre, que sirvió para aprobar el acuerdo de Bonn suscrito el día
anterior, se limita a declarar la voluntad del Consejo de Seguridad
de seguir adoptando medidas y de apoyar la aplicación del acuerdo y
sus anejos. No entra la resolución en debate alguno sobre



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la ubicación de la misma y de sus futuras medidas de desarrollo, ni
en el capítulo VI ni en el capítulo VII de la Carta. Es en el acuerdo
de Bonn, en el anejo primero del mismo, donde se reconoce a las
partes afganas la responsabilidad de mantener la seguridad de
Afganistán como competencia de los propios afganos que se comprometen
a hacer todo lo que esté en su mano para ello, pero también y al
tiempo piden la asistencia de la comunidad internacional.

Concretamente solicitan al Consejo de Seguridad que autorice el
pronto despliegue de una fuerza con mandato de Naciones Unidas. Según
dice el apartado tres del citado anejo, esta fuerza les ayudará en el
mantenimiento de la seguridad en Kabul y sus zonas circundantes y
podría extenderse más adelante, según procediera, a otras ciudades y
a otras zonas.

Pues bien, volviendo al debate entre el capítulo VI y el capítulo
VII, desde el primer momento los miembros permanentes del Consejo de
Seguridad consideraron necesario que el mandato de la fuerza quede
adscrito al capítulo VII. Es cierto que a favor del VI se habían
pronunciado inicialmente, al menos, Rusia, pero no es menos cierto
que conscientes, como me reiteró ayer mismo en Bruselas nuestro
colega el ministro de Defensa ruso Ivanov, de que dicho país no va a
aportar efectivos a esta fuerza, por múltiples razones históricas
y de oportunidad política que excuso reiterar ante la Comisión porque
son sobradamente conocidas; Rusia prefirió acogerse al consenso a
favor del capítulo VII, ante la presión de los países más activos
durante el proceso negociador de la resolución como el Reino Unido
y Francia, esa es su posición. No obstante, el 14 de diciembre el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas recibió una carta del
ministro de Asuntos Exteriores de Afganistán, Abdulá Abdulá, que
también pedía que la fuerza multinacional se acogiera, en este caso,
al capítulo VI. En noticias de ayer mismo recibidas de Nueva York se
nos indica, sin embargo, que finalmente el propio primer ministro del
Gobierno provisional, Hamid Karzai ha desautorizado la citada
petición.

Añadiré, señorías, sobre este debate que se ha pronunciado también el
propio secretario general de Naciones Unidas, quien ha manifestado
que en su opinión la fuerza multinacional debe tener un mandato que
quede amparado también por el capítulo VII y no sólo por el capítulo
VI. En cualquier caso, es evidente que, tanto las decisiones del
Consejo de Seguridad bajo el capítulo VI como aquellas bajo el
capítulo VII, ambas son de carácter totalmente obligatorio para los
Estado miembros que se han comprometido, como no podía ser de otra
manera, a cumplir todas las decisiones del Consejo de Seguridad
dictadas en aplicación de la Carta.

Aun a riesgo de alargar más esta exposición sobre un tema que ha
suscitado especial interés al portavoz del Grupo Socialista en esta
Comisión en mi última comparecencia, debo añadir algunas precisiones.

Solamente
las decisiones tomadas por el Consejo de Seguridad, bajo el
capítulo VII tantas veces citado, tienen ese plus de imperatividad al
referirse a medidas preventivas o coercitivas. En efecto, se trata en
ellas de facultar al Consejo de Seguridad a forzar el cumplimiento de
obligaciones de los Estados respecto del mantenimiento de la paz y
seguridad internacionales, mientras que el capítulo VI de la Carta
dispone de unos mecanismos que facilitan pero no imponen tal
cumplimiento. O por decirlo de otra manera, sólo cuando el Consejo de
Seguridad estima que una situación pueda suponer una amena cierta, no
ya un riesgo hipotético, a la paz y a la seguridad internacionales es
cuando pone a su disposición los poderes de acción que le otorga el
capítulo VII y aparece ese plus de imperium. Es decir, el propio
Consejo de Seguridad elige acogerse de manera expresa al capítulo VII
cuando quiere transmitir inequívocamente su determinación de imponer,
incluso por medio de la coerción, las medidas necesarias para
preservar la paz y la seguridad internacionales. Se trata, pues, de
crear una obligación específica y ejecutiva, pero al mismo tiempo de
dar una señal política inequívoca de que el Consejo de Seguridad está
decidido a actuar.

Espero, señor presidente, haber reflejado con suficiente
exhaustividad y claridad ante SS.SS. el importante debate en curso
entre los dos capítulos de la Carta de Naciones Unidas de cara al
funcionamiento de la futura fuerza multinacional, y también las
muchas y variadas razones de fondo que inclinan a los países más
involucrados a favor de la cobertura por la vía del capítulo VII de
la Carta. Como suelen afirmar los juristas en dictamen, no obstante,
el Consejo de Seguridad resolverá.

Antes de pasar a explicar en detalle nuestras contribuciones a la
operación humanitaria de la fuerza internacional que se está
gestando, debemos preguntarnos qué es lo que queda por abordar dentro
del conflicto. Creo, señor presidente, señorías, que podríamos
sintetizarlo en los siguientes puntos. Actualmente, y según explicaba
ayer en la OTAN el secretario de Defensa norteamericano Rumsfeld, lo
único que queda de quienes ampararon, dieron cobijo, adiestraron y
defendieron a los autores de los crímenes contra la humanidad
cometidos el pasado 11 de septiembre, en Afganistán son pequeños
reductos, tradicionalmente de fanáticos huidos a las cuevas y túneles
excavados en las montañas en lo que se conoce como complejo de Tora
Bora y otros puntos aislados del territorio afgano. Su progresiva
rendición llevará a una pacificación total del país o, como mínimo, a
conseguir ese nivel de seguridad deseable que permita la actuación en
amplios campos de la cooperación en una nueva fase dentro de lo que
se conoce como rehabilitación posconflicto.

Segundo punto. La captura de Bin Laden para someterlo a la justicia
sería un último eslabón en la operación de restablecimiento de la
justicia y castigo de losculpables, pero creo que nadie puede dudar,
hoy por



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hoy, de la incertidumbre en la consecución de este objetivo. A ello
debo añadir que la completa pacificación y el establecimiento de un
Estado de derecho en Afganistán, que constituiría el tercer punto de
esa reflexión, tiene de suyo toda la complejidad inherente de poder
contar con una administración definitiva, estable, con un sistema
judicial, con unos cuerpos y fuerzas de seguridad adiestrados,
obedientes, democráticos, que permitan, como en un ambiente
preconstituyente, una asamblea de tal carácter, que culmine los
trabajos de redacción de una nueva Constitución. En fin, señorías,
esperamos que en último lugar pronto puedan abordarse los trabajos de
reconstrucción que lleven progresivamente a la reconciliación
nacional, a la definitiva pacificación, a la estabilidad y al respeto
integral de los derechos humanos y de las mujeres en particular en
Afganistán.

Dentro de la simultaneidad de actuaciones a las que me he referido,
es necesario situar las decisiones tomadas en el marco de la Unión
Europea. En la pasada cumbre de Laeken se ha puesto de manifiesto,
como dará cuenta cumplidamente el presidente del Gobierno en su
comparecencia de esta tarde, la voluntad de la Unión para ayudar al
pueblo afgano y a sus nuevos responsables a reconstruir el país y
promover su vuelta lo más rápidamente posible a la normalidad y a la
democracia. Para ello, además de comprometer 352 millones de euros
para ayuda humanitaria, la Unión anima al despliegue de la fuerza
internacional de seguridad y señala que la participación de los
Estados miembros de la Unión en dicha fuerza constituirá un mensaje
claro de su voluntad de asumir mejor sus responsabilidades en
materias de gestión de crisis.

Permítanme ahora, señor presidente, señorías, y dentro de lo que he
llamado el objetivo mediato de esta comparecencia, que haga
referencia a la ayuda humanitaria que hemos puesto en marcha dentro
de la operación más amplia Libertad Duradera, liderada por los
Estados Unidos y enmarcada en las resoluciones 13/1968 y 13/1973, de
Naciones Unidas, y que hasta el momento ha merecido distintas
acciones en algunas de cuyas fases han participado ya las Fuerzas
Armadas españolas. En la actualidad, las aportaciones de ayuda
humanitaria pueden desarrollarse dentro del contexto que les es
propio, sin recurrir a procedimientos de emergencia como era, en la
fase anterior, el lanzamiento indiscriminado, que recuerdo que fue
criticado en esta sede por algunas de sus señorías. Así pues,
Naciones Unidas ha asumido en este momento el papel que le
corresponde y trata de coordinar la actuación de las distintas
organizaciones que intervienen en el proceso.

Dentro de sus responsabilidades, Naciones Unidas estableció una serie
de condiciones relacionadas con las distintas etapas del transporte
de la ayuda y con su entrega a la población. Si bien las
organizaciones no gubernamentales y otras organizaciones dependientes
o vinculadas con Naciones Unidas pueden, con sus propios
medios de transporte, hacer llegar la ayuda a los campamentos y
bolsas de refugiados o desplazados, no ocurre lo mismo con la
capacidad exigida para trasladar, hasta las proximidades de
Afganistán, los miles de toneladas de ayuda que se están preparando.

Como he dicho, dentro de la operación Libertad Duradera, se han
estado incluyendo operaciones de ayuda humanitaria bajo la dirección
del Estado Mayor de Coordinación establecido en Tampa, en Florida,
como el resto de las actividades relacionadas con las operaciones.

Allí se coordinan las necesidades que se plantean con las
disponibilidades de recursos y los medios de transporte necesarios
para ubicar estos recursos lo más cerca posible de Afganistán.

Dentro de este capítulo, y como anuncié a SS.SS. en mi comparecencia
anterior, el Gobierno español puso a disposición de la coalición para
el transporte de ayuda humanitaria 5 aviones C-130 Hércules y 8 CN-
235 CASA, con un total de efectivos máximos a emplear, según autorizó
el Consejo de Ministros, de 190. Pues bien, dentro de esta
participación, el pasado día 15, y por parte de 3 aviones C-130
españoles, se ha hecho el primer transporte desde Bruselas hacia
Turkmenistán, en donde el día 17 descargaron 45 toneladas de
productos de alimentación infantil. Esta operación, coordinada por
Bélgica, estuvo participada, además de por los tres aviones
españoles, por un avión noruego, otro belga y otro holandés, todos
del tipo C-130. Puedo decir a la Comisión que los aviones españoles,
no sin dificultades, cumplieron perfecta y cabalmente su misión.

Nuestra disponibilidad, señorías, en ese capítulo de la ayuda
humanitaria es la que he señalado. La asignación concreta de unas u
otras misiones de transporte depende de las características del
material a trasladar, de su ubicación física y de las ofertas de
transporte realizadas por un conjunto de numerosos países que, como
España, ofrecen sus recursos para mitigar el sufrimiento del pueblo
afgano.

Por último, entre las misiones que están en curso para el próximo
futuro, se encuentra el transporte humanitario de mantas y ropas de
abrigo a Uzbekistán y a Pakistán, así como el despliegue de cuatro C-
130 de los ofrecidos por España a la coalición, en la base de Manás,
en Kirguizistán, alrededor de mediados del próximo mes de enero.

Estos aviones tipo Hércules tendrán, entre otros cometidos, el de
actuar de lanzaderas en lo que ha sido el teatro de operaciones a
través de los correspondientes pasillos aéreos, fundamentalmente de
carácter general.

Paso, señor presidente, señorías, al asunto que más inmediatamente
nos preocupa, el de la generación de una fuerza multinacional de
mantenimiento o aseguramiento de la paz, en los términos a los que me
he referido al analizar el capítulo relativo a la legitimidad
internacional.




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Quiero volver a insistir en el carácter lábil de la información que
voy a suministrarles, no sólo en lo que concierne al mandato de
Naciones Unidas, que está todavía por acordarse en el Consejo de
Seguridad, sino también en lo que concierne más estrictamente a las
consideraciones que voy a desarrollar ante SS.SS. por cuanto se
encuentra, insisto, en este momento reunida en Londres la conferencia
de generación de tales capacidades. España se ha ofrecido para
participar en el establecimiento de una fuerza internacional de
asistencia a la seguridad, con la misión de ayudar a las autoridades
afganas a mantener la seguridad de Kabul y de sus alrededores en los
términos contemplados en los acuerdos de Bonn y asumidos por Naciones
Unidas. Se contempla que el despliegue de esta fuerza tenga una
duración inicial de tres meses y se ha pedido a los Estados que han
mostrado su voluntad de participar que efectúen contribuciones de
personal, material, apoyo y otros medios. Como he anticipado, el
Reino Unido se ha ofrecido a liderar las actuaciones conducentes al
establecimiento de esta fuerza, por lo que el pasado día 14
representantes del Estado Mayor de la Defensa, encabezados por el
almirante jefe de la división de operaciones, asistieron en Londres a
una reunión en la que se empezó a coordinar los recursos puestos a
disposición de Naciones Unidas por parte de los diversos países
contribuyentes, entre los que se encuentra el nuestro.

