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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 508, de 15/09/1998
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1998 VI Legislatura Núm. 508



DE ECONOMÍA, COMERCIO Y HACIENDA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FERNANDO FERNÁNDEZ DE TROCÓNIZ MARCOS



Sesión núm. 50



celebrada el martes, 15 de septiembre de 1998



ORDEN DEL DÍA:



- Comparecencia del señor secretario de Estado de Economía (Montoro
Romero) para informar sobre las materias propias de su competencia,
previa remisión del informe correspondiente. Comparecencia
cuatrimestral. (Número de expediente 212/001506) ... (Página 14653)



Se abre la sesión a las once y cinco minutos de la



mañana.




El señor PRESIDENTE: Buenos días, señoras y señores



diputados.

Vamos a comenzar esta sesión -número 50- de la Comisión de Economía,
Comercio y Hacienda, consistente en la comparecencia del señor
secretario de Estado de Hacienda, don Cristóbal Montoro, para
informar sobre las materias propias de su competencia. Ya ha sido
remitido el informe correspondiente de las comparecencias
cuatrimestrales, acordadas en su día por esta Comisión.




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Le cedo la palabra al señor Montoro, tras desear y esperar que los
señores diputados hayan tenido un magnífico verano.




Señor Montoro, tiene la palabra.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMÍA (Montoro Romero): Aclaro
para el 'Diario de Sesiones' que mi condición es la de secretario de
Estado de Economía.




El señor PRESIDENTE: Perdón, no me he dado cuenta.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMÍA (Montoro Romero): Corregido
este pequeño error, diré que celebramos esta comparecencia, al
objeto, como es habitual, de exponer a SS.SS. la evolución reciente
de la economía española, transcurridos cuatro meses desde mi anterior
comparecencia en esta Comisión. A este respecto puedo decir una vez
más que la economía española ha confirmado hallarse en una fase de
crecimiento y de recuperación con altos incrementos de los niveles de
actividad y una muy intensa creación de empleo. A lo largo de este año
de 1998, las previsiones iniciales -que en su momento, en concreto en
marzo, fueron revisadas al alza- de una tasa de aumento del PIB del
3,7 por 100, se están reflejando en todos los recientes indicadores
coyunturales del ciclo como también se han reflejado con toda
claridad en los datos aportados por la contabilidad nacional del
primer trimestre de este año.

El crecimiento económico procede en buena medida de la corrección de
los principales desequilibrios macroeconómicos, desequilibrios que
tradicionalmente han asfixiado las fases de expansión económicas de
nuestro país. En este nuevo ciclo económico que estamos viviendo la
inflación continúa situada en mínimos históricos, alrededor del 2 por
100, e incluso quiero recordar esta mañana que la hemos mantenido por
debajo del 2 por 100 durante un largo período de tiempo.

Esta situación -como ya he tenido ocasión de resaltar suficientemente
en esta Cámara ante SS.SS.- es nueva en los procesos de crecimiento
de la economía española, pues nunca antes habíamos vivido fases de
crecimiento, de expansión de nuestra actividad y de nuestra
producción con una inflación situada permanentemente en niveles del 2
por 100 o incluso por debajo. Ello ha sido posible gracias a la
corrección de otro de los desequilibrios tradicionales de la economía
española, como es nuestro nivel de déficit público, que también ha
vivido una reducción muy significativa durante los dos últimos
ejercicios presupuestarios ofreciendo reducciones incluso superiores
a las inicialmente previstas. También quiero recordar la importancia
y la eficacia de las políticas del lado de la oferta de la economía,
que han ido introduciendo un alto grado de competencia en sectores de
la actividad económica tan importantes para todos los españoles como
son los transportes, las energías, las comunicaciones o los servicios
profesionales.

Asimismo está resultando -y así lo constato una vez más ante la
Comisión de Economía del Congreso- que este año está ofreciéndonos
unos resultados muy satisfactorios
en materia de creación de empleo. Las tasas de crecimiento de
ocupados -según la encuesta de población activa- y de afiliados a la
Seguridad Social se encuentran entre las más elevadas de nuestra
historia económica. De hecho, nunca antes se alcanzaron cifras tan
elevadas de creación de empleo en relación al crecimiento de la
actividad económica. Es lo que los economistas llamamos en términos
técnicos una alta elasticidad del empleo al crecimiento.

Este escenario de crecimiento y de estabilidad macroeconómica es en
parte consecuencia de los beneficios derivados de la incorporación de
España como miembro de pleno derecho de la unión económica y
monetaria. En estos momentos la economía española no sólo goza de un
buen momento de expansión y de creación de empleo, sino que además es
protagonista del proyecto de integración monetaria más ambicioso de
la historia reciente, que además de clarificar el futuro de Europa,
ya nos está sirviendo de factor, de escudo, de garantía y de
seguridad ante las incertidumbres de la escena económica
internacional. En resumen, el estado de la economía española es
bueno, como buenas son las perspectivas para nuestra producción y
para nuestro empleo, junto con las perspectivas de los otros miembros
de la unión monetaria europea que se está convirtiendo en el área
económica de más seguridad y también de mayor dinamismo en el momento
que está viviendo la economía internacional. Estas circunstancias, es
decir, la coincidencia del proceso de integración monetaria con una
fase expansiva de nuestro ciclo económico, son las que permiten ser
optimistas en relación al futuro a corto plazo de nuestro país.

Sin embargo, desde la última vez que comparecí en esta Cámara para
exponer a SS.SS. la situación de la economía española, se han,
precipitado ciertos acontecimientos en el contexto internacional que
deben ser introducidos en nuestro análisis, puesto que condicionan
inevitablemente nuestro futuro. Me refiero, como es obvio, a la
evolución de la crisis financiera internacional de la que las Cámaras
han recibido información puntual desde su desencadenamiento hace más
de un año. Durante el mes de agosto se ha producido un severo
agravamiento de la crisis financiera de los mercados emergentes como
consecuencia de la crisis política en la Federación Rusa. Estamos
asistiendo en los últimos meses a un deterioro de las variables
financieras y reales de aquellas economías en desarrollo que en los
últimos años habían experimentado procesos de crecimiento más
dinámico. La crisis, como recuerdan SS.SS., comenzó hace ya más de un
ano en los mercados asiáticos y ha sido acelerada por un deterioro de
la propia economía japonesa. Más recientemente, estas tormentas
financieras se han extendido en primer lugar a Rusia y posteriormente
se ciernen sobre amplias zonas de las economías iberoamericanas con
las cuales las relaciones económicas de España son muy estrechas.

La crisis financiera internacional decía antes que tuvo su origen
hace más de un año en el deterioro de la economía japonesa, que no
terminaba de recuperarse de la recesión económica que sacudió a las
principales economías mundiales a comienzo de los años noventa. Desde
entonces la economía japonesa ha presentado un cuadro macroeconómico
complejo y caracterizado por una crisis de demanda y una crisis
simultánea de naturaleza financiera.




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Los niveles de consumo y de inversión en este país venían siendo ya
durante bastante tiempo anormalmente bajos. Numerosas entidades
financieras se han visto en dificultades, sobre todo ante la recesión
económica y el incremento de los impagos. La crisis financiera ha
alimentado la recesión económica y parece que al día de hoy no es
fácil encontrar soluciones de corto plazo para problemas
estructurales tan profundos como sufre esta importante economía
mundial.

Junto a Japón, numerosas economías asiáticas, los comúnmente
denominados países asiáticos de nueva industrialización, tales como
Corea, Tailandia, Malasia, Filipinas e Indonesia, que dependen en
gran medida del desarrollo de la economía japonesa para lograr su
crecimiento económico, han visto cómo su crecimiento se ha
ralentizado a medida que se agravaba la recesión japonesa. De esta
forma, países que apenas hace unos años disfrutaban de las más altas
tasas de crecimiento del mundo se están encontrando con problemas de
crecimiento, empleo y por descontado con problemas de balanza de
pagos. Más recientemente la crisis se ha agravado contagiándose a
otros mercados de países en desarrollo pero con gran dinamismo, esos
mercados que resumimos en la terminología de países emergentes. El
origen de ello reside en el descenso del precio del petróleo y de
otras materias r primas que, como recuerdan SS.SS., se encuentran
actualmente también en unos mínimos que son históricos. Esta
evolución de los precios de los crudos beneficia en general a
aquellos países importadores, como es el caso de España, pero hace
más difícil cumplir los compromisos de endeudamiento externo a
aquellos países que dependen de su exportación. La primera crisis en
ese sentido la pudimos ver en el caso de Indonesia y posteriormente
la falta de ingresos derivados de la exportación de petróleo ha
causado también un importante deterioro fiscal y cambiario en el caso
de la Federación Rusa. En este país nos encontramos con una economía
que depende en gran medida de los ingresos fiscales derivados del
petróleo para financiar sus cuentas públicas. Dada la debilidad de su
sistema tributario, el descenso de los precios del petróleo ha
generado una doble crisis de financiación, interna en el sector
público y externa frente a los acreedores exteriores. Ello está
ocasionando una considerable perturbación en la economía real con
importantes efectos sobre la actividad económica, que han originado
una crisis no sólo económica sino también política y que esperamos y
deseamos se resuelva a la mayor brevedad.




No es impensable suponer que en corto plazo algunos otros países
emergentes que dependen de la exportación del petróleo se vean
también afectados, como de hecho ya está ocurriendo en algunos países
iberoamericanos, en los que también la financiación de sus cuentas
exteriores depende y mucho de los precios de exportación de materias
primas. Este hecho está siendo observado por los mercados
financieros, que están asignando altas primas de riesgo a estos
países y están presionando sobre la cotización de sus divisas. Al que
ocurriese con las economías asiáticas desde hace un año, las
tensiones devaluatorias en la zona iberoamericana están siendo
considerables y no podemos descartar que eso se plasme en el cambio
del valor de sus monedas en la zona, por lo menos a medio plazo.

Estos
acontecimientos están siendo adelantados ya por los mercados
financieros internacionales, de forma que están originando numerosos
vaivenes y tensiones, con la aparición de importantes subidas de
tipos de interés en algunas zonas de esos mercados, considerables
tensiones cambiarias que han llevado también a significativas
pérdidas de reservas en aquellos países que mantienen una paridad
fija frente al dólar.

Los países de la OCDE sólo se están viendo afectados en el campo de
las cotizaciones bursátiles sin que por ahora se aprecien efectos
reales más amplios o más extensos. Sin embargo, es verdad ya que
algunos de esos países están comenzando a moderar sus previsiones de
crecimiento económico para el año 1999, hecho que en el caso español
tenemos que analizar desde esa buena marcha de nuestros indicadores
económicos, que permiten mantenernos en una situación de franco
optimismo, que confirma al clima en el que nos encontrábamos hace
unos meses.

Es verdad, y es correcto que lo identifiquemos así, que la
Organización Mundial del Comercio y los principales organismos
económicos multilaterales prevén un descenso de la actividad y el
comercio mundiales para el próximo año, circunstancia que debe ser
tenida en cuenta a la hora de realizar las estimaciones finales sobre
los efectos de la crisis financiera mundial. Como es obvio, señorías,
la economía española no es ajena a estos movimientos de los mercados
internacionales. La crisis internacional sólo ha tenido por ahora
repercusión en los mercados bursátiles españoles, centrándose, sobre
todo, en las cotizaciones de valores de empresas españoles que
mayores intereses o compromisos tienen con países emergentes. De
hecho, lo más significativo para la economía española en estos
momentos de crisis financiera internacional, es la estabilidad de la
peseta y la tendencia bajista de los tipos de interés, situación
nueva para nuestro país cuando vivimos en medio de una crisis
financiera internacional. Esta situación de protección de la economía
española frente a las peores consecuencias de esa crisis y en
definitiva protección frente a los fenómenos que están conmoviendo el
panorama de crisis internacional obedece a los sólidos fundamentos
macroeconómicos de que disfrutamos y a la fortaleza que está
mostrando el euro en los mercados cambiarios del mundo. El euro antes
de nacer en sí, porque cuino SS.SS. conocen, nacerá formalmente el
primero de enero de 1999, ya está anticipando sus efectos Positivos
de estabilizador financiero en la escena internacional. Los efectos
de esta crisis financiera están siendo limitados tanto para nuestro
país como para el núcleo de los países del euro y es verdad también
que están siendo relativamente limitados para la mayoría de los
países que integran la OCDE. Sin embargo, sería posible que si las
turbulencias financieras perduran y se producen verdaderos efectos
reales en las economías emergentes y en otras economías
desarrolladas, nos viéramos afectados por diferentes canales a los
que a continuación me voy a referir.

En primer lugar, un área de influencia de la economía internacional
la encontramos en la evolución del sector exterior. En estos momentos
el comercio de nuestro país con los países más afectados por la
crisis Financiera actual es pequeño; de hecho, el porcentaje del
comercio español con los países asiáticos y con Rusia apenas supera
el 6



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por 100 de las importaciones y el 3 por 100 de las exportaciones.

Además, es posible que la crisis afecte de forma importante a países
de otras áreas, como es el caso de Iberoamérica, aunque también es
verdad que durante los seis primeros meses de este año las
exportaciones españolas a esta zona se han incrementado
considerablemente, pero si la crisis se agrava, la exportación
española a todas estas zonas se vería lógicamente perjudicada. No
obstante, en estos momentos, la mayoría de los países de la OCDE,
especialmente los países de Europa, los países que hemos constituido
el euro, parece seguir mostrando signos de fortaleza en su actividad
económica, y si bien la presente crisis está moderando el clima de
optimismo reinante, las perspectivas siguen siendo favorables para
aquellos grupos de países como es el caso de la Unión Europea, y
especialmente el caso de los países que componen el Euro-11, con los
que España mantiene las más estrechas relaciones económicas. Como ya
he referido antes, la mayor parte de las economías emergentes están
experimentando presiones devaluatorias de sus monedas. Asimismo el
dólar en estos últimos días ha dado muestras de una muy considerable
debilidad, con lo que las monedas que componen el euro están
alcanzando una revalorización en la escena de cotización
internacional que es consecuencia de que estas monedas que
constituyen el euro se van convirtiendo en valor refugio de la
inversión internacional. Sin duda alguna, esta situación afianza lo
que es el valor financiero de los países de la unión monetaria, pero
también es verdad que reduce nuestra competitividad frente al resto
del mundo que está fuera del ámbito del euro. Eso quiere decir que el
esfuerzo de las políticas económicas de los países que constituimos
el euro debe ir claramente orientado a ganar competitividad
internacional, puesto que en unas tendencias devaluatorias como las
que se están produciendo en el mundo, eso resta capacidad de competir
de fonda directa para nuestras exportaciones frente al resto del
mundo. Por tanto, las políticas dirigidas a aumentar la
competitividad internacional de nuestra producción son políticas
absolutamente prioritarias ante los cambios económicos que están
aconteciendo.

Otro de los efectos derivados de la crisis financiera que se aprecia
y que se destaca así en los medios de comunicación estos últimos días
se refiere al efecto riqueza, a la pérdida de riqueza que se deriva
de la caída de las cotizaciones bursátiles y también, ligado a ello,
a las expectativas de menores beneficios que obtendrían aquellos
sectores económicos o aquellas empresas más ligadas a la evolución de
las áreas emergentes. Este es el efecto financiero que se conoce como
efecto riqueza, si bien la pérdida de ese efecto riqueza a lo que
tiende es a ralentizar la actividad económica, aunque también es
verdad que hay que valorar y hay que cuantificar la incidencia exacta
de un efecto que es de incidencia compleja sobre la evolución de la
demanda interna, como es el caso de la economía española, donde lo
que se ha producido es un incremento muy rápido y muy acelerado de
ese efecto riqueza a raíz de las modificaciones producidas en el
sector financiero español. Me refiero a la muy profunda bajada de los
tipos de interés. De cualquier manera, el efecto riqueza tendrá una
incidencia moderadora de la devolución de la demanda interna de la
economía española. Esa incidencia, que será real y tangible pero
siempre moderada, será fundamentalmente sobre la evolución
del consumo privado de las familias españolas, aunque insisto en
que la cuantificación de esa incidencia, por las razones que ahora
expondré más detalladamente, exacta será siempre bastante moderada.

Hay otro efecto de la crisis financiera, además del propio cambio del
valor de las monedas, que es importante que destaquemos en nuestras
valoraciones y en nuestras referencias de análisis de la situación
económica de España. Me refiero en concreto al efecto deflacionista
que se está produciendo en la evolución económica y financiera
internacional. No cabe duda que vivimos en un mundo de muy baja
inflación y que esta evolución financiera reciente va a dar e incluso
va a consolidar esa baja inflación. Ello va a ayudar y a facilitar el
control de los precios en países como es el caso de España, que están
viviendo una recuperación de la economía protagonizada por la demanda
interna. En ese sentido, recibiremos una colaboración adicional del
clima internacional de baja inflación y de estabilidad de los
precios, de trianera que eso coadyuvará a que también en España esos
precios se mantengan bajos, y eso en sí mismo es muy importante a la
hora de competir con éxito frente al resto del mundo, y es muy
importante para sustentar el modelo de crecimiento económico que,
como he insistido desde el primer momento, se caracteriza por
compatibilizar una alta tasa de actividad económica o un alto ritmo
de crecimiento económico con una estabilidad de precios.

Otro efecto de la crisis financiera internacional, que está presente
ya de una manera muy clara en los mercados Financieros, es el cambio
de perspectiva en cuanto al futuro Inmediato de los tipos de interés.

En estos momentos, el escenario dominante en todo el mundo es que a
raíz precisamente de la disminución de las tensiones inflacionistas,
los pronósticos y la perspectiva es que en el mundo desarrollado
viviremos descensos todavía intensos de los tipos de interés. Es
pues, un escenario, el de esa evolución de los tipos de interés, que
también tenemos que introducir en nuestro análisis, porque sin duda
alguna menores tipos de interés contribuirán a fortalecer la
recuperación económica de países como España; menores tipos interés
fortalecen las inversiones y alientan los procesos de creación de
empleo, de manera que esa perspectiva, que no es sólo una perspectiva
inmediata de rebaja de tipos de interés sino de estabilidad de bajos
tipos de interés, bajos y estables, es una perspectiva que va a
servir de impulso para la actividad económica en los países
desarrollado, especialmente en España, donde ese recorrido bajista de
tipos de interés ha sido un recorrido muy acelerado y que todavía,
por el nuevo panorama internacional que tenemos delante, como vemos,
no está completo.

Por lo tanto, las claves para asegurar que la repercusión de la
crisis financiera internacional tenga efectos más beneficiosos que
perjudiciales sobre las variables reales de nuestra economía están en
seguir aplicando en España una política creíble y rigurosa de
equilibrios macroeconómicos, como es la que hemos tenido estos
últimos años, que nos ha permitido ingresar en el euro y asentar las
bases del actual modelo de crecimiento económico. La mejor garantía
para evitar ataques especulativos sobre el valor de nuestras monedas
o desviaciones indeseables del precio del dinero es una política de
austeridad que profundice en la reducción del déficit público y
garantice los éxitos en la



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lucha contra la inflación a través de la liberalización de la
economía, a través de la introducción de mayores cotas de eficiencia
en nuestra actividad económica en nuestros principales mercados, y
eso a su vez es el mejor servicio para seguir avanzando en la mejora
de la competitividad internacional de nuestro país. De hecho, la
ortodoxia de la política española ya se está aplicando en el ámbito
de la unión monetaria, un ámbito cada vez mejor cohesionado y con
objetivos de política económica más sincronizados. El euro está
sirviendo en estos momentos, decía antes, como garantías como calidad
para las economías que formamos parte de él. Un objetivo, pues, de la
política económica del Gobierno y de los demás países que conforman
ese euro es precisamente seguir trabajando para mantener y mejorar
ese sello de calidad que para la Europa comunitaria significa tener
la moneda única, que vernos cómo va alcanzando mayor cotización en
los increados internacionales y se va convirtiendo en una moneda
refugio ante una evolución de crecimiento económico en Europa, de
recuperación de los niveles de actividad, que en sí mismos son las
bases para asegurar que las perspectivas de crecimiento y de
bienestar económico en la Unión Europea son muy sólidas.

Todo ello -las políticas económicas comprometidas con el esfuerzo de
reducción del déficit público y las políticas de liberalización
económica- tiene su último objetivo, como debo reiterar una vez más
ante la Cámara, en la evolución del empleo en nuestro país. Los
logros alcanzados en esta materia en estos últimos años son muy
importantes, pero hay que perseverar en esa línea, ya que el
desempleo sigue siendo considerado por los ciudadanos españoles como
el principal problema, no ya económico sino político y social que
padece nuestro país. Así pues, la política económica en su vertiente
reformadora tiene que seguir insistiendo en mejorar las condiciones
para que la mayor actividad económica tenga su traducción en la
evolución del empleo tan positivamente como ha tenido lugar estos dos
últimos años, en la medida en la que España confirmó que era una
opción realista para ingresar en el euro.

Quiero recordar a la Cámara también que las perspectivas económicas
de España tienen que encuadrarse en un programa de estabilidad y
crecimiento que será presentado a finales de año y en el que se
contendrán las previsiones económicas, no ya para el próximo año
1999, sino hasta el año 2001. Ese programa de estabilidad tiene que
descansar precisamente sobre la reducción continua y perseverante del
déficit público y la permanencia de una baja inflación en nuestro
país como elementos claves para garantizar la sostenibilidad del
actual ciclo económico y su traducción en la creación de empleo.

Habiéndome referido hasta ahora a la evolución económica
internacional de trianera prioritaria y a sus consecuencias sobre la
actividad económica, quiero relatar cuáles son los últimos
acontecimientos económicos en España, de trianera que podarnos juzgar
cuál va a ser la evolución económica previsible de nuestro país
recogiendo lo que es el contenido fundamental de los informes que se
han enviado a la Cámara de los Diputados estos últimos días.

