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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 232, de 28/05/1997
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL



CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1997 VI Legislatura Núm. 232



ECONOMIA, COMERCIO Y HACIENDA



PRESIDENTE: DON FERNANDO FERNANDEZ DE TROCONIZ MARCOS



Sesión núm. 21



celebrada el miércoles, 28 de mayo de 1997



ORDEN DEL DIA:



Comparecencia del señor Gobernador del Banco de España (Rojo Duque) para
informar de la política monetaria que se desarrolla, así como la
evolución de sus principales magnitudes, previa remisión del informe
correspondiente. (Comparecencia cuatrimestral.) (Número de expediente
212/000690.)



Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Buenos días, señoras y señores diputados. Buenos
días, señor Gobernador del Banco de España, don Luis Angel Rojo.

Bienvenido a la Comisión de Economía.

Vamos a celebrar la Comisión correspondiente al día de hoy, 28 de mayo,
consistente en la comparecencia cuatrimestral del señor Gobernador del
Banco de España, para informar de la política monetaria que se desarrolla
así como de la evolución de sus principales magnitudes, previa remisión
del informe correspondiente.

Señor Gobernador, tiene la palabra.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Señor Presidente,
señorías, desde mi última comparecencia ante esta Comisión el pasado



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mes de diciembre, la evolución de la inflación en España ha sido muy
favorable. Como SS. SS. saben, la tasa de inflación interanual se situó
en abril en el 1,7 por ciento, un nivel apenas alcanzado por la economía
española en los últimos treinta años, que permite cumplir con holgura y
con notable antelación los objetivos fijados por el Banco de España. Se
esperaba, ciertamente, un descenso de la tasa de inflación en estos
meses, pero los resultados han superado notablemente las previsiones.

Esto constituye un motivo de satisfacción para todos y, desde luego, para
el Banco de España, que tiene encomendada la tarea de velar por la
estabilidad del nivel general de precios. El reducido aumento de los
precios es positivo en sí mismo, modera las distorsiones que la inflación
crea en el funcionamiento de la economía y facilita la participación de
España en la Unión Monetaria Europea.

La economía española, que durante muchos años encontró una resistencia al
descenso de la tasa de inflación por debajo de un suelo del 4 o el 5 por
ciento, ha sido capaz no sólo de franquear esa barrera, sino de
aproximarse sustancialmente a las tasas de inflación prevalecientes en
los países europeos más estables. Tal era el objetivo principal del nuevo
esquema de política monetaria, que se puso en marcha en 1994 tras la
aprobación del Estatuto que concedió su autonomía al Banco de España.

Esta estrategia, basada en el establecimiento de objetivos directos de
inflación, ha alcanzado resultados muy positivos. Todos los principales
componentes del índice de precios de consumo han contribuido a su menor
crecimiento. Los precios de los alimentos --caracterizados por su acusada
erraticidad-- han continuado desacelerándose, pero a un ritmo más rápido
e intenso que el esperado tras algunos contratiempos y resistencias
encontrados en 1996; los precios de los bienes industriales no
energéticos han moderado su ritmo de aumento, aunque deberán hacerlo más
para acercarse al de los países más estables de la Unión Europea, donde
viene siendo nulo su crecimiento desde hace un año; los precios en el
sector de servicios, que habían venido manifestando una mayor resistencia
a la baja, han tenido también un mejor comportamiento en los últimos
meses.

Sería, sin embargo, injusto y simplista atribuir a la política monetaria
en exclusiva los buenos resultados desinflacionistas de los últimos
meses. Como he señalado en otras ocasiones, la política monetaria no
puede luchar por sí sola contra la inflación, especialmente en el corto
plazo. La moderación reciente de los precios no hubiera sido posible sin
el concurso de las políticas de consolidación fiscal; tampoco se hubiera
alcanzado posiblemente tasas de inflación tan reducidas sin las reformas
liberalizadoras que han aumentado la competencia en numerosos sectores,
lo que se ha traducido en una mayor disciplina en los procesos de
formación de los precios. También el contexto internacional, con un
fuerte clima de competencia y una evolución moderada de los precios, ha
ejercido un efecto coadyuvante en la reducción de nuestra tasa de
inflación.

Los buenos resultados alcanzados en el frente de los precios son
especialmente satisfactorios por haber venido acompañados de una
recuperación gradual de la actividad económica y porque hacen muy
probable que se pueda cumplir el criterio relativo a la inflación en la
selección de los países inicialmente integrantes de la Unión Monetaria
Europea, que, como saben SS. SS., tendrá lugar en la primavera de 1998.

Este criterio se define sobre la media de las tasas de inflación de los
12 últimos meses, por lo que las mejoras recientes tardarán algunos meses
en incorporarse plenamente al indicador relevante. No puede decirse, por
tanto, que estemos cumpliendo el criterio de inflación en un sentido
estricto en estos momentos, aunque sí estaremos cumpliéndolo en los
próximos meses, dada la trayectoria reciente y las expectativas para el
futuro inmediato.

La buena evolución de la inflación ayudará a cumplir los criterios en
relación con los tipos de interés y de tipo de cambio, como ha venido
ocurriendo en los últimos meses, porque dependen de manera muy estrecha
de la valoración que hacen los mercados financieros de las condiciones de
estabilidad de la economía, valoración que ha ido mejorando visiblemente
en los últimos tiempos, y ayudará también al cumplimiento de los
criterios relativos a las finanzas públicas, porque el control de los
precios, al permitir el descenso de los tipos de interés, alivia la carga
financiera de la deuda pública. Una tasa de inflación moderada en este
año y en el próximo, además de hacer más factible el ingreso en la Unión
Monetaria Europea, permitirá que ese ingreso se realice en mejores
condiciones para la economía española. En caso contrario, los
diferenciales de inflación, aunque fueran pequeños, tenderían a
traducirse en pérdidas de competitividad, que serían especialmente
dañinas en vísperas de la fijación definitiva de la paridad de la peseta.

El Programa de Convergencia, recientemente presentado por el Gobierno y
respaldado por el Consejo Ecofin, se plantea como uno de sus objetivos
principales consolidar las ganancias tan costosamente adquiridas en el
terreno de la lucha contra la inflación.

No voy a extenderme en la explicación de la estrategia contenida en el
programa porque no me corresponde y porque SS. SS. la conocen
perfectamente; sin embargo, quisiera subrayar que una de sus piezas
centrales es el logro de una combinación de políticas económicas más
armoniosa, que, mediante una aportación mayor de la política fiscal al
esfuerzo de estabilización de la economía, permita a la política
monetaria alcanzar sus objetivos de inflación, de manera que sea posible
continuar la senda de aproximación a los tipos de interés prevalecientes
en los países de la futura Unión Monetaria.

Parte de los resultados positivos cosechados este año son atribuibles a
este mayor equilibrio entre ambas ramas de las políticas de demanda, que
ha puesto en marcha un círculo virtuoso que el Programa de Convergencia
se propone reforzar. El adecuado control de los precios permite recortes
de los tipos de interés que, por un lado, reducen la carga de la deuda y,
por tanto, el déficit, mientras que, por otro lado, estimulan la
actividad económica, especialmente la inversión, lo que contribuye al
aumento del empleo y ayuda a mantener bajo control las finanzas públicas.

Aunque los indicadores sobre evolución de la actividad económica en los
primeros meses del año son todavía parciales e incompletos, la
información disponible permite



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pensar que la economía española se ha adentrado en un proceso de estas
características, cuyos resultados serán más perceptibles, según cabe
esperar, a medio y largo plazo.

El aumento del dinamismo de la economía española parece transcurrir
paralelo a un cambio de composición en sus factores impulsores. La
contribución positiva de la demanda exterior neta comienza a reducirse
debido a un ritmo menor de crecimiento de las exportaciones, aunque
todavía muy elevado, y a una aceleración de las importaciones en sintonía
con la recuperación de la demanda interna. Entre los componentes de esta
última, es el consumo privado el que muestra una reactivación más clara
en los últimos meses, aunque todavía moderada, como consecuencia del
aumento de la confianza, del incremento de la riqueza financiera de las
familias y del efecto de la reducción de la inflación sobre el poder
adquisitivo de su renta disponible nominal, que está creciendo muy
moderadamente. Por su parte, la inversión en bienes de equipo parece
estar superando el bache que sufrió a finales del año pasado, mientras
que la construcción va saliendo lentamente de la situación recesiva en la
que se encontraba A la mejora del clima económico también han contribuido
las reformas orientadas hacia una mayor liberalización y desregulación de
los mercados, que aumentan la eficacia de la economía y ayudan a frenar
las tensiones inflacionistas. En el mismo sentido, los acuerdos
alcanzados entre los sindicatos y los empresarios en el ámbito del
mercado de trabajo y las medidas de apoyo adoptadas por el Gobierno han
tenido un impacto positivo sobre las expectativas y permitirán que el
crecimiento económico venga acompañado de unas condiciones mejores en la
creación de empleo.

Los mercados financieros han reaccionado muy positivamente a esa
evolución que estoy describiendo tan sumariamente. Los tipos de interés a
largo plazo, que habían descendido casi tres puntos en 1996, han
continuado bajando en los primeros meses de este año, aunque más
moderadamente, 0,3 puntos hasta el mes de mayo. El diferencial con los
tipos a largo plazo alemanes se ha reducido en una cuantía equivalente y
el índice de cotización de las acciones en bolsa se ha revalorizado un 30
por ciento en el mismo período. Esta evolución de los mercados
financieros ha estado muy influida por las expectativas de participación
de España en la Unión Monetaria Europea, que han mejorado
perceptiblemente en los últimos meses, a medida que los resultados
económicos iban confirmando las elevadas probabilidades que tiene nuestro
país de alcanzar una convergencia satisfactoria en el calendario
previsto. Es natural que los mercados financieros estén pendientes de las
expectativas de participación de los países de la Unión Europea en la
Unión Monetaria Europea, ya que ésta condicionará de manera decisiva la
rentabilidad de las inversiones en cada uno de ellos. Para España, la
participación en el área del euro representa una garantía de estabilidad
macroeconómica y de fortaleza de la moneda que, lógicamente, los mercados
financieros valoran de manera positiva. El diseño de la Unión Monetaria
Europea asegura con un razonable grado de confianza que los países que en
ella participen adoptarán políticas económicas saneadas. Esta garantía se
ha visto fortalecida recientemente por el acuerdo sobre el pacto por la
estabilidad y el crecimiento.

La atención de los mercados financieros a los avatares de la Unión
Monetaria es, por tanto, razonable, y, en combinación con los buenos
resultados y las medidas de política económica adoptadas, contribuye a
explicar la revalorización de los bonos y de otros activos financieros y
la estabilidad del tipo de cambio de la peseta. Sin embargo, el hecho de
que la atención de los mercados esté muy concentrada en las expectativas
de participación en la Unión Monetaria entraña también una cierta
volatilidad y un riesgo de oscilaciones que me temo que es inevitable
aceptar hasta el momento de la selección de los países que la integren
inicialmente. Por ello, las políticas económicas deben contar con un
cierto margen de maniobra para hacer frente a posibles oscilaciones
futuras de los mercados financieros. Este es uno de los motivos por los
que el Banco de España viene administrando con prudencia el margen de
posibles descensos de sus tipos de interés de intervención.

La trayectoria futura de los tipos de interés básicamente va a venir
determinada por los mismos factores que la han condicionado en el pasado
de manera destacada, como no puede ser de otra forma, dado el mandato del
estatuto del Banco de España, por las perspectivas inflacionistas, en un
horizonte de medio plazo. En este sentido, las previsiones disponibles
permiten pensar que, después de los notables progresos realizados en los
últimos meses, que incluso podrían persistir en el mes de mayo, la tasa
de inflación, medida por su índice interanual, podría estabilizarse e
incluso experimentar un ligero repunte en torno al verano, aunque
manteniéndose algo por debajo del 2 por ciento en lo que queda de año. El
reto que tenemos en esta situación es consolidar de manera duradera los
importantes logros alcanzados.

El Banco de España nunca ha pretendido que su política de tipos de
interés reaccionara de manera más o menos automática a la evolución
contemporánea de la inflación, sino que, al igual que otros bancos
centrales que siguen esquemas de objetivos directos de inflación, intenta
reaccionar frente a las tendencias inflacionistas a medio plazo. En este
sentido, la reciente trayectoria descendente de la inflación, aunque
refleja en su mayor parte un ajuste duradero, contiene ciertos factores
de reducción con los que no se puede contar indefinidamente. Por un lado,
el comportamiento reciente del precio de los alimentos, sobre todo de los
elaborados, puede considerarse excepcionalmente favorable, en parte por
motivos climáticos. Existen ciertos riesgos de que este componente,
errático por naturaleza, cambie de tendencia en los próximos meses. Por
otro lado, parte del reciente descenso de la tasa interanual es imputable
a la desaparición de la influencia que sobre ella tuvieron algunas
subidas de impuestos decididas el año pasado, así como a la moderación de
algunos productos cuyo precio se encuentra ligado, directa o
indirectamente, a decisiones administrativas. Es improbable que estos
elementos continúen ayudando a la contención de los precios en la misma
medida en que lo han hecho en los últimos meses.




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Por estos motivos, y también porque el margen para descensos adicionales
de la tasa de inflación ya es realmente escaso, es razonable pensar que
el descenso de la tasa interanual se detenga en los próximos meses,
aunque, insisto, situándose por debajo del 2 por ciento. Lo importante es
que no se inicie una fase de retroceso que ponga en peligro la
sostenibilidad de la convergencia.

Por otro lado, como ya he señalado, las previsiones macroeconómicas para
este año apuntan a que la demanda nacional deberá tomar el relevo de la
demanda exterior como motor principal del crecimiento del producto. Esta
evolución, coherente con la maduración natural del ciclo económico,
implica una composición de la demanda ligeramente más desfavorable desde
el punto de vista de la contención de las tensiones inflacionistas y, por
tanto, aconseja una cierta prudencia del lado de la política monetaria.

