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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 31, de 10/12/1996
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DIARIO DE SESIONES DE LAS
CORTES GENERALES



COMISIONES MIXTAS



Año 1996 VI Legislatura Núm. 31



PARA ESTABLECER LA FORMULA Y PLAZOS PARA
LA PLENA PROFESIONALIZACION DE LAS
FUERZAS ARMADAS



PRESIDENTE: DON ALEJANDRO MUÑOZ-ALONSO Y LEDO



Sesión núm. 2



celebrada el martes, 10 de diciembre de 1996,
en el Palacio del Congreso de los Diputados



ORDEN DEL DIA:



Comparecencia del señor Ministro de Defensa (Serra Rexach), a fin de
informar sobre las líneas generales del proyecto de profesionalización de
las Fuerzas Armadas. A petición propia. (Número de expediente del
Congreso 214/000025 y número de expediente del Senado 711/000064.)



Se abre la sesión a las once y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a dar comienzo a la primera sesión
ordinaria de trabajo de esta Comisión Mixta Congreso-Senado, que tiene
como único punto del orden del día la comparecencia del señor Ministro de
Defensa para informar sobre las líneas generales del proyecto de plena
profesionalización de las Fuerzas Armadas, con la consiguiente no
exigibilidad del servicio militar obligatorio. Pero antes de dar la
palabra al señor Ministro, permítanme, señorías, que explique someramente
las motivaciones



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y razón de ser de esta sesión y la génesis de la misma.

Como bien saben, señoras y señores Diputados y Senadores, la plena
profesionalización de las Fuerzas Armadas, en el horizonte de los
primeros años del siglo XXI, fue anunciada por el Presidente del Gobierno
en su discurso de investidura como uno de los objetivos más señalados de
su programa. Esta Comisión Mixta encuentra su origen parlamentario en
aquel mismo anuncio. El Ministerio de Defensa se puso a trabajar en esa
misma dirección, con la finalidad de prestar a esta Comisión la
colaboración que fuera necesario, antes incluso de la constitución de la
misma el pasado mes de octubre. Así se me hizo saber tan pronto como
asumí esta presidencia, momento en el que recibí el más amplio
ofrecimiento de colaboración para los trabajos de la Comisión y de la
ponencia que en su seno había de constituirse. Para llevar a cabo esta
tarea el Ministerio puso en juego las capacidades técnicas que le son
propias y los equipos profesionales de que dispone, y lo hizo bajo la
dirección de una comisión de seguimiento de nuestros trabajos, creada al
efecto y presidida por el subsecretario del departamento y con presencia
de otras autoridades del mismo y de representantes de los cuarteles
generales de los tres ejércitos; una comisión de seguimiento que, sin
embargo, no se reunió formalmente hasta que no estuvo constituida esta
Comisión Mixta, y en aquella primera reunión, según me informó el
subsecretario, decidió ponerse a disposición incondicional de la Comisión
Mixta.

Yo deseo agradecer al señor Ministro, en nombre de esta Comisión, el
esfuerzo ya realizado, así como que haya querido venir personalmente a
darnos cuenta y a poner a nuestra disposición los primeros frutos de esos
trabajos que, sin mengua de la responsabilidad que nos atañe y de nuestra
libertad de estudio y debate, van a ser, sin ninguna duda, de suma
importancia para nuestra propia labor. Tanto el conocimiento de los
criterios básicos del departamento, en el marco del abanico de
posibilidades que se nos van a ofrecer, como el material de estudio que
se nos facilite serán de gran valor para la Comisión y para la ponencia.

Señor Ministro, gracias por esa colaboración, por su presencia y por sus
aportaciones.




El señor FERNANDEZ DE MESA DIAZ DEL RIO: Señor Presidente, pido la
palabra simplemente por una cuestión de orden. Advierto la ausencia del
Letrado de la Comisión y yo no sé si está legalmente constituida.




El señor PRESIDENTE: Está legalmente constituida. La Mesa ha decidido que
puede empezar a funcionar. El Letrado se va a incorporar inmediatamente.

He pensado que es mucho más conveniente que iniciemos nuestra sesión
antes que, por unos minutos, perder este tiempo.

El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Muchas gracias, señor
Presidente.

Señoras y señores Diputados y Senadores, es un honor para el Ministro que
les habla presentar ante la Comisión Mixta las líneas generales que a
juicio del Gobierno pueden enmarcar sus trabajos y que, como resultado de
los cuales, deberá desembocar en las necesarias disposiciones legales
para llegar a buen puerto con el histórico proyecto que hoy nos convoca
aquí. Se trata nada más y nada menos que de modificar sustancialmente un
modo de reclutamiento del personal de las Fuerzas Armadas. Pero no sólo
eso. Se trata de modificar unos hábitos sociales que cuentan con
doscientos años, con dos siglos de antigüedad, y que han conformado
profundamente no sólo las Fuerzas Armadas sino la sociedad española
entera. Es, por tanto, un proyecto de trascendencia histórica en el que,
modificando muy desde la base el germen mismo de las Fuerzas Armadas,
tenemos que conseguir unas Fuerzas Armadas que sean la más adecuadas para
lo que necesita la defensa de España en el siglo XXI.

Ha dicho el Presidente de la Comisión que ya en el discurso de
investidura del Presidente del Gobierno estaba el embrión de esta
Comisión. Yo quiero añadir que en ese discurso de investidura se dijo una
frase que ha servido de frontispicio para los trabajos internos que ha
realizado el ministerio y que creo que pueden enmarcar la actividad toda
que nos espera en los próximos meses. La frase era que España, los
españoles precisamos unas Fuerzas Armadas más operativas, más flexibles,
más reducidas y mejor dotadas. Con ello, señorías, damos cumplido
testimonio de lo que figuraba en el programa del Partido Popular, y digo
cumplido porque a mi juicio es sobrado. Se hablaba en aquel entonces de
alcanzar 70.000 profesionales en nuestras Fuerzas Armadas y de algunas
otras cosas como el incremento del haber en mano o la posible reducción
del tipo de prestación del servicio militar.

El informe que hoy me honro en presentar a SS. SS. --y que me gustaría
que en algún momento figure para que conozcan el volumen físico del
mismo-- encierra el propósito de que, en el plazo prometido de seis años,
España pueda estar dotada de unas Fuerzas Armadas constituidas
exclusivamente por profesionales; es decir, que quedará en suspenso la
obligación constitucional de la prestación personal del servicio militar.

Por la trascendencia, la importancia histórica del proyecto hemos
adoptado tres normas metodológicas. La primera es que entendemos que hay
que hacer esta reforma con el necesario sosiego, con la necesaria
reflexión. Algún poeta reciente dijo que el tiempo se venga de las cosas
que se hacen sin contar con él. Creemos que para no tener la venganza del
tiempo y, en todo caso, para que de la reforma salgan las Fuerzas Armadas
que necesita la defensa de España es bueno hacerlo con sosiego y
reflexión. Por eso, sin incumplir el plazo de los seis años, pensando que
es posible que en enero del 2003 todas las Fuerzas Armadas estén
constituidas exclusivamente por profesionales, creemos que es muy
conveniente tener un año --el año 1997-- de reflexión, estudio, propuesta
y elaboración del ramillete de normas legales que tendrán que dar
cobertura a la reforma.

La segunda consideración metodológica es que entendemos que una reforma
de esta trascendencia debe gozar no sólo del mayor refrendo social sino
también del mayor consenso político. Es posible que haya disparidades en



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cuanto al plazo, es posible que haya alguna disparidad en cuanto al
coste, pero entendemos que el trasfondo de la reforma --la supresión o la
suspensión del servicio militar obligatorio y la habilitación de unas
fuerzas exclusivamente profesionales-- está en el ánimo de todos los
grupos parlamentarios. Este deseado consenso nos parece conveniente,
digo, que continuara durante los trabajos en que la Comisión Mixta
efectúe su labor.

La tercera reflexión metodológica, relacionada con la segunda, es
permitir la mayor libertad de acción posible a esta Comisión. Ha sido el
propósito del Gobierno traer un informe abierto donde se brindan abanicos
de posibilidades, horquillas de actuación, de tal manera que se
constriña, al mínimo la labor que compete a esta Comisión Mixta. Sobre
estas tres consideraciones metodológicas se ha trabajado, ya lo ha dicho
el Presidente. En septiembre se recopilaron los trabajos en una comisión
interna del Ministerio de Defensa, con participación de los cuarteles
generales de la Defensa, de los tres ejércitos y del órgano central, para
que no quedara ninguna voz de expertos sin oír cuando se trajera, como
hoy se hace, el informe.

He citado antes una frase del Presidente del Gobierno. Yo querría
decirles que, en opinión del Ministro que les habla, esa frase, lejos de
ser sólo una expresión de voluntad política, es el compendio de una serie
de razones que aconsejan el rápido tránsito del modelo mixto actualmente
en vigor a un modelo exclusivamente profesional. Hay razones de todo
tipo. Razones estratégicas. La caída del muro de Berlín --la subsiguiente
extinción del Pacto de Varsovia-- ha hecho que nos encontremos
súbitamente en un mundo, desde un punto de vista estratégico,
completamente distinto al existente hace tan sólo diez años, impensable
hace diez años y que, a mi juicio, supone que en materia
estratégico-militar ya se hayan abierto las puertas del siglo XXI.

Recordemos que la principal organización defensiva occidental, la
Alianza, fundada en el año 1949, después de la II Guerra Mundial consagra
la existencia de un sistema de bloques enfrentados con mayor o menor
grado de tensión según los tiempos, pero siempre en niveles de tensión
importantes, y que definen la situación de todos los países del mundo
alrededor de cada uno de esos polos que conformaban los bloques de la
guerra fría. La súbita desaparición de uno de esos polos hace que ese
panorama, ese horizonte estratégico sea radicalmente cambiado. Lo
importante ya no son sólo los artículos 5 y 6 del Tratado de Washington,
la defensa del territorio, sino mantener la paz dentro y también fuera de
los límites de la Alianza. Esa situación de bloques tensamente
enfrentados, la desaparición de la amenaza más importante, se sustituye
por una pluralidad de pequeñas amenazas, de riesgos, creo que la palabra
que mejor definiría la situación es «inestabilidades» porque ponen en
peligro la estabilidad del más largo período de paz que ha disfrutado
Europa en los dos últimos milenios. Por tanto, es una situación
estratégica radicalmente diferente donde la misión fundamental de las
Fuerzas Armadas no es sólo la defensa del territorio, sino que ya se
empieza a hablar (reuniones de Londres, de Roma y de Bruselas, que
demuestran, entre otras cosas, la rápida capacidad de adaptación de la
Alianza), ya se empieza a hablar de misiones fuera de área, misiones de
gestión de crisis o de mantenimiento de la paz --el mejor ejemplo es el
de la antigua Yugoslavia-- para las que se necesitan unas Fuerzas Armadas
no sólo con un altísimo índice de preparación y de disponibilidad, sino
también con una enorme capacidad de movilidad o de proyección. Esas
Fuerzas Armadas que demanda la situación estratégica hacen, a mi juicio,
mucho más aconsejable, por no utilizar otro adjetivo, la
profesionalización de las Fuerzas Armadas. Por tanto, desde el punto de
vista estratégico está más que justificada la pretensión que hoy se trae
a esta sala.

Pero no son sólo razones estratégicas, razones técnico-militares también
aconsejan caminar en la misma dirección. Como saben sobradamente SS. SS.,
cada vez más los sistemas de armas encierran una complejidad, una
sofisticación tecnológica totalmente desconocida hace sólo unos pocos
años. Esa sofisticación, esa complejidad tecnológica hace que el uso y el
mantenimiento de esos sistemas de armas deba encomendarse a profesionales
expertos debidamente adiestrados, mucho más que a personal conscripto que
por definición está pocos meses en las Fuerzas Armadas. Por tanto,
también desde el punto de vista técnico-militar ya se ha notado, se ha
puesto de manifiesto, se ha expresado la necesidad en muchas ocasiones
por parte de los responsables de los servicios más tecnificados de
nuestras Fuerzas Armadas. Eso hoy puede ser predicable prácticamente del
total.

Pero no son sólo razones estratégicas ni razones técnico-militares, hay
también, como no se escapa a SS. SS., razones condicionantes sociales que
también aconsejaban la profesionalización total de las Fuerzas Armadas.

El cambio de los hábitos sociales, los nuevos hábitos en la juventud,
también en otras capas sociales y no sólo en la juventud, hacen que se
manifieste un rechazo progresivo al carácter obligatorio del servicio
militar y que, por tanto, se deba ir hacia una profesionalización. Nadie
da lo que no tiene o lo que no quiere dar, y progresivamente las
sociedades occidentales han demostrado que no querían dar prestación
personal para el servicio militar.

Por tanto, este ramillete, esta pléyade de razones de todo tipo ha
aconsejado la frase del discurso de investidura del Presidente del
Gobierno que he citado antes y que intenta plasmarse a través de los
proyectos de ley a los que abocará este informe. Desde ese punto de
vista, ¿cuáles son las características del modelo que se contiene en el
informe del Ministerio de Defensa? En primer lugar, a la vista de la
aceleración de los cambios sociales en los distintos campos a los que me
he referido, aconseja que la característica más acusada sea la
flexibilidad del modelo; tiene que ser un modelo muy fácilmente adaptable
a circunstancias que, como ha demostrado la experiencia reciente, cambian
con una rapidez inusitada.

En segundo lugar, señorías, me parece que tiene una trascendencia
fundamental --luego me referiré con algún detalle a la necesidad de
incrementar la conciencia de defensa-- saber que la profesionalización es
un fenómeno inseparable de la modernización de las Fuerzas Armadas.

Intentar hacer profesionalización sin modernizar, simultáneamente,



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al menos simultáneamente, el armamento y equipo de nuestros ejércitos, es
hacernos trampas en el solitario. Han pasado ya los tiempos en que la
potencia de los ejércitos se medía por el número de batallones. Hoy es
mucho más las sofisticación, la capacidad del armamento y es obvio decir
que sigue siendo esencial la moral de la fuerza, pero es cada vez más la
capacitación tecnológica del equipo del armamento de la fuerza lo que va
a dar la clave de la victoria en las guerras modernas. La guerra del
Golfo creo que puede considerarse el ejemplo más concluyente de lo que
estoy diciendo. En todo caso, la correspondencia entre los gastos de
material y personal va a darse, señorías, está dando en los últimos años
el primer toque de distinción entre unas Fuerzas Armadas de países poco
desarrollados, de segunda o tercera fila, que los diferencian de las
características de los que tienen los países más adelantados del mundo.