En primer término, es claro -y ya lo he resumido anteriormente- que
frente a un crecimiento que en términos reales alcanzó el producto
interior bruto del año 1997 del
3,4 por 100, según los datos de contabilidad nacional publicados por
el Instituto Nacional de Estadística, en el primer trimestre del año
1998 el crecimiento de la economía española se habla acelerado hasta
el 3,7 por 100, lo que periclite reforzar la previsión de aumento del
PIB para el conjunto del año 1998. Es fácil en ese sentido
pronosticar que ese será nuestro nivel de evolución económica, sobre
todo cuando observarnos que las altas tasas de crecimiento son algo
habitual en los grandes sectores productivos españoles, aunque es
verdad que está siendo protagonizado especialmente por el sector
industrial, que está registrando una intensa aportación a ese
crecimiento económico: su aumento es del 6,8 por 100 en los seis
primeros meses del año frente al 5 por 100 en el mismo período del
año anterior. Esta evolución es confirmada con el índice de clima
industrial, que recoge las opiniones empresariales, y con los altos
niveles de utilización de la capacidad productiva de las industrias
españolas, que, según los datos correspondientes al segundo trimestre
año 1998, se sitúa en tasas superiores al 80 por 100.

Por su parte, el sector primario, aquel que comprende los productos
de agricultura, ganadería, silvicultura y pesca, resultó ser el
conjunto de ramas de actividad que presentó un comportamiento menos
dinámico, con un aumento negativo del 2,5 por 100 en el primer
trimestre del año 1998, frente a una tasa de crecimiento del menos
1,3 en el año 1997, aunque hay que considerar que la base de la
comparación, los dos años anteriores, es decir, 1996 y l995, fueron
años de un aumento de carácter excepcional de este sector.

En lo que se refiere al sector de la construcción, parece confirmarse
el proceso de recuperación con que ya había finalizado el año 1997.

En estos momentos el sector registra un aumento del 4,5 por 100 en el
primer trimestre de 1998, y la recuperación también la confirmamos
cuando leemos los resultados de la encuesta coyuntural de la
industria de la construcción elaborada por el Ministerio de Fomento,
encuesta que registra un aumento del 6,5 por 100 de los trabajos
realizados por las empresas del sector en el acumulado de enero a
junio de 1998 frente al mismo período del año anterior.

Hay que tener en cuenta asimismo la influencia de la actividad de los
presupuestos públicos sobre la construcción, y ahí hay una
recuperación de la inversión pública a tenor de que el déficit en
nuestro país se ha dominado y se ha reducido, y por tanto es clara la
recuperación de esa inversión pública de la obra civil, que junto a
la edificación general está acelerando su contribución al crecimiento
económico.




En lo que se refiere al sector servicios, está manteniendo unas tasas
de aumento paralelas a las del conjunto de la actividad económica en
prácticamente todas sus reinas. Así, en el primer trimestre de 1998
el aumento de este sector fue del 2,9 por 100, según los datos del
Instituto Nacional de Estadística, con una evolución similar a la que
ya fue su tasa de aumento del año 1997, que fue del 3,1 por 100. Los
indicadores avanzados de las actividades sectoriales del sector
servicios muestran una aceleración de la actividad de estos sectores,
de manera que en el acumulado de enero a junio esa aceleración habrá
llevado la tasa de aumento a unos órdenes de magnitud cercanos al 3,5
por 100.




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Desde el punto de vista de la demanda, el impulso de la actividad
económica proviene de todos sus componentes, si bien a medida que
vamos avanzando en el ciclo económico la demanda interna está
sustituyendo a la demanda externa como motor del crecimiento
económico. Esta evolución macroeconómica de nuestro país es similar a
la de los países de nuestro entorilo, si bien puede apreciarse que en
esta ocasión España está en una fase más avanzada que las otras
grandes economías europeas -me refiero a las economías continentales
europeas, como es obvio-.

El consumo privado continúa su proceso de aumento desde el año 1997.

Frente a un crecimiento del 3,1 por 100 en ese año, en el primer
trimestre del año 1998 situó su ritmo en el 3,5 por 100 en términos
interanuales, lo que significa que está teniendo una tendencia
alcista, aunque -y ello es importante- está manteniendo SU ritmo de
incremento por debajo del ritmo de incremento de la actividad
económica de la producción. Es decir, en la economía española la
oferta está yendo por delante de la demanda globalmente considerada,
y eso en sí mismo es un factor de estabilidad y es un factor que
asienta un pronóstico positivo de evolución de los precios en nuestro
país.

El avance del consumo está explicado por el aumento de la renta
disponible de las familias en un clima de baja inflación que ha
permitido la mejora de su capacidad adquisitiva, está estimulado por
la reducción de los tipos de interés y está también claramente
favorecido por la alta creación de empleo que está permitiendo, en
definitiva, que haya una mayor disposición en los hogares españoles
hacia las compras de bienes de consumo y también las compras de
bienes de consumo duradero. Ese clima de optimismo es el que se
confiriera en los indicadores de confianza de los consumidores cuyas
últimas encuestas disponibles antes del verano revelaban, incluso,
mejoras considerables de las expectativas. Por su parte, la reducción
de los tipos de interés, de la que, desde hace ya bastante tiempo,
disfrutan las familias españolas, ha permitido reducir su carga
crediticia especialmente de aquellos hogares endeudados por préstamos
hipotecarios y por compra a plazos de bienes duraderos.

Es aquí en este comportamiento del consumo donde tenemos que valorar
la incidencia de la pérdida del efecto riqueza que se está
produciendo en la economía española y es que es aquí donde, en las
últimas semanas, ha habido un retroceso en los valores de los
mercados bursátiles españoles, pero un retroceso que conviene
encuadrarlo en lo que había sido un comportamiento netamente alcista
de las bolsas españolas, que habían más que duplicado el valor del
índice general desde 1996, de manera que habían generado en ese
comportamiento un efecto riqueza de carácter positivo de muy
considerable envergadura. Por tanto, el retroceso de las últimas
semanas hay que encuadrarlo en lo que había sido esa tendencia
expansiva anterior y hay que verlo compensado en parte por la
tendencia alcista anterior.

En términos de economía real, los indicadores coyunturales de consumo
de los primeros meses de este año, siguen mostrando un considerable
dinamismo de las compras de los hogares españoles. Las compras de
bienes duraderos han continuado a buen ritmo a lo largo del año, como
lo demuestra el hecho de que las importaciones de los mismos hayan
crecido en los seis primeros meses del año por
encima del 14 por 100. También la matriculación de turismos está
experimentando un incremento sustancial, situando su tasa de aumento
en los ocho primeros meses del año en órdenes de magnitud superiores
al 15 por 100 en relación con el mismo período del año anterior.

Con todo, el componente más dinámico de la demanda agregada continúa
siendo la formación bruta de capital fijo. La inversión en bienes de
equipo ha mantenido una trayectoria claramente ascendente desde
finales del año 1996, y es que las buenas expectativas de evolución
futura de la actividad económica han estimulado ese proceso de
renovación y ampliación de los equipamientos productivos de la
economía española, convirtiendo a la inversión en bienes de equipo en
la variable más dinámica de la demanda interna, de manera que llegó a
registrar en el primer de este año 1998 una tasa de aumento del 14,9
por 100, superior a la ya muy alta del 10,4 por 100 que registró en
el año 1997. La inversión en construcción también está experimentando
una considerable aceleración, estimulada por las mayores dotaciones
presupuestarias para infraestructuras, por el aumento de la demanda
de edificación y por las nuevas formas de cofinanciación de las obras
públicas, de manera que va cobrando la inversión en construcción
mayor peso específico en la composición de la nueva demanda interna
que caracteriza a la actual recuperación económica.

Como ya he señalado anteriormente, los efectos que la crisis
financiera internacional van a generar sobre nuestra demanda interna
son efectos contrapuestos. Por un lado tenemos la caída de las
cotizaciones y el efecto riqueza, que tendrán una incidencia
deflacionista que tenderá a ralentizar la actividad económica, pero,
por otro, tenernos la previsible reducción de los tipos de interés,
que generará incrementos de la demanda de inversión y de consumo a
causa de los menores costes de endeudamiento y que, por tanto, va a
compensar esos efectos deflacionistas o depresivos procedentes del
recorte del efecto riqueza.

En relación con la demanda externa, como ya hemos señalado, la
pujanza de este componente de la demanda agregada ha dado ya paso a
un mayor protagonismo de la demanda interna. También me he referido
al comienzo de la intervención al contexto internacional en el que
España sigue desarrollando una actividad económica durante los
últimos meses que ha logrado concitar la atención de la opinión
pública, sobre todo en la evolución futura de los mercados
financieros y, en especial, en cuanto a la suerte que tendrá la
evolución de esos mercados en Iberoamérica.

Quiero insistir, en relación con las reacciones que está teniendo
España frente a esa crisis, en la necesidad de que la primera
contestación a las incidencias negativas procedentes del exterior
radica en seguir promoviendo en España las políticas económicas
comprometidas con la reducción, con la corrección de nuestros
desequilibrios básicos, y de esa manera contribuir positivamente a la
propia estabilidad del euro, en definitiva, a consolidar lo que ya
estamos apreciando en forma positiva, cual es el efecto confianza que
se deriva de nuestro ingreso en el euro. Quiero insistir también en
la importancia que tiene la presencia de nuestro país en las
decisiones que se empiezan a adoptar con mayor celeridad en los
organismos económicos multilaterales, en busca de una definición más
clara del contexto



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internacional, a la hora de clarificar la evolución de las economías
emergentes.

En este sentido, en el contexto europeo los países que pertenecemos a
la unión económica y monetaria estamos realizando frecuentes
contactos entre nosotros y dentro de los organismos multilaterales, a
efectos de realizar un diagnóstico lo más exacto posible sobre las
causas y las consecuencias de la actual crisis y adoptar los
mecanismos conjuntos para su corrección.

En España la evolución de su sector exterior ha sido una evolución
que ha llevado a un aumento del déficit comercial durante el primer
semestre de este año. Ello se ha debido al considerable dinamismo de
las importaciones de bienes intermedios, sobre todo energéticos,
seguidos por el de bienes de capital. Este hecho revela que el
aumento de las importaciones se ha dedicado fundamentalmente a
aumentar la capacidad productiva del sector empresarial español que,
como es lógico, en etapas maduras de expansión económica va
importando recursos del exterior para fortalecer su propia capacidad
de crecer. Es normal, pues, que cuando se llevan ya varios trimestres
de crecimiento económico las empresas españolas vayan ampliando y
modernizando su capacidad productiva a través del recurso a esa
importación de bienes intermedios y de capital incluso del exterior
para hacer frente a sus compromisos del mercado interno.

En términos de la balanza de pagos facilitada por el Banco de España
para el primer semestre del año, las balanzas por cuenta corriente y
de capital en su conjunto generaron para el país una capacidad de
financiación, frente al resto del mundo, de 591.000 millones de
pesetas, un 30 por 100 inferior a la registrada en el período
anterior. El superávit corriente también se ha reducido, en
consonancia con la madurez de nuestro ciclo económico, hasta situarse
en 118.000 millones de pesetas, fundamentalmente debido al aumento
del déficit comercial y a la evolución del conjunto de las rentas y
de los servicios no turísticos. Por su parte, los saldos netos por
turismo mejoraron hasta alcanzar los 1,6 billones de pesetas, un
aumento del 15.6 por 100 en términos interanuales, y el superávit de
la cuenta de capital alcanzó un importe de 463.000 millones de
pesetas.

Siguiendo con ese análisis de la evolución de la balanza de pagos, en
el primer semestre de 1998 hay que destacar el todavía fuerte avance
de las exportaciones de bienes y servicios, que ha sido nada menos
que de un 14,5 por 100, frente a un comportamiento de las
importaciones del 15,5 por 100. Estos datos resumen la situación
actual de la economía española en lo que se refiere a su sector
exterior, resumen que significa, en una palabra, que las
exportaciones han seguido viviendo un comportamiento muy dinámico,
como ya lo había hecho en los períodos inmediatamente anteriores, y
al tiempo las importaciones se han acelerado a un ritmo creciente
como consecuencia del mayor protagonismo de la demanda interna de la
economía española.

En términos de contabilidad nacional podemos confirmar estas
tendencias, ya que las exportaciones de bienes y servicios en el
primer trimestre del año 1998 crecieron el 14,1 por 100 junto a unas
importaciones que lo hicieron el 14,9 por 100. Estas cifras nos dan
idea de la importancia de la internacionalización de la economía
española, que continúa
marchando a un ritmo intenso, y también se ven completadas por
los importantes flujos de inversión directa, tanto los que ha
recibido España como los que ha protagonizado hacia el exterior.

En concreto quería destacar que las inversiones directas de España
hacia el exterior han alcanzado la cifra de 800.000 millones de
pesetas en el primer semestre de este año 1998 frente a 485.000
millones de pesetas en el mismo período del año anterior. Ello
significa que la economía española -y me parece importante destacar y
valorar positivamente lo que ello supone- tiene una capacidad de
financiación frente al resto del mundo que es la que nos está
convirtiendo en exportadores netos de capitales y está sentando las
bases de una internacionalización de nuestro país que hasta ahora
nunca habíamos experimentado a tal velocidad.

El sector exterior, por tanto, está evolucionando de acuerdo con las
características que son típicas de un ciclo relativamente maduro en
el que las importaciones comienzan a cobrar mayor protagonismo, pero
que se están viendo compensadas por los saldos de la balanza de
servicios, la balanza de capital y de la cuenta financiera, de manera
que el volumen de reservas de la economía española se ha mantenido
francamente elevado, y casi constante, situado por encima de los
70.000 millones de dólares en un contexto de gran estabilidad de
nuestro tipo de cambio frente al marco alemán y frente al resto de
las monedas que componen la unión monetaria.

Como ya he destacado es en el sector exterior donde reside la mayor
sensibilidad de la economía española a los efectos de la crisis
financiera mundial que estamos viviendo. En el contexto del comercio
internacional, como ya les he señalado, las exportaciones de nuestro
país hacía los países más afectados por esta crisis no representan un
porcentaje elevado. Sin embargo, sí que se ha suscitado una relativa
preocupación acerca del futuro de numerosas inversiones realizadas
por las grandes empresas españolas en el área de Iberoamérica. Ahora,
cuando existe esa preocupación, me parece importante destacar ante
SS.SS. que esas inversiones deben ser valoradas como inversiones
directas cuya auténtica rentabilidad hay que encontrarla en el medio
y largo plazo, de manera que no es en las irregularidades del corto
plazo de los mercados financieros donde hay que valorar el auténtico
significado de esas exportaciones.




Así pues en la medida en que remita la actual situación de
incertidumbre esas inversiones de las empresas españolas verán sus
mayores frutos y su alcance en cuanto a colaborar activamente a la
recuperación económica de España y a nuestra creación de empleo.

Estas inversiones se han realizado en un momento en el que la
situación de nuestra balanza de pagos lo estaba permitiendo, y
significan también, señorías, un compromiso de España por la
evolución económica de Iberoamérica, y en ese sentido tienen un
significado de mayor solidaridad con una de las tres zonas emergentes
del mundo en un momento en el que es importante apostar por el avance
de lo que se llaman zonas emergentes del mundo cuando nosotros como
país somos un país plenamente europeo e integrado en el euro.

Quiero también destacar esta mañana, señorías, que las inversiones
españolas en Iberoamérica dan mayor realce a



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la posición de España en el euro, dan mayor valor a nuestra economía
en el juego que va a tener en la economía europea, hasta el punto de
que convierten a España realmente en la puerta de Iberoamérica para
entrar en Europa, para acceder a los beneficios de un mercado
integrado, un mercado más común y más abierto de Europa frente a las
economías emergentes.

Quiero referirme también, señorías, a la evolución muy positiva que
está teniendo lugar en el área de la creación de empleo en nuestro
país. La población ocupada según los datos de la EPA del segundo
trimestre del año 1998 ha llegado a un máximo histórico de 13.160.800
personas, que significa un crecimiento en doce meses de 454.200
ocupados más o, lo que es lo mismo, en términos de aumento porcentual
el 3,57 por 100, con una evolución económica que está creciendo entre
el 3,5 y el 4 por 100. Eso ha permitido revisar la estimación del
Gobierno de creación de empleo en un sentido alcista, porque quiero
recordar a SS.SS. que cuando Dieron presentados los Presupuestos
Generales del Estado para el año 1998 la previsión inicial de
creación de empleo para este año era de 318.000 empleos, que se verán
claramente superados por una creación de empleo tan importante como
la que ya ha tenido lugar durante la primera mitad del año 1998.

Otros indicadores del mercado de trabajo arrojan resultados
igualmente positivos, como es el número de afiliados a la Seguridad
Social que también se ha situado en cotas de máximos históricos,
elevándose desde el año 1996 en 1.260.000 afiliados a la Seguridad
Social, de manera que esa tasa está ahora situada en 13.766.960
cotizantes. Esta creación de empleo está siendo especialmente intensa
en aquellos colectivos que tradicionalmente han padecido las tasas
mayores de paro. Me refiero en concreto a los jóvenes, donde está
teniendo lugar la mejor evolución de la ocupación, y al empleo
femenino, que afortunadamente también está creciendo claramente por
encima de la media general.

Las diferencias entre la EPA y los afiliados a la Seguridad Social
seguramente también están respondiendo a un fenómeno que me parece
importante destacar ante la Cámara, como es el afloramiento de la
economía sumergida en nuestro país. Ese es un fenómeno que, en
definitiva, está permitiendo la legalización de las condiciones de
trabajo de cientos de miles de trabajadores españoles que antes
carecían del sistema del régimen público de prestaciones sociales,
incluidas las pensiones, y que ahora afortunadamente al inscribirse
en la Seguridad Social, están regularizando esa situación.

Por supuesto esa positiva evolución del empleo ha permitido también
que las tasas de paro disminuyan en nuestro país a buen ritmo. Las
cifras de creación de empleo en definitiva se van traduciendo en que
la tasa de paro, que todavía padecemos excesivamente alta en España,
haya registrado significativos descensos. También quiero insistir en
la importancia que tiene el avance de la contratación indefinida en
nuestro país cuando analizamos la evolución del mercado de trabajo.

Esa contratación indefinida ha crecido también a una velocidad en el
primer semestre de este año 1998 que ha más que duplicado las tasas
de aumento de los contratos indefinidos registrados en el mismo
período del año 1996, e incluso ya del propio 1997.

En términos sectoriales, los mayores descensos del desempleo se han
registrado en esos dos sectores económicos que están protagonizando
la actual recuperación. Me refiero a la industria, donde realmente se
está produciendo una auténtica recomposición, un rearme del tejido
industrial de España en esta evolución económica, y en el sector de
la construcción.

En otro orden de cosas, la evolución reciente de la inflación permite
asegurar que la estimación final del Gobierno para el año 1998 del
2,1 por 100 se va a conseguir, incluso que ese objetivo se podría
conseguir con relativa holgura. A lo largo de buena parte del año la
evolución de la inflación -me refiero a los primeros meses- se ha
mantenido por debajo de las estimaciones que los expertos, tanto
dentro como fuera de España, de los organismos internacionales,
habían trazado. Quiero insistir en la importancia que tiene para un
país compatibilizar alto crecimiento económico con inflaciones del
orden del 2 por 100. Cuando se trazaron estos objetivos, todavía
había mucho escepticismo en relación con que fuera compatible que en
España la tasa de inflación se pudiera situar en los niveles del 2
por 100 y que la economía pudiera alcanzar tasas de aumento del 2 por
100. Afortunadamente, eso ya lo tenemos y esa trayectoria nos marca
el camino año 1999. En esa senda es en la que tenemos que profundizar
e insistir en la importancia que tiene esa compatibilidad.

Es necesario, y quiero reiterarlo una vez más esta mañana, el
llamamiento a todos los agentes económicos y sociales españoles para
que conserven con sus actitudes y sus lógicas indicaciones lo que es
la estabilidad de precios en España, haciendo compatible alto
crecimiento con moderación de la evolución de los precios.

Sencillamente, y más en las circunstancias actuales, la economía
española no puede permitirse perder competitividad por la vía de los
avances de la inflación y me parece que una de las lecciones más
evidentes y más elocuentes del momento económico, de los
condicionantes exteriores que estamos teniendo, es precisamente la
advertencia a toda la sociedad española de que realmente no es el
momento de intentar ganar beneficios o rentabilidad a través de
subidas de precios, es el momento de ganar competitividad y bienestar
a medio y largo plazo a través de la estabilidad de los precios de
nuestra economía.

Quiero transmitirles, señorías, la casi total seguridad, tal y como
van las cosas y a tenor de la evolución del último dato de la
evolución del IPC de agosto, que vamos a estar cómodos con el
objetivo de inflación del 2,1 por 100. A tal efecto, quiero recordar
una vez más que las bases de las políticas de la lucha contra la
inflación radican precisamente en un mix de políticas monetarias
eficaces, rigurosas, con una política presupuestaria le comprometida
con la reducción del déficit público, con una política que además se
ve completada con la progresiva pero también incesante liberalización
de los principales ámbitos de actividad de la economía española.

Sobre este punto quería insistir -aunque ahora me referiré a ello- en
el compromiso de los equipos económicos del Gobierno en profundizar
estas políticas, porque además de garantizar los éxitos de la
inflación lo que estamos es sosteniendo el propio ritmo de actividad
económica.




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En lo que se refiere a los costes laborales, la evolución salarial en
el presente año va a ser fundamental a efectos de confirmar los
beneficios de nuestro ingreso en la moneda única. En este sentido,
los datos de la negociación colectiva de los dos últimos trimestres
muestran un incremento salarial de un 2,5 por 100. Para el año que
viene será imprescindible que los salarios en su evolución se adecuen
a lo que ya está siendo esta nueva inflación. De esa manera, los
salarios en su evolución permitirán que la economía española genere
la suficiente productividad para que sigamos avanzando en la creación
de empleo y en la modernización de nuestro sistema productivo a
efectos de obtener las mayores ventajas de nuestro ingreso en la
moneda única.

