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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 231, de 10/05/2001
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 2001 VII Legislatura Núm. 231



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NOTA INFORMATIVA: En la edición impresa de este Diario, sus páginas
aparecieron, por error, numeradas desde la 3349 a la 3364. Tal error
ha sido corregido en la presente edición electrónica.

(Vease 'DS. Congreso de los Diputados' Comisiones, núm. 285)
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ASUNTOS EXTERIORES



PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.a ISABEL TOCINO BISCAROLASAGA



Sesión núm. 14



celebrada el jueves, 10 de mayo de 2001



ORDEN DEL DÍA:



- Comparecencia del señor ministro de Asuntos Exteriores (Piqué i
Camps) para informar sobre la situación en Oriente Medio tras su
reciente viaje a la zona. A petición propia. (Número de expediente
214/000062.) . . . (Página 6950)



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Se abre la sesión a las once de la mañana.




La señora PRESIDENTA: Buenos días, señoras y señores diputados. Se
abre la sesión, para dar paso al orden del día, que, como saben
ustedes, consta de un único punto: la solicitud de comparecencia, por
parte del Gobierno, del ministro de Asuntos Exteriores, para informar
sobre la situación de Oriente Medio tras se reciente viaje a la zona.

Quiero decirles que, aunque existe una nota a pie de página en la que
se establece que esta comparecencia está condicionada a su
calificación por la Mesa de la Cámara (esto se producía el día en que
nos reunimos la Mesa y los portavoces de esta Comisión para fijar
esta fecha de comparecencia), en la reunión que la Mesa del Congreso
de los Diputados celebró en la mañana del día de ayer esta
comparecencia fue calificada. Por tanto, cumpliéndose este requisito
reglamentario, vamos a dar la palabra al ministro de Asuntos
Exteriores para presentar su informe.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Piqué i Camps): Muchas
gracias, señora presidenta.




Señorías, creo que no hace falta insistir (estamos recibiendo
noticias terribles y, además, lo pude comprobar in situ durante mi
gira por la zona entre los días 22 y 26 del pasado mes de abril) en
que la situación en Oriente Medio en estos momentos reviste una
extraordinaria gravedad y está cargada de incertidumbre. Los ocho
meses transcurridos desde que se desencadenara esta crisis, en la que
una espiral de violencia cada día más intensa puede acabar llevando
la situación a una crisis regional de importancia, desde luego no dan
pie al optimismo. Una situación que, sobre el terreno, a pesar de los
numerosos esfuerzos diplomáticos realizados por la comunidad
internacional y por las partes directamente implicadas, ha seguido
deteriorándose paulatinamente, y no dejará de hacerlo si no se
restaura una perspectiva política capaz de romper el encadenamiento
de acciones y reacciones violentas que tienen lugar en los
territorios ocupados.

El uso excesivo y desproporcionado de la fuerza por parte de Israel
en respuesta a los ataques de mortero lanzados desde territorios
palestinos, las incursiones ilegales de Israel en los territorios
bajo control de la Autoridad Palestina, los ataques terroristas
llevados a cabo por radicales palestinos, las violencias llevadas a
cabo por los colonos y las perpetradas contra ellos son algunos de
los eslabones de esta espiral de violencia que debe detenerse, para
lo cual es necesario abordar las causas profundas que la motivan.

Tras estos ocho meses de violencia, las condiciones de vida en los
territorios palestinos se han deteriorado en todos los aspectos. Los
efectos directos de la violencia, unidos a los de la política de
bloqueo y aislamiento de los territorios palestinos llevada a cabo
por Israel,
han llevado a la Autoridad Palestina al borde del colapso, que ha
visto cómo sus recursos se han visto muy mermados, además de por las
medidas indicadas, por el cese de las transferencias israelíes por
recaudación del IVA. Estas medidas no sólo son contraproducentes a
corto plazo, pues alimentan la radicalización de las opiniones
públicas, sino que a medio plazo podrían provocar una situación de
vacío político en los territorios palestinos extraordinariamente
preocupante. A pesar de todo, sigue habiendo intentos de encontrar
una salida política a la insostenible situación actual que permita la
reducción de la violencia, la obtención del alto el fuego y la
reanudación de las negociaciones. Entre estos esfuerzos (en los que
la Unión Europea y sus Estados miembros, entre ellos España, están
también comprometidos), cabe destacar la reunión de Atenas del pasado
4 de abril, auspiciada e impulsada por la Unión Europea; las
reuniones de responsables de seguridad de ambas partes a diferentes
niveles y, especialmente, la iniciativa jordano-egipcia. El objetivo
de estos esfuerzos es conseguir que se adopten una serie de medidas a
corto plazo para atajar la crisis, basadas fundamentalmente en los
acuerdos de Sharm el-Sheij del pasado mes de octubre, en el
relanzamiento de la aplicación de los acuerdos firmados hasta la
fecha, la puesta en práctica de medidas recíprocas de creación de
confianza y la reanudación de las negociaciones de todos los temas
del estatuto permanente. Son iniciativas extraordinariamente
frágiles, en las que quienes trabajan a favor de la paz, en ambas
partes, están sometidos a enormes presiones de unas opiniones
públicas en las que existe un sentimiento de frustración generalizado
que se convierte además en desesperación en los palestinos y que
comporta graves riesgos para la estabilidad regional.

Este es, lamentablemente, el contexto en el que se ha desarrollado mi
gira por la región, un contexto en el que se ha producido una ruptura
casi total de la confianza entre las partes. En estas circunstancias,
el objetivo de mi gira era doble. Primero, hacer una evaluación
directa de la situación y estudiar con todas las partes directamente
implicadas las posibilidades de contribuir a la superación de esta
crisis de forma coherente con los principios que inspiran la posición
de la política de España y de la Unión Europea en la región. A estos
efectos, he podido recabar las impresiones de los dirigentes y
principales actores de Egipto, de los territorios palestinos, de
Israel, Jordania, Líbano y Siria. El segundo objetivo era reafirmar
el compromiso español y europeo con una paz justa, global y duradera
en Oriente Medio. Es importante subrayar que en estos momentos
especialmente dramáticos (en los que además la nueva Administración
americana no ha terminado todavía de perfilar su política en la
región) es fundamental una constante presencia internacional, pues
constituye un elemento esencial de moderación. Todas las partes están
de acuerdo, sin duda con matices, en que para la solución de esta
crisis es necesaria una creciente



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participación internacional. España está haciendo un notable esfuerzo
de presencia. El presidente del Gobierno estuvo en la región en
febrero de este año, el secretario de Estado de Asuntos Exteriores lo
hizo en ese mismo mes, yo mismo acabo de estar allí, todo ello en el
marco de los esfuerzos coordinados de la Unión Europea por contribuir
a la solución del conflicto. El alto representante para la política
exterior y de seguridad común, señor Solana, y el enviado especial de
la Unión Europea para Oriente Medio, el embajador Moratinos, se han
desplazado en varias ocasiones a la zona y están en permanente
contacto con las partes. Asimismo, y coincidiendo prácticamente
conmigo, visitaron la región los ministros de Asuntos Exteriores de
Bélgica y de Francia. No obstante, ninguno de estos esfuerzos puede
sustituir a la voluntad negociadora de las partes.

He podido comprobar en los países árabes un elevado grado de consenso
y de compromiso con el proceso de paz, basado en las resoluciones del
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la 242 y la 338, y en los
principios de la Conferencia de Madrid, en especial el principio de
paz por territorios, con todo lo que ello implica: el derecho del
Estado de Israel a vivir en fronteras seguras y reconocidas y el
derecho a la existencia de un Estado palestino soberano.

Existe un consenso en estos países en que Jerusalén debe ser la
capital de dicho Estado y en el derecho al retorno de los refugiados
palestinos. Es parte esencial de su postura la defensa de la
globalidad del proceso de paz y la necesidad de un amplio apoyo
internacional que incluiría, en primer lugar, a los Estados Unidos,
pero también a la Unión Europea, Rusia, Naciones Unidas
y eventualmente a otros países.

Es claramente perceptible el deseo de que la Unión Europea se
implique más en el proceso de paz, no sólo económicamente, sino
políticamente. Existe la convicción generalizada de que es necesario
reducir el nivel de violencia y reanudar las negociaciones y un
rechazo generalizado de las acciones terroristas. Quiero destacar la
del propio presidente Arafat y de las autoridades sirias y libanesas,
al mismo tiempo que se condenan con firmeza los métodos utilizados
por Israel para hacer frente a la Intifada.

En Israel, donde cohexisten diferentes sensibilidades en el seno del
Gobierno de coalición, también se percibe con claridad que a largo
plazo no hay alternativa a una paz basada en las resoluciones del
Consejo de Seguridad mencionadas y en la Conferencia de Madrid, lo
que se recoge en las orientaciones básicas que se adoptaron al formar
el Gobierno de coalición. En estos momentos, sin embargo, la
seguridad prima sobre cualquier otra consideración, debido a que en
la opinión pública existe una percepción de inseguridad mayor que
nunca, unida a la idea de que el anterior primer ministro, Barak,
hizo grandes concesiones muy rápidamente que, a pesar de ello, no
fueron aceptadas, lo que
se interpreta en general como que los palestinos no han deseado
realmente la paz. Es importante destacar que el cambio del signo del
voto en las dos últimas elecciones no puede achacarse de forma
simplista a la falta de voluntad de paz del pueblo israelí. Hay una
aguda sensación de inseguridad, repito, que debe ser tenida en cuenta
a la hora de buscar una salida a esta crisis.

