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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 129, de 22/12/1997
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL



CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



PLENO Y DIPUTACION PERMANENTE



Año 1997 VI Legislatura Núm. 129



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FEDERICO TRILLO-FIGUEROA MARTINEZ-CONDE



Sesión Plenaria núm. 125



celebrada el lunes, 22 de diciembre de 1997



ORDEN DEL DIA:



Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con
lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento:



--Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad
con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento, para informar acerca
del acuerdo alcanzado sobre la nueva estructura militar de la Alianza
Atlántica (número de expediente 210/000012) (Página 6771)



Convalidación o derogación de Reales Decretos-Leyes:



--Real Decreto-Ley 29/1997, de 19 de diciembre, por el que se adoptan
medidas urgentes para reparar los daños causados por las inundaciones y
temporales acaecidos durante los últimos días del mes de septiembre y
primeros del mes de octubre. «BOE» núm. 304, de 20 de diciembre de 1997
(número de expediente 130/000042) (Página 6803)



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SUMARIO



Se abre la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.




Comparecencia del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, de conformidad con
lo dispuesto por el articulo 203 del Reglamento, para informar acerca del
acuerdo alcanzado sobre la nueva estructura militar de la Alianza
Atlántica (Página 6771)



Comparece ante la Cámara el señor Presidente del Gobierno (Aznar López)
para informar acerca del acuerdo alcanzado sobre la nueva estructura
militar de la Alianza Atlántica y dar cuenta del cierre de toda una etapa
que ha sido, según sus palabras, felizmente superada. Comienza su
intervención recordando cómo hace poco más de un año compareció también
ante la Cámara a fin de recabar un apoyo político lo más amplio posible
que permitiese a España participar activamente en la transformación de la
Alianza Atlántica y, al mismo tiempo, prepararse para su integración
plena en la nueva estructura de mando resultante del proceso de
adaptación de la OTAN al nuevo panorama estratégico y a los nuevos
requerimientos de seguridad, apoyo mayoritario que le fue concedido,
sugiriéndose algunas recomendaciones a atender durante la negociación
para la plena participación española en la nueva Alianza. Considera que
se puede decir que a finales de 1997 se cierran dos procesos paralelos:
uno, el de la transformación y adaptación de la Alianza; y otro, el
concerniente a España, que, colaborando decididamente en esta
transformación, encuentra que la nueva OTAN satisface en justicia sus
propios intereses de seguridad y la permite contribuir de modo
significativo a la seguridad colectiva y a la estabilidad internacional.

Explica el camino seguido por la Alianza Atlántica y sus consecuencias
hasta llegar a constituirse en el pilar esencial de la seguridad
euro-occidental del próximo siglo. Resalta en este proceso la cumbre de
jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Madrid a comienzos del mes de
julio, que dio lugar al «espíritu de Madrid», que reflejaba, como
importantes valores compartidos por todos los aliados, el convencimiento
de que la ampliación de la Alianza no sólo era imprescindible desde el
punto de vista moral y de respeto a las nuevas democracias que llamaban a
sus puertas, sino que también era deseable desde el punto de vista de la
expansión de la seguridad; el convencimiento de que la ampliación no
podía suponer la construcción de una nueva división o lindes entre los
que iban a entrar y los que, de momento, quedaban fuera; y el deseo de
los miembros de la Alianza de que la ampliación se
realizase de una manera positiva para unos y otros, sin que la
expansión pudiese significar decremento de la seguridad de país alguno y
muy particularmente de Rusia. Añade que si el primer gran acontecimiento
de la vida de la Alianza fue la cumbre de Madrid, el segundo gran avance
de la OTAN se ha producido los días 2 y 16 de diciembre de este año,
cuando los ministros de Defensa y Exteriores hicieron suyas las
recomendaciones del Comité Militar, alumbrando efectivamente la nueva
estructura de mandos de la Alianza en base a tres objetivos esenciales:
ganar flexibilidad, ampliar su radio de acción y modular las
posibilidades de actuación. Todo ello sin detrimento de la función
tradicional de la defensa colectiva y sin poner en peligro la cohesión
entre los aliados, poniendo el énfasis en el concepto de
multinacionalidad. Explica que el Cuartel General que se ubicará en
España --sede de un mando aliado-- tendrá el carácter multinacional, con
la particularidad de ser españoles su oficial al mando y la mayor parte
de sus oficiales. Entre los aspectos de la reforma de los mandos destaca
su significativa reducción, la fuerzas operativas combinado-conjuntas y
la voluntad de hacer más visible la identidad europea de seguridad y
defensa en el seno de la Alianza.

Por otra parte, asegura que España, por primera vez, contaba con la
posibilidad de estar en el grupo de primera línea para hacer valer su voz
y sus opiniones sobre el punto de destino al que se quería llegar, y no
ha desaprovechado la oportunidad, siendo reconocidos y atendidos sus
intereses gracias al respeto internacional que laboriosamente se ha ido
ganando durante los últimos lustros. Muestra su satisfacción porque se
han cumplido las expectativas sobre el proceso de adaptación externa e
interna que presentó a la Cámara hace poco más de un año y porque,
siguiendo las recomendaciones que la Cámara elevó al Gobierno, se ha
negociado y contribuido a crear una nueva Alianza, ampliada y reformada,
a la que España puede aportar activamente su capacidad como aliado fiable
y en la que puede beneficiarse de las garantías colectivas de seguridad.

Pasa a explicar el grado de cumplimiento de las recomendaciones que la
Cámara hizo al Gobierno en el proceso de reforma, y manifiesta que la
Alianza ha sido un trascendental foro de negociación de la diplomacia
preventiva, debatiéndose asuntos que sin ella hubieran podido arrastrar
la convivencia hacia el fondo del precipicio. Por último, expresa su
orgullo por ver que España se sitúa entre los aliados



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con la presencia e importancia que le corresponde y, sin complejos ni
reservas, contribuye a edificar la paz y la libertad de sus hijos y del
mundo entero.

Intervienen en el debate los señores Almunia Amann, del Grupo
Parlamentario Socialista del Congreso; Anguita González, del Grupo
Parlamentario Federal de Izquierda Unida; Molins i Amat, del Grupo
Parlamentario Catalán (Convergència i Unió); Anasagasti Olabeaga, del
Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV); Mauricio Rodríguez, del Grupo
Parlamentario de Coalición Canaria; las señoras Rivadulla Gracia,
Lasagabaster Olazábal y el señor Vázquez Vázquez, del Grupo Parlamentario
Mixto, y el señor De Grandes Pascual, del Grupo Parlamentario Popular en
el Congreso.

Contesta el señor Presidente del Gobierno (Aznar López).




Convalidación o derogación de reales decretos-leyes (Página 6803)



Real Decreto-Ley 29/1997, de 19 de diciembre, por el que se adoptan
medidas urgentes para reparar los daños causados por la inundaciones y
temporales acaecidos durante los últimos días del mes de septiembre y
primeros del mes de octubre (Página 6803)



El señor Ministro del Interior (Mayor Oreja) comparece ante la Cámara
para cumplimentar el trámite de convalidación del Real Decreto-Ley
29/1997, de 19 de diciembre, por el que se adoptan medidas urgentes para
reparar los daños causados por las inundaciones y temporales acaecidos
durante los últimos días de septiembre y primeros del mes de octubre,
especialmente en las comunidades de Andalucía, Castilla-La Mancha,
Comunidad Valenciana y Región de Murcia, causando victimas mortales en
Alicante. Aclara que posteriormente, y mediante orden del Ministerio del
Interior, se concretarán los términos municipales y núcleos de población
afectados de estas comunidades autónomas. A continuación expone las
medidas contenidas en el real decreto-ley, resaltando en el punto
referente a los beneficiarios de las ayudas la sustitución del requisito
de la dependencia económica por el de perjuicio económico patrimonial
relevante. Añade que todas las ayudas previstas en este real decreto-ley
se financiarán con cargo al crédito extraordinario que se apruebe, cuya
cuantía ha sido fijada en 5.000 millones de pesetas, que se financiarán
con cargo a la deuda pública. Finalmente anuncia la creación de una
comisión interministerial coordinada por la Dirección General de
Protección Civil e integrada por los ministerios afectados, así como por
los delegados de Gobierno en las comunidades autónomas en las que resulte
de aplicación el real decreto-ley.

En turno de fijación de posiciones intervienen los señores Alcaraz Ramos,
del Grupo Parlamentario Mixto; Sedó i Marsal, del Grupo Parlamentario
Catalán (Convergència i Unió); Ríos Martínez, del Grupo Parlamentario
Federal de Izquierda Unida; Cuesta Martínez, del Grupo Parlamentario
Socialista del Congreso, y Gil Lázaro, del Grupo Parlamentario Popular en
el Congreso.

Sometida a votación la convalidación del Real Decreto-Ley 29/1997, de 19
de diciembre, se aprueba por unanimidad.

Sometida a votación la tramitación como proyecto de ley del Real
Decreto-Ley convalidado, a propuesta del Grupo Parlamentario Socialista
del Congreso, se rechaza por 147 votos a favor y 167 en contra.

Se suspende la sesión a las ocho y diez minutos de la noche.




Se abre la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.




COMPARECENCIA DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CAMARA, DE CONFORMIDAD CON
LO DISPUESTO POR EL ARTICULO 203 DEL REGLAMENTO:



-- COMPARECENCIA DEL GOBIERNO ANTE EL PLENO DE LA CAMARA, DE CONFORMIDAD
CON LO DISPUESTO POR EL ARTICULO 203 DEL REGLAMENTO, PARA INFORMAR ACERCA
DEL ACUERDO ALCANZADO SOBRE LA NUEVA ESTRUCTURA MILITAR DE LA ALIANZA
ATLANTICA (Número de expediente 210/000012)



El señor PRESIDENTE: Buenas tardes, señorías. Se abre la sesión.

Punto I del orden del día: comparecencia del Gobierno ante el Pleno, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 203 del Reglamento, para
informar acerca del acuerdo alcanzado sobre la nueva estructura militar
de la Alianza Atlántica. (Rumores.)
Silencio señorías.

En nombre del Gobierno, tiene la palabra su presidente, don José María
Aznar.




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El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías, hace poco más de un año comparecí ante esta Cámara a fin de
recabar un apoyo político lo más amplio posible que permitiese a España
participar activamente en la transformación de la Alianza Atlántica y, al
mismo tiempo, prepararse para su integración plena en la nueva estructura
de mando resultante del proceso de adaptación de la OTAN al nuevo
panorama estratégico y a los nuevos requerimientos de seguridad.

Los días 13 y 14 de noviembre del año pasado esta Cámara respaldó
mayoritariamente la voluntad y la acción del Gobierno, al que sugirió
algunas recomendaciones a atender durante la negociación para la plena
participación española en la nueva Alianza. Pues bien, hoy vuelvo a
comparecer ante todos ustedes para dar cuenta del cierre de toda una
etapa, que ha sido, después de arduos trabajos, felizmente superada. Con
las dos reuniones ministeriales celebradas los días 2 y 16 de este mes,
por los ministros de Defensa y Asuntos Exteriores, respectivamente, la
Alianza culmina una fase importantísima en su historia: la fase de
adaptación interna y externa por la cual ha pasado de ser una
organización defensiva de la guerra fría a ser una organización de
seguridad para Europa y el mundo occidental en el siglo XXI. Estas dos
reuniones, con los acuerdos alcanzados en ellas, suponen también la
conclusión de una etapa para la normalización de la presencia española en
el seno de la Alianza. Nuestra nación queda preparada para participar
activa y plenamente en la nueva organización, en una Alianza, como acabo
de señalar, distinta en su alcance geográfico y orientada a unas misiones
de nuevo tipo.

En suma, podemos decir que a finales de 1997 se cierran dos procesos
paralelos: uno, el de la transformación y adaptación de la Alianza; otro,
el concerniente a España, que, colaborando decididamente en esta
transformación, encuentra que la nueva OTAN satisface en justicia sus
propios intereses de seguridad y le permite contribuir de modo
significativo a la seguridad colectiva y a la estabilidad internacional.

Podemos sentirnos orgullosos, como aliados y como españoles, de que el
empeño conjunto en el que hemos estado implicados durante los últimos
meses haya deparado una Alianza mejor preparada para extender la paz y la
estabilidad, y más eficaz para la defensa colectiva de sus miembros.

Durante décadas, señorías, la Alianza Atlántica sirvió bien a sus
miembros, estabilizando nuestro Viejo Continente y disuadiendo de
cualquier veleidad militar contra su suelo. Tras la extinción del viejo
orden bipolar, la Alianza dio respuesta a los riesgos del pasado, a
saber: la renacionalización de las políticas de defensa y el
desentendimiento norteamericano, factores ambos que tuvieron
consecuencias catastróficas para la vida de los europeos, que hemos
sufrido en menos de medio siglo dos sangrantes y terribles guerras
mundiales.

Al preservar la Alianza tras la desaparición del Pacto de Varsovia se
aseguraba que el vínculo entre las dos orillas del Atlántico y entre los
propios aliados europeos seguía siendo firme y convincente, un vínculo de
libertad, paz y cooperación. Se trataba, pues, de custodiar lo que de
bueno se había alcanzado en las cinco décadas de existencia de la
organización: una comunidad de valores democráticos, de prosperidad, de
entendimiento y paz. Superar la división del continente y desvanecer la
confrontación en busca de unas relaciones basadas en la cooperación y en
la amistad se convirtió en el primer reto de la posguerra fría. Su
segundo desafío fue dar una respuesta eficaz a los problemas de nuevo
tipo surgidos en la década de los noventa. Y su tercera asignatura de
gran relieve, en fin, ha sido estar bien equipada, conceptual, material y
orgánicamente para afrontar los riesgos del mañana.

En sucesivas cumbres, de Londres a Bonn, pasando por Berlín y Roma, se
iban poniendo las bases de la transformación radical de la que hoy somos
testigos. Y ha sido durante 1997 cuando se han producido los desarrollos
más espectaculares, desarrollos que permiten que la Alianza se constituya
en el pilar esencial de la seguridad euro-occidental del próximo siglo.

El primer gran acontecimiento de la vida de la Alianza en este año que
acaba fue, sin duda, su cumbre de jefes de Estado y de Gobierno celebrada
aquí, en Madrid, a comienzos del pasado mes de julio. Entiéndaseme bien:
el primer gran acontecimiento en tanto que expresión de un proceso que
arranca unos meses antes y que permite en Madrid abrir la Alianza a
nuevos miembros, sin menoscabo de una buena relación con Rusia, con la
que ya se había firmado un acta semanas antes, y también de una relación
específica con Ucrania. El Gobierno aceptó, consiguió de muy buen grado
que fuera España el lugar de organización y celebración de tan
trascendental cumbre, que marca un hito de tal envergadura que permite no
hablar tanto de la cumbre de Madrid como del espíritu de Madrid. Este
espíritu refleja importantes valores compartidos por todos los aliados.

En primer lugar, el convencimiento de que la ampliación de la Alianza no
sólo era imprescindible desde el punto de vista moral y de respeto a las
nuevas democracias que llamaban a nuestras puertas con insistencia, sino
que también era deseable desde el punto de vista de la expansión de la
seguridad.

En segundo lugar, el espíritu de Madrid también expresaba el
convencimiento de que la ampliación no podía suponer la construcción de
una nueva división o lindes entre los que iban a entrar y los que de
momento quedaban fuera. En Madrid se eligió a los tres candidatos mejor
situados, según los requerimientos políticos y según sus capacidades,
para asumir los compromisos de la defensa colectiva: Polonia, Hungría y
la República Checa, cuyos protocolos de adhesión acaban de ser firmados
el pasado día 16. Pero también



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se dejó claro que estos tres países elegidos inauguraban una etapa a la
que se añadirían con posterioridad nuevas olas de adhesiones a la Alianza
Atlántica. La puerta de la OTAN está y debe permanecer abierta. El
refuerzo de las relaciones con los miembros de la Asociación para la Paz
y el nuevo Consejo de Asociación Euroatlántica reflejan ese propósito de
que no haya barreras.

En tercer lugar, ese espíritu de Madrid reflejaba el deseo de los
miembros de la Alianza de que la ampliación se realizase de una manera
positiva para unos y otros, sin que la expansión pudiese significar
decremento de la seguridad de país alguno y muy particularmente de Rusia,
un actor central en el esquema del Viejo Continente. Los consecuentes
productos de ello fueron la firma con Rusia del Acta fundacional de
relaciones mutuas, cooperación y seguridad y la firma de una carta con
Ucrania cuyo diálogo con la Alianza se manifiesta mediante una comisión
conjunta creada al efecto en Madrid. En suma, Madrid significó y
significa un paso más, como declaramos al término de la cumbre, en la
realización de nuestra visión de un justo y duradero orden de paz para
Europa en su conjunto, basado en los derechos humanos, en la libertad y
en la democracia.

Señorías, la Alianza Atlántica, durante los largos años de la guerra fría
no sólo resultó un adecuado instrumento político de sus miembros, sino
también una eficaz organización defensiva. Su estructura militar,
básicamente, respondía a la necesidad de repeler una agresión a lo largo
de la fractura entre el este y el oeste de Europa, paralela a ese
invisible, pero poderoso, telón de acero que en su día denunció Winston
Churchill. Pronto resultó evidente --difuminado el enemigo y toda vez que
al clima de enfrentamiento sucedía uno de acercamiento y colaboración--
que los despliegues, los niveles de fuerza y grados de disponibilidad
típicos de la bipolaridad eran inadecuados. En 1991, la Alianza, en su
reunión de Roma, se dotó de un nuevo concepto estratégico, sustituyendo
amenazas por riesgos y apuntando a una nueva distribución de las fuerzas
aliadas.

Las enseñanzas del conflicto del Golfo y la realidad de la intervención
en la antigua Yugoslavia hicieron que la Alianza ahondase en la necesidad
de revisar la adecuación de la estructura de mandos, conceptos y
procedimientos, si de verdad se pretendía ajustar el esfuerzo militar
colectivo al nuevo mapa estratégico en el continente y a los riesgos
nuevos y emergentes que se entreveían. Puede parecer una paradoja, pero
es la realidad. La única actuación de la Alianza como tal se ha producido
contra un enemigo nunca previsto en sus planes, en un territorio más allá
de sus límites de actuación y con un objetivo no de victoria, sino de
forzar una paz entre contendientes.

Tres son, señorías, los elementos de esta reforma interna de las
estructuras de la Alianza: una nueva estructura de mandos, las fuerzas
operativas combinado-conjuntas y la identidad europea de seguridad y
defensa.

Decía antes que el primer gran acontecimiento de la vida de la Alianza
fue la cumbre de Madrid con el consiguiente arranque de la ampliación.

Pues bien, no me cabe duda de que el segundo gran avance de la OTAN se ha
producido este mismo mes de diciembre cuando el día 2 y, posteriormente,
el día 16, los ministros de Defensa y de Exteriores hicieron suyas las
recomendaciones del Comité Militar, alumbrando la nueva estructura de
mandos de la Alianza. Creo que los requisitos y principios que se
perseguían con la nueva estructura se han visto plenamente satisfechos en
el llamado estudio a largo plazo, documento elaborado en el seno del
Comité Militar y que ha servido de base para que los ministros de Defensa
y de Exteriores dieran el visto bueno a su nueva estructura.

La Alianza Atlántica, tras décadas de existir con una estructura militar
apenas alterada, va a renovarse completamente a la luz de las
circunstancias actuales y futuras de la seguridad, de tal forma que,
además de superar la división del continente, su eficacia militar quede
garantizada. Por ello la Alianza ha buscado básicamente tres cosas en su
adaptación interna. La primera, ganar en flexibilidad. La reducción de la
cadena de mandos y el desarrollo de los llamados mandos componentes
contribuyen decisivamente a ello. En segundo lugar, ampliar su radio de
acción, de modo que se puede intervenir en lo que hasta ahora se llamaba
fuera de área zona donde se producen, y no casualmente, los conflictos y
los riesgos que pueden afectar a la seguridad de los miembros. Con una
rígida distinción entre dentro y fuera del área no se podría repetir el
éxito, por ejemplo, obtenido en Bosnia si ese caso llegase. En tercer
lugar, modular las posibilidades de actuación, de manera que entre la paz
y la actuación bélica defensiva frente a un agresor hubiera cabida para
las misiones que en la práctica las fuerzas de los aliados estaban
realizando, es decir, operaciones de apoyo a la paz y de ayuda
humanitaria. Todo ello, obviamente, sin detrimento de la función
tradicional de la defensa colectiva y sin poner en peligro la cohesión
entre los aliados. De ahí que a lo largo de este proceso de adaptación
interna se haya puesto el énfasis en el elemento de la multinacionalidad.

Aunque sea anticiparme un poco en el curso de mi exposición, creo
conveniente incidir en el concepto de la multinacionalidad. Todos los
mandos de la estructura tienen este carácter, puesto que su función es la
de preparar, concebir y dirigir las operaciones que la Alianza, como un
todo, realice en cumplimiento de la misión que haya decidido emprender.

Por ello, el cuartel general que se ubicará en España, sede de un mando
aliado, tendrá el carácter multinacional, con la particularidad de ser su
oficial al mando y la mayor parte de los mismos, oficiales españoles. Las
funciones de este mando no



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son, pues, las que corresponden lógicamente a las Fuerzas Armadas
Españolas como expresión de nuestra soberanía, sino las que corresponden
a la garantía de la seguridad colectiva en el marco aliado en nuestra
zona. En fin, un aspecto bien visible de esta reforma de los mandos es su
significativa reducción, pues su número pasa de los 65 actuales a sólo 20
en la nueva estructura.

El segundo elemento de la reforma interna lo constituye las fuerzas
operativas combinado-conjuntas, ampliamente conocidas por sus siglas
anglosajonas de CJTF. Frente al rígido esquema militar de la guerra fría
en el que los cuarteles contaban con unidades completas, asignadas para
dar respuesta a una agresión sobre una zona determinada, estas nuevas
fuerzas operativas permiten la planificación y la constitución de fuerzas
modulares, integradas multinacionalmente y capaces de actuar en misiones
de intensidad e índole muy distintas. Al recurrir a los elementos mejor
adaptados en cada momento, la Alianza acrecienta claramente su eficacia
militar. Hay quien afirma que en Bosnia la Alianza actuó como una fuerza
operativa combinado-conjunta de hecho. En cualquier caso, las lecciones
que se están sacando de los primeros ensayos prácticos de este concepto
operativo son muy prometedoras.

Por último, el tercer componente de la transformación interna es la
voluntad de hacer más visible la identidad europea de seguridad y defensa
en el seno de la Alianza. Ya en 1996 quedó claro que la arquitectura de
seguridad europea debería basarse en los esfuerzos de cooperación entre
diversos organismos y no entre la competición entre ellos y en la
duplicidad de esfuerzos humanos, técnicos y financieros. Desde este año
las relaciones entre la Unión Europea, la Unión Europea Occidental y la
Alianza Atlántica están bien definidas. La Alianza se constituía
indudablemente en el pilar de la seguridad, pero ponía a disposición de
los europeos los elementos necesarios para que éstos condujeran
operaciones UEO en las que nuestros aliados americanos no interviniesen.

Nace así la idea de fuerzas separables, pero no separadas, lógica en un
momento de escasez de recursos para la defensa.

Desde el punto de vista del Gobierno español, consideramos que los pasos
dados en la materialización de la identidad europea de seguridad y
defensa son importantes. Ahí está,... (Algunos señores, desde la tribuna
de invitados, muestran a la Cámara un cartel en el que se lee: «OTAN
no».--Rumores.--Protestas.)



El señor PRESIDENTE: Un momento, señor presidente. (Rumores.--Protestas.)
Señorías, guarden silencio. (Rumores.--Protestas.)
Desalojen inmediatamente las tribunas.

(Rumores.--Protestas.--Aplausos.--Los servicios de la Cámara proceden a
desalojar las tribunas de invitados.--Algunos de estos invitados,
mientras son desalojados, profieren gritos de «OTAN no.»)
Desalojen de inmediato las tribunas. (Rumores.)
¡Señorías! (Algunos diputados del Grupo Parlamentario Federal de
Izquierda Unida muestran a la Cámara carteles en los que se lee: «OTAN
no».)
Señorías, les llamo al orden. Señorías retiren esos carteles. (Rumores.)
Señora Aguilar, la llamo al orden. Es absolutamente incorrecto que S. S.

se solidarice con manifestantes en las tribunas, y lo sabe. Le llamo por
segunda vez al orden. (Rumores.)
Retiren las pancartas, señora Aguilar. (Rumores.)
Señorías, saben que la tercera llamada al orden supone la expulsión.

(Varios señores diputados: Es lo que buscan. Es lo que
quieren.--Rumores.)
Señorías, desalojen el hemiciclo. Tengan la amabilidad y la bondad de
desalojar el hemiciclo. (Rumores.--Protestas.)
Señora Aguilar, señorías, retiren las pancartas o abandonen el hemiciclo.

(Rumores.--Protestas.)
Señora Aguilar, señora Aguilar (Fuertes rumores y protestas.), ¡señora
Aguilar!. S. S. es portavoz de su grupo parlamentario. Le ruego
encarecidamente que retiren las pancartas o desalojen el hemiciclo.

(Rumores.) Ese tipo de manifestaciones tienen la calle para que se
realicen, no el hemiciclo del Congreso en el que se representa a la
ciudadanía. (Rumores.) Le ruego que sea consciente de su deber y dejen
esas pancartas, señoría. (Rumores.--Protestas.--El señor Anguita González
pronuncia palabras que no se perciben.)
Señor Anguita, ¡señor Anguita!, como presidente de su grupo le ruego que,
si ha de hacer uso de la palabra, retire inmediatamente a los diputados
que permanecen en esa actitud. (Rumores.)
¡Silencio, señorías! (Varios diputados del Grupo Parlamentario Federal de
Izquierda Unida abandonan el hemiciclo.--El señor Fernández Sánchez: No
hay libertad de expresión.--Rumores.--Protestas.)
Adelante, señor presidente. Cuando quiera. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Gracias, señor
presidente.

Decía que desde el punto de vista del Gobierno español consideramos que
los pasos dados en la materialización de la identidad europea de
seguridad y defensa son importantes, y que ahí está la figura del
vicecomandante del mando estratégico de Europa con relevantes
atribuciones y capaz de conducir operaciones de la Unión Europea
Occidental y, sobre todo, marcar una tendencia hacia el papel, cada vez
mayor, de la responsabilidad militar de los europeos dentro y fuera de la
Alianza Atlántica.

