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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 236, de 04/05/1999
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



PLENO Y DIPUTACIÓN PERMANENTE



Año 1999 VI Legislatura Núm. 236



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FEDERICO TRILLO-FIGUEROA MARTÍNEZ-CONDE



Sesión Plenaria núm. 228



celebrada el martes, 4 de mayo de 1999



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad
con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento:



- Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de
conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento, para
informar sobre la cumbre de la Alianza Atlántica celebrada en
Washington los días 23, 24 y 25 de abril, así como sobre la situación
en Kosovo. (Número de expediente 210/000040) . . . (Página 12595)



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SUMARIO



Se abre la sesión a las diez y treinta minutos de la mañana.




Página.




Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad
con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento, para informar
sobre la cumbre de la Alianza Atlántica celebrada en Washington los
días 23, 24 y 25 de abril, así como la situación en Kosovo. ... 12595



El señor presidente del Gobierno (Aznar López) comparece ante la
Cámara para informar sobre la evolución de la crisis de Kosovo, así
como sobre el desarrollo de la cumbre de la Alianza Atlántica.

Manifiesta en primer lugar que, en contra de lo que algunos pensaban,
en la cumbre de Washington se ha logrado un grado de unidad entre los
aliados que no parecía posible conseguir, aunque es cierto que se
comenzó la cumbre con una serie de precauciones. La crisis de Kosovo,
dice, ha servido para reafirmar los valores que motivaron la creación
de la Alianza en 1949, para reforzar la cohesión de los aliados y
para confirmar que la política que se está llevando a cabo durante
esta crisis es la correcta. Explica las cuatro reuniones esenciales
que tuvieron lugar: la de los diecinueve aliados, la de los aliados
con los países limítrofes con Yugoslavia, la del Consejo de
Asociación Euroatlántico y la del Consejo Atlántico. A continuación
se refiere a la situación en Kosovo y a los distintos aspectos de la
crisis tal y como se están desarrollando, que es la culminación de
una política deliberada de opresión, limpieza étnica y violencia
realizada por el actual régimen de Belgrado, política que representa
un desafío a los valores por los que ha velado la Alianza Atlántica
desde su fundación: la defensa de la democracia, la protección de los
derechos humanos y el imperio de la ley. Explica los esfuerzos
diplomáticos para buscar soluciones políticas antes de llegar al
empleo de la fuerza, haciendo especial mención a la Federación Rusa,
cuya contribución considera indispensable para solucionar la crisis
de Kosovo. Reconoce que se están produciendo movimientos en la
búsqueda de soluciones diplomáticas, pero rechaza cualquier
iniciativa que pretenda conseguir la división de las fuerzas aliadas
o simplemente ganar tiempo. Solamente el cumplimiento de las
condiciones, con independencia de otros detalles, puede permitir
justamente el avance de cualquier solución de tipo diplomático, que
debe garantizar el restablecimiento inmediato del respeto a los
derechos humanos en Kosovo y el retorno de todos los refugiados a sus
hogares, estableciéndose
a más largo plazo un marco de convivencia en paz y en
libertad para la región, pero añade- por muchas propuestas que se
hagan, todo está en manos del presidente Milosevic. A continuación
pasa a explicar las operaciones militares llevadas a cabo, no sin
antes rendir homenaje a todos cuantos desde las primeras
intervenciones en Bosnia para poner fin a la limpieza étnica están
arriesgando sus vidas. Aclara que la campaña militar de la Alianza
Atlántica no está dirigida contra el pueblo serbio sino contra la
política del régimen de Belgrado, que ha rechazado todos los
esfuerzos para resolver la crisis de forma pacífica, y afirma que las
operaciones militares apoyan los objetivos políticosde la comunidad
internacional, reafirmados recientemente por el
secretario general de las Naciones Unidas y por la Unión Europea: un
Kosovo pacífico, multiétnico y democrático. Explica las medidas
preparadas por el Gobierno, de acuerdo con Acnur y otros organismmos
especializados, para dar acogida a los refugiados albanokosovares,
distinguiendo tres fases de intervención: una primera encaminada al
envío inmediato de ayuda alimentaria y medicamentos, que fue
realizada por la Agencia Española de Cooperación Internacional; una
segunda, que es la actual, consistente en un paquete de medidas,
entre las que destaca la instalación de un campo para atender a 5.000
refugiados y la acogida de ciudadanos albanokosovares en España;
y finalmente un bloque de medidas previstas para un plazo más largo,
encaminadas fundamentalmente a las tareas de reconstrucción de la
zona afectada y rehabilitación del funcionamiento normalizado de la
sociedad kosovar. Ofrece una serie de datos en relación con estas
tres fases que actualizan la información sobre la ejecución del plan
de actuación, y agradece especialmente la generosidad y el trabajo de
los voluntarios que, haciendo gala de un espíritu verdaderamente
extraordinario, dedican sus esfuerzos y su tiempo a la atención y el
cuidado de los refugiados. Asimismo muestra su preocupación y la de
los diecinueve jefes de Estado y de Gobierno aliados por las
dificultades que el conflicto está causando a los países del entorno
de la República Federal de Yugoslavia, y anuncia que en la
conferencia de la Unión Europea con Estados Unidos, Japón, Rusia y
los países limítrofes, que tendrá lugar el próximo 27 de mayo en
Bonn, se prestará especial atención a mejorar la seguridad en el
sudeste de Europa, buscando la integración de esos países en la
comunidad euroatlántica. Por último y en relación con el conflicto de
Kosovo, reitera que para poner fin a las operaciones militares de la
OTAN es necesario que Milosevic acepte las condiciones exigidas por
la comunidad internacional: poner fin a toda acción militar y cesar
de inmediato la violencia y la represión de Kosovo, retirar las
fuerzas militares, policiales y paramilitares del territorio; aceptar
el desplieguede una fuerza militar internacional; aceptar el



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retorno incondicional y seguro de todos los refugiados y desplazados,
así como el acceso sin trabas de las asociaciones humanitarias; y
demostrar su voluntad de aceptar un marco político que tenga como
base los acuerdos de Rambouillet. A continuación pasa a referirse a
la cumbre de la Alianza, a las decisiones que se han tomado en la
misma y, especificamente, al diseño que se ha configurado para
garantizar la seguridad en un entorno estratégico radicalmente
diferente al anterior. Destaca la incorporación de Polonia, la
República Checa y Hungría como nuevos aliados que enriquecen la
Alianza Atlántica, dejando la puerta abierta a la incorporación de
otros países que quieran colaborar en el empeño común de salvaguardar
la libertad individual, el Estado de derecho y la democracia sin
abjetivos, y explica cómo los países occidentales han organizado
durante 50 años la salvaguarda de su libertad y su seguridad ante una
amenaza real y concreta, defendiendo unos valores políticos y
morales, a través de la Alianza Atlántica, centrándose a continuación
en el nuevo concepto estratégico que establece que el control
político y la dirección estratégica de las operaciones que lleven a
cabo los alidados europeos tendrá en cuenta la plena participación de
todos ellos. Finaliza su intervención reiterando que la paz será
posible en Yugoslavia desde el momento en que se cumplan las
condiciones acordadas por la comunidad internacional, y espera que en
estos momentos en que muchos españoles están participando tanto en
las operaciones militares como en las humanitarias, la Cámara sabrá
brindarles generosamente el apoyo necesario.




Intervienen en el debate los señores Borrell Fontelles, del Grupo
Socialista del Congreso; Anguita González, del Grupo Parlamentario
Federal de Izquierda Unida; López de Lerma i López, del Grupo
Parlamentario Catalán (Convergència i Unió); González de Txabarri
Miranda, del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV); Mauricio Rodríguez,
del Grupo Parlamentario de Coalición Canaria; la señora Rivadulla
Gracia, el señor Rodríguez Sánchez, la señora Rahola i Martínez, del
Grupo Parlamentario Mixto, y el señor De Grandes Pascual, del Grupo
Parlamentario Popular en el Congreso.




Contesta a todas las intervenciones el señor presidente del Gobierno.




Se suspende la sesión a las once y veinticinco minutos de la noche.

Se abre la sesión a las diez y treinta minutos de la mañana.




COMPARECENCIA DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, DE CONFORMIDAD
CON LO DISPUESTO POR EL ARTÍCULO 203 DEL REGLAMENTO.




- COMPARECENCIA DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, DE
CONFORMIDAD CON LO DISPUESTO POR EL ARTÍCULO 203 DEL REGLAMENTO, PARA
INFORMAR SOBRE LA CUMBRE DE LA ALIANZA ATLÁNTICA CELEBRADA EN
WASHINGTON LOS DÍAS 23, 24 Y 25 DE ABRIL, ASÍ COMO SOBRE LA SITUACIÓN
EN KOSOVO. (NÚMERO DE EXPEDIENTE 210/000040)



El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión cuyo orden del día, como
saben, contiene un solo punto, la comparecencia del Gobierno,
solicitada de conformidad con lo dispuesto en el artículo 203 del
Reglamento, para informar al Pleno sobre la cumbre de la Alianza
Atlántica celebrada en Washington los días 23, 24 y 25 de abril, así
como sobre la situación en Kosovo.

En nombre del Gobierno, tiene la palabra su presidente, don José
María Aznar López.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señoras y señores diputados, comparezco ante la Cámara para
informarles sobre la evolución de la crisis de Kosovo, así como sobre
el desarrollo de la cumbre de la Alianza Atlántica celebrada en
Washington los días 23, 24 y 25 de abril.

La celebración de esta cumbre, señorías, pareció llegar en el peor
momento. Algunos pensaban que la crisis de Kosovo podría romper la
unidad de la Alianza. Algunos quisieron intentar una división de las
opiniones públicas de los países aliados. El resultado ha sido
exactamente el contrario: si es cierto que comenzamos la cumbre con
ciertas precauciones, finalizada la misma, los aliados salimos con un
grado de unidad que no parecía posible. En este sentido, la crisis de
Kosovo ha servido para reafirmar los valores que motivaron la
creación de la Alianza en 1949, para reforzar la cohesión de los
aliados y para confirmar que la política que se está llevando a cabo
durante esta crisis es la correcta.

En Washington hubo cuatro encuentros esenciales: la reunión de los
Diecinueve sobre Kosovo, donde se puso de manifiesto la cohesión y la
decisión de la Alianza de seguir adelante con la política actual y de
no ceder ante las prácticas de limpieza étnica de Milosevic. La
reunión de los aliados con los países limítrofes con Yugoslavia,
donde se mostró el aislamiento de Milosevic de sus vecinos y que dio
lugar a la decisión de buscar una solución política, económica y de
seguridad para el sureste de Europa. La reunión del Consejo de
Asociación Euroatlántico, donde se confirmó que la política de la
Alianza con relación al Kosovo es respaldada



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por todos los países del área euroatlántica. Efectivamente, la
política de Milosevic es rechazada unánimemente por todos estos
países, los cuales han refrendado la validez en toda el área de los
valores que defiende la organización. Finalmente, la reunión del
Consejo Atlántico, donde se establecieron las líneas generales de
renovación de la Alianza Atlántica y se aprobó un nuevo concepto
estratégico, de cuyo contenido les hablaré más adelante.

Quiero en primer lugar referirme a la situación en Kosovo y a los
distintos aspectos de la crisis tal y como se está desarrollando. Los
aliados estamos de acuerdo en que la crisis es la culminación de una
política deliberada de opresión, limpieza étnica y violencia
realizada por el actual régimen de Belgrado. Esta política representa
un desafío fundamental a los valores por los que ha velado la Alianza
Atlántica desde su fundación: la defensa de la democracia, la
protección de los derechos humanos y el imperio de la ley.Este
desafío se remonta no al comienzo de la intervención de la Alianza
Atlántica, sino a 1989, y se intensificó en las semanas previas al
inicio de la operación militar.

Como dije en mi primera intervención parlamentaria sobre este
conflicto, el empleo de la fuerza es consecuencia de la política de
limpieza étnica de Milosevic y de su actitud hostil a cualquier
intento de solución negociada. Sus continuos incumplimientos de los
compromisos que iba adquiriendo y su falta de voluntad, cada vez más
clara, para alcanzar acuerdos razonables es lo que motivó la
intervención armada. No obstante lo anterior, la comunidad
internacional ha continuado con los intentos de diálogo y con la
búsqueda de soluciones políticas y diplomáticas, incluso desde que se
iniciaron las operaciones aéreas el pasado 24 de marzo. Quisiera
referirme, señorías, brevemente a esos esfuerzos diplomáticos.

La Unión Europea, tanto a través de su Consejo de Asuntos Generales,
como a través del Consejo Europeo, con la participación del
secretario general de las Naciones Unidas, ha renovado su
determinación de no aceptar los asesinatos y las deportaciones.

Además, se han decidido medidas económicas concretas. Es conocido que
la Unión Europea va a continuar asistiendo a los países de la región
con 150 millones de euros para el esfuerzo humanitario a favor de las
víctimas y 100 millones de euros dedicados al apoyo de los
refugiados. Se trata de lograr el inicio de la reconstrucción de la
región mediante un pacto de estabilidad. Este pacto debe concretarse
en la reunión que mantendrán en Bonn el próximo día 27 los países
miembros de la Unión Europea junto con los Estados Unidos, Canadá,
Rusia, Turquía, Japón y los países de la región. Algunos países
miembros de la Alianza o asociados a la misma han presentado
propuestas, unas encaminadas a lograr un marco estable para la
región, otras destinadas a que se pueda poner fin a las operaciones
militares.

El pasado día 9 de abril el secretario general de las Naciones Unidas
emitió una declaración que el Gobierno español apoya, tal y como tuve
oportunidad de
comunicarle al propio secretario general en la reunión que celebramos
el pasado día 12 de abril. En esta declaración se manifiesta el
sentir de la comunidad internacional haciendo un llamamiento a las
autoridades yugoslavas para que pongan fin inmediatamente a la
campaña de intimidación y expulsión de la población civil y a las
actividades de fuerzas militares, policiales y paramilitares.

Asimismo, se les insta a que acepten incondicionalmente el regreso a
sus hogares de los refugiados y de todos los desplazados. Por último,
deben aceptar el despliegue de una fuerza militar internacional que
permita a la comunidad internacional verificar que estos compromisos
son respetados.

Mención especial, señorías, merecen los esfuerzos de Rusia para
conseguir una solución al conflicto, realizados tanto por el primer
ministro Primakov, como por el ministro de Asuntos Exteriores,
Ivanov, y por el recientemente nombrado enviado especial
Chernomirdin. La Federación Rusa es socia de la Alianza Atlántica
a través del acta fundacional. Creo que su contribución es
indispensable para la búsqueda de una solución a la crisis de Kosovo.

El pasado viernes el secretario de Estado español de política
exterior se desplazó a Moscú para intercambiar puntos de vista con
las autoridades rusas. Yo mismo viajaré a Rusia en las próximas
semanas para tratar, entre otros asuntos, de la crisis de Kosovo.

Como saben sus señorías, ayer el enviado especial Chernomirdin viajó
a Washington para tener reuniones con el presidente Clinton, el
vicepresidente Gore, así como las que tendrá hoy con el secretario
general de las Naciones Unidas, Kofi Annan.

Es un hecho cierto que se están produciendo movimientos, si bien
cortos, desde el punto de vista de la búsqueda de una solución
diplomática -cortos en cuanto a sus avances-, pero debe quedar claro
que no puede aceptarse ninguna iniciativa que pretenda conseguir la
división de las fuerzas aliadas o simplemente ganar tiempo. Solamente
el cumplimiento de las condiciones, con independencia de otros
detalles, puede permitir justamente el avance de cualquier solución
de tipo diplomático.

Por nuestra parte, señorías, hemos examinado cuidadosamente todas las
propuestas. A nuestro entender, deben garantizar claramente un doble
objetivo: restablecer inmediatamente el respeto de los derechos
humanos en Kosovo y asegurar el retorno de todos los refugiados a sus
hogares. A más largo plazo se trata de establecer un marco de
convivencia en paz y en libertad para la región. Pero por muchas
propuestas que se hagan y por más que se intenten perfeccionar, hay
un elemento fundamental que no está en manos de la comunidad
internacional, que es su aceptación por parte del presidente
Milosevic. Por nuestra parte, seguiremos trabajando hasta alcanzar
nuestros objetivos.

Señor presidente, quisiera hacer una referencia ahora a la conducción
de las operaciones militares y antes de comenzar quiero rendir
homenaje a todos cuantos, desde las primeras intervenciones en Bosnia
para poner fin a la limpieza étnica, están arriesgando



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sus vidas. La campaña militar de la Alianza Atlántica no está
dirigida, como hemos dicho, contra el pueblo serbio sino contra la
política del régimen de Belgrado, que ha rechazado todos los
esfuerzos para resolver la crisis de forma pacífica. Las operaciones
militares apoyan los objetivos políticos de la comunidad
internacional, reafirmados recientemente por el secretario general de
las Naciones Unidas y por la Unión Europea: un Kosovo pacífico,
multiétnico y democrático, donde todas sus gentes puedan vivir
seguras y ver respetados los derechos humanos.

Señor presidente, se ha acusado a la Alianza Atlántica de
imprevisión. Quiero aclarar que la actuación militar de los aliados
se está ciñendo a un plan dividido en fases, de forma que permite una
aplicación controlada y gradual de la fuerza para doblegar la
voluntad de Milosevic, causando el menor daño posible a la población
civil. Así, en una fase preliminar se procedió a la acumulación y
despliegue de los medios fundamentalmente aéreos y a la obtención de
información, reconocimientos, guerra electrónica, etcétera. Además de
su misión preparatoria, se pretendía enviar a Milosevic el mensaje de
que la Alianza no estaba dispuesta a permitirle seguir con sus
atropellos y que aún estaba a tiempo de retirarse. Dado que Milosevic
ignoró el mensaje de los aliados, se pasó a la primera fase del plan,
cuya finalidad es la de impedir a las tropas serbias emplear sus
medios contra la población kosovar y al mismo tiempo garantizar la
seguridad de las fuerzas aliadas durante las siguientes fases. Para
ello se han atacado sus centros de mando y control, transmisiones,
aviones, radares y elementos de su defensa aérea, para destruir
o neutralizar su capacidad de reacción antiaérea. Esta primera fase dio
comienzo el pasado día 24 de marzo.

El 27 de marzo y ante la falta de una respuesta satisfactoria, se
inició la segunda fase con la finalidad de disminuir la capacidad
operativa de las fuerzas armadas y policiales serbias. No se trata
tanto de destruirlas como de impedir su actuación. El ataque, al sur
del paralelo 44, se lleva a cabo fundamentalmente sobre la corriente
logística -centros de carburante, depósitos de municiones, puntos
clave de las vías de comunicación, etcétera-. En este mismo contexto
hay que encuadrar el embargo de petróleo aprobado recientemente por
la Unión Europea. Se han atacado también concentraciones de tropas
acantonadas cuando estas supongan un peligro para los ciudadanos
kosovares o para los propios aliados.

La tercera fase del plan tiene por finalidad quebrantar la voluntad
de resistencia del ejército de Milosevic. El ataque se hará
directamente sobre las fuerzas serbias y sobre todo el territorio. Si
bien esta fase no se ha iniciado todavía, los aliados, a través del
Consejo del Atlántico Norte, estamos autorizando el ataque de
objetivos importantes al norte del paralelo 44 cuando sea
imprescindible para avanzar en nuestros objetivos sobre la fase
anterior.

Por último y en función de cómo vayan evolucionando los
acontecimientos, la Alianza está estudiando y
tiene al día diferentes actuaciones con el fin de alcanzar nuestros
objetivos. No es descartable, en consecuencia, ninguna opción.

Es evidente que con carácter general, en nuestra opinión, las
operaciones militares están cumpliendo sus objetivos. Si el
aislamiento político internacional de Milosevic era ya claro antes de
empezar las operaciones militares, pasado un mes podemos decir que la
cohesión interna del régimen da muestras de resquebrajarse. El cese
de altos mandos del ejército yugoslavo, la reciente destitución del
viceprimer ministro Draskovic y de parte de su Gobierno, así como la
propia actitud de Milosevic dan nuestras de una eficacia notable en
la acción militar.

Señor presidente, el problema de los refugiados albanokosovares, así
como la tragedia humana y social que origina, que es la causa del
conflicto, requiere la atención y el esfuerzo de todos. Son ya más de
400.000 los refugiados que han tenido que abandonar Kosovo rumbo a
Albania y según las últimas cifras de que dispongo otros 20.000 se
encuentran camino de esta frontera. Macedonia, país que no puede
materialmente recibir más refugiados, ha acogido ya a cerca de
200.000. Son cientos de miles los desplazados dentro de Kosovo y de
Montenegro; cerca de 80.000 han sido acogidos en otros países.

El Gobierno, a través de su vicepresidente primero, informó el pasado
día 12 de abril a SS.SS. sobre los esfuerzos de la comunidad
internacional, así como sobre las medidas que, de acuerdo con Acnur y
otros organismos especializados, estamos preparando. Este plan, como
recordarán SS.SS., preveía tres fases de intervención. Una primera
intervención a través del envío inmediato de ayuda alimentaria y
medicamentos, que fue realizada por la Agencia Española de
Cooperación Internacional. Una segunda, en la que nos encontramos
ahora, consistente en un paquete de medidas, entre las que destaca
por su envergadura y su importancia la instalación de un campo en
Albania para atender a 5.000 refugiados y la acogida de ciudadanos
albanokosovares en España. Finalmente, un bloque de medidas previstas
para un plazo más largo, referidas fundamentalmente a las tareas de
reconstrucción de la zona afectada y rehabilitación del
funcionamiento normalizado de la sociedad kosovar.

En relación con estas tres fases quiero ofrecerles a continuación
algunos datos que actualizan la información sobre la ejecución del
plan de actuación que tienen sus señorías.

En primer lugar, España insiste en una estrategia compartida con el
resto de los socios occidentales, consistente en no hacer en ningún
caso el juego a Milosevic en su intento de limpieza étnica y de
expulsión de la población de Kosovo. Por ello, nuestros esfuerzos
continuarán encaminados a atender el mayor número posible de
refugiados en los países limítrofes de Yugoslavia, fundamentalmente
Albania y Macedonia, con el objetivo de que cuanto antes puedan
retornar a sus lugares de origen. La acogida de refugiados en España,



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de acuerdo con Acnur, se orientará por los principios de
voluntariedad y vulnerabilidad y estará dirigida principalmente al
mantenimiento de las familias completas.

En segundo lugar, tras los 200 primeros albanokosovares recibidos en
nuestro país en los últimos días, vamos a continuar acogiendo 250
refugiados semanales, hasta alcanzar 1.200 en los primeros días de
junio. Una vez logrado este primer objetivo, analizaremos la
conveniencia y la necesidad de ampliarlo.

En tercer lugar, a pesar de las características desfavorables del
terreno y de las condiciones climáticas adversas para la instalación
del campamento de refugiados, nuestras Fuerzas Armadas, nuestro
ejército, están haciendo un esfuerzo extraordinario, muy singular,
para que en el más breve plazo de tiempo posible puedan ser acogidos
en nuestro campamento los primeros refugiados. Mientras tanto, se van
adelantando las gestiones necesarias para que Cáritas y Cruz Roja
Española se hagan cargo de la gestión del campo a medida que este
vaya siendo instalado. El ministro de Defensa viajará inmediatamente
a Albania para supervisar personalmente el estado del
acondicionamiento de este campamento.




En cuarto lugar, hay que destacar la intensa relación que desde el
Gobierno se está manteniendo con las comunidades autónomas y
municipios, así como la generosidad y disponibilidad de todos para el
envío de ayuda humanitaria y para la acogida de refugiados. En este
sentido, se han recibido ya ofrecimientos por parte de comunidades
autónomas para acoger a todos los refugiados que hemos previsto y
cuya cifra he indicado en centros preparados al efecto. En relación a
este tema, los 250 refugiados que esta misma semana llegarán serán
instalados en la provincia de Málaga. Igualmente, la relación y
colaboración del Gobierno con las organizaciones no gubernamentales
está siendo pieza fundamental para el éxito de la ayuda española,
tanto en la zona del conflicto como en los centros de acogida en
España.

En quinto lugar, soy muy consciente de que si alguna característica
debe presidir nuestra ayuda, es la de su sostenimiento hasta que las
consecuencias del conflicto hayan sido paliadas o suficientemente
abordadas. En este sentido, el Gobierno reserva 7.000 millones de
pesetas de créditos FAD para la fase de reconstrucción y va a
realizar una convocatoria extraordinaria destinando hasta 1.400
millones de pesetas para proyectos de organizaciones no
gubernamentales a realizar en la zona del conflicto.

En sexto lugar y por último, conviene destacar una vez más la
generosidad del pueblo español, manifestada en multitud de pequeñas y
grandes aportaciones que cada día, desde que empezó el conflicto, no
dejan de recibirse. Quiero agradecer especialmente la generosidad
y el trabajo de los voluntarios que haciendo gala de un espíritu
verdaderamente extraordinario y colosal dedican sus esfuerzos y su
tiempo, y lo seguirán dedicando, a la atención y al cuidado de los
refugiados.

Señor presidente, la masiva catástrofe humana provocada por Milosevic
amenaza sin duda con desestabilizar el sureste de Europa. Por eso los
aliados estamos empeñados en encontrar un proyecto de estabilidad
viable para toda la región. En la reunión de los diecinueve jefes de
Estado y de Gobierno aliados y los siete países del entorno de la
República Federal de Yugoslavia, es decir, Eslovenia, Croacia,
Bosnia, Albania, Macedonia, Rumania y Bulgaria, estos países pusieron
de relieve las dificultades que el conflicto les está causando tanto
desde el punto de vista político como económico y de seguridad. Por
todo ello la Alianza quiere mejorar la seguridad en el sureste de
Europa con iniciativas que complementen los esfuerzos realizados por
otras organizaciones internacionales. La conferencia que tendrá lugar
el próximo día 27 de mayo y a la que me he referido, tendrá en este
aspecto una especial trascendencia.

