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BOCG. Senado, serie II, núm. 2-c, de 04/12/1996
BOLETIN OFICIAL DE LAS CORTES GENERALES
SENADO
VI LEGISLATURA
Serie II: Núm. 2 (c)
PROYECTOS DE LEY 4 de diciembre de 1996 (Cong. Diputados, Serie A,
núm. 14 Núm. exp. 121/000015)
PROYECTO DE LEY
621/000002 De Presupuestos Generales del Estado para 1997.
PROPUESTAS DE VETO
621/000002
PRESIDENCIA DEL SENADO
En cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 191 del Reglamento del
Senado, se ordena la publicación en el BoletIn Oficial de las Cortes
Generales de las propuestas de veto presentadas al Proyecto de Ley de
Presupuestos Generales del Estado para 1997.
Palacio del Senado, 3 de diciembre de 1996.--El Presidente del Senado,
Juan Ignacio Barrero Valverde.--La Secretaria primera del Senado, María
Cruz Rodríguez Saldaña.
PROPUESTA DE VETO NUM. 1
De doña Inmaculada Boneta
Piedra (GPMX).
Inmaculada Boneta Piedra, EA (Grupo Mixto), al amparo de lo previsto en
el artículo 107 del Reglamento del Senado, formula la siguiente enmienda
a la totalidad del Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado
para 1997.
Se solicita su devolución al Gobierno.
JUSTIFICACION
Eusko Alkartasuna plantea la devolución del Proyecto de Ley de
Presupuestos por estimar que, tanto las previsiones de ingresos, como la
estimación del crecimiento del PIB no corresponden o al menos no se
justifican en datos que apoyen una posibilidad real de su confirmación,
al mismo tiempo que los gastos previstos adolecen de un infundado
optimismo a la baja como se va demostrando ya por los giros y las
negociaciones que, desde la presentación del Proyecto, se ha visto
obligado a realizar el Gobierno desde la fecha de presentación del
Proyecto, a las Cortes Generales. Modificaciones en la política
económica, industrial y social que sin duda obligarán a una política de
aumento de gasto, frente a unas previsiones irrealmente optimistas, tanto
en el ingreso, como en el gasto.
Por otra parte el recorte de las inversiones tanto a nivel general, como
en la Comunidad Autónoma
Vasca y en la Comunidad Foral de Navarra; las prioridades establecidas
para estas inversiones ya exiguas, la congelación de los salarios de los
funcionarios y empleados públicos, sin acudir a otros criterios de
recorte de gasto en el desarrollo de la actividad administrativa
consustanciales a la necesaria reforma y ajuste de la Administración
General del Estado vinculada a la existencia de un Estado Autonómico con
diversas administraciones públicas dotadas de competencias residenciadas
antes en la Administración Central; la falta de una apuesta clara y una
prioridad en los Presupuestos de investigación y desarrollo, motor
indiscutible de un desarrollo equilibrado y de futuro; la insolidaridad
al presupuestar las ayudas de cooperación al desarrollo que se aleja cada
vez más del objetivo del 0,7% PIB: son todos ellos alguno de los
capítulos de un desacuerdo que justifican esta enmienda de devolución.
Sin olvidar un aspecto fundamental para Eusko Alkartasuna: siguen
plasmadas en los Presupuestos Generales del Estado partidas que se
corresponden a competencias que, diecisiete años después de aprobado el
estatuto de Guernika, son competencias exclusivas de la CAV, sin que se
haya iniciado ningún proceso para su transferencia: la investigación y el
desarrollo científico y técnico; la Seguridad Social, etc.
Palacio del Senado, 2 de diciembre de 1996.--Inmaculada Boneta Piedra.
Los Senadores José Luis Nieto Cicuéndez y José Fermín Román Clemente,
IU-IC (MIXTO), al amparo de lo previsto en el artículo 107 del Reglamento
de Senado, formulan un veto al Proyecto de Presupuestos Generales del
Estado para 1997.
Palacio del Senado, 2 de diciembre de 1996.--José Luis Nieto Cicuéndez y
José Fermín Román Clemente.