Nuestra oferta consiste en una agrupación integrada por elementos de
infantería ligera del Ejército de Tierra y de Infantería de Marina,
con los necesarios apoyos, hasta un total de unos 700 efectivos. En
principio, no está prevista la utilización de vehículos blindados y
su capacidad de transporte intrínseca se basará en los vehículos
ligeros que deben ser transportados a la zona de operaciones.

En una primera estimación, podría ser 25 CLTT, camión ligero todo
terreno de 1 tonelada, y 10 CLTT de 5 toneladas. Este batallón
actuaría encuadrado en una unidad tipo brigada multinacional de un
máximo de 5.000 efectivos, cuya misión general es, como he dicho y
reitero, apoyar a las autoridades internas mientras ponen en
funcionamiento las estructuras políticas y de seguridad auspiciadas
por los acuerdos de Bonn. Quiero señalar que esa es la entidad
prevista como máxima.

También la semana pasada tuve oportunidad de comentar todos los
aspectos de esta operación con mi colega británico Hoon, cuando nos
reunimos a efectos de la presentación de los objetivos y ambiciones
de la presidencia española de la Unión Europea para el segundo pilar.

Tuvimos entonces ya clara la capacidad de esa fuerza que puede llegar
a esa cifra o puede ser una fuerza más disminuida. No quiero
ocultarles que en ese caso, de estar cercana a los 3.000 efectivos y
no a los 5.000, el grupo de operaciones y de planeamiento que está
reunido hoy en Londres tiene capacidad y he
delegado en ello autoridad para que nuestro representante decida cómo
adecuar la oferta española, bien para secuenciarla en la primera o en
la segunda fase de las operaciones, o bien para adaptarlas como
paquetes complementarios, si es que se necesitaran de otra
naturaleza.




El mencionado batallón dispondrá de tres elementos de maniobra, uno
de Infantería de Marina y dos del Ejército de Tierra y varios
elementos de apoyo para proporcionar un adecuado nivel de protección.

Contará, además, con una unidad de ingenieros y otros elementos de
comunicaciones, mando y control.

Como he dicho, el total de nuestra aportación, el máximo de efectivos
que, como capacidad, hemos puesto a disposición de esa fuerza, es de
700, de los que 230 pertenecerían al apoyo a la fuerza y que
integrarían previsiblemente una unidad de asistencia sanitaria,
además de la capacidad de depuración de aguas y de alumbrado
autónomo, todo ello teniendo en cuenta, señorías, que las
infraestructuras en la zona son por el momento, como pueden suponer,
muy deficientes.

Como ya he señalado, hoy mismo se está celebrando en Northwood la
conferencia de generación, en la que se determinará exactamente cuál
es la contribución final de cada país o cuál es la contribución
inicial o en segunda fase de cada uno de los países que nos hemos
comprometido.

Ayer participé en Bruselas en la reunión de la OTAN, de su Comité de
Planes Nucleares, del Comité de Planes de Defensa y del Consejo
Atlántico, pero en una parada de este mismo y último consejo plenario
tuvimos oportunidad de mantener los Estados miembros contribuyentes
de la fuerza multinacional una reunión específica dirigida por el
ministro británico ya referido señor Hoon, en la que tengo que decir
que acudieron hasta 15 países miembros de la Alianza Atlántica que
están considerando su eventual participación en la futura misión
multinacional.

El ministro Hoon dejó claro que el objetivo es cerrar con carácter
urgente la composición de la primera fuerza, que estará entre 3.000 y
5.000 efectivos, como he dicho, bajo el liderazgo británico y que
habrá de desempeñar su misión en un período de tres meses. Tras
reiterar a mi colega y a los reunidos la plena disponibilidad
española a participar en dicha fuerza en los términos que he
descrito, otros países hicieron lo mismo y algunos se refirieron a
aportaciones militares incluso superiores, como es el caso de Canadá,
que ofertó una dotación de mil efectivos. Existe, pues, en el momento
actual -creo que es satisfactorio dejarlo dicho y que lo constate la
Comisión- una oferta de contingentes superior a las necesidades
inmediatas para esta primera operación. La pasada semana, cuando tuve
ocasión de reunirme por primera vez con Hoon en los términos a los
que antes he hecho referencia, sólo cinco países estaban dispuestos a
completar los batallones de 700 efectivos, y entre estos cinco países
estuvo



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desde el primer momento España. Ahora ya, por fortuna, no en pequeña
medida, como consecuencia del consejo de Laeken, son ya quince países
de la Alianza Atlántica, más otros países fuera de la misma, los que
están dispuestos de tal manera a poner contribuciones al servicio de
esa fuerza que de momento ya se tienen efectivos sobrantes para lo
que ha de ser el diseño final de esa fuerza multinacional.

El ministro Hoon explicó que desde luego, tras esa buena noticia,
nada ni nadie puede garantizar, después de los tres primeros meses
para los que se ha establecido el mandato de ese primer contingente,
que no sea necesario mantener la presencia internacional en
Afganistán. Podría ser entonces necesario reemplazar a los primeros
contingentes por nuevas unidades, expresando incluso la parte
británica su disponibilidad a ceder el liderazgo a otra nación de las
presentes en la sala, alusión que cada cual pudo interpretar allí
como quiso y sobre la que no voy a elucubrar en absoluto. Quizás
estaban pensando en Alemania, quizás estaban pensando en Francia o
incluso en algún otro país de la Unión Europea.

También hay que recordar, como ha recogido con amplitud la prensa,
que otros países no miembros de la Alianza han ofrecido su
participación en la fuerza multinacional y que incluso está en la
voluntad de los contribuyentes el que pudiera formar parte de los
primeros contingentes, de todos ellos, a ser posible fuerzas
procedentes de alguno de los países musulmanes.

Antes de pasar a mencionar otros elementos que están aún pendientes
de negociación, me referiré también a un punto de extraordinaria
importancia. Se trata del llamado acuerdo técnico militar, que se
está negociando por representación de todos entre los británicos
y las autoridades afganas. No es difícil imaginar los posibles
desacuerdos en temas tan importantes como la cifra total de la
fuerza, donde sin duda chocarían posibles planteamientos afganos de
reducirla al máximo, frente a los criterios de los países
participantes a favor de cifras que garanticen suficientemente la
seguridad de sus efectivos, pero también se están negociando otros
elementos claves como el referente al tipo de misiones que asumirá
esa fuerza, la manera en que se llevarán a cabo las mismas, así como
el área geográfica precisa donde ha de desplegarse y hacerse
realidad. Había, además, otra negociación en marcha, también
relevante para el mejor funcionamiento de la futura fuerza, y sería
la referente a la coordinación de esta fuerza multinacional con la
misión norteamericana, aún en curso en Afganistán, dentro de las
operaciones desplegadas bajo el abanico de Libertad Duradera, de
manera que pueda haber entre las misiones, entre la nueva fuerza
multinacional y las fuerzas desplegadas norteamericanas, la necesaria
coordinación, la imprescindible coordinación. Interesa muy
especialmente a la fuerza multinacional el poder recibir los
necesarios apoyos norteamericanos en mando y control y de cara a
cualquier futura emergencia, sin dificultar para nada el desarrollo
de las misiones que siguen llevándose a cabo en Afganistán por las
fuerzas norteamericanas allí desplegadas.




Para cerrar el tema de las cuestiones pendientes, recordaré una vez
más que todavía no ha sido aprobada la resolución del Consejo de
Seguridad. En cualquier caso, y para atender la lógica preocupación
de SS.SS., trataré de hacer una previsión sobre los plazos. El
acuerdo con el mando y control norteamericano está prácticamente
cerrado en beneficio de ambas partes. El acuerdo técnico militar ha
empezado a dar frutos ante la urgencia que existe para que sea
suscrito, condición indispensable para que puedan llegar a Afganistán
los primeros representantes, tanto británicos como de otros países,
para verificar las condiciones de asentamiento previas al despliegue.

Se sigue requiriendo que esta presencia internacional sea una
realidad el día 22 de diciembre próximo, fecha en la que iniciará,
como saben SS.SS., sus funciones el nuevo Gobierno interino de aquel
país, y a partir de esa fecha, dependiendo de las disponibilidades de
unos y de otros y del cierre de los distintos capítulos que he
tratado de exponer ante SS.SS., cabe imaginar las sucesivas llegadas
de contingentes con el objetivo final de que, según lo indicaba el
jefe de Estado Mayor de la Defensa del Reino Unido ayer en la reunión
mantenida en Bruselas a la que me he referido, estuviere ultimado el
despliegue de la fuerza multinacional a mediados del próximo mes de
enero.

Permítanme hacer unas consideraciones finales respecto de la
evaluación de estas operaciones y de la posición de nuestro país en
sus contribuciones al conflicto y a la fase de pacificación y ayuda
humanitaria en la que nos encontramos. Creo con sinceridad y sin
petulancia que el Gobierno de España, con el apoyo de las principales
fuerzas políticas, puede estar satisfecho por la forma en que nuestro
país ha ido reaccionando ante las necesidades surgidas de la terrible
tragedia del 11 de septiembre y de las operaciones militares contra
los grupos terroristas responsables de las mismas refugiados en
Afganistán. Estimo, señorías, que hemos actuado con decisión,
poniendo a disposición de la coalición desde el primer momento con
realismo y con prudencia las contribuciones que en cada una de las
sucesivas misiones eran necesarias, sin caer nunca en la
precipitación ni en la búsqueda de un protagonismo absolutamente
improcedente. Quizá otros no puedan decir en este momento lo mismo.

Por otro lado, tampoco creo necesario insistir en que la nueva misión
que se va a poner en marcha volverá a convertir a nuestros soldados
en defensores de la paz, en exponentes de los más altos valores de
nuestra sociedad y, por tanto, también en objetivos sensibles,
sujetos a innegables riesgos -la operación así está calificada- que
deben ser valorados y apoyados sin olvidar su total voluntariedad y
disponibilidad, pero aceptando de antemano que una misión de estas
características conlleva



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altos riesgos. Creo que, a pesar de esas dificultades, la experiencia
que a lo largo de los últimos años han acumulado nuestros mandos y
soldados les hace suficientemente idóneos para llevar a cabo esta
misión. Estoy seguro de que SS.SS. prestarán para esa misión el apoyo
que en otras ocasiones no han hurtado al Gobierno y, sobre todo, a
unas Fuerzas Armadas por cuya profesionalidad, capacidad de
abnegación y de entrega en defensa de la paz y de la ayuda
humanitaria se sienten hoy orgullosos la mayoría de los españoles.




El señor PRESIDENTE: A continuación debería intervenir, en primer
lugar, el representante del Grupo Mixto. Como quiera que no está
presente por haber sido peticionario de una comparecencia de
similitud temática, esta presidencia decide que su derecho a
intervenir no decae durante el transcurso de la reunión, en la
inteligencia de que si se incorpora se le daría la palabra
inmediatamente después del que estuviera interviniendo.

Como sí está el peticionario de información al Gobierno, también
mediante comparecencia, del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència
i Unió) señor Maldonado, es a él a quien corresponde iniciar esta
segunda ronda de intervenciones.

Tiene la palabra el señor Maldonado.




El señor MALDONADO GILI: Intervengo en nombre del Grupo Parlamentario
Catalán (Convergència i Unió), no Minoría Catalana, entuerto deshecho
simpáticamente por el señor ministro, porque en honor del presidente
de la Comisión hay que decir que mis anteriores compañeros dejaron
buen gusto de boca y por tanto hoy Minoría Catalana permanece, aunque
somos la mayoría catalana porque no existe un grupo más mayoritario
que el nuestro. Pero, bromas aparte, intervengo en nombre del Grupo
Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) para dejar constancia, en
primer lugar, de que nos parece bien que sea el señor ministro de
Defensa quien intervenga en nombre del Gobierno, que es quien decide
quién tiene que responder a las comparecencias, en lugar del ministro
de Asuntos Exteriores. Nuestra pregunta se hizo en su momento sobre
la base de unas noticias que aparecían en los medios de comunicación,
y dado que no teníamos en aquel momento la información en la que el
señor ministro daba pie a una posible intervención de España en
Afganistán, pedimos su comparecencia, que hoy realiza en tiempo y
forma el señor ministro de Defensa.

