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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 355, de 16/12/1997
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL



CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1997 VI Legislatura Núm. 355



ECONOMIA, COMERCIO Y HACIENDA



PRESIDENCIA DEL
EXCMO. SR. D. FERNANDO FERNANDEZ DE TROCONIZ MARCOS



Sesión núm. 29



celebrada el martes, 16 de diciembre de 1997



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Gobernador del Banco de España (Rojo Duque) para
informar de la política monetaria que se desarrolla, así como la
evolución de sus principales magnitudes, previa remisión del informe
correspondiente. Comparecencia cuatrimestral (Número de expediente
212/001156).




Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Buenos días, señoras y señores diputados. Buenos
días a don Luis Angel Rojo, gobernador del Banco de España. Vamos a
comenzar esta sesión con la comparecencia cuatrimestral del gobernador
del Banco de España, consistente en la explicación de los objetivos de
instrumentación de la política monetaria para 1998 y su evolución en
1997, analizando la evolución de las principales magnitudes con la
remisión del informe correspondiente.

Como SS. SS. saben, el informe del gobernador del Banco de España obra en
la Comisión de Economía



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desde ayer por la tarde, como es habitual en este tipo de comparecencias,
según el acuerdo a que llegamos en su día de remisión de este informe por
parte del señor gobernador.

Sin más, cedo la palabra al gobernador del Banco de España para que dé
las explicaciones oportunas y haga los comentarios que crea necesarios
acerca del informe remitido a la Cámara.

Señor gobernador, tiene usted la palabra.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Señor presidente,
deseo comenzar agradeciendo la ocasión que se me brinda de comparecer
ante esta Comisión de Economía del Congreso para presentar en esta
ocasión los objetivos de la política monetaria para 1998. Recientemente,
el Consejo de Gobierno del Banco de España ha aprobado, en virtud de lo
establecido en la Ley de Autonomía, el documento en que se exponen dichos
objetivos y que se ha distribuido a SS. SS. No obstante, permítanme que
comience mi intervención refiriéndome a la evolución de la inflación y a
la ejecución de la política monetaria en 1997, antes de proceder a
exponer con mayor detalle el contenido del mencionado documento.

A raíz de la entrada en vigor en junio de 1994 de la Ley de Autonomía del
Banco de España, la política monetaria se ha orientado explícitamente a
la consecución de la estabilidad de precios. Fruto de esta orientación
fue también la adopción, a partir de 1995, de una estrategia basada en el
establecimiento de objetivos directos de inflación, con el propósito de
hacer más concreto y visible el compromiso con la estabilidad de precios.

Cuando, al amparo del nuevo marco legal, tuve oportunidad de comparecer
ante esta Comisión, a finales de 1994, para presentar por primera vez un
objetivo explícito de reducción de la inflación, éste se concretó en el
propósito de situar la tasa de crecimiento interanual de los precios de
consumo establemente por debajo del 3 por ciento a lo largo de 1997.

Posteriormente, la valoración de la situación económica y las
perspectivas de evolución de los precios llevaron al Banco de España a
formular, en la programación monetaria para 1997, una meta a medio plazo
más exigente, consistente en situar la tasa de inflación cerca del 2 por
ciento durante el año 1998. Para alcanzar esta meta, se consideraba que
la tasa de crecimiento de los precios debería estar, a finales del
presente ejercicio, próxima al 2,5 por ciento, de forma que resultase
posible converger posteriormente hacia el objetivo establecido en el
medio plazo.

A finales del año pasado, la tasa de crecimiento interanual del IPC
correspondiente al mes de octubre se encontraba en el 3,2 por ciento, por
lo que los objetivos de política monetaria enunciados para 1997 podían
considerarse ambiciosos. Sin embargo, la evolución de los precios a lo
largo del presente año ha permitido alcanzar, con más holgura de la
prevista, las metas establecidas. Así, según indican los datos más
recientes referidos al mes de noviembre, la tasa de crecimiento
interanual del IPC se encuentra situada actualmente en el 2 por ciento y
cabe esperar, con un elevado grado de confianza, que la tasa de inflación
a fin de año no supere ese nivel. Puede constatarse con satisfacción, en
consecuencia, que no sólo se ha conseguido cumplir con creces el objetivo
inicial de situar la tasa de inflación por debajo del 3 por ciento a lo
largo del ejercicio, sino que el resultado final del año puede estar en
torno a medio punto por debajo de la referencia establecida. Además,
desde el mes de junio, nuestro país ha comenzado a cumplir, con carácter
estricto, el criterio de convergencia en inflación establecido en el
Tratado de la Unión Europea --que era probablemente el criterio de más
difícil cumplimiento por España--, y el mismo seguirá satisfaciéndose
cuando el Consejo de Europa seleccione, en los primeros días del mes de
mayo próximo, los Estados miembros que pasarán a formar parte de la Unión
Monetaria Europea en enero de 1999.

La evolución de los precios de consumo no ha sido, sin embargo, lineal a
lo largo del año, sino que ha presentado un perfil de fuerte descenso
inicial y de cierto rebrote posterior, que ha venido determinado, como
comentaré a continuación, por el comportamiento de los precios de algunos
productos específicos. En la primera mitad del año se produjo una rápida
desaceleración que condujo a un descenso de la tasa interanual del IPC
desde el 3,2 por ciento en diciembre de 1996 al 1,5 por ciento en mayo,
que fue seguida de una evolución más fluctuante en los meses posteriores,
concretada en un repunte hasta el 2 por ciento en septiembre, para
retroceder luego hasta el 1,9 por ciento en el mes de octubre y volver a
situarse en el 2 por ciento el pasado mes de noviembre.

Aunque todos los componentes del IPC se desaceleraron en la primera mitad
del presente año, la intensidad que alcanzó la reducción de la tasa de
inflación en ese período ha de explicarse teniendo en cuenta la caída
experimentada por los precios de algunos alimentos elaborados, en
particular el precio del aceite de oliva y, ya en la primavera, por los
precios de los alimentos frescos, mientras que los precios de los
productos energéticos empezaron a reflejar el descenso registrado por la
cotización del petróleo en los mercados internacionales desde finales de
1996. Por su parte, el rebrote del IPC durante los meses de verano se
debió a algunos factores específicos, como el fuerte crecimiento del
precio de los servicios turísticos en julio y agosto --que se corrigió en
los dos meses posteriores--, el encarecimiento del tabaco en septiembre
o la subida de los precios de la energía en agosto, como consecuencia de
la apreciación del dólar, al tiempo que los precios alimenticios
comenzaron a recuperar tasas de variación positivas. En contraste, los
bienes más expuestos a la competencia exterior han registrado aumentos
más moderados, de manera que el componente del IPC que excluye los
alimentos frescos y la energía, que tradicionalmente son los componentes
más variables, ha seguido un perfil similar al del índice general aunque
menos pronunciado, manteniéndose desde marzo en tasas interanuales
comprendidas entre el 1,9 y el 2,1 por ciento.

El buen comportamiento global de la inflación en 1997 ha sido el
resultado de las favorables condiciones macroeconómicas, generadas por
una combinación adecuada de políticas, que ha permitido compatibilizar un
mayor crecimiento



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de la demanda y de la actividad con la reducción de la inflación. En este
contexto, el Banco de España ha podido continuar el proceso de reducción
del tipo de interés de intervención iniciado a finales de 1995, hasta
alcanzar en total 4,5 puntos, quedando situado en el 4,75 por ciento en
la actualidad. La mayor parte de los recortes se concentró en el período
comprendido entre los meses de enero y mayo de este año, cuando se
produjo una mejora sustancial de las perspectivas de inflación y de
convergencia nominal con los países más estables de la Unión Europea.

La mejora de las expectativas ha permitido que los descensos del tipo de
interés se hayan generalizado a toda la estructura de tipos negociados en
los distintos mercados financieros, alcanzando mayor intensidad en los
plazos más largos, como reflejo del nuevo clima de estabilidad y
convergencia. Esta evolución de las condiciones monetarias también se ha
visto acompañada, al igual que en el año anterior, de disminuciones en
los tipos activos y pasivos que aplican las entidades financieras a las
operaciones con su clientela, lo que ha determinado que los tipos de
interés reales a medio y largo plazo hayan alcanzado en la actualidad los
niveles más bajos desde la entrada de España en la Unión Europea en 1986,
y que sean plenamente comparables a los estimados para otros países
europeos con mayor tradición en el ámbito de la estabilidad de precios.

Por último, el estrechamiento de los diferenciales de tipos de interés
nominales con Alemania ha continuado hasta alcanzar mínimos históricos,
que en estos momentos son de 0,33 puntos en el plazo de deuda a diez
años. Estos movimientos han sido compatibles con una gran estabilidad de
la peseta, muy cerca de su paridad central, en el mecanismo de cambios
del Sistema Monetario Europea.

La trayectoria de los tipos de interés ha influido sobre la evolución de
los agregados monetarios y crediticios. Los activos líquidos en manos del
público, los denominados ALP, han mantenido unos ritmos de crecimiento
muy moderados, que no sólo reflejan los progresos que se han realizado en
el ámbito de la inflación, sino que, al igual que el año anterior,
responden también a los fuertes desplazamientos que se han ido
produciendo en las carteras del público hacia participaciones en los
fondos de inversión, como consecuencia de las favorables expectativas de
rentabilidad financiera y fiscal de estos últimos. Esto explica que
cuando se considera la evolución global de la liquidez, tomando en
consideración el aumento de las participaciones en los fondos de
inversión, el crecimiento sea más elevado en consonancia con las
disminuciones de los tipos de interés que se han producido en el
ejercicio. Esta expansión de la liquidez se ha percibido también en el
comportamiento de los agregados monetarios estrechos --M1 y M2-- y ha
tenido su contrapartida en un mayor incremento del crédito, como
consecuencia principalmente del mayor crédito concedido a familias y
empresas, impulsado por el mayor dinamismo de la demanda y por el
abaratamiento del coste del endeudamiento, mientras que la financiación
captada por el conjunto de las administraciones públicas se ha moderado
en consonancia con los progresos realizados en la reducción del déficit
público.

A la hora de formular la política monetaria para el año próximo, cuyo
contenido paso a comentar a continuación, el Banco de España ha tomado en
consideración, de una parte, la conveniencia de seguir aplicando el
esquema basado en el establecimiento de objetivos directos de inflación
y, de otra, la singularidad que reviste el año 1998, habida cuenta de que
el previsible acceso de España a la Unión Monetaria Europea en enero de
1999 necesariamente supondrá que el instituto emisor deje de establecer,
a partir de esa fecha, objetivos monetarios de ámbito nacional para
participar plenamente, a través del Sistema Europeo de bancos centrales,
en el diseño y ejecución de la política monetaria común del área. En
consecuencia, la política monetaria para 1998 pretende mantener tasas de
inflación reducidas y facilitar a la vez una transición armoniosa hacia
la política monetaria única que permita alinear, a finales del año
próximo, las condiciones monetarias internas con las del conjunto de
países que pasen a formar parte de la Unión Monetaria Europea en enero de
1999.

Estas consideraciones, a la luz de la situación actual de la economía
española y de las perspectivas de inflación, han llevado al Banco de
España a reafirmar su compromiso con el objetivo, ya anunciado hace un
año, de mantener la tasa interanual de crecimiento de los precios, medida
por el índice de precios de consumo, cerca del 2 por ciento en el
transcurso de 1998. El cumplimiento de este objetivo se considera
apropiado para afianzar la estabilidad de precios en nuestro país y
conseguir un entronque adecuado con la política monetaria común. Cabe
esperar que esta senda resulte coherente con el objetivo de estabilidad
de precios del Sistema Europeo de Bancos Centrales, con independencia de
cuál sea el esquema concreto de política monetaria que éste eventualmente
adopte.

Tanto el entorno internacional como las condiciones internas presentan
algunos rasgos que pueden facilitar el cumplimiento de un objetivo que
comporta, en principio, un alto grado de exigencia. En el ámbito exterior
se mantienen pautas moderadas en el comportamiento de los precios en los
mercados internacionales y no es previsible que la mayor firmeza del
ritmo de actividad económica, especialmente en Europa que, por otra
parte, podría verse afectada por las perturbaciones financieras del Este
asiático, vaya a suscitar presiones inflacionistas. En el ámbito
doméstico, las tendencias recientes de la economía española apuntan a
mantener en 1998 un patrón de crecimiento equilibrado. En particular, el
crecimiento de la producción vendrá determinado, cada vez más, por la
demanda nacional, animada por la expansión de la inversión y la
recuperación del consumo privado, mientras que la aportación del sector
exterior al crecimiento irá disminuyendo progresivamente debido al
fortalecimiento de las importaciones. De este modo se espera que la tasa
de crecimiento interanual del producto interior bruto real alcance su
máxima intensidad durante la primera mitad del año próximo, para
estabilizarse posteriormente en torno a tasas ligeramente por debajo del
3,5 por ciento.

Para que el panorama descrito se materialice y resulte compatible con el
cumplimiento de los objetivos de inflación establecidos, es necesario que
la política presupuestaria



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mantenga el tono con que ha sido diseñada en el proyecto de ley de
presupuestos del Estado y que se extreme el control de su ejecución.

Asimismo, el crecimiento de los costes salariales y de los márgenes
empresariales debe moderarse para ser coherente con la consolidación de
las bajas tasas de inflación alcanzadas.

La conducción de la política monetaria en 1998 debe tomar en
consideración que su capacidad para influir sobre la evolución de los
precios se verá más limitada que en el pasado, porque a los retrasos con
que las medidas monetarias suelen incidir sobre la inflación hay que
añadir el hecho de que, a medida de que se aproxime el horizonte de la
Unión Monetaria y la consiguiente convergencia de los tipos de interés,
los movimientos de los tipos de intervención se transmitirán
progresivamente a plazos más cortos de la curva de rendimientos,
reduciendo cada vez más su impacto sobre las decisiones de gasto del
sector privado. De ahí que resulte imprescindible que otros instrumentos
de la política económica vayan asumiendo un mayor protagonismo en el
mantenimiento de pautas de crecimiento estable, como anticipo de lo que
sucederá una vez dentro del área monetaria común. En este sentido, si
durante el año 1998 se detectase una tendencia de la demanda a exceder el
ritmo de crecimiento incorporado en las previsiones, de modo que pudiera
ponerse en peligro el mantenimiento de la estabilidad de los precios, la
política presupuestaria debería reaccionar adecuadamente para moderar el
gasto agregado, dedicando el aumento resultante de los ingresos públicos
a reducir el déficit más allá de lo programado. Para afrontar
adecuadamente estos riesgos resultaría muy beneficioso continuar
avanzando en la aplicación decidida de medidas estructurales encaminadas
a mejorar el funcionamiento de los mercados de bienes y servicios y del
mercado de trabajo, con el fin de permitir que la expansión de la demanda
agregada se refleje cada vez más en incrementos de la producción y del
empleo sin alimentar presiones inflacionistas.

Las decisiones del Banco de España sobre los tipos de interés de
intervención tendrán en cuenta, al igual que en estos últimos años, la
evolución de un conjunto amplio de indicadores reales, monetarios y
financieros, con el fin de captar lo más fiablemente posible las
perspectivas inflacionistas y de valorar adecuadamente su adaptación al
objetivo establecido. Dentro de estas coordenadas, se prestará una gran
atención a la consecución de una transición armoniosa hacia el modelo de
política monetaria única que prevalecerá en el área euro a partir de
enero de 1999. La singularidad del año próximo hará que los tipos de
interés negociados en los mercados financieros reflejen cada vez más, y
en plazos progresivamente más cortos, la confianza de los mercados en la
participación de España en la Unión Monetaria, por lo que el seguimiento
de las condiciones monetarias en los países europeos con mayor tradición
en el mantenimiento de la estabilidad de precios revestirá una gran
importancia. Es de esperar que a lo largo del año vaya produciéndose la
convergencia entre los tipos de interés de los países miembros hacia el
nivel que se considere apropiado para iniciar la Unión Monetaria con
garantías suficientes para mantener duraderamente la estabilidad de los
precios en toda el área.

En lo que se refiere a la evolución de la cantidad de dinero, el Banco de
España seguirá prestando una atención particular al ritmo de expansión de
los ALP. Como ya he dicho, la evolución de este agregado, ajustada por
los desplazamientos hacia las participaciones en fondos de inversión, es
indicativa de un ritmo de crecimiento elevado de la liquidez que debería
moderarse el próximo año, a fin de lograr que nuestros ritmos de
crecimiento monetario se sitúen en línea con los objetivos de estabilidad
perseguidos.

Obviamente, el tipo de cambio de la peseta continuará desempeñando un
papel muy relevante, de acuerdo con los compromisos que entraña la
pertenencia al mecanismo cambiario del Sistema Monetario Europeo y con el
criterio de estabilidad cambiaria establecido en el Tratado de Maastricht
para el acceso a la Unión Monetaria. Todo ello, además, en un período en
el que, especialmente tras la decisión del Consejo Europeo acerca de los
países que integrarán inicialmente el área monetaria común, deberá
mantenerse un equilibrio adecuado entre las diversas economías, de manera
que resulte posible culminar la transición hacia la Unión Monetaria en un
clima de estabilidad en los mercados financieros y cambiarios. El
mantenimiento de tasas de inflación muy moderadas y la consecución de un
alto grado de convergencia permitirán consolidar la estabilidad de la
peseta en torno a su paridad central.

Nuestra tarea a lo largo de 1998 deberá consistir en lograr un entronque
adecuado con la política monetaria única que desarrollará en su día el
Sistema Europeo de Bancos Centrales. Como SS. SS. saben, en el nuevo
régimen monetario que prevalecerá a partir de enero de 1999, la
formulación de la política monetaria se llevará a cabo de manera
centralizada por el Banco Central Europeo, con el fin primordial de
alcanzar y mantener la estabilidad de precios en el conjunto del área
monetaria común. Sin embargo, el Banco de España, como el resto de los
bancos centrales nacionales, continuará desempeñando un papel fundamental
en la instrucción de la política monetaria única de acuerdo con las
decisiones adoptadas por los órganos de gobierno del Banco Central
Europeo, ya que se ha diseñado un esquema operativo con un elevado grado
de descentralización. Este esquema permitirá utilizar de manera adecuada
la experiencia de los bancos centrales nacionales en sus respectivos
ámbitos de influencia, aprovechar la infraestructura material y humana
actualmente existente y facilitar la adaptación gradual de los sistemas
financieros nacionales a la Unión Monetaria.

De acuerdo con lo anterior, el Banco de España deberá dar, a lo largo del
próximo año, un último impulso a los trabajos preparatorios que se están
realizando para adaptar el sistema de instrumentación al que estará
vigente en la Unión Monetaria. Permítanme, en consecuencia, recordarles
muy brevemente las piezas más importantes del marco operativo finalmente
acordado que, en su versión más completa, fue presentado al público por
el Instituto Monetario Europeo el pasado mes de septiembre.

Según el esquema anunciado, los instrumentos y procedimientos serán
similares en todos los bancos centrales que se integren en el área de la
política monetaria común y las operaciones que realicen los bancos
centrales nacionales



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con los intermediarios financieros se realizarán en un entorno
competitivo, coherente con los principios de una economía de mercado, y
deberán permitir una gestión eficaz de la liquidez en la zona.

De acuerdo con estos principios, se ha decidido que el Sistema Europeo de
Bancos Centrales utilizará principalmente operaciones de mercado abierto
para guiar la evolución de los tipos de interés y señalizar la política
monetaria única. Normalmente, estas intervenciones se ejecutarán mediante
subasta y de forma descentralizada; sólo en circunstancias muy
excepcionales y exclusivamente en las operaciones de ajuste diario de la
liquidez, el Banco Central Europeo podrá actuar de forma centralizada.