Casi podría establecerse una proporción aritmética: cuando los gastos en
personal son mayores del 50 por ciento, ese ejército es poco moderno. En
el caso de España, así se refleja en el informe, tan sólo allá por el año
1984 se consiguió superar los gastos de material a los de personal y en
seguida se volvió a la tendencia tradicional. Hoy, señorías, nos
encontramos con una proporción 57/43 entre gastos de personal y gastos de
material, lo cual nos deja en una situación desairada respecto a los
países de nuestro entorno, a los países a los que nos queremos parecer.

Señorías, un ejército mal equipado es un ejército no sólo escasamente
eficaz, es también un ejército que puede garantizar un elevado número de
bajas en caso de conflicto y otros daños colaterales indeseados, además
de que, aunque parezca paradójico, un ejército de estas características
es un ejército caro. Solemos repetir en el ministerio que no hay
ejércitos más caros que aquellos que no son capaces de cumplir sus
misiones operativas en el momento y en el lugar en que son requeridos
para ello. Por tanto, señorías, establecer una relación indisoluble entre
profesionalización y modernización será, espero, una muestra de la
responsabilidad del proyecto que conduzca a la meta deseada por todos de
que nuestras Fuerzas Armadas, siendo profesionales, sean más operativas
que lo que hoy lo son. Esto por lo que respecta al material, y luego,
como les anticipaba, me referiré un poco más a ello.

Por lo que respecta al personal ya he dicho que el proyecto que se
contempla es un ejército que el año 2003 pueda estar constituido
exclusivamente por profesionales con compromisos de distinta duración,
renovables y con el régimen jurídico y los incentivos que se establezcan.

Se contempla que esas Fuerzas Armadas permitan a los españoles de uno y
otro sexo que así lo deseen cumplir con el derecho constitucional que les
otorga el artículo 30 de nuestra norma básica.

La tercera característica en relación con el personal es la determinación
de los efectivos. Aquí había, señorías, un dilema. Podíamos fijar
voluntaristamente el volumen de efectivos, y hubiera predeterminado el
número de efectivos el deseo de la profesionalización. Nos ha parecido
que lo razonable, lo coherente y lo serio es que la determinación del
volumen de efectivos se establezca por el canal que tradicionalmente se
hace en otros países de la Alianza y por el que se ha hecho en España,
que es a través del proceso del ciclo de planeamiento que dará, como
saben SS. SS., el objetivo de fuerza conjunto. Este proceso de
planeamiento, que como SS. SS. saben acaba de comenzar, nos vendría a dar
a finales del año 1998 el objetivo de fuerza conjunto. Esto entorpecería
los trabajos de la reunión. Por eso he dado una directiva al Jefe de
Estado Mayor de la Defensa para que, en paralelo con las primeras fases
del ciclo de planeamiento militar, establezca un objetivo de fuerza
conjunto que si bien sea provisional, sea lo suficientemente aproximado
para tener una idea global del montante de los efectivos y, por ende, del
coste de la profesionalización que se inicia hoy. Este adelantamiento por
los cauces tradicionales del número de efectivos necesario estará a
disposición de la Comisión Mixta antes de que termine el primer semestre
del año 1997, con lo cual se puede establecer con todo rigor el número
exacto de efectivos. En todo caso, y es el primer ejemplo, se brinda una
horquilla. Aunque en el informe verán que se ha trabajado con modelos
distintos, se han puesto dos ejemplos que entendemos pueden cerrar la
horquilla. El extremo superior viene dado por el volumen de efectivos
actual establecido en el modelo de FAS-2000, que, como SS. SS. saben,
serían 180.000 militares profesionales, de los cuales, excluyendo los
cuadros de mando, aproximadamente 50.000, formarían un ejército compuesto
por 130.000 soldados y marineros profesionales. Todavía no es la
realidad. La realidad es que, una vez excluidos los cuadros de mando,
tenemos 180.000 y, como bien sabe la Cámara, estamos embarcados desde
hace tiempo en un proceso de reducción progresiva. Pues bien, el límite
superior de la horquilla que aquí se presenta es de 130.000 soldados y
marineros profesionales, equivalente, por tanto, al objetivo de fuerza
conjunto del último proceso de planeamiento y que figuraba en el proyecto
de FAS-2000 en vigor. Pensamos que es clara la posibilidad de reducir,
que también tendrá su límite, he dicho por dónde vendrá marcado, pero el
ejemplo que se pone es de 100.000 personas de soldados y marineros
profesionales. Por tanto, la horquilla está entre 100 y 130.000, y en
todo caso hay que continuar con el proceso de reducción en curso. Los
estudios nos dan una permanencia medida entre cinco y seis años,
contemplando, además, la posibilidad de que se pueda adquirir la
condición de personal profesional permanente.

La siguiente característica en lo que respecta al personal, que
consideramos de mucha relevancia, es la importancia que hay que dar a la
promoción interna de modo que se facilite al máximo posible el acceso a
las escalas básica, media e incluso superior del personal de tropa y
marinería. Quiere ello decir que si al final se terminan los trabajos
como están enfocados, las fuerzas Armadas españolas permitirán en su seno
la llegada de soldados profesionales, soldados o marineros, que puedan
ser generales o almirantes. Saben SS. SS., que así sucede en otros países
del mundo a través de las medidas de capacitación y promoción interna que
se establezcan al efecto. Entendemos que con ello se dará un paso no sólo
hacia la operatividad sino también hacia la ejemplaridad de las Fuerzas
Armadas en lo que a permeabilidad social se refiere.




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Señorías, se contempla la posibilidad de una movilización generalizada en
distintos escalones. El primero, y creo que también de trascendencia
histórica --es una antigua aspiración de la Guardia Civil--, es poder
utilizar a la Guardia Civil para realizar las misiones militares que se
le encomienden, y vamos a hacerlo en una norma de próxima promulgación.

Digo que es una vieja aspiración de la Guardia Civil realizar misiones
militares y entendemos que la profesionalización del ejército facilita el
cumplimiento de esta aspiración. El segundo escalón de la movilización
serían los efectivos de tropa y marinería profesional que hubieran sido
ya licenciados y que constituirían una reserva adiestrada y el núcleo
principal de la reserva movilizable, y el tercer escalón, solamente
utilizable en caso de un conflicto generalizado y duradero, en ese
supuesto habría que ir a una movilización no sólo del resto del personal
sino también de otros recursos de la nación si, como digo, fuera
necesario. Quizá la característica más importante del modelo es que
permite dos formas de ingreso, dos modalidades de acceso. La primera es
la de aquellas personas que sientan cierta inclinación por la profesión
militar o, en todo caso, que estén dispuestos a hacer de su profesión, en
el sentido en que utilizaba el término nuestro Código de Comercio, el
viejo de Sainz de Andino, una aspiración de ocupación permanente. Se les
ofrece la posibilidad de unos compromisos de tres años renovables y
pueden, como he dicho anteriormente, llegar a jubilarse en el seno de las
Fuerzas Armadas. La segunda modalidad se dirigiría a un público objetivo
diferente, sería para aquellas personas que no teniendo la vocación, el
propósito o el proyecto de dedicar su vida profesionalmente a las Fuerzas
Armadas sí quisieran bien ejercitar el derecho constitucional a la
defensa, al que ya me he referido, bien hacer esta prestación voluntaria
a la vista de distintas ventajas que de la misma se podrían derivar.

También pensamos que es una buena cosa, en la misma línea, complementar
las escalas superiores y medias de las Fuerzas Armadas aprovechando la
formación de jóvenes procedentes de la enseñanza de un nivel
universitario. Es una experiencia no desconocida en nuestra historia
reciente y pensamos que puede tener muchas ventajas, no siendo la menor
de ellas la permeabilidad entre el estamento militar y la sociedad civil,
ni tampoco la menor permitir una más fluida carrera militar a los
profesionales de las academias, descargando los eslabones, los grados
intermedios en personal con este origen universitario.

En consecuencia, señorías, el modelo diversifica la oferta, las formas de
incorporación y, por tanto, atiende simultáneamente a dos públicos
objetivo distinto. Entendemos que esa modalidad de corta duración
facilitará la difusión de la conciencia nacional de defensa y, como he
dicho antes, la creación de una reserva movilizable.

Señorías, durante todos estos meses hemos luchado y hemos intentado
presentarles un modelo que huya por igual de dos riesgos que han sido
considerados no sólo por nosotros sino por todos aquellos países que han
abordado la profesionalización de las Fuerzas Armadas. Los riesgos a los
que me refiero son, por un lado la marginalización y, por otro, la
mercenarización. Entendemos que para evitar la marginalización hay que
dar unos incentivos, de los que luego hablaré. Por otro lado, para evitar
la mercenarización es absolutamente imprescindible mejorar, extender,
profundizar en la conciencia de defensa nacional. Entendemos que este
modelo de doble acceso facilita la difusión de esta conciencia y también
facilita la cohesión y permeabilidad.

¿El modelo es viable? Entendemos que el modelo que se presenta, que se
contiene en estos tomos, es un modelo viable pero tiene unos
condicionantes de variada índole. Comenzando por los de índole
político-económica, hay que decir que igual que está muy extendida la
conciencia favorable a la supresión del servicio militar obligatorio, no
lo está, como consta sobradamente a SS. SS. y al ministerio, la
conciencia de la necesidad de elevar los gastos de defensa. El ejército
profesional, un ejército donde a cada soldado se le pague una cantidad
aproximadamente equivalente al salario mínimo interprofesional
naturalmente costará más dinero que un ejército al de conscripción
obligatoria. ¿Cuánto más? Lo decidirán las Cámaras. Se establecen aquí
distintas horquillas, pero en todo caso será más de los presupuestos que
hoy destina España a la defensa, aunque no más de los que establece la
legislación vigente. Como saben SS. SS. tenemos un objetivo vigente, hoy,
que es alcanzar el dos por ciento del PIB en los gatos de defensa. Los
modelos que aquí se propugnan, las distintas alternativas, sólo en el
caso más caro llegarían al dos por ciento del PIB. En todos los demás
supuestos, que --repito-- son ejemplos y admiten fórmulas intermedias, el
incremento de gasto es inferior.

Hemos intentado combinar el huir del riesgo de la marginalización con esa
concepción de los ejércitos, como dicen las Reales Ordenanzas, como parte
de la sociedad a la que sirven. En todo caso, pensamos que la misión
fundamental en sentido conceptual --el sentido legal está explícitamente
puesto en el artículo 8 de nuestra Constitución-- es conseguir, por un
lado, el respeto internacional a España en el Estado de Derecho que hoy
tenemos; es la misión básica que exige que nuestras Fueras Armadas sean
operativas. Siendo profesionales tendrán que estar mejor dotadas y esto
va a constituir el primer condicionante. Hemos puesto unos salarios, como
les digo, no superiores a los del sector civil. Hemos estudiado los
modelos de los países que han acometido la profesionalización últimamente
y hemos visto que determinados incentivos que existen en otros países
aquí serían de poca utilidad. Acceso a grados superiores de la enseñanza
o cobertura por el sistema de seguridad social son elementos que
utilizándose en otros países aquí tendrían poca virtualidad porque ya son
suficientemente asequibles para la generalidad de la sociedad. Por tanto,
era en la experiencia nacional donde más nos teníamos que fijar y, como
no se les escapa a ninguna de SS. SS., entendemos que la mayor
preocupación, la mayor necesidad que tiene hoy España, que tiene la
juventud española, es la obtención de un puesto de trabajo. Básicamente
traemos un abanico de incentivos en el que desde disminuir la dificultad
de encontrar un puesto de trabajo a, en el otro extremo, asegurar un
puesto de trabajo estable se recorre toda la escala, ofreciendo distintos
puestos de trabajo



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tanto en el Ministerio de Defensa, en las Fuerzas Armadas, como en las
administraciones públicas --me importa subrayar el plural--, así como en
las empresas y compañías privadas. Se tratará, por tanto, de establecer
un modelo que en un extremo permita, a los que así lo deseen, continuar
de modo permanente su estancia al servicio de las Fuerzas Armadas hasta
que alcancen la edad de jubilación, siempre que cumplan los requisitos
establecidos, y en el otro extremo permita que haya personas que no
quieran servir más que el tiempo mínimo, aproximadamente un año de
duración, a los que se les disminuirá la dificultad de obtener un puesto
de trabajo, bien con las habilitaciones académicas o laborales precisas,
por un lado, bien con un sistema de baremación o de reserva de plazas,
alguno de ellos existente en la actualidad, que podría incrementarse y
que constituiría, entendemos, el mejor aliciente para que nuestros
jóvenes, hombres y mujeres, se sientan más incentivados a servir a
España. De los modelos que hemos trabajado se deduce que será entre
15.000 y 20.000 el número de hombres y mujeres que cada año tendremos que
incorporar en la suma de las dos modalidades, de la de un año de duración
y la del compromiso a más largo plazo. Creemos que teniendo en cuenta la
situación demográfica, económica y social de España se puede hacer una
oferta que, sin ser excesivamente costosa, sea atractiva para atraer no
sólo a este número mínimo sino a un número de aspirantes que haga posible
los necesarios filtros de selección. De manera que el soldado o el
marinero profesional tendrá un salario directo, una retribución. Tendrá,
en segundo lugar, cubiertos otros gatos (locomoción, vestuario,
alimentación, dietas, etcétera) y tendrá además la posibilidad de una
mayor facilidad para obtener otro puesto de trabajo cuando abandone el
servicio a las Fuerzas Armadas.

Así las cosas, se presenta en el informe un abanico que oscila entre
100.000 y 130.000 soldados y marineros profesionales y se dan en cada una
de esas hipótesis dos alternativas. Primero, quedarnos con un mínimo en
el que los gastos de personal sean iguales a los gastos de material y
que, por tanto, el presupuesto en Defensa sea 50/50, es decir, siete
puntos porcentuales más de lo que hoy se destina al material y, segundo,
un modelo con una proporción más acorde con la de los países más
desarrollados que estaría en 60/40. Si fuéramos al modelo reducido de
100.000 hombres y al esquema de 50/50, el gasto total en pesetas de 1996
que exigiría el modelo supondría un billón 160.000 millones. Saben SS.