También en materia de evolución de los salarios las cosas están
discurriendo razonablemente bien. Hay ya una acomodación perceptible
en la negociación colectiva a lo que son los parámetros de la
inflación en nuestro país.

En lo que se refiere al sector público, a las necesidades de
financiación de las administraciones públicas, lo que hemos vivido
durante este año -y me parece importante recordarlo una vez más- es
una reducción muy importante del déficit público en España. Una
reducción que, a tenor de la evolución del déficit de caja del Estado
de los primeros siete meses, es decir del período de enero a julio,
ha llegado a registrar un 39, 6 por 100 de descenso en relación con
el mismo período del año anterior. Recuerdo a SS.SS. que el año 1997
fue un período crucial en la reducción del déficit público en España,
período en el que dicha reducción equivalía a conseguir nuestro
ingreso en la moneda única, y ya se hizo una reducción muy
significativa que ha continuado con una aplicación fiable y creíble
de los Presupuestos Generales del Estado para este año. Esa
importante reducción del déficit de caja proviene tanto del buen
comportamiento de los ingresos públicos derivados de la situación
económica como del fiel cumplimiento de los presupuestos de gasto, de
manera que en el ámbito del gasto siguen moderando los criterios de
austeridad y de rigor en la ejecución de los presupuestos. Por tanto,
a estas alturas del año no 1lay ninguna duda de que el objetivo del
déficit público para el conjunto de las administraciones públicas que
nos marcamos del 2,2 por 100 se vaya a conseguir. Cuando se formuló
fue un objetivo ambicioso y hoy está con facilidad al alcance de la
mano.

La reunión de los elementos que acabo de citar, la evolución positiva
de la inflación en España, la muy significativa reducción del déficit
público y el panorama financiero internacional nos llevan también a
entrever que todavía habrá significativas reducciones de los tipos de
interés en nuestro país. La rebaja de los tipos de interés va a
aportar nuevas reducciones en la carga de endeudamiento de las
familias, va a aportar nuevas financiaciones para las empresas,
especialmente para las pequeñas y medianas, de manera que, tal y como
están establecidas las cosas a estas alturas, podríamos hacer una
estimación cuantitativa de que los nuevos descensos de tipos de
interés que se avecinan para nuestro país, a tenor del marco
internacional que se está trazando y de la exigencia de convergencia
de la unión monetaria, no tendrán impacto inferior a 0,3 décimas de
lo que es la evolución económica de nuestro país. Por tanto, ahí
tenemos uno de los elementos que va a continuar impulsando la
actividad económica. Asimismo, sin duda
alguna, la perspectiva de baja de tipos de interés significa que toda
la curva de sus rendimientos se plantea a medio plazo más baja que la
actual, y, en clave presupuestaria, lo que nos vamos a ahorrar todos
los españoles volverá a ser también una aportación positiva. En ese
sentido, va a contribuir también a seguir saneando los presupuestos
del Estado, a que en los del año que viene, además de promover ese
ahorro, no tengamos que pagar mayores cargas de intereses y podamos
dedicar más recursos a financiar nuevas inversiones públicas, a
financiar servicios públicos que son claves para el desarrollo
económico de nuestro país en el año próximo.

En resumen, teniendo en cuenta las considerables modificaciones
normativas que están analizando en este momento el Congreso y el
Senado y la evolución positiva de las variables económicas españolas,
el alto ritmo de crecimiento de la actividad, las considerables tasas
de aumento del empleo y los éxitos logrados en la lucha contra la
inflación y en la reducción del déficit público, así como la muy
favorable acogida que está teniendo lugar antes incluso de que nazca
la nueva moneda única el euro, debemos insistir, sin obviar los
relevantes elementos perturbadores que tiene, en el buen momento de
la economía española, que no se va a ver perjudicado en lo esencial
por la situación financiera internacional.

En conclusión, podemos afirmar que la economía española atraviesa un
buen momento y que sus perspectivas de crecimiento económico y de
creación de empleo continúan siendo francamente elevadas. El
agravamiento de la crisis internacional hace -eso sí- que tengamos
que mantener una vigilancia muy estrecha en aquellos aspectos en los
que la economía es más sensible y vulnerable a los efectos de esa
crisis financiera internacional, de la que -insisto una vez más- hay
que destacar efectos negativos, pero también hay que extraer las
lecciones positivas.

Las medidas que continuará aplicando el Gobierno en el futuro
inmediato deben encaminarse -y se encaminarán- precisamente a obtener
las lecciones positivas de la crisis financiera que se ha
desencadenado en el inundo. Esas medidas de política económica se
orientan hacia el mantenimiento del actual modelo de crecimiento
económico que se basa, a su vez, en una política de rigor
presupuestario que ayuda muy eficazmente a mantener baja la inflación
y auspicia la reducción de los tipos de interés.

Asimismo, se sustenta en las políticas de reforma estructural en
mercados fundamentales para la actividad económica española, que se
verán profundizados a lo largo del próximo ejercicio y con los que se
pretende mejorar la eficiencia de la economía española, se pretende
luchar contra la inflación y se pretende preparar mejor a nuestro
país para afrontar los retos de la Unión Europea.

Así pues, señorías, en los próximos meses el mandato del Gobierno es
continuar con la profundización en el déficit público y acometer una
serie de medidas legislativas que tienen por objeto mejorar la
eficiencia de los mercados y el incremento de la competencia, de
manera que se enviarán a las Cámaras proyectos legislativos que
contengan aquellas reformas estructurales que nuestro país necesita
con más urgencia como respuesta a la crisis financiera internacional
y como respuesta, en definitiva, a la necesidad de enfatizar las
políticas de aumento y mejora de nuestra



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productividad internacional y de nuestra capacidad internacional para
competir.




El señor PRESIDENTE: Para fijar posiciones, por parte del Grupo
Socialista, tiene la palabra el señor Eguiagaray.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Sea bienvenido, señor Montoro, sabe que
personalmente nos congratula a todos tener la ocasión de escuchar a
alguien que nos hable de la situación económica, cumple usted con una
obligación contraída con esta Comisión y, desde ese punto de vista,
es, sin duda alguna, un deber de cortesía agradecerle su presencia y
el esfuerzo largo que ha hecho para convencemos de algunas cosas de
las que, le adelanto, no nos deja nada convencidos.




Permítame decir, señor Montoro, antes de entrar en algunas
consideraciones, que uno no sabe ya qué es lo que tiene que ocurrir
en este país para que el ministro de Economía comparezca
voluntariamente en la Comisión. No porque lo exija la oposición, no
porque se lo pida su propio grupo parlamentario, sino porque
espontáneamente quiera venir al Parlamento a explicar a los españoles
qué diablos está ocurriendo en el mundo y qué diablos es posible y
presumible que ocurra también en la economía española. Yo creo que es
una falta de consideración hacia la Cámara y una falta de
consideración también hacia el país. Y con esto entenderá, señor
Montoro, que no estoy tratando de desmerecer lo que usted significa
ni sus conocimientos ni sus responsabilidades. Pero el Gobierno es el
Gobierno y el ministro de Economía es el ministro de Economía y, que
se sepa, hasta ahora no ha hecho más que declaraciones más o menos
balbucientes en los medios de comunicación, a pesar de que hemos
vivido un mes de agosto y seguimos viviendo un mes de septiembre en
el que el mundo parece cambiar. Un mes de agosto en el que el
inversor en Bolsa ha perdido 10 billones de pesetas, solamente a lo
largo del mes de agosto; las 35 mayores empresas valían a finales de
agosto 10 billones de pesetas menos que el 17 de julio; una reducción
de la capitalización bursátil de 50 billones al 31 de julio, hasta 40
billones al 31 de agosto, 10 billones, que no ha hecho sino
agravarse, además, en los días posteriores del mes de septiembre (con
independencia de que estemos asistiendo a los dientes de sierra
habituales en este período o en este tipo de situaciones) con
inversores en fondos que han perdido también durante ese mes medio
billón de sus inversiones y con un significativo número de personas
que se ven afectadas, hasta el punto de que un periódico resumía los
datos del 11 de septiembre de 1998 como el mes más negro del mercado
español. En un mes la Bolsa española perdía no ya 10 billones, sino
11,7 billones de pesetas y en un solo día la Bolsa de Madrid perdía
3,3 billones de pesetas de capitalización y las 35 empresas que
ponderan en el Ibex, perdieron conjuntamente 2,3 billones de
capitalización.




Yo no sé si esto se puede combatir exclusivamente con el silencio. No
creo que pueda escudarse en no sabe, no contesta, tenemos
incertidumbres, como todos, sobre lo que ha de ocurrir, adoptar la
actitud de don Tancredo esperar y ver- o incluso contentarse
simplemente con decir
algunas cosas que estos días pasados hemos dicho. Estos días no son
días para repetir aquello que, en plena llamarada especulativa en la
Bolsa, decía el señor Aznar: la explicación de lo que ocurre en este
país es que el milagro soy yo. No son días como para repetir las
capacidades taumatúrgicas del presidente del Gobierno, pero tampoco
habría que caer -creo- en los topicazos que hemos escuchado, como
ésos que parecen acreditar la vaciedad del concepto de centro, que
oíamos al señor portavoz del Gobierno, cuando decía que hay que huir
del optimismo desaforado como del pesimismo extremo. Una posición sin
duda alguna centrada pero igualmente vacía. O lo que usted mismo
decía -y quizá con un exceso de sinceridad-: como lo que viene parece
que es duradero -anunciaba usted-, tenemos crisis para rato. Aunque
me da la sensación de que, horrorizado por el efecto de sus
declaraciones, (al día siguiente caía la Bolsa; estoy hablando de
finales del mes de agosto), volvía usted a la tesis oficial que hoy
nos ha explicado profusa, difusa y ampliamente: aquí no pasa nada, si
pasa algo no tiene importancia, e incluso ha dicho -creo haber tomado
la frase textualmente- que tenemos que conseguir que los efectos de
la crisis bursátil sean más beneficiosos que perjudiciales. ¡Hombre!
Esto como expresión de que no pasa nada y que incluso puede ser
beneficioso para todos nosotros, me parece todo un dechado de
optimismo y de falta de realismo, señor Montoro.

Permítame decirle, antes de hacer algunas consideraciones, que hacía
tiempo que no oía un discurso tan plano -lo digo con respeto, no
quiero ofenderle personalmente, como se puede imaginar-, tan insulso
en el análisis, tan lleno de lugares comunes, tan falto de realismo,
tan cercano a la propaganda política y tan escasamente capaz de dar
respuesta a las inquietudes de muchas personas, no solamente de los
inversores en Bolsa, sino de todos los que tratamos de seguir -sin
duda alguna con limitaciones, las de nuestro intelecto y
probablemente las de nuestro sesgo- lo que ocurre en el mundo y lo
que está ocurriendo en nuestro país.

Ustedes tienen un problema, creo yo, y es decir que no pasa nada. Y
si pasa algo, además, no tiene importancia, no nos afecta, somos
europeos, el euro es un lugar de refugio, estamos creciendo más que
los demás y, además, todavía si pasara algo, tenemos incluso ases en
la manga que permitirán resolver los efectos presumibles que sobre el
comercio internacional u otros pudieran derivarse de reducciones en
las perspectivas de crecimiento. Cuando usted dice, señor Montoro -y
lo ha dicho-, que podemos ser no solamente optimistas, sino que
incluso las cosas nos van a ir r mejor porque podemos hacer que esto
tenga efectos más beneficiosos que perjudiciales, incurre en algo que
es la pérdida de credibilidad, que yo creo que es lo último en lo que
se puede caer.

Probablemente, además de los lagares comunes, nada es que decir cosas
increíbles.

Si ustedes dicen que no hay que cambiar ninguna de las previsiones,
uno puede sacar dos conclusiones. Primero, las que ustedes tenían
eran falsas y no las habían contado porque nadie se imagina que no
esté ocurriendo algo y que esto no haya de tener efectos reales. Si
ustedes piensan que la economía y las previsiones para 1998 y 1999
son idénticas de las que existían antes del mes de agosto, con lo que



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está cayendo en el mundo y también cerca de la economía globalizada a
que pertenecemos, naturalmente ustedes anteriormente no nos decían la
verdad. O si ustedes persisten que en este momento no hay nada que
cambiar, simplemente uno tiene que pensar que éste es el antecedente
de lo que ustedes forzadamente tendrán que hacer posteriormente como
es, por otro lado, cierta experiencia de que las previsiones se
alteran casi siempre con retraso respecto de la situación; no hacen,
en definitiva, sino reflejar aquello que ya se da por aceptado o por
compartido con la comunidad internacional o con otros. Lo que resulta
infumable, señor Montoro, es decir que el mundo, para España en junio
o en julio de 1998 es igual que en septiembre de 1998. Esto no es
verdad, señor Montoro, ni siquiera acudiendo -luego entraré en
algunas consideraciones en esa dirección- a la importancia de los
efectos riqueza, o los efectos relativos de tipos de interés,
expectativas, que podamos contemplar en este momento, o los efectos
taumatúrgicos de algunas medidas fiscales que pueden ser capaces de
modular la evolución del consumo, la demanda de inversión y por tanto
el ritmo de crecimiento económico.

Salvo que la península Ibérica no siga siendo península sino una
ínsula ibérica, aislada del mundo por un cinturón sanitario que
usted, señor Montoro, y el Gobierno1o han sido capaz de colocar para
que seamos ese lugar del mundo que da lecciones, como usted nos decía
con la expresión de la ortodoxia política que se estaba haciendo en
nuestro país y que ya es seguida por la Unión Europea felizmente, sin
duda alguna por la enorme capacidad de convicción de nuestras
políticas y de sus resultados, yo creo que esto, señor Montoro, no es
acertado y es muy difícil de compartir, salvo que uno crea en los
milagros y, créame, la capacidad taumatúrgica del señor Aznar, como
la de Telefónica, cotiza en el Ibex estos días muy bajo.

Veamos algo sobre la situación internacional. Es verdad que hay
algunas reflexiones de carácter más general, pero quiero hacer
referencia a las previsiones. Incluso las que figuran hoy en el
documento que ustedes nos han entregado son previsiones antiguas de
la OCDE, de la Unión Europea, etcétera, hechas en el mes de junio,
que están ya desfasadas por las previsiones recientes que se han
venido haciendo en los días y semanas pasadas y que ciertamente
arrojan un horizonte distinto del que usted ha dibujado. No quiero
solamente referirme a las previsiones internacionales. Usted nos ha
estado dando cifras del primer trimestre y del segundo, de
contabilidad nacional y evidentemente, previsiones y datos más o
menos estimados o reales sobre la situación del segundo semestre pero
estamos hablando, señor Montoro, de lo que está ocurriendo en el
mundo a partir de este momento o a partir de una nueva situación,
pero nos sirve relativamente poco cuando el mundo cambia, y cuando
usted se empeña en decir que nada ha cambiado empezamos a tener algún
problema.

Creo que se han suscitado unas cuantas preguntas en el escenario
internacional. Algunas me parecen relevantes porque han puesto de
manifiesto, entre otras cosas, una parte de la ortodoxia y del
consenso de Washington o de otro, y las que se habían establecido
antes del shock que estamos viviendo por lo menos han empezado a ser
contestadas. Usted ha leído, como yo, las opiniones de economistas
relevantes, ya sea Krugman, Stiglitz, u otros, alrededor de hasta
qué punto ese mundo feliz, esa arcadia feliz en la cual no había ya
ciclos económicos y en la que los países emergentes solamente tenían
que seguir la recetas de la ortodoxia de los países desarrollados era
el mejor de los mundos posibles y el único capaz de garantizar el
crecimiento mundial. Hoy probablemente tenemos un nivel incipiente de
consenso en que algunas seguridades de la economía globalizada,
algunas seguridades de la ortodoxia son seguridades muy a medias si
no absolutas incertidumbres, porque hay mucha gente que empieza a
pensar que no es posible aplicar a los países del sudeste asiático,
con estructuras e instituciones tan distintas de Estados Unidos, del
mundo anglosajón o de Europa occidental, lo que simplemente se ha
querido que funcionase allí y que se ha revelado absolutamente
imposible de funcionar tan pronto como algunas de esas instituciones
(los mecanismos de control bancario, financiero, etcétera) han
saltado por los aires, por no hablar incluso de lo que puede ser la
propia situación de Japón, economía que, naturalmente, merecería otro
tipo de comentario.

Tras la primera crisis asiática se ha pasado a la duda razonable, y
en este momento incluso hay algunas voces empeñadas en ver si no es
posible lo que se ha dado en llamar la solución B en lugar de la
solución A. La solución B supone restaurar incluso mecanismos, que yo
no estoy propugnando sino que simplemente relato, de nuevos controles
de cambio o mecanismos que sean capaces de aislar relativamente
durante algún tiempo a las economías haciendo debidamente los deberes
para permitir que los enormes diferenciales de tipos de interés que
tienen que seguir manteniendo sean algo menores y ello permita
restaurar en más corto plazo de tiempo las tasas de crecimiento de
algunas economías que se han caído.

Es cierto que estamos ante la demanda insistente, que es verdad forma
parte de la agenda del Fondo Monetario internacional, desde hace 10 ó
15 años, de un nuevo orden, o quizá simplemente la existencia de un
sistema internacional, como decía el profesor Ontiveros hace algunos
días cuando resaltaba que estamos en una economía globalizada pero no
tenemos un sistema, tenemos otra cosa a diferente y una absoluta
falta de capacidad de dar respuestas adecuadas en determinadas
situaciones. El tequilazo salió bien, una parte de la resolución de
la primera crisis asiática salió razonablemente bien pero eso no fue
suficiente y después hemos caído en la cuenta de hasta qué punto era
importante lo que estaba ocurriendo en Japón. Ya conocíamos la
recesión de Japón; sabíamos que ese tema no iba a ser para unos días
y que la restauración de las tasas de crecimiento de esa parte del
mundo no se iban a poder hacer tan rápidamente como se pensaba.

El presidente Clinton, dentro de los problemas de autoridad que en
este momento tiene, convocaba ayer, en el plazo de 30 días, a los
ministros de economía de los países más importantes para tratar de
reflexionar de nuevo, y espero que dar algún paso, en lo que podrían
ser las bases de un nuevo sistema o un nuevo orden financiero
internacional. No sé si será la última proclama propagandística o
ciertamente tendrá algún resultado, en todo caso, es verdad que
estamos ante una situación no tan nueva que no tenga precedentes pero
sí, desde luego, adicionalmente más grave



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de lo que hemos vivido con Méjico, con sus efectos, con sus secuelas,
adicionalmente más grave de lo que ocurrió anteriormente con el baht
tailandés y sus efectos adicionales en el sureste asiático, y que,
sin duda alguna, ha llevado a que las previsiones que constan en el
documento que usted hoy nos ha entregado simplemente sean papel
mojado porque estamos asistiendo -lo decía ayer el señor Caindessus-
a la necesidad de preparamos desde ahora para afrontar la próxima
crisis -cito textualmente- y, como usted conoce, estoy seguro, la
previsión del Fondo Monetario internacional es que, en su próxima
asamblea rebajará prácticamente a la mitad las perspectivas de
crecimiento de la economía mundial. Por tanto, no estoy hablando
simplemente para imaginarme un mundo que no deseo en absoluto, estoy
tratando de introducir en su contexto los problemas de la economía
española.

Estamos ante una situación que no es solamente una situación de
crisis derivada del sector financiero; es obvio que ahí hay problemas
de confianza, problemas de estabilidad, problemas institucionales
(hablar de Rusia es simplemente hablar de un país donde no existe
Estado y donde la tarea más importante es la constitución de un
Estado en los próximos años), que, no se resuelven por mecanismos de
tipo de cambio cuando hay que edificar toda una hacienda o cuando hay
que edificar un sistema bancario que responda a reglas y a
instituciones basadas en el derecho de propiedad que sean fiables. Yo
creo que estamos hablando de cosas que llevarán bastante tiempo y de
cosas que, en consecuencia, habrán de traducirse en mayor o menor
grado, sin duda alguna dependiendo de los grados de exposición de los
países, en resultados distintos sobre el conjunto de las economías.

Por no citar un buen número de las previsiones de instituciones más o
menos respetables que en este momento tengo en mi poder sino dándoles
más fiabilidad de la que significa su propio nombre, J. P. Morgan
reduce el crecimiento mundial al l,5 este año y al 1,7 en el año
1999. Es menos que la mitad del crecimiento en el período 1996/97;
pero esta previsión supone que Estados Unidos por un lado, pero
también Europa, se ven afectados sin duda alguna por lo que está
ocurriendo en el mundo.

Algunas otras previsiones ilustran también sobre lo que puede
ocurrir, hay personas -no quiero extenderme sobre eso, sería muy
largo- que han publicado incluso previsiones hoy discutibles (que sin
duda alguna todavía no están siendo seguidas por la Unión Europea ni
por el Fondo Monetario Internacional pero que, dependiendo de las
circunstancias es posible que acaben por consolidarse), en virtud de
las cuales tenemos un escenario en que el impacto cierto de lo que ya
ha ocurrido significará, en todo caso un escenario central en que el
crecimiento de la OCDE probablemente se situaría en torno al 1,5 en
el caso de que Japón se recuperase, cosa que en este momento no
parece en absoluto plausible, y por debajo si Japón continúa en
recesión. Europa podría ser el área que mejor resistiera, estoy de
acuerdo en ese sentido con usted, pero no sobre la base de negar que
estén el ocurriendo cosas, y la previsión de Estados Unidos es de un
crecimiento notablemente más bajo.

Hay alternativas adicionales o elementos que se pueden introducir en
el análisis para tratar de olfatear qué puede
ocurrir, pero hay escenarios que pueden agravarse, como es evidente;
uno de ellos es Asia, en el que podríamos tener una oleada adicional.