Nuestro objetivo es buscar la integración de los países del sureste
europeo en la comunidad euroatlántica, para cuya estabilidad es
esencial la seguridad en la región. El objetivo de configurar una
región libre, próspera, abierta y económicamente integrada no puede
asegurarse hasta que Serbia realice su transición hacia la
democracia. Consecuentemente, expresamos nuestro apoyo para conseguir
una República Federal de Yugoslavia democrática que proteja los
derechos de las minorías. Nuestro objetivo es que la estabilidad en
el sureste de Europa sea prioritaria en nuestra agenda
transatlántica. Nuestros gobiernos apoyarán a las naciones del
sureste de Europa para que alcancen un futuro mejor basado en al
democracia, la justicia, la integración económica y la cooperación en
seguridad.

Señor presidente, toda esta operación trata de asegurar los derechos
humanos, la libertad y la democracia en el corazón de Europa. Un
conjunto de países libres hemos decidido no permanecer inactivos ante
la catástrofe generada por un opresor de aquellos principios. Hemos
decidido no llegar tarde. Hemos decidido no esperar a que la limpieza
étnica esté consumada. Los aliados hemos considerado que lo
procedente es remediar la injusticia, no lamentarla cuando ya es
tarde, y durante la cumbre hemos decidido que lo que hemos empezado
juntos lo acabaremos juntos y que, sin fisuras internas, lograremos
el éxito en esta empresa, acabaremos con la política de Milosevic,
lograremos el retorno de los desplazados y refugiados y
estabilizaremos Kosovo, de forma que manteniendo la integridad
territorial, todos los habitantes puedan convivir en paz y en
libertad.

Señor presidente, nada le gustaría más a este Gobierno que anunciar
hoy mismo el fin de las operaciones militares en Kosovo, pero ello
sólo es posible si, como he señalado antes, Milosevic acepta las
condiciones reiteradamente exigidas por la comunidad internacional.

Para ello quiero recordar que el presidente Milosevic debe: poner fin
a toda acción militar y cesar de inmediato la violencia y la
represión de Kosovo; retirar las fuerzas militares, policiales y
paramilitares del territorio;



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aceptar el despliegue de una fuerza militar internacional; aceptar el
retorno incondicional y seguro de todos los refugiados y desplazados,
así como el acceso sin trabas de las asociaciones humanitarias; y
demostrar su voluntad de aceptar un marco político que tenga como
base los acuerdos de Rambouillet.

Señorías, no hay alternativa. En tanto no se cumplan estas
condiciones, la Alianza continuará sus acciones aéreas contra la
maquinaria de guerra de Yugoslavia e intensificaremos nuestras
acciones militares.

Señoras y señores diputados, la segunda parte de mi intervención se
centrará en la cumbre de la Alianza, las decisiones que se han tomado
en la misma y específicamente en el diseño que hemos configurado para
garantizar nuestra seguridad en un entorno estratégico radicalmente
diferente al anterior.

En Washington dimos la bienvenida a tres nuevos aliados: Polonia, la
República Checa y Hungría. Con la incorporación de estos tres países
la Alianza se enriquece. Los tres se han incorporado así al empeño
común de salvaguardar los valores que compartimos, la libertad
individual, el Estado de derecho y la democracia, la democracia sin
adjetivos. Se trata de un nuevo paso en el proceso histórico que
comenzó con la caída del muro de Berlín: el fin de las dictaduras
totalitarias del Este de Europa y el retorno de aquellos países al
mundo de las libertades. Las puertas de la Alianza siguen abiertas.

En Washington se han confirmado los principios definidos en la cumbre
de Madrid. Los aliados hemos constatado los progresos de los países
que aspiran a integrarse en la Alianza: Rumania, Eslovenia, Estonia,
Letonia, Lituania y Bulgaria. También hemos agradecido a Macedonia y
Albania su cooperación en la crisis de Kosovo. Hemos aprobado un plan
de acción para la adhesión. Este plan define las condiciones óptimas
para la misma, cuyo cumplimiento será apreciado en la cumbre que se
celebrará antes del año 2002.

Señorías, la historia de la Alianza es la historia de un éxito, la
historia de cómo los países occidentales han organizado durante 50
años la salvaguarda de su libertad y su seguridad ante una amenaza
real y concreta; es la historia de la defensa de unos valores
políticos y morales. También, aquellos países que como España no
formamos parte de la Alianza Atlántica desde su fundación nos hemos
beneficiado de su determinación. Pero las circunstancias claramente
han cambiado. El mundo de hoy no es el mismo que el de 1949 y ni
siquiera que el de 1991 y para que la historia de la Alianza siga
siendo la de un éxito teníamos que adaptarnos a la nueva situación.

De ahí, señorías, la necesidad de elaborar un nuevo concepto
estratégico.

La defensa colectiva sigue siendo la piedra angular del sistema y el
compromiso de quienes a uno y otro lado del Atlántico hemos decidido
poner en común nuestros sistemas de seguridad y de defensa. Además,
hemos asumido nuevas misiones para reforzar la seguridad y la
estabilidad en el área euroatlántica, la prevención de conflictos y
la gestión de crisis, que incluye operaciones de respuesta a éstas.




Todos ustedes saben que una de las cuestiones más debatidas durante
los últimos meses ha sido la de la base legal con la cual la Alianza
debe actuar en cumplimiento de estas misiones. El resultado final lo
considero plenamente satisfactorio para España. Las naciones de la
Alianza actuarán comprometidas con el Tratado de Washington y con la
Carta de las Naciones Unidas. La crisis de Kosovo demuestra que esta
es la mejor solución posible y la que es acorde con la legalidad
internacional. Por todo ello, hay un acuerdo unánime entre los
aliados. La seguridad de Europa y de América del Norte están
indisolublemente unidas. El vínculo transatlántico es el elemento
esencial en nuestra arquitectura de seguridad y precisamente por eso
el pilar europeo que lo sustenta debe reforzarse. La identidad
europea de seguridad y defensa tiene que existir en el seno de la
Alianza Atlántica. Los aliados europeos tenemos que asumir más
responsabilidades y ello exigirá sin duda una cooperación más
estrecha entre la Alianza Atlántica y la Unión Europea.

Como todos ustedes saben, en la cumbre se planteó el problema
concreto de Turquía, país aliado que no es socio de la Unión Europea.

En el nuevo concepto estratégico se establece que el control político
y la dirección estratégica de las operaciones que lleven a cabo los
aliados europeos ...




El señor PRESIDENTE: Un momento, señor presidente.




Rogaría a SS.SS. que no utilizaran teléfonos, los llamados
inalámbricos, dentro del hemiciclo.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Decía que en el nuevo
concepto estratégico se establece que el control político y la
dirección estratégica de las operaciones que lleven a cabo los
aliados europeos tendrán en cuenta la plena participación de todos
ellos. Turquía, así como los demás países que se encuentran en la
misma o parecida situación, han mostrado su acuerdo con la solución
adoptada.

En resumen, los aliados europeos debemos tener capacidad de decisión
en las acciones que se desarrollen, pero para ello es imprescindible
que aportemos los activos militares precisos que nos avalen.

Señorías, quiero resaltar a continuación tres conceptos que nos
parecen fundamentales, en primer lugar, sobre la delimitación
geográfica de las acciones de la Alianza. En todos los documentos se
establece que el área en la cual podrá realizar acciones la Alianza
es el área euroatlántica. Este es un cambio fundamental derivado del
hecho de que nuestra seguridad ya no está en peligro por una amenaza
contra nuestro territorio. Hoy nuestra seguridad puede verse en
peligro por riesgos que surjan en toda el área euroatlántica. En
segundo lugar, la Alianza podrá, por consenso, caso por caso y
comprometida con la Carta de las Naciones Unidas, gestionar crisis y
realizar operaciones de respuesta a las mismas. Por último, a
iniciativa española, la Alianza



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desarrollará progresivamente los aspectos políticos, civiles y
militares del diálogo mediterráneo con el objetivo de lograr una
cooperación tan estrecha como sea posible con nuestros vecinos del
sur. El concepto estratégico reconoce que la seguridad de Europa está
íntimamente ligada a la seguridad y la estabilidad del Mediterráneo.

Señor presidente, la capacidad de defensa y la prevención contra las
armas de destrucción masiva fueron asuntos tratados en la cumbre y
merecen también una breve reflexión. La mejora de las capacidades de
defensa fue objeto de una iniciativa, cuya finalidad es asegurar la
eficacia de las operaciones multinacionales. Se trata de garantizar
que nuestros ejércitos puedan operar conjunta y eficazmente en el
cumplimiento de las misiones que se les encomienda. Nuestras fuerzas
deben mejorar su movilidad y su capacidad de despliegue, su logística
y sus sistemas de mando, control e información. Consecuentemente,
nuestras Fuerzas Armadas se adaptarán para conseguir la deseada
armonización con nuestros aliados.

Las armas de destrucción masiva y sus medios de lanzamiento son un
riesgo no sólo para las fuerzas militares, sino, sobre todo, para la
población y para nuestros territorios. Por ello, se ha elaborado una
iniciativa que reforzará la postura común de los aliados, mejorará la
cantidad y calidad de la información sobre estos medios, desarrollará
sistemas de información pública y mejorará la preparación militar
para operar en ambientes nucleares, biológicos o químicos, y para
contrarrestar esta amenaza.

Señores diputados, señorías, el refuerzo de la Asociación para la Paz
es también uno de los logros de esta cumbre de Washington. La
aprobación del marco político- militar para las operaciones que les
afectan y el ímpetu que se ha dado al Consejo de Cooperación
Euroatlántico responden a las aspiraciones y deseos de estos países,
ayer al otro lado de la línea y hoy sentados en la misma mesa de las
reuniones de la cumbre. Ucrania ha dado grandes pasos en su
colaboración a la estabilidad europea. Es patente su ánimo por una
estrecha colaboración con la Alianza, como quedó plasmado en la
declaración Alianza Atlántica-Ucrania.

Señor presidente, todos los aliados queríamos una presencia activa de
Rusia en la cumbre. Como saben ustedes, la distinta visión de la
Alianza y de Rusia respecto a los medios a utilizar para resolver la
crisis de Kosovo impidió su asistencia. Sin embargo, todos
coincidimos en el papel protagonista que corresponde a Rusia en el
logro de la estabilidad de Europa y en la solución de la crisis de
Kosovo.

Por último, por lo que respecta a la estructura de mandos, se
destacaron los progresos realizados en su aplicación, tanto en la
activación de los cuarteles generales como en la puesta en marcha de
las fuerzas combinadas conjuntas, y se destacó como un hecho
importante para la Alianza la plena integración de España en la nueva
estructura de mandos desde enero del presente año. Esa plena
integración estará culminada con la
activación del Cuartel General de la Alianza Atlántida en Madrid el
próximo mes de septiembre.

Señor presidente, la Alianza Atlántica ha sido el instrumento que
nuestras naciones han utilizado para preservar nuestros valores y
nuestros intereses durante cincuenta años. Muchos temían la
celebración de esta cumbre en momentos especialmente delicados. Se
equivocaban. Los aliados estamos orgullosos de pertenecer a una
Alianza que se está adaptando a las circunstancias. Sabemos que el
éxito de estos cincuenta años de historia durará siempre que sepamos
mantener nuestra cohesión, nuestra determinación y nuestro compromiso
en defensa de las libertades. Nuestra intervención en Kosovo
demuestra que estos principios están más vivos que nunca, que no
permanecemos impasibles ante la limpieza étnica y que estamos
dispuestos a poner los medios necesarios para detenerlo. Que no será
posible en el corazón de Europa, nunca más, un régimen político
totalitario, excluyente y agresor.

Los españoles hemos estado demasiado tiempo aislados del resto de
Europa. Los últimos veinte años han marcado la democratización de
nuestro país y la homologación de sus instituciones. Nada de ello
sería suficiente si no participáramos activamente en las estructuras
que hacen posible la defensa de nuestros principios. En Washington
hemos puesto los medios para que la Alianza siga teniendo éxito en el
nuevo siglo. Los españoles nos sentimos comprometidos y solidarios en
las decisiones internacionales.

Señorías, quiero finalizar reiterando que la paz será posible en
Yugoslavia desde el momento en que se cumplan las condiciones
acordadas por la comunidadinternacional. Y debe quedar claro -lo
reitero- que no hay alternativa al cumplimiento de esas condiciones.

La viabilidad justamente de cualquier fórmula diplomática depende de
la cohesión y de la firme determinación de los miembros de la
Alianza.

Estoy seguro que la mayoría de los grupos representados en esta
Cámara comparten los valores por los que estamos luchando en Kosovo y
los objetivos que pretendemos alcanzar con la reforma de la Alianza.

Espero sinceramente que en estos momentos en que muchos españoles
participan tanto en las operaciones militares como en las
humanitarias esta Cámara sabrá brindarles generosamente el apoyo
necesario.

Gracias, señor presidente. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente del Gobierno.

El debate se ordenará de acuerdo con los precedentes, en aplicación
del artículo 203 y los acuerdos de la Junta de Portavoces. En
consecuencia, intervendrán los grupos parlamentarios por orden de
mayor a menor representación numérica, comenzando por el primer grupo
de la oposición y terminando, como es habitual, por el grupo que
apoya al Gobierno, el Grupo Popular.

Tiene en primer lugar la palabra, en nombre del Grupo Socialista, su
portavoz, don Josep Borrell.




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El señor BORRELL FONTELLES: Señor presidente, señorías, ante los
importantes cambios que se están produciendo en la geopolítica
mundial y ante el dramatismo de los acontecimientos en Kosovo es
legítimo preguntarse muchas cosas, y es nuestra obligación -en primer
lugar la del Gobierno, pero también la de todos los grupos políticos-
intentar contestar a los interrogantes que hoy se plantean nuestros
ciudadanos: ¿había que declarar la guerra a Serbia? ¿Podíamos haber
utilizado otros medios de presión? ¿Hay que recurrir a una
intervención terrestre? ¿Cuál es el grado de eficacia de los
bombardeos? ¿Cómo se enfrentan los problemas humanitarios que todos
los días nos enseña la televisión? ¿Como se puede desarrollar un
nuevo concepto de defensa europeo en el nuevo marco geoestratégico
definido en la cumbre atlántica? Estas son las cuestiones que hoy se
plantea nuestra sociedad, que se plantea el mundo occidental, que han
sido objeto de debate en todos los parlamentos -menos en el nuestro-
y que tenemos la obligación de intentar contestar desde las
posiciones de cada cual, para con ello profundizar en la democracia y
dar sentido, a través del debate, a los enormes interrogantes que se
plantea nuestro tiempo.

Vaya por delante, señorías, nuestro apoyo en lo fundamental a lo
acordado en la cumbre de la OTAN en Washington y, a pesar de todos
los pesares, nuestro respaldo a las acciones en defensa del pueblo
albanokosovar. Pero, con la misma firmeza, debo señalar de nuevo cómo
y cuánto ha ignorado usted a este Parlamento no informando con la
frecuencia y profundidad que merecen los acontecimientos de Kosovo y
Serbia, la crisis más grave que afronta Europa desde la II Guerra
Mundial, y debo reprocharle que no es que no lo haya hecho usted por
circunstancias coyunturales que se lo hayan impedido, sino que su
actitud responde a la estrategia ya conocida, que forma parte
consustancial de su perfil político, de rehuir el debate ante el
Parlamento y ante la opinión pública. Por eso, ha eludido usted el
debate que tenía que haber hecho aquí sobre el País Vasco, el debate
anual sobre el Estado de las autonomías en el Senado y aplazado sine
die el debate sobre el estado de la Nación. Todos estos asuntos
deberían ser objeto de interés de nuestro pueblo -lo son-, que quiere
saber qué piensa el Gobierno, qué opinan los grupos parlamentarios.

Pero ustedes, con el apoyo de sus socios, zanjan las cuestiones,
intentando caricaturizar o simplificar hechos trascendentales. Y debo
advertirle, señor Aznar, que tenga usted cuidado, porque se empieza
despreciando al Parlamento hasta que la opinión pública termina por
preguntarse para qué sirve y perderle el imprescindible aprecio.

Señorías, han pasado 34 días desde el comienzo de los bombardeos de
la OTAN sobre Serbia y 10 días desde que terminó la cumbre de la OTAN
en Washington. En este tiempo, por poner sólo un ejemplo, el primer
ministro francés ha comparecido cinco veces ante la Asamblea
Nacional, la última, el martes 27 de abril, dos días después de su
regreso de Washington. Usted lo ha hecho sólo una vez, mezclando la
información
con la Agenda 2000 entonces y ahora, de nuevo, con otro tema de
enorme importancia, en un formato donde sólo usted tiene derecho de
réplica. Es posible que eso le haga gracia, pero hoy la sociedad
española constata que este Parlamento es el único donde no ha habido
un debate sobre la entrada en guerra de España contra un tercer país.

Este es el único Parlamento donde esto no ha ocurrido, y yo me
pregunto, señor Aznar, por qué, si dispone usted de una cómoda
mayoría y además en los grandes temas de Estado contarían, seguro,
con un amplio consenso de la Cámara. ¿Cuál es pues el problema? ¿Por
qué ha rehuido en este tema tan importante el imprescindible debate
que ha tenido lugar en otros países?
Compare usted lo que pasa aquí con lo que pasa en otros parlamentos.

Al final no tenemos más remedio que pensar que el problema es que
usted no tiene política propia -y, después de haberle escuchado esta
mañana, ciertamente esta constatación se impone- y simplemente se va
apuntando en cada tema a lo que al final salga ganando o se vaya
imponiendo. En un asunto tan grave como el de la guerra, cada día se
ve más claro que quieren ustedes quitarse el tema de encima y ya no
saben si la mejor manera de hacerlo es hacer seguidismo o hacerse los
despistados, como si la cosa no fuera con ustedes.

Critican ustedes las actuaciones de la Alianza Atlántica y las
consecuencias a veces terriblemente lamentables de los bombardeos,
pero ¿por qué no lo critican ustedes donde deberían, allí donde
participan, en las instancias en las cuales ustedes son
corresponsables, en vez de hacerlo en los medios de comunicación?
Porque todos entenderíamos perfectamente que sobre temas de esa
trascendencia se tuviesen dudas, incluso que se pudiera cambiar de
posición en aspectos concretos en temas tan controvertidos, por
volver a citar a su colega el presidente del Gobierno francés, que
decía hace poco en su Parlamento felizmente que no hay convergencia
sobre todos los temas, que hay críticas, que hay interpelaciones; que
se puedan aportar sugerencias y contrastar las apreciaciones que
sobre los costes y los beneficios de cada actitud podemos tener unos
y otros, porque ello fortalece la democracia, porque ahí reside el
pluralismo, porque esa es la esencia de la libertad, y sólo con
actitudes autoritarias se pueden tener seguridades absolutas,
certezas inamovibles o dogmas sacralizados. Y hoy de nuevo acude
usted a hablar de Kosovo rehuyendo el debate, sí, el debate, y
mezclándolo con la debida información sobre otro asunto de la mayor
trascendencia, porque sin duda de la mayor trascendencia es lo que ha
ocurrido en Washington. Por lo tanto, permítanme, señorías, que
empiece con un análisis, desde el punto de vista del Grupo
Socialista, de lo que allí ha ocurrido.

Señorías, es verdad, la cumbre de la Alianza Atlántica del pasado
domingo 25 de abril ha sido un acontecimiento político trascendental
que determinará el futuro de la seguridad europea y, con ello, el
futuro de nuestra seguridad como país. En realidad, podemos decir



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que ese domingo ha nacido en Washington una nueva OTAN basada en una
nueva razón de ser, una vez que han desaparecido la URSS y la amenaza
soviética. Debemos decir, porque así es, que ese nuevo concepto
estratégico es el resultado de la voluntad de los Estados Unidos y de
los pueblos de Europa de permanecer unidos compartiendo una garantía
mutua de seguridad y la defensa de los valores de la democracia. Y
nosotros celebramos esta voluntad de cooperación, pero esta ocasión
es buena para debatir sobre las relaciones entre medios y fines,
sobre los límites y los objetivos de cada acción, sobre legalidad y
legitimidad internacional, sobre el papel de las Naciones Unidas y
las implicaciones directas o indirectas de las decisiones que tome a
partir de ahora la Alianza Atlántica. Y lo hacemos congratulándonos
de que se haya avanzado en el concepto de la identidad europea de
seguridad y defensa, que abre un espacio mayor para que los pueblos
de Europa puedan desarrollar su propia personalidad en estos
terrenos, y nosotros pedimos, e impulsaremos que así sea asumido por
la Unión Europea, que justo en el momento en que celebra el
nacimiento de la moneda única se enfrenta en Kosovo a una tremenda
lección: la lección de la dependencia militar frente a Estados Unidos
para hacer frente a un conflicto que compromete el futuro de Europa y
que tendría que haber sido asumido plenamente, con todas sus
consecuencias, teóricas y prácticas, por la Unión.

Señorías, tanto en Bosnia como en Kosovo, el grueso de la acción
militar está siendo realizado por Estados Unidos, cuya asistencia ha
sido solicitada por los europeos porque no tenemos los medios
militares necesarios para asumir nuestros compromisos políticos
o morales. La ocasión no es una para practicar, como hacen algunos, un
antiamericanismo primitivo, sino para hacer un esfuerzo para suplir
las carencias de Europa y para no tener que seguir pidiendo que nos
saquen las castañas del fuego y quejarnos de que haya alguien capaz
de hacerlo.

Señorías, también celebramos que se consagre la apertura al Este, que
se destaquen las nuevas relaciones de la Alianza con Rusia, que se
reconozca su papel en la seguridad de Europa, pero también lamentamos
que Rusia no pudiera acudir a la cumbre y que con ello se haya dado
un paso atrás respecto a lo que se había avanzado en los últimos
años. También -y a nadie se le oculta- la ampliación del campo de
actividad de la Alianza a lo que ha terminado llamándose operaciones
de respuesta a crisis no previstas en el artículo 5, es decir a casos
distintos de los de la agresión a países miembros de la Alianza, nos
parece especialmente importante. En él se han producido importantes
avances, se han evitado algunos riesgos (no sabemos cuál ha sido la
posición de su Gobierno) y subsisten interrogantes que también sería
necio obviar.

Tras la ampliación del campo de actividades de la OTAN subyace,
evidentemente, el interés natural de Estados Unidos de que los
europeos le ayuden en tareas de seguridad global en contrapartida a
la ayuda que
presta a la seguridad europea. Este planteamiento es inevitable en
las actuales circunstancias geopolíticas creadas por el fin de la
guerra fría, y este planteamiento tiene tres dimensiones, en cada una
de las cuales debe ser cuidadosamente analizado: dónde actuar, cuándo
actuar y con qué mandato hacerlo.

Dónde actuar se ha circunscrito a la llamada zona euroatlántica,
definida imprecisamente como el territorio OTAN y su periferia, y
usted, en su mejor estilo, diciendo que la zona euroatlántica es la
que es y si hubiésemos querido definirla mejor lo hubiéramos hecho.

(Risas.) Se ha evitado así la tentación de transformar la OTAN en una
organización omnipotente y omnipresente, autohabilitada para
enfrentarse a problemas tan globales como el terrorismo internacional
y la proliferación nuclear. Nos congratulamos de ello, sabiendo que a
ello han contribuido la posición de países europeos, y una vez más
nos preguntamos cuál ha sido la posición del Gobierno español.

Señorías, el cuándo se ha resuelto con la fórmula del caso a caso y
cuando haya consenso, y nos parece bien. En cuanto al cómo, el quid
de la cuestión era si la OTAN podía o no intervenir sin la
autorización del Consejo de Seguridad de la ONU. El resultado final
es una redacción ambigua, con referencias a la ONU en muchos
párrafos, pero finalmente la OTAN se autolegitima para actuar al
margen del Consejo de Seguridad. Es comprensible que ante situaciones
extremas como la de Kosovo la intervención no pueda depender de un
eventual veto ruso o chino, pero tampoco podemos ocultarnos el
debilitamiento que ello implica para la ONU y la puerta que se abre
para que otros países se arroguen el mismo derecho de intervención en
sus respectivas áreas de influencia. Es evidente que la legalidad
internacional es defectuosa, tan evidente como que sólo puede ser
sustituida por otra mejor, más creíble y más justa que estamos
construyendo a veces a tientas, y la preocupación que le manifiesto y
que usted ha obviado no proviene en absoluto de un legalismo
formalista, sino también de razones prácticas asociadas, por ejemplo,
al final de la crisis de Kosovo, que pasará necesariamente por
resoluciones que involucren al Consejo de Seguridad de la ONU.

Señorías, por razones que ya he expuesto en otras ocasiones desde
esta tribuna y para contribuir hoy a la imprescindible cohesión y
firmeza de la Alianza, el Grupo Socialista está dispuesto a apoyar
los acuerdos de Washington, pero las reservas expresadas por
respetadas voces, como la del presidente de Sudáfrica, Nelson
Mandela, no deberían caer en saco roto.

En cualquier caso, el futuro de la Alianza va a estar mucho más
condicionado por la crisis de Kosovo que por los documentos aprobados
en Washington, lo sabemos todos. La historia ha ido mucho más aprisa
que la agenda de los diplomáticos y desde hace un mes la OTAN se
aplica ya en Kosovo a una nueva misión antes de que formalmente ésta
hubiese sido definida y la hubiese asumido plenamente. La historia va
más aprisa y los acontecimientos superan muchas veces a las agendas



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con las cuales las organizaciones, los países, los gobiernos, las
personas, tratan de hacer frente a una realidad cambiante. Somos
conscientes de que en Kosovo se juega el futuro de muchas cosas, no
sólo el futuro de la OTAN y su credibilidad como organización, que
también, sino que, como les decía el 30 de marzo, en un debate que
mezcló las bombas con los girasoles, lo que los europeos estamos
dispuestos a permitir, lo que estamos dispuestos a rechazar y lo que
estamos dispuestos a asumir para rechazar efectivamente algo será
definido en los próximos meses en lo que está ocurriendo en la ex
Yugoslavia. Por eso, conscientes de ello, conscientes de la
encrucijada histórica en la que nos ha situado Milosevic, el Grupo
Socialista ha apoyado la acción militar contra él, aunque el Gobierno
no nos consultó antes de decidir la participación española en la
guerra. Sí, señorías, en una guerra; no declarada, pero guerra a fin
de cuentas. Y hemos de decir que se trata de una guerra contra el
régimen de una persona responsable, durante los últimos 10 años, de
las peores atrocidades que ha experimentado el continente europeo en
la segunda mitad de este siglo terrible. De una de las personas
responsable, hoy más que nunca, de las atrocidades cometidas contra
la población de Kosovo, después de haber rechazado cualquier solución
política largo tiempo buscada. Bastantes reproches hemos oído sobre
la impotencia y la pasividad de la comunidad internacional; bastantes
veces nos hemos quejado de que ante la programada, sistemática
y brutal limpieza étnica que viene practicando hubiésemos permanecido
impotentes como para no apoyar ahora el uso de la fuerza para hacerle
frente. Quizá hubo que hacerlo cuando bombardeó Dubrovnik; quizá hubo
que hacerlo en el verano de 1995, cuando los fusilamientos masivos de
Srebrenica. Pero es evidente que no se puede reclamar el fin de los
genocidios y reclamar, al mismo tiempo, el fin de una acción bélica,
porque, ¿cómo podríamos conseguir una cosa sin la otra?
Por ello, quiero reafirmar la voluntad del Partido Socialista de que
no hay otra solución plausible que la aceptación por Milosevic de las
condiciones recordadas por el secretario general de la ONU: retirada
de las fuerzas serbias de Kosovo, retorno de los refugiados, garantía
de su seguridad por medio de una fuerza de paz creada por el Consejo
de Seguridad de Naciones Unidas, establecimiento de una amplia
autonomía para la región. Y añado: como europeos, el lanzamiento de
un plan de reconstrucción, de estabilidad política, de empuje a la
convivencia pacífica de los pueblos y dinamismo de su economía para
los Balcanes, que estabilice definitivamente ese vientre blando de
Europa. Es decir, reafirmar el objetivo de que puedan vivir en su
tierra en paz y contribuir desde ella a la construcción europea, no
tolerando en el corazón de Europa ningún proceso de limpieza étnica
contra ninguna parte de la población.