En su conjunto, pues, la reforma de las estructuras de mando y militares
de la Alianza Atlántica supone dar un vuelco a la disposición orgánica y
a los procedimientos instituidos. La OTAN no sólo ha logrado satisfacer
las necesidades defensivas de sus miembros de



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una manera más racional y flexible y con un menor coste, sino que además
se ha dotado de los elementos necesarios para poder desempeñar un papel
fundamental en el logro de la estabilidad y del mantenimiento de la paz
en zonas asoladas por el conflicto. Preparándose para aceptar la
contribución militar de los nuevos miembros, incrementando las
actuaciones conjuntas con terceros países, incluido Rusia, desarrollando
misiones de paz, la Alianza que hoy tenemos ya no es la de hace apenas 10
años, cuando debatíamos la modernización de los misiles nucleares de
corto alcance en Alemania. La Alianza que hemos engendrado este último
año y que acabamos de aprobar es una nueva Alianza, una nueva
organización. La ampliación y la reforma interna hacen de ella
auténticamente la Alianza del siglo XXI.

Señorías, el Gobierno siempre ha estado atento, y estará siempre atento,
a los cambios en la esfera internacional y ha sido plenamente consciente
de la necesidad de adaptar los viejos hábitos y las estructuras de la
seguridad concebidas para las frías relaciones Este/Oeste al nuevo
escenario estratégico Hay un proverbio oriental que dice: feliz de poder
vivir en tiempos interesantes. No puede negarse que vivimos en una época
de acelerados cambios y de profunda mutación y que el orden
internacional, que poco a poco se manifiesta, viene cargado de promesas
de paz y de prosperidad.

Estamos en un momento de tránsito, un orden internacional deja paso al
nacimiento de uno nuevo basado en principios diferentes. No obstante, hay
cosas que se conservan trasformadas porque se quiere preservar lo valioso
de su existencia para que, con la renovación pertinente, sigan siendo
halagüeñas y provechosas en el futuro. Es el caso de la Alianza que hoy
nos ocupa y los valores que defiende.

España no pudo estar en el arranque del esquema de seguridad occidental a
finales de los años cuarenta, y se ha ido incorporando a instituciones
preexistentes cuando ha querido, o más bien cuando ha podido hacerlo,
pero siempre con escasa capacidad de modificarlas. Ahora, por primera
vez, España contaba con la posibilidad de estar en el grupo de primera
línea y de hacer valer su voz y sus opiniones sobre el punto de destino
al que se quería llegar. Ha sido una oportunidad cuyo adjetivo de
histórica será, sin duda, refrendado por el transcurso del tiempo y sobre
la cual quiero destacar dos hechos: que hemos estado a la altura de las
circunstancias para no desaprovecharlas y que, gracias al respeto
internacional que laboriosamente se ha ido ganando España durante los
últimos lustros, nuestros intereses están reconocidos y atendidos como
merecemos.

Con esta idea de participación en el proceso de adaptación externa e
interna de la Alianza, comparecí, como dije al comienzo de esta
intervención hace poco más de un año ante la Cámara. Quise entonces
exponer las consideraciones del Gobierno al respecto y pedir el apoyo
mayoritario de la Cámara. Hoy tengo la satisfacción de comunicarles que
nuestras expectativas se han visto cumplidas y que, siguiendo las
recomendaciones que esta Cámara elevó al Gobierno, hemos negociado y
contribuido a crear una nueva Alianza ampliada y reformada, a la que
podemos aportar nuestra capacidad activa como aliados fiables y en la
cual también podemos beneficiarnos plenamente de las garantías colectivas
de seguridad.

Sus señorías plantearon al Gobierno que enfocase sus negociaciones con la
Alianza según unas recomendaciones que, como paso a explicar, se han
cumplido. Se mantiene la condición no nuclear de España en los mismos
términos que existían anteriormente. La nueva estructura de mandos que ha
impulsado España es única, más reducida y flexible; con una misma
estructura se atenderá una amplia panoplia de las funciones y misiones,
defensa colectiva que sigue siendo el núcleo fundamental, operaciones de
mantenimiento de la paz, cometidos de expansión, de estabilidad y
contraproliferación. La reducción se materializa al pasar de 65 cuarteles
generales actuales a los 20 previstos articulados en sólo tres niveles de
mando. La flexibilidad queda patente por la no existencia de límites
territoriales rígidos por debajo de los mandos regionales, por el
desarrollo de la nueva capacidad operativa de fuerzas combinado-conjuntas
y por el nuevo concepto de mando apoyado y mando de apoyo para cada
operación, caso por caso.

España tiene atribuidas responsabilidades de mando y operativas acorde
con su contribución militar y peso político, especialmente en las zonas
de nuestro interés estratégico del Atlántico y del Mediterráneo. En un
momento en que se ha reducido sensiblemente el número de mandos, en
Madrid se crea un cuartel general de un nuevo mando subregional conjunto,
cuyas responsabilidades abarcan no sólo la totalidad del territorio
nacional, sino también aquellas que tradicionalmente han constituido
nuestra zona de interés. Las misiones y responsabilidades específicamente
asignadas a este mando se resumen en las siguientes: contribuir al
cometido de salvaguardar las líneas de comunicación, incluidos los
accesos occidentales a y desde el Mediterráneo, hacer uso de la
experiencia terrestre para asesorar al mando regional sur y contribuir a
la estabilidad de la zona a través de su participación, en su caso, en
operaciones de mantenimiento de la paz.

También queda asegurada la participación de personal militar español en
los cuarteles generales de los mandos estratégicos, Europa y Atlántico;
de los regionales vecinos, Oeiras y Brunssum; y del regional sur,
Nápoles. Para el mando del cuartel general ubicado en España se designará
a un oficial general español.

La nueva estructura de mandos de la Alianza refleja de manera visible la
identidad europea de seguridad y defensa, concepto que constituye uno de
sus tres objetivos



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fundamentales, junto con el de la eficacia militar y el mantenimiento del
vínculo transatlántico. Así ofrece la posibilidad de asignación de medios
de la Alianza para operaciones a ejecutar bajo el control político y la
dirección estratégica de la UEO y un mayor protagonismo al componente
europeo de la Alianza, con el nombramiento de un militar europeo como
vicecomandante del mando estratégico de Europa.

Hemos tomado también en consideración los legítimos intereses de
seguridad de los países de Europa central y oriental, respetando sus
derechos soberanos a participar, si así lo deciden, en la Alianza
Atlántica en las mismas condiciones que los miembros actuales. Como he
dicho anteriormente, se acaban de firmar los protocolos de adhesión de
los tres nuevos miembros. Además, hemos potenciado la relación con los
países de la asociación para la paz y del Consejo de Cooperación Euro
atlántico.

España ha apoyado las negociaciones entre la Alianza Atlántica y Rusia
para conseguir un marco estable de seguridad Euroatlántica que culminó el
27 de mayo con la firma en París del Acta fundacional de las relaciones
OTAN-Rusia. El primer Consejo conjunto permanente OTAN-Rusia tuvo lugar
en Madrid, a nivel de ministros de Asuntos Exteriores, habiéndose
celebrado, en esta ocasión, el primer Consejo a nivel de ministros de
Defensa.

Como SS. SS. saben, ha habido dificultades durante estos meses,
consecuencia lógica de los intereses de cada aliado. Pero, al igual que
unos y otros han intentado defender sus posturas, España ha sabido
plantear su posición de una manera firme, consistente y razonada,
asegurándose lo que a mi juicio ha sido un doble éxito: que la Alianza
resultante de este ejercicio complejo de adaptación interna y externa sea
la Alianza que queríamos y que, estando de acuerdo con el producto de
nuestro esfuerzo, quedemos en condiciones de contribuir y participar como
un aliado más para mejorar la seguridad colectiva y disfrutar de ella.

Las islas Canarias, que hasta ahora estaban en la zona de responsabilidad
del mando Atlántico (Saclant), dependen del mando ubicado en España y no
de Norfolk, en Virginia, lo que garantiza su naturaleza europea. Así, la
Alianza, de modo excepcional en la nueva estructura, transfiere la
responsabilidad del planteamiento de operaciones artículo 5 en una zona a
un mando de nivel subregional, es decir al mando ubicado en España, a
través del mando regional sur, ubicado en Nápoles, que tiene transferida
la responsabilidad del planteamiento de operaciones artículo 5 en un área
que comprende las 12 millas de aguas territoriales del archipiélago
canario, más otras 50 millas contadas a partir de aquéllas, es decir, un
total de 62 millas o 118 kilómetros, lo que supone una superficie de
19.000 kilómetros cuadrados que limita con el continente africano;
igualmente, y también de forma excepcional, tiene autoridad el mando
español para que en el ejercicio de sus responsabilidades pueda
establecer enlace directo con el mando estratégico del Atlántico para
operaciones en el Atlántico.

Por otra parte, el corrimiento del límite entre los mando estratégicos
hasta situarlo en el meridiano de Ayamonte, así como la desaparición del
submando de Gibraltar, permiten hacer de los accesos al Estrecho una
unidad estratégica coherente. Debe quedar claro que la estructura de
mandos se ha aprobado sin condiciones y como un todo y que, en
consecuencia, toda ella será puesta en práctica y desarrollada de forma
unitaria. Los objetivos, pues, que teníamos planteados se han cumplido.

Por todo ello, el Gobierno se encuentra en condiciones de anunciar que
España decide participar de forma plena en la nueva estructura de mandos
en pie de igualdad con los actuales miembros y con los que en las
sucesivas etapas se integrarán en la Alianza. Por ello, se iniciará un
proceso eminentemente técnico, durante el cual se adaptarán las medidas
pertinentes para que en el momento que se active la nueva estructura
España esté en la misma posición que el resto de los aliados.

Hasta el momento, señorías, no existe un calendario completo y concreto
sobre el desarrollo de todas las acciones a ejecutar, pues está previsto
que el plan de implementación a nivel de la OTAN se presente en abril de
1998. Nuestra intención es acelerar al máximo el proceso para tratar de
conseguir que el cuartel general que se ubica en España alcance un grado
de operatividad aceptable en la primavera de 1999 y que para esas fechas
se hayan cubierto al menos los puestos más importantes asignados a
oficiales españoles en otros cuarteles generales de la Alianza.

Se está realizando, en efecto, un estudio exhaustivo por nuestra
representación permanente, que abarcará nuestra posible participación en
los diferentes presupuestos de la Alianza. Cifra estimada comprendida
entre 200 y 250 oficiales y suboficiales, de ellos, aproximadamente, el
75 por ciento serán oficiales.

El Estado Mayor conjunto de la Defensa constituirá una comisión de
seguimiento o un grupo de trabajo que se encargue de coordinar
inmediatamente todas las actividades a realizar durante los años 1998 y
1999.

Señor presidente, España acaba de colocarse en pie de igualdad en la
nueva Alianza respecto de los otros aliados. Ya no habrá más diferencias
entre los fundadores y los miembros más recientes. Todos hemos
participado en la recreación de la nueva Alianza Atlántica, y las
responsabilidades, misiones y exigencias que se plantean colectivamente
afectan a todos, aunque en tiempo de paz varíen según la naturaleza de
los mandos. Quiero decir que el mando que se sitúe en España tendrá las
mismas tareas y responsabilidades que cualquier otro mando de igual
nivel, aunque lógicamente estará orientado hacia nuestra zona de interés
de seguridad. Y no creo, señorías, que haya motivo alguno para



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escandalizarse. Si hay algo bueno que España pueda aportar a la Alianza
es una sensibilidad especial en lo concerniente a la seguridad aliada y
al Norte de Africa. España es hoy encrucijada de dos líneas, un eje de
Este a Oeste entre el Atlántico y el Mediterráneo y un eje Norte-Sur
entre el mundo occidental y el norte de Africa. Querámoslo o no es
nuestra responsabilidad histórica canalizar las fuerzas que se
entrecruzan entre nosotros. La Alianza no tiene, nunca ha tenido veleidad
agresiva o expansionista alguna. Creo que su historia lo demuestra. Bien,
al contrario, también ha demostrado que está dispuesta a sacrificarse por
la estabilidad y la seguridad de otros. Ahí queda el ejemplo de nuestra
decisiva intervención en Bosnia.

Señorías, pertenecemos a la primera generación de parlamentarios que no
ha vivido los horrores de la guerra ni ha padecido sus más directas
secuelas. Pertenecemos también a la primera generación de responsables
políticos europeos que dirigen unos ejércitos que no han tenido que
actuar en el Viejo Continente más que en misiones de paz. No sólo nos
congratulamos por ello, sino que, además, no ahorraremos esfuerzos para
preservar esta situación.

Como dije en la cumbre de Madrid, el actual empeño en el que está
implicada España al final no es más que una nueva concepción del viejo
proverbio si quieres la paz garantízala. La Alianza ha sido un
trascendental foro de negociación de la diplomacia preventiva. En su
marco se han debatido asuntos que sin ella hubieran podido arrastrar la
convivencia hacia el fondo del precipicio. Gracias a la solidez de sus
principios ha sido capaz de actuar para evitar la masacre de muchas
gentes. Su capacidad operativa ha disuadido a quienes estuvieran tentados
de echar en saco roto la firme voluntad de concordia de un conjunto de
naciones.

Señorías, como presidente del Gobierno y como español quiero expresar mi
orgullo de ver que España se sitúa entre los aliados con la presencia que
le corresponde, que se nos escucha y se nos respeta y que sin complejos
ni reservas contribuimos a edificar la paz y la libertad de nuestros
hijos y del mundo entero.

Gracias, señor presidente. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor presidente del Gobierno.

Por el Grupo Socialista, tiene la palabra su presidente, el señor
Almunia.




El señor ALMUNIA AMANN: Señor presidente, señoras y señores diputados,
señor presidente del Gobierno, quiero empezar agradeciéndole la
información y la intervención, en nombre del Gobierno, para abrir este
debate sobre la integración de España en la estructura militar de la
Alianza Atlántica. Asimismo, necesariamente y antes de entrar a fijar la
posición del Grupo Parlamentario Socialista, debo lamentar que, durante
su intervención, la expresión de ideas perfectamente legítimas haya sido
proferida con procedimientos absolutamente antiparlamentarios.

Señor presidente, una de las grandes tareas nacionales de los últimos
veinte años ha sido la integración de España en las organizaciones
internacionales a las que nuestro país no pertenecía en 1977, dando por
terminada la época de aislamiento y confirmando nuestra plena
incorporación al ámbito de las sociedades democráticas. A esta tarea han
dedicado buena parte de sus esfuerzos los distintos gobiernos desde el
inicio de la transición hasta la democracia, hasta la fecha. La mayoría
de las fuerzas políticas hemos colaborado activamente en este empeño,
convencidos de que sólo solventando los interrogantes sobre nuestro papel
en el mundo tendríamos respuestas adecuadas para buen número de nuestros
problemas internos.

El conjunto de la política exterior ha sido uno de los temas sobre los
que ha habido consenso entre los sucesivos gobiernos y la gran mayoría de
las fuerzas políticas parlamentarias. Desde 1977 hasta 1996 sólo una vez
se rompió ese acuerdo tácito y se tomó una decisión trascendente por la
mera imposición de una exigua y compleja mayoría parlamentaria, el caso a
que me refiero fue, precisamente, cuando en 1981 el Gobierno de Leopoldo
Calvo Sotelo decidió la adhesión de España al Tratado del Atlántico
Norte. Desde entonces, y marcados por esa circunstancia, la pertenencia o
no de España a la OTAN y, sobre todo, su integración o no en la
estructura militar, han sido cuestiones que durante años dividieron a los
grupos políticos en este hemiciclo, y dividieron a los ciudadanos, a la
opinión pública. Parte de esa división, sin embargo, pudo ser superada
pocos años después. En 1986, una mayoría de españoles, entre otros los
socialistas, votamos sí en el referéndum convocado por el Gobierno para
que los ciudadanos expresasen su opinión respecto a la oportunidad de la
integración en la OTAN bajo determinadas condiciones. Desde ese momento,
y han pasado ya once años, hemos apoyado la pertenencia de pleno derecho
de España a la Alianza. La gran mayoría de las fuerzas políticas, fuese
cual fuese su voto en el referéndum, han coincidido con nuestras
posiciones o nosotros hemos coincidido con las suyas.

Pero nuestro trabajo en el seno de la OTAN ha mantenido hasta hoy una
peculiaridad, al no integrarnos en su estructura militar de acuerdo con
lo previsto en las condiciones de la consulta a que me acabo de referir.

En estos días se acaban de producir hechos importantes que ha relatado el
presidente del Gobierno, que afectan a la configuración de la presencia
de nuestro país en el seno de la Alianza y que permiten dar un nuevo
impulso a la tarea de enfocar nuestro futuro colectivo en la esfera
internacional. Once años después del referéndum, la vieja estructura
militar de la OTAN ha dejado de existir, a raíz de los acuerdos de los
consejos atlánticos del 2 y 16 de este mes de diciembre,



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dando paso a una estructura nueva que, a diferencia de la anterior,
recoge a nuestro juicio las aspiraciones de nuestro país y satisface
nuestras demandas. Con ello, las razones de nuestra posición diferenciada
en el seno de la Alianza Atlántica desaparecen.

En efecto, y lo quiero manifestar expresamente en este debate, con los
acuerdos últimamente alcanzados se pueden dar por cumplidas, a nuestro
juicio, las condiciones que esta Cámara había planteado hace poco más de
un año, en noviembre de 1996, para conducir la negociación que
incorporase a España definitivamente en la nueva estructura militar de
una Alianza Atlántica renovada.

La nueva estructura de mandos de la Alianza que acaba de ser acordada
debe ser entendida en el contexto de la profunda renovación de la OTAN;
renovación que, como ya tuvimos ocasión de analizar en el debate que
celebramos en julio, debe ser saludada con satisfacción. Entonces nos
referimos a los aspectos externos; hoy, a la luz de los acuerdos
recientes, nos podemos referir también con satisfacción a los aspectos de
la reforma interna de la Alianza.

La ampliación de la OTAN a países que hasta hace muy poco tiempo
pertenecían a un bloque militar opuesto a la Alianza, es la mejor prueba
de que realmente nos encontramos en presencia de una nueva organización.

Hoy podemos referirnos sin ninguna reticencia a una nueva OTAN, a una
organización que ha asumido la caída del muro de Berlín y olvida la
política de bloques, a una organización para la paz que lucha
efectivamente por ella en la antigua Yugoslavia, a una organización que
es uno de los instrumentos esenciales no sólo para incrementar nuestras
posibilidades de defensa, sino sobre todo para prevenir y afrontar los
riesgos a que nos vemos sometidos y que contribuye así a la paz mundial y
a las posibilidades estables de desarrollo político, económico y social.

En un proceso que se inicia en el año 1990 la OTAN ha sabido captar en
este decenio las condiciones de un mundo integrado y complejo en el que
la capacidad de cambiar, de adaptarse a las nuevas situaciones es
condición de supervivencia de hombres, de países, de sociedades y de
organizaciones. Para lograrlo, en los últimos dos años la OTAN no sólo ha
acordado su ampliación a nuevos países, sino que además se ha
comprometido a mantener abierta la posibilidad de incorporación de otros
miembros adicionales. Ha emprendido la instauración de una nueva
asociación con Rusia. Ha puesto en marcha el Consejo Euroatlántico y ha
creado con ello posibilidades intensas de consulta. Además, la OTAN ha
reforzado de modo sustancial el programa asociación para la paz, que
engloba ya a veintitantos países; ha firmado un acuerdo específico de
colaboración con Ucrania; ha reforzado el diálogo con los países
mediterráneos que no son miembros de la OTAN; ha alcanzado progresos
definitivos en la reforma de su estructura de mando y en el desarrollo de
la identidad europea de seguridad y defensa. Y mientras todo ello se
realizaba, la OTAN ha mantenido a lo largo de estos últimos tiempos su
labor de garantía para la paz en Bosnia-Herzegovina.

Todas estas medidas, a las que el secretario general de la OTAN denomina
indicadores de cambio, muestran que la OTAN de hoy es muy diferente, yo
diría radicalmente diferente, de la de hace muy pocos años. Es una
alianza que ha evolucionado para hacer su razón de ser no tanto del
mantenimiento de la seguridad sino de su promoción, para pasar de ser un
mero factor de seguridad a un instrumento activo de cambio político en
Europa. Es una OTAN que quiere desenvolverse en una comunidad
euroatlántica cuyos límites ya no se definan por la geografía sino por
unos valores comunes, por un deseo compartido de desarrollarse
conjuntamente, de establecer asociaciones efectivas y duraderas y de
buscar la seguridad no a través de la confrontación sino mediante la
cooperación.

De este modo y durante estos años el paisaje de seguridad europeo se ha
modificado por completo. Hoy nuestro sueño de una Europa unida, segura,
instalada en la paz, es más realizable que en ningún otro momento de la
larga historia de nuestro continente. Todo ello lo habíamos valorado de
manera positiva el pasado mes de julio la mayor parte de los grupos
parlamentarios de esta Cámara y habíamos saludado hace meses el nuevo
escenario de paz, seguridad y estabilidad que, a nuestro juicio, la
Alianza renovada nos ofrece a los europeos en general y también en
particular a los españoles. En aquella ocasión advertimos, sin embargo,
que el proceso de reforma interna de la Alianza todavía no podía darse
por concluido. Había quedado pendiente especialmente el tema de la nueva
estructura de mandos y algunos otros que afectaban directamente a España.

Es, por tanto, una buena noticia que en las últimas semanas en esos dos
consejos atlánticos se hayan eliminado los obstáculos para nuestra
integración en la Alianza renovada, que se hayan despejado los problemas
de seguridad de algunas zonas de nuestro territorio, que se hayan
resuelto los problemas de la asignación de mandos y que se haya enfocado,
aunque aquí no es el lugar de negociarlo, el tratamiento de los problemas
sobre Gibraltar.

En estas condiciones mi grupo confía en un apoyo ampliamente mayoritario
de esta Cámara a la plena integración de nuestro país en la nueva Alianza
y en su estructura de mandos. Todos debiéramos sentirnos, a nuestro
juicio, satisfechos por ello, porque asegurar el máximo consenso en
materia de política de defensa y seguridad es la mejor garantía de
estabilidad de una política que, por afectar directamente a los intereses
nacionales, debe prolongarse en el tiempo y no someterse al vaivén de la
lucha partidista; como deberíamos todos sentirnos satisfechos y
orgullosos, a mi juicio, de que al frente del proceso de modernización de
la Alianza Atlántica se encuentre un español, Javier Solana,



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que con su esfuerzo y su ilusión ha contribuido decisivamente y con el
reconocimiento de todos a la transformación de la Alianza en un
instrumento de paz y de concordia entre los pueblos.

Señor presidente, el Gobierno ha cumplido formalmente la tarea que le
encomendó la Cámara y ha logrado, por tanto, superar los obstáculos que
se oponían a nuestra plena integración en la Alianza; mi felicitación
sincera por ello. A la vista de lo logrado creo que ha llegado el momento
de actualizar la doctrina sobre defensa, seguridad y paz que formuló esta
Cámara hace ahora poco más de trece años.

Hoy es el momento, a mi juicio, de explicar a los ciudadanos cuál es
nuestro proyecto nacional, acorde con las nuevas circunstancias en
materia de defensa y de seguridad, de paz y de cooperación. Hoy es el
momento de dedicar un minuto de reflexión acerca de en qué medida este
proyecto afecta a los derechos y libertades de cada uno de los ciudadanos
españoles.

En el pasado debate sobre la cumbre de Madrid de la Alianza concluía mi
intervención subrayando la conveniencia e incluso la necesidad de
actualizar el decálogo que en 1984 presentó a esta Cámara el entonces
presidente del Gobierno, don Felipe González. Afirmé en julio que ese
decálogo necesita ser revisado y reformado y manifesté mi deseo de que en
el período de sesiones que ahora está acabando el Gobierno remitiese a la
Cámara una nueva definición de las grandes orientaciones de nuestra
política exterior y de seguridad para buscar el acuerdo de todas las
fuerzas políticas aquí presentes. Desgraciadamente, el Gobierno no ha
presentado esa propuesta en los meses transcurridos y, sin pretender
sustituir desde la oposición lo que es y debe ser una típica acción del
Gobierno, sí quiero aprovechar la ocasión de este debate para apuntar
algunos trazos de la posición del Partido Socialista que avala la
necesidad de proceder a esa actualización. El debate de hoy sobre nuestra
plena participación en la nueva Alianza Atlántica no puede considerarse
como un hecho aislado sino como parte de un proceso y de unos objetivos
que esta Cámara se fijó ahora hace trece años.

Las bases fijadas entonces para nuestra política de seguridad y de paz
siguen siendo, a mi juicio, perfectamente válidas. Sin embargo, su
definición concreta debe adaptarse a las circunstancias del momento
presente, que difieren de las de entonces en tres puntos fundamentales.

Por un lado, se ha alcanzado ya hace años la meta global planteada en
1984, que perseguía la normalización de la política de seguridad de
España mediante su definitiva incardinación en las instituciones europeas
y occidentales, en particular en la Unión Europea, en la Unión Europea
Occidental y en la Alianza Atlántica. Por otro lado, se ha modificado
sustancialmente a lo largo de estos años, tras el fin de la guerra fría,
el contexto internacional en el que se desenvuelve nuestra política de
seguridad. Han desaparecido viejas amenazas a la vez que surgen nuevos
riesgos para la paz a los que se asocian nuevas tareas en las que España
viene participando activamente, como en el caso de Bosnia. Por último, en
tercer lugar, y en respuesta a estos cambios, la propia Alianza Atlántica
se ha transformado profundamente. Se han producido, por tanto, durante
este tiempo, cambios muy importantes y en un contexto internacional
cambiante es esencial contar con elementos claros de referencia.

A lo largo de los años hemos podido comprobar cómo los intereses de
España estaba mejor defendidos cuando se insertaban en una formulación
global y eran parte de un proyecto coherente y cómo su defensa se hace en
precario cuando lo único que se pone sobre la mesa es el problema
español, cuando no se tiene nada que decir sobre las demás cuestiones
presentes en la agenda política y de seguridad del conjunto de Europa.

Por ello, reitero que a nuestro juicio es oportuno proceder a una puesta
al día ordenada y precisa de los criterios definidos en 1984. De acuerdo
con ello, quiero formular ante la Cámara cuáles deberían ser a nuestro
juicio los ejes sobre los que articular una nueva propuesta en este
sentido.

