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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 226, de 30/03/1999
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



PLENO Y DIPUTACIÓN PERMANENTE



Año 1999 VI Legislatura Núm. 226



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FEDERICO TRILLO-FIGUEROA MARTÍNEZ-CONDE



Sesión Plenaria núm. 218



celebrada el martes, 30 de marzo de 1999



ORDEN DEL DÍA:



Ampliación de plazo:



- Solicitud de prórroga del plazo otorgado a la subcomisión para el
análisis y seguimiento del proceso de integración económica y
monetaria, para rendir informe, hasta el final del pesente período de
sesiones (número de expediente 154/000011) . . . (Página 12017)



Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad
con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento:



- Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de
conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento, para
informar sobre la reunión del Consejo Europeo celebrada los días 24 y
25 de marzo de 1999 en Berlín (número de expediente 210/000034) . . .

(Página 12017)



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S U M A R I O



Se abre la sesión a las diez y treinta y cinco minutos de la mañana.




Ampliación de plazo . . . (Página 12017)



Solicitud de prórroga del plazo otorgado a la subcomisión para el
análisis y seguimiento del proceso de integración económica y
monetaria, para rendir informe, hasta el final del presente período
de sesiones . . . (Página 12017)



El señor presidente, de conformidad con el acuerdo adoptado por la
Mesa de la Cámara y por la Junta de Portavoces reunida ayer, somete
al Pleno de la Cámara la solicitud de prórroga del plazo otorgado
a la subcomisión para el análisis y seguimiento del proceso de
integración económica y monetaria, para rendir informe, hasta el
final del presente período de sesiones, lo que se aprueba por 110
votos a favor, nueve en contra y 71 abstenciones.




Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad
con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento . . . (Página 12017)



Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad
con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento, para informar
sobre la reunión del Consejo Europeo celebrada los días 24 y 25 de
marzo de 1999 en Berlín . . . (Página 12017)



El señor presidente del Gobierno (Aznar López) comparece ante el
Pleno de la Cámara para dar cuenta del desarrollo y de los resultados
del Consejo Europeo de Berlín, con la convicción de que el Consejo ha
estado a la altura de las circunstancias en un momento extremadamente
delicado. Explica que el principal objetivo del Consejo Europeo era
cerrar urgentemente el acuerdo sobre la llamada Agenda 2000, urgencia
que se ha visto acrecentada por dos acontecimientos inesperados: la
crisis institucional provocada por la Comisión y la grave situación
en los Balcanes occidentales. En primer lugar se refiere a este
último asunto, del que el Consejo Europeo se hizo eco en dos
declaraciones que constituyen la
parte III de sus conclusiones, y explica la participación de España
en las operaciones llevadas a cabo por la OTAN. Recuerda la
comparecencia conjunta de los ministros de Asuntos Exteriores y
Defensa en el mes de octubre, ante las correspondientes comisiones de
la Cámara, en la que se informó del desarrollo de los acontecimientos
en los Balcanes y de la posibilidad de que tropas españolas
participaran en una eventual acción militar, así como la información
dada a los portavoces parlamentarios por el ministro de Asuntos
Exteriores antes del inicio de las operaciones y la comparecencia del
ministro de Defensa el pasado viernes, a petición propia, ante la
Comisión de Defensa del Congreso. Por otra parte manifiesta su
convicción de que el Parlamento debe estar plena y continuamente
informado de los evolución de los acontecimientos, excusando su
ausencia del Parlamento hasta el día de hoy por su presencia
inexcusable en el Consejo Europeo de Berlín.




A continuación se refiere al segundo de los acontecimientos que han
afectado al desarrollo del Consejo Europeo de Berlín, que es la
dimisión de la Comisión. Considera que esta dimisión conjunta
desmiente a quienes tantas veces han pregonado un supuesto déficit
democrático de la Unión, y aprovecha la ocasión para agradecer a los
miembros de la Comisión su labor en pos de la consolidación y
ampliación de la Unión Europea. Explica el proceso de nombramiento de
una nueva Comisión, empezando por su presidente, quien, en
cooperación con los gobiernos, según lo previsto en el Tratado de
Amsterdam, deberá proceder a la selección de los demás miembros de la
institución, y pone de relieve dos declaraciones del Consejo
Europeo relativas a las relaciones exteriores de la Unión en las que
España ha jugado un papel destacado: una, sobre la conclusión del
histórico acuerdo entre la Unión Europea y Sudáfrica, y otra, sobre
el proceso de paz en Oriente Medio.




En relación con la Agenda 2000 manifiesta que el Consejo Europeo ha
llegado a un acuerdo que responde a la necesidad de dotar a la Unión
de políticas eficaces y recursos suficientes para desarrollar el
proyecto europeo en un marco de solidaridad y gestión eficiente, lo
que permitirá mantener y mejorar el modelo actual de construcción
europea y hacer frente con éxito al reto de la ampliación de la Unión
al centro y al este de Europa. Explica en detalle el contenido del
acuerdo, resaltando las consecuencias positivas para España de la
reforma de la PAC y de la distribución de los fondos estructurales y
de cohesión, con los que, asegura, se alcanzará un equilibrio
adecuado entre prosperidad regional y nacional.




Por último manifiesta que los logros ya alcanzados por la Unión, en
particular la moneda única, así como los desafíos del tercer milenio
requieren una profundización de la integración europea y que una
Europa



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más integrada constituye el marco más idóneo para que España
desarrolle plenamente sus aspiraciones de afianzar la paz, la
prosperidad y la libertad en España, en Europa y en el mundo,
objetivos por los que seguirán luchando y para los que espera poder
contar con el apoyo de la Cámara.




Intervienen en el debate los señores Borrell Fontelles, del Grupo
Socialista del Congreso; Anguita González, del Grupo Parlamentario
Federal de Izquierda Unida; Molins i Amat, del Grupo Parlamentario
Catalán (Convergència i Unió); Zabalía Lezamiz, del Grupo
Parlamentario Vasco (EAJ-PNV); Mauricio Rodríguez, del Grupo
Parlamentario de Coalición Canaria; Chiquillo Barber, la señora
Lasagabaster Olazábal; los señores Rodríguez Sánchez y Peralta
Ortega, del Grupo Parlamentario Mixto, y De Grandes Pascual, del
Grupo Parlamentario Popular en el Congreso.




Contesta el señor presidente del Gobierno (Aznar López).




Los señores Martínez Noval, del Grupo Socialista del Congreso, y De
Grandes Pascual, del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso,
solicitan que se dé lectura a los escritos del Gobierno y de los
grupos Socialista, Izquierda Unida y Mixto, en los que se solicita la
comparecencia del presidente del Gobierno.




El señor Secretario (Ríos Martínez) da lectura a ambos escritos.




Se levanta la sesión a las tres y veinte minutos de la tarde.




Se abre la sesión a las diez y treinta y cinco minutos de la mañana.




AMPLIACIÓN DE PLAZO:



- SOLICITUD DE PRÓRROGA DEL PLAZO OTORGADO A LA SUBCOMISIÓN PARA EL
ANÁLISIS Y SEGUIMIENTO DEL PROCESO DE INTEGRACIÓN ECONÓMICA Y
MONETARIA, PARA RENDIR INFORME, HASTA EL FINAL DEL PRESENTE PERÍODO
DE SESIONES (Número de expediente 154/000011)



El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión.




Antes de entrar en el debate que ha motivado la covocatoria del
Pleno, de conformidad con el acuerdo de la Mesa y de la Junta de
Portavoces, celebrada ayer,
la Presidencia somete al Pleno la solicitud de prórroga del plazo
otorgado a la subcomisión para el análisis y seguimiento del proceso
de integración económica y monetaria, para rendir informe, hasta el
final del presente período de sesiones. ¿Desea algún grupo
parlamentario que se someta a votación electrónica? (Asentimiento.)
Señorías, vamos a proceder a la votación. (Rumores.)



¡Silencio, señorías!
Comienza la votación. (Pausa.)



Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos emitidos,
190; a favor, 110; en contra, nueve; abstenciones, 71.




El señor PRESIDENTE: Queda aprobada la prórroga del citado plazo.




COMPARECENCIA DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, DE CONFORMIDAD
CON LO DISPUESTO POR EL ARTÍCULO 203 DEL REGLAMENTO.




- COMPARECENCIA DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CÁMARA, DE
CONFORMIDAD CON LO DISPUESTO POR EL ARTÍCULO 203 DEL REGLAMENTO, PARA
INFORMAR SOBRE LA REUNIÓN DEL CONSEJO EUROPEO CELEBRADA LOS DÍAS 24 Y
25 DE MARZO DE 1999 EN BERLÍN (Número de expediente 210/000032)



El señor PRESIDENTE: Punto único del orden del día: Comparecencia del
Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con lo dispuesto
por el artículo 203 del Reglamento.

Para informar a la Cámara, tiene la palabra el presidente del
Gobierno, don José María Aznar López.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señoras y señores diputados, comparezco ante ustedes para dar cuenta
ante esta Cámara del desarrollo y de los resultados del Consejo
Europeo de Berlín. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Un momento, señor presidente.




Señorías, les ruego guarden silencio y también pediría silencio en
las tribunas.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Lo hago con la íntima
convicción de que este Consejo ha estado a la altura de las
circunstancias en un momento extremadamente delicado. Se ha
garantizado la continuidad del normal funcionamiento de la Unión y
nos hemos preparado para responder a los importantes desafíos que se
avecinan.

Señorías, el principal objetivo del Consejo Europeo extraordinario
era cerrar el acuerdo sobre la llamada Agenda 2000. Nos habíamos
comprometido a realizar



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todos los esfuerzos para lograrlo en esta fecha. Era imprescindible
para afrontar con éxito este acontecimiento histórico que será la
ampliación.

Dos acontecimientos han acrecentado la urgencia responsable con la
que el Consejo abordó su reunión: uno, de orden interno, la crisis
institucional provocada por la Comisión; y otro, exterior a la Unión,
la grave situación en los Balcanes occidentales. Señor presidente,
empezaré por referirme a este último asunto, del que, como ustedes
saben, el Consejo Europeo se hizo eco en dos declaraciones que
constituyen la parte tercera de sus conclusiones.

El pasado miércoles día 24 la Alianza Atlántica inició acciones
militares en la República Federal de Yugoslavia. España participa en
las operaciones que lleva a cabo la OTAN junto a sus aliados. La
comunidad internacional ha utilizado todos los medios a su alcance
para lograr una solución pacífica al conflicto de Kosovo. El uso de
la fuerza es siempre una mala noticia y la constatación de un
fracaso. Se trata del último recurso, después de múltiples intentos
de solución diplomática y política, que han fracasado por la
intransigencia del régimen de Milosevic.

Quiero recordar que ya el pasado mes de octubre, en una comparecencia
conjunta del los ministros de Asuntos Exteriores y Defensa ante las
comisiones correspondientes de esta Cámara, se informó del desarrollo
de los acontecimientos y se planteó la posibilidad de que tropas
españolas participaran en una eventual acción militar.

Antes del inicio de las operaciones, el ministro de Asuntos
Exteriores informó a los portavoces parlamentarios. El ministro de
Defensa compareció el pasado viernes, a petición propia, con carácter
de urgencia, ante la Comisión de Defensa del Congreso. Mi presencia
inexcusable en el Consejo Europeo de Berlín ha hecho imposible por mi
parte una comparecencia ante el Pleno de la Cámara hasta el día de
hoy. El mismo miércoles, manifesté públicamente mi deseo de informar
al Congreso en cuanto fuera posible. El Gobierno entiende, y así lo
hará, que el Parlamento debe estar plena y continuamente informado de
la evolución de los acontecimientos; una crisis y unos
acontecimientos cuya responsabilidad recae exclusivamente en el
presidente Milosevic, cuyas sucesivas actuaciones en Croacia y Bosnia
están muy presentes en la memoria de toda la comunidad internacional.

En mayo de 1998, las fuerzas especiales de la policía y del ejército
yugoslavo reavivaron la represión en Kosovo. Hasta la fecha, más de
500.000 personas han sido desplazadas de sus hogares y, de ellas, más
de la mitad permanece sin techo.

La Resolución 1023 del Consejo de Seguridad de la Organización de
Naciones Unidas, del 24 de octubre del pasado año, estableció una
misión de verificación en Kosovo a cargo de la OSCE. Al día
siguiente, el Gobierno de Belgrado se comprometió a la retirada de
sus fuerzas de Kosovo hasta los niveles de febrero de 1998. Sin
embargo, el presidente Milosevic no cumplió
su compromiso. Para evitar la continua violación de los derechos
humanos y el proceso de limpieza étnica y para buscar una solución
política al conflicto, se iniciaron las negociaciones de Rambouillet,
bajo el auspicio de la comunidad internacional y con la participación
de Rusia. Tras las vicisitudes que SS. SS. conocen, se acordó un
texto que restablecía la autonomía de Kosovo, al tiempo que respetaba
la integridad territorial y la soberanía de Yugoslavia.

El acuerdo de Rambouillet fue firmado tan sólo por la delegación
albanokosovar y ha sido rechazado por el Gobierno de Milosevic. Toda
la comunidad internacional ha intentado convencer a Belgrado de que
el acuerdo de Rambouillet era la solución política al conflicto. La
respuesta de Milosevic fue desplegar sus fuerzas con la intención de
aumentar la represión en Kosovo, causando más víctimas y miles de
nuevos desplazados.

Los esfuerzos de la comunidad internacional durante los últimos meses
han tenido como objetivo evitar una tragedia humana en Kosovo y
preservar la estabilidad en los Balcanes. España, con sus aliados de
la OTAN y sus socios de la Unión Europea, ha participado en esos
esfuerzos diplomáticos para lograr una solución pacífica a la crisis.

Las noticias más recientes, señorías, confirman el agravamiento de la
limpieza étnica por parte de las fuerzas serbias. La llamada limpieza
étnica sólo significa asesinatos, violaciones y expulsión en masa de
sus hogares de miles de personas. Los asesinatos de dirigentes
albanokosovares, entre los que hay que incluir el de uno de los
firmantes del acuerdo de Rambouillet, son una muestra más de la
brutalidad del régimen de Belgrado.

Quiero destacar, señor presidente, que no están en cuestión ni la
soberanía ni la integridad territorial de la República Federal de
Yugoslavia. Lo que estamos defendiendo son los más elementales
derechos humanos, que el Gobierno de Milosevic viola constantemente.

Nuestro objetivo es detener una catástrofe humanitaria. La comunidad
internacional y la nación española, a la que esta Cámara representa,
no pueden ser ajenas a la violación constante de los derechos humanos
en el corazón de Europa. Hasta ahora, desgraciadamente, se están
cumpliendo los planes de Milosevic; nuestra responsabilidad es
intentar que esto no siga siendo así.

La actividad del régimen de Milosevic ha causado tragedias en Bosnia,
en Croacia y en Kosovo y puede extenderlas a Albania y a Macedonia.

El presidente Milosevic tiene en su mano lograr una solución pacífica
suscribiendo los acuerdos de Rambouillet y de París. En ellos se
establece un marco jurídico-político que preserva la integridad
territorial y respeta la soberanía yugoslava, al tiempo que garantiza
los derechos humanos. Los canales diplomáticos siguen abiertos y
Milosevic sabe lo que tiene que hacer para que cese la operación
militar.

Señorías, el Gobierno español quiere que se aproveche hasta la mínima
posibilidad existente para solucionar de forma pacífica esta crisis.

En este sentido, esperamos



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que la presencia del primer ministro ruso Primakov, hoy en Belgrado,
sirva para que el Gobierno de Milosevic acepte la solución propuesta
por la comunidad internacional. España no tiene nada contra el pueblo
yugoslavo ni contra los serbios, pero, al igual que el resto de sus
socios y aliados, no debemos permanecer impasibles ante una campaña
sistemática de exterminio. Si no somos capaces de detener esta
campaña, la estabilidad de nuestro continente estará en peligro.

Debemos ser plenamente conscientes de los riesgos que entrañan las
operaciones militares, pero deberíamos ser igualmente conscientes del
peligro que se derivaría de nuestra pasividad ante una campaña
sistemática y premeditada de violación de los derechos humanos, que
pone en peligro a todos los países de la zona. Bosnia sería una de
las primeras víctimas. Y no debemos olvidar que, con el sacrificio de
muchas vidas, entre ellas las de militares y cooperantes españoles,
se ha logrado una paz frágil y un régimen política con esperanzas.

Allí están desplegados más de mil militares españoles. Su seguridad
es otra razón de peso para intervenir ahora. Señorías, en las
operaciones participan más de 300 aviones de la Alianza Atlántica,
pertenecientes a 11 países. España contribuye con cuatro aviones F-18
y un avión cisterna, con sus correspondientes tripulaciones
y personal de apoyo, destacados en la base de Aviano. Los militares
españoles han participado en varias misiones, algunas de ellas
ciertamente delicadas. Han cumplido con la máxima eficacia los
objetivos asignados y han demostrado en todo momento su preparación y
profesionalidad. Creo que todos ellos y sus familias merecen nuestro
reconocimiento y apoyo en este momento.

En la primera fase de las operaciones militares, fueron objetivos
prioritarios los centros de mando y control y los sistemas de defensa
antiaérea del ejército yugoslavo. Cumplida esta fase, el secretario
general de la OTAN, ante el rebrote y la virulencia de la represión,
ha autorizado el inicio de la segunda, cuyo objetivos principales son
fuerzas y unidades militares directamente encargadas de dicha
represión. El objetivo, pues, es debilitar la capacidad del Gobierno
de Milosevic para cometer directamente un genocidio.

Señor presidente, señoras y señores diputados, la limpieza étnica no
puede tolerarse. Milosevic ha dado pruebas reiteradas de su voluntad
de continuar con ella. La comunidad internacional le ha dado
oportunidades más que suficientes para enmendar su conducta. Siempre
ha incumplido sus promesas, y cada promesa incumplida ha costado
muchas vidas en los Balcanes.

La Alianza está actuando, como recoge el Tratado de Washington, en
consonancia con los principios y valores de la Carta de las Naciones
Unidas. Conviene recordar que las Naciones Unidas nacieron en un
mundo horrorizado ante un genocidio. Lo que los aliados estamos
intentando evitar es otro genocidio en Europa a las puertas del siglo
XXI. Recordemos que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha
rechazado, por
una mayoría abrumadora, la suspensión de las operaciones militares
aliadas.

Quiero hacer también un llamamiento a los albaneses de Kosovo para
que perseveren en su compromiso con la paz, tal y como manifestaron
en París. La comunidad internacional, y España con ella, no les ha
abandonado, pero es necesario que hagan un esfuerzo renovado de
contención, en línea con lo negociado en Rambouillet.

Una paz estable y sólida en los Balcanes exige también, en nuestra
opinión, señorías, la plena democratización de Serbia. España, la
Unión Europea y toda la comunidad internacional están absolutamente
dispuestas a colaborar con un régimen serbio que respete los derechos
humanos y que trabaje por la paz. La defensa de los legítimos
intereses de las naciones no puede estar en contradicción con la
defensa de los valores que defendemos y, por tanto, de los derechos
individuales. Como recoge la declaración sobre Kosovo adoptada por el
Consejo Europeo en Berlín, nuestro deseo es acabar con el aislamiento
de la República Federal de Yugoslavia en Europa, pero para que esto
ocurra, Milosevic debe elegir el camino de la paz en Kosovo.

Hay que subrayar que en esta operación se ha manifestado en todo
momento la solidaridad y la cohesión de la Alianza. Por primera vez,
Europa Occidental, a través de la OTAN, ha conseguido una posición
común frente a un problema de esta envergadura en una zona tan
sensible para su seguridad como son los Balcanes. El secretario
general de la Alianza, Javier Solana, ha sido una pieza clave en la
construcción de este consenso. En todo caso, señorías, el Gobierno
informará permanentemente a los grupos parlamentarios de la evolución
de los acontecimientos y comparecerá ante la Cámara cuantas veces
sean necesarias si la situación así lo demanda y lo exige.

Señor presidente, señorías, quiero referirme al segundo de los
acontecimientos que han afectado al desarrollo del Consejo Europeo de
Berlín. Me refiero a la dimisión de la Comisión. Esta dimisión
constituye el punto culminante de un proceso que desmiente a quienes
tantas veces han pregonado un supuesto déficit democrático en la
Unión. Es, desde ese punto de vista, un ejercicio legítimo y
saludable de la asunción de responsabilidades políticas por los
miembros de una institución que siempre ha mostrado un firme
compromiso en interés de la Unión, de su consolidación y de su
ampliación. Yo quiero, desde esta tribuna, agradecerles su labor en
pos de esos objetivos.

Ahora bien, dicha dimisión produjo también un vacío institucional que
entrañaba un serio riesgo para el equilibrio institucional
cuidadosamente reflejado en los tratados. Se hacía por ello
imprescindible poner en marcha sin demora el proceso de nombramiento
de una nueva Comisión, proceso que debe necesariamente comenzar por
la elección de su presidente quien, en cooperación con los gobiernos,
según lo previsto en el Tratado de Amsterdam, deberá proceder a la
selección de los demás miembros de la institución.




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Las trascendencia y los desafíos políticos y económicos a que debe
hacer frente la Unión y la necesidad de dotar de mayor racionalidad y
eficacia el funcionamiento de la Comisión aconsejaban buscar una
figura de notable perfil político y de reconocida capacidad como
gestor. La necesidad de garantizar la continuidad en las tareas de la
Comisión, especialmente en un momento en que se estaba discutiendo la
reforma de las finanzas y las políticas de la Unión, demandaban un
procedimiento que combinara celeridad y prudencia.

Lo primero lo hemos conseguido con la persona de Romano Prodi, quien
une a su condición de ser el primer ministro que lideró la entrada de
Italia en el euro, su reconocida capacidad de gestor eficaz. Lo
segundo lo buscamos poniendo en marcha un procedimiento en dos etapas
de acuerdo con lo previsto en Amsterdam. La designación del
presidente de la Comisión deberá ser aprobada en un primer momento
por el Parlamento Europeo. Esta etapa se desarrollará de inmediato, y
por tanto con el actual Parlamento. A continuación, una vez
celebradas las pertinentes consultas entre presidente designado y
gobiernos de los Estados miembros, la Comisión en pleno se someterá a
la aprobación del Parlamento, que lógicamente será el que salga de
las elecciones de junio, garantizándose así el respaldo para su labor
durante el próximo quinquenio. Estoy convencido de que de esa manera
se restablecerá el clima de entendimiento entre el Parlamento y la
Comisión, que es indispensable para el buen funcionamiento de la
Unión. Esperamos que de este episodio salga una Comisión más
transparente y más eficaz en la gestión. España se opondrá a
cualquier intento de debilitar la institución de la Comisión, pues
está en nuestro interés, como españoles y como europeos, tener una
Comisión fuerte, responsable y eficaz, capaz de asumir los
importantísimos retos a que debe enfrentarse la Unión en el futuro, y
trabajar en estrecha colaboración con el Consejo y con el Parlamento.

Señorías, antes de entrar a analizar los resultados de la Agenda
2000, no quiero dejar de hacer mención a dos declaraciones del
Consejo Europeo relativas a las relaciones exteriores de la Unión en
las que España ha jugado un papel destacado. En primer lugar, la
declaración por la conclusión del histórico acuerdo entre la Unión
Europea y Sudáfrica. Como ustedes saben, España ha mantenido en
suspenso el acuerdo hasta obtener satisfacción para sus legítimos
intereses. Alcanzado un compromiso satisfactorio, España se
congratula la primera de este paso trascendental en el
fortalecimiento de las relaciones entre la Unión Europea y Sudáfrica.

En segundo lugar, el Consejo ha realizado una declaración sobre el
proceso de paz en Oriente Medio en la que ha reiterado su apoyo a un
acuerdo que recoja el principio de paz por territorios y garantice la
seguridad de los pueblos israelí y palestino.

El Consejo Europeo ha llegado a un acuerdo global sobre la Agenda
2000. El contenido de la Agenda 2000 responde a la necesidad de dotar
a la Unión de políticas eficaces y recursos suficientes para
desarrollar el
proyecto europeo, en un marco de solidaridad y gestión eficiente de
los recursos.

Con la aprobación de la Agenda 2000 se ha establecido un marco
financiero para el próximo septenio 2000-2006 y se ha reformado la
política agrícola y la política de cohesión. Los resultados finales
obtenidos permitirán mantener y mejorar el modelo actual de
construcción europea y hacer frente con éxito al reto de la
ampliación de la Unión al centro y al este de Europa.

El acuerdo ha sido posible gracias a la capacidad de compromiso de
todos, pero también al empeño de algunos países, como España, en
defender principios e ideas que son consustanciales con el avance del
proyecto europeo. Las nuevas perspectivas financieras establecen una
separación adecuada entre las necesidades financieras de los Quince,
las ayudas de preadhesión y las necesidades propiamente dichas de la
ampliación.

El acuerdo del Consejo va a hacer más equitativo el marco financiero
que se aplicará a partir del año 2000. En lo relativo a los recursos
se ha decidido: Mantener el límite de recursos propios en el nivel
actual del 1,27 del producto nacional bruto de la Unión Europea,
sujeto, claro está, a la revisión de las perspectivas financieras en
el momento de la ampliación.

Con el fin de tener en cuenta la capacidad contributiva de cada
Estado miembro y de corregir para los Estados miembros menos
prósperos los aspectos regresivos del actual sistema, se reducirá el
tipo máximo aplicable del recurso IVA al 0,75 por ciento en el año
2002 y al 0,50 en el 2004. Se mantendrán los recursos propios
tradicionales y se aumentará hasta el 25 por ciento el premio de
recaudación a los Estados miembros a partir del año 2001.

Si bien continuará existiendo el cheque británico, su importe no
incluirá los beneficios excepcionales derivados de los cambios en el
sistema de financiación y de la ampliación. Se modificará la
financiación del cheque británico por parte de los demás Estados
miembros. Se busca con ello aliviar la carga financiera de los
Estados miembros que más contribuyen a financiar la Unión.

Finalmente, antes del primero de enero del 2006, la Comisión deberá
hacer una revisión general del sistema de recursos propios que
incluya los efectos de la ampliación. Como parte de esa revisión,
deberá abordarse también la creación de nuevos recursos propios
autónomos.

Señorías, creo que se ha alcanzado un acuerdo equilibrado en el
sistema de recursos propios de la Unión. Por un lado, la sustitución
del recurso IVA por el recurso PNB irá eliminado los elementos
regresivos del sistema, tal y como solicitaba España. Por otro lado,
se ha evitado introducir un sistema de topes máximos a las
contribuciones de los Estados al presupuesto que tan negativos
efectos podría haber tenido en el desarrollo futuro de la Unión.




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Por lo que al gasto agrario se refiere, hay que decir que la línea
directriz agrícola no sufrirá modificaciones. Antes de que se
produzca la primera ampliación de la Unión, se revisará sobre la base
de un informe que la Comisión habrá de presentar al Consejo con el
fin de introducir los ajustes que se consideren necesarios.

El Consejo Europeo ha acogido con satisfacción el acuerdo alcanzado
por los ministros de Agricultura en su sesión de marzo sobre la
reforma de la política agraria común. El contenido de esta reforma
garantizará que la agricultura sea un sector versátil sostenible,
competitivo y extendido por todo el territorio europeo que sea capaz
de conservar el entorno rural y preservar la naturaleza.

En lo que se refiere a España, la reforma de la PAC ha venido a
remediar algunas injusticias históricas padecidas en los sectores del
cereal, vacuno de carne y lácteo.

Respecto al cereal, se han corregido discriminaciones que afectaban a
su rendimiento histórico, base del cálculo para la percepción de
ayudas, fijado hasta ahora en 2,6 toneladas por hectárea, el más bajo
de la Comunidad, para situarlo ahora en 2,9 toneladas por hectárea
con una ganancia del 10 por ciento. En el sector vacuno el número de
animales primables se incrementa en un 20 por ciento, alcanzando los
niveles habituales en el ámbito europeo.

Por último, la cuota láctea, fijada en 5.567 millones de toneladas
antes de Berlín, recibe ahora un suplemento de 550.000 toneladas para
romper el tope artificial de la inicial negociación de 1985.

La nueva reglamentación del vino nos permite la ampliación del
cultivo y una ayuda de 21.500 millones de pesetas anuales para
mejorar las viñas cuyo arranque se impulsaba hasta hace tres años.

Entre arrancar y plantar más y mejorar, se extiende la diferencia
entre la anterior situación y la presente.

El Consejo ha considerado que esta reforma puede llevarse a la
práctica con unos recursos medios anuales de 40.500 millones de
euros, más otros 14.000 millones de euros destinados al desarrollo
rural y a las medidas veterinarias y fitosanitarias a lo largo del
período.

Señorías, por lo que se refiere a los fondos estructurales y de
Cohesión el Consejo ha aprobado un total de 213.000 millones de euros
para el nuevo período de perspectivas financieras. Este volumen de
gasto consolidará el esfuerzo global realizado por la Unión en este
ámbito. El Consejo considera que el nivel adecuado de los créditos
que ha de consignar en las perspectivas financieras para los fondos
estructurales, incluido el apoyo transitorio, las iniciativas
comunitarias y las acciones innovadoras, deberá ser de 195.000
millones de euros.

La mayor concentración de los fondos en las zonas más necesitadas se
logrará mediante una reducción sustancial del número de objetivos a
tres. El Objetivo 1 consistirá en la promoción del desarrollo y
ajuste estructural de las regiones de desarrollo más lento. Serán
regiones del Objetivo 1 aquellas cuyo producto
bruto per cápita sea inferior al 75 por ciento de la media
comunitaria y las regiones ultraperiféricas. El Objetivo 2 respaldará
la reconversión económica y social de las zonas que se enfrentan a
problemas estructurales. Entre ellas se cuentan las que atraviesan
cambios económicos y sociales en los sectores de la industria y los
servicios, las zonas rurales en declive, las zonas urbanas con
dificultades y las dependientes de la pesca en crisis. Las acciones
relativas al sector de la pesca que se lleven a cabo fuera de las
regiones del Objetivo 1 recibirán una aportación del Instrumento
Financiero de Orientación de la Pesca (IFOP), que ascenderá a 1.100
millones euros a lo largo del período. Se prestará apoyo transitorio
a las regiones y zonas y que no reúnan los criterios pertinentes para
recibir ayudas de los Objetivos 1 y 2. El período transitorio
finalizará en el año 2005. Se consideran una serie de situaciones
particulares para el período 2000-2006, que han sido fundamentales
para llegar a un acuerdo de cierre de la Agenda 2000. La cantidad
asignada a España como consecuencia de estas situaciones particulares
asciende a 200 millones de euros. La asignación de los recursos a los
Estados miembros para los Objetivos 1 y 2 se hará según
procedimientos transparentes, aplicando los siguientes criterios y
objetivos: población destinataria, prosperidad regional, prosperidad
nacional y gravedad de los problemas estructurales, especialmente el
nivel de desempleo. Se alcanzará un equilibrio adecuado entre
prosperidad regional y nacional.