En cuanto a la situación en el sur del Líbano, cabe señalar que
continúa siendo frágil, a pesar de que desde la retirada israelí, en
cumplimiento de la resolución 425 del Consejo de Seguridad,
permanecía relativamente tranquila. Persisten focos de inestabilidad
que sólo podrán ser resueltos respetando la globalidad del proceso de
paz y, por tanto, en el marco de las negociaciones de las bandas
libanesa y siria, cuya reanudación es también urgente. Es fundamental
que todas las partes, ejerciendo el mayor control y prudencia, y la
comunidad internacional actúen para que la situación se mantenga
estable. Debe respetarse la línea azul establecida por Naciones
Unidas y que las autoridades libanesas continúen dando los pasos
necesarios para recobrar el pleno control efectivo de su territorio,
pues así lo establecen las resoluciones del Consejo de Seguridad.

Los recientes ataques de Hizbola en la zona de las granjas de la
Chabbath, y la excesiva y desproporcionada respuesta israelí sobre
objetivos sirios en el Líbano hace unas semanas constituyeron un
elemento de gran preocupación, susceptible de agravar el conflicto y
extenderlo a toda la región, sobre el que se pronunció enérgicamente,
como saben SS.SS., la Unión Europea en su momento.

En esta situación, el objetivo fundamental de la acción de la
comunidad internacional y por tanto de la Unión Europea y de España
debe consistir en contribuir a restaurar una perspectiva política
para desbloquear la situación, y para ello me parecen fundamentales
los siguientes elementos. Es imprescindible reafirmar y mantener la
validez de los términos de referencia al proceso de paz. Me refiero a
las resoluciones del Consejo de Seguridad 242 y 338, los principios
de la Conferencia de Madrid, los acuerdos que han suscrito las partes
desde entonces y los avances que se han producido en las
negociaciones. No se puede tirar por la borda todo este acervo del
proceso de paz, pues no hay una solución militar para el problema. No
cabe olvidar que la crisis actual se originó en un momento en el que
palestinos e israelíes abordaban por primera vez en profundidad los
temas más complejos del proceso de paz, como Jerusalén, los
refugiados los asentamientos, el agua o las fronteras, que se habían
dejado, en la lógica de los acuerdos de Oslo, para las negociaciones
del estatuto permanente precisamente por ser los más difíciles y
complejos.

Las negociaciones de Camp Davis en el verano pasado permitieron
romper importantes tabúes en todos estos temas. Posteriormente, las
negociaciones de Tabah, ya en vísperas de las elecciones israelíes de



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febrero pasado, proporcionaron la oportunidad de seguir avanzando en
estos temas hasta el punto de que los negociadores de ambas partes
llegaron a afirmar que nunca habían estado tan cerca de llegar a un
acuerdo como lo estaban en aquel momento.

Todo este acervo no debe perderse, pues define la estación de llegada
del proceso de paz, que no puede ser otra que la satisfacción de las
grandes expectativas que despertó en su origen la Conferencia de
Madrid del año 1991 y que los numerosos problemas aparecidos desde
entonces (desde el asesinato del primer ministro de Israel, Isaac
Rabin, hasta la crisis actual, pasando por los brutales atentados
terroristas que tuvieron lugar durante el breve mandato de Simon
Peres, las complicaciones de la política interna israelí, las demoras
en la aplicación de los acuerdos internos y sus sucesivas
renegociaciones o la continuación de la política de asentamientos)
han frustrado y socavado.

Es necesario que Israel vea garantizado su derecho a vivir en paz y
seguridad, como desea su ciudadanía, y que los palestinos vean el fin
de la ocupación y la creación urgente de un Estado palestino viable y
democrático. Es también necesario que se dé una solución justa
y duradera para la cuestión de Jerusalén y de los refugiados, como
establecen las resoluciones del Consejo de Seguridad, la legalidad
internacional y los acuerdos firmados por las partes, todo ello en el
marco de un proceso global que abarque también las bandas siria y
libanesa, sin las cuales no podrá haber una paz duradera en la
región. Es necesario lograr una reducción significativa de la
violencia, un alto el fuego y una rápida normalización de las
condiciones de vida en los territorios palestinos en todos los
ámbitos para que sea posible la reanudación de las negociaciones.

Los compromisos adquiridos por las partes en los acuerdos de Sharm
el-Sheij en octubre del año pasado son un punto de partida importante
en este camino. Estos compromisos incluían llamamientos para poner
fin a la violencia, la adopción de medidas para eliminar puntos de
fricción, la retirada de las fuerzas militares a las posiciones
previas a la crisis y la reanudación de la cooperación en materia de
seguridad.

Asimismo, en línea con esos acuerdos, es necesario el levantamiento
de las medidas de bloqueo impuestas por Israel y el restablecimiento
de la libertad de movimiento de personas y bienes en los territorios,
así como la transferencia de los fondos que Israel debe a la
Autoridad Palestina en virtud de los acuerdos en vigor. Estas
medidas, que permitirían reducir la tensión, deberían también
acompañarse de otras de creación de confianza, como la puesta en
práctica de los compromisos adquiridos en acuerdos aún pendientes de
cumplimiento y de una cooperación, como ya he dicho, más intensa en
el ámbito de la seguridad.

No deben producirse acciones unilaterales que pongan en peligro
cualquier posibilidad de reanudación del proceso negociador. La
congelación de la política israelí
de asentamientos es una condición imprescindible para volver a la
normalidad. Los asentamientos son ilegales a la luz del derecho
internacional y un importante obstáculo para la paz, pues cambian la
composición demográfica de los territorios, son fuente inagotable de
fricciones, enfrentamientos y violencias y rompen la confianza
necesaria entre las partes.

La Autoridad Palestina no debe dejarse arrastrar por los radicales a
cualquier tipo de complicidad con la violencia o el terrorismo,
incluso si está motivada por el cansancio o la frustración, pues sólo
a través de la mesa de negociaciones será posible alcanzar la paz y
dar satisfacción a las legítimas aspiraciones del pueblo palestino.

Israel debe ser consciente de que la seguridad a la que tiene
derecho, y que reclaman sus ciudadanos, sólo vendrá de esa misma mesa
de negociaciones, y que un aumento del uso de la fuerza no hará sino
crear más condiciones para que radicales de ambos bandos hagan
imposible la paz.

Todas estas ideas son ya objeto de los esfuerzos diplomáticos que he
mencionado al principio de mi intervención. La Unión Europea puede
contribuir a ellos en coordinación con otros actores internacionales,
como Estados Unidos, Rusia, Naciones Unidas, Jordania o Egipto,
apoyando a quienes en ambas partes buscan una solución negociada, así
como ofreciendo su disponibilidad para acercar posturas y garantizar
y apoyar el cumplimiento de los acuerdos que eventualmente se
alcancen. No obstante, la Unión Europea no puede sustituir la
voluntad política de las partes de avanzar.

Es también prioritario evitar el colapso de la Autoridad Palestina.

Para ello, la Unión Europea ha emprendido una línea de actuación con
tres elementos fundamentales, convencer a Israel de la necesidad de
que reanude las transferencias y levante el bloqueo económico de los
territorios, agilizar la puesta a disposición de la Autoridad
Palestina de una ayuda presupuestaria directa de 60 meuros, que se
añaden a los 60 ya desembolsados como facilidad financiera especial,
y liderar un esfuerzo de la comunidad internacional de donantes para
que la carga económica del necesario apoyo a la Autoridad Palestina
se reparta equitativamente. A estos efectos, el pasado 11 de abril
tuvo lugar en Estocolmo una reunión informal de donantes en la que
los países árabes comprometieron fondos por valor de 225 millones de
dólares que ya se están desembolsando y que se unen a los fondos
europeos y a los prometidos por Noruega por 10 millones de dólares.

Con estas contribuciones adicionales, la Autoridad Palestina debería
estar en condiciones de hacer frente a sus gastos, sobre la base de
un presupuesto de austeridad, por lo menos hasta septiembre.

Desde el punto de vista bilateral no quiero dejar de subrayar la
importancia de la ayuda española a los palestinos. En los últimos
cinco años España ha aportado unos 20.000 millones de pesetas en
cooperación, esdecir, una media anual de 4.000 millones, lo que nos



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sitúa como el sexto donante mundial en términos absolutos, según las
estadísticas de la Autoridad Palestina, de cantidades efectivamente
desembolsadas. En definitiva, todos los esfuerzos deben dirigirse
ahora a superar esta crisis, pero sin perder de vista los objetivos
finales del proceso de paz, sin cuyo cumplimiento no habrá paz ni
estabilidad en la región. Como ya ha tenido ocasión de exponer el
Gobierno en esta Cámara, un importante compromiso político con el
proceso de paz en Oriente Medio mantenido con constancia a lo largo
de los años, y una notable aportación económica y de cooperación
constituyen la columna vertebral de nuestros esfuerzos. Es un
compromiso basado en una posición equilibrada y mantenida con
firmeza. Las excelentes relaciones que España mantiene con todos los
países de la región nos han permitido una gran capacidad de
interlocución y de buenos oficios que siempre hemos puesto y seguimos
poniendo a disposición de las partes. Así contribuimos bilateralmente
y en el marco de la Unión Europea al logro de una paz justa, global y
duradera en la región.




La señora PRESIDENTA: ¿Grupos que deseen intervenir?
Por el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida, tiene la palabra el
señor Centella.




El señor CENTELLA GÓMEZ: Señor ministro, nos ha dado una explicación
que era la que usted podía y tenía que dar, aunque no sé si porque he
llegado cinco minutos tarde no he escuchado alguna parte de su
intervención y, por tanto, le ruego que me disculpe si le hago alguna
pregunta sobre la que ya ha hablado.

