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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 248, de 22/06/1999
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



PLENO Y DIPUTACIÓN PERMANENTE



Año 1999 VI Legislatura Núm. 248



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FEDERICO TRILLO-FIGUEROA MARTÍNEZ-CONDE



Sesión Plenaria núm. 240



celebrada el martes, 22 de junio de 1999



ORDEN DEL DÍA:



Comunicación del Gobierno:



- Comunicación del Gobierno para el debate de política general en
torno al estado de la Nación. (Número de expediente 200/000007.) . .

. (Página 13183)



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S U M A R I O



Se abre la sesión a las doce y cinco minutos del mediodía.




Comunicación del Gobierno . . . (Página 13183)



Comunicación del Gobierno para el debate de política general en torno
al estado de la Nación . . . (Página 13183)



El señor presidente del Gobierno (Aznar López) presenta ante la
Cámara la comunicación para el debate de política general en torno al
estado de la Nación. Resalta en primer lugar el hecho de que se haya
llegado al cuarto año de la legislatura, con la consiguiente
estabilidad política que conviene para afrontar las tareas de
gobierno, y pasa a exponer los objetivos alcanzados desde el último
debate sobre el estado de la Nación: el nacimiento del euro, la
aprobación de la Agenda 2000, el nuevo modelo de Fuerzas Armadas, la
reducción de la presión fiscal, las importantes mejoras en el
bienestar social, la consolidación de la financiación de la sanidad
pública y la reducción del desempleo, consiguiéndose por primera vez
superar los catorce millones de afiliados a la Seguridad Social, y
destaca la suspensión de la actividad terrorista, que ha sido posible
gracias al esfuerzo de la sociedad vasca y del conjunto de la
sociedad española, lo que supone un triunfo de la fortaleza y de la
superioridad moral del Estado de derecho. Se detiene en este aspecto,
explicando los contactos mantenidos para acreditar las posibilidades
del cese definitivo de la violencia por parte de ETA y expone la
voluntad del Gobierno de continuar la política penitenciaria
emprendida con la orientación dinámica, flexible y consensuada,
acorde en todo caso con el final de la violencia, conforme a los
criterios expresados en la Cámara, insistiendo en que la paz no
tendrá precio ni hipoteca, porque el orden constitucional que los
españoles se dieron no se puede romper, ni se romperá, ni matando ni
por dejar de matar. Asimismo considera que el camino hacia la paz
obliga a todos a realizar ahora, por un elemental sentido de justicia
y de humanidad, un acto de solemne reconocimiento y reparación con
las víctimas del terrorismo y sus familiares. Asegura que es la hora
de la responsabilidad y también de la esperanza, porque se ha
avanzado en el camino de la paz y se está en condiciones de lograrla
a través del Estatuto de Guernica, única realidad sólida y único
proyecto viable. A continuación pone de relieve el hecho de que
dentro de unos meses se cumplirán veinte años de la
aprobación de los estatutos de Autonomía del País Vasco y de
Cataluña, que fueron el primer hito en la construcción del Estado de
las autonomías, siendo articulada la pluralidad de España con una
fórmula política innovadora y valiosa, sobre la que están de acuerdo
la gran mayoría de los españoles y en torno a la cual quieren
construir el futuro. Se refiere al Pacto autonómico de 1992, que
quedará finalizado una vez que se asuman las competencias educativas
transferidas, y considera finalizado el tiempo de la reivindicación
competencial, siendo el momento de intensificar la cooperación basada
en la lealtad constitucional, el consenso político y la solidaridad
interterritorial. Asimismo considera necesario el incremento de las
competencias municipales y el fortalecimiento de las instituciones
democráticas, pasando a expresar su preocupación por el estado de la
justicia. Explica los nuevos retos que afrontará el país en los
próximos años y el programa de reformas que puso en marcha el
Gobierno en 1996, subrayando los retos más inmediatos, como seguir
mejorando el nivel de empleo, modernizar el sistema educativo,
afrontar el cambio tecnológico contemporáneo, hacer frente a la
evolución demográfica de la sociedad, garantizando la cohesión
social, y pasa a explicar los objetivos del Gobierno en relación con
dichos retos. Hace especial hincapié en la creación de 1.300.000
nuevos puestos de trabajo hasta el año 2002 y en la modernización del
mercado de trabajo, y explica las reformas que se han de impulsar en
el marco europeo, teniendo que elegir entre dos posturas: la
inmovilista y la de la apertura, abogando por esta última.

Finalmente, manifiesta que este es el último debate del estado de la
Nación de la presente legislatura y que la reducida mayoría
parlamentaria del partido del Gobierno no fue causa de disolución
prematura, como algunos presagiaron, ni ha impedido el desarrollo y
ejecución de la ambiciosa política reformista que ha expuesto en su
intervención. Añade que el diálogo, la búsqueda de espacios de
encuentro y la propuesta y persecución de objetivos comunes permitió
la vertebración parlamentaria de mayorías suficientes, y que el
alcance de ese programa de reformas, con apoyos estables de quienes
lo compartían, reclama y seguirá reclamando hasta el final de la
legislatura una actividad intensa del Ejecutivo y de la Cámara,
esfuerzo que, está seguro, sabrán valorar los españoles.




Se suspende la sesión a las doce y cincuenta y cinco minutos del
mediodía.




Se reanuda la sesión a las cuatro de la tarde.




En nombre del Grupo Socialista del Congreso interviene el señor
Almunia Amann, manifestando que la decisión de posponer este debate
fue del señor Aznar y estaba en su derecho de hacerlo, pero con ello
no hizo ningún favor al Parlamento, ni a la calidad de



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nuestra democracia ni al respeto que deben todos a plan hidrológico,
a la vez que se produce una pésima los votantes. Sin embargo, ese
aplazamiento hace o nula gestión en materias como la de aeropuertos,
que la opinión que los ciudadanos expresaron el justicia o medio
ambiente. En definitiva, hay pasado día 13 esté muy presente en este
debate. Ciertamente muchas cosas que no funcionan en el Gobierno, lo
el Partido Popular ha quedado en primer que le lleva a afirmar que se
gobierna poco y mal y lugar y los socialistas no han ganado, pero sí
han con un Parlamento que ha visto reducido su papel aumentado en
apoyo popular y en presencia institucional, institucional y político
desde que el Partido Popular encontrándose hoy en mejores condiciones
está en el poder. que hace 10 días para ganar las elecciones
generales, Concluye señalando que durante el mandato del pues la
legislatura se acerca a su fin y muchos señor Aznar se está
produciendo un enorme proceso piensan que está casi tan agotada como
el propio de concentración privada de poder económico alentada
Gobierno. Añade que los vientos del cambio soplan desde el Gobierno,
se ha organizado un sistema de nuevo en contra del señor Aznar y lo
que representa de financiación autonómica que agudiza las
desigualdades y que la política del Gobierno no gana adeptos, entre
las comunidades y que hace aguas sino que los pierde. Dice que,
ganadas las elecciones por los cuatro costados, se está dejando como
herencia generales después de haber practicado una oposición una
España más desigual, más frágil y con frontal y destructiva, en
seguida volvió al antisocialismo menor presencia internacional, con
lo que la suerte como eje de su discurso, a la crispación
prefabricada, que les ha deparado un momento económico internacional
a las acusaciones falsas, al abuso prepotente muy positivo no se está
sabiendo aprovechar del poder, pero tampoco por ahí acabó de en
beneficio de la mayoría de los españoles, y encontrar su camino, por
lo que inició un nuevo ése es el estado de la nación del que también
es responsable cambio de rumbo sirviéndose del señor Piqué y el señor
Aznar, le guste o no. hablando del centro reformista, aunque no se le
recuerda haber emprendido una reforma digna de Contesta el señor
presidente del Gobierno, replicando tal nombre. Pero el efecto Piqué
no duró mucho, por el señor Almunia Amann y duplicando el señor lo
que se llegó incluso al esperpento de querer aparecer presidente del
Gobierno. como socialdemócrata de la tercera vía, aunque los hechos
desmienten sus intenciones. El señor Martínez Noval, del Grupo
Socialista en el No va a negar la evolución positiva de los
principales Congreso, solicita, en virtud del artículo 73 del
indicadores macroeconómicos y, por supuesto, coincide Reglamento, un
nuevo turno, que es denegado por la con el señor presidente y con la
mayoría de los Presidencia. españoles en celebrar la existencia de
una tregua en el País Vasco que abre una perspectiva enormemente En
nombre del Grupo Parlamentario Federal de esperanzadora que tienen
que aprovechar. Sin Izquierda Unida interviene el señor Anguita
González. embargo, gobernar consiste en marcar prioridades Comienza
su intervención teniendo presente las claras, decidir entre
diferentes opciones, diseñar y palabras del señor presidente del
Gobierno, el cruce desarrollar un proyecto político y éste no es el
caso dialéctico entre él y el señor Almunia, los últimos del señor
Aznar ni en el terreno económico, ni por estudios sociológicos y los
resultados electorales del supuesto en el social y ni siquiera en el
estrictamente día 13 de junio, que le llevan a hacer una serie de
político. Se percibe en su tarea como gobernante una reflexiones para
llegar al fondo de lo que realmente ausencia de liderazgo en los
asuntos importantes, se está debatiendo: Cómo vive la sociedad
española acompañada, eso sí, de una notable obsesión por el los
problemas que la acucian y qué valores son los poder político, que
legítimamente ocupa, pero también más asentados entre la ciudadanía.

Reconoce que por el económico y el mediático, obsesión acompañada los
resultados electorales del 13 de junio no han sido muchas veces de un
estilo autoritario en el buenos para su fuerza política y asegura que
han ejercicio de ese poder. Paralelamente, en los grandes recibido el
mensaje con humildad y serenidad, asuntos está más bien ausente,
citando como ejemplos haciéndose el firme propósito de intentar
eliminar el anuncio de tregua por parte de ETA, el debate las causas
que lo han producido, siempre y cuando sobre las demandas
nacionalistas en torno a una no vaya en detrimento de aquellos que
les votaron y articulación diferente de la España plural o el
conflicto de los posibles nuevos votantes. Denuncia la reducción de
Yugoslavia. Se trata, sin embargo, de temas del papel del Estado y la
imposición del mercado de Estado respecto de los que el Partido
Socialista reitera a la política, por lo que el mensaje político se
hoy su oferta y disposición al consenso, oferta transforma en un
producto mercancía que hay que escasamente atendida hasta el momento
por parte vender como sea, acudiendo a la polémica, al insulto, del
Gobierno. a la radicalidad verbal en lugar de a explicar los Dejando
a un lado los temas de Estado, echa en falta programas y defender las
ideas con razones. En su un proyecto que priorice la educación, la
investigación opinión, en España está perdiendo peso el modelo y el
desarrollo tecnológico, un plan de mejora y europeo, que se
fundamenta en que la mayoría de modernización de nuestras
infraestructuras, o un los ciudadanos y ciudadanas regulan y
subordinan



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el mercado a las necesidades básicas de la sociedad, se un diálogo y
un consenso y deja bien claro que frente al modelo norteamericano que
consiste en para Izquierda Unida los contenidos del punto 10 de poner
límites a la actuación del Estado y asegurar el Ajuria Enea deben ser
respetados en su espíritu y en control del mercado sobre la sociedad,
lo que da su letra. Es decir que el diálogo entre los poderes como
consecuencia que el modelo social se base en competentes del Estado
-el Gobierno- y los que la precariedad y en la exclusión social. Está
de decidan abandonar la violencia debe estar en el acuerdo con el
presidente del Gobierno en que el problema campo estricto de los
presos, de la reinserción o la número uno es el paro, pero disiente
en que, entrega de las armas, pero las cuestiones políticas en base a
ello, se hable de modernización de la economía deben resolverse
únicamente a través de los representantes y creación de empleo,
estabilidad económica legítimos de la voluntad popular. Pide que
y creación de empleo, privatizaciones y creación de se cambie la
atmósfera de enfrentamiento y se vuelva empleo, preguntándose sobre
la clase de empleo que al espíritu que presidió la transición, para
poder llegar se consigue: ¿un salario digno y seguro para poder al
lugar de encuentro de todos los representantes hacer un proyecto de
vida o un contrato a través de legítimos del pueblo vasco, llámese
foro o como se una ETT?. No está de cuerdo con los criterios rígidos
quiera, con unas posturas dialogantes y abiertas, ya del Pacto de
estabilidad de la Unión Europea y de la que la paz en Euskadi bien
merece esta acción de política sobre el empleo puesta en marcha por
los automoderación. socialdemócratas Blair y Schröder y por el
conservador En relación con la guerra y los acuerdos de paz con
Aznar, cuyas esencias son: limitación del gasto Yugoslavia
simplemente reseña que no habría hecho público, revisión de las
políticas de Seguridad Social, falta tanta bomba, ni tanta muerte ni
tanta masacre, reducción de impuestos, mayor liberalización del ni
los ocho billones de pesetas que cuesta la mercado de capitales y un
mercado de trabajo más reconstrucción, porque al final se ha hecho
como flexible. Critica duramente el proceso de privatizaciones dijo
el Parlamento yugoslavo en un principio - llevado a cabo por el
Gobierno y se pregunta entrada de las tropas para facilitar la
inspección en de nuevo por la clase de trabajo que se está creando,
Kosovo bajo las ordenes de la ONU-, y que la intervención que tiene
como características esenciales la temporalidad en Yugoslavia se hizo
sin tener en cuenta el y la rotatividad. Se detiene en el plan de
artículo 63.3 de la Constitución española, ni el empleo planteado en
Europa para la mujer y expone acuerdo unánime de la Cámara del 24 de
octubre de que no se ha aplicado el porcentaje de participación 1995,
en el que se decía que para que el ejército del 60 por ciento en los
programas más eficaces ni se español saliera de las fronteras
españolas era necesario ha abordado el plan de guarderías y otros
servicios que fuera para una misión humanitaria y bajo de proximidad
ni se han revisado las grandes carencias el mando de las Naciones
Unidas. Sin embargo, se del anteproyecto de ley de conciliación
familiar hace bajo el mando de la OTAN, que se da permiso a
y profesional. Continúa refiriéndose a diversos sí misma para
bombardear con carácter retroactivo, aspectos del discurso del señor
presidente como la porque llevaba un mes bombardeando, y se rodea de
inversión en I + D, la educación, la sanidad, las pensiones un total
obscurantismo. No se han permitido debates, y se pregunta cómo se va
a producir la convergencia se ha insultado al disidente, se ha
lanzado propaganda real con Europa. y consignas y no ha habido un
razonamiento En relación con Europa plantea el tema de las
subvenciones, inteligente. que considera rodeado de obscurantismo,
Finalmente propone al Grupo Socialista y a los partidos y el de la
competitividad, que es la causa, según su de izquierdas aunar sus
esfuerzos para frenar a opinión, de los casos de las vacas locas en
Inglaterra la derecha, pero no para hacer posible simplemente o de
las dioxinas en Bélgica. la alternancia en el poder. Propone un
diálogo para Denuncia el hecho de que no haya proyecto de Estado, no
privatizar los servicios municipales, para que la sino un tira y
afloja según los apoyos parlamentarios participación ciudadana sea
algo fundamental, que hacen falta y se muestra dispuesto al diálogo
para que el modelo de crecimiento sea sostenible en sobre el
desarrollo del título VIII de la los ayuntamientos, para llegar a un
acuerdo en la Constitución, aunque desde una perspectiva federal. ley
de las 35 horas, para la mejora de los servicios y Asimismo se
refiere a los problemas pendientes con para implantar planes de
vivienda y otros programas Amnistía Internacional y echa en falta en
el discurso específicos. Es decir su grupo plantea un modelo del
presidente alguna referencia al medio ambiente, alternativo, pero no
una alternancia. llegando por fin al punto de la paz en Euskadi, tema
que, considera, merecería un debate específico, con Contesta el señor
presidente del Gobierno, replicando luz y taquígrafos, y no un
tratamiento perdido en un el señor Anguita González y duplicando el
señor debate general como éste. Al ser un tema delicado presidente
del Gobierno. por la sobrecarga de tensión que conlleva, subraya que
pasará de la reflexión a hacer unas consideraciones, El señor Alcaraz
Masats, del Grupo Parlamentario alejándose de la crispación, porque
el País Federal de Izquierda Unida, solicita un turno de cortesía,
Vasco necesita serenidad y flexibilidad, imponiéndoque es denegado
por la Presidencia.




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En representación del Grupo Parlamentario Catalán (Convèrgencia y
Unió) interviene el señor López de Lerma i López. Comienza recordando
el acuerdo programático alcanzado con el Partido Popular en 1996, que
facilitó la investidura del presidente señor Aznar y la formación de
su Gobierno, acuerdo que no fue ciertamente fácil de conseguir, sino
que derivaba de los resultados electorales, que apostaban por un
cambio sin traumas. Se trataba de alcanzar el objetivo perseguido de
entrar en la unión económica y monetaria y de ahí que el apoyo a la
investidura del señor Aznar fuese un acto de responsabilidad
coherente con toda una trayectoria de su partido. La valoración que
hoy realizan de aquel acuerdo, transcurridos tres años y medio, es
favorable, ya que la evolución económica debe considerarse positiva.

Pueden incluso decir que la economía española pasa por el mejor
momento de los últimos 25 años y que la incorporación a la unión
económica y monetaria resume su innegable fortaleza. Naturalmente,
para que un país avance son precisas bastantes cosas, siendo una de
ellas, y básica, la estabilidad política. Agrega que ni Cataluña ni
el nacionalismo catalán son una maquinación antiespañola y, antes al
contrario, su voluntad de intervenir política, económica e incluso
ideológicamente en el conjunto de España les ha llevado a dar
suficiencia parlamentaria a UCD, a los socialistas y ahora a los
populares en una actitud absolutamente constructiva. En este sentido
considera que el presidente ha sido cicatero en su intervención de la
mañana en el reconocimiento del decisivo papel de Convergència i Unió
para el progreso del país. Añade que no todo está hecho con la
incorporación a la unión económica y monetaria, con ser ello muy
importante, ya que mucho más es permanecer en ella, que es el actual
reto como país, y en este sentido hay que seguir trabajando, en
primer lugar en la elaboración de los Presupuestos para el año 2000,
para lo que muestran su disposición para trabajar en su confección y
aprobación. Alude también a otras reformas que deben acometerse desde
una opción progresista querida por la sociedad, haciendo especial
hincapié en la necesidad de reforma de la justicia, a la vez que
saludan esperanzados la llamada tregua de ETA. En cuanto al
desarrollo autonómico, se atribuyen el papel de locomotora del mismo,
mencionando los numerosos avances logrados, aunque siguen observando
en los dos partidos mayoritarios una mentalidad temerosa de aceptar
la realidad plurinacional y actuar en consecuencia. Termina señalando
que esta legislatura está prácticamente consumida, con resultados
altamente positivos, y lo sensato es administrar adecuadamente el
tramo que queda, considerando temerario sembrar interrogantes que
nada positivo pueden acarrear.

Contesta el señor presidente del Gobierno, replicando el señor López
de Lerma y López y duplicando el señor presidente del Gobierno.




En nombre del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) interviene el señor
Anasagasti Olabeaga, que considera este acto como una recapitulación
de lo que dio de sí un compromiso político suscrito hace tres años,
tras una muy dura campaña y a pesar de ser dos partidos con un
abismal desencuentro ideológico e histórico. Opina que después de 20
años de la aprobación de la Constitución no se cumple la disposición
adicional primera, que habla del reconocimiento de una personalidad
política diferenciada, con unos derechos originarios, porque cuando a
alguien se le trata como diferente y tiene unos derechos originarios,
la única relación posible es el pacto político. Acusa al señor Aznar
de no cumplir el Estatuto de Guernica, de no admitir la singularidad
ni la realidad plurilingüe del Estado, de actuar en cada proyecto de
ley como si los estatutos no existieran, pretendiendo mermar con
leyes básicas las capacidades ya asumidas, o de boicotear el que las
comunidades autónomas tengan voz, aunque sea débil, en relación con
su participación en los órganos de la Unión Europea. En cuanto a la
regeneración democrática de la que habló en su programa electoral el
señor Aznar, no se ha abordado ni la reforma del Reglamento del
Congreso, ni la ley de financiación de partidos políticos, ni la
reforma de los servicios de inteligencia, ni la reforma en
profundidad de la justicia, y tampoco es cierto, como se ha dicho,
que el Partido Popular y el PNV llegaran a acuerdos en todo menos en
el delicado e importante asunto de la violencia. Lo cierto es que
este año ha sido un año de continuo desencuentro. Considera que no
deben ser muy amigos cuando en el plan de humanidades no se tuvo en
cuenta la realidad pluricultural y plurilingüe de los alumnos; cuando
no se hizo caso a un requerimiento de un proyecto de ley de reforma
universitaria; cuando no se ha producido en toda la legislatura
ningún avance en la plasmación de la adecuación policial; cuando se
ha recurrido ante el Tribunal Constitucional la decisión del
Parlamento Vasco de aceptar una propuesta del Parlamento kurdo en el
exilio; cuando Euskadi sigue discriminada en los fondos de cohesión;
cuando el Gobierno está incumpliendo el compromiso de revisar los
recursos a las normas fiscales, por considerar que todo lo económico
es básico; o cuando se enteran por la prensa de que el Gobierno de
Aznar había iniciado conversaciones con ETA. Se duele de que quede
lejos el talante dialogante del señor presidente y de que del centro
derecha se haya ido a la derecha en lugar de al centro, porque no es
un modelo de política centrista el no respetar la voluntad de una
Cámara legislativa, como tampoco lo es la política llevada a cabo en
Radiotelevisión Española. Acusa al señor presidente de no escuchar a
las comunidades autónomas ni de



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dialogar sobre ningún tema y de haberse subido al ral. Opina que la
fuerza de un país está en crear los pedestal de la arrogancia, por lo
que le pide que dé grandes consensos, los grandes objetivos
estratégicos y por finalizado y oficialice algo que es evidente, y es
las condiciones para que la mayoría de los partidos que no hay ningún
tipo de relación política entre puedan cumplirlos, llenándole de
esperanza el discurso ellos y que el señor Aznar no piensa cumplir la
del señor Aznar por la mañana cuando dijo segunda parte del acuerdo
de investidura, que es el que iba a hablar de futuro. No obstante
termina desarrollo estatutario. haciendo también una reflexión sobre
los tres años En relación con la violencia de ETA hace constar que de
legislatura. Pasa revista a los cinco grandes objetivos en el último
año no ha habido muertes ni secuestros fijados en nombre de su grupo
en el debate de y que incluso ha parado la violencia callejera de los
investidura -el reto europeo, la modernización de la últimos meses,
quedando sólo la descalificación verbal economía y el empleo, la
defensa del Estado de bienestar, a las ideas políticas, pero se dice
por el Gobierno el desarrollo del Estado autonómico y la necesidad
que esto ha sido debido a la eficacia policial y a la de la
regeneración democrática y la defensa de movilización ciudadana,
omitiéndose el hecho de los valores democráticos-, y reconoce que
aunque la que también ha habido una apuesta política para situación
no sea idílica, existe un balance positivo que ETA deje las armas, en
la que el PNV ha tenido para la nación española. Muestra su
satisfacción por algo que ver. el trato dado a los canarios en el
Tratado de Amsterdam, A continuación explica el acuerdo de Estella
-que donde se les reconoce el hecho diferencial de no es otra cosa
que una apuesta política por un proceso región ultraperiférica, y su
tristeza por la terrible y de diálogo abierto y sin exclusiones, sin
condiciones dramática guerra de Kosovo, sobre la que hace una previas
y con ausencia permanente de toda serie de reflexiones. Explica su
propuesta sobre el expresión de violencia- y la trayectoria seguida
papel que tiene que desempeñar España a la cabeza desde entonces por
el señor Aznar y su Gobierno en del nuevo proyecto europeo, y
constata que ha quedado relación a todo el proceso de pacificación.

Pide al patente en la cumbre de Colonia que Europa no señor
presidente que no hable de Constitución y de tiene ni política de
defensa ni política de seguridad, Estatuto si no está dispuesto a
cumplirlos, que se por lo que han sido los aviones americanos los que
entere de que un gobierno está para resolver los problemas, han
bombardeado Yugoslavia y Europa la que tiene que apueste por la paz y
hable cuanto antes que reconstruirla. Considera que Europa es débil
porque con quien tenga que hablar, que se haga posible está enferma
de nacionalismos interiores y opina entre todos que una tregua
indefinida pase a ser una que España, al ser un Estado débil en los
siglos XIX paz definitiva, que no se olvide de que la transición y
XX, puede liderar un proyecto de ciudadanía y de española fue posible
porque los vencidos en la guerra solidaridad europea y, en ese marco,
proclama la civil no pasaron factura moral alguna, que no se
europeidad de los canarios. Solicita al Gobierno que olvide de que el
conflicto histórico vasco es de origen sigan defendiéndoles ante
Europa en relación con la y naturaleza política y que si se quiere
una normalización zona económica de Canarias y hace una serie de
eficaz se tienen que abordar todos los puntos reflexiones sobre el
futuro, porque considera que del contencioso y, por último, que ponga
el Pacto de crear los grandes consensos de Estado es fundamental
Ajuria Enea encima de la mesa y trate de cumplirlo, para el país, en
lugar de entrar en políticas interiores sin demonizar a quienes ya lo
cumplen. Finalmente que sólo llevan al enfrentamiento. recuerda unas
palabras de Manuel Azaña: «Abrigados Se refiere al plan de
infraestructuras anunciado por en tierra materna ya no tienen odio,
ya no tienen la mañana por el señor Aznar y adelanta que van a
rencor, y nos envían, con los destellos de su luz solicitar la
gestión de los aeropuertos canarios , al tranquila y remota como los
de una estrella, el mensaje igual que tienen la de los puertos, que
están empezando de paz, piedad y perdón». a ser unos de los puertos
principales del Atlántico. Asimismo se refiere al empleo y al Estado
del Contesta el señor presidente del Gobierno, replicando bienestar,
que considera que van por el buen camino, el señor Anasagasti
Olabeaga y duplicando el a la educación, que es la asignatura
pendiente, y señor presidente del Gobierno. a la sanidad, donde los
canarios han avanzado en cuanto a su financiación y eficiencia. Sin
embargo En representación del Grupo Parlamentario de Coalición opina
que está pendiente la reforma del sistema de Canaria interviene el
señor Mauricio Rodríguez. la Seguridad Social que exige, según su
opinión, A su juicio el debate del estado de la Nación plantearse que
los derechos deben ir unidos a los refleja el nivel de maduración
democrática de la deberes. sociedad española y tendría que reflejar
la claridad A continuación pasa al problema de las autonomías, de
objetivos estratégicos que tiene España en un explicando que un país
que está integrándose en la momento clave del final del siglo XX. Sin
embargo Unión Europea se encuentra con un problema dramático,
considera que el debate de esta tarde ha sido en exceso y es que el
Estado viejo nacional no sirve enconado, en exceso centrado en
problemas internos para los grandes problemas del mundo y que los de
la sociedad española o en la campaña electopequeños problemas de la
sanidad y de la educación



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necesitan el marco de las comunidades autónomas, cuestiones que se
pueden hacer compatibles por medio del Estado de las autonomías y de
la Constitución española, donde se dice en su artículo 2º que hay
regiones y nacionalidades. Respeta todos los nacionalismos, pero
ellos, los canarios, abogan por un nacionalismo constitucional,
abierto, integrador, europeista y solidario, que cree en sus señas de
identidad y que está orgulloso de su mayoría de edad.




Contesta el señor presidente del Gobierno, replicando el señor
Mauricio Rodríguez y duplicando el señor presidente del Gobierno.




Se suspende la sesión a las doce y veinticinco minutos de la noche.




Se abre la sesión a las doce y cinco minutos del mediodía



COMUNICACIÓN DEL GOBIERNO:



- COMUNICACIÓN DEL GOBIERNO PARA EL DEBATE DE POLÍTICA GENERAL EN
TORNO AL ESTADO DE LA NACIÓN. (Número de expediente 200/000007.)



El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión.

Punto único del orden del día: Comunicación del Gobierno. (Rumores.)
Señorías, guarden silencio. Señor Mardones, por favor.

Comunicación del Gobierno para el debate de política general en torno
al estado de la Nación.

Para desarrollar la comunicación, en nombre del Gobierno, tiene la
palabra su presidente, don José María Aznar López.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señoras y señores diputados, estamos ya en el cuarto año de esta
legislatura. Al comenzarla, manifesté que el interés de España exigía
un Gobierno estable. Hoy ratifico tal convicción. La estabilidad
política está resultando especialmente útil para afrontar las tareas
que convienen a nuestro país. Quiero nuevamente agradecer a los
grupos que apoyan al Gobierno su contribución a la gobernabilidad.

Desde el último debate sobre el estado de la Nación, España ha
alcanzado objetivos determinantes para su futuro. Hemos avanzado en
el esfuerzo modernizador y en el camino emprendido de las reformas
necesarias para garantizar el bienestar de la sociedad.

España ha asumido la responsabilidad que le corresponde como país
europeo y occidental en el conflicto del Kosovo. No podíamos tolerar
en suelo europeo la
agresión a unos valores con los que estamos comprometidos. La
intervención de la Alianza ha sido eficaz. Ahora estamos en unas
condiciones mejores que hace tres meses para organizar una
convivencia duradera en toda la región, basada en el respeto a los
derechos humanos.

Con el nacimiento del euro, hemos sido protagonistas de uno de los
pasos más decisivos en la construcción de la Unión Europea. Con la
aprobación de la Agenda 2000 hemos logrado un buen acuerdo que
asegura la financiación de las políticas europeas en los próximos
años y beneficia claramente los intereses de España.

Hemos avanzado en las reformas modernizadoras de nuestra sociedad.

Las Cortes Generales han aprobado el nuevo modelo de Fuerzas Armadas,
que profesionaliza los ejércitos y que supone el fin del servicio
militar obligatorio. Hemos reducido la presión fiscal sobre los
ciudadanos. Hemos conseguido mejoras importantes en el bienestar
social e impulsado el dinamismo económico. Hemos consolidado la
financiación de la sanidad pública, que a partir de este año se
incluye íntegramente en los Presupuestos Generales del Estado. Y,
sobre todo, hoy el futuro es más prometedor para muchos de nuestros
compatriotas: en el último año, en torno a medio millón de españoles
más tienen un empleo y por primera vez hemos superado los 14 millones
de afiliados a la Seguridad Social.

Señorías, hoy, a diferencia de otras veces, no tenemos que empezar el
debate del estado de la Nación condenando asesinatos terroristas
recientes. Debemos felicitarnos porque ha sido la enérgica afirmación
del Estado de derecho y de los valores democráticos por parte de
todos lo que lo ha hecho posible. Desde hace un año la organización
terrorista ETA no ha cometido ni atentados ni secuestros. El pasado
mes de septiembre anunció una suspensión de sus acciones criminales
contra las personas, aunque no ha renunciado definitivamente al uso
de la violencia ni se ha disuelto.

La suspensión de la actividad terrorista es una victoria de la
sociedad vasca y del conjunto de la sociedad española. Es un triunfo
de la fortaleza y de la superioridad moral del Estado de derecho. Los
ciudadanos no se doblegaron frente al terror y la sociedad reaccionó
con un formidable civismo en defensa del derecho de la vida, de sus
libertades y en favor de una paz sin coacciones. Desde el espíritu
que se manifestó en las calles de Ermua, la sociedad vasca y el
conjunto de la sociedad española no sólo han construido una respuesta
firme y sostenida al desafío de la violencia terrorista, sino que han
hecho más sólida, más clara y más eficaz su voluntad de ganar la paz
en la democracia.

Desde el comienzo de la legislatura, el Gobierno asumió el compromiso
de combatir el terrorismo con todos los medios del Estado de derecho,
con la unidad de las fuerzas democráticas y con la movilización de
todas las energías morales contra quienes lo respaldaban. Bajo el
imperio de la ley, el Estado ha mostrado su fortaleza y su eficacia.

Las fuerzas democráticas han



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mantenido la unidad en defensa de unos valores irrenunciables. Los
ciudadanos han desplegado con tesón admirable toda su energía moral
en un combate aparentemente desigual. Los terroristas no habían
calculado que a los vascos y al conjunto de los españoles no se les
podía someter con la brutalidad de la fuerza. La nueva situación abre
un escenario de esperanza para el logro de lo que todos anhelamos,
que es la paz verdadera. Es esta nuestra responsabilidad, la
responsabilidad del Gobierno y la de todas las fuerzas políticas que
están trabajando por ella.

Como sabe la Cámara, el pasado mes de noviembre autoricé públicamente
que se entablaran contactos para acreditar las posibilidades del cese
definitivo de la violencia por parte de ETA. He tenido ya la
oportunidad de confirmar a la Cámara la celebración de un primer
encuentro con su dirección y he reiterado también los criterios que
inspiran la posición del Gobierno en estos contactos y que no son
otros que los que se expresan en el punto décimo del pacto de Ajuria
Enea: final dialogado y sin condiciones políticas. Nuestro propósito
es continuarlos en tanto se mantenga la ausencia de acciones
terroristas. Nuestra voluntad es proseguirlos siempre que contribuyan
a que se avance hacia la consecución del objetivo en el que todos
estamos de acuerdo, que es el definitivo cese de la violencia.

Dentro del conjunto de iniciativas que el Gobierno viene
desarrollando, quiero recordar la adoptada para facilitar el regreso
de quienes se encuentran en el extranjero sin causas pendientes.

Asimismo quiero expresar la voluntad del Gobierno de continuar la
política penitenciaria emprendida con la orientación dinámica,
flexible y consensuada, acorde en todo caso con el final de la
violencia, conforme a los criterios expresados en la Cámara. Es el
momento de insistir en que la paz no tendrá precio ni hipoteca. El
orden constitucional que los españoles nos dimos no se puede romper
ni se romperá ni matando ni por dejar de matar. Si fuera así, no
estaríamos ante una auténtica paz. La paz que anhelamos ha de
fundarse en la dignidad humana, en la justicia, en el respeto de los
derechos y en las libertades individuales. Esa será la paz que tendrá
la fortaleza y la voluntad para ser generosa. (Aplausos.)
Señorías, el camino hacia la paz que anhelamos nos obliga a realizar
ahora, por un elemental sentido de justicia y de humanidad, un acto
de solemne reconocimiento y reparación con quienes más han sufrido la
violencia cruel en estos años: las víctimas del terrorismo y sus
familiares. La Cámara ha expresado retiradamente sus sentimientos de
solidaridad con todos ellos. El Gobierno y su grupo han mostrado su
compromiso con la urgente necesidad de aprobar la ley de reparación
de las víctimas del terrorismo. Estoy seguro de que los grupos van a
superar las diferencias surgidas y sabrán encontrar el cauce
parlamentario adecuado para iniciar su tramitación en este período de
sesiones.

El futuro de los vascos tiene que asentarse sobre unas bases sólidas
y reales: el disfrute cotidiano de las libertades y derechos
individuales, el fortalecimiento
de una sociedad que es profundamente plural y el ejercicio del
autogobierno que la Constitución reconoce y ampara. Sobre estas bases
es posible trabajar juntos en pro de una sociedad vasca abierta,
próspera y con confianza en sí misma, que viva su pluralidad cultural
sin desgarros y en la que cada cual pueda desarrollar sus proyectos
vitales; una sociedad que pueda aprovechar todo su potencial y todas
las oportunidades que ofrece la posición de España en Europa. El
símbolo de esta convivencia, el que reúne a todas las fuerzas
democráticas, es el Estatuto de Guernica. Es fruto de un lúcido
compromiso y de una tenaz labor para alcanzar el lugar de encuentro
capaz de albergar la pluralidad de la sociedad vasca. El estatuto
tiene la aprobación mayoritaria de los vascos y, en el marco de la
Constitución, contiene el más alto grado de autogobierno entre los
sistemas democráticos. En este esfuerzo, señorías, no nos hemos
equivocado. Es el estatuto el marco que nos permite colaborar
lealmente en el seno de las instituciones democráticas, dialogar y
establecer zonas de entendimiento más amplias. Es el momento ahora de
promover el reencuentro de todos los vascos en el acuerdo
estatutario. La pretensión de desbordar el marco estatutario con
acuerdos irreconciliables con la democracia constitucional y
parlamentaria que nos dimos a partir de 1977 es una aventura
irresponsable que sólo puede generar graves daños a la sociedad
vasca. No podemos frustrar las esperanzas de los ciudadanos vascos,
que acaban de expresarse en las urnas. Todas las fuerzas políticas
tenemos que encontrar fórmulas y acuerdos que respondan con la mayor
fidelidad a la voluntad de los electores en cada uno de los
territorios históricos y en cada una de sus ciudades y pueblos.

Serviremos mejor a la sociedad vasca respetando su pluralismo. Es la
hora de la responsabilidad y, también, de la esperanza. Hemos
avanzado en el camino de la paz y estamos en condiciones de lograrla.

La normalización de la política vasca tiene en el Estatuto de
Guernica la única realidad sólida y el único proyecto viable. Son más
de veinte años de ejercicio político y democrático en unas
instituciones que la Constitución ampara. Son un patrimonio
inestimable e irrenunciable que debemos proyectar hacia el futuro.

Señor presidente, lo que nos reclama el inmensa mayoría de los
españoles hoy no es replantearnos ahora las bases de nuestra
convivencia, sino profundizar en los valores constitucionales, abrir
cauces a nuevas libertades, velar por el imperio de la ley y la
agilidad de la justicia, combatir la discriminación, promover la
igualdad de oportunidades y garantizar la cohesión social y
territorial de una sociedad plural. Mirar confiadamente el futuro nos
pide mantener vivo el consenso constitucional. Nuestra convivencia
política, social y territorial ha sido posible porque todas las
fuerzas políticas renunciaron a conseguir una Constitución a su
medida. Entre todos logramos definir un amplio terreno común, sin
imponer nada a nadie y sin que nada nos fuera impuesto. Lo que ahora
nos corresponde es perseverar en la misma actitud.




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En unos meses se cumplirán veinte años de la aprobación de los
estatutos del País Vaco y de Cataluña, primer hito en la construcción
del Estado de las autonomías. La transformación verificada en estas
dos décadases mucho más profunda de lo que nadie pudo suponer
entonces. Ha sido un acierto colectivo y hemos sabido articular la
pluralidad de España con una fórmula política innovadora y valiosa.

La pluralidad de España y la diversidad de sus caracteres, de sus
instituciones, de sus lenguas y de su cultura es uno de los rasgos
que constituyen y enriquecen la nación. La gran mayoría de los
españoles comparte esta visión de España y en torno a ella queremos
construir nuestro futuro.

En este año se han culminado las reformas pendientes de los estatutos
del artículo 143 de la Constitución y se han transferido las
competencias educativas. Quedan por completar los últimos traspasos.

Con ello finalizaremos la ejecución del pacto autonómico de 1992. Una
vez asumidas estas competencias, el modelo debe quedar estabilizado.

Ha terminado el tiempo de la reivindicación competencial. Ya es
posible el ejercicio pleno de la responsabilidad del autogobierno.

Ahora la principal tarea ha de ser la mejora de los servicios que los
ciudadano demandan y para ello es imprescindible intensificar la
cooperación; una cooperación que ha de basarse en la lealtad
constitucional, el consenso político y la solidaridad
interterritorial.

La mejora de la eficacia exige también el incremento de las
competencias municipales. Aprobado con amplio acuerdo político el
pacto local, los ayuntamientos y diputaciones tienen hoy mayores
atribuciones y mejores medios. Acabamos de celebrar las elecciones
municipales. La extraordinaria mejora de nuestras ciudades y pueblos
a lo largo de estos veinte años es la demostración fehaciente de la
gran contribución de nuestros ayuntamientos democráticos al bienestar
de la sociedad española. Ahora debemos dar un paso más. El refuerzo
del papel de los municipios quedaría muy corto si no se realizase,
con intensidad y valentía, desde el ámbito autonómico. Los
ayuntamientos han de asumir la gestión de competencias y servicios
que, por su naturaleza y proximidad, pueden prestar con mayor
eficacia.

Señorías, el empeño de todos ha de consistir también en fortalecer
las instituciones democráticas. El Gobierno ha querido contribuir a
lo largo de esta legislatura a reforzar la posición central del
Parlamento en nuestra vida política. La tarea legislativa ha sido
intensa y en no pocos casos ha sido fruto del consenso. El Gobierno
ha mantenido un respeto escrupuloso a sus obligaciones de control
parlamentario. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Quiero ahora hablar
de otra institución fundamental para nuestro sistema democrático. Ya
he tenido ocasión de expresar a esta Cámara mi preocupación por el
estado de la justicia. El Gobierno está dando respuesta a la
necesidad de mejores medios para la Administración
de justicia. Se han incrementado las plantillas de jueces,
fiscales y personal auxiliar, al tiempo que se han acometido reformas
legales muy relevantes para la vida de los ciudadanos. La Ley de la
jurisdicción contencioso- administrativa ha fortalecido la posición
del ciudadano y ha permitido la creación de más de 150 nuevos
juzgados. La nueva regulación de la propiedad horizontal permitirá a
las comunidades de vecinos un funcionamiento más ágil y medios más
eficaces para combatir la morosidad. El Gobierno confía en que en
esta legislatura concluya también la tramitación de la ley procesal
civil, que resolverá graves carencias para la resolución de
conflictos entre particulares. Pero más allá de las mejoras
procesales y materiales, todos somos conscientes de los serios
problemas que afectan a nuestra justicia y que siguen produciendo la
insatisfacción de los ciudadanos. Sólo los podremos abordar si los
protagonistas de la vida judicial asumen plenamente sus
responsabilidades y si conseguimos un amplio acuerdo político que
hasta ahora no ha sido posible alcanzar. Creo que basta con no
aferrarse a los respectivos modelos de partida sobre la justicia y
reitero la oferta permanente del Gobierno al primer partido de la
oposición.

Señorías, permítanme que me refiera a continuación a los nuevos retos
que nuestro país afrontará en los próximos años. Los cambios operados
en el mundo son especialmente intensos y los españoles no podíamos
quedarnos atrás. Por eso, en 1996, el Gobierno puso en marcha un
amplio programa de reformas. La consecuencia es que España está ahora
en unas condiciones mucho mejores. Si ahora no nos señaláramos un
horizonte y unas metas de progreso a las que llegar, podríamos volver
a estancarnos. Esto sería inevitable si cayéramos en la tentación de
volver a políticas equivocadas o si renunciáramos a las reformas que
hay que llevar adelante. Debemos plantearnos nuevos objetivos de
modernización y alcanzarlos mediante políticas reformistas. Hoy, en
este debate, debemos hablar del futuro y de aquello que como sociedad
estamos en condiciones de proponernos para los próximos años.

España, señorías, se enfrenta a retos inmediatos. Tiene que seguir
mejorando su nivel de empleo, la presencia de sus empresas y su
prestigio cultural en un mundo global. Tiene que modernizar su
sistema educativo para que las nuevas generaciones puedan integrarse
profesionalmente en la sociedad del conocimiento. Debe afrontar el
cambio tecnológico contemporáneo con mayor producción científica y
más innovación, o dejará o de crear empleo. Debe hacer frente a la
evolución demográfica de nuestra sociedad para así garantizar la
cohesión social mejorando nuestro sistema de bienestar en salud y
pensiones. Debe tener conciencia de que nuestra presencia activa en
la Unión Europea es, más que una meta alcanzada, un punto de partida
para todos estos objetivos. Debemos ser cada vez más una sociedad
abierta y alejar toda tentación de ensimismamiento o de aislamiento.

Si queremos seguir progresando,debemos levantar todas las barreras
que aún



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puedan subsistir y, desde luego, evitar cualesquiera otras nuevas que
vengan a separarnos.

Desde el comienzo de la legislatura, son ya 1.200.000 empleos más, de
los cuales tres cuartas partes son estables. Si alcanzamos unos
niveles de empleo semejantes a los de los países más prósperos de la
Unión Europea, el objetivo de la convergencia real se habrá
conseguido. Hoy sabemos cuál es el camino y esta es la batalla en la
que nos debemos empeñar en los próximos años. Estamos en condiciones
de ganarla. La situación del empleo en España ha cambiado
sustancialmente en los últimos tres años. Hoy, en más de dos terceras
partes de las provincias españolas, el paro masculino es inferior
a la media europea. Estamos creando empleo a un ritmo que dobla el
europeo, pero sabemos que todavía nos queda mucho por hacer. El
objetivo del Gobierno es la creación de 1.300.000 nuevos puestos de
trabajo hasta el año 2002. Debemos para ello seguir modernizando el
mercado de trabajo. Las prioridades del Gobierno son promover la
contratación estable, impulsar el trabajo a tiempo parcial, favorecer
la conciliación de la vida familiar y laboral, facilitar la movilidad
funcional y geográfica y desarrollar la reforma de la negociación
colectiva. El plan de acción para el empleo de 1999 aprobado por el
Gobierno convierte estas prioridades en medidas concretas y refuerza
además las políticas activas y muy especialmente las dedicadas a
formación.




En los próximos años también la creación de empleo ha de tener a las
mujeres como principales protagonistas. Hay ya una plena igualdad de
oportunidades entre el hombre y la mujer en el ámbito educativo. Se
están poniendo los medios para que sea más fácil conciliar la vida
familiar con la profesional. Hemos eliminado el coste adicional por
maternidad que la Seguridad Social imponía a las empresas, pero es
preciso remover los obstáculos que todavía impiden a las mujeres
decidir libremente su incorporación al mercado de trabajo.

Señor presidente, la creación intensa de empleo depende de una
economía sana, dinámica y competitiva. Ahora tenemos que impulsar las
reformas en el marco europeo y Europa se enfrenta a un momento
crucial. Ante las nuevas circunstancias caben dos posturas. La
primera es la del temor y el inmovilismo; temor a la apertura
comercial y cultural, miedo al uso cotidiano de las nuevas
tecnologías, temor, en fin, ante cambios que ponen en cuestión
intereses creados. Algunos defienden que la vía del futuro para
Europa debe ser la fosilización del statu quo frente a los cambios
sociales y tecnológicos; que el proteccionismo frente al resto del
mundo debe ser el medio por el cual Europa preserve su identidad; que
todo lo que Europa pueda ambicionar es regresar a una imagen
mitificada del modelo social y político de hace treinta años. Pero
hoy somos muchos los que no compartimos esta postura. Necesitamos
tareas concretas para una Europa abierta al mundo y segura de sí
misma, sin tentaciones nacionalistas, sin miedo a la competencia,
porque busca el pleno empleo, solidaria con el resto del
mundo y capaz de liderar la apertura de los mercados y del libre
comercio, dispuesta a modernizar su sistema de bienestar para
adaptarse a las nuevas circunstancias. No nos llamemos a engaño,
señorías, este es el verdadero debate en la Europa de nuestros días y
en este debate es el impulso reformista el que está ganando terreno
en toda Europa, en ocasión saltando barreras convencionales.

Europa ha comenzado una nueva etapa, el euro es ya una realidad. No
ha sido un camino fácil. La reforma económica será la clave del éxito
de la nueva moneda. Estamos avanzando en esta dirección, pero es
necesario hacer más y más rápido. Los españoles sabemos bien cuáles
son las ventajas que reportan la apertura y las reformas y por eso
queremos contribuir a que Europa siga este camino de progreso. Las
comunidades autónomas, con su creciente participación en el gasto
público, han contribuido también a que llegara este momento. Son
indispensables para hacer de esta oportunidad un éxito. En esta
legislatura se han dado pasos importantes para la consolidación de la
autonomía financiera y la ampliación de la corresponsabilidad fiscal.

En este momento el nuevo sistema de financiación cobra un relieve
especial. Las comunidades autónomas también están comprometidas con
las exigencias que el Pacto de Estabilidad impone a la política
presupuestaria. A medio plazo no es viable un sistema de financiación
que imponga sacrificios asimétricos a las distintas administraciones.

El programa de estabilidad y crecimiento nos obliga a alcanzar entre
todos el superávit presupuestario en el año 2002. Está en juego la
creación de 1.300.000 empleos. Por eso, señorías, el presupuesto para
el año 2000 es determinante. Se trata de dar continuidad a las
políticas que están permitiendo a la economía española su actual
dinamismo y de mantener las prioridades del gasto. El objetivo de
déficit será para el conjunto de las administraciones del 1 por
ciento del producto interior bruto, al tiempo que se reducirá la
presión fiscal individual gracias a la reforma del impuesto sobre la
renta.

La investigación y el desarrollo continuarán siendo una prioridad. En
el último trienio hemos doblado los recursos destinados a este fin.

En breve, el Gobierno aprobará el Plan nacional de I+D que estará en
vigor hasta el año 2003 y que por primera vez integrará todas las
actividades de los ministerios en investigación, desarrollo e
innovación. Pero en este campo, una vez más, la iniciativa debe
partir también del sector privado. Para contribuir a este fin es
voluntad del Gobierno incluir en la próxima ley de medidas fiscales
nuevos y más eficaces incentivos a la innovación empresarial. Confío
en la colaboración de los grupos que han venido respaldando la acción
del Gobierno para alcanzar estos ambiciosos objetivos económicos y
presupuestarios.




Señor presidente, igualmente ambiciosos han de ser nuestros objetivos
de inversión. En los próximos siete años España, con la ayuda de los
fondos estructurales europeos, invertirá 16 billones de pesetas en
infraestructuras.




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Es una gran oportunidad para mejorar la calidad de vida de los
ciudadanos y la tenemos que aprovechar para hacer grandes proyectos.

Es la ocasión de dar el salto que nos ponga al nivel de las naciones
más avanzadas y se trata de acelerar el ritmo al que avanzamos y que
iniciamos hace tres años. En los próximos meses se aprobarán los
planes de desarrollo regional que el Gobierno presentará a la Unión
Europea. Estos planes y todas las demás acciones estructurales se
están elaborando en colaboración con las comunidades autónomas y los
agentes sociales. Los objetivos básicos de estas inversiones serán la
mejor integración del territorio y la defensa del medio ambiente. La
modernización de nuestro país exige dar un gran impulso a las vías de
comunicación para no estrangular el crecimiento. Por ello, serán
prioridades de este programa la ampliación de la red nacional de
ferrocarriles de alta velocidad, la extensión y mejora de la red
actual de autovías y autopistas, así como la modernización de los
aeropuertos existentes. (Rumores.) El conflicto del tráfico aéreo,
prolongado por meses, abona la urgencia de planear a medio plazo y de
cuidar nuestras principales infraestructuras en una actividad tan
importante para un país cada vez más especializado en los servicios.

Las medidas adoptadas para normalizar la situación exigen de todos
los colectivos profesionales implicados actuar, como esperamos, con
la máxima responsabilidad.

Señorías, este Gobierno está comprometido con la generación de
oportunidades para todos. Sabemos que la educación es un elemento
indispensable para el bienestar y el progreso individual. Hoy nuestro
principal desafío es la educación de calidad. Contamos con la
escolarización hasta los 16 años con carácter universal, pero no es
suficiente. Tenemos que modernizar nuestro sistema educativo. Creo
que hay tareas ineludibles en las cuales nos jugamos nuestro futuro:
las humanidades, el aprendizaje de lenguas extranjeras, la
incorporación de las nuevas tecnologías de la información, el impulso
de una formación profesional de alta calidad tecnológica y promover
decididamente la movilidad de profesores y de estudiantes, porque es
imprescindible, señorías, que nuestras universidades sean
verdaderamente abiertas. En los próximos meses culminará la
transferencia a las comunidades autónomas de la gestión educativa en
todos sus niveles. Estamos obligados a realizar un gran esfuerzo de
coordinación para mantener la vertebración del sistema educativo,
realizar las reformas apuntadas y garantizar una igualdad real de
oportunidades en todo el territorio nacional. Una sociedad de
oportunidades exige, además de un buen sistema educativo, unos
mecanismos eficaces de cohesión social.

El modelo social europeo forma parte de nuestro patrimonio y de
nuestro sistema de valores. Es un pilar fundamental de nuestra
convivencia. Fortalecerlo nos exige hoy su modernización y su
reforma, porque el pacto de solidaridad en que se sustenta ha de
contemplar a las futuras generaciones y también los cambios operados
en nuestra sociedad. En especial, el aumento
de la esperanza de vida y la drástica disminución de la tasa de
fecundidad están provocando una profunda transformación de nuestra
estructura demográfica. El Pacto de Toledo ha permitido introducir
más racionalidad y estabilidad en nuestro sistema de pensiones. El
Gobierno ha sido fiel a su compromiso de aplicarlo. Por ley se
estableció la revalorización anual y automática de las pensiones en
función del índice de precios al consumo. Además, los pensionistas
han mejorado en estos tres años su poder adquisitivo en 1,6 puntos,
lo que ha supuesto una ganancia consolidada de 300.000 millones de
pesetas. Todos, señorías, tenemos que ser fieles al pacto que
suscribimos y debemos actuar con gran responsabilidad. Es
indispensable mantener la unidad de caja de la Seguridad Social, así
como la igualdad de prestaciones en todo el territorio nacional.

Cualquier intento de quebrar este doble criterio es atentar contra la
solidaridad de los menos favorecidos. Nos ha preocupado
particularmente el saneamiento del sistema financiero de la Seguridad
Social. Hemos cumplido los objetivos de déficit en estos tres años,
lo que nos permitirá equilibrar su presupuesto en el año 2000.

Gracias a las reformas y al clima de confianza generado, el dinamismo
de nuestra economía ha permitido que hoy haya dos millones de
cotizantes más a la Seguridad Social que hace tres años. Este es el
principal activo que tiene hoy nuestro sistema de Seguridad Social,
pero sobre todo es una garantía para ellos y para sus familias.

(Aplausos.-Rumores.) El Pacto de Toledo necesita su actualización. El
Gobierno considera que el mejor método vuelve a ser el del acuerdo
entre las fuerzas parlamentarios, y a ello dedicaremos el mayor
esfuerzo en los próximos meses.

En cuanto a la sanidad pública, nuestro compromiso lo demuestra el
sustancial incremento de recursos. Desde 1996 el presupuesto de
sanidad ha crecido en casi un billón de pesetas. La universalización
de la asistencia sanitaria, el derecho de todos a recibir las mismas
prestaciones y la gratuidad son los tres pilares del modelo
sanitario. Ahora debemos orientar nuestras políticas a obtener la
máxima calidad y eficacia en los centros. Eso es lo que se pretende
con las nuevas formas de gestión hospitalaria. Mejorar la asistencia
primaria y seguir disminuyendo las listas de espera son nuestros
objetivos inmediatos. (La señora Amador Millán: ¡Si no hay!) En el
ámbito sanitario, no puedo dejar de hacer referencia a la lógica
preocupación con la que se han recibido diversas noticias sobre
alimentos perjudiciales procedentes de Bélgica. En primer lugar
debemos constatar que en España no se ha detectado ningún caso de
intoxicación. Las autoridades competentes de las comunidades
autónomas, con la ayuda del Gobierno, han localizado los productos
que podrían entrañar riesgos y han procedido ya a su retirada. Pero
no debemos ocultar que se han puesto de manifiesto algunos problemas
de coordinación en materia de control alimentario en Europa. Estamos
en un mercado único y sin barreras. En el ámbito interno nos
encontramos con un reparto



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de competencias que atribuye la mayor parte de ellas a las
comunidades autónomas. Con pleno respeto a ambas realidades, creo que
se impone fortalecer la coordinación y mejorar la eficacia de los
mecanismos de control sobre los alimentos.

Las políticas de bienestar social han constituido, señor presidente,
una prioridad en la acción del Gobierno. Las reformas impulsadas en
el ámbito económico y la reestructuración del gasto se han hecho
precisamente para que sea posible dedicar mayores recursos a las
políticas que inciden más directamente en la calidad de vida de los
españoles. Si en 1995 sólo 46 de cada 100 pesetas del gasto público
se dedicaban a políticas sociales e infraestructuras, hoy se destinan
más de 51. Y ese esfuerzo es el que ha hecho posible duplicar la
inversión en políticas activas de empleo en tres años, sanear la
Seguridad Social, aumentar la capacidad adquisitiva de los
pensionistas, mejorar la educación y la sanidad y destinar a las
políticas de solidaridad más recursos que nunca. Esta orientación
debe proseguir en los próximos años porque la base de la sociedad de
las oportunidades es que nadie se quede en la cuneta. Contar con un
pacto de solidaridad en virtud del cual nadie quede excluido y sin
una nueva oportunidad es la condición para una sociedad del bienestar
que apueste por el futuro. (Aplausos.)
Señor presidente, España es un proyecto de convivencia que tiene una
prolongación natural en el exterior. Nuestra presencia en Europa y en
el mundo da cohesión y perspectiva a nuestro proyecto nacional. Si
hace más de veinte años nuestra aspiración como nación era estar en
Europa, hoy podemos plantearnos ser protagonistas en ella. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): De hecho, por primera
vez España ha sido miembro fundador de un proyecto europeo de la
trascendencia de la moneda única. Afrontamos ahora la reforma
institucional que quedó pendiente en Amsterdam. Supondrá una mejora
en el funcionamiento de las instituciones y preparará a la Unión para
la próxima ampliación al Este.Como ya tuve ocasión de explicar a la
Cámara, nos esperan una serie de oportunidades para avanzar en
cuestiones que preocupan a los ciudadanos. El próximo consejo de
Tampere estará dedicado por iniciativa española al espacio de
libertad, seguridad y justicia; en Helsinki revisaremos el proceso de
ampliación y en Portugal, durante el primer semestre del próximo año,
celebraremos la cumbre social sobre el empleo, reforma económica y
cohesión social en nuestro modelo europeo. Para esta tarea contaremos
con un Parlamento -que acaba de ser elegido- que cuenta con más peso
en las decisiones de la Unión y que ha dado paso a una nueva mayoría.

Para que Europa pueda sostener su influencia global a principios del
siglo XXI debe asumir más responsabilidades en el campo de la
seguridad y de la defensa. La
reciente crisis de Kosovo ha sido un nuevo llamamiento en este
sentido. España, junto con otros países de la Unión, trató de
impulsar en Amsterdam el desarrollo de esta política de defensa con
propuestas como la integración de la Unión Europea Occidental en la
Unión Europea. Recientemente ha participado en la decisión de
convertir el Eurocuerpo en una fuerza de reacción rápida. La
integración de España en la estructura de mandos de una Alianza
Atlántica, que acaba de renovar su concepto estratégico para el nuevo
siglo, incardina nuestras Fuerzas Armadas en las estructuras de
seguridad europeas y atlánticas. En estos momentos, más de 3.500
mujeres y hombres de nuestros ejércitos se encuentran en distintas
misiones defendiendo nuestros valores en el exterior. Quiero
dedicarles un especial recuerdo desde esta tribuna. (Aplausos.) Los
mismos valores son los que han llevado a esta Cámara a aprobar en
octubre de 1998 la ley de prohibición total de minas antipersonas y
armas de efecto similar. El Gobierno estableció un plan de
destrucción de más de 800.000 minas en tres años, un año antes del
compromiso establecido en la convención de Ottawa. Una presencia
activa de España en el mundo exige que nuestras Fuerzas Armadas sean
operativas. Por ello hemos adoptado el modelo de Fuerzas Armadas
profesionales que va a suponer el fin del servicio militar
obligatorio: una reforma de primer orden para nuestra modernización.

Nuestros jóvenes ya no tendrán que hacer el servicio militar, pero
tienen las puertas abiertas a unas Fuerzas Armadas modernas, capaces
y preparadas.

Señor presidente, el estallido de solidaridad de nuestra sociedad
civil ante las desgracias causadas por el huracán Mitch demostró, una
vez más, la profundidad de nuestro vínculo con Iberoamérica. Los
españoles apostamos por una Iberoamérica que se renueva cada día.

Tenemos la obligación de que estas relaciones den las mismas
oportunidades tanto a los españoles como a los americanos. Muchas de
sus naciones han ido transitando del terrorismo a la paz o de la
dictadura a la democracia. En más de una ocasión han solicitado del
Gobierno español el apoyo para consolidar sus respectivas
transiciones. No pocas de estas repúblicas topan con riesgos y
dificultades en su camino hacia la reconciliación y se afanan en la
búsqueda de soluciones. Por otro lado, Iberoamérica ha atravesado la
peor crisis económica de esta década. Los beneficios logrados gracias
al rigor y a la seriedad estuvieron seriamente amenazados. Somos el
segundo inversor del mundo en la zona y el mayor en muchos de esos
países. España también ha querido llevar la atención de los socios
europeos hacia el continente. Fruto de este empeño, el próximo lunes
comienza la cumbre entre la Unión Europea y los países de
Iberoamérica y el Caribe. La Comunidad Iberoamericana de Naciones se
ha convertido también en una referencia creciente en la realidad
internacional.