Lo hemos dicho y lo hemos repetido. Lo hago de nuevo hoy, aquí,
solemnemente. Pero, al mismo tiempo,
junto a esta convicción, hay que añadir la constatación de que la
forma de conducir la guerra y los métodos empleados no han conseguido
detener este proceso terrible de depuración étnica. Y las mismas
preguntas que le formulé el 30 de marzo, cuando usted esquivó el
debate sobre Kosovo tras la sesión informativa de la Agenda 2000,
siguen siendo pertinentes, lo son cada día más, y usted sigue sin
contestarlas. Hay que plantearse seriamente cuál es el balance de
este mes de bombardeos, cuáles son las posibles salidas del
conflicto, más allá de la retórica; cuál es su posición al respecto,
si es que la tiene. Porque los resultados a los que hoy nos
enfrentamos no son, desde muchos puntos de vista, alentadores ni para
el pueblo kosovar, ni para la situación de Europa en el conflicto, ni
para la de Rusia, ni para la propia OTAN -que esperaba sin duda una
salida más rápida del conflicto-, ni para la ONU.

No, señor Aznar. Usted ha incumplido gravemente con su obligación de
explicarle al pueblo español qué estaba ocurriendo y cuáles eran las
razones del conflicto y las posibles salidas del mismo. Y créame, no
es sacando pecho ante Clinton o presumiendo de sus supuestas
confidencias como España quiere sentirse representada. Nuestro pueblo
quiere saber cuál es la posición de su Gobierno, qué está haciendo,
cuáles son sus iniciativas, por qué salidas se pronuncia. Díganos:
¿está usted de acuerdo con Tony Blair, cuando habla de invadir por
tierra, o con Schröder, que dice que de eso ni se habla y está
impulsando iniciativas diplomáticas? ¿Tiene usted posiciones propias?
¿Es de los que creen que hay que negociar con Milosevic -si se deja,
claro-, o de los que piensan que es imprescindible acabar con él y
sólo así podría entenderse que la OTAN ha terminado este conflicto
con una victoria?
Señorías, hoy nos encontramos ante tres posibilidades, que son las
que tiene el Gobierno la obligación de analizar: continuar, escalar o
pactar. Hay que calcular los costes relativos de cada una de estas
tres opciones en los tres planos que interesan: el humano, el
político, el material y financiero. Y seguimos esperando su análisis
sobre los pros y los contras de las distintas opciones en presencia
evaluadas desde esos tres ejes de análisis, que son los que para
deleite de sus parlamentos todos los presidentes de Gobierno han
explicado hasta la saciedad en multitud de intervenciones.

Señorías, nos congratulamos de que en la cumbre atlántica se haya
puesto el acento en la vía diplomática; porque pensamos que un
posible acuerdo político, siempre que se garantice el futuro del
pueblo albanokosovar, será mejor que una escalada de devenir
incierto. Y pensamos que es muy importante que en estos esfuerzos
esté involucrada Rusia, interlocutor indispensable para Belgrado,
porque sin Rusia no habrá seguridad estable en los Balcanes. Y sería
importante para nuestro país que España, su Gobierno, se involucre en
los esfuerzos negociadores en curso, como lo están haciendo países
tan diversos como Alemania, Italia, Canadá y Grecia, algunos de los
cuales no son delgrupo de contacto y no por ello se excluyen de la
búsqueda



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de soluciones diplomáticas. (El señor vicepresidente, Fernández-
Miranda y Lozana, ocupa la Presidencia.) ¿Qué contactos ha mantenido
su Gobierno y usted mismo con otros países o qué posiciones ha
mantenido usted en el seno de la Unión Europea o en la OTAN? Nos
gustaría que este debate, que debería ser el primero de una serie que
continuase hasta que la paz llegase a los Balcanes, permitiese a la
opinión pública tener mayores elementos de juicio sobre su posición,
sobre el grado de participación y sobre los intentos negociadores en
curso o las nuevas vías a explorar del conflicto.

Señorías, quiero dejarles bien claro que este Parlamento no puede
seguir ajeno a lo que ocurre. Es imprescindible, y a ello le emplazo,
al igual que ha hecho el presidente Clinton ante su Congreso o lo que
ha prometido el presidente del Gobierno francés, Jospin, en la
Asamblea Nacional francesa, que las eventuales nuevas implicaciones
de España en este conflicto se tomen después de haber asumido en el
Parlamento el necesario respaldo político, especialmente en lo que se
refiere al bloqueo del Adriático, a una hipotética ofensiva
terrestre. Acaban de decir los más importantes líderes occidentales
frente a la representación de sus pueblos que ninguna escalada en la
acción bélica será tomada sin que los parlamentos la debatan y la
aprueben. Yo le hago formalmente aquí la propuesta de que haga usted
lo mismo con la representación de la soberanía popular española,
tratando en lo posible de compensarla de sus largas ausencias y
silencios.

Nosotros, por nuestra parte, seguiremos dando prioridad a la
preocupación por la suerte de los refugiados. Por cierto, que la
opinión pública debería saber también cuál es la visión de su
Gobierno, global y a largo plazo, sobre la reconstrucción material,
económica y política del conjunto de la región, como también debería
votar este Parlamento los créditos necesarios para asignar de forma
eficiente y transparente los recursos tantas veces prometidos y que
nunca han llegado para la ayuda de los refugiados. ¿Sabe usted, señor
Aznar, que millones de españoles han sentido vergüenza ajena al ver
cómo usted se fotografiaba con los niños albanokosovares en Sigüenza
porque no entienden que se haga política de imagen utilizando el
dolor ajeno? (Aplausos.) No me parece en absoluto mal que haya ido
usted a verles, me parece incluso una cortesía obligada (Rumores.),
pero hubiese podido usted ir con menos cámaras y aportando los
recursos prometidos, porque esta misma mañana, por las emisoras de
radio, los responsables de la acogida de los refugiados en Sigüenza
celebraban su amable visita, pero decían que hubiesen agradecido
mucho más que, aprovechando que iba usted por allí, aportase los
recursos que todavía -dicen ellos- no han llegado, teniendo que
hacerse cargo de la asistencia de los refugiados. (Aplausos.) Traiga
usted un crédito extraordinario en la seguridad de que será aprobado
por esta Cámara; así habría conseguido que los recursos llegasen a su
debido tiempo, no habiendo obligado a su vicepresidente a hacer las
cuentas del gran capitán para explicar al fin a los españoles que los
8.000 millones de pesetas, a fin de cuentas, no son sino el gasto del
personal militar desplazado a Albania para construir el campo de
refugiados.

Seguiremos apoyando al Gobierno si y sólo si nos convence de que con
lo que se está haciendo se puede alcanzar el objetivo que se busca:
garantizar la vida y los derechos de los albanokosovares. Seguiremos
exigiéndole que explique si se están produciendo cambios de
objetivos, recordándole que queremos salvar vidas humanas y no el
prestigio de ninguna institución. Seguiremos impulsando la
combinación de la presión militar y la acción diplomática, dando en
lo posible prioridad a la segunda para conseguir que el conflicto
pueda resolverse sin tener que entrar en una escalada, pero también
sin abdicar de los objetivos.

Señorías, señor Aznar, en la crisis de Kosovo usted ha adoptado una
inaceptable actitud de no sabe/no contesta, de desprecio absoluto al
Parlamento de su país, al que ha postergado sistemáticamente. Ha
demostrado usted la incomodidad que siente el que piensa que en este
asunto no va a sacar muchos votos y puede perder alguno. Ha
descargado su responsabilidad sobre la OTAN como si usted no fuera
parte de ella. Se ha quejado en la prensa de cómo se desarrollan las
operaciones militares como si no fuera usted corresponsable de las
decisiones que adopta el Consejo Atlántico. Ha pretendido usted
quitarse el tema de encima, salvo para la foto del marketing político
y humanitario, tratando de hacer seguidismo las más de las veces
y despistándose otras. Y el resultado, señorías, es que, carente de
liderazgo, España no ha tenido posición, ha perdido perfil y ha
perdido influencia en el mundo y, lo que es más grave, nuestra
democracia se ha debilitado, señor Aznar, porque ha perdido una
excelente ocasión para que, a través del debate, la opinión pública y
ella los ciudadanos interviniesen en la toma de decisiones -las
conociesen y las evaluasen- que comprometen nuestro futuro, a cuyo
servicio, sin embargo, ponemos medios materiales y humanos, y que
hubiera debido ser el resultado de una acción consciente que sólo
hubiera podido surgir precisamente de lo que usted no ha hecho:
acudir a la Cámara, explicarse y permitir contrastar sus
explicaciones con las de los demás grupos parlamentarios, en vez de
adoptar formatos, como el de hoy, que no son debates sino meramente
informativos en que sólo usted tiene el derecho de réplica.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Borrell.

En nombre del Grupo Federal de Izquierda Unida tiene la palabra el
señor Anguita. (El señor presidente ocupa la Presidencia.)



El señor ANGUITA GONZÁLEZ: Señor presidente, señoras y señores
diputados, señor presidente del Gobierno, aprovecho que está S.S.

presente, ya que no



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pudo estar cuando tuve aquí una intervención el día 20 defendiendo
nuestra moción con 11 propuestas para resolver el conflicto, la
guerra en Yugoslavia, y por tanto tengo que repetir aspectos de
aquella reflexión, esperando que S.S., en el turno que cierra el
debate, pueda contestarme a algunas preguntas.

Señorías, llevamos 41 días de guerra con Yugoslavia. El presidente
del Gobierno ha hablado de conflicto en Kosovo. No; guerra abierta
con Yugoslavia. Cuarenta y un días en que nuestro país participa en
una acción bélica que conculca el derecho internacional, que ha
conculcado la propia Carta de la OTAN cuando se desencadenó la guerra
y que se ha iniciado sin el consentimiento de las Naciones Unidas. Y
le lanzo unas preguntas. Señor Aznar, ¿puede usted explicar a esta
Cámara cómo es posible que los días 14 y 15 de junio del año pasado,
en la cumbre de Cardiff, todos ustedes, los integrantes del Consejo
Europeo, los jefes de Estado y de Gobierno, aprobaran una resolución
que tenía tres contenidos muy concretos, hacían la crítica a
Milosevic, denunciaban las acciones terroristas de estos que llaman
hoy ustedes Ejército de Liberación de Kosovo y a continuación se
sometían ustedes a que el conflicto tenía que resolverse mediante la
aplicación del título VII de las Naciones Unidas? Dos días después,
el día 17 de junio, S.S. viene a esta Cámara y se compromete a pedir
a quien tiene que intervenir, las Naciones Unidas, que intervenga.

¿Puede darme la respuesta en la réplica a estas preguntas que acabo
de hacerle? Cuarenta y un días en los que nuestro país participa en
una acción bélica sin haber recibido ninguna autorización de las
Cortes Generales (estoy hablando de la Constitución, artículo 63.3)
y, lo que es tremendo, cuarenta y un días de acción bélica saltándose
lo acordado por esta Cámara el 24 de octubre de 1995, cuarenta y un
días de bombardeos en escalada creciente y sobre objetivos en
absoluto militares. La intervención del señor presidente del Gobierno
responde a esas coartadas que intentan tapar las felonías que se
están haciendo: no se ataca a los serbios, se ataca a Milosevic. Se
bombardean depósitos de agua, se crean nubes tóxicas, se bombardean
puentes, se bombardea la televisión serbia, pero no se ataca al
pueblo serbio, se ataca a Milosevic. Cuarenta y un días de éxodo
masivo como consecuencia, en primera instancia, de la limpieza étnica
de Milosevic intensificada por los bombardeos de la OTAN. Cuarenta y
un días de imprevisiones, improvisaciones y chapuzas en la atención
de los refugiados.

Señor presidente, yo recordaba aquí el día 20 las declaraciones que
media hora antes de mi intervención había hecho su ministro de
Asuntos Exteriores cuando dijo: No habíamos previsto lo que iba a
ocurrir. Pues esas cosas se prevén porque estamos hablando de seres
humanos y de centenares de miles de personas. Cuarenta y un días en
los que, al parecer, la señora Gabrielle Kirk McDonald, presidenta
del tribunal internacional para la ex Yugoslavia, se ha dirigido a
los ministros de Asuntos Exteriores de los países OTAN pidiendo
medios para que comience a funcionar el tribunal para
la ex Yugoslavia, sin que se sepa ahora mismo qué es lo que se le ha
contestado. Cuarenta y un días de errores siniestros, daños
colaterales, entre comillas, y entre comillas también errores
trágicos que ya contabilizan 250 muertos civiles. Cuarenta y un días
de usurpación del término comunidad internacional. Señorías, sin
ánimo de ofender, no sé si calificarlo de cinismo pero es una
usurpación del término comunidad internacional. ¿La comunidad
internacional es la OTAN, que son 19 países? Aquí la única comunidad
internacional y quien ostenta la legítima representación son las
Naciones Unidas. ¿Por qué usurpan ustedes el nombre de comunidad
internacional cuando son 19 países los que están decidiendo esta
agresión? Cuarenta y un días en los que cada vez son más personas las
que condenan la agresión y están señalando perfectamente dónde tenía
que haber comenzado todo: las Naciones Unidas. El ex canciller de la
República Federal de Alemania Helmut Schmitt, Nelson Mandela, Lionel
Jospin, Oskar Lafontaine y cada día que pasa más gente está
denunciando esa agresión y señalando cuál era la única fuente de
derecho: las Naciones Unidas. Cuarenta y un días en los que los
debates sobre esta cuestión en la Cámara han sido en su inmensa
mayoría y siempre que se han traído para votar a iniciativa de este
grupo parlamentario. Porque, señorías, al Gobierno hay que decirle
que no ha venido, pero los grupos parlamentarios están para pedirlo,
y ustedes no lo han pedido, por lo menos para votar. Este Gobierno es
responsable, pero los que estamos ahí sí podemos pedirlo, y la única
fuerza política que casi en exclusiva ha pedido que comparezcan
ministros y el presidente del Gobierno y que ha traído iniciativas
para votar ha sido Izquierda Unida.

Cuarenta y un días de connivencia, desinformación y ocultación. Señor
Aznar, ¿por qué no se explica a esta Cámara todos los contenidos de
los acuerdos de Rambouillet? ¿Quiere que se los lea? Leeré a esta
Cámara los contenidos de los acuerdos de Rambouillet. En el capítulo
séptimo se habla del cuerpo militar de paz en Kosovo: el personal de
la OTAN, con sus vehículos, navíos, aviones y equipamiento, deberá
poder desplazarse libremente y sin condiciones por todo el territorio
de la Federación de repúblicas yugoslavas, lo que incluye el acceso a
su espacio aéreo, a sus aguas territoriales; se incluye también el
derecho de dicha fuerza a acampar, maniobrar y utilizar cualquier
área o servicio necesario para el mantenimiento, adiestramiento y
puesta en marcha de las operaciones de la OTAN. Es decir, no le
plantearon entrar en Kosovo sino en toda la República yugoslava, en
Serbia y en Montenegro. Y no solamente esto, se atribuye la OTAN el
derecho a poder detener a quien quisiera sin dar cuentas a nadie, el
derecho a utilizar todo el campo electromagnético y, además, el
tiempo ilimitado que quisieran. Señorías, estas son las condiciones
de un cuerpo de ocupación, de un ejército de ocupación, no de una
misión humanitaria. Convendría que se trajera este documento aquí
-nosotros lo vamos a repartir- porque el pueblo español necesita
saber, y creo que también esta Cámara,



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cuáles fueron las condiciones leoninas, las condiciones de extorsión
que hicieron posible el entendimiento en Rambouillet; esto hay que
decirlo también.

Cuarenta y un días al cabo de los cuales vuelvo a hacer la misma
pregunta: ¿Cuánto nos está costando esta guerra? ¿Puede o no puede el
órgano de la soberanía nacional saber cuánto le esta costando al
pueblo español o es un misterio? ¿De qué partidas presupuestarias se
está disponiendo y cuál es el horizonte previsible de gastos? Y tengo
alguna que otra pregunta más. Señor Aznar, ya que habla usted de los
aliados que tenemos en Europa, ¿para cuándo la cuestión kurda?
¿Cuándo le van a tirar de las orejas al Gobierno turco, autor de tres
millones de deportados? ¿Cuándo el señor presidente del Gobierno va a
hablar del incumplimiento de Hassan II de los acuerdos de las
Naciones Unidas? ¿Cuándo la OTAN o el señor presidente del Gobierno
van a intervenir en el tema de Palestina? ¿Por qué dos varas de
medir? Por una razón fundamental, señor presidente del Gobierno,
porque ustedes en absoluto han intervenido por cuestiones
humanitarias.

Pues bien, esta primera parte de mi intervención, que se corresponde
con la suya, está mostrando ya el fondo del problema. Su señoría ha
venido a presentar lo que en otras ocasiones -hoy no lo ha hecho-
llamaba la nueva OTAN; nueva OTAN que ya está demostrando para qué
sirve y que, además, ha actuado con carácter retroactivo, ha aplicado
una legalidad interna cuando todavía no había sido aprobada en la
última reunión de los días 24 y 25.

Señor presidente, todo lo que está ocurriendo aquí es la señal de
algo preocupante: estamos en una democracia demediada. Aquí no
funciona la democracia, en absoluto. Estamos ante el uso del Congreso
de los Diputados como coartada y subterfugio en apoyo de políticas
que violan clarísimamente la Declaración Universal de los Derechos
Humanos. El Legislativo -o sea esta Cámara, nosotros- se pliega
dócilmente al Ejecutivo y sin hacer uso de su obligada intervención,
según la Constitución, jalea, apoya y manifiesta su connivencia; un
Legislativo que salvo excepciones, la nuestra, no pretende ejercer el
control y tampoco lo desea por miedo a que el uso de sus competencias
le obligue a marcar clarísimamente sus posiciones mediante el voto,
no mediante la declaración de intenciones; un Legislativo que ni
siquiera es capaz de salvar la dignidad de la Cámara rectificando o
ratificando el acuerdo del 24 de octubre de 1995, que decía que para
que el Ejército español pudiese salir de nuestras fronteras había que
cumplir dos condiciones, que fuera en misiones de paz, señor
ministro, y, además, bajo las directrices del Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas. Señorías ¿ratifican o rectifican, o silban y
miran para otro lado? ¿Para que existe este Legislativo? ¿Están
ustedes de acuerdo con aquella declaración, que fue unánime, o se
incumple y ustedes callan? Eso sí, echándole la culpa al Gobierno,
que la tiene, evidentemente. Estamos ante la historia de una renuncia
que supone una degradación de valores, de actitudes y de proyectos.

Además,
estamos ante decisiones que -como después voy a pedir- exigirían una
votación en esta Cámara, pero aquí se prorratea, se hace una votación
a escote, se bastantea: tal portavoz representa tantos votos y el
otro representa tantos votos, ya lo tengo aprobado. Pues se está
usurpando la función de esta Cámara. Aquí se viene a votar. Cada
diputado y cada diputada representan una parte de la soberanía
nacional y la ejercen votando, no bastanteando, no promediando:
tantos portavoces forman la mayoría y nos ahorramos el trámite de la
votación. Eso es una degradación del sistema democrático, del sistema
parlamentario.

Pero hagamos historia de cómo hemos llegado aquí. El 13 de octubre de
1981 la Comisión de Asuntos Exteriores elevó a la Mesa de la Cámara,
para ser trasladado al Pleno, un dictamen cuyo contenido resumo:
autorizar al Gobierno en los términos establecidos en el artículo
94.1. Es decir, que cuando se establecen tratados internacionales que
hacen referencia a bloques militares tiene que intervenir esta Cámara
y votar. Pues bien, se pedía que mediante el Tratado de Adhesión se
autorizase pero se ponían algunas condiciones. Señorías, vamos a
recordar lo que pasó en 1981. En primer lugar se planteaba que se
pedía la adhesión a la Alianza, pero no se estaba de acuerdo con que
hubiese armas nucleares instaladas en el territorio español. En
segundo lugar se pedía protección especialmente para los territorios
peninsulares y extrapeninsulares y se daba a entender clarísimamente
que se estaba diciendo que en caso de ataque de Marruecos a Ceuta y
Melilla el paraguas de la OTAN pudiera servir de amparo. En tercer
lugar se planteaba como condición que se pusiesen de nuestro lado en
el tema del contencioso de Gibraltar. Es en 1986 cuando el presidente
González y su grupo parlamentario plantean el referéndum sobre la
OTAN y, aunque se cambió de posición y se defendió el sí, se pusieron
tres condiciones para la aprobación del referéndum. Es curioso que el
sí a la OTAN no salió en Canarias ni en Cataluña ni tampoco en el
País Vasco. Sus señorías recordarán las tres condiciones: la
participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su
incorporación a la estructura militar integrada, se mantendrá la
prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en
territorio español y se procederá a la reducción progresiva de la
presencia militar de Estados Unidos en España. Es en noviembre de
1991 cuando, desaparecido el Pacto de Varsovia, se pregunta a la OTAN
que si ya no hay enemigo qué va a hacer, y hay toda una corriente de
opinión, mantenida por partidos y fuerzas políticas que están en esta
Cámara, diciendo que ya que no existe el adversario qué función tiene
la OTAN. Pero es en esa cumbre cuando el presidente Bush impone -y
subrayo lo de impone- que a partir de entonces Estados Unidos y la
OTAN son los garantes de la seguridad europea. En pleno proceso de
construcción europea hay una decisión unilateral que dice qué tiene
que hacer Europa, cosa que se hará años más tarde. El 13 de noviembre
de 1996 se presenta el señor presidente Aznar ante esta Cámara para



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defender un comunicado en el que se plantea la necesidad -atención al
término- de una Alianza Atlántica renovada. Pone como ejemplo algo
curioso, la intervención que ha tenido la OTAN en Bosnia-Herzegovina,
pero es muy precavido y subraya que esa intervención de la OTAN en
Bosnia-Herzegovina ha sido a petición de las Naciones Unidas y bajo
su mandato. ¿Cuándo han pedido SS. SS. a las Naciones Unidas el
mandato para intervenir en Yugoslavia? ¿Cuándo? Se han saltado
ustedes el derecho internacional. En su comparecencia del año 1996
usted dice: La OTAN ha intervenido pero porque lo han pedido las
Naciones Unidas. ¿Por qué se ha olvidado esa cuestión? A partir de
ahí S.S. sigue hablando y plantea que nuestra integración en la nueva
OTAN -vuelvo a subrayar lo de nueva OTAN, que es una expresión que
utiliza entonces el presidente Aznar- pone tres condiciones: no va
a alterar los términos de la autorización que las Cortes Generales
dieron en su día (es decir, que lo que se va a aprobar y se aprobó el
otro día en Washington no va a alterar las condiciones con las que se
entró en el año 1981-1982), no se irá más allá de los contenidos del
Tratado de Washington, el que estaba vigente, y no se violarán las
condiciones del referéndum del año 1986. El 17 de julio de 1997 el
presidente del Gobierno vuelve a comparecer ante esta Cámara para
explicar los acuerdos de la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid. En
dicha comparecencia, el presidente informa que la cumbre ha decidido
proceder a un examen de su concepto estratégico. Casi nada, el
concepto estratégico, lo que fundamenta las misiones, los objetivos,
los instrumentos y el marco legal de operatividad. Lo ha decidido la
cumbre y viene aquí e informa. Señorías, cuando yo he planteado aquí
que para qué está esta Cámara está clarísimo: viene aquí, a toro
pasado, a informar de lo que ha hecho la OTAN. En otro momento de esa
intervención plantea la participación de España -textualmente- en esa
Alianza Atlántica nueva, renovada. El 22 de diciembre del año 1997 el
presidente del Gobierno vuelve a comparecer para informar del acuerdo
alcanzado sobre la nueva estructura integral de la OTAN. Otra vez
otro acuerdo y vuelve a informar (aquí no se pide opinión nunca;
solamente esta fuerza política ha pedido que se dé opinión y que se
vote); acuerdo que se alcanza sin consentimiento de esta Cámara. Voy
a leer textualmente lo que dice el señor Aznar en dicha
comparecencia: La Alianza culmina una fase de su historia en la que
pasa de ser una organización defensiva de la guerra fría a ser una
organización de seguridad para Europa y el mundo occidental en el
siglo XXI. Es decir, de ser una Alianza de carácter defensivo pasa a
ser una Alianza que puede intervenir sin ese carácter defensivo.

Estamos hablando de otra organización, de otro tratado y de otra
OTAN. En aquel momento el propio señor Aznar, al terminar su
intervención, reconoce que la OTAN se constituye en el pilar esencial
de la seguridad euroccidental del próximo siglo. En esa intervención
ya está leyendo el RIP, la oración fúnebre al proyecto de
construcción europea.

