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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 189, de 28/10/1998
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



PLENO Y DIPUTACIÓN PERMANENTE



Año 1998 VI Legislatura Núm. 189



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FEDERICO TRILLO-
FIGUEROA MARTÍNEZ-CONDE



Sesión Plenaria núm. 183



celebrada el miércoles, 28 de octubre de 1998



ORDEN DEL DÍA:



Debates de totalidad de iniciativas legislativas
(continuación):



- Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del
Estado para 1999. «BOCG. Congreso de los
Diputados», serie A, número 140-1, de 1 de octubre de 1998
(número de expediente 121/000141) . . . (Página 10112)



- Proyecto de Ley de Medidas Fiscales,
Administrativas y del Orden Social (número de
expediente
121/000142) . . . (Página 10112)



S U M A R I O



Se reanuda la sesión a las diez y diez minutos de la
mañana.




Debates de totalidad de iniciativas legislativas
(continuación.). . . . (Página 10112)



Proyecto de ley de Presupuestos Generales
del Estado para 1999 . . . (Página 10112)



Proyecto de ley de Medidas Fiscales,
Administrativas y del Orden Social . . . (Página 10112)



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Continúa el turno de fijación de posiciones con la
intervención del señor Mauricio Rodríguez, del
Grupo Parlamentario de Coalición Canaria, y contesta
el señor vicepresidente segundo del Gobierno
y ministro de Economía y Hacienda (De Rato
y Figaredo).




En último lugar interviene el señor De Grandes Pascual,
del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso.




Sometidas a votación las enmiendas de totalidad de
devolución al proyecto de ley de Presupuestos Generales
del Estado para 1999, son rechazadas por 165
votos a favor y 175 en contra.




Sometidas a votación las enmiendas de totalidad de
devolución al proyecto de ley de Medidas Fiscales,
Administrativas y del Orden Social, son rechazadas
por 161 votos, 175 en contra y cuatro abstenciones.




Se levanta la sesión a las once y cuarenta y cinco minutos
de la mañana.




Se reanuda la sesión a las diez y diez minutos de
la mañana.




El señor PRESIDENTE: Se reanuda la sesión.

(Rumores.)
Silencio, señorías.

Continúa el debate sobre el punto único del orden
del día: Proyecto de ley de presupuestos generales del
Estado para 1999 y proyecto de ley de acompañamiento,
que quedó ayer noche interrumpido en el turno de
fijación de posición sobre las enmiendas de totalidad
de los grupos parlamentarios que no las presentaron.

Corresponde ahora la intervención al Grupo de Coalición
Canaria, a cuyos efectos tiene la palabra su portavoz
don José Carlos Mauricio.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Señor presidente,
señoras y señores diputados, buenos días.

Inicio mi intervención sobre el debate de totalidad
de los Presupuestos Generales del Estado intentando
hacer algunas reflexiones sobre la discusión que tuvimos
ayer y el punto de vista de Coalición Canaria sobre
el mismo. En el día de ayer yo tuve la impresión de que
de alguna manera estábamos repitiendo los debates del
año pasado y del anterior con motivo de los Presupuestos
Generales del Estado. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Un momento, por favor,
señor Mauricio.

Señorías, la sesión ha comenzado y les ruego que
guarden silencio.

El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Muchas gracias,
señor presidente. Venía con la impresión de que a esta
hora de la mañana iba a haber muy pocos diputados en
la Cámara. Sin embargo, observo con enorme satisfacción
que SS.SS. han madrugado; pero madrugar no quiere
decir que armen tanto ruido. Yo agradezco al señor
presidente que me permita intervenir y el que pueda y
tenga esa capacidad de atención que me escuche.

Como decía, ayer tuvimos un debate y mi impresión
era que repetíamos -eso sí, con dos parlamentarios
brillantes, el vicepresidente del Gobierno y el líder de
la oposición- un debate que ya tuvimos el año pasado
y el año anterior. La primera parte del debate fue que
cuando llegó este Gobierno hizo una reflexión sobre
cómo llegar a la convergencia europea, a la convergencia
y la integración en el euro, y se hizo un planteamiento
que en definitiva era el siguiente. Con una política
de equilibrio monetario, de rigor y de disciplina en
el gasto, con una política de reducción del déficit se
producía una reducción de la inflación, de los tipos de
interés, y se generaban niveles de crecimiento que
curiosamente permitían que se pudiera plantear el mantenimiento
del Estado del bienestar, del gasto social,
sin reducir necesariamente ninguno de los costes de la
sanidad, educación, etcétera. (Rumores.) Ese debate
que tuvimos y que planteaba la izquierda, la oposición…



El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Mauricio.

Señorías, señor Gimeno, señor Fernández Marugán,
por favor, guarden silencio.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Muchas gracias.

Como les decía, el debate era que la derecha -que
se planteaba que el Gobierno del Partido Popular había
ganado las elecciones-, para conseguir los equilibrios
monetarios, los equilibrios económicos, necesariamente
tenía que reducir el gasto social, recortar el Estado
del bienestar y producir una recesión económica si
quería cumplir los objetivos de Maastricht. Por otra
parte, la experiencia ha demostrado -ayer no se trataba
de hacer un debate sobre el futuro, sino una reflexión
sobre dos años de experiencia- que el Gobierno
defendía, y también con mucha energía Coalición Canaria
y los otros grupos parlamentarios nacionalistas, que
es posible conseguir esos equilibrios en la política económica
manteniendo el gasto social, defendiendo el
Estado del bienestar como una parte constitucional de
la sociedad española, y al mismo tiempo conseguir un
crecimiento económico que modernice la economía y
mejore la competitividad en el exterior. Ayer, por
muchas vueltas que le demos desde el punto de vista
de la contabilidad creativa o destructiva -hasta cierto
punto me daba la impresión de estar en un debate de
contabilidad nacional, un debate contable y poco político;
la búsqueda desesperada de déficit públicos ocultos
parecía un juego del escondite-, creo que al final
el gran debate de fondo que hemos tenido durante los
últimos tres años quedaba definitivamente consolidado



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en lo que es el primer presupuesto del euro. Era posible
que España, tras un gran reto, pudiera integrarse en
la primera fase del euro, incorporarse a la economía
europea desde el punto de vista del euro y, al mismo
tiempo, lograr objetivos muy importantes de reducción
del déficit, de la inflación, de los tipos de interés, lo
que por otra parte ha permitido un crecimiento económico
y el mantenimiento del Estado del bienestar. Por
tanto, el debate estaba resuelto. En mi opinión, no hay
que dar más vueltas al hecho de que es un debate que
ya es una experiencia, un patrimonio histórico desde el
punto de vista de la política económica y social de la
sociedad española, y lo que habría que hacer ahora es
un debate de futuro, que me parece mucho más interesante.

Es cierto que el presupuesto de 1999 es el último
del siglo y el último de un ciclo, pero es también el primer
presupuesto del euro y yo diría que de alguna
manera es el primer presupuesto del siglo XXI, y se
abren una serie de reflexiones de futuro que, para no
repetir el debate de ayer, nosotros, simplemente a escala
de pequeña reflexión, queremos introducir hoy.

Primero, me parece que lo que está en discusión en
este presupuesto es un dato nuevo del que disponemos
desde hace unos meses, y es que tenemos una crisis
económica internacional mucho más profunda y seria
de lo que parecía a primera vista. No estamos hablando
de una tormenta monetaria, de una crisis en los países
asiáticos, de una dificultad en el sistema financiero de
Japón, de unos problemas en Rusia, etcétera, sino de la
primera gran crisis que se ha ido trasladando por todo
el mundo, la primera gran crisis de la economía globalizada.

Ya no estamos ante un fenómeno coyuntural
sino en una crisis profunda. El señor Rato decía ayer -
y me gustaría que hiciera una reflexión sobre esto
hoy- que la crisis está posiblemente ya afectando a
Estados Unidos, que ha tenido un período de expansión
larguísimo desde el principio de la década del
noventa, y que la pérdida de cotización del dólar
podría ser síntoma de un período de recesión en Estados
Unidos. Esto ya son palabras mayores, porque
parece que los expertos hablan de que esa situación
puede afectar sin duda al Reino Unido y probablemente
a Alemania y, por tanto, a la economía europea.

La primera conclusión que hay que sacar es que la
integración en el euro, a pesar de algunas previsiones
pesimistas, ha sido un instrumento muy importante en
Europa para protegerse con el euro como escudo de
una situación de crisis internacional. Pero por la intervención
del señor Rato me ha dado la impresión de que
si, efectivamente, en este momento la crisis puede afectar
solamente a un punto de crecimiento de la economía
española para 1998 ó para 1999, a medio plazo no
sabemos todavía si puede haber un proceso de recesión
real. ¿Y cuál es el grado de esa recesión? Yo creo,
ante esa recesión, que el debate presupuestario de este
año nos obligaba a elegir una opción, que era si la
derecha económica puede hacer una crítica frente a
estos presupuestos. Ahí está la primera de las alternativas,
porque el debate de la contabilidad -como es verdad
que se ha dicho también ayer- no es un problema
de alternativas. Aquí no hay alternativas sobre si hay
un poco más o un poco menos de déficit público oculto
o no. El debate era y es si, ante la posibilidad de una
crisis internacional y una recesión a medio plazo, sería
necesaria una política de mayor reducción del déficit.