Existirán cuatro categorías básicas de instrumentos a disposición del
sistema para realizar estas operaciones. Las operaciones principales de
financiación tendrán lugar semanalmente con un vencimiento de dos semanas
y serán las más importantes tanto por su volumen como por el poder de
señalización implícito en su tipo de interés. Las operaciones de
financiación a más largo plazo tendrán también una frecuencia regular,
aunque inferior que en el caso anterior
--se celebrarán una vez al mes y tendrán un vencimiento de tres
meses-- y en ellas se inyectará un volumen reducido de liquidez. Las
operaciones de mercado abierto también serán utilizadas para ajustar en
el muy corto plazo el nivel de los tipos de interés (operaciones de
ajuste o finetuning). Una última categoría de operaciones de mercado
abierto serán las denominadas operaciones estructurales, que están
enfocadas a inducir cambios más permanentes en la posición de liquidez
del conjunto del sistema y que pueden ser útiles, por ejemplo, cuando se
desee corregir una situación de exceso de liquidez en los mercados que
podría resultar demasiado prolongada.

Adicionalmente, el sistema ofrecerá a las entidades con las que opere dos
facilidades permanentes, una de crédito y otra de depósito, que aquéllas
podrán utilizar a su discreción, con lo que se limitarán los movimientos
de los tipos de interés de mercado. Mediante la facilidad marginal de
crédito, las entidades podrán, en cualquier momento, obtener liquidez del
sistema al plazo de un día a un tipo de interés superior al fijado en las
operaciones regulares de suministro de liquidez, por lo que constituirá,
en circunstancias normales, un límite superior para los tipos de interés
del mercado monetario a un día. Al mismo tiempo, las entidades tendrán
acceso a otra facilidad de depósito, simétrica a la anterior, en la que
podrán colocar, en cualquier momento, la liquidez que estimen conveniente
en depósito a un día remunerado en el banco central. El tipo de interés
fijado para este depósito será, en este caso, inferior a los tipos de las
operaciones de mercado abierto, de forma que representará un límite
inferior para el tipo de interés a un día. Por tanto, los tipos de
interés de las facilidades de crédito y depósito constituirán una banda
o pasillo de tipos de interés que limitará las fluctuaciones de los tipos
de interés a muy corto plazo.

Por último, el sistema podría imponer un coeficiente de caja a las
entidades de crédito. Este instrumento, en caso de aplicarse, permitiría
afectar a la posición estructural de liquidez del mercado monetario y
contribuiría a la estabilización de los tipos de interés. Todavía no
existe una decisión final acerca del uso efectivo de este instrumento,
por lo que corresponderá al Banco Central Europeo --una vez constituido--
determinar su introducción, así como en su caso el nivel en que haya de
situarse y su posible remuneración. Sí se ha avanzado, en cambio, en la
definición de los requerimientos estadísticos necesarios y en las
especificaciones para el cómputo del coeficiente, con el fin de que si el
Banco Central Europeo decidiera finalmente su introducción, el día 1.º de
enero de 1999, estuviera en disposición de hacerlo.

El marco operativo acordado implica, además, el compromiso de que todas
las operaciones de inyección de liquidez que realice el sistema estén
garantizadas por activos financieros que presenten una calidad elevada y
de que no deberá existir ningún tipo de discriminación en el proceso de
selección de estos activos entre valores públicos y valores privados. Por
último, también se ha llegado a un acuerdo en cuanto a que todas las
entidades de crédito tendrán acceso a las operaciones de política
monetaria del sistema.

Para el Banco de España --como para la mayoría de los bancos centrales--,
este marco operativo requiere introducir algunos cambios en el esquema
vigente, que afectarán al entorno en el que las entidades toman sus
decisiones de gestión de la liquidez. Los bancos centrales que aspiran a
integrarse en el sistema europeo de bancos centrales han asumido el
compromiso de que el conjunto de instrumentos que configuran el nuevo
marco operativo esté disponible a partir de julio de 1998, de manera que
pueda comprobarse su funcionamiento efectivo antes de su entrada en vigor
en enero de 1999.

En el año que ahora termina se han dado ya pasos importantes para
felicitar la transición al sistema de política monetaria única. Los
trabajos emprendidos --y en algunos casos a punto de terminarse-- van a
implicar una profunda transformación no sólo en la configuración de los
instrumentos que he mencionado sino también en todo el sustrato básico
sobre el que los mismos se asientan, los sistemas de pago, y modificarán
tanto la forma de actuación de las entidades como el marco de relaciones
entre éstas y el Banco de España. Me referiré con brevedad a algunos de
estos cambios en los que estamos trabajando.

Dado que la instrumentación de nuestra política monetaria está basada en
los mismos principios --criterios de mercado en las operaciones,
instrumentación mediante subasta, etcétera-- que van a servir de base a
la política de la Unión Monetaria, los ajustes que hemos tenido que
introducir en este área no han revestido una especial complicación, y los
nuevos instrumentos --completamente nuevos en algunos casos, pero simples
modificaciones en otros-- estarán disponibles en el primer trimestre de
1998. Mayor trascendencia tienen, en cambio, las modificaciones
necesarias en el ámbito de los sistemas de pago y la utilización, como
garantía, de activos distintos de los habituales. También en estas áreas
hemos dado los primeros pasos en este año que ahora termina.

El inicio del sistema de liquidación bruta en tiempo real --llamado
sistema Target--, en su componente doméstico,



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el mes de mayo último, ha desencadenado un conjunto de reformas
importantes. En primer lugar, ha sido necesario modificar todas las
aplicaciones que sustentaban nuestro anterior sistema de grandes pagos,
bruto, pero con firmeza sólo al final del día, para dotarlo de firmeza
intradía. Así, vamos gradualmente incorporando al proceso en tiempo real
las diferentes operaciones que hasta ahora se canalizaban a través del
sistema telefónico del mercado de dinero. Se empezó, en el pasado mes de
mayo, con las transferencias puras de fondos, las más sencillas al no
tener que pasar por un proceso previo de compensación. El paso siguiente
ha consistido en la introducción de la liquidación de lo que podríamos
llamar pequeñas cámaras, tales como sistema de compensación y liquidación
de valores, Espaclear y MEFF en sus dos variantes, de renta fija y renta
variable. El siguiente paso --que cerrará el sistema-- se dará en enero
próximo con la incorporación al tiempo real de la liquidación de la
cámara segunda sesión, del Mercado interbancario de depósitos y de la
Central de anotaciones. Los mecanismos que acabo de mencionar sustentan
el flujo de pagos en todo el sistema financiero, tanto en su ámbito
nacional como en sus relaciones con los otros sistemas nacionales. Quiere
esto decir que la tarea de reforma de los mismos debe hacerse sin alterar
la operativa diaria de las entidades, y de ahí lo delicado de esta
reforma que afecta a la base misma del funcionamiento de los mercados.

Por otro lado, y con el fin de facilitar el funcionamiento del sistema
Target, ha sido necesario iniciar la utilización, como garantía, de papel
privado, sometido a determinadas restricciones y adelantándonos así a los
compromisos adquiridos en el marco de la política monetaria única. Por
ello, se admiten ya como garantía títulos de renta fija privada y renta
variable, negociados en mercados oficiales, AIAF para los títulos
privados de renta fija y Bolsa para los de renta variable.

Tiene interés mencionar que la movilización de estos títulos podrá
hacerse mediante pignoración u operaciones de repo. Por el momento,
debido a la inexistencia de este último tipo de operaciones en los
mercados organizados oficiales distintos de la Central de anotaciones,
sólo se están movilizando mediante pignoración. Es éste un mecanismo
engorroso que exige la intervención de fedatario público y, por ello,
desde el verano pasado estamos trabajando con los órganos rectores de los
mercados que he mencionado, con el fin de hacer posible la operativa de
repo con los títulos anotados en ellos. Con toda probabilidad, en el
primer trimestre de 1998 podremos movilizar estos títulos mediante este
tipo de operaciones, una vez superadas las dificultades técnicas y
después de haber reformado el soporte legal que sustenta el
funcionamiento de los mencionados mercados oficiales.

Actualmente, estos títulos se utilizan tanto como garantía para
operaciones de crédito intradía --relacionadas, como antes comentaba, con
el sistema Target-- como para operaciones de préstamo de política
monetaria en las intervenciones diarias. En 1998, terminada la reforma
antes mencionada, se ampliará su uso a las operaciones de política
monetaria instrumentadas mediante la subasta decenal.

Dado que la política monetaria de la Unión Monetaria Europea se basará en
el principio de que ninguna operación de préstamos por los bancos
centrales nacionales podrá hacerse sin el respaldo de la correspondiente
garantía, la reforma de los sistemas que permiten movilizar los títulos
utilizables para esta finalidad es también un asunto prioritario.

Los objetivos de esta reforma han de plasmar en la introducción, en estos
sistemas, de cambios que, por un lado, permitan la transferencia de
títulos en tiempo real y que, por otro, hagan viable la posibilidad de
utilización transfronteriza de las garantías.

En cuanto al primer punto, y aunque el compromiso sobre la implantación
plena del tiempo real tiene una fecha más lejana, la complejidad de la
tarea requiere una aproximación gradual. Así lo estamos haciendo y
precisamente en estos días estamos manteniendo reuniones de trabajo con
las entidades, con el fin de introducir modificaciones importantes en
nuestra Central de anotaciones, que la aproximarán al objetivo del tiempo
real y permitirán, mediante la realización de operaciones de repo
intradía, la movilización de garantías adicionales para la obtención de
liquidez. El objetivo es iniciar su funcionamiento efectivo en el próximo
mes de enero.

Respecto a la utilización transfronteriza de las garantías (necesaria
para lograr una más rápida unificación de mercados, reforzando así el
carácter unitario de la política monetaria del futuro Banco Central
Europeo), el Instituto Monetario Europeo ha aprobado el establecimiento
de un modelo de corresponsalía entre bancos centrales nacionales que,
mediante la apertura de cuentas mutuas, permita utilizar como garantía,
en cualquier operación de política monetaria o de financiación intradía,
los títulos que la entidad de contrapartida posea, con independencia de
la localización de los mismos dentro del espacio europeo. En este
momento, estamos construyendo este modelo, que deberá estar disponible a
mediados del año 1998.

No quisiera dejar de mencionar un hecho que creo es importante. Todos los
procesos de transformaciones mencionados aquí muy brevemente suponen
cambios importantes en el modo de funcionamiento del Banco de España y de
las entidades. Conscientes de este hecho y de la importancia que para una
transición ordenada tiene la comprensión adecuada de la naturaleza de la
reforma y de sus implicaciones para la operativa diaria, hemos mantenido
desde el principio una política de estrecho contacto y de cooperación con
las entidades. Las incontables reuniones de trabajo mantenidas en los
últimos meses y los contactos de todo tipo permiten asegurar que esa
colaboración se ha conseguido, de tal manera que la reforma será el
resultado del esfuerzo de todos.

Permítanme SS. SS. que concluya mi intervención haciendo referencia al
hecho de que, aunque han sido notables los avances realizados en España
durante estos últimos años en la consecución de un grado elevado de
estabilidad y convergencia macroeconómicas, aún resta camino por recorrer
para asentar definitivamente las condiciones que permitan alcanzar una
pauta de crecimiento sostenido que redunde en la creación de puestos de
trabajo estables y



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en la elevación del nivel de vida del conjunto de la sociedad dentro de
la futura Unión Monetaria Europea.

En estos momentos, las previsiones disponibles permiten contemplar con
fundadas esperanzas la continuidad de la recuperación económica y la
integración en la Unión Monetaria Europea a comienzos de 1999, en un
clima de sincronía entre las posiciones cíclicas de las economías
participantes y con tasas de inflación muy reducidas, acordes con lo que
generalmente se entiende como una situación de estabilidad de precios.

Sin embargo, nada excluye que en el futuro, una vez dentro de la Unión
Monetaria, puedan aparecer episodios de discrepancias cíclica o
divergencias en las pautas de gasto entre las economías de los países
participantes. Si así fuere, cualquier desviación alcista de precios y
costes en relación a las otras economías del área tenderá a reflejarse,
si se produce, en un empeoramiento de la competitividad y en la
disminución de los ritmos de crecimiento y de creación de empleo. En
tales condiciones, puesto que la política monetaria única deberá
gestionarse teniendo en cuenta la situación del conjunto del área euro,
ya no resultará posible adaptar las condiciones monetarias o cambiarias
para impedir que en un determinado país se materialicen los riesgos
anteriores. De ahí la trascendencia de que otros instrumentos de política
económica adquieran un mayor protagonismo en el mantenimiento de la
estabilidad macroeconómica, y de que el comportamiento de los salarios y
los márgenes se adapte convenientemente a las exigencias de pertenecer a
un área monetaria común.

Debo terminar reiterando con más insistencia de lo habitual, ahora que la
participación en la Unión Monetaria aparece como un hecho inminente, la
importancia que tiene la profundización del proceso de consolidación
presupuestaria y el avance en la eliminación de los obstáculos que
dificultan el eficiente funcionamiento de los mercados de bienes y de
servicios y del mercado de trabajo para aprovechar plenamente las
ventajas potenciales que trae consigo la participación en la integración
monetaria europea.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Socialista, tiene la palabra el
señor Martínez Noval.




El señor MARTINEZ NOVAL: Sean mis primeras palabras de bienvenida al
gobernador del Banco de España, que cumple así con una presencia anual
por estas fechas en la Comisión de Economía, Comercio y Hacienda.

Quiero empezar por manifestar que probablemente el procedimiento más
conveniente, no el único desde luego, pero, desde mi punto de vista, sí
el más conveniente para juzgar lo que ha sido la instrumentación de la
política monetaria a lo largo de 1997, sea retraerse no al informe que en
la mañana de hoy nos ha sido distribuido sino al que hace un año fue
objeto de distribución, es decir, al de diciembre del año 1996, que tengo
a la vista. Quiero recordar que en aquel informe se hablaba de una
estrategia antiinflacionista iniciada en el año 1994, con ocasión de la
aprobación y vigencia de la Ley de autonomía del Banco de España. Y
entonces, en el año 1994, cuando se planteó aquella estrategia, se habló
de un objetivo de inflación para 1997 por debajo del 3 por ciento. En
esos términos, hay que reconocer que la estrategia y la instrumentación
llevada a cabo por el Banco de España ha alcanzado plenamente, yo creo
que con una cierta holgura, sus objetivos.

Efectivamente, después de aquella explicitación de la estrategia, en el
año 1996, que es cuando se hace el mismo informe que hemos recibido hoy
en relación con el año 1998; cuando a finales del año 1996, hace ahora
doce meses, se hablaba de la perspectiva inflacionista, el Banco de
España situaba la tasa interanual de crecimiento de los precios medida
por el IPC en una cifra próxima al 2,5 por ciento, en el año 1997, y en
otra cercana al 2 por ciento, en el año 1998. La cifra que se refiere al
año 1997 ha de ser juzgada y valorada a la luz de la de noviembre de
1997, una cifra que hemos conocido el fin de semana pasado y que no es
buena en modo alguno. Quiero recordar que desde hace once años el mes de
noviembre ha sido un mes que ha tenido siempre un componente muy
estabilizador de la tasa de inflación en nuestro país, de manera que una
cifra del 0,2 por ciento no es buena en este mes porque no eran muy
superiores, incluso han sido inferiores, tasas del mes de noviembre en
años en los que la inflación se situaba en el 6, 7 u 8 por ciento. Bien
es verdad que esa tasa de noviembre llega precedida, como ocurre en todo,
por algunas sorpresas en componentes del índice de precios al consumo,
sorpresas por defecto. El comportamiento de los aceites, de las grasas y
de las carnes, por ejemplo, ha sido interior al previsto, mientras que ha
habido también sorpresas simétricas, por exceso, por una elevación más
allá de lo previsto, por ejemplo, en pescados, en frutas y legumbres, o
en los paquetes turísticos. En todo caso, lo que sí es cierto es que,
pese a ser una tasa elevada estas dos décimas del mes de noviembre, que
sitúa el acumulado del año en el 1,7 por ciento y la tasa interanual en
el 2 por ciento, este hecho viene a confirmar que el objetivo que se
planteó el Banco de España hace ahora doce meses de que el IPC del año
1997 se situase en el 2,5 por ciento está muy por debajo. Que eso sea
posible, incluso con el mal resultado de noviembre, no significa en modo
alguno que las perspectivas para el año 1998 sean muy favorables, porque
la cifra de noviembre apunta unas perspectivas peores que las que estamos
conociendo para el año 1997. Fíjese, señor gobernador, que lo mejor que
se puede decir de los objetivos del Banco de España --lo digo en tono
positivo, no crítico ni ambiguo-- es que en la página 5 de ambos
informes, el de hace un año y el que hoy se nos entrega, hay un párrafo
que se repite literalmente, ya en el año 1996 se hablaba del 2 por ciento
para el año 1998; hace un año. Vuelven ustedes a repetir, un año después,
ese objetivo del 2 por ciento, lo cual quiere decir que tienen ustedes un
convencimiento bastante cierto de cuál debe ser el comportamiento del IPC
en el año 1998.

Señor gobernador, yo quisiera que usted me comentase, porque es seguro
que los conoce, los estudios a los que he tenido acceso ya que son muy
recientes. Hay expertos en esta ardua cuestión de predecir la inflación
en nuestro país que sitúan la inflación del año 1998 en el 2,5 por
ciento, en razón a tres argumentos. En primer lugar, piensan esos
expertos



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que se acelerarán los precios de manufacturas y alimentos elaborados en
relación con el comportamiento del año 1997, siempre en términos
relativos. En segundo lugar, también predicen esos medios un
estancamiento del precio de los servicios en el 3,5 por ciento, y, en
último término, unas perspectivas bastante oscilantes --en realidad, son
productos sometidos a una enorme oscilación-- en precios de aceites,
grasas, tabaco, alimentos no elaborados y energía. Estos tres argumentos
son los que llevan a pensar en un IPC en 1998 mayor que el del año 1997.

Supongo que usted estará de acuerdo en que esta predicción del año 1998
no es baladí ni trivial. No sólo es importante la predicción en sí, el
valor de la tasa del año 1998, sino también el perfil temporal de la tasa
de inflación en el año 1998, porque usted estará obligado, como máximo
responsable del Banco, a lo largo de 1998, a llevar el tipo de interés
español a corto plazo a la convergencia con el tipo alemán. Si el tipo
alemán en estos momentos de los repos es del 3,3 por ciento y el nuestro
del 4,75 por ciento, los dos tipos tendrán que encontrarse en un punto
medio. También sería conveniente, señor gobernador, que predijera dónde
cree usted que se producirá ese encuentro entre el tipo alemán y el tipo
español.

En esa perspectiva de depresión más allá del 4,75 de los tipos de interés
a corto plazo de nuestro país, el perfil temporal previsible de la
inflación en el año 1998 tiene su importancia, porque supongo que el
Banco de España no escogerá, para seguir rebajando el tipo, aquellos
momentos en los que mayor comportamiento inflacionista denote la
evolución del índice de precios al consumo. Esos expertos a los que me
vengo refiriendo prevén una tasa del 2,9 por ciento en julio, es decir,
que se acelere la inflación en España de abril a julio (tenga en cuenta
que estamos hablando del 2 al 2,9, de aceleraciones que tienen que ver
con décimas) para descender después, en el segundo semestre, al 2,5. No
es ninguna evolución que pueda alarmar a nadie, porque, por ejemplo, en
Estados Unidos hay previsiones para la inflación, del 2,5 por ciento, muy
parecida a esta que se prevé en España; en Alemania es inferior, del 1,8
y en Francia todavía muy inferior, del 1,1 por ciento. Insisto en que ese
perfil temporal tiene importancia desde la consideración de la
interacción que inevitablemente hay entre la inflación y los tipos de
interés.

