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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 528, de 06/10/1998
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1998 VI Legislatura Núm. 528



CONJUNTA DE ASUNTOS EXTERIORES Y DEFENSA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FEDERICO TRILLO-FIGUEROA
MARTÍNEZ-CONDE, PRESIDENTE DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



Sesión núm. 40



celebrada el martes, 6 de octubre de 1998



ORDEN DEL DÍA:



- Comparecencia urgente de los señores ministros
de Asuntos Exteriores (Matutes Juan) y de Defensa
(Serra Rexach), ante las Comisiones de Asuntos
Exteriores y de Defensa, reunidas en sesión
conjunta, para informar sobre la situación en
Kosovo. A petición propia (número de expediente
214/000091) y del Grupo Socialista del Congreso
(número de expediente 213/000795) ... (Página 15211)



Se abre la sesión a las doce y cinco minutos del
mediodía.




El señor PRESIDENTE DEL CONGRESO: Señorías,
se abre la sesión de las comisiones de Asuntos Exteriores
y Defensa que he convocado conjuntamente para que
den trámite a la comparecencia solicitada por el Gobierno,
de forma conjunta por los ministros de Asuntos Exteriores
y de Defensa, para informar sobre la situación en Kosovo.

Esta solicitud de comparecencia que formuló el Gobierno y
que ha motivado la reunión conjunta de las comisiones se
centra sobre un asunto sobre el que también había solicitado



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la comparecencia el Grupo Parlamentario Socialista, de
forma que el desarrollo de la sesión será el siguiente. En
primer lugar informará el ministro de Asuntos Exteriores y
a continuación lo hará el de Defensa. Transcurridas dichas
intervenciones tomará la palabra el portavoz del Grupo
Socialista y luego los restantes grupos parlamentarios. Por
mi parte les anuncio que, limitado mi papel a la convocatoria
conjunta de ambas comisiones, en cuanto empiece la
información del ministro de Asuntos Exteriores dejaré la
Presidencia en manos de sus titulares naturales, los señores
Rupérez y. Muñoz-Alonso, agradeciéndoles a ellos, a las
mesas y a todas SS.SS. la excelente disposición para la
celebración de esta urgente comparecencia.




Tiene la palabra el ministro de Asuntos Exteriores, don
Abel Matutes.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES
(Matutes Juan): Señores presidentes, señorías, agradezco la
oportunidad que me brindan para informar sobre la alarmante
situación en Kosovo, así comosobre la reacción que
ha provocado en la comunidad internacional, al propio
tiempo que doy cuenta a SS.SS. de los últimos pasos que se
han dado en el seno de las Naciones Unidas y de la OTAN
con el objetivo de poner fin a la crisis.

Creo que todos estaremos de acuerdo en que la comunidad
internacional no debe permanecer impasible ante las
reiteradas y gravísimas violaciones de los derechos humanos
en Kosovo. Ello constituiría una muestra de impotencia
que sentaría un precedente de consecuencias muy graves
en el futuro para el mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales, así como para el respeto de los
derechos humanos. A las muertes de civiles inocentes, que
pueden continuar ocurriendo en las próximas semanas y
meses, hay que sumar el agravamiento durante el invierno
de los padecimientos de los más de 200.000 desplazados y
refugiados que ha producido la situación de represión, así
como el creciente riesgo de desestabilización de toda la
región. La reciente visita a la misma de la Alta Comisionada
de Naciones Unidas para los Refugiados ha puesto de
relieve las graves diferencias existentes entre la comunidad
internacional, por una parte, y las autoridades de Belgrado,
por otra, respecto de la situación humanitaria en Kosovo.

Las resoluciones 1160 y 1199 del Consejo de Seguridad y
otras declaraciones y llamamientos internacionales no han
influido hasta ahora en la posición del presidente Milosevic
en esta crisis. La Alta Comisionada para los Refugiados
ha constatado que Belgrado está realizando un uso desproporcionado
de la fuerza como instrumento de castigo colectivo,
entrecomillado, a lapoblación kosovar. Las noticias de
las más recientes masacres, que no han respetado ni a los
niños ni a las mujeres, constituyen dramáticas pruebas de
todo ello. Por su parte, el secretario general de las Naciones
Unidas, en su informe del día 3, que se hizo público ayer y
que está a disposición de SS.SS., afirma de modo claro que
la situación desesperada de la población civil sigue siendo
el aspecto más inquietante de las hostilidades en Kosovo, y
añade que el alcance de la destrucción revela claramente
un uso indiscriminado y desproporcionado de la fuerza
contra la población civil. La primera frase del párrafo 30
del informe es definitiva. De seguir su curso la situación
actual -dice el secretario general- miles de personas
podrían morir durante el invierno.

Hemos abogado y nos hemos esforzado por alcanzar
una solución política negociada, apoyando la mediación
internacional. No puedo dejar de recordar los esfuerzos llevados
a cabo por muchos países, Estados Unidos en primer
lugar, el propio protagonismo que tiene la Unión Europea,
así como el papel concedido a don Felipe González en esta
cuestión en su calidad de representante personal del presidente
de la OSCE y representante de la Unión Europea para
la República Federal Yugoslava. Hemos hecho continuos
llamamientos al fin de las operaciones militares; hemos
aumentado la presión diplomática y económica a través de
las sanciones acordadas con nuestros socios de la Unión
Europea y hemos contribuido de un modo cuantiosísimo a
las tareas de ayuda humanitaria para aliviar la situación de
los refugiados y desplazados. Sin embargo, todos nuestros
esfuerzos no han permitido el fin de las hostilidades, lo cual
es fundamental para detener la tragedia humanitaria. Por
otra parte, España ha mantenido siempre que todo uso
internacional de la fuerza debe ser, en circunstancias normales
y salvo las situaciones de legítima defensa, autorizado
previamente por una resolución del Consejo de Seguridad.

El respeto a ese principio constituye un elemento
fundamental del mantenimiento de la paz y seguridad internacionales.

Ahora bien, lo cierto es que hasta el momento
el Consejo de Seguridad no ha adoptado una resolución
autorizando explícitamente el uso de la fuerza en Kosovo.

La resolución 1160, de 31 de marzo pasado, que impuso el
embargo de armamentos y material conexo de cualquier
tipo a la República Federal Yugoslava, ya contemplaba la
posibilidad de adoptar medidas adicionales si no se alcanzaban
adelantos constructivos hacia la solución pacífica de
la situación en Kosovo. El 23 de septiembre pasado, el
Consejo de Seguridad adoptó la resolución 1199, la única
otra resolución sobre esta cuestión. En ella se reitera la exigencia
a las partes para que establezcan un alto el fuego
inmediato, para que adopten medidas igualmente inmediatas
para mejorar la situación humanitaria y evitar la amenazadora
catástrofe humanitaria, así como para que emprendan
una negociación política sin condiciones para terminar
esta crisis.

Por otra parte, la ultima reacción del Consejo de Seguridad
consistió en la emisión de una nueva declaración de
su presidente condenando severamente a los responsables
de las más recientes atrocidades y reiterando los llamamientos
contenidos en las resoluciones 1160 y 1199, cuyo
cumplimiento exige de forma completa e inmediata. Pero
la experiencia demuestra, lamentablemente, que los llamamientos
no han bastado. Como SS.SS. conocen, no se ha
podido ir más allá a causa de la oposición clara de dos de
los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

(El señor presidente del Congreso abandona la Presidencia.)
Cabe prever que esta situación de bloqueo del
Consejo de Seguridad pueda mantenerse por un tiempo
indefinido, sin que pueda ponerse de acuerdo para la adopción
de medidas de mayor firmeza que las adoptadas hasta
ahora para obligar al presidente Milosevic a cesar en sus
acciones contra la población civil de Kosovo. Por tanto,
siendo poco probable que el Consejo de Seguridad pueda
llegar a autorizar expresamente el uso de la fuerza en este



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caso, cabe preguntarse si no estaremos ante una situación
excepcional que obligue moralmente a la comunidad internacional
a actuar si no se dan dos condiciones: primero, si
no se da cumplimiento por la República Federal Yugoslava
de las resoluciones del Consejo de Seguridad y, segundo, si
continúa deteriorándose, como es de prever, la situación
humanitaria. La evolución del derecho internacional consuetudinario
permite ya hablar de un derecho de intervención
o injerencia por razones humanitarias, que ha sido
reconocido, por otra parte, en diversas resoluciones del
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Aunque este
derecho de intervención requiere una autorización previa
del Consejo de Seguridad, en un caso como el presente
cabría asimilarlo a una situación de legítima defensa consagrada
en la Carta de las Naciones Unidas. El propio secretario
general hace en su último informe un llamamiento a
la adopción de medidas urgentes para poner fin a la violencia,
lograr el acceso sin restricciones a la ayuda humanitaria
y crear condiciones que permitan a los refugiados y a
las personas desplazadas en el interior del país regresar a
sus hogares con la confianza de que no serán objeto de
acoso o de represalias más severas, como ha sido el caso
hasta ahora. Para ello indica que el fortalecimiento de la
presencia internacional y el aumento de su eficacia revisten
una importancia fundamental.

Puedo asegurar que se han hecho, se siguen haciendo, y
les garantizo que por parte del Gobierno español se continuarán
haciendo todas las gestiones que sean posibles para
evitar el uso de la fuerza. Estos esfuerzos continuarán hoy
mismo y proseguirán los próximos días. Como saben, en
un síntoma esperanzador, la República Federal Yugoslava
ha invitado a una misión OSCE y el próximo jueves podría
haber un Consejo de Ministros extraordinario de la Alianza
Atlántica. Pero no es menos cierto que también se han ido
preparando, desde antes del verano, diversas opciones para
el caso de que una intervención militar se hiciera ineludible.

Los preparativos que ha venido haciendo la OTAN han
sido detallados y medidos con el objetivo de enviar un
mensaje de firmeza tanto al Gobierno yugoeslavo como a
las guerrillas albano-kosovares; ello porque, repito, la intervención
militar es sólo el último recurso, una vez agotados
todos los intentos políticos y diplomáticos para solucionar
la crisis. El ministro de Defensa les explicará la situación
sobre el terreno y les detallará los diversos planes de contingencia
y los preparativos de opciones militares que la
OTAN podría poner en marcha una vez adoptada -nunca
antes- la necesaria decisión política por el Consejo Atlántico.




En suma, señorías, si continúa la situación humanitaria
de emergencia en Kosovo, si la República Federal Yugoslava
sigue sin atender los llamamientos de la comunidad
internacional y si persiste la situación de bloqueo en el
Consejo de Seguridad, lo que impediría la autorización formal
del uso de la fuerza, tenemos que plantearnos la posibilidad
-y no voy más allá- si además se da el necesario
consenso en la Alianza Atlántica, de considerar legitimado
el uso de la fuerza por parte de la OTAN en Kosovo como
útimo recurso y con carácter, sin duda, excepcional. Debe
quedar claro, finalmente, que la autorización que el Gobierno,
eventualmente y en caso de que se cumplieran todas
estas condiciones, concedería de tacto para la intervención
de las Fuerzas Armadas españolas en esta crisis tendría un
carácter excepcional justificado por la gravedad de la situación
humanitaria y por la amenaza que el conflicto constituye
para el delicado equilibrio de paz existente en la zona
balcánica, según constata el propio secretario general de
las Naciones Unidas en su informe.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
ASUNTOS EXTERIORES (Rupérez Rubio): Gracias,
señor ministro.

A continuación tiene la palabra el señor ministro de
Defensa, don Eduardo Serra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach):
Buenos días. Como ha anticipado el ministro de Asuntos
Exteriores, voy a ocuparme básicamente de los aspectos
militares de la crisis y voy a basar mi intervención en cuatro
puntos. El primero, el análisis de la evolución de la
situación en Kosovo, donde veremos el deterioro creciente
y progresivo; el segundo, cuáles han sido las actuaciones
de la Alianza Atlántica al respecto; el tercero, la situación
actual, para terminar haciendo referencia a la posición
española ante la crisis.