¿Debería España haber afrontado esta situación con una
actitud más audaz en la reducción del déficit? Yo creo
que ese es el planteamiento de la derecha económica y
podría haber sido también el de la derecha política. En
opinión del Grupo Parlamentario de Coalición Canaria,
este Gobierno ha hecho bien en no ir por la vía de
reducción del déficit, sino dejarla para plazos posteriores;
una reducción que de todas formas se hace, sin
duda, con el objetivo del 1,6 pero que podría haber
sido aún mayor. Por el contrario, la opción que se ha
tomado ha sido la de la reforma fiscal, por tanto, la de
reducción parcial de los ingresos, no de que disminuyan
los ingresos pero sí la posibilidad potencial de
ingresos. Esa reforma fiscal, en mi opinión, se debe a
que en el debate presupuestario se ha escogido la primera
opción, que es hacer crecer la demanda interna,
el ahorro de la familia, porque el motor en esta situación
era el crecimiento económico no tanto basado en
el sector exterior, en un momento de crisis internacional,
sino en la demanda interna. Por tanto, yo creo que
ha sido extraordinariamente positiva y por eso hemos
pasado con tanta ligereza sobre el tema de la reforma
fiscal. Por ello hemos adoptado una opción que no es
conservadora, de ahí que el Grupo de Coalición Canaria
apoye estos presupuestos, sino que sigue siendo la
de defender un nivel determinado de gasto público a
pesar de una reducción de ingresos a través de la reforma
fiscal.

El otro tema que se plantea es que paralelamente lo
que estamos consiguiendo, ante la perspectiva de una
posible crisis internacional, es algo que puede ser muy
útil para el futuro: el saneamiento de las finanzas públicas
y el saneamiento financiero de la empresa española.

Yo creo que es un dato muy importante. Hoy, la
empresa española no tiene los niveles de endeudamiento
ni de dependencia del sector financiero que
tenía en otros momentos. Sus costes se han reducido,
ha mejorado su productividad, y esa es la mejor de las
condiciones para enfrentarse al período de crisis que
posiblemente, como en todos los ciclos de la economía,
puede plantearse en los próximos años. Sin
embargo, estamos ante una operación muy importante
a la que prestamos muy poca atención en mi opinión y
es el saneamiento de la empresa pública y los procesos
de privatización que se han planteado. Parece que el
objetivo de este Gobierno es conseguir que todo el sector
de la siderurgia, el naval, etcétera, sectores que creaban
unos déficit públicos muy importantes, estén
saneados en el horizonte del año 2000, y dejar sólo
para el 2005 los problemas de la minería que son de
coste social importante para este país. Creo que, aunque
tiene un alto coste para la economía española, es
una opción positiva y es un acto de solidaridad, porque



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el problema de la minería no es sólo económico o
empresarial sino también es un problema territorial de
Asturias. Nosotros preguntamos al ministro de Economía
qué reflexión hace sobre ese proceso de mejora
tecnológica, de internacionalización de la empresa
española, de reformas estructurales en las telecomunicaciones
(pronto en el transporte público aéreo), etcétera,
y en qué medida estamos adoptando, desde el
punto de vista de las grandes empresas españolas y del
sector financiero en la internacionalización, las opciones
adecuadas al ritmo adecuado y qué efectos pueden
producir en la economía española esos procesos de
recesión dentro del proceso de internacionalización de
la economía española.

Nosotros creemos que estos presupuestos plantean,
como decía antes, una reducción del déficit público
pero al mismo tiempo no se pone un freno sino que,
por el contrario, empieza a haber un crecimiento de la
inversión en infraestructuras y en modernización. Yo
creo que es muy importante la vertebración territorial
del país, la modernización económica, la modernización
de las infraestructuras. Y apunto en esta cuestión,
señor Rato, que es cierto que este país en gran parte es
un territorio peninsular, pero tenemos un territorio
insular que en este momento de globalización necesita
una modernización en nuestras infraestructuras. Nuestros
puertos y aeropuertos, que tienen un superávit histórico
muy alto por su altísima rentabilidad, necesitan
una inversión en infraestructuras, y con estos presupuestos
tenemos dificultades para lograr responder a
los retos que tenemos, sobre todo en determinados
puertos del archipiélago como el de El Hierro.

Me gustaría también poner de manifiesto brevemente
nuestra opinión sobre el Estado del bienestar. Hay
una cuestión muy importante. (Rumores.) Al principio
de esta legislatura, y hablo siempre...




El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Mauricio.

Señorías, el orador ya se ha dirigido a la Cámara
pidiendo atención con la debida simpatía y haciendo
alusión al enorme ruido que producen las conversaciones
matutinas de SS.SS. Les ruego que sigan esa sugerencia
y que no fuercen a la Presidencia a tener que
llamarles al orden, incluido el señor Suárez Pertierra.

Adelante, señor Mauricio.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Muchas gracias,
señor presidente.

Yo comprendo que no es necesario atenderme porque
es muy aburrido lo que estoy diciendo -siempre
un debate presupuestario es aburrido- pero se puede
no escuchar en silencio.

Decía, refiriéndome al Estado del bienestar, que al
principio de la legislatura tuvimos un debate sobre la
Seguridad Social. Creo que es un gran avance -y así
se reconoció ayer en el debate que tuvimos- que ya
no está en cuestión el peligro del sistema público de
pensiones, que el sistema contributivo resulta que tiene
superávit. Este es un avance muy importante que por
un lado permite dar tranquilidad a los españoles y, por
otro, que se pueda hacer una modernización económica
sin recortes de los sistemas públicos, ni del de pensiones
ni de la educación ni de la sanidad, y, por tanto,
la defensa del Estado de bienestar y aun de las políticas
de protección social y de desempleo. En ese sentido, la
única opción que hay en estos presupuestos frente a
otras que se han presentado es la siguiente. Ante un
superávit del sistema contributivo, ¿deberíamos crear
un fondo de reservas más aceleradamente o no es este
el momento y lo que hay que hacer es bajar las cotizaciones
para conseguir políticas de empleo que a su vez
favorezcan, en el futuro, un mayor superávit del sistema
contributivo e ir creando ya desde ese momento el
fondo de reservas y haciendo los complementos a mínimos?
Me parece que esa opción también forma parte
de los debates presupuestarios que ayer tímidamente
parecía que se inclinaban en otra dirección y nosotros
apoyamos la política que se está planteando. Eso no
quiere decir que haya que constituir ese fondo de
reservas y que haya que financiar los complementos a
mínimos, pero hay que hacerlo de manera prudente, de
manera razonable y en la medida en la que crezca la
política de empleo. Y aprovecho para entrar en la política
de empleo.

Yo no pretendo hacer todo un análisis positivo de la
política del Gobierno -apoyo lo que me parece que
son sus líneas centrales-, pero en la política de
empleo, que en términos de números y de diálogo
social sin duda es un éxito, igual que en política económica
alguien puede decir que en un momento de
expansión de la economía internacional la economía
española lo único que hace es seguir detrás de la economía
internacional -un poco el argumento de la oposición-,
yo diría que la economía internacional nos
empuja a un crecimiento de alrededor del 2 por ciento
y que los niveles de crecimiento cercanos al 4 por ciento
son producto de una política económica correcta.

Eso es lo que apunta el Gobierno. Sin embargo, en
política de empleo creo que aún nos faltan 200.000 o
300.000 empleos más de los que hemos conseguido
-me refiero al período anterior- y que con las reformas
que haya que hacer y con el apoyo a las políticas
activas de cotización, contrato a tiempo parcial estable,
en políticas de protección es posible crecer más en la
creación de empleo. Creo que un gran reto que tenemos
-y para no mecernos en la autocomplacencia-
es que la economía española, para lograr los equilibrios
económicos y sociales necesarios, ha de tener un
millón y medio más de empleados dentro de cuatro
años, en el período aprobado en la cumbre de Luxemburgo
para el Plan de Empleo del Reino de España.

Entre todos debemos seguir incrementando el diálogo
social y el diálogo parlamentario, las iniciativas del
Gobierno, en orden a que las políticas de empleo se
desarrollen mejor en esa dirección. Y aprovecho para
recordar al señor Arenas, al que tengo la suerte de
tener aquí, que no aparece en los presupuestos la partida
de las transferencias del Inem a la Comunidad



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Autónoma de Canarias, que es una de las maneras de
hacer políticas de empleo activas.No es un problema
de cantidad sino de desagregación de una partida que
espero que corrijamos pronto, señor Arenas, si está de
acuerdo, para que se pueda producir la transferencia
del Inem y mantener el Plan integral de empleo de
Canarias.

Sobre temas de futuro voy a referirme a otras dos
cuestiones que me parecen interesantes. Anoche nos
anunció el Grupo Parlamentario Vasco que parece que
no va a apoyar los Presupuestos Generales del Estado.

No sé si entendí bien. Se ha abierto un debate desde la
Declaración de Barcelona. Ayer escuché con mucha
atención la intervención del señor Molins sobre si toca
o no toca el tema de la descentralización fiscal o que el
modelo de financiación autonómica llegue hasta el
2001. Tocará en el 2001, pero se ve que el debate va a
empezar en cuanto se convoquen elecciones generales
o antes. ¿Vamos a la reforma constitucional? Porque el
debate de la reforma constitucional, Estado federal o
Estado confederal, da la impresión de ser retórico, un
debate para satisfacer los afanes nacionalistas o no
nacionalistas. En mi opinión, lo que hay detrás es un
problema de cohesión territorial y de recursos económicos,
así como también de déficit público de las administraciones
autonómicas y locales. Por tanto, el gran
debate va a ser, si vamos en la dirección de desarrollar
la Constitución española en una línea federalista, que
me parece que cabe sin ningún tipo de reforma constitucional,
qué tipo de impuestos cederemos y cuáles no
cederemos. Vamos a seguir en esa línea, porque eso
está en relación con toda la política del presupuesto de
los ingresos fiscales y de la reforma fiscal. En mi opinión,
lo correcto es ir cediendo imposición directa; de
ahí quizás la preocupación de que baja la imposición
directa y crece la indirecta. Este país, si quiere estar en
el proyecto europeo, difícilmente puede crear una serie
de mercados distintos, de nacionalidades que reconoce
la Constitución distintas dentro del proyecto europeo,
donde se va a una armonización fiscal, a una política
económica común. Esa discusión, nos guste o no, va a
tener lugar en el debate europeo. Seguramente, 1999
va a ser el último año en el que todavía hablaremos de
la España del siglo XX y del debate de las nacionalidades
y de los problemas de la integración o del Estado
plurinacional. Para mí, en el marco europeo, el único
tema de fondo no es ceder más competencia, que en
eso estamos de acuerdo, sino cómo se distribuyen los
recursos desde el principio de la cohesión territorial y
de la solidaridad.

