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VI LEGISLATURA
Serie A: 6 de julio de 1998 Núm. 231
actividades parlamentarias
ÍNDICE
Páginas
Control de la acción del Gobierno
Proposiciones no de Ley/Mociones
Comisión Mixta para la Unión Europea
161/001101 (CD) Proposición no de Ley presentada por el Grupo Socialista
del Congreso, por la que se
663/000048 (S) recaba una actuación del Gobierno español ante la
Comisión Europea a efectos de la integración de las infraestructuras
canarias vinculadas al transporte intermodal, en los contenidos de la
Decisión 1692/96/CE sobre orientaciones comunitarias para el desarrollo
de las redes transeuropeas del transporte
2
Otros textos
Comisiones, Subcomisiones y Ponencias
154/000010 (CD) Aprobación por los Plenos del Congreso de los Diputados
y del Senado del Dictamen
652/000003 (S) de la Comisión Mixta, no Permanente, para establecer la
fórmula y plazos para alcanzar la plena profesionalización de las
Fuerzas Armadas, lo que conllevará la no exigencia de la prestación del
servicio militar obligatorio
3
proposiciones no de ley/mociones
Comisión Mixta para la Unión Europea
161/001101 (CD)
663/000048 (S)
La Mesa de la Cámara, en su reunión del día de hoy, ha adoptado el
acuerdo que se indica respecto del asunto de referencia:
(161) Proposición no de Ley en Comisión.
161/001101.
AUTOR: Grupo Socialista del Congreso.
Proposición no de Ley por la que se recaba una actuación del Gobierno
español ante la Comisión Europea a efectos de la integración de las
infraestructuras canarias vinculadas al transporte intermodal, en los
contenidos de la Decisión 1692/96/CE sobre orientaciones comunitarias
para el desarrollo de las redes transeuropeas del transporte.
Acuerdo:
Considerando que solicita el debate de la iniciativa en Comisión,
admitirla a trámite como Proposición no de Ley, conforme al artículo 194
del Reglamento, y disponer su conocimiento por la Comisión Mixta para la
Unión Europea.
Asimismo, dar traslado del acuerdo al Gobierno, al Senado, al Grupo
proponente y publicar en el Boletín Oficial de las Cortes Generales.
En ejecución de dicho acuerdo, se ordena la publicación de conformidad
con el artículo 97 del Reglamento de la Cámara
Palacio del Congreso de los Diputados, 23 de junio de 1998.-El
Presidente del Congreso de los Diputados, Federico Trillo-Figueroa
Martínez-Conde.
A la Mesa del Congreso de los Diputados
En nombre del Grupo Parlamentario Socialista tengo el honor de dirigirme
a esa Mesa para, al amparo de lo establecido en el artículo 193 y
siguientes del vigente Reglamento del Congreso de los Diputados,
presentar la siguiente Pronosición no de Ley, por la que se recaba una
actuación del Gobiemo español ante la Comisión Europea a efectos de la
integración de las infraestructuras canarias vinculadas al transporte
intermodal, en los contenidos de la Decisión 1692/96/CE sobre
orientaciones comunitarias para el desarrollo de las redes transeuropeas
del transporte, para su debate en la Comisión Mixta para la Unión
Europea.
Exposición de motivos
La Decisión número 1692/96/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 23
de julio de 1996 sobre las orientaciones para el desarrollo de la red
transeuropea de transporte, entre otros considerandos, establece que:
- El establecimiento y desarrollo de redes transeuropeas contribuyen a
la consecución de importantes objetivos comunitarios, como el buen
funcionamiento del mercado interior y el fortalecimiento de la cohesión
económica y social.
- El establecimiento y desarrollo en todo el territorio de la Comunidad
de redes transeuropeas en el sector de transportes tiene también como
objetivos específicos garantizar la movilidad duradera de las personas y
bienes en las mejores condiciones sociales, ambientales y de seguridad
posibles e integrar todos los modos de transporte, teniendo en cuenta
sus respectivas ventajas comparativas.
También entre otras consideraciones establece que esta Decisión número
1692/96/CE tiene por objeto esencial el establecimiento en cuanto a los
objetivos, prioridades y grandes líneas de acción previstas en el ámbito
de la red transeuropea de transporte, con la determinación de proyectos
de interés común cuya ejecución deba contribuir al desarrollo de dicha
red a escala comunitaria y se indica la conveniencia de que cada dos
años, la Comisión presente un informe sobre la aplicación de tal
Decisión y cada cinco años un informe en el que se haga saber si debe
procederse a una revisión de las orientaciones.
El Grupo Parlamentario Socialista de Cortes Generales, consciente de la
importancia de los criterios que debieran integrar tal Decisión,
solicitó en su momento
la comparecencia del ministro de Obras Públicas,
Transportes y Medio Ambiente para informar sobre el criterio del
Gobierno de España en relación con las
redes transeuropeas del transporte con especial atención a la situación
de Baleares y Canarias, así como las medidas al respecto para esta
última derivadas de la condición de región ultraperiférica de la Unión
Europea. Tal comparecencia se produjo el 6 de julio de 1995 y se recoge
en el Diario de Sesiones la posición que al respecto había defendido en
los respectivos Consejos de Ministros el Gobierno español.
