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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 745, de 21/09/1999
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1999 VI Legislatura Núm. 745



ECONOMÍA, COMERCIO Y HACIENDA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FERNANDO FERNÁNDEZ MARCOS DE TROCÓNIZ



Sesión núm. 75



celebrada el martes, 21 de septiembre de 1999



ORDEN DEL DÍA:



Comparecencia del señor secretario de Estado de Economía (Montoro
Romero) para informar sobre:



- Las materias propias de su competencia, previa remisión del informe
correspondiente. Comparecencia cuatrimestral. (Número de expediente
212/002132) ... (Página 21908)



- Efectos que en la economía en general tendrán los procesos de
concentración anunciados en el sector de la distribución comercial,
atendiendo el respeto a los marcos de la competencia. A solicitud
del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso. (Número de
expediente 212/002102) ... (Página 21908)



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Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señoras y señores diputados, se abre la sesión,
y bienvenido, don Cristóbal Montoro, secretario de Estado de
Economía.

Antes de comenzar con los asuntos comprendidos en el orden del día,
comunico a ustedes que en el orden del día previsto para el día 23 de
septiembre, el próximo jueves por la tarde, con la comparecencia del
secretario de Estado de Hacienda, por un error no se transcribió
adecuadamente el acuerdo de la Mesa con relación a la composición del
orden del día, por lo cual procedemos a añadir al orden del día que
estaba en un principio previsto dos preguntas pendientes formuladas
por el señor Saura, del Grupo Mixto, que entiendo son suficientemente
conocidas por los diferentes miembros de la Mesa y portavoces en la
Comisión.

Asimismo, comunico que, con fecha 9 de septiembre, ha sido recibido
un escrito remitido por el presidente del Tribunal de Defensa de la
Competencia, en el que se nos anuncia que, a pesar de los esfuerzos
realizados va a ser imposible remitir en el plazo previamente
establecido el informe recabado acerca de las comisiones devengadas
por la utilización de tarjetas de crédito, comunicándonos que antes
del próximo día 30 de octubre será remitido sin falta a esta Comisión
el informe que le fue recabado. Creo que no habrá inconveniente por
parte de la Comisión en que se amplíe el plazo de seis meses, que en
su día se estableció y que vencía el 30 de septiembre. ¿Acuerda la
Comisión conceder este nuevo plazo? (Asentimiento.)
Visto lo cual, pasamos a examinar los asuntos incluidos en el orden
del día de hoy, que comprende la celebración de dos comparecencias
del secretario de Estado de Economía, una acordada en su día por esta
Comisión para informar sobre las materias propias de su competencia,
previa remisión del informe correspondiente, que se viene celebrando
con carácter cuatrimestral, y asimismo otra comparecencia para
informar sobre los efectos que en la economía en general tendrán los
procesos de concentración anunciados en el sector de la distribución
comercial, atendiendo el respeto a los marcos de la competencia, que
ha sido formulada por el Grupo Parlamentario Popular, y que si no
tienen inconveniente serán tratadas conjuntamente.

El señor secretario de Estado de Economía procederá a realizar una
primera intervención en la que expondrá los asuntos relativos a ambas
comparecencias, y posteriormente seguiremos el orden habitual de
intervención siempre que se trata de comparecencias en esta Comisión.

Tiene la palabra don Cristóbal Montoro.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMÍA (Montoro Romero): Señorías,
esta comparecencia cuatrimestral ordinaria en la Comisión de Economía
será la última de la legislatura; por tanto, considero oportuno
completar la información de la evolución de la economía española
durante los últimos meses con un balance que haré brevemente de los
resultados más importantes de la evolución de la economía a lo largo
de la legislatura y también de la política económica que se ha
aplicado en la misma.

Estoy seguro de que SS.SS. comparten conmigo la satisfacción de haber
contribuido desde la acción política a impulsar la economía dinámica
y vital que hoy disfrutamos en España y a infundir en la sociedad
española la confianza de nuestras posibilidades de progreso y
competencia dentro de la Unión Europea y la economía mundial.

Sin duda alguna, esta legislatura quedará en el recuerdo como la
legislatura del euro. Felizmente, la sociedad española puso en 1996
las riendas de la economía en las manos de un Gobierno convencido de
que España debía estar en la primera convocatoria del euro, y
empeñado en hacer todo lo necesario para conseguirlo y libre de otro
tipo de hipotecas o descréditos. Así pudieron combinarse en
escasísimo tiempo los criterios de estabilidad. Ahora España está en
el euro, es miembro de primera hora y de pleno derecho de la unión
económica y monetaria más importante del mundo. Con el euro se abren
más las puertas del mercado europeo y en esa medida aumentan las
oportunidades de las empresas, en especial de las pequeñas y medianas
empresas, y los beneficios de los consumidores. Dentro del euro
avanzaremos con más seguridad en la economía global, como ya hemos
podido apreciar en la pasada crisis financiera, y en el futuro todos
los países de la eurozona nos sentiremos más ligados y comprometidos
en mantener políticas de estabilidad y garantizar a los ciudadanos
las condiciones de política económica que respaldan el crecimiento
sano del producto interior bruto y del empleo.

La economía española terminará 1999 con un previsible crecimiento del
3,7 por ciento, en el que como en el año anterior el papel
fundamental corresponde a la demanda interna que aumenta un 5 por
ciento. El consumo privado se mantendrá en la senda marcada a
comienzo de año del 4,4 por ciento; la inversión sigue siendo el
componente más dinámico de la demanda, situándose en el 9,2 por
ciento; el sector exterior restará aproximadamente 1,4 puntos al
producto interior bruto. Por su parte, el déficit de las
administraciones públicas se situará en el histórico 1,4 por ciento
del producto interior bruto. En definitiva, un cuadro económico
similar al que ya registramos en el año 1998, en el que se mantiene
el valor de la estabilidad y se sostiene un elevado crecimiento a
pesar de la crisis internacional, continuándose con una muy intensa
creación de empleo.

Es la primera vez, señorías, que nuestro país atraviesa una crisis
internacional en mejores condiciones que nuestros socios
comunitarios. El año 1999, en contra de abundantes pronósticos no ha
sido el año del cambio de tendencia de la economía española, sino que
ha sido el año de confirmación del buen momento que vive nuestro
país. La economía española ha cambiado mucho ciertamente desde 1996,
ha crecido desde entonces ininterrumpidamente por encima de la media
de la Unión Europea, en cifras situadas entre el 3 y el 4 por ciento,
ha sido capaz de traducir por completo este elevado crecimiento en
creación de empleo, de manera que hoy millón y medio de españoles más
tienen trabajo. Además, todo ello ha sido compatible con la
estabilidad económica.

La inflación que en 1996 estaba situada cerca del 4,5 por ciento se
ha estabilizado en torno al 2 por ciento, claramente por debajo del
aumento del PIB en términos reales, y ello a pesar, como SS.SS.

conocen, de la subida vertical del precio del petróleo que recuerda
la que originó la crisis



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internacional de 1974. El déficit público ha descendido desde el 7,3
por ciento al 1,4 por ciento que he citado anteriormente, y no
tardaremos mucho en invertir el signo del saldo fiscal. Los tipos de
interés, que hace cuatro años rondaban el 12 por ciento, ahora
oscilan alrededor del 5 por ciento, y la balanza de pagos, a pesar de
la crisis del comercio mundial, de la pasajera crisis en que se halla
inmerso el comercio internacional, muestra el vigor de nuestra
economía exterior, del constante incremento del turismo y de la
expansión de las inversiones trasnacionales.

En 1996, cuando los ciudadanos españoles encargaron al Partido
Popular la responsabilidad del Gobierno, se planteaban una serie de
desafíos y de retos para la política económica. En algunos casos la
situación era realmente apremiante, la economía española se
encontraba estancada en un bache de crecimiento y seguía adoleciendo
de importantes desequilibrios que necesitaban corrección urgente. El
horizonte temporal en que esta situación debía ser reconducida estaba
enormemente limitado por la necesidad de cumplir a tiempo los
criterios de convergencia nominal para el acceso de nuestro país a la
tercera fase de la unión monetaria. Asimismo el número de
instrumentos con los que aplicar medidas de corrección inmediata se
veía condicionado por la situación presupuestaria y por el bache de
confianza y de expectativas de los agentes económicos españoles y de
los mercados financieros internacionales, sobre todo en cuanto a
nuestras posibilidades de ingresar en la unión monetaria. En aquel
momento nos encontrábamos con una importante atonía en la actividad
económica, con una tasa de crecimiento cercana al 2,5 por ciento que
no terminaba de situar a la economía española fuera del período
recesivo inmediatamente anterior y que no garantizaba en absoluto la
mejora en la convergencia real de los españoles, que en aquel momento
se situaba en el 76 por ciento de la renta media comunitaria frente
al 79 por ciento en que llegó a estar al comienzo de la década de los
noventa.




El débil pulso de la demanda interna era el reflejo de la
desconfianza de los emprendedores y de los ciudadanos en general en
la marcha de la economía. El nivel de desempleo alcanzó cifras muy
preocupantes, cercanas a los 3.600.000 parados, cerca del 23 por
ciento de la población activa, con un número de ocupados de apenas
doce millones de españoles. Se consideraba que la inflación había
tocado un suelo del 4,5 por ciento, con un déficit público
descontrolado por encima del 7 por ciento del producto interior
bruto. No se cumplía entonces ninguno de los criterios de
convergencia nominal, quedando apenas dos años para equilibrar las
cifras que tendrían que colocar a España entre los países fundadores
del euro. De hecho, en los ámbitos profesionales y en los mercados
financieros se hablaba de la Europa de las dos velocidades, en la
segunda de las cuales indudablemente se encontraba nuestro país.

Recordarán muy bien, señorías, que hace sólo tres años y medio la
economía española jugaba en una categoría inferior según estos
expertos y según las instituciones internacionales. Nadie pensaba que
íbamos a ser capaces de cumplir los objetivos para acceder a la
primera convocatoria de la unión monetaria. Hoy, en cambio, después
del extraordinario esfuerzo de la sociedad española y sin duda
gracias a la dirección política de la economía, después de
haber alcanzado cumplidamente los criterios de convergencia nominal
de Maastricht, jugamos en primera división de la economía europea y
hasta ahora estamos cosechando muy buenos resultados.

Realmente es una experiencia la que hemos vivido que contrasta con la
de otra economía, la anterior, que relativamente aislada, acomplejada
y mediatizada, se encontraba en un estado de aturdimiento. Cuando nos
hemos abierto a Europa y al mundo hemos conocido de verdad lo que es
nuestra potencialidad escondida y desperdiciada. Ahora la economia
española es en un elevadísimo porcentaje una economía internacional,
suma el 2 por ciento del comercio mundial y vamos ganando
aproximadamente una décima cada año. Esta economía ha perdido el
miedo a la apertura, a la libertad y al riesgo, y en esa medida
aumentan la iniciativa, la inversión y el trabajo. La economía
española es cada día más una economía de la sociedad, de los
ciudadanos.




Este importante cambio cualitativo de nuestra economía tiene su
correlato en la modificación estructural de su comportamiento
macroeconómico. El hecho de consolidar tasas de crecimiento
superiores al 3,5 por ciento sin los desequilibrios habituales de
precios y del sector exterior, junto a la elevación de la elasticidad
entre empleo y producto interior bruto, concretan esa alteración
estructural de nuestra economía, que tiene su origen en la aplicación
de nuestra política económica, la misma que nos ha conducido al euro,
la que abre nuestras inversiones y nuestras empresas a la economía
global, y cuyos elementos básicos son los siguientes:
La fuerte reducción del déficit público que en este ejercicio habrá
superado los 5,5 puntos del PIB respecto al nivel existente en 1995.

Esta caída, que ha tenido su origen más importante en la pérdida de
peso del gasto corriente, desencadenó en un primer momento el proceso
de convergencia a la baja de los tipos de interés a través de la
eliminación de la elevada prima de riesgo que pesaba sobre nuestros
activos, para facilitar posteriormente y una vez descontada nuestra
incorporación sin excepciones a la tercera fase de la unión
monetaria, la convergencia definitiva de tipos de interés con el
resto de socios de la eurozona.

Un elemento de trascendental relevancia para entender lo acaecido ha
sido la credibilidad generada por la política económica, y muy
especialmente por la presupuestaria, entre los distintos agentes
económicos. Esta credibilidad llevó a incorporar a las expectativas
de dichos agentes la futura convergencia nominal, modificando
anticipadamente su comportamiento al contexto de estabilidad que se
buscaba, lo que a su vez realimentó favorablemente, vía caída de
precios y de tipos de interés, el esfuerzo de reducción del déficit.

No obstante, la consecuencia más reseñable de la política
presupuestaria y de la credibilidad alcanzada por la misma ha sido el
fuerte tirón mostrado por la demanda privada de consumo e inversión.

El dinamismo de estas variables compensó con creces y rápidamente el
menor peso del gasto público, desencadenando una recuperación que por
su origen más saneado generaba la percepción de perdurabilidad en el
tiempo. Esta percepción es, sin duda, una de las razones por las que
el crecimiento económico actual está siendo más efectivo en creación
de empleo que otras recuperaciones de ciclos económicos previos.




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Otra consecuencia de la política presupuestaria aplicada es que ha
permitido en el año 1999 la aprobación de la reforma del impuesto
sobre la renta de las personas físicas con los consiguientes efectos
positivos de la misma sobre la renta disponible y el consumo de las
familias y sobre el funcionamiento de los mercados de trabajo y
capital; en última instancia la reforma del impuesto sobre la renta
ha mejorado el potencial de crecimiento de nuestra economía.

Una segunda línea de actuación de la política económica ha sido las
reformas estructurales de los mercados de bienes y servicios. La
privatización de numerosas empresas públicas, que ostentaban
previamente posiciones de dominio en mercados transcendentales para
la economía nacional y la introducción simultánea de competencia en
las mismas, está permitiendo que las mejoras de eficiencia generadas
como consecuencia del proceso de avance tecnológico se extiendan al
conjunto de la economía, vía una mejor relación precio-calidad para
los consumidores y unos menores costes de producción para el resto de
las empresas. A su vez, la apertura de dichos mercados a la
competencia ha proporcionado numerosas oportunidades de inversión y
creación de empleo de calidad.

El tercer objetivo buscado por la política económica ha sido la
mejora de funcionamiento del mercado de trabajo. Basándose en el
diálogo social se ha logrado reducir los costes de contratación,
incrementar el empleo estable y el fomento de nuevas formas de
incorporación al mercado de trabajo, lo que sin duda está en el
origen del buen comportamiento de las variables del mercado laboral.

Simultáneamente el esfuerzo realizado en incrementar las dotaciones
de políticas activas, favorecedoras de la inserción de nuestra
población activa en el mercado de trabajo, vía la mejor adecuación de
su capital humano, junto con el efecto de la reforma fiscal sobre la
cuña de los salarios más reducidos y la eliminación de los obstáculos
para el surgimiento y desenvolvimiento de las pequeñas y medianas
empresas, auténticas protagonistas de la creación de empleo, son
elementos adicionales que permiten explicar el avance producido en el
mercado de trabajo. Esta misma política económica que nos ha llevado
al euro y nos ha permitido superar las últimas crisis financieras
mundiales, vuelve a mostrar su capacidad de crecimiento en estos
momentos cuando se va consolidando la mejoría de la situación
económica mundial. Entre los países desarrollados destaca la
prolongación de la etapa de crecimiento sostenido en los Estados
Unidos, el inicio de una nueva fase de reactivación en el Reino Unido
y cierta mejoría de la economía japonesa. Así, a lo largo del segundo
trimestre la economía norteamericana se ha situado con una tasa de
crecimiento del 3,9 por ciento en tasa interanual con una
contribución muy negativa del sector exterior debida a la gran
pujanza de su demanda interna y a la fortaleza del dólar desde
comienzo del año. El déficit comercial norteamericano está siendo
especialmente aprovechado por los países asiáticos, y en mucha menor
medida repercute, en este caso en sentido positivo en las cuentas
exteriores de la Unión Europea. La economía japonesa mostró un
crecimiento del 0,8 por ciento de tasa interanual en el segundo
trimestre, marcando una ligera tendencia hacia la recuperación,
aunque sin ser del todo concluyente. Sí es clara la recuperación de
otras economías de esta zona del mundo, de Asia, lo que puede
significar el fin de la crisis
que ha afectado durante largos años a esta parte de la economía
mundial.

Por lo que se refiere a las economía de la Unión Europea destaca la
evolución del Reino Unido, que con una desacelaración de la actividad
económica mantuvo sus tasas de desempleo entre las más bajas de
Europa, y que tras un crecimiento interanual del 1,2 por ciento en el
segundo trimestre de 1999 sitúa su tasa de desempleo en el 4,3 por
ciento. En la primera mitad de 1999 las economías de la zona euro se
han ido recuperando desde la desaceleración observada a lo largo del
ejercicio anterior. Este comportamiento se debe a la mejora de los
principales mercados de exportación de la zona, sobre todo si se
tiene en cuenta que la crisis de las economías emergentes fue una de
las principales razones de reducción del ritmo de producción de los
países de la unión monetaria. El desempleo de la zona Euro-11 alcanzó
el 10,2 por ciento a mediados del presente año, cifra ligeramente
inferior a la de comienzos de año. Se distingue el crecimiento del
producto interior bruto de varios países de menor tamaño, como es el
caso de Finlandia, Holanda, Irlanda y Portugal, que junto con España
están creciendo a tasas iguales o superiores al resto de la zona
euro. Por su parte las mayores economías de la zona, especialmente
Alemania e Italia, encuentran mayores dificultades para reactivar su
economía, si bien los datos del segundo trimestre están siendo más
alentadores de lo que fue el estricto comienzo de este ejercicio.

Asimismo, la economía francesa mantiene una senda de crecimiento
estable y vigoroso. A este respecto, las políticas llevadas a cabo
por estos países han tendido hacia la consolidación fiscal, y en
algunos casos como el alemán con ajustes considerables. Por su parte,
el Banco Central Europeo, como es conocido, relajó las condiciones
monetarias en abril, lo que sin duda ha contribuido a aliviar la
situación de aquellas economías europeas más estancadas.

En cuanto a los mercados emergentes se está confirmando el final de
la crisis de los países del sudeste asiático y ya algunos de ellos,
como el caso de Corea, están registrando tasas positivas de
crecimiento. Entre tanto la economía rusa, que ha elevado
sustancialmente su tasa de inflación en los últimos meses, continúa
todavía presentando serias incógnitas para los mercados financieros
internacionales; sin embargo, también recientemente la economía rusa
se ha visto favorecida por la evolución del precio del petróleo, lo
cual puede solucionar a medio plazo su situación actual. En
Latinoamérica el impacto derivado de la crisis padecida por Brasil
sigue siendo el principal condicionante de la situación económica del
área, si bien cabe señalar que sus efectos sobre los mercados
financieros internacionales han sido menores de los esperados y que
sus consecuencias hasta ahora se han circunscrito especialmente a los
países de Mercosur. En este contexto es de esperar que la recesión
económica que ha vivido la zona, los grandes países de Mercosur,
pueda verse superada brevemente, sobre todo a medida que se va
confirmando la consolidación presupuestaria y el control efectivo de
la inflación.

Un aspecto especialmente relevante en lo que llevamos del año, en
cuanto a lo que ha ocurrido en el contexto internacional, es la
evolución del precio del petróleo, que comoSS.SS. conocen ha pasado
de 11 dólares por barril de crudo



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brent a comienzo de 1999, a los casi 23 dólares en que se ha situado
estos días. Este alza del precio del petróleo de más del cien por
cien implica un shock para las economías occidentales de indudables
efectos inflacionistas. Las causas de este repunte del precio del
petróleo a los mercados mundiales hay que encontrarlas en los
factores de oferta, ya que son los países productores los que a
través de acuerdos limitativos de la producción han impulsado hacia
arriba de esta manera tan rápida el precio del petróleo. También
existe una recuperación de la demanda como consecuencia del mejor
comportamiento de la economía mundial. Es previsibles que a partir de
ahora los acuerdos restrictivos de la producción sean cada vez menos
limitativos, ya que hay un ensanchamiento de la demanda.

En lo que se refiere a la economía española la actividad económica en
el primer trimestre de 1999, según los datos de contabilidad nacional
del Instituto Nacional de Estadística, creció el 3,6 por ciento en
términos de la serie ciclotendencia. Como S.S. saben el Instituto
Nacional de Estadística ha empezado a aplicar la contabilidad
nacional de España con base 1995, elaborada con la metodología del
sistema europeo de cuentas. Estas nuevas cifras incorporan cambios
estadísticos y conceptuales que mejoran la información económica de
nuestro país y aproxima más la realidad estadística de nuestra
economía. En breve plazo, el Instituto Nacional de Estadística
publicará la contabilidad nacional trimestral correspondiente al
segundo trimestre.

En lo que se refiere a la evolución económica reciente, los
indicadores adelantados del Ministerio de Economía y Hacienda en
cuanto a la evolución del ciclo, trasladan la impresión de una
evolución positiva de la economía española en estos primeros nueve
meses del año. Eso es lo que nos permite llegar a una estimación de
aumento del producto interior bruto, en términos reales, en el
volumen que antes he citado del 3,7 por ciento.

En función de esos indicadores adelantados, podemos decir que la
economía española, va a tener un en el año 1999 crecimiento
ligeramente inferior al del año anterior. Ello significa que lo que
pudiéramos llamar el perfil de crecimiento de la economía española en
esta legislatura se ha situado de manera estable entre el 3,5 y 4 por
ciento; perfil que muestra en definitiva que hemos estrenado un nuevo
modelo de crecimiento económico, que hemos estrenado una forma de
crecer que es una forma estable, toda vez que se asienta en el
control de los equilibrios macroeconómicos. Ese perfil de crecimiento
sostenido de la economía española contrasta con la debilidad mostrada
por el ciclo europeo, debilidad que se ha manifestado, como SS.SS.

conocen, en el primer semestre del año 1999, semestre en el que se ha
producido una severa desaceleración en el crecimiento de las grandes
economías de la Unión Europea.

La economía española ha sabido sostener su fortaleza ante situaciones
adversas como nunca antes lo había hecho, colocándose en tasas de
crecimiento y creación de empleo entre los países punteros de la
Unión Europea y de la OCDE. Es la primera vez que nuestro país
atraviesa una crisis internacional en mejores condiciones que los
demás países europeos; es la primer vez que España no pierde ritmo en
su convergencia real, es decir en la aproximación del bienestar de
los ciudadanos españoles al bienestar más alto de los países
europeos, y es en definitiva consecuencia
de que supimos tomar ese tren que pasaba por nuestra estación, que se
llamaba el euro, y que nos ha impulsado esta capacidad de
recuperación.

Quiero decir que es la primera vez que el estancamiento que se ha
percibido en los grandes países de la zona del euro no ha perjudicado
la estabilidad económica de nuestro país, no ha perjudicado nuestro
crecimiento económico ni sobre todo ha perjudicado en absoluto la
creación de empleo.

El dinamismo de la actividad económica está afectando de forma
positiva a la mayor parte de los componentes de la demanda agregada.

La demanda nacional experimentó un crecimiento real interanual del
5,7 por ciento en el primer trimestre de 1999, ligeramente por encima
del valor registrado en el último de 1998. Todos los componentes de
la demanda nacional, excepto el gasto en consumo final de las
administraciones públicas, intensificaron sus tasas de aumento en
este primer trimestre del presente ejercicio. La información
coyuntural disponible para el segundo trimestre de 1999 indica un
nivel de dinamismo similar. Para el conjunto del año, la demanda
interna podrá situarse en tasas de variaciones similares a las de
1998 en términos de ciclo-tendencia; es decir en órdenes de
crecimiento del 5 por ciento.