Esta es una cuestión, señor ministro, que lógicamente se puede tratar
de muchas formas porque tiene muchas puntas. Se puede tratar desde un
punto de vista positivo, negativo, crítico, solidario, etcétera, y mi
grupo, y estoy seguro de que todos los grupos parlamentarios,
intentaremos verlo desde el punto de vista positivo, por muchas
razones, entre ellas porque cuando
se habla de países en crisis sabemos que detrás hay gente que
sufre, y cuando se habla de pacificación sabemos que es la cultura de
la paz la que este Congreso ha pedido reiteradamente al Gobierno que
transmita para que el ejército deje de ser un instrumento bélico de
intervención, como lo ha sido antaño de siempre, pues los ejércitos
han sido instrumentos para defender y responder a acciones, etcétera,
ya que con los nuevos tiempos se han introducido nuevos conceptos. El
concepto de la cultura de la paz es moderno, nuevo, impensable hace
cien o doscientos años, pero que ahora es una realidad y del que han
hecho uso aquí reiteradamente los portavoces. Por tanto, estamos
hablando de fuerzas de pacificación, de fuerzas que van a territorios
lejanos pero próximos desde el punto de vista del sufrimiento de las
personas. Así, nuestro grupo ha de valorar con mucha serenidad y
tranquilidad estas decisiones y no ha de ligarlas con intereses de
erosión política porque creemos que no es el lugar ni el momento de
hacerlo. Nosotros formamos parte de una Europa unida en la cual hemos
de ser solidarios de las decisiones. Hoy decía el señor ministro que
a esta misma hora en Inglaterra altos mandos y responsables políticos
están tomando decisiones que, sin lugar a dudas, involucrarán
a España en un sentido u otro y que el Estado español tendrá que
asumirlo por la solidaridad y la corresponsabilidad que tenemos al
formar parte de la OTAN y del bloque occidental, junto con Estados
Unidos. ¿Qué preocupa a nuestro grupo respecto a la participación
española? Nos preocupan varias cosas, sobre todo el tipo de misión
que nos puedan encomendar. A nosotros, cuanto más se dedique a la
pacificación mejor. Creemos que se han de desplegar fuerzas de
pacificación. Ya ha habido una guerra. El señor ministro ha dicho que
se ha acabado el enfrentamiento con el régimen talibán, que ha sido
derrotado y ha claudicado, y ahora pasamos a una segunda fase, en la
que es mejor que participemos, que es la de la pacificación, por todo
lo que significa la palabra pacificar: ayudar, solidaridad,
generosidad, etcétera. Nos preocupan, en primer lugar, las misiones
que nos sean encomendadas; cuanto más estén dedicadas a la
pacificación, mejor; cuanto más estén dedicadas a la ayuda a la
población civil, señor ministro, mejor. ¿Cómo? Pues de muchas
maneras, una de las cuales es ayudar a la población civil.

Usted decía que hay ONG que no pueden llegar a ciertos sitios por
distintas dificultades, y sería una imagen solidaria, positiva y bien
vista que el ejército, coordinado con las ONG, llegara a donde no
pueden llegar las ONG solas. Podemos ayudar también en una cuestión
que nos parece muy importante. Creemos que hay gobiernos europeos que
lo están haciendo. Hace pocos días hice una pregunta al Gobierno
sobre qué pensaba hacer con los niños y niñas heridos, que la mayoría
ha perdido a sus padres. Algunos gobiernos europeos los trasladan a
hospitales europeos para ser curados. Utilicemosaviones del ejército
para trasladar a niños y



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niñas heridos a España para que sean curados. Esta misión, altamente
gratuita, la puede hacer el ejército. El ejército español tiene unos
zapadores de alto nivel, expertos en inundaciones, como han puesto de
manifiesto en mi municipio de El Vendrell y en Comarruga, que
tendieron un puente que fue muy agradecido por la población,
realizándose un proceso de ósmosis con la gente de la calle. Yo creo
que la población afgana agradecería que se tendieran puentes, en este
caso físicos, por el buen plantel de zapadores españoles que podrían
ayudar en estas estructuras que usted comentaba, señor ministro, que
estaban muy debilitadas. Yo hablaba no hace mucho del desminado, que
tanto afecta a la población civil. Usted recogió el ruego y lo hizo
suyo. Yo creo que hay que saber qué vamos a hacer allí y no sólo
desplegarnos. Sería bueno que se definiera que el ejército español,
los soldados españoles van allí a ayudar y no meramente a vigilar y a
controlar.

Otro tema que nos preocupa es que se respete la voluntad del pueblo
afgano, señor ministro, para lo que hemos de ser generosos. Hoy
leíamos en un medio de comunicación que el futuro Gobierno afgano
pide que sólo vayan mil soldados. Creo que hemos de atender lo que se
nos pide desde el futuro Gobierno afgano y si se ha de reducir la
presencia española no pasa nada, señor ministro; si España ha de
cambiar su presencia física por una técnica no pasa nada. Usted sabe
que tendrá el apoyo del Parlamento con lo que se decida. Nos preocupa
que podamos aparecer como grandes potencias que van a colonizar; los
colonizadores ya han desaparecido. Aprovechando las imágenes
navideñas, en lugar de ser los ángeles de la paz podemos aparecer con
cuernos y cola si vamos allí a invadir, a controlar, a dominar. Por
tanto, hay que ser generosos con el pueblo y con el futuro Gobierno
afgano. Hay que darles confianza. Ellos saben que tienen el apoyo
solidario de Europa y de los Estados que forman la Unión Europea. Por
tanto, habría que vigilar actuaciones que puedan ser entendidas como
prepotentes.

También nos preocupa que España pueda acometer con un cierto nivel
esta ayuda humanitaria y de pacificación. ¿Qué quiero decir? Que hay
que estudiar bien -y usted tiene asesores militares de alto nivel que
lógicamente le darán la visualización de la realidad- las capacidades
operativas que podamos tener, ya que esta será la tercera actuación
simultánea que hagamos: Bosnia, Kosovo, Afganistán. Hay que ver hasta
qué punto podemos acometer todas estas actuaciones. Hay que hacerlas
bien, hay que dar la sensación de que se quiere hacer un trabajo bien
hecho. Los catalanes decimos que no se puede abarcar todo. Usted
decía que se acababa de definir entre 3.000 y 5.000 soldados
desplazados de toda Europa sobre 15 países, veamos qué participación
le corresponde a España. De todas formas, estoy convencido de que
este Parlamento dará su apoyo porque estamos hablando de solidaridad,
de pacificación, de ayuda a gente que sufre en un marco que a mí me
ha
gustado mucho: el de Naciones Unidas. De todo lo que usted ha dicho,
esta es una de las cosas que hay que resaltar. Usted ha dicho que lo
vamos a hacer en el marco de las Naciones Unidas. No se podrá acusar
a la sociedad en general de haber ido por libre, de haber actuado en
misiones militares sin atender prioridades. El hecho de que las
fuerzas multinacionales vayan de la mano de las Naciones Unidas es
garantía de que las cosas salgan bien. Todo esto, señor ministro, en
un entorno difícil, complicado. Sabemos que será una misión larga.

Usted ha hablado de fases. No sé si podremos llegar a todo. Lo digo
por los costes que sabe que tienen estas actuaciones, que hay que
calcularlos. Por tanto, usted tiene unos deberes que hacer, que es
calcular, planificar y prever. Hay que calcular el tiempo de
cualquier actuación de este tipo. Nadie se podía imaginar que aún
estemos en los Balcanes. No se sabe lo que puede durar. Por tanto,
vayamos poco a poco y sin prisas. ¿Qué quiere decir? Que sí a la
colaboración del Estado español a pacificar y a ayudar desde la
generosidad, desde la prevención y desde la lógica. El Congreso de
los Diputados y Europa están tomando una decisión importante desde el
punto de vista solidario, una decisión importante desde el punto de
vista de ayuda a gente que sufre, pero hay que hacerlo con serenidad
y con claridad.




El señor PRESIDENTE: A continuación, por el resto de los grupos no
peticionarios de la comparecencia, don Luis Felipe Alcaraz tiene la
palabra por el Grupo de Izquierda Unida.




El señor ALCARAZ MASATS: Muchas gracias por su información, señor
Trillo. En principio he sido mentalmente injusto con usted en uno de
los puntos que ha tocado al final de su intervención. Utilizando el
lenguaje mediático, creí que supondría un corte que hay que dar a los
españoles. Primero ha utilizado el capítulo VII y la habilitación
coercitiva que supone y al final ha hablado de los riesgos que va a
correr la tropa española, de que van a ser objetivos sensibles en
esta situación. Efectivamente, el capítulo VII habilita para una
situación bélica o de terminación de una guerra, y tiene que hacerlo
así porque en Afganistán no ha terminado la guerra.

En ese mismo orden de cosas, ha dicho también al final de su
intervención -aparecía nimbado con el tono de la hazaña bélica- que
tiene el apoyo y el orgullo del pueblo español. Esto no es así, según
las encuestas. No es así y a mí me gustaría -cosa que no voy a
conseguir, no tengo poder para ello- que se conociera el riesgo que a
partir de ahora van a correr las tropas españolas en la guerra de
Afganistán, porque precisamente se va a habilitar (usted tiene
mejores noticias, aunque no se han difundido todavía; es la primera
vez que yo oigo lo del capítulo VII de manera rotunda al menos) la
posibilidad coercitiva de actuar bélicamente



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en una situación que supuestamente era humanitaria y que no lo es.

Por tanto, queda expuesta en principio esta cuestión. Creí que sería
yo el que lo iba a tener que decir, señor Trillo, pero al final lo ha
dicho usted y me ha dejado más despejada la cuestión. Ha tenido que
venir aquí a advertir en qué situación se va a encontrar la tropa
internacional, ya que en Laeken, a instancias del señor Blair y del
señor Aznar, no se aceptó una tropa específicamente europea; a
instancias del señor Blair y del señor Aznar se retiró del texto y se
puso la tropa de intervención internacional. Por cierto que también
el señor Blair apoyado por el señor Aznar retiraron la posibilidad de
que no se siguiera la guerra en Irak; eso también se retiró del texto
y por tanto existe esa posibilidad.

Usted estuvo ayer en Bruselas y estuvo también el señor Rumsfeld,
como se dice en el argot periodístico norteamericano el jefe del
Pentágono. El jefe del Pentágono fue muy claro y dijo, primero, que
la campaña no acaba en Afganistán; segundo, anunció consecuencias
devastadoras y, en tercer lugar, dijo que la campaña militar en otros
países no exige el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU.

Este es el marco, esta es la situación, señor Trillo. Esto es lo que
dijo allí el señor Rumsfeld ante la aquiescencia y la unanimidad
total de los miembros de la OTAN, como no podía ser de otra manera.

Nos encontramos con una ONU que va a rastras, siempre por detrás, en
estas operaciones que son políticas. A la política por la
devastación, primero hay que devastar para después poder hacer
política, o a la paz devastada, primero se produce la devastación y
después -todavía no en Afganistán, y usted lo sabe- la aparición de
ejércitos en operaciones típicamente de paz. Por eso se habilita el
capítulo VIII. Señor Trillo, ¿en qué situación estamos teniendo en
cuenta no sólo lo que ha dicho el señor Rumsfeld, que teóricamente
enmarca la situación, sino las noticias que se están dando? Una
situación generalizada de cuestiones conflictivas, muchas de ellas
conectadas con los hechos del 11 de septiembre, que posiblemente no
tienen hoy un control por parte de nadie y que en esa dinámica ya
veremos hasta dónde llega y qué consecuencias tiene, como por ejemplo
la posibilidad de que desde Afganistán se pase a Irak. Parece que el
señor Colin Powell no está muy de acuerdo, pero se está quedando en
minoría en estos últimos días. Si la situación es generalizada por lo
que ha dicho Rumsfeld no se puede aislar a Afganistán. Nosotros vamos
a una zona de conflicto aunque supuestamente se hubiese cumplido la
primera fase. No hay fronteras en el conflicto, aparece la
posibilidad de guerra en Irak, y usted sabe como yo que Paquistán, en
función de su humillación, después de los hechos acaecidos, también
por las contradicciones internas, va a generar un conflicto muy serio
con la India a partir de estos momentos, ya lo está generando, con un
contingente armado bastante amplio puesto a disposición de esta
situación, y se acaba de producir
también-usted lo conocerá como yo- en la República Islámica de Las
Comores una invasión de soldados norteamericanos también como
respuesta al 11 de septiembre, a lo que habría que añadir la
situación de bombardeo interno en Yemen y la posibilidad de que
suceda en Sudán a partir de estos momentos. Esa es la situación real,
a nivel incipiente si usted quiere, pero desgraciadamente a ese nivel
aparece una situación bastante generalizada. Nosotros vamos a
participar en esta situación, no en Afganistán, que ya ha superado
una fase y ahora empieza la de pacificación y de apoyo a un gobierno
provisional. Desde este punto de vista, señor Trillo, le voy a
matizar nuestra posición en función de los acuerdos de esta Cámara y
de nuestras ideas.