En primer lugar, la incardinación de nuestra política de paz y seguridad
en el marco de los principios de objetivos contenidos en la Carta de
Naciones Unidas, y nuestro compromiso con las responsabilidades de la
organización en el mantenimiento de la paz y la seguridad. En segundo
lugar, nuestra contribución a la creación de un espacio de seguridad
europeo, contribuyendo a la consolidación de la OSCE. En tercer lugar, la
necesidad de que la Unión Europea se dote plenamente de una dimensión de
seguridad y defensa, sin la cual el proceso de construcción europea no
estará completo, y ello exige impulsar activamente la convergencia entre
la Unión Europea y la Unión Europea Occidental. En cuarto lugar, es
precisa la profundización y diversificación del vínculo transatlántico,
por una parte, impulsando el actual proceso de transformación de la
Alianza, promoviendo la incorporación de nuevos miembros y participando
activamente en la cooperación entre Rusia y la OTAN y, por otra,
contribuyendo al desarrollo efectivo de la agenda transatlántica, que se
firmó en Madrid durante la presidencia europea de la Unión y que prevé un
refuerzo de la cooperación política entre la Unión y los Estados Unidos
de América. En quinto lugar, es precisa la intensificación del diálogo y
la cooperación, también en el ámbito de la defensa y la seguridad, entre
organizaciones europeas y transatlánticas y los países del Mediterráneo
que no pertenecen a las organizaciones a las que nosotros sí
pertenecemos. En sexto lugar, es preciso el mantenimiento y desarrollo de
relaciones de cooperación bilaterales en materia de seguridad y defensa,
en especial con los países vecinos del norte de Africa, así como la
colaboración en procesos de reforma militar emprendidos por algunos
países iberoamericanos y, por supuesto,



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es precisa la continuidad de nuestra relación bilateral con Estados
Unidos sobre la base del convenio de 1989. En séptimo lugar, es preciso
el impulso a la modernización de nuestras Fuerzas Armadas, a fin de
garantizar nuestra propia defensa y hacer más eficaz nuestra contribución
multilateral. Es necesario para ello superar las divergencias surgidas
tras la ruptura unilateral, por parte del Partido Popular, del consenso
parlamentario alcanzado en 1991 y definir cuanto antes el modelo de
Fuerzas Armadas del próximo siglo, así como la transición desde la
situación actual hasta la definitiva profesionalización de los ejércitos.

En octavo lugar, hay que seguir trabajando por la recuperación de la
soberanía de España sobre Gibraltar, que debe seguir siendo uno de los
objetivos básicos de nuestra política exterior, y en este sentido mi
grupo apoya plenamente la propuesta que el Gobierno español acaba de
plantear al Gobierno británico en el marco de la declaración
hispano-británica de Bruselas de 1984. En noveno lugar, una política de
paz y seguridad debe, en el mundo actual, contemplar no sólo aspectos
militares o defensivos, sino también aquellos que frecuentemente están en
la raíz de los riesgos del conflicto. Por ello, España deberá potenciar
sus políticas de cooperación para el desarrollo y de defensa y promoción
de los derechos humanos, la democracia y las libertades; también, en este
ámbito, debemos impulsar la cooperación internacional en la lucha contra
el narcotráfico y el terrorismo. Y en décimo lugar, España, que hoy forma
parte de los instrumentos multilaterales destinados a prevenir y reducir
los riesgos que plantea la proliferación de armas de destrucción masiva,
debe también insistir en la renuncia a la posesión y empleo de dichas
armas e implicarse en una acción política comprometida que promueva los
objetivos del Tratado de no proliferación nuclear de 1968 --ahora
prorrogado indefinidamente-- y, en particular, el objetivo de un desarme
nuclear completo. En este sentido, España, conforme a los términos del
referéndum de 1986, ha de mantener su condición de país no nuclear y la
prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en su
territorio.

Del mismo modo que la política española de paz y seguridad deberá buscar
el máximo grado de respaldo social y contemplar aspectos como la
educación desde la libertad en los valores de la paz y la solidaridad,
una política española en materia de desarme debe incluir también, a
nuestro juicio, la transparencia del comercio de armamentos y nuestro
compromiso con la prohibición de las minas antipersonales, para lo cual
mi grupo está reclamando ya la urgente aplicación por España del Convenio
firmado en Ottawa a principios de este mes.

Señor presidente, éstos son, a juicio del Grupo Parlamentario Socialista,
los elementos básicos que, trece años después, deben conformar la
actualización de los principios de objetivos de la política española de
paz y seguridad. Como en el pasado, esa política requerirá el máximo
consenso parlamentario. Por ello, hoy pedimos de nuevo al Gobierno que
remita a esta Cámara, durante el próximo período de sesiones y a la mayor
brevedad posible, una comunicación sobre política de paz y seguridad.

Con ello, la plena integración de España en los trabajos y estructuras de
la nueva Alianza Atlántica, a la que los socialistas damos hoy nuestro
apoyo, cobrará todo su sentido.

Nada más y muchas gracias. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Almunia.

Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida, tiene la palabra
su presidente, el señor Anguita. (Pausa.)
Silencio, señorías. (Pausa.)
Cuando quiera, señor Anguita.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Pensamos en alianzas de orden bélico, nunca
destinadas a la paz. Pensamos en términos de competencia, enfrentamiento
y exclusión. Una alianza para la paz puede parecer una utopía, pero los
utópicos somos hoy los más realistas, porque somos los que vemos un poco
más allá. Unos cuantos privilegiados intentan evitar que se les vaya de
las manos lo que tienen. El 18 por ciento de la humanidad posee el 80 por
ciento de la riqueza, y eso no puede ser. Esta situación desembocará en
grandes conflagraciones, en emigraciones masivas y en ocupación de
espacios a la fuerza. Europa sólo se movilizará por ideales. El dinero no
apasiona. Europa hoy es el ejemplo perfecto de la instalación y de la
docilidad. Se han terminado la pasión, la rebeldía y la protesta frente a
situaciones que son moralmente gravísimas, y eso acabaremos pagándolo. Un
día volverán a llamar a la puerta para decirnos que nuestros hijos
tendrán que ir a la guerra. Federico Mayor Zaragoza, director general de
la Unesco.

Señor presidente, señoras y señores diputados, ya que se ha colocado aquí
la alusión a un nombre, un compatriota, secretario general de la OTAN,
nuestro grupo parlamentario prefiere colocar aquí a otro ilustre
compatriota, director general de la Unesco, que por lo menos defiende los
principios que SS. SS dicen defender, menos en los momentos de la
política concreta. (El señor vicepresidente, Fernández-Miranda y Lozana,
ocupa la Presidencia.)
Señorías, este debate es ya muy antiguo, lo hemos tenido aquí cuando la
guerra del Golfo Pérsico, y en las intervenciones de nuestro grupo
parlamentario siempre hemos mantenido la posición, que nunca ha sido
desmentida en debate, de que existen dos lógicas. La lógica del
enfrentamiento, la que hace buena la frase de Clausewitz: la guerra es la
continuación de la política por otros medios, y lo que ha pretendido
decir el señor



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presidente del Gobierno, pero que no lo ha citado bien, cuando dice: si
quieres la paz, garantízala. No, señor Aznar, la cita, por desgracia, es
aquella de, si quieres la paz, prepara la guerra; y frente a ella, que es
la filosofía que ustedes y la inmensa mayoría de este hemiciclo
defienden, hay que plantear la otra: si quieres la paz, plantea la paz.

Porque, como decía al principio, aquí estamos hablando de dos posiciones
radicalmente confrontadas, radicalmente opuestas; de dos lógicas.

La propuesta, la comunicación del Gobierno y el debate que hemos tenido
en otras ocasiones nos conducen a cuatro reflexiones que voy a
desarrollar siquiera sucintamente. La primera es que esta propuesta está
en la línea de la renuncia al proyecto de construcción europea; es la
continuación del debate del miércoles pasado; es una propuesta de no
construcción europea, es una propuesta de abandono por parte de ustedes
de aquellas hermosas frases vertidas en esta tribuna durante muchos años.

La segunda es que esta propuesta, por sus contenidos y por el método, es
una auténtica burla al pueblo español, de la cual participa la inmensa
mayoría de este hemiciclo. La tercera, que la mal llamada nueva OTAN --y
de nueva no tiene nada, como después demostraré-- es la continuidad de la
lógica de la guerra fría, pero, naturalmente, con otro adversario. Y, en
cuarto lugar, la propuesta de la mal llamada nueva OTAN ha desarrollado
un conjunto de contradicciones no resueltas ni por el Gobierno español ni
por los países de la OTAN y, además, retrotrae a España --y ya hablaremos
de esto detenidamente-- a principios de este siglo que está acabando.

Señorías, este debate es un aspecto del que tuvimos el pasado miércoles:
no hay construcción europea; ustedes no están construyendo Europa,
ustedes están destruyendo el concepto acuñado durante mucho tiempo en
Europa, desde la época de Altiero Spinelli. Es una voladura controlada.

Al hacer que el llamado proyecto europeo, que en
realidad es la construcción de un espacio de libre cambio, de la
moneda única, no tenga unión política y, por ende, no tenga una política
exterior de seguridad común estrictamente europea, ustedes están
dinamitando el auténtico concepto de construcción europea.

Hagamos un poco de memoria; palabras de ustedes, de presidentes de
Gobierno de ahora y de hace tiempo: el 21 de noviembre de 1991, en la
Carta de París, firmada por Estados Unidos, Rusia y España, cuando
plantean la nueva situación --y aquí se planteaba en este hemiciclo;
vayan al «Diario de Sesiones»--, ustedes decían: Europa se libera de una
herencia del pasado. Una herencia del pasado que había sido de guerra
fría, de tensión, de carrera de armamentos y que ustedes han planteado
aquí como política de seguridad por parte de occidente, olvidando (y este
olvido desde luego es imperdonable, como tantas veces hemos dicho) que
primero surgió la OTAN y después surgió el Pacto de Varsovia.

En segundo lugar, plantean en la Carta de París una reducción sin
precedentes en fuerzas armadas y armamentos convencionales. Parecía
deducirse que no hacían falta, habida cuenta que se inauguraba un nuevo
escenario político, un nuevo orden internacional.

En tercer lugar, y se adhieren todos los países con fervor, diría yo,
nuevas formas de cooperación y seguridad, reforzando la Conferencia de
Seguridad y Cooperación en Europa, hoy OSCE, presidida por un ilustre
parlamentario, el señor Rupérez. Es decir, ustedes, sus representantes,
las fuerzas políticas que están allí, representadas por el Gobierno de
entonces, se comprometen a otras formas de hacer política. Hablan de
cooperación, hablan de que se ha terminado la época del enfrentamiento,
y, además, por mor de proyecto europeo, ustedes colocan la institución
clave que haga la nueva política, la OSCE; es decir, ustedes colocan el
instrumento, hablan de potenciarlo, empiezan un camino, siquiera
teóricamente, consecuente con lo que había ocurrido en la Carta de París.

A partir de ahí, ya lo he citado en otros debates, hay una serie de
encuentros, decisiones, de Francia, España, Alemania, buscando una
política estrictamente europea, buscando que sea realidad eso que ustedes
firman en la Carta de París en 1991, hasta que en diciembre, un mes
después, uno de los firmantes, el presidente Bush, en la Cumbre de jefes
de Estado y de Gobierno de la OTAN, impone --utilizo la palabra: impone--
que hay que tener nuevos ámbitos geográficos para las actuaciones de la
Alianza; es decir, para la alianza que surge como consecuencia del
peligro de los regímenes del este, una vez que se han hundido, hay que
buscar otros ámbitos, y lo acaban de decir aquí los dos oradores que me
han precedido: ya no hay ámbitos geográficos para la Alianza, puede
actuar en cualquier parte del mundo. Esto significa algo tremendamente
grave.

En segundo lugar, el presidente Bush afirma allí --y esto, por lo menos,
debiera llevar a esta Cámara a un ligero sonrojo; un poquito de sonrojo;
callar-- que, a partir de entonces, la OTAN y Estados Unidos son los
garantes de la seguridad europea. A partir de ahí, Europa retrocede,
recula, es incapaz de afirmar su propio proyecto, como estamos viendo en
las intervenciones. El 3 de junio de 1996, el Consejo Atlántico, reunido
en Berlín, sin tener en cuenta en absoluto que la Unión Europea está en
un proceso de discusión en la Conferencia Intergubernamental, a tenor de
los contenidos del Tratado de Maastricht, sin tener en cuenta en absoluto
el debate de los europeos, con una falta de respeto tremenda, de lo cual
los gobiernos europeos son cómplices, la OTAN hace su diktat y plantea lo
de fuerzas separables pero no separadas: separables en cuanto
reconocibles que son de distintas nacionalidades, pero en absoluto
separadas en cuanto al tratamiento de la logística o cualquier tipo de
acción militar; y cambios profundos en la Organización, que no son tales
cambios ni tan profundos.




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En la Cumbre de Madrid, en julio de este año, se plantea la ampliación
hacia el este y la articulación del nuevo mando sur de la Alianza.

España, Francia y otros países reclamaban una amplia extensión hacia el
este, y además un mayor protagonismo europeo en la llamada nueva OTAN.

Pues bien; no hace falta esta vez que el presidente de los Estados Unidos
se desplace a Roma: Bill Clinton, desde Estados Unidos, deja las cosas
clarísimas y zanja el debate: los países son tres: República Checa,
Hungría y Polonia. Y punto. Ya no se sigue discutiendo. Se impone, sin
discutir siquiera, en la vieja tradición que ya Bush había continuado. Y,
en segundo lugar, algo clarísimo que el señor presidente del Gobierno
aquí, con eufemismos, con juegos malabares, ha querido ocultar hablando
del segundo mando. En absoluto Estados Unidos está dispuesto, por mor de
lo que se haya dicho que la seguridad europea dependiera de los europeos,
a que el mando del flanco sur, con sede en Nápoles, esté en manos de un
europeo: tiene que estar en manos de un norteamericano.

Conclusión de esta primera parte: los gobiernos de la Unión Europea no
están construyendo Europa, están construyendo --y ya veremos-- una moneda
única, pero han renunciado a todo proyecto, por lo menos midiendo esta
renuncia con los discursos vertidos en esta tribuna en otros años y en
otras ocasiones.

La segunda reflexión que quisiera hacer es la siguiente. Esta propuesta,
por sus contenidos y por sus métodos es una burla al pueblo español.

Señorías, nuestro grupo parlamentario sabe que esta Cámara legalmente
puede tomar la decisión. La decisión de entrar en el mando integrado de
la OTAN es legal, pero es moralmente ilegítima. En 1986 el pueblo español
fue convocado a un referéndum, en el cual el Gobierno y muchas fuerzas le
pidieron que votase sí condicionado a tres características: la primera,
que no habría inclusión en la estructura militar integrada; la segunda,
que habría una prohibición de instalar, almacenar o introducir armas
nucleares en territorio español; y tercera, que habría una reducción
progresiva de la presencia militar de Estados Unidos en España.

Los resultados del referéndum son sabidos, pero quisiera hacer un ligero
comentario. El no a la OTAN gana en Cataluña, el no a la OTAN gana en
Euskadi y el no a la OTAN gana en Canarias. Quiero decir a los ilustres
parlamentarios que a veces se reclaman la totalidad de la representación
de estas comunidades, que tengan en cuenta lo que su pueblo votó en 1986.

Canarios, vascos y catalanes mayoritariamente votaron no contra la OTAN.

¿Qué dicen ahora? ¿Qué piensan estos ilustres representantes de la
voluntad popular de sus comunidades autónomas? ¿Y cómo están las tres
condiciones? La primera está siendo palmariamente incumplida con esta
decisión. Si el pueblo español dijo que no se entraría en la estructura
militar integrada, aquí estamos dando los pasos para hacer exactamente
todo lo contrario, con el voto de los representantes de ese pueblo
español. La segunda característica está clarísima, ¿dónde queda la
prohibición de almacenar, transitar...? ¿Alguien lo controla? Yo lo he
preguntado aquí varias veces. ¿Cómo se controla eso? Yo recuerdo la
contestación de otro presidente del Gobierno: ¡Y yo qué sé! Cuando se
vota algo por el pueblo habrá que tener los instrumentos. ¿Quién controla
que no hay almacenamiento, tránsito de armamento nuclear? Y la tercera
--de la que nadie quiere hablar-- consiste en la reducción progresiva de
la presencia militar norteamericana. La reducción progresiva implica un
proceso que termina en cero. (El señor presidente del Gobierno hace
signos negativos.) ¿O se dijo en qué momento? Ya me dirá, señor
presidente del Gobierno --ya que me dice que no-- dónde termina la
palabra «progresiva», y yo entonces me callaré. Pero la palabra
«progresiva», mientras no esté determinada por un monto total, significa
que es progresiva hasta cero. Ese es el lenguaje castellano.

Señorías, la imagen de engaño, de incumplimiento, es tremenda. ¿Cómo
podemos quejarnos de la imagen de la política, de que los políticos
mienten o de que los políticos no mantienen su palabra, cuando aquí se
está conculcando una decisión soberana del pueblo español en referéndum?
¿Cómo podemos explicarlo? La res pública, que son los asuntos que inciden
sobre la mayoría, se transforma simplemente en una decisión de unos
pocos. Se toman aquí, porque no hay valentía ni decisión, y hay miedo de
volver otra vez a un referéndum a consultarle a ese pueblo. Eso sí, el
pueblo vota y este Pleno arde en escándalo por una pancarta que aparece
ahí. (Señalando los bancos de Izquierda Unida.) El señor presidente de la
Cámara cumple con su obligación de llamar al orden, pero los murmullos de
los demás diputados del hemiciclo por unos carteles... ¡Horror, se ha
alterado la santidad de esta casa! Yo he oído quien hablaba de Camboya.

Pero ¡hombre!; en un lugar donde unos diputados han votado por otros y
otros con los pies, o se insulta a presidentes de Gobierno con palabras
tan duras que ese grupo (Señalando a los bancos de Izquierda Unida.)
nunca lo ha hecho, ¡hablar de la santidad de esta casa, escandalizarse
por unos carteles! Aquí, cuando tenemos que escuchar mofas, befas y
escarnios impropias de este lugar, ¿a qué viene tanta hipocresía por un
cartel puesto ahí? ¿Dónde está la dignidad de la Cámara? (Aplausos en los
bancos de Izquierda Unida.) Atentar contra la dignidad de la Cámara es
callar y saltarse a la torera los acuerdos del pueblo español en
referéndum. Eso sí que es atentar contra la dignidad de la Cámara. Menos
hipocresía, señorías, de una parte y otra del hemiciclo. (Rumores.)
La opinión pública española, si tenemos que hacer caso de las encuestas
del CIS, plantea que España no se siente amenazada por nadie, que está en
contra del aumento del gasto militar y que es bueno preparar a



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los ejércitos para las misiones internacionales de paz y, por tanto, no
entiende el tema de la OTAN, y si lo entiende, ¿por qué no se lo
preguntamos? Vamos a preguntárselo, porque sería lo políticamente
correcto, ya que se utiliza esa expresión casi siempre para ocultar cosas
que no tenían que ocultarse. Lo políticamente correcto es preguntarle al
pueblo, que tomó su decisión en marzo de 1986, qué opina de esta
decisión. Por tanto, un referéndum no es, ni más ni menos, que el
restablecimiento de la legitimidad moral y la confianza democrática.

En tercer lugar, respecto a la mal llamada nueva OTAN, tengo que decir
que ustedes se han apresurado a decir nueva, porque al decir nueva OTAN,
facilitan la coartada para decir que ahora la apoyamos porque es nueva.

Había que darle una salida al engaño. Esto es otra OTAN y, como es otra
OTAN, no tenemos que vincularnos a lo que dijo el pueblo español en
referéndum y, por tanto, tenemos que tomar una decisión porque aquí
borrón y cuenta nueva. La llamada nueva OTAN.

En la cumbre de la OTAN celebrada en Roma en 1991, el secretario general,
Manfred Woerner, afirmaba lo siguiente: Quedan otros riesgos para la
seguridad de nuestros países miembros derivados de la inestabilidad e
incertidumbre de los países de la Europa central y oriental, de los
Balcanes y del cinturón de crisis del Magreb, norte de Africa hasta el
oriente próximo. Es decir, el señor secretario general de la OTAN de
entonces decía que, desaparecido el enemigo del este, tenemos otros
enemigos y, por tanto, esta estructura que hay que mantener a toda costa,
la colocamos en situación de enfrentarse a nuevos peligros que puedan
llegar. A partir de ahí está claro: no se rompe con el modelo de
seguridad basado en la disuasión militar, porque el concepto de seguridad
hay que desmilitarizarlo ¿Por qué tiene que ser siempre un concepto
totalmente militarizado? Por tanto, la seguridad continúa porque continúa
la vieja OTAN ligada al concepto de seguridad basado en la disuasión
militar; disuasión militar, señorías, basada además en armas nucleares;
tal como se dice en el documento, de lanzamiento desde el aire, para
evitar cualquier tentación de utilizar la fuerza o entablar una guerra,
bien sea ésta convencional o nuclear; y se mantiene el transporte de
armas nucleares por unidades navales.

Pero, es más, en documentos de Estados Unidos, en cuanto se van aprobando
lo que allí se llaman recomendaciones para las posiciones de política de
defensa, el presidente Clinton mantiene y aprueba lo siguiente: conservar
el compromiso OTAN de empleo de aviones de doble capacidad y el
despliegue en Europa de bombas nucleares de caída libre. Es decir, cuando
ha desaparecido el enemigo, estamos hablando del mantenimiento de arma
nuclear, que no estarán instaladas en el terreno, pero que pueden ser
llevadas, mediante navíos, aerotransportadas o, en el caso que estamos
planteando, mantenidas por los propios Estados Unidos de América. La
llamada nueva OTAN se dotará de unidades multinacionales susceptibles de
ser transportadas rápidamente a los cuatro ángulos del territorio de la
OTAN. Esto es especialmente importante, dado el aumento de la prominencia
de las regiones septentrional y meridional de la estrategia de nuestra
Alianza --sigue hablando el documento--. El principio de fuerzas
separables, pero no separadas, se va a encarnar en lo que se llaman las
futuras fuerzas operativas combinadas-conjuntas. Y se quiere superar el
artículo 5 para garantizar las operaciones fuera de zona, porque atados
por ese artículo 5 no podían salirse de la zona de la primitiva OTAN --de
la primera fase de la OTAN, porque sigue siendo exactamente igual-- tanto
por la OTAN directamente o por misiones encargadas a la Unión Europea
Occidental. Se apuesta por un incremento de I+D en programas de industria
de armamento. La profecía de Eisenhower, su advertencia del complejo
militar estadounidense vuelve a cobrar actualidad en imputaciones y
acusaciones de institutos estadounidenses, con números en la mano, de que
aumentan los gastos militares.

Aquí se ha aludido a la cuestión de Bosnia-Herzegovina. Señorías, el que
la OTAN tuviera que poner la paz en Bosnia-Herzegovina es el fracaso de
ustedes y de la construcción europea que están haciendo; no es el mérito
de la OTAN, es el baldón para ustedes por estar construyendo una Europa
que en absoluto tiene que ver con lo que aquí se habló de construcción
europea. Así que el fracaso de Bosnia-Herzegovina, éxito para la OTAN, es
imputable a una Europa sin pulso, sin proyecto y sin contenido político.

¿Quiénes son los adversarios de este bloque militar que tiene cuatro
millones y medio de soldados? ¿Qué se puede oponer a cuatro millones y
medio de soldados, qué potencia militar; con un gasto de 456.000 millones
de dólares, es decir, el 57 por ciento de todo lo que se gasta en el
mundo en armamento? ¡Más de la mitad se lo gasta la OTAN! ¿Quién se puede
oponer a este fastuoso despliegue militar? ¿Dónde está el adversario de
semejante talla que pueda enfrentarse o pueda perturbar la seguridad de
la OTAN?
Señorías, el problema es otro. El nuevo orden mundial decidido por la
globalización económica y por la hegemonía militar occidental,
particularmente la norteamericana, necesitan de una OTAN en su función de
control social y político de los países de su periferia: Europa oriental,
y el área mediterránea. Yo recuerdo aquí haber leído o haber oído --no me
acuerdo-- las palabras de un presidente del Gobierno que decía:
Desengáñense, señorías, la OTAN no es ni más ni menos que el instrumento
que necesita el vigente orden económico y político para seguir
manteniéndose. Pues bien; el vigente orden económico, totalmente injusto,
depredador, cada vez mayor amplificador de las diferencias sociales
necesita de un instrumento. La palmaria confesión de aquel presidente del
Gobierno me exculpa de mayor profundización en este tema.




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En cuanto a la cuarta reflexión, el mantenimiento de la OTAN no resuelve
ninguno de los problemas actuales en el mundo, en Europa ni en España y
supone para nuestro país retrotraerse a situaciones de principio de
siglo. Para empezar, no se incrementa la seguridad europea en su conjunto
ni la de los tres Estados candidatos, sobre los que se ha generado una
demanda artificial de seguridad. Además, a sus desinformadas poblaciones
se les ha dicho que era la condición sine qua non para entrar en la Unión
Europea. Señorías, ya que están aquí para recibir a tres ilustres
invitados más a la OTAN --tendrán nuestro voto en contra--, conviene que
SS SS., tan amantes de la democracia, sepan que en Hungría se ha
prohibido el no; se ha prohibido el no. Los medios oficiales de
comunicación no han tenido acceso al referéndum. He aquí los ejemplos
palmarios de democracia. Sí; se ha prohibido el acceso a los medios
oficiales a los partidarios del no. Pues a pesar de ello y a pesar de lo
escrito en el acta fundacional suscrita entre la OTAN y Rusia, la
ampliación sigue provocando tensiones.

¿Por qué no repasamos por un momento el acuerdo de la Duma de Rusia? Los
parlamentarios de Rusia toman un acuerdo y se dirigen a los demás
parlamentarios de los países integrantes de la OTAN. Leamos algunos
aspectos del llamamiento aprobado por la Duma, que tiene fecha 24 de
abril de este año. En él se hacen las siguientes reflexiones: La
ampliación de la OTAN hacia el Este provoca inquietud en Rusia, la cual
no es en un futuro previsible una amenaza militar real. Inquietud. En
segundo lugar --y esta acusación va directa a la diana-- se dice: Se crea
una nueva división de Europa, hecha precisamente por aquellos que
condenaron la división del muro de Berlín. Ahora están levantando otra
división, primero, en la propia construcción europea --mal llamada
construcción europea--: países de primera y países de segunda e incluso
esa decisión de Bill Clinton de no entrar en la OTAN todos los demás,
sino solamente tres. En tercer lugar, crece el peligro militar, peligro
militar nuclear.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Señor Anguita, le
ruego que vaya concluyendo.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Voy terminando.

Crecerán los gastos militares, tanto de los miembros de la OTAN como de
los candidatos, y he aquí que hay tres repúblicas, la República Checa,
Hungría y Polonia, que ya tendrán que ajustarse y apretarse fuertemente
el cinturón para cumplir las condiciones de la convergencia monetaria y
entrar en la moneda única y a las que esto les supone, además, un gasto
de unos cuantos millones de dólares en armamento. Institutos europeos y
estadounidenses, tal como decía anteriormente, ya han planteado el alto
coste económico de la ampliación.