En cuanto al problema de los flujos fiscales y ese
estudio que se pedía que se hiciera, estoy de acuerdo
con la posición del señor Rato de que no es un problema
de flujos, sino de cohesión y de descentralización
del gasto fiscal y de corresponsabilidad. El Grupo de
Coalición Canaria ya adelanta que estamos dispuestos a
seguir hablando en el futuro de la necesidad de incrementar
la cesión no del 30 por ciento del IRPF, sino
quizás del 50. Nosotros no estamos de acuerdo con
ceder la imposición indirecta, lo que creemos es que la
cesión de la imposición directa permitirá recargos sobre
esta imposición para que cada comunidad autónoma
mejore sus servicios públicos, con los costes que quiera
tener, desde el principio de la corresponsabilidad.

Vamos a un país (y quizás todavía ni el señor Rato ni
este Gobierno se atreven a decirlo porque tenemos un
horizonte de elecciones a un año, no lo sé exactamente)
en el que, una vez superados los 15.000 dólares de
renta por habitante y año, hay que acabar con la cultura
del paternalismo del Estado, de que todo lo paga el
Estado, entendiendo por Estado también comunidades
autónomas y ayuntamientos. Los ayuntamientos tienen
que hacer uso de su capacidad tributaria, de sus recursos
propios y no hablar sólo de la financiación en los
presupuestos del Estado; las comunidades autónomas
no pueden estar solamente en la financiación y en la
aportación del Estado. El Estado mismo, en el mantenimiento
de la sanidad, de la educación, de la Administración
de justicia, tiene que empezar a hablar en el
futuro de formas de copago o de formas en que se
mantenga un sistema público claro de igualdad de
oportunidades para todos los ciudadanos, de que todos
los ciudadanos sean iguales ante los servicios públicos,
aunque los que tengan más rentas deban tener alguna
obligación de aportación, porque los derechos siempre
tienen que ir ligados a deberes y la cultura tributaria de
este país es una cultura absolutamente insolidaria. Cada
ciudadano, cada comunidad, cada ayuntamiento tiene
que hacerse corresponsable, y esa dirección es la que
nos permitirá seguir haciendo presupuestos equilibrados
en el futuro.

Termino, señorías, con un último punto, que es el
tema europeo. A mí me parece que no se puede hablar
del primer presupuesto del euro sin encuadrarlo en el
gran debate de las perspectivas financieras 2000/2006,
del debate de la política agrícola común, de cuántos
recursos hay de fondos estructurales o de cohesión, de
qué Europa, de qué cambios se están produciendo en
la Unión Europea sobre los avances de los partidos
socialdemócratas, que teóricamente deberían de ir
hacia la cohesión social. Sin embargo, los partidos del
norte de Europa están planteando enérgicamente el
problema de que la cohesión social no la pueden pagar
sólo los países del norte y, en cambio, en Europa está
constitucionalizado el principio de la solidaridad, de la
cohesión y el mantenimiento de los fondos estructurales
y de los fondos de cohesión. Es necesario que la
política agrícola esté todavía en el presupuesto europeo,
aunque en el futuro seguramente tendremos que
hablar de algún tipo de nacionalización de una parte
de los recursos financieros de la política agrícola
común, del cuadro 2000/2006, porque Europa funciona
sobre marcos financieros a siete años y de alguna
manera en el futuro los gobiernos de España tendrán
que funcionar sobre marcos financieros también a siete
años, y el presupuesto de cada año simplemente es un
ajuste interno, según recursos y coyunturas, a esa situación.




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Por tanto, son interesantes elementos de reflexión y
de debate para el futuro, porque estamos cerrando un
ciclo. Este presupuesto es, al mismo tiempo, el último
de un ciclo y el primero de otro. Ayer se habló mucho
de problemas de contabilidad y hoy había que hacer
una reflexión política, por lo que invito al vicepresidente
del Gobierno a que conteste a algunas de las
reservas, dudas o reflexiones que ha aportado mi grupo
y nos ayude a aclarar el horizonte político de este
Gobierno.

Termino por decir -agradezco mucho su presencia,
señor Aznar- que aunque una gran parte de su
Gobierno está deseando que los cuatro votos de Coalición
Canaria sean en contra de sus presupuestos para
que pueda convocar elecciones la semana que viene,
no le vamos a dar ese gusto y vamos a votar a favor de
los presupuestos. Usted está deseando tener la mayoría
absoluta y mi grupo, desde luego, no se la va a dar. Si
los vascos votan en contra de los presupuestos, nosotros,
que somos un grupo responsable y serio -también
los vascos lo son-, creemos que uno de los elementos
esenciales que ha permitido los éxitos
económicos de este país es la estabilidad parlamentaria
y usted debe llegar a marzo del 2000. Ya sé que a todo
su Gobierno le encantaría que yo dijera ahora: con
cinco votos de los vascos y cuatro nuestros ustedes
están derrotados; convoquen elecciones. No van a
poder convocar elecciones porque vamos a votar sí a
los presupuestos.

Muchas gracias. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, contengan sus alegrías
mañaneras.

Muchas gracias, señor Mauricio.

Señor vicepresidente económico del Gobierno.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL
GOBIERNO Y MINISTRO DE ECONOMÍA Y HACIENDA
(De Rato Figaredo): Gracias, señor presidente; gracias,
señor Mauricio.

Efectivamente, la experiencia presupuestaria de esta
legislatura, a la que el Grupo de Coalición Canaria y
otros grupos han contribuido tan activamente, es que
la disyuntiva entre estabilidad económica, incluso competitividad,
dinamismo de una economía, gasto social y
políticas de solidaridad no era exacta. No era exacta
porque hemos cambiado el marco en el que se desenvuelve
la economía española y estamos, como lo
demuestran estos presupuestos, apostando por una
economía generadora de empleo, en un marco de estabilidad
macroeconómica y, en consecuencia, en un
proceso en el que el crecimiento es sostenible, incluso
en circunstancias en las que nuestro entorno internacional
-y, por lo tanto, nuestro entorno económico-
pueda ser menos favorable.

Quiero llamar la atención también de aquellos que
ayer ponían en duda las previsiones de crecimiento del
Gobierno -fue un argumento que se utilizó por un
portavoz de la oposición-, ya que en cualquier caso
estamos hablando de crecimientos superiores al 3 por
ciento, incluso al 3,5. Es el empleo, señor Mauricio, el
motor de la solidaridad, o al menos ésa ha sido la estrategia
de este Gobierno y de esta mayoría parlamentaria.

Es a través del empleo como conseguimos, primero,
que la recuperación o que el bienestar llegue
individualmente a todos los ciudadanos, pero es también
a través del empleo cuando la capacidad de autorresponsabilidad,
de igualdad de oportunidades, de
autorrealización, puede llegar a todos los ciudadanos.

Es más, el empleo es la mejor base del sistema de solidaridad
y de cohesión social. La propia financiación de
la Seguridad Social, con un crecimiento de cotizantes
como el que hemos tenido, sin duda, la evolución de
los ingresos del Estado, todo lo que suponga el dinamismo
de una sociedad orientada hacia el empleo
representa una de las claves para que la supuesta contradicción
entre dinamismo económico, estabilidad
macroeconómica y cohesión social o solidaridad no se
esté manifestando.

Visto desde otro punto de vista, señora Mauricio, el
papel de la política presupuestaria es esencial para
conseguir eso. Si para mantener la estabilidad macroeconómica
necesitamos utilizar la política monetaria, la
primera víctima de esa decisión es el empleo. Con tipos
de interés muy superiores a los de nuestros competidores
es muy difícil que se mantengan altas tasas de creación
de empleo. Es posible que se mantengan en
momentos extraordinariamente favorables de la coyuntura
internacional, pero es imposible que se mantengan
en un momento normal del ciclo, y mucho menos en
un momento en que pueda ser menos favorable. De ahí
la importancia de que la política presupuestaria juegue
un papel de estabilidad, contribuya de manera decisiva
a producir la estabilidad macroeconómica y sea el
marco de referencia y de confianza de la sociedad para
permitir que la política monetaria pueda ser lo más
neutral posible con respecto al ciclo.

Y no es ni mucho menos baladí el hecho de que
cada uno de los presupuestos que ha presentado este
Gobierno y han sido respaldados por esta mayoría haya
coincidido con reducciones de los tipos de interés, y
no reducciones sólo de los tipos de interés a corto
plazo, sino sustanciales reducciones de los tipos de
interés a largo plazo, que son los que fijan los mercados.

Es ahí donde se encuentra un círculo que también
se autoalimenta y que algunos llaman el círculo virtuoso,
aunque no creo que tengamos que llegar a ese tipo
de calificativos, pero que indudablemente permite que
una bajada de tipos de interés repercuta en el crecimiento
económico y repercuta también en las cuentas
del Estado.

Estamos construyendo una realidad económica en la
que la estabilidad y la solidaridad son elementos no
antagónicos, sino perfectamente complementarios.