En penúltimo lugar, señor gobernador, quisiera hacerle una consideración
de lo que piensa usted de las liberalizaciones que se han llevado a cabo
en la economía española, que persiguen el objetivo de la depresión de la
tasa de inflación en nuestro país. Son medidas que, como la lucha
antiinflacionista, no dependen del Banco de España, no están en sus manos
y, por tanto, puede usted valorarlas con una mayor distancia. Quiero
comentar que curiosamente alguna de las liberalizaciones que se han
llevado a cabo en nuestro país, a lo largo del año 1997, han conducido a
las consecuencias contrarias a las esperadas de cualquier liberalización
de esta naturaleza. Voy a recordar solamente tres. En primer lugar, las
tarifas aéreas fueron liberalizadas y ello dio lugar a una decisión
sorprendente de todas las compañías aéreas españolas de incremento del
precio de las tarifas de los vuelos. Se liberalizó también el mercado de
los gasóleos y la consecuencia fue el incremento del precio de los
gasóleos. Más recientemente, el Gobierno ha liberalizado el mercado de la
carta urbana, por medio de la ley postal que todavía no está tramitada,
y esa liberalización va acompañada precisamente de un incremento de la
tarifa postal de la carta urbana del 66 por ciento. Por tanto, estamos
ante un proceso de liberalizaciones muy curioso. Tan curioso que se
reducen, por el contrario, las tarifas de aquellos bienes que no se han
liberalizado todavía, por ejemplo, la energía eléctrica. La energía
eléctrica no se ha liberalizado, no está vigente todavía la ley del
sistema eléctrico y, sin embargo, se reduce la tarifa eléctrica muy
considerablemente. Estas liberalizaciones, en términos de tarifas y de
precios, son extraordinariamente curiosas.

Por último, señor gobernador, es inevitable una pregunta para que usted
nos dé su punto de vista y el del Banco de España sobre lo que está
ocurriendo en los mercados asiáticos. Hoy los medios de comunicación dan
a conocer que la OCDE ha sometido a revisión la estimación de crecimiento
de las economías de la OCDE y, en particular, de las economías europeas,
para el año 1998, como consecuencia del hundimiento de los mercados
financieros asiáticos y en correspondencia de la economía real de esos
países que, sin ninguna duda, va a dar lugar a una reconsideración de las
estimaciones y previsiones de crecimiento de las economías europeas para
el año 1998.

Bien es verdad que lo que se pierde por el lado de la demanda, de la
afectación a la economía real de esos mercados financieros, se gana
también por el lado de los tipos de interés, porque parece ser --y es
lógico con lo que allí está ocurriendo-- que la huida de los capitales de
los mercados asiáticos hacia colocaciones más seguras y más abrigadas en
los mercados europeos, sobre todo en los de renta fija pública, ha dado
lugar en el caso francés a la enorme demanda de títulos de deuda pública,
lo que ha ocasionado la semana pasada la depresión de los tipos a largo
plazo hasta el 5,27 por ciento, lo cual es un nivel no alcanzado desde el
año 1963 en la economía francesa. Señor Gobernador, ¿es trasladable
también a la realidad financiera española alguna consecuencia como
resultado del hundimiento de los mercados asiáticos, no sólo en lo que
tiene que ver con la economía real, con el crecimiento del producto en
los términos en los que hoy la valora la OCDE, sino también con la
llegada a España de capitales que huyen de los mercados asiáticos, que
pueden contribuir a una depresión de nuestro tipo de interés a largo
plazo que contribuya a eliminar esa diferencia de 33 puntos básicos entre
el tipo del bono español y el del bono alemán?
Esto es todo, señor presidente.




El señor PRESIDENTE: Quiero precisarle, señor Martínez Noval que el
informe del señor gobernador fue distribuido en la tarde de ayer a todas
SS. SS., independientemente de que, por circunstancias operativas, no lo
haya recibido hasta esta mañana.




El señor MARTINEZ NOVAL: Señor Presidente, no es sólo mi caso, es que
otros portavoces y miembros de la Comisión ayer tarde no habían recibido
ese informe.




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El señor PRESIDENTE: Señor Martínez Noval, yo por lo menos sí que lo
recibí ayer por la tarde. Los servicios de la Cámara me indican que fue
distribuido ayer por la tarde. Haremos las indigaciones oportunas para
que no se vuelva a producir en el futuro un caso parecido al que ha
ocurrido en relación con la comparecencia de hoy.

Por parte del Grupo de Izquierda Unida, tiene la palabra el señor
Alcaraz.




El señor ALCARAZ MASATS: Muchas gracias por su presencia, señor
gobernador del Banco de España. Conocemos, casi a botepronto, su discurso
--yo no he podido oírlo esta mañana por culpa del AVE, porque también ha
fallado-- y las publicaciones que se han hecho en el mismo período, pero
yo debo repetir lo que anteriormente he dicho en otras comparecencias.

Junto al discurso que ustedes vienen haciendo --y el suyo ha sido
felicitado en el último informe del Fondo Monetario Internacional, así
como la trayectoria del Banco de España--, un discurso referido a la
estructura macroeconómica fundamentalmente polarizada por los temas del
déficit y la inflación, la realidad social se distancia cada vez más de
este discurso macroeconómico y de esta especie de lectura favorable y
optimista de la situación económica. Voy a intentar justificar esta
primera aseveración con cifras concretas de la realidad porque, a nuestro
juicio, el paro sigue estancado y no hay posible salida a este paro
estructural a partir de las coordinadas económicas que ustedes están
manejando. Ese paro es tanto o más difícil de entender, excepto que uno
asuma su propia lógica, cuanto que el crecimiento económico va viento en
popa y los beneficios empresariales están marcando récord en el último
período, tal como acaban de publicar documentos oficiales del Banco de
España.

Yo me voy a ceñir singularmente al paro. En los meses transcurridos desde
la denominada por nosotros contrarreforma laboral este cambio legislativo
no ha servido para crear empleo ni para reducir significativamente la
precariedad. En los últimos meses de vigencia, junio, julio y agosto
fundamentalmente, se han realizado 2.485.000 contrataciones, pero de esta
cifra solamente el 7,3 por ciento han sido contratos de los denominados
indefinidos que, a nuestro juicio, son contratos fijos para dos años; no
es el contrato indefinido clásico, ni muchísimo menos. Esto se está
vendiendo como un éxito, pero, en todo caso, sería algo muy parcial. Hay
que tener en cuenta que el porcentaje de contratos indefinidos en 1996,
en el mismo período, estuvo en torno al 4 por ciento. El crecimiento, a
pesar de la denominada reforma laboral, es bastante pequeño, mínimo. Esto
quiere decir que, a pesar de esta reforma que hizo el Gobierno con los
distintos apoyos y del aval que ustedes le dieron, el 92,7 por ciento de
los contratos sigue siendo precario. Según la encuesta de población
activa del mes de junio, la precariedad ha pasado del 33,61 por ciento en
el mes de mayo, al 33,67 por ciento en el mes de junio, es decir, la
precariedad no se está reduciendo, sino que esa política que incluye esta
primera reforma laboral --primera por hablar de la actual legislatura--
y las que posiblemente vengan en el marco de lo que señala el Fondo
Monetario Internacional no sirven para la creación de empleo ni para
reducir la precariedad. Acaba de anunciar el secretario general de la UGT
que la persecución obsesiva de la dimensión del déficit se está haciendo
a costa de las cantidades que debieran ir a gastos sociales,
fundamentalmente a paliar el desempleo de los trabajadores. Ha hablado el
señor Méndez de una disminución de dos billones de pesetas en subsidio de
desempleo en cuatro años, aproximadamente.

A nuestro juicio, se está acometiendo una política virtual que para
ustedes es una buena política y la están vendiendo desde un punto de
vista optimista; una política que nos hace converger en los cuadros
macroeconómicos con respecto a Maastricht, pero que nos hace instaurar,
de manera estructural, una situación social y laboral absolutamente
inadmisible y que está generando, poco a poco, una situación social que,
sin duda, va a consolidar una respuesta social y política bastante sólida
en el próximo período, por cuanto que el presupuesto que se ha aprobado
en esta Cámara y que va a servir para 1998 en absoluto está orientado a
combatir el paro, persigue, de manera obsesiva, el objetivo restrictivo
de reducir el déficit, teniendo a Maastricht siempre como coartada y
telón de fondo, y refuerza los rasgos neoliberales de la política
económica que ustedes avalan y que el Gobierno está dinamizando con
apoyos más o menos puntuales o estables. Hay una redistribución regresiva
de la carga fiscal en estos presupuestos, una nueva vuelta de tuerca en
los sueldos y pensiones. Está prevista la revisión del 2,1 por ciento
para los funcionarios y pensionistas, así como una tremenda aceleración
de las privatizaciones de la empresa pública y de la gestión privada de
los servicios públicos.

La lectura favorable que ustedes hacen de la situación económica y que
tan interesadamente se divulga, en cuanto se contrasta con el nivel de
paro y con todo lo relacionado con la situación laboral se ensombrece de
forma dramática, porque ustedes sólo hablan de déficit, de los períodos
de la inflación e inmediatamente piden una congelación de los salarios en
el sector privado porque, a su juicio, la economía marcha por los
senderos del paraíso. Nosotros pensamos que debería hacerse una política
económica expansiva consistente en mayor inversión pública, en aumento de
la progresividad fiscal --y ahora hablaré del euro con respecto a la
fiscalidad y a la lucha contra el fraude, teniendo en cuenta las
recomendaciones que nos acaba de hacer en declaraciones de prensa una
alta autoridad de la Unión Europea, en un desarrollo de políticas
industriales y medioambientales muy activas, y en un ambicioso plan de
viviendas sociales. Tal y como ya se ha discutido a nivel legislativo en
Francia y se está abocando de manera decidida en Italia, habría que ir a
una política de reparto del trabajo sobre la base de la reducción de la
jornada. Este tema tiene un gran interés social que se siente en toda
Europa, que en Francia y en Italia tiene alcances concretos muy serios
para el próximo período, y que tiene aún mayor vigencia para España dada
la situación de paro que no tiene parangón con ningún otro país al
existir una tasa que dobla la media europea.

Como usted conoce --si no, yo se lo digo--, a juicio del Grupo Federal de
Izquierda Unida la reducción de la



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jornada máxima legal a 35 horas semanales, sin disminución de salario, es
una apuesta de futuro que verdaderamente crearía empleo en este país y
reduciría la precariedad. Al mismo tiempo, nosotros abogamos por una
supresión de las horas extraordinarias, excepto en casos de fuerza mayor.

Ninguna medida de reducción de jornada puede tener efecto mientras los
empresarios tengan libertad casi absoluta para que los trabajadores
realicen horas extraordinarias. Cambiar éstas por tiempo de descanso está
suponiendo en la práctica una jornada absolutamente flexible. De la misma
manera, pensamos que hay que eliminar la ampliación de jornada encubierta
a través de la desregulación de los horarios y de las jornadas. Desde ese
punto de vista, no hay otra forma de cambiar la actual política que se ha
creado en España con mayor virulencia y en toda Europa que el desarrollo
de las fuerzas productivas, porque el impacto tremendo de la revolución
científico-técnica no consuena con la realidad en cuanto a jornada. Hay
datos concretos que demuestran esta realidad. Desde 1975 a 1996, el
producto interior bruto se ha multiplicado por 2,3, mientras que el
empleo en este período se ha reducido en 268.000 personas. Esto significa
que en 1996 sólo eran necesarios 61 trabajadores para producir el
equivalente a lo que producían cien trabajadores en 1975. No hay otra
salida, si no queremos que aumente la precariedad, que seguir con una
tendencia al crecimiento económico y al crecimiento en los beneficios
empresariales frente a una situación de máxima desregulación que va a
crecer a la vista de los anuncios del Fondo Monetario Internacional y de
los que, de cara a una segunda reforma laboral, están haciendo los
señores Rato y Arenas.

En los últimos años, la reducción de la jornada pactada en los convenios
experimenta una tendencia de aumento real, es decir, no se está
consiguiendo ningún alcance a través de la negociación en los convenios
colectivos, y la tendencia es absolutamente inversa a lo que nosotros
creemos que ha de realizarse. Si se mantiene la actual jornada, teniendo
en cuenta el avance de la productividad, para eliminar el paro sería
preciso un crecimiento del PIB que no es posible alcanzar en las
condiciones económicas presentes, ni sería sostenible desde el punto de
vista ecológico. La salida que ustedes dan a esta situación avalando la
actual política económica conduce a las resoluciones, a los últimos
consejos que ha realizado el Fondo Monetario Internacional y a la
apertura de una segunda reforma laboral, que no sabemos exactamente en
qué consistiría salvo que aumentará la precariedad y se seguirán
eliminando las posibilidades de creación de empleo estable.

A nuestro juicio, la reducción de la jornada a 35 horas, para que tuviera
efectos inmediatos y futuros, debiera tener carácter general y de pacto
de Estado, por lo que debiera instrumentarse, tal como se ha hecho en
Francia, mediante la aprobación de una ley. Cuando se dice que todo debe
hacerse en función de los acuerdos entre agentes sindicales y
representantes empresariales, se está diciendo directamente que no a esta
posibilidad, por cuanto que ya conocemos la posición absolutamente
cerrada de los empresarios, no sólo en España, sino en el resto de los
países de la Unión Europea. No es que haya dos versiones de lo mismo, hay
una sola versión. Si esto no se hace por ley de ámbito estatal, que tenga
aplicación de carácter general, no se puede hacer en una negociación,
porque es imposible que pueda llegar a buen puerto. Pensamos que no deben
reducirse los salarios en esta jornada semanal de 35 horas.

Durante los últimos años --y que conste esto como justificación de esta
posición-- se ha producido una pérdida del poder adquisitivo de los
salarios y un crecimiento acusado de los beneficios. Efectivamente, en la
última información que nos llega y que se ha publicado por la Central de
balances del Banco de España, aparece un beneficio neto en 1997
--fundamentalmente se refiere a los tres primeros trimestres-- que supera
en un 35 por ciento a la cifra del mismo período del año anterior.

Estamos, por tanto, ante un nuevo récord histórico en la subida de los
beneficios empresariales. Los gastos de personal han subido un 2,6 por
ciento, por consiguiente, están por debajo del 3,7 por ciento del año
anterior. Y no sólo esto, sino que las grandes empresas pierden empleo.

Las que más beneficios declaran son las que más empleo fijo pierden,
concretamente el menos 1,3 por ciento y suben, sin embargo, los
trabajadores eventuales, el 5,2 por ciento. Estos beneficios se realizan
fundamentalmente por la reducción de gastos financieros, quizá también
del aumento de las ventas, pero hay que tener muy en cuenta cómo está
repercutiendo en la estructura social --yo creo que de manera muy
precaria-- esa reducción del precio del dinero que ustedes están operando
para intentar converger con los indicadores que están funcionando en
Francia y Alemania. Se está operando, por tanto, una redistribución
fuerte y dura de la renta a favor de los beneficios, con consecuencias
sociales dramáticas. Las empresas tienen en estos momentos márgenes
sobrados para absorber una importante reducción de la jornada, sin contar
con que esa reducción fuese acompañada de un incremento de la
productividad por hora trabajada. Lo que quiere decir que las empresas,
a pesar de estos beneficios y del potencial aumento de productividad, no
están haciendo ningún esfuerzo para la creación de empleo y mucho menos
para la creación de empleo fijo.

En definitiva, la situación económica exige una evolución más favorable
de los salarios y no al contrario, como ustedes están reclamando, la
congelación de los salarios del sector privado, que ahora van a reclamar
con más fuerza ante la inflación que se viene anunciando para 1998. Ese
retroceso prolongado en la capacidad adquisitiva en los últimos años ha
debilitado el consumo, aunque dicen el Fondo Monetario y la OCDE en el
último informe que va a ser el motor de la reactivación de cara al
crecimiento que se anuncia. Nosotros pensamos que eso puede ahogar en
cierta parte la recuperación a la que ustedes aluden, y puede repercutir
también negativamente en el crecimiento económico.

Finalmente, señor gobernador, le voy a hacer una serie de preguntas en el
marco de la intervención que acabo de desarrollar. Me gustaría saber su
opinión acerca de las recomendaciones que ha emitido el Fondo Monetario
Internacional, que nos dice que queda mucho por hacer y que queda poco
tiempo, en función de los parámetros generales que se han asumido como
estrategia económica global



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en Europa y, singularmente, también en España. Se habla de profundizar la
reforma laboral, de bajar de manera decidida y valiente el coste del
despido; se aboga por una política más restrictiva de cara a los
parámetros de déficit e inflación, y se habla incluso también de una
reducción decidida del empleo público de funcionarios y del resto de la
estructura del sector público. A mí me gustaría que me diera su opinión
acerca de estas recomendaciones que, por cierto, dicen que consuenan con
la política que se viene desarrollando en España tanto por el Gobierno
como por el Banco de España.

Con respecto a las 35 horas laborales por ley, si con la dirección que se
anuncia tanto en las recomendaciones del Fondo Monetario como en las
últimas declaraciones de los señores Rato y Arenas no se crea la
posibilidad de empleo alternativo, naturalmente estamos abocados a un
callejón sin salida, puesto que se nos habla --me imagino que a partir de
ahora de manera constante-- de la profundización de la reforma laboral.

Parece ser que el euro y el ajuste duro de las plantillas son dos caras
de la misma moneda. Me gustaría conocer su opinión sobre la salida para
la creación de empleo, si es apostar por el trabajo temporal o por las 35
horas semanales por ley.

La tercera cuestión que le plantearía, teniendo en cuenta los beneficios
empresariales, es qué sacrificios se les va a pedir a las empresas ante
la posibilidad de que la inflación aumente, teniendo en cuenta que la
inflación de los beneficios es un poco superior a la inflación de los
salarios. ¿Se va a hablar de la redistribución de algunos fondos
obligatorios de inversión de cara a la creación de empleo? Porque en este
marco de crecimiento económico y de aumento de los beneficios, incluso de
aumento de la productividad, con las cifras que he citado de incremento
de los diferenciales, siempre en contra del empleo, de los salarios y de
la situación de los trabajadores, no se comprende que se pidan
sacrificios a los trabajadores y que no se hable menos dogmáticamente del
indicador del déficit, que se está consiguiendo por los sacrificios
laborales, de los trabajadores. ¿Por qué no responden tampoco las
empresas a esta reducción de tipo de interés con mayor decisión a la hora
de crear empleo? Es a través de la reducción de gastos financieros
fundamentalmente como están aumentando, de manera absolutamente
descarada, los beneficios empresariales. ¿Por qué, junto a la congelación
de los salarios del sector privado, no se habla de algún esfuerzo de las
empresas, fundamentalmente de las que más beneficios tienen y más pierden
en cuanto a empleo fijo?
Finalmente, voy a formularle dos cuestiones, señor gobernador. El
comisario europeo de Asuntos Económicos, muy compungido por los traumas
que van a sufrir los ancianos ante la ventanilla de los bancos a la hora
de cambiar las pesetas por euros, nos dice que habría que ir a una
situación en la que no existe inquisición fiscal alguna. Nos ha hablado
de una especie de nueva amnistía fiscal de perfiles poco concretos y
especificados y de que los ancianos van a sufrir una situación engorrosa
cuando saquen sus ahorrillos del calcetín o de debajo de la loseta de la
cocina. De lo que no habla este señor --pero nosotros sí y, además,
tenemos muy en cuenta una resolución que se aprobó en el Pleno de esta
Cámara a la hora de discutir el problema de los famosos 200.000 millones
de pesetas-- es de que no es posible ninguna amnistía fiscal, ninguna
medida nueva de flexibilización específica para la conversión de esos dos
billones y medio de pesetas que tienen que aflorar --parece ser que es
muy superior esta cantidad y que puede estar en torno a los cinco o seis
billones de pesetas-- y que tienen que ser cambiado en euros. Por la
situación que ha diseñado, por las resoluciones de la Cámara y desde la
ética normal, no es posible admitir una amnistía como la que anuncia el
señor comisario europeo de Asuntos Económicos. Le quiero pedir su opinión
para que me diga qué medidas se van a proponer, qué recomendaciones se
van a adoptar de cara a cómo va a aflorar esta cantidad entre dos
billones y medio y ocho billones, se suele decir, que tienen que
cambiarse en euros en el próximo período.

