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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 143, de 18/05/1999
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DIARIO DE SESIONES DE LAS CORTES GENERALES



COMISIONES MIXTAS



Año 1999 VI Legislatura Núm. 143



PARA LA UNIÓN EUROPEA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. PEDRO SOLBES MIRA



Sesión núm. 34



celebrada el martes, 18 de mayo de 1999, en el Palacio del Congreso
de los Diputados



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia del señor ministro de Asuntos Exteriores (Matutes Juan)
para informar sobre:



- Programa de la presidencia alemana de la Unión para el primer
semestre de 1999. A solicitud del Grupo Socialista del Congreso.

(Número de expediente del Congreso 213/000966 y número de expediente
del Senado 711/000259.) ... (Página 3028)



- Programa de trabajo de la presidencia alemana de la Unión Europea.

A solicitud del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso. (Número
de expediente del Congreso 213/000980 y número de expediente del
Senado 711/000262.) ... (Página 3028)



- El Consejo europeo de Colonia. Asolicitud de la Comisión Mixta.

(Número de expediente del Congreso 213/001132 y número de expediente
del Senado 711/000287.) ... (Página 3028)



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Se abre la sesión a las diez y quince minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Buenos días. Iniciamos la 24a sesión de la
Comisión Mixta para la Unión Europea, dedicada a la comparecencia del
ministro de Asuntos Exteriores sobre la presidencia alemana de la
Unión Europea, el programa de trabajo y la preparación del Consejo
Europeo de Colonia.

El señor ministro de Asuntos Exteriores tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Gracias,
señor presidente.

Señorías, es difícil encontrar en la historia de la Comunidad Europea
un período tan intenso y cargado de acontecimientos importantes como
este que le ha tocado presidir a Alemania en este primer semestre de
1999. El nacimientodel euro, la finalización de la Agenda 2000, la
crisis de la Comisión y subsiguiente nombramiento de su nuevo
presidente Romano Prodi, la intensificación de las negociaciones con
los países candidatos a la adhesión, el relanzamiento del debate
sobre la identidad europea de defensa y seguridad, impulsada aún más
a consecuencia de la crisis balcánica, constituyen una buena panoplia
de hechos que sitúan a la Unión Europea en un momento decisivo de su
historia.

El balance provisional de la presidencia alemana es hasta ahora, sin
duda, muy positivo ya que, pese a la extrema complejidad y ambición
de los objetivos de la primera parte del semestre, monopolizada sobre
todo por la necesidad de cerrar la Agenda 2000, todo se ha ido
desarrollando conforme al calendario previsto. Tras la cumbre de
Berlín, que aseguró a plena satisfacción española la capacidad de la
Unión en el plano financiero para los próximos siete años, la cumbre
de Colonia debe -según el secretario de Estado alemán Günther
Vergeuden, al presentar en el Parlamento Europeo los principales
temas de este Consejo Europeo de Colonia- centrarse fundamentalmente
en el objetivo de garantizar y reforzar a largo plazo la capacidad
política de actuación de la Unión. Las grandes cuestiones que
centrarán los debates de los jefes de Estado y de Gobierno son el
pacto europeo para el empleo, la reforma institucional, la carta de
derechos fundamentales y la política exterior y de seguridad común.

Pacto europeo para el empleo. El Consejo, además de realizar el
examen de la aplicación por los Estados miembros de las directrices
para el empleo en el año 1998, deberá, de acuerdo con las
conclusiones del Consejo de Viena, cito: fortalecer los instrumentos
existentes y darles forma de una estrategia coherente en pro del
crecimiento, el empleo, la estabilidad y la reforma económica, que
evolucione hacia un pacto europeo de empleo dentro del proceso
iniciado en Luxemburgo. Fin de la cita. Siguiendo este mandato, la
presidencia alemana ha preparado un primer documento estratégico, que
configura las líneas generales de dicho pacto, que debe aprobarse en
el próximo Consejo conjunto de ministros de Economía y Trabajo. El
proyecto de la presidencia se articula en torno a un concepto general
y a cuatro ámbitos de políticas particulares. Tras la introducción
de la moneda única, se han materializado nuevas interacciones
entre los niveles nacional y comunitario de toma de decisiones. El
objetivo general del pacto deberá consistir en impulsar la permanente
imbricación de dichos niveles decisorios y en coordinar tres
objetivos principales: una mezcla de políticas macroeconómicas, una
estrategia coordinada de empleo de acuerdo con el proceso de
Luxemburgo y la reformas estructurales necesarias en base al proceso
iniciado en Cardiff. Todo ello preservando la independencia del Banco
Central Europeo, la autonomía de los interlocutores sociales en la
negociación colectiva, los diferentes sistemas nacionales de
determinación de salarios, el pacto de estabilidad y crecimiento y el
principio de subsidiariedad.

En el Consejo de Asuntos Generales tuvimos ayer ocasión de
intercambiar por primera vez puntos de vista sobre el informe
elaborado por la presidencia y que, una vez consensuado, deberemos
elevar a los jefes de Estado y de Gobierno en Colonia. Del mismo
modo, la declaración hispano- británica de Chequers, realizada con
motivo de la reunión de los primeros ministros Aznar y Blair
celebrada el pasado 11 de abril, contiene ideas relativas al empleo
como, por ejemplo, las referencias a la flexibilidad del mercado de
trabajo, a la necesidad de modernizar el modelo social europeo, de
plena vigencia en este debate. Por ello, la presidencia alemana se ha
comprometido a tener en cuenta estas sugerencias para incorporarlas a
su propuesta de compromiso final, a examinar por el Consejo conjunto
Ecofin-trabajo del próximo día 25.

En ese sentido, el presidente del Gobierno español en el marco de la
reunión de asociación para la unión monetaria de Europa, celebrada en
Madrid el pasado 11 de mayo, solicitó que el nuevo presidente de la
Comisión Europea, señor Prodi, encargue a un grupo de expertos de
alto nivel un informe sobre empleo y reforma económica que podría ser
aprobado en su reunión informal de jefes de Estado y de Gobierno a
celebrar en marzo del año 2000, bajo presidencia portuguesa.

Reforma institucional. El Consejo Europeo de Viena acordó que en
Colonia se decidiría cómo y cuándo abordar las cuestiones
institucionales no resueltas en el Tratado de Amsterdam, que deberán
resolverse antes de la ampliación. Ya saben que se refiere a los
temas contemplados en el artículo 1o del Protocolo de Amsterdam, por
tanto, la revisión de la ponderación de voto en el Consejo así como
la composición y número de miembros de la Comisión.

Los acontecimientos que provocaron la dimisión de la Comisión Europea
confieren una mayor relevancia a esta cuestión, de cuyo éxito depende
en gran medida el desarrollo del proceso de ampliación hoy en marcha.

En Colonia se debe alcanzar un acuerdo sobre aspectos
procedimentales, como el calendario de la futura reforma
institucional, así como la definición del mandato de esa próxima
Conferencia.




Hay ya un cierto consenso en reconocer la necesidad de que la próxima
conferencia intergubernamental debe ser de corta duración y tener esa
agenda limitada y cerrada. El calendario que hoy parece más probable
es el que contempla una primera fase preparatoria que se llevaría a
cabo durante la próxima presidencia finlandesa, convocatoriaformal de
la CIG en el primer semestre del año 2000, con



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presidencia portuguesa, y conclusión de los trabajos en el segundo
semestre de este año, bajo presidencia francesa.

Tercer gran punto de la cumbre, carta de derechos fundamentales. Se
trata de una iniciativa de la presidencia alemana que da cumplimiento
a uno de los puntos del acuerdo de coalición del nuevo Gobierno de
Bonn. El objetivo de la presidencia sería el de acordar en Colonia un
mandato para la elaboración de dicha carta para estudiar en su
momento si en el futuro podría ser incorporada tal carta al preámbulo
de los Tratados.

Aunque la idea resulta atractiva en sí, es aún difícil pronunciarse
sobre su viabilidad y oportunidad en estos momentos, ya que aún se
carece de información precisa sobre el alcance que le quiere dar la
presidencia a esa propuesta. Hay quienes cuestionan la convenciencia
de esta iniciativa, recordando que los derechos fundamentales,
primero, son de carácter universal, segundo, que el nuevo artículo 6
del Tratado de la Unión remite ya expresamente al Convenio Europeo de
Roma de 1950; debe también reflexionar sobre el papel la función que
en este tema ya viene desempeñando el Consejo de Europa; en
definitiva, todavía los promotores de esa iniciativa deben concretar
qué es lo que ésta puede aportar, ya que el reto no sería tanto la
definición de los derechos, que todos conocemos, sino el
perfeccionamiento en el Tratado de los mecanismo de protección de los
mismos.

Cuarto gran punto, política exterior y de seguridad común. En Colonia
deberán abordarse de un modo preferente los temas de política
exterior y de seguridad común de la Unión, tanto en lo que se refiere
a su apliciación en los últimos meses, como en cuanto al desarrollo
de los medios e instrumentos que dicha aplicación requiere.

En las áreas consideradas ya tradicionalmente como prioritarias para
la Unión, como Oriente Medio y Balcanes, se ha venido realizando un
esfuerzo de coordinación. Es evidente que Bosnia y Kosovo han puesto
de manifiesto las insuficiencias de la PESC, pero precisamente ello
ha estimulado ese creciente esfuerzo de coordinación, que ya ha sido
reconocido por la propia comunidad internacional. Así lo demuestra la
contínua labor ejercida por la Unión en dicho conflicto en Kosovo.

Tras su firme apoyo a las fallidas negociaciones de Rambouillet, fue
el Consejo de Asuntos Generales el que primero definió el pasado 8 de
abril las cinco condiciones que debería cumplir la República Federal
de Yugoslavia para la suspensión de los bombardeos, exigencias sobre
las que se han basado todos los esfuerzos diplomáticos posteriores, y
especialmente los del G-8, dirigidos a alcanzar un acuerdo.

Es también la Unión la que promueve ahora un proceso o pacto de
estabilidad en la zona, que podría adoptarse en una próxima
conferencia internacional. En ese contexto, la Unión ha decidido
además elaborar una estrategia común para los Balcanes occidentales
que contempla una aproximación, un enfoque global, dirigido a la
estabilización de la zona.