Por lo que respecta a la evolución de la situación, desde
comienzos de año, tras la insurrección armada del Ejército
de Liberación de Kosovo (ELK), fuerzas del Ministerio del
Interior apoyadas por unidades del ejército de la República
Yugoeslava han llevado a cabo una campaña de represión
policial y de castigo militar que a lo largo de diversas etapas
ha conducido a una situación dramática desde el punto
de vista humanitario, con unos 250.000 desplazados en el
interior de Kosovo, de ellos 50.000 escondidos en los montes
(en este punto, señorías, debo hacer referencia a los próximos
rigores del invierno, cuando con toda probabilidad
habrá unas temperaturas, antes de navidades, cercanas a los
20 grados bajo cero, con lo cual se pueden imaginar cuáles
serán las condiciones para estos refugiados en las montañas,
que carecen de cualquier tipo de albergue) y cerca de
90.000 refugiados, de ellos 50.000 en Montenegro, unos
15.000 en Serbia y otros 25.000 en Albania y otros países
limítrofes. Los combates fueron aumentando en intensidad
y violencia, volviéndose particularmente agudos desde
comienzos del mes de junio, fecha que es importante retener;
al final diré cuáles fueron las declaraciones de los líderes
serbios por esas fechas. Hasta ese momento las víctimas
habían sido escasas, pero tras la ofensiva del ELK en
Malisevo y la contraofensiva de las tropas yugoeslavas, los
números comenzaron a dispararse y desde ese momento
las cifras pueden calificarse de escalofriantes. A mediados
de julio, con un ELK envalentonado y que consideraba que
contaba con el respaldo internacional, la guerrilla kosovar
lanza una nueva ofensiva sobre la ciudad de Orahovac,
ofensiva que sería frenada por el contraataque del ejército
yugoeslavo. Desde comienzos de agosto, la contraofensiva
serbio se intensifica en las zonas dominadas por el ELK,
especialmente en Srbica y Drenica, donde la policía y el
ejército serbios conducen operaciones anti-ELK, anti-Ejército
de Liberación de Kosovo, con el resultado de un flujo
aún mayor de desplazados.

A pesar de anunciar el presidente Milosevic un plan de
alto el fuego y de anunciar también su disposición al diálogo



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con las fuerzas moderadas para el restablecimiento de
una cierta autonomía y un posterior referéndum sobre la
misma que se celebraría el día primero de septiembre, las
fuerzas yugoeslavas lanzaron una ofensiva a gran escala a
lo largo de dicho mes de septiembre, primero en el área de
Pec y luego en las zonas de Kijevo y Likovac, al oeste de
Prístina, en Malisevo y Lapusnik, al sudoeste de la capital,
y por último en la región sureña de Suva Reka. Durante
todo este tiempo y según nuestras estimaciones -y hablo
de estimaciones de inteligencia de la Alianza- los niveles
de fuerza fluctuaron entre 14.000 y 15.000 soldados del
ejército, con un despliegue efectivo y real de entre 8.000 y
9.000 soldados, más unos 11.000 miembros de las fuerzas
de seguridad y policía repartidos por todo el territorio de
Kosovo. Conocen SS.SS. que la población de Kosovo es
cercana a los dos millones, de los cuales más del 90 por
ciento es de origen kosovar. En cualquier caso, el modus
operandi de las fuerzas yugoeslavas ha sido sistemático,
con la pretensión de atemorizar, de aterrorizar a la población
civil, que ha sido y que está siendo la auténtica víctima
de esta guerra. Primero se cercaba un pueblo en la zona
con presencia del Ejército de Liberación de Kosovo, se
daba un ultimátum para su evacuación, normalmente de
veinticuatro horas, y luego se iniciaba un castigo, bien con
fuego artillero o bien con carros de combate, para destruir e
incendiar casas y propiedades. De los 650 pueblos y villas
en la región central y oriental de Kosovo estimamos que
unos 200 han sido eliminados o sufrido daños importantes,
es decir, aproximadamente la tercera parte.

El 28 de septiembre el primer ministro serbio, Mirko
Majanovic, anunció solemnemente el cese de las hostilidades
y la victoria del ejército sobre la guerrilla del ELK. No
obstante, según nuestras propias fuentes y los observadores
internacionales en la zona, a pesar de que parte de los
carros de combate y de los blindados retornaban a sus
bases, los combates siguieron alrededor de las bolsas de
resistencia del ELK, especialmente la región sur, a la que
antes me he referido, Suva Reka, pero también en Urosevac.

En cualquier caso, y pendientes de nuevas evaluaciones
de nuestra inteligencia militar, las unidades de combate
desplegadas al oeste y sur de Podujevo permanecen en sus
posiciones, es decir, en una situación suficientemente cercana
a la frontera limite con Serbia, pero en territorio kosovar.

Toda vez que dichas tropas no se repliegan a sus guarniciones,
comprenderán SS.SS. que es muy dificil que los
desplazados y refugiados se decidan a volver a sus hogares
por temor a posibles represalias. Además, la situación de
los desplazados se ve agravada por las dificultades que las
autoridades yugoeslavas ponen a las operaciones de las
organizaciones no gubernamentales y puede volverse
angustiosa, como les anticipaba antes, con los rigores de
los primeros fríos, pues gran parte de este cuarto de millón
de desplazados dentro de Kosovo no cuenta con refugios ni
con estructuras para hacer frente al invierno.

Así las cosas, como se pueden imaginar SS.SS., la
Alianza ha seguido estrechamente los acontecimientos,
como no podía ser de otra manera. Nada más tener constancia
de la aceleración del deterioro interno -que, como
recordarán, les dije se produjo a comienzos de junio-, tras
la reunión ministerial del día 12 del mismo mes de junio, la
Alianza hizo público un comunicado condenando la violencia
y llamando a las partes a cesar en las hostilidades.

La Alianza siempre ha considerado que el problema requería
una solución política y no puramente militar, pero había
que tener una indudable vertiente militar a la luz de las
implicaciones para los Estados vecinos, especialmente
Albania -recuerden SS.SS. la operación Alba-, y por el
cariz que estaban tomando los enfrentamientos en Kosovo
el Consejo Atlántico adoptó dos decisiones. La primera,
realizar un ejercicio aéreo sobre el espacio de Albania y
Macedonia, contando con el acuerdo de los gobiernos de
dichos países, operación que se denominó Halcón Decidido
y se efectuó el día 15 de junio. En él participaron 83
aviones de diferentes tipos y naciones y España contribuyó
con aviones F-18 y un KC-130, una cisterna. La segunda
decisión fue ordenar a las autoridades militares la evaluación
de las distintas posibles opciones militares a fin de
detener la campaña de represión sistemática y expulsiones
de Kosovo. Esto, señorías, a partir de la reunión del 12 de
junio. Con posterioridad, el Consejo Atlántico de 24 del
mismo mes de junio autorizó el inicio del planeamiento de
contingencia para aquellas opciones preparadas por las
autoridades militares que consideró más adecuadas y el 7
de agosto recibió los resultados iniciales de ese planeamiento.

Mientras se estudiaban esas opciones, la OTAN
realizó en Albania, entre los días 17 y 22 de agosto, el ejercicio
Asamblea Cooperativa, y entre los días 1 1 y 18 de
septiembre otro ejercicio, el Mejor Esfuerzo Cooperativo,
ambos en el marco de la Asociación para la Paz y en los
que participaron diversos países tanto de la Alianza como
de dicha Asociación. España también contribuyó a ambos
con una compañía de la brigada de Infantería de Marina en
el primero y con una sección de la brigada de Cazadores de
Montaña en el segundo. El 9 de septiembre el Consejo
Atlántico aprobó una nueva línea de actuación consistente
básicamente en las siguientes acciones, acciones que habían
sido depuradas de las opciones preparadas por el planeamiento
militar: primero, una respuesta aérea limitada y de
carácter inmediato contra objetivos militares seleccionados,
que implicaba bajo riesgo de daños colaterales y mínimo
impacto en la infraestrura civil; segundo, una respuesta
aérea por fases que implicaba una cierta escalada y que
contempla unas acciones que van desde la simple prohibición
de vuelos hasta una actuación en suelo de Kosovo, llegando
a acciones sobre el propio territorio serbio; y en tercer
lugar, un despliegue terrestre para la supervisión y, en
su caso, para hacer respetar un posible acuerdo de alto el
fuego.

Ante la evolución negativa de los acontecimientos -a
pesar de las solemnes declaraciones formales en sentido
contrario-, durante la reunión informal que tuvimos los
ministros de Defensa de la Alianza en Vilamoura, el pasado
día 24 de septiembre, el Consejo Atlántico decidió iniciar
un proceso de generación de fuerzas para las operaciones
aéreas que les acabo de mencionar. Consecuentemente, el
cuartel general del Mando Supremo Aliado en Europa
(Shape), emitió los correspondientes mensajes de alerta de
activación, en la terminología de la Alianza Actwarn, mensaje
que se remitió a las naciones que pudieran contribuir
con fuerzas, también a los cuarteles generales de la estructura
militar y a otros posibles mandos subordinados que
pudieran estar involucrados en las operaciones. Este mensaje,



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el Actwarn, avisa a las naciones de una eventual solicitud
de fuerzas para activar un plan específico de operaciones
y contiene los requerimientos detallados de fuerza
para cada plan. El día primero de este mes de octubre el
Consejo Atlántico ha dado un paso más en el proceso de
generación de fuerzas autorizando a Saceur para emitir los
mensajes de solicitud de activación, en la terminología aliada
Actreq, mensajes que están en este momento pendientes
de ser contestados por las naciones. Este mensaje es el que
implica una confirmación de las fuerzas que cada nación
habla avisado que podría poner a disposición de la Alianza.

Hasta que esta contestación no se produzca, pues, los
gobiernos de las naciones no han adoptado ningún paso
irreversible. Obvio es decirles, como ha constatado ya el
ministro de Asuntos Exteriores, que España todavía no ha
dado contestación a esta solicitud de activación.

Como también ha expuesto el ministro de Asuntos
Exteriores, una vez que el Gobierno adopte la decisión, a la
vista de las próximas resoluciones que puedan adoptarse en
el seno de Naciones Unidas y de los acontecimientos sobre
el terreno, tras haber realizado y agotado en su caso todos
los esfuerzos y gestiones para alcanzar una solución diplomática
a la crisis, habría -y hablo en condicional- que
condicionar nuestra eventual participación en las operaciones
que la Alianza Atlántica llevarla a cabo si se alcanzase
consenso para ello. Cuando las naciones confirmen sus
disponibilidades
de Berzas para las misiones especificadas, el
Consejo Atlántico podría emitir, si se alcanza el consenso
para ello, la tercera orden de activación, en este caso se
llama el Actord, que en sí mismo contiene la decisión de
iniciar las operaciones. Acto seguido las naciones transferirían
la autoridad de las fuerzas implicadas a los mandos
aliados. Creo, señorías, que es necesario subrayar el hecho
de que la Alianza no ha actuado de manera autónoma en
esta crisis sino que ha procurado actuar en paralelo,
siguiendo muy de cerca tanto las decisiones que se adoptaban
por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
como las iniciativas diplomáticas para alcanzar una solución
política a la crisis; sobre todo, señorías, el contenido,
que analizamos en Vilamoura de la resolución 1199 del
Consejo de Seguridad, donde ya se es consciente del drama
que se está viviendo en Kosovo y donde Naciones Unidas
se reserva el derecho a adoptar medidas adicionales en aras
de la estabilidad y de la paz con los medios apropiados.

Ello hace que la Alianza Atlántica finalice sus procesos de
planeamiento en las operaciones militares y en estos
momentos, como les he explicado, se encuentre en condiciones
de iniciarlas.

Señorías, para finalizar este segundo apartado, creo que
la evolución descrita permite poner de manifiesto que sólo
la disuasión militar parece influir en las autoridades serbias;
y excuso decirles que para que cualquier disuasión
sea eficaz tiene que tener un mínimo de credibilidad y de
firmeza. Creo que fue el señor Holbrooke el que ayer
mismo utilizaba la expresión de que hay que sacar la pistola
y poner el dedo en el gatillo para que las autoridades serbias
se sientan aludidas.

¿Cuál es la situación actual? Como acabo de decir, la
Alianza se está preparando para un eventual uso de la fuerza.