Imaginemos, por ejemplo, y Dios no lo quiera, que los chinos no
aguantan y que el renminbi entra en una situación distinta y eso
vuelve a provocar un efecto dominó sobre las economías asiáticas; o
imaginemos que los efectos de confianza, de huida hacia la calidad
-como ahora se llama en el mundo financiero-, tiene nuevas
expresiones en las bolsas de los diferentes países y también eso
afecta a los Estados Unidos y a la propia Europa; o imaginemos que
los efectos cruzados de todas estas cosas tienen un efecto todavía
adicional sobre economías como las iberoamericanas, sin duda alguna
mucho más sólidas que en la década de los ochenta pero todavía con
fragilidades, como es el caso de Brasil, de Venezuela o como puede
ser parcialmente el de casi todo el resto de las economías. Hay
escenarios que pueden agravar la situación, que nadie desea, pero son
elementos que han de ser tomados en consideración.

La conclusión de esto, señor Montoro, no puede ser que no pasa nada,
la conclusión es que están pasando cosas, que todavía pueden ser más
graves y que ojalá estemos suficientemente protegidos como para que
los efectos sean menos intensos en la economía europea y desde luego
en la economía española, pero no es verdad que no pasa nada, en todo
caso todo el mundo está convencido de que, sean unas u otras las
décimas que se pongan, este año decrecerá el ritmo de crecimiento,
aunque quizás en términos absolutos se vea todavía relativamente
menos y que ciertamente para el año que viene debemos esperar tasas
inferiores de crecimiento mundial y también europeas, y esto afectará
a la economía española.

Voy a hacer algunas consideraciones sobre los problemas específicos
de la economía española. La primera que me parece importante reseñar,
y creo que usted ha hecho una versión incompleta de la situación de
precios, es la inflación. El problema de la inflación, señor Montoro,
no es solamente que estamos en mínimos históricos, esto es un hecho,
y bien que nos congratulamos, y sin duda alguna para un historiador
ésta es una reflexión estimulante. Para nosotros el problema no es
tener una inflación absoluta baja sino tener una inflación
diferencialmente alta respecto de nuestros competidores en la Unión
Europea, porque ahí es donde tenemos un problema serio, no sólo de
sostenibilidad en el medio plazo sino de sostenibilidad derivada de
pérdidas eventuales de competitividad. Creo que convendrá usted
conmigo en que el problema no es que estemos en el 2, podríamos estar
en el 3 y también en el 3 y medio si lamentablemente no tuviéramos
una inflación diferencial creciente respecto de los demás países
europeos y especialmente de los países centrales del euro.

Los datos del mes de julio fueron muy malos, y los del mes de agosto,
que por no contribuir al desánimo, yo he calificado públicamente, de
esperanzadores o de positivos en la medida que rebajan la inflación
interanual, sin embargo no son positivos, señor Montoro, o dicho de
otra manera, son claramente insuficientes. ¿Qué revelan los datos de
inflación del mes de agosto? Revelan varias cosas. Primero, que la
propaganda sobre las reformas estructurales es propaganda, pero que
no ha tenido efectos. Todavía recuerdo los esfuerzos meritorios
-supongo- de usted mismo y



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del ministro de economía reuniéndose durante el mes de agosto con
algunos de los culpabilizados como responsables de la inflación en el
sector de servicios para amonestarles, y en una reunión acabar
ofreciéndoles subvenciones a fin de que lo que estaba ocurriendo en
el sector hotelero, de transportes u otros tuviera escasos efectos en
el IPC. Creo que la batalla contra el IPC que han dado durante todo
el período pasado, con algunos esfuerzos también meritorios sobre la
manera de medir el IPC y sobre el juego de los precios administrados
en la evolución del IPC de cada uno de los meses, en este momento se
encuentra con algunos datos que son realmente serios. Por ejemplo, es
verdad que en el mes de agosto, señor Montoro, la tasa interanual se
reduce una décima, pero también es verdad que el resultado de la
reducción en una décima es la suma combinada de un efecto
absolutamente excepcional en las materias primas, fundamentalmente en
carburantes y productos energéticos, y un comportamiento
absolutamente malo en la inflación de servicios, que no sólo se
acelera en términos interanuales, y pasa al 3,7, sino que
simultáneamente, y eso es más grave, la inflación subyacente aumenta
su cifra hasta situarse en el 2,5. Eso significa que el 2,5 de
inflación subyacente en relación con el índice general se amplía en
cuatro décimas, y la diferencia en el mes anterior era de 3 décimas.

No hemos mejorado en término tendencias en el medio plazo, hemos
empeorado.

Déjeme decirle algunas estimaciones que hacen instituciones que se
dedican a esto. Un instituto que está cercano a la Universidad Carlos
III, que se llama instituto Flores de Lemus, ha valorado los datos
del mes de agosto diciendo: la solidez -es un lenguaje curioso- de la
inflación tendencial española, que está en el 2,2, aumenta las
expectativas de un diferencial de inflación significativo con
Alemania, y éste es, señor Montoro, nuestro verdadero problema. Ojalá
tuviera usted razón al decir que se van a cumplir las previsiones del
Gobierno en materia de inflación, pero en todo caso me sirve de poco
consuelo porque en este momento, cuando cae la inflación en los
países centrales del euro, nuestro problema es de ampliación del de
diferencial. Usted no lo ha mencionado, lo ha ocultado, señor
Montoro, y este es el problema serio que tiene la economía española
en este momento.

Ya sé que usted argumenta, con un razonamiento que me parece como
mínimo capcioso, y es que en este momento estamos ante una situación
con tendencias internacionales a la deflación, las materias primas y
el petróleo tienden a la baja -por cierto el petróleo está subiendo
en los últimos días pero esto es un escaso consuelo, porque el precio
de las materias primas o de los productos energéticos afecta mutatis
mutandis por igual al conjunto de las economías, a algunas un poco
más, a otras un poco menos, sin duda alguna seguirá ayudando a los
alemanes y a los franceses tanto como a los españoles, y el problema
es que nuestra inflación no deriva de ahí, deriva de aquello en lo
que ustedes no han dado un palo al agua, deriva de que las reformas
estructurales, señor Montoro, han sido un bellísimo ejercicio poético
para cada uno de los discursos, pero una política escasamente seguida
de la cual continuamos sufriendo las consecuencias, y sobre todo se
sigue planteando un problema en el medio plazo.

Quería hacer alguna otra consideración, no sobre precios en este
caso, sino sobre las cuentas públicas. Antes del verano nosotros ya
hicimos análisis, y en su última comparecencia sufrió usted también
nuestras críticas sobre el problema de nuestra entrada en el euro.

Era un problema de sostenibilidad y seguimos teniéndolo, señor
Montoro. Por explicarlo de una manera rápida, los problemas que
teníamos no son sustancialmente distintos, aunque hoy aparezcan con
expresiones parcialmente diferentes de los que teníamos antes. Lo
nuestro era un problema de crecimiento más alto que el resto de las
economías europeas, de lo cual nos congratulábamos, pero antes del
verano se hablaba, cosa que ahora no, de un riesgo de relativo
recalentamiento que pudiera afectar a la inflación y en un momento
que ustedes pensaban hacer algunas políticas que consideramos
claramente inadecuadas.

Las previsiones que se habían hecho, incluso por personas que hoy ya
están fuera de la circulación política, como el profesor Barea, eran
unas previsiones extraordinariamente preocupantes, que por otro lado,
no hacían sino confirmar los análisis que muchos habíamos hecho. La
reducción del déficit en los años anteriores había sido el resultado
no tanto de una reducción del déficit estructural cuanto un efecto
derivado, entre otras cosas, de la reducción de tipos de interés,
pero con un mantenimiento del déficit estructural prácticamente en
los niveles del período 1996-1997, o dicho de otra manera, en el año
1997 el déficit estructural de la economía española estando creciendo
prácticamente ya al potencial, se habría situado alrededor del 2 por
100 y en 1998, creciendo prácticamente al 3,7 o 3,8, sin duda alguna
alrededor del potencial en el medio plazo, habría que considerar que
todo el déficit que tenemos es no cíclico, sino déficit estructural.

En esas circunstancias, el déficit estructural no solamente no se ha
reducido, sino que ha aumentado en nuestra economía y el problema es
que esos objetivos de déficit en términos de mantenimiento en el
medio plazo son claramente insuficientes.

Los problemas que se plantean ahora, señor Montoro, son que el pacto
de estabilidad y crecimiento en las nuevas circunstancias con un
horizonte de menor crecimiento económico arroja adicionalmente
problemas sobre el escenario presupuestario que habían trazado y
sobre los horizontes establecidos en el programa de convergencia. Si
las economías, ojalá que no ocurriera pero no es lo más previsible,
crecieran menos de lo que está previsto y crecieran menos no en este
mes próximo sino a lo largo de los próximos meses, podremos tener un
problema agravado seriamente de sostenibilidad.

El déficit público que estaba previsto en su proyecto de
presupuestos, por lo menos en la medida que se ha conocido antes del
verano, era un déficit público que fue saludado por todos los
analistas como insuficiente esfuerzo para garantizar la consolidación
del crecimiento en el medio plazo por tanto, la sostenibilidad de
nuestras cuentas públicas y privadas, el crecimiento en el medio
plazo en condiciones de estabilidad y en los términos del pacto de
estabilidad y crecimiento.

Ahora hay que volverle a formular esa pregunta, supongo que es una
discusión que tendremos en los próximos



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días es lo que ustedes han concebido, pero me produce enorme desazón,
señor Montoro, que digan que no sólo no modifican las previsiones,
sino que no modifican tampoco nada de la política económica. Me
parece que es ignorar el mundo en el que vivimos y, además, hipotecar
algunas posibilidades de nuestra economía en esta etapa un tanto
tormentosa que nos está tocando vivir.

Tenemos, por tanto, una serie de conflictos en la política económica,
hemos pasado del riesgo del recalentamiento de antes del verano a los
temores de procesos más o menos recesivos, pero en un momento en que
no se ha solucionado -insisto- el problema de inflación diferencial
y en el que como usted ha recalcado, la reducción de tipos de interés
que se espera tenga que experimentar también la economía española
antes de su entrada en el euro, nos deja muy pocos meses para reducir
los tipos de interés que todavía circulan en los países centrales del
euro. Si antes se estimaba que la reducción de tipos de interés se
podía situar en el escenario del 3,6-3,7 y ahora estamos pensando en
que el escenario de convergencia se puede situar en el 3,3, aunque a
usted le consuele pensando que eso puede ser una contribución
adicional al crecimiento, es simultáneamente una contribución
adicional a algunos riesgos que no se pueden subestimar y
especialmente uno que obliga a modificar el mix de política monetaria
y de política fiscal que estaba anteriormente previsto, porque no
estamos en las mismas circunstancias que antes.

Por cierto, el Banco de España no ha rebajado hoy los tipos de
interés. Seguramente no será porque haya visto que la inflación va
muy bien, será porque todavía tenemos algunas cosas que necesitan ser
confirmadas y va a tener que hacer ese esfuerzo. Si no lo ha hecho
hoy no será porque estamos en la mayor de las certidumbres, sino
probablemente por algunas incertidumbres que el Banco de España ha
tomado en consideración.

Tenemos, además, otro problema, señor Montoro, el comportamiento más
contractivo del sector exterior. Usted lo ha dicho. Se ha referido a
los datos del primer trimestre y las estimaciones que se habían hecho
a finales del primer semestre eran ya de un comportamiento
contractivo de casi un punto o de alrededor de un punto del sector
exterior en su contribución al crecimiento de la economía. Esto va a
continuar. No es razonable pensar que a pesar de que el crecimiento
de nuestras exportaciones haya sido excelente en términos
comparativos, no sufra del menor crecimiento, de las menores
posibilidades de financiación o de la modificación de precios
internacionales que se ha producido.

Esto tiene algunos efectos adicionales, puesto que si en este momento
estábamos confiando en un sector exterior con un comportamiento de
medio punto contractivo medio en el conjunto del año, sin duda ahora
vamos a tener un comportamiento más contractivo unido a una
modificación de las expectativas de consumo y, sin duda, de las
expectativas de inversión.

No sé, señor Montoro, como puede llegar a la conclusión de que no
pasa nada y que ademas el cuadro macroeconómico se mantiene
invariable. Me parece una audacia que yo no me permitiría, pero en
todo caso permite mantener la conclusión de que o bien las
previsiones anteriores eran falsas o que se resisten ustedes a
modificar las que
están en este momento. No obstante, esto no tiene ninguna lógica.

Tiene que haber un efecto sobre el consumo y tiene que haber también
un efecto sobre la inversión. Es verdad -usted lo ha dicho- que la
reducción o las modificaciones de tipos de interés tienen el efecto
riqueza en términos de consumo que es un efecto relativamente menor
en un país en el que todavía el grado de tenencia de riqueza de
carácter financiero es relativamente menor que en otros países
-supongo que cita prácticamente las mismas estimaciones que yo estoy
utilizando- pero el efecto riqueza en relación con el consumo es seis
veces mayor que el efecto directo de tipos de interés en relación con
el consumo según las estimaciones a que ha hecho referencia, en todo
caso son las que tengo disponibles, permiten contribuir o analizar lo
que ha significado la evolución del consumo en los dos últimos años
con una tasa de crecimiento del 3,6 y se analiza cuál es el efecto de
tipos de interés y el efecto riqueza. El efecto de lo uno es seis
veces superior al efecto de lo otro. Dicho de otra manera, aunque
usted haya enfatizado el efecto tipos de interés, me permito
recordarle que el efecto riqueza por esta vía sería seis veces mayor,
si esa estimación es correcta.

Por tanto, vamos a tener algunos problemas en esa dirección; además,
en relación también con el efecto exterior usted lo ha limitado al
hecho de que somos una economía muy abierta, pero es verdad que somos
muy abiertos en relación con los países europeos y tenemos una
incidencia relativamente menor del comercio internacional, por
supuesto con Rusia o con muchos países asiáticos. Ahora se abre un
problema adicional para todos los países europeos, la reducción de
los mercados internacionales obliga a un esfuerzo de competencia
adicional también en el mercado europeo. Una parte de ese problema se
trasladará también a nuestra capacidad de exportaciones, y sin duda,
a un efecto adicionalmente contractivo porque no es posible pensar
que podamos seguir creciendo a las tasas a las que lo veníamos
haciendo.

Ante este panorama ustedes ahora, ésta es una conversión que quería
señalar, se han vuelto keynesianos y es algo que me sorprende. Le he
oído decir tantas veces lo contrario de lo que ahora dice, señor
Montoro, que me ha parecido inefable, permítame se lo diga
amablemente, que anuncie usted con sacarse varios ases. Primero
tenemos la reducción de tipos de interés, y en segundo lugar, todavía
tenemos en la manga como as la posibilidad de modular las retenciones
sobre el IRPF para acelerar el consumo.

Señor Montoro, quién le ha visto y quién le ve. Qué facilidad para
pasar de la confianza en los equilibrios económicos como elemento
fundamental del crecimiento económico a corto plazo, a una política
de keynesianismo desenfrenado en virtud de la cual hay que cebar en
este momento la bomba del consumo para compensar los efectos riqueza
u otros que se puedan producir.

Señor Montoro, reconozca que esto es un cambio notable, solamente que
me parece es un cambio peligroso. El problema de lo que usted ha
señalado, señor Montoro, no en esta comparecencia pero sí en
declaraciones públicas, ya tendremos ocasión de hacer un debate de
ese tipo en otro foro y en otro momento, es que estamos abocados a un
proceso de consolidación fiscal mucho más preocupante ahora



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del que teníamos anteriormente. Eso no solamente agrava los efectos
de la reforma fiscal que ustedes tienen en marcha, sino que, si antes
ya eran inoportunos en las condiciones en las que vivíamos, ahora los
hacen especialmente peligrosas sobre todo si uno piensa no en los
próximos tres meses, o en los seis próximos meses, sino en que una
reducción del crecimiento del comercio, entre otras, no solamente
afectará ya al IRPF, que ese ya lo tienen hundido y más que lo
quieren hundir, sino que afectará naturalmente a los ingresos
procedentes que este año están experimentando un alto crecimiento
hasta ahora de los beneficios empresariales, Impuesto de Sociedades,
pero también al crecimiento extraordinariamente positivo que ha
tenido el IVA.

A partir de ahí, señor Montoro, una parte de esas cuentas
extraordinariamente imposibles de seguir, simplemente porque no
tienen ninguna lógica, de que el coste de la reforma fiscal será
compensado por el efecto en los demás impuestos y al mismo tiempo por
el efecto adicional del crecimiento económico y todo ese conjunto de
bellos castillos de naipes que han construido, simplemente resulta
completamente increíble.

Término, señor Montoro, con una consideración sobre el paro. como
usted nos ha querido decir que todo va muy bien, que no pasa nada y
que además en el futuro nos va a ir todavía mejor, que ya es
contumacia, naturalmente, se ha empeñado también en presentarnos los
datos del paro, olvidándonos de los últimos. Ha mencionado sin duda
alguna los datos de las cotizaciones sociales, de la afiliación a la
seguridad social, de la EPA, y se ha olvidado decir algunas de las
cosas que se vienen detectando.

El Banco de España, por ejemplo, ya en el mes de mayo ponía de
manifiesto los efectos del agotamiento de los beneficios derivados
de los acuerdos entre empresarios y sindicatos o de la última reforma
laboral, en términos de generación de empleo, en términos de
reducción de la temporalidad y en términos de aumento del contrato
fijo y permanente. Esos datos no se los salta un torero, y
especialmente no se los salta después de conocer -todavía tendremos
que esperar la encuesta de población activa para ver si estas cosas
se confirman- lo que ha ocurrido en el mes de agosto, los datos del
mes de agosto, señor Montoro, son deplorables; son datos no de EPA,
son datos de paro registrados, pero ponen de manifiesto que es la
menor creación de empleo en el mes de agosto desde hace bastantes
años, y ponen de manifiesto no solamente una caída en el sector
industrial, es una cosa curiosa, sino que ponen de manifiesto
simultáneamente el crecimiento de la temporalidad, la reducción de la
fijeza y bastantes cosas más.

Señor Montoro, en este momento es previsible que si las expectativas
de beneficios empresariales y crecimiento de la economía se deprimen,
parcialmente al menos y a reserva de que no ocurran ulteriores
cataclismos de los que naturalmente ni usted ni yo somos deseosos,
razonablemente un agotamiento, por otro lado aceptado por los
empresarios y por los propios sindicatos de los efectos de la
reforma, se traducirá sin duda alguna en una reducción de la tasa de
contratación.

Probablemente asistiremos, ojalá yo me equivoque pero es razonable
esperar, que las buenas cifras que han registrado en términos
interanuales, la encuesta de población
activa en términos de generación de empleo, empiecen a conocer
algunas inflexibles, entre otras cosas porque estos efectos se venían
parcialmente ya poniendo de manifiesto y porque razonablemente el
cambio de expectativas ha de incidir también sobre las posibilidades
de contratación futura y en especial sobre el grado de fijeza en las
contrataciones.




Me hubiera gustado -con esto quiero terminar, señor Montoro-, que no
tuviera usted, aunque ya sé que usted lo hace con gusto e incluso
disfruta, que dar la cara a aquí para defender una posición oficial.

Yo sé que cuando uno tiene un puesto de responsabilidad, tiene la
obligación simultáneamente de generar algo de tranquilidad y por
tanto a contribuir a que las malas pasiones y las llamaradas
especulativas se suavicen, lo mismo que los temores excesivos, pero
lo que usted ha hecho hoy, señor Montoro, ha sido un ejercicio de
falta de realismo. Usted ha hecho cosas que no solamente no
tranquilizan porque son increíbles, sino que simultáneamente conducen
a que haya más incertidumbres sobre lo que tenemos que hacer, porque
si alguien señala -usted lo ha dicho hasta la saciedad- que nada ha
cambiado y que además nada nos va a pasar, más aún, nos puede ir
todavía mejor, yo no sé qué les contarán los mercados de lo que usted
ha dicho, pero me temo que es muy difícil compartir ese análisis por
muchos ejercicios de neokeynesianismo que quieran hacer alrededor de
algo que puede luego amenazar la consolidación de las cuentas
públicas.

Las expectativas o sobre todo las previsiones se suelen corregir
siempre tarde. Esto es un hecho de experiencia, lo conoce usted tanto
como yo. Inicialmente, no se aceptan los efectos, y después, cuando
hay que corregir se dice: hombre, todo el mundo decía que las cosas
iban a ser un poco de otra manera. Ha ocurrido en casi todos los
períodos de alteración. En este momento, se resisten ustedes a
aceptar cambios, y, luego, lo tendrán que hacer de manera abrupta.

Ojalá que el grado de diferencia entre lo que hoy pensamos y lo que
pensemos al cabo de un mes no sea excesivamente alto, pero
ciertamente estamos en este momento confrontados con algo que
obligará no solamente a la modificación de las previsiones sino a la
modificación también de la política económica que ustedes tienen
planteada. El problema es que ustedes lo confiesen y que hagan un
aterrizaje razonable y sobre todo un aterrizaje creíble. A estas
alturas, creer de nuevo en los milagros, y termino por donde empecé,
me parece que cotiza poco. Yo creo que este es el momento también de
que los gobiernos den la cara y la den con sinceridad para
tranquilizar que queremos hacer una política económica razonable en
un mundo que ciertamente no es el mismo que ayer.




El señor PRESIDENTE: Señor Alcaraz, me decía el señor Zabalía -no sé
si ha hablado con usted- que tenía que irse, y que, si no le
importaba, hablaría él en primer lugar. ¿Está de acuerdo?
(Asentimiento.)



Por parte del Grupo Vasco (PNV), tiene la palabra el señor Zabalía.




El señor ZABALÍA LEZAMIZ: Gracias, señor presidente, y gracias, señor
Alcaraz, porque la verdad es que no



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le había consultado, esperando poder llegar a tiempo, pero como tengo
que ausentarme necesariamente, agradezco que me deje su lugar para
intervenir, en primer término, agradeciendo al señor secretario de
Estado su comparecencia, que mi grupo la enmarca dentro de las
comparecencias cuatrimestrales, que todos los secretarios de Estado
tienen compromiso ante esta Cámara de realizar -me refiero a los
secretarios de Estado en el área económica-, porque así se decidió.