Otros elementos de prevención proceden de la evolución de los costes
laborales unitarios, del reciente crecimiento de algunos agregados
monetarios y del comportamiento futuro de los mercados financieros
internacionales, tres factores a los que voy a referirme brevemente a
continuación.

El crecimiento de los costes laborales unitarios, moderado en 1995,
experimentó una cierta aceleración en 1996, que, a juzgar por los
indicadores parciales disponibles, no se ha corregido en los primeros
meses de 1997. En una fase de descenso abrupto de la tasa de inflación,
los salarios no se han adaptado con la rapidez suficiente a esta mayor
estabilidad nominal. Ello se ha traducido en unas mayores presiones sobre
los márgenes de explotación de las empresas, cuyo impacto sobre sus
beneficios se ha amortiguado por el notable descenso de los gastos
financieros, resultado de los menores tipos de interés. Esta contribución
de los tipos de interés no puede, sin embargo, acentuarse
indefinidamente, por lo que se hace necesario un ajuste de los aumentos
salariales al nuevo marco de mayor estabilidad nominal, en el que deben
acompasarse más a las ganancias de productividad. Esta adaptación de los
salarios al nuevo entorno de baja inflación, especialmente necesaria si
se quiere que la creación de empleo se beneficie de la recuperación del
crecimiento económico, es, en todo caso, imperativa de cara a la
participación de España en la Unión Monetaria Europea.

El crecimiento de los agregados monetarios, que puede interpretarse como
un indicador adelantado de presiones inflacionistas, ha proporcionado
señales contradictorias en el período reciente. Por una parte, los
activos líquidos en manos del público, lo que denominamos ALP, el
agregado que el Banco de España ha venido observando con mayor atención,
moderó su ritmo de crecimiento a lo largo de 1996 y en los primeros meses
de 1997, desde tasas cercanas al 10 por ciento hasta otras situadas en
torno al 5 por ciento. Este menor crecimiento debe valorarse, sin
embargo, a la luz de los desplazamientos producidos en las carteras de
activos financieros del público, que han discurrido en dos direcciones:
desde depósitos a plazo hacia posiciones más líquidas y desde activos
incluidos en ALP hacia participaciones en fondos de inversión mobiliaria.

Estos desplazamientos se han reflejado respectivamente en un mayor
crecimiento de las definiciones de liquidez más estrechas y más amplias
que ALP.

Los agregados monetarios más estrechos --M1 y M2 en la jerga habitual de
la política monetaria-- han venido aumentando su tasa de crecimiento en
1996 y en los primeros meses de este año hasta situarse en torno al 10-11
por ciento. En la medida en que las posiciones financieras más líquidas
suelen estar más vinculadas a las decisiones de gasto del sector privado,
estos desplazamientos aconsejan desconfiar del comportamiento
aparentemente tranquilizador de la caída del ritmo de expansión de ALP.

Los desplazamientos en sentido contrario --hacia posiciones menos
líquidas desde ALP-- han venido inducidos, a su vez, por motivos de
rentabilidad financiero-fiscal tras las medidas adoptadas en junio del
año pasado, que aumentaron el atractivo y la liquidez de algunas
participaciones en fondos de inversión, y, por supuesto, por el fuerte
descenso registrado por los tipos de interés sobre los activos incluidos
en ALP. Cuando se producen desplazamientos de este tipo resulta
extraordinariamente difícil evaluar en qué medida estas posiciones
financieras pueden o no sustentar decisiones futuras de gasto. Parece
claro, en todo caso, que las participaciones en algunos fondos de
inversión, sobre todo los de renta fija, que son los que han
experimentado mayor aumento, son sustitutos muy próximos de algunos
instrumentos financieros incluidos en ALP. En tal caso, la señal
proporcionada por ALP estaría sesgada a la baja y sería preciso también
seguir la evolución de un agregado monetario más amplio que, por así
decirlo, interiorizara esos trasvases. De acuerdo con las estimaciones
del Banco de España, el agregado monetario así calculado, al que llamamos
ALPF, que incluye ALP y participaciones en los fondos de inversión más
líquidos, habría tenido un comportamiento más expansivo que los ALP. El
crecimiento de este agregado más amplio que ALP se habría ido acelerando
el año pasado hasta alcanzar tasas cercanas al 10 por ciento, mientras
ALP se desaceleraba hasta tasas del orden del 8 por ciento, y estaría
creciendo en los últimos meses en torno al 8 por ciento, es decir, más de
tres puntos por encima del crecimiento de ALP. Hay que señalar, no
obstante, que aunque las tasas de crecimiento recientes de estos
agregados difieren, ambas han experimentado descensos en los primeros
meses de este año.

Como ya he indicado, cuando se producen desplazamientos financieros de
este tipo resulta difícil delimitar la definición de liquidez idónea en
relación con el gasto, por lo que la valoración del crecimiento monetario
debe tener en cuenta diversos agregados. En este sentido, a pesar de que
la caída del crecimiento de ALP pudiera interpretarse como una señal más
de que las tensiones inflacionistas tienden a desvanecerse, la
aceleración de los agregados más estrechos y el mayor crecimiento de los
agregados más amplios son motivo de inquietud para el Banco de España, en
la medida en que podrían señalar una expansión de la liquidez a medio
plazo incongruente con las tasas de inflación observadas e incompatible
con los objetivos fijados. En la misma línea apuntan las tasas de
expansión que viene registrando el crédito concedido al sector privado,
que se han situado por encima del 10 por ciento. La



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inflación es a largo plazo un fenómeno monetario en el sentido de que
siempre viene precedida o acompañada de un aumento de la cantidad de
dinero adecuadamente definida, por lo que conviene seguir con atención en
los próximos meses las señales proporcionales por el crecimiento de la
liquidez y el crédito en sus diversas definiciones.

En el ámbito internacional existen también elementos cuya evolución puede
afectar a la política monetaria. Por una parte, la reciente subida de los
tipos de interés estadounidenses podría sostener la fortaleza del dólar,
que, a su vez, podría tener algún impacto inflacionista sobre las
economías europeas en general y, entre ellas, en la española. Por otro
lado, como ya he señalado anteriormente, la atención de los mercados
financieros internacionales estará muy centrada en el proceso de
formación de la Unión Monetaria. En los doce próximos meses estos
mercados seguirán con particular interés las decisiones principales que
jalonarán el camino hacia la Unión Monetaria. Las diversas cumbres de la
Unión Europea a nivel de los ministros o de los Jefes de Estado y de
Gobierno, el resultado de la Conferencia Intergubernamental para la
reforma del Tratado de la Unión Europea, los informe sobre el progreso
hacia la convergencia, que realizarán la Comisión Europea y el Instituto
Monetario Europeo, así como el dictamen del Parlamento Europeo y, en fin,
de manera especial, la decisión final sobre los países participantes en
la primavera de 1998, provocarán ajustes de mercados en favor de las
monedas cuya participación se confirme y en contra de las que puedan
quedar excluidas, sobre todo si no es por voluntad de sus propios
gobiernos. Ante el riesgo de que estos acontecimientos provoquen cierta
inestabilidad en los mercados financieros, resulta especialmente
importante alcanzar el momento del examen de convergencia con holgura y
con resultados que sean sostenibles. En este sentido, resulta adecuado y
oportuno que la tasa de inflación haya experimentado un descenso rápido y
con notable antelación respecto de los objetivos, no sólo porque la
entrada en la Unión Monetaria se hace más probable, sino también porque
sitúa a la economía española en una mejor situación desde el punto de
vista de la sostenibilidad de estos resultados y porque proporciona un
punto de partida más adecuado para la fijación de los tipos de cambio, al
impedir la erosión de competitividad que resultaría de una acumulación de
diferenciales de inflación con anterioridad a la entrada en la Unión
Monetaria.

En resumen, tras una rápida y acusada reducción de la tasa de inflación,
estamos alcanzando lo que puede estimarse razonablemente como el suelo de
ese descenso. Estamos situados en unos ritmos de avance de los precios de
consumo muy favorables, similares a los que registran los países
tradicionalmente más estables en el área de la Unión Europea. Se trata,
ahora, de mantenernos en esa situación. Las expectativas para los
próximos meses --especialmente importantes en relación con la selección
de países integrantes de la Unión Monetaria-- son tranquilizadoras.

Debemos, sin embargo, dirigir nuestra atención a un horizonte más
dilatado, a medio plazo, que incluye el período en el que se inicia el
funcionamiento de la Unión Monetaria. Y debemos prestar atención a los
riesgos que puedan afectarnos en ese horizonte.

Existen buenas razones para pensar que la economía española mantendrá y
reforzará su ritmo de crecimiento a lo largo del año próximo y que lo
hará con una estructura de la demanda más apoyada en el avance del
consumo privado, que resultará menos propicia a la contención de los
precios que la registrada en el pasado reciente. Cabe esperar que el
comportamiento de los salarios se adecuará a la nueva situación de los
precios, pero lo cierto es que sus actuales ritmos de crecimiento no son
compatibles con el sostenimiento de las tasas de inflación actuales a
medio plazo. Y es preciso atender al crecimiento de la liquidez de la
economía y evitar que se desborde en un aumento del gasto nominal.

Todos estos son riesgos que la política económica y especialmente la
política monetaria han de prever y a los que el Banco de España ha de
prestar, como es lógico, una especial atención más allá de las
preocupaciones inmediatas a las que siempre está sometida la política
monetaria.

Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Gobernador.

Por razones de tener que compaginar su asistencia a esta Comisión y a
otras, y habiéndole cedido amablemente la palabra, va a intervenir en
primer lugar, por el Grupo de Convergència i Unió, el señor Homs.




El señor HOMS I FERRET: Gracias, señor Presidente. Estoy presidiendo la
Comisión de Industria y para poder compaginarlo con la representación de
mi grupo como portavoz en esta Comisión agradezco al portavoz socialista
y al Presidente de esta Comisión que me dejen intervenir en primer lugar.

Señor Gobernador, ha usted usted un correcto informe. Mi grupo aprueba su
informe, compartimos la esencia de su análisis, que se ajusta
adecuadamente a la situación del momento y, sin duda, diseña la
orientación de la política económica que se está aplicando, que mi grupo
comparte. Estamos de acuerdo con la orientación de la política monetaria
específica que usted nos ha transmitido así como el marco de la
orientación general que tiene la política económica.

Su informe nos viene a confirmar, señor Gobernador, la buena marcha, la
buena evolución de la economía española y nosotros nos alegramos, porque
de ello se va a desprender un efecto positivo para la buena marcha de las
rentas personales y familiares de los ciudadanos de este país. En
términos generales, la buena marcha de la evolución económica es una
buena noticia y su informe de hoy viene a confirmarlo.

Observo que usted viene a confirmarnos la evolución de la economía
española en el contexto internacional. La economía española se está
internacionalizando a ritmos muy importantes, especialmente en Europa, en
Sudamérica y en el Magreb y de su intervención se desprende la
importancia que va a tener en un futuro inmediato la compensación de la
demanda externa frente a la interna.




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En mi breve intervención quisiera, señor Gobernador, trasladarle algunas
observaciones. Nos alegramos de la evolución de la reducción de los tipos
de interés. Nos parece que ha ido tomando las decisiones oportunas y
precisas con cierta moderación y prudencia para ir ajustando los tipos de
interés a la reducción progresiva de la inflación. Pero quisiéramos
transmitirle nuestra preocupación de cómo y qué hacer más para garantizar
que esa reducción progresiva de los tipos de interés oficiales vaya
trasladándose a los mercados. Esta va siendo una observación reiterada,
que no solamente hacemos los portavoces de economía de los grupos
parlamentarios, sino toda la sociedad en general. No podemos dejar pasar
la ocasión de transmitirle nuestra preocupación sobre este extremo. Es
verdad que el mercado ha reconocido y ha integrado ese proceso progresivo
de reducción pero no lo ha hecho de forma suficientemente satisfactoria,
a juicio de la opinión pública y también del portavoz que le está
hablando.

Nosotros creemos que el Banco de España debería implicarse más en este
proceso. Estamos en un mercado liberalizado y en un ámbito de la
orientación de la política económica y no abogamos por la intervención.

No le estamos diciendo que el Banco de España intervenga; no estamos de
acuerdo en incorporar nuevos mecanismos de intervención en el mercado,
pero algo deberíamos hacer, algo deberíamos poder aportar para garantizar
una traslación más óptima de la reducción de los tipos de interés a los
mercados. Concretamente, mi grupo, para contribuir a ello, ha presentado
dos proposiciones no de ley en esta Cámara. Una, instando al Gobierno a
que reduzca los dos tipos de interés que son de su competencia: el de
mora y el del interés legal del dinero. Quizás sobre ello podría haber
alguna recomendación del Banco de España. Y otra en la que proponemos una
mayor información a la sociedad. Por ahí podríamos avanzar, buscando la
manera de dar más información al ciudadano, más transparencia, para que
el mercado pudiera actuar con mayor celeridad y mayor reacción. En la
proposición no de ley pedimos que el Gobierno haga un informe para esta
Comisión de Economía del Congreso de Diputados sobre cómo ha ido
evolucionando correlativamente la caída de los tipos de interés y los
tipos de interés que hoy se aplican a los distintos productos y activos
en el mercado a medio y largo plazo. Concretamente, a nuestro grupo le
preocupan cuatro evoluciones muy concretas de los tipos de interés:
primero, los que aplican las entidades financieras a los descubiertos en
cuentas corrientes y a los excedidos en cuentas de crédito; segundo, los
aplicables a los créditos al consumo; tercero, los tipos de interés
aplicables a las tarjetas electrónicas por la disposición de dinero en
efectivo y, cuarto, los tipos aplicables a la emisión de tarjetas
electrónicas de crédito o de débito y las llamadas monedero.