La evidencia, señorías, es notoria: estamos ante otro tratado, ante
otra organización diferente de aquella en la que entramos en el año
1982 y que recogía el entonces vigente Tratado de Washington. El 23
de abril del presente año y con la firma de los jefes de Estado y de
Gobierno, en la reunión que tuvo lugar en Washington, se aprobó una
nueva OTAN en cuyas intervenciones -yo no sé para qué- se va a hacer
uso militar en narcotráfico, terrorismo y en algo que esta Cámara
debe saber: los movimientos migratorios; es verdad que dice: sobre
todo si son como consecuencia de problemas políticos. Estamos ante
una situación de movimientos migratorios en el mundo como
consecuencia del hambre, de la miseria, de la aprobación de medidas
antisociales y -voy a decirlo también- como consecuencia del
mantenimientos de regímenes totalitarios y despóticos por parte de la
Alianza Atlántica, la cual ha mantenido al régimen de los coroneles y
se ha inhibido para mantener dictaduras de todo tipo. Ante esos
hechos surgen movimientos migratorios, hambre, miseria y
desprotección. ¿Contra eso va a intervenir la OTAN? Aclare el señor
Aznar lo que se acaba de aprobar los días 24 y 25 de abril en
Washington.

Conclusiones y evidencias. A los diecisiete años de pertenecer a la
Alianza Atlántica, la realidad es la siguiente. Las condiciones que
el Pleno de esta Cámara aprobó ni se cumplieron ni se van a cumplir.

Con respecto a la defensa que la OTAN puede hacer de nuestro
territorio extrapeninsular, de nada sirve lo que pueda pasar sobre
Ceuta y Melilla. De la misma manera, la OTAN hace caso omiso de
nuestro derecho legítimo en la cuestión de Gibraltar. Las condiciones
del referéndum ya se incumplían, pero esta vez de manera definitiva.

Estamos plenamente integrados en una estructura militar, la que surge
del nuevo Tratado de Washington. Señor Aznar, ¿cómo vamos a impedir
el almacenamiento o la instalación de armas nucleares cuando
pertenecemos a una alianza de tipo militar que tiene la disuasión
nuclear como elemento básico de su acción militar? ¿Es que vamos a
decir que no se instalen aquí misiles de la OTAN? ¿En función de qué?
Por tanto, señor Aznar, le recuerdo que la integración en la nueva
OTAN con las mismas características que en el año 1981 cae por su
pie. Y la tercera condición, que aparece en abundantes intervenciones
del presidente Aznar ante esta Cámara sobre el tema OTAN, es la
disminución de la presencia americana. Vamos a ver, cuando se va a
transformar la base de Rota en una superbase, cuando están zumbando
todos los aviones en las cuatro bases de utilización conjunta, cuando
se utilizan esas bases para acciones militares -no la del Golfo
Pérsico sino las que quieren los americanos-, ¿cómo se puede decir
aquí que va a disminuir la presencia americana en nuestro país?
En otras intervenciones, señor presidente, siempre ha resaltado una
idea con respecto a la participación de España en la nueva OTAN. Leo
sus palabras: Dicha participación, señor presidente, no alterará en
ningún caso los términos de la autorización otorgada en su día



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por las Cortes Generales para nuestra adhesión, no obligará a España
más allá de los compromisos asumidos en el Tratado de Washington ni
contravendrá las condiciones planteadas por el referéndum de 1986. Es
decir, exactamente todo lo contrario de lo que hoy estamos escuchando
aquí. Por tanto, nosotros demandamos un debate y vamos a introducir
el documento correspondiente en el Registro de la Cámara a fin de que
se aplique la Constitución española -que está para cumplirla, que no
se incumple en aspectos sociales ni económicos y menos en cuestiones
como ésta-, en su artículo 94.1, que plantea la ratificación mediante
voto (no mediante compadreo, no mediante reparto o bastanteo de lo
que representa cada portavoz; mediante voto, que es como se
manifiesta esta Cámara) de la pertenencia a esta nueva OTAN y, desde
luego, que el pueblo español sea convocado a referéndum. Fue
convocado a referéndum para la primera OTAN, entendemos que es
democrático y justo que sea convocado para esta segunda OTAN. Un
tratado de esta importancia, que significa un giro tremendo en todas
las concepciones y que implica riesgos, creo que merece la pena que
el pueblo español lo vote, a ver qué opina el pueblo español sobre
estas cuestiones, aunque SS.SS. después hagan oídos sordos.

Hay otra conclusión que decía en la intervención posterior a la
comparecencia del presidente del Gobierno después de la cumbre de
Berlín. Seamos sinceros, ustedes han enterrado la idea de Europa.

Europa no es ya más que una moneda única; ni tiene cohesión económica
y social, ni tiene política exterior propia, ni es capaz de que
funcionen unas instituciones democráticas, sobre todo después de que
su Parlamento ha sido votado por los pueblos europeos. Ya fue el
Tratado de Maastricht el que sentenció -era la crónica de una muerte
anunciada- al dejar la unión política en algo totalmente olvidado. Y
sin unión política, señorías, lo demás son encajes de bolillos, son
ni más ni menos que pura palabrería; no hay unión europea sin unión
política. Además, ¿cuál es la visión propia, auténtica de la defensa
europea? ¿Estar dentro de la OTAN? ¿Tener autonomía dentro de la
OTAN? ¿Quién decidió eso? ¿Lo decidió Europa o lo decidió la OTAN?
Este es un problema muy importante porque implica si hay proyecto
político o simplemente una música porque se es incapaz de reconocer
que no hay proyecto político. Precisamente los que hemos sido
motejados de antieuropeístas somos los que consecuentemente venimos
manteniendo aquí la idea de una Europa federal, de una unión
económica, política y social, con política exterior propia, que sea
capaz -como dije el otro día en la Cámara- de hacer realidad aquel
sueño de Victor Hugo cuando planteaba los estados unidos de Europa.

Ese es un proyecto digno, lo demás es simplemente el toque a retirada
ante lo que están imponiendo otros. Además, Europa es la madre de
ideas que han ido abonando en otros territorios, la madre de la
libertad, de la igualdad, de la fraternidad, la madre del Estado del
bienestar, las
ideas de solidaridad y democracia. Europa merece un proyecto propio y
específico y no estar ahí a trancas y barrancas de otro proyecto que
no se caracteriza precisamente por defender consecuentemente esas
ideas que se generaron en Europa. Han acabado ustedes con la idea
europea.

Por último, España renuncia a una posición de neutralidad y de paz
mantenida desde la I Guerra Mundial. Yo tengo que traer aquí, porque
constituye una línea política de España, el artículo 6 de la
Constitución de la II República Española, y lo traigo como
reivindicación porque es un monumento: España renuncia a la guerra
como instrumento de política exterior. Esa es la columna vertebral,
el nervio de una posición de política exterior que ha venido
manteniéndose en España. En los demás artículos de la Constitución de
la II República Española cada vez que se habla de política exterior
se dice a continuación: bajo los auspicios -entonces- de la Sociedad
de Naciones, que es el antecedente de las Naciones Unidas. La propia
Constitución de 1978, aunque tiene un lapsus tremendo al hablar de la
unidad de España defendida mediante el ejército, es verdad que habla
de la defensa del territorio. Por tanto, no tiene en su declaración
la grandeza que tiene la Constitución de la II República Española,
pero sí permite por lo menos plantear una visión defensiva del
ejército.




El señor PRESIDENTE: Ha de ir concluyendo, señor Anguita.




El señor ANGUITA GONZÁLEZ: Pues bien, esta fuerza política que
represento ha defendido siempre y va a seguir defendiendo que nuestro
ejército intervenga en misiones de paz. Ya conté aquí cómo apoyamos
al anterior presidente del Gobierno cuando éste manifestó lo que
costaba. Lo que haga falta, pero indicando de qué partidas, indicando
de dónde sale el dinero, y máxime cuando son partidas para
utilizarlas en la guerra.

El argumento del aislamiento de España es falaz. No se puede cambiar
la historia. España estuvo aislada sí, pero fue por una dictadura
fascista, la del general Franco, no fue por otra cosa; llamemos a las
cosas por su nombre y apellido, era un régimen impresentable que no
podía codearse con las democracias. El aislamiento fue la dictadura,
no la política exterior; no vengamos con argumentos de aislamiento.

Pero es que además, para salir del aislamiento ¿cómo se hace?
¿Apoyando felonías, apoyando barbaridades, apoyando guerras de
agresión? ¿Para eso queremos estar acompañados? Creo que hay
alternativas desde lo que ha sido la política exterior de España,
desde la defensa de la paz, desde la ayuda y desde la solidaridad y
desde luego no pasan por la guerra contra Yugoslavia ni por dar
nosotros el sí a la nueva OTAN. Seguimos manteniendo la misma
posición que con la OTAN anterior y seguimos diciendo que es
necesario que el pueblo español hable. Déjenlo hablar, no lo
interpreten tantas veces. (Aplausos.)



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El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anguita.

Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra su
portavoz, don Josep López de Lerma.




El señor LÓPEZ DE LERMA I LÓPEZ: Señor presidente, señorías, como se
ha puesto de manifiesto a lo largo del tiempo transcurrido de este
debate, es cierto que no todo es igual y que además lo igual tampoco
une a todos, porque como se ha evidenciado lo opuesto separa y la
apreciación en su caso distingue.

Quien nunca estuvo por la existencia de la OTAN sigue manteniendo
coherentemente la distancia y quien se opuso para más tarde abrazarla
debe hallar comprensiblemente un diferencial personalizador. Todo
correcto y acaso nada innovador, se sabía antes y se ha confirmado
ahora. Por cierto, señorías, nuestro grupo no ha protegido ausencias
ni ha cercenado debates sobre la OTAN o sobre la crisis de Kosovo,
como se ha insinuado o cuasi se ha imputado. Si mi memoria no me
traiciona -y creo que no- ningún otro presidente de Gobierno ha
aparecido por aquí para dar cuenta de las cumbres de la OTAN. En eso
hay novedad en esta legislatura. Así que los latigazos en la propia
espalda y no en la ajena, porque la penitencia viene bien para
situarse en la correcta verdad. (Un señor diputado: ¡Qué papelón!) En
estos debates nuestro grupo parlamentario parte con ventaja, siempre
fuimos atlantistas por entender que era nuestro espacio natural, y
cuando la congruencia acompaña a la adaptación del Tratado del
Atlántico Norte a la cambiante realidad, es fácil concluir que lo
acordado en Washington se puede y se debe suscribir. Nosotros así lo
hacemos.

La OTAN nació para fomentar la seguridad -ya se ha dicho-, además
para apoyar la prosperidad y dar soporte a la democracia en el
conjunto de la llamada región euroatlántica. La ofensiva bélica jamás
la inspiró y por suerte menos la gobernó, por el contrario se la
capacitó para servir rectamente a la causa de la libertad. La
presencia hoy de Chequia, Hungría y Polonia lo avala y demuestra que
se ha superado la división de Europa en dos bloques ideológica y
militarmente confrontados durante muchos años. Debemos convenir por
tanto que la Alianza Atlántica ha sido herramienta útil para la paz.

Es natural que todo el mundo lo valore así; allí donde hay libertad
de expresión, y afortunadamente aquí existe, el pensamiento puede
evaluar con publicidad estos 50 años como mejor le plazca, incluso
por quienes los consideran malignos para un pacifismo intelectual
miope -a mi entender- en sus posibilidades efectivas, o simplemente
no practicado en clave ideológica interna porque la diferencia no
debía existir sobre el territorio tutelado, como ocurriera en la
antigua y extinta Unión Soviética. Aquel grafito que todos podemos
recordar en Praga, año 1968, que rezaba: Hermanos rojos, volver a
vuestra reserva, ya no se escribirá más. Aunque sólo fuera por eso,
para que nunca más se pueda escribir ese grafito, para mantener viva
la fe
en la libertad que la inspiraba, valía la pena que existiera la OTAN.

Los tiempos han cambiado, es cierto, y a ello se ha referido tanto el
presidente del Gobierno como el señor Borrell y como el señor
Anguita, casi es en lo único que coinciden. Por ello la Alianza
Atlántica ha caído como dándose a las diversas coyunturas, no sólo en
la cumbre de Washington sino en cumbres precedentes debía redefinir
su contenido operativo, manteniendo su compromiso de preservar la paz
y dar seguridad en la zona geográfica que le es propia. En nuestra
opinión, la OTAN sale reforzada de la reciente cumbre de Washington,
y sobre todo preparada para administrar con exigente prudencia los
tiempos venideros.

Se podrá decir esto o aquello sobre el papel de nuestro Gobierno en
esa reunión, claro que sí, en política, naturalmente -yo diría
afortunadamente, y más en este marco parlamentario-, todo es
susceptible de crítica, pero lo superficial y lo anecdótico deja paso
siempre a lo sustantivo, en ese caso a lo que constituye lo nuclear
de lo acordado el pasado 24 de abril. Desde esa perspectiva, la que
nos habla de aquello que permanece y no de lo que se evapora a través
de un debate parlamentario, la actividad del Gobierno de España se ha
desarrollado en la dirección correcta, a juzgar por lo que da sentido
y explicación a esa asamblea celebrada en Washington, que son sus
resultados y que son sus conclusiones.

La Alianza Atlántica ha reafirmado su compromiso respecto a la
defensa de unos valores que están presentes en nuestra Constitución,
no lo olvidemos, y que inspiran toda democracia por entenderlos como
el mejor antídoto para evitar nuevos conflictos o en su caso
resolverlos. Así la Alianza Atlántica no se convierte en el gendarme
mundial, como aquí se ha insinuado y en otras partes se ha dicho o
escrito, sino que de manera exclusiva centra su actuación en la zona
euroatlántica para reforzar la seguridad y estabilidad de la misma.

Su llamada a la integración de nuevos Estados y a la cooperación con
otros es la mejor expresión de esa voluntad de no agresión que la ha
caracterizado siempre. La Alianza Atlántica ha valorado positivamente
el Tratado de Amsterdam y por tanto el fortalecimiento de una
política europea común de seguridad y defensa que otorga a la Unión
Europea la capacidad de tomar decisiones y aprobar acciones militares
en los casos que no esté implicada la OTAN como tal. La OTAN no ha
puesto el RIP, como aquí se ha dicho, a la construcción europea, sino
que la reconoce, la respeta y la apoya. Así, la Alianza Atlántica
concede gran importancia a Rusia y a Ucrania, no se las margina y
menos se las humilla, sería un gran error de presente y de futuro;
todo lo contrario, se las desea próximas, se las desea aliadas, se
las desea integradas. El hundimiento del bloque soviético debe
facilitar la construcción de espacios para la cooperación en la
búsqueda de la estabilidad, el progreso y por tanto la paz. El
realismo se ha impuesto, y afortunadamente para todos el pasado se ha
dejado en la mesilla de noche.




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Finalmente, la Alianza Atlántica ha concluido -y ello es bueno- que
el Mediterráneo constituye una región de particular interés y que la
seguridad en Europa está estrechamente vinculada al equilibrio de esa
zona y a su desarrollo económico y político, lo cual es de especial
provecho para España, dada su situación geopolítica, y todos debemos
recordar y reconocer que era uno de los principales objetivos de
nuestro Gobierno para la cumbre de Washington. ¿Quiere eso decir que
la OTAN se adapta a un mundo sin guerra fría pero llena de amenazas
regionales y que a ello obedece el nuevo concepto estratégico? Sí,
así es, y así se dice en los documentos de Washington. Todo,
incluidas las instituciones políticas y los acuerdos de cooperación
militar, siempre a lo largo de la historia obedece a las realidades
del presente y a los escenarios de un futuro más o menos previsible.

Lo cierto es que nunca existió una alianza políticomilitar tan
numerosa ni tan duradera, y es cierto también que va integrando en su
seno a países que en el tiempo fueron potenciales enemigos; eso es
bueno. A veces cuesta reconocer en casa propia el éxito propio que
otros desean felizmente compartir.

Desde esa vertiente, la Alianza Atlántica ha vivido cinco décadas de
transformaciones que le han dado sentido de origen en el pasado.

Alternativamente mañana se la juzgará por su capacidad en
proporcionar seguridad y libertad al individuo y no sólo a los
Estados miembros. Eso significa, señor presidente, señorías, que la
OTAN debe poseer conciencia moral y potencialidad de sembrar una
ética de diálogo democrático al servicio de los pueblos y de los
ciudadanos que la integran, en expresión de Javier Sádaba dando más
valor a la legitimidad que a la legalidad. Pero esta reafirmación y a
la vez reorientación de la Organización del Tratado del Atlántico
Norte, coincidente con su medio siglo de existencia, se ha producido
cuando vive su primera guerra; una guerra fruto de la inestabilidad
existente en algunos países del Este de Europa provocada por el
hundimiento de la ideología marxista-leninista y de la estructura
política que ésta mantenía. Esto se debe decir, porque es cierto. El
vacío de poder ha sido ocupado por antiguos comunistas carentes de
formación liberal, obstaculizadores de lo plural, que recurren al
autoritarismo que conocieron y practicaron en el cual vivieron y en
el que fueron educados, aunque invoquen credos o doctrinas más o
menos convencionales para Occidente. La falsedad les acompaña en su
actitud y en su práctica; mienten en todo. Ya lo dije en el anterior
debate y lo reitero hoy: Kosovo encarna la deficiencia, la
imperfección y hasta la torpeza de Europa. Es su vergüenza colectiva
como lo fue ayer Bosnia. Pero Europa no se ha enterrado, como se ha
afirmado aquí en esta tribuna. Acepto sus titubeos que los tiene,
incluso sus incoherencias internas que también las tiene, pero creo
que Europa es una utopía alcanzable. Al menos para nosotros ésta es
una apuesta.

Por tanto, Kosovo es un mal a extirpar, y aunque uno entiende más de
paz que de belicismo, la OTAN debe
ganar la partida porque lo contrario sería el final de un sentido
ético en Europa que va más allá venturosamente de lo económico, según
aquí se ha citado como exclusivo y excluyente. No es cierto. La gran
ilusión de una paz permanente en Europa quizá sea todavía eso, una
gran ilusión. Los siglos, muchos teñidos de confrontación, pesan
sobre nuestras respectivas espaldas; pero aún hay tiempo para la
esperanza si entendemos que no debe haber lugar para la represión
étnica, ni argumento jurídico que avale la no intervención cuando se
practica el genocidio.

Es fácil también en esto enjuiciar desfavorablemente la acción del
Gobierno español en relación a su papel en esta crisis. No negaré la
existencia de ciertos déficit, porque la perfección simplemente no
existe. Afirmaré en cambio que la mayor de las equivocaciones, si las
hay, no puede ocultar, encubrir o disimular el horror que produce la
acción de Milosevic. Lo doméstico, lo interior, pudiendo ser
significativo para toda acción de Gobierno, es la nada respecto de lo
principal o trascendente. En palabras de un respetado y admirado
eurodiputado socialista, el señor Mendiluce, cito literalmente: La
cabeza de Milosevic tiene que caer. No hay alternativa.

Por tanto no nos rasguemos las vestiduras en esta tribuna para
producir en lo doméstico algo que puede ser absolutamente
imprescindible, que es el discurso distinto; no nos rasguemos las
vestiduras para cifrar las comparecencias o incomparecencias
parlamentarias, o para destacar impericias o penurias en el ámbito de
la ayuda humanitaria a los albanokosovares. Aquí el debate -y nunca
mejor dicho- yerra el tiro. La sociedad española debe saber que desde
la diferencia es posible convenir que la OTAN y sus 19 Estados
miembros actúan desde la decencia y para la dignidad. Que la
controversia aun siendo buena por noble, que lo es, no silencie la
realidad objetiva. Ha sido una criminal limpieza étnica, como ha
puesto de manifiesto el señor presidente del Gobierno, la que ha
provocado la tragedia de una guerra, y quienes estamos en la Alianza
Atlántica recurrimos a la fuerza para descalificar la violencia
practicada e instaurar la paz, y con ello el respeto a la diferencia.

Puede parecer un contrasentido, no lo niego, pero habrá que decir a
continuación, como ha hecho valientemente el escritor Ismael Kadaré,
que el infierno lleva por nombre Kosovo y afirmar después que la
complicidad en el crimen es la abstención ante la brutalidad, el
salvajismo y lo bestial que encarna Milosevic y su régimen político.

Nada se tiene contra el pueblo serbio, nada; todo, eso sí, contra su
genocida dictadura.

En esas últimas semanas se han subrayado los errores cometidos por la
OTAN, y aquí mismo se han puesto de manifiesto a lo largo de esta
mañana: confusión respecto de objetivos, desaciertos referidos a
concretas actuaciones militares y erradas previsiones sobre la masiva
huida de albanokosovares. Verdaderamente los ha habido, lo aceptamos,
pero no es menos exacto que probablemente la paciencia de la OTAN, su
prevención



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ante una acción bélica, también los dimes y diretes de muchos
responsables europeos, que los ha habido, y una razonable tradición
pacifista en la cultura occidental hayan sido útiles al objetivo de
Milosevic. Quizás el cómplice -entre comillas-, sin desearlo y por
supuesto sin saberlo, hayamos sido nosotros mismos con nuestros
balbuceos y nuestras vacilaciones. Aquí el testimonio del embajador
norteamericano Holbrooke es delatador cuando afirma, y lo cito
literalmente: Siempre habíamos considerado que Kosovo era el polvorín
de la región; la largamente temida crisis de Kosovo había sido
pospuesta, no evitada.

Con todo, lo que puede haber comenzado mal debe terminar bien y es
bueno saber que aquellos que empezamos juntos, como ha señalado el
propio presidente del Gobierno en esta tribuna, acabaremos también
juntos en esa tarea humanitaria de preservar la pura realidad, la
diversidad, los pueblos.

No es cierto, como aquí se ha insinuado y en otros lugares se ha
afirmado, que la Alianza Atlántica realice en Kosovo su primer ensayo
para justificar su supervivencia como organización militar; esto es
absolutamente falso. La crisis que tratamos, aunque se produzca en la
Europa sudoriental nos afecta; nos afecta porque atenta a valores
intrínsecos al ser humano y nos humilla como demócratas. La nueva
Europa no puede construirse sobre la base de declaraciones y
principios donde podemos todos coincidir, sino sobre instrumentos
concretos para expandirlos y asentarlos definitivamente para
llevarlos a buen puerto, para protegerlos. Así, como Bernard Henry
Lèvy valorado filósofo francés, uno no comprende la actitud de esos
que saltan como cabritillos repitiendo la paz, la paz, la paz sin
preguntarse con qué crímenes hay que pagar esa paz.

La realidad, señorías, nos despierta del sueño de la utopía y nos
ancla a tierra. Podíamos hurgar en eso o en aquello en clave interna
española, como ya se ha practicado esta mañana desde esta tribuna. La
verdad, señor presidente, señorías, es que no nos interesa, lo cual
no equivale a dar absoluta cobertura parlamentaria a lo gestionado
por el Gobierno del Estado. No hay que buscar una relación
identitaria pero nos importa destacar más lo que nos une que aquello
circunstancial que nos puede separar, porque Milosevic es el espejo
de lo inaceptable para todos cuantos nos sentamos en estos escaños.

Por ello si algún sentimiento hemos de expresar es el de la condena
sin paliativo alguno al horror que se vive en Kosovo y de apoyo
decidido, sin fisura alguna, a la decisión de intervenir militarmente
tomada por la OTAN después de agotar todas las vías de reconducción
diplomática de esa locura personalizada por Milosevic. Al fin y al
cabo siempre hemos creído que actuar sin criterio ni principios es
como consultar el reloj después de haber puesto las agujas al azar.

Nunca se está en el tiempo real y esto, señor presidente, señorías,
es impropio de los políticos responsables.

Nada más y muchas gracias.

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor López de Lerma.

Por el Grupo Parlamentario Vasco (PNV) tiene la palabra don José Juan
González de Txabarri.




El señor GONZÁLEZ DE TXABARRI MIRANDA: Gracias, señor presidente.

Señoras y señores diputados, señor presidente del Gobierno, la
lectura sosegada y desapasionada de documentos de la propia OTAN, de
su Asamblea parlamentaria o de informes de las reuniones
ministeriales del Consejo Atlántico de apenas dos o tres años
rezumaban optimismo. Nueva OTAN, nuevas misiones, nuevos socios,
nuevos miembros, nueva relación dialéctica con Rusia, nuevas
democracias, en definitiva nuevo protagonismo, nuevos ímpetus y
nuevos desafíos; esto que se ha venido en llamar nuevo concepto
estratégico. A la vista de SS.SS. está que la guerra lo relativiza
todo. La guerra, los Balcanes otra vez, han situado el debate en sus
justos términos, desinflando la utopía de un globo que pretendía
volar excesivamente alto, sin ser conscientes de las realidades
políticas de la propia Europa, eso que está en el sustrato europeo.

La OTAN estos días, con ocasión de su 50 aniversario, ha redefinido
sus objetivos, ha aprobado el nuevo concepto estratégico -casualmente
ninguna previsión estaba establecida en este orden-, cuando conocía
conflicto armado en Europa. En esta coyuntura se ha arrogado
unilateralmente el derecho a intervenir militarmente para defender su
propio concepto de seguridad y una determinada concepción de los
valores democráticos, incluso fuera de sus fronteras, extramuros de
la Alianza. La celebración de este 50 aniversario de la OTAN abre un
serio interrogante: el interrogante de determinar cuáles son los
ámbitos de actuación de la Alianza. ¿Decide la Alianza, ella misma y
ante sí misma? Ahí está, señorías, la clave de la cuestión. Esa
redefinición de objetivos, bautizada como nuevo concepto estratégico
y que incluye la lucha contra el terrorismo internacional, la actitud
decidida contra la proliferación del uso de armas nucleares, la
intervención en caso de conflictos étnicos, y la defensa incluso manu
militari de los derechos humanos, determina que en estos supuestos,
sin encomendarse a Dios ni al diablo, la OTAN se autootorga el
derecho a intervenir sin la autorización del Consejo de Seguridad de
la ONU.

Como es conocido por SS.SS., el Grupo Parlamentario Vasco comparte
los objetivos recogidos en el planteamiento del nuevo concepto
estratégico, subrayando ahora a renglón seguido que para asumir esta
reorientación resulta indispensable la modificación del Tratado de
Washington que en origen es defensivo estrictamente, y que además se
enmarca en las claves y parámetros del marco internacional de la ONU.