Para el Objetivo 3 el desglose por Estados miembros se hará
principalmente en función de la población destinataria, la situación
del empleo, la marginación social, los niveles de educación y
formación y la participación de la mujer en el mercado laboral. En
cada Estado miembro el total de ingresos anuales en concepto de
intervenciones estructurales, es decir, incluido el Fondo de
Cohesión, no deberá superar el 4 por ciento del producto bruto
nacional.

Señorías, la tasa de cofinanciación de los fondos estructurales queda
sujeta a los siguientes límites: entre el 50 y el 75 por ciento para
el Objetivo 1, cifras que podrán incrementarse hasta el 80 por ciento
para los países de la cohesión. Entre el 25 y el 50 por ciento para
las regiones de los Objetivos 2 y 3.

El Consejo Europeo ha reconocido que siguen siendo válidos hoy en día
los objetivos fundamentales del Fondo de Cohesión. El Consejo ha
aceptado asimismo que se puedan acoger al Fondo de Cohesión los
Estados miembros con un producto bruto per cápita inferior al 90 por
ciento de la media de la Unión, con un programa tendente a satisfacer
los criterios de convergencia económica, aunque participen en la
moneda única. El nivel global de recursos disponibles para el Fondo
de Cohesión será de 18.000 millones de euros.

La dotación de la ayuda para los Estados miembros participantes en el
euro se adaptará con el fin de tener en cuenta el incremento de la
prosperidad nacional conseguido en el período anterior. En razón de
este principio, España participará en la dotación del fondo



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para el nuevo período con un porcentaje del 62 por ciento en vez del
55 por ciento actual. En el año 2003 se revisará la idoneidad para
acogerse el Fondo de Cohesión con arreglo al criterio del 90 por
ciento del producto bruto comunitario. Por lo que respecta al
criterio de convergencia, seguirán siendo de aplicación las
disposiciones actuales sobre la condicionalidad macroeconómica. El
porcentaje de cofinanciación comunitaria con cargo al Fondo de
Cohesión se mantendrá entre el 80 y el 85 por ciento del gasto
elegible.

Señorías, el espíritu que animaba a algunos líderes europeos cuando
acudieron a los Consejos Europeos de Viena, Petersberg o el mismo
Berlín se basaba, entre otras, en las siguientes ideas: congelación
fiscal; reducción de los recursos para algunas políticas comunes;
cofinanciación nacional de las ayudas directas a los agricultores;
reducción gradual de las ayudas por cultivos y niveles de renta de
los agricultores; recorte de los gastos estructurales; pérdida del
carácter privilegiado de los gastos estructurales; eliminación del
criterio de prosperidad nacional en la distribución de los fondos del
Objetivo 1; pérdida de beneficios de regiones ultraperiféricas;
desaparición del Fondo de Cohesión para los países participantes en
la moneda única; y corrección de los saldos presupuestarios negativos
de algunos Estados miembros mediante un sistema regresivo de cheques
generalizados. Todo ello en el momento en que ya se ha iniciado la
andadura del euro y se prepara la ampliación a los países del centro
y del este de Europa.El objetivo que se quería alcanzar era reducir y
reorganizar el gasto y reestructurar el ingreso para beneficiar a
unos países determinados que se encontraban insatisfechos con su
balance presupuestario con la Unión.

En este contexto la posición española se ha basado en la defensa
conjunta del proyecto europeo y los legítimos intereses nacionales.

Por ello, en el Consejo de Berlín hemos defendido los principios que
han inspirado hasta ahora el modelo de construcción europea, la
existencia de un sistema de ingresos justo y equitativo que hiciera
desaparecer los actuales elementos regresivos del sistema de recursos
propios y el mantenimiento de las políticas de solidaridad.

Los resultados obtenidos han sido los siguientes. La Unión Europea
dispondrá de un volumen total de recursos para todo el período y para
el conjunto de políticas comunitarias de unos 686.000 millones de
euros; esto es, 114,1 billones de pesetas de 1999. De esta cantidad,
unos 22.000 millones de euros, es decir, 3,7 billones, serán gastos
de preadhesión y 33.000 millones de euros, es decir, 5,5 billones,
gastos de adhesión que serán financiados por los actuales quince
Estados miembros.

En el período 1993-1999 se ha dispuesto de unos 550.000 millones de
euros, es decir, 91,5 billones de pesetas, de recursos totales, lo
que significa que el crecimiento entre ambos períodos es del 24,5 por
ciento. De los recursos totales cerca de 298.000 millones de euros
(49,6 billones de pesetas) se dedicarán a los gastos
de la política agraria común de los Quince y 213.000 millones de
euros (13,4 billones de pesetas) al gasto estructural de los Quince.

14.000 millones de euros (2,3 billones de pesetas) destinados a
desarrollo rural estarán incluidos en el nuevo período como gasto
agrario en vez de como gasto estructural. De homogeneizar las cifras,
los datos anteriores serían 284.000 millones de euros para la
política agraria y 227.000 para la política estructural. Las cifras
del período actual son 284.000 millones de euros (47,3 billones de
pesetas) y 215.000 millones de euros, es decir, 35,8 billones de
pesetas, lo que supone que entre ambos períodos se ha estabilizado el
gasto agrario y se producirá un incremento, en términos homogéneos,
del gasto estructural del 5,6 por ciento.

La ampliación de las políticas comunitarias durante el nuevo período
permitirá que España obtenga un saldo neto positivo de unos 49.700
millones de euros para los años comprendidos entre 2000 y 2006; 8,3
billones de pesetas, o lo que es lo mismo, 1,2 billones por año. No
obstante, destinaremos unos 1.800 millones de euros de esa cuantía
(unos 300.000 millones de pesetas) a financiar nuestra parte de la
preadhesión y la adhesión si finalmente se produce en el año 2002,
como está previsto.

La comparación del saldo neto previsto para el próximo septenio con
los aproximadamente 43.000 millones de euros del septenio actual
aprobado en Edimburgo arroja una diferencia positiva del 10,7 por
ciento, es decir, que por cada 10 pesetas actuales de saldo positivo
obtendremos en el nuevo período una más. Las cifras anteriores se
obtienen a partir de unos retornos totales de unos 95.000 millones de
euros, unos 15.000 millones de euros más que en el septenio 1993-
1999, y unas aportaciones a la Unión de unos 47.000 millones de
euros, unos 10.000 millones de euros más que en el período anterior,
de los cuales, como he dicho, 1.800 estarán destinados, si se produce
definitivamente en su fecha, a satisfacer nuestra cuota de los gastos
de preadhesión y de adhesión.

En materia de gasto agrario, España recibirá unos 35.000 millones de
euros, es decir, 5,8 billones de pesetas para todo el período, lo que
supone unos 1.800 millones de euros, unos 300.000 millones de pesetas
más que en el septenio actual. No obstante, dado que las reformas
actuales reestructurarán favorablemente para España el gasto total
agrario, el gasto final total podrá alcanzar más de 39.000 millones
de euros, es decir, 6,5 billones de pesetas. Esta cifra representaría
un incremento respecto al septenio 1993-1999 del 18,2 por ciento.

Como he dicho, en Berlín se ha incrementado el rendimiento histórico
de cereales, las primas del sector vacuno o las cuotas del sector
lácteo y, finalmente, una nueva reglamentación del vino.

El gasto estructural en España dispondrá de recursos para el nuevo
septenio por un montante global superior a los 57.000 millones de
euros (9,5 billones de pesetas). Esta magnitud se incrementaría a
cerca de59.000 millones de euros (9,8 billones de pesetas) de



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tenerse en cuenta el desarrollo rural que aparece recogido para el
nuevo período en la rúbrica destinada al gasto agrícola. Esto
supondría un incremento del gasto estructural del 5,6 por ciento
respecto a los 54.000 millones de euros (9 billones de pesetas) que
se obtendrá en el septenio 1993-1999.

Señorías, el gasto estructural constituye la base de la política
regional y de la política de cohesión comunitaria. Su misión es
impulsar el desarrollo de las regiones y países más atrasados. Se
materializa, como sabemos, en infraestructuras físicas y mejora de
los factores de producción, para favorecer el desarrollo, facilitando
así la creación de un nuevo tejido productivo, del empleo y de la
competitividad de las empresas.

España ha defendido la continuidad del Fondo de Cohesión en su
configuración actual y ha conseguido que la combinación de la
dotación del fondo y el incremento del reparto para España nos
proporcione prácticamente el mismo nivel de ayudas que nos
proporcionará el período actual. Así, los retornos del Fondo de
Cohesión supondrán casi 11.200 millones de euros, frente a 10.300
fijados para el período 1993-1999, lo que supone un crecimiento del
8,5 por ciento.

Dos últimas consideraciones, por último, respecto a los fondos
estructurales. La primera es que se han evitado modificaciones en las
reglas que rigen la política regional comunitaria que, de haber
prosperado, hubieran podido producir pérdidas apreciables en nuestra
capacidad de absorción de fondos con nuestro actual modelo de gestión
interna. Así, la eliminación del criterio de prosperidad nacional en
la distribución de fondos entre países habría supuesto para España
una asignación inferior a unos 3.000 meuros para el conjunto del
período. Por su parte, la pérdida de la condición de objetivo de
gasto de los créditos para acciones estructurales habría podido
suponer para España una pérdida, si bien imposible de cuantificar en
este momento, muy notable a lo largo del período. La segunda, es que
al haberse alcanzado en Berlín un acuerdo se ha evitado que varias
comunidades puedan quedar desplazadas del Objetivo 1, lo cual hubiese
supuesto unas pérdidas en torno a 4.600 millones de euros para todo
el período. Adicionalmente, esto nos permitirá realizar todos los
trabajos de preparación y aprobación del Plan de desarrollo regional
en lo que queda de año, de modo que cuando comience el nuevo período
de perspectivas financieras se pueda iniciar la absorción de los
fondos correspondientes al período de ayudas 2000-2006.

Señorías, la negociación que ha culminado en el Consejo de Berlín ha
sido extraordinariamente compleja y difícil. El clima político
europeo en esos meses ha sido muy distinto del de años anteriores,
cuando había un consenso en que el presupuesto de la Unión debería
crecer. En un contexto de peticiones generalizadas de recortes
presupuestarios y mecanismos correctores de carácter regresivo,
España ha contribuido a salvar el principio de solidaridad en la
Unión, expresado a través de los fondos estructurales y del Fondo de
Cohesión, y a fortalecer una política agraria que eleve la
renta de los agricultores, al tiempo que se hacen las necesarias
reformas.

Nos hubiera gustado ir aún más lejos en el esfuerzo de dotar a la
Unión de medios para la ingente tarea que se avecina. Otros, sin
embargo, con una actitud hacia Europa no siempre coherente con la
filosofía que pregonan en el orden nacional, han preferido limitar el
alcance de su ambición. En todo caso, creo que en la madrugada del 25
al 26 de marzo hay un acuerdo globalmente equilibrado que permite,
cuarenta y dos años después de la firma del Tratado de Roma,
proseguir el desarrollo de la construcción europea hacia metas cada
vez más ambiciosas.

En definitiva, el Consejo ha logrado un acuerdo equilibrado sobre las
financias de la Unión que nos permite mirar con confianza el futuro y
continuar la tarea de construir una Europa a la medida de los deseos
de los ciudadanos. Tenemos ahora delante de nosotros una tarea
apasionante y un calendario para cumplirla cuyos jalones más
importantes aparecen claramente en el horizonte: el Consejo Europeo
de Colonia, donde tendremos que hablar de reformas institucionales,
y por supuesto espero que también, después de la cumbre de la Alianza
Atlántica en Washington, de la política exterior y de seguridad
común; el Consejo en Tampere, donde desarrollaremos el espacio de
libertad, seguridad y justicia, es decir, el tercer pilar de la
Unión; y el de Helsinki, donde seguiremos hablando del funcionamiento
de las instituciones. Todo ello con vista a construir una Europa
coherente que pueda hacer frente a ese desafío histórico de la
ampliación.




El Gobierno sigue pensando que los logros ya alcanzados por la Unión,
en particular la moneda única, así como los desafíos que nos trae el
tercer milenio requieren una profundización de la integración
europea. Y que una Europa más integrada constituye el marco más
idóneo para que España desarrolle plenamente sus aspiraciones de
afianzar la paz, la prosperidad y la libertad en España, en Europa y
en el mundo. En pos de ello seguiremos luchando y para esa lucha,
señorías, espero contar con su apoyo. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente del Gobierno.

Por el Grupo Socialista tiene la palabra su portavoz, el señor
Borrell.




El señor BORRELL FONTELLES: Señor presidente, señorías, la fuerza y
la grandeza de la democracia residen en la información y el debate,
especialmente en los momentos difíciles, pero lo ocurrido el pasado
miércoles, que culmina hoy con este esperpéntico debate dúplex en el
que el Gobierno y sus socios nos obligan a mezclar la guerra con el
cultivo del girasol, demuestra que usted, señor Aznar, no comparte
este principio. Usted prometió hacer del Parlamento el centro de la
vida política y dotarle de capacidad para que el presidente del
Gobierno respondiese a interpelaciones



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de especial relieve. Y en esta ocasión, como tantas otras veces,
usted ha demostrado cuán vana es su palabra y el respeto que le
merece la confianza de sus electores.




Señor Aznar, su Gobierno ha sido el último en dar una explicación
improvisada y balbuceante sobre lo que estaba pasando en Kosovo.

(Aplausos.) Es usted el último jefe de Gobierno europeo en comparecer
ante su Parlamento, y cuando lo hace superpone dos debates sobre dos
cuestiones de gran importancia, pero que nada tienen que ver entre
sí. Usted trata de eludir el debate sobre los resultados de la cumbre
de Berlín tras el fragor de los bombardeos en Yugoslavia. Su largo
silencio y la absurda acumulación de dos debates en uno no son sino
una nueva manifestación de su desprecio al Parlamento, de su falta de
sensibilidad democrática y de su respeto a los ciudadanos.

(Aplausos.)
Ya que es imposible dedicarle, como merece, un debate específico a la
cuestión, empecemos hablando de Kosovo, de lo que desgraciadamente me
temo que tendremos que volver a hablar. Quisiera estructurar mi
intervención en torno a cuatro cuestiones. Primero, la importancia y
trascendencia de lo que está ocurriendo; después, nuestra
responsabilidad como principal partido de la oposición; seguidamente,
nuestra crítica sin paliativos a la forma cómo usted y su Gobierno se
han comportado y, finalmente, nuestra preocupación sobre algunos
aspectos de esta intervención militar.

Señorías, lo que está ocurriendo en Kosovo es de una extraordinaria
importancia, lo que está pasando allí marcará el futuro de Europa
mucho más que los saldos financieros de la Agenda 2000. Definirá la
forma en la que Europa resolverá sus conflictos el próximo siglo y
sus relaciones con Rusia. Definirá lo que los europeos estamos
dispuestos a asumir colectivamente y aquello que estamos dispuestos a
rechazar. Definirá el papel de la OTAN que, por primera en cincuenta
años de existencia, ataca sin mandato expreso de la ONU a un país
soberano que no la amenaza ni amenaza a un país vecino.

Desde este punto de vista, lo que ocurre no es comparable a lo de
Irak, agresor de Kuwait, ni siquiera a lo de Bosnia, cuyo Gobierno
desde Sarajevo había pedido ayuda. Para la historia de Europa y de la
alianza trasatlántica estamos ante un hecho excepcional y
excepcionalmente grave y por eso su silencio, señor Aznar, es
especialmente irreponsable. Los países occidentales, y España con
ellos, han asumido una gran responsabilidad cuando el martes por la
tarde el secretario general de la OTAN anunció que iban a iniciarse
los bombardeos contra la República Federal de Yugoslavia, pero el
secretario general de la OTAN responde ante los gobiernos de la
Alianza y son los gobiernos de cada país miembro los que tienen que
responder ante los ciudadanos de su país. Es usted quien debería
haber acudido a explicárselo a los españoles dentro y fuera del
Parlamento, como lo hicieron sus colegas, que también estaban
convocados en Berlín.

Señorías, nuestra responsabilidad como principal partido de la
oposición es clara. Ante esta cuestión de Estado quiero dejar bien
claro nuestro apoyo, como ya hice público el jueves, a la decisión
tomada por nuestros aliados, por la propia OTAN, y supongo que por
ustedes mismos ¿o no, señor Aznar? Se lo pregunto porque parece usted
comportarse más como un subordinado que como un aliado, y más que un
socio parece usted ser un simple proveedor de servicios. (Rumores.-
Aplausos.) Un proveedor de servicios al que, por cierto, ni siquiera
se le encuentra al teléfono en el momento oportuno. No había más que
oír las explicaciones de su ministro de Defensa, convertido en la
quintaesencia de la nada, asegurando, como quien pide disculpas o
trata de escurrir el bulto, que le habían pedido cuatro -se refiere
aviones- y que había mandado cuatro, como si España no hubiese
participado en la decisión, como si alguien lo hubiese decidido y
nosotros obedientes hubiésemos mandado cuatro, lo que nos pedían.

Señorías, apoyamos esta decisión militar sabiendo que es un mal
necesario, lo hacemos sin alegría ni entusiasmo, porque sabemos que
hay veces en las que la inacción conlleva más daño que actuar.

Creemos que, a pesar de todos los pesares, esta es una de aquellas
ocasiones en las que hay que asumir decisiones difíciles. Sabemos que
era irreversible, que teníamos que hacerlo después de que Milosevic
se negase a ratificar los acuerdos de Rambouillet y de que el régimen
serbio hubiese procedido a la anulación de la autonomía kosovar.

Después de que la comunidad internacional fuese acusada de pasividad
y de impotencia ante la catástrofe humanitaria de Bosnia, esta misma
comunidad no podía permanecer impasible ante otra situación parecida
y el destino trágico de dos millones de albanokosovares. Tolerar, no
hacer nada hoy hubiera sido tener que intervenir más tarde de forma
más masiva y más grave todavía. Por ello apoyamos la acción
emprendida, porque sabemos que en el fondo lo que está en juego es
una cierta concepción de Europa. Está en juego si Europa está
dispuesta a evitar el retorno de la barbarie en el continente, si
está dispuesta o no a oponerse a las violaciones graves de los
derechos humanos. Dar una respuesta positiva y no retórica ha hecho
inevitable esta intervención.

Quiero también hoy respaldar a nuestros hombres de las Fuerzas
Armadas que participan en una difícil misión, con riesgo de su vida,
demostrando su preparación y su profesionalidad. Pero el respeto y el
apoyo que nos merecen nuestras Fuerzas Armadas va junto a la crítica
que nos merece el comportamiento del Gobierno. Usted ha hecho una
grave dejación de sus responsabilidades ante el Parlamento y ante los
ciudadanos. Su primera declaración en Berlín fue tardía y
superficial, no sirvió para tranquilizar a los españoles ni podía
sustituir a su obligación de comparecer ante el Parlamento. Sí, ya
sabemos que estaba usted en Berlín, pero colegas suyos que estaban
también en Berlín comparecieron ante sus Parlamentos la semana
pasada, en



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la mayoría de los casos con debates previos al inicio de los ataques.

Clinton, el propio miércoles, habló dos veces por televisión y
convocó en la Casa Blanca a los representantes de los partidos;
Schröder se dirigió al país por televisión y hubo un debate
parlamentario; Chirac se dirigió al país antes de los ataques y
Jospin, que también estaba en Berlín y acabó como usted a las 6 de la
mañana, a las 11 de la mañana estaba en el Parlamento francés
informando a los diputados mientras usted estaba inaugurando una
exposición de Goya. (Aplausos.)
En todas partes: en Estados Unidos, en Alemania, en Francia, en
Italia, sus gobiernos han ido donde tenían que ir a explicar lo que
tenían que explicar; pero usted ha guardado silencio, escurriendo el
bulto y rehuyendo las cámaras de televisión, mandando a su ministro
deprisa y corriendo el viernes, ante la presión mediática y los
reproches que le llovían de todas partes ante su silencio. Mientras
tanto, por primera vez, aviones de guerra españoles volaban sobre
Yugoslavia participando en una misión de combate y usted era
arrastrado por el dogal hasta el Parlamento en una imagen deplorable.

(Aplausos.)
Señorías, esta crisis ha puesto de manifiesto, aparte de su especial
talante político, que existe un claro déficit en los mecanismos
institucionales de relación entre el Parlamento y el Gobierno ante
situaciones de estas características. Ello nos obliga a trasladar
próximamente a los grupos parlamentarios una propuesta para
establecer mecanismos específicos de consulta al Parlamento en
supuestos de participación o de colaboración de España en operaciones
militares, especialmente en aquéllas que conlleven el uso de la
fuerza para que lo ocurrido, señor Aznar, no se vuelva a repetir.

Quiero acabar mi intervención sobre este aspecto del debate de hoy
lamentando de nuevo, señor presidente, que tengamos que subsumirlo en
otra cuestión igualmente importante, con algunas reflexiones sobre
varios aspectos preocupantes de esta intervención que sería necio
ocultar. Señorías, estamos apoyando dicha intervención porque sabemos
que no tenía alternativa, pero también sabemos que la acción militar
no es un fin en sí misma y sólo podemos aceptarla a falta de otra
solución. Es el momento de proclamar alto y fuerte que nuestro
objetivo es el de un Kosovo pacificado, es la cohabitación entre
kosovares y serbios; que la democracia se desarrolle en los Balcanes
y que los Balcanes puedan ser una parte integrante de la Europa
moderna. Le reclamamos seguir trabajando con nuestros aliados
europeos y americanos y también con Rusia, que, a pesar de su actual
actitud, es una parte indispensable para la solución del conflicto.

Tampoco podemos ignorar que, seis días después de iniciados los
bombardeos, existen muchas más preguntas que respuestas, y que se
elevan voces cualificadas dentro y fuera de nuestras fronteras que se
interrogan acerca del fundamento, de los riesgos, de los objetivos
y de las relación entre los medios y los fines de la decisión adoptada
por la OTAN, en la que participamos. Los
socialistas no compartimos todos estos análisis y objeciones, pero no
somos ni sordos ni ciegos y debemos atender a argumentos que están
planteados a veces con seriedad y rigor. Si usted sigue escamoteando
el debate de una forma inaceptable, si no explica el porqué, el cómo
y los riesgos que se asumen, si no gana a una mayoría de la opinión
pública, de nada valdrá la participación de España en esta operación.

Señorías, señor Aznar, usted y yo hemos explicado que aceptamos
bombardear un país porque creemos que el riesgo de no actuar es mayor
que el de actuar, pero el éxito no está garantizado. Los bombardeos
pueden no hacer ceder a Milosevic y, por el contrario, pueden
servirle de pretexto para acentuar su ofensiva y con ella las
matanzas y la limpieza étnica; sería necio negar este riesgo. Tampoco
se puede negar el riesgo de que Milosevic no retome la vía
diplomática que permanece abierta para él. Creo que debe usted
analizar ese riesgo -supongo que lo habrá hecho- y contestar a una
serie de preguntas que se hacen los españoles, con razón, sobre la
posible evolución del conflicto. ¿Cuáles son los fines militares
conseguidos y cuál la correspondencia entre los fines y los medios
empleados? ¿Cuál es la vía de salida a este conflicto? ¿Hay algún
signo que indique que Milosevic está flaqueando ante el castigo que
recibe de las fuerzas aéreas de la OTAN? ¿Qué ocurriría si Milosevic
no aceptase lo que se le está exigiendo? ¿Cuáles son las previsiones
que se han hecho ante una posible escalada del conflicto? ¿Qué opina
la OTAN, qué planes de contingencia ha hecho para esta eventualidad?
¿Qué efectivos harían faltan para una posible intervención terrestre?
¿Participaríamos en ella? ¿Qué planes hay para favorecer una
alternativa democrática en Yugoslavia? ¿Se está desarrollando una
verdadera política europea para la región?
Señor Aznar, tiene usted que contestar esas preguntas. Ahora es la
ocasión, habrá otras, sin duda, pero este es el momento en el que
usted, aparte de su habitual vacua retórica, tiene que abrir el
necesario debate sobre una cuestión a la que la democracia española
no puede permanecer ajena. Y espero que no se ampare en sus
respuestas en el hecho de que el secretario general de la OTAN es un
socialista español. Él tiene su responsabilidad y usted la suya.

Señor presidente, este Congreso tiene el derecho y el deber de hacer
un seguimiento continuo de esta crisis, tanto en las reuniones
conjuntas de las comisiones de Exteriores y Defensa como en los
plenarios correspondientes. Su silencio, señor Aznar, no puede volver
a repetirse. La dejación de sus responsabilidades ante el Parlamento
y ante los ciudadanos supone un vaciamiento de la democracia
representativa que no podemos tolerar. Todo el país ha estado
hablando durante una semana de lo que ocurría en Kosovo; en todas
partes menos aquí, en el Parlamento. Exactamente lo mismo que está
ocurriendo, señor Aznar, con el País Vasco.

Ahora pasemos, puesto que así es obligado, a debatir los acuerdos
sobre la cumbre de Berlín y sobre la



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Agenda 2000. Es importante que la voz de la oposición se pueda
levantar en el Parlamento y, con un poco de suerte, hasta podemos
arañar algunos segundos de telediario. Porque, desde el final de la
cumbre de Berlín, la televisión, la radio pública y los medios
privados por usted controlados, su Gobierno y sus socios, se han
esforzado en presentar a la opinión pública tres ideas, que han
repetido insistentemente con la pretensión de convertir en realidad
la reiteración y la manipulación de cifras y de hechos.

Usted ha pretendido presentar la cumbre de Berlín como un gran éxito
basado en un acuerdo razonable, equilibrado, compensatorio y justo,
que representa más dinero para España. Este es el lugar y esta es la
ocasión para contrastar imágenes y realidades, para contrastar la
propaganda y la manipulación, por una parte, y los hechos y los
datos, por otra, para que la opinión pública pueda tener el contraste
democrático que permita a los ciudadanos hacerse su propia opinión.

Sé que es un debate árido y difícil, usted lo ha hecho especialmente
árido, pero creo que es importante contrastar claramente algunas
circunstancias que pongan de relieve su inmensa capacidad de engañar,
su absoluta capacidad de mentir, el permanente falseamiento de la
realidad. (Protestas.-Aplausos.)
Decían ustedes que había que comparar y valorar los resultados. Pues
bien, aquí estamos para hacerlo. ¿Qué ha ocurrido en Berlín,
señorías? Lo que ha ocurrido es una clara ruptura de la política de
cohesión pactada en Edimburgo. Lo que ha ocurrido es que el esfuerzo
financiero del acuerdo recae fundamentalmente sobre España y sobre
Italia, a quien se compensa, por cierto, con el nombramiento de
Prodi, como presidente de la Comisión. Contrasta con el no esfuerzo
que hacen países como el Reino Unido, como Francia, Bélgica y
Dinamarca, y con la mejora de posición relativa de los países que
pedían compensaciones. Finalmente, lo que ha ocurrido en Berlín
prejuzga de forma muy negativa para nuestro país la financiación de
la futura ampliación.




Sí, señorías, en Berlín se ha roto la política de cohesión pactada en
Edimburgo, ha marcado un cambio de rumbo en la construcción europea,
se ha perdido el impulso europeísta de Edimburgo que protagonizaron
Delors, Mitterrand y González, rompiéndose los acuerdos allí
pactados. El presupuesto europeo se reduce en un 8 por ciento en las
rúbricas destinadas a la cohesión y a la política exterior. Esa es la
realidad. La realidad, señor Aznar, es que, entre 1988 y 1999, en dos
períodos, se duplicaron los fondos estructurales dos veces; entre
1992 y 1999, en siete años, los fondos estructurales y el Fondo de
Cohesión se duplica; que se reduce el peso relativo de la PAC y que
aumenta el peso de la política estructural. Es un cambio, era un
cambio muy importante. En Berlín, usted ha recorrido el camino
inverso. Las políticas presupuestarias de cohesión reducen su peso,
bajan un 7 por ciento; las agrícolas aumentan un 6 por ciento. Se
recorta la política exterior, se regresa en los objetivos
europeístas, se retorna
a tendencias renacionalizadoras carentes de objetivos integradores.

Con usted, España ha ido pasando, poco a poco, o aprisa aprisa, de
aportar soluciones, equilibrios, ideas y propuestas a una España que
pone problemas, rompe consensos, bloquea negociaciones y se acaba
rindiendo.

Dígame, señor Aznar, qué ha pasado de verdad con el Fondo de
Cohesión. ¿Se acuerda de aquél que consiguió González a base de
pedir? Ustedes han tenido la desfachatez de proclamar que habían
ganado porque habían conseguido que nuestra participación en el fondo
pasase del 55 al 62. El señor Rato lo explicó desde Venecia. Pero
ustedes han ocultado que la cuantía global del fondo ha pasado de 21
a 18. Sólo cuentan una parte de la historia y ocultan la que no les
conviene. Han conseguido, dicen, una parte más importante del pastel,
pero ocultan que el pastel es más pequeño, y una parte más grande de
un pastel más pequeño puede ser menos que lo que tenían antes, que es
lo que ha pasado. (Aplausos.-Un señor diputado: ¡Entérate mejor, que
no te aclaras!) Sí, señor Aznar. (Protestas.) Dice usted que ha
conseguido pasar...




El señor PRESIDENTE: ¡Un momento, señorías! ¡Un momento, señorías!
¡Señorías, silencio por favor! Silencio. Un momento. ¡Silencio,
señorías!
Adelante, señor Borrell.




El señor BORRELL FONTELLES: Muchas gracias, señor presidente.

Comprendo que se enfaden ustedes al ponerles de manifiesto la
magnitud de su trampa. ¿Es verdad o no que el Fondo de Cohesión baja
de 21 a 18? Es verdad. El pastel es más pequeño. Esto significa casi
medio billón de pesetas menos sobre el período. Ustedes dicen que han
subido del 55 al 62, ustedes lo dicen, pero leyendo el acuerdo no
aparece por ninguna parte, como, por cierto, hoy denuncia un
periódico. España rechaza las conclusiones de la cumbre porque no
recogen todos los acuerdos. No hemos encontrado en ninguna parte del
acuerdo que la participación pasa del 55 al 62. Pero, suponiendo que
fuera cierto, no es menos cierto que el fondo baja del 21 al 18. ¿Por
qué nos engañan? ¿Por qué ocultan parte de la verdad? ¿Por qué
mienten sistemáticamente? ¿Por qué explica usted, señor Rato, que ha
aumentado su participación en el fondo y se calla que el fondo es más
pequeño? (El señor Robles Fraga: ¡Qué cursi eres!) No, no es una
cursilería, es la realidad. (Risas.) El 62 por ciento de 18 debe
compararse con el 55 por ciento de 21.