Señor Gobernador, no le estamos diciendo que usted sea responsable de
ello; en absoluto. Somos conscientes de que esto no es así, pero algo
deberíamos poder hacer para dar al mercado más transparencia, más
información y que el ciudadano pueda tener capacidad de actuar
libremente, con mayor conocimiento, teniendo ello efecto y competencia en
el mercado entre las distintas instituciones financieras. Porque no es
razonable que hoy los descubiertos en cuentas corrientes estén soportando
tipos de interés superiores al 20 por ciento; no es razonable. Como
tampoco lo es que el crédito al consumo esté sobre el 26 por ciento ni
que los tipos de interés que aplican las entidades financieras a los
usuarios de tarjetas electrónicas sea de 6 puntos, por el solo hecho de
pagar lo que se consume mediante un sistema de tarjeta de crédito.

Tampoco es lógico ni razonable que las entidades financieras y los
emisores de tarjetas electrónicas de tarjetas de crédito o de débito y
las llamadas monedero tengan un tipo de interés tan elevado como el que
tienen en estos momentos, por encima del 20 por ciento.

Usted me dirá que esto es mercado; estamos de acuerdo, pero algo
deberíamos hacer para dar al ciudadano mayor información para que pueda
actuar en él con mayor competencia, con mayor libertad e influencia en
las instituciones financieras. Sé, repito, señor Gobernador, que esto no
es responsabilidad del Banco de España; claro está que no lo es. Pero
¿qué podríamos hacer para poder actuar en este mercado, para poder dar
mayor información y transparencia y garantizar una traslación mejor de la
reducción de los tipos de interés a los productos que adquieren los
ciudadanos de este país? Lo que este portavoz está trasladándole, señor
Gobernador, es qué más podría hacer el Banco de España, qué más podría
hacer esta Comisión, porque no estamos hablando de legislar ni de
intervenir en el mercado, sino de dar mayor información.

En torno a los costes laborales unitarios, yo estoy de acuerdo con usted
en que deberían adaptarse al nuevo entorno de la inflación, compartimos
la recomendación que usted ha hecho en este sentido. Es cierto que los
costes laborales unitarios se han aprovechado de este proceso a la baja
de la inflación y no han interiorizado suficientemente el proceso de
reducción de la inflación aplicado en los últimos meses. Su recomendación
de que se adapten al nuevo entorno de la inflación es acertada y moderada
para garantizar la estabilidad futura de los precios y para poder, en
definitiva, estabilizar la caída de los tipos de interés, así como la
mejora del poder adquisitivo real de las rentas en un futuro.

Desearía también detenerme un momento en el tema de los agregados
monetarios. Ha sido muy interesante lo que nos ha dicho en torno a los
ALP; tiene usted razón, están cambiando de naturaleza los medidores de
los activos líquidos en manos del público. Por lo que usted nos ha
transmitido, está cambiando la evolución de los depósitos hacia los
fondos de inversión. Quizás la primera conclusión que yo tengo, puesto
que he constatado que en los cuatro meses del año la evolución de los
depósitos hacia los fondos de inversión ya supera casi los 900.000
millones de pesetas, es que deberíamos corregir las previsiones de los
ALP. Usted lo ha hecho en su intervención al referirse a que el medidor
ALPF, que ha dicho usted, integrando los fondos, está teniendo el ritmo
que se esperaba inicialmente en 1997. Mi conclusión es que deberíamos
ajustar no sólo el objetivo de crecimiento de los ALP, sino corregir el
agregado e incluir definitivamente los fondos de inversión.




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Ello me lleva a hacerle otra observación. ¿Cómo vamos a garantizar la
canalización de estos recursos hoy depositados en los fondos de inversión
hacia la inversión en el mercado? ¿No debería contemplarse alguna
recomendación, alguna sugerencia al legislador para revisar los criterios
que establecen las leyes para canalizar los fondos que hoy se
materializan en los fondos de inversión y que puedan destinarse a
financiar inversión en el país? A lo mejor los nuevos ALP deberían
basarse en la integración en ese agregado de los recursos depositados en
los fondos de inversión y eso ya nos llevaría a una revisión más amplia
de las normas que hoy regulan esos fondos para poder garantizar una mejor
canalización de estos recursos hacia la inversión en el mercado.

Esto es lo que yo quería decirle. Acepto su razonamiento, acepto su
análisis, lo comparto, pero quizá deberíamos ir un poco más allá, quizá
deberíamos ver cómo podemos orientar mejor las normas para asegurar unos
mayores flujos de financiación de los capitales hoy depositados en los
fondos de inversión hacia la inversión en el mercado.

Yo quisiera también plantearle una cuarta cuestión en relación a la
cuenta del Tesoro en el Banco de España. La disminución de tipos y
rentabilidades producidas a lo largo de 1996 podía hacernos pensar que
habría mayores dificultades para la obtención de recursos por parte del
Estado. Sin embargo, la información que tenemos indica que no ha sucedido
así. Al contrario, se ha producido un contexto propicio que ha sido
aprovechado por el Tesoro para renovar los vencimientos, cubrir las
necesidades financieras generadas a lo largo de ese mismo ejercicio 1996
y además aumentar el saldo de liquidez de la cuenta corriente que el
Estado posee en el Banco de España. De cerca de un billón de pesetas que
estaba en el año 1995, se elevó hasta uno y medio a finales de ese año,
para pasar a dos y medio en 1996. Dos billones y medio es, a finales de
1996, la cuenta del Tesoro en el Banco de España. Ello me lleva a
preguntarme si no se captaron por parte del Tesoro más recursos de los
estrictamente necesarios. Quisiera trasladarle esa pregunta al Gobernador
del Banco de España. Dos billones y medio de cuenta del Tesoro en el
Banco de España es una cifra que, de entrada, me invita a preguntarme si
se creía que los tipos de interés irían reduciéndose a lo largo de los
próximos años, como ha sido, ¿no se captaron por parte del Tesoro más
recursos de los estrictamente necesarios? A mí me parece que tener el
Tesoro una cuenta con un volumen tan importante debe dar al Banco de
España una cierta responsabilidad, en cuanto a administrar la
rentabilidad de dichos fondos. Quisiera que usted se pronunciara un poco
sobre este punto.

Estos son comentarios que quería hacerle, señor Gobernador. Y volviendo
al principio, estamos de acuerdo con su informe. Mi grupo sólo puede
decir que lo aprueba. Compartimos la totalidad de sus argumentos y le
agradezco que usted haya venido esta mañana y que nos lo haya contado.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Socialista, tiene la palabra el
señor Eguiagaray.

El señor EGUIAGARAY UCELAY: Señor Gobernador del Banco de España,
bienvenido una vez más a esta Comisión. Creo que no se enfadará el señor
Homs si establezco alguna diferencia entre su pronunciamiento aprobatorio
o laudatorio, no sé si con sobresaliente o con otra calificación, a lo
que ha sido su comparecencia y lo que la mía pretende ser, que es
exclusivamente la formulación de algunas inquietudes y quizá también
algunas respuestas adicionales a las que ya ha hecho. No me atrevería a
sacar conclusiones de lo que podría pasar si a esta Comisión se le
ocurriera suspender la comparecencia del Gobernador del Banco de España;
creo que no está previsto constitucionalmente siquiera lo que podría
ocurrir. Supongo que no ocurriría nada porque tampoco lo haría.

Señor Gobernador, me parece que el panorama que usted ha descrito es una
situación económica en la que las preocupaciones del momento son menores
que las del futuro. Dicho de otra manera, algunos rasgos de la coyuntura
económica en este momento ofrecen perspectivas relativamente favorables,
se trate de la recuperación de la demanda interna, se trate de la
recuperación en general de nuestra economía, y se trate, al mismo tiempo,
del mantenimiento de algunos de los equilibrios básicos, fundamentalmente
aquellos que tienen más que ver con las responsabilidades institucionales
del Banco de España, básicamente la estabilidad de precios. Ese es un
panorama que creo que es compartible y del que todos podemos sacar la
correspondiente actitud de congratulación.

De todas formas, voy a atreverme a hacer algunos planteamientos que
tienen que ver básicamente con las preocupaciones que usted también ha
formulado en materia de precios. Efectivamente, un horizonte en el que se
produzca un cierto relevo de la demanda exterior por la demanda interna
es un horizonte que, a la vez que explicar por qué se ha producido en el
pasado en parte también un comportamiento especialmente bueno en la
reducción de precios, augura, sin duda alguna, algunos riesgos
adicionales en materia de evolución de precios, dentro de la razonable
seguridad en la que todos nos movemos de que ojalá --y así lo espera
también mi grupo-- podamos cumplir los objetivos en materia de
convergencia en relación con los precios. Pero qué duda cabe que si el
perfil de la demanda es diferente, uno tiene que plantearse hasta qué
punto esto no generará algunas tensiones adicionales que tendrán que ser
también tomadas en consideración por quien ha de aplicar, especialmente
en materia monetaria, una política tendente a salvaguardar la estabilidad
de los precios en el pasado.

Quiero detenerme muy brevemente en algunos registros estadísticos, algo
sobre lo que mi grupo ha venido insistiendo y en los que hoy todavía,
incluso con los datos que tenemos de inflación, datos buenos sin ninguna
duda, es conveniente insistir. Que la tasa de inflación en términos
interanuales se haya situado en el 1,7 tiene un efecto prima face
absolutamente positivo, pero cuando uno analiza algunos de los elementos
que han incidido en esa reducción de la tasa de inflación, a la vez que
se sigue congratulando de que se hayan producido, naturalmente tiene que
decir que han existido --como usted, señor Gobernador, señalaba-- algunos
aspectos que no necesariamente se tienen



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que reproducir en el futuro, o que pueden no reproducirse. Por ejemplo,
algunos aspectos que tienen que ver básicamente con nuestro perfil
interno de demanda; otros que tienen que ver con el clima, por tanto,
escasamente susceptibles de control gubernamental o administrativo; otros
que han incidido en los precios de los alimentos, y otros ya, en los
últimos meses, de una manera muy directa en el aceite de oliva, que ha
tenido un efecto extraordinariamente positivo sobre la evolución de la
tasa de inflación. Esto, no para quitar ningún mérito, sino para poner de
manifiesto algunos aspectos que son, a la vez que satisfacciones sobre el
pasado, preocupaciones sobre el futuro, en la medida en que no se
reproduzcan.

A mi grupo le preocupa sobre todo el que una parte de la reducción de la
tasa de inflación tenga que ver con la contención administrativa de
algunos precios. Esto es algo que vengo diciendo desde hace bastante
tiempo. Se conoce que hay algunos precios administrados que han sido
sometidos a congelación y que están pujando por volver otra vez a su
ritmo de evolución normal, tan pronto como se levante la mano de la
autoridad competente en la materia. Obviamente éste es un problema que
puede generar rebrotes inflacionistas más allá de lo que es el perfil de
previsión de cierto rebrote después del verano, especialmente a partir de
1998. Casos como el butano, casos como la evolución de los precios
eléctricos o casos de otras energías sometidas en este momento a control
o a regulación, sin duda pueden tener algunos efectos menos positivos de
los que están teniendo en el corto plazo cuando algunos de estos frenos
existan.

Me detendré de todas formas, señor Gobernador, en algo que ha dicho y a
lo cual se ha referido también el señor Homs. Los precios de los
servicios, aun cuando parece haber empezado a flexibilizar un poquito lo
que era una trayectoria de notoria rigidez en el último año, todavía se
siguen manteniendo en tasas de evolución interanual del 3,1, que
contrasta de una manera especialmente dura con la evolución media de la
inflación medida por el IPC, que está en el 1,7. Si esto es así, señor
Gobernador, uno se tiene que plantear qué más se puede hacer, qué más
deben hacer quienes tienen la responsabilidad sobre la evolución de
precios en sectores supuestamente liberalizados, en los cuales, sin
embargo, se siguen registrando elevaciones de precios extraordinariamente
altas.

En el mes de marzo el informe del Banco de España recogía que en
servicios financieros la tasa de crecimiento de los precios había sido
del 18,7 por ciento. Para tratarse de un sector liberalizado, que a veces
ponemos de modelo de cuán dura puede ser la competencia, no parece que
este registro en materia de precios sea el mejor aval de la introducción
de competencia en todas las áreas en las cuales se produce la actuación
de las distintas instituciones del sistema financiero. Yo me pregunto si
no tenemos que hacer algo más que un discurso sobre la competencia, que
evidentemente hay que hacerlo, cuando el comportamiento de todas las
instituciones financieras da como resultado, bien sea más allá de la
competencia en tipos de interés o a través del ejercicio de la actuación
en materia de comisiones, una elevación de precios de este nivel. Algo
parecido, aunque es verdad que más flexible o con un comportamiento algo
mejor, se ha producido en el sector de servicios turísticos en el último
mes. Es un sector en el que, en principio, uno no tendría por qué pensar
que existieran regulaciones legales especialmente negativas para la
existencia de una competencia real, pero que se sigue comportando con un
resultado inflacionista especialmente importante, de un 15,4 por ciento
con los datos del mes de mayo.

Señor Gobernador, a mí me preocupa que en esta dirección tengamos
embalsados algunos problemas. No estoy queriendo pintar de color oscuro
lo que es una realidad como la actual, en la que hemos dado pasos en la
buena dirección, para bien de todos. Lo que sí me preocupa es que algunos
de estos pasos escondan problemas a los que no se responda de forma
suficiente, precisamente en un período de relativa bonanza. De esto es de
lo que tenemos que preocuparnos quienes, desde la oposición o desde el
gobierno, tenemos la responsabilidad de velar, no sólo por tener en el
año 1997 resultados que nos permitan acercarnos a las quizás turbulencias
del otoño en condiciones de alguna seguridad, sino, al mismo tiempo,
velar por la sostenibilidad de todos estos resultados en los años
siguientes.