En nuestra opinión no se puede dar por hecha y por válida la novación
de la OTAN sin más, ante sí misma y por sí misma, sin que se
modifique el Tratado de Washington y sin que se reordenen las
competencias y funciones de otras organizaciones internacionales como
la ONU o la OSCE.




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En nuestra opinión, señorías, esta Cámara tiene que debatir y asumir
en su caso estos nuevos objetivos que -insisto- nosotros compartimos,
enmarcados en un nuevo orden internacional. En caso contrario,
estaríamos haciendo dejación de nuestras responsabilidades ante unos
cambios estructurales en la política de defensa y seguridad
internacional que reubican las funciones y responsabilidades de todas
y cada una de las instituciones internacionales de seguridad y
defensa y las interrelaciones entre estas organizaciones. A nadie se
le oculta que esta actualización de objetivos de la OTAN pone en
solfa el conjunto de organizaciones internacionales. En principio,
supone un serio revés para la Organización de Naciones Unidas como
organismo destinado a velar por la aplicación del derecho
internacional con representación de todos los Estados. ¿Está
prevista, señor presidente, alguna iniciativa para reformar,
actualizar o adecuar a esta nueva situación la Carta de la Naciones
Unidas? Formulado de otra forma, ¿cómo hay que analizar ahora, desde
la perspectiva que usted ha expuesto en esa tribuna, el artículo 47
de la Carta de las Naciones Unidas que contempla la fuerza mundial
para la paz? Vivimos una situación transitiva que exige la
actualización explícita del tratado que ofrezca garantías ante
nosotros mismos y garantías ante terceros; una modificación interna
de estructuras y procedimientos en la Alianza como paso previo
inexcusable a la adecuación externa de la OTAN.

Nos preocupa también, señor presidente, la europeización y el
fortalecimiento del vínculo transatlántico de la OTAN; creemos que es
una de las asignaturas pendientes dentro de este nuevo marco. En
nuestra opinión, los Estados europeos siguen sin tener una visión
integral del concepto de seguridad en Europa. La efectiva
construcción de la identidad europea de seguridad y defensa sigue sin
encontrar hueco suficiente en las agendas, preocupaciones y
prioridades de las instituciones europeas. El Grupo Parlamentario
Vasco, a la vez que reitera que en su opinión la Alianza Atlántica
sigue constituyendo un factor crucial para garantizar la libertad, la
paz y la estabilidad en un mundo cambiante, quiere manifestar la
imperiosa necesidad de avanzar y profundizar en la política común de
defensa y seguridad europea que conozca de los mecanismos necesarios
para que la Unión Europea Occidental, concebida como componente de
defensa de la Unión Europea, pueda disponer de los medios y
estructuras de mando necesarias para llevar a cabo las operaciones
bajo su control político y dirección estratégica. En nuestra opinión,
señor presidente, sin pilar europeo no hay vínculo atlántico -no
tiene donde asentarse- sino dependencia total. Si no, ¿qué se quiere
decir cuando en los actuales parámetros de análisis se sostiene que
dentro de la OTAN seguirá desarrollándose la identidad europea de
seguridad y defensa? Esta Cámara aprobó en noviembre de 1996 una
resolución que recogía esta perspectiva europea para la política de
seguridad y defensa, que tres años después, y a la vista de los
acontecimientos, no podemos menos que manifestar que no
se ha desarrollado, no se la ha dejado crecer, y en consecuencia este
pilar europeo está atrofiado; en cuestiones de defensa y seguridad
seguimos dependiendo en exceso de los Estados Unidos, sin autonomía
política y sin mecanismos para desarrollar políticas propias.

Casualmente estos mismos días se ha puesto en vigor el Tratado de
Amsterdam que pone en vigor perspectivas actualizadas en relación con
la política de defensa y seguridad europea. Ese Tratado de Amsterdam
recoge que la Alianza Atlántica sigue siendo la base de la defensa
colectiva; la base, señor presidente. En ese tratado se aboga por una
política de defensa y seguridad común europea nucleada en torno a la
Unión Europea Occidental. A la vista está, y creo que este criterio
puede ser compartido por todos los grupos parlamentarios, que los
avances en políticas comunes europeas conocen en materia de defensa y
seguridad un desequilibrio manifiesto en relación con otras políticas
sectoriales comunes. Estamos asistiendo a la actualización en carne
viva y otra vez en los Balcanes de un trágico pasado de división y
enfrentamiento entre dos Europas, entre ciudadanos europeos, es el
muro de Berlín el que no había caído en Serbia.

A la vista de estos acontecimientos, de esta actualización en carne
viva se están produciendo estos días tímidos pronunciamientos
públicos poniendo en cuestión el diseño de la intervención militar de
la OTAN, precisamente por voces significadas de personas alineadas en
posiciones atlantistas, y simultáneamente izquierdistas que habían
sido reacios a condenar tajantemente el régimen panserbio de
Milosevic comienzan a alzar su voz cuestionando los objetivos,
métodos y acciones del líder del Partido Socialista de Serbia. La
muerte y la destrucción sacuden y agitan conciencias en este
contexto. En nuestra opinión, lo inmediato, el análisis de
estrategias militares, la corrección u oportunidad de determinados
ataques no debe relegar lo fundamental; la cuestión clave consiste en
observar que las instituciones internacionales teóricamente
competentes han quedado en evidencia, incapaces de evitar una
catástrofe de dimensiones y características que nos retrotraen al
corazón de la Segunda Guerra Mundial. Es, señor presidente, el
ordenamiento institucional internacional el que está en crisis y el
que conoce en la actualidad disfunciones graves en su tarea de
garantizar la estabilidad, la seguridad y, en consecuencia, la paz en
el concierto mundial.

Por ello, los árboles no deben impedir ver el bosque. La represión
salvaje de Milosevic a lo largo de toda una década y la respuesta
militar de la OTAN ocultan la incapacidad de estas organizaciones
internacionales para ejercitar sus labores de diplomacia preventiva.

La ONU está neutralizada política y económicamente. En el aspecto
político, porque su Consejo de Seguridad está limitado en su
funcionamiento por sus propias reglas, sobran vetos en el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas y las grandes potencias gozan de una
facultad de veto que hace inoperante cualquier decisión relevante y
urgente. Y en lo



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que respecta a lo económico, los Estados Unidos están negando el pan
y la sal a los presupuestos de la ONU. Y nos llama la atención, señor
presidente, que en su intervención no haya conocido mayores dosis de
autocrítica en relación con estas materias.

En el Grupo Parlamentario Vasco entendemos que es necesario redefinir
los objetivos y funciones de estas organizaciones internacionales,
creadas para responder a las necesidades propias de un régimen y de
un orden mundial que ha quedado viejo y obsoleto. Las previsiones
institucionales realizadas para la situación de guerra fría rechinan
al calor de la cruenta y cruel guerra. Vivimos en un momento crítico;
se han roto las previsiones iniciales que aseguraban que Milosevic se
doblegaría a las exigencias occidentales tras las primeras semanas de
bombardeos y cada vez se elevan más y más cualificadas voces
atlantistas que expresan la necesidad de autocrítica de una operación
militar en la que se han producido graves errores de cálculo, tanto
en lo que respecta al grado de consistencia de las posiciones serbias
como en relación con la intensidad de la deportación de los
albanokosovares. Y se exige negociación, es decir, que se realicen
denodados esfuerzos para poner fin a esta situación restableciendo un
orden justo. Hay que poner fin, señor presidente, a la huida de
Kosovo, al genocidio, a una tragedia que, por desgracia, tiene muchos
precedentes en Europa, pero que creíamos que no podía volver a
repetirse nunca más, y sin embargo ahí está: centenares de miles de
personas expulsadas de sus hogares, obligadas a huir, decenas de
miles en tierra de nadie, sin techo, sin condiciones higiénicas,
encerradas en su propia miseria, en su indigencia más absoluta, en la
tierra que ha producido la palabra civilización, en la Europa que ha
producido la idea de los derechos humanos.

Señor presidente, aunque no lo haya sostenido en su intervención en
el día de hoy, dada su insistencia en distintos foros -está claro que
no es lo mismo hablar en un mitin en Harvard o en esta Cámara-,
quisiera significarle que es demasiado fácil y demagógico recurrir al
ejemplo de Kosovo, como antes al de Bosnia, para colocar al
nacionalismo de chivo expiatorio general de la tragedia. Además, en
este supuesto, el primer culpable sería el nacionalismo panserbio. No
es, señorías, la referencia a la nación la que crea el peligro; no es
la defensa de una identidad cultural la que causa tragedias en la
búsqueda implacable de una homogeneidad cultural y la búsqueda
forzada de correspondencia entre homogeneidad cultural, nación y
Estado lo que puede desatar tragedias como las que estamos
contemplando. Es preciso también recordar que en la fuente de todas
estas tragedias se encuentra una incapacidad democrática, la
incapacidad de establecer, en estructuras políticas que pretenden
institucionalizar realidades culturales y étnicas plurales, cauces de
participación suficientes para que ningún ciudadano se sienta
postergado por su pertenencia a una identidad, a una cultura, a una
religión o a una nación. Ni la homogeneidad nacional es, sin más,
requisito democrático, ni la construcción
de estructuras políticas que responden a realidades plurales
funcionan si no van acompañadas de una vivencia democrática
continuamente renovada.

Con relación a la asistencia debida a los deportados y a los
refugiados, el Grupo Parlamentario Vasco sostiene la conveniencia de
dar prioridad a los planteamientos basados en que la asistencia a los
refugiados se ofrezca, como criterio general, en el lugar más cercano
y más humano posible al de su procedencia. Compartimos igualmente el
traslado a ámbitos europeos de aquellos ciudadanos albanokosovares
que, por razones familiares, de salud, o por circunstancias
personales, necesiten una mayor acogida, como criterio de excepción,
pero seguimos sorprendidos en nuestra buena fe, señor presidente. Los
anuncios a bombo y platillo que realizan los portavoces
gubernamentales ante los medios de comunicación social no se
corresponden ni de lejos con las actuaciones de los ministerios
competentes, por eso formulamos esta pregunta, señor presidente, ¿qué
previsiones tiene el Gobierno en relación a estos temas?
Por ejemplo, en la comparecencia conjunta de los ministros de Asuntos
Exteriores y de Defensa, el ministro Serra, en respuesta a preguntas
formuladas por este diputado, afirmaba que el gasto en ayuda
humanitaria iba a ser superior al gasto imputado por la colaboración
con la Alianza, es decir, que España iba a gastar más en proyectos
humanitarios que en la guerra. ¿Está en condiciones de compartir con
su ministro de Defensa esta aseveración, señor presidente, con los
datos de que dispone en el día de hoy? Porque, desde nuestra
perspectiva, resulta imprescindible a todas luces, señor presidente,
poner blanco sobre negro el tema de los costes de esta intervención
militar en Serbia, es decir, ¿cuánto nos cuesta la guerra, qué
aportaciones debemos a la Alianza, o cuánto está dispuesto a gastarse
el Gobierno en ayuda humanitaria? Igualmente, tendría que responder a
cuál es el método de trabajo que propone el Gobierno al resto de las
administraciones públicas para el mejor desarrollo de ese programa de
ayuda humanitaria. ¿Cómo prevé articular el Gobierno la labor de las
distintas administraciones públicas con las de las ONG actuantes en
la zona y en las distintas bases de acogida de refugiados? Para el
Grupo Parlamentario Vasco resulta prioritario crear las condiciones
objetivas para que los deportados puedan volver a sus lugares de
origen, de donde nunca debieron ser expulsados a la fuerza, con
garantías suficientes y en el pleno ejercicio de sus derechos.

Nos preocupa, señor presidente, un tema que suelo sostener y exponer
desde esta misma tribuna, y es la percepción que la opinión pública
tiene con relación a estos temas de defensa y seguridad. El Grupo
Parlamentario Vasco ha sostenido, en relación con el tema de la OTAN,
la necesidad de acometer acciones de sensibilización de la opinión
pública para con las tareas de defensa y seguridad. Conocemos,
señorías, una opinión pública que no quiere ni oír hablar de estas
cuestiones y que con excesiva facilidad actúa a la contra, como si



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la paz y la estabilidad, necesarias para la convivencia en un orden
justo y democrático, vinieran dadas por sí mismas. Las solicitudes
que en este sentido ha planteado en esta Cámara el Grupo
Parlamentario Vasco han caído reiteradamente en saco roto. Sin
embargo, nosotros queremos insistir en la importancia de este trabajo
ante la opinión pública. La crueldad de la guerra y sus consecuencias
ponen hoy más que nunca en evidencia la necesidad de asumir una labor
pedagógica y didáctica que prevea estos objetivos.

Para concluir, señor presidente, en nuestra opinión es necesario
acometer y responder a las cuestiones referidas al diseño final, al
cómo, al cuándo y a través de qué actuaciones prevé el Gobierno que
se va a poner punto final a esta intervención militar; en
consecuencia, qué previsiones de escenario final tiene elaborado el
Gobierno. Por ejemplo, ¿qué diseño político prevé la Alianza para
Kosovo? Usted, en su intervención, señor presidente, ha indicado que
hay que reconstruir una República yugoslava que proteja el derecho a
las minorías. Creemos que esa aseveración hay que concretarla mucho
más. Es bastante difícil contemplar un supuesto sin mayores
precisiones, una República yugoslava reconstruida otra vez,
protegiendo el derecho de las minorías, cuando estamos viviendo una
guerra ahora. ¿Qué posición va a sostener el Gobierno de España en la
Alianza en relación al derecho de autodeterminación de estas
minorías? ¿Se van a defender estos planteamientos o van a seguir
estas minorías dentro de una República yugoslava que no les reconozca
sus propios derechos, no ya en el plano de las libertades
individuales sino en el de las colectivas? ¿Cómo se imbrican estas
posiciones de una República yugoslava con unas minorías en estas
condiciones? ¿Estima el Gobierno que pueden alcanzar el alto el
fuego, el fin del genocidio albanokosovar y el pronto
restablecimiento de unas bases sobre las que se pueda edificar una
paz estable y duradera en los Balcanes? Creemos que con el diseño
político que ha expuesto en su intervención y sin más matices es
bastante difícil preverlo así.

Señor presidente, nosotros sostenemos que la guerra nunca resuelve
los problemas; todo lo más, los neutraliza o relativiza posiciones
para establecer un orden más justo. El propio Vaticano lo sostenía en
el día de ayer en una nota oficial: el recurso a la fuerza es una
derrota de la humanidad. Y ya sabe, señor presidente, que Roma
locuta, causa finita.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor González de Txabarri.

Por el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria tiene la palabra su
portavoz, don José Carlos Mauricio. (Pausa.)



El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Señor presidente, señoras y señores
diputados, agradezco el esfuerzo que ha hecho el presidente de no
darme la palabra hasta
que no estuviera presente el presidente del Gobierno. Pero no
importa, porque la primera parte de mi intervención ya la ha oído,
pues por suerte, el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria, en los
tres debates que hemos tenido desde que empezó la guerra, hace 41
días, viene manteniendo la misma posición. Yo celebro que otros
grupos parlamentarios empiecen a evolucionar y a mantener posiciones
que me parecen muy positivas y coherentes, porque la experiencia de
la verdad siempre es la prueba de los hechos, y la realidad nos va
haciendo ver que los caminos que conducen a la paz y al
fortalecimiento de las relaciones internacionales son, entre otros,
la salida diplomática en el marco de las Naciones Unidas, que la
intervención militar no puede suponer el definitivo aplastamiento de
Serbia.

En esta Cámara han tenido lugar ya tres debates. Uno, el de la cumbre
de Berlín, en el que al Gobierno español y a nosotros mismos nos
sorprendió la intervención en Kosovo. Fue un debate donde se
mezclaron las dos cuestiones y en el que, mientras los socialistas
decían que no había que mezclarlas, Coalición Canaria manifestaba que
lo que había era una relación de fondo entre los dos acontecimientos.

A continuación tuvimos un debate previo a la cumbre de la OTAN, donde
volvió a surgir el tema de Kosovo y donde se volvía a insistir desde
los escaños de la oposición que se trataba de dos debates distintos a
los de la cumbre de la OTAN. Yo creo que en definitiva lo que no se
quería hacer era fijar una posición clara sobre el debate que todos
sabíamos iba a tener lugar en el marco de la cumbre de Washington. Y
este tercer debate, que es el de la cumbre de Washington en relación
con Kosovo. Para mí los tres debates tienen una relación de fondo,
relación que yo he intentado aclarar a través de los mismos en el
siguiente marco.

Estamos a 10 años de la caída del muro de Berlín y yo creo que este
suceso, que supuso el fin de la guerra fría, abrió una década de
magníficas expectativas para el mundo, debiéndonos situar ahora en
ese mundo que se preveía, la posguerra fría. La mayoría de los grupos
de esta Cámara se han decantado en los diferentes debates y
resoluciones por fortalecer la paz y el desarme y hoy nos encontramos
con que esta intervención militar, así como la que tuvo lugar en Irak
hace apenas dos años, que es el antecedente más inmediato de aquélla,
han creado en Rusia problemas muy serios. Tenemos un dato que no
podemos olvidar: el 90 por ciento de la opinión pública rusa está en
contra de esta intervención, generándose elementos nacionalistas,
militaristas y antioccidentales. Por tanto, el Tratado Salt II, el
relativo a la destrucción de armas nucleares, está paralizado
y parece que va a seguir estándolo durante mucho tiempo, y el famoso
Salt III tampoco se va a negociar durante bastante tiempo, lo que
significa que la política de desarme ha quedado congelada de momento,
en una posición difícil y con una situación de relación entre la OTAN
y Rusia que, a pesar del acta fundacional, ha hecho que Rusia no haya
estado en Washington en este momento, lo que es un dato preocupante.




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Segundo elemento relacionado con la posguerra fría: fortalecimiento
del derecho internacional y de las Naciones Unidas. ¿Hemos avanzado
en 10 años en la reforma de la ONU, en la posición que ha mantenido
este Congreso de los Diputados en relación con la reforma y
ampliación del Consejo de Seguridad y la potenciación de las Naciones
Unidas como el gran marco del derecho internacional, de las
relaciones internacionales en el futuro? En este momento la ONU sufre
un proceso de marginación, aislamiento y debilitamiento. Segundo dato
negativo de la situación.

En tercer lugar está la cuestión de la globalización económica y el
desarrollo tecnológico. En eso sí hemos avanzado, ha habido acuerdos
internacionales de cooperación y de comercio muy importantes, pero la
globalización económica tenía que haber ido unida a que el desfase
entre el Primer y el Tercer Mundo -el Segundo había desaparecido- se
acercara, se acortara y que el drama del millón y pico de personas
del Tercer Mundo, que se encuentra por debajo de los terribles
niveles de la miseria y de la pobreza, se acortara y se redujera. En
esto no hemos avanzado.

En cuarto lugar nos encontramos con el fortalecimiento de la
democracia y de los derechos humanos. Hay un dato positivo en este
sentido y es que por primera vez en la historia de la humanidad hay
un porcentaje mayor de ciudadanos del mundo que viven bajo un sistema
democrático que el de aquellos que no viven bajo él. La diferencia es
de apenas un 2 por ciento, pero es un dato esperanzador que yo creo
debemos consolidar.

En ese cuadro de paz y de desarme, de fortalecimiento del derecho
internacional y de la ONU, de globalización económica y derechos
sociales del Tercer Mundo, de democracia y derechos humanos, el papel
de Europa aparecía con total fuerza, el papel de una Europa que tenía
que haber aprendido de los desgarramientos y de los dramas de lo que
ha sido el siglo XX europeo, donde hemos llegado a niveles espantosos
de genocidio después de dos guerras mundiales. Europa tenía que haber
hecho -y tiene que hacer- una reflexión sobre su nuevo papel en el
mundo. Siempre se dice que, con frecuencia, el futuro suele ser
prisionero del pasado. Europa ha estado prisionera de su pasado
histórico muchas veces. Todavía sigue en parte prisionera del pasado
y de lo que se trata es de liberarla, de que Europa juegue su papel
de futuro en esta línea de los cuatro grandes objetivos
internacionales. Europa tiene que ser una gran potencia. No puede
haber sólo una superpotencia en el mundo. Europa tiene que ser la
potencia de los derechos humanos, de la Revolución Francesa, de los
grandes principios internacionales, de las relaciones internacionales
basadas en la cooperación y en la ética.

Europa, en estos 10 años, ha vivido dominada por su política
interior. Por eso, sobre la cumbre de Berlín dice el señor Borrell
que hablábamos de girasoles y de bombas, pero es porque estaba sólo
en un debate de política interior. A nosotros, nos parece todavía,
desgraciadamente,
que estamos hablando de política internacional. Europa
estaba en un debate sobre su presupuesto. Por eso yo denunciaba aquí
los neonacionalismos en Europa, sobre si ganamos un poco más o un
poco menos, si teníamos un poco más o un poco menos y no veíamos que
el Tratado de Maastricht había sido sustituido por el Tratado de
Amsterdam. El señor Anguita ha dicho aquí que Europa ha fracasado,
que se hunde. Creo que esas posiciones maniqueas no ayudan a avanzar.

Europa se encuentra ante un déficit importante en su protagonismo
internacional, pero tiene que reflexionar sobre lo que está pasando
en Europa precisamente hoy. Y lo que está pasando es que sólo hay una
superpotencia, porque Europa no se atreve todavía a decidir. Espero
que en la próxima cumbre de Colonia se tomen medidas y que Europa
tome conciencia de que tiene que tener una política de seguridad y
una política exterior común. Eso no es un problema sólo de dinero. Yo
oigo constantemente aquí -el señor Solana es el primero que lo dice-
que los europeos no nos gastamos lo suficiente en defensa. Si
queremos tener una defensa europea nos debemos gastar el dinero. Los
presupuestos europeos, si no me equivoco -que el señor Aznar me
corrija, que seguro que no puede-, representan el 75 por ciento del
presupuesto norteamericano de defensa. Es así, señor ministro de
Defensa; el 75 por ciento. Con un poco más es suficiente. Esta
historia de que gastamos el 1 por ciento del PIB y los
norteamericanos no sé cuánto, es falsa. El problema de Europa es que
para tener una política de defensa y de seguridad exterior común
necesita plantearse la dimensión europea. No se pueden fabricar
fragatas y aviones con tecnología moderna, dentro de una fuerza de
intervención y humanitaria, dentro de ese papel de Europa en el marco
de las Naciones Unidas, si no aceptamos la dimensión europea. No
puede ser que el Reino Unido defienda su tecnología, Francia la suya,
Alemania la suya, todos la suya, para terminar comprando todos a los
americanos, que dimensionan su industria militar de defensa y del
espacio de acuerdo con sus dimensiones de carácter general de Estado
de la Unión. Este es el debate.

Por tanto, hay que ser más enérgicos en las cumbres, como en la
próxima de Colonia. Yo celebro muchísimo, me ha encantado, la
intervención del señor Borrell, después de no haberme gustado ninguna
de las tres anteriores. Evitaba usted, señor Borrell -y perdone que
se lo diga, porque lo hago en el sentido positivo-, definirse. El
Gobierno ha tenido tres debates aquí y en la Comisión de Exteriores.

El problema no era el número de debates y el olvido del Parlamento.

El problema era que la oposición le dijera al Gobierno, como le decía
yo el otro día al señor Matutes, las cosas que tenía que hacer en
Washington para crear un consenso de política de Estado en la reunión
de la cumbre atlántica. Usted se pasó todo el tiempo hablando de los
kosovares que, con toda razón, es un drama humano tremendo, pero
esquivó el debate de la cumbre atlántica y hoysí lo ha cogido.

Celebro que usted se sitúe -y no se



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sitúa el Grupo Socialista- con Schröder frente a Blair. Eso de la
tercera vía en los temas internacionales es un bluff, esa es la
posición de otros. Usted ha preguntado si estamos con Schröder. El
señor González o el señor Solana no están con Schröder, sino con
Blair. Usted, por cierto, se ha definido hoy -lo decía el otro día
desde el escaño el señor Santesmases- en la posición: Naciones
Unidas, derecho internacional, salida diplomática, salida política,
etcétera, y en una OTAN no intervencionista y militarista. Este es un
dato positivo, porque sobre esa base se debe construir el consenso.

Es la posición que defendió el señor Matutes. Es mi obligación no
caer en el maniqueísmo de que hay que elegir o Milosevic o las
bombas.

En las posiciones que hoy se han debatido aquí, con la pasión
desgarrada del drama de la guerra y donde parece que hay que volver a
las trincheras, o hay que condenar a la OTAN y defender a Milosevic o
hay que decir que Milosevic es un asesino, que lo es, y, por tanto,
defender a la OTAN. No estemos en las trincheras, sino en una
posición de consenso, que siempre ha defendido este Parlamento. Mi
intervención pretende crear las condiciones para la recuperación de
ese consenso, que es la garantía del papel de España como pequeña
nación, pero importante en la construcción de Europa y en el mundo.