Quisiéramos empezar señalando que en Palestina no estamos ante una
situación en la que se enfrentan dos partes equidistantes, dos partes
que son corresponsables del problema. Queremos recalcar que el origen
del conflicto está en la ocupación ilegítima, ilegal a todas luces,
de Palestina por parte de Israel. También estamos ante una evidencia
de una doble vara de medir, de una hipocresía en las relaciones
internacionales, ya que se usa una vara y una fórmula para resolver
unos problemas y en el caso de Palestina se usa otra. Nosotros, lo
voy a dejar claro desde el principio, no somos partidarios del uso de
la fuerza contra Israel, igual que no hemos sido partidarios del uso
de la fuerza para resolver otros conflictos. Pero no había más
motivos para usar la fuerza en otras zonas del mundo que los que hay
para que Israel cumpla la legislación internacional, y se lo decimos
desde la óptica de Izquierda Unida, que no somos partidarios del uso
de la fuerza en ningún caso. Nos sorprende que se haga una guerra
para devolver territorios en otras zonas del mundo y no se haga para
devolverlos en el Líbano, lo cual evidencia que hay una doble vara de
medir, que hay una hipocresía en la comunidad internacional.

Nos alegra escucharle plantear que solamente a través de la mesa de
negociación se pueden alcanzar los legítimos derechos de los
palestinos. Eso también nos hubiese gustado escuchárselo a usted y a
su Gobierno en otros conflictos internacionales donde se ha utilizado
la fuerza para resolver la situación. Dicho esto, nosotros creemos
que solamente desde la negociación se puede resolver una situación
que es tremendamente grave, que está poniendo en estos momentos al
pueblo palestino al borde, no voy a decir de la destrucción, porque
han pasado tiempos muy difíciles, pero sí de una situación muy
dramática donde el bloqueo económico hace que se esté subsistiendo en
zonas palestinas muy por debajo de los niveles mínimos, porque el
bloqueo al que le tiene sometido Israel, no solamente económico, sino
incluso físico sobre las posibilidades de desplazarse, está
provocando un verdadero drama que no siempre es resuelto. Hay que
separar varios elementos. Nosotros condenamos el terrorismo como lo
han hecho desde la Autoridad Palestina a todos los demás gobiernos de
la zona, pero la Intifada es una rebelión popular ante una ocupación
extranjera, y no hay que confundir la Intifada con el terrorismo, que
todos condenamos. Precisamente la situación que se produce en
Palestina es la que impide aislar el terrorismo y aisla lo que debe
ser condenable. Que la solución pasa por la constitución de un Estado
palestino es evidente. De lo que nosotros tenemos dudas es de que en
estos momentos la comunidad internacional esté presionando por
métodos no militares a Israel para que esto sea así. Creemos que el
Gobierno de Israel se siente muy cómodo, por no decir respaldado por
la comunidad internacional, en su situación actual de un tira y
afloja donde la realidad es que los asentamientos se consolidan,
donde la realidad es que cada vez es más difícil la constitución del
Estado palestino y donde al final los que en gran medida están
pagando son los palestinos, subsistiendo en unas condiciones muy
difíciles.

Nosotros creemos que su viaje no ha contribuido, se lo digo
sinceramente, a mejorar la situación, y para nosotros no son una
anécdotas la inapropiadas o desafortunadas declaraciones que usted
mismo hizo en las que comparaba la situación en Palestina con ETA; ya
lo dijimos en su día y lo volvemos a repetir, eso era tremendamente
negativo, no solamente porque era injusto comparar la Intifada con
situaciones terroristas, sino porque también es injusto comparar a
España con el Estado de Israel. Nosotros creemos que el Estado de
Israel practica el terrorismo de Estado, y lo decimos en esta Cámara
con todas las consecuencias, y en ningún caso se puede comparar con
el Gobierno de España, con el que evidentemente no estamos de
acuerdo, pero no creemos que pueda ser comparado con lo que practica
el Gobierno de Israel, cuando no solamente tenía como negativo el ser
injusto con los partidos sino también el que podía dar argumentos a
quienes justifiquen la violencia en el País Vasco. Por tanto, creemos
que



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fueron unas declaraciones desafortunadas, que fueron en cierto modo
puestas en su sitio por el propio Ministerio, pero nos gustaría que
quedase claro en su contestación de una vez por todas que eso fue una
metedura de pata o fueron unas declaraciones desafortunadas.

El papel de España puede ser importante en la zona, como ya lo ha
sido en otros momentos, pero para eso tiene que ser un papel
independiente, que no equidistante, porque la independencia de España
no debe ser neutral, sino comprometida con que la situación se
resuelva, como se ha dicho aquí, mediante la constitución de un
Estado palestino, mediante la normalización de las relaciones en toda
la zona y mediante la posibilidad de un desarrollo social y económico
de todos los habitantes de la zona. Ese es el papel que debe jugar
España, pero para eso de donde sí nos debemos separar es de la
política que actualmente está poniendo en marcha la Administración
Bush, que creemos que está dando alas a la parte más dura del
Gobierno de Israel para separarse de cualquier posibilidad de
negociación real, ya que al final la situación actual del bloqueo
solamente puede conllevar el estallido de un conflicto real, porque
entendemos que el pueblo palestino no puede esperar sine die la
declaración de un Estado palestino sin más. O hay compromiso de que
el Estado palestino se va a concretar en un tiempo razonable, o al
final estamos abocados a un estallido generalizado del conflicto en
la zona.

Creemos sinceramente que la Administración europea debe ser más
contundente a la hora de exigir a Israel que modifique sus posturas.

Creemos, como decía al principio, que no estamos ante un problema
donde hay dos corresponsables, sino que hay un responsable en grado
máximo, que es el Gobierno de Israel, y que hacia ahí debe ir
enfocada la presión internacional: a que el Gobierno de Israel
reconozca que tiene que abandonar los territorios ocupados; que tiene
que desmantelar los asentamientos que han ido generando en los
territorios ocupados; que tiene que permitir la creación de un Estado
palestino, y que, en definitiva, se tiene que permitir que el pueblo
palestino, como usted ha dicho, alcance sus legítimos derechos en la
negociación pero, señor ministro, una negociación de verdad, que no
es lo que entendemos hasta ahora ha hecho el Gobierno israelita con,
repito, cierta aquiescencia de la comunidad internacional.

Para terminar, le plantearíamos que el Gobierno español asuma el
papel de liderazgo en la Unión Europea en el sentido de forzar a
Israel a cambiar su política, que si creemos que es el único camino.

Existen todos los elementos menos el uso de la guerra que, repito, es
con el que nunca estaremos de acuerdo. Lamentamos que sí lo
estuvieran ustedes en otro momento para otros países, porque al final
la guerra no resolvería ningún conflicto. Lo que sí haría sería
ahondarlos más.

La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió), tiene la palabra el señor Guardans.




El señor GUARDANS I CAMBÓ: Muchas gracias, señor ministro, por sus
explicaciones y por el hecho de que esté usted aquí dándolas. Le
agradezco que haya tomado la iniciativa de venir a explicar lo que ha
sido el conjunto de su viaje y los encuentros mantenidos en las
últimas semanas alrededor del proceso de paz.

Voy a intentar ser breve. La tentación es hacer una especie de
proclamación de todo lo que piensa cada grupo sobre el conjunto de la
situación en Oriente Medio, pero eso nos llevaría muy lejos yo estoy
globalmente de acuerdo con lo que son las ideas y los planteamientos,
con el diagnóstico que ha puesto sobre la mesa. Nos parece que el
diagnóstico es perfectamente correcto en esa no neutralidad, esa
exigencia a Israel del cumplimiento del derecho internacional, ese
sentir el derecho que tienen los ciudadanos de Israel, que no deja de
ser un Estado democrático que escoge a sus líderes, el derecho de
esos ciudadanos a sentirse seguros y, por tanto, el ponerse en la
piel de unos ciudadanos que escogerán a sus líderes en función de
quienes sean capaces de darles mayor seguridad a costa de lo que sea.

Y, por otro lado, el pleno apoyo a la creación de un Estado
palestino, el pleno apoyo a la oposición frontal al mantenimiento de
los asentamientos, incluso a su desarrollo, el apoyo a la Autoridad
Nacional Palestina el derecho al retorno; es decir, todos esos
principios, que son el vademécum, con los que estamos todos de
acuerdo y que yo no puedo dejar de apoyar. Por eso, y no voy a
insistir más en ello, lamenté sinceramente algo que no creo que fuera
una distorsión de los medios de comunicación, sino un lapsus del
ministro (lapsus grave pero lapsus), al hacer esa comparación absurda
entre la situación en Palestina y en Euskadi, absolutamente
extemporánea, ex-geográfica, es decir, no tenía el más mínimo sentido
y no se sostenía en nada. En su momento usted se excusó y hubo
alguien que con la autoridad que le correspondía en su propio
Gobierno aclaró que había sido una afirmación desafortunada, y así lo
dejo. En ese planteamiento no podíamos coincidir en absoluto, pero en
su planteamiento de hoy sí porque ha vuelto a lo que son las ideas
madre, el libro con el que se está funcionando, al menos en cualquier
diplomacia europea. Por tanto, sin quitarle ni una coma, sí querría
hacer algunas menciones sobre algún punto en el que quizá se pueda
hacer un poco más de hincapié.