El consumo privado continúa mostrando gran fortaleza, fortaleza que
se inició a comienzos de 1997, con una tasa de crecimiento que se va
acelerando desde entonces y que se sitúa en el primer trimestre de
este año en el 4,4 por ciento. La estimación para el conjunto de 1999
se sitúa también en esta misma cifra. Ello implica que es la demanda
interna la que ha sostenido el ritmo de la actividad económica en
España ante la debilidad del sector exterior. Esto es debido en
primer lugar a un aumento real y percibido de la renta disponible en
los hogares españoles, que se acentúa con la rebaja de los tipos de
interés y con la bajada de las retenciones del impuesto sobre la
renta de las personas físicas que ha supuesto poner a disposición de
los hogares españoles 800.000 millones de pesetas, que sin duda ha
aumentado su renta disponible a lo largo de 1999 y que tendrá
consecuencias positivas para el año 2000. La baja inflación y el
crecimiento del empleo han contribuido a reducir la incertidumbre y
la variabilidad de las rentas en las economías domésticas, lo que ha
propiciado una mayor demanda de bienes de consumo. Ello se puede
observar en los indicadores de confianza de los consumidores, que han
mejorado sensiblemente a lo largo de 1997 y sobre todo a lo largo de
1998, en que alcanzó máximos históricos, mantenidos y estables a lo
largo del ejercicio actual de 1999. No cabe duda que eso hay que
titularlo como un clima de optimismo.




También la matriculación de turismos está alcanzando tasas de
crecimiento muy altas, incluso después de un año excepcional de venta
de automóviles como ya lo fue el año 1998. Sólo en agosto del
ejercicio actual las ventas se incrementaron el 27 por ciento y en
los primeros ocho meses del año el incremento es del 22,1 por ciento,
lo que significa una aceleración sobre la tasa ya alcanzada para el
mismo período del año 1998. Desde 1996 hasta el presente se han
vendido en nuestro país más de 4 millones de automóviles de turismo,
lo que significa que aproximadamente una de cada tres familias
españolas ha estrenado coche en estos



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últimos años. De los 4 millones de turismos vendidos, 2,9 millones
corresponden al segmento pequeño y medio-bajo, es decir aquellos
vehículos que son utilizados por las familias con menor poder
adquisitivo.

En cuanto a otros bienes de consumo duradero, como la telefonía
móvil, España en estos momentos tiene casi 14 millones de usuarios.

La tasa de penetración en el mercado de telefonía de este servicio es
más alta que en el Reino Unido o Alemania. En el último año, los
precios de la telefonía móvil se han reducido en nuestro país un 20
por ciento en este servicio, gracias al proceso de liberalización que
ha traído una mayor competencia en el mercado, frente al 11 por
ciento de media en que se ha reducido el precio del servicio de la
telefonía móvil de media en la Unión Europea.

Junto a la fortaleza del consumo, cabe destacar el dinamismo de la
formación bruta de capital fijo. El ciclo económico en estos últimos
años ha estado caracterizado como una etapa de capitalización de la
economía española, gracias a la política de estabilidad que ha
permitido un abaratamiento espectacular de los costes de financiación
de las empresas.

Hemos pasado, señorías, de la cultura de la inversión puramente
financiera y de las plusvalías artificiales a una sociedad que dedica
sus recursos al ahorro y a la inversión productiva. Esta inversión
alcanzó el 11,9 por ciento en el primer trimestre de 1999, siendo
especialmente dinámico el componente bienes de equipo que en el
primer trimestre de 1999 creció el 14 por ciento y que a lo largo de
este ejercicio previsiblemente mantendrá una tasa de aumento por
encima del 9 por ciento.

Alo largo de la presente legislatura, la inversión en bienes de
equipo ha sido el componente más dinámico de la demanda agregada. La
tasa de variación de este componente del PIB se situó en el segundo
trimestre de 1996 en el 8 por ciento y desde entonces ha
experimentado un proceso de aceleración constante. Las buenas
expectativas empresariales y la reducción de la prima de riesgo de la
economía española han contribuido sustancialmente a este dinamismo de
la inversión en equipo, que es la base del crecimiento futuro de
nuestras empresas y de la creación de empleo.

La inversión en construcción continúa su proceso de aceleración
progresiva, situándose su tasa de crecimiento en el 10,7 por ciento
en el primer trimestre de 1999, lo cual viene a corroborar el alto
aumento de empleo en el sector de la construcción, del orden del 4,4
por ciento en los dos primeros trimestres del presente ejercicio.

La construcción a lo largo de este último ciclo se ha venido
acelerando desde tasas negativas desde las que comienza el ejercicio
de 1996 (el menos 3,1 por ciento en el primer trimestre de aquel año)
hasta situarse por encima del 10 por ciento en la actualidad. De 1996
a 1998 se han iniciado en nuestro país 1.032.000 viviendas. En 1999,
hasta abril, se ha iniciado un 24 por ciento más de viviendas que en
el mismo período del año anterior, lo que hace suponer que en este
ejercicio de 1999 se iniciarán más de 450.000 viviendas. El
crecimiento de la edificación en estos últimos años ha sido
ciertamente espectacular, aumentándose casi un 50 por ciento el
número de viviendas iniciadas anualmente de las que se construían en
el período 1993-95.

A lo largo de 1999 hemos observado cómo desde el lado de la demanda
la pujanza de los componentes que forman la demanda interna ha
implicado una aportación negativa del sector exterior al crecimiento
de orden del 1,4 por ciento, una aportación negativa que hoy podemos
calificar de inferior a lo que estimaban la mayoría de los
pronósticos de los analistas a comienzos del presente año. En
términos de comercio exterior, según aduanas, de enero a junio de
1999, las exportaciones crecieron un 0,34 por ciento respecto al
mismo período del año anterior, mientras que las importaciones lo
hicieron un 8,61 por ciento. Esta diferencia de crecimiento entre
exportaciones e importaciones es consecuencia de la crisis
internacional que estaba afectando a nuestro sector exterior y al de
los demás países de la Unión Europea. Esta situación del sector
exterior responde a la coyuntura económica internacional, si bien,
como se puede constatar, la desaceleración es menor en el caso de las
importaciones, muestra inequívoca de la fortaleza del ciclo económico
español en comparación con el ciclo que han vivido nuestros
principales socios comerciales. A medida que se vaya consolidando la
recuperación económica internacional, la demanda interna
presumiblemente irá perdiendo protagonismo frente a la demanda
externa como motor del crecimiento económico. Muestra de ello es la
tendencia a la recuperación de nuestro sector exportador en los
últimos meses de los que tenemos datos disponibles, me refiero a mayo
y junio de 1999.

Considerando aspectos más amplios sobre el sector exterior
facilitados por la balanza de pagos que elabora el Banco de España,
la capacidad de financiación de nuestra economía frente al resto del
mundo se sitúa, en el período de enero-junio de 1999, en 418,3
millones de euros (cerca de 70.000 millones de pesetas), situando la
economía en equilibrio en sus cuentas exteriores. Asimismo, el
déficit por cuenta corriente se ha situado en 2.355 millones de
euros, fundamentalmente explicado por el aumento del déficir
comercial. Los saldos netos por turismo en estos seis primeros meses
de 1999 alcanzaron los 11,3 millones de euros, lo que significa un
incremento del 15 por ciento en términos interanuales. Los avances
disponibles sobre la evolución del número de visitantes de agosto
siguen siendo bastante positivos. Sin duda, la presente legislatura
ha sido un período excepcional para el sector turístico en España, el
cual está protagonizando una parte importante de las inversiones que
están llevando adelante nuestras empresas, con la consiguiente
creación de empleo y mejora de nuestra capacidad de competir frente
al resto del mundo como destino turístico de los próximos años. Por
su parte, la cuenta de capital alcanzó un importe superavitario de
2.773 millones de euros durante el primer semestre del actual
ejercicio.

El proceso de internacionalización de la economía española continúa
marchando a buen ritmo, si bien, como ya he referido anteriormente,
se ha visto afectado por la evolución de los acontecimientos de
ámbito internacional. El proceso se hace más patente al analizar la
evolución de los flujos de inversión directa en los seis primeros
meses de 1999. Así, las inversiones directas españolas hacia el
exterior han alcanzado la cifra de 23.676 millones de euros, casi
cuatro veces más que en el mismo período del ejercicio de 1998.

Desde 1997, España se ha convertido en un



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país exportador neto de capitales. Este es un cambio sustancial de la
economía española, que por primera vez está permitiendo que en el
entramado de nuestro sistema productivo tengamos auténticas empresas
multinacionales. Si en 1995 las inversiones directas españolas en el
exterior sumaban alrededor de 25.000 millones de euros, en los dos
años siguiente se ha más que duplicado esta cifra, situándose
a comienzos de 1999 en más de 63.000 millones de euros. Es decir, en
estos momentos las inversiones acumuladas de España en el exterior
equivalen a un dos por ciento de nuestro producto interior bruto. La
mayor parte de esas inversiones hacia el exterior se centran en el
área iberoamericana, en la que continúan invirtiendo las empresas
españolas desde la confianza en la capacidad de recuperación
económica de la zona y, en definitiva, en virtud de sus buenas
perspectivas de rentabilidad. La crisis financiera que ha perjudicado
el desarrollo económico de Iberoamérica, no ha reducido este proceso
de inversión, de manera que lo que expresa esa no reducción de las
inversiones españolas en la zona es la confianza de que la superación
definitiva de esta crisis redundará en una estructura económica aún
más saneada y positiva de toda la zona.

Como ya he dicho, si bien es indudable que la situación económica
internacional afecta a la economía española, no es menos cierto que
ésta ha mantenido en lo peor de la crisis un período de expansión y
que, como he señalado reiteradamente, demuestra que tenemos capacidad
más que sobrada para soportar los efectos más perturbadores de lo que
pueda ser el deterioro de la economía internacional.

Por el lado de la oferta, durante esa legislatura la actividad
económica española ha experimentado un proceso de recuperación que ha
beneficiado prácticamente a todos los sectores de la economía
española. El sector industrial mantiene considerables incrementos en
su actividad, con un máximo en el período 1997-1998 por encima del
cinco por ciento. En el primer trimestre de 1999, sitúa su tasa de
crecimiento en el dos por ciento. También se ha observado una
aceleración progresiva de la tasa de actividad en la construcción
que, con diferencia, es el sector económico de mayor crecimiento
durante el primer trimestre del presente ejercicio, con un 9,8 por
ciento. Ya he destacado la importancia que ha tenido para todo el
proceso de creación de empleo en nuestro país la evolución positiva
de la construcción.




Alo largo de toda la legislatura, los servicios mantienen una tasa de
crecimiento ligeramente inferior a la del producto interior bruto. Es
mucho más reducida la tasa de crecimiento de servicios no destinados
a la venta. En definitiva, son los servicios producidos y demandados
por el sector público como consecuencia del proceso de consolidación
fiscal. Los servicios destinados a la venta, durante el primer
trimestre de 1999, crecen una media de un 3,5 por ciento, lo cual
está acorde con el crecimiento del resto de la actividad económica.

Dependiendo siempre de los factores climatológicos, como recuerdan
SS.SS. el sector primario en 1996 tuvo un aumento en su producción de
carácter excepcional que la sitúa en tasas muy altas y que se han
mantenido durante el período 1997-1998. Más recientemente ha
experimentado una desaceleración media del 3,7 por ciento durante el
primer trimestre de 1999. Ello se ha visto reflejado en una
disminución de su tasa de ocupación,
ya apreciada en la encuesta de población activa del segundo trimestre
de ejercicio 1999.

En la media anual, 1998 se cerró con la creación de 440.300 empleos
según la encuesta de población activa, cifra que superó con creces a
la ya muy importante de 368.000 empleos creados en 1997. El
incremento interanual del segundo trimestre de 1999, según la
encuesta de población activa, alcanzó las 612.000 personas, de ellas
más de la mitad, 330.000, son mujeres, y por edades, algo más de
100.000 de los nuevos ocupados son jóvenes menores de 24 años. La
creación de empleo se ha hecho especialmente importante en el ámbito
del empleo femenino y del empleo juvenil.

En conjunto, en el total de la legislatura el número de ocupados se
ha incrementado en más de 1.400.000 personas. Un rasgo característico
de este nuevo ciclo económico es que todo el crecimiento de la
actividad económica se traduce en aumentos de empleo. Dado el alto
crecimiento de la ocupación en España, incluso con un significado
avance de la población activa, el desempleo ha disminuido a lo largo
de la presente legislatura en 985.000 personas. Todo este empleo ha
sido creado por el sector privado, ya que la nómina de asalariados
públicos se mantiene en práctica estabilidad. Las pequeñas y medianas
empresas son las responsables materiales de esta importante creación
de empleo en el actual ciclo económico expansivo de nuestro país.

En el segundo trimestre de 1999 el total de población ocupada
ascendió a 13.773.000 personas, lo cual es un máximo absoluto en la
serie histórica, y para final de año podríamos estar rozando los 14
millones. Desde el punto de vista sectorial, la construcción continua
siendo el sector más dinámico en cuanto a la ocupación. Con ello se
confirma la senda de fuerte aceleración de empleo en este sector a lo
largo de los tres últimos años.

En contraposición con el práctico estancamiento de los no
asalariados, el colectivo de los asalariados continuó protagonizando
durante 1999 la creación de empleo. Los asalariados con contrato
indefinido mostraron un ritmo de avance, 7 por ciento, superior al de
aquellos con contrato temporal, 6 por ciento. Otra característica de
esta legislatura es, pues, el avance en la estabilidad del empleo.

Más del 85 por ciento de los nuevos ocupados asalariados lo son con
contrato indefinido. La población activa se ha incrementado en los
últimos años en unas 700.000 personas. Ello obedece a dos causas
fundamentales: una, demográfica y, otra, a que cada vez hay más
personas que se animan a participar en el mercado de trabajo, con el
consiguiente efecto positivo en lo que se refiere a incorporación de
la mujer a este mercado de trabajo. Con ello, la tasa de actividad se
sitúa en el 50 por ciento de la población mayor de 16 años. Mientras
que la tasa de actividad femenina se situó en su máximo histórico del
37,9 por ciento, la masculina, en contraste, se redujo algo en su ya
alta tasa de actividad.

En cuanto a los datos facilitados por el Instituto Nacional de
Empleo, se pone de manifiesto el elevado ritmo de contratación y
reducción del paro. Así, según datos de agosto de 1999, el paro
registrado se situó en 1.554.459 personas, que es la cifra más
baja desde septiembre de 1981. Esto implica una reducción del paro
registrado de prácticamente el 12,5 por ciento desde el mismo mes
de 1998.




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La evolución muy positiva del empleo tiene su mejor aval en la
evolución de los afiliados a la Seguridad Social, que han tenido un
incremento durante esta legislatura de 2.300.000. Nunca se había
alcanzado una base de afiliados a la Seguridad Social como la actual,
que se sitúa en los 14,6 millones. Ello ha permitido un saneamiento
muy rápido de las cuentas de la Seguridad Social, que ha pasado de
planteamientos próximos a la quiebra financiera hace apenas cuatro
años, a una situación como la de estos momentos, en la que las
pensiones están garantizadas hacia el futuro. El saneamiento de la
Seguridad Social ha permitido el reciente acuerdo entre Gobierno y
sindicatos para incluir en los presupuestos del año 2000 una subida
significativa de las pensiones mínimas, subida que, como SS.SS.

conocen, oscila entre las 1.650 y las 7.255 pesetas al mes, lo que
supone un incremento medio del 5,4 por ciento. Es un acuerdo que
además elimina el riesgo de que se creen desigualdades de trato a los
pensionistas en función de su lugar de residencia.

Durante estos últimos tres años y medio últimos esta política
económica ha logrado que la tasa de crecimiento de la economía en
términos reales sea cada vez mayor en relación con la evolución de
los precios. Esto tiene efectos beneficiosos para la estabilidad
económica y también para permitir los necesarios ajustes
presupuestarios. Por ello, una de las preocupaciones fundamentales
del Gobierno ha sido y sigue siendo la evolución de los precios.

La presente legislatura se ha caracterizado por el sostenimiento de
un ciclo fuerte y creador de empleo, que -y conviene que insistamos
en ello- no ha sido compartido a lo largo de estos años por los demás
países miembros de la Unión Europea. Estos desajustes del crecimiento
han generado que poco a poco se abriera un diferencial de inflación
de nuestro país con aquellos países de la Unión Europea que mostraban
menor dinamismo económico. Los países más grandes de la Unión Europea
incluso han mostrado una considerable atonía en su evolución
económica. Ello, sin duda alguna, ha perjudicado el crecimiento
particularmente de la zona del euro, impidiendo avances
significativos en la reducción de la tasa de paro. España se alinea
con otros países europeos, como Holanda, Dinamarca, Irlanda
o Portugal, con un cuadro similar en tasas de inflación; es un conjunto
de países con crecimientos unos meses diferentes de otros, pero que
en definitiva tienen unos niveles de inflación similares que se
corresponde con los países más dinámicos de la Unión Europea.

Se han escuchado muchas voces en nuestro país advirtiendo sobre las
consecuencias negativas que puede tener la apertura del diferencial.

También es cierto que esas voces proceden de los partidos que
componen la oposición política al actual Gobierno, y se han escuchado
voces, en ese sentido, alertadoras, que vienen de partidos que se
autodenominan partidos situados en al izquierda española. La verdad
es que no deja de ser un elemento algo extraño ver una conversión tan
furibunda de la izquierda a los valores de la estabilidad económica,
lo cual, sin duda alguna, creo que es un avance en un activo
importante para el país. Estoy seguro de que después tendremos
ocasión dilatada de tratar de esta cuestión.

La evolución de los precios en nuestro país sigue una trayectoria
descendente, estabilizada por debajo del 2 por
ciento a mediados de 1997 y que se mantuvo estable hasta julio de
1998, en que algunos servicios básicos, por ejemplo turismo, ante las
considerables presiones de demanda experimentaron mayores subidas de
precios. En aquel momento, la actuación del Gobierno permitió
reconducir la situación hasta volver a situar la inflación nuevamente
en la estabilidad de precios hasta el primer tercio de 1999, en el
que varios factores, como la presión de la demanda interna y, sobre
todo, el alza de los precios de los carburantes a lo largo del
presente ejercicio, que han duplicado su precio, llevó al Gobierno a
la aprobación del Real Decreto-ley de 16 de abril de 1999, cuyos
efectos se notaron de inmediato y consiguieron un mantenimiento en
los tres meses siguientes de una inflación contenida en torno al 2,2
por ciento, a pesar de que en ese período los precios de los
carburantes seguían subiendo considerablemente. El efecto positivo
del bloque de medidas entonces adoptado también ha permitido que
actualmente -y a pesar, insisto, de ese shock petrolífero que estamos
sufriendo- la inflación en tasa interanual y medida por el IPC se
sitúe en nuestro país en el 2,4 por ciento.

La evolución de los precios de nuestro país es una de las cuestiones
a las que más atención ha prestado la política económica del
Gobierno. Y quiero aprovechar también la comparecencia de esta mañana
para llamar a la responsabilidad de los agentes económicos españoles,
puesto que en sus manos está el que la evolución de los precios se
adecue a lo que está siendo el nivel de actividad económica en
nuestro país y no se utilice lo que es el clima creado por la pujanza
de la demanda interna para subidas de precios de bienes y servicios
que puedan perjudicar la evolución de nuestra competitividad. La
economía española no puede permitirse el lujo de perder
competitividad, sobre todo en aquellos ámbitos, en aquellos sectores
de actividad donde realmente se está más sujeto a las leyes de la
competencia, no ya europea, sino internacional.

La base de la política de lucha contra la inflación es la aplicación
continuada de políticas monetarias y fiscales rigurosas y creíbles,
junto con la progresiva liberalización y competencia en los mercados
de bienes y servicios estratégicos para el conjunto del sistema
productivo. Junto con los esfuerzos de estabilidad macroeconómica,
que son requisito indispensable para alcanzar la estabilidad de
precios, las reformas estructurales permiten transmitir al conjunto
de los sectores de la economía una mayor competencia y una mayor
estabildidad. Han sido muchas las reformas emprendidas, que ya
describimos en un informe especial que yo mismo presenté en la
Comisión de Economía en marzo de este año. Todos los españoles
conocen los efectos que poco a poco van produciendo estas reformas.

Ya me he referido a los significativos avances en los mercados de
comunicaciones, a la penetración de la telefonía móvil; a los avances
en la competencia en la telefonía fija, a la mayor competitividad del
sector de la electricidad, que ha permitido rebajas de la tarifa de
un 12 por ciento en términos nominales durante esta legislatura -que
supone un descenso del 18 por ciento en términos reales-, y a los
avances en el sector de hidrocarburos, que se han reflejado en un
menor crecimiento de sus precios. También se han producido descensos
en el precio de los fármacos, en tarifas de colegios profesionales y
en otros ámbitos de actividad,



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cuya mejora en el grado de eficiencia se traslada al conjunto del
sistema productivo del país.

En lo que se refiere a la evolución de los costes laborales, los
datos de la negociación colectiva en lo que llevamos de año muestran
un incremento salarial medio en convenios del 2,3 por ciento. El
comportamiento salarial moderado está permitiendo impulsar la
creación de empleo y refleja la credibilidad de las expectativas de
baja inflación, que ha arraigado en el proceso de negociación
colectiva. La reforma del impuesto sobre la renta de las personas
físicas, la bajada de las retenciones sobre los salarios también ha
contribuido positivamente a la moderación de los salarios.

Otro objetivo de política económica que constituye uno de los pilares
fundamentales de nuestro modelo es la reducción del déficit público.

El resultado alcanzado en 1998 ha sido muy satisfactorio; recuerdo
que ese año el déficit se cerró en el 1,7 por ciento. La previsión
para 1999 se sitúa en el 1,4 por ciento del producto interior bruto.

Con ello se mejoran los objetivos, ya de por sí ambiciosos, del
programa de estabilidad.

En cuanto a los ingresos públicos, la recaudación en términos de caja
durante 1999 es satisfactoria. En términos homogéneos, es decir,
eliminando el efecto que el adelanto de las devoluciones y los
traspasos a comunidades autónomas generan sobre la recaudación del
Estado, el impuesto sobre la renta de las personas físicas va
teniendo una evolución positiva este año acorde con lo que eran las
previsiones, teniendo en cuenta el considerable impacto de la
reducción de las retenciones que ya he cifrado en 800.000 millones de
pesetas. El IVAmantiene un aumento constante en torno al 14 por
ciento, el impuesto sobre sociedades un 11,6 por ciento y los
impuestos especiales un 6,5 por ciento. En total, estamos hablando de
unos ingresos tributarios que han crecido alrededor de un 11 por
ciento durante los seis primeros meses del año.

Esa mayor recaudación es el mejor reflejo de la mejora de nuestro
sistema fiscal a raíz de la reforma del impuesto sobre la renta y de
los otros elementos que se han introducido en la modernización del
sistema tributario español; es consecuencia también de la mejora de
los grandes impuestos y de la mejora de las relaciones entre
ciudadanos y Hacienda pública. En esta legislatura se ha dado un paso
decisivo a la hora de eliminar desincentivos a la actividad
económica. Se han simplificado los impuestos y se ha hecho más fácil
su control. Ello ha generado una base más amplia de recaudación, al
crearse empresas y aumentar el número de contribuyentes, y ha
permitido un mayor control del fraude al hacerse más costosa la
defraudación. Los efectos económicos de esta reforma impositiva ya se
han podido observar, pero todavía seguirán dando frutos a lo largo de
los próximos años. Con la evolución de los datos que ya he citado
ante la Cámara se comprueba que se podía proceder a la reducción de
los impuestos en nuestro país y que esa reducción, en lugar de mermar
la recaudación de la Hacienda pública, beneficia y ensancha la base
de esa recaudación.

El esfuerzo de consolidación fiscal durante estos años ha recaído
principalmente en el lado de los gastos. La participación de los
gastos de las administraciones públicas en el producto interior bruto
ha pasado del 45,5 por ciento en
el año 1995, al 41,8 por ciento en 1998. Ello no ha sido en
detrimento de los servicios sociales básicos, que han seguido
financiándose con holgura en los presupuestos de esta legislatura.

Ahí está el muy considerable esfuerzo presupuestario puesto al
servicio de la sanidad pública, de la educación, de la formación
profesional y de las políticas activas integradoras o formadoras de
las personas para su acceso al mercado laboral.

Respecto a la evolución de los mercados financieros en nuestro país,
podemos decir que los efectos de la crisis financiera internacional
se han visto superados con éxito a raíz de la evolución apreciada en
sus principales indicadores. Durante los tres últimos años, el índice
de la Bolsa de Madrid ha pasado de 300 puntos en 1995, a cerca de los
900 en que se sitúa ahora. La Bolsa española ha sido uno de los
mercados financieros más atractivos de los países industrializados.