Señor presidente, el Mediterráneo es otra de las zonas de atención
preferente por las cuales trabaja España. Diversos contenciosos en la
región, como el proceso de paz en Oriente Medio, Chipre o el Egeo,



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influyen en su estabilidad. El proceso de Barcelona constituye una
herramienta fundamental para alcanzar la deseada paz y la prosperidad
compartidas. El Gobierno trabaja activamente en este proceso. También
ha impulsado España el diálogo mediterráneo en el seno de la Alianza
Atlántica que, sin duda, ayudará a promover la estabilidad en esta
zona de interés preferente. España ha conseguido que una de las
primeras estrategias de la Unión Europea en el ámbito de la política
exterior y de seguridad común sea precisamente hacia el Mediterráneo.

Nuestra especial relación con nuestros vecinos del sur, como
Marruecos o Argelia, avala esta iniciativa española que ha sido
aprobada por nuestros socios.

No quiero concluir mis palabras sobre la presencia de España en el
mundo sin referirme al extraordinario patrimonio con que contamos
para afianzar la presencia de nuestro país: nuestra cultura plural y
un idioma de carácter universal. Somos herederos de una tradición que
nos convierte en una potencia cultural de primer orden. El Gobierno
continuará trabajando para promover nuestra cultura y el conocimiento
de nuestra lengua común en todo el mundo, pero además tenemos el reto
de conseguir que esa gran riqueza dé más oportunidades a los
españoles, porque el siglo XXI va a ser sin duda un siglo con mayor
protagonismo hispánico.

Señor presidente, permítame abordar unas reflexiones finales. Las
elecciones de marzo de 1996 abrieron una nueva etapa. Los españoles
demandaban nuevas políticas y nuevos gobernantes para renovar nuestra
vida pública, impulsar la modernización y alcanzar mayores cotas de
bienestar y libertad. Teníamos entonces, como tenemos ahora,
problemas que resolver e importantes retos que afrontar, pero la
España de hoy se diferencia de la de hace tres años en algo
fundamental: hoy estamos en unas condiciones mucho mejores para
superar con éxito los desafíos que tenemos ante nosotros, para
proponernos y llevar a cabo las ambiciosas metas de las que les he
hablado. El punto de partida fue y sigue siendo nuestra confianza en
la sociedad española. Quisimos promover el protagonismo de la
sociedad para conseguir objetivos duraderos y compartidos. Para
hacerlo utilizamos el diálogo social como instrumento básico de
nuestra acción política, y ha dado grandes frutos. Por eso queremos
que ese diálogo social siga siendo la herramienta fundamental para la
consecución de los nuevos objetivos. Nos propusimos nuevas políticas
para impulsar el dinamismo de nuestra sociedad e incrementar nuestra
cohesión social, en definitiva, para hacer un país más abierto,
moderno, próspero y solidario. Las políticas elegidas produjeron
pronto beneficios. La confianza ha promovido una mayor vitalidad y
creatividad y ha generado más actividad económica. Los ciudadanos
miran hoy el futuro con más esperanza.

El paro ha sido la gran preocupación de los españoles durante
décadas. Hoy se ha abierto un nuevo horizonte. La intensa creación de
empleo en estos tres años nos demuestra que el paro no es una
maldición inevitable.

Si seguimos las políticas adecuadas los jóvenes tendrán en los
próximos años muchas más oportunidades. La ambiciosa meta del pleno
empleo constituye hoy un objetivo posible que podemos alcanzar.

Tenemos que continuar edificando una auténtica sociedad de las
oportunidades volcada hacia el progreso y sin exclusiones. Por ello,
con bases sólidas vamos a incrementar las políticas de cohesión
social. Sólo así tendremos garantizado el futuro de nuestro sistema
de salud y de pensiones.

Teníamos razón al adoptar nuestras políticas. La reducción del
déficit público, las liberalizaciones, las privatizaciones y la
desregulación han permitido a la sociedad española desplegar sus
potencialidades. La lección de estos tres años es que las reformas
decididas provocan claras mejoras. Hasta hace tres años había miedo
de ponerlas en práctica. Hoy vemos los beneficios de la austeridad,
de la flexibilización de los mercados, de la reducción de los
impuestos, de la disminución del tamaño del sector público; hoy vemos
las ventajas de contar con una economía sana y abierta y de lo mucho
que favorece a todos la expansión de la libertad. (Aplausos.) Sobre
estas reformas, que son la base del buen funcionamiento diario del
país, podemos atender a nuevos objetivos. Al decirlo pienso sobre
todo en la calidad que debe ofrecer nuestro sistema educativo, en la
mejor integración del territorio, en el respaldo masivo, público y
privado, a la innovación científica, empresarial y cultural,...

(Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías. Por favor.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): ...en la
imprescindible coordinación de unas administraciones públicas
profundamente descentralizadas. Tendremos así la satisfacción de
vivir en un país atento a sus posibilidades, que no pierde el tiempo
ni tiene miedo del futuro. Por eso, perseverar e intensificar esta
política de reformas es esencial en los años que tenemos por delante.

Este, señorías, es el último debate del estado de la Nación de la
presente legislatura. La reducida mayoría parlamentaria del partido
del Gobierno no fue causa de la disolución prematura que algunos
presagiaron, ni ha impedido el desarrollo y ejecución de una
ambiciosa política reformista de la que he dado cuenta en este
discurso. El diálogo, la búsqueda de espacios de encuentro y la
propuesta y persecución de objetivos comunes han permitido la
vertebración parlamentaria de mayorías suficientes. Lamento que en
algunos asuntos cuya dimensión lo hubiera reclamado no hayamos podido
ensanchar ese acuerdo para acoger en él a la oposición mayoritaria.

El alcance de nuestro programa de reformas, con apoyos estables de
quienes lo compartían, reclama y seguirá reclamando hasta el final de
la legislatura una actividad intensa del Ejecutivo y de la Cámara.

Estoy seguro de que los españoles sabrán valorar este empeño. Son
millones los españoles que compartenla necesidad de estas reformas.

En los resultados



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ya alcanzados apreciamos el valor de continuar en este camino de
progreso y de prosperidad. No deja de sorprenderme que algunos
persistan en mantener el debate político en términos retrospectivos,
intentando resucitar tentaciones de particularismos, exclusiones o
insalvables fracturas ideológicas (Aplausos.), como si nada hubiera
pasado en el mundo y en la sociedad española en las últimas décadas.

El mundo no va por ahí y la sociedad española tampoco. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Los españoles saben
bien cuáles son las bases de nuestra convivencia y el gran patrimonio
que constituyen para seguir edificando el futuro. Es esa conciencia
cívica el verdadero artífice del fin de la pesadilla del terrorismo,
que se percibe como posible y hacedero.

Señorías, hay que proyectar, planear y debatir juntos acerca de cómo
podemos servir mejor las aspiraciones e intereses de los españoles.

Nosotros queremos hacerlo, y ese es el sentido y la razón de toda la
obra del Gobierno.

Muchas gracias, señor presidente. (Fuertes aplausos.- Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente del Gobierno.

El Pleno se reanudará a las cuatro de esta tarde.

Se suspende la sesión.




Eran las doce y cincuenta y cinco minutos del mediodía.




Se reanuda la sesión a las cuatro de la tarde.




El señor PRESIDENTE: Se reanuda la sesión y, en desarrollo del único
punto del orden del día, tras la exposición por el presidente del
Gobierno de su comunicación para el debate de política general en
torno al estado de la Nación, pasamos al turno de grupos
parlamentarios, comenzando por el principal grupo de la oposición,
para lo que tiene la palabra, en nombre del Grupo Socialista, don
Joaquín Almunia Amann.




El señor ALMUNIA AMANN: Señor presidente, señorías.




Señor Aznar, la decisión de posponer este debate fue suya. Lo lógico
hubiese sido celebrarlo antes de las elecciones del domingo día 13
(Rumores.) pero usted pensó entonces que no le convenía debatir aquí,
sino callar. Como ha ganado, puede estar satisfecho; lo que le
interesaba era ganar, y lo ha conseguido. Le felicito por su
victoria, aunque no por su decisión. (Aplausos.) Por supuesto, estaba
en su derecho de hacerlo, pero con ello no hizo ningún favor al
Parlamento, ni a la calidad de nuestra democracia, ni al respeto que
debemos todos a nuestros votantes. Tampoco ha querido otros debates
en estas últimas semanas o meses, los ha aplazado o simplemente se
han suprimido. No lo quiso sobre las autonomías en el Senado ni sobre
el País Vasco ni sobre la última cumbre europea antes de las
elecciones, y de Kosovo hemos tenido que hablar aquí a trancas y
barrancas. (Rumores.- La señora López i Chamosa: ¡A callar!.-Varios
señores diputados pronuncian palabras que no se perciben.- Fuertes
rumores.)



El señor PRESIDENTE: Por favor, señor Almunia, un momento.

Señorías, guarden silencio. Señora López i Chamosa, la Presidencia no
va a permitir que S.S. pretenda guardar el orden, así que le ruego
que guarde silencio y no se preocupe, que la Presidencia cumplirá el
Reglamento y lo hará cumplir. (Rumores.) ¡Silencio, señorías!
Adelante, señor Almunia.




El señor ALMUNIA AMANN: Gracias, señor presidente.




Ahora hay quien opina, con razón, que el Parlamento no ha sintonizado
con lo que preocupa en la calle, y es suya la responsabilidad
principal, señor Aznar. Hay cosas, sin embargo, que se pueden aplazar
pero que no se pueden llegar a evitar. La opinión que los ciudadanos
han expresado el pasado día 13 está sin duda muy presente en el
debate de hoy y de mañana. En términos globales el Partido Popular ha
quedado en primer lugar; pero los tiempos están cambiando, y usted lo
sabe. Su partido no ha obtenido los resultados que esperaban, ni
siquiera los que el CIS les anunciaba. Incluso, a la vista de algunas
de sus reacciones durante estos días, puede pensarse que les ha
salido el tiro por la culata. Los socialistas, en cambio, no hemos
ganado, pero hemos aumentado en apoyo popular y en presencia
institucional y hoy estamos en mejores condiciones que hace 10 días
para ganarle a usted las próximas elecciones generales... (Fuertes
aplausos.) ... cuando quiera que éstas sean, sean en otoño, porque
usted decida adelantarlas, o en los primeros meses del próximo año,
si mantiene su compromiso de no hacerlo, tanto da. La Constitución le
confiere a usted esa responsabilidad y yo sí que se la respeto.

(Rumores.) En cualquier caso, esta legislatura se acerca a su final y
somos muchos los que pensamos que la legislatura está casi tan
agotada como su Gobierno. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!) Su
tiempo político, señor Aznar, puede ser más corto que el que usted
preveía. Su ciclo en La Moncloa puede estar acabándose. (Aplausos.-
Rumores.)
Señor Aznar, los vientos del cambio soplan de nuevo en contra suya y
de lo que usted representa, aunque esta mañana me ha dado usted la
impresión de no creérselo. Pero con su intervención, hoy ha vuelto a
demostrar que no entiende muy bien lo que está pasando. Ha querido
apropiarse de nuevo de los objetivos



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que todos compartimos, todos. Y así, sigue sin darse cuenta de que lo
que los españoles quieren no es discutir (Rumores.) sobre si es o no
deseable el pleno empleo o el bienestar social, que por supuesto,
sino con qué políticas y con qué políticos se alcanzan mejor. (Una
señora diputada ¡Trabajo!.- Varios señores diputados pronuncian
palabras que no se perciben.- Rumores.- El señor presidente reclama
silencio.) Y su política no sólo no gana adeptos, sino que los
pierde. Los ciudadanos no confían en usted, señor Aznar, más que
antes; no confían en su proyecto más que antes del día 13. Confían
menos, y usted no sabe cómo evitarlo a pesar de que lo ha intentado
con ahínco en los últimos tres años, porque en este tiempo, el que
lleva usted gobernando, ha cambiado de estrategia política casi cada
seis meses. (Risas.- Un señor diputado: ¡Era el tercero! Otro señor
diputado: ¡Era el cuarto!.-Rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Señorías! ¡Señorías! (Rumores.)



El señor ALMUNIA AMANN: Ganó las elecciones después de haber
practicado una oposición frontal y destructiva, envuelto en algunos
eslóganes neoliberales pasados de moda y sobre todo en un rancio
discurso nacionalista español. Pero le faltaron unos votos para
gobernar a sus anchas y enseguida pasó del «Pujol, enano, habla
castellano» (Fuertes rumores.) a ser usted el que hablaba catalán.

(Aplausos.) Pasó de pedir y obtener el apoyo de la CEOE a solicitar
asiduamente sesiones fotográficas con los líderes sindicales. Tras
ese ejercicio de travestismo político, pronto volvió al
antisocialismo como eje de su discurso, a la crispación prefabricada,
a las acusaciones falsas, como el supuesto fraude de los 200.000
millones en la Agencia Tributaria, al abuso prepotente del poder y a
la concesión de plataformas de poder como pago por los servicios
prestados o a cambio de los que debían prestarle. Pero tampoco por
ahí acabó de encontrar su camino y por eso el fútbol dejó de ser
asunto de interés general cuando lo codificaron televisiones
impulsadas desde el poder y usted empezó a echar lastre en forma de
ceses y de la marginación de alguno de sus más estrechos
colaboradores. (Un señor diputado: ¡Muy bien!) Inició entonces un
nuevo cambio de rumbo, sirviéndose del señor Piqué. Nos habló del
centro reformista, aunque no se le recuerda haber emprendido una sola
reforma digna de tal nombre. Hoy ha citado varias. La primera de
ellas, la reforma de las Fuerzas Armadas, se la impusieron después de
las elecciones los diputados de Convergència i Unió (Aplausos.-Un
señor diputado: ¡No es verdad.-Risas.). Pero el efecto Piqué no duró
mucho; pronto se descubrió que los intereses del señor Piqué son
tantos que se tienen que agrupar bajo una sociedad anónima, lo que de
paso, al parecer, le permite pagar menos impuestos. Agotada la
operación Piqué, usted ha llegado incluso al esperpento de querer
aparecer como socialdemócrata, intentando acoplarse a la
tercera vía de su amigo, de mi amigo, Tony Blair (Risas.), pero los
hechos, señor Aznar, desmienten sus intenciones, por otro lado
ridículas, y esa aritmética irrefutable que son los presupuestos
demuestran que sus supuestas prioridades sociales no cuentan con el
necesario respaldo financiero. Además, no se puede caminar por esos
terrenos de la tercera vía de la mano del fiscal general que usted
nombró, de la política de subvenciones a las eléctricas o del olvido
de la educación y de las políticas de empleo para jóvenes que
caracterizan a su Gobierno. (Aplausos.)
Han sido cinco estrategias distintas en tres años y la pregunta es:
¿Ahora qué toca después de las elecciones del día 13? (Un señor
diputado: ¡Ganar otra vez!) ¿Qué cambios nos aguardan? ¿Lo va a
resolver con una crisis de Gobierno? ¿Va a empezar otro giro? Le
reconozco que del esbozo de programa electoral que nos ha soltado
esta mañana no deduzco nada concreto, sino más bien palabras huecas y
buenas intenciones compatibles en general por todos los aquí
presentes, porque usted se ha convertido al cabo del tiempo en un
experto en magnificar cosas elementales, en vender humo como si fuese
oro y en hacer lo contrario de lo que dice. Esta misma mañana nos ha
hablado del pleno empleo, pero a la vez también nos ha dicho cuáles
son sus previsiones para el año 2002, que reflejan para entonces,
como bien sabe el señor Rato, un nivel de paro cercano al 13 por
ciento. ¿En qué quedamos, en pleno empleo o paro del 13 por ciento
como horizonte de futuro para España? (Protestas.-Aplausos) Ese es su
estilo de hacer las cosas, señor Aznar, la propaganda es lo que
cuenta, aunque la realidad vaya por otro lado, y la realidad de su
acción de Gobierno tiene poco que ver con la imagen que usted o
ustedes tratan de dar.

No seré yo quien niegue la evolución positiva de los principales
indicadores macroeconómicos (Rumores.); me alegro de que nuestro
crecimiento sea superior a la media europea y espero que no decrezca
en los próximos trimestres (Rumores.) Me felicito por el aumento del
empleo, aunque con los cambios en la EPA ya no sé cuánto aumenta.

Aplaudo a los sindicatos cuando llegan a acuerdos con los empresarios
y con el Gobierno, aunque me reservo la libertad de denunciar todos y
cada uno de los incumplimientos de los acuerdos que usted firmó con
ellos. Y, por supuesto, coincido con usted y con la gran mayoría de
los españoles en celebrar la existencia de una tregua en el País
Vasco, que nos permite disfrutar de más de un año sin asesinatos ni
atentados graves y que abre una perspectiva enormemente
esperanzadora, perspectiva que tenemos que aprovechar, sin duda.

Estar en la oposición no nos ciega ni nos impide decir en voz alta
qué aspectos de la realidad nos parecen positivos, pero gobernar no
es sólo mirar a lo que es o parece positivo, gobernar consiste en
marcar prioridades claras, en decidir entre diferentes opciones, en
diseñar y desarrollar un proyecto político, y ese no es su caso,
señor Aznar. Usted no tiene un proyecto claro y definido ni en el
terreno económico ni por supuesto en el social, ni siquiera en el



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estrictamente político. (Aplausos.) ¿A dónde quiere usted llegar con
su política? Nos ha repetido hasta la saciedad que su proyecto es
quedarse en La Moncloa durante ocho años, lo que a la vista de lo
ocurrido hace nueve días me permito decirle que está por ver. Pero le
confieso que incluso antes del 13 de junio me he preguntado varias
veces para qué quiere usted seguir en La Moncloa, cuál es su
proyecto, cuál es su idea de España, qué país querría entregar a su
sucesor, qué país querría ofrecer a las generaciones futuras.

(Rumores.) Presidir un Gobierno es algo más que hacer los deberes,
o algo más que hablar enfáticamente de estabilidad, palabra con la que
usted gusta iniciar sus discursos, y hoy lo ha hecho por la mañana.

Para eso, para hacer los deberes y para que todo quede igual y nada
cambie, basta con un buen contable y con una buena Administración.

(Risas.) Presidir un gobierno...




El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías. ¡Señor Merino!



El señor ALMUNIA AMANN: Presidir un gobierno es algo más que
gestionar los asuntos de cada día y salir muchas veces en el
telediario; gobernar es mucho más que ir acumulando una colección de
fotos con líderes mundiales y artistas famosos; gobernar es también,
y sobre todo, liderar el país, marcarle objetivos capaces de
aglutinar sus recursos y sus mejores energías, reforzar los consensos
básicos que garantizan la convivencia en democracia e incrementar la
presencia de España y su prestigio en el exterior; gobernar es
aumentar la cohesión social y territorial y, sobre todo, gobernar es
generar ilusión y confianza en el futuro, individual y colectiva,
pero asentadas sobre bases reales y firmes, no sobre palabras vacías.

(Un señor diputado: Muy bien.) Sinceramente, señor Aznar, en su labor
como presidente yo no aprecio casi ninguna de las cualidades del buen
gobernante.

Su repertorio de buenas intenciones no vale para tapar sus
insuficiencias. Los lugares comunes que usted nos expone como
horizonte reformista para el próximo siglo los compartimos todos,
salvo quizás algunos de sus compañeros de grupo parlamentario en el
Parlamento Europeo y los extremistas de derecha o izquierda, que en
este caso en España no están en el Parlamento, pero en otros
parlamentos, como el Europeo, sí que están.En cuanto se quiere ir
algo más allá de lo superficial se percibe en su tarea como
gobernante una ausencia de liderazgo en los asuntos importantes,
acompañada, eso sí, de una notable obsesión por el poder, por el
poder político, que legítimamente ocupa, pero también por el poder
económico y por el poder mediático; una obsesión que va acompañada
muchas veces de un estilo autoritario en el ejercicio de ese poder.

En los grandes asuntos usted está más bien ausente, siempre por
detrás de los acontecimientos y a merced de ellos o de las decisiones
que otros toman. Lo estuvo en los meses que precedieron a la tregua
de ETA, que
le pilló por sorpresa, aunque luego ha intentado rentabilizar un
proceso en el que ha sido todo menos protagonista. Y conste que me
hubiese gustado poder decir lo contrario. Y, como usted sabe además,
le apoyo y le apoyamos en todos los principios que usted ha expresado
hoy aquí (Un señor diputado: Mentira.- El señor presidente reclama
silencio) para defender la democracia y para luchar contra la
violencia terrorista y conseguir la paz. Y muy en particular le
apoyo, como usted sabe, directamente en los contactos con ETA.

(Aplausos.) Usted, señor Aznar, también está ausente en un debate tan
importante como el que suscitan las demandas de los nacionalistas en
torno a una articulación diferente de la España plural. Son sus
propios socios parlamentarios quienes, quizás estimulados al
comprobar su debilidad, le plantean -nos plantean a todos- con fuerza
creciente reivindicaciones que desbordan el actual marco
constitucional.¿Cuál es su respuesta? ¿No piensa recuperar la
iniciativa? Porque lo preocupante no es que España tenga problemas de
articulación entre sus nacionalidades y regiones, los tiene desde
hace siglos; lo preocupante es su respuesta, su política autonómica.

Con ella ha roto desde el principio de la legislatura el consenso
político entre los principales partidos de ámbito nacional. Ha
marginado a lo largo de la legislatura, de manera sectaria, a las
comunidades gobernadas por los socialistas (Rumores.- Aplausos.) y ha
sido claudicante con aquellos cuyos votos necesita para mantenerse en
el poder. Lo grave es que después de haber propiciado esta situación
se inhiba usted de forma irresponsable ante sus consecuencias. Parece
como si no le importara, como si nada tuviese usted que ver ni que
hacer, a la vista de lo que hacen y dicen sus socios parlamentarios
fuera de la Cámara, en tanto que con sus votos aquí le mantengan
a usted con mayoría. Parece como si su idea de la España autonómica, si
alguna vez la tuvo, hubiese quedado enterrada definitivamente el día
en que necesitó algunos votos para lograr su investidura. Por cierto,
que hoy no le he escuchado agradecer esos votos que le vienen
prestando, desde la investidura hasta ahora, sus socios
nacionalistas. (Aplausos.)
Usted, señor Aznar, ha ocupado también una posición secundaria, por
no decir pasiva, en el conflicto de Yugoslavia. Mientras veíamos
sobrecogidos las imágenes televisadas y leíamos las explicaciones
públicas de los principales líderes de la Alianza Atlántica, usted
trató de esconderse detrás de los órganos internacionales en los que
se toman las decisiones, como si España y su Gobierno no formarán
parte de los mismos. Sólo cuando vio que el final se aproximaba trató
de sumarse cuanto antes al bando ganador. (Varios señores diputados:
¡Muy bien, muy bien!) Eso sí, a lo largo de los meses que ha durado
el conflicto, se ha preocupado de organizar o de que le organicen
ridículas operaciones de marketing con gran apoyo de los medios de
comunicación que le son afines. Ha intentado estar en todas partes
menos donde debía, por más que sus estadísticas muestren un gran
número de comparecencias,



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muchas de ellas anodinas. Pero, en todo caso, de Kosovo y de la
actitud de su Gobierno en ese conflicto tendremos que seguir
discutiendo en esta Cámara. Todavía nos debe usted una explicación
fundada acerca de las razones que han impedido a nuestras tropas
llegar a Kosovo al mismo tiempo que las de los demás países de la
KFOR y sobre la razón por la cual no ha comunicado al Parlamento a
día de hoy la salida del grueso de nuestro contingente en dirección a
Kosovo.

Señor presidente, en la crisis de Kosovo, como en otros muchos
aspectos de su política exterior, ha estado usted por detrás de lo
que demandaba la sociedad española, aunque se ha tratado de colocar
también en este tema delante de todas las cámaras. Quizás el plantón
de Moscú, que todos recordamos, le sirva de reflexión sobre los
riesgos de ir por el mundo buscando flases a riesgo de improvisar
hasta el límite del ridículo. (Algunos señores diputados: ¡Muy
bien!.-Aplausos.) Porque yendo, señor Aznar, al fondo de lo que debe
ser nuestra política y nuestro papel de cara al exterior, ¿cuáles son
sus propuestas de fondo para la Europa del próximo siglo? ¿Qué papel
cree que tiene que jugar España para que la integración europea
avance? Nos hablaba esta mañana de una Europa abierta, pero su
candidata europea, hace pocos días todavía, quería contraponer los
intereses de España con los intereses de Europa. ¿En qué quedamos?
Nos ha dicho esta mañana que las reformas económicas, estructurales,
deben impulsarse a escala europea, pero pisa el freno cuando otros
gobiernos quieren reforzar las políticas fiscales y económicas a
escala europea o cuando todos los demás gobiernos de la Unión
Europea, salvo el español, proponen que los trabajadores participen
en los órganos de dirección de las empresas europeas. (Aplausos.)
¿Cuáles son sus políticas concretas hacia Latinoamérica? ¿Cuál es su
política en Oriente Medio o en el Magreb o en relación con el Sahara
Occidental? ¿Qué estrategia está siguiendo para la recuperación de la
soberanía de Gibraltar? Su política exterior tiene muchas más
preguntas que respuestas, tiene muchas más lagunas que realizaciones.

El retroceso que nuestro papel exterior ha experimentado en estos
últimos tres años, nuestra pérdida de peso internacional bajo su
mandato, es evidente.

Señor Aznar, nuestras críticas respecto de su política autonómica, de
su comportamiento en política exterior, de su actitud en otros
asuntos importantes de la gobernación del Estado no indican que los
socialistas queramos centrar en estos asuntos la tarea de oposición.

Tampoco en eso copiamos su estilo político. Los tres temas: política
exterior, política antiterrorista y política autonómica, son las
principales cuestiones de Estado, no las únicas, pero sí las
principales, en las que el objetivo a conseguir por todos debe ser
una política seria y consensuada por todos. Lo pensábamos antes de
1996 y lo seguimos pensando ahora. Usted ha contado, de hecho, en
estos tres años con el respaldo del Partido Socialista en estos temas
cada vez que lo ha solicitado.

Han sido ustedes quienes han rechazado en muchas ocasiones nuestras
ofertas de consenso o quienes han quebrado acuerdos básicos que
existían antes de su llegada al Gobierno. Le hemos ofrecido consenso
ante el terrorismo y su respuesta, que no ha sido negativa, tampoco
ha sido entusiasta. Podíamos y debíamos haber mantenido y reforzado
la cohesión y los acuerdos de todas las fuerzas democráticas en la
batalla contra la violencia terrorista, y usted no lo ha considerado
necesario o simplemente no se ha ocupado suficientemente de organizar
ese consenso. Por cierto, mañana mismo, antes de acabar este debate,
tendríamos que haber conseguido todos, y lo podemos conseguir todos,
un acuerdo sobre la legislación en beneficio de las víctimas del
terrorismo. (Rumores.) Le ofrecimos consenso también...




El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.




El señor ALMUNIA AMANN: Le ofrecimos consenso también para afrontar
la situación de la justicia y los problemas del Poder Judicial y sólo
esta mañana -quizás porque había debate sobre el estado de la Nación-
la señora ministra de Justicia se ha acordado de que tiene alguna
cita pendiente con el Grupo Parlamentario Socialista. (Varios señores
diputados: ¡Sí, sí, sí!) Y si no se acuerda se lo recuerdo yo. No
sólo sobre una ley, sobre la justicia.

Le ofrecimos consenso para la financiación autonómica y nos dijo que
no, prefiriendo sus pactos con los nacionalistas. Se lo ofrecimos en
las negociaciones europeas y prefirió afrontarlas en solitario, con
los resultados que se conocen. Se lo ofrecimos para hacer frente a
los graves problemas de Radiotelevisión Española o para afrontar la
reforma de las Fuerzas Armadas y tampoco lo tuvo en cuenta.

(Rumores.) Y un consenso que se encontró fraguado y realizado en esta
Cámara, antes de llegar usted al Gobierno, que fue el Pacto de
Toledo, lo ha quebrado con los graves incumplimientos del mismo que
ha producido su Gobierno. (Aplausos.-Rumores y protestas.-El señor
Burgos Gallego pronuncia palabras que no se perciben.) Y hoy le
quiero reiterar, señor presidente...




El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Almunia.

Señor Burgos, por favor. Señorías, silencio.




El señor ALMUNIA AMANN: Hoy le quiero reiterar, señor presidente, mi
oferta y mi disposición al consenso en temas de Estado, como luego
señalaré.

Ahora quiero seguir con su dejación de responsabilidades de gobierno,
porque no es sólo suya, es contagiosa hacia el resto del banco azul.

Nadie se atreve en el Gobierno a destacar más que usted, y de ello se
deriva la desatención de asuntos que interesan de forma primordial a
los ciudadanos de a pie. No tienen ustedes un proyecto que priorice
la educación, ni la formación, ni la investigación y el desarrollo
tecnológico (Rumores.), por muchos planes que anuncien, no lo tienen.




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No han formulado todavía un conjunto serio de actuaciones para
aumentar el empleo de jóvenes y mujeres por encima de lo que resulta
del puro funcionamiento del mercado y del crecimiento económico, no
lo han hecho. (Un señor diputado: ¡Muy bien!) No hay un plan
coherente de mejora y modernización de nuestras infraestructuras y ni
siquiera se van a gastar ustedes (Un señor diputado: Nada.) todos los
recursos que tenemos disponibles en el presupuesto de la Unión
Europea, de fondos estructurales, de aquí al 31 de diciembre de 1999.

(Aplausos.-Rumores.) No tienen todavía un plan hidrológico, no lo
tienen, y siguen confundiendo la política cultural con las comidas de
artistas e intelectuales en La Moncloa (Varios señores diputados
pronuncian palabras que no se perciben.), con los estrenos de
esmoquin en el Teatro Real o con las visitas en plan mecenas
renacentistas al museo del Prado. (Aplausos.- Rumores.- Protestas.)



¿Usted cree, señor presidente, que con unos pocos millones de pesetas
que les asigna el presupuesto se pueden potenciar actuaciones para
garantizar y realzar la presencia de nuestra cultura y de nuestra
lengua en el mundo, que es lo que usted ha dicho esta mañana que
quería hacer? ¿Sabe usted cuánto dinero se dedica a esa tarea tan
importante en los presupuestos? Ustedes, como Gobierno, hacen lo
fácil. Eso sí, se apuntan méritos que no les corresponden y no se
pierden ninguna inauguración, pero se esconden ante las dificultades,
echando siempre la culpa a los demás de lo que no funciona, sin
asumir nunca sus responsabilidades, pese a casos flagrantes de pésima
gestión. (Un señor diputado: Chaves.) Arias. ¿Cuándo va a responder
el señor Arias por el caos de los aeropuertos que ayer, de nuevo, se
ha vuelto a producir? (Un señor diputado: Y hoy.) ¿Sabe alguien lo
que hace la señora ministra de Justicia? ¿Saben ustedes qué política
sanitaria defiende de verdad el señor Romay Beccaría? ¿Ha mejorado la
protección del medio ambiente gracias a la gestión de la señora
ministra y de su Ministerio? (Varios señores diputados: ¡Sí!.-
Rumores.) ¿Cuántas veces va a presentar el señor Rato un programa de
liberalizaciones? (El señor Cisneros Laborda: Uno cada año.) ¿Quién
se responsabiliza de la caída de la renta de los agricultores durante
los dos últimos ejercicios? (Varios señores diputados pronuncian
palabras que no se perciben.- Rumores). Y la más fácil...




El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Almunia. ¡Señorías, guarden
silencio!



El señor ALMUNIA AMANN: Y la más fácil, señor presidente, ¿va usted a
cesar al señor Piqué? (Varios señores diputados: ¡No, no!) Hay muchas
cosas que no funcionan en su Gobierno, señor Aznar (Rumores y
protestas.), pero puestos a priorizar...




El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Almunia.




Señorías, les llamo seriamente al orden. Es imposible seguir el hilo
del discurso, y puedo señalar que esta mañana el comportamiento de la
Cámara sí ha permitido el desarrollo del discurso. (Aplausos.- El
señor De Grandes Pascual y Merino Santamaría pronuncian palabras que
no se perciben.)
Que nadie se dé por aludido como grupo. Saben muy bien SS.SS. y
espero no tenerles que llamar al orden, que a quienes lo he hecho
hasta el momento deben cambiar de actitud, tanto en un lado del
hemiciclo como en el otro.

Adelante, señor Almunia.




El señor ALMUNIA AMANN: Decía que hay muchas cosas que no funcionan
en su Gobierno, señor Aznar. Puestos a priorizar los mayores
desastres de estos años, alguien ha encontrado la forma de medirlos:
son tanto mayores sus desastres y fracasos de gestión cuantos más
ceses y nombramientos se han producido para el mismo puesto. Le
recuerdo, por ejemplo, que en la Agencia Tributaria, que es un caos,
se han producido tres; que en AENA, que es otro caos, se han
producido también tres; que en Radiotelevisión Española, que es una
mezcla de manipulación y generación de deuda, se han producido tres;
que en la Subsecretaría del Ministerio de Agricultura -y no querrá
usted que hablemos del lino- (El señor Cisneros Laborda: Sí, hablemos
del lino.) se han producido tres; y no llevo la cuenta de los cambios
que se han producido en el Ministerio de Medio Ambiente. Lo siento,
pero no me ha dado tiempo de hacerlo. (Aplausos.) He echado en falta
a la Fiscalía General del Estado y me he dado cuenta de que sólo se
han producido dos nombramientos porque alguien avisó a tiempo al
señor presidente de quién era don Luis Poyatos.

Usted y su Gobierno, señor Aznar, a pesar de lo que nos decía esta
mañana, no son el futuro sino más bien una rémora para el progreso de
nuestro país. Ustedes gobiernan poco y gobiernan mal, aunque no
pierden por ello el tiempo; no les digo que pierdan el tiempo, digo
que no gobiernan bien, que gobiernan poco y mal, porque lo que les
obsesiona no es el Gobierno sino el poder, y no la utilización de un
poder democrático, que les corresponde con toda legitimidad, sino que
quieren el poder para servirse de él. (Rumores.)
Su método se puede resumir en cuatro principios: laminar a los
discrepantes internos, negar legitimidad a la oposición, ceder frente
a aquellos que con sus votos parlamentarios le mantienen en el poder
y utilizar una poderosa maquinaria propagandística. (Aplausos y
protestas.)



El señor PRESIDENTE: Señor Burgos y señor Merino, les llamo por
segunda vez al orden y no necesito recordar a SS. SS. y al resto de
la Cámara a qué equivale una tercera amonestación. (Rumores.)
Silencio, señorías.

Adelante.




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El señor ALMUNIA AMANN: Su estilo de Gobierno, ya que no su educación
parlamentaria, se ha ido perfeccionando durante estos tres años, hay
que reconocérselo. Con el tiempo, con la experiencia, alcanzan ya
cotas inimaginables en el grado de manipulación de la televisión
pública, hasta llegar a provocar en esta última campaña electoral
varias resoluciones de la Junta Electoral llamándoles al orden.

Siguen utilizando a sus amigos de las empresas privatizadas para
comprar medios de comunicación y ponerlos a su servicio particular,
después de haber intentado acabar con quienes, desde su
independencia, no se plegaban a sus dictados.

Con ese estilo y ese talante, también el Parlamento ha visto reducido
su papel institucional y político desde que ustedes están en el
Gobierno, aunque esta mañana usted ha afirmado lo contrario. No sé en
qué se basa, porque a mi juicio les cuesta mucho aceptar el desempeño
por el Parlamento de las tareas que corresponden al Parlamento, no
sólo por el oscurantismo con que han traído al Parlamento, como de
soslayo, temas tan importantes como las fundaciones sanitarias, por
ejemplo, ni por la utilización del Senado para incluir en la Ley de
acompañamiento a los presupuestos asuntos que no querían discutir
aquí o el abuso de los decretos- leyes, que no tiene precedente en
nuestra democracia. Yo tengo una imagen fijada de hace pocas semanas:
debatíamos sobre Kosovo y usted, en vez de estar aquí, estaba
agazapado en el despacho de al lado intentando no dar la cara.

(Aplausos.) Puede que me conteste con el número de sus comparecencias
en las sesiones de control de los miércoles, pero le digo la verdad,
no me parecen, en muchas de sus respuestas, sesiones serias, porque
usted habla, repite lugares comunes, pero no contesta a las preguntas
que se le hacen. Muchas veces dan la impresión de que les gustaría
gobernar sin oposición o con una oposición domesticada, sin controles
democráticos, sin nadie que les lleve la contraria. Soportan mal a
los órganos reguladores encargados de velar por el buen
funcionamiento de los servicios públicos gestionados en muchas
ocasiones por empresas recién privatizadas; se niegan, por supuesto,
a crear ahora en el Parlamento la oficina presupuestaria que tanto
reclamaban cuando estaban en la oposición; no quieren crear
comisiones de investigación y la única que se ha creado para
investigar algo que tiene que ver con ustedes ha sido porque sus
socios le han flaqueado en esta ocasión; incluso han llegado a tratar
de dirigir comisiones de investigación contra la oposición. Con su
mayoría parlamentaria -con la suya-, este Parlamento no sólo no es el
centro de la vida política, sino que se ha deteriorado en su papel
institucional en estos tres años, mientras ustedes se resisten a que
aprobemos de una vez por todas el nuevo Reglamento.

Ustedes no quieren que nadie contradiga esa visión idílica de España
que se han construido en su imaginación. Pero lo que pasa tiene poco
que ver con lo que ustedes dicen y lo que ustedes dicen tiene poco
que ver con la imagen de la situación real del país que tiene
ese 70 por ciento de familias que no pueden dedicar dinero al ahorro,
que no llegan fácilmente a final de mes o el millón de personas que
cobran subsidios o pensiones por debajo del mínimo vital que ustedes
mismos han determinado en el impuesto sobre la renta.

España, junto a avances innegables, es también el país de los padres
que contemplamos cómo se deterioran las condiciones en que nuestros
hijos reciben educación en las escuelas e institutos públicos. La
España de 1999 es el país en el que los jóvenes han visto frenado su
acceso a una vivienda por la desaparición de planes que ustedes se
encontraron en marcha para facilitarles el acceso (Rumores y
aplausos.); es la España de las carreteras deterioradas por falta de
inversión... (Protestas.)



El señor PRESIDENTE: Silencio. ¡Señor Seco!



El señor ALMUNIA AMANN: Es la España de los aeropuertos del señor
Arias-Salgado, es la España del caos de la Agencia Tributaria. En la
España actual, señor Aznar, está renaciendo la especulación
inmobiliaria en nuestras costas, se amontonan los residuos sólidos
urbanos en medio del campo y proliferan los vertidos incontrolados en
los ríos. En España, hoy, quedan impunes la mitad de los delitos
comunes que se cometen.




De todo eso ni a usted ni a ustedes les gusta hablar, no quieren que
se les pregunte ni que se les digan estas cosas. Por eso tratan de
acallar a la oposición, a la oposición política, a la mediática o a
la social, y para ello no han tenido reparo alguno en utilizar la
política de privatizaciones. Ustedes confunden liberalizar con
privatizar y manejan lo uno y lo otro como un gran instrumento para
reforzar su poder y el de quienes les apoyan y sostienen. (Un señor
diputado: ¡Qué malos!) Señorías, quien comenzó la privatización de
empresas públicas y quien llevó a cabo el proceso de liberalización
más importante que se ha producido en España en este período,
coincidiendo con nuestro ingreso en Europa, fue un Gobierno
socialista. (Varios señores diputados: ¡Hala!) Uno proceso y otro
sirvieron para modernizar nuestro tejido productivo, para preparar a
nuestra economía, a nuestros empresarios y agentes sociales de cara
al enorme desafío que suponía el mercado único y que supone ahora la
moneda única, en un contexto de competencia exacerbada por la
globalización. Ese trabajo ingente no empezó hace tres años, empezó
hace más tiempo, por más que ustedes no se hayan enterado.

Ustedes también liberalizan y privatizan, pero bajo las mismas
palabras se esconden políticas y objetivos muy distintos. Por
liberalizar ustedes entienden entregar el mercado a un oligopolio de
dos o tres empresas, que hacen y deshacen en perjuicio del
consumidor, y por privatizar entienden que sus amigos se queden con
las empresas públicas. Nada ni nadie les puede controlar una vez
privatizadas, nada ni nadie les puede controlar a partir del favor
que usted les hizo, ni el Parlamento



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ni los entes reguladores encargados de ello teóricamente. Por eso,
tras liberalizar las telecomunicaciones, tenemos en España los
precios telefónicos más altos de la Unión Europea, junto con
Portugal. (Rumores.) Por eso, tras liberalizar el suelo, se han
disparado los precios de la vivienda. Sólo así puede explicarse que,
bajo la coartada de introducir más competencia, ustedes insistan en
regalar a las grandes compañías eléctricas más de un billón de
pesetas, a costa del bolsillo de todas las familias y de todas las
empresas españolas. (Aplausos.)
Bajo su mandato, señor Aznar, se está produciendo un enorme proceso
de concentración privada del poder económico, alentado desde el
Gobierno. El poder económico que ha perdido el Estado con las
privatizaciones y con la liberación no lo recuperan los ciudadanos,
sino que usted se lo está entregando a sus amigos y a los grupos
tradicionales que representan el poder económico de siempre en
España. ¿A cambio de qué? ¿Hay alguien que crea que esta enorme
transferencia de poder de manos públicas a manos privadas no tiene
repercusión sobre la vida política y democrática del país o que no
tiene nada que ver con el estrechamiento que se ha producido en la
pluralidad informativa? Porque su estilo de Gobierno, señor Aznar,
necesita continuamente de la propaganda para intentar ocultar la
distancia que existe entre lo que dicen y lo que hacen.Se ofenden
cuando se pone en duda su defensa de la sanidad pública, pero los
proyectos que aprueban, desde el modelo de Alcira hasta el
medicamentazo, desde las fundaciones sanitarias hasta el trato fiscal
a los seguros sanitarios, van todos en la dirección de potenciar una
alternativa privada a la sanidad pública (Aplausos.), que va dando
pasos y ganando espacio bajo su Gobierno mientras los recursos de la
sanidad pública, en contra de lo que usted decía esta mañana, pierden
peso en el conjunto de la economía nacional.




El señor PRESIDENTE: Señor Almunia, vaya concluyendo, por favor.




El señor ALMUNIA AMANN: ¿Qué medidas están adoptando ustedes ante la
creciente inquietud que produce en nuestros consumidores la
existencia de partidas de alimentos supuestamente dañinas para la
salud? ¿Cree usted que basta con lo que hoy nos ha dicho? Nosotros
creemos, y presentaremos mañana la resolución correspondiente, que,
de acuerdo con las comunidades autónomas, es el momento de crear una
agencia estatal de evaluación y control de los alimentos.

Dicen ustedes ser los máximos defensores del sistema público de
pensiones y de los pensionistas, pero se han opuesto en este
Parlamento a aumentar en 2.000 pesetas mensuales las pensiones no
contributivas y las mínimas de la Seguridad Social. (Aplausos.) No
sólo eso, sino que desde que elaboran presupuestos, desde el
ejercicio de 1997, se niegan a pagar con recursos del Estado los
complementos de mínimos, que tienen naturaleza no contributiva. Eso
sí que perjudica a la caja de
la Seguridad Social y no las decisiones de la Junta de Andalucía, que
no se financian con la caja única de la Seguridad Social. No quieren
o no pueden separar a partir del próximo presupuesto las fuentes de
financiación del sistema contributivo y del sistema no contributivo
de la Seguridad Social ni se plantean constituir las reservas
previstas en el Pacto de Toledo ¿Eso es apostar por el futuro, señor
Aznar?
Proclaman el valor estratégico de la educación, pero su esfuerzo
presupuestario se concentra en la enseñanza privada concertada,
mientras los centros públicos de secundaria carecen de medios
elementales para implantar la Logse o siguen sin desarrollarse la
escolarización pública entre 3 y 6 años. Están satisfechos con el
empleo generado, aunque uno de cada tres jóvenes que lo buscan no lo
encuentran. Están satisfechos con la situación del mercado laboral
pese a que uno de cada tres empleos sea temporal. Están satisfechos
con el nivel actual de incorporación de la mujer en la vida laboral
activa y prevén que ya no va a aumentar en el futuro, aunque el nivel
de paro de las mujeres duplica el de los hombres. ¿Es eso razón o
motivo para estar satisfechos? Si yo tuviese sus responsabilidades,
no sólo no estaría satisfecho sino que me cuidaría mucho de
parecerlo.

Ustedes sacan pecho por haber entrado en el euro, de lo cual todos
nos alegramos, pero eso no impide recordar que hoy, una vez en el
euro, nuestra economía está perdiendo competitividad. ¿Sabe usted,
señor Aznar, que desde enero hemos dejado de cumplir con el criterio
de Maastricht sobre inflación? ¿Se ha enterado de la opinión que hoy
mismo recogen los periódicos, expresada por Romano Prodi, sobre las
consecuencias que puede tener para Italia una situación parecida a la
de España en materia de inflación? ¿Sabe usted, por ejemplo, señor
Aznar, que pese a las medidas que anunció el señor Rato para
controlar los precios, la bombona de butano ha subido 75 pesetas
desde el día en que anunció tales medidas? (Risas.) El desafío que la
moneda única supone para la competitividad debería ser motivo
suficiente para que ustedes corrijan una suicida política de
infraestructuras que les ha llevado a que la inversión pública
prevista este año se sitúe todavía por debajo de la realizada en el
ejercicio de 1995. ¿Para qué hablar otra vez de Barajas? Sólo quiero
invitarle, señor presidente, a que agradezca a los españoles que no
hayan provocado una auténtica rebelión ante su incompetencia. Ayer,
sin ir más lejos, ha vuelto a empeorar el índice de puntualidad, y
menos de la mitad de los vuelos de Barajas han salido a la hora. No
digamos ya lo que sucedió ayer en el aeropuerto de Palma de Mallorca,
en el que hemos estado corriendo riesgos que no pueden volver a
repetirse. Por favor, imparta las instrucciones que quiera a sus
ministros, pero que no se vuelvan a repetir los riesgos que ayer se
han generado en el aeropuerto de Palma de Mallorca. (Aplausos.)
Eso sí, si pasamos de la realidad a la realidad virtual, ustedes son
unos excelentes pintores, han creído que



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les basta con dibujar en un mapa los trazados de infraestructuras que
quieren rentabilizar electoralmente para que todo mejore, aunque el
resultado sea que esas promesas electorales no se cumplen, que a
veces son contradictorias entre sí, que no tienen política de
carreteras, que han recortado la inversión hasta niveles peligrosos
para la seguridad vial, que han frenado la cohesión territorial y que
han fracasado todos sus intentos de comprometer financiación privada
para la realización de inversiones públicas.

La cohesión territorial no sólo sufre con su política de inversión o
con su no política de inversión. Han organizado, por llamarlo así, un
sistema de financiación autonómica que agudiza las desigualdades
entre comunidades y que en la práctica ha acabado con la
corresponsabilidad fiscal que se había empezado a introducir en la
legislatura anterior. (Aplausos.) Un sistema que ha fracasado de
manera tan estrepitosa que uno de sus principales críticos, el señor
Pujol, es quien lo había negociado con ustedes. Un sistema del que
desde el señor Zaplana hasta cualquier experto sabe que hace aguas
por los cuatro costados. Aquello que el señor Rato nos dijo en una
noche negociadora que lo había resuelto en 14 días: señor Rato,
¿cuántos miles de millones nos va a costar la chapuza y el desastre
de lo que usted negoció en materia de financiación autonómica?
(Aplausos.)
Y para completar la tarea, en el acuerdo sobre financiación
sanitaria, complementario al acuerdo sobre financiación de
comunidades de régimen común, las comunidades y los territorios del
llamado territorio Insalud, donde todavía no se han producido
traspasos de competencias, tienen una financiación inferior en 2.000
pesetas por persona y año a la que reciben los ciudadanos que viven y
acuden a los hospitales de las comunidades autónomas que ya han
recibido transferencias. ¿Qué pasará cuando se quiera transferir el
Insalud a las diez comunidades autónomas que todavía no lo gestionan?
¿O es que el final de los traspasos de competencias que nos ha
anunciado hoy el señor presidente del Gobierno implica que no habrá
ni traspasos de sanidad ni ningún otro tipo de traspasos de
competencias nunca más? No he entendido bien qué quería decir con el
final de los traspasos.

De este estado de la nación, señor Aznar, también es usted
responsable, le guste o no. No se lo digo con agrado, pero sí con
tanta más firmeza y con algunos detalles en la medida en que he
apreciado pocos detalles y mucho triunfalismo en su valoración de la
mañana.

Ustedes achacan el empeoramiento relativo de nuestras perspectivas
económicas a la crisis internacional, las subidas de precios al
encarecimiento del petróleo. ¿No le parece que para ser creíble hay
que estar a las duras y a las maduras? ¿Por qué las cosas buenas que
ocurren son siempre gracias a ustedes y las malas culpa de otros,
preferentemente nosotros? Ya sé que todo Gobierno tiende a
engrandecer sus actuaciones. Usted parece tan contento de haberse
conocido que empieza a creer que los españoles no le merecemos
(Risas.),
pero esos españoles saben que como consecuencia de su acción de
Gobierno los frutos del crecimiento no han llegado por igual a todas
partes. Se han desaprovechado recursos y energías, no se ha aumentado
la igualdad de oportunidades para jóvenes y mujeres, no se han
reducido desigualdades para los colectivos más desfavorecidos ni para
los territorios con menor nivel de renta.Con los presupuestos que
ustedes hacen en la mano, su Gobierno no ha sabido ni querido
encontrar otra forma de equilibrar ingresos y gastos públicos que no
sea renunciando a la inversión en educación, en formación, en
infraestructuras y en modernización tecnológica. Es decir, no han
encontrado otra forma de cuadrar las cuentas que renunciando al
futuro.

Con su Gobierno desandamos una parte del camino recorrido en los
últimos veinte años en materia de cohesión social y territorial.




El señor PRESIDENTE: Señor Almunia, debe concluir.




El señor ALMUNIA AMANN: Con usted ha recuperado el poder en España la
derecha económica y social de siempre, sólo que algo más joven y
mejor adaptada a los nuevos tiempos.

Tras su intervención de hoy aquí, uno sólo puede adivinar, por un
lado, lugares comunes, objetivos compartibles por todos, palabras
vacías, pero por otro, por debajo de esa música, una letra de
continuismo, rutina, gestión, ausencia de proyecto, de propuestas, de
pulso político.

Señor presidente, voy concluyendo.

Señor Aznar, su tarea de Gobierno está dejando como herencia una
España más desigual, más frágil y con menor presencia internacional.

Después de más de tres años de Gobierno, usted ya empieza a tener su
propia herencia, que no es tan brillante ni mucho menos como repite
machaconamente su aparato de propaganda. La suerte les ha deparado un
momento económico internacional muy positivo, pero no lo están
sabiendo aprovechar en beneficio de la mayoría de los españoles.

Estamos perdiendo un tiempo precioso, pero con ello estamos también
acumulando como país un importante déficit de futuro que acabará por
pasarnos cuentas. Sin embargo, señor Aznar, no le voy a invitar a
usted a que se vaya, ni mucho menos le voy a conminar. Lo que sí le
digo es que su tiempo ha empezado a agotarse y que haré y haremos
todo lo que democráticamente esté en nuestras manos para que usted
por la fuerza de los votos no tenga más remedio que irse dentro de
unos pocos meses. (Aplausos.) Es ya tiempo de recuperar un proyecto
de futuro y de pedir a la sociedad que se movilice para impulsarlo
hacia adelante junto con los responsables políticos.

Estamos a pocos meses de las próximas elecciones generales. Los
electores saben distinguir muy bien cuáles son las diferencias entre
sus políticas y las nuestras, entre la derecha, más o menos
disfrazada de centro, entre la derecha, que no sé si está disfrazada
de centro, y la



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socialdemocracia, que lleva más de cien años acreditando lo que es,
los valores que defiende, los principios que sustenta y los objetivos
que persigue. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.




El señor ALMUNIA AMANN: Con esa socialdemocracia que gobierna hoy en
la mayoría de los países de la Unión Europea.

Pero esos mismos electores que nos distinguen a unos y a otros
quieren tener la seguridad de que un cambio de gobierno y un cambio
de mayoría parlamentaria no va a suponer ningún giro copernicano en
la política que el Gobierno español, sea cual sea, lleve adelante
para conseguir de una vez por todas erradicar el terrorismo y
alcanzar una paz definitiva en el País Vasco. Yo le reitero, señor
Aznar, nuestra plena disposición para rehacer en lo que sea necesario
y profundizar en lo que ya existe el consenso en este campo.

Los españoles quieren también estar seguros de que la alternancia en
el Gobierno español no supone un cambio en los supuestos básicos en
los que se asienta el Estado de las autonomías, como expresión
institucional de una España plural, pero también cohesionada y
solidaria.Para ello, señor Aznar, hemos de recomponer el consenso que
arranca de la Constitución, que ha sufrido mucho en estos últimos
años, y lo hemos de hacer ustedes y nosotros, por supuesto, pero no
sólo ustedes y nosotros; los demás partidos democráticos,
nacionalistas o no, defensores del actual modelo autonómico
o partidarios de su modificación, tienen que ser llamados también a
participar en este acuerdo básico, sin otra exclusión que no sea la
de aquellos que se resisten a defender sus puntos de vista por
procedimientos pacíficos y exclusivamente democráticos.

Nuestros electores, señor Aznar, quieren que de una vez por todas
alejemos de nuestras discusiones aquellas cuestiones que deben formar
parte de nuestro común bagaje, como españoles y como demócratas,
desde la política exterior y de seguridad hasta nuestra visión de la
justicia, pasando por el funcionamiento de las demás instituciones
del Estado, las reglas básicas que deben regir el funcionamiento en
la Administración pública o el papel de los medios de comunicación de
titularidad estatal.

Mirémonos en el ejemplo de Gran Bretaña, que tanto interés suscita en
su señoría. En Londres, quien dirigió hace años los pasos conducentes
a la paz en el Ulster fue John Major, su amigo, y quien los prosiguió
hasta la firma de los acuerdos de Viernes Santo del año pasado fue
Tony Blair. A ninguno de los electores que optaron por Tony Blair en
vez de por John Major se les pasó por la cabeza que un cambio de
mayoría en el Parlamento fuese a suponer un giro en la estrategia de
pacificación que venía persiguiendo ya hace tiempo el Gobierno
británico. Aquí tenemos que trabajar mucho para llegar a ese grado de
consenso sobre los temas que afectan a los intereses generales del
Estado, pero es un esfuerzo que merece la pena hacer y al que yo le
invito, señor Aznar. Ese esfuerzo es desde luego mucho más fructífero
que el que ustedes hacen para ocupar un espacio político que no es el
suyo, y para esa tarea, para ese esfuerzo, nada importa que la
legislatura esté en sus últimos meses; más bien al contrario, creo
que si nos dedicamos desde hoy mismo a ello, los electores de dentro
de unos meses, de unos y de otros, nos lo agradecerán.

Nada más. Muchas gracias. (Prolongados aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Almunia.

En nombre del Grupo Federal de Izquierda Unida... (Rumores.)
Perdón, señor presidente, no había observado su gesto de réplica.

Cuando quiera.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señoras y señores diputados, señor Almunia, tres puntualizaciones
previas: La primera, no sé cómo se sorprende S.S. de la fecha de este
debate porque lo hablé con usted, como seguramente S.S. recuerda. La
segunda, que en el primer párrafo del discurso de esta mañana he
mostrado mi agradecimiento a los grupos parlamentarios que han venido
apoyando al Gobierno, pero S.S. estaría distraído. Y la tercera, que
el envío de las tropas españolas a Kosovo fue anunciado la semana
pasada en el debate parlamentario correspondiente, pero no tuvimos la
fortuna de contar con su presencia porque estaba fuera de la Cámara.

(Aplausos.)
Señoría, este es el tercer debate sobre el estado de la Nación de
esta legislatura y es el tercer participante en nombre del Grupo
Socialista que tenemos la fortuna de escuchar. (Aplausos y
protestas.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!
Señora López i Chamosa, es la segunda vez que la llamo al orden. Le
hago la misma advertencia: no hay una tercera sin que se produzca
expulsión, señora López i Chamosa.

Adelante, señor presidente.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): No será porque por
nuestra parte no nos pongamos a su disposición para seguir
proporcionando oportunidades, por si hacen falta otros participantes
en debates futuros. (Rumores.) Tal vez S.S. lo que ha intentado en
este debate es justamente eso: pedir una oportunidad. Pedir una
oportunidad para ver si consigue lo que hasta ahora ha intentado y no
ha conseguido, señor Almunia, que es ser candidato de su partido.

Usted viene sin ser candidato de su partido y, además, tiene a su
partido sin candidato. (Aplausos y protestas.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías. Señor Cercas.

Adelante, señor presidente.




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El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO: Ha hablado usted, señoría, de que
el grupo parlamentario, el Gobierno y el partido que le apoya hemos
empezado nuestro declive. Tengo que decirle que, viniendo de S.S.,
aprecio mucho esa indicación, esa situación, esa percepción; y la
aprecio mucho por una razón, porque desde hace años el Partido
Popular tiene la suerte de ir ganando las elecciones, por lo cual le
agradezco mucho su felicitación, y en segundo lugar porque desde hace
dos años, desde que S.S. tiene la responsabilidad de dirigir su
partido, ustedes han perdido elecciones en Galicia, donde pasaron,
por cierto, de ser los segundos a los terceros; en el País Vasco,
donde pasaron de ser los segundos a los cuartos; han perdido las
elecciones municipales recientes, la autonómicas y también las
europeas, por cierto, por una cifra del triple de votos con los
cuales el Partido Popular ganó las elecciones generales. (Aplausos.)
Por tanto, hablando de declives, se lo agradezco mucho. No es mala
cosecha para S.S., teniendo en cuenta, además, que no es precisamente
tampoco especialista en ganar otro tipo de elecciones que usted mismo
convoca. (Aplausos y protestas.)
En todo caso, nosotros ya sabemos, hablando de perspectivas de
futuro, que usted y SS.SS. convierten sus fracasos en dulces
derrotas. Pues bien, tengan ustedes la seguridad y la tranquilidad de
que nosotros también procuraremos seguir endulzándoles las próximas
derrotas que van a cosechar ustedes en próximas convocatorias
electorales. (Rumores.)
Si usted ha creído hacer méritos para ver si consigue ser nominado a
una candidatura, creo sinceramente que S.S. se ha confundido, que S.

S. se ha equivocado. (Continúan los rumores.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías. ¡Señor Fernández Marugán,
por favor!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Hemos escuchado un
discurso absolutamente catastrofista, absolutamente negativo, sin una
sola propuesta y con propuestas para volver al pasado, para mirar
hacia atrás. Lo que más puede impresionar, señoría, del discurso que
usted ha hecho aquí esta tarde, además de no hablar de la nación y de
la situación de la nación sino de otras muchas cosas, son sus
propuestas alternativas. Usted ha presentado esta tarde una propuesta
alternativa completa, que estoy absolutamente seguro que habrá
llenado de confianza a todos aquellos electores votantes que no
quieren volver al pasado sino afrontar el futuro de España desde base
de confianza, de seguridad, prosperidad y progreso. (Un señor
diputado: ¡Muy bien! Aplausos.) Por eso, señoría, ha puesto usted en
tela de juicio absolutamente todas las políticas que ha desarrollado
el Gobierno, no solamente el proyecto global sino todas las políticas
que ha desarrollado el Gobierno sin detenerse en la más mínima
consideración positiva o la más mínima consideración favorable. Ha
sido la viva expresión de una catástrofe sin paliativos, que nos
lleva a pensar,
señorías, que alguna propiedad milagrosa debemos tener porque con el
panorama que usted ha pensado y planteado que sigamos en el Gobierno
y hayamos entrado en el cuarto año de legislatura es sencillamente,
señoría, un milagro; debe ser un milagro conseguir lo que nosotros
hemos hecho.