Nosotros apoyamos que hay que hacer política y que debe ser la ONU la
protagonista de esa situación. La guerra no es otra forma de hacer
política, sino de acabar con la política, como está sucediendo en
estos momentos. Nuestra participación debe ser acordada por el
Parlamento español, lo que en ningún caso sucede ni va a suceder con
el contingente de 700 soldados, tropa y mandos, que vamos a
habilitar, que el Gobierno va a habilitar sin permiso de este
Congreso. Además, si tienen ustedes mayoría absoluta no tendrían por
qué temer del resultado de esa votación a la par que en esa
ampliación de la que usted presume constantemente y que parece que es
cierta. Por tanto, este Parlamento debería dar la autorización. A
partir de ahí se produciría una fuerza de interposición, como en el
caso de Israel y Palestina u otros, incluso a través del capítulo
VII, pero en esta secuencia. Usted mismo lo ha dicho: No sabemos
cuándo se va a reunir el Consejo de Seguridad de la ONU. Ya ha
anunciado usted incluso cómo va a ser el discurso que va a aprobar la
resolución, en qué términos y atendiendo a qué capítulo. La ONU va
constantemente a rastras en esta situación, incluso la fuerza que
Europa va a aportar no es europea, se ha rechazado en Laeken y está
liderada por el país que tiene menos conciencia de la construcción de
Europa en estos momentos, que es el Reino Unido. Esta es la
situación. El único acuerdo que existe en esta Cámara y que puede ser
aplicado en estos casos es el de 1995 y lo aprobó el Pleno de la
Cámara a instancias de Izquierda Unida. Se aprobó que esta Cámara
tenía que dar el consentimiento en los procesos que se produjeran
bajo la dirección de Naciones Unidas; que se habilitara en casos
concretos la utilización de una fuerza multinacional con matriz
europea, de la Unión Europea, y que naturalmente en todos los casos,
como fuerza de interposición o como fuerza humanitaria, tuviese los
objetivos muy determinados, los gastos y todo tipo de
especificaciones, para que este Parlamento pudiese votar con total
conciencia de la situación. Esto se aprobó por unanimidad y no se
aplica, se ha olvidado porque se ha querido olvidar y actualmente nos
regimos por unos niveles absolutamente preparlamentarios en un
Parlamento, a nuestro juicio, intervenido por la dinámica de



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hechos consumados del mando estadounidense, incluso de la OTAN en
muchos casos. Todos nosotros aprobamos el mando de las Naciones
Unidas a través de las resoluciones consecuentes que se hicieran en
el Consejo de Seguridad y con un mandato explícito y evaluable que
autorizaría en todo caso el Congreso de los Diputados.

Señor Trillo, se ha demostrado en Laeken -y lo demostró ayer en
Bruselas el señor Rumsfeld- que no existe una política exterior
propia de la Unión Europea. El señor Solana ha estado a punto de
dimitir, según se publica hoy. Todo esto es consecuencia, reflejo de
esta situación que yo le intento resumir. No existe una política
propia, autónoma, de la Unión Europea y en este caso supone unos
perfiles para nosotros absolutamente inaceptables. La Unión Europea
debió seguir un criterio diferente a los Estados Unidos, debió jugar
otro papel y no se ha hecho, como no se está haciendo con respecto a
la necesidad de una fuerza de interposición entre Israel y Palestina.

¿Dónde está aquí la voz de la comunidad internacional, señor Trillo?
¿Cuándo habla la comunidad internacional, en qué momento? ¿Cuándo
habla Europa, en qué momento? ¿Por qué? ¿En función de qué
necesidades? ¿Quién marca estas necesidades? Por lo visto, la
realidad no. Desde ese punto de vista nosotros no podemos apoyar la
posición del Gobierno, máxime cuando no sabemos siquiera los términos
en que se va a aprobar la resolución del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas. Pero si se aprueba en los términos que usted ha
adelantado, tomando como matriz el capítulo VII, nosotros
posiblemente no estemos tampoco de acuerdo a pesar de la resolución
de las Naciones Unidas. No estamos de acuerdo en que sea una fuerza
humanitaria; si es el capítulo VII, no es una fuerza humanitaria.

Nosotros estaríamos de acuerdo en que fuese una fuerza humanitaria
(ya lo dijimos e incluso aprobamos un presupuesto que andaba cerca de
los 300.000 millones para la participación en Kosovo y en otros
sitios), pero en esta situación no es una fuerza humanitaria. Es una
situación singular de Afganistán, una situación de conflicto sin
fronteras, según dijo Rumsfeld ayer, por cómo se está produciendo. Y
en este momento mucho menos, señor Trillo, cuando ni siquiera hemos
esperado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Lamentamos, señor Trillo, que en estos momentos, cuando en el mundo
las dinámicas están siendo inevitables -esperemos que no
irreversibles- no se utilice nunca o casi nunca la política ni la
diplomacia. Se bombardea y sobre la zona bombardeada se producen
decisiones de tipo humanitario, en este país y en otros que
posiblemente encadenen la situación a partir de ahora. No estamos de
acuerdo con la guerra, señor Trillo, ni este país está de acuerdo con
la guerra, y usted lo sabe porque tiene las encuestas que todos
tenemos. Mayoritariamente ni siquiera se acepta en estos momentos la
participación de una fuerza española en estos hechos
fuera de nuestras fronteras, y mucho menos en estas circunstancias.

Termino como empecé, señor Trillo. Le agradezco su sinceridad. No he
tenido yo que decirlo, aunque dudo que este país termine de enterarse
de cómo está la situación. Le agradezco que usted haya dicho que la
tropa española en estos momentos es objetivo sensible, aunque después
ha intentado decir que es una participación humanitaria de paz, y va
de acuerdo con los términos del capítulo VII, que son de autorización
coercitiva. Le agradezco que lo haya dicho usted y no yo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, don Jordi
Marsal tiene el uso de la palabra.




El señor MARSAL MUNTALÁ: Como siempre, hemos escuchado con atención
la larga información que el ministro de Defensa nos ha dado a
petición propia. Si me lo permite, señor presidente, yo quería hacer
aquí un pequeño paréntesis porque, a veces, por parte de algún grupo
se da un énfasis a esta petición propia en el sentido de decir que no
hace falta que el Parlamento pida y de ahí la petición propia.

Nosotros hemos seguido la política de que como el ministro se
comprometió a informar y en alguna forma consultar, no hacemos una
petición, pero si el ministro se saltase este compromiso personal
nosotros nos veríamos obligados a solicitar esta comparecencia. De
momento, estas son las reglas del juego que nosotros asumimos, pero
queremos dejarlo claro para que ningún grupo quiera poner excesivas
medallas allí donde no corresponde ponerlas, y tampoco creo que sea
esta la voluntad del señor ministro.

Por la información que hoy nos ha transmitido el ministro y en línea
con las informaciones facilitadas en comparecencias anteriores,
seguimos asistiendo a una cierta confusión o, como mínimo, a una
cierta indeterminación respecto a la situación y a las reacciones.

Evidentemente, esta confusión o indeterminación -podemos utilizar el
adjetivo que queramos- tiene muchas causas. La situación objetiva en
Afganistán, la evolución de la situación, las posiciones a veces
contradictorias del Gobierno afgano -usted ha señalado alguna de
ellas en su intervención- y la compleja relación de fuerzas internas
en Afganistán, más allá de los acuerdos que se produjeron en
Petersberg, por los que nos felicitamos, no quiere decir que se hayan
superado todos los problemas internos y, por tanto, esto crea a veces
situaciones contradictorias. Además, esta situación de
indeterminación viene marcada por las distintas misiones que se están
realizando y que a veces se entrecruzan. Tenemos unas misiones de
restablecimiento de la justicia, de carácter básicamente militar;
tenemos una serie de misiones humanitarias y tenemos una misión que
debe ponerse en marcha y que ha sido calificada con un nombre
original, la misión internacional



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de asistencia para la seguridad. Esto demuestra también las
dificultades de precisar si es una misión de mantenimiento de paz, de
imposición de paz, etcétera, y para no entrar en debates se ha
acordado este nombre, que es un reflejo de esta propia
indeterminación.

Más allá de esta situación que se refleja en su intervención, usted
ha tenido interés en destacar que era una información lábil ahora
pero que podía cambiar en los próximos días. Evidentemente así es y
agradecemos que se reconozca porque puede evitar después muchos
debates estériles de si donde dijo se dice y se vuelve a interpretar,
que no ayudan nada a solucionar los problemas de fondo que hay en
esta situación.

Nosotros nunca hemos cuestionado la legitimidad de estas operaciones.

Creemos y así lo hemos dicho, no ahora sino muchas veces, que la
legitimidad viene dada por la cobertura de las decisiones del Consejo
de Seguridad. Las decisiones del Consejo de Seguridad hasta ahora van
siendo claras, esperamos y confiamos en que sigan siendo claras y que
no produzcan también debates. Creemos que no tiene sentido reclamar
en este momento que el Consejo de Seguridad sea quien establezca las
normas y dé una cobertura, pero que si esta cobertura resulta que no
está de acuerdo con nuestras posiciones o con lo que nosotros
desearíamos, ya no reconocemos la autoridad del Consejo de Seguridad.

La autoridad del Consejo de Seguridad debemos reconocerla tanto si
nos gusta como si no nos gustan las decisiones que toma; si no
estaríamos haciendo un juego que tampoco nos parece que sea correcto
ni plenamente democrático. La ONU está dando una cobertura clara y
nosotros queremos que el Gobierno siga exigiendo que esta cobertura
sea clara. Este es un primer elemento importante en el desarrollo de
la situación y sobre todo en los compromisos que España vaya
adquiriendo en el desarrollo de esta crisis.

En este momento se ha añadido un elemento nuevo que también tiene
aspectos satisfactorios aunque pueda tener ciertos vacíos. No es
ahora el momento de entrar a fondo en el Consejo de Laeken porque
esta tarde hay una sesión específica sobre este tema, pero sí debemos
señalar que en esta cumbre se han dado algunos pasos significativos
en el desarrollo y la afirmación de la política de seguridad y
defensa. En términos generales, el declararla ya activada es un paso
importante, aunque siga habiendo muchos vacíos, y además porque hay
un pronunciamiento claro sobre la situación de Afganistán y la
voluntad de la Unión Europea, a través del acuerdo de su Consejo, de
compromiso de participación con la comunidad internacional, con la
finalidad de restaurar la estabilidad en Afganistán sobre la base de
los resultados de la conferencia de Bonn y de las resoluciones
pertinentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Por
tanto, la Unión Europea fija claramente un marco: los acuerdos de la
conferencia de Bonn y las resoluciones sucesivas que vaya acordando
el Consejo de Seguridad. Pero fija también algún elemento de la
misión de estas fuerzas (no fuerzas de la Unión Europea sino de
países de la Unión Europea alentadas por un acuerdo de su Consejo y
con la posible participación de fuerzas de otros países que no forman
parte de la Unión Europea): contribuir a la seguridad de las
administraciones afganas y de las instalaciones internacionales
ubicadas en el ámbito geográfico de Kabul y sus alrededores.

Entendemos que esta definición debe fijarse exactamente y no ocultar
que con esto no se soluciona totalmente la estabilidad y la
pacificación de Afganistán, porque Afganistán es mucho más grande y,
por tanto, puede haber etapas posteriores, como usted mismo ha
señalado. Señala también un elemento que no ha sido citado en su
intervención y que aparece poco reflejado incluso en los medios de
comunicación, pero creemos que tiene importancia con perspectivas de
futuro, y es que estas fuerzas también tendrían como misión el
entrenamiento de las nuevas fuerzas armadas y de seguridad afganas.

No creo que podamos ir a una situación como la de Bosnia o Kosovo, de
plazos temporales que nunca se acaban y se van alargando, y una de
las maneras es conseguir que los mismos afganos sean capaces de
garantizar el orden público y la seguridad dentro y en las fronteras
de Afganistán. En este caso las fuerzas pueden cumplir una misión
específica que contribuya a la formación.