Se ha referido, señor Gobernador, a una cuestión de la que me interesaría
tener algún conocimiento adicional. Ha hablado de que estamos alcanzando
lo que podría entenderse el suelo de la inflación. No sé si le interpreto
bien si de esa expresión saco conclusiones en el sentido de que no parece
previsible que, por debajo de tasas de inflación algo inferiores al dos
por ciento, entre el uno y medio y el dos por ciento, sea posible pensar
en ulteriores reducciones, o incluso, y a esto voy, que pudiera ser
conveniente plantearse objetivos en esa dirección. Como sabe mejor que
yo, se ha planteado un debate en el ámbito político de hasta qué punto la
reducción de la inflación hasta niveles cercanos a cero es conveniente
para una economía o, por el contrario, puede ser un elemento que incluso
haga más difícil la asignación eficiente de recursos, no dé cuenta de los
rozamientos que en toda economía se tienen que producir y tienden a
generar una cierta tasa de inflación para facilitar los ajustes. Me
gustaría tener alguna impresión suya de cómo ve el proceso de ulteriores
reducciones de la tasa de inflación por debajo de los niveles que en este
momento se tienden a alcanzar. Tengo la percepción de que lo razonable
sería tender a estabilizar los niveles de inflación sin plantearse
objetivos de otra dirección, pero, como no ignora el señor Gobernador, no
faltan también entre nosotros quienes creen que éste es un objetivo que
se puede seguir prolongando hacia ulteriores reducciones, que me parecen
no sólo irreales, sino con algunos riesgos.

Para terminar, señor Gobernador, quería hacerle dos preguntas. Si podría
explicar, aunque ha hecho alguna mención, los riesgos de turbulencias,
por así decirlo, a medida que se aproxima la fecha del examen, quizás a
partir del otoño, especialmente ligado a la polémica sobre la
participación de unos u otros países en la primera etapa de la Unión
Económica y Monetaria. En la segunda cuestión, sé que ha contribuido
dando su opinión y sus conocimientos en otros foros y en otras
subcomisiones, pero como esto está ligado a la política del Banco de
España y



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a la política general, le pediría que se extendiera en este momento sobre
la percepción existente desde el Banco de España, y dentro de lo delicado
de estas cuestiones, sobre la posibilidad de que países que son
necesarios para la Unión Económica y Monetaria puedan hacer los esfuerzos
que todavía van a tener que hacer, no sólo tenemos que hacerlos nosotros,
para alcanzar objetivos plausibles en términos de convergencia. Me
refiero a países como Alemania, en los que la situación en este momento
dista de garantizar el objetivo de un déficit del tres por ciento en 1997
y en la que se están haciendo, aparentemente, algunos ejercicios dignos
de todo análisis, por no decir otras cosas, en relación con los medios a
utilizar para alcanzar esas reducciones de déficit.

Señor Gobernador, esto plantea algunos problemas que sé que en el
panorama de la discusión política ya están en parte relativamente
amortizados. Por ejemplo, el posible atraso o no de la fecha de la
constitución de la Unión Económica y Monetaria. Me parece que casi todos
estamos más por la relativa seguridad de que esto se debe hacer, y a
nosotros nos conviene que se haga en la fecha prevista. Sin duda, todavía
existen algunas incertidumbres en esta dirección, sobre las que le
pediría un punto de vista y quizás algún elemento informativo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida, tiene la palabra el
señor Alcaraz.




El señor ALCARAZ MASATS: Señor Rojo, parece ser que la locución que, en
cuanto a la economía, define la situación actual es que vamos bien, que
la economía va bien. Sin embargo, quiero situar como contrapunto una
movilización que hoy se desarrolla en muchas ciudades europeas y
singularmente también en Madrid. Es la Europa social la que responde
desde otro punto de vista que no se apoya en esta locución de que vamos
bien. Desde ese punto de vista, mi intervención, también breve, va a
enfocar lo parcial que me parece que ha sido su intervención, señor Rojo,
y que no demuestra ninguna sensibilidad social. En todo caso, es una
intervención volcada hacia lo que piensan los mercados o las
repercusiones que se producen en los mercados financieros. La
intervención que voy a hacer en nombre del Grupo de Izquierda Unida
intenta completar ese punto de vista y también explica, porque parecería
ilógico las movilizaciones que hoy se van a desarrollar, que en el marco
de una economía boyante, de esta burbuja que se está viviendo, no
tendrían explicación. Al hilo de mi intervención, voy a intentar explicar
por qué se desarrollan las movilizaciones de hoy, convocadas por la
Confederación Europea de Sindicatos y todos los sindicatos en general, y
aquí singularmente Comisiones Obreras y UGT. No es que yo le invite a la
manifestación de esta tarde a las siete, en Cibeles (Risas.); le voy a
intentar explicar la situación desde el punto de vista complementario a
su intervención y rompiendo esa intervención, puesto que la situación
económica está rota por dentro --una cosa es la macroeconomía y, otra,
cómo se vive socialmente la evolución económica-- haciendo después
algunas preguntas en función de esta intervención.

Usted, señor Rojo, y muchísimos miembros del Gobierno, singularmente el
señor Rato, dominan la semiótica de los mercados, el sistema de señales
que hay que mandar a los mercados, pero les interesa mucho menos el tema
social, la situación social, las repercusiones sociales de la situación
actual y de la política muy ajustada en función del pacto de estabilidad
que se está desarrollando para cumplir los criterios de convergencia. Es
cierto que desde que se celebró el debate de investidura en mayo de 1996
algunos indicadores de las previsiones macroeconómicas han mejorado
sensiblemente. En abril de 1996, la inflación interanual, medida por el
IPC, se situó en el 3,5 por ciento, y en abril de 1997 se ha situado en
el 1,7 por ciento. Es una reducción de un 1,8 puntos porcentuales. La
reducción del déficit público parece ajustarse a lo previsto en términos
de contabilidad nacional. Ahora bien, teniendo en cuenta la contabilidad
creativa de la atonía de la inversión pública nos hace relativizar algo,
a nuestro juicio, esta evolución. También es verdad que la balanza por
cuenta corriente arroja resultados positivos. Repito, y no me resisto a
ello, a enunciar el titular que tantísimo se viene publicando en el
último período: la bolsa bate récord en sus índices generales. Todo esto
es cierto. También es cierto que el tipo de interés básico el de la
intervención del Banco de España ha bajado bastante. Sin embargo, también
me detengo aquí, señor Rojo --y empiezo a quebrar el discurso que nos ha
dado--, en las repercusiones sobre los créditos hipotecarios personales
sobre todo tipo de operaciones que esta bajada de los tipos de interés
está teniendo a nivel social en la vida cotidiana. Nos parece una
repercusión que no se realiza adecuadamente.

También hemos presentado una panoplia de iniciativas en esta dirección,
porque además pensamos que se puede controlar a diario cómo se produce
esta repercusión, no sólo preguntándole a la banca y a las cajas de
ahorro, sino a esos 650 funcionarios dependientes del Ministerio de
Economía, me refiero a los corredores de comercio, con respecto a cómo se
está realizando diariamente una parte de estas repercusiones. Si les
preguntáramos tendríamos a diario realmente una parte de la repercusión
de la bajada de los tipos de interés y veríamos que en absoluto es
adecuada.

Pensamos que de una manera regular los corredores de comercio deben
rendir cuentas de este tema ante el ministerio del que dependen para
saber realmente por dónde vamos y cómo se está produciendo esa
repercusión. Porque a mí me han protestado ya muchos ciudadanos, éstos
que tienen un milloncejo y lo depositan a plazo fijo, que me dicen: El
año pasado te podían dar hasta el 7 o el 8 por ciento, o hace año y
medio, y ahora te dan el 4,5, el 5 y a veces por debajo del 4,5. O el
tema de las tarjetas, efectivamente se está pagando en la compra a
crédito hasta un 22,5 por ciento y ahí no bajan los tipos de interés y,
sin embargo, en el tema de los depósitos bajan de una manera automática y
rapidísima, se producen circulares en las entidades bancarias al mismo
día en que bajan los tipos de interés de cara a la bajada en los
depósitos correspondientes.

Naturalmente, en los préstamos personales y en los hipotecarios la bajada
no es adecuada por la propaganda que



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se está haciendo. Incluso el otro día el señor Mayayo, Presidente de la
Asociación Hipotecaria Española, llegó a decir que, aunque siguieran
bajando los tipos de interés, las hipotecas ya no iban a bajar más porque
había ya un desajuste, lo explicaba a su manera, que obligaba a que no
bajaran más las hipotecas, aunque siguieran, como se preveía, bajando los
tipos de interés.

Esto siembra el desconcierto y esto ha hecho que algunos grupos --creo
que también el que anteriormente ha hablado-- presentemos una serie de
iniciativas para que se produzca una repercusión adecuada de la bajada de
tipos de interés.

Todos estos datos pensamos que no pueden conducirnos a la euforia y
hacernos caer en una especie de ejercicio a corto plazo de difícil
justificación posterior. En realidad, a nuestro juicio, como
consecuencia, en buena medida, de la política económica que se aplica,
hay otros datos muy distintos de la evolución económica. La masa salarial
crece muy moderadamente y los trabajadores pierden participación en la
renta nacional. La creación de empleo es muy insuficiente de cara a
reducir de manera sustancial la tasa de paro --hablo de la creación neta
de empleo--; se ha recortado la inversión pública; se ha congelado el
sueldo de los funcionarios --ahora se habla de moderación, a la que
después me referiré, con respecto a la empresa privada--; las
expectativas sobre el futuro de la protección social son bastante
sombrías y la fiscalidad se torna cada vez más regresiva, tal como
estamos viendo, debido a las últimas medidas que se están adoptando a
iniciativa del actual Gobierno. Al mismo tiempo se produce una reducción
de las nuevas pensiones y un abaratamiento del despido.

Nosotros pensamos que lo importante --ahí viene la quiebra del discurso,
un discurso parcial que se nos ha dado-- es reflexionar sobre los efectos
de los ajustes de la economía real y los efectos de los ajustes de cara a
las variables económicas en la mayoría de la población. Por ejemplo,
usted ha repasado una serie de datos que aquí he repetido diciéndole que
son ciertos, aunque las repercusiones no se han visto realmente en los
tipos de interés, pero vamos a repasar otros datos que también son
ciertos y sacados de estadísticas oficiales. Primero, España sigue
ocupando el primer puesto en desempleo de toda la Unión Europea. La EPA
del primer trimestre de 1997 arroja una tasa del 21,5 por ciento, el país
que nos sigue es Finlandia con el 15 por ciento. El paro en España sigue
afectando fundamentalmente a los jóvenes. El 50,2 de los activos entre 16
y 19 años están parados, y afecta también de lleno a las mujeres, el 30
por ciento de paro. La cobertura por desempleo sigue descendiendo, la
tasa ha pasado del 67,2 en 1993 al 49,4 en 1996. En este año en relación
con 1995 el número de parados registrados en el Inem con prestación
económica ha descendido en 118.000 personas.

También, señor Rojo, España sigue ocupando el primer puesto en
precariedad en el empleo. En media anual, en 1996 el 34 por ciento de los
asalariados tenían un contrato temporal, y hay otra serie de indicadores
que incluso me voy a ahorrar repetir, puesto que el Ministerio de Trabajo
ha realizado un informe del cual se ha deducido que de los 8.637.639
contratos registrados en 1996 el 67 por ciento tuvo una duración máxima
de tres meses y que ese volumen de contratos fue suscrito por 4.391.262
personas, lo que supuso que cada trabajador obtuviera una media de casi
dos contratos y al mismo tiempo un total de 16.986 personas firmaron más
de quince contratos en 1996.

Se ha firmado una nueva reforma del mercado laboral pero, a nuestro
juicio, puede producir, puesto que se mantiene una panoplia amplia de
contratos eventuales, un cierto cambio interno sin creación neta de
empleo, pero con un efecto de sustitución a nuestro juicio muy peligroso
de cara a los contratos realmente indefinidos, a los puestos realmente
indefinidos, que pueden ser sustituidos por contratos de menor duración,
y teniendo en cuenta que el tema de la reducción de las cotizaciones a la
seguridad social puede durar dos años, puede ser éste el límite en el que
se sitúen los nuevos contratos en este efecto de sustitución que pudiera
producirse.

También hay otros indicadores, señor Rojo, como, por ejemplo, que España
sigue ocupando el primer puesto de toda la Unión Europea en accidentes
laborales. La siniestralidad en el trabajo ha crecido en 1996 un 16 por
ciento, a pesar de contar desde hace poco tiempo con la Ley de Salud
Laboral. Según datos de Comisiones Obreras, en 1996 los accidentes
laborales provocaron la muerte de 1.573 trabajadores y un 88 por ciento
de las empresas españolas, según datos de esta central sindical, no
respetan la normativa laboral. Por tanto, también hay que sacar como
consecuencia --y esta denuncia también figura en las centrales
sindicales-- que ha sido un año en el que se ha rebajado la inspección.

La moderación salarial es el tema de moda, después de la firma de la
nueva reforma del mercado laboral, sobre el que se insiste de manera
reiterada. Sin embargo, es un hecho que se ha consolidado desde hace unos
años en este país. El modelo de crecimiento que se ha adoptado y que se
está agudizando en este momento distribuye la renta en contra de los
asalariados. Los costes laborales unitarios crecen menos que la inflación
y los excedentes empresariales mejoran a su costa. En el nuevo programa
de convergencia el Gobierno contempla consolidar, en el sentido de una
cesión permanente de productividad y por tanto en el sentido de una
redistribución de la renta nacional en contra de las rentas salariales.

Nosotros tuvimos ocasión de defender este tema y explicarlo en la
comparecencia del señor Rato en esta Comisión de Economía. Incluso esa
moderación salarial tendrá ahora una referencia que va a provocar una
moderación acelerada porque ese 2,2 por ciento de la inflación cambiará
la referencia anterior, tal como se ha anunciado. Los sindicatos, con
justicia, han protestado porque se están negociando los salarios de
decenas de miles de trabajadores y van a encontrarse en esta referencia
un enemigo objetivo de las subidas salariales; además de que así, de
nuevo, de los salarios puede depender el relanzamiento de la inflación.

