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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 279, de 28/06/2001
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 2001 VII Legislatura Núm. 279



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NOTA INFORMATIVA: En la edición impresa de este Diario, sus páginas
aparecieron, por error, numeradas desde la 4841 a la 4880. Tal error
ha sido corregido en la presente edición electrónica.

(Vease 'DS. Congreso de los Diputados' Comisiones, núm. 285)
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ECONOMÍA Y HACIENDA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. SANTIAGO LANZUELA MARINA



Sesión núm. 26



celebrada el jueves, 28 de junio de 2001



ORDEN DEL DÍA:



Debate sobre:



- Propuesta de nombramientos de doña María Teresa Estevan Bolea como
presidenta y doña Carmen Martínez Ten y don Julio Barceló Vernet como
consejeros del Consejo de Seguridad Nuclear. (Número de expediente
409/000004.) . . . (Página 8442)



Comparecencia del señor vicepresidente segundo del Gobierno para
Asuntos Económicos y ministro de Economía (De Rato y Figaredo) para
informar sobre:



- Razones de por qué la Unión Europea (UE) no ha comprometido ayudas
para la minería del 2002 al 2005, como se había anunciado a los
sindicatos, teniendo por tanto sólo comprometido ayudas en el período
1998-2002. A solicitud del Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida. (Número de expediente 213/000263.) . . . (Página 8442)



Página 8442




- La situación económica en España. A solicitud del Grupo
Parlamentario Popular en el Congreso. (Número de expediente 213/
000443.) . . . (Página 8442)



- La evolución sufrida por el índice de precios al consumo (IPC) a lo
largo del año 2001, y el cumplimiento del objetivo de inflación
previsto, así como las medidas a adoptar para su cumplimiento.
A solicitud del Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida.

(Número de expediente 213/000450.) . . . (Página 8442)



- La continua escalada de precios que viene padeciendo nuestro país,
sus causas y las medidas que tiene previsto adoptar para hacerle
frente. A solicitud del Grupo Parlamentario Socialista. (Número de
expediente 213/000451.) . . . (Página 8442)



Se abre la sesión a las nueve y cinco minutos de la mañana.




DEBATE SOBRE:



- PROPUESTA DE NOMBRAMIENTOS DE DOÑA MARÍA TERESA ESTEVAN BOLEA COMO
PRESIDENTA Y DOÑA CARMEN MARTÍNEZ TEN Y DON JULIO BARCELÓ VERNET COMO
CONSEJEROS DEL CONSEJO DE SEGURIDAD NUCLEAR. (Número de expediente
409/000004.)



El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión.

El primer punto del orden del día es la propuesta de nombramientos de
doña María Teresa Estevan Bolea como presidenta y de doña Carmen
Martínez Ten y don Julio Barceló Vernet como consejeros del Consejo
de Seguridad Nuclear. ¿Algún grupo quiere utilizar el turno de
fijación de posiciones? Si no hay fijación de posiciones, se suspende
la sesión hasta las nueve y veinticinco en punto, que votaremos.




Se reanuda la sesión.




El señor PRESIDENTE: Señorías, se reanuda la sesión.

Vamos a proceder a la votación de la propuesta de nombramientos de
doña M.a Teresa Estevan Bolea como presidenta y doña Carmen Martínez
Ten y don Julio Barceló Vernet como consejeros del Consejo de
Seguridad Nuclear.




Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos a favor, 34;
abstenciones, dos.




El señor PRESIDENTE: Queda ratificada la propuesta de nombramientos.

Como saben SS. SS. para
ello era necesario obtener la votación a favor de tres quintos de los
miembros de la Comisión.

Suspendemos un minuto la sesión mientras llega el señor ministro.




El señor PRESIDENTE: Señorías, se reanuda la sesión.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO PARA
ASUNTOS ECONÓMICOS Y MINISTRO DE ECONOMÍA (DE RATO Y FIGAREDO) PARA
INFORMAR SOBRE:



- RAZONES DE POR QUÉ LA UNIÓN EUROPEA (UE) NO HA COMPROMETIDO AYUDAS
PARA LA MINERÍA DEL 2002 AL 2005, COMO SE HABÍA ANUNCIADO A LOS
SINDICATOS, TENIENDO POR TANTO SÓLO COMPROMETIDO AYUDAS EN EL PERÍODO
1998-2002. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL DE IZQUIERDA
UNIDA. (Número de expediente 213/000263.)



- LA SITUACIÓN ECONÓMICA EN ESPAÑA.

A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número
de expediente 213/000443.)



- LA EVOLUCIÓN SUFRIDA POR EL ÍNDICE DE PRECIOS AL CONSUMO (IPC) A LO
LARGO DEL AÑO 2001, Y EL CUMPLIMIENTO DEL OBJETIVO DE INFLACIÓN
PREVISTO, ASÍ COMO LAS MEDIDAS A ADOPTAR PARA SU CUMPLIMIENTO. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL DE IZQUIERDA UNIDA. (Número
de expediente 213/000450.)



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- LA CONTINUA ESCALADA DE PRECIOS QUE VIENE PADECIENDO NUESTRO PAÍS,
SUS CAUSAS Y LAS MEDIDAS QUE TIENE PREVISTO ADOPTAR PARA HACERLE
FRENTE. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA. (Número de
expediente 213/000451.)



El señor PRESIDENTE: Doy la bienvenida al señor vicepresidente
segundo y ministro de Economía, quien tiene cuatro comparecencias
ante esta Comisión, que son los puntos segundo, tercero, cuarto y
quinto del orden del día. Si no hay inconveniente, se acumulan los
cuatro puntos, como es costumbre de la Comisión.

Sin más, tiene la palabra el señor vicepresidente del Gobierno.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO PARA ASUNTOS ECONÓMICOS
Y MINISTRO DE ECONOMÍA (De Rato y Figaredo): Buenos días, señorías.

En primer lugar, he de manifestar la opinión del Gobierno sobre la
noticia que acabamos de conocer esta mañana respecto a un posible
atentado de la banda terrorista ETA en Madrid y sumarme a la opinión
de los grupos políticos para condenar toda la violencia y respaldar
una vez más a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a todos
los servidores públicos en su defensa de la democracia.

Comparezco, como ha recordado el presidente, ante la Comisión para
atender las solicitudes de los grupos parlamentarios, en concreto del
Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida, para explicar la
evolución sufrida por el índice de precios al consumo a lo largo del
año presente, del 2001, y el cumplimiento del objetivo de inflación;
del Grupo Parlamentario Socialista, para explicar la continua
escalada de precios que viene padeciendo nuestro país; del Grupo
Parlamentario Popular, para informar sobre la situación económica de
España, también, una vez más, del Grupo Parlamentario Federal de
Izquierda Unida, para explicar la posición de la Unión Europea
respecto a las ayudas al plan de la minería 2002/2005 que tiene
establecido el Gobierno. Comenzaré por la situación económica, para
después dar algún detalle sobre las peticiones de los grupos respecto
a la evolución del índice de precios y, por último, dar una
explicación sobre las ayudas al carbón.

Como he tenido ocasión de manifestar en otras reuniones de la
Comisión de Economía del Congreso, nuestra economía, como no puede
ser de otra manera, está íntimamente ligada en su evolución a la
situación de la economía internacional, y eso nos ha llevado a
revisar el pasado 24 de abril, como conoce la Comisión, el cuadro
macroeconómico para el presente año, rebajando nuestra previsión de
crecimiento desde el 3,6 inicialmente previsto al 3,2 que prevé el
Gobierno en estos momentos.




Los datos que SS.SS. conocen respecto a organismos internacionales,
como la Comisión Europea, la OCDE y el Fondo Monetario Internacional,
confirman, primero, una rebaja de las expectativas de crecimiento en
el conjunto de los países de la OCDE y también prácticamente en la
economía mundial, y, segundo, en nuestro país también se producen
rebajas de crecimiento que coinciden con la previsión del Gobierno de
crecimientos ligeramente por encima del 3 por ciento para la economía
española en el año 2001. Como sabe la Comisión, el crecimiento de la
economía mundial ha sido previsto con revisiones a la baja en las
últimas semanas en el entorno del 3 por ciento para el conjunto de la
economía mundial y una rebaja también importante del crecimiento del
comercio internacional, que estaría reduciéndose aproximadamente
cinco puntos, del 13 por ciento en el año 2000 al 8 por ciento
previsto para este año.

Sin duda, como ya he tenido oportunidad de manifestar en la Comisión
en otras ocasiones, la evolución de la economía norteamericana es hoy
una clave indudable de la evolución de la economía mundial y desde
luego de la economía europea. Los datos del primer trimestre que
conocemos indicarían un crecimiento de la economía norteamericana en
tasas intertrimestrales anualizadas del 1,3, con lo que, trasladadas
a tasas interanuales, estaríamos hablando de un crecimiento del 2,5
de la economía norteamericana, por tanto no muy distante del
crecimiento de la economía europea, y quizás la noticia más novedosa
desde la última vez que el Gobierno compareció en esta Comisión para
hablar de la situación económica estaría en que la desaceleración
norteamericana estaría trasladándose con mucha más intensidad de la
inicialmente prevista a la economía de la Unión Europea. La economía
norteamericana está sufriendo una baja muy importante en el sector
industrial, mientras que el consumo de familias y el sector servicios
están viéndose menos afectados, pero, aunque el consumo de familias
sigue dando muestras de solidez, con crecimientos en torno al 3 por
ciento, las incertidumbres son especialmente importantes desde el
punto de vista de la capacidad de las empresas de mantener tasas de
crecimientos positivos en sus resultados, y la evolución que esto
puede tener sobre el empleo y sobre las expectativas ha llevado a la
Reserva Federal, como sabe la comisión, a seis bajadas de tipos de
interés desde el 1 de enero, que estarían situando en estos momentos
el tipo de interés de intervención de la Reserva Federal en el 3,75
por ciento después de la reducción que se produjo ayer.

En mi opinión, es muy importante el análisis que podamos hacer a
principios de septiembre de la situación de la economía
norteamericana en el primer semestre, lo que nos permitirá contrastar
o estudiar hasta qué punto nos encontramos en una situación que ya
habría pasado por su momento de mayor inflexión o si, por el
contrario, las debilidades de la inversión y de



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las expectativas en Estados Unidos se van a mantener más allá de los
primeros seis meses de este año. Eso es especialmente relevante, no
sólo para la evolución del 25 por ciento de la economía mundial, sino
también para la economía europea. En cualquier caso, los organismos
internacionales sitúan el crecimiento de la economía norteamericana
para el año 2001 claramente por debajo del 2 por ciento, es decir,
todavía en una tasa anualizada inferior a la que hemos visto en el
primer trimestre, y lo sitúan en el entorno del 1,5 ó 1,6, lo cual
indica la intensidad de una desalaceración de un crecimiento
económico que el año pasado fue del 5 por ciento en el conjunto del
año para la economía norteamericana.

La economía japonesa, como conoce muy bien la Comisión, continúa en
una fase no ya de desaceleración, sino de recesión, que por desgracia
se mantiene a lo largo de casi diez años, y su contribución, por
tanto, a la recuperación de la economía mundial no es previsible en
el corto plazo, y sí tendrá efectos indudablemente no saludables para
el conjunto de la economía asiática.

Desde el punto de vista del área iberoamericana, que puede tener
especial interés para los miembros de la Comisión, hay claramente un
proceso de desaceleración en México como consecuencia de su íntima
relación comercial con Estados Unidos, y también las economías de
Argentina, Brasil y Chile están sufriendo las consecuencias de la
desaceleración del comercio mundial, con situaciones de crisis de
financiación internacional en algunos casos, como Argentina y Brasil.

Paso, señor presidente, a la zona euro, de mayor interés para todos
nosotros, y vuelvo a resaltar que quizá el hecho más significativo de
las últimas semanas esté en la rápida traslación de la crisis
norteamericana o de la desaceleración norteamericana a la economía
europea. En ese sentido, las previsiones de crecimiento que la propia
Comisión Europea había hecho en el mes de marzo, y también el Banco
Central Europeo, sobre crecimientos de la economía europea por encima
de su potencial, están siendo revisadas a la baja en estos momentos,
situando la tasa de crecimiento alrededor del 2 y el 2,5 por ciento,
lo cual supondría una importante desaceleración desde el 3,4 del año
2000. Se centrarían los síntomas de desaceleración más intensos en
las grandes economías, principalmente en Alemania, ya que las últimas
declaraciones y previsiones tanto oficiales como privadas, situarían
en una reducción muy considerable el crecimiento en tasas por debajo
del 2 por ciento y con un segundo trimestre especialmente
significativo. Sería con un intenso debilitamiento de la demanda
interna en el caso alemán, con una caída importante de la inversión,
con un mantenimiento del consumo y también con una reducción de los
indicadores de confianza empresariales, que se situarían en los
niveles más bajos de los últimos dos años. Esto ha venido a coincidir
también en el conjunto de los países de la Unión Europea con un
repunte de los precios del
índice de precios al consumo, que se habría situado en el conjunto de
la Unión Europea por encima del 3 por ciento en el último mes y que
se situaría en el caso alemán, por ejemplo, en un crecimiento en mayo
del 3,5 que podría estimarse en el 3,1 ó 3,2 para el presente mes de
junio.

La economía francesa ha demostrado mayor solidez en los últimos
meses, pero se está perdiendo un dinamismo de su sector exterior,
aunque su demanda interna se mantiene en niveles más robustos que la
alemana. Por tanto, estaríamos en un caso ligeramente distinto, pero
con un crecimiento de su economía que se situaría claramente por
debajo del 3 por ciento en el año 2001. Se produce tanto en Francia
como en Alemania una reducción de la inversión y los precios, aunque
en tasas mucho más moderadas que en el resto de los países europeos,
también estarían moviéndose en el caso francés en torno al 2,5 por
ciento.

La traslación, de la crisis norteamericana o de la desaceleración
norteamericana a Europa ha sido mucho más intensa y mucho más rápida
de lo inicialmente previsto, lo cual indicaría que tenemos una
sintonía cíclica muy importante que no coincide, por ejemplo, con la
evolución de nuestros tipos de interés, pero que sí coincide con el
ciclo empresarial. Si sacamos conclusiones esto nos podría indicar
que hay una relación empresarial muy poderosa entre las grandes
compañías europeas y el mercado norteamericano. Tanto la Comisión
Europea como otros organismos oficiales y privados indican que la
economía europea va a crecer por debajo de su potencial en el año
2001, lo cual llevaría en mi opinión, lo he manifestado públicamente
y aprovecho esta comparecencia para hacerlo una vez más, a que desde
el punto de vista de la coordinación de las políticas económicas en
Europa cabría hacer un hincapié más intenso en todo lo que sea el
aumento del potencial de crecimiento, revisando algunas de las
propuestas que he tenido ocasión de explicar en esta Comisión y en la
de Comunidades Europeas sobre cualquier intento de elevar impuestos
en estos momentos en Europa.

Se produce esta desaceleración en Europa, como he dicho antes,
coincidiendo con un aumento de los precios que estaría ligado,
principalmente, a tres factores. Quisiera significar que este aumento
de los precios en estos momentos sitúa a todos los países con
incrementos que son los más altos de los últimos cuatro años. En el
caso del conjunto de los índices armonizados desde su redacción en el
año 1996; en el caso de Alemania estaríamos en los precios más altos
desde 1993; en el caso de Francia estaríamos en los precios más altos
también desde 1996, como en el caso de Italia, en el de España y
otros países. Me parece especialmente interesante explicar o analizar
cuáles son los datos que están siendo coincidentes en los países
europeos respecto a los factores que han podido incidir en los
últimos seis meses en el incremento de la inflación, que ha sido en
Europa de alrededor de un punto, y que serían principalmente



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tres: los precios del petróleo que se mantienen en niveles
relativamente altos, unos 27 dólares el barril, pese a la
desaceleración descrita de la economía mundial en el comercio
internacional; las crisis alimenticias que ha sufrido Europa a lo
largo de este primer semestre y, sin duda, la evolución de la moneda
europea que ha vuelto a niveles de cotización con el dólar en el
entorno del 85-86 céntimos por dólar. Estas tres características, si
se analizan, nos llevan a que la evolución del índice de precios
europeo elaborado por Eurostat, así como el del conjunto de los
países son prácticamente coincidentes en todos los países europeos.

En cuanto a la economía española, el año 2000, como conoce la
Comisión, concluyó con un incremento del producto interior bruto del
4,1, sensiblemente tres décimas superior al previsto inicialmente.

Supondría este dato el cuarto año consecutivo con crecimientos del
entorno del 4 por ciento, lo cual se sitúa muy por encima de las
predicciones de crecimiento potencial de la economía española que el
consenso estaría situando entre el 2,5 y el 3,5 por ciento, depende
de los orígenes de las predicciones y, por tanto, en los últimos
cuatro años, estaría creciendo a ritmos por encima de su potencial,
con una desaceleración, según las previsiones del Gobierno desde el
4,1 al 3,2 en el año 2001.

Quisiera significar aquí que en opinión del Gobierno se ha producido
un cambio sustancial en el funcionamiento de la economía española que
se podría apreciar en dos características muy importantes. Primera,
su comportamiento respecto a las crisis internacionales que ya hemos
podido comprobar en dos importantes crisis europeas, en el año 1999 y
en el 2001, -en el año 2001 todavía más significativa puesto que se
suma una desaceleración norteamericana a la situación europea-, y esa
diferenciación sería que nuestra economía se comporta mejor con tasas
de crecimiento mejores, incluso sustancialmente mejores que la media
europea. Nuestra habitual situación de ser un país que tenía
recuperaciones económicas más intensas que la media, pero también
crisis económicas más intensas que la media, estaría siendo corregida
a una situación en la que podemos mantener tasas positivas de
crecimiento por encima de la media europea, y lo hacemos no sólo en
momentos de expansión de la economía europea o del comercio
internacional, sino en momentos de clara desaceleración. Este
comportamiento indicaría que las reformas establecidas en la economía
española desde el punto de vista de la oferta y las políticas de
equilibrio presupuestario están produciendo cambios muy importantes
en nuestra economía, que en opinión del Gobierno deben ser
subrayadas.

La segunda característica es que la economía española es capaz de
crecer de manera intensa, claramente por encima de su teórico
potencial, en un período de tiempo relativamente dilatado, como son
cinco años y hacerlo con una situación de desequilibrios que no se
aumentan, sino que se mantienen en el caso de los precios,
en el diferencial que llevamos manteniendo con la Unión Europea
desde el año 1997, con algunas características que después me
permitiré subrayar, y en el caso de la evolución de las finanzas
públicas en una situación claramente de ventaja respecto a otros
países europeos, como ha puesto de manifiesto ayer la Comisión
Europea.

Desde el punto de vista de la economía española en el año 2001 y su
evolución respecto a las previsiones del Gobierno de un crecimiento
en el conjunto del año del 3,2, como saben los miembros de la
Comisión, tanto el Banco de España como el Instituto Nacional de
Estadística establecen un crecimiento en el primer trimestre del año
del 3,5 al 3,4, con una clara recuperación del equilibrio de nuestras
cuentas exteriores a la que haré mención después y, por tanto, con un
crecimiento más equilibrado, menos intenso, probablemente más cerca
de nuestro potencial, pero que sigue haciéndose, además, con una
característica que hemos debatido muchas veces en esta Comisión, que
es con un notable dinamismo del mercado laboral. En ese sentido me
parece interesante poner de manifiesto que el aumento del número de
afiliados de la Seguridad Social se está moviendo en el entorno del
4,2 por ciento, lo cual es un crecimiento muy intenso, habida cuenta
también del ritmo de crecimiento del empleo que llevamos manteniendo
desde el año 1996 y que, como la Comisión conoce muy bien, ha
permitido a la economía española contribuir al crecimiento del empleo
en Europa nunca por debajo del 30 por ciento y, en algunos casos, en
el entorno del 50 por ciento del empleo creado en Europa.

En estos momentos en nuestro país, como en otros países europeos, y
lo ha puesto de relieve ya el Instituto Nacional de Estadística,
algunas estadísticas no recogen de manera intensa, por ejemplo, la
contribución de los inmigrantes a la creación de empleo. Sin embargo,
aparte de las modificaciones que tengan por pertinentes realizar los
técnicos estadísticos españoles o de Eurostat, puesto que este es un
problema que no sólo ocurre en nuestro país, sí me parece que el
seguimiento de datos como el incremento o decrecimiento de las
cotizaciones a la Seguridad Social pueden ser especialmente
significativos para que los grupos parlamentarios y el conjunto de la
sociedad española siga la evolución del empleo.

Como decía a la Comisión, los datos de comercio exterior nos indican
un crecimiento más equilibrado -en algunos casos los miembros de la
Comisión han manifestado una preocupación respecto al desequilibrio
comercial-, con una importante aportación en estos momentos del
comercio exterior y con una demanda interna que estaría
desacelerándose hasta el entorno del 2,7 por ciento, lo que hace que
el sector exterior habría tenido una contribución positiva al
crecimiento económico en el primer trimestre del año 2001.

Desde el punto de vista de los datos de desaceleraciónen España,
también siguiendo un patrón que es



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bastante homogéneo, como habrán podido comprobar los miembros de la
Comisión, lo que está sucediendo en todos los países de la OCDE, es
el sector industrial el que está manifestando una mayor debilidad,
donde se han producido descensos hasta abril del 1 por ciento en las
series corregidas de efecto calendario debido principalmente al
descenso de los bienes de consumo y de los bienes intermedios,
mientras que los bienes de equipo estarían creciendo en tasas
positivas muy moderadas en torno al 1,3. En ese sentido la menor
actividad está afectando tanto a la demanda del consumo como a la
demanda de inversión, aunque todavía la demanda de consumo sigue
teniendo una importante aportación, dado su peso, al crecimiento del
producto interior bruto.

El consumo de las familias, en primer lugar, es el que explica la
desaceleración de la demanda interna, que está creciendo en un 2,3 en
el primer trimestre frente a un 5 por ciento en el primer trimestre
del año 2000, por tanto, hay una desaceleración considerable. Esto
indicaría no una desaceleración del empleo, como he dicho antes, sino
una recuperación de la tasa de ahorro, que había alcanzado su mínimo
cíclico en el tercer trimestre del año pasado. Sin embargo, si
desagregamos un poco el análisis podríamos comprobar que las tasas
intertrimestrales están indicando un repunte del consumo de las
familias en el último trimestre. Probablemente eso tiene que ver con
las revisiones salariales que se producen tradicionalmente en el
primer trimestre con las cláusulas de revisión, así como con las
revisiones de pensiones. Por tanto, es un dato que debemos contemplar
con una cierta tranquilidad en el sentido de ver cómo evoluciona en
los próximos meses. Esta tendencia al repunte del consumo de las
familias en el primer trimestre es también coincidente, y por tanto
consistente, con los datos de la encuesta continua de presupuestos
familiares que muestran que el gasto medio del hogar en pesetas
constantes creció un 4,3, aproximadamente un 1,2 por encima del
crecimiento del trimestre anterior. Por tanto, veríamos que en el
perfil de la economía española del primer trimestre la reducción de
la inversión industrial, sobre todo en bienes intermedios y en bienes
de consumos ha sido más intensa, pero que el consumo de las familias
ha frenado su caída, lo cual podría tener una explicación coyuntural
que debemos contemplar en un plazo más largo, ya que estaría
relacionada con las revisiones salariales y de pensiones.

El consumo público creció en el primer trimestre un 2,6, una décima
menos que en el trimestre anterior, y eso indicaría que las políticas
presupuestarias de las administraciones públicas continúan en su
tendencia de reducción de las tensiones del déficit público.

En cuanto a la demanda de inversión, la formación bruta de capital
fijo también mostró un claro perfil de desaceleración a lo largo del
año 2000, pasando de un aumento del 7.5 en el primer trimestre a un
3,9 en el último. Los datos de contabilidad nacional del primer
trimestre reflejan que la formación bruta de capital presenta
ritmos de crecimiento del 3 por ciento, pero con
comportamientos muy dispares, puesto que tenemos, por un lado, la
construcción que mantiene ritmos de crecimientos cercanos al 6 por
ciento, mientras la inversión en bienes de equipo presenta datos
mucho más moderados. También es importante constatar que en el primer
trimestre del año se produjo una menor desaceleración en tasas
intertrimestrales en bienes de equipo, lo cual indicaría que hay una
recuperación como consecuencia de una mejora de las expectativas de
las condiciones de financiación de las empresas, ya que en datos
intertrimestrales tenemos una caída ligeramente superior al 9 por
ciento en el cuarto trimestre del año 2000, que pasaría a un
crecimiento positivo del 2,5 por ciento en el primer trimestre del
año 2001.

El tema de la inversión, y me voy a detener en él brevemente, señor
presidente, estaría más bien relacionado en España, y creo que en
otros países de la Unión Europea, no tanto con una situación
financiera de las empresas o de la política monetaria, sino más bien
con una cuestión de expectativas del comercio internacional. En ese
sentido la situación financiera de las empresas, según los datos que
tenemos de la Central de Balances del Banco de España que conoce la
Comisión, es muy saneada. Los datos son todavía históricamente
positivos respecto al apalancamiento financiero y a la relación entre
rentabilidad de activos y coste del pasivo. En ese sentido, también
la utilización de la capacidad productiva se mantiene en niveles
elevados en estos momentos por encima del 79 por ciento. La inversión
en construcción es el componente más dominante de la inversión en
España. Tenemos datos no sólo desde el punto de vista del sector,
sino también del empleo del sector con crecimientos de los afiliados
en el sector del 8 por ciento hasta mayo. Estamos ante un sector que
mantiene un claro dinamismo durante el año 2001.

Paso, señor presidente a dar unos datos respecto al sector exterior
que, como he dicho, tiene una contribución positiva al crecimiento de
la economía en el primer trimestre. Se ha producido una muy moderada
ralentización del crecimiento de las exportaciones, con un aumento
del 10,7 por ciento en tasa interanual, frente al 11 por ciento del
último trimestre del año 2000, por tanto, muy poca desaceleración y
las importaciones estarían creciendo a un 8 por ciento en una tasa
ligeramente inferior a la del trimestre anterior, durante el que lo
hicieron a un 8,2, incluido en estos datos porque son importaciones
totales, como es natural, el petróleo. Esta diferencia a favor de las
exportaciones respecto a las importaciones nos da una contribución
positiva de siete décimas del sector exterior al crecimiento en el
primer trimestre.

Desde el punto de vista de los datos en término de balanza de pagos,
en el primer trimestre se ha reducido el déficit corriente en un 15
por ciento. Esto se debe tanto a la reducción del déficit comercial
como al incrementoen el superávit de servicios, en especial en el



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sector turístico. Quiero aportar a la Comisión un dato nuevo, y es
que el número de turistas en los primeros cuatro meses del año
estaría en estos momento en el entorno de un incremento de más de
medio millón de personas; en cuanto al saldo del sector turístico
estaría aumentando en términos de superávit en un 14 por ciento.