Cuando avanzamos en esa línea, hemos podido comprobar
cómo la modernización de impuestos, y en
muchos casos la reducción de impuestos, ha producido
efectos contrarios a los que en un principio algunos



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planteaban. Lo hemos comprobado en la modernización
del sistema impositivo de las empresas españolas
pequeñas y medianas, en la variación de las condiciones
de la internacionalización de nuestras empresas y
en la reducción de una manera muy intensa de la utilización
de paraísos fiscales, lo estamos comprobando
en la evolución de la tributación de las empresas en
general y lo vamos a comprobar en el nuevo impuesto
sobre la renta de las personas físicas. También algunas
de las supuestas disyuntivas a las que se nos ha querido
llevar durante varios años en el mercado laboral,
por ejemplo, contraponiendo flexibilidad a estabilidad,
han demostrado ser falsas. Tenemos que tener un mercado
laboral moderno, adaptado a nuestra sociedad,
capaz de reaccionar ante las circunstancias y que además
permita una pluralidad de situaciones económicas
por empresas y por sectores; al mismo tiempo, la
acción del Estado tiene que apostar por la estabilidad
en las relaciones laborales. De ahí el gran papel que ha
jugado en nuestro país en los últimos años, que está
jugando en estos momentos y que debe seguir jugando
el diálogo social.

Decía S.S. algo que resume muy bien la realidad y
que es sorprendente que ninguno de los que estuvimos
hablando diez horas ayer lo hayamos dicho: que este
es el último presupuesto del siglo, y creo que eso es
muy sintomático. No sólo es una frase brillante, es una
frase que indica que tenemos que mirar hacia otra
dirección. Los debates largos e importantes que han
abordado el tema socioeconómico de la Europa de los
últimos veinte años son ya casi del siglo pasado; faltan
doce meses y S.S. ha puesto muy bien el acento en esa
cuestión, porque, efectivamente, si estos presupuestos
tienen que servir para algo no es para cerrar un ciclo,
sino al revés, para comenzar un ciclo nuevo, un ciclo
que coincide con elementos que van a estar con nosotros
durante muchos años, probablemente durante
todos los años en los que los aquí presentes podamos
tener algún tipo de actuación pública: uno es el euro,
el otro es la internacionalización o la globalización. Es
verdad que ahora estamos viendo la globalización en
términos de crisis, pero también la vamos a ver en términos
de expansión económica, que será muy distinta
de las que hemos conocido hasta ahora. Los países
emergentes jugarán un papel cada vez más importante,
no sólo en el comercio internacional sino en las instituciones
internacionales. La necesidad de que exista una
nueva arquitectura financiera internacional va a venir
acompañada de nuevas responsabilidades de los países
euro y de países como Estados Unidos en garantizar un
funcionamiento estable de toda esta gran arquitectura
que ha supuesto la globalización de mercados. Lo que
ahora llamamos el efecto contagio, que supone una
reducción de la liquidez en mercados que no están
siendo afectados en sus fundamentos por la crisis pero
a los que esa falta de liquidez puede realmente llevarles
a una crisis, es una nueva situación para la que
tenemos que estar preparados y debemos responder.

Precisamente esta tarde, en esta Cámara, en el Parlamento
español, vamos a comenzar un proceso -si el
Parlamento respalda la iniciativa del Gobierno- en el
que España va a contribuir a lo que es la nueva arquitectura
financiera del siglo XXI. Por lo tanto, efectivamente,
los últimos presupuestos de un siglo, pero sobre
todo los primeros presupuestos del euro y los primeros
presupuestos en los que tenemos que mirar al siglo que
viene.

Su señoría ha mencionado el euro y los efectos
extraordinariamente beneficiosos que para nosotros y
para el resto de los países del euro-11 ha tenido su confianza.

Sin duda, el euro, que para nosotros era un
objetivo y además era una certeza, no lo era para
muchos, dentro y fuera de Europa, pero el euro ha
demostrado que el mundo, y no sólo Europa, tiene hoy
otro punto de estabilidad. Muy distinta sería la situación,
no sólo de Europa, no sólo de España, sino de
todo el mundo, si en este momento, además de una
economía del tamaño de la economía norteamericana,
no estuviera en marcha el proceso euro y las economías
europeas, individualmente consideradas, se encontrasen
un proceso de tensiones cambiarias y de tensiones
de tipos de interés. El hecho de que en los últimos
cuatro/seis meses los tipos de interés en Europa se
hayan mantenido estables, los diferenciales de tipos de
interés entre los países euro se hayan mantenido a
niveles prácticamente irrelevantes y la inflación y los
déficit públicos estén cayendo en Europa no es sólo
una buena noticia para los europeos, es una gran noticia
para el resto del mundo. Europa debe jugar un
papel y tiene que jugar un papel y, en ese nuevo
mundo que se abre en el siglo XXI (que además se abre
para Europa con desafíos muy importantes que S.S. ha
mencionado), ese nuevo papel de Europa estará ligado
al euro y a cómo seamos capaces de coordinar nuestras
políticas y nuestras posiciones, dentro y fuera de Europa,
los países del euro.

Con respecto a la reducción del déficit, señoría, creo
que España no es que no sea audaz en la reducción del
déficit, creo que lo es y bastante. Entre el año 1995 y el
año 1999, hemos pasado de ser un país que estaba 2,5
puntos por encima de la media europea de déficit
público a ser un país que está 3 décimas por debajo.

Por lo tanto, sí que somos audaces en la reducción del
déficit. Ayer yo le hacía la reflexión a otro interviniente
para que calculara cuál es hoy el déficit estructural de
nuestro país, porque un déficit del Estado de 1,3 puntos,
teniendo en cuenta que hay ya un acuerdo con las
comunidades autónomas para que el déficit de éstas se
reduzca prácticamente a cero en los próximos dos años
y que la Seguridad Social reducirá el año que viene, en
el año 2000, su déficit también cercano a cero, si el
Estado continúa haciendo esfuerzos similares a los que
está haciendo en este momento los déficit de la economía
española se acercarán a zonas muy reducidas, lo
que nos dará un gran margen cuando el ciclo cambie.

Cualquiera que pueda hacer valoraciones o hipótesis
de evolución del ciclo económico podrá comprobar
cómo en este momento la economía española tiene



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márgenes muy importantes con respecto a futuros cambios
en los que el ciclo económico pueda ser menos
dinámico.

El motor del crecimiento es nuestra demanda interna,
pero sobre todo nuestra inversión, y eso es algo
que tiene mucho que ver con la política económica;
tiene que ver, sin duda, con los tipos de interés -y
ayer lo decía me parece que el señor Molins-, pero
también tiene que ver con los procesos de liberalización
y con la estabilidad. Qué duda cabe de que para
tomar decisiones de inversión los ciudadanos tienen
que tener tipos de interés moderados, qué duda cabe
de que para que se produzca un aumento de la inversión,
por ejemplo, en el sector del cable en España, lo
primero que tiene que haber es un sector del cable y
una posibilidad legal de que se cableen las ciudades o
una competencia entre operadores de teléfonos. Pero
todo eso no sería suficiente si los ciudadanos no contemplasen
un horizonte de estabilidad en el futuro. De
ahí que ayer yo tratase de explicar en la Cámara que
tan importante como los resultados que hemos obtenido
es el camino que hemos utilizado para obtenerlos y
el hecho de que en este momento los españoles puedan
confiar no sólo en que la inflación en el año 1998
va a ser del 1,9, sustancialmente reducida con respecto
a la que habíamos previsto y a la que teníamos hace
muy pocos años, sino que puedan contemplar el futuro
dentro de un horizonte de estabilidad.

Su señoría ha mencionado el saneamiento de las
finanzas públicas, pero también el saneamiento de las
empresas, que es un elemento que ayer en el debate
no surgió y que hay que tener en cuenta. Cuando estamos
hablando de las posibilidades que tiene la economía
española de mantener la recuperación en un entorno
económico mundial con más incertidumbre, hemos
de darnos cuenta de que en este momento estamos en
una situación de máximos históricos en la diferencia
entre rentabilidad de la empresa y coste de la financiación,
que es esencial para saber qué van a hacer las
empresas. En este momento, la diferencia entre el coste
de obtención de recursos -es decir, de endeudamiento-
y el rendimiento de los activos -es decir, los
beneficios de las empresas- está por encima de los 6
puntos, y eso quiere decir que hemos pasado de ser un
país de rentistas, en el que la deuda pública daba 12,
15, 18 por ciento de rentabilidad, a ser un país de ciudadanos
emprendedores, en el que la propia actividad
emprendedora da una rentabilidad un 6 por ciento
superior a lo que cuesta el dinero. Y ese es un cambio
realmente importante que se ha producido en nuestro
país y que no sólo beneficia al presente sino también al
futuro. No podemos simplemente decir que ese cambio
es una cuestión de intervencionismo de la actividad
pública; tiene que ver sin duda con la política presupuestaria,
como tiene que ver con la competencia en el
sector financiero o con la eficiencia de la propia empresa,
porque al mismo tiempo estamos comprobando
cómo el índice de precios industriales es negativo en
nuestro país, pese a que estamos en una expansión de
la industria del 6 por ciento desde hace ya varios trimestres.

(El señor presidente ocupa la Presidencia.)



Por tanto, estamos ante una situación que debemos
aprovechar. La internacionalización de la empresa es
una cuestión clave porque aunque nuestra demanda
interna esté hoy bien asentada, tenemos que pensar
que este mundo de globalización del siglo XXI, al que
S.S. se ha referido, es precisamente en el que tenemos
que entrar. Tener el euro no quiere decir que los españoles
nos sintamos protegidos por un escudo, quiere
decir que por primera vez en nuestra historia vamos a
comerciar con una moneda de referencia mundial. En
eso está su importancia y eso es lo que tiene que aprovechar
y claramente está aprovechando la empresa
española, y podemos comprobarlo por las miles de iniciativas
individuales. En un momento en el que la
demanda interna está creciendo por encima del 4 por
ciento, sin embargo, nuestras exportaciones mantienen
ritmos que triplican el crecimiento del comercio mundial,
y la inversión española en el extranjero es la más
importante de toda nuestra historia, a unos ritmos que
en el primer semestre del año 1998 suponen la totalidad
de la inversión del año 1996. Tenemos que continuar
en esa dirección, por lo que todo lo que hagan las
administraciones públicas en colaboración con instituciones
como las cámaras y los empresarios es muy
importante.