SS. que actualmente los gastos están en 870.000 millones de pesetas, que
son el presupuesto de 1997, que supondría, por tanto, un incremento de
250.000 millones y una proporción respecto al PIB del 1,48 por ciento. Es
decir, que en este modelo de 100.000 y 50/50 con el 1,48 del PIB
entendemos que podríamos tener unas Fuerzas Armadas íntegramente
profesionales y debidamente equipadas para la función que se les demanda.

En el extremo opuesto --ya me he referido antes a él-- está el modelo que
destina 60 por ciento al material, 40 por ciento al personal y unos
efectos de 130.000 hombres que exigirían 1,57 billones, lo que querría
decir el 2,01 del PIB. Entre medias se interpolan las otras dos hipótesis
previstas de 50/50 con 130.000 o de 60/40 con 100.000. Esto por lo que
respecta a los costos totales, incluyendo salario directo, costes
indirectos y los gastos asociados para el material que, como he dicho
antes, es una exigencia, a nuestro juicio, absolutamente imprescindible
si no queremos hacernos trampas en el solitario.

Les he dicho al comienzo, señorías, y con eso me acerco al final, que
entendemos que es necesaria la reflexión. Se propone un calendario en el
que, durante el año 1997, además de incorporar el mismo número de
profesionales que en este año --3.500 soldados-- se desarrollarán los
trabajos de la Comisión Mixta Congreso-Senado. Sería, por tanto, el
tiempo destinado a la reflexión. A nuestro juicio, esta reflexión deberá
tener dos fases muy distintas. La primera deberá ser la definición del
modelo resultante; la segunda deberá ser el análisis del período de
transición que, por tanto, estarán constituidos entre los cinco años que
restan entre el final de 1997 y el año 1998, si bien en 1998 hay una
estimación, grosso modo, que habría que incorporar entre 10.000 y 15.000
profesionales para tener absolutamente perfilado el objetivo de fuerza
conjunto en los años 1999 y siguientes.

Nos enfrentamos, por tanto, a un período de transición donde tenemos que
conjugar distintos elementos. Un elemento, sin duda, es la objeción de
conciencia, cuyas vicisitudes conoce sobradamente la Comisión; otro
elemento es la bolsa de prórrogas, y otro es la finalización a fecha fija
del servicio militar. Esto se podrá conjugar con el elemento común de las
disponibilidades económicas y entonces se ofrece a la Comisión una
pléyade de posibilidades muy distintas. Se puede reducir, incluso en esta
legislatura, el tiempo de prestación del servicio militar; se puede
incrementar el haber en mano; se puede incrementar el proceso de
profesionalización. Es decir, se pueden conjugar estos distintos
factores, se pueden drenar las bolsas de prórroga, exigiendo un mayor
nivel para la prestación del servicio militar. Se pueden utilizar, por
tanto, muy distintos instrumentos. Entendemos desde el Ministerio que la
prudencia aconseja esperar a ver cómo se van desarrollando los
acontecimientos para considerar cuál sería más necesario en cada momento,
y pongo como ejemplo la reducción del tiempo de prestación o el
incremento del haber en mano. En todo caso, pensamos que serán necesarias
medidas que incentiven la prestación en los años finales hasta su total
suspensión.

En conclusión, y para terminar, señor Presidente, señorías, hay un
consenso sobre que España necesita unas Fuerzas Armadas bien dotadas,
operativas, flexibles, reducidas y con altísimo grado de disponibilidad;
el reciente ejemplo del Zaire lo ha puesto de manifiesto. El modelo hoy
vigente se considera inadecuado para las necesidades del siglo XXI. El
objetivo que se pretende es el de unas Fuerzas Armadas totalmente
profesionales en las que, combinando el binomio
voluntariedad/profesionalidad con la duración temporal de la prestación
del servicio, se pueda acoger en su seno a la demanda más amplia posible.

Por último, se presenta un modelo en el que están unidos indisolublemente
la profesionalización y la modernización.

Señorías, la última conclusión y la más cara para el ministro que les
habla es que el nuevo modelo, que cuenta,



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entendemos, con el respaldo de la sociedad española, el apoyo de las
instituciones, y que garantiza el derecho constitucional de todos los
españoles a contribuir a la defensa nacional, requiere una extensión --ya
lo he anticipado-- del sentimiento de conciencia nacional. El Ministro de
Defensa que les habla utilizó gran parte de la primera comparecencia ante
la Comisión del Congreso y también del Senado para explayarse en la
necesidad de incrementar la conciencia de defensa. Intenté explicar
entonces que la conciencia de defensa descansa en la conciencia nacional
subyacente. Si alguien no valora al colectivo al que pertenece, será muy
difícil incentivarle suficientemente para que lo defienda, y ya,
señorías, no utilizamos la retórica decimonónica de hasta la última gota
de su sangre, aunque a veces, como también la reciente experiencia
histórica demuestra, es necesario. Sin retóricas al no uso, hay que decir
que si no comunicamos a los hombres y mujeres jóvenes españoles el valor
de lo que tienen, y no me refiero sólo a bienes materiales, el valor de
la prosperidad, sí, pero el valor de la libertad, el valor del Estado de
Derecho, será muy difícil que voluntariamente vengan a ofrecernos su
concurso personal para contribuir a esa defensa. Yo estoy convencido,
señorías, de que vamos a triunfar en esa tarea, y a ella estamos
consagrados en el Ministerio de Defensa, pero creo que esa tarea
constituye el telón de fondo imprescindible para que en el siglo XXI
España tenga los ejércitos que necesita y no menos los ejércitos que se
merece.

Nada más. Muchas gracias, señor Presidente, señorías.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro, por sus detalladas
explicaciones del proyecto.

¿Grupos que desean intervenir? Por el Grupo Parlamentario de Coalición
Canaria tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor Ministro, le expreso mi reconocimiento
por la amplia información presentadora de la documentación que usted nos
ha anunciado que trae para poner a disposición de esta Comisión Mixta
Congreso-Senado para estudiar el problema de la profesionalización de
nuestras Fuerzas Armadas.

Quisiera solamente decir que esta mi primera intervención no es, por
supuesto, para debate alguno, sino porque con esta fecha se inaugura este
trabajo que todos esperamos que tenga fertilidad y valor político para
solucionar el problema y dar una respuesta a la demanda que en este
momento la sociedad española, el Parlamento y el Gobierno se plantean con
respecto a este asunto y, por tanto, lo dejaremos a la evolución del
tiempo, una vez que conozcamos los trabajos cuya presentación nos ha
hecho el señor Ministro. Le garantizo, señor Ministro, que por la
sensibilidad que los temas de defensa tienen precisamente en nuestro
Archipiélago, por las cuestiones de lejanía de los grandes núcleos
operacionales de las Fuerzas Armadas en el territorio peninsular español,
y por esa sensación que a veces allí siente uno de inseguridad por la
posición estratégica en que la geografía nos ha situado, no cabe duda y
no tengo que poner más énfasis en el interés con que el Grupo de
Coalición Canaria ve este tema y por entender que, junto a la aportación
del valor ciudadano en la defensa de su territorio, en esta comunidad
autónoma, por las condiciones geoestratégicas que he señalado, la
cuestión profesional, de equipamiento y de dotación de todos los sistemas
defensivos son fundamentales para garantizar este sosiego en el
Archipiélago.

Al hilo de su intervención quisiera plantearle cuatro preguntas, señor
Ministro, permitiéndome empezar por la siguiente. Cuando usted ha hablado
de reflexiones metodológicas, al final ha situado la tercera en la
libertad de trabajo de esta Comisión sobre un documento abierto, que es
lo que se nos entrega. Yo quisiera presentarle una cuarta reflexión o
petición. Si es un documento abierto yo pediría (y espero que la
Presidencia y la Mesa de la Comisión puedan encauzar la propuesta que voy
a hacer) que quede el departamento muy abierto, con sus cuadros de mandos
profesionales de la milicia, para informar a esta Comisión. Es decir, la
total disponibilidad de los mandos militares de su departamento, de
Tierra, Mar y Aire, para que con total libertad también informen a la
ponencia de trabajo y a la Comisión lo que decida por la Presidencia y la
Mesa de la misma, porque no se nos oculta, señor Ministro, que para tomar
decisiones a nuestro nivel político sobre un documento abierto, haciendo
propuestas y sugerencias que el sentido común y la prudencia aconsejan
que se hagan sobre la operatividad de nuestras Fuerzas Armadas, sobre
cuestiones económicas, sobre cuestiones sociales, sobre cuestiones de
sistemas de armas, etcétera, tengamos que ser suficiente y
profesionalmente asesorados o conocer las opiniones que al respecto
tengan los máximos mandos militares de nuestras Fuerzas Armadas. Por eso
hacía esta petición de que, en las comparecencias que se puedan
solicitar, la aportación del ministerio sea libre, total y absoluta,
señor Ministro, para que nosotros podamos trabajar con conocimiento de
causa en las decisiones que se tomen.

La segunda cuestión que le planteo, señor Ministro, es que puede caber
que entremos en un debate, dado que en la información del señor Ministro
he visto que se trata de un documento abierto (modelos, relación
presupuestaria, relación de efectivos en las horquillas que nos ha
señalado el Ministro), está todo abierto menos la duración. Parece ser
que aquí se ha puesto una fecha fija, que es el año 2003, para que entre
en funcionamiento. Quisiera conocer la opinión del señor Ministro sobre
esta cuestión, sobre todo cuando ya al final de su intervención --y me ha
parecido muy acertado-- ha introducido dos de las variables más
aleatorias con que nos vamos a encontrar: que el departamento pueda
reducir la duración del servicio militar hasta el año 2003 o que pueda
incrementar la dotación en mano del personal de tropa. Estas son dos
cuestiones aleatorias muy importantes que pueden distorsionar --no lo
digo en sentido peyorativo-- como fórmula de proposición matemática las
relaciones entre gastos de personal y gastos de material.

Hay otra cuestión a la que el señor Ministro no ha aludido, porque se ha
referido solamente a la duración del servicio militar hasta que se
alcance esta fecha fija que usted ha puesto en el 2003, y en ese sentido,
señor Ministro, quisiera



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preguntarle si el departamento tiene la previsión de alterar las grandes
cantidades presupuestarias en sistemas de armas. Me explico. Si no se va
a introducir ninguna variable más en el binomio que usted planteaba, que
es fundamental, de personal-material, para llegar a unas proporciones
--usted decía que, por ejemplo, en este momento estamos en un 57 por
ciento de gastos de personal frente a un 43 por ciento de gastos de
material--, si el ministerio piensa hasta el año 2003 mantenerse al aire
de esa proporción, podemos estar haciendo cálculos aproximados, aunque
sea el 50/50, pero si el ministerio entra en programas de nuevas
fragatas, en el programa de los carros de combate Leopard o de cualquier
otro sistema de armas o misiles, entonces se nos distorsiona de una
manera muy fuerte. Por tanto quisiéramos saber, no en este momento sino a
lo largo de los trabajos, si va a haber alguna distorsión económica en
los gastos de material, porque entonces no estaríamos trabajando desde el
inicio con unas cifras en que trataremos siempre matemáticamente de que
esas variables sean más bien constantes, porque usted sabe que si se
introducen gastos en el programa del Eurofighter 2000, en las fragatas o
en los carros Leopard, que por ahora están aparcados, apárquese lo que se
pueda aparcar sin que eso vaya a ir en demérito de dejar hasta el año
2003 a nuestras Fuerzas Armas sin los medios materiales y de sistemas de
armas que le quiten toda su utilidad y operatividad, al menos para los
ejemplos que usted ha señalado, que vienen siendo los habituales de
servicios en el exterior, en programas de Naciones Unidas o de ayuda en
misiones de paz.

Hay una última cuestión que le quiero plantear, señor Ministro. Al
alargarse tanto en el tiempo el estudio, aunque esta Comisión tiene un
año de plazo para efectuar el mismo, una vez que esta Comisión en su año
de plazo termine el trabajo y presente la alternativa definitiva al
ministerio, quisiera saber si el Gobierno se reserva alguna decisión para
no introducir inmediatamente la puesta en servicio o en aplicación de la
recomendación o lo que apruebe esta Comisión parlamentaria, que es
soberana políticamente, en la propuesta que haga del modelo de fuerzas
profesionales.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i
Unió), tiene la palabra el señor Campuzano.




El señor CAMPUZANO I CANADéS: Antes que nada también deseo agradecer la
presencia del Ministro en esta primera sesión de trabajo de la Comisión
Mixta. Le agradezco el contenido de su intervención, aunque todo lo que
nos ha dicho ya fue dado a conocer ayer a los medios de comunicación y,
por tanto, el trámite de hoy no es tan sólo formal, porque tiene un
contenido material evidente, y la comparecencia del señor Ministro viene
muy marcada por su información ayer a los medios de comunicación,
legítima, pero que condiciona buena parte del interés informativo que
puede tener su presencia hoy aquí. En todo caso, lo importante es que la
Comisión Mixta empiece sus trabajos y para empezar a mí me gustaría
recordar algunas ideas que en la intervención del señor Ministro no se
han puesto de manifiesto y que creo que son importantes.

Si esta Comisión Mixta se crea y si en el discurso de investidura del
señor Aznar se asume el objetivo de la profesionalización de las Fuerzas
Armadas, es como resultado o de manera muy significativa del acuerdo de
gobernabilidad entre Convergència i Unió y el Partido Popular. Esta es
una propuesta electoral de Convergència i Unió y constituyó, junto con
otros elementos, una razón clave para explicar la posición de nuestro
grupo parlamentario en este proceso de investidura. Es más, la propia
creación de esta Comisión es resultado de un acuerdo entre los grupos
parlamentarios Popular y de Convergència i Unió. Por tanto, desde esta
satisfacción por haber participado e impulsado este proceso, iniciamos
estos trabajos convencidos de que hoy ya nadie en el Estado español, en
el terreno de las ideas, discute el objetivo del fin de la mili
obligatoria y la necesidad de avanzar hacia la plena profesionalización
de las Fuerzas Armadas.