En lo que va de año, el mercado bursátil se mantiene estable incluso
después de los importantes movimientos financieros que se han
apreciado con motivo de la complicada situación de algunos mercados
emergentes. No tengo que recordar que millones de españoles - varios
cientos de miles de familias- tienen colocados sus ahorros en la
Bolsa española a través de lo que entienden como nuevas formas de
financiación de su futuro.

Durante 1999 continuaron los descensos de los tipos de interés que,
en el caso del corto plazo, los podemos medir a través del tipo de
intervención del Banco Central Europeo, que se ha situado en el 2,5
por ciento y que estaba en 1995 -Banco de España- en el 8,83 por
ciento. El diferencial de tipos de interés entre España y Alemania en
el bono a diez años se sitúa en estos momentos por debajo de los 30
puntos básicos, mientras que, como saben SS.SS., a finales de 1995 se
situaba alrededor de los 500 puntos básicos. Los tipos hipotecarios
han descendido casi seis puntos porcentuales en los tres últimos años
y también han descendido los créditos a empresas; los concedidos a
pequeñas y medianas empresas se han abaratado sustancialmente. Todo
ello ha redundado también en beneficio de la Administración pública
que ha visto disminuir en gran medida sus costes de financiación, lo
que ha facilitado el control del déficit público.

El hecho más significativo para el mercado financiero español ha
sido, sin duda, la incorporación a la moneda única el 31 de
diciembre. En estos momentos, muchas de las operaciones financieras
ya se están realizando en la nueva moneda. Las bolsas cotizan en
euros, la deuda pública ya se denomina en la moneda común y,
asimismo, la nueva política monetaria común es una realidad. Los
bancos españoles han acudido al nuevo sistema de emisión monetaria
gestionado directamente por el Banco Central Europeo y realizan las
compensaciones de los pagos interbancarios a través del nuevo sistema
target que integra al sistema financiero europeo.

Durante la presente legislatura, el Gobierno y esta Cámara han
aprobado multitud de normas que han hecho más eficiente a nuestro
sistema financiero, flexible y abierto y, sobre todo, más cercano a
la pequeña y mediana empresa. Comenzando por una normativa fiscal
menos distorsionante, se ha fomentado el ahorro a largo plazo a
través de la creación de nuevos instrumentos. El fomento de la
titulización de activos del capital riesgo de las sociedades



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de garantía recíproca, del factoring, de nuevos tipos de fondos de
inversión y, en conjunto, una normativa más completa que ha mejorado
la capacidad de financiación de nuestros agentes haciendo a nuestro
país atractivo a la hora de convertirlo en centro de financiación de
carácter internacional.




Todas estas normas han propiciado un incremento del capital riesgo y
de la garantía recíproca que inician su liberalización en 1996 y se
desarrollan en leyes posteriores. Los fondos en capital riesgo y en
garantía recíproca se han incrementado en más de un 50 por ciento en
los dos últimos años, alcanzando un volumen de 189.000 millones y
220.000 millones de pesetas respectivamente.

La titulización ha sido objeto de una amplia reforma para lograr una
mayor desintermediación en el mercado. El volumen total de
titulización hasta la fecha se ha incrementado en unos 450.000
millones de pesetas en tres años. El crecimiento es especialmente
importante en lo que llevamos de año, alcanzando casi los 150.000
millones.

Los fondos de inversión también han sido objeto de liberalización y
reforma con ampliación de los productos existentes. En su conjunto,
se sitúan en unos 33 billones de pesetas, con un incremento
sustancial de un 25 por ciento en el último año.

La reforma del mercado de valores en distintas normativas ha
facilitado la salida a Bolsa de muchas empresas. Sólo en 1999 las OPV
ya realizadas suponen 110.000 millones de pesetas en 70.000 títulos
nuevos. Se están realizando ya cinco OPV adicionales que suponen más
de 90.000 títulos nuevos en el mercado y 40 empresas y entidades
adicionales están anunciando su próxima salida a Bolsa.

Por último, me gustaría hacer referencia a la evolución del tipo de
cambio del euro, de lo que es la nueva moneda común. Tras una
apreciación inicial a comienzo del año respecto al dólar, las
noticias sobre la fortaleza de la evolución del ciclo económico
americano dieron lugar a un proceso apreciatorio de la divisa
americana. En estos momentos, la relación dólar-euro se mantiene de
forma estable alrededor de 1,04. El mantenimiento de este tipo de
cambio aleja los temores de deflación de la economía europea por una
fuerte revalorización del euro y permitirá un desarrollo adecuado del
sector exterior que logre la recuperación del ciclo económico de los
grandes países europeos. La transformación que en estos años, en
definitiva, está experimentando la economía española tiene una clave
interpretativa, que es un intercambio positivo de confianza entre
sociedad y política económica, entre sociedad y política del
Gobierno. Los ciudadanos muestran su confianza en la política
económica porque en el fondo entienden que esa política económica
confía, sin complejos ni reservas, en la capacidad emprendedora de
los ciudadanos. A medida que la iniciativa va trasladándose a la
sociedad, también asume la sociedad entera, no sólo parte del
Gobierno, gran responsabilidad en los asuntos económicos. Por ello
tenemos que identificar el éxito de la evolución de la economía
española en estos últimos años como un éxito fundamental de la
sociedad.

La apuesta por la libertad económica, a tenor de los resultados de
estos últimos años, avala que el camino más corto hacia el progreso y
el bienestar radica en el desarrollo
de la libertad. Este tipo de políticas responden a nuestra manera de
interpretar la realidad, a los conceptos que fundamentan nuestra
opción política. Deseamos contribuir a la realidad de los ciudadanos
y de la sociedad en su conjunto. La libertad, por tanto, es mucho más
que un buen instrumento económico; es también un objeto ético de toda
la acción política, pero esa libertad hay que completarla también con
un ejercicio, que es el de la solidaridad. No todas las personas en
nuestra sociedad tienen las mismas opciones, las mismas
posibilidades, no todos tienen las mismas facultades o la misma
suerte, pero todos tenemos la misma dignidad, las mismas necesidades
básicas y los mismos derechos. Nuestro trabajo consiste en crear las
condiciones para que esta solidaridad sea efectiva, es decir, no
basta con proclamar que el trabajo es un derecho de todos los
españoles, sino que hay que crear las condiciones económicas que
incrementan el empleo y reducen el paro en el país. No basta con
reconocer el derecho a la pensión digna, sino que es necesario sanear
las arcas públicas para que esas pensiones se garanticen en el
futuro. Libertad, eficacia económica y solidaridad son tres grandes
ejes íntimamente relacionados que componen la política moderna.

No podemos ni debemos entender que a la política económica le incumbe
sólo la eficacia del sistema productivo, y que la libertad y la
solidaridad son de otros negociados, es un error este concepto. La
política económica y la política social son una y la misma cosa; no
responden a objetivos diferentes ni a momentos sucesivos. Son tópicos
del pasado los que trazan esas líneas de división. Hoy esos
planteamientos carecen de consistencia cuando lo que advertimos es
que la estabilidad económica es la que facilita el crecimiento del
bienestar y el aumento del empleo. Más aún, realmente sin estabilidad
no es posible el crecimiento sostenido, un crecimiento que se
traslada en bienestar social para las mayorías, como lo demuestra el
incremento de las rentas salariales en nuestro país entre 1995 y
1999, lo que ha permitido que la renta salarial avance desde el 61,6
al 63,2 por ciento de la renta total, según las estimaciones de la
OCDE.

Tenemos que dejar atrás viejos tópicos que pertenecen a
planteamientos pretéritos de políticas. Lo que hemos advertido y
hemos podido constatar en España son los frutos de la estabilidad,
los frutos de la contención de los precios, del recorte del déficit
público, de la reducción de los tipos de interés, elementos que en sí
mismos son poderosos instrumentos de solidaridad porque mejoran el
poder adquisitivo de las rentas más bajas, garantizan la solvencia de
las instituciones de protección social y permiten el acceso al
crédito, es decir, el derecho a tomar iniciativas para el futuro a
tantas personas antes condenadas a vivir al día. Pero sobre todo
dejan de tener sentido esos tópicos cuando se advierte que el
crecimiento se traduce inmediatamente en nuevos puestos de trabajo.

Crear trabajo, crear empleo, como todo el mundo comprende, es mucho
más eficaz y mucho más conforme con la dignidad de las personas que
practicar políticas de subvención.

En igualdad de circunstancias, como ahora ocurre en la Unión Europea,
unos países crecen y generan empleo, otros, en cambio, se han
mostrado más débiles, más vulnerables, a la recesión económica
mundial. De los grandes países de la eurozona solamente España ha
sido capaz de



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alcanzar cifras elevadas de expansión del PIB y del empleo durante
estos años, especialmente singnificativos, cuando estamos viviendo la
transición a la unión monetaria. Dado que el contexto internacional y
europeo es el mismo para todos, es indudable que estas diferencias
sólo pueden explicarse desde factores internos, porque responden a
los distintos enfoques de políticas económicas nacionales.

También en España, a finales del año pasado y comienzos de éste,
cundió la especie, publicitada por parte de la oposición y algunos
expertos, de que la economía española iba a entrar en un pronunciado
declive sin más remedio, y que los pronósticos del Gobierno eran
triunfalismo y propaganda. Parecía lógico que se pensara así, porque
no se estaba reconociendo lo que era la buena salud, la salud de
fondo de que gozaba la economía española en la nueva coyuntura
internacional. Posteriormente, cuando la crisis de los países
emergentes de Asia se difundía a todo el mundo por el sensible cauce
de los mercados financieros y se producía una severa contracción del
comercio internacional, era evidente, según aquellas opiniones, que
el crecimiento español, que por entonces se beneficiaba de una
elevada aportación del sector exterior, tendría que sufrir un impacto
considerable, pero para satisfacción de los ciudadanos españoles a
aquellos profetas les falló el olfato predictivo y no ha ocurrido
ninguna de las catástrofes anunciadas, todo lo contrario, la
situación de la economía internacional vuelve a mejorar, los grandes
países de la Unión Europea despiertan de su letargo y nosotros, los
españoles, que no hemos dejado de crecer durante todo este tiempo con
el impulso propio de la demanda interna, empezamos a recibir ya,
además, el impulso exterior de nuestros principales socios
comerciales. Todo ello ha llevado al Gobierno a revisar al alza el
crecimiento del PIB de este año hasta situarlo, como SS.SS.,
recuerdan en la misma altura que ya habíamos previsto desde que tuvo
lugar esta misma comparecencia en septiembre del año 1998.

Esta legislatura se va a agotar, señorías, mientras la economía
española sigue dibujando una pendiente positiva en crecimiento,
generación de empleo y estabilidad económica, lo que es, sin duda
alguna, un inmejorable indicio de que en esta legislatura hemos
sentado las bases para que las próximas puedan ser continuidad del
éxito económico y puedan alcanzarse los objetivos -objetivo
ambiciosos, pero objetivos posibles- que están previstos en el
programa de estabilidad del Reino de España. Es decir, que en los
próximos ejercicios los españoles podamos dar un paso hacia adelante
definitivo en la convergencia de los niveles de bienestar,
aproximando nuestros niveles de bienestar al de los países más
avanzados de la Unión Europea y que podamos decir que a medio plazo
el problema del paro ha desaparecido en nuestro país.

Hasta aquí el informe habitual y último en estas comparecencias de
carácter regular de esta legislatura.

A continuación acumulo, como proponía el presidente de la Comisión,
con extraordinaria brevedad la información relativa a la solicitud de
comparecencia de mi persona que realizó el Grupo Parlamentario
Popular en relación con la fusión de los grandes grupos franceses de
distribución Carrefour y Promodes.

El Gobierno es consciente de que el anuncio de la fusión de dichas
grandes empresas distribuidoras francesas
ha sido motivo de preocupación en la sociedad española, tanto entre
los proveedores de estas empresas como entre los competidores y en la
opinión pública en general. El Gobierno, señorías, comparte esa
preocupación, puesto que tenemos que compaginar lo que son los
procesos de formación de grandes empresas, que es uno de los signos
de nuestro tiempo, con la salvaguarda de los principios de efectiva
competencia interna en mercados tan básicos como es el de la
alimentación en nuestro país. Sin duda, señorías, estamos ante una
agrupación de empresas que tiene gran transcendencia económica y
social para el mercado de la alimentación, así como también tiene
gran transcendencia para un significativo número de empresas de
tamaño medio y pequeño en nuestro país que dependen de estas grandes
distribuidoras.

El criterio del Gobierno es garantizar la competencia efectiva, no
sólo en el conjunto del mercado, sino en cada uno de los mercados
locales, respetando la libertad de iniciativa económica, la
legislación europea y española en esta materia y buscando el punto de
equilibrio donde se atiendan suficientemente los intereses de
proveedores, pequeños comerciantes y consumidores.

La fusión de los grupos Carrefour y Promodés se ha llevado a efecto a
través de una oferta pública de intercambio amistosa del grupo
francés Carrefour sobre el también grupo francés Promodes, presentada
el pasado 30 de agosto. El plazo para la aceptación de la oferta se
inició el 9 de septiembre y se extenderá hasta el 13 de octubre de
1999. La OPA ha recibido ya el visto bueno de algunas autoridades de
países miembros de la Unión Europea. La operación se efectúa, como
SS.SS. conocen, mediante un cambio de seis acciones de Carrefour por
cada título de Promodés. El nuevo grupo se denominará Carrefour,
constituyéndose como el primer grupo europeo y el segundo del mundo,
por detrás de algunos grandes grupos, sobre todo de origen
estadounidense. El nuevo grupo contará con 8.800 tiendas en 26
países, 680 hipermercados, 2.600 supermercados y 3.200 tiendas de
descuento y empleará a un total de 240.000 personas.

De acuerdo con el Reglamento 4064/1989 del Consejo de las Comunidades
Europeas, de 21 de diciembre de 1989, sobre control de operaciones de
concentración entre empresas, la operación que he descrito
sucintamente es de dimensión comunitaria, ello significa que la
Comisión Europea tiene competencia exclusiva para aplicar el
reglamento comunitario y adoptar una decisión al respecto, debiendo
abstenerse los Estados miembros de aplicar su legislación nacional.

Conforme al reglamento comunitario, una operación alcanza dimensión
comunitaria cuando el volumen de negocios a nivel mundial del
conjunto de las empresas sobrepasa el umbral de 5.000 millones de
euros, siempre que al menos dos de estas empresas realicen
individualmente en la Comunidad más de 250 millones de euros y salvo
que todas y cada una de las empresas realicen más de los dos tercios
de su volumen de negocios en el mismo estado miembro.

Las cifras de negocio para 1998 de Carrefour y Promodés alcanzan
respectivamente los 27.408 euros y los 19.618 euros, por tanto el
umbral mundial es de sobra superado, asimismo se supera el umbral de
250 millones de euros en la Comunidad, ya que sólo en España los
volúmenes de



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Pryca y Continente superan los 6.580 millones de euros; además,
Promodés no realiza más de dos tercios de su volumen de ventas en un
mismo Estado miembro. Estos datos confirman pues la dimensión
comunitaria de la operación.

Dada la transcendencia del caso y de las especiales repercusiones
sobre determinados locales, la Dirección General de Política
Económica de Defensa de la Competencia tiene la intención de
solicitar la aplicación del artículo 9 del Reglamento de las
Comunidades Europeas, que he citado, sobre el control de las
operaciones de concentración entre empresas. Este artículo establece
que la Comisión podrá remitir un caso de concentración de dimensión
comunitaria a las autoridades nacionales cuando la operación cree o
refuerce una posición de dominio en un mercado del Estado miembro que
presente todas las características de un mercado definido; en segundo
lugar, que la operación -aquí la clave, señorías, está en el carácter
de mercado definido- afecte a la competencia en el mercado de un
Estado miembro que presente todas las características de un mercado
definido y no constituya parte sustancial del mercado común. Tanto la
Comisión Europea como las autoridades de competencia nacionales han
definido el mercado de productos de la distribución comercial
minorista como aquel mercado de bienes de consumo diario para un
ámbito local definido en general, como es el casco urbano de una
población y su área de influencia. En el caso de la fusión Carrefour-
Promodés se trataría también de mercados definidos en el interior de
España. En efecto, tanto Promodés como Carrefour cuentan con cadenas
de hipermercados y de supermercados dispersos por toda la geografía
en numerosas localidades que no pueden considerarse como parte
sustancial del mercado único; esto justificaría la solicitud a la
Comisión Europea de la remisión del caso a las autoridades de defensa
de la competencia españolas basándose en la aplicación del citado
artículo 9 del reglamento.

El procedimiento comunitario de control de concentraciones se resume
en los siguientes pasos. Las operaciones de concentración de
dimensión comunitaria deberán notificarse a la Comisión en el plazo
de una semana a partir de la fecha de conclusión del acuerdo (no
existe notificación definitiva formal, sí hay una notificación a la
Dirección General de Defensa de la Competencia Europea de carácter
progresivo; las empresas están acumulando documentación pero les
falta el cierre de esa notificación formal), en el plazo de tres días
laborales la Comisión remite copia de dicha notificación a las
autoridades nacionales y en el plazo de un mes la Comisión examinará
la notificación y decidirá su compatibilidad con el mercado único. En
el caso de que la operación plantee serias dudas sobre la
compatibilidad con el mercado común, la Comisión decidirá incoar
procedimiento. La decisión final dependerá de las modificaciones
aportadas por las empresas o de las condiciones y obligaciones
impuestas por la Comisión. En cualquier caso, si la operación crea o
refuerza una posición dominante cuyo resultado es que se obstaculiza
la competencia en el mercado común o en una parte sustancial del
mismo, o no responde a los criterios del apartado 3 del artículo 85
del Tratado, la Comisión declarará que la concentración es
incompatible con el mercado común. Conforme al artículo 9 del
reglamento, en el plazo de tres semanas a partir de la
recepción de la copia de la notificación de la operación los Estados
miembros podrán comunicar a la Comisión que tal operación de
concentración afecta a la competencia en determinados mercados
definidos en ese Estado miembro y pedir en consecuencia la remisión
del caso. La Comisión puede decidir la remisión total o parcial del
caso a las autoridades nacionales en el plazo de seis semanas si no
incoa procedimiento y en un plazo de tres meses desde la notificación
si incoa procedimiento. En el supuesto de que la Comisión decidiera
remitir el asunto a las autoridades españolas, estas aplicarían el
procedimiento español y serían las competentes para decidir sobre la
operación en lo referente a sus efectos en aquellos mercados locales
sobre los cuales la Comisión delegara su competencia. En previsión de
la solicitud del caso a la Comisión Europea las autoridades
nacionales están estudiando cuidadosamente esta operación, valorando
los efectos de la misma en los mercados locales de distribución
comercial y en los mercados de aprovisionamiento principalmente
afectados. En este sentido, se está recabando información al
respecto, incluidas las comunidades autónomas.

Muchas gracias, presidente.




El señor PRESIDENTE: Acontinuación, por parte del Grupo Socialista,
tiene la palabra el señor Eguiagaray.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Quiero comenzar haciendo la advertencia
de que después de mi intervención tomará la palabra, también en
nombre del Grupo Socialista y en relación con la última parte de la
exposición del señor Montoro, la portavoz en esta cuestión, señora
Leiva.

Quería empezar agradeciendo al señor Montoro sus explicaciones y por
supuesto algo que puesto que él ha comenzado explicándolo en estos
términos yo no puedo hacer sino recoger. Ha pretendido hacer un
balance de la legislatura -esta es su última comparecencia- y sin
duda alguna es fácil sacar la conclusión de que el Gobierno se ha
puesto ya las pilas para preparar las próximas elecciones, que espero
que pierdan.

En todo caso, lo que me gustaría recordarle, señor Montoro, es que
repetir ahora los discursos que durante tanto tiempo en esta
legislatura nos han dividido me parece tan legítimo como cualquier
otra cosa, pero no deja de ser un intento de convertir de nuevo el
análisis en un cierto ejercicio de propaganda.

Yo le recuerdo nada más algunas de las cosas que usted ha dicho. Esta
es la legislatura del euro, y sin duda alguna en ese sentido lo es y
para toda España, no sólo para el Gobierno, y se debe a un Gobierno
que no tuvo la menor duda en la conveniencia de que España
perteneciera desde la primera hora a la unión económica y monetaria,
afirmación que, como sabe usted, las hemerotecas desmienten.

Pero, sobre todo, lo que me parece bastante importante es ese intento
de convertir lo que ha venido ocurriendo a lo largo de estos últimos
años, con sus luces y sus sombras, y hay luces sin duda alguna, en
una expresión de un nuevo paradigma, el paradigma de una nueva
economía, de una nueva política económica, y sobre todo algo que
revela eso que tantas veces hemos denunciado como el adanismo en
economía, en economía o en política económica.




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El mundo empezó en el año 1996, hay un antes y un después, antes
había las tinieblas y después se hizo la luz, para general felicidad
de los seres humanos y especialmente de los españoles.

Ni la reducción del déficit ni la de la inflación ni la corrección de
los desequilibrios tienen nada que ver con el pasado; se iniciaron
porque naturalmente hay un corte casi epistemológico entre lo que
ocurría antes y lo que ocurre después, y no tiene nada que ver, por
supuesto, con un ciclo económico expansivo, que por cierto no se
inicia en 1996 sino que se empieza a iniciar en 1993, en 1994,
continúa, en 1995 y continúa felizmente para todos los españoles, en
los años que han transcurrido hasta este momento.

Podemos discutir hasta la saciedad sobre esa cuestión y enzarzarnos
en una guerra de cifras, señor Montoro, pero me parece que pretender
a estas altura contar un cuento de la buena pipa de esa naturaleza
resiste poquito el análisis. Como creo que resiste poco el análisis,
señor Montoro, aunque usted esté muy orgulloso y eso le parezca que
es el buque insignia de las reformas que han hecho, alguna como la
que usted ha enfatizado del impuesto sobre la renta de las personas
físicas, que me parece que es algo que contrasta mucho, por cierto,
con la última parte de su intervención en la que ha hecho ese canto a
la libertad, a la dignidad de los seres humanos y sobre todo a la
solidaridad.

Como después diré también, a estas alturas, cuando tenemos un
problema de inflación de alguna entidad que yo no quiero exagerar
pero que es un problema al que me he referido también hasta la
saciedad en anteriores comparecencias, y hoy volveré sobre ello,
hablar del éxito de las reformas estructurales en los mercados de
bienes y servicios ciertamente suena un poquito a sarcasmo, señor
Montoro, cuando no ya el Partido Socialista (que naturalmente es
malévolo con el Gobierno porque es su obligación, no malévolo, pero
sí tiene que ser crítico con el Gobierno), sino los analistas,
algunos analistas y algunos de los que tienen excelente relación
incluso política con ustedes, si algo dicen es que ustedes no han
aprovechado el período de bonanza que la naturaleza, la Divina
Providencia, la coyuntura y una parte de lo que han hecho, ha
permitido disfrutar a este país, y no han hecho aquello que en
período de bonanza se puede y se debe hacer, que sin embargo queda
para el futuro.

En todo caso, antes de entrar en algunas consideraciones más en
detalle, déjeme expresarle -siempre se lo hago con simpatía y sabe
que no tengo la menor intención de zaherirle personalmente- que esto
de que el Gobierno acicale su imagen ahora me parece tan legítimo
como cualquier otra cosa, pero a mí han estado a punto de saltarme
las lágrimas con el canto que ha hecho finalmente a la libertad, a la
dignidad y a la solidaridad.

Me parece bien que quieran ustedes presentarse como lo que no son ni
han sido, y ojalá alguna vez acaben por ser, de otra forma, pero esto
suena de una manera que después describiré con algunos datos
objetivos; da la sensación de que se quiere dar una imagen distinta,
quizá porque algunos costes tiene el haber hecho una política como la
que se ha hecho, que si se ha caracterizado por algo es por su falta
de sensibilidad social.

Empecemos por lo fundamental, señor Montoro. La oposición no tiene el
menor interés en desconocer la evidencia,
no somos ciegos y además nos alegramos de que el país pase
por un período de bonanza económica. Otra cosa es la interpretación
de cuál es el origen, las causas, las razones de que se produzca la
bonanza. Es verdad que esto se inicia, como antes he dicho, antes de
su llegada al Gobierno y continúa hoy; es verdad también, señor
Montoro, que se crea empleo. Hoy, de hecho, no sabemos cuánto empleo
se está creando, entre otras cosas porque no tenemos instrumentos de
medir o los instrumentos de medir ya no nos permiten la comparación
con las cifras de empleo del año anterior. La EPA es algo que
empezará a producir efectos de comparabilidad dentro de un año, pero
de momento las cifras que tenemos nos llevan a conclusiones tan
absurdas como las de la caída de la productividad, que ya hemos
discutido en algún momento, lo cual no parece compatible con el
sentido común ni con la marcha de la economía.