El primero, que creo que no ha comentado suficientemente, aunque
tampoco veo a otros líderes, ministros de asuntos exteriores o
autoridades políticas europeas subrayándolo suficientemente, es el
problema del liderazgo palestino. Más allá de las relaciones
personales que pueda haber, en este momento hay una gravísima crisis
de autoridad en el liderazgo palestino, que tiene



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las causas que tiene y que la propia situación no hace más que ir
minando esa crisis. Hemos de actuar con un poco de responsabilidad,
con más o menos luz o con más o menos taquígrafos, pero la situación
de crisis grave en el liderazgo palestino sí es algo en lo que la
Unión Europea puede intervenir más de lo que lo está haciendo. Usted
ha dicho muy bien que estamos en los máximos niveles de desconfianza
entre las dos partes, pero esa desconfianza también se basa en la
sensación de que no hay interlocutor o que, si lo hay, no se sabe si
uno puede fiarse de él, porque desde el punto de vista de Israel, que
a ciertos efectos es lo único que cuenta, porque mientras no cambie
difícilmente cambiarián las cosas, el actual liderazgo palestino no
es generador de la más mínima confianza, incluso diría que ni del más
mínimo respeto.

Evidentemente, esa no es la perspectiva europea pero sí se puede
presionar para aclarar cuál es la situación de liderazgo o, en su
caso, para empezar a preparar lo que pueda ocurrir después. La
situación de Oriente Medio no puede estar en estos momentos
dependiendo de la falta de poder político en Palestina, dando la
sensación de que los dos escenarios son a cual peor. O el actual
liderazgo no controla la situación y por tanto lo que tenemos es una
situación real de anarquía (que nadie se atreve a denominar como tal
por miedo a utilizar la palabra) en Palestina, o lo que hay es un
liderazgo que es cómplice con lo que está ocurriendo en su propio
territorio. Cualquiera de los dos escenarios es patético y puede ser
mucho más patético a medio plazo. Ahí hay que llamar a las cosas por
su nombre y actuar en coherencia. Seguir dando la imagen hacia fuera
de que se pueden estar canalizando recursos hacia Palestina, de que
se puede estar negociando y recibiendo al líder palestino como si
tuviera el control de su territorio, como si su palabra valiera, como
si realmente las decisiones que tome comprometen a alguien más que a
sí mismo en cuanto abandone la sala del despacho en la cual se haya
pronunciado, me parece una ficción que es insostenible.

Por tanto, actuemos y actúen ustedes, los ministros de Asuntos
Exteriores en el Consejo de Ministros de la Unión Europea, den
instrucciones al Alto representante para que empiece a aclarar un
poco, a presionar y, en su caso, a diseñar (y no soy yo quién para
decir exactamente en qué términos) sobre una base real la situación
de quién manda en Palestina, quién controla el territorio y quién
está ahí como interlocutor presente y futuro, porque si eso no se
hace así estaremos construyendo una serie de castillos en el aire
que, evidentemente, desde la otra parte sí conocen y no actúan con
esos castillos en el aire porque saben que no hay interlocución.

Por poner un ejemplo muy concreto, más allá del tema de seguridad,
donde es obvio que no hay el más mínimo control, yo comparto
totalmente el planteamiento que ha hecho el ministro sobre la
necesidad de evitar el colapso financiero de la Autoridad Nacional
Palestina, el tema del IVA y el hecho de que se haya impulsado la
conferencia de donantes y que ahí se haya aclarado por lo menos que
con una cierta estabilidad financiera o una cierta austeridad, creo
que ha dicho, por parte de la Autoridad Nacional Palestina pueda
sobrevivir unos meses. Me parece muy bien. Pero ¿qué medidas de
control se van a ejercer sobre eso? Porque nada nos impide, es más,
nos legitima en la zona, entendiendo por nosotros a los europeos,
poder hablar también con un poco más de seriedad y diciendo en voz
alta que los fondos recibidos hasta ahora por la Autoridad Nacional
Palestina no han sido bien administrados. Y eso se puede decir sin
que dé la sensación de que uno está dando una baza a la otra parte,
porque más bien lo que hace es legitimar la propia autoridad ante la
otra parte cuando dice las cosas como hay que decirlas: los fondos de
la Unión Europea que ha recibido Palestina no han sido controlados y
no han tenido la utilización y el destino que se suponía que deberían
tener. ¿Dónde han ido a parar? Lo veremos con el tiempo, cuando se
calmen las aguas y se pueda hablar de estos temas y se pueda
fiscalizar por lo menos con unos estándares equivalentes a como se
está fiscalizando en las zonas, por ejemplo, del Este de Europa, que
sería ya un cierto estándar. Si vamos a seguir prestándoles ayuda, y
me parece espléndido que así se haga, porque hay que impedir el
colapso de la Autoridad Nacional Palestina, también hay que hablar
con un poco más de claridad sobre que ese dinero tiene que ser
destinado a la función para la cual está previsto que se destine.

Querría saber qué medidas se van a adoptar, más allá de lo que supone
quedarse con la satisfacción de poner unos cuantos millones de
dólares sobre la mesa.

Hay otro ámbito en el que la Unión Europea tiene culpa, no digo
España, sino el conjunto de la Unión Europea, que en este momento
puede parecer absurdo o muy distante porque ciertamente, tal como
están las cosas, es el más remoto de los problemas, pero quizá no
estaríamos exactamente donde estamos ahora si se hubiera invertido
más energía en ello. Me refiero a todo el ámbito de la educación, la
cultura, o el ámbito estrictamente social. Ahí la Unión Europea,
además de formar a las policías, por ejemplo, de la Autoridad
Nacional Palestina, podía haber hecho más y no lo ha hecho, y es el
momento de que invierta también ahora de cara al futuro, a un futuro
que se supone que en algún momento llegará de por lo menos
estabilidad en términos de seguridad, que no de comprensión mutua,
porque para eso hacen falta varias generaciones, o reconocimiento
auténtico a nivel afectivo incluso, si es que llega algún día, pero
es de suponer que en algún momento recuperaremos la estabilidad en
términos de seguridad: ¿Qué estamos pidiendo, que se está haciendo,
quién está trabajando para evitar lo que ha ocurrido desde que se
inició el proceso de Oslo? Resulta que, a pesar de que se negociaba
el proceso de paz, en las escuelas de uno y otro lado se seguía
enseñando a los



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niños a odiar a la otra parte, a despreciarla y a negar su derecho a
existir. Mientras los líderes de la alta política estaban reunidos en
los distintos foros de debate, en el territorio se mantenía y se
alimentaba el odio. La Unión Europea tiene una responsabilidad clara
en este ámbito porque puede aportar más que el director general de la
CIA o el máximo responsable del Pentágono; es una cuestión más
nuestra.

Insisto en que hoy, mientras se degüella a chavales de 14 años para
vengar el asesinato de un bebé, nos parece que todo eso está a años
luz; pero hay que prever que en algún momento superaremos la
situación actual y ello es responsabilidad de los líderes políticos.

No tienen que limitarse a apagar fuegos, que es lo primero que hay
que hacer en este momento; también deben pensar en qué se hará cuando
se haya conseguido apagar el fuego, aunque gotee por todos lados y
haya charcos. Se habla del papel de la Unión Europea, y ese papel
será en algunos casos equivalente al que tiene Estados Unidos o
podría serlo si las partes quisieran, pero en otros casos es
radicalmente distinto. En el plano político, y en estos ámbitos de
que estoy hablando, la Unión Europea tiene un papel que no
desarrolla.

Hay que superar una cierta política de méritos o de gestos, de a ver
qué Estado de la Unión Europea se apunta un tanto. No digo que usted
haga más o menos, porque algunas cosas que usted pueda haber dicho o
hecho en el pasado también las han dicho o hecho sus colegas;
simplemente digo que eso no tiene especial sentido. Es cierto que
España tiene una particular capacidad, de interlocución que nadie le
niega y que, en función de esa capacidad puede ejercer cierto
liderazgo en la Unión Europea. Pero, por favor, señor ministro, basta
de propuestas no sé si gratuitas pero, al menos, poco fundadas; de
propuestas de sedes o de conferencias, de dar la sensación de
utilizar el nombre de este país como un mantra, como si el sólo hecho
de que una cosa se desarrollara en una determinada ciudad, en la
capital de este país, o de que interviniera España, fuera
a convertirla en un bálsamo. Eso no se lo toma en serio nadie y lo
único que se hace es perder prestigio incluso entre las partes a
quienes eso va dirigido.

Siria. La situación con Siria es un poco sorprendente. Hasta ahora
estábamos un poco a la espera de cuáles eran los planteamientos que
nacían del nuevo liderazgo sirio; cada vez hay menos incógnitas. Si
es cierto, como parece desprenderse de la última visita de Estado
realizada a nuestro país, que España tiene un determinado papel en el
plano bilateral, habría que ver si ese papel se puede utilizar por lo
menos para que el presidente sirio no eche más gasolina al fuego de
la necesaria.

Entiendo el papel de Siria de solidaridad con el pueblo palestino y
en su reclamación de que Israel cese en la violencia y asuma la
responsabilidad gravísima que tiene en este momento; pero que la
presidencia siria siga negando al Estado de Israel el derecho a
existir no contribuye a nada. Eso lo ha hecho en presencia de
Juan Pablo II, y es problema de la diplomacia vaticana administrarlo;
no le haré a usted responsable de los silencios de la diplomacia
vaticana. Eso sí, está por ver qué es lo que hace o puede hacer el
Gobierno español cuando, en una rueda de prensa, el presidente sirio
compara aquello con los nazis. No digo que no se pueda hacer la
comparación en un café o que no pueda hacerla un palestino que está
siendo machacado a bastonazos por un soldado, pero el presidente
sirio no puede hacerlo teniendo a su derecha al presidente del
Gobierno de España. Y, si lo hace, hay que saber que, después, de
alguna forma y por lo cauces que tiene la diplomacia, uno tiene que
desvincularse de ese tipo de actuaciones. No digo que no pueda
entender eso, y además se entiende mucho más desde la posición de la
víctima.