La realidad objetiva es que en la Decisión 1692/96/CE no aparece
referencia alguna a la inserción de Baleares y de Canarias en los
criterios que desarrollan la definición de las redes transeuropeas, y
ante el informe preceptivo que la Comisión debe presentar en los
próximos meses sobre la aplicación de dicha Decisión, así como el
reconocimiento que el
Tratado de la Unión Europea otorga a las islas Canarias como región
ultraperiférica, en el que textualmente en el apartado 2 del artículo
299 se indica: «Teniendo en cuenta la situación estructural, social y
económica de los departamentos franceses de Ultramar, las Azores,
Madeira y las islas Canarias, caracterizada por su gran lejanía,
insularidad, reducida superficie, relieve y clima adversos y dependencia
económica de un reducido número de productos, factores cuya persistencia
y combinación perjudican gravemente a su desarrollo, el Consejo, por
mayoría cualificada, a propuesta de la Comisión y previa consulta al
Parlamento Europeo, adoptará medidas específicas orientadas, en
particular, a fijar las condiciones para la aplicación del presente
Tratado en dichas regiones, incluidas las políticas comunes».
Por todo ello, el Grupo Parlamentario Socialista presenta la siguiente:
Proposición no de Ley
«El Congreso de los Diputados insta al Gobierno para que defienda ante
los órganos competentes de la Unión Europea, la aplicación en las islas
Canarias, de los criterios para la red transeuropea del transporte
recogidos en la Decisión 1692/96/CE del Parlamento Europeo y del Consejo
de 23 de julio de 1996 y se incorporen en los correspondientes anexos de
la misma aquellas infraestructuras necesarias para la vertebración de un
modelo integrado para el transporte intermodal en el archipiélago
canario y de éste con el resto del Estado español.»
Palacio del Congreso de los Diputados, 17 de junio de 1998.-José Segura
Clavell. Diputado.-El Portavoz del Grupo Parlamentario Socialista.
comisiones, subcomisiones
y ponencias
154/000010 (CD)
652/000003 (S)
Los Plenos del Congreso de los Diputados y del Senado, en sus sesiones
de 28 de mayo de 1998 y 9 de junio de 1998, respectivamente, han
aprobado en sus propios términos el Dictamen de la Comisión Mixta, no
Permanente, para establecer la fórmula y plazos para alcanzar la plena
profesionalización de las Fuerzas Armadas, lo que conllevará la no
exigencia de la prestación del servicio militar obligatorio.
Lo que se publica junto con el Dictamen de la citada Comisión, en
cumplimiento de lo previsto en el artículo 97 del Reglamento de la
Cámara.
Palacio del Congreso de los Diputados, 30 de junio de 1998.-El
Presidente del Congreso de los Diputados, Federico Trillo-Figueroa
Martínez-Conde.
DICTAMEN APROBADO POR LA COMISIÓN MIXTA, NO PERMANENTE, PARA ESTABLECER
LA FÓRMULA Y PLAZOS PARA ALCANZAR LA PLENA PROFESIONALIZACIÓN DE LAS
FUERZAS ARMADAS, LO QUE CONLLEVARÁ LA NO EXIGENCIA DE LA PRESTACIÓN DEL
SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO, EN SU SESIÓN DEL DÍA 11 DE MAYO DE 1998
1. MARCO GENERAL: DEFENSA Y SEGURIDAD EN EL MUNDO
1.1 El cambio del escenario estratégico internacional.
En la última década del siglo XX, Europa ha vivido una época de
profundos cambios en las relaciones internacionales como consecuencia de
la desaparición de la antigua Unión Soviética y de la recuperación de la
soberanía e independencia de los países que, tras la Segunda Guerra
Mundial, habían quedado bajo su influencia. El resultado ha sido un
entorno de seguridad europea totalmente diferente del que dio origen a
la creación de los antiguos bloques antagónicos.
El declive de la amenaza militar soviética, que afectaba de forma
generalizada e inmediata a la seguridad de los aliados occidentales,
marcó el fin de la bipolaridad y permitió que la situación política y
estratégica europea cambiara, en términos generales, hacia una era de
mayor estabilidad que se va consolidando paulatinamente gracias a las
medidas de transparencia y de fomento de la confianza y seguridad
puestas en práctica en los últimos años. Estas medidas han favorecido el
establecimiento de unas nuevas relaciones basadas en el diálogo y la
cooperación entre los antiguos adversarios, han conseguido alejar la
amenaza de un ataque masivo e inmediato y, en consecuencia, han
transformado el escenario estratégico internacional.
Sin embargo, la desaparición de la bipolaridad, característica de la
Guerra Fría, no ha ido acompañada de la ausencia de conflictos, tal y
como se preveía en la Carta de París de 1990. Muy al contrario, no ha
podido evitar la aparición, en el centro y en la periferia de Europa, de
una serie de conflictos de limitada entidad pero de notable repercusión
internacional.
Paradójicamente, la desaparición de un enemigo de gran entidad no ha
tenido como consecuencia la deseada estabilidad porque la aparición de
pequeños conflictos ha dado lugar a una situación de incertidumbre más
compleja que la que presentaba la anterior amenaza única y monolítica.
Ahora se debe afrontar lo que se ha venido en denominar riesgos y
desafíos de carácter multidireccional y multifacético, que exigen nuevas
soluciones.
Este nuevo escenario estratégico ha hecho evolucionar los conceptos de
seguridad y defensa occidentales. El concepto tradicional de seguridad
se centraba básicamente en aspectos militares; con los cambios
acaecidos, el nuevo concepto se basa en una visión más global de la
seguridad que tiene presentes los conceptos de estabilidad y
cooperación, incluyendo factores sociales, económicos, ecológicos, etc.
En el ámbito interno, se ha alcanzado una estabilidad de las estructuras
sociales y un grado de bienestar y madurez en las sociedades que por sí
mismo inspira seguridad y protección. En el aspecto exterior, las
naciones han logrado un grado de confianza suficiente con los países
vecinos mediante acuerdos bilaterales o por la pertenencia a las mismas
organizaciones supranacionales en las que el diálogo prima sobre
cualquier otra forma de dirimir las diferencias.