PROPUESTA DE VETO NUM. 2
De don José Luis Nieto Cicuéndez y don José Fermín Román Clemente
(GPMX).
Los Senadores José Luis Nieto Cicuéndez y José Fermín Román Clemente,
IU-IC (Mixto), al amparo de lo previsto en el artículo 107 del Reglamento
del Senado, formulan la siguiente propuesta de veto.
El Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya presenta esta propuesta de Veto al Proyecto de Ley de
Presupuestos Generales del Estado para 1997, puesto que este Proyecto de
PGE-97, así como sus distintas y variadas leyes de acompañamiento
profundizan en un modelo económico que originará previsiblemente efectos
deflacionistas, al someter a la economía a un esfuerzo excesivo de
disciplina económica para presentar en 1997 el balance exigido para
formar parte de los países que inicien la fase definitiva de la Unión
Económica y Monetaria (UEM).
En estos momentos, ni la recuperación del ahorro privado, ni la del
excedente empresarial, ni los tipos de interés a la baja, son suficientes
para compensar la incertidumbre que pesa sobre los trabajadores, sobre el
futuro de sus puestos de trabajo, la precariedad e inestabilidad de buena
parte de ellos, el incierto porvenir de la protección social o, el propio
factor depresivo de la demanda interna que provoca la reducción acelerada
de los déficits públicos, de demanda pública, en buena parte de los
países de la Unión Europea (UE). Esta orientación común de política
fiscal tanto en España como en el resto de la Unión Europea, en un
contexto de alto desempleo, incertidumbres y desaceleración de la demanda
privada, con el consumo creciendo a tasas moderadas y con un crecimiento
ralentizado de la inversión, puede originar graves efectos de carácter
recesivo.
En suma, se trata de unos presupuestos excesivamente optimistas,
voluntaristas, obsesionados con la reducción del déficit público y en
donde el principal problema de la economía española, el desempleo, sigue
sin tener una solución satisfactoria.
Es significativo, además, que no aparezcan en el cuadro de proyecciones
macroeconómicas previsiones o estimaciones de las principales variables
en años posteriores a 1997, parece que ese año es el «fin de la
historia». Pero es imposible ocultar la importancia del «post-1997»:
tanto por las duras condiciones de ajuste macroeconómico en las que se
desenvolverán las economías europeas, cuanto por las decisiones
económicas del gobierno español, que anticipan futuros y mayores
recortes. Recortes que vendrán determinados por
el denominado «pacto de estabilidad», que establece, en el marco europeo,
la permanencia de cifras de déficit público iguales o inferiores al 3%
como mínimo hasta 1999. Esto supondría, sin crecimientos extremadamente
altos para la economía española, la necesidad de rebajas de prestaciones
públicas dada la imposible perpetua pérdida de poder adquisitivo de los
funcionarios, la cada vez menor aportación de venta de patrimonio público
o el deslizamiento de forma regresiva del sistema fiscal.
En el caso que nos ocupa, las proyecciones macroeconómicas previstas para
el año 1997 se han confeccionado prioritariamente, sobre unos objetivos
que intentan dotar falazmente de un cierto clima de credibilidad y
confianza a los agentes económicos. Así muestran idílicamente, cómo el
déficit del conjunto de las administraciones públicas representará el 3%
del Producto Interior Bruto (PIB), la inflación será del 2,6% y la
economía tendrá un crecimiento del PIB real a tasas del 3%, todo ello
cimentado en la continua moderación o congelación de los costes
laborales, en los recortes de gasto, en una política brutal de
privatizaciones --y no ya sólo de empresas públicas rentables--, en un
aumento de la imposición indirecta, en la desfiscalización de las rentas
del capital, en un elevado aumento de los gastos fiscales, por supuesto,
todo ello, en consonancia con el cumplimiento de los criterios de
convergencia a final de año.