Digo sencillamente que si hay que tener alguna influencia, si se
quiere tener alguna influencia hay que superar esos niveles
pasionales porque (e insisto en que es mucho más fácil decirlo desde
aquí que decirlo cuando se ha tenido la propia familia destrozada, en
la cárcel o asesinada) ese es el único papel. Mientras eso no se haga
difícilmente podremos influir y tengo la impresión de que con Siria,
como en otros ámbito ha ocurrido con otros Estados, algunos líderes
europeos están entrando en una especie de dinámica en la que por un
lado hay unas esperanzas de lo que puede llegar a ser Siria, y en
virtud de esas esperanzas se está permitiendo determinado discurso
por parte de la Presidencia siria que lo único que hace es contribuir
negativamente al propio proceso.

Por tanto -y termino, ahora sí-, absoluto acuerdo con los principios
-porque no creo que tenga que volver a hacer acto de fe con ellos-,
con el diagnóstico de la situación y con lo que hay que desarrollar,
pero creo que el papel europeo evidentemente puede ser superior, eso
lo ha dicho usted mismo, pero puede asumir su propio protagonismo,
que no es exactamente el mismo que pueden tener Estados Unidos y creo
que hay que superar una cierta política o una tentación de política
de gestos e ir por lo menos a no sólo intentar suavizar la violencia,
sino empezar a preparar o a pensar qué ocurrirá al día siguiente de
que se consiga cierta estabilización de la situación.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Socialista tiene la palabra su
portavoz el señor Marín.




El señor MARÍN GONZÁLEZ: Señor ministro, tengo que decirle que de su
intervención se deduce que efectivamente la situación que atraviesa
el proceso de paz y el clima en general en el cual se están
produciendo toda una serie de eventos que prácticamente se reproducen
a diario, hacen colegir que estamos frente a una situación
ciertamente de gravedad e incertidumbre como usted señalaba. También
comparto su diagnóstico de que es difícil sentirse optimista.




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Usted planteaba que en este momento hay que intentar buscar un clima
nuevo, una salida política, un momentum diferente que al menos ponga
fin a la espiral que está llevando a esta situación de gravedad e
incertidumbre no sólo al propio proceso de paz, sino eventualmente
los riesgos de desbordamiento -ojalá no se produzca- para toda la
zona, para toda la región con lo que esto podría implicar para
multitud de intereses, el primero de ellos la búsqueda de la paz.

La descripción que usted nos ha hecho de su viaje sinceramente nos
parece correcta. Creo que es bueno que un país como el Reino de
España, independientemente de los trabajos que se puedan hacer en el
plano europeo busque información evaluación y mantenga su presencia.

Creemos que esta es una buena cosa y que es importante naturalmente
en la medida como usted ha señalado y decía el señor Guardans -y
porque he tenido oportunidad a veces de comprobarlo-, que tal vez el
desfile excesivo de ministros de Asuntos Exteriores, no todos
presentando la misma sensibilidad respecto a la cuestión, crea
problemas con relación a lo que los otros interlocutores entienden
que puede hacer la Unión Europea, No es una crítica particular a su
trabajo en absoluto en este punto, desgraciadamente hoy por hoy queda
mucho camino por recorrer para que la Unión Europea se manifieste de
una manera mucho más tangible con una sola voz. Esperemos que ese
momento llegue, creo que es un objetivo que todos compartimos.

Estamos también de acuerdo que en este momento el principal objetivo
es restaurar lo que usted calificaba como una nueva perspectiva
política que obviamente se tiene que basar en los cuatro elementos
que usted señalaba: resolución de Naciones Unidas, Madrid, los
acuerdos bilaterales entre las distintas partes en conflicto
y naturalmente lo que se ha negociado en los últimos esfuerzos,
particularmente en el último período del primer ministro Barak y en
los últimos esfuerzos, que desgraciadamente no culminaron, del
presidente Clinton. Creo que ahí está el acervo del proceso de paz
y naturalmente todos los esfuerzos internacionales en la medida en que
esto sea posible -reconozco que la situación es muy complicada-,
tienen que intentar reconducir toda la cuestión al respeto de este
acervo y a partir del mismo intentar encontrar la solución final.

El proceso de paz de Oriente Medio abrió, como todos sabemos, unas
enormes esperanzas y es cierto que desde que se anunció, se firmaron
los acuerdos de Oslo, posteriormente de Washington y los sucesivos
que ha habido sobre este tema, ese proceso ha conocido toda una serie
de vaivenes trágicos. Probablemente estos vaivenes trágicos se deben
a la propia naturaleza del proceso de paz, ya que es tremendamente
difícil y complicado encontrar una solución final que satisfaga a
todos los actores en presencia.

Nos encontramos en una situación que no es optimista, es grave y de
una gran incertidumbre. Bien es
verdad que no es el primer momentum delicado en que nos encontramos y
yo sólo espero que sea el último, aunque tengo exactamente las mismas
dudas que usted y que el resto de nuestros colegas en la Comisión de
Asuntos Exteriores.

Por no hacer la intervención larga, porque gran parte de lo que se ha
dicho por otros colegas, aunque algunas cosas no las suscribiría,
creo que marcan una tónica general, la Unión Europea seguramente
podría hacer más. Me preocupa, porque me ha tocado vivirlo, que en
este momento se tenga que elaborar el cuarto plan de urgencia -porque
este es el cuarto plan de urgencia- para mantener económicamente a la
Autoridad Palestina. Hay que hacerlo, es inevitable, pero
naturalmente entramos en una situación complicada porque esto hace
que aumente la presión política sobre el Gobierno israelí para que
respete los acuerdos financieros de Oslo y evidentemente cuando se
transfiera a la Autoridad Palestina este nuevo fondo de contingencia
se entrará en una negociación que en el pasado ha sido terriblemente
dura, árida y extraordinariamente antipática entre comillas-, por
calificarla de alguna forma.

Señor ministro, creo, que en la zona España, concretamente en este
conflicto, por las particulares relaciones que tiene, que las tiene y
hay que preservarlas, puede jugar un papel -a mí la palabra no me
gusta- de facilitador (me gusta mucho más la expresión que utilizaba
el colega Guardans de interlocutor) que es ciertamente apreciado en
la región. Sobre lo que yo tengo dudas, señor ministro, es en estos
esfuerzos de imagen un poco forzados, de autoatribuirnos un papel
fundamental, por no decir decisivo. Me parece que ustedes deberían
ser un poquito más prudentes en las expresiones que en ocasiones
utilizan, porque en este entramado político siendo España como es un
interlocutor apreciado, comprenderá usted que no traiciono en ningún
caso los intereses nacionales -cosa que a usted le preocupa tanto
últimamente- si le digo que España en la zona no tiene en su mano
jugar un papel decisivo. Esto no es un desdoro, es simplemente el
reconocimiento de una pura realidad y conviene que entre nosotros lo
tengamos muy claro, porque si no los efectos de anuncios excesivos,
pomposos, naturalmente llevan luego a que la otra parte -todos
tenemos contactos con embajadores, ministros, etcétera, y hablamos
con ellos- se quede un poquito perpleja por esta forma de presentar
las cosas, teniendo en cuenta que estamos trabajando en una zona de
consenso, que la posición española ha sido siempre muy clara en el
proceso de paz y que el acuerdo de Madrid aportó una plataforma de
entendimiento que en ciertos aspectos ha sido básica. Lo que sí le
rogaría es que en este tipo de viajes, sobre todo cuando se trate de
temas tan delicados, simplemente, señor ministro, se limite o intente
limitarse en la medida de lo posible, porque ya sabemos su tendencia
a pretender ser original en cada viaje que hace y esto a veces
produce circunstancias, explicaciones



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y disculpas que son innecesarias cuando se tienen posiciones
políticas tan extraordinariamente claras como la que tiene el Reino
de España en Oriente Medio. No hace falta ser genial ni original,
sino simplemente seguir una línea en la que además usted tiene la
gran ventaja del consenso y el apoyo de todos los grupos
parlamentarios, y por supuesto creo que del conjunto de la opinión
pública española, con independencia de que haya más sensibilidad o
más o menos simpatía respecto a la parte más vulnerable, en este caso
los palestinos, de este proceso de paz.

Lo que me preocupa, señor ministro, y me gustaría que usted ampliara
su explicación un poquito más, es que reconociendo que la Unión
Europea va a hacer un gran esfuerzo económico, financiero, de apoyo
político, de presencia, usted haya pasado muy por encima sobre la
posición de la Administración norteamericana. De la misma manera que
no intento disminuir en absoluto el papel de nuestro país como
interlocutor apreciado y que puede jugar un papel muy interesante, sí
atribuyo a la Administración norteamericana un papel fundamental en
este proceso. Me preocupa que la Administración Bush haya calificado
el proceso de paz como una situación imposible, muy difícil de
gestionar, y que aparentemente y por el momento haya tomado la
decisión de distanciarse del mismo, porque considera que es un
avispero, y teniendo en cuenta la importancia que tiene este proceso
de paz y la potencia que tienen ciertos grupos de presión en el
establishment norteamericano, no sólo en el político sino también en
el financiero, les puede crear ciertas dificultades. El presidente
Bush va a venir pronto a España, lo cual es enormemente positivo, y
yo quisiera saber en qué medida han elaborado ustedes una posición
respecto a lo que puede ser un papel facilitador o interlocutor por
parte española, de modo y manera que se llegue a convencer a los
Estados Unidos de que hoy por hoy constituyen un elemento fundamental
para intentar volver precisamente a la situación que usted calificaba
como los elementos comunes de este proceso de paz -que ha situado
magníficamente bien-, como acervo del proceso de paz, y que todos
compartimos. ¿Hay que hacer otra conferencia de Madrid, fuera de un
esfuerzo para volver de nuevo a buscar -y estoy de acuerdo con el
señor Guardans- un efecto de anuncio? Concedo una importancia menor a
cómo se podría sustanciar eso. No me preocupa tanto el hecho de tener
que hacer la conferencia en Madrid o donde sea, como que se restituya
el proceso de paz a una situación en la que algo tendrán que decir
Estados Unidos, porque, insisto, hoy por hoy me parece que es el
único vector en términos políticos que puede llevar a las partes a
reconsiderar sus posiciones. ¿Qué es lo que más preocupa? Ya lo han
dicho mis colegas. Se va a mantener en una situación de transfusión
asistida a la Administración palestina para pagar salarios y para
intentar hacer ejercicios para mantener una cierta calidad de vida de
los territorios ocupados, pero me gustaría, señor ministro, que usted
profundizara respecto a una situación que podría estar en las mentes
de todas las cancillerías, y es el cálculo político que se puede
hacer en torno a la eventual duración del Gobierno israelí. ¿Por qué
le digo esto? El Gobierno israelí es muy heterogéneo, conoce muchas
dificultades y mucho me temo que se esté estableciendo el cálculo
político de que esto sólo se podrá poner en marcha cuando se vea
cuánto dura el señor ministro Sharon, porque entonces habrá nuevas
elecciones, nuevo gobierno, y a partir de ahí veremos qué se puede
hacer. Así pues, le pido por favor que en la medida de lo posible me
amplíe estas cuestiones.