La declaración del Consejo Europeo de Berlín, del 24 de marzo, sobre
el proceso de paz de Oriente Medio ha supuesto una aportación clave
para salvar su continuidad. La declaración ha sido crucial para el
aplazamiento por Arafat de la declaración de independencia del Estado
palestino, algo que, en plena campaña electoral israelí, sólo
podría haber producido gravísimos defectos, la contribución a ese
logro de un español, enviado especial de la Unión, embajador
Moratinos, ha resultado también decisiva. En Colonia, además, se
confirmarán otras prioridades de la PESC y se establecerán otras
nuevas. En ese sentido, se adoptará la primera de las cuatro
estrategias comunes de la Unión previstas en Amsterdam, en concreto
la relativa a Rusia. También se reconocerá el fuerte impulso dado a
las relaciones de la Unión con dos áreas de especial interés para
España, el Mediterráneo e Iberoamérica.

La Conferencia euromediterránea de Stuttgart, celebrada en abril, ha
servido para revitalizar el proceso de Barcelona, pero quizá lo más
destacado ha sido el esfuerzo realizado estos meses por España para
elaborar otra de las estrategias comunes definidas en Viena, la del
Mediterráneo. Hemos presentado, juntamente con Italia y Grecia, un
primer borrador que ha de servir de punto de partida para futuras
deliberaciones del Consejo y que tiene como objetivo esencial la
necesaria actualización de la política de la Unión en relación con el
Mediterráneo.

No quisiera dejar de mencionar un ámbito de atención preferente de
nuestra política exterior que está cobrando cada vez más relevancia
en el contexto de las relaciones internacionales de la Unión. Me es
grato destacar que el mes que viene se celebrará en Río de Janeiro la
primera cumbre entre la Unión y los países de Iberoamérica y el
Caribe, iniciativa surgida por impulso español hace ahora casi tres
años.

En Colonia, por otra parte, vamos asimismo a ser testigos de la
consolidación de los avances que, en tema de identidad europea de
seguridad y defensa, ya se intuían en el Tratado de Amsterdam. Es una
de las áreas más delicadas previstas en el desarrollo de la evolución
de la Unión Europea, y más específicamente de su política exterior
común. Sin embargo, hemos de reconocer que a pesar de la buena
gestión llevada a cabo en ese campo por la actual presidencia, no es
fácil avanzar en ese tema de la defensa común ante la pluralidad de
sensibilidades y diferentes puntos de vista que convergen en este
debate con varios países neutrales.

La cumbre de Washington, por otro lado, ha permitido partir de una
nueva dimensión de las capacidades operativas que en su día podrían y
podrán ser utilizadas por la Unión. Siguiendo esta dirección, a medio
plazo habrá que seguir avanzando en la necesaria integración de la
UEO en la Unión Europea y en el establecimiento de un calendario de
objetivos y plazos claros y concretos que permitan que esa identidad
europea de seguridad y defensa no sea la cenicienta del proceso de
integración europeo. Colonia debe constituir una etapa importante en
este proceso de constitución de la identidad, que en primera
instancia se pretende culminar durante la presidencia de Francia en
el segundo semestre del 2002.

Finalmente, he de indicar que en el próximo Consejo Europeo se va a
avanzar en la adopción de decisiones institucionales contempladas en
el Tratado de Amsterdam y de gran relevancia para la PESC. Esperemos
que la puesta en pie de la unidad de planificación política y de
alerta rápida acentúe la coordinación entre los socios y la
optimización de los medios de la Unión para hacer más visible y
eficar su gestión exterior y su presencia en los grandes foros
internacionales.




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Es ésta una ambición que el Gobierno español mantiene sin
ambigüedades y que refleja el apoyo que se va a seguir dando a la
PESC y al papel que a la Unión corresponde en el mundo en el futuro.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir?



Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Costa. Como SS.SS.

pueden ver, nos han puesto un aparato para medir los tiempos.




El señor COSTA COSTA: Lo de los nuevos artilugios supongo que tiene
que ver con la intensidad de la agenda que tiene planteada la Unión
Europea durante la presidencia alemana y sin duda para las próximas
presidencias.

Si me permite, señor ministro, quiero agradecerle, en primer lugar,
su comparecencia y la explicación que nos ha dado, pero quiero
plantear mi primera discrepancia. Hay cuestiones sobre las que aún no
podemos hacer una valoración porque no se han producido, pero hay
otras sobre las que sí podemos hacerla, y esa valoración difiere
sustancialmente en función de los análisis que se produzcan al
respecto, y desde luego difiere en función del rigor que se aplica
a los análisis y no de las conveniencias o maquillajes que, a veces, la
política hace que usemos desmedidamente.

Decir que Berlín satisface plenamente las necesidades de financiación
de la Unión Europea, suena a sarcasmo, y dicho por el ministro de
Asuntos Exteriores, que no es lego precisamente en materia económica,
suena a una ironía fina, que le respeto, pero que no puedo compartir,
porque en el «Diario de Sesiones» no se trasluce esa ironía. Sabe
perfectamente que en Berlín se han producido varios elementos que
merecen una crítica ácida. Si no se pudo conseguir un acuerdo mejor,
podríamos entenderlo, pero lo que no podemos hacer es sumarnos a esa
satisfacción general.

El Gobierno ha maquillado las cifras de una manera bastante injusta e
irrisoria para la opinión pública, y compara periodos absolutamente
diferentes. Lo que no hace el Gobierno es decir de qué situación se
partía en 1993, cuando se negociaron las anteriores perspectivas
financiera, y de qué situación parte el Gobierno en 1999, cuando
empieza a negociar las nuevas perspectivas financieras. En cualquier
caso, sí importa el resultado, y éste no es otro que España ha
desaprovechado su última oportunidad para acceder a una convergencia
económica real con Europa, que hemos perdido recursos económicos y
oportunidad en el tiempo para hacer más factible esa convergencia
económica real, y que España estará en 1999 en peores condiciones
para converger económicamente, al contrario de lo que ocurrió en
1993. Mientras que desde 1993 a 1999 hay un progresivo incremento
exponencial de los medios económicos destinados a la cohesión
económica y social, desde 1996 a 1999 se produce una caída constante
de los recursos destinados a esa cohesión económica y social.

Pero no sólo eso, usted conoce perfectamente que todo el acuerdo
económico tiene elementos todavía por fijar en el camino. Una
revisión de toda la política agrícola común en el año 2002, que ya
veremos qué resultados producirá, y una ruptura de la unidad de
acción de la Unión Europea en los fondos de Objetivo 1. Quiero
recordar, señor ministro,
que hay 4.000 millones de euros repartidos en cheques nominales que
se tienen que sustraer del total de fondos para el Objetivo 1; que
hay 11.000 millones de euros destinados a las regiones que se salen
del Objetivo 1 que también hay que sustraer a los fondos destinados
al Objetivo 1, y que vamos a ver, usted y yo, señor ministro, cómo
van cayendo en los próximos años, de forma exponencial, los fondos
destinados a cohesión económica y social hasta situarlos en el nivel
que tenían en 1993 y en 1994, cuando más lo necesita Europa y cuando
más lo necesita el proceso de ampliación, al que usted ha hecho
referencia.

Por tanto, permítame discrepar profundamente de esa valoración, aún
entendiendo que la presidencia alemana ha logrado un objetivo
importante que es despejar el camino de la ampliación, pero añadiendo
importantes obstáculos al camino que se tiene que andar. Vamos a ver
cómo opera esa dificultad sobre la futura ampliación, que preocupa
muchísimo a los países objeto de la misma.

No quiero entrar en las nuevas condiciones que se han introducido en
el Fondo de Cohesión ni en el hecho de que las regiones
ultraperiféricas no estén en el Objetivo 1 si no tienen al menos el
75 por ciento de nivel de riqueza en relación al Estado miembro al
que pertenecen, como ya he dicho antes, la lista de cheques,
etcétera.

El resto de los temas que nos ha planteado tienen sin duda, como este
mismo una gran importancia, el primero el del empleo. Compartimos la
necesidad del pacto por el empleo que aborda la presidencia alemana y
la conveniencia de unas políticas laborales activas, especialmente
con objetivos vinculantes y verificables en materia de empleo juvenil
y de empleo de larga duración. Pero, señor ministro, ahora que el
liberalismo no está tan de moda, no puedo comprender cómo usted se
aferra tanto a la declaración de Chequers, que es un brindis a la
nada, al vacío, a la literatura económica, un texto que no pasará
precisamente a la historia, ni parece que a la historia de la Unión
Europea, ni siquiera a la pequeña historia de las relaciones entre
dos estados como España y el Reino Unido. He tenido ocasión de leer
con profundidad este texto y he visto que tiene dos elementos básicos
que no concreta. Uno es la flexibilización laboral, como si en este
país no tuviéramos ya una excesiva flexibilización laboral que
permite el empleo de recursos humanos de una forma injusta y
desmedida por parte de las empresas, y el segundo elemento son las
reformas económicas que apunta pero no concreta, básicamente las
reformas en el sistema de salud, en el sistema de pensiones y la
desregulación de algunos mercados de servicio. Sería deseable que,
más que declaraciones de principios, el Gobierno dijera a esta Cámara
cuál es su posición respecto al futuro del empleo en Europa, y que
anunciara en esta Cámara y no en otros foros, sin duda de gran
interés pero que no representan a los ciudadanos españoles, qué
reformas piensa adoptar en el sistema de salud, en el sistema de
pensiones, en el sistema del desempleo para que todos podamos conocer
y debatir en profundidad cuáles son esas políticas.

El segundo elemento, que es propiamente de política europea, es la
necesidad de una mayor integración entre las políticas de empleo y
los principios de la política económica y yo añadiría una tercera,
que usted no ha citado y que creo que tiene su interés, y es también
de política monetaria,



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porque la política monetaria también tiene incidencia sobre el
empleo. Por tanto, lo que hace falta es una política económica y
monetaria coherente que dé cobertura a unas políticas que tengan como
objetivo principal el empleo, y en ese sentido ni estamos avanzando
ni España lidera ninguna de esas políticas.

Porque, ¿cómo se puede producir esa coherencia de las políticas
mientras mantenemos unos sistemas tan diferenciados en la fiscalidad
o en materia social? ¿Cómo podemos avanzar en esas políticas mientras
no queremos converger en esos dos elementos tan importantes para la
generación de empleo y para establecer un marco y una política común
de empleo?
Por tanto, permítame decirle que sería conveniente que revisaran la
declaración de Chequers, que añadan algún elemento más a la
flexibilidad en el empleo y a las reformas de los sistemas de
protección social y que, como ya han hecho la mayoría de los países
europeos, adopten otras medidas, como las propuestas, por ejemplo, en
esa materia por Francia e Italia desde una sensibilidad social
claramente diferente y desde objetivos desde luego mucho más
compartibles por mi grupo en materia de empleo.