Todos los miembros de la Alianza siempre hemos preferido
y seguimos prefiriendo una salida política y no militar
a la crisis abierta por Belgrado y el Ejército de Liberación
en Kosovo, pero es posible que tengamos que autorizar
el uso de la fuerza para doblegar las voluntades bélicas
y forzar un alto el fuego. Si nada lo remedia por parte de
las autoridades yugoeslavas y los dirigentes de la guerrilla
kosovar, el Consejo Atlántico podría verse obligado a
adoptar una decisión de fuerza. En ese supuesto, los objetivos
de una posible intervención militar son claros y por
otro lado han sido explicitados por las Naciones Unidas en
la precitada resolución 1199. Básicamente son los siguientes:
cese de hostilidades por todas las partes implicadas,
cese de toda actividad de represión sobre la población civil
por parte de las fuerzas de seguridad yugoeslavas, retirada
de las tropas asociadas a dicha actividad represora, desarrollo
de medidas destinadas a mejorar la situación humana
de los desplazados y refugiados, con apoyo explícito a las
organizaciones no gubernamentales que se encuentran
desarrollando sus labores en el terreno, regreso de los desplazados
a sus hogares y, por último, apertura de un diálogo
entre las autoridades yugoeslavas y los líderes kosovares,
con un calendario ajustado, con el propósito de resolver
el conflicto de una manera no momentánea sino duradera.

Por tanto, el objetivo urgente de la Alianza no es otro
que impedir nuevas agresiones contra la población civil,
garantizar la supervivencia de los cientos de miles de desplazados
y la adopción de medidas de confianza que conduzcan
a un diálogo político sobre la posible y suprimida
extinta autonomía de Kosovo. Es creencia generalizada en
la Alianza que las fronteras de la República yugoeslava
deben mantenerse, pero que ello no es razón para anular la
autonomía de Kosovo y en ningún caso puede justificar
las agresiones de las que estamos siendo testigos. Es posible
que el mensaje contundente lanzado por la Alianza
haya tenido eco en Belgrado, así parece deducirse de las
primeras informaciones aliadas, y de nuestros propios servicios
nacionales de inteligencia que han llegado ayer
noche y esta mañana. En todo caso, hay que tener en cuenta
que Milosevic siempre ha jugado a tensar la cuerda
hasta el límite para luego aflojar un poco. Personalmente
no sé si actuará de la misma manera en esta ocasión,
pero sí parece necesario que la Alianza no baje la guardia
si en los próximos días vemos escenas de un aparente
alto el fuego y también una aparente vuelta a sus cuarteles
originales de las unidades de fuerzas yugoeslavas.

Como les digo, señorías, parece que Milosevic tiene pocos
escrúpulos a la hora de engañar o mentir. En su encuentro
con el presidente Yeltsin -y a esto me refería al comienzo
de mi intervención-, el 16 de junio, se comprometió por
escrito a detener las acciones militares y policiales y a dialogar
con la oposición. Sus tropas, señorías, no recibieron
nunca la orden de alto el fuego. Todo lo contrario, se lanzaron,
como les he explicado, en persecución del Ejército
de Liberación Kosovar mediante procedimientos cuyo
impacto sobre la población civil ha sido catastrófico en
términos humanitarios, como es bien conocido por sus
señorías. Por otro lado, a nadie se le escapa que estas achlaciones
están poniendo en peligro la estabilidad entera de
la región balcánica. Dejando atrás la experiencia de Bosnia,
actualmente se están aventando los miedos de los
macedonios, con cerca de un 40 por ciento de la población
de origen albanés, mientras se mira de reojo a los montenegrinos



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y sus deseos de independencia. Para los aliados
Kosovo no es sólo, por tanto, un drama en sí mismo, con
todo el horror y el sufrimiento de sus gentes. Representa
un tour de force frente al elemento más desestabilizador
de la región, algo que no debemos olvidar. No debemos
olvidar que los españoles, señorías, conocen sobradamente
nuestra presencia, nuestros esfuerzos, nuestras vidas y
nuestros costes en Bosnia.

¿Cuál es la posición española? Como ha dicho el ministro
de Asuntos Exteriores, el Gobierno español ha apostado
por una política solidaria con el pueblo de Kosovo y compartida
con el resto de los aliados. Nuestros esfuerzos
diplomáticos se están llevando a cabo en todos los foros
posibles y en el terreno militar hemos contribuido al esfuerzo
conjunto de la Alianza Atlántica. Por ello, como les he
indicado, hemos participado en los ejercicios Halcón Decidido
y en las maniobras Asamblea Cooperativa y Mejor
Esfuerzo Cooperativo. Estamos viendo con honda preocupación
el deterioro de la situación en las últimas semanas y
coherentemente hemos seguido el mismo rumbo que el
resto de nuestros aliados: prepararnos para una eventual
intervención militar, si llega el caso. Les he explicado que
nos encontramos en el punto en el que el Gobierno de
España deberá anunciar si compromete fuerzas con la
generación de las mismas llevada a cabo para el desarrollo
de misiones específicas. En este momento, señorías, no se
ha adoptado ninguna decisión al respecto y es por la posible
inminencia de tener que tomar una decisión por lo que
deseábamos comparecer en esta sesión conjunta de las
Comisiones de Asuntos Exteriores y Defensa para informar
de dónde estamos y de los pasos que hemos dado y
que quizás haya que dar en un futuro inmediato.

Termino diciendo que la situación es especial pero
sobre todo muy urgente. Es también delicada, pues no
podernos saber a ciencia cierta si el mero hecho de amenazar
con el recurso de la fuerza bastará para sentar a las partes
en conflicto y generar un clima de entendimiento entre
ellas, como tampoco podemos estar seguros de que una
acción limitada sea suficiente para doblegar la voluntad de
los beligerantes. Señorías, sé que ustedes comprenderán
los imponderables de la actual situación y estoy convencido
de que estarán con el Gobierno ante la necesidad de
actuar a la altura de las circunstancias. Probablemente
Kosovo está poniendo de relieve un nuevo tipo de guerras,
de conflictos, que en un futuro inmediato puede extenderse,
por lo que tendremos que tener un criterio cierto de
actuación. En este caso particular, los hechos tienen lugar
en pleno corazón de Europa y el enorme riesgo de extender
el conflicto y la inestabilidad a los países limítrofes y a
áreas muy próximas a nosotros. Ya ha explicado el ministro
de Asuntos Exteriores la dificultad de lograr muchas veces
el acuerdo unánime de los miembros del Consejo de Seguridad.

Por todo ello, la Alianza Atlántica, cuya próxima
cumbre será en la primavera del año 1999 en Washington,
tendrá como tema estelar la definición de un nuevo concepto
estratégico. Es decir, se ha iniciado una reflexión en
profundidad sobre las condiciones y los factores de la seguridad,
y allí habrá que dar respuestas sobre cómo impulsar
acciones de exportación -si se permite la expresión- de
estabilidad y sobre las bases jurídicas necesarias en cada
caso.

Por tanto -y con esto termino mi exposición-, Kosovo
nos sitúa ante un hecho de excepcional urgencia, pues
de no lograr nuestros objetivos del acuerdo político y de la
pacificación el resultado será, con carácter inminente y sin
paliativos, dramático. En estas circunstancias, y con el
devenir de, probablemente, el Consejo extraordinario de
Ministros del próximo jueves, de próximas resoluciones
tanto del Grupo de Contacto como de Naciones Unidas y
de la evolución de las circunstancias en el terreno, habrá
que tomar la decisión que; como les he dicho, señorías, será
irreversible.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
ASUNTOS EXTERIORES: (Rupérez Rubio): Como el
señor presidente del Congreso recordaba al principio de
esta sesión, el Grupo Socialista ha dirigido a la Mesa de la
Cámara una petición de comparecencia del Gobierno para
informar sobre la posición del Gobierno ante la crisis de
Kosovo, así como sobre las implicaciones de la resolución
1199/98, adoptada por el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, y de los acuerdos del Consejo Atlántico.

Vamos a tratar esta comparecencia y, en consecuencia,
comenzamos la ronda de los portavoces con la del señor
Estrella, portavoz del Grupo Socialista. Tiene usted la palabra.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Señor presidente,
en primer lugar quiero agradecer la prontitud en la respuesta
del Gobierno -esta vez, sí- y anunciar que en mi intervención
me voy a referir esencialmente a las palabras del
ministro de Asuntos Exteriores; será mi compañero el diputado
Pedro Moya Quien aborde la intervención del ministro
de Defensa.

Poco hay que añadir sobre la situación en Kosovo.

Hemos asistido impotentes, durante los últimos meses, a la
tragedia en Kosovo. El Gobierno de Milosevic ha incumplido
reiteradamente sus compromisos con la comunidad
internacional y las consecuencias son bien conocidas:
matanzas indiscriminadas entre la población civil, destrucción
de poblaciones, más de 200.000 desplazados y refugiados.

Una situación denunciada en el informe que Acnur
hizo público recientemente y que también aparece reflejada
en el informe que anoche presentaba el secretario general
de Naciones Unidas al Consejo de Seguridad: el fracaso,
en definitiva, de la diplomacia preventiva. La máxima
responsabilidad de la situación que describe el informe es
imputable al incumplimiento por Milosevic de sus compromisos,
pero no es menos cierto, señor presidente, que la
comunidad internacional quizá no ha sabido responder adecuadamente
a sus propias responsabilidades para con las
víctimas de la tragedia. En concreto, la Unión Europea, que
carece de una política común de defensa y seguridad, no ha
sido capaz -ni tampoco Milosevic ha respondido adecuadamente-
de formular respuestas políticas suficientes
para poner fin al conflicto. La declaración aprobada ayer
por el Consejo de Asuntos Generales refleja también esta
impotencia. Nadie cuestiona que las acciones que se lleven
a cabo para poner fin al conflicto debieran contar con el
concurso de Rusia, que ha sido directamente burlada y
engañada por Milosevic. Rusia es una potencia Europea
que en un nuevo marco de relaciones comparte con europeos



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y americanos responsabilidades en la seguridad del
continente. Hacer todos esfuerzos posibles para incorporar
a Rusia a la acción común para la paz en Kosovo es para
nosotros una prioridad absoluta. Por eso es esencial la
acción del Grupo de Contacto del que Rusia forma parte
junto con la Unión Europea y Estados Unidos.

Estamos frente a una situación enormemente compleja
y delicada, lo ha dicho el ministro de Asuntos Exteriores;
una situación ante la que no podemos adoptar -y esta es la
posición del Grupo Socialista- una postura de inhibición.

Sería cínico y no sería tolerable para los ciudadanos que
nos han elegido y que nos piden que se actúe para poner fin
a la violencia en Kosovo. El Grupo Socialista está de acuerdo
en que en la situación actual de continuación de la tragedia,
de engaño prolongado, de intento permanente de ganar
tiempo por parte de las autoridades serbias, la acción diplomática
requiere también una amenaza creíble de uso de la
fuerza por parte de la comunidad internacional si Milosevich
no está dispuesto a retirar sus fuerzas de choque, a
permitir la supervisión internacional, el acceso de las
organizaciones
humanitarias y el retorno de desplazados y refugiados,
así como a iniciar negociaciones genuinas con los
representantes kosovares que conduzcan a una solución
política sobre el estatuto de Kosovo. Ello no debe excluir
en modo alguno la continuación, hasta agotarlos, de todos
los esfuerzos diplomáticos. Creemos que al hacer más creíble
la amenaza de intervención ello puede contribuir a una
solución pacífica política al conflicto.

El ministro de Exteriores ha abordado las dificultades
para obtener un acuerdo que respaldes sin ambigüedad una
acción militar internacional. La Resolución 1199, como
antes la 1160, da argumentos para una intervención armada,
pero no contiene por sí sola una base jurídica suficiente
para dicha intervención. El Gobierno evoca más que invoca
el derecho de injerencia humanitaria para legitimar una
acción militar en Kosovo. Por cierto, señor ministro, es el
mismo Gobierno que hace dos meses nos decía que no
cabía una acción humanitaria de España para rescatar a las
víctimas del hundimiento de una patera en aguas marroquíes.