Finalmente, el precio del dinero está bajando y esto es positivo, aunque
efectivamente los ahorradores modestos tienen ciertos fondos en cajas de
ahorro y en bancos y ven cómo de inmediato la bajada de los tipos les
repercute en los intereses que tienen que cobrar por sus pequeños
ahorros. Hay una circular, que va a todas las sucursales de bancos y
cajas de ahorro, por la que a la hora exacta en que bajan los tipos se
repercute de inmediato esta bajada, mientras que los que tienen créditos
o hipotecas ven cómo ya se ha estancado la bajada y no ha repercutido de
manera adecuada a las expectativas que se han creado con respecto a la
bajada del dinero que está actualmente en el 4,75 por ciento. Usted me
repetirá que las repercusiones son adecuadas y que se están haciendo
bien. Nosotros creemos que no, máxime cuando los dirigentes de la
Asociación Hipotecaria Española están presionando hasta lo inhumano para
que no se sigan produciendo bajadas y para que no se repercuta de manera
adecuada la situación real del precio del dinero en este país.

Hay esa impresión que yo le traslado y desde luego nosotros pensamos que
no se repercuten de manera efectiva y a tiempo, con el ritmo adecuado,
las bajadas del precio del dinero en los créditos y fundamentalmente en
las hipotecas.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), el señor
Homs tiene la palabra.




El señor HOMS I FERRET: Señor presidente, saludo también la presencia del
gobernador del Banco de España en esta Comisión de Economía y le
agradezco en nombre de mi grupo la información que nos ha remitido sobre
las valoraciones del actual momento económico, las valoraciones que ha
hecho sobre la política monetaria que dirige y este conjunto de
reflexiones en torno a las actuaciones que se están llevando a cabo para
asegurar el proceso de integración de nuestra peseta en el euro. Ante
esta intervención del gobernador y teniendo en cuenta que no hemos tenido
todavía oportunidad de leer el informe, un grupo tiene que decir que
vamos a leer el informe con calma y remitiremos nuestras consideraciones,
pero le queremos trasladar, señor gobernador, que la valoración que hace
Convergència i Unió en este momento de su actuación



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es positiva. El Banco de España lo está haciendo bien y creo que ésta es
una percepción general no solamente particular nuestra en el ámbito de
los grupos parlamentarios, sino que principalmente en la opinión pública
y en la opinión general de los ciudadanos de este país. El peso que tiene
el Banco de España en la ordenación de la política monetaria y también la
influencia en la ordenación de la política económica está guardando
correspondencia con la orientación que está teniendo también la política
económica dirigida por el Gobierno y por la mayoría que da apoyo en esta
Cámara a esta política económica.

Señor gobernador, usted conoce desde hace tiempo la posición política de
mi grupo sobre la voluntad de garantizar la incorporación de la economía
española en la Unión Económica y Monetaria e incorporar la peseta en el
euro durante la tercera fase de este proceso. Sabe muy bien que
políticamente nuestro grupo tiene el absoluto convencimiento de que esta
estrategia es positiva para el país: asegurar la incorporación de la
economía española en Europa es una estrategia política y económica que va
a redundar en beneficio del futuro de todos los ciudadanos españoles. Por
tanto, sabe usted perfectamente de nuestro compromiso político en
asegurar este proceso. ¿Cómo se asegura ese proceso? Se asegura aplicando
la política económica necesaria para garantizar la incorporación de
nuestra economía en la Unión Económica y Monetaria, y esto es lo que
llevamos haciendo desde 1994. La política económica de este país se
reorientó a partir de 1994 y en los últimos años bajo la dirección,
digamos, del Gobierno del Partido Popular se ha intensificado todavía más
esta reorientación hasta el punto de que actualmente nos encontramos con
unas condiciones perfectamente garantizadas para poder incorporar nuestra
economía en la Unión Económica y Monetaria en su tercera fase.

Nuestro grupo parlamentario, señor gobernador, cree que el Banco de
España ha administrado su posición y su responsabilidad de forma adecuada
y correcta, y guardando en todo momento correspondencia con esta
orientación que se le ha dado a la política económica desde 1994, y las
decisiones que se han ido tomando en el ámbito de la política monetaria
han guardado correspondencia con aquellas otras decisiones que se han
tomado en otros frentes de la política económica, por ejemplo, en el
ámbito del control y de la reconversión de la política presupuestaria.

Por eso hacemos una valoración positiva de la participación que ha hecho
el Banco de España en este proceso de conformidad de ese, digamos, cambio
de orientación de la política económica.

También hacemos una valoración positiva de la participación que está
teniendo el Banco de España en el proceso de conformación del Banco
Central Europeo y de todas las actuaciones que se están llevando a cabo
en el proceso de transformación de nuestro instituto oficial hacia la
participación en el instituto oficial monetario europeo. Usted nos ha
informado hoy de algunas de las novedades más inminentes, las que van a
llevarse a cabo muy próximamente a partir de los meses de enero y febrero
y mi grupo se lo agradece. No tenemos más que decirle que compartimos las
actuaciones que ustedes están haciendo, que, por otra parte, son las que
están ya regladas dentro de la estrategia general de transformación del
mercado monetario a nivel europeo, pero tenemos algunas preocupaciones y
hoy la intención de mi grupo es trasladarle a usted las mismas.

La primera es que en todo lo relativo al proceso de incorporación de la
peseta al euro hay dos aspectos fundamentales que creo que se destacan en
relación con muchas otras cuestiones también de importancia. Hay dos
elementos claves que son el tipo de cambio aplicable en el momento de la
conversión y cuál va a ser el tipo de interés aplicable por el Banco
Central Europeo en el momento de incorporar la peseta al euro. Estas son
dos decisiones claves que van a determinar la tendencia de la evolución
económica no solamente de la economía española, sino el conjunto de la
economía europea.

Por lo que hace referencia al tipo de cambio aplicable en el momento de
la conversión monetaria, nuestro grupo cree que es necesario acelerar las
conversaciones políticas para ir a una congelación de los tipos de cambio
aplicables en el plazo más inmediato posible. Esta parece ser ya que es
la tendencia general que se expresa en los gobiernos de la Unión Europea.

Es verdad que los compromisos escritos determinan unos plazos más
dilatados, pero quizás habría que acelerar la congelación de los tipos de
cambio e ir a una determinación de los mismos a principios de 1998 sin
dejar que tengamos plazos más dilatados para ir conformando posibles
estrategias de especulación de los mercados de capitales y en los
mercados financieros para ir a jugar a una movilidad de los tipos de
cambio actuales e influir en la congelación final en el momento en que se
determine la incorporación de las monedas de los países miembros en el
euro.

Nuestro grupo cree que los tipos de cambios centrales que hemos ido
administrando últimamente no han ido mal a la economía española y por eso
nos inclinamos más en determinar esta posición política de congelar los
tipos de cambio en torno a los actuales tipos de cambio centrales y
abandonar otras intenciones de ir a unos mecanismos de cálculo de
determinaciones de tipos calculados sobre medias o sobre períodos
anteriores porque nos provocan cierta inseguridad o algunas dudas. En ese
sentido pensamos que quizás sería importante dar mayores garantías de
seguridad en torno a ese proceso de determinación de los tipos de cambio
sobre los actuales tipos de cambio centrales. No le ha ido mal a la
exportación española en estos últimos años y por eso creo interesante
mantener las posiciones políticas en ese punto.

La segunda es cuál va a ser el tipo de interés que determinará la nueva
autoridad monetaria europea y cómo va a influir esa primera decisión en
relación con la economía española. Ahí tenemos un GAP de diferencia que
el Banco de España está reduciendo progresivamente en función de cómo
avanza la economía española y, nosotros no tenemos nada que decir en
cuanto a la actuación que está llevando a cabo el Banco de España, más
aún hoy cuando los primeros titulares de los medios de comunicación nos
anuncian la decisión tomada recientemente para situarnos ya en el tipo
interbancario del 4,75. Nos parece bien este proceso, nos parecen bien
las decisiones que se están tomando, pero



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quizás deberíamos tener presente que puesto que la media aritmética de
los tipos actualmente aplicables en los países miembros nos sitúa a un
tipo más bajo que el actualmente vigente y aplicable a nuestra economía,
el mercado sabe y descuenta la tendencia a la baja que van a experimentar
los tipos de interés en nuestro país. Todo ello nos permite hacer una
reflexión y trasladarle a la autoridad monetaria en España nuestra
preocupación en torno a cómo se está realizando en estos momentos la
traslación de los tipos de interés en los últimos meses en nuestra
economía y cómo se va a trasladar, en los próximos meses también, la
previsible reducción que va a experimentar todavía ese tipo de cambio
interbancario en nuestra economía, instruida por el Banco de España pero
también por la que instruya en un futuro inmediato el Banco Europeo.

Mi grupo le pide hoy al Banco de España que intervenga más, que eleve más
su opinión. No estamos diciendo que el Banco de España actúe con
disposiciones e intervenga en el mercado, porque no es eso lo que debe
hacer, el mercado tiene ya sus reglas establecidas y no le estamos
pidiendo que intervenga, pero cuando la opinión del Banco de España se
eleva en los medios de comunicación es punto de referencia y genera
comportamiento. Por lo tanto, quisiéramos que el Banco de España
interviniera más, en esa voluntad de que el mercado asuma de una forma
más intensa esa tendencia de traslación de los tipos de interés oficiales
interbancarios, en todos los tipos aplicables a los productos
financieros. Es verdad que la tendencia ha sido ésta y también es verdad,
y nosotros lo sostenemos, que ha habido un proceso de traslación, pero
ahora estamos ya tratando sobre marginales muy reducidos y parece que el
mercado se relaja en trasladar esas reducciones a los tipos aplicables en
los activos financieros. Por ello, le pedimos que el Banco de España
reflexione sobre ese proceso y eleve con más contundencia opiniones y
consideraciones para que el mercado libremente actúe y, en este sentido,
podamos garantizar al ciudadano una repercusión más fiable de este
proceso a la baja de tipos de interés aplicables a los activos que tengan
suscritos con las instituciones financieras.

Nuestro grupo cree que una forma de contribuir a ese proceso por la
autoridad necesaria, sería tomar decisiones de mayor transparencia; dar
mayor transparencia y la máxima información, o información más
garantizada, es el elemento clave de un mercado absolutamente libre y
abierto con el que estamos conformando en estos momentos y podría
permitir unos comportamientos más equilibrados de los agentes en este
mercado y que se neutralicen las posiciones que tengan los distintos
agentes. Creemos que el Banco de España podría actuar en esa dirección.

El Banco de España podría dar más información, sintetizarla y favorecerla
para que los ciudadanos conozcan con mayor precisión las informaciones en
relación a la traslación de los tipos de interés oficiales y a los tipos
de interés aplicables a los productos financieros.

También quisiéramos transmitirle la preocupación de nuestro grupo sobre
determinadas no reducciones de los tipos aplicables a determinadas
circunstancias en el mercado financiero. Es verdad que han bajado los
tipos de interés aplicables al crédito y a la hipoteca, pero no se han
reducido de igual forma los tipos aplicables a descubiertos, a
situaciones de mora o a pagos aplazados que son, a nuestro entender,
excesivos y más cuando estamos hablando de un 4,75 en el tipo de mercado
interbancario. Creemos que es obligación de la autoridad monetaria
transmitir a la opinión pública y a los agentes financieros la necesidad
de guardar una cierta concordancia entre el proceso de reducción de los
tipos generales y los aplicables a estas circunstancias, y quisiéramos
también motivar al Banco de España para que, en la medida de sus
posibilidades y en el marco de sus funciones y competencias, eleve
posiciones y voces al respecto.

Queremos transmitirle, asimismo, nuestra preocupación sobre cómo se puede
introducir en el mercado financiero español más seguridad en los sistemas
de pago para avanzar en la reducción de la morosidad. La morosidad se ha
visto reducida en los últimos meses, quizás por la buena marcha y
evolución que ha tenido la economía, pero podríamos hacer más y se
podrían instruir mejores mecanismos para dar más garantías y más
seguridades en los sistemas de pago. Obviamente, esto no es una
responsabilidad exclusiva del Banco de España, es también una
responsabilidad del Gobierno el adaptar y modificar las normas legales
que hoy tipifican y regulan los procedimientos de pago y las figuras que
se utilizan para los sistemas de pago. En algunos países de Europa las
autoridades monetarias se han implicado en mecanismos y en decisiones
para poder dar más seguridad a los sistemas de pago y quisiéramos que el
Banco de España se implicara más en esa reflexión. No estamos invitándole
a que nos tenga que dar hoy una respuesta al respecto sino a que el Banco
de España busque la forma, conjuntamente con todos los agentes
financieros, de reflexionar sobre qué más podríamos hacer en España para
avanzar en la supresión de determinadas inconsistencias que tiene hoy el
sistema y así dar más seguridad a los sistemas de pago.

Una tercera reflexión, fuera de lo que podría ser la repercusión de los
tipos de interés en nuestro sistema económico, es la relativa a cómo
debería instrumentarse el proceso de adaptación de los créditos
hipotecarios y los créditos personales al nuevo proceso de incorporación
de la peseta al euro. Quisiera, señor gobernador, trasladarle la
preocupación de la sociedad. Hoy son muchas las personas, a título
individual y también a nivel colectivo, que nos transmiten a los
diputados su preocupación sobre cómo va a funcionar la conversión exacta
de las obligaciones ya suscritas mediante créditos hipotecarios y
créditos personales, para poder conocer con exactitud cuál va a ser el
sistema de actualización de tipos, o simplemente cómo va a repercutir la
conversión monetaria en las obligaciones hoy ya suscritas. Esta es una
cuestión sobre la que técnicamente ya tenemos unos niveles de reflexión
y de precisión normativa establecidos a nivel europeo, pero que afecta
hoy a todos los españoles porque prácticamente todos los ciudadanos
tienen un crédito hipotecario o una póliza de crédito pendiente para
financiar su vehículo. Esta es una cuestión a la que es tremendamente
sensible todo el mundo, por lo que el Banco de España debería
proporcionar información



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a la opinión pública, implicarse en darle los datos necesarios y
convenientes para tranquilizarla y para que se conozca cómo se conformará
este proceso una vez entremos en el euro.

Usted nos ha explicado todos los nuevos instrumentos y procesos que
implica la integración de la peseta en el euro y los pasos más recientes
que se van a dar. Nuestro grupo no tiene nada que objetar, nos parece muy
bien y le agradecemos la información que nos ha transmitido, e incluso
nos parece que el Banco de España lo está haciendo correctamente en este
ciclo, pero al final de su intervención usted ha apuntado la importancia
que tendrán los nuevos instrumentos de política económica para la
estabilidad de nuestra economía y para la mejora de la competitividad en
la nueva etapa que empieza a partir del año 1998, y ha mencionado tres
elementos: ha hablado de la consolidación presupuestaria, de todo lo
relativo a las reformas de los mercados de bienes y servicios y de las
reformas del mercado de trabajo. Mi grupo comparte esos tres ejes de
reflexión que usted ha apuntado, pero quisiéramos indicarle que en el
ámbito de la consolidación presupuestaria el Banco de España debería
también compartir la significación que va a tener, en los próximos años,
lo relativo a la inversión en las infraestructuras en nuestra economía,
las actuaciones y gastos relativos al proceso de I+D y todos los gastos
relativos a formación. Es decir, inversión en infraestructuras, gastos en
I+D y gastos en formación van a ser los tres elementos claves para poder
asegurar unas mejores relaciones de competitividad. Es verdad que la
consolidación presupuestaria debe conllevar una contención de gasto, pero
estas tres dimensiones del gasto van a ser importantes por su influencia
en la mejora de la competitividad de la sociedad española. Quisiéramos
que el Banco de España también compartiera esas tres preferencias sin que
todo ello vaya en detrimento, en ningún caso, de lo que debe ser el
mantenimiento del Estado del bienestar y de las garantías suficientes
para mantener el mismo en ámbitos como el sistema de pensiones o el
sistema sanitario. Ahí hay que mantener las mismas posiciones que tiene
hoy el presupuesto público. Sin embargo, usted no ha dicho nada de un
cuarto punto que es el que mi grupo quiere transmitirle.

Ha hablado usted muy poco, o casi nada creo, de la fiscalidad y en un
mercado financiero unificado la fiscalidad pasa a ser un elemento
absolutamente trivial. Tal y como está determinado el mercado financiero
europeo en estos momentos, las ventajas relativas que incorporan las
distintas normas fiscales en los distintos países miembros de los
mercados financieros tienen su importancia pero no va a ser tan
importante cuando el mercado esté perfectamente unificado. Por tanto,
creemos que el elemento fiscal pasa a ser un elemento clave en el mercado
financiero, y tanto es así que creemos que el Banco de España debería
elevar con mayor contundencia su preocupación sobre la armonización
fiscal. Si no se armoniza fiscalmente en un corto plazo el ámbito del
mercado financiero europeo, vamos a tener ahí unos comportamientos de
movilidad y de fluctuación de los capitales aprovechando los marginales
fiscales que permitan la actual situación hoy existente. Por tanto, es
importante que hoy, desde la perspectiva de la autoridad monetaria,
también se eleve --junto con las opiniones que se están transmitiendo a
la opinión pública sobre cómo van a ser los elementos clave en la
política económica de los próximos años-- la armonización fiscal. Es
decir, que haya pocas ventajas fiscales en el mercado único financiero
porque si hay muchos márgenes fiscales muy desiguales, habrá
fluctuaciones y movilidad de capitales en razón de estas ventajas
relativas. Yo creo que ésta es una lección que le transmitimos, que estoy
seguro que la compartimos y lo único que pretendemos es que le demos más
significación y relevancia en nuestras posiciones.

Señor gobernador, gracias por su intervención, no puedo más que compartir
la estrategia con la que está actuando en estos momentos el Banco de
España, dirigido por usted mismo, y quiero agradecer la atención que ha
tenido en escuchar la posición de nuestro grupo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV), tiene la
palabra el señor Zabalía.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Quiero agradecer también en nombre de mi grupo
parlamentario la presencia en esta Comisión del gobernador del Banco de
España y felicitarme, junto con él y con el Banco de España, por esa
reducción al 4,75 por ciento de los tipos de interés. Yo creo que es una
medida adecuada y, además, está marcando una política económica rigurosa
por parte del Banco de España, desde nuestro punto de vista, y que ahora
lo que interesa es que la marcha de la economía y del control de la
inflación pueda seguir permitiendo la reducción de la tasa de interés,
quizá hasta el 4 por ciento o por lo menos a la media de la Unión Europea
y que esto se traslade de forma inmediata a la rebaja de los tipos de
interés de las entidades financieras, en particular el crédito
hipotecario. Yo creo que esto es algo que todos deseamos.

Con el análisis de las explicaciones que nos ha facilitado el gobernador
del Banco de España --y no he tenido tiempo de leer el informe porque no
lo he recibido con suficiente antelación--, creo que, por una parte, la
política monetaria que está llevando a cabo el Banco de España es
correcta, rigurosa, está de acuerdo con las necesidades que tenemos en
estos momentos y con nuestra situación de cara a la entrada en la Unión
Monetaria y, por otra, está permitiendo también llevar ese mismo criterio
de rigor y de control a la política económica y presupuestaria del
Gobierno, lo que en este caso está sirviendo de acicate y permitirá poner
las cosas en su sitio mediante los análisis que está realizando. Por lo
tanto, compartimos la opinión sobre la buena marcha y buena ejecución de
la política monetaria.

Me gustaría saber --y me imagino que sucederá también en otros países--
si esta cohesión que parece que tenemos en el Estado español entre la
política monetaria y la política económica se está dando también en los
demás
países y, sobre todo, si los gobernadores de los bancos centrales
están teniendo dificultades en establecer el marco de política económica
del futuro respecto a los ministros de economía de los demás países.