Hace unas semanas, examinando papeles en relación con estas cuestiones,
leía las palabras del hoy Vicepresidente de esta Comisión, don Salvador
Carrera, entonces portavoz de nuestro grupo parlamentario en el Congreso,
miembro de la comisión que estudió el modelo de 1991, en las que
afirmaba, ya en el año 1991 --y consta en el «Diario de Sesiones»--, que
seguramente entonces debíamos de tomar la decisión de avanzar hacia el
fin de la mili obligatoria. En esta perspectiva de cinco años yo creo que
todos somos conscientes de que si en 1991 hubiésemos decidido avanzar
hacia el fin de la mili obligatoria, algunos de los problemas que hoy se
nos plantean se hubiesen superado. Por tanto, nuestro grupo parlamentario
inicia este debate con mucha seguridad, con la que da el hecho de que
desde hace tiempo defendemos esta necesidad de avanzar hacia el fin de la
mili obligatoria, estando convencidos de que hoy en el terreno de las
ideas nadie tiene argumentos en contrario, ni siquiera aquellos que en el
año 1991 e incluso hace pocos meses argüían motivos ideológicos en la
defensa de la mili obligatoria. Escucharemos hoy las intervenciones de
los distintos portavoces, trabajaremos en el seno de la Comisión, pero
creo que ésta es una batalla que ya se ha ganado por dos razones --y
usted lo ha dicho--, porque el contexto internacional es diferente, con
la caída del muro de Berlín y el nuevo papel que juega la OTAN, y la
aparición de un nuevo orden internacional obliga a todos los Estados de
la Unión Europea a avanzar hacia un cambio de modelo muy radical; y, por
otro lado, porque existe una realidad social más que evidente. Las
encuestas que el señor Ministro conoce, el auge de la objeción de
conciencia y la misma existencia del aumento de la insumisión son
elementos que justifican que hoy la razón de Estado sea la razón de los
ciudadanos, que obligan a acabar con un sistema que seguramente está muy
lejos de las expectativas que tenían los ciudadanos en relación a la
defensa del Estado. Por tanto, ha habido esta coincidencia entre las
razones de los gobernantes y las razones del conjunto de los ciudadanos.

Hoy aquí el Ministro nos hace entrega de estos materiales para que los
grupos parlamentarios los podamos estudiar. A nosotros nos es muy difícil
pronunciarnos sobre el contenido de lo que ha dicho. Tenemos que leer con
calma



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esta documentación, contrastarla con los técnicos, con los profesionales
de la materia, con personas ajenas al Ministerio de Defensa y que
seguramente tienen aportaciones que hacernos e iniciar los trabajos de la
Comisión. Por tanto, no voy a entrar en muchos de estos contenidos, pero
sí me gustaría avanzar algunos principios generales de nuestro grupo
parlamentario para enmarcar un poco este debate.

De entrada debo decir que el modelo de Fuerzas Armadas es consecuencia de
un determinado modelo de seguridad y éste es el que determina muchísimas
otras cosas. Sería importante que en los debates de la Comisión y en el
diálogo entre el ministerio y los grupos parlamentarios esta perspectiva
del modelo global de seguridad se tenga también en cuenta, un modelo de
seguridad que ha de responder a necesidades sociales. A mí sinceramente a
veces me preocupa, aunque puedo compartir algunas de las ideas --y creo
que es obligación del Ministro de Defensa hacer este discurso--, esta
reiterada exigencia de mayores dotaciones para la defensa. Es obligación
del Ministro de Defensa exigir mayores recursos para desarrollar sus
labores, es obligación de cualquier ministro y seguramente lo es más del
Ministro de Defensa, eso nadie lo puede discutir, pero muchas veces,
cuando nos comparamos con otros Estados de la Unión Europea, también
hemos de recordar que en otros aspectos estamos lejos también de esta
convergencia europea. La convergencia europea va a ser necesaria en
materia de defensa, pero aún tenemos otras convergencias europeas aún
pendientes. Creo que es bueno que el Parlamento también le recuerde al
Ministro de Defensa esta perspectiva, que ese modelo de seguridad ha de
estar también en relación con esas necesidades sociales.

En primer lugar, este modelo se incardina en uno más amplio que es el
europeo. No es un modelo autárquico, sino que tiene sentido en la medida
que estamos desarrollando y vamos a impulsar un modelo europeo de
seguridad compartida. Este es el debate de fondo interesante y
apasionante y es al que me parece que debemos contribuir. Creo que hoy el
gran esfuerzo ha de ser contribuir a generar conciencia europea de
seguridad. Hoy o analizamos esa seguridad y esa conciencia en clave
europea o nos quedamos, pienso, al margen de los tiempos. Además, este
modelo que responda a estas necesidades sociales, que se incardine en
este modelo europeo de seguridad ha de responder a los nuevos principios
que estamos desarrollando en materia de seguridad en el conjunto de la
Europa moderna y de los Estados que componen la Alianza Atlántica. Creo
que existe suficiente literatura, no del mundo pacifista sino del propio
mundo de la NATO, que avala esta necesidad de avanzar hacia conceptos
basados en la cooperación, en la diplomacia preventiva, en los mecanismos
de confianza, etcétera. Me parece que este modelo que vamos a desarrollar
aquí se incardina en esta perspectiva. Por tanto, se trata de un modelo
de Fuerzas Armadas en función de un modelo de seguridad.

Entrando en el modelo de Fuerzas Armadas deseo realizar algunas
apreciaciones a título muy genérico y a la espera de entrar a discutir
los papeles. Primero, nuestro grupo parlamentario apuesta porque el nuevo
modelo que definamos sea, de los posibles --basándonos en el principio de
la suficiencia mínima razonable--, el menos grande; ésta es una primera
idea. Pronunciarme hoy sobre una de las cuatro opciones me parecería
absolutamente imprudente y frívolo por mi parte --no conocemos las
cifras--; pero como criterio general abogamos por el modelo de Fuerzas
Armadas más reducido y, por tanto, el que sea menos costoso posible.

Abordar la discusión de los costes, que va a ser uno de los temas
importantes que va a haber, también me parece imprudente. Algunas de las
cifras que apunta el señor Ministro no son descabelladas; otras son como
mínimo chocantes. La cifra de 700.000 millones de pesetas que en algunas
de las opciones se apunta es realmente difícil de asumir desde muchas
perspectivas, entendemos que seguramente el coste presupuestario que va a
tener la profesionalización va a ser superior que la previsión
presupuestaria que hoy tenemos, pero es evidente que la voluntad política
ha de ser procurar que este coste no sea superior. Creo que a los
ciudadanos les va a ser difícil entender que un modelo de Fuerzas Armadas
sea excesivamente costoso respecto al que hoy tenemos. Seguramente
entenderían que fuera un poco más costoso, pero no excesivamente. Ahí es
donde debemos encontrar este punto de coincidencia.

Hay una cuestión que usted ha mencionado en la que no podemos coincidir y
creo que el Grupo Popular tampoco puede y es la que hace referencia a la
puesta en marcha del modelo o a su plena asunción. He de recordar que el
documento que justificó la creación de esta Comisión afirma que
finalizará sus trabajos al año de su constitución y establecerá como
plazo para la consecución de este modelo profesional el del año 2001, y
continúa: siempre y cuando lo permitan las necesidades presupuestarias y
las necesidades de la defensa. Para nosotros hoy, a principios de
diciembre, cuando usted comparece por primera vez en esta Comisión Mixta,
el objetivo del 2001 es aún posible, porque no hemos entrado a analizar
los presupuestos y las exigencias de la defensa y, por tanto, la posición
inicial del Grupo Parlamentario de Convergència i Unió es entender que es
posible llegar a este objetivo en la presente legislatura; es más,
situamos como prioritario el objetivo de asumir esto en el año 2001 antes
que afrontar otras cuestiones. Puestos a estudiar el tema, quizás será
mejor entender que este proceso sea más corto, antes, por ejemplo, que
afrontar la reducción a seis meses de la mili, como posición de entrada,
sin conocer aún los aspectos más técnicos de esta cuestión. Por tanto, se
trataría de ligar estas dos cuestiones: contingente reducido y voluntad
de que el coste no sea excesivo, y de dar prioridad a la voluntad de que
el proceso no sea demasiado largo en el tiempo, por todos los riesgos que
seguramente va a tener, y, por tanto, que se sitúe este período corto por
encima de otras posibles prioridades que existan.

Permítame que le exponga dos ideas más en este concepto más general.

Sería importante que utilizásemos una expresión que creo que en otros
Estados de Europa se emplea para referirse a los soldados, a los
oficiales y a la tropa, como es el de ciudadanos de uniforme. Creo que
cargar de contenido civil este nuevo proceso que va a implicar



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la modernización de las Fuerzas Armadas implica también dejar muy claro
que aquellos profesionales que van a vestir uniforme y van a desarrollar
estas funciones son ciudadanos de un Estado democrático que visten de
uniforme. Me parece que es una idea importante que debería ser asumida en
el discurso que se desarrolle desde el Ministerio de Defensa.

Sería importante también que este nuevo modelo, con todas las prudencias
que hiciesen falta, tuviese muy en cuenta lo que va a ser el carácter
plurinacional, plurilingüístico y pluricultural del Estado. Creo que la
modernización de las Fuerzas Armadas es una apuesta que va a implicar
también encontrar hoy mayor sintonía en esta línea. Ayer mismo tanto
Salvador Carrera como yo tuvimos oportunidad, por ejemplo, de mantener
una conversación con el responsable de la Generalitat que trabaja en
relación con la Cuarta Región Militar y nos explicaba buena parte de los
programas que están desarrollando en colaboración con las Fuerzas Armadas
en la línea de ese reconocimiento del carácter plurinacional,
plurilingüístico y pluricultural del Estado español. Nos parece que ésa
es una línea que en esta nueva fase debemos desarrollar.

Afrontamos, por tanto, este proceso desde la voluntad del consenso
político. Entendemos que éste es un proceso en el que todas las fuerzas
parlamentarias presentes en esta Comisión debemos buscar puntos de
coincidencia. Debemos trabajar por el consenso institucional también.

Buena parte de las propuestas que nos plantea el Ministro van a ser
viables si el conjunto de las instituciones, de las comunidades
autónomas, de los ayuntamientos se implican, y, por tanto, nuestra
voluntad es contribuir como grupo parlamentario a este consenso
institucional y también al consenso social en relación a la transición y
al modelo. Difícilmente va a ser viable este modelo si el conjunto de la
sociedad no lo asume como propio, y, por tanto, hemos de procurar que
éste no sea tan sólo un debate de esta Comisión Mixta o de los
profesionales o de los militares, sino del conjunto de la sociedad. La
creación de esta conciencia colectiva de la seguridad que el Ministro
reclama tan sólo es posible si creamos complicidades con el conjunto de
nuestra sociedad y eso va a implicar también resolver en sentido positivo
problemas paralelos a los que hoy existen en relación al servicio
militar, que también exigen soluciones por parte de nuestra sociedad.

Desde la perspectiva del Grupo Parlamentario de Convergéncia i Unió vamos
a trabajar desde esa voluntad de consenso, convencidos de que hoy
iniciamos un proceso político importantísimo, seguramente uno de los más
importantes que se van a desarrollar en esta legislatura, que este
Gobierno va a desarrollar. El Ministro lo sabe perfectamente y, por
tanto, lo que nos va a tocar a todos es ejercer esta máxima
responsabilidad, cada cual desde sus posiciones políticas, pero con la
voluntad de encontrar espacios de coincidencia.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, el señor Meyer tiene la palabra.




El señor MEYER PLEITE: Señor Presidente, agradezco también al señor
Ministro esta comparecencia en este día que efectivamente se puede
convertir en histórico, sin duda lo va a ser, como es el día en que se
decide definitivamente avanzar en la transformación del ejército
obligatorio en un ejército profesional. Creo --sinceramente así lo pienso
y así lo digo-- que esto significa una conquista clara de la sociedad
civil en un progresivo avance en la desmilitarización de las sociedades
modernas. Significa un cambio cultural sin precedentes, resultado, en
primer lugar, del empuje de los valores pacifistas de las sociedades
modernas, de esas posiciones firmes de todos los valores de la paz, de
las movilizaciones de los años ochenta en el conjunto del mundo y de
movimientos religiosos que plantean con claridad un cambio cualitativo en
lo que significan las inversiones. Indudablemente si alguien se tiene que
apuntar este tanto social e histórico --y es obligado reconocerlo--,
serían, en primer lugar, los objetores de conciencia, los centenares de
miles de jóvenes españoles que entendían que su mejor contribución para
la paz era forzar este cambio, los jóvenes insumisos y muy por detrás las
fuerzas políticas, que también hemos defendido en nuestros programas
electorales este cambio, tal vez porque, efectivamente, sintonizábamos
con este movimiento amplio; movimiento amplio que no solamente se
circunscribe a nuestro país: Bélgica, Holanda y Portugal ya han decidido
la profesionalización; Francia, Alemania e Italia están debatiendo este
asunto y, por lo tanto, todo indica que estamos ante un cambio cultural
sin precedentes.

¿A qué se debe ese cambio cultural? El señor Ministro ha avanzado algunos
criterios. Yo creo que efectivamente la disolución del Pacto de Varsovia,
la caída del muro de Berlín, en definitiva, la desaparición de la
política de bloques permiten con más claridad cuál es el problema real de
la seguridad en el mundo, que es el subdesarrollo, el hambre, la pobreza,
y que de ahí pueden derivar conflictos y tensiones y que, por lo tanto,
desde el punto de vista de la seguridad internacional, es necesario, en
primer lugar, abordar un esfuerzo inversor sin precedentes para conseguir
un nuevo orden económico internacional. Eso sería lo más relevante de
este período que nos va tocar vivir en la perspectiva del siglo XXI. Y en
ese cambio de escenario lo novedoso es que en la última década --de 1985
a 1994-- se está produciendo una disminución de los gastos militares sin
precedentes. Los gastos militares en la Europa del Este han bajado un
tercio, en la Europa occidental un 33 por ciento y en el mundo en su
conjunto un 30 por ciento. En investigación y desarrollo militar también
se ha bajado un 30 por ciento y el personal militar también ha disminuido
en torno a un 12 por ciento en el mundo, un 25 por ciento en la Europa
del Este y un 20 por ciento en la Europa occidental. Se ha pasado de 29
millones de efectivos a 24 millones y más de un millón de hectáreas
destinadas a uso militar se han reconvertido para uso civil.