Nos va a permitir el ministro que no entremos por ahora
en ese debate. La formulación que se nos sugiere, aunque
atractiva y compartible en algunos de sus elementos, no
está madura. De hecho, ni siquiera sabemos si es una posición
compartida por el conjunto de los socios y aliados. Por
tanto, no tendría sentido pretender que el Parlamento se
pronuncie hoy al respecto.

En la situación actual al Grupo Socialista le parece más
importante fijar nuestra posición política, señalar los objetivos
que a nuestro juicio debe perseguir el Gobierno en los
próximos días, basando nuestra posición en el cumplimiento
de estos objetivos. Esta es para el Grupo Socialista la
forma más leal de responder a la petición del Gobierno,
aunque, señores ministros, les voy a confesar una cosa.

Después de escuchar ayer al portavoz del Gobierno rechazar
despectivamente la oferta de mano tendida del Partido
Socialista sobre la construcción del Estado, tenemos serias
dudas de que nuestra lealtad sea correspondida por el
Gobierno. Pero en fin, esto es lo que esperamos del
Gobierno. Hemos dicho ya que para el Grupo Socialista es
necesaria una solución política a la crisis de Kosovo y que
a ese objetivo deben estar dirigidas todas las acciones,
incluida la amenaza al uso de la fuerza y si es necesario,
como último recurso, el propio uso de la fuerza. Una acción
militar internacional requiere una legitimidad internacional
suficiente, lo que exige también la cohesión de los países
implicados, de los miembros de la Unión Europea y de la
Alianza Atlántica y, si es posible, de Rusia. Y se requiere,
finalmente, un proyecto político definido para el futuro de
Kosovo. Esta última cuestión es tal vez una de las principales
carencias del análisis realizado esta mañana por el
Gobierno. Echamos de menos una visión sobre el futuro de
Kosovo tras el fin del conflicto, sobre el retorno de los desplazados
y las fórmulas para dar respuesta sobre todo a las
aspiraciones políticas de los kosovares para, en definitiva,
la convivencia pacífica en los Balcanes. Algo se ha dicho
pero muy de pasada. Si el Gobierno pretende que el Parlamento
le acompañe en las próximas semanas -lo que sería
deseable- esta es también una cuestión ineludible. La
existencia de una posición común, la cohesión de nuestros
socios y aliados es también para nosotros un requisito
imprescindible, aunque somos conscientes de que el
Gobierno no está hoy en condiciones de garantizarla.

Desde luego, eso sí, queremos dejar claro que no apoyaríamos
una coalición de voluntarios, una acción de unos
pocos.

Como acabo de decir, el acuerdo de los socios, y no de
algunos socios, es también un componente esencial de
cualquier fonmulación sobre la legitimidad de la acción
militar internacional. Es cierto que estamos ante un supuesto
excepcional que requiere también formulaciones excepcionales.

Estamos ante una situación en que la noción de
legitimidad es mucho más compleja de lo que dicen quienes
hoy la niegan, pero también es menos simple de lo que
nos ha dicho hoy el Gobierno. Para el Grupo Socialista la
legitimidad para actuar en Kosovo debe basarse en elementos
muy diversos, pero sobre todo debe contener y fundamentarse
en la cohesión. Si los países de la Unión Europea
o de la Alianza no tienen una interpretación común sobre la
legitimidad, ésta será frágil y será cuestionable. Estas son
las cuestiones que determinarán de manera fundamental la
posición del Grupo Socialista y, en la medida en que el
Gobierno acompañe estos objetivos, estaremos con el
Gobierno. Hoy poco más podemos avanzar en un momento
en el que el propio Gobierno nos pide que nos planteemos
la posibilidad de tener que plantearnos. En política
exterior y de seguridad el Gobierno acostumbra a no tener
una posición conocida para luego sumarse y presentar
como posición propia el consenso mayoritario que se produce.

Tal vez por eso y por la fluidez de los acontecimientos,
la intervención del Gobierno deja abiertas una serie de
incógnitas sobre su propia posición y sobre algunos aspectos
en relación con las decisiones a las que el Gobierno está
abocado; por ejemplo, si se va a mantener el control político
sobre las sucesivas fases de las eventuales operaciones.

Tampoco sabemos si el Gobierno ha abordado en Consejo
de Ministros esta cuestión de no sólo la puesta a disposición,
sino el segundo paso, la contribución española a las
operaciones.

Finalmente, senor presidente, querría hacer una última
reflexión sobre el papel el Parlamento. Estos días se ha
hecho referencia a la resolución aprobada unánimemente
por el Congreso de los Diputados, en octubre de 1995, a



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propuesta de la Comisión de Asuntos Exteriores. Esta resolución
define con carácter general los términos en que debe
producirse la participación de España en lo que genéricamente
se denominan operaciones de paz, unos términos
que evidentemente incluyen también acciones militares
internacionales como la que nos ocupa. El Grupo Socialista
considera que no existen razones para modificar dicha
resolución, aunque estamos abiertos a su desarrollo. Cualquier
supuesto no contemplado por la resolución deberá ser
considerado de forma individualizada por el Parlamento,
que deberá fijar su posición sobre los términos de aplicación
de la resolución en el caso concreto de que se trate.

Entendemos que es el Parlamento el que debe adaptar o
interpretar sus propias resoluciones. En el pasado reciente,
como en el caso del ataque de Estados Unidos contra Irak,
el Grupo Socialista ha discrepado claramente de decisiones
del Gobierno que implicaban; a España en acciones unilaterales.

También hemos criticado lo que considerábamos
desprecio al Parlamento por la ausencia de información y
debate. La presencia hoy del Gobierno en esta comparecencia
responde con diligencia a la petición del Grupo
Socialista y refleja - queremos creerlo así- una mueva
voluntad de consenso mediante consultas formales e informarles
al Parlamento y a los grupos parlamentarios que mi
grupo, en todo caso, valora muy positivamente. Por razones
políticas y por las propias implicaciones de índole jurídica,
incluso presupuestarias, consideramos que la consulta
previa al Parlamento es imprescindible en supuestos que
impliquen la contribución de Espana al uso de la fuerza,
acciones militares navales o aéreas o el despliegue de unidades
españolas sobre el terreno en acciones de imposición
de la paz que pueden implicar operaciones de combate.

Naturalmente, el Parlamento sólo podrá pronunciarse en
este o en otro ámbito tras recibir la necesaria información
del Gobierno sobre los objetivos politicos, los medios o la
duración de la misión, condiciones que también establecía
la resolución de 1995.

En definitiva, creemos que serán necesarias próximas
comparecencias del Gobierno en las que, entre otras cosas,
deberemos abordar también las consecuencias geoestratégicas
de los distintos escenarios; y algo se ha dicho por
parte del ministro de Defensa, aunque de manera bastante
limitada. Estamos dispuestos, señor ministro, a abrir un
diálogo con los grupos parlamentarios y con el Gobierno
para desarrollar el marco actual que establece el papel del
Parlamento en estas cuestiones y a definir procedimientos
estables por los que el Parlamento pueda conocer y en su
caso refrendar las propuestas del Gobierno en supuestos
como el actual. Sin más, doy la palabra a mi campañero el
diputado Pedro Moya para que complete la posición del
Grupo Socialista.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
ASUNTOS EXTERIORES: (Rupérez Rubio): Si le parece,
señor Estrella, el que da la palabra soy yo.

Señor Moya, tiene la palabra.




El señor MOYAMILANÉS: Seré breve.

Empiezo agradeciendo a los dos ministros su presencia
aquí esta mañana. Mi intervención irá dirigida a intentar
obtener aclaración de algunos puntos de la intervención del
ministro de Defensa.

El señor ministro ha explicado lo que la Alianza entiende
que podría ser una operación en diversas fases. En primer
lugar, ha hecho referencia a una primera respuesta
aérea limitada -ha sido exactamente la expresión utilizada
y también la empleada por la Alianza-; en segundo
lugar, una posible respuesta aérea por fases, que implicarían
una cierta escalada -también me ha parecido que ésa
ha sido su expresión-, y, en tercer lugar, un eventual despliegue
terrestre, si fuera necesario, para garantizar el éxito
de las misiones anteriores.

Respecto a esta situación progresiva de distintas fases
en el operativo militar, querría preguntarle si la Alianza
considera que son fases que ineludiblemente tendrán que
darse concatenadas, una detrás de otra, o si pudiera ocurrir
que se quedase exclusivamente en alguna de ellas sin tener
que acudir necesariamente a las posteriores. Lo digo porque
me ha parecido deducir o intuir de la explicación del
ministro que no son imprescindibles las tres fases en este
momento. Es decir, todavía no se puede decir con seguridad
que vayan a darse todas y cada una de esas fases y
pudiera ocurrir que nos encontráramos con que una primera
fase fuese suficiente para detener el conflicto sin necesidad
de acudir a las posteriores. El eventual despliegue
terrestre es una situación que en este momento se contempla
en un horizonte de posibilidad, pero no necesariamente
de inmediatez, por decirlo de alguna forma. No sé si eso es
exactamente lo que el ministro nos ha querido decir. En ese
caso, una de las primeras solicitudes de aclaración iría
orientada más bien a cómo compaginar esta situación con
lo que, en algún momento a lo largo de estas semanas, por
parte del Gobierno y del jefe del Estado Mayor del Ejército
de Tierra se ha vertido en relación con las posibilidades
reales y las ofertas que, en su caso, el Gobierno español
haría para un operativo militar. Ha hecho referencias muy
concretas a 1.500 hombres, a la disposición de una brigada
con respecto al cuerpo de acción rápida de la OTAN, al
grupo táctico aliado terrestre conectado con la fuerza móvil
aliada terrestre de la OTAN. En fin, ha hecho una serie de
referencias muy concretas, incluso con menciones a que
ésa sería una primera operación y posteriormente vendría
una rotación de unidades como en Bosnia. Por otra parte, si
en su día hubiera una decisión de participar en estos operativos
militares por parte de España, entiendo que es lógico
que se vaya haciendo una previsión de las fuerzas que
vayan a estar disponibles.

Quisiera que me confirmara si esa previsión que se
apunta en algunas de las declaraciones se corresponde con
la realidad de lo que el Gobierno estaría dispuesto a ofrecer;
si las informaciones son o no exactas; si en este
momento lo que aparece en el horizonte inmediato es la
contribución con los cuatro aviones F-18 más el avión Hércules
y queda para el futuro la posibilidad del despliegue
terrestre en el marco de las unidades a que acabo de referirme;
si la eventual intervención de España en la que está
pensando el Gobierno va por este camino o por otro. Quiero
puntualizarlo porque, a mi juicio, el ministro ha sido
muy preciso en lo que nos ha querido transmitir en cuanto
al momento o a la fase en que se encuentran España y el



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resto de los países respecto a la contestación de los mensajes,
por decirlo de alguna manera.

Ha habido una reunión en Vilamoura, que usted nos ha
explicado, así como un primer sondeo de disponibilidad de
los países miembros de la Alianza sobre cuál sería su primera
disposición, según me ha parecido entender; interpreto
que a tal consulta sí se ha respondido. De las palabras
del ministro deduzco que no se ha respondido con una confirmación
definitiva y oficial -eso sí, está pendiente-,
pero se ha mostrado una disposición inicial. Si eso es así -
lo digo en el supuesto de que se produjera la confirmación
definitiva, como ha expuesto anteriormente mi compañero
Rafael Estrella-, necesariamente debería de celebrarse un
debate parlamentario por tratarse ya de la confirmación
definitiva de la presencia de fuerzas españolas. No sé qué
alcance tiene la inicial disposición que ha mostrado el
Gobierno en la materia, si ya precondiciona esa inicial disposición
que en un futuro inmediato se va a confirmar. Me
gustaría que nos precisara esta matización entre lo que ha
sido una inicial puesta a disposición de la Alianza y su
eventual confirmación definitiva.