En consecuencia, la defensa nacional, aunque responsabilidad primaria de
cada Estado, no tiende a abordarse individualmente sino en un ámbito
supranacional, desde el convencimiento de que la seguridad es cosa de
todos y sus problemas se resuelven entre todos. Aparece así el nuevo
concepto de seguridad compartida.
Por ello, sin descuidar la capacidad de autodefensa, se exige de las
naciones un esfuerzo para responder a los riesgos y desafíos más
probables y se les imponen nuevas misiones que, generalmente, se van a
resolver en el ámbito internacional en respuesta a mandatos de
organizaciones supranacionales.
En búsqueda del llamado «dividendo de la paz», en todas las naciones
aparece una tendencia a reducir la entidad de sus fuerzas y una mayor
dependencia de las organizaciones multinacionales en aspectos de defensa
y seguridad, por considerarlas mejor dotadas para responder de la manera
más eficaz a los condicionantes de la nueva situación estratégica.
1.2 El marco europeo y transatlántico de seguridad y defensa.
Es, pues, un hecho que una de las consecuencias más importantes de los
cambios estratégicos experimentados durante los últimos diez años es la
potenciación de las organizaciones colectivas de seguridad y defensa. Se
han superado los planteamientos defensivos autárquicos fundados en la
autosuficiencia nacional y, aunque siguen siendo válidas las
concepciones de seguridad y defensa fundamentadas en las capacidades
militares propias, se busca la cooperación política y militar entre las
naciones como medio de obtener una mayor seguridad y a un menor coste.
Esta cooperación internacional en cuestiones de defensa y seguridad se
promueve generalmente al amparo de instituciones como Naciones Unidas
(NNUU) o la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa
(OSCE), lo que proporciona legitimidad, respaldo internacional y fuerza
moral a las operaciones militares que se llevan a cabo para la
imposición o mantenimiento de la paz en el mundo. Es también la mejor
forma de satisfacer los intereses comunes de seguridad y defensa,
mediante la acción multinacional, lo que constituye la razón de ser de
organizaciones como la Alianza Atlántica (OTAN) o la Unión Europea
Occidental (UEO). En tercer lugar, fomenta el mutuo conocimiento entre
países que comparten y respetan los mismos principios y, por último, ya
en el plano nacional interno, impulsa una entidad y una estructura de
Fuerzas Armadas compatibles, interoperables y coherentes con el entorno
exterior, en el que podrían ser llamadas a actuar, si bien deben
mantener en todo caso la capacidad de responder a las propias
necesidades defensivas nacionales.
Las Naciones Unidas, aunque albergan y legitiman iniciativas globales en
materia de seguridad y desarme, carecen de capacidad militar, lo que
limita seriamente su posibilidad de intervención y la Organización para
la Seguridad y Cooperación en Europa presenta las mismas limitaciones de
medios militares, presupuestarios y de decisión. Por ello, su actuación
está siempre condicionada a la voluntad de las naciones miembro de
responder, individual o colectivamente, a las solicitudes que dichas
Organizaciones formulan para conseguir el mantenimiento de la paz y de
la seguridad en el mundo.
Ello no obsta para reconocer el papel que ambos organismos vienen
desempeñando en el ámbito del mantenimiento o de la imposición de la paz
y en el de la prevención de conflictos, en los que España, desde hace
una década, ha tenido una importante participación activa, en múltiples
acciones internacionales, de acuerdo con el capítulo IV de la Carta de
las Naciones Unidas, que señala que las fuerzas bajo mandato de la ONU
serán empleadas sólo con el consentimiento de las partes involucradas,
siendo su objetivo el mantenimiento de la paz, la ayuda al cese de las
hostilidades y la prevención de su reanudación.
Por otra parte, la Alianza Atlántica es la principal organización de
seguridad en Europa y en el mundo. La OTAN aporta, además, una dimensión
transatlántica al marco de la seguridad europea.
A1 mismo tiempo, la Alianza, ha sabido renovarse abriendo sus puertas a
nuevos países, y definiendo una estructura militar para adecuarse a las
nuevas circunstancias.
La OTAN, aunque es una organización de naciones soberanas donde el
principio fundamental es el consenso, se caracteriza por el alto grado
de integración y de seriedad en los compromisos adquiridos. Aunque la
participación en operaciones militares no es automática -ni siquiera en
el supuesto de defensa colectiva-, la coordinación de la planificación
militar y el reparto de cargas y responsabilidades mantiene una
vigilancia colectiva, una especie de auditoría externa, sobre el grado
de cumplimiento de los objetivos de fuerza y colaboración previamente
establecidos de mutuo acuerdo. De esta forma, a la tradicional
preocupación de la Alianza por evitar un reparto desigual de las cargas
colectivas, se une la voluntad de que ningún miembro de la misma se
convierta en un receptor neto de seguridad.
La Unión Europea Occidental es una organización de seguridad
genuinamente europea cuyos lazos con la Unión Europea (UE) se siguen
estrechando. El Tratado de Amsterdam, como anteriormente el de
Maastricht, impulsa la posibilidad de convergencia entre la UE y
la UEO en temas de seguridad y defensa. La Unión
Europea Occidental concede también gran importancia al mantenimiento de
un fuerte vínculo transatlántico.
La flexibilidad de la OTAN ha permitido que los Estados miembros de la
Unión Europea Occidental (UEO) desarrollen dentro de la Alianza la
denominada Identidad Europea de Seguridad y Defensa (IESD) para atender
al desarrollo de aquellas misiones humanitarias, de rescate o de
operaciones de mantenimiento de la paz que individualmente o coligados
con otros miembros o terceros, lleven a cabo y en las que no desean
participar todos los aliados.
Para ello ha sido fundamental la definición del nuevo concepto de
Fuerzas Operativas Conjunto-Combinadas (CJTF), que también permitirá la
participación de otros países en la realización de misiones.