La tercera cuestión es básicamente la reforma institucional, el
temario y su calendario. Colonia debe adoptar una decisión en este
sentido. Usted ha hecho una referencia al artículo 1o del Protocolo
de Amsterdam, que es un Protocolo limitativo de esa reforma y, por
tanto, siendo tan limitativo, no he entendido muy bien si lo que está
expresando el ministro de Asuntos Exteriores en esta comparecencia es
que España está de acuerdo en limitar la reforma al número de votos
en el Consejo y al número de miembros que tienen que componer la
Comisión Europea. Si es así, permítame expresarle mi discrepancia
sobre el efecto beneficioso para la Unión Europea de esta reforma
institucional. Creo que la reforma institucional tiene que
profundizar mucho más que en esas dos materias; que tiene que revisar
desde el funcionamiento de los órganos y las políticas internas de la
Unión hasta las propias políticas de la Unión y el conjunto del
sistema de adopción de decisiones, y particularmente el papel del
Parlamento Europeo, del Consejo Europeo y de la Comisión en todo el
conjunto de decisiones que se deben adoptar.




El señor PRESIDENTE: Le ruego que vaya terminando, señor Costa.




El señor COSTA COSTA: Voy concluyendo, señor presidente.

Nada que oponer al calendario que aquí nos ha esbozado. Nos parece un
calendario razonable. Sería deseable que, habiéndose ya producido en
profundidad una discusión sobre las reformas institucionales y
conociendo perfectamente cuáles son los problemas que están sobre la
mesa para decidir, se pudiera desarrollar con prontitud la próxima
Conferencia Intergubernamental.

De los objetivos que ha citado veo que se ha pasado por alto todo lo
que hace referencia al tercer pilar que no están, efectivamente, en
la presidencia alemana más que para fijarlos también en el
calendario, como con la reforma institucional, pero que van a tener,
sin duda, un protagonismo muy importante en los próximos meses,
particularmente
con la presidencia de Finlandia, y que por ello creemos que deben
merecer también algún acuerdo, alguna actuación en el Consejo Europeo
de Colonia.

Finalmente -y concluyo, señor presidente- quiero hacer referencia a
una iniciativa que me parece de la mayor importancia y es la
necesidad de que en Colonia se inicie el debate y se adopten las
decisiones necesarias para desarrollar la política exterior y de
seguridad común y en particular la iniciativa europea de defensa. Ya
se está realizando un inventario de los medios, de los materiales con
que se debe contar. Se ha hecho un trabajo, creo que muy importante,
por la presidencia alemana por las circunstancias que Europa ha
vivido en los últimos meses respecto de Kosovo, y nos parece que es
el momento adecuado para adoptar decisiones concretas con calendarios
y objetivos que desarrollen esa iniciativa. La presidencia alemana
veo que está en ello. Espero que no le falte el apoyo de España en
esta materia y quiero trasladarle el de mi grupo para que eso se
produzca con la mayor prontitud posible.




El señor PRESIDENTE: En nombre del Grupo Catalán, Convergència i
Unió, tiene la palabra el señor Guardans.




El señor GUARDANS I CAMBÓ: Gracias, señor ministro, por sus
explicaciones que, efectivamente, son lo que básicamente veníamos a
escuchar; o sea que yo me voy a limitar a hacer algún comentario o
alguna pregunta al hilo de su exposición, pero sin salirme
básicamente de lo que sería el eje argumental de su propia
intervención.

Comparto totalmente que habría que dar gracias a Dios (o cada uno a
aquello en lo que tenga sus creencias depositadas) porque estos meses
hayan caído en manos de la presidencia alemana, porque esto en manos
de cualquier otra presidencia vaya usted a saber cómo se hubieran
administrado estos seis meses que sí pasarán globalmente a la
historia de la Unión Europea en distintos capítulos, tanto en el
financiero, como en política exterior, militar, propia integración,
la ampliación al este en los términos más netamente políticos, la
crisis de la Comisión, etcétera. Realmente uno solo de esos hechos
hubiera podido sacudir a una presidencia. Superado el momento inicial
en que la presidencia alemana parecía tener algunas disfunciones
importantes en su forma de funcionar y en su bicefalia incluso, el
hecho de que todo eso se haya llevado finalmente bien demuestra que
este sistema de las presidencias rotatorias tiene sus riesgos pero
puede tener también sus ventajas.

Sobre lo que fue la propia cumbre de Berlín creo que no es el momento
de volver a entrar a fondo. Estoy de acuerdo en que no se puede
compartir el balance triunfalista que hacía el ministro. Nosotros le
dimos en su momento el apoyo -se lo volvemos a dar- a lo que fue el
resultado final de ese acuerdo. Ya dijimos que no creíamos oportuno
plantear el análisis de lo que fue la cumbre de Berlín en términos de
valorar mejor o peor aquello que España haya sacado, porque no es eso
ni es una buena pauta para valorar exactamente la cumbre de Berlín, y
que también está claro que si lo examinamos globalmente, como marco
global financiero para la Unión, no hay motivos para estar
satisfechos, y como esa sí que es auténticamente la perspectiva
lícita, según nuestro modo de ver, es decir, hasta qué punto



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han quedado resueltos o estabilizados o aclaradas las perspectivas
financieras, en su sentido más literal de la expresión de
perspectiva, de la Unión Europea para los próximos años, desde ese
punto de vista efectivamente la cumbre de Berlín no fue ni mucho
menos un éxito, independientemente de que la situación concreta
española respecto del pastel conjunto saliera mejor o peor parada.

En cuanto al tema del empleo, se percibe por parte de los distintos
gobiernos, pero en este caso por parte del Gobierno español, un
cierto cambio de música respecto de cuál ha de ser el papel de la
Unión Europea en este tema. Superado ese cambio de música, seguimos
echando en falta un poco más de concreción. Creo que más allá de esos
grandes pronunciamientos y de grandes documentos estratégicos, que
pueden sonar más o menos a literatura para la reflexión o para
conferencias académicas, más allá de unas grandes coordinaciones de
tipo macroeconómico, faltan realmente propuestas concretas puestas
sobre la mesa por parte de España y puestas sobre la mesa por parte
de otros y que puedan ser aceptadas por España. Algo que lleve a
hablar de que realmente el empleo en su nivel, que es el que es y no
es otro -y esto parece muy superficial pero no pretende serlo; el
nivel europeo para tratar del empleo no es el mismo, evidentemente,
por propia aplicación del principio de subsidiariedad, que el que
otras administraciones u otros niveles de poder pueden tener-, pero a
nivel europeo se puede hacer mucho más de lo que se hace y sobre todo
algo más que un empezar a elaborar documentos uno detrás de otro. Yo
no sé qué es lo que va a dar de sí ese informe sobre el empleo que ha
pedido el presidente Aznar, ojalá dé de sí algo, pero si es otro
documento más a sumar a la lista de grandes voluntades o
declaraciones de voluntad, no le daremos con gran entusiasmo la
bienvenida.

Respecto a la Conferencia Intergubernalmental, yo le pediría al señor
ministro si puede dar un poco más de concreción. Nos ha explicado un
poco el calendario y la situación de los problemas, y eso sí lo
sabíamos, pero el motivo de este tipo de comparecencias es saber qué
es lo que lleva España a esa mesa, en este caso a la mesa de la
cumbre de Colonia, y yo me he quedado sin saber las distintas
posibilidades de procedimiento. Hay un problema de procedimiento, lo
sabemos, pero ¿qué va a llevar España a ese problema de
procedimiento, a ese problema de calendario, ese calendario que nos
ha descrito de la primera fase preparatoria y una segunda en el
primer semestre del 2000, en el que ya se estaría celebrando la
Conferencia? Y una conclusión: ¿es una propuesta que España acepta,
que recibe con entusiasmo, que ve como viable? ¿Qué perspectivas van
a salir de esa Conferencia Intergubernamental? No pretendo que ahora
se cierre todo lo que va a ser la posición negociadora ni que nos
centremos en esta comparecencia en ese tema, pero un poco más de
precisión de lo que va a salir de ahí sí, porque no cabe duda de que
las reformas institucionales son el gran tema, y si todavía lo
tenemos pendiente, y lo sabe el señor ministro mejor que nadie, es
precisamente porque es una patata caliente que se dedicaron a empujar
en la Conferencia Intergubernamental anterior, y sería triste que
ahora empezáramos otra vez el mismo mecanismo, a dedicarnos a
empujarlo, para que en noviembre del 2000, y no sé sabe muy bien de
que manera, se cierre eso mal y pronto. Por tanto, me gustaría que
pudiéramos empezar a
saber por dónde van los tiros, qué es lo que está dispuesto a
plantear, y no digo de forma cerrada, qué visión tiene en este
momento el Gobierno sobre este tema.

En cuanto a los derechos fundamentales, ahí sí comparto casi al cien
por cien el planteamiento que ha hecho el señor ministro en su
exposición. Estoy de acuerdo en que en el preámbulo de los tratados
ya hay una mención por vía de remisión que es suficiente. Es cierto
que podría tener una dimensión pedagógica la inclusión en el propio
preámbulo de un listado de derechos fundamentales, pero si eso se
quedara ahí, tampoco llevaría a nada. Lo importante es aclarar, como
decía el señor ministro, cómo se ejercen y defienden esos derechos y
asumir que en el aquí, en el acervo comunitario, no hay sólo normas
sobre el tamaño de los ascensores, sino que también forman parte del
aquí comunitario normas sobre derechos fundamentales. Eso sí que es
un logro que nos parece importante y también lo es que la ciudadanía
europea lo tenga asumido, sin entrar por ello en contradicción con
los mecanismos de protección de los derechos fundamentales que exija
el Consejo de Europa. Sin ninguna duda, son otros mecanismos, es otro
el marco de la propia eficacia jurídica del derecho comunitario ante
los tribunales nacionales y, por consiguiente, un avance en ese
sentido nos parecería tremendamente positivo. Comparto que eso es
mucho más que la simple recogida de un listado de derechos en el
preámbulo, como si esa fuera la panacea que fuera a solucionar todos
los males.