Incluso aquí se ha anunciado un cierto repunte para este verano, cuando
no es realmente cierto y cuando es injusto y parcial simplemente situarse
en los salarios sin hablar para nada de los beneficios y de su
crecimiento, teniendo en cuenta estadísticas



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que se han publicado provenientes del Banco de España. Temas procedentes
del tipo del cambio del dólar y otros, junto a cómo puede repercutir la
peste porcina en el precio de la carne de pollo y otros, pueden estar
también en la base de ese repunte de la inflación que usted nos anunciaba
de cara al verano. En todo caso, aparece un nuevo indicador de inflación,
el 2,2 por ciento, de cara al próximo período, y también aquí está
contenido el tema de las pensiones. Las pensiones han subido teniendo en
cuenta el 2,6 por ciento de inflación prevista. ¿Qué va a pasar con las
pensiones en el próximo período? ¿De una parte, se les va a reducir,
teniendo como indicador el 2,2 por ciento anunciado? De cara al año que
viene, ahora que aumentaba su capacidad adquisitiva en función de la
reducción de la inflación, ¿esto va a repercutir también de manera
directa en la subida de las pensiones en el próximo período? Este es un
tema de enorme importancia que hasta ahora no se ha suscitado. No sólo
nos interesa muchísimo la moderación salarial, sino cómo va a repercutir
en la revalorización de las pensiones, en este año y en el que viene, de
acuerdo a las previsiones gubernamentales que usted también aquí hoy ha
reiterado.

Efectivamente, como le he dicho con anterioridad, los beneficios
empresariales continúan creciendo y su traslación hacia la inversión
productiva, generadora de puestos de trabajo, no se realiza de manera
adecuada, ni mucho menos de manera automática. En 1996, según la central
de balances del Banco de España, el beneficio empresarial
--resultado neto en relación al valor añadido bruto generado--
creció un 15,2 por ciento frente al 11,6 por ciento en 1995 y al 8,1 por
ciento en 1994. Hay muchos estudios --y yo he citado alguno en el Pleno
de este Congreso de los Diputados-- en la dirección de que las tasas de
inflación y los beneficios están por encima de la inflación y que provoca
también la subida salarial. Sin embargo, nunca se toman medidas de cara a
fondos obligatorios de inversión ni de cara a que la subida de los
beneficios pueda provocar naturalmente una generación neta de puestos de
trabajo.

Siguen igual los datos anteriores en relación a las pensiones y a los
índices de pobreza. Como usted sabe, el 70 por ciento de las pensiones
tienen una cuantía inferior al salario mínimo interprofesional. Al mismo
tiempo hay que recordar que en este país el salario mínimo
interprofesional apenas representa el 34 por ciento del salario medio.

Esto lo digo porque hay que tener en cuenta que la recomendación que se
contiene en la Carta Social del Consejo de Europa, ratificado en España
en 1980, considera un mínimo digno el 68 por ciento con respecto al
salario medio para cada Estado de la Unión Europea. Por lo tanto, la
diferencia es abismal y supone una discriminación que en absoluto se ha
intentado corregir.

Al mismo tiempo --ya lo he dicho anteriormente--, con respecto a la
fiscalidad, lo más suave que podemos decir es que el carácter retributivo
de la Hacienda pública se va diluyendo un poco más cada día. Las medidas
fiscales que ha acometido el Gobierno sustentado por el Partido Popular y
las que incluso ha anunciado, a nuestro juicio acabarán por redistribuir
negativamente la carga fiscal y por rebajar la progresividad en el
conjunto del sistema tributario, favoreciendo a las renta más elevadas y,
tal como se está viendo en estos momentos, a los rendimientos del
capital. Si a todo esto le sumamos, señor Rojo, que los beneficios
fiscales previstos para 1997 ascienden a 3,8 billones de pesetas, el
panorama, completado con los datos que usted daba y que a nivel político
se resumen en la alocución de que vamos bien, es diferente, quebrado en
su propia lógica interna.

Yo creo que aquí está la explicación de que hoy mismo se hayan convocado
movilizaciones y de que, efectivamente, la Europa social empiece a
reaccionar a pesar de que todos los indicadores de convergencia conducen
a Maastricht. Incluso aunque algún país se quede colgado, como Italia, se
le repescará dilatando la hora de control de llegada a la meta o
dilatando lo que haya que dilatar con respecto a los indicadores de
convergencia. Todos los países se van a integrar después de un enorme
esfuerzo, aunque será mayor el esfuerzo que realizarán los países del sur
que el de los países del norte, fundamentalmente porque Alemania tiene
que justificar la sustitución del marco por el euro. En definitiva, nos
encontramos ante un ajuste permanente que hoy mismo vamos a empezar a
discutir en la subcomisión de cara a la Conferencia Intergubernamental, y
de cara al debate que va a tener lugar el miércoles próximo en este
Congreso de los Diputados, para ver la posición que cada uno tenemos a
fin de reformar el Tratado de la Unión Europea. Sin embargo, ello conduce
a este discurso partido, señor Rojo.

Tormentas financieras y oscilaciones al margen, señor Rojo, España ya
está como país seleccionado en la primera velocidad de Maastricht. En
septiembre u octubre se va a formalizar, pero todos los indicadores lo
dan a ver y es muy difícil que cualquiera de ellos descienda por debajo
de las previsiones que se están estableciendo. España ya está como país
virtualmente seleccionado y, sin embargo, el ajuste que se anuncia cada
vez es peor, cada vez es más fuerte, y ahora con respecto a la moderación
salarial llegaremos a ver las repercusiones en cuanto a las pensiones. El
ajuste se va produciendo cada vez más fuerte, cuando ya no hay ningún
riesgo de quedarse fuera. Tenemos muchas expectativas de cara al ajuste
que se contenga en los próximos presupuestos de 1998, pero mucho nos
tememos que con este ajuste permanente que se va a realizar de manera
simétrica con respecto a los distintos territorios por presiones
territoriales de cara a la gobernabilidad, aunque se supere la entrada en
mayo de 1998, el ajuste que se contenga para una gran mayoría de
territorios y de personas en este país sea excesivo, sea un ajuste
desequilibrado con respecto a este objetivo político que ya se ha
cumplido realmente, que es el ingreso de España en esta primera fase de
instauración de la moneda única. Nosotros pensamos que esto se está
haciendo al margen de una política de cohesión económica y social, con
independencia de que no se está produciendo la supresión del déficit
democrático con respecto al Parlamento Europeo, que sigue de convidado de
piedra en esta situación.

Termino, señor Rojo, recordándole sobre el terreno que, efectivamente, el
discurso quebrado crea también dinámicas diferentes: una eufórica, la de
los mercados financieros,



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los indicadores de convergencia y las declaraciones políticas, y otra
contradictoria, social y materialmente tangible, que se está produciendo
hoy mismo en el escenario europeo en prácticamente en todas las ciudades,
a través de convocatorias sindicales y sociales en contra de previsiones
establecidas. Incluso hay matizaciones políticas muy fuertes que se están
dando en el escenario europeo. Por ejemplo, la gran subida del partido
socialista francés encabezado por Lionel Jospin, se ha hecho sobre una
crítica muy seria al pacto de estabilidad de crecimiento a lo largo de la
campaña electoral. La subida de la izquierda en Francia en la primera
cita, veremos lo que pasa el domingo, se ha debido a un discurso muy
crítico contra el pacto de estabilidad de crecimiento. No hay que olvidar
esto en absoluto para explicar también esta cita de las siete de la tarde
en Cibeles.

Le reitero alguna de las preguntas que le he hecho a lo largo de la
intervención, señor Rojo. En primer lugar, sobre los tipos de interés.

¿Qué se va a hacer desde el Banco de España respecto a su repercusión?
Nosotros vamos a intentar también que el Gobierno tome nota y el Gobierno
haga emerger todos los recursos para llegar a una situación más justa. A
esas declaraciones del señor Mayayo diciendo que, aunque sigan bajando
los tipos de interés, las hipotecas no pueden bajar ni una gorda más,
como decíamos antiguamente, no se ha contestado desde el Gobierno, desde
ningún lado y me parece, a mi juicio, una actitud bastante singular,
exótica y hasta cierto punto provocativa.

En segundo lugar, yo le preguntaría, por el proceso de ajuste que estamos
viendo, si les parece que hay que ir a una nueva reforma laboral porque
la anterior, que vamos a discutir el jueves que viene en este Congreso,
se ha interiorizado como una parte más del programa de convergencia del
Gobierno, programa que va a tener un ajuste suplementario a partir de los
presupuestos de 1998. Ese ajuste de cara a la reducción de los despidos
aparece ahora en la dirección de la moderación salarial con el nuevo
indicador del 2,2 de índice de inflación y las repercusiones hasta ahora
no mencionadas, pero habrá que empezar a discutir sobre el tema de las
pensiones, que no se ha dicho. Eso va a incidir en la negociación
colectiva y posiblemente implique una moderación salarial, pero también
va a incidir en la capacidad adquisitiva de las pensiones, en la propia
revalorización de las pensiones a partir de ahora. Esta es la pregunta
que le hago con respecto a la pensiones.

Con respecto a los Presupuestos Generales del Estado para 1998, me
gustaría saber si piensa que deben recoger y profundizar en el ajuste
anterior, de cara no ya a la selección de los países en la primavera del
año que viene, sino al ajuste sostenido que hay que mantener de cara al
déficit cero que se plantea en la perspectiva de la construcción de la
moneda única.




El señor PRESIDENTE: En nombre del Grupo Popular, tiene la palabra el
señor Aguirre.




El señor AGUIRRE RODRIGUEZ: Señor Gobernador, bienvenido nuevamente a
esta Comisión. Le agradezco, y no en un aspecto formal, la documentación
que nos envía puntualmente y la que nos ha enviado con motivo de esta
comparecencia.

Yo recomendaría a muchos portavoces y a los medios de comunicación que
asisten a estas comparecencias periódicas que se tomaran el trabajo de
comparar los informes que ha enviado el Banco de España para sus
diferentes comparecencias en los últimos dos años o, por qué no decirlo,
de un año a esta parte. Esa comparación lleva a hacer una afirmación: hoy
no discute nadie, ningún grupo de esta Cámara, la capacidad que España
tiene para llegar al examen de mayo de 1998, examen de convergencia, en
una magnífica situación. Hoy no discute prácticamente nadie que, en
materia de inflación, España ha conseguido sus objetivos antes de lo
previsto. Quiero recordar que, en momentos determinados aquellos
objetivos de inflación que se marcó el Gobierno y que tenía el Banco de
España fueron calificados por algunas voces de objetivos muy ambiciosos,
y hay que resaltar que se han conseguido, que se han alcanzado antes de
lo previsto y con holgura. Aquí nace la primera pregunta al señor
Gobernador. Es evidente que aquel objetivo --por traerlo a la memoria,
diré que el Gobierno del Partido Popular se había fijado el 2,6 y el
Banco de España el 2,5-- ha sido revisado por el Gobierno del Partido
Popular, quedando en el 2,2. ¿Qué opinión le merece al Gobernador del
Banco de España esta revisión que acaba de anunciar el Gobierno del
Partido Popular? ¿Es una revisión prudente, acertada, señor Gobernador?
Creo que el informe que nos ha enviado y su exposición vienen a confirmar
clarísimamente que España se encuentra en una fase de bonanza económica y
que la recuperación económica que recogían los informes del Banco de
España en los primeros meses de 1997 se sostiene en el curso del año, se
mantiene de forma continuada. Pero si es importante que el Banco de
España, a través de su Gobernador, haya confirmado esta recuperación
económica, no deja de serlo también el que otros institutos, otros
observatorios, y muy concretamente el último informe de la OCDE, que se
ha publicado recientemente --la semana pasada o esta misma-- también
confirmen que España se encuentra en un momento de bonanza económica y
que esa bonanza económica no sólo viene datada por los indicadores
satisfactorios de nuestra economía, sino incluso que España se va a
encontrar en mejores condiciones que otros países de nuestro entorno
europeo de cara a ese examen.

Quiero insistir en que la recuperación económica no es casual. Incluso me
ha parecido apreciar de sus palabras, señor Gobernador, que la confianza
de los agentes económicos, las reformas estructurales llevadas a cabo por
el Gobierno del Partido Popular, la consolidación presupuestaria llevada
a cabo por una ejecución más rigurosa de los presupuestos y los efectos
directos de la autonomía del Banco de España, y lo digo desde estos
bancos, son cuatro de las causas en las que reside y que dan origen, dan
sostenibilidad a esta recuperación económica.

Esta mejora del clima económico, que hoy no discute nadie --no lo
discuten ni las encuestas del CIS que hemos podido leer últimamente en
relación con los barómetros, en donde ya se percibe clarísimamente que la
recuperación económica no es sólo en cifras macroeconómicas, sino una



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recuperación detectada por el consumidor, en definitiva, por el ciudadano
español--, tiene por primera vez, y así lo dice el informe que nos ha
enviado, un protagonista que estaba ausente en informes anteriores, un
protagonista que estaba situado en la atonía: el consumo. Por primera vez
el consumo está tomando protagonismo en esta recuperación. Este no es
sólo un dato bueno, sino que, a juicio de este grupo parlamentario, hay
que resaltar otra cosa en el informe que nos ha remitido el Banco de
España, que yo quiero que se sepa y que quede constancia en el «Diario de
Sesiones»: que, también por primera vez, al lado de ese repunte del
consumo se está frenando la caída en la inversión en construcción. En
construcción teníamos datos francamente desfavorables y esa caída se está
atenuando, lo cual también es un signo de que la recuperación está
llegando a un sector que es vital si queremos que sea una recuperación
sana.

Al lado del consumo, al lado de la inversión en construcción, todavía
convive en este primer cuatrimestre un comportamiento positivo, una
contribución positiva del sector exterior, aunque me ha parecido
entender, y en este sentido me gustaría que el Gobernador del Banco de
España me dijera cuál considera que va a ser la evolución del sector
exterior. De sus palabras me ha parecido entender que va a haber una
expansión más importante de las importaciones que de las exportaciones.