Ambas organizaciones, OTAN y UEO, están comprometidas en mantener la
complementariedad y transparencia entre ellas. La complementariedad
supone no duplicar esfuerzos y, por ello, ambas organizaciones han
establecido los procedimientos que permitan a la UEO ejecutar
operaciones, empleando medios de la OTAN.
Ahora bien, mejorar la capacidad operativa de la Unión Europea
Occidental ha de ser nuestra aspiración. Este propósito ha de impulsar
la organización de los ejércitos europeos desde la lógica de la
complementariedad entre ellos, haciendo un esfuerzo para evitar
duplicidades, coordinando la política de adquisición de nuevo material,
desarrollando políticas de I + D comunes y concretando programas de
formación conjunta para los oficiales y suboficiales.
En el caso concreto de la estabilidad y seguridad en el Mediterráneo,
hay que continuar con la línea iniciada en la conferencia de Barcelona
de noviembre de 1995. El objetivo de impulsar la creación de una
conferencia para la Seguridad y la Cooperación en el Mediterráneo,
continúa siendo oportuno desde esta perspectiva.
1.3 El impacto de las nuevas tecnologías en las organizaciones de
defensa y en los ejércitos.
Un panorama estratégico distinto, donde el ambiente aparece más
complejo, en el que surgen nuevas misiones añadidas a las tradicionales
de autodefensa y donde la convergencia de esfuerzos impone la necesidad
de entenderse con los aliados, es indudablemente más exigente en cuanto
al factor humano. Pero buscar la solución a esta exigencia en el aumento
de efectivos sería tratar de resolver el futuro con visión de pasado. La
solución no está sólo en el número sino en la conjunción de éste con la
calidad y la preparación.
Tanto las situaciones de crisis como el recurso a la fuerza siguen
representando el tradicional enfrentamiento de voluntades pero, aunque
el fondo sea el mismo, la revolución tecnológica ha introducido cambios
drásticos en la forma de resolverlas. La posibilidad de tomar decisiones
en tiempo real y, llegado el caso, el uso de armas inteligentes y la
opción de elegir objetivos con precisión y sin daños colaterales,
plantean un tipo de operaciones donde priva la calidad y donde la
preparación está sometida a prueba de forma permanente.
Formar ejércitos capaces, en un momento dado, de manejar con prudencia y
acierto los nuevos medios que la innovación tecnológica pone a su
disposición, es un reto al que hoy se enfrentan las sociedades modernas,
tanto en el aspecto de su propia seguridad y defensa como en el de su
aportación a la seguridad compartida dentro de organizaciones
internacionales.
No aceptar esta dinámica implica quedarse al margen de una realidad y de
un proceso de modernización que hoy viven las sociedades de nuestro
entorno. Aceptarla significa el primer paso en el lógico camino que debe
conducir a las Fuerzas Armadas que se van a necesitar en el siglo XXI.
Las Fuerzas Armadas que hayan asumido esta revolución tecnológica podrán
imponer su superioridad desde los primeros momentos de un hipotético
conflicto. De ahí la necesidad de que todas las naciones miembros de una
organización de defensa colectiva mantengan unos niveles de
modernización similares que impidan la desconexión tecnológica, lo cual
dificultaría seriamente su interoperabilidad.
La industria de defensa europea está muy fragmentada en contraste con la
de los Estados Unidos, donde existe un mercado único. El mantenimiento
de una industria de defensa europea moderna, eficaz y competitiva deberá
ser un elemento primordial de la política de seguridad europea.
Además, el esfuerzo de innovación tecnológica debe hacerse sosteniendo
también un adecuado grado de
instrucción y de mantenimiento del material, porque su utilidad final no
depende de la disponibilidad física del armamento y equipo, sino de su
grado real de operatividad.
Ello no disminuye la importancia del factor humano. Al contrario, la
orienta más en la dirección de su calidad que en la de su cantidad. Lo
importante es pues, no sólo disponer del número de hombres y mujeres
necesario para el desarrollo de las misiones de las Fuerzas Armadas,
sino, sobre todo, su preparación, dedicación y capacidad profesional
para manejar unos medios cada día más complejos técnicamente.
2. MARCO NACIONAL ESPAÑOL
Los condicionantes expuestos exigen una revisión a fondo de los modelos
de Fuerzas Armadas que en la práctica totalidad de las naciones
occidentales se encuentra ya en marcha. En España ha tenido lugar,
también, un período de análisis y reflexión par determinar el nuevo
modelo de Fuerzas Armadas, capaces de cumplir eficazmente con sus
misiones y de constituir un adecuado instrumento de disuasión y de
política exterior en el nuevo panorama estratégico internacional del
siglo XXI y dentro del marco de seguridad compartida que disfruta
España, mediante su participación en organizaciones colectivas de
seguridad como 1a Organización de Naciones Unidas, la Organización para
la Segurida y Cooperación en Europa, la Alianza Atlántica, en la que
España acaba de integrarse en su estructura militar integrada, y la
Unión Europea Occidental.
Los españoles estamos convencidos de la necesidad de dotarnos de una
defensa eficaz que garantice el ámbito de seguridad imprescindible para
seguir construyendo el sistema de libertades, el ámbito de bienestar
económico y de igualdad social que nuestra Constitución proclama como
modelo desde su primer artículo.
A1 mismo tiempo, somos conscientes de que la defensa tiene un coste, el
precio de la libertad, y supone un compromiso de contribuir, dentro de
nuestras posibilidades, al mantenimiento de la paz mundial y a la
defensa del sistema de valores y libertades que nuestra Constitución
representa.