No puedo compartir ni participar, señoría, en algunas cosas que usted
ha dicho. Dice S.S. que no se reducen las desigualdades o que hemos
puesto en peligro la cohesión social de nuestro país, dice usted que
estamos poniendo en peligro eso. Simplemente le quiero decir,
señoría, que eso es falso. En la clásica división que se utiliza,
para saber si se aumenta o no la cohesión, entre rentas de trabajo y
rentas de capital, tengo que decir que las rentas del trabajo no han
hecho nada más que crecer en los últimos años. En 1995 las rentas del
capital suponían respecto al producto bruto el 40,4; en 1998 suponen
el 39,9; en 1995 las rentas del trabajo respecto al producto bruto
eran el 59,6 y en 1998 son el 60,1. Son exactamente cinco décimas,
señoría, que representan 400.000 millones de pesetas por año que se
están produciendo en nuestro país en favor de las rentas salariales y
del trabajo y no de las rentas del capital.

Quiero decir que, por el contrario, ustedes sí eran los que ponían en
peligro la cohesión social, porque en la anterior legislatura
justamente fue a la inversa: las rentas del trabajo decrecieron y las
rentas del capital aumentaron; es decir ahora hay un reparto más
justo de la carga, porque se dedican más equitativamente los recursos
a las políticas de cohesión y de gasto social. Le quiero decir,
señoría, que es lógico que así sea, porque cuando hay crecimiento
económico y cuando hay creación de empleo se produce más riqueza y
también se puede realizar un mejor reparto de la misma.

Quiero recordarle, por si usted nos propone volver a la anterior
política, lo único que se le ha oído proponer, que en trece años las
rentas salariales pasaron en España del 72 por ciento al 59,6, es
decir bajó doce puntos la participación de los salarios en la renta
nacional. (Aplausos.)
Cuando se habla de progreso, cuando se habla de futuro, señorías, no
se trata de hablar de satisfacción; se trata de hablar de las
oportunidades, de las posibilidades y sabiendo que los problemas a
resolver son muchos y hay que afrontarlos, conocer si estamos en el
camino adecuado para ello. Cuando se habla de futuro o de progreso de
oportunidades, hay que valorar si se aumentan los derechos de los
ciudadanos; hay que valorar si hay más seguridad en las prestaciones;
hay que valorar si aumenta la renta de los ciudadanos, o por el
contrario esa renta disminuye. Eso es futuro de oportunidades y eso
es progreso en términos reales.

Señor Almunia, la política económica, como he recordado esta mañana,
ha generado en nuestro país l.200.000 empleos más; es decir hay
1.200.000 ocupados más en nuestro país, y en el último año, de mayo
de 1998 a mayo de 1999 han sido 500.000. Le quiero decir, y espero
que S.S. se alegre, que en el año 1999 el



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ritmo de creación de empleo es similar, por no decir prácticamente
idéntico, al del pasado año. Y le quiero decir, señoría, que la tasa
de paro, como S.S. sabe, ha descendido al 17 por ciento desde el 23
por ciento, es decir seis puntos, señoría.

Sabemos que tenemos que hacer más esfuerzos; lo que hemos propuesto
en el programa de crecimiento y de estabilidad. Por eso, yo decía
esta mañana que no podemos perder la oportunidad, en ningún caso, de
intentar conseguir 1.300.000 nuevos puestos de trabajo para el año
próximo. Pero quiero recordarle, señor Almunia, que usted fue
ministro de Trabajo durante cuatro años. Pues bien, en la etapa que
S.S. fue ministro de Trabajo, se lo recuerdo porque como nuestros
datos le parecen insuficientes, los suyos le parecerán suficientes
(Rumores.), y cuando usted llegó al Gobierno en 1982, en España había
2.120.000 parados, y cuando usted salió del Ministerio de Trabajo,
había 2.932.000 parados (Fuertes aplausos.-Rumores.), es decir había
800.000 parados más. Probablemente a S.S. le parece poco la creación
de 1.200.000 empleos, Yo también desearía que fuesen muchos más; pero
también es verdad y es de justicia reconocerlo, que esa cifra fue
superada, porque al 31 de diciembre de 1995, cuatro meses antes de
salir del Gobierno, eran 3.540.000 parados, y una tasa de paro del 23
por ciento. (Rumores.-Aplausos.) Eso, señoría, es hablar de la
realidad de las cosas, eso es hablar de progreso, es hablar de
oportunidades y de futuro y hablar también de estabilidad en el
empleo.

Dice S.S.: ustedes se hacen muchas fotos con los dirigentes
sindicales. Efectivamente, hemos firmado algunos acuerdos importantes
como son el de la reforma laboral o el de pensiones, por ejemplo, o
el de salud laboral y otros acuerdos con las pensiones. Dentro de lo
que puede estar sujeto a discusión, el diálogo social en esta
legislatura, ponga usted si quiere gracias a la responsabilidad de
los agentes económicos y sociales, me parece que ha funcionado
razonablemente bien; desde luego comparativamente, señor Almunia,
reconocerá que ha funcionado mucho mejor que en anteriores épocas.

(Aplausos.) Quiero decirle esto porque a mí me parece que ese diálogo
social sigue siendo absolutamente fundamental y prioritario para
abordar los problemas del empleo que existen en nuestro país y para
conseguir el objetivo de 1.300.000 empleos de aquí al año 2002. Pero
le quiero recordar además que no sólo es algo cuantitativo, sino que
en España nos encontramos con un problema muy serio que estamos
intentando mejorar, y es la precariedad laboral, la excesiva
temporalidad de los contratos; por eso había que hacer los acuerdos
de estabilidad en el trabajo. Quiero recordarle, señoría, que desde
los últimos tres años se han producido en España dos millones de
nuevos contratos indefinidos; 1.300.000 desde la entrada en vigor de
la última reforma, de los cuales 800.000 corresponden a jóvenes y
450.000 corresponden a mujeres. Sabemos muy bien el esfuerzo que hay
que seguir haciendo, tanto en jóvenes como en relación con el empleo
de las mujeres, con los parados de larga duración o mayores de 45
años; pero tendrá que reconocer S.S. que estamos en un camino que
creo es positivo desde el punto de vista no sólo de la creación de
empleo, sino de la estabilidad en el empleo. Y le quiero decir,
porque espero que S.S. se alegrará, que en lo que llevamos de 1999 el
empleo estable está creciendo afortunadamente a tasas muy superiores
a las del año 1998.

Ha mencionado S.S. las incertidumbres respecto al futuro de nuestra
Seguridad Social, de las prestaciones sociales que da el Estado y que
el Gobierno tiene que establecer. (Rumores.) Quiero recordarle que
hay distintas maneras de medir la estabilidad de la Seguridad Social
y su proyección hacia el futuro, por tanto distintas maneras de medir
la posibilidad de tener unas prestaciones seguras, posibles y que
puedan ser crecientes en el futuro inmediato para tantos
beneficiarios de nuestra Seguridad Social. En cuanto al número de
cotizantes, quiero recordarle que en mayo de 1996 había 12.200.000 y
en mayo de 1999 hay 14.300.000, es decir tenemos dos millones más de
cotizantes a la Seguridad Social, que espero no le parezca mal.

(Aplausos.) ¿Que S.S. tiene la fórmula para que el año que viene se
incorporen tres millones más? Pues ofrézcanos por favor esa fórmula
si es que la ha encontrado. (Rumores.)
Quiero decirle que del año pasado a éste hay un 1.018.000 cotizantes
más y que por cada 100 beneficiarios de la Seguridad Social antes
había 206 cotizantes y ahora hay 221 cotizantes. Me reconocerá, señor
Almunia, que mejorando la ratio entre prestatarios, beneficiarios
y cotizantes se puede establecer, señoría, que la Seguridad Social,
lejos de lo que se auguraba hace muy poco tiempo y hoy mismo, desde
luego ha emprendido un camino mucho más positivo hacia el futuro. Le
quiero recordar también, ya que S.S. ha hablado de cuestiones
financieras, que a 31 de diciembre de 1995 el déficit de la Seguridad
Social era del 0,72 del producto bruto, esto es 502.000 millones de
pesetas. Señoría, si no hubiéramos hecho nada esa cifra sería hoy de
628.000 millones de pesetas; y ya le he dicho que el próximo año, el
año 2000 el déficit será cero.

En el año 1995, a 31 de diciembre del año 1995 había préstamos de
tesorería por importe de 600.000 millones de pesetas, de los cuales,
señoría, 95.000 millones de pesetas estaban en manos de la banca
privada, que por supuesto estaba encantada de tenerlos, ¡faltaría
más! En el año 1999 no llegará a 100.000 millones de pesetas ese
préstamo de tesorería.

Por si faltara algo, señoría, ustedes dejaron una póliza en el Banco
de España de 306.000 millones de pesetas, de las cuales ya se están
pagando los intereses y el año que viene se empezará a amortizar el
capital. Le pido por favor, señoría, que no nos vuelva a plantear
volver atrás, volver a políticas fracasadas que son las que producen
este resultado, porque la sociedad española no se merece que este
esfuerzo de saneamiento vuelva a ser tirado por la borda. (Aplausos.)
Respecto de la sanidad, señoría, resulta bastante chocante escucharle
decir que nosotros incumplimos el



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Pacto de Toledo. En la sanidad, en 1999 hay más de 4 billones de
pesetas en los presupuestos y se paga íntegramente con los
Presupuestos Generales del Estado -se ha producido ahí una separación
de fuentes completa- y en el presupuesto del próximo año 2000 todas
las prestaciones sociales serán íntegramente sufragadas por los
Presupuestos Generales del Estado. Eso se llama, señoría, cumplir el
Pacto de Toledo. Lo que tenemos que hacer ahora no es solamente
cumplir el Pacto de Toledo, sino proceder a la renovación del Pacto
de Toledo, que debe dar garantía de prestaciones sociales
y especialmente garantía de tranquilidad y de futuro para los
pensionistas españoles. Lejos de exigir de un Gobierno que cumple con
el Pacto de Toledo y que pide además su renovación (quiero ver si
usted o quien sea es capaz de comprometerse con el Pacto de Toledo;
ya veremos si es capaz de comprometerse con el futuro pacto de
Toledo), le quiero recordar, y lo he dicho esta mañana, que hay que
tener cuidado de no tomar medidas que supongan que las pensiones
puedan convertirse en una especie de subasta regional o de subasta
local. (Un señor diputado: ¡Muy bien!) La igualdad de prestaciones en
todo el territorio nacional y no jugar irresponsablemente con la caja
única de la Seguridad Social es una obligación para todos aquellos
que creemos en el sistema de Seguridad Social y en la cohesión y la
vertebración territorial del país. (Fuertes aplausos.) Si mantenemos
esto, señoría, los pensionistas podrán seguir beneficiándose. Los
pensionistas se han beneficiado a lo largo de estos tres años en sus
bases de cálculo de pensiones de más de 400.000 millones de pesetas,
307.000 millones de pesetas por las ventajas que han obtenido en la
elevación de su pensión respecto a la situación de la inflación y
150.000 millones de pesetas por la rebaja del impuesto sobre la renta
de las personas físicas, reforma, que como usted ha dicho no merece
ni siquiera el calificativo de tal, pero esa reforma provoca entre
otras cosas sus beneficios para los pensionistas, que usted y su
grupo votaron en contra, y viene muy bien recordarlo aquí esta tarde.

(Aplausos.) En todo caso, la ganancia del poder adquisitivo es de 1,6
puntos y espero que no nos pida usted, señoría, que volvamos a eso.

Si tiene usted un sistema más rápido para respetar el incremento de
pensiones del que ha puesto de manifiesto este Gobierno, le ruego que
me lo diga.

En relación con el IRPF ha dicho que usted no lo considera reforma.

Seguro que lo consideran reforma cinco millones de contribuyentes que
no van a tener que presentar su declaración, o el 46 por ciento de
contribuyentes hasta dos millones de pesetas que van a ver rebajada
su factura, o los de hasta tres millones que van a verla rebajada en
un 23 por ciento. Seguro que también lo pueden entender todos
aquellos que tienen un préstamo hipotecario, y seguro que pueden
entenderlo también aquellos que pueden ver las consecuencias de
políticas de privatizaciones, señor Almunia, porque le quiero
recordar, hablando de algunos respetos y también de respeto a la
Cámara, que ustedes llagaron a privatizar
con estas Cámaras disueltas en el año 1996, y privatizaban
para tapar agujeros del déficit que eran incapaces de controlar.

(Rumores.-Aplausos.) Nosotros hemos creado un Consejo de
Privatizaciones que hace actuar con transparencia, y naturalmente
hemos establecido un plan de modernización del sector público, plan
muy necesario, señorías, porque el sector público español, costó 8
billones y medio de pesetas entre los años 1987 y 1995, y perdió más
de la mitad de los empleos que tenía.

A partir de ese momento, señorías, repasen las tarifas de algunas de
esas empresas, porque las tarifas de electricidad del año 1986 al año
1996 subieron el 41, 5 (Un señor diputado: ¡Qué barbaridad!) y ahora
señorías, han bajado el 12 por ciento. Las tarifas de
telecomunicaciones de 1991 a 1995 subieron el 12,7 y de 1996 a 1999
han bajado el 12,76. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.




El señor AZNAR LÓPEZ: No me hable S.S. de las ventajas de algunas
empresas eléctricas. Ustedes tenían un sistema eléctrico que era un
auténtico chollo para las empresas eléctricas: el marco legal y
estable, en el que no había competencia y pasara lo que pasara y cómo
funcionaran ustedes les garantizaban unos ingresos y así les
garantizaban hasta 8 billones de pesetas de ingresos para el próximo
septenio. Eso es lo que se ha corregido con la competencia. En vez de
8 billones, la apertura a la competencia producirá unos costes
estimados de 5 billones de pesetas, y con el billón de costes que se
reconoce el contribuyente español se ahorra 2 billones de pesetas.

(Aplausos.-Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías. Silencio.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Voy terminando,
señorías.

Evidentemente, dentro de esta monumental catástrofe en la cual no hay
proyecto, no hay idea de nuestro país -estamos esperando con mucho
interés conocer cuál es la cuya-, ha vuelto a hablar S.S. de la
financiación de las comunidades autónomas. Ustedes empezaron diciendo
que esto era una ruina, que iba a acabar con el equilibrio de las
cuentas financieras de nuestro país -por cierto, quiero recordar que
en España el déficit se ha reducido del 7,3 al 1,6-; que iba a ser la
ruina de todos los sistemas, y por supuesto iba a acabar con la
vertebración de España. Ahora resulta que no es una ruina; ahora
resulta que no vale para nada. Señores, o es una ruina o no vale para
nada, pero sobre todo pongan ustedes una propuesta encima de la mesa.

No se puede criticar por una cosa y por la contraria. Si S.S. está en
contra de la corresponsabilidad, está en contra de la suficiencia o
está en contra de saber que conforme evolucionan los ingresos de las
comunidades autónomas será necesaria una mayor corresponsabilización
de esas comunidades autónomas, entre otras cosasdesde el punto de
vista político general y de la administración



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de los recursos, ruego a S.S. que nos diga cuál es su propuesta,
porque deseamos conocerla lo más rápidamente posible.

Desde el punto de vista de política exterior, simplemente le rogaría
que repasásemos cuatro cosas. Nosotros hemos estado ausentes de casi
todo, pero afortunadamente y a pesar de nuestra ausencia, en este
período España ha ingresado en el euro, en este período España ha
conseguido 2 billones de pesetas más de saldo neto como consecuencia
de las negociaciones de la Agenda 2000; dos billones de pesetas más
de saldo neto como consecuencia de la Agenda 2000. (Aplausos.) Por
cierto, ya que hablamos de estas cosas, convendría saber, señor
Almunia, quién ordenó a los eurodiputados socialistas votar en contra
de la Agenda 2000 en el Parlamento Europeo. (Aplausos.) Naturalmente,
por estar ausentes también estamos en la estructura militar integrada
de la Alianza Atlántica, y por supuesto también por estar ausentes
nuestras Fuerzas Armadas participan en la modalidad que sin duda es
la que corresponde a las responsabilidades de España en este momento
en el conflicto de Kosovo. Ha participado y participa en este
momento.

Señoría, le agradezco mucho sus palabras en relación con el País
Vasco y le agradezco mucho también las áreas de consenso que S.S. ha
ofrecido. Espero que podamos ponerlas en marcha respecto a la
política autonómica que sin duda es fundamental. He dicho esta mañana
que nosotros hemos querido cumplimentar el pacto autonómico de 1992,
que firmamos cuando estábamos en la oposición, y como S.S. sabe muy
bien ha sido imposible aunque lo hemos propuesto, conseguir un pacto
autonómico en esta legislatura porque ustedes no lo han querido
firmar. Agradezco también los consensos relativos a la política
exterior, pero espero que se manifiesten un poco más intensamente que
en el voto sobre la Agenda 2000. Y, por supuesto -faltaba más-, le
agradezco especialmente el de la política antiterrorista. He dicho
esta mañana que la unidad de todas las fuerzas democráticas era
absolutamente indispensable y fue indispensable para que la sociedad
vasca y la sociedad española se encontrasen en la esperanza de paz en
que nos encontramos en este momento. Quiero repetir, señoría, que eso
debe seguir siendo base fundamental de nuestros trabajos para
conseguir éxito de libertad y convivencia para todos los ciudadanos
vascos, con las mismas posibilidades para todos los ciudadanos
vascos, en el marco del estatuto de autonomía y de nuestra
Constitución. No puedo entender, señoría, que usted diga que el
Gobierno ha estado ausente del País Vasco. Por muchas razones sabe S.

S. que yo no lo puedo compartir, y usted sabe además que no es
cierto.

Termino, señorías. Por encima de cualquier crítica que se puede
hacer, si es una crítica razonable, creo que España no se merece que
se nos propongan recetas fracasadas ni vueltas atrás. Vivimos en este
momento, como acabo de decir, una etapa de esperanza de paz que
tenemos que aprovechar. Tenemos que dedicar
todos los esfuerzos a superar los problemas del desempleo, a
poner nuestras potencialidades en la creación de empleo. Hemos dado
pasos muy importantes desde el punto de vista de la integración
europea. Ahora no solamente deseamos compartir una misma moneda;
deseamos también compartir el mismo nivel de vida. Al terminar 1999,
la renta media de España respecto de la Unión Europea habrá superado
el 80 por ciento. Es un dato muy importante, pero ese dato no nos
debe hacer olvidar el camino extraordinario que todavía tenemos que
recorrer para alcanzar esos objetivos y ese nivel de vida. Tenemos
por delante una buena oportunidad, y creo que estamos en unas buenas
condiciones para el despegue. Vamos a continuar con las reformas para
seguir dinamizando nuestra sociedad y la economía española. Se podrá
mirar hacia atrás, se podrán presentar recetas fracasadas; yo tengo
la convicción de que por ahí no irá el futuro de España ni de la
sociedad española.

Gracias. (Fuertes aplausos.-Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente.

Señor Almunia. (Rumores y protestas.)
Señorías, silencio.




El señor ALMUNIA AMANN: Gracias señor presidente.

Señor Aznar, ha empezado usted con tres puntualizaciones y por
cortesía le voy a comentar las tres. No sé en qué orden las ha dicho,
pero voy a empezar por la de si se ha comunicado a esta Cámara como
se debe el envío de tropas a Kosovo decidido por el Gobierno. Como se
debe no, y lo sabe muy bien el Ministro de Defensa. Usted lo citó de
pasada en el debate parlamentario del pasado miércoles, pero el
cumplimiento de la resolución de 1995 sobre autorización o
conocimiento parlamentario de los envíos de tropas españolas hacia el
exterior va a tener lugar el jueves. (Un señor diputado: ¡Muy bien!
Aplausos.)
Segunda puntualización. Usted dice que ha agradecido a sus socios
parlamentarios el apoyo tan entusiasta que le han dado en estos tres
años. Yo he escuchado al señor López de Lerma, portavoz del grupo
mayoritario de los socios parlamentarios del Gobierno decir lo
contrario en su televisión este mediodía. Ahora lo pueden aclarar;
cuando intervenga, aclare usted si se siente agradecido o no por el
apoyo. (Aplausos.)
Luego ha entrado usted en valoraciones sobre mis ambiciones
políticas. No se preocupe por eso, señor Aznar. (Rumores y
protestas.)



El señor PRESIDENTE: ¡Señorías!



El señor ALMUNIA AMANN: No se preocupe por eso, de verdad. Yo he
venido aquí a hablar de España, no ha hablar de mí. He venido a
hablar de España (Un señor diputado: ¡Muy bien! Aplausos.), y he
venido a hacerlo (Un señor diputado: ¡En el momento del debate!); he
venido a hablar de España y entre otrascosas a reconocer las cosas
que en España van bien,



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aunque como comprenderá no voy a dedicar tres cuartos de hora a
decirlas porque bastante tiempo dedica ya el señor presidente del
Gobierno a glosarlas. Pero si usted me ha escuchado, habrá tomado
nota de lo que he dicho. Lo que pasa es que no sé por qué me da la
impresión de que usted suele venir a estas réplicas con el trabajo
hecho desde casa. No sé por qué me da esa impresión. (Risas.-
Aplausos.)
He ofrecido seriamente consenso en los temas de Estado; he ofrecido
consenso seriamente y se lo reitero. Usted ha tomado nota y lo ha
agradecido. Pero no quiero que me lo agradezca; quiero que tome nota
y actúe en consecuencia, no que lo agradezca y después vaya a los
mítines de la siguiente campaña electoral a hablar en tono partidista
de los temas que tienen que ser objeto de consenso, empezando por el
País Vasco (Un señor diputado: Ahí), y la actuación de todos los
demócratas -de todos- para conseguir la paz y para evitar que la
tregua se frustre. Y eso no se consigue utilizando por parte del
presidente del Gobierno el tema del País Vasco en los mítines de su
partido; eso se consigue actuando seriamente con los nacionalistas y
con los no nacionalistas, con quienes defendemos el Estatuto de
Gernika desde siempre. Por cierto, usted antes se ha erigido en
defensor del estatuto de autonomía desde siempre y yo recuerdo aquí
la votación del Estatuto de Autonomía de Gernika y hubo seis
diputados de los escaños de ahí arriba, que entonces ocupaba Alianza
Popular, que votaron en contra. (Un señor diputado: ¡Ahí, ahí!
Aplausos.) Me alegro de que quienes votaron en contra hace 20 años
hoy voten a favor del Estatuto, claro que me alegro; y me alegraré el
día en que dos escaños de Herri Batasuna que siguen vacíos se cubran
por quienes se presentan a las elecciones porque respeten las reglas
del juego democrático. Me alegraré, y además tenemos que trabajar
todos para conseguirlo. (Aplausos.)
Después se ha metido usted en un jardín sobre mi trayectoria
personal, las elecciones que unos y otros hemos ganado o perdido.

Mire, me quedan muchos años para perder tantas elecciones como lleva
usted perdidas desde 1982, cuando le vi por primera vez en esta
Cámara, hasta el año 1996. Me quedan muchos años todavía. (Aplausos.)
Además, en democracia, en la democracia parlamentaria y también en la
democracia de partidos, a veces se gana y a veces se pierde, y cuando
se pierde no hay que poner la cara que algunos de ustedes ponen
cuando pierden. (Rumores.) Hay que aceptar las derrotas, hay que
seguir trabajando para ganar en la siguiente ocasión, y en la
siguiente ocasión en que haya elecciones generales, señor Aznar, como
le he dicho antes vamos a ganar nosotros y usted va a perder.

(Aplausos.) Por lo menos yo voy a trabajar todo el tiempo que queda
desde hoy hasta las elecciones para conseguirlo y creo que cada día
que pasa tenemos más expectativas de lograrlo. (Rumores.)
Habla usted de vuelta atrás. Eso lo traía escrito desde casa. Cada
propuesta de los socialistas, o las no propuestas de los socialistas
son vuelta atrás; pero cada
vez que usted toma el avión oficial -que sale a la hora- y llega a
Bruselas a una reunión con sus colegas de otros gobiernos europeos
habla de futuro, y la mayoría de ellos son socialdemócratas. Y las
propuestas que están saliendo adelante para dar pasos en la
construcción de una Europa cada vez más unida y cada vez más capaz de
mejorar el bienestar de los ciudadanos que habitamos en ella y de
garantizar la paz y la tranquilidad de quienes están fuera de
nuestras fronteras, esas propuestas tienen nombres y apellidos de
gobernantes socialdemócratas que hoy representan en Europa el futuro,
y sus colegas del grupo parlamentario europeo representan el pasado.

Está usted rodeado de perdedores. (Aplausos.)
Y voy al contenido más detallado de su respuesta. Desigualdades. Le
ha pasado el señor Rato una ficha que usted ha leído apresuradamente,
tratando de argumentar a estas alturas, en 1999, que la distribución
de la renta entre los ciudadanos tiene que ver con la distribución
funcional de la renta entre rentas no salariales y rentas salariales.

Eso no se estudia ya en ninguna facultad de economía desde hace
muchos años. (Protestas.- Aplausos.)
Les voy a hablar un poco de algunos datos en los que me baso para
argumentar y afirmar que en España las desigualdades sociales están
aumentando. La economía española está creciendo más que el gasto en
pensiones de la economía española; los salarios están creciendo en
España este año más o menos igual que los precios: 2,1 ó 2,3 por
ciento; los salarios de los funcionarios y las pensiones crecen menos
de lo que están creciendo los precios, el 1,8 por ciento, hasta que
no jueguen en su momento las cláusulas de revisión; la economía tiene
un crecimiento nominal muy superior a ese 2,1 ó 2,3 por ciento.

¿Quién se lleva el resto? con los datos del señor Rato o sin ellos
(Rumores.) El señor Rato sabe quién se lo lleva; aunque no le pase
los datos, él lo sabe, lo que ocurre es que no lo puede decir, porque
si viésemos cuáles son las diferentes cuentas de resultados
individuales de los ciudadanos en España, veríamos que unos pocos
tienen unas ganancias extraordinariamente importantes y que la
mayoría de los ciudadanos y ciudadanas españolas tienen unas
ganancias en su economía familiar por debajo de lo que está creciendo
el promedio. Y en las encuestas, que tanto les gustan a ustedes y que
tanto les engañan, tres de cada cuatro españoles preguntados acerca
de la situación de su economía familiar aseguran que, pese a que la
economía global va bien, la suya no va bien, la suya va mal, muy mal
o todo lo más regular, porque saben lo que les cuesta llegar a final
de mes. (Aplausos.)
Hoy mismo se ha publicado una encuesta -le he citado el dato en mi
intervención anterior- donde se constata que siete de cada diez
familias españolas tienen dificultades, no pueden ahorrar, asegurando
más de la mitad de las familias españolas que no llegan fácilmente a
final de mes. Así aumentan aquí las cosas, mucho para unos y poco
para otros, que ven que la



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tarta global aumenta pero que a ellos les toca menos de lo que les
corresponde.

Más ejemplos. Usted habla de su reforma fiscal. A mí no me parece una
buena reforma. Antes he citado reformas que se pueden calificar como
reformas de centro; desde luego la del IRPF no es de centro, es de
derechas; es conservadora, es regresiva. Un dato del Ministerio de
Economía y Hacienda recientemente publicado: evolución de las
retenciones en los salarios, las retenciones por el trabajo personal:
están prácticamente igual o en todo caso se reducen en un 1 por
ciento, en términos homologables. Evolución de las retenciones en las
rentas de capital, que todos sabemos que están aumentando mucho,
porque la Bolsa aumenta en un 20 o un 25 por ciento: los beneficios
de las empresas aumentan. Evolución de las retenciones, de lo que el
señor Rato se queda reteniendo impuestos a las rentas del capital:
menos 30 por ciento. Se está produciendo una apertura en que los
asalariados pagan prácticamente los mismos impuestos que el año
anterior, pese a la reforma del Gobierno, y las rentas del capital
están pagando un 30 por ciento menos gracias a las reformas del
Gobierno, a la del IRPF y a las anteriores. (Aplausos.)
Más datos. Empleo. Es verdad que el empleo crece, yo se lo he dicho,
pero también es verdad que no sabemos cuánto crece, porque las
modificaciones de la EPA se han hecho de forma un tanto apresurada y
no es posible comparar, pero está creciendo el empleo, qué duda cabe.

Ahora bien, señor Aznar, ¿no cree usted que todo el empleo que crece
no es un empleo de calidad, no es un empleo que permite decir a los
jóvenes o a las mujeres que acceden por primera vez a un puesto de
trabajo con esos contratos que tienen su futuro asegurado? ¿No cree
usted que la cantidad de contratos que hacen falta para que en España
se cree un solo puesto de trabajo implica una especie de metástasis,
un funcionamiento que hay que corregir en el mercado de trabajo
español? ¿No cree usted que los acuerdos de 1997 que firmaron los
empresarios con los sindicatos, y que usted tanto avaló y apoyó,
aunque no los negoció, tienen necesidad de ser revisados porque el
porcentaje de contratos temporales, la precariedad en el empleo no
está disminuyendo como habían querido que disminuyesen sus firmantes?
Si lo saben ellos. ¿Por qué usted quiere ser más papista que el Papa?
Lo dicen quienes lo negociaron. Usted debía ayudar con sus
propuestas, con sus ideas, a tratar de corregir las cosas y de
mejorar la situación del empleo. ¿Qué pasa con el empleo de las
mujeres en España? ¿Está creciendo el empleo de las mujeres? Sí, pero
el paro de las mujeres es más del doble con relación al paro de los
hombres. Y para lograr ese 13 por ciento de paro en el año 2002, que
tanto les gusta a ustedes como horizonte fantástico de haber reducido
el paro hasta el 13 por ciento, dentro de cuatro años, ustedes han
tenido que prever en los datos del Ministerio de Economía que no
habrá de aquí a entonces ya más mujeres que se incorporen al mercado
de trabajo. Por
tanto, que todas las mujeres que no hayan empezado ya a trabajar
fuera de su casa no lo deberán hacer si no quieren estropear las
previsiones del señor Rato. Y eso me parece que no es admisible.

(Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Vaya concluyendo, señor Almunia, por favor.




El señor ALMUNIA AMANN: Sí, señor presidente.

Financiación autonómica. Paso por las privatizaciones porque ya les
he dicho antes lo que está pasando con las privatizaciones, les guste
o no; es de dominio público. Se está produciendo una concentración de
poder económico que este Parlamento ya no puede controlar y que los
entes reguladores que hemos legislado aquí para que lo controlen en
vez de este Parlamento tampoco lo pueden hacer. Se está produciendo
una monopolización de servicios que antes estaban gestionados por el
Estado, bien o mal, pero gestionados por el Estado, y controlados
desde este Parlamento, y ahora están controlados por empresas
privadas, algunas de las cuales las presiden aquellos a quienes usted
nombró presidentes de las empresas públicas y se han quedado allí una
vez privatizadas, y esa concentración de poder económico sólo les
está beneficiando a ellos, porque los usuarios de los servicios
públicos en España, desde el usuario de Internet, que se desespera
con la conexión a Infovía, hasta el usuario del teléfono, pasando por
quienes tienen que pagar las 75 pesetas más por la bombona de butano,
por quienes han visto que el gasóleo ha subido de precio a pesar de
estar liberalizado, y no digamos nada -y vuelvo a mirarle otra vez,
señor Arias- del transporte aéreo, eso está funcionando cada vez peor
y ustedes tienen la responsabilidad como Gobierno de decirnos qué se
proponen hacer, qué van a proponer a este Parlamento o qué hacen
ustedes y sus socios parlamentarios, con las mayorías que tienen en
los entes reguladores, para poner coto a esa privatización, no de
empresas, sino del poder que se está produciendo en contra de los
derechos y de los intereses de la inmensa mayoría de los ciudadanos,
que somos usuarios; no somos dueños de esas empresas; somos pura y
simplemente usuarios.

Financiación autonómica. El señor Rato dijo aquella frase -quedó
encantado cuando la dijo, pero pasará a la historia en su demérito-
de que lo que no habían sido capaces los socialistas de arreglar en
14 años él lo había arreglado en 14 días, con el señor Molins -que
hoy no ha venido- y con los amigos de Convergència i Unió. Ese
sistema hace aguas por los cuatro costados. Ese sistema... (Un señor
diputado pronuncia palabras que no se perciben.) No, el PNV está en
concierto foral, a ver si va aprendiendo. (Risas.-Aplausos.) La caída
de ingresos por IRPF les obligó a ustedes a salir con una medida de
emergencia, de tapadillo, en la ley de acompañamiento, a garantizar a
las comunidades autónomas que habían firmado el sistema que usted
negoció para compensarles por las pérdidas que les estaban suponiendo
lo que negociaron. Porque si



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usted les dice que sus ingresos dependen del impuesto de la renta y
el impuesto de la renta cae en su recaudación como está cayendo,
lógicamente no tienen los ingresos con los que contaban.

Además, ustedes exhibieron como un gran éxito la nivelación de
servicios, es decir, la garantía de que todo ciudadano va a percibir
los mismos servicios en las mismas condiciones, los gestione quien
los gestione y los perciba donde los perciba, sea en el norte o en el
sur, en una comunidad autónoma o en otra, y esa nivelación está
pintada en los presupuestos, igual que algunas carreteras, y no se
han gastado ustedes ni una sola peseta de esa nivelación porque no
han sido capaces de llegar a un acuerdo sobre cómo repartir los
10.000 ó 15.000 millones que fijaron para ello en los presupuestos,
después de haberse pasado años diciendo que lo que necesitaba la
financiación autonómica era más corresponsabilidad -que la han
eliminado-, garantizándoles lo que pierden por otra vía oculta en los
presupuestos, y que hacía falta nivelación, que no son capaces de
hacer, y que empeoran además, en la situación de partida, por el
acuerdo injusto de financiación sanitaria a que usted llegó con
algunas comunidades autónomas. ¿Y ahora qué va a hacer usted, seguir
lo que dice el señor Zaplana, seguir lo que dice el señor Pujol,
hacernos caso de una vez por todas, porque en esta legislatura le
hemos hecho no una sino dos propuestas globales para pactar la
financiación autonómica y no tener que depender ustedes de una o de
dos comunidades autónomas para llegar a un acuerdo?



El señor PRESIDENTE: Señor Almunia, ha de concluir.




El señor ALMUNIA AMANN: Sí, señor presidente, acabo ya. ¿No se da
cuenta usted, señor Aznar, de que hay cosas que no se arreglan con
los socios parlamentarios, por muy socios que sean, sino que hay que
arreglarlas entre todos, porque son de todos, porque no puede estar
al albur de un cambio parlamentario de mayorías o de un cambio de
Gobierno, que puede y yo creo que se va a producir en los próximos
meses?
Una última cosa, señor Aznar (perdone, señor presidente, en cinco
minutos o en menos le digo lo último que le quiero decir al señor
Aznar en respuesta a su réplica).

Agenda 2000. En la Agenda 2000, le guste a usted o no, si comparamos
lo que hubiésemos recibido por fondos estructurales y fondos de
cohesión, manteniendo el presupuesto previsto para el año 1999
durante los próximos siete años con lo que usted consiguió perdemos
y perdemos mucho dinero.

Pero no sólo perdemos con su negociación, es que con el presupuesto
de 1999, el negociado en 1992 por el llamado pedigüeño, podíamos
estar recibiendo 1,4 billones de pesetas más de lo que recibimos y no
lo hacemos porque ustedes no han previsto en sus presupuestos
cofinanciación suficiente para poder recibir dinero de los
fondos estructurales que el 31 de diciembre de este año los vamos a
perder. (Aplausos.)
Alternativas. Hoy no es un debate para discutir las alternativas de
la oposición. Las alternativas de la oposición se discuten aquí todas
las semanas y ustedes las rechazan día tras día, semana tras semana;
más de 50 proposiciones de ley presentadas por el Grupo Socialista en
esta legislatura han sido rechazadas por su grupo. Ahora bien, si
quiere alternativas yo se las doy. No es mi función en este debate,
pero yo se las doy, si quiere. Le voy hacer, si no quiere llamarlas
alternativas, sugerencias. ¿Por qué, con el dinero que tiene España,
con el dinero que tiene nuestro país, no aumenta de una vez 2.000
pesetas al mes las pensiones no contributivas y las pensiones mínimas
de la Seguridad Social? (Aplausos.)
Señor presidente, alternativas. ¿Por qué no apoyan en vez de rechazar
como lo han hecho en esta legislatura nuestras propuestas, junto a
las de otros grupos parlamentarios, para garantizar al sistema
educativo público español una financiación suficiente para aprobar la
Logse y para poder desarrollar los planes de estudio de la
universidad y para poder mejorar la calidad de nuestra enseñanza, que
es la mejor inversión de futuro? (Aplausos.)
Señor presidente, ¿por qué no le dice usted a su ministro de
Industria, ya que le molesta tanto que le digamos que hace regalos a
las eléctricas, que la Comisión Europea confirma punto por punto
todas las tesis que nosotros hemos expuesto aquí en esta tribuna...

(El señor Piqué i Camps hace gestos negativos.) ¡Ay, señor Piqué, qué
mal informado le veo! Punto por punto.




El señor PRESIDENTE: Señor Almunia, concluya, por favor. (Rumores.)
Silencio, señorías.




El señor ALMUNIA AMANN: ¿Por qué no le dice usted a su ministro de
Industria que reduzca las tarifas eléctricas a todos los ciudadanos y
a todas las empresas españolas en un 5 por ciento, cosa que puede
hacer, a la vista de las cuentas de resultados de las eléctricas y a
la vista de los argumentos...? (Aplausos.)
Señor presidente, alternativas. Si no quiere que le hablemos de la
privatización vergonzante, pero continua, de aspectos de nuestro
sistema sanitario, ¿por qué no le dice a su ministro de Sanidad -si
es que fue él quien lo propuso- que derogue la previsión de la ley de
acompañamiento sobre gestión de fundaciones sanitarias y volvemos al
consenso sobre gestión de hospitales públicos que alcanzamos aquí al
principio de la legislatura y que ustedes no han querido ni siquiera
leer, no digamos ya aplicar? (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Señor Almunia, ha de concluirrápidamente, por
favor.




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El señor ALMUNIA AMANN: Señor presidente, una última alternativa o
sugerencia. Usted se erige en defensor del Pacto de Toledo. Sea
coherente con esa defensa del Pacto de Toledo, léaselo y dígame, por
favor, si ustedes han cumplido o no han cumplido tres aspectos del
Pacto de Toledo que le voy a citar. Primero, el Pacto de Toledo dice
que si hay excedente de ingresos en el sistema contributivo se tienen
que constituir reservas que garanticen la estabilidad futura del
sistema contributivo. Y usted me acaba de decir con unas cifras
apabullantes que aumentan los cotizantes, que aumentan los ingresos,
pero no han constituido ni una sola peseta de reservas desde que se
firmó el Pacto de Toledo. (Aplausos.)
Segunda puntualización, leyendo el Pacto de Toledo. El Pacto de
Toledo dice que en los presupuestos del año 2000, en los que usted
tiene que presentar a esta Cámara el mes de septiembre, hay que
separar la financiación del sistema contributivo, que se tiene que
financiar por cotizaciones, y la del sistema no contributivo, que se
tiene que financiar con dinero de los impuestos.

Usted me dice que la sanidad ya se financia con dinero de los
impuestos. Pero es que no sólo hay prestaciones sanitarias que venían
siendo financiadas con dinero de las cotizaciones sociales y que, a
partir de ahora, tienen que venir siendo financiadas por impuestos;
en complementos por mínimos de pensión -que, cito de memoria, creo
que este año tienen un coste aproximado de 650.000-670.000 millones
de pesetas-, ustedes llevan tres años, desde que hicieron el primer
presupuesto, presupuestando exclusivamente 16.000 millones de pesetas
de transferencias del Estado para financiar complementos de mínimos
que son, a todas luces, prestaciones de carácter no contributivo.

Señor Rato, escúcheme, que a lo mejor le digo una cosa que creo que
ustedes no saben. (Risas.) Ahora, en el presupuesto del año 2000, si
quiere ser coherente con el Pacto de Toledo y cumplirlo, usted tiene
que pasar de 16.000 millones a 670.000 millones de transferencias del
Estado para financiar complementos de mínimos. Además, le digo una
cosa: cuando el Estado transfiere recursos para pagar prestaciones
económicas, eso no viene de la caja única de la Seguridad Social.

Cuando la Junta de Andalucía, en uso de sus competencias -salvo que
el Tribunal Constitucional, y no ustedes, diga lo contrario, y
ustedes no son ningún tribunal-, decidió aumentar las prestaciones no
contributivas en 2.000 pesetas, nunca se le ocurrió que tenía que
obtener ni una sola de las pesetas que le cuesta esa medida, que a mí
me parece justa y necesaria, de la caja única de la Seguridad Social,
que ellos no administran, ni gestionan, ni pueden decidir nada acerca
de ella, porque pertenece a las responsabilidades del señor ministro
de Trabajo y Asuntos Sociales.

Las prestaciones no contributivas, los complementos por mínimos, la
sanidad -y también debieran ser los servicios sociales, que se siguen
financiando en buena medida por cotizaciones- se financian o se deben
financiar con dinero del Estado que no tiene nada que
ver con la caja única. Por favor, dejen ya de hablar de que estamos
poniendo en peligro la caja única de la Seguridad Social. Quienes
ponen en peligro la Seguridad Social del futuro son ustedes que, con
todas las cifras que usted me ha dado, y en las que no voy a entrar,
por supuesto... (Rumores y protestas.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!
Señor Almunia, concluya definitivamente.




El señor ALMUNIA AMANN: Si quieren en otro momento entramos, a mí no
me cuesta... (El señor Pascual Monzó pronuncia palabras que no se
perciben.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señor Pascual!



El señor ALMUNIA AMANN: Yo miro el balance de la Seguridad Social que
ustedes nos presentan aquí, y cada año de su gestión el pasivo del
endeudamiento de la Seguridad Social va aumentando y lo hace en una
progresión geométrica más que preocupante. Por favor, díganme a qué
se debe. Si todo va tan bien, ¿a qué se debe, al contable? (Risas.)
Y una última precisión o recuerdo sobre un compromiso del Pacto de
Toledo que liga con algo de lo que ya hemos hablado. El Pacto de
Toledo dice que si el sistema tiene recursos, y ustedes aseguran que
los tiene y sobrados, hay que mejorar las pensiones más bajas del
sistema. Por favor, háganlo.

Nada más. Muchas gracias. (Fuertes aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Almunia.

Señor presidente del Gobierno. (Rumores.- El señor Caldera Sánchez-
Capitán pronuncia palabras que no se perciben.) Señor Caldera,
aquiétese. (Risas.)



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías, dice el señor Almunia que ha venido a hablar de España.

Pues no se le ha notado mucho, realmente, no se le ha notado en
muchas partes de su intervención.

Es probable que S. S. entienda que, en los últimos tres años, desde
el último año, la situación de España es peor. Sería bueno que S. S.

lo dijera: peor, claramente peor. Eso se puede deducir de la
intervención de S. S.; es decir, que los datos, las cifras desde el
punto de vista de creación de empleo, desde el punto de vista de
bienestar, desde el punto de vista de Seguridad Social, son peores
que los que había y que claramente nuestro país no está, como parece
entender una mayoría dentro y fuera de España, en un camino de
prosperidad sino de regresión. Es decir, las cosas de nuestro país
están claramente en regresión porque no se genera empleo ni se crea
riqueza, no hay crecimiento económico, hay más bien decrecimiento
económico. (Rumores y protestas.)



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El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías. Señor Cercas.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señoría, yo le he
preguntado sobre algunas propuestas. Su señoría ha efectuado aquí
unas propuestas, algunas de las cuales comentaré posteriormente, pero
falta una explicación bastante notable e importante. Nos acabamos de
enterar de que la situación de la Seguridad Social en España es peor
a pesar de que hay dos millones más de cotizantes. (Protestas.) Es
peor, se ha dicho claramente, es peor. Nos enteramos de que pasar del
0,72 al 0 de déficit es peor. Por tanto, lo que S. S. propone será
que la Seguridad Social tenga más déficit o que tenga menos
cotizantes, pues es peor que tenga dos millones más de cotizantes.

(Aplausos.- Rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Pero claro, señoría,
se puede decir: eleven ustedes las pensiones, eleven ustedes la
educación, cumplan todo el Pacto de Toledo -del que por supuesto no
se cumplió una sola coma de 1995 a 1996- y no decir cómo. Y usted
mantiene que eso se puede hacer con el Pacto de Estabilidad y
manteniendo todos los presupuestos de equilibrios que necesita la
economía española para seguir creciendo y para seguir generando
empleo, salvo que usted, señor Almunia, vuelva no a las recetas que
dice que plantean gobiernos socialdemócratas, como bajar los
impuestos, hacer reformas, competir, hacer apertura, no
intervencionismo, y no exactamente lo que proponen ustedes aquí, que
es subir los impuestos, gastar más, elevar el déficit o volver a
endeudar a España de una manera irresponsable, que fue exactamente lo
que se hizo anteriormente. (Aplausos.)
Habla usted, una vez más, de la distribución de la renta. No sé de
qué se hablará en los manuales en los que usted estudió, señor
Almunia, pero basta ver las cifras de creación de empleo y de déficit
de unos y otros para saber qué manual es mejor. Por tanto, tampoco
vamos a discutir mucho por eso en este momento.

Lo importante del crecimiento económico español, además de su volumen
-que en este momento es un crecimiento económico equivalente al del
último trimestre del pasado año, y muy superior al de la media
europea que, repito, nos va a hacer cerrar este año con más del 80
por ciento de la renta media de la Unión Europea-, es que también se
ha producido superando antiguos desajustes de la economía española
durante la crisis financiera más grave que se ha producido en el
mundo desde 1982, pues la economía española ha soportado esa crisis
financiera y la ha soportado bien, con unas tasas de crecimiento
superiores al 3,5 por ciento y cumpliendo sus objetivos de reducción
de déficit y de inflación.

No me diga, señoría, que a la hora de la distribución de la renta se
reducen las rentas de capital mientras
están aumentando las rentas de trabajo personal, porque S. S., además
de ser en este momento secretario general de su partido, ha sido
ministro. Señoría, el empleo en España ha aumentado en 1.200.000
personas, lo que quiere decir que hay 1.200.000 personas que están
sujetas a retenciones del trabajo que antes no estaban sujetas y,
consecuentemente, tienen que aumentar necesariamente las retenciones
del trabajo, señoría. (Aplausos.)
Pero S.S. no puede decir seriamente, aunque lo diga su manual, porque
no será verdad, que es un contrasentido que las rentas del capital
desciendan. ¿Cómo no van a descender las rentas del capital, señoría,
si hemos bajado de más del 9 por ciento de tipos de interés a un tipo
de interés del 2,5 o del 3 por ciento? ¿Cómo no van a bajar? Tienen
que bajar forzosamente. (Aplausos.) Eso sí, señoría, evidentemente,
es de manual y conviene saberlo.

Por cierto, cuando se confirma un aumento de las pensiones como
consecuencia de la reducción de los impuestos, conviene saber quién
vota a favor y quién vota en contra. Usted dice: suban las pensiones.

Hemos subido las pensiones por dos vías, por la vía de que han
crecido más que la inflación y por la vía de la reducción de
impuestos. Y además, señoría, a diferencia de lo que pasaba antes,
hemos garantizado por ley el poder adquisitivo y la revalorización de
las pensiones. (Aplausos.)
Yo comparto su preocupación porque se siga aumentando el empleo y la
calidad de los contratos en nuestro país. Nosotros hemos presentado
recientemente un proyecto de ley -lo he explicado antes- de
conciliación de la vida laboral y familiar, porque me parece muy
importante para dar oportunidades de trabajo a las mujeres, y hemos
eximido a las empresas del pago a la Seguridad Social para que no
despidan a mujeres por razones de maternidad y puedan tener su
empleo. Anteriormente, señoría, le he dado la cifra de creación de
empleo para las mujeres después de nuestra reforma laboral, que está
exactamente en el 50 por ciento, y quiero recordar que ese 50 por
ciento para las mujeres es una cifra de empleo que, a su vez, es el
50 por ciento, en España, de todo el empleo que se crea en la Unión
Europea.

Sin duda S.S. podrá hablar también de la estabilidad en el empleo,
pero no me negará que, teniendo que hacer más -como seguimos teniendo
que hacer-, el que haya dos millones más de contratos estables en
nuestro país supone un serio avance, porque si hemos conseguido dos
millones más de contratos estables y además damos -como hemos dado-
derechos sociales y cobertura social a contratos que ustedes habían
establecido, que eran contratos basura sin cobertura social, estamos
actuando sobre dos frentes muy importantes al mismo tiempo.

(Aplausos.)
Tener como objetivo la reducción del desempleo y 1.300.000 puestos de
trabajo más, sin duda es un objetivo importante, y que eso nos lleve
a una tasa de desempleo del 13 por ciento es, naturalmente, un obje
tivo



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ambicioso. Me gustaría que fuese una tasa de desempleo todavía más
reducida, y seguro que lo será. Pero, señoría, si quiere comparamos
de dónde partíamos y con qué políticas, porque quiero recordar que la
tasa de paro en España llegó al 25 por ciento (Rumores.), que cuando
llegó este Gobierno era del 23 por ciento, y estamos planteando un
horizonte de situar la tasa de paro por debajo del 13 por ciento,
creando en pocos años, en menos de dos legislaturas, dos millones
y medio de nuevos puestos de trabajo en nuestro país. Por tanto,
plantee usted las políticas que puedan hacer funcionar eso.

(Aplausos.)
Respecto del Pacto de Toledo hemos cumplido dos condiciones que me
parecen absolutamente básicas. Toda la sanidad es pagada por
impuestos y todas las prestaciones sociales serán pagadas con los
impuestos. (Varios señores diputados: No, no, no.) Toda es pagada con
los impuestos. Y, naturalmente, quiero decir -y S.S. lo sabe
perfectamente- que es difícil empezar a constituir reservas sin antes
haber eliminado el déficit. Yo le he contado y no volveré a repetir
el déficit que S.S. ha dejado, pero si hemos pasado de un déficit de
la Seguridad Social del 0,72 al 0 en el año 2000 (Un señor diputado:
No es verdad.), ¿cómo me pide usted que en el intermedio aumente o
constituya reservas? Pídame que reduzca el déficit, no que constituya
reservas, porque la reducción del déficit es el elemento básico para
la constitución de esas reservas. (Aplausos.)
Vamos a seguir garantizando el sistema de sanidad público, aumentando
sus recursos en el presupuesto para el año 2000, en un sistema de
financiación que ha dado resultado y, por supuesto, vamos a seguir
mejorando su gestión. Por cierto, no le pida S.S. al ministro de
Sanidad que cambie el modelo de fundaciones o que cambie el modelo de
gestión de algunos hospitales, porque en alguna comunidad autónoma,
por ejemplo, en Andalucía, tienen exactamente el mismo modelo de
gestión de hospitales. (Protestas.-Aplausos.) Allí lo puede decir con
toda claridad.

Respecto a las privatizaciones, señoría, creo que podrán tener
algunas críticas, menos una. Como le he dicho antes, las
privatizaciones han significado que el sector de las
telecomunicaciones e informática hoy supone (probablemente porque, en
lugar de incrementar la competencia, se han producido nuevas fórmulas
de monopolio) el 8 por ciento del producto bruto español. Yo creo,
señoría, que se pueden defender muchas cosas menos que no ha
aumentado la competencia. Decir que en nuestro país no ha aumentado
la competencia en telecomunicaciones y que se ha producido una rebaja
efectiva de tarifas del 12 por ciento o decir que no ha aumentado la
competencia en las compañías eléctricas cuando antes aumentaban las
tarifas -y lo he dicho- en 10 años un 40 por ciento y ahora se
reducen un 12 por ciento, es sencillamente hablar de otro país que no
es éste, es no enterarse de lo que pasa en este país. (Aplausos.)
Respecto a la vivienda, quiero decirle que la parte de renta
disponible que un trabajador dedica a la vivienda, como consecuencia
de la bajada de tipo de interés y del aumento de renta disponible, ha
pasado del 37 al 26 por ciento.

Por último, en relación con la Agenda 2000, simplemente digo: el
saldo español pasa de 7 billones a 8,8 billones de pesetas; el Fondo
de Cohesión pasa del 55 al 62 por ciento, y además se han resuelto
favorablemente, con un saldo neto de un billón de pesetas, las
negociaciones agrarias. Creo que España ha aprovechado bien la
oportunidad.

No piense que quiero omitir sus referencias al pacto o a las áreas de
encuentro o en común. Yo lo acepto desde el punto de vista de lo que
es la política autonómica, pero vuelvo a lamentar que SS.SS. no hayan
encontrado la oportunidad de firmar con nosotros un pacto autonómico.

Lo acepto en la política exterior, pero me gustaría, señorías, que no
hubiese votos contrarios a los intereses de España en el Parlamento
Europeo, y por supuesto lo acepto en materia de política
antiterrorista. Es evidente que se puede cambiar de opinión,
y probablemente si hablamos de cambio de opinión en algunos temas,
también en algunos que se defienden en el País Vasco, llegaríamos a
donde no deberíamos llegar en ningún caso esta tarde, ni yo estoy
dispuesto a llegar. Me quedo con ese ofrecimiento y yo, por mi parte,
lo voy a cumplir.

Gracias. (Fuertes aplausos.- El señor Martínez Noval pide la
palabra.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente del Gobierno.

Señor Martínez Noval, ¿a qué efectos pide la palabra?



El señor MARTÍNEZ NOVAL: Señor presidente, en la dúplica del señor
Aznar creemos que hay un contenido que permite apelar al artículo 73
del Reglamento (Protestas.) para que nuestro portavoz tenga la
ocasión de hacer precisiones importantes en relación a acusaciones
y a algunas interpretaciones que ha hecho el señor Aznar que
consideramos de todo punto rebatibles, señor presidente.




El señor PRESIDENTE: No, señor Martínez Noval, la Presidencia lamenta
no coincidir con S.S., pero además de no coincidir, porque no ha
observado alusiones personales ni de grupo que merecieran un tercer
turno, tiene que recordar que esa ha sido la decisión de la Junta de
Portavoces esta mañana, expresamente reiterada y anunciada por la
Presidencia y aceptada en estos términos por su propio Grupo.

No hay un tercer turno y, desde luego, en esta última intervención
del presidente del Gobierno, que es la que cierra este primer debate,
no se ha observado ninguna alusión de carácter personal o de grupo
que pudiera dar lugar a una nueva intervención. En consecuencia,
señor Martínez Noval, tengo que desestimar su petición.




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Si son tan amables, despejen el pasillo quienes están ocupándolo.

Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida, tiene la
palabra su presidente, don Julio Anguita.




El señor ANGUITA GONZÁLEZ: Señor presidente, señoras y señores
diputados, tengo presente al comenzar mi intervención las palabras
del señor presidente del Gobierno esta mañana, el cruce dialéctico
habido entre él y el señor Almunia, los últimos estudios sociológicos
sobre nuestro país y los resultados electorales del día 13 de junio.

Ello me obliga a hacer ante esta Cámara, y también ante los
ciudadanos y ciudadanas que vayan siguiendo el debate, una serie de
reflexiones que terminen por llegar al fondo de la cuestión de lo que
aquí realmente se está debatiendo: ¿Cómo vive la sociedad española
los problemas que le acucian? ¿Qué valores son los más asentados
entre la ciudadanía?
Hay un hecho inquietante: ha crecido la abstención. Lo hemos visto en
estas elecciones europeas y no porque crezca la abstención en toda
Europa debemos darnos por satisfechos. Ya saben SS.SS. lo de mal de
muchos... Hemos perdido los que estamos aquí, unos más y otros menos,
muchos votos camino de la abstención, pero ha habido un voto que nos
debe hacer pensar también: ese voto en blanco, un voto activo,
militante, de ciudadanos que han esperado en la cola para votar, han
sacado su carné de identidad y han votado en blanco, indicándonos a
todos, a unos más y a otros menos, que estamos en una situación
preocupante. Por tanto, la pregunta que debiéramos hacernos en un
debate como éste y después confrontar es: ¿Qué tenemos que ver
nosotros, los representantes del pueblo español con esta situación?
¿Cuál es nuestra responsabilidad personal y colectiva en que la
opinión haya tomado este sesgo? ¿Cómo reciben los mensajes, opiniones
y valoraciones que se les comunican desde las fuerzas políticas y
desde estos debates?, ¿transmitimos seriedad?, ¿transmitimos
serenidad?, ¿información?, ¿incitamos a la reflexión?, ¿qué podrán
sacar en limpio del debate de hoy? (El señor vicepresidente,
Fernández- Miranda y Lozana ocupa la Presidencia.) Antes de abordar
esta cuestión, repito que porque quiero ir al fondo, tengo que
comenzar haciendo tres aclaraciones.




Esta fuerza política que represento en este momento ha sido la gran
perdedora en las elecciones habidas el 13 de junio. Hemos recibido el
mensaje de nuestros electores y ex electores con humildad y con
serenidad, y con humildad y serenidad intentaremos eliminar las
causas que lo han producido y que dependan de nosotros, que no todas
dependen de nosotros, siempre y cuando eliminar las causas no vaya en
detrimento de aquellos que nos votaron o de aquellos posibles y
nuevos votantes. Por tanto, desde la humildad y desde la serenidad,
quiero comenzar hablando de qué está pasando.

Señorías, la política que avanza, los valores que están avanzando en
el seno de la sociedad, valores
conservadores, tienen dos ejes clarísimos. En primer lugar, la
participación de la ciudadanía en la política conduce al aumento de
las demandas sociales y a más intervención de los poderes públicos
para satisfacerlas. Consecuentemente con ello, eso conduce a un mayor
control de la sociedad y de la política sobre el mercado. El
pensamiento y la política conservadores automáticamente responden a
eso y ponen en marcha lo siguiente: hay que reducir el peso y el
papel del Estado. Señor presidente, usted lo ha dicho en su debate
con el señor Almunia: intervencionismo es lo que ustedes utilizan.

Pero, entiéndase bien, como después voy a demostrar, el Estado que
ustedes quieren es un Estado que intervenga, el que ustedes no
quieren es el que intervenga a favor de los oprimidos, como voy a
demostrar.

En segundo lugar, desregular los mercados y despolitizar la política
económica, es decir, la política económica es única, ésa no se puede
discutir, la política está para otras cosas, por tanto está fuera de
discusión. Ha salido también en el debate con el señor Almunia.

En tercer lugar, hay que conseguir que las reivindicaciones de los
oprimidos bajen en tensión, y ello se consigue haciendo más
homogéneas y más similares las fuerzas políticas. Dicho de otra
manera, hay que centrarse para que baje la tensión política.

Si todo esto se consigue estamos ante el problema que yo he
pretendido denunciar al comienzo de mi intervención: el mercado se
impone a la política; el mensaje político se transforma en un
producto mercancía y el elector es simplemente un consumidor del
producto político. Por tanto, la política y el político tienen que
practicar el arte de vender el producto y consecuentemente el
marketing y la propaganda sustituyen al programa y al contenido.

Entonces -aquí hemos visto algo-, los debates, las polémicas y las
campañas explicitan una tensión en lo accesorio y no se baja a lo
fundamental -también lo comentaré después-; no se explican programas,
los insultos sustituyen a las razones,los medios de comunicación
reproducen este proceso y también participan en él, el frentismo, la
radicalidad verbal, la propaganda y la consigna sustituyen al
discurso, y, claro, esto conduce a que la razón y la reflexión están
raptadas por el maniqueísmo, y la antigua dualidad, bueno-malo, entra
sin matices en el discurso derecha e izquierda.

Es que, señorías, en nuestro país estamos en un momento en que el
modelo europeo está perdiendo frente al modelo norteamericano. El
modelo europeo se fundamenta en que la mayoría de los ciudadanos y
las ciudadanas regulan y subordinan el mercado a las necesidades
básicas de la sociedad. Ese es el fundamento mismo de la democracia,
según nuestra concepción. El modelo norteamericano consiste
básicamente en poner límites a la actuación del Estado y asegurar el
control del mercado sobre la sociedad, y las consecuencias están
claras: el modelo social se basa en la precariedad y en la exclusión
social.




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Los estudios del Banco Mundial, ayer venían publicados, reconocen 400
millones de pobres más este año que el año pasado, y, claro, eso
conduce a que el predominio cultural de los grandes oligopolios
informativos crea y determina los estados de opinión de los
ciudadanos. Por contra, el modelo europeo, y esa es nuestra apuesta,
concibe la democracia como procedimiento y régimen político-social.