Si vemos los datos en términos de aduanas, los últimos datos que
puedo hacer públicos en la Comisión al mes de abril es que estaríamos
en crecimientos reales de la exportación del 9,5 por ciento, mientras
que la importación estaría creciendo también en términos reales en un
8,2 por ciento, con un aumento de la tasa de cobertura de dos puntos,
de finales del año 2000 al mes de abril del año 2001, con un déficit
comercial que se habría incrementado exclusivamente un 1 por ciento,
incluido en él, como es natural, el precio del petróleo.

Entiende el Gobierno, por tanto, que, desde el punto de vista de
crecimiento de la economía española hemos entrado en una fase más
moderada y también más sostenible en el medio plazo, desde el punto
de vista de la contribución del sector exterior.

Como he dicho antes, el modelo de crecimiento de nuestro país
continua siendo extraordinariamente intenso en la creación de empleo.

Estaríamos hablando de un crecimiento de los afiliados a la Seguridad
Social del 4,2 hasta mayo y también, como se puso de relieve ayer y
anteayer en el debate sobre el estado de la Nación, de una situación
de afiliados a la Seguridad Social aproximadamente de 15.680.0000
personas, que supera la que teníamos prevista para el conjunto del
año y que supone aproximadamente 444.000 nuevos afiliados en lo que
va de año. Es una cifra muy considerable, que indicaría un importante
vigor de la economía española y del mercado laboral español. Además,
el Gobierno está convencido que va a tener todavía mejor situación
con las modificaciones legales que se han introducido y que han sido
aprobadas ayer por la Cámara, si no me falla la memoria, y también
con los nuevos planteamientos que el Gobierno está haciendo con los
interlocutores sociales respecto a la negociación colectiva.

Señor presidente, paso a hablar de algo que los grupos parlamentarios
han solicitado en dos peticiones, el comportamiento del índice de
precios al consumo en España. Sin duda, la evolución del índice de
precios al consumo ha sido un elemento de preocupación en esta
Comisión y en el conjunto de la opinión pública española desde
aproximadamente mediados del año 1999 y sobre todo a lo largo del año
2000. Se ha situado, como conoce la Comisión, en una tasa del 4,2 por
ciento en mayo. Como he dicho, nuestras tensiones inflacionistas son
paralelas a las que se producen en el conjunto de la Unión Europea,
tanto desde el punto de vista de la incidencia de los precios de la
energía como desde el punto de vista de los productos alimenticios,
especialmente los no elaborados, que han protagonizado en lo que va
de año una trayectoria claramente al alza debido a las crisis que
conoce perfectamente la Comisión y que se han centrado principalmente
en el sector cárnico.

Respecto a los productos energéticos, frente a los descensos que han
registrado en los primeros meses del año 2001, ha vuelto a notarse
una importante repercusión alcista en los meses de abril y mayo
ocasionada por el aumento del precio de las gasolinas y del butano.

Además -es importante subrayarlo-, otros componentes del índice de
precios al consumo han tenido incrementos que recogerían las
consecuencias de un segundo efecto de los productos energéticos, que
se estaría trasladando a otras actividades económicas, como lo
indicaría la evolución de la tasa subyacente que recoge esa
traslación desfasada de los precios a finales de año. También hemos
de tener en cuenta -y la Comisión lo sabe muy bien- que los efectos
de la política monetaria sobre los precios repercuten con distancias
entre los doce y los dieciocho meses y que, por tanto, las
importantes reducciones del tipo de intervención del Banco Central
Europeo de la primavera del año 1999 estarían manifestándose en la
economía española en los últimos meses como consecuencia de sus
efectos sobre el conjunto de la demanda. En ese sentido, nuestra
inflación ha aumentado desde el 3,7 en enero de este año al 4,2 en
mayo. Sería un repunte importante, sin duda, pero la mitad del que se
ha producido en el conjunto de la Unión Europea, lo cual es un dato
que indica que las presiones inflacionistas de los tres componentes
que he mencionado se están produciendo en todos los países con la
misma intensidad, incluso en algunos países europeos con más
intensidad que en el nuestro.

En cuanto a los elementos más volátiles, que explican una buena parte
del incremento del IPC, la alimentación no elaborada presenta fuertes
subidas, de hasta el 10,6 por ciento en mayo, fundamentalmente como
consecuencia de la elevación de las carnes alternativas al vacuno,
pero también de otros alimentos básicos como patata y hortalizas
frescas. Por su parte, la alimentación elaborada ha experimentado un
repunte más moderado pero también intenso desde el 1,5 al 2,9 en el
mes de mayo, que estaría principalmente centrado en dos productos, el
pan y la leche. El conjunto de la alimentación, por tanto, pasa de
una inflación del 3,6 en enero, que estaba por debajo del IPC
general, al 5,9 en mayo, por encima del IPC general. Desde el punto
de vista de otro de los elementos volátiles del IPC, la energía, en
los últimos dos meses hemos tenido incrementos importantes que se
están moderando en los últimos días como consecuencia de la situación
del comercio internacional y, aunque estamos muy lejos de los
crecimientos del 20 por ciento que se registraron en combustibles
y carburantes el año pasado, estamos en una inflación del 5,9 como
consecuencia de la combinación de la debilidad del euro y de las
nuevas alzas de los precios del petróleo.




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Me parece importante subrayar que los bienes industriales no
energéticos, que serían los que estarían indicando la evolución de
nuestros productos más abiertos a la competencia internacional, han
visto cómo sus precios apenas se movían, del 2,6 de enero al 2,8 en
mayo; en el caso de los bienes de consumo duradero, incluso se
produciría un descenso, del 2,5 en enero al 2,3 en mayo. A esto
volveré después, cuando plantee el análisis de la competitividad de
la economía española.

Me parece importante hacer una mención a la evolución del sector
servicios que, como la Comisión conoce, es tradicionalmente el sector
más inflacionista de la economía española, el que indicaría una
tendencia más constante en el tiempo de cuáles pueden ser las
previsiones de la evolución de los precios en nuestro país, más que
elementos coyunturales como la alimentación o la energía. Se ha
observado una moderación, estaríamos en una tasa del 4,4 en mayo, que
sigue siendo considerablemente superior a la media europea, pero con
una moderación que no se observaba desde principios del año 2000
-desde luego nos gustaría que se mantuviera a lo largo del tiempo-,
especialmente relacionada con el sector turístico, en el que se
habría producido una ligera bajada de una inflación interanual del 6
por ciento en enero a una inflación interanual del 5,3 en mayo -el
sector servicios es especialmente sensible en la economía española-,
que estaría coincidiendo con tasas positivas del incremento del
turismo en nuestro país.

Puesto que en varias de las comparecencias que he tenido la
satisfacción de tener en esta Comisión los grupos parlamentarios han
insistido en los problemas de diferencial de inflación con tanta o
más intensidad que en los problemas de inflación exclusivamente
española, haremos una comparación con la situación europea en cuanto
a nuestro nivel de inflación. Vemos que hasta febrero de 1999 los
precios de los alimentos se situaban en España claramente por debajo
de los precios de la zona euro y alcanzaban su máximo a principios
del año 2000 y en los meses de marzo y abril del año 2001. En la
alimentación elaborada España tiene un diferencial favorable a partir
de mediados de 2000, mientras que es la alimentación no elaborada la
que presenta una situación de inflación superior a la media europea.

En el sector de la energía también tenemos un diferencial favorable.

Desde mediados del año pasado y en los últimos meses hemos
incrementado ese diferencial, que se situaría en estos momentos en
aproximadamente 4,6 puntos a favor de España. Respecto a los bienes
industriales no energéticos, aquellos que estarían más relacionados
con nuestra competitividad, se produce en los últimos meses una
estabilidad en España, mientras que han sido otros países de la zona
euro los que han trasladado nuevos costes a sus precios industriales
no energéticos, y el diferencial se sitúa en términos ligeramente por
debajo de un punto, que estaría siendo mantenido desde el año 1999.

Por tanto, en este sector tan importante
para nuestras exportaciones y nuestra competitividad no se
estaría produciendo ningún deterioro desde el punto de vista del
diferencial con Europa. En el sector servicios hemos mantenido un
diferencial histórico que se mueve entre el 1,5 y el 2,5. Como he
dicho, en los últimos meses ese diferencial se ha reducido hacia dos
puntos, lo que no ocurría desde el verano pasado, cuando el repunte
de los precios turísticos en España fue especialmente intenso en la
campaña del año 2000. En el presente ejercicio, el año 2001, se
produce una clara desaceleración en el conjunto de la Unión Europea
-menos intensa en España, pero también- de la demanda interna, que
tendría que tener consecuencias en la evolución de nuestros precios,
y sin duda vamos a estar muy influenciados por la evolución de los
precios del petróleo tanto en los países europeos como en la economía
española y, al mismo tiempo, por la evolución de la cotización del
euro. El diferencial español, como conoce la Comisión, se ha
mantenido en un mínimo del 0,7 a 0,8 y en un máximo del 1,4 desde
aproximadamente mediados del año 1997. Eso indicaría que España no ha
mejorado su diferencial de inflación con la Unión Europea, lo cual es
cierto, pero hemos de matizar esa afirmación en el sentido de que sí
hemos mejorado nuestro diferencial de crecimiento y hemos tenido una
política monetaria para nosotros mucho más expansiva que para otros
países europeos.

Desde el punto de vista del cambio estructural de la economía
española, al que me he referido en otro momento de mi intervención,
creo que es importante subrayar que una economía que ha crecido
durante cuatro años -estamos en el quinto año consecutivo- claramente
por encima de su potencial y que lo ha hecho por lo menos desde
mediados del año 1999 en una situación de política monetaria
expansiva -en algunos momentos muy expansiva, incluso con tipos de
interés reales cercanos a cero-, sin embargo no ha aumentado su
diferencial de inflación y con algunos países lo está reduciendo. Eso
para nada indicaría que las críticas que se hacen al Gobierno no sean
consistentes, que no voy a comentarlo por lo menos no en este momento
de mi intervención, sino que las transformaciones que ha tenido la
economía española son muy importantes y deben profundizarse en el
futuro y en ningún caso reducirse. Tanto las políticas de oferta como
las políticas presupuestarias han producido los efectos que se
buscaban, es decir, una economía más flexible, con mayor capacidad de
crecimiento y que no sólo absorbe mejor las transformaciones de la
economía internacional sino que es capaz de mantener crecimientos
diferenciales sin aumentar sus desequilibrios y en algunos casos
reduciéndolos. Creo que ese es un análisis realista de la situación
que nos debería llevar, en mi opinión, a plantear nuevas iniciativas
por parte de las distintas posiciones políticas respecto a las
políticas de oferta y a laestabilidad presupuestaria.




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Como se ha puesto de manifiesto en varios debates en la Comisión, una
vez que España se incorpora al euro -por tanto tenemos un contexto de
tipo de cambio fijo irrevocable-, son especialmente significativos,
al menos en el debate teórico, los diferenciales de inflación. Quiero
subrayar una vez más que este es un debate complejo y que el propio
Banco Central Europeo no ha definido cuál es el efecto del
diferencial de inflación sobre la competitividad de los países en una
misma zona monetaria, que las experiencias empíricas tanto en el caso
de España internamente de nuestras regiones como en el caso de las
economías más grandes como las de los Estados Unidos tampoco nos dan
resultados claros desde el punto de vista de cuál sea un diferencial
de inflación mantenible en el tiempo para una economía que está en un
proceso de convergencia real y, por tanto, de incrementos de sus
rentas superiores a la media, como es el caso de la economía
española. Parece lógico pensar que la evolución de nuestra
competitividad vendría determinada por el crecimiento de nuestros
costes unitarios en comparación con los de nuestros competidores y,
en ese sentido, todo lo que sean negociaciones salariales y de costes
laborales moderadas, fijándose en un entorno internacional y
beneficiándose de las nuevas condiciones de negociación colectiva que
seamos capaces de establecer con los interlocutores sociales, sobre
todo de fórmulas de salario diferido, tanto en el sector público como
en el sector privado, que permitan a los trabajadores beneficiarse de
las mejoras de rentas de la sociedad sin introducir elementos
inflacionistas inmediatos en los costes, son imprescindibles, como
también lo es el tener en cuenta que en un contexto como el actual el
índice de precios al consumo no es una medida exacta de lo que
podríamos llamar la capacidad de poder adquisitivo de las familias
y que hay otros elementos que no están en el índice de precios al
consumo, como pueden ser los impuestos o los tipos de interés, que
sin duda tienen efectos muy positivos en estos momentos sobre el
poder adquisitivo de las familias. Tengan ustedes en cuenta que, en
términos estadísticos, en estos momentos, según los datos
estadísticos españoles, una familia que está financiando una casa con
una hipoteca dedica ligeramente por debajo del 30 por ciento de su
renta disponible a esa financiación y, en ese sentido, estaríamos
ahora en tipos de interés reales que no llegan a un punto y que
indudablemente benefician el poder adquisitivo de las familias, que
no están reflejados en el índice de precios al consumo. Tengan en
cuenta también que, por ejemplo, se ha producido en los dos últimos
años una reducción sustancial de los impuestos de la renta sobre los
salarios en una media por encima del 10 por ciento y en algunos casos
en tasas del 30 por ciento, que tampoco están medidos en los índices
de precios al consumo.




Volviendo al tema de los costes laborales, los datos sobre la
evolución de los convenios en el primer cuatrimestre nos indicarían
que se está produciendo un incremento salarial del 3,4 por ciento en
el conjunto, pero que en los convenios de nueva firma alcanzaría una
cifra en torno al 4 por ciento. Nos estamos alejando, por tanto, de
una senda de moderación salarial que en opinión del Gobierno no es
positiva para el empleo ni para la competitividad y que exigiría -por
eso el Gobierno lo ha planteado- un nuevo marco de negociación
colectiva que se adapte mejor a la situación de las empresas
concretas y sobre todo que dé nuevos instrumentos de salario
diferido. En cuanto a cómo se está trasladando este incremento de
costes en un marco de desaceleración de la demanda a los márgenes
empresariales, cuestión muy importante desde el punto de vista del
futuro del empleo y de la inversión en nuestro país, en el año 2000
los márgenes empresariales se mantuvieron en los mismos niveles del
año 1999 mientras que se está produciendo una ligera desaceleración
en el primer trimestre de este año. Pero los comportamientos son muy
dispares entre los sectores. Mientras los sectores más abiertos a la
competencia internacional como los industriales y la agricultura han
visto cómo se reducían sus márgenes los últimos meses, éste no ha
sido el caso de los sectores como la energía, la construcción o
determinadas ramas de los servicios. Por tanto, no estaríamos, ni
mucho menos, en una situación de reducción generalizada de márgenes y
sí especialmente en aquellos sectores que están más abiertos a la
competencia internacional, lo que por otra part, seguramente es un
razonamiento perfectamente predecible.

Veamos cómo está jugando desde el punto de vista de diferenciales con
Europa. Como hemos podido ver, tenemos un diferencial positivo desde
el punto de vista del crecimiento y tenemos un diferencial negativo
desde el punto de vista de los precios. Las condiciones monetarias
son esenciales para establecer nuestras previsiones sobre la
evolución de los precios. Como he dicho, hemos vivido los españoles
un entorno de política monetaria que ha sido en algunos momentos,
como el año 1999, muy expansiva y que ha producido una mejora de la
situación de nuestro entorno monetario a lo largo del año 2000 y de
principios del año 2001 con tipos de interés que se han ido pasando a
las empresas y a las familias en el conjunto de la zona euro. Sin
embargo, estamos viendo que el crédito está creciendo por encima
claramente del 10 por ciento y que los agregados monetarios en el
conjunto de la zona euro han reducido su presión, llegando al punto
de referencia establecido por el Banco Central Europeo del 4,5 por
ciento. Sin embargo, podemos considerar claramente que las
condiciones monetarias en la zona euro han sido y siguen siendo
expansivas en el caso de la economía española, que frente a un
crecimiento del crédito del 10 por ciento, como he dicho antes -me
refería a la zona euro-, en el caso de España ese crecimiento



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ha estado en el entorno del 19 por ciento y mientras los agregados
monetarios en la zona euro se han movido en el entorno del 4,5 por
ciento en España se han movido en el entorno del 7 por ciento. Por
tanto, hemos sufrido, si me permiten ustedes la expresión, o hemos
vivido en un entorno monetario mucho más expansivo que el de nuestros
competidores. ¿Qué está sucediendo en los últimos meses, habida
cuenta de que llevamos ya varios trimestres de incremento de los
tipos de interés en Europa, hasta la última reducción de 25 puntos
básicos? Se observa un mejor comportamiento de los agregados
monetarios y crediticios en el conjunto de la zona euro, y también en
España, que entendemos van a mejorar el control de los precios por
parte del Banco Central Europeo. En España el crédito a empresas y
familias se situó por debajo del 19 por ciento que teníamos de
promedio al 16 por ciento -sigue siendo una tasa muy importante pero
inferior en el mes de abril- y que sería el más bajo de los últimos
tres años. Yo creo que es importante darnos cuenta de que un
crecimiento del crédito a empresas y familias del 16 por ciento es el
más bajo de los últimos tres años y, por tanto, puede indicarnos
hasta qué punto estamos viviendo en España una situación monetaria
muy expansiva. En la zona euro estamos hablando de que este mismo
dato, el incremento del crédito, se sitúa en el 9 por ciento, es
decir, casi la mitad que en España y también la cifra más baja desde
el año 1999. Por tanto, no sólo en el debate español sino también en
el europeo es interesante constatar el hecho, respecto a la evolución
de los tipos de interés, de que en los últimos dos años ha habido
realmente una situación muy expansiva de crédito, y todavía más en
España. En abril, los agregados monetarios se comportaron de forma
más moderada y se fueron acercando al punto de referencia, es decir
al 4,5 por ciento. Aunque se habían mantenido en el 7 por ciento en
los meses anteriores, como antes he dicho, incluso ajustando la M-3 y
excluyendo la participación de los fondos de inversión monetarios en
manos de no residentes, que como saben algunos miembros de la
Comisión que siguen estas cuestiones ha sido el dato que ha
introducido el Banco Central Europeo en sus nuevos análisis, la masa
monetaria en Europa estaría creciendo en el 4,2 por ciento, es decir,
claramente por debajo del 4,5 por ciento, que es el punto de
referencia marcado por el Banco Central Europeo, que como sabe la
Comisión tiene dos pilares en su política monetaria, uno el índice de
inflación y otro el incremento de la M-3. En cambio, en el caso
español todavía estamos por encima del índice de referencia pero
acercándonos al mismo. Por tanto, en los últimos meses observamos
cómo las condiciones monetarias y crediticias en España por un lado
se están acercando a la zona euro y en el caso de la zona euro
también se estarían moderando, lo cual nos permitiría pensar que de
una parte nuestros diferenciales de precios se van a ir reduciendo
porque nuestras condiciones monetarias se están aproximando a la
media europea, dato esencial para corregir los efectos de la
inflación, y por otra que la situación monetaria europea sería menos
expansiva de lo que fue en meses anteriores, lo cual también nos
indicaría que las presiones inflacionistas en el conjunto de la Unión
Europea deberían reducirse cuando los elementos coyunturales (es
decir petróleo, cotización de la moneda y alimentos) se corrigiesen.

Ese es el análisis que nosotros hacemos y que es coincidente con el
que está manifestando el Banco Central Europeo en todas sus
comparecencias y documentos públicos.

Como sabe la Comisión, el Gobierno español ha puesto mucho énfasis en
la mix de política económica, en la necesidad de una política
presupuestaria restrictiva en este entorno de política monetaria que
todavía debe mantenerse e intensificarse en el futuro. Y aunque
estamos en reducciones de las tensiones monetarias y, por tanto, en
posibles evoluciones más favorables de la inflación en la zona euro y
en España como consecuencia de unas condiciones monetarias menos
expansivas, al Gobierno le parece no sólo aconsejable sino
imprescindible mantener una política presupuestaria restrictiva que
en cualquier caso va a ser aconsejable para España en un entorno de
un crecimiento diferenciado y de una situación monetaria más
expansiva que la de nuestros socios, como lo son también las reformas
de la política de oferta y especialmente las reformas laborales que
el Gobierno ha fijado en el calendario político y legislativo del
presente año. Podemos comprobar que los sectores liberalizados de la
economía española, tanto telecomunicaciones como energía, están
manteniendo comportamientos diferenciales positivos respecto
a Europa, lo que indicaría que en los procesos de liberalización, que
en algunos casos como el sector de la energía en España han sido
claramente más intensos que la media europea, no se está favoreciendo
compensar evoluciones del sector servicios que nos perjudican todavía
en la comparación internacional.

Me gustaría ahora, señor presidente, para no alargarme mucho más y si
me lo permite la Comisión, hacer brevemente un análisis de
competitividad. Al final, dado que estamos en un área monetaria
unificada y que como he dicho no existe una clara definición de cuál
es el diferencial de inflación que una determinada zona dentro de un
área monetaria unificada puede mantener con el resto del área -ni
existió en España cuando teníamos un área unificada a través de la
peseta ni existe en Estados Unidos-, me parece importante que vayamos
viendo cuáles son los efectos de nuestro mantenimiento de un
diferencial de inflación a lo largo de los últimos cuatro años en
este análisis de competitividad que el Gobierno y yo concretamente,
por lo menos en esta comparecencia, voy a tratar de medir en el
mantenimiento o no de nuestra cuota de mercado en el seno de la Unión
Europea, y qué ha sucedido con nuestra capacidad de competir en el
seno de la Unión Europea con nuestros diferenciales de precios. Esa
es una medida



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razonable que indudablemente puede ser complementada por otra. Hemos
de tener en cuenta que para nosotros la Unión Europea, como sabe muy
bien la Comisión, representa el 72 por ciento de nuestras
exportaciones en el año 2000 y, además, sería el área donde la
evolución de la moneda no tendría repercusiones en la competitividad
puesto que los señores miembros de la Comisión son conscientes de que
en otras áreas la evolución del euro puede favorecer o perjudicar
coyunturalmente nuestra competitividad.

La cuota de mercado en 1999 y 2000 se ha mantenido bastante estable
en la Unión Europea, incluso con una ligera -muy ligera- tendencia a
aumentar en las importaciones intracomunitarias. Es decir, si vemos
el mercado europeo para los productos europeos, que no estaría
afectado ni por el aumento de las importaciones del petróleo ni por
los diferenciales de monedas, veríamos que nuestro país, según datos
OCDE y según nuestros propios datos de comercio intraeuropeo, está
manteniendo una tasa de mercado que en el conjunto de las
importaciones europeas, incluyendo las importaciones de terceros
países, habría pasado del 3,65 por ciento en el año 1999 al 3,68 en
el año 2000. Sin embargo, si vamos a la cuota de nuestras
exportaciones a la zona europea medidas sólo en el mercado
intracomunitario, nos estaríamos moviendo en el 6,73 frente a un 6,08
en el año 1999. Por tanto, habríamos mantenido claramente -porque las
diferencias son muy pequeñas y no podemos hablar de aumento- nuestra
cuota de mercado en la zona europea. El indicador de cuota de mercado
(yo pretendo contribuir con él al debate a lo largo de diversas
comparecencias en la Comisión y el Gobierno lo viene siguiendo desde
hace varios meses) es en nuestra opinión el indicador más claro del
mantenimiento de nuestra competitividad en la zona euro en el
comercio intracomunitario, que puede ser complementado por otros
indicadores que pueden ser mantenidos por otras posiciones. Si
desagregásemos nuestras cuotas de mercado, por ejemplo en bienes de
equipo (que representa el 22 por ciento de nuestras exportaciones y
por tanto es un dato muy relevante), estaríamos viendo también un
incremento muy pequeño de nuestra cuota de mercado en la zona euro
entre 1999 y 2000; en los productos alimentarios también estaríamos
viendo un incremento (representa aproximadamente el 14 por ciento de
nuestras exportaciones) y en los bienes de consumo y bienes
intermedios (estaríamos hablando del 35 por ciento de nuestras
exportaciones) también tendríamos un incremento. Por tanto, habríamos
mantenido e incrementado ligeramente nuestra participación no sólo en
una medida agregada sobre nuestra cuota de mercado en la Unión
Europea, sino que cuando vemos sectores concretos (los más
importantes serían los bienes de consumo, el sector agroalimentario y
los bienes de equipo) también lo podemos comprobar. ¿Qué explicación
habría para ver que un diferencial de precios mantenido en el tiempo
no está trasladándose a
nuestra competitividad? Independientemente de las que cada cual pueda
hacer, hay una muy importante y es que los diferenciales de precios
al consumo ya no tienen la misma incidencia en un área monetaria
unificada. Sin embargo, mi opinión es que el IPC no es el mejor
indicador de nuestra competitividad, probablemente lo es el índice de
precios industriales. Ese sería un índice más acorde con la
competitividad, habida cuenta de que como sabemos todos una parte
considerable de nuestro índice de precios al consumo está constituida
por actividades que no están sometidas a la competencia y que no
tienen repercusión en nuestra competitividad o al menos no la tienen
en el corto plazo; evidentemente, la repercusión que pueda tener a
través de la indexación que hay en la economía del índice de precios
al consumo acaba manifestándose y no podemos engañarnos respecto a
eso. Como sabe muy bien la Comisión, el índice de precios
industriales se mantiene en España por debajo de la media europea.

Además, hay un hecho que debemos tener en cuenta. En un país
desarrollado como España y en un mercado sofisticado como el de la
Unión Europea, los precios no son un elemento único de
competitividad, sino que la calidad, las redes comerciales y otros
aspectos inciden notablemente sobre la competitividad de los
productos, sobre todo en productos cada vez con mayor valor añadido.

En conclusión, señorías, en relación con los precios, en nuestro país
tendríamos una situación que mantiene un diferencial constante
respecto al de la Unión Europea de los últimos cuatro años, con
máximas del 1,3-1,4 y mínimas del 0,8. Estaríamos en estos momentos
con un patrón de incidencia inflacionista muy similar al de la Unión
Europea -es decir, energía y alimentos principalmente-; estaríamos en
estos momentos con menos tensiones en el sector servicios de las que
hemos tenido en el año 2000 y con un marco de política monetaria y de
variables monetarias más favorable para la estabilidad de precios,
tanto en la Unión Europea como en España respecto a la Unión Europea.

Por el lado de las preocupaciones, deberíamos indicar la evolución de
los costes en la economía española, la reducción de márgenes y la
traslación a los costes de los efectos inflacionistas, principalmente
del alza del precio del petróleo. De ahí la importancia de mantener
negociaciones de costes y de márgenes que se adecuen a la
competitividad y sobre todo que contemplen un escenario de
desaceleración económica en Europa, que está siendo más intenso que
el previsto, porque aunque no es así en el caso de España, las
cuestiones de márgenes, de precios y de costes van a ser esenciales
durante los próximos no sólo meses, sino probablemente durante todo
este ejercicio y el ejercicio del año 2002. Desde el punto de vista
de la competitividad, medida en términos de nuestra cuota de mercado
europea, no hemos tenido un deterioro ni en el año 1999 ni el año
2000, lo cual no sólo vendría manifestado desde el punto de



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vista de nuestra cuota de mercado sino de nuestra evolución del
índice de precios industriales, que probablemente nos da una clave
más real de cuál es nuestra competitividad en Europa. En estos
momentos, las previsiones del Banco Central Europeo, como conoce la
Comisión, son que en este nuevo entorno de política monetaria (es
decir, una política monetaria menos expansiva en la Unión Europea de
la que hemos tenido en el año 1999 y en la primera parte del año
2000, como indicaría la evolución de los agregados monetarios
y crediticios), la inflación en Europa, una vez que las presiones
coyunturales de alimentos y energía sean más estables y repercutan
también en la cotización de la moneda, debería tender a una reducción
de aproximadamente un punto entre el final de este ejercicio y
principios del ejercicio 2002. Esas son las previsiones que está
manteniendo el Banco Central Europeo y que, desde luego, a mí me
parecen razonables en estos momentos.