Tenemos algunos otros problemas, como el déficit del sector exterior,
un déficit creciente, déficit que sin embargo dicen ustedes que es
menos grave del que algunos esperaban inicialmente; vamos a ver lo
que pasa en el segundo semestre, ojalá se comporten las cosas como
ustedes predicen.

Tenemos también una reducción del déficit de las administraciones
públicas, los ingresos no financieros están creciendo por encima
incluso de las previsiones presupuestarias, y se podrá reducir el
déficit por encima de lo previsto, de lo cual yo me congratulo, y sin
duda alguna tenemos un problema que vale la pena analizar con alguna
justeza, que es el problema de la inflación, que no es un problema
menor, aunque durante los meses pasados usted en esta Comisión se ha
dedicado permanentemente a contestar a las acusaciones del creciente
problema de la inflación y de la inflación como problema no resuelto
en términos de comparaciones históricas con otros períodos que
simplemente son irrelevantes, no es que no sean ilustrativas, son
irrelevantes a los efectos del análisis económico cuando lo único que
importa es la diferencia.

Si tuviéramos que caracterizar la política del Gobierno y sobre todo
de este período, yo creo que es razonable decir que el crecimiento
está siendo elevado. Solamente que el crecimiento, que está siendo
elevado, de lo cual yo creo que todos nos congratulamos, tiene una
composición interna que casi nunca coincide con la que el Gobierno
predice, anuncia y se supone que forma parte de su política
económica. Ha ocurrido no solamente en 1999, ha ocurrido en otros
períodos anteriores, cuando ustedes han pretendido decir que el
crecimiento en tal o cual cifra, en términos de dígitos, iba a tener
una composición de demanda interna y de demanda exterior distinta a
la que después se ha producido, y otro tanto está ocurriendo en el
año 1999 con un crecimiento de la demanda interna superior al que
ustedes predecían, anunciaban y querían, y, en segundo lugar, un
comportamiento del sector exterior, en este caso mucho más
contractivo del que inicialmente se pensaba, estoy hablando en
términos de los presupuestos del año 1999 para el año 2000, no de las
correcciones en curso de ejercicio, sino de las previsiones que se
hacían cuando ya se conocía lo que significaba la crisis financiera
que se inicia en agosto del año anterior.

De ahí que en este momento estemos en tasas de crecimiento de la
demanda interna sin duda alguna muy altas,usted ha dado unas cifras,
pero pongamos que cifradas en



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el 5,5, incluso el 5,6, en términos de demanda interna, y un
comportamiento contractivo del sector exterior realmente importante
que ojalá se corrija en el segundo semestre pero que podría estar
situado casi en dos puntos de contribución al crecimiento. Esto no es
el escenario previsto. Por tanto, hay algunas cosas que no tienen
demasiado que ver ni con sus previsiones, con independencia de que el
resultado en términos de crecimiento sea estimable.

Segundo, crecimiento del empleo. ¿Notable? Ya he dicho que es difícil
de saber, por el cambio estadístico, cuánto estamos creciendo. Es
verdad que se hace muy duro de creer que los datos de la última
encuesta de población activa, un cuatro y pico por ciento, por lo
tanto muy por encima del crecimiento del producto, sean razonables,
en términos económicos. No puede ser, tendremos que esperar algún
tiempo, pero sobre todo lo que me importa señalar es que estas cosas
no son el resultado de la virtud, han ocurrido en otros momentos de
nuestra vida económica, en fases parecidas o igualmente expansivas a
las que estamos conociendo, no es una novedad en nuestro país, que ha
sido capaz de crear muchísimos puestos de trabajo y lamentablemente
también de destruirlos en períodos en los cuales después hemos tenido
recesión. Pero usted no ha dicho nada a algunas de las cosas que yo
creo que son importantes de mencionar cuando se es responsable de la
política económica y, reconociendo los datos de crecimiento, hay que
hablar de cuáles son los elementos que caracterizan ese empleo, la
temporalidad, que no se ha modificado en absoluto, señor Montoro, el
agotamiento ya de las reformas laborales, en términos de eficacia, el
mantenimiento de los viejos problemas, del paro de larga duración,
del paro de jóvenes, del paro de mujeres.

La Comisión Europea, en septiembre de 1999, acaba de hacer un balance
de las políticas de empleo de los diferentes países y también de la
de España, y se refiere al crecimiento del empleo en España, no en
términos de la nueva era que ustedes inician, sino afirmando, en
primer lugar, en su capítulo de recomendaciones, que el empleo está
creciendo en España muy intensamente desde el año 1994 -empieza
diciendo la Comisión en su recomendación sobre España-; sin embargo,
seguimos teniendo la más baja tasa de empleo de la Comunidad y la más
alta tasa de desempleo de la Comunidad, la más alta tasa de desempleo
a largo plazo y la mayor diferencia en términos de empleo con
relación al género, esto es, de discriminación entre hombres y
mujeres, tanto en términos de participación como en términos de tasa
de paro, en los que, como sabe, la femenina más que duplica la
masculina, y naturalmente tenemos un problema extraordinariamente
duro, absolutamente incomparable con el que existe en otros países,
de temporalidad en el empleo, que hace que ese empleo que se crea en
ocasiones genere problemas de difícil solución. De ahí que la
Comisión Europea recomendase -y lo digo para no utilizar mis propios
argumentos, sino los de la Comisión Europea-, entre otras cosas, que
este Gobierno haga políticas de empleo y que, además de conocer un
crecimiento de las cifras agregadas de empleo como consecuencia del
ciclo y del crecimiento económico, haga políticas activas de empleo y
no se limite a hacer simplemente tareas de preparación de las
políticas de
empleo activas que la Comisión Europea ha venido recomendando.




No es especialmente tranquilizadora la opinión de la Comisión
Europea, en el lenguaje diplomático de la Comisión, que casi nunca
riñe, por lo menos no riñe con dureza, a ninguno de los países
miembros, y lo que viene a decir es: ustedes se están beneficiando de
un crecimiento económico que es solamente el resultado de la
coyuntura económica, del crecimiento, pero sus políticas activas de
empleo no responden a la intensidad de los problemas de empleo que
tiene todavía un país como España en todos sus extremos.

Voy con algunos de los problemas que tienen también nuestro
crecimiento y este período, serios desequilibrios, y uno el de la
inflación. Sin duda hay algunas cosas en las que hemos avanzado y en
otras hemos retrocedido. El ministro de Economía, señor Rato, lo
mismo que usted, por otro lado, ha venido defendiendo en el pasado
una tesis imposible de defender ya, a la que hoy se refería usted en
términos jocosos al señalar que hoy parece que la izquierda está
empeñada en advertir de la significación del incremento del
diferencial. Es verdad que cuando, no este mes, ni el mes pasado ni
el anterior, sino desde hace más de un año, venimos advirtiendo de la
ampliación del diferencial, su contestación mecánica, una y otra vez,
en esta Comisión, como en las actas está escrito, es: señor
Eguiagaray, no se queje usted, tenemos tasas de inflación
históricamente muy bajas. Y me contestaba con aquel diálogo que
parecía propio de besugos, perdóneme, no porque usted ni yo seamos
besugos, sino porque al planteamiento de qué es lo relevante
contestaba usted con una referencia histórica que en nada atañía a la
discusión.

Hoy ya han abandonado esas tesis, ya no se puede contestar al
problema de la inflación diferencial, que es la única relevante desde
que estamos en el euro, con una referencia histórica, y ahora han
sacado una nueva teoría, la teoría del señor ministro de Economía,
del señor Rato, que usted ha repetido, según la cual tenemos más
inflación porque crecemos más, y a continuación se preguntan
enfáticamente: ¿no es más deseable esto que crecer menos aunque
paguemos un precio en inflación?
Déjeme decirle alguna cosa que, por otro lado, es llamativa. Que
ustedes planteen en este momento una relación de intercambio entre
crecimiento e inflación lo discutiríamos en un seminario de economía;
que se hagan ustedes keinnesianos y partidarios de la curva de
Philips a estas alturas de la vida da la sensación de que no les
pega, pero sobre todo es que el análisis es falso, y es muy falso
pretender equipararse, señor Montoro, a países como los Estados
Unidos o como Holanda, que son países que, más allá de lo que digan
las cifras en términos de tasas de crecimiento y tasas de inflación,
nada tienen que ver, en términos de estructura económica, con un país
como España. España es incomparable con los Estados Unidos en
términos de muchísimas cosas, entre otras cosas de su grado de
apertura internacional, y Holanda, pero por el otro lado, por
muchísimo más abierto que España, es incomparable también, con
independencia de que esté más próximo por formar parte del euro. Pero
sobre todo la comparación es una que permite decir: ya que no podemos
evitar la inflación o no podemos reducir su tasa de



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crecimiento, afirmemos que al menos así nos va mejor que si
creciéramos menos.

El problema, señor Montoro, es que aspiramos a crecer sin tener que
soportar tasas de inflación incompatibles con la estabilidad de
precios tal y como la define el Banco Central Europeo, esto es, en el
entorno del 2 o por debajo del 2, y cuando se amplía el diferencial
-no se lo voy a explicar, señor Montoro, lo sabe usted tan bien como
yo- tenemos un problema, y no tenemos un problema de un mes, sino si
esto se sostiene, y cuando se viene sosteniendo tenemos un problema
significativo, y países como Irlanda, Finlandia o Suecia, que también
están creciendo mucho, sin embargo tienen tasas de crecimiento de los
precios notoriamente inferiores a los españoles.

Yo le recomiendo en este sentido la lectura de un artículo reciente
en el Boletín del Banco de España, de Enrique Alberola, que concluye
diciendo: en una economía con fijación cuasi centralizada de salarios
y serias rigideces en el sector de bienes no comercializables, el
diferencial positivo de inflación no es necesariamente un síntoma de
convergencia real, es simplemente o puede ser perfectamente la
consecuencia de las rigideces de la economía, y no consecuencia de un
proceso virtuoso de crecimiento, como a usted le gusta decir. Esto es
lo que está ocurriendo en nuestro país, señor Montoro, que nuestra
inflación no es más que el resultado no suficientemente resuelto, mal
resuelto y al que ustedes han contribuido poco, de problemas de
insuficiente competencia, de rigideces en los diferentes mercados de
bienes y servicios.

Déjeme darle dos o tres datos para ilustrar lo que le quiero decir.

En agosto del año 1997 -estamos refiriéndonos ahora al último índice
de inflación, el último IPC que tenemos, que es el de agosto de 1999-
teníamos un diferencial positivo con la media de la Unión Europea de
una décima, esto es, teníamos menos inflación que la media de la
Unión Europea; en agosto de 1998 superábamos la media en nueve
décimas, y en julio de 1999 la superamos en un punto. Hoy saldrá, a
partir de las doce, el índice de precios al consumo armonizado, pero
todavía no lo he podido conseguir, no sé si lo tiene usted, y tenemos
cinco veces más inflación que Francia y casi cuatro veces más
inflación que Alemania. Es verdad que es una tasa históricamente
baja, pero ¿de qué nos sirve, si el problema aquí es uno de
competencia?
Claro que ustedes, en ese sentido, han tratado de encontrar una
última explicación. Ya que no vale la explicación en términos de
comparación histórica, ya que no vale tampoco la explicación en
términos de cómo crecemos más, o por lo menos nos deja la
insatisfacción de que queremos crecer más, sí, pero con tasas de
estabilidad de precios, han buscado la otra explicación, que es la
culpabilización de nuestra inflación diferencial a los precios del
petroleo, y se puede culpabilizar de la inflación absoluta a los
precios del petróleo, pero de la diferencial difícilmente, porque,
que yo sepa, los jeques del petróleo, últimamente culpables de todos
los males en este país y sobre todo del de la inflación, no creo que
discriminen a los españoles respecto de los franceses, los italianos,
los alemanes, etcétera, y me recuerda inevitablemente aquellos
períodos en los que, cuando bajaba la energía, ustedes decían que el
índice de inflación había bajado también como consecuencia de la
política virtuosa
del Gobierno, que no era verdad, o que, cuando bajaban los
alimentos, consecuencia de la climatología, de las lluvias, del sol,
etcétera, se lo atribuían también como parte del círculo virtuoso en
el que los españoles estaban inmersos tras la llegada al Gobierno del
presidente, señor Aznar.

Lo que ocurre de verdad es que la inflación subyacente o la inflación
tendencial, para que todo el mundo me entienda, no ha hecho sino
subir desde el año 1997. En agosto de 1997, hace dos años, señor
Montoro, la inflación subyacente, la que elimina la energía y los
alimentos y que, por tanto, deja lo que podríamos llamar el núcleo y,
sobre todo, la evolución en el medio plazo, era del 2 por ciento
interanual. Hoy está en el 2,4 por ciento, en agosto del año anterior
estaba en el 2,5, es decir, ha crecido, en dos años no hemos sido
capaces -no han sido capaces, puesto que son ustedes los que hacen la
política económica- de reducir ni una décima, sino que se ha
aumentado en cuatro la tendencia en el medio plazo al crecimiento de
la inflación.

Así que tienen que buscar en este momento otros culpables. No es el
petróleo, el petróleo no explica esto, lo excluimos de este
explicación; y si uno quita petróleo y alimentos, resulta que el
índice de inflación de agosto está en el 2,4 por ciento. Si uno
quitara solamente el petróleo naturalmente estaríamos en el 1,9, pero
es que también los alimentos han estado jugando de una determinada
manera, en unos casos favorablemente y en otros desfavorablemente,
y si uno quita las dos cosas nos quedamos en el 2,4.

Lo que me preocupa de esto, señor Montoro, es el que ustedes han
tenido que corregir las estimaciones, del 1,8 por ciento han pasado
al 2,4 por ciento, y, de verdad, se lo digo con toda sinceridad,
ojalá acierten, no tengo el menor deseo de que fracasen en esta
cuestión, porque creo que estas cosas son complicadas y complicadas
para todos, pero en este momento sabe usted que el consenso no está
especialmente alrededor de una estimación como la del 2,4. Me temo
que ustedes hayan fijado una cifra excesivamente prudente, pero que
puede ser corregida al alza, y la mayor parte de los gabinetes de
estudio y algunos análisis universitarios, especializados
precisamente en análisis de la inflación, prevén hasta un 2,7 de
crecimiento de la inflación en el año 1999 y, en consecuencia, el que
la inflación tendencial también tenderá a acelerarse, lo cual nos
lleva a la credibilidad de las cifras del 2 por ciento para el año
2000. ¿Qué es lo que está ocurriendo? Lo que está ocurriendo es algo
que está en relación con alguna de las cosas de las que hemos
hablado: la inflación de servicios que, ciertamente, apenas ha tenido
modificación en todo este período. Fíjese, en agosto de 1996 la
inflación de servicios era del 3,5 interanual. En agosto de 1999,
después de tres años de virtud política, como la suya y la del
Gobierno, la inflación de servicios está en el 3,3. Es todo un éxito
histórico. Esto es el corazón de la inflación y ahí es donde ustedes
no han hecho nada. No han hecho nada porque las medidas en materia de
competencia no nos pueden llevar, señor Montoro, más que al
escepticismo. No sé cuantos planes más van a hacer de liberalización,
proclamada, programada, televisada, pero que después no tienen el
menor efecto. Este viernes esperamos con impaciencia conocer algunas
medidas. Y me preocupa, incluso, que se vuelvan a plantear la lucha
contra la inflación como un problema de medidasde corto plazo y no
vayan al corazón de los problemas.




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Usted cree que han hecho liberalizaciones serias y yo creo que no. No
las han hecho en telecomunicaciones, no las han hecho en suelo, no
las han hecho en electricidad, no las han hecho en muchísimas cosas,
en un montón de servicios. En cambio ahora se están planteando
modificaciones en los impuestos, que me parece que están bien y que
son bien recibidas y que, a lo mejor, a corto plazo hay que hacer
alguna cosa, por ejemplo, para que la elevación de los precios del
petróleo tenga menor incidencia en los precios finales de los
consumidores, pero la pregunta que le quiero hacer y que quiero que
usted conteste es si esa es una forma de luchar contra la inflación.

Por ejemplo, el precio de la gasolina en nuestro país tiene un
componente de impuestos muy inferior al que tienen la mayor parte de
los países europeos. Para la gasolina eurosuper sin plomo por litro
tenemos un 65 por ciento de impuestos en España, cuando las cifras de
Portugal están en el 71, las de Alemania en el 74, las de Francia en
el 77, las del Reino Unido en el 81 o las de Italia en el 72. ¿Eso
qué quiere decir? Quiere decir que está bien que se pueda contener la
elevación de precios y sobre todo si varía el precio del crudo y de
los destilados, pero el problema es si eso es una medida de lucha
contra la inflación o si a lo que hay que hacer frente es a problemas
de competencia en un sector que, especialmente en el caso de las
gasolinas, no tiene el grado de competencia que permita garantizar el
que se pueda producir una reducción de precios. Suprimieron ustedes
los precios máximos, y tenemos un sector oligopolizado con el
liderazgo de una empresa que actúa como líder en la fijación de
precios y los precios máximos que ustedes han suprimido simplemente
no han servido más que para beneficio de las empresas en contra de
los consumidores.

De la electricidad hemos hablado en muchas ocasiones. Usted está muy
contento de la bajada de los precios de la electricidad y, en la
medida que se producen, yo también. El problema es, de nuevo, de
términos absolutos o de términos comparativos. ¿Cuánto se puede
bajar, sin afectar ni siquiera a la estabilidad financiera de las
empresas, introduciendo medidas liberalizadoras? Y el billón de las
eléctricas no es precisamente la forma de hacer frente a la
liberalización de las eléctricas cuando encima se está dando un
regalo a unas empresas en contra del derecho de la competencia, son
ayudas ilegales, aprobadas por los presupuestos del año pasado, en
contra de la autorización o sin la autorización de la Comisión
Europea y que gravan, además, el recibo de la luz en un 4,5 por
ciento a cada uno de los españoles. Pues bien, estos son medidas que
se pueden adoptar como una más.

Usted me ha oído a mí decir muchas cosas sobre el grado de
concentración de poder, pero le voy a dar una cita que leí ayer que
dice literalmente: Es cierto que nunca ha habido tanta concentración
de poder económico como ahora y hace falta pensar, entre otras cosas,
en una reordenación accionarial en las telecomunicaciones y en la
energía. Créame que no lo dice el servicio de estudios del Partido
Socialista. Lo dice un periódico salmón, un analista financiero de un
banco que está viendo el grado de concentración que está ocurriendo
en nuestro país y que, por cierto, es en muy buena parte consecuencia
de esa lamentable confusión que ustedes han hecho entre
privatizaciones y liberalización.




No quiero entrar mucho más en los temas de inflación, pero estos son
los problemas y los problemas nos llevan a previsiones más altas que,
sin duda alguna, tendrán efecto, por ejemplo, no solamente sobre la
revisión de las pensiones en el futuro, sino también sobre la
retribuciones de los funcionarios. Éstos tienen una pérdida de poder
adquisitivo acumulada -1997-1999- del 1,9 por ciento, que espero que
en algún momento sean capaces de recuperar. Esto plantea algunos
problemas, sobre todo si la inflación se dispara, pero ciertamente en
esa dirección va a haber que trabajar cerca de los presupuestos.

Paso por alto el desequilibrio exterior y la pérdida de
competitividad porque ya he dicho algunas cosas. El déficit comercial
en los seis primeros meses del año ha crecido un 56 por ciento en
relación con el año anterior, y a pesar de un mejor crecimiento a
partir del mes de junio de nuestra balanza comercial, sin duda alguna
tenemos esta contribución contractiva. Pero lo que me parece más
importante, señor Montoro,lo que creo que caracteriza este período es
la ausencia de equidad en el reparto de los frutos del crecimiento.

Se lo he dicho mil veces, y creo que hay que recordarlo una vez más,
hacen ustedes una política que ahora pretenden atildar, decorar, pero
es una política de la que no debieran avergonzarse. Ustedes son gente
que se sitúa a la derecha del espectro político y les sale una
determinada política que es la que corresponde a sus preferencias. Me
parece legítimo, pero no la oculten, y menos traten de confundir al
personal. Les molesta que se lo digamos. Han tenido que aceptar
ahora, a regañadientes, la subida de pensiones mínimas que veníamos
demandando en beneficio de los más débiles. Hace solamente unos días,
y por supuesto hace meses, defender eso era la expresión del
desconocimiento de los mecanismos económicos, de la globalización en
la que nos movíamos, de la necesidad de saneamiento del sistema, el
origen de la ruina futura de la Seguridad Social y tantas otras
catástrofes. Dos días después, unos meses después, dependiendo del
momento en que se tome como origen de las afirmaciones, resulta que
esto es una bendición y la expresión, no solamente del buen corazón,
sino de su capacidad resdistributiva. Lo malo es que también en esto
han sido cicateros. Ustedes han escamoteado el año 1999 a los
pensionistas que se sitúan, digámoslo con claridad, en pensiones que
tienen todavía en los mínimos niveles bajísimos y, naturalmente (no
quiero extenderme sobre eso, no es este el momento), han volado
ustedes el Pacto de Toledo. No solamente no han cumplido sus
prescripciones, no solamente no han cumplido aquello que puede
garantizar o debe ser el principio de la garantía del futuro del
sistema de pensiones, separación de fuentes y creación de reservas,
sino que lo anuncian ahora en el último tramo, sin acuerdo, sin
consenso y encima ahora nos enteramos de que nos quieren reunir en el
Pacto de Toledo, que hasta ahora no han reunido nunca, y ya nos dicen
cuál es la cifra del fondo de reserva que hay que crear, antes
siquiera de discutirlo con ninguno de los que contribuyeron a hacer
posible el Pacto de Toledo.

Voy a hacer algunas últimas consideraciones, y termino, señor
presidente. A lo largo de esta legislatura ustedes han hecho una
elevación de la carga fiscal, han hecho una distribución más injusta,
no solamente de los frutos del crecimiento sino de las rentas que
están en su mano distribuir



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y, al mismo tiempo, han hecho una escasa contribución a la reducción
en un período de bonanza y de crecimiento económico de desequilibrios
básicos que todavía han de aparecer, me refiero al déficit público.

La presión fiscal en nuestro país, contrariamente a lo que ustedes
han dicho, no ha hecho sino elevarse desde que llegaron al Gobierno.

Venía reduciéndose y se ha elevado, y lo seguirá haciendo en todos
los impuestos, salvo en uno: en el impuesto sobre la renta de las
personas físicas. En el año 1998, último del que tenemos datos
liquidados, la presión fiscal global, constituida por impuestos más
cotizaciones, ha crecido hasta situarse en el 35,8 por ciento del
producto interior bruto, cuatro décimas más que la cifra
correspondiente al año 1997. Y en lo que llevamos del año 1999
tenemos la confirmación de una distribución más injusta de la carga,
a través de un crecimiento fulgurante de los impuestos indirectos, no
seguido al mismo ritmo por los impuestos directos, que se expresa en
que el crecimiento de los directos a julio de 1999, acumulado, era
del 6,1 por ciento y el de los indirectos de más del doble, del 13,5
por ciento; eso sí, con una caída acumulada del impuesto del IRPF del
menos 0,4 por ciento. Esto pone de manifiesto la diferencia que hay
en la manera de entender algunas cosas, por muchos discursos que se
quieran hacer. Pero además, señor Montoro, ahora sabemos también que
una parte de las reducciones nominales en el déficit público del
Estado y de las administraciones públicas tiene un componente cíclico
de una extraordinaria magnitud. Los datos de 1998, por ejemplo, ponen
de manifiesto que a pesar de que el déficit se redujo del 2,6 por
ciento al 1,8 por ciento para el conjunto de las administraciones
públicas, sin embargo, la caída en el déficit estructural fue de algo
así como dos o tres décimas exclusivamente y el resto se debe
solamente al ciclo, esto es, al mayor crecimiento. O para decirlo en
sentido contrario, si estuviéramos viviendo en un período de
recesión, resultaría que teníamos un déficit que no cumpliría las
condiciones de convergencia establecidas en el Pacto de Estabilidad.