Este es el marco en el que nos movemos, un marco de claroscuros, un
marco de legitimidad que significa ir dando pasos adelante. Pero en
la misión siguen existiendo muchos interrogantes, usted ha ido
señalando algunos, otros creo que debemos señalarlos con mayor
fuerza, porque cuantos más interrogantes haya más difícil será la
ejecución de la misión de esta fuerza internacional y más fácil será
cuestionar la fuerza internacional o su misión. Debemos saber, y
esperamos que mañana quede ya claramente definido, cuántas tropas,
dónde estarán, la zona, si hay únicamente un acuerdo para Kabul y sus
alrededores o se prevé una posible extensión; y el tiempo, estos tres
meses iniciales, porque debería de hacerse una reflexión seria, ya
que yo creo que difícilmente podemos confiar en que en sólo tres
meses sea posible hacerlo. Evidentemente la duración va a poner sobre
la mesa cuestiones como la rotación, si todos los países participan
desde el primer momento y las rotaciones se hacen con todos los
países en todo momento o se va haciendo una rotación de países. Esto
afectará a las decisiones que tome España sobre la cantidad: ¿vamos a
mantener una filosofía nunca escrita pero formulada verbalmente de
que nuestras contribuciones se sitúen siempre alrededor del 10 por
ciento, o se van a fijar en términos absolutos? Porque según se hagan
estas rotaciones en función de la duración en el tiempo se
determinará la tropa que nosotros vamos a enviar.

Es fundamental que exista este mandato del Consejo de Seguridad de la
ONU. Agradecemos el análisis que ha hecho de los capítulos VI y VII,
creo que es importante



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por un tema fundamental: Varios países vamos a enviar tropas a una
zona que tiene unas características determinadas, sabemos que no se
trata únicamente de que se haya terminado la situación bélica, sino
que incluso habiendose terminado la misma en sentido estricto sigue
produciéndose una serie de problemas de seguridad debidos a bandas
descontroladas que, más que motivaciones políticas, tienen otro tipo
de motivaciones, pero que por ello mismo pueden ser incluso más
peligrosas que bandas que tuviesen un origen claramente político. Por
tanto, sería una grave irresponsabilidad de cada uno de los países y
del conjunto de la comunidad internacional enviar tropas sin las
suficientes garantías de autodefensa ante los problemas con los que
se van a encontrar.

Otro elemento importante es que debería haber una clara delimitación
entre lo que ha sido la misión estrictamente militar y esta nueva
misión de asistencia para la seguridad. Esto comporta una serie de
problemas de definición, de coordinación entre fuerzas que participan
en la segunda misión, básicamente las fuerzas americanas, sin olvidar
que las fuerzas de uno de los países participan activamente en las
dos misiones y que esto podría dar lugar a ciertos problemas que
conviene tener en cuenta, para delimitar las soluciones antes de que
los mismos se presenten.

Hay también algunas incógnitas sobre lo que vamos a hacer que, en la
medida de lo posible, nos gustaría que nos despejara: ¿Quién va a
realizar el transporte de las tropas españolas, sea cual sea la
cantidad? ¿Se va ha hacer con medios de transporte españoles? ¿Va a
haber un pool de aviación de los países? ¿Cómo piensa realizarse? La
logística del mantenimiento, importante en los tres meses pero más
importante si se alarga, ¿va a ser una logística compartida o va a
ser una logística de cada uno de los países? Ya he dicho antes que
estas fuerzas tienen que tener capacidad de defenderse, y esto está
relacionado con la cantidad y el tipo de armamento que se lleve allí
y sobre todo con las reglas de enfrentamiento que se definan para
esta situación. ¿Están ya predefinidas estas reglas de
enfrentamiento? ¿Nos puede informar sobre ello? También queremos
saber el coste previsible de nuestra aportación en el marco inicial
de estos tres meses.

Voy acabando, señor presidente. En la anterior comparecencia se
pusieron sobre la mesa algunos elementos que creo que es bueno que no
olvidemos y hacer un seguimiento del grado de cumplimiento que van
teniendo. Hubo una propuesta tanto por parte de Convergència como por
parte de nuestro grupo, que fue asumida por el ministro, sobre la
contribución al desminado. ¿Se ha tomado alguna iniciativa por parte
del ministerio y el Gobierno en este sentido?
Otro tema es el de la ayuda humanitaria expresada en términos
económicos. En aquella sesión yo le formulé una pregunta a la que
usted no dio respuesta, si el compromiso del Gobierno español de
aportación
monetaria a ACNUR se había realizado o no. Se lo vuelvo a preguntar:
¿en este momento se ha materializado el compromiso español de
aportación monetaria? En los acuerdos del Consejo de Laeken también
se establece un punto específico para la ayuda humanitaria, y no
únicamente en términos operativos sino también económicos. Se
establece un compromiso de 352 millones de euros, de los cuales 103
procederán del propio presupuesto comunitario; en los 249 millones
restantes que deberán ser aportados por los otros países, ¿qué
compromiso asume España, qué parte de estos 249 millones de euros, en
el marco de Unión Europea no de ACNUR, van a ser aportados por
España? ¿Se ha tomado alguna decisión sobre la posible participación
de la unidad médica de apoyo al despliegue del Ejército del Aire, a
la cual usted se refirió?
Acabo, como usted, con tres reflexiones más generales sobre la
situación. La primera es sobre la opinión pública. La opinión pública
ha apoyado en términos generales las operaciones para restablecer la
justicia y de ayuda humanitaria. Sin embargo, existe una situación
más inconcreta sobre la participación de tropas sobre el terreno.

Aquí no hay una posición tan clara de la opinión pública. Esto no
podemos olvidarlo; no para sacar conclusiones ni dar ciertos mensaje
como puede hacer cierto grupo, sino para fijar realmente que, como
siempre en una política de defensa -sobre todo, cuando esta política
de seguridad y defensa no es únicamente de declaraciones generales
sino que es de aportaciones y, por tanto, de alto riesgo, como usted
ha señalado-, la opinión pública debe compartir las decisiones; si
no, podemos tener muchos problemas. Aquí tenemos la obligación
política de que la opinión pública tenga claro qué hacemos, por qué
lo hacemos y para qué lo hacemos. Esto es importante.

La segunda reflexión es que en la anterior comparecencia nosotros
acabábamos nuestra intervención con la expresión de apoyo a las
Fuerzas Armadas que van a participar en esta operación; reiteramos
este pleno y total apoyo, pero también le decimos, señor ministro,
que tenemos que garantizar que los recursos de que dispongan sean
suficientes; que sepan que no sólo les damos un apoyo verbal, sino
que el apoyo material y de recursos va a ser todo el que necesiten y
que se hagan todos los esfuerzos que se tengan que hacer.

La tercera reflexión -no me extenderé en ella- es que si bien el
formato de sus comparecencias es uno de los posibles en la relación
entre el Gobierno y el Parlamento, el problema sigue existiendo y
repito que debemos avanzar en unas fórmulas estables de relación
entre el Gobierno y el Parlamento que no dependan de cada situación
ni de la buena voluntad del Gobierno o de las fuerzas parlamentarias.

Por ello, cuanto más regulado esté, menos dependerá de la buena
voluntad y más positivo será tanto para el Gobierno como para el
Parlamento y, en conjunto, para toda la sociedad española.




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El señor PRESIDENTE: El turno de portavoces lo cierra el
representante del Grupo Popular, el señor Atencia. Advierto que, al
término de su intervención, se suspenderá la sesión durante cinco
minutos.

Tiene la palabra el señor Atencia.




El señor ATENCIA ROBLEDO: Le agradezco, señor presidente, que no me
obligue usted hoy a rematar, sino simplemente a cerrar el debate y no
tengamos que recurrir a ningún tópico o símil deportivo a la vista de
las fechas en las que estamos.

En cualquier caso, señor ministro, quisiera en primer lugar agradecer
su comparecencia y no simplemente por mera cortesía, sino porque creo
que hay que agradecer y destacar -desde el Grupo Popular lo hacemos-
que el ministro de Defensa haya comparecido hoy dando amplia
información; una información nueva que complementa la comparecencia
celebrada apenas hace tres semanas, el 27 de noviembre. Quiero
destacar desde el Grupo Popular, sin darle más importancia que la que
le corresponde, que la comparecencia sobre algunos aspectos
-comparecencia pedida por otros grupos, el Grupo Mixto, cuyo
representante no ha podido estar en el día de hoy aquí, y el Grupo
Catalán de Convergència i Unió, ya no Minoría, sino grupo mayoritario
en Cataluña y aquí todavía con el papel que tienen- viene obligada
por la solicitud realizada la semana pasada por el Gobierno. Es lo
que ha obligado a esta comparecencia: la petición y la voluntad del
Gobierno en su conjunto, del presidente del Gobierno y,
especialmente, del ministro de Defensa en este momento, de dar
cumplida información -como ha venido ocurriendo tras los
acontecimientos del 11 de septiembre-, en un hito que se corresponde
con la voluntad clara de respeto al papel que desde el Gobierno se le
ha dado siempre al Parlamento; pero significa también un hito en el
trato con el Parlamento en relación con otros acontecimientos de
carácter internacional.

Además, quiero destacar, como decía al principio, la información que
se ha dado concretamente sobre los objetivos mediatos e inmediatos
que el ministro ha planteado en su intervención sobre la evolución de
las operaciones en Afganistán, sobre la marcha del conflicto
y principalmente -ese era el objetivo de su comparecencia- sobre la
puesta en marcha de esa misión de fuerza multinacional en operaciones
de mantenimiento o aseguramiento de la paz.

Desde el Grupo Parlamentario Popular queremos insistir en algo que no
es novedoso que lo digamos nosotros -lo ha dicho también el
Gobierno-: en la legitimidad de las operaciones que se iniciaron como
consecuencia de los acontecimientos del 11 de septiembre y que,
lideradas por los Estados Unidos, se empezaron a llevar a cabo a
partir del mes de octubre, que tenían todo su apoyo en la legalidad
internacional. Me remito simplemente a la exposición hecha por el
ministro y a lo que hemos dicho en anteriores comparecencias.

La misma legitimidad que ahora se quiere llevar a cabo con
esta operación de mantenimiento o de aseguramiento de la paz. Sin
duda, tanto los acuerdos de Bonn, en el palacio de Petersberg, como
la posterior Resolución del 6 de septiembre del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas significan un aval, un punto de partida de
esta operación que ha ofrecido liderar el Reino Unido y que tiene una
apoyatura en una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas. Nosotros agradecemos la reflexión y los detalles que ha dado
el ministro en relación con la aplicación de los capítulos VI y VII
de la Carta de las Naciones Unidas. El Grupo Popular entiende que en
esta situación habrá que aplicar los dos capítulos porque,
evidentemente, la paz aún no ha llegado y, por tanto, tendremos que
estar primero en las operaciones de peace enforcing y posteriormente
de peace keeping. En cualquier caso, nos parece que la posición es
bastante clara y creo que además la mayoría de los grupos
coincidimos. Lo que es evidente es que hace falta dotar una fuerza
multinacional que asegure y apoye la situación en la que
inicialmente, durante tres meses, se encuentra el Gobierno
provisional de Afganistán. Desde el Grupo Popular nos gusta coincidir
con el Grupo Socialista en algunas ocasiones -lo hacemos a menudo en
esta Comisión- y, sin duda, la ayuda que hay que prestar a las
autoridades afganas se tiene que hacer con una fuerza lo
suficientemente consistente que evite otro tipo de riesgos.

Simplemente lo decimos como una reflexión, unida a la expresión que
ha señalado en su intervención el señor ministro. En este capítulo el
ofrecimiento que se ha realizado por parte del Gobierno de España de
un importante contingente a disposición del país que se ha ofrecido a
liderar esta fuerza multinacional nos parece que está perfectamente
en línea con la posición y la actuación del Gobierno de España desde
el principio de esta crisis. Creo que ha sido una posición de la que
el conjunto de los españoles -y el Grupo Parlamentario Popular lo
quiere destacar en esta Cámara una vez más- nos sentimos orgullosos.

El Gobierno de España ha estado en todo momento a la altura de las
circunstancias; lo ha estado al principio, lo ha estado con decisión
en las primeras operaciones el mes de octubre, lo ha estado en los
ofrecimientos siempre realistas que se han realizado huyendo de todo
afán de protagonismo. El ministro lo ha dicho hoy; lo dijo el 27 de
noviembre y en otras ocasiones y lo quiere destacar el Grupo Popular
en este momento. Sin duda esa actuación de España y de su Gobierno
con decisión, con realismo pero con prudencia, es la que caracteriza
una posición absolutamente coherente de nuestro Gobierno, sin caer en
ningún momento en ningún tipo de precipitación. Creemos, insisto, que
el Gobierno siempre ha estado a la altura de las circunstancias y
vuelve a estarlo ahora. Por tanto, en la oferta flexible que hoy ha
trasladado el ministro aquí, a la vista de las circunstancias
cambiantesde la disponibilidad de España a participar en esa



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fuerza internacional, tiene el respaldo del Grupo Parlamentario
Popular.

Podría terminar aquí mi intervención pero, por último, me gustaría
hacer algún comentario respecto al cierre de su propia intervención.