Finalmente, en lo relativo a la política exterior y de seguridad
común, lo primero que haría sería felicitarme muy sinceramente por el
resultado de las elecciones en Israel. Nosotros valoramos muy
positivamente y con el máximo entusiasmo que haya ganado quien ha
ganado y que haya perdido quien ha perdido, dicho con el debido
respeto hacia quien ha perdido. Es evidente que empezó ayer, con el
resultado electoral, una nueva etapa en Oriente Medio y una etapa en
la que la Unión Europea va a tener un grandísimo papel, en el que va
a poder empezar a recoger los frutos de lo que ha estado sembrando a
través de su enviado, Miguel Ángel Moratinos, que ha parecido estar
sembrando en el desierto o en el mar durante estos años, topando ante
un muro de hormigón armado que despreciaba prácticamente cada una de
sus iniciativas, como era el actual primer ministro de Israel, pero
es más que probable que se encuentre ante una sensibilidad
radicalmente distinta en el nuevo Gobierno que se va a formar a
partir de estas elecciones y, por tanto, creo que no es un exceso de
optimismo suponer que empieza una nueva era de las relaciones entre
la Unión Europea y, en general, el tema de Oriente Medio a partir de
ahora. Ahí el balance es claramente positivo.

En cuanto a la cumbre de Río, también tenemos ahí muchas esperanzas
puestas. La documentación y comentarios que vamos recibiendo -incluso
de discursos, de intervenciones de distintos ministros o jefes de
Estado y de Gobierno de Iberoamérica respecto a las esperanzas que
tienen puestas en esa cumbre de Río- nos abre los ojos sobre la
importancia enorme que se le atribuye a esa cumbre entre la Unión
Europea y esos jefes de Estado y de Gobierno. Hay que felicitar -creo
recordar que ya lo hicimos en su momento y, si no, nunca es tarde- al
Gobierno español por haber empujado en su día esa iniciativa, pero



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debería seguir manteniendo ese liderazgo y que esa reunión no quede
en una foto hermosa para la historia, sino que sea realmente el
principio de algo que puede tener muchas consecuencias, sobre todo
ante la creciente hegemonía legítima -ya no es un tema de bloques,
sino de intereses- de los Estados Unidos en todo lo que es el resto
del bloque americano y lo que la Unión Europea puede hacer ante la
creciente dolarización de esas economías, por ejemplo, el enorme
papel que el euro podría desempeñar allí, etcétera, y no vamos a
entrar ahora en lo que es la agenda concreta de esa reunión. Creo que
la Unión Europea tiene mucho que hacer y eso, como siempre, exige que
alguien ponga los problemas sobre la mesa, y nadie como España para
poner sobre la mesa la configuración de la agenda de lo que ha de ser
esa reunión y empujarla.

En el tema de la iniciativa europea de seguridad y defensa sabe bien
el señor ministro, porque ha sido objeto de múltiples comparecencias
y reuniones, que tiene nuestro pleno apoyo y entusiasmo. Mantenemos
un punto de escepticismo sobre el futuro de determinadas reuniones
que ha habido recientemente, puesto que son demasiadas piezas las que
hay que encajar. No cabe duda de que todo el conflicto de Kosovo ha
provocado una sacudida en las conciencias y en los sentidos de
responsabilidad de los distintos ministros de Exteriores y de Defensa
y, si se quiere también, de la propia opinión pública respecto de la
dependencia americana, pero vemos todavía demasiados problemas sobre
la mesa para que eso se pueda resolver con demasiada facilidad. Por
tanto, como los excesivos optimismos ingenuos acaban provocando
frustraciones, preferimos ser pesimistas para que si luego nos
equivocamos nuestro entusiasmo sea mayor.

Ante la presidencia finlandesa, por ejemplo, yo le pediría una
valoración de futuro. Ya tendrá ocasión de comparecer aquí para
hablar propiamente del contenido de esa presidencia, pero en el
contexto de la seguridad y de la defensa en Europa, no cabe duda de
que el que Europa se ponga ahora en manos de una presidencia como la
de Finlandia es una situación, por lo menos, tremendamente paradójica
y complicada, dadas las conocidas y peculiares alianzas
internacionales de Finlandia, que no es miembro de la OTAN, que es un
país miembro de la Unión Europea y, por consiguiente, absolutamente
integrada en el marco occidental, pero con unas relaciones muy
peculiares con Rusia, que no han cambiado en absoluto. Esa Unión
Europea que pretende integrar a la UEO y que pretende pasar a tener a
la UEO como brazo armado, pasa a estar bajo presidencia finlandesa.

¿Cómo se encaja eso? ¿Cómo, en la práctica, podemos ir hacia una
política exterior bajo una presidencia de Finlandia que, sin duda,
tiene unos intereses radicalmente distintos de los nuestros?
No he mencionado el tema del Mediterráneo porque no tengo nada que
aportar, pero quiero dejar claro que, por supuesto, seguimos ese tema
y seguiremos lo que sea el desarrollo de la conferencia de Stuttgart,
a la que damos toda su importancia.




El señor PRESIDENTE: En nombre del grupo vasco, PNV, tiene la palabra
el señor Gangoiti.

El señor GANGOITI LLAGUNO: En primer lugar, quiero agradecer la
presencia del señor ministro para hacernos la exposición que nos ha
hecho. No voy a entrar en estos momentos en un análisis sobre la
cumbre de Berlín; nosotros, en su momento, hicimos el planteamiento a
ese respecto. Pensamos que esta comparecencia era precisamente para
lo que ha hecho el señor ministro, y es exponernos cuáles son los
futuros retos que tiene planteada la Europa de los Quince, la Unión
Europea. En este sentido -vuelvo a insistir-, agradecemos las
explicaciones que se han dado y vamos a ver cómo se van desarrollando
esos diversos acontecimientos, esos diversos escenarios que ha
planteado el señor ministro.

De todas formas, quisiera hacer hincapié en dos de los temas que ha
mencionado. En cuanto al empleo, nosotros consideramos que es
fundamental para hacer una Unión Europea equilibrada y que tenga
credibilidad. No podemos dejar única y exclusivamente que Europa sea
un gran mercado financiero y comercial. Hay que darle un rostro
humano, social y, por tanto, pensamos que es importante que se llegue
a un acuerdo sobre el empleo. En este sentido, nosotros creemos que
quizá el semestre que viene será el momento oportuno para que
comparezca el Gobierno ante esta Cámara para explicar cuáles van a
ser sus planteamientos a ese respecto y por dónde van los del resto
de los países comunitarios.

El segundo tema en el que quiero hacer hincapié es el relativo a los
Balcanes. El presidente Prodi, en su investidura ante el Parlamento
Europeo, habló de llevar a cabo una conferencia sobre los Balcanes.

Creemos que es importante que la Unión Europea celebre esa
conferencia lo antes posible, porque, de haber tenido lugar en los
años noventa, no estaríamos asistiendo quizás a los dramáticos
acontecimientos que se viven ahora en Kosovo y antes en
BosniaHerzegovina. Creemos que esa conferencia sobre los Balcanes que
proponía el presidente Prodi es fundamental. Todo el mundo dice que
para ayudar a esa situación será necesario utilizar importantes
cantidades de dinero, pero no debemos perder de vista la perspectiva
política y que esa conferencia debe ser enfocada con un planteamiento
político y unas ideas claras que no tuvo la Unión Europea después de
la caída del muro de Berlín, en los años noventa, y que ha llevado a
esa región a la situación en la que se encuentra.




El señor PRESIDENTE: En nombre del Grupo de Izquierda Unida, tiene la
palabra el señor Navas.




El señor NAVAS AMORES: Señor ministro, ruego que me disculpe por la
ausencia durante su intervención, fruto de las obligaciones derivadas
de tener un grupo parlamentario tan pequeño.

La cumbre de Colonia, que cierra el semestre de la Presidencia
alemana, tiene un orden del día muy denso, aunque, ya despejado el
problema de la Agenda 2000, que se aprobó en la cumbre de Berlín, su
programa se hace más llevadero. Su objetivo político es garantizar y
reforzar a largo plazo la capacidad política de actuar de la Unión
Europea. Se trata de un objetivo estratégico y, en este sentido,
quería comenzar con una observación sobre la guerra de la OTAN contra
Yugoslavia. Este objetivo estratégico



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contrasta con los hechos, pues, de entrada, hay que destacar que la
cumbre va a quedar oscurecida por la guerra de la OTAN. Esta guerra
significa menos Europa, en la medida en que la Unión Europea sólo
existe para curar las heridas de la guerra a través de su política
humanitaria o, más tarde, para la reconstrucción de los Balcanes,
pero la verdad es que los europeos perciben una Unión Europea
supeditada a los Estados Unidos. Izquierda Unida plantea la urgencia
de una solución diplomática negociada para parar la guerra y
conseguir el regreso de los refugiados a Kosovo. Denunciamos la
limpieza étnica programada por el Gobierno del presidente Milosevic,
pero consideramos que los bombardeos agravan los problemas en vez de
contribuir a su solución: han acelerado el éxodo, provocan víctimas
civiles al haberse ampliado los objetivos militares a objetivos
económicos y civiles y debilitan a la oposición democrática
a Milosevic, fortalecido por la unidad nacional. Ello tiene resultados
militares dudosos sobre el ejército yugoslavo.




España debe pedir en la Unión Europea que se devuelva todo el
protagonismo a la Organización de las Naciones Unidas y que se
apruebe una resolución del Consejo de Seguridad, con el apoyo de
China y Rusia, para el cese de los bombardeos, la retirada de las
fuerzas yugoslavas de Kosovo y el despliegue simultáneo de los cascos
azules, previo desarme o retirada de la UCK. Sólo así podrá iniciarse
el retorno libre y seguro de los refugiados y la negociación de un
estatuto de autonomía sustancial para Kosovo. Al parecer, la cumbre
de Colonia también prevé aprobar una estrategia de cooperación con
Rusia. Una salida política al conflicto yugoslavo facilitaría las
relaciones con Rusia, que se ha sentido muy marginada en el
desarrollo de dicho conflicto.

El pacto europeo por el empleo es otro de los temas principales.

Alemania quiere políticas activas de empleo, además de una
coordinación entre las políticas monetarias, financieras y
salariales. El presidente del Gobierno español, fortalecido por el
manifiesto del 10 de abril suscrito con Tony Blair, pide
desregulación, no intervención, dejando actuar a la mano ciega del
mercado. Aznar y Blair pueden convertirse en una barrera para las
pretensiones del Gobierno francés de la izquierda plural, que desea
recuperar el impulso del Libro Blanco por el crecimiento y el empleo,
de Jacques Dellors; es decir, políticas activas, formación a lo largo
de toda la vida de los recursos humanos y relanzamiento de las
inversiones en grandes redes transeuropeas de transporte y
comunicaciones.