La OTAN no se europeíza. La nueva estructura de mando de la OTAN no
supone ni de lejos, como en su día demandó este Congreso de los
Diputados, una europeización de la Alianza y, desde luego, no es ningún
paso hacia una identidad europea de seguridad y defensa. ¿Por qué se
empeñan SS. SS. en repetir constantemente este ritornello de la identidad
europea? Pero si eso no existe; si SS. SS. están acabando con ella cuando
votan aquí el ingreso en la estructura militar integrada. ¿Qué identidad
europea? ¿De qué fantasmas hablan SS. SS. si están liquidando la
identidad europea? ¿A qué viene contar este cuento? ¿A quién quieren
ustedes convencer? Porque, repito, no es una construcción europea que
necesite su propia identidad.

Con respecto a España, las negociaciones se han llevado a cabo por el
Gobierno sin consultar al Legislativo y han terminado con una
comunicación oficial a los otros quince miembros de la Alianza. Se ha
utilizado --y aquí quiero reparar en que estos usos no son correctos;
después llegará la propaganda, la publicidad, los escándalos farisaicos,
el rasgamiento de vestiduras-- la figura del jefe del Estado al permitir
que en su discurso en el Estado Mayor atlántico defendiera, en contra del
referéndum de 1986 y vulnerando su papel institucional, la plena
participación de todos los miembros de la Alianza sin debilitar nuestros
esenciales vínculos transatlánticos; y la figura del jefe del Estado no
es responsable, el responsable es el Gobierno, que le da el discurso y
permite que se lea. De la misma manera, en otra ocasión, ante el Consejo
Atlántico pueda defender la creación de una identidad de defensa europea
compatible con los vínculos que unían a Europa con los Estados Unidos,
para evitar «innecesaria duplicación de recursos». Las negociaciones
entre el Gobierno y la OTAN han sido un verdadero capítulo de
desventuras, una novela por entregas, empezando por el pasillo marítimo
Canarias-Península y terminando por Gibraltar, que la cosa es graciosa si
no fuera tan dramática. Es decir, rígidos, tremendamente rígidos para que
no puedan entrar los aviones civiles, pero si son aviones militares
pilotados por ingleses, entonces sí. Sostener esta cuestión es mantenerse
en la esquizofrenia.

La creación de un mando del tercer nivel en España no aumenta nuestro
nivel de influencia en la OTAN y a nuestro grupo le da igual, porque no
hacemos cuestión de honor patrio de honra española el tener un nivel alto
de mando porque no estamos de acuerdo con la OTAN. Esas glorias
cuélguenselas a otras señorías y a otros grupos, pero no sirve en
absoluto para el contencioso que podamos tener y tendremos sobre Ceuta y
Melilla. (El señor presidente ocupa la Presidencia.) El argumento
fundamental utilizado por algunas señorías que están todavía en estos
escaños, y otros que son de especial relevancia, para pedir el sí en la
OTAN es el de que nos defenderían Ceuta y Melilla en caso de ser
atacadas. Pues no, no serán defendidas.




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Pero lo que estimamos como un retroceso en nuestra política
internacional, que nos lleva a la época de la Conferencia de Algeciras de
1906 --donde España tuvo un papel importante porque presidió una reunión
en la que se iba a hablar de la paz en el Magreb--, es que volvamos ahora
a la época de las guerras africanas. Que se le diga a España que tiene
que aportar un cuerpo de ejército de 50.000 soldados para poder
intervenir en los peligros que vengan del Magreb, Túnez, Argelia o
Marruecos es volver a la época de los militares africanistas, es volver
otra vez a esa especie de condena de que nuestra política exterior sea
desembarcar constantemente en aguas y territorios africanos; es como si
la página de la historia se hubiera vuelto hacia atrás. Porque además
ustedes lo sazonan con una deliciosa falsificación histórica: siempre
hemos estado apartados de Europa, hemos estado marginados. Y cuando no
estamos marginados nos lanzan otra vez a la política exterior de
principios del siglo XX.




El señor PRESIDENTE: Señor Anguita, vaya concluyendo, por favor.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Estoy terminando.

Además, esa tesis del aislamiento no es ni más ni menos que la tesis a la
cual se recurre para justificar lo injustificable, porque, señorías, ya
quisiéramos nosotros no aislarnos de la política fiscal de Estados
Unidos; ya quisiéramos nosotros no aislarnos de esas comisiones de
investigación del Senado donde ¡ay! del que vaya y lo serias que son; ya
quisiéramos nosotros no aislarnos de los gastos sociales del resto de
Europa; ya quisiéramos nosotros no aislarnos del concepto de democracia
mantenido en otras sociedades y en otros países de Europa. Pero cuando
aquí se plantea la idea de que no tenemos que aislarnos es siempre para
encadenarnos a políticas subalternas que nos recuerdan lo peor de nuestra
historia, que éste es el caso.

Nada más.(Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anguita.

Por Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra
el señor Molins.




El señor MOLINS I AMAT: Señor presidente, la reunión de ministros de
Asuntos Exteriores del Consejo de la Alianza Atlántica, celebrada en
Bruselas los pasados 15 y 16 de diciembre, ha realizado un amplio repaso
a todos los asuntos en marcha en el seno de la organización. En algunos
de ellos los acuerdos son dignos de ser destacados. Estos acuerdos
concretos hacen referencia particularmente a tres grandes aspectos. En
primer lugar, la luz verde definitiva al ingreso en la Alianza de
Polonia, Hungría y la República Checa, con la firma de los protocolos de
adhesión. En segundo lugar, se debatieron y se perfilaron de hecho las
principales características de las futura misión de paz en Bosnia. Y en
tercer lugar, la ratificación de la nueva estructura militar de la OTAN,
pactada en la reunión de ministros de Defensa de la Alianza celebrada
días antes, exactamente el 2 de diciembre, en Bruselas también. España,
por su parte, anunció --más bien confirmó-- su plena integración militar
en la estructura de mandos de la Alianza.

La ampliación de la Alianza Atlántica se ha producido en Bruselas, según
el esquema trazado en Madrid en la cumbre de jefes de Estado y de
Gobierno del pasado mes de julio. El esquema de ampliación de la OTAN,
muy condicionado --recordémoslo-- por Estados Unidos, contrasta con el
recientemente convenido para la Unión Europea. De los once Estados
europeos pendientes de adhesión, seis de ellos con inicio inmediato de
negociación sólo tres firmarán el protocolo de adhesión a la Organización
del Tratado del Atlántico Norte. Este hecho hace necesario a nuestro
entender, más necesario todavía, avanzar hacia un esquema propio europeo
de seguridad y de defensa.

Recordábamos el pasado miércoles cómo la Unión Europea, precisamente por
el proceso de ampliación que había iniciado, debería proceder a la
profundización en sus esquemas, y cómo esa profundización debía tener
lugar en dos grandes áreas: la de las reformas institucionales y la de la
política exterior y de seguridad común. En diciembre de 1996, en julio de
1997 y en todos los debates con motivo de las cumbres europeas celebradas
hasta ahora, nuestro grupo parlamentario y yo personalmente hemos
reiterado la necesidad de avanzar en el establecimiento de una política
exterior común para la Unión Europea. De ella, lógicamente, se derivará
una política de seguridad común y de ambas la identidad europea de
seguridad y defensa. Europa no podrá ver cumplidos sus deseos de
ampliación sin conseguir previamente unificar su política exterior y de
seguridad y sin haber establecido claramente las relaciones entre OTAN y
Unión Europea Occidental. Se ha avanzado, aunque poco, en este camino
hasta ahora. Quizás ese pequeño avance era inevitable. Pero hoy, cuando
las decisiones de ampliación han sido tomadas de forma diversa por una y
otra organización, se pone en mayor medida en evidencia la necesidad de
esclarecer estas cuestiones. Creemos que España y su Gobierno están
particularmente facultados para impulsar este proceso, precisamente por
su reciente vinculación a ambas organizaciones y por su clara y
contundente prioridad en favor de la identidad europea. No se trata de
elegir entre una y otra. Se trata de crear la política exterior y de
seguridad común europeas, de poner a su servicio la identidad europea de
seguridad y defensa y de hacer compatibles los recursos necesarios para
ella con los que hoy tenemos a disposición de la Alianza Atlántica. No
pueden existir incompatibilidades entre una y otra, entre otras cosas
porque no podríamos admitir la subordinación de la política exterior
europea a una hipotética política exterior



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atlántica que pudiera ser distinta. Por tanto, le insistiría, señor
presidente del Gobierno, en la necesidad de avanzar en la identidad
europea de seguridad y de defensa y en el papel, hasta cierto punto de
impulso, de punta de lanza, que nosotros nos deberíamos imponer en ese
proceso.

Voy a decir unas palabras respecto a la dimensión mediterránea. La
ampliación hacia el centro y el este de Europa no pueden hacer olvidar la
dimensión mediterránea de la Organización del Tratado del Atlántico
Norte. En el debate producido en noviembre de 1996, con motivo de la
comunicación del Gobierno planteando el establecimiento de una nueva
relación de España con la nueva OTAN, le remarcaba, señor presidente del
Gobierno, cómo en esa nueva realidad mundial el Mediterráneo había
sustituido a otras zonas en cuanto a potencialidad de conflictos. Lamenté
en ese momento el fracaso de la iniciativa española de 1990 en favor del
establecimiento de una conferencia para la seguridad y cooperación en el
Mediterráneo, según el modelo de la antigua CSCE, hoy ya Organización de
Seguridad y Cooperación Europea. Le recordaba entonces la conveniencia,
puesta de relieve por los ministros de la Unión Europea Occidental
reunidos en Birmingham en mayo de 1996, de coordinar la UEO con la OTAN
en el área mediterránea, en línea con las conclusiones de la conferencia
de Barcelona de noviembre de 1995. Por eso, y aunque todavía en fase
modesta, aplaudimos, señor presidente del Gobierno, la propuesta de su
Gobierno planteada en Bruselas en favor de incrementar los fondos a
disposición del llamado diálogo mediterráneo previsto para establecer
vínculos estrechos con Marruecos, Túnez, Jordania, Egipto, Israel y
Mauritania. Sin embargo, deseo señalar, señor presidente, que el grave
conflicto que vive Argelia no debe provocar que se quede al margen de las
políticas de seguridad compartida que la Alianza empieza a desarrollar en
esa área, de tal manera que la exclusión de Argelia de ese diálogo
mediterráneo debe venir complementada por iniciativas políticas que
tengan como objetivo la paz, la democracia y el respeto de los derechos
humanos en Argelia.

En esta misma dimensión mediterránea, el conflicto turco, derivado de la
respuesta de la Unión a Turquía la pasada semana, no puede en ningún caso
aceptarse como excusa para la ruptura de las conversaciones de paz con
Chipre. Turquía debe saber que esa posición no será aceptada en la
Alianza Atlántica por parte de uno de sus aliados. La experiencia es
suficientemente amplia como para conocer los efectos desestabilizadores
en el Mediterráneo que puede acarrear una crisis en el actual statu quo
de Chipre.

El segundo bloque de decisiones de la cumbre de ministros de Asuntos
Exteriores hace referencia a la misión de paz en Bosnia. La actual fuerza
de estabilización, SFOR, acaba su mandato, como es conocido, el próximo
30 de junio de 1998. Cuando expire su mandato, está ya decidida su
sustitución por otra, con un nuevo nombre, fuerza de disuasión, que da
idea de una nueva misión. Las fuerzas actuales, desplegadas tras los
acuerdos de Dayton, perseguían estabilizar una situación rota por la
guerra; eran fuerzas desplegadas para asegurar una paz consecuencia
inmediata del silencio de las armas. A partir de ahora se debe avanzar
con mayor ambición para conseguir una paz que sea fruto del
establecimiento de la justicia, no simplemente del silencio de las armas.

Nos ha oído, señor presidente del Gobierno, exigir desde esta tribuna una
actuación más beligerante por parte de la SFOR en la persecución y
detención de los criminales de guerra. El pasado día 17, las fuerzas de
SFOR detuvieron en Bosnia a dos criminales de guerra, en una operación
calificada de aviso... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Molins.

Señorías, guarden silencio.

Puede continuar.




El señor MOLINS I AMAT: Decía, señor presidente del Gobierno, que el
pasado día 17, las fuerzas de SFOR detuvieron en Bosnia a dos criminales
de guerra, en una operación calificada de aviso por parte de don Javier
Solana, secretario general de la OTAN. Y en Francia, el primer ministro
ha tenido que responder a las acusaciones de excesiva anuencia con los
criminales de guerra por parte de las fuerzas bajo su control en Bosnia.

En cualquier caso, nos felicitamos de la decisión de continuidad en
Bosnia tomada en Bruselas y coincidimos con la secretaria de Estado
norteamericana respecto a la necesidad de enviar a Bosnia, en esa nueva
misión, un tipo de fuerzas más apropiadas para ese nuevo cometido, para
esa nueva misión, más policial que de fuerzas armadas. De todas formas,
debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad en la zona,
responsabilidad de la Alianza en su conjunto, pero particularmente de los
Estados europeos, que deriva no tanto del hecho de que cualquier
confrontación allá nos desestabiliza, sino de que en Bosnia, corazón de
Europa, se juega también, lógicamente, el futuro de la propia Europa.

La tercera de las decisiones afrontadas en el consejo de ministros hace
referencia a la ratificación de una nueva estructura militar de la
organización atlántica; estructura, en primer lugar, más reducida y más
flexible. La OTAN se ha dotado de una nueva estructura, como digo, más
reducida y más flexible, reducción y flexibilidad que se ponen de
manifiesto con la supresión de los llamados mandos de cuarto nivel y con
otras decisiones a las que ha hecho referencia el presidente del Gobierno
en su intervención. La nueva estructura de mandos incluye la creación de
un mando subregional Suroeste, con sede en el acuartelamiento de
Retamares. Este mando depende del mando regional del Sur, con sede en
Nápoles. La nueva estructura



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de mandos de la Alianza cumple los requisitos solicitados por el
Gobierno, en cierta forma aceptados y votados a favor por el conjunto de
la Cámara en el debate de noviembre de 1996. Se crea un mando
subregional, con sede en España, que controla el archipiélago canario y
las aguas comprendidas en un radio de 110 kilómetros; 118 kilómetros me
ha parecido oír en la intervención del señor presidente del Gobierno. Al
desaparecer los mandos de cuarto nivel desaparece el mando de Gibraltar.

España es responsable del control del Estrecho y sus aproximaciones,
tanto atlántica como mediterránea, y el mando subregional de Retamares
tiene como área de influencia la del norte de Africa. Resalto que la
participación de España en la estructura de mandos de la Alianza
Atlántica se ha llevado a cabo, pues, de acuerdo con los principios y
condiciones establecidos en el debate de noviembre de 1996 en este
Congreso.

Quiero acabar, señor presidente del Congreso, señoras y señores
diputados, con un último tema, y lo hago haciendo referencia a lo que ha
ocupado siempre un lugar en estos debates a lo largo de la presente
legislatura. Me refiero a la reforma de nuestras Fuerzas Armadas. En el
debate de investidura el candidato, hoy presidente del Gobierno, se
comprometió a la plena profesionalización de las Fuerzas Armadas en un
plazo de tiempo que fuera compatible con los compromisos de la defensa y
con las disponibilidades presupuestarias. La profesionalización plena de
las Fuerzas Armadas es perfectamente discutible. Conocida es nuestra
posición en su favor por razones de eficacia en el mundo de hoy, como lo
demuestran los procesos en el mismo sentido que se están dando en los
países de nuestro entorno. Pero si discutible es la decisión, es evidente
que, una vez tomada ésta, a todos interesa --y a quien más a las propias
Fuerzas Armadas-- disminuir al máximo las incertidumbres y realizar una
transición lo más corta y lo más tasada en los contenidos posible. La
opción, como decía, la tomó el propio candidato en el momento mismo de la
investidura al hacerla suya y proponer la creación de una comisión para
su implementación en el más corto período de tiempo, compatible, como
decía, con las necesidades de la defensa y las disponibilidades
presupuestarias. Sin embargo, señor presidente del Gobierno, ahí acabó la
diligencia. Cinco meses, de mayo hasta noviembre, para la constitución de
la comisión; incumplimiento del plazo de un año, que venció el pasado día
15 de noviembre, para evacuar las conclusiones e iniciar los cambios
necesarios; mientras tanto, un retraso injustificable en la tramitación
de una proposición de ley admitida a trámite por unanimidad en la Cámara
sobre modificación de la Ley de objeción de conciencia y la prestación
social sustitutoria, y un sorteo de vacantes del servicio militar
obligatorio que estoy seguro el Gobierno desea olvidar y el ministro del
ramo para qué le cuento.

Espero, señor presidente, que no me responda que esas son cuestiones de
las Cámaras en las que usted no debe entrar, y le ruego que se aproveche
el mes de enero para tomar las decisiones que correspondan. No es una
cuestión de cumplimiento en plazos de un compromiso político, que
también, obviamente. Es sobre todo la necesidad de las propias Fuerzas
Armadas de que, una vez tomada la decisión de su plena
profesionalización, se conozcan los plazos y contenidos concretos de la
misma con la mayor precisión y en el menor tiempo posible.

Acabo ya, como le decía, señor presidente, y lo hago a modo de resumen
celebrando la decisión de ampliación a Hungría, Polonia y Chequia tomada
por la Alianza Atlántica, recordando la dimensión mediterránea de la
Alianza y la necesidad de impulsar desde España más que nunca la
identidad europea de seguridad y defensa, celebrando la simplificación de
la estructura militar de la Alianza y los cambios introducidos en la
misma que han permitido la incorporación de España a su estructura de
mandos y, por último, recordando la necesidad de ultimar en el menor
tiempo posible la reforma de nuestras Fuerzas Armadas, promoviendo su
plena profesionalización.

Nada más. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Molins.

Por el Grupo Parlamentario Vasco PNV tiene la palabra el señor
Anasagasti.




El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Señor presidente, señorías, como es bien
sabido, desde 1949 nuestro partido se declaró en favor de una
organización atlántica que preservara la paz y la seguridad europeas en
unos años donde la posguerra mundial hacía que aquella frágil paz
estuviera constantemente en peligro. Cincuenta años de ausencia de
conflicto armado entre europeos dicen mucho de una organización que ha
hecho posible despejar del horizonte político el riesgo de una
confrontación armada. También es cierto que en aquellos años nos opusimos
a la entrada de la España de Franco en aquel club militar que además de
la defensa europea tenía la vertiente política de la democracia, y que
cuando desapareció el dictador siempre estuvimos de acuerdo en que el
ejército español saliera de los cuarteles, viajara por Europa y
aprendiera que un ejército tiene otra misión que sojuzgar a sus
conciudadanos. Y en ese contexto siempre creímos conveniente que de estar
había de hacerlo con todos los deberes y con todos los derechos. No hay
nada peor en estas circunstancias que las situaciones intermedias.

La contribución militar de España a la Alianza se ha venido realizando
hasta ahora en el marco de los llamados acuerdos de coordinación, que
limitan la contribución de la Alianza a la defensa de los territorios y
su entorno y muy poco más, con un carácter claramente



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restrictivo que arrastra las correspondientes contrapartidas negativas
para las Fuerzas Armadas, entre las que destaca la ausencia de los
cuarteles generales aliados en los que se toman las grandes decisiones
militares, apenas paliada por la activa presencia en el Comité Militar de
la OTAN y por las misiones de enlace. Un claro ejemplo ha sido la
participación española, junto a los aliados, en el conflicto yugoslavo
que se ha desarrollado ateniéndonos a nuestro modelo, con el
contrasentido de prestar una contribución militar mucho más importante
que la de varios países aliados y, sin embargo, no poder hacer oír la voz
con la misma fuerza que otros países.

En la actual estrategia militar de la OTAN, enfocada prioritariamente a
la gestión de crisis, el Estado español mantiene su privilegiada posición
geoestratégica, continental, mediterránea y atlántica, pero ha dejado de
ser retaguardia de la Alianza para ser vanguardia, frontera y enlace con
el norte de Africa. Los territorios insulares, balear y canario, tienen
hoy su principal valor como plataformas que prolongan la acción de la
Península para un hipotético apoyo a los países del Magreb en caso
necesario. El estrecho de Gibraltar, conservando todo su valor
geoestratégico como punto focal de la navegación mundial, es hoy también
para la Alianza un puente para irradiar al norte de Africa la seguridad y
la estabilidad que todos deseamos para nuestros vecinos del otro
continente. Ante una crisis en dicha zona, España podría desempeñar un
papel análogo al que viene desempeñando Italia en relación con el
conflicto de la antigua Yugoslavia.

Conviene hablar, asimismo, de la nueva OTAN. Varias circunstancias
suscitan problemas de interpretación: el triunfalismo de comentaristas y
funcionarios norteamericanos, la poca reacción rusa, la visible
desilusión de los invitados a incorporarse a la OTAN, la amarga
expectativa de los no invitados, la discreción alemana; todo envuelto en
dudas sobre los fines de la nueva OTAN. El triunfalismo norteamericano se
manifestó en la reciente reunión de los países ricos y en el diktat
pronunciado en la reunión de Madrid sobre la ampliación de la OTAN. En la
primera de esas reuniones los participantes se sintieron disminuidos ante
el poderío norteamericano. Mientras países milagro, como Japón y
Alemania, presentaban una agenda de recesión y desempleo, la de Estados
Unidos fue impresionante: su hegemonía mundial, que abarca desde la
informática hasta el entretenimiento, es mayormente resultado de la
iniciativa privada. Rusia aparecía como el pariente en dificultades,
invitado a la fiesta por razones que se callan, pero es fácil deducirlas:
retribuirle por su forzada aceptación de la ampliación de la OTAN;
también, quizá, dar a Yeltsin algo que presentar como prueba de que lo
admitido fue resultado de una transacción.

El mensaje de Madrid fue todavía más claro. Los vencedores de las tres
últimas guerras mundiales, es decir, dos calientes y una pretendidamente
fría, asumieron el control del nuevo orden internacional prescindiendo de
otros organismos multinacionales de engorroso funcionamiento, como las
Naciones Unidas, y utilizando una OTAN en la cual llevan la voz cantante,
como quedó demostrado al decidir, previamente a la discusión formal,
quiénes habrían de ser invitados a incorporarse. Este proceder fue
ratificado por las inteligentes visitas de consuelo a los países no
invitados. De ahí que según los comentaristas aludidos está claro el
balance. Para los socios de la OTAN y sobre la ampliación los Estados
Unidos deciden quiénes, cuándo y hasta dónde: para Rusia podemos hacerlo
con quienes, cuando y hasta donde queramos; si contemplamos un
entendimiento con ustedes es por no debilitar el Gobierno ruso. La
reacción rusa ha sido parca. La declaración de Primakov de que extender
la OTAN hasta la frontera rusa es el peor error cometido por esa
organización es considerada un esfuerzo para salvar la cara ante la
oposición. Asimismo, el consentimiento forzado concedido podría ser una
carta a jugar cuando se intente extender la OTAN a ex miembros de la
antigua Unión Soviética. Y es que los invitados a incorporarse a la OTAN
parecen perder entusiasmo al sopesar los beneficios inmediatos con su
altísimo costo. La esperanzada vinculación de la incorporación de la
OTAN, con el ingreso en la Europa unida, sirvió para aplacar el temor al
costo; ya obtenido el beneficio político inmediato, advendrá una
situación difícil si no un desengaño.

Señor presidente, está bien hablar de la OTAN y tenemos que hablar de la
OTAN y estamos hablando de la OTAN, pero sin olvidarnos de que pronto con
el euro seremos más Europa y ojalá en la UEO tengamos una mayor seguridad
y defensa estrictamente europeas. El nuevo entorno estratégico trae
consigo nuevos problemas y amenazas. En el futuro es probable que hayamos
de utilizar las fuerzas militares para impedir que las tensiones
desemboquen en guerra, para mantener la paz mientras se busca una
solución política a un conflicto o para proteger la ayuda humanitaria que
mantiene viva a la población y las esperanzas de la gente. Probablemente
afrontarán estas tareas junto a efectivos de otros países, tal como ha
venido ocurriendo en la antigua Yugoslavia. Y la OTAN habrá de
representar su papel en muchas de estas áreas, pero ni podemos ni debemos
exigirle que desempeñe siempre el papel principal. Surgirán crisis en las
que, por razones diversas, los intereses europeos se vean involucrados
más directamente que los de los aliados de América del Norte. En algunos
casos, Europa será la que más contribuirá a una operación de la OTAN,
como ocurre en Bosnia, donde casi dos tercios de los efectivos de IFOR
son europeos. Y, en algunas ocasiones, Europa podría y debería afrontar
un protagonismo mayor y más directo, montando por sí sola operaciones a
menor escala. En enero de 1995 los jefes de Estado



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y de Gobierno de la OTAN abrieron esta posibilidad al aprobar el concepto
de fuerzas operativas combinadas conjuntas. Los debates sobre la
implantación del concepto están ya muy avanzados y el próximo paso será
crear la maquinaria necesaria para el control político y la planificación
de dichas operaciones. Y es que el pilar europeo de la Alianza debe
concebirse como una de las partes de un diálogo equilibrado entre ambas
orillas del Atlántico, como socios de los Estados Unidos con su propia
entidad política, económica y militar global. Porque la Alianza Atlántica
debe alcanzar un futuro de reequilibrio en torno a un polo norteamericano
y a un pilar europeo como entidades político-estratégicas separables pero
no separadas, de forma que alcance así un nuevo auge. Y es que esta
Alianza Atlántica, con su pilar europeo, tiene enormes responsabilidades
en el desarrollo y la prosperidad económica, así como en la garantía de
la paz y de la estabilidad en Europa Central y Oriental, así como en la
región del Báltico.

En esta redefinición de su papel, en la búsqueda de un equilibrio interno
duradero, las opciones que elijan los europeos en los años próximos serán
determinantes. Europa, y con ella el Estado español, que por sus propias
debilidades y por el precio que ha tenido que pagar por sus errores
pasados ha sido un mero objeto de la historia, no ha tenido, desde 1945,
tantas oportunidades como ahora para volver a convertirse en sujeto de la
historia, con la condición de que movilice su voluntad y sus fuerzas al
servicio del interés común, que también es interés europeo.

Lo cierto es que la UEO no da la medida que sería exigible, hasta hoy,
para contribuir al reforzamiento de la Alianza Atlántica. Mientras que
esta última, por su parte, no ha dado ningún signo verdadero que haga
pensar en que va a adaptar su organización y sus recursos o a desarrollar
sus estructuras y procedimientos políticos y militares a fin de facilitar
la cooperación con la UEO. No se ha cumplido ninguno de los objetivos
esenciales establecidos en la declaración de Estados miembros de la UEO
para su desarrollo, en tanto que medio para reforzar el pilar europeo de
la Alianza Atlántica y de incrementar la función, las responsabilidades y
las contribuciones de los Estados miembros de la UEO en el seno de la
Alianza. No se ha obtenido acuerdo alguno en lo que concierne a la
posible disposición de los medios colectivos de la Alianza Atlántica a
favor de las operaciones de la Unión Europea Occidental. La
marginalización de la UEO ha sido casi total, tanto en el plano político
como militar, de los esfuerzos para la intervención y pacificación de la
antigua Yugoslavia. No ofrecen sustancia política las reuniones entre los
consejos permanentes de la UEO y de la OTAN ni se organizan reuniones a
nivel ministerial. En consecuencia, tampoco se da una evaluación común de
los nuevos desafíos en Europa y en el mundo en materia de seguridad y
sobre las respuestas que son exigibles. No se concuerda un programa de
trabajo preciso para compartir riesgos, responsabilidades y funciones
entre las dos organizaciones ni, en particular, entre los estados mayores
de la UEO y de la OTAN. Hay cierta apatía de los Estados miembros de la
UEO, debido en parte a las limitaciones presupuestarias impuestas en los
países concernientes y a la posibilidad cierta de recurrir a los medios y
capacidades de la OTAN, evitando así todo doble empleo.