¿Existen estas buenas relaciones?



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¿Hay confrontaciones en el establecimiento de esa política monetaria en
el futuro?
Independientemente de esto y pasando a lo que nos atañe a nosotros
directamente, parece que nadie duda que la economía española marcha bien.

Las previsiones de cumplimiento de los criterios de convergencia se están
afianzando, el Fondo Monetario Internacional en su último informe afirma
que el Estado español está ya dentro del euro y también en esta línea
está el informe de la OCDE, aun precisando algunas modificaciones en
cuanto a las previsiones de crecimiento. Incluso hasta las pequeñas y
medianas empresas están mejorando sus resultados, reforzando la
autofinanciación, que es uno de los elementos claves para alcanzar
mayores grados de competitividad.

Sin embargo, la economía española sigue soportando el lastre de una
elevada tasa de paro y esto nos preocupa a todos. Es cierto que este
índice se mejora, se está creando empleo, también es verdad, pero el
porcentaje de desempleo es todavía el doble de la media europea. Parece
ser que ni la buena marcha de la economía ni las buenas expectativas de
futuro ni las medidas liberalizadoras y estructurales acometidas hasta
ahora por el Gobierno sean suficientes. El paro preocupa a Europa, como
ha quedado de manifiesto en la jornada sobre el empleo celebrada por el
Consejo Europeo en Luxemburgo hace unos días, pero esta preocupación debe
de estar en proporción al nivel del problema. Como decía antes nuestra
tasa de paro es el doble de la media europea y, en consecuencia, nuestro
grado de preocupación debía ser también el doble.

Ya sé que usted, señor gobernador, es responsable de la política
monetaria, del control de la inflación y no de la política económica
presupuestaria, pero desde su puesto privilegiado y desde la garantía que
da su capacidad de análisis de los problemas económicos demostrada a
través de su labor en el Banco de España, me gustaría conocer cuáles
serían sus recetas para combatir con éxito este problema del desempleo.

En diversas ocasiones se ha manifestado a favor de profundizar en la
flexibilidad del mercado laboral y en el control de los incrementos
salariales como elemento clave para controlar la inflación. ¿Es quizá
esta medida la que más está demandando la reforma del mercado laboral?
¿Es el alto nivel de la economía sumergida y, consecuentemente del fraude
fiscal y laboral, el que está impidiendo que precisamente caminemos hacia
una solución más rápida en el problema del desempleo? ¿Hay que seguir con
el ejemplo holandés para crear empleo y mantener el Estado del bienestar?
Me gustaría, si es posible, que me contestara sobre este grave problema,
porque es lo que más preocupa al ciudadano del Estado.

Lo que está claro es que algo habrá que hacer. El problema es de todos,
de los poderes públicos, de los agentes sociales y de la sociedad en
general. Creemos que ahora es el momento clave, con una economía en
expansión y que estamos a las puertas de entrar en el club de las
economías más sólidas de Europa. No podemos contentarnos con reducir un
punto cada año la tasa de paro, hay que llegar, al menos, al 10 por
ciento en el menor tiempo posible, allí queda un trecho muy largo que
recorrer y todo ello requiere medidas más profundas que las que se han
adoptado hasta ahora. Si no es así, independientemente de que entremos o
no en la Unión Monetaria, como no converjamos, a través de la
convergencia real, con los demás países de la Unión Económica, desde
luego podemos decir que estamos fracasando en parte.

Por lo que respecta a la inflación, también la inflación se está
controlando. Desde el año 1989 que estábamos en un nivel del 6,9, el
descenso de la tasa de inflación es imparable. Estamos en el 2 por ciento
de la tasa interanual con previsiones de cumplir con el objetivo del 2,2
a final de año. Sin embargo, desde el Banco de España se ha advertido del
peligro de repunte de los precios a primeros del año próximo. ¿Podía
precisar, señor gobernador, cuáles son las causas, a su entender, que
pueden frenar el descenso de la tasa de inflación, es quizá, el excesivo
recalentamiento de la economía o hay otros factores que pueden poner en
peligro el control de la inflación?
En último lugar, me gustaría referirme a los mercados financieros, tema
que está de actualidad y del que habría que hablar más, sobre todo
teniendo la oportunidad de estar usted hoy aquí. En los últimos días
estamos asistiendo a unos movimientos preocupantes en los mercados
financieros internacionales. Por un lado está la crisis de los bancos
asiáticos, principalmente en Thailandia y Corea, dos de los tigres
asiáticos, que ha provocado el cierre de 12 bancos coreanos en dos
semanas, y si bien es cierto que son bancos de pequeña dimensión, sí es
un síntoma de la inestabilidad del sistema financiero asiático que debe
de preocupar y que de hecho ya ha tenido consecuencias inmediatas en el
sistema de cambios de divisas y en las bolsas americana y europea y que
ha puesto en guardia al gobierno chino, que se está prestando a una
reforma rápida del sistema bancario. No hay que olvidar que los países
asiáticos son uno de los mercados emergentes sobre los que está apostando
la exportación española, por tanto esto tiene interés e importancia. Por
otro lado, seguimos asistiendo a un proceso de concentración y de
fusiones bancarias que están buscando ventajas competitivas basadas en
economías de escala y en el liderazgo en el sector, me refiero a la
anunciada fusión de la Union des Banques Suisses con el Bank Corporation
para convertirse en el segundo banco del mundo, detrás del Tokio
Mitsubishi y desplazando al tercer lugar ni más ni menos que al Deutsche
Bank.

¿Qué análisis hace el señor gobernador del Banco de España de estas dos
situaciones, por un lado de la crisis del sistema bancario asiático y por
otro lado de la estrategia de redimensionamiento de otro sistema bancario
como es el sistema suizo? ¿Qué enseñanzas podemos sacar para nuestro
sistema financiero? ¿Se puede decir que el sistema financiero español es
sólido? ¿Cómo está asimilando la banca española la reducción del precio
del dinero y consecuentemente de los tipos de interés? ¿Son adecuados sus
ingresos de beneficios, me refiero a la banca española, y su nivel de
endeudamiento? ¿Es adecuada la dimensión tanto de los siete grandes como
de los pequeños? ¿Qué nos puede decir a este respecto? ¿Sería conveniente
un mayor redimensionamiento del mercado financiero español, es decir de
los bancos y también de las cajas de ahorro? ¿Se



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deben de fusionar? ¿Debe de incrementarse su potencial para poder hacer
frente con éxito y en situación de competitividad con los demás sistemas
monetarios y financieros del resto de los países europeos cuando entremos
en la Unión Económica Monetaria? ¿Es necesario acomodar esta dimensión
futura?
Creo que es urgente y necesario en su caso que se pueda conocer esta
situación y si son necesarias o no estas fusiones. ¿Deben de ser, por
otra parte, unas fusiones regionalizables o interterritoriales? Me
refiero más bien a la dimensión de las cajas de ahorro, de las que hace
poco se ha puesto en entredicho la propia composición de sus consejos de
administración por la denuncia en ciertos círculos sobre la politización
de estos consejos. Es decir, lo que al final queremos saber es si
verdaderamente, aparte de la correcta política monetaria que está
llevando el Banco de España, el sistema financiero español está
respondiendo a las necesidades y sobre todo al futuro de cara a los retos
que tenemos con la entrada en la Unión Económica Monetaria.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Gómez.




El señor GOMEZ RODRIGUEZ: En primer lugar, como han hecho los restantes
grupos, quiero dar la bienvenida al señor gobernador del Banco de España,
don Luis Angel Rojo, y agradecerle su intervención, en la que ha
explicado lo que ha acontecido en este último trimestre y sobre todo ha
anunciado los objetivos e instrumentación de la política monetaria para
1998, medidas todas ellas conducentes a lograr y seguir logrando un
crecimiento sostenido, la creación de empleo, mantener la recuperación
económica, conseguir tasas de inflación reducida (parece mentira que
hayamos pasado del 6,9 al 2 por ciento), lograr los déficit mínimos
presupuestarios y también la reducción del precio del dinero con esa
noticia reciente de la reducción del tipo de interés, que todos los
ciudadanos españoles, empresarios y organismos públicos, ven con gran
simpatía y alegría --no los depositantes y ahorradores pero sí los
inversionistas, los que utilizan créditos--, que esperan el pronto
traslado de esta reducción a las pólizas de créditos, préstamos y
descubiertos que tenían un tipo muy alto en las entidades financieras de
nuestro país.

No cabe la menor duda que ya se vislumbra la reducción de competencias
del Banco de España en aras de la asunción de lo que corresponderá al
Banco Central Europeo, pero nuestro banco central, el Banco de España que
usted tan acertadamente dirige, tiene un papel importantísimo todavía y
lo tendrá por muchos años para lograr la incorporación plena de nuestro
país en la Unión Europea.

Yo quisiera recordar que no estamos ante los agoreros con futuros
anunciados con ciertas tristezas y preocupaciones en cuanto a la
consecución de logros de convergencia, que no estamos ante leyes
económicas sino que estamos ante tendencias económicas, pero no cabe la
menor duda, y eso tiene que ser un criterio unánime, que nuestra economía
está en buen camino. Estamos en el camino apropiado y adecuado, como lo
ha reconocido el Fondo Monetario Internacional y la CEOE en la
convergencia europea, en la convergencia de los principios
macroeconómicos de Maastricht, que harán que pasado el período
transitorio nuestro país llegue plenamente al reino del euro, por
llamarlo así, allá por el año 2002.

Sobre este tema me gustaría, aunque no es competencia del Banco de
España, volver a incidir en una cuestión que nos preocupa y es que ya es
hora de que el Gobierno español vaya dictando disposiciones
administrativas para la adaptación paulatina a este signo monetario
europeo. También me preocupan no solamente porque sea el de mayor edad de
los diputados sino por esos siete millones de jubilados pensionistas que
existen en nuestro Estado español, los posibles perjuicios que pudiera
originar la incorporación al euro, especialmente por la cuestión del
redondeo.

Quisiéramos manifestar que nuestro grupo político, Coalición Canaria, que
apostó decididamente por entrar en Europa, abandonando situaciones de
franquicias que eran tan beneficiosas para el Archipiélago, tiene plena
confianza en que las medidas que está preparando nuestro banco central,
nuestro Banco de España, sobre la introducción de nuevos instrumentos y
los procedimientos de política monetaria que ha explicado acertadamente
el señor gobernador tengan una realización feliz. Claro que nos preocupa
muchísimo el tema social, el tema del paro --ya se manifestó con la
Cumbre de Luxemburgo--, pero nosotros creemos que junto a la consecución
de las metas de Maastricht hay que conseguir también unas metas de
reducción de esa lacra que es la tasa de paro que en España se sitúa en
un índice superior a cualquier país de la Unión Europea. Habrá que seguir
incrementando las posibilidades de creación de empleo con la reducción
intensa de las tasas de paro.

Incurriría yo en repeticiones, señor gobernador, si me refiriera a muchas
cuestiones que se han planteado aquí por diversos portavoces y que
nosotros asumiríamos, especialmente las de Convergència i Unió y las del
PNV, pero a nosotros, aunque seamos optimistas, nos preocupa mucho el
posible zarpazo del tigre asiático financiero (no olvidemos que en
Canarias reside la flota japonesa y surcoreana mayor de toda Europa) y
también nos preocupa por el impacto general en la Unión Europea y en
nuestro Estado español.

Esperamos que con las medidas que usted anuncia para 1998 logremos
consolidar la presencia ya casi asegurada en Maastricht. Felicitamos al
Banco de España por el papel que ha realizado en esta convergencia
--muchos hace siete años no creían en ella--, así como por su labor y por
el prestigio personal que usted ha conseguido en el sistema bancario
europeo. Por último, le deseo unas felices fiestas.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Mixto, tiene la palabra el señor
Saura.




El señor SAURA LAPORTA: Quisiera dar las gracias también y saludar al
señor Rojo porque pienso que se cierra un ciclo histórico de las
comparecencias del gobernador del Banco de España. Aunque ya se sabía, de
hecho hoy el propio gobernador del Banco de España ha reconocido que ya
hemos accedido a la moneda única, y posiblemente



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la próxima comparecencia no va a ser tanto qué hacer para cumplir los
objetivos, sino qué hacer una vez estando dentro.

Llegamos a este punto en esta comparecencia, que supone el cierre de
alguna manera de un ciclo histórico, económico, de acceder a la moneda
única, yo quisiera hacer tres breves consideraciones en relación con
esto. La primera es la siguiente: el señor Rojo ha dicho hoy --y es
evidente-- que en España en estos momentos hay una serie de magnitudes y
referencias monetarias que son especialmente positivas y que son buenas
para todo el mundo: la disminución del tipo de interés, el saneamiento
profundo de las cuentas públicas, una estabilidad de precios sin
precedentes y que, por tanto, todos estos aspectos son magnitudes
monetarias muy positivas. Ahora bien, siendo consciente de que el señor
Rojo puede decir que ésa no es su competencia y que no desea responder,
yo creo que la pregunta que hay que hacer hoy en la sociedad española, y
que yo le hago al gobernador del Banco de España, es si las políticas
aplicadas para cumplir los criterios de convergencia, para acceder a la
moneda única, han significado un reparto justo de esfuerzos en la
sociedad española. Yo creo que ésta es la gran pregunta política hoy.

Vamos a acceder a la moneda única, pero con las políticas que se han
hecho habría que saber si el esfuerzo realizado se ha efectuado de una
forma justa o no. Nosotros --y cuando digo nosotros ahora quiero decir
Nueva Izquierda-- pensamos que ha habido un reparto injusto de esfuerzos;
es decir, que hoy en esta comparecencia, en el momento de constatar que
estamos en la moneda única ha habido un reparto injusto de esfuerzos.

Simplemente pondré dos ejemplos muy breves, pero sí quiera, a ser
posible, una reflexión general del gobernador del Banco de España en este
sentido.

Primer ejemplo. Evidentemente, ha habido una intensa disminución del
saldo negativo de las cuentas públicas. No quiero ni discutir si ha sido
excesivamente profundo o no en estos momentos, no me interesa. Pero lo
que sí me interesa destacar es sobre qué bases, sobre qué elementos,
sobre qué fundamentos básicamente se ha producido esta disminución del
saldo negativo de las cuentas públicas, cuál ha sido el esfuerzo, qué
partes de la sociedad han hecho esfuerzos en este sentido. Yo creo que es
obvio que ha habido dos grandes elementos que han contribuido de forma
poderosísima a esa disminución del gasto público: la disminución de los
gastos financieros, está clarísimo; pero desde el punto de vista de los
gastos, la disminución del déficit del Estado fundamentalmente ha
gravitado sobre las inversiones públicas y sobre un ajuste importantísimo
sobre las prestaciones de desempleo. Creo que ha sido el señor Alcaraz
quien ha dicho que en los últimos años se había producido una disminución
de dos billones de pesetas en las prestaciones de desempleo. Pero me
interesa más destacar que en los últimos cuatro años en este país ha
disminuido 17 puntos la cobertura del desempleo en el Estado español; una
cobertura que no era alta. Por tanto, aquí hay dos grandes elementos que
han recaído fundamentalmente sobre un determinado sector de la sociedad.

Desde el punto de vista de los ingresos --el otro ejemplo que quería
poner--, a pesar de los objetivos de convergencia que, evidentemente,
significaban una reducción del gasto público, la política fiscal del
Gobierno ha sido de goteo progresivo, de desfiscalización de la renta del
capital.

La primera consideración que quiero hacer es que tengo la sensación de
que el acceso del Estado español a la moneda única se hace desde el punto
de vista interno y socialmente de una manera más injusta que cuando se
empezaron las políticas de convergencia. Esto podría tener importancia
histórica, pero fundamentalmente me interesa desde el punto de vista de
la proyección en el futuro; es decir, si esto fuera así y hacia el futuro
se proyectan políticas parecidas, podríamos correr el riesgo de que en el
futuro de alguna manera los esfuerzos que se piden a la sociedad española
continuaran siendo injustos o desproporcionados.

En este sentido, quiero hacer la segunda y la tercera consideración. La
segunda es más técnica o no tiene tanto calado político, a mi entender,
pero creo que puede ser importante en la perspectiva de dos o tres años.

El señor Rojo se refería a la necesidad del cumplimiento de las
previsiones de los Presupuestos Generales del Estado y alababa, si no he
entendido mal, de alguna manera las previsiones presupuestarias para
1998, fundamentalmente el tema de que el objetivo del déficit público
fuera del 2,4 por ciento.

En los documentos del presupuesto, este déficit se alcanza con un gasto
inferior a la actividad económica y con una evolución de los ingresos
superior al ritmo de las actividades. Ahora bien, yo tengo la sensación,
o estoy convencido, de que en estos presupuestos hay una larga lista de
variables que pueden hacer, o que van a hacer, que el resultado final sea
muy distinto a éste, y también quería conocer si el señor gobernador del
Banco de España comparte total o parcialmente esta aseveración. Voy a
citar tres o cuatro ejemplos, pero podría hacer diez o doce grandes
interrogantes que se ciernen sobre el cumplimiento final de los
Presupuestos Generales del Estado. Desaparecen determinadas partidas que
anteriormente estaban en los presupuestos; existen 150.000 ó 200.000
millones de pesetas por el sistema de abono total, que, en definitiva,
significa posponer el gasto; hay unas diferencias sensibles en los
avances de liquidación facilitados por el IRPF si se contempla el
criterio de devengo o de caja, y lo mismo pasa con las cotizaciones
sociales. Hay toda una serie de variables en la presentación de estos
presupuestos que, a mi entender, esconden una parte del gasto, lo
centrifugan o retardan, y creo que es posible que dentro de dos o tres
años aflore y que la situación no sea tan buena como lo es ahora.

Quisiera saber también la opinión del gobernador del Banco de España.

La tercera cuestión --creo que es la políticamente más relevante-- es la
siguiente. Aquí se ha hecho mención al tema del empleo, pero yo creo que
hoy se puede constatar, o podríamos constatar --Y no quisiera ser
dogmático--, que con las actuales políticas económicas el problema del
paro no se va a reducir a los niveles que la sociedad española quiere.

Esta es una constatación sobre la que usted me puede decir que no es
posible otra política. Sólo es posible ésta. Pero las ideas serían:
primero, no sólo está el hecho de que en noviembre el paro haya aumentado
en 21.000



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personas más, sino que los beneficios de enero a septiembre han aumentado
creo que por encima del 20 por ciento, si no recuerdo mal. La sensación
hoy en la sociedad española --y si sólo es sensación estaría bien-- es
que si eso fuera realidad los beneficios empresariales aumentan porque el
empleo no crece. Dicho de otra manera, el Gobierno ha diseñado una
política económica, y se ha dicho que se trataba de aumentar la tasa de
ahorro porque eso iba a significar inversión productiva y empleo. Eso hoy
está herido de muerte como concepto en este país.

No es cierto que la tasa de ahorro se haya traducido en inversión
productiva, así como tampoco es cierto que la inversión productiva se
haya traducido en un incremento importante de empleo, reconociendo los
avances que se han producido, que yo no los desdeño. Pero hay que fijarse
en que la previsión del Gobierno para 1998 es que el empleo va a crecer
en un 2,5 por ciento, esto es, unos 319.000 puestos de trabajo nuevos. La
previsión de crecimiento del empleo para 1998 inferior a la de 1997. Y la
previsión de crecimiento del PIB es superior a la de 1997. Es decir, en
1998, a pesar de que el producto interior bruto va a crecer más, el
empleo va a crecer menos.