Esta mañana S.S. y aquí está el quid del debate de hoy, planteaba una
contradicción que ustedes no pueden superar ya que propugna una serie
de medidas que conducen al modelo de exclusión. Sin embargo, el señor
Aznar en su intervención dijo esta mañana que tenemos el modelo
social europeo. Ahí está la contradicción entre lo que usted dice que
es el modelo social europeo y las medidas que a continuación pone en
marcha. Ahí está esa gran contradicción que voy a intentar explicar.

Todos somos conscientes, y no hay nadie en esta Cámara que no lo
diga, de que el problema número uno es el problema del paro. Para el
propio señor presidente del Gobierno es como una especie de lema: en
el nombre del paro. Y en nombre del paro viene la retahíla: la
modernización de la economía y la creación de empleo; la estabilidad
económica y la creación de empleo; las privatizaciones y el empleo;
el crecimiento económico y el empleo, y lanza una pregunta sencilla,
como estoy seguro estarán pensando las gentes que sigan este debate:
¿Qué empleo? ¿Un salario digno y seguro para poder hacer un proyecto
de vida o un contrato a través de una ETT, que puede quedarse con el
50 por ciento de las retribuciones de los contratos que hace? ¿Una
incorporación normalizada a la actividad productiva o un acceso
ocasional a los designios de la fortuna? ¿Un derecho humano, un
derecho constitucional o un medio respiro conseguido a salto de mata?
Vamos al fondo del problema.

La Unión Europea ha fijado los criterios rígidos del Pacto de
Estabilidad, y esta mañana S.S. al menos a mí me ha dejado frío y he
dicho en algunas declaraciones: sindicalistas echaros a temblar. Ha
dicho que para los Presupuestos Generales del Estado del año que
viene el déficit estará en el 1 por ciento y, además, para el 2002
habrá superávit en los Presupuestos Generales del Estado. Ya veremos
cómo se compatibiliza eso con la política fiscal que están llevando a
cabo y una serie de cuestiones. Sin embargo, a pesar de que se ha
dicho que en Europa el problema de desempleo es cuestión de los
gobiernos, los gobernantes están haciendo una cordada de presidentes
de Gobierno para poner en marcha una política que a continuación voy
a comentar. Aquí, mucho hablar de la derecha y de la izquierda, pero
nadie se ha referido a los acuerdos Tony BlairJosé María Aznar, del
10 de abril de este año; o sea, un jefe de Gobierno socialdemócrata y
un presidente de Gobierno conservador. Aquí no se ha hablado todavía
de los acuerdos entre Tony Blair y Schröder, el primer ministro
alemán, también socialdemócrata, porque para llegar a saber esto hay
que empezar por entender qué es lo que se debate aquí.

¿Cuáles son las esencias de estos acuerdos? Leamos algunas:
limitación del gasto público, revisión de las políticas de Seguridad
Social, reducción de impuestos para favorecer la creación de empleo
por parte de los empresarios (es decir, bonificaciones a los
empresarios, como también comentaré); mayor liberalización del
mercado de capitales (la Europa de los capitales, los trabajadores y
las mercancías solamente no afectan a los trabajadores); un mercado
de trabajo más flexible. Cuando se utiliza en la terminología de
ustedes esta frase de un mercado de trabajo más flexible es para lo
siguiente: mayor facilidad para el despido y, sobre todo, más barato.

Pero, señorías, hay una expresión preocupante que he sacado de los
documentos a los que estoy haciendo referencia: Tener el mismo empleo
durante toda la vida es una cosa del pasado. ¿Saben lo que significa
esto? Se me podrá argumentar que con la innovación tecnológica tienen
que cambiar los procedimientos de fabricación. De acuerdo, pero aquí
no hemos planteado nunca, en nombre de los derechos humanos o de la
Constitución, que no haya cambio de trabajo. El problema es que hay
derecho a un puesto de trabajo y que cuando se acabe en un sitio haya
otro; pero lo que aquí se deduce por la práctica es que tener el
mismo empleo durante toda la vida es una cosa del pasado. Solamente
en mis pobres conocimientos históricos he leído una expresión tan
dura y tan terrible como ésta, dicha aquí en esta Cámara en el año
1847 por un diputado conservador de Extremadura: Señorías, la pobreza
es signo de estupidez. Esta es del mismo calado. Y bien, si esto es
así, empezamos ya a entrar en materia.

Privatizaciones. Han privatizado ustedes en tres años más que la
señora Thatcher en siete. El problema es lo que va a ocurrir, cuando
terminen de privatizarlo todo, seguir manteniendo esos niveles de
déficit. Aparte de que nos estamos quedando sin sector público, tengo
que decirles a ustedes que las privatizaciones del Gobierno del
Partido Popular han puesto en la calle a 200.000 trabajadores,
mediante distintas modalidades (Telefónica, Argentaria, Endesa,
Aceralia, Repsol, Tabacalera, Inespal, Aldeasa), por lo que haré
algún comentario. En algunas de estas empresas (Telefónica y algunas
otras), cuando se despide a algunos trabajadores o se presentan
expedientes de regulación de empleo, como resulta que la tarea que
estaban haciendo estos trabajadores y trabajadoras era necesaria, se
recurre al fácil expediente de la subcontrata, que utiliza
trabajadores en precario, con lo cual vamos expulsando trabajadores
con un trabajo de calidad hacia un sector donde están los
trabajadores no están ya dentro de un mercado regulado.

Hay algo importante que demuestra cuál es el concepto que tenemos
cada uno del mercado, y es cuánto cuestan las prejubilaciones y a
quién le cuestan. Datos: los 22.250 mayores de cincuenta años que han
estado incluidos en los expedientes de regulación de empleo y los
40.040 mayores de 52 años le han costado al erario público
exactamente 78.000 millones de pesetas al



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año. ¿Y está nuestra fuerza política en contra de que a un
prejubilado lo pongan en la calle y no le den un salario? En
absoluto, lo que digo es que es el Estado, el erario público, el que
está soportando el precio de las privatizaciones. Es lo mismo que
hemos leído esta mañana: el sector telefónico en toda Europa quiere
rejuvenecer el 25 por ciento de su plantilla, empresas privadas, pero
van en busca del papá Estado para que este coloque 250.000 millones
de pesetas en una operación que va en beneficio del funcionamiento de
la empresa privada. La pregunta es: ¿Cuál es el Estado que ustedes
quieren aligerar?
Crecimiento económico y empleo. Es verdad, estamos creciendo a un
nivel importante, pero lo mismo que hace exactamente unos años,
manteniendo el mismo nivel de la propia inflación. El problema es el
siguiente: ¿Se está creando empleo de calidad? ¿Se reduce
sustancialmente la tasa de paro? ¿El empleo es en precario o no?
El señor presidente del Gobierno decía el otro día en el debate sobre
la cumbre de Colonia que llegaban a la conclusión de que el
crecimiento económico no produce ya necesariamente empleo. Es verdad.

A este portavoz por decir esto le han dirigido desde ambos lados de
la Cámara hace años unas cuantas lindezas, por llegar a decir esto
que nosotros ya advertíamos hace años. ¿Qué empleo se crea? Vamos a
hablar de temporalidad y de rotatividad, datos muy breves.

Temporalidad: aumenta por sectores de la producción en un 5,7 por
ciento, y algo que está constituyendo un baldón para las empresas
públicas, en concreto para las Administraciones locales: han
incrementado hasta un 34 por ciento la contratación en precario.

Rotatividad. Cuando el señor presidente del Gobierno ha hablado aquí
de que se han creado no sé cuantos contratos indefinidos ha tenido
mucho cuidado en decir contratos, no puestos de trabajo; contratos no
es igual que puestos de trabajos, y hablaremos en la réplica. (El
señor Presidente ocupa la Presidencia.) Los contratos han pasado de
90 días de media en 1995 a 69 días en el año 1999, en éste. Citaré un
caso paradigmático de Las Palmas, donde hace un año en un acto
político se nos acercó un médico y nos trajo los 122 contratos que
había cumplido en el año 1997. Aquí llega un dato sobre el que
quisiera que S.S. reflexionase, porque no sé si lo va a comentar: los
contratos de un mes o menos en estos dos últimos años han aumentado
entre un 24 y un 25 por ciento; los contratos de hasta tres meses han
aumentado entre un 16 y un 19 por ciento; los contratos de tres a
seis meses han descendido del 19 al 10 por ciento; los contratos de
seis a doce meses han descendido del 2,5 al 2 por ciento; y los
contratos de un año o más prácticamente han desaparecido. ¿Ven como
hay que hablar de lo que es la rotatividad y no confundir empleo con
contrato?
El señor presidente del Gobierno, tanto en el debate con el señor
Almunia, como en algunas declaraciones, plantea siempre el dato de la
Seguridad Social. Si aumenta la afiliación y aumentan los ingresos,
ergo, se
supone que aumentan los empleos. Esto es cierto, pero con lo datos
que tengo aquí, que comentaré en la réplica para no perder tiempo en
esta primera intervención, hemos llegado a una conclusión: ha
aumentado el tipo de empleo temporal, ha aumentado el crecimiento y
resulta que las cotizaciones se han incrementado en unas décimas.

¿Por qué? Por una conclusión clarísima: la afiliación saliente
aportaba más dinero a las cuotas de la Seguridad Social porque era un
trabajo de mayor calidad, y aunque hayan aumentado los contratos,
aportan menos por ser trabajo en precario. Por ello quisiera además
hacer un recordatorio con respecto al debate del año pasado. El
recordatorio era, lo digo por la cuestión de las estadísticas, que la
EPA, la encuesta de población activa, define al ocupado como la
persona de 16 años o más que ha tenido un trabajo por cuenta ajena
asalariado durante el tiempo de una semana. Así se acaba rápidamente
con el paro.

Los planes de empleo que el señor presidente del Gobierno ha llevado
a Europa tienen cuatro pilares fundamentales, surgidos de aquella
cumbre de Luxemburgo, y podemos encontrar cosas tremendas. Se meten
los planes de empleo rural como planes nuevos. Nos encontramos con un
fracaso escolar del 22 por ciento. Nos encontramos con que figuran
como planes de empleo iniciativas con los ayuntamientos cuando nadie
sabe todavía en qué consisten las iniciativas que han puesto en
marcha esos cien ayuntamientos. Sólo se conocen, y apenas, cuatro.

Pretendíamos saber por qué cuando se habla de desarrollar el espíritu
de empresa se tienen dos varas de medir. Es decir, como los
empresarios estaban abusando de la contratación temporal, se pensó en
penalizarlo. Se bonifica a los empresarios entre un 50 y un 90 por
ciento, por poner en marcha estos contratos indefinidos a los que el
señor presidente hacía referencia, pero cuando hay abuso de la
temporalidad, se les penaliza solamente con un 1 por ciento. La
reducción de la jornada laboral es algo ausente ya en los convenios.

Y no digo ya por ley, con lo que ustedes no están en absoluto de
acuerdo. Digo simplemente por acuerdo en los convenios. En la
negociación colectiva se está optando por compensar económicamente
las horas extraordinarias y no con descansos. Las cláusulas de los
convenios para transformar los contratos temporales en indefinidos no
se han contemplado más que en un 12 por ciento de dichos convenios.

En cuanto a lo que ha planteado el señor presidente del empleo y de
la mujer, permítame algún comentario y algún dato. En cuanto a las
mujeres, refiriéndome al Plan de empleo planteado en Europa, no se ha
aplicado el porcentaje de participación del 60 por ciento en los
programas más eficaces para el empleo, oscilando la misma entre el 35
y el 41 por ciento. El salario medio de las mujeres es de un 30 por
ciento inferior al de los hombres. Y cuando éstas se benefician -con
muchas comillas eso de se benefician- de un contrato a tiempo
parcial, la diferencia es del 55 por ciento. Es verdad que ustedes
han primado con 25.000 millones de pesetas a los empresarios para que
no despidan a las mujeres



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que quedan embarazadas, que ya es horroroso pensar que se puede
despedir a una mujer por quedar embarazada: 3.000 millones de pesetas
para la empresa privada y 22.000 para la pública. Pero eso no es
óbice para que mañana el empresario, cuando termine el contrato de
dos, tres o cuatro meses, la ponga en la calle por los mecanismos que
tiene, sustitutivos de aquel que se le intentó impedir mediante la
subvención de este dinero que acabo de indicar.

Sigue sin abordarse el plan de guarderías y otros servicios de
proximidad y no se han revisado las grandes carencias del
anteproyecto de ley de conciliación familiar y profesional.

Avanzamos, señor Aznar, hacia una sociedad de precariedad y
exclusión: las ETT son la prueba más emblemática. Y, ¿por qué ? ¿Es
un capricho? Señorías, yo no soy de aquellos que participan de la
opinión de que la lucha política es una lucha entre buenos y malos.

Eso es para espectáculo electorero fácil. Aquí cada uno de nosotros
tiene su lógica y el señor presidente del Gobierno deja
descarnadamente la suya en la comunicación que trae a esta Cámara
para abrir el debate. Leo: La apuesta por la competitividad es el
elemento prioritario de la acción del Gobierno dentro del nuevo marco
económico. Las mejoras de competitividad ya no podrán venir de las
devaluaciones de nuestra moneda, sino que sólo responderán a una
evolución adecuada de los costes de producción de nuestras empresas.

Dicho en román paladino: la creación de la Unión Europea no impide la
competitividad. Seguimos enfrentados a alemanes, franceses e
italianos para intentar vender nuestros productos y que ellos no nos
los vendan. ¿Cómo entramos en la competencia habida cuenta que ya no
se puede hacer lo de antes, devaluar la moneda, puesto que vamos a
una moneda única? Pues simplemente haciendo los productos más
baratos. ¿Cómo son más baratos? Haciendo posible que los salarios
sean más bajos. Esta es la explicación. La competitividad basada en
este principio lleva a la bajada de salarios.

Hay otro aspecto que ha tocado el señor presidente cuando ha hablado
del avance tecnológico. Es verdad que se puede ser competitivo -y
utilizo la expresión sin que yo sea partícipe ni ame ese concepto-
mediante otros mecanismos. Es la inversión en I+D. Pero cuando
llegamos a la inversión en I+D nos estamos encontrando con algo
extraordinario que el señor presidente no ha dicho esta mañana: que
el 54 por ciento de todos los gastos en I +D se dedica a
investigación más desarrollo militar y solamente el 18,1 por ciento a
educación y cultura, desde el año 1995, en que se gastaron 48.475
millones de pesetas hasta este año, con 248.469 millones de pesetas
en inversión militar, no civil. A partir de ahí, ¿qué tenemos que
pensar cuando el señor presidente dice que hemos llegado a la
convergencia nominal, que todos, los Once, estamos en Europa con el
mismo nivel de endeudamiento y que tenemos el mismo nivel de
inflación? Ahora es cuando vamos a empezar a igualarnos con Europa en
salarios y prestaciones sociales, y es verdad, porque estamos un 20
por
ciento por debajo de la media no solamente en gastos sociales sino en
prestaciones. Y no solamente eso, sino que el 70 por ciento de
nuestras pensiones siguen estando por debajo del salario mínimo
interprofesional y hay 1.653.400 parados que no reciben ninguna
atención. Señorías, la Constitución española en su artículo 41 es
clara y rotunda. A veces recibe uno, no digo que con desagrado pero
sí con desaliento, estos cantos que se hacen aquí a la Constitución,
cuando se están conculcando sistemáticamente artículos y artículos de
la misma. Y mientras se deja a esta gente sin cobrar seguro de
desempleo, el Gobierno, para pagar el seguro de desempleo a los
demás, ha detraído de las cotizaciones de los trabajadores cerca de
300.000 millones de pesetas y se lo ha dado a los empresarios para
bonificar determinados contratos. Esto ocurrió a finales del año
pasado. El salario mínimo interprofesional es de los más bajos de
Europa. Cuando yo planteo que la pensión mínima debiera equipararse
al salario mínimo estoy hablando de un salario mínimo que ya en
España es bajísimo en comparación con el europeo. Somos los primeros
en paro global, accidentes laborales... ¿Para qué seguir? Lo he dicho
durante muchos años.

En educación planteamos que el fracaso escolar se llama falta de una
ley de financiación y, por tanto, falta de una apuesta adecuada, por
mor de la competitividad, aunque, repito, no estoy de acuerdo con el
concepto, sobre todo para atender una necesidad básica, porque hay
ralentización en la construcción de nuevos centros, falta dinero para
profesores necesarios para nuevas asignaturas, no se ha puesto en
marcha la nueva concepción de la formación profesional, hay
congelación de becas, etcétera. Un hecho dice más que mil palabras.

En la UNED, la única universidad que depende del Ministerio y de la
Administración central, los alumnos se tienen que sufragar más del 50
por ciento de los costes. El caso es asombroso.

Cuando hablamos de sanidad, señor Aznar, hay algo que es interesante.

Ustedes pusieron en marcha el segundo medicamentazo -otros pusieron
en marcha el primero- con la pretensión de suprimir 800 medicamentos
y bajar el gasto farmacéutico. ¿Pues saben ustedes en que ha quedado
la cosa? Ha aumentado en 140.000 millones de pesetas. ¿Por qué? Es
muy fácil. El médico, al pobre pensionista, no le receta una medicina
que lo podía curar, pero que es más barata, porque tendría que
pagarla él; tira de talonario y le receta una que es más cara,
porque, como digo, el pobre no lo puede costear. Se han encontrado
ustedes con 140.000 millones más, y los beneficios obtenidos porque
inspectores del Ministerio de Trabajo y de las mutualidades laborales
intervengan en los permisos por enfermedad de los trabajadores los
han aplicado a esta cuestión de los medicamentos. Están sustituyendo
el derecho público por el derecho privado en la ley sobre las
fundaciones, es decir, un avance más hacia la propia privatización.




¿Cómo se va a producir la convergencia real con Europa? Estamos por
debajo de la media europea en



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gasto social, en gasto de educación, de salud, de pensiones. La
presión fiscal en España va disminuyendo, pero, cuidado, que no es
equitativa. Ustedes están también aquí conculcando el artículo 31 de
la Constitución. Ponen mucho énfasis en que las rentas del trabajo
van a pagar un 17,5 por ciento menos, pero aquí hay alguien del cual
no se habla. Es verdad que de los 54 últimos tramos que pagan se van
a llevar de beneficio 110.000 millones de pesetas, es verdad, pero no
se habla de otros 110.000 millones de pesetas que no va a pagar un 1
por ciento que tiene ingresos de más de 10 millones de pesetas. Estos
pasan desapercibidos. Se habla de los que no pagan de abajo, pero no
de los de arriba, que tienen rentas de más de 10 millones de pesetas,
de esos 110.000 millones de pesetas que no pagan, que supongo que por
justicia distributiva serían necesarios para la convergencia. A esto
hay que añadir una cosa. Si usted va a hacer posible, ojalá no, que
el déficit baje al 1 por ciento y en el 2002 tengamos superávit, si
mantiene la misma política fiscal, yo quisiera, se lo pido por favor,
señor presidente, que explicara usted el milagro, salvo que sea
privatizando o en una sociedad de exclusión, de cómo se va a
conseguir la convergencia real con Europa. De verdad que tengo ganas
de escucharlo, porque seguramente, a mis años, me puedo sorprender.

Recordemos -lo decimos tantas veces- los cuatro o cinco billones de
pesetas que, según estimaciones del Banco de España, hoy se siguen
evadiendo al fisco, y en contraste con esto, una ligera pincelada,
las empresas españolas han tenido unos beneficios el año pasado del
22,7 por ciento y según la Asociación Española de la Banca todos los
bancos que operan en España han tenido unos beneficios en 1998 con
respecto a 1997 del 19 por ciento, exactamente 568.522 millones de
pesetas, y cuando los bancos son españoles, 512.568 millones, unos
beneficios del 24 por ciento entre 1997 y 1998.

Llegamos al tema de Europa. Mañana vamos a presentar una resolución
para que todos los años se realice en esta Cámara un debate sobre el
estado de la Unión Europea. Ya lo trajimos aquí y ustedes votaron que
no, pero en un debate como este es grave que el tema europeo esté
ausente, porque muchas de las cosas que estamos tocando aquí tienen
su origen en Europa. Por tanto, en mi intervención no voy a hacer
ninguna alusión a Europa -lo haré brevemente al final de la misma-,
pero voy a entrar en una cuestión que ha suscitado polémica, ataques
personales e incluso palabras aviesas entre unos y otros. Me refiero
al tema del lino, del que no voy a hablar. El asunto del lino es el
problema de la política agraria comunitaria y eso tiene un nombre
-subvención- y un apellido -oscurantismo-. Nadie sabe adónde van las
subvenciones. Cuando nuestro eurodiputado Salvador Jové pidió las
estadísticas para saber quiénes son los que cobran dinero de Europa,
el comisario Fischler no se las ha querido dar. Es el secreto más
guardado que se conoce. ¿Cuál es el problema? Que la política agraria
comunitaria se
mantiene a base de subvenciones. ¿Cobran todos lo mismo? Ni muchísimo
menos. Desde el año 1992 va bajando el número de pequeños y medianos
agricultores, y un 20 por ciento de los propietarios se embolsa el 80
por ciento de las subvenciones, mientras que el otro 80 por ciento se
embolsa el 20 por ciento. Casos como el de Extremadura son tremendos.

Que en Extremadura los 15 mayores propietarios, entre ellos, creo, la
excelentísima duquesa de Alba, cobren tanto como los 15.000
propietarios restantes es escandaloso, como lo es que una de las
beneficiarias de la subvención de Europa sea S.M. Isabel II de
Inglaterra. Esto ya lo explica todo. Y nosotros, ¿qué hemos hecho?
Plantear unas modulaciones y que lo que llegara al tramo último
vuelva a los que tienen menos, porque van a desaparecer pequeños y
medianos agricultores. Pero es la competitividad. Lo que pasa es que
la competitividad en el tema agrario lleva ya a poner en peligro la
salud.

Señorías, el revuelo con el aceite que acaba de llegar de Bélgica y
que creo que está detenido en Tarragona y la enfermedad de las vacas
locas son problemas de la competitividad. Los ingleses sabían que en
1992 iban a tener recortes. ¿Y qué hacen? Dan a sus vacas ni más ni
menos que harina hecha de despojos de carne de oveja y de vaca, es
decir, carnívoras y caníbales, y a partir de ahí entra una
enfermedad. En el tema de los pollos pasa exactamente lo mismo. No
hay una subvención para pollos y para cerdos y como tienen que entrar
en la competitividad, han de comprar piensos mucho más baratos. Es lo
que está ocurriendo ahora mismo. No se puede someter al agricultor a
esta competitividad salvaje, porque es el mercado el que dirige, y al
dirigir el mercado, nos encontramos que al final afecta a la salud.

Por cuestiones de estas, señorías, hemos estado consumiendo en España
carne con dioxinas que no estaban permitidas por la Organización
Mundial de la Salud, porque el nivel era mucho más bajo de lo
permitido en Estados Unidos. Y ante eso, ¿qué hacer? La cosa está en
la base.

Todo esto va llevando a la reflexión que hice al principio de mi
intervención. Señor Aznar, el proyecto de Estado tiene un problema,
que no hay tal proyecto. La cosa es fácil, no le demos tantas
vueltas. La Constitución tiene un título VIII y ustedes le han dado
vueltas y vueltas para no desarrollarlo tal y como viene y en el año
1992 pactaron una reforma que era una nueva Loapa e impedían el
desarrollo de los contenidos del título VIII. Ahora tampoco han sido
capaces de ponerlo en marcha. Este es el problema, que no hay
proyecto de Estado, sino un tira y afloja, según los apoyos
parlamentarios que hacen falta, y a ir tirando y tente mientras
cobro. ¿Que hace falta un diálogo sereno? Totalmente de acuerdo.

Cuente con nosotros para hablar del desarrollo del título VIII.

Aunque nosotros tenemos una perspectiva federal, siempre hemos
demostrado que somos amantes de entrar en el terreno de lo concreto
allí y siempre y cuando se nos llame.

Hay, señorías, una serie de temas que se tocan por encima, como el
tema de Interior. Creemos que hay



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descoordinación entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado,
que hay rencillas corporativas, que falta presupuesto, que hay
condiciones laborales difíciles, pero en derechos humanos, señor
Aznar, el Gobierno español sigue apareciendo en las listas negras de
Amnistía Internacional. Y en la comparecencia del señor don Beltrán
Verdes, director de la oficina en España, ante la subcomisión de la
Comisión de Asuntos Exteriores -y hay que reconocer que eso ha sido
un avance- él plantea que le falta al Gobierno un plan sistemático
para abordar ciertos problemas denunciados por Amnistía Internacional
y ser consecuente en aspectos de política exterior. Hay todavía
abusos en las prisiones; hay agresiones en Ceuta y Melilla por parte
de bandas de extrema derecha; hay cosas que todavía no se han
corregido. Le lanzo una pregunta. ¿Piensa el Gobierno ratificar el
estatuto del Tribunal Penal Internacional e introducir los cambios
legales en la legislación española que la hagan compatible y adecuada
a dicho tribunal?
En cuanto al medio ambiente, el silencio clamoroso. En la
comunicación no dice nada. Por tanto, el silencio es elocuente, y
como hay tantas cosas, diré algo. Hay ausencia de políticas capaces
de paliar el cambio climático. Cuando nuestra diputada ha ido a pedir
datos sobre la contaminación y los índices de polución, le han dicho
en el Ministerio que tenían las cifras hasta el año 1995. Por lo
visto, desde 1995 para acá no se contamina. ¿Qué pasa? Que hemos
rebasado los límites tolerables que nos correspondían hasta el año
2010. Y aquí no se mueve absolutamente nada.

Ya hemos llegado al punto de la paz en Euskadi. Señor presidente,
este es un tema que merecería un debate específico con luz y
taquígrafos y no un tratamiento perdido en un debate como éste. Al
ser un tema delicado por la sobrecarga de tensión que ustedes y otros
han puesto en el mismo, pasaré, desde la reflexión prudente, a hacer
unas consideraciones, y quiero subrayar mucho esto, señor presidente
del Gobierno, a usted especialmente.

Comiéncese -ustedes y otros- por quitar crispación a esta cuestión.

En los pasados meses ustedes y otros han entrado en el juego de
tensar la cuerda dialéctica. La tentación frentista, real o supuesta,
no se puede combatir con la creación de otro frente, y menos usando
de manera imprudente conceptos y palabras de alto índice de
emotividad: España, Euskal Herria, patria. Cuidado con la utilización
de ciertas palabras, porque lo que el pueblo vasco y el pueblo
español necesitan es cualquier cosa menos crispación. En la
comunicación se dice que la tregua ha sido posible por la acción
policial eficaz y la voluntad de los ciudadanos vascos y del conjunto
de los españoles. Es verdad, pero no es menos cierto que en el
conjunto de los ciudadanos vascos y españoles se han dado y se han
producido otras iniciativas y otras apuestas por la paz que han dado
resultados, y a la tregua se ha llegado por eso, pero también por
acciones que hemos hecho otros y que han sido objeto de vilipendio.

El Gobierno de S.S. ha establecido diálogo con ETA, y nos parece muy
bien, pero, señor Aznar, eso es incompatible con que cuando algunos
hemos planteado que había que dialogar faltara poco para que se nos
colgara de una farola. Hemos sido sometidos al linchamiento, de
ustedes y de algunos medios de comunicación. No se puede estar
dialogando con ETA -y nos parece muy bien porque fue lo que le
propusimos en un primer avance cuando la tregua- y seguir manteniendo
un lenguaje que a su base y a la de las demás fuerzas políticas y a
los ciudadanos les crispa. Si Euskadi necesita algo, es cualquier
cosa menos crispación.

Cuando ustedes han dialogado con la banda terrorista -y nos parece
bien- ETA no ha decretado el fin de la violencia. Está en la tregua,
exactamente como cuando yo se lo propuse a usted. Han ido ustedes a
dialogar, lo que tienen que hacer. ¿Por qué ahora es bueno y antes
era malo? Señorías, los que están en este hemiciclo, cuidado con los
juicios de intención, cuidado con criminalizar a las fuerzas
políticas, y a los seis meses vienen ustedes a hacer lo mismo,
después que nos han puesto como chupa de dómine. El País Vasco
necesita serenidad, necesita flexibilidad. Se impone un consenso, un
diálogo. Estamos dispuestos, desde la serenidad y sin condiciones
previas, pero quiero dejar algo claro con respecto a esas
conversaciones. Para Izquierda Unida los contenidos del punto 10 de
Ajuria Enea deben ser respetados en su espíritu y en su letra. Digo
que el diálogo entre los poderes competentes del Estado -el Gobierno-
y los que decidan abandonar la violencia debe estar en el campo
estricto en cuanto a presos, reinserción, armas, lo que sea, porque
las cuestiones políticas deben resolverse únicamente -expresión que
está en el punto 10 de Ajuria Enea- a través de los representantes
legítimos de la voluntad popular.




El señor PRESIDENTE: Señor Anguita, debe ir concluyendo.




El señor ANGUITA GONZÁLEZ: Voy terminando, señor presidente.

Y aquí, en el comunicado y en su expresión, me encuentro con que
habla de las fuerzas democráticas. Señor Aznar, la condición de
fuerza democrática la da y la quita el pueblo español o el pueblo
vasco. Por tanto, no hablemos de fuerzas democráticas, porque
enseguida se dice: este no es democrático. Así que hablemos de los
representantes legítimos del pueblo vasco, todos aquellos que han
sido elegidos, y nos entenderemos muchísimo mejor. Y, sobre todo, no
plantee las condiciones políticas, no hablemos de condición alguna.

Su señoría ha dejado aquí muy claro el tema de la Constitución. Vale,
sentémonos, escuchemos y veamos adónde se puede ir.

Izquierda Unida está en los acuerdos de Ajuria Enea, Pamplona, Madrid
y Estella-Lizarra. En función de esta experiencia, en función de lo
que hemos aguantado estos meses por la apuesta por la paz, hemos
hecho una propuesta a las fuerzas políticas vascas, que no la



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han visto mal: la creación de un foro, un lugar de encuentro, como
quieran ustedes llamarlo, en el que estemos todos los representantes
legítimos del pueblo vasco, y empecemos a hablar con serenidad y sin
crispación. Prepárese el camino de antemano para que cuando lleguemos
allí no nos encontremos con un fracaso o una nueva frustración.

Cambiemos la atmósfera, el clima, el aguafuerte de ciertas
declaraciones y recordemos el espíritu que presidió la transición.

¿Cuántas veces se ha oído en este hemiciclo la palabra transición?
Pues bien, ese es el espíritu. Señor Aznar, aquí no se le pidió a
nadie que abjurase de su pasado, aquí no se le dijo a nadie que
hiciese renuncia ante notario de lo que pensó con anterioridad.

Pídanse actos, acciones consecuentes con la democracia, pero no
abjuraciones. Piense en el espíritu de la transición. La paz en
Euskadi merece esta acción de autocontenimiento, de saber moderarse.

En cuanto a la guerra y los acuerdos de paz con Yugoslavia, habría
mucho que hablar. Ya hemos discutido muchas veces de ello, pero me
interesa reseñar dos cuestiones. Cualquier lector que compare los
acuerdos de Rambouillet que se le quisieron imponer a Yugoslavia con
los acuerdos del G-8 se encontrará con que son parecidos, salvo en
una cosa, cuando el Parlamento yugoslavo dijo que estaba dispuesto a
que entrasen tropas para que facilitasen la inspección en Kosovo,
pero que fuese la ONU, y Rambouillet impuso que fuese la OTAN. ¿En
qué ha quedado? Ha entrado la OTAN como fuerza principal, pero bajo
la dirección de las Naciones Unidas, y no en toda Yugoslavia, como se
quería, en Kosovo. ¿Para eso bombas con uranio empobrecido? ¿Para eso
muerte y masacre, para decir que no iban a dialogar con Milosevic, y
ahí está, una vez que ha sido llevado al Tribunal Penal
Internacional? ¿Para qué, para los ocho billones de pesetas que
cuesta ahora la reconstrucción?
Con ser esto gravísimo, hay algo más. Su señoría ha planteado esta
mañana que el Parlamento es el eje central de la democracia. Señor
Aznar, con muchísimo respeto, permítame que dude de sus palabras,
porque no van acompañadas de los hechos. Que se intervenga en
Yugoslavia -aunque es un debate viejo, lo voy a plantear otra vez- y
no se tenga en cuenta el artículo 63.3 de la Constitución española es
tremendo, como también lo es que por parte de los que lo hacen y por
parte de los que callaron se salte el acuerdo de 24 de octubre de
1995, acuerdo unánime de esta Cámara que decía que para salir el
ejército español fuera de la frontera tenían que darse dos
condiciones: misión humanitaria y bajo el mando de las Naciones
Unidas. Se lo han saltado. Es como cuando dijo S.S. y su
vicepresidente, el señor Álvarez-Cascos, que si había que enviar
tropas a Kosovo, vendría el presidente -yo tomé nota de esas
palabras- para informar y debatir. No, para pedir autorización, que
es lo democrático, lo que está en la Constitución, para pedir permiso
aquí, que es donde hay que pedirlo.

Es más, y voy terminando, señor presidente, estamos en otra OTAN. La
cumbre de Washington de los días 24 y 25 ha creado otra OTAN; qué
curioso, otra OTAN que se dona un estatuto que, con carácter
retroactivo, sanciona el bombardeo de un mes antes. Lo pone usted en
la comparecencia. Dice que los días 24 y 25 de abril la OTAN ya tiene
permiso para poder bombardear. Sí, pero lleva usted bombardeando un
mes. ¿Con qué legislación? ¿Con la aplicación del derecho
retroactivo? La retroactividad de las leyes no se contempla en el
derecho occidental y democrático. ¿Qué ha hecho entonces la OTAN. ¿Se
da ella el permiso pero con retroactividad?
Además de eso nos encontramos, por tanto, ante algo que a mí me ha
preocupado, y es que en este tema ha habido oscurantismo. No se han
permitido debates, se ha insultado al disidente, se ha lanzado
propaganda y consigna, no ha habido un razonamiento, se ha hecho algo
indigno de la inteligencia. Aquí se está para debatir y no para
lanzar anatemas al contrario, sobre todo cuando algunos contrarios
vienen aquí con datos y lo único que piden es que se les den otros
datos opuestos y no que se les excomulgue o se les insulte en función
de no sé qué conceptos.

Creo que la última lección es que no hay proyecto europeo, y lo
expliqué el otro día. El problema está en aquella expresión de Víctor
Hugo que yo conté. Cuando se hundió la Unión Soviética se ha quedado
el orden unipolar, un orden unipolar y cesarista. Los Estados Unidos
no están dispuestos a consentir una Unión Europea de 340 millones de
habitantes, potencia económica, potencia social y potencia política.

Pues bien, si queremos estar a la altura de lo que aquí decimos, del
mandato que nos da la historia de Europa, de esa visión de Europa de
la sociedad, de esa visión que nos trae la historia, hay que
construir Europa y no una zona de librecambio, que es lo que ustedes
tienen con la moneda única, Europa con política exterior propia,
Europa con unión política, Europa como proyecto de liberación y de
civilización. Por eso digo que hoy por hoy no hay Europa.

El año pasado -y ya con esto termino- yo tenía un final de mi
intervención donde hacía una referencia en concreto que, señor Aznar,
voy a repetir, porque los informativos y las declaraciones, cuando
pasan los meses, oscurecen las palabras dichas aquí. Yo voy a hablar
ahora con vosotros, sabiendo que me están viendo y escuchando
españoles y españolas, que mis palabras representan a una fuerza
política y, por tanto, que lo que esa fuerza política piensa está
dicho aquí directamente, sin intermediarios. De la misma manera, en
el debate sobre el estado de la Nación del día 12 de mayo del año
pasado, os planteé las cosas claras, clarísimas. ¿Queréis que paremos
a esta fuerza política y lo que representa? Venga. Paremos a la
derecha, pero, a la vez, construyamos una alternativa programática,
de valores de izquierda, de actitudes y de comportamientos de
izquierda -fue mi expresión- y que eso sea posible en gobiernos
municipales, autonómicos y en el Gobierno



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de España. Pero para que eso sea posible desde aquí yo planteé 11
puntos. ¿Para imponerlos, como después se dijo? No. Somos conscientes
de que somos menos frente a vosotros, y ahora menos después de las
elecciones, pero no por ser menos renunciamos a nuestro plano de
hablar de igual a igual y de tú a tú, porque somos fuerzas políticas
libres y soberanas. Por tanto, vuelvo otra vez a lo mismo: ¿queréis
frenar, entendéis por frenar cambiar el sillón o entendéis que hay
otra cosa? Porque si es cuestión de cambiar el sillón, eso no es
frenar a la derecha; eso es practicar la alternancia. El mundo está
demandando alternativas, y alternativas a la política que ya se
anuncia, señor Almunia, que ya se viene anunciando: Fondo Monetario
Internacional, se plantea la revisión de los pactos de Toledo, se
está hablando de lo que ha dicho el señor Aznar, de la
competitividad, y por tanto de que los costes de producción sean más
baratos porque eso va a afectar a los salarios, de un ataque al
Estado del bienestar que tanto dicen ustedes defender. Por tanto, la
cosa es importante. Volvamos a plantearlo.

El año pasado -que no se repita más, por el bien de la gente nuestra,
de buena fe, que se lo cree-, hubo una rocambolesca serie de
encuentros y de cartas. Después, sorprendentemente, sin que nadie se
dirigiera a nosotros, su comité federal, el 13 de julio, decide que
no dialogan con Izquierda Unida porque no quieren dejar solos en el
centro a estos caballeros. Es decir, que cuando estos caballeros
plantearon que eran el centro ustedes ya lo dijeron. No se puede
volver a repetir. Han pasado 13 meses, ha habido unas elecciones,
ustedes han ganado fuerza, nosotros la hemos perdido, pero sigo
planteando el diálogo de tú a tú, con ustedes y con más fuerzas con
proyectos de izquierda, con otros colectivos. La situación es límite.

Así lo entendemos nosotros. Por tanto, tenemos una ocasión. Esta
mañana ha habido un diálogo; prefiero decirlo aquí. Ese diálogo hace
referencia a que, si estamos dispuestos a dialogar, dialoguemos.

Dialoguemos para no privatizar los servicios municipales, dialoguemos
para que la participación ciudadana sea algo fundamental, dialoguemos
para que el modelo de crecimiento sea sostenible en los
ayuntamientos, dialoguemos para ver, si ustedes no están de acuerdo
con la ley de las 35 horas que ha merecido el respaldo de 750.000
personas con su firma, de qué manera se puede hacer en los
ayuntamientos, dialoguemos para la mejora de los servicios,
dialoguemos para planes de vivienda, dialoguemos sobre programas
específicos. No es cosa de risa, es muy serio. No es cuestión de
declaraciones. A mis palabras dichas aquí ante SS.SS., ante el
«Diario de Sesiones» y ante los que están siguiendo el debate me
atengo. El reto es grande. Si ustedes prefieren entrar en el tema de
la alternancia nosotros respetaremos su opción, pero lo que nosotros
estamos planteando es una cuestión de alternativa, que es mucho más
importante. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anguita.

Señor presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías, procuraré comentar ordenadamente los aspectos de la
intervención que ha hecho el portavoz de Izquierda Unida, don Julio
Anguita, siguiendo el esquema de su intervención, sin referirme a la
última parte de la misma ya que no me corresponde a mí comentarla
sino simplemente ser testigo de ella. Le contestaré no utilizando el
tono que el señor Anguita me imputaba simpáticamente en el debate
anterior en el sentido de decir que yo salgo aquí como un padre
hablando con un hijo, muy simpático, con mucho respeto, etcétera, y
luego no le doy la razón en nada. Mantendré por supuesto el respeto,
procuraré que el tono mejore y, desde luego, no le voy a dar la razón
en casi nada, señor Anguita, lo cual tampoco es extraño porque
evidentemente nuestras posiciones políticas son distintas. No
obstante, quiero decirle que soy consciente de que S.S. y su grupo
representan a un sector que no es mayoritario en la sociedad
española, pero que sin duda es un sector importante de la sociedad
española. Por tanto, no sólo lo tiene en cuenta el Gobierno desde el
punto de vista de la tarea de gobierno, sino que desde el punto de
vista de los diálogos políticos debe ser tenido en cuenta. En
consecuencia, recojo la oferta que S.S. ha hecho respecto de algunos
temas de incrementar un diálogo entre el Gobierno y su grupo
político, fundamentalmente creo que ha sido en lo referente al modelo
de Estado, si bien yo discrepo de algunas de las definiciones que S.

S. ha hecho, pero puede contar usted con esa actitud abierta,
positiva, constructiva y dialogante del Gobierno con su grupo
parlamentario, insisto, sabiendo que ustedes representan a una parte
importante de la sociedad española.

Señor Anguita, con independencia de otras cuestiones en estos tiempos
en los que se ven declaraciones que pueden ser un poco sorprendentes
desde el punto de vista de los antiguos alineamientos ideológicos o
en los que -como usted decía- se van perdiendo perfiles, le quiero
decir que tengo en consideración el esfuerzo que S.S. hace de
coherencia, de persistencia, y que en estos tiempos en los que a
veces se saltan barreras -como yo decía esta mañana- convencionales,
estoy convencido de que es necesario también apreciar adecuadamente
factores importantes de coherencia y de persistencia en la
presentación de las posiciones de cada uno.

Su señoría ha hablado de la abstención en las elecciones.

Comparativamente, la abstención española ha sido muy inferior a la de
otros países; basta repasar los datos electorales. Decía S.S. que no
nos debemos conformar con eso, y es verdad, no nos conformamos, Pero
que en el conjunto de los procesos electorales que se han realizado
el 13 de junio haya habido una participación en España del 64 por
ciento -que representa cinco puntos más que en las elecciones del año
1994, si bien es verdad que en ese año las elecciones europeas



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se celebraron en solitario- creo que supone un porcentaje de
participación muy razonable. Creo que lo más importante del resultado
de esas elecciones en su conjunto -estoy hablando a nivel europeo,
señor Anguita, lo cual es muy determinante a los efectos de la
evolución de las instituciones europeas- es muy especialmente el
cambio de mayoría en el Parlamento Europeo. Antes había una mayoría
clara en el Parlamento Europeo, el primer grupo era el Grupo
Parlamentario Socialista; hoy las cosas son distintas y el primer
grupo del Parlamento Europeo es el del Partido Popular Europeo. Este
es el cambio fundamental que se ha producido y su incidencia tiene
varias razones. Primero, porque puede suponer algunos cambios de
orientación en la marcha o en las decisiones del Parlamento Europeo.

Segundo, porque como S.S. sabe el Parlamento Europeo tiene más
poderes en esta legislatura, como consecuencia de la entrada en vigor
del Tratado de Amsterdam, que los que tenía antes; tiene las
facultades de codecisión ampliadas y, por tanto, bastantes más
poderes de los que tenía antes del Tratado de Amsterdam, y
naturalmente eso afecta -como yo recordaba aquí la semana pasada- a
los equilibrios entre las instituciones europeas. Hay una Comisión
nueva, renovada, con un nuevo presidente; hay un Parlamento nuevo con
una mayoría distinta y hay un Consejo Europeo que, aunque en Europa
las cosas no funcionan de esa manera, es verdad que está formado
mayoritariamente por gobiernos socialistas o socialdemócratas. En
todo caso, lo que es más importante, en mi opinión, es saber que es
relevante tener unas pautas de actuación y de dirección, desde el
punto de vista europeo, que nos permitan mantener el equilibrio entre
instituciones. Las últimas crisis que se han vivido en las
instituciones europeas no han sido positivas ni para la Comisión ni
para el Parlamento Europeo, y hay que resarcirse rápidamente de esa
situación en la cual pueden haberse roto algunos equilibrios
institucionales que hay que recuperar muy clara y rápidamente. En
todo caso, señoría, le quiero decir que ese es uno de los problemas
que tendrán los parlamentarios europeos y que ese es uno de los
problemas que tendrán todos aquellos que representen una función
institucional, sea en el ámbito que sea, en el Consejo Europeo, en la
Comisión o en el Parlamento Europeo.

El segundo capítulo que S.S. ha abordado, en líneas generales, en su
intervención ha sido el relativo a asuntos económicos y sociales. Su
señoría ha señalado tres puntos en los cuales ha dicho que yo he
basado mi intervención. No solamente esos y algunos no exactamente
así, pero sin duda han sido expresados de una manera que me puede
parecer correcta. En primer lugar el papel del Estado y su mayor o
menor intervencionismo; en segundo lugar la desregulación de los
mercados, y en tercer lugar la actitud centrada o de centro en la
vida política para que baje supuestamente la crispación política. Yo
creo que esto último claramente no es así, aunque tiene un componente
de eso pero también otros componentes. Pero tiene razón el
señor Anguita cuando dice -y yo lo he afirmado esta mañana- que lo
que está en debate en este momento es un modelo europeo, no en el
sentido amplio de la pregunta de qué es Europa o qué Europa queremos,
etcétera, sino de qué orientación tiene la política europea.

Evidentemente tiene razón en que el Gobierno español y el Gobierno
británico -no el presidente del Gobierno de España y el primer
ministro británico, que también, por supuesto- suscribieron un
acuerdo de contenido económico y social que marca, en nuestra
opinión, las orientaciones que debe seguir la política económica y
social en la Europa del futuro. Marca las orientaciones de
crecimiento, marca las orientaciones de reforma económica, marca las
orientaciones de liberalización, de flexibilidad, de desregulación.

Son verdad las que ha dicho S.S., y supongo que al menos me
reconocerá mi coherencia en ese terreno. Lo importante, lo que a mí
me interesa es que esas ideas están sustancialmente respaldadas por
una mayoría de gobiernos y están también sustancialmente respaldadas
por las iniciativas en este momento puestas en marcha o que quieren
ponerse en el Plan de empleo y por las orientaciones de política
económica que aprobamos en el reciente Consejo Europeo de Colonia y
que espero que se ratifiquen en el Consejo Europeo sobre la reforma
económica, sobre la cohesión social, la competitividad y el empleo
que celebraremos en Portugal. Tiene S. S. razón en cuanto a que
muchos pueden sorprenderse de la declaración conjunta que hace unas
semanas hicieron el primer ministro británico Tony Blair y el
canciller alemán Schröder porque podrían defender otra orientación
para sus postulados. No fue ese un acuerdo entre gobiernos, fue una
declaración de carácter político partidario, por tanto una
orientación a donde quieren llevar unas determinadas líneas políticas
llámense socialdemócratas. A algunos les podrá gustar más y a otros
menos -yo no me quiero meter ahí-, pero sin duda pueden entender que
la renovación de esas ideas merece la pena ser impulsada desde esa
perspectiva y desde ese horizonte que ellos plantean. Otros podrán
estar en contra, pero lo que quiero decir es que lo que me interesa
fundamentalmente, desde la coherencia de nuestra posición, es que
esos principios de apertura, de competencia, de liberalización y de
flexibilidad sean exactamente los que se entienda, en mi opinión, que
son la mejor manera de garantizar el futuro, el empleo y el bienestar
para todos.

A la hora del hablar del paro, del empleo, S.S. ha hecho una
afirmación que, dicha así, ha sonado muy tajante y en mi opinión
demasiado injusta, y es que vamos a hacer una sociedad de exclusión y
de temporalidad. Ha dicho que no se crea empleo sólo por crecimiento,
y ha sido criticado por decir eso. Desde luego, no se crea empleo sin
crecimiento, pero también hace falta saber que para aprovechar todas
las potencialidades que el crecimiento da a la creación de empleo hay
que complementar la creación de empleo y el crecimiento con otras
políticas, fundamentalmente



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políticas activas basadas en la formación, que den nuevas
oportunidades de trabajo.

Le voy a dar un dato, señor Anguita, que sin duda es satisfactorio.

El 80 por ciento del crecimiento económico de España se traslada
automáticamente al empleo en este momento. Le daré otro dato
comparativo: en otras épocas la creación de empleo era del 50 por
ciento y ahora es del 80 por ciento. Quiérese decir que la capacidad
española de creación de empleo es mucho mayor en este momento que la
que era en años anteriores. Lo que debemos salvaguardar es que esa
traslación del crecimiento al empleo sea cada vez más efectiva. Si
podemos mejorar el 80 por ciento, que es difícil, hagamos claramente
el esfuerzo de mejorarlo. También es verdad que lo complementamos con
las políticas activas de empleo. Hay unas orientaciones europeas en
el empleo y como hablábamos aquí la semana pasada, señor Anguita, hay
un camino que comienza en Luxemburgo, que sigue en Cardiff, que
continúa en Colonia y que seguirá en Portugal, porque la política de
empleo es fundamentalmente dinámica. Y luego están los planes
nacionales de empleo. En el Plan nacional de empleo de España, de un
año a otro, hay un 60 por ciento más de recursos dedicados a las
políticas activas. ¿Por qué? Justamente por lo que le estoy diciendo:
porque queremos complementar la traslación del crecimiento económico
al empleo, lo queremos complementar en este caso en formación y
aprovechar más las oportunidades. Si, además, ponemos en marcha un
sistema en virtud del cual cada parado tenga atención individualizada
para conocer mejor sus circunstancias, para conocer mejor aquellos
problemas que le afectan y poder orientarle más adecuadamente desde
el punto de vista de la búsqueda de un empleo, eso me parece algo
positivo y razonable. Por tanto, hablemos del empleo en aquella
política que permite crear empleo y el modo como se puede hacer;
hablemos del empleo en cuanto al crecimiento del empleo, que ya lo he
dado antes y S.S. conoce esos datos de 1.200.000 empleos; y hablemos
del empleo también en cuanto a su calidad, señor Anguita. Respecto a
esta última cuestión le debo decir que la tasa de temporalidad se ha
reducido del 35 al 32 por ciento. Su señoría me podrá decir -me lo ha
dicho antes y seguro que me lo repite, y yo ya me adelanto- que es
muy alto el 32 por ciento, y es verdad. Por eso, porque es muy alto
el 32 por ciento, entre otras cosas, se estableció el acuerdo por el
cual se impulsaba la generación de empleo estable. Señoría, si en
este momento el 80 por ciento del empleo neto que se crea en España
es empleo estable, convendrá conmigo en que el esfuerzo para reducir
las tasas de temporalidad es un esfuerzo que no vamos a pensar que en
dos años nos va a permitir absorber una tasa de temporalidad del 30
por ciento -que tampoco sería posible-, sino simplemente que hemos
iniciado un camino en virtud del cual la estabilidad en el empleo
está dando unos resultados y consiguiendo unos objetivos que hace
unos años era difícil pensar que pudiésemos alcanzar. Si además de
eso, señoría -como yo recordaba
antes-, hemos dotado de derechos sociales a los antiguos contratos
basura y hemos suprimido los contratos temporales de más duración,
como el lanzamiento de nueva actividad o el contrato de fomento de
empleo, vamos avanzando en esta materia.

Le daré otro dato que S.S. vinculaba también a la creación de empleo,
que es la reducción de jornada. Yo no estoy de acuerdo -ya lo sabe S.

S.- con el planteamiento que dice: por ley establézcase una duración
determinada o por ley hágase una rebaja a 35 horas. Yo creo que eso
es un error y una equivocación, y quiero recordarle, señor Anguita,
que el Consejo Europeo en ningún caso ha dado ninguna orientación en
ese punto sino que, al contrario, se ha manifestado claramente en
contra de esa posición. Han sido dos gobiernos los que han aprobado
una ley de 35 horas que, por cierto, no está dando ningún resultado.

Lo que nosotros decimos es que, no la rebaja, la reordenación del
tiempo del trabajo es un concepto más amplio que debe quedar a la
negociación libre en convenios de las partes, de empresas y de
sindicatos, y que naturalmente favorezca las posibilidades de
competitividad, de desarrollo de las empresas y, al mismo tiempo,
también favorezca que las empresas puedan crear empleo. Señor
Anguita, dejemos suficiente vida y hagamos empresas suficientemente
viables para que se pueda crear el empleo, que es de lo que se trata.

Los convenios de los años 1998 y 1999 han supuesto en España la
jornada laboral total, o sea, de 1.780 horas de media (la jornada de
40 horas, señoría, son 1.820), pero dejemos, señor Anguita, al margen
de negociación, al margen de libertad entre empresarios y sindicatos,
que sigan con las medidas que les parezcan más oportunas de
reordenación del tiempo del trabajo, porque me parece lo más
relevante para el futuro.

Habla S.S. en este punto también del crecimiento económico relativo a
las cifras macroeconómicas y a las privatizaciones. Señoría, el
crecimiento económico español, entre otras cosas, hace años tenía
algunos problemas serios. Era un crecimiento muy fuerte en momentos
de ciclo alto y había grandes depresiones y grandes crisis en
momentos de ciclo bajo. El último momento lo vivió S.S. -por
desajustes de nuestra economía, desajustes en precios, desajustes en
el sector exterior- en las crisis de los años 1992 y 1993, que
costaron millones de puestos de trabajo en nuestro país. Esos
estrangulamientos económicos en España, sobre todo en el sector
precios y en el sector exterior, hacían que España padeciese mucho
más que otros países las épocas de crisis porque nuestra economía no
era macroeconómicamente estable. Yo he puesto antes un ejemplo,
señoría, del cual le pido que no se olvide, porque el año pasado se
ha vivido la mayor crisis financiera internacional desde el año 1982
y sus efectos todavía perduran a lo largo del año 1999: las
expectativas económicas del segundo semestre del año 1999 son, en
toda Europa y también en España, más favorables que las del primer
semestre. Pero es que además España terminó el año 1998 con un
crecimiento económico



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del 3,8 ó del 3,9, señoría, y estamos en unos crecimientos económicos
en torno al 3,6. Compare usted con otros países europeos de los que
antes de la puesta en marcha del euro se llamaban los países
centrales de la Unión Europea; compare este crecimiento con lo que ha
ocurrido también en razón de la crisis financiera internacional en
Alemania, con los datos de Italia, de Francia o de Gran Bretaña. Por
eso, señoría, en este momento, por la potencialidad y la estabilidad
que se ha conseguido en la económica española, hemos podido por
primera vez en mucho tiempo afrontar también las consecuencias de una
crisis financiera internacional sin merma para nuestro crecimiento ni
para la creación de empleo. Esto es muy importante.

Su señoría habla del mantenimiento del pacto de estabilidad y de
crecimiento, que no son objetivos que se planteen al azar. Hemos
presentado un pacto de estabilidad y de crecimiento, estamos sujetos
por un pacto europeo, y naturalmente el objetivo del año 2000 es el 1
por ciento de déficit, y ese será. Recuerdo que cuando nosotros
llegamos al Gobierno el déficit era del 7,3 y este año 1999 se
cerrará con un déficit mejor del previsto, pero el año que viene lo
tenemos que bajar al 1 por ciento. Nuestro deseo es que en el año
2002 exista ya un ligero superávit presupuestario porque significará
que hemos consolidado plenamente la política de saneamiento de
nuestras cuentas públicas y que toda la potencialidad de crecimiento
y de creación de empleo de la economía española está puesta en marcha
sin ningún tipo de dudas. Ello implica reforma del gasto, reforma del
déficit, reforma de las estructuras y -como se ha hecho, señorías-
reforma fiscal y de los impuestos, que comprendo que a S.S. no le
guste, por eso digo que no estoy de acuerdo con usted, pero
evidentemente nuestra obligación es seguir procurándolas para que den
resultado en nuestro país.

Respecto a la política de privatizaciones, señoría, yo no participo
de la distinción clásica -S.S. se ha referido a otras- de público y
privado; distingo entre empresas viables y empresas que no lo son. He
dado antes un dato muy importante. Durante ocho años nos hemos
gastado todos los españoles más de 8 billones de pesetas en empresas
públicas y hemos perdido más de la mitad del empleo de esas empresas
públicas. Si quieren ustedes seguimos gastando dinero y perdiendo
empleo o, por el contrario, hacemos empresas viables y ponemos en
marcha un proceso de creación de empleo, como se ha hecho en este
momento. Usted dice que se ha privatizado. Sí, con los resultados que
he dicho antes, en términos, para el usuario, para la competencia, de
desregulación, de liberalización y, por supuesto, no se olvide nunca,
señor Anguita, que ni una sola peseta de privatizaciones ha ido a la
reducción del déficit, entre otras cosas porque no se puede por norma
legal europea. Todo el esfuerzo de reducción del déficit se ha hecho
en más de un 70 por ciento de reducción del gasto, y el resto porque
ha habido incremento de ingresos más allá de lo previsto por la buena
marcha económica. En consecuencia le quiero
decir que ni una sola peseta ha ido al déficit, no se equivoque. Si
S.S. me dice que ha ido al endeudamiento le digo que sí, entre otras
cosas porque también tenemos que cumplir deseablemente el criterio de
que exista cada vez menos deuda y endeudamiento en nuestro país, pero
ha ido también a sanear la deuda histórica del INI y a abordar 1
billón 200.000 millones de pesetas de pérdidas de empleo en la
empresa pública, reconversiones y compromisos laborales que nos hemos
encontrado. En consecuencia, señoría, por razones económicas, por
razones de competencia y también por razones de impulso social,
personalmente sigo creyendo que es una política muy acertada y que
debemos mantenerla cara al futuro.

Le he comentado ya la presión fiscal y la evolución del año 1999. Le
puedo decir, para su tranquilidad, que la evolución de los ingresos
del año 1999 es extraordinariamente satisfactoria como consecuencia
del alto ritmo de crecimiento económico, de la alta tasa de
generación de empleo y de la importante contribución de las empresas
desde el punto de vista del impuesto de sociedades en la marcha de la
economía española y en la marcha de la recaudación, y por supuesto
también desde el punto de vista de la evolución de la demanda
interna, es decir del consumo y de la inversión. Además, señor
Anguita, desde el punto de vista de gasto le puedo decir que estamos
en niveles sustancialmente inferiores a los del año 1998.

No participo de su idea de que Europa ha estado ausente de este
debate. Usted ha hablado de Europa, yo he hablado de Europa, otros
intervinientes pueden hablar de Europa -no creo-, hemos hablado la
última semana y hay debates sobre Europa todos los semestres aquí.

Desde el punto de vista de la política agraria común, me parece muy
importante algo que se ha producido en España en los últimos tiempos.

Primero, que 1998 es el año en que se ha conseguido que no se pierda
población activa agraria en España, que es muy importante; segundo,
que son años de crecimiento de renta agraria en nuestro país; y
tercero, que en las negociaciones de la Agenda 2000 respecto a la
política agraria en su conjunto, fondos que va a recibir España, y
desde el punto de vista de la regulación de las nuevas organizaciones
comunes de mercado, por ejemplo, el sector lácteo, el vino, frutas y
hortalizas, el vacuno o los cereales, España ha obtenido -y no
entraré en este momento en detalles- condiciones muy ventajosas.

Ya le he dicho que agradezco su oferta de modelo de Estado. Le quiero
aclarar que he dicho esta mañana, y reitero, que después de veinte
años de desarrollo constitucional y estatutario llegamos a unos
momentos de estabilización del modelo. Faltan ya muy pocas
competencias que transferir a algunas comunidades desde el punto de
vista de importantes competencias como la educación, que ya está
prácticamente transferida a todos, o la sanidad. Siempre quedan
flecos, siempre quedan complementos, pero desde el punto de vista de
la estabilidad de un modelo que nace hace veinte años



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la pura dinámica reivindicativa tiene que dar paso a una dinámica de
estabilidad, y esa dinámica de estabilidad tiene que estar sustentada
sobre el respeto a la lealtad constitucional y sobre la mejor
eficacia en la gestión de los servicios y la mayor cooperación entre
todos. Sustancialmente el modelo tiene que ser estable.

Me pregunta S.S. si éramos partidarios del Tribunal Penal
Internacional. Lo hemos apoyado y hemos contribuido en Roma a la
puesta en marcha del convenio por el cual se crea la Corte Penal
Internacional.

Su señoría ha hablado finalmente del País Vasco. Le quiero decir al
respecto que comparto el espíritu en el cual manifiesta sus
inquietudes sobre participar, naturalmente como demócratas, en
conseguir una situación definitiva de paz en el País Vasco. No le
extrañará que le diga que no comparto sus decisiones políticas.