Termino diciéndole lo siguiente, señor ministro, y espero que
entienda mi mensaje. Hoy ha hecho usted una exposición muy correcta,
le he dicho que estamos de acuerdo y así lo manifestamos sin ningún
tipo de problema, pero sí le quiero decir, dada su preocupación
profunda por la defensa de los intereses nacionales (soy muy discreto
y se lo digo sin ánimo de crítica de carácter personal, sino
estrictamente política, y si quiere al final de la sesión nos tomamos
juntos un café con leche), pero en la oposición no estamos dispuestos
a divertirnos con sus meteduras de pata. Usted es un político, y si
mete la pata asuma su responsabilidad, pero, ¡Dios mío!, no nos haga
usted esas invitaciones a decirle a todo amén, porque eso no es
posible. En lo político estamos de acuerdo con usted, pero si usted
mete la pata la ha metido y asume sus consecuencias. Por favor, no
nos haga más planteamientos en el sentido de lo que hay que hacer o
dejar de hacer. Ustedes son el Gobierno y nosotros somos la
oposición. Probablemente decimos a veces tonterías o cosas que no
tienen ningún sentido, es la vida, es la política, pero ustedes
tienen la responsabilidad de gobernar, y naturalmente si hacen
planteamientos erróneos nuestra tarea es decir que ustedes, en
nuestra opinión, están haciendo planteamientos erróneos y
equivocados. A lo mejor, señor ministro - por concluir en un ambiente
de simpatía y fraterno-, el problema no es la oposición, el problema
es que tenemos un ministro que se equivoca excesivamente. A lo mejor,
es el problema. En fin, en la medida que le podamos ayudar a corregir
sus errores, seguiremos manteniendo este tono de consenso y de
simpatía entre nosotros, pero por favor sus meteduras de patas y sus
equivocaciones se las cuelga usted en sus espaldas. No nos pida al
resto de los grupos políticos que incluso nos divirtamos; el ministro
de Asuntos Exteriores tiene que ser particularmente preciso en lo que
dice y en cómo se manifiesta, porque esto tiene muchas más
repercusiones que la metedura de pata de un portavoz o de cualquier
dirigente de la oposición, ya que usted está representando
formalmente al Reino de España.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular tiene la palabra el señor
Robles Fraga.




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El señor ROBLES FRAGA: Gracias, señor ministro por su comparecencia.

En un día importante para esta Comisión no quiero dejar de recordar,
aunque sea breve y tristemente, a nuestro compañero Manuel Giménez
Abad, que fue senador y por tanto representante de la soberanía
nacional, como lo somos todos nosotros, y cuyo asesinato sin duda nos
llena de tristeza y también de fortaleza para lo que nos toca hacer
ahora, nos toca hacer en el futuro y nos recuerda nuestras
obligaciones como diputados en esa representación no siempre fácil de
una soberanía nacional que debemos tratar de ejercer con la mayor
corrección y en este caso la mayor seriedad posible.

Ya sabe, señor ministro, que el Gobierno siempre se equivoca, la
oposición, nunca. Toda la responsabilidad en una política de Estado,
según la oposición corresponde al Gobierno y esa política de Estado
consiste en que la oposición nunca es responsable de sus errores,
aunque sea corresponsable de la política de Estado, lo cual no deja
de ser una curiosa forma de entender lo que es una política de
Estado.

Desde mi punto de vista y desde el punto de vista de mi grupo, que
antes de estar en el Gobierno estaba en la oposición, también le
corresponde a la oposición una importante responsabilidad una
corresponsabilidad, no solo en la definición de los intereses
nacionales sino en su promoción y en su defensa. Cuando una oposición
sistemáticamente considera que los gobiernos que están en conflicto
con España siempre tienen razón, no está ayudando a que se forme
correctamente una visión por parte de esos gobiernos de cuál es el
interés nacional que defiende este país, y por tanto creo que también
corresponde al grupo mayoritario que apoya el Gobierno recordar a la
oposición que se equivoca si intenta evitar su responsabilidad en
materia de política de Estado y entiende que la mejor manera de hacer
oposición en materia de política exterior, que es una política de
Estado, es darle siempre la razón al otro y criticar sistemáticamente
cualquier situación que tenga que afrontar el Gobierno.

Ya sabe, señor ministro, si mete la pata o se equivoca, según la
oposición usted tiene derecho a ser criticado y no tiene derecho a
criticar a la oposición; pero si hace algo bien no lo luzca.

(Rumores.) Acabamos de escuchar unas curiosas palabras en las que se
le dice que no disfrute usted de su Ministerio, que no sea usted
original, que no brille, que no destaque. Si lo hace bien, no deje
que le alaben y si le critican, no conteste. Más bien sea usted
mediocre, sobre todo no disfrute usted con ser ministro de Asuntos
Exteriores, no luzca ese ministerio, escóndase y no sonría. A mí todo
eso me produce cierta sorna, porque precisamente cuando se está
hablando de una política importante, como es la política de España en
Oriente Medio, se mezclan churras con merinas, se sacan de quicio
palabras justas y razonables pronunciadas por el señor ministro y se
mezcla eso con la definición de nuestra política exterior en un
conflicto tan grave como el de Oriente Medio. Tengo que decir una y
otra vez que este grupo, al que represento en esta Comisión,
denunciará los errores y las equivocaciones de la oposición,
entenderá siempre que también la oposición tiene responsabilidad en
una política de Estado como es la política exterior, y naturalmente
defenderá y tratará de que el Ministerio de Asuntos Exteriores y su
ministro luzcan sus aciertos y prueben sus políticas, sobre todo
cuando éstas van por el buen camino.

Señorías, como decía el señor Centella, aquí podemos decir cualquier
cosa con todas las consecuencias (así les va a los señores de
Izquierda Unida); nosotros decimos todas las cosas con todas las
consecuencias. (La señora García Manzanares: ¿De qué va la
comparecencia de hoy? Rumores.) Por eso, entendemos que esta
comparecencia es especialmente oportuna después de un viaje intenso y
largo, en el que nuestro país ha demostrado su capacidad de
interlocución y también, como no podía ser de otra manera en este
caso, los límites de esa interlocución, porque no podemos - y lo ha
dicho el ministro- sustituir a las partes. Podemos moderar, podemos
transmitir, podemos financiar, podemos ayudar, pero no podemos en
ningún caso sustituir a unas partes enfrentadas en un larguísimo
conflicto en el que al final existe una gravísima quiebra de esa
confianza mínima que es el único camino para una paz justa, global y
duradera. Esa quiebra de la confianza es lo que hace imposible la
cooperación, y sin una visión a largo plazo de la cooperación y de la
coexistencia entre palestinos e israelíes es imposible abordar
ninguna de las soluciones políticas y diplomáticas que tiene esta
crisis.

Permítanme que defienda la especial sensibilidad de este grupo con
las víctimas de los ataques terroristas y con la barbarie de los
ataques terroristas, sean del tipo que sean y en el lugar que sean.

Aquí nadie ha pretendido (desde luego, si hemos oído con atención las
palabras del señor ministro, y todos lo hemos hecho) mezclar una
situación histórica concreta en Oriente Medio con la situación del
País Vasco y la situación de España. Aquí se ha dicho lo que siempre
debería ser dicho por unos responsables políticos, que el terrorismo
es barbarie, que el terrorismo no es el camino para solucionar nada y
que, por razones evidentes, nosotros somos -y debemos serlo-,
especialmente sensibles al drama que supone el terrorismo y que
significa el sufrimiento de personas concretas que pueden estar
esperando un autobús, paseando a la salida de un kibutz, reunidos con
su familia en una casa, o sencillamente estando en el lugar
equivocado en el momento equivocado. Eso, señorías, no tiene nada que
ver con la intifada ni con la seguridad de un Estado ni con una
maniobra diplomática concreta en una localidad egipcia. No, señorías;
eso es una barbarie, eso es condenable, eso es un disparate, eso es
una locura y por desgracia



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eso no es algo que nos sea ajeno. Precisamente porque no nos es ajeno
debemos condenarlo, no en términos generales, no de cualquier forma,
pasando por encima del asunto, sino en cada caso concreto y pensando
en las víctimas concretas. No existen víctimas en general, como si
fueran un dato más en un libro de historia o en la noticia de una
sección internacional de un diario. ¿Qué es eso de pensar que existen
daños colaterales que pueden ser asumidos en el contexto de una
cuestión más general, en la que al final se pierde siempre el dolor
concreto y preciso de los muertos, de los heridos, de los mutilados?
Eso es una barbaridad, y desde luego mi grupo defenderá siempre a un
ministro de España cuando denuncie el sinsentido, la barbarie y el
dolor de las víctimas de una violencia ciega, de una violencia inútil
y de una violencia que está impidiendo el camino a la paz, también en
Oriente Medio. A partir de ahí podremos hablar (haciendo esa
distinción, si queremos) de la posición española, que es una posición
que ha recibido, por lo que yo entiendo, el respaldo de la gran
mayoría de diputados que han hablado hoy en esta Comisión.