Aquí nace una reflexión: estamos dando por descontado que 1997 es un año
que va a ir bien en tipos de interés, en tasas de inflación, en objetivos
de déficit; en definitiva, que marcará toda una confirmación de la
balanza económica, y prácticamente todos los grupos han cursado sus
reflexiones por la evolución del año 1998. Decía en mi intervención que
el consumo está teniendo un repunte que comienza a ser satisfactorio. Ahí
está la evolución del gasto medio por hogar, que repunta en un 0,8 por
ciento, el acelerado crecimiento de las matriculaciones de automóviles,
que están trabajando al 18,6 por ciento y la mejora del indicador de
confianza de consumidores; por tanto, mi grupo cree que la estabilidad
económica que se está creando está teniendo una relación novedosa. Es una
estabilidad económica, es un crecimiento económico que, por primera vez
en muchísimo tiempo, está aportando una relación en la que el crecimiento
económico es superior al crecimiento de la inflación, y esto es muy
bueno; es decir, que el crecimiento real de nuestro PIB es mayor que el
crecimiento de los precios.

Sin embargo, en este discurso me gustaría no desaprovechar la ocasión de
sumarme a lo que ha sido una constante en todos los grupos. Yo he
repasado sus tres anteriores comparecencias, señor Gobernador, y tengo
que subrayar que mi grupo parlamentario, junto con el Grupo Catalán
(Convergència i Unió), le ha venido diciendo en las anteriores tres
comparecencias, primero de una manera muy suave, después de una forma más
detenida y en esta ocasión hay que decirlo de una manera más intensa, que
la ciudadanía española no percibe la caída de interés que se está
registrando en nuestros tipos, y no lo percibe en los préstamos que le
son más directamente afectados. Es verdad y yo no voy a discutir que en
materia hipotecaria se está alcanzando una buena repercusión, pero al
mismo tiempo también es verdad que hemos escuchado declaraciones, a cuya
lectura cualquiera que quiera puede acceder, en las que ha habido como
una especie de aviso de que se ha agotado el límite de repercutir en
créditos hipotecarios. Pero si hay un crédito en el que apenas se ha
repercutido es en el crédito consumo, y si de alguna manera queremos
contribuir a que se intensifique nuestra capacidad de compra, la
capacidad de compra de los españoles, como mínimo habría que pedir una
reflexión al sector financiero para poder aplicar con mayor eficacia la
caída de tipos que se está registrando en España. Aquí me nace,
lógicamente, otra pregunta: ¿usted considera, señor Gobernador, que ha
finalizado el proceso de reducción de los tipos de interés? ¿En qué
horizonte estamos trabajando en este proceso de reducción de los tipos de
interés? Y, dado que prácticamente todos los grupos estamos hablando más
de lo que vaya a suceder en 1998 que de lo que ya damos por bueno en el
año 1997, cuando me refiero a qué horizonte lo que estoy preguntando es
¿qué evolución de los tipos de interés prevé usted para un horizonte
medio de un año?
Nos ha hablado de que la inflación contiene algún tipo de tensión interna
que podría producir rebrotes. Aquí yo quisiera hacerle también algunas
consideraciones. Si tomamos el informe del Banco de España de inflación
de marzo y lo comparamos con el informe que nos ha remitido ahora en
abril, hay algunos elementos en relación con la evolución de precios que
varían, que no es que contrasten, simplemente que pareciera que el Banco
de España ya opina que están superados, y voy a las preguntas. ¿Considera
el Gobernador superados los efectos de alza de los precios por las
tensiones de los precios petrolíferos? ¿Considera el Gobernador que hay
que insistir en las medidas liberalizadoras para seguir favoreciendo la
evolución de los precios? ¿Cree el Gobernador que el sector servicios
está contribuyendo con toda la intensidad que debería contribuir? Aquí ha
habido otro portavoz que ha subrayado, y es cierto, que hasta el mes de
marzo el sector servicios tenía un comportamiento, una contribución como
mínimo cuestionable, pero también es cierto que en el informe que nos ha
remitido usted ya nos anuncia que el sector servicios, y muy
concretamente el sector del turismo, ha tenido una relajación en esa
contribución tan tensa que se había producido en el primer trimestre de
1997. ¿Considera también el Gobernador que le origen de esas posibles
tensiones que nos ha anunciado en inflación podría estar en los precios
de materias primas importadas? En definitiva, pensamos que, como mínimo,
podríamos intentar identificar dónde se sitúan los orígenes de las
tensiones que nos ha anunciado para este próximo verano y que nos ha
significado en su intervención.

Mi grupo quiere terminar esta intervención, señor Gobernador y señor
Presidente, diciendo que es para nosotros una satisfacción la evolución
del diferencial de tipos de interés a diez años que presenta frente al
Bund alemán. Quiero recordar aquí que cuando el Gobierno Popular inició
sus tareas de responsabilidad --si no es así, corríjame, señor
Gobernador-- este diferencial estaba situado aproximadamente en 350
puntos básicos. Hoy podemos decir



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con satisfacción que este diferencial se ha reducido a 70 puntos básicos.

Es una reducción cuantiosa, pero no sólo adquiere importancia por la
cantidad de la reducción, sino porque, como es sabido, este diferencial
es el auténtico indicador de confianza en la economía española y, por
tanto, la evolución de ese diferencial nos está dando señas de cuál es el
grado de confianza en la economía española, que, además, viene respaldado
también por los informes que he mencionado al inicio de mi intervención
que ha producido la OCDE.

En espera, señor Gobernador, de que conteste a las preguntas que le he
planteado y a las consideraciones de futuro que le he hecho, sí me
gustaría decir que conscientemente mi grupo no quiere hacer referencia
alguna a cuál es el comportamiento de los indicadores de convergencia de
otros países en este proceso que nos lleva al horizonte de mayo de 1998.

Son indicadores que evolucionan y son operaciones que pueden estar
haciendo otros países, pero que competen exclusivamente a ellos. Es más,
piensa que no se debería hacer desde España ninguna consideración sobre
operaciones y ejercicios que se estén llevando a cabo por otros países
para mejorar su posición de cara al examen de convergencia en mayo de
1998. Sí nos gustaría, insisto, señor Gobernador, que ocupara algún
tiempo en reflexionar sobre qué opinión le merece la repercusión de los
tipos de interés en lo que le afecta al ciudadano español
fundamentalmente, que es en su día a día, en su trato de día a día
doméstico con el sector financiero. Ahí creo que hay una insuficiencia
que ya está claramente recogida inclusive en las encuestas sociológicas y
en los estudios demoscópicos.

Reiterando el agradecimiento por el tono y las informaciones que nos
viene facilitando, señor Gobernador, espero escuchar sus consideraciones
y contestaciones a las cuestiones formuladas desde el Grupo Popular.




El señor PRESIDENTE: Para contestar a las diferentes preguntas y
observaciones formuladas, el señor Gobernador del Banco de España tiene
la palabra.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Muchas gracias,
señorías, por sus preguntas y planteamientos.

Ha surgido en todas las intervenciones el problema de la rapidez y
profundidad de los ajustes de tipos de interés por parte de la Banca a
las variaciones de tipos de interés de intervención del Banco de España.

A este respecto querría hacer algunas consideraciones: en primer lugar,
la función del Banco de España es la de supervisar los bancos, no la de
defender a las instituciones bancarias. Por tanto, no vean ustedes en mi
respuesta ningún tipo de defensa del comportamiento de los bancos
respecto de los tipos de interés. Ahora bien, seguramente tienen ustedes
una percepción que me parece un tanto desviada respecto de cuál ha sido y
cuál está siendo el comportamiento de los tipos de interés aplicados por
los bancos. Yo creo que los tipos de interés de los bancos, que son
precios administrados y no son tipos de interés como los que se puedan
registrar en un mercado abierto y de negociación abierta, han reaccionado
bastante bien a los movimientos de los tipos de interés de intervención
del Banco de España. Lo que sucede es que como son precios administrados,
unos se ajustan con más rapidez y algunos se ajustarán con más lentitud,
pero, en conjunto, a mí me parece que el ajuste de los tipos bancarios
está siendo bastante razonable. No sé si sería ideal que realmente
bajaran a mayor ritmo, pero lo cierto es que tenemos unas estadísticas
muy precisas respecto a cómo se mueven los tipos de interés bancario. Son
estadísticas que publica el Banco de España todos los meses, estadísticas
que, por otra parte, facilita a la prensa y que en buena medida son
publicadas por ella.

Yo no he traído aquí la gama de tipos de interés que publicamos todos los
meses referentes a los promedios respecto de cada uno de los grandes
renglones de operaciones activas y pasivas, tanto por parte de la banca
como por parte de las cajas de ahorro. No la he traído aquí, pero si tomo
lo que llamamos el tipo bancario activo sintético y el tipo bancario
pasivo sintético, que son naturalmente medias ponderadas calculadas por
el Banco de España de los tipos de interés promedios de esos diferentes
renglones, resulta que los tipos de interés activos, según dicho
indicador, en el mes de abril habían bajado en 0,85 puntos respecto del
pasado mes de diciembre y que los tipos de interés pasivos se habían
reducido en 0,60 puntos. Ven ustedes que, como ha venido sucediendo en
los últimos tiempos, la reducción de los tipos pasivos ha sido
notablemente más lenta que la reducción de los tipos activos, lo que
explica que haya un proceso continuado de reducción del llamado margen de
intermediación de los bancos, es decir, la diferencia entre los tipos de
activos que cargan y los que abonan a sus clientes.

Realmente, no diría que los tipos de interés han mostrado una gran
rigidez; creo que no es así. Me voy a permitir enviar al Presidente de la
Comisión esta información para que se la pase a todos ustedes. Yo aspiro
a que ustedes reflexionen a la vista de esos datos porque el
comportamiento de la banca respecto a tipos de interés no es tan negativo
como parecía deducirse prácticamente de todas las intervenciones; otra
cosa es que éstas reflejen, sin duda, la actitud del público. Ahora bien,
a lo mejor individualmente, tomándolos al azar, encontramos gente con
experiencias negativas, pero realmente no puede decirse que los bancos no
hayan bajado los tipos de interés de un modo razonable.

Fíjense ustedes, por ejemplo, en este tipo bancario activo sintético para
las operaciones activas al que me estoy refiriendo: era el 11,20 en
diciembre de 1995; pasó al 8,44 en diciembre de 1996 y está en el 7,59 en
el mes de abril y habrá bajado de nuevo en mayo. El tipo bancario pasivo
sintético estaba en el 6,37 en diciembre de 1995, pasó al 4,42 en
diciembre de 1996 y en este momento está al 3,82. Es decir, los tipos han
bajado notablemente y más los tipos de activos que los pasivos.

La banca está sometida a un proceso de competencia muy fuerte que va a
acentuarse en los próximos tiempos, y es bueno que la banca compita mucho
y se refleje en la calidad y el precio de sus servicios. Sin embargo, hay
que tener en cuenta que en ese proceso de competencia la banca



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tiene que ajustarse a unas determinadas restricciones internas propias.

Tas esta introducción paso a referirme a los tipos hipotecarios. A todos
nos gustaría que los tipos hipotecarios fueran lo más bajos posibles,
pero, son tipos a largo plazo, y piensen ustedes que esta mañana el tipo
de interés de los bonos españoles a 10 años, que son bonos sin riesgo de
impago, estaba en el 6,57 por ciento. Tenemos que aceptar que debe haber
alguna relación entre los tipos que cargan los bancos sobre los créditos
a largo plazo, y el de los bonos, que es una especie de referencia,
porque son imposiciones sin riesgo. En definitiva, en último término, un
banco puede comprar bonos a diez años en vez de conceder un préstamo a 10
años. Es difícil pensar que puede conceder un préstamo a 10 años a tipos
de interés más bajos que los que muestran en ese momento los bonos a 10
años del Estado.

Los tipos de interés hipotecarios, como los otros tipos de interés
activos que practica la banca, tienen tres componentes, y hay elementos
de confusión en las manifestaciones que a veces se hacen. Me refiero a
una mención que se ha hecho por el señor Alcaraz.

Los tipos de interés activos tienen tres componentes. El primero es el
coste de la refinanciación del crédito que, naturalmente, viene
determinado por cómo se mueven los tipos pasivos que paga la banca sobre
los recursos que obtiene. Esos tipos de interés pasivos van a seguir
bajando suavemente con toda probabilidad a lo largo del próximo futuro.

Por consiguiente, ése es un elemento que tenderá a presionar a la baja
uno de los componentes de los tipos activos.

Hay un segundo componente, que son los costes generales y administrativos
imputables a los créditos correspondientes. En este sentido la banca y
las cajas de ahorro están efectuando un ajuste importante. Si ustedes
observan las cifras de la evolución de los costes bancarios, verán que
están haciendo un serio esfuerzo de reducción. Dicha reducción también se
plasmará en una tendencia a la reducción de los tipos de interés de
activo.

Hay otro componente del que muchas veces nos olvidamos y que, sin
embargo, es muy relevante: el riesgo del crédito. Ese es un componente de
coste para la banca, que tiene que tenerlo en cuenta. Muchas veces se
piensa que determinadas operaciones, por ejemplo las hipotecarias, son
operaciones sin riesgo. Quizás eso fuera verdad en el pasado, pero no lo
es hace mucho tiempo. Por consiguiente, en ocasiones mi queja es que los
bancos, debido a su competencia, no siempre tienen en cuenta o estiman
adecuadamente los riesgos objetivos de las operaciones. Yo creo que la
banca española ha llegado en muchas líneas de actividad a lo que es un
mínimo en la apreciación de riesgos. Porque cuando uno ve los tipos que
cotizan para determinadas operaciones en las que compiten en determinadas
provincias, etcétera, uno se pregunta si efectivamente han calculado bien
los riesgos sobre lo que son, en definitiva, préstamos a muy largo plazo.