Tampoco las voy a mencionar aquí hoy, pero simplemente no las
comparto porque me parecen profundamente equivocadas. No creo que se
pueda decir que la expectativa abierta en el País Vasco ha tenido
aquí un tratamiento perdido ni que ninguna oposición ha sido sujeta
a un linchamiento. Le manifiesto con toda tranquilidad y cordialidad
que creo que SS.SS. se han equivocado y que han planteado en el País
Vasco una política equivocada que me gustaría que rectificaran, señor
Anguita. Pero hay otras cuestiones. Si salvamos ese punto, que haré
lo posible por salvarlo y le estoy invitando a que usted lo salve,
hay cosas que son claras. Yo he dicho esta mañana que de lo que se
trata es del punto 10 del Pacto de Ajuria Enea ¿Qué establece este
punto 10? Que no hay diálogo político, que se trata de saber si hay
condiciones para el final de la violencia; que los diálogos políticos
se plantean en el marco de las instituciones democráticas, pero que
la exigencia democrática tiene que respetarse porque exige recordar,
entre otras cosas, que durante veinte años los ciudadanos vascos han
podido votar en multitud de convocatorias electorales y tienen sus
instituciones de autogobierno y hay gente que se ha dedicado
sistemáticamente a impedirlo. Y esos son los que en este momento
tienen que plantear una nueva posición, y si se produce una nueva
situación en este momento haremos muy bien en aprovecharla, pero no
es usted, señor Anguita, aunque crea que se ha equivocado, ni somos
nosotros, ni son los señores del Grupo Socialista, ni la gran mayoría
de esta Cámara la que puede decir: tenemos que rebajar las exigencias
democráticas. No es verdad, señoría, tenemos que mantener las
exigencias democráticas, y tenemos que mantener la vigencia del
Estado de derecho, y tenemos que hacer posible con nuestras acciones
que se produzca algo tan difícil hasta ahora, porque lo han hecho así
algunos, como es vivir en paz, convivir en paz, poder trabajar en
paz, poder presentarse a las elecciones en paz, y tener derecho a una
vida en convivencia sin exclusiones. Eso es de lo que se trata.

(Aplausos.) En ese camino, señoría, siempre nos va a encontrar, y lo
que le ruego, señor Anguita, es que en ese punto S.S. reflexione.

Ha hecho S.S. -perdóneme- un último punto en relación con Kosovo. No
entraré en detalle, si S.S. me perdona, para no alargarme demasiado,
aunque procuraré en la siguiente intervención, si ha lugar a ella,
hacer algún comentario.Los refugiados están volviendo a Kosovo. Había
un millón de refugiados. Están volviendo. Estamos cumpliendo la tarea
que nos habíamos propuesto cumplir, y por tanto ahora lo que hace
falta es que podamos culminar esa tarea en el plazo de tiempo más
breve posible, cumpliendo las condiciones de la comunidad
internacional y exigiendo naturalmente a todos el mayor respeto a los
derechos humanos.

Por tanto, señor Anguita, creo que este es el comentario de lo que
puedo hacer en relación con lo que usted ha dicho, en relación con el
sector social que usted representa y en relación con las propuestas
que usted ha hecho, que sin duda seguiremos viendo con la mayor
atención, pero que está muy claro que no podemos compartir.

(Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente del Gobierno.

Señor Anguita.




El señor ANGUITA GONZÁLEZ: Señor presidente, le estaba agradeciendo
su intervención, en la que tengo que decir que tampoco estoy en
absoluto de acuerdo, como voy a intentar demostrar, pero no me ha
gustado la penúltima parte de su intervención, porque creo que ha
hecho un poco de fraude. ¿En qué sentido? Dice: No nos gusta lo que
ustedes han hecho. Su intervención de aquí no me gusta ni un pelo, y
se lo voy a aclarar. Confunde usted los términos y los planos y
desliza subrepticiamente la atmósfera de sospecha. Voy a explicarme.

Usted ha permitido y se ha sentado a dialogar con una banda
terrorista, ¿sí o no? Usted, el que ha dicho que no se puede dialogar
con ETA, ha autorizado y se ha sentado a dialogar con una banda
terrorista, ¿sí o no? Entonces, no disfracemos aquí las cosas. Yo no
he utilizado ni el tono ni los calificativos, porque he dicho: Ha
hecho usted bien. De lo que yo le he acusado a usted y le vuelvo a
acusar es de que usted ha jugado frívolamente con eso -y yo se lo
planteé, recién decretada la tregua: Demos un paso, estoy de acuerdo
con que usted no pueda estar de acuerdo-, con las declaraciones y las
insinuaciones sobre que no se dialoga con los terroristas. A mí no me
preocupa lo que usted diga, a mí me preocupa cuando esas palabras
caen sobre el pueblo español, un día y otro, y sobre el pueblo vasco
y, al final, usted se sienta a dialogar con ETA. Esto es lo que yo no
puedo dejar de callar. ¿Por qué? Porque hay que sentarse, una vez que
se ha producido la tregua.Nosotros hemos hecho todo lo que teníamos
que hacer y lo volveríamos a hacer, lo decible y lo indecible, porque
usted lo está haciendo -repito- porque se ha sentado a dialogar con
una banda terrorista que, además, en contra de lo que usted ha dicho
muchas veces, no ha declarado la paz, está en la misma situación que
cuando yo le fui a ver a usted a La Moncloa;



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está en la tregua, no ha cambiado nada. ¿Qué es lo que ha cambiado
para que ahora sea bueno? ¿Porque lo hace usted? ¿Dónde está el
cambio? No se puede estar jugando a dos caras, señor Aznar.

Yo represento una fuerza política que ya lo dijo el 9 marzo: Vamos a
poner la carne en el asador porque lo que nos importa es la paz. Y la
paz significa tener ductilidad, flexibilidad, firmeza en otras
cuestiones. La paz no es una cuestión solamente de Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad del Estado. La paz significa entender que la otra parte
aduce unos planteamientos políticos que no nos gustarán, pero que
tenemos que afrontarlos cara a cara, poniendo la condición de que no
se asesine, no se ponga el tiro en la nuca o no se ponga una bomba.

De acuerdo. Esto es lo que hemos venido planteando.¿ Qué más hemos
dicho? Que los pactos y el punto 10 de Ajuria Enea hablan de un
diálogo político, señor Aznar. Léaselo usted ahora mismo, si quiere
se lo bajo de ahí. Hay dos diálogos, punto 10 de Ajuria Enea; hablan
de los problemas políticos y en Euskadi hay problemas políticos.

Abórdense o, ¿se tiene miedo a abordar? Ese es el problema, porque
nos enfrentamos con el problema del Estado y esta especie de llevar a
trancas y barrancas, mal llevado, el título VIII de la Constitución.

Vamos a afrontarlo con serenidad porque en Euskadi hay problemas
políticos que surgen cuando ETA deja de matar. Porque mientras ETA
mata, mientras ETA pone bombas, todos los demócratas no tenemos más
derecho que decir: ¿qué pasa aquí? Pero cuando hay una tregua surgen
los problemas. Y esos problemas que están surgiendo hay que
abordarlos. Uno de ellos era llegar a un punto en el cual fuese
posible el diálogo sin las pistolas, y es lo que hemos venido
diciendo, y hemos hecho cosas tendentes a eso.

En mi intervención, que ha sido muy suave -ésta ya no tanto-, he
dicho que a un frentismo no se le puede oponer otro, porque ustedes
han hecho frentismo. Y a las declaraciones fuera de tono, a las
declaraciones provocadoras, ustedes han respondido con el mismo tono,
creando un clima de guerra civil en la población, y se han envuelto
en la bandera, como los otros en la otra, y han dado un ejemplo
pernicioso de cómo no se deben abordar los problemas, sin tacto. No
es ningún desliz que yo haya puesto los nombres y los conceptos, de
España, Euskalerría, y lo han utilizado ustedes recordando momentos
pasados del siglo XIX, que es lo que venía a decir y lo dije antes
suavemente. Ahí, nosotros hemos puesto tesón, voluntad. Usted
plantea: vamos a sentarnos. Pues, deme su opinión, cuando me
conteste, sobre lo que opina de la propuesta que hemos hecho a las
fuerzas políticas vascas, entre ellas al Partido Popular, a la que
ninguna ha dicho que no. Ninguna. Entendían, por lo menos así se nos
dijo, que había que buscar un momento en que fuese posible
encontrarnos todos. Y cuando digo todos, digo todos los que han sido
votados por el pueblo vasco, porque son representantes legítimos del
pueblo vasco y a eso hay que llegar. No criminaliza ninguna fuerza
política, sobre todo cuando usted se está sentando con una banda
terrorista -que digo que está haciendo bien-, pero no use eso contra
nosotros, que lo hemos estado planteando con suavidad. No se pueden
tener dos lenguajes, ni se puede tener un lenguaje hasta las
elecciones y después otro, que es lo que ha pasado anteriormente.

Cuando usted autoriza las conversaciones con el MNLV han tenido lugar
las elecciones del País Vasco. Yo no quería decir estas cosas porque
no quiero transformar este debate; voy a pararme aquí y pediría otro
debate; pero no se nos criminalice de manera sibilina. Por tanto,
usted plantea punto 10 de Ajuria Enea, pues punto 10 de Ajuria Enea.

Venga. Vamos a verlo. Esto es lo que hemos planteado y la invitación
que hago yo en la propuesta que hemos hecho a las fuerzas políticas
del País Vasco, entre ellas el Partido Popular.

En cuanto a la última cuestión, pasaré luego a las otras, en el
sentido de que se ha conseguido que vuelvan los refugiados; yo
planteaba aquí otra cosa. Esto se podía haber conseguido en vez de
lanzar bombas y hacer imposiciones que se sabía que no se podían
cumplir porque la mayoría de los ministros de la Unión Europea no
tenían ni idea de lo que decía el capítulo 7, apéndice B, de
Rambouillet, ni sabían las cláusulas que la OTAN quería imponer a
Yugoslavia. Si se hubiese tratado de acercar posiciones, se hubiese
hecho. Lo que yo he venido aquí a plantear es si ha merecido la pena
tanto muerto, tantas bombas, tanto disparate para llegar a unos
acuerdos que podían haberse obtenido en Rambouillet. Esto es lo que
digo, y lo sigo manteniendo. ¿Que están regresando los
albanokosovares? Pues claro que sí, y habrá que procurar y garantizar
que lleguen bien y que ahora no haya venganzas, de acuerdo, pero lo
que digo es que el precio ha sido carísimo y tiene otras
motivaciones.

Dicho esto, señor Aznar, en mi intervención, por mor de los que nos
siguen delante del televisor o escuchando la radio, he querido
plantear aquí una cuestión que ha sido evadida. Yo no puedo estar en
un debate como éste hablando de tres puntos arriba del PIB o tres
puntos abajo, que también voy a entrar, sino que estoy diciendo -y he
sido intencionalmente claro- que aquí hay dos modelos. Hay un modelo
europeo en el cual el poder público controla al mercado, y voy a
utilizar una expresión del presidente francés Lionel Jospin: No es lo
mismo una economía de mercado que el control del mercado sobre la
política. Esto es lo que he planteado, y eso implica un papel del
poder público; eso implica elementos de planificación; eso implica
que la competitividad no puede ponerse por encima de todo. He dicho
que cuando usted planteaba el modelo europeo las medidas que pone a
continuación no se compadecen con ese modelo. Por ejemplo,
privatizaciones. ¿Por qué se han puesto 200.000 personas en la calle?
¿Qué se ha privatizado, las industrias que perdían dinero? ¿Hacemos
una relación de los beneficios de las empresas que se han pasado a
capital privado? ¿Había mala gestión? ¿Por qué no hacemos un
instituto que hable de los cuadros técnicos para dirigir el sector
público? La privatización obedece a otra cosa: a una filosofía, con



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la cual yo no estoy de acuerdo, que habla de que el mercado es el que
dicta todo lo que hay que hacer. Eso, quiera usted o no, lo tiene que
llevar hasta las últimas consecuencias.




El señor PRESIDENTE: Señor Anguita, ha de ir concluyendo.




El señor ANGUITA GONZÁLEZ: Voy terminando.

Cuando usted habla de la creación de empleo, en muchos casos habla de
los contratos, y yo le hago una pregunta en nombre de la idea de
Europa, de la Constitución: ¿Qué tipo de empleo? Le he leído a usted
una serie de datos escalofriantes: han desaparecido los contratos de
un año o más; se han ido reduciendo los contratos de seis meses o
más; y han aumentado los contratos de un mes o de menos. ¿Qué
sociedad le está dando a usted eso? Usted me habla de las
macrocifras, y yo le hablo de la gente que está en la calle, que
seguramente usted querrá que cambie, pero con esos métodos no. ¿Por
qué? Porque para usted llegar a conseguir que los déficit no existan
es el bien último, y para nosotros, si eso significa que la
precariedad en el empleo avance, no es el bien último, sino que es
una causa de una sociedad degradada, dual, de exclusión, de
marginación, modelo de otra parte más allá del Atlántico.

Señor Aznar, con ser grave esto, en la medida en que atenta contra
derechos humanos y derechos constitucionales, hay algo que no he
querido decir al principio de mi intervención porque la hora se me
echaba encima, y es que cuando se pone en marcha este tipo de
política económica, que va en contra de los principios aprobados en
los grandes documentos -Carta de derechos humanos, constituciones-,
hay un choque. ¿Cómo se puede compaginar, señor Aznar, el artículo 41
cuando habla de la atención en el caso de desempleo con que 1.400.000
parados no perciban ni un duro? Y, ¿cómo se puede compaginar que del
dinero que pagan los que trabajan para que los parados cobren un
subsidio usted haya cogido 300.000 millones y se los de a los
empresarios? Se crea empleo bonificando a los empresarios.

La competitividad. ¿O se dopa la competitividad?. Hay un dumping. La
competitividad pura, el mercado puro, que todo el mundo compita. Pero
usted dice: No, hay que intervenir para ayudar a las empresas. ¿Eso
es intervencionismo, si o no, señor Aznar? Lo que pasa es que cuando
nosotros pedimos protección social plena y lucha contra el paro, se
nos llama proteccionistas, y cuando ustedes subvencionan a los
empresarios, ¿qué son? Las palabras son unívocas. No pueden tener dos
significados. Esto es lo que he venido planteando. Lo que usted
plantea en la comunicación es que la competitividad ya no se puede
mantener porque estamos en una moneda única y no podemos devaluar la
nuestra, y sepan ustedes que en el país vecino van a hacer lo mismo.

¿Hasta dónde? Hasta lo siguiente. Hay sitios ya en los que los costes
laborales no salariales son cero.

Entre subvenciones por contratos bonificados -los 600.000 millones de
pesetas que el señor Pimentel anunció el otro día-, entre
subvenciones que dan las comunidades autónomas y determinados
ayuntamientos, crear un puesto de trabajo es un negocio. ¿Donde está
el reto de la competitividad y el mercado? Ustedes son
intervencionistas, pero en beneficio de los otros. Y hablan de que
las fuerzas económicas son las que tienen que moverse. Esto es lo que
he pretendido decir hoy, que este es el meollo del asunto. Tres
puntos arriba, tres puntos abajo; no. Por ejemplo, cuando usted
plantea los contratos indefinidos, ¿quitamos aquellos contratos que
han sustituido a los que se han jubilado o a los que se han
prejubilado? Porque al decir contratos indefinidos todo el mundo
capta: es un millón y pico de contratos indefinidos nuevos. No.

Sustitución de quien dejó el puesto de trabajo. Resten ustedes.

Muchos de esos contratos indefinidos, con cláusula desde 1997, que ha
sido prorrogada este año, bonificando a los empresarios para que los
hagan, son contratos que tienen una particularidad y es que el precio
del despido es mucho más que los anteriores. Todo esto acompaña a esa
expresión de contratos indefinidos. Vamos a ver la letra pequeña. El
problema sigue siendo el mismo: qué modelo se coge.

Cuando usted habla de la fiscalidad, no me ha contestado a una cosa y
tengo auténtica curiosidad. Déficit cero. Superávit en las cuentas
españolas. A partir de ahí la presión fiscal se reduce. ¿Cómo
llegamos a superar ese 20 por ciento de diferencia con Europa? Como
diría cualquier chuli: ¡Me lo explique! ¿Cómo? A no ser que sea
privatizando los servicios, empobreciéndolos. ¿Me lo puede explicar?
Los mecanismos son fáciles. ¿Dónde ingresa el dinero? ¿Cómo se
procura? ¿A través de qué política? Esto es. Lo demás son discusiones
accesorias.

Hacia qué modelo vamos -y me dirijo a los bancos de la izquierda-
debiera ser el debate entre nosotros. No vale que me diga usted,
señor Aznar, que todos los gobiernos europeos... Pues sí, todos los
gobiernos europeos. La muestra está entre los acuerdos BlairSchröder
y Blair y usted. Es la política de centrarse, entre comillas. Porque
ustedes parten de una idea, que es peligrosísima, muy politizada, de
que la economía no es política. ¡Craso error! La economía es lo más
político que hay, porque donde hay diferencias en quién se queda con
el excedente y quién es explotado, eso es política pura. Lo que pasa
es que las ideas de la derecha en estos momentos avanzan y dominan,
pero la economía es lo más político que hay. Es más, cuando se dice
desde la orilla conservadora: la política no tiene nada que ver con
la economía o la economía con la política, hay que temblar, porque
están planteando una auténtica política que es en beneficio de una
minoría.

Señor Aznar, usted ha planteado otras cuestiones cuando habla de la
abstención. Yo no quiero hablar aquí de si se ha abstenido más
Dinamarca que Francia. Yo he venido a hacer una reflexión, porque a
la gente que está en la calle no se le puede decir que más se
abstienen en Dinamarca. ¿Y qué?



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El señor PRESIDENTE: Señor Anguita, ha de concluir.




El señor ANGUITA GONZÁLEZ: Termino. ¿Por qué se abstienen? ¿Se
enteran de lo que estamos diciendo? ¿Por qué es posible, dice usted,
que aquí se discuta de Europa todos los días? A retazos. ¿Por qué no
aprueban mañana nuestra propuesta? Es más, si usted es capaz de
presentarla, la retiramos nosotros y se la votamos a usted, y hacemos
un debate del estado de la Unión Europea. Vamos a hablar de Europa.

Ustedes no están construyendo Europa, están construyendo un libre
mercado. Nada más. Por tanto que sepan los españoles qué pasa con la
política agraria comunitaria, qué pasa con las subvenciones, qué va a
pasar con el Pacto de Estabilidad, qué es lo que va a pasar con las
políticas de medio ambiente, qué es lo que hay detrás de todo lo que
ha supuesto la guerra en Yugoslavia; vamos a discutir dato tras dato,
porque utilizar el Parlamento para cuatro sesiones con un Reglamento
-el presidente es flexible, lo reconozco- que impide poder hablar ...

¿Qué pasa? Los demás no se enteran. ¿Simplemente como eslogan, cuatro
o 20 segundos en televisión? A partir de ahí, ¿esta es la sustancia
informativa que recibe nuestra gente? Y cuando empiezan a protestar
por los problemas de paro, dicen: es que esto es Europa; y cuando
vamos a Europa, dicen no, es que esto es en España. Pero ustedes los
jefes de gobierno se entienden. Se trata de llevar a la calle
razones, argumentos para que la gente piense, y no darle, como en el
sistema de la otra parte del Atlántico, eslogan de marketing para que
vayan consumiendo publicidad. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anguita.

Señor presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías.

Señor Anguita, quiero decirle brevemente, en relación a los
comentarios que anteriormente S.S. ha hecho sobre el País Vasco, que
tiene por mi parte, desde luego, el mayor diálogo entre nosotros. No
estoy de acuerdo con su posición, pero tiene el diálogo abierto
totalmente a conseguir naturalmente que se puedan establecer, como
las ha habido en su momento, posiciones comunes al respecto. No
impute usted ningún tipo de confusión o ningún tipo de contradicción,
señoría. Públicamente el día 3 de noviembre autoricé contactos con la
organización ETA, sin aceptar ninguna condición, ni en aquel ni en
este momento, señoría; públicamente lo hice. Podía haber hecho otras
cosas. Lo hice públicamente, asumiendo plenamente la responsabilidad
de esa decisión. Le digo simplemente, señor Anguita, que creo que su
posición es equivocada, que no está produciendo buenos frutos, buenos
resultados, y no criminalizo nada, me limito a constatar desde mi
posición política lo que creo que es un error, y le invito, señor
Anguita, por si es posible, desde el
diálogo que le ofrezco muy sincera y francamente, a intentar
subsanarlo.

En relación con Kosovo y Rambouillet, señor Anguita, plantea una cosa
que es bien conocida: ¿qué hubiese ocurrido si se hubiese llegado a
un acuerdo? Si se hubiese llegado a un acuerdo probablemente no
hubiese habido intervención. Pero es que no se llegó a un acuerdo. No
hagamos la historia que nunca existió. Ahora, a la hora de decir si
ha merecido la pena, se puede hacer la pregunta inversa, señor
Anguita: ¿Hubiese merecido la pena haber seguido consintiendo
impunemente que se cometiesen crímenes o limpieza étnica contra una
población, sin moverse? Dígamelo, señor Anguita, porque esa es una
pregunta muy importante que responder. A nadie le ha gustado. A mí no
me ha gustado, señor Anguita, este conflicto; a nadie con sentido
común le puede gustar un conflicto de este tipo. Pero le quiero
preguntar, como hice un día en esta Cámara, ¿cuántos asesinatos
tendrían que haberse producido para que se determinase que había que
poner coto a esa situación? Evidentemente, señor Anguita, se paga un
coste y tiene un precio, pero yo creo -y lo vuelvo a repetir- que el
precio peor de todos hubiese sido dimitir de las responsabilidades
básicas que a una conciencia civilizada, piense lo que piense, pero
que sea conciencia y civilizada, le corresponde de no aceptar ningún
elemento de limpieza étnica en el mundo de hoy.

Respecto al modelo económico, señor Anguita, yo no estoy de acuerdo
con lo que usted dice, no le puedo decir otra cosa. Su señoría es
partidario del intervencionismo del Estado, yo no. No soy partidario
de un Estado intervencionista. Por eso practicamos políticas de
reducción del sector público o practicamos políticas de
liberalización. Cosa distinta es que el Gobierno tenga que tomar
decisiones para impedir que se produzcan fenómenos de exclusión o,
como yo he dicho esta mañana, para impedir que no exista ningún
ciudadano que se quede sin tener una oportunidad, que se quede sin
poder reiterar esa oportunidad o, lo que es lo mismo, que no se quede
ningún ciudadano en la cuneta. Eso sí que es una tarea del Gobierno.

Otra cosa distinta es la aplicación no sólo de modelos, sino de
políticas profundamente intervencionistas, de lo que yo no soy
partidario.

Ha citado S.S. al primer ministro francés como elemento de autoridad.

Pues le quiero decir una cosa, señor Anguita; precisamente estos días
el Gobierno del señor Jospin, que tiene todos mis respetos, acaba de
empezar la privatización más importante de la historia económica de
Francia, y no ha firmado ningún documento; precisamente estos días
está sucediendo la más importante privatización de toda la economía
de Francia. Por eso, señor Anguita, a la hora de plantear estas
cuestiones alabo su coherencia y su persistencia pero, sin duda, hoy,
incluso en gobiernos supuestamente alejados de otro tipo de
políticas, se practican ese tipo de políticas. ¿Que a usted no le
gustan las privatizaciones? No le gustarán las de España, ni las de
Francia, ni las



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de Gran Bretaña, ni las de Alemania, ni ninguna. Me parece muy
respetable, pero precisamente ha ido usted a coger un testimonio de
autoridad que en este momento está dando un ejemplo clamoroso -que yo
alabo-, ya que está haciendo la mayor privatización de la historia
económica francesa. Al final, lo que importa es saber si eso produce
empresas viables y produce resultados desde el punto de vista del
bienestar de los ciudadanos. Hace bien S.S. en distinguir o no
equiparar del todo contratos indefinidos y puestos de trabajo. Le he
dicho lo que es la traslación del crecimiento económico al empleo en
nuestro país, y he utilizado fundamentalmente dos cifras: dos
millones de contratos indefinidos y un millón 200.000 nuevos puestos
de trabajo. Es evidente que no todos los contratos indefinidos
corresponden a un nuevo puesto de trabajo; lo que he dicho es que la
mayoría de los nuevos puestos de trabajo están sujetos con contratos
indefinidos. Se trataba de que quien tenía contratos temporales pase
a tenerlos indefinidos -por eso baja la tasa de temporalidad- y que
se aliente la contratación de jóvenes con contrato indefinido y que
se aliente la contratación de mayores de 45 años también con
contratos indefinidos.

Por último, quiero decirle, desde el punto de vista del bienestar,
desde el punto de vista del modelo, cómo se hacen las cosas. Yo creo
que las cosas -y esta es una de las oportunidades importantes de
España- se hacen si el país tiene estabilidad, si la economía está
saneada, si tenemos condiciones de competencia, de creación de
riqueza y de aumentar nuestra cohesión social. Ese es el elemento
básico que nosotros queríamos poner en marcha y lo hemos hecho. A
partir de este momento España tiene unas condiciones que le permiten
alcanzar otros objetivos durante los próximos años y que no nos lo
permitirían si nuestras condiciones no fuesen las mismas. Yo creo que
España está en mejores condiciones por estar en el euro que
habiéndose quedado fuera. Ahora tenemos que aprovechar eso y tenemos
que aprovechar nuestra potencialidad de crecimiento y de
competitividad. Pero le voy a decir una cosa, señor Anguita: En el
año 1975 España estaba en el 80 por ciento de la renta de la
Comunidad Europea de entonces y la Comunidad era de nueve; en este
año 1999, España va a llegar a superar el 80 por ciento de una Unión
Europea de quince; es decir, que S.S. tiene mucha razón al decir que
nos falta un trecho muy grande hasta llegar a alcanzar el nivel de
vida de esos países, pero le digo que en estos tres últimos años
hemos acortado algo más de un punto por año la diferencia respecto a
los demás. Hemos aumentado un punto por año la convergencia real o la
calidad de vida respecto de los demás. Naturalmente, hasta llegar,
hasta superar -en mi opinión debe ser el objetivo español en los
próximos años- el 90 por ciento de la renta media de la Unión Europea
tenemos que seguir haciendo un gran esfuerzo, pero creo que ese gran
esfuerzo de estabilidad, de saneamiento, de impulso, de
competitividad es perfectamente posible para la sociedad
española y para España, como lo ha demostrado en estos años con
confianza y con ambición. Yo estoy convencido de que, partiendo de
mejores bases, con estabilidad, con confianza y con ambición, España
también conseguirá en el futuro esos objetivos. (Aplausos.-El señor
Alcaraz Masats pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente del Gobierno.

Señor Alcaraz.




El señor ALCARAZ MASATS: Señor presidente, se trata fundamentalmente
de un turno de cortesía, para que no parezca que el señor Anguita no
quiere responder a la incitación que le ha hecho el señor presidente,
que ha dicho: Contésteme, señor Anguita.




El señor PRESIDENTE: No se preocupe, señor Alcaraz, sabe S.S. muy
bien que ese es un recurso retórico y que el señor Anguita tiene
oportunidad fuera del hemiciclo y en múltiples ocasiones dentro de él
-espero- de contestar a esa y a otras preguntas. Está claro que no es
un emplazamiento para contestar en este momento, y sabe S.S. que no
puedo concederle un turno ahora.




El señor ALCARAZ MASATS: Que conste, señor presidente, que el señor
Anguita no comete ninguna descortesía, porque tenía intención de
contestar pero no lo permite el Reglamento.

Muchas gracias, señor presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Alcaraz.

Pasamos a la intervención del Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió), que será representado por su portavoz, don
Josep López de Lerma i López.




El señor LÓPEZ DE LERMA I LÓPEZ: Señor presidente, señorías, señor
presidente del Gobierno, se ha podido comprobar que este debate es de
arqueo, es decir, de recuento y balance de lo realizado a lo largo de
esta legislatura, y no podría entenderse de otra manera cuando sólo
faltan unos meses, acaso medio año, para unas nuevas elecciones
generales.

Me sitúo en 1996 y digo que, desde la diferencia, Convergència i Unió
alcanzó con el Partido Popular un acuerdo programático que facilitó
la investidura del presidente Aznar y la formación de un Gobierno.

¿Fue fácil? Pues, señorías, no exactamente. En política, cuando el
contenido y el continente son distintos, se llega a la transacción
forzado por las circunstancias, las conveniencias y también las
convicciones. Es la realidad, con toda su crudeza, la que aconseja el
pacto; no lo es la certeza final de su resultado. Las circunstancias
derivaban de los resultados electorales. Las urnas señalaban la
alternancia. Se apostaba por el cambio, pero se recelaba respecto de
cómo pilotarlo. Quizá por ello se negó la mayoría absoluta a quien la
había requerido y se nos encargaba a otros la tarea de modularlo. Un
cambio sin



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traumas, este fue el encargo recibido de las urnas. Las conveniencias
nacían del momento político y de la situación económica. España había
avanzado hacia su normalización europea. Persistir en el rumbo
escogido era una necesidad de Estado, y el objetivo era situarnos en
la unión económica y monetaria. Y las convicciones, que las hubo, se
sustentaban en la responsabilidad.

El nacionalismo catalán siempre ha sido factor de modernización y de
estabilidad para el Estado. Nosotros mismos, con UCD, con el Partido
Socialista, en tiempos de suficiencias y de insuficiencias
parlamentarias, que las hubo, veníamos contribuyendo a que España
superara la decadencia y pudiera afrontar el futuro con confianza y
con ambición. Apoyar su investidura, señor Aznar, fue un acto de
responsabilidad repleto de angustias partidarias, pero la grandeza de
la política consiste en practicar el coraje, instalarse en la
coherencia de toda una trayectoria y llevar a cabo el compromiso
contraído con el electorado, con nuestro electorado, que consistía en
ser fuerza decisiva en la política española tanto para hacer como
para evitar.Pactar en Madrid, con unos o con otros, con ustedes,
siempre comporta riesgos para Convergència i Unió, pero no estamos en
la política española para gustar, sino para influir eficazmente en la
gobernación del Estado. Disponiendo de proyecto y de programa, sobra
la esterilidad del testimonialismo. Se la dejamos a otros.

Al iniciarse la presente legislatura, España no cumplía ninguna de
las exigencias para ingresar en la unión económica y monetaria, como
esta tarde se ha dicho. Se hallaba convulsionada en lo político por
la crispación derivada de confrontaciones personales nada ejemplares,
indecisa respecto de la vertebración territorial del Estado y
dispersa respecto de sus posibilidades, las individuales y las
colectivas. De alguna manera se había interiorizado el miedo al
mañana, no se visualizaba la esperanza ni se vivía en el necesario
sosiego, existía una profunda crisis de confianza hacia lo público
y en particular respecto de los políticos. ¿Qué valoración hacemos hoy,
tres años y medio más tarde? La evolución de la economía debe
considerarse positiva. En efecto, hemos crecido por encima de la
media comunitaria europea; la inflación se ha situado en su mínimo
histórico; el déficit público se ha reducido al 1,9 por ciento
partiendo del 7,3; se han creado 1.200.000 puestos de trabajo, como
se ha insistido a lo largo de esta tarde; la contratación laboral
tiende a la estabilidad y huye de la temporalidad; la demanda interna
ha dado un espectacular vuelco y crecen tanto el consumo como la
inversión; el tipo básico de interés es del 3 por ciento cuando seis
años antes era del 11,3; las exportaciones han aumentado; se ha
practicado una sana estabilidad presupuestaria y la creación de
nuevas empresas es, señorías, el corolario de un sugerente
crecimiento económico que tiende a más. Podemos concluir, por tanto,
que la economía española pasa por el mejor momento de los últimos 25
años y que la incorporación a la unión económica y monetaria resume
su innegable fortaleza. Pero estos resultados, señorías, tienen
una explicación y, sobre todo, un punto de partida. Voy a
hablarles de ello.

Para que un país avance son precisas bastantes cosas. Una, que es
básica, disponer de estabilidad política. Naturalmente, deben darse
otras cualidades, por ejemplo, capacidad de autoestima, ambición,
mentalidad abierta, actitud vitalista, cierto entusiasmo colectivo
respecto de nuevos horizontes de progreso. Pero sin la estabilidad
política, aquella que garantiza la existencia de un Gobierno con
plena capacidad de actuar y un Parlamento que le facilite los
instrumentos adecuados, sin estabilidad política, todos los demás
atributos quedan rebajados en sus respectivas potencialidades. Siendo
útiles, no alcanzan su óptimo desarrollo.

Ni Cataluña ni el nacionalismo catalán somos una maquinación
antiespañola. Permítame que lo diga aquí aunque más adelante vuelva a
tratarlo. Por el contrario, nuestra voluntad de intervenir política,
económica e incluso ideológicamente en el conjunto de España nos ha
llevado a dar la suficiencia parlamentaria que las urnas negaron a
UCD, a los socialistas y ahora a los populares. No tenemos voluntad
de bisagra política. Somos opción de Gobierno porque tenemos proyecto
y disponemos de programa. Asegurando la estabilidad política hemos
producido gobernabilidad en tres periodos distintos de nuestra
reciente historia. Deberán aceptar, pues, que nos importa más
impulsar que frenar, deberán convenir que tenemos una actitud
constructiva en la acción política y deberán reconocer que lo hemos
practicado desde la centralidad del espacio político.

En estos últimos días, señor Aznar, quizás porque el campaneo
electoral debía sonar fuerte, se nos ha dicho desde su gabinete por
algunos de sus miembros que nuestro papel se ha circunscrito -y cito
textualmente- a acompañarle debido a su buena gestión. No queremos
polemizar, sólo constatamos que algunos de sus ministros no han
entendido nada. Sobre todo reitero el valor del factor estabilidad y
nuestro compromiso con la gobernabilidad; aquello que hizo posible su
investidura, que explica la asunción de una responsabilidad
arriesgada: la nuestra.

Señor Aznar, con el debido respeto pero con toda firmeza, usted ha
estado cicatero esta mañana en el reconocimiento de nuestro decisivo
papel para el progreso del país. No digo nada más. En 1992, cuando
Convergència i Unió venía reclamando desde hacía tiempo un cambio
radical en la política económica dirigida por el ministro Solchaga y
reclamaba mayor inversión, refuerzo de la competitividad,
modernización del tejido productivo del país y sugería flexibilidad
laboral, reducción de tipos de interés, privatizaciones y
liberalización sectorial, no se nos hizo caso; en 1992 no se nos hizo
caso. Lo pagamos caro. Hundimos nuestro crédito externo y nos
llegaron tres sucesivas devaluaciones de la peseta, lo que minó
confianzas internas.

Tras las elecciones generales de 1993, pusimos nuestros votos al
servicio de la estabilidad política bajo elcompromiso socialista de
dar un giro sustancial a su



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política económica. Así se hizo, debe reconocerse. Fue entonces
cuando empezó la recuperación mediante el rigor presupuestario, la
reducción de la presión fiscal sobre la empresa, sobre todo la
familiar, el apoyo a la inversión productiva, la reforma del impuesto
de sociedades, la corrección de la doble fiscalidad en el ámbito
internacional, la paulatina baja de los tipos de interés, la
adecuación del sistema financiero a las directivas europeas, las
actuaciones de impulso a la exportación y un fructífero largo
etcétera. Aquello, lo realizado a partir de 1993 dando estabilidad y
gobernabilidad, constituyó la base sobre la que se ha construido el
actual edificio del crecimiento económico y ocupacional.

Sin nuestro decisivo papel y, naturalmente, sin los aciertos del
entonces Gobierno, no estaríamos haciendo un balance altamente
positivo de la situación económica que vive hoy España. Sin aquella
cimentación de entonces, la iniciada en 1993 y practicada hasta 1996,
no se hubiera podido profundizar en el apoyo a la economía
productiva, revisar como se ha hecho la fiscalidad individual y
societaria bajándola, incrementar la inversión pública, rebajar el
coste de los peajes en las autopistas, rebajar el precio del dinero,
acometer reformas estructurales, reducir el papel intervencionista
del Estado, mantener bajo control el déficit público y la inflación,
dimensionar la ocupación laboral, facilitar el consumo, reducir las
retenciones en el impuesto sobre la renta de las personas físicas y
un largo etcétera. En definitiva, señorías, señor presidente, nuestra
aportación a la estabilidad política y a la gobernabilidad ha sido
decisiva para consolidar en esa legislatura y con usted, señor Aznar,
una pauta de crecimiento estable, equilibrado y sostenido que se
inició en la anterior. Pero, reitero, sin la solidez de la base
consolidada a partir de 1993 no se hubieran alcanzado unos resultados
tan buenos en tan poco tiempo. ¿Está todo hecho en el terreno de la
economía, señorías? Pues no. Entrar en la unión económica y monetaria
era importante, pero mucho más importante es permanecer en ella, es
el actual reto como país. Y aquí, señor presidente del Gobierno, es
donde observamos, y se lo digo con toda sinceridad, cierta
autocomplacencia que debemos desterrar. Hay que seguir trabajando. El
caso de Italia, para no ir más lejos, con una regresión en el
crecimiento económico y con una corrección al alza de un déficit
presupuestario, nos obliga a reflexionar; no es un ejemplo a imitar.

Debe saber, señor presidente del Gobierno, lo sabe ya, que puede
contar con nuestra disposición para tratar, para hablar sobre la
confección y consiguiente aprobación de los Presupuestos Generales
del Estado para el año 2000. Es un nuevo acto de responsabilidad
hacia el conjunto del país, hacia la sociedad, hacia los ciudadanos,
que quizás no todos practicarían en estos tiempos, pero para nosotros
la política es exigencia y, si hemos sido decisivos para construir
una sólida política económica, si hemos sido claves para
robustecerla, no podemos abandonar el barco de la coherencia
restándole estabilidad política, estabilidad parlamentaria, al actual
Gobierno. Ahora bien, algo habrá que hacer, algo habrá que modificar
para que nadie cambie.

Quiero decir que la sostenibilidad económica precisa de algunos
regates en corto. Por ejemplo, debemos fidelizar nuestra actuación al
programa de estabilidad acordado y no automarginarnos de él, debemos
seguirlo; debemos apoyar la internacionalización de nuestras
empresas. Hay una moción de Convergència i Unió que marca la pauta a
seguir y el horizonte presupuestario, señor Aznar, debe acogerla.

Debemos favorecer la innovación empresarial y potenciar la
investigación, algo muy claro; los desencuentros en esta materia en
el seno del Gobierno son tan inauditos como improductivos. Vamos a
tratar de introducir en los presupuestos algunas medidas concretas en
I + D, se terminó esto de lanzar el mensaje desde hace años de que el
próximo será el año del I + D, porque esta vez lo será. Debemos
redactar un estatuto de la microempresa que permita reconocer las
características específicas de la pequeña empresa en el ámbito
administrativo, laboral y fiscal, y vamos a proponer incentivos a la
creación de empleo por parte de trabajadores autónomos. Debemos
arbitrar la posibilidad de cambiar de fondo de inversión sin
penalización fiscal, para no lastimar el ahorro. Debemos impulsar
nuevas políticas activas en materia de ocupación. Se ha hecho mucho,
pero también es mucho lo que está pendiente. Debemos explorar la
posibilidad presupuestaria de rebajar las cotizaciones sociales en el
año 2000 y debemos asegurarnos de que el país invierta en
infraestructuras, las terrestres, las portuarias y las
aeroportuarias. En esto, especialmente en lo último, no somos un
modelo de previsión ni de gestión. El llamado caos aéreo resta
credibilidad a su acción de Gobierno, señor Aznar; angustia a los
usuarios, resulta vergonzoso para el conjunto de la sociedad y mina
la reputación internacional de España.

Señor presidente, señorías, ser hoy progresista no es una opción,
sino una necesidad requerida por la sociedad. Por eso, nuestro grupo
parlamentario ha unido siempre prosperidad con progreso social,
porque de nada sirve una política orientada al desarrollo material si
no contempla como elementos inherentes a la misma la solidaridad y el
bienestar de los ciudadanos. Gobernamos para las personas y no
podemos olvidarnos de ello. En ese sentido, el voto de investidura y
el pacto que lo sostenía garantizaban la práctica de políticas
favorables al mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones,
la extensión de la gratuidad de la enseñanza y su mejora cuantitativa
y cualitativa, el crecimiento de los recursos destinados a la sanidad
pública, medidas de apoyo a la protección familiar, mayor atención
a los discapacitados, incorporación al mundo laboral de los jóvenes y
de los parados, consolidación de la Seguridad Social, desarrollo
eficiente del pacto de Toledo, etcétera. Ahuyentamos fantasmas con
nuestro apoyo y consolidamos certezas, porque también éramos -somos-
factor de equilibrio y de moderación.Si me permiten, y no es
petulancia, también factor de sensatez.




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Pero la cultura de la responsabilidad nos ha inducido a explorar
nuevos terrenos en el ámbito social. Así, la modificación del
tratamiento penal de la insumisión, la cooperación internacional, la
reforma de la Ley de Extranjería, el apoyo a las ONG o al denominado
tercer sector, la supresión del servicio militar obligatorio - por
cierto, todos ustedes se oponían, pero todos la han votado; la cosa
era buena-, la explotación laboral de la infancia, la objeción de
conciencia a la prestación social sustitutoria, el voluntariado, la
fiscalidad familiar, etcétera; todo ello constituye un abanico de
actuaciones, muchas de ellas a instancias de nuestro grupo
parlamentario, que protegen y potencian valores sociales de nuevo
cuño. En esta línea, nos permitimos avanzar que vamos a instarles,
señor presidente del Gobierno, a presentar el proyecto de ley de
inserción sociolaboral para fomentar el empleo de los colectivos
desfavorecidos y además le avanzamos que en los próximos días
registraremos en esta Cámara la reforma de la normativa sobre
mecenazgo. Hay que apoyar con fuerza la revitalización de la sociedad
civil.

Señor presidente del Gobierno, hay un terreno donde las cosas no van
bien. Me refiero a la justicia. Hemos generado reformas orgánicas,
legislativas y mayores recursos, es cierto; pero sigue siendo verdad
aquello que usted afirmó cuando su investidura, y le cito
textualmente: existe -dijo- una profunda insatisfacción en los
ciudadanos. Yo afirmo hoy aquí que no hay confianza, y no es para
menos. En la jurisdicción civil, la media de un procedimiento es de
un año en primera instancia y puede llegar a cuatro el recurso de
casación. El juicio de menor cuantía dura 436 días en vez de 100; el
de cognición, 320 en vez de 65, y el verbal, hasta 121 en vez de 36.

En el ámbito de lo penal y de lo contencioso-administrativo ocurre
otro tanto. La responsabilidad no recae principal ni exclusivamente
en jueces o magistrados o en los cuerpos que los auxilian. Se
equivoca, señor presidente del Gobierno, señor Aznar, cuando afirma,
como ha dicho esta mañana, que sólo podremos abordar la solución de
los problemas si los protagonistas de la vida judicial asumen
plenamente sus responsabilidades. En cambio acierta, se lo reconozco,
cuando plantea la necesidad de un amplio acuerdo parlamentario para
afrontar la necesaria modernización del sistema judicial. No se trata
tanto de simplificar procedimientos, que también, claro que sí, como
de modernizar el conjunto de la Administración de justicia en su
globalidad. A eso se refería la proposición de nuestro grupo
parlamentario de febrero último, de la que nada sabemos. Estamos en
junio y sentimos el peso ya de la asignatura pendiente que tampoco
resolveremos en septiembre. Mala cosa para una buena legislatura.Esta
descripción no puede esconder una realidad positiva: ningún otro
estamento del Estado ha sido tan autocrítico como el Consejo General
del Poder Judicial, esto debe reconocerse y además debemos
agradecerlo. Viene insistiendo el Consejo en la misma línea de
nuestra propuesta y debe quedar patente nuestra solidaridad con su
libro blanco.

Señorías, el debate sobre Europa y sobre Kosovo celebrado la semana
pasada nos ahorra tiempo y palabras, pero diré que la consecución del
ingreso español en la zona del euro es el éxito de esta legislatura,
es el gran éxito de esta legislatura. Además diré que es obra
específica de este Gobierno y de las fuerzas políticas que, como
Convergència i Unió, le han dado apoyo y que han inducido y apoyado
una determinada acción política, económica y presupuestaria. En el
ámbito europeo esta legislatura se salda positivamente y no sólo por
lo expuesto, que es mucho, sino también por lo obtenido en la reunión
de Berlín, donde la notoriedad reside en haber conseguido mantener
aquello que el presidente González logró. El mérito no es poco,
teniendo en cuenta el cambio de circunstancias, y así debemos
reconocerlo. En Berlín se actuó en la dirección correcta y España
salió beneficiada. La reciente cumbre de Colonia abre otras
perspectivas para la política exterior y de seguridad común. El
Tratado de Amsterdam favorece el impulso del escenario político
institucional de la Unión Europea, y ello debe ser estimulante para
todos. La formación de una nueva Comisión y la constitución de un
nuevo Parlamento debe ser útil para fortalecer el nosotros europeo
que tanta individualidad y que tanto egoísmo esconde todavía.

Señor presidente, saludamos esperanzados la llamada tregua de ETA.

Quisiéramos que la convivencia reinara en Euskadi y que la violencia
fuera cosa del pasado, que la normalidad democrática administrara
aquella querida tierra. Pero, junto al reconocimiento de la eficaz
actuación policial y judicial, que se otorga -la otorgamos- sin
reserva alguna, debemos señalar la aportación del Partido
Nacionalista Vasco y de Eusko Alkartasuna a la causa de la paz. Han
tirado del carro en medio de no poca incomprensión y de abundante
descalificación. La frase: «los nacionalistas nos alejan de la paz»,
pronunciada por un ministro -y no precisamente por el ministro de
Interior, al cual se le pueden recordar algunas otras frases- resume
el error de muchos y explicita por sí misma la gravedad de la
acusación. «Los nacionalistas nos alejan de la paz». Un grave error.

Lo de Euskadi es complejo, es cierto. Entristece la confrontación
verbal existente, aunque veamos -ya no sorprendidos- que tras las
elecciones los insultos se vuelven pactos. E inquieta cualquier
manifestación de violencia en un panorama suficientemente enrevesado,
donde la simple militancia en un partido político ha sido excusa
suficiente para el asesinato. Se nos dice que ha habido contactos
entre el Gobierno y ETA. Lo celebramos. Siempre hemos dicho que el
problema de fondo era político y hemos dicho siempre que desde la
política debía solucionarse. Aceptamos que la discreción acompañe las
conversaciones, claro que sí. Afirmamos con todo que Vitoria no puede
quedar al margen y que el frentismo, señorías, debe pararse, porque
sin convivencia, sin la generosidad del perdón y del olvido,
señorías, no es posible la paz y necesitamos todos la paz.




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Señor presidente, señorías, la dialéctica es inherente al ejercicio
de la política -qué voy a decirles a todos ustedes-, la democracia
parlamentaria es un mercado competitivo donde la argumentación, el
razonamiento, es instrumento de confrontación de ideas y proyectos
con la sana ambición de convencer. No siempre se convence, pero esa
es la intención. La palabra, por tanto, es la primera semilla de la
racionalidad, pero van a permitirme que ponga sobre la mesa de este
debate nuestra preocupación por los modos y las maneras de conducir
el debate político en nuestro país. Aquí, señorías, la difamación
sale gratis y el cainismo supera el relato bíblico. Hay cierta
abdicación de la responsabilidad en el ejercicio de la política
cuando lo ocurrente sustituye a lo sustantivo y el desahogo verbal a
la exposición razonada, cuando la descalificación del otro encabeza
la información periodística de uno. Debemos preguntarnos todos
-nosotros también, todos- si esta práctica es la más apropiada para
el fortalecimiento de la cultura democrática. Debemos interrogarnos
si de verdad incorporamos valores éticos a nuestra acción política.

Debemos saber que aquí cada uno representa un sector no exclusivo, y
tampoco excluyente, de la realidad plural del país, y que esto obliga
al entendimiento desde el respeto. Y debemos reconocer que la
política española está encerrada en el círculo vicioso de la
aniquilación del adversario.

Señorías, cuando un país va aceptablemente bien no se deben anunciar
las plagas de Egipto, porque la extravagancia en el análisis puede
producir la peor de las soledades. Vamos a un discurso político cada
vez más desdibujado respecto de la realidad social, y esto, señorías,
no es bueno. Los altavoces, ciertamente, refuerzan la voz, pero no
los argumentos. Existe cierta anorexia programática al lado de una
bulimia de verborrea. Estamos alimentando la sociedad de la
indiferencia, quebramos entre todos la confianza.

La democracia española ha crecido, se ha desarrollado y nos reclama
que tengamos en cuenta su madurez. Una cosa era transitar hacia la
democracia y otra distinta es vivir en democracia. Ayer era fácil,
muy fácil, crear ilusiones; hoy debemos ofrecer realidades. Sería
malo que los ciudadanos olvidaran que el gusto morboso por la
descalificación o el insulto -ese gusto morboso- siempre esconde
vacíos intelectuales, agotamientos programáticos y debilitamiento de
valores. Ni la alternancia se construye sobre el epíteto ni el
Gobierno se conserva desde el enojo. Aquí falta madurez, señorías,
y sobra griterío. Algo debemos rectificar si deseamos ser creíbles como
políticos, como servidores de la comunidad.

Señor presidente, a juicio del Gobierno, se ha producido un notable
avance en el desarrollo autonómico. No lo vamos a negar porque hemos
sido locomotora del mismo. Nosotros somos la locomotora. Ahí está el
nuevo modelo de financiación con capacidad normativa; más de 200
nuevos traspasos de competencias; la reducción de la Administración
periférica del Estado y la histórica supresión de los gobernadores
civiles;
diversas leyes de transferencias ejecutivas, entre ellas la de
tráfico para Cataluña; la adecuación autonómica de la normativa del
suelo; el nuevo sistema de financiación sanitaria; la gestión
autonómica de puertos estatales; la participación de las comunidades
autónomas en el Consejo General de la Formación Profesional;
numerosas reformas estatutarias; el traslado de las políticas activas
en ocupación laboral y el Inem, y un largo etcétera netamente
positivo para el fortalecimiento de la estructura territorial
autonómica del Estado. Pero no se ha interiorizado la realidad de una
España plurinacional, pluricultural y plurilingüística, ni en este
Gobierno ni en los escaños del Grupo Popular y tampoco en los del
Grupo Socialista. Sigue dándose una mentalidad temerosa de aceptar la
realidad y de actuar en consecuencia. No se entiende que la
diversidad es enriquecedora ni que la singularidad no se opone al
Estado. Se milita en la persistencia histórica, yo diría que
enfermiza, de la desconfianza. Unos y otros gimotean en el temor de
lo que ahora se llama desagregación de España. ¿No se dan cuenta,
señorías, que la afirmación de las personalidades colectivas, la
reivindicación de la diferencia, la diversidad cultural, lingüística
e incluso religiosa llenan el equipaje que nos acompaña hacia el
cambio de siglo? ¿O no es el alma europea plural en sus orígenes,
múltiple en sus expresiones y dispar en sus contornos? ¿Acaso lo
homogéneo es intrínsecamente bueno y maligno lo diferente? No les
planteamos un debate identitario, no se preocupen; personalmente no
me interesa. La radicalidad puede existir en las convicciones, quizá
deba existir obligatoriamente en ellas, pero no en su materialización
externa, porque más importa aproximarse para conocerse y evitar
alejarse para ignorarse. Aceptamos, señor presidente, que existen
sensibilidades distintas al examinar la vertebración autonómica del
Estado, lo aceptamos. Probablemente la explicación debe encontrarse
más en la historia y en las heridas que nos ha legado. Nosotros no
vamos a hurgar en ellas porque no se puede avanzar observando
persistentemente el retrovisor mirando hacia atrás, simplemente
decimos que las comunidades autónomas son Estado, y que en función de
su naturaleza constitucional deben asumir en su territorio la
representación de los intereses del Estado. Decimos también que la
generalización autonómica no debe administrarse desde la
homogeneización porque la realidad, al menos la catalana, descansa en
un hecho diferencial que pone de manifiesto la dimensión
plurinacional del Estado. Decimos igualmente que ni una cosa ni otra
entorpecen la existencia de un proyecto colectivo como Estado al que
-añadimos- venimos contribuyendo en positivo desde hace muchos, desde
1997 en esta Cámara y en el Senado.

Usted dice, señor Aznar, que ha terminado el tiempo de la
reivindicación competencial. Nos gustaría poderlo compartir, pero la
verdad es que no se han agotado las previsiones estatutarias; y ahí
está como ejemplo el asunto de las becas, tratado y acordado pero no
transferido. No se pueden cerrar las puertas y las ventanas



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que dejan abiertas tanto la Constitución como los distintos estatutos
de autonomía, ni se pueden ignorar los problemas existentes, por
ejemplo un nuevo sistema autonómico de diferenciación, que como usted
decía esta mañana -y cito textualmente- cobra un relieve especial.

Lealtad constitucional toda, pero en primer lugar aquella que
corresponde al Gobierno del Estado. No se puede exigir a otros lo que
uno incumple; primero hay que dar ejemplo.

Hemos reconocido, señor presidente del Gobierno, los progresos
habidos en el ámbito autonómico y nos satisface decir que, como
siempre, también en esto, Cataluña y en este caso Convergència i
Unió, impulsa para bien de todos, para el conjunto de España, pero
insistimos en la interiorización de la realidad plural y diversa de
España. Pondremos algunos ejemplos suficientemente ilustrativos.

En el ámbito internacional y de la Unión Europea se han regulado
determinados mecanismos para que las comunidades autónomas puedan
participar en la configuración de la voluntad política del Estado
ante la Unión Europea, sin embargo no han funcionado en absoluto; no
ha existido la necesaria voluntad política para incorporar
debidamente las comunidades autónomas en las relaciones entre España
y la Unión Europea, no ha habido voluntad política para mostrar a
Europa la realidad plurinacional del Estado. En materia cultural nos
correspondió frenar, evitar el decreto de humanidades por ser intento
de homogeneización cultural del Estado, justamente opuesto al
carácter pluricultural que expresa la Constitución; tuvimos que
defender la Constitución.




En el ámbito lingüístico, el Congreso de los Diputados ha ido
aceptando algunas iniciativas impulsadas por Convergència i Unió o
desde el Parlament de Cataluña destinadas a trasladar la realidad
plurilingüística del Estado a temas tan cotidianos como la moneda, el
pasaporte, el documento nacional de identidad o el carnet de
conducir. Se ha aceptado tramitar las propuestas, es cierto, ha
habido unanimidad, pero posteriormente se cae en el despropósito y
observamos dolidos -se lo digo con toda sinceridad, señor presidente-
cómo desde el partido del Gobierno se propone que la acuñación de
euros en catalán, galego o euskera no pueda producirse antes del año
2005 y sólo en determinadas ocasiones, las conmemorativas, es decir
para los coleccionistas. Es un despropósito, no lo entendemos.

También respecto al tema lingüístico escuchamos en su momento a
miembros del Gobierno recomendar que no se consuma cierto refresco,
la Coca Cola -no etiquetada en castellano-, a causa de las
intoxicaciones procedentes de Bélgica; es decir estamos reconociendo
la libre comercialización en España de productos etiquetados en
flamenco o francés, a la vez que el Grupo Parlamentario Popular y el
Grupo Parlamentario Socialista impiden que el etiquetaje de productos
pueda ser efectuado exclusivamente en catalán, en galego, en euskera
o en alguna lengua distinta del castellano. ¿Usted lo entiende?
Nosotros no lo entendemos, señorías;
se puede comercializar en flamenco y no en euskera, en catalán o en
galego. No lo entendemos.

Hay un segundo problema: la instrumentalización política de Cataluña,
en particular del nacionalismo catalán personalizado en Convergència
i Unió. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.




El señor LÓPEZ DE LERMA I LÓPEZ: Gracias, señor presidente.

Decía que hay un segundo problema: la instrumentalización política de
Cataluña y en particular de Convergència i Unió. Tenemos una visión
distinta de España y de su realidad, es cierto; pero venimos
promoviendo su modernización, su progreso económico y social, su
europeización, desde 1977 lo hemos hecho con gobiernos de distinto
color y en situaciones parlamentarias desiguales, lo hemos hecho
siempre -y lo haremos en el futuro- movidos por la responsabilidad
y la solidaridad; lo hacemos para todos. En cambio se utiliza a
Cataluña como arma dialéctica, se nos presenta como seres voraces y
egoístas que nunca tenemos suficiente, cuando lo cierto y verdad es
que venimos estando en la primera línea reformadora del Estado en
todos sus órdenes, no sólo en lo autonómico; en lo económico, en lo
social, en todos sus órdenes, incluso en el servicio militar. No
pedimos gratitud, exigimos respeto.

Reflexionen serenamente sobre ello, unos y otros, y reflexionen sobre
si es justo usar nuestra contribución a la estabilidad política y a
la gobernabilidad del Estado para remover aguas y lodos en la
búsqueda de un puñado de votos; si esto es ecuánime o es simplemente
miserable, si se contribuye de esa manera a la comprensión creadora,
o por el contrario al enfrentamiento inútil.

Acabo, señor presidente. Sin dirección política, señorías, no hay
confianza; sin proyecto político no hay perspectiva y sin estabilidad
política no hay certidumbre. Esta legislatura está prácticamente
consumida, pero es bueno acostumbrarnos a la normalidad que supone
convocar elecciones cuando el reloj se para, es decir cuando el
período constitucional expira. Somos conscientes de que muchas
miradas confluyen en nosotros y que el gesto, ya no la palabra, se
examina y se analiza bajo visión casi microscópica. De este discurso
saldrán muchas interpretaciones, señorías, estoy convencido, estamos
ya acostumbrados. (Rumores.) Se olvidan que aquí nadie es prisionero
de nadie, ni usted de nosotros ni nosotros de usted, y que fue el
acuerdo -económico, social, europeo, autonómico, catalán-, fue el
programa convenido y el sentido de la responsabilidad aquello que
posibilitó, desde la diferencia (porque somos distintos y además
ocupamos posiciones distintas en el espectro político), una
investidura, un Gobierno y un contenido legislativo y ejecutivo.

Cuando España en general, y con ella Cataluña se han beneficiado de
este pacto (y ahí están los resultados altamente positivos del mismo
para el conjunto de los



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españoles), lo sensato es administrar adecuadamente el tramo que
queda de legislatura y lo temerario sería sembrar interrogantes que
nada positivo pueden inducir. Al fin y al cabo, señorías, la grandeza
de todo político no consiste en ser seguidor de opinión, sino
generador de esperanzas y creador de futuro. Ahí reside, señor
presidente del Gobierno, nuestra común responsabilidad, la de
ustedes, la de usted y la nuestra, que deseamos gestionar desde la
eficiencia en este tramo final de legislatura. El balance de lo
conseguido es bueno, es altamente positivo; ahora debe redondearse
con unos presupuestos que sirvan al crecimiento económico, a la
creación del empleo, a la confianza inversora y también a la
credibilidad exterior. Se trata, señorías, de hacer irreversible
nuestra condición de socio fundador de la Unión Económica y
Monetaria.

Señor presidente del Gobierno, no le extendemos un cheque en blanco,
pero tampoco nos guardamos el talonario para mejor ocasión. Habrá que
tratar sobre su contenido -el presupuestario, como siempre, como cada
año-, y ya le hemos puesto deberes para este verano al indicarle
algunas pautas, si usted me permite la expresión coloquial. Deberemos
explicar, nosotros más que usted, cómo es posible combinar dialéctica
electoral con mantenimiento de la gobernabilidad aquí. No nos asusta.

Nos aterraría abandonar la coherencia porque sería signo de
debilidad, y ahí es donde nos sentimos especialmente confortables
porque el compromiso era, y sigue siendo, participar con capacidad
decisoria en la política española. Exactamente lo que hemos hecho y
deseamos seguir haciendo, porque la responsabilidad inspira y
acompaña nuestra acción política; desde siempre y para siempre nos
acompaña la responsabilidad.

Nada más, señor presidente, y muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor López de Lerma.

Señor presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías, quiero agradecer la intervención del portavoz de
Convergència i Unió, señor López de Lerma, así como el tono de la
misma, y decirle que en líneas generales comparto una buena parte de
los argumentos -no todos- que S.S. ha expresado.