Este es el marco en el que nos vamos a mover, en el que se van a mover
los trabajos de esta Comisión Mixta. Habrá que tener en cuenta estos
datos de la nueva realidad internacional, saber por dónde va la
preocupación en estos momentos sobre la seguridad internacional. Entramos
también



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en el debate de la destrucción de armamento. Es importante saber cómo se
va a abordar la destrucción de armamento, tanto nuclear como bioquímico,
una destrucción limpia, sin que atente contra el medio ambiente. Se dice
que solamente en la Europa oriental para destruir el armamento nuclear se
necesita una inversión de un billón de dólares de Estados Unidos, es
decir, que estamos ante unos retos importantes, otro de los cuales es la
destrucción de armamento bioquímico, cuya Convención se pone en marcha el
24 de abril de 1997, lo cual significa un avance importante en esa nueva
ola cultural en donde lo que está prevaleciendo es cómo estudiar la
destrucción de armamento nuclear, cómo no permitir el uso de armamento
bioquímico en el escenario, etcétera.

La OTAN se está replanteando su acción estratégica militar. Dice que hay
que descartar un conflicto masivo y que todas las acciones militares se
tienen que empezar a estudiar sobre la base del nuevo concepto de armas.

Se habla de las armas no letales, un término ambiguo pero que viene a
indicar la necesidad de abordar los conflictos con el menor daño personal
posible y con la mayor eficacia en la destrucción técnica del material.

Por lo tanto, dentro de la OTAN se empieza a teorizar sobre la necesidad
de avanzar en este tipo de armamentos. En ese marco empieza su andadura
esta Comisión en el marco de un debate internacional importante, y
dependiendo de cómo se resuelva ese debate, indudablemente el modelo del
ejército profesional será uno u otro.

Sin adelantar posiciones, porque hoy vamos a recibir los trabajos que nos
ha adelantado el señor Ministro en su comparecencia, voy a señalar
algunos principios generales que nuestra formación política viene
defendiendo en campaña electoral en las anteriores legislaturas. Vamos a
discutir qué tipo de ejército profesional, el tamaño, la dimensión, cuál
será su armamento, el gasto del modelo en su conjunto, la investigación y
desarrollo en relación con este ejército sobre las enseñanzas militares
--que me imagino que también habrá que debatir--, la reconversión posible
de las industrias auxiliares hacia lo civil, etcétera. Yo voy a adelantar
algunos perfiles que nosotros consideramos importantes.

En primer lugar, nosotros nos vamos a oponer con rotundidad a cualquier
intento de aumentar el gasto militar, de forma que el ejército
profesional signifique un mayor esfuerzo de inversión para el conjunto de
la sociedad española. Nosotros entendemos que es más que suficiente en
torno al 1 por ciento del PIB, con un ejército reducido, el más reducido
posible dentro de lo que significa el nuevo marco de seguridad --marco de
seguridad compartida-- que nosotros defendemos, entendiendo que se
trataría de un ejército de defensa defensiva, valga la redundancia, con
ese término técnico que alude a un ejército preparado para defender, no
para atacar, y en el marco de una filosofía defensiva del desarme, de la
reducción de armamento, de la cooperación internacional y de
participación en misiones de paz. Por lo tanto, nosotros vamos a plantear
con claridad nuestra oposición rotunda a que el resultado final de esta
reconversión signifique un mayor esfuerzo de inversión por parte de los
españoles para mantener el ejército profesional. Yo creo que es posible
combinar una inversión parecida a la actual, incluso menor, con un
ejército profesional suficientemente dotado para misiones defensivas y
para misiones de paz.

Quiero adelantar también que para nosotros sería interesante que en el
nuevo ejército profesional se respetara la resolución 487 del Consejo de
Europa, en el sentido de reconocer plenamente los derechos de la
sindicación del conjunto de los miembros de las Fuerzas Armadas para
hacer compatibles los derechos civiles de los profesionales de las
Fuerzas Armadas con sus misiones asignadas por la Constitución. Creemos
que se debe reconocer también el derecho a la libre afiliación a las
asociaciones de soldados del próximo ejército profesional, el derecho de
reunión sin armas de los soldados, y nosotros nos vamos a oponer --no
podía ser de otra manera-- a que la Guardia Civil cada vez sea menos
civil y más militar. Nosotros creemos que es un error, que significa un
obstáculo para lo que demanda la sociedad española en perspectiva del
Estado federal de un modelo policial propiamente federal y en donde la
Guardia Civil, si tiene que avanzar en algo, es en la desmilitarización y
no en la militarización. Por lo tanto, nos parece un error importante que
a la Guardia Civil se le asignen esas tareas militares de defensa
territorial en caso de conflicto o de tensión.

Para concluir nosotros entendemos que en el día de hoy se inicia un
trabajo importante; se puede cerrar --y cerrar bien-- la necesidad de
desterrar y abandonar el ejército de leva, el ejército obligatorio por un
ejército profesional y nosotros vamos a contribuir, en la medida de
nuestras posibilidades, a que se tenga en cuenta ese nuevo escenario, a
que todos los esfuerzos de inversión se dirijan, fundamentalmente, hacia
la reconversión de todo lo que significa el entramado militar hacia lo
civil y a mantener un ejército profesional cuyo trabajo, como algunos
técnicos de la OTAN plantean, casi se convierta en misiones de policía; a
nivel internacional lo plantea la OTAN y a nivel nacional los ejércitos
deben ser cada vez más reducidos en esa nueva filosofía de paz, una
filosofía de destrucción de armamento nuclear, de destrucción de
armamento bioquímico, de reducción de armamento convencional, y deben
convertirse en profesionales que busquen la protección del territorio
nacional y que presten ayuda en misiones humanitarias y en misiones de
paz internacional.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Moya.




El señor MOYA MILANES: Gracias, señor Ministro, por su comparecencia y
sus explicaciones. Nos hubiera gustado que estas explicaciones hubiesen
tenido su primer momento hoy en sede parlamentaria. No le oculto un
cierto malestar en el Grupo Socialista como consecuencia de haber venido
a esta Comisión en el día de hoy yo diría que en el segundo tiempo del
partido. Ayer hizo usted una presentación, esquemática, es cierto, pero
de los contenidos fundamentales, ante los medios de comunicación, foro
que me parece absolutamente respetable y creo que es legítimo por su
parte que lo haya hecho de esa manera, pero entiendo



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que dada la trascendencia que por otra parte el Gobierno ha querido dar a
esta Comisión, llenándola de contenido, dotándole de un carácter mixto
Congreso-Senado y dándole una relevancia para sus estudios y trabajos que
a nadie se le oculta, hubiese sido mejor haber iniciado su andadura
constituyéndose en el primer foro donde se recibe el anuncio inicial, el
diseño inicial que el Gobierno tiene preparado en relación con el modelo
de Fuerzas Armadas.

En segundo lugar, antes de entrar en materia --que no es entrar en el
contenido de cuál es la evaluación que hacemos de todos los elementos que
se han esbozado en el día de hoy-- permítame que haga una cierta
valoración de la trayectoria del íter que ha seguido este proceso hasta
llegar al día de hoy, porque entendiendo lo que se ha producido podemos
valorar mejor la situación en la que nos encontramos. Quiero decir que si
nos remontamos a tan sólo hace seis meses, cuando todavía solamente
teníamos delante de nuestros ojos, como compromiso con la sociedad
española, lo que en los programas electorales se reflejaba, seguíamos, en
esa situación de hace seis meses, manteniendo un esquema en el que
habíamos llegado a un cierto consenso parlamentario en relación con un
modelo determinado. Ese era también su compromiso en su programa
electoral de estas elecciones. Dieron ustedes un paso adelante,
absolutamente legítimo, en el que Convergència i Unió, como bien ha dicho
su representante, tuvo una buena parte --yo creo que él ha sido modesto
en ese comentario--, porque realmente como uno de los ingredientes del
pacto de investidura, introdujeron este salto hacia adelante que ustedes
consideran más como un reto y que a nosotros, de una manera un tanto más
prudente, nos parece que tiene un cierto carácter de salto en el vacío,
pero que, en cierta manera, indudablemente instala el debate en otra
vertiente.

Ustedes adquirieron ese compromiso que, como bien les ha sido recordado,
no era del 2003 sino del 2001. Yo creo que el ensalmo sucesivo del manejo
de las cifras ha ido desgranando los años casi sin explicación, pero en
cualquier caso ya estamos en el 2003, no en el 2001. De todas formas, los
hechos han demostrado que ese anuncio no tenía detrás un diseño previo,
que no tenía detrás un estudio previo, que no tenía detrás cuál era el
programa por el cual se podía llegar a su cumplimiento. Creo que eso es
evidente porque han tenido que transcurrir cinco meses para que el
Gobierno nos presente el diseño de un programa sobre un compromiso que
había sido adoptado con anterioridad. Creo que la lógica empieza a fallar
desde el primer momento cuando se empieza por el final, cuando se empieza
por el tejado y luego se procura recolectar todos los materiales para dar
contenido a ese compromiso.

El problema no es ni siquiera ése; el problema es que ya estamos
instalados en esa situación y tenemos por delante un escenario en el que
tampoco el diseño da respuesta a todas las incertidumbres que tenemos por
delante. En un primer momento no había diseño para un anuncio; ahora no
están cubiertas ni siquiera mínimamente las claves para que el diseño
pueda tener viabilidad o al menos garantías de viabilidad. Creo que ésa
es una manera de proceder que, a nuestro juicio --lo hemos dicho en
repetidas ocasiones--, es poco lógica a la hora de abordar problemas
políticos de la envergadura de éste, que indudablemente lo es, pero, en
fin, ya estamos donde estamos por esa lógica e ilógica de los hechos, con
un diseño determinado, con un anuncio y un compromiso determinado y con
una Comisión que empieza a trabajar sobre ese diseño. Yo, de entrada, si
tuviera que expresarle mis sentimientos inmediatos ante la presentación
de los datos que se han esbozado por parte suya, el primero sería el de
una cierta preocupación y el segundo sería el de una preocupación
mezclada con una cierta dosis de escepticismo, que quisiera no tener,
sobre las garantías del cumplimiento del diseño presentado, porque dando
simplemente un flash sobre algunos de los puntos sustanciales que están
contenidos dentro de este diseño, ustedes mismos lo reconocen, desde
escenarios mínimos a escenarios máximos, podemos encontrarnos con
incrementos, desde el punto de vista del coste presupuestario, que son
importantes, que pueden ir desde los 300.000 millones de pesetas, según
nos coloquemos en un escenario, hasta cifras mucho más abultadas si nos
colocamos en otros escenarios.

Supongo que ustedes habrán valorado, puesto que ya estamos en la fase del
posdiseño, que el Gobierno cuenta, prevé, tiene un compromiso de
garantizar que ese diseño se va a llevar a efecto; tiene un cierto
atisbo, real, sobre bases sólidas, de que va a instrumentar mínimamente
los elementos necesarios, desde el punto de vista no sólo presupuestario
sino desde otros muchos, para darle virtualidad a ese proceso. Yo supongo
que cuando ya estamos en esta fase no estemos todavía en la incertidumbre
de saber que todo esto queda al albur de las posibilidades económicas que
tenga el Gobierno en los próximos años, porque indudablemente todos somos
conscientes de que éstas son determinantes, pero mi crítica es que cuando
se ha dado un paso adelante de esta envergadura y de esta naturaleza es
porque se tiene control sobre esos elementos, es porque se tiene una
cierta garantía de manejo de todos esos elementos que hacen posible ese
diseño. Si no es así, nos quedamos en lo que yo denomino salto en el
vacío, en esa incertidumbre de no saber exactamente si en relación con
todo lo que aquí se presenta, desde el punto de vista de un análisis
realizado por técnicos y sometido a la consideración de políticos, todo
lo que hagamos a lo largo de un año de debates y demás luego no tropezará
con la tozudez de los hechos, de los datos económicos, de las realidades,
y que el Gobierno nos diga: hicimos lo posible, cumplimos nuestra
voluntad política de hacer un anuncio a la ciudadanía, pero la realidad
nos desmiente los deseos. Espero que esa situación no se dé. Espero que
ustedes, cuando ya se han instalado en esta situación, la tengan
mínimamente controlada.

Además de las cifras, qué duda cabe que hay otros muchos elementos que
abordaremos a lo largo de estos años, ya no sólo lo que cuestan los
soldados profesionales en cuanto a remuneración. Usted sabe también que
hay un capítulo difícil de cuantificar, que tiene una repercusión notable
en este diseño, que pueden ser unos costes marginales crecientes en el
tiempo, como son los costes indirectos. Al mismo tiempo, como usted ha
reconocido también, existe la necesidad de incrementar la inversión en
material,



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que va ligada inexorablemente a la instalación de un ejército profesional
al cien por cien, lo cual implica que no se puede hacer la
profesionalización a costa de la inversión en material, sino que
simultáneamente tendrá que producirse un camino en la misma dirección.

Eso nos introduce en parámetros que usted mismo ha esbozado esta mañana
con algunos escenarios del PIB, según sea una u otra la cifra de
efectivos. Vuelvo a insistir en que son elementos de preocupación y mi
reflexión está puesta sobre la mesa para no llamarnos a engaño, para que
quede al menos el aviso por parte del Grupo Socialista de que existe una
seria preocupación por nuestra parte de que todo este diseño tenga serias
dificultades de instrumentalización a la hora de la práctica.