Pese a los acuerdos del Tratado de Maastricht sobre seguridad y defensa
europeas y su referencia directa a la UEO, la impresión que se viene
recogiendo, incluyendo la Asamblea parlamentaria de la UEO y el
funcionariado de ésta, es el incierto futuro de la UEO a largo plazo para
llevar a cabo por sí sola las decisiones y las acciones de la Unión
Europea que impliquen el dominio de la defensa. No es fácil, con todo,
jugar a profeta sobre el participar, pero sí cabe recordar lo que en
cierta ocasión vino a decirse en el Pentágono a los miembros de la
Comisión de Defensa de la UEO: La UEO no tiene más futuro que el de su
plena integración en la OTAN, donde se le otorgaría alguna subsecretaría.

Por supuesto, una de nuestras exigencias a esta política común debe ir
enfocada a dar un carácter prioritario a las políticas que tengan el
Mediterráneo como objetivo. La seguridad de este flanco sur,
especialmente en su parte occidental, afecta de forma importante a
España, por lo que debe trabajarse activamente por la priorización de
estas políticas combinadas con medidas económicas y políticas dirigidas a
la obtención de un marco de estabilidad en la zona.

Y un último apunte, señor presidente. La mejor medida de seguridad no es
aquella que se prepara frente al conflicto, sino la que trabaja
previamente en la obtención de la paz. La diplomacia preventiva debe ser
el gran arma de la seguridad europea. Desgraciadamente, todos los
problemas descritos respecto a la debilidad exterior europea inciden
también en la dificultad de una diplomacia preventiva eficaz. La
diplomacia preventiva significa haber mirado hace siete años a un Estado
como Yugoslavia, analizar las fuentes de tensiones y ayudar a
neutralizarlas antes de que estallen. La Unión Europea, con una política
exterior común, estaría bien dotada para esta tarea en la medida en que
dedica un presupuesto importante a la cooperación y tiene un importante
contingente diplomático que, remando en la misma dirección, constituiría
el mejor mecanismo de seguridad. Sin embargo, en nuestra vertiente
europea hay algo que hoy nos preocupa y no es otra cosa que el hecho de
que, en lo que respecta a la Unión Europea Occidental, ésta debería
integrarse en la Unión Europea. Todos los Estados miembros de la Unión
Europea deberían aceptar una cláusula de asistencia y solidaridad o el
artículo 5 del Tratado de la Unión Europea Occidental. El Tratado de
Maastricht exige una acción solidaria de las partes en el ámbito de



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la política exterior y en la política de seguridad, y es por ello
consecuente que todos los Estados miembros de la Unión Europea se
comprometan a ofrecer asistencia para un caso de defensa. La UEO no puede
convertirse en una agencia de la Unión Europea; la UEO y la Unión Europea
forman una unidad, por lo que debe crearse una entidad de sus
instituciones. En 1998, después de cincuenta años, el Tratado de la Unión
Europea Occidental es revocable. Es el momento adecuado para transferir
el contenido y los procedimientos de la UEO a la Unión Europea. Para
ello, debe facilitarse a los Estados de la Unión Europea que aún no
pertenecen a la UEO que vayan familiarizándose paulatinamente con estos
derechos y obligaciones mediante una cláusula de asistencia y
solidaridad, en el marco de la Unión Europea.

En definitiva, señor presidente, OTAN sí con matices, pero, sobre todo,
UEO también; sobre todo Unión Europea Occidental y seguridad y defensa
europeas.

Muchas gracias, señor presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Anasagasti.

Por el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria, tiene la palabra el
señor Mauricio.




El señor MAURICIO RODRIGUEZ: Señor presidente, señoras y señores
diputados, yo creo que el debate empieza ya a ser largo, por lo que no me
voy a extender mucho. Solamente quisiera explicar la posición de
Coalición Canaria, porque creo que estamos hoy aquí para que el Gobierno
justifique ante la Cámara el mandato que le dio el pasado 16 de
noviembre, mandato por el cual se le autorizó por una amplísima mayoría,
en la que no estábamos nosotros, a negociar la integración en la
estructura militar de la Alianza Atlántica a partir de unos
condicionamientos.

Yo no voy a hacer aquí un discurso apasionado ni atlantista ni
antiatlantista, que parece que es en donde se colocan las dos posiciones
de la Cámara. Me parece que este tipo de problemas complejos necesitan
respuestas complejas y no apasionadas defensas que resultan a veces
retóricas y simples, porque la mentira es simple y la verdad compleja.

Hace poco leía en la prensa norteamericana --y me sorprendía-- que se
asombraban de la falta de debate que hay en Europa por la forma de
integración, de desarrollo y los nuevos proyectos de la Alianza
Atlántica. En la sociedad norteamericana hay un amplio debate crítico,
con posiciones encontradas, sobre las soluciones mejores desde el punto
de vista militar de la hegemonía norteamericana o de la paz. Yo creo que
en Europa, todavía en Francia y en algún otro país, estas reflexiones se
hacen con un cierto espíritu crítico, pero en España parece que, por el
debate que tuvimos de la OTAN y el referéndum y el sí y el no, estamos
alineados frente a posiciones todo de blanco. Parece que la OTAN ya no es
lo que era porque ha cambiado, pero no hasta el punto de ser
transformada, como parece que se ha dicho aquí, por el nuevo secretario
general convirtiéndola sólo en un instrumento beatífico o de paz en la
situación internacional. Yo creo que no. Ya quisiéramos que la aportación
del señor Solana fuera tan positiva, pero desgraciadamente no llega a ser
tan importante para la paz mundial.

Desde ese orden de cosas, yo quisiera hacer una reflexión --repito--
crítica, sin apasionamientos, de algunas de las dudas, de las reservas
importantes que en parte, en gran parte, están en la opinión pública,
porque aunque aquí hay una enorme mayoría favorable a las soluciones de
integración y otras soluciones que se le han dado ahora, para la opinión
pública española la mayoría no están claras ni las verdades son tan
evidentes, sino que son complejas y necesariamente obligan a la
reflexión.

Tomamos un acuerdo aquí, en el que nosotros nos abstuvimos, que obliga al
Gobierno, primero, a negociar la necesidad de una estructura estable de
cooperación y de seguridad euroatlántica con Rusia. Se ha hecho, se llegó
al Acta fundacional, pero hay que decir que los acuerdos con Rusia no son
estables. Rusia firma, pero ni siquiera estuvo en la cumbre de Madrid. La
realidad en estos momentos en Rusia es que hay una enorme mayoría, una
presión militar, una enorme mayoría de fuerzas políticas, incluso con
acuerdos de la Duma --y no sólo hay que tener en cuenta las declaraciones
de Primakov o las de Yeltsin--, que consideran negativos los acuerdos y
la ampliación. No se ha llegado a un acuerdo estable, que hubiera sido
muy importante, pero en cualquier caso sigue abierto a la necesidad de
andar con mayor cuidado y no cometer errores. Es cierto que los acuerdos
del Acta fundacional no son los acuerdos de Versalles, pero Europa en
este siglo ha cometido errores tremendos de aprovechar posiciones de
fuerza de una parte y de debilidad de otra que han generado problemas.

Cuando esos fenómenos van unidos a una importante potencia militar como
es Rusia y a una descomposición social y política gravísima como la que
tiene es muy importante que en la frontera Este de Europa haya una
situación de estabilidad, situación que en estos momentos no se ha
conseguido. Por tanto, el Acta fundacional, arrancada a tirones y luego
no aceptada por la gran mayoría de la sociedad rusa, no nos ofrece una
garantía de estabilidad y, por tanto, hay luces y sombras, elementos
negativos y positivos. No se puede decir inmediatamente que toda la
situación es magnífica y se ha cumplido estrictamente lo acordado.

Segunda cuestión. Es cierto que el problema de Rusia es, en definitiva,
el problema de si frente a esta Europa política y militar hay un país en
el mundo que tenga la hegemonía. La única superpotencia es Estados Unidos
y ese es un hecho, nos guste o no nos guste, que está ahí. La reflexión
que tenemos que hacer es



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si hay estabilidad en este mundo a 20, 25 o 50 años, porque si la
celebración del cincuentenario de la OTAN en 1999 habla de una
estabilidad, yo diría que no estamos dando soluciones para otros 50 años.

No hay soluciones a 50 años vista si se estructuran sobre la base de una
sola superpotencia, de un mundo unipolar, sino que ha de hacerse en un
mundo multipolar, como decía Brutos Gali, el anterior secretario general,
precisamente ayer en un periódico español, y en ese mundo multipolar el
papel de Europa tiene que ser decisivo. Europa va a ser la primera
potencia económica del mundo dentro de dos años, tras su unificación en
el euro; va a ser la primera potencia comercial; va a ser un importante
contribuyente mundial a la paz y va a ser, sin duda alguna, una potencia
militar, sólo que debe serlo al servicio de la paz y para crear una
estructura militar de paz en el mundo equilibrada y duradera. Ese papel
de Europa exige el desarrollo del potencial europeo a través de la
identidad europea de seguridad y defensa.

El segundo acuerdo que tomó este Congreso de los Diputados fue hacer
visible claramente en la nueva estructura de mandos el papel de la
identidad europea de seguridad y defensa. Me cuesta un esfuerzo enorme
verlo, seguramente por falta de visión, por miopía, pero no me parece tan
visible el papel de Europa, porque cuando el símbolo del gran debate fue
hacerlo visible no se trataba de que el comandante adjunto del mando
estratégico fuese un general europeo. Se concretó de una manera muy
especial en el mando de Nápoles, en el mando regional. Dentro de algunos
años tendríamos que aspirar, si se desarrolla la identidad europea de
defensa y seguridad, a que el mando europeo esté en manos de un general
europeo. De momento, es verdad que no es posible, las relaciones de
fuerza son las que son, pero algún día tendríamos que aspirar a que el
mando de Nápoles estuviera en manos europeas. Quien haya estado en los
países árabes y en Israel recientemente sabe que 30 años de conflictos,
tres guerras, son la consecuencia del vacío europeo en la solución del
problema de Oriente Medio y en las relaciones del Mediterráneo con el
mundo árabe, y que la hegemonía norteamericana en ese terreno es enorme.

Los americanos tienen ante la historia el terrible problema de haber
provocado el que en estos países no se haya logrado un acuerdo antes.

Butros Gali decía que los norteamericanos le permiten a Netanyahu cosas
que no le permiten a Sadam Husein, y es verdad. Recientemente ha ido una
delegación parlamentaria y nos pedían a gritos que Europa juegue su papel
de paz y cooperación con el mundo árabe. Es imprescindible hacerlo. Y lo
del mando de Nápoles no es casualidad. Decían los norteamericanos: ¿cómo
van a creerse los europeos que nosotros vamos a ceder el mando de
Nápoles? Es que no conocen la fuerza enorme del lobby judío en los
Estados Unidos. ¿Como vamos a permitir el control por un europeo del
mando de Nápoles, a lo mejor un francés, cuando todos sabemos que los
judíos norteamericanos e Israel no lo van a permitir en ningún caso? Ahí
no se vislumbra eso de hacer visible el papel de Europa y la identidad
europea de defensa en los mandos. No; hay una subordinación por dos
razones. La primera, porque Europa no está dispuesta a contribuir a su
desarrollo como potencia que, a su vez, juega un papel de paz y
solidaridad. La segunda, porque los europeos llevamos tres siglos
peleándonos y siempre hay una potencia que nos maneja. Todos sabemos que
cuando España en el siglo XVI era la primera potencia europea los
ingleses presionaron; ¿no sabemos de las alianzas de Inglaterra con
Portugal, que se repiten ahora; no sabemos de las alianzas inglesas con
Francia o de las alianzas inglesas contra Alemania? Hoy los Estados
Unidos realizan el mismo papel y, desgraciadamente, los europeos jugamos
a ver quién es más amigo del fuerte y a dividirnos entre nosotros, y por
tanto nos debilitamos. Eso es una realidad y hay que hablar de ella
autocríticamente. La culpa, probablemente, no la tienen los americanos,
la tenemos los europeos, en un proceso de creación de una Europa madura y
moderna que todavía no ha terminado de resolver los problemas de las
inercias del pasado y de los intereses pequeñitos que la han dividido y
le impiden contribuir en el siglo XXI a hacer el gran papel que necesita
que se juegue en lo que a solidaridad y paz se refiere. Pero eso lo vamos
a tener que resolver.

La tercera condición que aquí hemos planteado
--aparte de la desnuclearización, que se ha cumplido, y de una
estructura flexible-- era atribuir a España
--creo recordar-- responsabilidades de carácter militar, tanto en el
terreno del mando como operativo, que le corresponden por su contribución
a la Alianza (dice que somos la quinta o cuarta fuerza aérea, la quinta o
cuarta fuerza naval) y su peso político, precisamente, de manera
especial, en las áreas estratégicas de mayor importancia para España que
son el Mediterráneo y el Atlántico. ¿España ha conseguido en esta
negociación el peso militar y político que le corresponde con su
integración y con el papel que va a jugar? En fin, todo depende del peso
político y militar que le demos a España. Yo lo creo un poco mayor del
que se ha conseguido, sobre todo cuando, en la fase final, Francia,
país al que no se le daba su peso político y militar, se desmarcó y
dijo que no entraba en la estructura militar. En ese momento el papel de
España empezaba a ser decisivo y tenía que negociar varias cosas, por
ejemplo, el acceso al Estrecho, y lo ha conseguido --límite de Ayamonte,
etcétera--; un submando regional, desde un punto de vista militar --luego
están estas historias de las anticuadas potencias y Estados nacionales
europeos-- existía el problema de que en Portugal hay un mando regional y
en España, un submando regional; y estaba el tema de Canarias, que era un
tema distinto al del Estrecho. La posición negociadora española, si yo la
entendí bien --seguramente ahora me dirán



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que no--, era que Canarias, soberanía de España, estuviera dentro del
mando subregional español y éste dependiendo del mando de Nápoles, pero
que el pasillo marítimo y aéreo --desde un punto de vista militar, ese
pasillo es imprescindible, junto con el territorio canario y esa burbuja
de los 118 kilómetros-- conectara con el territorio español. Y ahí parece
que la posición española --que yo defendía-- era la de pedir un doble
mando; me parece que en este lenguaje tan divertido de los generales de
la OTAN lo llamaban el doble sombrero o la pipa, es decir, un estrecho
pasillo que nos conectara, cosa muy importante a efectos de la política
africana del futuro. Al final, nos hemos quedado en la burbuja, es decir,
en el aislamiento de Canarias y en una falta de conexión, y el resto
pertenece al mando atlántico. Aún tenemos posibilidades --como ha dicho
el presidente Aznar-- de enlace, pero no hemos conseguido peso suficiente
en esas decisiones, aunque también es verdad que en las decisiones
posteriores que se vayan tomando se irá viendo si España tiene presencia
en los mandos regionales o en los mandos estratégicos, como aquí se ha
anunciado.

Como canario --tengo la suerte y el privilegio de tener aquí al
presidente del Gobierno, al ministro de Defensa y al ministro de Asuntos
Exteriores-- me gustaría que el presidente Aznar, que ha demostrado
sensibilidad ante los elementos diferenciales de este país, me contestara
si entiende lo que le voy a decir. En cuanto a esta solución de la
burbuja, no podemos olvidar que Canarias lleva un siglo en la burbuja,
desde 1898. Me explicaré. Canarias era una zona abierta, era una
plataforma abierta hacia Latinoamérica, era un paso en la relación de
España y Latinoamérica. Después de la crisis, España entra en declive, no
ha habido ni política exterior ni política de defensa y seguridad. El
ejército español, durante un siglo, desgraciadamente hasta hace muy poco,
era un ejército constitucional; incluso cuando ya era ejército
constitucional, el 23 de febrero de 1981, en el acto lamentable que tuvo
lugar aquí, era un ejército de ocupación del territorio, de vigilancia de
los ciudadanos españoles. En Canarias ha sido un simple ejército de
ocupación del territorio, en Canarias está desplegado no en función de la
seguridad y la defensa, sino en función de los territorios que eran
útiles al ejército desde una visión de control de los ciudadanos, de
acuerdo con la guerra de Cuba. Así es, todavía estamos discutiendo en
estos días dónde están los militares en Canarias. El problema es que
durante un siglo el Estado español ha visto a Canarias como algo
sospechoso. ¿Se relaciona con Africa? ¡Peligro! Los canarios están
planteando una posición autónoma que cualquiera sabe dónde puede acabar.

¿Que se relacionan con cualquier programa de cooperación ! Peligroso. A
Canarias hay que encorsetarla en la burbuja. Toda política económica,
cultural y militar del Estado español durante este siglo, que no ha
tenido política de seguridad y defensa para esta parte de Africa y del
mundo en el que está Canarias, ha sido la política de la burbuja no sólo
militar sino también política y económica. Ahora mismo estamos viviendo
experiencias. Nosotros queremos abrir relaciones de transporte v
cooperación con Africa y desde aquí, desde Madrid, los funcionarios del
Estado nos ponen toda clase de obstáculos. Ya le contaré al Gobierno
algunos de ellos lamentables y recientes. Siempre somos sospechosos. Y el
problema es que cuando se hace un referéndum de la OTAN --y antes lo
preguntaba un líder de esta Cámara-- los canarios dijimos no, porque
defendíamos que Canarias fuera plataforma de paz. Porque en los rasgos de
identidad del pueblo canario está el haber defendido su paz a lo largo de
siglos bajo una base: No permitir que la potencia hegemónica del
Atlántico, que en una época fue Inglaterra y ahora son los Estados
Unidos, nos utilizaran en operaciones militares contra Africa o contra
cualquier zona del mundo. Ese fue el espíritu del no, y ese espíritu del
no al referéndum de la OTAN es posible defenderlo hoy en esta fórmula que
se da, pero hace falta --y por eso hemos luchado-- que nosotros tengamos
presencia en el pasillo, porque en definitiva de lo que estamos hablando
es de una nueva política de cooperación y de desarrollo para Africa. En
Canarias no hay política de defensa, es decir política de seguridad, sino
una política de disuasión mínima y, sobre todo, una política de
cooperación. Los militares en Canarias lo entienden y nuestro eslogan en
el referéndum de la OTAN, que pusimos entre los equipos que dirigíamos
esa campaña: «Canarias, plataforma de paz», es hoy uno de los
instrumentos de la política de defensa del ejército en Canarias, de lo
cual me alegro. Eso hace avanzar las concepciones de una política de
defensa y cooperación.

Nosotros, en definitiva, lo que queremos plantear es que hay que romper
la burbuja en términos políticos, económicos y comerciales. España es una
potencia mediterránea, pero las relaciones de Europa con Africa no sólo
son a través del Mediterráneo. España es también una potencia Atlántica
no subordinada al mando Saclant de Norfolk (Virginia) a través de un
mando controlado como es el mando Oeiras de Portugal. España tiene que
tener su política atlántica, su política para el Magreb. Pero no para una
intervención, no para un cuerpo de ejército --como aquí se ha dicho-- de
50.000 hombres, sino para una política de cooperación y de solidaridad, y
esa política de cooperación y de solidaridad tiene que ser entendida
sobre la base de que el pueblo canario es un pueblo maduro. Ya ha
madurado, y este año aquí hemos dicho que es una nacionalidad que, por
tanto, tiene los rasgos diferenciales que le da estar a 1.000 kilómetros
de distancia de la Península; 1.000 kilómetros que suponen otra hora,
otro espacio económico, geográfico, cultural y social. España tiene que
entender eso y no ver en Canarias a un enemigo, sino ver en ella una
proyección de la política española hacia la cooperación con Africa. Y
necesitamos que entiendan



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eso, porque este pueblo que ha madurado ya no cabe en la burbuja; y como
no cabe, o cooperan con nosotros o tampoco cabe en la articulación de
España en el nuevo continente europeo a través del régimen especial
canario o en la política de identidad europea de defensa y de política de
cooperación.

Estas son nuestras dudas y reservas ante el acuerdo que se trae hoy aquí.

Nos dirigimos al Gobierno para que no nos siga viendo como el apéndice
lejano de la política española y para que empiece a ver la dimensión
atlántica de España, que no se perdió con Cuba y Puerto Rico en 1898. Un
siglo después hay un enorme continente, Africa, que necesita cooperación
y desarrollo, y España tiene que jugar un papel principal y no puede
subordinarse a las políticas norteamericanas, a veces contra Libia y
otras veces contra Argelia. Si los americanos están interviniendo ahora
de manera activa en el referéndum del Sahara, es una pena que nosotros no
juguemos ahí un cierto papel de cooperación y de paz. Es un vacío que
tenemos Yo sé que al ministro de Asuntos Exteriores no le está gustando
que diga que hay un vacío en nuestra política exterior, pero yo no le
digo, señor Matutes, que haya un vacío en nuestra política exterior desde
hace tres años; le digo que desde hace cien años hay un vacío en la
política exterior. Entonces, hay que definir un ejército español
profesional y moderno que juegue una política de disuasión y que
participe en esa política exterior y de defensa coordinadora para una
política de cooperación con Africa y es necesario que los canarios nos
sintamos partícipes, pero partícipes no sospechosos sino partícipes
complementarios de la política española para esta área del mundo. Estamos
dispuestos a hacerlo, hemos hecho reflexiones para llevarlo a cabo y yo
creo que estamos maduros para hacerlo; tenemos reservas y tendremos
muchísimo cuidado para que el desarrollo de estos acuerdos vaya en la
línea que se dice en los documentos. Hay que renovar y adoptar la OTAN a
los desafíos del siglo XXI; es decir, en este desarrollo tienen que pesar
los desafíos del futuro y no las inercias del pasado, pero todavía,
desafortunadamente, quedan muchas de las inercias del pasado y,
desgraciadamente, todavía tenemos que luchar mucho para conseguir que
España, dentro de Europa, juegue el papel que le corresponde en el nuevo
escenario mundial.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Mauricio.

Por el Grupo Mixto, desean intervenir la señora Rivadulla, la señora
Lasagabaster y el señor Vázquez.

Señora Rivadulla.




La señora RIVADULLA GRACIA: Gracias, señor presidente.

Señorías, en primer lugar, quisiera manifestar, en nombre de Iniciativa
per Catalunya-Els Verds y Nueva Izquierda, nuestro más absoluto disgusto
y disconformidad con la manera con que la Presidencia ha llevado el
debate de la OTAN a primera hora. Nuestro Grupo Iniciativa per
Catalunya-Els Verds y Nueva Izquierda hemos salido del hemiciclo; nos
hemos sentido también expulsados por una actitud, a nuestro juicio,
autoritaria de la Presidencia, que ha desalojado a los componentes del
movimiento pacifista de forma violenta de las tribunas de esta Cámara...




El señor PRESIDENTE: Señora Rivadulla, no desearía tener que repetir el
incidente. Pase a exponer la posición de los diputados que representa
sobre la materia.




La señora RIVADULLA GRACIA: Gracias, señor presidente.

Voy a pasar a exponer las razones por las que Iniciativa per
Catalunya-Els Verds y Nueva Izquierda nos oponemos a la integración de
España en la estructura militar de la OTAN, que son fundamentalmente
cuatro.

En primer lugar, por una razón democrática. Consideramos que es una
absoluta falta de respeto hacia el pueblo español y hacia la ciudadanía
no ser convocados para un referéndum para cambiar de forma sustancial el
referéndum de 1986, en el que se establecían tres condiciones, una de las
cuales era precisamente ésta, la no integración de España en la
estructura militar de la OTAN.

En segundo lugar, por una razón histórica. Consideramos que el final de
la guerra fría y la desaparición del Pacto de Varsovia deja sin sentido
la existencia de bloques y el armamento nuclear. Hoy, señorías, los
conflictos son otros; son civiles, como el de la antigua Yugoslavia y los
que tienen causa en el empobrecimiento de regiones enteras del Tercer
Mundo, y aquellos que todavía tienen su origen en problemas coloniales no
resueltos. Además, señorías, consideramos que trasladar las fronteras de
la OTAN hacia el Este incorporando sólo a tres países puede provocar la
inestabilidad de los países del Este y puede propiciar también recelos
por parte de Rusia. A nuestro entender, señorías, sería conveniente
proponer a los países de la Europa del Este un marco de seguridad
colectiva y de integración política y económica no dependiente sólo de la
OTAN.

En tercer lugar, nos oponemos a la integración de España en la estructura
militar de la OTAN por vocación europeísta. Pensamos que la construcción
europea requiere también la construcción de un marco de paz y seguridad
europeos. Desgraciadamente, la cumbre de Madrid sancionó la supeditación
de Europa a los intereses de Estados Unidos. La seguridad europea ha
quedado en manos de la OTAN y de los intereses de la industria
armamentista americana. La identidad de defensa europea sólo es hoy
posible en el



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marco de la OTAN. Señorías, reconocerán también que la cumbre de
Amsterdam avanzó muy poco en la definición de una política exterior y de
seguridad común, y nosotros creemos que Europa debe asumir sus
responsabilidades, no pasar otra vez por la vergüenza de lo ocurrido en
Bosnia, donde Estados Unidos protagonizó el acuerdo.

En cuarto lugar, por razones de tipo pacifista. Debemos superar --ya se
ha dicho aquí-- la inercia del viejo pensamiento consistente en
considerar que las armas convencionales o nucleares, en suma, los
ejércitos son los únicos garantes de la paz. No entendemos la paz sólo
como ausencia de guerra. Debemos crear las condiciones para evitar el
estallido violento de los conflictos. Para ello consideramos necesario
fortalecer la democracia, promover un comercio internacional justo,
reducir la deuda externa de los países pobres, promover una seguridad
medioambiental que preserve los recursos naturales y avanzar en el
desarme y la reconversión de la industria militar. Es para nosotros
importantísimo, señorías, avanzar en la diplomacia preventiva para la
solución de los conflictos.