¿Qué es lo que ocurre, en consecuencia? Lo que ocurre en consecuencia
es una parte de lo que ha ocurrido, señor Montoro -y ésta es mi
insistencia-; es navegar a favor de corriente, navegar en la fase
expansiva del ciclo y cuando vienen las cosas no mal, porque
felizmente no estamos mal en términos de coyuntura -soy el primero en
reconocerlo-, sino cuando empezamos a tener algunas dificultades, las
cosas que no se han hecho empiezan a aparecer en toda su intensidad.

Aparecen en la inflación, aparecerán o pueden aparecer en el déficit
público, aunque se reduzca nominalmente, y aparecerán sobre todo por
la ausencia de reformas estructurales en aspectos que tienen que ver
con el presente y sobre todo con el futuro.

Termino, señor Montoro. El catastrofismo es una estupidez. No creo
que me pueda imputar el haber hecho nunca aquí catastrofismo. En todo
caso, cumplir mi obligación de analizar las previsiones, las buenas
de la propaganda que ustedes hacían y las no tan buenas de los
análisis que desde diferentes medios, foros y los que nosotros mismos
hemos hecho era mi obligación trasladar aquí. Lo que me preocupa en
este momento no es el que la economía española no crezca -va a seguir
creciendo felizmente, y eso es bueno para todos, para ustedes y para
nosotros; pero es bueno sobre todo para los españoles-; lo que me
preocupa, señor Montoro, es el que quiera usted explicar el mundo en
función de sus deseos y no en función de los datos de la realidad.




El señor PRESIDENTE: La señora Leiva tiene la palabra.




La señora LEIVA DÍEZ: Señor Montoro, aprovechando la segunda parte de
la comparecencia, le queremos plantear la problemática que también
para el Grupo Socialista tiene la fusión Carrefour y Promodés, la
fusión que si todo sale bien culminará, según nuestras noticias, el
próximo 2 de noviembre, aunque usted nos ha dicho hoy que será el 13
de octubre; si todo el proceso sigue adelante tendrá que ser en estas
fechas. Ha levantado preocupación en todo el sector productor y
proveedor el proceso de concentración de la demanda que supone la
fusión de estos grupos de capital francés, que, como usted ha dicho,
pasará a ser el grupo líder de venta en Europa y segundo en la
clasificación mundial; sólo detrás de un grupo norteamericano.

Promodés aglutina a los supermercados Continente, DIA, Simago,
Puntocash, Iturgiana y Costasol, presentes en ciudades medianas y
pequeñas. También Carrefour es el contingente de grandes superficies
comerciales, fundamentalmente Pryca, que está instalado
preferentemente en las grandes ciudades. Estos dos gigantes juntos
controlarán, como muy bien se ha dicho, el 22,42 por ciento del
mercado español, según datos de la Secretaría de Estado de Comercio.

Por tanto, va a ser un gigante capaz de imponer precios cada vez más
ajustados a los productores. Esto no quiere decir que vaya a
repercutir directamente en los consumidores porque sindicatos,
organizaciones agrarias, organizaciones cooperativas, cámaras de
comercio, la FIAB y otras organizaciones empresariales han comenzado
a difundir comunicados en los que se observa el escepticismo y la
preocupación -preocupación social, de toda la sociedad española en
este momento, porque también en estos comunicados están las
organizaciones de consumidores- por una fusión empresarial que va a
afectar directamente al sector primario; también están preocupados
los sindicatos por la repercusión en el empleo, ya que puede haber
una posible reducción del empleo. Todos sabemos que el grupo tendrá
una posición dominante de la distribución alimentaria en España, con
lo que puede llegar a provocar, según las declaraciones de los
diferentes portavoces, una imposición del nivel de precios y el
aplazamiento de pagos por las compras realizadas. Insisto, nivel de
precios que tampoco queda claro que vaya a beneficiar a los
consumidores.




Señor Montoro, ¿qué opina el Gobierno de todo esto? Yo creía que
usted nos iba a decir aquí cuál era la opinión del Gobierno. Mi
sorpresa ha sido que ha dicho que el Gobierno comparte la
preocupación; al principio y al final ha dicho que el Gobierno
comparte la preocupación. A nosotros lo que nos preocupa es que usted
no nos anuncie aquí medidas en concreto. Me puede decir que la
competencia corresponde a las autoridades comunitarias, pero nosotros
tenemos confirmación de que el Gobierno también puede hacer algo para
evitar las posibles consecuencias económicas de esta fusión.




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Haciendo unas pequeñas consideraciones generales: el sector se está
concentrando en este momento en los puestos de cabeza. La operación,
por tanto, tiene una enorme trascendencia. Algunas de sus
repercusiones creo que son mayores de las que estamos previendo en
este momento; son incluso, vamos a decir, poco previsibles. Provocará
una reacción de megafusiones protagonizadas por otros operadores y no
se podría descartar la compra del grupo fusionado por la americana.

En este momento la facturación es de 19,6 billones -que duplica a la
sociedad resultante- y su capitalización bursátil actual es de 25,8
billones. Tiene repercusiones importantes para las empresas
productoras y transformadoras de alimentos. La gestión de compra se
incrementa notablemente y se centraliza, con lo cual los fabricantes
que no tengan dimensión y proyección internacional tendrán a partir
de ahora menos oportunidades, señor Montoro. La posición de las
empresas locales y regionales empeora paralelamente. Al unificar
también las gamas de productos, se reduce el número de referencias y
posibilidades para los fabricantes. Yla situación en España es
importante. Se convierte en el líder de España. En este momento tiene
una facturación de 1,7 billones, muy superior a todo El Corte Inglés,
y triplica al segundo grupo nacional, el grupo Eroski. La
distribición minorista está dominada por empresas francesas y
holandesas, que continúan con su estrategia de compra de empresas
locales y regionales, que sobre todo corresponde a pymes y a empresas
fundamentalmente familiares en el arco español. La cuota de mercado
global es en este momento superior al 25 por ciento, pero sus cuotas
de mercado en alguna comunidad autónoma española son preocupantes.

Estoy hablando concretamente de Andalucía, de Cataluña o de Madrid,
donde en este momento son superiores al 50 por ciento. Por tanto,
podemos hablar de que adquiere una posición de monopolio en varias
ciudades españolas.

Las medidas para restablecer las condiciones para el ejercicio de la
libre competencia adquieren para el Grupo Socialista, en este
momento, carácter de prioridad, frente a las de limitación de
posibles prácticas abusivas, por no hablar de la reducción de puestos
de trabajo que se puede prever para el futuro. Por tanto, la posición
de dominio del mercado, la imputación de prácticas comerciales
inaceptables o la utilización de políticas comerciales y laborales es
imputable a empresas, pero no a grandes superficies. Si nos ponemos a
analizar qué estaba ocurriendo con las dos empresas fusionadas, el
Grupo Socialista se empieza a preocupar más, señor Montoro. Le
informo que sobre las empresas de distribución de centros comerciales
Pryca y centros comerciales Continente, antes de la fusión, -y son
datos que se han publicado antes de las cotizaciones en Bolsa; de la
citada información se deduce que el aplazamiento de Pryca, que en
1997 era de 126 días, pasó a ser en 1998 de 128 días; aún más
relevante ha sido el crecimiento de los aplazamientos medios de
Continente, que han pasado de 126 días a 141 días, es decir, casi un
12 por ciento de aumento. Sabemos que la Federación Española de
Industrias de la Alimentación y Bebidas, en reiteradas ocasiones, ha
reclamado del Gobierno la adopción de medidas para el Ministerio de
Economía y Hacienda, con objeto de evitar estas demoras en el pago,
que debilitan al sector proveedor y que aumentan el riesgo del
sistema agroalimentario español.

El Grupo Socialista también ha traido ante el Congreso de los
Diputados iniciativas en esta línea, que se han debatido y se han
consensuado y aprobado por parte de todos los grupos políticos. Pero
parece que son actuaciones de papel para el Pleno porque el Gobierno
luego nunca hace nada; se queda en la mera trasposición en el 'Diario
de Sesiones' del Congreso de los Diputados. La Comisión Europea
aprobó también, hace dos años, una recomendación dirigida a los
Estados miembros en la que instaba a los ejecutivos de los países de
la Unión a tomar las medidas adecuadas para que los aplazamientos
medios fueran acortándose hacia los deseables 60 días; directriz
sobre la que el Gobierno español -le recuerdo señor Montoro- todavía
no ha realizado ninguna acción.

Usted nos decía que la competencia era fundamentalmente de la Unión
Europea. ¡Pues mire si tiene acciones para hacer el Gobierno, y mire
si se las estábamos pidiendo desde el comienzo de esta legislatura!
El Señor Montoro nos dice que es competencia comunitaria. Sin
embargo, otros países de la Unión Europea, donde también es
prioritara dentro de la cadena agroalimentaria la presencia de estos
grandes que se acaban de fusionar, ya están tomando medidas. Lo que
no quieren es que la compra o absorción de estas cadenas por otros
grupos familiares se haga siempre a costa de los consumidores o de la
industria agroalimentaria española. Por ello lo que están haciendo es
legislar para recortar los aplazamientos de pagos a proveedores
y velar, con otra serie de prácticas comerciales que todos estamos
conociendo que están ocurriendo en España, igual que en la Unión
Europea, para que las bajadas de precio no repercutan sólo en la
industria agroalimentaria y que esto sirva para financiar las
fusiones. El Gobierno italiano se ha sumado a las iniciativas que ya
existen en Francia de marcar plazos máximos de pago para los
productos alimenticios, siguiendo la recomendación de la Comisión
Europea a los distintos gobiernos de la Unión. También lo está
estudiando Alemania, y son nuestros grandes competidores. Sin
embargo, en España no se está adoptando ninguna medida tendente a
acortar los dilatados aplazamientos de pago, que en este momento son
los mayores de toda la Unión Europea. Por ello el Grupo Socialista se
pregunta por qué el Gobierno no adopta ninguna medida para acortar
los plazos, para velar por la fusión sobre la que usted está diciendo
que no tiene nada que hacer, que no es de su competencia y que habrá
que velar por cómo se vayan desarrollando los acontecimientos. (El
Sr. Secretario de Estado de Economia (Montero Romero): Yo no he dicho
eso.) Eso es lo que nos ha dicho, que compartía la preocupación. Pero
yo le digo que hay muchos aspectos sobre los que puede actuar. Porque
no sólo es compartir la preocupación social, sino que tiene que
gobernar y redistribuir la competencia de cada agente de la cadena
agroalimentaria española desde la producción hasta el consumidor.




Como ya le he dicho, la situación resultante de la fusión es
preocupante en muchas comunidades autónomas y que casi se queda en
monopolio en algunas zonas como consecuencia de la política de
restricción de la competencia. La comunidad autónoma más afectada va
a ser Cataluña, que va a tener 361.112 metros cuadrados, es decir,
más del 50por ciento del volumen comercial. Creemos que esto puede



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ser fruto de una política mal entendida de protección del comercio
tradicional, porque ahora llega la hegemonía de un grupo y habrá que
ver las repercusiones de la fusión y la concentración y estudiarlas.

No podemos hacer catastrofismo, pero habrá que velar por que esa
fusión beneficie a todos. Por tanto, le recomiendo entre otras cosas
que se revise la legislación española, la Ley de comercio, los plazos
de pago para evitar posiciones de abuso de dependencia a los
proveedores y todos los aspectos de venta a pérdidas. Le pido que en
el futuro sigamos velando por las consecuencias de esta fusión y que
el Gobierno se pronuncie, porque para ello legisló el Real Decreto de
16 de abril de 1999 con la nueva normativa sobre concentraciones. En
consecuencia, le pediría que nos diga, de verdad, qué opina el
Gobierno de esta concentración a la vista de la normativa
recientemente aprobada.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Parlamentario Vasco (PNV),
tiene la palabra el señor Zabalía.




El señor ZABALÍA LEZAMIZ: Mi grupo parlamentario quiere agradecer
también la comparecencia del secretario de Estado de Economía, señor
Montoro, y los informes y explicaciones que nos ha dado. Nosotros
pensábamos que iba a centrarse en el informe cuatrimestral con la
síntesis de los indicadores económicos, pero parece que ha sido una
comparecencia para hacer un balance de la legislatura, lo cual tiene
muchas lecturas. No voy a adelantar nada ahora, aunque sobre la
marcha le diré cuál es la lectura que hacemos desde mi grupo
parlamentario.

Indudablemente hay cosas que no se pueden negar. No se puede negar
que en estos últimos años la marcha de la economía, no sólo con los
indicadores macroeconómicos sino con los efectos reales que está
teniendo en la sociedad, ha sido muy positiva. Lo que no debemos
hacer es entrar en el debate sobre de quién son los méritos, porque
al llegar a ese punto todos quisiéramos decir que un aspecto
importante para conseguir lo que se ha conseguido es la estabilidad
política, y en esa estabilidad política ha habido otros grupos que,
aun no gobernando, siempre han hecho una aportación. Por tanto, me
gustaría que alguna vez el partido del Gobierno y el de la oposición
dejaran al margen estos debates porque el reconomiento de todo y de
todos es evidente.

Dicho esto, todo se puede relativizar, también la situación
económica, el crecimiento y los parámetros macroeconómicos. No voy a
decir que debamos hacer un acto de humildad, en absoluto, pero hay
una cuestión que sí me ha llamado la atención, señor Montoro. Le he
oído decir que nosotros hemos encontrado -se refiere al Gobierno- el
modelo de estabilidad en el crecimiento económico, mientras que los
otros países no lo han encontrado. Indudablemente siempre estamos
comparando el modelo económico de crecimiento que tenemos en España
el que tienen otros países. Yo creo que instalarse en la
autosatisfacción no es conveniente. Por eso hay que relativizar los
logros que se han conseguido, precisamente para que con esa
relativización podamos seguir avanzando. Como le digo, todo es
opinable. El crecimiento económico es importante, se está creciendo
por encima de la media de los países europeos, pero también es
indudable -y así está recogido en el programa
de estabilidad y crecimiento- que a pesar de esas variaciones
que vamos teniendo (se redujeran del 3,8 al 3,5 las previsiones,
ahora hemos subido al 3,7), ya no estamos en el 4 por ciento del año
1998, y lo que está claro es que hay una desaceleración con respecto
al año anterior en cuanto a dicho crecimiento económico. Por tanto,
vamos a poder seguir creciendo, pero hay que relativizarlo, porque
hay una desaceleración con respecto al año anterior. De hecho, parece
ser que en los Presupuestos Generales del Estado se prevé un
crecimiento para el año 2000 del 3,5 por ciento y una inflación del 2
por ciento, pero esto es un panorama que en los últimos tiempos,
concretamente después del verano, posiblemente haya que volver a
revisar también.

Desde luego, no es esta tendencia coyuntural -y me refiero a la que
se está produciendo de desaceleración del crecimiento económico- ni
el repunte de la inflación los temas que deben poner de manifiesto
que haya que variar la dirección que debe tomar la política
económica, pero tenemos que ser conscientes de que además de esto hay
un aspecto que tampoco está marchando suficientemente bien, como es
el comercio exterior, que ya no está aportando, como lo hizo en el
año 1998, esa tasa de crecimiento al producto interior bruto, y hoy
ya estamos pensando que ese impacto va a ser negativo (en un 1,4 creo
haberle entendido al señor Montoro), como lo fue la repercusión, que
nosotros ya pusimos de manifiesto en su momento, de la crisis
económica en los países del sureste asiático y que también aquí se le
quiso quitar importancia. Ahora nos damos cuenta de que aquello fue
más importante de lo que se suponía y que estaba creando problemas
para el desarrollo de nuestro comercio exterior. En el primer
semestre de este año las exportaciones han crecido sólo un 0,3 por
ciento y las importaciones un 8,6. El déficit comercial se está
situando en más de 2.000 millones de pesetas, con un incremento del
56,2 por ciento con respecto al primer semestre del año anterior. Por
tanto, el sector exterior, que es un elemento importante, sobre todo
de cara a la medición de la competitividad de las empresas, tampoco
nos pueda dar tranquilidad. Con respecto al déficit público, es
cierto que las cosas han ido mejor, que se ha anunciado que se puede
pasar del 1,6 al 1,4 del producto interior bruto, pero esta previsión
de objetivos incluso a la baja también hay que ponerla en cuestión,
porque en estos momentos se pueden producir unas alteraciones, sobre
todo en el ámbito del gasto social, que está creciendo, que todavía
no sabemos qué impacto pueden tener sobre el déficit público. Por
tanto, ésta es otra cuestión que también habrá que analizar al final
del ejercicio. Todavía queda mucho tiempo y, aunque estemos haciendo
balance de la legislatura, estamos en septiembre, queda todavía un
trimestre para terminar el año, y en economía es un tiempo
importante.

En el mercado laboral estamos satisfechos también relativamente. Se
ha avanzado en la creación de empleo, ha mejorado el empleo estable,
se ha reducido la tasa de paro al 15 por ciento y la filiación de
alta en la Seguridad Social ha sobrepasado los 14 millones de
personas. Este es un panorama que aunque denota que se está mejorando
sustancialmente, sin embargo, hay que tener en cuenta que se ha
logrado en parte por el mantenimiento del crecimientoeconómico, que
se está ralentizando. No hay que olvidar



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también que estábamos partiendo de unas tasas de desempleo muy
importantes, superiores al 20 por ciento. En un período económico
como el que estamos teniendo, es fácil reducir las tasas de empleo
del 20 al 15 por ciento, pero no es tan fácil reducir del 15 al 10
por ciento, que es donde está aproximadamente la media de los países
europeos. Todavía nos falta bastante por recorrer en el ámbito del
mercado laboral, porque estamos un 50 por ciento por encima de la
media de tasas de paro de los países de la Unión Europea, y eso con
un crecimiento económico cercano al 4 por ciento. Por tanto, hay que
pensar cómo podremos seguir reduciendo esa tasa de desempleo con unos
crecimientos que ya no van a ser los que han sido hasta ahora. Esta
es una cuestión que habría que prever y que estudiar más
detenidamente.

Por otro lado, la variable macroeconómica que ha sido la noticia de
los últimos meses, concretamente del mes de agosto, ha sido el
repunte de la inflación. Este tema no es novedoso porque en diversas
comparecencias, tanto del secretario de Estado de Economía como del
propio ministro de Economía, lo hemos puesto de manifiesto. Había dos
cuestiones que seguían siendo los caballos de batalla: una era el
aspecto relacionado con el mercado laboral y el dinamismo para el
control del desempleo, y otra era precisamente el control de la
inflación. Siempre los aspectos negativos se quieren minimizar, pero
la realidad es bastante tozuda en ese aspecto. Yo creo que la
inflación se está convirtiendo en una pesadilla para el Gobierno.

Podemos comparar con otros parámetros, podemos establecer todas las
conclusiones que queramos, pero la inflación es un aspecto
importante, entre otras cosas porque, cada vez tenemos menos armas
para combatirla. Ya en junio la tasa interanual se situaba en el 2, 2
por ciento, aunque el informe del Gobierno preveía -me estoy
refiriendo al informe que tenemos- que la evolución alcista de los
precios había terminado. Este es el informe de julio, del primer
semestre, pero cuando se hizo no habían salido los precios del mes de
agosto, y en el mes de agosto la inflación ha desmentido las
previsiones del Gobierno, que decían que habían terminado ya con la
evolución alcista. Pues no hemos terminado con la evolución alcista,
y como digo es un aspecto importante a tener en cuenta. Se han roto,
de momento las previsiones del objetivo de inflación para este año,
que además pone en peligro el cumplimiento del plan de estabilidad
que establece la tasa del 2 por ciento. Es cierto que ese repunte de
la inflación en agosto del 0,4 por ciento ha tenido algunos culpables
muy concretos, sobre todo el incremento en el sector de servicios,
turismo y hostelería, pero lo que se está poniendo como chivo
expiatorio -que efectivamente algo hay en ello, eso hay que
reconocerlo- es a la subida en el precio de los carburantes y de los
combustibles, principalmente del las gasolinas y el gas butano. El
análisis que hacemos desde mi grupo parlamentario, que no es de hoy
-lo hemos hecho en otras ocasiones-, es que quizá no es tan
importante la tasa de inflación, que está cercana al 2,5 por ciento,
dado el ritmo de crecimiento de la economía, como el diferencial con
los demás países de la Unión Europea, en especial con nuestros
mayores competidores, Francia y Alemania. Permítame que diga esto
aunque no sea de la oposición -no sé si lo soy o no- porque le he
oído decir que hacen este análisis las voces de oposición
y de izquierdas; yo no quiero estar ni en uno ni en otro lado,
pero la importancia del diferencial con el resto de países europeos
es clara porque mide el nivel de competitividad de la economía. No
hay que dejar de ver los diferenciales; de hecho, todos son
importantes. Es importante el diferencial de crecimiento -es
importante crecer más que el resto de Europa-, es importante tener
una tasa de inflación al mismo nivel que la Unión Europea y, desde
luego, que nuestros mayores competidores, y es importante tener un
déficit público tendente a cero... Es decir, que las comparaciones
entre índices son importantes, independientemente de que quien las
haga esté o no en la oposición o sea de derechas o izquierdas; y es
más importante desde que, con motivo de la unión monetaria, no
podemos aplicar algunos de los instrumentos que antes aplicábamos,
con lo que, al final, nuestro margen de maniobra es menor en cuanto a
las medidas que se puedan tomar para frenar la escalada de los
precios. ¿Cuáles son esas medidas en las que se debería ahondar?
Tampoco es nuevo porque lo hemos dicho en otras ocasiones: el
Gobierno debería profundizar más en las medidas estructurales de la
economía si pretendemos conseguir un control efectivo de la
inflación. Hay que reconocer que en los últimos meses, en previsión
de todo esto y porque ya se puso de manifiesto la imposibilidad de
control de la inflación, se ha establecido un catálogo de medidas
encaminadas al aumento de la competitividad -hay que reconocerlo- con
el fin de que se pudieran liberalizar los mercados. Si vemos la
lista, han sido medidas amplias y extensas que pretendían reajustes
en casi todos los sectores. Sin embargo, a la vista está que han sido
insuficientes y es necesario que el Gobierno revise el efecto real
que han tenido las medidas que se han establecido hasta ahora para
conseguir aquellas reformas; como digo, no han dado resultado o, por
lo menos, no han profundizado suficientemente tal como se ve en los
resultados del repunte de la inflación.

Hay otro motivo, el peligro latente fruto de la liberalización de
algunos sectores altamente inflacionistas, como el energético y el
alimenticio. En ambos sectores se está produciendo, como hemos visto
en la presentación del segundo punto del orden del día, un proceso de
fusiones y alianzas estratégicas, de concentraciones, que está
creando situaciones propias de oligopolio que, si no se remedian
mediante la intervención -no sólo de las autoridades comunitarias
sino también de las estatales-, estrangularán los efectos que se
esperaban para alcanzar un mayor grado de competencia a través de la
participación de nuevos agentes en los mercados. Este proceso de
fusiones está creando problemas que habrá que tener en cuenta y para
los que habrá que tomar las medidas oportunas. Tendremos que estar
atentos a las consecuencias de estas fusiones y concentraciones.

Dada esta situación, el control de la inflación debe ser tarea
permanente del Gobierno. Deben estudiarse nuevas medidas de choque,
como las que se están anunciando para hacer frente a algunos sectores
inflacionistas. Las medidas pueden ser a corto plazo, de efecto
inmediato, como la congelación de impuestos especiales o la rebaja
del IVA del butano o toda una serie de medidas de choque que está
estudiando el Gobierno y que nos parecen muy bien, pero



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estas medidas no son suficientes si no vienen acompañadas de otras
estructurales, como la mayor liberalización de los mercados. Mayor
liberalización efectiva; no vale liberar mercados si eso no se
traslada luego al propio mercado y no tiene las consecuencias que de
ello se esperan. Si liberamos mercados es para que entre en ellos la
competencia y se puedan controlar los precios. Si eso no así, algo
está fallando y hay que profundizar en ello.