No voy a hacer comentarios sobre las reflexiones de ningún grupo, porque
no es el caso ni reglamentariamente procede, pero cuando se ha
transferido a la Comisión la responsabilidad de este estudio no creo que
la Comisión deba entrar donde no pueda hacerlo. Aquí ha habido un cierto
manejo de cifras, ha habido presentación de horquillas por parte del
Gobierno para que la Comisión de alguna manera decida si es mejor un
ejército de 130.000, 150.000 ó 180.000 hombres. La Comisión no se puede
convertir en una subasta en función de los apriorismos políticos sobre si
es mejor una u otra cifra. Al resultado de esa cifra no se llega por la
suma de las voluntades políticas de los grupos parlamentarios. Creo que
este diseño no sería el correcto. Eso depende de los objetivos de defensa
que el Gobierno vaya a diseñar, porque es su responsabilidad, y de los
encargos técnicos que realice a los cuarteles generales, y en función de
esos criterios políticos que el Gobierno adopte, los cuarteles generales
podrán decir que con esos objetivos de defensa se necesitan 130.000,
150.000 ó 180.000 hombres, pero la Comisión parlamentaria no es el foro
adecuado para decir que vamos a escoger a votación entre 130.000 y
150.000. Como ese ejemplo hay otros. Lo digo para que la Comisión no se
convierta en una especie de solución mágica, que ya decidirá y verá. La
Comisión tiene su ámbito, su alcance y sus responsabilidades y está bien
que desde el principio las delimitemos.

Creo que hay un elemento en todo este tema, que es el proceso de
transición, que al Grupo Socialista le preocupa sobremanera, sin ningún
tipo de alarmismo. La situación sobre este debate se encuentra en un
momento en el que el anuncio que se ha realizado puede introducir
elementos de incertidumbre en cuanto al manejo de la transición. Hay
algunos elementos concretos que han sido mencionados a lo largo de este
debate, que no se le ocultan a usted y que no está mal en ese sentido que
los recordemos. Ya ha habido en algunos casos declaraciones por parte de
miembros del Poder Judicial sobre sentencias o sobre el tratamiento
jurídico-penal que deban tener determinadas conductas --estoy pensando en
los delitos de insumisión--, donde hay una cierta reflexión dispar, al
menos yo la he constatado en diversos sectores, sobre la incertidumbre
que pueda producir un período de transición en relación con determinadas
conductas, ligadas, por ejemplo, al hecho de la insumisión. Qué duda cabe
que la interinidad que produce una situación de esta naturaleza puede dar
lugar a una cierta inseguridad jurídica y a que se traduzca en una cierta
disparidad también jurídica. Es un elemento que hay que tener en cuenta y
que hay que valorar, porque puede producir un cierto grado de
preocupación. Creo que también puede producir --y quizá de una manera más
importante porque el fenómeno es mucho más generalizado-- la objeción, y
usted ha mencionado también el tema de las prórrogas.

No somos un país con tasas de objeción bajas, y no es el momento ahora de
analizar las razones de esa situación, pero es verdad que tenemos en este
sentido unas tasas muy altas, fenómeno que un período de transición muy
largo, que esté dotado de altibajos o con un cierto grado de
incertidumbre puede complicar. Las primeras cifras que ya se conocen de
los últimos meses, comparándolas con los mismos semestres del año
anterior, ponen de manifiesto un claro repunte, que puede ser más o menos
subjetivo considerar que es atribuible al anuncio que se ha hecho de la
profesionalización, pero es verdad que, como elemento del paisaje en
cuanto a las motivaciones, puede haber introducido un factor que haya
incrementado esas cifras. Ese no es un dato a tener en cuenta, solamente
para estos meses, sino que es un dato que sostenido en un período largo
de tiempo, como seis o siete años, puede producir claras distorsiones. Lo
mismo que puede producir distorsiones, y en algún momento yo creo que
usted o algún representante del ministerio han manifestado sus
preocupaciones, sobre los reemplazos que año a año son necesarios
incorporar, en la medida en que el proceso de transición vaya avanzando,
si es que no se van articulando medidas complementarias, que usted ha
esbozado también, sobre la posibilidad, cosa que todavía complica más la
cuestión desde el punto de vista presupuestario, de los incrementos de
haber en mano, pero qué duda cabe que desde el punto de vista del
reclutamiento y de la necesidad de encontrar los suficientes efectivos,
para ir año a año cubriendo un largo período de transición, puede también
introducir carencias, dificultades al respecto en este proceso. Sin
entrar ahora en el análisis comparativo, porque sí podrá ser sin duda
objeto de la Comisión, hay países que han podido especular en un primer
momento con unos períodos de tiempo y luego la realidad les ha obligado a
introducir otros, porque el período de transición no ha sido soportable.

La situación que se da en la sociedad española, con una sensibilidad
importante en torno a este tema, así como las tasas de objeción, que
vemos que son las que son, y con otra serie de factores, supone un caldo
de cultivo que es preocupante para el manejo de este proceso, para
hacerlo con orden y con serenidad.

A la vista de estos elementos --y espero que se me entienda bien--, si
ustedes quisieran ser coherentes con su propia lógica, si ustedes
quisieran llevar su propia lógica hasta el final, una vez que por su
parte se ha instalado el debate en la profesionalización total e
inmediata, rápida o en el menor tiempo posible, la lógica de los hechos y
la lógica de los planteamientos entiendo que debería llevarles a hacerla
en el menor tiempo posible. Si ya estamos instalados en la
profesionalización, si el período de transición es largo y puede ser
inmanejable, si ustedes nos han colocado ya el debate en esa situación,
sáquennos pronto de lo que



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puede ser de atolladero --no digo que lo sea--, que puede llegar a ser
una situación no digo que caótica, pero sí difícil de manejar. No es
buena una interinidad excesivamente larga, si el proceso se complica,
porque los factores no coadyuvan a darle una solución rápida ni desde el
punto de vista social ni desde el punto de vista económico. Usted me dirá
que esto es colocarles en una situación límite. Es en la que ustedes han
querido que el debate se coloque. Yo digo que la lógica de esa decisión
debería llevar, siguiendo su propia dinámica, a que la transición dure el
menor tiempo posible para que sea una transición pacífica y no se
convierta en una agonía, pero, insisto, no quiero que de estas palabras
se deduzca, porque ya sabemos todos lo fácil que es darle vueltas a los
mensajes en política, que el Grupo Socialista aboga por la
profesionalización inmediata. No; no estoy diciendo eso. Ustedes saben lo
que hemos dicho siempre en relación con este proceso, saben cómo hemos
abordado este modelo, saben cuáles eran nuestros compromisos en nuestro
programa electoral. Hemos seguido un proceso de profesionalización
posible y gradual; no lo hemos cerrado, pero tampoco hemos hecho anuncios
precipitados sobre su final. Esa ha sido nuestra posición. Por tanto, de
ella no se puede deducir que nosotros digamos: profesionalización
inmediata rápida. No estamos diciendo eso. Lo que estamos diciendo es que
una vez que ustedes han colocado el debate en ese terreno, sería lógico
que ustedes evitaran el mayor número posible de traumas a la sociedad y
que siendo consecuentes con su propia lógica fueran capaces de llevarlo
hasta el final. Usted decía que el tiempo se venga cuando no se cuenta
con él; es verdad, pero se puede vengar de muchas maneras. Se puede
vengar porque pasa mucho tiempo o porque pasa poco; para ambos casos
sirve la frase. Yo creo que en este sentido el manejo del tiempo es casi
tan esencial como la solución del problema. Yo quiero poner sobre la mesa
esta reflexión no para presentar nuestro discurso sino para aconsejarles
desde la propia dinámica en la que ustedes nos han colocado.

Termino. Ha habido alusiones a las responsabilidades de la Comisión. Hay
algo que me preocupa porque no es la primera vez que lo escucho --es la
primera vez que se lo he oído al señor Ministro, pero a algunos
responsables del ministerio se lo he escuchado en otras ocasiones--. Se
trata del discurso que consiste en decir: el Gobierno ha cumplido su
compromiso, el Gobierno adoptó y ha expresado su voluntad política ante
los españoles, incluso ha ido más allá, ha presentado un diseño de cómo
se puede hacer; a partir de ahora la responsabilidad es del Parlamento,
la responsabilidad es de la Comisión.

Yo quiero decir en este sentido que la Comisión tiene la responsabilidad
que tiene. A nuestro juicio, no es verdad que el Gobierno haya cumplido
ya; el Gobierno habrá cumplido cuando haya llevado a efecto, cuando haya
realizado el compromiso que ha decidido adoptar y que ha presentado ante
la sociedad. Sólo cuando esté cumplido ese compromiso el Gobierno habrá
cumplido, no antes, porque, si no, a ese tipo de cumplimientos todos nos
podemos apuntar con una gran facilidad. Si sólo anunciar libera ya de
cualquier tipo de responsabilidades y le da a uno la patente de
cumplimiento ante la sociedad, ya me dirá lo facilísimo que es para todos
los grupos cumplir ante la sociedad. Por tanto, lo único que ha hecho ha
sido esbozar un primer elemento que, a su juicio, es viable para el
Gobierno, pero cuyo cumplimiento está por ver. El cumplimiento vendrá
cuando el objetivo se haya alcanzado.

Acerca de la responsabilidad de la Comisión, ésta no hará dejación de las
suyas, que son analizar el problema en profundidad, ver los escenarios
posibles, ver la posibilidad real de llevarlo a efecto, ver el calendario
en que se puede arbitrar, aconsejar sobre eso, establecer criterios,
presentar dudas, hacer preguntas, solicitar información. Las
responsabilidades de la Comisión entran dentro de una variada gama, pero
no tiene la de suplantar al Gobierno a la hora de adoptar una decisión.

Esa no la tiene y no la puede tener en ningún momento. Por tanto, quiero
dejar claro en ese sentido que cumpliremos con nuestro papel, el Grupo
Socialista cumplirá con su papel. Estamos abiertos a tratar el tema en
profundidad. Hemos querido dejar sobre la mesa simplemente algunas
incertidumbres que entendemos están en el horizonte y, al mismo tiempo,
delimitar también el alcance de nuestro papel en la Comisión en relación
con las responsabilidades del Ejecutivo al respecto.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Fernández de Mesa.




El señor FERNANDEZ DE MESA DIAZ DEL RIO: Señor Presidente, señor
Ministro, señorías, en primer lugar, quisiera, en nombre del Grupo
Parlamentario Popular del Congreso y del Senado, como una cuestión
meramente de orden, felicitar a la Spabri en Bosnia-Herzegovina, una
brigada que quedará disuelta oficialmente el próximo domingo día 15, por
el nombramiento del general Carvajal como hijo adoptivo de la ciudad de
Mostar, que constituye la representación del máximo homenaje que los
ciudadanos han rendido a nuestra brigada como testimonio de su eficacia.

En segundo lugar, y ya para entrar de lleno en el objeto de la
comparecencia, agradecemos al Ministro de Defensa la presentación de lo
que, como muy bien ha dicho, serán las líneas generales que, a juicio del
Gobierno, pueden encauzar los trabajos de la Comisión Mixta
Congreso-Senado y, por supuesto, de la ponencia que comenzará a trabajar
esta misma mañana. Quiero recordar a todos los grupos parlamentarios,
porque es bueno que se haga, que literalmente la Comisión Mixta se crea
para establecer la fórmula y plazos para alcanzar la plena
profesionalización de las Fuerzas Armadas. Por lo tanto, entendemos que
la presentación que el Ministerio de Defensa hace hoy de este documento
responde al anuncio efectuado por el Ministro en su día de que así lo
haría ante la Comisión Mixta Congreso-Senado para la plena
profesionalización de las Fuerzas Armadas. En segundo lugar, y yendo
hacia atrás en el tiempo, cronológicamente, se corresponde con las
palabras pronunciadas en el discurso de investidura por el Presidente del
Gobierno de su voluntad de iniciar la paulatina sustitución del actual
modelo mixto de las Fuerzas Armadas por otro estrictamente profesional,
como consecuencia



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de los acuerdos parlamentarios, transparentes, alcanzados con otros
grupos políticos, y, además, responde al programa presentado por el
Partido Popular y con el que concurrió a las últimas elecciones
generales, en el que se hablaba de la plena profesionalización y
profesionalización paulatina de nuestras Fuerzas Armadas.

Cumplidos estos primeros pasos que sin ninguna duda no son la meta que
pretende alcanzar el Gobierno, porque simplemente es el inicio hacia la
profesionalización de nuestras Fuerzas Armadas, y convencidos de ello,
agradeciendo a quienes recuerdan al grupo parlamentario que sustenta al
Gobierno y al propio Gobierno que esto no es el fin, estamos
completamente seguros de que el final llegará en el momento en que entre
todos hayamos conseguido que en España todos los soldados y marineros
sean profesionales gracias al modelo que entre todos hayamos sido capaces
de consensuar con los trabajos que ahora iniciamos.

Creo que el documento que usted presenta, señor Ministro, en el día de
hoy responde a dos circunstancias fundamentales que hemos venido
señalando desde hace mucho tiempo. En primer lugar, responde a una
demanda social real de que hay un rechazo al servicio militar
obligatorio, y, por tanto, este Parlamento y este Gobierno tienen la
obligación de dar ágil respuesta a lo que la sociedad demanda. No podemos
anquilosarnos ni aislarnos de lo que está en el debate en la calle, de lo
que la sociedad demanda en este momento, que es la plena
profesionalización. Como muy bien saben probablemente responsables de
anteriores gobiernos, la caída permanente de las personas que
voluntariamente se alistan para cumplir el servicio militar obliga a
tomar una decisión rápida consensuada y, sobre todo, lógica para salir de
este atolladero, como algún otro portavoz decía hace unos instantes.

Pero no es sólo a la demanda social a la que se trata de dar respuesta,
lo es también a la demanda militar. Cada vez modernizamos más nuestras
Fuerzas Armadas, su material, mayores y más complejos sistemas
tecnológicos se instalan a bordo de nuestros barcos, en nuestros aviones
o incluso en los centros de operación y carros de combate. Por tanto,
recordando lo que decía el preámbulo de la ley actualmente en vigor de
que nueve meses de servicio militar es el período imprescindible para
formar a un soldado o a un marinero, realmente lo que se ha hecho hasta
este momento ha sido formar soldados y marineros durante nueve meses y,
al final, no poder obtener el rendimiento de sus conocimientos porque se
les mandaba a casa. Y en contra probablemente de lo que decía algún
portavoz de que tendrían que ser ciudadanos vestidos de uniforme,
recuerdo como anécdota lo que el príncipe Guillermo, regente de Prusia,
decía en el año 1849: Cuanto menos tiempo de formación tengan nuestros
soldados, menores serán las rentabilidades que puedan obtenerse en
nuestras unidades.