Para considerar el impacto en la opinión pública de los aspectos de
seguridad y defensa hay que entender dos hechos clave: en primer lugar,
la nuestra es una sociedad abierta al ambiente internacional que quiere
que España ocupe el sitio que 1e corresponde de acuerdo con su historia
y su peso político como nación, pero por otra parte no desea que
soldados de reemplazo tengan que cumplir misiones en el exterior.
Estos dos hechos explican por qué una mayoría de españoles se muestra
partidaria de unas Fuerzas Armadas profesionales e incluso se declara
dispuesta a afrontar el necesario esfuerzo presupuestario.
2.1 Necesidad de reformar el actual modelo mixto de Fuerzas Armadas.
En este sentido el diseño del nuevo modelo de Fuerza sArmadas, además de
apoyarse en razones operativas y funcionales, debe tener el valor
añadido de constituir una respuesta válida, una demanda social, lo que
hace que razonablemente quepa esperar la necesaria comprensión y apoyo
de la sociedad española para este modelo.
La opinión pública tiene, pues, una clara percepción del entorno
estratégico antes descrito y de sus requerimientos y está convencida de
que el mundo de las relaciones internacionales debe estar basado
primariamente en el diálogo y en la tolerancia, así como en la
progresiva corrección de los desequilibrios económicos, generadores de
la injusticia en la que se enraíza el origen de muchos de los conflictos
que amenazan o asolan a la humanidad.
Este convencimiento de la opinión pública que lleva a la conclusión de
la necesidad de dotarnos de unas Fuerzas Armadas profesionales, capaces
no sólo de la defensa de nuestro territorio, independencia y soberanía,
sino de participar en operaciones de mantenimiento o imposición de la
paz, o de ayuda humanitaria, se refleja inequívocamente en las últimas
encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas, en
particular la celebrada sobre la defensa nacional y la
profesionalización del ejército en enero-febrero de 1997 y de la que ha
tenido conocimiento esta Comisión a lo largo de sus trabajos.
España es igualmente consciente de que vivimos en un mundo inmerso en
cambios acelerados y en el que el éxito se fundamenta cada vez más en la
capacidad de adaptarse con la flexibilidad y la rapidez necesaria a esos
cambios. Ello es así también en el campo de la defensa pues, en este
ámbito, el futuro pertenece a las naciones capaces de pensar antes,
pensar más y pensar mejor que las demás.
El modelo de Fuerzas Armadas 2000, modelo mixto vigente, fue aprobado en
el Pleno del Congreso de los Diputados, en su reunión del día 27 de
junio de 1991, por una amplísima mayoría y se encuentra aún hoy en sus
últimas fases de implantación, que el Gobierno ha acelerado para el año
1998. Este modelo supuso un hito importante en el enorme esfuerzo de
modernización y ajuste de efectivos que, bajo la dirección de los
Gobiernos de la democracia, han realizado nuestras Fuerzas Armadas
durante los últimos veinte años.
A pesar de su juventud y de que ha cubierto satisfactoriamente los
objetivos propuestos, es decir, las necesidades defensivas de España
durante estos últimos años, debe ser revisado y superado por un nuevo
modelo de Fuerzas Armadas plenamente profesionales que nos permita
adaptarnos a los requerimientos estratégicos y de índole política
sucintamente descritos anteriormente y que han sido objeto de amplio
debate en esta Comisión Mixta.
En breve resumen, las razones para el cambio son las siguientes:
a) La situación estratégica actual requiere unas Fuerzas Armadas más
operativas, más flexibles, más polivalentes y orientadas a la acción
conjunta.
b) El factor tecnológico ha hecho que el énfasis en relación con el
factor humano se haya trasladado de la cantidad a la calidad. Es decir,
las Fuerzas Armadas son progresivamente más reducidas pero requieren
hombres y mujeres cada vez mejor preparados profesionalmente, con plena
dedicación al desarrollo de sus tareas y plena disponibilidad de
actuación allá donde se les requiera.
c) Este camino hacia nuestro nuevo modelo está, además, refrendado y
contrastado por decisiones similares en otros países de nuestro entorno,
que han manifestado en su conjunto, ante esta Comisión Mixta, un estado
de opinión favorable hacia el resultado obtenido de unas Fuerzas Armadas
profesionales.
Así, pues, se considera que el nuevo modelo dará cumplida respuesta a
una clara aspiración social de los españoles reflejada en un estado
general de opinión que, si bien se sustenta en parte en el rechazo al
concepto obligatorio del servicio militar, fundamentalmente se basa en
la percepción generalizada en el mundo occidental de que las guerras,
los conflictos y las crisis de próximo futuro se desarrollarán en un
ambiente tecnológico avanzado, y que para ello se necesita personal
altamente cualificado y profesional. En otras palabras, la sociedad
demanda un nuevo modelo de Fuerzas Armadas acorde con los tiempos
actuales y con la evolución de la misma sociedad, pues entiende que en
la era de la especialización en todos los ámbitos es necesario también
que la defensa descanse sobre especialistas profesionales.
Modelo profesional que, además, se irá imponiendo en todos los países de
la Unión Europea, lo que facilitará la cooperación de los respectivos
ejércitos, puede ayudar a avanzar en la vía de una política común de
defensa y, en consecuencia, hará más factible la integración política de
Europa, que redundará en beneficio de los ciudadanos europeos.
Esa integración en Europa obliga a difundir en el ámbito militar valores
que, sin cuestionar los esencialmente patrióticos y democráticos de cada
Estado, los haga compatibles con una idea de cooperación internacional
en la búsqueda de la paz. En este sentido, desarrollar un concepto de
Fuerzas Armadas al servicio de los valores de la paz, de la solidaridad,
de la democracia y de los derechos y libertades constitucionales
garantiza el compromiso del conjunto de la sociedad y, especialmente, de
la juventud con esas Fuerzas Armadas.