Señor presidente, paso ya muy brevemente al tema del carbón, que ha
sido solicitado por un grupo parlamentario. No quiero extenderme
mucho porque es bastante largo y sólo voy a resumir rápidamente la
cuestión. En primer lugar, como sabe la Comisión, el Gobierno
propuso, con el acuerdo social de los sindicatos y yo creo que de
todos los grupos parlamentarios (no era entonces ésta mi
responsabilidad, pero estoy seguro de ello), un plan para la minería
del carbón y el desarrollo alternativo de las comarcas mineras con el
horizonte del año 2005. Como sabe muy bien la Comisión, por
cuestiones relacionadas con el tratado CECA, desde el punto de vista
de la Unión Europea nos estamos moviendo en un horizonte más corto,
el año 2002. La posición del Gobierno ha sido la de sostener ante las
autoridades europeas que ese calendario debe mantenerse hasta el año
2005 e incluso más allá. Tengo que decir que, aunque estas cuestiones
no dependen de la voluntad del Gobierno español, no creo que el
entorno sea negativo para nosotros, en el sentido de que las ayudas
se mantengan hasta el año 2005 -de eso no me cabe ninguna duda- y que
va a haber posibilidades de ayudas a la minería y, sobre todo, de
programas alternativos para las comarcas mineras más allá del año
2005. Como sabe la Comisión, en estos momentos estamos negociando
estas cuestiones en la Comisión Europea -no España, sino el conjunto
de los países europeos- pero vuelvo a repetir que, dentro de la
dificultad de hacer predicciones sobre estas cuestiones, creo que
estamos en un entorno relativamente favorable. En el cumbre de
Gotemburgo, como sabe la Comisión, varios países, entre ellos España,
establecimos que no hubiera ninguna referencia a fechas concretas -lo
cual creo que nos favorece- para la finalización de las ayudas al
carbón, y yo espero que de aquí al año que viene, cuando expira el
tratado CECA, hayamos podido establecer un calendario beneficioso
para los intereses españoles, especialmente para las comarcas
mineras. En estos momentos está en marcha la elaboración de un libre
verde sobre la estrategia europea para la garantía del suministro,
que ha sido debatido por los ministros de Industria y Energía
europeos el pasado mes de mayo, y hay un proyecto de reglamento sobre
esta cuestión que será conocido en breve y que debería ser discutido
en la Presidencia belga, es decir, durante el último semestre del año
2001, y probablemente aprobado bajo nuestra Presidencia en el primer
semestre del año 2002. En ese sentido, creo que estamos ante una
situación europea en la que deberíamos poder defender nuestros
intereses a lo largo de los próximos años y, desde luego, creo que no
va a ser un problema mantener nuestro plan hasta el año 2005.

Tengo que recordar que, desde el punto de vista de la situación de
las comarcas mineras, entre los años 1989 y 1996 se produjo una
pérdida de aproximadamente el 50 por ciento (de 50,000 trabajadores
en el año 1989 a 25.000 en el año 1996) y que las novedades que
introducía el Plan del carbón del año 1996 eran, sobre todo, nuevas
inversiones en infraestructuras, actividades empresariales y capital
humano, de manera que hubiera una reducción de la dependencia de
estas comarcas mineras del monocultivo del carbón, que a todas luces
tiene un plazo máximo; lo extenderemos lo que podamos pero
indudablemente existe. Los puntos básicos del Plan de la minería del
carbón y desarrollo alternativo que se firmó el 15 de julio con los
interlocutores sociales, con los sindicatos, eran: la adaptación del
sistema de ayudas a las exigencias de la CECA, la libertad de
contratación entre empresas eléctricas y mineras, una política de
prejubilaciones en la que, como criterio general, se establecían
cuatro ingresos en plantilla fija por cada 11 bajas y una política de
desarrollo alternativo de las comarcas mineras. Este último apartado
estaría a su vez dividido en tres tipos de actuaciones: la
construcción de infraestructuras por un importe máximo de 50.000
millones de pesetas al año; la mejora de niveles educativos y de
formación de la población con un presupuesto de 5.000 millones de
pesetas al año, y el apoyo a proyectos empresariales generadores de
empleo para la diversificación del tejido empresarial con un
presupuesto de 10.000 millones de pesetas al año. Como sabe la
Comisión, ha habido modificaciones para financiar este Plan a través
del nuevo impuesto especial sobre la producción de energía eléctrica,
que venía a sustituir al recargo de la tarifa eléctrica que había
estado vigente hasta entonces.

Paso ya a mencionar, muy brevemente, las cuestiones presupuestarias
que giran en torno al Instituto de reestructuración de la minería del
carbón y desarrollo alternativo de las comarcas mineras, que
anualmente tiene un presupuesto de 160.000 millones de pesetas para
transferencias corrientes; cuantía que el instituto dedica
fundamentalmente a cubrir las ayudas al funcionamiento de las
empresas mineras, a la reducción de actividad y a las denominadas
cargas excepcionales de



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las empresas mineras en proceso de reordenación, es decir, las ayudas
a la reactivación, y con esto cumplimos los compromisos de Bruselas.

Las ayudas al funcionamiento se destinan a cubrir la diferencia entre
el coste de producción y el precio de venta, y han de tener una
regresión que va desde el 4 por ciento más IPC para un tipo de
minería y el 6 por ciento sin IPC para otro tipo de minería. En
cuanto a la aportación presupuestaria, entre los años 1998 y 2000, el
volumen total de ayudas concedidas por el concepto de ayudas al
funcionamiento ha sido de 282.000 millones de pesetas, si tenemos en
cuenta el primer semestre del año 2001. Las ayudas destinadas a
cubrir cargas excepcionales están vinculadas a planes de
modernización, reestructuración y racionalización de la actividad de
las empresas de minería del carbón. Dentro de estas ayudas para
cubrir cargas excepcionales, 33.000 millones de pesetas se
destinarían a empresas privadas para reducción de producción y a
compensar a los trabajadores, en el caso de prejubilaciones y bajas
incentivadas, se destinarían unos 9.000 millones de pesetas. Respecto
a las ayudas destinadas al transporte de carbón autóctono entre
cuencas mineras estaríamos hablando de 2.118 millones de pesetas
entre los años 1998-2000, y las ayudas a la financiación de
existencias de carbón en el mismo período suponen 3.847 millones de
pesetas. Me parecen especialmente importante las ayudas al desarrollo
alternativo, que creo que son las que pueden tener mayor importancia
en el futuro de estas zonas geográficas, y son de varios tipos: las
que están gestionadas directamente por el Instituto de reconversión
de las comarcas mineras para infraestructuras y proyectos
empresariales, y un tercer tipo que es financiado por la SEPI, que
están relacionadas sobre todo con la formación. Las ayudas para la
realización de proyectos e infraestructuras tienen un presupuesto de
50.000 millones anuales y se financian carreteras, suelo industrial,
saneamiento de aguas y proyectos de urbanismo. En ese sentido se han
comprometido en los últimos años 207.000 millones de pesetas, que son
más de los 50.000 millones anuales porque contienen proyectos
plurianuales. Los proyectos empresariales que cuentan con un
presupuesto de 10.000 millones de pesetas anuales han supuestos un
incentivo de inversiones de más de 200.000 millones de pesetas, con
subvenciones de 32.000 millones de pesetas, y han permitido una
creación de puestos de trabajo de 6.273 nuevos empleos, que se
compararía positivamente con las 6.000 prejubilaciones que se han
producido en el sector; por último, las ayudas a la formación, que
son las que paga una fundación específica de la SEPI, con 5.000
millones de pesetas al año. Estos son los datos generales de la
minería del carbón. Si el grupo parlamentario desea más información,
ya sea por escrito, ya sea en esta comparecencia, estaré encantado de
dársela. Creo que con esto, señor presidente, he respondido a las
peticiones de los grupos.

El señor PRESIDENTE: En primer lugar, tiene la palabra el señor
Sevilla, por el Grupo Parlamentario Socialista.




El señor SEVILLA SEGURA: Muchas gracias, señor Rato, por su
comparecencia, incluso por la humildad con la que ha asumido el papel
de director de previsión y coyuntura más que de vicepresidente del
Gobierno; sin duda en la réplica cambiará el gorro. Creía yo que
quizá para contribuir a elevar un poco la tensión y el clima gélido
que hay en esta sala nos iba anunciar, para no perder la costumbre,
antes de lo que lo hace el INE, la contabilidad nacional del segundo
trimestre. Sin duda no somos el público adecuado y lo decidirá para
otra ocasión.

Usted ha hecho un análisis realista de la situación de la economía
española. A mí me sorprende -y lo he manifestado otras veces en esta
Comisión- la facilidad con la que ustedes pasan de los razonamientos
autárquicos a los razonamientos basados en la globalización. Es
decir, cuando las cifras son buenas, la autarquía es gracias a lo que
hace el Gobierno; cuando las cifras no son tan buenas es por la
globalización, es porque el resto del mundo también va mal. Yo creo
que hay algunos elementos de preocupación moderada al menos en cuanto
a la evolución de la economía española. En el primer trimestre del
año 2000 el PIB creció el 4,3 y en el primer trimestre del 2001 el
3,4. En el primer trimestre del año 2000 el consumo de los hogares
creció al 5 por ciento y en el primer trimestre del 2001 al 2,3. Yo
comparto la explicación que de ello da el Instituto Nacional de
Estadística, que dice: La desaceleración del ritmo de creación de
empleo, de la remuneración de los asalariados, junto con los menores
rendimientos mobiliarios, explican esta caída en el consumo de los
hogares y no desde luego la desaceleración de la economía americana,
que creo que tiene poco que ver con este hecho, que es tan importante
a la hora de explicar la desaceleración de la economía española. En
cuanto a la inflación, en mayo estamos en el 4,2 por ciento, es
decir, cuatro décimas por encima de la que se encontraron ustedes en
mayo de 1996 - hemos tardado cinco años en recuperar,
desgraciadamente, esas cifras tan elevadas-, y en lo que es la
subyacente, en mayo del 2000, estaba en el 2,3 y en mayo del 2001
está en el 3,5. Lo que es más preocupante es el nivel de creación de
empleo: el primer trimestre del 2000 los ocupados respecto al
trimestre anterior crecieron en 171.000 personas y en el primer
trimestre del 2001 respecto al trimestre anterior en 5.000 personas.

Es el dato más bajo desde 1995. Es decir, la desaceleración del
producto interior bruto parece que se está trasladando con demasiada
fuerza a la desaceleración del empleo. Quiero hacer dos incisos con
lo de la creación de empleo y la evolución del empleo.

Mi grupo sigue muy preocupado por el problema de la precariedad
laboral, de la temporalidad, y merecería la pena que se hiciera una
reflexión respecto a si la



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política seguida para rebajar esta temporalidad es o ha sido la más
correcta. Entre el año 1997 y el primer trimestre del 2001 -los datos
son de la Secretaría de Estado de la Seguridad Social- nos hemos
gastado aproximadamente un billón de pesetas de cotizaciones sociales
para subvencionar la contratación indefinida y hemos rebajado dos
puntos la temporalidad. Merecería la pena hacer un análisis de la
eficiencia de ese gasto público, si ha sido el mejor instrumento y si
se podía haber conseguido lo mismo con menor coste para las arcas
públicas y en este caso para las arcas de la Seguridad Social o, en
todo caso, con otro tipo de medidas. En cuanto al segundo comentario,
es verdad que mi grupo se alegra de los incrementos de cotizantes a
la Seguridad Social, pero cualquiera que piense un poquito, no digo
ya que sepa de esto sino que piense un poquito, sabe que el dato
relevante para calibrar la viabilidad, la sostenibilidad, la solidez
financiera de la Seguridad Social no es sólo el dato de los afiliados
ocupados, sino la relación de estos con los pensionistas, que son los
que generan el gasto. En el año 2000, según los datos de la misma
fuente de la Secretaría de Estado de la Seguridad Social, esa
relación estaba en el 2,17, es decir, una décima por debajo de la que
teníamos en 1990. Hemos recuperado el bache de la crisis, está bien,
creo que todos nos tenemos que sentir orgullosos, pero no es como
para sacar el pecho que ustedes sacan al respecto. Entre el primer
trimestre de 1996 y el primero del 2001 en España se han incrementado
los ocupados -y es una cifra que ustedes manejan mucho- en 2.400.000
personas. Me parece un dato fantástico, es verdad que algo superior a
lo que ocurrió en el ciclo anterior, entre el primer trimestre de
1986 y el primer trimestre de 1991, en el que esos mismos ocupados
crecieron 1.900.000. Por tanto, ese diferencial de aproximadamente
500.000 personas más significa algunos cambios en la economía
española y también quiero creer que algún efecto habia tenido la
reforma laboral del año 1994 que ustedes tanto criticaron.

La revisión del cuadro macroeconómico que han presentado no tiene
nada que ver con la desaceleración de la economía americana, no tiene
nada que ver con la desaceleración de la economía europea. Es curioso
que los datos que caen -y tenemos constatación de ello- son, como he
dicho, el consumo de los hogares, la formación de capital bruto, es
decir, la inversión, que cae del 7,5 al 3,2, con una caída
espectacular en bienes de equipo, que pasa de crecer en el primer
trimestre del 2000 al 9,1 a decrecer en el primer trimestre del 2001
al menos un 0,8, y sin embargo lo que mejor va es el sector exterior,
incluso las exportaciones, como usted ha mencionado. Es un poco
chocante que la menor previsión de crecimiento y de creación de
empleo de la economía española para este año se deba a la
desaceleración de la economía mundial y los factores que constatamos
que lo explican no tienen nada que ver con esa mayor desaceleración
de la economía mundial y lo que
sí tendría que ver con dicha situación, que es el sector exterior, va
y mejora. Yo creo que tenemos elementos endógenos suficientes como
para explicar esa desacelaración y, sin duda, el más importante para
mí y para mi grupo es el de la evolución de la inflación. Ustedes
sostienen, en contra de los datos y de cualquier manual de economía y
hasta del propio sentido común, que desviaciones del cien por cien en
la previsión de inflación no afectan para nada a la capacidad
adquisitiva, no afectan para nada a la competitividad. Parece, como
he leído antes, a la hora de explicar esa desaceleración en el
consumo de los hogares, que el INE no está de acuerdo y cree que la
desaceleración en la remuneración de los asalariados, es decir,
pérdida de poder adquisitivo, algo ha tenido que ver, como sin duda
ha tenido que ver que en un año -de abril de 2000 a abril de 2001-
para un préstamos hipotecario-tipo haya subido el precio a pagar en
torno a 12.000 pesetas al mes, algo habrá tenido que ver con esa
pérdida de poder adquisitivo y creo que la desaceleración que se
produce en la inversión, especialmente en los bienes de equipo, algo
tendrá que ver con la pérdida de competitividad.

Usted sin duda ha hecho una aportación relevante a la teoría
económica a la hora de analizar y medir la competitividad con aquel
indicador que le parece que es más favorable a la defensa de sus
tesis, pero que desde luego no está recogido en ninguna parte de la
literatura y no está recogido tampoco en los propios indicadores que
sobre evolución de la competitividad publica su Ministerio. El
problema no es sólo que estamos en una zona monetaria única, es que
también estamos en un mercado único, lo cual quiere decir que la
competitividad no se puede medir sólo con las exportaciones sino
también con las importaciones, porque la competitividad no sólo se
mide en los mercados exteriores sino en la penetración que los otros
países tienen en nuestros propios mercados. Y si se mira los índices
de evolución de competitividad -insisto- que publica su propio
Ministerio, verá que en este último año la competitividad de la
economía española respecto a la Unión Europea ha caído, como no podía
ser de otra manera, dado que seguimos manteniendo ese diferencial de
inflación. Por tanto, creo que si este año crecemos menos que el año
pasado y se crea menos empleo que el año pasado, en gran parte es
porque ustedes no han sido capaces de controlar la inflación. Todo
ello debería llevarles, en mi opinión, dentro de una revisión del
cuadro macroeconómico, a haber planteado también una revisión del
objetivo de IPC con todas las repercusiones que tiene a la hora de
calcular los ingresos y los gastos públicos. Es verdad que lo han
hecho de una manera tímida, que lo han hecho un poquito a escondidas:
han modificado una décima el deflactor del consumo privado, que es
otra manera de medir la inflación, pero creo que si el Gobierno no
quiere hacerse trampas en el solitario debería abordar este asunto ya
para encubrir las desviaciones que pueda provocar en



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el marco y en el cuadro presupuestario desde ahora, sin esperar a
final de año o a los primeros meses del año que viene.

Con el tema de la inflación ustedes han pasado por cuatro o cinco
explicaciones. Según fuera la cosa, se debía a los precios del
petróleo, se debía a nuestro mayor crecimiento, se debía a la
política monetaria y ahora ya son todas las explicaciones juntas. Hay
cosas que llaman la atención, aun aceptando desde el más mínimo
sentido común, no digo económico sino simplemente sentido común, que
todos ellos han sido elementos que sin duda han contado. Pero, ¿qué
es lo que me preocupa, como me preocupa el que la desaceleración del
PIB se traduzca, por lo menos con los datos que tenemos del primer
trimestre, en una grave desaceleración de la creación de empleo? Que
la reducción en el diferencial de crecimiento que mantenemos con la
Unión Europea no se está traduciendo en una reducción correlativa del
diferencial de inflación y, por tanto, parece que por ahí poca
explicación hay. También me preocupa el hecho de que si vemos la
evolución de la inflación durante los meses transcurridos del año
2001, observo con preocupación cómo en otros países de la Unión
Europea el impacto de la subida del petróleo se ha trasladado, y se
ha trasladado con mayor intensidad que en la economía española, con
lo cual una de dos, o nuestras compañías son mejores gestoras a la
hora de comprar y les influye menos la evolución del precio o la
evolución del euro, o ustedes están de nuevo embalsando las subidas
del precio de la gasolina no sé si para julio, para agosto o para
otro momento que les venga mejor para el IPC; porque llama mucho la
atención, qué quiere usted que le diga. Como llama la atención el
hecho de que la subyacente, la inflación sin excusas, como algunos le
llaman, la inflación que no tiene en cuenta ese tipo de factores al
menos en un primer momento, haya sufrido esa evolución que he
mencionado antes, de mayo de 2000 al 2,3 a mayo de 2001 al 3,5. Algo
más que petróleo tiene que haber, algo más que crecimiento, que se
está desacelerando, tiene que haber y algo más que evolución de los
salarios tiene que haber, porque en ese período creo que es difícil
mantener que no ha continuado el elemento que para mí sigue siendo
clave a la hora de explicar los cambios estructurales que se han
producido en la economía española, que es afortunadamente la
consolidación de un principio de moderación salarial.

Ustedes ya han empezado a analizar la competitividad y el IPC,
supongo que eso no les lleve a modificar el IPC como parece que les
va a llevar a modificar la EPA para quitar 500.000 parados. Ha
establecido una curiosa relación entre algo que es bien conocido
entre los sectores comercializables y los no comercializables de la
economía. Es verdad que la evolución de los precios en los dos
sectores es distinta en una zona monetaria. Aquellos más expuestos a
la competencia suelen ajustar más las subidas de precios que los que
están
menos expuestos a la competencia exterior. Pero eso quiere decir dos
cosas: una, que hace falta reforzar las políticas de competencia
interior, y otra, que no evita el hecho de que los trabajadores que
trabajan en sectores expuestos a la competencia exterior también
utilizan los servicios que no están expuestos a la competencia
exterior y, por tanto, a la hora de calibrar la evolución de las
pérdidas o no de poder adquisitivo, a la hora de calcular el impacto
que sobre el conjunto de la economía y de la sociedad tiene la
evolución del IPC, tan importante es la evolución de los precios
industriales como la evolución de los precios de los servicios, de
las peluquerías o de los hoteles, que creo que poco tienen que ver
con la evolución del precio del petróleo o incluso, me atrevería a
decir, poco tienen que ver, vista la desaceleración que se está
produciendo en el consumo de los hogares, con que la política
monetaria haya sido más o menos expansiva. Por cierto, si estamos
convencidos de que la política monetaria del Banco Central Europeo es
expansiva para las condiciones de la economía española, eso quiere
decir, como usted ha dicho, que los tipos de interés se están
situando en unos niveles muy bajos, incluso en algunos casos ha
mencionado que sean negativos y aun en ese contexto, la inversión en
bienes de equipo decae el -0,8, yo me preocuparía mucho. Eso querría
decir que el problema no es tanto de la política monetaria del Banco
Central Europeo como de la caída fuerte en las expectativas que se
están produciendo en esos sectores, y las expectativas son tan
difíciles de recuperar como de evitar cuando empiezan a caer.

Señor Rato, me da lo mismo que me crea o no, pero no lo digo con
ninguna complacencia: hemos pasado de lo que ustedes han llamado un
círculo virtuoso de crecimiento de la economía española a lo que en
economía se llama un círculo vicioso. Estamos creciendo menos,
estamos generando mucho menos empleo por cada punto de ese
crecimiento, al menos con los datos que hasta ahora tenemos, y
estamos teniendo más inflación. No quiero decir que estemos en una
situación de estanflación, pero evidentemente que nuestra tasa de
crecimiento económico sea del 3,4 y nuestra tasa de inflación sea del
4,2 debería de llevar a alguna preocupación y, en el caso del
Gobierno, a algo más que preocupación, porque ustedes no son
relatores de lo que pasa, sino actores, y actores principales. Eso es
lo que más me preocupa y ya lo he dicho en otras ocasiones. Casi más
que las peores perspectivas o los elevados datos de inflación que
tenemos, que son preocupantes, me preocupa una aparente pasividad del
Gobierno. Me preocupa una cierta actitud que detecto de decir: ¡Qué
le vamos a hacer! Ahora las cosas vienen un poquito menos bien, en
todo el mundo ocurre así y lo único que podemos hacer es esperar a
que mejoren. No sé si eso es o no lo que ustedes están haciendo, pero
es lo que parece que están haciendo y es lo que parece que están
anunciando: introducir un elevado nivel de resignación



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ante la situación, buscando fórmulas más o menos elegantes, más o
menos elaboradas para eludir su responsabilidad como gobernantes, que
han tenido la inmensa suerte histórica de tener un buen período de
crecimiento de la economía y que ahora empiezan a abordar algunos
nubarrones. Ahí es donde se muestra la capacidad política de un
gobierno y ahí es donde ustedes están haciendo aguas claramente.

Podemos hablar -y voy a hacerlo- de algunas otras cosas que están
influyendo sobre la situación de la economía. El objetivo sigue
siendo practicar políticas activas que incrementen nuestro potencial
de crecimiento, políticas activas que actúen sobre la mejora y el
potencial de la oferta de nuestra economía para un reparto más justo
y equitativo de los frutos de esa mejora. Ahí hay algunos datos que
son preocupantes. Ya he tenido ocasión de plantear en esta Comisión
en algún otro momento que no comparto su interpretación de la
convergencia real medida en términos de renta per cápita, entre otras
razones porque nos lleva a algunos absurdos. Hoy, nuestro diferencial
en renta per cápita con la Unión Europea es más o menos el que
teníamos en el año 1973, antes de la crisis del petróleo. Cualquiera
que crea que España no ha avanzado en cuanto a igualación de
condiciones de vida con la Unión Europea desde el año 1973 hasta
aquí, o no vive en este país o no ha visto las cosas que pasan.

Tendríamos que convenir, aunque a ustedes no les interese, que no se
debe medir la convergencia real sólo por la evolución de la renta per
cápita. Incluso dejando al margen el famoso chiste que circula entre
los economistas, que dice que dos personas con un pollo es medio
pollo per cápita, pero si se lo come todo uno, afecta al bienestar de
los dos. Dejando al margen las dudas o la validez del concepto de
renta per cápita, es evidente que hay que introducir otros elementos
que inciden en la productividad de la economía española, que inciden
en nuestro incremento en potencial de crecimiento y que inciden en el
reparto de ese crecimiento. Ahí no estamos solos; últimamente, mucha
gente ha hablado de esto. Quiero centrarme en cuatro déficit
importantes de la economía española sobre los que ustedes deberían
adoptar medidas para mejorar de verdad la convergencia real, la
productividad de la economía española y el nivel de bienestar de los
españoles.

Hay un claro déficit social. Seguimos siendo el último país en gasto
por protección social. Eso no se aborda sólo a través de actuaciones
en el IRPF, porque significaría dejar fuera a todos los millones de
españoles que no tienen renta suficiente como para declarar el IRPF.

Por tanto, se tiene que abordar con políticas sociales, de apoyo a la
familia, de un ámbito distinto, un ámbito como el que mi grupo tuvo
ocasión de presentar en una proposición no de ley hace pocos días.

Hace falta una revisión de la fundamentación de muchas de las
políticas sociales, sin duda históricamente muy condicionadas por el
principio de necesidad,
pero que hoy se quedan cortas ante las nuevas realidades sociales. A
mi grupo le preocupa especialmente la situación de los jóvenes, de
aquellos jóvenes que no encuentran empleo, o que el nivel de empleo
que encuentran es de tal precariedad que muchas veces ni siquiera les
genera el derecho a la protección social, pero que no son pobres,
porque viven en una familia que está sustituyendo la labor de
protección social que debería hacer el Estado. Esas situaciones se
tiene que abordar con una concepción de política social distinta, con
una concepción de política social que, en lo ideológico, se incardina
más con la propuesta de renta básica de ciudadanía que ha lanzado el
Partido Socialista.