De modo que de estos tres componentes hay dos que bajarán y tenderán a
impulsar más a la baja los tipos de activos, y otro, sobre el que en
muchos casos tengo dudas, es que los bancos españoles puedan seguir
bajando ese componente de coste, que es un elemento de la determinación
del precio de las operaciones activas de la banca. ¿Qué se puede hacer?
Realmente, lo que sucede es que el sistema bancario español la
competencia le ha ido muy bien desde el punto de vista de lo que es la
prestación y coste de servicios financieros al país. ¿Está compitiendo?
Creo que sí. ¿Se puede hablar de que hay elementos de oligopolio
concertados en la banca española? Sinceramente, creo que no. ¿Va a seguir
esa competencia? Sin duda; se va a ver notablemente incrementada por el
ingreso de España en la Unión Monetaria. Ese es uno de los resultados
básicos del ingreso en la Unión Monetaria. Debemos de tener en cuenta
esta perspectiva de la banca, porque queremos que cumpla sus funciones,
pero también que lo haga del modo más eficaz y, por consiguiente, más
barato posible. Pero también hay que tener en cuenta que queremos
conservar un sistema bancario, conservar puestos de trabajo en él,
etcétera. Realmente no hay una simple apreciación de este problema. Hay
que tener en cuenta una multiplicidad de consideraciones.

El Banco de España no puede hacer mucho respecto de la baja de los tipos
de interés, porque éstos son libres; ni tampoco sobre las comisiones. Al
Banco de España le comunican unas comisiones --y esto se lo he dicho
muchas veces a los presidentes de los bancos-- que son superiores a las
que de hecho cobran, lo que en cierto modo explica esta subida del
renglón de precios de servicios financieros en un 16 ó 18 por ciento, que
es absolutamente exagerada, porque son las comisiones comunicadas, las
que se computan en el índice, aunque luego en buena medida no se cargan.

Hay casos en los que las consideraciones son de tipo distinto, como el
tema de los descubiertos. Por ejemplo, tenemos que profundizar mucho más
en lo que está pasando con las tarjetas de crédito. El Banco de España ha
iniciado hace dos o tres semanas una encuesta nacional sobre el tema de
las tarjetas de crédito para ver qué es lo que sucede con los tipos de
interés y con los descuentos en las tarjetas de crédito, y vamos a ver
cuál es el resultado. Es muy difícil que nosotros vayamos a los
consumidores o a los terminales de las tiendas, pero vamos a hacerlo vía
los emisores de tarjetas, bancos, etcétera, y vamos a ver qué es lo que
se obtiene. Ahí trataremos de lograr, primero, transparencia, que en
estas cosas es muy buena, porque cuando los clientes saben lo que pasa, y
encuentran que es abusivo, entonces hay razones para presionar y para que
lo que está sucediendo tienda a corregirse.

Comprendo que adopto una actitud impopular, pero les pediría a ustedes,
por favor, calma en el tema de los tipos de interés y que vieran ustedes
qué es lo que de verdad está sucediendo con los tipos de interés
bancario, porque lo que está ocurriendo es muy importante. Los beneficios
de la banca no están, en este momento, basados tanto en las operaciones
ordinarias en las que se reflejan los tipos de interés, como en
inversiones financieras que han sido beneficiadas por la baja general de
tipos de interés que ha determinado plusvalías muy importantes. Si
ustedes eliminan esas plusvalías, y eliminan también las menores
necesidades



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de provisiones, como consecuencia de la reciente caída de la morosidad,
nos encontramos con que la banca no lo tiene tan fácil en el ámbito del
negocio ordinario, donde la competencia es verdaderamente muy fuerte.

Dicho esto tan seguramente impopular, he tratado de contestar a las
preguntas de varios de ustedes, y desde luego voy a mandar al señor
Presidente esta información, porque yo creo que les va a interesar, y en
vez de enviar solamente la del último mes les voy a remitir la de un
período largo de meses para que vean ustedes cómo han ido las cosas.

El señor Homs, aparte del tema de los tipos de interés, me ha planteado
el problema de los costes laborales unitarios. Aquí lo único que tengo
que hacer es repetir las cifras. En lo que llevamos de año el incremento
de salarios en convenio está en el 3,1 por ciento, creo, pero los
convenios firmados este año están en el 3,6 por ciento. Si añade usted a
esto los deslizamientos, se encuentra usted en una zona del 4 por ciento,
con una inflación que en el año será --el Gobierno dice el 2,2-- , y a lo
mejor resulta que va a estar en el 2, o en el 2,1 o en el 1,9. Yo creo
que realmente, y con esto incidentalmente respondo a la pregunta del
señor Aguirre, el 2,2 del Gobierno es razonable. Nosotros tendemos a
pensar que la cifra puede ser un poco más baja, pero está bien que el
Gobierno se proteja y no dé una cifra quizá tan baja como la que tenemos
nosotros en nuestras estimaciones.

El problema está en que si siguen subiendo los salarios a ese ritmo (hoy
tienen ustedes en los periódicos el cierre del convenio, creo que es del
sector turístico, al 5 por ciento), comprenderán ustedes que es muy
difícil que no afecten a la inflación, que es el problema del Banco de
España, y al que tiene que prestar más atención. Pero desde luego eso
tiene un efecto sobre el empleo. Creer que la demanda de trabajo no se ve
afectada por los costes de trabajo, a mí me parece que es algo muy
difícil de mantener, y lo cito como un understatement, porque creo que es
imposible de mantener. Lo que digo es que los salarios deben adaptarse a
la evolución y expectativas sobre los precios al consumo, porque si no
tendremos problemas de inflación a medio plazo y, desde luego, tendremos
problemas de empleo.

La Unión Monetaria hace más transparente el hecho de que cuando se
producen desviaciones de costes de trabajo en una economía, como no se
pueden corregir con la política monetaria nacional ni con el tipo de
cambio, ello lleva a un proceso de recesión y de paro. Esta transparencia
es quizá una ventaja de la Unión Monetaria, y tenemos que prever que las
cosas serán así. Esto ha sucedido también en el pasado, naturalmente, y
va a seguir pasando, pero dentro de la Unión Monetaria se va a ver más
claramente que las cosas son así. Esto es lo que digo respecto de los
costes laborales unitarios.

Respecto de los agregados monetarios, efectivamente hemos corregido el
agregado ALP, porque no funciona bien. Recordarán ustedes que cuando el
Banco inició su estrategia nueva de política monetaria dentro del nuevo
estatuto de autonomía, una de las cosas que hicimos fue algo que al
principio se consideró oscuro, por lo menos por algunos comentaristas.

¿Por qué prescindíamos de expresar los objetivos de política monetaria en
términos de agregados monetarios, como se había hecho desde hacía muchos
años? Aquí tienen ustedes la razón: porque los agregados monetarios
estaban mostrando hacía años, y lo siguen haciendo en los últimos años,
una notoria inestabilidad. Por consiguiente, montar el esquema de
política monetaria sobre objetivos definidos en términos de agregados
inestables, realmente no conduce más que a equivocaciones.

En este momento estamos siguiendo todos los agregados posibles M-1, M-2,
M-3, ALP, y este ALPF que incluye posiciones de fondos de inversión. Lo
que pasa es que es muy difícil, cuando se comportan de modo dispar,
tratar de interpretar cuál es el resultado, pero ciertamente hay un
problema de liquidez que vamos a ver si se reconduce, como está pasando
estos dos últimos meses en los que están bajando las tasas, o si siguen
aumentando los ritmos, en cuyo caso sería preocupante a medio plazo.

Me ha hecho usted también una pregunta sobre la Cuenta del Tesoro. Es
verdad que subió el año pasado mucho. Este año en los primeros meses,
según las cifras que tengo aquí que llegan hasta 30 de abril, ha
aumentado adicionalmente en 378.000 millones; y ciertamente tiene que
bajar en el resto del año, eso es absolutamente claro, para que se
cumplan las expectativas globales del Gobierno para el año.

Querría dejar clara cuál es la posición que he expresado sobre los
precios en el muy corto plazo y a medio plazo. ¿Qué es lo que ha sucedido
en los últimos meses? Que en buena medida hemos conseguido superar lo que
han sido obstáculos bastante imprevisibles que tuvimos al tratar de bajar
los precios a lo largo del año 1996, y a los cuales yo en su día me
referí con una cierta desesperación.

Recordarán ustedes que a lo largo del año pasado se planteó el problema
de la llamada enfermedad de las «vacas locas», que tuvo un efecto muy
importante sobre las carnes en su conjunto, porque de hecho sólo bajó la
carne de vacuno, pero muy poco, mientras que el pollo, el cordero y el
cerdo se dispararon. Por consiguiente, eso tuvo un efecto absolutamente
imprevisible y en cierto modo irritante, porque impidió durante varios
meses que la tasa de inflación medida por los precios al consumo bajara
adecuadamente.

Después, en la segunda parte del año, tuvimos el problema de la energía.

Recordarán ustedes que el precio del barril de petróleo subió de la zona
de 16 dólares barril a la zona de 24-25 dólares barril, y estuvo ahí
bastante meses. Ahora ha vuelto a bajar, de modo que esto parece haberse
corregido, y está otra vez en la zona de 16 dólares barril.

Se complicó el proceso porque además subió el dólar. La apreciación del
dólar ahí sigue. Ha llegado a estar a niveles más altos que los que
estaba hoy por la mañana --hoy está a 1,70 con el marco-- pero de hecho
del dólar está más alto que lo que estaba hace seis meses o un año. Esto
afecto a los precios de importación expresados en dólares y, por tanto, a
toda Europa, no sólo a España, y ahí tenemos un problema.




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Tuvimos después el problema del aceite de oliva, al que me referí aquí.

Teníamos una cosecha magnífica, estaba primero en los árboles, luego
recogida, y los precios al por mayor del aceite de oliva no bajaban.

Recordará el señor Aguirre, si efectivamente ha repasado mis
intervenciones, que me quejé de cómo era posible que los mayoristas
estuvieran impidiendo la bajada del aceite de oliva, que era natural,
teniendo en cuenta la cosecha. Finalmente, los precios no han podido
mantenerse al nivel en el que estaban y se han hundido durante los
primeros meses de este año. ¿Se han hundido en algún sentido negativo?
No. Se han ido donde tendrían que haber ido suavemente a lo largo del año
1996. Ahora estamos donde hubiéramos tenido que estar si las cosas
hubieran ido suavemente. Me dicen --yo no soy ningún experto en
agricultura-- que la próxima cosecha de aceite de oliva puede ser muy
buena también. Si es así no habrá peligro de repuntes.

Pero éstos son los tipos de repuntes que se pueden producir tras rápidos
descensos de los alimentos, que han bajado 4,5 puntos desde finales del
año 1995 hasta el pasado mes de abril. Puede haber repuntes por razones
climáticas y referidas a malas cosechas. Ese es el tipo de repuntes que
uno cabe temer. Está subiendo la carne de cerdo. Supongo que ello está
ligado a la epidemia que se ha desarrollado en diferentes partes de
Europa y que ha alcanzado también a algunas zonas españolas. El hecho es
que está subiendo la carne de cerdo. Son cosas que pueden afectar a los
precios. Ese repunte hará que los precios no suban por encima del 2 por
ciento en este año. Los precios se mantendrán por debajo. Lo que quiero
es transmitirles la idea, que seguramente la comparten sin que yo la
subraye, de que no hay que esperar que del 1,7 vayamos al 1,5, al 1,3 y
al 1,1. No. Es que estamos en el suelo de lo que es normalmente una
economía sin inflación. Con esto respondo al señor Eguiagaray.

Si tomamos como referencia el mayor baluarte de la ortodoxia en precios
que es el Bundesbank, éste siempre consideró que la tasa razonable de una
economía sin inflación estaba situada entre 1,8 y el 2 por ciento. Lo que
sucede es que en los últimos años, en este fenómeno que estamos viviendo
--que en parte es de ámbito mundial como consecuencia de una competencia
cada vez mayor en los mercados mundiales, pero también debido a la
situación europea de baja actividad, de bajo crecimiento--, los precios
han bajado bastante más de lo que estaba previsto. En este momento, los
tres países con más baja inflación del área de la Unión Europea, tres
países relativamente pequeños como Finlandia, Luxemburgo y Suecia, tienen
una tasa media de inflación del 1,1 o del 1 por ciento (no lo sé porque
todavía no se han publicado las cifras armonizadas del mes pasado). Es
una tasa de inflación muy baja. Es cierto que tasas de inflación tan
bajas tienen sus problemas, porque dificultan la reasignación de
recursos. No creo que haya que aspirar a tasas tan bajas. Europa volverá
a situarse en la zona del 2 por ciento y ésta es la zona en la que en su
conjunto deberíamos desear movernos. Por lo tanto, los riesgos que el
Banco de España tiene que considerar más que otras instituciones, más que
el propio Gobierno, porque es lo que depende directamente del Banco de
España, es el horizonte a medio plazo de la inflación. Esto es lo que me
lleva a subrayar el tema de los salarios, el tema de los agregados
monetarios, el hecho de que los mercados financieros pueden tener
perturbaciones que pueden ser muy complicadas. Todo eso nos lleva a tener
que mostrar un cuidado especial con la evolución de la política monetaria
en los próximos meses.

Con esto paso a responder a un punto que me ha planteado el señor
Aguirre, que creo que es muy importante, para luego volver a la lista de
preguntas del señor Eguiagaray. El señor Aguirre me ha preguntado: ¿qué
piensa usted que va a pasar con los tipos de interés en los próximos
meses? Líbreme Dios de decir nada concreto, pero sí quiero reflexionar de
modo general. Tenemos que hacer algunos supuestos fuertes para contestar
a esta pregunta. Supongamos que la Unión Monetaria se constituye en las
fechas previstas, y creo que es lo más probable a pesar de las
dificultades que surgen cada semana desde los más diversos ámbitos
europeos. En este momento, lo más probable es que España entre en la
primera hornada. ¿Qué es lo que cabe decir de los tipos de interés? Como
las economías europeas habrán mantenido su tónica de mejora a lo largo de
los próximos meses y a lo largo del año 1998, el tipo de interés de
partida de la Unión Monetaria --hablo siempre de los tipos monetarios muy
a corto plazo-- no será tan bajo como el tipo alemán actual, sino algo
más alto. Por consiguiente, lo que pudiéramos llamar el aterrizaje desde
tipos más altos no es hacia el 3 por ciento alemán actual, sino un
aterrizaje a niveles un poco más altos. ¿Por qué? Porque la Unión
Monetaria tiene una primera fase de prueba, en la que quedarse en un tipo
de interés muy bajo para muchos países europeos va a ser un riesgo
excesivo y seguramente tenderán a mantenerse más altos. Me he adentrado
en el mundo de las conjeturas, pero me parece que es una conjetura
razonable. Si en España las cosas van bien, tendremos un proceso de
aterrizaje suave. Lo que es muy importante es que la estrategia de ese
aterrizaje sea la correcta y que no tengamos excesivas prisas. Tengamos
en cuenta que, a pesar de que todo va favorablemente en la Unión
Monetaria, a pesar de las dificultades de cada semana, tenemos que
mantener un margen de maniobra en los tipos de interés porque no podemos
excluir que pueda pasar algo que yo llamaría en este momento evento raro.