Ha dicho usted, señor ministro, que esta misión vuelve a convertir a
nuestros soldados en defensores de la paz, de los derechos humanos y
que se asumen unos riesgos, como en toda operación. Eso es algo que
desde el Grupo Popular, desde la Cámara y desde la sociedad española
tiene que conocerse, valorarse y respaldarse. En este momento, como
en otras ocasiones, hay que respaldar en esta Cámara, así lo hace el
Grupo Popular con la humildad de su argumentación, al Gobierno de
España y a nuestras Fuerzas Armadas. Unas Fuerzas Armadas que, como
ha dicho el señor ministro, dan continuamente ejemplo de
profesionalidad, unas Fuerzas Armadas profesionales, abnegadas, de
las que la sociedad española se siente orgullosa y que ya en otros
acontecimientos han intervenido con toda la dignidad del mundo y,
además, así ha sido reconocido por el conjunto de los españoles. Por
eso, señor ministro, como es obvio y natural, el Grupo Parlamentario
Popular, como la mayoría de esta Cámara, respalda esa actuación
decidida, responsable y realista del Gobierno de España en estos
acontecimientos y la petición de información concreta que se ha dado
en el día de hoy.




El señor PRESIDENTE: Como había anunciado la presidencia, cinco
minutos de descanso. Reanudaremos a la una en punto. (Pausa.)



El señor PRESIDENTE: Se reanuda la sesión.

Corresponde dar respuesta a las demandas informativas y a las
cuestiones que se han formulado al compareciente al ministro de
Defensa, quien tiene a partir de ahora el uso de la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Trillo-Figueroa y Martínez-Conde): Y
espero que no el abuso, señor presidente. Gracias a todos los
intervinientes, cuyas preguntas y solicitudes de aclaración o
consideraciones espero responder con concreción y la precisión hasta
donde pueda. He tenido la tentación de ordenar en ese receso -que
diría el clásico Perry Mason- la respuesta a sus intervenciones de
una manera material, pero creo que es más cortés y más adecuado
seguir el hábito de contestar a las intervenciones concretas sin
perjuicio de que pueda haber reiteraciones en la argumentación, como
de hecho las hay necesariamente en las intervenciones de SS.SS. sobre
las mismas materias y con consideraciones en algunas ocasiones
semejantes.

Por tanto, comienzo por el señor Maldonado, representante -ha quedado
meridianamente claro- del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i
Unió). Él mismo resumía su intervención -una intervención que yo me
atrevería a calificar de muy prudente- en
que se haga una aportación flexible, para lo cual el Gobierno tiene
el apoyo de su Grupo, que le agradezco expresamente, y que se haga
una medida de la aportación generosa y realista, dos coordenadas que
han de presidir, sin duda alguna, la actuación del departamento que
dirijo. Esos dos ejes de actuación los ha concretado en
consideraciones que van desde las características que debe tener la
contribución española a las consideraciones sobre la misión. El señor
Maldonado ha empleado un término muy feliz, el de expresar su apoyo
en términos de flexibilidad en cuanto a la composición de la
aportación española a esa fuerza multinacional. Ese término es el más
adecuado para una situación que todos hemos convenido, hasta el señor
Alcaraz, en calificar de lábil. En consecuencia, utilizando un
término que también me pareció muy acertado del señor Marsal, como
quiera que las distintas operaciones se encabalgan entre sí, es
menester que se programe la aportación con esa flexibilidad que usted
me brinda, y que yo le agradezco enormemente porque esa es la mejor
expresión de lo que nosotros hemos venido llamando realismo.

Le preocupan los términos de la misión, y, dice literalmente, cuanto
más pacificadora, mejor. Naturalmente, se trata de una misión de paz
en todo caso, pero a eso me referiré luego a la hora de procurar
aclarárselo al señor Alcaraz, a quien no quiero anticipar las
consideraciones que corresponden a su turno. Estoy totalmente de
acuerdo, y también lo estará conmigo S.S., en que debe ser una misión
con la capacidad suficiente para ser eficaces en ese mantenimiento de
la paz, no sólo en la propia autodefensa sino en el cumplimiento de
los objetivos. Como quiera que la situación sobre el terreno es
extraordinariamente cambiante y no totalmente clara, es menester
dotar a la misión de aquella capacidad que le permita el cumplimiento
de sus objetivos. Por cierto, claro que se va a centrar la misión en
Kabul, y en Kabul -anticipo alguna consideración que rebate lo que ha
dicho el señor Alcaraz- la situación de paz ya está establecida; sin
embargo, si se entiende paz en el sentido contrapuesto a guerra,
utilizado por el señor Alcaraz constantemente, ya la situación de paz
está consolidada, lo que no está desgraciadamente garantizado es la
paz civil entre las propias facciones de los afganos y entre éstas y
la fuerza dominante en Kabul, que es la Alianza del Norte. En
consecuencia, la misión debe dotar a la fuerza de la capacidad
suficiente para que pueda realizar sus objetivos y no permanecer
inerme ante situaciones conflictivas que no oculto que pueden
presentarse pero que, en ningún caso, equivalen a una situación de
guerra como la que insistentemente afirma que hay el señor Alcaraz.

El señor Maldonado hace alguna sugerencia más. Pregunta por qué no
participamos en alguna medida en un pasillo humanitario que pudiera
dar lugar al acogimiento de niños, con carácter temporal o
definitivo, o



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por qué no utilizamos las unidades de zapadores para la
reconstrucción de puentes.

Por cierto, le agradezco enormemente su sinceridad al valorar la
colaboración del Ejército con la Generalitat de Cataluña el último
fin de semana. Puedo decirle, señoría, que yo tuve oportunidad, desde
la misma Barcelona el pasado sábado, de hablar con el presidente de
la Generalitat, señor Pujol, y ratificarle nuestra mejor disposición
a colaborar en las ayudas que el Ejército pudiera prestar para hacer
menos dañosa y grave la consecuencia, por decirlo de alguna manera,
de la catástrofe natural del temporal de nieve y de lluvia sobre
Cataluña. También tengo que afirmar que el señor Pujol, como siempre,
se mostró exquisito en el trato institucional y en la gratitud que me
expresó por lo que ya estaban siendo ayudas de las Fuerzas Armadas.

En cualquier caso, le agradezco muy sinceramente que S.S. haya tenido
la delicadeza de mencionar la actuación de las Fuerzas Armadas en el
último fin de semana en Cataluña.

Sobre sí, si podemos utilizar los zapadores o podemos hacer labores
de acogimiento, tengo que remitirme a que estamos en una fase previa
a todo eso, por las propias características de la fase en la que nos
encontramos y que estamos todos reconociendo que es muy lábil, puede
suponer que acciones de reconstrucción y ayuda humanitaria en un
sentido más activo sin ninguna duda se producirán en el futuro, han
de producirse en justicia y en solidaridad, pero no estamos aún en
esa fase. Tomo muy buena nota de las acertadas sugerencias de su
señoría.

El señor Maldonado ha anticipado, como ya hizo en la otra ocasión,
algo en lo que coincide con el Grupo Socialista, que es su interés
por poder ofertar nuestra capacidad de desminado. Tengo que decirles
que esa capacidad ya se ha puesto de manifiesto al centro de
coordinación, pero ayer pude concretarla de una manera que me parece
especialmente interesante. Como saben SS.SS., ayer, a instancias del
ministro de Defensa ruso, el señor Ivanov -y algo creo que he
referido en mi intervención inicial-, tuvimos un encuentro durante
cuarenta y cinco minutos sobre nuestras relaciones bilaterales
y también sobre cuáles son los objetivos de la presidencia española de
la Unión Europea en el próximo semestre. En esa conversación, que por
cierto viene a reafirmar el espléndido momento que viven nuestras
relaciones con Rusia y con su Gobierno, pude, porque estaba dentro
del contexto de nuestra conversación relativa a Afganistán, poner de
manifiesto al ministro Ivanov que ya habíamos desarrollado en
colaboración una tan simbólica como importante labor de formación de
unidades antiminas con Líbano. En consecuencia sugerí al ministro
ruso que hiciéramos esa labor en común en el centro de desminado de
Hoyo de Manzanares en la primera, y que yo sepa única escuela de
carácter internacional que existe sobre desminado, en cooperación
ruso-española o hipano-rusa. El señor Ivanov se mostró
plenamente de acuerdo en hacerlo. Antes he querido referirme en
términos delicados, que creo que no debo romper ahora, a la especial
dificultad que tiene Rusia para estar presente en las labores
humanitarias o en las misiones internacionales en Afganistán por
circunstancias históricas sobradamente conocidas por todos, y el
señor Ivanov agradeció al Gobierno de España esa posibilidad que le
permite estar presente en una labor humanitaria de tanto calado como
es el desminado, y tan necesaria como lo es en Afganistán, y que
llevará, si es posible y avanzamos en la idea ayer generada, a que a
través de Hoyo de Manzanares podamos desarrollar cursos específicos
de desminado para Afganistán dentro de una concertación hispano-rusa.

Tengo ahora que referirme a la intervención del señor Alcaraz, y,
como siempre, porque además sé que es recíproca no sólo la amistad
sino el respeto personal que nos tenemos, lo quiero hacer en términos
muy respetuosos, pero tengo que responder con la misma contundencia
con la que él se ha manifestado, y lo haré solamente en términos
dialécticos. Quiero decir al señor Alcaraz que, en sus intervenciones
a lo largo de este conflicto, el portavoz de Izquierda Unida, y
probablemente gran parte de su grupo, si no todo él, sigue teniendo
dificultades para superar aquella cosmovisión que estuvo en su raíz
fundacional, y que parece que no puedan superar, sin que la realidad
se amolde a su pensamiento y a sus dictados. Es decir, parece como si
todo este conflicto Izquierda Unida, desde el primer momento, lo
quisiera calificar de guerra, y además declarar parlamentariamente la
guerra, y además producir la máxima alarma en el Parlamento y, a
través de él, como representante legítimo del pueblo español, en este
último, porque estamos en una guerra. Luego, adjudica unas
declaraciones sobre devastación al secretario de Defensa Rumsfeld,
que yo no escuché en nuestra reunión de ayer, pero el señor Alcaraz,
de Izquierda Unida, además de esta cosmovisión debe tener oídos
especiales en la OTAN, que yo no alcanzo con el mío, porque para nada
habló de esa devastación. Usted podrá manejar los periódicos, pero el
que estuvo allí fui yo; se lo digo con toda franqueza, señor Alcaraz,
o uno se ha vuelto rematadamente sordo, o ni devastación, ni guerra,
ni continuidad de la guerra, ni todas esas cosas en las que usted
trata de insertar la realidad de un conflicto internacional, como si
fuera el clásico lecho de Procusto, donde usted parte por donde
quiere para amoldar la realidad a su pensamiento. Permítame que se lo
diga así, y, si me permite algo más, se lo diré con todo aprecio y
hasta con una cosa que sabe que me es muy sentida y a la que no suelo
recurrir porque ya sería tópica. Le decía Hamlet a Horacio: Hay
cosas, querido Horacio, que están fuera de tu filosofía. Es verdad.

La realidad muchas veces está fuera de los prejuicios, de los dogmas
o de las cosmovisiones. Señor Alcaraz, eso lleva a que se produzca
una confusión, que no quiero calificar, entre las misiones de las que
he venido a



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hablar hoy, de las que estuve hablando el otro día, y las que usted
quiere seguir viendo.

Uno de los grandes avances del derecho internacional de los últimos
cinco o diez años es la decantación de distintas posibilidades de
acción de la comunidad internacional, y desde luego el capítulo VII
de la Carta de Naciones Unidas no está concebido inicialmente, ni
desarrollado luego en la práctica en estos últimos años, para casos
de guerra. No es así. Yo he querido ser exhaustivo en el análisis,
dentro de mis posibilidades siempre limitadas, de la distinción entre
el capítulo VI y el capítulo VII, porque esta Casa, que es la de la
legitimidad del pueblo español y por trasposición como miembro de la
comunidad internacional, a la que el Gobierno español representa en
forma de comunidad nacional, conecte la propia legitimidad
constitucional y su derecho, con la legitimidad que ampara el derecho
internacional. Por tanto, en la casa de las leyes, como usted usa de
decir con razón, seamos especialmente sutiles a la hora de lo que
planteaba el otro día el señor Marsal, si capítulo VI o capítulo VII,
pero ni el VI ni el VII, señor Alcaraz, están para el caso de guerra.