Tenemos un déficit tecnológico muy claro. Le voy a citar un informe,
aunque ya no me atrevo a decir nombres, por si luego usted desata
represalias contra el que lo dice, pero como en este caso lo presentó
Su Majestad el Rey, espero que no se convierta ahora en republicano,
como se ha convertido en sindicalista antibanquero. El último informe
de Ecotec no sólo señala que el nivel de gasto español en
investigación y desarrollo es un 35 por ciento inferior a la Unión
Europea, sino lo que es mucho más grave, que se ha desacelerado en
los últimos años. ¿Sabe especialmente desde cuándo? Desde que ustedes
han creado el Ministerio de Ciencia y Tecnología, la gran aportación
cualitativa de España al fomento de la investigación y el desarrollo,
según el presidente del Gobierno. El informe de Ecotec, que tiene,
por lo menos para mí, bastante solvencia, indica que desde que se
creó el Ministerio de Ciencia y Tecnología, las políticas de fomento
de la innovación han mostrado una tendencia decreciente. Es decir, su
gran apuesta por la I+D ha dado resultados negativos, al menos de
momento. Parece que también hay bastante consenso en cuanto a que no
sólo no avanzamos en la parte de gasto público en I+D, sino que ese
nerviosismo fiscal que les caracteriza y que les lleva a ir metiendo
subvenciones y deducciones por todas partes, en el caso de las que
han ido introduciendo a favor del I+D, no parece que esté teniendo el
resultado previsto, si es que de verdad ese resultado era fomentar el
gasto en I+D en las empresas y no simplemente rebajarles la factura
tributaria. Eso es importante. Llevamos 15 años de retraso, no es un
problema sólo de este Gobierno, pero sí es indicativo de su actitud
el que, después de esos cinco años de gran crecimiento económico,
parece que no les ha preocupado lo que todo el mundo, excepto
ustedes, considera que es básico para mejorar la productividad de la
economía y para permitirnos enganchar en eso que se da en llamar la
sociedad de la información, la sociedad del conocimiento.

A pesar de todo, seguimos teniendo un déficit importante en empleo.

Si ustedes quieren cumplir los compromisos de la cumbre de Lisboa, de
aquí al año 2005 tenemos que crear en España tres millones de puestos
de trabajo, de los cuales dos millones serán para mujeres, por
cuestiones estadísticas, no por discriminación



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positiva. Honestamente no creo que ninguna de las medidas que han
adoptado hasta ahora, ni la reforma del mercado laboral ni el clima
de desaceleración de la economía vayan a contribuir a ese objetivo y
no les veo especialmente preocupados por el asunto lo cual, una vez
más, a mí me preocupa más su falta de preocupación.




Por último, seguimos teniendo un déficit muy importante en política
de competencia y defensa de la competencia. En este caso, junto
conmigo, lo piensan 282 expertos que elaboran el Consenso económico
que hace Price Waterhouse y el grupo Correo -sus nombres los tiene
detrás, lo digo por si quiere tomar alguna medida respecto a ellos-
que sistemáticamente critican la política de competencia del
Gobierno, la falta de medios del Tribunal de Defensa de la
Competencia y de los otros órganos reguladores, la falta de
independencia de estos organismos y el excesivo intervencionismo del
Gobierno.

Durante un tiempo se estuvo discutiendo si privatización era lo mismo
que liberalización. Ustedes han introducido un nuevo debate,
apasionante desde cualquier punto de vista, y es que liberalización
no significa competencia. El mejor ejemplo lo acaba de citar usted al
hablar de la liberalización del sector energético, que la ha habido,
pero curiosamente todos los informes recientes que se han hecho con
motivo de la fallida fusión Endesa-Iberdrola, indican que no hay
competencia en el sector eléctrico. Ustedes están encontrando la
fórmula para liberalizar sin introducir competencia, lo cual
realmente tiene mérito. No sé qué sentido tiene liberalizar si no se
introduce competencia.

Por estas fechas, creo recordar hace un año, presentaron ustedes un
decreto-ley, es decir, medidas urgentísimas -si no me equivoco, 70-
para liberalizar la economía española, las más importantes de las
cuales siguen pendientes de ponerse en práctica porque no han sido
capaces de desarrollarlas, lo cual quiere decir dos cosas: que no
tienen capacidad para hacerlo, o que no creían que fuera tan urgente
y el paquete de junio fue una pura operación de marketing. Yo
revisaría algunas de las que han puesto en marcha. Si se han adoptado
varias medidas supuestamente para liberalizar el suelo y el resultado
es que el precio de la vivienda sube, a lo mejor es que se ha hecho
mal, que no es esa la medida que tenía que haberse adoptado o no era
por ahí por donde había que ir. Tenemos un déficit social importante,
un déficit tecnológico, de creación de empleo y de políticas de
defensa de la competencia. Estos cuatro factores son determinantes
para incrementar nuestro techo de crecimiento potencial y aproximar
la convergencia real de España con Europa. Ustedes están un poco al
margen de la importancia que ello tiene, por tanto, confirman una vez
más que los ciclos económicos van por un lado y que, de la misma
manera que no se puede identificar el hecho de que hayamos tenido una
fase de crecimiento en la economía española, que
espero y deseo que continúe durante mucho tiempo, no se debe a una
buena política económica. En situaciones en las que la desaceleración
empieza a aparecer en el horizonte es cuando más se echa en falta una
correcta política económica, que es de lo que hemos carecido durante
estos últimos años.

Una última palabra respecto al sector minero. Tengo la impresión de
que compartimos la preocupación y de que podemos estar relativamente
de acuerdo en la necesidad de defender ante la Comisión Europea la
continuidad de algún sistema de ayudas al carbón. Espero que, ante
una proposición no de ley presentada por mi grupo parlamentario, el
Grupo Popular votará a favor, no como hizo en otras ocasiones. A
nosotros nos preocupa el tema. Sabemos que no es fácil, pero el
Gobierno no puede tampoco constatar aquí lo difícil, lo complicado
que es todo y ponernos el problema antes que la solución, porque a
los gobiernos no hay que exigirles que planteen los problemas sino,
sobre todo, que ofrezcan soluciones. Si van en esa línea contarán con
nuestro apoyo. Como digo, tendremos ocasión, de ver hasta qué punto
ese compromiso del Gobierno con el mantenimiento de un sistema de
ayudas al carbón se refleja luego en un apoyo de su grupo a nuestra
proposición no de ley.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Catalán (Convergència i
Unió), tiene la palabra el señor Sánchez i Llibre.




El señor SÁNCHEZ I LLIBRE: En primer lugar, quiero agradecer la
comparecencia del vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de
Economía a esta Comisión y darle la bienvenida.

El Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) está de acuerdo
con los planteamientos que ha realizado el ministro de Economía
respecto a la situación actual de la economía española en el sentido
de coincidir en que la actual coyuntura económica está superando el
impasse de un cierto, aunque real, retroceso en su crecimiento
económico y que se está suavizando el proceso de desaceleración que
veníamos padeciendo, como lo muestran los últimos datos de la
contabilidad nacional en los que el PIB ha crecido un 3,4 por ciento
desde la óptica interanual en el primer trimestre del presente año,
dato que para nosotros es muy importante.

Es cierto, señor vicepresidente, que nuestro grupo parlamentario se
muestra satisfecho por los datos de la economía española, y no sólo
porque hayamos sido unos espectadores en cuanto a la materialización,
consecución y evolución de dichos resultados, sino porque es coautor
y corresponsable de los mismos. Por todos los grupos parlamentarios
es conocida nuestra aportación de iniciativas y propuestas, en aras a
una mayor convergencia de la economía real con el resto de países de
la Unión Europea, que viene desde el año 1993, en



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colaboración con el Gobierno Socialista, hasta estas mismas fechas.

En base a estas apreciaciones que acabo de comentar, en el reciente
debate sobre el estado de la Nación nuestro grupo parlamentario
presentó una propuesta de resolución, de acuerdo con el Gobierno y el
Partido Popular, dirigida a potenciar y consolidar una economía que
en los próximos años continúe generando un mayor crecimiento
económico, y que dicho crecimiento se pueda compatibilizar con una
mayor sostenibilidad que permita mejorar una política de mayor
cohesión social y abordar con más solvencia, de cara a futuras
prestaciones sociales, los gastos en educación, sanidad y pensiones.

Una propuesta de resolución que nos permita generar más empleo, sobre
todo en determinados colectivos. Nuestro grupo ha propuesto
iniciativas para mejorar el empleo en determinados colectivos, como
el de los jóvenes que acaban sus estudios profesionales o
universitarios, para que puedan encontrar un puesto de trabajo ideal
para sus aptitudes, para los que están en el paro y para el colectivo
de mujeres, donde habría que aplicar medidas más flexibles para que
su incorporación al mercado de trabajo sea una realidad.




Con esta propuesta de resolución, en colaboración con el Gobierno,
pretendemos seguir primando la inversión, apoyando la
internacionalización de nuestro tejido productivo, creando un marco
de actuación para que nazcan nuevos proyectos empresariales y
reforzando nuestro tejido empresarial mediante iniciativas
empresariales que surjan del apoyo que podamos prestar a lo que
nosotros siempre hemos denominado el tejido de las pequeñas y
medianas empresas y de las microempresas. Nuestro Grupo Parlamentario
Catalán (Convergència i Unió) quiere que estos resultados
satisfactorios económicos que se puedan producir en la aplicación de
dichas medidas puedan revertir en un mayor incremento del Estado del
bienestar para garantizar una mayor cohesión social.

En definitiva, con esta propuesta de resolución conjunta con el
Partido Popular, nuestro grupo parlamentario, plantea unas medidas,
desde la perspectiva económica y social, que nos permitan evitar el
descuadre de la economía española y que no se tengan que reproducir
modificaciones en las previsiones económicas del Gobierno y
modificadas recientemente para conseguir los objetivos de la
convergencia real con el resto de nuestros países socios de la Unión
Europea.

Estamos convencidos de que todas estas medidas supondrán, con su
aplicación y con sus buenos resultados, lo que hemos definido, como
lo hizo el señor Trías en el reciente debate sobre estado de la
Nación, como el ajuste fino que necesita nuestra economía española.

Lógicamente este ajuste fino podrá corregir ciertos desequilibrios
incipientes en la economía española, como son los diferenciales de
precios, la inflación, la escasez de ahorro que hoy está en poder de
nuestras
familias, la pérdida de intensidad del proceso inversor, así como
potenciar y primar un incremento en cuanto a las necesidades de
financiación de la economía española. Estamos convencidos de que el
buen resultado de la aplicación de estas medidas a lo largo de esta
legislatura y del próximo período de sesiones permitirá volver a
coger la velocidad de crucero competitiva de nuestra economía;
velocidad de crucero que también se tendría que producir sin lastres,
como el que hoy tenemos, que sería necesario tirarlo por la borda.

Hay que intentar controlar y rebajar la inflación de nuestro país. Es
necesario continuar creciendo por encima de la inflación para
incorporar más potencia en este crucero que queremos que llegue a
puerto sin que se descuadren las magnitudes macroeconómicas previstas
por el Gobierno.

A lo largo de las diferentes comparecencias tanto del vicepresidente
del Gobierno como del secretario de Estado de Economía, así como en
las interpelaciones que hemos presentado en el Congreso de los
Diputados, siempre hemos reiterado que la inflación era el punto
negro de nuestra economía. Estas afirmaciones vienen avaladas por el
índice de precios al consumo del pasado mes de mayo, que ha llegado
al límite del 4,2 por ciento, límite que no se había alcanzado desde
el año 1995. Este diferencial de inflación perjudica notablemente la
competitividad de nuestro tejido industrial, y lo más preocupante es
que la inflación subyacente, tal como ha explicado el vicepresidente
económico, que es la que excluye los alimentos frescos y la energía,
ha llegado durante este mes de mayo al 3,5 por ciento, llegando a la
conclusión de que estos incrementos de precios energéticos y
alimentarios han contaminado al resto de los otros productos, hecho
que no deja de ser preocupante porque equivale a decir que es
necesario tomar medidas urgentes para que podamos parar y diseminar
esta contaminación y volver a las condiciones anteriores en cuanto a
la competitividad y a los índices de precios al consumo de estos
sectores antes mencionados.

Hay analistas económicos que entienden que en el acelerado proceso de
convergencia en la Unión Europea, la convergencia real, existe una
presión interna y externa de los precios que trasladan sus efectos
negativos al proceso inflacionario. Esta afirmación no deja de ser
objetiva, ya que un crecimiento superior presiona a la demanda
interna y al sistema de los precios. Pero también es cierto, señor
ministro, que en un mercado amplio, abierto y transparente como es el
español, deberíamos entre todos -por este motivo hemos propuesto una
serie de medidas en una propuesta de resolución conjunta- corregir
esta situación, y el Gobierno debe actuar.

No es bueno preocuparnos única y exclusivamente por el dato de la
inflación, sino por implementar nuevas medidas estructurales y de
liberalización de la economía española, reforzando aquellos
mecanismos de la competencia para incrementar el proceso inversor de



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nuestra economía productiva, frenar esta inflación incipiente desde
los diferentes sectores productivos, no sólo porque lo diga el Grupo
Catalán (Convergència i Unió), sino porque recogemos manifestaciones
de preocupación por los citados índices de inflación. Estamos
convencidos de que con la aplicación de dichas medidas conseguiremos
incrementar el ahorro de las familias y dotar de mayores recursos de
financiación a la economía española.

Respecto al crecimiento de la economía española y a los recientes
datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística, entendemos
que la desaceleración de la economía responde al agotamiento de la
demanda interna y a un dato muy importante: la desaceleración de las
inversiones en bienes de equipo. Este dato es muy preocupante porque,
además de rebajar las diferentes expectativas empresariales por una
reducción de la inversión, supondrá que la incorporación de nuestras
empresas a las nuevas tecnologías se retrase de forma importante.

Partiendo de la realidad española de que el gasto medio en tecnología
se sitúa en la mitad de la media europea, como digo esta situación es
preocupante. Estoy convencido de que la aplicación de todas aquellas
propuestas que conjuntamente hemos planteado en el reciente debate
sobre el estado de la Nación comportarán mayor inversión en bienes de
equipo, en formación -dichas cifras de inversión se han rebajado
ostensiblemente a lo largo del año 2001; las previsiones de dichas
rebajas están contempladas en los cuadros macroeconómicos que ha dado
a conocer el Gobierno-, más dotaciones en inversiones en activos
fijos de los elementos productivos, así como también dotaciones
importantes en inversión, innovación, desarrollo e investigación, de
forma que nuestro tejido empresarial no pierda competitividad.

A Convergència i Unió le preocupa el diferencial de inflación por el
impacto que pueda tener en la competitividad de nuestro tejido
industrial ante los diferentes mercados europeos e internacionales.

El distinto ritmo de crecimiento de los precios respecto a la zona
euro tiene un impacto negativo en la competitividad, cifrado, según
los expertos y los diferentes estudios económicos, en más de un 1 por
ciento interanual. Si tenemos en cuenta que nuestras exportaciones
a la zona euro representan más del 60 por ciento de nuestro mercado, el
dato es preocupante. Los exportadores españoles están preocupados por
dicha situación y por la evolución de los precios en España y en la
zona euro, aunque, hasta ahora, por las ventas en el exterior, se ha
frenado dicha situación. Esta es una inquietud no sólo de nuestro
grupo parlamentario, sino también de los sectores exportadores. El
Gobierno, y usted personalmente, son conscientes de dicha
preocupación, por lo que entre todos debemos corregir dichos
desequilibrios, incorporando estas medidas que hemos aprobado en el
reciente debate sobre el estado de la Nación. El deterioro de la
posición competitiva
de nuestras empresas podría significar la reducción del
ritmo de crecimiento de las exportaciones y, en último extremo, la
pérdida de empleos. En ningún caso podemos permitir que la inflación
contamine las rentas salariales o los márgenes empresariales, ya que
podríamos entrar en una espiral sin otra salida que ejecutar un
ajuste en el crecimiento y en el empleo. Estamos convencidos de que
esto no se va a producir, pero hemos de ser rápidos y ágiles en la
incorporación de todas aquellas propuestas para evitar que esto sea
una realidad y más teniendo en cuenta, señor vicepresidente y
ministro de Economía, que el próximo 1 de enero entrará en
circulación la moneda única, proceso que, sin lugar a dudas, podría
afectar a la capacidad de nuestras exportaciones, a todas nuestras
compañías, toda vez que el euro clarificará los precios de nuestros
productos en dicha zona. ¿Cuáles son las soluciones que tendríamos
que incorporar este período de sesiones y los próximos años?
Prácticamente las que hemos pactado con el grupo parlamentario que da
soporte al Gobierno y que nosotros definiríamos como medidas que
pueden profundizar y avanzar en la flexibilización de nuestra
estructura productiva. Dicha actuación es necesaria para recuperar la
senda de crecimiento de los últimos años, proseguir en la
convergencia real con nuestros socios europeos con el fin de mantener
un entorno de estabilidad macroeconómica, incrementan nuestra
capacidad productiva y profundizar en las reformas estructurales de
los mercados de bienes y servicios. En nuestra opinión, estos son los
objetivos necesarios para frenar la inflación y conseguir un
crecimiento equilibrado.




Es evidente que tanto la política de rentas como la aplicación de
políticas microeconómicas van a desempeñar un papel crucial en el
proceso de formación de los precios y en la transmisión de
expectativas en relación con la inflación, por lo que una política de
moderación salarial, junto a la incorporación e introducción de
mayores grados de competencia en determinados sectores de bienes y
servicios, son claves para conseguir este crecimiento sostenido.

Estamos convencidos de que las futuras modificaciones, que hacen
referencia a las diferentes reformas fiscales que se van a aplicar
-rebajas significativas en cuanto al impuesto sobre la renta de las
personas físicas y al impuesto de sociedades-, van a incorporar más
competitividad en todos aquellos sectores que afectan a la
microeconomía, ampliando la base de las microempresas y de pequeñas
iniciativas de proyectos empresariales, generando más competitividad
en nuestro tejido industrial y potenciando, a través de dichas
iniciativas y reformas impositivas -reformas fiscales, tanto en el
ámbito de las sociedades anónimas como de la renta de las personas
físicas- aquellos aspectos dirigidos a la innovación, aldesarrollo y
a la investigación.




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También hemos presentado, de acuerdo con ustedes, una serie de
propuestas para introducir más competencia en los diferentes
mercados, básicamente en el sector de las telecomunicaciones, en el
del gas y en el eléctrico. Es cierto que en éste no ha habido mayor
competencia. Con la reciente liberalización de ese sector hemos
conseguido algo importante: rebajar el índice de precios industriales
en un 50 por ciento respecto a los mantenidos en años anteriores.

Sinceramente, si se ha conseguido rebajar el índice de precios
industriales ha sido básicamente por la rebaja de los precios en las
energías eléctricas, que en este caso sí han actuado positivamente en
nuestro tejido empresarial. A pesar de este éxito conseguido en la
rebaja de los índices de precios industriales, a través de estas
medidas de liberalización que se aprobaron el año pasado es posible
introducir más competencia en dicho sector. Asimismo, sería
interesante liberalizar los sectores de segunda y tercera generación.

Hace poco usted hizo unas declaraciones a un medio de comunicación en
el sentido de que ahora tendríamos que abordar liberalizaciones en
los mercados de segunda y tercera generación. A mi grupo
parlamentario le interesa conocer cuáles serían dichas reformas y en
qué mercados actuarían. En su intervención nos ha avanzado que uno de
los mercados que sería importante liberalizar es el de los servicios,
con lo que estamos absolutamente de acuerdo, pero nos interesa
conocer en qué sectores de segunda y tercera generación aplicarían
liberalizaciones.

Estamos convencidos de que si ponemos en marcha todas estas
actuaciones que acabo de mencionar y las que están incorporadas a las
propuestas de resolución presentadas en el reciente debate sobre el
estado de la Nación conseguiremos reorientar nuestra economía,
corregir estas incipientes desviaciones que antes he mencionado,
reducir o controlar la inflación, incrementar nuestro proceso de
inversión, incrementar el ahorro de las familias y que haya más
financiación en la economía española, con lo que esto llevaría
consigo, la generación de más empleo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida, tiene la palabra el señor Frutos.




El señor FRUTOS GRAS: Después de las diversas intervenciones del
Gobierno se abre paso un idílico panorama, no sólo en relación con la
inflación sino del conjunto de la economía española. Yo no quisiera
analizar los problemas en compartimentos estancos ni me gustaría
limitarlo todo a un lenguaje limitativo -valga la redundancia- que,
sin embargo, utilizaré en mis argumentos, con términos como inflación
o competitividad, sino entrar en algo -si al final tengo tiempo- que
parece incontrolable por inmenso: lo que ocurre en Estados Unidos de
América, si tiene relación o no, cómo la tiene o cómo no la tiene.




Señor presidente, pasaré muy brevemente por la cuestión del carbón y
de las subvenciones, más que al carbón, a la creación de empleos
concretos en las zonas afectadas. El representante del Partido
Socialista ha hablado de que se crean en momentos determinados
déficit sociales. Yo quiero hablar de las prejubilaciones que se han
producido y que continuarán produciéndose en zonas industriales
importantes o en zonas mineras, que significan que en el marco
familiar se solucionen muchos de los problemas que deberían
solventarse con la creación de nuevos empleos para los jóvenes que de
forma gradual se van incorporando al mercado de trabajo. Es el marco
familiar donde esta economía de las prejubilaciones soluciona
problemas que no resuelve el mercado de trabajo, en concreto en las
comarcas mineras. Señor vicepresidente del Gobierno, si tuviera datos
concretos de los puestos de trabajo que han desaparecido, de los
nuevos que se han creado, de los nuevos sectores que surgen, a lo
mejor podríamos valorar las perspectivas de aquí a unos cuantos años,
porque mientras subsista esta economía familiar que viene determinada
en una parte importante por las prejubilaciones, el problema no es
más grave, pero en el momento en que esto se termine, si no hay
puestos de trabajo ni allá ni en otros sitios, las dificultades van a
crecer.

El índice de precios al consumo ha aumentado desde el 3,6 por ciento
en 1996. Se redujo al 2 por ciento en 1997 y al 1,8 por ciento en
1998; pasó al 2,2 en 1999, al 3,4 en el año 2000 y en el año 2001
puede superar - ya lo está haciendo- el 4 por ciento. No tendría
mucho sentido valorar nuestra tasa absoluta de inflación ya que en
términos nacionales es razonable, controlada y los aumentos que ha
habido en la economía, en el producto interior bruto, son
importantes, en torno al 4 por ciento. Esto no sería grave si no
tuviera relación con lo que ocurre en el resto de países que
conforman la zona monetaria del euro. Con una política monetaria
común, si el diferencial de inflación aumenta -este es un elemento
fundamental- o si se mantiene de forma sostenida se termina dañando
la posición competitiva de nuestras empresas, afectando de manera
negativa al desarrollo económico general y a la creación de empleo.

Esto ya se está produciendo, todavía de forma escasa, sin mucha
incidencia. El diferencial de inflación con la zona euro ha ido en
aumento, de 0,3 puntos en 1997 ha pasado a 0,7 en 1998, a 1,1 en 1999
y a 1,3 en 2000. El señor vicepresidente puede argumentar que en mayo
de 2001 se ha recortado el diferencial, al menos coyunturalmente, el
0,8 en relación a Europa, pero este diferencial se recorta porque la
inflación de la zona euro ha subido hasta el 3,4 por ciento, no
porque España logre mejores registros. La inflación en mayo aumentó
hasta el 4,2 por ciento en cifras interanuales y la subyacente hasta
el 3,5 por ciento: el diferencial se recorta coyunturalmente pese a
la política económica del Gobierno del Partido Popular. Recordemos
que el



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Gobierno ha declarado como objetivo para 2001 recortar este
diferencial con la zona euro hasta medio punto.

Esta situación se está traduciendo ya en un mayor deterioro de
nuestro déficit comercial, que ha sido tradicionalmente un freno al
crecimiento de la economía española, y es una situación que no
podremos resolver, como otras veces, variando nuestro tipo de cambio
porque nuestra política cambiaria está fijada y la política monetaria
ya está cedida al Banco Central Europeo. Esto se corregiría, entre
otras cosas, con una mejora de la competitividad, que conllevaría en
uno de sus aspectos una bajada de precios no solamente por la vía del
recurso siempre socorrido del Gobierno -yo diría que de cualquier
Gobierno- de la contención o disminución salarial sino por ganancias
reales en la productividad al margen de oscilaciones coyunturales.

España es el país de la zona euro con mayor déficit comercial en
términos relativos y absolutos, y en el año 2000 el déficit comercial
aumentó un 32 por ciento con relación a 1999, alcanzado los siete
billones de pesetas. Está claro que la escalada en los precios del
crudo y la apreciación del dólar tienen mucho que ver con la
situación de la inflación, así como la situación alimentaria que se
ha vivido durante el pasado periodo, elementos que intentaremos
analizar luego. Da la impresión de que estos factores afectan al
conjunto de las economías europeas, pero tienen mayor impacto en la
nuestra por la mayor dependencia externa de energías primarias que
tenemos, lo cual dice bastante, y en sentido negativo, del
ineficiente modelo energético de nuestro país y también del escaso
esfuerzo en el desarrollo y aplicación de energías alternativas.

Aunque en el debate sobre el estado de la Nación se dijera que había
habido un aumento espectacular, desde luego no es el aumento
necesario en función del conjunto de parámetros que estamos
analizando y, en concreto, de la inflación en el marco de la
economía.

El diferencial de inflación no puede explicarse únicamente por la
crisis del petróleo ni por los culpables de siempre, los salarios,
las rentas salariales, el aumento de los gastos sociales. Son
nuevamente los culpables para cualquier pensamiento conservador, como
lo han sido en todo el periodo anterior. Los salarios crecen
moderadamente, de tal forma que los costes laborales unitarios
contribuyen positivamente a la formación de los precios. El déficit
público se reduce incluso a un ritmo superior al de buena parte de
nuestros socios comunitarios. Señor vicepresidente, habría que
señalar otros culpables. ¿Puede ser otro culpable un beneficio
empresarial que crece entre dos y tres veces más que los salarios
-puede ser- o que desde el Gobierno del Partido Popular no se están
permitiendo posiciones dominantes en los mercados mientras, por otro
lado y a nivel de propaganda, se articula un falso discurso
liberalizador?



El Gobierno lleva años comprometido en la aplicación de un programa
de reformas estructurales, que ha
vendido como el bálsamo milagroso de la nueva economía. Yo creo que
el Gobierno ha confundido interesadamente liberalización con
desregulación y privatización, y en este caso concreto el Gobierno es
el responsable de convertir monopolios públicos en oligopolios
privados. Seguramente, aquí también deberíamos buscar una parte del
aumento de la inflación en este último período. Este Gobierno debe
revisar no sólo las políticas que ha planteado, sino también estas
otras políticas y, en concreto, si el desmantelamiento del sector
público empresarial, esa privatización, que no liberalización, que no
ha tenido parangón en el espacio comunitario, ha influido también en
los índices de inflación que estamos analizando. (El señor
vicepresidente, Eguiagaray Ucelay, ocupa la Presidencia.)
Aun considerando nuestra pertenencia a la Unión Monetaria y las
deficiencias propias, objetivas, del proceso de construcción europea
que constriñen las opciones en materia de política económica, la
forma más razonable de abordar el problema de nuestro diferencial de
inflación pasa, a nuestro entender, por articular medidas que
contribuyan, a medio plazo, a elevar la productividad global de
nuestra economía y otras medidas que les permitan a los poderes
públicos intervenir en los mercados o sectores económicos donde la
competencia es -y será, me temo- algo virtual. El sector público
debería cumplir un papel fundamental, no solamente como agente
regulador, sino también recuperando su papel inversor, para superar
los déficit que arrastra nuestro país en infraestructuras,
investigación o formación, por citar tres de los aspectos más
importantes. También sería importante fijarse en nuestro mercado de
trabajo, pues el abuso de la temporalidad y la baja calidad del
empleo creado son factores que afectan negativamente a la
productividad de la economía, a desincentivar el desarrollo de la
formación, a descapitalizar a la fuerza de trabajo y, añadiría, a
crear una situación de falta de responsabilidad en la medida de la
inestabilidad de un puesto de trabajo, que es la inestabilidad de las
personas que tienen estos puestos de trabajo.