En tal sentido, yo creo que su intervención está enmarcada
precisamente en esa comparecencia cuatrimestral periódica que se
realiza, pero que para mi grupo parlamentario indudablemente no se
puede obviar la situación que en estos momentos se encuentra la
economía internacional por los acontecimientos que ya se han relatado
y que de alguna forma creo hace necesario que el Gobierno comparezca
de forma monográfica para explicar y debatir la situación, y las
consecuencias de las crisis asiática y rusa, y las turbulencias de
los mercados financieros.

Sería importante no enmarcar estas explicaciones y este debate dentro
de una comparecencia cuatrimestral, porque no hay tiempo, y por otra
parte queda desdibujado simplemente por el hecho de que en estas
comparecencias prácticamente se hace una foto fija de la situación
económica a través de los análisis de las magnitudes macroeconómicas.

Con esto, creo necesario que el Gobierno, y en este aspecto no tengo
ninguna predilección porque sea el ministro o sea usted, considero
que las dos personalidades tienen capacidad suficiente para poder
comparecer ante esta Cámara, y, eso sí, explicar de forma extensa,
monográfica y con un amplio debate, las consecuencias y la situación
de esta crisis.




Esto ya lo apuntamos diversos grupos en comparecencias anteriores y
creo recordar que la contestación tanto de usted como del ministro de
Economía cuando estuvo aquí fue simplemente reconocer que habla un
problema, pero se minimizaron absolutamente las consecuencias.

Estamos viendo que es un proceso que va en aumento, porque la crisis
no era igual hace cuatro o cinco meses que ahora, y tampoco sabemos
cómo va a ser dentro de tres o cuatro meses, con lo cual si hay una
cierta incertidumbre.

Yo entiendo que no queramos dar a los mercados una sensación de
intranquilidad; a mi me parece que es importante transmitir
tranquilidad a los mercados y en ese aspecto son peligrosos los
mensajes que se pueden dar desde el Gobierno o desde este propio
Parlamento. Aquí tenemos que ser todos muy responsables. No podemos
anteponer intereses de grupos parlamentarios a lo que tiene que ser
un interés general de la economía. Por eso yo creo que no es
conveniente intranquilizar a los mercados estas sobre situaciones,
pero tampoco podemos esconder la cabeza debajo del ala y pensar que
aquí no está pasando nada, porque aquí si están pasando cosas.

Por tanto, al margen de los análisis que podamos establecer en estos
momentos sobre la situación de la economía, que efectivamente va en
una proyección expansiva, estamos hablando de datos de julio, cuando
en dos meses hay algunas situaciones de la economía internacional y
sobre todo de la evolución de estas crisis que están afectando de una
forma importante. Estamos viendo cómo ha ido la evolución de la
economía española y de la economía
europea hasta julio, pero seria bueno saber en estos momentos cómo
están afectando ya las crisis actuales, porque precisamente hemos
vivido unos momentos yo creo que preocupantes en los meses de julio y
agosto, sobre todo con la evolución de los mercados financieros, que
nos hacen pensar que la incidencia que se podía analizar del efecto
de las economías de hace dos o tres meses ya no es la misma en estos
momentos.

En realidad es cierto que estamos ante esa trayectoria expansiva de
la economía española, como digo, y estamos creciendo por encima de la
media de los países europeos, pero, al margen de esto, hay otros
aspectos en que, aun yendo bien, no estamos haciendo nada que no
estén haciendo los demás. Me refiero al control de la inflación, que,
aun manteniéndose los objetivos previstos para este año, evoluciona
por encima de la media de la Unión Europea y, por tanto, estamos
bien, pero otros están tan bien o mejor que nosotros, porque incluso
la brecha de diferencia entre la media europea y la nuestra en el
tema de la tasa de inflación se va abriendo. Es verdad que se sigue
creando empleo, que el crecimiento económico se está trasladando
a una generación de empleo, pero también es cierto que mantenemos tasas
de paro cercanas al 19 por ciento, según datos de la EPA del mes de
julio, mientras que en la Unión Europea, aunque las cosas van tan
bien como aquí y aunque no crezcan como nosotros, siguen manteniendo
también tasas de desempleo del 10,1 por ciento. Por tanto, la brecha
en este aspecto es importante.

Como digo, al margen de que seamos optimistas con los buenos
indicadores macroeconómicos que se están produciendo, no creo que sea
conveniente minusvalorar el impacto de la crisis de los países
asiáticos y de Rusia. Da la impresión en las manifestaciones del
Gobierno, tanto ante los medios de comunicación como ante esta propia
Cámara, de que estos efectos directos o indirectos no van a trastocar
los objetivos de la economía española dada su solidez. Me gustaría
que eso fuese así y así lo espero, pero también hay que estar
preparados para que no ocurra esto, y habría que hacer un análisis
riguroso y en profundidad que diera como resultado tranquilidad que
todos deseamos.

Yo creo que al margen de la sesión de hoy y de los datos que nos ha
proporcionado, que trámite yo encajo en lo que son las comparecencias
cuatrimestrales, creo que es necesario que en esta Cámara comparezca
el Gobierno para que nos dé una información mucho más extensa de la
situación actual y de la previsible evolución de las crisis que en
estos momentos están influyendo en la economía internacional. Siempre
nos pasa lo mismo, pues aquí nos vienen las crisis después que a los
demás, pero precisamente porque el ciclo de las crisis económicas de
la economía española es distinto que en el resto -o lo ha sido hasta
ahora, cosa que posiblemente en el futuro lo sea por la entrada en la
Unión1 Europea-, cuando hemos visto las crisis económicas que han
afectado a otros países hemos contemplado pensando quizás que aquí
pasarían de largo sin que nos afectaran, cuando en realidad, al cabo
de cierto tiempo, nos han afectado. Por tanto, que la referencia de
lo que se está haciendo en otros países es importante, y en estos
momentos Alemania, Francia o Italia, por citar algunos de los países
que componen la Unión Económica, están revisando a la baja sus
previsiones de crecimiento en este año.




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El informe que acaba de publicarse de Merrill Lynch rebaja las
previsiones de crecimiento económico para España. Es cierto que las
que había establecido esta entidad financiera partían de un
crecimiento del 4 por ciento, superior al que aquí se había fijado
como objetivo, con lo cual, con las medidas de ajuste, ahora quedan
establecidas en el 3,7, que coinciden con las del Gobierno. En el
tema cuantitativo esa corrección no es importante, es una corrección
porque reconocen haberse confundido en las previsiones que hicieron,
pero yo creo que si es importante que lo hayan considerado, porque de
alguna forma indica que si los demás están corrigiendo sus
crecimientos, nosotros deberíamos contemplar esa posibilidad también.

No sé si se habría tenido en cuenta este aspecto, porque observo
-permítame, señor secretario de Estado- algunas contradicciones en su
exposición de hoy, pues si bien es cierto que por una parte dice que
el futuro es optimista y habla sobre las garantías de la solidez de
la economía española, por otra dice que los acontecimientos actuales
condicionan nuestro futuro y que la economía española no es ajena a
dichos acontecimientos. Por tanto, hay una cara y una cruz de esta
situación. Dice que vivimos en medio de una crisis internacional, y
cuando lo decía a mi me daba la sensación de que lo que quería decir
es: no se preocupen, que nosotros estamos en medio, pero esto es como
una especie de isla segura y sólida. Yo creo que eso no es así y que
usted también lo sabe, pero por la forma de expresarse en toda la
comparecencia me daba la sensación de querer compaginar las dos
cuestiones, es decir, reconocer la situación y, por otra parte,
decir: esto no nos va a afectar porque nosotros aquí estamos en una
posición absolutamente sólida y garantizada.

Por todos estos aspectos que están a mi entender oscuros, al final no
hemos llegado a ninguna conclusión sobre algo que creo que es
fundamental y es saber efectivamente cuál es la previsión del
Gobierno en cuanto al impacto que puedan tener a corto y medio plazo
las crisis actuales.

Los datos económicos los conocemos, están aquí publicados y estamos
satisfechos de cómo va evolucionando todo, pero indudablemente
tenemos una preocupación y esa preocupación tiene que despejarla el
Gobierno con toda la realidad posible. Eso no quiere decir, y lo
vuelto a repetir, que tengamos que emitir mensajes negativos hacia la
sociedad y los mercados, porque eso afectaría automáticamente a una
forma todavía más negativa a la situación económica.




Desde mi punto de vista hay tres cuestiones que me gustaría que el
Gobierno aclarara, al margen de esta comparecencia, como he dicho
anteriormente. Creo que es necesario que el Gobierno cuantifique el
impacto de la crisis y las consecuencias de la situación de los
mercados; que se revisen los objetivos macroeconómicos de los
presupuestos para el año 1999, por lo menos desde los datos que
nosotros conocemos, a partir de conclusiones de la cuantificación de
dicho impacto, y que aceleren las reformas estructurales pendientes
de la economía, ya ha hecho referencia a esto último el secretario de
Estado y me parece lógico. En situaciones como ésta donde podamos ver
que puede haber un impacto a corto plazo es donde hay que agilizar y
acelerar todas las reformas estructurales que están pendientes, y
todo esto, como digo, sin provocar ningún tipo de alarma, ya que
seria perjudicial para todos, pero
tampoco, como decía antes, sin esconder la cabeza, pensando que aquí
no nos va afectar, que con la entrada de la unión monetaria nos
refuerza el hecho de estar en este club donde todos nos vainas a
defender y que el euro sea la moneda más fuerte y a la que se está
acogiendo el resto de las monedas. Todo este análisis me parece muy
bien, pero es que el resto de los países están considerando las
mismas circunstancias y no veo que estén haciendo un análisis
semejante. Por tanto, tenemos que tener muy en cuenta todos estos
aspectos y no sería bueno que dentro de unos meses tuviésemos que
reconocer que lo que está ocurriendo está afectando más de lo
previsto.

La preocupación que tiene mi grupo parlamentario es que hace cuatro
meses se estaban minusvalorando tanto estos efectos que vamos a ir
detrás de las consecuencias para ir viendo cuáles son esos efectos;
es decir, que a medida que las crisis vayan aumentando, nos vayamos
dando cuenta de que nos va a afectar. Creo que nos tenemos que
adelantar a esa previsión y ser conscientes de que esto esa algo
mucho más importante de lo que pensábamos hace cuatro meses y aún
puede serlo mucho más dentro de dos o tres meses, porque nadie sabe
en estos momentos cuál va a ser el final de esta situación de crisis.

Esta es la reflexión que quería hacer desde mi grupo parlamentario
y espero que el Gobierno en una próxima comparecencia pueda venir a
explicar y debatir con todos nosotros sobre estos aspectos que son
los que hoy preocupan tanto al Parlamento como a la sociedad y a los
mercados.

Quiero pedirle disculpas al secretario de Estado porque no voy a
poder escuchar su contestación, pero las leeré en el «Diario de
Sesiones».




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Parlamentario de Izquierda
Unida, tiene la palabra el señor Alcaraz.




Por cierto, señor Alcaraz, ilústreme: ¿cuánto tiempo estuvo
interviniendo el señor Eguiagaray? (Risas.)



E1 señor ALCARAZ MASATS: Cuarenta minutos.




E1 señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Alcaraz.




E1 señor ALCARAZ MASATS: Señor presidente, yo voy a ser mucho más
breve en función de la hora que tenemos.




Quería decirle, señor Montoro, que oyéndole atentamente, en un
momento determinado me he despistado, no sabía si estábamos en la
Comisión de Economía y en el mes de septiembre. Creo que su
intervención estaba dislocada con respecto al tiempo y a la
estructura semántica. Era más un esfuerzo de inventiva que hay que
saludar, sin duda, que un intento de poner los pies en el suelo, en
la realidad objetiva. En este sentido yo también reclamo la presencia
del señor Rato. Nosotros hemos solicitado hace quince días su
comparecencia en esta Comisión y no entendemos cómo el señor Rato no
consigue comprender que este tema es de enorme importancia y que hay
que debatirlo, a menos que haya causas muy concretas de tipo
político, señor Montoro, que afectan a la marcha electoral de esta
país o de alguno de los territorios en juego.




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Usted nos viene a decir aquí, señor Montoro, que no ocurre nada, que
no va a haber consecuencias o que, ha llegado a decir, hay claves
para considerar que la crisis puede incluso ser positiva para España.

Teniendo en cuenta que una serie de países europeos, como ha dicho el
anterior interviniente, están revisando sus previsiones de
crecimiento, y ya lo han hecho, algunos con bajadas bastante
importantes, como Italia, creo recordar; teniendo en cuenta que el
presidente del Banco Central Europeo, señor Duisenberg, acaba de
decir que la crisis, sin duda, va a contribuir a la desaceleración
de] crecimiento económico europeo y teniendo en cuenta que ya se está
sufriendo una recesión profunda en el Japón y que hay teóricos
economistas, como el señor Samuelson, que anuncia la posibilidad de
un ciclo recesivo hasta en los Estados Unidos, no comprendemos su
intervención en este momento en esta Comisión, no podemos entenderla,
a menos que ustedes hayan llegado a un acuerdo con Convergencia i
Unió a la hora de analizar los presupuestos de cara a 1999 y
consecuentemente el cuadro macroeconómico, en el sentido de que no
conviene adelantar las previsiones reales que hay que hacer como han
hecho Francia, Italia, Alemania o como anuncia el señor Duisenberg, a
menos que ustedes hayan llegado a un acuerdo con Convergencia i Unió
de que no hay que adelantar la bajada de las previsiones hasta que
pasen las elecciones catalanas. Por eso le aducía causas políticas
muy concretas, y, de hecho, hoy aquí no están los portavoces de
Convergencia i Unió. Por tanto, es mucho más débil su intervención
política en este momento que si estuvieran aquí los diputados de
dicho grupo apoyando estas cosas que usted está diciendo. Esta
ausencia, para mí por lo menos, tiene un sentido político, máxime
cuando se conjuga con tres intervenciones hasta el momento, la del
Grupo Socialista, del Grupo Vasco, y ahora la del Izquierda Unida,
que no están de acuerdo con su diagnóstico ni con las soluciones que
da. Por tanto, las cosas en este sentido se están elaborando de otra
manera por distintos grupos. Nosotros coincidimos en una parte del
diagnóstico que se ha hecho, no en la salida, es decir, en la
política a seguir, pero todos coincidimos en que puede haber
consecuencias concretas y a corto plazo que ustedes se resisten a
recoger, y empezamos a pensar que es por motivos politices muy
determinados, que pueden tener su horizonte en el mes de febrero
o marzo de 1999.

Sin duda, están ocurriendo cosas que tienen trascendencia en el nivel
político al que me voy a referir en principio y de manera muy
concreta y sucinta antes de pasar a las consecuencias y causas de
tipo económico y financiero. No sólo es un problema de inestabilidad,
no sólo es un problema de que la desregulación global está
produciendo una falta de control absoluto, con una inhibición total
de los poderes publicas en cada uno de los Estados y territorios,
sino que también hay que hacer constar aquí que es una resistencia de
los pueblos al proyecto neoliberal, y resistencia muy concreta en
algunos casos con emergencia de clases obreras organizadas, el caso
del Japón, o resistencia política muy seria y muy concreta como en el
caso de Rusia, donde de nuevo, después de nueve años, los comunistas
acceden al área de Gobierno, y resistencia en otros países que, sin
duda, se van a oponer a esta desregulación masiva que tiene
consecuencias económicas muy serias, en
el sentido de que los grandes inversores privados pueden hacer lo que
quieran, lo tiene todo permitido en función de esa gran libertad de
mercado, pero las consecuencias de su falta de previsión o de su
imprudencia las pagamos todos, las pagan los pueblos
correspondientes, incluso con respecto a las medidas que adopten las
empresas privadas. Por tanto, hay ahí un sentido político que hay que
ver en principio: la resistencia de los pueblos a la política
neoliberal -el caso de Corea- o el caso de la propia emergencia con
un nuevo impulso de los países no alineados a los que hay que
inscribir en este análisis, como es el caso de Rusia.

Hay que ver también en este sentido algo positivo de esta situación,
y es que, en función de la falta de consolidación de solidez de la
desregulación global, de la llamada globalización, y de la falta de
liderazgo del Fondo Monetario Internacional y otros organismos que
están demostrando tener los pies de plomo o de barro, se generan
nuevos márgenes de maniobra de cara a las políticas territoriales
concretas, es decir, los Estados pueden adoptar nuevos márgenes de
maniobra donde se tienen por tanto que supeditar mecánicamente a lo
que se dicte desde ciertas autoridades globales, que por cierto en
absoluto están funcionando, no tienen sentido como liderazgo real en
estos momentos.

Desde hace varios meses, teniendo ya en cuenta causas y consecuencias
financieras y económicas, estamos padeciendo un profundo y constante
sobresalto que no tiene fin. Usted en un rapto de sinceridad dijo que
esto va para largo y nosotros coincidimos con esa apreciación. Se han
roto las falsas seguridades y se ha roto ese ingenuo triunfalismo que
usted no quiere abandonar hoy aquí en esta Comisión yendo a una
especie de optimismo más moderado que usted hoy no ha querido asumir.

En todo caso, está claro que los dogmas del nuevo liberalismo, la
globalización y demás, no funcionan como se nos había anunciado, y no
tienen las consecuencias de solidez y de nueva situación, tal como se
nos había dicho.

Ahí está el problema de los llamados tigres asiáticos, que se han
puesto como paradigma de la ortodoxia neoliberal, y resulta que se
vienen abajo y que descubren que las consecuencias sociales y
económicas de este montaje que se ha hecho son gravísimas con
respecto a la propia seguridad social de los pueblos. El tema de
Japón es muchísimo más grave, teniendo en cuenta que a su nivel es la
segunda economía del mundo. Está viviendo una recesión directa y
profunda sin posibilidad de evaluar las consecuencias, no sólo en
función del contagio de los tigres asiáticos, sino también teniendo
en cuenta la estructura de su propia economía y el funcionamiento
bancario tal como se ha producido, que ahora parece que va a requerir
una intervención de los poderes públicos a posteriori, un poco como
pasó aquí con la crisis bancaria, que hacen lo que quieren, se
produce el caos y lo pagamos entre todos. En este sentido va a
funcionar la intervención estatal de los poderes públicos con
respecto a la crisis bancaria en el Japón, un Japón que por cierto
adoptó medidas de política fiscal muy parecidas a las que se pueden
empezar a adoptar en España a partir de ya -la discusión va a tener
lugar el jueves-, en el sentido de que se pensaba que bajar los
impuestos podía producir un relanzamiento del ciclo expansivo y ha
sido absolutamente todo lo contrario: una contracción de la



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demanda y de las inversiones, que ha supuesto que esa política en el
Japón por lo menos no ha funcionado, y nosotros aquí anunciamos como
una apuesta política que tampoco va a funcionar, que va a ser
absolutamente negativa, y ya tenemos pruebas constatables de que así
está siendo en estos momentos, concretísimamente en el caso del
Japón. China se debate entre el quiero y no puedo con respecto a la
posibilidad o no de devaluar el yuan, y Rusia parece que se puede
empezar a recuperar si frena el impacto sumamente neoliberal que se
había previsto con relación a su economía y a su sistema financiero,
pero la crisis de Rusia se ha contagiado de inmediato a otros países
emergentes de la Europa del Este, como Polonia o Ucrania, y
posteriormente a los países latinoamericanos, comenzando por aquellos
como Venezuela con mayor dependencia del petróleo.

En Europa -nosotros no coincidimos con usted, señor Montoro- los más
afectados han sido Alemania y España, Alemania por sus inversiones en
la Europa oriental y nuestro país por las posiciones acreedoras e
inversores de algunos bancos y grandes empresas en América Latina. Ha
habido una repercusión muy seria que usted realmente ha pasado por
alto. Nosotros pensamos, en definitiva, que los actuales problemas
económicos internacionales son en gran medida el resultado de estos
procesos de liberalización que ustedes han llevado al máximo extremo
posible, dentro incluso de los parámetros europeos, muy por encima de
esta media de liberalización que se viene observando en el resto de
los países de Europa y que ustedes siguen poniendo como ejemplo de lo
que hay que hacer y hasta dónde se puede llegar, mucho más allá
incluso que Inglaterra, Francia, Italia o Alemania.

Creemos que la situación actual de los mercados financieros es
insostenible a medio y largo plazo y predice profundos desórdenes
económicos si las cosas siguen así, y parece que en principio no van
a cambiar; incluso el señor Clinton, que está atravesando momentos
personales muy difíciles -permítanme el chiste- desde que metió el
palo en la rueda de su proyecto político y ha convocado de cara a ver
cómo se modula el crecimiento mundial en el próximo período, y
ustedes creen que tampoco va a afectar eso de ninguna manera a
nuestro país.

En definitiva pensamos que las operaciones financieras poco tienen
que ver en el resto del mundo, tampoco aquí, con la economía real, y
la mayoría son especulativas. En este sentido, señor Montoro, resulta
cada vez más evidente, teniendo en cuenta el capital que circula
diariamente, cómo se produce esta circulación y cómo se produce la
política de cambios, que habría que plantearse la necesidad de
retornar a controles de tipo de cambios -yo sí lo digo directamente,
no como se ha dicho con anterioridad como una posibilidad etérea, yo
lo digo directa y frontalmente-, aunque sólo fueran los
imprescindibles para evitar las operaciones meramente especulativas.

Nosotros pensamos que hay que hacerlo de inmediato.