No es el caso de guerra, estamos en ambos en misiones de paz, uno, en
términos británicos, que es de peace keeping, mantenimiento de la
paz, y, otro, es de intervención, de peace enforcing, de
establecimiento, reforzamiento de la paz, pero no de guerra. Fíjese,
tan es así que le puedo poner reiterados ejemplos de cómo el capítulo
VII, al que usted parece que vincula ya necesariamente una
declaración de guerra total, ha sido utilizado para la SFOR o para
Haití o para Timor Oriental. Tengo delante la resolución del Consejo
de Seguridad, que naturalmente (ha hecho bien el señor Marsal en
recordarlo) ratifica la legitimidad de las acciones internacionales
como las que ahora se están desarrollando ya en relación a Timor
Oriental; puedo poner a disposición de S.S. todo lo que desarrolla el
Consejo de Seguridad derivado del capítulo VII de la Carta, porque
subraya la urgente necesidad de prestar asistencia humanitaria
coordinada, la importancia de permitir un acceso pleno, seguro y sin
trabas a las organizaciones que prestan asistencia humanitaria, insta
a todas las partes a que cooperen con dichos organismos, etcétera.

Todo esto -insisto- dice la resolución, actuando en virtud del
capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, autoriza la creación de
una fuerza multinacional bajo una estructura de mando unificado, de
conformidad con lo solicitado por el propio Gobierno de Indonesia,
tramitado por el secretario general, etcétera.

Es decir, que ni el VI ni el VII -no confundamos- están hablando de
guerra, sino justamente de paz y desarrollo, por tanto, de una misión
de paz.

Sobre la naturaleza de la misión luego volveré porque ha pedido
mayores precisiones el señor Marsal, pero déjeme insistirle, señor
Alcaraz, a ver si puedo alcanzar su convicción; al menos, pretendo
claramente
persuadirle. Además, no deja de ser una provocación intelectual para
una persona de sus características examinar de verdad que justamente
en el palacio Petersberg se diseñaron, aparte de aprobarse ahora, las
condiciones del restablecimiento del Estado plural en Afganistán, que
se han acogido, insisto, por el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas. Fue allí donde se perfilaron y se tipificaron para los
europeos las misiones de paz en el sentido amplio que ahora estamos
analizando, y esas tres misiones, que son justamente las que
constituyen los objetivos de la Unión Europea -de ahí que en alguna
intervención no se pudiera ir a más en términos de los Quince en la
reunión de Laeken del otro día-, son las únicas que caben de momento
en el segundo pilar. Allí se especificó que las misiones eran de tres
tipos: las acciones humanitarias, las de peace keeping y las de peace
enforcing, es decir, mantenimiento de la paz o restablecimiento de la
paz. Esas son las tres famosas misiones Petersberg, que vienen
justamente a ser el marco de reflexión en el que los propios
representantes del pueblo de Afganistán piden, vuelvo a insistir, a
Naciones Unidas que se establezca una fuerza internacional. En
consecuencia, no desvirtuemos las cosas, no confundamos los términos
de los mandatos y no cuestionemos la legitimidad internacional, que
en todo caso ha acompañado, acompaña y acompañará la actuación del
Gobierno de España y de la coalición internacional contra el
terrorismo.




El señor Marsal plantea, en un discurso que tengo que reconocer sin
empacho que, como siempre, está bien construido y claramente
ordenado, que la situación, y por tanto la respuesta, es
indeterminada. Pues es verdad. También, como he dicho en el caso del
señor Maldonado cuando se ha referido a la flexibilidad, el señor
Marsal llega a la conclusión de indeterminación por causas que me han
parecido que eran tanto las derivadas de la propia situación, de
labilidad, como del distinto tipo de misiones que se están
encabalgando -vuelvo a utilizar su verbo, que es muy gráfico- una con
otra y que producen que tengamos que analizar las distintas
aportaciones siempre en términos de potencialidad, que a lo mejor se
pueden cerrar dentro de dos horas o dos días o que a lo mejor no
llegan a desplegarse. ¿Eso significa que haya dudas de legitimidad,
como ha planteado el señor Alcaraz? En absoluto. El señor Marsal ha
dicho luego que tienen clara legitimidad todas ellas. Eso significa
que se están desarrollando misiones que tratan de adaptarse a la
realidad, no a los prejuicios ni a los dogmas ni a los chiclés: a la
realidad. Y así como en anterior ocasión hablaba de una misión de
carácter humanitario, de la que he dado cuenta hoy en el sentido de
que se están trasladando alimentos, mantas, ropa de abrigo,
medicinas, etcétera, por los aviones C-130 Hércules y, en su caso,
por los Casa 235 -y luego hablaré sobre la pregunta que me ha hecho
respecto a la UMAD-, de la misma manera, de lo que hoy estamos
hablando de manera principal o



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inmediata es de la composición de una fuerza multinacional que tiene
los factores que se han puesto sobre la mesa tanto en cuanto a su
legitimación por el Consejo de Seguridad como en lo relativo a su
composición en lo que respecta, por consiguiente, a la participación
española, etcétera.

Voy ya a centrarme ahora sobre los interrogantes que abría el señor
Marsal. Respecto al contingente total, insisto, a juicio de quienes
desde el primer momento han tenido la responsabilidad de la
operación, que han sido los británicos, la fuerza debe estar
compuesta por entre 3.000 y 5.000 efectivos. De ahí que la posición
del Gobierno de España, por mí representado la semana pasada en
Londres en la reunión a la que me he referido con el ministro Hoon,
fuera que nuestra participación alcanzara el 10 por ciento, en
efecto, y de ahí también que los primeros anuncios y estimaciones,
como siempre hechos públicos por el Ministerio de Asuntos Exteriores,
fuera de 500 efectivos. Como quiera que los países que se comprometen
en la pasada semana a poner de verdad los batallones que el primer
diseño hace necesario no son muchos, hemos de pasar a decir: Desde el
primer momento estamos en esto, y si son 700 por batallón, ponemos
700. Esto podría completar una fuerza de al menos 3.500 efectivos,
porque, insisto, éramos únicamente cinco los países que estábamos
dispuestos a cubrir con batallones completos de 700 efectivos. Sus
señorías, como miembros de la Comisión de Defensa, saben también
mejor que yo que la antigua distinción en cuanto a las unidades
militares respecto de su número y composición es hoy mucho más
flexible, en la medida en que hay que adaptarlas a un conjunto que ha
de ser entre sí interoperable y, por tanto, varía el número. Por eso
se hizo en principio el cálculo sobre el 10 por ciento, luego pasamos
a los 700 efectivos, que son los que hasta esta mañana están sobre la
mesa, y vaya usted a saber en lo que queda. Por decirlo con claridad,
mientras transcurre esta comparecencia, el JEMAD me informa de que en
el conjunto de las aportaciones más amplias, que ya se han hecho como
consecuencia de la decisión de los Quince de estimular a los países
europeos a participar activamente, en efectivos estaríamos ya por
encima de los 5.000 disponibles. Sin embargo, con plena
transparencia, se echan de menos unidades de ingenieros, unidades de
helicópteros y unidades de NBQ, pero es así como se componen, señor
Alcaraz, los llamados -y tampoco es un término que me entusiasme-
paquetes de fuerza (Risas.) Es así como se componen.

Quien les habla ha querido hacer realidad un compromiso que es muy
serio, válgame por ello que vaya precedido de cierto humor, pero que
es muy serio. Yo les dije, a requerimiento de S.S., que nunca, en un
sitio de conflicto, habrá un soldado español sin que previamente lo
conozca el Parlamento. En consecuencia, como estamos hablando (vuelvo
al esquema trazado en sus interrogantes por el señor Marsal) de
plazos muy
perentorios, puesto que el día 22 de diciembre puede estar desplegada
la primera oleada, y a lo sumo en los primeros 15 días del mes de
enero (en período de no sesiones), es por lo que, aun a pesar de la
labilidad, he querido que el Congreso supiera que desde el primer
momento España está dispuesta a participar en esa fuerza
multinacional de paz., que desde primer momento, como contribuyentes
fundadores y en contacto con el Reino Unido, que lo lidera, hemos
dicho que lo que haga falta, dentro de nuestras capacidades y de
nuestras posibilidades. Los 700 efectivos no son los 1.000
canadienses, pero es un importantísimo número de efectivos para una
aportación inicial, quizá la más importante que hasta ahora ha
ofrecido España a un contingente multinacional como contingente
inicial. ¿Quiere eso decir que van a terminar yéndose los 700 antes
de Nochebuena? No, señor. Quiere eso decir que ésa es la capacidad
que España pone a disposición en la conferencia de generación de
capacidades. A partir de ahí, estimo, por las intervenciones de S.S.,
que el Gobierno, además de tener plena capacidad para la disposición
de las unidades militares, tiene el apoyo de la mayoría de las
formaciones que ustedes representan para contribuir en esta medida a
la fuerza multinacional.

En cuanto a la zona, yo creo que el mandato de Bonn es muy claro: es
Kabul y sus alrededores. Es verdad que en términos de previsión de
amenazas y de riesgos en un país absolutamente asolado y fraccionado,
esos alrededores podrían entenderse como muy amplios, pero no es lo
que se deduce del texto original en inglés del acuerdo y tampoco lo
que se está manejando -otro elemento que me pedía el señor Marsal- a
la hora del acuerdo militar que se está negociando con las
autoridades de Kabul para hacer efectiva el área de actuación de esa
fuerza multinacional en torno a Kabul.

Me ha dicho también que se delimite con otras operaciones. Pues bien,
a efectos de comprensión por parte de la opinión pública a través del
Parlamento, vuelvo a ser claro. Las operaciones en las que hasta
ahora ha participado España son las siguientes: una de carácter
humanitario para ayudar a los afganos con medicamentos, alimentos,
ropa y abrigo, ayudas que ya se han enviado, y otra que ahora estamos
gestando, que es una misión multinacional de paz. Que esto quede muy
claro. Mientras tanto ya he dicho que las acciones derivadas de la
operación Libertad duradera, liderada y ejecutada prácticamente en su
totalidad por los ejércitos de los Estados Unidos, no han terminado
ni en Tora Bora ni en otros puntos. Pero tengo que ser sincero,
radicalmente sincero. No se trata solamente de que no se solapen esas
operaciones, sino sobre todo de que la fuerza multinacional de paz,
de aseguramiento, tenga los debidos contactos de asentamiento en
Kabul y en sus alrededores, que no lleguen a Kabul en condiciones de
inanidad, sin tener efectivos ni medios de contacto para los equipos
de control, de comunicaciones, de mantenimiento, de apoyo logístico,
etcétera. Eso forma



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parte del acuerdo militar que en este momento se está desarrollando
y, para una mejor coordinación, a nuestro juicio son imprescindibles
los Estados Unidos, sencillamente porque son los que están sobre el
terreno y los que en consecuencia responsablemente tienen que
facilitar la implantación de esa fuerza de carácter multinacional.




Me ha preguntado por los medios de transporte. No están decididos,
aunque tengo que decirle que, si se optara por los 700 efectivos
puestos a disposición, estos se utilizarían sin condiciones y el
Gobierno de España correría con los gastos de su transporte. También
se utilizarán medios propios en la medida en que sea posible,
a través de los aviones que SS.SS. conocen: los C130 o algún 707 si
fuera necesario, o en su caso por medio de las contrataciones
necesarias, como se ha hecho en otras ocasiones, para que las fuerzas
estén disponibles en el momento en que sean requeridas.

Posibilidades de pool. No pueden excluirse. En la reunión de la
semana pasada nuestros amigos y aliados los franceses nos plantearon
la posibilidad de ese pool, algo que no está cerrado, como tampoco lo
está el conjunto del diseño de la fuerza, pero no quiero ocultar a
SS.SS., dadas las fechas y las consideraciones que he hecho
anteriormente, ningún dato ni ninguna posibilidad.




Me ha preguntado por el coste. Señorías, el ministro de Defensa, por
orden del presidente del Gobierno, y el propio presidente, quieren en
todo momento que las Fuerzas Armadas, a través de sus órganos
técnicos especializados, sean quienes pongan a disposición del
Gobierno y en conocimiento del Parlamento los efectivos y el diseño
de las capacidades que pueden participar en cada operación. Lejos del
presidente o de quien les habla decir que vaya un tipo de unidad u
otro; no es algo que corresponda analizar técnicamente a quien les
habla, aunque sí es verdad que hay un seguimiento permanente por mi
parte con la Junta de Jefes de Estado Mayor, con el jefe de Estado
Mayor de la Defensa y con su división de operaciones. Esto lo digo
contestando a algunas de las preguntas que S.S. ha planteado. Por
tanto, no hay ningún problema a la hora de hacer compatible el
despliegue de esta operación con las que ya están en marcha en
Bosnia-Herzegovina, en Kosovo y en menor entidad en Macedonia ni con
otras, sobre todo con efectivos de la Guardia Civil, en Timor. No hay
ningún problema de compatibilidad. Por decirlo más claramente, en
modo alguno merman o cercenan las capacidades necesarias para la
defensa nacional en el sentido estricto. También les he pedido
siempre a la Junta de jefes que estas capacidades se diseñen teniendo
en cuenta el coste. A la hora de evaluar el coste ya saben SS.SS.

sobradamente cuáles son los principios del Gobierno del que formo
parte y la tendencia natural de quien ha tenido alguna
responsabilidad de evaluar adecuadamente. Pues bien, inicialmente se
había previsto que pudiera costar entre 700 y 900 millones al
mes el mantenimiento de esta fuerza y SS.SS. pueden hacer, por tanto,
la multiplicación por los tres meses que dura el mandato último de
los puntos que me planteó. Con ello concluyo los interrogantes que me
abrió sobre la misión y la participación española.