Su Gobierno seguramente no comparte estas inquietudes. Sin duda, es
más sencillo seguir confeccionando paquetes liberalizadores de dudosa
eficacia, mantener alegatos a favor de la moderación salarial,
razonar sobre la necesidad de nuevas y regresivas reformas laborales
o, simplemente, continuar manteniendo contra toda evidencia, contra
el sentido común más elemental y sin ningún fundamento objetivo, una
previsión de inflación para el año 2001 del 2 por ciento. Este hecho
puede provocar pérdidas de poder adquisitivo a los empleados públicos
(ya tienen una reivindicación planteada, que está sub iudice), a los
asalariados que toman como referencia el salario mínimo
interprofesional o a los perceptores del subsidio por desempleo,
entre otros sectores, dado que ninguno de estos colectivos tienen una
cláusula de revisión.




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Yo sí creo en la relación que tienen todas las cuestiones. Me parece
que hay una interrelación en todos los problemas que afectan a
nuestro país, a la Unión Europea, a la zona euro y a América.Usted ha
señalado en su intervención inicial que la situación económica en
Europa, en general y sobre todo en los países más fuertes, es incluso
más débil que la situación económica española, en la medida en que
Alemania tendrá un crecimiento por debajo del 2 por ciento y que en
estos momentos hay una demanda interna a la baja, que hay una
inversión a la baja, que hay un consumo privado a la baja, etcétera;
que Francia va un poco mejor, pero que no subirá más del 2,5 por
ciento. En definitiva, que nuestra economía se comporta mejor que la
media de la Unión Europea, tanto en momentos expansivos como en
momentos recesivos -por eso ahora continúa portándose mejor-, y que
entre un 30 y un 50 por ciento del empleo -varía en función de los
momentos- creado en la Unión Europea se produce en España. Debo
recordar, en primer lugar, que las tasas de paro en España eran y
continúan siendo más altas, por tanto, es lógico que aquí se cree más
empleo en el momento en que hay una situación de expansión económica.

También ha dicho que los salarios están subiendo por encima del 4 por
ciento, lo cual indica ya una tendencia a señalar, de nuevo, a los
salarios como los principales responsables de esta senda
inflacionista que hay en el último período. Debo recordar que la
participación del conjunto de las rentas del trabajo en la renta
nacional no ha subido, al contrario, se ha reducido o se ha estancado
en el último período.

Quiero terminar aludiendo a algo que usted ha contado al principio de
su intervención (Distorsiones en el sistema de megafonía interrumpen
al orador.) Es un boicot. Como me iba a pronunciar contra la
globalización... (Risas.)



El señor VICEPRESIDENTE (Eguiagaray Ucelay): Le aseguro, señor
Frutos, que no ha sido desde la Mesa.

Continúe, por favor.




El señor FRUTOS GRAS: Ya sé que no es desde la Mesa, pero los agentes
de la globalización son muy amplios y extensos.

Señor vicepresidente, usted ha hablado de que hay recesión en los
Estados Unidos y que esta recesión produce unos efectos. Yo creo que
los efectos se producen, haya recesión o crecimiento en los Estados
Unidos, y muchas veces son catastróficos en el plano económico y
social para muchos países. No se debería tratar de confundir la salud
de las bolsas con la salud social, con la salud de la gente. En los
años 1997 y 1998 en los Estados Unidos había crecimiento y una
repercusión terrible sobre un montón de países del sudeste asiático,
como Tailandia, Indonesia (evidentemente, por defectos propios, pero
también por defectos fomentados desde esta
globalización en torno al crecimiento especulativo de los capitales
financieros, etcétera); en el año 1998, en Brasil y en Rusia, y
continúa, puesto que ahora ha venido Turquía, Latinoamérica -de forma
recurrente-, Argentina, Méjico, etcétera. En momentos de recesión y
crecimiento hay problemas graves, serios, reducciones drásticas de
las condiciones de vida de decenas de millones de personas en muchas
zonas. El sistema financiero se recupera, pero a los que han quedado
en condiciones absolutamente precarias, y que ya vivían así
anteriormente, esta situación les dura unos cuantos años. Las bolsas
se recuperan, pero la gente sufre las consecuencias de estos
desastres económicos, financieros, bolsísticos durante mucho tiempo.

La globalización actual (ya hemos citado a los Estados Unidos y luego
citaremos la zona euro), como un mercado en expansión sin control,
señor vicepresidente del Gobierno, es un desastre social en muchas
zonas del mundo y, al mismo tiempo, crea monstruos que luego son
difícilmente controlables, por ejemplo, el calentamiento, determinado
tipo de explotaciones o la alimentación basura, porque se tiene que
competir en un mercado cada vez más desregulado. Crea la necesidad de
que haya un acuerdo sobre este calentamiento en Kioto y que sea
precisamente este país que usted dice que tiene ahora la recesión el
que no quiera cumplir los acuerdos firmados en Kioto, que son
producto de un análisis exhaustivo por parte de mil científicos, de
lo que está ocurriendo en el mundo. La globalización neoliberal hace
retroceder, por tanto, niveles de vida en determinadas zonas, en
otras zonas incluso margina continentes enteros, como es el caso
global de África. Por tanto, yo creo que en estos debates de la
Comisión de Economía del Parlamento español, se debería analizar no
únicamente la recesión y el crecimiento de los Estados Unidos, que
también, sino los profundos desequilibrios económicos que hay en el
mundo y cómo incentivar desde nuestro país una actuación que permita
hacer frente a estos desequilibrios y permita superar las situaciones
que vive una parte muy importante de la humanidad. Un mundo de 6.200
millones de personas necesita política, no sólo mercado, y este
Parlamento como el Parlamento europeo en relación a los grandes temas
que yo intento analizar y que usted ha enumerado desde el principio,
no solamente no hace política, sino que se subordina a los dictados
de un mercado que, eso sí, está dictado por las políticas que siguen
los grandes grupos transnacionales. En nuestro país podríamos hablar
de oligopolios que se han formado después de los monopolios públicos,
que a nivel internacional podrían ser estos grandes grupos
transnacionales, y las empresas que tienen una expansión en todas
partes. Acabamos de escuchar esta mañana o ayer por la noche que
Alcatel va a vender gran parte de las empresas que tiene en todo el
mundo, porque no quiere tener un hart, quiere tener ahora ya una
forma de administrar las empresas que no represente



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tener materialmente a las empresas. Pues aquí se podrán ver algunos
de los problemas existentes en el mundo. Yo creo que es lo que se
debe analizar, no pasar por encima de estos problemas. No vale decir
únicamente que la recesión o el crecimiento no es la causa sino el
efecto que determinadas políticas producen en Europa, en la zona euro
y en España, sino intentar ir más allá. Las subidas o bajadas en los
Estados Unidos, en la Unión Europea o Japón son brutales para las
economías de los países empobrecidos. No estoy aquí planteando una
política solidaria con los países empobrecidos, que también, porque
la necesitan, digo que si en estos países empobrecidos no hay un
desarrollo gradual, progresivo, que debería venir a través de
importantes planes de desarrollo en el terreno económico, de la
potenciación de sus propias economías, en el terreno social, en el
terreno de la educación, en el terreno de la sanidad, no puede haber
solución estructural en profundidad de los problemas que ustedes
analizan a partir de que en los Estados Unidos hay una recesión o hay
un crecimiento económico. Las migraciones masivas que se están dando
vienen determinadas por las situaciones de estos países y por el
efecto o señuelo de atracción que causa un mercado de trabajo en
España o en la Unión Europea que hace que las migraciones sean
masivas, desbocadas incluso en el último período. No conozco los
datos de ayer, pero anteayer mil personas intentaron entrar por la
frontera sur de forma ilegal. Esto ya no se debae a aquella Ley de
extranjería tan mala, la 4/2000, que ya no existe; actualmente hay
una ley más cerrada en torno a esto, la 8/2000, y, sin embargo
continúa viniendo la gente, porque existen estos problemas y porque
hay un señuelo de que aquí se continúan atando los perros con
longanizas.

Termino. A mi entender, éste debería ser uno de los debates que
deberíamos tener en el futuro, si es que realmente queremos esta
construcción política europea y queremos analizar los problemas que
ocurren en el terreno económico, en el terreno de la inflación y en
todos los demás, no únicamente desde el análisis de lo que pasa en
todos los mercados, financiero, de trabajo, etcétera, sino desde
capacidad política para incidir en que las cosas vayan de otra forma.

La Unión Europea no puede aceptar sólo los tratados de libre comercio
de determinadas zonas sin que haya un desarrollo social y humano, y
repito no es fundamentalmente mi argumentación actual por razones de
solidaridad, de humanismo, que también, sino por necesidades de
desarrollo armónico del conjunto de la economía a nivel
internacional, de la economía de los Estados Unidos, de la Unión
Europea, de la zona euro y de la nuestra.

Esto figura en los programas de desarrollo a medio plazo, lo repito,
a medio plazo, tal como lo hemos planteado reiteradamente, pero no se
ha puesto en marcha absolutamente nada lo que se discutió hace un
año, en el sentido de que en torno a la Ley de extranjería se
discutiría un plan de desarrollo que llevaríamos a la Unión
Europea, sobre potenciación del desarrollo en otros países para que
no ocurran estas migraciones masivas incontroladas, y no se ha hecho
nada. Esto debería ser, a nivel internacional -y aprovecho para
decírselo- una acción contra cinco monopolios existentes actualmente
incontrolados en este sentido, que hacen que un día Alcatel exista y
al día siguiente no exista, o exista de una forma totalmente
diferente, causando repercusiones económicas sociales muy fuertes, no
solamente en un país, sino en un montón de países. Son cinco
monopolios que se deben combatir o se deben resituar: el monopolio
tecnológico, el del control de los mercados, el del acceso
monopolista a los recursos, el de los medios de comunicación
concentrados y el monopolio del comercio de las armas, sea de
destrucción masiva o no tan masiva, y a partir de aquí podríamos
hablar de todas estas cuestiones.

Yo siento importunar a SS.SS. y que un debate sobre la inflación se
haya convertido en un análisis sobre cuestiones que ocurren en el
mundo, que también ocurren en nuestro país, pero en la medida en que
el señor vicepresidente del Gobierno ha hablado de que lo que nos
está ocurriendo en nuestro país es fruto del empedrado de los otros
países, pues me he permitido hablar también del empedrado de los
otros países para intentar buscar vías de debate político que
solucionen nuestros problemas.




El señor VICEPRESIDENTE (Eguiagaray Ucelay): A continuación, en
nombre del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV), tiene la palabra el
señor Azpiazu.




El señor AZPIAZU URIARTE: Muchas gracias, señor vicepresidente, por
las explicaciones que nos ha dado sobre la situación y el contexto
económico. Sinceramente pienso que ha dado unas pinceladas
excesivamente optimistas desde mi punto de vista, y poco autocríticas
sobre cuál es el momento en que vivimos. Igual es labor de un
ministro ver casi siempre la botella llena y transmitir esta
impresión, pero también creo que es labor de la oposición explicar
que en algunos casos las botellas pueden estar medio vacías y que los
acontecimientos pueden ir por otros derroteros.

Coincido básicamente con el análisis que ha realizado usted sobre el
diagnóstico de la situación económica y cuáles son los factores
determinantes de la evolución económica española. No le he oído
hablar mucho de futuro, pero creo que en cuanto a diagnóstico ha
estado relativamente acertado en cuanto a los factores influyentes.

Es verdad que la economía española está afectada por el entorno
internacional, por las expectativas básicamente de la economía
americana, también y en mayor medida, lógicamente, por las
expectativas de la economía europea, por el mercado de petróleo y por
la evolución de las materias primas, pero yo diría que tiene una
serie de condicionantes propios, que son unos diferenciales negativos
que le afectan sin duda de una



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manera importante. Uno puede ser -y no quiero ser exhaustivo, porque
sería bastante aburrido seguramente- las crisis que se está
produciendo en América Latina, otro, el diferencial de inflación del
que usted ha hablado sobradamente y también la evolución negativa de
la inversión en bienes de equipo es una mala noticia de cara a las
perspectivas de crecimiento de la economía española.

En cuanto a la economía de Estados Unidos hay una opinión bastante
mayoritaria de que se recuperará a partir del segundo semestre; casi
todas las recuperaciones suelen ser en el segundo semestre, sobre
todo cuando se está en el primero. (Risas.) Pienso que entre ellos no
hay un acuerdo sobre cuándo se producirá este punto de inflexión.

Ayer mismo la Reserva Federal bajó un cuarto de punto de los tipos de
interés, supongo que será para animar un poco la economía americana
que anda, como usted bien ha dicho, creciendo en torno al 1,5 o al
1,6 por ciento, según los analistas. Muchos piensan que esta recesión
va a ser momentánea y que se va a volver a tasas de crecimiento
importantes, que va a ser el famoso crecimiento en V. Pero hay quien
piensa -y esto nos debería dar alguna vuelta en la cabeza- que hay
algunos elementos de incertidumbre y temores de que pueda producirse
no una evolución en V sino la famosa evolución en L. Dado -como usted
bien a dicho- que la situación económica americana y sus
condicionantes afectan cada vez más, más rápido y de forma más
intensa al conjunto de la Unión Europea y a la economía española,
creo que esto nos podría preocupar.




¿Dónde están los temores a que el crecimiento pueda ser en L? De los
desequilibrios estructurales de la economía americana, causados por
el fuerte endeudamiento de las familias y de las empresas, se puede
derivar esta evolución futura en L. Si el ritmo de crecimiento
americano aún se sostiene durante el primer trimestre del año 2001 es
gracias a que contra toda previsión el consumo de los hogares se
mantiene fuerte, a pesar de la caída de los indicadores económicos,
de los anuncios de ajustes de plantillas y a pesar del pinchazo de
los valores bursátiles en los que los americanos tienen colocados
gran parte de sus ahorros, lo que está generando un considerable
efecto pobreza. Ese consumo se mantiene alto pese al recurso al
endeudamiento; pero esa situación no puede perpetuarse y puede hacer
crack. En este sentido, las perspectivas de futuro de la economía
americana pueden ser peores de lo que algunos pintan.

La economía europea nos afecta, evidentemente, mucho más y como usted
bien ha dicho los institutos de análisis económicos han ido
modificando las previsiones económicas continuamente. Los datos del
primer trimestre son bastante desalentadores, principalmente para
Alemania, la primera potencia económica, que sólo ha crecido un 2,1
por ciento, sensiblemente por debajo de trimestres anteriores y por
debajo, igualmente,
de las previsiones, pero también son desalentadoras en otros
países como Italia. Esta evolución a la baja del crecimiento
económico se combina con una inflación rampante, 2,9 por ciento de
incremento del IPC armonizado en abril, 0,9 puntos por encima del
objetivo, que es lo que ha paralizado al BCE que ha esperado hasta
mayo para proceder a su primera rebaja de los tipos de interés. Por
tanto, insisto en que las expectativas de la economía europea van
rebajándose a medida que se conocen nuevos datos. Actualmente el
crecimiento del primer trimestre está situado en torno al 2,3 y esto
puede seguir bajando; además hay una inflación que, azuzada por la
crisis alimentaria y los elevados precios energéticos, continúa
situándose sensiblemente por encima de los objetivos fijados por el
propio Banco Central Europeo.

Otro factor externo sería el descenso coyuntural del precio del
petróleo y las materias primas energéticas, con fases en que
descienden o aminoran su ritmo de crecimiento; sin embargo esta
evolución no está teniendo lugar, lo que alimenta la inflación a
nivel internacional. Hay incertidumbre sobre la evolución futura de
los precios del petróleo que podría verse afectada por la crisis de
Oriente Medio, cuyo desenlace es difícil de predecir. Efectivamente
estas son algunas de las sombras que pueden provenir del entorno
internacional.

También existen unos factores más propios, como son las crisis de las
economías latinoamericanas, en el sentido de que afectan directamente
a los intereses de los bancos, empresas eléctricas,
telecomunicaciones y también a otros flujos de comercio exterior con
este área que tanto se ha defendido por parte del Gobierno como
aspecto positivo a lo largo de estos últimos meses. (El señor
presidente ocupa la Presidencia.)
Hoy mismo salía en la prensa la noticia de que la inversión española
en el extranjero está reduciéndose en un 59 por ciento durante el
primer semestre. Si otras veces se ha dicho que era un indicador
positivo habría que ponerlo ahora un poco en cuestión y decir que
esto también puede ser un efecto negativo y reflejo de lo que está
ocurriendo en el mundo. Pero a mi juicio los rasgos actuales más
preocupantes son, como decíamos, el diferencial de inflación; el
incremento del IPC armonizado hasta mayo ha sido el 4,2, como bien
sabe usted, frente al 3,1 de la media de la UE, que es realmente
preocupante, y la elevada inflación, que no se debe sólo a factores
coyunturales, como pueden ser los derivados del problema alimentario
o los precios de la energía, sino que se observa durante los últimos
meses la progresión alcista de la inflación subyacente, lo que viene
a señalar las tensiones inflacionistas de fondo que se mantienen en
las unidades de precios de los servicios y bienes industriales no
energéticos que ya incorporan las subidas de los costes laborales,
energéticos y de otra naturaleza.

Al impacto negativo que este diferencial tiene sobrela competitividad
de nuestras exportaciones se le añade



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la penalización procedente de la política monetaria del Banco Central
Europeo, que será tanto más expansiva cuanto mayor sea el diferencial
de inflación. Este diferencial de inflación creo que reflejará
crudamente el deterioro de la competitividad en la medida en que la
cotización euro-dólar aumente. Otro de los factores negativos de la
evolución económica reciente, sobre todo por el empeño que puso en su
día el Gobierno en darle la importancia, que creo que la tiene,
cuando se presentaron los presupuestos, es la inversión en bienes de
equipo. A la hora de presentar el cuadro macroeconómico de los
presupuestos se dio una importancia grande a la inversión en bienes
de equipo, en cambio hoy ha pasado usted un poco rápidamente al decir
que la inversión en bienes de equipo está decreciendo ligeramente
a lo largo de estos meses.

Señor Rato, estos elementos son suficientes como para poner en cierta
cuarentena el optimismo económico que manifiesta reiteradamente el
Gobierno. Estos días lo hemos comprobado en el debate sobre el estado
de la Nación y hoy mismo usted ha transmitido un optimismo excesivo.

Sé que usted también es conocedor de esta realidad que le estoy
comentando y, aunque aquí no lo diga, seguramente lo va a tener en
cuenta en el futuro.

Hace un año usted comentaba que se estaban produciendo unos cambios
económicos y que el crecimiento se estaba basando más en el aumento
de la inversión, menos en el sector exterior. Usted decía también
entonces -era el primer semestre- que en el segundo semestre la
inflación iba a remitir. Hoy nos ha dichoque la inversión en bienes
de equipo se está aminorando, que la demanda exterior es la que está
teniendo un comportamiento relativamente más positivo. Eso lo ha
valorado positivamente, cuando resulta que también valoró
positivamente el modelo de crecimiento del año pasado, que era
diferente, y nos está diciendo que posiblemente en la segunda parte
del año los riesgos de inflación vayan minorándose. A ver si tiene
razón. Yo tengo mis dudas porque, como ha comentado el portavoz
socialista, creo que hay unos problemas que el Gobierno está
afrontando de cara a resolver los problemas de inflación, como es la
productividad del sistema económico, que en gran medida está
vinculada al crecimiento de ciertos gastos públicos, como pueden ser
las infraestructuras o el I+D+I, del que ya se ha hablado aquí.

Por eso mismo su receta, la receta del Gobierno para la situación
económica, se encuentre como se encuentre, que es la de la
liberalización y la de la austeridad y del rigor presupuestario, pase
lo que pase y sea cual sea la situación, realmente me preocupa
bastante, porque puede hacer que condicionemos un montón de
actuaciones de política económica en materia de infraestructuras, en
materia de inversiones, en materia de educación, de formación,
etcétera, al famoso déficit cero o al superávit y que esto sea pan
para hoy y hambre para mañana porque no resuelva los problemas
estructurales
y las rigideces del sistema económico y no garantice un aumento de la
productividad y un aumento de la capacidad potencial de la economía
española. Este es un debate importante y realmente interesante,
aunque no es el mejor momento para abordarlo porque no hemos venido
precisamente a ello, pero a lo mejor de cara al debate presupuestario
sería algo en lo que tendríamos que pensar tanto nosotros, la
oposición, como el propio Gobierno. Durante estas vacaciones
parlamentarias que supongo que hoy empezaremos la mayoría -por lo
menos a no venir al Parlamento, lo que no quiere decir que no vayamos
a trabajar- tendremos un tiempo para ir cargando las pilas incluso en
materia económica, y espero que el Gobierno dé muchas vueltas a estas
cuestiones para presentar, de cara al presupuesto, un cuadro
macroeconómico que sea realmente creíble, porque en la medida en que
el Gobierno sea más creíble tendrá mayor respeto de todos los agentes
económicos y de la opinión pública. Lo que digo es que no cometa
errores como los de insistir en que la inflación va a seguir siendo
el 2 por ciento, el año pasado cometieron ese error, este año usted
está diciendo que la inflación va a remitir, pero estamos en una tasa
del 4,2 por ciento, pueden cometer otro error y en la medida que ese
tipo de errores se transmita a la opinión pública se pierde
credibilidad, y yo creo que esto es malo para todo el mundo.

Nada más, sino agradecerle su intervención hoy aquí.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la
palabra su portavoz, el señor Martínez- Pujalte.




El señor MARTÍNEZ-PUJALTE LÓPEZ: En primer lugar, quiero agradecer la
comparecencia del señor vicepresidente del Gobierno. Estamos acabando
la actividad parlamentaria, pero por lo menos esta Comisión tiene el
lunes alguna actividad parlamentaria extra.

Estamos en una situación donde hay un crecimiento económico
aceptable, aunque menor que el del año 2000, con unas perspectivas de
ir corrigiendo nuestro desequilibrio en convergencia real, cuatro
años creciendo por encima del 4 por ciento, con más de 2,5 millones
de empleos -y luego hablaremos de empleo-, casi 16 millones de
afiliados a la Seguridad Social, una tasa de paro que se ha reducido
en diez puntos -se puede decir que se podía haber reducido más, pero
se ha reducido en diez puntos-, reducción mucho mayor en el caso del
paro para mujeres o para jóvenes, y además con unos años en los que
ha ido creciendo de una manera importante la financiación del gasto
social. ¿Hay influencia del exterior en la situación económica
española? Creo que negarlo sería negar la realidad, negar que la
situación económica internacional influye en la situación económica
española carece de cualquier sentido común. Decía un portavoz que
todo lo que pasa ahora en España y todo el proceso de desaceleración



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es por nuestra culpa y que no tiene ninguna influencia el exterior, y
además nos achacaba que nosotros decíamos -desde luego desde este
grupo parlamentario yo no se lo he oído nunca al vicepresidente- que
todos los bienes anteriores se producían por lo que nosotros
hacíamos. Yo creo que la pregunta no es si hay influencia del
exterior en España o si hay influencia de la situación internacional
en la economía española. La pregunta es qué respuesta da la economía
española en las distintas fases, qué respuesta se da cuando hay un
proceso de crecimiento y cuál cuando hay un proceso de
desaceleración, es decir, cómo actúa, cómo se reforma la estructura
económica española para que la respuesta sea buena en una fase o en
otra.

La convergencia, se mida como se mida, en estos últimos años en
España ha ido acercándose a la media europea, y además a un ritmo
importante, más de un punto al año. Si me dicen que estamos mejor que
en 1973, es indudable que sí, lo importante es si hemos corrido más
que el resto de los países o no; hasta 1996 habíamos perdido y desde
1996 a 2001 hemos corrido más que ellos. Además, esa mejor respuesta
-lo apuntaba el señor vicepresidente- se ha producido en las dos
coyunturas, tanto cuando la situación económica internacional era
buena como cuando era de desaceleración.

Todos recordamos en esta Comisión que España ha vivido unos años de
crecimiento económico importante entre 1986 y 1989, y crecíamos más
que la media europea, pero también recordamos todos que la crisis de
final de 1992 y de 1993 España la sufrió muchísimo más que el resto
de los países, que era además la respuesta tradicional de la economía
española a los ciclos internacionales: amplificábamos los ciclos
cuando eran buenos y también cuando eran peores. Sin embargo, tanto a
final de 1998 como en este momento de desaceleración económica,
España está dando una mejor respuesta, no sólo la dimos cuando la
situación económica internacional era buena, sino que con una
situación económica internacional de desaceleración España está dando
mejor respuesta que el resto de los países, lo que hace que a medio
plazo estemos corrigiendo nuestra convergencia real con el resto de
Europa. Eso se debe en buena medida a las reformas que han hecho de
la economía española una economía más flexible, porque, si no, no se
entiende de ninguna otra manera. Los organismos internacionales
estaban insistiendo en que eso era lo que había que hacer en el
conjunto de las economías europeas, y los que han hecho un mayor
esfuerzo de reformas y de flexibilización de su estructura económica
son los que están dando mejor respuesta.

Qué duda cabe, y nadie lo niega, que la situación económica
internacional tiene un mayor número de incertidumbres ahora: la
economía americana muestra signos de desaceleración -lo decía el
señor vicepresidente-, datos del 1,3 de crecimiento intertrimestral,
aunque indica que al final del año la economía americana no crecerá
mucho más del 1,5 por ciento; se están
revisando los índices de crecimiento para la Unión Europea y para
cada uno de los países; el precio del petróleo sigue estando a
niveles muy altos, más incluso de lo esperado, de lo que se analizaba
en algunos informes que podía ser el comportamiento de los precios en
la primavera; la economía europea tiene síntomas de desaceleración y
en España el Gobierno ha corregido la previsión de crecimiento del
3,6 al 3,2 por ciento. Tenemos una situación de inflación que no es
satisfactoria, pero que tampoco creo que haya que sacralizar. No
quiero caer en la frivolidad, pero me permitirán, señorías, que lea
una serie de las inflaciones españolas, que es corta: en España las
inflaciones han evolucionado del 14,5 al 14,4, 12,2, 11,3, 8,8, 8,8,
5,2, 4,8, 6,8, 6,7, 5,9, 4,6, 4,7, hasta que asumió la
responsabilidad del Gobierno el Partido Popular y empezó la inflación
a comportarse en el entorno del 3,6, el 2, el 1,8, el 2,3 o el 3,4 en
el último ejercicio, o sea, en cualquier año la inflación media ha
sido mejor que la inflación media en toda la serie desde la UCD hasta
que el Partido Socialista acabó con la responsabilidad de Gobierno.