Además, señorías, además, ustedes han aceptado condicionantes en el
fondo que no estaban previstas en el Tratado. Dan una sensación de
debilidad, que no es lo peor. Usted ha aceptado que se diga lo que no
decía el Tratado, es decir, que las ayudas a los países miembros
participantes en el euro se adapten para tener en cuenta la
prosperidad nacional conseguida en el período anterior. Y eso, que no
está en el Tratado, lo aceptan. Y nos discrimina negativamente. ¿Se
da cuenta de



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que ha aceptado usted que un país fuera del euro, con crecimientos
superiores a los nuestros, tendrá un trato mejor que nosotros en este
fondo? Yo le invito a que diga en la tribuna cuántas pesetas más va a
obtener usted en el Fondo de Cohesión. Dígalo. Porque la impresión
que se han llevado los españoles es que usted había mejorado la
situación. Multiplique usted y díganos qué parte del pastel, la
cuantía del pastel y el trozo que le corresponde a España. (Un señor
diputado: No lo sabe.) ¿Qué le ha pasado al acuerdo agrícola, señor
Aznar? Le ha pasado que el Consejo de Ministros de Agricultura ha
sido de nuevo desautorizado, que se han restringido de nuevo los
fondos dedicados a la política agraria común y que lo que usted ha
brindado con champaña, a través de su ministra, significa 100.000
millones menos de renta para los agricultores españoles cada año.

(Aplausos.-Protestas.) No comprendo por qué se enfadan ustedes. Es la
realidad, 100.000 millones de pesetas menos de renta agraria cada
año. Ciertamente, tan brillante acuerdo merece brindar con champaña.

Es cierto que han conseguido ustedes mejorar la cuota láctea, pero
también han conseguido ustedes que la mejorara Francia. Lo que se
gana por cantidad se pierde por disminución de los precios de
referencia y por la mayor competencia que nos harán agriculturas más
competitivas. ¿Y qué ha pasado con los fondos estructurales, señor
Aznar? Pues que ha renunciado a que se diga que se mantiene el 0,46
del PIB comunitario destinado a esta política, porque este compromiso
tampoco aparece en las conclusiones de la cumbre. Y aquí es donde su
capacidad de mistificación ha llegado a lo que podríamos denominar un
verdadero insulto a la inteligencia. Ustedes proclaman que han
conseguido mejorar la situación española y, para hacerlo, comparan la
media del período con lo que van a recibir en el futuro. Díganos: ¿el
año 2000 vamos recibir más o menos que en el año 1999? La respuesta
es menos. Y en el 2001 ¿más o menos que en el 2000? La respuesta es
menos. ¿En el año 2002? Menos. A partir de ahora, cada año vamos a
perder transferencias europeas, hasta un total del orden de 200.000
millones/año en fondos estructurales y 100.000 millones/año en fondos
agrícolas. Eso es lo que usted llama ganar, señor Aznar. Ya sabemos
cuál es la trampa estadística que usted ha utilizado, comparar la
media del período con el futuro. Pero esto es como si alguien subiese
los siete peldaños de una escalera y, al llegar al último, midiese la
evolución posterior de su trayectoria, no por la altura del último
escalón, sino por la altura media de los siete. Y así se tiene usted
engañado a sí mismo creyendo que está subiendo, cuando en realidad
está bajando. (Aplausos.)
Si a un trabajador, después de siete años en una empresa, le dijeran
que su suerte va a mejorar extraordinariamente en el futuro y viese
que el año siguiente iba a perder retribución, y al otro más, y al
otro más, y al otro más, ¿usted cree que diría que ha ganado? Eso es
lo que le ha pasado a usted. Sí, sí, consulte sus
notas, consúltelas, que le hará bastante falta. Porque no podrá usted
explicar ese famoso 15 por ciento de incremento en los retornos
europeos, que no es más que una burda trampa aritmética, que consiste
en comparar lo que ocurrirá con la media de lo que ocurrió. Y, si
sale usted medianamente bien librado recurriendo a trampas
estadísticas, ¿sabe por qué es? Porque el pedigüeño consiguió crecer
mucho más aprisa de lo que usted se ha visto obligado a decrecer.

(Protestas.- Aplausos.)
Señor Aznar, su imagen patética... (Continúan las protestas.-Un señor
diputado: ¡Con quién le va a comparar usted!)



El señor PRESIDENTE: Por favor, señorías. ¡Silencio! ¡Silencio,
señorías! Un momento, señor Borrell, un momento. ¡Señorías!



El señor BORREL FONTELLES: Señor Aznar, su imagen patética, digna del
mejor guiñol, diciendo: A la una, dije no; a las dos, dije no; a las
tres, dije no; a las cuatro, dije no y a las seis, dije sí, no
consigue evitar la realidad. Y la realidad es que ustedes habían
dicho que la propuesta de la Comisión era la única base de
negociación aceptable. ¿Y cuál es la realidad comparado con eso? La
Comisión propuso para el septenio 218.000 millones de euros; usted ha
aceptado 195.000. De esta reducción ¿cuánto le tocará a España?
¿Cuánto le tocará cada año? Está entre 100.000 y 200.000 millones de
pesetas. Además, usted sabe que cada año va a salir perdiendo, que
cada año va a ser peor que el anterior. Que, si dibujasen ustedes en
un gráfico la evolución entre el año 1992 y el 2000, verían que en
ese período se ha duplicado y que entre el 2000 y el 2006 vamos a
perder un 25 por ciento de las aportaciones en fondos estructurales
del año 1999. (El señor vicepresidente segundo del Gobierno y
ministro de Economía y Hacienda, de Rato y Figaredo, hace signos
negativos.) Sí, señor Rato, sí. No diga usted que no, porque sabe que
es perfectamente cierto. (Protestas.)
Quiero hacer alguna referencia a Canarias, porque no todo son las
grandes cifras. ¿Por qué ha aceptado usted que se diga de Canarias
que se mantendrán las ayudas a la ultraperificidad en tanto que
Canarias no supere el 75 por ciento de la media comunitaria? ¿Se da
cuenta de que, con la redacción que ha aceptado usted, el día que
-esperemos que ocurra- Canarias supere ese porcentaje no podrá
esgrimir que es una región ultraperiférica para seguir recibiendo las
ayudas? ¿No se dieron cuenta de eso? ¿Tampoco se dieron cuenta de la
pedrea de los cheques para todos, que han roto la unidad de acción y
han desfigurado las políticas de cohesión, en esa especie de regalos
a todo el mundo para que todo el mundo se quede contento? ¿Cómo puede
usted justificar que Holanda, que tiene el mejor récord de desempleo
de la Unión, reciba 200 millones en esa especie de ayuda ad nominem?
Si Holanda recibe 200 millones, ¿cuántos le deberían tocar a España,
señoría? ¿Nos lo puede contar? ¿Sabe lo que ha pasado aquí?



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Que ustedes han aceptado que la ampliación al este la paguen los
países del sur, tal como les exigían los del norte. Han dilapidado
ustedes la herencia de los gobiernos socialistas. (Protestas.-
Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio! ¡Silencio!



El señor BORRELL FONTELLES: Les advierto que el truco de chillar sólo
funciona una vez. (Aplausos.)
Han dilapidado ustedes la herencia de los gobiernos socialistas. Su
triunfo, señor Aznar, consiste en haber pasado de la progresividad de
Edimburgo a la regresividad de Berlín. Y todo eso le ha ocurrido
porque usted realmente con quien ha estado negociando es con la
sombra de Felipe González. (Protestas.-Varios señores diputados: ¡El
fantasma!-Aplausos.) Ha pretendido, señor Aznar...




El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Borrell.

Señorías, no querría la Presidencia tener que empezar a llamar
nominalmente al orden. Les ruego que dejen que el señor Borrell vaya
concluyendo.

Adelante, señor Borrell.




El señor BORRELL FONTELLES: Muchas gracias, señor presidente. No
quisiera agotar el tiempo.

Eso es lo que ha ocurrido. El cheque inglés no desaparece; al
contrario, a nosotros nos costará más caro pagarlo. El límite de
gastos no se modifica. Además, es inútil, porque nunca se llegará a
conseguir con los límites impuestos en la política agraria, en la
política estructural. Perdemos en fondos estructurales del orden de
200.000 millones al año; 100.000 en fondos agrícolas. Hemos pasado de
una política de cohesión normada a un conjunto de regalos ad hoc para
que todo el mundo se quede contento. Las ayudas que se conceden en
algunos casos quedan completamente desvirtuadas por las que consiguen
otros. Usted pierde financiación y, lo que es más importante, pierde
influencia política. Lo que le ha ocurrido es porque estaba usted
solo antes, durante y después de la cumbre. Las bravatas lanzadas por
su ministro de Exteriores, asegurando que solamente el documento de
la Comisión era una base útil para conseguir acuerdos, se han visto
completamente desbordadas por la realidad. Sí, se pasó usted toda la
noche diciendo que no y al final consiguió 3.000 mecus más para
salvar la cara en el Fondo de Cohesión, que era el objetivo político
al que no podía usted renunciar. En Fondo de Cohesión nos hemos
quedado igual en la cuantía. No mejor, señor Rato, no mejor. Igual.

Porque el 62 por ciento de 18 es ligeramente inferior al 55 por
ciento de 21. Se lo repito por última vez. Pero hemos quedado peor en
la estructura del fondo, en los condicionantes políticos que regulan
su aplicación, en la perspectiva que afecta a Canarias.

En todos los elementos estructurales de la política financiera de la
Unión, España ha salido perdiendo. Y ustedes se han lanzado a una
campaña mediática, sin ningún respeto por la verdad ni por la
aritmética, intentando
cubrir un estrepitoso fracaso económico y político. Obsesionado
por el pasado no ha sido usted capaz de defender el presente y se ha
olvidado de garantizar el futuro; un futuro donde el Fondo de
Cohesión ha quedado hipotecado, donde la ampliación al este la
pagaremos los países del sur. Y, lo que es más grave, España ha sido
incapaz de aportar una sola idea que permitiese avanzar en la
construcción europea. Éste es el balance de Berlín, señorías. Espero
que en su respuesta tenga usted capacidad de demostrar que lo que he
dicho no es cierto. Yo no tendré hoy posibilidad de replicarle, pero
espero que, frente a la opinión pública española, tengamos sobradas
ocasiones de demostrar su falacia y su fracaso. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Borrell.

Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida, tiene la
palabra su presidente don Julio Anguita. (Rumores.)
Silencio, señorías, por favor. ¡Señora Rubiales! ¡Señor Pérez
Rubalcaba y compañía! Gracias.

Cuando quiera, señor Anguita.




El señor ANGUITA GONZÁLEZ: De conformidad con nuestras obligaciones,
en virtud de la Carta de las Naciones Unidas, y con los compromisos
contraídos conforme el Acta final de Helsinki, renovamos nuestro
empeño de abstenernos de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza
contra la integridad territorial o la independencia política de
cualquier Estado o de actuar de cualquier otra forma incompatible con
los principios o propósitos de dichos documentos. Recordamos que la
inobservancia de las obligaciones contraídas en virtud de la Carta de
la Naciones Unidas constituye una violación del derecho
internacional. Conscientes de que el arreglo de las controversias por
medios pacíficos es un complemento esencial del deber de los Estados
de abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza,
procuraremos no sólo hallar maneras efectivas de impedir por medios
políticos los conflictos que aún pudieran plantearse sino también
definir de conformidad con el derecho internacional mecanismos
apropiados para la solución de las controversias que pudieran surgir.

Les acabo de leer un texto firmado por el Gobierno español, de
Francia, de Italia, de Estados Unidos, de Rusia, el 21 de noviembre
de 1991. Es la Carta de París. De la lectura de su contenido y de su
aplicación a lo que está ocurriendo saquen SS.SS. la pertinente
consecuencia.




Señor presidente, señoras y señores diputados, en esta sesión
plenaria se está dando una gran paradoja. De una parte, la inicua
intención, conseguida por parte del Gobierno y sus aliados, que, por
acción u omisión, han hecho posible que este debate no tenga derecho
a réplica y sea simplemente una sesión informativa. La inicua
intención del Gobierno, conseguida, de hacer de este debate un simple
trámite. Y, por otra, los contenidosde la sesión informativa, nada
menos que la Agenda



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2000, la financiación de la Unión Europea para siete años. Y, además,
contar de soslayo, de pasada, la agresión ilegal e ilegítima de la
OTAN contra el territorio serbio. Sin embargo, contrariamente a la
intención del Gobierno de pasar de puntillas por estos temas, repito,
con la ayuda de sus aliados, éste es un Pleno muy solemne,
solemnísimo, porque tiene la solemnidad de los grandes actos
funerarios. Aquí, hoy, en este momento, hay una triple acta de
defunción.

Defunción de la credibilidad del Gobierno. Señorías, recuerden las
grandes promesas del actual presidente del Gobierno en torno a la
transparencia, a la información, al acudir al Congreso de los
Diputados y atenerse a las más estrictas normas de funcionamiento del
debate democrático. Primero fue, recién estrenado como Gobierno, la
decisión de -volviéndose atrás de lo que se había dicho en la campaña
electoral- no desclasificar los secretos del Cesid, no favoreciendo
la acción de la justicia. Después ha habido una serie de cuestiones
que han venido desarrollándose de la siguiente manera: utilizar una
Ley de acompañamiento a los Presupuestos Generales del Estado para
cambiar 65 leyes. Se dice pronto, cambiar 65 leyes mediante una Ley
de acompañamiento de los Presupuestos Generales del Estado. Utilizar
la vía del real decreto-ley para modificar créditos y suplementos de
créditos, exactamente 99, en el año pasado. Desprecio a las
iniciativas de los demás grupos parlamentarios. En 1998, el año
pasado, de 1.300 iniciativas de la oposición se han quedado sin
responder 685. Incumplimiento de acuerdos parlamentarios -y hay uno
muy sonado e importante, al cual después haré referencia-, nada menos
que más de 60, en 1998. Negativa a constituir una comisión de
investigación a propósito de las actividades del ministro, señor
Piqué, yendo en contra de todo lo declarado cuando estaban en esos
bancos de la oposición y en plena campaña electoral. Negativa a
establecer un debate sobre el estado de la Unión Europea, para pasar
de puntillas sobre un negocio tan importante y tan extraordinario.

Y, para colmo de tanta práctica irregular, anómala y conculcadora de
las reglas democráticas, una serie de actuaciones que, teniendo como
centro la OTAN o la política de defensa, se han tomado sin informar a
esta Cámara. Se va a una ampliación de la OTAN sin que se haya
informado. Pero es más, se pidió el voto y se les dio -bancos de la
izquierda, se lo dieron ustedes, y aquellos bancos también-, sin
saber cuál iba a ser la nueva misión de la OTAN. Dieron ustedes un
cheque en blanco a una organización que ha desatado una actuación
ilegal e ilegítima. Se plantea transformar la base de Rota en una
superbase, con lo cual se viola la tercera condición del referéndum
de 1986, que decía que se iría a una progresiva reducción de la
presencia norteamericana en España. Es la tercera condición que se
conculca.

Se autoriza la utilización de los bombarderos americanos, sin
informar a esta Cámara, sobre el suelo de Irak, simplemente
demostrando una actitud de servilismo,
que ya tenía antecedentes en otros gobiernos. Además, lo que
constituye el corolario de tanto desmán y de tanto disparate, la
agresión de la OTAN contra Serbia, con el concurso de hombres y
aparatos militares, con lo que puede significar de pérdidas de vidas
humanas y, naturalmente, de despilfarro económico. Una intervención,
señorías, que viola los siguientes acuerdos y documentos: el artículo
8º de la Constitución, que plantea que el Ejército español está para
defender las fronteras del territorio español, que plantea que son
las Cortes Generales las que tienen que autorizar declarar la guerra
o hacer la paz. El artículo 108, cuando dice que es en estas Cortes
Generales donde hay que pedir la autorización pertinente. El acuerdo
plenario de esta Cámara, por unanimidad, el 24 de octubre de 1995,
por el que se decía que el Ejército español sólo podía intervenir
fuera de nuestras fronteras con la autorización y el mandato de la
ONU y en misiones de paz, autorización que no se ha pedido, porque no
son misiones de paz. El Gobierno del señor Aznar ha incumplido
también ese mandato unánime de esta Cámara. El ataque a Serbia por
parte de la OTAN es ilegal e ilegítimo y puede ser clasificado dentro
de esas actividades que tanto escándalo han causado en nuestro país.

Si el uso de material, si el uso de personas, de las estructuras del
Estado, con fines ilegítimos de alterar el orden -me refiero al
terrorismo de Estado- es perfectamente aplicable a nivel
internacional por lo que está haciendo en estos momentos la OTAN,
saltándose el derecho internacional, se está haciendo terrorismo de
gran altura.

La acción militar de la OTAN se hace sin consentimiento de las
Naciones Unidas, las cuales han sido mantenidas al margen, y se ha
incumplido la Carta fundacional del citado organismo. De la misma
manera, ruego a SS. SS. que vayan repasando la serie de documentos
incumplidos, violados y conculcados: el Acta de Helsinki de 1974, la
Carta de París de 1991, el Tratado de París de la misma fecha, los
acuerdos de La Valette sobre política exterior de 1992 y otros
protocolos y acuerdos internacionales, y, paradoja de las paradojas,
la propia OTAN conculca su propia legalidad: el Tratado de Washington
limitaba las acciones de la Alianza a algo puramente defensivo y así
está especificado en sus artículos 3 y 4. Es decir, la propia OTAN
tampoco cumple su legalidad.

Hay también otra acta de defunción, sobre la que voy a pasar
rápidamente. Hay una acta de defunción de la ética política, del
ejemplo a dar. Después, señorías, protestamos porque la población
española, a la hora de hablar de los políticos o de la política, los
sitúa en el último lugar de sus preferencias. Es el acta de defunción
de la ética política de quien o de quienes pasaron, durante el
Gobierno de la UCD, del no a la OTAN al sí, pero, para después votar
sí; no solamente se quedaron allí, sino que, después, apretaron el
botón que hizo posible que los bombardeos estén realizándose sobre
Serbia. Se podrá obedecer órdenes de gobiernos, pero,si se está en
contra de esto, no se asume el cargo de



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secretario general. Me estoy refiriendo en concreto al señor Solana
Madariaga, secretario general de la OTAN.

Hay una tercera acta de defunción, señorías, pero esta es de la
inmensa mayoría de esta Cámara. Permítanme que lo vaya reflexionando.

Para empezar, esta Cámara, salvo el Grupo de Izquierda Unida y algún
que otro diputado del Grupo Mixto, llega aquí y plantea un eufemismo,
cuando no una falacia. El señor presidente del Gobierno y otros
intervinientes plantean la cuestión de la comunidad internacional.

¿Pero quién ha dicho que la OTAN represente a la comunidad
internacional, señor Aznar? ¿Quién representa a la comunidad
internacional? ¿Estados Unidos y sus amiguetes de la OTAN? La
comunidad internacional, señor Aznar y señoras y señores diputados de
otra parte del hemiciclo, la representan única y exclusivamente las
Naciones Unidas. Plantean un discurso tramposo, hablan de que la
comunidad internacional no puede permitir, pero, repito, ¿quién
representa a la comunidad internacional, dónde están en este proceso
las Naciones Unidas, cuál es la resolución que ha autorizado el uso
de la fuerza, cuáles son los planteamientos del Consejo de Seguridad?
Están por tanto usurpando la atribución de un concepto, no es la
comunidad internacional. Simplemente por rigor y por respeto a la
verdad, no digan que ha sido la comunidad internacional. Es el acta
de defunción de un discurso que SS.SS. vienen planteando año tras
año, hablando de lo que la moneda única representa, y SS. SS. llaman
a eso construcción europea. Eso ha muerto ya aquí en este debate. Es
más, aquí en todo caso están los funerales. Cada bomba que cae sobre
Serbia es un repique de tambor que, como paletadas sobre un cadáver,
está cayendo sobre el cadáver del discurso de ustedes, señorías. ¿Que
eso es la construcción europea? ¿Qué construcción europea? Vamos a
ver. La cumbre de Berlín y la discusión de la Agenda 2000 es una cara
del problema; la otra es el bombardeo sobre Serbia. (El señor
vicepresidente, Fernández-Miranda y Lozana ocupa la Presidencia.)
Señoras y señores diputados, ¿qué importancia tiene que a estas
alturas del problema, cuando estamos ante un riesgo de que el
conflicto se extienda, podamos aquí discutir sobre lo que unos
ilustres presidentes de Gobierno o jefes de Estado han trapicheado en
la cumbre de Berlín? ¿Qué significan millones arriba, millones abajo,
cuando estamos ante el problema de que no existe Europa, porque
ustedes la están enterrando? ¿Qué significa que se planteen aquí
cuestiones sobre el fondo de cohesión -que creemos que ha bajado-,
cuando el problema es la propia entidad europea, el discurso de
ustedes, señores de esta Cámara, año tras año, hablando de la
construcción europea? ¿Qué significa, por tanto, plantear quién tiene
la culpa? Es ridículo venir aquí a plantear quién tiene la culpa,
cuando la culpa la tienen todos, que han asumido el problema -que no
tiene solución- de que, sin aumentar los presupuestos, pueda entrar
ahí la ampliación hacia el Este, la política agraria comunitaria, los
fondos estructurales, los fondos de cohesión. ¿Cómo es posible
poder repartir más si la cantidad no ha subido? Buscar un culpable
es, sencillamente, un acto electoralista.

El problema es el modelo que todos ustedes también comparten. No se
puede repartir de donde no hay. Además, señorías -vamos a decir las
cosas claras-, en esa Europa de quince gobiernos, doce son de
izquierdas. Por tanto, doce gobiernos de izquierdas junto con tres de
derechas han producido ese reparto. ¿Qué vamos a plantear aquí, una
política de enfrentamiento electoral sobre el reparto de la miseria?
Porque lo que se está repartiendo es la miseria, cuando no hay
proyecto europeo ni hay proyecto político. Pues claro que han ido a
enfrentarse unos tras otros, pero es el reparto y la pelea de los
pobres: se pelean por los céntimos, por la calderilla, por aquello
que no comporta un proyecto europeo. Esta es la miseria de contemplar
en esta Cámara un enfrentamiento sobre quién ha sabido sacar más o
menos dinero. ¿Y Schröder y Jospin y Blair y los otros gobiernos de
derechas? Todos son culpables porque todos asumen y defienden aquí
ese proyecto de moneda única que, de manera hiperbólica y falsa,
llaman ustedes proyecto de construcción europea. ¿Cómo puede
plantearse una construcción europea manteniendo el mismo presupuesto
y contemplando lo que he dicho antes, la ampliación hacia el Este?
¿Hasta cuándo? ¿Cuántos países del Este van a entrar con el mismo
presupuesto? ¿No tendrá que bajar, señorías? Es elemental. Si el
dividendo sigue siendo el mismo y aumenta el divisor, el cociente
tiene que bajar. ¿Qué clase de aritmética o de matemáticas dominan
ustedes para hacer estos ejercicios de falsos enfrentamientos? ¿Cómo
se puede plantear una Europa cuando no tenemos ya ni los niveles de
cohesión y de bienestar social de hace 40 ó 50 años? ¿Cómo se puede
hablar de cohesión social cuando ustedes, con el voto de esta Cámara
-menos las excepciones que he dicho antes-, han erigido como sumo
sacerdote de la construcción de la moneda única al Banco Central
Europeo, cuando hace unos días dijeron que había que ir a una
contención salarial y bajar las pensiones y jubilaciones? ¿Con qué
voto ha sido? Con el de esta Cámara, señorías. ¿Cómo se puede hablar
de la construcción europea manteniendo un proyecto que no es europeo,
que es simplemente la moneda única? ¿Cómo se puede hablar de la
construcción europea sin hablar de hacienda pública europea, sin
política fiscal común, con el mismo presupuesto? En definitiva, ¿cómo
se puede plantear que se ha perdido dinero cuando la Unión Europea,
en el sentido de construcción, fue enterrada el día que esta Cámara
votó el Tratado de Maastricht, porque primó en principio los
criterios de convergencia monetaria por encima de los criterios de
cohesión económica y social? Fue el Tratado de Maastricht, con el
voto de esta Cámara, el que enterró la construcción europea. Lo demás
son debates baladíes, debates electoralistas, debates para
despistados, cuando fue esta Cámara -repito- la que le dio la
puntilla de muerte a lo que podía haber sido una auténtica
construcción europea.




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El ataque de la OTAN, ilegal e ilegítimo, contra Serbia muestra la
muerte de ese proyecto. Recordemos, señorías, los escándalos últimos
sobre la Comisión, escándalos de corrupción -que aquí se ha olvidado
decir esta palabra-, de corrupción, sin una reforma institucional. La
OTAN, señorías, viene a sustituir, por la cobardía de ustedes, por la
carencia de proyecto político, aquella política exterior de seguridad
compartida que ustedes no han querido tener, porque votaron ese
Tratado de Maastricht con una definición de política exterior que no
se tenía en pie. Por eso plantean comunidad internacional, porque la
Europa que ustedes han construido es la Europa de la moneda única
simplemente. La idea de Europa, señorías, es algo tan grande que no
cabe en esta Cámara. Les recuerdo simplemente que la idea de Europa
no es la idea del Banco Central Europeo. La idea de Europa -para
hablar del siglo XIV de Antoine Maryn- es una Europa de pacto
confederal, de una federación Europea. En el Renacimiento, Erasmo de
Rotterdam plantea un poder supranatural y Luis Vives, una república;
en el siglo XVII el duque de Sully habla de 15 Estados que se
confederan en una unión política; en el siglo XVIII William Penn
habla de una Dieta general de Estados europeos, el abad de Saint-
Pierre plantea un Congreso o un Senado con poderes legislativos
competentes, el propio Bentham habla de una Dieta e Immanuel Kant
plantea una unión de Estados soberanos; en el siglo XIX, SaintSimon
habla de soberanía bicameral y Víctor Hugo plantea una unidad de
Europa, y además dice: en el futuro sólo habrá dos grandes Estados:
Estados Unidos de Europa y Estados Unidos de América, y ahí está el
problema, ya lo señala el propio Víctor Hugo cuando establece la
posibilidad de una Europa unida políticamente; o el Conde Richard
Coudenhove-Kalergi cuando plantea el movimiento europeo, u Ortega y
Gasset, Unamuno o Schumann, por no hablar de Altiero Spinelli o de
las Assises de Roma o del proyecto que Marcelino Oreja lleva al
Parlamento Europeo. La idea de Europa siempre ha sido una idea
supranacional, de un Estado federal y no sólo de una moneda única.

Ustedes, por tanto, están al contrario de lo que siempre las mentes
más preclaras de Europa han venido defendiendo en torno a la
construcción europea, la construcción de un Estado federal, la
construcción de un Estado ligado a la cohesión económica y social. Lo
que ustedes están haciendo es algo propio de la derrota, de la huida,
del abandono, y ni siquiera tienen el valor de reconocerlo. ¿Por qué
interviene la OTAN? La OTAN interviene porque ustedes no lo hacen,
porque el silencio de ustedes, porque la cobardía de ustedes y de
todos los gobiernos europeos de no asumir una política exterior de
seguridad compartida obliga a que tenga que actuar la OTAN. Pero no
obliga; son los designios de Estados Unidos, y ustedes, súbditos
fieles, los van siguiendo. Frente al proyecto de Estados Unidos de
América se alzaba el proyecto de construcción europea que ustedes han
ido tirando acto tras acto, cumbre tras cumbre,
y se han limitado sólo a la moneda única, en donde el proyecto caerá,
porque la moneda única, según la construcción europea, será pasto
rápidamente de la voracidad americana, a través de los GATT, de la
Ronda de Uruguay y a través del Acuerdo Multilateral de Inversiones,
si no conseguimos paralizarlo de una vez. Ese es el problema, la
carencia de proyecto político, que hace que la OTAN intervenga. Y la
OTAN interviene saliéndose de la legalidad y de la legitimidad en la
medida que responde a un proyecto político que no está de acuerdo con
los intereses de Europa.

Molestaba al nuevo orden internacional surgido después de la caída
del muro de Berlín la posibilidad de la existencia de un poder
político europeo, que tenía que beber de los grandes conceptos que
Europa llevó al mundo: la libertad, la igualdad, la fraternidad, la
cohesión, el Estado del bienestar, el avance de la humanidad. Esa es
la bandera de Europa y ha ido cayendo, cediendo, entregándose ante
las embestidas políticas, económicas y militares de la gran potencia
estadounidense y ante el silencio, la complicidad y la cobardía de
algunos europeos. Se trata, por tanto, de que estamos asistiendo al
entierro, al acta de defunción de lo que ustedes llaman proyecto
europeo; ya no caben más subterfugios.

Hace ocho años, en esta Cámara hubo un debate a propósito de la
guerra en el Golfo. Hace ocho años decíamos que estábamos en contra
del dictador Sadam Husein, pero que a los dictadores no se les puede
combatir con las mismas armas, porque, si no, estamos ante el
terrorismo de Estado internacional. Cuando hemos combatido a los GAL
es por el uso contra la ley, y no valen las justificaciones. Hace
ocho años planteábamos lo siguiente que quiero leer a ustedes:
Señorías, desde las primeras horas de la madrugada del día 17 -se
dijo aquí el 18 de enero, cuando ya habían comenzado los bombardeos
sobre Irak-, ya no se puede hablar de un nuevo orden político
internacional sin dejar sentados los principios que lo forjen y lo
sustenten. Desde el pasado 17 ya nada es igual, desde la madrugada
pasada el nuevo orden internacional no puede surgir de la guerra, el
nuevo orden internacional en el que Europa, si quiere ser Europa y no
un proyecto a medias sin política exterior propia y específica, sino
una unión política, esa Europa tiene que servir de puente y relación
entre América, el Mediterráneo y el Próximo Oriente. El nuevo orden
internacional no puede montarse sobre organizaciones militares
concebidas para otras épocas y que quieren seguir perviviendo como
instrumento de política mantenedora del viejo orden. Hace ocho años
esas fueron nuestras palabras. Pues bien, aquí está el resultado,
manteniendo una organización que se creó en plena guerra fría,
anteriormente que el Pacto de Varsovia, que en el año 1990 el
presidente Bush no sabía para qué servía, pero sí justifica las
grandes fábricas de armamentos que están detrás, el complejo militar
estadounidense ya denunciado por el presidente Eisenhower. Un avión
derribado está valorado en 3.000 millones de pesetas. ¿Cuánto cuestan
los



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proyectiles que se están lanzando? ¿Cuál es el nuevo orden
internacional? ¿Sobre qué se está edificando esto que llaman ustedes
la construcción europea?
Hoy, ocho años después, no compartimos la política de Milosevic, pero
no podemos compartir el método; el método es ilegal e ilegítimo y,
además, se miente. En Rambouillet los representantes de Milosevic
estaban dispuestos a firmar el acta -y que me desmienta el presidente
del Gobierno-. Solamente ponían una condición, que en vez de entrar
el ejército de la OTAN entrasen los cascos azules, las Naciones
Unidas. Y la OTAN, que no quiere ver a las Naciones Unidas, dijo que
no, que sus soldados. Por tanto, no se firmó y estamos dibujando el
siguiente panorama: un imperio económico, Estados Unidos; un
pensamiento único, el del neoliberalismo; un ejército único, el de la
OTAN con su comandante jefe, el presidente de los Estados Unidos; una
ley única, la que dicte su santa voluntad.