Su señoría ha dicho -y yo comparto esa consideración- que sin duda
los pactos públicos que en su momento acordamos y firmamos, pactos
que presentados públicamente, evidentemente, y luego en una tarea de
Gobierno pueden someterse a cualquier tipo de juicios favorables o
desfavorables, y lo hemos visto esta misma tarde, en su opinión y
también en la mía han dado un buen resultado; en líneas generales han
dado un buen resultado tanto desde el punto de vista de los objetivos
que se pretendían conseguir como desde el punto de vista de aquellas
medidas que hemos adoptado para conseguir esos objetivos, y como
desde el punto de vista también de algo que a veces es más difícil,
y es procurar los mecanismos que en todo caso permitan diseñar,
poner en práctica y desarrollar ese tipo de políticas para la
consecución de los objetivos.

Su señoría me ha dicho que esta mañana yo he estado un poco cicatero.

Usted sabe que por regla general tiendo a ser escueto, pero he
agradecido, como no podía ser de otra manera, la contribución de su
grupo parlamentario a la estabilidad parlamentaria y a la consecución
de esos objetivos. No sé si S.S. me ha escuchado muy bien, pero
repito que ha sido en el primer párrafo del discurso. Sería absurdo
iniciar un discurso diciendo que estamos en el cuarto año de
legislatura - como S.S. ha dicho estamos en el horizonte final de
legislatura- y no comprender en eso todo aquello que ha contribuido
al mantenimiento de la estabilidad y por tanto a pretender que la
legislatura, como ha dicho S.S., tenga una conclusión absolutamente
normal en la cual no se produzca ningún sobresalto, porque somos
capaces también de seguir manteniendo en el final de la legislatura
el factor básico de la estabilidad, somos capaces de seguir
manteniendo objetivos, y somos capaces también de seguir sentando las
bases que puedan servir para que nuestro país aproveche el futuro de
una manera más intensa y más determinante. Por tanto quiero decir que
yo agradezco esa colaboración, agradezco esa contribución a la
estabilidad y comparto con S.S. que la estabilidad es requisito
absolutamente fundamental y básico. No he dejado de decirlo nunca,
aquí ni fuera de aquí, y es evidente que no hubiésemos podido
conseguir algunos de los objetivos que nos habíamos propuesto para
esta legislatura sin ese factor de la estabilidad. Creo que ese
factor de la estabilidad, señorías, que también implica una decisión
(la que en este caso corresponde al presidente del Gobierno sobre
convocatorias electorales), es también un factor muy importante cara
al futuro, porque en el futuro de España, en el futuro de lo que V.S.

ha dicho como la gran tarea no sólo de llegar sino de permanecer, y
si nos trazamos unos buenos objetivos conquistarlos y ser desde el
punto de vista de calidad de los mejores países europeos, seguirán
exigiendo en el futuro inmediato, al menos en mi opinión, dos cosas:
una fuerte estabilidad política, y un compromiso en cuanto a
objetivos que nos permite impulsar unas políticas para hacer posible
la consecución de esas nuevas metas y de esos nuevos retos a los que
me he referido esta mañana.

En consecuencia, por su colaboración y su estabilidad, por el
reconocimiento de esa colaboración, ustedes y nosotros hemos cumplido
razonablemente bien nuestras tareas. Desde luego, los acuerdos a que
llegamos en su momento (sería absurdo no reconocerlo, y además de
absurdo sería necio), se producen desde posiciones políticas
distintas, desde la suya y desde la nuestra, y se trató en su momento
por las circunstancias que fueran, porque siempre hay circunstancias
que hacen las cosas posibles o imposibles, pero se llegó a unos
puntos en común, a unos objetivos en común. (El señor Vicepresidente,
Fernández-Miranda y Lozana,ocupa la Presidencia.)



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A la hora de decir esto es muy importante lo que usted ha señalado
desde el punto de vista de los objetivos de nuestro país. Esta mañana
yo comentaba que a lo largo de esta legislatura España ha llegado y
ha cumplido los objetivos del euro, ha puesto en marcha el nuevo
modelo de las Fuerzas Armadas, ha hecho unas políticas activas muy
importantes desde el punto de vista de cohesión social en las
pensiones o en la sanidad, del bienestar que S.S. reconocía, hemos
puesto en marcha una reforma fiscal mediante la reducción de
impuestos, hemos practicado -y lo vuelvo a decir- algo que junto con
la estabilidad me parece absolutamente básico, que es el diálogo, el
diálogo político, el diálogo social. Es innegable que eso se ha
producido, que ha producido resultados y que ha sido de manera
persistente uno de nuestros objetivos y una de nuestras ambiciones y
hemos conseguido muchas metas en términos de empleo.

Comparto plenamente con S.S. lo que ha dicho respecto a los objetivos
de la unión económica y monetaria. Es verdad. Nosotros no tuvimos
otras responsabilidades en el pasado inmediato, SS.SS. compartieron e
impulsaron algunas, pero en el propio discurso de S.S. hay un
reconocimiento muy claro: el 3 de mayo de 1996 -tengo que decir que
desgraciadamente- España no cumplía ninguna de las condiciones de
convergencia económica. No digo que porque no se persiguiese la
entrada que sí, sino porque era demasiada la corrección que había que
hacer de algunas políticas, o sencillamente porque se tenían
objetivos distintos que no producían exactamente esos resultados.

Convendrá S.S. que en ese terreno no hemos tenido mucha materia de
discusión. El objetivo de llegar a la unión económica y monetaria, el
objetivo de llegar al euro desde el momento fundacional del euro fue
uno de nuestros objetivos, era uno de nuestros objetivos, pero sobre
todo importa que lo hemos hecho posible.

Su señoría recordará, y probablemente lo recuerde mejor que yo porque
como ha recordado Convergència i Unió apoyaba al Gobierno de
entonces, cómo siempre se recordaba el incumplimiento por España de
las condiciones de convergencia sobre el acercamiento de España a un
rombo que era el típico ejemplo en el cual unos países estaban dentro
del rombo y otros permanentemente fuera y se podía decir: no se dan
las condiciones para que España llegue a la hora exacta de la puesta
en marcha del euro.

Quiero decir que en el Consejo Europeo que se celebró en Madrid en
1995, el Gobierno de España entonces tuvo buen cuidado -yo no digo
que se equivocara, hizo bien probablemente- de establecer una
cláusula en virtud de la cual todos los países que entrasen en la
moneda única después de 1999 tendrían las mismas condiciones que los
países que entrasen en 1999. Afortunadamente la realidad es que esa
cláusula no ha hecho falta, porque hemos sido capaces de llegar en
1999 y cumplir todas nuestras condiciones. En todo caso, estoy de
acuerdo con S.S. en que llegar ha sido muy importante, pero desde el
punto de vista de
lo que significan los objetivos de nuestro país hay que seguir
trabajando, hay que seguir esforzándose, hay que conseguir claramente
esas nuevas metas y esos nuevos objetivos.

He planteado hoy algunos objetivos que me parecen muy importantes
para el futuro de nuestro país y creo sinceramente que podemos
coincidir, que podemos plantear conjuntamente también para el futuro,
la necesidad que tenemos de seguir mejorando nuestro nivel de empleo,
la necesidad que tenemos de seguir mejorando nuestra calidad de
sistema educativo, la necesidad de mejorar la investigación y
desarrollo y la tecnología, la necesidad de seguir practicando
políticas de cohesión social, incrementando nuestro bienestar y como
es también una participación más activa, más fuerte y más decidida
todavía en el ámbito de la Unión Europea.

Todos esos objetivos, que son objetivos que yo creo podemos compartir
y que son muy importantes, señoría, dentro de lo que deben ser, como
conoce S.S., los objetivos fundamentales que en mi opinión debe tener
nuestro país para los próximos años, es decir consolidar la esperanza
de paz en el País Vasco, llegar a una situación cercana al pleno
empleo en los próximos años y por supuesto elevar nuestro nivel medio
de renta hasta llegar al menos en los próximos años, en la primera
década del siglo próximo, al 90 por ciento de la renta media de la
Unión Europea. Se me dirá, señorías, que son objetivos muy importanes
y muy ambiciosos. En este momento no me voy a referir a superar las
consecuencias de la violencia en el País Vasco, sino por supuesto
también vencer uno de los problemas más graves que ha tenido España y
más importantes como es el problema del empleo. Para eso tenemos que
seguir practicando una política económica, señorías, como es la que
se ha venido practicando hasta ahora y que hemos sido capaces de
compartir. A mí me parece razonable y lógico, que S.S. haga una
enumeración de aportaciones de su grupo parlamentario lo más larga
posible. Comprenderá S.S. que yo diga que las propuestas desde el
punto de vista de lo que es la acción directa del Gobierno han sido
suficientemente intensas como para producir una coincidencia que como
digo ha dado esos frutos.

Agradezco su predisposición a hablar y a acordar los presupuestos del
año 2000, justamente porque manifiesta una posición coherente con lo
que S.S. decía. Ahora que estamos en los presupuestos del año 2000
son los primeros fundamentales, entre otras cosas para seguir
creciendo en condiciones de estabilidad, de creación de empleo y
seguir aumentando nuestra capacidad de acercarnos en calidad de vida
a los países más desarrollados de la Unión Europea. Hemos practicado
durante estos años una política que ha hecho muchas reformas, que ha
producido sus resultados, pero que ha puesto las condiciones para
poder plantearnos razonable y sensatamente, esos objetivos.

Si cerramos este año -lo vuelvo a decir- superando el 80 por ciento
de la renta media de la Unión, es



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razonable para la próxima década plantearse llegar al 90 por ciento,
y es lo que tenemos que hacer, pero no tenemos que perder en ningún
caso la base fundamental de donde partimos, y no debemos practicar
políticas -estoy convencido que S.S. coincide conmigo- que puedan
producir desequilibrios desde el punto de vista económico y social, o
que puedan mermar la capacidad de competencia o creación de empleo de
nuestro país.

Siempre lo hemos dicho, siempre lo hemos mantenido, y creo que ahí
podemos estar de acuerdo. La gran diferencia española con los países
europeos es esencialmente su nivel de ocupación. Hemos puesto ese
ejemplo en esta Cámara en algunas ocasiones. Un trabajador español
está en las mismas condiciones, produce lo mismo que un trabajador
británico, simplemente ocurre que en términos comparativos a la
población y a la población activa hay muchos más ocupados en el Reino
Unido que en España.

Nuestro problema era de ocupación, era de empleo, y es el problema
básico, la causa fundamental del tiempo que tenemos que recuperar.

Por eso, señorías, no nos podemos equivocar de políticas, y por eso
el camino que hemos andado en estos años no se puede desandar
practicando políticas que desestabilicen o que pongan en peligro la
competitividad o las potencialidades de crecimiento de nuestra
economía. ¿Cómo podemos mejorar? Es evidente que todos tenemos una
obligación muy importante. Hay una obligación de carácter general que
es estar en el marco del plan de estabilidad europeo, la sorpresa
para algunos, señoría, es que los países -hay que recordarlo-, que
hasta hace tres años, expresión que ha desaparecido, por lo menos por
parte de España eso que se llamaban los países del Club Med, países
que no era fiables, que no eran sólidos, cuyas cuentas no se podían
creer, que siempre podían deparar una sorpresa y que no podían formar
parte junto con unos países con esa fama de serios, de rigurosos y de
estables; eso ya no existe en lo que se refiere a la política
española y en lo que se refiere a la economía española. Eso no existe
y es un éxito muy importante.

Ahora hay que ver cómo conseguimos mejorar esas posibilidades.

Tenemos el plan de estabilidad que hemos de cumplir; tenemos nuestro
propio plan de estabilidad y de crecimiento, que permite un objetivo,
señor López de Lerma, absolutamente ambicioso. Permítame que le haga
una pregunta: ¿usted hubiese creído factible hace dos o tres años no
ya que España entrase en el euro, que creo era factible, porque usted
estaba convencido de eso, pero cree factible que pudiésemos presentar
un programa económico en virtud del cual en el año 2002 en nuestro
país hubiese superávit presupuestario? Creo, señorías, que muy pocos
podían pensar que eso era posible. Ha sido el dinamismo económico
y el dinamismo de la sociedad española los que lo han hecho posible. No
me parece en este momento razonable en absoluto, ponerse a discutir
qué va a hacer usted cuando tenga superávit presupuestario. Lo
que quiero es tener el superávit presupuestario, porque si eso es así
se habrán producido no ya las condiciones sino un salto muy
importante en términos de renta y de empleo para que realmente sea
así, siempre, insisto, que no quebremos ningún desequilibrio
económico.

Participo, cómo no señoría, de lo que S.S. ha expuesto en relación
con la internacionalización de la empresa. Cada vez esa
internacionalización es más importante, cada vez es más necesaria y
debemos tenerla más presente. Yo citaba hoy el dato de que España es
el segundo inversor del mundo en Iberoamérica y el primero en muchos
países iberoaméricanos. Pero citaba, suelo citar y S.S. lo sabe, otro
dato que sin duda es muy importante. Siendo uno de los países del
mundo que recibe más inversión exterior, y en los últimos años
estamos en el cuarto o quinto país del mundo que recibe inversión
exterior, España se ha convertido en un país exportador neto de
capitales, lo cual es un cambio fundamental en la vida económica de
nuestro país, e indica las posibilidades que tenemos que aprovechar
en orden a seguir ganando puestos y posiciones que nos permitan una
mayor presencia económica en el mundo.

Me importa reseñar, señorías, la crisis financiera internacional, y
S.S. lo sabe, por una razón importante, y es por la detención del
comercio. El comercio en el mundo se ha detenido de manera
espectacular; ahora se empieza a recuperar otra vez, y eso ha
afectado, como no podía ser menos, a la balanza comercial española.

Claro que sí. Tengo que decir que esa balanza comercial española se
está ya recuperando como consecuencia de la superación de esa crisis
financiera internacional. No ya la demanda interna, que sigue en unos
ritmos de crecimiento sustancialmente fuertes y vigorosos. La
capacidad exportadora de nuestra empresa -y ahora no hablo de
internacionalización sino de exportación- vuelve otra vez a tener un
vigor que no había perdido, simplemente se había matizado como
consecuencia de esa crisis financiera internacional. La apertura de
nuestra empresa, bien por la vía de la inversión, bien por la vía de
la internacionalización, bien por la vía de la exportación en todo
caso, y la adecuación de sus condiciones de producción, de su
organización del trabajo, de la organización empresarial y de su
organización comercial a ese mercado internacionalizado y global, me
parece uno de nuestros retos más importantes. Convengamos una cosa,
señor López de Lerma; en un país en el cual la gran mayoría de sus
empresas, como S.S. sabe, son pequeñas y medianas, para las que
también hemos trabajado y hemos tomado medidas, las empresas grandes
españolas están haciendo un gran esfuerzo de presencia en muchas
zonas del mundo, en algunos casos incluso con algún que otro
conflicto. (El señor presidente ocupa la Presidencia.)



Hoy, por ejemplo, hay una empresa que ha consolidado una posición
como la séptima u octava empresa petrolera del mundo; hoy se ha
llegado a ese acuerdo, y son unas empresas que cumplen una función
muy



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importante. Al resto, al noventa y tantos por ciento del tejido
empresarial español pequeño y mediano, debemos recordar que hay que
seguir incentivando su transformación porque es al que más va afectar
y el que más posibilidades va a tener en orden a ese reto y desafío
de la internacionalización al que S.S. se refería hace unos momentos.

En consecuencia, ahí tenemos una tarea persistente, continua de que
ese tejido empresarial español pequeño y mediano se ha puesto en
marcha para conseguir esos objetivos. Ha tenido ya una renovación muy
importante, y sin haberla tenido hubiese sido prácticamente imposible
que se hubiese llegado a los resultados que estamos comentando, y que
usted señor López de Lerma no yo, ha calificado como los más
brillantes de los últimos 25 años en la historia de nuestro país.

Participo de lo que dice S.S. en cuanto a la investigación
y desarrollo. Quiero decirle que hicimos un esfuerzo -ya lo he citado
esta mañana- en relación con el I + D, en virtud del cual ya he dicho
que aprobaremos antes de fin de año el IV Plan nacional de
investigación y desarrollo. Ahí hemos hecho un esfuerzo, y es que
todo lo que había en investigación y desarrollo en los distintos
departamentos ministeriales se va a reunir en ese plan. Antes no
ocurría así, quizá porque no hubiese sido posible, pero ahora se va a
reunir en ese plan. Pero quiero recordarle que los gastos en
investigación y desarrollo han crecido desde el año 1996 al año 1999
de 191.000 millones de pesetas a 460.000 millones de pesetas.

Terminaremos el año 1999 en el 1 por ciento de nuestro producto
bruto, y la media de la Unión Europea es el 1,84 del producto bruto.

Por tanto, tenemos un camino muy importante que seguir en las
políticas de I + D, y estamos animando, desde la Administración, con
planes distintos, al sector privado a hacer una inversión cada vez
más intensa en investigación y desarrollo.

Su señoría podrá comprobar, si puede seguir las series estadísticas,
que desde que se aprobó la Ley de Ciencia, creo recordar que en el
año 1985, la inversión privada en investigación y desarrollo crece en
los momentos de ciclo económico alto y decrece muy expresamente
cuando hay situación de crisis. En este momento ya hemos recuperado
esa situación de crisis, pero esto nos debe llevar a pensar que lo
que es más importante es establecer unos mecanismos de distribución
porcentual, si cabe decirlo de esa manera, de recursos dedicados a
investigación y desarrollo, en virtud de los cuales la empresa
española pueda hacer una inversión estable que suponga en torno al 60
por ciento de toda la investigación y desarrollo que se produce en
nuestro país, y que en manos de las administraciones públicas esté el
40 por ciento, para llegar a esa media europea del 1,84, que es algo
que han seguido otros países donde no existe esa diferenciación, pero
sin duda tenemos ese camino que recorrer, y con toda claridad hay que
decir que tenemos un déficit en investigación y desarrollo que hay
que hacer lo posible por irlo superando poco a poco.

A ese respecto nosotros también hemos diseñado un proyecto en virtud
del cual se puedan tener en cuenta las posibilidades de incentivar la
innovación empresarial. Eso es muy importante, por las razones que S.

S. ha dicho. El concepto de innovación es a veces demasiado
escurridizo; hay que definirlo por razones de equilibrio
presupuestario, pero sí le digo que el Gobierno tiene la voluntad,
como he afirmado esta mañana, de presentar en la ley de presupuestos
de este año (y es algo que hablaremos con su grupo parlamentario) los
correspondientes incentivos que fomenten la innovación empresarial,
por ser conscientes de que es uno de los factores de déficit de
competitividad en España y, más aún, es un factor que drena o
dificulta las posibilidades de una mayor y más intensa creación de
empleo en nuestro país.

Ha habido un debate en muchas ocasiones (que estoy convencido de que
S.S. en algún planteamiento no comparte, y yo tampoco) en el cual se
dice que las políticas de innovación tecnológica, la revolución
tecnológica, el cambio en las empresas, es incompatible con la
creación de empleo. Nada más lejano de la realidad. Cuando se toman
los ejemplos de los países más desarrollados tecnológicamente llega
uno a la conclusión de que justamente los sectores donde hay más
creación de empleo son aquellos en los cuales hay más capacidad de
innovación y más capacidad tecnológica, y de eso es de lo que ahora
nosotros nos tenemos que ocupar.

Estudiaremos las propuestas que SS.SS. hagan en relación con el
mecenazgo, y evidentemente también es nuestra preocupación incentivar
las tareas de mecenazgo. Me parece lo propio en una sociedad abierta,
en una sociedad civil, en una sociedad que tiene que tener su
capacidad de iniciativa al margen de lo que significan las
administraciones. Simplemente le recuerdo al señor López de Lerma que
hemos trabajado sobre unos capítulos muy importantes, que hemos
compartido, de reforma fiscal: reforma del impuesto sobre sociedades,
reforma de la estimación por módulos para las pequeñas y medianas
empresas, reforma del impuesto sobre sucesiones para la transmisión
de empresas, reforma de la fiscalía de la vivienda, etcétera. Ahora
planteamos proyectos de innovación empresarial. Podemos hablar de
factores que se refieren a incitar a la sociedad civil, desde el
punto de vista del mecenazgo, siempre y cuando, repito, el elemento
fundamental sea el de esos equilibrios que hay que mantener, porque
si no no se plantearía ni sería posible alguna de las cuestiones que
S.S. ha dicho, como es aprovechar la oportunidad, no ya de estar,
sino de intentar ser los mejores en el ámbito de la competencia y en
el marco del Euro 11.

Desde el punto de vista económico y social, creo que S.S. podrá estar
de acuerdo conmigo en los objetivos en relación con el empleo del que
hemos hablado esta mañana: la contratación estable, el impulso de la
contratación a tiempo parcial (tenemos que seguir haciendo esfuerzos,
y también las empresas, para



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seguir impulsando la contratación a tiempo parcial); proyecto de
conciliación de la vida familiar y laboral, la movilidad funcional y
geográfica de los trabajadores, la negociación colectiva y la puesta
en marcha del plan de empleo, desde el punto de vista de acciones
formativas.




En relación con lo que ha dicho S.S. sobre la justicia, yo estoy de
acuerdo. Le agradezco además que haya utilizado mis propias palabras.

Es verdad que existe un sentimiento de insatisfacción sobre la tarea
de la justicia en nuestro país, y ese sentimiento de insatisfacción
hay que ir superándolo. ¿Por qué se produce? Por razones distintas.

No quisiera alargarme mucho tampoco en este punto, pero sabe S.S. que
el Consejo General del Poder Judicial aprobó un libro blanco con unas
recomendaciones que, en líneas generales, el Gobierno está procurando
seguir, con el apoyo de su grupo, en el impulso de iniciativas
legislativas. Se ha producido un impulso profundo de lo que son las
políticas legislativas y de medios personales y materiales en la
Administración de justicia. Si hablamos, por ejemplo, de la
jurisdicción contencioso administrativa, que desde el punto de vista
de agilidad y de eficacia era uno de nuestros mayores problemas, a
pocos días de entrar en vigor la ley se pusieron en funcionamiento 65
juzgados. En 1999 se crearon 89 juzgados, lo que implicó pasar de
cero a 154 juzgados en seis meses. En el año 2000 se prevén otros 26
juzgados más, lo que completaría una planta de 180 juzgados. Si
hablamos de la fiscalía, desde el punto de vista cuantitativo de
nuevas plazas, en 1998 se han creado 30 nuevas plazas, y en 1999, 34
plazas, estando previstas 36 plazas más para el año 2000. Entre 1996
y 1997 se han creado 116 nuevas plazas de jueces y magistrados; en
1998, 114 nuevas plazas, y en 1999, 137 nuevas plazas. En el año 2000
se prevé crear entre 145 y 150.

En relación con la justicia, hemos enviado muchas iniciativas
legislativas, algunas de las cuales están cumplidas, como el proyecto
de modificación del título VIII del Código Penal, el derecho de
aprovechamiento por turno de bienes inmuebles, la venta a plazos de
bienes inmuebles, la modificación de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, etcétera. Y hay otras (por no alargarme) tan fundamentales
como la Ley de Enjuiciamiento Civil, que sin duda para el proceso
civil es básica, y aprovecho para pedir un esfuerzo de comprensión de
su grupo, que estoy seguro que podremos contar con él. Sería muy
importante cerrar esta legislatura con una renovación de la Ley de
Enjuiciamiento Civil que, desde el punto de vista judicial, es una
tarea enormemente ambiciosa e histórica que debemos tener la
capacidad y la posibilidad de poner en marcha.

Esta mañana he hecho una apelación a la responsabilidad de los
órganos judiciales. De todos. Parece claro. En un sistema de derecho,
en un sistema constitucional de separación de poderes todos tienen
que cumplir con la responsabilidad que les corresponde, y he dicho
muy claramente que la justicia tiene un órgano de gobierno, que es el
Consejo General del Poder
Judicial. La responsabilidad de esta Cámara, la responsabilidad del
Gobierno es el impulso legislativo y, en la medida de nuestras
posibilidades, proveer de medios materiales y personales, pero no la
decisión del gobierno de la justicia, esa no nos corresponde.

Naturalmente yo hago una apelación al cumplimiento cabal de esas
responsabilidades, como es lógico, y parece lógico que sea así. Es
bueno que los ciudadanos sepan que hay un órgano de gobierno de la
justicia sobre el cual también deben emitir sus juicios sobre su
funcionamiento, sus posibilidades, su acción y sus objetivos de
futuro.

Me parece eso absolutamente esencial porque, sin duda, no podríamos
progresar, por mucho acuerdo político que llegásemos entre nosotros,
si no existe una determinación muy clara de responsabilidades y, en
todo caso, un respeto por parte de todos al ámbito de decisiones del
Consejo General del Poder Judicial al ámbito de decisión
jurisdiccional, el que sea, empezando por el Tribunal Supremo y, por
supuesto, terminando por todo tipo de órganos y juzgados en nuestra
justicia.




Por tanto, haremos lo posible por promover ese acuerdo parlamentario
que determine un mayor impulso, desde el punto de vista de lo que es
nuestra actuación hacia la justicia, pero también es verdad que, por
mucho que nos empeñemos, señor López de Lerma, ni de usted ni de mí
ni de todos nosotros depende sólo el que se puedan reducir los
niveles de insatisfacción en relación con el funcionamiento de la
justicia que pueden tener bastantes ciudadanos en nuestro país.

En relación con lo que es Europa y el euro, ya he hablado antes. Como
S.S. ha dicho que compartimos esos objetivos, me remito íntegramente
a ello.

Quiero agradecer a S.S. sus referencias y su apoyo en relación a lo
que ha sido permanentemente la lucha contraterrorista y, en todo
caso, su actitud constructiva respecto de lo que puede ser el
aprovechamiento de esta circunstancia en el caso del País Vasco. Se
pueden pronunciar a veces frases más o menos afortunadas, más o menos
intencionadas o más o menos útiles. Su señoría convendrá conmigo que
el problema es cuando no se pueden pronunciar, y hay gente que no
pueden pronunciarlas. Por eso esta mañana, entre otras cosas, yo
pedía que un primer acto, que debe ser básico y fundamental, que pide
un esfuerzo muy claro -y agradezco las ofertas de colaboración y
espero que se puedan poner en marcha inmediatamente, mañana, pasado-,
es la ley de reparación de las víctimas del terrorismo. Lo pido muy
expresamente, y le pido a su grupo parlamentario un esfuerzo muy
especial también en relación con este punto, que sé (tengo la
impresión) que están dispuestos a hacer, y que pido a todos los
grupos parlamentarios lo tengan en cuenta.

Ha hecho S.S. en su intervención una serie de consideraciones en
relación con el desarrollo autonómico, al cual, evidentemente, ha
trasladado unas realidades y, posteriormente, ha afirmado algunas
impresiones en el sentido de lo que se acababa o no se acababa de
interiorizar por parte de los demás. Yo creo que las realidades



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que S.S. ha expuesto me eximen, si no le parece mal, de cualquier
otro tipo de comentario, porque realmente se ha dado un impulso
importante al desarrollo autonómico a lo largo de estos años: desde
el nuevo sistema de financiación autonómica hasta el nuevo sistema de
financiación de sanidad, hasta las competencias transferidas. Es
verdad, hemos ido rellenando algo esencial, algo básico, como es el
desarrollo constitucional y los estatutos de autonomía.

Yo he dicho esta mañana, señoría, que me parece un elemento muy
importante, junto con el de la estabilidad política en general, el de
la estabilidad en el estado de las autonomías y, en este caso
también, el de la estabilidad competencial. Eso es bastante lógico y
S.S. lo convendrá conmigo, porque, como hemos hablado en algunas
ocasiones, si echamos la mirada -yo lo recordaba esta mañana- 20 años
atrás, donde no había nada ahora hay muchísimas cosas, y ese es el
acierto básico colectivo.

Lo que quiero decir es que hoy yo puedo entender -no voy a decir ya
que lo comparto ni que no lo comparto- dinámicas de reivindicación
competencial estrictas cuando realmente quedan unos trechos enormes
para producir un autogobierno real y el ejercicio real del
autogobierno, pero fundamentalmente entiendo que debemos perseverar
en un modelo de estabilidad competencial básico para hacer más eficaz
esa enorme disponibilidad de autogobierno que, en líneas generales,
hoy tienen nuestras comunidades autónomas y, en este caso particular,
la Comunidad Autónoma de Cataluña. Es evidente que no debemos
plantear ningún ejercicio que suponga mirar hacia atrás y es evidente
que siempre podemos estar perfeccionando los capítulos de ejecución
de competencias, pero S.S. sabe -como sabe que desde el punto de
vista español la dinámica cambia, que la dinámica ha cambiado desde
el punto de vista europeo- que hoy, por razón del euro, por razón del
pacto de estabilidad, son muchas más las obligaciones que pueden
tener las comunidades autónomas, desde el punto de vista del
mantenimiento de la estabilidad general, que las que podían tener
hace unos años; que, con la distribución de competencias y recursos
que hay en este momento, no es posible que las comunidades autónomas
no tengan una grave corresponsabilidad respecto al mantenimiento de
la estabilidad económica en nuestro país y las posibilidades de
futuro y que, como decía antes, no se pueden producir elementos
asimétricos que hagan imposible el perfeccionamiento de esos
equilibrios de carácter financiero.

Dicho de otra manera, el tener más responsabilidades y más capacidad
de autogobierno implica también saber que la capacidad de adaptación
y de reforma de la Administración del Estado es una capacidad ya
limitada. Su señoría ha puesto el ejemplo; la Administración
periférica del Estado ya se ha reformado, no la vamos a volver a
reformar. Ya se ha reformado, ya está integrada una delegación de
gobierno; ahora hay que
plantearse nuevos objetivos si también queremos ser más eficaces en
ese punto.

En consecuencia, ese es un debate en el que también nos podemos
encontrar desde visiones distintas; evidentemente, pueden tenerse
visiones distintas dentro de lo que es compartir un modelo
constitucional, un modelo estatutario y de mantenimiento del consenso
constitucional en relación con el futuro.

Su señoría ha planteado algunas cuestiones que realmente dependen de
la normativa europea, como es el caso de los etiquetajes, o de un
punto de vista puramente material, como es el caso de las monedas,
como es el caso del euro; pero, en líneas generales, me parece que
también en lo que es la pluralidad cultural de nuestro país y
lingüística de España se ha avanzado de un modo muy intenso.

Finalmente, agradezco a S.S. la apelación final a que podamos
continuar nuestros trabajos centrados, entre otras cosas, en los
Presupuestos Generales del Estado para el año 2000 con la mayor
tranquilidad posible que nos permita aprovechar las oportunidades
para nuestro país. Creo sinceramente que después de estos años de
gobierno y de colaboración podemos llegar a una conclusión: que,
desde el punto de vista general de autogobierno, de confianza, de
desarrollo económico y social, de menores niveles de paro y mayores
de bienestar, ese acuerdo y esa colaboración han sido provechosos
tanto para Cataluña como para el conjunto de España.

Gracias, señor presidente. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente del Gobierno.

Señor López de Lerma.




El señor LÓPEZ DE LERMA I LÓPEZ: Señor presidente, señorías, también
yo agradezco el tono de la intervención del señor presidente del
Gobierno y reconozco, como él ha hecho, que el resultado de los
acuerdos suscritos en 1996, a raíz de lo que señalaron las urnas, han
dado un fruto positivo para el conjunto del país, y de manera muy
especial para cada uno de los ciudadanos, y además por un igual. Esto
es prueba evidente de que nosotros trabajamos para el conjunto de los
ciudadanos de España, y no sólo, como a veces se nos acusa, para un
segmento del territorio español.

Los pactos, ciertamente, señor presidente, han dado un buen
resultado; creo que los objetivos marcados se han cumplido no sólo
dignamente, sino con resultados fructíferos, tangibles, en el ámbito
económico, en el ámbito ocupacional, etcétera, y celebramos que,
ahora sí, señor presidente del Gobierno, se reconozca el papel de
Convergència i Unió como factor de estabilidad política y, por tanto,
como elemento básico para disponer de Gobierno. Lo celebramos porque
hemos ofrecido estabilidad, hemos sido factor de modernización, hemos
sido elementos que garantizamos al país un gobierno y una buena
actividad legislativa y unos



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buenos instrumentos desde el Parlamento para el Gobierno.

La tarea de futuro, como usted dice, señor presidente, ya no es
entrar en la unión económica y monetaria -ya lo hemos hecho, era el
gran objetivo de la legislatura-, sino que es permanecer. Por eso nos
hemos permitido indicar algunos caminos, algunas direcciones, algunos
objetivos concretos que pueden, que deben, ayudar a que
permanezcamos, y además en buena posición, en la unión económica y
monetaria. Pero ello también será posible si el factor de la
estabilidad política y de la buena gobernación, ambas cosas, se dan.

Es cierto que en 1996 -no me duelen prendas decirlo- España no
cumplía ni una sola de las exigencias que el Tratado de Maastricht
señalaba para el ingreso en la unión económica y monetaria. Es
cierto. Y es igualmente cierto que hemos llegado, y además hemos
llegado bien, en buenas condiciones. Pero no es menos cierto lo que
he dicho antes. En 1992, y antes, habíamos denunciado una errónea
política económica, y en 1993, siendo garantes nosotros, Convergència
i Unió, de estabilidad y de gobernabilidad, arrancamos una política
económica distinta. Gracias a ese punto de arranque hemos llegado a
donde estamos, a la unión económica y monetaria.

Un país, naturalmente, tiene que tener ambición; ambición,
autoestima, capacidad de interiorizar sus propias posibilidades y un
Gobierno y un Parlamento que le marquen horizontes posibilistas. Eso
es cierto. Hoy, ahora mismo, los objetivos deben ser incrementar el
nivel de empleo, mejorar el ámbito educativo, también el de justicia,
promover la investigación y el desarrollo, la tecnología, asegurar la
cohesión social desde un bienestar para el conjunto de los
ciudadanos, permanecer en la Unión Europea, conseguir la paz en
Euskadi, elevar la renta, etcétera. Debemos tener esa ambición.

Nosotros siempre hemos dicho que un país sin ambición no tiene lugar
en el futuro. Lo hemos dicho aquí muchísimas veces. Por eso nosotros
tenemos una actitud positiva para tratar de los presupuestos del año
2000. Y tenemos esa actitud por responsabilidad y por coherencia. Las
circunstancias probablemente nos aconsejarían lo contrario, porque es
difícil explicar que podemos tener un debate electoral en Cataluña y,
en cambio, asegurar aquí la gobernabilidad, la estabilidad política,
y con ella el progreso económico y social del conjunto del país, el
conjunto de España. No será fácil, pero es lo coherente, es lo
responsable, es lo que se nos exige como políticos comprometidos con
el crecimiento económico, con el crecimiento ocupacional, con un
crecimiento de mayor calidad de vida.

La verdad es que no se pueden practicar políticas económicas
contradictorias con aquellas que nosotros mismos venimos impulsando
desde 1993 y desde 1996. Hoy, afortunadamente para el país,
disponemos de un plan de estabilidad y de un plan ocupacional,
homologado por la propia Unión Europea, que nos exige ortodoxia
económica presupuestaria. Ahí nos van a encontrar,
en la ortodoxia que impulsamos en 1993 y que les recomendamos a
ustedes en 1996, la que ha posibilitado algo que he dicho antes, que
se ha conseguido mucho en poco tiempo. Pero nosotros pusimos la
primera piedra. Con el Gobierno socialista y con la mayoría
socialista de entonces pusimos la base, los cimientos, y con ustedes
hemos construido afortunadamente el edificio, un edificio moderno que
tiende a la estabilidad, que asegura el progreso económico, que
asegura la cohesión social, que nos asegura estar finalmente de pleno
en Europa.

Me preguntaba el señor presidente del Gobierno ¿era factible, señor
López de Lerma, pensar en un superávit presupuestario tres o cuatro
años atrás? Bueno, probablemente aquí podríamos tener nuestras
discusiones, incluso las tuvieron y las tendrán en el futuro los
economistas y analistas económicos; pero convendrá conmigo, señor
presidente del Gobierno, que con aciertos y con errores, que
seguramente los hubo, en 1993 nosotros le dimos la vuelta a la
tortilla, permítame la expresión, y pusimos las bases de esa
recuperación económica a la que hemos llegado y pusimos los cimientos
a esa situación positiva que vive España en su globalidad. Pusimos
los cimientos europeos; los correctos.

Y celebramos, señor presidente, que apueste finalmente por la
internacionalización. Quizá sea exagerado decir finalmente; lo
retiro. Se ha trabajado en esta línea, señor vicepresidente
económico. Debe darse un gran paso en esto. Internacionalizar ya no
es sólo exportar. Estamos en un gran mercado único.

Internacionalizar, hoy, es eso y es además estar presentes, estar
situados, estar instalados en terceros países, que la empresa
española esté en otros lugares produciendo, liderando, y para ello
nosotros presentamos la moción que se aprobó unánimemente por la
Cámara y que les obliga y nos obliga a incorporarla sustantivamente
en los presupuestos del año 2000.

No puede ser, señor presidente del Gobierno, que muchas empresas
europeas se sitúen, a través de Holanda, en Hispanoamérica porque la
fiscalidad les ayuda in situ y además en su formación de holdings.

También nosotros debemos competir en ese mercado único europeo y de
Estado a Estado, y eso debe incorporarse también en los presupuestos
del año 2000. No lo entenderíamos de otra manera, no sería
internacionalizar. No es dar más ayudas a la exportación; no es poner
más dinero en esas partidas. Es todo un concepto de presencia
internacional de la empresa española. Por cierto, la productiva, la
que representa el auténtico tejido empresarial español, no sólo la
financiera, no sólo la empresa pública: la pequeña y mediana empresa.

Además, no sólo -que también- con subvenciones y con ayudas. Repito,
es todo un cambio de mentalidad, es algo conceptual, es algo
innovador para la economía española. Hemos dado un gran paso, pero
debemos dar otro, que es que España esté presente enel mundo a través
de sus empresas.




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En I + D usted nos anuncia, y lo celebro, el IV Plan nacional de
investigación más desarrollo, pero convendrá conmigo en que, cuando
hemos tenido que hablar del primero, del segundo, del tercero y ahora
ya del cuarto, es que algo no se ha hecho bien. Se ha progresado,
pero no hemos alcanzado el punto culminante de apoyo en I + D. Me
parece correcto, positivo y oportuno, lo que debía hacerse, reunir a
los distintos ministerios implicados y tratar de redactar algo que dé
contenido multisectorial a ese plan nacional de I + D. Lo celebro. Y
acepto que hemos crecido en investigación más desarrollo, las cifras
ahí están, pero no descansemos tanto y sólo en el Ministerio de
Defensa. El mundo, aunque en I + D lo lideren los ministerios de
Defensa, eso es cierto, apuesta por un I + D empresarial. (El señor
vicepresidente, Companys Sanfeliu, ocupa la Presidencia.) Hay que
trasladarlo a la empresa, hay que tratar fiscalmente el I + D como
una inversión, como una modernización de la empresa, ese debe ser el
concepto que debe trasladarse al Ministerio de Economía y Hacienda y
al conjunto del Gobierno. No es un capricho voluntario, tal y como
hoy casi se trata desde la legalidad; es también, como usted ha
dicho, un modo de ocupar laboralmente y yo le digo que es un modo
asimismo de modernizar el conjunto del país de su tejido empresarial,
un modo de estar presentes en la modernidad.

Lamentamos muchísimo que tras dos años y medio largos de anuncios
casi semanales sobre un proyecto de ley de innovación industrial,
éste no haya nacido. Aquí ha habido confrontación interna que
respetamos, pero, señor presidente del Gobierno, ese IV Plan nacional
de investigación más desarrollo que nos anuncia para el año 2000 o
para finales de este año, ese nonato proyecto de ley de innovación
industrial nos hace decir que de común acuerdo debemos aceptar que en
la ley de acompañamiento de los presupuestos generales de este año
algún porticón hemos de abrir. No puede ser que dejemos en el
registro de esta Cámara un gran proyecto legislativo, hay que
demostrar la voluntad política en los Presupuestos Generales del
Estado y lo que no se ha podido convenir en esos dos años y medio
entre el Ministerio de Industria y el de Economía y Hacienda hay que
exhibirlo de alguna manera en la ley de acompañamiento de los
Presupuestos Generales del Estado.

Señor presidente, es cierto que en justicia se ha avanzado, claro que
sí, y mucho. Se ha avanzado en creación de juzgados, en nuevas plazas
de magistrados y de jueces, en auxiliares de la Administración de
justicia, en secretarios judiciales, es cierto, y es igualmente
cierto que pertenece al ámbito del Ejecutivo y al ámbito del
Legislativo facilitar al Consejo General del Poder Judicial los
instrumentos que a la vez ayuden a una buena aplicación de la
justicia. Yo no niego el esfuerzo, pero constato la insuficiencia y
pongo encima de la mesa, lo reitero, el desánimo existente en la
sociedad. La justicia es un pilar básico en la democracia y debemos
hacer posible que la ciudadanía confíe en ese
pilar. Hoy existe un cierto desánimo, intranquilidad y desconfianza y
eso no es bueno para el conjunto del país ni para su funcionamiento.

Es cierto que tenemos ahí en medio, digámoslo así, la reforma de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, que es ambiciosa; estoy absolutamente de
acuerdo. Le diré más, señor presidente del Gobierno; es necesaria.

Cuando sus orígenes se remontan a 150 años atrás quiere decir que
otros gobiernos debieran haber ejecutado lo que este Gobierno se
propone hacer. Ciento cincuenta años son muchísimos. Estamos
tratándolo, estamos conviniéndolo y creemos que es absolutamente
necesario para la buena marcha no sólo de la justicia, sino también
incluso de la propia economía del país. Nos tiene a su disposición
para acotar los puntos de desacuerdo y nos tiene a su disposición
para intentar sacar adelante -y esperamos también la colaboración
responsable y positiva, de la que tengo pruebas, del Grupo
Socialista- la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil.

Nos pide apoyo para la proposición de ley de reparación a las
víctimas del terrorismo. Sabe que lo tiene todo, sabe que desde su
inicio apoyamos su gestación, sabe que sugerimos al Gobierno que
sería mucho mejor, porque políticamente es más ético que fuera una
proposición de ley y no un proyecto de ley y podíamos convenir todos
en esa necesidad. Nosotros estamos ahí, pero lógicamente deseamos
sentarnos con todos los grupos parlamentarios. No podemos firmar algo
en lo que algunos no están sustantivamente de acuerdo. Debemos
conocer qué diferencias hay, si es posible su subsanación, si podemos
encontrar entre todos un terreno común, que yo pienso que sí, porque
yo creo en la responsabilidad de todos nosotros. Pero sepa, ya que me
lo demanda, que nuestro grupo está a favor de esa proposición de ley
de reparación a las víctimas del terrorismo. Y sepa -ya lo conoce-
que desde sus inicios, responsablemente, sugerimos algunas cuestiones
que además están ya recogidas en el texto, pero que precisamos,
porque sería una buena demostración de sensatez y de responsabilidad
hacia el país que la inmensa mayoría de la Cámara se sumara a una
iniciativa que es absolutamente oportuna para unos momentos en que
tenemos esperanza de paz.

En lo autonómico ha habido un impulso importante, yo ya lo he
reconocido, pero siempre hay dinámicas de reivindicación competencial
cuando no se han completado los estatutos; siempre las habrá. Es
cierto que hoy las comunidades autónomas -también los ayuntamientos-
son corresponsables -lo digo yo- en el mantenimiento de la
estabilidad económica y, por lo tanto, de aquellos objetivos que nos
fijamos en el año 1996, que nos han llevado a la unión económica y
monetaria y que nos deben seguir asegurando su permanencia. Todas las
administraciones son mucho más corresponsables.




Tenemos visiones distintas, distintos son los posicionamientos
políticos, distintas las ubicaciones, lógicamente distintas las
interpretaciones. Pero desear ser,



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que es lo que quiere Cataluña, no es ser excluyente. La unidad del
Estado no está cuestionada. Nuestra participación activa y
responsable en la gobernabilidad del Estado se ha producido. Lo que
reclamamos para Cataluña no se lo negamos a nadie. Entonces, ¿por qué
hay en algunos momentos suspicacias? ¿Por qué en algunos momentos se
instrumentaliza? ¿Por qué hay cierta desconfianza? El punto de
partida hacia lo universal, señor presidente -y aquí creo que
estaremos de acuerdo-, es siempre la raíz de la personalidad propia.




El señor VICEPRESIDENTE (Companys Sanfeliu): Señor López de Lerma,
debe ir terminando.




El señor LÓPEZ DE LERMA I LÓPEZ: Gracias, señor presidente.

Nosotros hemos aportado al debate político español algo más que
reivindicaciones y estos días se nos ha dicho: sólo sirven para
reivindicar, y no se ha dicho desde estos bancos sino desde aquellos.

Hemos aportado serenidad, hemos aportado progresismo, hemos aportado
estabilidad política, hemos aportado gobernabilidad y hemos aportado
modernidad. Y deseamos que esto se reconozca. No queremos gratitud,
no estamos en política para presumir sino para resolver problemas,
para dar horizontes de esperanza a los ciudadanos, para señalar
metas, para ilusionar a la gente en un proyecto. De esto sí nos
sentimos orgullosos, de haber participado desde hace muchos años y es
lógico que nos acompañen nuestras convicciones y las consecuencias de
ellas, pero el resultado global ha sido desde hace años positivo para
España.

Le ofrecemos -reitero- nuestro sentido de la responsabilidad para
garantizarle un final de legislatura, que le exigimos que sea
eficiente, porque como usted mismo ha dicho no se puede perder el
tiempo. Hemos subido a un buen tren y ese tren debe seguir, nuestra
actitud no podría ser de otra manera, no podría ser otra. Se ha
hecho, hemos hecho un buen trabajo y ahora debemos completarlo, desde
lugares distintos porque la diferencia existe, pero debemos coincidir
porque el país nos lo exige y porque crecer, crear empleo, potenciar
las empresas españolas, seguir reduciendo los impuestos, asegurar las
pensiones y -si se me permite- seguir impulsando el propio desarrollo
autonómico son objetivos a obtener.

Como dice el presidente Havel, la responsabilidad debe acompañar
siempre al político, es un componente ético que nosotros asumimos con
dignidad desde la convicción.

Nada más, señor presidente. Muchas gracias, señorías.




El señor VICEPRESIDENTE (Companys Sanfeliu): Muchas gracias, señor
diputado.

Para un turno de réplica, tiene la palabra el presidente del
Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Muchas gracias, señor
presidente.

Señorías, intervengo con brevedad. (El señor vicepresidente,
Fernández-Miranda y Lozana, ocupa la Presidencia.) Desde el punto de
vista de la segunda intervención de la réplica del señor López de
Lerma podemos establecer varios puntos de acuerdo, que ya habían
resaltado, hacia el futuro, que sin duda es importante preservar y
mantener. El primero es el que ha dicho S.S. al comienzo de su
anterior intervención, que esto era una sesión de arqueo -me parece
que ha utilizado esa expresión-, en el sentido de decir que hay que
hacer el balance de lo que significan los tres años y el balance de
la colaboración. En cuanto a los objetivos que nos habíamos
propuesto, sustancialmente los hemos conseguido y eso indica que el
balance de nuestros pactos es positivo. Estoy de acuerdo con S.S. en
que la sensatez, el sentido común y el interés de todos y
fundamentalmente el progreso y la prosperidad de nuestro país nos
exigen, nos invitan, nos alientan, nos empujan y nos recomiendan, al
mismo tiempo, mantener esa colaboración de cara al futuro. Desde
luego, si S.S. la ofrece, le agradezco ese ofrecimiento y espero que
podamos seguir manteniéndolo hasta el final de la legislatura en esos
términos. Es evidente que ello nos debe permitir que sigamos
consiguiendo esos objetivos y planteando esas políticas.

El segundo semestre de 1999 -como he dicho anteriormente- viene
determinado por unas expectativas económicas aún mejores en el
conjunto mundial, en el conjunto europeo para algunos países
europeos. Algunos países europeos, especialmente Alemania y Francia
están mejorando su rendimiento económico y eso puede afectar
positivamente a una de las partes de nuestra economía que es la
exportación. Sabe S.S. que Francia, Alemania e Italia, por este
orden, son los principales clientes y proveedores de España. Y,
naturalmente, una alteración desde el punto de vista del consumo
interno en esos países altera el nivel de exportaciones de España,
que va en un 70 por ciento a la Unión Europea y de un modo muy
intenso y especial a esos tres países. Por tanto, es muy importante
que exista una mejora de expectativas económicas en esos países
porque, a su vez, eso permite, junto con el incremento del comercio
mundial y junto con la superación de la crisis financiera, una
mejoría de las expectativas económicas en España.

Coincido plenamente con S.S. en que tenemos que tener -y las tiene
nuestro país- nuevas ambiciones de cara al futuro. Lo importante no
es solamente tener esas ambiciones, lo importante es estar en
condiciones de conseguir y hacer posibles las mismas. Sin duda
estamos ante un momento especialmente importante desde el punto de
vista de las oportunidades, para hacer posible y factible algunas de
esas ambiciones a las que se ha referido, de mayor presencia, de
presencia más vigorosa, más intensa, de mayor rentabilidad no sólo
para nuestro país, en términos de empleo, sino también en términos de
bienestar, etcétera, en las mejoras que S.S. ha reseñado.




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Es evidente que tomar esta decisión o seguir impulsando este camino
tiene sus riesgos, como todo, señoría. Siempre hay algún proceso
electoral por delante, y el próximo proceso electoral parece que toca
en Cataluña. Toda política y toda decisión tiene sus riesgos, repito.

Ustedes asumen los suyos y nosotros naturalmente a asumimos los
nuestros, a la hora de afrontar procesos electorales, a la hora de
definir políticas y a la hora de establecer el momento en que deben
fijarse esas convocatorias electorales. Lo importante, insisto, es
que podamos seguir creando condiciones para que nuestro país siga
prosperando.

Su señoría ha vuelto a hacer hincapié en la internacionalización de
la empresa española y su importancia. Le voy a dar algunos datos que
me parecen muy relevantes. En mayo de 1996, dicho de otra manera,
cuando empezó nuestra colaboración, la inversión española en el
exterior era de 450.000 millones de pesetas. Al día de hoy, tres años
después de empezar nuestra colaboración, la inversión española en el
exterior es de dos billones 700.000 millones de pesetas, señor López
de Lerma. Me parece una cifra suficientemente elocuente, que
determina el nivel de internacionalización cada vez mayor de nuestras
empresas, camino en el cual hay que continuar. Pero también les daré
otro dato muy importante y es que la inversión española en paraísos
fiscales ha caído en tres años el 70 por ciento.

Por tanto, estamos hablando de un tipo de inversiones que a S.S. le
preocupaba, como es inversión productiva, que evidentemente provoca
un flujo extraordinario de presencia española en el exterior, lo cual
es determinante. Le quiero decir al respecto que hemos conseguido en
el día de ayer un mandato que yo creo que es razonable y positivo
para las negociaciones de la Unión Europea con Mercosur. Sabe S.S.

que el próximo lunes empieza la cumbre de Río entre la Unión Europea,
Iberoamérica y el Caribe. Había dificultades para conseguir un
mandato, y ese mandato hace que los acuerdos arancelarios y de
servicios puedan empezar a negociarse a partir del año 2001, si bien
teniendo presente la evolución de las condiciones de negociación de
la Organización Mundial de Comercio y los posibles resultados de la
misma. Pero creo que es un resultado razonable para el avance de la
relación entre la Unión Europea y una zona estratégicamente vital, en
mi opinión, no sólo para España sino también para la Europa del siglo
XXI Respecto al Plan nacional de investigación y desarrollo, Plan
nacional de I+D, quisiera distinguir dos cosas para explicar bien lo
que vamos a hacer. Como sabe S.S., en la Presidencia de Gobierno se
creó la Oficina de Ciencia y Tecnología, que es la que tiene la tarea
de coordinar la política de ciencia y tecnología en España. Se han
hecho dos cosas, no solamente se ha establecido esa coordinación sino
que lo que se llama la función 54, que es la función presupuestaria
que se aplica a investigación y desarrollo, por primera vez esté toda
junta. Es decir que se pueda tener una aplicación con proyectos
comunes de todo aquello que se destina a
investigación y desarrollo en España. Dicho de otra manera, del mismo
modo que, aunque pueda parecer pintoresco, no se conocía exactamente
hasta hace relativamente poco el número de funcionarios que había en
el país o el número exacto que había en las Fuerzas Armadas, tampoco
conocíamos exactamente aquello que se gastaba en investigación y
desarrollo. Hoy no solamente está identificado, sino que está
agrupado de tal manera que todo el esfuerzo pueda plantearse en la
misma orientación y dirección, con la participación de todos y
señalando sus objetivos. A partir de ese momento, cada vez son más
importantes -y soy muy consciente de ello- los recursos que las
comunidades autónomas dedican a investigación y desarrollo.

Naturalmente, también habrá que ver la compatibilidad de objetivos
para que podamos superar ese déficit con el concurso y la
colaboración de todos de una manera más intensa y efectiva. En cuanto
a la innovación empresarial, he dicho que la ley de acompañamiento
contendrá -lo podemos convenir, naturalmente por nuestra parte
estamos abiertos a ello- medidas de incentivo a la innovación
empresarial en el marco de estabilidad al que me he referido.

Por lo que se refiere a la justicia, coincido plenamente con su
señoría. Creo y deseo que, además de acotar los problemas que haya en
la Ley de Enjuiciamiento Civil, los podamos superar. Espero también
que el Consejo de Ministros pueda aprobar próximamente el proyecto de
ley concursal, es decir, toda la reforma de la legislación mercantil,
que me parece absolutamente básica desde el punto de vista procesal y
también desde el punto de vista de la contribución procesal al
incremento de la competitividad y las posibilidades de nuestra
economía.

En relación con el capítulo autonómico, señoría -y termino-, no voy a
enjuiciar la aportación de su grupo parlamentario en otros momentos,
ya me he referido a su aportación en este momento y su consideración,
pero no hablemos de suspicacias desde el punto de vista de
interpretaciones políticas. Quiero decir que se puede estar de
acuerdo o en desacuerdo. (El señor presidente ocupa la Presidencia.)
Cuando estamos en desacuerdo con ustedes, no es que tengamos
suspicacias, simplemente estamos en desacuerdo; cuando ustedes están
en desacuerdo, espero que no tengan suspicacias, simplemente están en
desacuerdo. Creo que no es una cuestión de suspicacias, es una
cuestión de voluntades de entendimiento y de plasmar razonablemente
acuerdos. La suspicacia es un terreno relativamente complicado para
meterse en él políticamente. En todo caso, lo que importa al final
es, como he dicho antes, el resultado de unas políticas, y creo
sinceramente que Cataluña ha mejorado mucho y que España también.

(Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente del Gobierno.

Por el Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV), tiene la palabra su
portavoz don Iñaki Anasagasti.




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El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Señor presidente, señorías, al ser éste
el último debate de su Presidencia y habida cuenta que hace tres años
dimos el sí a su investidura, podría servir este acto como
recapitulación de lo que dio de sí un compromiso político. Hace tres
años, tras una muy dura campaña y a pesar de venir nuestro partido de
un abismal desencuentro ideológico e histórico, firmábamos en la sede
de su partido un acuerdo de investidura. Fue un acuerdo público e iba
más allá de la mera aritmética parlamentaria. Tres años después
deseamos saber, señor presidente, qué queda de aquella apuesta, que
ha ido de más a menos, y hoy sería bueno que nos dijera lo que resta
de aquel compromiso que nosotros cumplimos escrupulosamente. Ustedes
lo hicieron en su primera parte: concierto, formación, devolución del
patrimonio; absolutamente nada en la segunda, que era el desarrollo
estatutario.

Quizás usted sea ya una persona distinta de aquella que tenía una
visión del juego político, llegando nosotros a creernos que se
iniciaba una nueva época y que usted iba en serio. No ha habido más
que escuchar en la última campaña electoral, a usted y a sus
ministros, para constatar que estamos en una especie de choque de
trenes, a pesar de que usted repite machaconamente que su modelo es
la Constitución y el estatuto. Pero como las palabras se las lleva el
viento, será bueno analizar si estamos hablando de lo mismo.

Se han cumplido veinte años de la aprobación de una Constitución que
tiene una disposición adicional primera que habla del reconocimiento
de una personalidad política diferenciada, con unos derechos
originarios, y cuando a alguien se le trata como diferente y tiene
unos derechos originarios, la única relación posible es el pacto
político. Ese es el núcleo de la adicional primera de la vigente
Constitución; pero usted, que habla tanto de la Constitución, no
cumple este requisito, no admite la singularidad, se va a la
uniformización.

En la Constitución se habla de la realidad plurilingüe del Estado.

Distintos grupos parlamentarios han presentado en la Cámara hasta
siete iniciativas distintas con el objeto de impulsar acciones
tendentes a dar respuesta cabal y plural a los ciudadanos bilingües.

El Grupo Parlamentario Popular ha optado por tomar en consideración
estas iniciativas, pero una vez aprobadas en Pleno o en Comisión se
paraliza su tramitación, sin que lleguen a constituirse las propias
ponencias. Esto es también hablar de una Constitución que el Gobierno
no cumple, mientras paralelamente se produce un discurso cargado de
tópicos, obviedades, arengas y, además, a quien osa hacer algún tipo
de objeción se le saca del campo de juego, como si la Constitución no
estuviera hecha para el hombre y no el hombre para la Constitución.

Habla usted, señor presidente, del estatuto. Efectivamente, aquello
fue un lugar de encuentro que ahora cumple veinte años, y sigue sin
completarse. Usted, en la investidura, se comprometió a ello. No ha
cumplido. Quizá le pese el que hace veinte años su partido votó no al
Estatuto de Gernika. Es más, y no sólo en nuestro
caso, se actúa en cada proyecto de ley como si los estatutos no
existieran: con leyes básicas se pretende mermar capacidades ya
asumidas. No hay forma de lograr que las comunidades autónomas tengan
una débil voz en relación con su participación en los órganos de la
Unión Europea. Les han enviado a ustedes un informe, que dormirá
nuevamente el sueño de los justos mientras se hurta información, se
actúa con opacidad y no se defienden con firmeza todos los asuntos, y
no sólo el del aceite de oliva, mientras la política pesquera
languidece, la agricultura de montaña es considerada cuestión menor y
se sigue viendo a Europa no como un espacio doméstico, sino como un
espacio de política exterior. El Gobierno no está acatando una ley
orgánica como fue el Estatuto de Gernika, que además fue refrendado
por el pueblo y aprobado en esta Cámara. No nos hable del estatuto,
cuando lo tiene usted clavado y rompiendo la ilusión que aquel lugar
de encuentro suscitó en la ciudadanía.

Señor presidente, en su programa electoral habló de regeneración
democrática. Usted apareció como un modernizador ético al que no le
asusta tomar decisiones, una persona capaz de convertir el Gobierno y
el Parlamento en instituciones de reformas valientes. Este plan
incluía los siguientes puntos. Reforma del Reglamento del Congreso;
usted no lo va a aprobar porque su Gobierno no quiere más control
político. Una ley de financiación de partidos políticos. Reforma de
los servicios de inteligencia; siguen sin control administrativo,
judicial y político, no sabemos qué hacen ni a quién responden.

Reforma de la justicia; no se ha tomado en serio el núcleo duro de lo
que tiene que ser una reforma en profundidad de la justicia española.

Señor presidente, durante el último año que hoy analizamos, hemos
escuchado no una sino mil veces un argumento recurrente: el Gobierno
del PP y el PNV llegan a acuerdos en todo menos en el delicado e
importante asunto de la violencia. Lo habrá usted escuchado, como lo
ha hecho todo el mundo, pero esto, señor presidente, no es cierto.

Este año ha sido un año de desencuentro continuo, no hemos estado de
acuerdo en casi nada. Lo argumento.

No se puede ser amigo ni socio parlamentario y presentar ustedes un
tan importante plan de humanidades que expuso en carne viva los
componentes ideológicos de una derecha incapaz de articular un
sistema educativo desde la pluralidad natural que conoce la propia
sociedad. Tras ser rechazado por el Congreso por no tomar en cuenta
algo tan constitucional como la realidad pluricultural y plurilingüe
de los alumnos, fue redefinido por un grupo de expertos que
elaboraron un nuevo dictamen que, por lo que se ve, al no ser del
gusto del PP profundo, duerme el sueño de los justos en algún cajón
del Ministerio.

No debemos de ser muy amigos cuando ustedes no hacen caso a nuestro
requerimiento de que presenten un proyecto de ley de reforma
universitaria. Se trata de una reforma mil veces anunciada y mil
veces pospuesta.




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No debemos de ser muy amigos cuando no se ha producido en toda la
legislatura ningún avance en la plasmación de la adecuación policial.