2.2 Principios generales del nuevo modelo de Fuerzas Armadas.
Las nuevas Fuerzas Armadas españolas necesitarán una mentalización,
despliegue y preparación específica para, además de garantizar la
defensa de España, actuar en escenarios situados fuera del propio
territorio nacional o aliado, con motivo de situaciones de emergencia o
crisis, bien para garantizar la estabilidad internacional, bien para
garantizar el respeto a los Derechos Humanos o bien para la defensa de
los legítimos intereses de España, compartidos o no con el resto de
países aliados, allá donde se pudieran ver afectados por riesgos o
amenazas. Ello supone que deben disponer de una capacidad de proyección
exterior, que exige, entre otras, unas características tales como
flexibilidad, alta disponibilidad, rapidez de actuación, capacidad de
transporte y medios sofisticados de combate o de apoyo. Deben disponer
también de la interoperabilidad necesaria para actuar con los ejércitos
de otras naciones, especialmente las aliadas.
Todo esto obliga, obviamente, a una preparación a todos los niveles que
no se puede alcanzar para el personal de tropa en el corto período de
tiempo de duración del servicio militar. Se precisa un tiempo y una
dedicación muy superiores a los que se exigían hace tan sólo unos pocos
años y ello corrobora la necesidad de unas Fuerzas Armadas plenamente
profesionales.
Estas Fuerzas deberán tener una entidad, estructura, equipamiento y
grado de disponibilidad que las capaciten para disuadir a los
potenciales adversarios de cualquier agresión contra la soberanía o los
intereses nacionales y para contribuir, en proporción a nuestro
potencial económico y político, a la defensa colectiva dentro de las
Alianzas a las que pertenecemos.
Ello supone alcanzar un punto de compromiso y equilibrio entre la
entidad de la fuerza, la necesidad de mantener la inversión en
modernización y el grado de adiestramiento y operatividad necesarios,
dentro de las previsibles disponibilidades presupuestarias para el
futuro. Sólo así se conseguirá disponer de unas Fuerzas Armadas
plenamente operativas y dispuestas para garantizar el cumplimiento de
las misiones que el Gobierno les encomiende, con el control
parlamentario que nuestra Constitución señala.
El nuevo modelo de Fuerzas Armadas profesionales, capaz de responder a
las exigencias y circunstancias anteriormente expuestas, debe
sustentarse, para dar plena satisfacción a las razones que lo motivan,
en los siguientes principios generales:
a) La plena voluntariedad y profesionalidad de sus componentes, sin
discriminación de sexos, tanto en cuadros de mando como en tropa y
marinería.
b) Una entidad, que será determinada por el Gobierno en un plazo no
superior a un año, de acuerdo con las misiones asignadas a las nuevas
Fuerzas Armadas con unos efectivos situados entre 170.000 y 150.000
militares profesionales.
En función de la evolución del proceso de modernización de los ejércitos
y de racionalización de sus estructuras orgánicas el Gobierno irá
efectuando en períodos quinquenales los correspondientes ajustes de
efectivos, y el Proyecto de Ley de Plantillas será remitido por el
Gobierno a las Cortes Generales para su aprobación.
Cada vez que se determinen las plantillas de cada período quinquenal, el
Gobierno informará al Parlamento sobre la situación de los efectivos de
las Fuerzas Armadas y su previsible evolución en el período considerado.
c) La adaptación del personal civil al servicio de la Administración
Militar a los requerimientos del modelo de plena profesionalización de
las Fuerzas Armadas, lo que hace necesario reconsiderar tanto su número
como sus características de formación y especialidad.
d) Una formación del personal, que deberá satisfacer las necesidades de
la institución militar y posibilitar las aspiraciones personales de los
interesados, mediante el adecuado sistema de promoción interna o de
reinserción en la vida civil. Al mismo tiempo la propia sociedad se
beneficiará de unos profesionales bien preparados y con experiencia.
e) Un equipamiento material adecuado, lo que, en línea con las
tendencias actuales, debe tender a medio plazo hacia una distribución
entre gastos de personal y material en el entorno del 50 por 100 y,
posteriormente, hacia un 40 y un 60 por 100, respectivamente.
f) Un respaldo económico-presupuestario, estable y suficiente, que
permita afrontar los gastos derivados del incremento del número de
militares profesionales, de su formación y adiestramiento permanente y
de los programas de modernización de armamento y equipo, en el marco de
los Presupuestos Generales del Estado.
g) Criterios acordes con las doctrinas de acción conjunta y de
estructura operativa conjunta que garantice la coordinación y eficacia
en el desempeño de los cometidos de las Fuerzas Armadas.
h) La racionalización y reducción de las actuales estructuras
organizativas y la mejora de los procedimientos administrativos de toda
índole al servicio de un criterio de mayor eficacia en la gestión, y en
el mejor aprovechamiento de los recursos humanos y económicos asignados.
i) Un sistema de reserva y movilización para conseguir, de forma
progresiva o selectiva, completar las unidades de los ejércitos o llevar
a cabo una eventual generación de fuerzas para hacer frente a las
necesidades en el ámbito de la seguridad y la defensa. En este sentido
el Gobierno presentará en el plazo de un año las propuestas legislativas
correspondientes para organizar un sistema de reserva y movilización
acorde con el nuevo modelo de profesionalización.
j) El desarrollo y adecuación a la completa profesionalización de los
procedimientos de gestión de personal y de estilo de mando.
k) Los militares profesionales, como ciudadanos de uniforme, son
titulares de los derechos y libertades establecidos en la Constitución,
con las imprescindibles restricciones o limitaciones en su ejercicio que
la propia Constitución y las disposiciones de desarrollo de la misma
contemplen, como respuesta a las exigencias derivadas de los rasgos
esenciales de funcionamiento de las Fuerzas Armadas, que se resumen en
la necesaria disciplina. Se deberán buscar vías que faciliten cauces
para la presentación de propuestas, peticiones y reclamaciones en el
ámbito militar, al mismo tiempo que se sigue profundizando en los
objetivos de vertebrar la justicia militar con la ordinaria, en
aplicación del principio constitucional de unidad jurisdiccional, y de
dar celeridad a la Administración de Justicia y claridad y
simplificación a los mecanismos para su aplicación.