La ONU ya no existe. Es el único instrumento que puede legitimar el
uso de la fuerza. Está perfectamente descrito y diseñado en su Carta
fundacional. La han tirado a la basura. Se han montado en un
instrumento que solamente entiende de muerte, de violencia, que
solamente entiende de armamento y de guerra, porque está pensado para
eso. Por tanto, señoras y señores diputados, este es el resultado que
se trae a este debate. Hablar ¿de qué? ¿De la Agenda 2000? ¿Sobre
qué, con qué dinero y, sobre todo, para qué proyecto? El que se
plantee hablar de Europa es simplemente algo siniestro. Digan ustedes
que están hablando de la moneda única, porque ni siquiera vale la
excusa de la barbarie que se está haciendo con los kosovares, que es
cierta. ¿Por qué no actúa la OTAN cuando el jefe del Estado Mayor
turco dice que han removido a 300.000 kurdos? ¿Dónde está la OTAN y
su ardor bélico, señorías, dónde está? ¿Dónde están sus proclamas?
¿Dónde están sus peticiones de intervención de la OTAN? Callan.

Callan porque manda callar quien puede, y ustedes callan. ¿Dónde está
la intervención de la OTAN en Palestina e Israel? En ningún sitio, y
ustedes callan, callan, porque quien manda callar dice que callen.

Señorías, venir a hablar de Europa, con lo que está cayendo, con el
uso que se está haciendo del derecho internacional -es decir,
negarlo-, es una terrible y cruel paradoja.

No queríamos que en esta sesión, por acción u omisión, nuestra
palabra estuviese ausente. Conocen ustedes nuestra forma de pensar.

Hemos vuelto a 1986. Parece que se había silenciado el debate, que lo
de la OTAN había pasado. Ahí está, y si no cortamos volverá a estar.

A esto le llaman ustedes derecho internacional, comunidad
internacional. Creo que era la misma justificación que Gengis Kan,
Tamerlán o Atila utilizaban para excusar sus acciones.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Anguita.

En nombre del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió),
tiene la palabra el señor Molins.

El señor MOLINS I AMAT: Señor presidente, señoras y señores
diputados, la cumbre extraordinaria de Berlín, celebrada los días 24
y 25 de marzo, debería figurar en la historia de la construcción
europea como una de las más complejas de cuantas han tenido lugar. Si
era difícil concluir con éxito los retos que planteaba el orden del
día ordinario de la cumbre, con la Agenda 2000 como punto básico, tan
sólo una semana antes de su celebración los jefes de Estado y de
Gobierno debieron añadir otro punto no menos importante: abordar la
crisis política e institucional originada por la renuncia colectiva
de la Comisión Europea. Para terminarlo de complicar, solamente un
día antes del inicio de la cumbre, se añadía un tercer punto todavía
más dramáticamente importante, la intervención militar de la Alianza
Atlántica en la República Federal de Yugoslavia como consecuencia del
conflicto de Kosovo. Por la importancia de la decisión y por las
consecuencias que de la misma se están derivando, permítame, señor
presidente, iniciar mis palabras con unas reflexiones respecto a
dicha intervención. (El señor presidente ocupa la Presidencia.)
El Consejo de Berlín expresó su profunda preocupación por el fracaso
de los esfuerzos de mediación llevados a cabo por el embajador
Holbrooke y los tres negociadores del proceso de Rambouillet. Como
señala la declaración del Consejo, en el umbral del siglo XXI Europa
no puede tolerar una catástrofe humanitaria entre sus gentes. No
puede admitirse que en medio de Europa la población mayoritaria del
Kosovo se vea privada colectivamente de sus derechos, ni que sea
víctima de graves abusos contra los derechos humanos. Así figura en
la declaración sobre Kosovo del Consejo Europeo de Berlín.

Es evidente que a nadie agrada el inicio de una intervención bélica,
el inicio de una guerra. Nunca es el momento apropiado para una
intervención. Siempre podemos pensar que no hemos agotado todavía el
diálogo, hasta que un día es demasiado tarde. La intervención
occidental en la guerra de Bosnia se afrontó cuando ya había 300.000
muertos. Por eso, señor presidente, señorías, señor presidente del
Gobierno, apoyamos plenamente la intervención de la Alianza
Atlántica, una vez agotado el proceso negociador de Rambouillet, aun
a sabiendas del riesgo de extensión del conflicto bélico. El objetivo
era y es en lo posible evitar que los daños en Kosovo repitan lo
sucedido en Bosnia y acabar con cualquier revitalización de instintos
racistas y xenófobos en Europa.

Dicho esto, señor presidente, paso a efectuar algunos comentarios
sobre los déficit que la actuación de la Alianza Atlántica pone de
manifiesto. En primer lugar, es una pena que todos los Estados del
mundo que defendemos la libertad y los derechos humanos individuales
y colectivos no hayamos sido capaces de construir un instrumento
colectivo para su defensa más que unas Naciones Unidas incapaces,
como lo demuestran día a día, de intervenir en una situación como la
presente. Que haya tenido que ser la Alianza Atlántica



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quien realice la intervención pone de manifiesto esos déficit. En
este sentido, la intervención prevista en labor de mediación del
primer ministro ruso, señor Primakov, puede ayudar. Milosevic debe
saber que está absolutamente solo en su loca carrera agresiva y que
la comunidad internacional, sin fisuras, condena su agresiva actitud
continua desde hace años.

En segundo lugar y para un europeísta convencido, es doloroso
observar nuevamente el poco protagonismo europeo en la resolución de
la crisis. Hay un dato que habla por sí mismo: la intervención es de
la Alianza Atlántica, de la que formamos parte. Para mayor
identificación en este momento, su secretario general es español. Sin
embargo, y esta no es sola una situación que se dé en España, en los
países europeos casi sin excepción, cuando algún ciudadano desea
expresar, legítimamente por otra parte, su discrepancia con la
intervención, lo hace manifestándose ante la Embajada americana. Esta
es ante la opinión pública una intervención americana. Europa no
existe. Estamos, pero escondidos. Compartimos las decisiones, pero
parece que lo hagamos con la boca pequeña, como sorprendidos por la
magnitud del problema que parece exceder a nuestras capacidades.

Estando las cosas como hoy están y esperanzados obviamente de que la
intervención de Primakov consiga hacer variar la actitud de Milosevic
o que sea la propia intervención de la Alianza Atlántica quien lo
consiga, hoy existe ya una tarea prioritaria urgente que acometer.

Los derechos de los albanokosovares que pretendemos defender están
siendo en estos días más pisoteados que nunca. Era probablemente una
consecuencia inevitable, conociendo quién es el personaje. Resulta
urgente en esta situación el establecimiento de ayuda humanitaria a
los cientos de miles de refugiados que en estos días cruzan las
fronteras, principalmente de Albania y Macedonia y también de
Montenegro. A la espera de la resolución del conflicto, que sólo
puede ser aceptable con el regreso de esos refugiados al hogar de sus
padres, los Estados europeos debemos movilizar todas nuestras
energías en la ayuda moral y material, dirigida a quienes estén
recibiendo más directamente la acción de la barbarie y de lo que,
según sus propias palabras, señor presidente del Gobierno, que
comparto, no deja de ser un fracaso colectivo como es la
inevitabilidad de la acción de la fuerza. Como decía al principio
nuestro grupo apoya plenamente la intervención de la OTAN, aun a
sabiendas del riesgo de extensión del conflicto bélico que ello
comparta, y le solicitamos, señor presidente del Gobierno, que, junto
con los aliados, lidere la actuación urgente de ayuda humanitaria en
favor de los refugiados albanokosovares, en tanto se restablezca un
trato justo y puedan regresar a sus hogares.

En la cumbre de Berlín se han tenido que abordar los temas más
delicados y que en mayor medida condicionan la evolución futura de la
concepción europea, al ser por otra parte los menos desarrollados
hasta ahora y los que cuentan con menor grado de consenso
de cuantos componen el proyecto europeo. Además y a diferencia
probablemente de lo que ha sucedido en otras cumbres, el estado de
las relaciones entre Francia y Alemania, aspecto importante siempre
para garantizar la existencia de progresos en la construcción
europea, no pasa por los mejores momentos, lo que, unido a las
exigencias de disciplina presupuestaria contenidas en el Pacto de
estabilidad y crecimiento y a las posiciones previas encontradas
prácticamente de todos los Estados miembros, dejaban el resultado
final del Consejo en el aire. La frase: puede pasar cualquier cosa,
además de ser altamente gráfica sobre cuál era el espíritu inicial
con el que se abordaba la fase final de la negociación, era en esta
ocasión absolutamente certera: podía pasar cualquier cosa.

Después del lanzamiento con éxito del euro y antes de la gran
aventura de la ampliación, los Quince teníamos que afrontar de manera
definitiva lo que ha sido tarea diaria de la Unión Europea en los
últimos meses: la batalla por el dinero, la fijación de las
perspectivas financieras para el período 2000-2006. El acuerdo no era
sencillo. Alemania se fijó un objetivo muy ambicioso al inicio de su
Presidencia. Transformó la Agenda 2000, que en un principio se diseñó
como un proyecto de reforma estructural de las políticas de la Unión
Europea para posibilitar la ampliación, en un mero plan de ahorro en
el que el principal objetivo era el de reducir su contribución neta
al presupuesto comunitario. Para ello propuso la supresión del cheque
británico, la reducción de los fondos de cohesión, la
renacionalización de las políticas agrarias o el aumento de la
contribución de los países con mayor PIB. La realidad, sin embargo,
iba por caminos muy diferentes: Francia no quería ni oír hablar de
una cofinanciación de la PAC; Gran Bretaña se negaba en redondo a
renegociar la rebaja conseguida en 1984 por la señora Thatcher;
Italia rechazaba la idea de una contribución financiera basada en el
PIB; y España no renunciaba a los fondos estructurales y de cohesión,
a los que obviamente tiene derecho. El desacuerdo era, pues, total.

Si en épocas pasadas los desacuerdos se solucionaban con compromisos
que suponían más recursos, esta vez las restricciones presupuestarias
derivadas de la Unión Económica y Monetaria hacían inviable esa
solución; de hecho, casi todos los Estados miembros querían
estabilizar el gasto. Ahora bien, si nadie ponía nada de su parte el
fracaso era inevitable. Sin embargo, y a pesar de los malos augurios
iniciales y las complicaciones añadidas, al final el Consejo Europeo
de Berlín, como ya viene siendo habitual en las cuestiones más
importantes que afectan a la construcción europea, ha concluido de
manera aceptable, llegándose a acuerdos que abren las puertas a la
ampliación de la Unión Europea a los países del centro y del este de
Europa, de acuerdo con el calendario previsto inicialmente.

En efecto, y aunque el contenido inicial del Consejo era
mayoritariamente de carácter económico, o más bien presupuestario, lo
sucedido en los días anteriores dio una mayor relevancia a los
aspectos políticos. En



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este sentido es destacable la prontitud con la que el Consejo avanzó
en los temas de más calado político, lo que puede considerarse como
un ejercicio importante de responsabilidad que contribuye a despejar
las incógnitas que suscitó en su día la dimisión en bloque de la
Comisión. El rápido acuerdo para la sustitución de Jacques Santer por
Romano Prodi como presidente de la Comisión Europea, logrado en los
instantes iniciales del Consejo en un tiempo récord, si se tiene en
cuenta las tradicionales discusiones que han acompañado dicha
decisión en momentos anteriores, es el mejor ejemplo de todo ello.

Por el contrario, el acuerdo sobre la financiación de las políticas
comunitarias en el septenio 2000-2006, como sucede casi siempre
cuando se abordan temas clave para el futuro de la Unión, ha llegado
en el último minuto, cuando el plazo ya expiraba y muchos se temían
un aplazamiento de este debate para el Consejo Europeo a celebrar en
junio.

El acuerdo ha dejado a todos los países razonablemente satisfechos,
lo que es sinónimo de que todos han tenido que hacer concesiones y
que la solución alcanzada mantiene un equilibrio entre la generosidad
y el rigor. Alemania y los países ricos, que querían disminuir
sustancialmente su contribución al presupuesto comunitario a través
de la reducción de los fondos estructurales y de cohesión, han tenido
que conformarse con moderar la tendencia al alza de sus
contribuciones, mientras que los países de la cohesión han conseguido
mantener estos fondos, aunque con una dotación inferior a las
demandas iniciales. El Fondo de Cohesión se ha dotado con 213.000
millones de euros, cuando la propuesta de la Comisión al inicio de la
negociación era de 240.000 millones de euros. Los pilares del
consenso que se fraguaron a última hora se basan en acordar la
estabilización global del gasto y limitación máxima del mismo en el
1,27 del PIB, mediante una modulación del gasto agrario a lo largo
del período y de los fondos estructurales, y diseñar un mecanismo
todavía no concretado de sustitución del recurso IVA por el recurso
producto nacional bruto. En este sentido nuestro grupo valora de
manera positiva el acuerdo alcanzado a nivel comunitario, al
considerar que tras este compromiso se abre una etapa de estabilidad
en el seno de la Unión Europea, condición necesaria para seguir
profundizando en la construcción europea, y se ha evitado lo que
podía ser un riesgo muy importante para el futuro de la Unión: una
fractura norte-sur.

Sin embargo, no es menos cierto que desde la visión profundamente
europeista que siempre ha caracterizado los planteamientos de nuestro
grupo parlamentario, no podemos en cierto modo dejar de lamentar
también los acuerdos alcanzados en Berlín, porque la resultante final
no contribuye al reforzamiento de la construcción europea. La
limitación del gasto en un 97 por ciento del PIB por la no
explicitación de destinar a políticas estructurales el 0,46 del PIB
son aspectos que frenan en gran medida el diseño de verdaderas
políticas de alcance europeo. ¿Se puede construir una Unión Europea
fuerte cuando su presupuesto no llega ni al cinco
por ciento de los ingresos públicos obtenidos por los Estados
miembros? El replanteamiento de la política financiera de la Unión
que se ha efectuado en Berlín es, en este sentido, regresivo.

Hecha esta salvedad, referida a la concepción de la política
comunitaria, en la que los resultados alcanzados son mediocres, los
resultados obtenidos por España en la cumbre de Berlín, en cuanto a
la distribución de los recursos para los próximos siete años, podemos
considerarlos como positivos. Es verdad que, si se compara lo
obtenido en este Consejo con lo recibido en 1999 o con la propuesta
inicial de la Comisión Europea, para no hacer referencia a las
peticiones iniciales que realizó el Gobierno español en su día, se
observa que se podía haber conseguido un mejor acuerdo para nuestros
intereses. Pero no es menos cierto que los resultados obtenidos son
bastante mejores que los que se habrían conseguido de haberse
cumplido cualquiera de las sucesivas propuestas que ha venido
presentando la Presidencia alemana a lo largo de los tres últimos
meses. Que en un contexto de estabilización del gasto -y esto es
imprescindible no olvidarlo- se consiga reparar desequilibrios
históricos para el sector agrario español y nuestro país mantenga sin
variaciones el derecho a la percepción de los fondos de cohesión y a
nivel global obtenga más recursos de los que se han venido obteniendo
en el último paquete financiero (47.000 millones en el periodo 2000-
2006, frente a los 43.000 millones que tuvo en el periodo 1993-1999)
son aspectos que no deben ser minusvalorados en absoluto. Si ha sido
importante el acuerdo en función de lo conseguido, también debe
destacarse la forma cómo se ha logrado. En este sentido, quisiera
recordar, señor presidente del Gobierno que, así como en el debate
parlamentario posterior al Consejo Europeo de Viena nuestro grupo
parlamentario mostró su apoyo a la amenaza de veto que había
mantenido el Gobierno español en relación con la reforma del sistema
de financiación, le manifestamos que, aunque cabía considerar el veto
como una medida lícita y aceptable, considerábamos que era una mala
solución estructural. Nos alegramos, señor presidente del Gobierno,
del cambio de postura del Gobierno español después de la cumbre de
Viena. Se han abandonado las posturas cerradas, para adoptar otra más
abierta y dialogante, elaborándose propuestas alternativas que han
tenido una buena acogida en el seno de la Unión.

El mantenimiento del nivel de ayudas para España en los próximos
siete años es un hecho positivo, como así lo hemos reiterado. Sin
embargo, nuestro grupo considera que ésta será la última oportunidad
en la que se podrá disponer de un volumen tan elevado de retornos de
Bruselas. Es esencial, señor presidente del Gobierno, señorías, que
durante este periodo se maximicen los esfuerzos para rentabilizar
estas ayudas estructurales, y así se pueda aumentar de manera
sustancial la convergencia real con la media europea. Debe quedar
claro que para Convergencia i Unió nada sería tan positivo como el
hecho de que dejáramos de



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ser los principales receptores de fondos de cohesión y nos
transformáramos en aportantes netos, porque significaría que ya nos
habíamos homologado con Europa. No deseamos estar instalados
permanentemente en el subsidio, aunque es evidente que la tarea no es
fácil. Estamos situados en la zona euro, y nuestros competidores
están todos, o casi todos, en un nivel de desarrollo y competitividad
superior. Por lo tanto, el esfuerzo que deberemos realizar en los
próximos años deberá ser superior al que en su día realizamos para
cumplir con los requisitos de convergencia. Integrarnos en la zona
euro no es sinónimo de llegar a la meta; al contrario, significa
poder participar en la carrera del futuro. Es para superar este reto
para lo que debemos prepararnos, siendo conscientes de que la mayoría
de participantes están más preparados que nosotros.

En los próximos años deberemos no sólo cumplir con lo establecido en
el Plan de estabilidad, por lo que se refiere a la evolución de los
equilibrios macroeconómicos, cuidando especialmente la evolución de
la inflación, que en estos momentos está un punto por encima de la
media de la Unión Europea, y al diseño de la política presupuestaria
y la fiscal, sino que se tendrá que enfatizar aquellas políticas de
carácter estructural que permitan una mejora real de la convergencia.

En el programa de estabilidad se estima que en el año 2002 la renta
española equivaldrá al 82 por ciento de la renta de la Unión Europea,
lo que significa una ganancia de tres puntos en cuatro años. En este
sentido, y como siempre, tres son a nuestro entender las líneas a
priorizar: la inversión en infraestructuras, priorizando aquellas con
mayor utilidad para aportar un desarrollo productivo del país; el
impulso a la reforma del mercado laboral, dando cumplimiento a todos
los compromisos contenidos en el Plan de empleo y el impulso de las
políticas de I+D. Recuerde, señor presidente del Gobierno, que desde
mi grupo planteamos como absolutamente necesario, y así lo
manifestamos en el debate del proyecto de presupuestos generales para
1999, afrontar un proceso a corto, medio y largo plazo de apoyo a la
inversión en investigación y desarrollo tecnológico. Del éxito que
tengamos en el cumplimiento de estas prioridades va a depender una
parte importante de nuestro posicionamiento futuro en la Europa del
euro y en el contexto internacional.

Unas palabras respecto a la reforma de la PAC. Si el mantenimiento de
los fondos de cohesión ha sido importante para España, no lo es menos
el resultado de la negociación agraria. A priori la reforma de la
financiación de las políticas agrarias era contemplada como uno de
los aspectos en los que España podía salir más perjudicada. Sin
embargo, el acuerdo conseguido, siendo mejorable, como todos los
acuerdos a los que se llega tras una negociación, supone un paso
adelante respecto a las previsiones que se efectuaban en el momento
de iniciarse la negociación. A nivel global, el hecho de haber
conseguido descartar la cofinanciación y la renacionalización de las
ayudas, que era el objetivo inicial de la Presidencia alemana, y de
haber renunciado
a la regresividad, reducción del importe de las ayudas directas
en un determinado porcentaje que era la propuesta defendida hasta el
último instante por Francia, ya constituye un éxito importante,
puesto que de haberse aceptado estas medidas hoy estaríamos hablando
del principio del fin de la política agraria común. Pero además de
estos aspectos de carácter general España ha obtenido otros
resultados que no son menores, que dan respuestas a justas
reivindicaciones que se tenían planteadas desde mucho tiempo atrás.

Aspectos como el incremento de la cuota láctea, el aumento de los
rendimientos por hectárea de los cereales y otros cultivos herbáceos,
mayores derechos de prima para el ternero, aumento de la superficie
plantada de viñedo y la financiación para la reestructuración de unas
2.000 hectáreas de viñedo son ejemplos de estos resultados positivos
obtenidos en la negociación de la reforma de la PAC, en la medida que
corrigen desequilibrios en estos sectores que hasta ahora habían
perjudicado gravemente a España. Ciertamente, por el camino se han
tenido que aceptar renuncias importantes, como la implantación de las
rentas compensatorias inferiores o la reducción de ayudas al girasol,
renuncias todas ellas derivadas de la voluntad mayoritaria de los
gobiernos y unánime de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo
de estabilizar el gasto agrícola dentro del presupuesto de la Unión
Europea. Pero no es menos cierto que dentro de este contexto de
restricción generalizada los resultados para España no son negativos.

Con los instrumentos que nos deja la reforma de la PAC tendremos que
ser capaces de preparar nuestra agricultura para que pueda superar
con éxito los retos que se derivan de la ampliación de la Unión
Europea y de un mercado internacional mucho más abierto y
competitivo, lo que obligará a buscar nuevas vías de competitividad,
y de manera simultánea deberemos ser capaces de garantizar un nivel
de renta adecuado y justo para los agricultores, tareas ambas que no
son sencillas porque deberán realizarse en un contexto en el que los
productos agrarios europeos se medirán con productos procedentes de
otras zonas del mundo de similar calidad pero mucho más baratos,
debido, entre otros aspectos, a la inexistencia en ellos de un
sistema de protección social y medioambiental como el europeo y al
aprovechamiento de las economías de escala derivadas de realidades
territoriales muy diferentes a las nuestras, lo que ilustra el
importante esfuerzo que queda por hacer en el sector.

En este sentido, señor presidente, señora ministra, avanzo una
primera petición que va efectuar mi grupo parlamentario, referida a
la concreción de los acuerdos de la Agenda 2000 en España. En la
determinación del mecanismo de reparto de las cuotas adicionales
conseguidas defenderemos la aplicación del principio de
proporcionalidad en función de la importancia de la producción,
porque de otra manera se produciría una discriminación por
territorios que no sería deseabledesde el punto de vista de la
equidad.




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Tras el acuerdo alcanzado en el Consejo de Berlín sobre la
financiación comunitaria se ha superado un escollo importante para el
desarrollo futuro de la Unión Europea, pero ello no significa que la
tarea esté terminada; al contrario. Queda ahora el campo de
negociación despejado para que los Estados miembros prioricen las
negociaciones sobre la reforma institucional, aspecto clave para el
futuro de la Unión Europea y el proceso de ampliación. Es el momento,
señor presidente del Gobierno, de priorizar el impulso político en la
construcción europea, y en este campo hay mucho trabajo que hacer.

En primer lugar, celebramos la propuesta de nombramiento de Romano
Prodi como nuevo presidente de la Comisión Europea. De todos los
candidatos no españoles que se habían barajado siempre lo
consideramos como el más adecuado. Tiene un perfil en el que
prevalece la búsqueda del consenso, aspecto clave para avanzar en la
construcción europea, y es un político que siempre ha destacado por
la defensa de la vertiente mediterránea de la Unión Europea, cuestión
muy importante en una coyuntura en la que el centro de gravedad de la
Unión se desplazará hacia el centro y el este de Europa. La presencia
al frente de la Comisión, que es la institución encargada de velar
por el cumplimiento de los tratados, de una persona comprometida con
la política mediterránea es una aspecto muy importante a destacar y
favorable a los intereses de nuestro país.

En segundo lugar, valoramos como muy positivo el mandato que el
Consejo Europeo ha dado a la Comisión, y más concretamente al señor
Prodi, para que proceda cuanto antes a reformar su funcionamiento de
modo que se consiga una mejora en su organización, gestión y control
financiero. La crisis generada por la dimisión en bloque de la
Comisión Europea se cerrará, en nuestra opinión, de una manera
positiva puesto que después de su reforma la propia Comisión saldrá
reforzada, así como el Parlamento Europeo y la credibilidad del
proceso de construcción europea, puesto que el mayor control
democrático del Ejecutivo y del resto de las instituciones aumentarán
la transparencia y la proximidad de éstas a los ciudadanos.

Para que España continúe teniendo un peso específico en la Comisión
Europea, es necesario que desde este preciso instante se potencie la
capacidad de iniciativa y de diálogo con el resto de los países de la
Unión Europea en los aspectos referidos a la unión política y a la
reforma de las instituciones, que se han dejado de lado en los
últimos meses al haberse priorizado la discusión sobre aspectos
financieros.

Señor presidente del Gobierno, cada vez es mayor la evidencia de que
la Unión, si quiere ser verdaderamente Unión, requiere de una voz
única hacia el exterior y de un instrumento propio para su política
de seguridad y defensa. Sólo con ese instrumento construido la Unión
será realmente la Unión que deseamos. En los próximos consejos nos
jugamos, pues, la construcción real de esa Unión Europea.Mantener la
capacidad de
iniciativa en este ámbito es importantísimo cara a la construcción
del futuro de Europa. Por este motivo, deberíamos estar situados
también en primera línea de la negociación. En este apartado, y como
siempre ha sucedido en lo referido a la política con la Unión
Europea, desde nuestro grupo parlamentario, desde Convergència
i Unió, le ofrecemos, señor presidente del Gobierno, nuestra
colaboración para que, entre todas las fuerzas políticas, se pueda
llegar a una posición consensuada respecto a la reforma de las
instituciones comunitarias.

Por último, en el orden del día del Consejo de Berlín también figuró
el proceso de paz en Oriente Medio. Compartimos la declaración del
Consejo Europeo de Berlín en lo que se refiere al proceso de paz en
Oriente Medio y, concretamente, al apoyo al establecimiento de un
acuerdo negociado que recoja el principio de paz por territorios, que
garantice la seguridad colectiva e individual de los pueblos israelí
y palestino. Esperamos que, de acuerdo con el planteamiento de la
Unión Europea, se reanuden en breve las negociaciones en torno a la
situación definitiva con el objetivo de poder cerrarlas con éxito
cuanto antes, a ser posible en el plazo de un año. Asimismo,
suscribimos la declaración de la Unión Europea sobre el derecho
constante e incondicional de los palestinos a la autodeterminación,
incluida la posibilidad de crear un Estado y confiamos en una pronta
materialización de este derecho.

Acabo ya, señor presidente, con una valoración final resumen de los
acuerdos referentes a la Agenda 2000. A nivel europeo, ya lo he dicho
antes, es éste un momento de pocas ambiciones, quizás sólo
teóricamente porque todos tenemos una ambición común: la creación de
empleo, la creación de ocupación, y esa ambición común exige el
control del déficit. Hoy no se pueden realizar desde la Unión Europea
políticas que fueron posibles en años pasados y que aquí se han
mencionado poniéndolas como ejemplo, no puede hoy realizarse esa
misma política. Por tanto, probablemente, y ante esa exigencia del
control del gasto, los objetivos cumplidos por la Agenda 2000 son
suficientemente satisfactorios.

Quiero llamar la atención, quizá, sobre un posible enfrentamiento en
las decisiones y en la política presupuestaria del futuro entre el
coste de la ampliación y la disminución de los recursos empleados en
la política exterior, particularmente en el ámbito mediterráneo. La
dedicación presupuestaria a la ampliación no debería haber reducido
los recursos disponibles para la política mediterránea. Deberemos
velar -confiamos en que con el señor Prodi a la cabeza- por que ello
no ocurra en el futuro. Desde el punto de vista estrictamente español
el balance, como ya he dicho, es satisfactorio y ahora como siempre y
a nivel interno nos corresponde seguir trabajando por lo que
realmente es importante: la convergencia real, es decir, la creación
de ocupación, la realización de infraestructuras que hagan posible la
creación de riqueza, el reparto de esa riqueza y también la inversión
en investigación y desarrollo, único



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camino que nos puede llevar a la competitividad y de ella a la
creación de ocupación y a la convergencia real con el resto de
Estados europeos. También en eso, señor presidente del Gobierno,
podrá disponer de nuestro concurso.

Muchas gracias, señor presidente, señoras y señores diputados.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Molins.

Por el Grupo Vasco (PNV), tiene la palabra el señor Zabalía.




El señor ZABALÍA LEZAMIZ: Señor presidente, señorías, señor
presidente del Gobierno, estamos viviendo unos momentos
trascendentales para el proyecto de construcción de Europa. La crisis
de la Comisión Europea, la intervención militar de la OTAN en la
antigua Yugoslavia y el propio contenido de la Agenda 2000 han
coincidido en el tiempo, con lo cual se ha elevado el interés y la
trascendencia de la cumbre del Consejo Europeo celebrada en Berlín
estos días. Como todo proyecto político en construcción, como es la
Unión Europea, las dificultades son innumerables; los obstáculos a
salvar frenan en ocasiones el proceso, pero al final la voluntad
humana, el sentido de la responsabilidad y un alto grado de
solidaridad son los que hacen posible vencer estos obstáculos.