El presidente Aznar es otro de los líderes europeos que se opone a la
reducción generalizada del tiempo de trabajo. España -dice el
Gobierno- crea más empleos que ningún otro país de la Unión Europea.

Queremos decir que otros países crean empleo estable. El ministro de
Economía y Hacienda, señor Rato, confunde empleo estable con
contratos precarios, pues la inmensa mayoría de los contratos son por
días o por semanas. Nosotros coincidimos con las propuestas francesas
y manifestamos nuestro escepticismo mientras no se modifiquen los
topes impuestos por el Pacto de Estabilidad. El propio Romano Prodi,
presidente de la Comisión, aboga por una interpretación flexible del
Pacto de Estabilidad, lo que permitiría más holgura en la política
presupuestaria y de reactivación de la demanda
para facilitar el crecimiento y el empleo en un momento en que la
Unión Europea parece entrar en una fase de recesión, con una notable
desaceleración del crecimiento económico. También insistimos en la
necesidad de que la Unión Europea ofrezca plena participación a los
interlocutores sociales. En España, los sindicatos Comisiones Obreras
y UGT están criticando al Gobierno porque no quiere negociar el Plan
nacional de empleo, que debe presentar para el año 2000. En Izquierda
Unida estamos convencidos de que el nombramiento de un representante
de la Unión Europea para la política exterior y de seguridad común no
es la panacea que va a lograr por sí misma una representación eficaz
de la Unión Europea en el exterior, como ya quedó demostrado con el
nombramiento de un representante de la Unión Europea para Kosovo, el
español Felipe González, que se encontró sin el apoyo de la
institución oficialmente creada, de la propia Unión Europea. Sería
más creíble que la Unión Europea fuera representada unívocamente en
el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Hoy no tenemos una
verdadera política exterior y de seguridad de carácter comunitario,
porque sigue siendo fundamentalmente intergubernamental. No obstante,
apoyaremos el nombramiento de míster PESC y nos gustaría que fuera un
español. Los Estados Unidos ironizan diciendo que no saben con cuál
de los quince números de teléfono deben hablar cuando quieren hablar
con Europa.

Sobre la identidad europea y de seguridad y defensa se va a proponer
la integración de la Unión Europea Occidental en la Unión Europea,
tal como plantea el Tratado de Amsterdam, es un elemento fundamental
para el próximo período.

Respecto a la preparación de la nueva Conferencia Intergubernamental
para la reforma institucional necesaria para la ampliación, Izquierda
Unida ya criticó el Tratado de Amsterdam, precisamente porque aplazó
la necesaria reforma previa a la ampliación. España es favorable a
una reforma limitada. Izquierda Unida ha defendido en el Parlamento
Europeo la necesidad de que se elimine el derecho de veto en el
Consejo mediante el voto ponderado por doble mayoría de países y
poblaciones y la participación de todos los Estados miembros con, al
menos, un comisario. Se habla de una posible constitución europea, de
una carta europea de los derechos fundamentales. Izquierda Unida es
favorable a estos dos objetivos y los ha integrado en su programa
electoral para las elecciones europeas, pero somos escépticos
teniendo en cuenta que tanto el Partido Socialista Europeo como el
Partido Popular Europeo, partidos mayoritarios del Parlamento
Europeo, retiraron el proyecto de constitución europea del último
Pleno del Parlamento Europeo, al final de la pasada legislatura.

Finalmente, hemos de pedirle, señor ministro, que su Gobierno y los
demás gobiernos nombren cuanto antes a sus respectivos comisarios
para que Romano Prodi pueda presentarlos al Pleno del nuevo
Parlamento Europeo el 21 de julio. La Comisión cesante está muerta y
urge renovarla de inmediato.




El señor PRESIDENTE: En nombre de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




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El señor MARDONES SEVILLA: Sean mis primeras palabras de saludo y
bienvenida para don Abel Matutes, ministro de Asuntos Exteriores de
nuestro país. Quiero agradecerle la información que nos ha facilitado
y decirle que mi grupo valora positivamente el enfoque que su
departamento y el Gobierno español están haciendo de la cumbre de
Colonia. Deseo que dentro del esquema de solidaridad europea la
representación española obtenga un resultado satisfactorio, como
sucedió con la cumbre estraordinaria de Berlín, sobre todo después de
los antecedentes, para garantizar una serie de líneas de
financiación, fundamentalmente en la política agrícola común,
respecto de determinados productos puestos en crisis por la postura
que se desprendía de las declaraciones del canciller alemán Schröder,
que nos habían llenado de preocupación. Señor ministro, deseo ahora
el mismo resultado satisfactorio y positivo.

Paso, a continuación, a hacerle algunas reflexiones y plantearle
algunas cuestiones sobre los cuatro puntos en los que usted ha
sistematizado su intervención. En primer lugar, respecto al pacto de
empleo europeo la generación de puestos de trabajo en Canarias está
relacionada con un asunto pendiente ante la Unión Europea como es la
Zona Especial Canaria (ZEC). El comisario para la competencia sigue
demorando la respuesta al Gobierno español. Mi grupo se interesa ante
el Ministerio de Economía y Hacienda, a través del señor Rato y del
secretario de Estado de Hacienda, señor Costa, para que Bruselas
despeje todas las reservas e incógnitas. Lo relaciono con el pacto de
empleo porque en las condiciones que puso el Gobierno español,
pedidas por el Gobierno autónomo de Canarias, figuraba una reserva de
un 30 por ciento de los puestos de trabajo que generase la Zona
Especial Canaria para residentes en Canarias. Aunque sea en cifra
modesta en la política europea, este tema está vinculado con el pacto
por el empleo. En términos generales, como manifestamos la semana
pasada al ministro de Trabajo cuando expuso las nuevas líneas de
continuidad de la política activa de empleo que sigue el Gobierno
español, no sólo esperamos que la situación económica genere empleo,
sino que hay que apoyarla con una serie de medidas de fomento vía
deducciones, cuotas, etcétera. Hay que estimular al empresario a que
no restrinja la creación de puestos de trabajo o suscriba contratos
de trabajo por una cuestión puramente fiscal o de Seguridad Social.

El segundo punto es el relativo a la reforma institucional. Señor
ministro, sin perjuicio de los organigramas previstos para el año
2000, que usted ha señalado, supongo que en las cumbres de los
distintos países hablarán de algo más inmediato -aunque no se trate
de reforma institucional, de alguna manera lo es-, del nuevo Colegio
de Comisarios que tiene que salir de esta nueva Presidencia, del
señor Prodi y de las reservas que ha anunciado el señor Prodi y que
le da el Tratado de Amsterdam de elegir o vetar los nombres de los
comisarios. España concurre, a través de su presencia, en unas
condiciones muy buenas porque es usted de los pocos ministros de
Asuntos Exteriores que ha sido comisario y puede aportar a sus
colegas unos puntos de vista pragmáticos y diplomáticos de las
distintas conveniencias personales que allí se presenten acerca de si
los comisarios han de tener mejor perfil técnico que diplomático
o mejor perfil diplomático que técnico. Afin de cuentas los
comisarios son cargos políticos. Aunque no figure en la agenda,
tendrán que conversar forzosamente en presencia del señor Prodi una
vez celebradas el 13 de junio las elecciones europeas. Transcurridos
los meses precisos los países propondrán los candidatos y se llevaran
a cabo los nombramientos. Confío en su experiencia, señor ministro,
por sus antecedentes curriculares en el Colegio de Comisarios de la
Unión Europea pues es importante que en estos próximos años España
pueda disponer de dos comisarios plenamente cualificados -no lo dudo,
pues serán dos figuras muy importantes- para consolidar lo alcanzado
y mejorar lo posible.

En cuanto al tercer punto, de los derechos fundamentales -no sé si es
una especie de brindis a la galería de la Presidencia alemana querer
revestirlo con alguna faceta humanística o intelectualoide, por
llamarla así-, como usted ha dicho, tenemos el Consejo de Europa. No
dejemos en la atonía a este órgano en el que tienen cabida y son foro
de debate y discusión los derechos fundamentales. Son prácticamente
el núcleo vertebral de la función del Consejo de Europa, que los
desarrolla a través de sus tres órganos constitucionales: el Comité
de Ministros (son más en el Consejo de Europa pero están todos los
ministros de la Unión Europea); la Asamblea Parlamentaria, los
miembros de los Parlamentos que allí vamos; y el tercer órgano, el
más nuevo, de la estructura autonómica, regional y local que se hace
eco de los derechos fundamentales que ejercen los ciudadanos en las
minorías de las regiones europeas o de su Administración local. Sin
perjuicio de que la carta se pueda trasladar y recoger en los
tratados de la Unión Europea, no hay que dejar morir de atonía o
aburrimiento al Consejo de Europa sino que hay que dinamizarlo y
encargarle los debates y todas las directivas que pueda impartir en
el campo de los derechos fundamentales.

Respecto al cuarto punto, las insuficiencias que la crisis y la
guerra de Yugoslavia, Kosovo, Macedonia, etcétera, han supuesto para
la política exterior y de seguridad común en Europa, siempre pienso
que no hay mal que por bien no venga si esto genera la toma de
conciencia de que es necesario impulsarlo.Usted ha informado de una
conferencia internacional sobre la insuficiencia de la política
exterior y de seguridad común -no sé si lo ha dicho el señor ministro
o yo no lo he oído conscientemente-, pero a mi me ha quedado la duda
de si esa conferencia internacional se produce en el seno de las
Naciones Unidas, de la Unión Europea o de países del área OTAN. Sigo
con gran intensidad e interés las declaraciones que usted viene
haciendo de la crisis yugoslava y he tenido ocasión de manifestarle
como portavoz, en el último debate en el Pleno en el que compareció
con su colega el ministro de Defensa, que Coalición Canaria se ha
inclinado por sus tesis, señor Matutes -las personifico aquí con su
nombre y apellidos-, a fin de que prevalezca el criterio de solución
diplomática en este conflicto, dedicando todas las horas que sean
necesarias para el diálogo en el marco del entendimiento diplomático,
que es lo que puede reconducir el problema a la legitimidad del
derecho internacional, porque todo lo que no sea estar dentro del
marco diplomático está fuera de la legitimidad internacional. Que
sean las Naciones Unidas las que vuelvan aponer las aguas en su cauce
y eviten discusiones que en



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último término sólo favorecen la desunión de los países europeos por
una serie de razones que a usted se le alcanzan y que no es necesario
repetir aquí.