Es verdad que no estamos satisfechos con el 4,2, y ciertamente nos
preocupan el dato y el comportamiento de los precios en España y en
Europa. También es cierto que en el último mes Alemania y Francia
están teniendo índices de precios mucho más elevados que los nuestros
y que el diferencial de España en el último año no se ha elevado;
mientras que en el resto de los países europeos la inflación ha
crecido un punto, en España medio punto. Pero otra vez estamos con lo
que tiene que ser la pregunta en esta Comisión: qué hay que hacer en
el futuro en esta situación económica, qué hay que hacer para seguir
creando empleo, para seguir creciendo y para repartir con justicia el
crecimiento que decía el señor Sevilla.

Ayer concluimos el debate del estado de la Nación, y la presentación
de propuestas de resolución. El Grupo Socialista presentó una
propuesta de resolución sobre medidas a favor de un crecimiento
económico más estable y mejor distribuido -así se titulaba- y toda la
propuesta consistía en pedirle al INE que elaborara un nuevo
indicador económico, en decirle al Gobierno que trajera más papeles
al Parlamento y, como única medida estrella, que el Tribunal de
Defensa de la Competencia tuviera más dependencia parlamentaria y
menos dependencia del Ejecutivo y además asumiera el Servicio de
Defensa de la Competencia. No sé si ese es el resumen de lo que hay
que hacer en el futuro. Desde el Grupo Parlamentario Popular, con
Convergència i Unió y con Coalición Canaria, presentamos unas
propuestas de resolución en las que se trazaba el camino del futuro
para fortalecer lo que se había hecho hasta ahora. En primer lugar,
estabilidad presupuestaria; el vicepresidente del Gobierno hablaba de
estabilidad presupuestaria. Ser laxos en materia de déficit público
no conduce a nada, y el señor Azpiazu concluía su intervención
diciendo que había que replantearse si lo del equilibrio



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estaba bien o mal. En España el equilibrio presupuestario se ha ido
consiguiendo con un gran esfuerzo, pasando de un déficit de casi el 7
por ciento a la vez que se ha ido creando empleo y se han ido
mejorando las condiciones de vida de todos los ciudadanos. Hemos
podido ir corrigiendo el déficit, y eso ha hecho posible liberar
recursos que se han destinado a la modernización y al gasto social.

Profundizar en la estabilidad y en el equilibrio presupuestario es
una de las líneas de actuación másimportantes y que más definen la
política económica que pueda hacer hoy un gobierno una vez que la
política monetaria está en manos del Banco Central Europeo.

Hay que seguir realizando reformas estructurales. El vicepresidente
del Gobierno hablaba de la negociación colectiva. Desde mi grupo
entendemos que la negociación colectiva necesita un gran proceso de
modernización, y será muy bueno que los agentes económicos se pongan
de acuerdo; pero lo que es interesante es que se modernice la
negociación colectiva, que se pongan de acuerdo, pero que sobre todo
haya un proceso de modernización; lo que es preciso es que se pongan
de acuerdo los agentes económicos, pero lo es mucho más que
establezcamos las condiciones para que se pueda seguir creando empleo
a buen ritmo.

El señor Sevilla decía que tenemos un déficit de empleo. Quienes
hemos estado en esta Cámara (y el vicepresidente era diputado, como
lo es actualmente) oyendo reflexiones desde el Grupo Socialista
diciendo que la tasa de paro en España era estructural, que había que
hacerse a la idea, que había que convivir con un nivel alto de
desempleo, cuando los debates que se producían en la Cámara y que
traía el Grupo Socialista era el reparto del empleo porque no había
empleo para todos, y ahora estamos en una situación en la que se
puede aspirar al pleno empleo, comprobamos que las cosas han cambiado
para bien. Qué duda cabe que dos millones y medio de empleos creados,
una reducción de la tasa de paro de más de diez puntos es un buen
dato. Se puede seguir hablando de déficit de empleo, pero que lo
digan aquellos que dejaron la responsabilidad del Gobierno con el 25
por ciento de paro... Se puede seguir hablando, y yo no voy a decir que
nadie hable de empleo, pero la credibilidad deja mucho que desear.

Para seguir creando empleo, es muy bueno continuar con el proceso de
reformas estructurales, y por eso hacía referencia a la modernización
de la negociación colectiva. Es importante seguir con las reformas en
los mercados de bienes y servicios; en la propuesta de resolución que
presentaba el Grupo Parlamentario Popular animábamos, instábamos al
Gobierno a traer a la Cámara una ley de modernización del sistema
financiero, animábamos al Gobierno a seguir con el proceso de
liberalización de los mercados de bienes y servicios, y además es
interesante seguir hablando de modernización del sistema tributario.

Si la gran propuesta de los últimos meses del Grupo Socialista ha
sido el tipo
único y luego en la propuesta de resolución no hay ninguna otra en
torno al sistema tributario, hay un déficit de coherencia; al menos
yo esperaba encontrarme con una propuesta de resolución en la que se
dijese cuál era la reforma que se planteaba desde el Grupo
Socialista. Puesto que se hicieron planteamientos para actuaciones
allá por el 2005, yo esperaba que la reforma tributaria estuviera
mínimamente concretada con la definición de cuál iba a ser el tipo,
si el que ha indicado el Banco Bilbao- Vizcaya-Argentaria, si es
realmente un tipo único o si es una propuesta con fecha de caducidad
también, ya que algunas propuestas del Grupo Socialista que hemos
conocido en esta Cámara han caducado antes de ver la luz, no llegan a
ver la luz. Yo no sé si esto del tipo único verá la luz, pero desde
luego yo esperaba alguna concreción mayor; también lo esperaba en
política tributaria, porque plantear hoy aquí que hay que seguir
creciendo, que hay que incrementar el potencial de crecimiento de la
economía española y no ofrecer ninguna medida para conseguirlo... Quizá
estamos ante un grupo con unos socios parlamentarios (Convergència
i Unió y Coalición Canaria) que sí tenemos soluciones y sí damos
respuestas a las distintas situaciones coyunturales, y un grupo que
nos dice que hay grandes déficit de tecnología, de empleo, en defensa
de la competencia, pero sin ninguna solución como se vio ayer en las
propuestas de resolución, y tampoco he escuchado hoy ninguna que
pueda ser debatida.

Señorías, no se puede seguir hablando de que hay que mejorar, de que
hay que incrementar el potencial de crecimiento sin aportar ninguna
propuesta para mejorar la internacionalización, la presencia exterior
de España, la situación de las pequeñas y medianas empresas, como sí
que hizo el Grupo Parlamentario Popular ayer en las propuestas de
resolución (Rumores.), quien instaba al Gobierno a crear un marco
favorable para los nuevos emprendedores, a mejorar el marco para que
las medianas y pequeñas empresas tuvieran acceso a las nuevas
tecnologías, para que también desde la iniciativa privada y desde el
sector privado hubiera una aportación decisiva a la investigación y
al desarrollo. En España el gran déficit que tenemos de I+D es la
aportación del sector privado, que en porcentajes es mucho menor que
la del sector público comparado con la media comunitaria; hay que
incentivarla. No se entiende muy bien que nos hablen hoy de déficit
tecnológico y que votaran en contra a nuestros incentivos fiscales.

Pueden ser mejores o peores, pero era una propuesta que traíamos a la
Cámara y que el sector empresarial la aceptaba de buen grado y
permitíamos que las pequeñas y medianas empresas pudieran contratar
proyectos de I+D o de innovación también con centros tecnológicos o
con universidades. Estaba en la buena línea y en ella es en la que
hay que seguir.

Decía el señor Sevilla que hay que incrementar el potencial de
crecimiento para luego repartirlo con justicia. Evidentemente en eso
estamos todos de acuerdo,



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hay que incrementar el potencial de crecimiento. El señor Eguiagaray
en una mesa redonda me decía que hay que repartir bien el pollo, como
decía el señor Sevilla; con un pollo repartido entre dos, cada uno
toca a medio, pero lo primero y principal es que el pollo sea
suficientemente gordo para que haya para todos. El Partido Popular en
estos años ha hecho crecer la economía y todos los índices que marcan
reparto de crecimiento muestran que en España se ha avanzado en
políticas sociales. Llevamos tres días oyendo al Grupo Socialista
hablar del reparto del crecimiento, pero habrá que decir también que
en España en estos últimos años han mejorado, se mire como se mire,
la convergencia real, la renta per cápita, las pensiones más bajas,
el empleo; ha descendido ostensiblemente el número de familias que
tienen a todos sus miembros sin empleo, ha mejorado la financiación
de la sanidad, ha mejorado la financiación de la educación. No sé qué
se entiende por políticas sociales si no es mejorar el gasto social,
la capacidad de las familias y, sobre todo la capacidad de los que
tienen menos renta; todos los indicadores han mejorado en los últimos
años. Nosotros pensamos que hay que seguir en esta línea y por eso
presentamos propuestas concretas. En el debate del estado de la
Nación celebrado en los últimos días el Grupo Parlamentario Popular y
otros grupos presentaban propuestas mientras de la oposición no había
ninguna en materia económica, no sé si porque no la tienen o porque
no la quieren enseñar; en ese sentido ha sido un debate muy peculiar.

Señor presidente, para concluir, quiero decir que a nuestro grupo
parlamentario le parece muy bien el informe sobre las ayudas al
carbón. El Gobierno está haciendo un esfuerzo importante para que las
ayudas a la minería en vez de hasta el 2002 lleguen hasta el 2005.

Algunas veces se transmite a la opinión pública que eso está hecho,
pero hay países -y todos lo sabemos- que no querían que las ayudas
llegaran más allá del 2002 y gracias al esfuerzo del Gobierno español
existen muchas probabilidades de que sea así. El compromiso adquirido
con los sindicatos ponía de manifiesto el esfuerzo que el Gobierno se
comprometía a realizar ante las autoridades comunitarias para que las
ayudas lleguen hasta el 2005. También nos parece muy importante -es
un hecho muy significativo- los esfuerzos que se están haciendo para
desarrollar proyectos alternativos en las comarcas mineras. Desde mi
grupo valoramos mucho todos los esfuerzos que se hacen para prolongar
las ayudas más allá del 2002, para que lleguen al 2005, pero
valoramos mucho más los esfuerzos en infraestructuras, en formación,
en proyectos empresariales que se están haciendo en las comarcas
mineras, porque eso es lo que verdaderamente va a propiciar que esas
comarcas mejoren el nivel de vida, tengan actividades alternativas y
den nuevas oportunidades a todos los que viven allí. Todos los
esfuerzos económicos que se han ido haciendo están dando buen
resultado en creación de empleo y en mejora de las condiciones de
vida en esa zona y del potencial de crecimiento de esas comarcas,
como estamos hablando hoy en esta Comisión.




El señor PRESIDENTE: Suspendemos la sesión durante tres minutos nada
más. (Pausa.)
El señor vicepresidente tiene la palabra para contestar a los
distintos portavoces de los grupos parlamentarios.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO PARA ASUNTOS ECONÓMICOS
Y MINISTRO DE ECONOMÍA (De Rato y Figaredo): Quiero agradecer a los
grupos una vez más el tono de las intervenciones, como es tradición
en esta Comisión, y también los temas de debate, que me van a
permitir suscitar cuestiones de interés para todos, además de, como
es natural, contestar a cuestiones políticas planteadas por los
portavoces de una manera acorde con sus posiciones, como no podía ser
de otra manera.

Siguiendo la tradición, intentaré contestar a cada uno de los
portavoces en el orden en que han intervenido; probablemente, haya
cuestiones en las que coincidan varias argumentaciones, por lo que en
algunos casos mezclaré contestaciones. Empiezo por el portavoz del
Grupo Socialista, señor Sevilla. Ha comenzado afirmando que mi
intervención era más bien no de un servicio de estudios, sino del
responsable estadístico del Gobierno. Señor Sevilla, ya que estamos
en el final del periodo de sesiones, después de un debate del estado
de la Nación, que por primera vez, después de 13 ó 14 años de
historia (que yo los he vivido), no ha tenido como eje el debate de
política económica, indudablemente mi comparecencia hoy en la
Comisión de Economía la hago con un espíritu probablemente distinto
del que hubiera tenido en otras condiciones. El hecho de que la
economía y la evolución económica no hayan sido objeto de debate
político -y se lo agradezco a los grupos; hoy como es natural hemos
hablado de lo que teníamos que hablar-, siendo yo en este caso un
modesto ministro de Economía, no cabe duda de que afecta a mi actitud
ante la Comisión.

Su Señoría ha planteado, si yo le he entendido bien, en el centro de
su intervención que la razón primordial de la desaceleración de la
economía española radica en una inflación que ha ido erosionando la
capacidad adquisitiva de las familias, la competitividad de las
empresas y que la situación de una desaceleración en el conjunto de
la OCDE es una coincidencia; no ha negado que no tenga incidencia,
pero no lo considera como el eje de la cuestión. No coincido con S.S.

En primer lugar los datos no indican lo que S.S. aprecia, no hay una
erosión en nuestro país como consecuencia en la evolución de los
precios desde el punto de vista del consumo de las familias; hay una
reducción, sin duda, pero más bien me inclinaría, señor Sevilla, a
analizar las cosas en el contexto de un ciclo económico largo,



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porque, si no, cometeríamos un error que S.S. no querría ni yo
tampoco. Tendríamos que darnos cuenta de que la economía española
está creciendo muy por encima de su potencial y de que el Gobierno ya
había previsto una reducción del crecimiento de la demanda interna
para el año 2001, cuando presentó el cuadro macroeconómico en julio
del año pasado, y lo que ha hecho es adaptarlo a unas condiciones
internacionales que pesan indudablemente sobre nuestra economía.

Porque S.S. ha hecho mención a que las familias consumen menos como
consecuencia del efecto de los valores mobiliarios. Sin duda S.S.

tiene que comprender (estoy seguro de que lo sabe) que los efectos de
la coyuntura internacional están jugando de una manera determinante
en esa cuestión. En cuanto a un agotamiento de la capacidad de
consumo de las familias como consecuencia de los precios, los últimos
datos de la encuesta de presupuestos familiares no nos indican eso.

Incluso los últimos datos de consumo que hemos apreciado en el primer
trimestre supondrían una pequeña recuperación sobre el último
trimestre del año 2000. Por tanto, independientemente de que podemos
encontrarnos con que los efectos de los precios tengan una
repercusión sobre el consumo con los crecimientos del empleo que
estamos teniendo y -vuelvo a repetir- las condiciones monetarias tan
favorables para las familias, a lo que hay que sumar las reducciones
de impuesto sobre la renta, estamos más bien ante un acercamiento
a nuestro potencial de crecimiento.

Sinceramente, la contradicción que S.S. encuentra en la argumentación
del Gobierno con respecto a la desaceleración internacional,
coincidiendo con el hecho de que una parte de nuestro crecimiento es
hoy gracias a nuestro comercio exterior, existe simismo cuando dice
que nuestra pérdida de competitividad es la que está produciendo una
situación de desaceleración de nuestra economía y, sin embargo,
nuestras exportaciones crecen mucho más o más de lo que crecen
nuestras importaciones. Por lo tanto, no creo yo, señoría, que
estemos ante un agotamiento de nuestro ciclo, ni muchísimo menos; es
más, si continuamos en cierto tipo de políticas, agrandaremos las
posibilidades de crecimiento; no sólo nosotros, sino el conjunto de
los países de la OCDE, nos estamos enfrentando más a un desafío de
potencial de crecimiento que a uno de tensiones inflacionistas en el
medio plazo; sinceramente lo creo. Independientemente de los juicios
que S.S. pueda tener sobre esta medida del Gobierno o aquella,
nuestra evolución de precios y la evolución de las condiciones
monetarias son claramente indicativas de que las tensiones
inflacionistas en nuestro país y en el conjunto de la Unión Europea
no van a ser la clave de nuestro debate en el futuro.

Me dice que hago una aportación a la ciencia económica; Dios me
libre, dejo las aportaciones a la ciencia económica para los
servicios de estudio y a la academia. Las cuatro o cinco
explicaciones que S.S. dice que
yo doy sobre el IPC (el petróleo, la demanda interna, las variables
monetarias) hasta donde yo sé son las maneras de explicar el IPC. No
es fácil (y por lo menos no lo ha hecho nadie todavía, estamos
abiertos a todas las sugerencias) que sean los tribunales de defensa
de la competencia los que expliquen la evolución de los precios al
consumo. No sucede en ningún país del mundo y no sé si aquí habrá
alguna propuesta en esta legislatura (aún no la ha habido) de que la
estabilidad de precios dependa de los servicios de defensa de la
competencia, al margen de su adscripción funcional, pero, si no es
así, tendremos que dar un cierto valor a las variables monetarias;
modestamente me inclino por aquellos que creen que la inflación es un
fenómeno monetario que sigue siendo verdad en España,
independientemente de que gobierne el Partido Popular o el Partido
Socialista. Por tanto, aprobé y voté y sigo respaldando que la
estabilidad de precios en España sea responsabilidad del Banco
Central, que fue, por cierto, una ley del año 1994, si no me falla la
memoria, una de las pocas buenas que se hicieron en ese momento.

(Risas.) Aparte de las tensiones inflacionistas en nuestro país -que
vuelvo a repetir- que están más ligadas a las condiciones monetarias
y a los efectos coyunturales que a otras cuestiones, es indudable y
es importante que continuemos en un debate centrado en las
condiciones de oferta porque nuestro desafío y el de nuestros vecinos
va a estar especialmente centrado en aumentos del potencial de
crecimiento. En ese sentido Europa ha tenido un ligero fracaso en el
año 2001, probablemente no tanto España y algunos países de mediano
tamaño, pero sí los grandes. Tenemos un problema de capacidad de
crecimiento en Europa que no se va a solucionar con políticas desde
luego de armonización fiscal, sino de aumento de la oferta en la que,
por cierto, S.S. también ha coincidido.

Su Señoría ha mencionado que estaba preocupado por la evolución de la
precariedad laboral, sin duda yo coincido con S.S. Todas las
cuestiones son más que discutibles o se pueden medir con la famosa
teoría de los vasos llenos, de los vasos medio vacíos, los pollos a
mitad, los pollos compartidos; todo eso coincide con la misma idea de
que las cosas dependen de cómo se miren. Nuestra temporalidad se ha
reducido y no al ritmo que nos hubiera gustado, es verdad, en un
momento en que nuestro empleo ha crecido muchísimo; por lo tanto, si
tuviéramos que hablar de una propensión a la temporalidad del mercado
laboral español, esta se habría reducido notablemente. ¿Que S.S. cree
que un 31,5 por ciento de temporalidad es excesivo? Tiene toda la
razón, pero actualmente existen dos tendencias que yo me atrevería a
calificar de razonablemente positivas: una, que se está reduciendo la
temporalidad y, otra, que está aumentando el empleo a tiempo parcial,
lo cual nos asemejaría a un mercado laboral más homogéneo con el de
nuestros socios en el mismo momento en que se ha producido un
intensísima creación



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de empleo en términos absolutos, en términos relativos y en términos,
por ejemplo, de relación al crecimiento económico. Ello indicaría que
las reformas del mercado laboral, además de otras reformas, como las
impositivas sobre las pequeñas y medianas empresas, han tenido
indudablemente efectos muy positivos. Su Señoría critica lo que le
parece un coste excesivo de los incentivos a la contratación estable.

Si no le parece excesivo, entonces no lo critica, lo dice. (El señor
Sevilla Segura: Que se analice.) Que se analice. ¡Ah, bueno, entonces
lo analizaremos! Pero como este es un debate político, yo me voy a
permitir ir un poco más lejos; aparte de que se analice -seguro que
los servicios de estudios nos lo analizarán-, yo quiero ir más lejos.

Hemos de tener en cuenta que, efectivamente, hemos hecho un esfuerzo
presupuestario, que, en términos netos, hay que comparar con el
aumento de las cotizaciones y con la reducción del coste de
desempleo. Es verdad que desde un punto de vista nos hemos gastado un
dinero público en incentivar algo, pero también es cierto que hemos
recuperado una parte de ese dinero público directamente a través de
las personas que han empezado a cotizar y de las que no están
cubiertas ahora, porque no lo necesitan porque tienen un empleo, por
el seguro de desempleo, a lo que habría que sumar los efectos
positivos que esa medida ha tenido sobre la actividad, sobre la
recaudación, etcétera. Por tanto, de los esfuerzos presupuestarios
que puede hacer un Gobierno en un país con un 31,5 por ciento de
temporalidad, políticamente, independientemente de lo que digan los
servicios de estudio, lo que me preocuparía menos serían las
contribuciones de dinero público a fomentar la contratación estable.

Esa puede ser una posición política no compartida, pero yo me atrevo
a decir en nombre de mi grupo y del Gobierno que nosotros queremos
seguir por ese camino.

El señor Azpiazu manifestaba que decimos lo mismo llueve, truene o
haga sol -no lo ha dicho con esas palabras, lo interpreto yo-, pero
el Gobierno insiste en que la restricción presupuestaria, la política
no cíclica del presupuesto es básica. Seguimos pensando, señor
Sevilla, que es nuestra mejor política antiinflacionista. La mejor
política antiinflacionista es la mix de políticas económicas. Ayer
mismo la Comisión Europea ha hecho una recomendación muy seria a un
número de países, entre los cuales nosotros no estamos, sobre no
utilizar las finanzas públicas desde el punto de vista procíclico. Es
más, no sólo la Comisión Europea sino el Consejo Europeo han dicho
que las políticas presupuestarias procíclicas no deben producirse y
que sólo los países que se encuentren cercanos a un superávit
estructural pueden utilizar totalmente los estabilizadores
automáticos. Por primera vez estamos en esa situación y sigo pensando
que nos interesa estar en esa situación. Pretender plantear -no lo ha
hecho S.S., más bien lo ha podido indicar el portavoz del PNV, pero
aprovecho que estamos en este argumento- que en un momento de
desaceleración lo que tenemos que hacer es políticas de demanda a
través del gasto público yo no lo comparto. Ese es un error en una
economía abierta como la nuestra y en una economía que lo que tiene
que hacer es ganar capacidad de crecimiento, reducciones de impuestos
cuando sean financiables porque haya suficiente margen presupuestario
y por ese camino vamos a poder actuar con mayor eficacia que por
políticas procíclicas que, por otra parte, en este momento no nos
aconseja nadie y que irían en contra de los acuerdos del Consejo
Europeo.

El señor Sevilla ha dicho de pasada que nosotros modificamos la EPA y
el IPC. Está muy bien que me dé un cachete con eso, pero S.S. sabe
que eso es imposible no sólo por la buena intención de este Gobierno,
que seguro que S.S. no pone en duda, sino porque no podemos, Eurostat
no nos deja modificar ni la EPA ni el IPC. Estas son reglas europeas,
que son las que son, no es posible que el Instituto Nacional de
Estadística, siguiendo recomendaciones de Eurostat, modifique las
estadísticas de empleo, además hacia atrás, con lo que podríamos
comparar la historia. Echarle la culpa de eso al Gobierno es un
exceso de celo.

Desde el punto de vista de los bienes de equipo, y es un tema al que
han aludido otros portavoces, S.S. me dice que en una situación de
bajos tipos de interés las expectativas están jugando sobre la
inversión. Estoy absolutamente de acuerdo y el perfil de demanda en
todos los países OCDE es el mismo. Las expectativas que probablemente
se trasladan a través de la crisis bursátil de los valores
tecnológicos están afectando a las perspectivas de inversión, no de
la misma manera en todos los componentes, pero desde luego no se
justifican por una situación de falta de rentabilidad de los activos
en relación con el coste del pasivo. En cualquier caso, los contactos
que nosotros hemos podido realizar con los sectores exportadores o
fabricantes de bienes de equipo, como pueden ser Secobe, Aniel o
Confemetal, no indican que sus expectativas en este momento sean
excesivamente negativas, aunque están ligadas al mercado
internacional. También tengo que decir que el perfil de la inversión
en bienes de equipo durante el primer trimestre de 2001 ha mejorado
la situación del último trimestre de 2000. Es verdad que es un dato
absolutamente coyuntural y tenemos que ver si se manifiesta o no en
los próximos meses.

Me dice que ha desaparecido el círculo virtuoso. Eso entra dentro de
las consideraciones del medio lleno o medio vacío. También me plantea
que hay menos crecimiento y más inflación. No utilizaré con demasiada
fe el argumento de que eso es exactamente lo que está sucediendo en
todos los países de la OCDE, pero no hemos de dejarlo de ver en estos
momentos porque es una realidad. Vuelvo a repetir que la clave está
en que nosotros seamos capaces de mantener nuestro potencial de
crecimiento. Si SS.SS. recuerdan, el Gobierno



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planteó un crecimiento medio en esta legislatura del 3,2, en el
programa de estabilidad que yo traje a esta Comisión. Probablemente,
en 2001 vamos a crecer al tipo medio que el Gobierno considera que es
sostenible por la economía española en esta legislatura y en 2002,
que probablemente va a ser el año más crítico del crecimiento en
Europa, más que 2001, yo creo que la economía española va a mantener
todavía diferenciales positivos con la media y va a poder acercarse o
encontrarse con su potencial de crecimiento. La responsabilidad de
este Gobierno y de futuros gobiernos estará en aumentar esa capacidad
de crecimiento. Me dice S.S. que el Gobierno es pasivo -si el
Gobierno es pasivo, los grupos parlamentarios en el debate sobre el
estado de la Nación han estado gélidos, porque de esto no han dicho
ni mu-, y que el Gobierno no hace nada. Eso entra dentro de lo que
podíamos llamar los medios pollos, las medias botellas y todos los
medios físicos que SS.SS. me planteen. Yo sólo recuerdo tres cosas
que el Gobierno ha hecho, tengo que decir que todas ellas sin el
apoyo del grupo parlamentario de Su Señoría: la ley de estabilidad
presupuestaria, las reformas de los decretos-leyes del pasado mes de
junio y la reforma laboral. Es verdad que es un nivel de pasividad
que comparado con el de cualquier otro gobierno europeo es
hiperactividad, porque en estos momentos los gobiernos europeos no se
están planteando ninguna de estas reformas. Su señoría podrá no ser
partidaria de las mismas, yo supongo que no lo es, puesto que vota en
contra y todavía quiero pensar que los grupos parlamentarios se
expresan votando, pero me parece excesivo acusarnos de que no estamos
haciendo nada. Estamos haciendo lo que creemos que tenemos que hacer
y eso puede que no sea coincidente con lo que crea S.S. que debemos
hacer. Después me dice que el objetivo deben ser las políticas
activas. La ley de estabilidad presupuestaria, los decretos-leyes del
año 2000 y la reforma laboral, si son algo, son políticas activas y
políticas de oferta.