Desde Iniciativa per Catalunya-Els Verds y Nueva Izquierda apostamos por
el establecimiento de un orden internacional multipolar. Consideramos que
la paz y la seguridad en Europa deben basarse en una OSCE que incluya
todos los Estados. Por eso, consideramos también que el fortalecimiento
de la Alianza será un obstáculo para la plena integración de la política
exterior y de seguridad común con capacidad para ser una auténtica
política europea. Nos manifestamos sobre todo en contra, señorías, porque
nos oponemos al levantamiento de las restricciones, al uso militar en
Gibraltar de maniobras y operaciones de la OTAN, aunque, como ha dicho el
presidente, señor Aznar, se deban autorizar caso por caso; y también
porque creemos que es un triste papel el que se asigna al Estado español,
de convertirnos en los gendarmes del Sur, sobre todo del Magreb. Nosotros
creemos, señorías, señor presidente, que el Magreb y la Unión Europea
requieren sobre todo políticas de solidaridad, políticas de colaboración
y políticas de desarrollo. La miseria, el hambre o la desesperanza no
admiten ni respetan fronteras y por eso, señorías, solamente
conseguiremos tener éxito en las políticas de pacificación y de
resolución pacífica de los conflictos cuando entendamos que la
cooperación para el desarrollo es la principal garantía de la paz y la
estabilidad en el mundo.

Por todas estas razones, señorías, señor presidente, Iniciativa per
Catalunya-Els Verds y Nueva Izquierda nos manifestamos rotundamente en
contra.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Rivadulla.

Señora Lasagabaster.




La señora LASAGABASTER OLAZABAL: Muchas gracias, señor presidente.

Seré breve en las reflexiones que pretendo realizar desde esta tribuna,
dada la hora en la que nos encontramos, también por el estado de mi gripe
y además porque este debate requeriría muchísimo más que esta mera tarde,
más allá de lo que hemos discutido o debatido; requeriría un debate más
en profundidad que el que hoy podremos y deberemos hacer. Agradecemos,
cómo no, la presencia del presidente del Gobierno dando la información a
la que le comprometía el cumplimiento de la resolución del 14 de
noviembre en relación a las condiciones de esa integración, lo mismo que
señaló el pasado 17 de julio en relación a la cumbre de Madrid o al
espíritu de Madrid, como se ha denominado, sobre lo que podría ser la
ampliación de la OTAN a otros Estados o países del Este.

Podríamos limitarnos simplemente a señalar dos cuestiones; por un lado,
si realmente en las negociaciones se han cumplido esas condiciones que se
establecían en la propuesta de resolución, y en cuyo caso tendríamos que
observar si realmente un mando al tercer nivel, un mando subregional
conjunto es suficiente, si el Estado español tiene capacidad de peso
dentro de las decisiones de la OTAN o si los compromisos para con
Canarias o Gibraltar son realmente los acordados y si son suficientes;
probablemente el tiempo lo dirá. Muchas más cosas tendremos que dilucidar
en relación al coste o prefinanciación del cuartel general o a los costes
que conllevará para el Estado español la ampliación. Lo haremos en otra
ocasión, pero las dejamos pendientes como cuestiones que no se han
dilucidado en este momento.

No sería coherente desde luego desde la formación política a la que
represento no hacer alusión o ponerse una venda respecto de lo que ha
pasado en este Estado en relación a este tema. Quiero señalar que el
único referéndum, aparte del de la Constitución, no fue otro que el
relativo a la OTAN. También quería señalar, como lo ha hecho otro orador
que me ha precedido en el uso de la palabra, que en el país del que yo
vengo el 65 por ciento se declaró contrario a la integración en la
estructura militar. No voy a pretender representarles, como creo que no
puede representarles nadie, pero me alegro de que mi posición coincida
con lo que allí, mayoritariamente, se dijo. En este sentido planteamos
dos reflexiones. La primera es que se nos hablaba de la necesidad de la
nueva OTAN o de su transformación. Para Eusko Alkartasuna quizás habría
que haber planteado previamente si no era mejor saber qué tipo de OTAN
queríamos antes de haber entrado. En el mundo actual, cuando ya no existe
la guerra fría, cuando ya no existen esos dos bloques tan peregrinamente
encontrados, podría plantearse si no existen políticas o medios
suficientes, por ejemplo, la diplomacia preventiva --se ha mencionado
aquí-- o medios económicos o políticos que suplieran la teoría de la
disuasión armada que hoy por hoy sigue planteando la OTAN y sin que en
ningún momento haya habido ápice alguno de querer desmantelarla



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ni mucho menos de desmarcarla de sus propias estrategias. Creemos que ese
podría haber sido un buen momento de reflexión para ver cómo materias
tales como el control de producción de armamentos, restricción de
embargos o todo lo relativo al empleo de minas antipersonas y otras
muchas cosas hubieran podido conseguir lo mismo que pretendía la teoría
de la disuasión armada; por no hablar de la teoría de la disuasión
nuclear, por mucho que nos empeñemos en que la condición clave del Estado
español --como se ha dicho anteriormente y se sigue manteniendo-- sea la
de no nuclear. ¿Qué va a pasar cuando hablemos del transporte nuclear
--como se ha dicho y se sigue manteniendo y no he leído en ninguna parte
ni tampoco he oído que la OTAN abomine de la teoría de la disuasión
nuclear--, cómo vamos a mantener la relación de conflicto sin lugar a
dudas respecto de esta cuestión? Creo que este podría haber sido el
momento para haber exigido la eliminación de armas nucleares o haber
cumplido compromisos con el fin avanzar más rápidamente y mejor respecto
al desarme nuclear o al Tratado de no Proliferación Nuclear. Creo que
habría sido un segundo elemento clave en esa nueva OTAN y en esa entrada
que podríamos haber realizado si se hubieran modificado estas dos
cuestiones.

Respecto a las misiones de paz, nadie tiene duda que puede hacer un
papel, pero también lo podría hacer la UEO o la OSCE, como ya se ha
señalado, y también habría que cuestionarse qué misiones de paz, porque
no todos esos criterios para determinar las misiones de paz han
respondido a los mismos condicionantes morales o filantrópicos. ¿Por que
no hablar de los kurdos, una cuestión muy complicada, o por que no hablar
de Chechenia?
Para concluir, quería señalar que esa identidad europea no la vemos del
todo clara. No se trata de saber cuántas fuerzas puede tener Europa
dentro de esa estructura, sino de la capacidad de decisión que puede
tener. Los meros ejemplos que tenemos al día de hoy no nos dejan lugar
dudas de que realmente la capacidad de intervención y decisión es y sigue
siendo muy poca, por no citar, por ejemplo, qué países han entrado el día
16 cuando se firmaron los protocolos de adhesión y por qué no han entrado
--como señalaba Francia-- Eslovenia o Rumania. En esa primera fase clave
ya vimos claramente quién tenía la decisión y qué papel tenía Europa.

Y hay otra cuestión de actualidad y muy cercana a nosotros. Me gustaría
saber la diferencia que existe en relación a Turquía. Mientras la Unión
Europea considera que no se respetan los derechos humanos, en sus
territorios no solamente en relación a mayorías como los kurdos sino a
otra serie de reflexiones importantes en materia de un Estado de Derecho,
a la OTAN, por ejemplo, no parece importarle demasiado, por cuanto no lo
debe considerar elemento clave y esos principios no deben estar en
primera línea de importancia. Por todo ello, creemos que habrá que hablar
mucho más respecto de estas cuestiones. Se han establecido los principios
generales, pero los detalles, en el fondo, son los importantes. Desde
Eusko Alkartasuna no cerraremos los ojos a una realidad que nos señalaron
nuestros ciudadanos, y desde luego en el país del que yo vengo el 65 por
ciento dejó muy claro lo que quería.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Lasagabaster.

Tiene la palabra el señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ VAZQUEZ (don Guillerme): Muchas gracias, señor
presidente.

Señoras y señores diputados, intervengo con brevedad para fijar la
posición del Bloque Nacionalista Galego sobre la integración en la
estructura militar de la OTAN y lo hago por varios motivos, porque hay
que repartir el tiempo, naturalmente, entre los integrantes del Grupo
Mixto y porque en este último año este tema se discutió en esta Cámara
varias veces, nuestra posición se fijó en su momento y, naturalmente, no
ha variado, menos aún con las argumentaciones que nos aportan los grupos
favorables a esta integración.

Asistimos hoy, por tanto, al ultimo acto de la crónica de una integración
anunciada, la integración plena del Estado español en la estructura de la
Alianza Atlántica. Se culmina así un proceso iniciado en julio de 1982
con el ingreso en la OTAN, pasando por el famoso referéndum del año 1986,
en el que, entre otras condiciones para permanecer en la Alianza, se
fijaba la no participación en su estructura militar. Con la llegada del
nuevo Gobierno se impulsa definitivamente la integración total, con el
apoyo --todo hay que decirlo-- de la mayoría de las fuerzas políticas de
esta Cámara; una integración acerca de la que, desde nuestro punto de
vista, la inmensa mayoría de la población desconoce su significado real,
porque el debate se ocultó a la opinión pública; ni siquiera en el último
proceso electoral se hizo hincapié alguno en este tema. Sin embargo, para
el Bloque Nacionalista Galego esta decisión que toma el Gobierno y --como
decía-- apoya la mayoría del Parlamento es una decisión equivocada y que
camina en sentido contrario al de la consecución de un mundo más justo e
igualitario.

Por mucho que se insista en hablar de la nueva OTAN como una organización
prácticamente inocua y de su papel como garantía de libertad, paz y
democracia en el nuevo contexto internacional unipolar, la realidad es
que nos encontramos ante una alianza militar comandada por los Estados
Unidos, a través de la cual tratan de imponer su hegemonía y de hecho la
imponen; una alianza en la que ni siquiera se participa en pie de
igualdad, sino que cada Estado juega un papel acorde con su importancia;
una alianza sobre la que los ciudadanos desconocen de qué les defiende y
cuáles



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son los riesgos emergentes que les acechan. No se les acaba de explicar a
los ciudadanos cuáles son estos riesgos emergentes, es decir, cuál es el
fin de la OTAN y cuál es el enemigo, no sea acaso que la OTAN nos tiene
que defender de nosotros mismos. Se trata de una integración que hace el
Gobierno sin explicar cuáles son los costes económicos de la misma, en
una época en la que se pide a los ciudadanos todo tipo de sacrificios o
en la que se les dice que hay que disminuir el gasto público, sin que,
además, se garantice la desnuclearización del territorio, y en la que las
bases militares se pondrán con seguridad al servicio de Estados Unidos.

Es evidente que son malos tiempos para la lírica. A pesar de eso seguimos
apostando con firmeza por la desaparición de los bloques militares, más
aún una vez disuelto el Pacto de Varsovia; una oportunidad que justo
debería llevar a la paulatina desaparición de la OTAN y a avanzar en la
progresiva desmilitarización mundial, porque, se vea como se vea, el
enorme gasto militar, el gasto militar desmesurado supone un derroche en
un momento en el que existen tantas necesidades sociales. Seguimos
pensando además que el Estado español debería apostar por una política de
defensa propia e independiente, en lugar de apostar por servir las
estrategias de otros.

El mundo vive situaciones preocupantes. La filosofía que defiende el
pensamiento único dirá que no es racional oponerse a la OTAN, que somos
utópicos. Sin embargo, preferimos seguir alineándonos con aquellos que
optan por caminar hacia un mundo más justo e igualitario, sin idealismo,
sabiendo que existen problemas, sin desconocer que el camino de la
desmilitarización es largo, pero insistiendo en defender la tendencia al
desarme, la desaparición de las armas nucleares, la reducción de los
gastos militares, la búsqueda de una política internacional basada en las
relaciones de igualdad y la libre determinación, la paz y el respeto
mutuo. El fortalecimiento de la OTAN camina, desde nuestro punto de
vista, en dirección contraria, ayuda a perpetuar por la vía de la amenaza
militar situaciones injustas, y a eso, señor presidente, nosotros nos
seguiremos oponiendo.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Vázquez.

Señor De Grandes, en nombre del Grupo Parlamentario Popular.




El señor DE GRANDES PASCUAL: Señor presidente, señorías, 1997 ha sido un
buen año para España; 1997 ha sido también un año fecundo para nuestra
política exterior. Hemos seguido avanzando en el camino de la
reintegración internacional de España y, más allá aún, en el de la
fructífera participación española en el nuevo orden europeo y mundial de
este fin de siglo. Con ser importante, no se trata ya, como en el pasado,
de sumarnos a estructuras preexistentes, nacidas y desarrolladas en los
años del aislamiento, sino de participar en el alumbramiento de nuevas y
vigorosas maneras de garantizar los intereses españoles en unión de
nuestros aliados y de preservar así un horizonte de paz y de prosperidad.

La presencia pujante de España en el concierto europeo y en la sociedad
internacional es, sin duda, uno de los acontecimientos relevantes de las
últimas dos décadas. Las posibilidades y potencialidades de la democracia
española necesitan de un entorno estable y requieren de la puesta en
común de esfuerzos y recursos con las demás democracias occidentales.

Esta convicción nos llevó en su día a reivindicar la incorporación plena
de España a la Comunidad Europea y la adhesión a la Alianza Atlántica.

Entendíamos, y entiende hoy la gran mayoría de esta Cámara, que esas eran
decisiones acertadas que han servido bien a los intereses superiores de
la nación española, que han contribuido a fortalecer nuestra democracia y
que han ayudado al empeño común de ofrecer un futuro mejor a nuestros
conciudadanos.

Cuando España firmó el Tratado de Washington en mayo de 1982 entramos en
la Alianza Atlántica como miembros de pleno derecho, dispuestos a asumir
las obligaciones y gozar de los beneficios que nos proporcionaba nuestra
entrada en este organismo de seguridad colectiva. El cambio político de
finales de ese mismo año hizo que España defendiera de forma distinta su
posición dentro de la Alianza, afirmando su calidad de miembro pleno,
pero limitándose a una participación puramente pasiva; quedamos así fuera
de la estructura militar entonces existente. Nuestro país, vinculado por
las decisiones tomadas en el seno de la Alianza Atlántica y obligado por
la firma del Tratado a llevar a cabo determinadas actuaciones, no podía
participar activamente en el proceso de toma de decisiones, no podía
coordinar los resultados de las múltiples reuniones, en las cuales no
participaba plenamente y, por consiguiente, no alcanzaba a defender mejor
sus propios intereses y deseos.

Desde entonces, los cambios en Europa y en el mundo, con el derrumbe del
orden estratégico basado en la bipolaridad y la desaparición de la Unión
Soviética y del Pacto de Varsovia, han creado un nuevo clima de
distensión y de cooperación, pero el conflicto y la irrupción de las
guerras en la antigua Yugoslavia pusieron de relieve la necesidad de
adaptarse a nuevos conflictos y a nuevas maneras de resolverlos. La
Alianza Atlántica tampoco podía quedar inmune a la nueva realidad militar
y defensiva. A partir de 1996 se prepara una revisión de la estructura
militar que establecía una nueva estructura de mandos, una estructura
única, reducida y menos compleja, que reflejaba la actual situación
estratégica en Europa y en la que contaba con la plena participación de
todos los aliados.




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El Pleno de este Congreso aprobó el 13 de noviembre de 1996 una
resolución impulsando la plena participación de España en la Alianza
Atlántica renovada, una participación que no debía alterar los términos
originales de nuestra adhesión al Tratado de Washington. Ese compromiso
no ha sido defraudado. Hace dos semanas y tras varios años de discusión,
de negociación y de tira y afloja, se aprobó la nueva estructura militar
integrada de la OTAN, a la cual España puede adherirse ahora. Esta
estructura militar satisface plenamente las aspiraciones y los
planteamientos españoles. Partiendo del consenso mayoritario de esta
Cámara y gracias a este Gobierno, a su presidente, a sus ministros de
Asuntos Exteriores y de Defensa y a la diplomacia española en su
conjunto, la participación de España en la Alianza Atlántica reflejará
por fin el peso de nuestro país en Europa y la importancia de nuestra
contribución a la paz y a la estabilidad en todo el continente. La nueva
estructura de la Alianza incluirá un mando subregional conjunto con sede
en Madrid y con fuerzas multinacionales y de los tres ejércitos,
garantizando así el pleno control de la defensa de todo nuestro
territorio nacional.

Muy especialmente, hemos conseguido corregir la anomalía de ver las islas
Canarias depender de un mando regional con sede en Portugal ubicado
dentro del mando atlántico. Las islas Canarias, sus antiguas aguas
territoriales, más de 50 millas, dependerán expresamente del nuevo mando
español, lo que significa una defensa completa e integral de Canarias.

También seremos responsables de planificar las misiones de defensa aérea,
terrestre y naval de esta parte de España. Fueron vencidas las tensiones
británicas de impedir la creación de un mando de la OTAN en nuestro
territorio si no levantábamos las restricciones aéreas y navales que
mantenemos sobre Gibraltar y sus reticencias a permitir que desapareciese
el mando de Gibraltar, gracias a la política tenaz del Gobierno de no
vincular dos temas que no estaban relacionados, a no ser por las
pretensiones británicas y la impaciencia de algunos, como son la
renovación de la Alianza Atlántica y la soberanía sobre Gibraltar. La
lógica y la fuerza de este planteamiento y la constancia con la que fue
mantenido obligaron a la retirada final de las últimas reservas que
impedían el nacimiento de la nueva estructura militar de la nueva OTAN.

Nos encontramos, pues, señorías, en situación de poder contribuir al
proyecto europeo y euroatlántico sin tener que afrontar los problemas que
nos oprimían en el pasado. Hemos conseguido el mando subregional
combinado y conjunto de nuestro territorio, del cual dependerá todo el
territorio nacional, incluyendo Canarias. Hemos logrado la desaparición
del mando de cuarto nivel ubicado en Gibraltar sin tener que ceder ante
las exigencias británicas sobre la cuestión de soberanía del Peñón y, por
fin, podremos participar activamente en todos los órganos de la Alianza
Atlántica y normalizar así las relaciones que mantenemos con nuestros
aliados, por fin como iguales y no como miembros de segundo grado.

También podremos aprovechar nuestra plena participación en la nueva
estructura para acoger a los países del Este cuya integración se acordó
en la cumbre de Madrid. Estamos hoy en mejor posición que ayer para
afrontar los retos del futuro, señorías, y con el apoyo mayoritario de
las fuerzas políticas representadas en esta Cámara, que han dado una
prueba más de su capacidad de unirse alrededor de acuerdos sólidos y para
la mejor defensa de los intereses de España.

Nada más y muchas gracias. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor De Grandes.

Señor presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Aznar López): Señor presidente,
señorías, quiero empezar agradeciendo la intervención de los portavoces
de los grupos parlamentarios a lo largo de este debate, constatando, en
primer lugar, algo que me satisface y es que se conserva de una manera
muy clara y nítida la amplia mayoría que surgió en esta Cámara en el mes
de noviembre de 1996 cuando el Gobierno presentó a la misma la
comunicación que dio lugar a un documento o a una resolución votada en
esta Cámara
--insisto en que consiguió una amplia mayoría-- en la cual se
respaldaba la decisión del Gobierno de dar los pasos necesarios para la
integración plena de España en la nueva estructura de mandos de la
Alianza Atlántica. Por tanto, mantener y ratificar esa amplia mayoría
supone, como decía en mi intervención, que se han producido un proceso
negociador y unos resultados que tanto desde el punto de vista general
como desde el punto de vista particular de los intereses de España son
considerados positivos y satisfactorios por la mayoría de la Cámara. En
virtud de esa misma decisión y de ese mismo respaldo mayoritario, el
Gobierno continuará con ese proceso hacia el futuro, después de la
comunicación que haremos de inmediato, a la Secretaría General de la
Alianza Atlántica y a todos los representantes permanentes nacionales en
el seno de la organización, de la decisión de España de participar
plenamente en la nueva estructura, dando los pasos necesarios para
conseguir en el plazo más breve posible la implementación y el desarrollo
de esa decisión, insisto, respaldada ampliamente por la Cámara.

Quiero decir, señorías, que debemos ser muy conscientes --y sin duda lo
somos todos-- de la importancia de la decisión que se ha adoptado y de la
que vamos a poner en marcha o en práctica; ya lo éramos antes y por eso
dimos los pasos necesarios. Sobre esa importancia no quisiera ahondar en
circunstancias históricas más o menos recientes que podrían llevar a
matices o a visiones algo distintas. Me interesa más concordar en lo que
significa la posición actual y en



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un planteamiento de futuro respecto de los intereses de seguridad y
estratégicos de España. Me parece necesario considerar esta decisión
desde el punto de vista de una cierta perspectiva histórica, no en
función sólo --que también-- del pasado reciente español, sino en función
del pasado histórico español, al menos en los dos últimos siglos o dos
siglos y medio, en virtud del cual esa perspectiva histórica, y sin
necesidad de extenderse mucho, nos puede llevar a conclusiones positivas
respecto de la situación actual y optimistas respecto de las
posibilidades de España en el siglo que dentro de muy pocos años va a
comenzar. Durante ese tiempo España no ha sido un país, no hemos sido una
nación que hayamos llegado a tiempo a las citas históricas. Hemos
acumulado mucho retraso no solamente en términos de desarrollo material,
no solamente en términos de bienestar, sino que hemos acumulado mucho
retraso en términos de participación política española y de participación
histórica de España en las corrientes del mundo. El aislamiento español
no tiene una referencia directa, sólo empeñada en el régimen anterior,
sino que tiene una referencia mucho más global en los últimos siglos de
la trayectoria histórica de España, en la que realmente España se situó
fuera de las corrientes históricas que impulsaban la vida del mundo o,
como dijo algún español, por cierto recientemente de actualidad, España
se convirtió literalmente en un país que se sentó al borde del camino de
la historia en una situación inmóvil, aturdida, ensimismada y sin
capacidad de reacción, ni de participación. En los tiempos más recientes
esa actitud, desgraciadamente española como consecuencia de nuestras
circunstancias históricas, se materializó claramente en el hecho de que
no pudimos participar, ni en el momento fundacional de la Alianza
Atlántica, que configuraba lo que debía ser el esquema de seguridad en un
mundo, sin duda determinado por la bipolaridad en aquel momento, ni
tampoco posteriormente en el momento fundacional de la Comunidad Europea.

La trayectoria histórica de nuestro país nos ha enseñado que hemos tenido
que hacer extraordinarios esfuerzos para acoplarnos a uno y a otro, que
eran los elementos determinantes en los cuales un país con normalidad
política, con normalidad democrática, con aspiraciones de bienestar,
debería aspirar desde el principio a estar insertado en esos dos ámbitos.

Esos dos esfuerzos se han conseguido al cabo de muchos años y la
diferencia de esa trayectoria histórica con este momento actual,
presente, en la vida de nuestro
país es que, en virtud de todos los cambios ocurridos en Europa, y
en consecuencia en el mundo, a partir de 1989, que dan lugar,
necesariamente, tanto a la ampliación y transformación de la Unión
Europea como a la ampliación y transformación de la Alianza Atlántica,
España puede participar, por primera vez, en todo este tiempo histórico
desde el comienzo. Por tanto
--como ha dicho, creo que con acierto, el señor Anasagasti--, España
no solamente es un objeto pasivo de la historia, sino que ha pasado a ser
un agente activo, un sujeto activo de lo que significa la toma de
decisiones y la formulación del esquema político, económico y de
seguridad de Europa, y en gran medida del mundo, para el siglo XXI.

Son, señorías, dos elementos básicos los que a finales de este siglo
conforman esa decisión y esa posición activa española. En el ámbito
europeo, sin duda, lo que va a ser la gran transformación de la puesta en
marcha de la moneda única europea, en el marco de la seguridad, lo que
significa la transformación de la Alianza Atlántica que hoy nos reúne en
esta Cámara para hablar. En el ámbito general lo que es la superación de
las divisiones de Europa y, por supuesto, lo que es la definición de unos
nuevos esquemas cooperativos, de unos nuevos esquemas de seguridad
colectiva para todos. No me extenderé en ello.

La semana pasada --si no recuerdo mal-- o la anterior, hablábamos de las
consecuencias del Consejo europeo de Luxemburgo y, por tanto, de la
ampliación de la Unión Europea. Hoy estamos tratando aquí de las
consecuencias también de una decisión importante de ampliación de la
Alianza Atlántica que ya habíamos tratado, que es la adaptación externa,
y estamos hablando de la adaptación interna de la Alianza Atlántica.

En definitiva, España participa activamente como sujeto activo en aquello
que signifique nuevos diseños, nuevas políticas económicas, de seguridad,
que transforman la realidad de nuestros países y la realidad de nuestro
mundo europeo, de nuestro mundo occidental. Por tanto esa doble vertiente
de la que yo hablaba al comienzo de mi intervención la quiero reseñar a
la hora de determinar la importancia de nuestra decisión. Estamos en una
participación de carácter general en un proceso que supera viejos
esquemas, que nos debe llevar de una manera determinante a la Europa del
siglo XXI. Estamos, desde el punto de vista nacional, en condiciones de
participar desde el comienzo, en condiciones de asumir responsabilidades
como los demás, desde el primer momento y acordes con lo que significa en
este momento la fortaleza, la potencialidad, las posibilidades de España.

Si desde el punto de vista general participamos en esa ambición de paz,
de prosperidad, de seguridad, de cooperación hacia el futuro, desde el
punto de vista nacional nuestros intereses nacionales quedan mejor
salvaguardados de esta manera. Ese fue el sentido organizador en la toma
de decisiones de la cumbre de la Alianza Atlántica en Madrid el pasado
mes de julio, y hoy cumplimos otro objetivo, sin duda, en ese camino
importante que es la definitiva entrada de España en la nueva estructura
de mandos de la Alianza Atlántica. Por tanto, señorías, quiero decirles
que le doy a esa decisión, en el marco que acabo de explicar --y no me
quiero extender mucho--, una gran trascendencia en lo que es la
trayectoria



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histórica de España y en nuestras posibilidades y responsabilidades de
cara al futuro.

En el mes de noviembre de 1996, señorías, esta Cámara no estableció
ninguna condición al Gobierno, y quiero decirlo porque se lo quiero
agradecer a la Cámara; la Cámara pudo establecer unas condiciones, pero
no estableció condiciones. Estableció fundamentalmente dos orientaciones
de carácter general: la primera, que los pasos que diera el Gobierno no
afectasen a los elementos básicos de la incorporación de España en
términos de alteración del Tratado de Washington ni a la autorización que
las Cortes establecieron para la incorporación de España a la Alianza
Atlántica; y la segunda orientación, de carácter general, era que se
mantuviera la condición no nuclear de España. Esas dos orientaciones
generales han sido tomadas en cuenta y, por tanto, no me extenderé más
sobre ello. No existe ninguna alteración en los términos en los cuales
España se incorpora al Tratado de Washington y no existe ninguna
alteración en los términos en los que España contempla su política
nuclear en ninguno de los aspectos a los que SS. SS. se hayan podido
referir, desde la consideración misma en sentido estricto de lo que puede
ser el armamento nuclear, hasta la consideración de no nuclear, hasta lo
que significa el transporte y el almacenamiento. Y luego propuso unas
recomendaciones, así establecidas claramente, que yo quiero agradecer,
porque la posición del Gobierno fue una posición más abierta, al no
sentirse condicionado y sí razonablemente impulsado por lo que estoy
diciendo que ha sido la mayoría de la Cámara. Lo que he explicado con
anterioridad es que, en mi opinión, esas condiciones han sido satisfechas
y, por tanto, no tienen el más mínimo problema ni inconveniente a la hora
de determinar la decisión final del Gobierno, la decisión final de la
Cámara y, por tanto, la decisión final de España.