De nuevo, falta de respeto al Estado autonómico y al esquema
constitucional y estatutario.

No debemos de ser muy amigos cuando ustedes han recurrido al Tribunal
Constitucional y con gran virulencia la decisión del Parlamento vasco
de aceptar una propuesta del Parlamento kurdo en el exilio, que tiene
su sede en Bruselas, para hacer lo que han hecho en otros lugares de
Europa. Ustedes han visto en esta iniciativa un desafío cuando no era
más que una acción de mera solidaridad.

No debemos de ser muy amigos cuando en lo que respecta a los fondos
de cohesión Euskadi sigue discriminada dedicándose menos del 1 por
ciento a proyectos de infraestructura, de comunicación y de medio
ambiente.

No debemos de ser muy amigos cuando el Gobierno considera que todo lo
económico es básico y está incumpliendo el compromiso de revisar los
recursos a las normas fiscales. No sólo no se ha cumplido con la
retirada de los mismos, sino que se han ampliado. Hemos pedido
lealtad al concierto económico y se nos ha respondido con más
recursos.

No debemos de ser muy amigos cuando nos enteramos leyendo la prensa
de que su Gobierno había iniciado conversaciones con ETA.

Señor presidente, se está cumpliendo estos días el 60º aniversario
del exilio republicano. La guerra civil concluyó con una represión
durísima. El régimen nacido de ella no sólo se basó en la guerra sino
que la hizo perdurar durante mucho tiempo, dividiendo al país en
vencedores y en vencidos. La transición fue posible porque no se miró
al pasado ni se cobraron facturas. Hoy ese espíritu y el léxico de
usted no es precisamente el de un dirigente del centro político.

Usted apela a la victoria y no al entendimiento, a la derrota y no a
la integración. Se comunica usted casi exclusivamente con su baluarte
ideológico y electoral, pero usted, señor presidente, no empezó así,
todo lo contrario. Usted, de un planteamiento de centro derecha ha
ido a la derecha y no al centro político. Su talante en algunos
momentos representa más lo reaccionario y radical que lo liberal y lo
conservador. Usted se ha insularizado ideológicamente.

Queda muy lejos aquel talante de cerrar heridas y de gobernar para
todos. No es centrismo ascender a general a un firmante del
manifiesto de los cien en apoyo del 23 de febrero. No es centrismo lo
que está ocurriendo con algunos delegados del Gobierno, que se han
convertido en jefes políticos del PP en provincias. Actuaciones de
los delegados en Galicia, Andalucía, Cataluña, Comunidad vasca y
Navarra han sido motivo de iniciativas parlamentarias de reprobación,
y además continua. ¿Usted cree, señor presidente, que un delegado
puede llamar asesinos a dirigentes políticos democráticos y el
Gobierno permanecer impasible? ¿Usted cree
que el delegado del Gobierno en Navarra actúa democráticamente?
Cuando apoyamos la Lofage creímos en la voluntad de cambio de la
Administración periférica al desaparecer la figura de los
gobernadores civiles. Bien sabemos que la cortesía no es obligatoria
para ministros y delegados de su Gobierno, pero existen actitudes
absolutamente rechazables que a usted ni le inmutan y eso no es un
talante de centro político. No se puede hablar de centro político y
actuar como en la época de Romanones, con la misma mentalidad
clientelar en el asunto de los regadíos de Álava, ayudando sólo en
aquellos lugares donde gobierna el Partido Popular.

Usted no nos habla con convicción de cosas como la solidaridad, la
igualdad, los derechos humanos y, en definitiva, la democracia. Usted
ha cambiado mucho, señor presidente, pero a peor. Quiso hacer un
gesto con el Guernica de Picasso. Se aprobó una proposición de ley.

Hoy esa iniciativa está en el cesto de los papeles del secretario de
Estado de Cultura. El no respetar la voluntad de una Cámara
legislativa no es precisamente un modelo de político centrista.

Tampoco es centrismo, respeto y tolerancia la política de su Gobierno
en relación con Radiotelevisión Española. Hoy en día no se cumple su
estatuto, basado en la pluralidad, objetividad, veracidad e
imparcialidad. Usted que denunciaba desde la oposición el uso
partidista de los medios de comunicación públicos ha consolidado en
los tres últimos años un estilo intolerante, maniqueo y manipulador
llegando a cotas desconocidas en períodos democráticos. En el último
año se ha criminalizado al PNV, se ha insultado a Izquierda Unida en
ausencia, mientras el Gobierno se reunía con ETA y con Herri
Batasuna. Con estos medios públicos no hay proceso de paz que pueda
avanzar un milímetro.

Señor presidente, cuando usted llegó a la Presidencia puso el diálogo
como una de sus enseñas. Quizá esto pudo haber sido en un principio,
no lo negamos y en los anteriores debates del estado de la Nación así
lo reconocimos, pero no en éste, porque en este último año han pasado
muchas cosas y no precisamente buenas. Incluso The Economist, al
hacer un análisis del tercer año de su mandato, ha constatado la
existencia de un cierto culto a la personalidad.

Usted no escucha, usted, señor presidente, es poseedor absoluto de la
verdad y sólo oye a quien no le contradice. Usted no escucha a las
comunidades autónomas del eje atlántico, que no solamente es Euskadi,
cuando ha apostado por un crecimiento desequilibrado de los ejes.

Concretamente el eje atlántico le acaba de pedir que cumpla usted sus
compromisos sobre la red transeuropea de transportes, pero esto lo
venimos pidiendo desde hace tres años sin que haga absolutamente
nada.

Usted no escucha a nadie cuando desde el enclave de Treviño se le
solicita dé una respuesta administrativa y de sentido común a una
situación a todas luces injusta.




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No escucha cuando desde organizaciones pacifistas se le solicita una
reunión, solamente una reunión. A usted solamente le gusta escuchar a
una de las partes.

Usted no escuchó cuando todos los partidos políticos le dijimos en un
escrito que su embajador en Moscú es un auténtico desastre, por un
incidente que sufrieron diputados de esta casa en la crisis de
diciembre, y su Gobierno ni contestó a la comunicación. En su
política de mantenella y no enmendalla ha sufrido en carne propia lo
cosechado por una política arrogante, de la que ya le avisamos en su
día, pero ni contestaron.

Usted dice que dialoga, pero será con el cuello de su camisa, señor
presidente, porque sólo informa a posteriori y ampliado lo ya
publicado en prensa. No ha podido ser menos la información que su
Gobierno ha suministrado durante la pasada guerra o ante las cumbres
comunitarias, y no me refiero a comparecencias parlamentarias de lo
ya sabido, que claro que comparecen los ministros y lo hacen
continuamente, sino a una información constante y de calidad, la
verdadera información, no la información que sale en prensa. A eso se
le llama, señor presidente, una cierta prepotencia, grave enfermedad
de una democracia seria.

Usted habla continuamente de un espacio común compartido. Lo que
ocurre es que ese espacio no lo comparte absolutamente con nadie, y
si alguien le lleva la contraria, queda automáticamente borrado de la
lista. El recientemente fallecido poeta catalán Joan Brossa decía que
el pedestal de todo demócrata eran sus zapatos. Usted, señor
presidente, se ha alejado de quienes discrepan de usted y se ha
subido al pedestal de la arrogancia, y ese, señor presidente, es mal
pedestal. Nada perjudica más a un dirigente y a una política que el
incondicionalismo. Este suele alimentar muchas perversiones y la
funesta exaltación del ego de sus dirigentes. Aquí, al parecer, no se
apoya a alguien; se le tiene que adular. No se le respalda; se le
tiene que jalear. No hay capacidad para secundar a alguien sin
renunciar a la crítica conservando la libertad de disentir como
sucede en las grandes democracias. Casi siempre, detrás de los
errores de un dirigente está el silencio de aquellos que debieron
hablar a tiempo sin temor a que lo que dijeran fuese utilizado por el
adversario, que es el chantaje que por lo general se utiliza para
recomendar silencio, y eso no es precisamente un talante de centro.

Señor presidente, he intentado hacer un somero repaso a este último
año tratando de desmontar tópicos que no se fundan en la realidad.

Usted habla de Constitución, pero no se respeta la disposición
adicional. Usted habla de estatuto, pero sigue sin completarse,
siendo una ley orgánica de obligado cumplimiento. Usted habla de
diálogo y no habla más que con los suyos. Usted dice que nos ponemos
de acuerdo en todo menos en la violencia, y eso no es verdad. Usted
habla de un centro político, y cada vez más son palabras vacías que
no son acompañadas por los hechos. De aquí que sea bueno que en este
acto usted, señor presidente, dé por finalizado y oficialice algo que
es
evidente, que no hay ningún tipo de relación política, que usted no
piensa cumplir la segunda parte del acuerdo de investidura y que esta
es la historia de algo que pudo haber sido y no fue. Preferimos que
lo haga usted a escuchárselo todos los días a los señores Piqué,
Arenas y Mayor Oreja, porque usted es el presidente. No delegue, como
en ese caso insólito de la semana pasada, en que su secretario
general le manda una carta al secretario general del principal
partido de la oposición para que se ponga de acuerdo contra un
partido que teóricamente pasa por socio de su Gobierno. Además, lo
hace con un lenguaje de descalificación continua. Espero, pues, su
respuesta, señor presidente.

Señor presidente, esta semana se cumple el primer aniversario del
asesinato de don Manuel Zamarreño. Aquel fue un crimen abominable y
espantoso. En un año, afortunadamente, no ha habido ni muertes ni
secuestros. Esto había venido siendo así desde los últimos treinta
años. Durante este año ha habido violencia callejera. Hoy no existe.

Sólo queda la descalificación verbal a las ideas políticas. Usted
dice que esto ha sido debido a la eficacia policial y a la
movilización ciudadana. Nosotros admitimos esa parte del análisis,
pero usted ha omitido que ha habido una apuesta política para que ETA
deje las armas. Creo que los demás hemos tenido un poquito que ver en
este asunto, porque de no haber sido así, ETA desgraciadamente hoy
continuaría con sus acciones, y usted sabe que para matar y
distorsionar sólo hace falta voluntad de hacerlo. Por eso, ante la
inmovilidad del Gobierno, que sólo basaba su acción en una mera
victoria policial, que no se iba a dar, el lehendakari Ardanza
presentó un plan de pacificación que usted desechó, sin presentar
alternativa alguna, y la violencia continuaba ensañándose
fundamentalmente en los concejales del Partido Popular.

Al considerar nosotros que entrado ya el tercer año de Gobierno
ustedes no estaban trabajando en el plano político como se había
hecho en el Gobierno anterior socialista, el PNV decidió moverse
porque aquella violencia era irresistible y había que buscarle alguna
percha política para lograr que desapareciera. Conjuntamente con
Eusko Alkartasuna e Izquierda Unida, sindicatos nacionalistas,
colectivos sociales y dejando abierta la puerta a todas las
incorporaciones, suscribimos el famoso acuerdo de Lizarra, el
demonizado acuerdo de Estella, que no es otra cosa más que una
apuesta política por un proceso de dialogo abierto y sin exclusiones,
que no exija condiciones previas y con ausencia permanente de toda
expresión de violencia. Esto es Lizarra, el infierno de Dante de
Lizarra, no más nacionalismo sino más democracia, lo vuelvo a
repetir, no más nacionalismo sino más democracia.

Pues bien, Lizarra hizo posible la tregua de ETA en septiembre. Se
dijo que la noticia era una tregua-trampa. Afortunadamente, usted, el
17 de septiembre, tuvo el único reflejo político en un año y desde
Perú dijo que no sería insensible a las expectativas creadas. Sin
embargo, aquella expectativa quedó defraudada. Usted no ha sido
sensible. Creemos, señor presidente, que



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ante ese hecho concreto -entendemos la situación que vivían los
concejales del Partido Popular- a usted le ha faltado pulso político.

Su segunda declaración se produjo el 2 de octubre. Pidió a ETA
pruebas y anunció una política penitenciaria más flexible, además de
enmarcar su postura en el Pacto de Ajuria Enea, en sus artículos 9,
10 y 12. Usted no ha cumplido lo que dijo. El 3 de noviembre hizo
otra declaración en la que confirmó que había autorizado contactos.

El 10 de noviembre este Congreso aprobó por unanimidad una moción, y
repito lo de la unanimidad, pidiendo al Gobierno amplio diálogo con
todas las fuerzas para desarrollar una nueva orientación política
consensuada, dinámica y flexible de la política penitenciaria, de la
forma que mejor propiciara el fin de la violencia. Usted no ha
cumplido esta moción. El Gobierno durante ocho meses no ha cumplido
un requerimiento de este Congreso de los Diputados. Se hablaba de las
víctimas del terrorismo y se pedían diálogos. Nosotros decimos que
sí, pero también, señor presidente, le pedimos que su partido forme
parte y participe por lo menos, aunque discrepe, de la Comisión de
Derechos Humanos del Parlamento vasco. Le pedimos consenso y respeto
a los principios democráticos, como se decía en aquella moción, y a
las legítimas opciones políticas de los ciudadanos, evitando
actitudes de enfrentamiento entre posiciones ideológicas. Usted
durante estos meses ha tratado de penalizar las ideas políticas, no
ha practicado el diálogo, no ha creado espacios de acuerdo y ha
tratado de convertir al adversario en enemigo político e incluso
personal.

En su tercera declaración, el 18 de diciembre, anunció que estaba
dispuesto a incluir a Herri Batasuna en los contactos con fuerzas
políticas. Expresó, como lo expresamos todos, porque cualquier
persona de bien tenía que sublevarse ante lo que estaba ocurriendo
con los concejales del Partido Popular, el rechazo a la violencia
callejera. Personas designadas por usted se entrevistaron
secretamente con representantes de Euskal Herritarrok, mientras al
PNV, Eusko Alkartasuna e Izquierda Unida se les insultaba por tratar
de que se cumpliera el punto 8 del Pacto de Ajuria Enea. El clima de
enfrentamiento que usted creó hizo posible que ese mundo viera que en
época preelectoral nada se podía hacer con ustedes y suscribió un
acuerdo de legislatura el mes de mayo para dar su apoyo al Gobierno
vasco. No se tomó en consideración que este acuerdo, que ha sido
durísimamente criticado por ustedes, era un paso importantísimo,
porque Herri Batasuna, por primera vez, apostaba inequívocamente por
las vías exclusivamente políticas y democráticas y abogaba por la
desaparición plena de todas las acciones y manifestaciones de
violencia. Ustedes desconocieron este hecho. Usted no valoró que se
estaba cumpliendo el punto 8 del Pacto de Ajuria Enea, ni tampoco
que, desaparecida la violencia terrorista, lo que había que hacer era
lograr eliminar la violencia callejera. Usted puso el acento en una
firmeza que no era más que mera rigidez, en creerse dueño del tiempo,
en dejar pudrir la situación para
que el PNV abandonara Lizarra, acusándonos de todo, y en combatir el
nacionalismo democrático como algo absolutamente nefando, mientras
ese mes de mayo se entrevistaban sus delegados con ETA.

Hoy, pasadas las elecciones del 13 de junio, nos sigue pareciendo que
continúa trabajando para las próximas elecciones y no para futuras
generaciones, pintando la situación del País Vasco como desastrosa,
cuando económicamente va extraordinariamente bien, la gente ha votado
lo que ha querido y no se produce un atentado desde hace un año.

Ustedes no valoran estos datos. Por eso, señor presidente, le pedimos
también que entren usted y algunos miembros de su Gobierno también
por lo menos en tregua verbal, que cumpla la moción del Congreso,
donde se pide que se eviten enfrentamientos entre posiciones
ideológicas antagónicas. No se está respetando lo que aquí se
aprueba. El otro día se volvió a aprobar la misma moción. Han hecho
falta dos mociones para que ustedes empiecen teóricamente a escuchar.

Pero acabamos de oír al ministro de Interior en los pasillos diciendo
que mientras ETA no cambie no se va a cumplir esta moción, es decir,
que no sabemos para que se aprueban aquí las mociones políticas. Por
eso le pedimos, señor presidente, que no nos siga hablando de
Constitución y estatuto si no está dispuesto a cumplir la
Constitución y el estatuto. Le pedimos que se dé cuenta que un
Gobierno está para resolver problemas, liderar procesos y arreglar
los entuertos. Apueste usted por la paz y hable cuanto antes con
quien tenga que hablar, sin dejar, por favor, que se deteriore la
situación. Le pedimos que entre todos, en una mesa hagamos posible
que una tregua indefinida pase a ser una paz definitiva. Le pedimos
se acuerde que la transición de la feroz dictadura de Franco a la
actual democracia se logró porque los vencidos en aquella contienda
no pasaron factura moral alguna. ¡Tanto hablar de la transición y de
su modelo para otras situaciones y no parecen capaces de recordar
algo tan obvio y tan cercano!
Le pedimos no olvide que el conflicto histórico vasco es de origen y
naturaleza política y que si queremos una normalización eficaz,
tenemos que abordar todos los puntos del contencioso. El problema no
es solamente ETA. Lo decía el propio Manuel Azaña hace sesenta años.

No se puede detener un torrente con una espada.

Le pedimos, señor presidente, tanto que se habla del Pacto de Ajuria
Enea, que, por favor, lo lea usted no una sino dos veces y nos diga
en qué hemos fallado; un pacto que habla de una política en Navarra
que ustedes incumplen y que en su artículo 8 recoge el meollo de lo
que hemos hecho en este último año nosotros, no ustedes. El Pacto de
Ajuria Enea dice: Hacemos un llamamiento -y se lo hace a Herri
Batasuna- a quienes aun ostentando representación parlamentaria no
ejerzan los derechos y obligaciones inherentes a la misma asuman las
responsabilidades institucionales y defiendan desde ella sus propios
planteamientos políticos -sus propios, los suyos, incluso



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inconstitucionales o aconstitucionales, pero sus propios
planteamientos políticos-, y en tal sentido la legitimidad de todas
las ideas políticas expresadas democráticamente tiene en el marco
parlamentario la vía de defensa y, en su caso, de incorporación al
ordenamiento jurídico de cualquier reivindicación. Este es el
artículo 8 del Pacto de Ajuria Enea.

Le pedimos, señor presidente, lleve a la práctica el punto 10 del
Pacto de Ajuria Enea, en el que dice que si se producen las
condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia,
fundamentadas en una clara voluntad de poner fin a la misma -un año
sin ningún atentado- y en actitudes inequívocas que puedan conducir
a esa convicción -creemos que hay una convicción de que no va a haber
más violencia-, apoyamos procesos de diálogo entre los poderes
competentes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia,
respetando en todo momento el principio democrático irrenunciable de
que las cuestiones políticas deben resolverse únicamente a través de
los representantes legítimos de la voluntad popular. Este es el
artículo 10 del pacto de Ajuria Enea. No se hable tanto del Pacto de
Ajuria Enea si luego no se cumple o se demoniza a los demás partidos
políticos simplemente porque estamos cumpliendo los artículos 8 y 10
del mismo. Le estamos pidiendo, pues, que ponga el Pacto de Ajuria
Enea encima de la mesa y trate de cumplirlo y, por favor, que no
demonice a quienes lo cumplimos.

Finalmente, señor presidente, le traemos a colación lo dicho por
alguien no sospechoso de veleidades rupturistas, como se dice que
tenemos nosotros, que estamos desbordando no sé qué ámbitos, como la
Patronal vasca. La paz -decía esta- es más que la ausencia de
atentados, secuestros y amenazas, algo más que una tregua definitiva
de ETA o la eliminación de la violencia callejera. Es fomentar la
tolerancia, es fomentar el diálogo, es fomentar la aceptación de la
diferencia y la posibilidad de defender democráticamente cualquier
idea. Esto no lo dice el PNV. Lo dice la Patronal. Hace sesenta años,
su admirado presidente Manuel Azaña, tras aquella inmensa tragedia,
hizo un llamamiento que no fue escuchado -cayó en el vacío-. Ojalá lo
sea ahora y permítame esa osadía de traer aquí las palabras de Manuel
Azaña. Decía aquel presidente vencido: Abrigados en la tierra
materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor y nos envían con los
destellos de su luz, tranquila y remota como los de una estrella, el
mensaje de paz, piedad y perdón. Ojalá hoy en día tengan valor estas
palabras.

Muchas gracias, señor presidente. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Anasagasti.




Señor presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías, he escuchado también con gran atención la intervención del
señor Anasagasti y en función de lo que ha sido la trayectoria de
estos tres años entre su grupo parlamentario y el Gobierno, su grupo
parlamentario y el Grupo Parlamentario Popular, cuando el señor
Anasagasti habla de cambiar posiciones yo tengo algunas dudas, creo
que bastante bien fundadas, sobre quién y de qué manera ha cambiado
de posiciones. No hemos ido nosotros de Ajuria Enea a Estella
precisamente, ni tampoco nosotros ni creo que nadie de los que están
aquí, señor Anasagasti, se dedican a criminalizar a nadie, a ninguna
fuerza política, ni a la suya, en el País Vasco. Si hablamos de
criminalización, a lo mejor le pongo algunos ejemplos más adelante,
porque lo que han pasado algunos en el País Vasco eso sí que es estar
algo peor que criminalizados, señor Anasagasti. Por lo tanto, cuando
se usan determinadas expresiones, hay que tener la prudencia de
recordar no sólo lo que ha pasado, sino en general lo que ha pasado
gente que por el mero hecho de ser demócrata, por el mero hecho de
pensar diferente, ha sido imposible que pudiese convivir con algunos
en el País Vasco. Eso exactamente es lo que se trata y tratamos de
superar.

En el debate del estado de la Nación del año pasado S.S. comenzaba
diciendo lo siguiente: Lo ocurrido la semana pasada en relación al
euro puede justificar toda una legislatura. Y decía en cuanto al
cumplimiento de los acuerdos del pacto de investidura: El año pasado
completamos la adecuación del concierto y el acuerdo sobre formación
continua. Queda pendiente la devolución del patrimonio incautado con
motivo de la guerra. Probablemente ese proyecto que se ha visto
puesto en marcha, como reconocía S.S., también se debe a ese cambio
de posición o a esa falta de deseo de reconciliación que usted, en un
juicio de intenciones bastante imprudente, ha imputado al Gobierno y
al Grupo Parlamentario Popular. Ya dirá S.S. quién es el que ha
cambiado de posición. Desde nuestro punto de vista, el cumplimiento
de los acuerdos de investidura que hicimos públicos ha dado también
para el País Vasco un resultado positivo y razonable, así como lo ha
dado para la estabilidad política y para los objetivos que nos
habíamos marcado.

Uno de los puntos de encuentro más importantes que hay en el País
Vasco, junto con el estatuto -lo sabe muy bien su señoría-, el
concierto económico y el cupo, fue renovado de una manera
especialmente relevante e importante, como corresponde a la
obligación constitucional y estatutaria y como corresponde al
reconocimiento de su singularidad en el País Vasco. Eso lo tendrá que
reconocer su señoría, porque puestos a fortalecer elementos de
encuentro en torno a lo que puede significar una estabilidad
institucional y el esfuerzo que todas las fuerzas políticas podemos
hacer en el País Vasco, me parece muy importante. Nosotros hemos
apostado como punto de encuentro por el concierto y por el cupo. Es
un activo no sólo del País Vasco, sino de todos los que lo hemos
puesto en marcha, que puede fortalecerse de cara al futuro del País
Vasco, junto con el propio vigor del Estatuto de Gernika.




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Podrá recordar su señoría, echando la vista veinte o no sé cuantos
años atrás, quién estuvo a favor o quién estuvo en contra. Se podrán
decir muchas cosas en relación con distintos proyectos, con distintas
apuestas o con distintas fórmulas de veinte años atrás, pero no voy a
caer en eso. Si ahora estamos a favor del Estatuto de Gernika y, a lo
que parece, S.S. también, me da la sensación de que podríamos
aprovechar de un modo más inteligente que todos consideremos ahora el
Estatuto de Gernika como un factor positivo. Lo que no me parece
lógico ni razonable es justificar acciones o políticas o desarrollar
proyectos que puedan suponer una vulneración o un desbordamiento del
citado estatuto.

Desde el punto de vista de la justificación de lo que S.S. me ha
pedido, que es que yo oficialice una ruptura -por entenderlo de esa
manera-entre el Gobierno y su grupo parlamentario, no lo voy a hacer.

Si el señor Anasagasti quiere, en nombre de su grupo, romper esa
relación con el Gobierno, será su decisión, pero, por favor, señor
Anasagasti, no impute esa decisión al incumplimiento de unos acuerdos
que se están cumpliendo. Impútela a su libre decisión o impútela a
otros acuerdos, pero no a los acuerdos de su grupo parlamentario con
el Gobierno o de su partido con el Partido Popular; impútela a otros,
pero no a éste, por favor. (Aplausos.)
Por tanto, lamento las palabras que S.S. ha pronunciado en términos
de ruptura, que naturalmente tengo que recoger lamentándolo, pero por
favor tampoco haga de eso una justificación. Aunque yo comprendo que
esas cosas hay que escenificarlas, su escenificación imputando esa
presunta ruptura o distanciamiento a una carta del secretario general
del Partido Popular al secretario general del Partido Socialista, en
la cual se le dice que por qué no nos reunimos a reflexionar sobre el
País Vasco el partido más importante de esta Cámara y el principal
partido de la oposición, no me ha parecido especialmente convincente.

Me parece que escenificar una ruptura en torno a eso es un ejercicio,
señoría, en mi opinión, bastante infantil y deficiente. Lamento, por
tanto, la decisión que toma usted y su formación política. Yo no le
voy a hablar aquí ni le voy a hacer mayores consideraciones sobre la
posición que históricamente el Partido Nacionalista Vasco ha tenido
en el País Vasco y en el conjunto de la política española. La
respeto. Supongo que ustedes habrán cometido aciertos y errores;
simplemente quiero decir que la respeto. Se puede decir que es muy
claro lo que usted dice, que ha sido una posición política
extraordinariamente importante y central en la política vasca durante
mucho tiempo. Yo lamento que su formación política pueda tomar hoy
una decisión como la que toma porque creo que es un error y que,
según su trayectoria histórica, la posición política del Partido
Nacionalista Vasco hoy en el País Vasco es una equivocación. Eso no
significa, señorías, criminalizar ni imputar nada a nadie; significa
la constatación en nuestra opinión de un error por su parte, de una
política equivocada que se aleja de la posición que históricamente ha
tenido el Partido Nacionalista Vasco en muchas ocasiones en la
política vasca.

Le voy a decir una cosa. Sólo encuentro en esa decisión unas siglas
que se puedan alegrar y que no están presentes en esta Cámara, pero
es su decisión, yo no la comparto y evidentemente ustedes son
responsables de sus situaciones y de la administración de su caudal
político, tal como lo quieran expresar, del presente y para el
futuro.

Su señoría me ha hecho una apelación al cumplimiento de la
Constitución y del estatuto en todas sus vertientes. Yo estoy
absolutamente de acuerdo. Nadie podrá decir del Gobierno ni del
presidente del Gobierno que no ha sido sensible, como S.S. lo ha
reconocido, al nuevo escenario que se produce en el País Vasco como
consecuencia del cese de la violencia determinado por la organización
terrorista ETA. Sin duda podemos convenir en que puede haber muchos
factores que hayan podido llegar a esa decisión por parte de la
organización terrorista. Simplemente quiero hacer referencia a uno.

He hablado de la movilización ciudadana, de la unidad de las fuerzas
democráticas y del Estado de derecho, y no he puesto ni he quitado a
nadie en la intención ni en la acción ningún mérito, ni he imputado
ningún demérito de lo que haya podido hacer para conseguir esa
declaración ni directamente ni como consecuencia de una acción
política; no he puesto ningún mérito ni he imputado ningún demérito,
señoría. Sí le quiero decir una cosa muy clara. Si las cosas hubiesen
sido de otra manera, si el Estado de derecho hubiera estado perdiendo
el combate contra el terrorismo, si los ciudadanos no se hubiesen
movilizado porque se hubiesen sentido derrotados, probablemente no
estaríamos hablando en esta Cámara esta noche de esto en los términos
en que lo estamos haciendo, señoría. Luego cada uno, y usted por
supuesto, se puede poner la medalla que le parezca oportuna. Yo le
voy a decir una cosa: Ninguna quiero para nosotros; ninguna. Quiero
simplemente, señor Anasagasti, el respeto para aquellos grupos y para
aquellas personas que han dado de todo, hasta la vida, en defensa de
la Constitución, de la libertad, de sus convicciones y de la
democracia en el País Vasco. Pido ese respeto; naturalmente que ese
respeto lo exijo. (Aplausos.) A partir de ese momento tenemos que ver
cómo aprovechamos ese nuevo escenario. Me dice S.S. que desde un
punto de vista de procedimiento político y de fondo político. Si
estamos cumpliendo el punto 8, el punto 9 ó el punto 10 de Ajuria
Enea y yo he dicho que la intención del Gobierno autorizando unos
contactos es justamente el cumplimiento del punto 10 de Ajuria Enea;
si estamos cumpliendo eso, señoría, ¿por qué nos critica? ¿Por
inmovilistas? ¿Porque buscamos el cumplimiento del punto 10 del Pacto
de Ajuria Enea? ¿Porque autorizamos contactos? ¿O sencillamente
porque no les damos la razón? Y si S.S. me dice que está cumpliendo
el Pacto de Ajuria Enea, yo le digo: Pues termine de cumplirlo,
señoría; termine de cumplirlo. ¿Cuánto tiempo lleva sin reunir el
Pacto de Ajuria Enea porque dicen que está superado? Si se están
consiguiendo los objetivos del Pacto de Ajuria Enea, si SS.SS.

quieren cumplir los objetivos



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del Pacto de Ajuria y están comprometidos con los objetivos del Pacto
de Ajuria Enea, ¿por qué no reúne el Pacto de Ajuria Enea? ¿Por qué
lo quiere cambiar? Acabe usted con la victoria del Pacto de Ajuria
Enea, que no es una victoria contra nadie, es, como dice el propio
Pacto de Ajuria Enea, la incorporación a la vida democrática de
aquellos que no se querían incorporar a la vida democrática desde el
respeto institucional. Eso era el Pacto de Ajuria Enea y todos lo
hemos defendido, ¿por qué se quiere cambiar ahora, señorías?
Me dice que no pase factura a nadie. Yo no voy a pasar factura a
nadie, pero no voy a aceptar que los que llevan 30 años pasando
factura a los españoles nos quieran pasar una factura por haber
dejado de matar. Eso es lo que no voy a aceptar, señoría, y no lo voy
a aceptar en términos de cambio de reglas del juego. (Rumores.) Podrá
tenerse la visión que se quiera de la situación del País Vasco o
visiones diferentes de la relación del País Vasco con el conjunto de
España históricamente o en el momento presente; yo tengo la mía y mi
grupo tiene la suya, que coincide y que naturalmente pretendemos
defender con toda libertad y con todo derecho, y pedimos respeto para
ella. Estamos haciendo una política que consiste exactamente en lo
que he comentado en algunas ocasiones: dar pasos para la
consolidación de una paz auténtica y verdadera, no aceptar el precio
ni la recompensa que algunos quieren cobrar y exigir el respeto a las
reglas del juego de la Constitución y del estatuto de autonomía. ¿Es
que en España alguien impide hoy a alguien defender lo que le
parezca, siempre que se respeten las reglas del juego democrático?
¿Por qué se quiere cobrar un precio sin respetar las reglas del juego
democrático? ¿Por qué tenemos que renunciar al punto de encuentro de
la Constitución o del estatuto porque quieran cobrar un precio
aquellos que llevan 30 años pasando factura a la sociedad española?
¿Por qué no se respetan las reglas del juego? ¿Quién es el que
pretende cobrarse un precio? ¿Quién es el que pretende pasar factura?
¿Quién es el que pretende constituir frentes contra los demás? Seamos
coherentes, porque de lo que estamos hablando es justamente de la
incorporación de grupos que no aceptaban las reglas y que deben
aceptarlas. Ahora, si a mí lo que me dicen es que hay que pagar por
hacer eso, yo le digo que no si el precio consiste en quebrar las
reglas democráticas, porque en ese momento no solamente estaremos
haciendo imposible la democracia en nuestro país, sino que estaremos
haciendo imposible la democracia en el País Vasco y renunciando
absolutamente a todos los valores que responden a la fortaleza, a la
superioridad del sentimiento y de la conciencia democrática. Por
tanto, señoría, no me pida que rebaje las exigencias democráticas; no
me lo pida. No me pida que acepte el cambio de las reglas. Le pido yo
a usted que no respalde a nadie que pida el cambio de las reglas,
señor Anasagasti, y le pido yo a usted que revise lo que significan
actitudes frentistas o actitudes que pretenden imponer a una parte de
la sociedad
vasca, sin el reconocimiento de la pluralidad vasca, una realidad que
no responde ni al deseo ni a la voluntad democrática expresada
mayoritariamente por los ciudadanos vascos. Esa es la verdad de la
situación. Y soy yo, señor Anasagasti, el que le pido que reflexione
sobre ello.

Siempre hemos podido y procurado trabajar juntos cuando había
fenómenos de terrorismo a los que teníamos que plantar cara con
decisión y con firmeza. Cuanto hubo violencia callejera lo hicimos
también. Me gustaría también, señoría, hacerlo en el futuro. Pero no
impute a los demás lo que es de su responsabilidad ni extraiga
consecuencias que son, en mi opinión, absolutamente equivocadas. He
hablado esta mañana de las posibilidades que en un consenso
democrático ha dado el Gobierno para que las personas que están fuera
de España y no tienen causas pendientes puedan volver a nuestro país;
he hablado del reconocimiento moral y material de las víctimas del
terrorismo y he hablado también de una cuestión bien clara, como es
la política penitenciaria, respetuosa con el deseo de esta Cámara,
del Gobierno y, naturalmente, la marcha del proceso de paz. No somos
nosotros, señoría, los que hemos hecho imposibles algunas presencias
en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco. El
Parlamento vasco tiene sus responsabilidades, que debe cumplir. Si
nosotros pensamos que una invitación a un Parlamento kurdo en el
exilio vulnera la distribución de competencias, naturalmente,
acudimos a la instancia que lo tiene que resolver en un Estado de
derecho descentralizado como el nuestro, que es el Tribunal
Constitucional. A mí me parece además una posición equivocada, pero
como puede comprender S.S. -porque no creo que sea demasiado difícil
comprenderlo-, una cosa es no mirar para atrás, no pedir cuentas, ser
generoso, pedir esfuerzos a todos y aportar también el esfuerzo de
uno, pero encima, sobre el agravio, que no se añada el insulto de
mandar a comisiones de derechos humanos a personas que son
responsables de asesinatos sangrientos que han costado muchas vidas
humanas. Eso es absolutamente inaceptable desde el punto de vista de
la marcha de una política hacia el futuro que deseamos hacer posible
entre todos. Y lo que deseamos hacer posible entre todos, señorías,
es la pluralidad, la convivencia y la estabilidad institucional en el
País Vasco, sin que las reglas del juego se quiebren, sino apostando
por que el futuro del País Vasco, que estoy seguro de que es un
futuro posible y deseable, lo podamos construir entre todos, como
demócratas. Y, como demócratas, unos serán nacionalistas y otros no
lo serán, pero lo importante es ser demócrata antes que nacionalista
o no nacionalista. Y cuando se habla de pactos como el de Estella y
se dice que no es un pacto nacionalista sino para traer más
democracia, tengo que pedirle que me explique, por favor, cuál es el
déficit democrático durante los últimos 20 años del País Vasco
-explíquemelo, por favor- que sea diferente o distinto del ejercicio
de la violencia por parte de los terroristas o de la contribución a
la violencia por



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parte de los que han amparado al terrorismo. Hablemos también con
precisión en ese punto, porque es muy importante aclarar eso antes de
hablar de paz, de piedad y de perdón. Y quiero decirle, señoría, que
pocos hacen más de lo que podemos hacer por la paz, pero yo pido que
esta Cámara trabaje por la paz, pues estoy seguro de que no habrá
ningún corazón, ni siquiera aquellos que hayan padecido más el
terrorismo directamente, que no estén dispuestos al perdón. Y hay que
saber que debemos pasar cuanto antes página, una página negra, una
página triste, que no ha contribuido al futuro del País Vasco, pero
que no debemos dejar en ningún caso que encadene, que perturbe, que
condicione o que destruya el futuro que nosotros deseamos.




Muchas gracias. (Fuertes aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente del Gobierno.

Señor Anasagasti.




El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Muchas gracias, señor presidente.

Lo tenemos crudo con usted, ya lo veo; pero no importa. Nosotros
vamos a seguir defendiendo las mismas ideas, que teóricamente
coinciden con las suyas. Lo que pasa es que usted habla de este
Congreso de los Diputados y le he recordado que una moción aprobada
el Gobierno no la ha cumplido. Usted dice que no se criminaliza al
nacionalismo y yo le digo que no tomó usted ningún tipo de iniciativa
cuando el delegado de su Gobierno acusó de tales a dirigentes
políticos del nacionalismo. Le podría decir muchas cosas, y algo que
me parece muy grave y que usted ha dejado insinuado encima de la
mesa. Nuestra propuesta hoy de ruptura, entre comillas, es
simplemente porque alguien que no está aquí nos está ordenando lo que
tenemos que decir. No se equivoque, señor presidente, y no haga un
análisis tan simple de la situación. A nosotros no nos manda ni Herri
Batasuna ni ETA. Represento a un partido que tiene 104 años de vida,
que nació mucho antes que ETA y que afortunadamente va a sobrevivir a
ETA. El tema vasco no es el tema de ETA. El tema vasco es la historia
de un largo contencioso que surge en 1839, después de la primera
guerra carlista, agudizado en 1876, después de la segunda guerra
carlista. El PNV surge en 1895, en el siglo pasado, y se proyecta
hacia el siglo XXI. Cuando un partido tiene 104 años por algo será, y
no nos van a dar órdenes ni unos ni otros. Pero nosotros teníamos una
obligación porque veíamos que su Gobierno estaba absolutamente
estático, inmóvil, queriendo una victoria policial como fuera.

Nosotros veíamos que usted no escuchaba y que no tenía un plan de
actuación; veníamos de una situación anterior en otros gobiernos,
incluso en el último Gobierno se habló de un mediador internacional y
anteriormente de unas conversaciones en Argelia que luego tuvieron la
cobertura del Pacto de Ajuria Enea, y del último mediador, Pérez
Esquivel, cuando se produjo
el asesinato, tan horrendo como cualquier otro, de Francisco Tomás
y Valiente, y el Gobierno siguió empeñado en buscar una solución
porque hay que ir buscando soluciones cuando existen los conflictos.

Pero ustedes habían hecho un plan: ETA está debilitada, a ETA la
podemos acabar policialmente.

Señor presidente, este es un análisis incorrecto. ETA podría estar
debilitada pero la situación se iba a volver a reproducir. Y no es
admisible que en una situación como ésa los concejales del Partido
Popular se sientan agraviados, porque no son sólo ellos, también los
del Partido Socialista y también los del el PNV. Independientemente
de lo que ocurrió en el último año, nosotros somos el partido cuyas
sedes han sido las más quemadas en el País Vasco; al portavoz de
nuestro partido en el Senado, una persona conocida y muy cercana,
también le quemaron su coche y al portavoz Egibar le han quemado dos
veces su coche. Pero no se trata de hacer aquí un catálogo de
agravios. Por tanto, no me considero responsable de lo que pueda
hacer ese mundo porque ese mundo violento desde que aprobó la
ponencia Oldartzen estaba absolutamente desquiciado. Yo creo que esto
efectivamente ha sido una suma de cosas. Ha sido la movilización
social, el hastío, el cansancio, ver lo que estaba ocurriendo en
otros lugares de Europa; ha sido la acción policial y la acción
internacional. Pero faltaba una acción política que ustedes no
querían hacer, y nosotros tuvimos que tomar esa iniciativa sabiendo
que era muy riesgosa y que incluso nos iba a costar un precio
político en las elecciones. No obstante, estábamos dispuestos a
pagarlo porque queríamos consolidar un proceso de paz en el País
Vasco y creemos que el camino que se ha emprendido es el correcto.

(Rumores.)
Usted dice: ¡Pero bueno, qué es lo que hay que hacer! Pues
sencillamente, señor presidente, sentarse. Ustedes se sientan con
Herri Batasuna cuando hay un debate en televisión, así que lo único
que le pedimos es que se siente, que reciba en la Moncloa, por qué
no, a los dirigentes de Herri Batasuna. Si usted recibe a todo el
mundo, como ha dicho anteriormente, recíbales, escúcheles, porque es
gente que quiere hacer política. Déles la oportunidad de hacer
política, pues un proceso de paz no se consolida cerrando todas las
puertas.

Usted ha dicho enfáticamente: Han puesto asesinos en las listas o en
la Comisión de Derechos Humanos. En primer lugar son personas, y yo
personalmente y mi partido hemos denunciado esa situación, lo que
pasa es que tenemos voz pero no altavoces con tanta intensidad como
para se oiga nuestra voz. Hemos denunciado esa situación que nos
parece absolutamente incorrecta, pero no vamos a hablar de personas
que no tienen que estar en situaciones, porque también podríamos
hablar de gente de su propio partido que ha tenido un pasado
lamentable, y no lo vamos a hacer porque entraríamos en una dinámica
absolutamente inadecuada en un proceso de paz y, como decía el
presidentePastrana, a quien usted ha ofrecido España para



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que pueda negociar, hacen falta 90 días para la distensión, 90 días
para el diálogo y 90 días para la negociación. Aquí no ha habido ni
distensión ni diálogo ni nada. Ustedes han creído que había que
romper el famoso tren de Estella y han hecho todo lo posible y lo
imposible; sin embargo, nosotros pensábamos que Estella era un método
de trabajo suficientemente democrático e importante como para que ese
mundo se integrara en las instituciones políticas democráticas y lo
hemos logrado: un año sin muertes, no hay violencia callejera y están
apoyando un Gobierno vasco. A usted le ha parecido un horror todo ese
tipo de cosas. Déle una oportunidad a la paz, una oportunidad a gente
que también quiere hacer política. ¿Que cometen el terrible delito de
ser nacionalistas? Estando en democracia, yo creo que usted podía
admitir por lo menos a los nacionalismos democráticos. Usted que
habla tanto del Estatuto de Autonomía de Gernika, yo creo que no lo
ha leído porque incluso habla de Navarra y usted en la campaña
electoral dijo: No van a tener el trofeo de Navarra. Así que no me
hable de diálogo. Luego la disposición adicional dice algo tan
importante como que la aceptación del régimen de autonomía que se
establece en el presente estatuto no implica renuncia del pueblo
vasco a los derechos que, como tal, le hubieran podido corresponder
en virtud de su historia. Esto es el Estatuto de Autonomía de Gernika
y decir ese tipo de cosas es algo que desborda la Constitución y
cualquier marco de acción política. (Rumores.)
Señor presidente, usted me ha hablado del tema de los kurdos, del que
yo le he hablado previamente, y tengo que decirle que ustedes lo
interpretaron como un desafío. La solidaridad internacional está muy
bien y nosotros hemos apoyado a su Gobierno con el tema de Kosovo,
pero también hay otras situaciones injustas en el mundo, en el Tibet,
en Marruecos con ese referéndum que no se termina de implementar, en
el Kurdistán o en Turquía. Su discurso fue un discurso duro, parecía
usted un turco cuando al pueblo kurdo no le dejan ni expresarse
políticamente. Una vieja relación, no del PNV, sino de su propio
partido en momentos distintos a los de ahora, en 1995, recibieron a
los kurdos, los atendieron, viajaron a Bruselas y estuvieron con
ellos. Eso era nefando y usted nos dijo que estábamos dando patadas
en nuestro propio nido. Ha habido una expotecnia ahora en Estambul y
no ha pasado absolutamente nada. Yo creo que la relación comercial
entre Turquía y España o entre España y Turquía es muy buena e
incluso ha mejorado, porque fíjese que necesita más Turquía de España
que España de Turquía, aunque, desde luego, con el tema kurdo yo creo
que tendrán sus presiones. Ustedes se han dirigido al Tribunal
Constitucional para que paralicen eso. La verdad es que si esto es un
talante de centro y de diálogo, que venga alguien distinto y que lo
vea.

Señor presidente, nos habla también del concierto económico.

Efectivamente, el pacto de investidura - no se olvide que nosotros
dimos el sí a su investidura y que hemos apoyado al Gobierno durante
dos años-
está atravesando en este momento una cierta dificultad por los
recursos de un comisario cesante, como es el comisario de la
Competencia Van Miert, que la ha emprendido concretamente con el
concierto económico vasco y con las iniciativas de desgravación
fiscales. Qué curioso que hay 83 situaciones parecidas de distintos
Estados de la Unión Europea y justamente es un comisario cesante
quien la ha emprendido con ello y, señor presidente, notamos que
ustedes no defienden con contundencia el concierto económico porque,
si no, no estaría ocurriendo lo que está pasando, y está pasando. (El
señor vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía y
Hacienda: ¡No es verdad!) Nos vemos desprotegidos y muchas veces le
pedimos que actúe con contundencia porque creemos que no se está
actuando así. El concierto económico no es de un partido ni de un
Gobierno; es de una sociedad y es un acervo histórico. Por tanto, le
pedimos que también en esa singularidad se faje con la misma fuerza
que con el aceite de oliva o con cualquier otra cuestión, y no vemos
esos intereses. Con la boca pequeña se hacen las cosas, pero no con
contundencia.

Señor presidente, habla usted de la ruptura, pero la verdad es que yo
soy portavoz de un grupo parlamentario y me gustaría que me dijese
cuál es nuestra situación. Nosotros le dimos el sí a la investidura
de su Gobierno, en el día a día andamos con los proyectos de ley, con
comisiones de investigación, etcétera. Ustedes dicen que los cinco
votos del PNV es poca cosa. Tienen su importancia en leyes orgánicas.

En la vida diaria de un Congreso donde faltan ministros cada voto es
sagrado y de oro, y si usted lo desconoce peor para usted. Lo único
que le pido es que me aclare la situación. Usted ha dicho con
contundencia: El estatuto se va a cumplir. Cuarenta y dos
transferencias, todo el aspecto social del estatuto de autonomía
queda por cubrir. Ustedes no lo tocan absolutamente para nada.

Señor presidente, sé que no le ha gustado para nada mi discurso. Se
tendrá que tomar un Alka-Seltzer después de esta intervención.

(Risas.) Yo noto, señor presidente, que usted dice cosas muy
enfáticas pero que no obedecen a la realidad. Usted dice: Tal día una
reunión. Usted me envió una carta porque se me ocurrió dirigirme a
usted diciéndole que no se está cumpliendo nada. Ya hablaremos, me
dijo. Pues mire, no hemos hablado. Eso está más detenido que la
estatua de sal de la mujer de Lot. Es decir, que no se cumplen las
cosas, no se cumplen los acuerdos, nos falta interlocución. Por eso
le digo: Señor presidente, la segunda parte del acuerdo de
investidura no la cumple. Usted dice que se cumplirá. Mientras se
cumple, nosotros seguiremos en esta situación extrañísima. Usted
dice: Es que ETA les da las órdenes de que rompan. Pues ETA no nos da
a nosotros ninguna orden. A mí no me ha dado una orden ETA ni me la
dará nunca. Al contrario, estoy pidiendo que ETA desaparezca y cuanto
antes, que haga política todo ese mundo. Por tanto, le decimos a
usted que no ponga ese tipo de ejemplos, que eso sí



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que es criminalizar continuamente al nacionalismo como lo están
criminalizando.

Me dice que ustedes no rompen. Escuche al señor Arenas, secretario
general de su partido, que venía por ser un democratacristiano y es
un representante de una derecha durísima, hasta en la manera de
expresión (Risas.); es de una dureza y de una descalificación
increíble. La verdad es que hemos pasado de una situación en la que
se dice que nosotros manteníamos una buena relación con el señor
Cascos, que pasa por ser un hombre de derechas, pero que tiene una
mentalidad de centro (Risas.) y, sin embargo, el señor Arenas, que es
un hombre de la democracia cristiana, de izquierda democratacristiana
de la época de Jiménez Fernández, es un derechoso terrible. (Risas.)
Eso no favorece para nada ningún tipo de relación política. Por
tanto, señor presidente, aclárese usted y no nos pida que nos
aclaremos nosotros.

Yo le diría, señor presidente, que también la política tiene un
aspecto humano. Creo que tengo razón en lo que le he dicho
anteriormente. Además, hablando incluso con gente de su partido, todo
el mundo constata que usted se ha envarado, que usted se ha cercado,
que usted habla con los suyos, que usted no dialoga y que mantiene
actitudes de aparente firmeza y dureza, que eso a quien más daño le
hace es a usted. Sabiendo que nuestro discurso no le ha gustado
absolutamente nada, sabiendo que lo tenemos crudo, lo único que le
pedimos, como consecuencia de este debate, es que se siente de una
vez por todas con quien tenga que sentarse; que se siente también con
Herri Batasuna, que no comen a nadie, que acabarán haciendo política
como todo el mundo. Incluso ellos mismos dicen que quieren sumar y no
van a excluir a nadie y que cualquier tipo de planteamiento
nacionalista, que tanto le asusta a usted, lo van a hacer
democráticamente. No se asuste de la democracia. Eso es lo que yo le
digo cuando le pedimos más democracia y no más nacionalismo.

Muchas gracias, señor presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Anasagasti.




Señor presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías, señor Anasagasti, yo me alegro de que nadie le dé órdenes y
de que, por tanto, lo que S.S. ha planteado responda a una decisión
del Partido Nacionalista Vasco. Yo le he dicho que no imputase a la
marcha de los acuerdos originarios de investidura entre el Partido
Popular y el Partido Nacionalista Vasco la decisión que usted
anunciaba o preanunciaba en su primera intervención. Si nadie le da
órdenes, tanto mejor, y S.S. toma las decisiones que le parecen
absolutamente oportunas. Lo que le quiero decir, señoría, es que eso
no supone que tenga que pedir usted a los demás que cambien sus
posiciones, que cambien sus convicciones o que nos neguemos a dar
oportunidad a los que han sido violentos o no han
parado la violencia. Vamos a poner las cosas en su justo término,
señor Anasagasti. Aquí de lo que se trata es de que esos que han sido
violentos no pretendan negar una oportunidad a los demás. Es que es
exactamente al contrario. Es que ninguno de los que está en esta
Cámara, creo yo, niegue una oportunidad democrática a toda esa gente,
es que no la negamos. ¿Es que no se ha defendido en esta misma
campaña electoral todo lo que se ha querido, desde el punto de vista
del futuro de España o del futuro del País Vasco? ¿Con qué
impedimento, señor Anasagasti? Con ninguno. Pero lo que no estamos
dispuestos es a que se criben las reglas y lo que nosotros sí
queremos es tener la misma oportunidad que nosotros damos a los
demás. Porque permítame otra pregunta, señor Anasagasti. ¿Es que de
este lado de la Cámara o de este otro lado de la Cámara han tenido la
misma oportunidad de presentarse en las mismas condiciones a unas
elecciones en el País Vasco? ¿La misma? No le estoy hablando ahora de
número de votos ni de representación. ¿Es que tiene la misma
significación ser o haber estado de concejal en las listas del
Partido Popular o del Partido Socialista con el riesgo que se asumía?
Esa oportunidad, que tiene que ser una oportunidad para todos, la
misma para todos, no es que nosotros se la neguemos a nadie, señor
Anasagasti, es que nosotros la reclamamos para que no nos la nieguen
a nosotros, pero que no la niegue nadie, ni aquellos que la han
intentado negar, ni aquellos que la han intentado condicionar, ni
aquellos que en este momento nos imputan a nosotros no ofrecer
oportunidades a los demás. De eso se trata. Por tanto, no vuelva,
señor Anasagasti, a cambiar otra vez las cosas. Eso es de lo que se
trata.

Su señoría y su partido han firmado unos acuerdos, que a nosotros,
con todo el derecho, nos pueden parecer equivocados, porque
entendemos que no contribuyen justamente a eso que S.S. dice
defender. Y se lo vamos a seguir diciendo, señor Anasagasti, hablando
de la pluralidad del País Vasco y hablando de la integración de todos
y respetando la voluntad democrática cuando sea aceptada, pero no nos
pida que sigamos pagando facturas, porque no lo merece ni el País
Vasco, ni lo merece, en absoluto, la sociedad española.

Evidentemente S.S. puede tener visiones diferentes de las cosas -y
paso a otro orden de cuestiones- y es, por ejemplo, qué es lo que uno
hace cuando acude al Tribunal Constitucional. Su señoría me dice que
no es una actitud de centro ni dialogante acudir al Tribunal
Constitucional cuando se cree que una competencia ha sido vulnerada.

Es la normal. La primera, la segunda o la tercera, cuando uno cree
que una competencia le corresponde y es ejercida por un órgano que no
tiene esa competencia, recurre al Tribunal Constitucional. A usted
eso le parecerá un extremismo. Es el extremismo natural, de sentido
común, del Estado de derecho y del funcionamiento de la ley y de las
normas, afortunadamente, en nuestro país. Estoy convencido de que
hablando de todo este tipo de cuestiones y de actitudes con mucho
gusto el señor Arenas recibirá



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lecciones históricas de democracia cristiana desde el punto de vista
de su posición política y de su trayectoria en España y en Europa.

Y hablando de Europa, por lo que se refiere al concierto económico,
lo que usted ha dicho de que el Gobierno español no pone interés en
la defensa del concierto económico vasco es sencillamente falso, y
usted lo sabe. Porque los comisarios españoles, entre otras cosas,
son los que se han opuesto sistemáticamente a que sea condicionado el
concierto económico del País Vasco. Justamente la raíz y el
reconocimiento constitucional de ese concierto económico es lo que
más está favoreciendo en este momento la defensa de ese concierto
económico. Pero tener un concierto económico, como tener un régimen
fiscal común o como tener un régimen foral, no significa que una
Administración pueda hacer lo que quiera sin atenerse a las normas o
atenerse a las reglas, porque el concierto económico también tiene
unas reglas. Tiene unas reglas que hay que interpretar en el marco de
la normativa comunitaria o de la normativa europea, y esas reglas,
señor Anasagasti, hay que respetarlas. Naturalmente, se pueden
producir contradicciones, y para eso está la Comisión, para eso están
los servicios de la Comisión y para eso están los elementos de
diálogo que se establecen cuando se puede plantear algún problema de
ese tipo. Pero que la raíz del concierto económico es perfectamente
compatible con eso y se está defendiendo, como se ha demostrado, es
muy claro. Ahora bien, si se toman decisiones equivocadas, ni se
puede imputar al Gobierno de España ni se puede imputar a los
comisarios que representan a España en la Comisión Europea.

Como penúltima cuestión, S.S. me plantea: dígame cuál es nuestra
posición, cuál es nuestra situación. Su señoría me ha dicho: Dígame
cuál es nuestra situación. Y yo estoy encantado de decirle cuál es su
situación, pero no sé si a usted le gustará lo que yo le vaya a
decir. A mí su discurso ni me ha gustado mucho ni me ha gustado poco,
sencillamente me ha parecido un gravísimo error. Espero que el mío le
haya gustado y le haya convencido. Lo espero y lo deseo, para que
podamos establecer elementos de avance como consecuencia de esta
sesión. ¿Qué quiere que yo le diga? Si S.S. dice que nadie le da
órdenes fuera de esta Cámara y, en ningún caso, ningún tipo de
organización ni de grupo, y que S.S. toma las decisiones que le
parecen oportunas, yo no le voy a decir lo que tenga que decidir. Le
voy a decir que estamos cumpliendo razonablemente los acuerdos que
hemos firmado, en los que puede haber muchas desavenencias, incluso
graves desavenencias, como se ha demostrado aquí, pero, señoría, no
me diga que hemos incumplido o que hemos bloqueado, porque hay que
saber distinguir.

Si la Comunidad Autónoma del País Vasco no tiene la competencia en
las políticas activas, el Inem, como puedan tenerla otras
comunidades, no es porque el Gobierno no haya querido, es porque
ustedes no lo han querido, o porque han exigido un cien por cien de
condiciones, es decir, o todo o nada; o el cien por cien o nada.

Pues, nada, lo siento mucho. Pero da la casualidad de que otras
comunidades, que piensen que entre el cien por cien y nada puede
haber puntos de encuentro, han sido capaces de llegar a conclusiones,
en unas negociaciones de carácter positivo. No me diga usted que por
no darles la razón al cien por cien está bloqueado un proceso de
transferencias o está bloqueado un proceso competencial, porque
sinceramente no es verdad.

Y como yo no le voy a determinar su situación, le voy a hacer un
ofrecimiento. Mi ofrecimiento, muy claro, es el del diálogo. Me dice
usted: Hable con quien quiera para intentar conseguir avanzar en la
paz en el País Vasco. Con quien quiera, señoría, no, con quien
podemos o tenemos que hablar. Lo he autorizado públicamente y si hay
un acierto o hay un fracaso, lo diré. Nosotros dialogaremos con
todos, si es necesario, pero no haremos frentes contra nadie, sino
que practicaremos la política de integración. Y que nadie se
equivoque porque en ese punto, en esas políticas y en esa
trayectoria, cuanto más de acuerdo vayamos el principal partido de la
oposición y el principal grupo de la Cámara, tanto mejor. Y si pueden
SS.SS. entender - como estoy seguro que entienden- el respeto al
pluralismo, el respeto a la pluralidad y el no articular frentes
contra los demás, también será una ventaja.

Yo le ofrezco, señoría, diálogo, pero no le voy a definir, no puedo
hacerlo, su situación. Usted verá. Yo creo que los acuerdos los
estamos cumpliendo, creo que el diálogo está abierto y en cuanto a
las discrepancias, por mi parte, estoy dispuesto a hacer el mayor
esfuerzo posible para superarlas. Pero, señor Anasagasti, se lo
vuelvo a decir, sin pasar factura a nadie y menos que a nadie a
ningún demócrata español.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente del Gobierno.

Corresponde ahora el turno al Grupo Parlamentario de Coalición
Canaria, en nombre del cual tiene la palabra su portavoz, don José
Carlos Mauricio.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Señor presidente, señoras y señores
diputados, toca el turno al Grupo Parlamentario de Coalición Canaria,
que quiere fijar su posición en este debate del estado de la Nación y
decir, después de escucharles a lo largo de toda la tarde, de esta
larguísima sesión, por lo que supongo que los diputados están ya
cansados, que entiendo que este debate del estado de la Nación, como
no podía ser menos, refleja el nivel de maduración democrática de la
sociedad española y tendría que reflejar la claridad de objetivos
estratégicos que tiene este país en un momento clave del final del
siglo XX, cuando se produce un fenómeno de aceleración histórica
importante y cuando gobernar, como dijo hoy el señor Almunia, es
saber fijar prioridades, saber ejecutarlas, fijar un calendario de
tiempo y cumplirlas.




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Un país como el nuestro que al final del siglo XIX, hace un siglo, en
el final del otro siglo, tuvo un periodo de declive tremendo y la
expresión de todo un ciclo de decadencia que culminó con la crisis
del 98 y la crisis de España -este es el último debate del estado de
la Nación del siglo XX, porque el año que viene va a haber elecciones
generales y lo que va a haber aquí es un debate de investidura-, en
este momento tendría que hacer una reflexión de su situación y de su
fortaleza de cara a los objetivos estratégicos de España como país en
el siglo XXI. Sin embargo, el debate de esta tarde me ha parecido -no
sé si ustedes tienen esa impresión- en exceso enconado, en exceso
interiorizado en problemas internos de la sociedad española, con un
partido de la oposición que ha salido hoy haciendo ya la campaña
electoral, cosa que me parece legítimo, y un partido del Gobierno que
también ha hecho su propia reflexión para la campaña electoral. A mí
me parece que la fuerza de un país es crear los grandes consensos,
los grandes diseños estratégicos, repito, los grandes objetivos, y
crear las condiciones para que la mayoría de los partidos puedan
cumplir esos objetivos.

En ese sentido, el señor Aznar me llenó de esperanza esta mañana
cuando dijo que iba a hablar de futuro. Al final, todos -quizás ese
es el método correcto- hemos hecho una reflexión de lo que han sido
estos tres años de legislatura, entendiendo que vamos ya al final de
la misma y a unas elecciones generales. Pues yo voy a repasar el
pacto, como han hecho todos; creo que casi todos los que han apoyado
a este Gobierno parece que se sienten irritados por incumplimientos.