Por último, señor ministro, Coalición Canaria apoya el añadido que
usted ha hecho como punto final en las políticas mediterráneas, sobre
todo en Iberoamérica, es decir, todo lo que sea suponga la
normalización de las relaciones con los países iberoamericanos,
incluida Cuba y que la política de la Unión Europea hacia
Iberoamérica favorezca estas relaciones, incluso asignaturas
pendientes como la visita de Sus Majestades los Reyes a Cuba que
encontrarán en su buena mano la solución. Mi grupo apoya este
planteamiento de trabajo, porque creemos que es positivo y
beneficioso para un archipiélago que debe vivir en un ambiente de
prosperidad económica y paz, porque vivimos fundamentalmente del
turismo.

Señor ministro, deseo alertarle de que en el contencioso que surja
-supongo que ustedes lo tratarán en algún punto de la agenda- la
postura de la Unión Europea sea firme no solamente en seguridad y
defensa, sino también ante la Organización Mundial del Comercio,
porque Estados Unidos presiona en todos los órdenes, tanto en el
plátano como en las carnes hormonadas como en el campo fiscal y
aduanero. Cuando acaba de cerrar prácticamente mercados de venta del
acero para proteger su propia industria del acero; parece que España
no puede proteger sus cultivos del banano y Europa no puede proteger
sus carnes vacunas libres del tratamiento hormonal.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular tiene la palabra el señor
Martínez Casañ.




El señor MARTÍNEZ CASAÑ: Quiero empezar mi intervención agradeciendo
al señor ministro su presencia ante esta Comisión Mixta para la Unión
Europea. Mi grupo parlamentario opina que el balance de la cumbre de
Berlín, tal como dijimos en su momento, fue positivo. Como ha dicho
el señor ministro, se trata de un período complejo, intenso y cargado
de acontecimientos importantes. Europa no es hoy lo que era hace
nueve años, evidentemente. La situación económica y política de los
Estados miembros es distinta también e influye en el desarrollo de
los objetivos de la Unión Europea. Próximamente vamos a afrontar un
período de ampliación, ha habido un desarrollo regional importante en
el seno de la Unión Europea y, concretamente, en nuestro país.

En la pasada cumbre de Berlín, tal y como dijimos, España se ha
situado a la cabeza de la defensa de los principios y objetivos
comunitarios, de los principios de la cohesión, del mantenimiento de
las políticas comunitarias. Por tanto, el balance ha sido
extremadamente positivo a nivel europeo. Pero no solamente a nivel
europeo, puesto que ha abierto, en resumidas cuentas, el proceso de
ampliación, sino que también lo ha sido para nuestro país. España
tendrá un saldo neto medio anual de 1.299 billones de pesetas, que
representa un aumento considerable, de 30,7 por ciento, en relación
al período económico comprendido entre los años 1993 y 1999. Hemos
consolidado la tendencia ascendente, puesto que hace 7 años el saldo
positivo para España fue de 7,1 billones para el período y este año
va a ser de 9 billones de pesetas. Las mejoras se han conseguido
en terrenos importantes como es el capítulo de las subvenciones
agrícolas, al entrar en vigor las nuevas reformas del aceite, de
cereales, de leche de vacuno, entre otros, y hemos consolidado
también las políticas estructurales y de cohesión que le van a
permitir a nuestro país cerrar este período con el desarrollo
necesario para afrontar con optimismo el siglo XXI y la Europa de la
próxima ampliación.

Respecto de las grandes cuestiones que concentrarán los debates de
los jefes de Estado y de Gobierno en Colonia, de lo expuesto por el
señor ministro se desprende que las grandes líneas están en sintonía
absoluta con los intereses de España y con los objetivos de nuestro
Gobierno.

Por lo que hace referencia al pacto por el empleo y el desarrollo de
las conclusiones de Viena en este punto, a saber, fortalecer los
instrumentos existentes en este momento y darles forma de una
estrategia coherente en pro del crecimiento, el empleo, la
estabilidad, la reforma económica que evoluciona hacia el pacto
europeo del empleo dentro del proceso iniciado en Luxemburgo, lo que
estamos desarrollando coincide plenamente con la petición hecha por
José María Aznar en fechas recientes al presidente Prodi. Me
congratulo con el consenso que existe al respecto. Estoy convencido
de que el plan nacional de empleo de España para 1999, que el
ministro Pimentel presentará próximamente a la Comisión -creo que
será a finales de este mes-, será acogido tan favorablemente como el
que presentó el ministro Arenas en 1998 que, como todos sabemos,
sirvió de modelo y ejemplo para los demás países de la Unión Europea
y para la Unión Europea en su conjunto. Esto será necesariamente así
porque los cuatro pilares de la estrategia coordinada para el empleo
del proceso de Luxemburgo, basada en el incremento de la oferta de
empleo en sí, en el desarrollo de la iniciativa empresarial, en el
fomento de la capacidad de adaptación de las empresas y sus
empleados, en el refuerzo de la igualdad de oportunidades hombre y
mujer, son justamente las bases de la política de empleo de nuestro
Gobierno, unido a la consecución de un gran pacto social sin
precedentes en el origen y a la disminución, también sin precedentes,
de los tipos de interés y del precio del dinero.

La Unión Europea se encuentra en un momento clave de su construcción
y todos los agentes sociales, empresariales y económicos deben asumir
su responsabilidad desde la flexibilidad que le dan sus propias
políticas nacionales, pero también desde la unidad que marca el
espacio común configurado por la unión económica y monetaria. En este
sentido, todos los Estados y todos los agentes deben hacer el
esfuerzo que les incumbe.

Respecto a la reforma institucional que también ha comentado el señor
ministro, coincidimos con él y con la línea marcada por el presente
consenso de que la próxima CIG debe ser de corta duración y tener una
agenda limitada. Primero, porque así lo señala el protocolo de
Amsterdam sobre instituciones y, segundo, porque no pensamos que sea
el momento de abrir la caja de Pandora con reformas demasiado
ambiciosas, que deberán ser objeto de una reflexión profunda,
detenida y de una conferencia ulterior en el momento oportuno.

La próxima reforma institucional deberá abordar la profundización de
la democracia en esta Europa, que es una mezcla de Europa de los
Estados y de los ciudadanos, que



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debe plasmarse en una representación equilibrada de los Estados en el
Consejo y en el voto ponderado o en las dobles mayorías. En resumidas
cuentas, eso es una profundización de la democracia que ya se viene
desarrollando desde hace tiempo en el seno del Parlamento Europeo,
que deberá respetar también el equilibrio institucional entre las
tres instituciones básicas de la Comunidad y lograr que la Comisión
sea cada vez más una Comisión fuerte, independiente, colegiada,
garante de los tratados e impulsora de las políticas de la Unión
Europea.

Respecto al capítulo de política exterior y de seguridad común, mi
grupo parlamentario opina que ha habido avances significativos,
aunque insuficientes, sobre todo, en lo referente a la gestión de la
crisis de los Balcanes y respecto a Oriente Medio, como ha mencionado
el señor ministro. No estoy seguro de que la conferencia
euromediterránea de Stuttgart, pese a los esfuerzos de nuestro
Gobierno, haya supuesto para el Mediterráneo y el proceso de
Barcelona el impulso que todos esperábamos, pero somos conscientes de
que continúan existiendo problemas de momento insalvables. Le
agradecemos al ministro, a su Ministerio y al Gobierno los esfuerzos
que viene desarrollando para sacar al proceso de Barcelona de su
impase. Es una buena noticia que finalmente se haya constituido el
foro europarlamentario que servirá para que tanto el Parlamento
Europeo como los parlamentos nacionales puedan impulsar este proceso
desde sus ámbitos respectivos.

Hay un tema importante que merecería la atención del ministro cual es
la progresiva integración de la UEO en la Unión Europea. La UEO, en
especial la Asamblea parlamentaria, es un foro en el que participan
de forma distinta pero especialmente activa no solamente algunos
países miembros de la Unión Europea, sino países candidatos que están
sumidos en el proceso de integración. Toda integración de la UEO en
la Unión Europea debe respetar y potenciar no sólo la participación
de los parlamentarios de los distintos países no miembros, países
asociados, sino también las posibilidades que da a los ministros de
Defensa y Exteriores de esos países de participar en foros de
decisión con sus homólogos europeos que preparan una participación
mucho más profunda en el proceso de integración que supondrá en el
futuro la Unión Europea y, en otro ámbito, la OTAN.

No tengo nada más que decir. Quiero agradecer una vez más al ministro
su presencia en esta Comisión y desearle que tenga los éxitos que
todos esperamos en la próxima conferencia de economía.




El señor PRESIDENTE: El señor ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Quiero
agradecer también las intervenciones que se han producido, así como
el tono constructivo con que han sido efectuadas, si bien conviena
hacer algunas precisiones.

Quiero ratificar que Berlín satisface las necesidades de financiación
de la Unión Europea. Siempre es posible argumentar que hay partidas
de gasto que deberían incrementarse, pero quiero asegurar al señor
Guardans que no se agotará el techo previsto del 1,27, lo que quiere
decir que la
Unión dispondrá en el futuro, contando con las ampliaciones, de
margen suficiente para atender incluso necesidades imprevistas, como
las necesidades humanitarias de la gran tragedia de Kosovo, que están
siendo prácticamente sufragadas por la Unión.

En relación con España quiero destacar -muy especialmente al señor
Costa- la gran satisfacción que, creo legítimamente, podemos tener
todos por los resultados de Berlín. Quiero recordar que la demanda
que nos formuló el propio señor Costa, días antes de esta cumbre, era
que no retrocediéramos demasiado respecto de las cifras de ayuda que
había conseguido el Gobierno anterior y que nos acercáramos lo más
posible a dichas cifras. De ahí que yo vuelva a ratificar la legítima
satisfacción que nos embarga a todos, porque lo cierto es que España
nunca en su historia había logrado unas cifras tan elevadas de ayudas
en valores absolutos repito, los más altos de la historia-, de ayudas
en valores relativos y de saldos netos más elevados. España ha sido
el país mas beneficiado de los Quince. No sólo lo ha dicho el señor
Martínez Casañ -le agradezco esa puntualización de cifras-, si no que
lo ha dicho, entre otros, el Financial Times.