Ya he explicado que la estructura de mandos única, reducida y flexible se
ha conseguido y, por tanto, no insistiré al respecto.

Tampoco insistiré mucho en lo que significa el establecimiento del Acta
fundacional de relaciones entre la Unión Europea y Rusia. No es cuestión,
en este momento, de plantearse aquí si Rusia está más o menos inquieta,
si Rusia está más o menos feliz o si en Rusia hay fuerzas políticas,
fuerzas políticas parlamentarias que pueden estar de acuerdo o no. Sí es
verdad que existe un marco muy claro de relaciones entre la Alianza
Atlántica y Rusia; es un marco en el cual ya se ha empezado a trabajar y
ese marco nace como consecuencia de una realidad histórica nueva. Y lo
mismo que digo para Rusia lo digo también en el caso de Ucrania, que
desde el punto de vista de la seguridad colectiva europea es un país
fundamental, cuya posición es muy trascedente y, por ello, también con
Ucrania se firmó, en Madrid, el correspondiente acuerdo de relación
singular y especial de la OTAN con Ucrania.

Creo que las posiciones de los países de Europa central y oriental en
cuanto a la salvaguarda de sus derechos están bien reconocidas, y me
referiré a dos cuestiones específicas que han sido tratadas por alguna de
SS. SS., que son las que se refieren a la identidad europea de seguridad
y defensa y al mando español y a las consecuencias de la definición del
mando español. Quiero decir, respecto de la entidad europea de seguridad
y defensa, que el Gobierno y yo mismo somos de los partidarios de que se
debe seguir avanzando en el proceso de fortalecimiento de la entidad
europea de seguridad y defensa; lo han dicho así algunos de los
portavoces que han intervenido, desde el señor Almunia hasta el señor
Mauricio, pasando por el señor Molins y el señor Anasagasti, y el
Gobierno participa, sin duda, de esa idea. No olvidarán SS. SS. que ya,
con motivo de los momentos finales de la conferencia intergubernamental
que iba a dar lugar al nuevo Tratado de Amsterdam, España hizo una
propuesta, junto con otros cinco países de la Unión Europea, para
fortalecer de una manera muy clara la Unión Europea Occidental desde el
punto de vista de su personalidad y de su operatividad vinculada a la
Unión Europea. Ahí estaban, conjuntamente con España, Alemania, Francia,
Italia, Bélgica, entre otros países. Aquello no prosperó; no se daban
tampoco las condiciones para prosperar, pero es evidente que hubo un
avance desde el punto de vista de lo que significa fortalecimiento, si se
quiere percepción de la Unión Europea Occidental desde el punto de vista
de la Unión Europea y, al mismo tiempo, la necesidad de seguir trabajando
en ese camino. Sin embargo quiero decir que no es baladí, ni mucho menos,
ni es para despreciar el hecho de que en el marco de las relaciones de la
Alianza Atlántica con la Unión Europea Occidental se haya definido la
posibilidad no solamente de algo muy importante, que es que haya un
comandante adjunto, un vicecomandante del mando estratégico europeo
estrictamente europeo, sino que, además, exista un concepto en virtud del
cual la Unión Europea en determinadas condiciones pueda operar por sí
sola, naturalmente recibiendo medios de la Alianza, pero sin tener el
compromiso norteamericano.

Yo quiero decir que una de las cosas más importantes para la seguridad
colectiva en el futuro es el mantenimiento del vínculo trasatlántico. Y
quiero decir esto con mucha claridad, porque a veces se plantea el
fortalecimiento de la identidad europea como una consecuencia
absolutamente clara, necesaria, inevitable y hasta deseable del
debilitamiento del vínculo trasatlántico. Y hoy quiero decirles a SS. SS.

que yo no estoy de acuerdo con eso. Para la paz europea y para la
seguridad europea es fundamental el vínculo trasatlántico. Otra cosa
distinta es que en la nueva situación europea los europeos tengan que
tener una mayor responsabilidad, lo cual, por cierto, tiene traducciones
prácticas concretas, algunas de las cuales no se corresponden
directamente



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con algunas posiciones o discursos que se puedan haber escuchado aquí. Y
dentro de eso, el que pueda haber operaciones solamente europeas bajo la
Unión Europea Occidental con medios OTAN a mí me parece un avance muy
importante. Señorías, ese es el concepto --aunque esta me parece una
interpretación que ha hecho al respecto no debidamente fundamentada el
señor Anguita--, la distinción entre las fuerzas separables y las fuerzas
separadas. Son fuerzas separables las fuerzas de la Unión Europea
Occidental que se forman para una misión determinada, pero no se
establece el elemento de fuerzas separadas de la otra organización. No
estamos hablando de que intervengan distintas naciones, como S. S. dice,
distintas naciones intervienen en todo caso. Se establece que no existe
una separación sino que existe una posibilidad europea de la Unión
Europea Occidental en el marco de lo que es una disposición de carácter
general de la Alianza Atlántica.

En segundo lugar, eso nada tiene que ver con lo que puede plantearse como
una percepción clara o concreta de alguna aspiración respecto de la
identidad europea de seguridad y defensa --creo que ha sido el señor
Mauricio el que se ha referido a ella-- en el mando regional de Nápoles.

Había algún país, legítimamente, que pensaba que solamente la percepción
de la identidad europea pasaba porque ese mando fuese un mando de
carácter estrictamente europeo. Yo también soy partidario de que en ese
mando existan más responsabilidades de carácter europeo, tanto que la
entrada de España en la estructura de mandos de la Alianza Atlántica
servirá para muchas cosas --ya hemos hablado de algunas externas e
internas-- y también para favorecer, evidentemente, lo que es la posición
europea, la vertiente europea desde el punto de vista de esa identidad de
seguridad y defensa que a SS. SS. les preocupaba. Por tanto, en ese
terreno el Gobierno seguirá trabajando. Lo digo para tranquilidad de
algunas señoras y señores diputados portavoces que se han manifestado así
desde esta tribuna. Yo participo plenamente también del hecho de que esta
decisión nos sitúa en un terreno mucho más acorde con la realidad del
funcionamiento de estas organizaciones y, por tanto, las situaciones
intermedias no tienen ningún sentido en estas organizaciones. Ahora vamos
a aprovechar todas las posibilidades desde todos los puntos de vista que
nos va a dar nuestra pertenencia a la Alianza Atlántica renovada.

La última recomendación de la Cámara era la que se refería a la
configuración del cuartel general situado en España. El cuartel general
situado en España, mando subregional del sudoeste, es el único cuartel
general nuevo que se crea en la estructura de mandos que se renueva. Se
pasa, como he dicho antes, de 65 cuarteles generales a 20. El situado en
España es el único realmente que se crea al respecto. En esta cuestión
nosotros teníamos varios intereses. El primero, de una manera muy clara,
es que los accesos a y desde el Mediterráneo, es decir, el eje de lo que
es el control del Estrecho, quedase bajo el mando aliado en España y, por
tanto, se determinase también que el actual meridiano de separación de
uno y otro mando estratégico fuera llevado a su límite natural, como
hemos dicho, que es en Ayamonte. Eso es muy importante para nosotros y es
una cuestión que se ha resuelto sin ningún tipo de problemas.

La segunda consideración es la que se refería a la situación de
Gibraltar. Como ya he señalado, existe el compromiso, ya acordado, de la
desaparición del cuarto nivel de la estructura de la Alianza. Quiero
reseñar, una vez más, que la estructura de la Alianza se activará
simultáneamente y que forma un todo unitario; no se puede activar la
estructura de la Alianza en términos separados. Por tanto, la
desaparición de los cuartos niveles supone también la desaparición del
mando aliado en Gibraltar y, lo que es más importante, sin que eso haya
contaminado, en absoluto, el contencioso bilateral entre España y Gran
Bretaña en razón de la soberanía de Gibraltar, donde España no ha tenido,
en ningún momento y bajo ninguna circunstancia, que modificar o alterar
su posición.

La tercera cuestión trascendente era la que se refería a las islas
Canarias, a la situación de Canarias. En este punto contesto al señor
Mauricio --que hay que reconocer que ha tenido una intervención muy
ponderada-- que puede ser también cuestión de sensibilidad, y es evidente
que el marco jurídico e institucional de seguridad de Canarias a lo largo
del año 1997 queda bastante perfeccionado, pero quiero decirle que no se
trata sólo de una cuestión de sensibilidad, ni mucho menos --y S. S. lo
comprenderá-- de una cuestión de falta de madurez o de sospecha; no se
trata de nada de eso. Se trata de aplicar la lógica de la nueva situación
a lo que significa también la situación geoestratégica de las islas
Canarias. Creo que la solución --llámese como se quiera; me da igual que
se llame burbuja o como se quiera-- no es una situación que
históricamente tenga parangón, sencillamente porque no lo tiene ni en el
propio marco de la Alianza Atlántica anterior, que no tiene parangón
posible. Y desde el punto de vista de lo que era el interés de Canarias y
el interés manifestado por muchos ciudadanos canarios, que era la
dependencia del mando europeo, que se viese la europeidad de Canarias,
desde el punto de vista de su dependencia de un mando, está absolutamente
conseguido. La dependencia del mando subregional español es la
dependencia del mando estratégico español. Pero es que, además, para
España existen dos posibilidades. Decía S. S., ¿qué ocurre con eso que se
puede llamar pasillo, que es mucho llamar cuando se está hablando de
aguas, o ese mapa en forma de pipa, o como se quiera? Esa es una cuestión
en la cual respondemos desde el punto de vista de la flexibilidad a la
que antes me refería. En operaciones en esa zona, que se tienen que
determinar



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caso por caso, España puede ponerse directamente en contacto con el mando
estratégico del Atlántico, siendo un mando subregional, lo cual es una
excepción completa en la estructura de mandos de la Alianza y en la
doctrina de la Alianza. Además, existirá una coordinación entre el mando
europeo y el mando en Norteamérica. Las decisiones tienen que tomarse
caso a caso. Por tanto esa cuestión, desde nuestro punto de vista, no
plantea el más mínimo problema, sino que, por el contrario, fortalece una
posición no de doble dependencia, pero sí de relación específica que a
España le puede interesar justamente por la misma razón que le decía al
señor Mauricio, por la vertiente no exclusivamente mediterránea y sí
atlántica que tiene también España. Por tanto, quiero decir que S. S.

puede estar muy tranquilo y creo que la solución es muy positiva, también
desde el punto de vista de los intereses y de la situación de Canarias.

El último punto, señorías, el último interés era que España tuviese un
mando reconocido desde el punto de vista de su potencialidad en el
Mediterráneo y en el Atlántico. Ya me he referido al ámbito del Estrecho
de Gibraltar, ya me he referido también a lo que significa la vertiente
atlántica. Pero es evidente también que quiero hacer una referencia a
algo que creo que ha dicho el señor Anguita que, con toda franqueza, no
comparto, y no quisiera que el señor Anguita --que ha hecho un discurso
especialmente, llamémosle, firme en su expresión-- entendiese que no
quiero contestar a alguno de sus argumentos. Lo diré, señor Anguita, con
todo respeto, porque a mí me parece que S. S. y su grupo están
profundamente equivocados, pero quiero reconocer que respeto su posición.

Le tengo que decir, incluso, que me parece una posición imposible, pero
que desde el punto de vista moral puede tener una cierta comprensión. Yo
quiero decir, señor Anguita, en primer lugar, que no participo de la
expresión de S. S. en virtud de la cual el que no está de acuerdo con
usted es favorable a una lógica de enfrentamientos y el que está de
acuerdo con usted es favorable nada menos que a la paz. Sinceramente yo
no creo que el conjunto de grupos de esta Cámara sean unos belicosos
sospechosos o sospechosos de belicosidad respecto de nadie en el mundo de
hoy ni nunca, sino que plantean las cuestiones de la manera como se deben
plantear después de los cambios que se han producido en el mundo, que
todo el mundo reconoce y que yo espero que S. S. también reconozca.

He hablado ya de lo que significa la identidad europea de seguridad y
defensa y de algunas matizaciones que usted había planteado y que he
dicho que no corresponden a la realidad. No comparto el significar que
esta decisión y la de la Cámara sea en ningún caso, como usted ha dicho,
una burla al pueblo ni que tampoco haya que referirse mecánicamente a los
resultados de 1986. Esta Cámara tiene toda la legitimidad para tomar esas
decisiones. Le quiero decir que esa decisión es, en mi opinión,
absolutamente correcta, y si en términos estrictamente políticos me lo
plantea, yo creo que para España muy conveniente, y además hacerlo de la
manera que se está haciendo. Por lo tanto, creo que esa es una expresión,
en mi opinión, fuera de lo que significa o debe significar la lógica de
este debate.

En relación con la posición de España, S. S. ha manifestado unas
discrepancias respecto de lo que significan las negociaciones, que las ha
materializado de la siguiente manera. En primer lugar, S. S. ha dicho que
no se ha consultado a la Cámara, cosa que no es cierta; se ha consultado
a la Cámara con reiteración y se seguirá haciendo, dicho sea de paso. En
segundo lugar, que se ha notificado ya la decisión española. Tengo que
decir que tampoco es cierto. Naturalmente me he cuidado mucho de no
notificar ninguna decisión española antes de que se produjese esta sesión
en el Congreso de los Diputados. Otra cosa distinta es que el Gobierno
considere que las recomendaciones y orientaciones están siendo
satisfechas, pero la decisión de la notificación oficial sí que le
anuncio que la va a tomar pronto el Gobierno.

Quiero decirle, por otra parte, que el mando subregional español, como he
dicho, satisface lo que significa la posición española. Yo comprendo,
pero no comparto, el que usted me diga: si a mí me da igual que el mando
sea subregional o regional, porque no estoy de acuerdo ni con el mando ni
con lo demás. Es una posición, pero quiero decirle, explicarle y
reiterarle que desde el punto de vista del interés español eso es lo
correcto.

Por último, le tengo que decir, señor Anguita, lo cual ya me parece un
poco más grave y preocupante --S. S. no se lo tomará a mal--, y que entra
en el terreno y el reino del disparate, que apelar aquí, a estas alturas,
a lo que pueden ser posiciones africanistas o de las guerras africanas o
de no sé qué tipos de intenciones intervencionistas o bélicas es,
sencillamente, señor Anguita, un perfecto disparate. Señoría, el mando
que se sitúa en España tiene encomendadas unas misiones por la Alianza
Atlántica. La primera misión que tiene encomendada es la de contribuir a
la salvaguarda de las comunicaciones en el espacio estratégico del
Estrecho, lo cual es de sentido común, porque ese es nuestro interés
estratégico. Parece bastante más lógico que nos encarguen contribuir al
mantenimiento de las comunicaciones en ese marco que no en el Mar del
Norte. En segundo lugar, contribuir, señorías, a la estabilidad, a la
seguridad colectiva en toda la zona de nuestro interés. Y la zona de
interés para la Alianza es todo el interés geoestratégico que incluye el
Norte de Africa, y que la Alianza Atlántica tenga establecidas distintas
hipótesis en un concepto que no es de amenaza sino de riesgo, y en un
concepto que es de diálogo y de entendimiento y de no intervención, no se
puede plantear ni seria ni razonablemente como la consecuencia



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de lo que significa una organización, todavía para algunos agresiva o
intervencionista, sino la consecuencia lógica de lo que significan unas
posiciones de un planteamiento para la seguridad colectiva, para el
entendimiento y para el diálogo, como determinó la cumbre de Madrid
creando el grupo de cooperación entre la OTAN, los países del Norte de
Africa y el grupo de cooperación, en sentido más amplio, del
Mediterráneo. Por tanto, eso debe quedar, desde mi punto de vista,
absolutamente claro porque, como he dicho antes, me parece fantasioso no
darse cuenta de lo que es la situación estratégica española y me parece
sencillamente disparatado pretender que existan o que puedan existir otro
tipo de intenciones que no sean aquellas a las que me acabo de referir
con todo detalle al dirigirme a S. S.

Por último, señorías, quisiera contestar a varias cuestiones singulares
planteadas por los señores Almunia y Molins. La primera está relacionada
con grandes orientaciones de política de paz y de seguridad. Ya he dicho
antes que no quería hacer ninguna incursión histórica detallada.

Sinceramente yo creo que no es tiempo de formulaciones teóricas, sino que
es tiempo de hablar. Hay muchos de los principios que se han plasmado,
otros que son desarrollados desde hace años normalmente por España y
algunos otros que se pueden desarrollar de cara al futuro, pero tienen
poco que ver con 1984, esa es la verdad. Lo que quiero decir es que el
Gobierno, por supuesto, no tiene ningún inconveniente en fomentar el
debate correspondiente en términos de paz y de seguridad, o de política
exterior en su conjunto, que dé lugar a las resoluciones que la Cámara
entiende por convenientes, pero no creo que este sea el momento --ni hoy
ni tan siquiera el futuro-- de volver a encadenar o a establecer un
decálogo, una serie de normas como formulación teórica desde el punto de
vista de lo que son posiciones ya absolutamente acreditadas más allá de
su formulación teórica por la práctica política, y derivadas, además, de
un consenso muy importante mantenido por esta Cámara.

En relación con las minas antipersona, cuestión que no quiero dejar de
contestar, el deseo del Gobierno es empezar rápidamente con las
consecuencias del convenio firmado en Ottawa y, por tanto, hacerse cargo
de lo que significa el proceso de destrucción y desactivación de las
minas antipersona, cosa que estoy convencido puede comenzar a ocurrir el
próximo mes de enero. A comienzos del próximo año empezará ese proceso y
ya hemos dicho que había un determinado número de años --no es un proceso
fácil, sino más bien costoso, que tiene distintas implicaciones-- en los
cuales España había convenido su desarticulación, si bien yo deseo que
dicho número de años se vea reducido y, además, quiero decir que hay un
empeño muy especial del Gobierno en que eso sea de esa manera.

Finalmente, en relación con lo que significa la profesionalización de las
Fuerzas Armadas, quiero decirle simplemente al señor Molins que a mí me
gustaría que fuese todavía más rápido. El próximo año va a establecerse
un contingente con 12.500 nuevos profesionales en nuestras Fuerzas
Armadas. Y por otro lado, el plazo establecido por el Gobierno hasta el
año 2003 me parece un plazo razonable y positivo, lo contrario requeriría
esfuerzos adicionales que habría que decir de dónde salen. A mí me parece
que, en función de las perspectivas que tenemos que afrontar de aquí al
año 2003, es una fecha prudente y una decisión consecuente. Yo creo que
el Gobierno tiene muchas responsabilidades y también es probable, como
dice S. S., que la subcomisión parlamentaria no haya finalizado sus
trabajos. En todo caso, mi deseo es que los finalice lo más rápidamente
posible y que si el mes de enero puede ser ese mes, si es que se ha
perdido algún tiempo, que el tiempo lo podamos ganar.

De cualquier forma, señor presidente, quiero dar las gracias a todos los
grupos, especialmente a los que han apoyado esta decisión del Gobierno, y
a todos los que han contribuido allí donde estén, sean organizaciones
internacionales, especialmente en la Alianza Atlántica, sea a través de
sus intervenciones como miembros del Gobierno o al servicio, como
funcionarios de España, de la Administración del Estado, por el hecho de
que los resultados de esta negociación hayan sido positivos para nuestro
país. Creo que tenemos por delante una gran responsabilidad y oportunidad
y estoy convencido que si, como hasta ahora, hemos estado en este proceso
a la altura de las circunstancias, en el futuro, por supuesto, también lo
estaremos.

Gracias, señor presidente. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Punto segundo del orden del día. (El señor Anguita
González pide la palabra.)
Señor Anguita.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Señor presidente, invoco el artículo 73 del
Reglamento. He sido contradicho.




El señor PRESIDENTE: Lo siento, señor Anguita. Naturalmente la
intervención de S. S. ha contradicho el informe y la posición del
Gobierno. En la contestación del presidente he observado que en algunas
cosas no comparte la posición de su grupo y en otras ha dado
aclaraciones, como ha hecho con los restantes grupos parlamentarios.

Sabe S. S. que el trámite se rige por el artículo 203 y que, en
consecuencia, no hay posibilidad de un segundo turno de contradicción.

Además expresamente consulté con la Junta de Portavoces en su última
reunión. La reunión que daba marco jurídico a las comparecencias del
Gobierno por materia europea y de la OTAN, y, en consecuencia,
lamentándolo mucho señor Anguita, no tiene un segundo turno ahora.




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El señor ANGUITA GONZALEZ: Señor presidente, acato, pero muestro mi
disconformidad por la naturaleza y la importancia del debate.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Anguita.




CONVALIDACION O DEROGACION DE REALES DECRETOS-LEYES:



-- REAL DECRETO-LEY 29/1997, DE 19 DE DICIEMBRE, POR EL QUE SE ADOPTAN
MEDIDAS URGENTES PARA REPARAR LOS DAÑOS CAUSADOS POR LAS INUNDACIONES Y
TEMPORALES ACAECIDOS DURANTE LOS ULTIMOS DIAS DEL MES DE SEPTIEMBRE Y
PRIMEROS DEL MES DE OCTUBRE (Número de expediente 130/000042)



El señor PRESIDENTE: Punto segundo del orden del día: Debate sobre la
convalidación o derogación del real decreto-ley 29/1997, de 19 de
diciembre, por el que se adoptan medidas urgentes para reparar los daños
causados por las inundaciones y temporales acaecidos durante los últimos
días del mes de septiembre y primeros del mes de octubre.

Para la presentación de la disposición, en nombre del Gobierno tiene la
palabra el ministro de Interior, señor Mayor Oreja.




El señor MINISTRO DE INTERIOR (Mayor Oreja): Señor presidente, señoras y
señores diputados, comparezco hoy antes SS. SS. para cumplimentar el
trámite de convalidación por esta Cámara del Real Decreto-ley 29/1997, de
19 de diciembre, por el que se adoptan medidas urgentes para reparar los
daños causados por las inundaciones y temporales acaecidos durante los
últimos días de septiembre y primeros del mes de octubre.

Como SS. SS. conocen, durante los pasados meses de septiembre y octubre
se ha venido registrando un fuerte temporal de lluvias que ha afectado a
gran parte de la geografía nacional, especialmente a las comunidades de
Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Región de Murcia,
causando víctimas mortales en Alicante. La determinación del ámbito
territorial de aplicación de este real decreto-ley será especificado
posteriormente mediante orden del Ministerio de Interior, en la que se
concretarán los términos municipales y núcleos de población afectados de
estas comunidades autónomas. (El señor vicepresidente, Fernández-Miranda
y Lozana, ocupa la Presidencia.)
Las medidas contenidas en este real decreto-ley son las siguientes:
Primera, concesión de una subvención estatal del 50 por ciento a los
proyectos de entidades locales para la reparación de las infraestructuras
y equipamientos.

Segunda, indemnización de los daños directos causados por las lluvias,
inundaciones o arrastres de agua sobre producciones agrarias cuando el
agricultor tuviera asegurada la producción y los riesgos causantes no
fueran susceptibles de cobertura por la póliza del seguro agrario
combinado.

Tercera, declaración de emergencia de las obras de reparación en
infraestructuras hidráulicas en costas, las de restauración
hidrológico-forestal y las de conservación de suelos en las cuencas
hidrográficas afectadas.

Cuarta, concesión de una moratoria en el pago de los créditos
hipotecarios pignoraticios y cualesquiera otros vencidos o que venzan en
los períodos que se determinen en la orden de desarrollo a la que hacía
referencia en función de las fechas de los acontecimientos.

Quinta, exenciones tributarias en los siguientes impuestos: sobre Bienes
Inmuebles de naturaleza rústica y urbana, sobre Actividades Económicas
para las empresas cuyos locales hayan sufrido los efectos de las
inundaciones y temporales, sobre determinados medios de transportes,
exención de tasas de matriculación de la Jefatura Central de Tráfico en
relación con vehículos siniestrados, reducción en el Impuesto sobre la
Renta de las Personas Físicas para agricultores afectados.

Sexta, medidas relativas a los expedientes de regulación de empleo que
sean consecuencia de las inundaciones y el temporal asimilándolos a una
situación de fuerza mayor, exención de cuotas a la Seguridad Social y
prestaciones por desempleo.

Séptima, concesión de ayudas de emergencia por el Ministerio de interior
en virtud de la Orden de 18 de marzo de 1993 para paliar daños
materiales.

Octava, concesión como ayuda por daños personales de indemnizaciones de
2.000.000 de pesetas por fallecimientos o incapacidad absoluta permanente
cuando éstas se hayan producido como consecuencia de la catástrofe de
referencia. Se prevé el abono de los gastos de hospitalización cuando no
estén cubiertos por ningún sistema privado o público de asistencia
sanitaria. En este punto, señorías, conviene resaltar las novedades que
se introducen respecto a los beneficiarios de las ayudas por daños
personales no para cónyuge o conviviente; para los hijos mayores de edad
o para los padres de las victimas se sustituye el requisito de la
dependencia económica por el de perjuicio económico patrimonial
relevante. Asimismo se añaden los hermanos como posibles beneficiarios,
aunque en este caso se exige la dependencia económica, dada su mayor
lejanía en el parentesco.

Novena, líneas de préstamo a bajo interés por parte del Instituto de
Crédito Oficial por importe de 3.000 millones de pesetas para anticipar
la reparación o reposición de instalaciones industriales y mercantiles,
explotaciones agrarias y ganaderas y locales de trabajo afectados.




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Todas las ayudas previstas en este real decreto-ley serán con cargo al
crédito extraordinario que se apruebe, cuya cuantía ha sido fijada en
5.000 millones de pesetas, y que se financiará con cargo a la deuda
pública.

Finalmente, señorías, con el objeto de aplicar estas medidas, se crea una
comisión interministerial coordinada por la Dirección General de
Protección Civil e integrada por los ministerios afectados, así como por
los delegados de Gobierno, de las comunidades autónomas en las que
resulte de aplicación este real decreto-ley.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor ministro.

¿Algún grupo parlamentario desea utilizar un turno en contra? (Pausa.)
¿Turno a favor? (Pausa.) ¿Grupos que desean fijar su posición? (Pausa.)
En nombre del Grupo Parlamentario Mixto, tiene la palabra el señor
Alcaraz.




El señor ALCARAZ RAMOS: Muchas gracias, señor presidente.

Los diputados y diputadas de Nueva Izquierda vamos a votar favorablemente
este real decreto-ley que se trae para convalidar en la sesión de hoy.