La intervención que se ha producido ha puesto en evidencia datos que
son muy significativos. Primero, cómo se produce la intervención. El
debate no es si había que intervenir contra Milosevic. Yo estoy de
acuerdo, y lo digo sin ningún tipo de reserva, en que hay que
intervenir contra el crimen de Milosevic. El debate es cómo, para
lograr, primero, eficacia en la intervención, cuyos resultados son
malísimos; segundo, la defensa de los principios; tercero, fortalecer
el derecho internacional, fortalecer los derechos humanos, consolidar
la paz. El cómo, que ha explicado muy bien el señor Borrell. Este es
el debate y no si hay que intervenir o no. Estamos a favor de la
intervención, como estamos a favor del derecho internacional y como
estamos a favor de que condenen a Pinochet; es también una
intervención en un Estado soberano. (El señor vicepresidente,
Fernández-Miranda y Lozana, ocupa la Presidencia.) Pero aquí ya se
acabaron los Estados soberanos en crímenes contra la humanidad. Y la
línea que estoy planteando es que hay una limpieza étnica en Kosovo,
y entonces se produce el cómo, que es en lo que me voy a detener unos
minutos para expresar la posición que ha venido defendiendo Coalición
Canaria a lo largo de las últimas intervenciones, el cómo. El señor
Clinton sale de una crisis provocada por un affaire llamado Lewinsky;
a continuación pronuncia un discurso sobre el estado de la Unión, en
el que se produce un gran apoyo de la opinión pública norteamericana,
donde habla de la sanidad y de la reforma de la educación como sus
dos objetivos principales. Resulta que los ha abandonado. En enero,
cuando sabe que los ha abandonado, llama al señor Blair. Antes los
europeos hacíamos críticas de por qué no somos consultados
suficientemente, y hay un famoso sarcasmo que he leído estos días del
señor Kissinger, que pregunta ¿y a qué teléfono llamamos cuando hay
que llamar a Europa? Antes no sabían a quién llamar, ahora llaman al
teléfono que está en el número 10 de Downing Street. A finales de
enero, el señor Clinto llama al señor Blair -lo ha explicado el
Washington Post estos días en un documento excepcional que la
Administración americana ha aceptado- y pactan la intervención. Es
verdad, y se dice allí, que es como consecuencia de un ataque a un
poblado albanokosovar que se produce días antes. Como ha explicado
aquí el señor Anguita, los acuerdos de Rambouillet pretendían impedir
que hubiera acuerdo. Esa es la realidad. Han querido que la OTAN
interviniera, ocupara, etcétera, y eso es imposible de aceptar. Por
eso la posición del Ministerio de Asuntos Exteriores español es la de
volver al Consejo de Seguridad, a acuerdos internacionales, a la vía
diplomática, a la vía política, a un Estado de administración
transitorio, a no secesionar Kosovo y a un plan, que es lo mismo que
ha defendido hoy el señor Borrell, lo mismo que defendió el señor
Matutes el otro día. Escúchense, este tema de la guerra es muy serio
para dejarlo sólo en manos de la propaganda y en manos de las
campañas electorales; son cuestiones de Estado.

Como decía anteriormente, lo de Rambouillet es un simple pretexto
para la intervención. Después Solana llama al grupo de contacto y
pone en marcha la operación. El resultado de la operación,
transcurrido un mes, desde el punto de vista político y militar es
notablemente negativo. Hay problemas con Rusia, aumenta la limpieza
étnica, la intervención no frena la limpieza étnica, ataque al pueblo
serbio, crisis de la ONU y vacío escandaloso de Europa. Sin embargo,
por suerte para todos, la historia no deja que nadie le haga trampas
y a los 41 días se empiezan a producir cambios. Pero no se va a la
cumbre de la OTAN con la intención de que lo de Kosovo influya, lo
que ha ocurrido es, simplemente, que estaba prevista una serie de
acontecimientos -a los que ahora me voy a referir-, que son los de la
cumbre de la OTAN.

Primero, hay una posición, rechazada por la mayoría de la Cámara de
Representantes del Congreso norteamericano, en la cual se rechazan
las posiciones intervencionistas y militaristas, en una
interpretación de los nuevos acuerdos del concepto estratégico de la
OTAN. Como ha dicho muy bien el señor Borrell, hay ambiguas
declaraciones en el documento de Washington. Por un lado, se dice que
sólo se refiere al área euroatlántica, que es la que debería ser
porque se llama Tratado del Atlántico Norte, pero también sus
aledaños y su periferia, en la medida que influyen. Se consigue una
cierta ambigüedad para lograr un equilibrio de compromiso entre la
ampliación del espacio territorial de la Alianza Atlántica,
saliéndose del artículo 5º y lo que es la posición europea, que
esencialmente es una alianza defensiva.

Segundo, ¿en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU? No, en el
marco de la Carta de las Naciones



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Unidas. Puede haber excepciones -yo digo que puede haberlas-, pero lo
importante es que la excepción no se convierta en regla, y en Estados
Unidos hay posiciones de la Administración norteamericana que quieren
que la excepción sea la regla, que quieren intervenir
permanentemente.

Tercero, si es o no la identidad europea de defensa un pilar o un
elemento subordinado. Cuando discutimos aquí la integración militar
de España en la OTAN este grupo parlamentario expresó algunas
reservas sobre la enorme subordinación militar que significaba que ni
siquiera el mando del Mediterráneo, el pasillo marítimo con Canarias,
etcétera, pasaran a ser competencia directa de los mandos europeos,
al famoso mando del Mediterráneo, en Nápoles. La estructura de la
integración militar ha supuesto subordinación y es la base del nuevo
concepto estratégico que ahora se aprueba. En cuando a la identidad
europea de defensa, la acabo de señalar. Vamos a ser consecuentes
porque en el documento de la OTAN se dice que sí, pero, en el fondo,
lo que se dice es que la presencia de las fuerzas convencionales y
nucleares norteamericanas en Europa sigue siendo esencial para la
seguridad del continente. En Washington hay muchos que no se lo
creen. En Europa hay quien se lo cree y quien no se lo cree, desde
luego el señor Blair no se lo cree porque juega con la teoría de ser
el aliado principal del gran aliado, de ser a la vez anglosajón en la
Alianza Atlántica y parte de Europa y de ser el que lo maneja todo.

Ésa es la tercera vía que no nos va, parece que tampoco al señor
Borrell, hecho que yo celebro.

Luego viene todo el tema de la cooperación y del diálogo en el
Mediterráneo. Lo que quiero señalar aquí es que posiblemente la
tragedia terrible de Kosovo sea una experiencia histórica. Al igual
que del Tratado de Amsterdam -que ha nacido estos días y con Kosovo
ha estado olvidado- hay quien ha dicho, y yo coincido, que ha nacido
viejo -y es duro nacer viejo-, porque la historia está en un proceso
de aceleración, también los acuerdos de la cumbre de la OTAN nacen
viejos. Yo me atrevo a pronosticar aquí, y el tiempo lo dirá
-seguramente es un pronóstico de un grupo pequeño y sin importancia-,
que determinadas teorías del concepto estratégico de la OTAN no
corresponden a la OTAN del siglo XXI. La OTAN del siglo XXI tiene que
volver al marco de las Naciones Unidas, al derecho internacional, a
las políticas de cooperación, a ser sólo un elemento defensivo en el
área euroatlántica y a no intervenir en la gestión de las crisis, si
no es excepcionalmente y siempre, si es posible, en el marco del
Consejo de Seguridad.

Lo que en esta guerra empezó siendo una derrota de Rusia, una derrota
de Europa, una derrota de la ONU, una derrota de los albanokosovares
y una derrota del pueblo serbio puede acabar siendo sólo -lo espero y
lo deseo- una derrota de Milosevic y una derrota al mismo tiempo,
porque es posible, de los sectores intervencionistas y militaristas
de la OTAN. Eso es lo que va a ser, porque al señor Clinton, reunido
hoy con Chernomirdin,
el Congreso norteamericano le dijo el otro día que para
enviar tropas terrestres exige una aprobación de la Cámara de
Representantes y no se la va a dar. En Estados Unidos nos encontramos
con la terrible paradoja de que la derecha republicana suele ser
históricamente no intervencionista y los demócratas, más
progresistas, siempre son los que intervienen en todo el mundo; como
este momento coincide con la época Clinton y no le van a dar el
plácet para la intervención, tiene que pactar en la línea que explicó
aquí el ministro de Asuntos Exteriores, que espero que mantenga el
señor Aznar. Uno, salida diplomática y política sobre la base de una
resolución de las Naciones Unidas. Dos, con una fuerza internacional
de seguridad en la que estén Rusia, otros países y también, de una
manera complementaria, las fuerzas de la OTAN en el marco del Consejo
de Seguridad de la ONU y una administración territorial transitoria
que garantice la vuelta de los albanokosovares. Tres, un plan de
reconstrucción y desarrollo para toda el área.

Esta es la posición que al final tiene que triunfar, con lo cual
Rusia saldrá fortalecida -y es bueno que Rusia salga fortalecida
porque un gigante no puede ser humillado-; la ONU saldrá fortalecida
y el señor Kofi Annan no será un fantasma deambulando por ahí; el
derecho internacional saldrá fortalecido; las políticas de desarme
pueden avanzar con el Salt-II y el Salt-III y los Estados Unidos, no
sé si con una administración demócrata o republicana, volverán a
pensar que su papel de liderazgo en el mundo necesita una actitud
mucho más lúcida, inteligente, de cooperación y de aportación a la
paz en las Naciones Unidas que una actitud de hegemonía preponderante
de una superpotencia. Si esa es la posición que parece que defiende
este Congreso en su enorme mayoría, defendámosla.

El último punto que quiero tratar, señor Aznar es el siguiente. Todos
hemos vivido la actuación del Congreso norteamericano, así como la de
los medios de comunicación en Estados Unidos, eso que el señor
Borrell denominaba el primitivismo antinorteamericano. Estados Unidos
tiene unas tradiciones democráticas excepcionales, es un país donde
la prensa funciona con libertad y con fuerza, tiene instituciones
democráticas fuertes como su Cámara de Representantes y su Senado,
que han dicho al presidente Clinton que no envía fuerzas terrestres
hasta que se lo autoricen. ¿Por qué los americanos tienen una
democracia más fuerte que la española? ¿Es que limita los poderes del
Gobierno y del presidente del Gobierno que venga al Congreso de los
Diputados, reforme los famosos acuerdos de 1995 y, antes de mandar
fuerzas terrestres, exija que el Congreso de los Diputados se lo
autorice? Igual que los norteamericanos. ¿Es que somos peores que los
norteamericanos? Hay que tomar decisiones rápidas. Esta decisión se
adoptó en el mes de enero, no se tomó en tres días, aunque a usted le
sorprendiera en la cumbre de Berlín. (El señor presidente ocupa la
Presidencia.) Se tomó en el mes de enero hablando con el teléfonode
Europa, que estaba para el señor Clinton en



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Downing Street. Hubo tiempo. Ahora, antes de pasar tropas terrestres
y de llevar a lo que puede ser un desastre, es necesario que este
Congreso de los Diputados lo autorice. Así cumpliremos la
Constitución, así fortaleceremos la democracia y así conseguiremos
que el Gobierno tenga un margen de maniobra porque, en los sistemas
democráticos, los gobiernos tienen margen de maniobra y no tienen que
luchar entre la responsabilidad, entendida a veces como
incondicionalidad al que manda, o jugar con una cierta deslealtad. El
Gobierno español tiene que someterse al Parlamento...




El señor PRESIDENTE: Señor Mauricio, ha de concluir, por favor.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Termino.

Si sabe que depende del Parlamento tiene más margen de intervención y
de decisión, porque España, ese gran país que tiene un papel
estratégico en el Mediterráneo, en América Latina, que puede ser una
fuerza importantísima en la construcción de la nueva Europa, que debe
construir un liderazgo sobre el consenso de las fuerzas del Gobierno
y de la oposición, debe tener la posibilidad de tener voz propia,
personalidad propia y posición en defensa de la paz, de la
cooperación, de la solidaridad y del derecho internacional.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Mauricio.




¿Qué diputados del Grupo Parlamentario Mixto quieren intervenir?
(Pausa.)
Tiene la palabra la señora Rivadulla.




La señora RIVADULLA GRACIA: Gracias, señor presidente.




Señorías, señor presidente del Gobierno, si usted pretendía que este
Parlamento fuese el centro de la vida política del país, es evidente
que el compromiso está incumplido. Estamos hablando a toro pasado de
los compromisos en los que usted ha embarcado al pueblo español en la
cumbre de Washington sin que hayamos tenido la oportunidad de debatir
e incluso votar la postura española en esa cumbre. Se trata de
compromisos delicados, trascendentales para nosotros, y usted viene
al Congreso al cabo de diez días. Es cierto que vino el ministro de
Defensa, pero el tema OTAN se despachó en esa comparecencia en poco
menos de diez minutos y con muy pocas concreciones. Sobre todo, no
quedó claro cuál iba a ser la postura del Gobierno español en la
cumbre de Washington.

Hemos podido oír, señor presidente del Gobierno -y lamento
decírselo-, unas declaraciones suyas que a mí me parecieron muy
frívolas teniendo en cuenta la falta de consenso en esta Cámara. Dijo
usted: Efectivamente, la nueva zona euroatlántica es la que es y, si
hubiésemos querido definirla y precisarla lo hubiésemos hecho. ¿Sabe
a quién me recordó, señor Aznar? A la presidenta Golda Meyer cuando,
a la pregunta de cuáles
iban a ser las fronteras del Estado de Israel, respondió: Las
fronteras del Estado de Israel se sitúan allá donde se sitúa la bota
del soldado israelí más avanzado. Esto es lo que me recuerda usted
con sus declaraciones.




Lamento, señorías, que se confundan de nuevo dos debates. No vale
hacer el debate sobre Kosovo, en el que hay un amplio consenso, con
el debate sobre la OTAN, en el que no hay tanto consenso, sobre todo
en cuanto a los procedimientos por los que se ha llevado a cabo. No
vale utilizar a Kosovo como pretexto porque ese consenso amplio
persiste a pesar de los errores de origen -hemos intervenido tarde- y
de los errores de aplicación, que están siendo especialmente
dolorosos. Nos encontramos con una guerra en la que de nuevo mueren
civiles bajo el eufemismo de daños colaterales, y en la que cada vez
hay más mujeres y niños entre las víctimas, tal como sucede
últimamente en las guerras. No estamos dispuestos a que se mezclen
estos dos asuntos; pensamos que son radicalmente distintos.

La OTAN que sale de la cumbre de Washington es una OTAN nueva, ya se
ha dicho aquí. No se trata de una alianza defensiva, se trata de
gestionar crisis -como se ha dicho con un nuevo eufemismo- no sabemos
dónde; no sabemos el área, pero vamos a gestionar crisis. No tiene un
área precisa y tienen nuevas misiones: terrorismo, sabotaje, crimen
organizado, abastecimiento de recursos vitales y también migraciones
masivas -en la jerga NATO-; todo ello sin cobertura de las Naciones
Unidas. No soy capaz de entender cómo puede intervenir la OTAN en
migraciones masivas, pero nos preocupa muchísimo. En Iniciativa per
Catalunya-Els Verds y Nueva Izquierda no estamos dispuestos
a recorrer el trecho que supone que Naciones Unidas sea suplantada, a
partir de la cumbre de Washington, por un estructura como la OTAN.

Primero, porque eso nos aleja de una paz global, nos aleja de una
solución para el siglo XXI que sea realmente equitativa.




La mayor parte de los países pobres del planeta no están en la OTAN.

Independientemente de que ahora estén Chequia, Hungría, Polonia y ya
estuvo Turquía, no están en la OTAN. Esa estructura, con esta amplia
libertad de movimientos, va a generar, ya está generando, recelos y
desconfianza en la mayor parte de los países del planeta. Estoy
hablando también de dos grandes potencias, como son Rusia y China.

Señorías, las instancias internacionales son inadecuadas. Hemos
salido de la guerra fría y los mecanismos internacionales que
teníamos de resolución de conflictos han quedado desfasados,
anticuados. A la ONU en este momento se la está dejando morir. La
principal potencia involucrada en la organización OTAN, Estados
Unidos, está dejando morir a las Naciones Unidas. Es el principal
deudor. Las Naciones Unidas no tienen recursos y ahora se la está
dejando sin legitimidad. ¿Qué legitimidad va a tener Naciones Unidas
para decir dónde es conveniente o no actuar militarmente cuando hay
una instancia, la OTAN,que reclama para sí misma el derecho de actuar
en una



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zona absolutamente imprecisa y para misiones también muy imprecisas?
Hoy por hoy, la legalidad internacional reside en las Naciones
Unidas, y no solamente los principios que establece la Carta de las
Naciones Unidas sino también los organismos que regula, como son el
Consejo de Seguridad y la Asamblea General.

Por otra parte, yo como española, como ciudadana de este Estado,
lamento muchísimo que el Gobierno español no haga una apuesta
decidida por Europa, por una Europa que ha de ser de los pueblos,
fuerte, autónoma, menos dependiente y más eficaz para la paz. A mí se
me pusieron los pelos de punta cuando fuimos con la Comisión de
Defensa del Congreso de los Diputados a Norfolk, a entrevistarnos con
altos mandos de la OTAN y con mandos del Departamento de Estado. Se
nos decía que no entendían Europa, que les estábamos poniendo muy
nerviosos, que eso de Europa y su historia era una castaña y que allá
Europa con sus conflictos tribales. Los intereses europeos y
estadounidenses pueden ser coincidentes en muchos momentos, pero hay
otros en los que no lo serán. Este pilar europeo que sea arma eficaz
para la defensa de la paz es muy importante.

Por último, señor presidente, no me gusta la atmósfera militarista
que se está creando. A Iniciativa per Catalunya-Els Verds y Nueva
Izquierda esta atmósfera militarista que se está creando no le gusta
porque se están dejando de lado políticas preventivas para la
preservación de la paz. Sabemos que los conflictos que ahora se van a
producir son culturales, étnicos, religiosos que tienen su base en
problemas socioeconómicos muy graves, que se van a tener que
solucionar. Alguien ha dicho que cuando la gente pasa hambre, cuando
tiene que emigrar, cuando se tiene que mover puede provocar que esos
conflictos se agudicen y pasen a ser armados. Repito que no nos gusta
el ambiente militarista, pensamos que debe haber políticas
preventivas mucho más eficaces.

Preveo tiempos en los que en este Congreso de los Diputados se nos
van a pedir muchos más gastos para Defensa; se nos va a decir que los
compromisos que hemos asumido en la cumbre de Washington...




El señor PRESIDENTE: Señora Rivadulla, ha de concluir.




La señora RIVADULLA GRACIA: Sí, señor presidente, termino.

Que los compromisos que hemos asumido en la cumbre de Washington nos
obligan a mayores gastos para el Ministerio de Defensa. En este
Congreso diputados y diputadas tendremos que decir también cuáles son
nuestras prioridades: si pasan por incrementar estos gastos o por
cubrir otras necesidades sociales, culturales y económicas que
tenemos pendientes.

Señor presidente del Gobierno, le pido en nombre de Iniciativa per
Catalunya-Els Verds y Nueva Izquierda que seamos menos comparsas, que
hagamos una política menos seguidista, pero también le pido que
seamos
más protagonistas en la consolidación de un pilar auténticamente
europeo y en recabar de todas las instancias internacionales que
nuestra preocupación sea lograr unas Naciones Unidas que sean capaces
de dar respuesta a los retos que tenemos en este momento. Si,
efectivamente, hay que modificarlas habrá que hacerlo, pero es sí,
señor presidente del Gobierno, señor Aznar, le pido que sea
protagonista porque entonces sí que me sentiré representada por el
presidente del Gobierno.

Nada más. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señora Rivadulla.

Señor Rodríguez.




El señor RODRÍGUEZ SÁNCHEZ: Gracias, señor presidente.

Señor presidente del Gobierno, en nombre del Bloque Nacionalista
Galego me gustaría empezar con un pequeño prólogo, evocando la
justificación divina que empleaban las tropas de la monarquía
española a la hora de establecer un imperio en América. Forzarlos a
entrar en la verdadera religión era un pretexto para que no quedara
más que una sola vía: si no se convertían al catolicismo, guerra; si
se convertían, sumisión. Comprenderá usted que en todos los momentos
de la historia -aunque la historia no se repite- la cobertura que
emplean los imperios siempre es salvadora, humanitaria, de carácter
religioso.

Pero vamos a dejar lo que hay de ayer a hoy, lo que va del imperio
español al actual imperio de los Estados Unidos. En cinco elementos
básicos me gustaría que comprendiese las razones de fondo de la
intranquilidad, el desasosiego y la oposición del Bloque Nacionalista
Galego. En primer lugar, nos gustaría que toda la Cámara y usted -en
la medida en que no es la cabeza rectora de esta política, ni
siquiera la cabeza pensante- considerasen que se aplicó en la
práctica una política conducente con anterioridad a la actual
conversión institucional de la OTAN. Los nombres de Somalia, de Irak,
de Sudán, del señor Ocalan, ahora el de Kosovo, son buena prueba de
que antes de la reforma institucional se hizo una política de manera
que la opinión pública debía habituarse a una determinada práctica
nueva.

En segundo lugar, la guerra de Kosovo es una guerra de diseño, una
guerra predeterminada y estaba montada sobre cualquier negativa a
negociar. De otra manera no se puede entender que se haya hecho una
guerra sin declararla, que se haya hecho una guerra sin ruptura de
relaciones diplomáticas, que se haya hecho una guerra total a ese
régimen demoníaco que representa el señor Milosevic, según la mayoría
de ustedes. El objetivo era derribar un régimen político que puede
gustar o no, pero que no era tolerable por su grado de autonomía
política, y establecer un protectorado simbólico de Estados Unidos
también en y sobre el centro de Europa, con resonancia respecto de la
ex Unión Soviética para disuadirla de cualquier evolución no deseada.

De



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ahí las contradicciones internas del aparato estatal de Rusia hoy en
día. Es decir, situar simbólicamente a Estados Unidos como gendarme
internacional. No cabe duda de que en el mismo seno de la OTAN, los
Estados que la conforman, hay un cierto miedo, una cierta
intimidación ante prepotencia y arrogancia -son palabras del señor
Jesse Jackson, demócrata de Estados Unidos- por el camino que no
solamente se está iniciando sino consolidando de que hay un salvador
humanodivino por encima de las criaturas humanas.

El tercer elemento son las contradicciones en el seno de la OTAN, que
como representante de un sector del pueblo gallego celebro, ya que
nos movemos dentro de nuestros partenaires. Y celebro que el señor
ministro italiano de Asuntos Exteriores, el señor Lamberto Dino,
aunque sea de forma contradictoria y esquizofrénica, diga que las
cosas se hicieron mal, que Rambouillet precisamente fue el prólogo
del fracaso, la presencia, la neopresencia, la omnipotencia de la
OTAN. Y celebro que el señor Andreas Papandreu, el señor ministro de
Asuntos Exteriores de Grecia, pese por lo menos la relación
estratégica de Grecia y sus críticas a la posición de la Unión
Europea. Y celebro que el señor Lafontaine agradezca los servicios
prestados por Rusia a la creación de la gran Alemania. Y celebro que,
por tanto, exista una opinión pública en ese Estado central de la UE
que vaya viendo con claridad los problemas. Como celebro, aun en su
menudencia, las palabras de don Abel Matutes en un periódico español
hablando de que efectivamente es importante la negociación y de que
es poner el listón muy alto pedir la cabeza del señor Milosevic.

Como cuarto elemento, creemos que esta no es una guerra justa ni
humanitaria. Los kosovares, un pueblo masacrado y perseguido -más
masacrado y perseguido después de los bombardeos-, son un pretexto
propagandístico, una imagen para controlar a una opinión pública. Por
cierto, ¿dónde están sus representantes legales? ¿Por qué no los
aúpan a la opinión pública internacional? ¿Por qué los suplantan, sea
en la versión moderada, sea en la versión que usted catalogaría en el
Estado español de terrorista?
Por cierto, en los manuales de la OTAN, ¿hasta dónde se va a tolerar
el derecho legítimo de los pueblos a expresarse políticamente, que es
lo que significa el nacionalismo? Como portavoz del Bloque
Nacionalista Galego soy consciente de su intolerancia antidemocrática
en relación con grupos que usted considera minoritarios y que no le
gustan. ¿No tendrá algo de razón la señora Mary Robinson, la alta
comisaria de Naciones Unidas para los derechos humanos, cuando pone
en duda la legalidad de la actuación de la OTAN y habla de que, por
los crímenes de guerra, tendrán que pasar no solamente los genocidas
de Belgrado sino incluso la OTAN por los daños que llaman ustedes
colaterales?



En quinto y último lugar, señor presidente, urge el acuerdo negociado
y el fin de las hostilidades, nada de envío de tropas terrestres. El
mejor servicio que podemos
hacer a la causa humanitaria es paralizar esta guerra.

Esfuérzense ustedes como Estado español en que haya una fuerza
internacional con cobertura de la ONU en la retirada de las fuerzas
represivas serbias, en el regreso de los refugiados a sus hogares, en
la negociación de un status para kosovo entre los interlocutores
válidos, el régimen de Belgrado y los representantes legítimos del
pueblo kosovar.

Hoy noto un cierto cambio muy limitado en usted. Hoy me recordó a
esos hidalgos castellanos de: A Dios rogando y con el mazo dando. Yo
le pediría que rogase a Dios y que, además de dar con el mazo,
empezase también a esforzarse con un trabajo diplomático serio por la
paz.

Señor presidente del Gobierno, la prepotencia de Estados Unidos
-palabras de Jesse Jackson- en este momento es criminal. Es la
arrogancia de un matón que tiene la fuerza como único argumento, pero
el servilismo de su Gobierno es un gran síntoma de impotencia, de
incapacidad, de complejo de inferioridad, de desprecio por el débil
e, incluso, de una especie de propagandismo beato que aspira a vivir
del aplauso ante el dolor ajeno. Créame que es posible que usted, con
esta política, gane puntos en su escalada entreguista, pero el Estado
español se sitúa cada vez más como comparsa.

Acabo con esta observación: Esta OTAN y este conflicto no son los que
necesitan la democracia ni los derechos humanos en el siglo XXI. Pese
a su arrogancia, huele a muerto, a mentira descomunal, a paranoica e
inhumana conspiración contra un futuro digno y libre para la entera e
inmensa mayoría de la humanidad. Estos cinco criterios básicos son
los que nos llevan a renegar de esta guerra. Vuelvo a repetir que
cuentan ustedes con nuestro apoyo para todo lo que sea paralizarla.




Nada más y muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Rodríguez.

Señora Rahola.




La señora RAHOLA I MARTÍNEZ: Gracias, señor presidente.

A pesar de que he sido observadora de otros debates que se han
producido en esta Cámara sobre Kosovo, es la primera vez que
intervengo. He tardado en intervenir por la incomodidad que un debate
como éste representa para una persona como yo.Humildemente puedo
decir que formo parte de los luchadores por el pacifismo junto con,
en este caso mi compañero de lucha política, Joan Colom. Por cierto,
es oportuno hoy aquí agradecer a las autoridades españolas la
celeridad con la que ayudaron a que Joan Colom saliera del Kurdistán
cuando quedó ahí atrapado.