Por último, llegada dicha eventual intervención ¿considera
el señor ministro que se pueda eludir el despliegue
terrestre, no lo digo por parte de España, sino con carácter
general? Lo digo porque ha hecho unas referencias muy
concretas a un hecho, ineludible, en el caso de tomar la
decisión de los ataques aéreos, pero ha quedado un poco
más nebuloso lo del despliegue terrestre. Querría saber si
lo que significa la vuelta de los refugiados a sus lugares de
destino, el éxito de las misiones que se hayan podido
emprender, la garantía de seguridad para los desplazados y
miles de refugiados, si todo eso es posible sin un despliegue
terrestre. ¿Cabe pensar que esas operaciones pueden
tener éxito sin un despliegue terrestre, como ha ocurrido y
está ocurriendo en Bosnia y en otros escenarios? Es sólo
para ir haciéndonos a la idea de que si se pone en marcha la
operación de fases en un momento determinado nos vamos
a encontrar con que el Gobierno tendrá que decidir y el Parlamento
dar su opinión, buscando el consenso de las fuerzas
políticas, sobre lo que es más trascendente ,que es el
despliegue terrestre, en cuanto a implicación de un mayor
número de contingente español. Es posible que eso todavía
no aparezca en el horizonte, pero no está de más que fuéramos
aclarando cuáles serían los eventuales pasos en este
sentido.

Termino mi intervención solicitando esas aclaraciones.

Lo que más me importa es que se esclarezca la situación en
la que se encuentra España en cuanto a sus niveles de compromiso:
si se trata de compromisos de puesta a disposición
de carácter no formal o de algo más, en cuyo caso le
pedimos al Gobierno que no dé pasos en esa dirección sin
que el Parlamento tenga antes una información y busque el
consenso entre las fuerzas parlamentarias.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
ASUNTOS EXTERIORES: (Rupérez Rubio) ¿Grupos
parlamentarios que desean hacer uso de la palabra. (Pausa.)
En nombre del Grupo Parlamentario Mixto tiene la
palabra el señor Alcaraz.

El señor ALCARAZ RAMOS: En nombre de Nueva
Izquierda debo agradecer, ante todo, la comparecencia de
los dos ministros, tanto por la celeridad como por lo
exhaustivo de la información aportada, que creo que es un
buen principio para que en un tema tan complejo podamos
entendernos y contribuir a alcanzar consensos, si fuera
posible. Es cierto que están pendientes algunas cuestiones
de información, fundamentalmente sobre lo que supondría
la aportación española, llegado el caso del uso de la fuerza,
pero probablemente en la segunda intervención de los
ministros se despeje, en la medida en que se pueda, la fase
en la que nos encontramos.

Sería ocioso reiterar la gravedad de la situación, la complejidad
del problema, la terrible situación que están atravesando
decenas y decenas de miles de personas en un
lugar de Europa; hoy no se trata de repetirlo porque estoy
convencido de que todos los grupos políticos coincidimos.

Hay que decir también, aunque seguramente tal vez es
innecesario -al menos lo es para nuestro grupo político-,
que es urgente dar una salida al conflicto; se ha indicado
la fecha de antes del invierno, parece lógico que así
sea. En ese marco tampoco parece posible desdeñar la
intervención armada. Nos encontramos en una situación en
la que no se puede cerrar los ojos al sufrimiento, y las vías
que lo prolonguen innecesariamente pueden ser contraproducentes.




Dicho esto, hay que lamentar inmediatamente la constatación
del fracaso de un sistema mundial de seguridad
colectiva, que es lo que está detrás de la posible intervención
de la OTAN. No hay que constatarlo sólo desde el
puro lamento, sino que sería deseable que España y sus
aliados, la OTAN y, desde luego, Estados Unidos, igual
que ponen énfasis en la resolución de determinados conflictos,.

lo pusieran en la reforma de los mecanismos de
seguridad mundial. Ahí es donde comienza a fallar la argumentación
basada en la legitimidad y en la ética de cierto
tipo de intervenciones. Si la OTAN se va a configurar como
el gendarme mundial porque falta el mecanismo, pero
colectiva e individualmente sus miembros no ponen igual
énfasis en modificar el sistema de seguridad colectiva, dificilmente
se van a poder mantener unos argumentos en
situaciones que, lamentablemente, se producen en este
momento histórico.

Creo que no se les oculta a SS.SS. ni a los miembros
del Gobierno que nos encontramos con un precedentes
extraordinariamente peligroso. Ha habido otros, pero el
caso actual es un precedente muy peligroso de intervención,
porque no se hace bajo el mandato explícito de Naciones
Unidas. Es cierto que se invoca el derecho de intervención,
el derecho de injerencia humanitaria; se puede
compartir ese argumento. Éste es quizá la gran aportación,
-seguramente todavía ni codificada ni conceptualizada en
el derecho internacional- de este final de siglo; eso es verdad.

Pero difícilmente se puede defender ese derecho de
intervención o de injerencia si no es sobre una sólida base
moral. Desde luego, esa base moral nunca va a existir, si se
parte de la idea de cierta discrecionalidad de los Estados
poderosos frente a otros, dicho de otra manera, si se va a
establecer reiteradamente dobles varas de medir a la hora
de defender el derecho de intervención. ¿Qué pensaría la
OTAN o su gran aliado, Estados Unidos, si en otro lugar



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del mundo ante ciertas situaciones -saben SS.SS. y el
Gobierno que existen situaciones como la de Kosovo o más
graves todavía- otros Estados unilateralmente, sin contar
con Naciones Unidas, decidieran, intervenir invocando el
derecho de injerencia? Seguramente, la OTAN no lo consentiría.

Imaginemos qué sucedería si unilateralmente Estados
como China, India o Pakistán, decidieran intervenir
ante conflictos similares en Asia. Seguramente, la OTAN
sería la primera que diría que no sirve el derecho de injerencia
y habría que reconducirlo a través de Naciones Unidas,
al menos. Por tanto, aunque estamos de acuerdo desde
Nueva Izquierda con el derecho de injerencia, con el derecho
de intervención por razones humanitarias, no podemos
dejar pasar la ocasión de decir que hay un cierto tufillo
maniqueo, hipócrita, cuando se aplica en unas ocasiones y
no en otras. Es cierto que esta argumentación con una base
ética tampoco puede conducir a la inmovilidad, porque nos
podríamos encontrar en el otro extremo del enunciado: que
fuera siempre imposible la intervención, de modo que el
enunciado válido para congresos o debates no pudiera llevarse
a la práctica nunca.

Por lo demás, sigue existiendo un interrogante fundamental.

Ayer mismo, el señor Ralf Dahrendorf, poco sospechoso
de veleidades izquierdistas, ponía el dedo en la llaga
de uno de los problemas fundamentales. ¿Cuál es la alternativa
política a medio plazo para Kosovo? Ésta no sólo es
una pregunta que afecte a la estabilidad en Kosovo, al respeto
a todas las minorías, incluida también en este caso la
serbia, sino que afecta a todo el establecimiento, que se
configura como uno de los objetivos de la posible intervención:
la estabilidad en los Balcanes. No es ajena la medida
política, porque, si no se halla un buen futuro a medio plazo
de estabilización política en Kosovo, nos encontraremos,
por un lado, con que el conflicto seguirá abierto y se podrá
cerrar en falso y, por otro, se estaría sentando un precedente,
también pernicioso, para otras zonas, como Macedonia,
Montenegro, etcétera, que siguen siendo, lamentablemente,
un polvorín. Por tanto, sería bueno y deseable que, junto
a otro tipo de argumentos, aparezca cuál es la voluntad del
Gobierno español, cuál es la voluntad de los aliados en este
caso, cuando hablo de aliados más que la OTAN, me preocupa
la Unión Europea; cuál debería ser, en definitiva, el
futuro estatuto político para Kosovo.

Dicho lo anterior, no nos vamos a oponer por principio
a una posible intervención militar, pero, desde luego, el
Gobierno no podrá esperar de nosotros ningún entusiasmo
por la intervención. La apoyaríamos, llegado el caso, si
fuera bajo mandato de Naciones Unidas, porque, aun siendo
siempre lamentable el recurso de la fuerza, entendemos
que encuentra una legitimidad mayor que si es decisión
unilateral de un grupo de Estados. Si no se alcanza ese
acuerdo en Naciones Unidas, nuestra posición definitiva,
llegado el caso, vendría modulada, condicionada, tanto en
lo que supone en sí misma la intervención como los niveles
de participación española, por cinco elementos: primero,
apreciar que se han agotado todas las vías diplomáticas y
que se mantiene el bloqueo de Naciones Unidas; segundo,
que queden claros los objetivos concretos de la intervención
o, dicho de otra forma, que se asegure el respeto a los
objetivos de Naciones Unidas -en este punto tanto como
en el anterior, sería bueno que, aun reconociendo el fracaso
de la institución que dirige, fuera el secretario general de
Naciones Unidas quien diera alguna palabra sobre este
tema y, probablemente, eso sí podría conseguirse-; tercero,
que se defina el día después, es decir, que se defina cuál
es el escenario político futuro para Kosovo y para la región
en su conjunto; cuarto, conocer las posiciones y el aporte
de fuerza de otros Estados y el nivel de compromiso y de
cohesión de los aliados; y quinto, que el Gobierno mantenga
un contacto fluido, del tipo del que hoy estamos manteniendo
o por otras vías, con todas las fuerzas políticas, tratando
de mantener el consenso en cada fase del conflicto,
no pidiendo un cheque en blanco ante posibles escaladas o
variaciones, y que ese tipo de contactos, sin desdeñar otras
vías por razones de afinidad o de eficacia...




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
DEFENSA: (Muñoz-Alonso y Ledo): Señor Alcaraz, vaya
terminando, por favor.




El señor ALCARAZ RAMOS: Acabo.

Decía que esas vías deberían aceptarse en sede parlamentaria.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
DEFENSA: (Muñoz-Alonso y Ledo): Por el Grupo Parlamentario
Vasco (EAJ-PNV) tiene la palabra el señor González
de Txabarri.




El señor GONZÁLEZ DE TXABARRI MIRANDA:
Señor presidente, quisiera comenzar también agradeciendo
la comparecencia de los ministros de Asuntos Exteriores y
de Defensa en nombre del Grupo Parlamentario Vasco
(EAJ-PNV). Ésta es una de las ocasiones en las que hacer
coincidir el tiempo real con el tiempo parlamentario se
agradece, pues se ha adoptado un mecanismo de comparecencia
rápida y ágil en un foro adecuado, circunstancia que
el Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) quiere agradecer
al señor presidente.

En primer lugar, deseo manifestar que el Grupo Parlamentario
Vasco (EAJ-PNV) comparte el análisis que tanto
el ministro de Asuntos Exteriores como el ministro de
Defensa han hecho en esta comparecencia en relación con
la situación de Kosovo, que también nosotros calificamos
de alarmante ante una circunstancia de represión militar
sistemática y de vulneración flagrante de los derechos
humanos de los ciudadanos kosovares. Compartimos también
al igual que el análisis, el objetivo que ambos ministros
han manifestado de poner fin a la crisis, situación que
tanto política como militarmente no se nos oculta que es
compleja. Creemos que ni la comunidad internacional ni
nosotros mismos debemos permanecer impasibles, inhibidos,
ante la masacre de la población kosovar. Las actuaciones
que se han puesto en marcha hasta el día de hoy han
dejado en evidencia que no han producido los efectos de
alto el fuego deseado y también, como otros portavoces
han indicado, que las instituciones internacionales que tienen
como objetivo sostener la arquitectura de seguridad no
están funcionando correctamente. Sí hubiésemos agradecido
en las intervenciones tanto del ministro de Exteriores
como del ministro de Defensa que hubiera algún análisis
en esta dirección. Yo creo que haremos bien en evaluar



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debidamente el funcionamiento de estas instituciones internacionales
y en hacer propuestas correctas para aquilatar su
funcionamiento, porque se constata claramente el fracaso
de la diplomacia preventiva y, en consecuencia, la no consecución
de los objetivos de estas instituciones. En todo
caso queda claro que la voluntad fascista de Milosevic no
se ha doblegado con las intervenciones que se han puesto
en marcha. En consecuencia, es razonable plantear hoy en
esta Cámara por parte del Gobierno la posibilidad de apertura
de nuevas autorizaciones. Si bien en el uso habitual de
los criterios de esta Cámara es razonable que se sostenga
por parte del Gobierno que estas intervenciones debían ser
autorizadas por una resolución expresa, dado el carácter
excepcional, al Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) le
parece razonable que se plantee hoy en esta Cámara la
posibilidad de apertura de nuevas dinámicas dentro de los
acuerdos que esta Cámara tiene adoptados en materia internacional.