Repito que la actuación de las grandes sociedades, tal como se está
produciendo, nos lleva a ver que sus operaciones no son fenómenos
privativos de dichas sociedades directamente, porque repercuten en el
resto de la economía. Se desregula la economía, se deja libertad
absoluta, pero es la sociedad al final la que termina pagando todo
este tipo de operaciones, de imprudencias, de aventuras o de intento
de especulación a corto plazo. Las políticas económicas que se han
venido instrumentando en casi todos los países basan casi por
completo la expansión y el crecimiento en incrementar su
participación -y usted lo ha dicho también aquí- en el comercio
internacional, haciéndose cada vez más competitivo, lo que a nuestro
juicio lleva en muchos casos a deteriorar las condiciones de los
trabajadores y a reducir el gasto público deprimiendo la demanda
interna. Son políticas, por cierto -también se ha insinuado aquí-,
que aplicadas a la vez por todos los países, tienen un claro efecto
deflacionista, porque cada economía trata de expandirse a costa de
arrebatar parte de la cuota del vecino, cosa que ahora se va a
dinamizar mucho Inés en el seno de la Unión Europea, pero en ningún
caso se pretende agrandar el volumen de la tarta global. Por tanto,
las actuales dificultades económicas pueden tener su causa en estas
políticas deflacionistas. En ese sentido nosotros creemos que lo
lógico de inmediato es reducir los tipos de interés, a pesar de la
enorme resistencia del Banco de España. Ustedes lo anuncian
constantemente, pero no sabemos qué tipo de influencia o qué tipo de
hegemonía teórica ejercen sobre el Banco de España, que se resiste
constantemente a esta medida que habría que adoptar de inmediato y
que hoy no se ha adoptado, porque no habría que olvidar, señor
Montoro, que los tipos de interés significativos son los reales y que
estos -ya se lo hemos dicho muchas veces al gobernador del Banco de
España- no se han reducido tanto como se nos intenta hacer creer. En
cualquier caso y aun cuando la medida fuera correcta, no se puede
confiar únicamente en esa reducción de los tipos de interés que
ustedes venden muchísimas veces como panacea y que en absoluto puede
reducir o detener el posible proceso deflacionista.

En este orden de cosas nosotros pensamos que la inoperancia de los
organismos internacionales y el intento de muchos gobiernos de no ver
la realidad, como en el caso concretísimo del Gobierno de España, nos
pueden llevar a esa situación si las cosas marchan por el peor de los
caminos. Se está anunciando por parte de algunos economistas -y ya
sabe usted que los economistas no siempre se lanzan, porque esto es
una gran quiniela y todos intentan ir en rebaño creando un consenso
de una supuesta prudencia del que no intenta salirse nadie, pero ya
se ha roto ese consenso, no sólo a partir de Samuelson sino un poco
antes- que las consecuencias van a ser muy negativas, que va a haber
sin duda un desaceleración económica -lo ha dicho Duisenberg también-
y que posiblemente después se produzca un ciclo recesivo más o menos
agudo pero inevitable según esta serie de economistas que están
apuntando a tal dirección.




Por tanto, no estamos en absoluto de acuerdo, señor Montoro, en que
la crisis financiera y económica actual no va a tener efectos en
nuestro país. No coincidimos con ese análisis político, superficial,
coyuntural, oportunista, que ustedes y el Grupo de Convergencia i
Unió han hecho en función de citas electorales. Ustedes nos intentan
entretener como mínimo seis u ocho meses, incluso un ano, con una
teoría que ya circula por ahí que no tiene nada que ver con la
realidad, que no tiene nada que ver con las previsiones del Banco
Central Europeo, tal como se ha insinuado en principio por el señor
Duisenberg, que no tiene nada que



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ver con las previsiones que se están adoptando en otros países
europeos, que no tiene nada que ver con las previsiones que se
anuncian incluso en el seno de los Estados Unidos y que no tiene nada
que ver con el enorme shock que está sufriendo la segunda economía
mundial, de Japón. Por tanto, hay que ir revisando la situación y
traer aquí de verdad ese debate de enorme importancia, que hasta
ahora no se ha hecho. No estamos de acuerdo con que se pueden alertar
y poner nerviosos los mercados financieros, teniendo en cuenta lo que
nos jugamos a nivel de la economía real y la situación social y de
empleo.

Las exportaciones y el consumo van a sufrir, se va a ralentizar su
crecimiento y, a nuestro juicio, aparecen síntomas muy serios de
agotamiento de la fase expansiva del ciclo. Hay ahí una serie de
factores, algunos ya se han citado, que lo muestran. La inflación es
ya el doble que la de algunos países europeos que son líderes en la
construcción de la moneda única. Ya vamos al doble de la inflación de
estos países, como Alemania y otros. El pequeño ahorrador, el pequeño
inversionista en España ha sufrido un golpe muy serio cuando se le
incitó a que participara en la Bolsa, no podía dejar sus fondos
bancarios, puesto que por lo visto ahora no tienen ningún interés, se
está jugando a la Bolsa como si fuera una especie de gran casino y la
pérdida de los grandes inversores es de enorme importancia, pero
tranquilamente se le olvida porque no van a repercutir de forma seria
en la solidez de la estructura financiera, tal como la marcan las
grandes empresas.

Las cifras del paro de agosto expresan esta incertidumbre, sin duda
alguna. Son las peores cifras, referidas a agosto, de los últimos 20
años, y el señor secretario de Empleo nos dice que son las peores
porque el mes no terminó en viernes. Seamos un poco serios, porque
las cosas son más difíciles de explicar. (He oído esa explicación
directamente de él en una de las radios que funcionan en este país.)
Las cosas son muchísimo más serias, señor Montoro, que el fin de
semana último de cada mes a la hora de hablar de la estructura del
empleo en este país; una estructura que aporta poquísimo empleo fijo
con respecto a los totales que se aportan en este país. En un momento
en que están bajando las previsiones de las cifras de crecimiento de
en Francia, en Italia y Alemania, aquí se dice que no va a repercutir
en absoluto, teniendo en cuenta además que el señor Piqué ha dicho
que puede continuar tranquilamente el proceso de las privatizaciones.

¿Hasta dónde se quiere ocultar la realidad, señor Montoro? ¿Cómo es
posible seguir hablando de que se pueden producir tranquilamente otra
vez en este momento privatizaciones en este país? Creo que no se está
analizando la realidad de verdad, ya se lo he dicho anteriormente,
y ustedes nos intentan meter durante un período de tiempo en una
burbuja electoral que a lo mejor tienen en previsión que dure mucho
más allá del mes de marzo de 1999. Vamos a ver si los presupuestos
coinciden con estas aseveraciones reales o en la estructura profunda
de los presupuestos vendrá contenida esta posición que desde análisis
objetivos estamos haciendo una serie de grupos esta mañana aquí, con
independencia de que no coincidamos en la política alternativa a
seguir.

Creo, y termino señor presidente, que ustedes, señor Montoro, están
ocultando la realidad. No pueden mantener la realidad congelada un
año, hasta que se celebren procesos
electorales. La situación mundial y sus repercusiones con
respecto a Europa ya se estaban produciendo y se van a producir, sin
duda, con respecto a España, empezando por la exportación y por el
consumo. No nos lleven ustedes a una previsión falsa cuyas
consecuencias finales serian mucho más graves que tomando la realidad
tal como viene en este momento y yendo a planteamientos objetivos.

Ustedes, el Partido Popular y Convergencia i Unió, han decidido no
contar con la realidad durante un cierto tiempo, ocho meses, un año o
año y medio, pero la realidad sí va a contar con España, sin duda,
con la estructura económica y financiera de este país. Está afectando
a la inflación, el doble ya que ciertos países europeos, muy por
encima de la media europea, está afectando al desempleo, no hay una
política real, no hay una política adecuada de creación de empleo, y
mucho menos de empleo estable. Las propias negociaciones sindicales
en este momento demuestran que no hay sintonía, que posiblemente
ahora no haya un entendimiento fácil y esto, a mi juicio, quiere
decir que la sociedad tendrá que responder de que el Gobierno no
quiera liderar un análisis real y una alternativa adecuada a esta
situación económica y financiera. Este tema es de enorme importancia
y hay que discutirlo aquí, en el Congreso de los Diputados. Hoy
realmente no estamos discutiendo, usted va a mantener esa posición
idílica que en principio ha estructurado en su discurso, pero
pensamos que hay que ir al fondo de la cuestión y salir de aquí con
una serie de medidas que puedan frenar las consecuencias sobre este
país de la crisis internacional a nivel financiero y a nivel
económico. (El señor Vicepresidente, Martínez Sanjuán, ocupa la
Presidencia.)



El señor VICEPRESIDENTE (Martínez Sanjuán): Por el Grupo de Coalición
Canaria, tiene la palabra el señor Gómez.




El señor GÓMEZ RODRÍGUEZ: Con toda brevedad, expondré el criterio de
Coalición Canaria.




En primer lugar, quiero agradecer la comparecencia periódica del
señor secretario de Estado, don Cristóbal Montoro, y agradecerle
también su exposición desapasionada, ni con alabanzas exageradas a un
estado utópico de felicidad ni tampoco con anuncio de tempestades
impresionantes que se nos vienen encima. Seamos, como se ha dicho
aquí, coincidentes con la realidad. ¿Cuál es la realidad de este
momento de la economía española? Comparemos esta realidad con
momentos precedentes en la historia de España. A ver cuándo España ha
mantenido los embates de crisis internacionales en una época en que
no existía ni la globalización ni las macroeconomías. Y aunque hay
que reconocer que existe una crisis internacional, se hace evidente
que el comportamiento de la economía española ha sido bueno, está en
una fase expansiva, aunque el ritmo se haya atenuado. La demanda
interna, como usted ha señalado, sigue siendo el factor importante
del crecimiento agregado, fundamentalmente debido al excelente
comportamiento de la formación bruta de capital, compensando la
contribución cada vez más negativa del sector exterior. No digamos
que ya está resuelto el tema con cruzarse de brazos. Estoy seguro de
que el Gobierno estará preparando las



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medidas necesarias para evitar las consecuencias de una acentuación
de la crisis. Todos estamos de acuerdo en que un catarro en Japón o
en la Federación Rusa origina por lo menos un estornudo en España y
el estornudo se puede convertir en una gripe. Hay que evitar que
sobrevenga la gripe y hay que revisar las magnitudes macroeconómicas
del futuro, y con la adopción de las medidas que una buena economía,
con unos buenos directores, deben propugnar y hacer.

Desde Coalición Canaria decimos que tenemos fe en que las medidas que
adopte el Gobierno en caso de persistencia de esta situación critica
serán, como se ha hecho hasta ahora, beneficiosas para el futuro del
mundo empresarial y de los ciudadanos de este país.

Permítanme que les dé algunas ideas sobre Canarias, por ser una
comunidad autónoma española con una economía separada por dos mil
kilómetros y con unos ciclos económicos diferentes de los de la
Europa continental, incorporada a finales del siglo XV al mundo
europeo y, por ello, me gustaría oír ahora a los detractores de la
incorporación plena de Canarias a la Unión Europea. ¿Qué seria de
Canarias ahora sola en esta época de convulsión económico- financiera
del mundo? Nosotros nos encontramos respaldados por la posición
española que, además, ha entrado triunfalmente en el Euro-11, y eso
para satisfacción y tranquilidad de los españoles y también para
nuestra comunidad canaria.

Nosotros tenemos muchos problemas. No cabe la menor duda que por la
situación de los países emergentes, y si se produce como consecuencia
de la anunciada reunión del presidente Clinton, se van a tomar
medidas desglobalizadoras, y una de ellas va a ser, en esos países
donde hay crisis de materias primas y energéticas, el fomento a las
exportaciones. Y, al socaire de ello, Estados Unidos va a insistir en
el plátano-dólar en Europa, alegando que tienen que ayudar a los
países centroamericanos y del norte de América del Sur. En realidad
quiere ayudar a las compañías americanas que están instaladas en esos
países. No nos olvidemos de ello y también tenemos que pensar en una
serie de problemas que pueden sobrevenir a Canarias si no se
instaura, de una vez, la zona especial económica de Canarias. Es
absolutamente necesario porque nuestra tierra ocupa uno de los
lugares más altos respecto al paro -y es un título que no nos llena
de orgullo-, y no sólo me estoy refiriendo al paro general, sino
también al paro especializado, al personal cualificado. Nosotros
estamos solicitando que se instaure un sistema en la zona ZEC y que
el personal científico e investigador tenga algunos beneficios
fiscales. Porque Canarias puede exportar -como ya lo está haciendo-
tecnología. Nosotros no tenemos materias primas, no tenemos materia
energética, sólo tenemos una población creciente -que últimamente ha
aumentado en más de 150.000 habitantes, de los que, por cierto,
80.000 ó 90.000 son ciudadanos europeos, excluyendo a los
peninsulares-, pero si ésta nos aporta trabajo y viene a crear
riqueza, nos parece bien. Pero hay que ayudar en la reducción de la
vergonzosa cifra de paro que tenemos en el Archipiélago que, repito,
no nos llena de satisfacción y orgullo.

Tenemos también que plantearnos el futuro. Hoy en día la empresa en
Canarias se está planteando la creación de infraestructuras en un
mundo que nunca se nombra aquí: el mundo africano. Nuestras islas
geográficamente son africanas y tenemos que pensar en que esos
mercados que existen se mejoren, porque casi todos esos países están
en suspensión de pagos. Por ello el capital privado canario está
ayudando en la formación de infraestructuras con el fin de asegurar
las cuotas de comercio que pudieran proceder desde el propio
Archipiélago.

El mundo de los países de la ACP quiere acercarse a Europa.

Precisamente en el próximo mes de noviembre todos los países que
constituyen la ACP -África, Caribe y Pacífico- se van a reunir en las
islas Canarias, concretamente en Gran Canaria, y allí quieren
establecer la sede de sus cámaras de comercio, porque están
convencidos de que tienen que acercarse a una zona de estabilidad del
mundo -que se llama la Unión Europea- y tienen que estar cerca
también del continente africano, y por eso han acordado que España
sea la sede de todas las cámaras de comercio de estos países.

Nosotros -y con esto termino- estamos convencidos de que existe una
crisis -estaría bueno pensar lo contrario-, pero si hasta ahora se
han adoptado medidas que han conducido a España no a un lugar
paradisíaco de la economía, pero si de mucho respeto y prestigio
internacional, confiamos plenamente en que el Gobierno adoptará, en
el caso del agravamiento de la crisis o persistencia de la misma, las
medidas necesarias.

El señor VICEPRESIDENTE (Martínez Sanjuán): Para fijar la posición
del Grupo Popular, tiene la palabra el señor Aguirre.

El señor AGUIRRE RODRÍGUEZ: En primer lugar, queremos agradecer la
presencia del secretario de Estado en esta comparecencia.

Entrando en los términos en los que se ha expresado, quisiera hacer
una primera puntualización. Sabe el señor Eguiagaray que el señor
vicepresidente del Gobierno asistirá -tanto por la petición de mi
grupo parlamentario como por la de otros grupos- a esta Comisión para
hablar de los efectos y consecuencias de la crisis internacional
financiera, pero lógicamente también era pensable, que sería mucho
más adecuado que esta comparecencia se produjera una vez que el señor
vicepresidente hubiera asistido a la reunión del Fondo Monetario
Internacional, momento en el cual no sólo se tendría un análisis
desde la estricta perspectiva española, sino que se tendría un
análisis de conjunto. Por lo tanto, no dude, en ningún caso, que el
Gobierno, al máximo nivel de la vicepresidencia económica comparecerá
a los efectos de valorar esta crisis y sus consecuencias.

Señor Montoro, no descubro nada si le digo que a nosotros su
intervención nos ha parecido plena de contenido. Tampoco avanzo
ninguna novedad si confirmo que estamos cercanos, próximos e
identificados con todo el análisis y el diagnóstico que usted ha
venido a hacernos en la mañana de hoy. Yo creo que a su informe, que
ha tenido dos partes bien diferenciadas -la parte en la que nos ha
descrito cuáles son las características de la crisis financiera
internacional y la parte en la que ha sumado a esa información cuál
es la evolución de las variables macroeconómicas y la situación de la
economía real del país-, no podemos ponerle



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ningún tipo de apostilla o insuficiencia en ambos diagnósticos. (El
señor presidente ocupa la Presidencia.)
Nos ha parecido muy acertado cómo ha hecho usted la enumeración de
los acontecimientos en Japón, Rusia e Iberoamérica, haciendo resaltar
que dentro de la crisis internacional financiera conviven no sólo
aspectos estrictamente financieros o económicos, sino también
aspectos de característica política de muchísima relevancia, como es
la inexistencia de un Estado político en Rusia o como son también las
dificultades transitorias que atraviesa la dirección política en
Estados Unidos.

También confirmamos, como ha acertado el diagnóstico, que en el fondo
esta crisis está originada, además, por la caída de los precios,
fundamentalmente en materias primas y en el petróleo. Por lo tanto,
consideramos también acertada la afirmación de que esa crisis
financiera internacional en España por el momento sólo ha afectado a
los mercados de renta variable. De hecho, de la enumeración de cómo
se han comportado las variables macroeconómicas en el primer
semestre, parece perfectamente asumible por todos los componentes de
esta Comisión que aquellas previsiones marcadas en los presupuestos
de 1998 en materia de inflación, en materia de déficit y en el resto
de las materias, como el empleo, se van a cumplir.

No he escuchado ningún portavoz que haya puesto en duda que las
previsiones para 1998 se vayan a cumplir. Parece ser que el debate
que se quiere plantear -no dudaba que fuese otro- es que el cuadro
macroeconómico para 1999, según unos portavoces, habría que entrar a
revisarlo y, según el Gobierno y mi grupo así también lo confirma, no
habría que hacerlo, y se ayudar en esa argumentación diciendo que
algunas autoridades europeas se han pronunciado respecto a la
necesidad de esa revisión. Yo reconozco que, repasando mis papeles, a
las autoridades monetarias que han sido mencionadas no las he
encontrado haciendo la formulación de esa petición de revisión.

Si bien es cierto que algunos otros Estados miembros de la Unión
Europea han procedido a hacer revisiones de sus previsiones para 1999
también lo es que las revisiones que se han experimentado en esos
países lo han sido porque sus variables han sufrido algún tipo de
desviación que aconsejaba, en el entorno interno del país, hacerlas,
y que ya se había previsto realizarlas antes de que se produjeran las
tensiones en los mercados en el mes de agosto.

Si repasamos las variables que el secretario de Estado nos ha
relacionado, vemos que en inflación cumpliremos perfectamente el
objetivo para 1998, no hay en el horizonte ninguna tensión que así lo
vaya a predecir, aunque hayamos podido anotar el repunte del mes de
julio, si repasamos la evolución del déficit, no comparto aquellas
afirmaciones que se hacen respecto a que la corrí colón del déficit
que han experimentado las cuentas públicas españolas no o ha sido en
su tramo estructural, y desde luego no sólo no lo comparto yo sino
que, además, leídos los informes de la Comisión Europea con motivo
precisamente de nuestra incorporación al Euro 11, podemos deducir que
claramente el tramo más importante de la reducción del déficit ha
sido en el tramo estructural. En materia de empleo no es saludable,
desde luego, el dato que hemos podido recoger en agosto, pero si
contemplamos la evolución del empleo y el desempleo en España en los
dos últimos años, creo que
estamos en una fase intensa que no puede satisfacer a todos porque
estamos ante uno de los indicadores que más urgentemente necesita
corrección, pero es cierto que en estos últimos años se ha producido
una corrección bastante intensa tanto del empleo como del desempleo.

Señorías, los hechos, son así. Es una realidad que se está
produciendo una crisis financiera internacional muy importante, con
muy diferentes componentes, pero también es una realidad que, hasta
la fecha, la economía española no ha sufrido en sus variables más
importantes ningún tipo de tensión o desviación. También podría ser
una realidad que el sector exterior pudiera ser la variable que más
recoja el impacto o los efectos de esta crisis internacional, pero
estaba perfectamente avisada esa evolución del sector exterior en la
anterior comparecencia del señor secretario de Estado. Yo he hecho el
ejercicio de leer cómo ya en el mes de junio el secretario de Estado
nos anticipaba que la evolución del sector exterior estaba siendo la
propia de cuando se produce un ciclo como el que en este momento está
viviendo la economía española. Por tanto, yo sí concluyo que no se
está anticipando en la economía española en estas fechas el que
estemos cambiando de un ciclo alcista hacia un ciclo recesivo; por el
contrario, yo creo que en este momento la economía española resiste
con solidez y precisamente tenemos ahora que saludarnos porque el
origen fundamental de esa resistencia resida en la actuación
económica del Gobierno, en el cuidado de las cuentas públicas y en
nuestra incorporación a la zona Euro-11, donde creo que es
significativo anotar cómo los países pertenecientes a Euro-11 están
resistiendo este embate en los mercados y, por el contrario, aquellos
que quedaron fuera (me estoy refiriendo a Suecia y a otros países)
han tenido que, en unos casos, modificar sus relaciones cambiales, o
en otros casos asistir a sus monedas para poder sostener las
turbulencias de los mercados financieros. Esperemos, por tanto, los
informes que probablemente emita el Fondo Monetario Internacional y
sigamos de cerca, sin ningún tipo de relajo, cuáles son los
acontecimientos que pueda producir esta crisis financiera
internacional, pero entretanto, insisto, si las variables de la
economía española permanecen inalterables como hasta la fecha,
deberíamos de estar como mínimo esperanzados en el horizonte de la
economía española.




El señor PRESIDENTE: Para contestar las observaciones e informaciones
recabadas, tiene la palabra el señor secretario de Estado de
Economía, don Cristóbal Montoro.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMÍA (Montoro Romero): Quería
mostrar mi agradecimiento a los portavoces de los grupos
parlamentarios que han intervenido en esta sesión y el tono de las
mismas.

Era inevitable que, en la situación económica que está viviendo
España, en el desencadenamiento de la crisis financiera mundial y la
aceleración que ha vivido durante estas últimas semanas, esta
comparecencia estuviera casi centrada en abordar cómo se ven, desde
los ámbitos del Gobierno y desde los ámbitos de los grupos
parlamentarios, la situación de la economía y nuestra capacidad de
sortear con éxito las dificultades del entorno económico
internacional.