Los acontecimientos de estos días son sin duda algunos de los muchos
problemas con que nos vamos a encontrar en este camino. Nadie duda de
que tenemos por delante un reto histórico; tenemos la posibilidad de
hacer realidad una Europa donde impere la democracia y la libertad
para todos los pueblos que la conforman. Sin embargo, aún persiste la
desestabilización en muchos países, en concreto en los de Europa
central y oriental, a los que debemos ayudar económica y
políticamente, porque de otra forma persistirán la amenaza de
desórdenes internos y los conflictos étnicos, que pueden afectar a
los intereses y a la seguridad de todos los europeos. Estas
cuestiones plantean un reto de vital importancia. Ahora bien, también
tenemos que ser conscientes de que los problemas no pueden resolverse
individualmente por los Estados, ni siquiera por una mera cooperación
intergubernamental; exigen una acción conjunta. Para ello es
necesario fortalecer las instituciones europeas. Necesitamos una
Comisión con auténticos poderes decisorios que siga siendo el motor
de Europa, un Parlamento fuerte y eficaz con mayores competencias.

Estos días hemos asistido a uno de esos momentos que ponen a prueba
la consistencia del proyecto europeo. La crisis de gobierno de la
Unión Europea con la dimisión en bloque de toda la Comisión ha
incidido negativamente en la maltrecha credibilidad de las
instituciones europeas. La sombra de una mala gestión y de un posible
fraude, puestos de manifiesto en el informe del Comité de sabios,
ponen en evidencia los riesgos de consolidación futura del proyecto
europeo. Aunque
la crisis no se ha cerrado -y no se cerrará hasta que se hayan
elegido todos los miembros de la Comisión-, al menos se ha nombrado
por los jefes de Estado un nuevo presidente en la persona del
italiano Romano Prodi, con lo cual ha ganado la tesis, que
compartíamos, de reducir al máximo esta situación de crisis
institucional mediante el nombramiento de un nuevo presidente y el
compromiso de nominar lo antes posible al resto de las personas que
integran la Comisión. En definitiva, queda por delante una larga
tarea centrada en realizar las reformas necesarias, en particular las
referidas a su organización, dirección y control financiero.

La cumbre de Berlín va a quedar marcada, por tanto, por la crisis de
gobierno y por la decisión de la OTAN de intervenir militarmente en
el conflicto yugoslavo; todo un panorama que desde luego no ha
beneficiado el clima de sosiego y de tranquilidad que era necesario
para una cumbre importante y conflictiva, por la necesidad de llegar
a acuerdos cara al presupuesto de la Unión Europea en el periodo del
año 2000 al 2006.

Por seguir un orden en la intervención, como han hecho los demás
grupos parlamentarios, incluso el presidente del Gobierno, me voy a
referir en este caso al conflicto yugoslavo. Como decía, el conflicto
yugoslavo ha requerido la atención y la toma de postura en esta
cumbre. La negativa del presidente serbio, Slobodan Milosevic, a
firmar los acuerdos de Rambouillet, por los que se devolvía la
autonomía a Kosovo, y las acciones violentas sobre la población
albano-kosovar han obligado a la comunidad europea a respaldar al
decisión de la OTAN de intervenir militarmente en la zona. Desde el
Partido Nacionalista Vasco, desde el Grupo Parlamentario Vasco
estamos siempre en contra de la aplicación de la fuerza bélica y de
lucha armada, por principio. Pero con la misma rotundidad condenamos
la opresión y el genocidio que sufren muchos pueblos que, como el
kosovar, reclaman reconocimiento de sus derechos y de su propia
identidad, sin sometimiento a otros estados. Podemos debatir sobre la
forma en que se ha tomado esta decisión; podemos estar de acuerdo
o no con el objetivo para el que se creó la OTAN como organización
para
la defensa militar de los países que la integran, no para realizar
acciones agresivas contra otros Estados; podemos denunciar que la
OTAN no haya consultado previamente a la ONU antes de tomar la
decisión de intervenir contra Serbia; podemos criticar al Gobierno
por la falta de consideración hacia el Parlamento, según algunos, por
no haberle tenido convenientemente informado; podemos no estar de
acuerdo con muchas decisiones que se han tomado estos días frente a
este conflicto. Pero en lo que creo que estamos todos de acuerdo es
en la necesidad de parar este genocidio que está sufriendo el pueblo
kosovar por parte de Serbia, un genocidio que en vez de ceder está
creciendo en intensidad, que intenta el exterminio de un pueblo.

Europa no puede consentir que se produzcan situaciones como ésta en
su territorio. Es un conflicto que pone en peligro no sólo la paz en
una región sino que abre la posibilidad de desestabilizar



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toda Europa y el proceso de unión europea y que puede poner en
entredicho la capacidad de Europa en el control de estas situaciones.

A estas alturas, finalizando ya el siglo XX, preparándonos para
entrar en el nuevo siglo, no podemos quedarnos indiferentes ante los
crímenes contra la humanidad como el que está sufriendo el pueblo de
Kosovo. Los derechos humanos deben ser el centro de nuestros
planteamientos y de nuestro objetivo en la acción política. Los
derechos fundamentales de las personas y de los pueblos deben de
preservarse con todos los medios posible; a ello deben responder las
estructuras de seguridad con que nos hemos dotado, y en este sentido
la OTAN o la UEO están llamadas a jugar un papel importante en el
sistema de seguridad europea. Nos cabe preguntarnos si se han hecho
los esfuerzos diplomáticos suficientes para evitar la confrontación
armada. Los resultados, desde luego, no han sido los que deseábamos.

Se puede decir que la diplomacia ha fracasado y sobre todo la
política exterior europea. No se debería haber llegado a esta
situación y posiblemente no hubiésemos llegado a ella si hubiese una
verdadera política exterior de la Unión Europea. Pero a partir de
aquí, ¿qué solución nos queda? ¿Parar la intervención militar y dejar
que Milosevic arrase Kosovo y que miles de personas mueran o sean
expulsadas de su tierra o de sus casas? ¿Seguir con un plan de acoso
militar, que tampoco está parando este genocidio? ¿Qué pasos debemos
dar para intentar parar esta masacre?
El presidente del Gobierno ha explicado el objetivo de las dos fases
en las que ha intervenido militarmente la OTAN, pero, ¿cuál va a ser
a partir de ahora la acción de la OTAN si no cede Milosevic, como
parece que no hace? ¿Qué fases están preparadas para afrontar esta
situación? ¿No será conveniente retomar las vías diplomáticas
e intentar presionar a las autoridades serbias desde un ámbito
internacional para entrar en un nuevo proceso de negociaciones? Desde
mi grupo parlamentario creemos que todos los esfuerzos que se hagan a
través de las vías posibles serán pocos y que no podemos dejar la
situación de conflicto exclusivamente en la intervención militar.

Tenemos la obligación de aunar criterios también desde el ámbito
político, porque la división que muchas veces genera esta situación
en la postura de los partidos políticos, no hace más que justificar
a los que no les preocupa lo que está pasando o a los que defienden
sus
posturas sin importarles las consecuencias. Por ello, es necesario
también una unidad de acción política ante esta situación.

Todo ello hace reflexionar al Grupo Parlamentario Vasco sobre lo
curioso que resulta comprobar cómo este sentido de defensa de los
derechos humanos, de reconocimiento del derecho de los pueblos a que
se reconozca su identidad, a que consigan su soberanía, a que puedan
ser dueños de su futuro, es contemplado de forma muy distinta; parece
como si hubiera derechos humanos de primera y de segunda. Se
interviene en el conflicto yugoslavo contra el pueblo albanokosovar,
se apoya la creación del Estado palestino, independientemente
de los métodos utilizados y, a su vez, se mira hacia otro
lado en el conflicto turco en Kurdistán o en el del Tíbet frente a
China o en tantos otros conflictos con características similares
repartidos por el mundo. Es decir, no se aplica la misma vara de
medir para todos los casos. Hablamos de derechos humanos pero
aplicamos recetas distintas para justificar nuestras posturas en uno
u otro caso, dependiendo de intereses económicos, estratégicos, de
proximidad, de dependencia o de cómo nos afectan. Este
comportamiento, que es colectivo pero que también es individual -y
cuando digo individual me estoy refiriendo a su Gobierno, señor
Aznar-, deslegitima las justificaciones que se dan en apoyo de estas
acciones. Se pierde la fuerza de la razón porque no aplicamos
nuestros principios por igual a las mismas causas. Esta es nuestra
diferencia con sus planteamientos. Nos gustaría -y así lo esperamos-
que su Gobierno sea siempre tan firme en el dicho y también en el
hecho.

Paso a continuación a hacer una valoración de los acuerdos relativos
a la Agenda 2000. Sólo el hecho de haber terminado la cumbre habiendo
cerrado los acuerdos ya es un resultado importante. Hubiese sido un
fracaso no hacerlo, además de un problema financiero para la Unión, y
alargar más tiempo el cierre de la Agenda 2000, hasta una próxima
cumbre. Es alentador ver el esfuerzo que han realizado los jefes de
Gobierno para llegar a estos acuerdos y asegurar la financiación de
la Unión Europea para los próximos siete años, aunque al final la
cumbre se haya convertido en una especie de gran zoco donde, con
intercambios, se ha intentado contentar a todos. En cualquier caso,
no debemos extrañarnos excesivamente porque este tipo de acuerdos, en
los que se necesita unanimidad, terminan siempre de la misma forma,
es decir, cambiando cromos. Lo importante es que, al final, se dota
de estabilidad financiera a la Unión Europea y se ponen las bases
para el acceso de nuevos miembros a partir del año 2002.

Esta valoración global que estamos haciendo desde el Grupo
Parlamentario Vasco, se ha visto hoy sorprendida por algunas
manifestaciones en algún medio de comunicación, en las que se dice
que España rechaza las conclusiones de la cumbre de Berlín porque no
recogen todos los acuerdos. Y en este sentido, dado que no he
escuchado al presidente del Gobierno nada referente a ello, sí me
gustaría que nos confirmara si verdaderamente lo que aparece hoy en
la prensa o en algunos medios de comunicación es cierto: que España
rechaza las conclusiones de la cumbre de Berlín porque no recogen
todos los acuerdos. Parece que hay diferencias sobre lo que se acordó
y lo que posteriormente se ha publicado en el documento respecto a
los fondos de cohesión. Ésta es una noticia que sale hoy en la prensa
y que me gustaría que me confirmara o desmintiera el presidente del
Gobierno.

Por lo que respecta a la política agraria que se ha acordado en la
Agenda 2000, tenemos que decir que necesitaríamos más tiempo para
hacer una valoracióndetallada del acuerdo alcanzado sobre esta
reforma. En



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cualquier caso, sí podemos adelantar que este acuerdo no es favorable
a los intereses del agro vasco, fundamentalmente porque no se
contemplan los techos de ayudas máximas por explotación ni la
degresividad de las ayudas con franquicia para las explotaciones
familiares, por lo que se pierde una oportunidad histórica de
redistribuir de una forma más justa el gasto agrícola. Las grandes
explotaciones, que venían acaparando el 80 por ciento del gasto, van
a seguir beneficiándose del mismo, en detrimento de las explotaciones
familiares y medianas, que no tienen ninguna compensación especial.

Hay que tener en cuenta que este tipo de agricultura fue el menos
beneficiado durante la etapa de prosperidad de la política agraria
común y está siendo el más afectado en una reforma que viene
aplicándose desde el año 1984 y que no ha resuelto los graves
problemas que tenía planteados.

La Agenda 2000 ha quedado un tanto desvirtuada en el tramo final de
las negociaciones; no da cumplida respuesta a las demandas que
formula a su medio rural en el arranque del nuevo siglo. La nueva
política agraria comunitaria tiene poco de nueva, en gran medida es
más de lo mismo y conserva relativamente poco los principios que
inspiraron la propuesta de Fischler, es decir, la Agenda 2000. En su
día valoramos positivamente aquella propuesta como un aceptable punto
de partida que debía ser mejorado en cuestiones tales como la
modulación de las ayudas directas europeas, la mejora de la renta de
la agricultura más multifuncional, así como en lo concerniente a las
nuevas políticas forestales, agroambientales y de desarrollo rural.

El resultado no ha sido satisfactorio y, además, subsisten
importantes incertidumbres; a ello ha contribuido una presidencia
alemana, cuyo enfoque no del todo imparcial y europeo ha creado un
mal precedente; una actitud francesa muy comprometida con sus grandes
explotaciones agrarias; una posición española no muy coherente y una
Comisión Europea posiblemente debilitada por los últimos
acontecimientos.

Una de las principales asignaturas pendientes, la modulación de las
ayudas directas, sigue pendiente. La propuesta inicial de la Agenda
2000, que considerábamos en este sentido insuficiente, ha sido
finalmente desestimada. De esta forma, las ayudas seguirán
distribuyéndose, al menos hasta el año 2007, de forma directamente
proporcional al producto, con lo cual se vuelve a perder otra
ocasión, la primera fue en el año 1991, a través del informe McSharry
a favor de una puesta al día de los principios de la política agraria
comunitaria. Este modelo de política agraria, que pudo tener sentido
en otra época, pierde todo su valor en una época de excedentes
agrarios y de crisis financieras de la Unión Europea, en un momento
en que la sociedad europea reclama de su agricultura la vertebración
de un espacio territorial, la conservación activa del medio ambiente,
el mantenimiento de las estructuras sociales, de su medio rural, así
como una oferta de alimentos de calidad y con plenas garantías
sanitarias. Especialmente incoherente ha sido la postura de la
delegación española,
que reclama a Bruselas solidariamente mantener los fondos de
cohesión y luego no es partidaria de aplicar dichos principios de
cohesión dentro de su propia agricultura mediante la modulación de
las ayudas directas.

Existen también otras cuestiones que proyectan importantes sombras,
como, por ejemplo, la forma en que se ha resuelto la reforma de la
organización de los mercados lácteos y de los cultivos herbáceos,
fundamentalmente en los descensos de los precios, no compensados con
las nuevas ayudas, y el incremento generalizado de la cuenta láctea a
nivel europeo, a pesar del desequilibrio estructural del mercado, lo
que agravará la situación, especialmente en mercados como el español
tradicionalmente receptor de estos excedentes.

Por lo que respecta a los fondos estructurales y de cohesión -uno de
los capítulos más importantes y más controvertidos con que se acudía
a Berlín era sin duda el referido a los fondos estructurales y de
cohesión-, las amenazas de Alemania y de otros países del Norte
intentando reducir la cuota para el Estado español eran
verdaderamente preocupantes. Al final, el resultado de la negociación
ha supuesto para el Estado español un incremento aproximado del 15
por ciento en las cantidades que recibirá por estos conceptos en el
periodo 2000-2006 en comparación con las recibidas en el periodo
1993-1999.

No voy a entrar en otro tipo de comparaciones que se han producido
esta mañana, sólo tomo como referencia lo que dice el Gobierno, y es
que ha habido un aumento del 15 por ciento de los fondos. Eso es lo
que me interesa.

El Partido Nacionalista Vasco ha dado prioridad absoluta a esta
negociación, como así pusimos de manifiesto al Gobierno del Estado en
el inicio de las negociaciones. Este capítulo era fundamental para
los intereses no sólo del Estado, sino de forma muy especial para la
comunidad autónoma vasca. A la vista de los resultados y al margen de
la valoración global, hay varias cuestiones que nos preocupan
seriamente.

En primer lugar, que el Objetivo 2, que afecta al conjunto de la
comunidad autónoma vasca en su condición de región europea en declive
industrial, sufre una reducción importante de la población y zonas
que pueden beneficiarse de los fondos asignados a este objetivo. En
segundo lugar, que los criterios finales de elección de las zonas
cubiertas por el Objetivo 2 sean excesivamente abiertos, lo que va a
permitir un amplio margen de maniobra a todos los Estados, incluso a
los más prósperos, para incluir zonas en este objetivo. En tercer
lugar, han desaparecido las iniciativas industriales Resider, Conver,
Renaval y Pyme, de las cuales se beneficiaba Euskadi y en la
iniciativa Intereg se prioriza la acción de las fronteras con los
países del Centro y del Este de Europa. En cuarto lugar, no se ha
recogido ninguna mención específica para la margen izquierda del
Nervión, cuando en las conclusiones de Berlín se relacionan 13 casos
particulares, que afectan a 12 países,algunos de ellos de tanta
pujanza económica como



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Austria, Alemania, Holanda, Bélgica o Suecia, a los que se les
asignan más de 5.000 millones de ecus -900.000 millones de pesetas-.

Es cierto que entre esos 13 casos particulares está España con 200
millones de ecus, es decir, unos 35.000 millones de pesetas. Sin
embargo, no tiene nada que ver con la problemática de la margen
izquierda del Nervión, un área con más de 400.000 habitantes, que
engloba 11 municipios y tiene un producto interior bruto por
habitante inferior al 75 por ciento de la media comunitaria. Una zona
que, lejos de converger, está comparativamente en peor situación que
en 1994, comenzando a manifestarse un problema grave de despoblación.

En consecuencia, si no se adoptan las medidas necesarias, la reforma
acordada en Berlín puede perjudicar gravemente a la comunidad
autónoma vasca. El hecho de que en la negociación se haya supeditado
la defensa de los intereses específicos de la comunidad autónoma
vasca a los generales del Estado, no puede tener como consecuencia
que en un contexto general de mejora de la situación para el período
2000-2006 Euskadi resulte perjudicada en el nuevo período con
relación al anterior. No obstante, el acuerdo de Berlín proporciona
al Estado español elementos suficientes para garantizar que estas
consecuencias negativas para Euskadi no se materialicen.

Señor Aznar, en el período 1994-1999 Euskadi ha recibido el 3,3 por
ciento de lo asignado al Estado español en el conjunto del período.

En base a los criterios objetivos de pérdida de empleo industrial,
tasa de paro y nivel de renta nos encontramos entre las regiones de
toda la Unión Europea con peores datos comparativos y en el Estado
español es la comunidad autónoma, fuera de las regiones Objetivo 1,
con los indicadores más graves. Esta situación no parece que vaya a
mejorar en el nuevo período del año 2000-2006, por lo que resulta
preciso revisar al alza el porcentaje de los fondos y distribuir
equitativamente ese aumento del 15 por ciento que se ha obtenido y
que reclamamos para el País Vasco. Hemos apoyado la política del
Gobierno en la defensa de las zonas consideradas como Objetivo 1, a
pesar de que Euskadi no pertenecía a este objetivo. Por tanto,
esperamos que el resultado final de esta negociación permita también
que la Comunidad Autónoma del País Vasco incremente en este período
el nivel de ingresos obtenidos con respecto al período anterior y que
además pueda articularse una acción específica y coordinada de los
objetivos 2 y 3 y del fondo de cohesión en zonas como la margen
izquierda del Nervión y la bahía de Pasaia que haga posible una
actuación de estos fondos sostenida y constante para el conjunto del
período.




Señor Aznar, la valoración final que realicemos de la negociación de
la delegación española en Berlín dependerá de la concreción de estos
extremos y de las consecuencias que finalmente la reforma pactada
tenga para la comunidad autónoma vasca. El País Vasco necesita
urgentemente despejar las perspectivas de financiación comunitaria de
manera que pueda elaborarse y
ponerse en práctica una planificación de desarrollo regional adecuada
y sostenible para el período y para el conjunto de su territorio.

Señor presidente, y termino, desde el Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-
PNV), queremos dejar constancia de que, reconociendo el esfuerzo que
usted y su equipo han realizado estos días en la cumbre de Berlín, el
resultado es el que es. Era necesario un acuerdo unánime para cerrar
la cumbre, por lo que, como suele ocurrir en estos casos, todos
pierden y todos ganan, y cada cual hace las cuentas según le
interesa.

Tenemos que ir acostumbrándonos a que en el futuro cada vez habrá
menos fondos, tanto estructurales como de cohesión, y que las ayudas
a la agricultura disminuirán, sobre todo a partir de la próxima
ampliación, si bien previsiblemente ésta no se producirá antes del
año 2006, lo cual significa que debemos de aprovechar esta etapa para
conseguir llegar a la convergencia real, porque, aunque nosotros
ganemos hoy, como se quiere dar a entender y podemos compartir,
parece ser que Alemania pierde -que es otro de los aspectos que
también parece que conforman el resumen final: nosotros ganamos,
Alemania pierde-, y he de decir, señor presidente, que desde luego yo
prefiero ser Alemania, aunque pierda, por lo menos económicamente
hablando.

Por tanto, al margen de estas valoraciones positivas o negativas, lo
que preocupa a mi partido, a mi grupo parlamentario, es la aplicación
del contenido de estos acuerdos, cómo se van a repartir estos fondos,
qué acciones y qué medidas se van a tomar para compensar a sectores,
territorios o zonas que han podido quedar marginados. Esto es lo que
nos preocupa y de esto vamos a estar pendientes de ahora en adelante.

Nada más y muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Zabalía,



Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra don José Carlos
Mauricio.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Señor presidente, señorías, quiero
aprovechar, con toda la brevedad que el esfuerzo me permita, para
hacer sólo unas reflexiones sobre el debate que hemos tenido esta
mañana, y, en la medida de lo posible, fijar la posición de mi grupo
parlamentario, Coalición Canaria.

En primer lugar, quiero decir que la cumbre de Berlín -y a nadie se
nos escapa- se ha producido en un momento difícil de la construcción
europea. Después de la euforia que produjo el tema de la unión
monetaria y la fijación del euro -el 1 de enero de 1999 aparecía como
el primer gran momento del proceso de fortalecimiento en la Unión
Europea-, apenas unos meses después nos hemos encontrado con una
pequeña pero importante crisis de la política económica europea y,
por tanto, con la primera crisis del euro, que ha estado flotando en
todos los momentos de la negociación europea.




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Creo que la dimisión del ministro de Economía y Hacienda de Alemania,
la batalla y el debate sobre las políticas monetarias comunes, el
tema del Banco Central Europeo y la bajada de los tipos de interés
reflejaban el debate de una importante recesión en la economía
alemana y en otras economías europeas, como la inglesa, y planteaba
que negociar el presupuesto europeo en el momento del principio de
una recesión es siempre el momento más difícil.

El señor Aznar ha empezado su intervención diciendo que en esta
cumbre Europa ha estado a la altura de las circunstancias. Yo creo
que no ha estado a la altura del momento histórico y ha estado a la
altura de las circunstancias. La primera circunstancia, ésta.

La segunda circunstancia es sin duda la dimisión de la Comisión
Europea. Es un dato que, más allá del debate del control de los
fondos y de su distribución por los comisarios europeos, refleja lo
que es una primera crisis de las instituciones europeas y la
necesidad de avanzar urgentemente en la línea de las reformas
institucionales, del fortalecimiento de la Comisión, del Consejo, del
Parlamento Europeo y del déficit democrático. El señor Aznar se ha
referido a la próxima cumbre de Colonia y a la necesidad de avanzar
en las reformas institucionales.

En ese cuadro, Europa tenía que aprobar el presupuesto del 2000 al
2006, y todo el mundo sabe que, en ese marco económico y político, el
hecho -que ya el señor Borrell citaba aquí hace unos meses y nosotros
fijamos nuestra posición en ese momento- de que hubiese gobiernos
socialdemócratas no era precisamente la garantía de que se pudieran
aumentar mucho más los recursos de cohesión y solidaridad en la
integración europea, porque Europa está pasando, desgraciadamente,
espero que transitoriamente, por una crisis de identidad. Esa crisis
de identidad es una cierta apoteosis del nacionalismo del siglo XX,
para no hablar del siglo XXI, de los Estados nacionales europeos. El
debate que hemos tenido hoy tiene mucho de apoteosis del nacionalismo
de los viejos Estados nacionales, porque un debate entre el Gobierno
y el principal partido de la oposición sobre si hemos subido o bajado
el 7 por ciento tiene poco de debate europeísta. Íbamos a Europa con
un excelente criterio y creo que el Gobierno -quiero ser objetivo- lo
ha defendido bien. Nadie podía ganar, todos tenían que perder un
poco. Ésa es la manera de construir Europa en el momento político y
económico que vivimos. Alemania, aunque pierde, ha ganado algo, que
no siguen creciendo los gastos de manera indefinida; Francia ha
perdido algo en la política agrícola; Italia pierde en el ajuste en
relación con el producto nacional bruto y no con el IVA; los ingleses
pierden, a pesar de que a Inglaterra se le está haciendo concesiones
para su integración en el 2002 en la política monetaria común.

Todos pierden un poco y España no ha perdido. Yo creo que ése es un
dato por encima de cualquier otra consideración. El señor Borrell ha
utilizado el símil de la escalera, que hay que comparar con el último
año.

Los fondos estructurales y de cohesión, al menos desde nuestro punto
de vista, no son concesiones indefinidas a los Estados miembros, no
van a ser permanentes, son un instrumento para la cohesión de Europa
y para ir consiguiendo mejoras en la renta y, en la medida en que
vamos mejorando nuestras rentas en relación a la renta media europea,
sin duda alguna van a ir descendiendo esos fondos que sirven para la
cohesión europea. Por tanto, el año 2000 serán menos, el 2001 un poco
menos, el 2002 un poco menos. Se ha mantenido el criterio de cohesión
fundamental hasta el 2006. En este momento, los países tienen que
plantearse que, desde la Europa cohesionada, desde la Europa con
fondos estructurales y de cohesión y de política agrícola común, con
los niveles razonables que era posible mantener hoy, de aquí al 2006
tenemos un reto. El reto no es cómo acelerar o estimular nuestro
ultranacionalismo para conseguir que en el 2006 se mantengan los
criterios de Edimburgo; en el 2006, nuestro objetivo es estar en el
90 por ciento de las rentas europeas, por lo que prácticamente no
tendremos fondos de cohesión ni fondos estructurales. De lo que se
trata es de que la cohesión y la solidaridad vayan unidas al esfuerzo
y al sacrificio de cada país para conseguir que la cohesión europea
se produzca en los plazos y en los términos necesarios.

En esa línea, estamos satisfechos de los resultados obtenidos. Para
decir que ha sido bueno el resultado obtenido, sólo nos sobra una
frase, señor Aznar, y espero que su Gobierno se comprometa a quitarla
del documento que han redactado los alemanes en la cumbre de Berlín y
que el señor Matutes se preocupe también de quitarla. No podemos
aceptar que, después de haber conseguido que los fondos estructurales
de cohesión se mantengan para todas las regiones que estén por debajo
del 75 por ciento, que es un éxito, en un párrafo aparte, para las
regiones más remotas, que es una explicación didáctica europea del
concepto tradicional de región ultraperiférica, que son Madeira,
Azores, los Estados de ultramar franceses, etcétera, y Canarias, se
ponga una coma y se diga después «porque están por debajo del 75 por
ciento». Eso abre una doble interpretación, en mi opinión peligrosa y
ambigua, y esa frase tenía que haberse quitado. A mí me han dicho que
la delegación española exigió que se quitara y se aceptó. Esas cosas
de las cinco y las seis de la mañana son así, ocurren de esa manera,
a las cinco se aceptó. Si es verdad que se aceptó, diga que se aceptó
y que España no va a firmar el documento mientras los alemanes no
retiren lo que fue una coladera de las ocho de la mañana que en
realidad no se aceptó.

Por lo tanto, eso de que las regiones remotas, más remotas,
ultraperiféricas, tiene derecho a los fondos estructurales por su
lejanía, no tiene nada que ver con que están por debajo del 75 por
ciento.

Se van a producir ajustes -y todo el mundo lo sabe- entre el 2000 y
el 2006, y España luchará para que los ajustes se produzcan en el
2006 y las modulaciones sean las menores posibles. La lucha europea



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nunca es una lucha por conseguir objetivos a largo plazo y
permanentes, que es una lucha constante, pero resulta que, si esa
frase desaparece, para Canarias será mucho más fácil que el problema
de su articulación en Europa, según el artículo 299 del Tratado de
Amsterdam, esté consolidado en función de su lejanía, de su carácter
remoto y no de que tenga el 75 por ciento de las rentas europeas. Si
se suprime esa frase, aunque hayamos superado y estemos en el 78 por
ciento de las rentas europeas, nuestro carácter remoto nos llevará
inmediatamente al 72. Esta es la filosofía esencial de la posición de
Canarias en la Unión Europea.

Primera reflexión que quería introducir. Coalición Canaria opina que,
con algunos matices que hay que corregir -y espero que se corrijan-,
la negociación que ha hecho el Gobierno español ha sido positiva,
claramente positiva. Desde donde partíamos, en el contexto del que
partíamos, en las condiciones de las que partíamos, ha sido positiva.

Ahora, mi grupo quiere decir aquí con toda claridad que, con la
vocación europeísta que tenemos todos, también tenemos que considerar
que ha sido positiva para Alemania, para Italia, para Portugal o para
Grecia. Nos sentimos solidarios. Somos ciudadanos europeos, estamos
construyendo Europa y eso de que en cada Parlamento nacional sólo se
discuta cuánto le hemos ganado al contrario está bien para la Copa de
Europa, pero no está bien para la construcción europea.

El gran debate que se ha abierto en la cumbre de Berlín (a mí me
gustaría hacer una reflexión sobre eso) es que, mientras se celebraba
una cumbre que era histórica para la Unión Europea, en ese mismo
momento el ejército de la OTAN estaba atacando a la República Federal
de Yugoslavia. Sólo ya la elección del momento es un poco humillante
para Europa. ¿Por qué no tres días después o seis días antes? ¿Qué
ocurría, que ése era el momento en el que Milosevic no había cumplido
los acuerdos de Rambouillet? Yo tengo algunas dudas. Creo que la
decisión de atacar en ese momento responde a una lógica de los
propios americanos -y hay un debate en los Estados Unidos- y que
tenemos el derecho, como pueblo maduro y moderno, a tener los mismos
derechos de debate internacional que tiene el pueblo norteamericano,
el Congreso norteamericano o el Senado norteamericano, cuando un
sector muy importante de la opinión pública norteamericana y de la
oposición norteamericana habla de la política errática de Clinton y
de la señora Albright. A veces, la elección de los momentos, la
forma, etcétera, son discutibles.

El señor Borrell ha tenido que hacer un esfuerzo tremendo (que a mí
me recordaba -señor Borrell, con toda la amistad que nos une-, aquel
discurso de Marco Antonio en el que decía: Aunque me ha dicho Bruto
que yo les diga a ustedes que estoy de acuerdo con la muerte de
César, en realidad no estoy de acuerdo) y, aunque el señor Solana le
ha dicho que tiene que decir eso, ha hecho toda una argumentación
-que yo comparto- sobre lo inoportuno de que la ONU haya quedado
desplazada y de que haya una agresión sobre una
base que desde el punto de vista jurídico del derecho internacional
es muy discutible, señalando que el problema de Rusia no hay que
verlo en esta coyuntura, que el Fondo Monetario Internacional les va
a firmar unos créditos estos días y que, por lo tanto, se tiene que
callar la boca. Pero, ¿qué Rusia estamos preparando para los próximos
diez años? Cuando desaparezca Yeltsin el año que viene, ¿qué puede
ocurrir en Rusia, que tiene armamento nuclear? Ese debate ya lo
introduje yo en el momento de discutir la integración militar en la
OTAN y nos sigue preocupando. El pueblo ruso está pasando por una
fase de ultranacionalismo. Se siente humillado. Humillación,
ultranacionalismo y armamento nuclear son elementos muy peligrosos
para el futuro. Por lo tanto, hay que hacer esfuerzos.