Después de su comparecencia de hoy, hay otro aspecto que apuntar. No
sé si la reflexión es válida, -a eso me contestará usted-, pero puede
ser preocupante. Hablo de la situación real de la legislatura. Vuelvo
a la reflexión que le hacía al principio: si ha venido a hacer un
balance de la situación económica de la legislatura, no sé si con
ello da por hecho que la legislatura ha terminado en el ámbito
económico; espero que no. Sería preocupante una paralización que
durase ocho meses, entre lo que queda de legislatura y los meses
siguientes hasta que empiece a funcionar el nuevo Gobierno. Supongo
que mi reflexión no es acertada y que me confundo; usted me lo
asegurará. De todos modos, no sé qué más queda en el aspecto
económico, aparte del debate presupuestario y del de alguna ley como
la de la defensa de la competencia, aspecto este que ya veremos cómo
se desarrolla de acuerdo con lo que estábamos hablando. Poco más
parece que puede dar de sí la legislatura en lo económico. Por ello
me gustaría que nos adelantara las previsiones de política económica
del Gobierno desde ahora hasta el final de la legislatura. Insisto en
que parece que queda poco más que el debate presupuestario y el que
pueda surgir en la Comisión de seguimiento del Pacto de Toledo sobre
el equilibrio financiero de la Seguridad Social. Es un aspecto
importante por cuanto repercute en la política social del futuro. No
tenemos muy claro hasta dónde piensa llegar el Gobierno en ese debate
del Pacto de Toledo y si sólo se va a escenificar la subida mínima de
pensiones y la creación de ese fondo de reserva, que no es ninguna
novedad, que ya ha anunciado el presidente del Gobierno que será de
60.000 millones. Por cierto, no sé de dónde los va a sacar; tendrán
que salir de los excedentes de la Seguridad Social y, hoy por hoy, la
Seguridad Social no tiene excedentes. Ya nos explicarán de dónde
piensan sacar los 60.000 millones. Quizás una de las mayores
preocupaciones en este momento sea el tiempo, la capacidad o el
margen de maniobra que se tene, para poder establecer medidas
estructurales que puedan ir corrigiendo estas desviaciones que
estamos teniendo en el marco macroeconómico, y concretamente en el
control de la inflación que es el aspecto que más preocupa en estos
momentos. Me gustaría, señor secretario de Estado de Economía, que me
contestara y aclarara este aspecto.

Por lo que respecta al otro punto del orden del día y que se ha
abordado como la fusión de la distribución comercial, es indudable
que hay dos aspectos claros que producen esta concentración
empresarial en la distribución comercial. Uno es la repercusión que
prevé el Gobierno que estas fusiones puedan tener sobre la inflación.

En esta cuestión me hubiera gustado que se hubiese extendido, porque
el otro aspecto que está relacionado con la incidencia en el mercado
del sector comercial espero que tengamos posibilidad de tratarlo en
la comparecencia del secretario de Estado de Comercio y conocer la
repercusión que este tipo de
concentraciones empresariales puede tener en el sector del comercio,
y sobre todo del comercio minorista, al margen de otras repercusiones
como pueden ser el aplazamiento de pagos que ya ha sido apuntado
anteriormente por otro portavoz. Concretamente en este caso, en lo
que respecta al análisis que pueden hacer desde la Secretaria de
Estado de Economía, me hubiera gustado conocer el impacto que se
prevé pueden tener en el control de los precios, estas
concentraciones, en un sector tan importante por la incidencia que
tiene en el componente del IPC como es el alimenticio.

Por mi parte nada más.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Popular tiene la palabra el
señor Aguirre.




El señor AGUIRRE RODRÍGUEZ: Quiero dar la bienvenida al señor
secretario de Estado en esta Comisión de Economía, al tiempo que
referirle que da toda la impresión que no quería que hoy su
comparecencia pasara desapercibida y la propia afirmación inicial
respecto a que era su última comparecencia, puede inclusive generar o
despertar algún tipo de especulación, pero todos sabemos que es una
figura retórica y que el secretario se estaba refiriendo de Estado no
a otra cuestión que a la última comparecencia de carácter
cuatrimestral. Por tanto, quede despejada la duda, pero no sólo por
la extensión, sino por esa afirmación no ha pasado desapercibida toda
la intervención.




Enfoco esta comparecencia con la necesidad que creo existe de
realizar un repaso a cuál ha sido toda la evolución de la economía
española en los últimos años, y no lo enfoco en ningún caso con el
intento de comenzar a lanzar mensajes de carácter electoral por la
proximidad o lejanía que dicho proceso electoral, proceso electoral
que por cierto también mi grupo político, el Partido Popular, confía
en ganar y confía salir con un resultado suficiente para poder
continuar su labor de Gobierno. También tengo que reconocer que
inicio esta intervención con la satisfacción de haber comprobado que
el Partido Nacionalista Vasco es un partido que no quiere estar en la
oposición y es un partido nacionalista que no se considera de
izquierda, según se ha podido desprender de las propias afirmaciones
de don Jon Zabalía, lo cual agradezco.

Señor presidente, señor secretario de Estado, yo creo que hemos
podido escuchar hoy un balance, una revisión de la evolución de la
economía y de las actuaciones de política económica del Gobierno que
como ha dicho otro portavoz merece muchos puntos en los que expresar
nuestra satisfacción. Otros portavoces han utilizado el término
congratularse, son muchos los elementos que ponen de manifiesto la
política económica y la evolución económica en donde es merecedora de
expresiones de satisfacción. Sí entiendo que aquí ya existe un primer
contraste, en positivo o en negativo, como se quiera valorar; Existe
un primer contraste porque la etapa anterior no era precisamente una
fase económica en la que se pudieran demostrar muchas satisfacciones,
al revés, era una etapa en la que existían claramente elementos de
mucha preocupación y fueron los que dibujaron el último período en el
que España estuvo inmersa en una gran recesión. Por tanto, yo creo
que sí hay un antes de la etapa de Gobierno del Partido Popular y evi
dentemente



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hay un después. Además, es el contraste lógico entre un partido que
gobierna desde opciones políticas de izquierdas y un partido que
gobierna desde opciones políticas de centro, es lógico que haya un
contraste entre la izquierda y el centro ideológico de este país.

También es lógico, inclusive, que haya un contraste entre lo que
considera principal, -y nosotros prioritario-, el partido mayoritario
de la oposición, que es lo que ellos vienen a llamar la mayor o menor
sensibilidad social de las dos opciones políticas. Es lógico que se
produzca un debate sobre cuáles son esas opciones respecto a la
sensibilidad social. Es lógico que se vaya a poner de manifiesto ese
debate. Por tanto, como creo que habrá mucho tiempo por delante para
poder empezar a señalar cuáles son las opciones de sensibilidad
social de un partido socialista y cuáles son las opciones de
sensibilidad social de un partido centrista, espero que poco a poco
iremos avanzando en ese debate. Posteriormente me referiré de nuevo a
esta cuestión.

Siempre hay que tener en cuenta que este debate no se puede hacer
desde una libretilla electoral. Este debate debe realizarse desde
elementos contrastados y cifras que sostengan, argumenten y
fundamenten toda la expresión de una política con mayor o menor
sensibilidad social; pero tiempo habrá de saber quién habla desde la
libretilla social y quién habla desde los hechos contrastados con
cifras.

Mi grupo parlamentario, señor secretario de Estado, tiene que sumarse
a aquellos que reconocen -y aquí se ha dicho con mucha precisión- que
España atraviesa un momento de bonanza económica y que lógicamente en
esta bonanza económica, señor secretario de Estado, hay elementos que
vienen dados por el marco internacional, por las condiciones
financieras y económicas internacionales, por cierto también hay que
poder reconocer que nuestra economía española está resistiendo con
mayor potencia las situaciones adversas que se han registrado en el
mercado internacional, tenemos una crisis muy reciente a finales del
año pasado, tenemos los efectos de esa crisis a principios de este
año, recuerdo que algunos decían de manera insistente que el
principal efecto de esa crisis era la caída del crecimiento económico
y que la previsión del Gobierno para 1999 era un absoluto desastre,
que había que irse en torno al 3 por ciento, etcétera. Estas palabras
figuran en negro sobre blanco en el 'Diario de Sesiones', mire por
dónde, hoy nos tenemos que satisfacer de que aquella previsión, que
ustedes de forma prudente corrigieron un poco a la baja, hoy tienen
que revisar al alza porque España, la economía española ha resistido
con mayor potencia aquellos embites de las crisis internacionales. En
consecuencia tengo que congratularme también no sólo de que estemos
en un momento de bonanza económica, sino de que el crecimiento
económico español vaya al alza y tenga que revisarse al alza.

Curiosamente, casi todas las previsiones del cuadro macroeconómico
-yo diría que todas a excepción de una- han tenido que ser revisadas
para mejorar la previsión inicial del Gobierno. Por esa razón hoy
también tenemos que mostrar nuestra satisfacción por el número de
creación de empleos. Ha dado el señor secretario de Estado una serie
histórica de la legislatura y reconozco que también es para
felicitarles, felicitarse y que se felicite toda la economía española
cuando de manera gradual la economía
ha ido creciendo, ha ido creando empleo a razón de 368.000 en el
primer año, 440.000 en el segundo año de legislatura y 579.000 en el
tercer año. Creo que son buenos datos y considero que es momento de
felicitarse por ello.

También es momento para felicitarse por la evolución del déficit
público, y lo que es más importante que el saneamiento de las cuentas
públicas se está produciendo fundamentalmente porque se está
generando una contención o austeridad en el gasto que se
compatibiliza con el fortalecimiento de las políticas de sanidad, de
educación, de empleo, así como de las políticas de Seguridad Social.

Igualmente tendríamos que congratularnos de poder escuchar hoy en su
intervención que se están empezando a detectar ganancias en la
competitividad de nuestro sector exterior, y que de alguna manera
aquella primera previsión de que el impacto del comercio exterior en
el crecimiento económico iba a ser muy negativo no sea así. Por
tanto, la evolución de los indicadores en este ejercicio y en el
conjunto de los tres años repasados nos sitúa en un horizonte que
genera mucha tranquilidad; al Grupo Parlamentario Popular le genera
tranquilidad el horizonte dibujado.

Ya suponíamos que el debate de esta mañana no iba a residir en
resaltar las partes tranquilizadoras de la economía, no iba a residir
en resaltar la parte que ha evolucionado mayoritariamente de forma
bonancible, sino que iba a residir en la crítica sobre la evolución
de la inflación, sobre las décimas arriba o abajo del IPC. Ya
suponíamos que ahí iba a estar el grueso del debate.

Nosotros no vamos a participar de aquellos que pretendan concluir que
la economía española se encuentra fuera de control por el solo hecho
de que los precios estén décimas arriba o décimas abajo en situación
de desviación con las previsiones del Gobierno. Aquí me surge una
primera reflexión. Ha sido algo insistente en todos los debates en
los que usted o el vicepresidente del Gobierno han participado en
esta Comisión a reclamar la responsabilidad de lo bien hecho por
parte de otros grupos parlamentarios. Es cierto. Todos los gobiernos
hacen unas cosas bien y otras mal y las cosas que hacen bien tienen
efectos posteriores que se pueden potenciar a través de medidas que
agranden las que ya fueron beneficiosas, pero a mi grupo, al igual
que a otros grupos les interesa en momentos determinados reclamar la
responsabilidad de las situaciones satisfactorias, le interesa traer
al recuerdo de esta Comisión que en materia de inflación todo el
mundo tiene su historia, y aunque las historias no sean comparables
por cuanto los marcos tanto legislativos como económicos son
cambiantes, pero todo el mundo tiene su historia. A mí me cabría
preguntar si alguien recuerda las etapas en las que permanentemente
la inflación estaba por encima del crecimiento de forma y manera que
incluso en los momentos alcistas de la economía española en donde
cabía esperar un buen reparto de la riqueza, precisamente por el
comportamiento de esos precios no había el tan buen esperado reparto
de la riqueza. Pero además aquellos elementos que caminaban de manera
paralela (la inflación muy por encima, el crecimiento por debajo)
también convivían con momentos en los que habrá que recordar en qué
situación se encontraba el déficit público, otro de los elementos
para poder contribuir desde la austeridad de las cuentas públicas a
la contención de precios y cabría también mencionar en qué situación
se encontraban



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las tasas de paro en aquellos momentos cuando otros tenían la
responsabilidad de influir en la formación de precios, y además con
el beneficio de que en aquellas etapas se tenían muchísimos más
instrumentos a la hora de poder operar en el control de los precios.

Al final, a mí me da la impresión que si miramos aquellas etapas
vemos que exclusivamente se controlaba la formación de precios a
través de la política de tipos de interés, cuya soberanía hoy, como
se sabe, está trasladada a organismos supranacionales.




Me voy a referir a los momentos en que la inflación estaba en el 4,5
por ciento (no quiero hablar de aquellos otros momentos en los que la
inflación estaba en el 12 por ciento porque lógicamente son etapas
muy distintas tanto en lo político como en lo económico y en lo
legislativo), en los momentos que hay cierto parecido, cuando hay una
resistencia muy dura a que la inflación en España caiga de ese 4,5
por ciento. Da la impresión que algo no se hizo bien en aquella etapa
para que no pudiese nunca bajar la inflación del 4,5 por ciento y da
la impresión de que algo se ha debido hacer bien para pensar que
desde un momento determinado aquella barrera de resistencia del 4,5
por ciento ha sido vencida, y lo que hoy estamos discutiendo, señor
secretario de Estado, es si décima arriba décima abajo, cuatro
décimas arriba, dos o cuatro décimas abajo, la inflación se sitúa en
el entorno deseable del 2 por ciento. Para aquellos que les guste
indagar en lo que dicen los documentos especializados de
departamentos de universidades en relación con la inflación, y muy
concretamente para aquellos que estén intentando indagar sobre el
comportamiento pasado, presente y futuro de la inflación subyacente,
yo recomendaría la lectura de algunos artículos en donde ya se
anticipa claramente que la inflación subyacente ha comenzado a caer y
que en el horizonte para el año 2000 continuará esa caída. En
cualquier caso, si alguien no cree que esto es así mandaré los
estudios correspondientes para que se pueda comprobar que también la
Universidad está empezando a anticipar que se está produciendo una
caída de la inflación subyacente. Ahora bien, vamos a buscar también
las causas de un comportamiento que no es deseado por parte de este
grupo parlamentario, como me imagino que no lo es para el Gobierno, y
es el comportamiento de esa oscilación en la que ha entrado este año
la inflación. Que haya habido que hacer una corrección de previsiones
por parte del Gobierno me parece prudente; yo también deseo que esa
corrección sea al final lo que se cumpla y también deseo que las
correcciones de la inflación no tengan derivadas en las capas de
pensionistas. Creo recordar que en la Ley de compensación y
racionalización de la Seguridad Social hay un artículo que fue votado
por todos los miembros de esta Cámara de forma unánime, por el que
resulta automática la revisión de las pensiones en función de la
desviación al alza del IPC. Tengo la tranquilidad de que esa ley
salvaguarda o garantiza que los pensionistas no se vayan a ver
afectados negativamente por esta desviación que estamos registrando
en 1999.

Decía en un momento de mi intervención en este capítulo de materia de
inflación, que ha habido etapas donde había más instrumentos para
poder influir en la formación de precios y que actualmente al
Gobierno le quedan reservados prácticamente tres elementos para poder
influir en
esa formación de precios. Por un lado, la austeridad de las cuentas
públicas, es decir el comportamiento del déficit; por otro lado las
medidas de liberalización y un tercer paquete de medidas relativas al
mundo y a las reglas de la competencia. Pues bien, mi grupo, que
tiene que mirar con satisfacción el buen hacer del Gobierno en
materia de déficit, que tiene que mirar con satisfacción los avances
en materia de liberalización (yo quisiera en algún momento comparar
quién ha estado más en la teoría de las liberalizaciones, si en esta
etapa o en la etapa de gobiernos anteriores), y mi grupo quiere
también que se ahonde en la materia de reforma de las reglas de la
competencia. Por tanto, desde este grupo parlamentario, señor
secretario de Estado, se le anima a que siga usted confirmando el
buen comportamiento de las cuentas públicas y todo lo que ello
encierra; se le anima a que mantengan su vigilancia y su activismo en
materia legislativa relativa a todo lo que sea liberalización, y se
le anima a la reforma de la Ley de la competencia que ha presentado
este Gobierno, que está en debate o va a entrar en debate después de
unas comparecencias en esta Cámara, y no sólo le animamos a que esa
ley salga adelante, sino que incluso me convocaría como grupo
parlamentario a hacer todo lo posible para que el reglamento y los
tiempos del reglamento no sean impedimento para que esa ley entre
antes de finales de año. Por tanto, quedan cosas por hacer en materia
de control de inflación y le animo a que esto sea así.

Decía al inicio de mi intervención -y voy terminando, señor
presidente- que probablemente uno de los debates que va a ser más
llamativo y más vivo en la próxima campaña electoral del año 2000, va
a ser el debate del reparto de la riqueza. En esto animaría inclusive
a los dos partidos que competiremos con mayor solvencia a ganar esas
elecciones -insisto, confío en que mi partido ganará- a que vayamos
recabando datos fehacientes para poder enfocar el debate sobre el
reparto de la riqueza y que no lo hagamos, como decía al inicio de mi
intervención, desde libretillas electorales, aunque un gabinete haya
dicho que el flanco más débil de la política del Partido Popular, el
flanco de estos chicos de la derecha es la política social. Una vez
que hemos gobernado creo que hay muchos elementos para empezar a no
estar en esos latiguillos políticos, por cuanto nos podemos encontrar
con alguna sorpresa si ponemos encima de la mesa las realidades de lo
que es el reparto de la riqueza desde un enfoque socialista y de lo
que es el reparto de la riqueza desde un enfoque centrista.

Señor secretario de Estado, termino con la parte de revisión de los
ejercicios económicos diciéndole claramente que me da la impresión
que sindicatos, empresarios, observadores o columnistas, todos ellos
pueden hoy confirmar que España tiene una economía que goza de buena
salud.

Por último, paso a entrar en la parte de su intervención relativa a
la concentración de empresas Continente y Prisa..., (Risas.-El señor
Eguiagaray Ucelay: ¿En qué estaría pensando?) Perdón, Pryca. Sí, ¿en
qué estaría yo pensando? Pido disculpas por la ausencia del portavoz
de Comercio, don Javier Gómez Darmendrail, que se ha tenido que ir a
un debate de Mesa y portavoces de la Comisión de Industria.

Sí, reitero, proceso de concentración de las empresas Continente y
Pryca. De esta parte de su intervención, he



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deducido que el Gobierno ha tomado una iniciativa importante, que yo
creo es la iniciativa que hay que tomar en estos casos, que es
reclamar de la Unión Europea las competencias que le son propias a la
economía y a los Gobiernos nacionales en función de las
características de un proceso de concentración, lo cual agradezco y
les felicito que hayan iniciado ese proceso de reclamar la vigilancia
de este proceso en lo que afecta al territorio nacional, y
lógicamente me imagino que una vez hayan obtenido esa posibilidad
entrarán ustedes, o estarán ya en ello, en el estudio de los efectos
y derivadas de esta concentración, tanto en la economía como en los
territorios donde más afecta. Lo digo porque creo que de manera
desigual afecta a territorios españoles, y aquí ya se van
identificando algunas comunidades autónomas donde de forma importante
afecta esta fusión.

Ahora bien, señor secretario de Estado, a mi grupo le interesa
sobremanera tres colectivos que se pueden ver afectados por este
proceso de fusión, y no quiero poner el orden pero si me apura
vayamos a poner un orden. Mi grupo pediría que se exigiera vigilancia
para que una fusión de dos empresas privadas, una vez que cumplan
todas las reglas del juego y todos los marcos legales vigentes, no
debería, por lo menos en el caso de España, afectar en materia de
empleo a los empleados de esas dos empresas. Segundo, yo creo que los
consumidores deberían salir beneficiados y aquí, lo decía el PNV con
acierto, tendremos que estar muy vigilantes, también lo decía la
portavoz del Grupo Socialista, en cuanto a la incidencia en materia
de formación de precios que tenga esta fusión. Tercero y muy
principal, porque aquí nos olvidamos de uno de los eslabones de la
cadena de suministros y ventas que son los productores, y en este
caso son fundamentalmente productores del sector de la alimentación,
estamos hablando por tanto del sector primario. Ahí se nos han
apuntado dos pinceladas desde el Grupo Socialista, a las que haría
una reflexión.




Evidentemente, los productores en esta cadena de suministro a las
grandes superficies, a los supermercados o a los hipermercados, se
ven afectados por una de las perversiones que se ha utilizado
habitualmente por parte de estas cadenas que son los pagos aplazados.

Sin entrar ahora en ese debate, porque además hay en esta Cámara
estudios bastante buenos respecto a la problemática que se deriva, sí
es bueno traer aquí el debate que se produjo con motivo de la Ley del
comercio minorista. Ya se nos habla desde el Grupo Socialista de la
necesidad de abrir esta ley y revisarla en dos parcelas, tema que mi
grupo ve con satisfacción, ¿qué quiere que le diga, señor secretario
de Estado?; me parece que es hora de tomarle el pulso a todo lo
concerniente a la venta a pérdidas y a los plazos de pago de
productores a grandes superficies. Bien es verdad que tengo la
impresión de que por el calendario no es el momento más propicio,
pero sí estamos anticipando la posición para la próxima legislatura.

Es bueno que al tiempo que mostramos nuestra disposición a estas
variaciones del modo que lógicamente mandata el sentido común,
también tengamos en cuenta todo lo que se habló con motivo de aquella
ley y tengamos en cuenta lo que esa ley tiene de equilibrios
internos, muy complejos, muy difíciles que se alcanzaron en la pasada
legislatura, y por qué no decirlo señor secretario de Estado, confío
en que esa bandera que han levantado ustedes con la herramienta o el
instrumento de la competencia tengan ahora en este caso más que
terreno para ponerla de manifiesto y en práctica.

Por lo demás, señor presidente, señor secretario de Estado, agradezco
su información y estoy seguro que va a dar contestación puntual a los
temas e inquietudes de todos los grupos y del mío propio.




El señor PRESIDENTE: Señor Montoro.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMÍA (Montoro Romero): En primer
lugar, no creo necesario aclararlo, pero el sentido de mi informe es
el pertinente en la última de las convocatorias regulares, porque la
legislatura se tiene que acabar, evidentemente de acuerdo con la
normativa española es lo que mandan los preceptos de la Constitución,
y por lo tanto estas convocatorias de carácter regular donde hemos
venido examinando desde el año 1996 la evolución económica de nuestro
país. En ese sentido, no he pretendido hacer una visión de la
situación económica, como muy bien indicaba e interpretaba el
portavoz del Grupo Popular desde la perspectiva de lo que ha sido el
comportamiento de toda esta etapa, no he pretendido hacer un balance
completo ni mucho menos, y menos todavía de actuaciones de esa
legislatura que los propios ciudadanos son los que tienen que hacer
el balance definitivo y tienen que sacar el planteamiento, el signo
definitivo de ese balance. Además, eso no excusa para otras
comparecencias mías en la Cámara; obviamente está todo el debate de
presupuestos por delante y tenemos bastante trabajo por hacer.

No he entendido bien la pregunta que hacía -y yo quiero anticiparme a
ella- el portavoz del PNV, porque no tiene sentido. Nadie mejor que
los miembros de esta Comisión de Economía conocen la carga de trabajo
que tiene; tienen leyes muy importantes, como la nueva ley de defensa
de la competencia, según recordaba el portavoz del Grupo Popular y la
innovación de nuestro sistema financiero. Es decir, que tienen una
carga de trabajo que me atrevo incluso a calificar de muy elevada
para estas alturas de la legislatura. No entiendo que exista ninguna
duda de que vamos a hacer la legislatura más completa de la historia
de la democracia española, y SS.SS. tienen que completar con su
trabajo lo que es el contenido y la modificación de leyes importantes
para el correcto funcionamiento del sistema español. Por tanto, el
sentido de mi intervención es la interpretación de los datos de
nuestra reciente evolución económica, la actualización del cuadro
macroeconómico del año 1999 desde la perspectiva de lo que ha sido
esa evolución.