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A este respecto, y creo que recogiendo el sentir de la Cámara, lo que
sí quiero es insistir en que el Gobierno, tal como afirmaba hace un
momento el portavoz del Grupo Parlamentario Popular, señor Aguirre,
lo que hace es seguir muy de cerca los acontecimientos, seguir
vigilante la evolución de esa crisis y ver cuáles son sus principales
manifestaciones. A este respecto, los equipos económicos del Gobierno
están operando con escenarios móviles en los que tienen en cuenta las
diferentes hipótesis que se puedan derivar de la evolución futura de
esa crisis financiera internacional. En concreto, ya me he referido a
ello en mi intervención inicial, la mayor vulnerabilidad está en la
evolución del sector exterior, como ha destacado especialmente el
señor Aguirre al final, vulnerabilidad del sector exterior que es la
que nos llevaría en todo caso a plantear lo que serían escenarios
acordes con la evolución previsible del sector exterior si la crisis
permanece y si la crisis se profundiza o acelera. Lo que sí puedo
decirles, también a modo de resumen, es que no hay motivos
sustanciales para que haya modificación en principio de manera
importante sobre las previsiones de este año ni del año próximo, por
las razones que ya he expuesto y que en resumen son las siguientes.

En primer lugar, y con eso atiendo lo que ha sido la intervención de
algunas de SS.SS., efectivamente España no vive en una isla, aunque
tenga islas de las que se siente muy orgullosa, como es el caso de
las Canarias; España no vive en una isla, señorías, en el sentido
metafórico del término, en la economía mundial, sino en el euro, y
eso es lo que tiene que apreciar la sociedad española, el valor de
nuestro ingreso en el euro y el valor, como ha dicho muy bien el
señor Gómez, de lo que ha representado la aportación de España al
euro. Yo no sé por qué todavía seguimos acomplejados, parece como si
nos hubiese hecho alguien un favor abriéndonos una puerta trasera;
España ha hecho una incorporación al euro por la puerta más grande de
esa incorporación con sus cifras estabilizadas, con un crecimiento
económico importante, con una muy significativa creación de empleo, y
de esa manera lo que estamos haciendo es contribuir a la estabilidad
del euro. Y estando en el euro estamos beneficiándonos ya de lo que
significa estar en las zonas de calidad del mundo, y estamos
beneficiándonos de lo que significa ese valor refugio, esa
estabilidad de nuestra moneda y esa estabilidad de los tipos de
interés que tan importante es para financiar la actividad económica
de España. Las lecciones que tenemos que aprender son en definitiva
las que se derivan de nuestra propia experiencia; no lecciones para
dar a nadie sino para nosotros mismos como sociedad, y es la
importancia que tiene para un país rebajar su inflación y financiar
mucho mejor su actividad económica a través de ese progreso de
reducción de los tipos de interés. Ésas son las dos claves que
explican nuestra evolución económica en los dos últimos años y medio,
son las dos claves que explican que las previsiones económicas que
trazó el Gobierno siempre se han visto mejoradas por la realidad.

Éste es el resultado -ahora no hablo de futuro- de lo que ha sido la
evolución económica de España a tenor de las previsiones establecidas
en su momento por el Gobierno.

Recuerdo a SS.SS. que la previsión inicial establecida como
crecimiento económico en los Presupuestos Generales del Estado para
el año 1997 era del 3 por 100, cerramos
el año con una media del 3,4 por 100, y recuerdo a SS.SS. que la
previsión de crecimiento del PIB para el año 1998 era del orden del
3,4 por 100 inicial en presupuestos y eso se ha elevado -sin que
nadie lo discuta por cierto- en marzo del año 1998 al 3,7 por 100,
sin que suscitara ningún tipo de crítica porque era adecuarlo a una
evolución económica que está siendo más positiva que la propia
estimación.




En primer lugar, quiero recordar a la Cámara que el Gobierno no
practica previsiones maximalistas sino antes al contrario, el
Gobierno está buscando desde el primer momento de su acción en
política económica la credibilidad en el ámbito de la sociedad
española y en el ámbito internacional, y esa credibilidad es que
genera confianza para lo que está siendo la recuperación de la
economía española en este momento. ¿Qué sucede? Dicho muy en resumen,
sucede que los avatares de la economía internacional llegan a
nosotros en un momento que el ciclo económico está maduro, es decir
ya tenemos a la demanda interna en marcha, tenemos una recuperación
basada fundamentalmente en la demanda interna y en la que el sector
exterior este año tendría incluso una aportación negativa al conjunto
del crecimiento. Eso significa que los proyectos de inversión están
en marcha, que la construcción está en marcha, que hay miles y miles
de ciudadanos que han tomado hipotecas y que han adquirido nuevas
viviendas, estando algunas todavía en construcción. Eso significa que
el ciclo está en marcha y que la demanda interna está en movimiento.

Esa demanda interna se puede ver impulsada por la seguridad de que la
inflación va a seguir favoreciendo la ganancia de renta disponible de
los españoles, la inflación como clave otra vez de la explicación del
pasado y del presente inmediato y la explicación, en definitiva, de
que también por la vía de bajada de los tipos de interés vamos a
recibir un nuevo impulso, porque no es lo mismo países que viven ya
con bajos tipos de interés a países que estamos disfrutando aún de
los beneficios de esa bajada. Esto es muy importante a efectos de
introducir los estímulos de la actividad económica y la evolución
previsible, pero vuelvo a la premisa mayor, estamos en el euro y el
euro, como se está demostrando, señorías, es depósito de confianza, y
depósito de seguridad y de fiabilidad. Imaginemos lo que hubiera sido
la comparecencia actual, regular por cierto y que no tiene nada de
extraordinaria, como han destacado SS.SS.; es una comparecencia
cuatrimestral, tocaba en el guión el tema de la crisis financiera
y la hemos abordado, pero no es por complacer, como decía el portavoz
del Grupo Socialista, porque no encontramos ningún tipo de sosiego en
ello. Ojalá no existiera, pero sencillamente sí existe y hay que
tratarla y abordarla. Tocaba este tema en el guión de la
comparecencia, que es una comparecencia absolutamente regular, nada
extraordinaria, y hemos abordado esta cuestión. Decía que imaginemos
lo que hubiera sido esta comparecencia si España no hubiera ingresado
en el euro y ahora tuviéramos que explicar no que la Bolsa ha ido a
peor, sino que otros elementos de la financiación de la economía han
ido a peor. Eso ya se explicaba antes en otras fases no tan lejanas
de nuestra historia y que todos tenemos en la cabeza porque hemos
viviendo muy cerca en el tiempo lo que eran esos avatares; ahora
afortunadamente no los padecemos, tenemos la estabilidad



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de nuestra moneda, tenemos la certeza de que los tipos de interés
seguirán financiando la recuperación económica y hemos ganado mucho
en ese trayecto de lo que significa el ingreso en el euro.

Insisto, señorías, no es que vivamos en una isla, ahora hablo en
sentido metafórico, vivimos en el euro, y es el momento del euro, el
momento en que realmente la Europa del euro tiene que demostrar que
está a la altura de las circunstancias a la hora de tomar el relevo
en el crecimiento mundial y a la hora de introducir los elementos de
estabilidad financiera en el mundo. Eso es lo que afortunadamente
está empezando a pasar, porque el euro está suscitando un alto grado
de confianza y de fiabilidad en los mercados financieros, hasta el
punto de que está empezando a sustituir al dólar como valor refugio
mundial, y creo que eso es muy positivo y los españoles tenemos que
valorar lo que significa la pertenencia de España al euro;
precisamente cuando las cosas internacionalmente se enturbian es
cuando vemos el auténtico valor que tiene ese ingreso de nuestro país
en el euro.

Dicho esto, quiero subrayar, y agradezco la confianza que antes
depositaba el portavoz del Grupo de Coalición Canaria en las acciones
del Gobierno, porque éste no se quedará quieto ante esta crisis, que
el Gobierno va a seguir insistiendo en la corrección del déficit
público, el Gobierno está trabajando intensamente en esa línea y,
como antes anunciaba, va a utilizar esta ocasión para promover aún
más las reformas estructurales que necesita nuestro país en el ámbito
de la competencia, en el ámbito de las reformas, de los
planteamientos y de los procedimientos judiciales, que tienen gran
incidencia económica, en el ámbito de la profundización de la
economía de mercado en sectores económicos que son claves y en suma
también a la hora de promover cambios en el mercado de trabajo, que
son fundamentales a la hora de seguir induciendo una considerable
creación de empleo.

El realismo con que siempre hemos operado nos llevó, por ejemplo, a
advertir que la inflación subiría este año 1998, ésa era la
estimación que ofreció el Gobierno. Afortunadamente, señorías, la
inflación durante los primeros meses de este año no ha subido ni
siquiera como anticipamos en las estimaciones oficiales, y nadie
mejor que yo mismo para aseverarlo porque fui el portavoz de esa
evolución de la inflación previsible durante la primera parte de este
año. Afortunadamente no hemos llegado a esos niveles, y eso es
importante para garantizar que España está conviviendo como decía
antes en esa estabilidad de precios con un alto crecimiento económico
y con una intensa creación de empleo.

Por tanto, seguiremos adoptando las medidas pertinentes que tienen la
clave de reforzar la competitividad de nuestro país en este momento
para compensar los efectos negativos que sin duda alguna esta crisis
o esta evolución económica internacional nos tiene que dejar en el
ámbito de nuestro sector exterior, que es la clave. Ése es el motivo
por el que hay que centrar la evolución de las medidas del Gobierno.

Siguiendo en esa línea e intentando referirme a la posición de los
diferentes grupos, comenzaré por el Grupo Parlamentario Socialista.

Decía el señor Eguiagaray que el discurso inicial mío le había
parecido plano, yo no voy a
valorar el suyo porque me hago cargo de muchas de sus dificultades,
pero ciertamente no se entiende bien el discurso que ha acabado de
hacer. ¿Qué le preocupa?, ¿la inflación en un escenario
deflacionista? ¿Ésa es la preocupación del Grupo Parlamentario
Socialista? Eso es lo que he entendido de su discurso ¿Qué le
preocupa, que no vayamos a corregir la inflación? Ésta parece una de
las claves del cambio económico mundial que estamos viviendo ¿Por qué
le sigue preocupando la inflación en nuestro país?, ¿o es que ustedes
mismos están viendo que nuestro país puede tener tales tensiones de
demanda interna de inmediato que vamos a estar aislados de este
contexto nuevo que estamos viviendo? Eso es lo que he entendido como
su principal elemento de preocupación en cuanto a lo que llamaba la
sostenibilidad de España en el euro, la inflación diferencial ¿Qué le
preocupa? Quiero recordarle que si lee los cambios de las previsiones
que han anunciado los gobiernos europeos verá que los gobiernos del
euro están actualmente por debajo del uno por 100 de inflación, han
revisado al alza la inflación del año que viene; es decir, no es sólo
una revisión del crecimiento a la baja, han revisado al alza desde la
comprensión de que estar por debajo del uno por 100 es una situación
que no va a perdurar en el tiempo.

Les recuerdo que España en mayo de 1997 estaba en el 1,5 y ya
advirtió el Gobierno que no íbamos a estar en esa cifra en un modelo
económico de crecimiento sostenido de recuperación porque es muy
difícil, señoría, que las inflaciones estén en medio punto y las
economías estén creciendo al 3 ó 4 por 100. Todavía no hemos llegado
a este invento, hemos llegado a la estabilidad de precios como no la
entendíamos hasta ahora, pero esto ya es salirse del cuadro y ningún
Gobierno está haciendo esas previsiones, si usted las ve y eso hará
que la previsión del Gobierno para el año que viene sea la revisión
al alza de las estimaciones de inflación, lo que acercará sus niveles
de inflación a lo que es comportamiento normal en la zona del euro.

En segundo lugar, he percibido en el Grupo Socialista y la verdad
tengo que mostrarle mi apoyo, que parece apuestan por una mayor
reducción del déficit público en España ¿Les parece poco lo que hemos
reducido el déficit público estructural? En dos años, 4,5 puntos
porcentuales, de acuerdo con el informe de convergencia de la
Comisión de la Unión Europea, al que se ha referido antes el señor
Aguirre. Parece que el Grupo Parlamentario Socialista pretende que no
haya déficit público en España y me parece un elemento sustancial del
debate político en nuestro país. Si es así, éste es un escenario
interesante para debatir los próximos presupuestos del Estado de 1999
y le agradezco esa actitud tan constructiva porque eso va a ayudar a
dar una imagen muy sólida de España internacionalmente y que las
principales fuerzas políticas en España tienen que estar de acuerdo
en lo fundamental: darle solidez y base a este crecimiento económico.

En ese sentido, comprendo su preocupación por el impacto del Impuesto
sobre la Renta de las Personas Físicas, pero nunca habrá un momento
como éste para adoptar una medida de este tipo, medida que en sí
misma coadyuva a la formación de los costes de la economía, una
medida estructural que va a intercalarse en un momento crítico para
despejar el horizonte, va a colaborar activamente a despejar ese
futuro a través de la mejora del mercado de trabajo,



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es decir, a través de la reducción de la presión fiscal que soportan
los asalariados en España y a través de la mejora de los mercados de
capital, de la formación de ahorro y de su aplicación en España.

Nunca mejor dicho, porque además la crítica de que no es el momento
adecuado para hacer la reforma del Impuesto sobre la Renta es una
crítica que también he escuchado a través de los medios de
comunicación y no se entiende bien cuál es el momento.

Si no vivimos en una evolución que se caracteriza porque estamos ante
un riesgo de recalentamiento, si éste ha desaparecido, entonces
podemos hacerla por motivo de demanda. Si lo que necesitamos es
mejorar la evolución de los costes laborales y mejorar la formación
de ahorro a medio y largo plazo, lo debemos hacer. No se entiende
bien cuál es el argumento para que no la debamos hacer, porque según
ustedes cuando la economía está fuerte no se puede hacer y cuando se
debilita tampoco. Está claro que es una gran reforma de la economía
española y en ese sentido es una reforma estructural, de calado
social, de gran alcance social, como lo demuestra además que en un
país importante como Alemania, si ustedes observan el debate político
en cuanto a ofertas económicas entre el actual Gobierno y la
oposición, está en hacer una reforma del Impuesto sobre la Renta de
las Personas Físicas.

Nosotros vamos por delante a la hora de tomar esa decisión importante
y es el momento adecuado para hacerlo. Que usted lo califique de
keynesiano, de liberal, eso da igual. Las etiquetas puede ponerlas
con toda libertad en el debate público, porque goza de la libertad de
calificarlo como sea. Es el momento oportuno para hacer ese tipo de
reformas estructurales de la economía porque va a favorecer nada
menos que al mercado de trabajo, a la contratación y a la formación,
asentamiento e implantación del ahorro nacional.

Después, además de que no entendía bien cuál era su preocupación -me
refería al sentido de si la economía estaba recalentada o si se
desaceleraba- tampoco he entendido bien el diagnóstico, pero es igual
en este caso. Lo que me preocupaba del diagnóstico es importante, y
una vez más como ya nos viene ocurriendo en este tipo de
comparecencias, era saber las soluciones del Partido Socialista
a esta crisis. Sería importante escucharlas, porque el Partido
Socialista es muy importante. En la democracia española es la
alternativa al Gobierno y no sólo el control del Gobierno y sería
necesario, no ya positivo, que dijera algo sobre esta crisis y en
cuanto a su solución. No es que instalemos controles de cambio, ese
es un discurso del pasado, no creo que sean controles de capital,
máxime cuando lo que hemos hecho en la unión monetaria es constituir
y reforzar la libre circulación de capitales, el mercado financiero
único a través de la moneda única. Es el planteamiento que hemos
hecho en Europa y pienso que el Partido Socialista no está por apelar
a esos controles de cambio, no sé si lo hace o si lo está pensando
para algún país del mundo. Sólo le he escuchado una referencia
genérica y supongo que no irá en su programa para la sociedad
española instalar controles de cambio, controles de capitales en un
momento determinado. En fin, sería bueno escuchar algunas
alternativas y opiniones sobre políticas económicas para que podamos
completar la visión de las soluciones
a la actual incidencia de la crisis financiera sobre la economía
española.

En cuanto al discurso del portavoz de Izquierda Unida, hay una
separación conceptual y en ese sentido no lo comparto, aunque lo
respeto al máximo. En el discurso de que la crisis es consecuencia de
la globalización de la economía, de la libertad económica. Es
correcto que tenga esa idea y es apropiado por su parte, aunque no lo
comparto, pero yo entiendo que es al contrario y expreso sólo una
idea al respecto: no hay ningún país del mundo que pretenda aislarse
internacionalmente para resolver sus problemas económicos cuando éste
no es el sentido de solución de los problemas económicos; antes al
contrario, todos los países del mundo aspiran a tener inversiones
exteriores para resolver sus problemas económicos y los conceptos
como que esta situación es fruto de la excesiva desregulación, de la
libertad económica no son válidos actualmente, pero entiendo que
desde las perspectivas de su posición exprese lo que él mismo ha
llamado fruto de la rebelión de los pueblos ante la economía de
mercado. A lo mejor hay algún país que lo entienda de otra manera,
pero lo tiene un poco difícil y creo que ningún país en este momento
está intentando salir de la orientación de los organismos
multilaterales o está intentando aislarse para superar esa situación
difícil, situación que exige cambios en esos países, a veces cambios
políticos y sobre todo cambios institucionales que son garantía de
continuar obteniendo los mejores beneficios de la globalización, es
decir de su integración en la economía mundial.

Ha habido una petición del portavoz del Grupo Parlamentario Vasco
(PNV), reiterada por algunos otros grupos en el sentido más crítico,
aunque él lo decía en sentido más constructivo, de traer a la Cámara
un debate específico. También se ha referido el portavoz del Grupo
Parlamentario Popular a que es conveniente traer ese debate una vez
que las principales instituciones multilaterales clarifiquen sus
opiniones en relación con el futuro y también clarifiquen sus
principales acciones cara a ese futuro. Ése será el momento en que
habrá una comparecencia del vicepresidente segundo para tratar de
cómo se ve desde la presencia de España en esos organismos
multilaterales la evolución de la situación financiera mundial.

Realmente existe preocupación por Canarias y quiero dejar constancia
también en mi intervención que ésa es la preocupación del Gobierno.

Como sabe el señor Gómez, estamos trabajando en el reconocimiento por
parte de la Unión Europea de que Canarias es importante
económicamente para España, es importante para toda la Unión Europea,
y cuando a veces se reconoce lo específico y lo diferente no es sino
una forma de fortalecer la propia capacidad y el propio potencial de
crecimiento económico. Ése es el trabajo que estamos en común para
desarrollar que también Canarias, parte de su economía, se mueva con
características específicas y de esa manera resolver los problemas de
Canarias que son en definitiva los problemas de toda España. (El
señor Eguiagaray Ucelay pide la palabra).




El señor PRESIDENTE: Señor Eguiagaray, ¿brevemente, verdad?



El señor EGUIAGARAY UCELAY: Muy brevemente.




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Agradezco al señor Montoro, más allá de alguna ironía por otro lado
propia y adecuada, el tono de su intervención.

No quiero añadir muchas cosas a las que ya he dicho. Creo que mi
discurso ha sido suficientemente claro, pero, como me parece que el
señor Montoro planteaba algunas dificultades de entendimiento de
algunas cosas que he dicho, a efectos de clarificación.

El problema de la inflación señor Montoro no es, como antes le he
dicho, el problema de una inflación absoluta más baja sino el
problema de una inflación diferencial, y no solamente no se ha
corregido, con independencia de que se han rebajado las perspectivas.

Es verdad que ustedes habían anunciado inicialmente una inflación
algo más alta y algo más baja ha sido, pero también es verdad que las
circunstancias especialmente de crecimiento de precios derivados de
la importación, energías, materias primas y otra serie de elementos,
ha sido más favorable de lo que era previsible el año pasado. En
consecuencia, era razonable que se produjera una caída en esa
dirección. Pero lo relevante y es una parte del discurso que todavía
está pendiente de contestar por parte del Gobierno es qué significa
que aumentemos nuestro diferencial de inflación; eso es lo relevante,
y usted sabe que no estoy diciendo una cosa que no le preocupe
a usted mismo.

Le vuelvo a recordar algo que ya he citado anteriormente. Con los
datos que en estos momentos tenemos no es solamente que nuestra
inflación haya crecido en el mes de agosto, sino que las perspectivas
a nivel internacional han hecho que la inflación tendencial, esto es
una parte, un componente de nuestra inflación haya crecido también
para el año próximo, que se sitúa en términos de inflación
tendencial, según las estimaciones a que antes hacía referencia, no
en el 2,2, el último dato es 2,1, y 2,2 es el último dato que tenemos
de 1998, sino que en este momento la estimación de la inflación
tendencial para el año 1999 es 2,32, pero no en un momento en que las
perspectivas de inflación de los demás países europeos están
ascendiendo. El último dato de Alemania -acepto naturalmente que las
cosas las tenemos que seguir vigilando- refleja que habiendo
registrado una tasa de inflación en el mes de agosto, la más baja
desde el año 1991, significa que nuestro diferencial se ha ampliado.

Esto permite proyectar algunas sombras de duda sobre el horizonte, no
ya del descenso de la inflación del índice general, que espero se
alcance, sino de nuestro diferencial respecto de otros países, y eso
significa, señor Montoro, un problema aún no resuelto, un problema de
competitividad planteado, un problema que exige acciones y que exige
decisiones que no se han tomado. Ésta es una parte. Yo creo que esa
parte de mi discurso se puede entender, yo creo, señor Montoro, que
en materia de inflación me sigue preocupando la inflación en un
escenario deflacionista por la razón que acabo de decir, no tenga
dudas, y yo creo que a usted le debe seguir preocupando, no en
términos absolutos, pero sí en términos relativos, y es algo que está
ahí y sobre lo cual hay que actuar y hay que tener un diagnóstico y
también una terapia.