En el tema de las infraestructuras, estoy absolutamente
de acuerdo con S.S. en que el futuro es de colaboración
entre el sector privado y el sector público. El
compaginar la estabilidad macroeconómica a través de
la política presupuestaria, el desarrollo y la competitividad
de nuestras infraestructuras exige cada vez una
mayor capacidad de colaboración entre el sector público
y el sector privado, lo que tiene todo su sentido porque
si tenemos un mercado de capitales cada vez más
eficiente, más ancho y más profundo, significará que
tenemos unas capacidades de financiación que nos van
a permitir abordar proyectos que hasta hace muy poco
estaban vedados al sector privado.

Ayer mencionaba el gran cambio que se ha producido
en la financiación internacional de los países emergentes,
que hasta hace muy poco procedía del sector
público de otros países y ahora viene a través del mercado
de capitales. Eso mismo lo vamos a ver en nuestra
realidad interna, no sólo en la financiación de la
empresa sino, sobre todo, en la financiación de las
infraestructuras.

Su señoría también ha mencionado nuestro sistema
de pensiones y me gustaría resaltar la idea de que ya
no tenemos que debatir -probablemente no teníamos
que haberlo hecho nunca- sobre el riesgo del mantenimiento
de las pensiones públicas. No es ese el debate
y es un gran paso adelante. El debate es que tengamos
una Seguridad Social cada vez más sólida, y ahí es
sin duda importante la exigencia al Gobierno de la clarificación
en las cuentas, la constante exigencia al
Gobierno de que no crea que por haber completado el



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proceso de financiación de la sanidad pública a través
de impuestos se ha acabado el camino; el de los complementos
de mínimos y todo lo que gira alrededor de
ese debate demuestra una sensibilidad de la Cámara
que en términos positivos y no alarmistas es muy útil
para el debate. Sin embargo, ya no estamos hablando
de asegurar unas pensiones públicas que están no sólo
garantizadas por ley, sino por el crecimiento de las
cotizaciones y por el saneamiento financiero que se
está produciendo en estos momentos. De ahí que el
Gobierno -y quiero volverlo a repetir ahora- proponga
a los grupos parlamentarios que el Pacto de Toledo
pueda empezar a renovarse, a discutirse en el año 1999
con unas bases financieras y clarificadoras de la Seguridad
Social mejores que las que teníamos cuando lo
hicimos la primera vez.

Me gustaría hacer referencia al sistema de financiación
de las comunidades autónomas. Estoy de acuerdo
con S.S. en que debemos ponernos de acuerdo sobre
algunos principios. Avanzo algunas ideas: por un lado,
el principio de corresponsabilidad. Ya sé que podemos
definirlo de manera distinta y que ahí entraremos a discutir
las capacidades normativas que unos pueden pensar
que deben tener o no las comunidades autónomas.

Sin embargo, del acuerdo de septiembre de 1996 va a
haber algunas cosas que perduren, como la experiencia
de la utilización de la capacidad normativa. Los próximos
responsables que en el año 2001 tengan que sentarse
a discutir el nuevo sistema de financiación autonómica
no podrán ir a los parlamentos autonómicos a
decirles: ahora van ustedes a perder capacidad normativa.

Eso ya no va a ser posible, pero no porque sea ya
una situación de hecho, sino porque esa capacidad normativa
es esencial para la corresponsabilidad. Después
podrá discutirse técnicamente cuáles son los puntos de
conexión o cuáles son los sistemas de garantías o si tienen
que venir acompañados o no de topes o de cómo
debe estructurarse, pero la capacidad normativa o la
corresponsabilidad fiscal son principios que van a estar
entre nosotros y forman parte del futuro del sistema de
financiación autonómica. Como debe serlo también la
lealtad institucional. Los sistemas de financiación autonómica
basados en corresponsabilidad no pueden convertirse
en un elemento de deslealtad institucional en
el que se trate de sorprender a las otras instituciones, y
no sólo en lo que se refiere a las relaciones Estadocomunidad
autónoma, que desde luego, sino también
comunidades autónomas entre sí. De ahí la necesidad
de evitar los cambios de domicilio por estrictas razones
fiscales y el considerar también temas técnicos, como
he comentado ya, que van a ser un elemento esencial.

La experiencia en este momento nos va a ser muy útil,
porque por fin, por primera vez, tanto en los sistemas
de concierto como en los sistemas de régimen común
tenemos unas definiciones jurídicas similares. Eso nos
va a permitir avanzar en una situación de experiencia
mutua muy útil para el futuro.

Otro de los principios que tendremos que desarrollar
es el de colaboración y no de fraccionamiento. En ese
sentido, la posición del Gobierno y de mi grupo parlamentario
con respecto a la Agencia Tributaria es muy
clara. La Agencia Tributaria debe mantener su unidad,
porque es un elemento esencial, por ejemplo, de lucha
contra el fraude y de servicio al ciudadano, y también
porque es una actividad esencial del Estado. Otra cosa
es que, como ya existe, dentro de la propia Agencia
Tributaria, en sus órganos directivos, para los impuestos
que están cedidos, haya una presencia y una colaboración
con las comunidades autónomas. Pero es más,
creo que la Agencia Tributaria tendrá que absorber responsabilidades
relacionadas, por ejemplo, con el catastro,
que en estos momentos están dispersas, y que pueden
ser muy útiles desde el punto de vista de una
visión homogénea de los problemas del contribuyente
y de la lucha contra el fraude.

En cuanto a la armonización en la Unión Europea,
señor Mauricio, España ha sido muy generosa, porque,
siendo nosotros un país con menor presión fiscal y no
siendo nosotros un país de opacidad fiscal, hemos
aceptado un código de conducta, pero hemos dicho
claramente que ese código de conducta era un paquete,
un paquete en el que, además del código de conducta,
tenía que venir una regulación homogénea del
tratamiento de las rentas del capital y de los dividendos
y las patentes. Hasta que no se acabe ese conjunto de
medidas, nosotros no somos partidarios de continuar
en ninguna otra dirección. Porque España, con menor
presión fiscal que otros países y sin opacidad, sin ninguna
opacidad, por tanto con una colaboración leal con
otras administraciones tributarias, considera que otros,
que no están en esa misma situación, deben, primero,
cumplir con el código de conducta y debe establecerse
una armonización de la tributación de las rentas del
capital y después avanzaremos en otras direcciones que
pueden ser interesantes para otros países.

Este va a ser un camino muy lento, extraordinariamente
lento. Primero, es un tema de unanimidad, es un
tema de competencias de Estados, no es una competencia
de la Unión y no es fácil que lo sea, y así como
en el empleo, siendo también un tema de unanimidad
y de competencias de los Estados, se ha avanzado de
manera importante -y yo creo que ahí todos tenemos
que darnos un punto de satisfacción-, en la armonización
fiscal creo que vamos a ir a otro ritmo. En cualquier
caso, la posición española creo que ha sido de
gran lealtad y en algún sentido es de una cierta generosidad.




Con respecto también a la Unión Europea, el debate
de la financiación entra en una fase muy importante,
pero asimismo en una fase -no quisiera equivocarme
en la utilización de la palabra- de un relativo enfrentamiento
de posiciones hasta el final. Porque el principio
de que aquí nada está acordado hasta que todo está
acordado es el principio que tenemos que recordar, por
lo que los próximos meses no van a ser precisamente
meses en los que se perciban puntos de acuerdo; nadie
va a dar ningún punto de acuerdo hasta el final. Y en
ese nadie estamos incluidos todos. En ese sentido, yo



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creo que el trabajo que hace el Parlamento, de petición
al Gobierno de información y de posicionamiento político,
es extraordinariamente útil. Las relaciones informales
que el Gobierno mantiene con los grupos parlamentarios
y con los grupos parlamentarios europeos es
extraordinariamente útil. Y creo que el consenso, desde
el punto de vista de política nacional, es muy útil, pero
también hemos de ser conscientes que, de aquí a la
cumbre de marzo de 1999, las posiciones van a parecer
inamovibles, y después yo estoy convencido de que no
lo serán.

Con respecto al último punto, el de la cultura del
paternalismo, este nuevo presupuesto del siglo XXI, o
último del siglo XX, como ha dicho S.S., con una frase
que a mí me parece no sólo brillante sino que define
muy bien la situación, es también el final de muchas
discusiones sobre el papel del intervencionismo social
y hasta qué punto, a lo largo de los últimos años de
este siglo, hemos descubierto que muchas de las medidas
que se han tomado para proteger a los más desfavorecidos
lo que han hecho es garantizar que fueran
siempre desfavorecidos. Sin embargo, no podemos caer
en la posición contraria de pensar que el camino de
ninguna medida es el mejor camino para resolver los
problemas. Ese debate es el debate en el que están
todas las sociedades modernas, los Estados norteamericanos,
el Estado federal pero también los Estados, las
propuestas del Gobierno británico y los debates que se
están produciendo en cada uno de los países. En ese
sentido, vemos ya algunos puntos en los que, seguro,
eso parece al menos, estamos todos avanzando. El principio
de la colaboración con el sector privado. El sector
privado tiene hoy un papel en la sociedad mucho más
dinámico que hace veinte años, no sólo en el mercado
de capitales, sino, por ejemplo, en la actuación internacional
y en la solidaridad internacional o en los fundamentos
internos y en el funcionamiento interno de actividades
que hasta ahora estaban prácticamente
reservadas al Estado, económicas y sociales. La contribución
de la sociedad civil también, la contribución
efectiva, la contribución material. En unos casos, a través
de precios públicos, en otros, a través de aportaciones
sectoriales. En España estamos trabajando en
esa línea y comprobamos cómo son líneas que pueden
producir efectos muy positivos, aunque tienen indudablemente
complicaciones muy importantes, a veces técnicas
pero casi siempre sociales y políticas. Y también
el principio de la responsabilidad, el principio de que
los ciudadanos tienen derecho a solicitar del Estado
una cobertura y una garantía de la igualdad de oportunidades
y al mismo tiempo los ciudadanos tienen el
deber entre sí de ser leales unos con otros en la utilización
de esas posibilidades o de esas coberturas
sociales.