Es conveniente incorporar a nuestro acervo una cultura de defensa que al
igual que otros objetivos de paz, justicia, libertad, solidaridad y
prosperidad permitan construir un sugestivo proyecto de vida en común,
un programa de futuro que estimule a todos los ciudadanos.
En ese mismo sentido, al concretar el modelo plenamente profesional, hay
que promover la integración de los militares en la sociedad de la que
forman parte, a la que sirven y de la que también deben recibir el
máximo estímulo y apoyo. El sistema de enseñanza militar, las
retribuciones, el apoyo a la movilidad, la atención a la salud y acción
social, todo el ejercicio profesional, deben ajustarse sin duda a las
características singulares de la actividad militar pero evitando el
aislamiento social de unos profesionales que deben encontrar su correcto
acomodo en ámbitos sociales y culturales acordes con su preparación y
ejercicio profesionales.
Otra de las formas de mejorar la integración de las Fuerzas Armadas en
la sociedad, es la transparencia en su actuación, con una buena
información y comunicación con los ciudadanos y con las instituciones.
Habrá que impulsar las reformas legislativas necesarias para permitir
una mayor participación de las Cortes Generales en el impulso y control
de la política de seguridad y defensa, especialmente en el ciclo de
planeamiento y en la definición de los programas de armamento con sus
correspondientes inversiones a corto, medio y largo plazo. En este
sentido, al finalizar cada año el Gobierno presentará, para su debate en
la Comisión de Defensa, un informe sobre el cumplimiento del proceso de
profesionalización y modernización de las Fuerzas Armadas y sobre los
objetivos fijados para el año siguiente.
El proceso de formación personal y profesional de los militares deberá
incorporar expresamente los valores y principios del ordenamiento
constitucional, contemplando la pluralidad cultural del Estado.
3. RASGOS BÁSICOS DEL NUEVO MODELO DE TROPA Y MARINERÍA PROFESIONALES
3.1 Compromisos de duración.
Deberán establecerse dos tipos de compromisos, uno de corta y otro de
larga duración.
El compromiso de corta duración estará dirigido a aquellos españoles que
deseen ingresar como militares de tropa y marinería profesionales en las
Fuerzas Armadas por un período aproximado de entre 12 y 18 meses. Será
un primer contacto con las Fuerzas Armadas, opción voluntaria que
facilita el ejercicio del derecho constitucional de la defensa de
España, y que además les permitirá una mejor apreciación del ámbito
militar y poder adoptar posteriormente decisiones de continuidad.
Los que adquieran este compromiso, además de ser beneficiarios de los
incentivos que más adelante se indican, deberán tener preferencia para
optar al modelo de larga duración de tropa y marinería profesionales.
El compromiso de larga duración no será inicialmente superior a tres
años, pero será susceptible de ampliaciones sucesivas.
A estos profesionales se les deberá diseñar una carrera, que les permita
tener un horizonte profesional definido, progresar en el propio
desempeño profesional de su especialidad y proyectarse hacia la tropa y
marinería de carácter permanente, hacia las escalas de cuadros de mando
o hacia la recolocación en el mundo laboral civil, tanto público como
privado.
El diseño de carrera de la tropa y marinería podrá culminar, dentro de
la propia categoría, al alcanzar la condición de permanente.
3.2 Reclutamiento y formación.
En cuanto al reclutamiento y la formación deberán tenerse en cuenta las
siguientes consideraciones:
a) Con vistas a la selección de los aspirantes a militares de la tropa
y marinería profesionales, con los requerimientos exigibles para
conseguir la calidad necesaria, se hará una oferta anual de plazas por
ejército y especialidad. Deberán estudiarse los mecanismos para ir
implantando progresivamente un sistema continuado de selección.
b) Una vez seleccionados los aspirantes, pasarán por una fase de
formación elemental. Una vez finalizada la misma, tendrá lugar la firma
del compromiso inicial y el nombramiento correspondiente.
Posteriormente, para aquellas especialidades que lo necesiten, deberán
existir unas fases de formación complementaria en las que se
profundizará en los conocimientos necesarios para el ejercicio de las
citadas especialidades.
c) El proceso de selección se debe regir por criterios de competencia y
eficacia orientados a incorporar a los ejércitos a unos soldados y
marineros motivados y capaces de desempeñar sus tareas, al igual que en
cualquier otra actividad profesional en la que se exijan parámetros de
eficiencia. Una buena selección y formación es la que debe hacer posible
que las Fuerzas Armadas dispongan de los profesionales debidamente
capacitados y que éstos, a su vez, estén preparados para competir en el
mercado de trabajo. Profesionales motivados, debidamente remunerados y
dotados de los medios suficientes. Esa remuneración adecuada constituye
una pieza clave como se ha demostrado en la evolución del voluntariado
especial y en el modelo mixto; por ello constituye un objetivo
fundamental la determinación de un sistema de retribuciones dignas,
acordes con las exigencias de la función militar.
d) Deben tenerse en cuenta toda clase de incentivos, además del
elemento puramente vocacional, para garantizar que se cumplen los
objetivos del reclutamiento.
e) De acuerdo con el proceso de ajuste de los cuadros de mando, se
determinará el número de plazas de las convocatorias de ingreso en las
academias, para ir adecuando el número de efectivos a las plantillas
legales.
f) El sistema deberá ofrecer al militar profesional la respuesta a la
lógica expectativa de los jóvenes hacia un empleo o salida profesional
de carácter permanente, tanto en las Fuerzas Armadas como fuera de
ellas, en el campo público o privado, al superar un determinado tiempo
de servicio.