Por tanto, yo creo que, dando respuesta a esta demanda social y dando
respuesta a esta demanda militar, lo que ha hecho el Gobierno ha sido,
con una agilidad realmente significativa, dar respuesta rápida a lo que
la sociedad demanda y las Fuerzas Armadas también. A algún portavoz le ha
traicionado el subconsciente. Hablaba de que se había tardado cinco años
--después se ha rectificado y ha dicho que cinco meses-- en plantear este
nuevo modelo. Ciertamente hubo quien tardó cinco años en darse cuenta de
que había que hacer una nueva ley, un modelo de Fuerzas Armadas del año
2000 en el año 1991. Por tanto, en un período récord, diría yo, el
Ministerio de Defensa ha sido capaz de dar respuesta inmediata a lo que
la sociedad está demandando en estos momentos.

Señorías, nosotros estamos convencidos de que hoy se ve cumplido, una vez
más, un compromiso serio del Gobierno y que aporta rigor a la gestión de
ese Gobierno, teniendo muy claro que no es más que el inicio de un
importante debate que culminará dentro de un año. Hemos visto que se
buscan unas Fuerzas Armadas más reducidas, más versátiles, mejor dotadas,
algo que llevamos oyendo desde hace muchos años pero que esperamos que a
partir de ahora sea realidad. Se presentan medidas incentivadoras que
hasta este momento no existían de una manera tan clara, con mejores
salidas profesionales, con un salario competitivo y con la oportunidad de
formación y su proyección en el campo de la actividad civil, una vez que
se abandone ese servicio profesional a la defensa. Está perfectamente
claro que eso también se buscó y se propuso en su momento, pero no fuimos
capaces de conseguirlo.

Por otro lado, hay una definición clara, que hasta este momento no
existía, de lo que se pretende que sea el soldado y el marinero del año
2000, con una serie de características perfectamente reflejadas y claras
y que por primera vez no excluyen a la mujer. Se definen las Fuerzas
Armadas del futuro que este Gobierno estima necesarias y que plantea ante
una comisión de estudio para que trate de alcanzar el mayor consenso
nacional dentro de esa política de defensa nacional de consenso que este
Gobierno se ha marcado como meta desde el inicio de esta legislatura:
profesionales que serán hombres y mujeres en los que lo más importante
será su mayor motivación y no esa desmotivación permanente, cuando no
rechazo, que existe en este momento; los dos tipos de ingreso que
delimitan perfectamente cuáles son las directrices que el Gobierno
considera más oportunas en este momento: los de un año o los que opten
por ingresar por tres o más años de permanencia en el servicio; y el
número de profesionales, que, como decía también algún portavoz que acaba
de hablar, determinará, sin ninguna duda, porque así lo dice el Ministro
de Defensa, el objetivo de fuerza conjunto. Faltaría más que tiráramos
dados al aire y viéramos cuál era el número definitivo de los soldados
que quisiéramos tener. Efectivamente, el objetivo de fuerza conjunto que
ha anunciado el Ministro de Defensa será el que determine las Fuerzas
Armadas, como lo hizo en su día el Gobierno anterior y las determinó en
una cifra de acuerdo con una comisión creada al efecto.

Y uno se hace la pregunta de si este modelo es viable o no lo es. Repito
que la sociedad lo demanda, que las Fuerzas Armadas también, y lo
necesitan, y que, por tanto, nuestra obligación será sin ninguna duda
hacerlo viable, y que el calendario propuesto con la definición de modelo
y, lo que es más importante, con el análisis del período de transición
serán unos objetivos que esta Comisión, que empieza sus trabajos en el
día de hoy, tendrá que ir paulatinamente



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desbrozando y desarrollando para llegar al objetivo que nos hemos
marcado.

Yo quisiera decir, señor Ministro, que el Partido Popular comparte, como
no puede ser de otra forma, que el modelo tiene que estar incardinado en
ese modelo de defensa común europeo o internacional, con esa conciencia
europea de seguridad, pero estamos también totalmente convencidos de que
lo que primero hay que rescatar en este momento es la auténtica
conciencia nacional española de seguridad y defensa común, porque con
ello podremos contribuir con mayor solidez, con mayores argumentos, a esa
demanda exterior de una solidaridad para una defensa común.

Se ha hablado, y nosotros lo hemos visto, de si ese objetivo del año 2001
es posible o no lo es, si el del 2003 es posible o no lo es. Pues
seguramente lo sea en el 2001, probablemente en el 2000 o en el 2003. Si
queremos no recordar las palabras del Presidente del Gobierno en las que
decía que, de acuerdo con las disponibilidades presupuestarias, se
avanzaría en el modelo de profesionalización, recordemos por lo menos que
no se puede pedir la profesionalización en el año 2001 o en el año 2002
pidiendo permanentemente la reducción de los gastos de la defensa o
incluso invertir las tendencias entre los gastos de personal y los gastos
de material de los últimos años. Por tanto, estamos convencidos de que,
dependiendo de la voluntad del incremento presupuestario anual, seremos
capaces de conseguir en mayor o menor medida la profesionalización antes
o después.

Desde luego, estoy de acuerdo con lo que decía el portavoz del Grupo
Parlamentario de Izquierda Unida de que hoy se inicia un proceso
importantísimo, pero es probablemente lo único en que este grupo
parlamentario puede coincidir con lo que ha expresado otro grupo
parlamentario. La desmilitarización, entendemos, de las sociedades
modernas, o todo lo que sea dedicar un menor esfuerzo en los recursos de
la defensa, no se compagina con la profesionalización, no se compagina
con un incremento del haber en mano, no se puede compaginar con un
salario justo y equitativo para los profesionales, y no se puede encajar
dentro de lo que es el mantenimiento de los puestos de trabajo de la
industria civil de la defensa española, porque para que exista esa
industria civil de la defensa española es imprescindible que se hagan
barcos, que se hagan carros de combate y que se fabriquen aviones. Por
tanto, no podemos estar instalados permanentemente en la contradicción de
querer un modelo de Fuerzas Armadas profesional, bien dotado, moderno,
más eficaz, más versátil, y que a la vez descendamos permanentemente,
anualmente, los presupuestos de la defensa. Nosotros entendemos que es un
paso importantísimo el que la Guardia Civil asuma las responsabilidades a
las que el Ministro ha hecho referencia, y sin ninguna duda no podemos
compartir la equiparación que se trata de hacer permanentemente entre los
objetores de conciencia, que son personas que optan por realizar un
servicio civil y desinteresado al Estado en lugar de un servicio a las
armas, y la insumisión de conciencia, que, nos guste o no nos guste, en
estos momentos es ir contra la ley establecida. Por tanto, la objeción de
conciencia y la prestación del servicio a las armas en el servicio
militar expresan el más alto grado de solidaridad nacional y no de
solidaridad personal consigo mismo para no prestar los servicios que en
cada momento la sociedad demanda de los jóvenes españoles. Voy a dar un
dato simplemente que es interesante saber. De los diez millones de
jóvenes españoles, hombres y mujeres, que se encuentran en edad de
realizar el servicio militar o la prestación social sustitutoria, al día
de la fecha, según el propio movimiento de objeción de conciencia, se
encuentran solamente 28 insumisos cumpliendo condena verdadera, porque el
resto, hasta los 286, que es el total de los que existen --es decir, no
llegan a un 2,8 por millón de personas--, se encuentra en estos momentos
en tercer grado, es decir, de lunes a jueves, pudiendo pernoctar en sus
casas.

Señor Ministro, aquí hay un totum revolutum en las posiciones que
explican la forma de entender la posición del Gobierno con respecto a
esta Comisión Mixta que cada día cambia de concepto o que incluso en las
mismas manifestaciones se contradicen permanentemente. Por un lado son
ustedes responsables, y no la Comisión Mixto, de que este modelo vaya a
buen término. Y no se vaya a creer el Gobierno que es la Comisión Mixta
la que va a tener la responsabilidad de que el servicio militar se
profesionalice, bien o mal, en la fecha en la que todos concluyamos.

Pero, por otro lado, señor Ministro, no se olvide de que el Gobierno no
le va a imponer a esta Comisión el modelo de Fuerzas Armadas que ustedes
quieran. Es decir, por un lado, ustedes serán los últimos responsables si
las cosas salen mal y, por otro lado, ustedes no tendrán nada que decir
si llegamos al consenso final.

Yo estoy convencido de que lo que aporta hoy el Gobierno, sumado a los
esfuerzos y voluntades del concurso de un consenso dentro de esta
Comisión Mixta Congreso-Senado, a la que el Presidente del Gobierno ha
querido dar la mayor solemnidad creándola precisamente, y en el seno de
la cual se creará una ponencia a la que cada grupo parlamentario podrá
llamar para interrogar, para pedir sus opiniones a todos los expertos,
militares, civiles, sociólogos, los que ustedes quieran, los que todos
queramos, para poder poner en claro cuáles son las necesidades o lo que
opinan estas personas, después de ese concurso, después de este documento
previo, después de lo que la Comisión mixta y la ponencia decidan, entre
todos con el mayor consenso, como política de Estado que es la política
de defensa, seremos capaces de conseguir la profesionalización total de
los ejércitos. Y después, que cada uno se apunte el tanto allá donde
quiera y, desde luego, allá donde le crean. Esto es lo que está
perfectamente claro a partir de este momento, señor Ministro.

Por otro lado, quiero decirle, señor Ministro, que ha entrado en crisis
el modelo de Fuerzas Armadas del año 2000. Por cierto, si se leyera el
documento de la Directiva de Defensa Nacional del año 1992, firmada por
el Presidente del Gobierno, nos haríamos cargo de que con este modelo de
las Fuerzas Armadas se cumple prácticamente la totalidad de lo enunciado
por dicha directiva 92, del anterior Presidente del Gobierno, a excepción
de la plena profesionalización que en este momento pretende el Gobierno
de la nación y que sólo afectaría a uno de los puntos



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de la misma. Hay que recordar la creciente objeción de conciencia que
existe (a día de la fecha, 80.811 objetores de conciencia) según un
documento del Ministerio de Defensa, de diciembre del año 1994, la
relación numérica de los objetores reconocidos ascendía, en el año 1994,
a 81.992 objetores de conciencia. Por tanto, todos estamos preocupados
con esto, pero entre todos tendremos que dar una solución, y sobre todo
es nuestra apreciación no introducir en este momento de transición
elementos distorsionadores de lo que será el trabajo de esta Comisión
para llevar a buen fin el objetivo que nos hemos propuesto.

También tengo que decir que ha entrado en crisis ese modelo de Fuerzas
Armadas del año 2000, que ahora se rectifica, precisamente porque de lo
único que nos hemos ocupado ha sido de reducir el tiempo de prestación, y
de todos aquellos acuerdos, leyes y decretos que se han presentado ni uno
solo ha tenido el acompañamiento de una memoria económica justificativa
del proyecto que se presentaba, bien distinto de lo que este Ministerio
de Defensa está ofreciendo en este momento a los grupos parlamentarios de
la Cámara. Pero aún diría más. No sólo son los inconvenientes
presupuestarios, sino que dentro de ese dato que se ha dado del 57 por
ciento de personal y el 43 por ciento de lo que son gastos de material,
invertir esa tendencia no es sólo complicado porque en este momento haya
tanto personal en activo y tantos medios, sino que el dato real se
encuentra en las artimañas que se han venido realizando con anterioridad
al año 1996, en que no sólo dentro del presupuesto del personal está
incluido el personal en activo, funcionario y militar de las Fuerzas
Armadas sino también las clases pasivas, el Cuerpo de mutilados, los
retirados, etcétera, con lo que si miramos esa tendencia veremos que se
ha invertido la de 1982 completamente al año 1996. En este momento, de
ese 57 por ciento de gastos de personal, que, por cierto, incrementa tan
sólo el 0,3 por ciento con respecto al año anterior, cuando en la
tendencia de los últimos cuatro años el incremento era del 3 y del 4 por
ciento anual, hay que dejar un dato muy claro, y es que de ese 57 por
ciento de gastos de personal, el 43 por ciento es de gastos de material y
el 58 por ciento de gastos de personal. Por tanto, invertir la tendencia
va a ser difícil, y nosotros estamos dispuestos a que en el futuro esa
tendencia se invierta.

Termino, señor Ministro, felicitando al Ministerio de Defensa y al
Gobierno por la presentación de este documento. Espero que los trabajos
que hoy se inician tengan algo que aquí se ha expresado ya, y es el
consenso unánime de los grupos de la Cámara sobre la necesidad de la
profesionalización; el consenso unánime de la Cámara de que éste es, y no
otro, por supuesto, el foro adecuado para discutir sobre el modelo de las
Fuerzas Armadas. Y estoy convencido, señor Ministro, de que el Gobierno
ha servido el plato. Lo que tiene que hacer ahora esta Comisión es
ponerse manos a la obra y conseguir, en los tiempos marcados, el objetivo
que nos hemos trazado entre todos.




El señor PRESIDENTE: Para responder a las intervenciones de los grupos
parlamentarios, tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): En primer lugar, quiero
agradecer a todos el tono de sus intervenciones, a unos el contenido más
que a otros, pero en general a todos el tono, porque creo que propicia el
consenso que, como acaba de explicar con justeza el portavoz del Partido
Popular, es el deseo que anima al Gobierno al traer el informe que hoy se
presenta a esta Comisión.

Me gustaría hacer, señor Presidente, algunos comentarios concretos a las
intervenciones que se han hecho. Junto al informe, señor Mardones, viene
una lista de propuestas donde naturalmente están incluidos todos los
altos cargos del departamento, quienes, no hace falta decirlo, están a la
absoluta disposición de esta Comisión, empezando por el titular. Nuestro
propósito último, de verdad, es que pueda acogerse la mayor dosis posible
de consenso y de acuerdo en algo que va a afectarnos a todos. No se
esconde, no hay ningún deseo de abdicar ni de ceder responsabilidades, el
Gobierno sabe sobradamente cuáles son las suyas y las coge. Lo que hay es
un deseo de enriquecer las ideas del Gobierno con las posibles
aportaciones, muchas de las cuales tengo que decir que aquí al menos han
sido sugeridas.