Ese es el mundo en el que se mueven estos presupuestos
y se ha movido esta legislatura. Tengo que
decir que la colaboración que hemos tenido y lo que
hemos hecho hasta ahora me parece que nos mueve en
la dirección en la que se está moviendo el mundo. Me
gustaría que el debate sobre estos presupuestos hubiera
sido menos sobre las reglas contables de Eurostat y
más sobre las bases del siglo XXI, pero, como es natural,
eso no lo decide sólo el Gobierno. En cualquier
caso, agradezco a S.S. la oportunidad y el apoyo que
nos presta.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y
Lozana): Muchas gracias, señor vicepresidente.

Señor Mauricio.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Muchas gracias,
señor presidente.

Señorías, me parece que no es ninguna opinión
extraña si digo que la intervención que ha hecho el
señor Rato esta mañana me ha producido bastante más
satisfacción que el debate que oí ayer. Es cierto lo que
él ha dicho, ayer ha habido en parte un debate de contables,
de contabilidad nacional. Por suerte, el Gobierno
ha dado hoy una medida de enmarcar un horizonte
a medio plazo y empezar a hablar del siglo XXI no
como un problema cronológico sino como una dimensión
nueva de la economía internacional, empezar a
hablar en un cuadro de economía global internacional
y de marco europeo y no desde un debate excesivamente
local y nacionalista español, si me permiten la
frase. El señor Rato ha dado una serie de ideas, de
aportaciones, de reflexiones, con las que yo en general
coincido, mi grupo también, y por ello apoyamos estos
presupuestos. Pero quisiera hacer brevemente algunas
matizaciones.

Primero, sobre el saneamiento de la empresa española
y de la economía española. Ha dicho el señor Rato
que el problema clave del crecimiento económico está
en la política de empleo. En eso coincidimos. Y nosotros
lo que quisiéramos plantear es que en la política
de empleo, que dice el Gobierno que parecía haber
una contradicción, en unas empresas saneadas, en una
economía saneada que está creciendo y que genera
empleo importante, parecía que había una dicotomía,
una contradicción entre estabilidad y flexibilidad. Efectivamente,
se ha demostrado que no lo hay. Y esa flexibilidad,
unida a la estabilidad, ha sido un factor básico
del crecimiento económico y del crecimiento de
empleo. Pero yo introduzco un matiz. En mi opinión
-y ése es el debate europeo de hoy-, tampoco hay
contradicción, señor Rato, entre estabilidad y jornada,
entre reducción de jornada, flexibilidad y estabilidad.

No lo hay. Las experiencias que estamos teniendo en
Europa -el señor Arenas las conoce muy bien-, por
ejemplo, en Francia, es que ha habido una reducción
de jornada y ahora los empresarios empiezan a estar
muy contentos de la reducción de jornada pactada, porque
les ha permitido, primero, sutilmente introducir
que la reducción de jornada suponga menores costes
salariales de formas sutiles y de formas aplazadas, pero,
sobre todo, elementos de flexibilidad en la jornada de
trabajo. Ese es un elemento muy importante en el



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reparto de trabajo y en el contrato de tiempo parcial.

Por tanto, hay que quitar a la empresa española, a la
patronal española, el temor de que la reducción de jornada
pactada al nivel de la empresa, y no por ley, tenga
que suponer necesariamente una pérdida de competitividad.




Cuando antes hablaba de que hay un margen para
crecer todavía más en políticas de empleo, ligando bien
formación, el problema es la inversión en recursos
humanos como un elemento esencial. Formación, flexibilidad
y sobre todo el tema de la jornada de trabajo,
que es un elemento clave en una economía, sobre todo
en una economía de servicios, a la que vamos, y no de
rigidez en el marco de la empresa industrial.

Quiero recordarle de todas maneras el tema que
tenemos en Canarias, y espero que el Gobierno nos lo
resuelva de forma muy puntual, que no significa ningún
tipo de modificación, sino hacer compatible la
transferencia del Inem con el Plan integral de empleo
de Canarias, teniendo en cuenta que Canarias tiene uno
de los niveles de desempleo más altos de este país. Un
segundo tema que el señor Rato no ha planteado es
que el debate de los presupuestos no es sólo un problema
de cantidad, de cuántos recursos. Me estoy refiriendo
al Estado del bienestar. ¿Crecemos el seis y pico
por ciento en educación? ¿Mantenemos el nivel de crecimiento
en sanidad? ¿La Seguridad Social tiene un crecimiento
importante? Es también, y es un problema del
nuevo proyecto económico, un problema de eficiencias
en el gasto público. Se pueden mantener recursos
públicos, Administración pública, servicios públicos
fundamentales, sobre la base, pero hay que mejorar las
eficiencias. Yo, por ejemplo, creo que en este debate
presupuestario deberíamos haber dicho con satisfacción
que, con el nuevo modelo de financiación, la sanidad
española ha mejorado sustancialmente en la utilización
de los recursos y en la eficiencia de los recursos.

Este no es un debate -y que me escuche el señor
Romay- de si figura en la página no sé qué o en la
página no sé cuántos, pues ayer me han mareado ustedes
entre los libros grises y los libros verdes. Se trata
de que ha mejorado la eficiencia. Sin embargo, observo
-y quizá me equivoco- que en el sistema educativo,
con los recursos que estamos incorporando, por un
problema de confusión de modelo, de confusión de
financiación, de incertidumbre y de no llegar al pacto
educativo -que sí llegamos en el pacto sanitario-, no
se están produciendo las mismas eficiencias. Y ese es
un problema muy grave.

Las dos grandes asignaturas pendientes no son que
ustedes nos digan: en educación incrementamos recursos
y en Administración de justicia -que es la otra
asignatura pendiente-, también. El problema es tener
un modelo, mejorar las eficiencias, buscar las rentabilidades,
porque a veces es necesario tomar medidas que
no tomamos. Y ahí hay un tema de fondo, que ustedes,
claro está, todavía no se atreven a plantear, y es que un
modelo de flexibilización del mercado privado laboral,
y quizá vamos avanzando en una buena dirección, se
contrapone gravemente a un mantenimiento de las rigideces
en el mercado público laboral. Ése es un tema
que algún día habrá que coger por los cuernos, señor
Rato, y plantearlo, porque no pueden seguir distanciándose
los funcionarios públicos. El famoso debate del
Estatuto de la Función Pública, que supongo que no
traerán aquí en esta legislatura, sobre todo si esta legislatura
dura más o menos tiempo.

Hay otro tema, y me alegro que el señor Rato se
haya atrevido con él, me ha parecido muy interesante,
que es el del modelo fiscal, de la estructura fiscal del
Estado y, por tanto, de la estructura de lo que yo llamo
un modelo federal. Creo que estamos en una dirección
correcta, encuentro interesante lo que se ha planteado,
hablo de la cohesión y de la solidaridad, y animo a que
se continúe en ese proceso.

En el tema europeo, política agrícola común, etcétera,
quisiera señalarle que nosotros, los canarios, tenemos
un debilísimo sector exportador, si el turismo no
lo entendemos como sector exportador. Tenemos un
sector agrícola exportador muy pequeñito y que está
pasando momentos muy difíciles. Hemos pedido
ayuda, porque nuestro sector exportador sólo es posible
dirigido a Europa, si se nos tiene en cuenta el principio
constitucional del coste de la insularidad, que es
un problema que está en el régimen económico y fiscal
de Canarias. Nos ha llevado a un debate sobre el sector
agrícola, sobre el sector hortofrutícola y la necesidad
de mejora en ese sector, sobre todo en el tema del
coste del transporte.

Y una última gran cuestión, a la que creo que hay
que prestar una gran atención. Espero que las incidencias
de la política interior española en los debates de
las nacionalidades, con todo lo importante que sean,
no nos hagan perder de vista la perspectiva del debate
europeo. Hasta que todo no esté pactado, nada está
pactado. En marzo no vamos a llegar a ningún acuerdo
en la cumbre de Berlín. Usted dice que no lo sabe y
que en el último minuto se sabrá, pero la impresión
que tenemos todos es que no vamos a llegar. Va a
haber elecciones europeas en toda Europa el 13 de
junio y es muy difícil llegar a acuerdos con las elecciones
europeas posteriores, que siempre son referencia
para generar crisis de gobiernos; Italia, Alemania, con
gobiernos muy recientes, van a tener muy difícil llegar
a acuerdos sobre ese tema. Sin embargo, en el último
minuto de la presidencia posterior a la alemana -no
sé si es la finlandesa o cuál es la que toca-, habrá que
llegar a algún acuerdo; si no, va a haber algún tipo de
aplazamiento.

Lo único que yo quería decirle, señor Rato, es que
mantengamos con firmeza la posición española, desde
una posición de responsabilidad, de firmeza, de seriedad,
no tanto posición de cara a la galería interna, sino
a la construcción de la solidaridad europea. Y sí quiero
pedirle que mantenga la atención. Creo que en los últimos
meses se ha perdido la atención sobre lo que es
un problema de Estado, el problema canario. Hay avances
muy importantes. El vicepresidente del Gobierno



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ha jugado un papel importante en la negociación de la
actualización del REF. Sobre la zona económica canaria
y otros grandes temas, el problema del régimen económico
y fiscal canario y su convalidación en Europa, a la
luz de algo que los canarios tenemos constitucionalmente
reconocido en el marco europeo, el artículo 299,
de las regiones ultraperiféricas, hace falta que encontremos
ya, y cerremos, el modelo canario dentro de
Europa, aun manteniendo los principios de armonización
fiscal, etcétera, para el territorio continental, pero
con la peculiaridad canaria. Es una batalla histórica que
tenemos los canarios y espero que el Gobierno, en ese
debate de que todo esté pactado -y nada estará pactado
hasta que todo esté acordado-, no se olvide de
que, en el todo esté acordado, debe tener muchísimo
cuidado de que la parte canaria esté también acordada.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y
Lozana): Muchas gracias, señor Mauricio.