El problema, es que no existen fundamentos sólidos para que en 1997 la
economía española crezca un 3% en términos reales. Por un lado, los
últimos datos de la Contabilidad Nacional certifican la atonía y
ralentización de la actividad económica, y por otro, los ritmos previstos
de crecimiento del consumo y, particularmente, de la inversión, no se
justifican ni con la situación de partida de las diferentes
macromagnitudes, ni con las actuaciones de política económica que se
pretenden aplicar. Así, la previsión de que crezca el consumo cerca de un
2,7% --habida cuenta de la pretensión de congelación salarial de los
empleados públicos, la recomendación de moderación en el sector privado y
las incertidumbres sobre la calidad del empleo y el futuro de otras
prestaciones sociales--; el que la inversión aumente en un 6,9% --con el
recorte brutal de la inversión pública-- o el que la evolución del sector
exterior influya de forma muy positiva en la economía, y teniendo en
cuenta la situación económica y la política fiscal de nuestros
principales socios comerciales, nos parecen unos objetivos no
alcanzables, dada la situación de partida de la economía española.
Al final, todo se reduce al deseo de que el mayor crecimiento de la
economía «vendrá propiciado», tal y como recoge el libro de presentación
de los Presupuestos «por el cambio de las expectativas de los agentes
económicos generado por la determinación del Gobierno de llevar a cabo
las reformas estructurales, por el descenso de la inflación y de los
tipos de interés y por el elevado ahorro de familias y empresas» y en una
continua esperanza de que se produzca un fortalecimiento de la actividad
económica durante 1997, fundamentalmente en Alemania y Francia, lo que
estimularía al resto de economías europeas y, en suma, a la producción y
el empleo en la UE. No obstante, estos deseos entran en flagrante
contradicción con las medidas anunciadas por los gobiernos de los países
de la UE, que obligará a revisar las propias perspectivas de crecimiento
para 1997, porque el objetivo de «consolidación» fiscal de los países
implicados en la convergencia monetaria tendrá efectos multiplicadores
negativos sobre la demanda efectiva y el empleo.
En cuanto a las cifras del presupuesto, es preciso remarcar que es
realmente --por el recorte de gasto que conlleva-- el más duro y
restrictivo desde la Transición: Implica, considerando que el déficit de
las Administraciones Públicas en 1996 se elevará a unos 3,3 billones de
pesetas (un 4,4% del PIB), un intento de reducción en torno al billón de
pesetas, hasta situarlo en 2,3 billones. Esta cifra se espera lograr
sobre la base de unas previsiones de crecimiento del PIB nominal del 6% y
del PIB real del 3%, con un crecimiento del empleo del 2%, y por un
aumento del gasto del 2,1% (sin tener en cuenta los presupuestos de los
Entes Territoriales), cifra sensiblemente menor que el 6,1% de
crecimiento previsto de los ingresos.
Para ello y por el lado de los ingresos, la previsión de crecimiento,
superior ligeramente a la tasa de crecimiento nominal de la economía,
indica un ligero repunte de la presión fiscal. En primer lugar, cualquier
desviación del crecimiento del PIB sobre el previsto, tendrá un efecto
inmediato sobre la recaudación y --en el contexto en el cual se realiza
la política económica-- una mayor presión a la baja en el gasto público,
es decir, la posibilidad de sufrir nuevos recortes en el gasto público a
lo largo del ejercicio presupuestario, así se viene a recoger en el
Informe Económico y Financiero «si los ingresos no crecen al ritmo
esperado, se adoptarán
medidas adicionales de reducción del gasto que garanticen el cumplimiento
del objetivo de déficit». En segundo lugar, la carga fiscal se distribuye
de forma regresiva, con un claro cambio en la composición interna de la
presión tributaria, mayor imposición indirecta sobre la directa y un
excesivo aumento de los gastos fiscales: no olvidemos que en el mes de
julio pasado se aumentaron ciertos impuestos especiales (alcohol y
tabaco); se alivió de carga fiscal a las rentas del capital de
contribuyentes con capacidad económica elevada y se aumentó los
beneficios fiscales de sociedades y empresarios individuales, con la
actualización de balances, y creación de nuevas tasas y aumentos en otras
ya existentes, sin atender al principio de capacidad económica.