Podría suceder. Por tanto, tenemos que ser muy cuidadosos en la bajada de
tipos. Una de las cosas que suceden en el país es que desde que el Banco
de España obtuvo su autonomía toda persona del país sabe lo que hay que
hacer con los tipos de interés. Es una cosa muy buena porque quiere decir
que el público se preocupa de esto, pero a la vez es un tanto incómodo.

Lo que sí quiero decir es que hay muchas personas que opinan que el Banco
de España es una especie de caja registradora y dicen: ¿Cuánto ha bajado
la tasa de inflación el mes pasado? Pues, tiene más margen o menos
margen, como ahora se dice. Pero las cosas no son así de sencillas,
porque el Banco de España no es una caja registradora. El Banco de España
tiene que mirar al medio plazo de la inflación. Si reacciona a las
variaciones de tasas de inflación recientes, será porque le permiten
corregir sus previsiones



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de inflación para el futuro, pero no porque se limite, con sus
movimientos de tipos de interés, a corroborar lo que ha pasado en la
inflación el mes anterior. Esto quiere decir que el Banco de España en su
movimiento de tipos tiene que tener un horizonte a medio plazo. En ese
horizonte tenemos un proceso de ajuste de los tipos de interés que
tenemos que graduar razonablemente. Si las cosas van bien en la Unión
Monetaria e ingresamos, como es lo normal, en la Unión Monetaria, tenemos
por delante un proceso de bajada de tipos. Administrar ese proceso de
bajada de tipos es un problema importante, y es un problema del Banco de
España al que tratará de dar la solución que le parezca más razonable.

Esperemos acertar.

Los precios de los servicios son los más resistentes de toda la gama de
precios de consumo. Finalmente se han flexibilizado. A lo largo de los
últimos años han sido muy resistentes, incluso el año pasado hasta fechas
muy tardías. Ahora están en el 3,1 por ciento. Los precios de los
servicios tienen un componente de coste laboral muy importante. Lo que
vaya a pasar con los precios de los servicios en buena medida depende de
cuál vaya a ser la evolución de los salarios. Si los salarios suben con
fuerza, esta inflexibilidad de los servicios no se conseguirá dominar.

En cuanto a los precios administrados que han sido objeto de reducción,
espero que en muchos casos el Gobierno no baje la mano, porque no me
parece que las reducciones no hayan sido adecuadas. A lo mejor resulta
que quedan todavía márgenes para actuar más en algunos de esos precios.

Los riesgos de turbulencias de los mercados existen. Es una opinión muy
personal pero, ¿qué hace pensar que se va a llegar al mes de marzo del
año 1998 sin tener todos una idea clara de qué países entran y qué países
no entran en la Unión Monetaria? La decisión no se puede tomar antes
porque es un proceso resultante de los informes del Instituto Monetario
Europeo y de la Comisión de Bruselas de un mes, el mes de abril de 1998.

En este mes, todos los parlamentos --empezando por el Parlamento Europeo,
pero también los parlamentos nacionales-- van a estar discutiendo el
tema. Y fíjense ustedes --mi absoluto respeto hacia los parlamentos-- que
muchos de ellos no van a discutir su caso, sino los casos ajenos. Por
tanto, éste va a ser un mes difícil para los mercados, pero espero que
las cosas estén, previamente, un poco tranquilizadas. En ese sentido,
creo que el momento decisivo va a ser el otoño de este año, cuando
debería aclararse qué pasa con la Unión Monetaria, qué países resultan
excluidos y qué países no. Me parece que ése puede ser un momento en el
que los mercados se agiten. A lo mejor no mucho, porque los mercados,
excepto que se produzcan variaciones muy importantes, tienden a agitarse
cada vez menos, tienden a estar convencidos de que el proceso está en
marcha y es un tanto imparable, y cada vez atienden menos a esta cantidad
inmensa de personas que hay en Europa --y no sólo en Europa-- que se
consideran obligadas a dar su opinión todos los días sobre este tema;
opiniones contradictorias entre sí, y muchas veces contradictorias en el
tiempo, respecto de cada una de las personas que hablan. Realmente, los
mercados están bastante más tranquilos de lo que uno pudiera imaginar
teniendo en cuenta esa cantidad de declaraciones, pero es posible que en
el otoño, si hay tensiones grandes, se puedan producir alteraciones
considerables. Creo que ese momento es importante. Más adelante las cosas
tienen que estar ya bastante claras. En el mes de abril no se puede estar
pensando en cuál va a ser el resultado de lo que se discuta en los
diferentes parlamentos, porque habrá parlamentos --más o menos, sabemos
cuáles van a ser algunos de ellos-- que van a adoptar una actitud de
exclusión de los otros, por razones obvias y egoístas, y que no son los
que a veces más ponen el paño al púlpito en este tema. En fin, ésta es mi
opinión.

No quisiera hablar de las prácticas contables de los diferentes países,
porque prefiero no entrar en este tema.

El señor Alcaraz --como en ocasiones anteriores-- me ha reprochado mi
falta de sensibilidad social. Es una ceremonia que ya he asumido. Por
consiguiente, ¿qué quiere usted que le diga? Yo no voy a competir con
usted en sensibilidad social, por supuesto. Lo que pasa es que nuestra
sensibilidad social, que se refiere a los mismos temas, encuentra en
usted y en mí respuestas diferentes; esto es lo que nos pasa. Es decir,
usted cree que esa lista de problemas que plantea, y que son
absolutamente obvios --el del paro, el de la precariedad en el empleo,
etcétera--, son problemas a los que yo no atiendo y son problemas que a
mí me preocupan muchísimo. Lo que sucede es que creo que tenemos puntos
de vista distintos respecto de cuáles son las causas y de cuáles son los
remedios, y ahí es donde está el problema. Por otra parte, no me importa
que usted me siga diciendo que no tengo sensibilidad social, pero quiero
aclarar que realmente no es así, sino que debemos de tener opiniones
distintas. Yo no tengo claro cuál es su diagnóstico y cuáles son los
remedios que usted propone, porque usted se ha limitado a hacer
referencia a una serie de hechos que conocemos. ¿Cómo se resuelven estos
problemas? Primero, hay que ver cuál es el diagnóstico de cada cual
respecto de las causas de esos problemas. En el momento actual, Europa
está inserta --porque éste es un problema europeo, fundamentalmente--en
ese mundo, con una creciente competencia; en ese mundo, con unos avances
tecnológicos que son claramente ahorradores de trabajo; en ese mundo, por
otra parte, sometido a una competencia muy especial, que es la de los
países emergentes, ¿cómo se defiende el empleo en Europa? Este es el
problema, me parece a mí. Me da la impresión --pero no estoy seguro de
que sean ésas sus ideas-- de que usted piensa que el problema es que no
se adoptan las políticas fiscales expansivas suficientes, que no se
adoptan las políticas monetarias expansivas adecuadas. Si ésa es su idea,
no estoy de acuerdo. Yo creo que los déficit públicos crecientes,
realmente sólo llevan a un desastre final y la política monetaria
expansiva sólo lleva a un desastre final. Al final de esos procesos hay
menos empleo, no más empleo. Esto es lo que yo creo, lo creo sinceramente
y lo he creído desde hace mucho. Por tanto, no es nada que esté ligado al
Banco de España, ni a mi persona en este momento como Gobernador del
Banco de Español. Es lo que creo como economista, con mi mejor voluntad.




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Las llamadas reformas estructurales --que, en general, son aumentos de la
competencia en los mercados, de la movilidad en el mercado de trabajo, de
la revisión de los problemas de costes de trabajo en Europa-- son
problemas que, en mi opinión, son absolutamente fundamentales.

Seguramente no lo son para usted; usted no ve que los problemas vayan por
ahí. Insisto, no voy a polemizar con usted en estos temas. Lo único que
quiero decir es que lo de tener o no sensibilidad social es una cuestión
muy discutible, en términos personales; pero lo que sí es importante son
los diagnósticos y los remedios que uno propone. Y me parece que yo no
comparto ni sus diagnósticos ni los remedios. Seguramente, éste es mi
problema, no el que yo carezca de sensibilidad social, pero puede usted
seguir diciéndolo.

Es verdad que el tema de la moderación salarial no es un tema de moda,
pero no es cierto que se pueda decir que los beneficios empresariales
estén aumentando porque las empresas están aumentando mucho sus
beneficios. Siento que todavía no se haya publicado el primer trimestre
de la central de balances de este año, pero verá usted que en el primer
trimestre pasa lo mismo que pasó en el año 1996. En esa lista larga --no
muestra-- de empresas que constituyen la base de la central de balances,
los salarios han aumentado notablemente y los costes de trabajo han
aumentado notablemente. Al mismo tiempo, las bajas de tipos de interés
han llevado a una reducción muy importante de los costes financieros de
las empresas, y esa caída de los costes financieros de las empresas es lo
que les ha permitido a las empresas, simplemente, mantener su nivel de
beneficios; o lo que es lo mismo, las empresas están cediendo a presiones
salariales excesivas porque están beneficiándose de una baja de los
costes financieros. A la larga, esto es insostenible y acaba llevando a
una situación mala, por supuesto, para la inflación pero, sobre todo,
para el empleo.

No sé si me he dejado alguna pregunta sin responder.




El señor ALCARAZ MASATS: La de las pensiones.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Sí, es verdad. Pero
es que yo de las pensiones, ¿qué le puedo decir? Esto no es de mi
departamento. No sé qué habrá que hacer con las pensiones, por lo tanto,
no puedo entrar en ese tema.




El señor ALCARAZ MASATS: ¿Y los salarios?



El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Sí, los salarios
son de mi departamento, porque son un componente de costes absolutamente
básico para los precios.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Gobernador, por sus cumplidas
y doctas --como siempre-- explicaciones.

Imagino que ningún portavoz necesita realizar ningún tipo de aclaraciones
al Gobernador del Banco de España. (El señor Alcaraz Masats pide la
palabra.)
Señor Alcaraz, ¿más aún de las que ha realizado a pesar de no tener la
palabra? (Asentimiento.) Tiene usted la palabra.




El señor ALCARAZ MASATS: No se preocupe, señor Presidente, que consumo un
tipo de interés muy bajo en tiempo.




El señor PRESIDENTE: No me preocupo, señor Alcaraz.




El señor ALCARAZ MASATS: Simplemente quiero decirle una cosa, señor Rojo,
cuando ha dicho que todos tendemos a los mismos objetivos, creación de
empleo, por ejemplo, tenemos puntos de vista diferentes. Ultimamente he
leído un libro que me ha aclarado mucho este tema en el sentido de que no
es realmente así. No sé si usted lo ha leído también, es de un insigne
compareciente hoy también en este Congreso de los Diputados, don Carlos
Solchaga. En este libro acerca del fin de la edad dorada, en la página
181 dice: Nunca pudimos realmente asumir el objetivo de creación de
empleo. Y en la página 183 lo explica, dice: porque realmente de haberlo
hecho así nos hubiésemos tenido que enfrentar a grandísimos poderes
económicos y financieros. Eso es lo que le intento decir: no son los
mismos puntos de vista de cara a los mismos objetivos, son objetivos
diferentes.

Por ejemplo, solamente le voy a dar un dato en el sentido del gran debate
que hay en Europa y que también concita la movilización del día de hoy:
el tema de reparto del tiempo de trabajo, la reducción de la jornada
laboral y la reducción drástica, incluso la eliminación de las horas
extraordinarias, o el aumento de las vacaciones una semana o la reducción
de la edad de jubilación. Son temas de enorme importancia de cara a
cambios estructurales que sí provocarían una creación neta de empleo, no
un cambio del tipo de empleo en función de las reformas laborales que se
están haciendo.

Pero lo que tenía que decir en principio era esto en función de esta cita
del señor Solchaga: no son sólo puntos de vista diferentes, sino
objetivos diferentes.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Gobernador.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): El libro del señor
Solchaga lo he leído y no lo recuerdo en este momento por páginas, pero
sí naturalmente recuerdo la esencia del libro, el perfume, por así
decirlo, del libro, y lo que el señor Solchaga cuenta es el final de lo
que él llama la edad dorada, que no sé si lo fue o no, pero es el cambio
de época en la economía mundial y lo que intenta explicar es que las
políticas económicas que eran válidas y funcionaban hasta mediados de los
años setenta han dejado de funcionar progresivamente desde entonces y
que, por consiguiente, hay que variar totalmente los enfoques respecto de
cómo se resuelven los problemas del empleo, entre otras cosas. Esto es lo
que entendí del libro del señor Solchaga. A lo mejor lo he leído mal,
pero es lo que me ha parecido a mí leer.




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El señor ALCARAZ MASSATS: Le he citado dos páginas.




El señor PRESIDENTE: Si les parece, señores Diputados, no estamos aquí
para discutir la esencia, no esencia, el perfume o el tintado del libro
del señor Solchaga, sino la evolución de los parámetros de la política
monetaria española.

Señor Gobernador, muchas gracias.

Se levanta la sesión.




Eran las doce y veinticinco minutos del mediodía.