Desde luego, la gran cuestión que se nos plantea, señor ministro,
naturalmente coincidiendo en un análisis general de la situación y en
la evolución histórica de nuestra política hacia aquella zona tan
atribulada y tan atormentada del mundo, es qué puede hacer España y
qué puede hacer la Unión Europea. En ese camino de lo que puede hacer
España a mí no me parece inútil que el ministro ofrezca España como
sede de lo que sea, señorías, porque si queremos estar comprometidos
con el proceso de paz, por muy mal que esté en Oriente Medio, debemos
estar dispuestos a cualquier sacrificio y a cualquier riesgo en la
oferta de nuestra capacidad de intermediación y de convocatoria, ya
demostrada en el pasado, para avanzar en el camino de la paz y
resolver la crisis o la paralización que éste sufre en este momento.

Por eso, señor ministro, cuente con el apoyo de este grupo y no
pierda cuidado que recordaremos siempre al Gobierno sus obligaciones,
pero también a la oposición las suyas.




La señora PRESIDENTA: Para responder a las preguntas que han sido
formuladas, tiene la palabra el señor ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Piqué i Camps): En primer
lugar agradezco al señor Robles Fraga, como referencia obligada de
recuerdo a Manuel Giménez Abad, sus palabras en relación con lo que
representa el terrorismo en Oriente Medio. Comparto plenamente sus
reflexiones, así me quise expresar en su momento, y creo que ahora el
sentido ha quedado suficientemente claro.

Yo creo que todos debemos tener muy presentes los parámetros del
proceso de paz en Oriente Medio, porque es verdad que si los perdemos
de vista, si perdemos
esos referentes o nos alejamos de los mismos, la situación
difícilmente puede llegar a tener algún tipo de solución. Me refiero
a que es un proceso de paz que busca el equilibrio entre varias
cosas, pero yo diría que fundamentalmente entre tres: primero, tiene
que ser un proceso de paz global, que cubra todas las bandas. Es
verdad que se ha ido avanzando bilateralmente, que hay acuerdos de
paz entre Israel y Egipto y entre Israel y Jordania, pero al final la
paz necesariamente va a tener que ser global. Por tanto, hay que
buscar un equilibrio entre todas las posiciones en presencia. Después
hay otros dos aspectos, que creo es muy importante no olvidar nunca.

El primero es que se trata de que exista un horizonte final de paz en
el que coexistan un Estado de Israel dentro de unas fronteras seguras
y acordes con la legalidad internacional, un Estado de Israel que se
sienta seguro en su existencia, y por tanto hay que ser muy claros a
la hora de condenar cualquier referencia o cualquier voluntad de
combatir la propia existencia del Estado de Israel, y en ese sentido
hay un terrorismo que va directamente encaminado a la destrucción del
Estado de Israel, y eso es contrario a la filosofía del proceso de
paz, y un Estado palestino que sea viable desde el punto de vista
económico, desde el punto de vista político, que sea un Estado
democrático, pacífico y que dé satisfacción a las legítimas
aspiraciones históricas del pueblo palestino. Esos referentes no los
podemos olvidar nunca; a partir de ahí todos los demás podemos ir
actuando.

A mí me gustaría hacer algunos comentarios sobre cosas que han dicho
los diferentes portavoces. En general agradezco su tono y su acuerdo
en lo básico de lo que yo he expuesto, que por otra parte es la
posición tradicional no sólo de España sino cada vez más de la Unión
Europea, que cada vez más se está expresando con una posición y con
una opinión común, que desde nuestro punto de vista tiene que ser
cada día más comprometida y más decidida, en los términos que ahora
comentaré.

Es verdad que una pregunta básica que nos estamos haciendo todos los
días y que era un planteamiento constante durante la visita con todos
los interlocutores que he tenido ocasión de hablar, que han sido
prácticamente todos, jefes de Estado, primeros ministros, ministros
de Asuntos Exteriores del el papel a jugar por la Unión Europea y que
liga también, como es natural, con otra cosa que ha sido mencionada
por algunos portavoces, el papel de Estados Unidos y cuál es la
política de la nueva Administración Bush. Eso puede ir ligado a
ciertas reflexiones sobre el liderazgo palestino -tema que ha
suscitado el señor Guardans- o sobre el liderazgo en Israel -tema que
ha suscitado el señor Marín-, la estabilidad del Gobierno de Israel
en el corto y medio plazo.

Desde mi punto de vista, todos debemos hacer un esfuerzo para que
Europa hable cada día de una forma más comprometida y más autónoma en
relación al proceso



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de paz de Oriente Medio. Eso es perfectamente compatible con la
coordinación permanente de posiciones con Estados Unidos, por qué no
con Rusia que ha jugado un papel muy importante en otros momentos del
proceso de paz, como lo fue a través de la antigua Unión Soviética en
la Conferencia de Madrid, o con Naciones Unidas que recientemente, en
los acuerdos de Sharm el-Sheij o incluso en las negociaciones de los
últimos meses, está jugando un papel cada vez más activo.

Creo que la Unión Europea tiene que seguir insistiendo de una manera
muy clara en el marco de referencia que he comentado, que son las
resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, todas
ellas pero especialmente la 242 y la 338, y los principios de la
Conferencia de Madrid, paz por territorios sobre todo, porque no hay
alternativa que pudiera comprenderse en el mundo árabe y porque es la
única alternativa que permite que al final haya en el horizonte un
Estado de Israel que se sienta definitivamente seguro dentro de unas
fronteras acordes con la legalidad internacional.




¿Qué significa eso? Significa seguir haciendo algunas de las cosas
que estamos ya haciendo. Hace unos meses, se podía decir que la Unión
Europea no tenía una posición suficientemente comprometida, pero
recientemente se han dado pasos muy serios, porque se han dicho cosas
tales como que se condena sin ningún tipo de paliativos la política
de asentamientos, que como he dicho nos parece un profundísimo error
y algo ilegal; se ha condenado la ausencia de voluntad real de
negociación en los últimos meses de cara a buscar la retirada de los
territorios ocupados; además de insistir en la necesidad de un alto
el fuego y en la validez del documento germano-egipcio como base de
trabajo y simultáneamente se ha condenado la respuesta
desproporcionada de Israel a la Intifada; se ha condenado
explícitamente las actuaciones injustificadas en Líbano, como lo he
hecho en mi propia intervención; se ha pedido el levantamiento del
bloqueo económico y financiero; se ha condenado, en la Convención de
Derechos Humanos en Ginebra, la situación de los derechos humanos en
los territorios palestinos; hemos expresado también nuestro
desacuerdo, nuestra condena y la exigencia de retirada de las
incursiones del ejército israelí en Gaza y Cisjordania, y hemos
condenado el terrorismo en los términos que ha planteado muy bien el
señor Robles Fraga.

La posición de la Unión Europea es cada vez más clara y no tengo duda
de que hay que seguir avanzando por ahí, adoptando incluso en algunos
momentos posiciones que puedan parecer comprometidas. Cuando el
actual primer ministro de Israel -después haré un comentario al
respecto en relación a lo que me ha pedido el señor Marín- dice que
no quiere entrar en ningún tipo de negociación para devolver los
Altos del Golán, que nunca se va a retirar del valle del Jordán,
que va a seguir con la política de asentamientos o que no entra
dentro de sus cálculos discutir jamás nada relacionado con Jerusalén
o con el agua, está poniendo enormes dificultades a poder recuperar
el espíritu de confianza necesario para que pueda haber una
negociación que se encamine hacia la paz. Desde ese punto de vista,
para que podamos seguir hablando de una paz justa, definitiva y
global, hay que seguir diciendo que deben retirarse de los
territorios ocupados y hay que entrar en una negociación sobre el
estatuto permanente, como por otra parte ya se ha acordado en Oslo.

También quisiera decir que es muy conveniente que hagamos un esfuerzo
en términos de opiniones públicas respectivas, porque la opinión
árabe puede estar decantándose -y muchos de mis interlocutores me lo
transmitieron con cierta angustia-, en función de la violencia de
estos últimos meses, desde un apoyo global o general al necesario
proceso de paz, a una voluntad de confrontación. Eso sería muy
negativo. Hay que transmitir a los países árabes el principio de que
la paz sólo es posible a través de un Estado de Israel que se sienta
seguro y que no se sienta amenazado, porque es una condición
indispensable; pero a la opinión israelí también hay que transmitirle
que el camino iniciado recientemente no es compartido por la Unión
Europea. Hay que condenar aquello que entendamos que sea condenable y
hay que decir que no estamos de acuerdo con aquello que no estemos de
acuerdo. Un uso desproporcionado de la fuerza, que está en la base de
la actuación del Gobierno israelí recientemente, no acaba con la
frustración ni con la desesperación, sino más bien lo contrario lo
alimenta. Como antes he dicho el único horizonte posible es la
coexistencia pacífica y en cooperación entre todos los Estados de la
región incluyendo el nuevo Estado palestino sobre bases de viabilidad
y seguridad compartidas.