Por el lado del gasto público se impone una política restrictiva en donde
los ajustes se acometen con criterios antisociales. Este decrece en tasas
reales en un 0,8%. Debemos destacar, la congelación de las retribuciones
de los empleados públicos, la caída de la inversión pública en un 16%, el
recorte en un 1% de los créditos en sanidad, del 4,8% en educación o del
1,7% en vivienda, del 25% en el primer Ministerio del Medio Ambiente y el
ficticio aumento de los de Sanidad, que implican más allá de los reclamos
a la austeridad y al rigor del sector público, una degradación de los
servicios sociales básicos, que en muchos casos irá acompañada de la
privatización de la gestión, con lo que ello significa de beneficios para
sectores empresariales y de potenciación de los servicios privados en
detrimento de los públicos. En suma, recortes presupuestarios que tendrán
efectos negativos sobre la actividad económica y el empleo --caso de la
inversión--, sobre el consumo --congelación salarial-- y sobre el nivel
de satisfacción de necesidades colectivas.
Así, y abundando más en las cifras de los gastos referidas a la Seguridad
Social, éstas muestran una degradación del sistema público de protección
y un endurecimiento en las condiciones para acceder a las prestaciones
--como es el caso de las «incapacidades», o para el subsidio de paro.
El total de gastos crecerá sólo en un 3,4%. El gasto en pensiones, que
representa el 60% del gasto de la Seguridad Social, crecerá un 5,4%, que
engloba una revisión del 2,6% (cuando la inflación en 1996 será del 3,4%)
y de un aumento del 1,8% de los pensionistas. Los gastos del resto de las
prestaciones de la Seguridad Social se verán prácticamente congelados en
términos nominales, cuando no registrarán una disminución, como ocurre
con los del INEM para atender el desempleo. La optimista evolución
prevista del empleo ha dado pie, no ha mejorar la suerte de los parados
cuya tasa de cobertura ha descendido de forma aguda en los últimos
tiempos, sino a prever una reducción del 2,4% de los gastos de este
organismo.
Por último hay que señalar que los drásticos recortes en las subvenciones
a empresas públicas y otros entes públicos, por encima del 20%, abren las
puertas a agresiones laborales muy duras y preparan el terreno para el
desmantelamiento y cierre de muchos de ellos. Se puede concluir que, con
independencia de su cumplimiento en otros aspectos, el presupuesto de
1997, desde el punto de los servicios y prestaciones sociales, asegura un
nuevo golpe al raquítico Estado del Bienestar, respondiendo a las
presiones patronales y haciendo honor a los planteamientos neoliberales
del PP.
Asimismo, es preciso comentar el engaño que supone la utilización de
técnicas de enmascaramiento de la realidad económica, como el adelanto al
ejercicio actual de ingresos futuros, o el no reconocimiento de gastos de
algunas empresas y entes públicos, o el retraso de pagos. De esta forma
se oculta una situación de fondo con grandes tensiones sociales, demandas
insatisfechas, gastos pendientes y agujeros presupuestarios y sólo sirve
para corregir el déficit público de un modo ficticio, ya que antes o
después habrá que hacerse cargo de estas cuentas y de sus efectos
económicos y sociales.
En definitiva, el Gobierno no encuentra otra vía de reducir el déficit
público que recortando el gasto o privatizando las pocas empresas
rentables, que por su dimensión son las adecuadas para mantener,
fortalecer y garantizar nuestro tejido productivo, además de dar paso a
la privatización de servicios hasta ahora de carácter público. Déficit
público condicionado por la carga financiera derivada de la política
monetaria restrictiva realizada hasta ahora, sin plantearse compromisos
serios contra el fraude impositivo.
En suma, para Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, los presupuestos
de 1997 son rechazables por tres objeciones fundamentales: La primera es
que no abordan la imperiosa necesidad de combatir el paro, dado que la
política adoptada implica relegar para mejores tiempos la política
necesaria para disminuir fuertemente la tasa de paro, crear empleo y que
éste sea retribuido adecuadamente. La segunda objeción es que imponiendo
estos presupuestos una política restrictiva,
los ajustes se acometen con criterios antisociales y la tercera objeción
es que son regresivos fiscalmente dadas las modificaciones fiscales
introducidas en el mismo.
Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya no compartiendo ni los objetivos
ni los medios de estos presupuestos, aboga por una dimensión del Sector
Público que permita dar cumplimiento a su función redistributiva y
garantice el acceso de todos los ciudadanos a unos niveles «ciertos en
calidad y cantidad de servicios públicos». Sin propugnar el mantenimiento
de forma continua de elevados niveles de déficit público, creemos preciso
acompasar la evolución del déficit al ritmo que permita la actividad
económica, evitando el coste deflacionista de una reducción drástica y
real del mismo.
Por todo lo expuesto el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya considera preciso una reelaboración del Proyecto de Ley de
Presupuestos para 1997 que contemple entre otros los siguientes aspectos:
1. El eje fundamental de la política presupuestaria en particular y
económica en general, debe ser la disminución de la insoportable tasa de
paro y la mejora de la distribución de la renta y la riqueza.
Para ello, la política presupuestaria de contención del déficit público,
aún respetando una cierta contención, debe abordarse a medio plazo y
sobre todo partiendo de una política de ingresos progresista, y no en
recortes de políticas activas que deben potenciarse, así la inversión
pública y el desarrollo de un tejido productivo endógeno, junto a una
política monetaria más relajada, y un apoyo a la generación de empleo y
al reparto del trabajo deben contribuir a paliar el desempleo en nuestro
país.
2. Potenciación de un sistema tributario más progresivo, con mayor peso
de la imposición directa, con una reducción de exenciones y gastos
fiscales no ligados al compromiso de generación de empleo y con nuevas
figuras tributarias que equilibren la actual descompensación que sufren
las rentas del trabajo dependiente. Asimismo es imprescindible una
verdadera lucha contra el fraude fiscal, dotando a la inspección
tributaria de los medios humanos, materiales y legales suficientes para
ello.
3. Políticas de inversión pública que fortalezcan nuestro tejido
productivo, dedicando un mayor esfuerzo a la I+D, y a la formación
continua, así como un incremento de los medios de apoyo a la
modernización y reindustrialización y a la capacitación de nuestra
capacidad comercial y turística y a nuestra competencia agroalimentaria,
ganadera y pesquera.
4. Un crecimiento y desarrollo económico compatible y sostenible con el
medio ambiente, haciendo frente a una mayor reforestación y un desarrollo
territorial con comunicaciones vertebradoras del territorio y apostando
por políticas de ahorro y uso eficiente de la energía y del agua.
5. Mejorando la convergencia social con Europa, reduciendo la distancia
que nos separa en cuanto a gasto social y de pensiones con la media
europea, así como a la universalización al cien por cien de la población
con Asistencia Sanitaria.
6. Planteando una recuperación de la capacidad adquisitiva de los
salarios, con cláusulas de revisión salarial para los empleados públicos
y prestaciones sociales, manteniendo la cobertura al desempleo a todos
los trabajadores que se vean en dicha situación.
7. Abordando de forma decidida la superación de la economía irregular y
sumergida por la degradación económica, social y laboral que supone.
8. Abordando una política presupuestaria solidaria a nivel externo,
alcanzando el 0,7% para cooperación y desarrollo del Tercer Mundo,
mejorando en cantidad y calidad la Ayuda a la Cooperación y Desarrollo.
9. Una política Presupuestaria solidaria a nivel de Entes Territoriales.
Por un lado con un incremento del poder competencial y financiero de los
Municipios, así como de su participación en los ingresos del Estado y en
los Fondos de Cohesión. Y por otro, con una mayor autonomía financiera,
corresponsabilidad y solidaridad de las Comunidades Autónomas con
dotaciones presupuestarias para la puesta en marcha de los fondos de
nivelación y deuda histórica, y mayor porcentaje de inversión destinado
al Fondo de Compensación Interterritorial y de la participación en los
Fondos de Cohesión.