Es evidente también que nosotros preferiríamos
una salida política a una salida militar. Yo creo que, a las
alturas del análisis, esto son obviedades y que se antepone
establecer la premisa mayor de que se ponga fin de inmediato
a esta situación, es decir, Milosevic y su gobierno
deben de cesar en el uso desproporcionado de la fuerza y
en su acoso a la población kosovar. Compartimos ese objetivo
que ha manifestado el ministro de Defensa en el sentido
de establecer una política solidaria con la población de
Kosovo. Contarán para ello con nuestro apoyo y con nuestra
comprensión excepcional.

En segundo lugar quería decir, señor presidente, que
nos hubiera gustado -y nos gustará en el futuro- que esta
comprensión y este apoyo sean correspondidos igualmente
por parte del Gobierno. En los últimos días y hoy mismo
tanto la prensa (en informaciones, en editoriales, en declaraciones
institucionales de nivel internacional) como incluso
algún líder político español, están empeñados en comparar
y en relacionar la situación de Kosovo con la de
Euskadi y observamos con preocupación el silencio del
Gobierno en relación con este tema. Hoy mismo algún
periódico de Madrid dice concretamente que las reticencias
de la OTAN -estoy citando textualmente una editorial de
la prensa de Madrid de hoy- para una intervención en la
zona responden a la negativa de los países occidentales a
reconocer la independencia de Kosovo. Occidente apuesta
por la autonomía de Kosovo, pero hablar de independencia
es una cuestión más compleja que exigiría intervenir en los
asuntos internos de una nación, en esta ocasión Serbia. Por
poner un ejemplo lejano pero comprensible pregunta el editorialista
cómo respondería España si la OTAN decidiera
una intervención militar en pro de la independencia del
País Vasco o Cataluña. Alguna declaración de orden internacional
dice hoy mismo que Ziugánov compara a Kosovo
con el País Vasco e indica el dirigente comunista: por qué
no utilizar también los procedimientos que se plantean hoy
para resolver la cuestión vasca en España. No se les oculta
a SS.SS. que nada más y nada menos el representante de la
OSCE en el área, don Felipe González, comparó a Milosevic
con el señor Arzallus.

El silencio del Gobierno, el silencio de esta Cámara es
ciertamente clamoroso. Nosotros, señores ministros, compartimos
sus objetivos, mostramos nuestra solidaridad,
pero queremos dejar en evidencia también sus silencios.

Los distintos ministerios cuentan con órganos de opinión,
con distintos mecanismos de conformación de la opinión
pública, que, ante estas declaraciones internacionales y
estos posicionamientos, nos gustaría que se pusieran en sus
sitio. Nosotros esperamos también el calor de su solidaridad,
de sus sabios consejos y estamos convencidos de que
también contaremos con su apoyo para poner las cosas en
su sitio y fomentar los procesos de pacificación tanto en
Kosovo como en el País Vasco, insisto, poniendo, las cosas
en su sitio.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
DEFENSA: (Muñoz-Alonso y Ledo): Por el Grupo Parlamentario
Catalán (Convergència i Unió) tiene la palabra el
señor Recoder.




El señor RECODER I MIRALLES: Ante todo, quiero
agradecer la rápida comparecencia de los señores ministros
de Exteriores y Defensa ante esta Comisión para informar
de un tema que nos parece de extrema gravedad. Sin
lugar a dudas, nos encontramos ante una situación excepcional,
que, como digo, creo que todos estaremos de acuerdo
en definir como de extrema gravedad. Además, se trata
de una situación que no es nueva, que viene arrastrándose
desde hace tiempo, pero que ahora, en los últimos días, se
ha visto notablemente agravada. Hemos leído en los
medios de comunicación que en estos siete meses las fuerzas
serbias han sacado 300.000 kosovares albaneses de sus
hogares y han destruido sus pueblos, animales y cosechas;
que al menos 50.000 de los fugitivos están atrapados en las
montañas, donde ya han caído las primeras nieves; que
unos 800 kosovares albanos han sido asesinados, casi todos
ellos civiles y no combatientes; que los ancianos, los jóvenes
y sus madres han sido masacrados en barrancos, como
los habitantes del pueblo de Gornje-Obrinje?, hace escasamente
diez días, asesinados cuando huían o en represalias y
que, como parte de una política de sembrar el terror, las
fuerzas serbias han utilizado tanques, artillería y cohetes
contra los campesinos, desafiando todas las leyes de guerra
y, al igual que en Srebrenica, se ha apartado y asesinado a
sangre fría a civiles. Son noticias de la prensa internacional,
que, sin lugar a dudas, nos hacen extromecer y nos sitúan
ante la gravedad de este conflicto.

Una vez que parece agotada la vía del diálogo para
resolverlo, nuestro grupo parlamentario entiende que es
necesaria, y debemos exigirla, una intervención de la
comunidad internacional. Para ello, el Gobierno contará no
sólo con nuestro apoyo, sino que además le instamos a que
defienda, en el seno de las instituciones internacionales y
en especial en el seno del Consejo Atlántico, el uso de la
fuerza para restablecer el respeto a los derechos humanos
en Kosovo. Si el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas no autoriza, y no ha autorizado, el uso de la fuerza,
por motivos que conocemos sobradamente y por la oposición
básica de dos Estados, China y Rusia, no nos queda
otro remedio que apelar al tan traído esta mañana, y lo celebrarnos,
derecho de injerencia humanitaria. Además, pensamos
que la intervención debe ser rápida. La comunidad
internacional, y muy especialmente nosotros, la Comunidad
Europea, ya hemos cometido demasiados errores en
esta zona de los Balcanes; ya se consintieron atrocidades



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en su momento para permitir una más. A estas alturas del
conflicto, y con el espectro presente de lo ocurrido en Bosnia
en Un pasado reciente, debemos constatar que, por
suerte, ya está enterrada aquella apuesta que se realizó en
su momento por algunos gobiernos a favor de la estabilidad
balcánica bajo la supremacía serbio y ya vimos también
entonces la inutilidad de las apelaciones a la paz y a la
concordia y que al bando agresor sólo se le podía parar por
la fuerza. Parece que ello está totalmente vigente y tenemos
la impresión, corroborada por los acontecimientos de
los últimos días, de que los dirigentes serbios no se acaban
de creer las amenazas. De hecho, ya vimos en el pasado
cuál fue la reacción de Milosevic, persona con notable
responsabilidad
en lo que ocurrió en Bosnia y, sin lugar a
dudas, principal responsable del drama de Kosovo.

Pensamos, señor presidente, que si pretendemos construir
Ewropa sobre los valores de la libertad, la democracia
y el respeto a los derechos humanos no podemos aceptar en
ningún caso que la fuerza pueda prevalecer sobre la razón,
porque estaríamos animando a que la barbarie se instale
allí donde convenga. Por tanto, termino diciendo que deben
darse los pasos necesarios para agotar las últimas vías de
diálogo; pero, cuando la diplomacia finalice su actuación,
el Gobierno contará con nuestro apoyo en las decisiones
que tome destinadas a restablecer el respeto a los derechos
humanos en aquella zona del continente.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
DEFENSA: (Muñoz-Alonso y Ledo).

Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida
tiene la palabra el señor Meyer.




El señor MEYER PLEITE: Quiero reiterar el agradecimiento
del Grupo Federal de Izquierda Unida por la
prontitud en esta comparecencia de los dos señores ministros
porque, efectivamente, la situación demandaba esta
celeridad.

Comienzo mi intervención dejando una posición muy
clara respecto a nuestra solidaridad con todo el pueblo
kosovar que está sufriendo una gran agresión en cuanto a
todos sus derechos, el derecho de autodeterminación, el
derecho pacífico a la autodeterminación, el derecho a la
vida, el derecho a la dignidad y, por lo tanto, manifestamos
toda nuestra solidaridad con este pueblo que en estos
momentos es En pueblo más que está en esta larga marcha,
huyendo del horror, de la guerra y del ataque a los derechos
humanos.

Dicho esto, señorías, voy a ser muy preciso a la hora de
señalar cuál es la posiciónde Izquierda Unida, tan preciso
como lo han sido los dos señores ministros de Exteriores y
Defensa. Si nuestros diputados y diputadas de Izquierda
Unida pudieran votar, es decir, pudieran decidir qué hacer,
votaríamos hoy que no daríamos el visto bueno a una intervención
militar en Kosovo. Y digo si pudiéramos, porque
aquí -después me referiré brevemente a ellos- se da esta
gran paradoja. Todos decidimos que es un gran problema,
todos señalamos que es un problema extraordinario, como
es enviar tropas nacionales a un escenario exterior, pero la
decisión no está en esta Cámara. Nosotros no vamos a decidir,
vamos a ser informados, daremos una opinión, pero no
vamos a votar. Esta paradoja se tendrá que resolver.

Izquierda Unida, lógicamente, no va a esperar a terminar
esta legislatura para presentar una iniciativa, en el sentido
de que sea la Cámara la que tenga la última palabra en autorizar
misiones internacionales. Si no se hace así, estamos
ante un escenario internacional con el que habrá que reflexionar
y que cada uno tome las decisiones oportunas. Se
nos van escapando las decisiones financieras, se nos va a
escapar la decisión sobre una misión internacional de esta
envergadura. ¿Qué va a quedar a los parlamentos? ¿Qué va
a quedar a la soberanía nacional? No es un tema menor y lo
vamos a plantear cuando corresponda.

Y digo que votaríamos que no, ¿por qué, señorías? Voy
a referirme al titular que han manifestado, fundamentalmente,
el ministro de Asuntos Exteriores, que me parece
muy preocupante por lo que pueda abrir en el nuevo escenario
internacional. Decía el señor ministro de Asuntos
Exteriores que el Gobierno español, caso que el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas no diera el visto bueno
explícito para una autorización de intervención militar, ante
esta situación excepcional que moralmente exige una intervención,
se podría pensar en una intervención militar fuera
del marco del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Yo me quedo con este titular y desde luego desde Izquierda
Unida estamos radicalmente en contra de esta interpretación,
porque se sustenta sobre falsa moral y una doble
moral y, de empezar a caminar por este escenario, no solamente
no contribuiríamos a resolver los problemas politices,
militares y de conflicto que hay en el mundo, sino que
los incrementaríamos.

Esa interpretación que ha hecho el ministro de Asuntos
Exteriores tiene un talón de Aquiles absolutamente vulnerable.

La doble moral. ¿En cuántos muertos, perseguidos,
desplazados, personas a las que se les vulneran los derechos
humanos, cifraría el Gobierno una intervención militar?
Es decir, ¿cuántos muertos se tienen que producir en
un escenario? ¿A cuántas personas se les tiene que no reconocer
los derechos de la autoderminación, etcétera, para
justificar una intervención militar?
El ministro de Defensa hablaba de doscientos pueblos
arrasados. El ministro Hakaluglu, de Turquía -no la oposición
turca-, cifró en 3.250 los pueblos kurdos arrasados,
con un total de tres millones de kurdos en la diáspora. Turquía
es su aliado, no de Izquierda Unida; es el aliado en ese
escenario de Alianza Atlántica. Turquía está vulnerando
claramente los derechos humanos. Desde esa lógica, habría
que intervenir militarmente en Turquía. Pero más cerca de
Turquía, en Argelia, ¿hay problema de vulneración de derechos
humanos en Argelia? Parece ser que sí. ¿Más graves
que en Kosovo? Parece ser que sí. ¿Hay que promover una
intervención militar en Argelia? ¿Y seguimos así? Pues ése
no es el escenario por el que Izquierda Unida va a apostar
para un nuevo modelo de seguridad compartida.