Me planteó también algún otro interrogante, que al no ser de
competencia directa del ministro de Defensa, que sí del Gobierno, he
querido recabar por si le pudiera proporcionar la información que me
pedía sobre ayuda humanitaria. La información de que dispongo es que
se hicieron llegar por la Agencia Española de Cooperación
Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores, estamos hablando
de ACNUR, 900 millones de pesetas y otros 200 millones de pesetas
derivados de las comunidades autónomas, en total 1.100 millones de
pesetas. El acuerdo de Laeken -como S.S. ha recordado- son 352
millones de euros de los que 103 corresponden a los propios
presupuestos de la Unión Europea, pero aún no se ha hecho el reparto
entre los distintos países, para saber lo que nos pueda corresponder
a nosotros, que es lo que le interesaba al señor Marsal.

En cuanto a la UMAD, por la que también se ha interesado para hacer
el seguimiento del compromiso que señalé en mi anterior comparecencia
para las acciones de carácter humanitario, la situación actual es la
siguiente. El despliegue está previsto, en el caso de que sean
requeridos por la coalición a través del centro de coordinación de
Tampa, y el plazo señalado para el despliegue de la UMAD sería
inicialmente a mediados de enero. La localización de la unidad sería
la base de Bagran y atendería a las unidades aéreas allí desplegadas
y si fuera oportuno también nuestras fuerzas podrían ocuparse, si es
que allí hubieran llegado, aparte de las fuerzas multinacionales, y
desde el principio con mandato de que también usen todas sus
capacidades para asistencia a la población civil.

Señor presidente, señorías, creo haber atendido a todos los
requerimientos de información y a cuantas cuestiones me han planteado
los portavoces, bien desde el punto de vista de apoyo de Convergència
i Unió, del apoyo matizado, pero dentro del consenso parlamentario,
sobre materia de seguridad y defensa, del Grupo Socialista y del
expresado -que agradezco vivamente en términos precisos y
parlamentariamente polémicos en los que no voy a entrar, porque
bastante lo ha hecho ya el señor Atencia- el portavoz del Grupo
Popular. Quiero agradecerle tanto sus palabras como el apoyo que en
todo momento estoy recibiendo del grupo parlamentario del que formo
parte, hoy también sobradamente presente tanto aquí como fuera de
aquí para hacer constar ese apoyo que en momentos de crisis como son
los que estamos viviendo se agradecen de manera especial.

Por cierto, y con ello termino, es verdad que forma parte de los usos
parlamentarios que el Gobierno pida la comparecencia, es verdad que
yo lo he hecho en las últimas ocasiones tres veces ya para hablar de
este conflicto.




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Los precedentes y las comparaciones los establecen SS.SS., yo no soy
quien, pero respecto de la sugerencia de que se podría trazar un
diseño, en el que insiste siempre el señor portavoz del grupo
principal de la oposición, el señor Marsal, de una forma de control
o de información del Gobierno, me va a permitir que le vuelva a remitir
a la reforma del Reglamento de la Cámara y, si me lo permite, dada la
proximidad de las fechas navideñas, señor presidente, señoría, como
antiguo presidente de esta casa, animo a su grupo a buscar el
consenso en torno a esa tan necesaria y pendiente reforma.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor ministro, por su extensa y
exhaustiva información. (El señor Alcaraz Masats pide la palabra.) ¿A
qué efectos quiere intervenir el representante de Izquierda Unida?
Excepcionalmente corresponde al presidente dar la palabra. Supongo
que me explicará qué es lo que desea, ¿alguna aclaración?



El señor ALCARAZ MASATS: Señor presidente, quisiera hablar. (Risas.)



El señor PRESIDENTE: ¿Para qué?



El señor ALCARAZ MASATS: Como la vez anterior.




El señor PRESIDENTE: Como la vez anterior, no. La vez anterior hubo
una petición de aclaración y, en ese sentido, si quiere, le concedo
una petición de aclaración, tan breve que excepcionalmente el
presidente le da un minuto para que pueda intervenir, pero imagino
que cundirá el ejemplo y habrá que hacer lo mismo con el
representante del Grupo Socialista. Tiene un minuto para pedir
aclaraciones.




El señor ALCARAZ MASATS: Señor presidente, no entiendo, porque el
señor ministro se ha extendido y ha hecho muchísimas referencias a
este portavoz. Por lo menos concédame un turno en que este portavoz
pueda expresarse.




El señor PRESIDENTE: Señor Alcaraz, esta es una pieza de control al
Gobierno. No querrá que el Gobierno se quede impasible ante las cosas
que ha tenido que oír de los grupos. Lógicamente tendrá que tener
réplica y tendrá la réplica que le corresponde y que le concede el
Reglamento.




El señor ALCARAZ MASATS: ¿Y usted quiere que yo me quede impasible,
pero el señor Trillo no?



El señor PRESIDENTE: No es que se quede impasible. Lo que digo es que
no corresponde reglamentariamente ninguna réplica por parte de los
grupos.




El señor ALCARAZ MASATS: Sí corresponde, señor presidente, todo
depende de su criterio.




El señor PRESIDENTE: No corresponde. En otras ocasiones, el
presidente ha sido tan generoso que ha concedido peticiones de
aclaración, pero lo que no permitirá es que se reabra el debate que
ha tenido su proyección en el tiempo y en el que ha permitido
intervenir a S.S. sin limitaciones de tiempo, que le podía haber
llamado la atención en dos ocasiones, porque rebasó ampliamente su
tiempo y no le he dicho nada. Le concedo un minuto para pedir
aclaraciones y lo mismo al portavoz del Grupo Socialista.




EL señor ALCARAZ MASATS: Señor presidente, con respecto al tiempo le
ruego que mida el tiempo que yo he empleado, que ha sido la mitad que
el Grupo Socialista. Tiene usted mal el reloj, pero no vamos a entrar
en una discusión al respecto.




El señor PRESIDENTE: Usted es un parlamentario muy avezado y
experimentado, en una cuartilla puede resumir todo un ensayo y en un
minuto puede resumir una intervención más.




El señor ALCARAZ MASATS: Sí, señor presidente, una cuartilla de
argumentación.




El señor ministro me trata con cierto distanciamiento, quizá porque a
pesar de sus buenas maneras no ha conseguido conmigo el flechazo que
ha conseguido con otros portavoces (Risas.), pero ésos son otros
problemas en los que en este momento no voy a entrar. (Varios señores
diputados pronuncian palabras que no se perciben.)
El término con el que se ha intentado caracterizar la situación ha
sido el de lábil. Tan lábil que usted, sobre la marcha, nos ha dado
noticias nuevas con respecto a la composición y a la cantidad del
contingente. Pero he de recordarle, señor Trillo, que aunque lábil
significa aquello que resbala y se desliza fácilmente también
significa aquello que es frágil, caduco y débil. Estamos en una
situación muy débil, casi en una situación de estar al teléfono. Yo
estoy esperando con ansiedad esta noche para ver los guiñoles de
Canal Sur, porque los voy a ver al teléfono pidiendo, en esta
situación lábil, instrucciones en un determinado sentido.

Señor presidente, usted sabe que al hablar del capítulo VII estamos
hablando de gestión de la crisis en una situación bélica, que usted
se ofende mucho con este término de guerra, pero realmente es ante lo
que estamos. ¿Quién define el término guerra, usted, yo? No. Usted
puede definirlo de una manera y yo de otra pero se puede utilizar
tranquilamente como término de gestión de crisis en una situación muy
determinada, a la que usted aludió aduciendo peligros serios a partir
de este momento.




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Termino con dos consideraciones brevísimas, señor presidente. Usted
ha dicho que yo tengo una cosmovisión que tal vez no afecta a todo mi
grupo. Es posible. Pero usted ha hecho una excursión un poco
peligrosa, a la que no voy a responder con el mismo rasero. No lo voy
a hacer, además, porque ustedes, en función del llamado patriotismo
constitucional, han adoptado la palabra una. España es una y esa
unicidad no se la voy a discutir a partir de ahora. Usted sí podrá
discutir ciertas unicidades; a partir de ahora ustedes se van a
refugiar en la palabra una, pero no le voy a intentar contestar con
la misma moneda.

Termino con Shakespeare, no recuerdo bien si es el soneto 57 en la
traducción de Agustín García Calvo, en Castalia, porque en función de
lo que está haciendo este país, la aportación de tropas bélicas, que
no va en consonancia con la mayoría de lo que piensa este pueblo -en
eso coincide con mi cosmovisión, señor Trillo-, ustedes están en esta
situación lábil luchando contra la conciencia de este país en función
de otros intereses, y decía Shakespeare en este soneto, en uno de sus
endecasílabos: «en contra de mí mismo lucho de tu parte». O sea,
usted al teléfono recibe esas instrucciones lábiles y está luchando
con toda una situación que no se corresponde con eso que usted ha
dicho, que este país apoya fervientemente, desde el honor y desde el
orgullo, una aportación de guerra a esta situación. No es verdad,
señor Trillo.




El señor PRESIDENTE: Comprobamos, señor Alcaraz, que es usted un
avezado parlamentario que sabe resumir, como ha dicho, aunque se ha
pasado un minuto más.




El señor ALCARAZ MASATS: Después de la advertencia que me ha hecho,
tenía que hacer un esfuerzo.




El señor PRESIDENTE: El minuto programado lo tiene el portavoz del
Grupo Socialista.




El señor MARSAL MUNTALÁ: Con gran rapidez. El ministro me incita a
que el grupo busque el consenso en la reforma del Reglamento y yo le
puedo garantizar que nosotros tendremos el mismo afán y el mismo
grado de búsqueda de consenso que tenga o que tiene el Grupo
Parlamentario Popular y, aunque después usted me pueda decir que no
es función del Gobierno -porque todos nos conocemos-, el mismo
interés que tenga el Gobierno en ello.




Acabo, no sé si dentro de este marco de flechazos o buenas
relaciones, deseando a todos, también incluso a usted, señor
ministro, y también al señor Alcaraz, con el cual no parece que haya
flechazo, o en todo caso de características distintas, unas buenas
fiestas, y especialmente al presidente de la Comisión, esperando que
siga con su abierto estilo de conducción de las comisiones.




El señor PRESIDENTE: El presidente es tolerante también con el
compareciente, que cree que debe cerrar la comparecencia. Tiene la
palabra el señor Trillo.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Trillo-Figueroa y Martínez-Conde): No
sabe cómo se lo agradezco, señor presidente, porque, en efecto, el
Reglamento dice que cierra el Gobierno siempre, o sea, que se lo
agradezco muchísimo. Además no podía dejar pasar las galanuras aquí
deslizadas en la lábil situación en la que nos encontramos.

Señor Alcaraz, muy brevemente, permítame un descargo de conciencia,
ya que nos hemos puesto en poesía. Si vengo antes de la situación y
les digo abiertamente y con plena transparencia cuáles son las
posibilidades, entonces la situación es tan lábil que casi voy hacia
el deslizamiento, y si vengo después y les digo lo que hemos aportado
estos días y lo que hemos puesto a su disposición, me dice: ¿y cómo
no vino usted a contárselo al Parlamento?, que es lo que me dijo
usted en la ocasión anterior. En cualquier caso queda firme el
compromiso parlamentario del Gobierno del que formo parte, y sabe S.

S. que se incluye además en el frontispicio de mi programa ante esta
Comisión.




Quiero agradecer al señor Marsal su felicitación y hacerla extensiva,
si me lo permite la presidencia, en estas fechas a todas SS.SS., y
garantizarles que, por lo que respecta al ministro, no quiere
inquietar el período de no sesiones parlamentario, pero si nos hemos
de volver a ver será también ocasión de poder debatir, espero que en
el mismo ambiente que en el día de hoy, aunque con el señor Alcaraz
no he conseguido un flechazo, efectivamente, pero si me alega con
sonetos de Shakespeare vamos por buen camino. (Risas.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor ministro.

Se levanta la sesión, no sin antes felicitar las Pascuas y el Año
Nuevo y desear una buena conversión de euros.




Era la una y cincuenta minutos de la tarde.