Sin embargo, es difícil sustraerse a la tentación, y desde luego no seré
yo quien lo haga, de criticarlo fuertemente. Es difícil votar en contra
porque puede servir, y sin duda servirá para solucionar algunos casos
puntuales, individuales y colectivos de afectados, pero también es
difícil explicar este real decreto-ley.

El real decreto-ley, como SS. SS. no ignoran, es una figura legal
constitucionalmente prevista para casos de urgencia. Incluso en el título
del que tratamos se habla de medidas urgentes. Pues bien, menos mal que
eran medidas urgentes, porque transcurridos prácticamente tres meses
hablar de urgencias, de situaciones humanas individuales y colectivas,
como digo, extraordinariamente graves, parece excesivo en las puertas del
siglo XXI en un Estado desarrollado y complejo como el español.

Yo no sé si hay una causa política (quiero pensar que no, porque hablamos
--y voy a insistir mucho en esta idea-- de dolor humano), y es que si se
hubiera presentado antes, quizá hubiera podido incluso causar indignación
a las personas que viven en las zonas afectadas por estos temporales.

Parece que el Gobierno lanza continuamente el mensaje de que, la mejor
actitud que se puede adoptar ante las catástrofes, es la resignación. Por
eso, dejar que transcurra un tiempo de enfriamiento pueda servir para la
resignación y en vísperas navideñas se trae este real decreto, que, como
digo, es insuficiente.

Por otro lado, la figura del real decreto-ley es jurídicamente también
una norma, digamos, singular, precisamente ligada a su urgencia. Aludía
el señor ministro en su intervención a que ha habido una novedad, y así
es, pero no deja de ser curioso que se indique que hay una novedad.

Parece que existe un real decreto-ley tipo, que se aplica a todos los
casos similares, sin atender a las situaciones concretas que motivan la
presentación y aprobación de ese decreto-ley. Si unimos esos dos
elementos, ya se vuelve absolutamente incomprensible el retraso en la
presentación y, en su caso, convalidación que hoy se producirá.

A nuestro modo de ver, hay cuatro elementos negativos. Como decía hace un
momento es tarde y, pese a ello, nos llega sin evaluación. Este real
decreto-ley va a prolongar todavía más la incertidumbre que muchas
personas han vivido estos meses. No basta con anunciar la existencia de
una futura orden ministerial. Ha habido tiempo, y el Gobierno tenía
obligación de afinar más cuáles son los objetivos de recuperación y
reconstrucción de daños causados.

Hace muy pocos días recibía yo la contestación de a una pregunta
formulada al Gobierno sobre qué se iba a hacer para reparar los daños,
por ejemplo, en las costas. La respuesta decía que habría que esperar a
ver cómo evolucionaban las costas, lo cual es una respuesta tautológica
digna de mejor causa. No sabemos si eso va a influir en esta
indeterminación. Además, seguramente por esa obsesión por el real
decreto-ley tipo que sirva para cualquier situación de urgencia, no
aparecen --y creo que sería oportuno-- los elementos de coordinación más
precisa con comunidades autónomas y con ayuntamientos.

En segundo lugar, podría haberse articulado ya una activa intervención
del Estado activa en los Presupuestos Generales del Estado que mañana
cerrarán su ciclo de debate parlamentario. No solamente no ha sido así,
sino que además se rechazaron enmiendas de algunos grupos que pretendían
abordar desde esa óptica la solución de los problemas causados por
inundaciones y temporales. Pero lo que es peor --y hay que recordarlo
tristemente-- es que en el proyecto de presupuestos, y en definitiva en
los Presupuestos Generales del Estado para 1998 que se van a aprobar, han
desaparecido partidas previstas y con el compromiso político asumido en
los presupuestos de 1997, en planes plurianuales de inversión, para la
prevención de algunos de los daños que ahora hay que tratar de paliar con
este real decreto-ley. Pues bien, en este real decreto tampoco aparece la
solución de futuro a algunas actuaciones puntuales, que seguramente
supondrían poco dinero, para prevenir los daños futuros.

En tercer lugar, las cuantías son a todas luces escasas. Basta leer los
artículos 10, 11, etcétera, para entender que son cuantías escasas. Hay
una ausencia de ayudas a fondo perdido, que seguramente serían
imprescindibles en casos humanamente graves, porque no se les oculta a
SS. SS. cómo las inundaciones también inciden sobre una sociedad en que
la desigualdad



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existe y, sobre todo en las ciudades, suelen afectar especialmente a las
personas que viven en unos barrios con determinadas características.

Ciertamente --y nos congratulamos-- existen esas ayudas en caso de
fallecimiento y hospitalización, pero sin duda son insuficientes.

En cuarto lugar, hay una indefinición en actuaciones en infraestructuras
que dependen del propio Gobierno, fundamentalmente a través del
Ministerio de Fomento y del Ministerio de Medio Ambiente. No hay una
evaluación de los daños sufridos por las infraestructuras dependientes
del Gobierno e incluso no se ha hecho la evaluación de obras que se
estaban realizando en algunos lugares y que, a partir de las inundaciones
producidas, han podido incidir negativamente provocando todavía más
daños. Hay un caso concreto, como son ciertas obras del Ministerio de
Fomento cercanas a la universidad de Alicante, que ha provocado daños que
se evalúan ya en varios centenares de millones de pesetas.

Por tanto, es un mal real decreto-ley. Creo que es el fruto de la
resignación y, resignada y tristemente, vamos a votarlo. De todas formas
creo que esta norma no cierra, desde luego, algunos interrogantes de las
actuaciones pasadas, presentes y futuras del Gobierno en casos de
emergencia y en los daños que se derivan de esas situaciones. Por eso me
temo que en los próximos meses aún tendremos que volver a hablar de tal
situación en esta Cámara.

Muchas gracias, señor presidente.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Alcaraz.

En nombre del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), tiene la
palabra el señor Sedó.




El señor SEDO I MARSAL: Gracias, señor presidente.

Nuevamente estamos ante un decreto por el que se adoptan medidas urgentes
para reparación de los daños causados por inundaciones y temporales.

Desde hace pocas semanas tenemos muy a menudo este tipo de decretos-leyes
que vienen a la Cámara y precisamente yo tenía éste un poco incontrolado;
sabía de las inundaciones de mayo-septiembre, las de los días 5 y 6 de
noviembre, esperaba que viniesen las del 20 de noviembre y las de la
semana pasada.

Nosotros vamos a convalidar el decreto-ley y esperamos que dentro del
próximo período de sesiones, si es que se producen, vengan nuevos
decretos-leyes. Sería muy interesante que entonces pudiéramos hacer un
balance del coste total de lo que básicamente podría haberse previsto.

También nos gustará analizar la existencia de alguna posible
responsabilidad. Estos días ha habido mucha descoordinación entre
administraciones; en distintos puntos de España se ha observado esta
descoordinación entre las subdelegaciones del Gobierno, protección civil,
comunidades autónomas, ayuntamientos --los últimos en el escalafón,
porque son los que más han recibido en este aspecto-- y las
confederaciones hidrográficas.

Es interesante saber cómo y quién controla las órdenes de desembale,
porque parece ser que en muchos lugares los pantanos se podrían haber
comenzado a desembalar antes del momento en que se ha hecho. No
quisiéramos creer lo que parece ser, y es que los desembalses se ordenan
en momentos límites y, por tanto, con el riesgo que supone tomar esas
decisiones; parece que la prioridad no fuese la defensa de los intereses
de las personas, sino intereses de otro tipo. Como decía, en el próximo
período de sesiones tendremos que trabajar sobre ello.

Nada más y muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Sedó.

En nombre del Grupo Federal de Izquierda Unida, tiene la palabra el señor
Ríos.




El señor RIOS MARTINEZ: Señor presidente, señorías, es el tercer decreto
que vamos a discutir en menos de tres meses. Siempre que discutimos un
decreto como éste decimos lo mismo: que viene tarde; que las personas
afectadas por una inundación, una sequía o una situación metereológica
adversa necesitan las ayudas en seguida para recuperar su vivienda y
enseres o para poner en marcha la actividad productiva que han perdido;
también decimos siempre que las medidas son muy parecidas.

Este decreto y el que aprobamos la semana pasada para las inundaciones de
Extremadura son calcados, hasta en las autorizaciones que se hacen a cada
Ministerio. Aquél se hacía con inundaciones producidas a primeros de
noviembre, éste con inundaciones producidas a primeros de octubre y por
medio hay otro por las que se produjeron a primeros de septiembre; son
tres decretos. En este decreto autorizamos al Ministerio de Medio
Ambiente para declarar zona de actuación especial a las áreas afectadas,
siempre y cuando cumplan unos requisitos; autorizamos al Ministerio de
Agricultura, Ganadería y Pesca para declarar zona de actuación especial
las áreas afectadas, siempre y cuando se cumplan unas condiciones. Es
decir, actuamos después de producidos unos hechos que necesitan urgencia
y damos plazos a los distintos ministerios para que puedan actuar.

En este caso, y a nosotros como grupo parlamentario no nos gusta utilizar
las catástrofes para hacer política, el Gobierno aprovecha estos daños, y
con esta técnica de presentar decreto tras decreto, hace una propaganda
inusual, y me explico.

Cuando el Consejo de Ministros aprobaba el viernes pasado este decreto
que ahora discutimos, en Murcia se decía: lluvia de millones en el
Consejo de Ministros para Murcia; más de 20.000 millones van a llegar a



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Murcia para hacer frente a las inundaciones; más del 50 por ciento de los
acuerdos aprobados en el Consejo de Ministros vendrán a la región de
Murcia y no irán a otras regiones. Ahora leo este decreto y encuentro que
son 5.000 millones de pesetas de crédito extraordinario, más prestamos
del ICO hasta 3.000 millones de pesetas.

A mí me gustaría que el ministro nos precisara si hay una valoración,
como dice el Consejo de Estado al informar que aporta la memoria de
distribución de esos 5.000 millones, ¿a qué daños se va a hacer frente?
¿Cuáles son para las propiedades de los agricultores o lo que pueden ser
estructuras perdidas? ¿Cuáles son para lo que pueden ser daños
irreparables, como se ha citado aquí en el caso de Alicante para las
personas que han perdido la vida? En suma, como declaramos este decreto
ampliable, ¿cuál es la valoración de esos miles de millones que hacen que
los gabinetes de prensa de los ministerios afectados hagan esa
propaganda, para saber si es verdad, para saber si obedecen a una
valoración a unos gastos determinados o a algunas actuaciones previstas o
simplemente a como era la lotería de Navidad, una lotería a distribuir,
una especie de pedrea gorda, para cada una de las comunidades o cada uno
de los afectados?
A mí me gustaría conocerlo; en otro caso se tiene la impresión de que
inundación tras inundación discutimos los mismos decretos, eso sí,
cambiando los nombres. Podemos cambiar los nombres pero ni siquiera las
cuantías se modifican en cuanto a los créditos, en cuanto a lo que pueden
ser moratorias; las moratorias que se establecen aquí para cada uno de
los impuestos son textualmente las mismas del decreto pasado, y yo no sé
si sería mejor tener una legislación general donde se establezcan estos
criterios para que el Gobierno actúe o sería mejor que ustedes
globalizaran a la hora de aprobar, porque yo no sé por qué en una semana
de tiempo de un decreto a otro no pudieron meter todo en el anterior; no
sé por qué no se pudo meter todo y de una misma actuación tenemos los
mismos resultados. El decreto de Extremadura fue aprobado en el Consejo
de Ministros del último viernes no, del anterior, y éste en el último
Consejo de Ministros.

Si nos ponemos ante lo que no son actuaciones urgentes y rápidas, que sí
las hacen los ayuntamientos cuando restablecen las redes locales y las
redes concretas o las comunidades en sus propias infraestructuras, el
Gobierno del Estado no acomete con rapidez lo que pueden ser los daños y
las necesidades que tienen las personas afectadas con una declaración de
intención que no tiene relación con lo que va a ser el pago efectivo
definitivo.

En suma, nosotros echamos en falta lo que pudieran ser ayudas a fondo
perdido, no distribución de crédito, pues aunque en el artículo 9 se
establecen unas ayudas, unas subvenciones a fondo perdido, es para las
personas que han visto perder familiares o a lo que pudiéramos llamar
propiedades o enseres de viviendas, pero en lo que son infraestructuras
agrarias, en lo que son infraestructuras básicas de la red local no vemos
esa actuación de subvención para reponer la realidad anterior.

En suma, señor presidente, nos gustaría ver menos decretos-leyes, nos
gustaría tener una regulación para que pudiera actuarse instantáneamente
y con efectividad, pues aunque se declara ampliable, no sé cuánta
ampliación tendrá, y se hace a través de deuda pública. Nosotros la vamos
a apoyar, no nos vamos a oponer a esta línea de crédito abierto de 5.000
millones de pesetas y 3.000 de préstamos, pero me gustaría que de una vez
por todas, ya digo que van tres, este es el tercero, y me da la impresión
de que por la situación que tenemos vendrá otro, porque, después de estas
inundaciones y estas tormentas del mes de septiembre y del mes de
octubre, se han producido más en este país. También ha habido efectos en
otros sitios y vendrán otros decretos.

Pienso que sería mejor una actuación más ordenada, tendría más rigor y
podría darnos unos criterios de valoración y cuantificación más a tiempo
real y no al tiempo pasado, porque en el tiempo pasado las cosas
funcionan muy mal. Cuando pasan seis meses ya no se acuerda uno de la
imagen que tenía en el principio, cuando se han visto los ríos
desbordados, cuando se ha visto la calle levantada o los enseres de las
viviendas en la calle, y los ciudadanos también en la calle.

En todo caso, como por desgracia arrieros somos y nos vamos a seguir
viendo, lo seguiremos diciendo. Parece un disco rayado cuando usted viene
aquí a exponer el decreto y nosotros cuando salimos a decir lo mismo. Es
la tercera vez que repetimos la misma argumentación. Con la moción que
presentó el señor Castellano ofrecimos una vía de facilidad para
responder de manera ordenada lo que es previsión y actuación. Todavía no
hemos encontrado el camino, y espero que lo podamos encontrar a lo largo
de toda la legislatura si es que dura.

Nada más, señor presidente. Nada más, señorías.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Ríos.

En nombre del Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el señor
Cuesta.




El señor CUESTA MARTINEZ: Muchas gracias, señor presidente.

El debate de la tarde de hoy pone de manifiesto una necesidad, señor
ministro, y es que se agilicen los mecanismos, porque como en esta
materia la normativa se repite, es cierto que conviene agilizar los
mecanismos que intenten reparar los efectos de catástrofes e inundaciones
que en nuestro país, en distintas regiones y comunidades, se han vivido
tan sólo hace casi horas, es decir en los últimos días en regiones como
Andalucía o Castilla y León.




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Efectivamente, el presente real decreto usa (y lo han puesto de
manifiesto distintos intervinientes, cuyas apreciaciones nos han parecido
interesantes y compartimos) el mismo esquema y contenido que los
decretos-leyes aprobados este año para la adopción de medidas urgentes
destinadas a la reparación de daños causados por temporales en distintas
comunidades autónomas. La semana pasada se convalidó el Real Decreto-ley
24/1997, de 12 de diciembre, de medidas para reparar daños por las
inundaciones acaecidas en Extremadura y en Huelva, los días 5 y 6 de
noviembre. En la sesión plenaria de 27 de noviembre del presente año, es
verdad que con cierto retraso, se convalidó el Real Decreto-ley 18/1997,
de 1 de noviembre, que intentaba reparar daños producidos entre el 1 de
mayo y el 1 de septiembre. El decreto que hoy nos ocupa se refiere a los
últimos días del mes de septiembre y primeros de octubre. Desde nuestro
punto de vista, y no queremos ser reiterativos, este real decreto-ley
llega con cierto retraso. En esta Cámara hubo interesantes iniciativas,
hubo demandas que se reflejan en las comunidades afectadas. Por citarles
alguna iniciativa en concreto sobre esta cuestión, fíjese usted señor
ministro, el día 2 de octubre de 1997 preguntaban ya al Gobierno los
diputados don Pedro Solbes, don José Beviá Pastor y don Alberto Pérez
Ferre, por las medidas que pensaba adoptar el Gobierno sobre los daños
causados por las inundaciones en el caso de las comunidades afectadas por
el propio real decreto que hoy nos ocupa, una de ellas la Comunidad
Valenciana, y en concreto en la provincia de Alicante. Ya se preguntaba
por esta cuestión el 2 o 3 de octubre, el Gobierno contestaba el 12 de
noviembre, pero el decreto-ley nos llega ahora, es decir, con un retraso
alarmante y preocupante.

Como en otros decretos de este mismo estilo, el artículo 1 establece que
los términos municipales y núcleos de población afectados a los que sean
de aplicación concreta las medidas de ayuda, se determinarán por orden
del Ministerio de Interior. He aquí un elemento que se repite en otros
decretos-leyes similares y que nos suscita una necesidad: hace falta
acabar con esta cierta improvisación y hace falta determinar en qué
estado se encuentra en estos momentos la concreción de los municipios
afectados, en qué estado la elaboración de esa orden ministerial
imprescindible para paliar de manera concreta los efectos de estas
inundaciones.

Como en otros decretos, también se establece que a los proyectos que
ejecuten las entidades locales en los términos municipales afectados, o
en caminos de la red viaria de las diputaciones provinciales, es decir
las obras que hayan sido reparadas por estas entidades, se les aplicará
--se dice-- el trámite de urgencia, pudiendo concedérseles por el Estado
una subvención máxima del 50 por ciento de su coste, y así se dispone en
el artículo 1.3.

Pues bien, el Grupo Parlamentario Socialista pide que en los criterios de
subvención en esta materia, sobre todo a las entidades locales que
anticipan la reparación de infraestructuras afectadas y de equipamientos,
así como algunas diputaciones provinciales, no sean cicateros, porque las
magnitudes que se manejan en el real decreto permiten esa sospecha de
cicatería en las cantidades. Habría que contemplar también con mayor
grado de coordinación económica, vía subvenciones y aportaciones
económicas, las iniciativas reparadoras de las propias comunidades
autónomas.

Ponía de manifiesto el ministro y el real decreto-ley, que en él --como
en otros similares-- se establecen determinadas ayudas en materia fiscal,
exenciones del Impuesto sobre Bienes Inmuebles, rústicos y urbanos,
moratorias para obligaciones, operaciones de créditos hipotecarios,
moratorias que parece que están hechas con un formulario, con una
plantilla, sin tener en cuenta probablemente las necesidades reales que
se han generado por parte de aquellos que han contraído obligaciones y
que se han visto menoscabados por efecto de las graves inundaciones.

Seamos al menos más flexibles en los plazos, ampliemos los plazos que se
conceden en las moratorias que se diseñan en el artículo 5 y en el tipo
de ayudas fiscales que se recogen en este real decreto-ley.

Las cantidades son insuficientes y no estamos incurriendo, señor
presidente, señor ministro, señorías, en tópicos. Es verdad que el
artículo 11 establece unos créditos ampliables por un importe de 5.000
millones y unas líneas de préstamo por un importe de 3.000 millones de
pesetas. Pero estas cantidades son insuficientes. Tengo en mis manos, por
ejemplo, la información de la prensa de Alicante. El presidente Zaplana
(dice la prensa alicantina) evalúa en miles de millones los daños
causados por la tromba en Alicante. El alcalde asegura que Alicante
necesitaría una inversión de 20.000 millones en infraestructuras. Estoy
poniendo ejemplos concretos que se deducen de las reivindicaciones, de
los daños, de la percepción que existe en comunidades autónomas o
provincias afectadas y que, en comparación con la cantidad --aunque sea
ampliable-- de 5.000 millones, que es la que se maneja en el real
decreto-ley, demuestran que es insuficiente.

El Grupo Parlamentario Socialista cree que las ayudas por fallecimiento
están bien diseñadas, por cierto, no son una novedad de este real
decreto-ley...




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Señor Cuesta, le
ruego concluya.




El señor CUESTA MARTINEZ: Sí, señor presidente.

Las ayudas en su metodología son exactamente las mismas que se aprobaron
en el real decreto-ley de la semana pasada. Creemos que se debería
establecer también algún mecanismo de flexibilización, partiendo de los
dos millones iniciales, pero teniendo en



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cuenta también que hay situaciones desiguales que deben merecer
respuestas también en consonancia al daño económico generado.

En resumen y por trascender también al real decreto-ley, el Grupo
Parlamentario Socialista considera que en estos reales decretos-leyes de
medidas de ayudas, debe haber un mecanismo de consulta, de coordinación
con las propias comunidades autónomas. No basta con impulsar medidas ex
post, es preciso redoblar los esfuerzos de prevención en esta materia.

Hace falta una mayor capacidad de respuesta y es necesario agilizar los
mecanismos de ayuda, de aplicación de las ayudas, que los afectados
tengan un rápido acceso a dichas ayudas, una mayor agilidad en los
mecanismos de evaluación de daños; culminar, por ejemplo, en línea con la
necesidad de una mayor capacidad de respuesta, el desarrollo de la Ley de
Protección Civil, aprobando la norma básica de autoprotección, la Ley de
Infracciones y Sanciones o un nuevo sistema de ayudas. Hay que completar
los planes estatales de protección civil, señor ministro, y, finalmente,
creemos que es preciso reformar la normativa reguladora de la concesión
de ayudas a necesidades derivadas de situaciones de emergencia,
catástrofes, calamidades públicas, garantizando mayor agilidad y
exactitud en la valoración de daños; medidas de reparación, coordinación
de esas ayudas, coordinación de los mecanismos de evaluación con las
otras administraciones, incluidas las comunidades autónomas.

Desde este punto de vista, aún reconociendo las deficiencias de este real
decreto-ley, mi grupo anuncia que va a votar favorablemente, pero como
entiende que tiene importantes deficiencias el real decreto-ley, vamos a
pedir que se tramite como proyecto de ley.

Nada más y muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Cuesta.

En nombre del Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Gil
Lázaro.




El señor GIL LAZARO: Gracias, señor presidente.

Con toda brevedad, para señalar que el Grupo Parlamentario Popular votará
a favor de la convalidación de este real decreto-ley, por entender que
comporta un conjunto de medidas suficientes para poder atender con
inmediatez al volumen del daño causado en el ámbito de lo que ha de
atender estrictamente la Administración del Estado.

Quiero decir que, frente a determinados pronunciamientos, nosotros, en
este acto, podemos adoptar una visión positiva o una visión negativa, y,
sin lugar a dudas, preferimos centrarnos en la afirmación de esa visión
positiva. Bajo ningún concepto creemos que se pueda calificar este real
decreto como una especie de monumento a la resignación o, simplemente,
como un elemento intencional para la construcción de una técnica de
propaganda, como aquí se ha dicho, entre otras cosas, porque ambos
términos, en el fondo y en la forma de lo que este real decreto
significa, resultan profundamente contradictorios. Nos parece bien, sin
lugar a dudas, el llamamiento, el compromiso hecho desde algunos grupos
por avanzar en una línea de reflexión. Creemos que esa es precisamente la
afirmación positiva que convendría contemplar esta tarde. Por cierto,
para tranquilizar a algún grupo parlamentario, conviene recordar, por
ejemplo, al señor portavoz del Grupo Socialista, que ha hecho especial
énfasis en la necesidad de afirmar mejores mecanismos de coordinación
interinstitucional, que el Grupo Socialista en el Ayuntamiento de
Alicante felicitó --actitud que honra, sin lugar a dudas, al Grupo
Socialista-- a la Generalitat, no solamente por la inmediatez de la
respuesta sino, precisamente, por los mecanismos adecuados de
coordinación entre la Generalitat y la Administración del Estado. Esa es
la línea, por tanto, en la que conviene que nos situemos todos, una línea
de reflexión y de futuro. Tratar de señalar que ha habido un exceso de
demora, cuando apenas han mediado algo más de dos meses entre las fechas
de producción de la catástrofe y el día de hoy, es cuando menos una
afirmación voluntarista y un tanto exagerada. Prefiero que hoy recordemos
todos, quizá en la finalización de este acto, un compromiso
reiteradamente trazado por mi grupo y en el que básicamente coincidimos
con todos los grupos parlamentarios; estaba en el espíritu de la
intervención del señor Sedó, en nombre del Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió), sin lugar a dudas también estaba en la del Grupo
Socialista y en la de los demás intervinientes: dejemos de lado,
sustraigámosnos a la tentación de hacer política con este tipo de
situaciones y afirmemos una línea común de diálogo, de meditación, de
reflexión para saber en qué tenemos que mejorar; en qué tenemos que
mejorar en la afirmación de mecanismos, preventivos primero, y
asistenciales después; en qué tenemos que mejorar para hacer
efectivamente más ágiles, más rápidas, más inmediatas las respuestas una
vez producida la catástrofe; en qué tenemos que mejorar también en la
afirmación de un nuevo marco normativo que pueda dar un soporte más
general y más estable a este tipo de respuestas normativas frente al
hecho ya causado. Ese es un buen campo para el diálogo, para la acción y
para el trabajo en común, pero para poder desarrollar adecuadamente ese
compromiso de diálogo y de esfuerzo común entre todos hay que vacunarse,
todos, de la tentación electoralista y mucho más de las afirmaciones
gratuitas.

En todo caso, entendemos que no es sostenible señalar que este real
decreto acentúa aún más la inseguridad de los afectados; que no es
sostenible señalar que este real decreto no supone una dimensión exacta
de las necesidades reales a atender; que no es sostenible afirmar que
este real decreto se demora en el tiempo.




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Nosotros entendemos que hoy el Gobierno da una respuesta objetiva y
sensible a una serie de necesidades, y que en la afirmación de esa
respuesta objetiva y sensible hay también un compromiso dinámico de
mejorar.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana):
Muchas gracias, señor Gil Lázaro.

Vamos a proceder a la votación. (El señor presidente ocupa la
Presidencia.)



El señor PRESIDENTE: Votación sobre la convalidación o derogación del
Real Decreto-ley 29/1997, de 19 de diciembre, por el que se adoptan
medidas urgentes para reparar los daños causados por las inundaciones y
temporales acaecidos durante los últimos días del mes de septiembre y
primeros del mes de octubre.

Comienza la votación. (Pausa.)
Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos emitidos, 318; a
favor, 318.




El señor PRESIDENTE: Queda convalidado el real decreto-ley por unanimidad
del Pleno.

El Grupo Parlamentario Socialista ha pedido su tramitación como proyecto
de ley, para lo cual se somete a votación.

Comienza la votación. (Pausa.)



Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos emitidos, 314; a
favor, 147; en contra, 167.




El señor PRESIDENTE: Queda rechazada la tramitación como proyecto de ley
del real decreto-ley convalidado.

El Pleno se reanudará mañana a partir de las nueve de la mañana.

Se suspende la sesión.




Eran las ocho y diez minutos de la noche.