Por lo demás, y comenzando por una reflexión de carácter general, yo
creo que el tono con el que ha discurrido el trámite de esta mañana,
esta comparecencia, es expresivo de la satisfacción que tiene que
residir en la sociedad española por los cambios económicos y la
evolución que está viviendo. Yo quiero insistir, a modo de resumen
general, en que España está instalada en un nuevo modelo de
crecimiento económico, si se quiere un nuevo paradigma, que está
definido por la estabilidad como factor denominador,



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porque es la primera vez que nuestro crecimiento económico, de manera
sostenida, supera la evolución de los precios, y por tanto estamos
estrenando modelo de crecimiento económico. Esa diferencia entre
inflación y crecimiento, que ya se ha destacado también en la
intervención del portavoz del Grupo Popular, es una de las primeras
características del nuevo paradigma que estamos viviendo en la
economía española y es la llave de la sostenibilidad del crecimiento
económico futuro. Es muy importante, por consiguiente, la estabilidad
de los precios como gran referente sobre el que estamos construyendo
nuestro crecimiento económico, pero es la primera vez que ocurre
desde alguno de los años 60, donde la comparación no es precisamente
muy homogénea.

Es la primera vez que ocurre que en varios ejercicios, de forma
sostenida, el crecimiento económico se vaya a nuevo empleo, es la
primera vez que eso ocurre en nuestro país, repito señorías, y por
tanto tenemos que valorar lo que está sucediendo, no lo podemos
minusvalorar en el sentido de compararlo con algún ejercicio concreto
del pasado, porque ahora se está repitiendo sostenidamente, ejercicio
tras ejercicio, y este año 1999 la creación de empleo va a ser
incluso superior formalmente a ese crecimiento económico. Luego algo
muy importante se ha movido en la economía del país, en la confianza
de los empleadores, en el tejido de la pequeña y mediana empresa para
adquirir ese protagonismo en creación de empleo. Es la primera vez
que eso ocurre en España, señorías. Tendrán que venir, sin duda
alguna, expertos a explicarlo, tendrán que hacerse los análisis
pertinentes, tendrán, si quieren, incluso, que identificarse algunos
riesgos de futuro, pero es muy positivo para los españoles que eso
ocurra, que haya esa traducción de crecimiento económico en nuevas
oportunidades de empleo, porque eso demuestra que el modelo de
crecimiento económico está ejerciendo la más plena de las
solidaridades, que es la traducción del bienestar para una
oportunidad de empleo.

Insisto en que es la primera vez en nuestra historia, como se ha
destacado suficientemente esta mañana, que hemos pasado una crisis
económica mundial sin perjudicar nuestro crecimiento económico; las
otras crisis mundiales, fueran shock petrolífero o fueran crisis
financieras, fueron enormemente perjudicales, hasta el punto de
desmembrar nuestro crecimiento económico, desordenarlo en altísimas
inflaciones, promover destrucción masiva de empleo, pérdidas de
confianza que ahora no han sucedido, y en ese sentido también vale la
pena insistir en este rasgo de nuestro crecimiento económico, porque
demuestra que en España ha cambiado algo básico y que está
fundamentando el crecimiento económico.

Se puede hablar de divinidades-esa es una licencia parlamentaria-,
como acaba de hacer el portavoz del Grupo Socialista, pero yo
prefiero trabajar en realidades, este Gobierno prefiere trabajar en
políticas económicas que hagan posible que eso ocurra, más que apelar
sólo a otro tipo de suerte o de divinidad, que es la falta de
explicación que se pueda dar a este fenómeno, pero es muy relevante
que eso ocurra, que sea la primera vez que España no se resienta en
su evolución económica ni en su creación de empleo en medio de una
crisis financiera mundial tan grave como la que ha tenido lugar en el
mundo.

También es la primera vez que España está realmente
internacionalizada a través de una inversión de las empresas
españolas, que están tomando una dimensión internacional que a su vez
es exponente de un compromiso de evolución económica compartida, que
hace además que la economía española juegue un papel diferente en la
economía mundial a través de esos poderosos flujos de inversión que
nos hacen realmente internacionales, no sólo a través del comercio ni
de la transacción de servicios, sino a través de la propia
transacción de capitales. Realmente hay una inversión muy fuerte,
especialmente centrada en Iberoamérica, que nos está comprometiendo
con la evolución económica de toda esta zona en un punto que
sencillamente también era desconocido hasta ahora.

Y es la primera vez, señorías, que los índices de confianza de los
consumidores españoles y la valoración de la situación económica
alcanzan los grados que alcanzan. Por tanto, si es la primera vez que
eso ocurre en toda la serie histórica, quiere decir que algo
fundamental está en la base de esa confianza de la sociedad española,
porque quienes tienen toda la razón para sentir o no esa confianza
son los ciudadanos, los consumidores, los empresarios, y en
definitiva son ellos los que valoran la auténtica situación en
general del país. ¿Por qué esos índices de confianza son mayores en
la actualidad de lo que lo eran en la segunda mitad de los años 80,
cuando el crecimiento del PIB era superior al que estamos
registrando? ¿Por qué esa valoración de confianza? ¿ Por qué se
aprecia la calidad de este crecimiento económico en comparación con
esa fase? Es la primera vez que eso ocurre, y eso es lo que está
dando un significado distinto a nuestra evolución económica,
entendiéndola como un auténtico círculo virtuoso, que es el círculo
que está permitiendo que España gane esas posiciones dentro de la
Unión Europea y que sea un país diferente, en este final de siglo,
cara al próximo. Por tanto, estamos plenamente en el círculo
virtuoso, seguimos en él, y en ese sentido hay diferenciales de
inflación -ahora me referiré a ellos-, pero no perjudican en lo
esencial ese comportamiento, siempre que tengan unas claves y unas
explicaciones claras.

Repito que es la primera vez que eso ocurre y, por tanto, es la
primera vez que una confianza se recupera a través de la reducción
del déficit público. Nunca hemos tenido estos déficit públicos en
ninguna etapa de la democracia, ni siquiera en las etapas de alto
crecimiento económico, y la discusión de estructural o coyuntural la
he desarrollado yo mismo con gran interés en otros planos, en el
plano académico, pero en el plano político me van a permitir que
insista en la importancia que tiene tener un déficit público que
tiende al equilibrio de las finanzas públicas y poder subir pensiones
en un marco de estabilidad de la Seguridad Social. La Seguridad
Social tiende al equilibrio en este ejercicio y el año próximo tendrá
superávit, y porque el año próximo tendrá superávit se pueden subir
las pensiones más bajas, desde la garantía del conjunto del sistema
público, y se puede dotar un fondo de reserva desde esa garantía.

El portavoz del Grupo Parlamentario Popular manifiesta en su
intervención, además de la identificación de estas claves, la
aplicación de un programa. Realmente el trabajo que ha hecho el
Gobierno ha sido aplicar un programa político



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durante esta legislatura, que ahora vemos que efectivamente es un
programa de estabilidad presupuestaria, de reducción del déficit
público, de impulso de la actividad económica con el protagonismo de
la pequeña y la mediana empresa, de reducción de impuestos y de
mejora de las rentas más débiles de la sociedad. En ese sentido es un
programa de libertades económicas, de liberalización económica, que
es la que nos ha permitido entrar en este círculo virtuoso de la
economía.

El portavoz del Partido Nacionalista Vasco ha hecho una intervención
en la que, saludando los logros, porque son resultados de todos, como
yo he señalado a lo largo de mi intervención, yo he encontrado una
relativización de los mismos. Entiendo que esta es la postura
política del Partido Nacionalista Vasco que la ha extendido a esta
presencia y supongo que tendrá ocasiones de clarificarla de manera
mucho mas concreta en el debate de los presupuestos.

Obviamente, los puntos que ha señalado son las preocupaciones y las
ocupaciones del Gobierno en materia económica. En ese sentido, lo que
también -y me permito decírselo con toda claridad en esta
comparecencia- debería hacer es apuntarse mucho más claramente a los
logros, porque estos logros son derivados de un concepto de
estabilidad política, y el Partido Nacionalista Vasco ha estado en el
origen de la formación del Gobierno, de la designación del presidente
Aznar, de toda la negociación política y de la aprobación de unos
programas económicos conjuntos que fueron claves para abrir esta
etapa. Ahora le veo en una posición de reticencia, entiendo que en
clave más política que de análisis económico, si me permite la
franqueza con que se lo digo. El Partido Nacionalista Vasco tendrá
oportunidad de resolver sus dudas, si tiene trayecto todavía para ir
marcando sus posiciones en la Cámara, mejor que en esta Comisión de
Economía.

Su discurso político es muy legítimo, ustedes tienen todo el derecho
a hacer los análisis y los resultados pero lo que quiero decirles es
que ustedes han participado en ese concepto de estabilidad política
hasta que intentan apartarse del mismo. Y es la estabilidad política
la que ha permitido esta etapa de estabilidad económica, y la
formación de la mayoría parlamentaria que ha habido en esta
legislatura ha sido la clave para tomar decisiones -decisiones que no
siempre han sido fáciles- a lo largo de la misma que han permitido
alcanzar el éxito que hoy tenemos en España derivado del ingreso de
nuestro país en el euro.

En lo que se refiere a la intervención del portavoz socialista he
entendido de la misma que no discute resultados pero sí políticas. He
entendido que los resultados son percibidos no por él, ni por su
grupo parlamentario sino por la sociedad, y que no es el momento de
discutir resultados sino políticas. En ese terreno lo que no he
entendido bien es dónde estaba su reparo a la interpretación de la
creación de empleo en España. Supongo que no discute que hay
2.300.000 afiliados más a la Seguridad Social y que eso es la base
auténtica de la garantía del sistema público de pensiones, ése es el
mejor de los exponentes de la creación de empleo en el país, y
significa -aunque algún ciudadano puede estar duplicado entre los
2.300.000- que no solamente están trabajando, sino que tienen
protección social que a comienzos de 1996 no tenían. Ese es el
resultado de la evolución del mercado de trabajo en nuestro,
resultado diferente al de situaciones anteriores. No olvidemos,
señorías, que fundamentalmente estamos hablando de una afiliación y
creación de empleo que viene del sector privado de la economía y de
la pequeña y mediana empresa, que es uno de los rasgos diferenciales
de esta evolución económica.

La evolución que estamos viviendo en nuestro país está permitiendo
dar esas oportunidades al mercado de trabajo, y coincidirá conmigo en
que ese resultado es el mejor exponente de lo que es una efectiva
solidaridad. Se puede hablar de muchas cosas en favor de los menos
favorecidos o más desprotegidos de la sociedad, pero si no hay
oportunidades de empleo, como he dicho al principio de mi
intervención, no se puede hablar de dignidad del ser humano. Por
tanto, lo primero que hay que hacer desde las políticas económicas y
sociales es abrir las puertas a la oportunidad del empleo.

Su Señoría no discutía resultados y sí políticas. Yo cierro mi ciclo
de comparecencias sin haberme enterado cuál es la política económica
del Partido Socialista. Esta es una curiosidad que supongo quedará
despejada en el futuro. Excepto pedir algunas subidas de pensiones,
no me he enterado prácticamente de si había que reducir más el
déficit público; ahora no dice que no le gustaba que bajáramos el
impuesto sobre la renta, sino que dice que no está mal una bajada a
los asalariados, y que el problema que íbamos a provocar en la
Hacienda pública y en la financiación del Estado de bienestar no es
tal problema porque han pedido que hagamos más.

En algunas entrevistas periodísticas importantes por su difusión
nacional el secretario general del partido Socialista, cuando se le
pregunta si va a modificar la política de privatizaciones del
Gobierno, concretamente si revisaría alguna de las privatizaciones de
este Gobierno, responde contundentemente que no. Y tampoco dice qué
haría con las políticas de privatizaciones y qué pretende llevar como
alternativa del Gobierno el Partido Socialista, porque no nos
enteramos, señor Eguiagaray; creo que la sociedad española tiene una
falta. El ejercicio de la oposición es ciertamente vigilar y criticar
al Gobierno, pero también ofrecer una alternativa que infunda
confianza, seguridad en el país y que diga en lo que se coincide y en
lo que se difiere, en lo que se distancia. Eso es hacer oposición.

Hacer oposición es explicar qué se va a hacer en los grandes
elementos de la política económica. Tendrán oportunidades de seguir
clarificando esos elementos, pero la fabricación de una auténtica
alternativa de un programa económico requiere tiempo, madurez, no se
hace de cara a unas semanas electorales. Eso se hace con un trabajo
más profundo, de mucha más entidad, sin el cual una sociedad queda
sin un referente fundamental. Comprendo que ha habido otras
ocupaciones a lo largo de la legislatura, pero ahí tenemos un vacío
importante que en la etapa final trataremos de rellenar y debatir
sobre políticas.

La liberalización, señorías, es la introducción de la competencia. En
mi intervención inicial me he referido -y eso no deja de
sorprenderme- a que los partidos de izquierda en España se presenten
como adalid del control de la inflación. Esto es una gran novedad,
debe ser el nuevo socialismo, y es bueno identificar esta premisa.

Pero es que, por lo que he deducido esta mañana, también se presentan



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como los defensores de la competencia. Este es otro elemento nuevo.

No deja de ser curioso que los partidos intervencionistas, que están
a favor de la presencia omnimoda del Estado en la economía, sean los
que defienden la competencia, que es por definición la introducción
de nuevos elementos, de nuevos operadores en los sistemas económicos
y productivos. Tenemos alguna referencia a este respecto, por lo que
hay otro elemento para debatir lo que será el futuro de la política
económica en España.

Todos estamos en torno a la competencia y celebro que eso sea así,
porque la Comisión de Economía tiene que aprobar una ley importante
antes de que finalice la legislatura, que es la nueva ley de defensa
de la competencia. El Gobierno ha dado ya reiteradas muestras -la
última la remisión a esta Cámara de esa nueva ley- sobre lo que son
sus convicciones, y significa adquirir un grado de competencia
suficiente en los sectores estratégicos del país. En este sentido no
tengo que recordar que hay acuerdos de consejos de ministros
limitando la presencia de sectores económicos estratégicos en otros
sectores estratégicos, cosa que no se había hecho nunca antes en el
ordenamiento económico de España; que hay iniciativas de Gobierno
reestructurando los consejos de administración de las grandes
empresas; que hay iniciativas de Gobierno en materia de
liberalización y se ha llevado adelante un proceso de privatización
que significa poner a esas empresas un orden de competencia
desconocida hasta ahora. Y esto algo tendrá que ver -y en algún
momento habrá que identificarlo- con la bajada del precio de la
energía eléctrica, especialmente para la pequeña y mediana empresa;
con la difusión del móvil en España, ya que hay millones de
consumidores españoles que están tomando la decisión racional de
introducir un nuevo elemento en su bienestar, como es adquirir estos
sistemas nuevos de comunicación. Imagino que favorecer la competencia
en el ámbito de la financiación de la economía tendrá que ver algo
con que haya cientos de miles de personas que están adquiriendo una
vivienda en nuestro país.

Todos estos elementos tendrán que ver algo en la economía, porque
ahora ocurren y antes no. Alguna diferencia habrá y algo tendrán que
ver empresas que, al ser públicas, eran monopolistas y sus precios
subían año tras año. Cuando esas empresas eran públicas, repito sus
precios subían año tras año, ahora bajan, y el debate que tenemos en
la Cámara es lo que tendrían que bajar, pero nadie discute que bajan
esos precios. En los tiempos anteriores, señor Eguiagaray, los
precios subían, insisto, año tras año cuando eran monopolios
estatales. Algo hemos avanzado, señorías, cuando hemos cambiado las
condiciones económicas y lo hemos hecho con la profundidad y
celeridad que exigía acomodar a España a las condiciones para el
ingreso en el euro. Algo fundamental se ha movido en el seno de la
economía productiva del país y algo que conocen muy bien los
ciudadanos, que aprecian, que valoran y que se manifiesta en esos
índices de confianza.

No sé si también he deducido bien esta mañana que al Partido
Socialista no le gusta que bajen los impuestos especiales. No sé si
lo he deducido de su intervención, en relación con la comparación que
ha hecho de los impuestos especiales sobre carburantes, que ha dicho
que son más bajos en España y ha ido explicándonos que eran más bajos
país por país. No sé si deduzco que está lanzando un aviso al
Gobierno para que no mueva impuestos especiales sobre carburantes.

Por eso decía que estamos en un planteamiento de políticas parciales
que realmente sería bueno haber clarificado durante la legislatura.

Creo que no se ha hecho ese trabajo seria y rigurosamente, bien
estructurado, bien cohesionado, presentándolo como tal opción y ahora
tendremos una fase distinta de cara a los siguientes meses, en los
que habrá que explicitar los contenidos de las políticas económicas
alternativas, suponiendo que existan y que se sea capaz de
expresarlos En lo que se refiere a la fusión de las empresas Pryca y
Continente en España, debo recordar, en primer lugar, que mi
comparecencia era motivada por la solicitud del Grupo Parlamentario
Popular, no del Grupo Parlamentario Socialista. Yo venía a dar las
explicaciones a la Cámara en virtud del requerimiento del Grupo
Parlamentario Popular y, por tanto, recogiendo la preocupación en
cuanto a la actitud del Gobierno; actitud que he resumido en dos
puntos claves: en primer lugar; compartir la preocupación en cuanto a
que ese proceso de concentración no perjudique la formación de
precios de la distribución comercial en España; en segundo lugar, he
anunciado la reclamación a las autoridades de defensa de la
competencia de lo que sería en este caso la competencia nacional en
los mercados que antes he llamado, utilizando la terminología de la
legislación comunitaria, mercados definidos. Este caso, tal como se
está analizando -y se está en esa fase de análisis-, vale la pena
hacer esa reclamación, y en ese sentido plantearse cuál debe ser el
futuro de la concentración empresarial en España. Advierto esto
porque la intervención de la portavoz socialista -dicho también con
franqueza, siento que esté ausente- me ha llamado la atención. Me ha
dicho que el Gobierno no hace nada, y el Gobierno tiene que respetar
la legislación comunitaria. Entiendo que el Partido Socialista no
quiere que incumplamos esa legislación comunitaria, porque la
legislación es para todos, no para confundir una iniciativa de
carácter político con una falta de respeto a esa legislación. Las
autoridades comunitarias están actuando, y el desarrollo de las
actuaciones del Gobierno español tienen que encuadrarse repito en la
legislación comunitaria. Entiendo que el Partido Socialista respalda
esa actuación.

En segundo lugar, las actuaciones a las que se ha referido, las otras
cuestiones relativas a la distribución comercial, serán fruto de los
resultados de si se aprueba o no esa concentración, pero no vamos a
resolver lo que serían las consecuencias de esa concentración antes
de haberla aprobado con condiciones. Dice que se demuestra que había
que haber tomado medidas. ¿Cómo que se demuestra? Si hay una
concentración empresarial, lo que habrá que hacer es estudiar las
consecuencias de esa concentración empresarial sobre la formación de
precios y actuar en consecuencia. Eso es lo que hay que hacer, pero
no aprobar por parte de la Cámara unas medidas que suponen que la
concentración es tal y que ya existen esas consecuencias sobre los
precios. Estamos invirtiendo el orden de las cosas. Por lo tanto, en
primer lugar, vamos a respetar la legislación comunitaria, vamos a
reclamar desde las autoridades de defensa de la competencia las
actuaciones pertinentes en el ámbito nacional, y después, señorías,
se examinarán cuáles



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son los límites para evitar sus peores consecuencias y adoptar las
medidas pertinentes.




El señor PRESIDENTE: El señor Eguiagaray tiene la palabra.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Voy a hacer brevemente unas matizaciones
a las expresiones del señor Montoro.

Empezando por lo último, señor Montoro, me parece que no anda fino
para ser la última comparecencia. Primero, yo creo que se le entendía
muy bien a la portavoz socialista lo que ha dicho y, sobre todo, se
entiende lo que usted no ha contestado. Nos ha contado cuál es el
procedimiento comunitario, cosa que desde el punto de vista
informativo se lo agradecemos, pero ya lo conocemos, y lo que no nos
ha dicho es qué es lo que piensa el Gobierno de esa cuestión.

Simplemente nos ha dicho que lo está estudiando. La pregunta es qué
piensa hacer, además de solicitar por las autoridades de la
competencia que ese tema pueda ser objeto de análisis por parte de
las autoridades nacionales. El problema es que nosotros tenemos la
presunción de que ese tema afecta en términos locales de una manera
muy intensa a la competencia y que, en consecuencia, hay medidas que
debieran adoptarse, sin duda alguna, a lo largo de un procedimiento,
pero esto es lo que usted no contesta, señor Montoro; no lo ha
contestado antes y no lo ha contestado ahora. No pretenda devolver la
oración por pasiva. El problema no está en nosotros, sino en usted,
que no contesta; que nos cuenta el procedimiento comunitario, cosa
que es ilustrativo, pero no nos sirve para decirnos qué es lo que
piensa el Gobierno hacer o tratar de hacer.

Algunas cosas me gustaría que me aclarase, sin volver otra vez a la
discusión sobre el paradigma novedoso, que sin duda alguna no es
fruto de la divina providencia, sino de algo que usted las describe
en términos bastante solemnes.

A usted parece que estamos en una etapa nueva, una etapa en la que,
por primera vez en la historia de la humanidad, al parecer se produce
el crecimiento del IPC por debajo del PIB; que el crecimiento
económico se traduce en el empleo, y que además se superan las crisis
internacionales de mejor forma que en otros momentos. No todo es
novedad, señor Montoro; esas cosas han ocurrido en diferentes
momentos de nuestra historia. Lo que pasa es que eso no es
consecuencia de su política económica, que es lo que he tratado de
decir; eso es tan sólo el resultado fundamental de una voluntad
política del conjunto de este país que consiste en formar parte del
euro. En eso está todo el asunto, no en su política económica que son
cosas diferentes. Estamos en el euro, somos -y éramos- partidarios de
entrar en una política económica, dirigida hacia la estabilidad;
somos partidarios, naturalmente, de que el crecimiento económico se
traduzca en empleo, y no es la primera vez en la vida que está
ocurriendo que el crecimiento económico se traduce en empleo,
¡faltaría más!, y no es la primera vez en la vida en que estamos, en
esta situación, naturalmente por estar en el euro precisamente mucho
más amparados que en cualquier otra situación frente a crisis
internacionales. Esta es toda la novedad. ¿Esto es un nuevo
paradigma? Sí, para todo el país, pero desde luego eso no es el
distintivo de una política económica como la suya.

La política económica suya no es esa que se describe en términos de
círculo virtuoso. El problema principal aquí es saber qué es lo que
está ocurriendo. Déjeme mencionarle algunas cosas, algunas que
significan intento de enredar el debate y otras que me parece que
expresan de nuevo los mismos errores que han cometido ustedes en la
contestación que a veces han dado a problemas como el de la
inflación, al que hemos dedicado bastante tiempo hoy.

El déficit de las administraciones públicas, discusión sobre si es
estructural, coyuntural, etcétera. Usted, que es un académico de la
cosa, sé que no lo desprecia, pero no lo desprecie tampoco en el
debate político, porque me da exactamente la misma contestación que
me ha dado en otras ocasiones con la inflación. Me dice que ahora
tenemos un déficit que, en términos comparativos históricos, es muy
bajo. De acuerdo. ¿Y qué? El problema es que antes no teníamos un
pacto de estabilidad. Por lo tanto, ahora es de una forma
completamente distinto, relevante, el tener un déficit público que
nos permita cumplir el pacto de estabilidad. Por eso me da una
contestación que es simplemente irrelevante, no tiene el menor
sentido y usted lo sabe. Y, sobre todo, tiene sentido el que yo le
señale que el esfuerzo de reducción del déficit público no es el
resultado de una política consciente, sino el resultado del ciclo y
el aporte fundamentalmente de la caída de tipos de interés, que no es
tampoco el mérito de su Gobierno, sino fundamentalmente de la
constitución de la zona euro.

Tercero. Ha dicho algunas cosas que son sólo parcialmente ciertas,
como que la Seguridad Social tendrá superávit. El segmento
contributivo de la Seguridad Social felizmente ya tiene superávit
desde hace tiempo y lo ha tenido en muchos otros períodos. El
problema está en que debía haberlo tenido todo el conjunto de la
Seguridad Social hace más tiempo si ustedes hubieran cumplido aquello
a lo que estaban obligados, las prescripciones del Pacto de Toledo.

Pero sobre eso vamos a seguir discutiendo todos estos días.