Sin duda, todos estábamos horrorizados por la actitud de Milosevic y
por la limpieza étnica, pero hemos violado algunos elementos básicos
de la convivencia internacional. Se puede decir aquí: El fin
justifica los medios, porque hemos conseguido los resultados
previstos. Pero los resultados son una Rusia radicalizada y un pueblo
yugoslavo que apoya más que nunca a Milosevic (aquí tenemos hasta a
los futbolistas en cabeza de las manifestaciones), que es un dictador
impresentable.

Nos encontramos con que la ONU ha quedado desplazada, con que los
Estados Unidos han dirigido la operación y no sabemos qué va a pasar
porque no van a poner fuerzas de interposición, la OTAN no va a
intervenir militarmente porque la mayoría del pueblo norteamericano
está en contra. ¿Qué pasó con Gadafi? Lo atacaron; garantía de 10
años más de dictador. ¿Qué pasó con Sadam Husein? Lo atacaron; diez
años más de dictador. ¿Qué va a pasar con Milosevic? ¿No estaremos
garantizando la continuidad de un dictador impresentable en Europa?
El fin en algunos momentos puede justificar los medios; los medios
han sido impresentables, pero el fin puede ser peor del que teníamos.

Desde nuestro punto de vista, lo que plantea esta situación
internacional es la necesidad de más Europa, mucha más Europa, porque
cuando no se tiene la iniciativa en el terreno internacional, al
final tiene uno que elegir entre el cólera y la peste y es en la
situación en la que nos han colocado en este momento, que es una
situación dramática. En el pragmatismo realista de la situación de
hoy no hay muchas alternativas, lo comprendo, pero de lo que se trata
es de empezar a elaborar una política de que Europa no termina en los
15 países de la Unión Europea.

El señor Borrell ha dicho que estamos hablando de dos temas
distintos: de la discusión del presupuesto europeo y del de la
agresión o el ataque a Yugoslavia. No son dos temas distintos, es el
mismo, es el futuro de Europa. Europa no puede ser un fortín de
bienestar mientras el centro y el este sean zonas pobres, atrasadas,
y ahora el gran pacto que se ha hecho es retrasar la ampliación.

Europa no puede terminar en el Mediterráneo. ¿Se acuerdan ustedes de
los grandes discursos de la cumbre de Barcelona sobre el Mediterráneo
y la cooperación con el norte de África? (El señor vicepresidente,



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Fernández-Miranda y Lozana, ocupa la Presidencia.) ¿Han hablado en la
cumbre europea, señor Aznar, de algo tan interesante como la
intervención de Clinton hace una semana? Yo no siento ningún
antiamericanismo primario, pero Clinton realizó una excelente
intervención sobre el tema de África, diciendo que hay que acabar con
la deuda externa de 70.000 millones de dólares, que hay que anular la
deuda externa de África.

Se ha hablado de Sudáfrica, y yo me alegro mucho, porque nosotros
estamos en el continente africano; me siento europeo y español, pero
dentro del continente africano, y tenemos una enorme preocupación
porque en las últimas reuniones del Banco Mundial se está hablando de
que la globalización en el mundo está produciendo un desastre, una
ruptura tremenda entre los países ricos y los países pobres -y no lo
dice un teórico marginal, lo dice el director del Banco Mundial, nos
lo contaba el señor Rojo el otro día-, que 3.000 millones de
habitantes del mundo están pasando a una situación de marginalidad, y
3.000 millones están en el progreso y en el desarrollo. Hay una
situación preocupante y Europa tiene la obligación histórica de
plantearse seriamente que el centro y el este tienen que integrarse,
aun a costa de sacrificios internos de la Unión Europea, de aquí al
2006, con ajustes en el 2002 más deprisa de lo que habíamos previsto.

Europa tiene que avanzar en la reforma institucional para que esa
ampliación sea posible y tiene que rehacer proyectos de cooperación
en el Mediterráneo, en el norte de África mucho más intensos, y se
tiene que sacrificar más.

Este mundo no puede ser el de un solo poder. Alguien ha dicho que en
la historia de la humanidad sólo ha habido una vez -que es ésta- en
que hay un solo poder a escala mundial. Esa misma persona -un experto
norteamericano- ha dicho que será el último. ¿Cuánto tiempo durará
entre el primer poder y el último? Eso va a depender de Europa. Antes
de ir a la cumbre de Berlín, en la euforia del euro, hablábamos de la
bipolaridad nueva, ya no era la de la guerra fría Rusia y Estados
Unidos. Ahora era la nueva bipolaridad atlántica: Europa y Estados
Unidos, el euro, el dólar y las políticas humanitarias de Europa que
se introducen. Sin embargo, la crisis de Kosovo ha puesto en
evidencia que Europa todavía no está a la altura de esa bipolaridad.




Hace tres años el XXI iba a ser el siglo asiático. Hace dos años era
sólo el segundo siglo norteamericano. Hace un año iba a ser el siglo
del atlántico, de la nueva bipolaridad. Seguimos, simplemente, en el
siglo de los norteamericanos. Es bueno para Estados Unidos, es bueno
para Europa, es bueno para el mundo crear un mundo multipolar y sólo
es posible en el marco de las Naciones Unidas. Esa asamblea del
veintitantos de abril con motivo del 50 aniversario de la OTAN tiene
que ser un buen debate sobre eso que llaman el nuevo concepto
estratégico de la OTAN. Europa tiene que definir el nuevo concepto
estratégico y no sólo un problema de fondos estructurales, de fondos
regionales. Es un problema
de su papel en el mundo y vamos retrasados en eso.

No soy un utopista y no creo que las cosas se puedan hacer en un año
o en dos años, pero de lo que estamos hablando no es del siglo XXI,
sino de los primeros veinte años del siglo XXI. De lo que decidamos
ahora van a depender los próximos veinte años y este Parlamento tiene
que estar a la altura de ese debate.

Termino, señor Aznar, porque no quiero extenderme demasiado. Hemos
cerrado el ciclo del euro; tenemos el presupuesto europeo del 2000 al
2006 y, por cierto, el cerrar ese presupuesto señor Molins, señores
de grupos que apoyan al Gobierno incluido el mío, abre también un
debate sobre el pacto fiscal español, y es que los criterios de
Europa de cohesión, de solidaridad necesitan ajustes, igual que hace
Alemania en Europa y que las comunidades más ricas de España como
Cataluña sigan aportando. Que aportan demasiado, ese debate ya lo ha
abierto el señor Pujol, pero es ahora en el marco del acuerdo de
Berlín donde tenemos que discutir la financiación española del 2000
al 2006, donde tenemos que discutir el modelo de Estado que
corresponde a la nueva Europa, el modelo de Estado de España.

Espero que el Grupo Socialista y el Grupo Popular se pongan de
acuerdo en el papel de las nacionalidades históricas y de las
regiones o comunidades ultraperiféricas; en la necesidad de la
ampliación; en el papel de la ONU y en el papel de la identidad
europea de seguridad y defensa, porque con una identidad europea de
seguridad y defensa y un programa económico de apoyo sobre la
solidaridad con el centro y el este de Europa no se daría la
situación que hay hoy en Yugoslavia.




Por todas estas razones, estamos cerrando un ciclo. Hemos cerrado el
ciclo del euro, del presupuesto europeo, hemos cerrado un debate
internacional sobre la integración en la OTAN, hemos cerrado esta
legislatura, señor Aznar. No me interesan elecciones pronto, pero
políticamente hemos cerrado esta legislatura. Hay que hacer un gran
debate sobre lo que van a ser los próximos años, no de 1999 y del
2000. Usted defiende la estabilidad, me parece muy bien, pero si la
defiende y sigue insistiendo en la necesidad de elecciones el año que
viene, cosa de la que tengo mis dudas desde el punto de vista del
interés del Estado, el único planteamiento que le hago es pedirle que
convoque el debate sobre el estado de la Nación.

Este debate se está convirtiendo en un sucedáneo del debate del
estado de la Nación. Ha llegado el momento de hacer el gran debate
del estado de la Nación para fijar las perspectivas, porque si no
este ciclo que se acaba, agota al Gobierno. Los gobiernos no se
agotan por la voluntad de sus ministros y de su presidente, sino
porque hay que fijar horizontes nuevos, porque éste ya se ha cerrado.

El debate sobre el estado de la Nación tiene que ser en abril. El año
pasado lo hicimos en mayo, pero ¿lo vamos a hacer en lacampaña
electoral de las municipales y autonómicas?



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No sé si hay un pacto entre ustedes para no hacerlo ahora. Si no lo
hay, sentémonos, discutamos, démosle prioridad al Parlamento y
hagamos resoluciones sobre los grandes temas que ha abierto la cumbre
de Berlín y la situación europea. España tiene que estar liderando
política y culturalmente el proyecto europeo y debe tener mucho
cuidado en no caer en los viejos nacionalismos anticuados que a veces
uno escucha -parece mentira que eso lo tenga que decir una fuerza
nacionalista de Canarias- en este Parlamento.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): ¿Quiénes de SS.

SS. desean intervenir por parte del Grupo Parlamentario Mixto?
(Pausa.)
En primer lugar, tiene la palabra el señor Chiquillo.




El señor CHIQUILLO BARBER: Señor presidente, señorías, se ha cerrado
un ciclo importante del proceso de construcción de la Unión Europea,
y ha habido opiniones muy variadas de quién ha ganado, quién ha
perdido. Hay disparidad de opiniones y no voy a entrar yo ahí a decir
quién es el que ha ganado o quién es el que ha perdido, pero ha
habido algunos que no han ganado nada en esta cuestión. No me refiero
a países sino a sectores y a cuestiones que quedaban pendientes en la
construcción europea y que de nuevo han quedado aparcadas. Podríamos
decir aquello de que algunos sectores no han ganado con los acuerdos
que se han cerrado.

Los acuerdos alcanzados dejan un sabor de boca agridulce. Desde la
óptica de Unión Valenciana así lo valoramos. Avances ha habido. Se
han conseguido objetivos: los fondos de cohesión, los fondos
estructurales. En el caso de la Comunidad Valenciana, con el esfuerzo
de todos se ha conseguido por los pelos estar por debajo de ese 75
por ciento y mantenernos como región Objetivo 1, que es importante
para cubrir y corregir los desequilibrios que nuestra comunidad aún
sufre, pero en otras cuestiones, aunque se haya omitido en el día de
hoy, ha habido retrocesos, olvidos y acuerdos negativos en esta
cumbre de Berlín.

Voy a citar varias cuestiones que observamos con preocupación: el
artículo 35 del reglamento de desarrollo rural, la agricultura
mediterránea en su conjunto, la agricultura valenciana en particular,
el acuerdo preferencial comercial con Sudáfrica o el futuro de los
productos agroalimentarios, los productos de frutas y hortalizas
eminentemente mediterráneos, ante el futuro de la Organización
Mundial de Comercio de Singapur.

Indudablemente, lo positivo ya lo he resaltado -los fondos de
cohesión y los fondos estructurales-, pero los debates previos a esta
umbre de Berlín hacían prever una disminución mayor de la
financiación de las políticas agrícolas. Esta disminución se ha dado,
aunque hay que reconocer que en mucha menor medida de la que se
esperaba. Con el acuerdo de Berlín, la política agrícola seguirá
representando en torno al 46 ó 47 por ciento de los gastos de la
Unión Europea, y ni la propuesta inadmisible de Francia de la
regresividad de las ayudas,
ni la alemana de la cofinanciación, han prosperado finalmente. Eso
creo que ha sido positivo y nos debemos congratular no sólo los
españoles, sino creo que el conjunto de ciudadanos y países de la
Unión Europea.

Pero sí que me gustaría citar dentro de las cuestiones pendientes
-las que nos inquietan, las negativas, las que se han aparcado-
algunas que desde la óptica valenciana creo que es importante
resaltar. Está la puesta en marcha del reglamento del desarrollo
rural y la redacción del artículo 35.3, que en teoría debería haber
permitido excepciones a la incompatibilidad de solicitud de ayudas, a
la transformación y comercialización, con cargo a los fondos
operativos de la OCM de frutas y hortalizas y con cargo al reglamento
de desarrollo rural. Es una cuestión que preocupa mucho a la
Comunidad Valenciana, al sector de frutas y hortalizas, que ha
quedado aparcado y sigue estando pendiente esa espada de Damocles
sobre el futuro del sector de frutas y hortalizas que puede hacernos
perder en los próximos seis años en torno a los 2.000 millones
anuales.

Las ayudas estructurales son las grandes perdedoras al haber
disminuido en un 22 por ciento en el conjunto de la Unión, pero está
contrarrestado por ese mantenimiento de la Comunidad Autónoma
Valenciana como región Objetivo 1. Pero creo que hay que poner el
énfasis en la cuestión de la Agenda 2000 y su repercusión sobre la
agricultura valenciana ya que afecta, pero poco. Y podemos decir que
afecta poco porque desgraciada y sencillamente se ha hablado poco de
la agricultura valenciana y mediterránea. Ha sido la gran olvidada en
los acuerdos de la Agenda 2000, no sólo en el artículo 35 de los
programas de desarrollo rural, ya que sigue estando en peligro de
perder esas grandes dotaciones económicas, sino en la solicitud de
incrementar los umbrales de industrialización de los cítricos, que
son cuestiones que han quedado aparcadas y están sin resolver; las
cuestiones y las demandas del arroz y, sobre todo, las demandas de
protección de los productos mediterráneos ante la próxima ronda de
Singapur de la Organización Mundial de Comercio para que no vuelva
a ocurrir lo acaecido en la ronda Uruguay del GATT.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Señor
Chiquillo, le ruego concluya.




El señor CHIQUILLO BARBER: Concluyo, advirtiendo que no sabemos para
quién será un éxito éxito el acuerdo comercial con Sudáfrica, como
así se ha manifestado en los acuerdos de la cumbre de Berlín. Esa
celebración del éxito será para los productos continentales que han
aparecido entre los productos sensibles de la lista que no están
sometidos a la liberalización. Pero si hay un gran pagano de esta
decisión del acuerdo con Sudafrica es la agricultura valenciana y
nuestros frutos cítricos que han sido excluidos de esa lista de
productos sensibles, no sólo por el artículo 35 del reglamento, sino
en las grandes cuestiones de ese acuerdo con Sudafrica, y de nuevo -y
van muchas ya- va a volver a pagar la factura de los caprichos de



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la Unión Europea con terceros países, con acuerdos preferenciales que
lesionan gravemente los intereses de la agricultura española...




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Señor
Chiquillo.




El señor CHIQUILLO BARBER: Los intereses de la agricultura española y
valenciana, con grandes pérdidas que estarán a la vuelta de la
esquina, si ustedes no toman el acuerdo de intentar compensar lo
nefasto de este acuerdo.

Muchas gracias, señor presidente, sobre todo por su benevolencia.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Gracias, señor
Chiquillo.

Tiene la palabra la señora Lasagabaster.




La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Muchas gracias, señor presidente.

Señoras, señores diputados, señor presidente del Gobierno, hemos
abordado en esta mañana tres temas que están interrelacionados y
todos ellos de suma entidad, importancia, gravedad y complejidad. Me
voy a limitar a referirme a ellos en la forma que lo ha hecho el
señor presidente del Gobierno.

Por lo que se refiere al tema del ataque de la OTAN a la República
Federal de Yugoslavia, el problema de Kosovo, es evidente que
partimos todos de la base de que el señor Milosevic no está actuando
como ningún buen gobernante y que está ordenando atrocidades contra
los derechos individuales y colectivos del pueblo kosovar. También
estamos todos de acuerdo en que los derechos individuales y
colectivos del pueblo kosovar deben ser defendidos y respetados como
los de cualquier otro pueblo. En ese sentido, admito que en la cumbre
de la Unión Europea se ha hablado del respeto a ese derecho colectivo
del pueblo palestino a conformar un Estado que, desde nuestro punto
de vista, defendemos para todos los pueblos.

Dicho esto, la cuestión es si el ataque de la OTAN corresponde a lo
que hemos pactado entre todos, si debe ser realizado, si es
conveniente o si se ha efectuado de conformidad con las normas de
derecho internacional, y ustedes conocen nuestra posición sobre la
OTAN. Nosotros creemos que en este caso se ha producido un
precedente, desde nuestro punto de vista, preocupante. Preocupante
porque se ha realizado sin el mandato del Consejo de Seguridad de la
ONU y sin llegarse a cumplir determinadas cuestiones que se han
adoptado en este Parlamento y, además, porque aparece como un
precedente grave respecto de otras cuestiones como son quien decidirá
en el futuro dónde hay que bombardear y quién va a controlar.

Cuestiones que nos tenemos que replantear y reflexionar porque no
estamos de acuerdo en ello. Pero, aun admitiendo - que no lo
admitimos- la teoría de que no queda más remedio, también nos
preguntamos cuáles son las hipótesis
de trabajo que se han realizado a este respecto, porque, desde
el punto de vista de la opinión pública y de la información que
nosotros tenemos, la situación es preocupante. No puedo entrar en
más, pero se han realizado preguntas muy interesantes respecto a la
consecución y al futuro de esta operación que entiendo debiéramos
obtener una respuesta.

Un segundo tema que se ha planteado en el Consejo Europea es el de la
Comisión. Me parece terriblemente relevante porque lo que hemos
observado y lo que ha sucedido, en lo que se refiere a la Comisión,
requiere una reflexión en profundidad. No olvidemos que en cuanto a
la integración política, en los 42 años que lleva el proyecto, la
Comisión ha tenido siempre un papel importante y queremos mantenerlo.

Por eso creo que, cara a la cumbre de Colonia, hubiera sido también
necesario un debate en profundidad respecto a qué es lo que ha
ocurrido, qué visión plantean los gobiernos en el Consejo Europeo, o
han planteado respecto de la Comisión, no sólo en lo que se refiere a
procedimiento y calendario, sino la reflexión política de lo que ha
habido detrás.

Una tercera cuestión, en la que obviamente todo el mundo se ha
centrado más, que yo creo que es por supuesto importante -me
permitiría decir que de un cierto nivel de entidad compleja, pero de
otro orden que los anteriores- es la Agenda 2000. Se han hecho muchas
valoraciones en relación a cuál ha sido el resultado. Yo creo que
según el prisma con que se mire. Si lo observamos desde el punto de
vista de integración política, yo creo que corren malos tiempos, por
cuanto que lo que hemos observado desde la cumbre de Viena, el
Consejo de Petersberg, o incluso sin ir más lejos las declaraciones,
es: qué hay de lo mío. En ese sentido no me parece que en este
Consejo Europeo, desde el punto de vista de integración política
europea, haya sido el mejor resultado.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Señora
Lasagabaster, le ruego concluya.




La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Voy concluyendo, señor presidente.

Si lo observamos desde el punto de vista de qué es lo que ha
resultado para cada uno de los componentes de esta Unión Europea,
probablemente ha sido razonable. Con los números se pueden realizar
valoraciones atendiendo a unos u otros criterios, y probablemente
todos tengan razón. Yo lo que querría señalar es que en esas
conclusiones del Objetivo 2, desde nuestro punto de vista, hay muchas
dudas, señor Aznar. En el párrafo 36 se pretenden reducir a un 33 por
ciento; se amplían los criterios de los cinco objetivos al pasar a
tres; se amplía el Objetivo 2, con lo cual no sabemos a qué puede dar
lugar en la práctica, y eso nos produce una cierta inquietud.

Por otro lado, como se ha señalado, el hecho de reducir a tres las
iniciativas comunitarias también nosproduce una cierta preocupación.




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El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Señora
Lasagabaster, S.S. debe concluir.




La señora LASAGABASTER OLAZÁBAL: Voy concluyendo.




En definitiva, se nos admitió antes de la cumbre que se nos
compensaría si no quedábamos bien. Yo creo que eso puede ser de
interés, por cuanto que hay problemas graves que hay que solventar.

Nos gustaría no tener que pedir este tipo de cosas, pero realmente la
realidad es la que hay.

Termino diciendo que la PAC quizá no era lo que nosotros
pretendíamos, porque creemos en un sistema de explotación agrícola
que vaya acorde con el empleo rural, el desarrollo de vida rural y la
calidad de vida y el medio ambiente. Por tanto, creemos que es una
reforma que queda aún pendiente.

Muchas gracias, señor presidente.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señora Lasagabaster.

Tiene la palabra el señor Rodríguez.




El señor RODRÍGUEZ SÁNCHEZ: Gracias, señor presidente.

Señoras y señores diputados, lo que no cabe duda es que el documento
que nos envían de Berlín deja claro que se hizo bajo el imperativo de
la disciplina presupuestaria. Por tanto, es absurdo debatir si
realmente este presupuesto está en función de la estabilidad y la
reducción del gasto comunitario en un proceso de nuevas adhesiones.

Nada más hay que mirar las cifras del producto interior bruto, cómo
va evolucionando el tanto por ciento hasta el 2006, para darse cuenta
de que esto es un hecho objetivo.

De todas maneras, al Bloque Nacionalista Galego nos gustaría poner en
evidencia que lo importante es juzgar todos estos hechos en función
de que los interesados en lograr la unión monetaria y un expansivo
mercado transnacionalizado discuten ahora sobre un mercadeo y una
pedrea. Es decir, cuál es el saldo neto que lleva cada uno, cómo
pagar menos y percibir lo más que se pueda. No hay duda que analizar
el problema de los fondos estructurales y el problema de los fondos
de cohesión hay que hacerlo en este contexto y valorar, por lo menos
desde el punto de vista de una fuerza política como el Bloque
Nacionalista Galego, si han servido o no para el desarrollo de
territorios como el nuestro. Tenemos que decir que no han servido, en
primer lugar, porque la inversión de los fondos estructurales se
sigue haciendo en gran parte en Estados centrales. Los datos cantan.

El 46 por ciento de los fondos de la etapa 1994-1999 se hicieron en
Alemania, Francia, Reino Unido e Italia, y había que explicar cómo se
reparten dentro del territorio del Estado español. Es verdad que
muchas veces estos fondos son ayudas a la supervivencia, pero lo que
no dicen es que, en muchos casos como el nuestro, se dan a cambio de
destrucción
de tejido productivo y de un aumento alarmante del paro, y así es
como hay que juzgarlo.

En este contexto, el perfil del Gobierno español es pedigüeño, pero
lo es en la medida en que se desinteresa del mercado, de la
producción y de un perfil político propio. El empeño que hubo en
defender los fondos de cohesión tiene mucho que ver con esta
dialéctica dual de ser obedientes, no discutir el tema de fondo, pero
discutir el tema de superficie. Y el tema de superficie no es cómo se
reparte la tarta de los intercambios comerciales y del derecho a
producir en esta economía regulada y no libre. El canciller alemán se
encargó de decir, después del resultado final, lo siguiente: De todas
las maneras, el mercado de la Unión Europea resulta muy beneficioso
para Alemania. Es más, se atrevieron a poner en un documento las
compensaciones particulares, que en una Europa solidaria sería con
los casos particulares. Pero no es así. Uno de los casos más
particulares que hay en la Unión Europea es Galicia que, según el
informe de la Comisaría de Política Regional, deja claro que está
entre las cuatro regiones con evolución más preocupante, curiosamente
con la isla de Reunión y Guadalupe, colonias francesas. No hay más
que ver los datos. La población activa bajó alarmantemente desde el
año 1988 a 1997, la tasa de paro aumentó en seis puntos y el
retroceso demográfico le conocen ustedes. ¿Y con qué nos regalan? Con
un PAC que incrementa 550.000 toneladas la cuota lechera, sin tener
en cuenta que sólo el Estado español necesitaba un millón y ni
siquiera para cubrir toda la importación que hace del exterior. Pero
no nos dicen que aumenta la cuota de Alemania, la de Francia y la de
los Estados centrales, y además que va a haber una caída de precios y
que esta cuota no va a tener ayuda en el futuro. Señorías, 35.000
explotaciones gallegas reciben 53.600 kilogramos de cuota. Sin
embargo, la cuota para las explotaciones europeas es de 150.000
kilogramos. Si a esto añadimos que la PAC le paga a la duquesa de
Alba 300 millones, a la ganadería Miura 300 millones o a la mismísima
reina de Inglaterra, tendrán que comprender que estamos
clarísimamente discriminados, sobre todo por la inadaptación de la
normativa europea a una realidad como el caso particular de Galicia.

Si se hicieran las cuentas, teniendo presente todo lo que hemos
entregado del sector naval (por cierto, más de 150.000 toneladas de
registro bruto), o cómo no es posible poner en un documento los
derechos históricos de la gran potencia pesquera de la Unión Europea
que es Galicia, y ni siquiera se negocie que haya un comisario que
defienda estos intereses que son los de la Unión -si creemos que la
Unión es de todos-, tendrán entonces una valoración mucho más
correcta de lo que nos entregan. Tengo que decir que en este momento
es una auténtica hipocresía que nos vengan encubriendo a la Unión
Europea de derechos humanos y de espacios de libertad cuando, por lo
que se ve, es un mercadeo economicista y no muy equitativo.




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Por lo demás, y resumo, el papel de cada Estado es un brutal
economicismo. Alemania y los adláteres germanos queda claro que están
dispuestos a no pagar más ahora que tienen el mercado. Francia es el
baluarte de la PAC, por cierto muy poco equitativa y equilibrada para
una agricultura diversificada y con derecho a producir, y con unos
agricultores que es un grave problema de Estado. Italia tiene una
clara alianza germánica y, por supuesto, una clara ventaja
institucional. Y Gran Bretaña es el pariente de coge el dinero y
corre. Con toda la base económica real con la que contamos, con la
capacidad que tenemos para desarrollar nuestras potencialidades, ¿por
qué no se analiza el tema desde esta perspectiva? ¿Qué desequilibrios
estamos creando dentro del Estado y qué período se abre a partir de
ahora?
Señorías, el propio presidente del Gobierno reconoció que las últimas
sesiones se realizaron en paralelo con las bombas, que hicieron una
identificación muy europea con la OTAN tan real como poco edificante.

El Bloque Nacionalista Galego, que defiende el derecho a la
autodeterminación de los pueblos e incluso el derecho a la secesión
del pueblo kosovar, no deja de comprender que es un tema muy
problemático porque no es un caso tópico ni típico de libro desde el
punto de vista del nacionalismo, pero no podemos aceptar esta
manipulación de la relación realidad, pensamiento y lenguaje. No es
la comunidad internacional, no es defendernos de un ataque del
exterior, no existe el placet del Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Es
que vamos a creer que la OTAN, nosotros como nacionalistas, somos la
salvaguarda nada menos que del derecho de autodeterminación y de los
derechos humanos? Que hablen de Timor Este o del pueblo kurdo
desterritorializado, perseguido, con prácticamente más de 20 millones
masacrados y dos millones en Europa. ¿Lo que estamos haciendo los
Estados de la Europa occidental y los Estados Unidos no es realmente
un acto de injerencia contrario a la Carta de las Naciones Unidas?
Además, ¿no es cierto que uno de los elementos fundamentales de la
discordia es no aceptar fuerzas de la OTAN, fuerzas internacionales,
cascos azules, en territorio de Yugoslavia?
Señor Aznar, como no le puedo poner otros ejemplos, yo le
agradecería, desde una perspectiva de diálogo, que iniciara un camino
que le aproximara a D’Alema -ya que hay que hablar de líderes
occidentales- y no a Blair. Los intereses estratégicos, los intereses
económicos del Estado español y la lucha por la paz merecen este
esfuerzo. Señorías, está claro que una fuerza nacionalista no puede
comulgar con ruedas de molino, ni mucho menos pensar que la opresión
de un pueblo masacrado como el kosovar se puede solucionar con
guerra, opresión generalizada de otros más fuertes, intriga,
injerencia...




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Señor
Rodríguez, le ruego que concluya.




El señor RODRÍGUEZ SÁNCHEZ: Y percepción violenta de su problemática,
utilizada a mayor uso y abuso de los Estados Unidos. Créame, señor
Aznar, el problema así se va a agravar y no a solucionar, y a la
vista están los hechos.

No tengo nada más que decir. Sólo nos resta hacer votos por que la
vía pacífica se abra paso y que no seamos víctimas de la hipocresía
internacional en la que estamos viviendo.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Rodríguez.

Tiene la palabra, por último, en nombre del Grupo Parlamentario
Mixto, el señor Peralta.




El señor PERALTA ORTEGA: Gracias, señor presidente.




Señor Aznar, es evidente, por la importancia, la permanencia y la
trascendencia de las cuestiones en juego en el tema de Kosovo, que
debo comenzar mi intervención por este punto. Señor presidente, Nueva
Izquierda- Iniciativa per Catalunya comprende plenamente a quienes
afirman que sobran razones para intervenir. La situación de los
kosovares exige, y exigía, una actuación firme y solidaria en defensa
de los derechos humanos. Los precedentes de Bosnia y Croacia
acreditan, además, que estamos en presencia de un criterio
sistemático que es incompatible con la paz y la estabilidad de una
Europa democrática. Nueva Izquierda-Iniciativa per Catalunya entiende
a aquellos que afirman que la intervención era inevitable. Se habían
llevado a cabo innumerables actuaciones para encontrar una salida
diplomática y todas habían fracasado por el criterio criminal de
Milosevic. Comprendemos también a quienes afirman que la intervención
era urgente. No hacerla no serviría para mejorar la situación de los
kosovares y sólo contribuiría a dar argumentos a quienes ahora
critican la acción, alegando que se tenía que haber llevado a cabo
antes, contribuyendo a su vez a incrementar la desestabilización de
una zona muy delicada en toda la historia de nuestro continente.

A Nueva Izquierda Iniciativa per Catalunya le habría gustado que la
ONU hubiera sido capaz de encontrar soluciones distintas a esta
crisis; pero su incapacidad, puesta de manifiesto en que no ha
aprobado la intervención pero ha rechazado que se suspendieran los
bombardeos, no puede condenarnos en modo alguno a la inacción y a la
impotencia ante una dinámica de verdadero desastre. Por tanto,
nuestra comprensión a las razones que han motivado la intervención y,
desde luego, nuestro respaldo a las Fuerzas Armadas que, en
cumplimiento de las instrucciones del Gobierno, en el marco de los
acuerdos internacionales y por las circunstancias y motivaciones
antedichas, llevan a cabo dicha intervención. Esa intervención que,
como ya ha dicho anteriormente el representante del Grupo Socialista,
es sólo un instrumento para conseguir un objetivo: un Kosovo en paz
en una Yugoslavia democrática.