Desde una militancia pacifista, antigua y humildemente avalada por la
biografía que me llevó incluso a que en el primer debate que hubo en
el Congreso de los Diputados, donde yo fui diputada, planteé un
elemento que para mí es norma: Ninguna idea vale unagota de sangre
-es el elemento más profundo de radicalidad



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ideológica-; desde este planteamiento, ¿cómo puede una pacifista
estar a favor de lo que está ocurriendo, a través de la OTAN, en
Kosovo? ¿Cómo puede estar a favor de la intervención militar? Además
de ser pacifista, soy una persona de izquierdas, que me muevo en el
progresismo y también, biográficamente, formo parte de muchas de las
culturas de la izquierda a las que ni les gusta la OTAN -en su
momento votaron en contra de la OTAN-, ni que desde luego Estados
Unidos sea el gendarme del mundo. Pues bien, desde el progresismo y
desde el pacifismo, estoy a favor de la intervención. Y lo digo aquí
porque estoy harta -y creo que no debo ser la única, no tengo el
monopolio del pacifismo, no tengo el monopolio del desprecio por las
guerras ni tengo el monopolio tampoco del progresismo-, como persona
de izquierdas y como persona de progreso, de oír desde algunas filas
y desde algunos escaños que los que estamos a favor de la
intervención estamos a favor de la guerra. No, señores. Estamos en
contra de la guerra. Estamos hartos de ver cómo un auténtico fascista
desprecia los derechos humanos durante años. Lleva más de diez años
despreciando los derechos humanos. Ha absorbido Vojvodina, ha
absorbido Montenegro, ha desestabilizado Macedonia, ha ocupado
militarmente Kosovo. Yo he estado en Pristina. He visto cómo sus
secuaces ocupaban militarmente Pristina, sin ningún tipo de problema,
sin ningún tipo de presión en aquello que se podría llamar realmente
una reedición del peor nazismo. Algunos hemos leído los discursos de
Milosevic desde el principio. Cuando se presentaba a las primeras
elecciones, cuando dejaba de ser un hombre de izquierda dogmática y
tradicional y pasaba a ser un ultranacionalista, en esos mometos ya
planteaba claramente la limpieza étnica, claramente una guerra. Me
pregunto yo ¿se diferencia mucho el Mein Kampf de Hitler de los
textos políticos y teóricos de Milosevic? Los que ahora están tan
ardientemente en contra de la intervención militar ¿habrían estado en
contra de paralizar, aunque fuera también a través de la intervención
militar, a un nazi como Hitler? ¿A cuánta gente más tiene que matar
Milosevic? ¿A cuánta gente más tiene que destrozar? ¿A cuántas
familias más tiene que echar de sus tierras? ¿Cuánto drama humano más
tenemos que vivir, años y años, para empezar a entender que quizá es
la única vía?
Evidentemente, hay muchas cosas que no nos gustan, como es lógico,
porque por suerte en esta Cámara y también entre los que estamos a
favor, que somos muchos, de esta intervención hay profundos matices.

No nos gustó cómo explicó, tardíamente por cierto, el papel de España
en la intervención militar. No nos gusta el papel que está teniendo
la ONU ni el papel de la OTAN. No nos gustan muchas de las cosas que
han ocurrido, pero me parece que hoy aquí había que decir que lo más
importante es frenar el drama humano que está ocurriendo en los
Balcanes. Algunos que hemos seguido por propia biografía muy de cerca
este drama desde el principio nos hacíamos cruces de que la
intervención no se hubiera producido mucho antes. Me
parece de un enorme cinismo llegar a oír hoy en esta Cámara que
quizás la intervención militar produce más drama que el fascismo de
Milosevic. De verdad, sinceramente, tienen que estar allí -yo he
estado tres veces en el escenario del conflicto balcánico- para ver
hasta qué punto era necesario y urgente, era un acto casi de justicia
-y lo digo desde la izquierda y lo digo desde el pacifismo-
intervenir para parar a un fascista. Ese es el consenso, señor
presidente. A partir de ahí hay muchos elementos de disenso, por
supuesto, pero quería decir hoy aquí que soy pacifista, que soy de
izquierdas y que desde el pacifismo y desde la izquierda aplaudo por
primera vez una intervención militar.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señora Rahola.

El señor De Grandes, portavoz del Grupo Parlamentario Popular.




El señor DE GRANDES PASCUAL: Señor presidente, señorías, una vez más
comparece el Gobierno ante esta Cámara para informar cumplidamente
sobre las importantes decisiones alumbradas en Washington; decisiones
sobre el presente de la Alianza, su acción en Kosovo y también sobre
el futuro de la paz y la seguridad de Europa. Una vez más discutimos
en esta Cámara sobre asuntos de la más urgente actualidad, aquella
que nos preocupa y que nos concierne, pues lo que está en juego es
nuestra conciencia y nuestra responsabilidad sobre lo que está bien y
lo que está mal, lo que podemos y debemos hacer en defensa de nuestra
libertad y de nuestros principios. Una vez más el Gobierno informa
y da explicaciones a los representantes de la nación en una hora
importante y grave, en la que se juega el destino de los europeos.

Una vez más el Grupo Popular sube a esta tribuna para respaldar una
acción de Gobierno que consideramos justa, prudente y coherente con
los intereses de España como nación europea, atlántica y
mediterránea. Parece obligado que, cuando se están suscitando
críticas -a nuestro juicio, fuera de lugar- sobre la puntualidad o la
frecuencia de la información de los gobiernos al Parlamento, mi grupo
agradezca al Gobierno su diligente comparecencia en el Congreso de
los Diputados.

Señorías, la cumbre de Washington ha permitido que la Alianza
Atlántica demuestre su cohesión y unidad en la crisis de Kosovo; que
con ocasión de su 50º aniversario alumbre un nuevo concepto
estratégico para el siglo XXI. En esta cumbre España ha participado
ya como miembro de pleno derecho, como socio completo de la mayor
alianza de seguridad que existe en el mundo. Nuestro país se ha
reintegrado plenamente al concierto de naciones europeas y atlánticas
tras décadas de aislamiento y años de vacilaciones e incertidumbres
sobre nuestro grado de compromiso con la paz y la estabilidad de
Europa. ¿Es que alguien puede afirmar que frente a las amenazas y
riesgos de la nueva situación internacional hubiéramos estado mejor
amparados sin asumir con los demás europeos la tarea de construir una
alianza más equilibrada y más efectiva?



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Tenemos una nueva OTAN, es cierto, como también tenemos unos nuevos
tiempos, y, frente a todas aquellas dudas que surgieron
inmediatamente después de la desaparición de la Unión Soviética y que
naturalmente incluían el futuro de la Alianza Atlántica, hoy nos
podemos plantear con toda la crudeza que el caso merece una pregunta.

¿Seríamos capaces de asegurar la estabilidad en toda el área
euroatlántica en los tiempos del postsovietismo sin la OTAN? Me
parece que la respuesta es claramente negativa. Y cuando hablo de
estabilidad estoy pensando no en cualquier visión mecánica de las
relaciones internacionales, sino en una realidad que tiene su última
e imprescindible referencia en elementos tales como la presencia de
regímenes democráticos, el respeto de los derechos humanos, la
existencia del Estado de derecho y todo aquello que, en definitiva,
permite que las personas se encuentren en prosperidad y en libertad.

Esos son los retos a los cuales esta nueva OTAN, ya cumplidos los 50
años, deberá seguir haciendo frente.

La cumbre de Washington -estoy firmemente convencido- ha servido de
punto focal para examinar las posibilidades y los riesgos de las
nuevas circunstancias y las respuestas que la OTAN debe ofrecer ante
las mismas. Me gustaría destacar algunos de esos aspectos que
elaborados sobre una clara continuidad de propósitos y objetivos, sin
embargo añaden datos característicos para esta nueva OTAN del siglo
XXI.

En primer lugar, existe una voluntad de entender el papel de la
Alianza más allá de las simples consideraciones que tenían y siguen
teniendo que ver con la defensa del territorio de los aliados, como
el de una organización que a través de esfuerzos múltiples, que
incluyen los militares, pero que no son exclusivamente tales, se
convierte en foco de estabilidad para toda la zona denominada
euroatlántica. Es patente desde ese punto de vista la voluntad de
cooperación que la OTAN expresa con todas y cada una de las
instituciones que en ese territorio se mueven, como también es
patente su voluntad de atenerse estrictamente a la legalidad
internacional de cada uno de los procesos. Sólo la ignorancia o la
mala voluntad puede considerar a la OTAN como un gendarme mundial.

(El señor vicepresidente, Fernández- Miranda y Lozana, ocupa la
Presidencia.)
Una lectura atenta de cada uno de los textos aprobados en la cumbre
de Washington hará ver cuáles son las proyecciones y los límites que
la OTAN tiene de sí misma. Es evidente, por otra parte, que la OTAN
ha sido y sigue siendo lo que sus miembros, de acuerdo con sus
decisiones soberanas, decidan. La OTAN no es un organismo ajeno a los
que en ella participan, sino, por el contrario, el resultado de las
voluntades que en su seno se expresan, y siempre -hay que recordarlo-
todo el proceso decisorio de la OTAN tiene exclusivamente lugar sobre
la base de la unanimidad de sus miembros. Flaco servicio hacen a la
paz y a la seguridad internacional aquellos que proyectan sus viejas
frustraciones hacia el éxito indudable de la organización, que, como
ninguna otra, ha conseguido convertirse
en un modelo de proyección de estabilidad y de seguridad.

Segundo, la OTAN, como nunca antes en su historia, demuestra una
voluntad de participación y de solidaridad realmente excelentes.

Permanece abierta a todos los Estados democráticos europeos que
deciden participar en la misma y permanece abierta a todos y cada uno
de los países que forman parte del espacio euroatlántico para
construir con ellos conjunta y solidariamente un mismo espacio de
responsabilidad. Desde ese punto de vista es también notable y digna
de ser subrayada la reiterada voluntad de la Alianza para seguir
constituyendo una sólida y permanente relación estratégica de
seguridad con la Federación Rusa y con Ucrania.




Tercero, la OTAN en Washington endosa plenamente y sin reservas las
iniciativas europeas para la seguridad y la defensa, y todo ello en
el pleno respeto y la adecuada consideración del mantenimiento del
lazo transatlántico, que tan positivo ha resultado para el
mantenimiento de la OTAN misma y tan fructífero para la colaboración
entre americanos y europeos a la hora de garantizar los intereses
comunes.

La crisis de Kosovo, señorías, ponía a prueba la solidez interna de
la Alianza. Ha quedado demostrado en Washington que frente al
exterminio étnico y la amenaza que representa Milosevic para Europa,
la OTAN está unida y firme. Nuestras condiciones para la paz son las
mismas que las de todos los socios. Sólo desde el cumplimiento de
estas condiciones podrán callar las armas en Kosovo y empezar a
construirse un futuro estable en los Balcanes. No es una política
simple. Es una política ambiciosa y basada en el consenso de los
aliados. Las acciones militares que lleva a cabo la Alianza buscan
doblegar a los genocidas y poner fin rápidamente a los sufrimientos
del pueblo de Kosovo. No es posible hacer una lectura simplista
-alguna hemos oído hoy aquí- de nuestros objetivos y de nuestra
actuación. No se trata de poner en marcha una operación de diseño
demográfico o fronterizo en esa convulsa zona del mundo. Se trata de
continuar lo que empezamos a hacer cuando estalló el drama yugoslavo
y tuvimos queintervenir en Bosnia. Hemos aprendido de errores pasados
y también de los éxitos de Dayton. El peligro que representa la
política de Serbia es evidente. Ya no hay posibles excusas ni
justificaciones. La política de amenaza continua de violación
permanente de los derechos humanos como método no es aceptable para
los europeos. Los mismos que hace todavía pocas semanas acusaban a la
Alianza de criminal por no querer actuar para impedir el proceso
genocida que estaba teniendo lugar en Kosovo son hoy los que también
califican de criminal a la Alianza por haber actuado.

Es cierto que hoy la Alianza se enfrenta con un reto vital para su
propia existencia, ni más ni menos que con el reto de acabar para
siempre con las esperanzas de los desalmados que todavía pensaban
poder utilizar medios execrables para continuar en el poder. Es
ciertotambién que la Alianza hoy se encuentra en medio de



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la intervención militar, atada por sus propias consideraciones
y políticas de humanidad. Esta es una intervención que no tiene como
finalidad acabar con el adversario, sino sólo convencerlo para que
acepte lo que la ley y la razón imponen. Esta no es una intervención
de carácter global, sino simplemente dirigida a quebrar las
voluntades asesinas de los rectores de la sociedad yugoslava. Esta es
una intervención que tiene como finalidad hacer respetar los derechos
de todos los que en la República Federal de Yugoslavia viven, dentro
de unas fronteras que la OTAN no sólo no quiere alterar, sino, por el
contrario, garantizar en un contexto de pacificación y colaboración
fructífera. Así lo ha entendido la OTAN y así lo han entendido cada
uno de sus miembros al reflejo de su declaración sobre Kosovo, sobre
las finalidades y los límites de esta intervención.

A nosotros nos parece que esta es la ocasión para ofrecer a la
Alianza y a todos y cada uno de los gobiernos de los países que la
integran, y naturalmente y en primer lugar al Gobierno español,
nuestra plena solidaridad para alcanzar precisamente esas
finalidades. La barbarie no puede prevalecer, y no sólo porque sea la
OTAN la que lo diga, sino sobre todo porque si prevaleciera y el
modelo de los Milosevic que por el mundo andan consiguiera imponerse,
todos los inmensos esfuerzos desarrollados en los últimos 50 años
para garantizar una humanidad más libre y más próspera se vendrían
abajo y entraríamos en uno de los infinitos túneles que la historia
ha conocido. En defintiva, señorías, la OTAN en Washington, en la
cumbre de sus 50 años, ha sabido reflejar con precisión las certezas
y las incertidumbres del presente y del futuro. A unas y a otras ha
hecho frente con precisión y con lucidez.

Señor presidente, señorías, sin duda uno de los retos más dramáticos
y acuciantes de la crisis de Kosovo es ayudar a paliar los
sufrimientos de centenares de miles de kosovares que han sido
desplazados por la fuerza criminal de las tropas serbias y
yugoslavas. Se trata de un crimen flagrante contra el derecho de
gentes que va más allá de la indignación. Nos debe mover a la acción.

Nunca la solidaridad ha sido más necesaria ni más urgente. Estamos
confrontados a un reto de enormes dimensiones humanas y materiales.

La Alianza y todos los países europeos, y por supuesto España, se
están movilizando para socorrer a las víctimas de Milosevic.

Señorías, no tengan duda alguna. España está y estará a la altura del
esfuerzo solidario de toda Europa y del resto de la comunidad
internacional.

La comparecencia del Gobierno y de su vicepresidente primero la
semana pasada demuestra que este empeño generoso de la sociedad
española está siendo canalizado y organizado con rigor y con
esfuerzo. Se trata de coordinar, movilizar y unificar una actuación
masiva de ayuda que permita que no se consolide la limpieza étnica,
que los refugiados mantengan la esperanza del retorno y que podamos
acoger aquí a quienes con más urgencia lo necesitan. La acción
humanitaria no puede sustituir a la política, y la nuestra es la de
evitar que triunfe el radicalismo purificador de Milosevic
y su Gobierno. Esta es una labor intensa y compleja que exige la
puesta en común de los esfuerzos del Estado, las comunidades
autónomas, las ONG; que exige una acción muy importante de la Unión
Europea dentro de las iniciativas de Naciones Unidas y muy
especialmente de Acnur. Muchos españoles, civiles y militares, dentro
y fuera de las administraciones central y autonómica, en ONG o en
asociaciones de todo tipo, en la Unión Europea, en Naciones Unidas o
en otras organizaciones internacionales, trabajan ya sin desmayo en
los Balcanes para ayudar a los albanokosovares. Es hora también de
felicitarles y animarles en esa tarea indispensable e inaplazable.

Señorías, estamos construyendo un campamento para desplazados
kosovares en Albania. Participamos en la operación Refugio Aliado que
la OTAN ha puesto en marcha para desarrollar un plan coordinado de
ayuda humanitaria que permita que las autoridades locales y las
agencias internacionales puedan responder y atender adecuadamente las
necesidades de los desplazados en los países vecinos. Estamos
desplegando un contingente de 400 militares del Ejército de Tierra,
con dos helicópteros y numeroso material de todo tipo: sanitario,
alimentos, comunicaciones. Seguimos recibiendo en nuestro país a
grupos de desplazados en situación crítica en un puente aéreo de
esperanza y generosidad que cuenta con el apoyo de toda la sociedad
española.

Señor presidente -y termino-, este es un debate importante y
decisivo, como lo son las horas que vivimos y las decisiones tomadas
en la cumbre de Washington. No es tiempo ni hay lugar para la
frivolidad o la ligereza. Está en juego el triunfo de la idea misma
de Europa y de su seguridad basada en la alianza de europeos
y americanos. El Gobierno, con el apoyo de la gran mayoría de esta
Cámara y de nuestros compatriotas, está desempeñando con éxito la
tarea que le hemos encomendado. Para ello cuenta con el respaldo y el
convencimiento sereno y sincero del Grupo Parlamentario Popular.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor De Grandes.

Tiene la palabra el señor presidente del Gobierno. (El señor
presidente ocupa la Presidencia.)



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías, quiero agradecer expresamente las intervenciones de SS.SS.

y, de un modo muy singular, los apoyos recibidos. En torno a la
posición que ha mantenido el Gobierno, las explicaciones que ha dado
a la Cámara y la valoración de la situación y su tratamiento creo que
se ha generado un amplio acuerdo y consenso, que sin duda puede tener
sus apreciaciones singulares o sus matices, pero que yo quiero
agradecer expresamente. Me parece que solamente el Grupo de Izquierda
Unida, el nuevo grupo deIniciativa per Catalunya y el Bloque
Nacionalista Galego



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han disentido de lo que es un consenso general y un acuerdo realmente
mayoritario en la Cámara. Por tanto, quiero dar las gracias a todos y
decir que el Gobierno, mientras se desarrolle esta crisis, seguirá
actuando en la búsqueda de ese máximo consenso entre todos los
grupos, que a su vez permita dotar de una mayor eficacia no solamente
a la posición española sino a la de la Alianza Atlántica, que España,
como es natural, contribuye a formar.

Quisiera hacer algunos comentarios, si es posible brevemente, sobre
las intervenciones de SS.SS., sobre todo teniendo como referencia los
apartados en los cuales se pueden agrupar todas las intervenciones y
en torno a los cuales yo mismo he desarrollado la mía, es decir, los
elementos políticos que determinan la acción de la Alianza Atlántica,
en los cuales hay un consenso básico, porque por mucho que algunos
intenten demostrar lo contrario, la responsabilidad de la situación
solamente tiene un nombre, que es el de Milosevic, y creo que ni
razonable ni sensatamente se puede hacer responsable ni a la Alianza
Atlántica ni a las Naciones Unidas de lo que está ocurriendo en
Kosovo. Creo que políticamente existe un consenso, pero haré algunas
apreciaciones de carácter militar, de carácter diplomático y, por
supuesto, también de las decisiones humanitarias que haya que seguir
afrontando y de las situaciones que haya que superar.

Antes de eso me van a permitir SS.SS. que ofrezca algunos detalles y
algunas puntualizaciones sobre alguna cuestión, en mi opinión menor,
pero a la que sin duda algunos, a juzgar por lo que insisten, dan
bastante relevancia respecto del asunto que estamos tratando.

Quiero agradecer al señor Borrell su apoyo a la posición del Gobierno
y a la posición de la Alianza Atlántica y recordarle simplemente
alguna cuestión respecto a lo que ha afirmado en cuanto a las
comparecencias parlamentarias, al desprecio parlamentario -expresión
reiteradamente utilizada- y también, como es natural, a lo que
significan las apreciaciones respecto al daño democrático que eso
puede conllevar, a lo que, insisto, se ha dado un énfasis sin duda
importante.

Durante este último mes o, si S.S. quiere, exactamente desde el día
26 de marzo, el presidente del Gobierno ha comparecido en este Pleno
en dos ocasiones; ha comparecido el vicepresidente primero; ha
comparecido en dos ocasiones el ministro de Defensa y ha comparecido
también el ministro de Asuntos Exteriores. Son, en consecuencia,
cinco comparecencias a lo largo de un mes. Durante este mismo mes,
señorías, el Gobierno no ha tenido la fortuna de ser preguntado en
ninguna ocasión sobre este asunto por el Grupo Parlamentario
Socialista, en ninguna ocasión. (Aplausos.) Se ha contestado por
parte de distintos miembros del Gobierno a preguntas de Izquierda
Unida y, por supuesto, también ha contestado a una pregunta del
citado grupo el presidente del Gobierno.

Desde la celebración de la cumbre de la OTAN, el presidente del
Gobierno de España comparece hoy, día 4 de mayo; el día 3 de mayo lo
hizo el primer ministro
de Gran Bretaña; el día 26 de abril, el de Hungría, el primer
ministro en la Comisión de Exteriores del Parlamento belga y el
ministro de Exteriores en la Comisión de Exteriores del Parlamento
holandés. En ningún otro país ha habido ninguna comparecencia del
jefe del Gobierno.

Quisiera decir, simplemente para aclarar un detalle y alguna
pormenorización al señor Borrell, que como ha puesto tanto énfasis en
la acción del primer ministro francés -que a mí, por otra parte, me
parece muy bien-, le diré que compareció el día 27 de abril en la
Asamblea francesa a contestar preguntas de la oposición sobre Kosovo.

No es que haya tenido cinco intervenciones diferentes sobre Kosovo,
sino que ha contestado a preguntas de la oposición sobre Kosovo. Por
cierto, es imposible que el señor Jospin compareciese, como S.S. ha
dicho, dos días después de volver de Washington, por una sencilla
razón: porque el señor Jospin no ha asistido en Washington a la
cumbre de la Alianza Atlántica. No ha estado. (Aplausos.- Rumores.)
Ha estado el presidente de la República y ha estado el ministro de
Asuntos Exteriores, pero no hemos podido contar con la presencia del
primer ministro francés en la cumbre de Washington. (Varios señores
diputados pronuncian palabras que no se perciben.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías. Por favor, silencio.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Si de lo que se trata
es de valorar comparecencias antes o después de las reuniones de la
OTAN, quiero decirle, señoría, que esta es la primera vez, desde que
España pertenece a la OTAN, que un Gobierno ha comparecido antes de
la cumbre de la OTAN y es la segunda vez que comparece después de la
cumbre de la OTAN, en el año 1997 y en el año 1999. En ningún caso
anteriormente se ha comparecido ni previa ni posteriormente a ninguna
cumbre de la Alianza Atlántica desde el año 1982. (Aplausos.)
Por último, si S.S. se refiere a lo que significan otros elementos de
apreciación parlamentaria o de desprecio parlamentario, puedo darle
algunos datos que probablemente le sirvan para utilizar correctamente
sus juicios.




En la II Legislatura, señorías, el jefe del Gobierno contestó a 44
preguntas orales y tuvo dos comparecencias; en la III Legislatura,
cero preguntas orales y cinco comparecencias; en la IV Legislatura,
cero preguntas orales y 13 comparecencias; en la V Legislatura, 48
preguntas orales y 12 comparecencias; en ésta, que es la VI, 130
preguntas orales y 17 comparecencias. (Aplausos.) Al hablar, señoría,
de lo que significan los desprecios o las iniciativas parlamentarias
o de hacer del Parlamento un centro de actividad política, me parece
sin duda que hay que cargarse un poco más de razones antes de
utilizar esos argumentos. Su señoría tiene a su disposición toda la
información disponible respecto de



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las comparecencias de todos los gobiernos europeos. Le puedo decir:
Alemania, 58; España, 55; Francia, 53; Rusia, 45; Reino Unido, 38,
etcétera, que sin duda pueden tener algún interés en este asunto al
que tanta importancia da su señoría.

Desde el punto de vista del detalle, antes de entrar en el fondo de
la cuestión, es absolutamente legítimo -en ningún caso lo voy a
discutir- criticar la presencia, en un centro de refugiados, en este
caso del presidente del Gobierno. Quiero decir que justamente, porque
esos que están en el centro de refugiados de Sigüenza, entre otros
sitios, vuelvan a su tierra, vuelvan a Kosovo, es por lo que se está
luchando en Kosovo; en gran medida por eso. Y eso puede entenderse o
no. Yo lo he entendido yendo a Sigüenza, como el primer ministro
británico lo ha entendido yendo ayer a Macedonia o como el primer
ministro francés lo ha entendido yendo a Albania, a estar también con
los refugiados y a decirles exactamente lo mismo: luchamos para que
podáis volver a vuestra casa, para que podáis volver a vuestra
tierra. (Aplausos.) Eso puede ser criticable o no y sinceramente yo
lo respeto. Sin duda yo entendería más una crítica de alguien que no
lo puede compartir, pero que se dedique a otra actividad, sabiendo
que hay un conflicto grave, sabiendo que hay refugiados y gente que
sufre, dándose un paseíto por la feria de Barcelona, mientras se
critica que se visite a los refugiados en Sigüenza, a mí,
sinceramente, me parece una actitud bastante mala. (Aplausos.)
Por lo demás, señorías, en cuanto al fondo de las cuestiones, dejando
al margen los detalles, se ha planteado por parte del señor Borrell,
insisto, cuyo apoyo agradezco, si el Gobierno es partidario de
continuar, escalar o negociar.