Yo he llevado esta negociación durante más de dos años y, como S.S.

ha reconocido, no soy lego en la materia. Créame si le digo que no
había ninguna ironía por mi parte al expresarme como me he expresado,
sino una lógica satisfacción que, como españoles, todos deberíamos
compartir. Después de más de dos años de Conferencia
Intergubernamental, después de más de dos años de negociación de la
Agenda 2000 (que han sido los dos grandes desafíos con los que la
Unión Europea, y muy en particular España, se ha enfrentado en los
últimos años), me siento plenamente satisfecho de los resultados, por
más que algunos se empeñen en negar lo evidente. Así lo han
reconocido, repito, los medios más solventes, tanto los nacionales
como los internacionales. He citado el Financial Times, pero podría
citar también The Economist, Le Monde, Frankfurter Allgemeine y una
lista que no hace falta alargar, con esas citas textuales a las que
me he referido.

Compartimos todos la necesidad de profundizar y hacer un éxito del
pacto por el empleo. Respondiendo a la demanda del señor Guardans
tengo que decir que, efectivamente, España ha presentado propuestas
concretas. Las expuso en su momento el ministro Arenas, como nos ha
recordado ahora el señor Martínez Casañ, y las han expuesto
conjuntamente, en dos ocasiones, los primeros ministros de España y
del Reino Unido y, desde luego, la declaración de Chequers no es una
afirmación gratuita ni un brindis al sol. Son apuestas claras en
favor del diálogo y de las políticas de futuro de los dos gobiernos,
centristas, que más empleo están generando en estos años en Europa, y
de ahí el interés -traducido en el anuncio hecho por la Presidencia
alemana- de incorporar esas recomendaciones a sus propuestas.

En relación con el éxito de la política económica española, dado que
se ha hecho referencia a la política económica y a la política
monetaria creo que las cifras hablan por sí mismas, puesto que la
economía española es la de mayor crecimiento de la Unión y la que más
creación de empleo está produciendo. Respecto de la política
monetaria, le recuerdo que las normas han cambiado y ya no está en



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manos del Gobierno; hace años que no lo estaba. Del Gobierno dependía
la política presupuestaria, pero la política monetaria, de acuerdo
con su estatuto, estaba en manos del Banco de España y en estos
momentos ni siquiera está en manos del Banco de España, sino del
Banco Central Europeo. Esa es una de las reglas que hemos tenido que
aceptar en favor de la Unión Monetaria, que tantos beneficios está
produciendo, especialmente en forma de cuentas más saneadas y de
intereses más bajos, a nuestros inversores, a quienes crean puestos
de trabajo, y a los ciudadanos en general.

Otro aspecto muy importante es el que se refiere a la reforma
institucional, la próxima Conferencia Intergubernamental.

Efectivamente, lo que está previsto en Colonia es que se tomen
decisiones sobre el procedimiento y sobre calendario; no son
decisiones menores, si no que son muy importantes. Desde luego, yo no
comparto la apreciación de que el artículo 1º del Protocolo de
Amsterdam es perjudicial para España. ¿Es limitativo? Sí, claro que
lo es, se refiere al número de votos de cada país en el Consejo y al
número de comisarios que debe componer la Comisión. ¿Cuál es la
posición de España? Es muy clara. Ya hay un consenso respecto a la
necesidad de reducir drásticamente el número de comisarios. Hay un
consenso de todos -al que España no tendrá más remedio que
incorporarse- respecto a que los países que tienen dos comisarios van
a perder por lo menos uno, y hasta es bastante posible que algunos
países queden sin comisario. En ese contexto, la posición España es
que si finalmente todos los países que tienen dos comisarios tienen
que perder uno, España no va a ceder más de uno (por lo tanto, tendrá
como mínimo un comisario) y ello a cambio de que su peso en el número
de votos del Consejo se aumente para compensar esa pérdida. Por otra
parte, España está a favor de que se discutan esos dos únicos puntos,
todo ello por un gran número de razones que ya hemos tenido ocasión
de debatir aquí y en otros foros hasta la saciedad. Hay al respecto
declaraciones taxativas, claras, terminantes, de nuestros altos
responsables que tienen vinculaciones políticas en las instituciones
de la Unión Europea, por ejemplo, de nuestro representante permanente
don Javier Elorza; de secretarios de Estado; de secretarios generales
y, desde luego, mías. ¿Por qué razón nos deberíamos limitar a esos
dos puntos? Primero, porque es lo que dice el Tratado de Amsterdam.

Si lo que acordamos hace unos meses, nada más entrar en vigor, ya no
lo queremos cumplir, estamos sentando un mal precedente; pero hay
razones de fondo más importantes. El Tratado de Amsterdam, desde el
punto de vista institucional, fue un gran éxito para España. Son
precisamente los que consideran que no fue un éxito para sus
respectivos países los que ya quisieran volver a abrir otra
Conferencia Intergubernamental y revisarlo todo. Concretamente ya
hablan de introducir en esos dos puntos un incremento de las
decisiones por mayorías cualificadas que, ante el previsible aumento
de socios y, por lo tanto, el menor peso relativo de los votos del
Consejo, dejan a un país como España en una posición más difícil
porque tiene una problemática muy específica. España es, al mismo
tiempo, país un atlántico y mediterráneo, es un país con agricultura
continental y mediterránea, un con regiones ricas y plenamente
equiparables a cualquier otra región
desarrollada de la Unión, pero con otras regiones deprimidas; por
otra parte, tiene regiones ultraperiféricas y tiene una problemática
siempre especial ante cada tema que se discute, por lo que tenemos
que tener argumentos de peso para hacer valer nuestras razones. Por
ello, el día que se pierda el derecho de veto, lo será con mi voto en
contra o cuando yo no esté, pero mientras tanto, lo defenderemos.

Además de que es necesario cumplir el Tratado, repito que la que se
hizo es una buena reforma institucional y que no tiene que haber
prisa en acometer la segunda.

Otra buena razón es que, si en vez de intentar convocar la
conferencia en función del artículo 1º del Tratado de Amsterdam -que
es el que nos obliga-, queremos utilizar el artículo 48 del Tratado
de la Unión -que es posible-, automáticamente se abre la caja de
Pandora, porque en este tipo de conferencias intergubernamentales
cada país está legitimado para introducir las reformas que le
interesen, con lo que estaríamos ante una revisión general y absoluta
de los tratados. Desde luego, en un momento en que la prioridad es
hacer esas reformas imprescindibles que permitan las primeras
adhesiones, abrir la caja de Pandora en ese momento es condenar a los
futuros países adherentes ad Kalendas graecas para hacer su
incorporación. Por ello mismo, España está con la razón jurídica de
su parte y con todas las razones de sustancia, que he vuelto a
explicar otra vez, justamente para oponerse a que se vaya más allá en
esa reforma institucional de lo que se acordó en Amsterdan. Cuestión
distinta es que yo mismo ayer, decía, hablando de este tema con mis
colegas de la Unión Europea, que España no tiene inconveniente en
abordar este tema puesto que hay que acometer una gran reforma de la
Unión, ¿Cuándo?, Cuando hayan pasado unos años, cuando hayamos rodado
los primeros años de la unión monetaria, cuando hayamos rodado los
primeros años del Tratado de Amsterdan, hay que plantearse una
revisión en serio y a largo plazo, un salto cualitativo en esa
integración europea.

Como ese es un tema muy complejo, España no tiene inconveniente en
que, al margen de esa Conferencia Intergubernamental que se va a
limitar a los temas a los que obligatoriamente tiene que limitarse,
se desarrollen reflexiones informales y en paralelo por todos los
Estados miembros respecto de cuáles podrían ser los grandes ejes de
esa gran reforma para dentro de unos años. Desde luego, no hay que
hacerla antes y las razones al respecto son muchas y muy obvias.

Comparto con el señor Guardans que hay razones para felicitarse por
el resultado de las elecciones en Israel. Yo ya lo he hecho
públicamente también, y estoy convencido, como él mismo ha dicho, de
que la Unión Europea va a recoger los frutos que había sembrado
durante estos años. Creo que los van a recoger, en primer lugar, las
partes afectadas, árabes, israelíes, palestinos muy en especial y que
todo ello va a ser en beneficio de la paz, por lo tanto, en beneficio
de todos.

En la cumbre de Río tenemos esperanzas, pero no hemos de situarlas en
un plano inmediato, porque no se trata sino de dar un salto
cualitativo en las relaciones políticas entre la Unión Europea e
Iberoamérica y el Caribe que han sido tradicionalmente regiones
olvidadas por la Unión, a las que logramos incorporar en estos años
de presencia española en la Unión, desde 1986, con ayuda de
comisarios



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españoles que fueron responsables de estos temas, pero que todavía no
tienen el nivel que tienen con otras zonas del planeta, como, por
ejemplo, con Asia, con la que hay reuniones de jefes de Estado y de
Gobierno. Por lo tanto, se trata de proceder a ese salto cualitativo
en las relaciones políticas que, a su vez, sienten las bases para que
puedan incrementarse lasa relaciones comerciales para que sea más
fácil avanzar en los acuerdos de libre comercio y que esas corrientes
y esos flujos de inversión fluyan en ambos sentidos con más
profusión, para que un legado cultural tan importante como el que
tiene Europa y - muy especialmente España en esos países- siga siendo
objeto de un especial cuidado y para que, en definitiva, se instaure
ese diálogo político y económico privilegiado. Ese es el gran
objetivo de la cumbre de Río, que espero tenga futuras traducciones
en Europa. Cabe dentro de lo posible que la próxima cumbre de jefes
de Estado y de Gobierno, que no van a ser anuales, que no van a estar
periodificadas, tenga lugar bajo la próxima Presidencia española y,
por lo tanto, en España.

Yo comparto su prudencia en relación con los avances en materia de
defensa común, de la identidad europea de seguridad y defensa, pero
yo me permito ser un poco más optimista en este caso que el señor
Guardans. Creo que estamos en el umbral de grandes decisiones.