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Nueva Izquierda-Iniciativa per Catalunya estima que, tan pronto se
vislumbre cualquier avance en la consecución de ese objetivo, el
recurso a la fuerza debe quedar como instrumental y debe cesar.

De todo el desarrollo de esta crisis me permitiría sacar dos
conclusiones. La primera, en el terreno interno de nuestro país. Las
razones antes dichas nos legitiman plenamente para denunciar la
actuación de su Gobierno. Una decisión muy importante que, por ser de
carácter militar y por afectar a una zona muy delicada, debía y debe
ser explicada y usted, señor Aznar, no lo ha hecho. Sin embargo, sí
que se ha hecho por parte de otros líderes políticos que han
compartido con usted reuniones y ocupaciones en los últimos días.

Señor presidente, en una democracia es muy importante la batalla de
la opinión pública y en este asunto se puede perder esta batalla. La
trascendencia e importancia que se da a las opiniones de deportistas,
cuya valía profesional no cuestionamos pero que no tienen el respaldo
de la responsabilidad que da moverse en el mundo de la política, nos
hacen pensar que se puede estar perdiendo esa batalla en la que los
líderes políticos y el Gobierno de la nación, en primer lugar, deben
jugar un papel protagonista. La segunda conclusión se sitúa en el
terreno europeo, señor presidente. Se ha constatado, una vez más, la
insuficiencia de Europa en política exterior y de seguridad. Esa
insuficiencia de los mecanismos actuales no permite tratar
adecuadamente y con carácter preventivo situaciones de crisis y,
cuando las mismas se producen, el protagonismo se lo llevan otros y
no Europa.

Desde la apuesta por más Europa, paso al segundo tema importante de
su intervención: la Agenda 2000. Quisiera hacer una análisis basado
en dos visiones: la primera, relativa al proceso de construcción
europea, y la segunda, específica de los intereses de nuestro país.

Desde la perspectiva de la construcción europea, las previsiones
presupuestarias que se han aprobado implican una apuesta por menos
Europa; eso es evidente cuando se reducen gastos. De los casi 97.000
millones de euros presupuestados este año se pasa a una media de
92.000 millones en el próximo septenio. Se reduce, a su vez, el peso
de la política de cohesión, que pasa de un 40 a un 33 por ciento como
media en el próximo septenio. Se incrementa, es verdad, la política
agrícola, que pasa de un 41 a un 46 por ciento como media, en los
próximos siete años, pero usted sabe perfectamente, señor presidente,
que es en beneficio de la agricultura continental y no es
precisamente ésa la que le va bien a nuestro país, con independencia
de algún detalle concreto.

Desde las perspectivas europeas se produce claramente una reducción
de las aportaciones de Europa a nuestro país, al tiempo que se
incrementan nuestras aportaciones a Europa. Se produce una reducción
de las aportaciones, especialmente en fondos estructurales y en
política agraria. Son datos incuestionables que no se pueden ocultar
por más ingeniería contable y presupuestaria
que se haga, porque en esto, al final, las cuentas salen.

Permítame, señor presidente, que termine con una pequeña valoración
de su actuación. Nueva IzquierdaIniciativa per Catalunya entiende que
se han producido errores graves en su actuación. Ha protagonizado
usted un aislamiento a lo largo de todo el proceso de debate. Ha
estado usted al margen del eje franco-alemán, que se ha revelado una
vez más como el eje importante en la construcción europea. Hizo usted
una apuesta por la alianza con Inglaterra y con su supuesto amigo
Tony Blair. Debe estarle agradecido porque el resultado ha sido que
vamos a pagar más por el cheque británico.

Ha habido una incapacidad notable por su parte a la hora de diseñar
las propuestas para el futuro. Usted lo escenificó, mantuvo una
posición de resistencia, de absoluta resistencia. Usted ha pretendido
decir que eso era dureza y firmeza. Si es así, señor presidente, ¿qué
balance le da a nuestro país su dureza? ¿No fue mejor el balance de
otros métodos que usted calificó de pedigüeños en su momento?
En definitiva, todavía le falta a usted y a su Gobierno aprender cómo
se gestiona en Europa. Pero lo más grave, señor presidente, es que le
falta a usted coherencia no sólo en el tema de los recursos públicos.

Ha dicho usted en su intervención esta mañana que otros, con una
filosofía no coherente con la que pretenden a nivel nacional, no han
querido más Europa.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Señor Peralta,
le ruego concluya.




El señor PERALTA ORTEGA: Termino.

Señor presidente, ¿cómo pretendía usted más recursos públicos cuando
usted apuesta en este país por menos recursos públicos con su
contrarreforma fiscal? ¿No le parece absolutamente incoherente?
Señor Aznar, le falta a usted una apuesta por más Europa. La cumbre
de Berlín, donde se ha apostado por menos Europa, no ha sido positiva
para España, ni en lo concreto de sus resultados ni como tendencia, y
la situación es más grave cuando usted pretende presentarla como un
éxito. Nueva Izquierda-Iniciativa per Catalunya no le respaldará en
esa visión, aunque trabajaremos, sin lugar a dudas, por más Europa,
con más presupuesto, más cohesión y más democracia.

Gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Peralta.

En nombre del Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor
De Grandes.




El señor DE GRANDES PASCUAL: Señor presidente, señorías, el Grupo
Parlamentario Popular agradece al presidente del Gobierno su pronta
comparecencia ante esta Cámara en estos días en que los
acontecimientos de primera magnitud reclaman no sólo nuestra
atención,sino la de la sociedad española.




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Se ha criticado hoy el formato de comparecencia del presidente del
Gobierno por unir en el debate la Agenda 2000 y la crisis de Kosovo,
y por la supuesta demora en comparecer. Pues bien, sólo tres
presidentes de los once afectados han comparecido en un formato
parecido a éste de plenario: Alemania, Francia e Italia son los
países afectados. Aunque se ha citado al presidente británico, no es
cierto que fuera este formato, ha sido en el llamado ordinariamente
time question y, por tanto, no es éste el formato en el que
compareció el presidente Blair. Sólo tres de los once, repito, de
forma que el presidente del Gobierno español será el cuarto
presidente de los once que comparezca con la solemnidad con que lo ha
hecho nuestro presidente. (Aplausos.)



En cuanto a la prontitud en comparecer, se hace curiosamente el día
que la oposición lo pidió. Quiero recordar que, si bien es cierto que
los grupos parlamentarios Socialista e Izquierda Unida pidieron un
Pleno extraordinario, no es menos cierto que lo pidieron para la
tarde de ayer o para la tarde de hoy y se celebra en la mañana de
hoy, el día 30, es decir, antes de lo que ustedes pidieron. En cuanto
al debate conjunto como parte de la cumbre de Berlín, confieso que el
presidente del Gobierno no ha sido original porque no ha sido el
único en unir el incidente y la crisis de Kosovo al total de la
cumbre de Berlín, es un formato que también ha utilizado el señor
Schröeder, canciller alemán.

Señorías, la crisis institucional, la negociación de la Agenda 2000 y
la actitud del presidente de la República Serbia en contra del
derecho internacional y de los derechos humanos, constituían una
apretada agenda para la cumbre de Berlín. En los tres temas nuestro
país ha estado a la altura de las circunstancias. Respaldamos la
acción de la OTAN y la contribución de nuestras Fuerzas Armadas en
las operaciones tendentes a la defensa de la población kosovar, y
agradecemos la celeridad con la que el ministro de Defensa compareció
al principio de la crisis, la pasada semana, ante esta Cámara para
informar cumplidamente de los hechos. Esperamos todos que la presión
ejercida propicie una solución por la vía diplomática y que asegure
una paz estable en la zona. En estos momentos difíciles y graves,
cuando asumimos nuestros compromisos con la paz y la seguridad en
Europa, estamos con los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas
que arriesgan sus vidas y prueban su coraje en defensa de los valores
de libertad y justicia, que son de todos los españoles. La ocasión es
comprometida y arriesgada, pero más riesgos tendría la inacción y más
alto sería el coste de la pasividad. En esta atormentada región de
Europa los españoles hemos dado pruebas suficientes de generosidad
y de solidaridad. Hemos estado en Bosnia con orgullo y sacrificio, con
un alto coste de vidas humanas y una abnegación que hoy vemos de
nuevo en nuestros aviadores en los cielos de Kosovo. Allí no fuimos
ni aquí vamos a defender mercado o conquistar influencia política,
estamos presentes en Kosovo para
liberar a Europa de sus últimos genocidas, para derrotar a quienes
creen aceptable la política de limpieza étnica, para garantizar la
paz y la seguridad en nuestra fronteras y para detener una catástrofe
humanitaria de dimensiones desconocidas en nuestra historia.

(Aplausos.)



Hay quien discute la intervención de los aliados contra el genocidio
en los Balcanes con argumentos de soberanía o de legalidad
internacional. Son muy dueños de hacerlo. Señorías, el derecho
internacional no es sólo un conjunto de reglas y convenios, son
también usos, doctrina, jurisprudencia, valores y principios que
deben servir para afirmar y fortalecer la comunidad internacional
misma. Para mi grupo parlamentario es evidente la necesidad de
afirmar la primacía de ciertos principios y valores humanitarios que
deben prevalecer sobre la omnipotencia y la impunidad absoluta de los
Estados. Lo que ampara nuestra actuación en Kosovo es el derecho de
intervención humanitaria, en los términos en que lo reconocen
distintas resoluciones de las Naciones Unidas que lo asimilan en un
caso como éste a la legítima defensa consagrada en la Carta. La
prevención de una catástrofe humanitaria en Kosovo, el mantenimiento
de la paz y la seguridad en la región son objetivos plenamente
coherentes con los fines y principios de Naciones Unidas. Una vez
agotadas y fracasadas las posibles soluciones diplomáticas por la
mala fe demostrada y repetida de Milosevic y Serbia, la única
decisión legítima y verdaderamente coherente con la legalidad
internacional era la de intervenir. De no hacerlo así nuestra
pasividad sólo serviría para favorecer el éxito de la política de
Milosevic y dejar libre el camino de la fuerza genocida e inhumana.

Para el Grupo Parlamentario Popular la dimisión de la Comisión
Europea es un acto de responsabilidad que respetamos plenamente y que
en su momento lamentamos por lo que supuso de grave riesgo para el
funcionamiento de esta institución, absolutamente esencial en el
funcionamiento de la Unión Europea. Por ello agradecemos a la
Comisión Europea el firme compromiso demostrado en los trabajos
realizados en interés de la Unión, de su consolidación y de su
ampliación. Creemos que el acuerdo al que se ha llegado es bueno pues
conjuga la celeridad en la propuesta de un excelente presidente con
la reflexión necesaria para la composición del Colegio de Comisarios.

La solución que se ha dado es plenamente respetuosa con el calendario
electoral del Parlamento Europeo y con la legitimidad democrática
derivada de las próximas elecciones. De esta manera y al adecuar el
procedimiento a lo previsto en el Tratado de Amsterdam,
contribuiremos a reforzar el equilibrio institucional del juego
democrático a nivel europeo.

La solidez y la eficacia de las instituciones europeas es fundamental
para llevar a buen término el proyecto de la Unión en el siglo XXI.

Tanto para Europa como para España era necesario que la cumbre de
Berlín fuese un éxito en lo referente a la Agenda 2000. Era necesario
llegar a un acuerdo global en una negociación



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que de por sí ya era complicada. La crisis de la Comisión y las de
los Balcanes la habían complicado todavía más. Quiero felicitar al
Gobierno porque, si a lo largo de la negociación ha sido flexible y
constructivo, en esta fase final se ha mantenido firme en la defensa
de principios y planteamientos que consideramos irrenunciables. Fruto
de ello es que hoy los resultados que presenta el presidente de
Gobierno a la Cámara nos llenan de satisfacción.

Señorías, el acuerdo a que se ha llegado es plenamente satisfactorio
para los intereses de España. Se salvaguardan las políticas activas,
se garantiza el equilibrio financiero de España para los próximos
siete años, se garantiza la defensa de las regiones Objetivo 1 y, con
ello, el mapa español del Objetivo 1 que incluye, como era lógico y
natural, a las islas Canarias. Las reivindicaciones de la agricultura
española encuentran una respuesta justa y adecuada y se adquiere el
compromiso de revisar y adaptar, en la línea que defiende España, el
sistema de recursos propios.

El Gobierno ha realizado en Berlín un ejercicio de responsabilidad y
de europeísmo. Ya sé que algún portavoz algunas semanas antes dudaba
de que España pudiera conjugar el europeísmo con la defensa de los
intereses españoles. Pues bien, en Berlín se ha llevado a cabo, y con
éxito, tal reto. España ha hecho un alarde de responsabilidad como
Estado importante en el seno de la Unión; como Estado de la primera
ola del euro; como Estado que presenta y representa los mejores
indicadores de crecimiento económico, de creación de empleo y de
adaptación de sus políticas a la Unión Europea; como Estado al que
las acertadas políticas de su Gobierno nos sitúan, para el final de
este período, entre los países más próximos de la Unión.

España ya no es el mismo país que entró en la Comunidad Económica
Europea en 1986, ni tampoco aquel del Consejo de Edimburgo. Es un
país que va bien, es un país en la senda del progreso, parte del
motor de Europa y que hace honor a sus responsabilidades en la Unión,
que se encuentra a las puertas de una ampliación histórica. Por ello
hemos defendido a capa y espada las políticas de cohesión y las
políticas estructurales. No sólo porque todavía las necesitamos
nosotros, sino porque deben ser preservadas para los países de la
ampliación. Muchas han sido las presiones en contra del Fondo de
Cohesión y muchas también en contra de los fondos estructurales. Pues
bien, el resultado en ambos campos ha sido francamente bueno para
España y para la Unión. Para la Unión, en su conjunto, porque se
garantiza el mantenimiento de las políticas estructurales y de
cohesión como políticas activas, cuyo objetivo continúa siendo
promover la cohesión económica y social de la Unión y la solidaridad
entre todos los Estados miembros. Para España, señorías, porque se
incrementa nuestra participación de los fondos estructurales y los
retornos del Fondo de Cohesión. En cuanto a los fondos estructurales
la cifra de media anual se sitúa en 6.565 millones de euros, frente a
los 6.253 del período 1993-1999, con un crecimiento del 4,9 por
ciento. Respecto al Fondo de Cohesión, los retornos supondrán 11.160
millones de euros, frente a los 10.289 fijados para el período
anterior, con un crecimiento del 8,5 por ciento, pasando la
participación de España del 55 al 62 por ciento.

Por otra parte, señorías, el Gobierno ha sabido sensibilizar al
Consejo sobre las necesidades específicas de algunas regiones como
Cantabria, País Vasco y Cataluña, a las que se destina una cantidad
suplementaria de 200 millones de euros. Todo esto unido a los 1.100
millones de euros del acuerdo referido a la pesca, hace que podamos
afirmar con convencimiento que la mayor parte de las regiones
españolas salen beneficiadas del acuerdo que el Gobierno consiguió en
Berlín.

También queremos señalar nuestra plena satisfacción por la solución
dada al capítulo agrícola. No solamente ha triunfado nuestra tesis en
contra de la regresividad propuesta por Francia en las ayudas
agrícolas y la cofinanciación propuesta por la Presidencia alemana,
sino que hemos conseguido deshacer injusticias históricas debidas a
una mala negociación anterior. (Aplausos.) Esa, señor Borrell, es la
auténtica herencia de la que tan orgulloso se siente hoy el portavoz
del Grupo Parlamentario Socialista, ese es el caudal relicto que nos
dejaron para administrar.

El aumento de 550.000 toneladas de cuota láctea significa que pueden
pasar a la historia las clásicas multas por producir leche, que ha
venido sufriendo nuestro país. La subida del rendimiento histórico de
los cereales, que pasa de 2.640 a 2.900 kilos por hectárea, era una
de las demandas históricas del campo español. (El señor Martínez
Noval: Y las rentas ¿qué?) El aumento de un 17 por ciento en el
número de primas al sacrificio de vacuno y los aumentos para las
ayudas a las vacas nodrizas son una buena noticia para nuestra cabaña
y nuestra industria derivada. En el caso del vino, el aumento de la
superficie de cultivo dará a España derecho a plantar 17.355
hectáreas más, de acuerdo con las peticiones del sector productor,
que podrá continuar mezclando sus vinos para la elaboración de
claretes. Si no hubiera sido por la rotunda y eficaz defensa del
presidente del Gobierno, con su rechazo absoluto al decrecimiento de
ayudas, no habría sido posible mantener todos estos logros
conseguidos por el Gobierno en el último Consejo de Agricultura.

Quisiera también hacer unos comentarios sobre el éxito logrado en el
capítulo de las perspectivas financieras. España, señorías, ha venido
defendiendo, desde el principio de la negociación, que el presupuesto
acordado fuera el de la actual Europa a Quince, así como la necesidad
de adoptar el sistema de financiación por el que cada uno de los
países miembros contribuye a la financiación de las políticas
comunes, a su nivel de prosperidad relativa. Las conclusiones de la
Presidencia dan satisfacción a las dos.

Las perspectivas financieras para la Unión Europea de los Quince se
ajustarán en el momento de la ampliación teniendo en cuenta el número
de países que finalmente se adhieran a los importes máximos que se
generen.




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De la misma manera, se establece una reforma de la decisión sobre
recursos propios por la que se pasará, de forma paulatina, del
recurso IVA al del PNB. Se tiene, por tanto, muy en cuenta la
propuesta española de corregir los aspectos regresivos del actual
sistema para centrarse en la prosperidad relativa de cada Estado
miembro.

Señor presidente, señorías, mi grupo parlamentario está convencido de
que el Gobierno ha defendido de una manera óptima las cuentas de la
Unión. Yo comprendo que al portavoz del Grupo Socialista no le
parezca bien. Compruebo que las cuentas le salen igual de mal que
cuando era ministro de Hacienda. (Aplausos.) Pero lo que menos
necesitamos en España en estos momentos, que son decisivos, son
demagogos y casandras. Señor presidente, señorías, vamos a terminar
echando de menos al pedigüeño y no porque hoy esté ausente, como de
costumbre, sino porque, sin duda, va a ser mejor aquella posición
mendicante que la actual mezquindad de no tener la grandeza de
aceptar los éxitos de los demás. (Aplausos.) Ese es un ejercicio que
puede ser de oposición pero, desde luego, no de leal oposición.

(Rumores.)
Quiero acabar felicitando al presidente del Gobierno por estos
resultados positivos para la Unión Europea y para España, que
culminan un largo proceso de negociación en el que la dificultad no
ha estado ausente. Quedan todavía, a partir de ahora, difíciles e
importantes retos que afrontar de cara a la ampliación. Señor
presidente, cuente con nosotros, cuente con nuestro grupo para
afrontar cada uno de ellos.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor De Grandes.

Tiene la palabra el señor presidente del Gobierno. (Continúan los
rumores.-Varios señores diputados: ¡Que se callen!) Silencio,
señorías, por favor. ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías, empezaré, según el esquema del discurso inicial y que han
seguido SS.SS., hablando de la cuestión y la crisis de Kosovo.

Quiero agradecer, en primer lugar, una amplia mayoría, que se ha
producido en esta Cámara, de apoyo a la posición del Gobierno en
relación con la crisis que está sucediendo en Kosovo. Entiendo que,
aunque esa posición en alguna ocasión se haya producido en medio de
una lluvia interminable de rayos jupiterinos, de venablos, de
descalificaciones, es una posición de apoyo. Por tanto, me permito
valorar el fondo de la cuestión y no los fuegos de artificio, que
realmente son poco entretenidos, cuando hay fuego real en este
momento por medio.

He dicho en mi intervención, señorías, que estamos ante un fracaso.

Es verdad -y lo reconocía me parece que el portavoz del Grupo de
Convergència i Unió, señor Molins- que, cuando las vías pacíficas,
las vías
de negociación política no dan resultado y se tiene que recurrir a
este último recurso, que es la utilización de la fuerza, estamos
realmente ante un fracaso. Pero ese fracaso no se produce por
responsabilidad no colectiva en función de un mundo imaginario, sino
por responsabilidad de hechos concretos. Y la responsabilidad de que
la OTAN esté interviniendo hoy en Kosovo tiene nombres y apellidos
concretos, que es el caso de Milosevic, y tiene acciones concretas,
que son la vulneración de los derechos humanos, la limpieza étnica y
la puesta en marcha de una catástrofe humanitaria absolutamente
inaceptable para cualquier conciencia democrática a final del siglo
XX en Europa. Esa es la única responsabilidad que hay en este
momento. (Aplausos.)



A partir, por tanto, de que era imposible, habiéndose intentado la
solución pacífica, a partir de que estamos viendo una violación
continua de derechos humanos, una limpieza étnica que ha dado lugar a
múltiples asesinatos y que además está provocando, en la intervención
de las fuerzas represoras yugoslavas, un éxodo verdaderamente
impresionante, de más de 500.000 personas, llega un momento en que en
la vida política hay pocos matices. O se actúa y se toma la decisión
de actuar o simplemente no se actúa. Pero, cuando se efectúan
críticas, se ponen pegas o se hacen matices a una intervención, hay
que preguntar qué es lo que se quiere a cambio. Si se quiere impedir
la limpieza étnica y ha fracasado la solución política, dígase cómo
se impide o se intenta impedir la limpieza étnica. Si se quiere
impedir el avasallamiento y la reducción de los derechos humanos y ha
fracasado la política, dígase cómo se impide realmente. Lo que no se
puede pretender es que se quede toda la comunidad internacional, y en
este caso la OTAN, que es parte de la comunidad internacional, y
España, como miembro de la OTAN, de brazos cruzados, viendo cómo se
comete un genocidio. Si se queda de brazos cruzados, se critica por
estar de brazos cruzados; si hay genocidio, se critica el genocidio;
y si hay intervención militar, se critica la intervención militar. En
algún momento habrá que llegar a la conclusión, señorías, de que no
hay una solución positiva, una solución buena, inmejorable, para esta
crisis.

Un portavoz parlamentario me preguntaba si el presidente del Gobierno
puede garantizar el éxito de esta operación. Ni el presidente del
Gobierno de España ni nadie puede garantizar el éxito de esta
operación. Nadie. Y es una operación sujeta a extraordinarios riesgos
que ha habido que hacer porque no ha habido más remedio que hacerla.

¿Quiere eso decir que anulemos o que podamos anular todos los riesgos
de esta operación? ¿Quiere eso decir que la OTAN y los países que han
tomado la decisión no sabían que corrían el riesgo de que Milosevic
reaccionase alentando o actuando con una intensidad mayor en las
operaciones de limpieza étnica en Kosovo? ¿Y cuál era el coste de la
no intervención? ¿Puede alguien garantizar el éxito de una operación
militar en cualquier parte, incluido en este caso en Kosovo?



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A mí me parece que son preguntas que tienen poco sentido o poco
fundamento aquí. Nadie puede garantizar el éxito de esa operación.

Simplemente hay que contribuir, como está haciendo España,
serenamente, responsablemente, al éxito de esa operación. ¿Hubiera
sido posible haber utilizado otros cauces diplomáticos o políticos
para evitar la intervención militar? Yo he dicho antes los que se han
intentado. Y quiero decir que lo ha intentado la Unión Europea. Y la
Unión Europea, en un proceso anterior, que era el de intentar
promover las líneas generales de la democratización de Serbia, nombró
representante a don Felipe González, que desgraciadamente no tuvo
éxito en esa tarea. Desgraciadamente, no lo tuvo. Porque si hubiera
tenido éxito en la democratización de Serbia, probablemente, no
estaríamos en esta situación. (Protestas.) Evidentemente. Con toda
probabilidad. Yo no estoy haciendo ninguna crítica. Digo que siento
mucho que no se tuviese éxito.

Y el grupo de contacto, del que, por cierto, no forma parte España,
ha intentado también llegar a unas conclusiones pacíficas. Las
negociaciones que se han establecido a través de la OTAN han
intentado llegar a unas conclusiones diplomáticas y pacíficas. Las
conversaciones de Rambouillet primero y de París después intentaron
la solución diplomática. Y hoy mismo se está intentando retomar y
retornar a la solución diplomática. Simplemente, no ha sido posible.

Y no ha sido posible por la responsabilidad, que he señalado antes,
del presidente Milosevic. A partir de este momento, señorías, es
cuando empieza la responsabilidad de la actual intervención y a
partir de este momento es cuando empieza la evaluación política que
se quiera dar a la misma. Yo la he dicho en la intervención anterior
y la repito ahora.

Algunas de SS.SS. han establecido determinadas críticas a lo que es
la comparecencia del Gobierno. Quiero decirles, en un relato de
hechos, que el domingo 21 de marzo, el secretario general de la OTAN
consultó con el presidente del Gobierno la necesidad de iniciar o no
las operaciones. Dicho de otro modo, pidió la autorización de España
para, en el supuesto de que fuese preciso, activar la decisión de
intervención militar, decisión que le corresponde estrictamente al
secretario general de la OTAN. Y el presidente del Gobierno de España
dio esa autorización. El martes 23 de marzo, el secretario general de
la OTAn comunica la decisión de que se ha ordenado el inicio de las
operaciones pero que todavía existe una posibilidad de que no se
pongan en marcha. El martes 23 y el miércoles 24 de marzo, el
ministro de Asuntos Exteriores informa a los portavoces
parlamentarios acerca de las decisiones adoptadas en el seno de la
Alianza. El miércoles 24 de marzo, comparezco ante la prensa, en
Berlín, y solicito la comparecencia en este Congreso. El jueves 25 de
marzo, el ministro de Defensa informa en rueda de prensa. El viernes
26 de marzo, el ministro de Defensa comparece con carácter de
urgencia. Y hoy se produce esta comparecencia, atendiendo a mi
petición y a la
preocupación de otros grupos parlamentarios. He dicho que yo solicité
la comparecencia el miércoles por la tarde y solamente se ha
solicitado por parte del grupo mayoritario de la oposición la
comparecencia el día 24, jueves, es decir un día más tarde, y sólo
para ayer por la tarde o para esta tarde.

No creo que, desde el punto de vista de la administración de tiempos
y de explicación a la opinión pública, haya una dejación de
responsabilidades por parte del presidente del Gobierno. (Protestas.-
Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: ¡Señorías, por favor! ¡Señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Por lo que se refiere
a algunos comentarios que han hecho, no entro en algunas
consideraciones respecto de lo que ha sido la información
parlamentaria en otros momentos.

Sobre lo que se ha mencionado de las Naciones Unidas, y sin
reiterarme mucho en los argumentos, habida cuenta del tiempo y de la
hora, quiero recordar que el secretario general de las Naciones
Unidas, el señor Kofi Annan, ha dicho muy claramente que en algunas
ocasiones el recurso a la fuerza es un acto legítimo y que el Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas ha rechazado la condena a la
acción de la OTAN. Dicho de otro modo, en gran medida, ha sustentado
la opción de la OTAN. En todo caso, señorías, yo sé que hay una
dificultad de orden político en relación con las resoluciones
establecidas en esta Cámara en septiembre de 1995, creo recordar,
respecto a la participación de fuerzas españolas en este tipo de
operaciones. Han cambiado las circunstancias. Lo que estaba diseñado
en aquel tiempo para unas operaciones realizadas fundamentalmente por
cascos azules o por una delegación de responsabilidades del Consejo
de Seguridad en una coalición internacional, ahora se realiza de
manera distinta. Es importante tener en cuenta eso. La resolución que
adoptó entonces el Congreso de los Diputados se produjo en el marco
de lo que era un debate sobre la reforma de las Naciones Unidas.

Señorías, si los grupos parlamentarios están de acuerdo, me parece
pertinente que, antes de la próxima cumbre de la Alianza Atlántica,
que tendrá lugar a lo largo del mes de abril en Washington,
conmemorativa del 50 aniversario de la Alianza, donde además se
definirá el nuevo concepto estratégico de la Alianza y las
modalidades de participación de la Alianza en operaciones como la de
Kosovo, que está adelantando lo que puede ser esa decisión
estratégica de la Alianza Atlántica, se realice el correspondiente
debate y resolución parlamentaria. Por tanto, el Gobierno comparecerá
ante la Cámara para exponer sus criterios en relación con lo que debe
ser la participación española en este tipo de operaciones, la
participación española en la definición del nuevo concepto
estratégico de la Alianza, que puede dar lugar a estas
intervenciones, promoviendo el mayor consenso parlamentario sobre la
base



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de las resoluciones votadas por esta Cámara. Sugerencia del Gobierno
es que el debate se pueda realizar a mediados del mes de abril,
insisto, antes de la cumbre de la Alianza.

Por último, señorías, quiero manifestar dos cuestiones sobre este
punto, en relación con Kosovo. La primera es que vuelvo a reiterar
que el Gobierno considera que se deben aprovechar todas las
posibilidades existentes, todas, siempre que sean posibilidades
reales y que no conduzcan a aplazamientos o a dilaciones, todas las
posibilidades, a fin de retornar cuanto antes a una negociación
política que pueda intentar dar una salida a la situación en Kosovo.

La segunda es que evidentemente, en tanto eso no sea así, el
compromiso de España con la Alianza Atlántica es un compromiso total.

Por tanto, España sigue apoyando sus compromisos con la Alianza
Atlántica, sin ningún tipo de reserva ni duda. Se ha comprometido a
ello y ejercerá sus responsabilidades con todas sus consecuencias, en
razón de lo que significan los intereses de la Alianza, en razón del
peso de España en la Alianza y en razón de lo que significa el básico
concepto de solidaridad.