Desde el ángulo de Coalición Canaria, voy a repasar el pacto que
hicimos en la investidura del señor Aznar, porque el discurso que yo
hice aquí en 1996, en nombre de mi grupo parlamentario, es el mismo
que hago hoy, en el año 1999, aunque haya pronto unas elecciones
generales.

En ese pacto, señor Aznar, recordará que fijamos cinco grandes
objetivos, y los acredito: el reto europeo, la modernización de la
economía y el empleo, el tema del Estado del bienestar y su defensa,
el desarrollo del Estado autonómico y la necesidad de la regeneración
democrática y la defensa de los valores democráticos. ¿Hemos avanzado
o retrocedido en estos tres años? Nunca es perfecta la situación. La
tentación de un Gobierno siempre es presentar el mejor de los
cuadros, todo es éxito; no es así, hay luces y sombras, pero creo que
hay un balance claramente positivo para la nación española y para el
avance de nuestros objetivos como pueblo y como nación. Y eso está
muy claro. Primer punto: el reto europeo. Era muy difícil, en el año
1996 -sin embargo, nosotros creíamos en eso y lo dijimos con toda
firmeza-, plantearnos que España podía estar en la moneda única,
reducir su déficit público a límites notables, conseguir una bajada
de la inflación y de los tipos de interés. El debate que había en
Europa en ese momento y el debate que había en España se refería a si
era posible un programa de estabilidad y de saneamiento económico sin
hacer recortes del Estado del
bienestar y recortes de las políticas sociales de este país, porque
en Europa, durante toda la década de los ochenta, lo que se había
producido era la experiencia de la señora Thatcher y la experiencia
Reagan en los Estados Unidos, es decir, que había que recortar para
estabilizar. Sin embargo, creíamos compatible apostar por el Estado
de bienestar -políticas progresistas-, defender algo que en aquel
momento dijimos que es parte del Estado democrático y social de
derecho que define la Constitución española, es parte del acervo
histórico de Europa y es su aportación a la cultura y a la sociedad
mundial para el siglo XXI. (El señor vicepresidente, Marcet i Morera,
ocupa la Presidencia.)
Apostamos y hemos ganado. España no sólo entró en una posición de
debilidad en el euro, como un invitado, cuando parecía que Alemania
nos ponía las condiciones, sino que Alemania se encontró en una
posición de debilidad -como ahora le está ocurriendo- y España está
en una posición de fortaleza. Y hemos logrado una economía saneada,
que no ha supuesto sacrificios a los ciudadanos -como aquí se decía-,
sino que hemos conseguido que los ciudadanos se beneficien de que la
inflación sea baja -porque la inflación es un impuesto para los
pobres, es un impuesto que afecta a las pensiones, al crecimiento de
los precios, a los salarios, a las clases populares, a los sectores
más débiles de la sociedad-, hemos conseguido que el déficit público
se reduzca y, al mismo tiempo, hemos mantenido las políticas del
Estado del bienestar. Por tanto, el primer objetivo lo hemos cumplido
y lo hemos cumplido bien. No sé si decirlo le dará más votos al señor
Aznar en las próximas elecciones generales o le dará menos votos a
Coalición Canaria en Canarias, pero creo que lo interesante no es
conseguir los votos sobre la base de las campañas de propaganda, de
esconder la verdad y creer que las verdades son simples cuando todo
el mundo sabe que no hay nada que conduzca más a la mentira que la
simpleza de las cosas y que las verdades son complejas. Por tanto,
nosotros decimos que ese reto lo hemos cubierto y creo que Coalición
Canaria sabe muy bien que el señor Aznar y el señor Rato han
colaborado estrechamente en esa defensa del proyecto europeo.

En segundo lugar, teníamos la construcción de Europa, porque España
no se construye aparte del proyecto europeo ni es una parte marginal
del proyecto europeo. Estamos todos en el desafío europeo, porque yo
soy ciudadano europeo, ciudadano del mundo y soy nacionalista canario
al mismo tiempo, y como ciudadanos europeos teníamos que construir
las bases de una Europa cohesionada social y territorialmente. En el
mes de marzo de este año hemos llegado a la Agenda 2000 y hemos
planificado el presupuesto europeo del año 1999 al 2006, y España ha
quedado bien en la política agrícola -y espero que se siga
defendiendo, como hemos quedado, la OCM del plátano, que es un
producto típicamente canario y, como ustedes saben, está siendo
acosado y atacado por las multinacionales norteamericanas-, y ha
quedado bien en los fondos



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estructurales, que son los elementos de cohesión territorial de los
Estados europeos. España ha quedado bien, y hay que decir aquí con
satisfacción, como ciudadanos europeos, que no sólo ha quedado bien
España, sino que también han quedado bien Portugal, Irlanda y Grecia,
que los países más pobres de Europa han quedado bien, y eso es una
satisfacción para nosotros. Porque tenemos que entender ya que se
acabaron los viejos nacionalismos, pero los nacionalismos de los
Estados nacionales que están en declive, porque hoy se dice que los
Estados nacionales o son demasiado pequeños para resolver los
problemas mundiales -por eso hace falta la Unión Europea-, o
demasiado grandes para resolver problemas de las comunidades
autónomas, y para eso hacen falta los estatutos de autonomía o las
formas de autogobierno. Eso ya es un fenómeno del siglo XXI. Por
tanto, nosotros, como ciudadanos europeos, hemos quedado conformes
con esa cuestión.

En tercer lugar, el Tratado de Amsterdam, que es un nuevo paso de la
Unión Europea hacia la Europa política. En el Tratado de Amsterdam,
los canarios hemos tenido la satisfacción de vernos recogidos en su
artículo 299 -es verdad que no hay ninguna otra comunidad española
que aparezca en el Tratado de una manera específica-, porque tenemos
un hecho diferencial, tan diferencial que hasta ustedes se olvidan de
que existimos a veces, porque estamos a 1000 kilómetros del
Continente europeo, allá, en medio de Atlántico. Pues bien, allí se
nos ha reconocido que, como región ultraperiférica, necesitamos un
tratamiento específico que no necesitan en el marco europeo otras
comunidades españolas.

En ese momento, cuando estábamos todos tan satisfechos de que Europa
marchaba bien, ha ocurrido un hecho desgraciado hace dos meses, y es
la guerra de Kosovo, que ha sido una guerra terrible y dramática en
Europa, producto también de un dictador que ha hecho una limpieza
étnica monstruosa, pero donde se han producido acontecimientos de los
que nosotros tenemos que hacer una reflexión, porque Europa se está
fortaleciendo, pero lo está haciendo más despacio de lo que se
tendría que fortalecer. Europa necesita llegar a su cita histórica
para el mundo multipolar del siglo XXI más deprisa de lo que lo está
haciendo; está llegando tarde y la prueba de ello es la guerra de
Kosovo, porque el fin de la guerra fría en 1990 abrió un periodo de
esperanza al mundo, porque todos creíamos que íbamos a avanzar en 5 ó
6 grandes caminos en el mundo -y estoy hablando como ciudadano del
planeta-: uno, el desarme nuclear, y sin embargo en este momento
estamos parados en los problemas de las políticas de paz y de
desarme, consecuencia, entre otras cosas, del tema de la hegemonía de
Norteamérica y de los problemas que está ocasionando con Rusia y con
China.

El segundo tema que se planteaba para este periodo histórico es el
problema del fortalecimiento del derecho internacional y de las
Naciones Unidas, que han
quedado debilitadas. Nosotros no podemos construir un mundo en paz
sin que las acciones de intervención pasen por el derecho
internacional, que lo marca el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas. Es verdad que las Naciones Unidas están anquilosadas, que
necesitan reformas, pero nosotros las hemos propuesto, Europa tiene
que exigir reformas y se están paralizando.




En tercer lugar, en un mundo globalizado de cooperación económica, es
fundamental la atención al Tercer Mundo que, según los informes del
Banco Mundial, está sufriendo una situación dramática. Hay países del
Tercer Mundo que están saliendo del atraso y del subdesarrollo pero
otros se están hundiendo en el pozo de la tragedia. Nosotros, como
europeos, tenemos que crear un marco de cooperación internacional y
de solidaridad y no pensar sólo en nuestros intereses como ciudadanos
europeos, sino pensar también como ciudadanos del mundo. En ese
sentido, desde aquí digo que la deuda externa de esos países, que es
la manera de tenerlos ahogados, necesita que se tomen desde Europa
medidas -como se ha hecho en la cumbre de Colonia-, pero más
avanzadas todavía, y España tiene que liderar la eliminación de la
deuda externa. Hay 600.000 ciudadanos españoles que han votado a
favor de la eliminación de la deuda externa, y 10 millones de
ciudadanos del mundo, y yo vengo aquí a apoyar esa propuesta, señor
Rato; no debemos sentir sólo la satisfacción de que como ciudadanos
españoles o como ciudadanos europeos nos vaya mejor, tenemos que
sentir la satisfacción de la solidaridad internacional, porque en
este mundo de revoluciones tecnológicas Europa aporta el nuevo
humanismo, que es pensar en el hombre esté donde esté, sean
ciudadanos de países atrasados, sean negros, asiáticos, o de donde
sea, pues son seres humanos.

Dicho esto, creemos que el avance de la transformación del final de
la guerra fría iba a suponer mejoras en el sistema democrático
mundial, y en eso hemos avanzado. Por primera vez en la historia de
la humanidad hay más gente que vive bajo un sistema democrático que
gente que vive en un sistema autoritario o dictatorial. Por tanto, la
democracia avanza y en un mundo superpoblado estos tiempos exigen que
defendamos el medio ambiente como ciudadanos del planeta, y la cumbre
de Río y luego la de Kioto no han sido satisfactorias porque todavía
hay un egoísmo de los grandes países por los sacrificios que se exige
a los países del Tercer Mundo, que no los pueden hacer. (El señor
presidente ocupa la Presidencia.)
Esta es mi primera propuesta del reto europeo, porque estoy hablando
de lo que hemos hecho, y lo hemos hecho bien, pero estoy hablando del
futuro, señor Aznar, de lo que tenemos que hacer y del papel de
España como uno de los líderes del proyecto europeo, ya que tiene
condiciones y es un pueblo capaz de ser cabeza de un nuevo proyecto
europeo donde Europa aporte no sólo su capacidad tecnológica y de
bienestar, sino su cohesión, su humanismo, sus tradiciones,



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desde el Renacimiento, la Revolución Francesa y las tradiciones
democráticas que Europa ha incorporado al mundo. Europa ha tenido que
ir corriendo a la cumbre de Colonia hace unas semanas para dar
constancia de que no tenemos ni política de defensa ni política de
seguridad europea, y han tenido que venir los aviones norteamericanos
a resolver el problema de Yugoslavia, a bombardear, y ahora le toca a
Europa reconstruir Yugoslavia.

Europa tiene que resolver sus problemas en sus zonas próximas y tiene
que tener su propio ejército en el marco de la Alianza Atlántica,
tiene que tener sus fuerzas de intervención, pero no para dominar a
nadie, sino para que en el marco de las Naciones Unidas ofrezcamos
seguridad en el mundo y ofrezcamos defensa de los derechos humanos en
el mundo. En ese sentido, España -repito- tiene un papel que jugar.

España hoy tiene que hacer el debate último del siglo XX y proyectar
su papel de liderazgo europeo, porque en Europa que hay tantos
líderes socialdemócratas, que me alegro que hayan ganado las
elecciones europeas, son todos nacionalistas de vía estrecha. No hay
ni un líder socialdemócrata europeo que hable de un proyecto europeo
hacia el mundo. Por eso Europa es débil, porque Europa está enferma
de nacionalismos interiores. Los ingleses tienen el peso de su Estado
nacional, los franceses el suyo, los alemanes tienen que hacer la
gran Alemania, etcétera. España como no tiene la enfermedad en los
siglos XIX y XX porque ha sido un Estado débil, puede liderar un
proyecto de ciudadanía y de solidaridad europea, y en ese marco
quiero hablarle brevemente desde Canarias. Los canarios somos
europeístas convencidos. Los canarios tenemos una raíz africana,
tenemos una manera de ser porque tenemos una historia común con
Latinoamérica o con Iberoamérica. Los canarios somos ciudadanos de
España en la nueva España que estamos construyendo, pero los canarios
queremos que en nuestro proyecto europeo -porque somos los más
convencidos europeístas, precisamente porque somos los que estamos
más lejos del Continente-, que en nuestro estatuto especial del
artículo 299 del Tratado de Amsterdam que en Colonia se planteó,
señor Aznar -y se lo planteo ahora-, tengamos medidas y que el
Gobierno entienda que es un problema de Estado. Usted lo ha defendido
y su ministro de Economía lo ha hecho asimismo bien en los últimos
años, pero están un poco cansados de defendernos; sigan
defendiéndonos, porque sabe que nos tenemos que plantear ahora que de
aquí al 2006 está la zona económica de Canarias, que es la
posibilidad de nuestro desarrollo industrial; está el problema de ser
una parte importante de la cooperación con África y tenemos que
cumplirlo; tenemos que defender nuestra agricultura porque es la
defensa de nuestro territorio, de nuestra agricultura de exportación,
y necesitamos defender nuestro régimen económico fiscal y modular las
políticas europeas en función de un territorio que está - repito- a
1000 kilómetros de distancia, pero de Cádiz, y a 1700 de Madrid, que
es donde se gobierna España.

Por tanto, estamos satisfechos pero queremos marcar futuro.Yo sé que
es muy tarde para usted ya hoy, pero queremos reflexionar sobre el
futuro, porque crear los grandes consensos de Estado es fundamental
para este país y no entrar en los enconamientos de las políticas
interiores de España. El árbol a veces no nos deja ver el bosque.

Segundo gran tema, la modernización y el empleo ¿Ustedes han cumplido
con nuestro pacto? Sí. España se está modernizando, la empresa
española se está redimensionando a escala europea y está, como ha
dicho el señor Aznar, invirtiendo en Iberoamérica -es el segundo
inversor-, porque la empresa ya no puede vivir en el marco interno y
el retraso tecnológico que tiene Europa respecto a Estados Unidos
consiste en crear las grandes unidades económicas europeas en el
terreno del transporte aéreo, en la investigación aeroespacial, en
las telecomunicaciones, en la informática, etcétera. En ese sentido
creo que las medidas de modernización de la empresa española se están
cumpliendo, pero para que un país pueda desarrollarse equilibrada y
potentemente en el siglo XXI es necesario que cumpla eso que el señor
Aznar ha planteado esta mañana por primera vez con una cierta
claridad: su plan de infraestructuras. Tenemos 16 billones del 2000
al 2006, siete años, de la Unión Europea. Nuestro nuevo programa de
infraestructuras, nuestras carreteras, el sistema ferroviario,
nuestros puertos y nuestros aeropuertos, en eso los canarios tenemos
una obsesión, porque lo que nos encontramos es que nadie planifica
a siete, diez o quince años, porque las infraestructuras no se
planifican a tres años. Por eso el problema de Barajas es un problema
del Partido Socialista que gobernó y de improvisación de este
Gobierno que tampoco planificó. Un aeropuerto como ese se planifica a
15 años. Seguramente no se han enterado ustedes, pero los canarios
tenemos el sistema aeroportuario más potente de España, incluyendo a
Madrid, que es el sistema aeroportuario del conjunto de España. En
Madrid hay 26 millones de viajeros/año, mientras que nuestro sistema
aeroportuario tiene 28 millones de viajeros/año, y no estamos
dispuestos, porque estrangula nuestro futuro, a que no se planifique
porque allí tienen unos directores de AENA que son unos señores que
creen que los aeropuertos son una especie de garajes de aviones y no
unidades económicas potentes para abrir todo un proceso de
transformación económica y fundamental que necesitamos los canarios.

Por eso vamos a plantear el tema de la gestión aeroportuaria, pero no
para hacer la AENA canaria, porque no es posible -la planificación
del tráfico aéreo tiene que hacerse de manera centralizada-, sino
para gestionar desde la privatización con los sectores canarios y
planificar los planes directores a largo plazo con una inversión
suficiente, y todavía no son capaces ustedes de decirnos si van a
hacer la nueva pista del aeropuerto de Gran Canaria u otras, y
tenemos el principal sistema aeroportuario de España.La diferencia es
que los puertos canarios han empezado a estar entre los principales



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puertos del Atlántico, los dos. ¿Saben por qué? Porque los
gestionamos los canarios gracias al pacto con ustedes de hace tres
años. El día que gestionemos nosotros los aeropuertos verán que
funcionarán bien y no tendrán los problemas que tienen los de
ustedes. Segunda parte, nos falta la gestión aeroportuaria, que
supongo que será el pacto que haremos en la sesión de investidura del
año que viene con el señor Aznar.

Tercer problema. El tema del empleo y del Estado de bienestar. ¿Los
resultados del empleo son satisfactorios? Sí. ¿Son suficientes? No.

Nosotros creemos que en la cumbre de Portugal del año que viene hay
que plantear más fuertemente los objetivos de empleo. Se han creado
1.200.000 empleos con la política que ha hecho el señor Arenas, este
demócrata-cristiano derechoso, o algo así, como ha dicho el señor
Anasagasti. Ha sido una política de diálogo y consenso, y el nuevo
ministro de Trabajo también la hace. Yo creo que el diálogo con los
sindicatos y con los agentes sociales es fundamental para las
políticas de empleo, y así se ha hecho la reforma del mercado
laboral, pero buscando la estabilidad y buscando el contrato a tiempo
parcial estable y las políticas activas de formación. Los canarios
hemos creado más de 100.000 puestos de trabajo, 130.000 exactamente,
en lo que España ha creado 1.300.000, en donde estamos incluidos; por
tanto, el 10 por ciento, y somos el 4 por ciento de la población.

Algo mejor hemos hecho, aparte de nuestro proceso económico que
funciona bien gracias al turismo.Nosotros decimos que hay que
reflexionar sobre eso, y debemos de discutir con rigor los planes de
acción de empleo del Gobierno de España que se están discutiendo en
Europa, sin triunfalismo, sabiendo que vamos por el buen camino pero
que hay que mejorar y acelerar ese buen camino compatibilizando, como
aquí se dicho hoy y muy bien, la incorporación de la mujer y de los
jóvenes al mercado de trabajo.

El Estado del bienestar en España está garantizado, es parte del
bloque constitucional. Se dijo por la oposición: cuando llegue el
centro- derecha. Pues se ha centrado, como ha dicho muy bien el señor
Aznar, y algo le hemos ayudado los demás, porque si hubiesen tenido
ustedes mayoría absoluta no hubiesen podido hacer lo que han hecho,
por suerte para España. Entonces, ustedes han ido hacia el centro
reformista y han dicho: primero, el tema de la educación. Esa es
nuestra asignatura pendiente, señor Aznar, la educación. Usted lo ha
planteado hoy, pero le faltan elementos autocríticos del reto de la
calidad de la educación. Cuantitativamente hemos resuelto los grandes
problemas. Tenemos 1.500.000 universitarios, como no tiene ningún
país europeo, a excepción de Finlandia, proporcionalmente; tenemos la
enseñanza obligatoria hasta los 16 años y las escuelas infantiles;
hemos hecho inversiones en infraestructuras, pero la calidad de
nuestro sistema educativo no es la adecuada y tenemos que hacer el
gran pacto de la educación. Esta es una de las tareas básicas, porque
no sólo se juega la igualdad de oportunidades, que es básica para las
relaciones sociales y la
cohesión de un país, sino que se juega también en la cultura de la
información y del conocimiento, que en el siglo XXI España sea un
país líder o sea un país atrasado. No basta sólo con modernizar la
economía. Si fallan los recursos humanos, si España no tiene
trabajadores cultos y formados, no puede superar los retos que va a
ganar, y yo estoy convencido de que los va a ganar, en los próximos
años.

En el tema de la sanidad hemos ganado la financiación. Los canarios
hemos mejorado la financiación sanitaria y hemos construido las
grandes infraestructuras sanitarias en estos años, gracias al nuevo
modelo de financiación que hemos pactado. Estamos de acuerdo. La
sanidad es el problema del derecho a la salud, que es un elemento
básico, es el problema de que se haya extendido a todos los
ciudadanos el derecho a las prestaciones. Ahora hay que hacer una
sanidad eficiente. Nosotros los canarios tenemos el orgullo de haber
hecho una sanidad eficiente; pero tengo que reconocer, y no me cuesta
nada, que también nos ha ayudado el ministro de Sanidad. Usted nos ha
ayudado, pero nosotros lo hemos gestionado bien y usted lo sabe,
hasta el punto de que teníamos una de las sanidades peores de España
y hoy tenemos una de las mejores sanidades de España. Eso lo digo con
el ánimo de explicarle que no nos hemos planteado sólo la sanidad. El
pacto de pensiones también es un tema básico para nosotros pero
España no tiene problemas de pensiones. El déficit de la Seguridad
Social se va a equilibrar en el año próximo. España no va a tener
problemas de pensiones hasta dentro de quince años, cuando el
envejecimiento de la población genere unos derechos y expectativas
que no puede cubrir la financiación actual. Tenemos tiempo para
pensar. No creemos ninguna alarma a los pensionista. Por el
contrario, va a haber recursos para que mejoremos las pensiones no
contributivas -aquí se habla de 2.000 pesetas al mes y da vergüenza-
porque el modelo europeo -y, por tanto, el modelo español- es
distinto al norteamericano, en el que hay que hacer la exclusión
social de un tercio de la población para que el tercio rico de la
población viva mejor que nadie en el mundo. Nosotros no estamos en
ese modelo y Europa es fuerte precisamente porque tiene este modelo.

Nosotros creemos en una Seguridad Social que garantice la seguridad a
los ancianos y a las personas que dejen de trabajar. Y eso está
garantizado en España con un sistema de prestaciones públicas.

El gran tema, señor Aznar, del futuro -y lo planteará usted, supongo
en el debate de investidura- va a ser la reforma del sistema de la
Seguridad Social, porque esa reforma exige que todos nos planteemos
que los derechos que tenemos vayan unidos a deberes. Y no estoy
hablando del debate de investidura por el que todos se alarman porque
van a sacar 170 diputados, es lo que hemos calculado, y nosotros
vamos a sacar seis (Risas.) Ya los veré a todos en ese momento.

Sépanlo, les hago el pronóstico y acepto apuestas, y ahora les diré
por qué nosotros vamos a subir y otros bajan. Nosotros vamos a subir
porque hacemos este discurso



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y otros no hacen sino quejarse. Nosotros hablamos de futuro y
esperanza y otro no. Otros no vienen más que a pedir y piden tanto
que consiguen poquísimo y nosotros, que parece que no pedimos nada,
conseguimos bastante más que los que se dedican a lloriquear aquí.

(Rumores.) Señores diputados, no me quiten tiempo porque voy
siguiendo un orden.

Lo que nosotros estamos planteando es que la reforma del Estado de
bienestar consiste en prestaciones públicas, enseñanza pública con
concierto, sanidad pública, también con concierto y con mejoras de
gestión, y eso no es privatizar, y esa mejora de gestión tiene que
estar basada en que los ciudadanos de España se enteren que un país
que tiene 15.000 dólares de renta por habitante y año necesita
también poner su propio esfuerzo. En este momento el Estado no lo
tutela todo, hay una sociedad civil fuerte y los derechos que
tenemos, y los tenemos como ciudadanos de un país constitucional y
que paga impuestos, implican deberes. Y los deberes de los
funcionarios públicos son también servir a los ciudadanos, no sólo
exigir dignidad en sus puestos de trabajo y prestaciones y
compensaciones económicas serias. No hay que crear espíritus
corporativos, hace falta servicio público, y ese es el problema de
los maestros, de los trabajadores sanitarios y de los funcionarios
públicos. Y hay trabajadores de la sanidad y de la enseñanza que
hacen unos esfuerzos notables, que están creando la capacidad para
que este país tenga un Estado de bienestar modélico.

Paso al problema de las autonomías, que es, por lo visto, el gran
debate. Antes decía que un país que se está integrando a nivel
mundial, que está integrándose en la Unión Europea, se encuentra con
un problema dramático, y es que el Estado viejo nacional no sirve
para los grandes problemas del mundo y que los pequeños problemas de
la gestión de la sanidad y de la educación necesitan el marco de las
comunidades autónomas. ¿Cómo hacer compatible eso? Señor Aznar, lo
hacemos compatible con el Estado de las autonomías y la actual
Constitución española, pero la actual Constitución española hay que
leerla completa, y en su artículo 2º dice que hay regiones y
nacionalidades. A nosotros lo que no nos gusta es que ustedes hagan
campaña en Canarias contra los nacionalistas llamándonos radicales.

¿Están ustedes a favor de la defensa de la Constitución, o no? ¿La
Constitución no dice que hay regiones y nacionalidades? ¿Nosotros no
podemos ser, dentro de la Constitución, unos nacionalistas canarios,
nacionalistas del sur, no de los del norte, del Pacto de Barcelona,
en el que nosotros no estamos? Los nacionalistas del sur hablamos de
un nacionalismo abierto, integrador, europeísta, solidario, que cree
en nuestras señas de identidad, que está orgulloso de su mayoría de
edad, que cree en la Constitución y en su Estatuto de autonomía. Eso
es lo que nos ha permitido ganar las elecciones en Canarias. El que
va por otra vía seguramente tiene más dificultades para ganarlas.

Nosotros respetamos a los demás, pero somos nacionalistas
constitucionales porque también somos nacionalistas europeos,
de acuerdo con el artículo 299 del Tratado de Amsterdam que reconoce
nuestra identidad, y es la única nacionalidad española que está
reconocida. Se puede ser nacionalista, y usted, señor Aznar, y su
Gobierno votó que Canarias tenía derecho a ser nacionalidad, es
decir, a no ser tutelada, a tener mayoría de edad y autogobierno.

Nosotros vamos a estar en el marco de la Constitución como estamos en
el Tratado de la Unión Europea y en nuestro Estatuto de autonomía,
pero la Constitución española permite avanzar más en las
transferencias de competencias. Usted ha dicho que el modelo ha
quedado cerrado. Hemos hablado de aeropuertos, de puertos, pero
hablemos de costas. El único tema que ustedes no han cumplido del
pacto con nosotros es la Ley de Costas, señora Tocino. Canarias es
una de las primeras potencias turísticas del mundo, porque nuestro
sello turístico es Canarias, y nos encontramos con que tenemos que
planificar el territorio equilibradamente con el medio ambiente y
nuestro territorio es también el mar. Nosotros sabemos que vamos a
conseguir una inversión, sin una perra del Estado, de más de 200.000
millones de pesetas de inversores canarios - porque los canarios
ahora ya invierten, no es como antes que estaban mirando para el
cielo-, que va a crear 40.000 empleos en los próximos cinco años,
porque consideramos que nuestro turismo tiene que estar basado en la
planificación del territorio, del medio ambiente, y hay que volcarse
al turismo en el mar. El mar es un instrumento básico con las costas.

En Madrid hay un señor director general, debe ser mesetario o no sé
de dónde es, que nos dice que ese tema ni de broma, porque las costas
de allí las tiene que planificar desde aquí y dice que las costas son
para los navegantes solitarios, para los nudistas, o no sé qué. Uno
se pregunta: ¿pero todavía quedan aquí funcionarios centralistas de
ese tipo, que se creen que pueden decidir la planificación del
territorio, que es competencia nuestra, porque el territorio es
también el mar? No estoy pidiendo el mar territorial, sino que no nos
frenen nuestro desarrollo, porque los canarios en cinco años vamos al
pleno empleo, y si ahora hemos bajado a 90.000 parados, vamos a bajar
a 30.000 ó 40.000 mínimo, que es simplemente el núcleo de personas
que, a través del seguro de desempleo, tendrán la protección
necesaria para no tener problemas de seguridad, pero no se podrán
integrar fácilmente en el mercado de trabajo.

La policía canaria. Es verdad que ustedes están mirando siempre al
norte, que están con el problema del País Vasco, y creo que hay que
mirarlo y hay que preocuparse, pero nosotros tenemos problemas de
seguridad y necesitamos policía autonómica, pero no distinta; tenemos
que buscar el debate de las policías federales que hay en todo el
mundo. Nosotros necesitamos participar en nuestra seguridad, como
necesitamos hacerlo en la reforma de la justicia, que aquí se ha
planteado y es otra de las asignaturas pendientes.

Terminando, señor Aznar, nosotros tenemos un proyecto claro. Canarias
va a defender sus señas de identidad, su personalidad como pueblo,
pero está comprometido



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en un proyecto europeo. Hay una nueva Canarias que está surgiendo,
por cierto, aquí nadie se entera, y a mí me parece bien que no se
enteren. Yo he estado en Nueva York hace un mes y he leído en el
Financial Times, en la edición norteamericana, un artículo muy amplio
sobre los problemas de las autonomías y de las nacionalidades en
Europa. Decía: En Europa, en el momento de la integración, hay graves
problemas; Escocia, Gales, Lombardía, los flamencos, Cataluña, País
Vasco, etcétera. Y nos ponía a nosotros, los canarios, como ejemplo
de cómo, defendiendo nuestra identidad, hemos logrado articularnos en
un proyecto de Estado y en un proyecto europeo. Como los periódicos y
los rotativos españoles padecen de gran espíritu provinciano, sea
dicho de paso, uno se tiene que enterar de lo que somos los canarios
en Estados Unidos, porque aquí no se enteran. La tesis de la
información es que la buena noticia es cuando no hay noticia. Como no
creamos problemas, como nos gobernamos bien, como ganamos las
elecciones, a nosotros nos han olvidado. Seguramente nos va bien
porque no nos han metido en todos los líos en que están ustedes,
y nosotros podemos estar construyendo nuestro futuro desde nuestro
autogobierno. Por eso, señor Aznar, tiene usted los presupuestos de
este año...




El señor PRESIDENTE: Señor Mauricio, vaya concluyendo, por favor.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Termino. Tiene usted los presupuestos de
este año, y quiero decirle que hemos ganado las elecciones en
Canarias porque somos una fuerza responsable. Es verdad que ustedes
han ido a Canarias a decir: Estos señores nacionalistas no han
conseguido nada, lo hemos hecho todo nosotros. Pero la gente allí,
como no es boba, ya ha llegado a la mayoría de edad, nos ha votado a
nosotros, a pesar de su discurso. Si hubiesen dicho que lo hemos
conseguido juntos, hubiesen conseguido mejores resultados. Nosotros
hemos dicho que lo hemos conseguido juntos, nosotros y ustedes,
dialogando. Me ha costado muchos meses de persuasión aquí, y lo saben
ustedes, el llegar a acuerdos. Tengo que reconocer que, por primera
vez en nuestra historia, hemos encontrado un gobierno sensible a los
problemas canarios, pero lo hemos hecho los dos. No se apunten
tantos. El señor catalán de Convergencia i Unió estaba dolido porque
no se les reconocían la aportación que ellos hacen. Nosotros, con que
nos la reconozca nuestro pueblo en las elecciones, tenemos
suficiente.

Pero tengo que decirle una cosa. En esos presupuestos del Estado a lo
mejor usted no tiene mayoría. Yo le garantizo que la va a tener, y no
le pido nada a cambio. La responsabilidad pasa por que cuando se
cumple un pacto uno no aprovecha coyunturas para sacar perras y para
que haga usted los deberes del verano, creo haber oído aquí. Nosotros
no le planteamos deberes del verano, sino que cumpla con nuestros
compromisos. Los va a cumplir y usted tendrá unos presupuestos
razonables. Y eso que nosotros no estamos condicionados por un
proceso electoral, otros sí. Nosotros no tenemos ningún tipo de
obligación, porque ya celebramos las elecciones y las ganamos.

Nosotros tenemos la responsabilidad de contribuir a una España unida,
solidaria, que reconozca sus hechos diferenciales, empezando por el
canario. Que esa España juegue un papel de líder en Europa y que
Europa juegue un papel de líder en el mundo, que está preparada para
ello. Ese es nuestro proyecto, y ese proyecto lo vamos a cumplir. Ese
proyecto tiene un gran activo, un extraordinario activo. La mayor
riqueza que garantiza que España va a cumplir con su objetivo es su
pueblo. Los pueblos nunca son iguales a lo largo de la historia. Es
mentira que haya pueblos indolentes, pueblos pasivos. El pueblo de
España, a finales del siglo XX, es un pueblo creador, con talento,
con capacidad y con nivel. Es nuestro principal activo. España tiene
un gran activo, que es su pueblo, su sociedad, y un gran déficit, un
terrible déficit, que es que no lo sabe. El pueblo de España no
conoce la capacidad potencial que tiene, como empezamos a saberlo los
canarios. ¿Saben en parte por qué no lo saben? Porque tenemos debates
en que no hacemos sino pelearnos; todas las cosas son blancas o
negras. No hay nada ni blanco ni negro; todo es gris. Más blanco que
gris, pero todo es gris. No hay verdades absolutas. No nos planteemos
debates como el que hemos tenido hoy, planteémonos retos de futuro.

Toynbee, el gran historiador británico, decía: Un pueblo se enfrenta
a su reto histórico. Cuando está a la altura del reto, y España va a
estarlo, progresa, avanza y se hace fuerte. Y cuando no está a la
altura, cae en la decadencia y en el declive. España será fuerte,
dentro de ella cabe una Canarias fuerte, dentro de una Europa fuerte.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Mauricio.

Tiene la palabra el señor presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías, quiero agradecer la intervención del portavoz de Coalición
Canaria, José Carlos Mauricio, y agradecer la colaboración de su
grupo parlamentario.

Yo comparto con S.S. lo que ha dicho en torno al futuro y por ahí se
ha tratado de encauzar el debate a lo largo del día de hoy por
nuestra parte, desde una posición que no les extrañe que hayamos
definido de centro reformista. Se trata de conseguir aunar voluntades
en unas políticas reformadoras que sean capaces de generar más
crecimiento y más bienestar para todos. Hemos puesto un ejemplo y
unos objetivos muy claros en dos de los aspectos más importantes para
la consecución del futuro de nuestro país desde un punto de vista
común, que es el del empleo, el de la educación y el fomento de la
innovación.

Yo creo que podemos compartir, como veníamoshaciendo a lo largo de
estos años, unos objetivos de



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futuro para nuestro país, que, sin duda, sean los que permitan
aprovechar las potencialidades y capacidades de la sociedad española
a la que se ha referido su señoría. Yo creo que para aprovechar la
capacidad de un país lo primero que hay que hacer es tener confianza
en el país. Los españoles han demostrado que cuando se les da
confianza, cuando se confía en ellos, cuando se les da una
posibilidad de desarrollar sus potencialidades, cuando se les da una
oportunidad de hacer una política mirando al futuro, son
absolutamente capaces de conseguir los objetivos más ambiciosos, de
conseguir las mejores metas para su futuro y para el desarrollo de
nuestro país.

Su señoría ha hecho un análisis de la evolución de los objetivos a
los que nos habíamos comprometido. Ha mencionado en primer lugar el
objetivo de la llegada al euro. Ya hemos hablado de eso a lo largo de
esta tarde, pero, sin duda, compartimos que es un elemento
absolutamente básico de nuestras posibilidades de presente y sobre
todo de nuestras posibilidades de futuro en Europa. El futuro de
Europa en este momento está centrado básicamente sobre el motor de la
moneda única, que es el factor de integración más poderoso de la
Unión Europea en este momento, que es un factor de estabilidad y
estamos demostrando que es un factor de crecimiento y de bienestar.

Ya están superadas por la realidad las viejas políticas que
consistían bien en decir que era imposible una política de
estabilidad macroeconómica, una política de disciplina, una política
de rigor y al mismo tiempo crecimiento, generación de empleo o el
mantenimiento del bienestar social, bien en decir que las políticas
que mantenían el bienestar social, que impulsaban el crecimiento
y generaban empleo eran las políticas que consistían en aumentar los
déficit, en aumentar los impuestos o en aumentar los endeudamientos.

Hoy lo que se ha demostrado es que un control de la inflación muy
estricto, una política activa de reducción del déficit, unos
reducidos tipos de interés, un endeudamiento controlado y reducido es
lo que más y mejor permite el crecimiento económico y la generación
de empleo. Esa es una línea a la cual se va llegando desde distintas
posiciones políticas, digamos que unos más rápido que otros, por una
razón sencilla, porque unos ya estaban en esa posición política, en
la cual nos encontramos nosotros, y otros tienen que andar todavía un
camino que les lleve a esa conclusión. Pero ese es el camino europeo,
en el cual la moneda única es un motor y un factor fundamental.

Naturalmente, era muy importante para la confianza, capacidad y
posibilidades de la España de futuro el estar a tiempo en la moneda
única.Creo que S.S. ha hablado de las distintas oportunidades que
a lo largo de la historia ha perdido España. Es verdad, la mayoría de
las veces, por distintas razones de nuestra historia, no hemos podido
llegar a tiempo a nuestros objetivos. Tal vez sea ésta la primera vez
que en mucho tiempo llegamos a tiempo a un objetivo de carácter
histórico para Europa, y tenemos que saber aprovecharlo. Hemos
llegado bien, hemos cumplido
mejor de lo que se pensaba, hemos dado, por decirlo de esa manera, la
sorpresa a quien no esperaba esa capacidad de cumplimiento y ahora
tenemos que practicar unas políticas que garanticen nuestra
estabilidad y aseguren nuestro potencial de crecimiento en la zona
euro de la Unión Europea, que es la primera potencia comercial del
mundo en este momento pero que tiene que convertirse también, desde
el punto de vista de la seguridad y defensa y desde el punto de vista
de su articulación política, en una gran potencia. A eso se ha
referido S.S. a continuación para hablar de la construcción europea.

Evidentemente, hoy España, al estar en mejores condiciones, al
aprovechar un punto de partida mucho más intenso, tiene unas
posibilidades de aportación, una capacidad en Europa que realmente
antes no tenía en su totalidad. Ahora sí tenemos esa posibilidad. Por
lo tanto, debemos prestarnos claramente a ejercerla con todas sus
consecuencias. Y en las nuevas fórmulas que se están produciendo en
Europa, bien como consecuencia de crisis, bien de la propia evolución
europea en términos de seguridad y defensa -el fortalecimiento de ese
pilar europeo de seguridad y defensa como consecuencia de la crisis
de Kosovo-, de la reforma institucional como consecuencia del Tratado
de Amsterdam o del fortalecimiento del tercer pilar de la seguridad
y el espacio judicial común europeo, es decir, todos los factores que
siguen contribuyendo a un proceso de Unión Europea, lo más importante
es que en la Europa del futuro habrá un diseño grande de Europa, de
la Europa de la ampliación, y habrá, evidentemente, no quiero decir
una Europa de dos velocidades o una Europa de distintos núcleos, pero
sí un núcleo más importante, y el núcleo más importante, que es donde
hay que estar, es el núcleo euro; ahí es exactamente donde está
España y desde donde se va a generar la más poderosa construcción de
la Europa integrada para el futuro inmediato.

Dentro de eso, señoría, a lo largo de este tiempo, además de la
llegada del euro, hemos tenido que administrar la Agenda 2000. Yo
creo, como usted, que la Agenda 2000 ha sido una agenda de resultados
satisfactorios para España; satisfactorios en sí mismos, es decir en
cuanto significan que tenemos unas perspectivas financieras del año
2000 al año 2006 que nos permiten afrontar la financiación de la
Unión Europea hacia el futuro, y satisfactorios para las posiciones
de España, ya que se trataba de saber si en una etapa distinta a las
anteriores, en una etapa de restricciones presupuestarias, donde los
grandes países que más aportan a la Unión Europea habían tomado la
decisión, por razones de carácter interno, de cuestionar esas
aportaciones e incluso de querer reducirlas drásticamente, si éramos
capaces o no de llegar a unos acuerdos positivos que permitiesen
garantizar las perspectivas financieras para la Unión Europea y, por
supuesto, garantizar las posibilidades de España. Desde el punto de
vista de la decisión de recursos propios, el sistema de ingreso de la
Unión Europea, en donde se han corregido elementos



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regresivos y se han establecido elementos más progresivos, como es el
recurso del producto nacional bruto de cada país, se ha producido
evidentemente un avance. Como ocurre en todas las negociaciones, no
un avance que permita decir que hemos conseguido el sistema de
recursos propios que necesitábamos, que queríamos, al que
aspirábamos, pero se ha producido un avance. Y, desde el punto de
vista de los recursos financieros que recibe nuestro país, se ha
producido una clara mejora de nuestro saldo neto. Yo lo he explicado
esta mañana o al comienzo de esta tarde, pero, como ya es de noche,
lo quiero volver a decir brevemente: el país beneficiario en términos
absolutos y relativos, el país más beneficiado por la Agenda 2000 es
España, y después de España hay dos países que se han beneficiado
más, que son Grecia y Luxemburgo y, después, otro país, Bélgica, y
todos los demás han empeorado su saldo neto. Por tanto, a la hora de
hacer las cuentas es conveniente que se tenga presente esto que acabo
de decir como resultados de una negociación; lo que era un saldo neto
positivo para España de siete billones de pesetas ha pasado a ser un
saldo neto positivo de 8,8 billones de pesetas -eso es lo importante-
, tanto en términos de fondos estructurales, como de fondos de
cohesión, como de las negociaciones agrarias muy importantes y
difíciles que hubo en Berlín. Y, evidentemente, tengo que decir que
nuestro país también aporta más a la Unión Europea; tenemos que
aportar más por la razón evidente de que, afortunadamente, al
aumentar nuestro nivel de renta, al aumentar la riqueza de los
españoles, al aumentar el producto de riqueza nacional nos
corresponde aportar más. Pero el saldo final es ése y creo que es un
saldo extraordinariamente positivo en orden a lo que teníamos, a lo
que hemos conseguido mejorar y en orden también a lo que podemos
plantear de cara al futuro en la utilización de esos fondos
estructurales. Por eso, señorías, a la hora de hablar de
infraestructuras distintas, de infraestructuras de carreteras o
portuarias, de las conexiones de ferrocarril con el norte o con otras
provincias de Levante o de Andalucía, o de conexiones de carretera, o
de accesos a la meseta de alguna región como Cantabria, o de puertos
en Canarias, etcétera, estamos hablando de la articulación de unos
planes de desarrollo regional en el marco de un plan general de
infraestructuras que permita la utilización correcta, integrada, que
dé sentido, vertebración y cohesión territorial a nuestro país para
los próximos años y por un importe de 16 billones de pesetas. Eso lo
tenemos que aprovechar y, con eso, sabemos que seguiremos teniendo
necesidades y muy probablemente no podremos satisfacer todas aquellas
aspiraciones que pueda haber en muchos sitios para conseguir
infraestructuras con carácter inmediato, pero habrá que hacer el
capítulo de prioridades más urgentes para ese futuro inmediato.

Ha mencionado S.S. algunas cosas a las que me quiero referir, como es
dentro de la Agenda 2000 la situación de la OCM del plátano, sin duda
extraordinariamente conflictiva, muy importante e interesante para
Canarias, y en la que actualmente, después de las resoluciones que ha
habido sobre el conflicto que nos enfrentaba con Estados Unidos, se
trata de encontrar unas reglas compatibles que defiendan en su
sentido más amplio los intereses de los productores canarios. Yo creo
que en este momento y después del tiempo que ha transcurrido, existe
una razonable esperanza de que podamos conseguirlo para el futuro.

Uno eso, el plátano y la defensa del plátano, a lo que es también
señoría en la evolución del Tratado de Amsterdam, el estatuto de
regiones ultraperiféricas al que usted se ha referido, que sin duda
constituye un hito en la construcción o en la arquitectura
institucional de la Unión Europea, por cierto con una resolución
expresa en el Consejo Europeo de Colonia, en el cual se insta a la
Comisión al desarrollo del Estatuto de regiones ultraperiféricas
contenido en el Tratado de Amsterdam. No olvidemos que el Tratado ha
entrado en vigor hace muy poco tiempo, dos meses escasamente, y que
tiene su continuidad y desarrollo en algo que ya estaba previsto para
Canarias, pero que también en este momento hay que poner en marcha
como consecuencia de ese estatuto, que es el régimen económico y
fiscal canario y la zona económica canaria. Su señoría sabe muy bien
que el régimen económico fiscal está resuelto, hay que resolver lo de
la zona económica canaria, sabe S.S. que nosotros no somos
partidarios de cualquier acuerdo sino que somos partidarios de un
buen acuerdo, y sabe S.S. muy bien que no solamente no nos hemos
cansado sino que estamos trabajando activamente por ese buen acuerdo.

Porque queremos un buen acuerdo es por lo que todavía estamos
trabajando por él, porque evidentemente podíamos haber cerrado un
acuerdo que no hemos considerado satisfactorio para los intereses de
Canarias y satisfactorio para los intereses de España en su conjunto.

Puedo decirle que el pasado día 10 de junio estuve hablando
personalmente en Alicante con el comisario Monti sobre este punto de
la zona económica de Canarias para ver en que términos podemos
avanzar lo más rápidamente posible, ahora con el nombramiento de la
nueva Comisión, bajo la presidencia de Romano Prodi.

Ha hecho referencia S.S. a la deuda externa en relación con
determinadas consideraciones establecidas en el Consejo Europeo de
Colonia. Sabe S.S. que el Consejo Europeo de Colonia aprobó una
reducción del 90 por ciento de la deuda externa de los países menos
favorecidos, más endeudados o más pobres, acuerdo que ha sido
ratificado en la reunión que recientemente han tenido también en
Colonia -donde ha habido muchas reuniones- el G-7 más Rusia, en este
caso ya el G-8, después de estas reuniones. Quiero decirle que España
es solidaria con las decisiones del Consejo Europeo. Quiero
recordarle, y he hablado esta mañana de la solidaridad manifestada
claramente por los españoles en el envío de más de 300 millones de
dólares a Centroamérica como consecuencia del huracán Mitch; o de lo
que es el fondo de 3.000 millones de dólares que España aportó para
paliar la crisis financiera en



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Iberoamérica, donde somos, señor Mauricio, el segundo inversor del
mundo y el primer inversor de la Unión Europea. Pero, señoría, siendo
absolutamente realistas existían unas posibilidades escasísimas por
no decir nulas, de que esa deuda de los países menos desarrollados
o más pobres pudieran pagarla o devolverla. Por tanto, está bien hacer
esa política que casi llega no a la reducción, sino a la condonación
de esas deudas; pero lo más importante, como es natural, es la
apertura comercial y las inversiones exteriores. El problema es que
en esos países se pueda producir un incremento de su comercio y que
se den los elementos mínimos imprescindibles para que se pueda
producir determinada inversión. Si no es así, dentro de poco tiempo
volveremos a estar hablando de la necesidad de condonación de deuda
externa sin capacidad para la apertura comercial. Por eso todos los
acuerdos comerciales con cualquier parte del mundo, los haga un país
o los haga la Unión Europea son especialmente conflictivos. Esta
mañana, respecto a otros países con un nivel de desarrollo mucho más
alto, planteaba los problemas de lo que es el comercio con Mercosur,
por ejemplo. Espero y deseo que antes de fin de año seamos capaces de
llegar a un acuerdo definitivo de zona de libre cambio con México, lo
cual es muy importante porque Europa, toda Europa ha perdido
posibilidades comerciales en Iberoamérica, en unos casos como
consecuencia del Tratado entre Estados Unidos, Canadá y México, y en
otros del ALCA, es decir la iniciativa de comercio para toda América.

Eso que ya ha ocurrido en México está ocurriendo también en
Iberoamérica desde el punto de vista comercial. Los países de
Mercosur y otros países quieren naturalmente abrir una vía de
relación comercial con la Unión Europea y con cada uno de sus Estados
mucho más intensa de la que tenían hasta este momento. Yo creo que a
Europa le interesa, es una de las razones por las que impulsamos la
cumbre de Río y por las que impulsamos ahora el acuerdo que determine
y llegue a una zona de libre cambio entre la Unión Europea y
Mercosur, que tiene enormes dificultades (piense S.S., por ejemplo,
en lo que puede ser la apertura comercial de productos agrarios),
pero que al mismo tiempo tiene una posibilidad y una oportunidad
verdaderamente extraordinaria cuando políticamente se defiende esta
relación de la Unión Europea por razones estratégicas con
Iberoamérica, es decir que Iberoamérica sea considerada al mismo
nivel que otras zonas o espacios geográficos en el marco de la Unión
Europea; cuando se trata de dar oportunidades comerciales a países
o a establecer mecanismos de relación comercial que contrapesen otras
influencias, otros intereses, y además cuando nuestro país, España,
es la primera potencia inversora de la Unión Europea en Mercosur. Por
tanto, en el concepto y en el conjunto de esa iniciativa hay un
esfuerzo muy importante que tenemos que seguir desarrollando.

Ha hablado S.S. de la modernización económica y yo comparto lo que ha
dicho respecto a las necesidades que hay que afrontar en relación con
las infraestructuras,
así como la innovación de nuestras empresas y nuestra
presencia en el exterior. Espero que podamos cumplir todos los
plazos, y una de las cosas más importantes del futuro inmediato que
es poner en marcha y enviar a Bruselas todos los planes de desarrollo
regional que permitan el correcto funcionamiento de todos los fondos
estructurales comunitarios en el nuevo periodo que se abre el año
2000.

Comparto los elementos que ha planteado S.S. respecto a los
resultados del empleo. Ha dicho S.S. que son satisfactorios pero que
no son suficientes, y es verdad. Es satisfactorio tener un alto nivel
de creación de empleo y es insuficiente porque queda todavía un alto
nivel de desempleo. Hace falta saber si estamos de acuerdo en que las
políticas que se están desarrollando son las que nos permiten estar
en la buena senda para reducirlo. Tenemos que poner un acento mayor
en aquellos grupos que tienen una necesidad más grande o más intensa
de empleo. Es por lo que hemos hecho las propuestas y las políticas,
también los planes nacionales de empleo y en la orientación de la
Unión Europea destinados a las mujeres y a los jóvenes. En esos dos
grupos hay que trabajar más activamente. Se podrá decir, y se dice,
que no es suficiente que el 50 por ciento del empleo que se crea en
este momento en España sea femenino. Es verdad, nos gustaría que
fuese más; es satisfactorio, señor Mauricio, pero también es
insuficiente. También resulta insuficiente en este momento para los
jóvenes españoles, aunque sea un porcentaje muy alto el paro de
jóvenes menores de 25 años ha mejorado de manera muy sustancial, ha
bajado entre 10 y 12 puntos en los últimos años, pero partíamos de
unas cuotas suficientemente elevadas para seguir trabajando en ese
sentido.

También es verdad que desde el punto de vista de lo que es el Estado
de bienestar S.S. ha hecho algunas reflexiones sobre las que no
quiero incidir porque podemos estar de acuerdo, pero sí sobre la
importancia del Pacto de Toledo. El Pacto de Toledo, junto con el
manteniniento de la política económica que estamos realizando en este
momento, es la garantía del sistema público de pensiones. Dicho de
otra manera, si continuamos en una senda de crecimiento, de empleo,
siguen aumentando los cotizantes a la Seguridad Social y se cumplen
los objetivos de reducción de déficit de la Seguridad Social,
estaremos en unas condiciones formidables para afrontar con
tranquilidad una negociación o renegociación, una renovación del
Pacto de Toledo que asegure un sistema posible, razonable y que
mejore el bienestar y las pensiones para el futuro.

Tiene razón S.S. cuando dice que hay pensiones bajísimas en nuestro
país. Es verdad, pero lo peor que se puede hacer con una pensión
bajísima en nuestro país es poner en riesgo el sistema, porque si se
pone en riesgo el sistema, vuelven elementos inflacionarios o
deficitarios, en este caso en la economía general en la Seguridad
Social, será todavía una pensión más pequeña, más rebajada como
resultado de esa situación económica.En consecuencia, todos los
elementos de estabilidad



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que se puedan plantear y todas las mejoras que se puedan hacer, que
nosotros las hemos puesto en marcha en relación con las pensiones de
viudedad o de orfandad, me parecen absolutamente determinantes.

Señoría, he planteado y lo vuelvo a repetir desde el punto de vista
autonómico la estabilidad del modelo más allá de la pura
reivindicación competencial. Sé muy bien que siempre podrá haber
posibles competencias que reivindicar, pero me parece que ese no es
el elemento central del sistema. Yo he dicho que ahora en la actual
distribución de competencias y en la actual distribución de gasto
público hay obligaciones muy importantes a reseñar. Pongo
habitualmente el ejemplo de que hace 18 ó 19 años de cada 100 pesetas
que se gastaban en España, el Gobierno gastaba 91 y gastaban 9 las
corporaciones locales; hoy de cada 100 pesetas que se gastan en
España, 56 las gasta el Gobierno y 44 las gastan entre comunidades
autónomas y corporaciones locales, pero cuando termine el traspaso de
algunas competencias, sobre todo de sanidad o de educación a algunas
comunidades autónomas, más del 50 por ciento del gasto lo harán entre
comunidades autónomas y corporaciones locales; por tanto el
planteamiento tiene que ser distinto. Si además de eso estamos
sujetos por un pacto de estabilidad europeo y por un pacto de
estabilidad en España, es evidente que los elementos de
corresponsabilidad de las entidades territoriales, sean comunidades
autónomas o sean corporaciones locales, es mucho mayor. Eso es
lógico. La corresponsabilidad es mucho mayor, los elementos de
definición de la corresponsabilidad son mucho mayores y no puede ser
que el esfuerzo de estabilidad recaiga solamente en el Estado, en el
Gobierno, o en la Administración general del Estado si usted lo
prefiere, tiene que ser un esfuerzo simétrico de aportación por razón
de las responsabilidades que se tienen tanto en el gasto como en el
ingreso. A mí me parece que en este momento en la distribución de
competencias y de recursos es especialmente significativo ver la
posición de las corporaciones locales. Creo que ha llegado la hora de
que se produzcan unos elementos razonables de descentralización de
las comunidades autónomas en favor de las corporaciones locales. Sé
que puede haber entidades intermedias, bien vía cabildos o bien vía
diputaciones provinciales, sobre las cuales evidentemente tienen
también responsabilidades competenciales y financieras, pero creo que
eso desde el punto de vista de equilibrio y desarrollo del sistema,
es en todo caso muy positivo.

Agradezco su disponibilidad, señoría, en relación con el presupuesto
del año 2000. Ya he dicho que me parece un presupuesto absolutamente
determinante, importante para afrontar esa nueva etapa de la España
que forma parte ya de la moneda única europea y tiene que abordar con
confianza y con capacidad esos retos y esas posibilidades. Desde
luego, señoría, espero que podamos seguir compartiendo estos
objetivos y estas medidas para el futuro. Como S.S. ha dicho que
además eso conviene reconocerlo porque a uno le va
mejor electoralmente allí donde lo reconoce, yo lo reconozco para ver
si sigue sonriendo la suerte.

Gracias, señoría. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente.

Señor Mauricio.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Señor presidente, señorías, no se
preocupen que voy a ser brevísimo, ya sé que a estas horas se
agradece por cortesía a las señoras y señores diputados.

Señor Aznar, esta intervención va a ser muy concreta. He entendido
que la cumbre europea de Colonia ha instado a la Comisión, lo acaba
de decir y ya lo sabemos, para que antes de finalizar 1999, es decir
este siglo, tengamos un desarrollo de lo que es el estatuto
permanente, el estatuto especial canario como región ultraperiférica.

Le pido que preste atención a esa cuestión, sé que en las tareas de
Estado hay muchos temas, pero hay momentos -no se lo pido siempre ni
permanentemente- en que la oportunidad y la coyuntura hay que
aprovecharla. Lo acaba de decidir hace una semana la cumbre de
Colonia, y el estatuto nos va a permitir todo un proyecto de
desarrollo de Canarias, de autogobierno de Canarias, de defensa de su
régimen económico fiscal, que está en la Constitución, y de la ZEC.

Quería decirle una cosa respecto a la ZEC. Nos estamos jugando no
sólo tener un sector turístico potente, defender nuestra agricultura
en la negociación europea, como usted ha señalado respecto al
plátano, sino en lo que he insistido muchas veces y que yo comprendo
les cueste trabajo porque es nuevo. Cuando España habla de su
política exterior hay que decir que España es un país
estratégicamente situado en el mundo, es un país de gran valor
estratégico, es parte de la Europa continental, tiene el Atlántico,
el Mediterráneo, el norte de África y tiene unas tradiciones de
relación cultural con Latinoamérica, pero le falta una dimensión que
ustedes no deben olvidar. Hay un eje que va de España a Canarias.

Canarias se ha convertido -espero que algún día se enteren- en una
potencia extraordinaria de futuro, lo saben los grandes inversores
europeos y norteamericanos, lo saben también los grandes inversores
asiáticos, es un centro de redistribución internacional con unas
infraestructuras potentes y con capacidad para jugar a eso que ha
hablado usted de que no hace falta sólo condonar la ayuda, sino que
hay que cooperar. Frente a Canarias está Marruecos. Esperamos que
desde el Ministerio de Asuntos Exteriores se contribuya a resolver el
problema de esa guerra que hay allí respecto al proceso de
autodeterminación del Sáhara. Marruecos va a ser uno de los líderes
del futuro de África. Marruecos y Egipto se consideran los líderes
que van a tirar y Sudáfrica en el otro lado. Marruecos norte mira a
Andalucía y Marruecos sur, desde Casablanca, mira a Canarias. Luego
hay una serie de países, Senegal, Mauritania, Costa del Marfil,
etcétera, donde tenemos una serie de agregados comerciales. Hay que
cooperar



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con esos países. Ahí está la dimensión atlántica, que no es sólo
Latinoamérica. Antes nosotros estábamos en la dimensión atlántica de
España, porque éramos el lugar de paso para la colaboración con
Iberoamérica, pero ahora las relaciones de cooperación de Canarias
empiezan a ser con África y necesitamos ayuda y cooperación, porque
Canarias es un centro internacional de cooperación, de intercambio,
de desarrollo cultural, de potenciación de la cultura europea, de la
identidad canaria y tiene posibilidades enormes de relación con la
nueva África, que tiene momentos dramáticos pero también tiene
interesantes posibilidades de desarrollo. Dicho eso, debo decirle que
la ZEC precisamente sirve para eso, no es una zona fiscal de agujero
para introducir mercancías baratas en Europa, sino que se trata de
crear las condiciones para la cooperación internacional.

Ha dicho usted que se ha reunido con el señor Monti. Dígale al señor
Monti -que ya se va a ir, por cierto como comisario europeo-, que el
Consejo Europeo de Colonia le insta a que acabe con el trabajo y dé
la solución de la ZEC de Canarias, como hemos hablado de todo el
estatuto especial.

En ese orden de cosas, nosotros los canarios creemos que tenemos un
futuro excepcional, y lo creemos porque hemos hecho esfuerzos y
sacrificios, hemos cooperado en el marco del Estado español, y vamos
a seguir cooperando como le decía antes en el marco de España y de
Europa.

Usted ha reconocido que Coalición Canaria ha sido decisiva. Se lo
agradezco y ya me empiezo a preocupar, porque cuando íban los
ministros por allí diciendo que nosotros no habíamos hecho nada, los
canarios decían: hay que votar a Coalición Canaria. Al reconocer la
importancia de Coalición Canaria me empieza a preocupar que los
próximos votos puedan ir al Partido Popular.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Mauricio.

Señor presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): A pesar de que van
casi ocho horas y media de debate continuo, no quiero en esta última
intervención dejar de subir a la tribuna, aunque sea para intervenir
de forma muy breve y telegráfica.

Espero y deseo que antes de fin de año la Comisión pueda plantear los
trabajos de desarrollo del estatuto de regiones ultraperiféricas. Ése
es mi deseo. Vamos a ver si la nueva Comisión cuando esté formada,
que realmente no podrá arrancar en términos efectivos hasta el mes de
septiembre, tiene suficiente decisión y capacidad para hacerlo. Sin
duda estaremos muy pendiente de ello.

En relación con la ZEC, señor Mauricio, sabe S.S. que no hace falta
que me convenza a mí, hace falta que nosotros convenzamos a los demás
y es a lo que nos estamos dedicando fundamentalmente.

Compartiendo sus objetivos y retomando el final de su intervención le
tengo que decir con todo afecto, señor Mauricio, que no me importa
que S.S. se haya sentido o se sienta un poco inquieto en relación con
el futuro respecto a mi última consideración de carácter electoral.

Gracias, señor presidente. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente del Gobierno.

El Pleno se reanudará mañana a las nueve de la mañana.

Se suspende la sesión. Buenas noches.




Eran las doce y veinticinco minutos de la noche.