La posible intervención, autorizada por el Gobierno
español, fuera del marco del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, sería una bofetada para Naciones Unidas,
para su secretario general y una bofetada a este Parlamento,
que decidió en 1995 -lo dijo el portavoz del Partido
Socialista Obrero Español- las condiciones para la
autorización de una intervención de paz. Y son explícitas
-más claro, el agua-: primero, un mandato explícito del
Consejo de Seguridad, que no es interpretable, sino un



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mandato explícito por el que se autoriza una intervención
militar; segundo, la definición de esa intervención. La definición
es fundamental. ¿Cómo se puede decir a un representante
del pueblo español, en cuyas manos, de acuerdo
con el mandato constitucional, está el declarar el estado de
guerra -está en nuestras manos, no en manos del ministro
de Defensa ni de los ministros del Gobierno, sino en manos
de este Parlamento-, y, sin embargo, se nos sustraiga este
debate: en qué condiciones, cuándo, cómo?
Señorías, a mí me parece que, de producirse o desarrollarse
o implementarse esta nueva teorización que hace el
Gobierno de que sin mandato del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas es posible la autorización de una intervención
militar, se nos situarla en un escenario en el que
Izquierda Unida va a plantear y replantear muchas cosas.

Tendríamos que replantearnos muchas cosas en el marco
del derecho internacional. Se abrirla camino una nueva
etapa en la que ya no sabríamos a qué atenernos. La autonomía
de la OTAN no es nueva, ni la autonomía de Estados
Unidos, que de alguna manera está planteando que en
sus áreas de influencia se debe anteponer la lógica del castigo
frente a la lógica diplomática. Kofi Annan está recibiendo
de un tiempo a esta parte mucha incomprensión y
muchas zancadillas en sus misiones fundamentales, como
es la de evitar la guerra. Tuvimos un escenario hace relativamente
poco que no era exactamente igual, en el que Estados
Unidos reclamaba una acción militar en Irak en relación
con el proceso de verificación del desarme químico, y
ahí Kofi Annan tuvo que librar otra batalla, la misma que
yo entiendo que está librando hoy. Ayer dejó muy claro en
su discurso -y en esa posición es en la que está Izquierda
Unida- que en la Resolución 1199, de 23 de septiembre,
se establece que en lo que hay que invertir es en el cese de
hostilidades, en la retirada de fuerzas militares y paramilitares
y en una negociación sobre el futuro de la región
-insisto, una negociación política sobre el futuro de
la región-. Todo lo demás supondría, desde luego, una
vuelta atrás en el conflicto.

Celebro que los dos señores ministros, de Exteriores y
de Defensa, estén preocupados por el invierno. Nosotros,
también. Pero a las personas con frío y con hambre no se les
resuelve el problema lanzando bombas, aunque estén precisamente
guiadas por rayos láser. Yo creo que lo que hay que
dar a las personas que tienen frío y hambre son abrigos,
mantas y comida, y cualquier bombardeo de estas características
por paracaídas contará con todo nuestro apoyo. ¿Se
refiere a bombardear con mantas? ¿Con comida?



El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
DEFENSA: ( Muñoz-Alonso y Ledo). Vaya terminando,
señor Meyer.




El señor MEYER PLEITE: Termino, señor presidente.

¿Va a paliar el frío un sistemático y preciso bombardeo
selectivo? A no ser que sean bombas de napalm, con las
que al menos los que les queden cerca se podrán calentar
las manitas, para los demás, desde luego, lo que trae la
bomba es desolación. (Un señor diputado: ¡Qué barbarida!)
Sí, qué barbaridad, señorías, qué barbaridad. Ésa es la
expresión más clara, qué barbaridad, que un diputado no
sepa ya a qué atenerse, ni siquiera a los acuerdos que se
toman ante esta Cámara. Ésa es la barbaridad.

¿Qué es lo que nosotros planteamos? Vamos a estar
expectantes a lo que diga el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, que yo creo que es un marco muy importante
en donde habrá que evaluar el alcance de la Resolución
1199, que las propias Naciones Unidas tengan capacidad
de verificación del acuerdo, porque ayer su secretario
general decía que Naciones Unidas no tenía una verificación
objetiva, y en función de ello me parece una idea muy
acertada el que la OSCE pueda intervenir, pueda mediar
para evitar lo que Kofi Annan quiere evitar, que es una guerra:
es decir, anteponer la solución política a la solución de
la guerra.

Nuestra posición, por tanto, es clara como el agua. A la
espera de lo que se decida en el Consejo de Seguridad, nos
vamos a oponer a cualquier autorización, a cualquier decisión
que plantee este nuevo escenario, es decir a una intervención
unilateral por parte de la OTAN en un determinado
lugar con un determinado conflicto, porque además de
ir en contra del derecho internacional iría en contra de una
cosa fundamental que es en no ayudar al refuerzo a la
democratización de Naciones Unidas, iría en sentido absolutamente
contrario, y en ese escenario desde luego no
vamos a estar en las mejores condiciones para ayudar a la
superación de los conflictos.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
DEFENSA: (Muñoz-Alonso y Ledo): Por el Grupo Popular,
tiene la palabra el señor Robles.




El señor ROBLES FRAGA: La cuestión que hoy nos
ocupa es de suma gravedad. La pregunta que debemos
hacernos es no solamente qué debemos hacer en términos
generales, ni siquiera qué modificaciones del orden internacional
tenemos que proponer aquí; el punto del debate
no es ése, es mucho más perentorio y mucho más urgente,
es qué hacemos los españoles, los europeos y los demás
países que están interesados y comprometidos con la paz y
la seguridad de la región y que además están escandalizados
por la barbarie que se ha desatado sobre la población
de Kosovo, la barbarie que ha desatado el ejército yugoeslavo
y las policías a su servicio en contra de sus propios
conciudadanos.

Estamos ante una situación de bloqueo institucional de
la comunidad internacional, que parece incapaz de dar respuesta
alguna a las demandas de la comunidad internacional
expresadas en las resoluciones 1160 y 1199, del
año 1998, del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

La pregunta es pertinente. ¿Es un derecho de injerencia
o más bien un deber de injerencia humanitario? Recordaré
la intervención del ministro a la sazón Javier Solana, en el
año 1995, cuando se hablaba de la intervención en Bosnia
y señalaba que esa intervención se justificaba por una serie
de razones: se habían cometido violaciones graves del
derecho internacional, especialmente el humanitario; se
había hecho caso omiso, por parte del gobierno de Belgrado,
de las resoluciones del Consejo de Seguridad; se habían
cometido actos de barbarie contra la población y había que
detener la agresión serbio. Señalaba el entonces ministro
que se trataba de señalar los límites a Serbia y de responder



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con contundencia a la barbarie de Serbia, y volvía a recordar
una y otra vez que lo que estaba proponiendo y lo que
proponía a esta Cámara era una posible acción militar puntual,
concreta y específica para ayudar a una solución política.

Aquí nadie ha hablado de buscar una solución militar
sino de contribuir, mediante posibles acciones armadas, a
una solución política.

La cuestión de Kosovo no puede desligarse de la responsabilidad
que ya tenemos en la zona, que tenemos en
Bosnia, que hemos ejercido en Albania y en otros países de
la zona. No podemos decidir que no vamos a decidir nada,
como aquí ha sido sugerido. No podemos decidir que no
vamos a hacer nada ante la extensión de la agresión serbio
contra sus propios ciudadanos o ante la apuesta del señor
Milosevic, que un portavoz socialista en la anterior legislatura
llamaba el doctor Frankestein de los Balcanes. Tenemos
que romper esa apuesta de tener manos libres en Kosovo
por parte del Gobierno yugoeslavo. Efectivamente,
podemos encontrarnos con vetos en el Consejo de Seguridad;
pero, entonces, ¿a quién le echaremos la culpa de la
muerte o de los sufrimientos de los 300.000 desplazados o
de los 50.000 -cincuenta mil seres humanos que vagan
por los bosques y las montañas de Kosovo mientras el
invierno se acerca?
Parece claro que detener esta emergencia humanitaria
no es posible sin pararle primero los pies al señor Milosevic.

Podemos atribuir a todos los demás, a otros, al resto de
la sociedad internacional, los males que no estamos dispuesos
a remediar. Pero esa no es la actitud de nuestro grupo.

No queremos que nos digan que por nuestra parte faltarán
la unanimidad y la decisión necesarias para detener la
emergencia humanitaria que en estos días existe en Kosovo.

El Gobierno sabe, naturalmente, que cuenta con nuestro
apoyo y que cuesta obtener -y eso se hace mediante
debates parlamentarios y debates ante la opinión pública-
el consenso necesario. Pero en el pasado, los gobiernos que
nos precedieron siempre contaron con la solidaridad, el respaldo
y el apoyo del Grupo Parlamentario Popular; nunca
mezclamos cuestiones de política diaria, o cuestiones de
debate interno, con las grandes cuestiones de política internacional.

Por lo menos, tratamos, y evitamos mezclar ese
tipo de cuestiones con las más importantes que afectan al
interés nacional, y en este caso, también al interés europeo.

¿Y cuál es el interés nacional, español, y cuál es el interés
europeo? Incluso, ¿cuál es el interés de la comunidad internacional,
tal como la vemos nosotros? En primer lugar,
repito, atajar el desastre humanitario; en segundo lugar,
detener la extensión de la crisis, y finalmente, y eso no es
poco, garantizar la paz en las fronteras europeas. Ésa es
una responsabilidad que no podemos dejar una y otra vez
en las manos de otros, responsabilidad que si de verdad
creemos en la identidad europea, si creemos en la política
europea y creemos en la Unión Europea, tenemos que
empezar a ejercer nosotros mismos. Yno será por la actitud
del Grupo Parlamentario Popular por lo que se pueda decir
que España no cumplió esta vez con sus obligaciones.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
ASUNTOS EXTERIORES (Rupérez Rubio): Señor Fernández
de Mesa.

El señor FERNÁNDEZ DE MESA DÍAZ DEL RÍO:
Muchas, gracias, señores ministros de Asuntos Exteriores y
de Defensa, por su comparecencia.de esta mañana ante la
Comisión, y sobre todo, por hacerlo en tiempo y forma,
porque, de la misma manera que recordaba el portavoz de
Asuntos Exteriores De este grupo parlamentario que el
Grupo Parlamentario Popular había mantenido el apoyo
permanente al Gobierno anterior en todas las misiones en
las que se había tenido que desplazar algun contingente
español -y baste recordar lo que pasó en el Golfo Pérsico
o lo que pasó en el Adriático, en la antigua Yugoslavia; o
con la intervención aérea a finales de agosto del año 1995,
habiendo fuerzas españolas en tierra, sin que este Parlamento
se enterara a priori absolutamente de nada, sino
siempre dando cuenta a toro pasado de las resoluciones que
había adoptado el Gobierno anterior- nosotros aplaudimos
esta iniciativa del Gobierno del Partido Popular, en
este caso esta iniciativa del Gobierno de España, de que
antes de adoptar una decisión o una medida en relación con
el conflicto que nos ocupa haya comparecido ante esta
Cámara para dar cuenta claramente de cuál es la situación
del escenario en este momento y cuáles son las posibles
soluciones que desde los ministerios de Asuntos Exteriores
y de Defensa se proponen.

Desde nuestro punto de vista, la necesidad de una intervención
en Kosovo se deriva de tres hechos básicos, oídos
los expertos en el tema. Uno, el convencimiento de que la
estrategia de Milosevic es proseguir con la violencia y el
desplazamiento de la población a un ritmo y a una intensidad
baja, de tal forma que no provoque ante la opinión
occidental, hasta bien eliminar la resistencia o bien redibujar
el mapa étnico de la zona, la necesidad de poner fin a
las matanzas y a la masacre; y aquí no entiendo las palabras
de algun portavoz diciendo que no habla una verificación
objetiva cuando la comisionada para los Derechos
Humanos de la ONU, el miércoles pasado, advertía a los
observadores internacionales de la masacre de civiles descubierta
en el pueblo de Gornji Dobrinje, en la parte central
de Kosovo, y la necesidad de forzar un alto el fuego y que
Milosevic permita retornar a sus hogares a decenas de
miles de desplazados antes de que arranquen los rigores del
invierno, como ha dicho el ministro de Defensa. Pero está
claro que ha habido un fracaso de cualquier diálogo racional
entre quienes pretenden el equilibrio mediante la negociación
y los que lo detestan, como se está demostrando
durante estas últimas semanas. La ONU ya ha advertido en
mayo de este año sobre la necesidad de resolver las disputas
sin recurrir a la violencia, pero han sido llamadas en el
desierto. Todos los aliados de la Alianza Atlántica resolvieron
en su reunión de Vilamoura, como decia el ministro de
Defensa, iniciar un proceso de generación de fuerzas que
hiciese claro y rotundo el mensaje a Milosevic de que o
negociaba o se arriesgaba a acciones de castigo. Nadie está
tomando acciones de castigo, sino que se está invitando en
reiteradas ocasiones a la negociación para resolver el conflicto.