La gran pregunta que yo creo que todos nos hacemos es: si la economía
española está en un círculo virtuoso, si vamos a estar en el círculo
virtuoso económico de 1998, ¿cómo es posible que estando en dicho círculo
sólo se vaya a poder disminuir el paro en 1,4 por ciento en 1998? Y si
continúan las políticas económicas y monetarias que hasta ahora se han
desarrollado, ¿por qué razón van a significar cambios sensibles del paro
cuando hasta ahora no los han producido y, sobre todo, insisto, estando
en el círculo virtuoso?
Yo creo que, desde este punto de vista, esta situación ha de llevar a
todo el mundo, sin pretender que nadie tenga la razón --yo no la tengo,
no tengo las recetas--, a abrir un debate en las políticas económicas y
monetarias del Estado español, especialmente en las políticas económicas
y monetarias que desde el Gobierno y desde el Banco de España se han ido
desarrollando, que fundamentalmente, y perdonen el esquematismo, siempre
pasan por contener salarios, que hay que hacerlo, por reducir inflación,
que hay que hacerlo, por reducir déficit público, que hay que hacerlo,
pero con eso no basta. Y usted hoy, de alguna manera, sólo nos dice esto.

Usted o el Gobierno nos plantean la repetición de lo que siempre han
dicho, que hay que hacerlo. Esto ya se ha demostrado hoy que es
insuficiente y a mí me parece que desde ese punto de vista --posiblemente
hoy no es el día, pero, en todo caso, yo se lo dejo encima de la mesa por
si usted quiere decir más cosas-- hay algunas grandes cuestiones a nivel
de Europa y a nivel de España que sí que merecían una reflexión abierta
por parte de todo el mundo. Es decir, ¿existen en España márgenes
fiscales para aumentar el gasto sin aumentar el déficit, sí o no? Yo
pienso que sí. La diferencia que tenemos de presión fiscal con Europa
podría permitir eso, aunque parece que ésa no es la opinión o el mensaje
que se lanza desde el Gobierno, desde determinados centros económicos,
donde se pueden plantear reformas fiscales que signifiquen, precisamente,
todo lo contrario, una disminución del gasto.

Creo que era el señor Homs el que planteaba un tema importante, aunque él
lo hacía desde una perspectiva y yo desde otra: si cree usted importante
una cierta armonización fiscal europea de las rentas del capital en
sentido progresista. Posiblemente éste es un tema fundamental, porque, si
no se opera esa armonización fiscal, puede pasar que los flujos de
capital puedan llevar a una continuada disminución de la fiscalidad sobre
las rentas del capital país por país y, por lo tanto, es un tema clave.

¿Cree usted que algunas de las propuestas innovadoras que se han hecho en
Francia o en Inglaterra, en relación con el tema del empleo, se pueden
discutir, como la reducción de la jornada, etc.?
Lo que quiero plantear en esta tercera consideración es el «fracaso»,
entre comillas, de fondo --usted me puede decir que se han conseguido
cosas y yo le digo que de acuerdo-- de las actuales políticas para
reducir de forma sensible la tasa de paro de España. No hay ninguna
perspectiva que diga que se vaya a reducir de forma sensible, en los
términos en que hablaba el señor Zabalía, con estas políticas económicas.

¿Y ante esto qué? Ante esto le digo que no vale repetir las tres cosas de
siempre, aun estando de acuerdo con ellas.

Quiero acabar con una cuarta consideración. Voy a ser muy breve, puesto
que ya se ha hecho anteriormente en otras dos o tres preguntas por el
señor Martínez Noval y creo que también por el señor Zabalía. Quisiéramos
conocer sus previsiones acerca de las posibles repercusiones de la crisis
asiática sobre el crecimiento europeo y en especial sobre España. No me
voy a extender, porque ya se ha desarrollado este tema antes
perfectamente.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Popular, tiene la palabra el
señor Aguirre.




El señor AGUIRRE RODRIGUEZ: Al igual que los otros grupos, quisiera dar
la bienvenida al gobernador a esta Comisión y agradecerle la exposición
que ha realizado.

Tengo que felicitarle sin ningún género de dudas. Tal y como se ha hecho
en un ejercicio acertado de comparar la documentación que el gobernador
envió a esta Comisión en 1996, si la repasamos, como otros grupos lo han
hecho, no puedo más que expresarle mi felicitación, porque lo allí
anticipado y planteado como objetivo se ha cumplido, no sólo a la
perfección, sino con comodidad y con holgura.

Ese grado de cumplimiento es lo que yo creo que otorga credibilidad para,
en la base del documento que nos ha facilitado ahora en 1997, poder tener
también confianza con respecto a las previsiones establecidas en dicho
documento, el cual tiene dos partes bien distintas: lo que es meramente
política monetaria y lo que son instrumentos de acondicionamiento del
banco a las nuevas circunstancias en el mercado único. En relación con la
parte que se refiere a los objetivos monetarios para 1998, considero que
el aval que produce el examen del documento de 1996 es el que nos deja
tranquilos de cara a la consecución de dichos objetivos, sobre todo en lo
que se refiere a materia de inflación.




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El señor gobernador nos ha dicho que en materia de inflación el objetivo
para 1998 será situarlo en la proximidad del 2 por ciento. De alguna
manera, el gobernador, con su declaración, está respaldando el objetivo
de inflación que acompaña al cuadro macroeconómico de los presupuestos
para 1998, que, como saben SS. SS., el Gobierno lo sitúa en torno al 2,1
por ciento.

Yo creo que si algo distingue a la política económica que se ha llevado
a cabo en estos últimos períodos, considerando un período el bienio
1996-1997, es, precisamente, que hemos conseguido escoltar de manera
acertada la política monetaria del Banco de España. La política monetaria
del Banco de España no hubiera podido por sí sola, en ningún caso, dar
con el acierto de los objetivos planteados, era preciso acompañar dicha
política monetaria con dos palancas que pretendieran el mismo objetivo.

Por un lado, el restablecimiento de la rigurosidad en la institución
presupuestaria, y, por otro, la puesta en marcha de una serie de medidas
de política económica en materia de liberalización que han contribuido,
como los dos elementos anteriores, de manera positiva a que España tenga
hoy el desequilibrio histórico de la inflación bajo control.

Por lo tanto, han sido tres los elementos que han construido este
escenario de estabilidad de precios. Yo creo que ninguno de ellos en
solitario hubiera logrado este objetivo y por esa parte también tengo que
expresar que el Gobierno ha cumplido sus deberes de complementar la
política monetaria que puso en marcha el Banco de España. Si algo nos
distingue en este buen hacer entre política monetaria, presupuestaria y
económica, es que, de una manera muy novedosa, España ha puesto en marcha
la construcción de lo que ya alguien aquí ha llamado, y otras voces
también subrayan, círculo virtuoso, y es el hecho de que el crecimiento
económico español esté por encima de la evolución de los precios, o dicho
de otra forma, que la evolución de los precios esté por debajo del
crecimiento económico. Por lo tanto, credibilidad existe en las políticas
presupuestarias y económicas del Gobierno, que --insisto-- algo han
contribuido --no vayamos ahora a intentar determinar en qué porcentaje--,
al igual que la política monetaria, a que en este momento estemos en un
marco de estabilidad, necesario, que además nos hace despejar todas las
dudas que existían hace escasamente tres años sobre el sí o no de España
en la tercera fase. Hoy, quienes hemos tenido la paciencia --y he visto
que ha habido varios portavoces que la han tenido-- de leer algunos
documentos de 1996 y 1997, e intervenciones del gobernador del Banco de
España, podemos afirmar con toda concreción que España está, sin ninguna
duda, en la tercera fase de la Unión Monetaria; pero esa frase, que hoy
podemos confirmar, no era así en 1995 ni en 1996. Por lo tanto, también
hay que felicita a todas las partes que han contribuido a que hoy estemos
confirmando que no existe margen de duda para que España esté en la Unión
Monetaria. (El señor vicepresidente, Martínez Sanjuán, ocupa la
Presidencia.)
A este grupo parlamentario le ha llamado la atención que el gobernador,
en el documento y en la propia exposición, empieza a advertirnos de las
limitaciones que ya tiene la política monetaria, de cara al control de
los precios, en el marco del próximo traslado de soberanía de esta
política al Banco Central Europeo. A pesar de esa limitación que nos ha
anunciado (que, como dicen algunos estudiantes, podría ser el título de
alguna conferencia bajo la denominación de un minuto de silencio por la
peseta) de cara a esa integración europea considero que estamos en mejor
situación que cualquier Estado miembro de la Unión Europea. Me gustaría
que el señor gobernador nos especificara de qué manera van a jugar esas
limitaciones que nos anuncia en su documento y que nos identifique a qué
se quiere referir cuando, en varios pasajes de su intervención, ha
subrayado los límites con los que va a empezar a jugar el banco central
a partir, aproximadamente, de mediados de 1998.

El gobernador del Banco de España ha venido hoy a comparecer ante la
Comisión de Economía (debo reconocer que todos los grupos se han salido
bastante del guión de lo que es la estricta comparecencia del gobernador
del Banco de España para hablar de la política monetaria, y todo el
debate ha transcurrido por un intenso planteamiento sobre toda la
política económica presupuestaria del Gobierno) justo un día después de
haber tomado la decisión de bajar los tipos de interés un cuarto de
punto, algo que, sin ninguna duda, ha sido muy bien recibido por todos
los agentes económicos y que es fruto, precisamente, de la lucha contra
la inflación. Hacía muchos años que el tipo de interés oficial no había
tenido esta senda de caída tan acelerada, y esto es algo de lo que mi
grupo --al igual que otros han hecho-- se congratula, puesto que mejora
aún más las condiciones para dos elementos principales, que son el
crecimiento y la creación de empleo.

Cuando nos estamos aproximando al cierre de 1997, mi grupo considera
oportuno hacer una reflexión sobre lo que ha supuesto este año para
entender cuál es el contexto económico de las previsiones que nos ha
anunciado el gobernador para 1998. La evolución de las principales
magnitudes dependientes de la política monetaria del Banco de España, es
decir, la inflación, los tipos de interés, el tipo de cambio y los
agregados monetarios, a nuestro juicio ha tenido la siguiente
calificación. La evolución de la inflación durante el presente ejercicio
ha supuesto la confirmación de la tendencia bajista que comenzó en el año
1996 y que ha alcanzado su tasa mínima en 1997. Después --y es cierto que
se produjo un rebrote durante el verano, debido al aumento de precios en
el turismo y en el tabaco--, la inflación ha vuelto a la senda del 2 por
ciento, tasa que --tal y como ya se ha indicado por los servicios del
Banco de España-- constituye una aproximación razonable a lo que en la
práctica se debe de entender por estabilidad de precios. El último dato
--del mes de noviembre, dado a conocer por el INE el pasado día 12 de
diciembre-- refleja un buen comportamiento de los bienes industriales, el
comienzo de la subida de los alimentos --en especial del pescado fresco
y congelado, las hortalizas y las frutas frescas--, persistiendo la
resistencia a la baja también en el sector de los servicios. Si bien es
cierto que el principal objetivo del Banco de España es el control de los
precios, hay que ser conscientes de que su cumplimiento depende también
de otros instrumentos de política económica. Por ello,



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quiero seguir subrayando la importancia de la aportación que ha supuesto
la austeridad, el rigor y el saneamiento en las cuentas públicas, en
definitiva, la política presupuestaria que ha seguido el Gobierno de
España.

Quiero insistir en que la combinación de una política monetaria prudente,
una política austera y rigurosa en la presupuestación, acompañada de las
continuas reformas en los sectores más rígidos y --por qué no decirlo--
la buena aportación del control de los salarios (no hay que olvidar que
si indagamos en la negociación colectiva, el incremento salarial medio a
final de noviembre se ha situado en el 3 por ciento y, aunque falta un
mes para el cierre del año, no parece previsible que este indicador sufra
modificación; por lo tanto, quiero subrayar que ha habido una evolución
del crecimiento de los salarios y que, como ha dicho el señor gobernador,
sería recomendable que hubiera también una moderación en los márgenes
empresariales), nos hacen prever que la inflación, a medio plazo,
presenta también indicios de cumplir con toda seguridad los objetivos
planteados por el gobernador y por el Gobierno de la nación. No obstante,
parece que todos los autores y todos los portavoces que aquí han
intervenido nos avisan de ciertos repuntes en el primer semestre de 1998,
y es verdad que el propio documento que nos ha facilitado el gobernador
subraya especialmente --y hay que leer todo el documento-- que esas
breves tensiones inflacionistas que se puedan registrar en el primer
período del próximo año no afectarán al objetivo de 1998 y serán
consideradas tensiones transitorias, concretamente, por la comparación
que habrá que establecer sobre un período muy bajo de inflación, como fue
el primer semestre de 1997.

No comparto alguna afirmación que aquí se ha realizado respecto a que el
dato de noviembre no es afortunado o que es preocupante. Por el
contrario, yo creo que el dato de noviembre lo que viene a confirmar es
que no sólo se va a cumplir el objetivo de inflación para 1997, sino que
se va a cumplir con holgura. Tenemos que tener presente que el Gobierno
se planteó un objetivo de inflación para 1997 del 2,6; que, a la vista de
la evolución del primer semestre, revisó al 2,2 y que es muy probable que
cerremos el año en torno al dos o ligeramente por debajo. Por lo tanto,
considero que los datos no avalan el subrayar que el índice registrado en
noviembre de 1997 es preocupante y es un índice que anticipa sombríos
futuros. Para nada es así y, por el contrario, la evolución de noviembre
viene a confirmar que se cumplirán los objetivos, incluso por debajo de
la previsión revisada a la baja por el propio Gobierno.

Tenemos que detenernos ante los tipos de interés --la bajada de los tipos
de interés ha sido paralela a la de la inflación--, ya que éste es el
principal instrumento de la política monetaria. Así, la última rebaja de
un cuarto de punto en la subasta decenal que se produjo ayer --el 15 de
diciembre-- se realizó después de conocerse, el viernes anterior, el dato
de inflación de noviembre. Los tipos de interés estarán convergiendo
naturalmente con las medias europeas, ya se ha dicho aquí. España será
miembro desde el primer momento de la Unión Económica y Monetaria y los
tipos de interés seguirán esa senda de convergencia con los principales,
y muy concretamente con el alemán, que se sitúa en el 3,3. Todo parece
aventurar que aquellas conferencias que ha pronunciado el señor
gobernador --en las que ya nos ha anticipado que el tipo de interés
podría situarse en la primavera de 1998 en el 4 por ciento-- indican un
horizonte bastante razonable en donde puede quedar situado el tipo de
interés una vez que nos incorporemos a la tercera fase.

En cuanto al tipo de cambio, que también ha sido tratado en relación
fundamentalmente con el marco alemán, mi grupo comparte las afirmaciones
aquí realizadas de que todo hace presagiar que el cambio central será el
referente para establecer en un futuro la paridad y los cambios que se
fijen en la primera semana del mes de mayo de 1998. También considera mi
grupo que ésta sería una medida acertada por cuanto despejaría muchas
incertidumbres. No obstante, estamos pendientes de lo que conteste el
señor gobernador en relación con su previsión sobre los cambios
irrevocables a fijar en mayo de 1998. Insistimos en que nos parece
recomendable que el cambio central sea la transacción de las moneda que
evite incertidumbres en fechas tan señaladas.

Por tanto, no podemos por menos que mostrar nuestra satisfacción y
hacerle algunas consideraciones finales, sumándonos un poco a esta
especie de apertura del debate que se ha planteado en el día de hoy. Como
muy bien se dice, estamos ante una sesión histórica, en la que
confirmamos la buena marcha de la economía española.

Quisiera hacer un subrayado especial en materia de empleo, que ha ocupado
a muchos de mis compañeros en esta Comisión. Quiero referirme a que, en
efecto, los indicadores de empleo no satisfacen y no pueden satisfacer en
ningún caso a ningún grupo de esta Cámara. Quiero también subrayar que
hay que tener presente cuáles eran las tasas de paro de las que partía el
Gobierno de la nación en 1995-1996. Quiero recordar a SS. SS. que
estábamos hablando de un 23,8, casi un 24 por ciento de tasa de paro, y
que es lógico que esa lejanía con las medias europeas sea en sí misma un
baluarte de resistencia para que el descenso de la tasa de paro vaya a un
ritmo que a todos nos parece poco satisfactorio. Pero considero que el
horizonte de 1998, donde todos los observadores políticos y económicos
pronostican que España por fin romperá la barrera psicológica del 20 por
ciento, es también un dato para estar esperanzados, aun cuando, insisto,
en que convendría reforzar todas las políticas de empleo activas que se
puedan formular desde el Gobierno. Abiertos estamos desde el grupo que
sostiene al Gobierno a escuchar nuevas propuestas en materia de políticas
de empleo para acelerar el ritmo con el que se está corrigiendo este
desequilibrio o este indicador tan lacerante de la economía española.

Me gustaría escuchar también qué valoración le merece la creación de
empleo, habida cuenta que han sido otros compañeros de esta Comisión los
que han planteado este tema. No puedo dejar de expresar que en el trienio
1996-1997-1998, si nos atenemos a las cifras cerradas de 1996 y 1997 y a
las previsiones establecidas para la creación de empleo en 1998, este
Gobierno va a cumplir algunas promesas que en otros casos no pudieron ser
cumplidas. En dicho trienio el Gobierno del Partido Popular va a



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crear aproximadamente 800.000 puestos de trabajo nuevos. Ello, unido a la
creación de empleo durante los años 1996 y 1997, nos permite decir que en
una legislatura, en un mandato del Gobierno popular, podríamos estar
confiados en que el empleo aumentaría en torno al millón de nuevos
puestos de trabajo.

Señor gobernador, quisiera pedirle que nos hiciera un desarrollo un poco
más amplio del que hace en su documento, en la página 4, cuando se
refiere usted a las consecuencias de la crisis asiática. Lo menciona
usted en un párrafo y no nos determina exactamente cuáles pueden ser
estas consecuencias, pero sí nos anticipa que las puede haber en esa
página 4. Nos gustaría que fuera un poco más detallado en el anticipo que
nos hace sobre las consecuencias de la crisis asiática.

Me gustaría también, porque ha habido últimamente --y éste es un tema que
cae directamente en su competencia-- algunas publicaciones que hemos
podido leer todos respecto al futuro papel del Banco de España en su
función inspectora y su posible modificación, retoque o acomodación a las
exigencias de la Unión Europea, que desde la autoridad que usted tiene al
frente del Banco de España nos dijera cuál es la posición al respecto.

Sería para nosotros interesante en esta Comisión que nos hablara, si
pudiera, de qué problemática encierra la redenominación de la deuda, que
tendrá que afrontar sin ningún género de dudas el Gobierno con motivo de
los horizontes de integración europea.

Me parece que aquí también ha salido un tema importante, como ha sido la
problemática del crédito hipotecario. No seré yo el que exponga lo que he
podido leer de la Comisión de Bruselas, del Instituto Monetario, respecto
a cuál va a ser el tratamiento de este tipo de figura crediticia una vez
que nos incorporemos a la Unión Económica y Monetaria. Me gustaría que
con su autoridad usted nos lo anticipara. Todo lo establecido en torno al
crédito hipotecario y sus modificaciones está ya anticipado y, por tanto,
no existe para este grupo ningún tipo de incertidumbre, ni existe ni
tiene que existir --y en eso hay que lanzar un mensaje de tranquilidad a
los titulares de ese tipo de créditos-- ningún margen de incertidumbre en
el tratamiento futuro de esta figura crediticia.

Por último, sería prudente escuchar alguna apreciación o alguna
afirmación en torno a la redimensión del sector financiero, y muy
principalmente a las últimas declaraciones --yo he hecho algunas--, sobre
cuál puede ser la opinión del Banco de España en la forma en que va a
impactar la Unión Económica y Monetaria en el sector financiero, y muy
concretamente, insisto, en el sector de cajas de ahorros, que en este
momento se encuentra en un debate respecto a si nos hallamos ante una
segunda fase en el proceso de concentración que ya se advirtió en etapas
anteriores y ante la conveniencia o no, desde su perspectiva, de iniciar,
de estimular o de crear condiciones para que se pueda producir esa
segunda fase de concentración en el mundo de las cajas de ahorros.