Señorías, España, como he dicho, participa con cuatro aviones F-18 y
con un avión cisterna, porque ésa es la adecuada participación
española en este momento de las operaciones. Yo no deseo que esa
intervención se incremente, porque eso significaría que se puede
abrir paso un riesgo mayor de extensión del conflicto. Ésa es
exactamente la participación española en esta operación e insisto en
que merece el respaldo de todos. La participación de otros países,
naturalmente con mayor peso político, económico o militar que España,
es sin duda mayor. La de España es la que corresponde en este momento
y lo que importa es que la que nos corresponde en el marco de la OTAN
se ejercite como se está ejercitando ahora, con plena solidaridad y
plena eficacia, al servicio de los intereses de la Alianza Atlántica
y de los objetivos que los socios, los aliados, la Alianza Atlántica
y, en el fondo, la comunidad internacional, nos hemos puesto para
acabar con esa vergüenza de limpieza étnica y de genocidio que está
ocurriendo. (Aplausos.)
Paso a la segunda parte, señorías, que es la que se refiere a las
consideraciones respecto del Consejo Europeo de Berlín y la Agenda
2000. Creo, señorías, que a la hora de evaluar los resultados de un
Consejo Europeo, como a la hora de evaluar cualquier decisión que se
tome, de carácter político, económico o social, hay que tener en
cuenta fundamentalmente el entorno. Lo han dicho, con corrección,
algunos grupos parlamentarios, y evidentemente, lejos de cualquier
ejercicio tremendista o excéntrico o de los fuegos de artificio
habituales, yo participo de la opinión que he oído mayoritariamente
en esta Cámara en el sentido de que la resolución a que se ha llegado
en el Consejo Europeo de Berlín, desde el punto de vista de la Agenda
2000, es razonable. Se ha llegado a un acuerdo razonable en función
de los datos concretos, en función de lo que puede ser y de lo que es
la situación europea en
este momento y en función también de lo que son, y eran, los
intereses y las posibilidades de España. En consecuencia, yo
participo de la idea que han expresado el señor Molins, el señor
Zabalía o el señor Mauricio, entre otros. Es decir, yo creo que es
una solución posible, posibilista, razonable, y que, además, resuelve
-con independencia de otros enjuiciamientos y valores en los que
luego entraré- lo que era el problema fundamental a resolver, que era
el problema de la financiación de la Unión Europea del año 2000 al
año 2006.

Hay que tener en cuenta, señorías, que estamos en una Europa que ya
no habla de expansión de gasto, sino más bien en la Europa que habla
de los pactos de estabilidad, de la disciplina fiscal. Y es también
la Europa que ha puesto en marcha el euro. Por cierto, quiero
recordar -hablando de herencias recibidas- que la herencia recibida,
en ese punto, consistía en no cumplir ninguno de los requisitos para
estar en el euro. Y estamos. (Aplausos.) Además de estas
circunstancias y además de que realmente, en el caso de algunos
países, puede producirse eso que apuntaba el señor Mauricio de que
efectivamente puede haber tentaciones renacionalizadoras, lo cual,
sin duda alguna, es un fenómeno a seguir muy de cerca, por ser un
fenómeno peligroso, creo que de los riesgos mayores de la política
europea para el futuro inmediato, hay dos que debemos desterrar: uno
es buscar en fórmulas antiguas lo que deben ser las fórmulas que
apliquemos para solucionar problemas del futuro desde el punto de
vista del progreso económico y social, y el segundo es,
evidentemente, el retorno al nacionalismo. Yo creo que, si es verdad
que eso es así, hay que seguir muy atento. Y, si es verdad que eso se
produce en algunos países europeos, de lo que tenemos que
preocuparnos es de lo que la posición española tenga de coherente, en
orden a un proyecto conjunto, global, de política europea integrada,
como nosotros defendemos, de cara al futuro.




Es verdad que en ese entorno, señorías, algunos países atraviesan
claras dificultades desde el punto de vista económico, lo cual
también afecta a la valoración de las circunstancias en torno a la
Agenda 2000. Y es verdad que es la primera vez que este tipo de
perspectivas financieras se producen en un horizonte de ampliación
europea que no es el horizonte de una ampliación europea común, como
se ha producido en anteriores ampliaciones, sino que es un horizonte
de una ampliación europea totalmente diferente a los países del
centro y del este de Europa. Evidentemente, hay que conjugar de una
manera efectiva los deseos, la necesidad -como defiende España- de
una mayor integración con esa perspectiva de la ampliación, y
cualquier decisión que se tomase en la Agenda 2000 debía tener
claramente ese horizonte de la ampliación.

A partir de ese momento, señorías, introducían también en este
Consejo distintos elementos singulares. El primero es un debate serio
sobre los desajustes en el sistema de contribuciones, que algunos
países querían



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corregir. España, en todo caso, siempre se ha opuesto a hacer un
debate global sobre estas cuestiones, porque creíamos que no era
justo desde el punto de lo que significa una concepción europea
integrada, en la que tiene que contar el mercado único y la política
de cohesión y de solidaridad. Pero es un problema que realmente
existía y al cual había que dar una respuesta. La segunda cuestión
singular, a la que me he referido antes y que luego retomaré, es la
crisis institucional que se ha vivido y que en gran medida todavía,
por desgracia, se vive en el marco de la Unión Europea, como
consecuencia de la situación de la Comisión, de la dimisión de la
Comisión, que sin duda priva, en los trabajos cotidianos europeos y
también en los trabajos del Consejo, de uno de los que tienen que ser
los soportes, los motores, los alientos más importantes, como es la
Comisión Europea.

En medio de esas circunstancias generales, señorías, España fijó su
posición y la fijó teniendo en cuenta que nuestra posición viene
afectada también por distintos hechos. Estamos en esa Europa del euro
y también en esa España del euro, es decir, estamos en una España que
se presenta con los deberes hechos y que, además, se presenta como un
país que prospera. Quiero decir que es muy importante tenerlo en
cuenta hacia el futuro, porque algunas de SS.SS. han dicho: ¡Ojo!,
que ésta será la última oportunidad. Lo que quiere decir es que, del
año 2000 al año 2006, tenemos que hacer -como se ha dicho con acierto
desde esta tribuna- y tenemos que continuar el camino de las
reformas, de las adaptaciones de todas aquellas políticas que nos
permitan, con nuestros propios medios, afrontar ese gran proceso de
transformación de la sociedad y de la economía española. Y,
naturalmente, nuestro deseo debe ser, si es posible, del año 2000 al
año 2006, superar ese 90 por ciento de renta media comunitaria.

Yo he dicho que la próxima década, la década primera del próximo
siglo, ese tiene que ser un objetivo posible para España, no sólo
deseable, posible. Y que tenemos que conseguir ese objetivo entre
todos. Y es evidente que, conforme pase el tiempo, se acerque el
horizonte de la ampliación y disminuya la diferencia o la distancia
relativa de España respecto de los países europeos más desarrollados,
más dificultades habrá para mantener cierto tipo de políticas. Por
tanto, a la hora de evaluar lo que es una salida razonable, una
solución razonable, a un Consejo Europeo, hay que medir todas estas
circunstancias y determinar si se termina mejor o peor de lo que se
ha iniciado.

España ha participado en ese Consejo, respondiendo a las
preocupaciones de algunas de SS.SS., que conocemos muy bien, con un
discurso europeo, un discurso de más integración y más definición de
políticas comunes. Por eso no deseábamos ni pretendíamos que se
estableciese un debate puro presupuestario sobre algunas cuestiones y
las aportaciones de algunos Estados miembros y por eso era un riesgo
añadido que la Comisión estuviera debilitada. Corríamos el riesgo,
que yo creo que razonablemente se ha salvado, de diluir cualquier
orientación europea, de no saber cuáles iban a ser las
políticas comunes que se iban a financiar y al mismo tiempo corríamos
el riesgo de servir un criterio que no era el nuestro, que era el
criterio no de más Europa sino de menos Europa. Todo eso lo hemos
establecido en un contexto, en virtud del cual era importante llegar
a un acuerdo, por distintas razones, generales y singulares
españolas, sobre la Agenda 2000 en el Consejo Europeo de Berlín.

Creo que han sido el señor Mauricio y el señor Molins los que han
hablado de un proyecto europeo de futuro. Proyecto europeo de futuro
y calendario de futuro, señorías. Después del Consejo Europeo de
Berlín, después de que se produzca el relevo en la Presidencia de la
Comisión y después de las elecciones al Parlamento Europeo, yo creo
que se producirá el relevo de la Comisión completa. Y, por cierto,
quiero decir, frente a lo que ha dicho algún portavoz en esta
tribuna, que ninguno de los comisarios ha sido acusado por el comité
de sabios de corrupción, ninguno. Han sido acusados globalmente, en
una decisión en mi opinión bastante discutible, bastante, de
deficiencias en la gestión, pero de corrupción, ninguno. Y conviene
tener eso bien presente, porque sin duda luego se pueden trasladar a
la opinión pública imágenes al respecto distorsionadas.




De la Agenda 2000 tenemos que pasar a otros ámbitos de lo que es la
acción europea. El Consejo Europeo de Colonia va a iniciar una
reflexión sobre las reformas institucionales. Será una primera
reflexión. Yo creo, lo he planteado en el Consejo y espero que se
lleve a la práctica, que el Consejo Europeo de Berlín es un buen
momento, después de que se haya celebrado la cumbre de la Alianza
Atlántica en Washington, que va a tratar también de la política
exterior de seguridad y defensa, para hacer un debate sobre política
exterior y de seguridad en el Consejo Europeo que pueda dar lugar a
resoluciones ya importantes o a unas primeras resoluciones.

No vamos a pensar, señorías, que de aquí al mes de junio se van a
resolver todos los problemas que hay en el ámbito de la llamada PESC,
porque no va a ser así, pero sí que tenemos que empezar a tomar
resoluciones, porque en la cumbre de Washington sin duda las vamos a
tomar. Y el perfil mayor de Europa, tanto en la Alianza Atlántica
como en las operaciones que pueda realizar fuera de la Alianza
Atlántica, depende estrictamente de las decisiones europeas. Por eso
pienso que no es el momento de hacer ninguna iniciativa unilateral
más, o iniciativas bilaterales entre distintos países respecto a la
política exterior y de seguridad, como fue la iniciativa franco-
británica de Saint-Malo, sino de hacer un debate a fondo, en el
Consejo Europeo, que nos pueda llevar a unas primeras conclusiones en
orden a las responsabilidades europeas y a la política de seguridad
y defensa. Si además de eso, en el Consejo Europeo extraordinario que
vamos a celebrar en Tampere, en el mes de octubre, en Finlandia, a
petición, por cierto, de España, sobre el tercer pilar, conseguimos
afianzarlíneas de mayor cooperación, de mayor coordinación



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y de mayor integración en el tercer pilar, es decir, libertad,
seguridad y justicia, especialmente en el ámbito judicial, que es un
ámbito muy retrasado respecto del ámbito de la seguridad o de la
libertad, y damos unos primeros esbozos en los temas institucionales,
creo que estamos trazando un camino que nos debe llevar en los
primeros años del próximo siglo a tomar definitivamente las grandes
decisiones de las reformas institucionales en el horizonte de la
ampliación europea, teóricamente prevista para el año 2002, pero que
hay que estar atentos a si se produce en ese momento o si se produce
en un momento más tardío.

Si eso es así, desde el punto de vista del proyecto europeo, y es la
posición que quería mantener España, también la hemos querido
mantener desde el punto de vista de lo que es la política de
cohesión, la política de solidaridad, que no parece, a juzgar de lo
que dicen algunos, que se haya roto. Es curioso lo que puede pasar en
las distintas percepciones; uno puede juzgar que la política de
cohesión se ha roto y otros pueden pedir excusas porque aumenta
demasiado la política de cohesión. El capítulo fundamental es que la
política de cohesión, de solidaridad, se mantiene en las
circunstancias que he referido actualmente y, en el caso de que se
tome como punto de referencia no la Unión Europea a Quince, sino el
horizonte de la Unión a veintiuno, no solamente se mantiene, sino que
además se incrementa y se fortalecen la política de cohesión y la
política de solidaridad.

Quiero recordar también que, desde esta óptica, es muy importante
tener en cuenta los riesgos que había en el Consejo Europeo y lo que
se ha evitado. Se ha recordado. Cuando se habla de que se ha caído en
la renacionalización de algunas políticas -se ha dicho expresamente:
sea aceptada la renacionalización de algunas políticas-, yo quiero
decir que la expresión máxima de la renacionalización de esas
políticas era la cofinanciación agraria. Exactamente uno de los yo
creo que éxitos en general de este Consejo Europeo es que la
cofinanciación agraria ha desaparecido. Afortunadamente, porque eso
sí que hubiese sido, entre otras cosas, una renacionalización. Pero
ha desaparecido la cofinanciación agraria y no hay regresividad en
las ayudas a los agricultores, y no hay cheques generalizados para
aquellos Estados que aporten o tengan saldos netos positivos, que
hubiese supuesto que se cortaban totalmente las alas para el
desarrollo futuro de la Unión Europea. No existe incompatibilidad
entre el Fondo de Cohesión y el euro y se ha eliminado el riesgo de
pérdida de algunas regiones españolas importantes. Se ha eliminado.

Yo he dado los datos fundamentales, en torno a 4.500 millones de
euros, que son muchos centenares de miles de millones de pesetas, que
estaban en peligro. Y esas regiones españolas tienen la garantía,
Canarias incluida, señor Mauricio, de estar recibiendo, de estar en
el objetivo 1, hasta el año 2006. Canarias, adicionalmente, tiene la
garantía del estatuto de región ultraperiférica. Pero hasta el año
2006 al menos, hasta el año 2006, todas esas regiones que hoy están
en el
setenta y cuatro y pico, bien sea Valencia, bien sea Castilla y León,
Canarias en su concepto de región ultraperiférica, tienen garantizado
su objetivo 1. No nos enredemos, por tanto, en problemas que pueden
tener un carácter más formal que otra cosa. Ése es el contexto y esos
son los riesgos sin duda muy importantes que en esta política y en
estas circunstancias se han evitado claramente.

Señorías, en ese contexto de la situación, quiero decir que hace
tiempo que alguien dijo que España es el único país en el que se
siguen discutiendo, en el que se discuten los hechos. Era antes y yo
creía que ya no era así, pero se discuten los hechos y también la
matemática. Con independencia de cualquier tipo de tremendismo o de
excentricidad en el manejo de los datos, que realmente conduce a muy
poco, cuando se habla de que España o Italia han sido países
perdedores en este Consejo Europeo, no se sabe lo que se está
diciendo literalmente. Si se toman los saldos y la situación de cada
país en este Consejo, hay cuatro países, cuatro, que han mejorado su
situación. Son: Bélgica, el 20,6; Grecia, el 17,7; España, el 10,4 y
Luxemburgo el 25,1. Todos los demás países empeoran relativamente su
situación. Ésa es la realidad, señorías, y no cualquier
circunstancia, no cualquier manipulación de las cifras, que no
defiende nadie. Acusar a este Gobierno de manipulación, acusar a este
Gobierno, como se ha dicho, de mentiras absolutas, se supone porque
se está en posesión del concepto absoluto o de la verdad absoluta, es
faltar a la realidad. Ni toda la manipulación del mundo que pudiese
tener este Gobierno, que no la tiene, serviría para manipular a toda
la opinión pública y a todos los medios de comunicación
internacionales, cuya lectura recomiendo a algunos. Por cierto, me
dicen que en esta casa son gratuitos y a algunos les vendría bien
utilizar ese carácter gratuito, para enterarse de lo que pasa por ahí
fuera. (Aplausos.) Nadie defiende lo que se ha defendido aquí desde
el punto de vista de las cifras esta mañana. Eso sí que significa,
señorías, quedarse absolutamente solo en la defensa de algunos
planteamientos o de algunas posiciones (El señor Fernández Marugán:
Ha empezado el telediario.)



El saldo neto positivo español pasa del período 1993-1999, de un
billón 27.000 a un billón 181.000, y, en cifras totales, de 7
billones 192.000 a 8 billones 268.000. He dicho antes que por razones
de las cuotas en la agricultura y de las reformas en la agricultura,
que favorecen la situación española, el saldo neto anual va a ser
superior a 1 billón 200.000 millones de pesetas para España, y estará
entre 1 billón 200.000 y 1 billón 300.000 millones de pesetas.

(Fuertes rumores.) Señorías, se puede defender que 8 billones 268.000
son menos que 7 billones 192.000. ¿Se puede defender eso? Es lo que
se ha hecho aquí esta mañana. Simplemente, he de decir que no es
verdad. (El señor Borrell Fontelles muestra un gráfico.-Aplausos.-
Rumores.)
Señorías, los retornos totales... (Continúan los rumores.)



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El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.

Un momento, señor presidente. (Pausa.)
Adelante, señor presidente.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señorías, los
retornos totales de España pasan del período 1993 a 1999 de 1 billón
911.000 a 2 billones 268.000 anuales, y en números totales de 13
billones 384.000 a 15 billones 880.000. Se puede también defender que
15 billones son menos que 13 billones, que es lo que se ha hecho aquí
esta mañana. (Aplausos.) Los retornos de la política agraria común
eran de 5 billones y medio y pasan a 6 billones y medio, y, como todo
el mundo sabe, 6 billones y medio son menos que 5 billones y medio.

Eso es lo que se aprende en todas partes. (Aplausos.- El señor
Borrell Fontelles vuelve a mostrar el gráfico.)
Los retornos del Fondo estructural y de cohesión pasan de 9 billones
y a 9 billones y medio; también son menos 9 billones y medio que 9
billones, y los retornos de fondos estructurales... (Fuertes
rumores.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, no se puede oír. Silencio, por favor.

Señorías, señor Borrell. Por favor, no se puede escuchar.




Silencio.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Los retornos de
fondos estructurales pasan de 7 billones 291.000 a 7 billones
646.000, también menos que la cifra anterior.

En relación con el Fondo de Cohesión, cuyo mantenimiento es
importante hacia el futuro y para conseguir llegar dentro de poco al
90 por ciento, por lo menos en seis o siete ocasiones, señorías, de
la intervención del portavoz del Grupo Socialista, se ha afirmado,
acusando al Gobierno de caer nada menos que en la mentira absoluta,
que dicho fondo pasaba de 21.000 millones en el período anterior a
18.000 millones en este período. No conviene confundir lo que era el
acuerdo de Edimburgo, que eran exactamente 18.234 millones, con lo
que era la propuesta de la Agenda 2000, que eran 21.000 millones. No
conviene confundirlo, porque para hablar en esta tribuna y hablar de
números conviene enterarse de qué números se está hablando.

Simplemente conviene enterarse. (Aplausos.- Rumores.) Eso sí,
señorías, como ha pasado de 18.234 millones a 18.000 millones, hemos
pasado del 55 por ciento al 62 por ciento, y, como todo el mundo
sabe, señorías, el 62 por ciento de 18.000 es menos que el 55 por
ciento de 18.234. (Rumores.- Protestas.- El señor Borrell Fontelles
muestra otro gráfico.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!
Señor Borrell, ya vale, ya vale. (Continúan los rumores.)
Silencio, señorías. Señor De Luis. ¡Señor Vaquero! ¡Señora Chamosa!
(Protestas.)
¡Silencio, les llamo al orden! Guarden silencio y dejen continuar al
presidente del Gobierno su intervención.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Conviene no confundir
la Agenda 2000 con los acuerdos de Edimburgo. La Agenda 2000 era una
base de negociación. Los acuerdos de Edimburgo eran otra. Los
acuerdos de Edimburgo eran 18.234, el 55 por ciento, y ahora son
18.000, el 62 por ciento. No conviene confundir eso ni conviene
equivocar otras cosas que terminan en críticas públicas al
nombramiento del nuevo presidente de la Comisión. El señor Prodi,
nuevo presidente de la Comisión, tiene todo el respeto del Gobierno
español y creo que será un buen presidente. Quiero decir que en la
Unión Europea, aunque algunos no quieran enterarse, las cosas
afortunadamente no funcionan por un criterio o por un mecanismo
estrictamente o ni siquiera fundamentalmente ideológico. Durante
mucho tiempo escuchamos decir que hay una gran mayoría de gobiernos
socialdemócratas en la Unión Europea, y es verdad. Pues si se sigue
ese criterio, se tendrá que llegar a la conclusión que esa gran
mayoría de gobiernos socialdemócratas, al menos algunos de ellos muy
importantes, han pretendido recortar la política de cohesión y la
política de solidaridad, y, si se quiere seguir ese criterio, se
quiere decir que cuando se duplicaron los fondos estructurales la
mayoría eran gobiernos populares o gobiernos de centro derecha en
toda Europa. Exactamente eso (Aplausos.- Rumores.), tan claro como
eso, y que la mayoría de aquellos gobiernos nombraron presidente de
la Comisión por dos veces al señor Delors y los de ahora hemos
nombrado por unanimidad presidente de la Comisión al señor Prodi. Las
cosas en Europa funcionan así y hay que enterarse de cómo funcionan
las cosas en Europa, además de enterarse de los números. (Aplausos.-
Rumores.)
Señorías, a partir de este momento diré que no me extraña
absolutamente nada la negativa de la realidad, la negativa de los
hechos o del cuestionamiento directo puro y duro de las matemáticas.

Algunos augures de la catástrofe son irreductibles y no dejan de
intentar aprovechar sus oportunidades. Se anunció a bombo y platillo
que España no entraría en el euro y que el Gobierno era un gobierno
tramposo que ni siquiera haciendo trampas llegaría al euro.

(Rumores.) Se anunció a bombo y platillo que el presupuesto de 1997-
1998 no nos llevaría en ningún caso al euro, sino que nos sacaría de
él. Se ha anunciado la quiebra y la catástrofe de la Seguridad
Social. Ahora se anuncia también la catástrofe, como se anunció
antes, de la Agenda 2000, desafiando todos los datos y todas las
matemáticas. Pues yo quiero decir que nuestra respuesta es esta y no
vamos a insistir mucho más tiempo en ello. Quien niega la realidad
acaba por tener muy poco futuro. Allá él. (Aplausos.)



Voy a hacer algunos comentarios breves sobre lo que han planteado los
portavoces.




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En el tema de recursos propios, señorías, había un gran riesgo
fundamentalmente (Un señor diputado: ¡Ya no hay telediario!), el
riesgo era, como he dicho antes, el de la limitación de los saldos
netos. Eso hubiese impedido continuar con el proceso de construcción
europea. Se ha avanzado en el proceso de un sistema de recursos
propios más equilibrado y más justo, y así es el cambio del sistema
del IVA por el producto nacional bruto. Se ha facilitado una
conclusión política al Consejo desde el punto de vista de lo que
significa el aumento de la cuota de gestión de los recursos propios
tradicionales, y, en cuanto al cheque británico, es verdad, en su
momento, España se hizo cargo de lo que dejó de pagar Alemania, que
solamente pagaba dos tercios, y ahora, para facilitar un acuerdo,
España y otros países hacemos una aportación mayor al cheque
británico, que era la manera de evitar el tema generalizado de los
cheques y de los saldos netos negativos.

Por lo que se refiere a la política agraria ya he dado los datos
fundamentales en orden a lo que va a ser el volumen de ayudas que va
a recibir España comparativamente, que supone un porcentaje
importante en medio de una política que intentaba claramente o bien
la cofinanciación o bien la regresividad de esas ayudas, que era un
grave riesgo. El conjunto de reformas que se han operado y se han
actuado también en el Consejo Europeo de Berlín puede considerarse de
modo favorable para España, como implica que nuestro saldo en materia
agraria mejore casi en un billón de pesetas, y eso tendrá una
afectación y un reflejo muy claro desde el punto de vista de lo que
es el saldo global de España en el marco de la Unión Europea. Si a
eso se une lo que significan las mejoras de cuota láctea, del
rendimiento de los cereales, las ayudas en el viñedo o la ayuda al
sector bovino, creo que también se produce una situación bastante
razonable respecto de lo que eran las primeras pretensiones de esa
política agraria.

Es verdad que, como ha dicho algún portavoz, especialmente creo que
el señor Zabalía, se podían haber introducido otros factores como el
de la modulación. No es un factor ése, aunque a algunos les cueste
trabajo creerlo, que distinga entre pequeños y grandes agricultores
o entre rentas grandes y rentas pequeñas de agricultores. No es
criterio mayoritario en la Unión Europea; solamente España y Austria
lo han defendido en el Consejo Europeo. Es evidente que necesitamos
más tiempo para intentar conseguir que ese criterio de la modulación
de ayudas salga adelante y que al final pueda profundizarse al
respecto. Señorías, yo creo que ese es uno de los temas
fundamentales.

He hablado también de lo que significan los fondos estructurales. La
macrocondicionalidad, señorías, del Fondo de Cohesión no sufre
variación y justamente el criterio en el cual se establece una
relatividad respecto a la cercanía al 90 por ciento como techo máximo
global para el Fondo de Cohesión es un criterio que favorece más a
España, desgraciadamente por una sencilla razón, porque España es el
país que en el período anterior menos ha crecido, que menos ha
acortado distancias
relativamente respecto del 90 por ciento de los cuatro países de
la cohesión.

Por lo que se refiere a una pregunta en relación con el Objetivo 2,
señorías, el mismo sufre una modificación con carácter general porque
pasa de afectar al 25,2 por ciento de la población europea a afectar
al 18 por ciento, es decir, significa una reducción del 27,8 por
ciento y pasa de afectar a 93 millones de habitantes europeos a 67
millones. Eso supone, como digo, esa reducción que para España será
del 8,4 por ciento y afectará a 800.000 habitantes, en el bien
entendido que la ayuda de intensidad por habitante se mantiene y que,
como ya anunciamos al terminar el propio Consejo Europeo, los 200
millones de euros de esa lista a la que usted se refería -y que tengo
que decir que a mí personalmente no me gusta mucho; yo hubiese
preferido otro sistema y así lo propuse- hay que tenerlos muy en
cuenta a la hora del Objetivo 2 al que usted se refería.

Finalmente, señorías, algunos de los portavoces han planteado alguna
cuestión en relación con Suráfrica. Me parece razonable el acuerdo al
que se ha llegado, en el que España ha trabajado mucho. Durante mucho
tiempo en distintos consejos europeos hemos impedido que se aprobase
un acuerdo con Suráfrica absolutamente inconveniente para los
intereses de España y hoy con carácter general creo que podemos
satisfacernos de haber contribuido a facilitar, sin merma para los
intereses de España, un acuerdo que era largamente anhelado. Nos
queda trabajar en muchos de estos temas con otras zonas que
evidentemente tienen que producir muchos aspectos de transformación
en la política de la Unión Europea y también en la política española.

Me estoy refiriendo en concreto, por ejemplo, a los acuerdos de la
Unión Europea con México o con Mercosur, que tendremos ocasión de
analizar con motivo de la cumbre Unión Europea-Iberoamérica-Caribe en
Río de Janeiro a final del mes de junio.

Por último, señorías, quiero decirles que este es el resultado de
esta comparecencia. Reitero mi preocupación por la situación en
Kosovo y reitero el apoyo de España a la búsqueda de soluciones
diplomáticas y políticas, siempre que eso sea posible. Reitero el
compromiso de España con la Alianza Atlántica y su actuación en
Kosovo y por supuesto también creo, como la mayoría de los portavoces
que han hablado en esta Cámara, que el Consejo Europeo de Berlín se
ha saldado de un modo razonablemente positivo para Europa y para
España.

Gracias. (Fuertes y prolongados aplausos.- El señor Martínez Noval
pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente.

Señor Martínez Noval.




El señor MARTÍNEZ NOVAL: Señor presidente, al amparo del artículo
72.2, mi grupo parlamentario solicita que la Mesa dé lectura al
escrito en el que elGobierno solicita la comparecencia del presidente
del



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Gobierno de esta mañana. (El señor De Grandes Pascual pide la
palabra.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Martínez Noval.

Señor De Grandes.




El señor DE GRANDES PASCUAL: Señor presidente, en los mismos términos
y al amparo del mismo artículo reglamentario, solicitamos que se lea
el documento de la Cámara, número de registro 78.201, que para el que
no tenga toda la lectura, es un documento de petición de Pleno
extraordinario de los grupos Socialista, Izquierda Unida y Mixto,
concretamente la consideración cuarta, donde se hace referencia a las
fechas donde se pide el Pleno extraordinario.




El señor PRESIDENTE: Por favor, puede pasarlo a la Presidencia.

El señor Ríos, secretario de la Cámara, procederá a la lectura de
ambos documentos.




El señor SECRETARIO (Ríos Martínez): Registro general del 25 de marzo
de 1999. Tengo el honor de solicitar de V.E., en nombre del Gobierno
y al amparo de lo dispuesto en el artículo 203 del Reglamento de la
Cámara, la comparecencia del presidente del Gobierno ante el Pleno de
la Cámara, para informar sobre la reunión del Consejo de Europa,
celebrada los días 24 y 25 de marzo de 1999 en Berlín, así como de la
situación en Kosovo. Madrid, 25 de marzo.

El punto cuarto del escrito para pedir la comparecencia por parte de
los grupos parlamentarios Socialista, Izquierda Unida y Mixto, dice:
Toda vez que existe un Pleno extraordinario ya convocado por la
Presidencia del Congreso de los Diputados a celebrar el 30 de marzo
de 1999, a las diez y media, cuyo único punto del orden del día trata
sobre el informe del Gobierno sobre la reunión del Consejo de Europa,
celebrada los días 24 y 25 de marzo de 1999, los grupos
parlamentarios Socialista, Federal de Izquierda Unida y Mixto
consideran que el Pleno solicitado en este escrito sobre la crisis de
Kosovo y la intervención militar de la OTAN debería tener lugar en la
tarde del lunes 29 o en la tarde del martes día 30, ambos del
corriente mes de marzo.




El señor PRESIDENTE: Señor Ríos, el portavoz del Grupo Parlamentario
Popular quiere que se lea también,
como en el otro, la fecha de entrada en el registro de este
escrito. (Rumores.)



El señor SECRETARIO (Ríos Martínez): El 25 de marzo de 1999.

(Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ríos. (Rumores.)
Señor Martínez Noval, ¿algún extremo más que pueda leerse por el
secretario de la Mesa -no se admite glosa- y que no haya sido leído?



El señor MARTÍNEZ NOVAL: Señor presidente, sigo pidiendo la palabra
al amparo del artículo 72.2.




El señor PRESIDENTE: Le insisto, señor Martínez Noval...




El señor MARTÍNEZ NOVAL: Léase la primera parte del escrito donde
queda claro cuándo el Grupo Socialista pidió la comparecencia del
presidente del Gobierno, que fue el día 24.




El señor PRESIDENTE: Señor Ríos, por favor, ¿puede leer las fechas
del registro de entrada de ambos escritos?



El señor SECRETARIO (Ríos Martínez): Doña María Teresa Fernández de
la Vega, portavoz sustituta del Grupo Parlamentario Socialista del
Congreso, doña Rosa Aguilar Rivero, portavoz del Grupo Parlamentario
Federal de Izquierda Unida, y don Ricardo Peralta Ortega, portavoz
del Grupo Parlamentario Mixto, al amparo de lo dispuesto en el
artículo 54 del vigente Reglamento de la Cámara, solicitan la
convocatoria de un Pleno del Congreso de los Diputados en el que
tenga lugar la comparecencia del presidente del Gobierno, solicitada
por más de 80 diputados, escritos 78.021 y 78.120, del registro
general de la Cámara, a fin de que por éste se informe a la Cámara
sobre la crisis de Kosovo y sobre la decisión de la intervención
militar de la OTAN y sobre la crisis de Kosovo y la intervención
militar de la OTAN sobre posiciones serbias, respectivamente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ríos.

Se levanta la sesión.




Eran las tres y veinte minutos de la tarde.