Señor vicepresidente del Gobierno.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL
GOBIERNO Y MINISTRO DE ECONOMÍA Y HACIENDA
(De Rato Figaredo): Gracias, señor presidente. Gracias,
señor Mauricio.

Muy brevemente voy a referirme a dos o tres temas
que no han sido abordados en mi primera intervención.

Efectivamente, la propia evolución de la Unión Europea
en los temas agrícolas es siempre una cuestión muy
importante, muy importante para nosotros, habida
cuenta de que los acuerdos que hicimos para nuestra
incorporación a la Unión Europea fueron discutibles en
algunos aspectos. Además, después de nuestra incorporación,
se cambiaron las reglas como consecuencia de
acuerdos dentro de la Unión Europea por mayorías -
algunas OCM aún no se han finalizado con nosotros-.

Todo eso hace que sea siempre un tema prioritario para
el Gobierno, y creo que lo hemos demostrado en cuestiones
como el plátano, el aceite, el vino, incluso con la
última propuesta de la Comisión Europea de nacionalizar
políticas. En ese sentido, la posición española ha
sido siempre considerar los debates agrícolas como
prioritarios.

El Gobierno cree que no sólo existe un marco europeo,
sino que a partir del año 2000 existirá un marco
mundial. El debate sobre la ronda del milenio, que es
la ronda posterior a la ronda de Uruguay, como es
natural, desde el punto de vista de los países del Cono
Sur y de otros, tendrá un debate sobre cuestiones agrícolas
en las que la Unión Europea, en nuestra opinión,
tiene que ir con sus activos intactos y no tomar ninguna
decisión que nos perjudique de cara a ese debate,
que al final va a ser el debate esencial.

En segundo lugar, la Agenda 2000 y las elecciones
europeas. Yo no estoy seguro de que los gobiernos no
seamos conscientes de que un no acuerdo en marzo de
1999 no va a enconar todavía más las posiciones, porque
una cosa es que ningún Gobierno vaya a dar por
finalizadas las negociaciones hasta el final y otra cosa
es que no sepamos ya todos de qué hay que discutir.

No estoy seguro de que mucho más tiempo vaya a conseguir
mucha más reflexión, pero indudablemente esa
es una cuestión en la que tendremos que ver la capacidad
de todos y la flexibilidad que se produce. En cualquier
caso, el hecho de que haya gobiernos nuevos en
Europa yo creo que debería dar más margen a los nuevos
que a otros. Me parece que deberían llegar con
capacidad para tomar decisiones desde un comienzo.

Pero eso lo vamos a ver enseguida con gobiernos
muy recientes y muy importantes que se acaban de
constituir.

Con respecto a la actuación del Gobierno en relación
a Canarias en la Unión Europea, yo creo que S.S.

es no sólo consciente sino testigo de que es un tema
prioritario para el Gobierno. Creo que hemos avanzado
de una situación de absoluto estancamiento e indefinición
que teníamos el año 1996 con respecto al REF, que
hemos avanzado en cuestiones que eran realmente las
esenciales, como la reserva de inversiones, y que en
este momento tenemos un debate complicado, de lo
que S.S. es consciente, un momento en el que el código
de conducta trata de armonizar situaciones fiscales
en el debate de la ZEC, aunque tenemos argumentos
muy importantes. Uno de ellos es la ultraperificidad y
el otro, sin duda, la situación de no discriminación. Son
los argumentos que el Gobierno español está utilizando
y que tienen su peso. De todas maneras, me parece
que nos va a ser muy útil en el momento en que todos
los parlamentos hayan ratificado el Tratado de Amsterdam,
a partir del cual debemos, y así lo haremos, insistir
a la Comisión para que desarrolle el principio de
ultraperificidad recogido en el tratado.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y
Lozana): Muchas gracias, señor vicepresidente.

En nombre del Grupo Parlamentario Popular, tiene
la palabra el señor de Grandes.




El señor DE GRANDES PASCUAL: Señor presidente,
señorías, decía el año pasado en este mismo debate
que mi grupo rechazaría las enmiendas de totalidad,
porque el no hacerlo supondría detener un proceso de
crecimiento económico estable que se estaba convirtiendo
en intenso generador de empleo y en mejora del
bienestar de todos y cada uno de los españoles, especialmente
de los más débiles. Hoy, un año después de
los hechos, han dado la razón a mi grupo parlamentario.

El crecimiento será del 3,8, más de un punto por
encima de la media comunitaria. Se ha incrementado la
financiación de la sanidad y la educación, se ha avanzado
en la convergencia del bienestar de los españoles
con el resto de los europeos y, a final de año, habrá
más de 400.000 españoles, en términos netos, que
habrán logrado incorporarse al mundo laboral. Pero de
nuevo, y aunque legítimamente, algunos grupos de la
oposición vuelven a presentar enmiendas de totalidad,



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sin aportar, a nuestro juicio, alternativas serias y responsables,
sin razones realmente fundadas y, en algunos
casos, incurriendo en enormes contradicciones, lo
que no ayuda a mantener un debate constructivo y de
confrontación entre los distintos modelos.

El Grupo Parlamentario Popular valora muy positivamente
la respuesta que la política presupuestaria está
ofreciendo para aprovechar las oportunidades y afrontar
los retos que tenemos planteados, tanto a nivel
estructural como coyuntural. De hecho, el proyecto de
presupuestos que hoy debatimos supone contar con un
instrumento sólido que permita afrontar con éxito los
envites de la crisis financiera internacional; unos presupuestos
que, a la vez, garantizan la continuidad en el
proceso de crecimiento y creación de empleo, buscando
además una distribución más justa y solidaria de la
riqueza.

Vamos a aprobar, señorías, los primeros presupuestos
que se ejecutarán tras la puesta en marcha del euro. Mi
grupo apostó fuertemente para que España estuviera
presente entre los países que configurarán la Europa de
la moneda única. Para ello, el Gobierno lideró un intenso
esfuerzo de toda la sociedad española, que ha permitido
cumplir los criterios macroeconómicos y a la vez se
luchó en el ámbito internacional para romper el discurso
de la construcción de una Europa a dos velocidades.

El euro, antes de su inicio, ya ha proporcionado los
primeros resultados positivos. Ha constituido un refugio
de primer nivel frente a la crisis financiera internacional.

Todos los países del euro, y de modo especial
los que han cumplido con diligencia los deberes, como
es el caso de España, tienen previsiones de crecimiento
y empleo más positivas que el resto de los países del
mundo. Pero el euro constituye un punto de partida,
no una meta, como bien ha dicho el vicepresidente
segundo del Gobierno y mi grupo ha defendido. La
sociedad nos exige continuar con el proceso de crecimiento
y convergencia y para ello es necesario profundizar
en la política económica y en las reformas para
obtener los mejores resultados en términos de crecimiento,
empleo y bienestar de la nueva situación. El
comienzo de la tercera fase de la unión económica y
monetaria exige unos presupuestos que profundicen en
la estabilidad. En los presupuestos anteriores, diseñados
y gestionados por el actual Gobierno, ya se ha
hecho un gran esfuerzo de control del déficit, que mi
grupo sin duda elogia. En ese sentido, hay que destacar
no sólo la disminución que ha experimentado,
pasando de cifras que superaban el 7 por ciento en
1995 al 1,6 por ciento que alcanzaremos en 1999, sino
también el cumplimiento de las previsiones experimentado
desde 1996. Frente a discursos que intentan sembrar
dudas sobre credibilidad y sostenibilidad presupuestaria
hay una fácil respuesta. Antes de 1996 nunca
se cumplían las previsiones y desde ese año no sólo se
cumplen, sino que se mejoran. Así de contundentes son
los datos, así de tozuda es la realidad.

Decía mi grupo que no sólo valora positivamente la
estabilidad presupuestaria, sino que entiende que es el
camino que nos prepara un futuro mejor. La estabilidad
permite conducir por autopistas y por caminos de montaña.

Y hay que señalar como positivo el mayor esfuerzo
de estabilidad que se ha hecho en los objetivos al
iniciarse la crisis financiera internacional. El equilibrio
se ha conseguido con un esfuerzo enorme en el control
del gasto público, para permitir que, rebajando los
impuestos y controlando el déficit, se pudiera mejorar
el gasto social, distribuyendo con mayor justicia el bienestar.

La cultura del euro, a la que he hecho referencia,
exige que, junto a esta estabilidad presupuestaria,
se impulsen políticas que mejoren la competitividad.

Entre todos hemos situado a España en la primera división
europea y ahora podemos y debemos colocarnos
en los lugares de cabeza. Por ello, valoramos muy positivamente
los incrementos que incorpora este presupuesto
en materias como investigación y desarrollo,
46,8 por ciento; la justicia como factor de competitividad,
añadido al bienestar de los ciudadanos, 11,6 por
ciento; las inversiones públicas, las infraestructuras crecen
en un 9,4 por ciento y las políticas activas de
empleo que crecen ni más ni menos que en un 56,7 por
ciento.

Con la unión económica y monetaria la política
monetaria pasa a ser competencia del Banco Central
Europeo y se renuncia por tanto a usar el tipo de cambio
como mejora de la competitividad, que debe buscarse
en la contención de los costes y en la mejora de
la internacionalización, el diseño, la marca, la investigación
y la modernización de las infraestructuras, junto
a una profundización en las reformas estructurales. La
reforma del IRPF, que entrará en vigor coincidiendo
con la puesta en marcha del euro y con estos presupuestos,
es una muestra de ello.