Por último, antes de entrar en los déficit que S.S. plantea, me dice
que para medir la convergencia real la renta per cápita no le parece
suficiente. Yo podría sospechar que como va bien no lo parece
suficiente, que es siempre un recurso parlamentario de la oposición;
las estadísticas cuando van bien no son buenas y, por tanto, vamos a
cambiarlas. Yo puedo aceptar que la medición del índice per cápita no
es la que mide toda la realidad social y económica de un país,
ninguna lo es probablemente, pero es una manera de indicar que nos
estamos acercando a la media europea. Seguramente, lo que sí podemos
pensar es que si crecemos más que la media europea, nos acercamos y
si crecemos menos, nos alejamos. ¿Que eso sea suficiente o no? Acepto
que es muy discutible, pero si S.S. va al argumento del año 1973, se
va a encontrar -como, por cierto, distinguidos miembros de su grupo
parlamentario descubrieron hace mucho tiempo- que en España ha habido
un
parón, durante mucho tiempo, de convergencia. Un insigne miembro de
su grupo parlamentario, don Nicolás Redondo, padre, ya nos advirtió
en la mitad de los ochenta que el número de ocupados y la renta per
cápita eran mayores en el año 1976 que en el año ochenta y tantos,
cuando se produjo este debate. Por tanto, ese argumento es conocido
por los que llevamos algunos años en esta casa y por mucha más gente.

Si S.S. hace el análisis de ver qué relación hay entre esto y el
empleo, se dará cuenta de que por el número de ocupados los españoles
hace mucho tiempo que estamos en el cien por cien de la media europea
en renta y que es el número de parados lo que nos lleva a
distanciarnos. El fracaso de la política de empleo que nos llevó a
casi 4 millones de parados, a un 24 por ciento de paro en el año
1996, a un 40 por ciento de paro juvenil, a un 30 por ciento de
desempleo femenino no es ajeno a que el ritmo en el que hemos podido
cerrar nuestro diferencial de prosperidad con la media europea no sea
el que a todos nos hubiera gustado. Independientemente de los famosos
nuevos índices con los que S.S. ya me advirtió al comienzo de la
legislatura que me iba a ilustrar -estaré encantado de que lo haga
cuando quiera-, yo sigo pensando que un elemento útil del debate es
la renta per cápita, pero si S.S. lo va a descartar porque no le
interesa, es una decisión que S.S. toma.

Ahora vamos a los cuatro déficit que S.S. plantea. El déficit social.

Yo tengo que decir que este país necesita efectivamente un proceso de
convergencia social con Europa. El Gobierno cree que ese proceso de
convergencia social se produce con una mejora de los servicios
públicos, como se está produciendo en la sanidad y en la educación, y
con un aumento del empleo y con una reducción de los impuestos sobre
la renta y sobre todo sobre los salarios y con una mejora de la
calidad de los servicios públicos. Estoy absolutamente de acuerdo con
S.S. en que no hemos recorrido todo el camino, qué duda cabe, pero
qué duda cabe también, señoría, que 2.500.000 empleos suponen un paso
radicalmente distinto desde el punto de vista de las políticas
sociales de este país. Que estemos en este momento dedicando nuestro
esfuerzos a la creación de un fondo de reserva de las pensiones
públicas es una situación radicalmente distinta de la situación de
agujero presupuestario en la Seguridad Social de 500.000 millones de
pesetas en el año 1995. Por lo tanto, creo que en ese sentido estamos
avanzando. Su señoría me dice que vamos a avanzar más. Pues estamos
esperando esas propuestas. Me habla de una renta básica de los
ciudadanos. No sé si eso es, en términos políticos, lo que nosotros
llamamos la renta familiar, por aquello de las divergencias
ideológicas. Si es algo distinto, estaremos encantados de estudiarlo
cuando S.S. nos lo plantee, si es que nos lo plantea alguna vez, de
manera que podamos saber exactamente a qué se refiere. Si se refiere
a que todo ciudadano, por el hecho de vivir en España, tiene una
renta que le paga el Estado, es una propuesta



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que, como no me puedo atrever a interpretar a S.S., estoy esperando a
que nos la plantee.

Sobre las propuestas, señor Sevilla, a mí me parece estupendo que S.

S. utilice en sus argumentos, para apoyar sus tesis, informes
presentados por el Rey, por la Comisión Europea, por quien quiera,
pero, señor Sevilla, es muy distinto -que yo lo hago también, y lo
voy a hacer a continuación sobre el sector eléctrico- utilizar
informes que encargar posiciones políticas a grupos económicos; es
distinto, y las dos cosas son legítimas. Yo no estoy demonizando a
nadie. Dudo que haya habido ningún ministro de Economía en una
posición más cómoda que descubrir que el primer partido de la
oposición le encarga a un gran banco el diseño del impuesto de renta
de las personas físicas. Le puedo asegurar a S.S. que si mis
adversarios políticos en las pasadas legislaturas -yo era de la
oposición- me llegan a encontrar en esa posición, me están dando la
tabarra toda la legislatura. Yo no creo que pueda estar utilizando
este argumento toda la legislatura, pero le aseguro que lo voy a
hacer todo el tiempo que pueda. (Risas.) Ya me puede S.S. mandar
recados diciéndome que si republicanos...No, no. Cada cual se apoya en
los informes que quiere, pero tengo que decir que si encarga la
posición sobre la fiscalidad de los salarios a un gran banco para que
acabe proponiendo un sistema por el cual once millones y medio de
familias tienen que ver incrementado su impuesto, S.S. no me puede
pedir, si me considera medianamente racional, que yo no lo sepa. Si
lo sé, lo digo, y que conste que me parece estupendo. Es la posición
política más cómoda en la que me he encontrado hace tiempo. Ya le
digo que por desgracia no creo que pueda sacarle a esto mucho más
jugo (Risas.), pero desde luego el que le he sacado se lo voy a
seguir sacando. Si a eso tuviera que sumarle lo que dice la revista
Claves o lo que dicen insignes candidatos a la Presidencia del
Gobierno o ministros de Economía de su grupo parlamentario, miel
sobre hojuelas. Señor Sevilla, no se enfade conmigo, pero estas son
las reglas del juego. Yo no demonizo a nadie y mucho menos a un gran
banco apoyando una propuesta del Partido Socialista Obrero Español
sobre cómo hay que fiscalizar los salarios. Por cierto, que para un
grupo parlamentario que no puede tener posición laboral si no se la
avalan los sindicatos, no puede tener posición sobre la reforma
educativa si no se la avalan los docentes, que tampoco pueda tener
posición sobre el impuesto sobre la renta de las personas físicas si
no se la avala un banco, están ustedes estupendos en lo que se llama
propuestas políticas. No se enfade conmigo, pero tiene que comprender
que esto es un chollo que no voy a abandonar con facilidad. (Risas.)
O sea, que mala suerte.

Dice S.S., y con énfasis, que España tiene un déficit de empleo.

Estoy absolutamente de acuerdo. Creo que es donde radica nuestro
diferencial de prosperidad, tanto si lo queremos medir por la
tradicional renta per cápita, como si lo queremos medir por otro
indicador.

Nosotros modestamente hemos planteado una reforma laboral, pero como
los sindicatos no la han apoyado, S.S. no la ha podido apoyar. Ahora
estamos practicando una reforma nada más y nada menos que del sistema
de negociación colectiva. Espero hacérselo fácil a S.S. y que los
sindicatos la apoyen, pero suponga que, por lo que sea, los
sindicatos no están satisfechos al cien por cien. Alguna posición
tendrá que adoptar su grupo sobre un tema como éste, pero esperaremos
y veremos. Las reformas del mercado laboral, y en eso tiene razón S.

S., son las claves para que podamos mejorar el grado de prosperidad
de los ciudadanos.

Por último, llegamos a la política de competencia y ahí S.S. me dice
que hay un estudio, ahora ya no de un banco, absolutamente respetable
que, por cierto, no he leído, pero que leeré con todo interés, sobre
la política de competencia y me dice que esa política de competencia
indica que no existe en el sector eléctrico. Lo leeré con todo
interés, pero le voy a dar los argumentos por los que yo creo que es
una afirmación sustancialmente gratuita. ¿Cómo medimos la
liberalización del sector eléctrico? ¿Por su incidencia sobre el
grado de competencia de apertura del sector respecto a la libertad de
mercado? Pues entonces estamos claramente por encima de la media
europea, estamos en el cincuenta y tantos por ciento de apertura del
sector, y en el año 2003, antes de que S.S. y yo nos tengamos que
presentar a las próximas elecciones, o S.S. se presente, estaremos en
el cien por cien. Desde el punto de vista de libertad de mercados, no
sé lo que dice una consultora, pero sí le digo lo que son los datos.

Tendremos el cien por cien de libertad de elección. Otra manera de
medirlo sería decirme cómo les va a los consumidores. Y ahora sí, yo
utilizo también los informes, como es natural aunque no haga mis
prospecciones políticas de encargo. En lo que respecta al consumo
doméstico, somos el país que ha experimentado la mayor bajada de
tarifas entre los años 1996 y 2000, tanto para las familias (14,3 por
ciento), como para las pymes (14 por ciento). Esto nos sitúa en el
año 2000 en unos niveles de precios claramente por debajo de la media
europea, un seis por ciento por debajo en el caso de las familias y
un 17,5 por ciento en el caso de las pymes, según un informe el
Economic Refund Report on the Functioning... de la Comisión Europea, de
diciembre de 2000. En el caso del consumo industrial, nos encontramos
entre los países que más han bajado las tarifas, también en el mismo
período 1996-2000, con un 16 por ciento para las pequeñas industrias
y más de un 12 por ciento para las medianas y las grandes.

Su señoría me podría decir: todo eso no me vale porque hay empresas
que tienen un tamaño de generación demasiado grande para el mercado.

Coincido con usted y nosotros hemos tomado una decisión, sin el apoyo
de su grupo, que es limitar durante cinco años el aumento de
generación de esas empresas. ¿Cree su grupo que deberíamos fraccionar
esas empresas? Abra ese debate. ¿Cómo medimos, si no, si nuestro
mercado ha avanzado



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o no en la liberalización? Tenemos un período de libertad de mercado
y vamos a pasar de un mercado totalmente controlado a un mercado
libre en el año 2003. Si nuestras tarifas se reducen más que la media
y se sitúan ya por debajo de la media, la única alternativa que
podría entender de S.S. es que me dijera que las empresas eléctricas
no pueden tener más que un 20 o un 25. Hay miembros de su partido que
sostienen esa teoría; yo la conozco, pero su grupo nunca me la ha
planteado seriamente. Hay personas que han sido secretarios de Estado
y presidentes... no nos metamos ahora de dónde. Yo no acabo de ver la
argumentación por la que S.S. me lo plantea.

Su señoría me critica que aprobamos unos decretosleyes y pregunta qué
ha sido de ellos. En telefonía fija se han introducido procedimientos
para que el abonado seleccione el operador para las llamadas locales
a partir de noviembre de 2000. Se ha liberalizado el bucle del
abonado a partir de enero de 2001. El Ministerio de Ciencia y
Tecnología ha realizado un estudio sobre alternativas para
incrementar el grado de competencia en telefonía móvil, concesión de
nuevas licencias, entrada de operadores móviles virtuales, impulso de
las nuevas tecnologías. En electricidad, ya se lo he dicho, hemos
adelantado el límite de la fecha de la total liberalización al 2003,
hemos puesto un límite de generación a las dos compañías que son
dominantes en el mercado español; se permite a los comercializadores
adquirir energía eléctrica en el exterior y a los productos
nacionales en régimen especial y partir del año 2003 también podrán
hacerlo productores nacionales en régimen ordinario. En hidrocarburos
se adelanta el calendario de liberalización del 2008 a 2003 y también
se ha designado a Enagas como gestor técnico del sistema y se ha
establecido un máximo del 35 por ciento para la participación de
cualquier empresa en ese grupo. En hidrocarburos líquidos...etcétera.

Independientemente de que acepto las críticas que se puedan hacer a
parte de las medidas de junio, que no se han podido desarrollar
todavía -y creo que el Gobierno debe aceptar esas críticas-, creo que
lo que no se puede decir es que no han servido para nada. En estos
momentos en Internet cualquier ciudadano español tiene acceso día a
día al precio de 7.000 gasolineras de las 7.800 que hay en España,
cosa que hace que la transparencia en el precio de las gasolinas en
este país para el consumidor sea la más grande...(Rumores.) No sé si
pretenderá que lo pongamos en anuncios en las plazas de los pueblos,
pero en cualquier caso tengo que decir que no lo puedo aceptar,
aunque reconozco las críticas al Gobierno porque hay medidas que no
se han desarrollado todavía.

Por último, respecto al sector minero, bienvenida sea su
colaboración. Nosotros ya hemos puesto el plan en marcha, hemos
sacado las medidas, las comarcas mineras se están desarrollando, las
infraestructuras están en marcha, los empleos alternativos se están
creando y ahora S.S. me plantea una proposición no de ley. Pues la
miraremos con todo interés, cómo no lo vamos a hacer.

Paso a contestar al señor Sánchez i Llibre, que se ha centrado
principalmente en los problemas que puede generar en la economía
española la inflación y la manifestación de la inflación como un
elemento que puede perjudicar nuestra competencia y especialmente la
existencia de una inflación subyacente que ha crecido excesivamente.

Tengo que volver a insistir en que el Gobierno considera que un
diferencial de inflación superior a un punto no debe ser mantenido
por la economía española en el tiempo; que España se ha movido desde
1997 en un diferencial entre el 1,4 y el 0,8 y que hasta el momento
no existen datos fiables ni mantenidos en el tiempo que indiquen una
pérdida de capacidad de competir de nuestras empresas. Es indudable
que los segundos efectos que puede trasladar un índice precios al
consumo a través de los salarios o a través de los márgenes es
negativo para la competitividad de la economía y ahí indudablemente
las políticas de oferta juegan un papel y cree el Gobierno que un
sistema de negociación colectiva distinto y más acorde con la actual
situación de la economía española que permita incentivos al salario
diferido para los trabajadores puede ser un elemento
extraordinariamente positivo.

El diferencial con la zona euro -y como es natural me permitirán que
defienda las posiciones del Gobierno- hemos de verlo en varios
contextos. Indudablemente en un contexto que podríamos llamar inmóvil
hay hoy este diferencial. No voy a utilizar el del 0,8, más cómodo;
utilicemos el de un punto, un punto una décima, el que ustedes
quieran. Pero hemos de verlo en el contexto de que nosotros llevamos
cinco años creciendo frente a economías que no llevan ni dos años
creciendo y que la expansión monetaria en España o los efectos de la
política monetaria en España han sido mucho más expansivos que en
otros países europeos y sin embargo no hemos aumentado nuestro
diferencial de inflación. ¿Quiere esto decir que debemos
considerarnos satisfechos de lo que hemos hecho? Para nada, pero sí
quiere decir, en mi opinión, que el camino a recorrer es aquel al que
SS.SS. muchas veces incitan al Gobierno, y creo que aciertan, de que
tiene que aumentar el grado de crecimiento de la economía española a
través de políticas de oferta y desde luego mantener una política
presupuestaria que garantice que el presupuesto no juega un papel
inflacionista en la economía española.

Creo sinceramente que la moderación salarial es un elemento muy
positivo de la economía española en su reciente comportamiento. Ha
permitido mantener poderes adquisitivos de los ciudadanos con
aumentos considerables del empleo y el empleo sigue siendo la clave
del funcionamiento del futuro de nuesta economía, tanto desde el
punto de vista social como desde el punto de vista económico. Por eso
pienso sinceramente que el Gobierno debe arbitrar nuevos mecanismos
laborales que hagan más flexible nuestra negociación y nuestro
mercado laboral y que sin duda otras medidas como pueden ser
tributarias desde el punto de vista de los salarios o de las



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pequeñas empresas van a ser, como han sido la pasada legislatura,
extraordinariamente útiles para mantener el ritmo de creación de
empleo en nuestro país.

Las liberalizaciones no son fáciles, señor Sánchez i Llibre. Las que
quedan son todavía más difíciles políticamente, si me apura S.S., que
las que se han realizado en la economía española. El señor Sánchez i
Llibre sabe mejor que yo las dificultades que tiene liberalizar el
comercio, incentivar la no injerencia de las administraciones
públicas en la libertad de decisión de los empresarios del tamaño que
sean sus negocios y otras muchas cosas como por ejemplo los problemas
urbanísticos, que es imprescindible que se sepa que son
responsabilidad de las administraciones territoriales, como lo son
los problemas de distribución eléctrica. En ese sentido, las
administraciones territoriales tienen que responder de sus propias
competencias, que tan a menudo defienden con todo el énfasis al que
tienen derecho, pero también sería bueno que fueran consecuentes con
esa defensa de los intereses generales. ¡Claro que a todos nos
gustaría que en España todas las líneas de alta tensión estuvieran
enterradas! ¿Esto es financieramente viable? ¿Lo podría aceptar el
consumidor en la tarifa? ¿Están dispuestas las administraciones
territoriales a financiarlo? Y si no es así, ¿vamos a llevar a una
parte importante de nuestra costa a apagones considerables como
consecuencia del aumento del consumo energético porque las líneas no
se renuevan? Ese debate, señoría, indefectiblemente se tiene que
residenciar en los órganos competentes. También tenemos que ver hasta
qué punto las limitaciones a la libertad de comercio se pueden
producir independientemente de los discursos sobre la liberalización,
como también los ritmos de renovación urbanística de este país y la
aprobación de planes urbanísticos y que estos generen una mayor
oferta y no una restricción de suelo es competencia de los que los
tienen que aprobar. La capacidad que tiene el Parlamento nacional de
actuar sobre esas cuestiones es extraordinariamente limitada. En ese
sentido, para aquellos que discuten sobre si España es un sistema
federal o no, en términos económicos es un sistema federal simétrico
-el asimétrico de momento está sin inventar- y cada cual tiene que
hacerse responsable de sus competencias. Sin duda, el camino de la
economía española como el de la economía europea es aumentar nuestro
potencial de crecimiento. Si no vamos en esa dirección, nosotros y
los demás europeos, nos equivocaremos. Creo que nosotros hemos
aumentado nuestro potencial de crecimiento, como lo demuestra -como
ha dicho el señor Martínez-Pujalte- que la gran noticia no es que la
economía española esté afectada por una desaceleración norteamericana
y alemana, sino que le va mejor en términos de crecimiento económico,
y eso es algo que no nos sucedía habitualmente.

El señor Frutos ha comentado que el Gobierno plantea un panorama
idílico. Creo que no he presentado un panorama idílico, pero
seguramente S.S. pone el acento en cuestiones concretas. (El señor
Frutos Gras pronuncia
palabras que no se perciben.) Soy miembro modesto, pero miembro del
Gobierno y, por tanto, me hago responsable. En primer lugar S.S. me
plantea el tema del carbón. Yo creo que la experiencia del plan del
carbón es positiva, en el sentido de que efectivamente se han creado
casi tantos empleos como se han destruido, cosa que no es habitual en
comarcas que S.S. conoce y yo también de zonas que podríamos llamar
industrialmente en declive, y estamos hablando de que en
prejubilaciones de las empresas privadas ha habido, como he dicho
antes, 6.000, pero ha habido -cosa que no he mencionado antes por
error- 3.600 de las empresas públicas; por tanto, estaríamos hablando
de un total de prejubilaciones de 9.600. Las recolocaciones en
minería han sido 2.500 y los nuevos empleos en actividades no mineras
han sido 6.300. Por tanto, estaríamos prácticamente en una situación
de equilibrio. Yo creo que esa es una buena experiencia que la Cámara
debe seguir y debe exigir al Gobierno, habida cuenta de la cuantiosa
asignación de recursos, que continúe en esa dirección, porque eso es
lo que daría una alternativa a unas comarcas que indudablemente están
afectadas en muchos casos por un monocultivo que tiene un límite de
tiempo. El plazo de 2002 podía parecer suficiente en un momento dado;
ya hemos planteado 2005 y tenemos razones para pensar que la Comisión
Europea va a encontrar razonable una fecha así y en este momento se
está abriendo un debate en la Comisión Europea y entre los países
miembros que puede llevarnos incluso más lejos de 2005. En cualquier
caso, estamos ante una actividad económica que va a disminuir y, por
lo tanto, el proceso de creación de empleos alternativos S.S. hace
muy bien en plantearlo como una medida que nos da fe de si estamos
acertando o equivocándonos.

Sobre el tema de la inflación, que S.S. ha planteado, he contestado
ya a argumentaciones similares, pero me gustaría subrayar una. Este
Gobierno nunca ha hecho responsable de la evolución de los precios en
exclusiva a los salarios, no lo hemos hecho nunca, porque no creemos
que sea verdad. Es más, S.S. seguramente recordará que en muchas
ocasiones hemos insistido en que hay márgenes empresariales
responsables de la inflación en España y, si no me falla la memoria,
creo que hemos sido el único Gobierno que ha hecho eso. Todos mis
antecesores -probablemente en su momento ellos sabrían por qué lo
decían- insistían en la argumentación que S.S. ha hecho, yo no, yo
creo que la evolución de la inflación tiene componentes muy variados
que no son exclusivamente salariales. Es más, tengo que decir que la
propia patronal ha hecho un informe muy importante en el que reconoce
que hay responsabilidades de márgenes que tienen que ver en
muchísimos casos mucho más con demanda que con competencia, pero que
es una realidad, también con intervenciones administrativas en
cuestiones como el suelo u otras, y en el sector servicios, que he
mencionado antes en otra intervención.

Después S.S. me ha planteado el debate de la globalización. Este es,
sin duda, uno de los debates de la época política y económica que nos
ha tocado vivir, pero es un



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debate no tan fácil de simplificar, y sobre todo que no podemos
simplificar desde los países ricos pretendiendo ser absolutamente
solidarios con los países pobres y escandalizándonos de que empresas
de nuestros países estén dispuestas a fabricar en los países pobres;
porque, una de dos, o queremos que en los países pobres haya empleos,
que se beneficien de nuestros mercados y de nuestra prosperidad, en
cuyo caso supongo que plantearemos que esos países tienen derecho a
fabricar algo de lo que aquí consumimos, o lo único que queremos es
una posición paternalista -que no digo que S.S. tenga- en la que
tranquilizamos nuestras conciencias con un discurso supuestamente
solidario pero nos defendemos de cualquier consecuencia desde
políticas proteccionistas. Sin duda vamos a asistir a un proceso, que
por otra parte lleva siendo tan largo como la historia económica del
mundo, en el que los países más desarrollados concentran sus
actividades en las actividades con mayor valor añadido y trasladan
una parte de las otras actividades anteriores a los países menos
desarrollados.

Lo que está sucediendo en este momento es que algunos países menos
desarrollados son competitivos incluso en las actividades
tecnológicamente más altas, y eso no lo podemos considerar
exclusivamente como un defecto de la globalización, porque ahí sí que
hay medio pollo a repartir, señoría, o un pollo entre dos, porque
seguramente los trabajadores de industria tecnológica de Bangalore en
la India están muy satisfechos de poder fabricar o de poder hacer
trabajos que hasta ahora no se hacían en países del Tercer Mundo.

Por tanto, yo creo que el mundo en el que vivimos, el mundo próspero,
el mundo rico, si quiere S.S., tiene que tener un poco de visión de
conjunto, y algunas de estas decisiones que nos pueden preocupar en
términos de empleo en nuestros países debemos atajarlas no
prohibiendo que se despida a la gente, sino dándole oportunidades de
encontrar nuevos empleos o nueva formación, dando cobertura social a
sus problemas y haciendo que nuestras empresas tengan un entorno
tecnológico, inflacionista, tributario y de todo tipo competitivo,
pero también hemos de reconocer que la competencia no sólo juega para
que nosotros les vendamos los productos de gran valor añadido a los
países en vías de desarrollo, sino también para que ellos nos vendan
a nosotros cierto tipo de cosas. Porque la alternativa a que
políticamente los países desarrollados controlemos todos los mercados
para garantizar nuestra definición de la prosperidad social de todos
me temo que no es posible, y tengo que decirle que incluso creo que
es mejor que no lo sea.

Eso no quiere decir que no debamos tener un debate sobre los efectos
negativos que pueda tener la globalización de mercados, que en muchos
casos puede producir situaciones injustas, como se producen en la
economía nacional, regional, local e internacional, pero que tiene
respuestas políticas. Su señoría ha dicho que no hay respuestas
políticas. No es verdad. La condonación de la deuda es una respuesta
política. Que los españoles hayan condonado, de su bolsillo, 1.500
millones de dólares de
deuda a países que le deben al Estado español, es una respuesta
política. Podrá decirme S.S. que le gustaría que hubieran sido más,
pero ¿cómo puede decirme S. S. que esa no es una respuesta política?
Esa no es una respuesta económica, es una condonación en función de
la pobreza de esos países. Nosotros estamos haciendo un esfuerzo en
este momento equivalente al 5 por ciento del esfuerzo mundial que se
hace en la condonación de la deuda, que es para un país del tamaño de
España que representa básicamente el 2 por ciento del comercio
mundial y menos todavía desde el punto de vista del producto interior
bruto, un esfuerzo que no hace un Gobierno, que hace una sociedad
porque ese dinero, señoría, es parte del dinero que no podemos a lo
mejor dedicar a programas nacionales que a todos nos son
extraordinariamente positivos. Es una respuesta política, como lo es
la libertad de comercio. El hecho de que la Unión Europea haya
aprobado (dede luego con nuestro enfático respaldo) el principio de
todo menos armas para los países más pobres, que supone que puedan
vender en nuestros mercados todos sus productos, independientemente
de que nosotros podamos venderlos en los suyos, es una respuesta
política y, en mi opinión, una respuesta política adecuada ¿Que nos
va a crear problemas? Claro que nos los va a crear, porque pueden
competir con nuestros empleos, pero es una respuesta solidaria. Como
lo son también las políticas de ayuda que este Gobierno y los
anteriores en España han realizado con los países en vías de
desarrollo ¿Que el problema sea de dimensiones inmensas de difícil
solución? Sin duda ¿Qué las políticas de los gobiernos estén llenas
de defectos, empezando por la del Gobierno español? Sin duda. Pero
hay respuestas políticas. Esta Comisión, que es la de Economía del
Parlamento español, tiene que empezar a ver que cuando queremos
nuevos empleos en el Tercer Mundo nos vamos a abrir competencias a
nosotros mismos. Si no lo vemos así, es que no lo queremos ver. Esa
competencia, como todas, no será extraordinariamente cómoda, pero es
la mejor contribución que podemos hacer a la solidaridad
internacional, independientemente, vuelvo a repetir, de que el
fenómeno de la globalización no me parece simplificable ni desde el
punto de vista positivo ni desde el punto de vista negativo.

El señor Azpiazu me dice que soy excesivamente optimista y poco
autocrítico. Seguramente, es la condición humana. He tratado de ser
realista en la presentación de las expectativas de la economía
española para este año y para el que viene. Tendré ocasión de
presentar un cuadro macroeconómico del año 2002 en el otoño, como
sucede siempre, y veremos si mi previsión y la del Gobierno de que la
economía española va a moverse en el entorno de un crecimiento
ligeramente por encima del 3 por ciento es una previsión mantenible
o no. Hasta ahora, nuestras previsiones en su conjunto se han ido
manteniendo a lo largo del tiempo.

Su señoría me dice que la economía norteamericana puede que se
recupere y puede que no. Yo venía con la misma idea. (Risas.) Quiero
decir que estamos en lo mismo. Los últimos datos, si es que queremos
vivir de



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los últimos datos, indicarían que estamos en una mezcla en los que
hay datos positivos. En los últimos días nos han dado datos
positivos, pero es indudable que una desaceleración del calibre de la
que hemos vivido en Estados Unidos, entre un crecimiento del 8 por
ciento en el primer trimestre del año 2000 y un crecimiento del 1,3
en el primer trimestre del 2001, indica muchos problemas.