Señor gobernador, quiero darle las gracias por haber llevado a cabo con
tanto acierto la política monetaria desde el Banco de España, felicitarle
porque sus informes sean un aval de que la economía española marcha por
una senda correcta de integración en la Unión Europea, y desearle, como
le han dicho otros compañeros, que tenga usted unos días familiares muy
felices.




El señor VICEPRESIDENTE (Martínez Sanjuán): Para contestar, tiene la
palabra el señor gobernador del Banco de España.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Muy agradecido por
sus palabras, y especialmente por sus preguntas, que sin embargo han sido
tan numerosas que me obligará a agruparlas, teniendo en cuenta que,
además, algunas de las que se han hecho, aunque desde diferentes ámbitos,
coinciden en sus preocupaciones y en su contenido.

Voy a intentar ocuparme, primero, de lo que pudieran ser las perspectivas
de nuestra economía en sí misma en el próximo período, para pasar después
al conjunto de preguntas que hacen referencia al proceso de integración
de España en la Unión Monetaria Europea.

Comenzaré, en primer lugar, con el tema importante, desde el punto de
vista del Banco de España, como es natural, de las previsiones de precios
para el próximo año. Efectivamente, existe una serie de previsiones que
han sido elaboradas por muy diferentes instituciones, por muy diferentes
economistas, autores, etcétera, que, en general, se caracterizan por su
disparidad. De modo que lo que voy a hacer es, simplemente, un comentario
respecto a cómo ve el Banco de España el comportamiento de los precios en
los próximos meses. En el informe que he presentado se señala que puede
haber un cierto repunte de precios en los primeros meses del año próximo.

Este repunte de precios tiene un carácter un tanto mecánico. Está
centrado en los productos alimenticios y es, simplemente, la consecuencia
de que en los primeros meses del año 1997, que es el período de
comparación en las tasas interanuales, las caídas de precios de los
productos alimenticios, tanto elaborados como no, fueron enormemente
fuertes, como ustedes saben muy bien. Por consiguiente, con un
comportamiento normal de los precios de los productos alimenticios, es
posible que realmente se produzca, sin embargo, algún tipo de elevaciones
en los primeros meses. ¿Puede llegar todo esto a arrastrar el IPC hasta
tasas del 2,9 por ciento a mediados de año? En el Banco de España
pensamos que no va a ser tan fuerte el repunte.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que hay una serie de elementos
que afectan al contenido de algunas de las previsiones que se han
publicado. Por ejemplo, en el caso de aceites y grasas, las subidas
anunciadas están en contradicción con lo que es la caída del precio del
aceite de oliva en las semanas últimas que, sin embargo, es fundamental
para el comportamiento de los precios en ese sector. La energía. Los
precios mundiales de la energía están bajando y da la impresión de que
van a bajar más. Ciertamente esto puede verse compensado por una subida
en la cotización del dólar. Estos son problemas extraordinariamente
difíciles de prever con exactitud. Por lo que se refiere al
comportamiento normal de los precios de la energía en los



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mercados, hay que esperar una tendencia al descenso. Los precios de las
manufacturas van a depender, fundamentalmente, del comportamiento de los
salarios, así como, en cambio, los precios de los servicios van a
depender, fundamentalmente, del comportamiento de los márgenes, porque
realmente la situación en estos dos ámbitos es distinta. En el caso de
los servicios claramente no son los salarios los que han estado
manteniendo el crecimiento de los precios a niveles altos, sino que han
sido, en los últimos tiempos, los márgenes, mientras que en el caso de
los productos industriales los salarios han crecido últimamente a tasas
superiores a los precios correspondientes y, por consiguiente, el
comportamiento futuro de los salarios va a depender del comportamiento de
los precios en ese sector. En conjunto, aunque haya un repunte en los
primeros meses del año, no parece que tenga que ser tan importante como
se dice y no parece que pueda llevar al Banco de España a renunciar a su
objetivo de situar la tasa de inflación en el año próximo cerca del 2 por
ciento.

Hay otro elemento importante a considerar, que es el tema asiático, al
que se han referido muchos de ustedes y que no voy a poder tratar
extensamente, pero sí decir algunas cosas. Se trata de un problema
complejo. Inicialmente parecía que estaba acotado a los países del
sudeste asiático pero ha tendido a propagarse a la zona norte del área y
en este momento los problemas están planteados fundamentalmente en Corea
del Sur y en Japón. Son problemas muy complejos, porque no responden a
los problemas que han venido afrontando tradicionalmente los países
emergentes o en vías de desarrollo, en el sentido de que tenían déficit
públicos muy fuertes, inflaciones elevadas, etcétera, y lo que requerían
era, simplemente, planes o programas de estabilización, sino que
responden a situaciones más complicadas que son el resultado en varios
países de una extraña interconexión entre gobiernos, que ha llevado a
entidades financieras y empresas, a los créditos hayan sido, en buena
medida, dados en exceso y mal dados, con lo cual los bancos tienen unos
problemas muy importantes y, por otra parte, las empresas están en muchos
casos endeudadas y en condiciones financieras muy difíciles. Por esto, no
bastan los planes habituales del Fondo Monetario Internacional, por así
decirlo, sino que es necesario que los gobiernos correspondientes
intervengan tratando de sanear los sistemas financieros respectivos. Esto
es algo en lo que está insistiendo el Fondo Monetario en este momento, y
también están insistiendo los principales países potencialmente
prestamistas de esos países, por lo que creo que en ese punto la
condicionalidad establecida por el Fondo, por el Banco Mundial y por el
Banco de Desarrollo Asiático es una condicionalidad razonable. (El señor
presidente ocupa la Presidencia.)
¿Qué puede suceder como consecuencia de la crisis del sudeste asiático en
Europa? Evidentemente, las tasas de crecimiento real de esos países van
a bajar. Por otra parte, en todos esos países se han producido ya
devaluaciones de sus monedas de una enorme intensidad y, por
consiguiente, las situaciones de recesión, acompañadas de situaciones de
depreciación muy importante de sus divisas, van a determinar que las
exportaciones de esos países aumenten considerablemente y, además, que
los precios de esas exportaciones se hundan de modo apreciable, lo que,
naturalmente, supone un alivio para la evolución de los precios en los
mercados internacionales. Se ha dicho que el alivio puede ser tan
importante que sea capaz de compensar los efectos negativos que la
recesión pueda tener sobre la demanda de los otros países, digamos de los
países del llamado hemisferio occidental, es decir, de América y de
Europa. Sin embargo, dudo que unos efectos sean capaces de compensar a
los otros, y en conjunto creo que es bastante razonable la revisión de
expectativas de crecimiento que acaba de hacer la OCDE, porque habrán
visto ustedes en los periódicos que en el plazo de un mes --puesto que
inicialmente esas previsiones estaban fechadas el 15 de noviembre-- la
OCDE ha tenido que rebajar muy considerablemente las tasas de crecimiento
de la economía mundial y las tasas de crecimiento de, concretamente, la
OCDE.

Existe otro cauce, que es el más peligroso, por el cual los problemas del
sudeste asiático pueden afectar a Estados Unidos y a Europa, que es por
la vía de los mercados financieros. Esto va a depender, naturalmente, de
cuál sea el tratamiento que los gobiernos respectivos den a la crisis que
tienen planteada varios de ellos en sus sistemas financieros y,
especialmente, en sus sistemas bancarios. Que esto vaya a resolverse
adecuadamente o no es algo que en este momento es dificilísimo prever.

Seguramente, la necesidad de recurrir a fuentes de financiación para
salir de la situación tan difícil en que está les obligará a imponer un
cierto tratamiento drástico de la situación de sus sistemas bancarios y
financieros y de las empresas que están ligadas a esos bancos, en buena
medida por conexión vía Gobierno, lo cual hace la situación
verdaderamente difícil. Si no fuera así, podrían plantearse situaciones
muy graves, y así como ahora la salida de capitales de esta zona está
llevando a una situación de reanimación de las bolsas del mundo
occidental, y en especial de los bonos --como se ha señalado aquí-- cuyos
tipos de rendimiento están cayendo, un inadecuado tratamiento de los
problemas que tienen planteados esos países podría llevar a lo contrario,
podría llevar a una subida de los tipos sobre los bonos americanos que
podría contagiarse rápidamente a Europa. Es extraordinariamente difícil
decir qué es lo que finalmente va a suceder, pero creo que, en conjunto,
por una parte es inevitable que haya un efecto neto de baja de los
precios internacionales, y por otra, que haya un efecto neto de recesión
en las economías reales en el mundo occidental, mayor en Estados Unidos
que en Europa, porque las vías de conexión reales y financieras de Europa
respecto del este asiático son mucho más débiles y modestas que las que
mantienen los Estados Unidos. Esto, naturalmente, puede afectar también
a la tasa de inflación española para el año que viene. En este sentido,
la afectará favorablemente, porque nos podemos encontrar con que muchos
precios de importación van a registrar bajadas considerables, y también
va a tener algún efecto, creo yo, en la tasa de crecimiento que puede
esperarse para el año próximo. Tal vez esto no sea especialmente grave,
puesto que realmente el problema del año próximo, en mi opinión, podría
verse más bien del otro lado; podría verse en términos de



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una expansión que fuera demasiado fuerte e imposible de mantener durante
mucho tiempo y, naturalmente, el desarrollo económico y, muy
concretamente, el crecimiento del empleo dependen fundamentalmente de que
las fases de expansión sean largas y sostenidas. De modo que más valdría
que no tuviéramos problemas por un exceso de crecimiento el año próximo.

Paso con esto a hablar de la interacción de la política monetaria y de la
política fiscal en la situación actual de la economía española. Como
consecuencia de la articulación tanto de la política monetaria como de la
política fiscal se ha producido una reducción muy importante de la tasa
de inflación, que ha permitido al Banco de España una baja considerable
en sus tipos de intervención a muy corto plazo mientras que, por otra
parte, la mejora de las expectativas llevaba a una reducción de los tipos
de rendimiento de los activos a más largo plazo y concretamente de las
diferentes deudas a tres, cinco, diez y quince años. Todo esto ha
determinado una situación financiera mucho más cómoda. La baja de tipos
de interés del Banco de España ha sido seguida por los bancos y no es
cierto que haya sido seguida más del lado de los tipos pasivos que del
lado de los tipos activos. Desde luego hay una cosa que está clara
--alguno de ustedes ha sido mal informado--: no hay ninguna circular
--las circulares emanan del Banco de España--; no hay ninguna circular
del Banco de España ni la ha habido nunca, ni la podrá haber jamás, que
vaya dirigida a los bancos para que bajen los tipos de interés sobre los
depósitos. Lo cierto es que los tipos pasivos han bajado, pero los tipos
activos han bajado más y el resultado de ello ha sido, naturalmente, una
reducción del margen de intermediación bancaria. Esa reducción del margen
de intermediación bancaria ha sido muy importante. Las instituciones
bancarias españolas estaban situadas, no hace mucho tiempo y como
consecuencia del largo período de intervencionismo anterior, en unos
márgenes de intermediación que estaban muy por encima de lo que eran los
márgenes normales en la Unión Europea. Esto pertenece al pasado. En este
momento, los tipos de intermediación de la banca española, que vienen
dados de modo fundamental por la diferencia entre tipos activos y tipos
pasivos, están en la media de la Unión Europea y están bajando; es cierto
que están bajando también en toda Europa como consecuencia de una
creciente competencia, pero realmente están situados en la media europea.

Cuando leemos cifras de mejora importante de los beneficios bancarios, en
el año actual por ejemplo, ello no se debe a una buena evolución del
margen de intermediación, sino a otras consideraciones. Se debe a que los
bancos han obtenido importantes beneficios en sus operaciones en los
mercados financieros, y, en segundo lugar, a que la morosidad ha
alcanzado prácticamente un mínimo histórico y, por consiguiente, han
podido hacer menos provisiones que en años pasados e, incluso, reducir
sus provisiones. Naturalmente, la reducción de las provisiones determina
beneficios. Pero si ustedes quitan esos componentes de beneficios que no
son beneficios que puedan considerarse recurrentes --puesto que la
morosidad no va a mantenerse indefinidamente en los mínimos históricos y
las plusvalías que han podido obtenerse en los mercados financieros
durante los últimos tiempos no se van a mantener indefinidamente--, si
eliminan ustedes estos componentes, verán que el margen de intermediación
de la banca ya no es el gran margen a que se estaba acostumbrado en años
pasados, sino que es un margen, como digo, medio europeo y que está
descendiendo. Yo les rogaría a ustedes, como miembros de esta comisión,
y creo que lo he dicho alguna otra vez, que atiendan a este problema
porque es un problema importante para el sistema financiero, para el
sistema bancario español.

Como decía, yendo al hilo fundamental de mi exposición, el Banco de
España ha bajado los tipos, los bancos han bajado fuertemente los tipos
con estrechamiento de márgenes --insisto--, y ello ha facilitado una
situación en la cual, a pesar de que se estaba reduciendo el déficit
público, se ha producido una iniciación de una fase clara de expansión de
la economía. Creo que todos podemos aspirar a que esta situación de
expansión de la economía se mantenga durante bastante tiempo y, por
consiguiente, sea capaz de crear empleo de modo estable.

¿Estamos al final de nuestros problemas? Ciertamente, no. Primero, ningún
país está nunca al final de sus problemas, pero en el tema al que estoy
refiriéndome en este momento, que son las perspectivas de España frente
a la Unión Monetaria, ciertamente no estamos al final de nuestros
problemas. Yo he insistido y sigo insistiendo en que no estamos al final
del proceso de consolidación fiscal. Se ha hecho un gran esfuerzo; el
esfuerzo, como era inevitable después de unos años duros, ha tendido a
ser más modesto este año. El sentido restrictivo del presupuesto de este
año es menor, bastante menor, que en los años pasados, pero, en
definitiva, será necesario seguir manteniéndose en la línea de la
consolidación fiscal. Realmente, lo que ha sido la experiencia general de
los países europeos y del nuestro, desde luego, durante los años ochenta
y los primeros noventa, en términos de déficit públicos intensos y
persistentes y de relaciones deuda-producto rápidamente crecientes, lo
que ha sido esa experiencia es un fenómeno insostenible y sería un
fenómeno insostenible sin Unión Monetaria y, desde luego, lo es con Unión
Monetaria. De modo que, realmente, se ha hecho mucho, pero todavía el
proceso de consolidación fiscal en todos los países tiene elementos de
incertidumbre. Por consiguiente, creo que es absolutamente necesario que
los países que se incorporan a la Unión Monetaria mantengan esta
orientación de consolidación fiscal.

Alguno de ustedes dice: bueno, es que hay gastos que aparecen
fundamentales para el futuro de este país, para el crecimiento futuro del
país, para el empleo, pero, en general, para el crecimiento y la mejora
de los niveles de vida en el futuro. Por ejemplo, la inversión en
infraestructuras; por ejemplo, la inversión en formación profesional, en
educación, en investigación, en I+D. Yo estoy absolutamente de acuerdo,
esto es en buena medida el futuro del país. ¿Pero quiere decir esto que,
para atender a esos gastos, tengamos que ir a mayores déficit públicos?
Eso es lo que yo no puedo compartir. Creo que, realmente, hay una opción
ante nosotros que es la opción de reestructurar el gasto público y cortar
una serie de líneas de gasto público



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para beneficiar a otras. Yo soy muy partidario de que se entre con más
intensidad en infraestructuras, en educación, etcétera, pero lo que no
podemos hacer es intentar hacerlo todo a la vez y aumentar unos gastos
sin cortar otros. Yo no puedo decir cuáles, es cosa de ustedes. Max Weber
decía que la nobleza de la tarea de los políticos es adoptar las grandes
opciones de la sociedad, y eso es cosa de ustedes, no es mía. Como
ustedes me recuerdan periódicamente, no he sido elegido y no soy político
y, por consiguiente, es a ustedes a quienes les corresponde, no intenten
pasarme a mí el tema. (Risas.) Ciertamente, hay un problema de estructura
de gasto público en este país; es absolutamente obvio.

Por otra parte, el tema de la fiscalidad. Yo estoy totalmente de acuerdo
con ustedes en que la Unión Monetaria va a poner todavía más de relieve
hasta qué punto es necesario avanzar hacia un cierto grado de
homogeneidad fiscal en los países del área. Estoy también de acuerdo con
algo que han señalado muchos de ustedes, lo que alguno ha denominado la
desfiscalización de las rentas del capital. Esto es un hecho, un hecho
que además está sometido en este momento en el área europea, aunque no
sólo en ella, a una especie de competencia entre gobiernos, lo que a mí
me parece inaceptable e inadmisible a largo plazo. Creo que es muy
importante que la Unión Europea --y esto se pondrá más de manifiesto como
consecuencia de la creación de la Unión Monetaria-- acabe avanzando por
el camino de la armonización fiscal; pero dénse ustedes cuenta de que no
basta con que la Unión Europea avance por ese camino, es un problema de
los que ahora se llaman globales, mundiales. Es decir, sería inadecuado,
inútil en definitiva, que se avanzara hacia la armonización fiscal
simplemente en el área europea, porque los capitales podrían moverse
fuera del área europea para obtener tratamientos fiscales más favorables.

Este es un problema que está ya planteado en la Unión Europa y
últimamente --como saben ustedes-- ha habido dos informes del comisario
Monti planteando una iniciación del camino. Es, en principio, una
iniciación bastante tímida del camino puesto que trata de eliminar lo que
es la competencia más ruinosa, la competencia fiscal sobre beneficios de
empresas para atraer empresas a una u otra zona dentro del área europea;
pero el intento consiste en avanzar más allá. ¿Será esto posible? Yo creo
que la Unión Monetaria propiciará un avance por ese camino e insisto en
que, como algunos de ustedes han manifestado, es absolutamente necesaria
esa armonización fiscal y especialmente acabar con esa tendencia tan
rápida de desfiscalización de las rentas del capital. Hay países en
Europa en los que, en este momento, las rentas del capital apenas pagan
ya impuestos directos y éste es un problema que a mí me parece realmente
muy grave. Es importante, pero será muy difícil de resolver.

Un segundo punto respecto a lo mucho que nos queda por hacer está en el
camino de la liberalización de los mercados de bienes y servicios, porque
además hay ahí una fuente importante de creación de empleo. La
liberalización de los mercados de bienes y servicios no consiste
solamente en liberalizar precios, aunque en algunos casos pueda ser así,
sino que, en la mayor parte de los casos, la liberación de precios sólo
dará buenos resultados si hay liberalización del sector, porque es
posible que, si no la hay lo único que se consiga sea poner en marcha un
sistema de competencia imperfecta o de oligopolio que realmente suba los
precios. En definitiva, ésta es una vía por la que algo se ha avanzado
pero en la que tendremos que avanzar mucho más en el futuro.

Finalmente, respecto de esta parte de la que estoy hablando, casi todos
ustedes han planteado el problema del paro. Este problema constituye, sin
duda, la preocupación más importante de nuestro país, porque es obvio que
la situación del paro, aunque haya mejorado, sigue siendo muy inadecuada.