Desde nuestro punto de vista, los escenarios a los que
ya se ha referido el ministro de Defensa tienen, junto con
las declaraciones a las que se han aludido del jefe del Estado
Mayor del Ejército de Tierra, un, digamos, respaldo por
parte del Grupo Parlamentario Popular en cuanto a que



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España cuenta con la capacidad militar y la preparación de
las unidades necesarias para efectuar una contribución al
esfuerzo aliado, todavía sin determinar, simplemente el
anuncio de que España está dispuesta para cumplir esas
funciones a las que el ministro de Defensa se ha referido y,
sobre todo, señorías, no olvidemos, aunque pueda parecer
ocioso, que España pertenece íntegramente a la OTAN y
que, por lo tanto, es solidaria con el esfuerzo de seguridad
colectivo y no puede quedarse al margen de lo que defienden
sus 15 socios en la OTAN en este momento.

No obstante, yo estoy convencido de que, de la misma
manera que todos los grupos parlamentarios, la sociedad
internacional en su conjunto confio en que Milosevic se dé
realmente cuenta de que esta vez la acción de la OTAN es
inminente y se convenza a tiempo de que la única opción
posible es la negociación, que es algo que se le viene
pidiendo desde hace tiempo, una negociación que permita
urgentemente el regreso de los desplazados y que acabe
aceptando un marco de autonomía politica para Kosovo
que satisfaga a las fuerzas moderadas en la zona.

Por lo tanto, y termino, señor presidente, el Grupo Parlamentario
Popular felicita al Gobierno por su comparecencia
en el día de hoy, teniendo en cuenta que ayer la
ONU celebraba el día mundial del hábitat, en el que, bajo
el lema de Ciudades más seguras, se denunciaba el aumento
de delitos violentos en todas las ciudades del mundo. Es
una comparecencia oportuna y conveniente y no dude el
Gobierno que el Grupo Parlamentario Popular, con esta
transparencia de la que hace gala el Gobierno, respaldará
cuantas iniciativas considere oportunas que debe tomar en
cada momento siempre para amparar, y en ayuda humanitaria,
a un pueblo que lo pide a gritos y que se encuentra en
una situación límite.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
ASUNTOS EXTERIORES (Rupérez Rubio): Señor
ministro de Asuntos Exteriores.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES
(Matutes Juan): Señor presidente, señorías, en primer lugar,
yo agradezco el carácter constructivo de todas las intervenciones
sin excepción. Debo añadir que comparto en general
y básicamente los análisis que se han efectuado por la
inmensa mayoría de portavoces, aunque uno de ellos ha
calificado la actuación de la OTAN como de excesivamente
beligerante en este tema y ha desautorizado el llamado
derecho de injerencia humanitario, esa nueva figura que
estamos alumbrando a finales de siglo, el derecho internacional
consuetudinario. Tengo que decir al respecto, desde
el respeto a su actitud, que me parece tan legítima como la
de cualquier otro portavoz, que los ejemplos que se han
citado para invocar justamente ese derecho, que son casos
de auténtica catástrofe generalizada que en teoría sólo pueden
resolverse aparentemente con esa intervención, no son
ejemplos que parezcan ajustados a la situación que estamos
contemplando.

Para otros portavoces la comunidad internacional no ha
sabido responder adecuadamente o ha tardado demasiado.

Yo puedo compartir estos argumentos. Hemos de saber, por
otra parte, que, cuando se habla de la pasividad o de la ineficacia
de la comunidad internacional, nos estamos refiriendo
no sólo a la ONU, a las Naciones Unidas, sino a la
OTAN, porque, por descontado, ni la Unión Europea, ni la
Unión Europea Occidental ni otras organizaciones internacionales
tienen efectivos que dedicar y, si vamos a afinar,
ni la propia ONU, que además, como ya se ha dicho reiteradamente,
todos sabemos -y no podemos ser hipócritas
con nosotros mismos- que tiene su Consejo de Seguridad
bloqueado en este tema.

No nos engañemos, ante situaciones como aquella a la
que nos estamos enfrentando, y tratándose del historial del
presidente Milosevic, la única diplomacia preventiva es la
de esgrimir la amenaza de una intervención militar inmediata
determinada, es decir, creíble, y la única solidaridad
con el pueblo kosovar, si no queremos que se quede en
meros lamentos y condolencias -no nos engañemos,
señorías- hipócritas, como ha venido expresándose por
todos nosotros -y ahí si que tenemos que cantar un mea
culpa en los últimos meses-, es justamente la de adoptar
las medidas que en esos momentos se están preparando, y
lo demás son puros y simples flatus vocis. Por ello mismo
no podemos inhibirnos, la situación requiere una amenaza
de intervención y requiere, al propio tiempo, redoblar los
esfuerzos diplomáticos.

¿Que se espera un proyecto político para Kosovo?
Nosotros también, y quizá al respecto puedan ser de utilidad
las ideas que pueda formular en su momento el enviado
especial de la OSCE y de la Unión Europea a Yugoslavia,
don Felipe González, que, por cierto, tengo que decir
que ha gozado siempre del respaldo total e incondicional
de este Gobienno. No obstante, sin entrar ahora en esa
cuestión, creo que en estos momentos no hay proyecto
politico más importante y más urgente que, primero, parar
las hostilidades; segundo, conseguir que se inicien las
negociaciones, y tercero, que se vaya a un amplio estatuto
de autonomía para Kosovo. Dejemos los detalles para después,
demos un cierto margen de maniobra a los propios
kosovares, a los propios actores del conflicto, no desviemos
la cuestión, que en estos momentos es conseguir el
cese de las hostilidades. También hay alguna intervención
en la que, por un lado, se afirma que no se pronuncia y, por
otra, se pronuncia por no actuar de momento. En fin, yo no
sé si se pronuncia o no, pero me ha parecido entender que
por lo menos no se ha pronunciado en contra de la intervención
si llega el momento, lo cual creo que sin duda es
una prueba de responsabilidad.

Quisiera decirles, para terminar, porque creo que todas
las intervenciones han sido tan ilustrativas.que por lo
menos las posiciones están claras, que tengan la seguridad
de que el Gobienno no dará su autorización sin que se produzcan
todas las condiciones que SS.SS. y los propios
ministros hemos dejado claras, a saber: primero, bloqueo
del Consejo de Seguridad y agotamiento de todas las vías
diplomáticas; segundo, continuado incumplimiento de las
resoluciones de las Naciones Unidas; tercero, inminencia o
catástrofe humanitaria de grandes proporciones, y cuarta y
última, consenso o acuerdo generalizado en el seno de la
Alianza Atlántica. Esa es la posición del Ambiento, entiendo
que es clara y que está en la linea de la inmensa mayoría
de las intervenciones. Sepan SS.SS. -lo repito por última
vez- que somos partidarios de agotar todas las salidas
diplomáticas, es decir, negociadas, de la situación. A mi



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juicio, esa situación hoy no se da, veremos mañana; o no se
dan plenamente todas las condiciones, veremos mañana y
pasado mañana, porque el cambio puede ser inminente, y
dada la naturaleza de este tipo de operaciones, está claro
que por razones de seguridad y de eficacia militar, hay que
actuar con natural discreción, y si finalmente se tuviera que
dar la autorización para la intervención militar, tengan la
seguridad de que ninguno de nosotros la darla con mayor
entusiasmo que ninguna de sus señorías.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
ASUNTOS EXTERIORES (Rupérez Rubio): Señor
ministro de Defensa.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach):
Al ministro de Defensa le han formulado una pregunta muy
concreta que me honro en contestar. Se han considerado
primero unas opciones militares y luego se ha hecho un
planeamiento de contingencias escalonado, y por tanto
cada fase puede suponer el fin de la operación o puede ser
continuada por fases ulteriores, pero la aprobación de una
no implica la realización de todas. Esperamos que sea suficiente,
que no haya que hacer uso de la fuerza y que baste
la amenaza y la disuasión, pero si esto no fuera así, esperamos
que baste una acción.

Ha habido alguna pregunta en relación con una mala
interpretación de unas declaraciones. El nuevo jefe de Estado
Mayor del Ejército de Tierra viene de mandar la fuerza
de maniobra. Uno de sus componentes esenciales es la Fuerza
de Acción Rápida y se le preguntó qué fuerzas tiene el
Ejército de Tierra de disponibilidad inmediata, y a eso contestó
y a eso se hizo referencia, y terminó diciendo: esto está
a disposición de lo que el Gobierno diga. No tenía ni la más
mínima vinculación con ninguna operación. Es más, ha preguntado
S.S. si la intervención puede ser sólo aérea. La contestación
es clarísima: puede ser sólo aérea. En el sentido de
escalonamiento al que me he referido, deseamos que si es
necesario el uso de alguna actuación, baste con la aérea.

En cuanto al momento procedimental, coincidiendo con
la reunión informal de ministros de Defensa en Vilamoura,
el Consejo del Atlántico Norte tuvo una activación de alarma
para poder conocer las respuestas, en principio sin compromiso
-y por tanto no hay hasta el momento de hoy ningún
compromiso firme-, y de cara a esa contestación
previa sin compromiso se preguntó por las operaciones 1
y 2, ambas de carácter exclusivamente aéreo, y ni siquiera
se ha formulado pregunta para fases ulteriores, que podrían
implicar componentes terrestres. En ese supuesto no es que
no haya habido respuesta del Gobierno -que naturalmente
no la ha habido-; es que no ha habido requisitoria o pregunta
por parte de la Alianza.

Por lo que respecta a la posición aérea, se dijo que en
principio, y a salvo de lo que el Gobierno decida en su
momento, se pondrían cuatro aviones F-18 y un avión de
transporte KC-130, es decir los que habían participado en
algunos de los ejercicios.

Ha preguntado también si se puede eludir el despliegue
terrestre para el realejo. La opinión de las autoridades militares
de la Alianza es que sí. No es seguro que no sea necesario,
pero es posible que para realejo y operaciones de
vuelta de refugiados y desplazados podría no ser necesaria,
ni siquiera en ese supuesto, la fuerza terrestre.

Creo que con esto están suficientemente contestadas las
preguntas del portavoz de Defensa del Grupo Socialista.

Quiero agradecer también a todos, señor presidente, la
forma y el contenido de gran parte de las intervenciones,
así como el apoyo mayoritario prestado por la Cámara
entre las condiciones que acaba de fijar el ministro de
Asuntos Exteriores, y quiero recordar, porque se ha lecho
alusión a ello, que aunque no queramos cerrar los ojos o
aunque a veces queramos cerrar la boca y no cerrar los
ojos, la disuasión militar es extraordinariamente efectiva.

Esperemos que lo sea esta vez como lo ha sido en ocasiones
pasadas que se han citado. Por ejemplo, no se permitían
visitas de inspección de comisiones de Naciones Unidas
hasta que se vio la amenaza militar. Por eso tenemos tanta
confianza en la disuasión, que necesita un sólo requisito
para ser eficaz: tiene que ser creíble.

Termino, señor presidente, agradeciendo a los portavoces
de Asuntos Exteriores y de Defensa del Grupo Parlamentario
Popular no sólo sus exposiciones y su apoyo sino
también la explicación que han dado a lo que ha sucedido
en esta Cámara en ocasiones anteriores en los años recientes
y que nos ahorra el trabajo de repetirlo.




El señor PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE
ASUNTOS EXTERIORES (Rupérez Rubio): No habiendo
más asuntos que tratar en el orden del día, señoras y
señores diputados, muchas gracias, se levanta la sesión.




Eran las dos y diez minutos de la tarde.