Después del cambio de actitud de Londres al respecto veo muy posible,
en el corto-medio plazo, la integración plena de la Unión Europea
Occidental en la Unión Europea. Eso es exactamente dotarnos de las
herramientas y de las instituciones que disponen de un acervo y de
unas capacidades que incorporan ya a los cuatro países neutrales de
la Unión Europa a las futuras gestiones de crisis, y por ello mismo,
creo yo, un gran salto cualitativo, no solo en una identidad europea
de seguridad y defensa para la que la OTAN ya ha ofrecido sus
reformas, sino en el hecho de que todos los miembros de la Unión
Europea asuman compromisos de cara a esa defensa común europea en el
futuro. En ese sentido, mi valoración sobre la Presidencia finlandesa
es positiva, ya que está adoptando una actitud que es prudente por
una parte, pero muy positiva, por otra.

Comparto el deseo expresado por el señor Navas de una solución
negociada y el regreso de los refugiados de Kosovo. Sin embargo, no
debemos engañarnos, mientras no se retiren las fuerzas serbias los
refugiados no volverán ni metidos en camisas de fuerza. Eso lo
tenemos que tener claro, si no estaríamos haciendo un ejercicio de
pura y simple hipocresía. Estamos trabajando y estudiando las
modalidades de esa retirada, en la cual, créame, yo personalmente me
estoy esforzando lo que puedo. Tenga la seguridad también, señor
Navas, de que no hay contradicciones en cuanto a empleo con el libro
blanco de Delors, a cuya redacción yo mismo contribuí con lo mejor
que pude aportar de aquellos fructíferos años de Comisión presidida
por Jacques Delors.

Quiero dar las gracias al señor Mardones por su enfoque, como siempre
muy constructivo, y debo señalar que comparto sus preocupaciones
sobre la ZEC como muy bien ha dicho, le constan las gestiones y el
interés del ministro de Economía y Hacienda. Por mi parte, yo le
ayudaré en la medida de mis fuerzas para que encontremos un final
justo, que es tanto como decir un final feliz para ese problema.

Efectivamente, se hablará en Colonia del problema del nuevo Colegio
de Comisarios, aunque quizá todavía no se van a tomar decisiones
firmes que sería adoptadas probablemente a lo largo del mes de julio,
a medida que se constituya el nuevo Parlamento.

En cuanto al plan de estabilidad es efectivamente un plan
internacional, como yo prefiero llamarle, porque es lo que será a
partir de ahora; no es un plan ni un pacto, - como también se dice-
de estabilidad. Efectivamente hay que hacer un gran pacto para llevar
la estabilidad y el progreso a los Balcanes, pero desgraciadamente no
se agota el problema en un gran pacto. Hay que mantener después esos
acuerdos, enriquecerlos y regarlos cuidadosa y primorosamente. Por
ello yo hablo de un proceso de estabilidad, porque, al igual que hay
un proceso de paz en el Medio Oriente, aquí va a ponerse en marcha
ese proceso de estabilidad, que se realiza con plena participación
internacional, puesto que ahí además de la Unión Europea, que
liderará fundamentalmente los aspectos de cooperación económica y de
reconstrucción de la zona; además de la OTAN, que tiene que ocuparse
de los aspectos de la seguridad fundamentales para que pueda hablarse
de prosperidad y de desarrollo a medio y largo plazo y de atracción
de inversiones en la región, estará presentes la OSCE, Rusia y los
Estados Unidos, Montenegro, como observador especial puesto que habrá
una silla de momento vacía hasta tanto no se cumplan las condiciones
también para incorporar a Serbia y a Yugoslavia, y estarán presentes
todas las instituciones financieras internacionales: Banco Mundial,
el Fondo Monetario Internacional y las demás instituciones
multilaterales. Desde luego, si no se llega a poner en marcha este
proceso y a culminarlo no será por falta de presencia internacional.

Quiero agradecer también la intervención del señor Martínez Casañ.

Como muy bien ha destacado, la Europa de hoy no es la misma que la de
hace ocho o nueve años, y yo estoy convencido de que en muy pocos
años podremos decir lo mismo de la Europa de hoy. Comparto sus
observaciones, los datos que nos ha proporcionado, a los que ya me he
referido, y le agradezco su pleno apoyo.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Señor Costa, tiene la palabra por tres minutos.




El señor COSTACOSTA: Gracias, señor ministro, por la respuesta a
nuestras preocupaciones, y permítame una réplica en tono constructivo
pero también de reflexión en común, que es lo que importa a esta
Comisión. Usted es empresario y heredó de su familia un determinado
patrimonio. Si cuando lo transfiera a sus hijos tiene un 30 por
ciento menos de patrimonio ¿diría que ha sido un empresario de
éxito?. Eso es lo que está ocurriendo con la Agenda 2000 y las
perspectivas financieras. Sobre el estatus de 1999, la negociación
inmediata sufre una caída del 14,8 por ciento, pero, al final, es
mucho mayor y está en torno a la cifra que he mencionado. Que cada
uno que haga la valoración que quiera, pero esa es la realidad.

Reflexione si en el plano personal es un éxito lo que le he expuesto.

Se ha referido a las políticas de empleo y a la participación de
España en el documento de Chequers junto con el



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Gobierno de Blair, y a aludido a dos gobiernos centristas. Bueno, uno
más reformista que otro porque tienen un origen bastante diferente, y
lo veremos, a continuación, sobre algún tema. Dígame si podemos
hablar de creación de empleo en España mientras no se corrija el
diferencial de inflación que tenemos en estos momentos, se mejore la
inversión en I+D y se implemente adecuadamente la formación
profesional. ¿Cuánto van a significar para España estos elementos en
pérdida de competitividad y de empleo? Tiene mucho que ver con las
orientaciones de política económica y con la política monetaria de la
Unión Europa, con una verdadera política económica en Europa. Todos
esos planes absolutamente necesarios, a los que nos estamos
refiriendo, pueden saltar hechos añicos dentro de nuestro país si no
conseguimos mantener las cifras macroeconómicas en la media europea,
cosa que en estos momentos no estamos consiguiendo . A lo mejor
tenemos que revisar en poco tiempo esas afirmaciones tan
triunfalistas sobre creación de empleo porque estamos perdiendo
competitividad, a marchas forzadas, en nuestra economía.

Reformas institucionales. Me da la impresión de que los árboles no
nos dejan ver el bosque. He leído artículos de opinión de personas
que usted ha citado en su intervención respecto del resultado de
Amsterdam, y no son nada optimistas. Los que he leído, que han
participado directamente en esa negociación, son los más críticos con
las reformas que ha emprendido la Unión Europea. En cualquier caso,
afirmar con la rotundidad con que usted lo ha hecho que la
congelación de la reforma para la que estaba prevista la anterior
Conferencia Intergubernamental es un éxito para España puede ser
cierto en alguna medida, pero lo que es seguro es que no es bueno
para la Unión Europea. Difícilmente,- y por eso digo que los árboles
a lo mejor no nos dejan ver el bosque- la Unión Europea de quince
países, ampliada a cinco más, va a poder funcionar con los mecanismos
institucionales de adopción de decisiones que tiene en la actualidad.

Insisto en que es como usted ha dicho, pero el protocolo del Tratado
de Amsterdam es limitativo. Las reformas que requiere la Unión
Europea, desde mi punto de vista, son mucho más amplias que el número
de votos en el consejo y el número de comisarios tiene. Para que la
Unión Europea responda a los retos que tiene en la actualidad se
tendrán que abordar reformas más en profundidad y extender la
democratización a todas los ámbitos de la Unión. Sin ese precepto
difícilmente podremos seguir hablando de una Europa que responda a
las necesidades de los ciudadanos de la Unión.

Coincido con el resto de los temas y no entro a debatirlos, pero sí
creo que el Gobierno debe reflexionar profundamente sobre qué
reformas institucionales se deben realizar y en qué tiempo. Si no las
hacemos ahora, cuándo las haremos. ¿Las haremos con una unión a 21,
25 ó 28 países? ¿Será más fácil hacerlas entonces que ahora? ¿Entre
tanto, será posible funcionar con los mecanismos de esas dos reformas
que S.S. ha explicado? ¿Será posible adoptar decisiones, o tendremos
un gran edificio institucional paralizado e incapaz de adoptar las
decisiones que requieren los ciudadanos para ver realizados sus
objetivos? ¿Estaremos más cerca de esto que de la unión eficaz,
democrática,
transparente, capaz de dar respuesta a los problemas que todos
predicamos? Esa es la diferencia que existe entre el Gobierno actual
y los gobiernos que le antecedieron en Europa: la visión global, la
visión de futuro de la Unión Europea.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el ministro de Asuntos
Exteriores.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): No creo que
las cifras presupuestarias, ni en la Unión Europea ni en España ni en
ninguna parte, tengan que crecer indefinidamente en términos reales.

Algunas, además, disminuyen. En cuanto a España y la cumbre de
Berlín, se han conseguido importantes incrementos. Tengo aquí un
titular de otro periódico que no había citado, La Gaceta de los
Negocios, que dice: España logró en Berlín la mayor mejora del saldo
neto con la Unión Europea.

Un titular más que viene a reforzar esas afirmaciones. No sé si se va
a producir esa pérdida de patrimonio en la transferencia de mis
hijos, pero de la encomiable herencia recibida de gobiernos
anteriores, por lo que respecta a la Unión Europea, no sólo no la
hemos disminuido, sino que la hemos acrecentado, y de todo ello
deberíamos sentirnos orgullosos.

Con relación a los comentarios del señor Costa sobre esos medios,
algunas críticas se referían al cuadro de financiación de la Unión
Europea, pero el señor Costa ha reconocido, cosa que le honra, que
por lo que hace referencia a los saldos de España, esos comentarios
eran plenamente positivos. En cuanto a los aspectos de política
económica a que se refiere ya han sido objeto de varios y brillantes
debates por los verdaderos responsables. Sólo quiero insistir en que
las cifras de inflación de España, con indepedencia de que tienen que
mejorar, son las más bajas de la historia de España. Las cifras de
creación de puestos de trabajo también son las más positivas de la
historia de España - hay que tomar nota de ello,- y son las más altas
de la Unión Europea. Las cifras relativas al crecimiento económico
también son las más altas de la Unión Europea. En todo caso, no creo
que sea un debate que en estos momentos se ajuste al orden del día,
ni que favorezca las posiciones del señor Costa, por lo que no voy a
seguir discutiendo esta cuestión. El debate se puede cerrar en
términos satisfactorios, y de acuerdo básico sobre los temas que
deben discutirse en Colonia y sobre la posición de España. Donde el
interés de España es más claro es en la reforma institucional. Una
vez más, les doy las gracias por sus aportaciones a este debate.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor ministro, por su
comparecencia.




Se levanta la sesión.




Eran las doce del mediodía.