En segundo lugar, sobre la reducción del déficit, estoy convencido,
señor Montoro, de que se ha hecho un esfuerzo, qué duda cabe, negar
la evidencia es absurdo y me daría poca credibilidad, pero estimo y
creo que usted estaría dispuesto si no tuviera que explicar otra
doctrina más oficial,
que hay razones para estar preocupados por el déficit y por el
componente estructural de nuestro déficit. Eso es lo que he dicho
antes y sigo sosteniendo. Por tanto, de ahí se derivan algunas cosas.

No que nosotros vayamos a hacer una política de aumento del déficit,
créame, nosotros antes de salir del Gobierno, cuando estábamos en el
Gobierno y estando en la oposición llevamos haciendo una política que
ya el año pasado como el anterior, contribuyó a defender la
consolidación de nuestras cuentas fiscales, que me parece es
absolutamente relevante, incluso para garantizar el crecimiento
económico en el medio plazo, por tanto no dude en esa dirección.

Por eso es, entre otras cosas, por lo que nos ha parecido y nos sigue
pareciendo suicida o por lo menos muy peligroso en términos de
crecimiento en el plazo medio y de crecimiento de convergencia real
que tengamos más problemas de consolidación fiscal que los que tienen
o pueden tener otros países, y como es verdad que en todos los sitios
cuecen habas, algunas de las preocupaciones que hemos expresado por
activa y por pasiva las seguimos manteniendo y ampliadas cuando
ustedes persisten en hacer algo que era peligroso antes por algunas
razones de carácter coyuntural en términos de eventual
recalentamiento, pero que ahora aparecen también igualmente
preocupantes si no más por razones precisamente de reducción del
ritmo de crecimiento. Esto es lo que me llevaba a concluir diciendo,
señores del Gobierno, tendrán ustedes que hacer algo que no sea
exactamente lo que pensaban hacer, porque la situación es
completamente distinta.

Señor Montoro, permítame que yo ironice también un poco. Le he oído a
usted mismo y a otros miembros del Gobierno defender con gran ahínco
la reforma fiscal con un argumento que es el contrario del que ahora
defienden, un argumento que yo no compartía porque creo que
macroeconómicamente es falso, y en virtud del cual la reforma fiscal
es una contribución al ahorro nacional creo que es un argumento falso
de toda falsedad, pero en todo caso en este momento ustedes están
defendiendo la reforma fiscal en términos no de aumento del ahorro,
sino de aumento del consumo, lo cual me parece una pirueta en el aire
que me ha llevado a tildarle, si quiere le quito otra vez el
adjetivo, pero tendrá usted que dar cuenta de sus actos de sus
explicaciones de sus pronunciamientos, porque es un giro keynesiano
impropio de un liberal como usted que ha estado defendiendo algo por
otro lado muy tradicional en quienes piensan como usted: que la
reducción de la fiscalidad significa una contribución a la tasa de
ahorro macroeconómico cuando nosotros creemos que no hay ninguna
evidencia y cuando lo que produce es fundamentalmente mucho más un
proceso de redistribución entre activos que un proceso de aumento del
ahorro con carácter general. Pero ésa es otra discusión.

Señor Montoro, tiene usted además que explicar por qué la reducción
de la fiscalidad significa una contribución específica o
significativa a la reducción de los costes laborales, porque detrás
de ese razonamiento usted está aceptando implícitamente que una parte
de la reducción de la fiscalidad, que es pagada por las empresas o
que es computada en términos de salario, sea apropiada en términos de
beneficios también por las propias empresas, es decir que se comparta
la fiscalidad por aquel que contribuya a pagar



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los salarios y por aquel que los recibe, lo cual significa que detrás
de eso hay no un aumento sustancial del poder adquisitivo sino
fundamentalmente un aumento también de las rentas empresariales. Éste
es uno de los argumentos que usted tendrá que explicar, porque
explicar en términos de reducción de costes laborales, la reforma
fiscal es un medio discurso, pero tiene implícito un argumento
extraordinariamente preocupante, y es el mismo que ustedes están
acompañando con su discurso: acepten ustedes reducciones salariales o
elevaciones salariales mucho menores, porque ahora con la reforma
fiscal ya lo van a percibir por otro lado. A la vez, están diciendo a
los empresarios: con esto reducirán ustedes los costes laborales
porque tendrán que aplicar menores salarios de los que aplicaban
anteriormente.

Señor Montoro, termino. Yo creo que la reforma es un tema de calado
social, pero por otras muchas razones que no vamos a discutir ahora
sin duda alguna. Me pide soluciones a la crisis. Comprenderá que hoy
sí termine diciéndole: Le he dicho antes y se lo repito que viene
usted aquí a explicar porque le tocaba, y no ha tenido miedo, le ha
hecho frente al toro. Sobre la crisis financiera no nos da ninguna
solución, nos dice que van a permanecer absolutamente impasibles,
impasible el además y el gesto frente al toro que se les avecina, y
resulta que me dice: Por qué ustedes no nos dicen algo, ¿qué
tendríamos que hacer?
Comprenderá que no es la tarea de la oposición decirles a ustedes lo
que nosotros haríamos si estuviéramos en el Gobierno, pero en todo
caso, sí le quiero decir alguna cosa, que me parece son las cosas que
en este nivel de la réplica se pueden decir. Yo creo que es muy
importante para este país que el crecimiento, que no tiene que ser
solamente el de los próximos seis meses, se asiente sobre bases
sólidas. Eso significa, desde luego, que el cuadro macroeconómico
tiene que cambiar y que los parámetros de la política económica
tienen que modificarse, y esto implica, entre otras cosas, la
atención a dos elementos que antes y ahora siguen siendo relevantes:
inflación -y eso necesitará de reformas estructurales, hacer lo que
ustedes no han hecho en los dos años que llevan gobernando, a pesar
de que hayan hecho muy bellos discursos- y que el tema de las cuentas
públicas no se puede tratar en los mismos términos que lo han venido
tratando, porque estamos hipotecando el futuro, incluso si ahora no
se ve. Es un viejo discurso, si quiere usted, pero es un discurso que
adquiere en este momento, a nuestro juicio por lo menos, particular
interés e importancia, porque en 1999, con un incremento menor,
algunas de las cosas que en este momento parece que no tendrán efecto
significarán reducción de ingresos, y si ustedes no han hecho
adaptaciones en el gasto, tendremos problemas. Si ustedes renuncian
además a un ingreso que es un ingreso estructural para los próximos
años, tendremos dificultades adicionales para el cumplimiento de
objetivos de consolidación fiscal, y si lo hacen solamente por
razones coyunturales, para incentivar el consumo, estarán cometiendo
un error de libro.

Finalmente, yo creo que hay otro error en esta economía. Como yo creo
que las crisis pasan y todo lo que sube baja, pero también lo que
baja acaba por subir, uno tiene la esperanza de que cuando algunas de
estas cosas acaben por resumirse, probablemente en le economía
europea, que sin
duda alguna están en mucho mejor situación que buena parte de la
economía mundial, volverá a reemprenderse el ritmo de crecimiento,
pero ahora seguramente tendremos un bajón en las expectativas y en el
ritmo efectivo de crecimiento. El problema de la economía española es
que tiene que aumentar sus capacidades y su potencial, y una de las
cosas que han venido ocurriendo desde ha ce dos años o incluso algo
más, que inicialmente era explicable por razones de ajuste y que en
este momento resulta inexplicable, es que se ha puesto todo el peso
del ajuste, entre otras cosas, sobre algo que está afectando al
potencial, que es la inversión.

Le he señalado tres o cuatro grandes elementos estratégicos de una
política económica que no puede ser la que ustedes están practicando.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Alcaraz.




El señor ALCARAZ MASATS: Supongo, señor Montoro, que lo primero que
hará usted al salir de esta comparecencia es ver cómo ha ido hoy la
Bolsa, a ver si los mensajes han funcionado, porque yo creo que están
ustedes obsesionados con lanzar mensajes a los mercados financieros
como tema fundamental de su cotidianeidad económica, sin tener en
cuenta una serie de factores que se están produciendo y que sin duda
alertan a una parte de los políticos. Esto tiene mucho que ver con
los políticos, porque ustedes están haciendo desaparecer debajo de
proyectos técnicos, económicos y tecnocráticos a los políticos e
incluso a los pueblos, y esto nos preocupa hondamente teniendo en
cuenta cuál va a ser la salida de esta crisis y por dónde la están
enfocando no sólo alguno de los países que le he citado, sino otros
europeos que ya están funcionando de cara a adoptar medidas para esa
salida.

Me referiré finalmente a este tema, pero antes quisiera decirle que
ha hablado usted de una nueva reforma en el mercado laboral y le
aseguro que esto nos pone los pelos de punta, teniendo en cuenta
además que ustedes constantemente, cuando se habla de inflación,
echan mano de inmediato al tema de la moderación y de la congelación
salarial, como ritornello constante. Nunca aluden, por contra,
teniendo en cuenta los resultados empresariales, al tema de los
beneficios y sus consecuencias, incluso por encima de las que causa
el tema de la subida salarial. Si ustedes van a enfocar este tema así
-usted simplemente lo ha insinuado-, no creo que puedan encontrar la
comprensión de una gran parte de la población. No sé cómo esto se
traducirá después, pero yo le aseguro que a partir del tema salarial
o del tema de una nueva reforma del mercado laboral, con las
perspectivas de la anterior, que ha resultado un fracaso teniendo en
cuenta los números globales, ustedes no van a conseguir una salida
adecuada de esta situación. Da la impresión de que la salida que
ustedes buscan es una salida en la que sobran tres millones de
españoles, y no se pueden meter debajo de la alfombra, no son una
especie de basura. Están sobrando en sus cálculos tres millones de
personas, de españoles y españolas.

Usted ha llevado al extremo -desde el supuesto respecto a mi
discurso, ha dicho usted- el planteamiento que yo he hecho para
intentar hacer una caricatura de la situación.




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Yo le he citado unos países, ahora voy a citar otros, en el seno de
una alternativa política y programática de la situación, no la voy a
eludir. Yo no he hablado de que hay que aislarse, no he dicho nada de
eso. Yo he hecho una crítica de la globalización, quizá no la haría
teniendo en cuenta lo que es el desarrollo técnico y tecnológico de
la mundialización, separando ambos conceptos en principio; yo he
hecho una crítica fuerte de la desregulación, de que no hay líderes
organizativos con respecto a las alternativas posibles y de que la
inhibición total de los poderes públicos está conduciendo a una
situación muy difícil, porque no se interviene, y el llamado mercado
libre está permitiendo que los beneficios se los apropien las
empresas y los grandes inversionistas y que las pérdidas las tengamos
que pagar entre todos, y hay grandes inversionistas que en su cuenta
tienen incluso más dinero que varios bancos juntos de los grandes del
orbe. La situación es esa y no hablo de aislamiento; hablo de que con
el fracaso relativo de este modelo de estrategia neoliberal -vamos a
resumirlo en el término globalización-, a la contra deben aumentar lo
márgenes de maniobra de las estrategias territoriales concretas,
países o territorios más amplios. Pueden aumentar esos márgenes de
maniobra y deben aumentar ante la ausencia incluso de líderes
políticos o de líderes como el Fondo Monetario Internacional y otros
que usted acaba de nombrar como los puntos de referencia estables y
sólidos. Tiene que aumentar ese margen de maniobra y la intervención
de los poderes públicos. Si usted ve las respuestas que se están
dando en muchos países, se quiera o no, van en la dirección del
aumento del protagonismo de la intervención de los poderes públicos.

Analícelo parte por parte y verá que es así. Incluso Japón ha dicho
que el banco que no reconvierta su situación será intervenido y
nacionalizado. Nacionalizaremos las pérdidas de allí, supongo, pero
es una intervención ya tardía de los poderes públicos como remedio a
esa falta de estrategia real que le he criticado anteriormente.

Yo le he citado dos países, Corea y Rusia, y no le he hablado de
rebelión, le he hablado de la resistencia de los pueblos al modelo
neoliberal. No sólo intervienen las cifras macroeconómicas, las
estrategias tecnocráticas y la economía por encima de las personas.

Está interviniendo directamente la política. Le voy a citar otros:
Francia e Italia, mucho más cercanos, ¿verdad? Pues allí la política
que se ha desprendido de las propuestas y de las apuestas de alianzas
sobre programas concretos, fundamentalmente en el caso de Francia,
está suponiendo un frenazo de esa política neoliberal. Si quiere, le
puedo citar otros a nivel de perspectiva: Finlandia o Irlanda, y
algún otro más le puedo citar sin aludir a esos que les suenan a
ustedes muy exóticos, como Corea y Rusia. Le estoy diciendo que ahí
hay una alternativa política, efectivamente. Sobre un programa
concreto -recuerde usted el de Francia: treinta y cinco horas, el
tema de privatizaciones, el dinero de la salud y la enseñanza, el
tema del salario mínimo-, generando una respuesta popular y
electoral, hay una solución que aumenta el margen de maniobra frente
a la estrategia neoliberal y que lo está consiguiendo no sólo en
ciertos países para ustedes exóticos que le he citado, sino en países
muy cercanos a nosotros, empezando por Francia. Claro que hay
solución. Incluso le voy a citar otro más, República Federal de
Alemania. Vamos a ver cómo salen las cosas allí y qué tipo
de alianzas y de programas, aunque sean tímidos, inician su marcha en
el seno de esta convulsión mundial. Vamos a esperar unos días, pero
si salieran las cosas de determinada manera, solamente quedarían
ustedes en España aguantando de manera absolutamente ortodoxa y
dogmática una situación que en otros países se está modulando -le he
citado algunos, no digo todos, y no le cito el Reino Unido porque no
me da tiempo a explicar ese supuesto; por tanto no lo esgrimo-, pero
le estoy diciendo que sí hay salida y que la salida no es todo o
nada, no; le estoy hablando de una modulación que se está
produciendo, empezando por Francia y vamos a ver los que pasa en la
República Federal de Alemania a partir de finales de este mes.

Por tanto, no me caricaturice usted la intervención que yo he hecho,
desde el respeto, porque yo he aludido a algo plenamente viable, no
sólo en la perspectiva o en la teoría, sino que ya está ocurriendo
incluso en países que están en el abrigo del euro, empezando por
Francia.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Aguirre.




El señor AGUIRRE RODRÍGUEZ: Señor presidente, será muy breve en este
turno.

Del informe del señor secretario de Estado y de su segunda
intervención quiero destacar que en materia de empleo no sobra
absolutamente nadie, ni uno ni dos ni tres millones de personas, sino
que, por el contrario, desde las políticas que se han ido realizando,
todas ellas basadas en un criterio y una voluntad de pacto y diálogo,
se han alcanzado acuerdos muy importantes en ese país en materia de
empleo, en los que probablemente habrá que seguir avanzando, pero
siempre desde la perspectiva de realizarlos dentro del diálogo y del
pacto con los agentes sociales, sindicatos y empresarios. Ahí están
las cifras que hoy arrojan la EPA, el Inem o la Seguridad Social,
cifras que son favorables y muestran que nos encontramos en una fase
intensa de creación de empleo.

También quiero reseñar que en materia de previsión, y tomando las
cifras que ha relatado el secretario de Estado, estoy con aquellos
que piensan que ha habido un antes y un después. Antes era evidente
que las previsiones y el cuadro macroeconómico que acompañaba al
presupuesto normalmente siempre eran corregidos a peor. En cambio, en
los dos presupuestos que han sido presentados por el Gobierno del
Partido Popular y aprobados mayoritariamente por esta Cámara los
cuadros macroeconómicos y sus previsiones han sido siempre revisados
a mejor. Por tanto, no dudo que podamos tener un debate sobre la
calidad o fiabilidad de las previsiones, pero unos tienen acreditada
la fiabilidad y en otros casos hay dudas o demasiados ejemplos que no
hablan en su favor. No dudo que en breve tengamos que volver al
debate lógico que acompañará al presupuesto de 1999 sobre la
sostenibilidad de las cuentas públicas, pero creo que también está
creditado en este espacio de tiempo que llevamos que la contención
del gasto ha sido el principal origen de la reducción del déficit,
como así lo ha subrayado la Comisión Europea en sus informes
sucesivos.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Montoro.




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El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMÍA (Montoro Romero): Con gran
brevedad voy a referirme a que evidentemente vivimos situaciones
nuevas. Es la primera vez que se está produciendo en el mundo una
situación financiera de estas características, en tanto que grandes
zonas contagian a otras zonas, y esto no tiene precedente. Hemos
vivido otros episodios de crisis financieras pero no de esta magnitud
o de este concepto global, porque han cambiado mucho las condiciones
en el mundo y las condiciones de todos los países que conforman esa
economía integrada y globalizada. Realmente tendremos que encontrar
soluciones para esas formas nuevas de crisis y eso habrá de hacerse
de forma concertada con otros países desarrollados. La propia unión
monetaria es una experiencia nueva. Es la primera vez que una serie
de países desarrollados se unen para tener la misma moneda. España
está a punto de sustituir la suya. El 1 de enero de 1999 España
tendrá una nueva moneda, la misma que otros diez países de la Unión
Europea. Esta es una experiencia nueva que va a acelerar los procesos
de integración no sólo económica sino política de Europa, que va a
obligar a una coordinación de las políticas económicas y hasta ahora
no habíamos conocido la intensidad y la propia entidad de esa
coordinación. Tenemos un Banco Central Europeo en marcha, que es el
primer referente de la coordinación de una acción de política
económica tan importante como es la política monetaria.

En este mundo nuevo lo que no podemos hacer es, cuando se levantan
las grandes polvaredas de las crisis financieras, atemorizarnos o
atemorizar a los ciudadanos. Al contrario, hay que seguir trabajando
para clarificar ese futuro que cuando se tienen todas las pautas de
estabilidad, como tenemos los miembros del euro, se presenta
prometedor; es un futuro con sus dificultades, pero que se puede
alcanzar, y se puede seguir trabajando y atendiendo las aspiraciones
de los ciudadanos, siendo la creación de empleo la principal. Lo
hemos marcado así y lo han puesto de relieve los grupos
parlamentarios esta mañana. Tenemos que seguir con ese trabajo y
tendremos ocasión de continuar estos debates.

No querría dejar pasar esta ocasión para clarificar que las reformas
económicas, incluida la del mercado de trabajo, no deben atemorizar a
nadie, porque las reformas económicas, por ejemplo la reforma del
mercado de trabajo, promueven en España una nueva forma de
contratación a tiempo parcial y una mayor estabilidad en los propios
contratos existentes actualmente. Estas reformas, lejos de
atemorizar, son impulsadoras de nuevas etapas de recuperación
económica y de creación de empleo; por tanto, son necesarias,
pertinentes y son las que nos exige esta situación y debemos insistir
en llevarlas adelante, más a la vista de la nueva situación económica
internacional.

Quiero insistir también en la importancia del Impuesto sobre la Renta
de las Personas Físicas como reforma estructural de la economía. En
este terreno sería importante la clarificación de los grupos
políticos, principalmente del primer grupo de la oposición, porque no
se entiende bien cuál es la postura que tiene cuando presenta unas
enmiendas que rebajan el Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas, que se aplicaría si ellos fueran Gobierno, o cuando uno de
los líderes del Partido Socialista
en este momento, después de celebrar un encuentro con los
empresarios, coincide en que la prioridad no sería la de rebajar el
Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, sino rebajar las
cotizaciones a la Seguridad Social. Las cotizaciones a la Seguridad
Social son otra forma de impuesto que constituye los costes laborales
y eso sí que se lo queda directamente la empresa; ese sí que va
directamente a la empresa y no a la generalidad de los ciudadanos a
través de la elevación de las rentas disponibles, como hace una
modificación a la baja del Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas. Sería importante que se clarificaran estos extremos para
saber dónde estamos, cuáles las propuestas en concreto que se
reciben; no para conocer las soluciones -no he hablado de soluciones,
ya que esa responsabilidad corresponde al área del Gobierno-, sino
para saber cuáles son las alternativas: si hay que ir a reducir las
cotizaciones a la Seguridad Social, lo cual dará una gran
tranquilidad sobre l estado de sus presupuestos, o si hay que bajar
el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, aunque sea en
otras condiciones como se desprende de las enmiendas. En fin, hay que
saber dónde se está. Es importante clarificar las posiciones cara al
ciudadano, porque esa es la forma de decirle que estamos en una
democracia madura que ofrece soluciones alternativas o modelos
incluso sociales diferentes para que los ciudadanos puedan entender y
ver cuáles son las soluciones más eficaces, cómo se resuelven los
problemas y, sobre todo, cómo se da satisfacción a sus aspiraciones y
ambiciones: quien gana cuando baja la inflación, quién gana cuando
bajan los impuestos en un país, quiénes están pagando realmente los
costes de esos impuestos excesivos, quién gana realmente cuando bajan
los tipos de las hipotecas o quiénes ganan más en el mundo
empresarial cuando bajan los tipos de interés con los que se financia
la actividad empresarial. Esas respuestas las tienen los ciudadanos
en este momento y no es necesario explicarles con debates que hay
alguien que puede ser favorecido en contra de otro, porque eso ya lo
saben los ciudadanos, lo mismo que saben cuánto se están ahorrando
con esta situación económica, cuánto pueden adquirir en unas nuevas
condiciones de baja inflación y cuántas oportunidades de empleo y de
estabilidad de empleo se pueden ofrecer en un país en recuperación
económica como actualmente es España, una España integrada en el
euro. Esta es la situación y la tendremos que seguir manejando,
dirigiendo y gestionando de acuerdo con los parámetros de esa crisis
internacional, pero no hay motivo de alarma en este momento, y con
ello termino, señor presidente, no hay motivo para modificaciones
sustanciales de nuestra propia evolución económica; antes al
contrario, nuestro trabajo en común con las principales fuerzas
políticas en España tiene que alumbrar soluciones para la demanda de
nuestros ciudadanos en estas nuevas circunstancias que estamos
viviendo.

Muchas gracias, señor presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Montoro.




Se levanta la sesión.




Eran las dos y cincuenta minutos de la tarde.