Es verdad que yo he querido referirme sustancialmente a las políticas
y no tanto a los resultados, es verdad, esa es una buena definición
de lo yo que he tratado de hacer. Usted luego trata de darle la
vuelta, pero en este caso creo que no con demasiada sutileza, para
decirme que no cuestiono que se esté creciendo. Todavía me funcionan
los ojos, soy capaz de leer, de ver lo que ocurre en el mundo y
además me regocijo de que crezca la economía y de que se genere
empleo, incluso de que tengamos unas tasas de inflación
históricamente más bajas. Todo eso me parece que es un debate
perfectamente absurdo, salvo que usted crea que yo me alegro de la
catástrofe. Esa es una tesis que el Gobierno ha utilizado con la
oposición, cuando esta oposición no ha hecho catastrofismo de ningún
tipo, cosa distinta a lo que ustedes usaban en otros momentos. Pero
el problema es que usted dice: ¿qué política económica? Yen esto los
ejercicios de ironía le han quedado mal, señor Montoro, al menos en
esta última parte. Déjeme decirle que para no enterarse de cuál es la
política económica que nosotros preconizamos, usted gasta mucha
saliva y mucho tiempo en rebatir las propuestas del Grupo Socialista.

Por lo tanto, algo debe de entender. No debe ser cierto eso de que no
entiende.




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Luego, no sé si no entiende o no le gusta que defendamos cosas que a
usted, además, le parecen bien y sabe que su Gobierno no ha cumplido.

Por ejemplo: el que los socialistas no seamos unos locos peligrosos,
sino que creamos además en la estabilidad, en los equilibrios
económicos, en la estabilidad de precios, puesto que estamos en una
zona como la del euro y porque además hemos preconizado hace muchos
años una política que fuera orientada paulatinamente en esta
dirección, no le debiera molestar, sino aplaudirlo, con tal de que no
pretenda atribuirse el copyright . Esto de la estabilidad de precios
y de la inflación hace mucho que muchos pensamos que no es una causa
de la izquierda. Quizás de alguna izquierda montaraz que había
pensado que la elevación de los precios era el remedio de todas las
cosas, pero la cabeza de este humilde portavoz jamás ha tenido
semejantes pensamientos ni sentimientos.

O no le debiera preocupar tampoco que defendiéramos la competencia,
señor Montoro. La hemos defendido hace mucho tiempo. El problema es,
y esto es lo que resulta especialmente chocante, que ustedes, que se
suponen que por estar en la derecha debieran defender la competencia,
hacen discursos y luego no hacen aquello que conduce a la
competencia. Esta es una de las críticas permanentes durante esta
legislatura. Por decirlo brevemente, pero de una manera que todo el
mundo lo entiende, han vendido un montón de empresas públicas que no
tenemos ninguna intención de convertir en públicas en el futuro, y
eso se refería el otro día el señor Almunia, pero el problema está en
que, cuando las han vendido, no han tomado las medidas conducentes a
la creación de condiciones de competencia, y han convertido
monopolios o cuasi monopolios públicos en oligopolios o monopolios
privados. Yeste es el peor de los mundos posibles, porque ahora
ademas no podemos adoptar medidas sobre muchos de ellos. Antes se
adoptaban desde el sector público; ahora no se puede. El poder de
mercado ha crecido, como antes le decía, no por citas que puedan
venir de un laboratorio dedicado al desprestigio de la política del
Gobierno, sino de la mera constatación de lo que está ocurriendo.

Usted decía hoy (antes le he pasado los datos del IPC armonizado) una
cosa que le parece muy bien, y mí también me parece muy bien que
bajen los precios de los móviles, no se empeñe en decir lo contrario
de lo que he dicho. No sé cuánto han bajado.Usted ha dado una cifra.

Supongamos que es la correcta. El problema, de nuevo, es cuál es la
evolución diferencial en este país de los precios de las
comunicaciones en relación con otros países. Si toma los datos, no sé
si los tiene a mano, del Índice de Precios al Consumo armonizado,
resulta que los precios de las comunicaciones (no sé si viene en el
papel que le he dado) en nuestro país (por cierto en el mes de agosto
por primera vez en todo el año se convirtieron en tasa de crecimiento
negativo, después de más de un año de crecimientos positivos, cuando
en Europa estaban cayendo) si se comparan los datos del crecimiento
de las comunicaciones en España, a pesar de lo que usted ha dicho de
los móviles, mientras tenemos apenas una tasa de un uno y pico de
caída, resulta que en Europa están cayendo un cuatro y pico. Y eso en
este mes. Pero es que en Europa llevan varios meses cayendo, mientras
nosotros seguíamos subiendo.




Este es el problema.De nuevo no estamos ante las comparaciones
estáticas, en términos históricos, de qué ocurría antes y qué ocurre
ahora, sino cómo nos comportamos comparativamente con los demás. Y es
de nuevo es el problema de la inflación, el problema del déficit
público, el problema de los precios y tantos otros problemas. Nos
preocupa eso. En cambio a ustedes les preocupa la concentración de
poder, que permite después despedir a Julia Otero y utilizar los
medios de comunicación para hacer propaganda en vez de información,
señor Montoro. Esto tiene una consecuencia con la decencia política,
a la que usted hacía referencia, la defensa de la dignidad y la
libertad de las personas. Esto no es sólo economía y técnica; tiene
repercusiones en términos sociales.

Me preocupa que tengamos tantas diferencias en lo que es el sentido
de la equidad. No juegue con lo que yo digo de los impuestos. Está
muy claro lo que hemos dicho, lo que decimos y lo que vamos a seguir
diciendo. Todo el mundo sabe que hicieron una malhadada reforma del
IRPF, una reforma que yo no quiero bendecir y que alguna modificación
tendrá que tener, porque es profundamente injusta en relación con la
distribución de la renta y con los beneficios otorgados a unos y a
otros. Yo no soy de los que quiero subir impuestos, lo que sí quiero
es que se beneficien más del crecimiento económico quienes tienen más
necesidad, y hasta con los pensionistas han sido ustedes faltos de
equidad en la reforma del IRPF. Han beneficiado a los pensionistas de
máximas pensiones, y en cambio a los pensionistas que reciben las
mínimas no les han dado ni una sola peseta a través de la reforma del
IRPF. En esta dirección tenemos una clara diferencia de modelo. Se
puede coincidir en la defensa de la estabilidad y se puede pensar
seriamente en una política de compentencia, pero le anuncio que hoy
presentaremos una enmienda de totalidad al texto de la reforma de la
ley de defensa de la competencia, y una enmienda de texto alternativo
para que sepa de qué otra forma muy distinta se puede concebir la
lucha contra los monopolios, contra las situaciones que atentan
contra la competencia en nuestro país.

Y una precisión que además de a usted, señor Montoro, por educación
me corresponde hacérsela al portavoz del Grupo Parlamentario Popular
, que se ha referido a lo que ocurría en otras épocas, en otros
contextos. Es verdad que las comparaciones en este sentido a veces
son complicadas de hacer. No estoy pretendiendo tener el máximo rigor
en este momento, pero si uno habla de inflación en el tiempo en
contextos diferentes, sin duda hablar de los años 50 ó 60 tiene poco
sentido, pero hablar de los 80 ó incluso de los 90, empieza a tener
algo más de sentido. Por cierto, en la nota de prensa que ha
distribuido, señor Montoro, hay un error, y le ruego que lo corrija,
porque la inflación en 1996 no estaba en el 4,5 por ciento. En
ninguno de los meses del año 1996, interanual, se entiende superó el
4 por ciento. Probablemente en el mes de marzo era del 3,4 por
ciento, no del 4,5. Probablemente eso se refiera al año 1995, y se
puede tener una perspectiva de la reducción de la inflación
complemente distinta si ese dato se deja ahí.

Sí quiero decirle algo que igual le sirve de reflexión. No en todos
los momentos se tiene igual éxito. A nosotros nos ha tocado en
ocasiones pasar por momentos de recesión, por momentos de auge, con
situaciones de una economía



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mucho menos liberalizada, y luego bastante más liberalizada. Son
situaciones difícilmente comparables. Pero si uno analiza qué fue lo
que ocurrió con la inflación en los casi 14 años de Gobierno del
Partido Socialista, puede tomar simplemente los extremos de cuál era
la tasa de inflación interanual cuando nosotros llegamos al Gobierno
y cuando lo dejamos. En octubre de 1982 la herencia recibida por el
primer Gobierno socialista era una inflación interanual del 13,8 por
ciento. Una inflación de la época, ¿verdad? ¡Qué le vamos a hacer!
Hubo que pechar con aquello. En el mes de marzo de 1996, ¿recuerdan?
el mes en que el Partido Popular ganó las elecciones y el Partido
Socialista las perdió, la inflación interanual que nosotros dejamos
era del 3,4 por ciento. Es decir, en 161 meses se produjo un descenso
de 10,4 puntos. Ya sé que estas cosas hay que analizarlas con más
detalle y de otra manera, pero eso significa una media de reducción a
lo largo de muchos años de 64 centésimas por mes. Si usted analiza
con cuánta inflación llegaron al Gobierno -ya lo he dicho, 3,4 por
ciento- y con cuánta inflación estamos en el mes de agosto de 1999 -
en el 2,4-, se dará cuenta de que lo que se ha producido es una
reducción en estos años, a lo largo de 41 meses, de un punto
exactamente. Es verdad que en algún momento antes ha habido menos
inflación, pero ahora ha vuelto a repuntar, como ocurrió también en
otros períodos. Eso significa una reducción media de 24 centésimas
por mes. Si uno tuviera que hacer la comparabilidad de los récord
históricos, resulta que, con la comparación relativa que tienen estas
cosas, el ritmo de reducción de la inflación fue tres veces superior
en un período al que ustedes han tenido. Lo digo como elemento de
curiosidad, para que cuando analizamos las cosas, los períodos y los
tiempos, tengamos un poco de cuidado, sobre todo para no pensar que
hemos inventado el Mediterráneo.




El señor PRESIDENTE: Señor Zabalía.




El señor ZABALÍA LEZAMIZ: Con mucha brevedad, solamente para hacer
algunas precisiones y aclaraciones tanto al señor Montoro como al
portavoz del Grupo Popular, señor Aguirre.

Decía el señor Montoro que nos apuntemos a los logros. Si es que no
hay que apuntarse, nosotros hemos estado dando estabilidad política
al Gobierno socialista y al Gobierno del Partido Popular. Por tanto,
no hace falta decir que en este sentido nuestra participación siempre
ha sido de estabilidad política y no tenemos tampoco excesivas
pretensiones de apuntarnos ninguna medalla.

También me ha dicho que mi intervención ha sido más bien política.

Pues usted me dirá si en el Parlamento las intervenciones no son
políticas, a ver dónde van a ser. Lo que creo entender que quería
decir es que no he entrado a establecer aquellos motivos que desde el
ámbito del análisis económico pudieran justificar cuando yo decía que
no hay que instalarse en la autosuficiencia y que hay que relativizar
los logros. Yo creo que sí he apuntado los motivos de análisis
económico que habría que hacer, indudablemente quizá no con la
profundidad necesaria, pero sí los he apuntado y los he dejado ahí.

Por otra parte, también quería aclararle otra cuestión. Ha hecho una
especie de loa a la vuelta de mi grupo parlamentario
a la senda que comenzamos al principio de la legislatura
cuando estábamos como socios. Señor Montoro, nosotros no nos hemos
apartado nunca. En todo caso nos han apartado, que eso es distinto,
porque con la falta de cumplimiento de los acuerdos, al final hemos
dicho: hasta aquí hemos llegado. Pero por nuestra parte siempre hemos
estado para cumplir con los compromisos.

En ese sentido, puntualizando al señor Aguirre, cuando yo he dicho
que también hacemos análisis sobre la situación del diferencial de
índice de precios entre los que tenemos nosotros y los que tienen el
resto de los países de la Unión Europea, he dicho que no estaba en
ese grupo que había calificado el señor Montoro de oposición y de
izquierdas, y entonces el señor Aguirre se ha cogido a todo correr la
bandera y ha dicho: pues ustedes los del PNV son de derechas y además
son socios nuestros ya otra vez. Pues no, ni una cosa ni otra; ni
estamos en un grupo ni estamos en otro. Estamos en una situación en
la que todos saben donde estamos. No hace falta que ahora digamos
cuál es nuestra política económica y nuestra política social, tan
avanzada en un aspecto como en otro, tanto para los de la izquierda
como para los de la derecha, y estamos en una posición que yo creo
que es donde quiere caminar precisamente el Partido Popular, lo que
pasa es que le está costando, pero ahí estamos, señor Aguirre, y no
haga más interpretaciones de un lado o de otro.

Finalmente, señor Montoro, con respecto a lo que antes hemos
comentado de que de aquí al final de la legislatura no veo más
debates de política económica que los presupuestos y quizás lo que
podamos debatir de política social dentro del Pacto de Toledo, me
gustaría saber si desde el ámbito de la política económica se acabó
la legislatura o no, porque creo que es un tema importante; y si no
se acabó, me gustaría saber qué previsiones de medidas en política
económica quedan pendientes hasta el final de la legislatura.

Por otra parte, y eso sí quería puntualizarlo, cuando yo le he
preguntado que de dónde iban a sacar los 60.000 millones para la
creación de ese fondo, usted me ha dicho que del superavit de la
Seguridad Social del año que viene, del 2000, pero yo creo que eso lo
tendrá que determinar el Pacto de Toledo primero, y segundo, hacer un
compromiso para que lo cumpla el próximo Gobierno, yo creo que es
adelantarse a los acontecimientos.

Por tanto, esas precisiones habría que dejar de hacerlas, porque que
al final parece que estamos entrando en un período preelectoral
excesivamente pronto, y creo que lo que hay que hacer es precisamente
estudiar con seriedad esos aspectos -me estoy refiriendo al tema de
las pensiones-, y para eso se ha abierto nuevamente la comisión de
seguimiento del Pacto de Toledo. No hagamos manifestaciones que en
realidad van en contra de lo que pretendemos hacer y que desde luego
no hacen más que poner una incertidumbre en ciertos colectivos de la
sociedad. Pero lo que sí me preocupa, y con eso termino, señor
Montoro, es saber si desde el área de la política económica se ha
acabado la legislatura, aparte del debate de presupuestos que vamos a
tener. (El señor Aguirre Rodriguez pide la palabra.)



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El señor PRESIDENTE: Señor Aguirre, si a usted no le ha contradicho
el señor Montoro, solamente le ha dado las gracias.




El señor AGUIRRE RODRÍGUEZ: Pero no tendría yo inconveniente en
utilizar un turno si usted me lo cede, aunque, en efecto, no ha
habido contradicción; además, también sería muy breve la
intervención, porque no tengo argumento que utilizar para estar a la
defensiva de ninguno de los elementos que he utilizado en mi
intervención, pero sí quiero reconocer dos elementos que creo que son
principales para mi grupo; mi grupo que no se encuentra en ninguna
encrucijada ideológica, tiene claramente identificados sus
planteamientos y no tiene que estar en permanente navegación sin
rumbo de dónde hay que colocarse.

Mi grupo tiene que defender con toda claridad que en el debate de la
inflación, que ha sido el que más ha ocupado el tiempo del discurso
de esta mañana de los grupos parlamentarios, hay un elemento que yo
considero muy importante y que quiero subrayar -insisto, porque ha
sido en mi intervención donde he puesto la cantidad de dificultades
que hay para establecer comparaciones de etapas distintas y de marcos
políticos, legislativos y reglamentarios distintos-, y es que no se
puede utilizar ahora como elemento de si se está a favor o no se está
a favor de un déficit alto o bajo el hecho de que haya o no haya un
pacto de estabilidad. Yo creo que un elemento importante es el de
aquellos que creemos que el déficit tiene que ser bajo, haya o no
haya pacto de estabilidad, y el de aquellos que creemos que el
crecimiento de la economía debe situarse siempre por encima de la
evolución de los precios, haya o no haya compromisos del pacto de
estabilidad y objetivos comunes de toda una zona común, de una zona
única monetaria. Comprendo y me gusta que la gente se convierta a
posiciones más razonables. Si para poder disculparse de esas
posiciones razonables tiene que utilizar el marco internacional, el
marco europeo o la zona euro o el pacto de estabilidad, bienvenido
sea si de esa manera nos convencemos de las bondades del recetario de
ese pacto de estabilidad.

Se puede acusar al Gobierno de algunas insuficiencias, pero no se le
puede acusar de que no cumple el Pacto de Toledo y, a renglón
seguido, decir que la dotación presupuestaria del fondo de reserva no
es competencia del gobierno. Si era una de las conclusiones del Pacto
de Toledo, es lógico que el Gobierno indique hacia dónde tiene que ir
ese fondo de reserva y que empiece a dotarlo inicialmente, como punto
de partido hasta su dotación final.

Creo en la buena voluntad que tendrán todos los grupos parlamentarios
-y así lo expreso en nombre del mío en esta intervención- en las
próximas reuniones de la comisión de seguimiento del Pacto de Toledo,
de la revisión del funcionamiento del anterior y de diseño de nuevas
aspiraciones de ese pacto, dentro de lo que creo fue una de las
claves de aquel Pacto de Toledo: dar mucha paz y mucha tranquilidad a
nuestros pensionistas.




El señor PRESIDENTE: Señor Montoro, tiene la palabra.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMÍA (Montoro Romero): Gracias,
señor Aguirre, por
su última intervención con la intención de situar el planteamiento
político del Partido Popular.

En cuanto a la intervención del portavoz del Partido Nacionalista
Vasco, no voy a discutir si el PNV está en el centro o no, basta con
que se analice su política en el sentido más amplio del término;
nadie mejor que él. En mi persona concurren las circunstancias de
haber sido parlamentario durante lo que fue la negociación de los
acuerdos políticos de formación de Gobierno con el Partido
Nacionalista Vasco y de actual miembro del equipo económico del
Gobierno. Con esa doble condición, lo que no puedo admitir esta
mañana es que haya incumplimiento de los pactos, y lo puedo hacer con
toda franqueza y sinceridad. Comprendo que sea un latiguillo político
que se utilice en este momento, pero está falto de contenido, como
muy bien conoce S.S. Yo, que he sido protagonista de esa negociación,
conozco bien los acuerdos, sus dificultades y cómo se solventaron
para llegar a dichos acuerdos de formación de Gobierno, y también
cómo se han materializado entre S.S. y los equipos económicos de este
Gobierno.

Hay otra clase de política, otra vertiente de la política, muy
importante sin duda alguna en el País Vasco, para todos los
españoles, y eso es lo que el Partido Nacionalista Vasco tiene que
elegir desde lo que significa su área económica. Un área fundamental
donde tienen que darse unas claves al País Vasco de lo que es su
futuro y de lo que significa la integración en un área supranacional
como la Unión Europea. Ahí dejaría yo esta cuestión para seguir
reclamando la colaboración del Partido Nacionalista Vasco en el
trámite de presupuestos para el final de la legislatura.

Su señoría estaba ausente cuando he explicado que el contenido
específico de esta legislatura en los meses que restan -que son meses
pero no tantos- lo integran nada menos que una ley de presupuestos,
una ley de acompañamiento, leyes importantes en el seno de la
Comisión de Economía, como la de defensa de la competencia... En ese
sentido, como muy bien dice S.S., la legislatura no está precisamente
agotada, sino que está cargada de contenidos económicos para
completar una labor que ha sido tan importante y de resultados tan
satisfactorios para el concepto de estabilidad política. Estabilidad
política desde la que se toman decisiones de política económica para
resolver los problemas de los ciudadanos.

Sobre las consideraciones del portavoz del Grupo Parlamentario
Socialista en esta Comisión, como decía el señor Zabalia, obviamente
en el Parlamento se hace política; lo que ocurre es que la parte de
la política que incide sobre lo económico tiene una característica
que, hasta cierto punto, es una ventaja: la superación de los
sentimientos para materializarlos en cuantificaciones. En esta área
se concretan los resultados de las políticas generales del país,
señoría.

Puestos a hacer balances, me encantan estos balances que hace de
comparación de la inflación de abril de 1997, subida en 1998, vuelta
a bajar, etcétera, y con mucho gusto le ofrezco los del Ministerio
para seguir haciéndolos: ¿cuál es el IPC español sin energía y sin
aceite? Si no hubiera subido el aceite, no los alimentos no
elaborados porque, como conoce S.S., el aceite incorpora además la
inflación subyacente porque tiene una parte de alimento elaborado;
sin aceite y sin energía, el IPC español del mes de agosto



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estaría en 1,7. Estaríamos claramente por debajo del dos. Si quiere,
seguimos haciendo análisis de conceptos, de inflaciones subyacentes
estructurales y demás. Pero el IPC es el IPC y, en definitiva, es el
gran referente de este país.

Quiero que tenga en cuenta solo que la situación económica a la que
se ha referido, después de un largo trayecto de gobiernos
socialistas, se resume en que a comienzos de 1996 España estaba en
divergencia con la renta europea, señoría, habíamos retrocedido en
divergencia después de la durísima crisis que padecimos a comienzos
de los 90; es decir, habíamos retrocedido posiciones. Así es como se
mide la convergencia real o no de un país, en función de si nos
acercamos a la renta o no.

El paro estaba rondando el 23 por ciento, lo que significaba que
teníamos un volumen de parados en España que nos situaba a la cabeza
de los países desarrollados. Afortunadamente, estamos corrigiéndolo;
estamos haciendo correcciones muy severas sobre el principal problema
que tiene la sociedad española. El paro -insisto, señoría- estaba
ahí, tal como lo registraba la encuesta de población activa o el
Instituto Nacional de Empleo, y la afiliación y las cuentas de la
Seguridad Social estaban como estaban. El déficit del conjunto de las
administraciones públicas estaba en el 7,1 por ciento. Ese es el
punto de partida.

Las cosas se pueden decir o no; sólo le quería recordar dónde estaba
en el año 1996 el pronóstico por escrito de algún informe, dentro o
fuera de España, que dijera que España iba a entrar en el euro. Con
esas cifras que he señalado, con esa inflación que usted ha llamado
benigna, realmente estábamos descartados de la integración en el
euro, de que fueramos a fundar el euro en 1996.

Esa es la gran diferencia, señorías; esa es la diferencia en cuanto a
aplicar políticas comprometidas con los objetivos nacionales o
aplicar otra clase de políticas que hacen ejercicios continuos para
encontrar su identidad: nosotros somos partidarios de la estabilidad,
pero no aplicamos la estabilidad presupestaria; somos partidarios de
racionalizar los impuestos, pero no hacemos más que subirlos; o somos
partidarios de mantener monopolios públicos que trasladan una
ineficiencia hacia el conjunto del sistema productivo que ahoga a la
pequeña y mediana empresa. Esa es la diferencia.

En políticas económicas, ahí están los datos que revelan el
estar o no estar de una sociedad en clara evolución hacia sus
objetivos.

Afortunadamente, como dice el portavoz socialista y yo coincido con
él, ahora estamos claramente en el euro y la clave es el euro, pero
la clave desde la integración que ha sido posible aplicando las
políticas económicas de este Gobierno. Esa clave es la que nos tiene
que seguir permitiendo que despejemos un futuro de garantía y de
bienestar.

El Pacto de Toledo al que han hecho referencia, el que sigue vigente,
ya estableció unos preceptos. El Parlamento ha convocado para la
renovación de ese Pacto de Toledo, que es una materia para la que
debemos reunir el consenso político de los grupos presentes en esta
Cámara, pero seguimos teniendo un Pacto de Toledo vigente hasta el
año 2000. En esa vigencia hay que establecer los preceptos a
incorporar en los Presupuestos Generales del Estado y en los de la
Seguridad Social para el año 2000. En estos nuevos presupuestos hemos
dicho que la Seguridad Social está en superávit el año que viene. Esa
es una gran noticia, después de la división de fuentes de
financiación que se ha llevado a cabo en esta legislatura, esta
noticia es la mejor garantía del sistema público de pensiones dotado
por primera vez en su historia de un fondo de reserva que está
establecido en el Pacto de Toledo vigente. Ahora, los grupos
parlamentarios tendrán la oportunidad de renovar ese pacto, de
establecer las nuevas premisas que deben conducirlo en los ejercicios
futuros y, en definitiva, de reverdecer lo que fue el espíritu del
pacto: la no utilización política de las pensiones, que es de lo que
ha padecido España en estos últimos tiempos y que tenemos que saber
incorporar en el nuevo Pacto de Toledo desde el discurso de la
garantía futura del sistema público de pensiones.

Muchas gracias, presidente. Muchas gracias, señorías.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Montoro.




Se levanta la sesión.