A partir de ahí es cierto que pueden existir dudas respecto a la
capacidad de la actual Autoridad Palestina para tener un control
total de los acontecimientos. He de decir que no he percibido ninguna
duda en mis interlocutores respecto a que el presidente Arafat y la
Autoridad Nacional Palestina siguen siendo los únicos interlocutores
posibles. Sobre ese principio hay que seguir trabajando, de la misma
manera que hay que seguir ayudando a la Autoridad Nacional Palestina
a que no entre en un colapso definitivo, porque eso provocaría un
vacío político que difícilmente se podría cubrir, y por tanto una
situación difícilmente controlable o menos controlable que la actual.

Eso no significa que no haya que pedirle a la Autoridad Palestina que
utilice bien la ayuda internacional. Lo que ha hecho la Unión Europea
ha sido plantear una serie de condiciones en los últimos libramientos
de fondos que han sido aceptados ya en términos generales por la
Autoridad Palestina y que en sí mismo constituye un mensaje a esa
Autoridad Palestina. Por ejemplo se les ha dicho que las nuevas
contribuciones tienen que estar sometidas,



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primero, a la austeridad presupuestaria, a unificar las
administraciones que reciben los fondos, que el Fondo Monetario
Internacional controle el presupuesto de la Autoridad Palestina, a
establecer un diálogo con la Autoridad Palestina para ver los
mecanismos de lucha más eficaces contra la corrupción. Todo eso en sí
mismo ya constituye un mensaje respecto a lo que se hacía
anteriormente.

En relación con la actual estabilidad del Gobierno de Israel es
cierto que es un Gobierno en el evidentemente existen sensibilidades
distintas. No descubro ningún secreto ni rompo ningún tipo de
prudencia diplomática si digo que las visiones del primer ministro
Sharon o las del ministro de Asuntos Exteriores señor Peres, son
distintas. La pregunta que nos podemos hacer es por qué siendo eso
así están en el mismo Gobierno. Intentando anticipar una respuesta la
posible explicación sería que en estos momentos en Israel prima una
prioridad a corto plazo por encima de cualquier otra, y es que existe
un estado de ansiedad y de inseguridad tal que lo que se prima es el
esfuerzo de seguridad, intentar recuperar una situación mínima de
seguridad, que en cualquier caso es condición previa para después
poder hacer otros desarrollos que irán ligados a la reanudación de
las negociaciones para el proceso de paz, momento en el cual
probablemente afloren las diferencias de visión que existen en el
seno del actual Gobierno. Pero mientras tanto eso es así, y eso
probablemente explique en buena medida algo que aparentemente podría
resultar muy contradictorio, los ciudadanos israelíes hace apenas dos
años eligieron al señor Barak como primer ministro para que hiciera
la paz y hicieron una apuesta por la paz. Apenas dos años después
eligen al señor Sharon con el mensaje de que lo que prima a corto
plazo es la seguridad, de que las negociaciones ahora no se pueden
hacer y que la seguridad se puede conseguir a través de la
utilización de la fuerza. Alguien podría sacar la conclusión de que
los israelíes han cambiado de opinión en apenas dos años y que los
mismos ciudadanos que hace dos años estaban por la paz, hoy en cambio
están por el uso de la fuerza. Sinceramente, esa interpretación sería
absolutamente simplista de la situación, que obviaría esa tremenda
preocupación por la seguridad, puesto que la sensación, la percepción
de inseguridad que hoy tiene Israel no se ha visto desde hace
muchísimo tiempo. También habría que hacer otro tipo de consideración
respecto a la actitud de Israel, porque de lo que se trata es de
interpretar bien el resultado de las elecciones y ser muy conscientes
de que al final no hay alternativa a volver a la mesa de
negociaciones pero hay que dar respuesta a una situación previa, sin
lo cual difícilmente vamos a poder seguir avanzando.

Por todo ello lo que les puedo decir, señorías, es que hay que seguir
muy atentamente la situación. No comparto que en estos momentos la
presencia más o menos constante de responsables de la política
internacional
de varios países sea un obstáculo. Creo que no, creo que precisamente
en estos momentos esa presencia es más necesaria que nunca, aunque
pueda parecer excesiva. Creo que es un elemento de moderación que
contribuye a que las partes se vean obligadas a interpretar y a
buscar soluciones y respuestas a las preguntas que se les plantean
desde la propia comunidad internacional, y creo que eso es lo que hay
que seguir haciendo: insistir en ese papel más activo de la Unión
Europea y situar las cosas en sus justos términos.

Me gustaría volver sobre algo que ha mencionado ya el señor Robles
Fraga, que él ha planteado con mucha exactitud pero que yo quisiera
reiterar. España en un momento determinado recordó la circunstancia
de que se iba a producir el décimo aniversario de la conferencia de
Madrid ahora en octubre, y a partir de ahí lo que hizo fue, en
función de esa eventual conmemoración, mostrar su disposición a
utilizar la misma en los términos que pudieran ser percibidos como
útiles y convenientes por las partes en el marco del proceso de paz,
y nada más. Hace meses que no hablo de eso, excepto cuando me lo
preguntan, y sigo diciendo exactamente lo mismo: España está
dispuesta a ayudar en ese marco o en cualquier otro. Es una idea que
está encima de la mesa, que a algunos países les parece bien, a otros
no tanto, a unos les parecía bien hace unos meses y ahora en cambio
ya no, y además puedo entenderlo, porque si alguien pudiera pensar
que una nueva conferencia de Madrid, o de cualquier otro sitio,
porque eso es lo de menos, hipotéticamente debería servir para volver
sobre una situación previa a lo que se acordó en Madrid, o para
perder todo el acervo que se ha ido ganando a lo largo de todo el
proceso de negociación, se equivocaría. Desde luego nosotros no
daríamos apoyo a un planteamiento de este tipo, porque pensamos
justamente lo contrario. Eso es únicamente lo que se ha dicho, esa es
únicamente la idea que está encima de la mesa y que muchos países
consideran que sigue siendo válida en la medida en que se puedan dar
las condiciones para que eso se pudiera utilizar de alguna forma, y
nada más.

Por todo ello, creo que la línea que estamos emprendiendo, a pesar de
la gravedad de la situación y de lo tremendo de los acontecimientos
de estos últimos días, es la que puede hacer la comunidad
internacional en cooperación, y quiero hacer un último comentario
respecto al papel de Estados Unidos. No hay ninguna duda de que el
papel de los Estados Unidos es absolutamente esencial para la paz en
la zona; no tengo ninguna duda al respecto y además creo que entre
los actores en presencia nadie tiene ninguna duda de que esto sea
así, aunque es verdad que sobre todo en los últimos meses, antes de
Sharm el-Sheij, Estados Unidos tenía una concepción de su
participación en el conflicto muy exclusivista, muy posesiva, y no
facilitaba el que otros actores pudieran participar de una manera más
o menos clara en el proceso de paz. Yo creo que esa no era una



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actitud adecuada. Recuerdo que en la conferencia de Madrid estaban
Estados Unidos y la Unión Soviética por una parte, más la comunidad
internacional en su conjunto (Naciones Unidas, etcétera). Creo que
ese espíritu es muy bueno. En el año 1991 la Unión Europea no tenía
una política exterior común, por tanto jugaba un papel distinto, que
hoy ya no es ese, pero creo que debemos de tener una visión poco
posesiva y poco exclusivista en cuanto al papel que podemos jugar
entre todos para seguir apoyando el proceso. Creo sinceramente que en
ese sentido la actual Administración norteamericana, que tiene una
concepción menos posesiva del proceso, puede entender y apoyar que
haya una participación más activa de otros actores en presencia y en
particular de la Unión Europea. En cualquier caso, la actitud de la
Administración norteamericana es cada día de mayor implicación, cosa
que yo celebro. Desde una actitud inicial de distanciamiento de lo
que había sido el fuerte intervencionismo de la administración
Clinton, se va yendo cada vez más a una mayor implicación y a un
mayor compromiso. La actitud del Gobierno de los Estados Unidos
respecto a las incursiones del ejército israelí, tanto en Gaza como
en Cisjordania, así lo atestiguan. Son suficientemente recientes como
para que lo pueda decir en estos términos. Hay que seguir hablando
entre todos, hay que coordinar nuestras posiciones, nuestras
actuaciones, seguir insistiendo en que, a corto plazo, lo que hay que
hacer es buscar una solución a la actual situación de violencia,
utilizar los mimbres que tenemos, el documento
jordano-egipcio, seguir insistiendo en la conveniencia de que haya
conversaciones entre los responsables de seguridad de ambos bandos,
seguir estableciendo claramente los límites que cada parte no puede
sobrepasar y expresarlos con total rotundidad y procurar crear las
condiciones para que se recupere la confianza que hoy se ha perdido,
no diré totalmente, pero casi.

Esta es la situación, señorías. No puedo añadir grandes cosas más. En
términos generales, lo que se ha expresado es una clara coincidencia
de criterios y les agradezco su atención y su comprensión. Sería muy
bueno que en la medida en que los acontecimientos evolucionaran,
tanto en sentido positivo como en sentido negativo, volviéramos a
debatir sobre estas cuestiones en esta Cámara.

Muchas gracias.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor ministro, por la
comparecencia ante esta Comisión para exponer, a petición propia, el
presente y el futuro del proceso de paz en Oriente Medio,
agradeciendo la profundidad, la extensión y la claridad de sus
reflexiones y de sus planteamientos que indican, una vez más, no sólo
la preocupación sino el compromiso del Gobierno de España por la
cooperación en tan importante proceso de paz.

Señorías, se levanta la sesión.




Eran las doce y treinta minutos del mediodía.