Para ello, los profesionales de tropa y marinería tendrán la posibilidad
de continuar en las Fuerzas Armadas mediante promoción interna.
El cumplimiento de algún compromiso en las Fuerzas Armadas
profesionales, teniendo en cuenta el tiempo de servicio, las aptitudes o
cualificaciones profesionales, así como titulaciones adquiridas durante
el mismo será considerado como mérito en los sistemas de selección del
personal, funcionario o laboral, al servicio de las Administraciones
Públicas.
Se establecerán los mecanismos adecuados para posibilitar y favorecer la
integración laboral en el mundo de la empresa privada de los soldados y
marineros profesionales que concluyan sus compromisos.
4. RECURSOS FINANCIEROS
Como es lógico, un estudio económico de las futuras Fuerzas Armadas
profesionales debe incluir no sólo el coste en sí de la
profesionalización, sino inexcusablemente los costes de modernización
del armamento, material y equipo.
Profesionalización y modernización son conceptos indisociables. De
acuerdo con los datos con que cuenta esta Comisión Mixta, actualmente el
presupuesto de Defensa se distribuye en un 57 por 100 para gastos de
personal y un 43 por 100 para gastos de material.
Siendo conscientes de que, idealmente, para conseguir unas Fuerzas
Armadas modernas sería preciso alcanzar una proporción de un 40/60, las
estimaciones presupuestarias previstas en el período de implantación del
modelo nos llevan a que se deba alcanzar la proporción 50/50.
Todo ello requiere la aplicación de la financiación precisa para
asegurar los procesos de profesionalización y modernización de las
Fuerzas Armadas, que se debe concretar en un incremento progresivo de
los Presupuestos de Defensa hasta alcanzar en el período de cinco años
los objetivos de dicho modelo. El Gobierno incluirá en el escenario
macroeconómico de los próximos ejercicios dichas previsiones y efectuará
el planeamiento de los procesos de profesionalización y modernización de
las Fuerzas Armadas en el citado período definiendo unos programas
plurianuales realistas para garantizar un notable grado de seguridad en
su cumplimiento.
5. PERÍODO TRANSITORIO
La adopción de un nuevo modelo requiere un período transitorio, que
permita construirlo sobre bases sólidas y durante el cual no se vea
reducido el nivel de operatividad de los ejércitos.
La Comisión considera que el Gobierno debe de realizar sus mejores
esfuerzos para conseguir que, atendiendo a las circunstancias tanto
presupuestarias como de organización, reclutamiento y formación del
personal profesional, este período transitorio sea lo más breve posible.
En todo caso el proceso deberá estar terminado en su conjunto no más
tarde del 31 de diciembre del año 2002.
Como en todo cambio, el paso de un sistema a otro es un momento crítico,
porque, a lo largo del proceso, podría producirse una deslegitimación
progresiva del servicio militar obligatorio que, de no tomar las
oportunas medidas, pondría en riesgo el objetivo propuesto y, en
consecuencia, la defensa de España. Para realizar una buena gestión del
período transitorio se deberán adoptar las siguientes medidas:
a) Establecer los mecanismos que permitan compensar los efectivos
globales de soldados profesionales y de reemplazo de forma que el
aumento progresivo de unos suponga el correlativo decremento de los
otros. Concretamente, las Fuerzas Armadas necesitarán un número menor de
soldados de reemplazo, por lo que habrá que buscar fórmulas que permitan
excluir de la prestación del servicio militar a porcentajes
progresivamente crecientes de los reemplazos anuales, aplicando
criterios de la mayor objetividad posible. A estos efectos, se procederá
a revisar los supuestos de exclusión por cuadro médico o razones
familiares, así como a adaptar los procedimientos de sorteo a la
evolución de la situación.
b) Dejarán de prestar el servicio militar obligatorio los españoles a
los que correspondería incorporarse con carácter ordinario a partir del
1 de enero del año 2002, es decir, todos los nacidos con posterioridad
al 1 de enero de 1983 no serán llamados a prestar el servicio militar
obligatorio.
c) A los nacidos con anterioridad al 1 de enero
de 1983, les seguirá siendo de aplicación la legislación reguladora del
servicio militar o la de la prestación social sustitutoria.
d) La legislación reguladora de la objeción de conciencia y de la
prestación social sustitutoria y su aplicación se irán ajustando a la
evolución del servicio militar.
e) Por otro lado, y previsiblemente, las Fuerzas Armadas van a
necesitar un número menor de soldados de reemplazo, resultado del propio
proceso de profesionalización. Lógicamente habrá que buscar las fórmulas
que permitan excluir de la obligación legal a un determinado contingente
de jóvenes.
6. REFORMAS NORMATIVAS NECESARIAS PARA LA IMPLANTACIÓN DEL NUEVO MODELO
La implantación del nuevo modelo de Fuerzas Armadas requerirá la
modificación o derogación de normas de carácter legal y reglamentario,
así como la redacción de otras nuevas. La Comisión insta al Gobierno a
presentar ante las Cámaras, en el menor plazo posible, los Proyectos de
Ley que permitan la efectiva implantación del modelo.
Palacio del Congreso de los Diputados, 11 de mayo de 1998.-El Presidente
de la Comisión, Alejandro Muñoz-Alonso y Ledo.-El Secretario de la
Comisión, Jaime Lobo Asenjo.