Señor presidente, señorías, con estos presupuestos,
España alcanzará un importante crecimiento. El objetivo
se sitúa en torno al 3,8 por ciento, que supera la
media comunitaria y por tanto nos permite avanzar en
convergencia real con el resto de los países europeos.

Se ha dicho a lo largo del debate que el objetivo es
ambicioso y algunos grupos dudaban de su consecución.

En 1996 nos decían que el crecimiento previsto
para 1997 -el 3 por ciento- era inalcanzable; cerramos
en el 3,5 por ciento. En 1997 se repitió la escena
cuando se presentó un objetivo del 3,4 por ciento y
cerraremos el ejercicio con un crecimiento del 3,8 por
ciento. Entiendo, señorías, que el Gobierno tiene bien
ganada la credibilidad en sus previsiones. El Fondo
Monetario efectivamente ha previsto un crecimiento del
3,6 por ciento, 2 décimas menos que el Gobierno. Pero,
junto a esa pequeña divergencia, conviene señalar que,
en las previsiones, se sitúa España a la cabeza del crecimiento,
con una intensa generación de empleo y con
posibilidades de colaborar, como ya ha señalado el
vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de
Economía, a la estabilidad de otros países.

Señorías, este presupuesto garantiza la presencia de
España en la vanguardia de las políticas económicas
europeas. Somos un país que en los últimos dos años y



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medio hemos avanzado en el control de déficit; se ha
disminuido el porcentaje de deuda en relación al PIB;
caminamos por una senda de bajo crecimiento de los
precios y hemos conseguido la credibilidad internacional
manifestada en una intensa bajada de los tipos de
interés. Señorías, si la credibilidad de un país se comprueba,
como dicen los analistas, examinando los tipos
de interés real, España es el país europeo con mayor
credibilidad. Y es el cumplimiento de esas condiciones
lo que ha permitido que España logre tasas de convergencia
real cada vez mayores. Hoy, la renta per cápita
de los españoles se está aproximando a la media comunitaria
y los niveles de bienestar de cada uno de los
ciudadanos y ciudadanas españoles están avanzando
en un proceso que nos situará como europeos de primera
clase.

Señorías, crecimiento, estabilidad, convergencia real,
convergencia nominal, son conceptos macroeconómicos
muy importantes que ayudan al bienestar y sientan
las bases de un futuro más próspero, pero mi grupo no
estaría tan satisfecho como lo está con este presupuesto
si no estuviéramos construyendo una sociedad más
justa y más solidaria, en la que las políticas de gastos e
ingresos jueguen un papel de primer orden. Evidentemente,
las magnitudes macroeconómicas ayudan al bienestar.

La contención de los precios mejora la vida de
todos los españoles y, de modo especial, de los más
necesitados. ¡Cuántas veces hemos recordado que la
inflación es el impuesto más injusto!. Del mismo modo,
los tipos de interés bajos son importantes para el
empleo y el crecimiento, y el control del déficit asegura
un futuro más positivo, pero creemos que la solidaridad
exige no dedicarse exclusivamente al control de
las macromagnitudes. Mi grupo parlamentario no
entiende la postura de aquellos que plantean medidas
que tendrían efectos perniciosos para el crecimiento,
pero tampoco queremos dejar toda la distribución de la
riqueza y las políticas de solidaridad al azar del mercado.

Valoramos muy positivamente estos presupuestos
porque apuestan decididamente por la solidaridad y
por la construcción de una sociedad más justa.

En esta línea, quiero hacer una referencia especial al
empleo. Toda la política económica de este Gobierno
ha estado orientada a la creación de empleo. En este
aspecto se ha avanzado mucho. Así, 1996 se cerró con
un crecimiento del empleo de más de 175.000 puestos
de trabajo; en 1997 esta cifra se duplicó, y cuando
acabe 1998 ya se habrán superado los 900.000 nuevos
empleos generados durante esta etapa inicial del
Gobierno del Partido Popular. Frente a las promesas de
otros -baste recordar aquella emblemática e incumplida
promesa socialista de los 800.000 puestos de trabajo-,
el Gobierno ofrece realidades. Pero veníamos de
muy lejos. Al finalizar el Gobierno socialista, la tasa de
paro señalaba cifras dramáticas: el 21,7 por ciento, que
duplicaba la media comunitaria, que entonces era el
10,8 por ciento. Para nosotros el paro no es una cifra
estadística, sino que todavía constituye el problema real
de muchas familias españolas. Por ello, aunque se ha
avanzado mucho, aún no estamos satisfechos y nos
parece absolutamente necesario que, mientras exista
un solo parado, este problema se siga situando como el
objetivo esencial de toda la política económica. Junto a
este factor de solidaridad, apoyamos la intensificación
de la ayuda a los mayores y pensionistas, tanto con el
mantenimiento de su poder adquisitivo como con el
incremento de las partidas presupuestarias de atención
social. Con esto no se está haciendo caridad, sino justicia
con las personas que han forjado la España de la
que ahora disfrutamos todos.

En este capítulo conviene señalar el final de la separación
de fuentes en materia sanitaria, lo que sin duda
contribuye de una manera importante a la consolidación
del sistema de Seguridad Social. Quizá sea importante
que los grupos nos planteemos con seriedad la
apertura de una nueva negociación del Pacto de Toledo
como camino para la búsqueda de fórmulas que
mejoren la vida de los pensionistas. Nos parece esencial
que el impulso que se da en el presupuesto a la
sanidad pública crezca, según el acuerdo de financiación
sanitaria, en un porcentaje similar al PIB. Necesitamos
una mejora de la calidad de la sanidad pública
como elemento de cohesión social. En estos años se ha
avanzado en materia sanitaria y se han reducido las listas
de espera, pero hace falta seguir invirtiendo recursos
en el sistema sanitario, a la vez que se ponen los
medios para una gestión más eficiente del mismo y que
se siga avanzando e incorporando las técnicas médicas
más eficientes y modernas.

Por último, dentro del capítulo cumbre de los presupuestos,
que es la política de solidaridad, quiero señalar
el incremento en el área de educación, que crece un
6,5 por ciento en términos homogéneos. Señorías, un
país moderno y solidario exige que todos los ciudadanos
y ciudadanas, con independencia de su posición
social, tengan acceso a cualquier puesto de la sociedad
si reúnen las condiciones adecuadas. Para ello hay que
garantizar un sistema educativo de calidad y gratuito,
ya sea mediante una prestación pública o una prestación
desde la iniciativa social. Quiero felicitar expresamente
al Gobierno tanto por el modélico traspaso de
competencias a las comunidades autónomas en materia
educativa como por la apuesta financiera que se hace
con la educación. Un programa económico moderno se
caracteriza por situar a la educación como el capítulo
central del mismo.

No quiero concluir, señorías, sin hacer una referencia
a la solidaridad intergeneracional. Ya los presupuestos
del año anterior incluían este novedoso aspecto, que en
este año se repite. Los gastos no se dejan a deber, como
era tradicional en años anteriores y con otros gobiernos;
el déficit es consecuencia exclusiva de determinadas
inversiones. Tan es así que sin intereses de la deuda
heredada, el presupuesto arrojaría superávit.

Señorías, el Partido Popular, hoy en el Gobierno, con
una política presupuestaria rigurosa y llena de sentido
común, ha hecho realidad lo de más por menos: más
servicios por menos impuestos. ¿Secreto? ¿Magia? No:



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sentido común, austeridad, seriedad, rigor. El Partido
Popular diseñó una alternativa económica en la oposición
y la aplicó cuando asumió las responsabilidades
de Gobierno. Los resultados son evidentes: crecimiento,
empleo, mejora de las políticas sociales, mayor solidaridad
y diseño de una sociedad más justa. Decía
Tony Blair que no hay que perder referentes, pero conviene
eliminar los conceptos posicionales de las políticas
económicas y centrarse en lo eficaz. ¿Por qué no
coincidir con él?
Mi grupo apoyará estos presupuestos porque son los
que España necesita en estos momentos. Queremos
seguir caminando por la senda adecuada; se ha hecho
mucho, pero todavía queda un largo camino. Sin triunfalismos,
señorías, pero gratificados por el resultado del
esfuerzo, el Grupo Parlamentario Popular quiere seguir
apostando por un modelo que está produciendo bienestar
a los españoles. Este es y será siempre nuestro
objetivo.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y
Lozana): Muchas gracias, señor De Grandes.

Vamos a proceder a la votación.

(El señor presidente ocupa la Presidencia.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a proceder
a las votaciones correspondientes a las enmiendas de
totalidad de devolución de los dos proyectos de ley
que han sido debatidos. A continuación, como saben
SS.SS., se levantará la sesión y volverá a convocarse el
Pleno cinco minutos más tarde, con el orden del día
que se les ha repartido.

Votación de las enmiendas de totalidad de devolución
al proyecto de ley de Presupuestos Generales del
Estado para 1999.

Comienza la votación. (Pausa.)



Efectuada la votación, dio el siguiente resultado:
votos emitidos, 340; a favor, 165; en contra, 175.




El señor PRESIDENTE: Quedan rechazadas las
enmiendas de totalidad de devolución del proyecto de
ley de presupuestos. (Aplausos.) Enmiendas de totalidad
de devolución al proyecto de ley de medidas fiscales,
administrativas y del orden social.

Comienza la votación. (Pausa.)



Efectuada la votación, dio el siguiente resultado:
votos emitidos, 340; a favor, 161; en contra, 175;
abstenciones, cuatro.




El señor PRESIDENTE: Quedan rechazadas las
enmiendas de totalidad de devolución del proyecto de
ley de medidas fiscales, administrativas y del orden
social.

Se levanta la sesión.




Eran las once y cuarenta y cinco minutos de la
mañana.