La caída de las bolsas ha tenido repercusiones, pero, como pasa en
todas estas cuestiones, S. S. me dice, la caída de las bolsas ha
tenido repercusiones sobre el consumo y, sin embargo, el consumo y
las expectativas de los consumidores son los datos más positivos de
la economía norteamericana. Luego ahí vemos que hay cosas que no son
tan claras como para sacar conclusiones. Hay dos maneras de analizar
la cuestión de la economía norteamericana. Una es el efecto a corto
plazo, es decir, su repercusión sobre la economía mundial y, otra,
que probablemente nos interese a todos que los desequilibrios de la
economía norteamericana se corrijan si queremos una economía sólida a
medio plazo. El desequilibrio exterior de la economía norteamericana
sigue siendo sin duda uno de los problemas más preocupantes de su
equilibrio a medio plazo. En su favor tiene una flexibilidad
envidiable, una situación excedentaria presupuestaria y unas
tensiones inflacistas que sus autoridades monetarias consideran
coyunturales, como consecuencia, también allí, de los precios del
petróleo.

Su señoría me plantea el tema de los bienes de equipo. Creo
sinceramente que tienen razón SS.SS. cuando apuntan al Gobierno y le
ponen el dedo en esa cuestión. Creo que es cierto que la evolución de
los bienes de equipo debe ser un objeto de seguimiento por parte del
Gobierno, pero en estos momentos creemos que lo que juega
determinantemente ahí son las expectativas, mucho más que las
condiciones económicas, financieras o de otro tipo. Vuelvo a repetir
que los datos nos indicarían que ha habido una pequeña corrección al
alza en el primer trimestre del año 2001, que vendría a coincidir con
las informaciones que los sectores organizados de bienes industriales
nos han transmitido de sus expectativas y de las encuestas de los
exportadores. Por tanto, creo que hacen bien los grupos
parlamentarios en subrayarle al Gobierno esta cuestión, pero creo que
existen datos que nos podían indicar que la parte positiva que puede
influenciar sobre las decisiones de inversión, como pueden ser las
condiciones financieras, está jugando un papel relevante.

Sobre cómo reducir la inflación S.S. me plantea, por un lado, la
mejora de la productividad, centrándola en la inversión en
infraestructuras y en la inversión en investigación y desarrollo.

Desde el punto de vista de la contribución del presupuesto público a
las infraestructuras el ritmo que tenemos planteado es positivo y
mantenible y las dos cuestiones son imprescindibles. Tenemos que
tener una política de inversión pública que resuelva los problemas de
España y que se pueda hacer, y creo que las dos cosas están pasando
en estos momentos en un contexto de déficit presupuestario cero. En
cuanto a investigación y desarrollo, las críticas
que también ha planteado el señor Sevilla las recojo con gran
seriedad, como todas, pero especialmente ésta, porque coincido con
SS.SS. en que aquí radica el gran déficit de futuro de nuestra
economía.

Las medidas fiscales tomadas la pasada legislatura y esta sobre esta
cuestión creo que son positivas y perfectamente comparables con las
de nuestros socios, pero, sin duda, este es un hecho que tenemos que
seguir con gran atención. Los sectores que pueden haberse visto
afectados, como son los sectores de nueva economía en el último año,
por razones de expectativas y otras, seguramente nos están lastrando
en este momento el ritmo de crecimiento de esa variable. Como todo el
mundo recurre a las consultoras (la Comisión Europea no es excepción)
la Comisión Europea encargó a una consultora independiente la
elaboración de un informe sobre la evolución de los precios de la
telefonía en Europa, éste ha sido presentado al Consejo Europeo y las
conclusiones son las siguientes: Los precios de las
telecomunicaciones en España son más baratos que en otros países
europeos y son los que más han bajado. De los cinco países grandes de
la Unión Europea, España es el país con precios más bajos para todo
tipo de usuario residenciales. De igual forma, España es el país en
el que se ha producido entre 1998 y 2000, una mayor reducción de las
tarifas del operador dominante, con reducciones que van del 20 al 28
por ciento. Para usuarios profesionales los precios de las
telecomunicaciones en España son también los que más bajan entre 1998
y 2000, con reducciones entre el 23 y el 30 por ciento, según el
grado de utilización del servicio. La política de precios máximo
impone un fortísimo descenso, como mínimo un 43,7 por ciento, de las
tarifas a distancia de Telefónica en dos años, que será la más severa
de Europa, y la fórmula del IPC menos equis, y la equis española
recuerdo a la Comisión que es un 9 por ciento, es la más alta de la
Europa comunitaria.

Estos datos, sin embargo, no se los puedo corroborar, y se lo
reconozco, con los datos estadísticos españoles, porque probablemente
las muestras en nuestro país no evolucionan al ritmo que evoluciona
un mercado como el de las telecomunicaciones. Por tanto, lo mismo que
les doy esta información de una consultora independiente contratada
por la Comisión Europea, tengo que decirles que la evolución de los
índices oficiales españoles no es exactamente igual que ésta,
probablemente porque existen problemas de muestras estadísticas que,
en un mercado que cambia cada mes, son imposibles de seguir.

No se trata, señor Azpiazu, de que tengamos una receta única, pero sí
creemos que las políticas procíclicas presupuestarias no son
aconsejables. No lo son porque, independientemente de que los efectos
positivos que tengan sobre la economía sean poco duraderos y los
costes sobre inflación puedan ser más duraderos, los costes sobre
aumento del déficit público y la deuda pública son todavía más
negativos. En ese sentido, creo que la coincidencia de análisis que
se hace en este momento por parte del Gobierno español, de la
Comisión Europea y



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de los países europeos es total en no llevar a cabo políticas
presupuestarias pro cíclicas. Por otro lado, creo sinceramente que
las políticas de oferta son las que más nos pueden permitir aumentar
nuestro potencial de crecimiento en un mundo globalizado y en el que
tenemos una moneda que compartimos con doce países europeos.

Su señoría me plantea -lo han planteado otros portavoces- que el
Gobierno tiene un error en la previsión de inflación. Tengo que decir
que el Gobierno tiene que adaptar su política presupuestaria a la
política monetaria del Banco Central Europeo, y cometería un
gravísimo error en no hacerlo. Si el Banco Central Europeo lleva a
cabo una política monetaria en la que define que el objetivo de
inflación es el 2 por ciento, el Gobierno debe atenerse a ese
objetivo de inflación. Ello puede llevarle a tener problemas
políticos con un sector o con otro, pero esos sectores también tienen
que tener en cuenta que estar en el área euro tiene también ventajas
para ellos, como tener un euribor al 4,26, como estaba el último día
que lo miré esta semana, o tener condiciones de hipotecas o de
financiación como las que tenemos en nuestro país. Creo sinceramente
que no es aconsejable que nuestra política presupuestaria se
distancie de los objetivos monetarios.

Nuestro país vivió durante muchos años con una contradicción en el
mix de políticas económicas, una política monetaria restrictiva para
compensar una política presupuestaria expansiva. Por suerte, ahora
estamos obligados a hacer lo contrario. Tenemos una política
monetaria neutral, en el mejor de los casos, y tenemos que tener una
política presupuestaria restrictiva. Si no hacemos eso, estaremos en
el peor de los mundos. Creo sinceramente que, con todo lo incómodo
que puede ser para un Gobierno tener debates políticos sobre esta
cuestión, el Gobierno debe mantener esa posición, sin ninguna duda.

El Gobierno hace sus previsiones, como se ha recordado aquí, con el
deflactor del consumo privado, pero el Gobierno tiene que atenerse a
sus propios compromisos europeos que, además, en la política
monetaria no son ya compromisos europeos, sino política monetaria
para España.

Por último, señor presidente, el señor Martínez Pujalte ha resaltado
que la pregunta clave es qué tenemos que hacer en el futuro. El
Gobierno ha planteado para esta legislatura un calendario de
reformas, que podrán ser o no compartidas, pero que considera que son
de gran importancia. Junto a reformas en otros sectores, como pueden
ser las de la justicia, de la educación o de la formación
profesional, en áreas que me son más cercanas, tengo que mencionar
desde el Plan hidrológico a las reformas fiscales que hemos anunciado
en el impuesto de actividades económicas, la profundización de la
reforma fiscal del año 1999, además de mejoras que ya se han
introducido en la internacionalización de las empresas, además de la
Ley de estabilidad presupuestaria y además de la modernización de
nuestro mercado laboral.

Sinceramente, ésa es nuestra leal opinión de lo que hay que hacer y
lo que estamos haciendo con el concurso
de los tres grupos parlamentarios que nos dan su apoyo. En este
sentido, independientemente de que todo es discutible, creo que el
comportamiento de la economía española en una situación tan compleja
de la economía internacional como la que estamos viviendo, nos indica
que el camino que hemos recorrido, independientemente de que lo
hayamos recorrido de manera óptima o simplemente satisfactoria, es el
camino que tenemos que recorrer.

Con respecto a la minería del carbón, tengo que ratificar lo que ya
he dicho y ha dicho el señor Martínez Pujalte: nuestro horizonte
inmediato es el 2005; pretendemos ampliar ese horizonte dentro del
marco de la Unión Europea y el énfasis tiene que estar en los
proyectos alternativos de desarrollo de las comarcas mineras. (El
señor Sevilla Segura pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Sevilla si es para una
cuestión de matiz y sólo por un minuto.




El señor SEVILLA SEGURA: Muchas gracias, señor presidente, por su
amabilidad.

Señor Rato, por una parte, me alegra mucho ver el mal estilo y el
nerviosismo con el que ustedes reaccionan ante propuestas del Partido
Socialista porque estoy convencido de que ello fortalece nuestras
posibilidades de ganar las próximas elecciones, y es evidente que,
con el tema del debate fiscal ustedes no han podido reaccionar peor.

Por otro lado, me preocupa seriamente que usted considere que parte
de las reglas del juego, e incluso que sea un chollo, sea decir cosas
que usted sabe que no son ciertas. Incluso ahí tengo sentimientos
ambivalentes, porque es verdad que cada vez que usted juega a eso
baja su ya escasa credibilidad política en el panorama español y, por
otro lado, le animaría a que siguiera haciéndolo, porque le aseguro
que más allá de su grupo parlamentario nadie más le cree. (Rumores.)
Pero, por otro lado, me preocupa que con ello usted esté intentando
encubrir con bromas lo que yo considero que ha sido uno de los
ataques más directos a la libertad de opinión que ha habido en España
en los últimos años. Usted sabe que no es verdad lo que dice y que ni
lo ha sido antes ni lo ha sido luego y, entre otras cosas,
seguramente lo sabe porque a lo mejor nosotros podemos estar
dispuestos a encargar algunas propuestas a servicios de estudios de
bancos, pero ustedes se están quedando con los bancos.




El señor PRESIDENTE: Señor Frutos, por favor, medio minuto.




El señor FRUTOS GRAS: No es tan pequeño mi matiz. Estoy dispuesto a
renunciar a la palabra si es que SS.SS. tienen que ir a comer.




El señor PRESIDENTE: Si no es muy corto, no. Esasí el Reglamento,
señor Frutos.




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El señor FRUTOS GRAS: Corto, sí.

Señor Rato, yo recojo eso de que los salarios nunca son responsables
o responsables únicos, lo recojo para cuando se utilice políticamente
y se diga, a veces de forma muy subliminal, que los salarios inducen
a una inflación desbocada. En segundo lugar, un tema interesante ese
que se ha planteado de la globalización. Yo veo que este es un debate
de fondo para usted y para mí. Ya es algo. Hasta ese momento decían
que todo iba perfecto, que era la plena libertad de mercado lo que
funcionaba y que eso de la globalización nada. Ahora ya tienen que
discutir, como mínimo, de estas cuestiones; desde hace un par de años
y muy especialmente desde Porto Alegre tienen que discutir de eso. Ya
hemos avanzado. Pero inmediatamente usted me interpela y me dice que
finalmente nosotros no queremos que nuestras empresas creen puestos
de trabajo fuera. Es decir, planteamos solidaridad en abstracto, pero
luego no queremos que nuestros puestos de trabajo, nuestras empresas
los creen fuera. Yo pienso que usted trata la inversión de las
empresas españolas en el extranjero como una obra de filantropía o de
solidaridad. No, es un negocio, se invierte en otros sitios, en
función del mercado internacional, para recoger unos beneficios y
punto; y cuando a veces no interesa mantenerse en este sitio,
liquidan una empresa y punto.

Decía usted que nos hacemos competencia a nosotros mismos. Yo creo
que eso está mal enfocado. Yo tengo una experiencia cortita de lo que
ha ocurrido en este país durante 45 años, y es que, a partir de una
autarquía no plena, es verdad, hubo un desarrollo que tuvo en cuenta
al conjunto del país en todo: económico, social, infraestructuras,
cultura, educación; en todo el país, incluidos los polos de
desarrollo que hubo en su momento, que permitían, a través de ellos
un núcleo de desarrollo mucho más amplio, y crearon las
infraestructuras, etcétera. Si esto no se hace en los otros países a
los cuales, en teoría, se va a ayudar -y me parece bien lo de la
condonación, muy parcial, de la deuda, pero también hay otros
mecanismos-, continuarán siendo una mano de obra barata para empresas
que, como una red, se extienden en unos sitios para ir a buscar un
beneficio y desaparecen cuando desaparece el beneficio.




El señor PRESIDENTE: Señor Sánchez i Llibre.




El señor SÁNCHEZ I LLIBRE: En la contestación que ha realizado el
señor vicepresidente y ministro de Economía respecto a las propuestas
que ha hecho el Grupo Catalán de Convergència i Unió a favor de
orientar una serie de acciones puntuales para intentar contener la
inflación y proponer una serie de medidas liberalizadoras en nuestro
sector económico y productivo, yo he entendido que liberalizar era
muy difícil. Esto ya lo sabemos, señor ministro; ya sabemos que hay
pocos sectores en los que es posible actuar. En mi intervención he
manifestado que habíamos de profundizar en el sector de las
telecomunicaciones; pienso que aquí hay un largo recorrido en
telefonía fija y móvil
para que exista más competencia, para que se den más licencias;
pienso que, a pesar de que hayamos liberalizado el sector eléctrico,
todavía quedan cuestiones pendientes, como potenciar la entrada de
nuevos agentes a través de proyectos de ciclos combinados y
actualizar o reformar los accesos de redes de transportes y
distribución. También pienso que hay que incorporar medidas
orientadas a la calidad del servicio energético y que hay muchísimo
que hacer en la liberalización del sector de hidrocarburos, en el
proceso de desinversión del CLH, así como en el sector de
distribución de hidrocarburos, ya que el 80 por ciento de la
distribución está en manos de cuatro compañías; en el sector del gas
también hay aspectos importantes en los que vale la pena profundizar,
como es la aprobación, antes de finalizar el año, de normas que
regulen el acceso de terceros a las instalaciones gasísticas; el
sector del transporte... Es decir, estas cuestiones que yo he abreviado
en m intervención, las deberíamos hablar conjuntamente y creo que el
señor vicepresidente estará de acuerdo. Hay que ir a más, por eso le
preguntaba acerca de lo que decía en una reciente entrevista en un
medio de comunicación. Entonces dijo usted que era necesario abordar
liberalizaciones de segunda y tercera generación. Yo le pido que, si
puede, aclare esto.

También ha dicho el señor vicepresidente en su intervención que
pasaba una serie de liberalizaciones a los entres territoriales y yo
he entendido que era a las autonomías correspondientes. Pienso que
poca capacidad tenemos para liberalizar en cuestiones en las que no
tenemos competencias. Por ejemplo, me ha parecido entender que
planteaba la posibilidad del soterramiento de las redes de alta
tensión a las comunidades autónomas. Cuando nosotros aprobamos la
liberalización del sector eléctrico, que en aquellos momentos era
competencia exclusiva de un oligopolio que existía en España -ahora
continúa siendo oligopolio, pero no hay presencia o participación
pública en compañías eléctricas-, incorporamos todas aquellas
normativas pertinentes para la potenciación y la calidad del
servicio; era necesario que dichas compañías incorporaran procesos de
inversión importantes en la red de distribución, pero yo nunca
entendí que estas inversiones en la red de distribución, para evitar
los apagones que se pueden producir en épocas de creciente demanda
energética, tuvieran que hacerse a cargo de las administraciones
territoriales.

También es cierto que hemos tenido discrepancias en cuanto a la
liberalización del comercio. Convergència i Unió estaba en contra de
la liberalización de horarios y se ha demostrado que, liberalizados
los horarios, la inflación, por desgracia, ha continuado creciendo.

Esta es una discrepancia puntual que en ningún momento ha de ser
obstáculo para que podamos continuar con nuevas liberalizaciones que
nosotros reclamamos -nos gustaría que el vicepresidente nos explicara
a qué segunda y tercera generación se refería-, tal como hemos
planteado en la última moción, aprobada recientemente en el Congreso
de los Diputados.




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El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Martínez-Pujalte.




El señor MARTÍNEZ-PUJALTE LÓPEZ: Honestamente, creo que la propuesta
fiscal del PSOE nunca la vamos a ver negro sobre blanco; creo que el
tipo único no va a nacer y me llevo una desilusión enorme según van
pasando los trámites parlamentarios y no aparece el tipo único. Si el
tipo único es el que ha manifestado un determinado banco, si es el
que respalda la propuesta del Partido Socialista, con la libertad de
opinión que existe puedo decir que me parece mal. Me parece mal,
porque suben los impuestos a la gran mayoría de los ciudadanos y se
baja a los de renta alta y a los de renta baja. He escuchado unas
palabras del portavoz socialista sobre liberalización y sobre
intervención en el sector financiero, pero no le he oído hablar nada
del presidente de su partido, que toma las decisiones del sector
financiero en una comunidad tan importante como es Andalucía en el
comité ejecutivo del Partido Socialista Andaluz.




El señor PRESIDENTE: Creo que nos estamos saliendo del tema.

Señor Azpiazu.




El señor AZPIAZU URIARTE: Señor Rato, usted sabe que a mí me produce
cierta preocupación cuando oigo hablar de ley de estabilidad
presupuestaria. Cuando oigo hablar de estabilidad presupuestaria no
me preocupa. Sin embargo, cuando he oído hablar de ley de estabilidad
presupuestaria en los términos en que está planteada me preocupa
realmente. Si ustedes van a seguir con la política del déficit cero a
ultranza o con la política de superávit, por lo menos permítame que
le diga que tendremos que hablar en serio, y espero que en el debate
de presupuestos se pueda hacer, sobre las tripas del presupuesto;
tendremos que hablar de las políticas públicas, tendremos que hablar
un poco de las reasignaciones entre diferentes actuaciones públicas,
habrá que ver cuál es la viabilidad de todos los planes que ha
presentado el Gobierno para encajar en el escenario que ustedes
hablan de déficit cero, porque me da la sensación de que si se llevan
a los presupuestos los compromisos que el Gobierno tiene ya adoptados
a través de los diferentes planes puede ocurrir -espero que no
ocurra, pero puede ocurrir- que en el año 2002, aunque todavía no
estará en vigor la ley de estabilidad, pero a partir del 2003, quizás
ustedes mismos tuvieran problemas para cumplir con el objetivo de
déficit cero y con los requerimientos de la propia ley de
estabilidad.




El señor PRESIDENTE: Señor Sevilla, un segundo.




El señor SEVILLA SEGURA: Quiero decir dos cosas muy breves. En primer
lugar, me encanta la expectativa que genera en el Grupo Popular, lo
mismo que en toda la ciudadanía española, nuestra propuesta fiscal,
pero manifiesto grave preocupación porque ya
en el discurso de investidura de hace un año se nos anunció una
reforma fiscal por parte del Gobierno para esta legislatura, de la
que tampoco conocemos absolutamente nada. En segundo lugar, me
preocupa una vez más que el portavoz del Grupo Popular y en este caso
también el vicepresidente económico del Gobierno, animarán
insistentemente al Gobierno de la Junta de Andalucía a que
prevaricara al incumplir la normativa sobre el cambio en los órganos
de gestión de las cajas de ahorro y el proceso de fusión.




El señor PRESIDENTE: El señor vicepresidente tiene la palabra.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO Y MINISTRO DE ECONOMÍA
(De Rato y Figaredo): Señor Sevilla, no se enfade, si ya le he dicho
que vamos a seguir. Si S.S. se enfada lo va a pasar mal, es imposible
que no sigamos. ¿No se da cuenta de que es un argumento estupendo
para nosotros? Su señoría nos lo ha presentado en bandeja y, habida
cuenta de la falta de respaldo que le dan a S.S. desde su presidente,
que ni siquiera plantea esto en el debate de investidura, pasando por
insignes publicaciones de su grupo parlamentario como la revista
Claves, hasta una gran cantidad de sus compañeros, tiene que
comprender que el debate democrático tiene estas cosas y que nosotros
lo hacemos con la mejor intención. (Risas.-La señora Mendizábal
Gorostiaga: Mentir siempre se miente con la mejor intención.) No se
enfade S.S., porque no hay nada personal, esto es una cuestión de
debate político.

Conocida la capacidad política que tiene S.S. para controlar a los
miembros de su partido, lo único que le pediría es que no diéramos
espectáculos tales como que los responsables de la gestión de una
entidad financiera enseñaran los votos que tienen que depositar en
beneficio de la entidad financiera como consecuencia de órdenes de su
partido, pero esa es otra cuestión.

El señor Frutos me plantea que la filantropía no es la inversión
internacional, sin ninguna duda, ni la filantropía ni Izquierda
Unida. Esto es una cuestión de comercio internacional y de empleo.

Las empresas invierten en el extranjero igual que en España para
beneficio de sus accionistas y generación de empleo para sus
trabajadores.

España no es un mal ejemplo de mentalidad de inversión internacional.

De hecho, ha invertido en Iberoamérica en momentos buenos y en
momentos malos y ha demostrado que nuestras empresas pueden obtener
beneficios, que los obtienen, para sus accionistas y al mismo tiempo
hacer apuestas estables y no especulativas por países. En momentos de
crisis en México, en Brasil o en Argentina empresarios españoles
independientes, que responden ante los mercados, han tomado
decisiones a medio plazo. Así pues, una cosa es compatible con la
otra, pero en cualquier caso, señor Frutos, exactamente igual que los
españoles nos beneficiamos de la inversión internacional y lo
seguimos haciendo,



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hemos de entender que la inversión española se va a producir en otros
países y que ello va a dar lugar a deslocalizaciones de inversiones y
competencia internacional. En ese sentido, el debate es muy amplio,
como S.S. ha dicho, pero no quería dejar de contestarle.

El señor Sánchez i Llibre me ha planteado una lista de
liberalizaciones a nivel nacional con la que estoy absolutamente de
acuerdo. Es más, S.S. es consciente de que en el tema de CLH hemos
introducido una decisión relativamente, por no decir totalmente,
novedosa en nuestro ordenamiento: el hecho de que una empresa privada
tenga que abrir su accionariado a la competencia de sus competidores.

También lo hemos hecho con Enagas y con el contrato del gas de
Argelia. Y en cuanto a la distribución eléctrica, tengo que decirle
que no es a cargo de las entidades territoriales, señoría, pero ellas
son las que tienen que autorizar o no ese tipo de inversiones. Cuando
se toman acuerdos por razones políticas en un debate de investidura
para congelar las nuevas líneas eléctricas de un territorio, se toman
para eso, lo que puede dar lugar a que no haya suficiente
electricidad en determinados momentos del verano. Si eso se acuerda
en un debate de investidura, resulta que produce efectos, pero es
responsabilidad de la Administración correspondiente, que no siempre
es la Administración general del Estado. Finalmente, con respecto
a la política de competencia (esto no se lo digo solamente a S.S.,
realmente ni siquiera se lo digo a S.S., pero aprovecho la ocasión
para comentarlo), vamos a comprobar, cuando los órganos territoriales
de la competencia existan, el grado de independencia y de elección
por los parlamentos de los responsables de esos órganos
territoriales. Va a ser una muestra más de aquellos partidos
políticos que nunca pueden decir lo mismo en diversos niveles
territoriales. Este va a ser también un momento realmente interesante
para comprobar la coherencia política de unos y de otros.

Al señor Azpiazu le gusta la estabilidad presupuestaria, pero no la
ley. Digamos que es una posición claramente política. Lo que pasa es
que yo creo, señor Azpiazu, que toda la Administración española ha
perdido competencia en política presupuestaria con la pertenencia al
euro. Hemos perdido el cien por cien de nuestra soberanía o de
nuestra competencia en la política monetaria y hemos perdido un
trocito de nuestra competencia en la política presupuestaria. Pues
bien, es bueno que todos vayamos asimilando eso, aunque ya sé que es
incómodo para tomar decisiones políticas, pero
es así y, cuando hay un 35 ó un 40 por ciento de gasto
descentralizado -eso es un país federal; simétrico, pero federal-,
eso supone que el Pacto de Estabilidad y crecimiento, que nos permite
muchísimas cosas buenas y que todos hemos respaldado, tenemos que
trasladarlo consensuadamente y de la mejor manera posible a nuestro
ordenamiento jurídico.

Soy testigo de que la reducción del déficit público en la pasada
legislatura hubiera sido imposible sin la colaboración de todas las
comunidades autónomas. Soy testigo de un acuerdo en el año 1997, en
el Consejo de Política Fiscal y Financiera, de todas las comunidades
autónomas, muchas de las cuales tenían conflictos políticos con
nosotros como consecuencia de la Ley de financiación autonómica y de
otras cuestiones. Por lo tanto, soy el primero que reconoce el
esfuerzo que han hecho todas las comunidades autónomas y los entes
territoriales en la consecución del equilibrio presupuestario y de la
entrada de España en el euro.

Nosotros entendemos que estamos todavía en una posición en la que
nuestra pérdida de capacidad ha sido mayor precisamente porque hemos
entrado en el euro. Antes queríamos entrar en el euro, pero ahora ya
estamos dentro, y creo que con el respaldo y con la colaboración de
todos.

Las administraciones públicas españolas tienen que ser conscientes de
las negativas consecuencias que puede tener para el Estado español,
para las administraciones públicas españolas y para la sociedad
española en general, que las administraciones públicas no se adapten
a ese nuevo enclave. El espíritu y la letra de la Ley de estabilidad
presupuestaria es ése y creemos que hay margen para que podamos tener
acuerdos políticos que, sin violentar las posiciones de las
comunidades autónomas, establezcan un principio que es complejo, pero
tenemos que movernos en un marco en el que tenemos limitada, más allá
de lo que lo teníamos antes, una serie de decisiones económicas, en
beneficio de otras que sin duda son muy beneficiosas para los
ciudadanos. Estoy convencido de que con su grupo parlamentario, en
estos temas, encontraremos una fórmula, puesto que en el fondo de la
cuestión estamos de acuerdo.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor vicepresidente.

Se levanta la sesión.




Eran las dos y quince minutos de la tarde.