Respecto a la fecha fija, yo creí que iba a ser un elemento de alegría el
que fuera factible el llegar en el período de seis años a la plena
profesionalización, pero he visto que al menos en apariencia se convierte
en un elemento de discordia. Tengo que decir, primero, porque creo
profundamente en ello, que aquí hay un dato fijo. El dies a quo está
fijo. En el 2003 podemos tener un ejército profesional. Hay otra
metodología que es la de ir profesionalizando a ver cuando se llega. Esta
metodología, a veces, aduce en su favor razones de prudencia. Se ha
explicado suficientemente, y no sólo por mí, que en todo el asunto de la
profesionalización hay un compromiso político. He intentado explicar que
el compromiso político está avalado por razones de todo tipo, sociales,
estratégicas, militares, técnicas, económicas y políticas, pero al final,
señorías, es opinión de este Ministerio que las obras humanas se
consiguen por la voluntad, y la voluntad de este Gobierno es llegar a la
plena profesionalización, con la cautela que se utilizó pero en el plazo
que fijó el Presidente del Gobierno. El Ministro que les habla es de
letras, pero si no me enseñaron a contar mal en la escuela, un compromiso
del año 1996, que empieza en 1997 y continúa en 1998, 1999, 2000, 2001 y
2002, los seis años terminan el 2002. Si en el 2003 no hay ni un soldado
de conscripción en nuestras Fuerzas Armadas, entiendo que el compromiso,
siendo de letras, está perfectamente cumplido. Y digo que es posible el
2003. Virgilio, al que leíamos los de letras, decía que pueden los que
quieren poder, possunt quia posse videntur. El Gobierno quiere poder
llegar a la profesionalización, y quiere hacerlo sin echarse el incienso,
quiere hacerlo con la colaboración de los grupos de la Cámara. Parecía
que la manera más correcta era trabajar en colaboración, en armonía,
superando las diferencias concretas o puntuales para poder llegar a buen
término con un compromiso que supone la modificación de hábitos sociales
enraizados 200 años. La fecha, por tanto, es un compromiso. Tiene una
cautela porque nadie seriamente puede predecir el futuro,



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pero el compromiso es que, si las circunstancias económicas lo permiten,
la profesionalización total de las Fuerzas Armadas se haya en seis años.

Hablaba el señor Mardones de peligro de distorsión entre el binomio de la
ecuación personal-material. Nuestro propósito no es distorsionar nada.

Casi sería el contrario, poder hacer, en lenguaje judicial, una pieza
separada con la profesionalización. Nuestras Fuerzas Armadas han llegado
a unos límites presupuestarios difíciles de soportar. En nuestras Fuerzas
Armadas hoy no hay dinero para colchones. Algunos de nuestros sistemas de
armas están parados por falta de dinero para combustible. Estamos en unos
mínimos y pretendemos llegar a la profesionalización responsable, que no
es dar un sueldo a los soldados y seguir con las mismas Fuerzas Armadas
que tenemos, sino llegar a tener las Fuerzas Armadas, lo he dicho antes,
que España necesita y que España merece. Ello requerirá de un esfuerzo
económico, nadie lo duda. Ese esfuerzo económico es hacedero en un
período de seis años. La seriedad es combinar los gastos de personal con
los gastos de material. Pondré un ejemplo que he puesto otras veces.

Nuestras baterías de costa están servidas por 450 hombres, muchos
soldados. Su eficacia queda multiplicada por tres si se sustituyen por
unas baterías de misiles lanzacohetes MLRS y son servidas por 90 personas
escasamente. Es posible la reducción, es muy posible. Cuando traiga el
objetivo de fuerza conjunta a esta Cámara podré dar una buena noticia.

Pero seamos responsables. Si reducimos y no compramos las baterías
lanzacohetes y seguimos con las baterías de los cañones tradicionales no
tendremos nada, no tendremos ninguna eficacia defensiva. La relación
coste-eficacia será infinita porque no tendrá eficacia ninguna. Hay que
acompasar --y nos ponemos en el límite-- la simultaneidad de los
incrementos de gastos de personal con los de material. Sería posible que
la Comisión estimara oportuno recomendar una ratio, de tal manera que el
incremento presupuestario pudiera reflejar exactamente el número de
nuevos profesionales que tuvieran nuestras Fuerzas Armadas con esas
dotaciones presupuestarias porque conllevaría los gastos directos, los
asociados y los de modernización de material.

Señor Mardones, el Gobierno no tiene ninguna reserva. Vamos a intentar
que de la Comisión salgan las directrices y las recomendaciones precisas
para no abdicar en absoluto de lo que es nuestra responsabilidad, pero,
si es posible, decir que la tarea la hemos hecho entre todos.

El portavoz de Convergència i Unió, al que agradezco el tono, seguro que
formó parte de las conversaciones y de los pactos de gobernabilidad que
se hicieron a principios de este año. Como ya se ha puesto de manifiesto
la voluntad era inequívoca anteriormente, y por eso precisamente fue
factible el pacto. Si yo no lo he resaltado en la medida en que se
merece, pido disculpas.

Me alegra mucho saber que el Senador Carrera en el año 1991 ya había
hablado de profesionalización total. Creo que es por donde va el mundo.

Algún orador ya lo ha dicho. No es el único país el nuestro el que va
hacia la profesionalización total. Pero si se puede poner el acento --y
lo ha dicho el portavoz del Partido Popular--, lo que necesita a mi
juicio este proyecto de ley, y es de lo que hemos intentado preñar el
informe, es credibilidad. No se puede decir que vamos a la
profesionalidad y bajar los gastos de defensa. Lo que tendremos que hacer
es, en la medida en que las circunstancias económicas y las restantes
necesidades sociales lo permitan, ir subiendo las dotaciones en defensa.

Es verdad que hay que hablar del modelo global de seguridad. Permítame
una apostilla, señor Campuzano. Es esencial insertar el coste dentro del
modelo global de seguridad, pero me parecería ingenuo, quizá de una
ingenuidad que tiñó determinadas actuaciones gubernamentales hace tiempo,
cuando se negociaron las adhesiones a las Comunidades Europeas entonces.

Todos nuestros socios, todos nuestros aliados guardan muy celosamente sus
intereses, que por ser suyos no son nuestros. Cuando tenemos intereses
comunes nos aliamos y nos asociamos, pero se mantienen intereses. No hace
falta sacar sectores que están a la vista de todo el mundo, desde la
cuota láctea a la pesca, para saber que tenemos nuestros intereses. Es un
error de enfoque pensar que entre las distintas comunidades de España y
Europa existe una fina película que se llama España. Protegeríamos muy
mal nuestros intereses si no viéramos el grosor y la importancia que
tiene esa realidad que se llama España. Lo que el Gobierno quiere son las
Fuerzas Armadas españolas, que podrán ser parte de las Fuerzas Armadas
europeas. No vamos a hacer la parte alícuota de las Fuerzas Armadas
europeas. Ese no es le mandato que ha recibido este Ministro. De manera
que estamos muy orgullosos de contribuir en Europa, pero debemos ser por
lo menos tan celosos como los demás de nuestros propios intereses y de
nuestra propia soberanía.

Quizá falte que no sea el ejército democrático. España es una democracia
y lo que produce el Parlamento y el Gobierno de España son productos
democráticos. Lo que sí tendrá el soldado, y no lo he dicho, es un
estatuto del soldado y del marinero profesional. Tendrá la certeza que da
la seguridad jurídica de tener codificados sus derechos y sus
obligaciones.

Por último, coincido con que el debate que se propicia en esta Cámara --y
es el propósito del ministerio y vamos a empezar inmediatamente-- se
lleve a toda la sociedad. Es necesario un debate y si queremos que haya
conciencia de defensa, debemos explicarlo y dar las razones, los que
creemos en ellas por lo menos.

Me gustaría tener un día una conversación privada con el portavoz de
Izquierda Unida para saber por qué el número mágico del 1 por ciento de
gastos en defensa. Coincido en que es un día histórico y agradezco toda
su intervención, aunque no fuera más que, como inventó un músico español
pero se lo apropiaron los alemanes, como contrapunto, porque en casi todo
lo demás, señoría, discrepamos. No incrementar el gasto, que se mantenga
la industria de defensa, que haya un ejército profesional y que el
ejército sea operativo, es un producto muy difícil de cocinar para este
ministerio. De todas maneras, esta vez sí, señor Meyer, coincidimos en lo
principal --hay que ir al ejército profesional--, y coincidiendo en lo
principal estoy



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seguro de que acabaremos encontrado coincidencias en lo accesorio.

Agradezco el tono y la densidad de la intervención del portavoz del
Partido Socialista. Acepto la crítica de la sede parlamentaria. Se
debatió mucho pero al final preferíamos que la información que tuviera la
Comisión hoy fuera por lo menos ajustada a la realidad. Habían empezado a
aparecer informaciones que no se ajustaban a la realidad y ésa fue una de
las razones que nos motivó para hacer ayer la información --no lo tengo
que decir, porque lo ha dicho S. S.-- muy diferente de la que se ha hecho
aquí esta mañana, naturalmente no contradictoria, pero en líneas
generales era más el mosaico resultante que la sustancia que impregna el
informe que hoy se presenta.

Hemos hablado de las fechas. Entiendo que con el 2003 se cumplen los seis
años. Por otro lado, de alguna manera hay esa contradicción de empezar la
casa por el tejado que en mi concepto es demostrar la voluntad de vencer
y, por otro lado, hacerlo cuanto antes. A eso vamos, señoría, a hacerlo
cuanto antes, pero nos parece que de forma real ese período de uno de
reflexión y cinco de implantación es correcto. Quizá no se debe descartar
que pueda acortarse. En todo caso, no es cerrado el proyecto que se
presenta hoy y no supone --creo que el objetivo de fuerza conjunto ha
quedado muy claro-- ceder ninguna responsabilidad.

Demanda S. S. control. Creo que el proceso está diseñado, el control del
futuro todavía no lo tenemos, entonces no podemos saber cuál es el
escenario estratégico de aquí al 2002, cuál será la importancia del pilar
europeo de la defensa, por ejemplo, y los gastos que Europa quiera asumir
en su propia defensa como consecuencia de las reformas que se están
haciendo en la Alianza Atlántica y no puede haber un control. Pero ni
pretendemos obtener la lisonja con el anuncio, ni pretendemos limitarnos
al anuncio; pretendemos, señoría, llegar al ejército profesional por el
camino que conduce a él sin perder en el intermedio la capacidad
operativa de nuestras Fuerzas Armadas y, por tanto, nada más lejos de
nuestra voluntad que hacer un salto en el vacío.

Es verdad que se hace una horquilla muy amplia en cuanto al coste
posible, pero no quiero que se olvide una cosa: el coste máximo que aquí
se refleja de tener un ejército de 130.000 soldados y marineros, con una
proporción de gastos material/personal 60 a 40, nos hace decir que no
necesitamos más cantidad sobre el PIB que la que hoy está vigente. Quizá
hemos retirado mucho la horquilla, pero si la hemos estirado mucho es
hacia abajo.

En todo caso, lo que nos gustaría es evitar en el futuro que sobre una
ley que dice el 2 por ciento se gaste el 1,15. A lo mejor hay que ser más
moderados y decir el 1,5, pero vamos al 1,5; vamos de verdad a escapar de
la provisionalidad también en las dotaciones a las Fuerzas Armadas, y no
poner una guinda que nunca llega porque otras razones no lo permiten. El
propósito de este Gobierno, teniendo en cuenta todos los factores,
controlándolos en esa medida más semántica que real, es qué Fuerzas
Armadas de una manera realista, pragmática, puede tener España. Pues
vamos a ello, pero de verdad.

Hacemos nuestro lo de en el mejor tiempo posible. Creo que han quedado
suficientemente aclaradas las cifras de la objeción. Habrá que tener en
el futuro en cuenta qué pasa con el anuncio previo de la desaparición del
servicio militar obligatorio, pero creemos que el juego combinado de los
factores y sobre todo una visión fría y realista de las cifras nos puede
permitir alcanzar el año deseado, el término final de la
profesionalización al cien por cien sin demasiados temores a factores
como el que ha sido apuntado de la objeción de conciencia.

Por quinta vez había apuntado: no es abdicar ni suplantar, creo que ha
quedado lo suficientemente explicado.

Quiero agradecer muy vivamente en este caso no sólo el tono sino el fondo
de la intervención del representante del Partido Popular y agradecerle
especialmente la mención que ha hecho a las tropas españolas en Bosnia,
Spabri y en concreto a la honrosa distinción que ha sido concedida a
nuestro general allí.

Exactamente éstas son las líneas generales de un comienzo que puede
llegar a buen término en el plazo fijado de vida de la Comisión, que
permite, a su vez, tras el período de transición necesario para ir
ajustando los incentivos y los costes, las distintas variables, llegar a
la profesionalización deseada del cien por cien.

Efectivamente el Ministro también es favorable a darle funciones
militares a la Guardia Civil. Nos parece que el defecto básico que hemos
tenido ha sido el de los compartimentos estancos; de la colaboración de
la unión va a nacer la fuerza. Tenemos un instituto armado que es un
modelo también, cuyo concurso nos está siendo reclamado fuera de España
insistentemente. Creemos que lo que sea el juego conjunto del instituto
armado con las Fuerzas Armadas redundará en beneficio para España.

Creo que ha hecho una descripción exacta de lo que pretende hacer el
ministerio en cuanto a modus operandi, de manera que por eso no la
repito.

Termino, Presidente, agradeciendo a SS. SS. la atención prestada y la
colaboración que estoy seguro prestarán a este proyecto que, como se ha
calificado varias veces, es de los más importantes que tiene la
legislatura. Por parte del Gobierno, por parte del Ministerio de Defensa,
creo que es ocioso decirlo, tienen asegurada la más absoluta
colaboración, la más total disponibilidad y apertura en cuanto a informes
técnicos, en cuanto a datos que puedan ser requeridos por la Comisión
para que entre todos España tenga, como dije al terminar mi primera
intervención, las Fuerzas Armadas que necesita y que se merece.

Muchas gracias a todos.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Muchas gracias a los portavoces que han intervenido y a todos los
Diputados y Senadores que forman parte de la Comisión.

Se levanta la sesión.




Eran la una y cuarenta minutos de la tarde.