Señorías, el Gobierno, que, como he dicho, contribuye no solamente a
forjar la voluntad de la Alianza Atlántica, sino que naturalmente
coparticipa de sus decisiones y se corresponsabiliza con ellas, así
como de las acciones que se derivan, acaba de asistir en
representación de España a la cumbre de Washington, en la cual se ha
determinado, se ha decidido y se ha revisado la estrategia de la
Alianza Atlántica en relación con la situación de la crisis de
Kosovo. Es decir, la reunión en Washington, prevista como
conmemoración del 50º aniversario de la Alianza, que, sin duda, de no
haberse producido esta situación, se hubiese celebrado de otra
manera, ha tenido fundamentalmente como eje de los trabajos la
situación de Kosovo, y lo que hemos decidido en esa estrategia,
naturalmente con la aportación del compromiso español, es aquello de
lo cual el Gobierno es partidario, y yo no voy a defender, ni pública
ni privadamente, ninguna otra cuestión que no esté vinculada al
consenso fundamental de la Alianza Atlántica. Esta ha definido una
estrategia militar, una estrategia aérea, que yo he explicado antes
en sus distintas fases, y el Gobierno de España respalda plenamente
esa estrategia militar de la Alianza Atlántica y desea, como es
natural, la mayor eficacia de las acciones de la misma. Ha habido más
de 15.000 salidas de
los aviones de la OTAN, no todos evidentemente en funciones de ataque
y de bombardeos, pero sí quiero decir que esa mayor eficacia -que
naturalmente puede estar sujeta, lamentablemente, a riesgos
colaterales, a daños civiles no deseados o a errores humanos- hay que
mantenerla, sin ningún tipo de dudas, porque eso, como he dicho
antes, es lo que puede dar lugar a una solución o salida diplomática
y lo que no puede estar en ningún caso bajo la confusión de ningún
otro debate. Por eso, todos los gobiernos de la Alianza Atlántica,
los diecinueve, hemos acordado que la OTAN, su comité militar, su
secretario general como principal responsable, actualicen todos los
planes sobre cualquier eventualidad de cambio de estrategia que pueda
producirse en Kosovo. Es en eso en lo que se ha quedado; eso es lo
que hemos acordado y eso es lo que yo defiendo. No se trata, por
tanto, de exponer ningún deseo sobre una posible, deseable o no
deseable -según quien lo exprese- intervención terrestre, sino de
tener la responsabilidad de decir: confiamos en la estrategia que
todos hemos aprobado; confiamos en la estrategia que hemos puesto en
marcha; creemos que va a dar resultados. Si no empezase a dar
resultados, no se estarían dando los movimientos diplomáticos que se
han producido. Y si al final no consiguiésemos todos los objetivos,
sabemos que tenemos preparadas las eventualidades que sean necesarias
para conseguirlos. Eso es lo que se ha acordado en Washington, con
eso es con lo que ha manifestado su conformidad el Gobierno de España
y eso es lo que voy a seguir defendiendo en el futuro. Si hubiese una
escalada del conflicto que determinase la necesidad de utilizar otros
medios que no fueran los exclusivamente aéreos, es evidente que el
Gobierno comparecerá ante el Congreso de los Diputados a los efectos
de la información y del debate correspondientes. (Aplausos.)
Espero, primero, que no se tenga que dar esa necesidad porque la
estrategia de la Alianza Atlántica dé resultados, y, segundo, que en
ese momento se dé al menos el mismo grado de consenso o de apoyo que
el que se ha manifestado a las posiciones de la Alianza Atlántica en
el día de hoy.

Lo demás, señorías, es entrar en detalles en los que no debe entrar
ningún jefe de Gobierno. Se podrá discutir si es mejor o si es peor,
y si es mejor -en ese caso y en ese supuesto- entrar en la República
Federal de Yugoslavia por un sitio o por otro; esa es una cuestión
que en este momento no está puesta encima de la mesa. Lo que está
puesto encima de la mesa es utilizar al máximo la estrategia aérea
para obligar a Milosevic a aceptar una solución diplomática, que es
por la que trabajan en este momento el Gobierno de España y todos los
gobiernos de la Alianza Atlántica. (Aplausos.)
La posibilidad diplomática, a la que se han referido algunas de SS.

SS., también el señor Borrell, como he dicho en mi intervención, ha
comenzado a vislumbrarse o puede comenzar a moverse, de una manera
incipiente y probablemente tarde. Ojalá ese tiempo, si



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tarda y se cumplen las condiciones de la comunidad internacional, sea
breve. Hay prevista para pasado mañana una reunión del G-7 en la cual
se puede seguir avanzando; también está prevista la reunión del
enviado especial Chernomirdin con el secretario general de las
Naciones Unidas, así como una reunión el día 27 de mayo, en Bonn, de
la Unión Europea con Estados Unidos, Japón, Rusia y los países
limítrofes. Hay un cúmulo de acciones y de iniciativas diplomáticas
que no sólo tienen que estar vinculadas a cuestiones políticas, sino
también a cuestiones de detalle que son absolutamente fundamentales.

Por eso, cuando el señor Mauricio me preguntaba sobre la posición
expresada en esta Cámara por el ministro de Asuntos Exteriores, tengo
que decirle que es evidente que él expuso aquí la posición del
Gobierno. Está claro que lo que el Gobierno desearía en este momento
es que se diesen todas las circunstancias que permitiesen una
intervención del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que
permitiesen un acuerdo sobre el despliegue de una fuerza
internacional en Kosovo, que permitiesen una administración interina,
transitoria, temporal, de Kosovo; que, en la medida de lo posible
-contesto a otra cuestión planteada en este punto-, salvaguardase el
principio de integración territorial, cosa de la que este Gobierno y
yo personalmente siempre he sido partidario desde el comienzo de esta
crisis y antes de la misma, que convirtiese a Rusia en un agente
activo de la solución y no en una parte de un problema: el
distanciamiento, al que S.S. se ha referido, entre la Alianza
Atlántica y Rusia. Todo eso lo deseamos y por todo eso trabajamos. Si
pregunta: ¿con qué frecuencia? Diariamente, señorías. El ministro de
Asuntos Exteriores va a emprender inmediatamente, mañana, un viaje a
Rusia. En consecuencia, se seguirá haciendo porque diariamente se
está en contacto con todos aquellos que, como nosotros, participan
activamente en la búsqueda de una solución diplomática al respecto.

Ahora quiero volver a decir que eso no será posible si se traduce
cualquier sensación de debilidad o de división entre los aliados; no
será posible, y quiero decir también que no solamente se trata del
cumplimiento de unas condiciones, sino de la importancia de los
detalles en algunos elementos que sin duda son relevantes. No es lo
mismo comprometerse a una retirada en términos generales que
garantizar una retirada y establecer los medios de comprobación de la
misma, incluso desde el punto de vista temporal. No es lo mismo
hablar de una fuerza internacional de cualquier forma y de cualquier
signo y, como es evidente, si se llega al caso de esa fuerza
internacional, la OTAN tiene que tener una responsabilidad muy
específica como núcleo central de esa fuerza, porque si no lo único
que se estaría haciendo sería una operación que, o bien permitiese a
Milosevic dividir a los aliados, o bien que le permitiese ganar
tiempo para, al cabo de un tiempo más, intentar volver a las andadas,
y eso no es aceptable. Cuando se hace una operación de ese tipo hay
que
tener, si es que se llega a ella, todas las garantías de que
efectivamente es una operación en la que se va en serio, con todas
las consecuencias y que cumple las condiciones establecidas por la
comunidad internacional.




Con respecto de las dudas que puedan plantear las operaciones
militares de la Alianza en términos de eficacia, en esos términos,
señorías, yo comprendo que puedan suscitarse dudas y ciertos
desasosiegos, pero hay que comprender también que en este tipo de
crisis el continuar con esa clase de políticas y perseverar en ellas
es absolutamente fundamental.

Quisiera poner un ejemplo relacionado con los resultados, lo
hablábamos en Washington, señorías. Cuando tuvo lugar la operación
Tormenta del desierto, antes de la intervención terrestre hubo 45
días de ataques aéreos, 45 días, en un terreno y en unas condiciones
meteorológicas y en unas circunstancias totalmente diferentes. Pues
bien, a la hora de evaluar la eficacia o no de la estrategia aérea de
la Alianza Atlántica hay que tener en cuenta muchos condicionantes;
yo he dicho uno. Si la Alianza Atlántica no estuviese demostrando una
eficacia positiva, mayoritaria, activa, en su estrategia aérea, si no
estuviese realmente afectando a aquello que es vital para quebrar la
resistencia del régimen de Milosevic, no se darían algunos pasos
diplomáticos que se están dando en este momento, lo acabo de decir.

Pero, además de eso, es posible que a la hora de desarrollar esos
ataques se puedan cometer errores. Esos errores hay que lamentarlos,
y se lamentan, y hay que esperar que de la acción de las fuerzas de
la OTAN no se deriven perjuicios ni víctimas para la población civil,
pero también, señorías, son riesgos que hay que asumir en una
operación de este tipo. Por supuesto, deseamos que exista todavía una
mayor eficacia y un mayor compromiso no solamente con la situación y
la catástrofe humanitaria de los deportados, de los refugiados, sino
también un compromiso político mayor con aquellos que promovemos el
retorno de esos refugiados a sus casas como elemento básico de
nuestra acción política y el respeto a los derechos humanos.

Comparto plenamente -por cierto, aprovecho ya para contestar al
representante del Bloque Nacionalista Galego- las palabras y el
discurso del portavoz de Convergència i Unió, el señor López de
Lerma. Si hubiese habido aquí algo realmente criticable o algo
realmente criminal hubiese sido la abstención en esta situación. La
equidistancia entre la OTAN y Milosevic es apostar por la deportación
y por la limpieza étnica, y eso no se puede aceptar, y desde luego
quiero decir que el Gobierno no lo acepta, por eso el Gobierno
manifiesta ese compromiso activo de una manera muy clara y
determinada. Si a eso se añade el culpabilizar a la OTAN de la
situación de los refugiados, yo me pregunto qué es lo que se hubiese
dicho si la Alianza no llega intervenir. ¿A cuántos hubiese tenido
que exterminar Milosevic para que alguno dijese que le parece
correcta la intervención de la Alianza Atlántica? Sinceramente,



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a mí eso no me parece una posición aceptable, defiéndalo quien lo
defienda. (Aplausos.)
Por lo tanto, estamos luchando por esos valores morales, por esos
principios, por los derechos humanos. Estamos luchando porque no nos
han dejado otra alternativa para ello, y queda claro que el
responsable de esa situación no tiene otra esperanza que la de
cumplir las condiciones que se han establecido. Yo, para eso, sigo
pidiendo el apoyo, el aliento y la comprensión de la Cámara.

El representante de Izquierda Unida, el señor Anguita, ha planteado
algunas cuestiones con las que quiero decir, sinceramente, sin entrar
en detalles, que no estoy de acuerdo. Ni es verdad que el Gobierno
haya vulnerado el artículo 63 de la Constitución ni es cierto que el
Gobierno haya vulnerado la resolución parlamentaria de septiembre de
1995, que se refiere estrictamente a operaciones de las Naciones
Unidas, pensadas para las Naciones Unidas, pensadas para la
utilización de cascos azules y no se refiere en ningún caso a este
tipo de operaciones. Ni es verdad que este Parlamento haya
transgredido, en ninguna decisión anterior, los mandatos y las
determinaciones del referéndum de ingreso de España en la OTAN. Otra
cosa distinta es que yo pueda o no compartir la necesidad de que haya
existido un referéndum o no, pero la decisión de esta Cámara es, como
es natural, plenamente legítima.

Por último, señor Anguita, sinceramente tengo que decirle que no es
verdad lo que usted ha dicho, que desde las cuatro bases
fundamentales españolas a las que usted se ha referido, es decir,
Torrejón, Zaragoza, Morón y Rota, estén despegando aviones a diario.

Sencillamente, no es verdad; no es verdad, señor Anguita. Es verdad
que se están utilizando dos de esas bases aéreas para aviones
cisterna, para cuestiones de suministro. No ha despegado de suelo
español ni un solo avión de ataque en relación con Kosovo, señoría.

Le quiero decir que no ha sido así en otras ocasiones. En ésta es
así. Pero yo no hago en este momento nada más que contestarle a lo
que usted ha dicho. No es verdad. Ni se puede decir que masivamente
están saliendo aviones todos los días de nuestras bases, porque no es
cierto. Los aviones españoles, como se sabe, despegan de la base
aérea de Aviano. Y le quiero decir una cosa más, señor Anguita: si
despegasen de aquí lo diría también claramente, pero hay una
utilización concreta de bases estrictamente para cuestiones de
suministro y de aviones cisterna.

Señoría, le guste a usted o no, la guerra fría desapareció, pero hay
que reconocer que en Europa hay guerras como ésta, y de eso ni es
culpable la OTAN ni son culpables las Naciones Unidas. Yo no creo que
sea razonable oponerse a todo. Sinceramente, creo que cuando uno se
opone a todo acaba por no tener razón prácticamente en nada. No se
puede uno oponer a Milosevic y a la OTAN al mismo tiempo y defender
exactamente no se sabe qué. Eso es manifestar, en mi opinión, una
indiferencia ante la suerte de millares de personas. Y, sin duda,
como he dicho antes, el mayor
error que se podía cometer es el error de la omisión. Yo creo que eso
puede y debe solventarlo la acción de la Alianza Atlántica, la acción
de los aliados. Creo que haber consentido lo contrario hubiese
supuesto un precedente extraordinariamente grave e inaceptable para
la Europa del siglo XXI. Justamente por eso es por lo que los aliados
estamos en este momento luchando e intentando sacar adelante esta
situación de crisis.

Ya me he referido a algunos conceptos que ha expuesto, de los cuales
participo, el portavoz de Convergència i Unió, el señor López de
Lerma, y quisiera referirme ahora a algunas consideraciones que se
han realizado en relación con la cumbre de la OTAN, en el sentido de
que estaba prevista antes de la crisis de Kosovo. Es verdad que hay
un nuevo concepto estratégico. Sinceramente, porque la situación ha
variado. Me preocuparía mucho que la Alianza Atlántica no hubiese
tenido capacidad de respuesta a las variaciones estratégicas que han
sucedido en Europa y en el mundo. Por tanto, la Alianza Atlántica ha
demostrado su capacidad de adaptación, capacidad de adaptación
externa ampliándose, su capacidad de adaptación interna reformándose,
y su capacidad de adaptación estratégica adoptando las decisiones que
hacen referencia a esa nueva situación; que ya es una situación que
se refiere no sólo a la defensa colectiva, sino que es una situación
que se refiere también a la necesidad de proyectar permanentemente
estrategia y estabilidad en el área euroatlántica. Se podrá discutir
sobre la definición mayor o menor del área euroatlántica, pero
justamente se ha dado una redacción a la declaración de Washington
y a nuestros acuerdos en los términos que estrictamente habíamos
convenido, en los términos que nos han parecido más convenientes.

Porque sería bastante absurdo haber empezado a trazar rayas o estar
discutiendo un metro más o un metro menos para delimitar dónde está
el área geográfica de interés.

Desde el punto de vista español, en mi opinión, eso no solamente no
es criticable, sino que es beneficioso, porque el ámbito de seguridad
de España como tal queda ampliado. Por tanto, me parece beneficioso,
me parece positivo y además es una decisión correcta de la Alianza
Atlántica, que no creo que haya nacido vieja -y en este caso se lo
digo al señor Mauricio- y espero que no haya nacido vieja; creo que
ha nacido en el tiempo justo -si usted me permite- y espero que sea
muy útil para el futuro. E insisto, desde el punto de vista de la
seguridad y de los intereses de España, estamos mejor que la
situación anterior. Por tanto, es evidente -y creo que no hace falta
decirlo- que la participación del Gobierno español, pensando en esos
intereses y en lo que puede ser el trabajo de la Alianza del futuro,
ha sido especialmente activa para la definición de ese nuevo concepto
estratégico de la Alianza.

Lo mismo quiero decir con relación al segundo problema esencial que
se planteaba, que era la base legal. Sobre eso podrá discutirse y
podrá haber distintas opiniones, pero está claro que si hay un nuevo
concepto estratégico, que si la Alianza Atlántica tiene otros obje
tivos



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que no sean sólo la defensa colectiva de sus miembros, evidentemente
hay que modificar los instrumentos. Yo puedo estar de acuerdo con SS.

SS. en que hay que poner al día alguno de los instrumentos nacidos
después de la segunda gran guerra, como puede ser la propia
organización de las Naciones Unidas, pero es evidente que hasta que
ocurra eso la obligación fundamental de los aliados es seguir
manteniendo esa política no solamente de defensa colectiva, sino de
expansión, de seguridad y de estabilidad. Y eso es lo que hemos
hecho. Justamente por eso existe un doble compromiso, el compromiso
con el Tratado de Washington y el compromiso con la Carta de las
Naciones Unidas. Podrían utilizarse otras definiciones, con los
principios y propósitos de Naciones Unidas, etcétera, pero al final
hemos optado por la Carta de las Naciones Unidas como un elemento
básico.

Es verdad que eso produce una mayor flexibilidad, sin la menor duda,
pero en cuanto a la acción de la OTAN no conviene en absoluto
confundirlo con otro tipo de operaciones que no han formado parte de
las acciones de la OTAN, como es el caso que ha citado alguna de SS.

SS. en relación con Irak, en relación con Somalia o en relación con
la cuestión del terrorista kurdo señor Ocalan; eso no tiene
absolutamente nada que ver con lo que estamos hablando desde el punto
de vista de la base legal y del mandato de la Alianza Atlántica.

Comparto plenamente con SS.SS. el fortalecimiento y la identidad
europea de seguridad y de defensa, el fortalecimiento del pilar
europeo en el marco de la Alianza. Hay dos cosas relevantes desde el
punto de vista de la cumbre, la primera, que el fortalecimiento del
pilar europeo tiene que producirse en el marco de la Alianza
Atlántica; la segunda, que se establece una relación directa entre la
Unión Europea y la Alianza, entre la Unión Europea y la OTAN. Me
parece que eso sin duda es positivo, porque siempre ha defendido el
Gobierno español -éste y los anteriores, dicho sea de paso- una
política de fortalecimiento de las responsabilidades europeas en
materia defensiva. Pero, señorías, un fortalecimiento de la identidad
europea en materia defensiva supone actuar -como se ha dicho aquí con
buen criterio- sobre distintos frentes, sobre un frente tecnológico,
sobre un frente industrial o sobre un frente estrictamente militar.

Naturalmente que es así. Y espero que, llegado el caso, se sea
congruente con lo que se dice, porque evidentemente lo que no se
puede hacer durante mucho tiempo es mantener este tipo de discursos
y, al mismo tiempo, lamentarse de que cada vez que hay un problema
hay que llamar a los Estados Unidos para que vengan a contribuir a su
solución. Estos discursos son incompatibles si se quiere trabajar en
serio. Y si Europa tiene que hacer un esfuerzo tecnológico de
renovación también militar, también de armamento, tiene que hacer ese
esfuerzo, y si no, señorías, el pilar europeo de seguridad y de
defensa seguirá siendo una quimera. Desde ese punto de vista, la
adaptación de nuestras Fuerzas Armadas, de todas las Fuerzas
Armadas de los países miembros de la Alianza, para conseguir ese
fortalecimiento del pilar europeo es especialmente relevante y
especialmente importante. A ello también el Gobierno -como saben SS.

SS.- dedica con intensidad sus esfuerzos.

Señorías, quisiera añadir algunos elementos, desde el punto de vista
humanitario, a las cuestiones que ha planteado el portavoz del
Partido Nacionalista Vasco, señor González de Txabarri, cuya
intervención agradezco. Las decisiones del Gobierno español en torno
a los refugiados, en torno al drama humanitario, se toman de acuerdo
con Acnur, y es evidente que el flujo extraordinario de refugiados,
en algunos casos, ha podido producir ciertos desbordamientos muy
claros de la situación. Quiero reiterar una vez más que el plan de
acogida establecido por el Gobierno contempla la llegada de 1.200
refugiados a España, que deben estar aquí en los primeros días del
próximo mes de junio. Una vez estén aquí los 1.200, evaluaremos
nuevamente la situación.

Le puedo decir que hoy mismo, para evitar cualquier tipo de
dificultades, se refuerzan los equipos de acogida españoles en la
zona. El proceso de identificación y de examen, por decirlo de esa
manera, en el caso español sólo tiene tres requisitos, y no quiero
entrar en detalles porque es un proceso muy complicado. Pero sepan
SS.SS. que hay países que para la acogida establecen muchísimos más
requisitos y mucho más complicados que España. Por ejemplo, conocer
el nivel cultural, o conocer el nivel de estudios, o conocer el nivel
intelectual, o conocer el origen. España establece tres criterios
fundamentales: el mantenimiento de la unidad familiar, la
voluntariedad y la vulnerabilidad, es decir que sean personas o
familias en condiciones especialmente débiles. Y sobre esto
trabajamos con Acnur, pero es evidente que hay que hacer todo ese
trabajo de identificación. Por tanto, esta semana vendrán 250
refugiado y en las próximas a razón de 250 cada semana.

Yo pido que a la hora de evaluar el capítulo de ayudas -y ya he dicho
antes que va a haber una ayuda de 1.400 millones para acciones de las
ONG en el territorio, además del campamento español- se diferencien
correctamente las cosas, si es posible. Y no digo que S.S. lo haya
hecho incorrectamente.

Con carácter general, las comunidades autónomas han hecho un
ofrecimiento muy claro. Hoy mismo ha habido una reunión con todas las
comunidades autónomas y mañana hay convocada otra, también con todas
las comunidades autónomas, para establecer esos criterios de acuerdo
con ellas, y se está trabajando bien. De momento ya he dicho que los
próximos refugiados que lleguen van a ir a Málaga y hay ofrecimientos
de muchas otras comunidades autónomas, que espero se vayan
produciendo ordenadamente.

Quiero destacar una vez más el excepcional trabajo del personal
médico y de los voluntarios. También quiero decir que a la hora de
compatibilizar ayudas, señorías, yo no establecería criterios muy
caprichosos.Es decir, si hay un avión de la Fuerza Aérea española



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que hace un transporte, entramos dentro del capítulo militar, con
independencia de lo que haga; en cambio, si es alquilado, entramos
dentro del capítulo humanitario. Eso no tiene ningún sentido. Si son
Fuerzas Armadas españolas las que establecen el campamento que se
está montando, su coste entra dentro del capítulo de ayuda militar,
pero si de la instalación del campamento se encargan tres empresa, es
ayuda humanitaria. Eso es absurdo. Será ayuda humanitaria con
independencia de quien lo haga. Por tanto, si a España le cuesta el
mantenimiento de ese contingente 700 millones de pesetas mensuales,
son 700 millones de pesetas mensuales lo que le cuesta a España, lo
hagan las Fuerzas Armadas o lo hagan 7 ó 16 empresas. Eso es lo que
hay que tener en cuenta, lo que hay que contar, y, al final,
ratificar el criterio de eficacia en la prestación de esa ayuda
humanitaria que me parece absolutamente fundamental.

Me pregunta S.S. sobre criterios -no voy a entrar en otras
consideraciones- de integridad territorial. Le quiero señalar que ya
he manifestado mi opinión de que soy partidario de una República
Federal yugoslava, en la medida de lo posible, que mantenga su
integridad territorial. Es evidente que será extraordinariamente
difícil, cuando estamos apostando y luchando por un Kosovo
multiétnico, democrático, multicultural, que, después de lo que ha
pasado, se puedan producir elementos de convivencia; está claro, pero
ésa es una de las dificultades de la operación. Y eso, que ha
ocurrido en gran medida en Bosnia, no nos debe desanimar, porque creo
sinceramente que ese camino, y no el otro, el triunfo de la exclusión
étnica, es el que puede determinar el futuro de convivencia en la
Europa del siglo XXI. En consecuencia, señorías, desde ese punto de
vsita, queda claro que esas son la responsabilidad y la posición del
Gobierno.

Creo que, en líneas generales, señorías, he dado respuesta a las
cuestiones que han planteado los distintos portavoces parlamentarios.

En resumen y como conclusión, creo que la OTAN se ha renovado
adecuadamente y afronta, con unidad y desde nuevos conceptos internos
y externos, sus responsabilidades para el siglo XXI. Vamos a apoyar
todos los esfuerzos diplomáticos que se puedan poner en marcha y
concluir, en la medida de lo posible, para conseguir una solución
para Kosovo. Solamente podrán ser suspendidos los bombardeos si hay
garantías del cumplimiento de las condiciones y solamente podrá
llegarse a una solución definitiva si se cumplen claramente esas
condiciones. Vamos a mantener activamente el principio de unidad y
cohesión de los aliados como elemento básico para llegar a la
solución del conflicto y, naturalmente, conseguir los objetivos.

Seguiremos actuando, sin ninguna duda y con toda determinación, si
Milosevic no acepta nuestras condiciones y, por supuesto, comparecerá
el Gobierno ante la Cámara si es necesario tomar decisiones de una
mayor gravedad.

Una vez más, quiero agradecer expresamente a los grupos
parlamentarios su apoyo, quiero agradecer a cuantos están
contribuyendo en esta operación a la ayuda a los refugiados, sea
desde el punto de vista de las Fuerzas Armadas, por tanto el punto de
vista militar, como desde el punto de vista civil. Sé muy bien,
señorías, que las cosas no son fáciles y que requieren de muchos
apoyos. Creo -y lo he dicho antes- que el mayor error, el mayor
crimen, hubiese sido no intervenir en esta situación; una situación
en la que intervenimos para la defensa de principios y de valores que
compartimos, por lo menos la mayoría. No nos mueve otro objetivo ni
otra determinación, pero ahí ya no hace falta escuchar muchas más
moralinas inútiles, hace falta actuar y tener éxito.

Gracias, señor presidente. (Aplausos.- El señor Anguita González pide
la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente del Gobierno.

Señor Anguita, sabe que no hay posibilidad de un nuevo turno.




El señor ANGUITA GONZÁLEZ: Señor presidente, entiende este portavoz
que el señor presidente del Gobierno me ha respondido que ha habido
manifestaciones falsas y ha establecido una altura en el debate por
la que ha sido superado el trámite parlamentario acordado. Creo que
los demás portavoces tenemos que salir a contestar afirmaciones que,
desde nuestro punto de vista, no se atienen a la realidad.




El señor PRESIDENTE: Ya imagino, señor Anguita, que esa es su
posición, que incluso puede ser compartida por otros portavoces, pero
debo recordar a S.S. que la decisión de no darle la palabra ahora no
hace más que enmarcarse en el acuerdo de la Junta de Portavoces y en
el artículo 203.3, que es el que ha sido interpretado por tales
acuerdos y por el uso reiterado.

Por lo demás, señor Anguita, quiero manifestarle lo siguiente. Tanto
en su caso, como quizás en el de algún otro portavoz, entiende la
Presidencia, que ha seguido con atención la segunda intervención del
presidente del Gobierno e incluso ha ido tomando alguna nota, que no
hace más que responder a argumentos que, con carácter de nuevos, han
introducido en el debate S.S. u otros portavoces. En consecuencia, al
haber sido S.S. quien los ha introducido, no puede invocarse que el
presidente los haya contestado para querer tener un nuevo turno. En
todo caso, sabe que sería un turno imposible por cuanto el Gobierno
siempre tiene derecho a cerrar el debate.

Por todo ello, señor Anguita, lamentándolo mucho, no tiene S.S. la
palabra.




Señoras y señores diputados, se levanta la sesión.




Eran las dos y treinta minutos de la tarde.