Naturalmente, yo creo que estaríamos todos de acuerdo en el deseo de
reducir el paro; el problema es cómo hacerlo y ahí es donde está la
dificultad. Yo diría que hay tres vías o tres grandes líneas por las que
se puede avanzar para resolver el problema. La primera línea es el
crecimiento vía demanda. Esto tiene sus límites porque si el crecimiento
de la demanda es excesivo acaba teniendo que corregirse rápidamente, como
se ha demostrado en todos los países del mundo que han sucumbido a esa
tentación y, al final, no está claro que el resultado sea beneficioso
para el empleo; pero qué duda cabe que el mantenimiento de un crecimiento
sostenido es fundamental para la creación del empleo. Ahora bien, como
alguno de ustedes incluso cuando estaba defendiendo en primer lugar esa
posición ha dicho, el crecimiento del producto no necesariamente mejora
de modo adecuado o suficiente el crecimiento del empleo, y voy a poner el
caso de Alemania. Alemania ha mejorado muchísimo su tasa de crecimiento
en los últimos meses --está acercándose al 2,6 por ciento y seguramente
el año que viene va a llegar al 3 por ciento, y estaba no hace mucho en
el 1,8 por ciento--. ¿Qué es lo que está pasando en Alemania? Que aumenta
el ritmo de crecimiento del producto, no aumenta el empleo y aumenta el
paro. Este es un problema, aunque con diferencias --porque, por ejemplo,
en el caso de España el crecimiento sí está llevando a un aumento del
empleo--, que afecta a todos los países europeos, porque realmente el
problema es cómo con una tasa de crecimiento se puede conseguir que el
crecimiento del empleo sea mayor. El crecimiento de la demanda y el
crecimiento del producto nos lleva a las otras líneas de actuación.

Una segunda línea de actuación es la flexibilización del mercado de
trabajo. Yo no creo que sea verdad que en Europa se pueda considerar esa
línea como fracasada, por una simple razón: porque todavía no se ha
intentado, y como no se ha intentado todavía, realmente no sé cómo
podemos decir que esa línea de política económica realmente ha fracasado;
apenas se ha intentado, apenas se ha avanzado en Europa, en general, por
la vía de la flexibilización de los mercados de trabajo. Hablar de
flexibilización de los mercados de trabajo no es proponer a Europa que
imite el mercado laboral americano, cosa que seguramente en Europa es
absolutamente imposible, sino estudiar en qué medida las rigideces del
mercado de trabajo europeo están frenando la generación de puestos de
trabajo. Insisto: se ha hecho tan poco en los últimos años en Europa en
este aspecto que realmente yo no creo que pueda decirse que esto



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lo tenemos que rechazar porque ya se ha visto que ha fracasado. No se ha
visto que ha fracasado porque no se ha intentado apenas.

Luego hay una tercera línea, que son otro tipo de actuaciones, como la
formación profesional, lo que se llama las políticas activas de empleo
que yo creo que son razonables, aunque no es seguro que haya una relación
beneficios-costes clara al respecto, pero es una línea adecuada. Hay otro
tipo de temas en los que no voy a entrar, como es el del reparto del
trabajo por la vía de la reducción de las horas de trabajo sin reducción
salarial. Este no es el campo de mi competencia, por lo tanto, no tengo
nada que decir, pero sí señalaré dos puntos que me parecen básicos. El
aumento del coste del trabajo reduce la demanda de trabajo; es decir,
pensar que en el mercado de trabajo no se cumplen las condiciones de
oferta y demanda y, por tanto, no funciona el precio, me parece una
equivocación, y no es que me parezca una equivocación, está demostrado
que es una equivocación. A lo largo de la historia del capitalismo las
mejoras organizativas, las mejoras tecnológicas, las mejoras en la
formación de los trabajadores han determinado aumentos de la
productividad que, en parte, se han traducido en crecimientos de los
salarios reales y, en parte, se han traducido en aumentos del ocio o, lo
que es lo mismo, en reducción de la jornada de trabajo. ¿Se puede
realmente forzar en el corto plazo y por ley una mejora del empleo por la
vía del reparto de trabajo, por la vía de la reducción de la jornada de
trabajo sin reducción salarial? Yo no digo que no se discuta, a mí me
parece que todo hay que discutirlo, que todo hay que pensarlo. Yo lo
único que digo es que hay que pensarlo bien, hay que pensarlo de modo que
nos demos cuenta de lo que las cosas significan, no vaya a ser que se
haga algo que puede ser muy importante y muy definitivo y eso no lleve a
una mejora del nivel de empleo sino a un aumento del paro; pero, en
definitiva, ése no es un ámbito de mi competencia y, por consiguiente,
ahí no tengo más que decir.

Quiero decir algunas cosas sobre el sistema bancario español en relación
con algunas de las preguntas que se han planteado y en conexión con el
tema al que ya me he referido antes. Se me ha preguntado cómo está
ajustándose el sistema bancario español a la bajada de tipos. Como he
señalado antes, se está ajustando bien, en la medida en la que los tipos
más importantes han estado bajando en relación con los tipos del Banco de
España que, de algún modo, le sirven de referencia. Si se toma el
conjunto del indicador de tipos de interés activos y de tipos pasivos,
los tipos activos han estado bajando durante los últimos tiempos más que
los tipos pasivos, por consiguiente se ha reducido el margen de
intermediació n. ¿Cuál es la situación de la banca? Se me ha preguntado
cuál es el grado de solidez de la banca. El grado de solidez del sistema
bancario español en este momento es muy grande. Nuestro sistema es
fuertemente solvente en su totalidad y, singularmente, por instituciones.

Realmente, no tenemos ningún problema. Estamos viviendo --como he
señalado antes-- un mínimo histórico de morosidad que --hay que
recordarlo-- no va a durar siempre, porque éstos son procesos cíclicos y,
por consiguiente, acabarán dando lugar a subidas de morosidad en algún
momento del futuro, pero el sistema en este momento se caracteriza por su
muy fuerte solvencia.

Esto está ligado a la función inspectora del Banco de España. Me
permitirá usted, señor Aguirre, que le responda simplemente: en primer
lugar, creo que el Banco de España hace muy bien su función inspectora;
en segundo lugar, no tengo nada que decir sobre el futuro de la función
inspectora del Banco de España, porque eso es cuestión del Gobierno. El
Gobierno por el momento, en contra de lo que ha dicho la prensa, no está
pensando modificar la situación --lo creo sinceramente--; por
consiguiente, eso es todo lo que tengo que decir, pero no más, porque el
Gobierno, si cambia de opinión, podría hacer lo que quisiera con la
función inspectora. Insisto en que creo que el Banco de España lo está
haciendo muy bien. Por otra parte, diré que el tema de la función
supervisora e inspectora no se ve afectado por la Unión Monetaria
Europea, porque el Instituto Monetario Europeo ha insistido desde el
principio en que los sistemas de supervisión e inspección son temas
nacionales y el Banco Central Europeo no retendrá para él y para el
Sistema Europeo de Bancos Centrales ningún tipo de función supervisora
especial, de modo que es un tema distinto.

El tema siguiente en relación con la banca es el de fusiones y
absorciones en la banca y en las cajas de ahorro. Ciertamente, nuestro
sistema bancario ha registrado un aumento muy considerable en su grado de
concentración en los últimos años. Es posible que la situación creada por
la Unión Monetaria sea propicia para mayores concentraciones. He de decir
que, desde luego, no está probado por nadie que la dimensión de los
bancos sea definitiva, sea fundamental o sea muy importante para su
rentabilidad; lo importante en un banco no es el tamaño sino la
rentabilidad. Por tanto, no hay que pensar que el futuro lleva
necesariamente a grados adicionados de concentración, porque un sistema
bancario puede ser muy eficiente, puede funcionar muy bien y no ser un
sistema altamente concentrado o tener dimensiones muy grandes. Sin
embargo, es posible que se produzcan en el futuro procesos de
concentración. Creo que es fundamental que el Banco de España y el
Gobierno sean neutrales en ese tema; que sean las empresas las que
realmente decidan --en condiciones normales, no en condiciones dramáticas
para una entidad, porque entonces es inevitable que haya intervención
pública--, porque es a ellas a las que les corresponde decidir, según sus
intereses, expectativas, etcétera, si las fusiones y las concentraciones
adicionales son beneficiosas o no. En el caso de las cajas de ahorro
posiblemente es más fácil decir que la concentración es conveniente para
cajas que son de dimensiones relativamente pequeñas y que, posiblemente,
no van a estar en condiciones de desarrollar adecuadamente las fuertes
inversiones exigidas por la tecnología en los próximos años. En el tema
de las concentraciones y las fusiones de cajas tenemos un problema
político-territorial que ustedes conocen muy bien y que, de nuevo, llevo
a su reflexión. También llevo a su reflexión el hecho de que el problema
de las cajas --porque también este tema ha sido tratado-- no es tanto su
configuración jurídica actual, no es tanto que la política tenga
influencia sobre ellas, lo que es fundamental



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es que no rompamos algo que es básico e, indudablemente, cada vez más
importante, que es una creciente profesionalización de las cajas. Todo lo
que sea intervenir en la gestión de las cajas a costa de la
profesionalidad en la concepción de las mismas me parece un error que las
cajas pagarían muy caro en el futuro.

Quizá con esto pueda pasar a temas relativos a la Unión Europea y quizá
el nexo de unión pueda ser el tema que me han planteado ustedes respecto
de la continuidad de los contratos y especialmente el tema de los
créditos hipotecarios. Como saben ustedes muy bien, en el año 1994 se
decidió, por parte del Ministerio de Economía, que aunque correspondía al
Ministerio de Economía regular el tema de los tipos de referencia
oficiales sería el Banco de España el que calcularía y publicaría esos
tipos oficiales. Estos tipos de referencia oficiales, en este momento,
son seis, de los cuales el más importante, el más ampliamente utilizado
en los últimos tiempos ha sido el mibor, entendiendo por mibor, como
saben ustedes, el mibor a un año.

Aquí existen, de cara a la Unión Monetaria, los siguientes problemas. El
IME (Instituto Monetario Europeo), en una recomendación que va a recoger
el Banco Central Europeo, ha acordado que los bancos centrales
nacionales, una vez constituida la Unión Monetaria, dejen de publicar
tipos referenciales, especialmente tipos referenciales oficiales; no
niegan que esos tipos referenciales puedan existir, pero tendrán que ser
calculados y publicados por entidades privadas. Por consiguiente, el
Banco de España se va a encontrar, en primer lugar, con que no va a poder
seguir publicando tipos oficiales de referencia. En los tipos que no son
el mibor esto tiene poca importancia; por ejemplo con el tipo más
frecuente de créditos hipotecarios de las cajas, de la banca, del
conjunto del sistema, etcétera, no hay problemas, pero con el mibor sí lo
hay porque ése es un tipo que el Banco de España no podrá seguir
publicando. Por tanto si se sigue publicando como tipo referencial no lo
publicará el Banco de España sino algún otro instituto, aunque el Banco
de España siga calculándolo. Pero es que además va a haber otro problema
que es fácil de comprender; el problema no va a ser ya la publicación
sino el cálculo, porque a medida que nos adentremos en la Unión
Monetaria, con la Unión Monetaria ya en pleno funcionamiento, es claro
que estas operaciones que constituyen la base del mibor a un año van a
ser cada vez más escasas; por consiguiente, el mibor que pueda calcularse
será cada vez menos representativo, puede ser más errático, puede ser más
objeto de manipulación. Una vez que hayamos entrado en el euro, el mibor
realmente pierde su sentido. Es decir, las dificultades de cálculo van a
ser crecientes y desde luego el final de esas posibilidades de cálculo se
va a producir antes del momento del vencimiento de muchos de los
contratos hipotecarios que están ya indiciados con el mibor. Por
consiguiente, hay que encontrar una salida a este problema del mibor.

Saben ustedes que se proyecta, aunque todavía no está decidido, que las
asociaciones bancarias europeas publiquen algo que sería la continuación
del mibor español o de otros tipos equivalentes en otros países del área,
que es lo que algunos llaman el euribor. Naturalmente, lo que tiene que
quedar claro para los clientes bancarios y para la banca es que, como hay
que mantener la continuidad de los contratos, si el mibor deja de
publicarse simplemente porque no puede calcularse, hay que advertir con
anterioridad que será sustituido por un tipo similar, muy similar, y si
finalmente se calcula y se publica el euribor, el euribor debería ser la
continuación del mibor. Es un problema respecto del cual lo importante es
informar, en primer lugar, al público porque el problema no se va a
plantear de aquí a seis meses, ni de aquí a un año, pero se va a acabar
planteando a medida que avancemos por el camino de la Unión Monetaria, en
la integración creciente de los mercados y finalmente en la sustitución
de las monedas nacionales por el euro.

Siguiendo con los temas referidos a la Unión Monetaria, he de decir que
me han planteado algunas preguntas muy concretas, tan concretas que no
puedo responderlas. Una se refiere al tipo de cambio y otra se refiere al
tipo de interés con el que va a empezar el Banco Central Europeo, la
Unión Monetaria. Es cierto que puede pensarse que cuanto antes estuvieran
decididos los tipos de conversión entre las monedas, probablemente habría
menos posibilidades de especulación en los mercados cambiarios. Ahora
bien, es imposible decidir nada antes de que se sepa cuáles son los
países que van a integrar la Unión Monetaria. Saben ustedes que hay un
acuerdo, ya adoptado por el Ecofin, según el cual, si el día 2 de mayo se
señala por parte del Consejo Europeo, a propuesta del Ecofin, con los
informes previos, etcétera, cuáles son los países que pueden formar
inicialmente parte de la Unión Monetaria, el día siguiente se hará
público un compromiso político respecto de los tipos de cambio
bilaterales que los países que van a participar inicialmente en el área
euro van a adoptar a comienzos del año 1999. Lo único que se puede hacer
al respecto es anunciar los tipos de cambio bilaterales entre las
monedas. No se puede anunciar el tipo de conversión respecto del euro.

¿Por qué? Porque el euro va a ser igual a un ecu, y el ecu lleva dentro
de sí, en cuanto cesta de monedas, las de los países que van a
incorporarse y algunas otras. Esto quiere decir que la cotización del ecu
el último día del año 1998 va a depender no sólo de cuál sea la
cotización de las monedas de los países que se incorporan al euro, sino
de otras monedas, como por ejemplo la libra, que tiene un peso muy
importante y cuyas oscilaciones afectan en gran medida al ecu, al tener
una ponderación alta.

Por consiguiente, si se hace un anuncio de los tipos de cambio
bilaterales entre las monedas de los países que van a participar en la
zona euro, esos tipos de cambio bilaterales se anunciarán para el día 1
de enero del año 1999 o para el 4 de enero --que me parece que es el
primer día hábil del año 1999--, y los bancos centrales y los gobiernos
se comprometerán a que, a las dos y cuarto de la tarde --doy una hora que
sería más o menos probable por lo que son los fixing en este momento--
del último día hábil del año 1998, los tipos de mercado de esas monedas
coincidan con los tipos anunciados, lo cual es muy fácil porque lo único
que tienen que hacer los bancos centrales es anunciar que compran y
venden ilimitadamente las monedas correspondientes a los tipos de cambio
anunciados. De modo que lo



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que se anuncian son los tipos de cambio bilaterales entre las monedas
nacionales. Ese anuncio se cumplimentará con la igualación de los tipos
de mercado del último día hábil del año 1998 con esos tipos bilaterales
anunciados para el día 4 de enero de 1999.

Fijados los tipos por el procedimiento que he indicado el último día del
año 1998, las otras monedas que no se hubiesen incorporado al euro
fluctuarán; así, la libra fluctuará, el dracma fluctuará, etcétera. Al
final, al cierre del último día hábil del año 1998 se sabrá cuál es la
cotización del ecu, y ésa es la cotización del euro el día 4, primer día
hábil del año 1999. Como se han fijado los tipos bilaterales,
automáticamente quedan fijos los tipos de conversión de las monedas
nacionales respecto del euro. Esto es lo que se va a hacer, y se va a
hacer al día siguiente de la selección de países.

¿Cuál va a ser el contenido del anuncio? Eso es lo que todavía no se
sabe. Será algo que no esté lejos de los tipos de cambio centrales por
una sencilla razón, porque estamos todos tan cerca de esos tipos de
cambio centrales que lo normal es que sean unos cambios que estén muy
cerca de ellos, pero eso no se sabrá hasta el día 3 de mayo.

Respecto a los tipos de interés, Dios me libre hoy de dar el menor número
en lo que se refiere a los tipos de interés que podamos tener en la
cabeza. ¿Por qué? Porque nadie sabe cuáles van a ser. Un día en el Senado
me preguntaron esto y dije: los mercados dicen que el tipo de interés al
que se entre en el euro por parte de todos los países puede estar en
torno al 4,70 por ciento, a lo mejor eso es demasiado exagerado, a lo
mejor los mercados están exagerando; yo creo que la cifra estará más
cerca del cuatro. Y al día siguiente muchos periódicos dijeron: Rojo
anuncia que bajará el tipo hasta el 4 por ciento. Está claro que no
anuncio ninguna cifra, y no la anuncio por una buena razón: porque nadie
sabe cuál va a ser ese tipo, no lo puede saber. En este momento el tipo
alemán es del 3,30 por ciento. ¿Cuál va a ser el tipo alemán al final del
año próximo, que, en definitiva, es el que va a marcar el movimiento?
Tampoco los alemanes lo saben porque eso va a depender de cuál sea el
ritmo de expansión de las economías europeas y especialmente de la
economía alemana, dependerá de qué previsiones tengan respecto de los
precios. Algunos miembros del Bundesbank están preocupados por
elevaciones en el IVA a finales del año próximo y sus efectos posteriores
sobre los precios, etcétera. Es imposible decir cuál va a ser el nivel al
que va a situarse el tipo alemán: el 3,50, el 4, el 4,25. Puedo decir que
los mercados esta mañana decían que a final del año próximo estará al
4,25 por ciento. Bueno, pero quede claro que yo no digo que estén al 4,25
por ciento; no lo sé. Lo que sucederá normalmente es que estarán más
bajos de lo que hemos venido estando nosotros, a lo mejor suben más, y en
ese caso nosotros tendríamos que bajar muy poco, pero tenemos que estar
preparados a que, quizá, el movimiento sea un poco mayor.

Repito que no puedo decir cuál va a ser el tipo al que van a confluir los
tipos de interés a corto plazo porque simplemente nadie lo sabe, y quiero
subrayar que no lo sabe nadie; yo, desde luego, no pretendo saberlo, por
consiguiente, no puedo hacer ninguna predicción al respecto. Y no he
dicho que vayamos a confluir a ningún tipo de interés concreto.

Simplemente iremos viendo cómo van las cosas, también cómo va la
economía, cómo va nuestra economía para graduar el ajuste. El ajuste
puede ser rápido o lento; en contra de lo que suele pensarse eso no
afecta para nada a la conjunción final en cuanto a los tipos de cambio
que se vayan a preanunciar el día 3 de mayo, no afecta para nada,
insisto, y simplemente lo que está claro es que a finales del mes de
noviembre o principios de diciembre todos los países habremos confluido
en unos mismos tipos de interés a muy corto plazo.

Hay un tema que ha salido varias veces y que un poco rápidamente quiero
comentar. No puede decirse que la mejora en la situación del ahorro no
esté llevando a una mejora en la situación de la inversión. La situación
de la inversión en este país y en este momento es bastante fuerte. La
inversión está creciendo a ritmos muy rápidos y crecientes. No es verdad
que las empresas no estén invirtiendo. Se puede pensar que pueden
invertir más, pero la verdad es que están invirtiendo con fuerza. Por
tanto, no es exacto que las empresas tengan mayores beneficios y no
inviertan. Esos beneficios, como se ha señalado aquí varias veces, están
en buena medida determinados por la baja de los gastos financieros. Son
unos beneficios que se producen como consecuencia de una caída abrupta de
los tipos de interés y de una vez y por una vez, no hay que pensar que
esos beneficios se van a mantener. De modo que esto es algo que hay que
tener en cuenta.

Estoy seguro de que, en contra de mi voluntad, estoy dejando alguna
pregunta sin contestar, pero estaría dispuesto a responder a cualquier
otra cuestión que se me recuerde que he olvidado.




El señor PRESIDENTE: Yo creo que no. Al parecer, todos los grupos están
absolutamente satisfechos con las respuestas del gobernador del Banco de
España, a quien agradecemos nuevamente su presencia en esta Comisión y a
quien esperamos verle nuevamente por aquí por primavera.

Muchas gracias, señor gobernador.

Se levanta la sesión.




Era la una y treinta y cinco minutos de la tarde.